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authorRoger Frank <rfrank@pglaf.org>2025-10-14 20:12:08 -0700
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+The Project Gutenberg EBook of Platero y yo, by Juan Ramón Jiménez
+
+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
+almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
+re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
+with this eBook or online at www.gutenberg.org/license
+
+
+Title: Platero y yo
+
+Author: Juan Ramón Jiménez
+
+Release Date: March 20, 2012 [EBook #39209]
+
+Language: Spanish
+
+Character set encoding: ISO-8859-1
+
+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PLATERO Y YO ***
+
+
+
+
+Produced by Chuck Greif & Víctor Moné
+
+
+
+
+
+
+
+Juan Ramón Jiménez
+
+PLATERO Y YO
+
+Elegía andaluza
+
+Esta edición reproduce el texto
+de la primera, publicada en 1914.
+
+
+ADVERTENCIA Á LOS HOMBRES
+
+QUE LEAN ESTE LIBRO PARA NIÑOS
+
+
+Este breve libro, en donde la alegría y la pena
+son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba
+escrito para... ¡qué sé yo para quién!... para
+quien escribimos los poetas líricos... Ahora que
+va á los niños, no le quito ni le pongo una coma.
+¡Qué bien!
+
+«Dondequiera que haya niños--dice Nóvalis--, existe
+una edad de oro.» Pues por esa edad de oro,
+que es como una isla espiritual caída del cielo,
+anda el corazón del poeta, y se encuentra allí tan
+á su gusto, que su mejor deseo sería no tener
+que abandonarla nunca.
+
+¡Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de
+oro de los niños; siempre te halle yo en mi vida,
+mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta
+y, á veces, sin sentido, igual que el trino de la
+alondra en el sol blanco del amanecer!
+
+EL POETA
+
+MADRID, 1914
+
+
+Á LA MEMORIA DE AGUEDILLA,
+
+LA POBRE LOCA DE LA CALLE DEL SOL,
+
+QUE ME MANDABA MORAS Y CLAVELES
+
+
+
+
+LA ELEGÍA
+
+
+
+
+I
+
+PLATERO
+
+
+PLATERO es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que
+se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de
+azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
+
+Lo
+dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas
+apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo
+dulcemente: "¿Platero?", y viene á mí con un trotecillo alegre que
+parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
+
+Come cuanto le doy.
+Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar,
+los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
+
+Es tierno y
+mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco como de
+piedra. Cuando paso, sobre él, los domingos, por las últimas callejas
+del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se
+quedan mirándolo:
+
+--Tiene acero...
+
+Tiene acero. Acero y plata de luna, al
+mismo tiempo.
+
+
+
+
+II
+
+PAISAJE GRANA
+
+
+La cumbre. Ahí
+está el ocaso,
+todo empurpurado,
+herido por sus propios
+cristales, que le
+hacen sangre por
+doquiera. A su esplendor,
+el pinar
+verde se agria, vagamente
+enrojecido;
+y las hierbas y las
+florecillas, encendidas
+y transparentes,
+embalsaman el instante
+sereno de una
+esencia mojada, penetrante y luminosa.
+
+Yo me quedo extasiado en el crepúsculo.
+Platero, granas de ocaso
+sus ojos negros, se va, manso, á un
+charco de aguas de carmín, de rosa,
+de violeta; hunde suavemente su boca
+en los espejos, que parece que se hacen
+líquidos al tocarlos él; y hay por su
+enorme garganta como un pasar profuso
+de umbrías aguas de sangre.
+
+El paraje es conocido, pero el momento
+lo trastorna y lo hace extraño,
+ruinoso y monumental. Se dijera, á
+cada instante, que vamos á descubrir
+un palacio abandonado... La tarde se
+prolonga más allá de sí misma, y la
+hora, contagiada de eternidad, es infinita;
+pacífica, insondable...
+
+--Anda, Platero...
+
+
+
+
+III
+
+ALEGRÍA
+
+Platero juega con Diana, la bella
+perra blanca que se parece á la
+luna creciente, con la vieja cabra, gris,
+con los niños...
+
+Salta Diana, ágil y elegante, delante
+del burro, sonando su leve campanilla,
+y hace como que le muerde
+los hocicos. Y Platero, poniendo las
+orejas en punta, cual dos cuernos de
+pita, la embiste blandamente y la hace
+rodar sobre la hierba en flor.
+
+La cabra va al lado de Platero, rozándose
+á sus patas, tirando, con los
+dientes, de la punta de las espadañas
+de la carga. Con una clavellina ó con
+una margarita en la boca, se pone
+frente á él, le topa en el testuz, y
+brinca luego, y bala alegremente, mimosa
+igual que una mujer...
+
+Entre los niños, platero es de juguete.
+¡Con qué paciencia sufre sus
+locuras! ¡Cómo va despacito, deteniéndose,
+haciéndose el tonto, para que
+ellos no se caigan! ¡Cómo los
+asusta, iniciando, de pronto, un trote
+falso!
+
+<tb>
+
+¡Claras tardes del otoño moguereño!
+Cuando el aire puro de Octubre
+afila los límpidos sonidos, sube del
+valle un alborozo idílico de balidos,
+de rebuznos, de risas de niños, de ladridos
+y de campanillas...
+
+
+
+
+IV
+
+MARIPOSAS BLANCAS
+
+
+La noche cae, brumosa ya y morada.
+Vagas claridades malvas
+y verdes perduran tras la torre de la
+iglesia. El camino sube, lleno de sombras,
+de campanillas, de fragancia de
+hierba, de canciones, de cansancio y
+de anhelo. De pronto, un hombre obscuro,
+con una gorra y un pincho, roja
+un instante la cara fea por la luz del
+cigarro, baja á nosotros de una casucha
+miserable, perdida entre sacas de
+carbón. Platero se amedrenta.
+
+--¿Va algo?
+
+--Vea usted... Mariposas blancas...
+
+El hombre quiere clavar su pincho
+de hierro en el seroncillo, y yo lo evito.
+Abro la alforja y él no ve nada.
+Y el alimento ideal pasa, libre y cándido,
+sin pagar su tributo á los Consumos...
+
+
+
+
+V
+
+LA PRIMAVERA
+
+/*[4]
+ ¡Ay, qué relumbres y olores!
+¡Ay, cómo ríen los prados!
+¡Ay, qué alboradas se oyen!
+
+<i>Romance popular.</i>
+*/
+
+
+En mi duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de
+chiquillos. Por fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la
+cama. Entonces, al mirar el campo por la ventana abierta, me doy cuenta
+de que los que alborotan son los pájaros.
+
+Salgo al huerto y doy gracias al Dios del día azul. ¡Libre concierto de
+picos, fresco y sin fin! La golondrina riza, caprichosa, su canto en el
+pozo; silba el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola
+charla en el chaparro; el chamariz, ríe larga y menudamente en la cima
+del eucalipto; y, en el pino grande, los gorriones discuten
+desaforadamente.
+
+¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de
+oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las
+flores, por la casa, en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en
+estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva.
+
+Parece que estuviéramos dentro de un g r a n panal de luz, que fuese el
+interior de una inmensa y, cálida rosa encendida.
+
+
+
+
+VI
+
+<i>¡ANGELUS!</i>
+
+
+Mira, Platero, qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas,
+blancas, sin color... Diríase que el cielo se deshace en rosas. Mira
+cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las, manos... ¿Qué
+haré yo con tantas rosas?
+
+¿Sabes tú, quizás, de dónde es esta blanda flora, que yo no sé de dónde
+es, que enternece, cada día, el paisaje y lo deja dulcemente rosado,
+blanco y celeste--, mas rosas, más rosas--, como un cuadro de Fra
+Angelico, el que pintaba el cielo de rodillas?
+
+De las siete galerías del Paraíso se creyera que tiran rosas á la
+tierra. Cual en una nevada tibia y vagamente colorida, se quedan las
+rosas en la torre, en el tejado, en Jos árboles. Mira: todo lo fuerte se
+hace, con su adorno, delicado. Más rosas, más rosas, más rosas...
+
+Parece, Platero, mientras suena el <i>Angelus</i>, que esta vida nuestra
+pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva,
+más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia,
+suba á las estrellas, que se encienden ya entre las rosas... Más
+rosas.... Tus ojos, que tú no ves, Platero, y que alzas mansamente al
+cielo, son dos bellas rosas.
+
+
+
+
+VII
+
+EL LOCO
+
+
+Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo
+cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero.
+
+Cuando, yendo á las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con
+sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos
+verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás
+de nosotros, chillando largamente:
+
+--¡El loco! ¡El loco! ¡El loco!
+
+...Delante está ya el campo verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un
+incendiado añil, mis ojos--¡tan lejos de mis oídos!--se abren
+noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa
+serenidad armoniosa y divina que vive en el sinfín del horizonte...
+
+Y quedan, allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados
+finamente, entrecortados, jadeantes, aburridos:
+
+--¡El lo...co! ¡El io...co!
+
+
+
+
+VIII
+
+LA FLOR DEL CAMINO
+
+
+Qué pura, Platero, y qué bella es esta flor del camino! Pasan a su lado
+todos los tropeles--los toros, las cabras, los potros, los hombres--, y
+ella, tan tierna y tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su
+vallado triste, sin contaminarse de impureza alguna.
+
+Todos los días, cuando, al empezar la cuesta, tomamos el atajo, tú la
+has visto en su puesto verde. Ya tiene á su lado un pajarillo, que se
+levanta--¿por qué?--al acercarnos; ó está llena, cual una breve copa,
+del agua clara de una nube de verano; ya consiente el robo de una abeja
+ó el voluble adorno de una mariposa.
+
+Esta flor vivirá pocos días, Platero, pero su recuerdo ha de ser eterno.
+Será su vivir como un día de tu primavera, como una primavera de mi
+vida. ¡Ay! ¿Qué le diera yo al otoño, Platero, á cambio de esta flor
+divina, para que ella fuese, diariamente, el ejemplo sencillo de la
+nuestra?
+
+
+
+
+IX
+
+RONSARD
+
+
+Libre ya Platero del cabestro, y paciendo entre las castas margaritas
+del pradecillo, me he echado yo bajo un pino, he sacado de la alforja
+moruna un breve libro y, abriéndolo por una señal, me he puesto á leer
+en alta voz:
+
+/*[4]
+ Comme on voit sur la branche au mois de mai la rose
+ En sa belle jeunesse, en sa première fleur,
+ Rendre le ciel jaloux de...
+*/
+
+Arriba, por las ramas últimas, salta y pía un leve pajarillo, que el sol
+hace, cual toda la verde cima suspirante, de oro. Entre vuelo y gorjeo,
+se oye el partirse de las semillas que el pájaro se está almorzando.
+
+/*[4]
+ ...jaloux de sa vive couleur...
+*/
+
+Una cosa enorme y tibia avanza, de pronto, como una proa viva, sobre mi
+hombro... Es Platero, que, sugestionado, sin duda, por la lira de Orfeo,
+viene á leer conmigo. Leernos:
+
+/*[4]
+ ...vive couleur,
+ Quand l'aube de ses pleurs
+ au point du jour l'a...
+*/
+
+Pero el pajarillo, que debe digerir aprisa, tapa la palabra con una nota
+falsa.
+
+Ronsard se debe haber reído en el infierno...
+
+
+
+
+X
+
+LA LUNA
+
+
+Platero acababa de beberse dos cubos de agua con estrellas en el pozo
+del corral, y volvía á la cuadra, lento y distraído entre los altos
+girasoles. Yo le aguardaba en la puerta, echado en el quicio de cal y
+envuelto en la tibia fragancia de los heliotropos.
+
+Sobre el tejadillo, húmedo de las blanduras de septiembre, dormía el
+campo lejano, que mandaba un fuerte aliento de pinos. Una gran nube
+negra, como una gigantesca gallina que hubiese puesto un huevo de oro,
+puso la luna sobre una colina.
+
+Yo le dije á la luna:
+
+/*[4]
+ ...Ma sola
+ ha questa luna in ciel, che da nessuno
+ cader fu vista mai se non in sogno.
+*/
+
+Platero la miraba fijamente y sacudía, con un duro ruido blando, una
+oreja. Me miraba absorto, y sacudía la otra...
+
+
+
+
+XI
+
+EL CANARIO VUELA
+
+
+Un día, el canario verde, no sé cómo ni por qué, voló de su jaula. Era
+un canario viejo, recuerdo triste de una muerta, al que yo no había dado
+libertad por miedo de que se muriera de hambre ó de frío, ó de que se lo
+comieran los gatos.
+
+Anduvo toda la mañana entre los granados del huerto, en el pino de la
+puerta, por las lilas. Los niños estuvieron, toda la mañana también,
+sentados en la galería, absortos en los breves vuelos del pajarillo
+amarillento. Libre, Platero, holgaba junto á los rosales, jugando con
+una mariposa.
+
+A la tarde, el canario se vino al tejado de la casa grande, y allí se
+quedó largo tiempo, latiendo en el suave sol que declinaba. De pronto, y
+sin saber nadie cómo ni por qué, apareció en la jaula, otra vez alegre.
+
+¡Qué alborozo en el jardín! Los niños saltaban, tocando las palmas,
+arrebolados y rientes como auroras; Diana, loca, los seguía, ladrándole
+á su propia y riente campanilla; Platero, contagiado, en un oleaje de
+carnes de plata, igual que un chivillo, hacía corvetas, giraba sobre sus
+patas, en un vals tosco, y, poniéndose en las manos, daba coces al aire
+claro y tibio...
+
+
+
+
+XII
+
+SUSTO
+
+
+Era la comida de los niños. Soñaba la lámpara su rosada lumbre tibia
+sobré el mantel de nieve, y los geranios rojos y las pintadas manzanas
+coloreaban de una áspera alegría aquel sencillo idilio de caras
+inocentes. Las niñas comían como mujeres; los niños discutían como
+algunos hombres. Al fondo, dando el pecho á un pequeñuelo, la madre,
+joven, rubia y bella, los miraba sonriendo. Por la ventana del jardín,
+la clara noche de estrellas temblaba, dura y fría.
+
+De pronto, Blanca huyó, como un débil rayo, á los brazos de la madre.
+Hubo un súbito silencio, y luego, en un estrépito de sillas caídas,
+todos corrieron tras de ella, con un raudo alborotar, mirando,
+espantados, á la ventana.
+
+¡El tonto de Platero! Puesta en el cristal su cabezota blanca,
+agigantada por la sombra, los cristales y el miedo, contemplaba, quieto
+y triste, el dulce comedor encendido.
+
+
+
+
+XIII
+
+LA ESPINA
+
+
+Entrando en la dehesa, Platero ha comenzado á cojear. Me he echado al
+suelo...
+
+--Pero, hombre, ¿qué te pasa? Platero ha dejado la mano derecha un poco
+levantada, mostrando la ranilla, sin fuerza y sin peso, sin tocar casi
+con el casco la arena ardiente del camino.
+
+Con una solicitud mayor, sin duda, que la del viejo Darbón, su médico,
+le he doblado la mano y le he mirado la ranilla roja. Una espina larga y
+verde, de naranjo sano, está clavada en ella como un redondo puñalillo
+de esmeralda. Estremecido del dolor de Platero, he tirado de la espina;
+y me lo he llevado al pobre al arroyo de los lirios amarillos, para que
+el agua corriente le lama, con su larga lengua pura, la heridilla.
+
+Después, hemos seguido hacia la mar blanca, yo delante, él detrás,
+cojeando todavía y dándome suaves topadas en la espalda...
+
+
+
+
+XIV
+
+JUEGOS DEL ANOCHECER
+
+
+Cuando, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos, ateridos,
+por la obscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco, los
+niños pobres juegan á asustarse, fingiéndose mendigos. Uno se echa un
+saco á la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo...
+
+Después, en ese brusco cambiar de la infancia, como llevan unos zapatos
+y un vestido, y como sus madres, ellas sabrán cómo, les han dado algo de
+comer, se creen unos príncipes:
+
+--Mi padre tiene un reloj de plata.
+
+--Y el mío, un caballo.
+
+--Y el mío, una escopeta.
+
+Reloj que levantará á la madrugada, escopeta que no matará el hambre,
+caballo que llevará á la miseria...
+
+El corro, luego. Entre tanta negrura, una niña, con voz débil, hilo de
+cristal acuoso en la sombra, canta entonadamente, cual una princesa:
+
+/*[4]
+ Yo soy la viudita
+ del Conde de Oré...
+*/
+
+...¡Sí, sí! ¡Cantad, soñad, niños pobres! Pronto, al amanecer vuestra
+adolescencia, la primavera os asustará, como un mendigo, enmascarada de
+invierno.
+
+--Vamos, Platero...
+
+
+
+
+XV
+
+AMISTAD
+
+
+Nos entendemos bien. Yo lo dejo ir á su antojo, y él me lleva siempre
+adonde quiero.
+
+Sabe Platero que, al llegar al pino de la Corona, me gusta acercarme á
+su tronco y acariciárselo, y mirar al cielo al través de su enorme y
+clara copa; sabe que me deleita la veredilla que va, entre céspedes, á
+la fuente vieja; que es para mí una fiesta ver el río desde la colina de
+los pinos, evocadora, de un paraje clásico. Como me adormile, seguro,
+sobre él, mi despertar se abre siempre á uno de tales amables
+espectáculos.
+
+Yo trato á Platero cual si fuese un niño. Si el camino se torna fragoso
+y le peso un poco, me bajo para aliviarlo. Lo beso, lo engaño, lo hago
+rabiar... Él comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan
+igual á mí, que he llegado á creer que sueña mis propios sueños.
+
+Platero se me ha rendido como una adolescente apasionada. De nada
+protesta. Sé que soy su felicidad. Hasta huye de los burros y de los
+hombres...
+
+
+
+
+XVI
+
+LA NOVIA
+
+
+El claro viento del mar sube por la cuesta roja, llega al prado del
+cabezo, ríe entre las tiernas florecillas blancas; después, se enreda
+por los pinetes sin limpiar y mece las encendidas telarañas celestes,
+rosas, de oro... Toda la tarde es ya viento marino. Y el sol y el viento
+¡dan un blando bienestar al corazón!
+
+Platero me lleva, contento, ágil, dispuesto. Se dijera que no le peso.
+Subimos, como si fuésemos cuesta abajo, á la colina. A lo lejos, una
+cinta brillante, incolora, vibra, entre Los últimos pinos, en un aspecto
+de paisaje isleño. En los prados verdes, allá abajo, saltan los asnos
+trabados, de mata en mata.
+
+Un estremecimiento primaveral vaga por las cañadas. De pronto, Platero,
+yergue las orejas, dilata las levantadas narices, replegándolas hasta
+los ojos y dejando ver las grandes habichuelas de sus dientes amarillos.
+Está respirando largamente, de los cuatro vientos, no sé qué honda
+esencia que debe transirle el corazón. Sí. Ahí tiene ya, en otra colina,
+fina y gris sobre el cielo azul, á la amada. Y dobles rebuznos, sonoros
+y largos, rompen con su trompetería la hora luminosa y caen luego en
+gemelas cataratas.
+
+He tenido que contrariar los instintos amables de mi pobre Platero. La
+bella novia del campo lo ve pasar, triste como él, con sus ojazos de
+azabache cargados de estampas. ¡Inútil pregón misterioso, que ruedas
+brutalmente por las margaritas!
+
+Y Platero trota indócil, intentando á cada instante volverse, con un
+reproche en su trotecillo menudo:
+
+--Parece mentira, parece mentira, parece mentira...
+
+
+
+
+XVII
+
+CALOSFRÍO
+
+
+La luna viene con nosotros, grande, redonda, pura. En los prados
+soñolientos se ven, vagamente, no sé qué cabras negras, entre las
+zarzamoras... Alguien se esconde, tácito, á nuestro pasar... Sobre el
+vallado, un almendro inmenso, níveo de flor y de luna, revuelta la copa
+con una nube blanca, cobija el camino asaeteado de estrellas de Marzo...
+Un olor penetrante á naranjas..., humedad y silencio... La cañada de
+las Brujas...
+
+--¡Platero, qué... frío!
+
+Platero, no sé si con su miedo ó con el mío, trota, entra en el arroyo,
+pisa la luna y la hace pedazos. Es como si un enjambre de claras rosas
+de cristal se enredara, queriendo retenerlo, á su trote...
+
+Y trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien le
+fuese á alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave del pueblo que se
+acerca...
+
+
+
+
+XVIII
+
+ELLA Y NOSOTROS
+
+
+Platero; acaso ella se iba--¿adonde?--en aquel tren negro y soleado que,
+por la vía alta, cortándose sobre los nubarrones blancos, huía hacia el
+norte.
+
+Yo estaba abajo, contigo, en el trigal amarillo y ondeante, goteado todo
+de sangre de amapolas, que ya Julio coronaba de ceniza. Y las nubecillas
+de vapor celeste--¿te acuerdas?--entristecían un momento el sol y las
+flores, rodando vanamente hacia la nada...
+
+¡Breve cabeza rubia, velada de negro! Era como el retrato de la ilusión
+en el marco fugaz de la ventanilla.
+
+Tal vez ella pensara:--¿Quiénes serán ese hombre enlutado y ese burrillo
+de plata?
+
+¡Quiénes íbamos á ser! Nosotros... ¿verdad, Platero?
+
+
+
+
+XIX
+
+LA COZ
+
+
+Íbamos al cortijo de Montemayor, al herradero de los novillos. El patio
+empedrado, sombrío bajo el inmenso y ardiente cielo azul de la
+tardecita, vibraba sonoro del relinchar de los caballos pujantes, del
+reir fresco de las mujeres, de los afilados ladridos inquietos de los
+perros. Platero, en un rincón, se impacientaba.
+
+--Pero, hombre--le dije--, si tú no puedes venir con nosotros; si eres
+muy chico...
+
+Se ponía tan loco, que le pedí al tonto que se subiera en él y lo
+llevara con nosotros.
+
+Por el campo claro, ¡qué alegre cabalgar! Estaban las marismas risueñas
+y ceñidas de oro, con el sol en sus espejos rotos, que doblaban los
+molinos cerrados. Entre el redondo trote duro de los caballos, Platero
+alzaba su raudo trotecillo agudo, que necesitaba multiplicar
+insistentemente para no quedarse solo en el camino. De pronto, sonó como
+un tiro de pistola. Platero le había rozado la grupa á un fino potro
+tordo con su boca, y el potro le había respondido con una rápida coz.
+Nadie hizo caso, pero yo le vi á Platero una mano corrida de sangre.
+Eché pie á tierra y, con una espina y una crin, le prendí la vena rota.
+Luego le dije al tonto que se lo llevara á casa. Se volvieron los dos,
+lentos y tristes, por el arroyo seco que baja del pueblo, volviendo la
+cabeza al brillante huir de nuestro tropel.
+
+Cuando, de vuelta del cortijo, fuí á ver á Platero, me lo encontré
+mustio y doloroso.
+
+--¿Ves--le suspiré--que tú no puedes ir á ninguna parte con los
+hombres?
+
+
+
+
+XX
+
+ASNOGRAFÍA
+
+
+Leo en un Diccionario: "<i>Asnografía</i>": <i>s. f.</i>: <i>se dice, irónicamente,
+por descripción del asno</i>.
+
+¡Pobre asno! ¡Tan bueno, tan noble, tan agudo como eres!
+Irónicamente.,.. ¿Por qué? ¿Ni una descripción seria mereces, tú, cuya
+descripción cierta sería un cuento de primavera? ¡Si al hombre que es
+bueno debieran decirle asno! ¡Si al asno que es malo debieran decirle
+hombre! Irónicamente... De ti, tan intelectual, amigo del viejo y del
+niño, del arroyo y de la mariposa, del sol y del perro, de la flor y de
+la luna, paciente y reflexivo, melancólico y amable, Marco Aurelio de
+los prados...
