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If you are not located in the United States, you'll have -to check the laws of the country where you are located before using this ebook. - - - -Title: De Sobremesa; crónicas, Segunda Parte (de 5) - -Author: Jacinto Benavente - -Release Date: July 3, 2017 [EBook #55038] - -Language: Spanish - -Character set encoding: ISO-8859-1 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK DE SOBREMESA; CRÓNICAS *** - - - - -Produced by Nahum Maso i Carcases, Josep Cols Canals, -Carlos Colón and the Online Distributed Proofreading Team -at http://www.pgdp.net (This file was produced from images -generously made available by The Internet Archive/Canadian -Libraries) - - - - - - Notas del Transcriptor - -Se han respetado la ortografía y la acentuación del original. - -Los errores obvios de puntuación y de imprenta se han corregido. - -El texto en cursiva se indica entre _guiones bajos_. - -El texto en letra versalita (versalilla) se ha sustituido por -mayúsculas. - -Las páginas en blanco presentes en el original se han eliminado en la -versión electrónica. - - * * * * * - - - - - De sobremesa - - CRÓNICAS - - _Segunda serie_ - - - - - Jacinto Benavente - - - De sobremesa - - CRÓNICAS - - - _SEGUNDA SERIE_ - - - MADRID - - LIBRERÍA DE FERNANDO FÉ - - Puerta del Sol, 15 - - 1910 - - - - - ES PROPIEDAD.--DERECHOS RESERVADOS - - - MADRID.--Imprenta Española, calle del Olivar, 8 - - - - - [Ilustración] - - - - - De sobremesa. - - - - - I - - -EL señor ministro de la Gobernación ha propuesto el mejor remedio para -evitar conflictos en la Plaza de Toros; que el público se abstenga de -asistir á las corridas si tanto le disgustan. El remedio es excelente, -pero ya dijo el sabio que: Á trueque de quejarse, habían las desdichas -de buscarse. Y el gustazo de protestar nunca se paga bastante caro. -Tiene además, ese remedio, el peligro de caer el público en su -eficacia y en ese caso, bien pudiera dar en aplicarlo á otros muchos -espectáculos caros y malos, que él sostiene con su buen dinero. Pero ha -de comprenderse que lo de ver al público echarse al redondel, no puede -ser del gusto de ningún gobierno. Aunque bien pudieran pensar los -espectadores que siendo ellos los toreados, ningún sitio mejor que el -redondel les corresponde. - -Y á propósito de plazas de toros; los sombreros de señora van -alcanzando sus dimensiones. En Londres acaba de presentarse una actriz -con uno que mide un metro ochenta de diámetro, y sobre él se levantan -todavía culminantes dos magníficas plumas de avestruz, de sesenta -centímetros. Semejante edificio, por más señas es de color malva y -de las plumas, una azul y la otra «assortié» al sombrero. No hay que -decir si habrá causado sensación. Supongo que la obra en que se ha -presentado, llevará esta acotación: La escena representa un sombrero. -La moda es graciosa y en una mujer alta y de esbelto talle, esos -sombreros circundan como una gran flor la linda cabecita que parece -nimbada. Pero las mujeres bajas y rechonchillas deben evitarnos el -espectáculo de una monstruosa seta que anda. Por fortuna, nuestras -señoras, han sido las más dóciles en atender el ruego, más que la orden -de presentarse en los teatros sin sombrero. En otros países, donde -las mujeres se la dan más de «superhembras», ni ruegos, ni censuras, -ni órdenes, han podido apear los sombreros de su cabeza... Siempre -se dijo que cuando á una mujer se le pone una cosa en la cabeza, es -difícil quitársela. En este caso particular, las nuestras merecen los -mayores elogios. Nuestras mujeres son muy gobernables; no suelen ser de -oposición más que cuando sus maridos están en el gobierno: dígalo la -ley de asociaciones. - - * * * * * - -Menos mal; en la manifestación conmemorativa de la revolución de -Septiembre hubo algunas levitas de buen corte y algunos pantalones de -airosa caída y bastante camisa limpia... Menos mal, que de otro modo ya -hubiera salido á relucir lo de ¡Cuatro desarrapados! ¡Populacherías! -No, justamente la blusa--tan apreciada cuando vota con los gobiernos, -tan despreciada cuando se manifiesta en contra,--es la prenda más -retraída de manifestaciones liberales. ¡Pobre gente! Ha oído la voz -del taimado cocodrilo ¡Bebe quieto! Dejaos de libertades y de derechos -políticos; al pobre lo que le conviene es tener trabajo, dinero, lo -material, lo positivo... ustedes á lo suyo... Y el pobre, bastante -desagradecido con los que trajeron las libertades, gracias á las que -ha podido y podrá conquistar poco á poco algo de lo suyo, se cree hoy -más listo y más avisado, porque, como él dice: Á mí ya no me la da -nadie. No, ¡pobrecito!, te la dan los otros; que te hacen instrumento -suyo cuando les conviene... ¡Ah, pueblo, pueblo! Has vendido tu -primogenitura por un plato de lentejas. - - * * * * * - -Contra los pronósticos metereológicos teatrales, «La Nube» pasó sin la -menor protesta de los aludidos. Lo suponía; es gente que sabe con quién -ha de gastarse los cuartos y de la que dice: «Dame pan y llámame... -lo que quieras». Que la obra á más de haber sido aplaudida, es muy -plausible, por la valentía que supone en un autor empresario, ponerse -enfrente del público más decorativo y más saneado metálicamente, no -hay para qué decirlo. En cuanto á su eficacia, ya es más discutible. -En esta ocasión, como en otras, por ser más aparente van dirigidos -los ataques á lo que parece causa y no es sino efecto. Las nubes, de -cualquier género que sean, solo se forman en determinadas condiciones -atmosféricas. La patología social debe distinguir las enfermedades -sintomáticas de las esenciales y la nube, esa nube negra que -entenebrece el aire de España y parece causa de muchos males, es solo -efecto de ellos. No es ella la que tiene culpa de nuestro atraso, es -nuestro atraso el culpable de que la nube exista. Poco se consigue con -atacar al parásito si no se robustece la naturaleza que hace posible su -vida. Esos espíritus, dominados por la nube, lo serían del mismo modo -por la «cocotte» ó por la echadora de cartas ó por cualquier inventor -de la fabricación de diamantes. Nadie abrió jamás tienda de género -que nadie solicita. ¿Qué culpa tiene el fabricante de naipes de que -se juegue? Excelente es la obra de Ceferino Palencia, pero, créame el -distinguido autor, tantas veces aplaudido, la nube es algo, pero no es -todo. ¡Á los cascos, á los cascos! ¡Dejad las arboladuras! - - * * * * * - -En cuanto deja uno Madrid por algún tiempo y vuelve á pasear por -sus calles, cada día encuentra un teatro y una iglesia ó capilla de -nueva planta. Así dice un señor: «Yo no sé cómo en Madrid pueden -sostenerse tantos espectáculos». Pero hay público para todo. Como antes -al estanco, ya cada vecino puede permitirse la comodidad de ir al -teatro de la esquina. De este modo se establece cierta cordialidad de -relaciones entre los actores y su público. Ya que Madrid no llenaba los -teatros, los teatros han decidido llenar á Madrid. Y no hay duda que en -este caso, como con el anuncio prodigado, la sugestión triunfa... No -entrará usted en el primer teatro que se encuentra, pero al noveno ó -décimo, cae usted. Y una vez que se entró usted en uno, ya cae usted en -la manía coleccionista y acaba usted por recorrerlos todos. - -Es un error de los empresarios creer que tan formidable competencia -les perjudica. Cuanto mayor sea el número de teatros, más irán todos -ganando, aunque no sea más que en la comparación. Por malos que -parezcan algunos siempre hay otros peores. - - * * * * * - -Las reformas en la indumentaria de nuestro ejército, ha dado algo que -decir y más que murmurar. Hasta verlas realizadas no sabremos si en -ellas se ha atendido más á lo práctico que á lo estético ó viceversa. -Si fué á lo práctico, bien estará, si lo estético no padece. Si fué -á lo estético, quiera Marte y no pese á su amante Venus, diosa de la -belleza; que lo estético no sea tan alemán ó tan inglés ó tan japonés, -que al físico nacional le caiga malamente. - -Un uniforme puede ser elegante en un arrogante mocetón de una guardia -imperial, y sentarle desgarbado al airoso soldado español. La gorra de -plato, por ejemplo, necesita elevada estatura, que no es lo general -en nuestra raza. El soldado español es el más naturalmente elegante -del mundo, sin afectación, sin empaque; sería lastimoso que en estas -reformas no se hubiera tenido en cuenta lo que mas importa, el elemento -natural, la figura. Un ejército para ser verdaderamente nacional, debe -vestir «nacionalmente». ¿Hubiera estorbado algún artista, algún pintor -ilustre, en la comisión reformadora? Napoleón fué un genio militar, -pero también fué un gran maestro en estética. ¿Se figuran ustedes á -Napoleón con un gran casco ó con un gran morrión sobre su cabeza? ¿No -basta su inmortal sombrero para evocar toda su figura y todo su genio? - - * * * * * - -Á lo mejor recibo cartas de personas desconocidas para mí, cartas que -yo agradezco, porque suponen más atención de la que ello merece, á -estos ligeros apuntes semanales. Lo mismo á los que me celebran, porque -dije lo que ellos pensaban--¡qué fácil es agradar á los lectores cuando -se piensa lo mismo que ellos!--como á los que se indignan tal vez por -alguna de mis apreciaciones, les diré que, yo no pretendo sustentar -aquí doctrina de ninguna clase; que todo cuanto aquí digo es... -semanal, y muy bien pudiera decir lo contrario á la semana siguiente; -aunque no soy hombre de grandes contradicciones, acaso por no serlo -tampoco de grandes afirmaciones ni negaciones. - -Tengan unos y otros en cuenta, que todo esto no es más que charla -de sobremesa; que alguna vez estoy entre personas de confianza y -puedo decir lo que pienso, pero otras, me atengo á la opinión de los -comensales. Y ¿no eres tú siempre, lector amigo, el verdadero convidado -de piedra, con cubierto puesto siempre á la mesa de todo escritor? -¡Pues si tú no te aparecieras de cuando en cuando, aun habrías de -leer cosas que te agradaran ó te indignaran mucho más, según los -casos! Como Polonio aseguraba á Hamlet, de los cómicos, al temer si -no se atreverían á representar cierta comedia, también yo pudiera -decirte: Señor, como vos no os avergoncéis de oirla, ellos tampoco se -avergonzarán de representarla. - - * * * * * - -Este último viaje de nuestros reyes á Barcelona, tal vez haya sido -el más provechoso. La bella, la noble princesa inglesa, hoy reina de -España, sólo habrá podido juzgar desde aquí, que tal vez Cataluña -era una despoblada y lamentable Irlanda... ¡Tales eran sus quejas y -clamores! Al contemplar la riqueza y prosperidad de Barcelona, su -aspecto de gran ciudad europea, lo ameno de sus alrededores, que -no habla de tristezas ni abandonos, no podrá por menos de pensar, -que de Cataluña á Irlanda hay mucha distancia, y que, absolutista ó -parlamentario, monárquico ó republicano, no habrá padecido grandes -tiranías, ni grandes vejaciones, bajo ningún régimen de gobierno -nacional, región que entre todas las de España sobresale por adelantada -y por próspera. - -Mucho, no obstante, se han suavizado asperezas de allá, en estos -últimos tiempos. Bien está así, que de nada nos asustamos como que -puestos á pedir todos estamos en el mismo caso, sin salirnos de las -aspiraciones legítimas. En cuanto á la ley de jurisdicciones, la más -pronunciada arruga en el ceño catalanista... ¡Es tan fácil derogarla! -El legislador espartano no consignó en sus leyes pena alguna contra -el parricida; juzgó que en Esparta no había nadie capaz de cometer -ese delito. Cierto que los delitos que dieron razón á esta ley--que -no debió existir nunca en España, por el mismo motivo que aquella -otra en Esparta,--por su falta de grandeza y lo mezquino de sus -manifestaciones, tal vez no merecía mayor sanción que la de un agravio -á la buena educación y al buen gusto; que no otra cosa eran aquellas -caricaturas y aquellos dicharachos ofensivos para la patria y para el -ejército, su más alta y noble representación. - -Justamente, nuestro ejército tuvo siempre el más amplio espíritu -de tolerancia para admitir discusión sobre su organización, sobre -sus condiciones; no digamos sobre el pacifista antimilitarismo de -sociólogos y socialistas. Si dictadores hubo en España fueron civiles -ó clericales; al ejército se debe cuanta libertad gozamos, él fué -siempre freno de la reacción y acicate del progreso. Nada más injusto -que considerarle instrumento de tiranía. Y conste que no soy nada -militarista, que no soy de los que creen la guerra un mal necesario, -sino muy innecesario; de los que esperan y confían en que los ejércitos -serán en lo porvenir una decorativa policía internacional; pero esto -solo ha de conseguirse por el mismo ejército; por eso, en su bandera, -que aprendí á saludar desde niño, cuando aun no se acostumbraba en -España, no saludo sólo la bandera de la patria, sino la bandera futura -de ese ideal estado de paz, que sólo el ejército puede asegurarnos. - - * * * * * - -La distinguida escritora que firma con el risueño nombre de -«Colombine», propone en un artículo, publicado en «España Artística», -la fundación de un teatro para los niños. - -En España, ¡triste es decirlo!, no se sabe amar á los niños. Si no -hubiera otras pruebas, bastaría esta falta de una literatura y de un -arte dedicada á ellos. ¿Qué libros españoles pueden leer nuestros -niños? De la literatura clásica, ninguno. El «Quijote» es una obra de -desencanto, de desilusión, propia para la edad razonadora. Sería cruel -que los niños rieran con «Don Quijote», y más cruel que pensaran. De -los escritores modernos, tal vez Galdós, en la primera parte de sus -Episodios Nacionales, fué el único que escribió para los niños, sin -proponérselo; quizás, por lo mismo, con mayor acierto. - -Digo por lo mismo, porque los escritores que deliberadamente intentan -escribir para niños, suelen padecer el error de considerarlos demasiado -pueriles y se creen en el caso de puerilizar su espíritu. Por esto -las mejores obras para la infancia, son las que no fueron escritas -con intención de conquistarla. «Robinsón Crusoé», algunas novelas de -Dickens... En cambio, ¡cuánta ñoñería, cuánta bobada en muchos cuentos -y narraciones pensados y escritos especialmente para los niños, que no -pueden por menos de aburrirles! - -¡Un teatro para los niños! Sí, es preciso, tan preciso como un teatro -para el pueblo. ¡Ese otro niño grande, tan poco amado también y tan mal -entendido! - -Y en ese teatro, nada de ironías; la ironía, tan á propósito para -endulzar verdades agrias ó amargas á los poderosos de la tierra, que -de otro modo no consentirían en escucharlas, es criminal con los niños -y con el pueblo. Para ello, entusiasmo y fe y cantos de esperanza -llenos de poesía... - -Y nada de esa moral practicona, que á cada virtud ofrece su recompensa -y cada pecadillo su castigo; esa moral que convierte el mundo en una -distribución de premios y pudiera resumirse en un dístico por el estilo: - - No comáis melocotones - porque dan indigestiones. - -La verdadera moral del teatro consiste, en que, aun suponiendo que Yago -consumara su obra de perfidia, coronándose Dux de Venecia, sobre los -cadáveres de Otelo y Desdémona, no haya espectador que entre la suerte -de uno y otros no prefiera la de las víctimas sacrificadas á la del -triunfador glorioso. - -La verdadera moral esta sobre los premios y sobre los castigos, está -en lo mas hondo, en lo más íntimo de nosotros mismos, allí, donde está -Dios, siempre que queremos verle y oirle... Consiste en una limpieza -espiritual de la que solo nosotros gozamos. Nadie piensa al lavarse -todo su cuerpo en que ha de ir desnudo por la calle, se lava uno por -propia satisfacción y limpieza... Y aunque la ropa sea mala, va más -tranquilo el que así se ha lavado, que los que, muy bien vestidos, solo -se lavaron la cara y las manos. - -Esta moral es la que conviene al teatro y al arte dedicado á los niños -y al pueblo. - -La amable escritora cita mi nombre entre los de otros escritores que, -seguramente, no dejarán de escribir obras para ese teatro. Por mi -parte, ¡nunca con mayor ilusión, nunca también con mayor respeto á mi -público! - - [Ilustración] - - - - - II - - -Un periódico de la cascara dulce, ya sabemos cuáles son los de la -amarga, celebra determinadas obras de determinados escritores, por -juzgarlas aproximación á sus ideales. Tiene el buen sentido de no -cantar victoria definitiva. Con no tan buen sentido y en un artículo, -por lo menos indiscreto, otro periódico liberal muy significado, se -desata en denuestos contra los aludidos escritores y contra gran parte -de la juventud literaria, pluralizando de un modo lastimoso, pues bien -sabe el que escribió ese artículo, que eso de las casas de huéspedes -y sus cocidos indigestos--aparte de no ser delito imputable y menos -por un buen demócrata,--eso de los busca-dotes y del «Se alquila» -levantado no reza con la mayoría de los literatos de la actual hornada. -Eso de suponer á dos escritores poco menos que á punto de levantar -partida porque uno eligió por asunto de una novela episodios de las -guerras carlistas, y el otro presentó en el teatro á una hermana de -la Caridad, que no baila la machicha, es mostrar una intransigencia -indigna de espíritus que se juzgan por liberales. Yo no sé que mi -obra--«La fuerza bruta»,--sea distinta de otras muchas mías, como «Alma -triunfante», «Más fuerte que el amor», etc. Sé, en cambio, que en otras -muchas obras, en todas, no se me ha quedado por decir nada que deje -lugar á dudas sobre mi espíritu reaccionario. No así muchos autores -cucos, de los que sería difícil saber por sus obras lo que piensan de -lo divino y aun de lo humano. Si algún remordimiento escarabajea mi -conciencia artística, es haber sacrificado muchas veces el arte á la -predicación; pero en España... ¡hay que predicar tanto, y el teatro es -tan buen púlpito! - -Bien puedo exigir algo más de reflexión al que lanza excomuniones tan -de ligero. Ya sé que estas palabras escritas no lograrán convencerle, -á él que solo en la oratoria cree como fuerza persuasiva y abomina de -los que leemos cuartillas en vez de pronunciar discursos. Por eso, -todo lo fío de su elocuencia, ella sabrá persuadirle mejor que cuanto -yo escriba, de que fué injusto y de que fué ligero y que en momento -de alistar fuerzas, no es la mejor ocasión para restarlas, porque, -francamente, ¡hablar de libertad y negar libertad al arte, no es para -convencer ni á los convencidos, cuanto más á los desconfiados! - - * * * * * - -Y ahora... El juglar caminaba por la vida y vió pasar á los soldados; -marchaban á la guerra temerosos los bisoños; jóvenes, casi niños, -arrancados á todos sus amores; trazando ardides para medrar sin -peligro, los veteranos; todos ellos sin ardor y sin fe. El juglar, -al verlos, entonó una canción á la patria, á la guerra, y sobre los -soldados pasó con ala de fuego la visión de la gloria y sus corazones -despreciaron la muerte... - ---Ven con nosotros--dijeron al juglar...--Quien canta así la guerra -será buen soldado... - ---No--dijo el poeta.--En la batalla quizás sería el más cobarde. Supe -infundiros valor... No pidáis otra cosa...--Y el juglar quedó solo y -los soldados marcharon repitiendo las estrofas vibrantes de la canción -guerrera. - -Por el camino pasaron unos monjes; unos con otros murmuraban de asuntos -mundanos. - -El juglar entonó una canción religiosa, toda caridad, toda amor divino, -toda fe y esperanza. - -Los monjes miraban al cielo. - ---Ven con nosotros--dijeron al juglar,--serás gloria de nuestra orden y -de nuestra casa. - ---No--dijo el juglar,--hoy no; mañana volvería á dudar. En vez de -ejemplo tal vez fuera escándalo... - -Los monjes siguieron rezando y el juglar quedó solo. - -Y así pasaron trabajadores y jóvenes enamorados y cortejos de boda y -cortejos de duelo, y para todos tuvo el juglar canción adecuada y en -todo dejó la música de sus canciones y todos le dijeron: - ---Ven con nosotros, trabaja, ama, ríe, llora. - -Y él á todos dejó proseguir su camino y él siempre siguió solo... - ---No me pidáis que vaya con vosotros. Despreciadme ó amadme, pero -respetad mi libre canción, que solo sabe sentir y comprender vuestros -afanes, vuestros amores, vuestras alegrías y vuestras tristezas... - -¿No es la Venus de Milo la expresión más sublime del Arte, no tanto por -ser bella y por ser diosa, como por no tener brazos? - - * * * * * - -Los obreros inauguran su palacio, señal de poderío y de riquezas. -Ahora que el elogio pudiera parecer adulación, lo mejor que podemos -desear es que en ese palacio no entre nunca la lisonja cortesana, como -en los palacios de los reyes y los grandes señores; que por todas sus -puertas y ventanas llegue á todas horas la verdad, que esclarece el -pasado y muestra el porvenir como un camino seguro. ¡Y el porvenir!... -Las sombras son muchas. Acaso será como asegura Anatole France, en -su «Isla de los pingüinos», el anarquismo; acaso, después--como tras -la revolución francesa la reacción del Imperio,--será un socialismo -despótico, una absorción del individuo por el Estado, absoluta y -tiránica, pero después... será el verdadero socialismo, el socialismo -individualista, en el que nadie hablará de derechos, porque todos -comprenderán sus deberes; porque el bienestar de cada uno dependerá del -bienestar de todos y será el reino de Dios sobre la tierra; Dios, hijo -del hombre, el hombre mismo divinizado... ¿Cuando? No mañana, ni al -otro siglo, ni al otro... Muchos, muchos siglos, muchas vidas... ¿qué -importa? Será, y... ¿si no fuera? Basta creerlo. ¿No es la mejor verdad -la más bella mentira? - - * * * * * - -Todo está compensado en el mundo: Carreras vuelve al teatro de Apolo -y el señor obispo de Jaca se ausenta del Senado. No se juzgue la -comparación irreverente. Amenizar la vida es, según va el mundo de -triste, obra meritoria, ya sea en el teatro, ya en sesiones de Cortes. -¿No fué siempre la risa el mejor vehículo de las verdades? La risa es -la gran demoledora. Cuando se ríe de un asunto... asunto terminado. -Por algo todos preferimos dar que llorar á dar que reir. Que se nos -tome en serio ante todo. Perdonaremos la injuria, la calumnia, por -monstruosas que sean. Ya es suponernos grandeza si nos juzgan capaces -de grandes crímenes. Pero no perdonaremos nunca el ridículo. Llegaremos -á reconciliarnos con el que nos llamó ladrones ó asesinos, nunca -sinceramente con el que se permitió observar que nuestras corbatas eran -de mal gusto. - -Los oradores que cultivan la nota jocosa son siempre temibles para -las huestes políticas. La risa es rebelde á toda disciplina. Puede -resistirse impávido las más tremendas imprecaciones, pero la hilaridad -general... - -Lamentemos la decisión del señor obispo de Jaca. ¿Cuándo volverá á reir -el Senado? Y es que ya sólo las palabras sinceras tienen la virtud de -hacernos reir; por lo raras y por lo inútiles.--Es verdad, es verdad; -decimos todos... Y como es verdad, nos reímos mucho. - - * * * * * - -¿Si estaremos desengañados de todo los españoles que, lo que nunca ha -sucedido, á estas fechas todavía quedan billetes de Navidad en las -loterías? Es la bancarrota de la ilusión, mas triste que la bancarrota -de la ciencia, de que nos habló Brunetière. - -Poco á poco nos vamos haciendo trabajadores y formalitos. Verdad es -que los grandes capitalistas tienen otras loterías en que emplear su -dinero. Todos los billetes premiados. Caseros, arquitectos, maestros de -obras, con la Gran Vía; autores dramáticos y actores, con la fundación -del Teatro Nacional. ¡Esto es Jauja! ¿Quién quiere morirse? Sólo algún -adorador sin esperanzas de alguna tiple. La verdad es que, cuando todo -está tan caro, el amor inclusive, no debía permitirse la exhibición -de carne pecadora en esas especies de tablajerías que han llegado á -ser algunos escenarios. Es una crueldad ofrecer de continuo aperitivos -á los que no han de saciar después su apetito. No se puede jugar con -ninguna clase de hambre. Los escaparates de todo género son grandes -desmoralizadores. Á mí me da tanta pena ver á un golfo hambriento -extasiado ante el escaparate de Lhardy, como á una obrerilla ante el de -una joyería, como á un estudiante ó humilde empleado en su delantera -de anfiteatro, congestionado por un garrotín ó unas coplillas bien -salpimentadas... - -Estoy seguro de que la última visión de casi todos los suicidas es la -de algún escaparate deslumbrador, con sus luces eléctricas, brillantes -en la sombra devoradora de la eternidad, como la esperanza de un -Paraíso entreabierto. - - * * * * * - -De la Argentina, y escrita por un argentino, llega una historia de la -vieja España, triste y consoladora al mismo tiempo. Lo segundo, por -que su autor, Enrique Larreta, muestra en su obra--«La gloria de Don -Ramiro»--un profundo y cuidadoso estudio de nuestra historia, y sabido -es que comprender es amar. Lo primero porque las páginas de esa nuestra -historia no son todo luz y alegría, aunque sean grandeza. «Una vida en -tiempos de Felipe II», subtitula su autor á esta novela interesantísima -para nosotros, como lo es siempre el concepto que merecemos á los -extraños, y si el extraño es persona de quien nos importa mucho la -simpatía, con mayor causa. - -Evita el autor, con excelente criterio artístico, los juicios -personales. La historia, mas ó menos novelesca, habla por sí sola, -y habla de pasiones violentas, de austeridad, de misticismos y de -fanatismos, de torpezas políticas y de heroísmos guerreros... Tal vez -no fué todo así, ni tan heroico, ni tan torpe, ni tan cruel, ni tan -místico... La distancia, en el tiempo y en el espacio, acusa con mayor -relieve los contrastes de luz y de sombra, que de cerca parecen mas -fundidos, apenas perceptibles, en ese claro obscuro de los hechos -cercanos, que, por serlo, nos parecen siempre menos heroicos, menos -poéticos, más insignificantes... Pero ¿somos otra cosa que lo que -parecemos? Si la verdad de nuestra historia ha de perderse entre -leyendas, ¿no es preferible que sea entre leyendas de poesía que entre -falsedades del vulgo? - -Enrique Larreta es un historiador poeta; es además un excelente -escritor, de un estilo cuya severidad no excluye lo pintoresco, y sobre -todo hay en su obra palpitaciones de admiración y de amor á nuestra -España... á pesar de todo. Y esa es nuestra gloria, como fué la gloria -de Don Ramiro la flor que una mujer enamorada dejó caer sobre su cuerpo -muerto, en que un alma española alentó en vida, con todo lo que fué -vida de España en aquel tiempo. - - * * * * * - -Yo no sé si la intención del autor puso el simbolismo. Propiedad de -toda obra fuerte es tener vida propia y decirnos más de lo que su autor -quiso decir en ella. - -En el Pedro Minio, de la admirable comedia de Galdós, yo veo un -símbolo de nuestra España. Como Pedro Minio, el viejo paisano de Don -Quijote--¡oh, la Mancha, tierra de ensueños!--el eterno enamorador, -el eterno idealista, mal comerciante y peor trabajador; así España, -envejecida, derrotada, aun quiere vivir alegre en la ilusión de su -juventud, aun se embriaga de optimismo, y ante cualquier ofrecimiento, -piensa, proyecta como Pedro Minio, edificaciones, pabellones, -mejoras... El ideal apto de la indulgencia ofrece á los viejos la -ilusión de la vida integral y en ella prolongan dichosos su ruinoso -existir. Pero llegan los severos reformadores, los graves moralistas y -á la ilusión y al alegre ensueño quieren sustituirlos con la disciplina -monástica, con la austeridad penitenciaria; la alegría les parece -indecorosa; nada de esparcimientos, nada de deshonestas promiscuidades -de hombres y mujeres; acabó el reir y el bromear:--Sólo hablará usted -con los frailes y de los temas que ellos propongan, dice la señora -improvisada--símbolo de nuestra plutocracia--al viejo soñador, Pedro -Minio. ¿No es esto lo que nos dicen á todas horas los que pretenden ser -nuestros directores? Pedro Minio, como buen español, prefiere continuar -en el ideal y alegre asilo de la Indulgencia, donde la ruinosa vejez -goza las ilusiones de la juventud. - -¡Oh, excelentes reformadores y moralistas! Pedro Minio es España. Si no -sabéis hacer cosa mejor, dejadle en el asilo de sus ilusiones. Mejor -una vejez alegre que una juventud triste. Preferible siempre el asilo -de la Indulgencia al de la Paciencia... que es preciso para soportaros. - - * * * * * - -Pérez Galdós, en mi opinión, nuestro primer autor dramático, no acaba -de serlo en opinión de todos, acaso por ser nuestro primer novelista -y haberse declarado en nuestro país incompatible el ejercicio de dos -soberanías. - -Este es el país del encasillado y de las especialidades. - -Se estima en más al que entiende poco de una sola cosa, que al que -entiende mucho de todas. La insistencia en un mismo asunto, basta -á darnos autoridad en la materia. Fulano pasó su vida hablándonos -de antigüedades fenicias ó asirias ó caldeas. ¿Quién duda que sabe -de ellas? Mengano pintó siempre los mismos borregos: para borregos, -Mengano. Á nadie que quiera tener unos borregos bien pintados se le -ocurrirá encargárselos más que á Mengano. El día en que se le ocurra -pintar una vaca, así este mugiendo de propia, todo el mundo dirá: Esto -no es lo suyo, que vuelva á pintar borregos... ¡En borregos, el único! - -Somos poco amigos de trastornar nuestras ideas á cada paso; preferimos -creer por fe á meternos en averiguaciones. Sabiendo que cada cual no -hace más que una cosa, y siempre lo mismo, nos ahorramos el trabajo de -examinar lo que hace. - -¡Y no se diga de nuestro agradecimiento á los que no hacen nada! Esos -sí que nos ahorran quebraderos de cabeza. Por supuesto, ellos sí que se -quitan de muchos. Para los ociosos y los vagos, la envidia es siempre -admiración, nunca censura. ¡Bienaventurados los que jamás trabajaron, -porque de ellos será el reino de España! - - [Ilustración] - - - - - III - - -El año que, con tan buen éxito, hemos tenido el gusto de representar, -no ha querido despedirse sin dejar una memorable fecha en la historia -de las grandes catástrofes. - -Estos cataclismos, superiores á todas las previsiones humanas, son los -únicos que tienen virtud para hacernos pensar en la muerte, como en -algo ineludible. Todos sabemos que hemos de morir; pero con dichoso -optimismo, todos nos creemos capaces de aplazar ilimitadamente el pago -de ese vencimiento. Todos nos creemos lo bastante listos y somos lo -suficiente desagradecidos, para estimar que son nuestra prudencia y -nuestro orden de vida lo que prolonga nuestra estancia sobre la tierra, -cuando en verdad, debiéramos agradecer como un indulto, cada hora de -nuestra vida. - -Nótese, que en el fondo, sentimos cierto desprecio por los que -tienen la imprudencia de recordarnos con su muerte, que también -nosotros somos mortales. El que de puro viejo está ya con un pie -en la sepultura, como suele decirse, denigra y vilipendia á sus -contemporáneos, según van cayendo... - ---Fulano murió ayer á los ochenta años.--¡Si no se cuidaba nada! ¡Si -no hacía más que disparates! Ya vé usted yo qué bueno estoy con mis -ochenta y cuatro. Pero es que yo me cuido... - -Esto el que se cuida, que el descuidado, atribuye á su misma -despreocupación la buena salud de que disfruta. - -Y así todos; el sobrio achacará la muerte del vicioso á los excesos y -el vicioso achacará la muerte del bien ordenado á su pazguatería. El -que de continuo callejea y pasea y trisca, se reirá del que no sale de -casa sin consultar barómetros y termómetros y disponer el abrigo de su -cuerpo en consecuencia. Éste dirá del otro: ¡Anda, anda, toma ejercicio -y aires de invierno y calores de verano! - -No digamos si la causa de una muerte fué por enfermedad crónica, -accidente de viaje, ya sea en ferrocarril, automóvil ó aeroplano, -lance de honor ó asesinato. Entonces sobre el muerto se desatarán los -mayores denuestos: ¡Falta de higiene, imprudencia, locura, la vida -que llevaba, la que dejó de llevar!... Crean ustedes que vivir sin dar -lugar á murmuraciones es muy difícil, pero morir, sin exponernos á -ellas, es casi imposible. - -Solo muriendo en uno de esos trastornos de la Naturaleza, podemos ir -relativamente seguros de que no dará qué decir nuestra muerte. - -Esas cosas sí, le ponen á uno serio. ¡Caramba! ¡Terremotos, volcanes, -la tierra que se abre, el cielo que se viene abajo!... Para eso no hay -prudencia, ni vida ordenada, ni preceptos higiénicos que valgan... Eso -nos puede suceder á todos y entonces no hay más remedio que morirse. -Por eso estas catástrofes nos conmueven á todos. Después de leer el -trágico relato, nadie se considera inmortal. Ni siquiera cabe el -consuelo de culpar á los gobiernos, como en caso de epidemias, guerras -y otras calamidades de tejas abajo. - -No hay idea del trastorno moral producido en algunos espíritus ante -un «Morir tenemos», anunciado en tan expresiva forma. Durante tres ó -cuatro días, el avaro se siente capaz de inusitadas generosidades. -¡Es triste cosa morirse sin haber disfrutado de nada! Y se compra -su purito de quince ó se regala con su café con media tostada. El -malhumorado dulcifica su carácter: ¡No vale la pena de tomarse -disgustos! La novia pudorosa se muestra más propicia á ciertas -expansiones... ¡Mañana pudiera haber un terremoto! - -Por fortuna, la idea de la muerte es pasajera y solo ante un cataclismo -de cielo y tierra, imprevisto, inevitable, consigue imprimirse -por algunos días en nuestro pensamiento.--¿Han visto ustedes, qué -horror?--Ya, ya... ¡una cosa horrible!... - -Á los pocos días nadie se acuerda y todos volvemos á creernos -inmortales y á pensar que solo se mueren los que no viven como -nosotros, los que hacen locuras y cometen imprudencias. - - * * * * * - -Se habla de grandes fiestas de caridad, á beneficio de las víctimas -de Mesina. Es de esperar que el resultado sea brillante. El dinero de -nuestros potentados, y aun el de los que sin serlo, contribuyen á las -cargas del Estado español, tiene bien aprendido el camino de Italia; -pero nunca fué más allá de Roma. Justo es que en esta ocasión, ya que -de Roma misma viene el ejemplo, nuestra intransigente religiosidad -reconozca la unidad italiana; más que esto, la verdadera y católica -fraternidad. - -El Sumo Pontífice sabrá agradecer esa ofrenda, tanto como las -destinadas al dinero de San Pedro, y al bendecirla, como padre de toda -la cristiandad, sin fronteras ni patrias, estad seguro de que Italia la -agradecerá con su corazón de patriota italiano. ¡Qué hermoso hubiera -sido sobre las ruinas de Mesina, el abrazo del Papa y del rey de -Italia! Nunca como en esta ocasión, al romper su prisión voluntaria del -Vaticano, hubiera podido creerse el Pontífice inspirado por el Espíritu -Santo. La infalibilidad del corazón es anterior á todos los dogmas -proclamados en los concilios. - - * * * * * - -Yo no sé cómo ha podido decirse que el Cristianismo es una religión -de tristeza y que el ejercicio de sus virtudes exige todo género -de mortificaciones. La Caridad, por lo menos, cuando con motivo de -alguna gran desdicha pública se manifiesta, reviste el aspecto más -regocijado. Funciones teatrales, fiestas de toros, bailes, rifas... -Los paganos, con su alegre religión, solían mostrarse más austeros y -entristecidos en estas ocasiones. Muy dormida debe de estar caridad -que ha menester de todo ese cosquilleo para avivarse; un severo duelo -y una noble tristeza sentarían mejor al ofrecer la dádiva. No es -esto murmurar, y siendo milagro tan dificultoso el de sacar dinero -y el dinero tan empecatado, sin duda es este de los milagros en que -puede estar más admitida la intervención diabólica. Pero, conste, -que no hemos adelantado mucho desde los tiempos--primeros años de la -Era Cristiana--en que los fariseos repartían sus limosnas á son de -trompetas. En fin, ya que la Caridad en todo tiempo es más eficaz -cuanto más sonada, quiera Dios que por esta vez, no sea más el ruido -que las nueces: que no sea todo el metal el de las trompetas. - - * * * * * - -El arte y la moda, por lo que tiene de arte, son el último refugio -de lo que está llamado á desaparecer ó ha desaparecido por completo. -Por la moda resucitan el Directorio, el Imperio; hasta la época -del buen rey Dagoberto, evocada recientemente en bellos trajes por -hermosas actrices del Teatro Francés. Á medida que los últimos pueblos -conservadores de sus trajes tradicionales, los van desechando para -adoptar las modas de los más civilizados, éstos recogen piadosamente -lo que aquéllos abandonan. Del Japón vinieron los kimonos; de Turquía -llegan los turbantes; de Rusia los gorros de cosaco. Cuando las -elegantes de estos países encarguen las nuevas modas á París, ¡cuál no -será su sorpresa al ver como vuelve lo que ellas despreciaron! - -La moda actual es una completa mascarada histórica cosmopolita y -zoológica. Trajes de todas las épocas, tocados de todos los países, -plumas y pieles de toda la fauna conocida. Pieles, sobre todo. Debe de -haber sido un invierno horrible para los gatos. Nunca se ha conocido -un mes de Enero tan tranquilo en los tejados. Están todos haciendo de -nutria, de armiño y de marta sobre nuestras señoras. Á su influencia se -atribuye algunos recientes disgustos matrimoniales y algunas fugas de -enamorados. - - * * * * * - -Todo vendrá á parar en que suban el vino, solía decirse; pero en esta -ocasión nos vemos más apurados, pues todo ha venido á parar en que -suben el agua; como si desde tiempo inmemorial no estuviéramos con el -agua al cuello. Ya que por la supresión del impuesto de consumos sobre -el vino y el cierre dominical de las tabernas, es el vino lo que se ha -abaratado, tal vez nuestros gobernantes quieran parodiar la ingeniosa -«boutade» de María Antonieta cuando el pueblo de París, hambriento, -clamaba por pan, amotinado: No tienen pan, que coman bizcochos. El agua -está cara... que beban vino. Lo malo será si con el cambio de precio -hay también cambio de propiedades y es el agua la que se sube á la -cabeza. Á quien no parodian nuestros directores es á Luis XV, y si él -dijo: Detrás de mí, el diluvio; ellos dicen: Detrás de nosotros... la -sequía. - -El caso es que, con este estira y afloja en la mejora de las -costumbres, ya no nos van á quedar ni costumbres. Cuando empezábamos á -tomar el gusto al agua y ya eran muchos los que se bañaban y algunos -los que habían caído en la cuenta de que el agua hasta podía usarse -como bebida, el encarecimiento de su consumo viene á dar al traste con -tan buenos propósitos. - -Y que no sabe uno á quién compadecer. Si oye usted á la empresa del -Canal, la razón está de su parte, y poco menos que le convence á usted -de que el suyo no es un negocio industrial, sino un apostolado. Si oye -usted al Ayuntamiento... El Ayuntamiento se lava las manos. ¡Feliz él, -que puede permitirse ese lujo! Si oye usted á los caseros, ¡infelices -caseros! Ser propietario hoy día es otro apostolado: ¡La contribución, -los reparos, los inquilinos morosos, impuestos por aquí, impuestos por -allá!... Las mejores fincas no rentan más de un cuatro por ciento. ¡Una -miseria! Hasta los usureros, con lo mal que se ha puesto el negocio, -rechazan ya despreciativamente las hipotecas sobre fincas. - -¡Si oye usted á los simples vecinos, no propietarios!... - -Aunque en verdad, á éstos es á los que menos se oye, debiendo ser los -que pusieran el grito en el cielo. Saben por experiencia que si no -es el agua, será otra cosa la que se encarezca y que todo es variar -de dolor. Pero, cuando ni la tierra que pisamos es nuestra, ¿qué de -particular que tampoco sea nuestra el agua que bebemos? ¡Ay! El mundo, -como la isla de Caliban, es un sitio en que se encuentra todo lo -necesario para la vida; excepto el modo de vivir. Y Caliban campa por -sus respetos. Próspero lee en sus libros que el dolor es eterno y es -inútil buscar alivio á los males fuera del espiritual de la lectura. -Ariel proyecta la invención de un aeroplano, y cuando lo haya inventado -dirá que el aire le pertenece, y ni el aire que respiramos será -nuestro. ¿Quién sabe? - -Acaso debemos desear que el mal sea insoportable. Entonces estaremos -más cerca de buscar el remedio. - - * * * * * - -Antes, si no en murmuraciones privadas, que éstas son responso obligado -en el mismo cortejo funerario, por lo menos, en discursos y artículos -necrológicos, solía respetarse la memoria de cualquier muerto ilustre, -siquiera durante el novenario. Ahora lo hemos arreglado de otra manera, -y como de la hora de la muerte se dijo siempre que era la hora de la -verdad, hemos decidido no retrasarla un solo instante y que la verdad, -como el llanto, sea sobre el difunto. - -Excelente determinación me parece; de este modo andara todo el mundo -más derecho, sin confiar para nada en esa tregua de impunidad que -parecía asegurarnos la muerte con el respeto de los vivos. ¿Qué se -creían ustedes, señores cadáveres, que con quitarse para siempre de -delante nos dábamos por satisfechos? ¿Que íbamos á dejarles á ustedes -esperar muy tranquilos la hora del juicio final inapelable ó del juicio -mas reposado de la Historia? ¡Nada, nada: respetables muertos, no sirve -dárselas de ricos! Todo lo que puede concedérseles á ustedes es la -satisfacción de no verse obligados á volver en demanda de explicaciones -por las injurias, ofensas, calumnias y demás oraciones, piadoso -recordatorio de los supervivientes. Los muertos están dispensados de -tener honor. Ya lo dicen las papeletas de entierro: el duelo se despide -en el cementerio. - -Digo, si el pobre Catulle Mende, duelista empedernido, capaz de -batirse, como un artista del Renacimiento, por la belleza de un -endecasílabo ó por la gracia de un madrigal, hubiera concedido -importancia, desde el inmortal seguro á donde asiste, á los mil -injuriosos, despectivos y desagradables comentarios á que ha dado -ocasión su desdichada muerte... - -Nada se ha respetado; desde su obra literaria, á la que todo puede -negarse, menos amenidad y sincero amor al arte, sospechoso de -apasionada parcialidad á veces, por ser tan sincero; hasta su vida -privada, solo culpable también de sinceridad y de amor tan ferviente á -la vida que, por amarla demasiado, pretendió prolongar la juventud con -amable despreocupación del ridículo. - -Estos fueron tus pecados y no merecías por ello tan pronta -desconsideración. Si una severa crítica, acaso no ofrenda á tu memoria, -las inmortales siemprevivas, razón de más para no apresurarnos tus -contemporáneos á pisotear tan pronto las rosas que aun cubren tu -cadáver, y aun son frescura y aroma en tus poesías, en tus cuentos, en -tu obra toda de artista gentilísimo. - -Por tu amor al arte, amaste también á nuestra España, y si en tu -«Santa Teresa» venció la fantasía francesa á la severidad española, -como en Víctor Hugo, ¿cuál será de nuestros poetas románticos el -que pueda arrojarte la primera piedra? No serán Lope ni Calderón, -que á sus anchas y para su gloria, fantasearon con la Historia y la -vida españolas; no será Zorrilla, que hoy te saludará como hermano; -hermano en todo, hasta en lo de ver cernirse como tú, sobre su -tumba, siniestras aves de rapiña. Por fortuna, ¡oh, poetas!, si estos -pajarracos, con su pico, pueden roer sobre vuestros huesos la carne -muerta, no pueden con sus parduzcas alas obscurecer la luz de vuestra -gloria. - - [Ilustración] - - - - - IV - - -Poco sabrá de la vida quien no haya vivido por edades, las edades -todas de la humanidad. Es el hombre en sus primeros años un pequeño -salvaje, más parecido por sus instintos al hombre primitivo que al -ciudadano civilizado de cualquier gran nación moderna. Si la educación -no acudiera al reparo--y no en todas partes acude,--tendríamos -perfectos ejemplares de trogloditas, contemporáneos nuestros. No es -preciso salir de España para encontrar pueblos enteros de ellos. La -vida es el mejor libro de historia, abierto á todas horas, y ella nos -ofrece continuamente vivientes ejemplares de todos los hombres, desde -el primitivo de las cavernas, al anticipo del superhombre futuro. Con -salvar espacios podemos retroceder en el tiempo. Hay hombres y pueblos -enteros medioevales, los hay del siglo XVI y del XVII. Existen en -medio de las metrópolis mas civilizadas, verdaderos salvajes. Ya dijo -Zola, que nada puede darnos tan cabal idea de las homéricas luchas de -la Iliada como las peleas entre jayanes de dos aldeas rivales. No en -documentos empolvados, en textos vivientes ha de hallar el verdadero -historiador artista, los más fieles datos para reconstruir la vida de -los tiempos pasados. - -Debemos ser tolerantes con las fiestas de Carnaval, que á tantos -espíritus superiores disgustan y escandalizan, como con una niñería -de la humanidad, por la que han de pasar sucesivamente todos los que -nacen. Sería muy triste que todos naciéramos sabiendo que hemos de -aburrirnos en un baile de máscaras. Es, además, acaso por primitiva, -esta fiesta de los disfraces, la única fiesta de la verdad. Nunca -sigue tanto el hombre sus naturales inclinaciones como al intentar -travestirse en estos días. Vemos con faldas y moños femeninos á los -que debieran llevarlos todo el año; con caretas de animales á muchos, -que ese día sólo no engañan á nadie; de bebés á otros que, solo con -vestirse de ese modo, muestran que están en lo cierto. Y de las -mujeres, ¿qué diremos? La que sin careta tardaría dos ó tres días en -darse á conocer, ya está conocida apenas aparece en el baile. Dinero -podrá no ahorrarse con una belleza encubierta, ¡pero, tiempo!... - -¡Si todos los negocios de este mundo pudieran tratarse con mascara, -cuanto enojoso trámite nos ahorraríamos del mismo modo! ¡Ah, la cara, -la cara! Mascara imperfecta que el más hábil no llegó á dominar y á -pesar nuestro enrojece de vergüenza ó palidece de espanto, y llora ó -ríe inoportuna, y es sensible, por curtida que esté, á escrúpulos de -conciencia, á preceptos de educación, á preocupaciones sociales... Solo -el que haya logrado completo dominio sobre su rostro, logrará completo -dominio sobre los hombres. Por algo la glorificación de la belleza -corporal ó espiritual del hombre es su escultura: la plenitud de la -mascara. - - * * * * * - -¿Por qué cerrar en estos días las Cortes y no permitir en ellas una -mascarada que sería también su única verdad? Los más conspicuos -parlamentarios, tal vez bajo el incógnito de la careta se atreverían -por una vez á decir lo que sienten. Este liberal, mal disfrazado todo -el año hablaría como conservador; tal otro, forzado por compromisos -electorales á oponerse á todo negocio dudoso, pediría participación -en él, sin empacho, y tal cual, metido por complacencia, en algún -callejón sin salida, podría hallarla con muy gentil despejo, al amparo -de un buen disfraz. Con careta de ministeriales, los conservadores -podrían cantar las glorias de Cataluña, y los catalanistas, con careta -de conservadores, podrían desenmascararse del todo. Los republicanos -podrían decir la verdad disfrazados de monárquicos, y los carlistas no -dirían nada, porque entre conservadores y solidarios les darían dicho -todo lo que ellos pudieran decir. Los periodistas, con achaque de no -conocer á ninguno, suprimirían adjetivos personales y la presidencia -no se atrevería á llamar al orden á nadie, por temor á graves -equivocaciones. Los maceros podrían actuar á guisa de bastoneros, para -impedir, como en los bailes, aproximaciones demasiado deshonestas. -Serían memorables estas sesiones de Carnaval. ¡Y si se aprovechara -para «confettis» algunas de las leyes discutidas durante el año! -Hecha «confettis» quedó la famosa del terrorismo. En cambio, la de -administración local es una serpentina que entre Maura y Cambó se -arrojan jugueteando y graciosamente se enrosca sobre otras cabezas, -como debió enroscarse la serpiente diabólica del Paraíso en el árbol -del bien y del mal, al ofrecer á nuestra incauta madre la fruta de -perdición. - - * * * * * - -Ningún arte tan espiritual como la música, y ninguno tan propio de -estos días del año consagrados á la meditación y al recogimiento -espirituales. La devoción de nuestros buenos aficionados á la música -bien ha tenido en donde escoger en esta temporada. El cuarteto checo -en la Filarmónica, Wagner á toda hora, y por fortuna el arte nacional, -sin llegar todavía á «preferido», algo salió de su condición de -«ceniciento», gracias á muy laudables empresas de nuestros músicos. -Chapí, con su ópera, mas apreciada á cada representación, el cuarteto -Francés, el cuarteto Vela, el quinteto de instrumentos de viento, -nueva sociedad, de inteligentes y modestos artistas, dignos de todo -encomio y de mayor atención por quien pueda dispensársela, sobre todo -para mejorar su instrumental, cuyas deficiencias, vencidas en fuerza -de arte, bastarían para obligar á la admiración. Labor es toda esta -de inteligencia y de entusiasmo que nunca agradeceremos bastante, ya -que nunca pagaremos lo suficiente. De todo podrá acusarse á estos -nuestros artistas menos de interesados. Estudian y trabajan por puro -amor al arte; tal vez por esto trabajan con preferencia en Cuaresma. -Justo es que, después de los ayunos y penitencias, llegue la Pascua -de Resurrección para la música nacional. No quiero ser injusto ni -egoísta; soy el primero en reconocer que el autor dramático no está -tan necesitado de protección oficial en España, como el compositor de -obras musicales, que no sean género chico. La obra del Teatro Nacional, -no será completa, si la fundación de un teatro de comedia española, no -coincide con otro de ópera y zarzuela. Para éste cuenta el Estado con -un edificio inmejorable; contamos con músicos y artistas en calidad y -en cantidad importantes. ¿Qué falta?... ¡Por vida de los inconvenientes! - - * * * * * - -Como tanto se ha discutido la sinceridad del «wagnerismo» de muchos -que dicen ser wagneristas, sin duda, la empresa del teatro Real ha -querido ponerla á prueba, y al mismo tiempo la resistencia física de -músicos y cantantes. Para ayer domingo estaban anunciados: «El Ocaso -de los Dioses», por la tarde, y «Lohengrín», por la noche. No creo que -el programa se haya cumplido, pero si así fuera, leeré hoy lunes con -interés, las noticias, para saber cuántos profesores de la orquesta -hubieron de ser conducidos en camilla á su domicilio al final de tan -ruda jornada. Si solo el asistir de espectador tarde y noche supondría -un vigor extraordinario y por ello merecería cualquiera mención -especial, ascenso inmediato y condecoración pensionada en el cuerpo de -«wagneristas» denodados, ¿qué decir de los ejecutantes? Para éstos sí -que será día de prueba su fervor artístico y admirativo por el genio -de Wagner. Vamos, que si al caer el telón y caer ellos desfallecidos, -no reniegan de tres generaciones anteriores, por lo menos, del sublime -músico y de las posteriores, hasta la cuarta, como una maldición -bíblica, ya pueden dar fe de su wagnerismo. - - * * * * * - -Algo quisiera decir de la nueva ópera española «Margarita la Tornera»; -algo de su autor tan maltratado, tan discutido, tan injuriado antes -de ahora, que siendo estas las señales más ciertas de ser glorioso en -España, no necesitaba de mayor triunfo, ni para satisfacción propia, -ni para nuevos desahogos de sus enemigos. ¿Enemigos? No. Enemigos son -los que usan nobles armas y combaten con ellas. Los que solo usan de -su natural veneno, no pueden ser considerados como enemigos. Tienen su -clasificación en las últimas escalas zoológicas. - -¿No parece ya á algunos que hemos hablado bastante de «Margarita la -Tornera»? ¿No dicen otros que se ha abusado del bombo? ¿Del bombo? -Y días antes del estreno nos tenían afligidos á los constantes -admiradores del maestro Chapí, los agoreros de un fracaso... - -¿Que se ha hablado bastante? No tanto como de esta ópera italiana ó -de tal otra francesa ó de aquella otra rusa, que fatigan sin cesar -las columnas de los periódicos en todo el mundo. No tanto como del -«Chantecler» de Rostand, ni como del Vivillo ni la Juaneca... - -¡Oh admirable y extraño patriotismo el nuestro, que quisiéramos una -España grande, pero en la que todos los españoles fueran pequeños! Mal -país de sembradores, pero excelente de tijereteros, dedicados á cimar -cuanto amenace ser árbol en tierra de arbustos. - -Hay, por dicha para todos, un público, el público que no es de -literatos ni de músicos, que tal vez no entiende de letras ni de notas, -pero entiende con el corazón, como pedía San Pablo, al artista y á todo -el que le habla con la honradez desinteresada del amor al arte y á la -verdad. - -Ese público no ha regateado su aplauso ni su admiración al insigne -músico español; ese público sabe cuánta generosidad supone el habernos -ofrecido ese regalo de arte. «Margarita la tornera» le producirá á -su autor... treinta ó cuarenta mil pesetas de menos, que dejará de -percibir en esta temporada, por haber desatendido los trabajos del -género chico. - -De modo que, en efecto, no debe hablarse más de «Margarita la Tornera». -¡Un hombre que va á hacerse rico con una ópera! ¡Y encima un poco de -gloria!... No, no es posible. ¡Ni que fuéramos tontos! - - * * * * * - -Lujosos trenes, coches y automóviles, forman fila, después círculo, -después caracol, por fin masa compacta á la puerta de la humilde -iglesia. ¿Qué sucede? ¿No sabéis? Es la devoción á la moda. La imagen -milagrosa que, de tres peticiones, concede una. Pero una sola, y no -puede hacérsele más de tres. De tres cosas, una. ¡Dios mío! ¿Cómo -pueden conformarse á tal mezquindad esas bellas y elegantes damas, -acostumbradas á conseguir todo lo que piden? Sin duda piden cosas muy -difíciles ó imposibles, cuando se dan por muy contentas con