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| author | Roger Frank <rfrank@pglaf.org> | 2025-10-14 20:12:08 -0700 |
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You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org/license + + +Title: Platero y yo + +Author: Juan Ramón Jiménez + +Release Date: March 20, 2012 [EBook #39209] + +Language: Spanish + +Character set encoding: ISO-8859-1 + +*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PLATERO Y YO *** + + + + +Produced by Chuck Greif & Víctor Moné + + + + + + + +Juan Ramón Jiménez + +PLATERO Y YO + +Elegía andaluza + +Esta edición reproduce el texto +de la primera, publicada en 1914. + + +ADVERTENCIA Á LOS HOMBRES + +QUE LEAN ESTE LIBRO PARA NIÑOS + + +Este breve libro, en donde la alegría y la pena +son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba +escrito para... ¡qué sé yo para quién!... para +quien escribimos los poetas líricos... Ahora que +va á los niños, no le quito ni le pongo una coma. +¡Qué bien! + +«Dondequiera que haya niños--dice Nóvalis--, existe +una edad de oro.» Pues por esa edad de oro, +que es como una isla espiritual caída del cielo, +anda el corazón del poeta, y se encuentra allí tan +á su gusto, que su mejor deseo sería no tener +que abandonarla nunca. + +¡Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de +oro de los niños; siempre te halle yo en mi vida, +mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta +y, á veces, sin sentido, igual que el trino de la +alondra en el sol blanco del amanecer! + +EL POETA + +MADRID, 1914 + + +Á LA MEMORIA DE AGUEDILLA, + +LA POBRE LOCA DE LA CALLE DEL SOL, + +QUE ME MANDABA MORAS Y CLAVELES + + + + +LA ELEGÍA + + + + +I + +PLATERO + + +PLATERO es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que +se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de +azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. + +Lo +dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas +apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo +dulcemente: "¿Platero?", y viene á mí con un trotecillo alegre que +parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal... + +Come cuanto le doy. +Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, +los higos morados, con su cristalina gotita de miel... + +Es tierno y +mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco como de +piedra. Cuando paso, sobre él, los domingos, por las últimas callejas +del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se +quedan mirándolo: + +--Tiene acero... + +Tiene acero. Acero y plata de luna, al +mismo tiempo. + + + + +II + +PAISAJE GRANA + + +La cumbre. Ahí +está el ocaso, +todo empurpurado, +herido por sus propios +cristales, que le +hacen sangre por +doquiera. A su esplendor, +el pinar +verde se agria, vagamente +enrojecido; +y las hierbas y las +florecillas, encendidas +y transparentes, +embalsaman el instante +sereno de una +esencia mojada, penetrante y luminosa. + +Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. +Platero, granas de ocaso +sus ojos negros, se va, manso, á un +charco de aguas de carmín, de rosa, +de violeta; hunde suavemente su boca +en los espejos, que parece que se hacen +líquidos al tocarlos él; y hay por su +enorme garganta como un pasar profuso +de umbrías aguas de sangre. + +El paraje es conocido, pero el momento +lo trastorna y lo hace extraño, +ruinoso y monumental. Se dijera, á +cada instante, que vamos á descubrir +un palacio abandonado... La tarde se +prolonga más allá de sí misma, y la +hora, contagiada de eternidad, es infinita; +pacífica, insondable... + +--Anda, Platero... + + + + +III + +ALEGRÍA + +Platero juega con Diana, la bella +perra blanca que se parece á la +luna creciente, con la vieja cabra, gris, +con los niños... + +Salta Diana, ágil y elegante, delante +del burro, sonando su leve campanilla, +y hace como que le muerde +los hocicos. Y Platero, poniendo las +orejas en punta, cual dos cuernos de +pita, la embiste blandamente y la hace +rodar sobre la hierba en flor. + +La cabra va al lado de Platero, rozándose +á sus patas, tirando, con los +dientes, de la punta de las espadañas +de la carga. Con una clavellina ó con +una margarita en la boca, se pone +frente á él, le topa en el testuz, y +brinca luego, y bala alegremente, mimosa +igual que una mujer... + +Entre los niños, platero es de juguete. +¡Con qué paciencia sufre sus +locuras! ¡Cómo va despacito, deteniéndose, +haciéndose el tonto, para que +ellos no se caigan! ¡Cómo los +asusta, iniciando, de pronto, un trote +falso! + +<tb> + +¡Claras tardes del otoño moguereño! +Cuando el aire puro de Octubre +afila los límpidos sonidos, sube del +valle un alborozo idílico de balidos, +de rebuznos, de risas de niños, de ladridos +y de campanillas... + + + + +IV + +MARIPOSAS BLANCAS + + +La noche cae, brumosa ya y morada. +Vagas claridades malvas +y verdes perduran tras la torre de la +iglesia. El camino sube, lleno de sombras, +de campanillas, de fragancia de +hierba, de canciones, de cansancio y +de anhelo. De pronto, un hombre obscuro, +con una gorra y un pincho, roja +un instante la cara fea por la luz del +cigarro, baja á nosotros de una casucha +miserable, perdida entre sacas de +carbón. Platero se amedrenta. + +--¿Va algo? + +--Vea usted... Mariposas blancas... + +El hombre quiere clavar su pincho +de hierro en el seroncillo, y yo lo evito. +Abro la alforja y él no ve nada. +Y el alimento ideal pasa, libre y cándido, +sin pagar su tributo á los Consumos... + + + + +V + +LA PRIMAVERA + +/*[4] + ¡Ay, qué relumbres y olores! +¡Ay, cómo ríen los prados! +¡Ay, qué alboradas se oyen! + +<i>Romance popular.</i> +*/ + + +En mi duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de +chiquillos. Por fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la +cama. Entonces, al mirar el campo por la ventana abierta, me doy cuenta +de que los que alborotan son los pájaros. + +Salgo al huerto y doy gracias al Dios del día azul. ¡Libre concierto de +picos, fresco y sin fin! La golondrina riza, caprichosa, su canto en el +pozo; silba el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola +charla en el chaparro; el chamariz, ríe larga y menudamente en la cima +del eucalipto; y, en el pino grande, los gorriones discuten +desaforadamente. + +¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de +oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las +flores, por la casa, en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en +estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva. + +Parece que estuviéramos dentro de un g r a n panal de luz, que fuese el +interior de una inmensa y, cálida rosa encendida. + + + + +VI + +<i>¡ANGELUS!</i> + + +Mira, Platero, qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas, +blancas, sin color... Diríase que el cielo se deshace en rosas. Mira +cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las, manos... ¿Qué +haré yo con tantas rosas? + +¿Sabes tú, quizás, de dónde es esta blanda flora, que yo no sé de dónde +es, que enternece, cada día, el paisaje y lo deja dulcemente rosado, +blanco y celeste--, mas rosas, más rosas--, como un cuadro de Fra +Angelico, el que pintaba el cielo de rodillas? + +De las siete galerías del Paraíso se creyera que tiran rosas á la +tierra. Cual en una nevada tibia y vagamente colorida, se quedan las +rosas en la torre, en el tejado, en Jos árboles. Mira: todo lo fuerte se +hace, con su adorno, delicado. Más rosas, más rosas, más rosas... + +Parece, Platero, mientras suena el <i>Angelus</i>, que esta vida nuestra +pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva, +más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, +suba á las estrellas, que se encienden ya entre las rosas... Más +rosas.... Tus ojos, que tú no ves, Platero, y que alzas mansamente al +cielo, son dos bellas rosas. + + + + +VII + +EL LOCO + + +Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo +cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero. + +Cuando, yendo á las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con +sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos +verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás +de nosotros, chillando largamente: + +--¡El loco! ¡El loco! ¡El loco! + +...Delante está ya el campo verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un +incendiado añil, mis ojos--¡tan lejos de mis oídos!--se abren +noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa +serenidad armoniosa y divina que vive en el sinfín del horizonte... + +Y quedan, allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados +finamente, entrecortados, jadeantes, aburridos: + +--¡El lo...co! ¡El io...co! + + + + +VIII + +LA FLOR DEL CAMINO + + +Qué pura, Platero, y qué bella es esta flor del camino! Pasan a su lado +todos los tropeles--los toros, las cabras, los potros, los hombres--, y +ella, tan tierna y tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su +vallado triste, sin contaminarse de impureza alguna. + +Todos los días, cuando, al empezar la cuesta, tomamos el atajo, tú la +has visto en su puesto verde. Ya tiene á su lado un pajarillo, que se +levanta--¿por qué?--al acercarnos; ó está llena, cual una breve copa, +del agua clara de una nube de verano; ya consiente el robo de una abeja +ó el voluble adorno de una mariposa. + +Esta flor vivirá pocos días, Platero, pero su recuerdo ha de ser eterno. +Será su vivir como un día de tu primavera, como una primavera de mi +vida. ¡Ay! ¿Qué le diera yo al otoño, Platero, á cambio de esta flor +divina, para que ella fuese, diariamente, el ejemplo sencillo de la +nuestra? + + + + +IX + +RONSARD + + +Libre ya Platero del cabestro, y paciendo entre las castas margaritas +del pradecillo, me he echado yo bajo un pino, he sacado de la alforja +moruna un breve libro y, abriéndolo por una señal, me he puesto á leer +en alta voz: + +/*[4] + Comme on voit sur la branche au mois de mai la rose + En sa belle jeunesse, en sa première fleur, + Rendre le ciel jaloux de... +*/ + +Arriba, por las ramas últimas, salta y pía un leve pajarillo, que el sol +hace, cual toda la verde cima suspirante, de oro. Entre vuelo y gorjeo, +se oye el partirse de las semillas que el pájaro se está almorzando. + +/*[4] + ...jaloux de sa vive couleur... +*/ + +Una cosa enorme y tibia avanza, de pronto, como una proa viva, sobre mi +hombro... Es Platero, que, sugestionado, sin duda, por la lira de Orfeo, +viene á leer conmigo. Leernos: + +/*[4] + ...vive couleur, + Quand l'aube de ses pleurs + au point du jour l'a... +*/ + +Pero el pajarillo, que debe digerir aprisa, tapa la palabra con una nota +falsa. + +Ronsard se debe haber reído en el infierno... + + + + +X + +LA LUNA + + +Platero acababa de beberse dos cubos de agua con estrellas en el pozo +del corral, y volvía á la cuadra, lento y distraído entre los altos +girasoles. Yo le aguardaba en la puerta, echado en el quicio de cal y +envuelto en la tibia fragancia de los heliotropos. + +Sobre el tejadillo, húmedo de las blanduras de septiembre, dormía el +campo lejano, que mandaba un fuerte aliento de pinos. Una gran nube +negra, como una gigantesca gallina que hubiese puesto un huevo de oro, +puso la luna sobre una colina. + +Yo le dije á la luna: + +/*[4] + ...Ma sola + ha questa luna in ciel, che da nessuno + cader fu vista mai se non in sogno. +*/ + +Platero la miraba fijamente y sacudía, con un duro ruido blando, una +oreja. Me miraba absorto, y sacudía la otra... + + + + +XI + +EL CANARIO VUELA + + +Un día, el canario verde, no sé cómo ni por qué, voló de su jaula. Era +un canario viejo, recuerdo triste de una muerta, al que yo no había dado +libertad por miedo de que se muriera de hambre ó de frío, ó de que se lo +comieran los gatos. + +Anduvo toda la mañana entre los granados del huerto, en el pino de la +puerta, por las lilas. Los niños estuvieron, toda la mañana también, +sentados en la galería, absortos en los breves vuelos del pajarillo +amarillento. Libre, Platero, holgaba junto á los rosales, jugando con +una mariposa. + +A la tarde, el canario se vino al tejado de la casa grande, y allí se +quedó largo tiempo, latiendo en el suave sol que declinaba. De pronto, y +sin saber nadie cómo ni por qué, apareció en la jaula, otra vez alegre. + +¡Qué alborozo en el jardín! Los niños saltaban, tocando las palmas, +arrebolados y rientes como auroras; Diana, loca, los seguía, ladrándole +á su propia y riente campanilla; Platero, contagiado, en un oleaje de +carnes de plata, igual que un chivillo, hacía corvetas, giraba sobre sus +patas, en un vals tosco, y, poniéndose en las manos, daba coces al aire +claro y tibio... + + + + +XII + +SUSTO + + +Era la comida de los niños. Soñaba la lámpara su rosada lumbre tibia +sobré el mantel de nieve, y los geranios rojos y las pintadas manzanas +coloreaban de una áspera alegría aquel sencillo idilio de caras +inocentes. Las niñas comían como mujeres; los niños discutían como +algunos hombres. Al fondo, dando el pecho á un pequeñuelo, la madre, +joven, rubia y bella, los miraba sonriendo. Por la ventana del jardín, +la clara noche de estrellas temblaba, dura y fría. + +De pronto, Blanca huyó, como un débil rayo, á los brazos de la madre. +Hubo un súbito silencio, y luego, en un estrépito de sillas caídas, +todos corrieron tras de ella, con un raudo alborotar, mirando, +espantados, á la ventana. + +¡El tonto de Platero! Puesta en el cristal su cabezota blanca, +agigantada por la sombra, los cristales y el miedo, contemplaba, quieto +y triste, el dulce comedor encendido. + + + + +XIII + +LA ESPINA + + +Entrando en la dehesa, Platero ha comenzado á cojear. Me he echado al +suelo... + +--Pero, hombre, ¿qué te pasa? Platero ha dejado la mano derecha un poco +levantada, mostrando la ranilla, sin fuerza y sin peso, sin tocar casi +con el casco la arena ardiente del camino. + +Con una solicitud mayor, sin duda, que la del viejo Darbón, su médico, +le he doblado la mano y le he mirado la ranilla roja. Una espina larga y +verde, de naranjo sano, está clavada en ella como un redondo puñalillo +de esmeralda. Estremecido del dolor de Platero, he tirado de la espina; +y me lo he llevado al pobre al arroyo de los lirios amarillos, para que +el agua corriente le lama, con su larga lengua pura, la heridilla. + +Después, hemos seguido hacia la mar blanca, yo delante, él detrás, +cojeando todavía y dándome suaves topadas en la espalda... + + + + +XIV + +JUEGOS DEL ANOCHECER + + +Cuando, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos, ateridos, +por la obscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco, los +niños pobres juegan á asustarse, fingiéndose mendigos. Uno se echa un +saco á la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo... + +Después, en ese brusco cambiar de la infancia, como llevan unos zapatos +y un vestido, y como sus madres, ellas sabrán cómo, les han dado algo de +comer, se creen unos príncipes: + +--Mi padre tiene un reloj de plata. + +--Y el mío, un caballo. + +--Y el mío, una escopeta. + +Reloj que levantará á la madrugada, escopeta que no matará el hambre, +caballo que llevará á la miseria... + +El corro, luego. Entre tanta negrura, una niña, con voz débil, hilo de +cristal acuoso en la sombra, canta entonadamente, cual una princesa: + +/*[4] + Yo soy la viudita + del Conde de Oré... +*/ + +...¡Sí, sí! ¡Cantad, soñad, niños pobres! Pronto, al amanecer vuestra +adolescencia, la primavera os asustará, como un mendigo, enmascarada de +invierno. + +--Vamos, Platero... + + + + +XV + +AMISTAD + + +Nos entendemos bien. Yo lo dejo ir á su antojo, y él me lleva siempre +adonde quiero. + +Sabe Platero que, al llegar al pino de la Corona, me gusta acercarme á +su tronco y acariciárselo, y mirar al cielo al través de su enorme y +clara copa; sabe que me deleita la veredilla que va, entre céspedes, á +la fuente vieja; que es para mí una fiesta ver el río desde la colina de +los pinos, evocadora, de un paraje clásico. Como me adormile, seguro, +sobre él, mi despertar se abre siempre á uno de tales amables +espectáculos. + +Yo trato á Platero cual si fuese un niño. Si el camino se torna fragoso +y le peso un poco, me bajo para aliviarlo. Lo beso, lo engaño, lo hago +rabiar... Él comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan +igual á mí, que he llegado á creer que sueña mis propios sueños. + +Platero se me ha rendido como una adolescente apasionada. De nada +protesta. Sé que soy su felicidad. Hasta huye de los burros y de los +hombres... + + + + +XVI + +LA NOVIA + + +El claro viento del mar sube por la cuesta roja, llega al prado del +cabezo, ríe entre las tiernas florecillas blancas; después, se enreda +por los pinetes sin limpiar y mece las encendidas telarañas celestes, +rosas, de oro... Toda la tarde es ya viento marino. Y el sol y el viento +¡dan un blando bienestar al corazón! + +Platero me lleva, contento, ágil, dispuesto. Se dijera que no le peso. +Subimos, como si fuésemos cuesta abajo, á la colina. A lo lejos, una +cinta brillante, incolora, vibra, entre Los últimos pinos, en un aspecto +de paisaje isleño. En los prados verdes, allá abajo, saltan los asnos +trabados, de mata en mata. + +Un estremecimiento primaveral vaga por las cañadas. De pronto, Platero, +yergue las orejas, dilata las levantadas narices, replegándolas hasta +los ojos y dejando ver las grandes habichuelas de sus dientes amarillos. +Está respirando largamente, de los cuatro vientos, no sé qué honda +esencia que debe transirle el corazón. Sí. Ahí tiene ya, en otra colina, +fina y gris sobre el cielo azul, á la amada. Y dobles rebuznos, sonoros +y largos, rompen con su trompetería la hora luminosa y caen luego en +gemelas cataratas. + +He tenido que contrariar los instintos amables de mi pobre Platero. La +bella novia del campo lo ve pasar, triste como él, con sus ojazos de +azabache cargados de estampas. ¡Inútil pregón misterioso, que ruedas +brutalmente por las margaritas! + +Y Platero trota indócil, intentando á cada instante volverse, con un +reproche en su trotecillo menudo: + +--Parece mentira, parece mentira, parece mentira... + + + + +XVII + +CALOSFRÍO + + +La luna viene con nosotros, grande, redonda, pura. En los prados +soñolientos se ven, vagamente, no sé qué cabras negras, entre las +zarzamoras... Alguien se esconde, tácito, á nuestro pasar... Sobre el +vallado, un almendro inmenso, níveo de flor y de luna, revuelta la copa +con una nube blanca, cobija el camino asaeteado de estrellas de Marzo... +Un olor penetrante á naranjas..., humedad y silencio... La cañada de +las Brujas... + +--¡Platero, qué... frío! + +Platero, no sé si con su miedo ó con el mío, trota, entra en el arroyo, +pisa la luna y la hace pedazos. Es como si un enjambre de claras rosas +de cristal se enredara, queriendo retenerlo, á su trote... + +Y trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien le +fuese á alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave del pueblo que se +acerca... + + + + +XVIII + +ELLA Y NOSOTROS + + +Platero; acaso ella se iba--¿adonde?--en aquel tren negro y soleado que, +por la vía alta, cortándose sobre los nubarrones blancos, huía hacia el +norte. + +Yo estaba abajo, contigo, en el trigal amarillo y ondeante, goteado todo +de sangre de amapolas, que ya Julio coronaba de ceniza. Y las nubecillas +de vapor celeste--¿te acuerdas?--entristecían un momento el sol y las +flores, rodando vanamente hacia la nada... + +¡Breve cabeza rubia, velada de negro! Era como el retrato de la ilusión +en el marco fugaz de la ventanilla. + +Tal vez ella pensara:--¿Quiénes serán ese hombre enlutado y ese burrillo +de plata? + +¡Quiénes íbamos á ser! Nosotros... ¿verdad, Platero? + + + + +XIX + +LA COZ + + +Íbamos al cortijo de Montemayor, al herradero de los novillos. El patio +empedrado, sombrío bajo el inmenso y ardiente cielo azul de la +tardecita, vibraba sonoro del relinchar de los caballos pujantes, del +reir fresco de las mujeres, de los afilados ladridos inquietos de los +perros. Platero, en un rincón, se impacientaba. + +--Pero, hombre--le dije--, si tú no puedes venir con nosotros; si eres +muy chico... + +Se ponía tan loco, que le pedí al tonto que se subiera en él y lo +llevara con nosotros. + +Por el campo claro, ¡qué alegre cabalgar! Estaban las marismas risueñas +y ceñidas de oro, con el sol en sus espejos rotos, que doblaban los +molinos cerrados. Entre el redondo trote duro de los caballos, Platero +alzaba su raudo trotecillo agudo, que necesitaba multiplicar +insistentemente para no quedarse solo en el camino. De pronto, sonó como +un tiro de pistola. Platero le había rozado la grupa á un fino potro +tordo con su boca, y el potro le había respondido con una rápida coz. +Nadie hizo caso, pero yo le vi á Platero una mano corrida de sangre. +Eché pie á tierra y, con una espina y una crin, le prendí la vena rota. +Luego le dije al tonto que se lo llevara á casa. Se volvieron los dos, +lentos y tristes, por el arroyo seco que baja del pueblo, volviendo la +cabeza al brillante huir de nuestro tropel. + +Cuando, de vuelta del cortijo, fuí á ver á Platero, me lo encontré +mustio y doloroso. + +--¿Ves--le suspiré--que tú no puedes ir á ninguna parte con los +hombres? + + + + +XX + +ASNOGRAFÍA + + +Leo en un Diccionario: "<i>Asnografía</i>": <i>s. f.