+
+Platero, que sin duda comprende, me mira fijamente con sus ojazos
+brillantes, de una blanda dureza, en los que el sol brilla, pequeñito y
+chispeante en un breve y convexo firmamento negro. ¡Ay! ¡Si su peluda
+cabezota idílica supiera que yo le hago justicia, que yo soy mejor que
+esos hombres que escriben Diccionarios, casi tan bueno como él!
+
+Y he escrito al margen del libro; "<i>Asnografía: s. f.: se debe decir,
+con ironía, ¡claro está!, por descripción del hombre imbécil que escribe
+Diccionarios.</i>"
+
+
+
+
+XXI
+
+EL VERANO
+
+
+Platero va chorreando sangre, una sangre espesa y morada, de las
+picaduras, de los tábanos. La chicharra sierra un pino, al que nunca se
+llega... Al abrir los ojos, después de un sueño instantáneo, el paisaje
+de arena se me torna blanco, frío en su ardor, espectral..
+
+Están los jarales bajos constelados de sus grandes flores vagas, rosas
+de humo, de gasa, de papel de seda, con sus cuatro lágrimas de carmín; y
+una calina que asfixia, enyesa los pinos chatos. Un pájaro nunca visto,
+amarillo con lunares negros, se eterniza, mudo, en una rama.
+
+Los guardas de los huertos suenan el latón para asustar los rabúos, que
+vienen, en grandes bandos celestes, por naranjas... Cuando llegamos á la
+sombra del nogal grande, rajo dos sandías, que abren su escarcha grana y
+rosa en un largo crujido fresco. Yo me como la mía lentamente, oyendo, á
+lo lejos, las vísperas del pueblo. Platero se bebe la carne de azúcar de
+la suya, como si fuese agua.
+
+
+
+
+XXII
+
+BARBÓN
+
+
+Darbón, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo como una
+sandía. Pesa once arrobas. Cuenta, según él, tres duros de edad.
+
+Cuando habla, le faltan notas, cual á los pianos viejos; otras veces, en
+lugar de palabra, le sale un escape de aire. Y estas pifias llevan un
+acompañamiento de inclinaciones de cabeza, de manotadas ponderativas, de
+vacilaciones chochas, de quejumbres de garganta y salivas en el pañuelo,
+que no hay más que pedir. Un amable concierto para antes de la cena.
+
+No le queda muela ni diente y casi sólo come migajón de pan, que amasa
+primero en la mano. Hace una bola y ¡á la boca roja! Allí la tiene,
+revolviéndola, una hora. Luego, otra bola, y otra. Masca con las
+encías, y la barba le llega á la aguileña nariz.
+
+Digo que es grande como el buey pío. En la puerta de la herrería, tapa
+la casa. Pero se enternece, igual que un niño, con Platero. Y si ve una
+flor ó un pajarillo, se ríe de pronto, abriendo toda su boca, con una
+gran risa sostenida, que acaba siempre en llanto. Luego, ya sereno, mira
+del lado del cementerio viejo:
+
+--Mi niña, mi pobrecita niña...
+
+
+
+
+XXIII
+
+LA ARRULLADORA
+
+
+La chiquilla del carbonero, guapa y sucia cual una moneda, bruñidos los
+negros ojos y reventando sangre los labios prietos entre la tizne, está
+á la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al hermanito.
+
+Vibra la hora de Mayo, ardiente y clara como un sol por dentro. En la
+paz brillante, se oye el hervor de la olla que cuece en el campo, la
+brama de la dehesa, la alegría del viento del mar en la maraña de los
+eucaliptos.
+
+Sentida y dulce, la carbonera canta:
+
+/*[4]
+ Mi niño se va á dormir
+ en gracia de la Pastora...
+*/
+
+Pausa. El viento...
+
+/*[4]
+ ...y por dormirse mi niño,
+ se duerme la arrulladora...
+*/
+
+El viento... Platero, que anda, manso, entre los pinos quemados, se
+llega, poco á poco... Luego se echa en la tierra fosca y, á la larga
+copla de madre, se adormila, igual que un niño.
+
+
+
+
+XXIV
+
+EL <i>CANTO</i> DEL GRILLO
+
+
+Platero y yo conocemos bien, de nuestras correrías nocturnas, el canto
+del grillo.
+
+El primer canto del grillo, en el crepúsculo, es vacilante, bajo y
+áspero. Muda de tono, aprende de si mismo y, poco á poco, va subiendo,
+va poniéndose en su sitio, como si fuera buscando la armonía del lugar y
+de la hora. De pronto, ya las estrellas en el cielo verde y
+transparente, cobra el canto un dulzor melodioso de cascabel libre.
+
+Las frescas brisas moradas van y vienen; se abren del todo las flores de
+la noche y vaga por el llano una esencia pura y divina, de confundidos
+prados azules, celestes y terrestres. Y el canto del grillo se exalta,
+llena todo el campo, es cual la voz de la sombra. No vacila ya, ni se
+calla. Como surtiendo de sí propio, cada nota es gemela de la otra, en
+una hermandad de obscuros cristales.
+
+Pasan, serenas, las horas. No hay guerra en el mundo y duerme bien el
+labrador, viendo el cielo en el fondo alto de su sueño. Tal vez el amor,
+entre las enredaderas de una tapia, anda extasiado, los ojos en los
+ojos. Los habares mandan al pueblo mensajes de fragancia tierna, cual en
+una libre adolescencia candorosa y sutil. Y los trigos ondean, verdes de
+luna, suspirando al viento de las dos, de las tres, de las cuatro... El
+canto del grillo, de tanto sonar, se ha perdido...
+
+¡Aquí está! ¡Oh canto del grillo por la madrugada, cuando, corridos de
+calosfríos, Platero y yo nos vamos á la cama por las sendas blancas de
+relente! La luna, se cae, rojiza y soñolienta. Ya el canto está borracho
+de luna, embriagado de estrellas, romántico, misterioso, profuso. Es
+cuando unas grandes nubes luctuosas, bordeadas de un malva azul y
+triste, sacan el día de la mar, lentamente...
+
+
+
+
+XXV
+
+CORPUS
+
+
+Entrando por la calle de la Fuente, de vuelta del huerto, las Campanas,
+que ya habíamos oído tres veces desde los arroyos, conmueven, con su
+pregonera coronación de bronce, el blanco pueblecillo. Su repique voltea
+y voltea entre el chispeante y estruendoso subir de los cohetes y la
+chillona metalería de la música.
+
+La calle, recién encalada y ribeteada de almagra, verdea toda, vestida
+de chopos y juncias. Lucen las ventanas colgaduras de damasco granate,
+de seda amarilla, de celeste raso, y, en las casas en que hay luto, de
+lana cándida, con cintas negras. Por las últimas casas, en la vuelta del
+Porche, aparece, tarda, la Cruz de los espejos, que, entre los destellos
+del poniente, recoge ya la luz de los cirios rojos. Lentamente, pasa la
+procesión. La bandera carmín, y San Roque, patrón de los panaderos,
+cargado de tiernas roscas; la bandera glauca, y San Telmo, patrón de
+los marineros, con su navío de plata en las manos; la bandera gualda, y
+San Isidro, patrón de los labradores, con su yuntita de bueyes, y más
+banderas de colores, y más Santos, y luego, Santa Ana, dando lección á
+la Virgen, y San José, pardo, y la Inmaculada, azul... Al fin, entre la
+guardia civil, la Custodia, ornada de espigas granadas y de esmeraldinas
+uvas agraces su calada platería, despaciosa en su nube celeste de
+incienso.
+
+En la tarde que cae, se alza, claro, el latín andaluz de los salmos. El
+sol, ya rosa, quiebra su rayo bajo, que viene por la calle del Río, en
+la cargazón de oro de las viejas capas pluviales. Arriba, en derredor de
+la torre escarlata, sobre el ópalo terso de la hora serena de Junio, las
+palomas tejen sus altas guirnaldas de nieve encendida...
+
+Platero, entonces, rebuzna. Y su mansedumbre se asocia, con la campana,
+con el cohete, con el latín y con la música, al claro misterio del día,
+y el rebuzno se le endulza, altivo, y, rastrero, se le diviniza...
+
+
+
+
+XXVI
+
+LA CUADRA
+
+
+Cuando, al mediodía, voy á ver á Platero, un transparente rayo del sol
+de las doce enciende un gran lunar de oro en la plata blanda de su lomo.
+Bajo su barriga, por el obscuro suelo, vagamente verde, el techo viejo
+llueve claras monedas de fuego.
+
+Diana, que está echada entre las patas de Platero, viene á mí bailando y
+me pone sus manos en el pecho, anhelando lamerme la boca con su lengua
+rosa. Subida en lo más alto del pesebre, la cabra me mira curiosa,
+doblando la fina cabeza de un lado y de otro, con una femenina
+distinción. Entretanto, Platero, que, antes de entrar yo, me había ya
+saludado con un levantado rebuzno, quiere romper su cuerda, duro y
+alegre al mismo tiempo:
+
+Por el tragaluz, que trae el irisado tesoro del cenit, me voy un
+momento, rayo de sol arriba, al cielo, desde aquel idilio. Luego,
+subiéndome á una piedra, miro el campo.
+
+El paisaje verde nada en la lumbrarada florida y soñolienta, y en el
+azul limpio que encuadra el muro astroso, suena, dejada y dulce, una
+campana.
+
+
+
+
+XXVII
+
+EL PERRO SARNOSO
+
+
+Venía, á Veces, flaco y anhelante, á la casa del huerto. El pobre andaba
+siempre huido, acostumbrado á los gritos y á las pedreas. Los mismos
+perros le enseñaban los colmillos. Y se iba otra vez, en él sol del
+mediodía, lento y triste, monte abajo.
+
+Aquella tarde, llegó detrás de Diana. Cuando yo salía, el guarda, que en
+un arranque de mal corazón había sacado la escopeta, disparó contra él.
+No tuve tiempo de evitarlo. El pobre perro, con el tiro en las entrañas,
+giró vertiginosamente un momento, en un redondo aullido agudo, y cayó
+muerto bajo una acacia.
+
+Platero miraba al perro fijamente, erguida la cabeza. Diana, temerosa,
+andaba escondiéndose de uno en otro. El guarda, arrepentido quizás, daba
+largas razones no sabía á quién, indignándose sin poder, queriendo
+acallar su remordimiento. Un velo parecía enlutecer el sol; un velo
+grande, como el velo pequeñito que nubló el ojo sano del perro
+asesinado. Abatidos por el viento del mar, los eucaliptos lloraban más
+reciamente en el hondo silencio aplastante que la siesta tendía por el
+campo de oro, sobre el perro muerto.
+
+
+
+
+XXVIII
+
+TORMENTA
+
+
+Miedo. Aliento contenido. Sudor frío. El terrible cielo bajo ahoga el
+amanecer. (No hay por dónde escapar.) Silencio... El amor se para.
+Tiembla la culpa. El remordimiento cierra los ojos. Más silencio...
+
+El trueno, sordo, retumbante, interminable, como una enorme carga de
+piedra que cayera del cenit al pueblo, recorre, largamente, la mañana
+desierta. (No hay por dónde huir.) Todo lo débil--flores, pájaros--,
+desaparece de la vida.
+
+Tímido, el espanto mira; por la ventana entreabierta á Dios, que se
+alumbra trágicamente. Allá en oriente, entre desgarrones de nubes, se
+ven malvas y rosas tristes, sucios, fríos, que no pueden vencer la
+negrura.
+
+<i>¡Angelus!</i> Un <i>Angelus</i> duro y abandonado, solloza entre el tronido.
+¿El último <i>Angelus</i> del mundo? Y se quiere que la campana acabe pronto,
+ó que suene más, mucho más, que ahogue la tormenta. Y se va de un lado á
+otro, y se implora, y no se sabe lo que se quiere...
+
+(No hay por dónde escapar.) Los corazones están yertos. Los niños
+lloran...
+
+--¿Qué será de Platero, tan solo allá en la indefensa cuadra del corral?
+
+
+
+
+XXIX
+
+PASAN LOS PATOS
+
+
+He ido á darle agua á Platero. En la noche serena, toda de nubes blancas
+y de estrellas, se oye, allá arriba, desde el silencio del corral, un
+incesante pasar de claros silbidos.
+
+Son los patos. Van tierra adentro, huyendo de la tempestad marina. De
+vez en cuando, como si nosotros hubiéramos ascendido ó como si ellos
+hubiesen bajado, se escuchan los ruidos más leves de sus alas, de sus
+picos...
+
+Horas y horas, los silbidos seguirán pasando, en un huir interminable.
+
+Platero, de vez en cuando, deja de beber y levanta, como yo, la cabeza á
+las estrellas, con una blanda nostalgia infinita...
+
+
+
+
+XXX
+
+SIESTA
+
+
+Qué triste belleza, amarilla y descolorida, la del sol de la tarde,
+cuando me despierto bajo la higuera!
+
+Una brisa seca, embalsamada de derretida jara, me acaricia el sudoroso
+despertar. Las grandes hojas, levemente movidas, del blando árbol viejo,
+me enlutan ó me deslumbran. Parece que me mecieran suavemente en una
+cuna que fuese del sol á la sombra, de la sombra al sol.
+
+Lejos, en el pueblo desierto, las campanas de las tres sueñan las
+vísperas, tras el oleaje de cristal del aire. Oyéndolas, Platero, que me
+ha robado una gran sandía de dulce escarcha grana, de pie, inmóvil, me
+mira con sus enormes ojos vacilantes.
+
+Frente á sus ojos cansados, mis ojos se me cansan otra vez... Torna la
+brisa, cual una mariposa que quisiera volar y á la que, de pronto, se le
+doblaran las alas... las alas... mis párpados flojos, que, de pronto, se
+cerraran...
+
+
+
+
+XXXI
+
+LA TÍSICA
+
+
+Estaba derecha en una triste silla, blanca la cara y mate, cual un nardo
+ajado, enmedio de la encalada y fría alcoba. Le había mandado el médico
+salir al campo, á que le diera el sol de Marzo; pero la pobre no podía.
+
+--Cuando llego al p u e n t e--me dijo--, ¡ya ve usted, señorito, ahí al
+lado que está!, me ahogo...
+
+La voz pueril, delgada y rota, se le caía, cansada, como se cae, á
+veces, la brisa en el estío.
+
+Yo le ofrecí á Platero para que diese un paseíto. Subida en él, ¡qué
+risa la de su aguda cara de muerta, toda ojos negros y dientes blancos!
+
+...Las mujeres se asomaban á las puertas á vernos pasar. Iba Platero
+despacio, como sabiendo que llevaba encima un frágil lirio de cristal.
+La niña, con su hábito cándido, transfigurada por la fiebre y la
+alegría, parecía un ángel que entraba en el pueblo, camino del cielo del
+sur.
+
+
+
+
+XXXII
+
+PASEO
+
+
+Por los hondos caminos del estío, colgados de tiernas madreselvas, ¡cuan
+dulcemente vamos! Yo leo, ó canto, ó digo versos al cielo. Platero
+mordisquea la hierba escasa de los vallados en sombra, la flor empolvada
+de las malvas, las vinagreras amarillas. Está parado más tiempo que
+andando. Yo lo dejo...
+
+El cielo azul, azul, azul, asaeteado de mis ojos en arrobamiento, se
+levanta, sobre los almendros cargados, á sus últimas glorias. Todo el
+campo, silencioso y ardiente, brilla. En el río, una velita blanca se
+eterniza, sin viento. Hacia los montes, la compacta humareda de un
+incendio alza sus redondas nubes negras.
+
+Pero nuestro caminar es bien corto. Es como un día suave é indefenso,
+enmedio de la vida múltiple. ¡Ni la apoteosis del cielo, ni el ultramar
+á que va el río, ni siquiera la tragedia de las llamas!
+
+Cuando, entre un olor á naranjas, se oye el hierro alegre y fresco de la
+noria, Platero rebuzna y retoza alegremente. ¡Qué sencillo placer
+diario! Ya en la alberca, yo lleno mi vaso y bebo aquella nieve líquida.
+Platero sume en el agua umbría su boca, y bebe, aquí y allá, en lo más
+limpio, avaramente...
+
+
+
+
+XXXIII
+
+CARNAVAL
+
+
+Qué guapo está hoy Platero! Es lunes de Carnaval, y los niños, que se
+han vestido de máscara, le han puesto el aparejo moruno, todo bordado en
+rojo, azul, blanco y amarillo, de cargados arabescos.
+
+Agua, sol y frío. Los redondos papelillos de colores van rodando
+paralelamente por la acera, al viento agudo de la tarde, y las máscaras,
+ateridas, hacen bolsillos de cualquier cosa para las manos azules.
+
+Cuando hemos llegado á la plaza, unas mujeres vestidas de locas, con
+largas camisas blancas y guirnaldas de hojas verdes en los negros y
+sueltos cabellos, han cogido á Platero en medio de su corro
+bullanguero, y han girado alegremente en torno de él.
+
+Platero, indeciso, yergue las orejas, alza la cabeza, y, como un alacrán
+cercado por el fuego, intenta, nervioso, huir por doquiera. Pero, como
+es tan pequeño, las locas no le temen y siguen girando, cantando y
+riendo á su alrededor. Los chiquillos, viéndolo cautivo, rebuznan para
+que él rebuzne. Toda la plaza es ya un concierto altivo de metal
+amarillo, de rebuznos, de risas, de coplas, de panderetas y de
+almireces...
+
+Por fin, Platero, decidido, igual que un hombre, rompe el corro y se
+viene á mí trotando y llorando, caído el lujoso aparejo. Como yo, no
+quiere nada con el Carnaval... No servimos para estas cosas...
+
+
+
+
+XXXIV
+
+EL POZO
+
+
+El pozo! Platero, ¡qué palabra tan honda, tan verdinegra, tan fresca,
+tan sonora! Parece que es la palabra la que taladra, girando, la tierra
+obscura, hasta llegar al agua.
+
+Mira; la higuera adorna y desbarata el brocal. Dentro, al alcance de la
+mano, ha abierto, entre los ladrillos con verdín, una flor azul de olor
+penetrante. Una golondrina tiene, más abajo, el nido. Luego, tras un
+pórtico de sombra fría, hay un palacio de esmeralda, y un lago, que, al
+arrojarle una piedra á su quietud, se enfada y gruñe. Y el cielo, al
+fin.
+
+(La noche entra, y la luna se inflama allá en el fondo, adornada de
+volubles estrellas. ¡Silencio! Por los caminos se ha ido la vida á lo
+lejos. Por el pozo se escapa el alma á lo hondo. Se ve por él como el
+otro lado del crepúsculo. Y parece que va á salir de su boca un gigante,
+dueño de todos los secretos. ¡Oh laberinto quieto y mágico, parque
+umbrío y fragante, magnético salón encantado!)
+
+--Oye, Platero, si algún día me echo á este pozo, no será por matarme,
+créelo, sino por coger más pronto las estrellas.
+
+Platero rebuzna, sediento y anhelante. Del pozo sale, asustada, revuelta
+y silenciosa, una golondrina.
+
+
+
+
+XXXV
+
+NOCTURNO
+
+
+Del pueblo en fiesta, rojamente iluminado hacia el cielo, vienen agrios
+valses nostálgicos en el viento suave. La torre se ve, lívida, muda y
+dura, en un errante limbo violeta, azulado, pajizo... Y allá, tras las
+bodegas obscuras del arrabal, la luna caída, amarilla y soñolienta, se
+pone, sobre el río.
+
+El campo está solo con sus árboles y con la sombra de sus árboles. Hay
+un canto roto de grillo, una conversación sonámbula de aguas ocultas,
+una blandura húmeda, como si se deshiciesen las estrellas... Platero,
+desde la tibieza de su cuadra, rebuzna tristemente.
+
+La cabra andará despierta, y su campanilla insiste agitada, dulce luego.
+Al fin, se calla... A lo lejos, hacia Montemayor, rebuzna otro asno...
+Otro, luego, por el Vallejuelo... Ladra un perro...
+
+Es la noche tan clara, que las flores del jardín se ven de su color,
+como en el día. Por la última casa de la calle de la Fuente, bajo una
+roja y vacilante farola, tuerce la esquina un hombre solitario... ¿Yo?
+No, yo, en la fragante penumbra, celeste, móvil y dorada, que hacen la
+luna, las lilas, la brisa y la sombra, escucho mi hondo corazón sin
+par...
+
+La esfera gira, blandamente...
+
+
+
+
+XXXVI
+
+EL NIÑO TONTO
+
+
+Siempre que volvíamos por la calle de San José, estaba el niño tonto á
+la puerta de su casa, sentado en su sillita, mirando el pasar de los
+otros. Era uno de esos pobres niños á quienes no llega nunca el don de
+la palabra ni el regalo de la gracia; niño alegre él y triste de ver;
+todo para su madre, nada para los demás.
+
+Un día, cuando pasó por la calle blanca aquel mal viento negro, no
+estaba el niño en su puerta. Cantaba un pájaro en el solitario umbral,
+y yo me acordé de Curros, padre más que poeta, que, cuando se quedó sin
+su niño, le preguntó por él á la mariposa gallega:
+
+/*[4]
+ Volvoreta d' aliñas douradas...
+*/
+
+Ahora que viene la primavera, pienso en el niño tonto, que desde la
+calle de San José se fué al cielo. Estará sentado en su sillita, al lado
+de las rosas, viendo con sus ojos, abiertos otra vez, el dorado pasar de
+los gloriosos.
+
+
+
+
+XXXVII
+
+DOMINGO
+
+
+La pregonera vocinglería de la esquila de vuelta, cercana ya, ya
+distante, resuena en el cielo de la mañana de fiesta como si todo el
+azul fuera de cristal. Y el campo, un poco enfermo ya, parece que se
+dora de las notas caídas del alegre revuelo florido.
+
+Todos, hasta el guarda, se han ido al pueblo para ver la procesión. Nos
+hemos quedado solos Platero y yo. ¡Qué paz! ¡Qué pureza! ¡Qué bienestar!
+Dejo á Platero en el prado alto, y yo me echo, bajo un pino, lleno de
+pájaros que no se van, á leer. Omar Khayyam...
+
+En el silencio que queda entre los repiques, el hervidero interno de la
+mañana de Septiembre cobra presencia y sonido. Las avispas orinegras
+vuelan en torno de la parra cargada de sanos racimos moscateles, y las
+mariposas, que andan confundidas con las flores, parece que se ríen al
+revolar. Es la soledad como un gran pensamiento de luz.
+
+De vez en cuando, Platero deja de comer, y me mira--Yo, de vez en
+cuando, dejo de leer, y miro á Platero...
+
+
+
+
+XXXVIII
+
+LA CARRETILLA
+
+
+En el arroyo grande, que la lluvia había dilatado hasta la viña, nos
+encontramos, atascada, una vieja carretilla, toda perdida bajo su carga
+de hierba y de naranjas. Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una
+rueda, queriendo ayudar con el empuje de su pecho en flor al
+borriquillo, más pequeño ¡ay! y más flaco que Platero. Y el borriquillo
+se destrozaba contra el viento, intentando, inútilmente, arrancar del
+fango la carreta, al grito sollozante de la chiquilla. Era vano su
+esfuerzo, como el de los niños valientes, como el vuelo de esas brisas
+cansadas del verano que se caen, en un desmayo, entre las flores.
+
+Acaricié á Platero y, como pude, lo enganché á la carretilla, delante
+del borrico miserable. Le obligué, entonces, con un cariñoso imperio, y
+Platero, de un tirón, sacó carretilla y rucio del atolladero, y les
+subió la cuesta.
+
+¡Qué sonreir el de la chiquilla! Fué como si el sol de la tarde, que se
+rompía, al ponerse entre las nubes de agua, en amarillos cristales, le
+encendiese una aurora tras sus tiznadas lágrimas.
+
+Con su llorosa alegría me ofreció dos escogidas naranjas. Las tomé,
+agradecido, y le di una al borriquillo débil; como dulce consuelo; otra
+á Platero, como premio áureo.