obtener -una. Secretos serán entre el cielo y ellas, porque en asuntos de la -tierra, todos sabemos que si ellas desearan tres cosas, no tendrían -para empezar con una sola. - -¡Quién pudiera penetrar el misterio de vuestras peticiones, y quién -tuviera poder para exaudir todos vuestros deseos! Cierto que á -la divinidad no es posible engañarla, pero ¡es tanto el arte de -seducción en las mujeres! que la divinidad sonreirá bondadosa cuando -ellas oculten entre dos peticiones insignificantes la de verdadera -importancia. Ó, cuando las peticiones en aparente forma distinta, -sean en realidad una misma. Yo pienso acudir uno de estos días á la -devoción milagrosa y haré muy humilde mis tres peticiones. Un millón -de pesetas, un millón de francos ó un millón de liras. Veremos si es -verdad que de las tres cosas se consigue una. Con cualquiera de las -tres me contentaría y todas las tardes verían ustedes un automóvil -más á la puerta de la humilde iglesia, cuyo nombre y sitio no diré á -ustedes, porque los anuncios son asunto de la administración. Y ¡qué -mejor anuncio que tanto coche blasonado y tanta distinguida dama en la -plazoleta antigua del Madrid viejo; este Madrid que tantos rincones -guarda de siglos pasados en sus calles y no menos en el espíritu de sus -nobles y bellas damas! - - * * * * * - -Si alguien dudara de los sentimientos religiosos de este país católico -por excelencia, de la honda preocupación religiosa de nuestro espíritu, -de lo importante que es para los gobiernos el no ofender ni menoscabar -en nada nuestras venerandas creencias, bastaría con la más superficial -observación de lo que significan para nosotros estos días solemnes en -que la Iglesia, nuestra madre, conmemora la Pasión y Muerte de Jesús. - -En calles y templos las más expresivas muestras de verdadero fervor -cristiano. Severidad en el adorno y en las ceremonias de iglesia; -raudales, cuando no de arrebatada elocuencia, de sencillez evangélica, -en los púlpitos; los pocos lugares de esparcimiento ofrecidos al -público, como cafés, pastelerías, etc., abandonados de su habitual -parroquia masculina, no digamos de señoras y señoritas; todas -fidelisísimas observantes del riguroso ayuno. Las mujeres desdeñosas -de solicitar la atención de los hombres, en estos días consagrados á -la meditación y al recogimiento, con la mayor sencillez en su persona; -los hombres, respetuosos con la actitud severa de ellas, sin atreverse -á ofenderlas con un mal piropo. ¡Oh! Es un espectáculo edificante. -La vida parece haber suspendido todo el anhelo pecaminoso con que de -continuo nos solicita para perpetuidad de la especie y del pecado. - -No es de extrañar que los extranjeros que en estos días solemnes -visiten principales ciudades de España: Madrid, Sevilla, Murcia, -Toledo, etcétera nos juzguen de una imponente austeridad religiosa, -que les hace más comprensible el legendario fanatismo que propagó las -hogueras inquisitoriales de España por medio mundo. - -Y si en algo puede haber disculpa para tantas atrocidades cometidas -en nombre de la Religión, nuestra mejor disculpa está en eso, en la -sinceridad del sentimiento religioso de nuestro espíritu; el mismo -que sobrevive con la misma sinceridad y del cual pueden hacerse cargo -cuantos nos visitan en estos días solemnes de meditación y recogimiento. - - * * * * * - -Ningún ejercicio espiritual más propio del bondadoso escéptico en -estos días, que la lectura de un bonito libro, recientemente publicado -en París. Su autor, Salomón Reinach; su título «Orfeo». Historia de -las religiones. Un substancioso compendio, acaso despreciable para -los eruditos especialistas que sonríen desdeñosos á todo extracto de -ciencia: pero muy de agradecer para los «pica-platos» intelectuales, -deseosos de asomarnos á todas las ventanas y aun á todas las alacenas -de la inteligencia, sin tiempo para otra cosa que oler donde se guisa y -pellizcar donde se sirve. Y como bien guisado y bien servido, está el -manual en cuestión. En un perspicaz vistazo de pájaro sobre todas las -creencias religiosas que han inquietado al mundo. - -Desde la altura todas parecen en el mismo plano y, cuando menos, -aprendemos á estimarlas lo mismo, como una necesidad universal del -humano espíritu: niño preguntón que quisiera saber el por qué de todo, -y á falta de verdades ciertas se contenta con suposiciones fantásticas. - -En los más claros y habitables aposentos de nuestra inteligencia, -asentamos las pocas verdades que poseemos; allá, en los camaranchones -interiores y obscuros de nuestro cerebro, ó arrinconamos los trastos -inservibles que nos correspondieron por antiguas herencias, ó suponemos -duendes y fantasmas que justifican nuestro horror á penetrar en ellos y -la imposibilidad de habitarlos. - -Cierto que, puestos á elegir fantasmas, debiéramos elegir los más -gratos, y es preferible imaginar duendes alegres y juguetones á trasgos -espantables. Pero ¡ay! que son los hombres los que hicieron á sus -dioses á su imagen y semejanza, y así hay dioses bondadosos, dioses -crueles, dioses vengativos, dioses indiferentes, dioses ridículos, -dioses respetables, dioses humanos y dioses divinos. Dioses para todos -los gustos y para todas las aspiraciones. - -Somos el molde de nuestras creencias, y no ya cada pueblo, cada hombre, -llevamos á nuestro dios, hecho carne en nosotros. Por eso, entre todos, -ningún símbolo tan espiritualmente bello, como el de nuestro Dios, -hecho hombre, hijo del hombre, hombre como nosotros; que en nosotros -puede nacer, y en nosotros y por nosotros padecer pasión y muerte y en -nosotros resucitar y divinizarse. - - * * * * * - -Un distinguido pintor escenógrafo y dos populares y aplaudidas tiples -han tenido uno de sus más ruidosos éxitos... ¿En dónde, dirán ustedes? -En la parroquia de San Sebastián. - -El Teatro y la Iglesia ó la Iglesia y el Teatro--las señoras -primero--aunque alguna vez hayan andado á la greña, en el fondo han -sido siempre buenos amigos. No es preciso remontarse á los orígenes -del teatro ni á la representación de los Autos Sacramentales para -demostrarlo. La capilla de la Virgen de la Novena, que el fervor de -nuestros actores costea y sostiene sin decaimiento de su original -esplendor, lo atestigua bien claramente hoy en día. - -En esta Semana Santa, con su decoración teatral y la presencia de -nuestras más bellas actrices, la capilla de la Novena ha conseguido -la mejor entrada. Los devotos tal vez se escandalicen; pero, nada -importaría que los templos tuvieran algo de teatro, si los teatros -alguna vez tuvieran algo de templo. - - [Ilustración] - - - - - V - - -La capa, la española capa, prenda inseparable de la mantilla, en todo -canto al españolismo, parecía desmentir hasta ahora, el mayor apego -en la mujer á lo tradicional y castizo; pues mientras sobre femeniles -cabezas pasaron mil hechuras de sombreros, relegada la mantilla á -fiestas de religión ó de tauromaquia--los extremos se tocan y las -tradiciones se semejan,--la capa persistía con firmeza, gallardeando -sobre varoniles hombros, en amistosa alternativa con toda clase de -abrigos, nobles y plebeyos; desde el gabán aforrado en nutrias ó martas -cibelinas, á la bufanda con honores de manta. - -Y, en este invierno, sin prescripciones de la moda, ni de la higiene, -la hemos visto de pronto desaparecida; tan de pronto, que mal puede -decirse que la hemos visto desaparecer. - -Y el pueblo; el último baluarte siempre del casticismo pintoresco, en -lenguaje, vestidos y costumbres, ha sido el primero en desecharla, -sustituyéndola por la zamarra; prenda sin carácter, sin gracia, sin -historia, sin nacionalidad. - -¿Habrán influído las recientes disposiciones sobre las casas de -préstamos, con la menor facilidad en la pignoración, al desprestigio -y abandono de la clásica prenda, considerada antes como un billete de -Banco, valor al portador? - -¿Será que todas las capas madrileñas padecían cautividad, y el negarse -los prestamistas á la renovación de papeletas, ha hecho imposible el -rescate en esta temporada de invierno? - -Si así fuera, esperemos el saldo del año próximo, que volverá á -ponerlas al alcance de todas las fortunas, sin menoscabo de la de sus -actuales poseedores. ¡Habrá capa que pudiera estar bordada en oro, si á -enriquecerla con tal adorno se hubiera aplicado el interés cobrado en -tantas renovaciones! - -Pero, si la causa no fuera esta y la zamarra triunfara en definitiva, -como prenda de abrigo popular, entonces la capa no tardaría en ser el -abrigo aristocrático, y por imitación volvería á serlo de la clase -media, y por fin volvería á ser el de las clases populares, deseosas -siempre de igualarse con los de arriba, mientras éstos quisieran -diferenciarse de todos. - -¿No están recientes las luchas y protestas de los camareros de café, -hasta conseguir les fuera permitido el uso del bigote, por considerar -como signo deprimente de servilismo la cara rasurada? Y he aquí, al -poco tiempo, que ya son los mozos de café los únicos que llevan bigote, -y todo pelo en la cara es anatematizado por la distinción y por la -higiene. Ni una ni otra son señoras muy de fiar, por lo veleidosas. -Ahora nos dicen las dos, puestas de acuerdo, que barbas y bigotes son -terribles nidos de microbios y, aun cuando vaya uno para viejo, no hará -muchos años, «leía yo, en los libros que tenía»--como dice Segismundo, -el de «La vida es sueño», no confundirle con el de «El sueño es -vida»,--leía yo, como iba diciendo, en mis buenos libros de higiene, -cómo era menor la mortalidad y el peligro de la tuberculosis, entre los -obreros que, empleados en industrias, como la fabricación de hilados -y otras similares, dejaban crecer barbas y bigotes, que entre los -afeitados ó barbilampiños; pues barbas y bigotes eran como red cazadora -de partículas que, sin ese natural obstáculo, penetrarían directamente -en los pulmones. Toda esta explicación venía muy cimentada sobre -sólidas estadísticas y lo mismo vendrán éstas de ahora, que afirman -todo lo contrario. - -Yo no sé si ahora será cuando la higiene está en la fija; de la moda, -sé decir que, para rostros de pura cepa castellana, no puede ser más -desfavorable. Para bien parecer un rostro varonil afeitado, necesita -ser de buen color y armonizar con rubios cabellos que den claridad y -juventud á la fisonomía. Pero el ceñudo castellano, de negro pelo, -color verdinegro ó amarillento, cobra un aspecto duro de presidiario ó -cura de facción, con el rostro afeitado, más sombrío sin el contraste -de bigote ó barba. - -Y ¿qué diremos de los que deciden el afeitado sin contar con los -veinticinco céntimos necesarios para la diaria operación? Entre éstos -figuran muchos jóvenes artistas, que estarían mejor con su buena -melena y todo lo que buenamente quisiera crecerles. Todo, mejor que -verles con la pelusa de una semana, como quincenarios, y oirles decir -todavía:--¿Sabe usted? No llevo nada en la cara porque es mucho más -limpio y más higiénico.--¡Vaya con la limpieza y con la higiene! - - * * * * * - -De las famosas turbias del Lozoya, ninguna tan turbia como esta de -ahora, tan de color de chocolate, que pasa de castaño obscuro. El -Manzanares, por otra parte, celoso al cabo de los años del injusto -predominio sobre Madrid, que su rival le usurpaba, y de las clásicas -burlas á su pobre caudal, quiere probarnos que, si no en agua, en lodo, -tiene fuerza bastante para alcanzar á respetables alturas. Por suerte, -aquí todos sabemos nadar entre dos aguas, y aun entre agua y lodo, -que no siempre el ser animal anfibio tiene sus inconvenientes, como -aseguran en popular zarzuela. - -El Señor nos libre de juicios temerarios, pero es desgracia nacional -que todo negocio y toda industria emprendidos en tierra española, aun -los que mas beneficiosos parecen para el interés general, lleven mancha -de origen por la pícara intervención política en todos los asuntos. -Así el trabajo honrado y el dinero, nunca más honrado, que cuando -al servicio del trabajador se pone, andan siempre tan desconfiados -de emplearse en nuestra industria y en nuestros negocios. Apenas se -proyecta algo provechoso, todo el mundo se escama: ¡Chanchullo! ¡Manos -puercas! ¿Escuadra? un momio. ¿Gran Vía? otro momio. ¿Teatro Nacional? -momio de ambos sexos; si ha de venir á ser refugio hospitalario de -ruinas artísticas y literarias. De toda empresa española puede decirse, -como de aquellas famosas Cortes: ¡deshonradas antes que nacidas! - -De aquí proviene que el celoso de su buena opinión huya, como el -diablo, de intervenir en todo negocio, y vienen á parar todos ellos -en manos de gente despreocupada, á la que, al fin y al cabo, hay que -agradecer su despreocupación, que ya es una prueba de valentía, y tan -necesitados estamos de emprendedores, que bien podemos decir: Hágase el -milagro y hágalo el diablo. Hágase el negocio, aunque saliere un poco -sucio. - -Todas estas desconfianzas y recelos, más son señales de nuestra -pobretería que de nuestra moralidad. Hay tanta escasez de dinero que no -se comprende cómo nadie puede manejarlo sin resistir á la tentación de -quedarse con algo entre las uñas. Para juzgar de los demás no solemos -tener más norma que nosotros mismos; lo que haríamos en su caso. - -Nunca he oído á ningún gran señor quejarse de que le sise su cocinero, -ni su jefe de cuadra, ni su administrador. Verdad es que su mesa está -bien servida, sus trenes bien presentados y á él nada le falta. - -Esto es lo que no nos sucede á los españoles. Á poco que nos sisen, ya -se nota en todo, particularmente en la mesa, falta que no se disimula. -Y no es que nuestros cocineros tengan menos conciencia que los de otras -partes, es que damos menos dinero para la compra, y para comer bien hay -que contar con la sisa. - -Somos, además, tan apegados á rancias hidalguías que, aunque tan -necesitados de dinero, seguimos considerando como despreciables los -medios para su adquisición; así es que preferimos buscarle ocultamente -por caminos subterráneos, como si fuera un crimen buscarle á la luz, -abiertamente. Aquí es todavía la mayor gloria de un político, de un -artista, de un hombre de ciencia, decir: Murió pobre. ¿Por qué? ¿Han -de ser solo el dinero y la independencia que da el dinero, de los que -explotaron la influencia del político, la gloria del artista y la -ciencia del sabio? - -Cuando el dinero lo compra todo, ¿no habrá algo que pueda comprar el -dinero? - -Hacer valer dinero á nuestra inteligencia no es envilecerse, es -ennoblecer al dinero. - -Cuando los hombres inteligentes dan en no venderse, por escrúpulos de -conciencia, entonces es peor; porque todos los negocios van á parar á -los tontos, que para la circunstancia, se meten á pillos: ya se sabe -que nada imita mejor á la inteligencia que la pillería. - - * * * * * - -Se anuncia en Madrid y para fecha próxima una Exposición, la más -simpática y la más conveniente para ejemplo y estímulo de todos: la -Exposición de la Infancia. - -De todos los dicterios con que el mayor enemigo de España pudiera -ofendernos, el de infanticidas sería, quizás, el más merecido. - -No será Malthus nuestro previsor apóstol; pero es, en cambio, Herodes, -el buen reparador de nuestra prolífica imprevisión. Tan descuidados -sembradores como descuidados cultivadores y recolectores. Al celo -previo, en que cualquier hombre se iguala al animal, no corresponde el -celo ulterior por la prole, en que cualquier animal puede dar lecciones -al hombre. - -Y no haya ofensa para las madres y los padres españoles. ¿Cómo -suponerlos menos amantes de sus hijos que en otros países? Los aman -con ceguedad; pero ¡ay! con ceguedad de ignorancia, que es la peor de -las ceguedades. - -Dos tristes suertes hay en el mundo; verse pájaro en manos de niño; -verse niño en manos de padres españoles. - -Dijérase que la fe cristiana, en la seguridad de verlos al morir -niños, trasplántalos ángeles al cielo; ó las inseguridades de nuestro -vivir nacional azaroso, consuelan y hasta estimulan á los padres en la -temprana muerte de sus hijos. - -No es que no los amemos mucho; es que amamos tan poco la vida, que -acaso el haberlos traído á ella nos pesa como un remordimiento, de -que sólo su muerte prematura puede aliviarnos...--¡Para él ha sido un -bien!... ¡Angelitos al cielo!--¡Se ha quitado de penas!--¡Quién sabe lo -que hubiera tenido que pasar en este mundo!--Hay en todas estas frases -vulgares, al morir un niño, una resignación que, siendo amor, más -parece feroz egoísmo. - -Y es el espíritu español, seco para el niño, y esta sequedad se refleja -en nuestro arte, apenas esclarecido por gracias infantiles, en los -cuadros de Murillo y en alguna imagen del Niño Jesús del escultor -murciano Salcillo. - -No hay en España una literatura, un arte para los niños. Nos -preocupamos poco de higienizar ni de alegrar su vida.--¿Hay mejor -higiene que la alegría?--Aun los niños ricos son aquí más desgraciados -que los niños pobres de otros países. - -La Exposición puede ser una buena obra, si á ella acuden con la mejor -voluntad todos los que, sin haber perdido la fe en otra vida con su -cielo saben que ya es bastante antesala para esperarla ésta nuestra -tierra, tal como ella será siempre, por mucho que procuremos mejorarla -entre todos, y no hay necesidad de hacer de ella un infierno, único -lugar que no admite mejora; porque nada puede mejorarse en lugar donde -no se ama, que es también lugar donde no se trabaja. - - [Ilustración] - - - - - VI - - -Paréceme que, en la admiración de nuestros jóvenes por Larra, entra -por mucho el atractivo de su fin prematuro. Hay quien juzga que fué -mejor así; pues acaso la vida, con su roce desgastador de energías -y suavizador de asperezas hubiera subyugado altiveces en el rebelde -espíritu de «Fígaro», y una vez más hubiéramos asistido á la abdicación -de una inteligencia vencida por algún interés. - -¿Qué importaba? ¡Hubiera sido tan interesante! De un alto entendimiento -es tan admirable la sumisión como la rebeldía. ¿No fué admirable -la aparente conformidad de un Campoamor, de un Valera, por todo lo -establecido? Y después, cuando la aparente sumisión, efectiva para el -vulgo oficial, nos ha dado autoridad y respeto, ¿no podremos con mayor -eficacia volver á decir la verdad, á los que antes no quisieron oirla? - -«Fígaro» sometido, acaso nos hubiera dicho algo más profundo que -«Fígaro» rebelde. Sobre la verdad de nuestra vida, que él creyó afirmar -dándose muerte, está la verdad de la vida; sobre la que, acaso, podemos -triunfar cuando más abdicamos de nuestra voluntad. - -Cuando hemos renunciado á nuestra dicha y nos contentamos con ver -dichosos á los que nos rodean, es quizás cuando empezamos á serlo. - -¡Qué inaccesible ideal si pensamos al escribir una obra en la gloria -sin término! ¡Qué fácil, si pensamos en comprar con su producto -inmediato el juguete que alegre á un niño querido! ¡Vender la gloria -remota por sonrisas cercanas! Si la gloria tiene algún camino, ¿no es -el amor quien por él ha de llevarnos? - -Poner muy alto y muy lejos el ideal, tal vez es airoso pretexto para -la caída al alcanzarle. Acerquémonos, aunque se empequeñezcan nuestros -ideales. - -Fingió la fábula que el águila volaba por llegar al sol, y en realidad -sólo vuela por traer alimento á su nido. Y por eso no es menos -arrogante su vuelo. - -¡Jóvenes admiradores del fin prematuro de «Fígaro», no pretendáis volar -tan alto por el aire, que olvidéis deberes de la tierra! El también os -lo hubiera dicho si hubiera vuelto de su volar altivo. - - * * * * * - -_El Teatro en España_, interesante libro publicado por Francos -Rodríguez, á mas de muy atinados juicios sobre muchas de las obras -estrenadas en el año de 1908, contiene una parte de estadística, -reveladora de la desproporción alarmante entre la cantidad y la calidad -en el producto dramático. Asusta lo que devora el público en un año, y -no será de extrañar que, por no exponerse á morir de empacho, prefiera -ponerse á dieta rigurosa, de más rigurosa repercusión en estómagos de -autores y comediantes. - -Á bien que el público toma el prudente partido de no interesarse por -nada y ha delegado su misión de juzgador en manos de la «claque» y de -los amigos del autor, pródigos en aplausos que ya nada significan ni á -nada comprometen, ni siquiera á que la obra permanezca en el cartel los -tres días de reglamento. Se ha conseguido con esto, que ya no haya más -opinión valedera que la de la taquilla, y que los empresarios después -del buen éxito, más ruidoso, en vez de regocijarse, digan desconfiados: -Mañana veremos... Y lo que ven mañana es... tres pesetas. - -No ha de pedirse á la crítica mayor severidad que al público, y si -éste adoptó por sistema el muy cómodo de «Dejad hacer, dejar pasar», -¿qué ha de decir la crítica? Por mí que hagan, y por mí que pasen. -La indiferencia, tal vez cruel del público, es en la crítica más -compasiva. Aquella obra es acaso el pan de una familia ó la felicidad -de un ilusionado, ó la satisfacción vanidosa de un majadero. ¿Para qué -privarles de esos goces materiales ó espirituales? ¿No es injusticia -toda justicia innecesaria? ¿Pesan más los agravios al arte que la -miseria ó la pena de un autor desdichado? - -Como decía aquella dama, dadivosa de suyo, para justificar sus -prodigalidades: ¡Á una le cuesta tan poco, y ellos se quedan tan -contentos!... - -Es hoy el teatro rama de la Beneficencia. Y no está mal así; que es -tan dura la vida, que en nada puede emplearse mejor todo templo, sea -artístico ó religioso, que en asilo benéfico del dolor y de la miseria. -El Arte como la Divinidad es bondadoso, y sonríe sin ofenderse al que -llega en nombre del Arte á pedir á su puerta una limosna, ya de pan, -ya de aplauso. - - * * * * * - -Tan poco acostumbrada está la Gloria á coronar en vida frentes -españolas y tan hecha á no llegarse á las más excelsas, si no es traída -por mano de la muerte, que, cuando por no poder menos, la hora gloriosa -llega en vida, no es de extrañar que la muerte crea también su hora -llegada y sólo por ver al luchador triunfante, con razón crea que ya le -pertenece. - -Era, para el músico insigne, un descanso en la lucha incesante, era el -triunfo, concedido por los más rehacios en otorgar honores de vencedor -á quien todavía pelea en pie con denuedo; era la gloria: pero era -gloria española... ¡Tenía que ser la muerte! - -Mezquina concepción de la divinidad es considerarla como á maestro de -párvulos, distribuyendo vales de buen comportamiento para un premio -futuro; pero, ante el rudo corte de una noble vida, toda honrado -trabajo y fecunda lucha, que no pudo hallar aquí justa recompensa, ¿no -hemos de pensar en una satisfacción suprema, en una gloria sobrehumana -de luz y de armonía? - -¡Ah, los que juzgáis escepticismo la ironía, no sabéis cómo el irónico -guarda la sinceridad de su sentimiento para cuando es bien emplearlo, -más entero cuanto menos gastado! - -Porque sabe de la verdadera bondad, burla de apariencias virtuosas; -porque sabe del esfuerzo y de los sacrificios que impone el verdadero -arte, burla de esos simuladores, bien hallados con la fácil «gloriola», -más contentos con aparentar que con ser. Esos que pueden reposar -satisfechos al decir: Hemos llegado; cuando llegaron á una posición -oficial, obtenida á fuerza de intrigas y de concesiones. - -Pero ante un nombre como el de Chapí, ante una vida de trabajo digno, -en que todo se debe al propio esfuerzo, la admiración es culto y el -respeto obliga al ejemplo... Y el cronista llora con limpio llanto, -porque nunca lloró con llanto inútil por farsantes ni por malvados. - - * * * * * - -Sobremesa es esta de espiritual convite, de mística comunión, como en -la última Cena de Cristo, como en torno al Santo Grial, la de sus -caballeros guardadores, los hermanos de Percival y de Lohengrín. - -Sobre la vulgaridad cotidiana de nuestra vida, resplandeció la gloria -del Arte y sus alas de luz nos elevaron, aliviados de toda terrenal -pesadumbre, y la caricia de lo sublime estremeció nuestras almas -transfiguradas por el divino milagro del Arte. - -Y cuanto hay de divino en nosotros nos habló de inmortalidad. ¿No es -esta la verdadera, la única moralidad que debemos pedir al Arte? - -Después de oir «El Ocaso de los Dioses», yo no creo sinceros los -aplausos; esa vulgar aclamación no es digna de tanta grandeza. Nadie -palmotea ante el mar, nadie palmotea ante las tempestades, nadie ante -la serenidad armoniosa del cielo en una noche de verano. El espíritu -se recoge como en oración, y un silencio solemne de llanto contenido, -el llanto bueno que purifica como fuego sagrado, es la mejor acción de -gracias de nuestras almas. - -El único aplauso digno sería caer de rodillas, prosternados como ante -la elevación eucarística. - - * * * * * - -¿Qué nos dirán ahora para justificar su desdén por el público, los -inmaculados castellanos de las marfileñas torres? ¿Es inútil pretender -llegar á la multitud, como ellos aseguran? ¿Solo ignorancia y grosería -encontraremos en ella? El público madrileño respondió el domingo pasado -y en noches sucesivas, como acaso no esperaban muchos, á cuantos -quieren disculpar su vagancia ó su impotencia con la falta de sentido -artístico en el público. - -Con ser todo admirable--pasemos por alto deficiencias en la -interpretación y presentación de la obra,--lo más admirable, sin -duda, lo mejor de la gloriosa jornada, fué la actitud del público; -este admirable público madrileño, tan calumniado, pero de un instinto -artístico tan seguro, que, al contrario que en otros países, antes -que en la crítica sabia, hallan en el sostén y aliento los luchadores -sinceros por nuevas formas de Arte. - - * * * * * - -Y, en el triunfo del genio, ¿será justo olvidar á su compañera -inseparable la locura--según los modernos, algo ya anticuados -antropólogos,--personificada en el caso de Wagner, por aquel rey Luis -de Baviera; Nerón de poquito, Nerón todo dulzura, solo tirano en el -Imperio del Arte? - -¿Hubiera triunfado el genio sin el loco? ¡Gran asunto para nueva -trilogía! El emperador Guillermo, el rey Luis de Baviera y Wagner. La -fuerza, la locura y el genio, unidos para gloria del imperio grande y -fuerte. - -La crítica histórica minuciosa distribuirá razonablemente alabanzas y -censuras. Todas éstas para el noble rey loco. ¿Qué importa? Él también -fué necesario para la grande obra, y en la universal armonía, el fuerte -y el genio llaman hermano al loco. - - * * * * * - -Después de una representación del «Ocaso de los Dioses», pensaba yo, -cómo yerran los sintetizadores rotundos que para mayor comodidad, -clasifican á todo pueblo del Norte, como razonador y positivista, y á -todo pueblo meridional como idealista y soñador. Y he aquí, cómo en el -arte germánico, perduran los mitos heroicos y legendarios, y cómo entre -nosotros, apenas si concedemos un modesto lugar en la tradición; muy -desposeída de leyendas, á nuestros héroes. ¡Nosotros sí que sabemos -del Ocaso de los Dioses! Aquel gran socarrón de Cervantes fué el gran -enterrador de España. Verdad es que el entierro fué suntuoso, con gran -asistencia de monjas y frailes. No se puede morir más devotamente. Toda -la herencia se nos fué en fundaciones piadosas. Esperémoslo todo de -la desesperación de los desheredados. Cuando falte toda esperanza, la -desesperación puede ser también madre del heroísmo. - -¡Triste Rocinante, triste rucio de Sancho Panza, que vais tardos y -fatigosos por áridas llanuras, no hemos de trocaros por el caballo de -Brunilda, que galopó sobre nubes y en carrera loca fué conducido al -fuego, para que sobre la muerte del héroe y el perecer de los dioses, -triunfara el amor ideal de dos almas heroicas! - -¡Qué impropiamente llamado «Marcha fúnebre» el mas sublime pasaje -musical y dramático del Ocaso! Marcha al combate, al triunfo, á la -inmortalidad, debiera llamarse. - -Hay en la música de Wagner más filosofía que en todos los filósofos -alemanes. La que despierta en lo más íntimo y en lo más hondo de -nuestro espíritu el sentimiento de inmortalidad. - -La Vida es un enigma, el Arte es su revelación. ¿Nos dice la verdad? -No. ¿Para qué? Nos hace olvidarla. - - [Ilustración] - - - - - VII - - -La coincidencia en el arribo á Buenos Aires de dos gloriosos -escritores, de tan opuesto carácter y tendencias, como Anatole France y -Blasco Ibáñez, es comidilla en círculos literarios, donde se discute en -pro y en contra del efecto que cada uno podrá lograr con sus anunciadas -conferencias. - -Cuentan, los mantenedores por el gallo francés, con el «snobismo» -porteño, tan afecto á cuanto proceda de París, sean figurines de -modisto, sean figurines de literatura. Confiamos, los que ponemos por -el nuestro, fuera de méritos, que no es ocasión de parangonar, con la -indudable supremacía que la literatura española va logrando en aquellas -tierras, lenta, pero seguramente con el mayor entusiasmo que aportará -nuestro Blasco Ibáñez, y el mayor conocimiento del terreno que pisa, -con el espíritu español, más efusivo que el francés para entregarse al -extranjero; no digamos á lo que nosotros no podemos llamar extranjero, -por ser tan nuestro, hasta en eso de haberse entregado al francés -incautamente. - -Anatole France irá, de seguro, muy poseído de su superioridad, que es -la superioridad francesa; más dispuesto á ser admirado que á admirarse; -irá con la misma displicencia que los grandes actores franceses en sus -«tournées» por América, que suelen presentarse con lo más ramplón de su -repertorio y de su equipaje; muy convencidos de que les basta con su -nombre de París, para ser aplaudidos. Á esto se debe algunos fracasos -muy sonados y el que hoy sean preferidas las compañías españolas é -italianas. - -Yo deseo un viaje triunfal á Blasco Ibáñez, y desde ahora me atrevo á -pronosticar que lo será seguramente; sin desconocer que para Anatole -France serán los mayores éxtasis de los exquisitos. Lo mejor que -pueden desear los argentinos es que el sutil ironista francés quede -tan satisfecho de su viaje, que pretenda volver por allá, más tarde ó -más temprano; porque si no entra en sus planes el volver... ¡ya pueden -prepararse para leer lo que escriba de ellos á su regreso! De menos -hizo Dios á Juana de Arco. - - * * * * * - -Á la distinguida señora que me escribe, indignada por algunas -apreciaciones mías referentes á los padres españoles, recomiendo -para mi disculpa y su consuelo, la lectura de un libro recientemente -publicado en Francia: «La educación en la familia», por Thomas. - -Dice el autor: «Al tratar de la educación, y en particular de la -educación de los hijos en la familia burguesa, procuramos destacar los -pecados de los padres, persuadidos de que de ellos proviene la mayor -parte de los males que afligen á la sociedad. La tarea es ingrata, -porque pocas veces agradecemos las censuras. - -¡Cuánto más agradable sería exaltar los méritos del padre y el de -la madre; disculpar sus errores y sus preocupaciones y cultivar con -engaños discretos sus ilusiones! Tarea ingrata por su misma vulgaridad. -¿No se ha dicho ya todo sobre este asunto y no llegamos demasiado -tarde? Todo se ha dicho, pero ya que parece que no se ha oído, ¿haremos -mal en decirlo otra vez? Es conveniente, dijo Voltaire, despertar á -menudo la conciencia de las modistas y la de los reyes con una moral -que puede causarles impresión. Lo mismo puede decirse de la conciencia -de los padres.» - -Como vé mi ofendida comunicante, también en Francia hay padres -descuidados, y lo mismo podría decirse de todo el mundo, y si el autor -francés particulariza, como yo, por mi parte, es porque, además de que -cada uno habla de la feria según le va en ella, es natural que cada uno -hable de la feria que mejor conoce. - -No es que yo no haya conocido excelentes y admirables madres é -inteligentísimos padres. Tal vez por haber conocido lo mejor, soy más -exigente con lo mediano y con lo malo. - -Y si sólo á la salud física atendemos, ya no soy yo, es la estadística -implacable la que acusa á los padres españoles. Y nos quejamos de -Madrid, pero ¡cuando ve uno de cerca pueblos y aldeas!... Diga mi -amable, aunque airada comunicante, que, al juzgar por sí misma, -pretende igualar á todas las madres españolas: ¿no vió nunca en -apreturas y bullangas callejeras, en teatros y hasta en tendido de -sol en los toros mujeres con niños de muy corta edad, de pecho, en -los brazos, y no sintió indignación muy justificada? ¿Es por exceso -de cariño, es por lo que puedan gozar los angelitos á esa edad con el -espectáculo? ¿Que son pobres mujeres sin ilustración? No siempre; que -también en la clase media y en las más elevadas se cometen á diario, -como esos conatos de infanticidio, que alguna vez llega á consumación -y entonces es el acudir á los santos, porque al médico también suele -acudirse tarde. - -De la educación en su parte moral no hablemos, y vuelvo á recomendar el -supradicho libro; pero ¿quién no ha presenciado, aun en familias muy -distinguidas, discusiones violentas entre marido y mujer, en presencia -de los hijos? ¿Quién no conoce padres de esos que tienen por sistema -desautorizarse mutuamente ante los hijos, por ridícula competencia -de cariño y basta que el uno reprenda para que el otro disculpe y -viceversa; de modo que los hijos, dueños de la situación, acaban por -provocar á cada paso estas disidencias paternales, sabiendo que al cabo -siempre han de resultar gananciosos? - -De otros muchos errores y torpezas, no menos graves por ser hijas del -cariño, todos podemos catalogar por observación personal, un buen -número. - -No vale, pues, ofenderse, señora mía. Los ejemplos hay que buscarlos -en singular; las razones en plural. Yo sé de algunos admirables -ejemplos de padres y de madres; pero tengo muchas razones para hablar -como he hablado de las madres y de los padres. Por algo soy hijo de -quien mereció el nombre de «Médico de los niños», y más que contra las -enfermedades tuvo que luchar en su vida profesional con la ignorancia -de muchas madres y de muchos padres. Recuerdo haberle oído decir á -una madre que no sabía cómo expresar su agradecimiento, por creer que -le había salvado la vida de su hijo, enfermo de difteria, entonces -de más complicada y difícil curación que ahora.--No tiene usted que -agradecerme nada. Su hijo se ha salvado por bien educado. No he visto -niño más dócil para dejarse curar. - -Ya ven los padres cuánto importa una buena educación, hasta para las -enfermedades de sus hijos. - - * * * * * - -Algernon Carlos Swinburne era, con Jorge Meredith, el único gran poeta -inglés viviente; últimos los dos de aquella serie de grandes poetas -ingleses del siglo XIX, que empezó con Byron, Wordsworth, Shelley y -Keats, para continuar con Tennyson, Browning, Rossetti, Morris y el -que, aunque menor, no menos «Thoug the last not least», como Cordelia; -entre todos pudo brillar y con los mayores competir. - -Sus principios poéticos, de una escabrosidad que la Inglaterra oficial -no pudo perdonarle nunca, impidieron que, á la muerte de Tennyson--que -tan bien supo guardar todas las formas poéticas y sociales,--fuera -Swinburne nombrado poeta de cámara; que no otra cosa viene á ser el -título de «laureado poeta», concedido en Inglaterra. - -Como Shelley, como Byron, ¡qué ingleses en esto! pretendió ser un -revolucionario social, sin conseguir ser más que un admirable poeta. -Nunca el verso inglés, tan perfecto desde sus orígenes, con Spencer, -con Shakespeare, con Milton, alcanzó la fluidez, la variedad, la -armonía de las estrofas de Swinburne, de imposible traducción á otro -idioma. ¿Cómo ni á qué lenguaje se traduce una sonata, una sinfonía de -Beethoven? - -Fué el cantor de los mares y lo fué también de los niños, y al morir, -si no el aura popular de los contemporáneos, pudo sentir sobre su -frente el viento de los mares; el viento que él supo cantar y de quien -él dijo cómo sentía: - - «The delight that his doom is forever - To seek and desire and rejoice. - And the sense that eternity never - Shall silence his voice.» - - [Ilustración] - - - - - VIII - - -Cuando surge el héroe popular, ya sea héroe de un día, ya de los que -dan nombre y gloria á toda una época, criminal ó santo, víctima ó -triunfador, no importa estudiar la persona del héroe tanto como las -circunstancias, el ambiente social de que fué producto. Héroes causa -hay muy pocos; la mayor parte son héroes efecto. - -El héroe de estos días estaba en el ambiente; en las conversaciones -familiares, en las tertulias de café, en las discusiones técnicas, -en los bastidores de la política. Murmuración que apunta á ciegas, -acusaciones injustas tal vez al particularizar, pero ¡qué lógicas al -ser castigo, aunque no castiguen la verdadera falta! - -Y la falta no es de ahora, la falta es de origen; estuvo en aquella -memorable sesión, no lejana, que hizo vibrar las fibras más hondas del -patriotismo de aquellos, todo superficie, que lo echan todo en flores -más que en raíces. - -Así se hubiera encargado de la construcción de la escuadra un gobierno -de ángeles y los barcos hubieran caído del cielo á punto de navegar por -esos mares, la voz popular hubiera tenido siempre que poner tilde en -ellos, desconfiada del divino milagro. - -¿Por qué? Porque el país aun tiene la ropa en la orilla, tendida á -secar, como dijo el poeta; porque la herida aún no está cicatrizada; -porque quien una vez fué engañado en su confianza, tarda mucho en -volver á confiar, y acaso exagera su malicia por temor á caer otra -vez en confiado; porque el país sabe que dos ni cuatro barcos no son -una escuadra; porque había otras cosas más urgentes que recomponer, -y á ellas debió atenderse con preferencia, y la prisa en nuestros -directores por atender antes que todo á lo que el país no consideraba -tan apremiante hizo que el país desconfiara desde un principio. Aquí -hay negocio, se dijo. No lo habrá, no debe haberlo, la intención y los -hechos serán los más puros del mundo, pero los errores se pagan como -las culpas, y la acusación, las murmuraciones, la calumnia quizás, -si son injustas al señalar culpables, son justicieras al castigar la -culpa. No es hoy, fué el día de la memorable sesión, cuando alguien -debió levantarse y acusar muy alto. Aquel día fué cuando se engañó -al país, y eso es lo que el país no ha perdonado, y acusando hoy sin -pruebas, queremos creerlo, sin acertar en sus acusaciones, acusa con -justicia. - - * * * * * - -La gente anda por las calles como de costumbre; unos á sus ocupaciones, -otros á sus ocios, nadie piensa en asonadas ni en revoluciones; la -mayor parte de las calles tienen piso de asfalto y las barricadas no -son posibles sin adoquines. - -Pero, ante el alarde de fuerzas, el ir y venir de la policía, los -preparativos bélicos de enarenar las calles, la gente se detuvo -curiosa, los curiosos aumentan, se empieza á temer algo. ¿Qué va -á pasar aquí? Los comerciantes se alarman, entornan sus puertas y -resguardan sus vidrieras; la circulación de coches se dificulta, los -guardias pretenden despejar la calle, se discute, se protesta; un -guardia, malhumorado por el exceso de horas de servicio, increpa al más -pacífico curioso, que al verse increpado tan á destiempo se insolenta -con el guardia; un grupo toma partido por el transeúnte, increpa á su -vez al guardia, otros guardias intervienen á favor de su compañero, -salen los sables, gritos, carreras, atropellos. - -Al otro día el gobierno anuncia en nota oficiosa que no está dispuesto -á consentir que nadie altere el orden público con ningún pretexto, -y que tomará las más rigurosas medidas, y vuelve á desplegar gran -aparato bélico y vuelven los curiosos á curiosear, y vuelve á repetirse -la misma escena. Y yo pienso: ¿Quién altera el orden? Si la gente -no viera guardias, ni arena, ni parejas de la Guardia civil... ¿con -quién discutiría? ¿Por qué se formarían grupos á ver lo que pasaba? -Y ¿qué pasaría? Probablemente, que la gente iría tranquilamente por -las calles, como de costumbre, unos á sus ocupaciones, otros á sus -ocios. Si cuando uno no quiere, dos no riñen, ¿qué será cuando, aunque -uno quiera reñir, no tiene con quién? Pues en este procedimiento tan -sencillo, todavía no ha caído ningún gobierno, y esta medida de sentido -común es la única que no se le ocurre tomar para que nadie, con ningún -pretexto pueda alterar el orden público. Y, el orden público no se -alteraría si los del orden público no se alteraran tanto. - -Los detenidos ingresan por docenas en la cárcel. Si la detención se -prolonga, mal principio van á tener las primeras elecciones con voto -obligatorio, y si antes de ese día les dan suelta... votos seguros para -la candidatura ministerial, ó no hay gratitud en el mundo. - - [Ilustración] - - - - - IX - - -Basta que el señor obispo de Orense lo afirme, para creer que -el baldaquino famoso, amenazando ruina, el peor día, se hubiera -desprendido sobre los devotos y causado mayor número de víctimas que -las ocasionadas ahora por unos disparos de fusil, de mas inminente -efecto que el baldaquino. La letra, aunque sea episcopal, con sangre -entra y con sangre están regadas las páginas del Evangelio y las -páginas más gloriosas de la historia de la Iglesia; pero bueno -hubiera sido que el señor obispo, antes de la efectiva persuasión -de los fusiles, hubiera empleado algo de persuasión pastoral, hasta -convencer á sus borregos de la necesaria obra. No es de creer, por -muy duros de mollera que fuesen, capaces de resistir sobre ellas todo -el peso del baldaquino; ni por muy recelosos, como buenos aldeanos -gallegos, de que alguien tratara de lucrarse, como tantas veces en -casos semejantes; á poco que el Espíritu Santo hubiera inspirado á su -Ilustrísima, y mostrándoles además con razones la verdad del peligro, -hubieran desatendido á su buen pastor, obligándole á valerse del brazo -secular, como en los mejores tiempos del feudalismo episcopal; aquellos -buenos tiempos, más recordados en Galicia que en región alguna, por la -dramática leyenda del obispo D. Suero. - -Por algo el obispo de Jaca quiere, ante todo, contar con sus buenos -órganos en la prensa; así, en casos semejantes podrá llevar la palabra -persuasiva á sus feligreses, sin necesidad de convencerlos á tiro -limpio. Quizás con un buen periódico se hubiera evitado el sangriento -conflicto y muy desacertados están cuantos censuran al señor obispo de -Jaca por su propaganda. Compárese un procedimiento con otro. Siempre -será mejor poner periódicos que fusiles á disposición de los señores -obispos. - - * * * * * - -¡Valiente mico! ó mejor ¡valiente «lapin»! como allá se dice, le ha -colocado á su dulce amiga la República francesa, su aliado el Imperio -ruso. ¡Para que veas Marianita con quien te gastas los cuartos! Por -esta vez tu soberano amigo se ha mostrado digno de la «casquette á -trois ponts», distintivo clásico del «souteneur» parisiense. - -Después de haber sido su «marmita» apresurándote á cubrirle sus -empréstitos, en la primera ocasión que se le presenta de corresponder, -al muy cosaco, sale con que se niega á pagarte derechos de traducción -y representación por tus obras, fundado en que la pobreza de su país -no le permite esos lujos; aunque le permite el de sostener á sus -grandes duques; algo más pródigos en pagar, sin traducir, á las grandes -«cocottes» que á los grandes escritores franceses. Estos, aparentan no -darse por sentidos; altas razones patrióticas les obligan á ello, pero -otras les queda dentro y la alianza franco-rusa, ya muy resquebrajada, -quedará con esto para el divorcio; tema preferente de los escritores -franceses. - -El pueblo francés, tan amante de sus artistas, no tolera desdenes ni -ofensas para los gloriosos representantes de su intelectualidad. - -En cambio no sabrán agradecernos á nosotros, aunque no les debemos -las atenciones ni el dinero que los rusos; á más de los derechos -de traducción y de representación, nunca escatimamos, la oficial -oficiosidad de no molestarles en lo más mínimo con el recuerdo del Dos -de Mayo; cuya conmemoración, según rumores, quedará suprimida este año. - -No hay bien ni mal que cien años dure, y este recuerdo, que cumplió los -cien años en el pasado, no era justo que durase uno más en memoria tan -olvidadiza como la española. - -En vez de estas fiestas nacionales, podemos ir celebrando por -regiones, por pueblecitos y hasta por barrios, una porción de fiestas -conmemorativas de nuestras guerras civiles, pronunciamientos y motines. -Así, todo quedará en casa sin molestia para los de fuera. Cada uno -lo suyo, y á lo suyo. Por eso, ya que el Dos de Mayo no se celebre -como fiesta nacional, en recuerdo de una gloriosa guerra por la -Independencia española, ¿no será permitido á los madrileños celebrarla, -siquiera como recuerdo de un motín madrileño, un modesto motincito sin -importancia? Siquiera en el barrio de Maravillas, con mucha modestia, -no vayan á molestarse en Francia y paguemos nosotros el enfado que no -se han atrevido á mostrar á Rusia. - - * * * * * - -El honor de las mujeres hemos convenido desde muy antiguo, en -localizarlo. Por fortuna para ellas y aun para nosotros, la bondad -no es lo mismo que el honor y no tiene tan frágil asiento. El honor -de los hombres... ya anda más repartido; por la inteligencia, por el -corazón, por los brazos, por los bolsillos; por regiones materiales -y espirituales. Por lo mismo es más opinable y por lo mismo no debe -opinarse de él con tan ligera facilidad como ha dado en opinarse -ahora, de un modo definitivo é inapelable, por medio de los llamados -tribunales de honor. Bastaba con los tribunales de justicia, sólo -llamados á juzgar de los hechos, único juicio que en lo humano, puede -presumir de acercarse á la verdadera justicia. ¡Juzgar del honor! ¿Quién -sabe de eso? ¿Quién sabe en dónde está nuestro deber más cercano, más -imperativo? - -Aceptaré todavía los tribunales de honor y sus juicios, en cuerpos que -por tener sus deberes bien definidos, al cumplimiento de ellos han de -ajustar sus resoluciones. Pero en un círculo de sociedad, de recreo, -fuera de las incorrecciones cometidas en él, ¿en nombre de qué justicia -va á juzgarse? - -No han tenido confirmación determinaciones apuntadas con maliciosa -intención, y la verdadera justicia y el buen gusto deben celebrarlo. El -honor no se gana en un día, para que en un día pueda perderse. Quien -en una hora puede dejar de ser honrado es que no lo fué nunca. Todos -los que somos amigos del Sr. Macías sabemos que no es este su caso. -Podríamos dudar de sus razones, hasta de su razón, nunca de su honradez. - - [Ilustración] - - - - - X - - -¡Oh, el «sport» de París! En una revista representada en -«Folies-Bergère»--el que no haya visto una de estas revistas no -tiene idea del ingenio parisiense; es para elevar un monumento al peor -de nuestros currinches,--se ha introducido una escena: «El presidente -Castro en París», y ¿qué dirán ustedes que se les ha ocurrido? Hacerla -representar por Cónsul Peter; un chimpancé inteligentísimo; superior, -seguramente, en inteligencia al autor de la escena, al público que la -ríe y al que sin reírse la tolera. - -No es ocasión de juzgar la figura política del presidente Castro, y -mucho menos su figura particular; pero, habría de ser muy despreciable -y siempre merecería siquiera por ciudadano de un noble país, algo más -de consideración que la simiesca caricatura. No será por tirano por lo -que merezca de los franceses un desprecio que no han merecido de ellos -el zar de Rusia ni el sultán de Turquía. Ni por especulador de mal -género, suponiendo que lo hubiera sido; cuando ellos están á partir -un piñón con el buen Leopoldo de Bélgica y del Congo. ¿Qué espíritu -de moral justiciera es ese, tan severo con un presidente caído, como -tolerante con majestades encumbradas? Es que los franceses le hubieran -perdonado todo al presidente Castro; lo que no pueden perdonarle es la -oposición á dejar explotar su país por los especuladores franceses. - -Aprendan, aprendan los buenos americanos, lo que significan para -esa Francia y su París, al que ellos adoran y á donde ellos acuden -inocentes á copiar todos los figurines materiales y espirituales. -París que inventó por ellos y para ellos las palabras «rastaquere» y -«rastaquerisme»; París, que los arruina y se ríe de ellos. - -Por si la escena del mono, por ser en tal lugar y de tal arte, no -mereciera tomarse en cuenta como síntoma característico, ahí está -flamante y literaria la obra de Abel Hermant: «Trenes de lujo»; en -donde los americanos hacen también un papel ridículo. ¡Y tan contentos! -¿Qué dirían si en España, donde siempre se les ha tratado con respeto, -los escritores nos permitiéramos esas desconsideraciones? Pero en -París... ¡Ah, en París! ¡Son tan ingeniosos, tan espirituales! En -cualquier parte un chimpancé sería un chimpancé; pero allí no; es el -presidente de una nación americana; es todo un símbolo... ¡Ni los de -Ibsen! - - * * * * * - -La masa neutra ha demostrado en su primera presentación y á pesar de la -falta de ensayos, que no es tan neutra como algunos creían. ¡Gran error -pensar que los que no están con nadie no están en contra de uno! - -No ha sido el despertar de ningún león, seguramente, el pacífico salir -de sus casillas, aunque no del encasillado--todo se andará,--de los -retraídos electores. Pero vamos, como despertar de gato doméstico, -que duerme sosegado y vienen á molestarle, no ha estado mal el primer -arañazo. - -Algunos disgustos está llamada á dar esta masa neutra, que una vez -despierta, ha de avisparse más cada día. Malo para los gobernantes -si lo toman en serio, y peor si lo toman á broma y las elecciones -se convierten en «sport» á la moda. Por lo pronto, en estas -elecciones, las señoras se han movido como nunca... ¡No sean ustedes -maliciosos! Muy pronto habrá tés electorales y «soirees» de señoras -compromisarias. En las reuniones cursis se jugará á sacar diputados, -como antes á la lotería y á los estrechos. El clásico pucherazo, -reservado para interventores traviesos y secretarios de Ayuntamiento -marrulleros, correrá ahora á cargo de femeninas manos: más propias para -manejar pucheros. Con el voto obligatorio, la intervención electoral de -las mujeres será decisiva. Con cada varón votarán su esposa, su novia, -sus amigas. Será el voto neutro. Pero la masa será lo menos neutra -posible. Nada de medias tintas. Las mujeres son extremosas en todo; con -Dios ó con el diablo. Por eso, con la intervención de la masa neutra -en las votaciones, los que deben decidirse pronto por uno de estos -extremos, son los partidos neutros. Hay que decidirse; el país ya se ha -visto que esta decidido. - - * * * * * - -D. Enrique Vargas, en la redondez del mundo; Minuto, en la redondez -de las plazas, publica un reglamento de apuestas, con aplicación á -las corridas de toros, que vendrían á competir de esta suerte con los -frontones, hipódromos, casinos veraniegos y círculos aristocráticos. -Los verdaderos aficionados pondrán el grito en el cielo, al saber cómo -intenta desnaturalizarse nuestro castizo espectáculo; el más típico -ejemplar de arte por el arte mismo; estética pura. - -Mal síntoma es, en verdad, que ya sea preciso aderezar el filete, -como si lo sangrante no le bastara, con esta salsilla picante. Y peor -síntoma que haya sido un lidiador el primero que lo proponga; porque -indica cierta desconfianza en los propios recursos para amenizar la -fiesta. - -No es decir que ya no se haya puesto en práctica lo que ahora se -pretende. Recuerdo haber jugado varias «poules» en corridas de toros, -en que había de ganar el agraciado con el toro que más caballos -destripase. Recuerdo también, que para mayor aliciente, jugábamos -alguna vez una «poule» ilustrada, en las que un picador cogido valía -por un caballo, un banderillero por dos y un matador por cuatro. -La equivalencia, como puede juzgarse, era por sueldos. Esta última -combinación en las apuestas hubo de suprimirse á ruegos de una -distinguida señora, abonada á delantera de grada; porque, según nos -dijo aquello le parecía una barbaridad, porque cuando el toro que -se jugaba no había matado ningún caballo, no podía uno evitar el -mal pensamiento de desear que cogiera á alguien, aunque no fuera más -que un rasguñito, claro está... Todos los jugadores convinimos en -que, efectivamente, se sentía uno bárbaro, y suprimimos la «poule» -ilustrada. Nos sentíamos compasivos y era de ver cómo, en nuestro toro -increpábamos á los monos sabios porque no daban la puntilla en el acto -á los pobres caballos heridos... ¡Era una crueldad verlos padecer! El -corazón humano guarda tesoros de bondad incalculables; todo está en -saber llegar á su fibra sensible. - - [Ilustración] - - - - - XI - - -Por mi parte, no sé cómo corresponder á la atención del nuevo jefe -superior de policía. Su reciente circular, encaminada á la represión de -la blasfemia, trae, á modo de brindis, ofrecimiento ó envío, como en -balada antigua ó modernista--los extremos se tocan,--los nombres de D. -Mariano de Cávia, el mayor maestro, y el de este su menor discípulo. -Y ya quisiéramos ¡pardiez! á tan poca costa, ser siempre atendidos en -empresas de mayor empeño; porque, en verdad, si no da muy buena idea de -la cultura de un pueblo, ese verdadero derroche de torpes vocablos y -groseras frases y, repetidas veces, en cuanto al teatro se refiere, he -censurado el abuso de chulerías; de eso á pedir la intervención de la -autoridad, hay un abismo; temible siempre, como lo es toda intervención -de la autoridad en España. - -La grosería en el lenguaje, es sólo síntoma de la grosería espiritual, -que podrá taparse, pero no desaparecer con cataplasmas y parchecitos. -Buenos reconstituyentes y depurativos á cargo de padres, maestros y -educadores, han de ser más eficaces y procedentes. - -Entre tanto, sería de lamentar para nosotros, de reir para todos, que, -los mal supuestos inspiradores de la circular, fuéramos los primeros -en caer bajo su peso. ¿Quién puede responder de su pícara lengua en -cualquier momento? Y que, hay días, la verdad, en que sin dos ó tres -palabrotas bien colocadas, reventaría uno. Los fisiólogos saben que -esto de blasfemar y palabrotear, no tiene muchas veces más importancia -que la de cualquier otra necesidad fisiológica: una expansión de los -nervios, un escape de energías en palabras rimbombantes que acaso no -tienen más valor que el puramente onomatopéyico. - -Sabido es el cuento de aquel marinero que, desde la punta del palo -mayor, sintió escurrírsele pies y manos, y al prorrumpir en horrible -blasfemia, con desesperada contracción, logró asirse á una escala, casi -en el aire y salvó su vida. El cura del barco, espectador y oyente de -todo, le reprendió después muy severo: ¡Desdichado! ¡En tan horrible -peligro y no encontrar otras palabras que esa infernal blasfemia! ¿No -pensaste que Dios pudo haberte castigado? Ya puedes darle gracias. - ---Sí, padre; tiene usted razón... Fué una barbaridad lo que dije; pero, -mire usted, padre, como en vez de decir eso, me hubiera entretenido en -decir: ¡Jesús mío, Virgencita mía, salvadme!... Entonces es cuando no -agarro la cuerda y me descrismo... - - * * * * * - -Otra aplicación del sistema tan nacional, de preocuparse por lo -sintomático, es lo de andar pensando en festejos para remediar la -llamada crisis del comercio madrileño. ¡Pobre ciudad y pobre comercio -los que no cuenten para atraer viajeros y compradores con otros -recursos que unos malos festejos de feria! - -La gente sabe ya lo bastante, para haber aprendido que, justamente en -días de fiestas y jolgorios, es cuando se hace más insoportable la -estancia en cualquier parte. Esos señores comerciantes y fondistas, -tan interesados ahora en el atractivo de las fiestas, son después -los primeros en contribuir á que los pobres forasteros salgan de -Madrid como gatos escaldados. No hay en Madrid un solo hotel en -justa proporción de sus precios con sus comodidades. Hoteles que, en -cualquier capital del mundo, se considerarían como de tercer orden, -tienen aquí pretensiones como de primero. Del estado de calles, paseos, -coches de alquiler, servicio de tranvía, de la novedad y buen gusto -en los espectáculos públicos; de todo, en fin, lo que contribuye de -un modo permanente á la atracción de viajeros en otras capitales, no -hay para qué hablar, porque ya es milagroso, en estas condiciones, que -Madrid no se despueble á toda prisa para pensar en que vengan los de -fuera á gozar de sus encantos. - -Antes de pensar en fiestas, pensemos en barrer y en fregar la casa. Ya -que no vengan los de fuera, que estemos más á gusto los de dentro. - -Y cuando se piense en fiestas, sea en verdaderas fiestas de arte. -Bayreuth, ahora Munich, llaman gentes de todo el mundo, con sus ciclos -wagnerianos; Dresde con su teatro de arte; Strafford-sur Avon con sus -representaciones de obras de Shakespeare. Contamos nosotros con un -teatro clásico que es admiración de los extranjeros; representaciones -artísticas de sus obras más famosas atraerían, seguramente, á muchos -de sus admiradores, franceses, ingleses, alemanes particularmente. -Exposiciones arqueológicas, música y bailes nacionales; cabalgatas -históricas, en que no se desdeñaran de tomar parte activa, como -en otros países se acostumbra, sin el ridículo temor al ridículo, -nuestros aristócratas y nuestros artistas. Mucho puede hacerse con -buena voluntad y verdadero patriotismo, del grande; el que consiste en -hacer cada uno lo suyo, en vez de irle pidiendo al vecino que haga por -nosotros. - - [Ilustración] - - - - - XII - - -El piropo supone amabilidad y galantería; cuando era verdadero piropo -no era lo peor que las mujeres podían oir al pasar por las calles. Con -prohibirlo, ¿dejarán de oir groserías? El respeto á la calle que, por -ser tan de todos, es donde menos debemos ser cada cual como somos, -es la señal mas evidente de la cultura de un pueblo. Y aquí ¡cielo -santo! por la calle se habla á gritos de religión y de política, y -de mujeres y de hombres; por la calle le espetan á uno en su cara lo -mismo la admiración que el desprecio; que el comentario á la figura -que el juicio crítico del atavío, modesto ó llamativo; en la calle le -para á uno cualquiera, al sol ó la lluvia, sin conocernos mas que de -vista, y de plantón, nos refiere su lastimosa historia ó nos anuncia la -lectura de una comedia; en la calle nos interpela el amigo francote, -de acera á acera, sobre los asuntos más reservados:--Ya hablé con ese -hombre... Dice que te llevara al Juzgado... Ya nos veremos... Otras -veces, desde la plataforma de un tranvía, otro campechano, pero algo -más discreto, nos grita, cuando vamos sentados en el interior, entre -otros viajeros:--¿Cómo va? ¿Se le arregló á usted aquello?... ¡Aquello! -que abre amplios horizontes á la imaginación, y lo mismo puede ser -un pleito, que un disgusto de familia, que un órgano importante... -¿Habrá ordenanzas de policía capaces de evitar estas y otras mil -impertinencias callejeras, que no son piropos, ni blasfemias, ni -vendedores ambulantes? - - * * * * * - -Acabo de leer el nuevo libro de poesías de Fernández Shaw: «La vida -loca». Yo diría del libro y del poeta... Pero no; seamos discretos. -El propio autor nos ha dado una provechosa, y quiero demostrar que -aprovechada, lección de tacto y de mesura en esto de opinar sobre -autores contemporáneos. Preguntándole un crítico su opinión sobre el -teatro moderno, el señor Fernández Shaw no quiso en modo alguno soltar -prenda, se limitó á sonreir. ¡Oh, la sonrisa, qué discreta opinión! Y -á decir: No me pregunte usted. De los autores del siglo XIX, admiro á -Tamayo y á Ayala.