</i>: <i>se dice, irónicamente, +por descripción del asno</i>. + +¡Pobre asno! ¡Tan bueno, tan noble, tan agudo como eres! +Irónicamente.,.. ¿Por qué? ¿Ni una descripción seria mereces, tú, cuya +descripción cierta sería un cuento de primavera? ¡Si al hombre que es +bueno debieran decirle asno! ¡Si al asno que es malo debieran decirle +hombre! Irónicamente... De ti, tan intelectual, amigo del viejo y del +niño, del arroyo y de la mariposa, del sol y del perro, de la flor y de +la luna, paciente y reflexivo, melancólico y amable, Marco Aurelio de +los prados... + +Platero, que sin duda comprende, me mira fijamente con sus ojazos +brillantes, de una blanda dureza, en los que el sol brilla, pequeñito y +chispeante en un breve y convexo firmamento negro. ¡Ay! ¡Si su peluda +cabezota idílica supiera que yo le hago justicia, que yo soy mejor que +esos hombres que escriben Diccionarios, casi tan bueno como él! + +Y he escrito al margen del libro; "<i>Asnografía: s. f.: se debe decir, +con ironía, ¡claro está!, por descripción del hombre imbécil que escribe +Diccionarios.</i>" + + + + +XXI + +EL VERANO + + +Platero va chorreando sangre, una sangre espesa y morada, de las +picaduras, de los tábanos. La chicharra sierra un pino, al que nunca se +llega... Al abrir los ojos, después de un sueño instantáneo, el paisaje +de arena se me torna blanco, frío en su ardor, espectral.. + +Están los jarales bajos constelados de sus grandes flores vagas, rosas +de humo, de gasa, de papel de seda, con sus cuatro lágrimas de carmín; y +una calina que asfixia, enyesa los pinos chatos. Un pájaro nunca visto, +amarillo con lunares negros, se eterniza, mudo, en una rama. + +Los guardas de los huertos suenan el latón para asustar los rabúos, que +vienen, en grandes bandos celestes, por naranjas... Cuando llegamos á la +sombra del nogal grande, rajo dos sandías, que abren su escarcha grana y +rosa en un largo crujido fresco. Yo me como la mía lentamente, oyendo, á +lo lejos, las vísperas del pueblo. Platero se bebe la carne de azúcar de +la suya, como si fuese agua. + + + + +XXII + +BARBÓN + + +Darbón, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo como una +sandía. Pesa once arrobas. Cuenta, según él, tres duros de edad. + +Cuando habla, le faltan notas, cual á los pianos viejos; otras veces, en +lugar de palabra, le sale un escape de aire. Y estas pifias llevan un +acompañamiento de inclinaciones de cabeza, de manotadas ponderativas, de +vacilaciones chochas, de quejumbres de garganta y salivas en el pañuelo, +que no hay más que pedir. Un amable concierto para antes de la cena. + +No le queda muela ni diente y casi sólo come migajón de pan, que amasa +primero en la mano. Hace una bola y ¡á la boca roja! Allí la tiene, +revolviéndola, una hora. Luego, otra bola, y otra. Masca con las +encías, y la barba le llega á la aguileña nariz. + +Digo que es grande como el buey pío. En la puerta de la herrería, tapa +la casa. Pero se enternece, igual que un niño, con Platero. Y si ve una +flor ó un pajarillo, se ríe de pronto, abriendo toda su boca, con una +gran risa sostenida, que acaba siempre en llanto. Luego, ya sereno, mira +del lado del cementerio viejo: + +--Mi niña, mi pobrecita niña... + + + + +XXIII + +LA ARRULLADORA + + +La chiquilla del carbonero, guapa y sucia cual una moneda, bruñidos los +negros ojos y reventando sangre los labios prietos entre la tizne, está +á la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al hermanito. + +Vibra la hora de Mayo, ardiente y clara como un sol por dentro. En la +paz brillante, se oye el hervor de la olla que cuece en el campo, la +brama de la dehesa, la alegría del viento del mar en la maraña de los +eucaliptos. + +Sentida y dulce, la carbonera canta: + +/*[4] + Mi niño se va á dormir + en gracia de la Pastora... +*/ + +Pausa. El viento... + +/*[4] + ...y por dormirse mi niño, + se duerme la arrulladora... +*/ + +El viento... Platero, que anda, manso, entre los pinos quemados, se +llega, poco á poco... Luego se echa en la tierra fosca y, á la larga +copla de madre, se adormila, igual que un niño. + + + + +XXIV + +EL <i>CANTO</i> DEL GRILLO + + +Platero y yo conocemos bien, de nuestras correrías nocturnas, el canto +del grillo. + +El primer canto del grillo, en el crepúsculo, es vacilante, bajo y +áspero. Muda de tono, aprende de si mismo y, poco á poco, va subiendo, +va poniéndose en su sitio, como si fuera buscando la armonía del lugar y +de la hora. De pronto, ya las estrellas en el cielo verde y +transparente, cobra el canto un dulzor melodioso de cascabel libre. + +Las frescas brisas moradas van y vienen; se abren del todo las flores de +la noche y vaga por el llano una esencia pura y divina, de confundidos +prados azules, celestes y terrestres. Y el canto del grillo se exalta, +llena todo el campo, es cual la voz de la sombra. No vacila ya, ni se +calla. Como surtiendo de sí propio, cada nota es gemela de la otra, en +una hermandad de obscuros cristales. + +Pasan, serenas, las horas. No hay guerra en el mundo y duerme bien el +labrador, viendo el cielo en el fondo alto de su sueño. Tal vez el amor, +entre las enredaderas de una tapia, anda extasiado, los ojos en los +ojos. Los habares mandan al pueblo mensajes de fragancia tierna, cual en +una libre adolescencia candorosa y sutil. Y los trigos ondean, verdes de +luna, suspirando al viento de las dos, de las tres, de las cuatro... El +canto del grillo, de tanto sonar, se ha perdido... + +¡Aquí está! ¡Oh canto del grillo por la madrugada, cuando, corridos de +calosfríos, Platero y yo nos vamos á la cama por las sendas blancas de +relente! La luna, se cae, rojiza y soñolienta. Ya el canto está borracho +de luna, embriagado de estrellas, romántico, misterioso, profuso. Es +cuando unas grandes nubes luctuosas, bordeadas de un malva azul y +triste, sacan el día de la mar, lentamente... + + + + +XXV + +CORPUS + + +Entrando por la calle de la Fuente, de vuelta del huerto, las Campanas, +que ya habíamos oído tres veces desde los arroyos, conmueven, con su +pregonera coronación de bronce, el blanco pueblecillo. Su repique voltea +y voltea entre el chispeante y estruendoso subir de los cohetes y la +chillona metalería de la música. + +La calle, recién encalada y ribeteada de almagra, verdea toda, vestida +de chopos y juncias. Lucen las ventanas colgaduras de damasco granate, +de seda amarilla, de celeste raso, y, en las casas en que hay luto, de +lana cándida, con cintas negras. Por las últimas casas, en la vuelta del +Porche, aparece, tarda, la Cruz de los espejos, que, entre los destellos +del poniente, recoge ya la luz de los cirios rojos. Lentamente, pasa la +procesión. La bandera carmín, y San Roque, patrón de los panaderos, +cargado de tiernas roscas; la bandera glauca, y San Telmo, patrón de +los marineros, con su navío de plata en las manos; la bandera gualda, y +San Isidro, patrón de los labradores, con su yuntita de bueyes, y más +banderas de colores, y más Santos, y luego, Santa Ana, dando lección á +la Virgen, y San José, pardo, y la Inmaculada, azul... Al fin, entre la +guardia civil, la Custodia, ornada de espigas granadas y de esmeraldinas +uvas agraces su calada platería, despaciosa en su nube celeste de +incienso. + +En la tarde que cae, se alza, claro, el latín andaluz de los salmos. El +sol, ya rosa, quiebra su rayo bajo, que viene por la calle del Río, en +la cargazón de oro de las viejas capas pluviales. Arriba, en derredor de +la torre escarlata, sobre el ópalo terso de la hora serena de Junio, las +palomas tejen sus altas guirnaldas de nieve encendida... + +Platero, entonces, rebuzna. Y su mansedumbre se asocia, con la campana, +con el cohete, con el latín y con la música, al claro misterio del día, +y el rebuzno se le endulza, altivo, y, rastrero, se le diviniza... + + + + +XXVI + +LA CUADRA + + +Cuando, al mediodía, voy á ver á Platero, un transparente rayo del sol +de las doce enciende un gran lunar de oro en la plata blanda de su lomo. +Bajo su barriga, por el obscuro suelo, vagamente verde, el techo viejo +llueve claras monedas de fuego. + +Diana, que está echada entre las patas de Platero, viene á mí bailando y +me pone sus manos en el pecho, anhelando lamerme la boca con su lengua +rosa. Subida en lo más alto del pesebre, la cabra me mira curiosa, +doblando la fina cabeza de un lado y de otro, con una femenina +distinción. Entretanto, Platero, que, antes de entrar yo, me había ya +saludado con un levantado rebuzno, quiere romper su cuerda, duro y +alegre al mismo tiempo: + +Por el tragaluz, que trae el irisado tesoro del cenit, me voy un +momento, rayo de sol arriba, al cielo, desde aquel idilio. Luego, +subiéndome á una piedra, miro el campo. + +El paisaje verde nada en la lumbrarada florida y soñolienta, y en el +azul limpio que encuadra el muro astroso, suena, dejada y dulce, una +campana. + + + + +XXVII + +EL PERRO SARNOSO + + +Venía, á Veces, flaco y anhelante, á la casa del huerto. El pobre andaba +siempre huido, acostumbrado á los gritos y á las pedreas. Los mismos +perros le enseñaban los colmillos. Y se iba otra vez, en él sol del +mediodía, lento y triste, monte abajo. + +Aquella tarde, llegó detrás de Diana. Cuando yo salía, el guarda, que en +un arranque de mal corazón había sacado la escopeta, disparó contra él. +No tuve tiempo de evitarlo. El pobre perro, con el tiro en las entrañas, +giró vertiginosamente un momento, en un redondo aullido agudo, y cayó +muerto bajo una acacia. + +Platero miraba al perro fijamente, erguida la cabeza. Diana, temerosa, +andaba escondiéndose de uno en otro. El guarda, arrepentido quizás, daba +largas razones no sabía á quién, indignándose sin poder, queriendo +acallar su remordimiento. Un velo parecía enlutecer el sol; un velo +grande, como el velo pequeñito que nubló el ojo sano del perro +asesinado. Abatidos por el viento del mar, los eucaliptos lloraban más +reciamente en el hondo silencio aplastante que la siesta tendía por el +campo de oro, sobre el perro muerto. + + + + +XXVIII + +TORMENTA + + +Miedo. Aliento contenido. Sudor frío. El terrible cielo bajo ahoga el +amanecer. (No hay por dónde escapar.) Silencio... El amor se para. +Tiembla la culpa. El remordimiento cierra los ojos. Más silencio... + +El trueno, sordo, retumbante, interminable, como una enorme carga de +piedra que cayera del cenit al pueblo, recorre, largamente, la mañana +desierta. (No hay por dónde huir.) Todo lo débil--flores, pájaros--, +desaparece de la vida. + +Tímido, el espanto mira; por la ventana entreabierta á Dios, que se +alumbra trágicamente. Allá en oriente, entre desgarrones de nubes, se +ven malvas y rosas tristes, sucios, fríos, que no pueden vencer la +negrura. + +<i>¡Angelus!</i> Un <i>Angelus</i> duro y abandonado, solloza entre el tronido. +¿El último <i>Angelus</i> del mundo? Y se quiere que la campana acabe pronto, +ó que suene más, mucho más, que ahogue la tormenta. Y se va de un lado á +otro, y se implora, y no se sabe lo que se quiere... + +(No hay por dónde escapar.) Los corazones están yertos. Los niños +lloran... + +--¿Qué será de Platero, tan solo allá en la indefensa cuadra del corral? + + + + +XXIX + +PASAN LOS PATOS + + +He ido á darle agua á Platero. En la noche serena, toda de nubes blancas +y de estrellas, se oye, allá arriba, desde el silencio del corral, un +incesante pasar de claros silbidos. + +Son los patos. Van tierra adentro, huyendo de la tempestad marina. De +vez en cuando, como si nosotros hubiéramos ascendido ó como si ellos +hubiesen bajado, se escuchan los ruidos más leves de sus alas, de sus +picos... + +Horas y horas, los silbidos seguirán pasando, en un huir interminable. + +Platero, de vez en cuando, deja de beber y levanta, como yo, la cabeza á +las estrellas, con una blanda nostalgia infinita... + + + + +XXX + +SIESTA + + +Qué triste belleza, amarilla y descolorida, la del sol de la tarde, +cuando me despierto bajo la higuera! + +Una brisa seca, embalsamada de derretida jara, me acaricia el sudoroso +despertar. Las grandes hojas, levemente movidas, del blando árbol viejo, +me enlutan ó me deslumbran. Parece que me mecieran suavemente en una +cuna que fuese del sol á la sombra, de la sombra al sol. + +Lejos, en el pueblo desierto, las campanas de las tres sueñan las +vísperas, tras el oleaje de cristal del aire. Oyéndolas, Platero, que me +ha robado una gran sandía de dulce escarcha grana, de pie, inmóvil, me +mira con sus enormes ojos vacilantes. + +Frente á sus ojos cansados, mis ojos se me cansan otra vez... Torna la +brisa, cual una mariposa que quisiera volar y á la que, de pronto, se le +doblaran las alas... las alas... mis párpados flojos, que, de pronto, se +cerraran... + + + + +XXXI + +LA TÍSICA + + +Estaba derecha en una triste silla, blanca la cara y mate, cual un nardo +ajado, enmedio de la encalada y fría alcoba. Le había mandado el médico +salir al campo, á que le diera el sol de Marzo; pero la pobre no podía. + +--Cuando llego al p u e n t e--me dijo--, ¡ya ve usted, señorito, ahí al +lado que está!, me ahogo... + +La voz pueril, delgada y rota, se le caía, cansada, como se cae, á +veces, la brisa en el estío. + +Yo le ofrecí á Platero para que diese un paseíto. Subida en él, ¡qué +risa la de su aguda cara de muerta, toda ojos negros y dientes blancos! + +...Las mujeres se asomaban á las puertas á vernos pasar. Iba Platero +despacio, como sabiendo que llevaba encima un frágil lirio de cristal. +La niña, con su hábito cándido, transfigurada por la fiebre y la +alegría, parecía un ángel que entraba en el pueblo, camino del cielo del +sur. + + + + +XXXII + +PASEO + + +Por los hondos caminos del estío, colgados de tiernas madreselvas, ¡cuan +dulcemente vamos! Yo leo, ó canto, ó digo versos al cielo. Platero +mordisquea la hierba escasa de los vallados en sombra, la flor empolvada +de las malvas, las vinagreras amarillas. Está parado más tiempo que +andando. Yo lo dejo... + +El cielo azul, azul, azul, asaeteado de mis ojos en arrobamiento, se +levanta, sobre los almendros cargados, á sus últimas glorias. Todo el +campo, silencioso y ardiente, brilla. En el río, una velita blanca se +eterniza, sin viento. Hacia los montes, la compacta humareda de un +incendio alza sus redondas nubes negras. + +Pero nuestro caminar es bien corto. Es como un día suave é indefenso, +enmedio de la vida múltiple. ¡Ni la apoteosis del cielo, ni el ultramar +á que va el río, ni siquiera la tragedia de las llamas! + +Cuando, entre un olor á naranjas, se oye el hierro alegre y fresco de la +noria, Platero rebuzna y retoza alegremente. ¡Qué sencillo placer +diario! Ya en la alberca, yo lleno mi vaso y bebo aquella nieve líquida. +Platero sume en el agua umbría su boca, y bebe, aquí y allá, en lo más +limpio, avaramente... + + + + +XXXIII + +CARNAVAL + + +Qué guapo está hoy Platero! Es lunes de Carnaval, y los niños, que se +han vestido de máscara, le han puesto el aparejo moruno, todo bordado en +rojo, azul, blanco y amarillo, de cargados arabescos. + +Agua, sol y frío. Los redondos papelillos de colores van rodando +paralelamente por la acera, al viento agudo de la tarde, y las máscaras, +ateridas, hacen bolsillos de cualquier cosa para las manos azules. + +Cuando hemos llegado á la plaza, unas mujeres vestidas de locas, con +largas camisas blancas y guirnaldas de hojas verdes en los negros y +sueltos cabellos, han cogido á Platero en medio de su corro +bullanguero, y han girado alegremente en torno de él. + +Platero, indeciso, yergue las orejas, alza la cabeza, y, como un alacrán +cercado por el fuego, intenta, nervioso, huir por doquiera. Pero, como +es tan pequeño, las locas no le temen y siguen girando, cantando y +riendo á su alrededor. Los chiquillos, viéndolo cautivo, rebuznan para +que él rebuzne. Toda la plaza es ya un concierto altivo de metal +amarillo, de rebuznos, de risas, de coplas, de panderetas y de +almireces... + +Por fin, Platero, decidido, igual que un hombre, rompe el corro y se +viene á mí trotando y llorando, caído el lujoso aparejo. Como yo, no +quiere nada con el Carnaval... No servimos para estas cosas... + + + + +XXXIV + +EL POZO + + +El pozo! Platero, ¡qué palabra tan honda, tan verdinegra, tan fresca, +tan sonora! Parece que es la palabra la que taladra, girando, la tierra +obscura, hasta llegar al agua. + +Mira; la higuera adorna y desbarata el brocal. Dentro, al alcance de la +mano, ha abierto, entre los ladrillos con verdín, una flor azul de olor +penetrante. Una golondrina tiene, más abajo, el nido. Luego, tras un +pórtico de sombra fría, hay un palacio de esmeralda, y un lago, que, al +arrojarle una piedra á su quietud, se enfada y gruñe. Y el cielo, al +fin. + +(La noche entra, y la luna se inflama allá en el fondo, adornada de +volubles estrellas. ¡Silencio! Por los caminos se ha ido la vida á lo +lejos. Por el pozo se escapa el alma á lo hondo. Se ve por él como el +otro lado del crepúsculo. Y parece que va á salir de su boca un gigante, +dueño de todos los secretos. ¡Oh laberinto quieto y mágico, parque +umbrío y fragante, magnético salón encantado!) + +--Oye, Platero, si algún día me echo á este pozo, no será por matarme, +créelo, sino por coger más pronto las estrellas. + +Platero rebuzna, sediento y anhelante. Del pozo sale, asustada, revuelta +y silenciosa, una golondrina. + + + + +XXXV + +NOCTURNO + + +Del pueblo en fiesta, rojamente iluminado hacia el cielo, vienen agrios +valses nostálgicos en el viento suave. La torre se ve, lívida, muda y +dura, en un errante limbo violeta, azulado, pajizo... Y allá, tras las +bodegas obscuras del arrabal, la luna caída, amarilla y soñolienta, se +pone, sobre el río. + +El campo está solo con sus árboles y con la sombra de sus árboles. Hay +un canto roto de grillo, una conversación sonámbula de aguas ocultas, +una blandura húmeda, como si se deshiciesen las estrellas... Platero, +desde la tibieza de su cuadra, rebuzna tristemente. + +La cabra andará despierta, y su campanilla insiste agitada, dulce luego. +Al fin, se calla... A lo lejos, hacia Montemayor, rebuzna otro asno... +Otro, luego, por el Vallejuelo... Ladra un perro... + +Es la noche tan clara, que las flores del jardín se ven de su color, +como en el día. Por la última casa de la calle de la Fuente, bajo una +roja y vacilante farola, tuerce la esquina un hombre solitario... ¿Yo? +No, yo, en la fragante penumbra, celeste, móvil y dorada, que hacen la +luna, las lilas, la brisa y la sombra, escucho mi hondo corazón sin +par... + +La esfera gira, blandamente... + + + + +XXXVI + +EL NIÑO TONTO + + +Siempre que volvíamos por la calle de San José, estaba el niño tonto á +la puerta de su casa, sentado en su sillita, mirando el pasar de los +otros. Era uno de esos pobres niños á quienes no llega nunca el don de +la palabra ni el regalo de la gracia; niño alegre él y triste de ver; +todo para su madre, nada para los demás. + +Un día, cuando pasó por la calle blanca aquel mal viento negro, no +estaba el niño en su puerta. Cantaba un pájaro en el solitario umbral, +y yo me acordé de Curros, padre más que poeta, que, cuando se quedó sin +su niño, le preguntó por él á la mariposa gallega: + +/*[4] + Volvoreta d' aliñas douradas... +*/ + +Ahora que viene la primavera, pienso en el niño tonto, que desde la +calle de San José se fué al cielo. Estará sentado en su sillita, al lado +de las rosas, viendo con sus ojos, abiertos otra vez, el dorado pasar de +los gloriosos. + + + + +XXXVII + +DOMINGO + + +La pregonera vocinglería de la esquila de vuelta, cercana ya, ya +distante, resuena en el cielo de la mañana de fiesta como si todo el +azul fuera de cristal. Y el campo, un poco enfermo ya, parece que se +dora de las notas caídas del alegre revuelo florido. + +Todos, hasta el guarda, se han ido al pueblo para ver la procesión. Nos +hemos quedado solos Platero y yo. ¡Qué paz! ¡Qué pureza! ¡Qué bienestar! +Dejo á Platero en el prado alto, y yo me echo, bajo un pino, lleno de +pájaros que no se van, á leer. Omar Khayyam... + +En el silencio que queda entre los repiques, el hervidero interno de la +mañana de Septiembre cobra presencia y sonido. Las avispas orinegras +vuelan en torno de la parra cargada de sanos racimos moscateles, y las +mariposas, que andan confundidas con las flores, parece que se ríen al +revolar. Es la soledad como un gran pensamiento de luz. + +De vez en cuando, Platero deja de comer, y me mira--Yo, de vez en +cuando, dejo de leer, y miro á Platero... + + + + +XXXVIII + +LA CARRETILLA + + +En el arroyo grande, que la lluvia había dilatado hasta la viña, nos +encontramos, atascada, una vieja carretilla, toda perdida bajo su carga +de hierba y de naranjas. Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una +rueda, queriendo ayudar con el empuje de su pecho en flor al +borriquillo, más pequeño ¡ay! y más flaco que Platero. Y el borriquillo +se destrozaba contra el viento, intentando, inútilmente, arrancar del +fango la carreta, al grito sollozante de la chiquilla. Era vano su +esfuerzo, como el de los niños valientes, como el vuelo de esas brisas +cansadas del verano que se caen, en un desmayo, entre las flores. + +Acaricié á Platero y, como pude, lo enganché á la carretilla, delante +del borrico miserable. Le obligué, entonces, con un cariñoso imperio, y +Platero, de un tirón, sacó carretilla y rucio del atolladero, y les +subió la cuesta. + +¡Qué sonreir el de la chiquilla! Fué como si el sol de la tarde, que se +rompía, al ponerse entre las nubes de agua, en amarillos cristales, le +encendiese una aurora tras sus tiznadas lágrimas. + +Con su llorosa alegría me ofreció dos escogidas naranjas. Las tomé, +agradecido, y le di una al borriquillo débil; como dulce consuelo; otra +á Platero, como premio áureo. + + + + +XXXIX + +RETORNO + + +Veníamos los dos, cargados, de los montes: Platero, de almoraduj; yo, de +lirios amarillos. + +Caía la tarde de Abril. Todo lo que en el poniente había sido cristal de +oro, era luego cristal de plata, una alegoría, lisa y luminosa, de +azucenas de cristal. Después el vasto cielo fué cual un zafiro +transparente, trocado en esmeralda. Yo volvía triste. + +Cerca ya, la torre del pueblo, coronada de refulgentes azulejos, +cobraba, en el levantamiento de la hora pura, un aspecto monumental. +Era, de cerca, como una Giralda vista de lejos, y mi nostalgia de +ciudades, aguda con la primavera, encontraba en ella un consuelo +melancólico. + +Retorno... ¿adonde?, ¿de qué?, ¿para qué?... Pero los lirios que venían +conmigo olían más en la frescura tibia de la noche que se entraba; olían +con un olor más penetrante y, al mismo tiempo, más vago, que salía de la +flor sin verse la flor, que embriagaba el cuerpo y el alma desde la +sombra solitaria. + +--¡Alma mía, lirio en la sombra!--dije. Y pensé, de pronto, en Platero, +que, aunque iba debajo de mí, se me había olvidado. + + + + +XL + +EL PASTOR + + +En la colina, que la hora morada va tornando obscura y medrosa, el +pastorcillo, negro contra el verde ocaso de cristal, silba en su pito, +bajo el temblor de Venus. Enredadas en las flores que huelen más y ya +no se ven, cuyo aroma las exalta hasta darles forma en la sombra en que +están perdidas; tintinean, paradas, las esquilas claras y dulces del +rebaño, disperso un momento, antes de entrar al pueblo, en el paraje +conocido. + +--Zeñorito, zi eze burro juera mío... + +El chiquillo, más moreno y más idílico en la hora dudosa, recogiendo en +los ojos rápidos cualquier brillantez del instante, parece uno de +aquellos rapaces que pintó Bartolomé Esteban Murillo. + +Yo le daría el burro... Pero, ¿qué iba yo á hacer sin ti, Platerillo? + +La luna, que sube, redonda, sobre la ermita de Montemayor, se ha ido +derramando suavemente por el prado, donde aún yerran vagas claridades +del día; y el suelo florido parece ahora de ensueño, no sé qué encaje +primitivo y bello; y las rocas son más grandes y más inminentes y más +tristes; y llora más el agua del regato escondido... + +Y el pastorcillo grita, codicioso, ya lejos: + +--¡Je! Zi eze burro juera mío... + + + + +XLI + +CONVALECENCIA + + +Desde la débil iluminación amarilla de mi cuarto de convaleciente, +blando de alfombras y tapices, oigo pasar por la calle nocturna, como en +un sueño con relente de estrellas, ligeros burros que retornan del +campo, niños que juegan y gritan. + +Se adivinan cabezotas obscuras de asnos, y cabecitas finas de niños, +que, entre los rebuznos, cantan, con cristal y plata, coplas de Navidad. +El pueblo se siente envuelto en una humareda de castañas tostadas, en un +vaho de establos, en un humo de hogares en paz... + +Y mi alma se derrama, purificadera, como si un raudal de aguas celestes +le surtiera de la peña en sombra del corazón. ¡Anochecer de redenciones! +¡Hora íntima, fría y tibia á un tiempo, llena de claridades infinitas! + +Las campanas, allá arriba, allá fuera, repican entre las estrellas. +Contagiado, Platero rebuzna en su cuadra, que parece que está muy +lejos... Yo lloro, débil, conmovido y solo, igual que Fausto... + + + + +XLII + +LA NIÑA CHICA + + +La niña chica era la gloria de Platero. En cuanto la veía venir hacia +él, entre las lilas, con su vestídillo blanco y su sombrero de arroz, +llamándolo, mimosa:--Platero, Platerillo!--, el asnucho quería partir la +cuerda, y saltaba, igual que un niño, y rebuznaba loco. + +Ella, en una confianza ciega, pasaba una vez y otra bajo él, y le pegaba +pataditas, y le dejaba la mano, nardo cándido, en aquella bocaza rosa, +almenada de grandes dientes amarillos; ó, cogiéndole las orejas, que él +ponía á su alcance, lo llamaba con todas las variaciones mimosas de su +nombre: ¡Platero! ¡Platerón! ¡Platerillo! ¡Platerete! + +En los largos días en que la niña navegó en su cuna alba, río abajo, +hacia la muerte, nadie se acordaba de Platero. Ella, en su delirio, lo +llamaba, triste: ¡Platerillo...! Desde la casa obscura y llena de +suspiros, se oía, á veces, la lejana llamada lastimera del amigo. ¡Oh, +estío melancólico! + +¡Qué lujo puso Dios en ti, tarde del entierro! Septiembre, rosa y oro, +declinaba. Desde el cementerio ¡cómo resonaba la campana de vuelta en el +ocaso abierto, camino de la gloria!... Volví por las tapias, solo y +mustio, entré en la casa por la puerta del corral, y, huyendo de los +hombres, me fuí á la cuadra y me senté á llorar con Platero. + + + + +XLIII + +EL OTOÑO + + +Ya el sol, Platero, empieza á sentir pereza de salir de sus sábanas, y +los labradores madrugan más que él. Es verdad que está desnudo y que +hace fresco. + +¡Cómo sopla el Norte! Mira, por el suelo, las ramitas caídas; es el +viento tan agudo, tan derecho, que están todas paralelas, apuntadas al +Sur. + +El arado va, como una tosca arma de guerra, á la labor alegre de la paz, +Platero; y en la ancha senda húmeda, los árboles amarillos, seguros de +verdecer, alumbran, á un lado y otro, vivamente, como suaves hogueras de +oro claro, nuestro rápido caminar. + + + + +XLIV + +SARITO + + +Para la vendimia, estando yo una tarde roja en la viña del arroyo, las +mujeres me dijeron que un negrito preguntaba por mí. + +Iba yo hacia la era, cuando él venía ya vereda abajo: + +--¡Sarito! + +Era Sarito, el criado de Rosalina, mi novia portorriqueña. Se había +escapado de Sevilla para torear por los pueblos, y venía de Niebla, +andando, el capote, dos veces grana, al hombro, con hambre y sin dinero. + +Los vendimiadores lo miraban de reojo, en un mal disimulado desprecio; +las mujeres, más por los hombres que por ellas, lo evitaban. Antes, al +pasar por el lagar, se había peleado ya con un muchacho que le había +partido una oreja de un mordisco. + +Yo le sonreía y le hablaba afable. Sarito, no atreviéndose á acariciarme +á mí mismo, acariciaba á Platero, que andaba por allí comiendo uva, y me +miraba, en tanto, noblemente... + + + + +XLV + +TARDE DE OCTUBRE + + +Han pasado las vacaciones, y, con las primeras hojas gualdas, los niños +han vuelto al colegio. Soledad. El sol de la casa parece vacío. En la +ilusión suenan gritos lejanos y remotas risas... + +Sobre los rosales, aún con flor, cae la tarde, lentamente. Las lumbres +del ocaso prenden las últimas rosas, y el jardín, alzando como una llama +de fragancia hacia el incendio del Poniente, huele todo á rosas +quemadas. Silencio. + +Platero, aburrido como yo, no sabe qué hacer. Poco á poco se viene á mí, +duda un poco, y, al fin, confiado, se entra conmigo por la casa... + + + + +XLVI + +EL LORO + + +Estábamos jugando con Platero y con el loro, en el huerto de mi amigo, +el médico francés, cuando una mujer joven, desordenada y ansiosa, llegó, +cuesta abajo, hasta nosotros. Antes de llegar, avanzando el negro mirar +angustiado hasta mí, me había suplicado: + +--Señorito: ¿está ahí ese médico? + +Tras ella venían ya unos chiquillos astrosos, que, á cada instante, +jadeando, miraban camino arriba; al fin, varios hombres que traían á +otro, lívido y decaído. Era un cazador furtivo de esos que cazan venados +en el coto de Doñana. La escopeta, una absurda escopeta vieja amarrada +con tomiza, se le había reventado, y el cazador traía el tiro en un +brazo. + +Mi amigo se llegó, cariñoso, al herido, le levantó unos míseros trapos +que le habían puesto, le lavó la sangre y le fué tocando huesos y +músculos. De vez en cuando me miraba y me decía: + +--<i>Ce n'est rien</i>... + +La tarde caía. Llegaba de Huelva un olor á marisma, á brea, á pescado... +Los naranjos redondeaban, sobre el poniente rosa, sus terciopelos de +esmeralda. En una lila, lila y verde, el loro, verde y rojo, iba y +venía, curioseándonos con sus ojitos redondos. + +Al pobre cazador se le llenaban de sol las lágrimas saltadas; á veces, +dejaba oir un ahogado grito. Y el loro: + +--<i>Ce n'est rien</i>... + +Mi amigo ponía al herido algodones y vendas... + +El pobre hombre: + +-¡Ay! + +Y el loro, entre las lilas: + +--<i>Ce n'est rien... Ce n'est rien.</i> + + + + +XLVII + +ANOCHECER + + +En el recogimiento pacífico y rendido de los crepúsculos del pueblo, +¡qué poesía cobra la adivinación de lo lejano, el confuso recuerdo de lo +apenas conocido! Es un encanto contagioso que retiene todo el pueblo +como enclavado en la cruz de un triste y largo pensamiento. + +Hay un olor al nutrido grano limpio que, bajo las frescas estrellas, +amontona en las eras sus vagas colinas amarillentas. Los trabajadores +canturrean por lo bajo, en un soñoliento cansancio. Sentadas en los +zaguanes, las viudas piensan en los muertos, que duermen tan cerca, +detrás de los corrales. Los niños corren, de una sombra á otra, como de +un árbol á otro los pájaros... + +Acaso, entre la luz umbrosa que perdura en las fachadas de cal de las +casas humildes, pasan vagas siluetas terrosas, calladas, dolientes--un +mendigo nuevo, un portugués que va hacia las rozas, un ladrón acaso--, +que contrastan, en su obscura apariencia medrosa, con la mansedumbre que +el crepúsculo malva, lento y místico, pone en las cosas conocidas... Los +niños se alejan, y en el misterio de las puertas sin luz, se hablan de +unos hombres que "sacan el unto para curar á la hija del rey, que está +hética..." + + + + +XLVIII + +EL ROCÍO + + +Platero--le dije á mi burrillo--; vamos á esperar las Carretas. Traen el +rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del pinar de las Animas, +la frescura de las Madres y de los dos Frenos, el olor de la Rocina... + +Me lo llevé, guapo y lujoso, á que piropeara á las muchachas, por la +calle de la Fuente, en cuyos aleros de cal se moría, en una alta cinta +rosa, el vacilante sol de la tarde. Luego nos pusimos en el vallado de +los Hornos, desde donde se ve todo el camino de los Llanos. + +Venían ya, cuesta arriba, las Carretas. La suave llovizna de todos los +Rocíos caía sobre las viñas verdes, de una pasajera nube malva. Pero la +gente no levantaba siquiera los ojos al agua. + +Pasaron, primero, en burros, muías y caballos ataviados á la moruna, las +alegres parejas de novios, ellos alegres, valientes ellas. El rico y +vivo tropel iba, volvía, se alcanzaba incesantemente en una locura sin +sentido. Seguía luego el carro de los borrachos, estrepitoso, agrio y +trastornado; detrás, las carretas, como lechos, colgadas de blanco, con +las muchachas, morenas y floridas, sentadas bajo el dosel, repicando +panderetas y chillando sevillanas. Más caballos, más burros... Y el +mayordomo--¡Viva la Virgen del Rocío! Vivaaaaa...!--cano, seco y rojo, +con el sombrero ancho á la espalda y la vara de oro descansada en el +estribo. Al fin, mansamente tirado por dos grandes bueyes píos, que +parecían obispos con sus frontales de colorines y espejos, el Sin +Pecado, malva y de plata en su carro blanco, todo en flor, como un +cargado jardín mustio. + +Se oía ya la música, ahogada entre el campaneo, los cohetes, el duro +herir de los cascos herrados en las piedras... + +Platero, entonces, dobló sus manos, y, como una mujer, se arrodilló, +blando, humilde y consentido. + + + + +XLIX + +LOS GORRIONES + + +La mañana de Santiago está nublada de blanco y gris, como guardada en +algodón. Todos se han ido á misa. Nos hemos quedado en el jardín los +gorriones, Platero y yo. + +¡Los gorriones! Bajo las redondas nubes, que, á veces, llueven unas +gotas finas, ¡cómo entran y salen en la enredadera, cómo chillan, cómo +se cogen de los picos! Este cae sobre una rama, se va y la deja +temblando; el otro bebe en un charquito del brocal del pozo, que tiene +en sí un pedazo de cielo; aquél ha saltado al tejadillo lleno de flores +casi secas, que el día pardo aviva. + +¡Benditos pájaros, sin fiesta fija! Con la libre monotonía de lo nativo, +de lo verdadero, nada, á no ser una dicha vaga, les dicen á ellos las +campanas. Contentos, sin fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos +avernos que extasían ó que amedrentan á los pobres hombres esclavos, sin +más moral que la suya, son mis hermanos, mis dulces hermanos. + +Viajan sin dinero y sin maletas; mudan de casa cuando se les antoja; +presumen un arroyo, presienten una fronda, y sólo tienen que abrir sus +alas para conseguir la felicidad; no saben de lunes ni de sábados; se +bañan en todas partes, á cada momento; aman el amor sin nombre, la amada +universal. + +Y cuando las gentes, ¡las pobres gentes!, se van á misa, los domingos, +ellos, en un alegre ejemplo, se vienen de pronto, con su algarabía +fresca y jovial, al jardín de las casas cerradas, en las que algún +poeta, que ya conocen bien, y algún burrillo tierno, los contemplan +fraternales. + + + + +L + +IDILIO DE NOVIEMBRE + + +Cuando, anochecido, vuelve Platero del campo, con su blanda carga de +ramas de pino para el horno, casi desaparece bajo la amplia verdura +rendida. Su paso es menudo, fino, juguetón... Parece que no anda. En +punta las orejas, se diría un caracol debajo de su casa. + +Las ramas verdes, ramas que, erguidas, tuvieron en ellas el sol, los +chamarices, el viento, la luna, los cuervos--¡qué horror! ¡ahí han +estado, Platero!--, se caen, pobres, hasta el polvo blanco de las sendas +secas del crepúsculo. + +Una fría dulzura malva lo nimba todo. Y en el campo, que va ya á +Diciembre, la tierna humildad del burro, cargado empieza á parecer +divina... + + + + +LI + +EL CANARIO SE MUERE + + +Mira, Platero; el canario de los niños ha amanecido hoy muerto en su +jaula de plata. Es verdad que el pobre estaba ya muy viejo... El +invierno, tú te acuerdas bien, lo pasó silencioso, con la cabeza, +escondida en el plumón. Y al entrar esta primavera, cuando el sol hacía +jardín la estancia abierta y abrían las mejores rosas del patio, él +quiso también engalanar la vida nueva, y cantó; pero su voz era +quebradiza y asmática, como la voz de una flauta cascada. + +El mayor de los niños, que lo cuidaba, viéndolo yerto en el fondo de la +jaula, se ha apresurado, lloroso, á decir: + +--¡Pues no le ha faltado nada; ni comida, ni agua! + +No. No le ha faltado nada, Platero. Se ha muerto porque sí--diría +Campoamor, otro canario viejo... + +Platero, ¿habrá un paraíso de los pájaros? ¿Habrá un vergel verde sobre +el cielo azul, todo en flor de rosales áureos, con almas de pájaros +blancos, rosas, celestes, amarillos? + +Oye; á la noche, los niños, tú y yo bajaremos el pájaro muerto al +jardín. La luna está ahora llena, y á su pálida plata, el pobre cantor, +en la mano cándida de Blanca, parecerá el pétalo mustio de un lirio +amarillento. Y lo enterraremos debajo del rosal grande. + +Esta misma primavera, Platero, hemos de ver al pájaro salir del corazón +de una rosa blanca. El aire fragante se pondrá canoro, y habrá por el +sol de Abril un errar encantado de alas invisibles y un reguero secreto +de trinos claros de oro puro. + + + + +LII + +LOS FUEGOS + + +Para Septiembre, en las noches de velada, nos poníamos en el cabezo que +hay detrás de la casa del huerto, á sentir el pueblo en fiesta desde +aquella paz fragante que emanaban los nardos de la alberca. + +Ya tarde, ardían los fuegos. Primero eran sordos estampidos enanos; +luego, cohetes sin cola, que se abrían arriba, en un suspiro, cual un +ojo estrellado que viese, un instante, rojo, morado, azul, el campo; y +otros cuyo esplendor caía como una doncellez desnuda que se doblara de +espaldas, como un sauce de sangre que gotease flores de luz. ¡Oh, qué +pavos reales encendidos, qué macizos aéreos de claras rosas, qué +faisanes de fuego por jardines de estrellas! + +Platero, cada vez que sonaba un estampido, se estremecía, azul, morado, +rojo, en el súbito iluminarse del espacio, y en la claridad vacilante yo +veía sus grandes ojos negros que me miraban asustados. + +Cuando, como remate, entre el lejano vocerío del pueblo, subía al cielo +la áurea corona giradora del castillo, Platero huía entre las cepas, +como alma que lleva el diablo, rebuznando enloquecido, hacia los +tranquilos pinos en sombra. + + + + +LIII + +EL RACIMO OLVIDADO + + +Después de las largas lluvias de Octubre, en el oro celeste del día +abierto, nos fuimos todos á las viñas. Platero llevaba la merienda y los +sombreros de los niños en un cobujón del seroncillo, y en el otro, de +contrapeso, tierna, blanca y rosa, como una flor de albérchigo, á +Blanca.. + +¡Qué encanto el del campo renovado! Iban los arroyos rebosantes, estaban +blandamente aradas las tierras, y en los chopos marginales, festoneados +todavía de amarillo, se veían ya los pájaros, negros. + +De pronto, los niños, uno tras otro, corrieron, gritando: + +--¡Un racimo! ¡Un racimo! + +En una cepa vieja, cuyos largos sarmientos enredados mostraban aún +algunas renegridas y rojizas hojas secas, encendía el picante sol un +claro y sano racimo de ámbar. ¡Todos lo querían! Victoria, que lo cogió, +lo defendía á su espalda. Entonces yo se lo pedí, y ella, con esa dulce +obediencia voluntaria que presta al hombre la niña que va para mujer, me +lo cedió de buen grado. + +Tenía el racimo cinco grandes uvas. Le di una á Victoria, una á Blanca, +una á Lola, una á Pepe, y la última, entre las risas y las palmas de +todos, á Platero, que la cogió, brusco, con sus dientes enormes. + + + + +LIV + +NOCHE PURA + + +Las almenadas azoteas blancas se cortan secamente sobre el alegre cielo +azul, gélido y estrellado. El Norte silencioso acaricia, vivo, con su +pura agudeza. + +Todos creen que tienen frío y se esconden en las casas, y las cierran. +Nosotros, Platero, vamos á ir despacio, tú con tu lana y con mi manta, +yo con mi alma, por el limpio pueblo solitario. + +¡Qué fuerza de adentro me eleva, cual si fuese yo una torre de piedra +tosca con remate de plata! ¡Mira cuánta estrella! De tantas como son, +marean. Se diría que el cielo le está rezando á la tierra un encendido +rosario de amor ideal. + +¡Platero, Platero! Diera yo toda mi vida y anhelara que tú quisieras dar +la tuya, por la pureza de esta alta noche de Enero, sola, clara y dura! + + + + +LV + +EL ALBA + + +En las lentas madrugadas de invierno, cuando los gallos alertas ven las +primeras rosas del alba y las saludan, galantes, Platero, harto de +dormir, rebuzna largamente. ¡Cuan dulce su lejano despertar, en la luz +celeste que entra por las rendijas de la alcoba! Yo, deseoso también del +día, pienso en el sol desde mi lecho mullido. + +Y pienso en lo que habría sido del pobre Platero si en vez de caer en +mis manos de poeta hubiese caído en las de uno de esos carboneros que +van, todavía de noche, por la dura escarcha de los caminos solitarios, á +robar los pinos de los montes, ó en las de uno de esos gitanos astrosos +que pintan los burros y les dan arsénico y les ponen alfileres en las +orejas para qué no se les caigan. + +Platero rebuzna de nuevo. ¿Sabrá que pienso en él? ¿Qué me importa? En +la ternura del amanecer, su recuerdo me es grato como el alba. Y, +gracias á Dios, él tiene una cuadra tibia y blanda como una cuna, amable +como mi pensamiento. + + + + +LVI + +NAVIDAD + + +La candela en el campo!... Es tarde de Nochebuena, y un sol opaco y +débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de +todo azul. De pronto, es un estridente crujido de ramas verdes que +empiezan á arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la +llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de lenguas +momentáneas. + +¡Oh, la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas, +azules, se pierden no sé donde, subiendo á un secreto cielo bajo; ¡y +dejan un olor de ascua en el frió! ¡Campo, tibio ahora, de Diciembre! +¡Invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices! + +Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, á través del aire caliente, +tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños del +casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela, +pobres y tristes, á calentarse las manos arrecidas, y echan en las +brasas bellotas y castañas, que saltan, en un tiro. + +Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego, que ya la noche va +enrojeciendo, y cantan: + +/*[4] + ...Camina,: María, + camina, José... +*/ + +Yo les traigo á Platero, para que juegue con ellos. + + + + +LVII + +EL INVIERNO + + +Dios está en su palacio de cristal. Quiero decir que llueve, Platero. +Llueve. Y las últimas flores que el otoño dejó obstinadamente prendidas +á sus ramas exangües, se cargan de diamantes. En cada diamante, un +cielo, un palacio de cristal, un Dios. Mira, esta rosa; tiene dentro +otra rosa de agua; y al sacudirla, ¿ves?, se le cae la nueva flor +brillante, como su alma, y se queda mustia y triste, igual que la mía. + +El agua debe ser tan alegre como el sol. Mira, si no, cuál corren +felices, los niños, bajo ella, recios y colorados, con las piernas al +aire. Ve cómo los gorriones se entran todos, en bullanguero bando +súbito, en la hiedra, en la escuela, Platero, como dice Darbón, tu +médico. + +Llueve. Hoy no vamos al campo. Es día de contemplaciones. Mira cómo +corren las canales del tejado. Mira cómo se limpian las hojas verdes, +cómo torna á navegar por la cuneta el barquillo de los niños, parado +ayer entre la hierba. Mira ahora, en este sol instantáneo y débil, cuan +bello el arco iris que sale de la iglesia y muere, en una vaga +irisación, á nuestro lado. + + + + +LVIII + +IDILIO DE ABRIL + + +Los niños han ido con Platero al arroyo de los chopos, y ahora lo traen +trotando, entre juegos y risas, todo cargado de flores amarillas. Allá +abajo les ha llovido--aquella nube fugaz que veló el campo verde con sus +hilos de oro y plata--. Y sobre la empapada lana del asnucho las mojadas +campanillas gotean todavía. + +¡Idilio fresco, alegre, sentimental! ¡Hasta el rebuzno de Platero se +hace tierno bajo la dulce carga llovida! De cuando en cuando, vuelve la +cabeza y arranca las flores á que su boca alcanza. Las campanillas, +níveas y gualdas, le cuelgan, un momento, entre el blanco babear verdoso +y luego se le van á la barrigota cinchada. ¡Quién, como tú, Platero, +pudiera comer flores,... y que no le hicieran daño! + +¡Tarde equívoca de Abril!... Los ojos brillantes y vivos de Platero +copian todo el paisaje de sol y de lluvia. En ocaso, sobre el campo de +San Juan, se ve llover, deshilachada, otra nube rosa... + + + + +LIX + +LIBERTAD + + +Llamó mi atención, perdida por las flores de la vereda, un encendido +pajarillo que, sobre el húmedo prado verde, abría sin cesar su preso +vuelo policromo. Nos acercamos despacio, yo delante, Platero detrás. +Había por allí un bebedero sombrío, y unos muchachos traidores le tenían +puesta una red á los pájaros. El triste reclamillo se levantaba hasta su +pena, llamando, sin querer, a sus hermanos del cielo. + +La mañana era clara, pura, traspasada de azul. Caía del pinar vecino un +leve concierto de trinos exaltados, que venía y se alejaba, sin irse, +en el manso y áureo viento playero que ondulaba las copas. ¡Pobre +concierto inocente, tan cerca del mal corazón! + +Monté en Platero, y, obligándolo con las piernas, subimos, en un agudo +trote, al pinar. En llegando bajo la umbría cúpula frondosa, batí +palmas, canté, grité. Platero, contagiado, rebuznaba una vez y otra, +rudamente. Y los ecos respondían, secos y sonoros, como en el fondo de +un gran pozo. Los pájaros se fueron á otro pinar, cantando. + +Platero, entre las lejanas maldiciones de los chiquillos violentos, +rozaba su cabezota peluda, contra mi corazón, dándome las gracias hasta +lastimarme el pecho. + + + + +LX + +LA MUERTE + + +Encontré á Platero echado en su cama de paja, blandos los ojos y +tristes. Fuí á él, lo acaricié, hablándole, y quise que se levantara... + +El pobre se removió todo bruscamente, y dejó una mano arrodillada... No +podía... Entonces le tendí su mano en el suelo, lo acaricié de nuevo con +ternura, y mandé venir á su médico. El viejo Barbón, así que lo hubo +visto, sumió la enorme boca desdentada hasta la nuca y meció sobre el +pecho la cabeza congestionada, igual que un péndulo. + +--Nada bueno, ¿eh? + +No sé qué contestó.-. Que el infeliz seiba... Nada... Que un dolor... +Que no sé qué raíz mala... La tierra, entre la hierba... + +A mediodía, Platero estaba muerto. La barriguilla de algodón se le había +hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban +al cielo. Parecía su pelo rizoso ese pelo de estopa apelillada de las +muñecas viejas, que se cae, al pasarle la mano, en una polvorienta +tristeza... + +Por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo +de sol de la ventanilla, revolaba una bella mariposa de tres colores... + + + + +LXI + +NOSTALGIA + + +Platero, tú nos ves, ¿verdad? + +¿Verdad que ves cómo se ríe en paz, clara y fría, el agua de la noria el +huerto; cuál vuelan, en la luz última, las afanosas abejas, en torno del +romero verde y malva, rosa y oro por el sol que aún enciende la colina? + +Platero, tú nos ves, ¿verdad? + +¿Verdad que ves pasar por la cuesta roja de la Fuente Vieja los +borriquillos de las lavanderas, cansados, cojos, tristes en la inmensa +pureza que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor? + +Platero, tú nos ves, ¿verdad? + +¿Verdad que ves á los niños corriendo, arrebatados, entre las jaras, que +tienen posadas en sus ramas sus propias flores, liviano enjambre de +vagas mariposas blancas, goteadas de carmín? + +Platero, tú nos ves, ¿verdad? + +Platero, ¿verdad que tú nos ves? Sí, tú me ves. Y yo oigo en el poniente +despejado, endulzando todo el valle de las viñas, tu tierno rebuzno +lastimero... + + + + +LXII + +EL BORRIQUETE + + +Puse en el borriquete de madera la silla, el bocado y el ronzal del +pobre Platero, y lo llevé todo al granero grande, al rincón en donde +están las cunas olvidadas de los niños. El granero es ancho, silencioso, +soleado. Desde él se ve todo el campo moguereño: el Molino de viento, +rojo, á la izquierda; enfrente, embozado en pinos, Montemayor, con su +ermita blanca; tras de la iglesia, el recóndito huerto de la Pina; en el +Poniente, el mar, alto y brillante en las mareas del estío. + +Por las vacaciones, los niños se van á jugar al granero. Hacen coches, +con interminables tiros de sillas caídas; hacen teatros, con periódicos +pintados de almagra, iglesias, colegios... + +A veces, se suben en el borriquete sin alma, y con un jaleo inquieto y +raudo de pies y manos, trotan por el prado de sus sueños: + +--¡Arre, Platero! ¡Arre, Platero! + + + + +LXIII + +MELANCOLÍA + + +Esta tarde he ido con los niños á visitar la sepultura de Platero, que +está en el huerto de la Pina, al pie del pino paternal. En torno, Abril +había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos. + +Cantaban los chamarices allá arriba, en la cúpula verde, toda pintada de +cenit azul, y su trino menudo, florido y reidor, se iba en el aire de +oro de la tarde tibia, como un claro sueño de amor nuevo. + +Los niños, así que iban llegando, dejaban de gritar. Quietos y serios, +sus ojos brillantes en mis ojos, me llenaban de preguntas ansiosas. + +--¡Platero amigo!--le dije yo á la tierra--; si, como pienso, estás +ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo á los ángeles +adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te acuerdas +aún de mi? + +Y, cual contestando mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no +había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio á +lirio... + +MOGUER, 1907. + + + + +A + +PLATERO + +EN EL CIELO DE MOGUER. + + +<i>Dulce Platero trotón, burrillo mío, que llevaste mi alma tantas +veces--¡sólo mi alma!--por aquellos hondos caminos de nopales, de malvas +y de madreselvas; á ti este libro que habla de ti, ahora que puedes +entenderlo.</i> + +<i>Va á tu alma, que ya pace en el Paraíso, por el alma de aquellos +paisajes moguereños, qué también habrá subido al cielo con la tuya; +lleva montada en su lomo de papel á la mía, que, caminando entre zarzas +en flor á su ascensión, se hace más buena, más pacífica, más pura cada +día.</i> + +<i>Sí. Yo sé que, á la caída de la tarde, cuando, entre las oropéndolas y +los azahares, llego, lento y pensativo, por el naranjal solitario, al +pino que arrulla tu muerte, tú, Platero, feliz en tu prado de rosas +eternas, me verás detenerme ante los lirios amarillos que ha brotado tu +descompuesto corazón.</i> + +FIN + + + + +ÍNDICE + + +Advertencia a los hombres que lean este libro para niños + +Dedicatoria + + +LA ELEGÍA + +I.--Platero + +II.--Paisaje grana + +III.--Alegría + +IV.--Mariposas blancas + +V.--La Primavera + +VI.--<i>¡Angelus!</i> + +VII.--El loco + +VIII.--La flor del camino + +IX.--Ronsard + +X.--La luna + +XI.--El canario vuela + +XII.--Susto + +XIII.--La púa + +XIV.--Juegos del anochecer + +XV.--Amistad + +XVI.--La novia + +XVII.--Escalofrío + +XVIII.--Ella y nosotros + +XIX.--La coz + +XX.--Asnografía + +XXI.--El Verano + +XXII.--Darbón + +XXIII.--La arrulladora + +XXIV.--El <i>canto</i> del grillo + +XXV.--Corpus + +XXVI.--La cuadra + +XXVII.--El perro sarnoso + +XXVIII.--Tormenta + +XXIX.--Pasan los patos + +XXX.--Ultima siesta + +XXXI.--La tísica + +XXXII.--Paseo + +XXXIII.--Carnaval + +XXXIV.--El pozo + +XXXV.--Nocturno + +XXXVI.--El niño tonto + +XXXVII.--Domingo + +XXXVIII.--La carretilla + +XXXIX.--Retorno + +XL.--El pastor + +XLI.--Convalecencia + +XLII.--La niña chica + +XLIII.--El Otoño + +XLIV.--Sarito + +XLV.--Tarde de octubre + +XLVI.--El loro + +XLVII.--Anochecer + +XLVIII.--El Rocío + +XLIX.--Gorriones + +L.--Idilio de noviembre + +LI.--El canario se muere + +LII.--Los fuegos + +LIII.--El racimo olvidado + +LIV.--Noche pura + +LV.--El alba + +LVI.--Navidad + +LVII.--El Invierno + +LVIII.--Idilio de abril + +LIX.--Libertad + +LX.--La muerte + +LXI.--Nostalgia + +LXII.--El borriquete + +LXIII.--Melancolía + +<i>A Platero, en el cielo de Moguer</i> + +<i>Índice</i> + + + + + + +End of the Project Gutenberg EBook of Platero y yo, by Juan Ramón Jiménez + +*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PLATERO Y YO *** + +***** This file should be named 39209-8.txt or 39209-8.zip ***** +This and all associated files of various formats will be found in: + http://www.gutenberg.org/3/9/2/0/39209/ + +Produced by Chuck Greif & Víctor Moné + +Updated editions will replace the previous one--the old editions +will be renamed. + +Creating the works from public domain print editions means that no +one owns a United States copyright in these works, so the Foundation +(and you!) can copy and distribute it in the United States without +permission and without paying copyright royalties. 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It exists +because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from +people in all walks of life. + +Volunteers and financial support to provide volunteers with the +assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's +goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will +remain freely available for generations to come. In 2001, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure +and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. +To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation +and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 +and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. + + +Section 3. 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Thus, we do not necessarily +keep eBooks in compliance with any particular paper edition. + + +Most people start at our Web site which has the main PG search facility: + + http://www.gutenberg.org + +This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, +including how to make donations to the Project Gutenberg Literary +Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to +subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. diff --git a/39209-8.zip b/39209-8.zip Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..a151a51 --- /dev/null +++ b/39209-8.zip diff --git a/39209-h.zip b/39209-h.zip Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..8831dae --- /dev/null +++ b/39209-h.zip diff --git a/39209-h/39209-h.htm b/39209-h/39209-h.htm new file mode 100644 index 0000000..98fd6b2 --- /dev/null +++ b/39209-h/39209-h.htm @@ -0,0 +1,2344 @@ +<!DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN" +"http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd"> + +<html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" lang="es" xml:lang="es"> + <head> +<meta http-equiv="Content-Type" content="text/html;charset=iso-8859-1" /> +<title> + The Project Gutenberg eBook of Platero y yo, por Juan Ramón Jiménez. +</title> +<style type="text/css"> + p {margin-top:.2em;text-align:justify;margin-bottom:.2em;text-indent:4%;} + +.c {text-align:center;text-indent:0%;margin-top:2%;margin-bottom:2%;} + +.nind {text-indent:0%;} + +.r {text-align: right;margin-right:5%;} + +small {font-size: 70%;} + + h1 {margin-top:5%;text-align:center;clear:both;} + + h2 {margin-top:5%;margin-bottom:2%;text-align:center;clear:both; + font-size:120%;} + + hr.full {width: 50%;margin:5% auto 5% auto;border:4px double gray;} + + table {margin-top:2%;margin-bottom:2%;margin-left:auto;margin-right:auto;border:none;text-align:left;} + + body{margin-left:2%;margin-right:2%;background:#fdfdfd;color:black;font-family:"Times New Roman", serif;font-size:medium;} + +a:link {background-color:#ffffff;color:blue;text-decoration:none;} + + link {background-color:#ffffff;color:blue;text-decoration:none;} + +a:visited {background-color:#ffffff;color:purple;text-decoration:none;} + +a:hover {background-color:#ffffff;color:#FF0000;text-decoration:underline;} +</style> + </head> +<body> + + +<pre> + +The Project Gutenberg EBook of Platero y yo, by Juan Ramón Jiménez + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org/license + + +Title: Platero y yo + +Author: Juan Ramón Jiménez + +Release Date: March 20, 2012 [EBook #39209] + +Language: Spanish + +Character set encoding: ISO-8859-1 + +*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PLATERO Y YO *** + + + + +Produced by Chuck Greif & Víctor Moné + + + + + +</pre> + +<hr class="full" /> + +<h1><small>Juan Ramón Jiménez</small><br /><br /> +PLATERO Y YO<br /> +<small><small><i>Elegía andaluza</i></small></small></h1> + +<p class="c">Esta edición reproduce el texto +de la primera, publicada en 1914.</p> + +<table border="2" cellpadding="5" cellspacing="0" summary=""> +<tr><td align="center"><a href="#INDICE"><b>Al índice</b></a></td></tr> +</table> + +<h2><a name="ADVERTENCIA_A_LOS_HOMBRES" id="ADVERTENCIA_A_LOS_HOMBRES"></a>ADVERTENCIA Á LOS HOMBRES<br /><br /> +QUE LEAN ESTE LIBRO PARA NIÑOS</h2> + +<p class="nind">E<small>STE</small> breve libro, en donde la alegría y la pena +son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba +escrito para... ¡qué sé yo para quién!... para +quien escribimos los poetas líricos... Ahora que +va á los niños, no le quito ni le pongo una coma. +¡Qué bien!</p> + +<p>«Dondequiera que haya niños—dice Nóvalis—, existe +una edad de oro.» Pues por esa edad de oro, +que es como una isla espiritual caída del cielo, +anda el corazón del poeta, y se encuentra allí tan +á su gusto, que su mejor deseo sería no tener +que abandonarla nunca.</p> + +<p>¡Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de +oro de los niños; siempre te halle yo en mi vida, +mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta +y, á veces, sin sentido, igual que el trino de la +alondra en el sol blanco del amanecer!</p> + +<p class="r">EL POETA</p> + +<p><a name="page_008" id="page_008"></a></p> + +<p class="nind">MADRID, 1914</p> + +<p> </p> +<p> </p> + +<p class="c">Á LA <a name="MEMORIA" id="MEMORIA"></a>MEMORIA DE AGUEDILLA,<br /> +LA POBRE LOCA DE LA CALLE DEL SOL,<br /> +QUE ME MANDABA MORAS Y CLAVELES<br /> +<a name="page_010" id="page_010"></a></p> + +<p> </p> +<p> </p> + +<h2>LA ELEGÍA</h2> + +<h2><a name="I" id="I"></a>I<br /><br /> +PLATERO</h2> + +<p class="nind">P<small>LATERO</small> es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que +se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de +azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.</p> + +<p>Lo +dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas<a name="page_011" id="page_011"></a> +apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo +dulcemente: "¿Platero?", y viene á mí con un trotecillo alegre que +parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...</p> + +<p>Come cuanto le doy. +Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, +los higos morados, con su cristalina gotita de miel...</p> + +<p>Es tierno y +mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco como de +piedra. Cuando paso, sobre él, los domingos, por las últimas callejas +del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se +quedan mirándolo:</p> + +<p>—Tiene acero...</p> + +<p>Tiene acero. Acero y plata de luna, al +mismo tiempo.<a name="page_012" id="page_012"></a></p> + +<h2><a name="II" id="II"></a>II<br /><br /> +PAISAJE GRANA</h2> + +<p class="nind">L<small>A</small> cumbre. Ahí +está el ocaso, +todo empurpurado, +herido por sus propios +cristales, que le +hacen sangre por +doquiera. A su esplendor, +el pinar +verde se agria, vagamente +enrojecido; +y las hierbas y las +florecillas, encendidas +y transparentes, +embalsaman el instante +sereno de una +esencia mojada, penetrante y luminosa.</p> + +<p>Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. +Platero, granas de ocaso +sus ojos negros, se va, manso, á un +<a name="page_013" id="page_013"></a>charco de aguas de carmín, de rosa, +de violeta; hunde suavemente su boca +en los espejos, que parece que se hacen +líquidos al tocarlos él; y hay por su +enorme garganta como un pasar profuso +de umbrías aguas de sangre.</p> + +<p>El paraje es conocido, pero el momento +lo trastorna y lo hace extraño, +ruinoso y monumental. Se dijera, á +cada instante, que vamos á descubrir +un palacio abandonado... La tarde se +prolonga más allá de sí misma, y la +hora, contagiada de eternidad, es infinita; +pacífica, insondable...</p> + +<p>—Anda, Platero...<a name="page_014" id="page_014"></a></p> + +<h2><a name="III" id="III"></a>III<br /><br /> +ALEGRÍA</h2> + +<p class="nind">P<small>LATERO</small> juega con Diana, la bella +perra blanca que se parece á la +luna creciente, con la vieja cabra, gris, +con los niños...</p> + +<p>Salta Diana, ágil y elegante, delante +del burro, sonando su leve campanilla, +y hace como que le muerde +los hocicos. Y Platero, poniendo las +orejas en punta, cual dos cuernos de +pita, la embiste blandamente y la hace +rodar sobre la hierba en flor.</p> + +<p>La cabra va al lado de Platero, rozándose +á sus patas, tirando, con los +dientes, de la punta de las espadañas +de la carga. Con una clavellina ó con +una margarita en la boca, se pone +frente á él, le topa en el testuz, y +brinca luego, y bala alegremente, mimosa +igual que una mujer...</p> + +<p>Entre los niños, platero es de juguete.<a name="page_015" id="page_015"></a> +¡Con qué paciencia sufre sus +locuras! ¡Cómo va despacito, deteniéndose, +haciéndose el tonto, para que +ellos no se caigan! ¡Cómo los +asusta, iniciando, de pronto, un trote +falso!</p> + +<p class="cb">. . . . . +. . . . . +. . . . . +. . . . . +. . . . .</p> + +<p>¡Claras tardes del otoño moguereño! +Cuando el aire puro de Octubre +afila los límpidos sonidos, sube del +valle un alborozo idílico de balidos, +de rebuznos, de risas de niños, de ladridos +y de campanillas...<a name="page_016" id="page_016"></a></p> + +<h2><a name="IV" id="IV"></a>IV<br /><br /> +MARIPOSAS BLANCAS</h2> + +<p class="nind">L<small>A</small> noche cae, brumosa ya y morada. +Vagas claridades malvas +y verdes perduran tras la torre de la +iglesia. El camino sube, lleno de sombras, +de campanillas, de fragancia de +hierba, de canciones, de cansancio y +de anhelo. De pronto, un hombre obscuro, +con una gorra y un pincho, roja +un instante la cara fea por la luz del +cigarro, baja á nosotros de una casucha<a name="page_017" id="page_017"></a> +miserable, perdida entre sacas de +carbón. Platero se amedrenta.</p> + +<p>—¿Va algo?</p> + +<p>—Vea usted... Mariposas blancas...</p> + +<p>El hombre quiere clavar su pincho +de hierro en el seroncillo, y yo lo evito. +Abro la alforja y él no ve nada. +Y el alimento ideal pasa, libre y cándido, +sin pagar su tributo á los Consumos...<a name="page_018" id="page_018"></a></p> + +<h2><a name="V" id="V"></a>V<br /><br /> +LA PRIMAVERA</h2> + +<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia"> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0.5em;">¡Ay, qué relumbres y olores!</span></td></tr> +<tr><td align="left">¡Ay, cómo ríen los prados!</td></tr> +<tr><td align="left">¡Ay, qué alboradas se oyen!</td></tr> +<tr><td align="left"> </td></tr> +<tr><td align="right"><i>Romance popular.</i></td></tr> +</table> + +<p class="nind">E<small>N</small> mi duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de +chiquillos. Por fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la +cama. Entonces, al mirar el campo por la ventana abierta, me doy cuenta +de que los que alborotan son los pájaros.</p> + +<p>Salgo al huerto y doy gracias al Dios del día azul. ¡Libre concierto de +picos, fresco y sin fin! La golondrina riza, caprichosa, su canto en el +pozo; silba el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola +charla en el chaparro; el chamariz, ríe larga y menudamente en la cima +del eucalipto; y, en el pino grande, los gorriones discuten +desaforadamente.