+
+
+
+
+XXXIX
+
+RETORNO
+
+
+Veníamos los dos, cargados, de los montes: Platero, de almoraduj; yo, de
+lirios amarillos.
+
+Caía la tarde de Abril. Todo lo que en el poniente había sido cristal de
+oro, era luego cristal de plata, una alegoría, lisa y luminosa, de
+azucenas de cristal. Después el vasto cielo fué cual un zafiro
+transparente, trocado en esmeralda. Yo volvía triste.
+
+Cerca ya, la torre del pueblo, coronada de refulgentes azulejos,
+cobraba, en el levantamiento de la hora pura, un aspecto monumental.
+Era, de cerca, como una Giralda vista de lejos, y mi nostalgia de
+ciudades, aguda con la primavera, encontraba en ella un consuelo
+melancólico.
+
+Retorno... ¿adonde?, ¿de qué?, ¿para qué?... Pero los lirios que venían
+conmigo olían más en la frescura tibia de la noche que se entraba; olían
+con un olor más penetrante y, al mismo tiempo, más vago, que salía de la
+flor sin verse la flor, que embriagaba el cuerpo y el alma desde la
+sombra solitaria.
+
+--¡Alma mía, lirio en la sombra!--dije. Y pensé, de pronto, en Platero,
+que, aunque iba debajo de mí, se me había olvidado.
+
+
+
+
+XL
+
+EL PASTOR
+
+
+En la colina, que la hora morada va tornando obscura y medrosa, el
+pastorcillo, negro contra el verde ocaso de cristal, silba en su pito,
+bajo el temblor de Venus. Enredadas en las flores que huelen más y ya
+no se ven, cuyo aroma las exalta hasta darles forma en la sombra en que
+están perdidas; tintinean, paradas, las esquilas claras y dulces del
+rebaño, disperso un momento, antes de entrar al pueblo, en el paraje
+conocido.
+
+--Zeñorito, zi eze burro juera mío...
+
+El chiquillo, más moreno y más idílico en la hora dudosa, recogiendo en
+los ojos rápidos cualquier brillantez del instante, parece uno de
+aquellos rapaces que pintó Bartolomé Esteban Murillo.
+
+Yo le daría el burro... Pero, ¿qué iba yo á hacer sin ti, Platerillo?
+
+La luna, que sube, redonda, sobre la ermita de Montemayor, se ha ido
+derramando suavemente por el prado, donde aún yerran vagas claridades
+del día; y el suelo florido parece ahora de ensueño, no sé qué encaje
+primitivo y bello; y las rocas son más grandes y más inminentes y más
+tristes; y llora más el agua del regato escondido...
+
+Y el pastorcillo grita, codicioso, ya lejos:
+
+--¡Je! Zi eze burro juera mío...
+
+
+
+
+XLI
+
+CONVALECENCIA
+
+
+Desde la débil iluminación amarilla de mi cuarto de convaleciente,
+blando de alfombras y tapices, oigo pasar por la calle nocturna, como en
+un sueño con relente de estrellas, ligeros burros que retornan del
+campo, niños que juegan y gritan.
+
+Se adivinan cabezotas obscuras de asnos, y cabecitas finas de niños,
+que, entre los rebuznos, cantan, con cristal y plata, coplas de Navidad.
+El pueblo se siente envuelto en una humareda de castañas tostadas, en un
+vaho de establos, en un humo de hogares en paz...
+
+Y mi alma se derrama, purificadera, como si un raudal de aguas celestes
+le surtiera de la peña en sombra del corazón. ¡Anochecer de redenciones!
+¡Hora íntima, fría y tibia á un tiempo, llena de claridades infinitas!
+
+Las campanas, allá arriba, allá fuera, repican entre las estrellas.
+Contagiado, Platero rebuzna en su cuadra, que parece que está muy
+lejos... Yo lloro, débil, conmovido y solo, igual que Fausto...
+
+
+
+
+XLII
+
+LA NIÑA CHICA
+
+
+La niña chica era la gloria de Platero. En cuanto la veía venir hacia
+él, entre las lilas, con su vestídillo blanco y su sombrero de arroz,
+llamándolo, mimosa:--Platero, Platerillo!--, el asnucho quería partir la
+cuerda, y saltaba, igual que un niño, y rebuznaba loco.
+
+Ella, en una confianza ciega, pasaba una vez y otra bajo él, y le pegaba
+pataditas, y le dejaba la mano, nardo cándido, en aquella bocaza rosa,
+almenada de grandes dientes amarillos; ó, cogiéndole las orejas, que él
+ponía á su alcance, lo llamaba con todas las variaciones mimosas de su
+nombre: ¡Platero! ¡Platerón! ¡Platerillo! ¡Platerete!
+
+En los largos días en que la niña navegó en su cuna alba, río abajo,
+hacia la muerte, nadie se acordaba de Platero. Ella, en su delirio, lo
+llamaba, triste: ¡Platerillo...! Desde la casa obscura y llena de
+suspiros, se oía, á veces, la lejana llamada lastimera del amigo. ¡Oh,
+estío melancólico!
+
+¡Qué lujo puso Dios en ti, tarde del entierro! Septiembre, rosa y oro,
+declinaba. Desde el cementerio ¡cómo resonaba la campana de vuelta en el
+ocaso abierto, camino de la gloria!... Volví por las tapias, solo y
+mustio, entré en la casa por la puerta del corral, y, huyendo de los
+hombres, me fuí á la cuadra y me senté á llorar con Platero.
+
+
+
+
+XLIII
+
+EL OTOÑO
+
+
+Ya el sol, Platero, empieza á sentir pereza de salir de sus sábanas, y
+los labradores madrugan más que él. Es verdad que está desnudo y que
+hace fresco.
+
+¡Cómo sopla el Norte! Mira, por el suelo, las ramitas caídas; es el
+viento tan agudo, tan derecho, que están todas paralelas, apuntadas al
+Sur.
+
+El arado va, como una tosca arma de guerra, á la labor alegre de la paz,
+Platero; y en la ancha senda húmeda, los árboles amarillos, seguros de
+verdecer, alumbran, á un lado y otro, vivamente, como suaves hogueras de
+oro claro, nuestro rápido caminar.
+
+
+
+
+XLIV
+
+SARITO
+
+
+Para la vendimia, estando yo una tarde roja en la viña del arroyo, las
+mujeres me dijeron que un negrito preguntaba por mí.
+
+Iba yo hacia la era, cuando él venía ya vereda abajo:
+
+--¡Sarito!
+
+Era Sarito, el criado de Rosalina, mi novia portorriqueña. Se había
+escapado de Sevilla para torear por los pueblos, y venía de Niebla,
+andando, el capote, dos veces grana, al hombro, con hambre y sin dinero.
+
+Los vendimiadores lo miraban de reojo, en un mal disimulado desprecio;
+las mujeres, más por los hombres que por ellas, lo evitaban. Antes, al
+pasar por el lagar, se había peleado ya con un muchacho que le había
+partido una oreja de un mordisco.
+
+Yo le sonreía y le hablaba afable. Sarito, no atreviéndose á acariciarme
+á mí mismo, acariciaba á Platero, que andaba por allí comiendo uva, y me
+miraba, en tanto, noblemente...
+
+
+
+
+XLV
+
+TARDE DE OCTUBRE
+
+
+Han pasado las vacaciones, y, con las primeras hojas gualdas, los niños
+han vuelto al colegio. Soledad. El sol de la casa parece vacío. En la
+ilusión suenan gritos lejanos y remotas risas...
+
+Sobre los rosales, aún con flor, cae la tarde, lentamente. Las lumbres
+del ocaso prenden las últimas rosas, y el jardín, alzando como una llama
+de fragancia hacia el incendio del Poniente, huele todo á rosas
+quemadas. Silencio.
+
+Platero, aburrido como yo, no sabe qué hacer. Poco á poco se viene á mí,
+duda un poco, y, al fin, confiado, se entra conmigo por la casa...
+
+
+
+
+XLVI
+
+EL LORO
+
+
+Estábamos jugando con Platero y con el loro, en el huerto de mi amigo,
+el médico francés, cuando una mujer joven, desordenada y ansiosa, llegó,
+cuesta abajo, hasta nosotros. Antes de llegar, avanzando el negro mirar
+angustiado hasta mí, me había suplicado:
+
+--Señorito: ¿está ahí ese médico?
+
+Tras ella venían ya unos chiquillos astrosos, que, á cada instante,
+jadeando, miraban camino arriba; al fin, varios hombres que traían á
+otro, lívido y decaído. Era un cazador furtivo de esos que cazan venados
+en el coto de Doñana. La escopeta, una absurda escopeta vieja amarrada
+con tomiza, se le había reventado, y el cazador traía el tiro en un
+brazo.
+
+Mi amigo se llegó, cariñoso, al herido, le levantó unos míseros trapos
+que le habían puesto, le lavó la sangre y le fué tocando huesos y
+músculos. De vez en cuando me miraba y me decía:
+
+--<i>Ce n'est rien</i>...
+
+La tarde caía. Llegaba de Huelva un olor á marisma, á brea, á pescado...
+Los naranjos redondeaban, sobre el poniente rosa, sus terciopelos de
+esmeralda. En una lila, lila y verde, el loro, verde y rojo, iba y
+venía, curioseándonos con sus ojitos redondos.
+
+Al pobre cazador se le llenaban de sol las lágrimas saltadas; á veces,
+dejaba oir un ahogado grito. Y el loro:
+
+--<i>Ce n'est rien</i>...
+
+Mi amigo ponía al herido algodones y vendas...
+
+El pobre hombre:
+
+-¡Ay!
+
+Y el loro, entre las lilas:
+
+--<i>Ce n'est rien... Ce n'est rien.</i>
+
+
+
+
+XLVII
+
+ANOCHECER
+
+
+En el recogimiento pacífico y rendido de los crepúsculos del pueblo,
+¡qué poesía cobra la adivinación de lo lejano, el confuso recuerdo de lo
+apenas conocido! Es un encanto contagioso que retiene todo el pueblo
+como enclavado en la cruz de un triste y largo pensamiento.
+
+Hay un olor al nutrido grano limpio que, bajo las frescas estrellas,
+amontona en las eras sus vagas colinas amarillentas. Los trabajadores
+canturrean por lo bajo, en un soñoliento cansancio. Sentadas en los
+zaguanes, las viudas piensan en los muertos, que duermen tan cerca,
+detrás de los corrales. Los niños corren, de una sombra á otra, como de
+un árbol á otro los pájaros...
+
+Acaso, entre la luz umbrosa que perdura en las fachadas de cal de las
+casas humildes, pasan vagas siluetas terrosas, calladas, dolientes--un
+mendigo nuevo, un portugués que va hacia las rozas, un ladrón acaso--,
+que contrastan, en su obscura apariencia medrosa, con la mansedumbre que
+el crepúsculo malva, lento y místico, pone en las cosas conocidas... Los
+niños se alejan, y en el misterio de las puertas sin luz, se hablan de
+unos hombres que "sacan el unto para curar á la hija del rey, que está
+hética..."
+
+
+
+
+XLVIII
+
+EL ROCÍO
+
+
+Platero--le dije á mi burrillo--; vamos á esperar las Carretas. Traen el
+rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del pinar de las Animas,
+la frescura de las Madres y de los dos Frenos, el olor de la Rocina...
+
+Me lo llevé, guapo y lujoso, á que piropeara á las muchachas, por la
+calle de la Fuente, en cuyos aleros de cal se moría, en una alta cinta
+rosa, el vacilante sol de la tarde. Luego nos pusimos en el vallado de
+los Hornos, desde donde se ve todo el camino de los Llanos.
+
+Venían ya, cuesta arriba, las Carretas. La suave llovizna de todos los
+Rocíos caía sobre las viñas verdes, de una pasajera nube malva. Pero la
+gente no levantaba siquiera los ojos al agua.
+
+Pasaron, primero, en burros, muías y caballos ataviados á la moruna, las
+alegres parejas de novios, ellos alegres, valientes ellas. El rico y
+vivo tropel iba, volvía, se alcanzaba incesantemente en una locura sin
+sentido. Seguía luego el carro de los borrachos, estrepitoso, agrio y
+trastornado; detrás, las carretas, como lechos, colgadas de blanco, con
+las muchachas, morenas y floridas, sentadas bajo el dosel, repicando
+panderetas y chillando sevillanas. Más caballos, más burros... Y el
+mayordomo--¡Viva la Virgen del Rocío! Vivaaaaa...!--cano, seco y rojo,
+con el sombrero ancho á la espalda y la vara de oro descansada en el
+estribo. Al fin, mansamente tirado por dos grandes bueyes píos, que
+parecían obispos con sus frontales de colorines y espejos, el Sin
+Pecado, malva y de plata en su carro blanco, todo en flor, como un
+cargado jardín mustio.
+
+Se oía ya la música, ahogada entre el campaneo, los cohetes, el duro
+herir de los cascos herrados en las piedras...
+
+Platero, entonces, dobló sus manos, y, como una mujer, se arrodilló,
+blando, humilde y consentido.
+
+
+
+
+XLIX
+
+LOS GORRIONES
+
+
+La mañana de Santiago está nublada de blanco y gris, como guardada en
+algodón. Todos se han ido á misa. Nos hemos quedado en el jardín los
+gorriones, Platero y yo.
+
+¡Los gorriones! Bajo las redondas nubes, que, á veces, llueven unas
+gotas finas, ¡cómo entran y salen en la enredadera, cómo chillan, cómo
+se cogen de los picos! Este cae sobre una rama, se va y la deja
+temblando; el otro bebe en un charquito del brocal del pozo, que tiene
+en sí un pedazo de cielo; aquél ha saltado al tejadillo lleno de flores
+casi secas, que el día pardo aviva.
+
+¡Benditos pájaros, sin fiesta fija! Con la libre monotonía de lo nativo,
+de lo verdadero, nada, á no ser una dicha vaga, les dicen á ellos las
+campanas. Contentos, sin fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos
+avernos que extasían ó que amedrentan á los pobres hombres esclavos, sin
+más moral que la suya, son mis hermanos, mis dulces hermanos.
+
+Viajan sin dinero y sin maletas; mudan de casa cuando se les antoja;
+presumen un arroyo, presienten una fronda, y sólo tienen que abrir sus
+alas para conseguir la felicidad; no saben de lunes ni de sábados; se
+bañan en todas partes, á cada momento; aman el amor sin nombre, la amada
+universal.
+
+Y cuando las gentes, ¡las pobres gentes!, se van á misa, los domingos,
+ellos, en un alegre ejemplo, se vienen de pronto, con su algarabía
+fresca y jovial, al jardín de las casas cerradas, en las que algún
+poeta, que ya conocen bien, y algún burrillo tierno, los contemplan
+fraternales.
+
+
+
+
+L
+
+IDILIO DE NOVIEMBRE
+
+
+Cuando, anochecido, vuelve Platero del campo, con su blanda carga de
+ramas de pino para el horno, casi desaparece bajo la amplia verdura
+rendida. Su paso es menudo, fino, juguetón... Parece que no anda. En
+punta las orejas, se diría un caracol debajo de su casa.
+
+Las ramas verdes, ramas que, erguidas, tuvieron en ellas el sol, los
+chamarices, el viento, la luna, los cuervos--¡qué horror! ¡ahí han
+estado, Platero!--, se caen, pobres, hasta el polvo blanco de las sendas
+secas del crepúsculo.
+
+Una fría dulzura malva lo nimba todo. Y en el campo, que va ya á
+Diciembre, la tierna humildad del burro, cargado empieza á parecer
+divina...
+
+
+
+
+LI
+
+EL CANARIO SE MUERE
+
+
+Mira, Platero; el canario de los niños ha amanecido hoy muerto en su
+jaula de plata. Es verdad que el pobre estaba ya muy viejo... El
+invierno, tú te acuerdas bien, lo pasó silencioso, con la cabeza,
+escondida en el plumón. Y al entrar esta primavera, cuando el sol hacía
+jardín la estancia abierta y abrían las mejores rosas del patio, él
+quiso también engalanar la vida nueva, y cantó; pero su voz era
+quebradiza y asmática, como la voz de una flauta cascada.
+
+El mayor de los niños, que lo cuidaba, viéndolo yerto en el fondo de la
+jaula, se ha apresurado, lloroso, á decir:
+
+--¡Pues no le ha faltado nada; ni comida, ni agua!
+
+No. No le ha faltado nada, Platero. Se ha muerto porque sí--diría
+Campoamor, otro canario viejo...
+
+Platero, ¿habrá un paraíso de los pájaros? ¿Habrá un vergel verde sobre
+el cielo azul, todo en flor de rosales áureos, con almas de pájaros
+blancos, rosas, celestes, amarillos?
+
+Oye; á la noche, los niños, tú y yo bajaremos el pájaro muerto al
+jardín. La luna está ahora llena, y á su pálida plata, el pobre cantor,
+en la mano cándida de Blanca, parecerá el pétalo mustio de un lirio
+amarillento. Y lo enterraremos debajo del rosal grande.
+
+Esta misma primavera, Platero, hemos de ver al pájaro salir del corazón
+de una rosa blanca. El aire fragante se pondrá canoro, y habrá por el
+sol de Abril un errar encantado de alas invisibles y un reguero secreto
+de trinos claros de oro puro.
+
+
+
+
+LII
+
+LOS FUEGOS
+
+
+Para Septiembre, en las noches de velada, nos poníamos en el cabezo que
+hay detrás de la casa del huerto, á sentir el pueblo en fiesta desde
+aquella paz fragante que emanaban los nardos de la alberca.
+
+Ya tarde, ardían los fuegos. Primero eran sordos estampidos enanos;
+luego, cohetes sin cola, que se abrían arriba, en un suspiro, cual un
+ojo estrellado que viese, un instante, rojo, morado, azul, el campo; y
+otros cuyo esplendor caía como una doncellez desnuda que se doblara de
+espaldas, como un sauce de sangre que gotease flores de luz. ¡Oh, qué
+pavos reales encendidos, qué macizos aéreos de claras rosas, qué
+faisanes de fuego por jardines de estrellas!
+
+Platero, cada vez que sonaba un estampido, se estremecía, azul, morado,
+rojo, en el súbito iluminarse del espacio, y en la claridad vacilante yo
+veía sus grandes ojos negros que me miraban asustados.
+
+Cuando, como remate, entre el lejano vocerío del pueblo, subía al cielo
+la áurea corona giradora del castillo, Platero huía entre las cepas,
+como alma que lleva el diablo, rebuznando enloquecido, hacia los
+tranquilos pinos en sombra.
+
+
+
+
+LIII
+
+EL RACIMO OLVIDADO
+
+
+Después de las largas lluvias de Octubre, en el oro celeste del día
+abierto, nos fuimos todos á las viñas. Platero llevaba la merienda y los
+sombreros de los niños en un cobujón del seroncillo, y en el otro, de
+contrapeso, tierna, blanca y rosa, como una flor de albérchigo, á
+Blanca..
+
+¡Qué encanto el del campo renovado! Iban los arroyos rebosantes, estaban
+blandamente aradas las tierras, y en los chopos marginales, festoneados
+todavía de amarillo, se veían ya los pájaros, negros.
+
+De pronto, los niños, uno tras otro, corrieron, gritando:
+
+--¡Un racimo! ¡Un racimo!
+
+En una cepa vieja, cuyos largos sarmientos enredados mostraban aún
+algunas renegridas y rojizas hojas secas, encendía el picante sol un
+claro y sano racimo de ámbar. ¡Todos lo querían! Victoria, que lo cogió,
+lo defendía á su espalda. Entonces yo se lo pedí, y ella, con esa dulce
+obediencia voluntaria que presta al hombre la niña que va para mujer, me
+lo cedió de buen grado.
+
+Tenía el racimo cinco grandes uvas. Le di una á Victoria, una á Blanca,
+una á Lola, una á Pepe, y la última, entre las risas y las palmas de
+todos, á Platero, que la cogió, brusco, con sus dientes enormes.
+
+
+
+
+LIV
+
+NOCHE PURA
+
+
+Las almenadas azoteas blancas se cortan secamente sobre el alegre cielo
+azul, gélido y estrellado. El Norte silencioso acaricia, vivo, con su
+pura agudeza.
+
+Todos creen que tienen frío y se esconden en las casas, y las cierran.
+Nosotros, Platero, vamos á ir despacio, tú con tu lana y con mi manta,
+yo con mi alma, por el limpio pueblo solitario.
+
+¡Qué fuerza de adentro me eleva, cual si fuese yo una torre de piedra
+tosca con remate de plata! ¡Mira cuánta estrella! De tantas como son,
+marean. Se diría que el cielo le está rezando á la tierra un encendido
+rosario de amor ideal.
+
+¡Platero, Platero! Diera yo toda mi vida y anhelara que tú quisieras dar
+la tuya, por la pureza de esta alta noche de Enero, sola, clara y dura!
+
+
+
+
+LV
+
+EL ALBA
+
+
+En las lentas madrugadas de invierno, cuando los gallos alertas ven las
+primeras rosas del alba y las saludan, galantes, Platero, harto de
+dormir, rebuzna largamente. ¡Cuan dulce su lejano despertar, en la luz
+celeste que entra por las rendijas de la alcoba! Yo, deseoso también del
+día, pienso en el sol desde mi lecho mullido.
+
+Y pienso en lo que habría sido del pobre Platero si en vez de caer en
+mis manos de poeta hubiese caído en las de uno de esos carboneros que
+van, todavía de noche, por la dura escarcha de los caminos solitarios, á
+robar los pinos de los montes, ó en las de uno de esos gitanos astrosos
+que pintan los burros y les dan arsénico y les ponen alfileres en las
+orejas para qué no se les caigan.
+
+Platero rebuzna de nuevo. ¿Sabrá que pienso en él? ¿Qué me importa? En
+la ternura del amanecer, su recuerdo me es grato como el alba. Y,
+gracias á Dios, él tiene una cuadra tibia y blanda como una cuna, amable
+como mi pensamiento.
+
+
+
+
+LVI
+
+NAVIDAD
+
+
+La candela en el campo!... Es tarde de Nochebuena, y un sol opaco y
+débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de
+todo azul. De pronto, es un estridente crujido de ramas verdes que
+empiezan á arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la
+llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de lenguas
+momentáneas.
+
+¡Oh, la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas,
+azules, se pierden no sé donde, subiendo á un secreto cielo bajo; ¡y
+dejan un olor de ascua en el frió! ¡Campo, tibio ahora, de Diciembre!
+¡Invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices!
+
+Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, á través del aire caliente,
+tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños del
+casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela,
+pobres y tristes, á calentarse las manos arrecidas, y echan en las
+brasas bellotas y castañas, que saltan, en un tiro.
+
+Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego, que ya la noche va
+enrojeciendo, y cantan:
+
+/*[4]
+ ...Camina,: María,
+ camina, José...
+*/
+
+Yo les traigo á Platero, para que juegue con ellos.
+
+
+
+
+LVII
+
+EL INVIERNO
+
+
+Dios está en su palacio de cristal. Quiero decir que llueve, Platero.
+Llueve. Y las últimas flores que el otoño dejó obstinadamente prendidas
+á sus ramas exangües, se cargan de diamantes. En cada diamante, un
+cielo, un palacio de cristal, un Dios. Mira, esta rosa; tiene dentro
+otra rosa de agua; y al sacudirla, ¿ves?, se le cae la nueva flor
+brillante, como su alma, y se queda mustia y triste, igual que la mía.
+
+El agua debe ser tan alegre como el sol. Mira, si no, cuál corren
+felices, los niños, bajo ella, recios y colorados, con las piernas al
+aire. Ve cómo los gorriones se entran todos, en bullanguero bando
+súbito, en la hiedra, en la escuela, Platero, como dice Darbón, tu
+médico.