--Sí que es un gusto; teniendo á Zorrilla y á García -Gutiérrez, más propios para ser admirados por un poeta. Pero el Sr. -Fernández Shaw respondió muy juiciosamente. «No se debe opinar en -público sobre autores vivos; otra cosa es en dedicatorias particulares. -Preferir á unos es molestar á los otros; celebrar á todos por igual, es -demasiado; decir francamente que todos son malos, es contradecir las -dedicatorias... Nada, nada; lo más discreto es sonreir y remontarse á -los muertos». Prudentísima actitud que yo tengo ahora muy en cuenta -y, aunque sabe Dios, que sólo flores pensaba decir del nuevo libro, -me limitaré á sonreir y á decirles á ustedes: Admiro á Góngora y á -Garcilaso. Ni con los del siglo XVIII ni con los del siglo XIX quiero -compromisos. - - * * * * * - -Los buenos propósitos duran poco. Leo otro libro: «Tardes del -Sanatorio», de Silvio Kosstti, y sin saber quién sea el autor, ni -tener de él otra noticia que su libro y nombre--suponiendo que sea el -verdadero y no un pseudónimo, como parece,--me atrevo á opinar y á -proclamarlo como libro de muy agradable y sabrosa lectura; libro que -sabe á vida, entre tantos que sólo saben á libros. Libro de humor y de -donaires, á la manera de aquel D. Francisco de Torres y Villarroel, -original excéntrico de nuestra literatura, tan poco estudiado todavía y -tan digno de serlo. - - * * * * * - -Un nuevo nombre viene, sacado á luz por minuciosa crítica literaria, á -disputar una vez más á Shakespeare la paternidad de sus obras. Antes -fué el de Bacon; después el del conde de Pembroke; ahora es el de -Rutland... Crítica sabia, crítica erudita, que no puede resignarse -á juzgar obras tan admirables, como obra de un comediante vulgar; -de un hombre que no podía ser literato... Pero ¿hay literatura en -las obras de Shakespeare? ¿Literatura personal, literatura que no -sea la de todos los predecesores y contemporáneos suyos en el teatro -inglés? ¿Hay en la técnica, en los asuntos, en la composición de sus -obras algo que no esté en los demás autores de su tiempo? ¿Qué hay -sobre todo esto en las obras de Shakespeare, para que á todas sean -superiores? ¿Es literatura? No. Es saber de la vida, del bien y del -mal de ella, de los palacios y de los tugurios, de los reyes y de -los rufianes... Y para esto, ¿quién mejor que el humilde comediante? -Shakespeare, literato, hubiera sido solo el autor de «Venus y Adonis»; -como Cervantes lo hubiera sido solo de «La Galatea» ó del «Persiles». -Shakespeare, como Cervantes, fueron ellos... por ser ellos; los que de -todo sufrieron y por todo pasaron... ¡Pasaron! Esa es la grandeza de -los espíritus superiores; pasar por todo. Los pequeños son los que no -pasan; se quedan en cualquier parte: en la literatura, por ejemplo: -Como esos críticos, empeñados en encontrar al literato en las obras -de Shakespeare; sin saber encontrar al hombre; el que reveló todo el -secreto de su alma y de su arte en aquel: «And I, Poor monster!» «Y yo -¡Pobre monstruo!» de su «Noche de Reyes». - - [Ilustración] - - - - - XIII - - -No sé si algún liberal de los fósiles, después de leer «El resplandor -de la hoguera», la última novela de Valle Inclán, le juzgara -definitivamente afiliado al partido carlista y le llorara muerto -para la literatura; para la literatura liberal, que no es toda la -literatura, por lo mismo que toda la literatura sea ante todo libertad. - -Por mí, sé decir que no conozco narración de nuestras guerras civiles -tan artísticamente desapasionada de toda idea de partido. Son en ella, -los de uno y otro bando, seres humanos de toda humanidad, y sobre ellos -pasa, fatídica, esa ventolera de locura colectiva que de cuando en -cuando enardece á los pueblos y los lleva á guerrear por cosas que el -día antes nada les importaban y que, en razón, no debieran importarles -nunca. Pasa entonces, sobre los espíritus más vulgares y pacíficos, -un aliento de grandeza, que convierte en gran estratégico á un rudo -cabecilla; en héroe, capaz del martirio, á un rústico idiota, en madre -de los Gracos, á la menos cívica campesina... en temibles conspiradoras -á buenas señoras de pueblo y á monjas bobaliconas... Los espíritus se -afinan, se sutilizan, se subliman... ¿En nombre de una idea? ¡Bah! Esto -de tener simpatía por una idea ó por otra, ¡depende de tan poca cosa! -Que fueran los carlistas ó los liberales los que robaron unas gallinas -ó los que llegaron con mal modo; que fuera de un partido ó del otro el -que prestó los cuartos sobre las tierras... ¡Ideas! ¿Qué saben de ideas -los que matan y los que mueren? «We are flies that gods kill for their -sport». Como decía el rey Lear: Somos como moscas, que los dioses matan -por pasatiempo. - -Este pasatiempo de los dioses, que se llama la guerra; esta fatalidad -de las pobres moscas humanas, que las lleva á combatir unas contra -otras, enloquecidas, parece sobre todo en la admirable narración de -Valle-Inclán; cuyo espíritu de artista no permite vulgares filiaciones -de partido político, ni siquiera de escuela literaria. - - * * * * * - -La Asociación Matritense de Caridad vuelve á solicitar el auxilio -y la atención de todos, en su loable propósito de extinguir la -mendicidad callejera. Para conseguirlo por completo hay algunos graves -inconvenientes. Somos desconfiados y sensibleros. Para ser desconfiados -tenemos muy buenas razones. Muchos siglos de pésima administración. -Para ser sensibleros no tenemos tantas, si consideramos que el problema -de la mendicidad no se remedia con sentimentalismos. Se trata de una -enfermedad social que es preciso combatir en sus raíces. Médicos y -sociólogos son los llamados á proponer remedios. - -El emplastito de los cinco céntimos, que nos quita por el momento -al mendigo molesto de delante, si basta á tranquilizar conciencias -fáciles, no basta á remediar miseria alguna. Sólo contribuye á fomentar -la vagancia. Téngase en cuenta que muchos de esos pobres madrileños -bigardos de todos conocidos, suelen ser santeros de ladrones y rateros, -cómplices de estafas y de mil trapisondas. No poco contribuyen -también al fomento de la vagancia y de la pillería nuestros señoritos -chirigoteros que dan en proteger á cualquier golfo desvergonzado y -le ríen las bufonadas y le celebran las desvergüenzas. Esa simpatía -estaría mejor empleada en el trabajador; pero acaso les es más fácil -ponerse en el caso del golfo y de ahí la simpatía. - -Triste es, también, rechazar con dureza al niño que nos tiende la mano; -pero debemos pensar que, si explotado por sus padres ó abandonado á sí -mismo, halla mayor facilidad en el pordioseo que en el trabajo ó en la -escuela, será ya imposible que desista de tan fácil vida. - -Dejémonos, pues, de sensiblerías; dejemos también la desconfianza. -Ayudemos entre todos á la Asociación de Caridad; que no hay motivos -para que en Madrid sea imposible lo que ha podido ser en otras -capitales de menos dinero, y tal vez de menos caridad. Un poco más de -cabeza y menos corazón. Cuando habiendo contribuído todos con la mejor -voluntad veamos que nada se ha remediado, tiempo será de considerar -fracasadas las gestiones de la Asociación y de las autoridades, y -podremos volver á repartir perritos chicos á tontas y locas, es decir, -á vagos y á pillos. No hay idea de lo bien que se duerme, cuando con -veinticinco ó treinta céntimos, cree uno haber resuelto el problema -social y haber ganado un buen asiento de paraíso. - - * * * * * - -El aristocrático público que asiste á las representaciones de Tina de -Lorenzo, en el teatro de la Comedia, no suele acudir hasta hora muy -avanzada de la noche. En este tiempo se prolonga el paseo, se come -tarde... Si alguna vez veis llegar presurosos, á las nueve en punto, -coches y automóviles, y al levantarse el telón, veis el teatro lleno, -podéis asegurar á qué género pertenece la comedia representada: es una -obra verde. Ahora sí, es preciso que la verdura sea alegre; que dé que -reir y no dé en qué pensar. Entre «La Sfumatura» y «La Donna Nuda», no -hay comparación posible. - -En los turnos blancos triunfan Feuillet y Ohnet, más blancos que la -nieve. ¡Señor! ¡Y á mí que no hay nada que me parezca tan inmoral como -la tontería! - -Por fortuna, las preciosas niñas abonadas tienen cara de estar pensando -en otra cosa. Y las mamás también, rejuvenecidas por los recuerdos del -«Romanzo d'un giovane povero»... ¡Recuerdos y esperanzas de vida! La -moral llama al orden desde el proscenio, con severa campanilla. Por la -sala, la vida agita sus cascabeles que suenan á risas. - - [Ilustración] - - - - - XIV - - -Á las naturales bromas, inspiradas por la natural desconfianza en la -aplicación de tanta y tanta pragmática como diluvia sobre madrileñas -cabezas--porque en provincias, ríanse ustedes de cierres á hora fija, -descansos dominicales, etc., etc.,--responden los ministerialísimos, -con atribuirlas á «críticos de café». Y en esa frase ponen todo el -desprecio que les inspiran los cuatro madrileños gatos que, á falta de -una tertulia ministerial, donde tomarlo de gorra, van á tomar un café -al café, con gotas de censura á la infalible política que nos gobierna. - -Estos críticos de café, gentecilla de poco más ó menos, con echarlo -todo á crítica y á broma, son los que impiden el buen éxito de tanta -sabia y moralizadora ordenanza. Se trata de prohibir la mendicidad -callejera; el crítico de café, ¡habrá escéptico! como va de su casa -al café por sus pasos contados y no en coche como las autoridades, -y en cada esquina le acosan veinte pobres, y si lleva prisa, ha -de echarse por medio de la calle, á riesgo de ser atropellado por -los automóviles--obedientes también á lo ordenado para regular su -marcha,--porque las aceras son círculo de recreo á los de la venerable -y castiza orden del Plantón; á poco práctico que sea en los golfos -de este mar, como dijo Tirso de Molina, verá cómo campan hampones, -recién salidos de presidio, vagos de profesión, agentes de toda clase -de negocios, toreros sin contrata, vendedores del «ful», libreros á la -menta... ¿Cómo no ha de tomar á broma las ordenanzas? - -Se prohibe la blasfemia, y hasta en los salones de conferencias del -Senado y Congreso, no hay divinidad que se respete, ni la de D. -Antonio Maura, y los que tenemos creencias, no sabemos ya á qué santo -encomendarnos, de quien no se haya dicho algo. - -Se prohibe molestar á las mujeres con piropos y se las deja á ellas en -libertad de molestarnos, como si nosotros no tuviéramos también nuestro -pudor y cada uno no supiera cuando le aprieta el zapato, y dónde ir á -calzarse lo que mejor le convenga. - -Y cuando todo esto vemos á cada hora, ¿no ha de sernos permitida la -más ligera crítica de café, sin vernos tratar de vulgacho? Todos no -podemos ir á murmurar en las mismísimas antecámaras de los ministerios, -ni en dorados salones, ni en despachos de directores de periódicos -ministeriales. ¡Oh! No hay duda de que allí la murmuración es más -sabrosa que en el vulgar café. Como que allí se cobra y aquí se paga. - -Pero en la política sucede como en el teatro; el público que paga es el -que menos aplaude ni silba; en cambio los de la gorra, sin perjuicio de -aparentar que aplauden en público, son los que desacreditan la obra y á -los actores en los corrillos del vestíbulo. - -No, señores ministeriales, la opinión, la prensa, el país, en general, -nunca han estado mejor dispuestos; nunca han querido «creer», tanto -como ahora, en que sería posible mejorar en algo, nunca han esperado -tanto... ¡Y aun lo envuelven ustedes todo en el despectivo nombre de -críticos de café! ¡Como están ustedes tan mal acostumbrados! No han -tenido ustedes otra verdadera oposición que la de esos críticos. Porque -la otra no ha sido de café, precisamente: ha sido... lo que suele -acompañarle á más del azúcar. - - * * * * * - -Nada más fácil que un poco de sociología á propósito del dispendio que -supone la nueva banda municipal. Pero yo, que en la aldea, en donde -paso largas temporadas, cuando llega algún pobre chicuelo á mi puerta y -allí se para á admirar las rosas del jardín, únicas flores en tan pobre -tierra, suelo unir á un pedazo de pan una rosa, no sin que alguien me -advierta que con el pan bastaba, aunque yo veo cómo muchas veces, la -boca hambrienta del chicuelo, antes que morder el pan, sonríe á la -rosa... ¿Cómo no he de estimar en lo que vale, aunque mucho cueste, -esta flor de arte prendida en nuestra pobreza, para alegrarla? Bien -está el pan, pero no están mal las rosas. - -Y bien está la banda municipal, y por esta vez sólo plácemes merece -nuestro Concejo. No frunza el ceño el «leader» del socialismo que, al -fin, el socialismo, por lo que tiene de armonía social, tiene mucho de -ideal artístico y mucho debe al arte, aunque nuestros socialistas le -traten con despego. - -Magnífico instrumental, excelentes músicos, dirección entusiasta. El -maestro Villa nada tiene que envidiar á los directores alemanes en -precisión y en claridad, con algo que no estorba nunca, el calor y la -sangre de la tierra. Como aquí trabaja uno por cada veinte que no hacen -nada, ese uno trabaja por los veinte: gracias á eso vamos tirando. El -maestro Villa es de los que trabajan. - -La banda madrileña, que desde hoy será orgullo de este pueblo, el del -gracioso andar de sus mujeres, aprendido al són de músicas callejeras, -tuvo un digno comienzo; saludar con la marcha de infantes á la -madrileñísima infanta Doña Isabel. Después... ¿hubo alguien que pensara -en lo que puede costar la banda? ¡Poder soberano del arte! Al salir del -concierto, nos parecía que los faroles de la villa alumbraban con mayor -claridad y que las calles estaban mas limpias y mejor cuidadas. - - * * * * * - -Moritz I es un chimpancé de los que alegran la vida á un «darwinista». -¡Que ocasión para un sabio aspirante á Menelao científico! como el -gracioso doctor de «Las tardes del Sanatorio». - -Pero no hay que olvidar á los de casa por los de fuera. ¿Ustedes no -conocen á la Nena, chimpancé hembra, residente en nuestra Casa de -fieras del Retiro? Nada tiene que envidiar á Moritz I, ni á Cónsul I y -II, ni á la mismísima Eva mona, de la que, acaso, todos descendemos. -Nena es una verdadera monada; posee todas las virtudes femeninas y una -más, la de vestirse con muy poco y no llevar sombrero. Tiene adoración -por el encargado de cuidarla, es cariñosa con los niños, rara condición -en monos y en institutrices; sus gracias son muchas y no profesionales, -ni enseñadas, sino de lo más espontáneo é instintivo. No debe -avergonzarnos nuestro origen. Yo no creo á Nena capaz de ir á sonsacar -á ningún mono Adán con la manzana. Nena se la hubiera comido ella sola. - - [Ilustración] - - - - - XV - - -Verdaderas fiestas de arte son las que prepara la ciudad de Munich, -para lograr honra y provecho que á despecho de nuestro pesimista -proverbio, bien caben en un saco. El programa no puede ser mas -atractivo. De Julio á Agosto, en el teatro Real de la Residencia, -festival de Mozart, en dos series de representaciones. «Las bodas de -Fígaro», «Don Juan», «El rapto en el serrallo», «Así hacen todas»; -obras maestras de gracia, de sentimiento, de cortesanía, propias para -ser cantadas en salones de príncipes artistas. De Agosto á Septiembre, -en el teatro del Príncipe Regente, ciclos wagnerianos: «Los maestros -cantores», «Tristán é Iseo», «Tanhauser» y la trilogía con su prólogo -«El oro del Rhin». Estas representaciones, al decir de cuantos han -podido comparar unas y otras, exceden á las de Bayreuth por el mérito -de los cantantes y lo perfecto de la presentación en escena. Por si no -fuera bastante, de Junio á Septiembre actuará la compañía del teatro -de los Artistas, la más renombrada de Alemania, bajo la dirección -del profesor Max Rheinhardt. En el repertorio figuran: «Hamlet», -«Sueño en noche estival», «El mercader de Venecia», de Shakespeare; -«Fausto», de Goethe; «Los bandidos», de Schiller; «Lisistrata», de -Aristófanes. Obras que estamos hartos de ver por aquí, á petición de -los distinguidos abonados á turno de moda. - -Con estas bagatelas basta para que á la ciudad de Munich llegue -gente de todas partes á dejar muy gustosa su dinero. El arte bien -administrado puede ser industria muy provechosa. No lo olviden nuestras -inevitables comisiones cuando vuelvan á pensar, con mejor fortuna, -en organizar festejos. El Teatro Nacional, bien organizado, pudiera -ser excelente base para estas fiestas de arte. El Teatro español, -antiguo y moderno, interesa más de lo que nosotros creemos á muchos -extranjeros. No hay que juzgar por lo que signifiquemos en Francia. Es -vulgar creencia española que, por nuestra amable vecina, nos llega á -los españoles toda claridad intelectual. Yo creo que en muchos casos, ó -la intercepta ó la refleja del color de sus cristales; que no son los -más claros. Los franceses ó no se interesan por lo extranjero, ó, si se -interesan por algo, han de decir que es suyo. Ahora mismo, admirados -ante los bailarines rusos, aseguran que si son admirables es porque han -recogido la tradición del baile francés, casi perdida en Francia. En -los saltos prodigiosos del bailarín Nijinsky aplauden, más que nada, lo -que tienen de salto hacia atrás, hacia el gran arte del baile francés. -De los franceses procede todo; ellos solos son principio y fin de todas -las cosas. - - * * * * * - -La Exposición de la Infancia no ha pasado de ser una plausible -buena intención; un modesto ensayo, que no debe desanimar á sus -organizadores, para acometer de nuevo la empresa. Tal como esta es muy -poco, en algo de tan sagrado interés como la infancia. Una escuela -modelo que, en efecto lo es, si recordamos muchas que hemos visto. -Libros para niños, con vistosas, no muy artísticas cubiertas... ¡Ah, -los libros ingleses para niños, primores de arte! - -En la Exposición se muestran cerrados; y si hemos de juzgar por algunos -que en alguna ocasión hojeamos, bien están así; es como pueden ser más -provechosos. - -Aun así, la Exposición debe ser visitada por todos. Lo deficiente -es el mejor acicate al deseo de mejorar. Si hubiéramos llegado á la -perfección, tal vez nos dormiríamos; y ahora que á muchos sabios les -ha dado por predicar las ventajas de la ignorancia, no es hora de que -duerman cuantos creen, como dijo Jesús, que sólo no es perdonable un -pecado; el pecado contra el Espíritu. En España llevamos mucho tiempo -de pecar contra él; porque el mayor pecado es la ignorancia. - - * * * * * - -Llueven censuras sobre Felipe Trigo á cada nueva novela que publica. -Graves moralistas lanzan contra él los más terribles anatemas. Dicen -sus detractores que abusa de la cuerda sensible amatoria. ¿No hay -asunto más interesante para el señor Trigo que este de la sexualidad? Y -¿creen ustedes en efecto, que hay otro mas importante? De ahí nacimos -todos y esa es toda la vida. No sirve hacerse los desentendidos. Si -hombres y mujeres civilizados pretenden hacer asunto de misterio de -ese asunto, es porque saben bien que en él está el verdadero secreto -de nuestra vida y hay pocas vidas que puedan mostrar sus secretos. -Dime cómo amas, te diré quién eres. Obras de arte, empresas guerreras -y políticas, heroísmos de la santidad, monstruosidades del crimen... -Todo lo que admira ó espanta en la historia de la humanidad... ¿En -dónde está nuestro secreto? «Behind the veil»; detrás del velo, como -dijo Tennyson, en otro sentido, pero más exacto en éste. Detrás del -velo pudoroso con que todos procuramos ocultar el misterio de nuestros -amores... Todos, y más que nadie, los fanfarrones del amor... ¡Ah! De -esos, ya se sabe: dime de lo que presumes y te diré lo que no tienes. -De Don Juan Tenorio se sabe lo que él pregonaba, la lista de sus -conquistas; pero también se sabe que no tuvo hijos. Hay para dar en qué -pensar. En cambio, ¡hay tantos que no presumen y podrían llevar una -lista más numerosa y más completa que la de Don Juan Tenorio! - -Y en las mujeres... ¡Pobre Don Juan, qué sabía él de las muchas mujeres -que le harían cara sólo por el gusto de añadir uno más á su lista! - -Los más impenetrables secretos de la historia serían de una diafanidad -asombrosa si los historiadores hubieran sabido darnos tan cabal cuenta -del acto de amor, en sus personajes, como Felipe Trigo sabe dárnosla de -los suyos en sus novelas. - -Por ejemplo; del proceso y prisión del príncipe D. Carlos, tan -diversamente comentado por historiadores y poetas, yo creo... Pero -seamos pudorosos. Si yo dijera lo que creo, se escandalizarían ustedes -como de una novela de Felipe Trigo. - - [Ilustración] - - - - - XVI - - -Nuestro previsor y paternal gobierno, en vista de que el verano se -presenta aburrido, y acaso la banda municipal, no por falta de méritos, -sino por falta de lugares acomodados en que lucirlos, no baste á la -amenidad de nuestra vida, ha resuelto sustituir el acreditado crimen -misterioso de todos los veranos con algo tan interesante por lo menos: -la guerra misteriosa. Ella será el acertijo, la inquietud y el interés -de todos: ¿Iremos á Marruecos? ¿Vamos? ¿No vamos? ¿Tenemos que hacer -allí? ¿No tenemos que hacer allí nada? - -Nuestros mejores talentos geográficos, diplomáticos, sociológicos, -financieros, los que conocen el imperio vecino como su propia casa -y los que pasaron cuatro días en Tánger en aventuras exóticas á lo -Loti, hartándose de judías, que ellos toman por moras, y figurándose -correr mil peligros en la conquista de alguna noble favorita de moro -rico, que luego resulta ser una bella Fátima de Marsella y su dueño -y celoso señor un apache con turbante y babuchas; todos ellos pueden -hacer gala en artículos periodísticos y conversaciones de playa ó -Casino de sus profundos conocimientos, y volveremos á oir aquello de: -«El país no quiere aventuras», ó «No debemos renunciar al importante -papel que, por nuestra historia y nuestro porvenir, estamos llamados -á representar en Marruecos». Y habrá planos trazados en las arenosas -playas ó en los tableros de mármol de los cafés, y habrá estadísticas -comerciales abrumadoras. Nuestro comercio de exportación, nuestra -industria... Y unos gritarán: «¡Guerra, guerra!», y otros clamarán que -la guerra sería el fin de España, ese fin anunciado tantas veces y que, -por fortuna, no llegará nunca; porque España es tan dura de pelar como -el imperio de Marruecos, amenazado siempre también de aniquilamiento -y ruina. ¡Nadie puede calcular la fuerza de los débiles! Ni nadie en -mejores condiciones que ellos para atreverse á todo. Si algo debe -hacernos dudar en acometer la aventura, es esa consideración: Por poco -que tengamos que perder nosotros, aún tienen menos que perder ellos, -y esa ventaja es inapreciable para toda clase de luchas. Las guerras -y los negocios, sin dinero; es el único modo de no perder nunca. Yo -creo que si algo nos estorba en España para volver á recobrar nuestro -prestigio en el mundo, no es nuestra pobreza, sino los cuatro cuartos -que tenemos. El día que nos decidamos á tirarlos por la ventana, -empezaremos á ser alguien. - - * * * * * - -El señor ministro de la Gobernación piensa en enérgicas medidas para -evitar que en lo sucesivo registre la crónica tauromáquica jornadas tan -desastrosas como la última de las cinco cogidas. ¡Cinco en un solo día! -Es demasiado. ¡Y en distintas plazas! Para que no puedan disfrutar de -todas ellas los mismos espectadores... Es lamentable. - -¿Medidas enérgicas? - -La profusión de accidentes no es el mejor motivo para tomar medidas -enérgicas contra la fiesta taurina. ¿Qué más enérgica medida que la de -los mismos toros? Á pocos domingos como el de marras, no quedaba un -torero, y asunto resuelto. - -¿Vendrá la supresión en absoluto? Hombre es D. Juan capaz de -atreverse, no digo con la torería, hasta con el clero, si esto no fuera -contra la doctrina conservadora. ¡Ah, si D. Juan fuera liberal como es -conservador, la ley de Asociaciones no hubiera quedado en proyecto! - -¿Tendremos corridas á la portuguesa? ¿Se exigirá á cuantos toreros -pisen plazas un certificado de suficiencia; bachillerato para torear -novillos, licenciatura para toros y doctorado para miuras? - -¿Por dónde vendrá la muerte? Mal haría el señor ministro en querer -precipitarla, exponiéndose por el contrario á levantar al toro, -como cachetero desmañado. Deje, deje á toreros, ganaderos, toros y -público, que ellos solos se bastan para concluir con la fiesta, por -aburrimiento, que es la más segura muerte. - -Entre esos toreros, en vano aupados por los amigos; esos toreros de una -estocada, que bien pudiera llamarse la estocada del hambre, cada cinco -años; las exigencias de los eminentes, la falta de tradición en los -aprendices toreros y en el público aficionado que ya, por no haberlo -visto en muchos años, no sabe distinguir un volapié de una carrerilla -de esas con que ahora se caza, no se mata, á los toros... Además, las -clases obreras están más alejadas cada día del espectáculo, sostenido -por la clase media desocupada y la aristocracia aburrida, y... síntoma -significativo: á los niños de ahora no les gustan los toros. He podido -comprobarlo en repetidas observaciones. - -Unos cuantos años más y habrá que sostener las corridas de toros con -subvenciones del Estado, como una curiosidad arqueológica que puede -interesar á los extranjeros. - - [Ilustración] - - - - - XVII - - -Y ¡aun hay vanidosos! Esto pensaba yo el otro día, ante el mausoleo de -Chueca, inaugurado con... ¿solemnidad? ¡Oh, sí! Demasiada solemnidad. - -Amables oradores, lisonjeros poetas nos hablaron del pueblo allí -presente para honrar á su músico... ¿El pueblo? Yo no le ví por ninguna -parte. Allí no estábamos mas que los precisos operarios, el grupo de -siempre, los de obligación. Y no todos. Las bellas artistas de nuestros -teatros alegaron en disculpa de su ausencia, la hora inconveniente; -hora de ensayos ó de sección «vermouth»... ¡Vaya por Dios! ¿Para qué -mejor ocasión juzgarán las empresas que valía la pena de conceder un -día de asueto á sus artistas? - -Y esto por Chueca, el popular, el glorioso entre todos. ¿Se entera -usted, señor don Nadie? Usted, el que cree haber conquistado el -derecho á la inmortalidad, con una crónica colorista ó con un soneto -cincelado; usted, el que apenas se digna saludar á los amigos, y va -usted, por esas calles, despreciando las baldosas que pisa; indigno -pedestal de su grandeza... ¿No le aprovechará á usted de nada esta -lección y tantas otras? ¡Cúrate vanidad!, como dice el Rey Lear. -Aprende que no es preciso salir de España para que el nombre de -Cervantes sea ignorado; que de Zorrilla, el popular poeta, no hay, -fuera del consabido círculo, quien sepa más allá del «Tenorio»; y yo sé -de personas bastante cultas, que confundieron al poeta con el político. - -¡Cómo nos engañamos unos á otros con esto de la popularidad! Se -lamentaba un buen señor, indignamente puesto en ridículo por su -esposa... ¡Ya ve usted! ¡Todo Madrid lo sabe!--¡Bah!--le consolaba un -amigo;--¿todo Madrid? Váyase usted á Carabanchel. - -¿Es usted popular? Pues pregunte, pregunte al primero que pase por la -calle... Y aun queda mucho mundo y otros mundos... y ¡aun hay vanidosos! - - * * * * * - -El reglamento del Teatro Español--por fin, es Español,--aun no esta -aprobado oficialmente, y claro está que cuanto de él se anticipe, -estará expuesto á rectificaciones. Mas, como una vez aprobado, sería -tarde para ponerle peros, es preferible pecar de anticipado, llamando -la atención sobre algunas ligeras enormidades anunciadas, que aun es -tiempo de rectificar. - -Primeramente se anuncia que el cuadro de artistas se dividirá en dos, -uno dramático y otro cómico. ¿Á qué esa división? En el Teatro Francés -puede estar justificada, porque en Francia la tragedia clásica es un -género aparte, y es tragedia desde antes de levantarse el telón hasta -que termina, sin mezcla de comedia alguna. Pero en el Teatro Español, -aparte media docena de tragedias á lo clásico, de que vale mas no -acordarse, lo mismo en el teatro antiguo que en el moderno, lo trágico -y lo cómico se entremezclan de tal manera, no ya en cada obra, sino en -cada personaje, que esa división entre actores dramáticos y cómicos -sólo puede conducir á promover un conflicto por obra. - -Se reparte «El alcalde de Zalamea». ¿Que cuadro debe representarlo? ¿El -dramático? ¿El cómico? El papel de Don Lope de Figueroa, ¿es trágico? -¿es cómico? - -¡Así que nuestros actores necesitan mucho para clasificarse y rechazar -papeles que no creen de su cuerda! Yo soy del cuadro dramático--diría -alguno,--y en este papel que me han repartido hay dos chistes y una -situación cómica. Yo estoy aquí para hacer reir--diría el otro,--y al -personaje que represento se le muere un tío, que no le deja nada, en -el segundo acto. Suprima, suprima la comisión ese articulito. Compañía -una; dramática y cómica. Nada de clasificaciones. Jóvenes, los jóvenes; -actores de carácter, los veteranos; graciosos ó tristes, según pida -el carácter de los personajes. Nada de damitas con cuarenta años de -servicios, poniendo la boca chiquita para decir: ¡papá y mamá! Nada -de galanes jóvenes con bisoñé y dentadura postiza. Esto en cuanto se -refiere á la organización de la compañía. - -La otra pequeña atrocidad es la siguiente: El criterio para retirar las -obras del cartel no será otro que el ingreso en taquilla. ¿Sí? Pues -¡vive Dios! que para eso no hacía falta teatro subvencionado, y ese -criterio es el de cualquier empresario negociante y aun no tan á punta -de perro chico. Según ese criterio, muy expuestos estarán Lope de Vega, -Calderón y el mismísimo Shakespeare, á tener que ceder el sitio más -que á paso á cualquier bufonada ó melodrama de público. Todos creíamos -que, justamente, la subvención sería para eso; para imponer una obra de -arte, cuando el dinero del público no bastara á sostenerla. - -Con ese criterio, el Museo de Pinturas ya debiera de estar cerrado ó -haberse sustituído por un «cine»; ¡si se fuera á juzgar del mérito de -Velázquez por el número de entradas vendidas para ver sus cuadros! - -Claro es que no hay autor vivo que no crea sus obras del más soberano -arte, y todos pretenderían verlas perpetuarse en el cartel, á costa del -Estado. El criterio del ingreso es el más seguro... La obra de usted -es una obra de arte, pero no da tres pesetas... ¡Mal, muy mal van á -pasarlo nuestros clásicos, con Shakespeare, Molière, Ibsen, etc., en el -nuevo Teatro Español! - -Los vivos, los verdaderos vivos, menos mal, ya se ingeniarán para -tomarle el aire al abono, al público y á la dirección artística; y el -teatro subvencionado será... un teatro más. Y es lo menos malo que -puede sucederle. - -Conste que en nada de lo dicho, hay el menor deseo de destripar el -cuento. Muy pocos se habrán interesado, mejor dicho, desinteresado -tanto como yo, por el nuevo teatro. Por lo mismo, quisiera verle nacer -en las condiciones más viables y, si de mí dependiera, su vida sería -larga y próspera. ¿No es de agradecer todo esto? Porque, en fin, que -recen y practiquen los creyentes, que algo esperan, después de todo, -bien está... Pero, ¿los que no creemos y rezamos? Y eso me pasa á mí -con el Teatro Español... ¡Á ver si no es virtud! - - [Ilustración] - - - - - XVIII - - -Si en casa del jugador poco dura la alegría, en casa del aficionado -á toreros aun suele durar menos. Es tan natural orden de la vida -una alternada distribución en los sucesos, que las rachas son algo -extraordinario, y el jugador prudente se atiene en sus combinaciones al -más probable «tierce á tout»; dejando lo de jugar á la repetida para el -jugador de fortuna, siempre en espera de lo inusitado y fuera del orden. - -Del mismo modo los buenos aficionados saben de antiguo lo ocasionado -que es con toreros y toros jugar á la repetida; como saben las empresas -lo fácil de engañar al público, con anunciar el mismo juego. - -En esta temporada los aficionados quieren distraer su aburrimiento, -dedicándose á la inocente ilusión de inventar toreros. ¡Para que -aprendan los eminentes! Ya en tiempos del Guerra fueron muchos los que -pusieron el mismo empeño en la misma empresa. ¡Pobres flores de una -tarde con suerte!; todo lo más de una temporada. Y menos mal, cuando -no dejándose «inventar», se resignan á volver al montón y no toman en -serio un papel superior á sus fuerzas y conocimientos, que, de otra -suerte, el desengaño suele llegar con una cornada, de las muchas que -los espectadores tienen á su cargo. - -No es hora de predicar contra la sublime fiesta y no soy de los que -creen que ella tenga gran culpa en el atraso de España. De los toros, -como del clericalismo, creo que no son causa de nada, sino efecto de -mucho. No son unos ni otro los que tienen la culpa de nuestro atraso; -es nuestro atraso el que tiene la culpa de toros y de clericales. - -El que no tiene inteligencia bastante para pensar por sí propio, si no -se dejara influir por un director espiritual, iría á consultar con la -sonámbula ó con la echadora de cartas ó con el primer embaucador que -se le presentara. El que no halla diversión más de su gusto que una -corrida de toros, si se las suprimieran, buscaría otra más bárbara, más -estúpida, y nada abríamos adelantado. - -Cuantos han combatido las corridas de toros, han fundado siempre sus -invectivas en la parte menos vulnerable del espectáculo, lo peligroso -y lo sangriento. ¡Bah! Si á eso fuéramos... Todo el mundo es plaza y -toda la vida es lidia. - -Por esa parte, el espectáculo hasta es beneficioso; un derivativo -muy atenuado para nuestro espíritu inquisitoral, atormentador... El -fogueo de toros nos compensa del fogueo de herejes; cada gritería al -presidente, acaso evita un motín popular, y cada cincuenta corridas, -por lo menos, suponen un desgaste de ferocidad que hace imposible una -guerra civil. - -No es por lo cruel, ni por lo sangriento, por donde hay que atacar al -espectáculo, es sencillamente... por tonto. - -El toro bravo, verdaderamente de lidia, es un producto artificial, cada -vez más raro y más difícil de obtener. La natural condición del toro es -pacífica; por algo el ornamento cornamental fué siempre símbolo de la -más apacible conformidad conyugal. Así, bien puede asegurarse que de -cien toros, los noventa y nueve salen al coso más dispuestos á mugir -saudades dehesiles que á meterse en pelea. Y ¡es de ver el lastimoso -espectáculo del acoso, en torno al triste animalito! Se le persigue, se -le azuza, se estrecha el círculo de tortura... Por fin, se consigue -enfurecerle, empuja, derriba á ciegas... ¡Un triunfo de arte y de -gracia! - -¿Qué diremos de la elegante suerte de varas? ¿Qué diremos del forzado -valor, todo para la galería; el chulesco valor de los lidiadores? La -palidez de los rostros, distendidos los músculos en rictus, que bien -quisiera aparentar una sonrisa... ¡Ah, la sonrisita del torero! Un buen -anatómico ó buen pintor pueden dar razón de ella... - -Y ¿qué diremos de la alegría del espectáculo? Alegre un espectáculo en -que el espectador se pasa la tarde rabiando. Rabieta si rajaron al toro -de un puyazo y le quitaron facultades; rabieta si no le castigaron lo -bastante y conserva demasiado poder; rabieta si le recortan; rabieta -si no le paran los pies; rabieta si el torero de las simpatías no -estuvo muy afortunado, y rabieta si lo estuvo el de las antipatías... -Rabietas regionales, si quedó Córdoba mejor que Sevilla ó Sevilla mejor -que Madrid... Rabieta con el presidente; rabieta con el matador de las -6.000 pesetas; rabieta y discusión acalorada con el espectador de al -lado y con el de detrás y con los de delante... ¡Si les digo á ustedes -que no hay diversión que se le parezca! Y después de proferir toda -clase de insultos, de injurias, contra los toreros sobrado prudentes, -de echarles en cara sus ganancias y sus glorias, cuando la desgracia -ocurre y el torero es entre los cuernos y las patas del toro un -andrajo humano... la compasión más sensiblera; una compasión que, no -diremos mal empleada en este caso, pero sí que debiera repartirse más -equitativamente entre el obrero víctima de un accidente en su trabajo, -la costurera enferma de tuberculosis, de tanto darle á la aguja y -tantas otras víctimas de un trabajo sin luz, sin aire y sin aplausos. - -¿Que hay exageración en todo esto? Prueben, prueben los aficionados á -dejar de asistir á las corridas durante una temporada, y si después de -algún tiempo, al volver á presenciar una, no sienten como yo toda la -estupidez del ridículo espectáculo, será... ¡Triste sería! porque la -verdad no tiene para ellos ningún camino; ni el del aburrimiento. - -Solo el valor de un Frascuelo, superior á las cobardías del público, -ó el arte primoroso de un Lagartijo y su frescura y despreocupación, -superior á los insultos de ese mismo público, ó la maestría suprema de -un Guerra, superior á los toros, al público y al espectáculo, pueden -dar un aire de grandeza á las corridas. Pero la excepción confirma la -regla, y el genio es superior á todo, á la misma esfera social en que -emplea su actividad. Han existido ladrones y asesinos de genio, que no -disculpan por eso el robo ni el asesinato. - -Algo hay en los toros, no obstante, que les hace ser digno espectáculo -de un filósofo. Si en la vida fuera todo bondad; si los hombres fueran -siempre dignos y justos y razonables, la idea de la muerte sería -tormento insoportable para el espíritu... ¡Dejar un mundo de delicias; -separarse para siempre de una humanidad tan perfecta! - -Conviene de cuando en cuando asomarse á donde toda la estupidez y la -bajeza humanas se muestran en toda su desnudez, para que la idea de la -muerte no nos parezca tan triste y hasta nos sea apetecible. Y hay que -confesar que nada para esto como una corrida de toros. - - [Ilustración] - - - - - XIX - - -El verano es la estación de las grandes crisis en las compañías -teatrales. Se comprende; después de toda una larga temporada de -invierno, los artistas con los empresarios, éstos con los artistas, y -los artistas unos con otros, están que no pueden ya aguantarse. Tiene -la vida del teatro algo de la vida á bordo; los primeros días todos -los pasajeros simpatizan, todos parecen encantadores, se organiza -toda clase de fiestas en que todos toman parte; poco á poco se van -separando en grupos, cada día mas reducidos; en cada uno se murmura de -los otros; al final de la travesía, ya no hay ni grupos; cada pasajero -pasea solitario ó lee apartado de los demás, y en su interior piensa -que en su vida ha tratado con gente más antipática y desagradable. Unos -días más, y acabarían todos arrojándose unos á otros por las bordas en -descomunal pelea. - -El teatro es lo mismo. Á principios de temporada todos se adoran, se -recibe con efusión á los recién llegados.--Aquí, aquí es donde tiene -usted su puesto.--¡Qué gusto verme entre ustedes!--Las actrices se -hacen confidencias de todo género. Los actores se muestran galantes con -todas ellas. Aquello es un paraíso... Pero no va mediada la temporada, -cuando ya sólo se juntan unos para murmurar de los otros, y viceversa; -y si se juntan todos es para conspirar contra el empresario ó hablar -mal de una obra. Y al terminar la temporada, ni para eso.--«Ciascun per -se»--como cantan en «Los Hugonotes». - -No hay que pensar por esto que los actores sean de peor condición que -los demás humanos. Si en todas las profesiones el trabajo hubiera de -ser en comunidad y las relaciones tan constantes, también veríamos -cosas. Más separados viven unos de otros pintores, escritores, -médicos, abogados, y no se quieren más ni mejor por eso. No hablemos -de la fraternidad periodística... Y los chismes de bastidores no -son nada, comparados con los de sacristía. ¡Hay cada párroco y cada -teniente cura, que... ríanse ustedes de las primeras tiples en lo de -despellejarse unos á otros! - -En fin, que la temporada próxima promete, y lo único de lamentar por mi -parte es... que me cogerá sin dinero... - -Porque en el teatro, como en todo, ¡es tan agradable el papel de -espectador! - - * * * * * - -Son muchas las personas que me escriben, unas para felicitarme, otras -para increparme, por mis ligeras consideraciones sobre las corridas de -toros; otras, sencillamente, para mostrarme su extrañeza. - ---¡Hombre, usted tan aficionado antes!... - ---¿Aficionado? Le diré á usted. Á no ser en los tiempos del Guerra á -mi juicio el torero más asombroso, la verdad es que siempre me han -aburrido las corridas de toros. Esto, en cuanto al espectáculo; que -de los espectadores, ¡no se diga! Siempre he buscado la localidad más -tranquila de la plaza. Me han indignado siempre esos energúmenos que no -se divierten si no pasan la tarde gritando, molestando á todo el mundo; -que si ¡Ladrón!, que si ¡Criminal!, que si ¡Por derecho!, que si ¡Á la -cárcel!, que si la madre, que si toda la familia... todo un «specimen» -de educación nacional. Esos energúmenos son los mismos que en el -teatro no se contentarían con menos que ver ahorcado al autor que tuvo -la desgracia de equivocarse; los mismos para quienes no hay político -honrado, ni escritor que no se venda; los mismos que piden desde la -mesa del café heroísmos sobrenaturales en la guerra, para poder decir -ellos:--¡Qué valientes somos! ¡No hay quien pueda con nosotros!