<a name="page_019" id="page_019"></a></p> + +<p>¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de +oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las +flores, por la casa, en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en +estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva.</p> + +<p>Parece que estuviéramos dentro de un g r a n panal de luz, que fuese el +interior de una inmensa y, cálida rosa encendida.<a name="page_020" id="page_020"></a></p> + +<h2><a name="VI" id="VI"></a>VI<br /><br /> +<i>¡ANGELUS!</i></h2> + +<p class="nind">M<small>IRA</small>, Platero, qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas, +blancas, sin color... Diríase que el cielo se deshace en rosas. Mira +cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las, manos... ¿Qué +haré yo con tantas rosas?</p> + +<p>¿Sabes tú, quizás, de dónde es esta blanda flora, que yo no sé de dónde +es, que enternece, cada día, el paisaje y lo deja dulcemente rosado, +blanco y celeste—, mas rosas, más rosas—, como un cuadro de Fra +Angelico, el que pintaba el cielo de rodillas?</p> + +<p>De las siete galerías del Paraíso se creyera que tiran rosas á la +tierra. Cual en una nevada tibia y vagamente colorida, se quedan las +rosas en la torre, en el tejado, en Jos árboles. Mira: todo lo fuerte se +hace, con su<a name="page_021" id="page_021"></a> adorno, delicado. Más rosas, más rosas, más rosas...</p> + +<p>Parece, Platero, mientras suena el <i>Angelus</i>, que esta vida nuestra +pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva, +más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, +suba á las estrellas, que se encienden ya entre las rosas... Más +rosas.... Tus ojos, que tú no ves, Platero, y que alzas mansamente al +cielo, son dos bellas rosas.<a name="page_022" id="page_022"></a></p> + +<h2><a name="VII" id="VII"></a>VII<br /><br /> +EL LOCO</h2> + +<p class="nind">V<small>ESTIDO</small> de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo +cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero.</p> + +<p>Cuando, yendo á las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con +sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos +verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás +de nosotros, chillando largamente:</p> + +<p>—¡El loco! ¡El loco! ¡El loco!</p> + +<p>...Delante está ya el campo verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un +incendiado añil, mis ojos—¡tan lejos<a name="page_023" id="page_023"></a> de mis oídos!—se abren +noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa +serenidad armoniosa y divina que vive en el sinfín del horizonte...</p> + +<p>Y quedan, allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados +finamente, entrecortados, jadeantes, aburridos:</p> + +<p>—¡El lo...co! ¡El io...co!<a name="page_024" id="page_024"></a></p> + +<h2><a name="VIII" id="VIII"></a>VIII<br /><br /> +LA FLOR DEL CAMINO</h2> + +<p class="nind">Q<small>UÉ</small> pura, Platero, y qué bella es esta flor del camino! Pasan a su lado +todos los tropeles—los toros, las cabras, los potros, los hombres—, y +ella, tan tierna y tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su +vallado triste, sin contaminarse de impureza alguna.</p> + +<p>Todos los días, cuando, al empezar la cuesta, tomamos el atajo, tú la +has visto en su<a name="page_025" id="page_025"></a> puesto verde. Ya tiene á su lado un pajarillo, que se +levanta—¿por qué?—al acercarnos; ó está llena, cual una breve copa, +del agua clara de una nube de verano; ya consiente el robo de una abeja +ó el voluble adorno de una mariposa.</p> + +<p>Esta flor vivirá pocos días, Platero, pero su recuerdo ha de ser eterno. +Será su vivir como un día de tu primavera, como una primavera de mi +vida. ¡Ay! ¿Qué le diera yo al otoño, Platero, á cambio de esta flor +divina, para que ella fuese, diariamente, el ejemplo sencillo de la +nuestra?<a name="page_026" id="page_026"></a></p> + +<h2><a name="IX" id="IX"></a>IX<br /><br /> +RONSARD</h2> + +<p class="nind">L<small>IBRE</small> ya Platero del cabestro, y paciendo entre las castas margaritas +del pradecillo, me he echado yo bajo un pino, he sacado de la alforja +moruna un breve libro y, abriéndolo por una señal, me he puesto á leer +en alta voz:</p> + +<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia"> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">Comme on voit sur la branche au mois de mai la rose</span></td></tr> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">En sa belle jeunesse, en sa première fleur,</span></td></tr> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">Rendre le ciel jaloux de...</span></td></tr> +</table> + +<p>Arriba, por las ramas últimas, salta y pía un leve pajarillo, que el sol +hace, cual toda la verde cima suspirante, de oro. Entre vuelo y gorjeo, +se oye el partirse de las semillas que el pájaro se está almorzando.<a name="page_027" id="page_027"></a></p> + +<p class="c">...jaloux de sa vive couleur...</p> + +<p>Una cosa enorme y tibia avanza, de pronto, como una proa viva, sobre mi +hombro... Es Platero, que, sugestionado, sin duda, por la lira de Orfeo, +viene á leer conmigo. Leernos:</p> + +<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia"> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 3em;">...vive couleur,</span></td></tr> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">Quand l'aube de ses pleurs</span></td></tr> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">au point du jour l'a...</span></td></tr> +</table> + +<p>Pero el pajarillo, que debe digerir aprisa, tapa la palabra con una nota +falsa.</p> + +<p>Ronsard se debe haber reído en el infierno...</p> + +<p><a name="page_028" id="page_028"></a></p> + +<h2><a name="X" id="X"></a>X<br /><br /> +LA LUNA</h2> + +<p class="nind">P<small>LATERO</small> acababa de beberse dos cubos de agua con estrellas en el pozo +del corral, y volvía á la cuadra, lento y distraído entre los altos +girasoles. Yo le aguardaba en la puerta, echado en el quicio de cal y +envuelto en la tibia fragancia de los heliotropos.</p> + +<p>Sobre el tejadillo, húmedo de las blanduras de septiembre, dormía el +campo lejano, que mandaba un fuerte<a name="page_029" id="page_029"></a> aliento de pinos. Una gran nube +negra, como una gigantesca gallina que hubiese puesto un huevo de oro, +puso la luna sobre una colina.</p> + +<p>Yo le dije á la luna:</p> + +<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia"> +<tr><td align="right">...Ma sola</td></tr> +<tr><td align="left">ha questa luna in ciel, che da nessuno</td></tr> +<tr><td align="left">cader fu vista mai se non in sogno.</td></tr> +</table> + +<p>Platero la miraba fijamente y sacudía, con un duro ruido blando, una +oreja. Me miraba absorto, y sacudía la otra...<a name="page_030" id="page_030"></a></p> + +<h2><a name="XI" id="XI"></a>XI<br /><br /> +EL CANARIO VUELA</h2> + +<p class="nind">U<small>N</small> día, el canario verde, no sé cómo ni por qué, voló de su jaula. Era +un canario viejo, recuerdo triste de una muerta, al que yo no había dado +libertad por miedo de que se muriera de hambre ó de frío, ó de que se lo +comieran los gatos.</p> + +<p>Anduvo toda la mañana entre los granados del huerto, en el pino de la +puerta, por las lilas. Los niños estuvieron, toda la mañana también, +sentados en la galería, absortos en los breves<a name="page_031" id="page_031"></a> vuelos del pajarillo +amarillento. Libre, Platero, holgaba junto á los rosales, jugando con +una mariposa.</p> + +<p>A la tarde, el canario se vino al tejado de la casa grande, y allí se +quedó largo tiempo, latiendo en el suave sol que declinaba. De pronto, y +sin saber nadie cómo ni por qué, apareció en la jaula, otra vez alegre.</p> + +<p>¡Qué alborozo en el jardín! Los niños saltaban, tocando las palmas, +arrebolados y rientes como auroras; Diana, loca, los seguía, ladrándole +á su propia y riente campanilla; Platero, contagiado, en un oleaje de +carnes de plata, igual que un chivillo, hacía corvetas, giraba sobre sus +patas, en un vals tosco, y, poniéndose en las manos, daba coces al aire +claro y tibio...<a name="page_032" id="page_032"></a></p> + +<h2><a name="XII" id="XII"></a>XII<br /><br /> +SUSTO</h2> + +<p class="nind">E<small>RA</small> la comida de los niños. Soñaba la lámpara su rosada lumbre tibia +sobré el mantel de nieve, y los geranios rojos y las pintadas manzanas +coloreaban de una áspera alegría aquel sencillo idilio de caras +inocentes. Las niñas comían como mujeres; los niños discutían como +algunos hombres. Al fondo, dando el pecho á un pequeñuelo, la madre, +joven, rubia y bella, los miraba sonriendo. Por la ventana del jardín, +la clara noche de estrellas temblaba, dura y fría.</p> + +<p>De pronto, Blanca huyó, como un débil rayo, á los brazos de la madre. +Hubo un súbito silencio, y luego, en un estrépito de sillas caídas, +todos corrieron tras de ella, con un raudo alborotar, mirando, +espantados, á la ventana.</p> + +<p>¡El tonto de Platero! Puesta en el<a name="page_033" id="page_033"></a> cristal su cabezota blanca, +agigantada por la sombra, los cristales y el miedo, contemplaba, quieto +y triste, el dulce comedor encendido.<a name="page_034" id="page_034"></a></p> + +<h2><a name="XIII" id="XIII"></a>XIII<br /><br /> +LA ESPINA</h2> + +<p class="nind">E<small>NTRANDO</small> en la dehesa, Platero ha comenzado á cojear. Me he echado al +suelo...</p> + +<p>—Pero, hombre, ¿qué te pasa? Platero ha dejado la mano derecha un poco +levantada, mostrando la ranilla, sin fuerza y sin peso, sin tocar<a name="page_035" id="page_035"></a> casi +con el casco la arena ardiente del camino.</p> + +<p>Con una solicitud mayor, sin duda, que la del viejo Darbón, su médico, +le he doblado la mano y le he mirado la ranilla roja. Una espina larga y +verde, de naranjo sano, está clavada en ella como un redondo puñalillo +de esmeralda. Estremecido del dolor de Platero, he tirado de la espina; +y me lo he llevado al pobre al arroyo de los lirios amarillos, para que +el agua corriente le lama, con su larga lengua pura, la heridilla.</p> + +<p>Después, hemos seguido hacia la mar blanca, yo delante, él detrás, +cojeando todavía y dándome suaves topadas en la espalda...<a name="page_036" id="page_036"></a></p> + +<h2><a name="XIV" id="XIV"></a>XIV<br /><br /> +JUEGOS DEL ANOCHECER</h2> + +<p class="nind">C<small>UANDO</small>, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos, ateridos, +por la obscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco, los +niños pobres juegan á asustarse, fingiéndose mendigos. Uno se echa un +saco á la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo...</p> + +<p>Después, en ese brusco cambiar de la infancia, como llevan unos zapatos +y un vestido, y como sus madres, ellas sabrán cómo, les han dado algo de +comer, se creen unos príncipes:<a name="page_037" id="page_037"></a></p> + +<p>—Mi padre tiene un reloj de plata.</p> + +<p>—Y el mío, un caballo.</p> + +<p>—Y el mío, una escopeta.</p> + +<p>Reloj que levantará á la madrugada, escopeta que no matará el hambre, +caballo que llevará á la miseria...</p> + +<p>El corro, luego. Entre tanta negrura, una niña, con voz débil, hilo de +cristal acuoso en la sombra, canta entonadamente, cual una princesa:</p> + +<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia"> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">Yo soy la viudita</span></td></tr> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">del Conde de Oré...</span></td></tr> +</table> + +<p>...¡Sí, sí! ¡Cantad, soñad, niños pobres! Pronto, al amanecer vuestra +adolescencia, la primavera os asustará, como un mendigo, enmascarada de +invierno.</p> + +<p>—Vamos, Platero...<a name="page_038" id="page_038"></a></p> + +<h2><a name="XV" id="XV"></a>XV<br /><br /> +AMISTAD</h2> + +<p class="nind">N<small>OS</small> entendemos bien. Yo lo dejo ir á su antojo, y él me lleva siempre +adonde quiero.</p> + +<p>Sabe Platero que, al llegar al pino de la Corona, me gusta acercarme á +su tronco y acariciárselo, y mirar al cielo al través de su enorme y +clara copa; sabe que me deleita la veredilla que va, entre céspedes, á +la fuente vieja; que es para mí una fiesta ver el río desde la colina de +los pinos, evocadora, de un paraje clásico. Como me adormile, seguro, +sobre él, mi despertar<a name="page_039" id="page_039"></a> se abre siempre á uno de tales amables +espectáculos.</p> + +<p>Yo trato á Platero cual si fuese un niño. Si el camino se torna fragoso +y le peso un poco, me bajo para aliviarlo. Lo beso, lo engaño, lo hago +rabiar... Él comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan +igual á mí, que he llegado á creer que sueña mis propios sueños.</p> + +<p>Platero se me ha rendido como una adolescente apasionada. De nada +protesta. Sé que soy su felicidad. Hasta huye de los burros y de los +hombres...<a name="page_040" id="page_040"></a></p> + +<h2><a name="XVI" id="XVI"></a>XVI<br /><br /> +LA NOVIA</h2> + +<p class="nind">E<small>L</small> claro viento del mar sube por la cuesta roja, llega al prado del +cabezo, ríe entre las tiernas florecillas blancas; después, se enreda +por los pinetes sin limpiar y mece las encendidas telarañas celestes, +rosas, de oro... Toda la tarde es ya viento marino. Y el sol y el viento +¡dan un blando bienestar al corazón!</p> + +<p>Platero me lleva, contento, ágil, dispuesto. Se dijera que no le peso. +Subimos, como si fuésemos cuesta abajo, á la colina. A lo lejos, una +cinta brillante, incolora, vibra, entre Los últimos pinos, en un aspecto +de paisaje isleño. En los prados verdes, allá abajo, saltan los asnos +trabados, de mata en mata.</p> + +<p>Un estremecimiento primaveral vaga<a name="page_041" id="page_041"></a> por las cañadas. De pronto, Platero, +yergue las orejas, dilata las levantadas narices, replegándolas hasta +los ojos y dejando ver las grandes habichuelas de sus dientes amarillos. +Está respirando largamente, de los cuatro vientos, no sé qué honda +esencia que debe transirle el corazón. Sí. Ahí tiene ya, en otra colina, +fina y gris sobre el cielo azul, á la amada. Y dobles rebuznos, sonoros +y largos, rompen con su trompetería la hora luminosa y caen luego en +gemelas cataratas.</p> + +<p>He tenido que contrariar los instintos amables de mi pobre Platero. La +bella novia del campo lo ve pasar, triste como él, con sus ojazos de +azabache cargados de estampas. ¡Inútil pregón misterioso, que ruedas +brutalmente por las margaritas!</p> + +<p>Y Platero trota indócil, intentando á cada instante volverse, con un +reproche en su trotecillo menudo:</p> + +<p>—Parece mentira, parece mentira, parece mentira...<a name="page_042" id="page_042"></a></p> + +<h2><a name="XVII" id="XVII"></a>XVII<br /><br /> +CALOSFRÍO</h2> + +<p class="nind">L<small>A</small> luna viene con nosotros, grande, redonda, pura. En los prados +soñolientos se ven, vagamente, no sé qué cabras negras, entre las +zarzamoras... Alguien se esconde, tácito, á nuestro pasar... Sobre el +vallado, un almendro inmenso, níveo de flor y de luna, revuelta la copa +con una nube blanca, cobija el camino asaeteado de estrellas de Marzo... +Un olor penetrante<a name="page_043" id="page_043"></a> á naranjas..., humedad y silencio... La cañada de +las Brujas...</p> + +<p>—¡Platero, qué... frío!</p> + +<p>Platero, no sé si con su miedo ó con el mío, trota, entra en el arroyo, +pisa la luna y la hace pedazos. Es como si un enjambre de claras rosas +de cristal se enredara, queriendo retenerlo, á su trote...</p> + +<p>Y trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien le +fuese á alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave del pueblo que se +acerca...<a name="page_044" id="page_044"></a></p> + +<h2><a name="XVIII" id="XVIII"></a>XVIII<br /><br /> +ELLA Y NOSOTROS</h2> + +<p class="nind">P<small>LATERO</small>; acaso ella se iba—¿adonde?—en aquel tren negro y soleado que, +por la vía alta, cortándose sobre los nubarrones blancos, huía hacia el +norte.</p> + +<p>Yo estaba abajo, contigo, en el trigal amarillo y ondeante, goteado todo +de sangre de amapolas, que ya Julio coronaba de ceniza. Y las nubecillas +<a name="page_045" id="page_045"></a>de vapor celeste—¿te acuerdas?—entristecían un momento el sol y las +flores, rodando vanamente hacia la nada...</p> + +<p>¡Breve cabeza rubia, velada de negro! Era como el retrato de la ilusión +en el marco fugaz de la ventanilla.</p> + +<p>Tal vez ella pensara:—¿Quiénes serán ese hombre enlutado y ese burrillo +de plata?</p> + +<p>¡Quiénes íbamos á ser! Nosotros... ¿verdad, Platero?<a name="page_046" id="page_046"></a></p> + +<h2><a name="XIX" id="XIX"></a>XIX<br /><br /> +LA COZ</h2> + +<p class="nind">Í<small>BAMOS</small> al cortijo de Montemayor, al herradero de los novillos. El patio +empedrado, sombrío bajo el inmenso y ardiente cielo azul de la +tardecita, vibraba sonoro del relinchar de los caballos pujantes, del +reir fresco de las mujeres, de los afilados ladridos inquietos de los +perros. Platero, en un rincón, se impacientaba.</p> + +<p>—Pero, hombre—le dije—, si tú no puedes venir con nosotros; si eres +muy chico...</p> + +<p>Se ponía tan loco, que le pedí al tonto que se subiera en él y lo +llevara con nosotros.</p> + +<p>Por el campo claro, ¡qué alegre cabalgar! Estaban las marismas risueñas +y ceñidas de oro, con el sol en sus espejos rotos, que doblaban los +molinos cerrados. Entre el redondo trote duro de los caballos, Platero +alzaba su<a name="page_047" id="page_047"></a> raudo trotecillo agudo, que necesitaba multiplicar +insistentemente para no quedarse solo en el camino. De pronto, sonó como +un tiro de pistola. Platero le había rozado la grupa á un fino potro +tordo con su boca, y el potro le había respondido con una rápida coz. +Nadie hizo caso, pero yo le vi á Platero una mano corrida de sangre. +Eché pie á tierra y, con una espina y una crin, le prendí la vena rota. +Luego le dije al tonto que se lo llevara á casa. Se volvieron los dos, +lentos y tristes, por el arroyo seco que baja del pueblo, volviendo la +cabeza al brillante huir de nuestro tropel.</p> + +<p>Cuando, de vuelta del cortijo, fuí á ver á Platero, me lo encontré +mustio y doloroso.</p> + +<p>—¿Ves—le suspiré—que tú no puedes ir á ninguna parte con los +hombres?<a name="page_048" id="page_048"></a></p> + +<h2><a name="XX" id="XX"></a>XX<br /><br /> +ASNOGRAFÍA</h2> + +<p class="nind">L<small>EO</small> en un Diccionario: "<i>Asnografía</i>": <i>s. f.</i>: <i>se dice, irónicamente, +por descripción del asno</i>.</p> + +<p>¡Pobre asno! ¡Tan bueno, tan noble, tan agudo como eres! +Irónicamente.,.. ¿Por qué? ¿Ni una descripción seria mereces, tú, cuya +descripción cierta sería un cuento de primavera? ¡Si al hombre que es +bueno debieran decirle asno! ¡Si<a name="page_049" id="page_049"></a> al asno que es malo debieran decirle +hombre! Irónicamente... De ti, tan intelectual, amigo del viejo y del +niño, del arroyo y de la mariposa, del sol y del perro, de la flor y de +la luna, paciente y reflexivo, melancólico y amable, Marco Aurelio de +los prados...</p> + +<p>Platero, que sin duda comprende, me mira fijamente con sus ojazos +brillantes, de una blanda dureza, en los que el sol brilla, pequeñito y +chispeante en un breve y convexo firmamento negro. ¡Ay! ¡Si su peluda +cabezota idílica supiera que yo le hago justicia, que yo soy mejor que +esos hombres que escriben Diccionarios, casi tan bueno como él!</p> + +<p>Y he escrito al margen del libro; "<i>Asnografía: s. f.: se debe decir, +con ironía, ¡claro está!, por descripción del hombre imbécil que escribe +Diccionarios.</i>"<a name="page_050" id="page_050"></a></p> + +<h2><a name="XXI" id="XXI"></a>XXI<br /><br /> +EL VERANO</h2> + +<p class="nind">P<small>LATERO</small> va chorreando sangre, una sangre espesa y morada, de las +picaduras, de los tábanos. La chicharra sierra un pino, al que nunca se +llega... Al abrir los ojos, después de un sueño instantáneo, el paisaje +de arena se me torna blanco, frío en su ardor, espectral..</p> + +<p>Están los jarales bajos constelados de sus grandes flores vagas, rosas +de humo, de gasa, de papel de seda, con sus cuatro lágrimas de carmín; y +una<a name="page_051" id="page_051"></a> calina que asfixia, enyesa los pinos chatos. Un pájaro nunca visto, +amarillo con lunares negros, se eterniza, mudo, en una rama.</p> + +<p>Los guardas de los huertos suenan el latón para asustar los rabúos, que +vienen, en grandes bandos celestes, por naranjas... Cuando llegamos á la +sombra del nogal grande, rajo dos sandías, que abren su escarcha grana y +rosa en un largo crujido fresco. Yo me como la mía lentamente, oyendo, á +lo lejos, las vísperas del pueblo. Platero se bebe la carne de azúcar de +la suya, como si fuese agua.<a name="page_052" id="page_052"></a></p> + +<h2><a name="XXII" id="XXII"></a>XXII<br /><br /> +BARBÓN</h2> + +<p class="nind">D<small>ARBÓN</small>, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo como una +sandía. Pesa once arrobas. Cuenta, según él, tres duros de edad.