+
+Llueve. Hoy no vamos al campo. Es día de contemplaciones. Mira cómo
+corren las canales del tejado. Mira cómo se limpian las hojas verdes,
+cómo torna á navegar por la cuneta el barquillo de los niños, parado
+ayer entre la hierba. Mira ahora, en este sol instantáneo y débil, cuan
+bello el arco iris que sale de la iglesia y muere, en una vaga
+irisación, á nuestro lado.
+
+
+
+
+LVIII
+
+IDILIO DE ABRIL
+
+
+Los niños han ido con Platero al arroyo de los chopos, y ahora lo traen
+trotando, entre juegos y risas, todo cargado de flores amarillas. Allá
+abajo les ha llovido--aquella nube fugaz que veló el campo verde con sus
+hilos de oro y plata--. Y sobre la empapada lana del asnucho las mojadas
+campanillas gotean todavía.
+
+¡Idilio fresco, alegre, sentimental! ¡Hasta el rebuzno de Platero se
+hace tierno bajo la dulce carga llovida! De cuando en cuando, vuelve la
+cabeza y arranca las flores á que su boca alcanza. Las campanillas,
+níveas y gualdas, le cuelgan, un momento, entre el blanco babear verdoso
+y luego se le van á la barrigota cinchada. ¡Quién, como tú, Platero,
+pudiera comer flores,... y que no le hicieran daño!
+
+¡Tarde equívoca de Abril!... Los ojos brillantes y vivos de Platero
+copian todo el paisaje de sol y de lluvia. En ocaso, sobre el campo de
+San Juan, se ve llover, deshilachada, otra nube rosa...
+
+
+
+
+LIX
+
+LIBERTAD
+
+
+Llamó mi atención, perdida por las flores de la vereda, un encendido
+pajarillo que, sobre el húmedo prado verde, abría sin cesar su preso
+vuelo policromo. Nos acercamos despacio, yo delante, Platero detrás.
+Había por allí un bebedero sombrío, y unos muchachos traidores le tenían
+puesta una red á los pájaros. El triste reclamillo se levantaba hasta su
+pena, llamando, sin querer, a sus hermanos del cielo.
+
+La mañana era clara, pura, traspasada de azul. Caía del pinar vecino un
+leve concierto de trinos exaltados, que venía y se alejaba, sin irse,
+en el manso y áureo viento playero que ondulaba las copas. ¡Pobre
+concierto inocente, tan cerca del mal corazón!
+
+Monté en Platero, y, obligándolo con las piernas, subimos, en un agudo
+trote, al pinar. En llegando bajo la umbría cúpula frondosa, batí
+palmas, canté, grité. Platero, contagiado, rebuznaba una vez y otra,
+rudamente. Y los ecos respondían, secos y sonoros, como en el fondo de
+un gran pozo. Los pájaros se fueron á otro pinar, cantando.
+
+Platero, entre las lejanas maldiciones de los chiquillos violentos,
+rozaba su cabezota peluda, contra mi corazón, dándome las gracias hasta
+lastimarme el pecho.
+
+
+
+
+LX
+
+LA MUERTE
+
+
+Encontré á Platero echado en su cama de paja, blandos los ojos y
+tristes. Fuí á él, lo acaricié, hablándole, y quise que se levantara...
+
+El pobre se removió todo bruscamente, y dejó una mano arrodillada... No
+podía... Entonces le tendí su mano en el suelo, lo acaricié de nuevo con
+ternura, y mandé venir á su médico. El viejo Barbón, así que lo hubo
+visto, sumió la enorme boca desdentada hasta la nuca y meció sobre el
+pecho la cabeza congestionada, igual que un péndulo.
+
+--Nada bueno, ¿eh?
+
+No sé qué contestó.-. Que el infeliz seiba... Nada... Que un dolor...
+Que no sé qué raíz mala... La tierra, entre la hierba...
+
+A mediodía, Platero estaba muerto. La barriguilla de algodón se le había
+hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban
+al cielo. Parecía su pelo rizoso ese pelo de estopa apelillada de las
+muñecas viejas, que se cae, al pasarle la mano, en una polvorienta
+tristeza...
+
+Por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo
+de sol de la ventanilla, revolaba una bella mariposa de tres colores...
+
+
+
+
+LXI
+
+NOSTALGIA
+
+
+Platero, tú nos ves, ¿verdad?
+
+¿Verdad que ves cómo se ríe en paz, clara y fría, el agua de la noria el
+huerto; cuál vuelan, en la luz última, las afanosas abejas, en torno del
+romero verde y malva, rosa y oro por el sol que aún enciende la colina?
+
+Platero, tú nos ves, ¿verdad?
+
+¿Verdad que ves pasar por la cuesta roja de la Fuente Vieja los
+borriquillos de las lavanderas, cansados, cojos, tristes en la inmensa
+pureza que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor?
+
+Platero, tú nos ves, ¿verdad?
+
+¿Verdad que ves á los niños corriendo, arrebatados, entre las jaras, que
+tienen posadas en sus ramas sus propias flores, liviano enjambre de
+vagas mariposas blancas, goteadas de carmín?
+
+Platero, tú nos ves, ¿verdad?
+
+Platero, ¿verdad que tú nos ves? Sí, tú me ves. Y yo oigo en el poniente
+despejado, endulzando todo el valle de las viñas, tu tierno rebuzno
+lastimero...
+
+
+
+
+LXII
+
+EL BORRIQUETE
+
+
+Puse en el borriquete de madera la silla, el bocado y el ronzal del
+pobre Platero, y lo llevé todo al granero grande, al rincón en donde
+están las cunas olvidadas de los niños. El granero es ancho, silencioso,
+soleado. Desde él se ve todo el campo moguereño: el Molino de viento,
+rojo, á la izquierda; enfrente, embozado en pinos, Montemayor, con su
+ermita blanca; tras de la iglesia, el recóndito huerto de la Pina; en el
+Poniente, el mar, alto y brillante en las mareas del estío.
+
+Por las vacaciones, los niños se van á jugar al granero. Hacen coches,
+con interminables tiros de sillas caídas; hacen teatros, con periódicos
+pintados de almagra, iglesias, colegios...
+
+A veces, se suben en el borriquete sin alma, y con un jaleo inquieto y
+raudo de pies y manos, trotan por el prado de sus sueños:
+
+--¡Arre, Platero! ¡Arre, Platero!
+
+
+
+
+LXIII
+
+MELANCOLÍA
+
+
+Esta tarde he ido con los niños á visitar la sepultura de Platero, que
+está en el huerto de la Pina, al pie del pino paternal. En torno, Abril
+había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos.
+
+Cantaban los chamarices allá arriba, en la cúpula verde, toda pintada de
+cenit azul, y su trino menudo, florido y reidor, se iba en el aire de
+oro de la tarde tibia, como un claro sueño de amor nuevo.
+
+Los niños, así que iban llegando, dejaban de gritar. Quietos y serios,
+sus ojos brillantes en mis ojos, me llenaban de preguntas ansiosas.
+
+--¡Platero amigo!--le dije yo á la tierra--; si, como pienso, estás
+ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo á los ángeles
+adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te acuerdas
+aún de mi?
+
+Y, cual contestando mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no
+había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio á
+lirio...
+
+MOGUER, 1907.
+
+
+
+
+A
+
+PLATERO
+
+EN EL CIELO DE MOGUER.
+
+
+<i>Dulce Platero trotón, burrillo mío, que llevaste mi alma tantas
+veces--¡sólo mi alma!--por aquellos hondos caminos de nopales, de malvas
+y de madreselvas; á ti este libro que habla de ti, ahora que puedes
+entenderlo.</i>
+
+<i>Va á tu alma, que ya pace en el Paraíso, por el alma de aquellos
+paisajes moguereños, qué también habrá subido al cielo con la tuya;
+lleva montada en su lomo de papel á la mía, que, caminando entre zarzas
+en flor á su ascensión, se hace más buena, más pacífica, más pura cada
+día.</i>
+
+<i>Sí. Yo sé que, á la caída de la tarde, cuando, entre las oropéndolas y
+los azahares, llego, lento y pensativo, por el naranjal solitario, al
+pino que arrulla tu muerte, tú, Platero, feliz en tu prado de rosas
+eternas, me verás detenerme ante los lirios amarillos que ha brotado tu
+descompuesto corazón.</i>
+
+FIN
+
+
+
+
+ÍNDICE
+
+
+Advertencia a los hombres que lean este libro para niños
+
+Dedicatoria
+
+
+LA ELEGÍA
+
+I.--Platero
+
+II.--Paisaje grana
+
+III.--Alegría
+
+IV.--Mariposas blancas
+
+V.--La Primavera
+
+VI.--<i>¡Angelus!</i>
+
+VII.--El loco
+
+VIII.--La flor del camino
+
+IX.--Ronsard
+
+X.--La luna
+
+XI.--El canario vuela
+
+XII.--Susto
+
+XIII.--La púa
+
+XIV.--Juegos del anochecer
+
+XV.--Amistad
+
+XVI.--La novia
+
+XVII.--Escalofrío
+
+XVIII.--Ella y nosotros
+
+XIX.--La coz
+
+XX.--Asnografía
+
+XXI.--El Verano
+
+XXII.--Darbón
+
+XXIII.--La arrulladora
+
+XXIV.--El <i>canto</i> del grillo
+
+XXV.--Corpus
+
+XXVI.--La cuadra
+
+XXVII.--El perro sarnoso
+
+XXVIII.--Tormenta
+
+XXIX.--Pasan los patos
+
+XXX.--Ultima siesta
+
+XXXI.--La tísica
+
+XXXII.--Paseo
+
+XXXIII.--Carnaval
+
+XXXIV.--El pozo
+
+XXXV.--Nocturno
+
+XXXVI.--El niño tonto
+
+XXXVII.--Domingo
+
+XXXVIII.--La carretilla
+
+XXXIX.--Retorno
+
+XL.--El pastor
+
+XLI.--Convalecencia
+
+XLII.--La niña chica
+
+XLIII.--El Otoño
+
+XLIV.--Sarito
+
+XLV.--Tarde de octubre
+
+XLVI.--El loro
+
+XLVII.--Anochecer
+
+XLVIII.--El Rocío
+
+XLIX.--Gorriones
+
+L.--Idilio de noviembre
+
+LI.--El canario se muere
+
+LII.--Los fuegos
+
+LIII.--El racimo olvidado
+
+LIV.--Noche pura
+
+LV.--El alba
+
+LVI.--Navidad
+
+LVII.--El Invierno
+
+LVIII.--Idilio de abril
+
+LIX.--Libertad
+
+LX.--La muerte
+
+LXI.--Nostalgia
+
+LXII.--El borriquete
+
+LXIII.--Melancolía
+
+<i>A Platero, en el cielo de Moguer</i>
+
+<i>Índice</i>
+
+
+
+
+
+
+End of the Project Gutenberg EBook of Platero y yo, by Juan Ramón Jiménez
+
+*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PLATERO Y YO ***
+
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+Produced by Chuck Greif & Víctor Moné
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+one owns a United States copyright in these works, so the Foundation
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+set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to
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+Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you
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+such as creation of derivative works, reports, performances and
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+practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is
+subject to the trademark license, especially commercial
+redistribution.
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+*** START: FULL LICENSE ***
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+THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE
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+works. See paragraph 1.E below.
+
+1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation"
+or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project
+Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the
+collection are in the public domain in the United States. If an
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+ returns. Royalty payments should be clearly marked as such and
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+Hart, the owner of the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the
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+receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy
+is also defective, you may demand a refund in writing without further
+opportunities to fix the problem.
+
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+in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER
+WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO
+WARRANTIES OF MERCHANTIBILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE.
+
+1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied
+warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages.
+If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the
+law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be
+interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by
+the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any
+provision of this agreement shall not void the remaining provisions.
+
+1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the
+trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone
+providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in accordance
+with this agreement, and any volunteers associated with the production,
+promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works,
+harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees,
+that arise directly or indirectly from any of the following which you do
+or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm
+work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any
+Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause.
+
+
+Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
+
+Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
+electronic works in formats readable by the widest variety of computers
+including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
+because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
+people in all walks of life.
+
+Volunteers and financial support to provide volunteers with the
+assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
+goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
+remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
+Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
+and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
+To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
+and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
+and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
+
+
+Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
+Foundation
+
+The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
+501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
+state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
+Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
+number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
+http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
+permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
+
+The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
+Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
+throughout numerous locations. Its business office is located at
+809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
+business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact
+information can be found at the Foundation's web site and official
+page at http://pglaf.org
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+For additional contact information:
+ Dr. Gregory B. Newby
+ Chief Executive and Director
+ gbnewby@pglaf.org
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+
+Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation
+
+Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
+spread public support and donations to carry out its mission of
+increasing the number of public domain and licensed works that can be
+freely distributed in machine readable form accessible by the widest
+array of equipment including outdated equipment. Many small donations
+($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
+status with the IRS.
+
+The Foundation is committed to complying with the laws regulating
+charities and charitable donations in all 50 states of the United
+States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
+considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
+with these requirements. We do not solicit donations in locations
+where we have not received written confirmation of compliance. To
+SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any
+particular state visit http://pglaf.org
+
+While we cannot and do not solicit contributions from states where we
+have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
+against accepting unsolicited donations from donors in such states who
+approach us with offers to donate.
+
+International donations are gratefully accepted, but we cannot make
+any statements concerning tax treatment of donations received from
+outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
+
+Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
+methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
+ways including checks, online payments and credit card donations.
+To donate, please visit: http://pglaf.org/donate
+
+
+Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic
+works.
+
+Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
+concept of a library of electronic works that could be freely shared
+with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project
+Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
+
+
+Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
+editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
+unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily
+keep eBooks in compliance with any particular paper edition.
+
+
+Most people start at our Web site which has the main PG search facility:
+
+ http://www.gutenberg.org
+
+This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
+including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
+Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
+subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
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+The Project Gutenberg EBook of Platero y yo, by Juan Ramón Jiménez
+
+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
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+Title: Platero y yo
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+Author: Juan Ramón Jiménez
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+Release Date: March 20, 2012 [EBook #39209]
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+Language: Spanish
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+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PLATERO Y YO ***
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+Produced by Chuck Greif & Víctor Moné
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+<hr class="full" />
+
+<h1><small>Juan Ramón Jiménez</small><br /><br />
+PLATERO Y YO<br />
+<small><small><i>Elegía andaluza</i></small></small></h1>
+
+<p class="c">Esta edición reproduce el texto
+de la primera, publicada en 1914.</p>
+
+<table border="2" cellpadding="5" cellspacing="0" summary="">
+<tr><td align="center"><a href="#INDICE"><b>Al índice</b></a></td></tr>
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+
+<h2><a name="ADVERTENCIA_A_LOS_HOMBRES" id="ADVERTENCIA_A_LOS_HOMBRES"></a>ADVERTENCIA Á LOS HOMBRES<br /><br />
+QUE LEAN ESTE LIBRO PARA NIÑOS</h2>
+
+<p class="nind">E<small>STE</small> breve libro, en donde la alegría y la pena
+son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba
+escrito para... ¡qué sé yo para quién!... para
+quien escribimos los poetas líricos... Ahora que
+va á los niños, no le quito ni le pongo una coma.
+¡Qué bien!</p>
+
+<p>«Dondequiera que haya niños&mdash;dice Nóvalis&mdash;, existe
+una edad de oro.» Pues por esa edad de oro,
+que es como una isla espiritual caída del cielo,
+anda el corazón del poeta, y se encuentra allí tan
+á su gusto, que su mejor deseo sería no tener
+que abandonarla nunca.</p>
+
+<p>¡Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de
+oro de los niños; siempre te halle yo en mi vida,
+mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta
+y, á veces, sin sentido, igual que el trino de la
+alondra en el sol blanco del amanecer!</p>
+
+<p class="r">EL POETA</p>
+
+<p><a name="page_008" id="page_008"></a></p>
+
+<p class="nind">MADRID, 1914</p>
+
+<p>&nbsp;</p>
+<p>&nbsp;</p>
+
+<p class="c">Á LA <a name="MEMORIA" id="MEMORIA"></a>MEMORIA DE AGUEDILLA,<br />
+LA POBRE LOCA DE LA CALLE DEL SOL,<br />
+QUE ME MANDABA MORAS Y CLAVELES<br />
+<a name="page_010" id="page_010"></a></p>
+
+<p>&nbsp;</p>
+<p>&nbsp;</p>
+
+<h2>LA ELEGÍA</h2>
+
+<h2><a name="I" id="I"></a>I<br /><br />
+PLATERO</h2>
+
+<p class="nind">P<small>LATERO</small> es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que
+se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de
+azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.</p>
+
+<p>Lo
+dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas<a name="page_011" id="page_011"></a>
+apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo
+dulcemente: "¿Platero?", y viene á mí con un trotecillo alegre que
+parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...</p>
+
+<p>Come cuanto le doy.
+Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar,
+los higos morados, con su cristalina gotita de miel...</p>
+
+<p>Es tierno y
+mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco como de
+piedra. Cuando paso, sobre él, los domingos, por las últimas callejas
+del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se
+quedan mirándolo:</p>
+
+<p>&mdash;Tiene acero...</p>
+
+<p>Tiene acero. Acero y plata de luna, al
+mismo tiempo.<a name="page_012" id="page_012"></a></p>
+
+<h2><a name="II" id="II"></a>II<br /><br />
+PAISAJE GRANA</h2>
+
+<p class="nind">L<small>A</small> cumbre. Ahí
+está el ocaso,
+todo empurpurado,
+herido por sus propios
+cristales, que le
+hacen sangre por
+doquiera. A su esplendor,
+el pinar
+verde se agria, vagamente
+enrojecido;
+y las hierbas y las
+florecillas, encendidas
+y transparentes,
+embalsaman el instante
+sereno de una
+esencia mojada, penetrante y luminosa.</p>
+
+<p>Yo me quedo extasiado en el crepúsculo.
+Platero, granas de ocaso
+sus ojos negros, se va, manso, á un
+<a name="page_013" id="page_013"></a>charco de aguas de carmín, de rosa,
+de violeta; hunde suavemente su boca
+en los espejos, que parece que se hacen
+líquidos al tocarlos él; y hay por su
+enorme garganta como un pasar profuso
+de umbrías aguas de sangre.</p>
+
+<p>El paraje es conocido, pero el momento
+lo trastorna y lo hace extraño,
+ruinoso y monumental. Se dijera, á
+cada instante, que vamos á descubrir
+un palacio abandonado... La tarde se
+prolonga más allá de sí misma, y la
+hora, contagiada de eternidad, es infinita;
+pacífica, insondable...</p>
+
+<p>&mdash;Anda, Platero...<a name="page_014" id="page_014"></a></p>
+
+<h2><a name="III" id="III"></a>III<br /><br />
+ALEGRÍA</h2>
+
+<p class="nind">P<small>LATERO</small> juega con Diana, la bella
+perra blanca que se parece á la
+luna creciente, con la vieja cabra, gris,
+con los niños...</p>
+
+<p>Salta Diana, ágil y elegante, delante
+del burro, sonando su leve campanilla,
+y hace como que le muerde
+los hocicos. Y Platero, poniendo las
+orejas en punta, cual dos cuernos de
+pita, la embiste blandamente y la hace
+rodar sobre la hierba en flor.</p>
+
+<p>La cabra va al lado de Platero, rozándose
+á sus patas, tirando, con los
+dientes, de la punta de las espadañas
+de la carga. Con una clavellina ó con
+una margarita en la boca, se pone
+frente á él, le topa en el testuz, y
+brinca luego, y bala alegremente, mimosa
+igual que una mujer...</p>
+
+<p>Entre los niños, platero es de juguete.<a name="page_015" id="page_015"></a>
+¡Con qué paciencia sufre sus
+locuras! ¡Cómo va despacito, deteniéndose,
+haciéndose el tonto, para que
+ellos no se caigan! ¡Cómo los
+asusta, iniciando, de pronto, un trote
+falso!</p>
+
+<p class="cb">. . . . .
+. . . . .
+. . . . .
+. . . . .
+. . . . .</p>
+
+<p>¡Claras tardes del otoño moguereño!
+Cuando el aire puro de Octubre
+afila los límpidos sonidos, sube del
+valle un alborozo idílico de balidos,
+de rebuznos, de risas de niños, de ladridos
+y de campanillas...<a name="page_016" id="page_016"></a></p>
+
+<h2><a name="IV" id="IV"></a>IV<br /><br />
+MARIPOSAS BLANCAS</h2>
+
+<p class="nind">L<small>A</small> noche cae, brumosa ya y morada.
+Vagas claridades malvas
+y verdes perduran tras la torre de la
+iglesia. El camino sube, lleno de sombras,
+de campanillas, de fragancia de
+hierba, de canciones, de cansancio y
+de anhelo. De pronto, un hombre obscuro,
+con una gorra y un pincho, roja
+un instante la cara fea por la luz del
+cigarro, baja á nosotros de una casucha<a name="page_017" id="page_017"></a>
+miserable, perdida entre sacas de
+carbón. Platero se amedrenta.</p>
+
+<p>&mdash;¿Va algo?</p>
+
+<p>&mdash;Vea usted... Mariposas blancas...</p>
+
+<p>El hombre quiere clavar su pincho
+de hierro en el seroncillo, y yo lo evito.
+Abro la alforja y él no ve nada.
+Y el alimento ideal pasa, libre y cándido,
+sin pagar su tributo á los Consumos...<a name="page_018" id="page_018"></a></p>
+
+<h2><a name="V" id="V"></a>V<br /><br />
+LA PRIMAVERA</h2>
+
+<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia">
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0.5em;">¡Ay, qué relumbres y olores!</span></td></tr>
+<tr><td align="left">¡Ay, cómo ríen los prados!</td></tr>
+<tr><td align="left">¡Ay, qué alboradas se oyen!</td></tr>
+<tr><td align="left">&nbsp;</td></tr>
+<tr><td align="right"><i>Romance popular.</i></td></tr>
+</table>
+
+<p class="nind">E<small>N</small> mi duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de
+chiquillos. Por fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la
+cama. Entonces, al mirar el campo por la ventana abierta, me doy cuenta
+de que los que alborotan son los pájaros.</p>
+
+<p>Salgo al huerto y doy gracias al Dios del día azul. ¡Libre concierto de
+picos, fresco y sin fin! La golondrina riza, caprichosa, su canto en el
+pozo; silba el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola
+charla en el chaparro; el chamariz, ríe larga y menudamente en la cima
+del eucalipto; y, en el pino grande, los gorriones discuten
+desaforadamente.<a name="page_019" id="page_019"></a></p>
+
+<p>¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de
+oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las
+flores, por la casa, en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en
+estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva.</p>
+
+<p>Parece que estuviéramos dentro de un g r a n panal de luz, que fuese el
+interior de una inmensa y, cálida rosa encendida.<a name="page_020" id="page_020"></a></p>
+
+<h2><a name="VI" id="VI"></a>VI<br /><br />
+<i>¡ANGELUS!</i></h2>
+
+<p class="nind">M<small>IRA</small>, Platero, qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas,
+blancas, sin color... Diríase que el cielo se deshace en rosas. Mira
+cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las, manos... ¿Qué
+haré yo con tantas rosas?</p>
+
+<p>¿Sabes tú, quizás, de dónde es esta blanda flora, que yo no sé de dónde
+es, que enternece, cada día, el paisaje y lo deja dulcemente rosado,
+blanco y celeste&mdash;, mas rosas, más rosas&mdash;, como un cuadro de Fra
+Angelico, el que pintaba el cielo de rodillas?</p>
+
+<p>De las siete galerías del Paraíso se creyera que tiran rosas á la
+tierra. Cual en una nevada tibia y vagamente colorida, se quedan las
+rosas en la torre, en el tejado, en Jos árboles. Mira: todo lo fuerte se
+hace, con su<a name="page_021" id="page_021"></a> adorno, delicado. Más rosas, más rosas, más rosas...</p>
+
+<p>Parece, Platero, mientras suena el <i>Angelus</i>, que esta vida nuestra
+pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva,
+más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia,
+suba á las estrellas, que se encienden ya entre las rosas... Más
+rosas.... Tus ojos, que tú no ves, Platero, y que alzas mansamente al
+cielo, son dos bellas rosas.<a name="page_022" id="page_022"></a></p>
+
+<h2><a name="VII" id="VII"></a>VII<br /><br />
+EL LOCO</h2>
+
+<p class="nind">V<small>ESTIDO</small> de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo
+cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero.</p>
+
+<p>Cuando, yendo á las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con
+sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos
+verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás
+de nosotros, chillando largamente:</p>
+
+<p>&mdash;¡El loco! ¡El loco! ¡El loco!</p>
+
+<p>...Delante está ya el campo verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un
+incendiado añil, mis ojos&mdash;¡tan lejos<a name="page_023" id="page_023"></a> de mis oídos!&mdash;se abren
+noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa
+serenidad armoniosa y divina que vive en el sinfín del horizonte...</p>
+
+<p>Y quedan, allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados
+finamente, entrecortados, jadeantes, aburridos:</p>
+
+<p>&mdash;¡El lo...co! ¡El io...co!<a name="page_024" id="page_024"></a></p>
+
+<h2><a name="VIII" id="VIII"></a>VIII<br /><br />
+LA FLOR DEL CAMINO</h2>
+
+<p class="nind">Q<small>UÉ</small> pura, Platero, y qué bella es esta flor del camino! Pasan a su lado
+todos los tropeles&mdash;los toros, las cabras, los potros, los hombres&mdash;, y
+ella, tan tierna y tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su
+vallado triste, sin contaminarse de impureza alguna.</p>
+
+<p>Todos los días, cuando, al empezar la cuesta, tomamos el atajo, tú la
+has visto en su<a name="page_025" id="page_025"></a> puesto verde. Ya tiene á su lado un pajarillo, que se
+levanta&mdash;¿por qué?&mdash;al acercarnos; ó está llena, cual una breve copa,
+del agua clara de una nube de verano; ya consiente el robo de una abeja
+ó el voluble adorno de una mariposa.</p>
+
+<p>Esta flor vivirá pocos días, Platero, pero su recuerdo ha de ser eterno.