--Los -mismos que van por esas calles perdonando honras á las mujeres... Y -como este es el espectador, no diré más frecuente, pero sí el que da -tono al espectáculo, él por sí solo se basta para hacer de una fiesta, -que podía ser una de tantas como andan por esos mundos civilizados, la -de apariencia más salvaje. - -En Barcelona se ha celebrado, ó va á celebrarse, una manifestación -contra las corridas de toros. En esto ya no estoy conforme; creo que -todo eso es contraproducente. Los toros, como tantas otras cosas, -caerán por sí solas, cuando deban caer. Encomendemos la tarea á los -educadores. El maestro es el que ha de acabar con los «maestros». - -Ha de notarse que la Iglesia, tan intransigente en ocasiones con -el teatro, con el libro y con la prensa, dispensa la más benévola -tolerancia á las corridas de toros. Las señoras, tan influídas por la -Iglesia, no ponen tampoco todo el empeño que debieran en combatirlas. -Nada de esto habla muy en favor de la delicadeza de sus sentimientos. -En cuanto á la Iglesia, ya es sabido que todo lo que no sea pensar le -ha preocupado siempre poco. - - * * * * * - -El más cordial saludo al boletín «Pro Infantia», publicado por el -Ministerio de la Gobernación. Todo en él es buenas intenciones, que -debemos desear no vayan á empedrar el infierno, á cuya pavimentación ya -han contribuído no poco los legisladores españoles. Los hombres tienen -mal gobernar; acariciemos la ilusión de que estarán mejor empleados -nuestros desvelos en los pequeños. No olvidemos, como dijo el admirable -poeta Wordsworth, que «el niño es el padre del hombre». - - [Ilustración] - - - - - XX - - -Moral del último--esperemos que aun sea el último--crimen. Los -periódicos se recriminan unos á otros por sus indiscreciones y juicios -temerarios; naturalmente, los más clamorosos en lamentarlas son los que -siempre están más dispuestos á recoger cualquier especie del arroyo. - -Una vez más salen á relucir las deficiencias de nuestras leyes -procesales, en cuanto se refiere á supuestas culpabilidades y prisión -preventiva. Y una vez más, nadie será osado á poner remedio. Lo de -considerar á todo sospechoso como criminal es antiguo achaque de la -Señora Justicia. Y aun peor al sospechoso que al verdadero criminal, -que á éste, en fin, cuando ya está convicto y confeso, siempre se -le agradece el descanso de tanta molestia como ocasionó su captura, -y al otro, en cambio, á cada negativa se le pone peor gesto y se le -considera como criminal más empedernido. - -Y es de notar, también, el mayor respeto que inspira todo delincuente -cuanto mayor sea la fechoría cometida. Así, tal vez el raterillo -primerizo no escape de una buena solfa, como primera diligencia; pero -á un feroz asesino nunca le faltará un admirador que le obsequie con -un suculento «beefsteak», para que reponga sus fuerzas, después de una -declaración emocionante. - -El buen burgués, por su parte, también moraliza á cada crimen de -estos sensacionales; habla de la corrupción de costumbres, se promete -mayor cuidado en la selección de sus relaciones y más severidad -con el pariente derrotado, que de vez en cuando suele pedirle dos -pesetas:--Cuando venga el señorito Fulano, dicen á la criada, dígale -usted que no estamos en casa, y no abra usted la puerta. - -Las criadas ven á un posible asesino en toda persona regularmente -trajeada; no se arriesgan á franquear la puerta sin minuciosa -inspección por el ventanillo, y en resumen, las casas estarán mejor -guardadas por unos días y los parientes pobres se morirán de hambre -más pronto. Y esta es toda la moral de estos crímenes, en que todo el -mundo sólo atiende á los hechos, los hechos brutales, unánimemente -reprobados por los buenos burgueses, á la hora de la digestión, -ligeramente entorpecida por algo así, entre indignación y miedo. - - * * * * * - -Los congresistas de la Paz, los creyentes en la eficacia de los -tribunales arbitrales, para dirimir pacíficamente toda cuestión -internacional, estarán encantados con el feliz éxito del arbitraje -argentino, entre el Perú y Bolivia. Ambas modernas y civilizadas -repúblicas, acudieron muy humildemente y bien dispuestas á respetar -el fallo del presidente de la República Argentina. ¡Para que vea el -viejo mundo europeo cómo arreglamos estos asuntos los del nuevo! -Pero, apenas se enteraron los de Bolivia de que el fallo no les era -todo lo favorable que ellos apetecían, ¡adiós mi árbitro y adiós mis -procedimientos modernos! - -No es el primer caso en las repúblicas americanas, y en alguno de -estos enojosos arbitrajes anduvo la vieja madre España de por medio y -como ahora, la república que se creyó perjudicada puso el grito en el -cielo. Por donde, si el árbitro toma su divino papel en serio, en vez -de un disgusto y de una guerra, pueden resultar dos guerras y muchos -disgustos. - -Pasarán muchos años hasta que el cañón deje de ser el gran pacificador -y el supremo árbitro. Para ello será preciso ante todo que las naciones -no se preocupen tanto de añadir unas leguas de tierra á su territorio; -como si la nación más floreciente no tuviera ya bastantes incultas y -despobladas. - - * * * * * - -Muy moderno también, muy europeo, muy culto y muy lindo, el bando de -nuestro señor alcalde; enderezado, con la mejor intención, á proteger á -los animales. Muy bien está el bando, que los animales deben agradecer -tanto como debiera ofendernos á las personas. Porque, ¿quién duda -que si bien está el bando, mucho mejor estaría que no hubiera habido -necesidad de dictarlo? Por eso mismo creo muy poco en su eficacia. -¿Buenos sentimientos por ordeno y mando? Á otra puerta. Fué siempre la -nuestra de las más cerradas á toda blandura con los animales. Y cuanto -más cerca el hombre de la Naturaleza, cuando más parece que debiera -sentir la simpatía por sus compañeros de trabajo, más duro se muestra -con ellos. Parece que ya no debiera tratarse de compasión sino de -interés propio. ¡Pues hay que ver cómo trata el labriego á su yunta y -el carretero á sus mulas y el traficante á su infeliz borrico! Pero, -lo que ellos dirán en su disculpa: ¿Estamos nosotros mejor tratados? -¿Cuándo la misma Naturaleza, con sus rigores, siempre en contra del -logro de nuestro trabajo; cuando los demás hombres son tan crueles con -nosotros, vamos á ser nosotros más piadosos con los animales? - -Para la pobre gente, esto del amor á los animales, es un lujo de -afectividad imposible para ella, como todo lujo. Para la gente rica -suele ser una dulce forma de misantropía. Se ama á los animales... -porque los animales no suelen ser ingratos, porque no dan malas -contestaciones, porque los manejamos mejor que á los hombres y los -tenemos más sujetos á nuestra voluntad. No hay que fiar mucho en la -bondad de estos ricos que aman demasiado á los animales. - -Amarlos en justa proporción, tratarlos, no tan mal como á los criados -ni mejor que á tantos niños desvalidos, sería lo justo, lo natural, lo -que debiera hacer innecesario ese bando, en todo país digno de llamarse -cristiano y civilizado. Pero... con la excepción de San Francisco -de Asís, nuestra religión no fué nunca muy dulce con los animales. -Recuérdese cómo en la Biblia, casi siempre les toca á ellos pagar el -pato en los sacrificios. Isaac se salva; pero en su lugar se sacrifica -á un pobre corderillo. En el mismo Evangelio, de más suave doctrina, -Jesús lanza á la legión de demonios, expulsada de un poseído, sobre una -piara de cerdos, que corre á arrojarse al mar, alocada por los malos -espíritus. ¡Pobres cochinos! ¿Qué culpa tenían ellos? - -El origen superior atribuído al hombre por nuestra católica doctrina, -limita el sentimiento de fraternidad universal entre el hombre y los -demás seres de la creación. No hay en la religión cristiana ninguna -plegaria tan hermosa como aquella del Budha: ¡Dios mío, librad del -dolor á cuanto existe! - - [Ilustración] - - - - - XXI - - -No podemos quejarnos del actual verano; él ha sido tardío en calor -y en sucesos, pero bien quiere desquitarse en pocos días, y el -calor aprieta y los sucesos se precipitan, sin tiempo apenas para -solicitar la atención ni el par de días que se concede de comentarios -á la actualidad más pasajera. ¿Dónde está ya la romántica boda del -infante? ¿Dónde está ya la muerte de Don Carlos? Cualquiera de estas -actualidades hubiera bastado en otro verano para abastecer periódicos -y tertulias. Pero baza mayor quita menor, y nuestra baza, la que nos -hemos creído en el caso de meter en los asuntos de Marruecos, es de tal -importancia, que ella sola se impone á nuestra consideración, con todos -sus prestigios seculares. Porque desde los tiempos de D. Rodrigo y la -Cava, ¿cuándo ha dejado de ser actualidad para los españoles alguna -cuestión africana? Dividida España en regiones, guerreando unas con -otras muchas veces, sólo al combatir contra el agareno y en ponerse á -su avance solían estar de acuerdo las más enemigas; y ahora que somos, -ó parecemos, una nación unida, no hay dos... no digamos regiones, -personas que parezcan animadas del mismo espíritu, y mientras unos -gritan: ¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra! como en los mejores tiempos del -romancero y de nuestras comedias de moros y cristianos, otros claman -por la paz á todo trance, y no diremos á toda costa, porque la paz es -mucho más barata. - -Difícil es decidirse por unos ó por otros. Los que piensan más -razonablemente... no saben qué pensar en este caso. Ni vale refugiarse -en las serenas regiones idealistas porque... el ideal está en todo, en -la paz y en la guerra; en la evangélica resignación á perderlo todo -y en la fuerte voluntad de ganar algo... Lo peor, lo más triste para -los pueblos como para las personas, es la indecisión... Fluctuar, como -Hamlet, resistirse á ser instrumentos conscientes del destino, para -que, al fin, el destino se imponga brutalmente, inexorablemente, á -nuestra indecisión. - -Fortimbrás, inventando pretextos pequeños para grandes acciones, es de -mejor ejemplo que Hamlet, quien, con grandes motivos, no supo decidirse -á la acción nunca. - -Por fortuna para los pueblos y para los gobiernos, en estos casos de -incertidumbres, de desalientos, de indecisión nacional, están banderas, -trompetas y tambores; está el marchar de las tropas juveniles, y... á -su paso todo se olvida, es uno el sentimiento y una la aspiración. El -mismo Pablo Iglesias daría un ¡Viva! Y decir vivir, es decir pelear. - - * * * * * - -El papel de rey destronado es siempre algo ridículo. El de rey -aspirante, idealizado con aureolas de esperanzas que nunca nubló la -realidad, es, en cambio, de tan romántica poesía, que una regular -presencia y una regular discreción bastan á sostenerle con decoro. Y -así supo sostenerle Don Carlos, muy á gusto de todos. En España muchos -le amaban, y... á pesar de todo, nadie le odiaba. Supo salvar la -majestad de su figura, del vencimiento y de la difamación. No fué nunca -ridículo, cosa que no consiguen siempre muchos reyes reinantes. Dicen -que amaba mucho á España. Era más de agradecer ese cariño, por lo mismo -que había de expresarlo con acento extranjero. - - * * * * * - -«Azorín» ha aprovechado la ocasión de haberse publicado en el periódico -en que él dogmatiza, ó mejor dicho, «esceptiza» á lo Montaigne, -la fantástica noticia de mi viaje á Buenos Aires, á servir unas -conferencias á cien mil pesetas... ¡Cincuenta mil más que Anatole -France! Muchas gracias por la tasación, querido compañero, para -significar su displicencia por estas idas y venidas, al mismo tiempo su -desprecio por las glorias populares... ¡Ah! ¡La popularidad!... - -Claro es que yo no puedo darme por aludido. Yo estuve ya en Buenos -Aires, y no fuí en clase de popular, ni me recibieron con músicas, ni -pronuncié discursos, ni nos volvimos nadie loco, ni ellos conmigo, ni -yo con ellos. Fuí... por viajar, por ver; sin darle más importancia -que á otro viaje cualquiera. Ni me creí en el caso de publicar, á mi -regreso, «Impresiones», «Mi viaje á la Argentina», ó cualquier otro -libro por el estilo, porque no creo que un mes ni dos sean lo bastante -para conocer nada, ni perorar del porvenir de la Argentina, de su -intelectualidad, industria, etc... Lo que ví, para mí lo guardo, y lo -que aprendiera... ya irá saliendo. Conste solamente que yo no fuí allá -en clase de conferenciante. Sin que esto quiera decir que si alguna -vez se me propusiera, y sobre materias de que pudiera tratar, como arte -dramático, presentación de obras, etc., no aceptara muy gustoso, sin -creer por eso que iba á estrechar lazos, á reconquistar América, ni -otras fantasías castelarinas. - -En lo modesto de mi representación, sí procuré, mientras allí estuve, -considerarme como, según un escritor francés, debe considerarse todo el -que viaja por país extranjero, representante de mi propio país, y en -toda ocasión procuré cumplir mi deber de viajero. - -Sabiendo muy bien que ni en sus correspondencias ni en sus -conversaciones, muchos me tratan del mismo modo, hablé bien de todos -los escritores españoles de quien me pidieron noticias. Por cierto que -nadie me preguntó por «Azorín», y esto debe servirle de satisfacción, -dado su desprecio por la popularidad. - -Y este era el punto á discutir. «Azorín» sostiene que el mérito de todo -escritor está en razón inversa del número de sus admiradores. Un gran -escritor debe ser letra cerrada para el vulgo. Quisiera yo saber cuándo -lo fueron Homero, Dante, Shakespeare, Cervantes, etc. Si no es que por -vulgo entendemos al que ni de letras sabe. Entiéndase que hablo del -vulgo literario. - -Y este, en verdad, es muy reducido, aun para esos grandes hombres. -¡Pero decir que en su tiempo ninguno fué estimado! Algunos, quizás, -más justamente y en su punto que lo habrán sido después; al través de -estudios críticos que los desfiguran. - -Ya sé yo que hay ejemplos para todo, Wagner, Bizet, Ibsen... Pero nunca -fué el público el que los rechazó; si así hubiera sido en absoluto, -toda reparación hubiera sido imposible. ¿Quién iba á resucitar obras -de quien nadie se acordaba? No el público, la crítica, siempre más -conservadora que revolucionaria, fué la que ridiculizó, combatió y -retrasó el triunfo de muchos artistas. ¿El público? Sí... extraña, no -comprende tal vez del todo... pero algo queda, y, como dice Bernardo -Shaw: «El que ha visto una vez un drama de Ibsen, acaso se aburrió -durante su representación, acaso dice: «Esto no es teatro»; pero, á -pesar de ello, sigue pensando en él, y... acaso no le gusten los dramas -de Ibsen; pero lo cierto es que no vuelven á gustarle los de Sardou.» - -No, no hay que maldecir del público y de las glorias populares. -«Azorín» es demasiado modesto. Acaso cree que él no puede ser popular. -Pues qué, ¿cree usted que si sólo le leyeran á usted en la tertulia de -D. Antonio Maura, iba usted á ser tan apreciado y tan conocido? Y si ya -cree usted que le lee toda la mayoría... ¡ahí es nada! Contar con una -mayoría. No cuenta con más el Sr. Maura, y nos gobierna á todos. - - [Ilustración] - - - - - XXII - - -Es para que reflexionen los partidarios de la paz á todo trance; hasta -para pedir paz hay que armar guerra, y en verdad, sería muy triste que -para convencernos unos á otros de que no debemos pelear con el moro, -diéramos en pelearnos dentro de casa, sin que por eso el moro dejara de -pelear con nosotros. - -Lo de cuando uno no quiere dos no riñen, no siempre es cierto entre -particulares; pero, en fin, siempre le queda al más prudente el recurso -de acudir á la policía ó á los jueces, si se ve atropellado y no quiere -responder al atropello en la misma forma brutal. Por desgracia, para -las agresiones colectivas no hay otra apelación que la fuerza, y eso -es lo que no han comprendido muchos en esta ocasión. ¡No queremos -guerra, no queremos guerra! Nadie la quiere; pero... ¿Vamos á llamar -á la pareja de la esquina ó vamos á querellarnos al juez de guardia? -¡Y que son de confianza los mirones que nos rodean para irles con el -cuento de que no queremos belenes! ¡Ah! ¿No quieren ustedes guerra?, -nos dirán. Pues ya están ustedes demás aquí... Y ¿qué dirán entonces -los pacíficos? Habría aquello de: ¡Gran vergüenza! ¡Estamos vendidos! -¡Lo último que nos quedaba!... - -Lo que hay es que no se saca á los niños de casa, haciéndoles creer -que se les lleva de paseo, para meterlos en el colegio. Y no se lleva -á un pueblo á la guerra, haciéndole creer que no se trata de semejante -cosa. El funesto sistema de tratar al pueblo como á eterno niño, suele -traer malas consecuencias. «Honesty is the best policy», dicen los -ingleses. La verdad es la mayor habilidad en política. ¿Cuándo acabarán -de comprenderlo así nuestros gobernantes? ¡Gran lástima, cuando les -ha tocado gobernar un pueblo con tesoros inagotables de heroísmo y de -resignación! - - * * * * * - -No es por amor propio el insistir. Pero, contra todas las razones, -textos y ejemplos aportados por Azorín, sigo creyendo: que la -popularidad no está nunca en razón inversa del mérito; que han sido -pocos los talentos mal apreciados en su tiempo, y si alguno lo fué, -tal vez tuvieron más parte en ello motivos de presencia, carácter -antipático del artista, vida desordenada, etc. - -Shakespeare fué apreciado en su tiempo y no sólo logró glorioso nombre -sino muy buen dinero, que le permitió retirarse á su lugar, «aprés -fortune faite», como un buen comerciante. La obra de Cervantes, ni -en cantidad ni en género, era para enriquecer á su autor, pero de su -relativa popularidad--la popularidad es siempre relativa,--en vida -misma del autor, ¿no existen numerosos testimonios? Azorín cita el -ejemplo del Greco. No sería tan menospreciado en su tiempo, cuando -nunca le faltaron encargos, que no le pagarían tan mal, cuando dejó -fama de hombre caprichoso y dado á lujosas fantasías. - -¿Qué más? Yo creí halagar á mi contradictor en sus convicciones, -diciéndole que nadie me había preguntado por él en Buenos Aires, y él -me contesta que es allí muy conocido. Ya ve Azorín cómo se puede tener -talento y ser apreciado. - -Y de mi, ¿qué voy á decirle? Soy el mismo que en el año 97; hasta mis -concesiones al sentimentalismo burgués, pudiera demostrar con textos -que no son de ahora... Y ¿por qué no? Tiene uno toda la obra para -decir lo que siente y lo que piensa; después, en el desenlace, puesto -que la vida no desenlaza nada, ¿por qué no complacer al público? Pero -si éste, con concesiones ó sin ellas, no hubiera estado de mi parte -desde mis comienzos como autor dramático, ¿hubiera yo podido continuar -estrenando? El público fué mi verdadero apoyo contra la crítica, casi -unánime en afirmar que aquello no era teatro. ¡Cuántas obras, con -asombro de empresarios y actores, cuando parecían enterradas por la -crítica revivían por el público! Créalo Azorín, no es el público, que -pudiéramos llamar vulgar, es el literario el que más resistencia opone -á toda novedad y á todo mérito. Son los intereses creados los que -protestan siempre. El mismo Azorín declara que no hay novedad absoluta -en ninguna forma, ni expresión de arte, que todo existía antes en el -ambiente. Si es así, si el ambiente es anterior á la obra, ¿cómo no ha -de caer bien la obra, que el público no puede por menos de conocer por -suya? Azorín sabe bien que los grandes artistas son quizás los menos -originales; su obra es de todos; alma de muchas almas. - -Yo me explico perfectamente la convicción de Azorín. Alguna vez, -comparando en justicia méritos con glorias, habrá pensado que el ruido -de su nombre es menor que el de algún autor dramático, por ejemplo. -Esto ya es cuestión del género cultivado, no del mérito de los -escritores. Créalo Azorín; en vida y en muerte, al cabo del año todos -estamos en el sitio en que debemos estar; el vulgo no es tan vulgo como -creemos. - -En fin, el mejor ejemplo, ¿no es el mismo Azorín? Según él, pocos -debieran apreciarle, supuesto que la popularidad está en razón inversa -del talento. Yo sé, aparte la broma de Buenos Aires, que son muchos -los que le admiran como se merece. Acaso él juzgue equivocadamente del -público, como tal vez juzga de mí: ¡Ese Benavente!--dirá,--siempre me -lleva la contraria; se ve que me quiere mal... Azorín dirá si prefiere -mi «malquerencia», que le lee siempre con atención y toma muy en cuenta -sus opiniones y juicios, á la buena amistad de los que le felicitan sin -discutirle por cada artículo... sin haberlo leído. - - - - - XXIII - - -En la más que intrincada, pintoresca selva de nuestra política, hay -más murmullos que en la de Sigfredo, cuando nada sucede ó cuando ha -sucedido ya todo, en cambio, cuando sucede algo, reina el silencio más -absoluto; que, á pesar de lo absoluto, es el rey más constitucional, -por lo irresponsable. - -Apenas suenan cuatro tiros, material ó moralmente, ya se sabe, silencio -sepulcral en la selva; sus más canoras aves enmudecen y antes que en -los valores públicos, con ser de suyo apocaditos, hay una baja sensible -de elocuencia en nuestros mas notorios y fluidos oradores. ¡Valientes -pájaros! ¡Y estos son los que miran de sobrehombro á la gente de pluma, -de otra pluma! - -El escritor, aun sin estar amparado, en muchos casos, por la inmunidad -parlamentaria, arrostra el peligro de la suspensión de garantías y se -atreve á opinar, en las circunstancias más difíciles, comprometiendo -tal vez su popularidad. ¡Pero los otros, á casita, que llueve! Y -tenemos aquello de: Callaremos hasta que llegue el día de exigir -responsabilidades... ¿Exigir responsabilidades? No lo dirán ustedes de -veras. Si ese día llegara, ¿quién escaparía de ser ahorcado?, como le -decía Hamlet á Polonio, aconsejándole tratara á los comediantes mejor -de lo que se merecían. - -También justifica muy bien el mutismo aquello de: Es preciso prescindir -de toda idea política mientras se hallan comprometidos más altos -intereses... ¿Dónde está la verdad? ¿Dónde estarán los más altos -intereses? Y ¿qué ideas políticas serán esas que estorban precisamente -cuando de altos intereses se trata? - -En los sucesos de Barcelona, por ejemplo, todos, como en Cristo, -pusieron sus manos. ¿Quién no ha dejado caer su gota de agua ó su -salivita para contribuir en algo á la disolución y desmoronamiento de -lo que debiera ser más firme que roca viva, la idea de la patria? Y -ahora... todos son á lavarse sus manos... - -No, no ha sido el anarquismo; ha sido el sanchopancismo burgués, -el bien sesudo, que de un caso particular quiere deducir una regla -de conducta para toda la vida. El mismo que dice cuando sucede un -descarrilamiento: No se puede viajar en ferrocarril; el mismo que al -ser una vez engañado, proclama: No puede uno fiarse de nadie. Ese buen -sentido de gato escaldado, era el que había decidido para siempre no -volver á meterse en aventuras. ¡Qué rica paz!--¡No queremos guerra, no -queremos guerra! Pero al ver cómo cuatro locos--los locos, como los -héroes, el éxito los diferencia, son los que van siempre en línea recta -del pensamiento á la acción,--les armaban la guerra en su misma casa, -volvieron los ojos acongojados á todo lo que ellos habían tratado de -desprestigiar: poder del Estado, fuerza... Y los cuatro locos pagaron -por todos, y los muchos cuerdos dicen ahora:--¡Caramba! ¡Si fuera á -hacerse todo lo que se piensa, no se podría vivir en el mundo! - - * * * * * - -El dolor es el gran desinfectante moral. Tanto como el heroísmo -de nuestros soldados, conforta el espíritu ver cómo de todas -partes--¡olvidemos á los cuatro locos!--se acude y se atiende á los que -pelean y á los que sucumben. El ambiente nacional tal vez necesitaba -esta sacudida para purificarse. - -Ahora, yo desearía que esta vez, se acudiera á todo con severa -dignidad. Nada de fiestas, nada de espectáculos benéficos. El que -buenamente quiera divertirse, ¿por qué no?--todavía no es el fin del -mundo,--que no invoque el pretexto del socorro, y el que no hubiese de -dar nada, sino á cambio de una localidad de teatro ó de plaza de toros, -más vale que no dé nada. ¡Mezquina dádiva la que necesita mejor ocasión -que la verdadera para ofrecerse! - -Agradézcase á los toreros su generosidad; ofrecen su vida, pero nada -de corridas patrióticas. Aparte el que suele traer «mala pata», no hay -espectáculo más lastimoso. Allá, hombres que arriesgan, que pierden -su vida; en la plaza, hombres también que la exponen y también pueden -perderla... Y una multitud que se divierte con todo esto y cree estar -haciendo por la patria con aplaudir á una hembra que se adorna con los -colores nacionales ó rugir de entusiasmo por un brindis torero: ¡porque -el toro fuera uno de esos rifeños!... Es cuestión de seriedad, de buen -gusto. Guardemos las fiestas para el día--¡quiéralo Dios cercano!--de -verdadera fiesta. Pongamos dignidad en nuestra dádiva. Dé cada uno -lo que pueda, sin más estímulo. Crispa los nervios, después de leer -hazañas y trabajos de nuestros soldados, tropezar más abajo con la -relación de una «kermesse» en Pantanillo ó en Lagunilla, organizada por -la colonia veraniega y las señoritas más distinguidas de la localidad. -Tiempo habrá para todo, hasta para ser cursis. - - [Ilustración] - - - - - XXIV - - -La opinión general, tan reacia á toda empresa guerrera en un principio, -se halla al fin poseída de tan belicoso entusiasmo, que sería -defraudarla no terminar, por lo menos, con la conquista del imperio -de Marruecos. Con menos entusiasmo, pero más constancia, años ha que -esa conquista debiera haberse llevado á cabo lo más pacíficamente del -mundo. Pero ¡ay! el dinero de nuestros capitalistas no es tan valiente -como nuestros soldados, y cuesta más encontrar hombres de voluntad que -de corazón. - -Hemos convenido en que á ciertos pueblos sólo es posible civilizarlos -á cañonazos. Sin duda es el medio más cómodo, aunque no sea el más -eficaz. Yo creo que no hay pueblo tan salvaje en el mundo que se -resista á las ventajas de la civilización, cuando los civilizadores le -permiten disfrutar de esas ventajas. Á lo que se resiste todo el mundo -no es á que la civilización se le entre por las puertas, sino á que -le pase por encima. Civilización automóvil; atropella con todos los -adelantos modernos, pero, ¡mal consuelo para el atropellado! - -Nada de esto es pretender quitar hierro. Aunque otra cosa afirme -Metternich, en su admirable libro «La prudencia y el destino», no hay -prudencia, suficiencia ó sabiduría, como quiera traducirse, «sagesse», -capaz de oponerse al destino de los pueblos ó de las personas. Y mucho -menos cuando el destino tiene ya la palabra. En aquellos días de la -Conferencia de Algeciras, gloria de nuestra diplomacia... Entonces, -sí; entonces acaso hubiera podido escucharse la voz del prudente. -Una nación poderosa, rival de otra no menos fuerte, sólo procuraba -aislar á su enemiga y halagando á otras dos naciones, rivales á su -vez en intereses, procuró conciliarlas por eso mismo. ¡Como si dos -intereses iguales pudieran conciliarse nunca! No era preciso ser un -Maquiavelo ni un Metternich para pensar que entre una nación interesada -en dominar por completo á Marruecos y otra interesada en oponerse á -esa dominación, nuestro interés, aparte simpatías de raza tan mal -correspondidas en ocasión, estaba en inclinarnos al lado del contrapeso. - -Ahora sólo podemos desear que se enmiende con gloria un nuevo error -de nuestros estadistas, hombres de pocos libros y de menos mundo. ¡Á -Dios sean dadas! Que la gloria se logre á costa de la menor cantidad de -sangre posible, y que la opinión, sin desmayar en sus entusiasmos, no -llegue á exaltarse tanto que sea bien recordar aquello de «El gaitero -de Bujalance»: un maravedí porque empiece y dos porque acabe. - - * * * * * - -Sabido es que á todos los padres les parece siempre que están muy mal -educados los hijos... de los demás, y á los que no tienen hijos, ¡no -se diga! Por lo que no sería mal acuerdo que cada padre se encargara -de los hijos del vecino, y á su vez le confiara los propios, y los -solterones ó matrimonios sin prole se hicieran cargo de los más -rebeldes y empecatados. Y aplicando á todos los órdenes de la vida el -sistema, acaso todo andaría mejor con este procedimiento. En España, -por lo menos, es admirable cómo los que nunca dieron pie con bola en -asunto propio, se echan á discurrir y disponer por los más ajenos á su -profesión y conocimientos. - -Á estas horas tenemos un Napoleón ó un Moltke en cualquier ciudadano, -antes de paz y hoy tan de guerra que no deja vivir á nadie. ¿Quién no -tiene su plan estratégico? ¿Quién no ha tomado algo á estas horas? ¡Oh, -país admirable en que todos entendemos de todo sin haber estudiado de -nada! - -Cuentan de un zapatero remendón, de cierto pueblo, que era el más -severo crítico de sermones. Predicador que se presentara en la fiesta -del Santo patrono ó cualquier otra solemnidad, podía darse por perdido -si al zapatero no le caía en gracia. El pueblo no tenía más opinión -que la emitida con inapelable autoridad por el crítico. Sucedió que -un predicador, advertido de antemano, al observar durante un bien -estudiado sermón, el gesto desdeñoso del zapatero y en consecuencia -el de todos los oyentes, se apresuró, apenas bajó del púlpito á -preguntarle los motivos de su disgusto. ¿Qué le ha parecido á usted el -sermón?--¡Phs! No está mal... pero poca teología.--¿Pero, usted sabe -de teología?, preguntó el predicador asombrado.--¡Anda!, replicó el -zapatero. ¡Pues si yo supiera de leer y escribir lo que sé de teología! - -¿No es este un poco el caso de todos los españoles? - -¡El Señor nos libre de los «teólogos» militares que andan desatados en -estos días y no son la menor calamidad, con ser tantas las calamidades -de la guerra! - - * * * * * - -Dice Bernardo Shaw que los ejércitos se pasan la vida preparándose -para una guerra que, ó no sucede nunca ó cuando sucede, sucede del -modo contrario á como se había previsto. Bueno fuera, no obstante, á -pesar de que lo imprevisto está sobre todo, alguna mayor discreción -en apuntar planes y posibles acciones. Hay siempre entre los rifeños -quien se entera de todo. No hay que fiarse en esa aparente indiferencia -salvaje, que no es tan salvaje como parece. Yo conocí en Tánger á un -moro de la última condición; acarreaba equipajes y fregaba los suelos -en el hotel; pues cualquiera de nuestros ministros de Estado no está -tan enterado como él de asuntos internacionales. Hablaba, aparte del -árabe vulgar y el hebreo, inglés, francés, español; conocía los nombres -de todos los ministros del gobierno español entonces, sabía historias -muy sabrosas de muchos personajes españoles, y hasta de los amantes -de algunas damas empingorotadas, como cualquier cronista de salones. -Era extraordinario, sin ser excepcional. Claro es, que el Rif no es la -Cosmópolis de Tánger; pero la natural sagacidad del moro es la misma. -¡Raza inferior, raza de salvajes! Se dice muy pronto, cuando hablan el -odio ó la conveniencia. Acercándose con simpatía, con verdadero amor de -civilización, en todas partes hay hombres buenos y malos, pero no hay -razas inferiores, no hay razas de salvajes. La bondad del corazón, la -perspicacia del entendimiento florecen en todas las tierras; aun en las -que solo se ha sembrado odio, con pretexto de civilizarlas. - - [Ilustración] - - - - - XXV - - -No tendrá queja el señor presidente de la Sociedad de Conciertos, en el -mundo ministro de la Gobernación. Su soberana batuta se impone á todos. -Que «allegro vivace», pues «allegro»; que andante «maestoso» y con -sordina, pues ya se percibe el aleteo de una mosca. Verdad es que su -tiempo preferido es «forte che forte», y el del país sería un «largo» -que no tuviera fin. - -Que hoy podremos decirles á ustedes algo, pues todo el mundo á esperar -noticias, con la más justificada ansiedad; que tengan ustedes un poco -de paciencia; pues á esperar en calma: quizá, recordando aquellos -alambicados versos, que tanto sublevaban el buen gusto de Alcestes -el Misántropo de Molière: «Phyllis, on desespere alors q'on espere -toujours!» - -¡Ah, si en tiempos de paz y de continuo todos nos preocupáramos tanto -del avance como ahora! ¡Aquí, donde por el contrario, son tantos los -que en todo quieren á cada paso hallar motivo, ocasión ó pretexto para -un retroceso, y hay gente que no se hallaría á gusto con menos de -«recular» hasta la Edad Media! - -¿Sucesos de Barcelona? ¡Ah! Todo es por haber fracasado la ley del -terrorismo, y si se restableciera la Inquisición... nada habría que -temer en lo futuro. - -¡El avance! ¡Santa palabra! ¡Que ella sea siempre nuestro santo y seña! - -Hoy por hoy no se oye otra cosa. Yo sé de algunos maridos que -sintiéndose gubernamentales, han prohibido á su mujer hablar de -esto. No hay idea de los horizontes que abren á la imaginación estas -palabras, pronunciadas por labios femeninos: ¿Cuándo es el avance? - - * * * * * - -Los autores dramáticos franceses están que trinan con sus colegas de -Italia, porque éstos pretenden defenderse no de la invasión de obras -francesas, sino de la exclusión de las propias, por las facilidades -que los empresarios y directores de compañía hallan en los autores -franceses y en sus traductores para pagar derechos convencionales. -Recuérdese el atracón de obras francesas con que suelen obsequiarnos -las compañías italianas. ¿Preferencias artísticas? Nada de eso. -Baratura y rico saldo. Es como el amor al teatro antiguo de algunos de -nuestros directores artísticos... Que no hubiera facilidad de cobrar -las refundiciones, muchas veces refundición de refundición, como una -obra original y nuevecita, y veríamos quién se acordaba de Lope ni de -Calderón. - -Por cierto que en una gacetilla del periódico «Comedia», que trasciende -á conferencia con alguien de casa, se asegura que también algunos -empresarios españoles piensan prescindir de las traducciones, á pesar -de que cuentan con pocas obras originales, para evitar el disgusto de -los autores, aunque algunos, refractarios á las traducciones, no lo -sean tanto á los plagios. Es posible. Eso de los plagios puede probarse -siempre. Y de los plagios de los actores, ¿no se dice nada? Porque hay -eminencias que no viven de otra cosa. ¡Si Sarah y la Duse y la Réjane, -Le Bargy ó Guitry cobraran derechos de traducción y reproducción! - - * * * * * - -El teatro de los Niños es una de tantas ilusiones mías; pero nada de -monopolizar ideas; no es mía solo: son muchos los autores dispuestos -á realizarla. Uno de ellos, el simpático López Marín, se propuso nada -menos que edificar un teatro de nueva planta, para este especial -objeto. Echóse á buscar capitalistas con el mayor optimismo. No le -acompaño en él, no tratándose de consagrar como primera tiple á una -corista distinguida por algún ricacho de aluvión ó de abrir una nueva -tablajería escénica de carnes averiadas, bases de los más sólidos -negocios teatrales. Ignoro el resultado de sus gestiones. Pero, en fin, -con dinero ó sin él, con nuevo teatro ó en cualquiera de los muchos -existentes, el Teatro de los Niños empezará en la próxima temporada, -modestamente, como un ensayo. Como los empresarios grandes tienen -bastante en qué pensar con su gran público, preferiremos un pequeño -empresario y un pequeño teatro. Fernando Porredón y el Príncipe Alfonso. - -No es tan fácil como parece divertir á los niños, sin aburrir demasiado -á los grandes. Los niños modernos nacen enseñados. ¡Oyen unas cosas -en casa! El numeroso repertorio de obras infantiles con que cuenta -el teatro inglés, no es aprovechable. Demasiado inocente. No por lo -fantástico de sus asuntos, casi siempre basados en los cuentos de -hadas más populares; no soy de los que abominan de la fantasía en la -educación, como el maestro de «Los tiempos difíciles» de Dickens, con -su muletilla: ¡Hechos, hechos! Al contrario, es preciso huir de toda -pretensión docente, y mucho más, utilitaria. Lamartine abominaba de las -fábulas de Lafontaine, como obra educadora. Tenía razón; su moralidad, -mejor dicho, inmoralidad practicona, desengañada, toda malicias y -desconfianzas de rústico, es deplorable para el espíritu de los niños, -abierto siempre á la generosidad y á la esperanza. - -Contra la opinión de Lombroso, que ve en el niño á un pequeño salvaje -y casi á un criminal en germen, y asegura que todo niño es egoísta, -embustero y ladronzuelo, menos uno que era un encanto; uno que se le -murió al doctor... ¡Oh, bancarrota de la ciencia en esta página de -uno de sus libros, que contradice con lágrimas la afirmación rotunda! -Yo creo que todos los niños son buenos... hasta que los padres y los -educadores los hacen malos. - -Cuando se oye á algunos padres decir: ¡Qué niño este! ¡Es muy malo, -muy malo!, pensad siempre: Y ustedes, ¿son ustedes buenos? Lo que hay -es que el niño manifiesta sin fingimiento las malas cualidades que los -padres encubren con la hipocresía que da la experiencia. Cuando ellos -se lamentan de que el niño les pone en ridículo, sacando á relucir los -defectos de alguna visita, ¿no será que el niño les oyó murmurar en su -presencia de todos los conocidos y amigos? - -Sucede muchas veces que el niño es quien no puede explicarse por qué -sus padres y los mayores de la casa, hablan siempre mal de alguna -visita que él no encuentra antipática por ningún estilo. Claro es, -que en fuerza de oir cómo los mayores la ridiculizan y menosprecian, -él acabará también por retirarle su simpatía, aun sin explicarse las -razones. - -Cuando reprendéis á un niño porque trata con altanería á un criado, -¿estáis seguros de que no imita vuestro tono, al reprenderle cuando -cayó en vuestro desagrado? Por lo regular, muchos padres sólo reprenden -á sus hijos cuando les molestan á ellos, aun con juegos ó travesuras -propias de niños; en cambio, son de una lenidad punible, cuando -molestan á los demás, con cosas que suelen ser aprendidas de los -padres. - -Entonces, dirán ustedes: más que un teatro para divertir á los niños, -hacía falta uno para educar á los grandes... Sería inútil. Habría que -cerrarlo. Parecería inmoral. - - [Ilustración] - - - - - XXVI - - -Me preguntan, unos de buena fe, otros, acaso con la misma intención -con que el cura del cuento preguntaba al muchacho si, puesto que Dios -estaba en todas partes, estaría también en el corral de su casa; para -poder decir: ¡Cogíte!, si en el futuro teatro de los niños tomarán -parte principal actores infantiles. No, señores, no; no hay cogíte, -que en casa no hay corral. Y si el teatro de los niños á divertirlos -ha de estar dedicado, mal cumpliría, si para divertir á unos había de -mortificar á otros. Cuando alguna obra exija algún personaje infantil, -niña ó niño, no faltarán zangolotinos de ambos sexos que sepan dar al -público la ilusión de la infancia. - -Garridos muchachotes fueron Ofelia y Julieta, en tiempos de -Shakespeare--sin que el autor de _Un drama nuevo_ se hubiera -enterado.--Y después de todo, de la juventud á la niñez no es tanta -la distancia como de la juventud á la madurez bien madura, y todos -los días vemos en esos teatros galanes y damas polleando--sobre todo, -damas, que ya eran gallos, con sus patas de lo mismo y todo, cuando uno -estaba en plena edad del pavo. Como que al verlos suspirando amores, -más ó menos contrariados le dan á uno ganas de vestirse de marinero y -rodar una naranjita, si no fuera el temor, que ellos no tienen, á la -voz implacable que oyó en semejante caso, el famoso Sr. Patiño. - -No quiere esto decir que, el estudiar y representar comedias, no -sea conveniente para los niños. Es un buen ejercicio de memoria, de -entendimiento y de pulmones; se adquiere, además, soltura y elegancia -en la dicción y en los modales. Para niños están escritas y para ser -representadas por ellos, numerosas comedias inglesas y ¿quién duda que -los ingleses saben educar á sus niños? Pero una cosa es representar -particularmente para recreo propio y de los amigos, y otra la profesión -teatral, más agradable en apariencia, pero no menos nociva que otras -para la salud de los niños. - -Tranquilícense, pues, los que quisieran verle á uno cogerse los dedos -á cada paso. En el teatro de los niños no habrá más niños que los -espectadores. - - * * * * * - -Algo de bizantinismo puede parecer en las presentes circunstancias, -preocuparse por fruslerías; aunque ¿quién sabe en el mundo cuáles serán -las verdaderas fruslerías? Todo consiste en contemplar el hormiguero de -la tierra ó el hormiguero de los astros, como lo contemplaba Orozco, el -magno personaje de Galdós, limpiando en la contemplación su espíritu de -mezquinas pasiones terrenas. - -Nada se dice del Teatro Nacional, nada tampoco de la concesión -del Español. El primero, ya sabemos que lucha con dificultades de -instalación. Pero el segundo... ¿Á qué se espera? ¿Se adjudicará, -como siempre á última hora, sin tiempo de preparar compañía ni obras? -No valía la pena entonces de mostrarse tan intransigentes con otros -concesionarios, ni de negarse á ceder el teatro al Estado. - -Una temporada digna del que hemos convenido en llamar nuestro primer -teatro, no se improvisa en cuatro días. Se asegura que son varios -los solicitantes; que la santa recomendación hace de las suyas. Entre -los nombres que suenan--y este no necesita recomendación,--figura el -de Carmen Cobeña. De otros se habla también con grandes méritos y -prestigio... para el teatro francés. El Ayuntamiento tiene la palabra. -No creemos que por ser de Madrid, pretenda hacer en su teatro un Dos de -Mayo á la inversa. - - * * * * * - -Continúan en Munich las representaciones del teatro Artístico; -muy interesantes para todos los que de arte teatral se preocupan. -Su sistema de _mise en scene_, que pudiera llamarse sintética ó -simplificada, es muy digno de estudio y debiera aplicarse siempre que -de obras de imaginación y de poesía se trata. Las obras de Shakespeare -pueden así representarse con todos sus cuadros y mutaciones, sin el -cansancio que producen los repetidos intermedios prolongados. Contra el -sistema de acumular detalles, de mayor vistosidad que buen gusto, casi -siempre, la decoración, en el teatro Artístico, es sólo un fondo de -cuadro, lo preciso para animar á las figuras con su propio ambiente, -sin avanzar ni sobreponerse á ellas. La armonía de luces y color es -perfecta. En _El Mercader de Venecia_, un fondo de cortinas verdosas, -una mesa con las tres cajas del enigma; la figura de Porcia, vestida de -un brocado de rosa y oro; la de su dama, vestida de verde, en tono más -claro que el fondo; la figura del príncipe de Marruecos, envuelta en un -blanco albornoz; la del príncipe de Aragón, como figura de una talla -del siglo XV, forman un cuadro acabado, con los más sencillos medios -de ejecución. En el último cuadro, un muro agrisado, la sombra de unos -pinos, bastan á proclamar toda la poética emoción de aquellas últimas -escenas en el jardín de Porcia, saturadas de poesía. - -No en todas las obras representadas se ofrece el mismo artístico -conjunto. En algunas, la _mise en scene_ es del antiguo régimen, y en -alguna del malo. Pero en _El Mercader de Venecia_, en _Lysistrata_, -en _Hamlet_, tienen mucho que aprender los directores de escena y los -escenógrafos. - -Sabido es que en Alemania fracasó el célebre actor inglés Mr. Tree, -que presenta las obras de Shakespeare con una suntuosidad más propia -de comedias de magia ó revistas de espectáculos. Los alemanes, -acostumbrados á su teatro Artístico, opinaron que en el Shakespeare de -mister Tree, como en el conocido cuento, los árboles no dejaban ver el -bosque. ¡Y cuando el bosque es Shakespeare! - - [Ilustración] - - - - - XXVII - - -El Señor nos libre de jueces negligentes ó corruptibles; pero no deje -de librarnos también de los íntegros y celosos, que apenas tropiezan -con persona de algún viso social en el enredijo de sus actuaciones, por -dejar bien sentada la inflexibilidad de su justicia, al menor indicio -no dudarán en presumir la culpa; como si quisieran decirnos: Aquí, que -no me dirán que peco. - -Bien está que la recta espada y la fiel balanza no distingan de clases -ni de personas; pero no por igualar desigualemos tanto que la camisa -limpia venga á ser un indicio de culpabilidad, y el ser grande de -España y caballero de alguna orden, antecedentes penales. Peligrosas -prendas son en estos tiempos la levita de los caballeros y el sombrero -de las señoras; pero aun no deben considerarse como agravantes. Se -puede vestir bien y ser persona decente. - - * * * * * - -Aunque otras ventajas no tuvieran las guerras--deben de tener otras -muchas,--la más indudable es la de contribuir á la difusión de la -cultura. Así, en España, gracias á las algaradas rifeñas, es seguro que -cada diez ó doce años venimos á enterarnos de una porción de cosas que, -apenas pasada la excitación guerrera, nos apresuramos á olvidar, para -tener el gusto de volver á recordarlas á la primera ocasión. - -Difícil es, sin embargo, poner de acuerdo las diferentes versiones. -Á estas horas hay quien nos ha mostrado el Rif como una tierra de -promisión; y sólo le ha faltado enviarnos de muestra un buen racimo -de uvas, como aquel de que nos habla la Biblia. Otros, en cambio, nos -dicen que aquello es de una aridez que espanta; arenales ó riscos. Ello -dependerá de la parte que cada uno mire, y lo más probable es que allí -haya un poco de todo. Más cerca está nuestra Castilla y hay quien la -supone una llanura sin fin, seca y desolada; mientras otros nos hablan -de sus sierras pintorescas, de sus arboledas frondosas... - -Sin ir más lejos; se habló de la utilidad que en la campaña podrían -prestar los camellos--produciendo la natural alarma en algunos -organismos oficiales docentes.--En seguida hubo quien puso el grito -en el desierto. ¿Camellos? Los camellos no sirven allí para nada. Y -nos dieron un curso de zoología y otro de topografía, y á todo esto -sin saber á qué joroba quedarnos. ¿Sirve el camello? ¿No sirve el -camello? ¿El camello es lo mismo que el dromedario? ¿El camello tiene -una sola joroba ó puede tener dos jorobas, como se puede ser miembro de -dos Academias ó presidente de varias corporaciones, como D. Alejandro -Pidal: pongo por compatibilidades? - -No hay duda; las guerras ilustran. La letra con sangre entra. No -hay idea de lo que vamos aprendiendo ahora, y que nunca hubiéramos -llegado á saber en tiempo de paz. La paz enmohece los espíritus. Sin -las guerras napoleónicas, el espíritu de la Revolución francesa no -se hubiera difundido tan rápidamente por Europa. Hay quien dice que -nada se hubiera perdido y hasta que podía perdonarse el bollo por el -coscorrón, como si todo progreso de la humanidad no hubiera costado -muchos coscorrones. - -Hay quien contradice: ¿Y las conquistas de la Ciencia y del Arte y de -la Industria, no son pacíficas? Tampoco. Pacíficas para los pueblos; -pero los hombres de ciencia, los artistas, los industriales, los -trabajadores, ¿no han regado con su sangre--del cuerpo y del alma,--el -campo fecundo de sus descubrimientos, de sus creaciones, de sus -inventos? No hay trabajo sin pena, y hasta la contemplación es dolor. - -¡Guerra, guerra siempre y en todo! El reino de los cielos ha de ganarse -con violencia, nos dice el Evangelio. Sin duda, con violencia sobre -nuestras pasiones, sobre nuestros instintos. ¿Qué mayor combate? El que -quiera lograr algo en la vida, hay día que pueda encontrarse sin alguna -baja en su corazón y en su entendimiento: El amor de ayer, la verdad de -ayer, la ilusión, que parecía de toda la vida... - -¡Cuántos muertos enterraremos al cabo del tiempo en nosotros! Así, -cuando alguien nos dice: Usted, que ya ha triunfado; nos da ganas de -decirle: Triunfar, ¿dice usted?... Y yo creí que venía derrotado. Y es -que si nos paramos á contar nuestros muertos, cualquier triunfo parece -una derrota. - - * * * * * - -Ecos del veraneo. En la terraza de un casino. - -Se habla de una señora casada, que se permite los más variados y -escandalosos coqueteos con unos y con otros. - ---Está dando mucho que hablar--dice una amiga. - ---Pues hace muy mal--dice otra.--Porque ella no tiene posición. - - [Ilustración] - - - - - XXVIII - - -Peligroso sistema es el de algunos predicadores y moralistas, que -para llevarnos después con mayor fuerza al aborrecimiento de vicios -y pecados, van puntualizándolos y describiéndolos primeramente, con -tal viveza de colorido, que tal vez cuando llega la ducha fría de la -moraleja, anda ya el mismo demonio desatado por nuestra imaginación, -impresionada por la primera parte del discurso, más pintoresca y amena -que la segunda. Sabido es que de cien lectores de la _Divina Comedia_, -noventa y nueve no pasan más adelante del Infierno, y si algunos pasan -del Purgatorio, pocos son los que llegan al Paraíso. - -Los episodios dramáticos y pasionales del Infierno, con la sabrosa -comidilla de saber allí á muchos ilustres personajes, interesan -nuestra atención con mayor fuerza que las disquisiciones teológicas y -descripción de celestiales bienaventuranzas de la segunda y la tercera -parte. - -Cuando se quiere moralizar con fruto, bueno es ir á lo moral por lo más -derecho, sin entretenerse en pinturas de inmoralidades, porque, aparte -de que las comparaciones son odiosas, es el espíritu humano de tan -depravada condición, desde la caída del primer hombre, que ¿quién nos -asegura de que metidos en comparaciones no salga perdiendo la moralidad -y todo el sermón venga á ser perdido? Sin contar con que nunca faltan -descreidotes y socarrones, muy al tanto de los efectos oratorios, que -acudan á divertirse con la primera parte, la de las vivas pinturas, y -cuando toquen á moralizar salgan más que á paso y más empecatados que -vinieron. - -Por todo esto, y algo más, tengo por peligrosa la publicación de -proclamas disolventes en que se abomina de todo el orden social. Este -admirable orden social en que tan á gusto vive una pequeña parte de -la sociedad que, por fortuna, es la que tiene el dinero. Claro es -que á ésta le pondrá carne de gallina la lectura de esas abominables -proclamas, y comprenderá la buena intención al publicarlas en poner -de manifiesto lo que tanto energúmeno piensa y maquina para acabar -con el mundo, si les dejaran. Pero ¿y á la otra mayor parte, no tan -bien hallada en este rico mundo? Á tanto cerebro debilitado por la -escasa alimentación, ¿qué efecto puede producirles? Son lecturas esas -demasiado fuertes para estómagos desfallecidos. - -Y ¡si después de las terribles proclamas, el moralista nos brindara con -palabras de paz y de dulzura!, pero no; á la proclama del desorden, -responde la del orden; no sabemos cuál más temible; energúmenos por -abajo y energúmenos por arriba... ¡Sí que es para pacificar los -espíritus!... Á los de casa no nos llega la camisa al cuerpo. ¡Qué -extraño es que los de fuera quieran meterse en camisa de once varas! -Y á todo esto sin saber si Anatole France vale ó no vale. En la duda, -bueno es volver á leer _La Isla de los Pingüinos_, mas que traducida al -español, adaptada á la vida española. ¡Porque vaya si estamos pingüinos -unos y otros! Y el que quiera salirse del corro, que levante el vuelo. - - * * * * * - -Tan metidos estamos en pelea, que hasta de asunto en apariencia tan -pacífico como la adjudicación de un teatro--verdad es que se trata del -teatro Español, y el nombre obliga,--damos batallas y nos dividimos en -bandos. - -Se habla de intereses materiales y de intereses artísticos. ¡Otro afán -español, este de separar lo material y lo espiritual, como si fuera -posible plena vida sin el sano consorcio de espíritu y materia! - -La palabra negociante está muy desacreditada, y conviene rehabilitarla. -De lo que hay que huir es de un mal negociante, pero del que sepa -serlo, nunca. El buen negociante sabe lo que son cantidades morales y -sabe sumarlas. El mal negociante cree que el arte no da dinero; el buen -negociante sabe que el arte puede dar dinero, si es verdadero arte. No -es bueno todo lo que da dinero por esos teatros; pero obsérvese que -siempre es lo menos malo. - -Yo aconsejaría á Federico Oliver, ya que por garantías artísticas -ha conseguido la concesión del teatro, que se sintiera ahora lo más -negociante posible, y en este caso, atento al negocio sobre todo, -contratara una buena compañía; admitiera muy buenas obras y las -presentara con la mayor propiedad. En esto consiste el buen éxito de -los negocios teatrales, y del conjunto de todo esto--¡qué rareza!, -¿verdad?--cuando se ha hecho un buen negocio, suele resultar que -también se ha hecho arte. - -¡Ah! Evítense las falsificaciones. Las más corrientes en las obras -teatrales suelen ser: de lo literario con lo soso, de lo profundo -con lo aburrido, de lo nuevo con lo extravagante, de lo poético con -lo cursi, de lo atrevido con lo grosero. Todas estas falsificaciones -se encierran en una: Tener el teatro vacío y decir que fué porque -se hizo arte y el público no supo apreciarlo. El verdadero arte del -teatro es... hacer negocio, y el verdadero negocio es... hacer arte. -Shakespeare y Molière ganaron mucho dinero como empresarios. No sé si -podrá decir lo mismo el señor Reinot. - - [Ilustración] - - - - - XXIX - - -Si alguna vez--no lo permita Clio,--me viera precisado á escribir ó -á explicar un curso de Historia de España en los tiempos modernos, -por cuanto á su historia política se refiere, les aseguro á ustedes -que saldría pronto del paso. ¿Gobiernos? ¿Cambios de política? -¿Conservadores, liberales? Es lo mismo. En España, en los modernos -tiempos, no hemos tenido mas que un solo gobernante: el miedo. - -Véase la clase: período de la Restauración; miedo á los republicanos. -Todos los esfuerzos, toda la energía y todas las habilidades del -que por entonces fué el amo de España, no tuvieron más alto fin que -desbaratar y quebrantar á los republicanos. Acaso hubiera sido mejor -política educar al país y fortalecer su voluntad por si llegaba el -caso en que tuviera que gobernarse por sí mismo... Pero no, aquel -gran pedagogo á la antigua española era de los que consideraban á -los pueblos como eternos niños ó incapacitados... Adelante. Período -de la Regencia: miedo á los carlistas, concesiones y mimos á Roma y -contemplación de toda clase de gaitas eclesiásticas... Después, hasta -nuestros días, un poco de miedo á los obreros; coqueteos socialistas, -leyes y disposiciones mal meditadas, como procedentes del miedo más que -de un espíritu de justicia... Después, miedo al catalanismo. Ídem, ídem -de lienzo, con el feliz éxito que todos hemos podido apreciar... Ahora, -miedo á... Miedo al valor, que es un colmo; miedo siempre y á todo. Y -¿es posible que una nación gobernada por el miedo pueda prosperar ni -engrandecerse? - -Muchas vueltas da en estos días el espíritu nacional en torno al -Gurugú; esos riscos que han llegado á ser como símbolo de la barbarie -atrincherada entre piedras y sombras... Más debiera de preocuparnos los -muchos _gurugús_ que tenemos en nuestra casa. - -Hay en España una juventud que, ó se ha educado por sí misma, ó ha -sabido elegir mejor conductores que los designados por la sabiduría -oficial; hay en esa juventud políticos no malogrados todavía por el -contacto con _los viejos_, aunque por mal entendidos respetos parezcan -dejarse dirigir por ellos... ¡Déjense de respetos que nadie ha de -agradecerles! ¡Juventud española, adelante, arriba á la conquista del -Gurugú nacional! El Miedo ha gobernado bastante. - - * * * * * - -En estos días, principio de la temporada teatral, es cuando mas -compadezco á los ministros y grandes personajes. ¿Qué será de ellos -todo el año, si uno, pobre autorcillo de comedias, con esfera de -influencia tan reducida, se ve abrumado de solicitudes y demandas de -recomendaciones? - -De todas ellas, ningunas tan embarazosas como las acompañadas de -manuscrito; con aquello de: Deseo conocer su sincera opinión... Y aquí -del problema. ¿Puede darse la sincera opinión? _Doit-on la dire?