</p> + +<p>Cuando habla, le faltan notas, cual á los pianos viejos; otras veces, en +lugar de palabra, le sale un escape de aire. Y estas pifias llevan un +acompañamiento de inclinaciones de cabeza, de manotadas ponderativas, de +vacilaciones chochas, de quejumbres de garganta y salivas en el pañuelo, +que no hay más que pedir. Un amable concierto para antes de la cena.</p> + +<p>No le queda muela ni diente y casi sólo come migajón de pan, que amasa +primero en la mano. Hace una bola y ¡á la boca roja! Allí la tiene, +revolviéndola, una hora. Luego, otra bola, y <a name="page_053" id="page_053"></a>otra. Masca con las +encías, y la barba le llega á la aguileña nariz.</p> + +<p>Digo que es grande como el buey pío. En la puerta de la herrería, tapa +la casa. Pero se enternece, igual que un niño, con Platero. Y si ve una +flor ó un pajarillo, se ríe de pronto, abriendo toda su boca, con una +gran risa sostenida, que acaba siempre en llanto. Luego, ya sereno, mira +del lado del cementerio viejo:</p> + +<p>—Mi niña, mi pobrecita niña...<a name="page_054" id="page_054"></a></p> + +<h2><a name="XXIII" id="XXIII"></a>XXIII<br /><br /> +LA ARRULLADORA</h2> + +<p class="nind">L<small>A</small> chiquilla del carbonero, guapa y sucia cual una moneda, bruñidos los +negros ojos y reventando sangre los labios prietos entre la tizne, está +á la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al hermanito.</p> + +<p>Vibra la hora de Mayo, ardiente y clara como un sol por dentro. En la +paz brillante, se oye el hervor de la olla que cuece en el campo, la +brama de la dehesa, la alegría del viento del mar en la maraña de los +eucaliptos.</p> + +<p>Sentida y dulce, la carbonera canta:</p> + +<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia"> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0.25em;">Mi niño se va á dormir</span></td></tr> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">en gracia de la Pastora...<a name="page_055" id="page_055"></a></span></td></tr> +</table> + +<p>Pausa. El viento...</p> + +<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia"> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">...y por dormirse mi niño,</span></td></tr> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">se duerme la arrulladora...</span></td></tr> +</table> + +<p>El viento... Platero, que anda, manso, entre los pinos quemados, se +llega, poco á poco... Luego se echa en la tierra fosca y, á la larga +copla de madre, se adormila, igual que un niño.<a name="page_056" id="page_056"></a></p> + +<h2><a name="XXIV" id="XXIV"></a>XXIV<br /><br /> +EL <i>CANTO</i> DEL GRILLO</h2> + +<p class="nind">P<small>LATERO</small> y yo conocemos bien, de nuestras correrías nocturnas, el canto +del grillo.</p> + +<p>El primer canto del grillo, en el crepúsculo, es vacilante, bajo y +áspero. Muda de tono, aprende de si mismo y, poco á poco, va subiendo, +va poniéndose en su sitio, como si fuera buscando la armonía del lugar y +de la hora. De pronto, ya las estrellas en el cielo verde y +transparente, cobra el canto un dulzor melodioso de cascabel libre.</p> + +<p>Las frescas brisas moradas van y vienen; se abren del todo las flores de +la noche y vaga por el llano una esencia pura y divina, de confundidos +prados azules, celestes y terrestres. Y el canto del grillo se exalta, +llena todo el campo, es cual la voz de la sombra. No vacila ya, ni se<a name="page_057" id="page_057"></a> +calla. Como surtiendo de sí propio, cada nota es gemela de la otra, en +una hermandad de obscuros cristales.</p> + +<p>Pasan, serenas, las horas. No hay guerra en el mundo y duerme bien el +labrador, viendo el cielo en el fondo alto de su sueño. Tal vez el amor, +entre las enredaderas de una tapia, anda extasiado, los ojos en los +ojos. Los habares mandan al pueblo mensajes de fragancia tierna, cual en +una libre adolescencia candorosa y sutil. Y los trigos ondean, verdes de +luna, suspirando al viento de las dos, de las tres, de las cuatro... El +canto del grillo, de tanto sonar, se ha perdido...</p> + +<p>¡Aquí está! ¡Oh canto del grillo por la madrugada, cuando, corridos de +calosfríos, Platero y yo nos vamos á la cama por las sendas blancas de +relente! La luna, se cae, rojiza y soñolienta. Ya el canto está borracho +de luna, embriagado de estrellas, romántico, misterioso, profuso. Es +cuando unas grandes nubes luctuosas, bordeadas de un malva azul y +triste, sacan el día de la mar, lentamente.<a name="page_058" id="page_058"></a>..</p> + +<h2><a name="XXV" id="XXV"></a>XXV<br /><br /> +CORPUS</h2> + +<p class="nind">E<small>NTRANDO</small> por la calle de la Fuente, de vuelta del huerto, las Campanas, +que ya habíamos oído tres veces desde los arroyos, conmueven, con su +pregonera coronación de bronce, el blanco pueblecillo. Su repique voltea +y voltea entre el chispeante y estruendoso subir de los cohetes y la +chillona metalería de la música.</p> + +<p>La calle, recién encalada y ribeteada de almagra, verdea toda, vestida +de chopos y juncias. Lucen las ventanas colgaduras de damasco granate, +de seda amarilla, de celeste raso, y, en las casas en que hay luto, de +lana cándida, con cintas negras. Por las últimas casas, en la vuelta del +Porche, aparece, tarda, la Cruz de los espejos, que, entre los destellos +del poniente, recoge ya la luz de los cirios rojos. Lentamente, pasa la +procesión. La bandera carmín, y San Roque, patrón de los panaderos, +cargado de tiernas roscas; la bandera glauca, y San Telmo,<a name="page_059" id="page_059"></a> patrón de +los marineros, con su navío de plata en las manos; la bandera gualda, y +San Isidro, patrón de los labradores, con su yuntita de bueyes, y más +banderas de colores, y más Santos, y luego, Santa Ana, dando lección á +la Virgen, y San José, pardo, y la Inmaculada, azul... Al fin, entre la +guardia civil, la Custodia, ornada de espigas granadas y de esmeraldinas +uvas agraces su calada platería, despaciosa en su nube celeste de +incienso.</p> + +<p>En la tarde que cae, se alza, claro, el latín andaluz de los salmos. El +sol, ya rosa, quiebra su rayo bajo, que viene por la calle del Río, en +la cargazón de oro de las viejas capas pluviales. Arriba, en derredor de +la torre escarlata, sobre el ópalo terso de la hora serena de Junio, las +palomas tejen sus altas guirnaldas de nieve encendida...</p> + +<p>Platero, entonces, rebuzna. Y su mansedumbre se asocia, con la campana, +con el cohete, con el latín y con la música, al claro misterio del día, +y el rebuzno se le endulza, altivo, y, rastrero, se le diviniza...<a name="page_060" id="page_060"></a></p> + +<h2><a name="XXVI" id="XXVI"></a>XXVI<br /><br /> +LA CUADRA</h2> + +<p class="nind">C<small>UANDO</small>, al mediodía, voy á ver á Platero, un transparente rayo del sol +de las doce enciende un gran lunar de oro en la plata blanda de su lomo. +Bajo su barriga, por el obscuro suelo, vagamente verde, el techo viejo +llueve claras monedas de fuego.</p> + +<p>Diana, que está echada entre las patas de Platero, viene á mí bailando y +me pone sus manos en el pecho, <a name="page_061" id="page_061"></a>anhelando lamerme la boca con su lengua +rosa. Subida en lo más alto del pesebre, la cabra me mira curiosa, +doblando la fina cabeza de un lado y de otro, con una femenina +distinción. Entretanto, Platero, que, antes de entrar yo, me había ya +saludado con un levantado rebuzno, quiere romper su cuerda, duro y +alegre al mismo tiempo:</p> + +<p>Por el tragaluz, que trae el irisado tesoro del cenit, me voy un +momento, rayo de sol arriba, al cielo, desde aquel idilio. Luego, +subiéndome á una piedra, miro el campo.</p> + +<p>El paisaje verde nada en la lumbrarada florida y soñolienta, y en el +azul limpio que encuadra el muro astroso, suena, dejada y dulce, una +campana.<a name="page_062" id="page_062"></a></p> + +<h2><a name="XXVII" id="XXVII"></a>XXVII<br /><br /> +EL PERRO SARNOSO</h2> + +<p class="nind">V<small>ENÍA</small>, á Veces, flaco y anhelante, á la casa del huerto. El pobre andaba +siempre huido, acostumbrado á los gritos y á las pedreas. Los mismos +perros le enseñaban los colmillos. Y se iba otra vez, en él sol del +mediodía, lento y triste, monte abajo.</p> + +<p>Aquella tarde, llegó detrás de Diana. Cuando yo salía, el guarda, que en +un arranque de mal corazón había sacado la escopeta, disparó contra él. +No tuve tiempo de evitarlo. El pobre perro, con el tiro en las entrañas, +giró vertiginosamente un momento, en un<a name="page_063" id="page_063"></a> redondo aullido agudo, y cayó +muerto bajo una acacia.</p> + +<p>Platero miraba al perro fijamente, erguida la cabeza. Diana, temerosa, +andaba escondiéndose de uno en otro. El guarda, arrepentido quizás, daba +largas razones no sabía á quién, indignándose sin poder, queriendo +acallar su remordimiento. Un velo parecía enlutecer el sol; un velo +grande, como el velo pequeñito que nubló el ojo sano del perro +asesinado. Abatidos por el viento del mar, los eucaliptos lloraban más +reciamente en el hondo silencio aplastante que la siesta tendía por el +campo de oro, sobre el perro muerto.<a name="page_064" id="page_064"></a></p> + +<h2><a name="XXVIII" id="XXVIII"></a>XXVIII<br /><br /> +TORMENTA</h2> + +<p class="nind">M<small>IEDO</small>. Aliento contenido. Sudor frío. El terrible cielo bajo ahoga el +amanecer. (No hay por dónde escapar.) Silencio... El amor se para. +Tiembla la culpa. El remordimiento cierra los ojos. Más silencio...</p> + +<p>El trueno, sordo, retumbante, interminable, como una enorme carga de +piedra que cayera del cenit al pueblo,<a name="page_065" id="page_065"></a> recorre, largamente, la mañana +desierta. (No hay por dónde huir.) Todo lo débil—flores, pájaros—, +desaparece de la vida.</p> + +<p>Tímido, el espanto mira; por la ventana entreabierta á Dios, que se +alumbra trágicamente. Allá en oriente, entre desgarrones de nubes, se +ven malvas y rosas tristes, sucios, fríos, que no pueden vencer la +negrura.</p> + +<p><i>¡Angelus!</i> Un <i>Angelus</i> duro y abandonado, solloza entre el tronido. +¿El último <i>Angelus</i> del mundo? Y se quiere que la campana acabe pronto, +ó que suene más, mucho más, que ahogue la tormenta. Y se va de un lado á +otro, y se implora, y no se sabe lo que se quiere...</p> + +<p>(No hay por dónde escapar.) Los corazones están yertos. Los niños +lloran...</p> + +<p>—¿Qué será de Platero, tan solo allá en la indefensa cuadra del corral?</p> + +<p><a name="page_066" id="page_066"></a></p> + +<h2><a name="XXIX" id="XXIX"></a>XXIX<br /><br /> +PASAN LOS PATOS</h2> + +<p class="nind">H<small>E</small> ido á darle agua á Platero. En la noche serena, toda de nubes blancas +y de estrellas, se oye, allá arriba,<a name="page_067" id="page_067"></a> desde el silencio del corral, un +incesante pasar de claros silbidos.</p> + +<p>Son los patos. Van tierra adentro, huyendo de la tempestad marina. De +vez en cuando, como si nosotros hubiéramos ascendido ó como si ellos +hubiesen bajado, se escuchan los ruidos más leves de sus alas, de sus +picos...</p> + +<p>Horas y horas, los silbidos seguirán pasando, en un huir interminable.</p> + +<p>Platero, de vez en cuando, deja de beber y levanta, como yo, la cabeza á +las estrellas, con una blanda nostalgia infinita...<a name="page_068" id="page_068"></a></p> + +<h2><a name="XXX" id="XXX"></a>XXX<br /><br /> +SIESTA</h2> + +<p class="nind">Q<small>UÉ</small> triste belleza, amarilla y descolorida, la del sol de la tarde, +cuando me despierto bajo la higuera!</p> + +<p>Una brisa seca, embalsamada de derretida jara, me acaricia el sudoroso +despertar. Las grandes hojas, levemente movidas, del blando árbol viejo, +me enlutan ó me deslumbran. Parece que me mecieran suavemente<a name="page_069" id="page_069"></a> en una +cuna que fuese del sol á la sombra, de la sombra al sol.</p> + +<p>Lejos, en el pueblo desierto, las campanas de las tres sueñan las +vísperas, tras el oleaje de cristal del aire. Oyéndolas, Platero, que me +ha robado una gran sandía de dulce escarcha grana, de pie, inmóvil, me +mira con sus enormes ojos vacilantes.</p> + +<p>Frente á sus ojos cansados, mis ojos se me cansan otra vez... Torna la +brisa, cual una mariposa que quisiera volar y á la que, de pronto, se le +doblaran las alas... las alas... mis párpados flojos, que, de pronto, se +cerraran...<a name="page_070" id="page_070"></a></p> + +<h2><a name="XXXI" id="XXXI"></a>XXXI<br /><br /> +LA TÍSICA</h2> + +<p class="nind">E<small>STABA</small> derecha en una triste silla, blanca la cara y mate, cual un nardo +ajado, enmedio de la encalada y fría alcoba. Le había mandado el médico +salir al campo, á que le diera el sol de Marzo; pero la pobre no podía.</p> + +<p>—Cuando llego al p u e n t e—me dijo—, ¡ya ve usted, señorito, ahí al +lado que está!, me ahogo...<a name="page_071" id="page_071"></a></p> + +<p>La voz pueril, delgada y rota, se le caía, cansada, como se cae, á +veces, la brisa en el estío.</p> + +<p>Yo le ofrecí á Platero para que diese un paseíto. Subida en él, ¡qué +risa la de su aguda cara de muerta, toda ojos negros y dientes blancos!</p> + +<p>...Las mujeres se asomaban á las puertas á vernos pasar. Iba Platero +despacio, como sabiendo que llevaba encima un frágil lirio de cristal. +La niña, con su hábito cándido, transfigurada por la fiebre y la +alegría, parecía un ángel que entraba en el pueblo, camino del cielo del +sur.<a name="page_072" id="page_072"></a></p> + +<h2><a name="XXXII" id="XXXII"></a>XXXII<br /><br /> +PASEO</h2> + +<p class="nind">P<small>OR</small> los hondos caminos del estío, colgados de tiernas madreselvas, ¡cuan +dulcemente vamos! Yo leo, ó canto, ó digo versos al cielo. Platero +mordisquea la hierba escasa de los vallados en sombra, la flor empolvada +de las malvas, las vinagreras amarillas. Está parado más tiempo que +andando. Yo lo dejo...</p> + +<p>El cielo azul, azul, azul, asaeteado de mis ojos en arrobamiento, se +levanta, sobre los almendros cargados, á sus últimas glorias. Todo el +campo, silencioso y ardiente, brilla. En el río, una velita<a name="page_073" id="page_073"></a> blanca se +eterniza, sin viento. Hacia los montes, la compacta humareda de un +incendio alza sus redondas nubes negras.</p> + +<p>Pero nuestro caminar es bien corto. Es como un día suave é indefenso, +enmedio de la vida múltiple. ¡Ni la apoteosis del cielo, ni el ultramar +á que va el río, ni siquiera la tragedia de las llamas!</p> + +<p>Cuando, entre un olor á naranjas, se oye el hierro alegre y fresco de la +noria, Platero rebuzna y retoza alegremente. ¡Qué sencillo placer +diario! Ya en la alberca, yo lleno mi vaso y bebo aquella nieve líquida. +Platero sume en el agua umbría su boca, y bebe, aquí y allá, en lo más +limpio, avaramente...<a name="page_074" id="page_074"></a></p> + +<h2><a name="XXXIII" id="XXXIII"></a>XXXIII<br /><br /> +CARNAVAL</h2> + +<p class="nind">Q<small>UÉ</small> guapo está hoy Platero! Es lunes de Carnaval, y los niños, que se +han vestido de máscara, le han puesto el aparejo moruno, todo bordado en +rojo, azul, blanco y amarillo, de cargados arabescos.</p> + +<p>Agua, sol y frío. Los redondos papelillos de colores van rodando +paralelamente por la acera, al viento agudo de la tarde, y las máscaras, +ateridas, hacen bolsillos de cualquier cosa para las manos azules.</p> + +<p>Cuando hemos llegado á la plaza, unas mujeres vestidas de locas, con +largas camisas blancas y guirnaldas de hojas verdes en los negros y +sueltos cabellos, han cogido á Platero en<a name="page_075" id="page_075"></a> medio de su corro +bullanguero, y han girado alegremente en torno de él.</p> + +<p>Platero, indeciso, yergue las orejas, alza la cabeza, y, como un alacrán +cercado por el fuego, intenta, nervioso, huir por doquiera. Pero, como +es tan pequeño, las locas no le temen y siguen girando, cantando y +riendo á su alrededor. Los chiquillos, viéndolo cautivo, rebuznan para +que él rebuzne. Toda la plaza es ya un concierto altivo de metal +amarillo, de rebuznos, de risas, de coplas, de panderetas y de +almireces...</p> + +<p>Por fin, Platero, decidido, igual que un hombre, rompe el corro y se +viene á mí trotando y llorando, caído el lujoso aparejo. Como yo, no +quiere nada con el Carnaval... No servimos para estas cosas...<a name="page_076" id="page_076"></a></p> + +<h2><a name="XXXIV" id="XXXIV"></a>XXXIV<br /><br /> +EL POZO</h2> + +<p class="nind">E<small>L</small> pozo! Platero, ¡qué palabra tan honda, tan verdinegra, tan fresca, +tan sonora! Parece que es la palabra la que taladra, girando, la tierra +obscura, hasta llegar al agua.</p> + +<p>Mira; la higuera adorna y desbarata el brocal. Dentro, al alcance de la +mano, ha abierto, entre los ladrillos con verdín, una flor azul de olor +penetrante. Una golondrina tiene, más abajo, el nido. Luego, tras un +pórtico de sombra fría, hay un palacio de esmeralda, y un lago, que, al +arrojarle una piedra á su quietud, se enfada y gruñe. Y el cielo, al +fin.</p> + +<p>(La noche entra, y la luna se inflama allá en el fondo, adornada de +volubles estrellas. ¡Silencio! Por los caminos<a name="page_077" id="page_077"></a> se ha ido la vida á lo +lejos. Por el pozo se escapa el alma á lo hondo. Se ve por él como el +otro lado del crepúsculo. Y parece que va á salir de su boca un gigante, +dueño de todos los secretos. ¡Oh laberinto quieto y mágico, parque +umbrío y fragante, magnético salón encantado!)</p> + +<p>—Oye, Platero, si algún día me echo á este pozo, no será por matarme, +créelo, sino por coger más pronto las estrellas.</p> + +<p>Platero rebuzna, sediento y anhelante. Del pozo sale, asustada, revuelta +y silenciosa, una golondrina.<a name="page_078" id="page_078"></a></p> + +<h2><a name="XXXV" id="XXXV"></a>XXXV<br /><br /> +NOCTURNO</h2> + +<p class="nind">D<small>EL</small> pueblo en fiesta, rojamente iluminado hacia el cielo, vienen agrios +valses nostálgicos en el viento suave. La torre se ve, lívida, muda y +dura, en un errante limbo violeta, azulado, pajizo... Y allá, tras las +bodegas obscuras del arrabal, la luna caída, amarilla y soñolienta, se +pone, sobre el río.</p> + +<p>El campo está solo con sus árboles y con la sombra de sus árboles. Hay +un canto roto de grillo, una conversación sonámbula de aguas ocultas, +una blandura húmeda, como si se deshiciesen las estrellas... Platero, +desde la tibieza de su cuadra, rebuzna tristemente.<a name="page_079" id="page_079"></a></p> + +<p>La cabra andará despierta, y su campanilla insiste agitada, dulce luego. +Al fin, se calla... A lo lejos, hacia Montemayor, rebuzna otro asno... +Otro, luego, por el Vallejuelo... Ladra un perro...</p> + +<p>Es la noche tan clara, que las flores del jardín se ven de su color, +como en el día. Por la última casa de la calle de la Fuente, bajo una +roja y vacilante farola, tuerce la esquina un hombre solitario... ¿Yo? +No, yo, en la fragante penumbra, celeste, móvil y dorada, que hacen la +luna, las lilas, la brisa y la sombra, escucho mi hondo corazón sin +par...</p> + +<p>La esfera gira, blandamente...<a name="page_080" id="page_080"></a></p> + +<h2><a name="XXXVI" id="XXXVI"></a>XXXVI<br /><br /> +EL NIÑO TONTO</h2> + +<p class="nind">S<small>IEMPRE</small> que volvíamos por la calle de San José, estaba el niño tonto á +la puerta de su casa, sentado en su sillita, mirando el pasar de los +otros. Era uno de esos pobres niños á quienes no llega nunca el don de +la palabra ni el regalo de la gracia; niño alegre él y triste de ver; +todo para su madre, nada para los demás.</p> + +<p>Un día, cuando pasó por la calle blanca aquel mal viento negro, no +estaba<a name="page_081" id="page_081"></a> el niño en su puerta. Cantaba un pájaro en el solitario umbral, +y yo me acordé de Curros, padre más que poeta, que, cuando se quedó sin +su niño, le preguntó por él á la mariposa gallega:</p> + +<p class="c">Volvoreta d' aliñas douradas...</p> + +<p>Ahora que viene la primavera, pienso en el niño tonto, que desde la +calle de San José se fué al cielo. Estará sentado en su sillita, al lado +de las rosas, viendo con sus ojos, abiertos otra vez, el dorado pasar de +los gloriosos.<a name="page_082" id="page_082"></a></p> + +<h2><a name="XXXVII" id="XXXVII"></a>XXXVII<br /><br /> +DOMINGO</h2> + +<p class="nind">L<small>A</small> pregonera vocinglería de la esquila de vuelta, cercana ya, ya +distante, resuena en el cielo de la mañana de fiesta como si todo el +azul fuera de cristal. Y el campo, un poco enfermo ya, parece que se +dora de las notas caídas del alegre revuelo florido.</p> + +<p>Todos, hasta el guarda, se han ido al pueblo para ver la procesión. Nos +hemos quedado solos Platero y yo. ¡Qué paz! ¡Qué pureza! ¡Qué bienestar! +Dejo á Platero en el prado alto,<a name="page_083" id="page_083"></a> y yo me echo, bajo un pino, lleno de +pájaros que no se van, á leer. Omar Khayyam...