+Será su vivir como un día de tu primavera, como una primavera de mi
+vida. ¡Ay! ¿Qué le diera yo al otoño, Platero, á cambio de esta flor
+divina, para que ella fuese, diariamente, el ejemplo sencillo de la
+nuestra?<a name="page_026" id="page_026"></a></p>
+
+<h2><a name="IX" id="IX"></a>IX<br /><br />
+RONSARD</h2>
+
+<p class="nind">L<small>IBRE</small> ya Platero del cabestro, y paciendo entre las castas margaritas
+del pradecillo, me he echado yo bajo un pino, he sacado de la alforja
+moruna un breve libro y, abriéndolo por una señal, me he puesto á leer
+en alta voz:</p>
+
+<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia">
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">Comme on voit sur la branche au mois de mai la rose</span></td></tr>
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">En sa belle jeunesse, en sa première fleur,</span></td></tr>
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">Rendre le ciel jaloux de...</span></td></tr>
+</table>
+
+<p>Arriba, por las ramas últimas, salta y pía un leve pajarillo, que el sol
+hace, cual toda la verde cima suspirante, de oro. Entre vuelo y gorjeo,
+se oye el partirse de las semillas que el pájaro se está almorzando.<a name="page_027" id="page_027"></a></p>
+
+<p class="c">...jaloux de sa vive couleur...</p>
+
+<p>Una cosa enorme y tibia avanza, de pronto, como una proa viva, sobre mi
+hombro... Es Platero, que, sugestionado, sin duda, por la lira de Orfeo,
+viene á leer conmigo. Leernos:</p>
+
+<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia">
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 3em;">...vive couleur,</span></td></tr>
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">Quand l'aube de ses pleurs</span></td></tr>
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">au point du jour l'a...</span></td></tr>
+</table>
+
+<p>Pero el pajarillo, que debe digerir aprisa, tapa la palabra con una nota
+falsa.</p>
+
+<p>Ronsard se debe haber reído en el infierno...</p>
+
+<p><a name="page_028" id="page_028"></a></p>
+
+<h2><a name="X" id="X"></a>X<br /><br />
+LA LUNA</h2>
+
+<p class="nind">P<small>LATERO</small> acababa de beberse dos cubos de agua con estrellas en el pozo
+del corral, y volvía á la cuadra, lento y distraído entre los altos
+girasoles. Yo le aguardaba en la puerta, echado en el quicio de cal y
+envuelto en la tibia fragancia de los heliotropos.</p>
+
+<p>Sobre el tejadillo, húmedo de las blanduras de septiembre, dormía el
+campo lejano, que mandaba un fuerte<a name="page_029" id="page_029"></a> aliento de pinos. Una gran nube
+negra, como una gigantesca gallina que hubiese puesto un huevo de oro,
+puso la luna sobre una colina.</p>
+
+<p>Yo le dije á la luna:</p>
+
+<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia">
+<tr><td align="right">...Ma sola</td></tr>
+<tr><td align="left">ha questa luna in ciel, che da nessuno</td></tr>
+<tr><td align="left">cader fu vista mai se non in sogno.</td></tr>
+</table>
+
+<p>Platero la miraba fijamente y sacudía, con un duro ruido blando, una
+oreja. Me miraba absorto, y sacudía la otra...<a name="page_030" id="page_030"></a></p>
+
+<h2><a name="XI" id="XI"></a>XI<br /><br />
+EL CANARIO VUELA</h2>
+
+<p class="nind">U<small>N</small> día, el canario verde, no sé cómo ni por qué, voló de su jaula. Era
+un canario viejo, recuerdo triste de una muerta, al que yo no había dado
+libertad por miedo de que se muriera de hambre ó de frío, ó de que se lo
+comieran los gatos.</p>
+
+<p>Anduvo toda la mañana entre los granados del huerto, en el pino de la
+puerta, por las lilas. Los niños estuvieron, toda la mañana también,
+sentados en la galería, absortos en los breves<a name="page_031" id="page_031"></a> vuelos del pajarillo
+amarillento. Libre, Platero, holgaba junto á los rosales, jugando con
+una mariposa.</p>
+
+<p>A la tarde, el canario se vino al tejado de la casa grande, y allí se
+quedó largo tiempo, latiendo en el suave sol que declinaba. De pronto, y
+sin saber nadie cómo ni por qué, apareció en la jaula, otra vez alegre.</p>
+
+<p>¡Qué alborozo en el jardín! Los niños saltaban, tocando las palmas,
+arrebolados y rientes como auroras; Diana, loca, los seguía, ladrándole
+á su propia y riente campanilla; Platero, contagiado, en un oleaje de
+carnes de plata, igual que un chivillo, hacía corvetas, giraba sobre sus
+patas, en un vals tosco, y, poniéndose en las manos, daba coces al aire
+claro y tibio...<a name="page_032" id="page_032"></a></p>
+
+<h2><a name="XII" id="XII"></a>XII<br /><br />
+SUSTO</h2>
+
+<p class="nind">E<small>RA</small> la comida de los niños. Soñaba la lámpara su rosada lumbre tibia
+sobré el mantel de nieve, y los geranios rojos y las pintadas manzanas
+coloreaban de una áspera alegría aquel sencillo idilio de caras
+inocentes. Las niñas comían como mujeres; los niños discutían como
+algunos hombres. Al fondo, dando el pecho á un pequeñuelo, la madre,
+joven, rubia y bella, los miraba sonriendo. Por la ventana del jardín,
+la clara noche de estrellas temblaba, dura y fría.</p>
+
+<p>De pronto, Blanca huyó, como un débil rayo, á los brazos de la madre.
+Hubo un súbito silencio, y luego, en un estrépito de sillas caídas,
+todos corrieron tras de ella, con un raudo alborotar, mirando,
+espantados, á la ventana.</p>
+
+<p>¡El tonto de Platero! Puesta en el<a name="page_033" id="page_033"></a> cristal su cabezota blanca,
+agigantada por la sombra, los cristales y el miedo, contemplaba, quieto
+y triste, el dulce comedor encendido.<a name="page_034" id="page_034"></a></p>
+
+<h2><a name="XIII" id="XIII"></a>XIII<br /><br />
+LA ESPINA</h2>
+
+<p class="nind">E<small>NTRANDO</small> en la dehesa, Platero ha comenzado á cojear. Me he echado al
+suelo...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, hombre, ¿qué te pasa? Platero ha dejado la mano derecha un poco
+levantada, mostrando la ranilla, sin fuerza y sin peso, sin tocar<a name="page_035" id="page_035"></a> casi
+con el casco la arena ardiente del camino.</p>
+
+<p>Con una solicitud mayor, sin duda, que la del viejo Darbón, su médico,
+le he doblado la mano y le he mirado la ranilla roja. Una espina larga y
+verde, de naranjo sano, está clavada en ella como un redondo puñalillo
+de esmeralda. Estremecido del dolor de Platero, he tirado de la espina;
+y me lo he llevado al pobre al arroyo de los lirios amarillos, para que
+el agua corriente le lama, con su larga lengua pura, la heridilla.</p>
+
+<p>Después, hemos seguido hacia la mar blanca, yo delante, él detrás,
+cojeando todavía y dándome suaves topadas en la espalda...<a name="page_036" id="page_036"></a></p>
+
+<h2><a name="XIV" id="XIV"></a>XIV<br /><br />
+JUEGOS DEL ANOCHECER</h2>
+
+<p class="nind">C<small>UANDO</small>, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos, ateridos,
+por la obscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco, los
+niños pobres juegan á asustarse, fingiéndose mendigos. Uno se echa un
+saco á la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo...</p>
+
+<p>Después, en ese brusco cambiar de la infancia, como llevan unos zapatos
+y un vestido, y como sus madres, ellas sabrán cómo, les han dado algo de
+comer, se creen unos príncipes:<a name="page_037" id="page_037"></a></p>
+
+<p>&mdash;Mi padre tiene un reloj de plata.</p>
+
+<p>&mdash;Y el mío, un caballo.</p>
+
+<p>&mdash;Y el mío, una escopeta.</p>
+
+<p>Reloj que levantará á la madrugada, escopeta que no matará el hambre,
+caballo que llevará á la miseria...</p>
+
+<p>El corro, luego. Entre tanta negrura, una niña, con voz débil, hilo de
+cristal acuoso en la sombra, canta entonadamente, cual una princesa:</p>
+
+<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia">
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">Yo soy la viudita</span></td></tr>
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">del Conde de Oré...</span></td></tr>
+</table>
+
+<p>...¡Sí, sí! ¡Cantad, soñad, niños pobres! Pronto, al amanecer vuestra
+adolescencia, la primavera os asustará, como un mendigo, enmascarada de
+invierno.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, Platero...<a name="page_038" id="page_038"></a></p>
+
+<h2><a name="XV" id="XV"></a>XV<br /><br />
+AMISTAD</h2>
+
+<p class="nind">N<small>OS</small> entendemos bien. Yo lo dejo ir á su antojo, y él me lleva siempre
+adonde quiero.</p>
+
+<p>Sabe Platero que, al llegar al pino de la Corona, me gusta acercarme á
+su tronco y acariciárselo, y mirar al cielo al través de su enorme y
+clara copa; sabe que me deleita la veredilla que va, entre céspedes, á
+la fuente vieja; que es para mí una fiesta ver el río desde la colina de
+los pinos, evocadora, de un paraje clásico. Como me adormile, seguro,
+sobre él, mi despertar<a name="page_039" id="page_039"></a> se abre siempre á uno de tales amables
+espectáculos.</p>
+
+<p>Yo trato á Platero cual si fuese un niño. Si el camino se torna fragoso
+y le peso un poco, me bajo para aliviarlo. Lo beso, lo engaño, lo hago
+rabiar... Él comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan
+igual á mí, que he llegado á creer que sueña mis propios sueños.</p>
+
+<p>Platero se me ha rendido como una adolescente apasionada. De nada
+protesta. Sé que soy su felicidad. Hasta huye de los burros y de los
+hombres...<a name="page_040" id="page_040"></a></p>
+
+<h2><a name="XVI" id="XVI"></a>XVI<br /><br />
+LA NOVIA</h2>
+
+<p class="nind">E<small>L</small> claro viento del mar sube por la cuesta roja, llega al prado del
+cabezo, ríe entre las tiernas florecillas blancas; después, se enreda
+por los pinetes sin limpiar y mece las encendidas telarañas celestes,
+rosas, de oro... Toda la tarde es ya viento marino. Y el sol y el viento
+¡dan un blando bienestar al corazón!</p>
+
+<p>Platero me lleva, contento, ágil, dispuesto. Se dijera que no le peso.
+Subimos, como si fuésemos cuesta abajo, á la colina. A lo lejos, una
+cinta brillante, incolora, vibra, entre Los últimos pinos, en un aspecto
+de paisaje isleño. En los prados verdes, allá abajo, saltan los asnos
+trabados, de mata en mata.</p>
+
+<p>Un estremecimiento primaveral vaga<a name="page_041" id="page_041"></a> por las cañadas. De pronto, Platero,
+yergue las orejas, dilata las levantadas narices, replegándolas hasta
+los ojos y dejando ver las grandes habichuelas de sus dientes amarillos.
+Está respirando largamente, de los cuatro vientos, no sé qué honda
+esencia que debe transirle el corazón. Sí. Ahí tiene ya, en otra colina,
+fina y gris sobre el cielo azul, á la amada. Y dobles rebuznos, sonoros
+y largos, rompen con su trompetería la hora luminosa y caen luego en
+gemelas cataratas.</p>
+
+<p>He tenido que contrariar los instintos amables de mi pobre Platero. La
+bella novia del campo lo ve pasar, triste como él, con sus ojazos de
+azabache cargados de estampas. ¡Inútil pregón misterioso, que ruedas
+brutalmente por las margaritas!</p>
+
+<p>Y Platero trota indócil, intentando á cada instante volverse, con un
+reproche en su trotecillo menudo:</p>
+
+<p>&mdash;Parece mentira, parece mentira, parece mentira...<a name="page_042" id="page_042"></a></p>
+
+<h2><a name="XVII" id="XVII"></a>XVII<br /><br />
+CALOSFRÍO</h2>
+
+<p class="nind">L<small>A</small> luna viene con nosotros, grande, redonda, pura. En los prados
+soñolientos se ven, vagamente, no sé qué cabras negras, entre las
+zarzamoras... Alguien se esconde, tácito, á nuestro pasar... Sobre el
+vallado, un almendro inmenso, níveo de flor y de luna, revuelta la copa
+con una nube blanca, cobija el camino asaeteado de estrellas de Marzo...
+Un olor penetrante<a name="page_043" id="page_043"></a> á naranjas..., humedad y silencio... La cañada de
+las Brujas...</p>
+
+<p>&mdash;¡Platero, qué... frío!</p>
+
+<p>Platero, no sé si con su miedo ó con el mío, trota, entra en el arroyo,
+pisa la luna y la hace pedazos. Es como si un enjambre de claras rosas
+de cristal se enredara, queriendo retenerlo, á su trote...</p>
+
+<p>Y trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien le
+fuese á alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave del pueblo que se
+acerca...<a name="page_044" id="page_044"></a></p>
+
+<h2><a name="XVIII" id="XVIII"></a>XVIII<br /><br />
+ELLA Y NOSOTROS</h2>
+
+<p class="nind">P<small>LATERO</small>; acaso ella se iba&mdash;¿adonde?&mdash;en aquel tren negro y soleado que,
+por la vía alta, cortándose sobre los nubarrones blancos, huía hacia el
+norte.</p>
+
+<p>Yo estaba abajo, contigo, en el trigal amarillo y ondeante, goteado todo
+de sangre de amapolas, que ya Julio coronaba de ceniza. Y las nubecillas
+<a name="page_045" id="page_045"></a>de vapor celeste&mdash;¿te acuerdas?&mdash;entristecían un momento el sol y las
+flores, rodando vanamente hacia la nada...</p>
+
+<p>¡Breve cabeza rubia, velada de negro! Era como el retrato de la ilusión
+en el marco fugaz de la ventanilla.</p>
+
+<p>Tal vez ella pensara:&mdash;¿Quiénes serán ese hombre enlutado y ese burrillo
+de plata?</p>
+
+<p>¡Quiénes íbamos á ser! Nosotros... ¿verdad, Platero?<a name="page_046" id="page_046"></a></p>
+
+<h2><a name="XIX" id="XIX"></a>XIX<br /><br />
+LA COZ</h2>
+
+<p class="nind">Í<small>BAMOS</small> al cortijo de Montemayor, al herradero de los novillos. El patio
+empedrado, sombrío bajo el inmenso y ardiente cielo azul de la
+tardecita, vibraba sonoro del relinchar de los caballos pujantes, del
+reir fresco de las mujeres, de los afilados ladridos inquietos de los
+perros. Platero, en un rincón, se impacientaba.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, hombre&mdash;le dije&mdash;, si tú no puedes venir con nosotros; si eres
+muy chico...</p>
+
+<p>Se ponía tan loco, que le pedí al tonto que se subiera en él y lo
+llevara con nosotros.</p>
+
+<p>Por el campo claro, ¡qué alegre cabalgar! Estaban las marismas risueñas
+y ceñidas de oro, con el sol en sus espejos rotos, que doblaban los
+molinos cerrados. Entre el redondo trote duro de los caballos, Platero
+alzaba su<a name="page_047" id="page_047"></a> raudo trotecillo agudo, que necesitaba multiplicar
+insistentemente para no quedarse solo en el camino. De pronto, sonó como
+un tiro de pistola. Platero le había rozado la grupa á un fino potro
+tordo con su boca, y el potro le había respondido con una rápida coz.
+Nadie hizo caso, pero yo le vi á Platero una mano corrida de sangre.
+Eché pie á tierra y, con una espina y una crin, le prendí la vena rota.
+Luego le dije al tonto que se lo llevara á casa. Se volvieron los dos,
+lentos y tristes, por el arroyo seco que baja del pueblo, volviendo la
+cabeza al brillante huir de nuestro tropel.</p>
+
+<p>Cuando, de vuelta del cortijo, fuí á ver á Platero, me lo encontré
+mustio y doloroso.</p>
+
+<p>&mdash;¿Ves&mdash;le suspiré&mdash;que tú no puedes ir á ninguna parte con los
+hombres?<a name="page_048" id="page_048"></a></p>
+
+<h2><a name="XX" id="XX"></a>XX<br /><br />
+ASNOGRAFÍA</h2>
+
+<p class="nind">L<small>EO</small> en un Diccionario: "<i>Asnografía</i>": <i>s. f.</i>: <i>se dice, irónicamente,
+por descripción del asno</i>.</p>
+
+<p>¡Pobre asno! ¡Tan bueno, tan noble, tan agudo como eres!