_ Como -preguntaba el autor cómico francés, en asunto no menos peliagudo que -este de opinar sinceramente sobre una comedia. - -Aparte la desconfianza en el propio criterio y mucho más en el del -público. ¡Ve uno aplaudido tanto desatino! ¿Quien cae en el lazo de -opinar sinceramente, cuando la opinión es desfavorable, y por serlo, -inmediatamente ha de parecer equivocada, ó lo que es peor, tal vez -envidiosa? - -Pedirle á uno opinión en materia tan delicada, que atañe al buen juicio -y entendimiento del demandante, es examinarle á uno de educación más -que de otra cosa. - -Del: Usted, que es una autoridad; al: ¿Quién es él para juzgar mi -obra?, no hay más que un tramo de escalera. Y, sin embargo, hay -ocasiones en que quisiéramos bien ser sinceros y que nuestra sinceridad -no dejara lugar á dudas. El desengaño es triste, pero el engaño es -cruel. Si aun las verdaderas y legítimas musas suelen causar muchos -destrozos á su paso, ¿qué estragos no causará la _musa loca_?; esa musa -que tan bien nos presentaron los Quintero en los lances sainetescos y -trágicos de una bella comedia. - -No saben los portadores del manuscrito de sus ilusiones, el verdadero -conflicto dramático que nos plantean al solicitar humildes una opinión -franca. - -¡Cuántas veces á trueque de antipatías, con la dudosa esperanza de -que algún día fuera mejor apreciada mi lealtad, he preferido como -Segismundo: _Por ser piadoso contigo, ser cruel contigo ahora_!... -¡Pero advierto una tal expresión de tristeza ante el desengaño! ¡Hay -tan pocas verdades que compensen la pérdida de una sola ilusión! Y, -después de todo, ¿para qué anticiparnos unos años, unas horas, á la -verdad que ha de decidir, por fin, la vida, con su autoridad inapelable? - -Y aun la vida no suele convencernos. También puede equivocarse. Y -nosotros, ya que podamos como ella equivocarnos, no seamos crueles como -ella. ¡Permitid, señora conciencia, que nunca falte una amable mentira -en nuestros labios, cuando alguien se llega á pedirnos una opinión -sincera! - - [Ilustración] - - - - - XXX - - -Sultán estar amigo, francés estar amigo, todos amigos; pero entre las -grandes potencias y las pequeñas impotencias, entre notas diplomáticas, -manifestaciones callejeras delante de nuestras embajadas y artículos -periodísticos, nos están poniendo por esos mundos, cual dirían -conservadores, si estuvieran en el poder los liberales. - -En vano es que de cuando en cuando, la contaduría de aquí procure -endulzarnos tanta amarga píldora, copiando algún artículo ó sueltecillo -de las contadurías de por ahí. Todos sabemos á qué atenernos, y el -público hace de ellos el mismo caso que de los desacreditados reclamos -teatrales cuando anuncian después de un fracaso en parecidos términos: -Cada día es más aplaudida la obra tal, estrenada con tan extraordinario -éxito. Aligeradas algunas escenas, suprimidos varios números de música, -más seguros los actores en sus papeles y corregidas las deficiencias en -decorado y vestuario, las representaciones se cuentan por llenos. En -vista de tan extraordinario éxito, la empresa ha acordado rebajar el -precio de las localidades. - -Una cosa así, salvo la rebaja, vienen á ser esos sueltos, soltados -por algún amable periódico europeo, con los que se ufanan nuestros -gobernantes, como se ufana el que soltó una paloma mensajera, al verla -regresar con toda felicidad al palomar de procedencia. - -Entre tanto, vuelan á su antojo aves de rapiña; aves de mal agüero y -toda clase de «canards». - -Siempre fué prudente regla de conducta lavar en casa la ropa sucia; -ahora nos hemos vuelto rumbosos y la damos á lavar fuera, y como está -algo pasadita, van á dejarnos sin tener que ponernos, como no sea -un conservador atrás y un neo _alante_; traje poco á propósito para -presentarnos en la buena sociedad europea. - -Los franceses, sobre todo, se exceden en demostrarnos su buena amistad. -Están seguros de que no hemos de enfadarnos. Tenemos allí, para -corresponderles con agradecimiento, á la flor de nuestra aristocracia y -de nuestra elegancia, veraneando en Biarritz y vistiéndose en Bayona. - -En España no hay donde veranear á gusto. San Sebastián es demasiado -ciudad para vida de veraneo, y las pequeñas playas carecen de todo -«confort»... Es posible; pero, ¿faltan veraneantes porque faltan -comodidades, ó faltan comodidades porque faltan veraneantes? San -Sebastián y Biarritz no improvisaron hoteles, villas y casinos en -espera de gente; fué la gente, prefiriendo esos, que eran pueblos de -pescadores, y pasando por mil incomodidades en los primeros años, la -que fué dando vida y comodidad á esos pueblos. Como ellos hay muchos en -España, que pudieran rivalizar con las playas francesas y con la única -de moda en España. Claro está que es más cómodo encontrarse con todo -hecho y bien dispuesto que pasar fatigas y molestias de descubridores -y colonizadores. Pero, ¡señoras y señores míos! El patriotismo no debe -mostrarse sólo en caso de guerra, hay un patriotismo de la paz, tal vez -más difícil y menos brillante, que consiste en una porción de pequeños -sacrificios por parte de todos; pequeños sacrificios que hacen á las -naciones grandes. - -Esos pequeños sacrificios, no tan penosos como labrar surcos, partir -piedras ó sepultarse en minas, consisten para las clases pudientes -y directoras en bien poco; en vestir algo más cursi unos cuantos -años con lo de casa, para enriquecer á la industria y al comercio -nacionales, y llegar á vestir con lujo y con gusto, sin necesidad de -acudir para ello á Bayona y otras grandes capitales extranjeras; en -conformarse con veranear modestamente en un modesto pueblecillo, para -que vaya prosperando, y al cabo de unos años nada tenga que envidiar -á esas encantadoras playas francesas; en aburrirse por algún tiempo -benévolamente, como saben aburrirse los grandes señores, con nuestros -novelistas, con nuestros autores dramáticos, con nuestros músicos, con -nuestro pobre, pero bien intencionado arte, para que, animados nuestros -modestos artistas con nuestra benevolencia, lleguen á sentirse grandes -y capaces de producir grandes obras. - -Todo esto y algo más, por este orden, supone pequeñas molestias, -ocultos sacrificios que no hallarán eco en las crónicas de sociedad -ni harán figurar tanto nuestros nombres como las listas de las -suscripciones benéficas y patrióticas. ¡Es tan fácil ser generoso y -magnánimo y valiente, cuando todos nos miran! Lo difícil es serlo -humildes y callados, en el anónimo de una obra donde sólo se lea un -nombre: Patria. - - * * * * * - -Todos los días y en los sitios más céntricos, saluda uno ó procura _no_ -saludar, aunque en Madrid á nada compromete el saludo, á conocidos -carteristas, estafadores, _chanteurs_, jugadores de ventaja, etc. etc.; -el que más y el que menos con una docena de causas pendientes y todos -ellos paseándose en la más dulce libertad y sin desatender los negocios -de su profesión, mediante fianza pecuniaria ó personal, prestada por -algún conocido tabernero. - -Estas facilidades no rezan con el escritor procesado por delitos de -pluma, que no fué falsificadora. Á éste no se le excusan rigores ni -molestias. ¡Suprema voluptuosidad de unos Nerones de poquito! - -No están los tiempos para hacer de tigres y se contentan con ser -chinches. Porque toda esa rigurosidad, cuando en la conciencia de -todos está que, por muy excepcionales que sean las circunstancias, -no puede ser delito un mes al año, lo que no debe serlo nunca, no -pasa de ser... chinchorrerías. Gusto de poder decir á cuatro amigos, -frotándose las manos de gusto: Para que vean cómo las gastamos. ¡Que se -fastidien! - -Sí que saben ustedes fastidiar, pero ¡si ustedes vieran que no es por -eso! - - [Ilustración] - - - - - XXXI - - -Impacientes por recibir una ovación, los autores de la obra -representada, con mejor éxito para la interpretación que para la obra, -han querido aprovechar un aplauso arrancado por los intérpretes, para -dar la obra por terminada; cuando en realidad, sólo estábamos en un -final de acto. Ya nos disponíamos todos á regocijarnos con el fin de -fiesta, cuando por orden superior ha vuelto á levantarse el telón con -gran descontento de algunos impacientes. Todo por no haber rehusado -modestamente los autores, aplausos prematuros, como es uso y costumbre, -con la consabida fórmula: Los autores suplican al público reserve su -juicio hasta la terminación de la obra. ¡Poco seguros deben de estar -de su éxito personal, cuando tales impaciencias revelan! Gracias á que -el público es bonachón de suyo y está ya resignado á todo, pero no -es bueno jugar con él á este tira y afloja, porque cuando menos se -espere, pudiera tirar las butacas al escenario. - -Todos confiamos en que el éxito será brillante, aunque la obra no dé -grandes rendimientos. Pero aquí se trabaja por el arte. Cuando todo -esté apaciguado, nosotros sostendremos un ejército de ocupación, -los ingleses y los franceses explotarán las minas, y los alemanes -explotarán á todos, vendiéndoles sus géneros. Nuestros capitalistas -continuarán prestando al Estado y á los particulares en buenas -condiciones, los trabajadores continuarán emigrando y no hacia el Rif, -precisamente, porque serán tan torpes que no se habrán dado cuenta -todavía de que nuestro porvenir está en África, como dijo la buena -reina Isabel la Católica, que no sabemos por qué empeñaría sus joyas -para descubrir América. - -Está visto que nuestra historia es una lamentable serie de -equivocaciones, y mientras apuntamos al pájaro que está en el aire, -dejamos escapar al que teníamos en la jaula. - - * * * * * - -Las _sufragitas_ de Londres son unas fieras y no reparan en gasto -ni sacrificio para salirse con la suya. Encarceladas las más -recalcitrantes, decidieron dejarse morir de hambre, para que su muerte -pesara siempre sobre la conciencia de los hombres, sus perseguidores, -políticos, se entiende, que de perseguirlas en otro orden de ideas, no -serían ellas las que se dejaran morir de hambre. - -Ello es que los médicos y empleados de la cárcel, se vieron precisados -á violentarlas--en el mejor sentido de la palabra,--echándolas de comer -como quien ceba pollos. Y ahora ellas protestan como un solo hombre -contra ese atropello en tan mala forma. ¡Si el atropello hubiera sido -integral! Lo que dirán ellas: No sólo de pan vive el hombre, y la mujer -mucho menos. Pero el hombre es bárbaro y tiránico hasta cuando quiere -ser compasivo. Las atraca para no dejarlas morir de hambre material -y grosera, y no repara en otros ayunos más espirituales, que acaso, -remediados á tiempo, hubieran evitado la excitación política de esas -denodadas mujeres. Pero el hombre, bárbaro y tiránico para esos ayunos -espirituales, sólo tiene una despectiva frase: Á falta de pan buenas -son tortas. Y esto lo saben bien las _sufragitas_. - -Y ¿por qué no conceder á las mujeres todos los derechos, civiles y -políticos? Aunque ellas con uno solo se contentarían y mejor si era de -los civiles. - - * * * * * - -Como los teatros serios aun no han inaugurado su temporada, y los -semiserios ofrecen tan pocas novedades, el público llena los salones -de _varietés_. Por poco dinero se siente uno sultán de un sin fin -de odaliscas dispuestas á divertirle con danzas y canciones. Cierto -que las hay del tiempo de Muley el Abbas, pero con las luces y el -colorete, y considerando la eternidad del tiempo, aún dan su golpe. -¡Ojalá!--pensarán algunos de los contemporáneos al contemplarlas--que -uno pudiera darlo lo mismo. - -Los estudiantes, recién llegados para emprender sus tareas del curso, -acuden presurosos á iniciarse en los placeres de estos paraísos -artificiales, y desde luego empiezan á tomar apuntes. - -Los tangos y los garrotines se suceden, y lo que es peor, se parecen. -La juventud relincha y patea, la formalidad se congestiona, los -acomodadores están pálidos y ojerosos. Las odaliscas se deshacen por -complacer al público, y lo mismo sonríen á un aplauso que á una -grosería; allí todo es lo mismo. Lo que ellas dirán, parodiando al -torero: Mas grosera es el hambre. - -Alguna vez pasa una ráfaga de belleza ó de arte, y el público guarda -respetuosa compostura. Para que el público respete hay que empezar -por respetarle... pero en seguida vuelve el garrotín, vuelve el -tango, vuelve la canción grosera y las patadas y los dicharachos, y -un matrimonio de burgués aspecto que, sin duda, entró allí por ver de -todo, se levanta antes de que termine el espectáculo y sale presuroso. - ---Ese señor se lleva á su señora. ¡Si no la trajera á estos sitios! - ---Pero, ¿usted cree?--dice otro mejor informado.--Si es ella la que le -trae á él, y es ella la que se le lleva... Y es un matrimonio que se -lleva muy bien. - ---Ya lo creo. Aplicado así el _cine_ es un espectáculo moralizador y -reconstituyente. - - [Ilustración] - - - - - XXXII - - -Hay algo más triste para el escritor que no ser leído: ser -mal interpretado. Un anónimo comunicante, persona de gran -inteligencia--esto no lo encubre el anónimo,--me censura por no mostrar -grandes entusiasmos bélicos. Con la lectura de anteriores artículos -podrá convencerse de lo contrario. Fuí de los primeros en censurar -el _sanchopancismo_ que huye de las aventuras como del agua fría -gato escaldado. ¡Sí, que soy yo autoridad para burlarme del espíritu -aventurero, cuando casi no me queda por correr más aventura que la de -meterme fraile! Todos los peligros y contingencias que mi comunicante, -con gran acierto, preveía para España de no haber aceptado la guerra -del Rif, son para mí evidentes, y siento no poder publicar su carta, -pues, sobre todo en lo que se refiere á la cuestión de Cataluña, es de -una clarividencia profética. - -Lo que yo lamentaba no es la guerra, sino la ineficacia de sus -resultados. Nos falta idealismo del mejor, que es el idealismo -práctico. Triunfaremos en el Rif con las armas y no triunfaremos con -el espíritu, y sin él todas las ametralladoras, escuadras y soldados -del mundo son inútiles. Después que las armas y la sangre vertida nos -hayan abierto el camino, ¿irá allí el dinero que duerme en nuestros -Bancos, esperando la buena hipoteca ó el buen empréstito que venga á -despertarlo? ¿Irá nuestra industria? ¿Irá nuestro comercio? Lo difícil -no es emprender, sino persistir. Delante Don Quijote - - con su adarga al brazo todo fantasía; - con su lanza en ristre, todo corazón, - -como canta Rubén Darío; pero detrás Sancho, con sus buenas alforjas y -su manso rucio, á gobernar las ínsulas ganadas por su amo, con buen -juicio y mejor sentido. Y ¡quiera Dios que algún Tirteafuera de por -esos mundos diplomáticos no deje caer su varita privativa al primer -bocado! Por lo demás, muy agradecido á mi comunicante por su cortés -misiva. - - * * * * * - -Hay quien reniega de toda blandura con el enemigo y pide guerra de -exterminio. ¿Exterminio de qué? Porque no es tan fácil exterminar una -raza, y exterminarla á medias es dar vida perdurable al odio, y medio -pueblo con odio vale por un pueblo entero. - -Los ejemplos históricos de la guerra sin cuartel no son de lo más -convincente. Todavía sirve para espantar muchachos el recuerdo del -duque de Alba en los Países Bajos; pero, ¿son independientes? Los -rigores de algún general en provincias españolas, ¿han servido de algo? -Recientes sucesos son la mejor respuesta. En Argelia y en Casablanca -los franceses, y los ingleses en sus posesiones y en la última guerra -del Transvaal, después de los primeros furores, ¿no tuvieron que -pastelear dulcemente, como cualquier hijo de vecino? - -Dejemos el espíritu inquisitorial, único que hemos paseado por el -mundo y así nos ha lucido el pelo. Dejemos de ser el país de las -intransigencias feroces, donde no es raro oir, como oí yo á un buen -señor, poseído de la mayor indignación. - ---¡Quite usted! Al que hace eso, yo le mataba. Y ¿saben ustedes lo que -hacía quien así se indignaba? Añadir un poco de agua á media jícara de -chocolate. Figúrense ustedes; si á tan inocente porquería señalaba -tan terrible pena en su código particular, ¿qué no sería en más graves -asuntos? Yo salí aterrado del establecimiento lugar de la escena. - - * * * * * - -_Chantecler_, el más cacareante gallo de todos los gallos tapados, -se apresta á la pelea. Las butacas para la _première_ se cotizan á -cien francos.--Hay _premières_ de más importancia que no se cotizan -tan alto; verdad que luego se encarece el precio en sucesivas -representaciones.--Esta reflexión es de una _cocotte_, celosa de -Rostand. Los palcos están _hors de prix_. - -De los Estados Unidos encargan localidades por lo que sea. Los que -de mejor ó peor fe hacen el reclamo, y los que con absoluta buena fe -protestan contra el reclamo, hablan de lo mismo y todo es reclamo. No -parece sino que ese gallo es el mismísimo gallo de la Galia, que no -cantó nunca más sonoro ni desde Vercingitorix á Napoleón el Grande, ni -desde Ronsard á Víctor Hugo. - -Todo esto sería ridículo si no fuera simpático. No es de Rostand ni de -su obra de lo que se trata, para los franceses, es de la supremacía -del Arte francés, que ellos, con noble aspiración, quieren sobreponer -al del mundo entero. Algo parecido á lo que hacemos aquí con el nuestro. - -Apenas alguno de nuestros escritores viaja por el mundo ó le piden -noticias de otros escritores españoles (hay algunas excepciones), se -arrea un formidable bombo á sí mismo, y á los demás los deja como para -que nadie quiera saber de ellos. Así lee uno tan peregrinas cosas en -esos libros de hispanófilos, al través de los cuales no es difícil -descubrir al Pájaro Pinto ó Ninfa Egeria que apuntó nombres y adjetivos. - -Hay quien se cartea con medio mundo por el gusto de desacreditar al -otro medio. De las obras de nuestros autores no se sabrá mucho por -tierras extranjeras, pero de si Fulano maltrata á su señora y atormenta -á sus niños, y si Mengano estuvo complicado en un escalo, eso, como en -casa. - -Así es, que al primer escritor español que visita á un escritor -extranjero, se le recibe con agrado; pero cuando llega el segundo... -encierra la plata. El primero dejó preparado el terreno á los demás, y, -para que no cupiera duda de sus afirmaciones, se llevó unas cucharas. - - [Ilustración] - - - - - XXXIII - - -Perdonen los jóvenes autores, que por varios periódicos y -particularmente me han enviado una carta abierta, mi tardanza en -contestarles. Falta de salud, no de buena voluntad, ha sido culpable de -mi descortesía. - -Cuenten ustedes con que no han de hallar en mi respuesta ni desdenes ni -adulaciones. Tienen ustedes mucha razón de su parte, pero no toda la -razón; por lo menos, en los medios que quisieran ustedes emplear para -imponerla. - -Aun las dificultades para darse á conocer un autor son muchas, no lo -niego, y no pretenderé consolarles con la consideración de que son -ahora mucho menores que en mis tiempos, con el recuerdo de luchas y -amarguras propias, con el sinnúmero de obras que yo hube de escribir -antes de lograr que se representara una, no la mejor, de las que tenía -escritas, que alguna fué después también representada con mejor éxito -que la primera. Todo esto que digo pudiera ser consuelo, pero no -remedio, y como dice Brabancio en «Otelo»: Nunca se curaron heridas -del corazón con emplastos para los oídos. Ustedes hablan por su -herida y es justo acudir á ella con algún remedio práctico. Este sólo -puede consistir en buena voluntad por parte de todos; de ustedes en -primer término, trabajando con fe, con entusiasmo, sin desmayar por -la primera, ni la segunda, ni muchas obras rechazadas. Todo llega á -su hora, cuando debe llegar. ¡Si ustedes supieran cuántas veces me he -alegrado después de no haber empezado demasiado pronto! - -Las empresas, dicen ustedes, no admiten obras de los desconocidos; -desconfían de ellas. No obstante, en estos cuatro ó cinco años últimos -ha aumentado la lista de autores seguramente en doble número que en -cualquier período anterior de veinte años. Esto prueba mayor fecundidad -ó mayor consumo; de cualquier modo, mas facilidades. Las empresas no -temen tanto los fracasos posibles como los falsos éxitos. He aquí -la plaga que todos debemos combatir. Los estrenos con el teatro -lleno de amigos y abarrotado de _claque_; la crítica abrumada de -recomendaciones. Nuestra crítica es con exceso benévola; de ahí que -alguna, vez, cuando deja de serlo, parezca injusta. El público, cansado -ya de ver obras muy aplaudidas y muy celebradas que no corresponden á -sus esperanzas, acaba por no acudir ni á los estrenos como la firma del -autor no le dé alguna garantía. Teatro ha habido que bien pudo poner en -sus puertas: «Cerrado por éxitos». Todas las obras eran ovacionadas y -ninguna daba dos reales. Esto hace á las empresas huir de los estrenos -y preferir el repertorio, de no contar con obras de alguna garantía, -siquiera para que el público acuda al estreno. Hay autores que se -contentan con esta _gloriola_ del parecer y no ser, y salen á escena -tan satisfechos, sabiendo que todo el teatro ha sido regalado por ellos -y que las críticas ó sencillas gacetillas del día siguiente les ha -costado mas pasos y mas recomendaciones que trabajo les costó componer -la obra. - -Y ¡pobre empresario si ante el vacío de los días siguientes se decide -á retirar la obra!--¡Cómo! ¡Un éxito de público y de prensa! ¡Y la -obra tal que fué pateada sigue en el cartel todavía!--¿Qué quiere -usted?--protesta el empresario.--La gente viene á verla.--Ellos no -comprenden que de un pateo del público verdadero pueda salir una obra -con más vida que de los aplausos de un público amañado. - -Verdad en los estrenos; equidad en la crítica. He aquí la mejor -garantía para las empresas. Limítese el número de billetes de autor, -suprímase la _claque_, si es posible, y déjense de recomendaciones para -la crítica. ¡Una friolera! Dirán ustedes. No es tan difícil el remedio. -Bastaría con que la Sociedad de Autores publicara el ingreso verdad de -cada estreno y las empresas el número de localidades regaladas. Á mí no -me duelen prendas. - -Ya es más difícil y atentatorio á la libertad de los empresarios, -dueños de un negocio, imponerles la obligación de estrenar ó de no -estrenar obras de determinados autores. En primer lugar, ¿dónde -empieza, y sobre todo, dónde y cuándo acaba lo que ustedes llaman -_firmas_? Y suponiendo que los autores se dividieran en categorías y -solo pudieran estrenar en los teatros de categoría correspondiente, -¿cómo impedir las representaciones de obras del repertorio, que serían -obstáculo á los noveles, lo mismo que los estrenos de _firmas_? - -No puede decirse tampoco que éstas han abusado de un perfecto derecho -á estrenar en los _cines_. Ni podrá suponerse que ha sido por idea -de lucro. Cualquiera de las obras estrenadas en ellos, en teatros de -mayor categoría les hubiera producido cuatro veces más en menor número -de representaciones. Estoy seguro de que algunos de estos escritores -de firma no han llevado más idea que la de complacer á un empresario -ó á un actor amigo; la de favorecer con la mejor voluntad á un género -de teatros populares que merece toda simpatía. Es injusto acusar de -egoísmo ni de pretensiones de monopolios á estos autores. Cada uno de -ellos recomienda por lo menos cinco ó seis obras de autores noveles por -temporada. - -Mucho más diría á mis amables y simpáticos comunicantes si no temiera -entrar en particularidades poco interesantes para el público. - -Tengo mucho gusto en ponerme á su disposición para hablar más -largamente de este asunto y perdonen si la contestación no fué del todo -á gusto suyo. Ya empecé diciendo que no hallarían en ella ni desdenes -ni adulaciones. - - [Ilustración] - - - - - XXXIV - - -Si en España no pensara una el bayo y otra el que lo ensilla, y el -bayo mejor que el palafrenero, en poco hubiera estado no tener nuestro -poquito de asunto _Dreyfus_, con su guerra civil _ideal_, al grito de -¡Patria, patria! de una parte, y de otra al de ¡Humanidad, humanidad! -Por fortuna, ó por desgracia, no hay asunto que nos interese más de -cuatro días, y á las cuestiones ideales se sobreponen las personales, -que son las que más nos preocupan. Todo cede ante el interés de los -nuevos nombramientos. La designación de un gobernador importa más que -nada; dentro de poco las elecciones, y vamos viviendo. - -En el extranjero, aunque en apariencia parezca un disfavor, nos hacen -el favor todavía de juzgarnos fanáticos luchadores por las ideas... Sí, -sí; ¡buenas ideas nos dé Dios! ¡Personas, personas y personas! como -diría Hamlet, si hubiera nacido español. Somos realistas, en el sentido -filosófico de la palabra. Aquí las personas no son símbolo de nada, -sino de su persona misma. Se dirá que hay pocas personas capaces de -elevarse hasta el símbolo. Pero, no; son creyentes los que faltan, no -son santos. Con un poco de devoción no es difícil levantar altares. - -Ahora, digamos: ¿Por qué siendo el pueblo más indiferente en todo, en -Religión, en Política, en Arte, nos damos traza para parecer á los -extraños un pueblo intolerante y fanático? ¿Es todo desconocimiento -de los extranjeros, ó no habrá algo de culpa por nuestra parte? Esto -es lo que debe interesarnos más que todos los dimes y diretes de -casa y de fuera de casa. ¿Por qué somos una cosa y parecemos otra? Ó -¿es que nosotros mismos no nos damos cuenta de lo que somos ni de lo -que parecemos? Es lo que importa averiguar. Nada más triste que la -inconsciencia para los pueblos y para las personas. Fanáticos por una -idea, tuerta ó derecha, todavía podemos parecer grandes; inconscientes -de todas, sólo podemos parecer ridículos. - - * * * * * - -¿Quién había de decirnos, pocos días antes que, en esta próxima -conmemoración de los difuntos, nuestro más fervoroso responso -sería por el partido conservador? ¡No somos nada! Á bien que los -conservadores podrán consolarse con la idea de que en este país no se -puede ser cosa mejor que difunto. Por algo, entre nosotros, tiene su -conmemoración tanto de fiesta pagana, con su bulliciosa visita á los -cementerios, el vistoso adorno de sepulturas, sus buñuelos de viento -y sus representaciones del «Tenorio», á modo de auto sacramental, más -regocijado que severo. Tierra de un glorioso pasado, nuestro mayor -consuelo está en los muertos. Hay quien llora todavía por Felipe II, y -quien suspira por no haber conocido á Doña Juana la Loca. - -Al político joven y bien intencionado se le abruma con el recuerdo de -Cisneros, y al escritor novel se le aplasta con la balumba de nuestra -literatura clásica. Inútil escribir después de Cervantes; vano esfuerzo -pintar después de Velázquez. - -Lo que puede uno hacer de más provecho es... hacerse el muerto. -Esto es lo que acaso no comprende el partido conservador, que ahora -quiere mostrarse más _vivo_ que nunca. ¡Gran desconocimiento de sus -intereses! La agitación de tantos años de mando no puede por menos de -haber alterado su organismo. Nada mejor que el reposo y el silencio. -Es el mejor sistema curativo para la neurastenia. Crean en mi consejo -desinteresado: cuanto más quietecitos y más muertos parezcan, más -pronto lograrán nuestra admiración. Los vivos molestan á todo el -mundo. Los muertos sirven para que medio mundo moleste al otro medio, -recordando las virtudes de los difuntos. Procuren sacar todo el partido -posible de su papel de muertos, que es el más airoso en esta tierra de -los recuerdos... y de los olvidos fáciles. Ellos deben saber mejor que -nadie cómo una corona de difunto puede convertirse en aureola. - - * * * * * - -Entre todos los personajes de nuestro teatro ninguno despierta tanta -simpatía como Don Juan Tenorio. Ningún otro podría soportar la -periódica reaparición con tanta seguridad de aplauso. ¡Es tan español -este Don Juan, de Zorrilla, de quien hay que creer en empresas y -amoríos, más por lo que dice que por lo que hace, como á casi todos -nuestros políticos! - -Y de un pueblo que adora á Don Juan, ¿no podrá decirse como á él mismo -su amada: «Con Don Juan te salvarás ó te perderás con él?» Confiemos, -como Don Juan, en la infinita misericordia divina que le abrió las -puertas del cielo, no por sus acciones, seguramente, sino por los -bellos versos en que supo decirlas. ¿Por qué no han de pesar tanto en -la justicia divina las bellas palabras como las buenas obras? - - [Ilustración] - - - - - XXXV - - -Quien llamó á París _Cabotin ville_ ¡vaya si supo ponerle nombre! Todo -en ella reviste aspecto teatral, y no es extraño que los comediantes de -París sean, si no los más artistas, los más actores del mundo; porque -en todo parisién hay un comediante nato, y en toda parisiense ¡no se -diga! - -El proceso Steinheil es en estos comienzos de temporada, la -pieza de mejor éxito, y lo será, por lo menos, hasta el estreno -de _Chanteclair_. Sólo Rostand puede competir con esa admirable -artista hembra, que es á la vez autora y actriz en la interesante -obra representada. Hay que convenir en que cuenta con inteligentes -_partenaires_ para darle la réplica, y el público, por su parte, -interviniendo en la acción, como el coro en la tragedia griega, -contribuye á sostener el interés de la enredada trama, que para sí -quisieran todos los escritores _rocambolistas_ y _sherlockholmistas_ -que en el mundo han sido. - -Difícil será para los magistrados desenlazar la obra á gusto de todos, -y de condenar á la protagonista, todos podrán exclamar con ella misma, -y con mayor razón que Nerón: ¡Qué artista pierde el mundo! He ahí -una mujer que no pudo ó no supo acertar con su camino. En el teatro -hubiera llegado á _socia_ de la Comedia Francesa. No le hubiera servido -de poco, aparte las condiciones artísticas, su mano izquierda... ó -su derecha ¡vaya usted á saber! con personajes políticos de talla. -Obligada á emplear sus condiciones dramáticas en la vida, quizás el fin -de su carrera sea lo más desastroso. - -Eso sí; lo de _socia_ no se lo quita nadie, y de la mejor sociedad. - -De lo que han sido privadas las elegantes, con el rigorismo del -presidente no permitiendo la entrada á las señoras, es de saber á -qué atenerse respecto al último figurín para vistas de procesos -sensacionales ¡Cuánta exquisita _toilette_, dispuesta para la ocasión, -habrá quedado en esos roperos! ¡Infeliz señora; tan odiada por unos, -tan compadecida por otros... y tan envidiada por todos!... Porque -¡vaya si se ha divertido en este mundo! Y eso será lo que acaso no la -perdonen, aunque su inocencia quedara demostrada. - - * * * * * - -Supongamos que en cualquier parte del mundo se hubiera estrenado una -obra póstuma de tan gran artista como el maestro Chapí, y así hubiera -sido esa obra--y no lo es ésta--lo mas endeble é insignificante, ¡con -qué respeto no hubiera asistido el público á la representación! El -nuestro no lo entiende de esa manera y dió un lamentable espectáculo -en el estreno de _El diablo con faldas_. Y eso con una obra que era -de su agrado. Y es que esos _cines_ del garrotín y de la machicha -son grandes centros de cultura, y hay espectador que si no berrea y -patea y relincha y suelta cuatro palabrotas, se figura que no se ha -divertido, y cuando asiste á otros espectáculos cambia de lugar, pero -no de costumbres. Si el glorioso músico español, que tanto padeció -en vida de esas irrespetuosidades de nuestro público, pudo, desde la -región _donde asiste eternamente_, contemplar el estreno de su última -obra, ¡qué satisfacción la suya haber abandonado este pequeño mundo! -Cuando espera todavía la iniciativa para erigir un monumento que -dé testimonio á la posteridad, no de su gloria, pero sí de nuestra -gratitud, ¡pateo, protestas, groserías!... ¿Es que ya no se perdona la -gloria ni á los muertos? - - * * * * * - -Yo, que este año me sentía un poco muerto, con tantos honores. ¡Hay -años felices! Un teatro con mi nombre. Ustedes no saben el efecto que -produce ir por la calle y oir de pronto á unos señores que dicen: -¿Vamos á Benavente esta noche? ó ¿Qué _echan_ hoy en Benavente? Yo -procuro, por no hincharme de vanidad, suponer que se refieren á -Benavente, provincia de Zamora; pero... vamos, me siento cadáver. - -Además, mi retrato en el saloncillo del teatro Español. Gracias mil á -sus amables directores; gracias también á Juan Antonio Benlliure, y -más agradecido á todos, si ya que, por aquello de «los últimos serán -los primeros», se acordaron de mí para anticiparme en vida este honor, -no tardan en aumentar la galería con otros retratos que allí faltan, -y que yo soy el primero en echar de menos, y mucho más cuando el mío -sobra--Sellés, Galdós, Dicenta,--y sólo nombro á los que son anteriores -por orden cronológico en la historia del Teatro Español. Sólo en la -seguridad de que más se atendió á facilidades de ejecución, por mis -muchas desocupaciones, puedo aceptar una primacía que de ningún modo -me corresponde. Y si alguien lo juzga falsa modestia, no sabe que yo -tengo una vanidad tan grande que está por encima de esas vanidades. Yo -quisiera ser cien veces mejor autor dramático de lo que soy, y ser, sin -embargo, el peor de todos entre cien autores más que honran el Teatro -Español. ¡España sobre todo y sobre todos! - - [Ilustración] - - - - - XXXVI - - -El sentido moral indignado sería muy respetable si se indignara á -tiempo y con absoluta justicia. Por ejemplo: con tantos malos maridos -y peores padres como andan por todas las esferas sociales; con el -que vive á costa de su mujer ó de la ajena; con el que no repara en -transmitir á sus hijos dolorosa herencia de enfermedades, por lograr -su bienestar con un matrimonio conveniente; con el funcionario torpe -ó prevaricador; con el adulterador de substancias alimenticias; con -el usurero sin entrañas; con el explotador sin conciencia... En todos -éstos podía emplearse mejor esa indignación derrochada por ligeros -indicios contra mujeres indefensas, siempre respetables. La descortesía -masculina sería disculpa en este caso, y en otros parecidos, de lo -mismo que con ella pensaban castigar. Si así son los hombres, se -comprende que toda mujer de sentimientos delicados procure evitarlos. -De estas cosas, como de la influencia clerical en el espíritu de las -mujeres, como de todos sus extravíos, tiene siempre la culpa el hombre, -por su grosería ó por su indiferencia. La mujer necesita una fe, un -apoyo, una creencia en algo, humano ó divino. Si el hombre renuncia á -ser el sacerdote de su casa, en doctrina y en ejemplo, ¿cómo impedir -que la mujer acuda á otros altares, paganos ó cristianos? La mujer -que acude al hombre de su cariño en demanda de ayuda y consejo y le -oye contestar desalmado: «¡Déjame en paz! ¿Qué entiendo yo de eso? -¡Cosas de mujeres!» ¿No se sentirá desligada de él para siempre, por el -corazón y por la inteligencia? «¡Gran cosa es entender un alma!»--dijo -Santa Teresa.--Mientras los hombres ignoren el alma de la mujer, -¿pueden quejarse de que ella busque ser entendida? Por algo la Iglesia -católica, gran conocedora de la psicología femenina, viste con traje -talar á sus ministros. Sabe que sus mejores conquistas espirituales -son las de las mujeres que llegan desengañadas de los pantalones. -El confesor no dice nunca como el marido: «¿Qué entiendo yo de eso? -¡Cosas de mujeres!» El entiende de todo. Por eso domina sobre nuestras -mujeres. No le culpen los hombres, ni las culpen á ellas; cúlpense á -sí mismos, y no se quejen de que el sacerdote llegue á ser padre de -familia, cuando ellos no supieron ser los sacerdotes de su casa. - - * * * * * - -De todos los problemas que deben solicitar la atención de nuestros -gobiernos, ninguno tan urgente, tan necesario como el aumento de -sueldos. Existe una desproporción monstruosa entre el aumento de -necesidades en la vida moderna y la mezquindad de los sueldos; aun -los que parecen más excesivos por comparación con los inferiores. No -hay derecho á exigir solicitud, diligencia, ni siquiera honradez, á -servidores que carecen de lo necesario y han de aparentar lo superfluo. - -Y mientras tan urgente resolución alcance á todos, me dirijo á la -noble inteligencia y al gran corazón del nuevo director de Correos, -señor Francos Rodríguez: ¿No cree de justicia--no he de invocar la -compasión con tan recto espíritu--el aumento de retribución á los -peatones de Correos, verdaderos parias entre los servidores del Estado? -Todo el que haya residido algún tiempo en lugares donde estos humildes -depositarios de tantos intereses prestan sus penosos servicios, -sentirán que nada más justo ni más urgente. Y después... ¿olvidarán á -los maestros y á toda esa clase media burocrática, tan desdeñada, que -nunca se declaró en huelga, ni alarmó con manifestaciones, ni tiene su -Primero de Mayo, ni sus sociedades de resistencia, ni una lujosa casa -donde congregarse? - -Los gobiernos, demasiado preocupados con los que pueden hacer alarde -de fuerza, se preocupan muy poco de los que sólo pueden hacer alarde -de debilidad. Es preciso fortalecerlos, siquiera para contar con -aliados el día de la gran batalla; porque al chocar de dos fuerzas -contrarias y poderosas, nadie sabe lo que puede influir de un lado ó de -otro la indiferencia de los neutrales que, cruzados de brazos, con la -impasibilidad de la desesperación, exclamen: «¿Y á mí, qué?» Hay que -procurar que todos tengan un por qué para luchar por algo. - - * * * * * - -El pueblo madrileño no ha podido demostrar sus simpatías al pueblo -hermano en la representación visible de su monarca. Comprendo la -difícil situación de un gobierno que, si peca de confiado, puede -incurrir en grandes responsabilidades, y si peca de previsor desagrada -á todos, quizás á los mismos con tan excesiva solicitud guardados. -Los tiempos no están para excesivas confianzas; acaso tampoco para -excesivos recelos. Lo mejor en estos casos es dejar algo en manos de -Dios, ya que los ojos de la policía no pueden estar en todo, y algo -también al corazón del pueblo, que siempre responde á toda confianza, y -á quien siempre ofende todo recelo. - -¡Triste cosa es que el temor á un loco ó á un malvado haya impedido al -rey de Portugal conocer al pueblo madrileño! En cambio habrá conocido -mejor nuestra política. Cuando tantas precauciones hay que tomar--se -habrá dicho,--no hay duda, por aquí ha pasado un Juan Franco. En -efecto, señor. Esperemos que vuestra majestad vuelva á visitarnos -cuando ni en España ni en Portugal quede sombra de estas pesadillas. -Sólo en los pueblos verdaderamente libres pueden pasear los reyes -libremente. Ahora os lo podrá decir el rey Eduardo. - - [Ilustración] - - - - - XXXVII - - -¿Se acaba la guerra? ¿No se acaba? ¿Se acabó ya? Todo hace esperar y -creer que sí; sólo algunos espectadores del antiguo régimen echan de -menos un final de efecto; alguna gran batalla decisiva; una apoteosis -con bengalas y desfile general, como en zarzuela de espectáculo. No -tienen en cuenta que la guerra moderna no admite esos finales de efecto -preparado. Ya no son posibles caballos de Troya, buen cuadro final de -una empeñada guerra; ni el asolamiento de ciudades y reinos, ni la -cautividad de pueblos enteros. Hay que contentarse con un desenlace -modesto, y es de notar que ahora les parece poca guerra á muchos de -los que antes les pareció demasiada, y hubieran renunciado á todo -por no vernos metidos en aventuras. No á ganar más, sino á conservar -lo ganado debemos aspirar todos, y á que la gloriosa sangre vertida -no sea infecunda, y esa será la mayor gloria de los que sucumbieron. -Señores capitalistas españoles: ya que no sea todavía ley el servicio -obligatorio para vuestros hijos, se impone el servicio obligatorio para -vuestro dinero. - - * * * * * - -De ser cierto lo que se murmura, el solar de la Zarzuela viene á -ser como símbolo del solar de España. De una parte, los autores y -músicos españoles pretenden reivindicar su dominio, como de propia -casa solariega; de otra parte, una poderosa Compañía de electricidad, -símbolo de la ciencia y de la vida modernas, pretende hacerlo suyo, y, -por último, otra poderosa compañía, símbolo de obscurantismo, según -muchos--aunque no es tan negro el cuervo como sus alas, y si de cerca -se advierte, más que de cuervo tiene de cuco el pájaro,--aspira también -á levantar una de sus mansiones, que algunos verían complacidos, como -monumento expiatorio. ¿Quién vencerá? ¿El Arte? ¿La Ciencia? ¿La ola -negra? ¡Admirable asunto para un poema simbólico! Me recuerda la -explicación que daba un pintor, de más colores que luces, á la alegoría -de un gran techo pintado por él, en un edificio consagrado á la -enseñanza: «De una parte los murciélagos del obscurantismo, huyendo de -la luz; de la otra, los papagayos de la libertad, _personificando_ el -descubrimiento de América». - -Debemos desear que, en esta lucha de Compañías, triunfe la que -representa el Arte lírico español, más necesitado que nadie de templos, -y, á no poder ser otra cosa, de capillas en que ofrecerle culto. Las -Compañías de electricidad no necesitan un sitio céntrico; las otras, -menos; tienen un público fiel que va á buscarlas, aunque sea al -extrarradio. Todos sus parroquianos tienen coche propio y automóvil. - - * * * * * - -En la _Carmen_, de Merimée, como en la ópera de Bizet, inspirada en la -novela, se sobreponen la pasión y la vida; verdad humana, á la verdad -local; que, en este caso, debiera ser española y lo mismo pudiera ser -japonesa, como en la _Butterfly_, de Puccini. - -Esta funesta Carmen, con el contoneo de sus caderas, sus toreros, -sus contrabandistas, sus trabucos y sus navajas, ha sido la mayor -contribuyente á la representación de esa España de pandereta, tan -impresa en el extranjero, que nos señala como un pueblo aparte de -Europa. - -Una gran artista española se atiene, en la interpretación de Carmen, -á la verdad del novelista y del músico. Es el deber de todo artista -intérprete. La Carmen de Merimée y de Bizet es ésa. La mujer española, -la andaluza en particular... ¿Son así? De ningún modo. Justamente -en España, la mujer meridional es mucho más reservada, más casta en -sus manifestaciones amorosas, que la mujer del Norte. Ninguna menos -provocativa, como no sea por su propia belleza, que la mujer andaluza; -ninguna que, aun muy bajo caída, guarde siempre más esquivos pudores. - -Yo he visto bailadoras sevillanas que, en sus momentos de reposo, -evocaban más el recuerdo de las vírgenes de Murillo que el de la Carmen -de Merimée. - -El baile andaluz, el verdadero baile andaluz, no el adulterado por -escenarios franceses y españoles, es de un ritmo sacerdotal, religioso; -como Romero Torres, pintor artista, lo representó en uno de sus cuadros. - -_Carmen_ es una calumnia más del extranjero. Un tipo de mujer que los -franceses no debieron buscar en España para darle más realidad. Mucho -más parecido á Mad. Steinheil, sin ir más lejos, que á cualquier mujer -española. Pero, en fin, digamos como el duque de Glocester en el _Rey -Lear_: «No he de sentir desliz que dió tan buen fruto». Por admirar á -una gran artista española, tan admirable intérprete de esa calumnia, -démosla por bien empleada. - - * * * * * - -Á propósito del _Rey Lear_. ¿No le parece á Enrique Borrás, único -primer actor que _llena la escena de actor_, como en sus tiempos -Valero, Rafael Calvo y Antonio Vico, que nos debe una interpretación -de la tragedia de Shakespeare? Hay que agrandar y que engrandecer -ese repertorio. Tan extraordinarias condiciones de actor no pueden -limitarse al repertorio catalán; ni siquiera al castellano: -Shakespeare, Ibsen, esperan su intérprete en la escena española. -Ninguno como Enrique Borrás puede acometer esa empresa, que es de -Arte... y de dinero. - - [Ilustración] - - - - - XXXVIII - - -La Réjane, propietaria y empresaria del teatro que lleva su nombre, -cansada de ver fracasar obras y obras, excepto _Raffles_, en que ella -no tenía papel--otra contrariedad, capaz de entristecer el mejor éxito -á una actriz directora,--ha discurrido convocar á la crítica, durante -los primeros ensayos de las obras, para atender todos sus juicios y -observaciones, y poder, con tiempo, reformar las comedias de acuerdo -con ellos. De este modo, la obra sería de los críticos más que del -autor, y, naturalmente, no habrían de meterse con ella al estrenarse. -La crisis del teatro francés, acostumbrado á dominar en todo el mundo, -es tan notoria, que empresarios y autores no saben como defenderse, -y es natural que la Réjane, mujer inteligente, crea haber dado con -la mejor solución. Pero, suponiendo que toda la crítica, ó una gran -mayoría, por lo menos, fuera de una misma opinión respecto á las -reformas, ¿no faltaría siempre el fallo inapelable del público, más -que espectador, colaborador insustituíble en toda obra dramática? -Difícil es explicar la causa: la psicología de las multitudes aún no se -ha estudiado bastante; pero ¡es tan distinto el efecto de una comedia -en la lectura ó ante un limitado auditorio, al que produce la misma -comedia ante un público numeroso! Aun los que ya creyeron más seguro un -juicio en el primer caso, sienten que la impresión es distinta, y no -pueden substraerse á la influencia del público. En la lectura, en los -ensayos, más que el efecto total de la obra, se aprecian el detalle, la -finura de los trazos y de la observación. En las representaciones, todo -esto se pierde, se funde en el conjunto, y el brochazo parece finísima -pincelada, y la caricatura retrato, y lo más fuera de juicio, lo más -encajado y, en cambio, primores de diálogos, sutilezas de observación, -pasan inadvertidas. - -Sucede muchas veces con las comedias como con algunas telas, que por el -revés tienen mejor vista, y es lo mejor que puede sucederles, porque -lo cierto es que el público siempre ve el revés de las comedias. Por -eso, el autor hábil debe cuidar el tejido de las dos caras: la una, de -esmerado dibujo; la otra, de llamativos colorines. - - * * * * * - -Por los teatros madrileños han causado la natural alarma no sé qué -nuevas disposiciones de la autoridad, que amenazan complicar la ya -difícil marcha de los negocios teatrales. Son las tales disposiciones, -á lo que se dice, de lo más arbitrario é injusto que darse puede, y -las empresas, muy cargadas de razón, se aprestan á protestar contra -ellas. Si no es que, dada la buena armonía que entre ellas reina, y la -natural y española satisfacción de quedarse sin los dos ojos por el -gusto de ver al vecino tuerto, no les lleva á pasar por todo, como en -otros asuntos que les interesan: las representaciones de tarde, por -ejemplo, en el extranjero teatro Real, que nunca estuvieron permitidas, -con excepción de las fiestas de Navidad, y que tanto perjudican á los -teatros nacionales. - -¡Dichoso país éste, en que gozamos de una Constitución y de Códigos -que parecen garantizar todas las libertades y derechos individuales, -para que después, cualquier tiranuelo de monterilla, entre ordenanzas, -bandos y reglamentos de policía, deje Constitución y Códigos, derechos -y libertades como para limpiarse las narices! - -Trátase, según parece, con este nuevo atropello, de reglamentar el -número de localidades que han de venderse en contaduría y las que han -de venderse en despacho; del precio y sobreprecio que ha de fijarse en -días de moda ó de estreno. Como si cada uno, y tratándose de algo que -no es artículo de primera ni aun de última necesidad, como el teatro, -no fuera dueño en su casa, de vender cuándo, cómo y á quién mejor le -parezca. - -Pero siempre fué achaque de nuestros gobernantes, altos y bajos, -gobernar á gusto de sus amigos. Llega á casa de uno de ellos una señora -amiga, muy sofocada:--¡Lo que pasa en este Madrid no pasa en ninguna -parte!--¿Qué es ello?--le pregunta el señor de autoridad--Figúrese -usted que yo quería ir esta noche al estreno de... ó á la inauguración -ó á lo que sea. Mando esta mañana por localidades, y me dicen que -no queda ninguna. ¿Ha visto usted qué abuso?--¡Escandaloso! ¡Esas -empresas abusan del público! ¡Habráse visto! ¡Vender todo el teatro! -Hay que poner orden en ello. - -Y ¡cataplúm!, al día siguiente _ukase_ á rajatabla para que á la buena -amiga no vuelva á sucederle lo de quedarse sin billetes á la hora -que le acomode ir por ellos. Las felicitaciones de los amigos bastan -á compensar al señor autoridad de las pestes y maldiciones de los -molestados por sus sabias y bien meditadas disposiciones. - -Como no se puede dar gusto á todo el mundo, es natural que se prefiera -contentar á los amigos. Bien vale la pena de que los empresarios, -pudiendo vender sus localidades anticipadamente, tengan la galantería -de reservarlas para que, cuando á la buena señora amiga se le ocurra ir -al teatro, tenga dónde escoger. - - * * * * * - -El divino Emperador de Alemania, en su deseo de fomentar por todos los -medios la cría y reproducción de sus súbditos, se compromete á ser -padrino del octavo hijo que se digne tener cualquier matrimonial pareja -de su Imperio. ¿Cómo han de oponerse sus leales súbditos á tan amable -«Creced y multiplicaos», de tanta fuerza como el divino precepto? Ya me -figuro á los matrimonios alemanes empeñados en esta especie de juego -de la siete y media ó la treinta y una. Cuando una señora, cansada ya -de juego tan poco divertido para ella, se atreva á decir con cuatro -ó cinco: «¡Me planto!» Su marido replicará furioso: «¡Cómo! ¿Vas á -plantarte en tan buen punto?» Carta, señora. ¡Hay que abatir con ocho! -¡Cualquiera renuncia al honor de llamar compadre al Emperador! - -Estas naciones montadas militarmente, y en las que todo ha de estar -montado por el mismo orden, son un puro contrasentido. Por un lado, -prohiben á los jóvenes contraer matrimonio mientras están sujetos -al servicio militar; prohiben el matrimonio de los subalternos y -dificultan el de los oficiales hasta cierta graduación y cierto sueldo. -Y por otra parte, todo es achuchar á los ciudadanos pacíficos para -que no se paralice la producción de soldados. ¡Cualquiera entiende el -lío! Hay que contar también con que, ocupados en el servicio militar -los campesinos más jóvenes y vigorosos, la producción de las tierras -decrece, y hay menos probabilidades de que los recién nacidos puedan -traer un pan debajo del brazo. Pero, ¿qué importa? Con que traigan -brazos para coger el fusil de mayores, el Emperador se da por -contento. Antes que en el campo de batalla hay que vencer al enemigo -en lo que Góngora llamó «campo de pluma». Esto es lo que se llama -la Nación armada, en paz y en guerra. ¡Oh! ¡Felices los matrimonios -alemanes que, cuando ya estén más disgustados de la vida matrimonial, -todavía continuaran en buenas relaciones con el consuelo y la -satisfacción de complacer á su Emperador! - -Lo que decía aquel matrimonio que fué al teatro con sus chicos: -«Nosotros no nos divertimos nada, pero los niños se han reído mucho». - - [Ilustración] - - - - - XXXIX - - -La vida de sociedad, lánguida en otoño, estación de parada, renace -con los rigores del invierno. Los turnos de moda en el Real, en la -Princesa, en la Comedia, resplandecen de lujo y de elegancia. Para -los que van y vuelven en coche, de los teatros y reuniones, Madrid es -alegre. Para los noctámbulos callejeros hay algo más entre cielo y -tierra de lo que suelen decirnos los revisteros de salones. - -La Escalerilla, los soportales de la Plaza Mayor, las puertas cocheras -de calles poco frecuentadas, tienen también un público de abonados á -diario: el público de todos los inviernos. Evocan horrores de campo de -batalla los cuerpos tendidos, amontonados; y ¿qué son, sino bajas en la -batalla de la vida? Unas por inutilidad física, otras por inutilidad -moral; irredimibles muchos; algunos, tal vez, capaces de redención. Una -noche y otra pasamos indiferentes ante ellos, porque las preocupaciones -propias no dejan lugar á preocuparnos por los demás. Alguna vez, -una clara espiritual nos predispone á la compasión, y dejamos unas -monedas que alivian el frío y el hambre de una noche; pero ¡son tantas -y tan largas las noches del invierno! Procuramos tranquilizar nuestra -conciencia ó nuestro miedo, considerando la ineficacia de nuestra -compasión individual. Las autoridades no debieran consentir esto, -decimos, y todos asienten. ¡Es un horror! - -Las autoridades, en efecto, empiezan á preocuparse al principio de -todos los inviernos, y siguen preocupándose hasta la primavera. - -Unos cuantos beneficios, unas cuantas raciones de sopa distribuídas, -nos permiten creer que hemos hecho todo lo humanamente posible. -¡Siempre ha de haber pobres y ricos! ¡Ese es el mundo! - -Hay asilos de noche; pero esa gente, sin duda temerosa de dar la cara á -luz alguna, prefiere dormir á la intemperie. Ama la libertad con todos -sus rigores. Tal vez sí; pero téngase también en cuenta que los asilos -están todos en barrios extremos, y mucha de esa gente, que vive de las -sobras del lujo, tiene sus negocios en el centro, y no le conviene -alejarse tanto si ha de acudir, desde muy temprano, á sus empleos y -negocios. - -Un asilo en cada distrito sería algo más práctico y más á vista de los -ricos, que con mayor solicitud podrían acudir con mucho de lo que sobra -en sus casas. - -Hay, lo sabemos, entre esa gente miserable, muchos indignos de -compasión; si alguien puede ser indigno de compasión, y si el llegar -á ese extremo, no fuera mayor motivo de ser compadecido. Pero ¿y los -niños? ¿Qué culpa puede haber en los niños? Y mientras haya uno, uno -solo que duerma al aire frío en estas noches crueles de invierno, ¿no -es verdad que no tenemos derecho á vivir tranquilos, ni á llamarnos -cristianos, ni á creernos civilizados? - - * * * * * - -Eduardo Marquina, el admirable poeta, no debe dejarse seducir por -los que vuelvan á decirle, con el mejor deseo: Hay que hacer teatro, -usted es un gran poeta, pero le falta á usted picardía teatral. ¡Hay -que tener picardía! Y cuenta que el consejo es de quien, alguna vez, -también se dejó seducir por complacencias y cayó en el mismo pecado. - -Á su hermoso romancero histórico «Doña María la Brava» nada le falta, -y si algo le sobra es, justamente, lo que más habrán celebrado en él -gentes expertas en teatros; las picardías teatrales. Para triunfar le -hubiera bastado el ambiente histórico, de romancero popular, la noble -figura de Don Álvaro de Luna, ambicioso de guerrear contra los moros -por su rey y por su Castilla, y obligado á contiendas civiles, sin -provecho y sin gloria. ¡Qué hermoso y claro símbolo de España! - -¿Por qué prefirió el poeta interesarnos con amores y asesinatos -misteriosos? Yo, menos que nadie, le culpo; sé lo que influye en el -artista más seguro y consciente esa preocupación de que el teatro es -una cosa aparte. - -Créame el admirable poeta Eduardo Marquina: no se deje influir nunca -por los que dicen conocer al público. El público es como las mujeres, -sólo ama á quien le domina, aunque por el pronto parezca inclinarse á -quien le halaga. Pero un poeta como Marquina no debe contentarse con -ser el amante de una noche, sino el esposo de toda una vida. - - * * * * * - -Cuando empresas y autores y público padecemos á tantas señoritas de -mejor ó de peor familia, que sin figura, sin condición alguna, y hasta -sin vocación, se dedican al teatro, bien merece un aplauso excepcional -la que, sin necesitar del teatro para nada, le ofrece por verdadera -vocación todos los prestigios de su figura, de su talento y de su -nombre ilustre. El éxito de Anita Martos, en su presentación, es de los -que permiten toda sinceridad sin ampararse de la galantería. Tenemos -una excelente actriz, y cuantos se interesan por el Arte dramático -deben alentarla y sostenerla, no con el público y con la crítica, que -en esto, como César, llegó... la vieron y venció, sino con ella misma, -para que no desmaye en el camino emprendido, que no es todo de flores, -y quien tantas venturas puede lograr en la vida, no es difícil que á la -primera contrariedad renuncie á las del Arte. Hagamos votos por que los -suyos sean de verdadera profesión. El Arte es un divino señor que bien -merece todo sacrificio. - - * * * * * - -_¿Quién disparó?