</p> + +<p>En el silencio que queda entre los repiques, el hervidero interno de la +mañana de Septiembre cobra presencia y sonido. Las avispas orinegras +vuelan en torno de la parra cargada de sanos racimos moscateles, y las +mariposas, que andan confundidas con las flores, parece que se ríen al +revolar. Es la soledad como un gran pensamiento de luz.</p> + +<p>De vez en cuando, Platero deja de comer, y me mira—Yo, de vez en +cuando, dejo de leer, y miro á Platero...<a name="page_084" id="page_084"></a></p> + +<h2><a name="XXXVIII" id="XXXVIII"></a>XXXVIII<br /><br /> +LA CARRETILLA</h2> + +<p class="nind">E<small>N</small> el arroyo grande, que la lluvia había dilatado hasta la viña, nos +encontramos, atascada, una vieja carretilla, toda perdida bajo su carga +de hierba y de naranjas. Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una +rueda, queriendo ayudar con el empuje de su pecho en flor al +borriquillo, más pequeño ¡ay! y más flaco que Platero. Y el borriquillo +se destrozaba contra el viento, intentando, inútilmente, arrancar del +fango la carreta, al grito sollozante de la chiquilla. Era vano su +esfuerzo, como el de los niños valientes, como el vuelo de esas brisas +cansadas del verano que se caen, en un desmayo, entre las flores.</p> + +<p>Acaricié á Platero y, como pude, lo enganché á la carretilla, delante +del<a name="page_085" id="page_085"></a> borrico miserable. Le obligué, entonces, con un cariñoso imperio, y +Platero, de un tirón, sacó carretilla y rucio del atolladero, y les +subió la cuesta.</p> + +<p>¡Qué sonreir el de la chiquilla! Fué como si el sol de la tarde, que se +rompía, al ponerse entre las nubes de agua, en amarillos cristales, le +encendiese una aurora tras sus tiznadas lágrimas.</p> + +<p>Con su llorosa alegría me ofreció dos escogidas naranjas. Las tomé, +agradecido, y le di una al borriquillo débil; como dulce consuelo; otra +á Platero, como premio áureo.<a name="page_086" id="page_086"></a></p> + +<h2><a name="XXXIX" id="XXXIX"></a>XXXIX<br /><br /> +RETORNO</h2> + +<p class="nind">V<small>ENÍAMOS</small> los dos, cargados, de los montes: Platero, de almoraduj; yo, de +lirios amarillos.</p> + +<p>Caía la tarde de Abril. Todo lo que en el poniente había sido cristal de +oro, era luego cristal de plata, una alegoría, lisa y luminosa, de +azucenas de cristal. Después el vasto cielo fué cual un zafiro +transparente, trocado en esmeralda. Yo volvía triste.<a name="page_087" id="page_087"></a></p> + +<p>Cerca ya, la torre del pueblo, coronada de refulgentes azulejos, +cobraba, en el levantamiento de la hora pura, un aspecto monumental. +Era, de cerca, como una Giralda vista de lejos, y mi nostalgia de +ciudades, aguda con la primavera, encontraba en ella un consuelo +melancólico.</p> + +<p>Retorno... ¿adonde?, ¿de qué?, ¿para qué?... Pero los lirios que venían +conmigo olían más en la frescura tibia de la noche que se entraba; olían +con un olor más penetrante y, al mismo tiempo, más vago, que salía de la +flor sin verse la flor, que embriagaba el cuerpo y el alma desde la +sombra solitaria.</p> + +<p>—¡Alma mía, lirio en la sombra!—dije. Y pensé, de pronto, en Platero, +que, aunque iba debajo de mí, se me había olvidado.<a name="page_088" id="page_088"></a></p> + +<h2><a name="XL" id="XL"></a>XL<br /><br /> +EL PASTOR</h2> + +<p class="nind">E<small>N</small> la colina, que la hora morada va tornando obscura y medrosa, el +pastorcillo, negro contra el verde ocaso de cristal, silba en su pito, +bajo el temblor de Venus. Enredadas en las flores que huelen más<a name="page_089" id="page_089"></a> y ya +no se ven, cuyo aroma las exalta hasta darles forma en la sombra en que +están perdidas; tintinean, paradas, las esquilas claras y dulces del +rebaño, disperso un momento, antes de entrar al pueblo, en el paraje +conocido.</p> + +<p>—Zeñorito, zi eze burro juera mío...</p> + +<p>El chiquillo, más moreno y más idílico en la hora dudosa, recogiendo en +los ojos rápidos cualquier brillantez del instante, parece uno de +aquellos rapaces que pintó Bartolomé Esteban Murillo.</p> + +<p>Yo le daría el burro... Pero, ¿qué iba yo á hacer sin ti, Platerillo?</p> + +<p>La luna, que sube, redonda, sobre la ermita de Montemayor, se ha ido +derramando suavemente por el prado, donde aún yerran vagas claridades +del día; y el suelo florido parece ahora de ensueño, no sé qué encaje +primitivo y bello; y las rocas son más grandes y más inminentes y más +tristes; y llora más el agua del regato escondido...</p> + +<p>Y el pastorcillo grita, codicioso, ya lejos:</p> + +<p>—¡Je! Zi eze burro juera mío...<a name="page_090" id="page_090"></a></p> + +<h2><a name="XLI" id="XLI"></a>XLI<br /><br /> +CONVALECENCIA</h2> + +<p class="nind">D<small>ESDE</small> la débil iluminación amarilla de mi cuarto de convaleciente, +blando de alfombras y tapices, oigo pasar por la calle nocturna, como en +un sueño con relente de estrellas, ligeros burros que retornan del +campo, niños que juegan y gritan.</p> + +<p>Se adivinan cabezotas<a name="page_091" id="page_091"></a> obscuras de asnos, y cabecitas finas de niños, +que, entre los rebuznos, cantan, con cristal y plata, coplas de Navidad. +El pueblo se siente envuelto en una humareda de castañas tostadas, en un +vaho de establos, en un humo de hogares en paz...</p> + +<p>Y mi alma se derrama, purificadera, como si un raudal de aguas celestes +le surtiera de la peña en sombra del corazón. ¡Anochecer de redenciones! +¡Hora íntima, fría y tibia á un tiempo, llena de claridades infinitas!</p> + +<p>Las campanas, allá arriba, allá fuera, repican entre las estrellas. +Contagiado, Platero rebuzna en su cuadra, que parece que está muy +lejos... Yo lloro, débil, conmovido y solo, igual que Fausto...<a name="page_092" id="page_092"></a></p> + +<h2><a name="XLII" id="XLII"></a>XLII<br /><br /> +LA NIÑA CHICA</h2> + +<p class="nind">L<small>A</small> niña chica era la gloria de Platero. En cuanto la veía venir hacia +él, entre las lilas, con su vestídillo blanco y su sombrero de arroz, +llamándolo, mimosa:—Platero, Platerillo!—, el asnucho quería partir la +cuerda, y saltaba, igual que un niño, y rebuznaba loco.</p> + +<p>Ella, en una confianza ciega, pasaba una vez y otra bajo él, y le pegaba +pataditas, y le dejaba la mano, nardo cándido, en aquella bocaza rosa, +almenada de grandes dientes amarillos; ó, cogiéndole las orejas,<a name="page_093" id="page_093"></a> que él +ponía á su alcance, lo llamaba con todas las variaciones mimosas de su +nombre: ¡Platero! ¡Platerón! ¡Platerillo! ¡Platerete!</p> + +<p>En los largos días en que la niña navegó en su cuna alba, río abajo, +hacia la muerte, nadie se acordaba de Platero. Ella, en su delirio, lo +llamaba, triste: ¡Platerillo...! Desde la casa obscura y llena de +suspiros, se oía, á veces, la lejana llamada lastimera del amigo. ¡Oh, +estío melancólico!</p> + +<p>¡Qué lujo puso Dios en ti, tarde del entierro! Septiembre, rosa y oro, +declinaba. Desde el cementerio ¡cómo resonaba la campana de vuelta en el +ocaso abierto, camino de la gloria!... Volví por las tapias, solo y +mustio, entré en la casa por la puerta del corral, y, huyendo de los +hombres, me fuí á la cuadra y me senté á llorar con Platero.<a name="page_094" id="page_094"></a></p> + +<h2><a name="XLIII" id="XLIII"></a>XLIII<br /><br /> +EL OTOÑO</h2> + +<p class="nind">Y<small>A</small> el sol, Platero, empieza á sentir pereza de salir de sus sábanas, y +los labradores madrugan más que él. Es verdad que está desnudo y que +hace fresco.</p> + +<p>¡Cómo sopla el Norte! Mira, por el suelo, las ramitas caídas; es el +viento tan agudo, tan derecho, que están todas paralelas, apuntadas al +Sur.</p> + +<p>El arado va, como una tosca arma de guerra, á la labor alegre de la paz, +Platero; y en la ancha senda húmeda, los árboles amarillos, seguros de<a name="page_095" id="page_095"></a> +verdecer, alumbran, á un lado y otro, vivamente, como suaves hogueras de +oro claro, nuestro rápido caminar.<a name="page_096" id="page_096"></a></p> + +<h2><a name="XLIV" id="XLIV"></a>XLIV<br /><br /> +SARITO</h2> + +<p class="nind">P<small>ARA</small> la vendimia, estando yo una tarde roja en la viña del arroyo, las +mujeres me dijeron que un negrito preguntaba por mí.</p> + +<p>Iba yo hacia la era, cuando él venía ya vereda abajo:</p> + +<p>—¡Sarito!</p> + +<p>Era Sarito, el criado de Rosalina, mi novia portorriqueña. Se había +escapado de Sevilla para torear por los pueblos, y venía de Niebla, +andando, el capote, dos veces grana, al hombro, con hambre y sin dinero.</p> + +<p>Los vendimiadores lo miraban de reojo, en un mal disimulado desprecio; +las mujeres, más por los hombres que por ellas, lo evitaban. Antes, al +pasar por el lagar, se había peleado ya con un muchacho que le había +partido una oreja de un mordisco.<a name="page_097" id="page_097"></a></p> + +<p>Yo le sonreía y le hablaba afable. Sarito, no atreviéndose á acariciarme +á mí mismo, acariciaba á Platero, que andaba por allí comiendo uva, y me +miraba, en tanto, noblemente...<a name="page_098" id="page_098"></a></p> + +<h2><a name="XLV" id="XLV"></a>XLV<br /><br /> +TARDE DE OCTUBRE</h2> + +<p class="nind">H<small>AN</small> pasado las vacaciones, y, con las primeras hojas gualdas, los niños +han vuelto al colegio. Soledad. El sol de la casa parece vacío. En la +ilusión suenan gritos lejanos y remotas risas...</p> + +<p>Sobre los rosales, aún con flor, cae la tarde, lentamente. Las lumbres +del ocaso prenden las últimas rosas, y el jardín, alzando como una llama +de<a name="page_099" id="page_099"></a> fragancia hacia el incendio del Poniente, huele todo á rosas +quemadas. Silencio.</p> + +<p>Platero, aburrido como yo, no sabe qué hacer. Poco á poco se viene á mí, +duda un poco, y, al fin, confiado, se entra conmigo por la casa...<a name="page_100" id="page_100"></a></p> + +<h2><a name="XLVI" id="XLVI"></a>XLVI<br /><br /> +EL LORO</h2> + +<p class="nind">E<small>STÁBAMOS</small> jugando con Platero y con el loro, en el huerto de mi amigo, +el médico francés, cuando una mujer joven, desordenada y ansiosa, llegó, +cuesta abajo, hasta nosotros. Antes de llegar, avanzando el negro mirar +angustiado hasta mí, me había suplicado:</p> + +<p>—Señorito: ¿está ahí ese médico?</p> + +<p>Tras ella venían ya unos chiquillos astrosos, que, á cada instante, +jadeando, miraban camino arriba; al fin, varios hombres que traían á +otro, lívido y decaído. Era un cazador furtivo de esos que cazan venados +en el coto de Doñana. La escopeta, una absurda escopeta<a name="page_101" id="page_101"></a> vieja amarrada +con tomiza, se le había reventado, y el cazador traía el tiro en un +brazo.</p> + +<p>Mi amigo se llegó, cariñoso, al herido, le levantó unos míseros trapos +que le habían puesto, le lavó la sangre y le fué tocando huesos y +músculos. De vez en cuando me miraba y me decía:</p> + +<p>—<i>Ce n'est rien</i>...</p> + +<p>La tarde caía. Llegaba de Huelva un olor á marisma, á brea, á pescado... +Los naranjos redondeaban, sobre el poniente rosa, sus terciopelos de +esmeralda. En una lila, lila y verde, el loro, verde y rojo, iba y +venía, curioseándonos con sus ojitos redondos.</p> + +<p>Al pobre cazador se le llenaban de sol las lágrimas saltadas; á veces, +dejaba oir un ahogado grito. Y el loro:</p> + +<p>—<i>Ce n'est rien</i>...</p> + +<p>Mi amigo ponía al herido algodones y vendas...</p> + +<p>El pobre hombre:</p> + +<p>-¡Ay!</p> + +<p>Y el loro, entre las lilas:</p> + +<p>—<i>Ce n'est rien... Ce n'est rien.<a name="page_102" id="page_102"></a></i></p> + +<h2><a name="XLVII" id="XLVII"></a>XLVII<br /><br /> +ANOCHECER</h2> + +<p class="nind">E<small>N</small> el recogimiento pacífico y rendido de los crepúsculos del pueblo, +¡qué poesía cobra la adivinación de lo lejano, el confuso recuerdo de lo +apenas conocido! Es un encanto contagioso que retiene todo el pueblo +como enclavado en la cruz de un triste y largo pensamiento.</p> + +<p>Hay un olor al nutrido grano limpio que, bajo las frescas estrellas, +amontona en las eras sus vagas colinas amarillentas. Los trabajadores +canturrean por lo bajo, en un soñoliento cansancio. Sentadas en los +zaguanes,<a name="page_103" id="page_103"></a> las viudas piensan en los muertos, que duermen tan cerca, +detrás de los corrales. Los niños corren, de una sombra á otra, como de +un árbol á otro los pájaros...</p> + +<p>Acaso, entre la luz umbrosa que perdura en las fachadas de cal de las +casas humildes, pasan vagas siluetas terrosas, calladas, dolientes—un +mendigo nuevo, un portugués que va hacia las rozas, un ladrón acaso—, +que contrastan, en su obscura apariencia medrosa, con la mansedumbre que +el crepúsculo malva, lento y místico, pone en las cosas conocidas... Los +niños se alejan, y en el misterio de las puertas sin luz, se hablan de +unos hombres que "sacan el unto para curar á la hija del rey, que está +hética..."</p> + +<p><a name="page_104" id="page_104"></a></p> + +<h2><a name="XLVIII" id="XLVIII"></a>XLVIII<br /><br /> +EL ROCÍO</h2> + +<p class="nind">P<small>LATERO</small>—le dije á mi burrillo—; vamos á esperar las Carretas. Traen el +rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del pinar de las Animas, +la frescura de las Madres y de los dos Frenos, el olor de la Rocina...</p> + +<p>Me lo llevé, guapo y lujoso, á que piropeara á las muchachas, por la +calle de la Fuente, en cuyos aleros de cal se moría, en una alta cinta +rosa, el vacilante sol de la tarde. Luego nos pusimos en el vallado de +los Hornos, desde donde se ve todo el camino de los Llanos.</p> + +<p>Venían ya, cuesta arriba, las Carretas. La suave llovizna de todos los +Rocíos caía sobre las viñas verdes, de una pasajera nube malva. Pero la +gente no levantaba siquiera los ojos al agua.</p> + +<p>Pasaron, primero, en burros, muías y caballos ataviados á la moruna, las +alegres parejas de novios, ellos<a name="page_105" id="page_105"></a> alegres, valientes ellas. El rico y +vivo tropel iba, volvía, se alcanzaba incesantemente en una locura sin +sentido. Seguía luego el carro de los borrachos, estrepitoso, agrio y +trastornado; detrás, las carretas, como lechos, colgadas de blanco, con +las muchachas, morenas y floridas, sentadas bajo el dosel, repicando +panderetas y chillando sevillanas. Más caballos, más burros... Y el +mayordomo—¡Viva la Virgen del Rocío! Vivaaaaa...!—cano, seco y rojo, +con el sombrero ancho á la espalda y la vara de oro descansada en el +estribo. Al fin, mansamente tirado por dos grandes bueyes píos, que +parecían obispos con sus frontales de colorines y espejos, el Sin +Pecado, malva y de plata en su carro blanco, todo en flor, como un +cargado jardín mustio.</p> + +<p>Se oía ya la música, ahogada entre el campaneo, los cohetes, el duro +herir de los cascos herrados en las piedras...</p> + +<p>Platero, entonces, dobló sus manos, y, como una mujer, se arrodilló, +blando, humilde y consentido.<a name="page_106" id="page_106"></a></p> + +<h2><a name="XLIX" id="XLIX"></a>XLIX<br /><br /> +LOS GORRIONES</h2> + +<p class="nind">L<small>A</small> mañana de Santiago está nublada de blanco y gris, como guardada en +algodón. Todos se han ido á misa. Nos hemos quedado en el jardín los +gorriones, Platero y yo.</p> + +<p>¡Los gorriones! Bajo las redondas nubes, que, á veces, llueven unas +gotas finas, ¡cómo entran y salen en la enredadera, cómo chillan, cómo +se cogen de los picos! Este cae sobre una rama, se va y la deja +temblando; el otro bebe en un charquito del brocal del pozo, que tiene +en sí un pedazo de cielo; aquél ha saltado al tejadillo lleno de flores +casi secas, que el día pardo aviva.</p> + +<p>¡Benditos pájaros, sin fiesta fija! Con la libre monotonía de lo nativo, +de lo verdadero, nada, á no ser una dicha vaga, les dicen á ellos las +campanas.<a name="page_107" id="page_107"></a> Contentos, sin fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos +avernos que extasían ó que amedrentan á los pobres hombres esclavos, sin +más moral que la suya, son mis hermanos, mis dulces hermanos.</p> + +<p>Viajan sin dinero y sin maletas; mudan de casa cuando se les antoja; +presumen un arroyo, presienten una fronda, y sólo tienen que abrir sus +alas para conseguir la felicidad; no saben de lunes ni de sábados; se +bañan en todas partes, á cada momento; aman el amor sin nombre, la amada +universal.</p> + +<p>Y cuando las gentes, ¡las pobres gentes!, se van á misa, los domingos, +ellos, en un alegre ejemplo, se vienen de pronto, con su algarabía +fresca y jovial, al jardín de las casas cerradas, en las que algún +poeta, que ya conocen bien, y algún burrillo tierno, los contemplan +fraternales.<a name="page_108" id="page_108"></a></p> + +<h2><a name="L" id="L"></a>L<br /><br /> +IDILIO DE NOVIEMBRE</h2> + +<p class="nind">C<small>UANDO</small>, anochecido, vuelve Platero del campo, con su blanda carga de +ramas de pino para el horno, casi desaparece bajo la amplia verdura +rendida. Su paso es menudo, fino, juguetón... Parece que no anda. En +punta las orejas, se diría un caracol debajo de su casa.<a name="page_109" id="page_109"></a></p> + +<p>Las ramas verdes, ramas que, erguidas, tuvieron en ellas el sol, los +chamarices, el viento, la luna, los cuervos—¡qué horror! ¡ahí han +estado, Platero!—, se caen, pobres, hasta el polvo blanco de las sendas +secas del crepúsculo.</p> + +<p>Una fría dulzura malva lo nimba todo. Y en el campo, que va ya á +Diciembre, la tierna humildad del burro, cargado empieza á parecer +divina...</p> + +<p><a name="page_110" id="page_110"></a></p> + +<h2><a name="LI" id="LI"></a>LI<br /><br /> +EL CANARIO SE MUERE</h2> + +<p class="nind">M<small>IRA</small>, Platero; el canario de los niños ha amanecido hoy muerto en su +jaula de plata. Es verdad que el pobre estaba ya muy viejo... El +invierno, tú te acuerdas bien, lo pasó silencioso, con la cabeza, +escondida en el plumón. Y al entrar esta primavera, cuando el sol hacía +jardín la estancia abierta y abrían las mejores rosas del patio, él +quiso también engalanar la vida nueva, y cantó; pero su voz era +quebradiza y asmática, como la voz de una flauta cascada.</p> + +<p>El mayor de los niños, que lo cuidaba, viéndolo yerto en el fondo de <a name="page_111" id="page_111"></a>la +jaula, se ha apresurado, lloroso, á decir:</p> + +<p>—¡Pues no le ha faltado nada; ni comida, ni agua!</p> + +<p>No. No le ha faltado nada, Platero. Se ha muerto porque sí—diría +Campoamor, otro canario viejo...</p> + +<p>Platero, ¿habrá un paraíso de los pájaros? ¿Habrá un vergel verde sobre +el cielo azul, todo en flor de rosales áureos, con almas de pájaros +blancos, rosas, celestes, amarillos?</p> + +<p>Oye; á la noche, los niños, tú y yo bajaremos el pájaro muerto al +jardín. La luna está ahora llena, y á su pálida plata, el pobre cantor, +en la mano cándida de Blanca, parecerá el pétalo mustio de un lirio +amarillento. Y lo enterraremos debajo del rosal grande.</p> + +<p>Esta misma primavera, Platero, hemos de ver al pájaro salir del corazón +de una rosa blanca. El aire fragante se pondrá canoro, y habrá por el +sol de Abril un errar encantado de alas invisibles y un reguero secreto +de trinos claros de oro puro.<a name="page_112" id="page_112"></a></p> + +<h2><a name="LII" id="LII"></a>LII<br /><br /> +LOS FUEGOS</h2> + +<p class="nind">P<small>ARA</small> Septiembre, en las noches de velada, nos poníamos en el cabezo que +hay detrás de la casa del huerto, á sentir el pueblo en fiesta desde +aquella paz fragante que emanaban los nardos de la alberca.</p> + +<p>Ya tarde, ardían los fuegos. Primero eran sordos estampidos enanos; +luego, cohetes sin cola, que se abrían arriba, en un suspiro, cual un +ojo estrellado que viese, un instante, rojo, morado, azul, el campo; y +otros cuyo esplendor caía como una doncellez desnuda que se doblara de +espaldas, como un sauce de sangre que gotease flores de luz. ¡Oh, qué +pavos reales encendidos, qué macizos aéreos de claras<a name="page_113" id="page_113"></a> rosas, qué +faisanes de fuego por jardines de estrellas!</p> + +<p>Platero, cada vez que sonaba un estampido, se estremecía, azul, morado, +rojo, en el súbito iluminarse del espacio, y en la claridad vacilante yo +veía sus grandes ojos negros que me miraban asustados.</p> + +<p>Cuando, como remate, entre el lejano vocerío del pueblo, subía al cielo +la áurea corona giradora del castillo, Platero huía entre las cepas, +como alma que lleva el diablo, rebuznando enloquecido, hacia los +tranquilos pinos en sombra.<a name="page_114" id="page_114"></a></p> + +<h2><a name="LIII" id="LIII"></a>LIII<br /><br /> +EL RACIMO OLVIDADO</h2> + +<p class="nind">D<small>ESPUÉS</small> de las largas lluvias de Octubre, en el oro celeste del día +abierto, nos fuimos todos á las viñas. Platero llevaba la merienda y los +sombreros de los niños en un cobujón<a name="page_115" id="page_115"></a> del seroncillo, y en el otro, de +contrapeso, tierna, blanca y rosa, como una flor de albérchigo, á +Blanca..</p> + +<p>¡Qué encanto el del campo renovado! Iban los arroyos rebosantes, estaban +blandamente aradas las tierras, y en los chopos marginales, festoneados +todavía de amarillo, se veían ya los pájaros, negros.</p> + +<p>De pronto, los niños, uno tras otro, corrieron, gritando:</p> + +<p>—¡Un racimo! ¡Un racimo!