+Irónicamente.,.. ¿Por qué? ¿Ni una descripción seria mereces, tú, cuya
+descripción cierta sería un cuento de primavera? ¡Si al hombre que es
+bueno debieran decirle asno! ¡Si<a name="page_049" id="page_049"></a> al asno que es malo debieran decirle
+hombre! Irónicamente... De ti, tan intelectual, amigo del viejo y del
+niño, del arroyo y de la mariposa, del sol y del perro, de la flor y de
+la luna, paciente y reflexivo, melancólico y amable, Marco Aurelio de
+los prados...</p>
+
+<p>Platero, que sin duda comprende, me mira fijamente con sus ojazos
+brillantes, de una blanda dureza, en los que el sol brilla, pequeñito y
+chispeante en un breve y convexo firmamento negro. ¡Ay! ¡Si su peluda
+cabezota idílica supiera que yo le hago justicia, que yo soy mejor que
+esos hombres que escriben Diccionarios, casi tan bueno como él!</p>
+
+<p>Y he escrito al margen del libro; "<i>Asnografía: s. f.: se debe decir,
+con ironía, ¡claro está!, por descripción del hombre imbécil que escribe
+Diccionarios.</i>"<a name="page_050" id="page_050"></a></p>
+
+<h2><a name="XXI" id="XXI"></a>XXI<br /><br />
+EL VERANO</h2>
+
+<p class="nind">P<small>LATERO</small> va chorreando sangre, una sangre espesa y morada, de las
+picaduras, de los tábanos. La chicharra sierra un pino, al que nunca se
+llega... Al abrir los ojos, después de un sueño instantáneo, el paisaje
+de arena se me torna blanco, frío en su ardor, espectral..</p>
+
+<p>Están los jarales bajos constelados de sus grandes flores vagas, rosas
+de humo, de gasa, de papel de seda, con sus cuatro lágrimas de carmín; y
+una<a name="page_051" id="page_051"></a> calina que asfixia, enyesa los pinos chatos. Un pájaro nunca visto,
+amarillo con lunares negros, se eterniza, mudo, en una rama.</p>
+
+<p>Los guardas de los huertos suenan el latón para asustar los rabúos, que
+vienen, en grandes bandos celestes, por naranjas... Cuando llegamos á la
+sombra del nogal grande, rajo dos sandías, que abren su escarcha grana y
+rosa en un largo crujido fresco. Yo me como la mía lentamente, oyendo, á
+lo lejos, las vísperas del pueblo. Platero se bebe la carne de azúcar de
+la suya, como si fuese agua.<a name="page_052" id="page_052"></a></p>
+
+<h2><a name="XXII" id="XXII"></a>XXII<br /><br />
+BARBÓN</h2>
+
+<p class="nind">D<small>ARBÓN</small>, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo como una
+sandía. Pesa once arrobas. Cuenta, según él, tres duros de edad.</p>
+
+<p>Cuando habla, le faltan notas, cual á los pianos viejos; otras veces, en
+lugar de palabra, le sale un escape de aire. Y estas pifias llevan un
+acompañamiento de inclinaciones de cabeza, de manotadas ponderativas, de
+vacilaciones chochas, de quejumbres de garganta y salivas en el pañuelo,
+que no hay más que pedir. Un amable concierto para antes de la cena.</p>
+
+<p>No le queda muela ni diente y casi sólo come migajón de pan, que amasa
+primero en la mano. Hace una bola y ¡á la boca roja! Allí la tiene,
+revolviéndola, una hora. Luego, otra bola, y <a name="page_053" id="page_053"></a>otra. Masca con las
+encías, y la barba le llega á la aguileña nariz.</p>
+
+<p>Digo que es grande como el buey pío. En la puerta de la herrería, tapa
+la casa. Pero se enternece, igual que un niño, con Platero. Y si ve una
+flor ó un pajarillo, se ríe de pronto, abriendo toda su boca, con una
+gran risa sostenida, que acaba siempre en llanto. Luego, ya sereno, mira
+del lado del cementerio viejo:</p>
+
+<p>&mdash;Mi niña, mi pobrecita niña...<a name="page_054" id="page_054"></a></p>
+
+<h2><a name="XXIII" id="XXIII"></a>XXIII<br /><br />
+LA ARRULLADORA</h2>
+
+<p class="nind">L<small>A</small> chiquilla del carbonero, guapa y sucia cual una moneda, bruñidos los
+negros ojos y reventando sangre los labios prietos entre la tizne, está
+á la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al hermanito.</p>
+
+<p>Vibra la hora de Mayo, ardiente y clara como un sol por dentro. En la
+paz brillante, se oye el hervor de la olla que cuece en el campo, la
+brama de la dehesa, la alegría del viento del mar en la maraña de los
+eucaliptos.</p>
+
+<p>Sentida y dulce, la carbonera canta:</p>
+
+<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia">
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0.25em;">Mi niño se va á dormir</span></td></tr>
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">en gracia de la Pastora...<a name="page_055" id="page_055"></a></span></td></tr>
+</table>
+
+<p>Pausa. El viento...</p>
+
+<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia">
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">...y por dormirse mi niño,</span></td></tr>
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">se duerme la arrulladora...</span></td></tr>
+</table>
+
+<p>El viento... Platero, que anda, manso, entre los pinos quemados, se
+llega, poco á poco... Luego se echa en la tierra fosca y, á la larga
+copla de madre, se adormila, igual que un niño.<a name="page_056" id="page_056"></a></p>
+
+<h2><a name="XXIV" id="XXIV"></a>XXIV<br /><br />
+EL <i>CANTO</i> DEL GRILLO</h2>
+
+<p class="nind">P<small>LATERO</small> y yo conocemos bien, de nuestras correrías nocturnas, el canto
+del grillo.</p>
+
+<p>El primer canto del grillo, en el crepúsculo, es vacilante, bajo y
+áspero. Muda de tono, aprende de si mismo y, poco á poco, va subiendo,
+va poniéndose en su sitio, como si fuera buscando la armonía del lugar y
+de la hora. De pronto, ya las estrellas en el cielo verde y
+transparente, cobra el canto un dulzor melodioso de cascabel libre.</p>
+
+<p>Las frescas brisas moradas van y vienen; se abren del todo las flores de
+la noche y vaga por el llano una esencia pura y divina, de confundidos
+prados azules, celestes y terrestres. Y el canto del grillo se exalta,
+llena todo el campo, es cual la voz de la sombra. No vacila ya, ni se<a name="page_057" id="page_057"></a>
+calla. Como surtiendo de sí propio, cada nota es gemela de la otra, en
+una hermandad de obscuros cristales.</p>
+
+<p>Pasan, serenas, las horas. No hay guerra en el mundo y duerme bien el
+labrador, viendo el cielo en el fondo alto de su sueño. Tal vez el amor,
+entre las enredaderas de una tapia, anda extasiado, los ojos en los
+ojos. Los habares mandan al pueblo mensajes de fragancia tierna, cual en
+una libre adolescencia candorosa y sutil. Y los trigos ondean, verdes de
+luna, suspirando al viento de las dos, de las tres, de las cuatro... El
+canto del grillo, de tanto sonar, se ha perdido...</p>
+
+<p>¡Aquí está! ¡Oh canto del grillo por la madrugada, cuando, corridos de
+calosfríos, Platero y yo nos vamos á la cama por las sendas blancas de
+relente! La luna, se cae, rojiza y soñolienta. Ya el canto está borracho
+de luna, embriagado de estrellas, romántico, misterioso, profuso. Es
+cuando unas grandes nubes luctuosas, bordeadas de un malva azul y
+triste, sacan el día de la mar, lentamente.<a name="page_058" id="page_058"></a>..</p>
+
+<h2><a name="XXV" id="XXV"></a>XXV<br /><br />
+CORPUS</h2>
+
+<p class="nind">E<small>NTRANDO</small> por la calle de la Fuente, de vuelta del huerto, las Campanas,
+que ya habíamos oído tres veces desde los arroyos, conmueven, con su
+pregonera coronación de bronce, el blanco pueblecillo. Su repique voltea
+y voltea entre el chispeante y estruendoso subir de los cohetes y la
+chillona metalería de la música.</p>
+
+<p>La calle, recién encalada y ribeteada de almagra, verdea toda, vestida
+de chopos y juncias. Lucen las ventanas colgaduras de damasco granate,
+de seda amarilla, de celeste raso, y, en las casas en que hay luto, de
+lana cándida, con cintas negras. Por las últimas casas, en la vuelta del
+Porche, aparece, tarda, la Cruz de los espejos, que, entre los destellos
+del poniente, recoge ya la luz de los cirios rojos. Lentamente, pasa la
+procesión. La bandera carmín, y San Roque, patrón de los panaderos,
+cargado de tiernas roscas; la bandera glauca, y San Telmo,<a name="page_059" id="page_059"></a> patrón de
+los marineros, con su navío de plata en las manos; la bandera gualda, y
+San Isidro, patrón de los labradores, con su yuntita de bueyes, y más
+banderas de colores, y más Santos, y luego, Santa Ana, dando lección á
+la Virgen, y San José, pardo, y la Inmaculada, azul... Al fin, entre la
+guardia civil, la Custodia, ornada de espigas granadas y de esmeraldinas
+uvas agraces su calada platería, despaciosa en su nube celeste de
+incienso.</p>
+
+<p>En la tarde que cae, se alza, claro, el latín andaluz de los salmos. El
+sol, ya rosa, quiebra su rayo bajo, que viene por la calle del Río, en
+la cargazón de oro de las viejas capas pluviales. Arriba, en derredor de
+la torre escarlata, sobre el ópalo terso de la hora serena de Junio, las
+palomas tejen sus altas guirnaldas de nieve encendida...</p>
+
+<p>Platero, entonces, rebuzna. Y su mansedumbre se asocia, con la campana,
+con el cohete, con el latín y con la música, al claro misterio del día,
+y el rebuzno se le endulza, altivo, y, rastrero, se le diviniza...<a name="page_060" id="page_060"></a></p>
+
+<h2><a name="XXVI" id="XXVI"></a>XXVI<br /><br />
+LA CUADRA</h2>
+
+<p class="nind">C<small>UANDO</small>, al mediodía, voy á ver á Platero, un transparente rayo del sol
+de las doce enciende un gran lunar de oro en la plata blanda de su lomo.
+Bajo su barriga, por el obscuro suelo, vagamente verde, el techo viejo
+llueve claras monedas de fuego.</p>
+
+<p>Diana, que está echada entre las patas de Platero, viene á mí bailando y
+me pone sus manos en el pecho, <a name="page_061" id="page_061"></a>anhelando lamerme la boca con su lengua
+rosa. Subida en lo más alto del pesebre, la cabra me mira curiosa,
+doblando la fina cabeza de un lado y de otro, con una femenina
+distinción. Entretanto, Platero, que, antes de entrar yo, me había ya
+saludado con un levantado rebuzno, quiere romper su cuerda, duro y
+alegre al mismo tiempo:</p>
+
+<p>Por el tragaluz, que trae el irisado tesoro del cenit, me voy un
+momento, rayo de sol arriba, al cielo, desde aquel idilio. Luego,
+subiéndome á una piedra, miro el campo.</p>
+
+<p>El paisaje verde nada en la lumbrarada florida y soñolienta, y en el
+azul limpio que encuadra el muro astroso, suena, dejada y dulce, una
+campana.<a name="page_062" id="page_062"></a></p>
+
+<h2><a name="XXVII" id="XXVII"></a>XXVII<br /><br />
+EL PERRO SARNOSO</h2>
+
+<p class="nind">V<small>ENÍA</small>, á Veces, flaco y anhelante, á la casa del huerto. El pobre andaba
+siempre huido, acostumbrado á los gritos y á las pedreas. Los mismos
+perros le enseñaban los colmillos. Y se iba otra vez, en él sol del
+mediodía, lento y triste, monte abajo.</p>
+
+<p>Aquella tarde, llegó detrás de Diana. Cuando yo salía, el guarda, que en
+un arranque de mal corazón había sacado la escopeta, disparó contra él.
+No tuve tiempo de evitarlo. El pobre perro, con el tiro en las entrañas,
+giró vertiginosamente un momento, en un<a name="page_063" id="page_063"></a> redondo aullido agudo, y cayó
+muerto bajo una acacia.</p>
+
+<p>Platero miraba al perro fijamente, erguida la cabeza. Diana, temerosa,
+andaba escondiéndose de uno en otro. El guarda, arrepentido quizás, daba
+largas razones no sabía á quién, indignándose sin poder, queriendo
+acallar su remordimiento. Un velo parecía enlutecer el sol; un velo
+grande, como el velo pequeñito que nubló el ojo sano del perro
+asesinado. Abatidos por el viento del mar, los eucaliptos lloraban más
+reciamente en el hondo silencio aplastante que la siesta tendía por el
+campo de oro, sobre el perro muerto.<a name="page_064" id="page_064"></a></p>
+
+<h2><a name="XXVIII" id="XXVIII"></a>XXVIII<br /><br />
+TORMENTA</h2>
+
+<p class="nind">M<small>IEDO</small>. Aliento contenido. Sudor frío. El terrible cielo bajo ahoga el
+amanecer. (No hay por dónde escapar.) Silencio... El amor se para.
+Tiembla la culpa. El remordimiento cierra los ojos. Más silencio...</p>
+
+<p>El trueno, sordo, retumbante, interminable, como una enorme carga de
+piedra que cayera del cenit al pueblo,<a name="page_065" id="page_065"></a> recorre, largamente, la mañana
+desierta. (No hay por dónde huir.) Todo lo débil&mdash;flores, pájaros&mdash;,
+desaparece de la vida.</p>
+
+<p>Tímido, el espanto mira; por la ventana entreabierta á Dios, que se
+alumbra trágicamente. Allá en oriente, entre desgarrones de nubes, se
+ven malvas y rosas tristes, sucios, fríos, que no pueden vencer la
+negrura.</p>
+
+<p><i>¡Angelus!</i> Un <i>Angelus</i> duro y abandonado, solloza entre el tronido.
+¿El último <i>Angelus</i> del mundo? Y se quiere que la campana acabe pronto,
+ó que suene más, mucho más, que ahogue la tormenta. Y se va de un lado á
+otro, y se implora, y no se sabe lo que se quiere...</p>
+
+<p>(No hay por dónde escapar.) Los corazones están yertos. Los niños
+lloran...</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué será de Platero, tan solo allá en la indefensa cuadra del corral?</p>
+
+<p><a name="page_066" id="page_066"></a></p>
+
+<h2><a name="XXIX" id="XXIX"></a>XXIX<br /><br />
+PASAN LOS PATOS</h2>
+
+<p class="nind">H<small>E</small> ido á darle agua á Platero. En la noche serena, toda de nubes blancas
+y de estrellas, se oye, allá arriba,<a name="page_067" id="page_067"></a> desde el silencio del corral, un
+incesante pasar de claros silbidos.</p>
+
+<p>Son los patos. Van tierra adentro, huyendo de la tempestad marina. De
+vez en cuando, como si nosotros hubiéramos ascendido ó como si ellos
+hubiesen bajado, se escuchan los ruidos más leves de sus alas, de sus
+picos...</p>
+
+<p>Horas y horas, los silbidos seguirán pasando, en un huir interminable.</p>
+
+<p>Platero, de vez en cuando, deja de beber y levanta, como yo, la cabeza á
+las estrellas, con una blanda nostalgia infinita...<a name="page_068" id="page_068"></a></p>
+
+<h2><a name="XXX" id="XXX"></a>XXX<br /><br />
+SIESTA</h2>
+
+<p class="nind">Q<small>UÉ</small> triste belleza, amarilla y descolorida, la del sol de la tarde,
+cuando me despierto bajo la higuera!</p>
+
+<p>Una brisa seca, embalsamada de derretida jara, me acaricia el sudoroso
+despertar. Las grandes hojas, levemente movidas, del blando árbol viejo,
+me enlutan ó me deslumbran. Parece que me mecieran suavemente<a name="page_069" id="page_069"></a> en una
+cuna que fuese del sol á la sombra, de la sombra al sol.</p>
+
+<p>Lejos, en el pueblo desierto, las campanas de las tres sueñan las
+vísperas, tras el oleaje de cristal del aire. Oyéndolas, Platero, que me
+ha robado una gran sandía de dulce escarcha grana, de pie, inmóvil, me
+mira con sus enormes ojos vacilantes.</p>
+
+<p>Frente á sus ojos cansados, mis ojos se me cansan otra vez... Torna la
+brisa, cual una mariposa que quisiera volar y á la que, de pronto, se le
+doblaran las alas... las alas... mis párpados flojos, que, de pronto, se
+cerraran...<a name="page_070" id="page_070"></a></p>
+
+<h2><a name="XXXI" id="XXXI"></a>XXXI<br /><br />
+LA TÍSICA</h2>
+
+<p class="nind">E<small>STABA</small> derecha en una triste silla, blanca la cara y mate, cual un nardo
+ajado, enmedio de la encalada y fría alcoba. Le había mandado el médico
+salir al campo, á que le diera el sol de Marzo; pero la pobre no podía.</p>
+
+<p>&mdash;Cuando llego al p u e n t e&mdash;me dijo&mdash;, ¡ya ve usted, señorito, ahí al
+lado que está!, me ahogo...<a name="page_071" id="page_071"></a></p>
+
+<p>La voz pueril, delgada y rota, se le caía, cansada, como se cae, á
+veces, la brisa en el estío.</p>
+
+<p>Yo le ofrecí á Platero para que diese un paseíto. Subida en él, ¡qué
+risa la de su aguda cara de muerta, toda ojos negros y dientes blancos!</p>
+
+<p>...Las mujeres se asomaban á las puertas á vernos pasar. Iba Platero
+despacio, como sabiendo que llevaba encima un frágil lirio de cristal.
+La niña, con su hábito cándido, transfigurada por la fiebre y la
+alegría, parecía un ángel que entraba en el pueblo, camino del cielo del
+sur.<a name="page_072" id="page_072"></a></p>
+
+<h2><a name="XXXII" id="XXXII"></a>XXXII<br /><br />
+PASEO</h2>
+
+<p class="nind">P<small>OR</small> los hondos caminos del estío, colgados de tiernas madreselvas, ¡cuan
+dulcemente vamos! Yo leo, ó canto, ó digo versos al cielo. Platero
+mordisquea la hierba escasa de los vallados en sombra, la flor empolvada
+de las malvas, las vinagreras amarillas. Está parado más tiempo que
+andando. Yo lo dejo...</p>
+
+<p>El cielo azul, azul, azul, asaeteado de mis ojos en arrobamiento, se
+levanta, sobre los almendros cargados, á sus últimas glorias. Todo el
+campo, silencioso y ardiente, brilla. En el río, una velita<a name="page_073" id="page_073"></a> blanca se
+eterniza, sin viento. Hacia los montes, la compacta humareda de un
+incendio alza sus redondas nubes negras.</p>
+
+<p>Pero nuestro caminar es bien corto. Es como un día suave é indefenso,
+enmedio de la vida múltiple. ¡Ni la apoteosis del cielo, ni el ultramar
+á que va el río, ni siquiera la tragedia de las llamas!</p>
+
+<p>Cuando, entre un olor á naranjas, se oye el hierro alegre y fresco de la
+noria, Platero rebuzna y retoza alegremente. ¡Qué sencillo placer
+diario! Ya en la alberca, yo lleno mi vaso y bebo aquella nieve líquida.
+Platero sume en el agua umbría su boca, y bebe, aquí y allá, en lo más
+limpio, avaramente...<a name="page_074" id="page_074"></a></p>
+
+<h2><a name="XXXIII" id="XXXIII"></a>XXXIII<br /><br />
+CARNAVAL</h2>
+
+<p class="nind">Q<small>UÉ</small> guapo está hoy Platero! Es lunes de Carnaval, y los niños, que se
+han vestido de máscara, le han puesto el aparejo moruno, todo bordado en
+rojo, azul, blanco y amarillo, de cargados arabescos.</p>
+
+<p>Agua, sol y frío. Los redondos papelillos de colores van rodando
+paralelamente por la acera, al viento agudo de la tarde, y las máscaras,
+ateridas, hacen bolsillos de cualquier cosa para las manos azules.</p>
+
+<p>Cuando hemos llegado á la plaza, unas mujeres vestidas de locas, con
+largas camisas blancas y guirnaldas de hojas verdes en los negros y
+sueltos cabellos, han cogido á Platero en<a name="page_075" id="page_075"></a> medio de su corro
+bullanguero, y han girado alegremente en torno de él.</p>
+
+<p>Platero, indeciso, yergue las orejas, alza la cabeza, y, como un alacrán
+cercado por el fuego, intenta, nervioso, huir por doquiera. Pero, como
+es tan pequeño, las locas no le temen y siguen girando, cantando y
+riendo á su alrededor. Los chiquillos, viéndolo cautivo, rebuznan para
+que él rebuzne. Toda la plaza es ya un concierto altivo de metal
+amarillo, de rebuznos, de risas, de coplas, de panderetas y de
+almireces...</p>
+
+<p>Por fin, Platero, decidido, igual que un hombre, rompe el corro y se
+viene á mí trotando y llorando, caído el lujoso aparejo. Como yo, no
+quiere nada con el Carnaval... No servimos para estas cosas...<a name="page_076" id="page_076"></a></p>
+
+<h2><a name="XXXIV" id="XXXIV"></a>XXXIV<br /><br />
+EL POZO</h2>
+
+<p class="nind">E<small>L</small> pozo! Platero, ¡qué palabra tan honda, tan verdinegra, tan fresca,
+tan sonora! Parece que es la palabra la que taladra, girando, la tierra
+obscura, hasta llegar al agua.</p>
+
+<p>Mira; la higuera adorna y desbarata el brocal. Dentro, al alcance de la
+mano, ha abierto, entre los ladrillos con verdín, una flor azul de olor
+penetrante. Una golondrina tiene, más abajo, el nido. Luego, tras un
+pórtico de sombra fría, hay un palacio de esmeralda, y un lago, que, al
+arrojarle una piedra á su quietud, se enfada y gruñe. Y el cielo, al
+fin.</p>
+
+<p>(La noche entra, y la luna se inflama allá en el fondo, adornada de
+volubles estrellas. ¡Silencio! Por los caminos<a name="page_077" id="page_077"></a> se ha ido la vida á lo
+lejos. Por el pozo se escapa el alma á lo hondo. Se ve por él como el
+otro lado del crepúsculo. Y parece que va á salir de su boca un gigante,
+dueño de todos los secretos. ¡Oh laberinto quieto y mágico, parque
+umbrío y fragante, magnético salón encantado!)</p>
+
+<p>&mdash;Oye, Platero, si algún día me echo á este pozo, no será por matarme,
+créelo, sino por coger más pronto las estrellas.</p>
+
+<p>Platero rebuzna, sediento y anhelante. Del pozo sale, asustada, revuelta
+y silenciosa, una golondrina.<a name="page_078" id="page_078"></a></p>
+
+<h2><a name="XXXV" id="XXXV"></a>XXXV<br /><br />
+NOCTURNO</h2>
+
+<p class="nind">D<small>EL</small> pueblo en fiesta, rojamente iluminado hacia el cielo, vienen agrios
+valses nostálgicos en el viento suave. La torre se ve, lívida, muda y
+dura, en un errante limbo violeta, azulado, pajizo... Y allá, tras las
+bodegas obscuras del arrabal, la luna caída, amarilla y soñolienta, se
+pone, sobre el río.</p>
+
+<p>El campo está solo con sus árboles y con la sombra de sus árboles. Hay
+un canto roto de grillo, una conversación sonámbula de aguas ocultas,
+una blandura húmeda, como si se deshiciesen las estrellas... Platero,
+desde la tibieza de su cuadra, rebuzna tristemente.<a name="page_079" id="page_079"></a></p>
+
+<p>La cabra andará despierta, y su campanilla insiste agitada, dulce luego.
+Al fin, se calla... A lo lejos, hacia Montemayor, rebuzna otro asno...
+Otro, luego, por el Vallejuelo... Ladra un perro...</p>
+
+<p>Es la noche tan clara, que las flores del jardín se ven de su color,
+como en el día. Por la última casa de la calle de la Fuente, bajo una
+roja y vacilante farola, tuerce la esquina un hombre solitario... ¿Yo?
+No, yo, en la fragante penumbra, celeste, móvil y dorada, que hacen la
+luna, las lilas, la brisa y la sombra, escucho mi hondo corazón sin
+par...</p>
+
+<p>La esfera gira, blandamente...<a name="page_080" id="page_080"></a></p>
+
+<h2><a name="XXXVI" id="XXXVI"></a>XXXVI<br /><br />
+EL NIÑO TONTO</h2>
+
+<p class="nind">S<small>IEMPRE</small> que volvíamos por la calle de San José, estaba el niño tonto á
+la puerta de su casa, sentado en su sillita, mirando el pasar de los
+otros. Era uno de esos pobres niños á quienes no llega nunca el don de
+la palabra ni el regalo de la gracia; niño alegre él y triste de ver;
+todo para su madre, nada para los demás.</p>
+
+<p>Un día, cuando pasó por la calle blanca aquel mal viento negro, no
+estaba<a name="page_081" id="page_081"></a> el niño en su puerta. Cantaba un pájaro en el solitario umbral,
+y yo me acordé de Curros, padre más que poeta, que, cuando se quedó sin
+su niño, le preguntó por él á la mariposa gallega:</p>
+
+<p class="c">Volvoreta d' aliñas douradas...</p>
+
+<p>Ahora que viene la primavera, pienso en el niño tonto, que desde la
+calle de San José se fué al cielo. Estará sentado en su sillita, al lado
+de las rosas, viendo con sus ojos, abiertos otra vez, el dorado pasar de
+los gloriosos.<a name="page_082" id="page_082"></a></p>
+
+<h2><a name="XXXVII" id="XXXVII"></a>XXXVII<br /><br />
+DOMINGO</h2>
+
+<p class="nind">L<small>A</small> pregonera vocinglería de la esquila de vuelta, cercana ya, ya
+distante, resuena en el cielo de la mañana de fiesta como si todo el
+azul fuera de cristal. Y el campo, un poco enfermo ya, parece que se
+dora de las notas caídas del alegre revuelo florido.</p>
+
+<p>Todos, hasta el guarda, se han ido al pueblo para ver la procesión. Nos
+hemos quedado solos Platero y yo. ¡Qué paz! ¡Qué pureza! ¡Qué bienestar!
+Dejo á Platero en el prado alto,<a name="page_083" id="page_083"></a> y yo me echo, bajo un pino, lleno de
+pájaros que no se van, á leer. Omar Khayyam...</p>
+
+<p>En el silencio que queda entre los repiques, el hervidero interno de la
+mañana de Septiembre cobra presencia y sonido. Las avispas orinegras
+vuelan en torno de la parra cargada de sanos racimos moscateles, y las
+mariposas, que andan confundidas con las flores, parece que se ríen al
+revolar. Es la soledad como un gran pensamiento de luz.</p>
+
+<p>De vez en cuando, Platero deja de comer, y me mira&mdash;Yo, de vez en
+cuando, dejo de leer, y miro á Platero...<a name="page_084" id="page_084"></a></p>
+
+<h2><a name="XXXVIII" id="XXXVIII"></a>XXXVIII<br /><br />
+LA CARRETILLA</h2>
+
+<p class="nind">E<small>N</small> el arroyo grande, que la lluvia había dilatado hasta la viña, nos
+encontramos, atascada, una vieja carretilla, toda perdida bajo su carga
+de hierba y de naranjas. Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una
+rueda, queriendo ayudar con el empuje de su pecho en flor al
+borriquillo, más pequeño ¡ay! y más flaco que Platero. Y el borriquillo
+se destrozaba contra el viento, intentando, inútilmente, arrancar del
+fango la carreta, al grito sollozante de la chiquilla. Era vano su
+esfuerzo, como el de los niños valientes, como el vuelo de esas brisas
+cansadas del verano que se caen, en un desmayo, entre las flores.</p>
+
+<p>Acaricié á Platero y, como pude, lo enganché á la carretilla, delante
+del<a name="page_085" id="page_085"></a> borrico miserable. Le obligué, entonces, con un cariñoso imperio, y
+Platero, de un tirón, sacó carretilla y rucio del atolladero, y les
+subió la cuesta.</p>
+
+<p>¡Qué sonreir el de la chiquilla! Fué como si el sol de la tarde, que se
+rompía, al ponerse entre las nubes de agua, en amarillos cristales, le
+encendiese una aurora tras sus tiznadas lágrimas.</p>
+
+<p>Con su llorosa alegría me ofreció dos escogidas naranjas. Las tomé,
+agradecido, y le di una al borriquillo débil; como dulce consuelo; otra
+á Platero, como premio áureo.<a name="page_086" id="page_086"></a></p>
+
+<h2><a name="XXXIX" id="XXXIX"></a>XXXIX<br /><br />
+RETORNO</h2>
+
+<p class="nind">V<small>ENÍAMOS</small> los dos, cargados, de los montes: Platero, de almoraduj; yo, de
+lirios amarillos.</p>
+
+<p>Caía la tarde de Abril. Todo lo que en el poniente había sido cristal de
+oro, era luego cristal de plata, una alegoría, lisa y luminosa, de
+azucenas de cristal. Después el vasto cielo fué cual un zafiro
+transparente, trocado en esmeralda. Yo volvía triste.<a name="page_087" id="page_087"></a></p>
+
+<p>Cerca ya, la torre del pueblo, coronada de refulgentes azulejos,
+cobraba, en el levantamiento de la hora pura, un aspecto monumental.