_--Novela de Joaquín Belda--bien pudiera ser el -_Quijote_ de las novelas policíacas, de las que Sherlock Holmes es algo -así como el Amadís de Gaula. - -Decir que en la novela de Belda hay risa para todo el año, es decir -muy poco; porque estamos á fines del de gracia de 1909. No conviene -tampoco tal avidez de placeres desordenados; según están el mundo y -la literatura, con unas horas de regocijo sano bien puede darse por -contento el más asiduo lector de libros modernos. Sobre la risa, -hallaréis por adehala, y, burla burlando, primores de estilo y hasta -un poco de verdor; con que nada echaréis de menos de lo que cualquier -novelista del día puede ofreceros por el mismo precio y sin la risa, -que vale más que todo; que no es lo mismo reírse de un libro que reírse -con un libro. - - [Ilustración] - - - - - XL - - -Á los que andábamos á gatas--primeros animalitos femeninos á los que -acude el hombre en su vida--cuando Juana Granier estrenaba el famoso -«Petit Duc» del Maestro Lecoq, no puede por menos de rejuvenecernos -el saber que la graciosa «divette» aún se halla en condiciones de dar -juego por esos mundos y de favorecer según unos, de perturbar según -otros, las relaciones diplomáticas entre Francia y Alemania. - -Las mujeres no pueden soportar los irreparables ultrajes del tiempo, -como dijo el trágico, y no tienen razón para lamentarse. La mejor edad -para las mujeres empieza á los cuarenta años. Recuérdese qué mujeres -son las reinas de la moda, del arte y la galantería en París. Sarah, -la inmortal Sarah, que á sus años, á sus años había de ser, representa -á la «Pucelle» de Orleans muy á satisfacción del público; Mme. Bartet, -la divina, que tampoco es de ayer por la tarde, y aún interpreta las -ingenuas de Musset y la Antígona de Sófocles; Cecilia Sorel, algo más -nuevecita, por comparación, por eso no representa damitas jóvenes, -pero también con lo suyo, muy bien llevado, eso sí; la Réjane, á -quien el divorcio ha rehecho una segunda juventud, y en otro orden de -ideas recordemos á Carolina Otero, á Émilienne d'Alençon, á Colette -Willy, ahora en dimes y diretes con su marido por un quítame allá esas -colaboraciones, que tanto les han producido en uno y en otro género. -La más elemental discreción impide citar ejemplos de casa. Pero aquí, -como en Francia, como en el mundo todo, á excepción de los países -salvajes, el «jamonismo» impera. Esto habla muy alto en favor de la -espiritualidad masculina, que aprecia en más lo cultivado por el saber -y la experiencia, que lo natural sin apresto. También puede significar -ilusión de creerse ellos más niños al aprender que con enseñar. La -mujer tiene más vocación docente que el hombre. Verdad es que no han -fatigado tanto su inteligencia durante el día. Además, en el camino del -amor, como por los caminos de la vida, es menos frecuente alcanzar al -que nos lleva delantera en la misma dirección, que encontrarse con el -que viene en dirección contraria. Y el que va con nosotros y adonde -nosotros, ¿qué noticias puede darnos? En cambio, el que regresa puede -darnos informes interesantes y provechosos. - - * * * * * - -Gómez Carrillo comenta, y me dedica sus comentarios, el nuevo «sport» -á que se han entregado los elegantes de París. Novedad de retorno, -como todas las novedades; porque en otros tiempos, cuando la fuerza -física era plebeya y la cultura del espíritu noble--tiempos hubo en que -fué todo lo contrario, y así va el mundo,--fueron muchos los grandes -señores y damas aficionados á representar comedias. Luis XIV dignábase -danzar en los intermedios de algunas farsas de Molière; María Antonieta -representó, en lo más florido de su corte, «El matrimonio de Fígaro», -con una inconsciencia propia de una cabecita que había de truncar la -guillotina; Catalina de Rusia tuvo un teatro en su palacio y dejó todo -un repertorio de obras, si no escrito, á lo menos inspirado por ella. -Claro es que entonces no hacían lucro los señores de sus gracias y de -sus aficiones; como tampoco lo hacían de los productos de sus fincas y -de sus tierras. Pero ahora, cuando escudos nobiliarios son el mejor -anuncio de un vino ó de unas conservas, ¿por qué no ha de sacarse -producto de todo? - -Dolencia del siglo es el «exhibicionismo». La prensa moderna, causa ó -efecto de este gran impudor público, con sus informaciones íntimas, -con sus fotograbados, con su persecución incesante de la actualidad -en todas las esferas sociales, nos ha quitado á todos la «miaja» de -vergüenza que nos hacía reservar ciertas gracias para el sagrado de -la intimidad. Ahora, cuando la gran señora y el noble caballero saben -que todo el mundo ha de saber si pintan, si esculpen, si representan -comedias, si voltean sobre un caballo ó si hacen cuadros plásticos en -familia, ¿por qué no solicitar directamente el aplauso y la admiración? -Y como el dinero es la medida y tasa de todo, ¿cómo no buscar en el -dinero la verdad de ese aplauso y de esa admiración? - -En los primeros momentos podrá perjudicar á los verdaderos artistas la -invasión de los nobles actores, pero pronto vendrá el desengaño. El -verdadero público no es adulador. Sabido es el caso de aquella dama de -continuo celebrada de hermosa entre las hermosas por cuantos formaban -su círculo, y como un día quiso probar el atractivo de su hermosura en -lugar donde se cotiza sin galanterías, padeció el más cruel desengaño. -Á todas las sacaban á bailar menos á ella. Al otro día despidió con -cajas destempladas á todos sus adoradores. El público se encargará de -desengañar á muchos de estos artistas, y si alguno triunfa con arte -verdadero, ¡bien venido sea! Y aun los que destrozan las comedias... -¡De todos modos habían de destrozarlas, con su charla y su crítica -insustancial, desde sus palcos ó desde sus butacas. En el escenario, -siquiera pueden aprender lo que cuesta divertir á un público. Algo -más que disponer una comida ó una «soirée». Todos debiéramos ser un -rato algo de todo. Una indulgencia y una tolerancia universal harían -entonces del mundo un Paraíso; algo aburrido, eso sí, como todos los -paraísos. - - [Ilustración] - - - - - XLI - - -Muy próxima la fecha en que ha de celebrarse en la República Argentina -el Centenario de su Independencia, no se advierte, en las esferas -oficiales ni en las particulares, señal alguna de preparativos -para la representación lucida de España en tan señalada fiesta. -Desdicha es que siempre cuidados propios nos impidan estar con toda -tranquilidad de espíritu y holgura de bolsillo necesarias para asistir -á fiestas ajenas; pero pocas veces, como en esta ocasión, era preciso -sobreponerse á todo y hacer lo que se debe; aunque se debiera lo que se -hiciese, como dijo el clásico. - -Cuando tan traída y tan llevada anda nuestra reputación por esos -mundos, era más urgente demostrar á todos que la vida política no es -toda la vida española. Nuestra industria y nuestro arte pueden hacer un -brillante papel en la Argentina; pero de nada servirá algún esfuerzo -y algún alarde aislados sin la iniciativa y la protección oficiales. -Queda poco tiempo; no hay que malgastarlo en nombrar comisiones. -Piensen todos que sobre la América española, toda Europa y América -del Norte tienen puestos sus ojos y sus manos, y entre todos tienden -á desespañolizarla. Hasta ahora tuvimos en los naturales la mejor -defensa. Pero ¿vamos á pedirles que sean más papistas que el Papa? Si -nosotros, que tenemos allí mucho en qué comerciar y mucho que explotar, -no nos acordamos de ellos, ¿van ellos á acordarse de nosotros, si para -nada nos necesitan? - -El que España figure dignamente, á costa de todos los sacrificios, en -el Centenario de la Independencia argentina, es de un interés del que -no se han dado cuenta nuestros gobiernos. Algo más importante que unas -elecciones. - - * * * * * - -Hoy empezará sus representaciones el «Teatro para los niños». Nada diré -de sus principios, por tener yo tanta parte en ellos. Otros autores -vendrán después que justifiquen el elogio. Por ahora, baste con alabar -la intención y agradecer á la compañía del teatro y á su director, -Fernando Porredón, el entusiasmo, la fe ciega, el desinterés absoluto, -puestos al servicio de la idea. En compañías de pretensiones y en -empresas de fuste no es tan fácil encontrar todo eso. - -No se aspira á la perfección, ni mucho menos; es un ensayo, un modesto -ensayo de un teatro en que los niños no oirán ni verán nada que pueda -empañar la limpidez de su corazón ni de su inteligencia. No saldrán de -allí con adquisiciones preciosas en su vocabulario, como «la vértiga», -«la órdiga» y otras expresiones. No se iniciarán en los encantos del -garrotín y del molinete. - -Si la idea fracasara y yo tuviera la conciencia de que no era por culpa -mía ni de cuantos han de ayudar y servir en la empresa, hago voto -solemne de escribir, en desagravio de mi error y agravio del ajeno, -«Una cachunda» de gran espectáculo, que dedicaré á cuantas y á cuantos -se lamentan de la inmoralidad en el teatro. - - * * * * * - -En Alemania, tan atenta á la reproducción y á la cría de la raza -humana, se proyecta una ley encaminada á su selección, impidiendo -contraigan matrimonio los individuos que padecen enfermedades -hereditarias ó incurables. - -En verdad, que cuando todo se cultiva, se selecciona y se mejora por el -cultivo ó el cruce, en las especies vegetales y animales sólo al hombre -se le permite la más inculta espontaneidad en su reproducción. - -El «fetiche» de la espiritualidad del amor--espiritualidad que es sólo -una coquetería más del celo--ha impedido hasta ahora la intervención de -la Ciencia en los matrimonios desiguales y disparatados. - -El remedio no será todo lo eficaz que la ley se propone, porque fuera -de la ley, justamente, queda siempre el más vasto campo al amor, y -¡cualquiera le pone puertas al campo! Pero algo podrá conseguirse ¿Otro -remedio más eficaz? No es este lugar para exponer algunas atrevidas -consideraciones sobre este asunto. Algún día las expondré con entera -libertad en un libro ó folleto, ó lo que salga, con espanto de muchos, -como todas las verdades. - - * * * * * - -Oído en el día de las últimas elecciones para concejales: - -Un cochero de punto ve pasar desde su pescante á un compañero, fuera de -servicio y algo apuntado de bebida. - ---¡Eh! ¿Estás de fiesta? ¿Adonde vas? - ---¡Á votar! - ---¡Á votar, tú! ¿Á quién? - ---¿Á quién ha de ser? Á los socialistas; á los hijos del trabajo... ¡Yo -soy también un hijo del trabajo! Sólo que yo estoy reñido con mi padre. - - [Ilustración] - - - - - XLII - - -Ya pareció Maese Reparos; y ¿cómo pudiera faltar? Con motivo de la -inauguración del Teatro para los niños, hay quien advierte que los -niños están mejor en el campo que en el teatro. ¿De veras? ¿Creen -ustedes que yo lo había puesto en duda por un momento? Sólo que... -¿Campo en Madrid y en invierno? Yo sólo creía que, dado el egoísmo de -ciertos padres, incapaces de privarse de un espectáculo impropio de -niños y capaces de llevarlos al teatro, lo mismo á un terrible drama -con su buen adulterio, que á una comedia de malas costumbres, que á una -chulería del género chico, donde nada bueno pueden oir los muchachos, -siempre sería preferible que existiera un teatro en que, aunque por -sistema no se moralice, nada se oiga al menos que pueda manchar, esta -es la palabra, el espíritu de los niños. - -No es que yo considere ese teatro como remedio de todos los males; -supongamos que es un mal menor: ya será algo. Pero, francamente, de eso -á que unos cuantos señores, á quienes nunca se les ocurrió protestar -por ver á los niños en otros teatros, nos vengan ahora con la monserga -del campo y del aire puro, á propósito del Teatro para los niños, hay -la distancia del criticarlo todo al hacer algo, aunque sea poco. Yo -no me considero un héroe ni un bienhechor de la humanidad por haber -patrocinado ese teatro, pero tampoco es para que se me considere como -un malhechor. Con menos trabajo y menos entusiasmo, un par de piezas -sicalípticas me dejarían más en limpio. ¡Bello país! ¡Cuántas veces -hubiera uno emigrado si no hubiera uno aprendido á despreciar desde muy -joven! - - * * * * * - -¡Vaya si está vidriosa nuestra moralidad! La gente se ha indignado -mucho con un torero que fué ídolo de una tarde--¡cómo le gustan á -Madrid los ídolos de un día!--por creerle culpable del suicidio de una -señorita mejicana. Nunca he creído en el poder de seducción de los -hombres, que, por lo regular, siempre predican á convencidas; pero en -este caso, y según referencias, mucho menos. La señorita había mostrado -grandes deseos de conocer al torero; la señorita aceptó una invitación -para asistir á una juerga, y la señorita... se llamó después á engaño. -¡Caramba con la señorita! - -Siempre es bueno recordar aquellos versos del maestro Tirso de Molina: - - «Yo aseguro, - si como echa á galeras la justicia - los forzados, echara las forzadas... - que hubiera menos, y esas más honradas.» - - * * * * * - -El que ha ido bien despachado en las oraciones fúnebres ha sido el rey -Leopoldo de Bélgica. Si por historia puede tenerse el juicio apasionado -de los contemporáneos, no ha sido tardío para él el fallo de la -historia. - -Y ¿por qué tanto rigor? Por enamorado. ¡Bah! Hubo muchos grandes -reyes que lo fueron mucho más y con mayor escándalo. ¿Por explotador -del Congo? ¡Ah! ¿Será Inglaterra la que pueda arrojarle la primera -piedra? ¿Por administrador prudente de su capital? Pues qué, ¿no hemos -censurado mil veces á los reyes pródigos y dilapidadores? ¿En qué -quedamos? El papel de rey se va poniendo muy difícil. Lo cierto es -que Bélgica ha prosperado bajo su reinado en industria, en comercio, -en arte, y que el buen Leopoldo no merecía tanta severidad de los -contemporáneos. Por fortuna, la historia tiene sus modas, y ya se sabe -que cada cinco años las grandes figuras pasan á ser insignificantes, -y viceversa. Hoy es moda presentar á Nerón como un monstruo, y mañana -como á un excelente hombre. Un día escribe Voltaire su «Pucelle -d'Orleans» con regocijo de todos, y á la vuelta de unos años se la -canoniza. Todos hemos conocido estas alternativas de la historia con -Don Pedro el Cruel, con Felipe II, con Isabel la Católica y otras -grandes figuras, tan pronto admirables como despreciadas. En algo -han de entretenerse los historiadores. Siempre hay nuevos documentos -para la historia. Es natural. Pregunten ustedes por cualquiera de sus -más íntimos amigos á su portero, á su criado, á otros amigos, á sus -acreedores, etc. ¡Verán ustedes qué distintas versiones de su vida y -costumbres! Somos una serie de imágenes falsas y ridículas, como las -múltiples fotografías de una vista cinematográfica. El pasar rápido por -una luz poderosa es lo que puede darnos unidad y verosimilitud. ¡El -cielo depare á los grandes hombres un buen manipulador! - - - FIN - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of De Sobremesa; crónicas, Segunda Parte -(de 5), by Jacinto Benavente - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK DE SOBREMESA; CRÓNICAS *** - -***** This file should be named 55038-8.txt or 55038-8.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/5/5/0/3/55038/ - -Produced by Nahum Maso i Carcases, Josep Cols Canals, -Carlos Colón and the Online Distributed Proofreading Team -at http://www.pgdp.net (This file was produced from images -generously made available by The Internet Archive/Canadian -Libraries) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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Email contact links and up to -date contact information can be found at the Foundation's web site and -official page at www.gutenberg.org/contact - -For additional contact information: - - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. 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You may copy it, give it away or re-use it under the terms of -the Project Gutenberg License included with this eBook or online at -www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have -to check the laws of the country where you are located before using this ebook. - - - -Title: De Sobremesa; crónicas, Segunda Parte (de 5) - -Author: Jacinto Benavente - -Release Date: July 3, 2017 [EBook #55038] - -Language: Spanish - -Character set encoding: ISO-8859-1 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK DE SOBREMESA; CRÓNICAS *** - - - - -Produced by Nahum Maso i Carcases, Josep Cols Canals, -Carlos Colón and the Online Distributed Proofreading Team -at http://www.pgdp.net (This file was produced from images -generously made available by The Internet Archive/Canadian -Libraries) - - - - - - -</pre> - - -<hr class="chap" /> -<div class="transnote"> -<p class="no-indent center bold">Notas del Transcriptor</p> -<p>Se han respetado la ortografía y la acentuación del original.</p> -<p>Los errores obvios de puntuación y de imprenta se han corregido.</p> -<p>Las páginas en blanco presentes en el original se han eliminado en la versión electrónica.</p> -</div> -<hr class="chap" /> - - - - -<div class="chapter"> - -<p class="no-indent center xlarge p2">De sobremesa</p> - -<p class="no-indent center p1">CRÓNICAS</p> - -<p class="no-indent center p1"><i>Segunda serie</i></p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p class="no-indent center xlarge bold p2">Jacinto Benavente</p> - -<h1>De sobremesa</h1> - -<p class="no-indent center large bold p2">CRÓNICAS</p> - -<p class="no-indent center large bold p2"><i>SEGUNDA SERIE</i></p> - -<p class="no-indent center p2">MADRID</p> - -<p class="no-indent center small">LIBRERÍA DE FERNANDO FÉ -<br /> -Puerta del Sol, 15</p> - -<p class="no-indent center">1910</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p class="no-indent center small p2">ES PROPIEDAD.—DERECHOS RESERVADOS</p> - -<p class="no-indent center small p2">MADRID.—Imprenta Española, calle del Olivar, 8</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_1" id="Page_1">[1]</a></span></p> - -<div class="figcenter" style="width: 400px;"> -<img src="images/illus01.jpg" width="400" height="80" alt="" /> -</div> - - - - -<p class="no-indent center xxlarge bold p2">De sobremesa.</p> - -</div> - - -<div class="chapter"> - -<h2>I</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="75" height="113" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">El</span> señor ministro de la Gobernación ha -propuesto el mejor remedio para evitar -conflictos en la Plaza de Toros; que el -público se abstenga de asistir á las -corridas si tanto le disgustan. El remedio es -excelente, pero ya dijo el sabio que: Á trueque -de quejarse, habían las desdichas de buscarse. -Y el gustazo de protestar nunca se paga bastante -caro. Tiene además, ese remedio, el peligro -de caer el público en su eficacia y en ese -caso, bien pudiera dar en aplicarlo á otros muchos -espectáculos caros y malos, que él sostiene -con su buen dinero. Pero ha de comprenderse -que lo de ver al público echarse al redondel, -no puede ser del gusto de ningún gobierno.<span class="pagenum"><a name="Page_2" id="Page_2">[2]</a></span> -Aunque bien pudieran pensar los espectadores -que siendo ellos los toreados, ningún sitio mejor -que el redondel les corresponde.</p> - -<p>Y á propósito de plazas de toros; los sombreros -de señora van alcanzando sus dimensiones. -En Londres acaba de presentarse una actriz -con uno que mide un metro ochenta de diámetro, -y sobre él se levantan todavía culminantes -dos magníficas plumas de avestruz, de sesenta -centímetros. Semejante edificio, por más señas -es de color malva y de las plumas, una azul y -la otra «assortié» al sombrero. No hay que -decir si habrá causado sensación. Supongo que -la obra en que se ha presentado, llevará esta -acotación: La escena representa un sombrero. -La moda es graciosa y en una mujer alta y de -esbelto talle, esos sombreros circundan como -una gran flor la linda cabecita que parece nimbada. -Pero las mujeres bajas y rechonchillas -deben evitarnos el espectáculo de una monstruosa -seta que anda. Por fortuna, nuestras -señoras, han sido las más dóciles en atender el -ruego, más que la orden de presentarse en los -teatros sin sombrero. En otros países, donde -las mujeres se la dan más de «superhembras», -ni ruegos, ni censuras, ni órdenes, han podido<span class="pagenum"><a name="Page_3" id="Page_3">[3]</a></span> -apear los sombreros de su cabeza... Siempre se -dijo que cuando á una mujer se le pone una -cosa en la cabeza, es difícil quitársela. En este -caso particular, las nuestras merecen los mayores -elogios. Nuestras mujeres son muy gobernables; -no suelen ser de oposición más que cuando -sus maridos están en el gobierno: dígalo la -ley de asociaciones.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Menos mal; en la manifestación conmemorativa -de la revolución de Septiembre hubo algunas -levitas de buen corte y algunos pantalones -de airosa caída y bastante camisa limpia... Menos -mal, que de otro modo ya hubiera salido á -relucir lo de ¡Cuatro desarrapados! ¡Populacherías! -No, justamente la blusa—tan apreciada -cuando vota con los gobiernos, tan despreciada -cuando se manifiesta en contra,—es la prenda -más retraída de manifestaciones liberales. ¡Pobre -gente! Ha oído la voz del taimado cocodrilo -¡Bebe quieto! Dejaos de libertades y de derechos -políticos; al pobre lo que le conviene es -tener trabajo, dinero, lo material, lo positivo... -ustedes á lo suyo... Y el pobre, bastante desagradecido<span class="pagenum"><a name="Page_4" id="Page_4">[4]</a></span> -con los que trajeron las libertades, -gracias á las que ha podido y podrá conquistar -poco á poco algo de lo suyo, se cree hoy más -listo y más avisado, porque, como él dice: Á -mí ya no me la da nadie. No, ¡pobrecito!, te la -dan los otros; que te hacen instrumento suyo -cuando les conviene... ¡Ah, pueblo, pueblo! Has -vendido tu primogenitura por un plato de lentejas.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Contra los pronósticos metereológicos teatrales, -«La Nube» pasó sin la menor protesta de -los aludidos. Lo suponía; es gente que sabe -con quién ha de gastarse los cuartos y de la -que dice: «Dame pan y llámame... lo que quieras». -Que la obra á más de haber sido aplaudida, -es muy plausible, por la valentía que supone -en un autor empresario, ponerse enfrente -del público más decorativo y más saneado metálicamente, -no hay para qué decirlo. En cuanto -á su eficacia, ya es más discutible. En esta -ocasión, como en otras, por ser más aparente -van dirigidos los ataques á lo que parece causa -y no es sino efecto. Las nubes, de cualquier -género que sean, solo se forman en determinadas<span class="pagenum"><a name="Page_5" id="Page_5">[5]</a></span> -condiciones atmosféricas. La patología social -debe distinguir las enfermedades sintomaticas -de las esenciales y la nube, esa nube negra -que entenebrece el aire de España y parece -causa de muchos males, es solo efecto de ellos. -No es ella la que tiene culpa de nuestro atraso, -es nuestro atraso el culpable de que la nube -exista. Poco se consigue con atacar al parásito -si no se robustece la naturaleza que hace posible -su vida. Esos espíritus, dominados por la -nube, lo serían del mismo modo por la «cocotte» -ó por la echadora de cartas ó por cualquier inventor -de la fabricación de diamantes. Nadie -abrió jamás tienda de género que nadie solicita. -¿Qué culpa tiene el fabricante de naipes de que -se juegue? Excelente es la obra de Ceferino Palencia, -pero, créame el distinguido autor, tantas -veces aplaudido, la nube es algo, pero no es -todo. ¡Á los cascos, á los cascos! ¡Dejad las arboladuras!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>En cuanto deja uno Madrid por algún tiempo -y vuelve á pasear por sus calles, cada día -encuentra un teatro y una iglesia ó capilla de -nueva planta. Así dice un señor: «Yo no sé<span class="pagenum"><a name="Page_6" id="Page_6">[6]</a></span> -cómo en Madrid pueden sostenerse tantos espectáculos». -Pero hay público para todo. Como -antes al estanco, ya cada vecino puede permitirse -la comodidad de ir al teatro de la esquina. -De este modo se establece cierta cordialidad de -relaciones entre los actores y su público. Ya -que Madrid no llenaba los teatros, los teatros -han decidido llenar á Madrid. Y no hay duda -que en este caso, como con el anuncio prodigado, -la sugestión triunfa... No entrará usted en -el primer teatro que se encuentra, pero al noveno -ó décimo, cae usted. Y una vez que se entró -usted en uno, ya cae usted en la manía coleccionista -y acaba usted por recorrerlos todos.</p> - -<p>Es un error de los empresarios creer que tan -formidable competencia les perjudica. Cuanto -mayor sea el número de teatros, más irán todos -ganando, aunque no sea más que en la comparación. -Por malos que parezcan algunos siempre -hay otros peores.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Las reformas en la indumentaria de nuestro -ejército, ha dado algo que decir y más que -murmurar. Hasta verlas realizadas no sabremos -si en ellas se ha atendido más á lo práctico que<span class="pagenum"><a name="Page_7" id="Page_7">[7]</a></span> -á lo estético ó viceversa. Si fué á lo práctico, -bien estará, si lo estético no padece. Si fué á -lo estético, quiera Marte y no pese á su amante -Venus, diosa de la belleza; que lo estético no -sea tan alemán ó tan inglés ó tan japonés, que -al físico nacional le caiga malamente.</p> - -<p>Un uniforme puede ser elegante en un arrogante -mocetón de una guardia imperial, y sentarle -desgarbado al airoso soldado español. La -gorra de plato, por ejemplo, necesita elevada -estatura, que no es lo general en nuestra raza. -El soldado español es el más naturalmente -elegante del mundo, sin afectación, sin empaque; -sería lastimoso que en estas reformas no -se hubiera tenido en cuenta lo que mas importa, -el elemento natural, la figura. Un ejército -para ser verdaderamente nacional, debe vestir -«nacionalmente». ¿Hubiera estorbado algún artista, -algún pintor ilustre, en la comisión reformadora? -Napoleón fué un genio militar, pero -también fué un gran maestro en estética. ¿Se -figuran ustedes á Napoleón con un gran casco -ó con un gran morrión sobre su cabeza? ¿No -basta su inmortal sombrero para evocar toda -su figura y todo su genio?</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_8" id="Page_8">[8]</a></span></p> - -<p>Á lo mejor recibo cartas de personas desconocidas -para mí, cartas que yo agradezco, porque -suponen más atención de la que ello merece, -á estos ligeros apuntes semanales. Lo mismo -á los que me celebran, porque dije lo que -ellos pensaban—¡qué fácil es agradar á los lectores -cuando se piensa lo mismo que ellos!—como -á los que se indignan tal vez por alguna de -mis apreciaciones, les diré que, yo no pretendo -sustentar aquí doctrina de ninguna clase; que -todo cuanto aquí digo es... semanal, y muy bien -pudiera decir lo contrario á la semana siguiente; -aunque no soy hombre de grandes contradicciones, -acaso por no serlo tampoco de grandes -afirmaciones ni negaciones.</p> - -<p>Tengan unos y otros en cuenta, que todo esto -no es más que charla de sobremesa; que alguna -vez estoy entre personas de confianza y puedo -decir lo que pienso, pero otras, me atengo á la -opinión de los comensales. Y ¿no eres tú siempre, -lector amigo, el verdadero convidado de -piedra, con cubierto puesto siempre á la mesa -de todo escritor? ¡Pues si tú no te aparecieras -de cuando en cuando, aun habrías de leer cosas -que te agradaran ó te indignaran mucho más, según -los casos! Como Polonio aseguraba á Hamlet,<span class="pagenum"><a name="Page_9" id="Page_9">[9]</a></span> -de los cómicos, al temer si no se atreverían -á representar cierta comedia, también yo pudiera -decirte: Señor, como vos no os avergoncéis -de oirla, ellos tampoco se avergonzarán de -representarla.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Este último viaje de nuestros reyes á Barcelona, -tal vez haya sido el más provechoso. La -bella, la noble princesa inglesa, hoy reina de -España, sólo habrá podido juzgar desde aquí, -que tal vez Cataluña era una despoblada y lamentable -Irlanda... ¡Tales eran sus quejas y clamores! -Al contemplar la riqueza y prosperidad -de Barcelona, su aspecto de gran ciudad europea, -lo ameno de sus alrededores, que no habla -de tristezas ni abandonos, no podrá por menos -de pensar, que de Cataluña á Irlanda hay mucha -distancia, y que, absolutista ó parlamentario, -monárquico ó republicano, no habrá padecido -grandes tiranías, ni grandes vejaciones, -bajo ningún régimen de gobierno nacional, región -que entre todas las de España sobresale -por adelantada y por próspera.</p> - -<p>Mucho, no obstante, se han suavizado asperezas<span class="pagenum"><a name="Page_10" id="Page_10">[10]</a></span> -de allá, en estos últimos tiempos. Bien -está así, que de nada nos asustamos como que -puestos á pedir todos estamos en el mismo caso, -sin salirnos de las aspiraciones legítimas. En -cuanto á la ley de jurisdicciones, la más pronunciada -arruga en el ceño catalanista... ¡Es tan fácil -derogarla! El legislador espartano no consignó -en sus leyes pena alguna contra el parricida; -juzgó que en Esparta no había nadie capaz de -cometer ese delito. Cierto que los delitos que -dieron razón á esta ley—que no debió existir -nunca en España, por el mismo motivo que -aquella otra en Esparta,—por su falta de grandeza -y lo mezquino de sus manifestaciones, tal -vez no merecía mayor sanción que la de un agravio -á la buena educación y al buen gusto; que -no otra cosa eran aquellas caricaturas y aquellos -dicharachos ofensivos para la patria y para -el ejército, su más alta y noble representación.</p> - -<p>Justamente, nuestro ejército tuvo siempre el -más amplio espíritu de tolerancia para admitir -discusión sobre su organización, sobre sus condiciones; -no digamos sobre el pacifista antimilitarismo -de sociólogos y socialistas. Si dictadores -hubo en España fueron civiles ó clericales; -al ejército se debe cuanta libertad gozamos, él<span class="pagenum"><a name="Page_11" id="Page_11">[11]</a></span> -fué siempre freno de la reacción y acicate del -progreso. Nada más injusto que considerarle instrumento -de tiranía. Y conste que no soy nada -militarista, que no soy de los que creen la guerra -un mal necesario, sino muy innecesario; de -los que esperan y confían en que los ejércitos -serán en lo porvenir una decorativa policía internacional; -pero esto solo ha de conseguirse -por el mismo ejército; por eso, en su bandera, -que aprendí á saludar desde niño, cuando aun -no se acostumbraba en España, no saludo sólo -la bandera de la patria, sino la bandera futura de -ese ideal estado de paz, que sólo el ejército puede -asegurarnos.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>La distinguida escritora que firma con el risueño -nombre de «Colombine», propone en un -artículo, publicado en «España Artística», la -fundación de un teatro para los niños.</p> - -<p>En España, ¡triste es decirlo!, no se sabe -amar á los niños. Si no hubiera otras pruebas, -bastaría esta falta de una literatura y de un arte -dedicada á ellos. ¿Qué libros españoles pueden -leer nuestros niños? De la literatura clásica, ninguno.<span class="pagenum"><a name="Page_12" id="Page_12">[12]</a></span> -El «Quijote» es una obra de desencanto, -de desilusión, propia para la edad razonadora. Sería -cruel que los niños rieran con «Don Quijote», -y más cruel que pensaran. De los escritores modernos, -tal vez Galdós, en la primera parte de -sus Episodios Nacionales, fué el único que escribió -para los niños, sin proponérselo; quizás, -por lo mismo, con mayor acierto.</p> - -<p>Digo por lo mismo, porque los escritores que -deliberadamente intentan escribir para niños, -suelen padecer el error de considerarlos demasiado -pueriles y se creen en el caso de puerilizar -su espíritu. Por esto las mejores obras para -la infancia, son las que no fueron escritas con -intención de conquistarla. «Robinsón Crusoé», -algunas novelas de Dickens... En cambio, ¡cuánta -ñoñería, cuánta bobada en muchos cuentos -y narraciones pensados y escritos especialmente -para los niños, que no pueden por menos de -aburrirles!</p> - -<p>¡Un teatro para los niños! Sí, es preciso, tan -preciso como un teatro para el pueblo. ¡Ese otro -niño grande, tan poco amado también y tan mal -entendido!</p> - -<p>Y en ese teatro, nada de ironías; la ironía, -tan á propósito para endulzar verdades agrias ó<span class="pagenum"><a name="Page_13" id="Page_13">[13]</a></span> -amargas á los poderosos de la tierra, que de -otro modo no consentirían en escucharlas, es -criminal con los niños y con el pueblo. Para -ello, entusiasmo y fe y cantos de esperanza llenos -de poesía...</p> - -<p>Y nada de esa moral practicona, que á cada -virtud ofrece su recompensa y cada pecadillo su -castigo; esa moral que convierte el mundo en -una distribución de premios y pudiera resumirse -en un dístico por el estilo:</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza"> -<div class="verse i2">No comáis melocotones</div> -<div class="verse i0">porque dan indigestiones.</div> -</div></div></div> - -<p>La verdadera moral del teatro consiste, en -que, aun suponiendo que Yago consumara su -obra de perfidia, coronándose Dux de Venecia, -sobre los cadáveres de Otelo y Desdémona, no -haya espectador que entre la suerte de uno y -otros no prefiera la de las víctimas sacrificadas -á la del triunfador glorioso.</p> - -<p>La verdadera moral esta sobre los premios y -sobre los castigos, está en lo mas hondo, en lo -más íntimo de nosotros mismos, allí, donde está -Dios, siempre que queremos verle y oirle... Consiste -en una limpieza espiritual de la que solo -nosotros gozamos. Nadie piensa al lavarse todo<span class="pagenum"><a name="Page_14" id="Page_14">[14]</a></span> -su cuerpo en que ha de ir desnudo por la calle, -se lava uno por propia satisfacción y limpieza... -Y aunque la ropa sea mala, va más tranquilo el -que así se ha lavado, que los que, muy bien vestidos, -solo se lavaron la cara y las manos.</p> - -<p>Esta moral es la que conviene al teatro y al -arte dedicado á los niños y al pueblo.</p> - -<p>La amable escritora cita mi nombre entre los -de otros escritores que, seguramente, no dejarán -de escribir obras para ese teatro. Por mi -parte, ¡nunca con mayor ilusión, nunca también -con mayor respeto á mi público!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img01.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_15" id="Page_15">[15]</a></span></p> - -<h2>II</h2> - - -<p>Un periódico de la cascara dulce, ya sabemos -cuáles son los de la amarga, celebra -determinadas obras de determinados escritores, -por juzgarlas aproximación á sus ideales. Tiene -el buen sentido de no cantar victoria definitiva. -Con no tan buen sentido y en un artículo, por -lo menos indiscreto, otro periódico liberal muy -significado, se desata en denuestos contra los -aludidos escritores y contra gran parte de la -juventud literaria, pluralizando de un modo -lastimoso, pues bien sabe el que escribió ese artículo, -que eso de las casas de huéspedes y sus -cocidos indigestos—aparte de no ser delito imputable -y menos por un buen demócrata,—eso -de los busca-dotes y del «Se alquila» levantado -no reza con la mayoría de los literatos de la -actual hornada. Eso de suponer á dos escritores -poco menos que á punto de levantar partida -porque uno eligió por asunto de una novela -episodios de las guerras carlistas, y el otro presentó<span class="pagenum"><a name="Page_16" id="Page_16">[16]</a></span> -en el teatro á una hermana de la Caridad, -que no baila la machicha, es mostrar una intransigencia -indigna de espíritus que se juzgan -por liberales. Yo no sé que mi obra—«La fuerza -bruta»,—sea distinta de otras muchas mías, -como «Alma triunfante», «Más fuerte que el -amor», etc. Sé, en cambio, que en otras muchas -obras, en todas, no se me ha quedado por -decir nada que deje lugar á dudas sobre mi espíritu -reaccionario. No así muchos autores -cucos, de los que sería difícil saber por sus -obras lo que piensan de lo divino y aun de lo -humano. Si algún remordimiento escarabajea -mi conciencia artística, es haber sacrificado -muchas veces el arte á la predicación; pero en -España... ¡hay que predicar tanto, y el teatro -es tan buen púlpito!</p> - -<p>Bien puedo exigir algo más de reflexión al -que lanza excomuniones tan de ligero. Ya sé -que estas palabras escritas no lograrán convencerle, -á él que solo en la oratoria cree como -fuerza persuasiva y abomina de los que leemos -cuartillas en vez de pronunciar discursos. Por -eso, todo lo fío de su elocuencia, ella sabrá -persuadirle mejor que cuanto yo escriba, de -que fué injusto y de que fué ligero y que en<span class="pagenum"><a name="Page_17" id="Page_17">[17]</a></span> -momento de alistar fuerzas, no es la mejor ocasión -para restarlas, porque, francamente, ¡hablar -de libertad y negar libertad al arte, no es para -convencer ni á los convencidos, cuanto más á -los desconfiados!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Y ahora... El juglar caminaba por la vida y -vió pasar á los soldados; marchaban á la guerra -temerosos los bisoños; jóvenes, casi niños, -arrancados á todos sus amores; trazando ardides -para medrar sin peligro, los veteranos; todos -ellos sin ardor y sin fe. El juglar, al verlos, -entonó una canción á la patria, á la guerra, y -sobre los soldados pasó con ala de fuego la visión -de la gloria y sus corazones despreciaron -la muerte...</p> - -<p>—Ven con nosotros—dijeron al juglar...—Quien -canta así la guerra será buen soldado...</p> - -<p>—No—dijo el poeta.—En la batalla quizás -sería el más cobarde. Supe infundiros valor... -No pidáis otra cosa...—Y el juglar quedó solo -y los soldados marcharon repitiendo las estrofas -vibrantes de la canción guerrera.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_18" id="Page_18">[18]</a></span></p> - -<p>Por el camino pasaron unos monjes; unos -con otros murmuraban de asuntos mundanos.</p> - -<p>El juglar entonó una canción religiosa, -toda caridad, toda amor divino, toda fe y esperanza.</p> - -<p>Los monjes miraban al cielo.</p> - -<p>—Ven con nosotros—dijeron al juglar,—serás -gloria de nuestra orden y de nuestra casa.</p> - -<p>—No—dijo el juglar,—hoy no; mañana volvería -á dudar. En vez de ejemplo tal vez fuera -escándalo...</p> - -<p>Los monjes siguieron rezando y el juglar -quedó solo.</p> - -<p>Y así pasaron trabajadores y jóvenes enamorados -y cortejos de boda y cortejos de duelo, y -para todos tuvo el juglar canción adecuada y -en todo dejó la música de sus canciones y todos -le dijeron:</p> - -<p>—Ven con nosotros, trabaja, ama, ríe, llora.</p> - -<p>Y él á todos dejó proseguir su camino y él -siempre siguió solo...</p> - -<p>—No me pidáis que vaya con vosotros. Despreciadme -ó amadme, pero respetad mi libre -canción, que solo sabe sentir y comprender -vuestros afanes, vuestros amores, vuestras alegrías -y vuestras tristezas...</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_19" id="Page_19">[19]</a></span></p> - -<p>¿No es la Venus de Milo la expresión más -sublime del Arte, no tanto por ser bella y por -ser diosa, como por no tener brazos?</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Los obreros inauguran su palacio, señal de -poderío y de riquezas. Ahora que el elogio pudiera -parecer adulación, lo mejor que podemos -desear es que en ese palacio no entre nunca la -lisonja cortesana, como en los palacios de los -reyes y los grandes señores; que por todas sus -puertas y ventanas llegue á todas horas la verdad, -que esclarece el pasado y muestra el porvenir -como un camino seguro. ¡Y el porvenir!... -Las sombras son muchas. Acaso será como -asegura Anatole France, en su «Isla de los pingüinos», -el anarquismo; acaso, después—como -tras la revolución francesa la reacción del Imperio,—será -un socialismo despótico, una absorción -del individuo por el Estado, absoluta y -tiránica, pero después... será el verdadero socialismo, -el socialismo individualista, en el que -nadie hablará de derechos, porque todos comprenderán -sus deberes; porque el bienestar de -cada uno dependerá del bienestar de todos y<span class="pagenum"><a name="Page_20" id="Page_20">[20]</a></span> -será el reino de Dios sobre la tierra; Dios, hijo -del hombre, el hombre mismo divinizado... -¿Cuando? No mañana, ni al otro siglo, ni al -otro... Muchos, muchos siglos, muchas vidas... -¿qué importa? Será, y... ¿si no fuera? Basta -creerlo. ¿No es la mejor verdad la más bella -mentira?</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Todo está compensado en el mundo: Carreras -vuelve al teatro de Apolo y el señor obispo -de Jaca se ausenta del Senado. No se juzgue la -comparación irreverente. Amenizar la vida es, -según va el mundo de triste, obra meritoria, ya -sea en el teatro, ya en sesiones de Cortes. ¿No -fué siempre la risa el mejor vehículo de las verdades? -La risa es la gran demoledora. Cuando -se ríe de un asunto... asunto terminado. Por -algo todos preferimos dar que llorar á dar que -reir. Que se nos tome en serio ante todo. Perdonaremos -la injuria, la calumnia, por monstruosas -que sean. Ya es suponernos grandeza -si nos juzgan capaces de grandes crímenes. Pero -no perdonaremos nunca el ridículo. Llegaremos -á reconciliarnos con el que nos llamó ladrones<span class="pagenum"><a name="Page_21" id="Page_21">[21]</a></span> -ó asesinos, nunca sinceramente con el que se -permitió observar que nuestras corbatas eran -de mal gusto.</p> - -<p>Los oradores que cultivan la nota jocosa son -siempre temibles para las huestes políticas. La -risa es rebelde á toda disciplina. Puede resistirse -impávido las más tremendas imprecaciones, -pero la hilaridad general...</p> - -<p>Lamentemos la decisión del señor obispo de -Jaca. ¿Cuándo volverá á reir el Senado? Y es -que ya sólo las palabras sinceras tienen la virtud -de hacernos reir; por lo raras y por lo inútiles.—Es -verdad, es verdad; decimos todos... -Y como es verdad, nos reímos mucho.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>¿Si estaremos desengañados de todo los españoles -que, lo que nunca ha sucedido, á estas -fechas todavía quedan billetes de Navidad en -las loterías? Es la bancarrota de la ilusión, mas -triste que la bancarrota de la ciencia, de que -nos habló Brunetière.</p> - -<p>Poco á poco nos vamos haciendo trabajadores -y formalitos. Verdad es que los grandes -capitalistas tienen otras loterías en que emplear<span class="pagenum"><a name="Page_22" id="Page_22">[22]</a></span> -su dinero. Todos los billetes premiados. Caseros, -arquitectos, maestros de obras, con la Gran -Vía; autores dramáticos y actores, con la fundación -del Teatro Nacional. ¡Esto es Jauja! -¿Quién quiere morirse? Sólo algún adorador sin -esperanzas de alguna tiple. La verdad es que, -cuando todo está tan caro, el amor inclusive, no -debía permitirse la exhibición de carne pecadora -en esas especies de tablajerías que han llegado -á ser algunos escenarios. Es una crueldad -ofrecer de continuo aperitivos á los que no han -de saciar después su apetito. No se puede jugar -con ninguna clase de hambre. Los escaparates -de todo género son grandes desmoralizadores. -Á mí me da tanta pena ver á un golfo hambriento -extasiado ante el escaparate de Lhardy, -como á una obrerilla ante el de una joyería, -como á un estudiante ó humilde empleado en -su delantera de anfiteatro, congestionado por -un garrotín ó unas coplillas bien salpimentadas...</p> - -<p>Estoy seguro de que la última visión de casi -todos los suicidas es la de algún escaparate deslumbrador, -con sus luces eléctricas, brillantes -en la sombra devoradora de la eternidad, como -la esperanza de un Paraíso entreabierto.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_23" id="Page_23">[23]</a></span></p> - -<p>De la Argentina, y escrita por un argentino, -llega una historia de la vieja España, triste y -consoladora al mismo tiempo. Lo segundo, por -que su autor, Enrique Larreta, muestra en su -obra—«La gloria de Don Ramiro»—un profundo -y cuidadoso estudio de nuestra historia, y -sabido es que comprender es amar. Lo primero -porque las páginas de esa nuestra historia no -son todo luz y alegría, aunque sean grandeza. -«Una vida en tiempos de Felipe II», subtitula -su autor á esta novela interesantísima para -nosotros, como lo es siempre el concepto que -merecemos á los extraños, y si el extraño es -persona de quien nos importa mucho la simpatía, -con mayor causa.</p> - -<p>Evita el autor, con excelente criterio artístico, -los juicios personales. La historia, mas ó -menos novelesca, habla por sí sola, y habla de -pasiones violentas, de austeridad, de misticismos -y de fanatismos, de torpezas políticas y de -heroísmos guerreros... Tal vez no fué todo así, -ni tan heroico, ni tan torpe, ni tan cruel, ni tan -místico... La distancia, en el tiempo y en el espacio, -acusa con mayor relieve los contrastes -de luz y de sombra, que de cerca parecen mas -fundidos, apenas perceptibles, en ese claro obscuro<span class="pagenum"><a name="Page_24" id="Page_24">[24]</a></span> -de los hechos cercanos, que, por serlo, nos -parecen siempre menos heroicos, menos poéticos, -más insignificantes... Pero ¿somos otra cosa -que lo que parecemos? Si la verdad de nuestra -historia ha de perderse entre leyendas, ¿no es -preferible que sea entre leyendas de poesía que -entre falsedades del vulgo?</p> - -<p>Enrique Larreta es un historiador poeta; es -además un excelente escritor, de un estilo cuya -severidad no excluye lo pintoresco, y sobre -todo hay en su obra palpitaciones de admiración -y de amor á nuestra España... á pesar de -todo. Y esa es nuestra gloria, como fué la gloria -de Don Ramiro la flor que una mujer enamorada -dejó caer sobre su cuerpo muerto, en -que un alma española alentó en vida, con todo -lo que fué vida de España en aquel tiempo.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Yo no sé si la intención del autor puso el -simbolismo. Propiedad de toda obra fuerte es -tener vida propia y decirnos más de lo que su -autor quiso decir en ella.</p> - -<p>En el Pedro Minio, de la admirable comedia -de Galdós, yo veo un símbolo de nuestra España. -Como Pedro Minio, el viejo paisano de Don<span class="pagenum"><a name="Page_25" id="Page_25">[25]</a></span> -Quijote—¡oh, la Mancha, tierra de ensueños!—el -eterno enamorador, el eterno idealista, mal -comerciante y peor trabajador; así España, envejecida, -derrotada, aun quiere vivir alegre en -la ilusión de su juventud, aun se embriaga de -optimismo, y ante cualquier ofrecimiento, piensa, -proyecta como Pedro Minio, edificaciones, -pabellones, mejoras... El ideal apto de la indulgencia -ofrece á los viejos la ilusión de la vida -integral y en ella prolongan dichosos su ruinoso -existir. Pero llegan los severos reformadores, -los graves moralistas y á la ilusión y al alegre -ensueño quieren sustituirlos con la disciplina -monástica, con la austeridad penitenciaria; la -alegría les parece indecorosa; nada de esparcimientos, -nada de deshonestas promiscuidades de -hombres y mujeres; acabó el reir y el bromear:—Sólo -hablará usted con los frailes y de los -temas que ellos propongan, dice la señora improvisada—símbolo -de nuestra plutocracia—al -viejo soñador, Pedro Minio. ¿No es esto lo que -nos dicen á todas horas los que pretenden ser -nuestros directores? Pedro Minio, como buen -español, prefiere continuar en el ideal y alegre -asilo de la Indulgencia, donde la ruinosa vejez -goza las ilusiones de la juventud.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_26" id="Page_26">[26]</a></span></p> - -<p>¡Oh, excelentes reformadores y moralistas! -Pedro Minio es España. Si no sabéis hacer cosa -mejor, dejadle en el asilo de sus ilusiones. Mejor -una vejez alegre que una juventud triste. Preferible -siempre el asilo de la Indulgencia al de la -Paciencia... que es preciso para soportaros.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Pérez Galdós, en mi opinión, nuestro primer -autor dramático, no acaba de serlo en opinión -de todos, acaso por ser nuestro primer novelista -y haberse declarado en nuestro país incompatible -el ejercicio de dos soberanías.</p> - -<p>Este es el país del encasillado y de las especialidades.</p> - -<p>Se estima en más al que entiende poco de -una sola cosa, que al que entiende mucho de -todas. La insistencia en un mismo asunto, basta -á darnos autoridad en la materia. Fulano pasó -su vida hablándonos de antigüedades fenicias ó -asirias ó caldeas. ¿Quién duda que sabe de ellas? -Mengano pintó siempre los mismos borregos: -para borregos, Mengano. Á nadie que quiera -tener unos borregos bien pintados se le ocurrirá -encargárselos más que á Mengano. El día en<span class="pagenum"><a name="Page_27" id="Page_27">[27]</a></span> -que se le ocurra pintar una vaca, así este mugiendo -de propia, todo el mundo dirá: Esto no -es lo suyo, que vuelva á pintar borregos... ¡En -borregos, el único!</p> - -<p>Somos poco amigos de trastornar nuestras -ideas á cada paso; preferimos creer por fe á meternos -en averiguaciones. Sabiendo que cada -cual no hace más que una cosa, y siempre lo -mismo, nos ahorramos el trabajo de examinar -lo que hace.</p> - -<p>¡Y no se diga de nuestro agradecimiento á -los que no hacen nada! Esos sí que nos ahorran -quebraderos de cabeza. Por supuesto, ellos sí -que se quitan de muchos. Para los ociosos y los -vagos, la envidia es siempre admiración, nunca -censura. ¡Bienaventurados los que jamás trabajaron, -porque de ellos será el reino de España!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img02.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_29" id="Page_29">[29]</a></span></p> - -<h2>III</h2> - - -<p>El año que, con tan buen éxito, hemos tenido -el gusto de representar, no ha querido despedirse -sin dejar una memorable fecha en la -historia de las grandes catástrofes.</p> - -<p>Estos cataclismos, superiores á todas las previsiones -humanas, son los únicos que tienen -virtud para hacernos pensar en la muerte, como -en algo ineludible. Todos sabemos que hemos -de morir; pero con dichoso optimismo, todos -nos creemos capaces de aplazar ilimitadamente -el pago de ese vencimiento. Todos nos creemos -lo bastante listos y somos lo suficiente desagradecidos, -para estimar que son nuestra prudencia -y nuestro orden de vida lo que prolonga -nuestra estancia sobre la tierra, cuando en verdad, -debiéramos agradecer como un indulto, -cada hora de nuestra vida.</p> - -<p>Nótese, que en el fondo, sentimos cierto desprecio -por los que tienen la imprudencia de recordarnos -con su muerte, que también nosotros<span class="pagenum"><a name="Page_30" id="Page_30">[30]</a></span> -somos mortales. El que de puro viejo está ya -con un pie en la sepultura, como suele decirse, -denigra y vilipendia á sus contemporáneos, según -van cayendo...</p> - -<p>—Fulano murió ayer á los ochenta años.—¡Si -no se cuidaba nada! ¡Si no hacía más que -disparates! Ya vé usted yo qué bueno estoy con -mis ochenta y cuatro. Pero es que yo me -cuido...</p> - -<p>Esto el que se cuida, que el descuidado, atribuye -á su misma despreocupación la buena salud -de que disfruta.</p> - -<p>Y así todos; el sobrio achacará la muerte del -vicioso á los excesos y el vicioso achacará la -muerte del bien ordenado á su pazguatería. El -que de continuo callejea y pasea y trisca, se -reirá del que no sale de casa sin consultar barómetros -y termómetros y disponer el abrigo -de su cuerpo en consecuencia. Éste dirá del -otro: ¡Anda, anda, toma ejercicio y aires de invierno -y calores de verano!</p> - -<p>No digamos si la causa de una muerte fué -por enfermedad crónica, accidente de viaje, ya -sea en ferrocarril, automóvil ó aeroplano, lance -de honor ó asesinato. Entonces sobre el muerto -se desatarán los mayores denuestos: ¡Falta<span class="pagenum"><a name="Page_31" id="Page_31">[31]</a></span> -de higiene, imprudencia, locura, la vida que llevaba, -la que dejó de llevar!... Crean ustedes -que vivir sin dar lugar á murmuraciones es muy -difícil, pero morir, sin exponernos á ellas, es casi -imposible.</p> - -<p>Solo muriendo en uno de esos trastornos de -la Naturaleza, podemos ir relativamente seguros -de que no dará qué decir nuestra muerte.</p> - -<p>Esas cosas sí, le ponen á uno serio. ¡Caramba! -¡Terremotos, volcanes, la tierra que se abre, -el cielo que se viene abajo!... Para eso no hay -prudencia, ni vida ordenada, ni preceptos higiénicos -que valgan... Eso nos puede suceder á -todos y entonces no hay más remedio que morirse. -Por eso estas catástrofes nos conmueven -á todos. Después de leer el trágico relato, nadie -se considera inmortal. Ni siquiera cabe el -consuelo de culpar á los gobiernos, como en -caso de epidemias, guerras y otras calamidades -de tejas abajo.</p> - -<p>No hay idea del trastorno moral producido -en algunos espíritus ante un «Morir tenemos», -anunciado en tan expresiva forma. Durante -tres ó cuatro días, el avaro se siente capaz de -inusitadas generosidades. ¡Es triste cosa morirse -sin haber disfrutado de nada! Y se compra<span class="pagenum"><a name="Page_32" id="Page_32">[32]</a></span> -su purito de quince ó se regala con su café con -media tostada. El malhumorado dulcifica su -carácter: ¡No vale la pena de tomarse disgustos! -La novia pudorosa se muestra más propicia á -ciertas expansiones... ¡Mañana pudiera haber -un terremoto!</p> - -<p>Por fortuna, la idea de la muerte es pasajera -y solo ante un cataclismo de cielo y tierra, imprevisto, -inevitable, consigue imprimirse por -algunos días en nuestro pensamiento.—¿Han -visto ustedes, qué horror?—Ya, ya... ¡una cosa -horrible!...</p> - -<p>Á los pocos días nadie se acuerda y todos -volvemos á creernos inmortales y á pensar que -solo se mueren los que no viven como nosotros, -los que hacen locuras y cometen imprudencias.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Se habla de grandes fiestas de caridad, á -beneficio de las víctimas de Mesina. Es de esperar -que el resultado sea brillante. El dinero -de nuestros potentados, y aun el de los que sin -serlo, contribuyen á las cargas del Estado español, -tiene bien aprendido el camino de Italia; -pero nunca fué más allá de Roma. Justo es que<span class="pagenum"><a name="Page_33" id="Page_33">[33]</a></span> -en esta ocasión, ya que de Roma misma viene -el ejemplo, nuestra intransigente religiosidad -reconozca la unidad italiana; más que esto, la -verdadera y católica fraternidad.</p> - -<p>El Sumo Pontífice sabrá agradecer esa ofrenda, -tanto como las destinadas al dinero de San -Pedro, y al bendecirla, como padre de toda la -cristiandad, sin fronteras ni patrias, estad seguro -de que Italia la agradecerá con su corazón -de patriota italiano. ¡Qué hermoso hubiera sido -sobre las ruinas de Mesina, el abrazo del Papa -y del rey de Italia! Nunca como en esta ocasión, -al romper su prisión voluntaria del Vaticano, -hubiera podido creerse el Pontífice inspirado -por el Espíritu Santo. La infalibilidad -del corazón es anterior á todos los dogmas proclamados -en los concilios.