</p> + +<p>En una cepa vieja, cuyos largos sarmientos enredados mostraban aún +algunas renegridas y rojizas hojas secas, encendía el picante sol un +claro y sano racimo de ámbar. ¡Todos lo querían! Victoria, que lo cogió, +lo defendía á su espalda. Entonces yo se lo pedí, y ella, con esa dulce +obediencia voluntaria que presta al hombre la niña que va para mujer, me +lo cedió de buen grado.</p> + +<p>Tenía el racimo cinco grandes uvas. Le di una á Victoria, una á Blanca, +una á Lola, una á Pepe, y la última, entre las risas y las palmas de +todos, á Platero, que la cogió, brusco, con sus dientes enormes.<a name="page_116" id="page_116"></a></p> + +<h2><a name="LIV" id="LIV"></a>LIV<br /><br /> +NOCHE PURA</h2> + +<p class="nind">L<small>AS</small> almenadas azoteas blancas se cortan secamente sobre el alegre cielo +azul, gélido y estrellado. El Norte silencioso acaricia, vivo, con su +pura agudeza.</p> + +<p>Todos creen que tienen frío y se esconden en las casas, y las cierran. +Nosotros, Platero, vamos á ir despacio, tú con tu lana y con mi manta, +yo con mi alma, por el limpio pueblo solitario.<a name="page_117" id="page_117"></a></p> + +<p>¡Qué fuerza de adentro me eleva, cual si fuese yo una torre de piedra +tosca con remate de plata! ¡Mira cuánta estrella! De tantas como son, +marean. Se diría que el cielo le está rezando á la tierra un encendido +rosario de amor ideal.</p> + +<p>¡Platero, Platero! Diera yo toda mi vida y anhelara que tú quisieras dar +la tuya, por la pureza de esta alta noche de Enero, sola, clara y dura!<a name="page_118" id="page_118"></a></p> + +<h2><a name="LV" id="LV"></a>LV<br /><br /> +EL ALBA</h2> + +<p class="nind">E<small>N</small> las lentas madrugadas de invierno, cuando los gallos alertas ven las +primeras rosas del alba y las saludan, galantes, Platero, harto de +dormir,<a name="page_119" id="page_119"></a> rebuzna largamente. ¡Cuan dulce su lejano despertar, en la luz +celeste que entra por las rendijas de la alcoba! Yo, deseoso también del +día, pienso en el sol desde mi lecho mullido.</p> + +<p>Y pienso en lo que habría sido del pobre Platero si en vez de caer en +mis manos de poeta hubiese caído en las de uno de esos carboneros que +van, todavía de noche, por la dura escarcha de los caminos solitarios, á +robar los pinos de los montes, ó en las de uno de esos gitanos astrosos +que pintan los burros y les dan arsénico y les ponen alfileres en las +orejas para qué no se les caigan.</p> + +<p>Platero rebuzna de nuevo. ¿Sabrá que pienso en él? ¿Qué me importa? En +la ternura del amanecer, su recuerdo me es grato como el alba. Y, +gracias á Dios, él tiene una cuadra tibia y blanda como una cuna, amable +como mi pensamiento.<a name="page_120" id="page_120"></a></p> + +<h2><a name="LVI" id="LVI"></a>LVI<br /><br /> +NAVIDAD</h2> + +<p class="nind">L<small>A</small> candela en el campo!... Es tarde de Nochebuena, y un sol opaco y +débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de +todo azul. De pronto, es un estridente crujido de ramas verdes que +empiezan á arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la +llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de lenguas +momentáneas.</p> + +<p>¡Oh, la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas, +azules, se pierden no sé donde, subiendo á un secreto cielo bajo; ¡y +dejan un olor de ascua en el frió! ¡Campo, tibio ahora, de Diciembre! +¡Invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices!<a name="page_121" id="page_121"></a></p> + +<p>Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, á través del aire caliente, +tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños del +casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela, +pobres y tristes, á calentarse las manos arrecidas, y echan en las +brasas bellotas y castañas, que saltan, en un tiro.</p> + +<p>Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego, que ya la noche va +enrojeciendo, y cantan:</p> + +<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia"> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">...Camina,: María,</span></td></tr> +<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">camina, José...</span></td></tr> +</table> +<p>Yo les traigo á Platero, para que juegue con ellos.</p> + +<p><a name="page_122" id="page_122"></a></p> + +<h2><a name="LVII" id="LVII"></a>LVII<br /><br /> +EL INVIERNO</h2> + +<p class="nind">D<small>IOS</small> está en su palacio de cristal. Quiero decir que llueve, Platero. +Llueve. Y las últimas flores que el otoño dejó obstinadamente prendidas +á sus ramas exangües, se cargan de diamantes. En cada diamante, un +cielo, un palacio de cristal, un Dios. Mira, esta rosa; tiene dentro +otra rosa de agua; y al sacudirla, ¿ves?, se le cae la nueva flor +brillante, como su alma, y se queda mustia y triste, igual que la mía.<a name="page_123" id="page_123"></a></p> + +<p>El agua debe ser tan alegre como el sol. Mira, si no, cuál corren +felices, los niños, bajo ella, recios y colorados, con las piernas al +aire. Ve cómo los gorriones se entran todos, en bullanguero bando +súbito, en la hiedra, en la escuela, Platero, como dice Darbón, tu +médico.</p> + +<p>Llueve. Hoy no vamos al campo. Es día de contemplaciones. Mira cómo +corren las canales del tejado. Mira cómo se limpian las hojas verdes, +cómo torna á navegar por la cuneta el barquillo de los niños, parado +ayer entre la hierba. Mira ahora, en este sol instantáneo y débil, cuan +bello el arco iris que sale de la iglesia y muere, en una vaga +irisación, á nuestro lado.<a name="page_124" id="page_124"></a></p> + +<h2><a name="LVIII" id="LVIII"></a>LVIII<br /><br /> +IDILIO DE ABRIL</h2> + +<p class="nind">L<small>OS</small> niños han ido con Platero al arroyo de los chopos, y ahora lo traen +trotando, entre juegos y risas, todo cargado de flores amarillas. Allá<a name="page_125" id="page_125"></a> +abajo les ha llovido—aquella nube fugaz que veló el campo verde con sus +hilos de oro y plata—. Y sobre la empapada lana del asnucho las mojadas +campanillas gotean todavía.</p> + +<p>¡Idilio fresco, alegre, sentimental! ¡Hasta el rebuzno de Platero se +hace tierno bajo la dulce carga llovida! De cuando en cuando, vuelve la +cabeza y arranca las flores á que su boca alcanza. Las campanillas, +níveas y gualdas, le cuelgan, un momento, entre el blanco babear verdoso +y luego se le van á la barrigota cinchada. ¡Quién, como tú, Platero, +pudiera comer flores,... y que no le hicieran daño!</p> + +<p>¡Tarde equívoca de Abril!... Los ojos brillantes y vivos de Platero +copian todo el paisaje de sol y de lluvia. En ocaso, sobre el campo de +San Juan, se ve llover, deshilachada, otra nube rosa...<a name="page_126" id="page_126"></a></p> + +<h2><a name="LIX" id="LIX"></a>LIX<br /><br /> +LIBERTAD</h2> + +<p class="nind">L<small>LAMÓ</small> mi atención, perdida por las flores de la vereda, un encendido +pajarillo que, sobre el húmedo prado verde, abría sin cesar su preso +vuelo policromo. Nos acercamos despacio, yo delante, Platero detrás. +Había por allí un bebedero sombrío, y unos muchachos traidores le tenían +puesta una red á los pájaros. El triste reclamillo se levantaba hasta su +pena, llamando, sin querer, a sus hermanos del cielo.</p> + +<p>La mañana era clara, pura, traspasada de azul. Caía del pinar vecino un +leve concierto de trinos exaltados,<a name="page_127" id="page_127"></a> que venía y se alejaba, sin irse, +en el manso y áureo viento playero que ondulaba las copas. ¡Pobre +concierto inocente, tan cerca del mal corazón!</p> + +<p>Monté en Platero, y, obligándolo con las piernas, subimos, en un agudo +trote, al pinar. En llegando bajo la umbría cúpula frondosa, batí +palmas, canté, grité. Platero, contagiado, rebuznaba una vez y otra, +rudamente. Y los ecos respondían, secos y sonoros, como en el fondo de +un gran pozo. Los pájaros se fueron á otro pinar, cantando.</p> + +<p>Platero, entre las lejanas maldiciones de los chiquillos violentos, +rozaba su cabezota peluda, contra mi corazón, dándome las gracias hasta +lastimarme el pecho.<a name="page_128" id="page_128"></a></p> + +<h2><a name="LX" id="LX"></a>LX<br /><br /> +LA MUERTE</h2> + +<p class="nind">E<small>NCONTRÉ</small> á Platero echado en su cama de paja, blandos los ojos y +tristes. Fuí á él, lo acaricié, hablándole, y quise que se levantara...</p> + +<p>El pobre se removió todo bruscamente, y dejó una mano arrodillada... No +podía... Entonces le tendí su mano en el suelo, lo acaricié de nuevo con +ternura, y mandé venir á su médico. El viejo Barbón, así que lo hubo +visto, sumió la enorme boca desdentada hasta la nuca y meció sobre el +pecho la cabeza congestionada, igual que un péndulo.</p> + +<p><a name="page_129" id="page_129"></a>—Nada bueno, ¿eh?</p> + +<p>No sé qué contestó.-. Que el infeliz seiba... Nada... Que un dolor... +Que no sé qué raíz mala... La tierra, entre la hierba...</p> + +<p>A mediodía, Platero estaba muerto. La barriguilla de algodón se le había +hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban +al cielo. Parecía su pelo rizoso ese pelo de estopa apelillada de las +muñecas viejas, que se cae, al pasarle la mano, en una polvorienta +tristeza...</p> + +<p>Por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo +de sol de la ventanilla, revolaba una bella mariposa de tres colores...<a name="page_130" id="page_130"></a></p> + +<h2><a name="LXI" id="LXI"></a>LXI<br /><br /> +NOSTALGIA</h2> + +<p class="nind">P<small>LATERO</small>, tú nos ves, ¿verdad?</p> + +<p>¿Verdad que ves cómo se ríe en paz, clara y fría, el agua de la noria el +huerto; cuál vuelan, en la luz última, las afanosas abejas, en torno del +romero verde y malva, rosa y oro por el sol que aún enciende la colina?</p> + +<p>Platero, tú nos ves, ¿verdad?</p> + +<p>¿Verdad que ves pasar por la cuesta roja de la Fuente Vieja los +borriquillos de las lavanderas, cansados, cojos, tristes en la inmensa +pureza<a name="page_131" id="page_131"></a> que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor?</p> + +<p>Platero, tú nos ves, ¿verdad?</p> + +<p>¿Verdad que ves á los niños corriendo, arrebatados, entre las jaras, que +tienen posadas en sus ramas sus propias flores, liviano enjambre de +vagas mariposas blancas, goteadas de carmín?</p> + +<p>Platero, tú nos ves, ¿verdad?</p> + +<p>Platero, ¿verdad que tú nos ves? Sí, tú me ves. Y yo oigo en el poniente +despejado, endulzando todo el valle de las viñas, tu tierno rebuzno +lastimero...<a name="page_132" id="page_132"></a></p> + +<h2><a name="LXII" id="LXII"></a>LXII<br /><br /> +EL BORRIQUETE</h2> + +<p class="nind">P<small>USE</small> en el borriquete de madera la silla, el bocado y el ronzal del +pobre Platero, y lo llevé todo al granero grande, al rincón en donde +están las cunas olvidadas de los niños. El granero es ancho, silencioso, +soleado. Desde él se ve todo el campo moguereño: el Molino de viento, +rojo, á la izquierda; enfrente, embozado en pinos, Montemayor, con su +ermita blanca; tras de la iglesia, el recóndito huerto de la Pina; en el +Poniente, el mar, alto y brillante en las mareas del estío.</p> + +<p>Por las vacaciones, los niños se van á jugar al granero. Hacen coches, +con<a name="page_133" id="page_133"></a> interminables tiros de sillas caídas; hacen teatros, con periódicos +pintados de almagra, iglesias, colegios...</p> + +<p>A veces, se suben en el borriquete sin alma, y con un jaleo inquieto y +raudo de pies y manos, trotan por el prado de sus sueños:</p> + +<p>—¡Arre, Platero! ¡Arre, Platero!<a name="page_134" id="page_134"></a></p> + +<h2><a name="LXIII" id="LXIII"></a>LXIII<br /><br /> +MELANCOLÍA</h2> + +<p class="nind">E<small>STA</small> tarde he ido con los niños á visitar la sepultura de Platero, que +está en el huerto de la Pina, al pie del pino paternal. En torno, Abril +había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos.</p> + +<p>Cantaban los chamarices allá arriba, en la cúpula verde, toda pintada de +cenit azul, y su trino menudo, florido y reidor, se iba en el aire de +oro de la tarde tibia, como un claro sueño de amor nuevo.</p> + +<p>Los niños, así que iban llegando, dejaban de gritar. Quietos y serios, +sus ojos brillantes en mis ojos, me<a name="page_135" id="page_135"></a> llenaban de preguntas ansiosas.</p> + +<p>—¡Platero amigo!—le dije yo á la tierra—; si, como pienso, estás +ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo á los ángeles +adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te acuerdas +aún de mi?</p> + +<p>Y, cual contestando mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no +había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio á +lirio...</p> + +<p><a name="page_136" id="page_136"></a></p> + +<p> </p> +<p> </p> + +<p class="nind">MOGUER, 1907.</p> + +<h2><a name="A_PLATERO" id="A_PLATERO"></a>A<br /><br /> +PLATERO<br /><br /> +EN EL CIELO DE MOGUER.</h2> + +<p><a name="page_137" id="page_137"></a></p> + +<p><a name="page_138" id="page_138"></a></p> + +<p><i>Dulce Platero trotón, burrillo mío, que llevaste mi alma tantas +veces—¡sólo mi alma!—por aquellos hondos caminos de nopales, de malvas +y de madreselvas; á ti este libro que habla de ti, ahora que puedes +entenderlo.</i></p> + +<p><i>Va á tu alma, que ya pace en el Paraíso, por el alma de aquellos +paisajes moguereños, qué también habrá subido al cielo con la tuya; +lleva montada en su lomo de papel á la mía, que, caminando entre zarzas +en flor á su ascensión, se hace más buena, más pacífica, más pura cada +día.</i></p> + +<p><i>Sí. Yo sé que, á la caída de la tarde, cuando, entre las oropéndolas y +los azahares, llego, lento y pensativo, por el naranjal solitario, al +pino que arrulla tu muerte, tú, Platero, feliz en tu prado de rosas +eternas, me verás detenerme ante los lirios amarillos que ha brotado tu +descompuesto corazón.<a name="page_139" id="page_139"></a></i></p> + +<p> </p> +<p> </p> + +<p class="c">FIN</p> + +<p><a name="page_140" id="page_140"></a></p> + +<p><a name="page_141" id="page_141"></a></p> + +<p> </p> +<p> </p> + +<h2><a name="INDICE" id="INDICE"></a>ÍNDICE</h2> + +<table border="0" cellpadding="2" cellspacing="0" summary=""> + +<tr><td colspan="2" align="left"><a href="#ADVERTENCIA_A_LOS_HOMBRES">Advertencia a los hombres que lean este libro para niños</a></td></tr> + +<tr><td colspan="2" align="left"><a href="#MEMORIA">Dedicatoria</a></td></tr> + +<tr><td colspan="2" align="center">LA ELEGÍA</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#I">I</a>.</td><td>—Platero</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#II">II</a>.</td><td>—Paisaje grana</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#III">III</a>.</td><td>—Alegría</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#IV">IV</a>.</td><td>—Mariposas blancas</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#V">V</a>.</td><td>—La Primavera</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#VI">VI</a>.</td><td>—<i>¡Angelus!</i></td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#VII">VII</a>.</td><td>—El loco</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#VIII">VIII</a>.</td><td>—La flor del camino</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#IX">IX</a>.</td><td>—Ronsard</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#X">X</a>.</td><td>—La luna</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XI">XI</a>.</td><td>—El canario vuela</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XII">XII</a>.</td><td>—Susto</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XIII">XIII</a>.</td><td>—La púa</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XIV">XIV</a>.</td><td>—Juegos del anochecer</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XV">XV</a>.</td><td>—Amistad</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XVI">XVI</a>.</td><td>—La novia</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XVII">XVII</a>.</td><td>—Escalofrío</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XVIII">XVIII</a>.</td><td>—Ella y nosotros</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XIX">XIX</a>.</td><td>—La coz</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XX">XX</a>.</td><td>—Asnografía</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXI">XXI</a>.</td><td>—El Verano</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXII">XXII</a>.</td><td>—Darbón</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXIII">XXIII</a>.</td><td>—La arrulladora</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXIV">XXIV</a>.</td><td>—El <i>canto</i> del grillo</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXV">XXV</a>.</td><td>—Corpus</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXVI">XXVI</a>.</td><td>—La cuadra</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXVII">XXVII</a>.</td><td>—El perro sarnoso</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXVIII">XXVIII</a>.</td><td>—Tormenta</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXIX">XXIX</a>.</td><td>—Pasan los patos</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXX">XXX</a>.</td><td>—Ultima siesta</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXXI">XXXI</a>.</td><td>—La tísica</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXXII">XXXII</a>.</td><td>—Paseo</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXXIII">XXXIII</a>.</td><td>—Carnaval</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXXIV">XXXIV</a>.</td><td>—El pozo</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXXV">XXXV</a>.</td><td>—Nocturno</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXXVI">XXXVI</a>.</td><td>—El niño tonto</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXXVII">XXXVII</a>.</td><td>—Domingo</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXXVIII">XXXVIII</a>.</td><td>—La carretilla</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XXXIX">XXXIX</a>.</td><td>—Retorno</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XL">XL</a>.</td><td>—El pastor</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XLI">XLI</a>.</td><td>—Convalecencia</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XLII">XLII</a>.</td><td>—La niña chica</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XLIII">XLIII</a>.</td><td>—El Otoño</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XLIV">XLIV</a>.</td><td>—Sarito</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XLV">XLV</a>.</td><td>—Tarde de octubre</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XLVI">XLVI</a>.</td><td>—El loro</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XLVII">XLVII</a>.</td><td>—Anochecer</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XLVIII">XLVIII</a>.</td><td>—El Rocío</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#XLIX">XLIX</a>.</td><td>—Gorriones</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#L">L</a>.</td><td>—Idilio de noviembre</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LI">LI</a>.</td><td>—El canario se muere</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LII">LII</a>.</td><td>—Los fuegos</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LIII">LIII</a>.</td><td>—El racimo olvidado</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LIV">LIV</a>.</td><td>—Noche pura</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LV">LV</a>.</td><td>—El alba</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LVI">LVI</a>.</td><td>—Navidad</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LVII">LVII</a>.</td><td>—El Invierno</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LVIII">LVIII</a>.</td><td>—Idilio de abril</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LIX">LIX</a>.</td><td>—Libertad</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LX">LX</a>.</td><td>—La muerte</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LXI">LXI</a>.</td><td>—Nostalgia</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LXII">LXII</a>.</td><td>—El borriquete</td></tr> + +<tr><td align="right"><a href="#LXIII">LXIII</a>.</td><td>—Melancolía</td></tr> + +<tr><td colspan="2" align="left"><a href="#A_PLATERO"><i>A Platero, en el cielo de Moguer</i></a></td></tr> + +<tr><td colspan="2" align="left"><i>Índice</i></td></tr> +</table> + +<hr class="full" /> + + + + + + + +<pre> + + + + + +End of the Project Gutenberg EBook of Platero y yo, by Juan Ramón Jiménez + +*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PLATERO Y YO *** + +***** This file should be named 39209-h.htm or 39209-h.zip ***** +This and all associated files of various formats will be found in: + http://www.gutenberg.org/3/9/2/0/39209/ + +Produced by Chuck Greif & Víctor Moné + +Updated editions will replace the previous one--the old editions +will be renamed. + +Creating the works from public domain print editions means that no +one owns a United States copyright in these works, so the Foundation +(and you!) can copy and distribute it in the United States without +permission and without paying copyright royalties. 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