+Era, de cerca, como una Giralda vista de lejos, y mi nostalgia de
+ciudades, aguda con la primavera, encontraba en ella un consuelo
+melancólico.</p>
+
+<p>Retorno... ¿adonde?, ¿de qué?, ¿para qué?... Pero los lirios que venían
+conmigo olían más en la frescura tibia de la noche que se entraba; olían
+con un olor más penetrante y, al mismo tiempo, más vago, que salía de la
+flor sin verse la flor, que embriagaba el cuerpo y el alma desde la
+sombra solitaria.</p>
+
+<p>&mdash;¡Alma mía, lirio en la sombra!&mdash;dije. Y pensé, de pronto, en Platero,
+que, aunque iba debajo de mí, se me había olvidado.<a name="page_088" id="page_088"></a></p>
+
+<h2><a name="XL" id="XL"></a>XL<br /><br />
+EL PASTOR</h2>
+
+<p class="nind">E<small>N</small> la colina, que la hora morada va tornando obscura y medrosa, el
+pastorcillo, negro contra el verde ocaso de cristal, silba en su pito,
+bajo el temblor de Venus. Enredadas en las flores que huelen más<a name="page_089" id="page_089"></a> y ya
+no se ven, cuyo aroma las exalta hasta darles forma en la sombra en que
+están perdidas; tintinean, paradas, las esquilas claras y dulces del
+rebaño, disperso un momento, antes de entrar al pueblo, en el paraje
+conocido.</p>
+
+<p>&mdash;Zeñorito, zi eze burro juera mío...</p>
+
+<p>El chiquillo, más moreno y más idílico en la hora dudosa, recogiendo en
+los ojos rápidos cualquier brillantez del instante, parece uno de
+aquellos rapaces que pintó Bartolomé Esteban Murillo.</p>
+
+<p>Yo le daría el burro... Pero, ¿qué iba yo á hacer sin ti, Platerillo?</p>
+
+<p>La luna, que sube, redonda, sobre la ermita de Montemayor, se ha ido
+derramando suavemente por el prado, donde aún yerran vagas claridades
+del día; y el suelo florido parece ahora de ensueño, no sé qué encaje
+primitivo y bello; y las rocas son más grandes y más inminentes y más
+tristes; y llora más el agua del regato escondido...</p>
+
+<p>Y el pastorcillo grita, codicioso, ya lejos:</p>
+
+<p>&mdash;¡Je! Zi eze burro juera mío...<a name="page_090" id="page_090"></a></p>
+
+<h2><a name="XLI" id="XLI"></a>XLI<br /><br />
+CONVALECENCIA</h2>
+
+<p class="nind">D<small>ESDE</small> la débil iluminación amarilla de mi cuarto de convaleciente,
+blando de alfombras y tapices, oigo pasar por la calle nocturna, como en
+un sueño con relente de estrellas, ligeros burros que retornan del
+campo, niños que juegan y gritan.</p>
+
+<p>Se adivinan cabezotas<a name="page_091" id="page_091"></a> obscuras de asnos, y cabecitas finas de niños,
+que, entre los rebuznos, cantan, con cristal y plata, coplas de Navidad.
+El pueblo se siente envuelto en una humareda de castañas tostadas, en un
+vaho de establos, en un humo de hogares en paz...</p>
+
+<p>Y mi alma se derrama, purificadera, como si un raudal de aguas celestes
+le surtiera de la peña en sombra del corazón. ¡Anochecer de redenciones!
+¡Hora íntima, fría y tibia á un tiempo, llena de claridades infinitas!</p>
+
+<p>Las campanas, allá arriba, allá fuera, repican entre las estrellas.
+Contagiado, Platero rebuzna en su cuadra, que parece que está muy
+lejos... Yo lloro, débil, conmovido y solo, igual que Fausto...<a name="page_092" id="page_092"></a></p>
+
+<h2><a name="XLII" id="XLII"></a>XLII<br /><br />
+LA NIÑA CHICA</h2>
+
+<p class="nind">L<small>A</small> niña chica era la gloria de Platero. En cuanto la veía venir hacia
+él, entre las lilas, con su vestídillo blanco y su sombrero de arroz,
+llamándolo, mimosa:&mdash;Platero, Platerillo!&mdash;, el asnucho quería partir la
+cuerda, y saltaba, igual que un niño, y rebuznaba loco.</p>
+
+<p>Ella, en una confianza ciega, pasaba una vez y otra bajo él, y le pegaba
+pataditas, y le dejaba la mano, nardo cándido, en aquella bocaza rosa,
+almenada de grandes dientes amarillos; ó, cogiéndole las orejas,<a name="page_093" id="page_093"></a> que él
+ponía á su alcance, lo llamaba con todas las variaciones mimosas de su
+nombre: ¡Platero! ¡Platerón! ¡Platerillo! ¡Platerete!</p>
+
+<p>En los largos días en que la niña navegó en su cuna alba, río abajo,
+hacia la muerte, nadie se acordaba de Platero. Ella, en su delirio, lo
+llamaba, triste: ¡Platerillo...! Desde la casa obscura y llena de
+suspiros, se oía, á veces, la lejana llamada lastimera del amigo. ¡Oh,
+estío melancólico!</p>
+
+<p>¡Qué lujo puso Dios en ti, tarde del entierro! Septiembre, rosa y oro,
+declinaba. Desde el cementerio ¡cómo resonaba la campana de vuelta en el
+ocaso abierto, camino de la gloria!... Volví por las tapias, solo y
+mustio, entré en la casa por la puerta del corral, y, huyendo de los
+hombres, me fuí á la cuadra y me senté á llorar con Platero.<a name="page_094" id="page_094"></a></p>
+
+<h2><a name="XLIII" id="XLIII"></a>XLIII<br /><br />
+EL OTOÑO</h2>
+
+<p class="nind">Y<small>A</small> el sol, Platero, empieza á sentir pereza de salir de sus sábanas, y
+los labradores madrugan más que él. Es verdad que está desnudo y que
+hace fresco.</p>
+
+<p>¡Cómo sopla el Norte! Mira, por el suelo, las ramitas caídas; es el
+viento tan agudo, tan derecho, que están todas paralelas, apuntadas al
+Sur.</p>
+
+<p>El arado va, como una tosca arma de guerra, á la labor alegre de la paz,
+Platero; y en la ancha senda húmeda, los árboles amarillos, seguros de<a name="page_095" id="page_095"></a>
+verdecer, alumbran, á un lado y otro, vivamente, como suaves hogueras de
+oro claro, nuestro rápido caminar.<a name="page_096" id="page_096"></a></p>
+
+<h2><a name="XLIV" id="XLIV"></a>XLIV<br /><br />
+SARITO</h2>
+
+<p class="nind">P<small>ARA</small> la vendimia, estando yo una tarde roja en la viña del arroyo, las
+mujeres me dijeron que un negrito preguntaba por mí.</p>
+
+<p>Iba yo hacia la era, cuando él venía ya vereda abajo:</p>
+
+<p>&mdash;¡Sarito!</p>
+
+<p>Era Sarito, el criado de Rosalina, mi novia portorriqueña. Se había
+escapado de Sevilla para torear por los pueblos, y venía de Niebla,
+andando, el capote, dos veces grana, al hombro, con hambre y sin dinero.</p>
+
+<p>Los vendimiadores lo miraban de reojo, en un mal disimulado desprecio;
+las mujeres, más por los hombres que por ellas, lo evitaban. Antes, al
+pasar por el lagar, se había peleado ya con un muchacho que le había
+partido una oreja de un mordisco.<a name="page_097" id="page_097"></a></p>
+
+<p>Yo le sonreía y le hablaba afable. Sarito, no atreviéndose á acariciarme
+á mí mismo, acariciaba á Platero, que andaba por allí comiendo uva, y me
+miraba, en tanto, noblemente...<a name="page_098" id="page_098"></a></p>
+
+<h2><a name="XLV" id="XLV"></a>XLV<br /><br />
+TARDE DE OCTUBRE</h2>
+
+<p class="nind">H<small>AN</small> pasado las vacaciones, y, con las primeras hojas gualdas, los niños
+han vuelto al colegio. Soledad. El sol de la casa parece vacío. En la
+ilusión suenan gritos lejanos y remotas risas...</p>
+
+<p>Sobre los rosales, aún con flor, cae la tarde, lentamente. Las lumbres
+del ocaso prenden las últimas rosas, y el jardín, alzando como una llama
+de<a name="page_099" id="page_099"></a> fragancia hacia el incendio del Poniente, huele todo á rosas
+quemadas. Silencio.</p>
+
+<p>Platero, aburrido como yo, no sabe qué hacer. Poco á poco se viene á mí,
+duda un poco, y, al fin, confiado, se entra conmigo por la casa...<a name="page_100" id="page_100"></a></p>
+
+<h2><a name="XLVI" id="XLVI"></a>XLVI<br /><br />
+EL LORO</h2>
+
+<p class="nind">E<small>STÁBAMOS</small> jugando con Platero y con el loro, en el huerto de mi amigo,
+el médico francés, cuando una mujer joven, desordenada y ansiosa, llegó,
+cuesta abajo, hasta nosotros. Antes de llegar, avanzando el negro mirar
+angustiado hasta mí, me había suplicado:</p>
+
+<p>&mdash;Señorito: ¿está ahí ese médico?</p>
+
+<p>Tras ella venían ya unos chiquillos astrosos, que, á cada instante,
+jadeando, miraban camino arriba; al fin, varios hombres que traían á
+otro, lívido y decaído. Era un cazador furtivo de esos que cazan venados
+en el coto de Doñana. La escopeta, una absurda escopeta<a name="page_101" id="page_101"></a> vieja amarrada
+con tomiza, se le había reventado, y el cazador traía el tiro en un
+brazo.</p>
+
+<p>Mi amigo se llegó, cariñoso, al herido, le levantó unos míseros trapos
+que le habían puesto, le lavó la sangre y le fué tocando huesos y
+músculos. De vez en cuando me miraba y me decía:</p>
+
+<p>&mdash;<i>Ce n'est rien</i>...</p>
+
+<p>La tarde caía. Llegaba de Huelva un olor á marisma, á brea, á pescado...
+Los naranjos redondeaban, sobre el poniente rosa, sus terciopelos de
+esmeralda. En una lila, lila y verde, el loro, verde y rojo, iba y
+venía, curioseándonos con sus ojitos redondos.</p>
+
+<p>Al pobre cazador se le llenaban de sol las lágrimas saltadas; á veces,
+dejaba oir un ahogado grito. Y el loro:</p>
+
+<p>&mdash;<i>Ce n'est rien</i>...</p>
+
+<p>Mi amigo ponía al herido algodones y vendas...</p>
+
+<p>El pobre hombre:</p>
+
+<p>-¡Ay!</p>
+
+<p>Y el loro, entre las lilas:</p>
+
+<p>&mdash;<i>Ce n'est rien... Ce n'est rien.<a name="page_102" id="page_102"></a></i></p>
+
+<h2><a name="XLVII" id="XLVII"></a>XLVII<br /><br />
+ANOCHECER</h2>
+
+<p class="nind">E<small>N</small> el recogimiento pacífico y rendido de los crepúsculos del pueblo,
+¡qué poesía cobra la adivinación de lo lejano, el confuso recuerdo de lo
+apenas conocido! Es un encanto contagioso que retiene todo el pueblo
+como enclavado en la cruz de un triste y largo pensamiento.</p>
+
+<p>Hay un olor al nutrido grano limpio que, bajo las frescas estrellas,
+amontona en las eras sus vagas colinas amarillentas. Los trabajadores
+canturrean por lo bajo, en un soñoliento cansancio. Sentadas en los
+zaguanes,<a name="page_103" id="page_103"></a> las viudas piensan en los muertos, que duermen tan cerca,
+detrás de los corrales. Los niños corren, de una sombra á otra, como de
+un árbol á otro los pájaros...</p>
+
+<p>Acaso, entre la luz umbrosa que perdura en las fachadas de cal de las
+casas humildes, pasan vagas siluetas terrosas, calladas, dolientes&mdash;un
+mendigo nuevo, un portugués que va hacia las rozas, un ladrón acaso&mdash;,
+que contrastan, en su obscura apariencia medrosa, con la mansedumbre que
+el crepúsculo malva, lento y místico, pone en las cosas conocidas... Los
+niños se alejan, y en el misterio de las puertas sin luz, se hablan de
+unos hombres que "sacan el unto para curar á la hija del rey, que está
+hética..."</p>
+
+<p><a name="page_104" id="page_104"></a></p>
+
+<h2><a name="XLVIII" id="XLVIII"></a>XLVIII<br /><br />
+EL ROCÍO</h2>
+
+<p class="nind">P<small>LATERO</small>&mdash;le dije á mi burrillo&mdash;; vamos á esperar las Carretas. Traen el
+rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del pinar de las Animas,
+la frescura de las Madres y de los dos Frenos, el olor de la Rocina...</p>
+
+<p>Me lo llevé, guapo y lujoso, á que piropeara á las muchachas, por la
+calle de la Fuente, en cuyos aleros de cal se moría, en una alta cinta
+rosa, el vacilante sol de la tarde. Luego nos pusimos en el vallado de
+los Hornos, desde donde se ve todo el camino de los Llanos.</p>
+
+<p>Venían ya, cuesta arriba, las Carretas. La suave llovizna de todos los
+Rocíos caía sobre las viñas verdes, de una pasajera nube malva. Pero la
+gente no levantaba siquiera los ojos al agua.</p>
+
+<p>Pasaron, primero, en burros, muías y caballos ataviados á la moruna, las
+alegres parejas de novios, ellos<a name="page_105" id="page_105"></a> alegres, valientes ellas. El rico y
+vivo tropel iba, volvía, se alcanzaba incesantemente en una locura sin
+sentido. Seguía luego el carro de los borrachos, estrepitoso, agrio y
+trastornado; detrás, las carretas, como lechos, colgadas de blanco, con
+las muchachas, morenas y floridas, sentadas bajo el dosel, repicando
+panderetas y chillando sevillanas. Más caballos, más burros... Y el
+mayordomo&mdash;¡Viva la Virgen del Rocío! Vivaaaaa...!&mdash;cano, seco y rojo,
+con el sombrero ancho á la espalda y la vara de oro descansada en el
+estribo. Al fin, mansamente tirado por dos grandes bueyes píos, que
+parecían obispos con sus frontales de colorines y espejos, el Sin
+Pecado, malva y de plata en su carro blanco, todo en flor, como un
+cargado jardín mustio.</p>
+
+<p>Se oía ya la música, ahogada entre el campaneo, los cohetes, el duro
+herir de los cascos herrados en las piedras...</p>
+
+<p>Platero, entonces, dobló sus manos, y, como una mujer, se arrodilló,
+blando, humilde y consentido.<a name="page_106" id="page_106"></a></p>
+
+<h2><a name="XLIX" id="XLIX"></a>XLIX<br /><br />
+LOS GORRIONES</h2>
+
+<p class="nind">L<small>A</small> mañana de Santiago está nublada de blanco y gris, como guardada en
+algodón. Todos se han ido á misa. Nos hemos quedado en el jardín los
+gorriones, Platero y yo.</p>
+
+<p>¡Los gorriones! Bajo las redondas nubes, que, á veces, llueven unas
+gotas finas, ¡cómo entran y salen en la enredadera, cómo chillan, cómo
+se cogen de los picos! Este cae sobre una rama, se va y la deja
+temblando; el otro bebe en un charquito del brocal del pozo, que tiene
+en sí un pedazo de cielo; aquél ha saltado al tejadillo lleno de flores
+casi secas, que el día pardo aviva.</p>
+
+<p>¡Benditos pájaros, sin fiesta fija! Con la libre monotonía de lo nativo,
+de lo verdadero, nada, á no ser una dicha vaga, les dicen á ellos las
+campanas.<a name="page_107" id="page_107"></a> Contentos, sin fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos
+avernos que extasían ó que amedrentan á los pobres hombres esclavos, sin
+más moral que la suya, son mis hermanos, mis dulces hermanos.</p>
+
+<p>Viajan sin dinero y sin maletas; mudan de casa cuando se les antoja;
+presumen un arroyo, presienten una fronda, y sólo tienen que abrir sus
+alas para conseguir la felicidad; no saben de lunes ni de sábados; se
+bañan en todas partes, á cada momento; aman el amor sin nombre, la amada
+universal.</p>
+
+<p>Y cuando las gentes, ¡las pobres gentes!, se van á misa, los domingos,
+ellos, en un alegre ejemplo, se vienen de pronto, con su algarabía
+fresca y jovial, al jardín de las casas cerradas, en las que algún
+poeta, que ya conocen bien, y algún burrillo tierno, los contemplan
+fraternales.<a name="page_108" id="page_108"></a></p>
+
+<h2><a name="L" id="L"></a>L<br /><br />
+IDILIO DE NOVIEMBRE</h2>
+
+<p class="nind">C<small>UANDO</small>, anochecido, vuelve Platero del campo, con su blanda carga de
+ramas de pino para el horno, casi desaparece bajo la amplia verdura
+rendida. Su paso es menudo, fino, juguetón... Parece que no anda. En
+punta las orejas, se diría un caracol debajo de su casa.<a name="page_109" id="page_109"></a></p>
+
+<p>Las ramas verdes, ramas que, erguidas, tuvieron en ellas el sol, los
+chamarices, el viento, la luna, los cuervos&mdash;¡qué horror! ¡ahí han
+estado, Platero!&mdash;, se caen, pobres, hasta el polvo blanco de las sendas
+secas del crepúsculo.</p>
+
+<p>Una fría dulzura malva lo nimba todo. Y en el campo, que va ya á
+Diciembre, la tierna humildad del burro, cargado empieza á parecer
+divina...</p>
+
+<p><a name="page_110" id="page_110"></a></p>
+
+<h2><a name="LI" id="LI"></a>LI<br /><br />
+EL CANARIO SE MUERE</h2>
+
+<p class="nind">M<small>IRA</small>, Platero; el canario de los niños ha amanecido hoy muerto en su
+jaula de plata. Es verdad que el pobre estaba ya muy viejo... El
+invierno, tú te acuerdas bien, lo pasó silencioso, con la cabeza,
+escondida en el plumón. Y al entrar esta primavera, cuando el sol hacía
+jardín la estancia abierta y abrían las mejores rosas del patio, él
+quiso también engalanar la vida nueva, y cantó; pero su voz era
+quebradiza y asmática, como la voz de una flauta cascada.</p>
+
+<p>El mayor de los niños, que lo cuidaba, viéndolo yerto en el fondo de <a name="page_111" id="page_111"></a>la
+jaula, se ha apresurado, lloroso, á decir:</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues no le ha faltado nada; ni comida, ni agua!</p>
+
+<p>No. No le ha faltado nada, Platero. Se ha muerto porque sí&mdash;diría
+Campoamor, otro canario viejo...</p>
+
+<p>Platero, ¿habrá un paraíso de los pájaros? ¿Habrá un vergel verde sobre
+el cielo azul, todo en flor de rosales áureos, con almas de pájaros
+blancos, rosas, celestes, amarillos?</p>
+
+<p>Oye; á la noche, los niños, tú y yo bajaremos el pájaro muerto al
+jardín. La luna está ahora llena, y á su pálida plata, el pobre cantor,
+en la mano cándida de Blanca, parecerá el pétalo mustio de un lirio
+amarillento. Y lo enterraremos debajo del rosal grande.</p>
+
+<p>Esta misma primavera, Platero, hemos de ver al pájaro salir del corazón
+de una rosa blanca. El aire fragante se pondrá canoro, y habrá por el
+sol de Abril un errar encantado de alas invisibles y un reguero secreto
+de trinos claros de oro puro.<a name="page_112" id="page_112"></a></p>
+
+<h2><a name="LII" id="LII"></a>LII<br /><br />
+LOS FUEGOS</h2>
+
+<p class="nind">P<small>ARA</small> Septiembre, en las noches de velada, nos poníamos en el cabezo que
+hay detrás de la casa del huerto, á sentir el pueblo en fiesta desde
+aquella paz fragante que emanaban los nardos de la alberca.</p>
+
+<p>Ya tarde, ardían los fuegos. Primero eran sordos estampidos enanos;
+luego, cohetes sin cola, que se abrían arriba, en un suspiro, cual un
+ojo estrellado que viese, un instante, rojo, morado, azul, el campo; y
+otros cuyo esplendor caía como una doncellez desnuda que se doblara de
+espaldas, como un sauce de sangre que gotease flores de luz. ¡Oh, qué
+pavos reales encendidos, qué macizos aéreos de claras<a name="page_113" id="page_113"></a> rosas, qué
+faisanes de fuego por jardines de estrellas!</p>
+
+<p>Platero, cada vez que sonaba un estampido, se estremecía, azul, morado,
+rojo, en el súbito iluminarse del espacio, y en la claridad vacilante yo
+veía sus grandes ojos negros que me miraban asustados.</p>
+
+<p>Cuando, como remate, entre el lejano vocerío del pueblo, subía al cielo
+la áurea corona giradora del castillo, Platero huía entre las cepas,
+como alma que lleva el diablo, rebuznando enloquecido, hacia los
+tranquilos pinos en sombra.<a name="page_114" id="page_114"></a></p>
+
+<h2><a name="LIII" id="LIII"></a>LIII<br /><br />
+EL RACIMO OLVIDADO</h2>
+
+<p class="nind">D<small>ESPUÉS</small> de las largas lluvias de Octubre, en el oro celeste del día
+abierto, nos fuimos todos á las viñas. Platero llevaba la merienda y los
+sombreros de los niños en un cobujón<a name="page_115" id="page_115"></a> del seroncillo, y en el otro, de
+contrapeso, tierna, blanca y rosa, como una flor de albérchigo, á
+Blanca..</p>
+
+<p>¡Qué encanto el del campo renovado! Iban los arroyos rebosantes, estaban
+blandamente aradas las tierras, y en los chopos marginales, festoneados
+todavía de amarillo, se veían ya los pájaros, negros.</p>
+
+<p>De pronto, los niños, uno tras otro, corrieron, gritando:</p>
+
+<p>&mdash;¡Un racimo! ¡Un racimo!</p>
+
+<p>En una cepa vieja, cuyos largos sarmientos enredados mostraban aún
+algunas renegridas y rojizas hojas secas, encendía el picante sol un
+claro y sano racimo de ámbar. ¡Todos lo querían! Victoria, que lo cogió,
+lo defendía á su espalda. Entonces yo se lo pedí, y ella, con esa dulce
+obediencia voluntaria que presta al hombre la niña que va para mujer, me
+lo cedió de buen grado.</p>
+
+<p>Tenía el racimo cinco grandes uvas. Le di una á Victoria, una á Blanca,
+una á Lola, una á Pepe, y la última, entre las risas y las palmas de
+todos, á Platero, que la cogió, brusco, con sus dientes enormes.<a name="page_116" id="page_116"></a></p>
+
+<h2><a name="LIV" id="LIV"></a>LIV<br /><br />
+NOCHE PURA</h2>
+
+<p class="nind">L<small>AS</small> almenadas azoteas blancas se cortan secamente sobre el alegre cielo
+azul, gélido y estrellado. El Norte silencioso acaricia, vivo, con su
+pura agudeza.</p>
+
+<p>Todos creen que tienen frío y se esconden en las casas, y las cierran.