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Yo no sé cómo ha podido decirse que el -Cristianismo es una religión de tristeza y que -el ejercicio de sus virtudes exige todo género -de mortificaciones. La Caridad, por lo menos, -cuando con motivo de alguna gran desdicha -pública se manifiesta, reviste el aspecto más<span class="pagenum"><a name="Page_34" id="Page_34">[34]</a></span> -regocijado. Funciones teatrales, fiestas de toros, -bailes, rifas... Los paganos, con su alegre religión, -solían mostrarse más austeros y entristecidos -en estas ocasiones. Muy dormida debe de -estar caridad que ha menester de todo ese cosquilleo -para avivarse; un severo duelo y una -noble tristeza sentarían mejor al ofrecer la dádiva. -No es esto murmurar, y siendo milagro -tan dificultoso el de sacar dinero y el dinero tan -empecatado, sin duda es este de los milagros -en que puede estar más admitida la intervención -diabólica. Pero, conste, que no hemos adelantado -mucho desde los tiempos—primeros -años de la Era Cristiana—en que los fariseos -repartían sus limosnas á son de trompetas. En -fin, ya que la Caridad en todo tiempo es más -eficaz cuanto más sonada, quiera Dios que por -esta vez, no sea más el ruido que las nueces: -que no sea todo el metal el de las trompetas.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>El arte y la moda, por lo que tiene de arte, -son el último refugio de lo que está llamado á -desaparecer ó ha desaparecido por completo. -Por la moda resucitan el Directorio, el Imperio;<span class="pagenum"><a name="Page_35" id="Page_35">[35]</a></span> -hasta la época del buen rey Dagoberto, evocada -recientemente en bellos trajes por hermosas -actrices del Teatro Francés. Á medida que los -últimos pueblos conservadores de sus trajes tradicionales, -los van desechando para adoptar las -modas de los más civilizados, éstos recogen -piadosamente lo que aquéllos abandonan. Del -Japón vinieron los kimonos; de Turquía llegan -los turbantes; de Rusia los gorros de cosaco. -Cuando las elegantes de estos países encarguen -las nuevas modas á París, ¡cuál no será -su sorpresa al ver como vuelve lo que ellas -despreciaron!</p> - -<p>La moda actual es una completa mascarada -histórica cosmopolita y zoológica. Trajes de todas -las épocas, tocados de todos los países, -plumas y pieles de toda la fauna conocida. Pieles, -sobre todo. Debe de haber sido un invierno -horrible para los gatos. Nunca se ha conocido -un mes de Enero tan tranquilo en los tejados. -Están todos haciendo de nutria, de armiño -y de marta sobre nuestras señoras. Á su influencia -se atribuye algunos recientes disgustos -matrimoniales y algunas fugas de enamorados.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_36" id="Page_36">[36]</a></span></p> - -<p>Todo vendrá á parar en que suban el vino, -solía decirse; pero en esta ocasión nos vemos -más apurados, pues todo ha venido á parar en -que suben el agua; como si desde tiempo inmemorial -no estuviéramos con el agua al cuello. Ya -que por la supresión del impuesto de consumos -sobre el vino y el cierre dominical de las tabernas, -es el vino lo que se ha abaratado, tal vez -nuestros gobernantes quieran parodiar la ingeniosa -«boutade» de María Antonieta cuando el -pueblo de París, hambriento, clamaba por pan, -amotinado: No tienen pan, que coman bizcochos. -El agua está cara... que beban vino. Lo -malo será si con el cambio de precio hay también -cambio de propiedades y es el agua la que -se sube á la cabeza. Á quien no parodian nuestros -directores es á Luis XV, y si él dijo: -Detrás de mí, el diluvio; ellos dicen: Detrás de -nosotros... la sequía.</p> - -<p>El caso es que, con este estira y afloja en la -mejora de las costumbres, ya no nos van á quedar -ni costumbres. Cuando empezábamos á tomar -el gusto al agua y ya eran muchos los que -se bañaban y algunos los que habían caído en -la cuenta de que el agua hasta podía usarse -como bebida, el encarecimiento de su consumo<span class="pagenum"><a name="Page_37" id="Page_37">[37]</a></span> -viene á dar al traste con tan buenos propósitos.</p> - -<p>Y que no sabe uno á quién compadecer. Si -oye usted á la empresa del Canal, la razón está -de su parte, y poco menos que le convence á usted -de que el suyo no es un negocio industrial, -sino un apostolado. Si oye usted al Ayuntamiento... -El Ayuntamiento se lava las manos. ¡Feliz -él, que puede permitirse ese lujo! Si oye -usted á los caseros, ¡infelices caseros! Ser propietario -hoy día es otro apostolado: ¡La contribución, -los reparos, los inquilinos morosos, impuestos -por aquí, impuestos por allá!... Las mejores -fincas no rentan más de un cuatro por ciento. -¡Una miseria! Hasta los usureros, con lo mal -que se ha puesto el negocio, rechazan ya despreciativamente -las hipotecas sobre fincas.</p> - -<p>¡Si oye usted á los simples vecinos, no propietarios!...</p> - -<p>Aunque en verdad, á éstos es á los que menos -se oye, debiendo ser los que pusieran el grito -en el cielo. Saben por experiencia que si no -es el agua, será otra cosa la que se encarezca y -que todo es variar de dolor. Pero, cuando ni -la tierra que pisamos es nuestra, ¿qué de particular -que tampoco sea nuestra el agua que bebemos? -¡Ay! El mundo, como la isla de Caliban,<span class="pagenum"><a name="Page_38" id="Page_38">[38]</a></span> -es un sitio en que se encuentra todo lo necesario -para la vida; excepto el modo de vivir. Y -Caliban campa por sus respetos. Próspero lee -en sus libros que el dolor es eterno y es inútil -buscar alivio á los males fuera del espiritual de -la lectura. Ariel proyecta la invención de un -aeroplano, y cuando lo haya inventado dirá que -el aire le pertenece, y ni el aire que respiramos -será nuestro. ¿Quién sabe?</p> - -<p>Acaso debemos desear que el mal sea insoportable. -Entonces estaremos más cerca de buscar -el remedio.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Antes, si no en murmuraciones privadas, que -éstas son responso obligado en el mismo cortejo -funerario, por lo menos, en discursos y artículos -necrológicos, solía respetarse la memoria -de cualquier muerto ilustre, siquiera durante -el novenario. Ahora lo hemos arreglado de otra -manera, y como de la hora de la muerte se dijo -siempre que era la hora de la verdad, hemos decidido -no retrasarla un solo instante y que la -verdad, como el llanto, sea sobre el difunto.</p> - -<p>Excelente determinación me parece; de este<span class="pagenum"><a name="Page_39" id="Page_39">[39]</a></span> -modo andara todo el mundo más derecho, sin -confiar para nada en esa tregua de impunidad -que parecía asegurarnos la muerte con el respeto -de los vivos. ¿Qué se creían ustedes, señores -cadáveres, que con quitarse para siempre de -delante nos dábamos por satisfechos? ¿Que íbamos -á dejarles á ustedes esperar muy tranquilos -la hora del juicio final inapelable ó del juicio -mas reposado de la Historia? ¡Nada, nada: respetables -muertos, no sirve dárselas de ricos! -Todo lo que puede concedérseles á ustedes es -la satisfacción de no verse obligados á volver en -demanda de explicaciones por las injurias, ofensas, -calumnias y demás oraciones, piadoso recordatorio -de los supervivientes. Los muertos -están dispensados de tener honor. Ya lo dicen -las papeletas de entierro: el duelo se despide en -el cementerio.</p> - -<p>Digo, si el pobre Catulle Mende, duelista empedernido, -capaz de batirse, como un artista del -Renacimiento, por la belleza de un endecasílabo -ó por la gracia de un madrigal, hubiera concedido -importancia, desde el inmortal seguro á -donde asiste, á los mil injuriosos, despectivos y -desagradables comentarios á que ha dado ocasión -su desdichada muerte...</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_40" id="Page_40">[40]</a></span></p> - -<p>Nada se ha respetado; desde su obra literaria, -á la que todo puede negarse, menos amenidad -y sincero amor al arte, sospechoso de apasionada -parcialidad á veces, por ser tan sincero; hasta -su vida privada, solo culpable también de sinceridad -y de amor tan ferviente á la vida que, por -amarla demasiado, pretendió prolongar la juventud -con amable despreocupación del ridículo.</p> - -<p>Estos fueron tus pecados y no merecías por -ello tan pronta desconsideración. Si una severa -crítica, acaso no ofrenda á tu memoria, las inmortales -siemprevivas, razón de más para no -apresurarnos tus contemporáneos á pisotear tan -pronto las rosas que aun cubren tu cadáver, y -aun son frescura y aroma en tus poesías, en tus -cuentos, en tu obra toda de artista gentilísimo.</p> - -<p>Por tu amor al arte, amaste también á nuestra -España, y si en tu «Santa Teresa» venció la -fantasía francesa á la severidad española, como -en Víctor Hugo, ¿cuál será de nuestros poetas -románticos el que pueda arrojarte la primera -piedra? No serán Lope ni Calderón, que á sus -anchas y para su gloria, fantasearon con la Historia -y la vida españolas; no será Zorrilla, que -hoy te saludará como hermano; hermano en -todo, hasta en lo de ver cernirse como tú, sobre<span class="pagenum"><a name="Page_41" id="Page_41">[41]</a></span> -su tumba, siniestras aves de rapiña. Por fortuna, -¡oh, poetas!, si estos pajarracos, con su pico, -pueden roer sobre vuestros huesos la carne -muerta, no pueden con sus parduzcas alas obscurecer -la luz de vuestra gloria.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img03.jpg" width="50" height="50" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_43" id="Page_43">[43]</a></span></p> - -<h2>IV</h2> - - -<p>Poco sabrá de la vida quien no haya vivido -por edades, las edades todas de la humanidad. -Es el hombre en sus primeros años un pequeño -salvaje, más parecido por sus instintos al -hombre primitivo que al ciudadano civilizado de -cualquier gran nación moderna. Si la educación -no acudiera al reparo—y no en todas partes -acude,—tendríamos perfectos ejemplares de -trogloditas, contemporáneos nuestros. No es -preciso salir de España para encontrar pueblos -enteros de ellos. La vida es el mejor libro de -historia, abierto á todas horas, y ella nos ofrece -continuamente vivientes ejemplares de todos los -hombres, desde el primitivo de las cavernas, al -anticipo del superhombre futuro. Con salvar espacios -podemos retroceder en el tiempo. Hay -hombres y pueblos enteros medioevales, los -hay del siglo <span class="smcap lowercase">XVI</span> y del <span class="smcap lowercase">XVII</span>. Existen en medio -de las metrópolis mas civilizadas, verdaderos<span class="pagenum"><a name="Page_44" id="Page_44">[44]</a></span> -salvajes. Ya dijo Zola, que nada puede darnos -tan cabal idea de las homéricas luchas de la -Iliada como las peleas entre jayanes de dos aldeas -rivales. No en documentos empolvados, -en textos vivientes ha de hallar el verdadero -historiador artista, los más fieles datos para -reconstruir la vida de los tiempos pasados.</p> - -<p>Debemos ser tolerantes con las fiestas de -Carnaval, que á tantos espíritus superiores disgustan -y escandalizan, como con una niñería -de la humanidad, por la que han de pasar sucesivamente -todos los que nacen. Sería muy -triste que todos naciéramos sabiendo que hemos -de aburrirnos en un baile de máscaras. -Es, además, acaso por primitiva, esta fiesta de -los disfraces, la única fiesta de la verdad. Nunca -sigue tanto el hombre sus naturales inclinaciones -como al intentar travestirse en estos días. -Vemos con faldas y moños femeninos á los que -debieran llevarlos todo el año; con caretas de -animales á muchos, que ese día sólo no engañan -á nadie; de bebés á otros que, solo con -vestirse de ese modo, muestran que están en -lo cierto. Y de las mujeres, ¿qué diremos? La -que sin careta tardaría dos ó tres días en darse -á conocer, ya está conocida apenas aparece en<span class="pagenum"><a name="Page_45" id="Page_45">[45]</a></span> -el baile. Dinero podrá no ahorrarse con una -belleza encubierta, ¡pero, tiempo!...</p> - -<p>¡Si todos los negocios de este mundo pudieran -tratarse con mascara, cuanto enojoso trámite -nos ahorraríamos del mismo modo! ¡Ah, -la cara, la cara! Mascara imperfecta que el más -hábil no llegó á dominar y á pesar nuestro enrojece -de vergüenza ó palidece de espanto, y -llora ó ríe inoportuna, y es sensible, por curtida -que esté, á escrúpulos de conciencia, á preceptos -de educación, á preocupaciones sociales... -Solo el que haya logrado completo dominio -sobre su rostro, logrará completo dominio -sobre los hombres. Por algo la glorificación de -la belleza corporal ó espiritual del hombre es -su escultura: la plenitud de la mascara.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>¿Por qué cerrar en estos días las Cortes y no -permitir en ellas una mascarada que sería también -su única verdad? Los más conspicuos parlamentarios, -tal vez bajo el incógnito de la careta -se atreverían por una vez á decir lo que -sienten. Este liberal, mal disfrazado todo el año -hablaría como conservador; tal otro, forzado<span class="pagenum"><a name="Page_46" id="Page_46">[46]</a></span> -por compromisos electorales á oponerse á todo -negocio dudoso, pediría participación en él, sin -empacho, y tal cual, metido por complacencia, -en algún callejón sin salida, podría hallarla con -muy gentil despejo, al amparo de un buen disfraz. -Con careta de ministeriales, los conservadores -podrían cantar las glorias de Cataluña, y -los catalanistas, con careta de conservadores, -podrían desenmascararse del todo. Los republicanos -podrían decir la verdad disfrazados de -monárquicos, y los carlistas no dirían nada, porque -entre conservadores y solidarios les darían -dicho todo lo que ellos pudieran decir. Los periodistas, -con achaque de no conocer á ninguno, -suprimirían adjetivos personales y la presidencia -no se atrevería á llamar al orden á nadie, -por temor á graves equivocaciones. Los maceros -podrían actuar á guisa de bastoneros, para -impedir, como en los bailes, aproximaciones -demasiado deshonestas. Serían memorables estas -sesiones de Carnaval. ¡Y si se aprovechara -para «confettis» algunas de las leyes discutidas -durante el año! Hecha «confettis» quedó la famosa -del terrorismo. En cambio, la de administración -local es una serpentina que entre -Maura y Cambó se arrojan jugueteando y graciosamente<span class="pagenum"><a name="Page_47" id="Page_47">[47]</a></span> -se enrosca sobre otras cabezas, como -debió enroscarse la serpiente diabólica del Paraíso -en el árbol del bien y del mal, al ofrecer -á nuestra incauta madre la fruta de perdición.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Ningún arte tan espiritual como la música, y -ninguno tan propio de estos días del año consagrados -á la meditación y al recogimiento espirituales. -La devoción de nuestros buenos aficionados -á la música bien ha tenido en donde -escoger en esta temporada. El cuarteto checo -en la Filarmónica, Wagner á toda hora, y por -fortuna el arte nacional, sin llegar todavía á -«preferido», algo salió de su condición de «ceniciento», -gracias á muy laudables empresas -de nuestros músicos. Chapí, con su ópera, mas -apreciada á cada representación, el cuarteto -Francés, el cuarteto Vela, el quinteto de instrumentos -de viento, nueva sociedad, de inteligentes -y modestos artistas, dignos de todo -encomio y de mayor atención por quien pueda -dispensársela, sobre todo para mejorar su instrumental, -cuyas deficiencias, vencidas en fuerza -de arte, bastarían para obligar á la admiración.<span class="pagenum"><a name="Page_48" id="Page_48">[48]</a></span> -Labor es toda esta de inteligencia y de -entusiasmo que nunca agradeceremos bastante, -ya que nunca pagaremos lo suficiente. De todo -podrá acusarse á estos nuestros artistas menos -de interesados. Estudian y trabajan por puro -amor al arte; tal vez por esto trabajan con preferencia -en Cuaresma. Justo es que, después de -los ayunos y penitencias, llegue la Pascua de -Resurrección para la música nacional. No quiero -ser injusto ni egoísta; soy el primero en reconocer -que el autor dramático no está tan necesitado -de protección oficial en España, como -el compositor de obras musicales, que no sean -género chico. La obra del Teatro Nacional, -no será completa, si la fundación de un teatro -de comedia española, no coincide con otro de -ópera y zarzuela. Para éste cuenta el Estado -con un edificio inmejorable; contamos con músicos -y artistas en calidad y en cantidad importantes. -¿Qué falta?... ¡Por vida de los inconvenientes!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Como tanto se ha discutido la sinceridad del -«wagnerismo» de muchos que dicen ser wagneristas, -sin duda, la empresa del teatro Real ha<span class="pagenum"><a name="Page_49" id="Page_49">[49]</a></span> -querido ponerla á prueba, y al mismo tiempo la -resistencia física de músicos y cantantes. Para -ayer domingo estaban anunciados: «El Ocaso -de los Dioses», por la tarde, y «Lohengrín», -por la noche. No creo que el programa se haya -cumplido, pero si así fuera, leeré hoy lunes con -interés, las noticias, para saber cuántos profesores -de la orquesta hubieron de ser conducidos -en camilla á su domicilio al final de tan ruda -jornada. Si solo el asistir de espectador tarde y -noche supondría un vigor extraordinario y por -ello merecería cualquiera mención especial, ascenso -inmediato y condecoración pensionada en -el cuerpo de «wagneristas» denodados, ¿qué -decir de los ejecutantes? Para éstos sí que será -día de prueba su fervor artístico y admirativo -por el genio de Wagner. Vamos, que si al caer -el telón y caer ellos desfallecidos, no reniegan -de tres generaciones anteriores, por lo menos, -del sublime músico y de las posteriores, hasta -la cuarta, como una maldición bíblica, ya pueden -dar fe de su wagnerismo.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Algo quisiera decir de la nueva ópera española<span class="pagenum"><a name="Page_50" id="Page_50">[50]</a></span> -«Margarita la Tornera»; algo de su autor tan -maltratado, tan discutido, tan injuriado antes de -ahora, que siendo estas las señales más ciertas -de ser glorioso en España, no necesitaba de -mayor triunfo, ni para satisfacción propia, ni -para nuevos desahogos de sus enemigos. ¿Enemigos? -No. Enemigos son los que usan nobles -armas y combaten con ellas. Los que solo usan -de su natural veneno, no pueden ser considerados -como enemigos. Tienen su clasificación en -las últimas escalas zoológicas.</p> - -<p>¿No parece ya á algunos que hemos hablado -bastante de «Margarita la Tornera»? ¿No dicen -otros que se ha abusado del bombo? ¿Del bombo? -Y días antes del estreno nos tenían afligidos -á los constantes admiradores del maestro Chapí, -los agoreros de un fracaso...</p> - -<p>¿Que se ha hablado bastante? No tanto como -de esta ópera italiana ó de tal otra francesa ó -de aquella otra rusa, que fatigan sin cesar las -columnas de los periódicos en todo el mundo. -No tanto como del «Chantecler» de Rostand, ni -como del Vivillo ni la Juaneca...</p> - -<p>¡Oh admirable y extraño patriotismo el nuestro, -que quisiéramos una España grande, pero -en la que todos los españoles fueran pequeños!<span class="pagenum"><a name="Page_51" id="Page_51">[51]</a></span> -Mal país de sembradores, pero excelente de tijereteros, -dedicados á cimar cuanto amenace -ser árbol en tierra de arbustos.</p> - -<p>Hay, por dicha para todos, un público, el -público que no es de literatos ni de músicos, -que tal vez no entiende de letras ni de notas, -pero entiende con el corazón, como pedía San -Pablo, al artista y á todo el que le habla con la -honradez desinteresada del amor al arte y á la -verdad.</p> - -<p>Ese público no ha regateado su aplauso ni su -admiración al insigne músico español; ese público -sabe cuánta generosidad supone el habernos -ofrecido ese regalo de arte. «Margarita la -tornera» le producirá á su autor... treinta ó -cuarenta mil pesetas de menos, que dejará de -percibir en esta temporada, por haber desatendido -los trabajos del género chico.</p> - -<p>De modo que, en efecto, no debe hablarse -más de «Margarita la Tornera». ¡Un hombre -que va á hacerse rico con una ópera! ¡Y encima -un poco de gloria!... No, no es posible. ¡Ni que -fuéramos tontos!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_52" id="Page_52">[52]</a></span></p> - -<p>Lujosos trenes, coches y automóviles, forman -fila, después círculo, después caracol, por fin -masa compacta á la puerta de la humilde iglesia. -¿Qué sucede? ¿No sabéis? Es la devoción á la -moda. La imagen milagrosa que, de tres peticiones, -concede una. Pero una sola, y no puede -hacérsele más de tres. De tres cosas, una. ¡Dios -mío! ¿Cómo pueden conformarse á tal mezquindad -esas bellas y elegantes damas, acostumbradas -á conseguir todo lo que piden? Sin duda piden -cosas muy difíciles ó imposibles, cuando se -dan por muy contentas con obtener una. Secretos -serán entre el cielo y ellas, porque en asuntos -de la tierra, todos sabemos que si ellas -desearan tres cosas, no tendrían para empezar -con una sola.</p> - -<p>¡Quién pudiera penetrar el misterio de vuestras -peticiones, y quién tuviera poder para -exaudir todos vuestros deseos! Cierto que á la -divinidad no es posible engañarla, pero ¡es tanto -el arte de seducción en las mujeres! que la -divinidad sonreirá bondadosa cuando ellas oculten -entre dos peticiones insignificantes la de -verdadera importancia. Ó, cuando las peticiones -en aparente forma distinta, sean en realidad -una misma. Yo pienso acudir uno de estos días<span class="pagenum"><a name="Page_53" id="Page_53">[53]</a></span> -á la devoción milagrosa y haré muy humilde -mis tres peticiones. Un millón de pesetas, un -millón de francos ó un millón de liras. Veremos -si es verdad que de las tres cosas se consigue -una. Con cualquiera de las tres me contentaría -y todas las tardes verían ustedes un automóvil -más á la puerta de la humilde iglesia, cuyo nombre -y sitio no diré á ustedes, porque los anuncios -son asunto de la administración. Y ¡qué mejor -anuncio que tanto coche blasonado y tanta distinguida -dama en la plazoleta antigua del Madrid -viejo; este Madrid que tantos rincones -guarda de siglos pasados en sus calles y no -menos en el espíritu de sus nobles y bellas -damas!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Si alguien dudara de los sentimientos religiosos -de este país católico por excelencia, de la -honda preocupación religiosa de nuestro espíritu, -de lo importante que es para los gobiernos -el no ofender ni menoscabar en nada nuestras -venerandas creencias, bastaría con la más superficial -observación de lo que significan para -nosotros estos días solemnes en que la Iglesia,<span class="pagenum"><a name="Page_54" id="Page_54">[54]</a></span> -nuestra madre, conmemora la Pasión y Muerte -de Jesús.</p> - -<p>En calles y templos las más expresivas muestras -de verdadero fervor cristiano. Severidad en -el adorno y en las ceremonias de iglesia; raudales, -cuando no de arrebatada elocuencia, de -sencillez evangélica, en los púlpitos; los pocos -lugares de esparcimiento ofrecidos al público, -como cafés, pastelerías, etc., abandonados de -su habitual parroquia masculina, no digamos -de señoras y señoritas; todas fidelisísimas observantes -del riguroso ayuno. Las mujeres desdeñosas -de solicitar la atención de los hombres, -en estos días consagrados á la meditación y al -recogimiento, con la mayor sencillez en su persona; -los hombres, respetuosos con la actitud -severa de ellas, sin atreverse á ofenderlas con -un mal piropo. ¡Oh! Es un espectáculo edificante. -La vida parece haber suspendido todo el -anhelo pecaminoso con que de continuo nos -solicita para perpetuidad de la especie y del -pecado.</p> - -<p>No es de extrañar que los extranjeros que -en estos días solemnes visiten principales ciudades -de España: Madrid, Sevilla, Murcia, Toledo, -etcétera nos juzguen de una imponente austeridad<span class="pagenum"><a name="Page_55" id="Page_55">[55]</a></span> -religiosa, que les hace más comprensible el -legendario fanatismo que propagó las hogueras -inquisitoriales de España por medio mundo.</p> - -<p>Y si en algo puede haber disculpa para tantas -atrocidades cometidas en nombre de la Religión, -nuestra mejor disculpa está en eso, en la -sinceridad del sentimiento religioso de nuestro -espíritu; el mismo que sobrevive con la misma -sinceridad y del cual pueden hacerse cargo -cuantos nos visitan en estos días solemnes de -meditación y recogimiento.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Ningún ejercicio espiritual más propio del -bondadoso escéptico en estos días, que la lectura -de un bonito libro, recientemente publicado -en París. Su autor, Salomón Reinach; su título -«Orfeo». Historia de las religiones. Un substancioso -compendio, acaso despreciable para los -eruditos especialistas que sonríen desdeñosos -á todo extracto de ciencia: pero muy de agradecer -para los «pica-platos» intelectuales, deseosos -de asomarnos á todas las ventanas y aun á -todas las alacenas de la inteligencia, sin tiempo -para otra cosa que oler donde se guisa y pellizcar<span class="pagenum"><a name="Page_56" id="Page_56">[56]</a></span> -donde se sirve. Y como bien guisado y bien -servido, está el manual en cuestión. En un perspicaz -vistazo de pájaro sobre todas las creencias -religiosas que han inquietado al mundo.</p> - -<p>Desde la altura todas parecen en el mismo -plano y, cuando menos, aprendemos á estimarlas -lo mismo, como una necesidad universal del -humano espíritu: niño preguntón que quisiera -saber el por qué de todo, y á falta de verdades -ciertas se contenta con suposiciones fantásticas.</p> - -<p>En los más claros y habitables aposentos de -nuestra inteligencia, asentamos las pocas verdades -que poseemos; allá, en los camaranchones -interiores y obscuros de nuestro cerebro, ó arrinconamos -los trastos inservibles que nos correspondieron -por antiguas herencias, ó suponemos -duendes y fantasmas que justifican nuestro horror -á penetrar en ellos y la imposibilidad de habitarlos.</p> - -<p>Cierto que, puestos á elegir fantasmas, debiéramos -elegir los más gratos, y es preferible -imaginar duendes alegres y juguetones á trasgos -espantables. Pero ¡ay! que son los hombres -los que hicieron á sus dioses á su imagen y semejanza, -y así hay dioses bondadosos, dioses<span class="pagenum"><a name="Page_57" id="Page_57">[57]</a></span> -crueles, dioses vengativos, dioses indiferentes, -dioses ridículos, dioses respetables, dioses humanos -y dioses divinos. Dioses para todos los -gustos y para todas las aspiraciones.</p> - -<p>Somos el molde de nuestras creencias, y no -ya cada pueblo, cada hombre, llevamos á nuestro -dios, hecho carne en nosotros. Por eso, entre -todos, ningún símbolo tan espiritualmente bello, -como el de nuestro Dios, hecho hombre, hijo -del hombre, hombre como nosotros; que en nosotros -puede nacer, y en nosotros y por nosotros -padecer pasión y muerte y en nosotros resucitar -y divinizarse.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Un distinguido pintor escenógrafo y dos populares -y aplaudidas tiples han tenido uno de -sus más ruidosos éxitos... ¿En dónde, dirán ustedes? -En la parroquia de San Sebastián.</p> - -<p>El Teatro y la Iglesia ó la Iglesia y el Teatro—las -señoras primero—aunque alguna vez hayan -andado á la greña, en el fondo han sido -siempre buenos amigos. No es preciso remontarse -á los orígenes del teatro ni á la representación -de los Autos Sacramentales para demostrarlo.<span class="pagenum"><a name="Page_58" id="Page_58">[58]</a></span> -La capilla de la Virgen de la Novena, que -el fervor de nuestros actores costea y sostiene -sin decaimiento de su original esplendor, lo atestigua -bien claramente hoy en día.</p> - -<p>En esta Semana Santa, con su decoración -teatral y la presencia de nuestras más bellas actrices, -la capilla de la Novena ha conseguido la -mejor entrada. Los devotos tal vez se escandalicen; -pero, nada importaría que los templos tuvieran -algo de teatro, si los teatros alguna vez -tuvieran algo de templo.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img04.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_59" id="Page_59">[59]</a></span></p> - -<h2>V</h2> - - -<p>La capa, la española capa, prenda inseparable -de la mantilla, en todo canto al españolismo, -parecía desmentir hasta ahora, el mayor apego -en la mujer á lo tradicional y castizo; pues mientras -sobre femeniles cabezas pasaron mil hechuras -de sombreros, relegada la mantilla á fiestas -de religión ó de tauromaquia—los extremos se -tocan y las tradiciones se semejan,—la capa -persistía con firmeza, gallardeando sobre varoniles -hombros, en amistosa alternativa con toda -clase de abrigos, nobles y plebeyos; desde el -gabán aforrado en nutrias ó martas cibelinas, -á la bufanda con honores de manta.</p> - -<p>Y, en este invierno, sin prescripciones de la -moda, ni de la higiene, la hemos visto de pronto -desaparecida; tan de pronto, que mal puede -decirse que la hemos visto desaparecer.</p> - -<p>Y el pueblo; el último baluarte siempre del -casticismo pintoresco, en lenguaje, vestidos y -costumbres, ha sido el primero en desecharla,<span class="pagenum"><a name="Page_60" id="Page_60">[60]</a></span> -sustituyéndola por la zamarra; prenda sin carácter, -sin gracia, sin historia, sin nacionalidad.</p> - -<p>¿Habrán influído las recientes disposiciones -sobre las casas de préstamos, con la menor facilidad -en la pignoración, al desprestigio y abandono -de la clásica prenda, considerada antes -como un billete de Banco, valor al portador?</p> - -<p>¿Será que todas las capas madrileñas padecían -cautividad, y el negarse los prestamistas á la -renovación de papeletas, ha hecho imposible el -rescate en esta temporada de invierno?</p> - -<p>Si así fuera, esperemos el saldo del año próximo, -que volverá á ponerlas al alcance de todas -las fortunas, sin menoscabo de la de sus actuales -poseedores. ¡Habrá capa que pudiera estar -bordada en oro, si á enriquecerla con tal adorno -se hubiera aplicado el interés cobrado en tantas -renovaciones!</p> - -<p>Pero, si la causa no fuera esta y la zamarra -triunfara en definitiva, como prenda de abrigo -popular, entonces la capa no tardaría en ser el -abrigo aristocrático, y por imitación volvería á -serlo de la clase media, y por fin volvería á ser -el de las clases populares, deseosas siempre de -igualarse con los de arriba, mientras éstos quisieran -diferenciarse de todos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_61" id="Page_61">[61]</a></span></p> - -<p>¿No están recientes las luchas y protestas de -los camareros de café, hasta conseguir les fuera -permitido el uso del bigote, por considerar como -signo deprimente de servilismo la cara rasurada? -Y he aquí, al poco tiempo, que ya son los -mozos de café los únicos que llevan bigote, y -todo pelo en la cara es anatematizado por la -distinción y por la higiene. Ni una ni otra son -señoras muy de fiar, por lo veleidosas. Ahora -nos dicen las dos, puestas de acuerdo, que barbas -y bigotes son terribles nidos de microbios -y, aun cuando vaya uno para viejo, no hará muchos -años, «leía yo, en los libros que tenía»—como -dice Segismundo, el de «La vida es sueño», -no confundirle con el de «El sueño es vida»,—leía -yo, como iba diciendo, en mis buenos -libros de higiene, cómo era menor la mortalidad -y el peligro de la tuberculosis, entre los -obreros que, empleados en industrias, como la -fabricación de hilados y otras similares, dejaban -crecer barbas y bigotes, que entre los afeitados -ó barbilampiños; pues barbas y bigotes eran como -red cazadora de partículas que, sin ese natural -obstáculo, penetrarían directamente en los -pulmones. Toda esta explicación venía muy cimentada -sobre sólidas estadísticas y lo mismo<span class="pagenum"><a name="Page_62" id="Page_62">[62]</a></span> -vendrán éstas de ahora, que afirman todo lo contrario.</p> - -<p>Yo no sé si ahora será cuando la higiene está -en la fija; de la moda, sé decir que, para rostros -de pura cepa castellana, no puede ser más desfavorable. -Para bien parecer un rostro varonil -afeitado, necesita ser de buen color y armonizar -con rubios cabellos que den claridad y juventud -á la fisonomía. Pero el ceñudo castellano, de -negro pelo, color verdinegro ó amarillento, cobra -un aspecto duro de presidiario ó cura de -facción, con el rostro afeitado, más sombrío sin -el contraste de bigote ó barba.</p> - -<p>Y ¿qué diremos de los que deciden el afeitado -sin contar con los veinticinco céntimos necesarios -para la diaria operación? Entre éstos figuran -muchos jóvenes artistas, que estarían mejor -con su buena melena y todo lo que buenamente -quisiera crecerles. Todo, mejor que verles con -la pelusa de una semana, como quincenarios, y -oirles decir todavía:—¿Sabe usted? No llevo nada -en la cara porque es mucho más limpio y -más higiénico.—¡Vaya con la limpieza y con la -higiene!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_63" id="Page_63">[63]</a></span></p> - -<p>De las famosas turbias del Lozoya, ninguna -tan turbia como esta de ahora, tan de color de -chocolate, que pasa de castaño obscuro. El Manzanares, -por otra parte, celoso al cabo de los -años del injusto predominio sobre Madrid, que -su rival le usurpaba, y de las clásicas burlas á -su pobre caudal, quiere probarnos que, si no en -agua, en lodo, tiene fuerza bastante para alcanzar -á respetables alturas. Por suerte, aquí todos -sabemos nadar entre dos aguas, y aun entre -agua y lodo, que no siempre el ser animal anfibio -tiene sus inconvenientes, como aseguran en -popular zarzuela.</p> - -<p>El Señor nos libre de juicios temerarios, pero -es desgracia nacional que todo negocio y toda -industria emprendidos en tierra española, aun -los que mas beneficiosos parecen para el interés -general, lleven mancha de origen por la pícara -intervención política en todos los asuntos. Así -el trabajo honrado y el dinero, nunca más honrado, -que cuando al servicio del trabajador se -pone, andan siempre tan desconfiados de emplearse -en nuestra industria y en nuestros negocios. -Apenas se proyecta algo provechoso, todo -el mundo se escama: ¡Chanchullo! ¡Manos puercas! -¿Escuadra? un momio. ¿Gran Vía? otro momio.<span class="pagenum"><a name="Page_64" id="Page_64">[64]</a></span> -¿Teatro Nacional? momio de ambos sexos; -si ha de venir á ser refugio hospitalario de ruinas -artísticas y literarias. De toda empresa española -puede decirse, como de aquellas famosas -Cortes: ¡deshonradas antes que nacidas!</p> - -<p>De aquí proviene que el celoso de su buena -opinión huya, como el diablo, de intervenir en -todo negocio, y vienen á parar todos ellos en -manos de gente despreocupada, á la que, al -fin y al cabo, hay que agradecer su despreocupación, -que ya es una prueba de valentía, y tan -necesitados estamos de emprendedores, que -bien podemos decir: Hágase el milagro y hágalo -el diablo. Hágase el negocio, aunque saliere -un poco sucio.</p> - -<p>Todas estas desconfianzas y recelos, más son -señales de nuestra pobretería que de nuestra -moralidad. Hay tanta escasez de dinero que no -se comprende cómo nadie puede manejarlo sin -resistir á la tentación de quedarse con algo entre -las uñas. Para juzgar de los demás no solemos -tener más norma que nosotros mismos; lo -que haríamos en su caso.</p> - -<p>Nunca he oído á ningún gran señor quejarse -de que le sise su cocinero, ni su jefe de cuadra, -ni su administrador. Verdad es que su<span class="pagenum"><a name="Page_65" id="Page_65">[65]</a></span> -mesa está bien servida, sus trenes bien presentados -y á él nada le falta.</p> - -<p>Esto es lo que no nos sucede á los españoles. -Á poco que nos sisen, ya se nota en todo, particularmente -en la mesa, falta que no se disimula. -Y no es que nuestros cocineros tengan menos -conciencia que los de otras partes, es que -damos menos dinero para la compra, y para -comer bien hay que contar con la sisa.</p> - -<p>Somos, además, tan apegados á rancias hidalguías -que, aunque tan necesitados de dinero, -seguimos considerando como despreciables -los medios para su adquisición; así es que preferimos -buscarle ocultamente por caminos subterráneos, -como si fuera un crimen buscarle á -la luz, abiertamente. Aquí es todavía la mayor -gloria de un político, de un artista, de un hombre -de ciencia, decir: Murió pobre. ¿Por qué? -¿Han de ser solo el dinero y la independencia -que da el dinero, de los que explotaron la influencia -del político, la gloria del artista y la -ciencia del sabio?</p> - -<p>Cuando el dinero lo compra todo, ¿no habrá -algo que pueda comprar el dinero?</p> - -<p>Hacer valer dinero á nuestra inteligencia no -es envilecerse, es ennoblecer al dinero.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_66" id="Page_66">[66]</a></span></p> - -<p>Cuando los hombres inteligentes dan en no -venderse, por escrúpulos de conciencia, entonces -es peor; porque todos los negocios van á -parar á los tontos, que para la circunstancia, se -meten á pillos: ya se sabe que nada imita mejor -á la inteligencia que la pillería.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Se anuncia en Madrid y para fecha próxima -una Exposición, la más simpática y la más conveniente -para ejemplo y estímulo de todos: la -Exposición de la Infancia.</p> - -<p>De todos los dicterios con que el mayor enemigo -de España pudiera ofendernos, el de infanticidas -sería, quizás, el más merecido.</p> - -<p>No será Malthus nuestro previsor apóstol; -pero es, en cambio, Herodes, el buen reparador -de nuestra prolífica imprevisión. Tan descuidados -sembradores como descuidados cultivadores -y recolectores. Al celo previo, en que cualquier -hombre se iguala al animal, no corresponde -el celo ulterior por la prole, en que cualquier -animal puede dar lecciones al hombre.</p> - -<p>Y no haya ofensa para las madres y los padres -españoles. ¿Cómo suponerlos menos<span class="pagenum"><a name="Page_67" id="Page_67">[67]</a></span> -amantes de sus hijos que en otros países? Los -aman con ceguedad; pero ¡ay! con ceguedad -de ignorancia, que es la peor de las ceguedades.</p> - -<p>Dos tristes suertes hay en el mundo; verse -pájaro en manos de niño; verse niño en manos -de padres españoles.</p> - -<p>Dijérase que la fe cristiana, en la seguridad -de verlos al morir niños, trasplántalos ángeles -al cielo; ó las inseguridades de nuestro vivir nacional -azaroso, consuelan y hasta estimulan á -los padres en la temprana muerte de sus hijos.</p> - -<p>No es que no los amemos mucho; es que -amamos tan poco la vida, que acaso el haberlos -traído á ella nos pesa como un remordimiento, -de que sólo su muerte prematura puede -aliviarnos...—¡Para él ha sido un bien!... -¡Angelitos al cielo!—¡Se ha quitado de penas!—¡Quién -sabe lo que hubiera tenido que pasar -en este mundo!—Hay en todas estas frases -vulgares, al morir un niño, una resignación que, -siendo amor, más parece feroz egoísmo.</p> - -<p>Y es el espíritu español, seco para el niño, y -esta sequedad se refleja en nuestro arte, apenas -esclarecido por gracias infantiles, en los cuadros -de Murillo y en alguna imagen del Niño -Jesús del escultor murciano Salcillo.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_68" id="Page_68">[68]</a></span></p> - -<p>No hay en España una literatura, un arte -para los niños. Nos preocupamos poco de higienizar -ni de alegrar su vida.—¿Hay mejor higiene -que la alegría?—Aun los niños ricos son -aquí más desgraciados que los niños pobres de -otros países.</p> - -<p>La Exposición puede ser una buena obra, si -á ella acuden con la mejor voluntad todos los -que, sin haber perdido la fe en otra vida con su -cielo saben que ya es bastante antesala para -esperarla ésta nuestra tierra, tal como ella será -siempre, por mucho que procuremos mejorarla -entre todos, y no hay necesidad de hacer de -ella un infierno, único lugar que no admite mejora; -porque nada puede mejorarse en lugar -donde no se ama, que es también lugar donde -no se trabaja.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img05.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_69" id="Page_69">[69]</a></span></p> - -<h2>VI</h2> - - -<p>Paréceme que, en la admiración de nuestros -jóvenes por Larra, entra por mucho el atractivo -de su fin prematuro. Hay quien juzga que fué -mejor así; pues acaso la vida, con su roce desgastador -de energías y suavizador de asperezas -hubiera subyugado altiveces en el rebelde espíritu -de «Fígaro», y una vez más hubiéramos -asistido á la abdicación de una inteligencia vencida -por algún interés.</p> - -<p>¿Qué importaba? ¡Hubiera sido tan interesante! -De un alto entendimiento es tan admirable -la sumisión como la rebeldía. ¿No fué admirable -la aparente conformidad de un Campoamor, de -un Valera, por todo lo establecido? Y después, -cuando la aparente sumisión, efectiva para el -vulgo oficial, nos ha dado autoridad y respeto, -¿no podremos con mayor eficacia volver á decir -la verdad, á los que antes no quisieron oirla?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_70" id="Page_70">[70]</a></span></p> - -<p>«Fígaro» sometido, acaso nos hubiera dicho -algo más profundo que «Fígaro» rebelde. Sobre -la verdad de nuestra vida, que él creyó afirmar -dándose muerte, está la verdad de la vida; sobre -la que, acaso, podemos triunfar cuando más -abdicamos de nuestra voluntad.</p> - -<p>Cuando hemos renunciado á nuestra dicha y -nos contentamos con ver dichosos á los que nos -rodean, es quizás cuando empezamos á serlo.</p> - -<p>¡Qué inaccesible ideal si pensamos al escribir -una obra en la gloria sin término! ¡Qué fácil, si -pensamos en comprar con su producto inmediato -el juguete que alegre á un niño querido! ¡Vender -la gloria remota por sonrisas cercanas! Si la -gloria tiene algún camino, ¿no es el amor quien -por él ha de llevarnos?</p> - -<p>Poner muy alto y muy lejos el ideal, tal vez -es airoso pretexto para la caída al alcanzarle. -Acerquémonos, aunque se empequeñezcan nuestros -ideales.</p> - -<p>Fingió la fábula que el águila volaba por llegar -al sol, y en realidad sólo vuela por traer alimento -á su nido. Y por eso no es menos arrogante -su vuelo.</p> - -<p>¡Jóvenes admiradores del fin prematuro de -«Fígaro», no pretendáis volar tan alto por el<span class="pagenum"><a name="Page_71" id="Page_71">[71]</a></span> -aire, que olvidéis deberes de la tierra! El también -os lo hubiera dicho si hubiera vuelto de su -volar altivo.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><i>El Teatro en España</i>, interesante libro publicado -por Francos Rodríguez, á mas de muy -atinados juicios sobre muchas de las obras estrenadas -en el año de 1908, contiene una parte -de estadística, reveladora de la desproporción -alarmante entre la cantidad y la calidad en el producto -dramático. Asusta lo que devora el público -en un año, y no será de extrañar que, por -no exponerse á morir de empacho, prefiera ponerse -á dieta rigurosa, de más rigurosa repercusión -en estómagos de autores y comediantes.</p> - -<p>Á bien que el público toma el prudente partido -de no interesarse por nada y ha delegado -su misión de juzgador en manos de la «claque» -y de los amigos del autor, pródigos en aplausos -que ya nada significan ni á nada comprometen, -ni siquiera á que la obra permanezca en el cartel -los tres días de reglamento. Se ha conseguido -con esto, que ya no haya más opinión valedera -que la de la taquilla, y que los empresarios<span class="pagenum"><a name="Page_72" id="Page_72">[72]</a></span> -después del buen éxito, más ruidoso, en vez de -regocijarse, digan desconfiados: Mañana veremos... -Y lo que ven mañana es... tres pesetas.</p> - -<p>No ha de pedirse á la crítica mayor severidad -que al público, y si éste adoptó por sistema el -muy cómodo de «Dejad hacer, dejar pasar», -¿qué ha de decir la crítica? Por mí que hagan, y -por mí que pasen. La indiferencia, tal vez cruel -del público, es en la crítica más compasiva. -Aquella obra es acaso el pan de una familia ó la -felicidad de un ilusionado, ó la satisfacción -vanidosa de un majadero. ¿Para qué privarles -de esos goces materiales ó espirituales? ¿No es -injusticia toda justicia innecesaria? ¿Pesan más -los agravios al arte que la miseria ó la pena -de un autor desdichado?</p> - -<p>Como decía aquella dama, dadivosa de suyo, -para justificar sus prodigalidades: ¡Á una -le cuesta tan poco, y ellos se quedan tan contentos!...</p> - -<p>Es hoy el teatro rama de la Beneficencia. Y -no está mal así; que es tan dura la vida, que en -nada puede emplearse mejor todo templo, sea -artístico ó religioso, que en asilo benéfico del -dolor y de la miseria. El Arte como la Divinidad -es bondadoso, y sonríe sin ofenderse al que llega<span class="pagenum"><a name="Page_73" id="Page_73">[73]</a></span> -en nombre del Arte á pedir á su puerta una -limosna, ya de pan, ya de aplauso.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Tan poco acostumbrada está la Gloria á coronar -en vida frentes españolas y tan hecha á -no llegarse á las más excelsas, si no es traída -por mano de la muerte, que, cuando por no poder -menos, la hora gloriosa llega en vida, no -es de extrañar que la muerte crea también su -hora llegada y sólo por ver al luchador triunfante, -con razón crea que ya le pertenece.</p> - -<p>Era, para el músico insigne, un descanso en -la lucha incesante, era el triunfo, concedido por -los más rehacios en otorgar honores de vencedor -á quien todavía pelea en pie con denuedo; -era la gloria: pero era gloria española... ¡Tenía -que ser la muerte!</p> - -<p>Mezquina concepción de la divinidad es considerarla -como á maestro de párvulos, distribuyendo -vales de buen comportamiento para un -premio futuro; pero, ante el rudo corte de una -noble vida, toda honrado trabajo y fecunda lucha, -que no pudo hallar aquí justa recompensa, -¿no hemos de pensar en una satisfacción suprema,<span class="pagenum"><a name="Page_74" id="Page_74">[74]</a></span> -en una gloria sobrehumana de luz y de -armonía?</p> - -<p>¡Ah, los que juzgáis escepticismo la ironía, -no sabéis cómo el irónico guarda la sinceridad -de su sentimiento para cuando es bien emplearlo, -más entero cuanto menos gastado!</p> - -<p>Porque sabe de la verdadera bondad, burla -de apariencias virtuosas; porque sabe del esfuerzo -y de los sacrificios que impone el verdadero -arte, burla de esos simuladores, bien hallados -con la fácil «gloriola», más contentos con -aparentar que con ser. Esos que pueden reposar -satisfechos al decir: Hemos llegado; cuando -llegaron á una posición oficial, obtenida á fuerza -de intrigas y de concesiones.</p> - -<p>Pero ante un nombre como el de Chapí, ante -una vida de trabajo digno, en que todo se debe -al propio esfuerzo, la admiración es culto y el -respeto obliga al ejemplo... Y el cronista llora -con limpio llanto, porque nunca lloró con llanto -inútil por farsantes ni por malvados.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Sobremesa es esta de espiritual convite, de -mística comunión, como en la última Cena de<span class="pagenum"><a name="Page_75" id="Page_75">[75]</a></span> -Cristo, como en torno al Santo Grial, la de sus -caballeros guardadores, los hermanos de Percival -y de Lohengrín.</p> - -<p>Sobre la vulgaridad cotidiana de nuestra vida, -resplandeció la gloria del Arte y sus alas de -luz nos elevaron, aliviados de toda terrenal pesadumbre, -y la caricia de lo sublime estremeció -nuestras almas transfiguradas por el divino milagro -del Arte.</p> - -<p>Y cuanto hay de divino en nosotros nos habló -de inmortalidad. ¿No es esta la verdadera, -la única moralidad que debemos pedir al Arte?</p> - -<p>Después de oir «El Ocaso de los Dioses», yo -no creo sinceros los aplausos; esa vulgar aclamación -no es digna de tanta grandeza. Nadie -palmotea ante el mar, nadie palmotea ante las -tempestades, nadie ante la serenidad armoniosa -del cielo en una noche de verano. El espíritu -se recoge como en oración, y un silencio solemne -de llanto contenido, el llanto bueno que -purifica como fuego sagrado, es la mejor acción -de gracias de nuestras almas.</p> - -<p>El único aplauso digno sería caer de rodillas, -prosternados como ante la elevación eucarística.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_76" id="Page_76">[76]</a></span></p> - -<p>¿Qué nos dirán ahora para justificar su desdén -por el público, los inmaculados castellanos -de las marfileñas torres? ¿Es inútil pretender -llegar á la multitud, como ellos aseguran? ¿Solo -ignorancia y grosería encontraremos en ella? -El público madrileño respondió el domingo -pasado y en noches sucesivas, como acaso no -esperaban muchos, á cuantos quieren disculpar -su vagancia ó su impotencia con la falta de -sentido artístico en el público.</p> - -<p>Con ser todo admirable—pasemos por alto -deficiencias en la interpretación y presentación -de la obra,—lo más admirable, sin duda, lo -mejor de la gloriosa jornada, fué la actitud del -público; este admirable público madrileño, tan -calumniado, pero de un instinto artístico tan -seguro, que, al contrario que en otros países, -antes que en la crítica sabia, hallan en el sostén -y aliento los luchadores sinceros por nuevas -formas de Arte.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Y, en el triunfo del genio, ¿será justo olvidar -á su compañera inseparable la locura—según -los modernos, algo ya anticuados antropólogos,—personificada<span class="pagenum"><a name="Page_77" id="Page_77">[77]</a></span> -en el caso de Wagner, -por aquel rey Luis de Baviera; Nerón de poquito, -Nerón todo dulzura, solo tirano en el -Imperio del Arte?</p> - -<p>¿Hubiera triunfado el genio sin el loco? ¡Gran -asunto para nueva trilogía! El emperador Guillermo, -el rey Luis de Baviera y Wagner. La -fuerza, la locura y el genio, unidos para gloria -del imperio grande y fuerte.</p> - -<p>La crítica histórica minuciosa distribuirá razonablemente -alabanzas y censuras. Todas éstas -para el noble rey loco. ¿Qué importa? Él también -fué necesario para la grande obra, y en la -universal armonía, el fuerte y el genio llaman -hermano al loco.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Después de una representación del «Ocaso -de los Dioses», pensaba yo, cómo yerran los -sintetizadores rotundos que para mayor comodidad, -clasifican á todo pueblo del Norte, como -razonador y positivista, y á todo pueblo meridional -como idealista y soñador. Y he aquí, cómo -en el arte germánico, perduran los mitos -heroicos y legendarios, y cómo entre nosotros,<span class="pagenum"><a name="Page_78" id="Page_78">[78]</a></span> -apenas si concedemos un modesto lugar en la -tradición; muy desposeída de leyendas, á nuestros -héroes. ¡Nosotros sí que sabemos del Ocaso -de los Dioses! Aquel gran socarrón de Cervantes -fué el gran enterrador de España. Verdad -es que el entierro fué suntuoso, con gran -asistencia de monjas y frailes. No se puede -morir más devotamente. Toda la herencia se -nos fué en fundaciones piadosas. Esperémoslo -todo de la desesperación de los desheredados. -Cuando falte toda esperanza, la desesperación -puede ser también madre del heroísmo.</p> - -<p>¡Triste Rocinante, triste rucio de Sancho Panza, -que vais tardos y fatigosos por áridas llanuras, -no hemos de trocaros por el caballo de -Brunilda, que galopó sobre nubes y en carrera -loca fué conducido al fuego, para que sobre la -muerte del héroe y el perecer de los dioses, -triunfara el amor ideal de dos almas heroicas!</p> - -<p>¡Qué impropiamente llamado «Marcha fúnebre» -el mas sublime pasaje musical y dramático -del Ocaso! Marcha al combate, al triunfo, á -la inmortalidad, debiera llamarse.</p> - -<p>Hay en la música de Wagner más filosofía -que en todos los filósofos alemanes. La que -despierta en lo más íntimo y en lo más hondo<span class="pagenum"><a name="Page_79" id="Page_79">[79]</a></span> -de nuestro espíritu el sentimiento de inmortalidad.</p> - -<p>La Vida es un enigma, el Arte es su revelación. -¿Nos dice la verdad? No. ¿Para qué? Nos -hace olvidarla.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img06.jpg" width="50" height="47" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_81" id="Page_81">[81]</a></span></p> - -<h2>VII</h2> - - -<p>La coincidencia en el arribo á Buenos Aires -de dos gloriosos escritores, de tan opuesto carácter -y tendencias, como Anatole France y -Blasco Ibáñez, es comidilla en círculos literarios, -donde se discute en pro y en contra del -efecto que cada uno podrá lograr con sus anunciadas -conferencias.</p> - -<p>Cuentan, los mantenedores por el gallo francés, -con el «snobismo» porteño, tan afecto á -cuanto proceda de París, sean figurines de modisto, -sean figurines de literatura. Confiamos, -los que ponemos por el nuestro, fuera de méritos, -que no es ocasión de parangonar, con la -indudable supremacía que la literatura española -va logrando en aquellas tierras, lenta, pero -seguramente con el mayor entusiasmo que -aportará nuestro Blasco Ibáñez, y el mayor conocimiento -del terreno que pisa, con el espíritu -español, más efusivo que el francés para entregarse -al extranjero; no digamos á lo que nosotros -no podemos llamar extranjero, por ser tan<span class="pagenum"><a name="Page_82" id="Page_82">[82]</a></span> -nuestro, hasta en eso de haberse entregado al -francés incautamente.</p> - -<p>Anatole France irá, de seguro, muy poseído -de su superioridad, que es la superioridad francesa; -más dispuesto á ser admirado que á admirarse; -irá con la misma displicencia que los -grandes actores franceses en sus «tournées» por -América, que suelen presentarse con lo más -ramplón de su repertorio y de su equipaje; muy -convencidos de que les basta con su nombre de -París, para ser aplaudidos. Á esto se debe algunos -fracasos muy sonados y el que hoy sean -preferidas las compañías españolas é italianas.</p> - -<p>Yo deseo un viaje triunfal á Blasco Ibáñez, -y desde ahora me atrevo á pronosticar que lo -será seguramente; sin desconocer que para Anatole -France serán los mayores éxtasis de los exquisitos. -Lo mejor que pueden desear los argentinos -es que el sutil ironista francés quede -tan satisfecho de su viaje, que pretenda volver -por allá, más tarde ó más temprano; porque si -no entra en sus planes el volver... ¡ya pueden -prepararse para leer lo que escriba de ellos á -su regreso! De menos hizo Dios á Juana de -Arco.