+Nosotros, Platero, vamos á ir despacio, tú con tu lana y con mi manta,
+yo con mi alma, por el limpio pueblo solitario.<a name="page_117" id="page_117"></a></p>
+
+<p>¡Qué fuerza de adentro me eleva, cual si fuese yo una torre de piedra
+tosca con remate de plata! ¡Mira cuánta estrella! De tantas como son,
+marean. Se diría que el cielo le está rezando á la tierra un encendido
+rosario de amor ideal.</p>
+
+<p>¡Platero, Platero! Diera yo toda mi vida y anhelara que tú quisieras dar
+la tuya, por la pureza de esta alta noche de Enero, sola, clara y dura!<a name="page_118" id="page_118"></a></p>
+
+<h2><a name="LV" id="LV"></a>LV<br /><br />
+EL ALBA</h2>
+
+<p class="nind">E<small>N</small> las lentas madrugadas de invierno, cuando los gallos alertas ven las
+primeras rosas del alba y las saludan, galantes, Platero, harto de
+dormir,<a name="page_119" id="page_119"></a> rebuzna largamente. ¡Cuan dulce su lejano despertar, en la luz
+celeste que entra por las rendijas de la alcoba! Yo, deseoso también del
+día, pienso en el sol desde mi lecho mullido.</p>
+
+<p>Y pienso en lo que habría sido del pobre Platero si en vez de caer en
+mis manos de poeta hubiese caído en las de uno de esos carboneros que
+van, todavía de noche, por la dura escarcha de los caminos solitarios, á
+robar los pinos de los montes, ó en las de uno de esos gitanos astrosos
+que pintan los burros y les dan arsénico y les ponen alfileres en las
+orejas para qué no se les caigan.</p>
+
+<p>Platero rebuzna de nuevo. ¿Sabrá que pienso en él? ¿Qué me importa? En
+la ternura del amanecer, su recuerdo me es grato como el alba. Y,
+gracias á Dios, él tiene una cuadra tibia y blanda como una cuna, amable
+como mi pensamiento.<a name="page_120" id="page_120"></a></p>
+
+<h2><a name="LVI" id="LVI"></a>LVI<br /><br />
+NAVIDAD</h2>
+
+<p class="nind">L<small>A</small> candela en el campo!... Es tarde de Nochebuena, y un sol opaco y
+débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de
+todo azul. De pronto, es un estridente crujido de ramas verdes que
+empiezan á arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la
+llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de lenguas
+momentáneas.</p>
+
+<p>¡Oh, la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas,
+azules, se pierden no sé donde, subiendo á un secreto cielo bajo; ¡y
+dejan un olor de ascua en el frió! ¡Campo, tibio ahora, de Diciembre!
+¡Invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices!<a name="page_121" id="page_121"></a></p>
+
+<p>Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, á través del aire caliente,
+tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños del
+casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela,
+pobres y tristes, á calentarse las manos arrecidas, y echan en las
+brasas bellotas y castañas, que saltan, en un tiro.</p>
+
+<p>Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego, que ya la noche va
+enrojeciendo, y cantan:</p>
+
+<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="poesia">
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">...Camina,: María,</span></td></tr>
+<tr><td align="left"><span style="margin-left: 0em;">camina, José...</span></td></tr>
+</table>
+<p>Yo les traigo á Platero, para que juegue con ellos.</p>
+
+<p><a name="page_122" id="page_122"></a></p>
+
+<h2><a name="LVII" id="LVII"></a>LVII<br /><br />
+EL INVIERNO</h2>
+
+<p class="nind">D<small>IOS</small> está en su palacio de cristal. Quiero decir que llueve, Platero.
+Llueve. Y las últimas flores que el otoño dejó obstinadamente prendidas
+á sus ramas exangües, se cargan de diamantes. En cada diamante, un
+cielo, un palacio de cristal, un Dios. Mira, esta rosa; tiene dentro
+otra rosa de agua; y al sacudirla, ¿ves?, se le cae la nueva flor
+brillante, como su alma, y se queda mustia y triste, igual que la mía.<a name="page_123" id="page_123"></a></p>
+
+<p>El agua debe ser tan alegre como el sol. Mira, si no, cuál corren
+felices, los niños, bajo ella, recios y colorados, con las piernas al
+aire. Ve cómo los gorriones se entran todos, en bullanguero bando
+súbito, en la hiedra, en la escuela, Platero, como dice Darbón, tu
+médico.</p>
+
+<p>Llueve. Hoy no vamos al campo. Es día de contemplaciones. Mira cómo
+corren las canales del tejado. Mira cómo se limpian las hojas verdes,
+cómo torna á navegar por la cuneta el barquillo de los niños, parado
+ayer entre la hierba. Mira ahora, en este sol instantáneo y débil, cuan
+bello el arco iris que sale de la iglesia y muere, en una vaga
+irisación, á nuestro lado.<a name="page_124" id="page_124"></a></p>
+
+<h2><a name="LVIII" id="LVIII"></a>LVIII<br /><br />
+IDILIO DE ABRIL</h2>
+
+<p class="nind">L<small>OS</small> niños han ido con Platero al arroyo de los chopos, y ahora lo traen
+trotando, entre juegos y risas, todo cargado de flores amarillas. Allá<a name="page_125" id="page_125"></a>
+abajo les ha llovido&mdash;aquella nube fugaz que veló el campo verde con sus
+hilos de oro y plata&mdash;. Y sobre la empapada lana del asnucho las mojadas
+campanillas gotean todavía.</p>
+
+<p>¡Idilio fresco, alegre, sentimental! ¡Hasta el rebuzno de Platero se
+hace tierno bajo la dulce carga llovida! De cuando en cuando, vuelve la
+cabeza y arranca las flores á que su boca alcanza. Las campanillas,
+níveas y gualdas, le cuelgan, un momento, entre el blanco babear verdoso
+y luego se le van á la barrigota cinchada. ¡Quién, como tú, Platero,
+pudiera comer flores,... y que no le hicieran daño!</p>
+
+<p>¡Tarde equívoca de Abril!... Los ojos brillantes y vivos de Platero
+copian todo el paisaje de sol y de lluvia. En ocaso, sobre el campo de
+San Juan, se ve llover, deshilachada, otra nube rosa...<a name="page_126" id="page_126"></a></p>
+
+<h2><a name="LIX" id="LIX"></a>LIX<br /><br />
+LIBERTAD</h2>
+
+<p class="nind">L<small>LAMÓ</small> mi atención, perdida por las flores de la vereda, un encendido
+pajarillo que, sobre el húmedo prado verde, abría sin cesar su preso
+vuelo policromo. Nos acercamos despacio, yo delante, Platero detrás.
+Había por allí un bebedero sombrío, y unos muchachos traidores le tenían
+puesta una red á los pájaros. El triste reclamillo se levantaba hasta su
+pena, llamando, sin querer, a sus hermanos del cielo.</p>
+
+<p>La mañana era clara, pura, traspasada de azul. Caía del pinar vecino un
+leve concierto de trinos exaltados,<a name="page_127" id="page_127"></a> que venía y se alejaba, sin irse,
+en el manso y áureo viento playero que ondulaba las copas. ¡Pobre
+concierto inocente, tan cerca del mal corazón!</p>
+
+<p>Monté en Platero, y, obligándolo con las piernas, subimos, en un agudo
+trote, al pinar. En llegando bajo la umbría cúpula frondosa, batí
+palmas, canté, grité. Platero, contagiado, rebuznaba una vez y otra,
+rudamente. Y los ecos respondían, secos y sonoros, como en el fondo de
+un gran pozo. Los pájaros se fueron á otro pinar, cantando.</p>
+
+<p>Platero, entre las lejanas maldiciones de los chiquillos violentos,
+rozaba su cabezota peluda, contra mi corazón, dándome las gracias hasta
+lastimarme el pecho.<a name="page_128" id="page_128"></a></p>
+
+<h2><a name="LX" id="LX"></a>LX<br /><br />
+LA MUERTE</h2>
+
+<p class="nind">E<small>NCONTRÉ</small> á Platero echado en su cama de paja, blandos los ojos y
+tristes. Fuí á él, lo acaricié, hablándole, y quise que se levantara...</p>
+
+<p>El pobre se removió todo bruscamente, y dejó una mano arrodillada... No
+podía... Entonces le tendí su mano en el suelo, lo acaricié de nuevo con
+ternura, y mandé venir á su médico. El viejo Barbón, así que lo hubo
+visto, sumió la enorme boca desdentada hasta la nuca y meció sobre el
+pecho la cabeza congestionada, igual que un péndulo.</p>
+
+<p><a name="page_129" id="page_129"></a>&mdash;Nada bueno, ¿eh?</p>
+
+<p>No sé qué contestó.-. Que el infeliz seiba... Nada... Que un dolor...
+Que no sé qué raíz mala... La tierra, entre la hierba...</p>
+
+<p>A mediodía, Platero estaba muerto. La barriguilla de algodón se le había
+hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban
+al cielo. Parecía su pelo rizoso ese pelo de estopa apelillada de las
+muñecas viejas, que se cae, al pasarle la mano, en una polvorienta
+tristeza...</p>
+
+<p>Por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo
+de sol de la ventanilla, revolaba una bella mariposa de tres colores...<a name="page_130" id="page_130"></a></p>
+
+<h2><a name="LXI" id="LXI"></a>LXI<br /><br />
+NOSTALGIA</h2>
+
+<p class="nind">P<small>LATERO</small>, tú nos ves, ¿verdad?</p>
+
+<p>¿Verdad que ves cómo se ríe en paz, clara y fría, el agua de la noria el
+huerto; cuál vuelan, en la luz última, las afanosas abejas, en torno del
+romero verde y malva, rosa y oro por el sol que aún enciende la colina?</p>
+
+<p>Platero, tú nos ves, ¿verdad?</p>
+
+<p>¿Verdad que ves pasar por la cuesta roja de la Fuente Vieja los
+borriquillos de las lavanderas, cansados, cojos, tristes en la inmensa
+pureza<a name="page_131" id="page_131"></a> que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor?</p>
+
+<p>Platero, tú nos ves, ¿verdad?</p>
+
+<p>¿Verdad que ves á los niños corriendo, arrebatados, entre las jaras, que
+tienen posadas en sus ramas sus propias flores, liviano enjambre de
+vagas mariposas blancas, goteadas de carmín?</p>
+
+<p>Platero, tú nos ves, ¿verdad?</p>
+
+<p>Platero, ¿verdad que tú nos ves? Sí, tú me ves. Y yo oigo en el poniente
+despejado, endulzando todo el valle de las viñas, tu tierno rebuzno
+lastimero...<a name="page_132" id="page_132"></a></p>
+
+<h2><a name="LXII" id="LXII"></a>LXII<br /><br />
+EL BORRIQUETE</h2>
+
+<p class="nind">P<small>USE</small> en el borriquete de madera la silla, el bocado y el ronzal del
+pobre Platero, y lo llevé todo al granero grande, al rincón en donde
+están las cunas olvidadas de los niños. El granero es ancho, silencioso,
+soleado. Desde él se ve todo el campo moguereño: el Molino de viento,
+rojo, á la izquierda; enfrente, embozado en pinos, Montemayor, con su
+ermita blanca; tras de la iglesia, el recóndito huerto de la Pina; en el
+Poniente, el mar, alto y brillante en las mareas del estío.</p>
+
+<p>Por las vacaciones, los niños se van á jugar al granero. Hacen coches,
+con<a name="page_133" id="page_133"></a> interminables tiros de sillas caídas; hacen teatros, con periódicos
+pintados de almagra, iglesias, colegios...</p>
+
+<p>A veces, se suben en el borriquete sin alma, y con un jaleo inquieto y
+raudo de pies y manos, trotan por el prado de sus sueños:</p>
+
+<p>&mdash;¡Arre, Platero! ¡Arre, Platero!<a name="page_134" id="page_134"></a></p>
+
+<h2><a name="LXIII" id="LXIII"></a>LXIII<br /><br />
+MELANCOLÍA</h2>
+
+<p class="nind">E<small>STA</small> tarde he ido con los niños á visitar la sepultura de Platero, que
+está en el huerto de la Pina, al pie del pino paternal. En torno, Abril
+había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos.</p>
+
+<p>Cantaban los chamarices allá arriba, en la cúpula verde, toda pintada de
+cenit azul, y su trino menudo, florido y reidor, se iba en el aire de
+oro de la tarde tibia, como un claro sueño de amor nuevo.</p>
+
+<p>Los niños, así que iban llegando, dejaban de gritar. Quietos y serios,
+sus ojos brillantes en mis ojos, me<a name="page_135" id="page_135"></a> llenaban de preguntas ansiosas.</p>
+
+<p>&mdash;¡Platero amigo!&mdash;le dije yo á la tierra&mdash;; si, como pienso, estás
+ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo á los ángeles
+adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te acuerdas
+aún de mi?</p>
+
+<p>Y, cual contestando mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no
+había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio á
+lirio...</p>
+
+<p><a name="page_136" id="page_136"></a></p>
+
+<p>&nbsp;</p>
+<p>&nbsp;</p>
+
+<p class="nind">MOGUER, 1907.</p>
+
+<h2><a name="A_PLATERO" id="A_PLATERO"></a>A<br /><br />
+PLATERO<br /><br />
+EN EL CIELO DE MOGUER.</h2>
+
+<p><a name="page_137" id="page_137"></a></p>
+
+<p><a name="page_138" id="page_138"></a></p>
+
+<p><i>Dulce Platero trotón, burrillo mío, que llevaste mi alma tantas
+veces&mdash;¡sólo mi alma!&mdash;por aquellos hondos caminos de nopales, de malvas
+y de madreselvas; á ti este libro que habla de ti, ahora que puedes
+entenderlo.</i></p>
+
+<p><i>Va á tu alma, que ya pace en el Paraíso, por el alma de aquellos
+paisajes moguereños, qué también habrá subido al cielo con la tuya;
+lleva montada en su lomo de papel á la mía, que, caminando entre zarzas
+en flor á su ascensión, se hace más buena, más pacífica, más pura cada
+día.</i></p>
+
+<p><i>Sí. Yo sé que, á la caída de la tarde, cuando, entre las oropéndolas y
+los azahares, llego, lento y pensativo, por el naranjal solitario, al
+pino que arrulla tu muerte, tú, Platero, feliz en tu prado de rosas
+eternas, me verás detenerme ante los lirios amarillos que ha brotado tu
+descompuesto corazón.<a name="page_139" id="page_139"></a></i></p>
+
+<p>&nbsp;</p>
+<p>&nbsp;</p>
+
+<p class="c">FIN</p>
+
+<p><a name="page_140" id="page_140"></a></p>
+
+<p><a name="page_141" id="page_141"></a></p>
+
+<p>&nbsp;</p>
+<p>&nbsp;</p>
+
+<h2><a name="INDICE" id="INDICE"></a>ÍNDICE</h2>
+
+<table border="0" cellpadding="2" cellspacing="0" summary="">
+
+<tr><td colspan="2" align="left"><a href="#ADVERTENCIA_A_LOS_HOMBRES">Advertencia a los hombres que lean este libro para niños</a></td></tr>
+
+<tr><td colspan="2" align="left"><a href="#MEMORIA">Dedicatoria</a></td></tr>
+
+<tr><td colspan="2" align="center">LA ELEGÍA</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#I">I</a>.</td><td>&mdash;Platero</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#II">II</a>.</td><td>&mdash;Paisaje grana</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#III">III</a>.</td><td>&mdash;Alegría</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#IV">IV</a>.</td><td>&mdash;Mariposas blancas</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#V">V</a>.</td><td>&mdash;La Primavera</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#VI">VI</a>.</td><td>&mdash;<i>¡Angelus!</i></td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#VII">VII</a>.</td><td>&mdash;El loco</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#VIII">VIII</a>.</td><td>&mdash;La flor del camino</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#IX">IX</a>.</td><td>&mdash;Ronsard</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#X">X</a>.</td><td>&mdash;La luna</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XI">XI</a>.</td><td>&mdash;El canario vuela</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XII">XII</a>.</td><td>&mdash;Susto</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XIII">XIII</a>.</td><td>&mdash;La púa</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XIV">XIV</a>.</td><td>&mdash;Juegos del anochecer</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XV">XV</a>.</td><td>&mdash;Amistad</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XVI">XVI</a>.</td><td>&mdash;La novia</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XVII">XVII</a>.</td><td>&mdash;Escalofrío</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XVIII">XVIII</a>.</td><td>&mdash;Ella y nosotros</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XIX">XIX</a>.</td><td>&mdash;La coz</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XX">XX</a>.</td><td>&mdash;Asnografía</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXI">XXI</a>.</td><td>&mdash;El Verano</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXII">XXII</a>.</td><td>&mdash;Darbón</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXIII">XXIII</a>.</td><td>&mdash;La arrulladora</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXIV">XXIV</a>.</td><td>&mdash;El <i>canto</i> del grillo</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXV">XXV</a>.</td><td>&mdash;Corpus</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXVI">XXVI</a>.</td><td>&mdash;La cuadra</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXVII">XXVII</a>.</td><td>&mdash;El perro sarnoso</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXVIII">XXVIII</a>.</td><td>&mdash;Tormenta</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXIX">XXIX</a>.</td><td>&mdash;Pasan los patos</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXX">XXX</a>.</td><td>&mdash;Ultima siesta</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXXI">XXXI</a>.</td><td>&mdash;La tísica</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXXII">XXXII</a>.</td><td>&mdash;Paseo</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXXIII">XXXIII</a>.</td><td>&mdash;Carnaval</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXXIV">XXXIV</a>.</td><td>&mdash;El pozo</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXXV">XXXV</a>.</td><td>&mdash;Nocturno</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXXVI">XXXVI</a>.</td><td>&mdash;El niño tonto</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXXVII">XXXVII</a>.</td><td>&mdash;Domingo</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXXVIII">XXXVIII</a>.</td><td>&mdash;La carretilla</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XXXIX">XXXIX</a>.</td><td>&mdash;Retorno</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XL">XL</a>.</td><td>&mdash;El pastor</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XLI">XLI</a>.</td><td>&mdash;Convalecencia</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XLII">XLII</a>.</td><td>&mdash;La niña chica</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XLIII">XLIII</a>.</td><td>&mdash;El Otoño</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XLIV">XLIV</a>.</td><td>&mdash;Sarito</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XLV">XLV</a>.</td><td>&mdash;Tarde de octubre</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XLVI">XLVI</a>.</td><td>&mdash;El loro</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XLVII">XLVII</a>.</td><td>&mdash;Anochecer</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XLVIII">XLVIII</a>.</td><td>&mdash;El Rocío</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#XLIX">XLIX</a>.</td><td>&mdash;Gorriones</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#L">L</a>.</td><td>&mdash;Idilio de noviembre</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LI">LI</a>.</td><td>&mdash;El canario se muere</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LII">LII</a>.</td><td>&mdash;Los fuegos</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LIII">LIII</a>.</td><td>&mdash;El racimo olvidado</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LIV">LIV</a>.</td><td>&mdash;Noche pura</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LV">LV</a>.</td><td>&mdash;El alba</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LVI">LVI</a>.</td><td>&mdash;Navidad</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LVII">LVII</a>.</td><td>&mdash;El Invierno</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LVIII">LVIII</a>.</td><td>&mdash;Idilio de abril</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LIX">LIX</a>.</td><td>&mdash;Libertad</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LX">LX</a>.</td><td>&mdash;La muerte</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LXI">LXI</a>.</td><td>&mdash;Nostalgia</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LXII">LXII</a>.</td><td>&mdash;El borriquete</td></tr>
+
+<tr><td align="right"><a href="#LXIII">LXIII</a>.</td><td>&mdash;Melancolía</td></tr>
+
+<tr><td colspan="2" align="left"><a href="#A_PLATERO"><i>A Platero, en el cielo de Moguer</i></a></td></tr>
+
+<tr><td colspan="2" align="left"><i>Índice</i></td></tr>
+</table>
+
+<hr class="full" />
+
+
+
+
+
+
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+<pre>
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+End of the Project Gutenberg EBook of Platero y yo, by Juan Ramón Jiménez
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+*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PLATERO Y YO ***
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+***** This file should be named 39209-h.htm or 39209-h.zip *****
+This and all associated files of various formats will be found in:
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+Produced by Chuck Greif & Víctor Moné
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+one owns a United States copyright in these works, so the Foundation
+(and you!) can copy and distribute it in the United States without
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+Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you
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+redistribution.
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+*** START: FULL LICENSE ***
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+THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE
+PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK
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+things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works
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+Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement
+and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic
+works. See paragraph 1.E below.
+
+1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation"
+or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project
+Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the
+collection are in the public domain in the United States. If an
+individual work is in the public domain in the United States and you are
+located in the United States, we do not claim a right to prevent you from
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+are removed. Of course, we hope that you will support the Project
+Gutenberg-tm mission of promoting free access to electronic works by
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+the laws of your country in addition to the terms of this agreement
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+Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, performed, viewed,
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+ License. You must require such a user to return or
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+ and discontinue all use of and all access to other copies of
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+ of receipt of the work.
+
+- You comply with all other terms of this agreement for free
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+
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+1.F.
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+If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the
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+interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by
+the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any
+provision of this agreement shall not void the remaining provisions.
+
+1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the
+trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone
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+with this agreement, and any volunteers associated with the production,
+promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works,
+harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees,
+that arise directly or indirectly from any of the following which you do
+or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm
+work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any
+Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause.
+
+
+Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
+
+Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
+electronic works in formats readable by the widest variety of computers
+including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
+because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
+people in all walks of life.
+
+Volunteers and financial support to provide volunteers with the
+assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
+goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
+remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
+Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
+and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
+To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
+and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
+and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
+
+
+Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
+Foundation
+
+The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
+501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
+state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
+Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
+number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
+http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
+permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
+
+The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
+Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
+throughout numerous locations. Its business office is located at
+809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
+business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact
+information can be found at the Foundation's web site and official
+page at http://pglaf.org
+
+For additional contact information:
+ Dr. Gregory B. Newby
+ Chief Executive and Director
+ gbnewby@pglaf.org
+
+
+Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation
+
+Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
+spread public support and donations to carry out its mission of
+increasing the number of public domain and licensed works that can be
+freely distributed in machine readable form accessible by the widest
+array of equipment including outdated equipment. Many small donations
+($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
+status with the IRS.
+
+The Foundation is committed to complying with the laws regulating
+charities and charitable donations in all 50 states of the United
+States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
+considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
+with these requirements. We do not solicit donations in locations
+where we have not received written confirmation of compliance. To
+SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any
+particular state visit http://pglaf.org
+
+While we cannot and do not solicit contributions from states where we
+have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
+against accepting unsolicited donations from donors in such states who
+approach us with offers to donate.
+
+International donations are gratefully accepted, but we cannot make
+any statements concerning tax treatment of donations received from
+outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
+
+Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
+methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
+ways including checks, online payments and credit card donations.
+To donate, please visit: http://pglaf.org/donate
+
+
+Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic
+works.
+
+Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
+concept of a library of electronic works that could be freely shared
+with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project
+Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
+
+
+Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
+editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
+unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily
+keep eBooks in compliance with any particular paper edition.
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+Most people start at our Web site which has the main PG search facility:
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+ http://www.gutenberg.org
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+This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
+including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
+Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
+subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
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+This eBook, including all associated images, markup, improvements,
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+the "Copyright How-To" at https://www.gutenberg.org.
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+No investigation has been made concerning possible copyrights in
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