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_83" id="Page_83">[83]</a></span></p> - -<p>Á la distinguida señora que me escribe, indignada -por algunas apreciaciones mías referentes -á los padres españoles, recomiendo para mi -disculpa y su consuelo, la lectura de un libro -recientemente publicado en Francia: «La educación -en la familia», por Thomas.</p> - -<p>Dice el autor: «Al tratar de la educación, y -en particular de la educación de los hijos en la -familia burguesa, procuramos destacar los pecados -de los padres, persuadidos de que de -ellos proviene la mayor parte de los males que -afligen á la sociedad. La tarea es ingrata, porque -pocas veces agradecemos las censuras.</p> - -<p>¡Cuánto más agradable sería exaltar los méritos -del padre y el de la madre; disculpar sus -errores y sus preocupaciones y cultivar con -engaños discretos sus ilusiones! Tarea ingrata -por su misma vulgaridad. ¿No se ha dicho ya -todo sobre este asunto y no llegamos demasiado -tarde? Todo se ha dicho, pero ya que parece -que no se ha oído, ¿haremos mal en decirlo -otra vez? Es conveniente, dijo Voltaire, despertar -á menudo la conciencia de las modistas -y la de los reyes con una moral que puede causarles -impresión. Lo mismo puede decirse de -la conciencia de los padres.»</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_84" id="Page_84">[84]</a></span></p> - -<p>Como vé mi ofendida comunicante, también -en Francia hay padres descuidados, y lo mismo -podría decirse de todo el mundo, y si el -autor francés particulariza, como yo, por mi -parte, es porque, además de que cada uno habla -de la feria según le va en ella, es natural que -cada uno hable de la feria que mejor conoce.</p> - -<p>No es que yo no haya conocido excelentes y -admirables madres é inteligentísimos padres. -Tal vez por haber conocido lo mejor, soy más -exigente con lo mediano y con lo malo.</p> - -<p>Y si sólo á la salud física atendemos, ya no -soy yo, es la estadística implacable la que acusa -á los padres españoles. Y nos quejamos de -Madrid, pero ¡cuando ve uno de cerca pueblos -y aldeas!... Diga mi amable, aunque airada comunicante, -que, al juzgar por sí misma, pretende -igualar á todas las madres españolas: ¿no -vió nunca en apreturas y bullangas callejeras, -en teatros y hasta en tendido de sol en los toros -mujeres con niños de muy corta edad, de -pecho, en los brazos, y no sintió indignación -muy justificada? ¿Es por exceso de cariño, es -por lo que puedan gozar los angelitos á esa -edad con el espectáculo? ¿Que son pobres mujeres -sin ilustración? No siempre; que también<span class="pagenum"><a name="Page_85" id="Page_85">[85]</a></span> -en la clase media y en las más elevadas se cometen -á diario, como esos conatos de infanticidio, -que alguna vez llega á consumación y -entonces es el acudir á los santos, porque al -médico también suele acudirse tarde.</p> - -<p>De la educación en su parte moral no hablemos, -y vuelvo á recomendar el supradicho libro; -pero ¿quién no ha presenciado, aun en familias -muy distinguidas, discusiones violentas -entre marido y mujer, en presencia de los hijos? -¿Quién no conoce padres de esos que tienen -por sistema desautorizarse mutuamente -ante los hijos, por ridícula competencia de cariño -y basta que el uno reprenda para que el -otro disculpe y viceversa; de modo que los hijos, -dueños de la situación, acaban por provocar -á cada paso estas disidencias paternales, -sabiendo que al cabo siempre han de resultar -gananciosos?</p> - -<p>De otros muchos errores y torpezas, no menos -graves por ser hijas del cariño, todos podemos -catalogar por observación personal, un -buen número.</p> - -<p>No vale, pues, ofenderse, señora mía. Los -ejemplos hay que buscarlos en singular; las razones -en plural. Yo sé de algunos admirables<span class="pagenum"><a name="Page_86" id="Page_86">[86]</a></span> -ejemplos de padres y de madres; pero tengo -muchas razones para hablar como he hablado -de las madres y de los padres. Por algo soy -hijo de quien mereció el nombre de «Médico -de los niños», y más que contra las enfermedades -tuvo que luchar en su vida profesional con -la ignorancia de muchas madres y de muchos -padres. Recuerdo haberle oído decir á una madre -que no sabía cómo expresar su agradecimiento, -por creer que le había salvado la vida -de su hijo, enfermo de difteria, entonces de -más complicada y difícil curación que ahora.—No -tiene usted que agradecerme nada. Su -hijo se ha salvado por bien educado. No he visto -niño más dócil para dejarse curar.</p> - -<p>Ya ven los padres cuánto importa una buena -educación, hasta para las enfermedades de sus -hijos.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Algernon Carlos Swinburne era, con Jorge -Meredith, el único gran poeta inglés viviente; -últimos los dos de aquella serie de grandes -poetas ingleses del siglo <span class="smcap lowercase">XIX</span>, que empezó con -Byron, Wordsworth, Shelley y Keats, para<span class="pagenum"><a name="Page_87" id="Page_87">[87]</a></span> -continuar con Tennyson, Browning, Rossetti, -Morris y el que, aunque menor, no menos -«Thoug the last not least», como Cordelia; entre -todos pudo brillar y con los mayores competir.</p> - -<p>Sus principios poéticos, de una escabrosidad -que la Inglaterra oficial no pudo perdonarle -nunca, impidieron que, á la muerte de Tennyson—que -tan bien supo guardar todas las formas -poéticas y sociales,—fuera Swinburne -nombrado poeta de cámara; que no otra cosa -viene á ser el título de «laureado poeta», concedido -en Inglaterra.</p> - -<p>Como Shelley, como Byron, ¡qué ingleses en -esto! pretendió ser un revolucionario social, sin -conseguir ser más que un admirable poeta. -Nunca el verso inglés, tan perfecto desde sus -orígenes, con Spencer, con Shakespeare, con -Milton, alcanzó la fluidez, la variedad, la armonía -de las estrofas de Swinburne, de imposible -traducción á otro idioma. ¿Cómo ni á qué lenguaje -se traduce una sonata, una sinfonía de -Beethoven?</p> - -<p>Fué el cantor de los mares y lo fué también -de los niños, y al morir, si no el aura popular -de los contemporáneos, pudo sentir sobre su<span class="pagenum"><a name="Page_88" id="Page_88">[88]</a></span> -frente el viento de los mares; el viento que él -supo cantar y de quien él dijo cómo sentía:</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza"> -<div class="verse i2">«The delight that his doom is forever</div> -<div class="verse i0">To seek and desire and rejoice.</div> -<div class="verse i0">And the sense that eternity never</div> -<div class="verse i2">Shall silence his voice.»</div> -</div></div></div> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img07.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_89" id="Page_89">[89]</a></span></p> - -<h2>VIII</h2> - - -<p>Cuando surge el héroe popular, ya sea héroe -de un día, ya de los que dan nombre y gloria á -toda una época, criminal ó santo, víctima ó -triunfador, no importa estudiar la persona del -héroe tanto como las circunstancias, el ambiente -social de que fué producto. Héroes causa hay -muy pocos; la mayor parte son héroes efecto.</p> - -<p>El héroe de estos días estaba en el ambiente; -en las conversaciones familiares, en las tertulias -de café, en las discusiones técnicas, en los bastidores -de la política. Murmuración que apunta -á ciegas, acusaciones injustas tal vez al particularizar, -pero ¡qué lógicas al ser castigo, aunque -no castiguen la verdadera falta!</p> - -<p>Y la falta no es de ahora, la falta es de origen; -estuvo en aquella memorable sesión, no lejana, -que hizo vibrar las fibras más hondas del patriotismo -de aquellos, todo superficie, que lo echan -todo en flores más que en raíces.</p> - -<p>Así se hubiera encargado de la construcción<span class="pagenum"><a name="Page_90" id="Page_90">[90]</a></span> -de la escuadra un gobierno de ángeles y los -barcos hubieran caído del cielo á punto de navegar -por esos mares, la voz popular hubiera -tenido siempre que poner tilde en ellos, desconfiada -del divino milagro.</p> - -<p>¿Por qué? Porque el país aun tiene la ropa -en la orilla, tendida á secar, como dijo el poeta; -porque la herida aún no está cicatrizada; porque -quien una vez fué engañado en su confianza, -tarda mucho en volver á confiar, y acaso exagera -su malicia por temor á caer otra vez en confiado; -porque el país sabe que dos ni cuatro -barcos no son una escuadra; porque había otras -cosas más urgentes que recomponer, y á ellas -debió atenderse con preferencia, y la prisa en -nuestros directores por atender antes que todo -á lo que el país no consideraba tan apremiante -hizo que el país desconfiara desde un principio. -Aquí hay negocio, se dijo. No lo habrá, no debe -haberlo, la intención y los hechos serán los más -puros del mundo, pero los errores se pagan -como las culpas, y la acusación, las murmuraciones, -la calumnia quizás, si son injustas al señalar -culpables, son justicieras al castigar la -culpa. No es hoy, fué el día de la memorable -sesión, cuando alguien debió levantarse y acusar<span class="pagenum"><a name="Page_91" id="Page_91">[91]</a></span> -muy alto. Aquel día fué cuando se engañó -al país, y eso es lo que el país no ha perdonado, -y acusando hoy sin pruebas, queremos -creerlo, sin acertar en sus acusaciones, acusa -con justicia.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>La gente anda por las calles como de costumbre; -unos á sus ocupaciones, otros á sus ocios, -nadie piensa en asonadas ni en revoluciones; la -mayor parte de las calles tienen piso de asfalto -y las barricadas no son posibles sin adoquines.</p> - -<p>Pero, ante el alarde de fuerzas, el ir y venir -de la policía, los preparativos bélicos de enarenar -las calles, la gente se detuvo curiosa, los -curiosos aumentan, se empieza á temer algo. -¿Qué va á pasar aquí? Los comerciantes se alarman, -entornan sus puertas y resguardan sus -vidrieras; la circulación de coches se dificulta, -los guardias pretenden despejar la calle, se -discute, se protesta; un guardia, malhumorado -por el exceso de horas de servicio, increpa al -más pacífico curioso, que al verse increpado -tan á destiempo se insolenta con el guardia; un -grupo toma partido por el transeúnte, increpa<span class="pagenum"><a name="Page_92" id="Page_92">[92]</a></span> -á su vez al guardia, otros guardias intervienen -á favor de su compañero, salen los sables, gritos, -carreras, atropellos.</p> - -<p>Al otro día el gobierno anuncia en nota oficiosa -que no está dispuesto á consentir que -nadie altere el orden público con ningún pretexto, -y que tomará las más rigurosas medidas, -y vuelve á desplegar gran aparato bélico y -vuelven los curiosos á curiosear, y vuelve á repetirse -la misma escena. Y yo pienso: ¿Quién -altera el orden? Si la gente no viera guardias, -ni arena, ni parejas de la Guardia civil... ¿con -quién discutiría? ¿Por qué se formarían grupos -á ver lo que pasaba? Y ¿qué pasaría? Probablemente, -que la gente iría tranquilamente por las -calles, como de costumbre, unos á sus ocupaciones, -otros á sus ocios. Si cuando uno no -quiere, dos no riñen, ¿qué será cuando, aunque -uno quiera reñir, no tiene con quién? Pues en -este procedimiento tan sencillo, todavía no ha -caído ningún gobierno, y esta medida de sentido -común es la única que no se le ocurre tomar -para que nadie, con ningún pretexto pueda alterar -el orden público. Y, el orden público no -se alteraría si los del orden público no se alteraran -tanto.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_93" id="Page_93">[93]</a></span></p> - -<p>Los detenidos ingresan por docenas en la -cárcel. Si la detención se prolonga, mal principio -van á tener las primeras elecciones con voto -obligatorio, y si antes de ese día les dan suelta... -votos seguros para la candidatura ministerial, ó -no hay gratitud en el mundo.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img08.jpg" width="50" height="59" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_95" id="Page_95">[95]</a></span></p> - -<h2>IX</h2> - - -<p>Basta que el señor obispo de Orense lo afirme, -para creer que el baldaquino famoso, amenazando -ruina, el peor día, se hubiera desprendido -sobre los devotos y causado mayor número -de víctimas que las ocasionadas ahora por unos -disparos de fusil, de mas inminente efecto que -el baldaquino. La letra, aunque sea episcopal, -con sangre entra y con sangre están regadas las -páginas del Evangelio y las páginas más gloriosas -de la historia de la Iglesia; pero bueno hubiera -sido que el señor obispo, antes de la efectiva -persuasión de los fusiles, hubiera empleado -algo de persuasión pastoral, hasta convencer á -sus borregos de la necesaria obra. No es de creer, -por muy duros de mollera que fuesen, capaces -de resistir sobre ellas todo el peso del baldaquino; -ni por muy recelosos, como buenos aldeanos -gallegos, de que alguien tratara de lucrarse, -como tantas veces en casos semejantes; á poco -que el Espíritu Santo hubiera inspirado á su<span class="pagenum"><a name="Page_96" id="Page_96">[96]</a></span> -Ilustrísima, y mostrándoles además con razones -la verdad del peligro, hubieran desatendido á su -buen pastor, obligándole á valerse del brazo secular, -como en los mejores tiempos del feudalismo -episcopal; aquellos buenos tiempos, más recordados -en Galicia que en región alguna, por -la dramática leyenda del obispo D. Suero.</p> - -<p>Por algo el obispo de Jaca quiere, ante todo, -contar con sus buenos órganos en la prensa; así, -en casos semejantes podrá llevar la palabra persuasiva -á sus feligreses, sin necesidad de convencerlos -á tiro limpio. Quizás con un buen periódico -se hubiera evitado el sangriento conflicto -y muy desacertados están cuantos censuran -al señor obispo de Jaca por su propaganda. -Compárese un procedimiento con otro. Siempre -será mejor poner periódicos que fusiles á disposición -de los señores obispos.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>¡Valiente mico! ó mejor ¡valiente «lapin»! como -allá se dice, le ha colocado á su dulce amiga -la República francesa, su aliado el Imperio -ruso. ¡Para que veas Marianita con quien te gastas -los cuartos! Por esta vez tu soberano amigo<span class="pagenum"><a name="Page_97" id="Page_97">[97]</a></span> -se ha mostrado digno de la «casquette á trois -ponts», distintivo clásico del «souteneur» parisiense.</p> - -<p>Después de haber sido su «marmita» apresurándote -á cubrirle sus empréstitos, en la primera -ocasión que se le presenta de corresponder, al -muy cosaco, sale con que se niega á pagarte -derechos de traducción y representación por tus -obras, fundado en que la pobreza de su país -no le permite esos lujos; aunque le permite el -de sostener á sus grandes duques; algo más pródigos -en pagar, sin traducir, á las grandes «cocottes» -que á los grandes escritores franceses. -Estos, aparentan no darse por sentidos; altas -razones patrióticas les obligan á ello, pero otras -les queda dentro y la alianza franco-rusa, ya -muy resquebrajada, quedará con esto para el -divorcio; tema preferente de los escritores franceses.</p> - -<p>El pueblo francés, tan amante de sus artistas, -no tolera desdenes ni ofensas para los gloriosos -representantes de su intelectualidad.</p> - -<p>En cambio no sabrán agradecernos á nosotros, -aunque no les debemos las atenciones ni -el dinero que los rusos; á más de los derechos -de traducción y de representación, nunca escatimamos,<span class="pagenum"><a name="Page_98" id="Page_98">[98]</a></span> -la oficial oficiosidad de no molestarles -en lo más mínimo con el recuerdo del Dos de -Mayo; cuya conmemoración, según rumores, -quedará suprimida este año.</p> - -<p>No hay bien ni mal que cien años dure, y este -recuerdo, que cumplió los cien años en el pasado, -no era justo que durase uno más en memoria -tan olvidadiza como la española.</p> - -<p>En vez de estas fiestas nacionales, podemos -ir celebrando por regiones, por pueblecitos y -hasta por barrios, una porción de fiestas conmemorativas -de nuestras guerras civiles, pronunciamientos -y motines. Así, todo quedará en -casa sin molestia para los de fuera. Cada uno lo -suyo, y á lo suyo. Por eso, ya que el Dos de -Mayo no se celebre como fiesta nacional, en recuerdo -de una gloriosa guerra por la Independencia -española, ¿no será permitido á los madrileños -celebrarla, siquiera como recuerdo de un -motín madrileño, un modesto motincito sin importancia? -Siquiera en el barrio de Maravillas, -con mucha modestia, no vayan á molestarse en -Francia y paguemos nosotros el enfado que no se -han atrevido á mostrar á Rusia.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_99" id="Page_99">[99]</a></span></p> - -<p>El honor de las mujeres hemos convenido -desde muy antiguo, en localizarlo. Por fortuna -para ellas y aun para nosotros, la bondad no es -lo mismo que el honor y no tiene tan frágil asiento. -El honor de los hombres... ya anda más repartido; -por la inteligencia, por el corazón, por -los brazos, por los bolsillos; por regiones materiales -y espirituales. Por lo mismo es más opinable -y por lo mismo no debe opinarse de él -con tan ligera facilidad como ha dado en opinarse -ahora, de un modo definitivo é inapelable, -por medio de los llamados tribunales de honor. -Bastaba con los tribunales de justicia, sólo llamados -á juzgar de los hechos, único juicio que -en lo humano, puede presumir de acercarse á la -verdadera justicia. ¡Juzgar del honor! ¿Quién sabe -de eso? ¿Quién sabe en dónde está nuestro -deber más cercano, más imperativo?</p> - -<p>Aceptaré todavía los tribunales de honor y sus -juicios, en cuerpos que por tener sus deberes -bien definidos, al cumplimiento de ellos han de -ajustar sus resoluciones. Pero en un círculo de -sociedad, de recreo, fuera de las incorrecciones -cometidas en él, ¿en nombre de qué justicia va -á juzgarse?</p> - -<p>No han tenido confirmación determinaciones<span class="pagenum"><a name="Page_100" id="Page_100">[100]</a></span> -apuntadas con maliciosa intención, y la verdadera -justicia y el buen gusto deben celebrarlo. -El honor no se gana en un día, para que en un -día pueda perderse. Quien en una hora puede -dejar de ser honrado es que no lo fué nunca. -Todos los que somos amigos del Sr. Macías sabemos -que no es este su caso. Podríamos dudar -de sus razones, hasta de su razón, nunca de -su honradez.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img01.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_101" id="Page_101">[101]</a></span></p> - -<h2>X</h2> - - -<p>¡Oh, el «sport» de París! En una revista representada -en «Folies-Bergère»—el que no -haya visto una de estas revistas no tiene idea del -ingenio parisiense; es para elevar un monumento -al peor de nuestros currinches,—se ha introducido -una escena: «El presidente Castro en París», -y ¿qué dirán ustedes que se les ha ocurrido? Hacerla -representar por Cónsul Peter; un chimpancé -inteligentísimo; superior, seguramente, en -inteligencia al autor de la escena, al público que -la ríe y al que sin reírse la tolera.</p> - -<p>No es ocasión de juzgar la figura política del -presidente Castro, y mucho menos su figura -particular; pero, habría de ser muy despreciable -y siempre merecería siquiera por ciudadano de -un noble país, algo más de consideración que la -simiesca caricatura. No será por tirano por lo -que merezca de los franceses un desprecio que -no han merecido de ellos el zar de Rusia ni el -sultán de Turquía. Ni por especulador de mal<span class="pagenum"><a name="Page_102" id="Page_102">[102]</a></span> -género, suponiendo que lo hubiera sido; cuando -ellos están á partir un piñón con el buen Leopoldo -de Bélgica y del Congo. ¿Qué espíritu de -moral justiciera es ese, tan severo con un presidente -caído, como tolerante con majestades encumbradas? -Es que los franceses le hubieran -perdonado todo al presidente Castro; lo que no -pueden perdonarle es la oposición á dejar explotar -su país por los especuladores franceses.</p> - -<p>Aprendan, aprendan los buenos americanos, -lo que significan para esa Francia y su París, al -que ellos adoran y á donde ellos acuden inocentes -á copiar todos los figurines materiales y espirituales. -París que inventó por ellos y para ellos -las palabras «rastaquere» y «rastaquerisme»; -París, que los arruina y se ríe de ellos.</p> - -<p>Por si la escena del mono, por ser en tal lugar -y de tal arte, no mereciera tomarse en cuenta -como síntoma característico, ahí está flamante -y literaria la obra de Abel Hermant: «Trenes -de lujo»; en donde los americanos hacen también -un papel ridículo. ¡Y tan contentos! ¿Qué -dirían si en España, donde siempre se les ha -tratado con respeto, los escritores nos permitiéramos -esas desconsideraciones? Pero en París... -¡Ah, en París! ¡Son tan ingeniosos, tan espirituales!<span class="pagenum"><a name="Page_103" id="Page_103">[103]</a></span> -En cualquier parte un chimpancé sería -un chimpancé; pero allí no; es el presidente de -una nación americana; es todo un símbolo... ¡Ni -los de Ibsen!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>La masa neutra ha demostrado en su primera -presentación y á pesar de la falta de ensayos, -que no es tan neutra como algunos creían. ¡Gran -error pensar que los que no están con nadie no -están en contra de uno!</p> - -<p>No ha sido el despertar de ningún león, seguramente, -el pacífico salir de sus casillas, aunque -no del encasillado—todo se andará,—de los -retraídos electores. Pero vamos, como despertar -de gato doméstico, que duerme sosegado y -vienen á molestarle, no ha estado mal el primer -arañazo.</p> - -<p>Algunos disgustos está llamada á dar esta -masa neutra, que una vez despierta, ha de avisparse -más cada día. Malo para los gobernantes -si lo toman en serio, y peor si lo toman á broma -y las elecciones se convierten en «sport» á la -moda. Por lo pronto, en estas elecciones, las -señoras se han movido como nunca... ¡No sean -ustedes maliciosos! Muy pronto habrá tés electorales<span class="pagenum"><a name="Page_104" id="Page_104">[104]</a></span> -y «soirees» de señoras compromisarias. -En las reuniones cursis se jugará á sacar diputados, -como antes á la lotería y á los estrechos. -El clásico pucherazo, reservado para interventores -traviesos y secretarios de Ayuntamiento -marrulleros, correrá ahora á cargo de femeninas -manos: más propias para manejar pucheros. Con -el voto obligatorio, la intervención electoral de -las mujeres será decisiva. Con cada varón votarán -su esposa, su novia, sus amigas. Será el -voto neutro. Pero la masa será lo menos neutra -posible. Nada de medias tintas. Las mujeres -son extremosas en todo; con Dios ó con el diablo. -Por eso, con la intervención de la masa -neutra en las votaciones, los que deben decidirse -pronto por uno de estos extremos, son los -partidos neutros. Hay que decidirse; el país ya -se ha visto que esta decidido.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>D. Enrique Vargas, en la redondez del mundo; -Minuto, en la redondez de las plazas, publica -un reglamento de apuestas, con aplicación á -las corridas de toros, que vendrían á competir -de esta suerte con los frontones, hipódromos,<span class="pagenum"><a name="Page_105" id="Page_105">[105]</a></span> -casinos veraniegos y círculos aristocráticos. Los -verdaderos aficionados pondrán el grito en el -cielo, al saber cómo intenta desnaturalizarse -nuestro castizo espectáculo; el más típico ejemplar -de arte por el arte mismo; estética pura.</p> - -<p>Mal síntoma es, en verdad, que ya sea preciso -aderezar el filete, como si lo sangrante no -le bastara, con esta salsilla picante. Y peor síntoma -que haya sido un lidiador el primero que -lo proponga; porque indica cierta desconfianza -en los propios recursos para amenizar la fiesta.</p> - -<p>No es decir que ya no se haya puesto en -práctica lo que ahora se pretende. Recuerdo -haber jugado varias «poules» en corridas de -toros, en que había de ganar el agraciado con -el toro que más caballos destripase. Recuerdo -también, que para mayor aliciente, jugábamos -alguna vez una «poule» ilustrada, en las que -un picador cogido valía por un caballo, un banderillero -por dos y un matador por cuatro. La -equivalencia, como puede juzgarse, era por -sueldos. Esta última combinación en las apuestas -hubo de suprimirse á ruegos de una distinguida -señora, abonada á delantera de grada; -porque, según nos dijo aquello le parecía una -barbaridad, porque cuando el toro que se jugaba<span class="pagenum"><a name="Page_106" id="Page_106">[106]</a></span> -no había matado ningún caballo, no podía -uno evitar el mal pensamiento de desear que -cogiera á alguien, aunque no fuera más que un -rasguñito, claro está... Todos los jugadores -convinimos en que, efectivamente, se sentía -uno bárbaro, y suprimimos la «poule» ilustrada. -Nos sentíamos compasivos y era de ver cómo, -en nuestro toro increpábamos á los monos sabios -porque no daban la puntilla en el acto á -los pobres caballos heridos... ¡Era una crueldad -verlos padecer! El corazón humano guarda tesoros -de bondad incalculables; todo está en saber -llegar á su fibra sensible.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img09.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_107" id="Page_107">[107]</a></span></p> - -<h2>XI</h2> - - -<p>Por mi parte, no sé cómo corresponder á la -atención del nuevo jefe superior de policía. Su -reciente circular, encaminada á la represión de -la blasfemia, trae, á modo de brindis, ofrecimiento -ó envío, como en balada antigua ó modernista—los -extremos se tocan,—los nombres -de D. Mariano de Cávia, el mayor maestro, y -el de este su menor discípulo. Y ya quisiéramos -¡pardiez! á tan poca costa, ser siempre atendidos -en empresas de mayor empeño; porque, en -verdad, si no da muy buena idea de la cultura -de un pueblo, ese verdadero derroche de torpes -vocablos y groseras frases y, repetidas veces, -en cuanto al teatro se refiere, he censurado el -abuso de chulerías; de eso á pedir la intervención -de la autoridad, hay un abismo; temible -siempre, como lo es toda intervención de la -autoridad en España.</p> - -<p>La grosería en el lenguaje, es sólo síntoma -de la grosería espiritual, que podrá taparse,<span class="pagenum"><a name="Page_108" id="Page_108">[108]</a></span> -pero no desaparecer con cataplasmas y parchecitos. -Buenos reconstituyentes y depurativos á -cargo de padres, maestros y educadores, han -de ser más eficaces y procedentes.</p> - -<p>Entre tanto, sería de lamentar para nosotros, -de reir para todos, que, los mal supuestos inspiradores -de la circular, fuéramos los primeros -en caer bajo su peso. ¿Quién puede responder -de su pícara lengua en cualquier momento? Y -que, hay días, la verdad, en que sin dos ó tres -palabrotas bien colocadas, reventaría uno. Los -fisiólogos saben que esto de blasfemar y palabrotear, -no tiene muchas veces más importancia -que la de cualquier otra necesidad fisiológica: -una expansión de los nervios, un escape de -energías en palabras rimbombantes que acaso -no tienen más valor que el puramente onomatopéyico.</p> - -<p>Sabido es el cuento de aquel marinero que, -desde la punta del palo mayor, sintió escurrírsele -pies y manos, y al prorrumpir en horrible -blasfemia, con desesperada contracción, logró -asirse á una escala, casi en el aire y salvó su -vida. El cura del barco, espectador y oyente de -todo, le reprendió después muy severo: ¡Desdichado! -¡En tan horrible peligro y no encontrar<span class="pagenum"><a name="Page_109" id="Page_109">[109]</a></span> -otras palabras que esa infernal blasfemia! ¿No -pensaste que Dios pudo haberte castigado? Ya -puedes darle gracias.</p> - -<p>—Sí, padre; tiene usted razón... Fué una -barbaridad lo que dije; pero, mire usted, padre, -como en vez de decir eso, me hubiera entretenido -en decir: ¡Jesús mío, Virgencita mía, salvadme!... -Entonces es cuando no agarro la -cuerda y me descrismo...</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Otra aplicación del sistema tan nacional, de -preocuparse por lo sintomático, es lo de andar -pensando en festejos para remediar la llamada -crisis del comercio madrileño. ¡Pobre ciudad y -pobre comercio los que no cuenten para atraer -viajeros y compradores con otros recursos que -unos malos festejos de feria!</p> - -<p>La gente sabe ya lo bastante, para haber -aprendido que, justamente en días de fiestas y -jolgorios, es cuando se hace más insoportable -la estancia en cualquier parte. Esos señores -comerciantes y fondistas, tan interesados ahora -en el atractivo de las fiestas, son después los -primeros en contribuir á que los pobres forasteros<span class="pagenum"><a name="Page_110" id="Page_110">[110]</a></span> -salgan de Madrid como gatos escaldados. -No hay en Madrid un solo hotel en justa proporción -de sus precios con sus comodidades. -Hoteles que, en cualquier capital del mundo, se -considerarían como de tercer orden, tienen aquí -pretensiones como de primero. Del estado de -calles, paseos, coches de alquiler, servicio de -tranvía, de la novedad y buen gusto en los espectáculos -públicos; de todo, en fin, lo que -contribuye de un modo permanente á la atracción -de viajeros en otras capitales, no hay para -qué hablar, porque ya es milagroso, en estas -condiciones, que Madrid no se despueble á toda -prisa para pensar en que vengan los de fuera á -gozar de sus encantos.</p> - -<p>Antes de pensar en fiestas, pensemos en -barrer y en fregar la casa. Ya que no vengan -los de fuera, que estemos más á gusto los de -dentro.</p> - -<p>Y cuando se piense en fiestas, sea en verdaderas -fiestas de arte. Bayreuth, ahora Munich, -llaman gentes de todo el mundo, con sus ciclos -wagnerianos; Dresde con su teatro de arte; -Strafford-sur Avon con sus representaciones de -obras de Shakespeare. Contamos nosotros con -un teatro clásico que es admiración de los extranjeros;<span class="pagenum"><a name="Page_111" id="Page_111">[111]</a></span> -representaciones artísticas de sus -obras más famosas atraerían, seguramente, á -muchos de sus admiradores, franceses, ingleses, -alemanes particularmente. Exposiciones arqueológicas, -música y bailes nacionales; cabalgatas -históricas, en que no se desdeñaran de tomar -parte activa, como en otros países se acostumbra, -sin el ridículo temor al ridículo, nuestros -aristócratas y nuestros artistas. Mucho puede -hacerse con buena voluntad y verdadero patriotismo, -del grande; el que consiste en hacer cada -uno lo suyo, en vez de irle pidiendo al vecino -que haga por nosotros.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img10.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_113" id="Page_113">[113]</a></span></p> - -<h2>XII</h2> - - -<p>El piropo supone amabilidad y galantería; -cuando era verdadero piropo no era lo peor que -las mujeres podían oir al pasar por las calles. -Con prohibirlo, ¿dejarán de oir groserías? El -respeto á la calle que, por ser tan de todos, es -donde menos debemos ser cada cual como somos, -es la señal mas evidente de la cultura de -un pueblo. Y aquí ¡cielo santo! por la calle se -habla á gritos de religión y de política, y de -mujeres y de hombres; por la calle le espetan á -uno en su cara lo mismo la admiración que el -desprecio; que el comentario á la figura que el -juicio crítico del atavío, modesto ó llamativo; -en la calle le para á uno cualquiera, al sol ó la -lluvia, sin conocernos mas que de vista, y de -plantón, nos refiere su lastimosa historia ó nos -anuncia la lectura de una comedia; en la calle -nos interpela el amigo francote, de acera á acera, -sobre los asuntos más reservados:—Ya hablé -con ese hombre... Dice que te llevara al<span class="pagenum"><a name="Page_114" id="Page_114">[114]</a></span> -Juzgado... Ya nos veremos... Otras veces, desde -la plataforma de un tranvía, otro campechano, -pero algo más discreto, nos grita, cuando vamos -sentados en el interior, entre otros viajeros:—¿Cómo -va? ¿Se le arregló á usted aquello?... -¡Aquello! que abre amplios horizontes á -la imaginación, y lo mismo puede ser un pleito, -que un disgusto de familia, que un órgano importante... -¿Habrá ordenanzas de policía capaces -de evitar estas y otras mil impertinencias -callejeras, que no son piropos, ni blasfemias, -ni vendedores ambulantes?</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Acabo de leer el nuevo libro de poesías de -Fernández Shaw: «La vida loca». Yo diría del -libro y del poeta... Pero no; seamos discretos. -El propio autor nos ha dado una provechosa, -y quiero demostrar que aprovechada, lección -de tacto y de mesura en esto de opinar sobre -autores contemporáneos. Preguntándole un crítico -su opinión sobre el teatro moderno, el señor -Fernández Shaw no quiso en modo alguno -soltar prenda, se limitó á sonreir. ¡Oh, la sonrisa, -qué discreta opinión! Y á decir: No me<span class="pagenum"><a name="Page_115" id="Page_115">[115]</a></span> -pregunte usted. De los autores del siglo <span class="smcap lowercase">XIX</span>, -admiro á Tamayo y á Ayala.—Sí que es un -gusto; teniendo á Zorrilla y á García Gutiérrez, -más propios para ser admirados por un poeta. -Pero el Sr. Fernández Shaw respondió muy -juiciosamente. «No se debe opinar en público -sobre autores vivos; otra cosa es en dedicatorias -particulares. Preferir á unos es molestar á -los otros; celebrar á todos por igual, es demasiado; -decir francamente que todos son malos, -es contradecir las dedicatorias... Nada, nada; lo -más discreto es sonreir y remontarse á los -muertos». Prudentísima actitud que yo tengo -ahora muy en cuenta y, aunque sabe Dios, que -sólo flores pensaba decir del nuevo libro, me -limitaré á sonreir y á decirles á ustedes: Admiro -á Góngora y á Garcilaso. Ni con los del siglo -<span class="smcap lowercase">XVIII</span> ni con los del siglo <span class="smcap lowercase">XIX</span> quiero compromisos.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Los buenos propósitos duran poco. Leo otro -libro: «Tardes del Sanatorio», de Silvio Kosstti, -y sin saber quién sea el autor, ni tener de -él otra noticia que su libro y nombre—suponiendo -que sea el verdadero y no un pseudónimo,<span class="pagenum"><a name="Page_116" id="Page_116">[116]</a></span> -como parece,—me atrevo á opinar y á proclamarlo -como libro de muy agradable y sabrosa -lectura; libro que sabe á vida, entre tantos -que sólo saben á libros. Libro de humor y de -donaires, á la manera de aquel D. Francisco de -Torres y Villarroel, original excéntrico de nuestra -literatura, tan poco estudiado todavía y tan -digno de serlo.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Un nuevo nombre viene, sacado á luz por -minuciosa crítica literaria, á disputar una vez -más á Shakespeare la paternidad de sus obras. -Antes fué el de Bacon; después el del conde de -Pembroke; ahora es el de Rutland... Crítica sabia, -crítica erudita, que no puede resignarse á -juzgar obras tan admirables, como obra de un -comediante vulgar; de un hombre que no podía -ser literato... Pero ¿hay literatura en las obras -de Shakespeare? ¿Literatura personal, literatura -que no sea la de todos los predecesores y contemporáneos -suyos en el teatro inglés? ¿Hay en -la técnica, en los asuntos, en la composición de -sus obras algo que no esté en los demás autores -de su tiempo? ¿Qué hay sobre todo esto en las -obras de Shakespeare, para que á todas sean superiores?<span class="pagenum"><a name="Page_117" id="Page_117">[117]</a></span> -¿Es literatura? No. Es saber de la vida, -del bien y del mal de ella, de los palacios y de -los tugurios, de los reyes y de los rufianes... Y -para esto, ¿quién mejor que el humilde comediante? -Shakespeare, literato, hubiera sido solo el -autor de «Venus y Adonis»; como Cervantes lo -hubiera sido solo de «La Galatea» ó del «Persiles». -Shakespeare, como Cervantes, fueron -ellos... por ser ellos; los que de todo sufrieron -y por todo pasaron... ¡Pasaron! Esa es la grandeza -de los espíritus superiores; pasar por todo. -Los pequeños son los que no pasan; se quedan -en cualquier parte: en la literatura, por ejemplo: -Como esos críticos, empeñados en encontrar -al literato en las obras de Shakespeare; sin -saber encontrar al hombre; el que reveló todo -el secreto de su alma y de su arte en aquel: -«And I, Poor monster!» «Y yo ¡Pobre monstruo!» -de su «Noche de Reyes».</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img11.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_119" id="Page_119">[119]</a></span></p> - -<h2>XIII</h2> - - -<p>No sé si algún liberal de los fósiles, después -de leer «El resplandor de la hoguera», la última -novela de Valle Inclán, le juzgara definitivamente -afiliado al partido carlista y le llorara -muerto para la literatura; para la literatura -liberal, que no es toda la literatura, por lo mismo -que toda la literatura sea ante todo libertad.</p> - -<p>Por mí, sé decir que no conozco narración -de nuestras guerras civiles tan artísticamente -desapasionada de toda idea de partido. Son en -ella, los de uno y otro bando, seres humanos de -toda humanidad, y sobre ellos pasa, fatídica, esa -ventolera de locura colectiva que de cuando en -cuando enardece á los pueblos y los lleva á -guerrear por cosas que el día antes nada les -importaban y que, en razón, no debieran importarles -nunca. Pasa entonces, sobre los espíritus -más vulgares y pacíficos, un aliento de -grandeza, que convierte en gran estratégico á<span class="pagenum"><a name="Page_120" id="Page_120">[120]</a></span> -un rudo cabecilla; en héroe, capaz del martirio, -á un rústico idiota, en madre de los Gracos, á -la menos cívica campesina... en temibles conspiradoras -á buenas señoras de pueblo y á monjas -bobaliconas... Los espíritus se afinan, se sutilizan, -se subliman... ¿En nombre de una idea? -¡Bah! Esto de tener simpatía por una idea ó -por otra, ¡depende de tan poca cosa! Que fueran -los carlistas ó los liberales los que robaron -unas gallinas ó los que llegaron con mal -modo; que fuera de un partido ó del otro el que -prestó los cuartos sobre las tierras... ¡Ideas! -¿Qué saben de ideas los que matan y los que -mueren? «We are flies that gods kill for their -sport». Como decía el rey Lear: Somos como -moscas, que los dioses matan por pasatiempo.</p> - -<p>Este pasatiempo de los dioses, que se llama -la guerra; esta fatalidad de las pobres moscas -humanas, que las lleva á combatir unas contra -otras, enloquecidas, parece sobre todo en la admirable -narración de Valle-Inclán; cuyo espíritu -de artista no permite vulgares filiaciones de -partido político, ni siquiera de escuela literaria.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>La Asociación Matritense de Caridad vuelve -á solicitar el auxilio y la atención de todos, en<span class="pagenum"><a name="Page_121" id="Page_121">[121]</a></span> -su loable propósito de extinguir la mendicidad -callejera. Para conseguirlo por completo hay -algunos graves inconvenientes. Somos desconfiados -y sensibleros. Para ser desconfiados tenemos -muy buenas razones. Muchos siglos de -pésima administración. Para ser sensibleros no -tenemos tantas, si consideramos que el problema -de la mendicidad no se remedia con sentimentalismos. -Se trata de una enfermedad social -que es preciso combatir en sus raíces. Médicos -y sociólogos son los llamados á proponer -remedios.</p> - -<p>El emplastito de los cinco céntimos, que nos -quita por el momento al mendigo molesto de -delante, si basta á tranquilizar conciencias fáciles, -no basta á remediar miseria alguna. Sólo -contribuye á fomentar la vagancia. Téngase en -cuenta que muchos de esos pobres madrileños -bigardos de todos conocidos, suelen ser santeros -de ladrones y rateros, cómplices de estafas -y de mil trapisondas. No poco contribuyen -también al fomento de la vagancia y de la pillería -nuestros señoritos chirigoteros que dan en -proteger á cualquier golfo desvergonzado y le -ríen las bufonadas y le celebran las desvergüenzas. -Esa simpatía estaría mejor empleada en el<span class="pagenum"><a name="Page_122" id="Page_122">[122]</a></span> -trabajador; pero acaso les es más fácil ponerse -en el caso del golfo y de ahí la simpatía.</p> - -<p>Triste es, también, rechazar con dureza al -niño que nos tiende la mano; pero debemos -pensar que, si explotado por sus padres ó abandonado -á sí mismo, halla mayor facilidad en el -pordioseo que en el trabajo ó en la escuela, -será ya imposible que desista de tan fácil vida.</p> - -<p>Dejémonos, pues, de sensiblerías; dejemos -también la desconfianza. Ayudemos entre todos -á la Asociación de Caridad; que no hay -motivos para que en Madrid sea imposible lo -que ha podido ser en otras capitales de menos -dinero, y tal vez de menos caridad. Un poco -más de cabeza y menos corazón. Cuando habiendo -contribuído todos con la mejor voluntad -veamos que nada se ha remediado, tiempo será -de considerar fracasadas las gestiones de la -Asociación y de las autoridades, y podremos -volver á repartir perritos chicos á tontas y locas, -es decir, á vagos y á pillos. No hay idea -de lo bien que se duerme, cuando con veinticinco -ó treinta céntimos, cree uno haber resuelto -el problema social y haber ganado un buen -asiento de paraíso.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_123" id="Page_123">[123]</a></span></p> - -<p>El aristocrático público que asiste á las representaciones -de Tina de Lorenzo, en el teatro -de la Comedia, no suele acudir hasta hora -muy avanzada de la noche. En este tiempo se -prolonga el paseo, se come tarde... Si alguna -vez veis llegar presurosos, á las nueve en punto, -coches y automóviles, y al levantarse el telón, -veis el teatro lleno, podéis asegurar á qué -género pertenece la comedia representada: es -una obra verde. Ahora sí, es preciso que la verdura -sea alegre; que dé que reir y no dé en qué -pensar. Entre «La Sfumatura» y «La Donna Nuda», -no hay comparación posible.</p> - -<p>En los turnos blancos triunfan Feuillet y Ohnet, -más blancos que la nieve. ¡Señor! ¡Y á mí que no -hay nada que me parezca tan inmoral como la -tontería!</p> - -<p>Por fortuna, las preciosas niñas abonadas -tienen cara de estar pensando en otra cosa. Y -las mamás también, rejuvenecidas por los recuerdos -del «Romanzo d'un giovane povero»... -¡Recuerdos y esperanzas de vida! La moral llama -al orden desde el proscenio, con severa -campanilla. Por la sala, la vida agita sus cascabeles -que suenan á risas.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 75px;"> -<img src="images/img12.jpg" width="75" height="34" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_125" id="Page_125">[125]</a></span></p> - -<h2>XIV</h2> - - -<p>Á las naturales bromas, inspiradas por la natural -desconfianza en la aplicación de tanta y -tanta pragmática como diluvia sobre madrileñas -cabezas—porque en provincias, ríanse ustedes -de cierres á hora fija, descansos dominicales, -etc., etc.,—responden los ministerialísimos, -con atribuirlas á «críticos de café». Y en -esa frase ponen todo el desprecio que les inspiran -los cuatro madrileños gatos que, á falta -de una tertulia ministerial, donde tomarlo de -gorra, van á tomar un café al café, con gotas -de censura á la infalible política que nos gobierna.</p> - -<p>Estos críticos de café, gentecilla de poco más -ó menos, con echarlo todo á crítica y á broma, -son los que impiden el buen éxito de tanta sabia -y moralizadora ordenanza. Se trata de prohibir -la mendicidad callejera; el crítico de café, -¡habrá escéptico! como va de su casa al café -por sus pasos contados y no en coche como las<span class="pagenum"><a name="Page_126" id="Page_126">[126]</a></span> -autoridades, y en cada esquina le acosan veinte -pobres, y si lleva prisa, ha de echarse por medio -de la calle, á riesgo de ser atropellado por los -automóviles—obedientes también á lo ordenado -para regular su marcha,—porque las aceras -son círculo de recreo á los de la venerable y -castiza orden del Plantón; á poco práctico que -sea en los golfos de este mar, como dijo Tirso -de Molina, verá cómo campan hampones, recién -salidos de presidio, vagos de profesión, -agentes de toda clase de negocios, toreros sin -contrata, vendedores del «ful», libreros á la -menta... ¿Cómo no ha de tomar á broma las -ordenanzas?</p> - -<p>Se prohibe la blasfemia, y hasta en los salones -de conferencias del Senado y Congreso, no -hay divinidad que se respete, ni la de D. Antonio -Maura, y los que tenemos creencias, no sabemos -ya á qué santo encomendarnos, de -quien no se haya dicho algo.</p> - -<p>Se prohibe molestar á las mujeres con piropos -y se las deja á ellas en libertad de molestarnos, -como si nosotros no tuviéramos también -nuestro pudor y cada uno no supiera -cuando le aprieta el zapato, y dónde ir á calzarse -lo que mejor le convenga.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_127" id="Page_127">[127]</a></span></p> - -<p>Y cuando todo esto vemos á cada hora, ¿no -ha de sernos permitida la más ligera crítica de -café, sin vernos tratar de vulgacho? Todos no -podemos ir á murmurar en las mismísimas antecámaras -de los ministerios, ni en dorados salones, -ni en despachos de directores de periódicos -ministeriales. ¡Oh! No hay duda de que -allí la murmuración es más sabrosa que en el -vulgar café. Como que allí se cobra y aquí se -paga.</p> - -<p>Pero en la política sucede como en el -teatro; el público que paga es el que menos -aplaude ni silba; en cambio los de la gorra, sin -perjuicio de aparentar que aplauden en público, -son los que desacreditan la obra y á los actores -en los corrillos del vestíbulo.</p> - -<p>No, señores ministeriales, la opinión, la prensa, -el país, en general, nunca han estado mejor -dispuestos; nunca han querido «creer», tanto -como ahora, en que sería posible mejorar en -algo, nunca han esperado tanto... ¡Y aun lo envuelven -ustedes todo en el despectivo nombre -de críticos de café! ¡Como están ustedes tan -mal acostumbrados! No han tenido ustedes otra -verdadera oposición que la de esos críticos. -Porque la otra no ha sido de café, precisamente:<span class="pagenum"><a name="Page_128" id="Page_128">[128]</a></span> -ha sido... lo que suele acompañarle á más -del azúcar.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Nada más fácil que un poco de sociología á -propósito del dispendio que supone la nueva -banda municipal. Pero yo, que en la aldea, en -donde paso largas temporadas, cuando llega -algún pobre chicuelo á mi puerta y allí se para -á admirar las rosas del jardín, únicas flores en -tan pobre tierra, suelo unir á un pedazo de pan -una rosa, no sin que alguien me advierta que -con el pan bastaba, aunque yo veo cómo muchas -veces, la boca hambrienta del chicuelo, antes -que morder el pan, sonríe á la rosa... ¿Cómo -no he de estimar en lo que vale, aunque mucho -cueste, esta flor de arte prendida en nuestra -pobreza, para alegrarla? Bien está el pan, -pero no están mal las rosas.</p> - -<p>Y bien está la banda municipal, y por esta -vez sólo plácemes merece nuestro Concejo. No -frunza el ceño el «leader» del socialismo que, -al fin, el socialismo, por lo que tiene de armonía -social, tiene mucho de ideal artístico y mucho -debe al arte, aunque nuestros socialistas -le traten con despego.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_129" id="Page_129">[129]</a></span></p> - -<p>Magnífico instrumental, excelentes músicos, -dirección entusiasta. El maestro Villa nada tiene -que envidiar á los directores alemanes en -precisión y en claridad, con algo que no estorba -nunca, el calor y la sangre de la tierra. -Como aquí trabaja uno por cada veinte que no -hacen nada, ese uno trabaja por los veinte: -gracias á eso vamos tirando. El maestro Villa -es de los que trabajan.</p> - -<p>La banda madrileña, que desde hoy será orgullo -de este pueblo, el del gracioso andar de -sus mujeres, aprendido al són de músicas callejeras, -tuvo un digno comienzo; saludar con la -marcha de infantes á la madrileñísima infanta -Doña Isabel. Después... ¿hubo alguien que pensara -en lo que puede costar la banda? ¡Poder -soberano del arte! Al salir del concierto, nos -parecía que los faroles de la villa alumbraban -con mayor claridad y que las calles estaban -mas limpias y mejor cuidadas.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Moritz I es un chimpancé de los que alegran -la vida á un «darwinista». ¡Que ocasión para un -sabio aspirante á Menelao científico! como el<span class="pagenum"><a name="Page_130" id="Page_130">[130]</a></span> -gracioso doctor de «Las tardes del Sanatorio».</p> - -<p>Pero no hay que olvidar á los de casa por -los de fuera. ¿Ustedes no conocen á la Nena, -chimpancé hembra, residente en nuestra Casa -de fieras del Retiro? Nada tiene que envidiar á -Moritz I, ni á Cónsul I y II, ni á la mismísima -Eva mona, de la que, acaso, todos descendemos. -Nena es una verdadera monada; posee -todas las virtudes femeninas y una más, la de -vestirse con muy poco y no llevar sombrero. -Tiene adoración por el encargado de cuidarla, -es cariñosa con los niños, rara condición en monos -y en institutrices; sus gracias son muchas -y no profesionales, ni enseñadas, sino de lo -más espontáneo é instintivo. No debe avergonzarnos -nuestro origen. Yo no creo á Nena -capaz de ir á sonsacar á ningún mono Adán -con la manzana. Nena se la hubiera comido -ella sola.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img04.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_131" id="Page_131">[131]</a></span></p> - -<h2>XV</h2> - - -<p>Verdaderas fiestas de arte son las que prepara -la ciudad de Munich, para lograr honra y provecho -que á despecho de nuestro pesimista -proverbio, bien caben en un saco. El programa -no puede ser mas atractivo. De Julio á Agosto, -en el teatro Real de la Residencia, festival de -Mozart, en dos series de representaciones. «Las -bodas de Fígaro», «Don Juan», «El rapto en el -serrallo», «Así hacen todas»; obras maestras de -gracia, de sentimiento, de cortesanía, propias -para ser cantadas en salones de príncipes artistas. -De Agosto á Septiembre, en el teatro del -Príncipe Regente, ciclos wagnerianos: «Los -maestros cantores», «Tristán é Iseo», «Tanhauser» -y la trilogía con su prólogo «El oro -del Rhin». Estas representaciones, al decir de -cuantos han podido comparar unas y otras, exceden -á las de Bayreuth por el mérito de los -cantantes y lo perfecto de la presentación en -escena. Por si no fuera bastante, de Junio á<span class="pagenum"><a name="Page_132" id="Page_132">[132]</a></span> -Septiembre actuará la compañía del teatro de -los Artistas, la más renombrada de Alemania, -bajo la dirección del profesor Max Rheinhardt. -En el repertorio figuran: «Hamlet», «Sueño en -noche estival», «El mercader de Venecia», de -Shakespeare; «Fausto», de Goethe; «Los bandidos», -de Schiller; «Lisistrata», de Aristófanes. -Obras que estamos hartos de ver por aquí, á -petición de los distinguidos abonados á turno -de moda.</p> - -<p>Con estas bagatelas basta para que á la ciudad -de Munich llegue gente de todas partes á dejar -muy gustosa su dinero. El arte bien administrado -puede ser industria muy provechosa. No lo -olviden nuestras inevitables comisiones cuando -vuelvan á pensar, con mejor fortuna, en organizar -festejos. El Teatro Nacional, bien organizado, -pudiera ser excelente base para estas -fiestas de arte. El Teatro español, antiguo y -moderno, interesa más de lo que nosotros creemos -á muchos extranjeros. No hay que juzgar -por lo que signifiquemos en Francia. Es vulgar -creencia española que, por nuestra amable vecina, -nos llega á los españoles toda claridad -intelectual. Yo creo que en muchos casos, ó la -intercepta ó la refleja del color de sus cristales;<span class="pagenum"><a name="Page_133" id="Page_133">[133]</a></span> -que no son los más claros. Los franceses ó no -se interesan por lo extranjero, ó, si se interesan -por algo, han de decir que es suyo. Ahora mismo, -admirados ante los bailarines rusos, aseguran -que si son admirables es porque han recogido -la tradición del baile francés, casi perdida -en Francia. En los saltos prodigiosos del bailarín -Nijinsky aplauden, más que nada, lo que -tienen de salto hacia atrás, hacia el gran arte -del baile francés. De los franceses procede todo; -ellos solos son principio y fin de todas las -cosas.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>La Exposición de la Infancia no ha pasado de -ser una plausible buena intención; un modesto -ensayo, que no debe desanimar á sus organizadores, -para acometer de nuevo la empresa. Tal -como esta es muy poco, en algo de tan sagrado -interés como la infancia. Una escuela modelo -que, en efecto lo es, si recordamos muchas que -hemos visto. Libros para niños, con vistosas, no -muy artísticas cubiertas... ¡Ah, los libros ingleses -para niños, primores de arte!</p> - -<p>En la Exposición se muestran cerrados; y si -hemos de juzgar por algunos que en alguna<span class="pagenum"><a name="Page_134" id="Page_134">[134]</a></span> -ocasión hojeamos, bien están así; es como pueden -ser más provechosos.</p> - -<p>Aun así, la Exposición debe ser visitada por -todos. Lo deficiente es el mejor acicate al deseo -de mejorar. Si hubiéramos llegado á la perfección, -tal vez nos dormiríamos; y ahora que á -muchos sabios les ha dado por predicar las -ventajas de la ignorancia, no es hora de que -duerman cuantos creen, como dijo Jesús, que -sólo no es perdonable un pecado; el pecado -contra el Espíritu. En España llevamos mucho -tiempo de pecar contra él; porque el mayor -pecado es la ignorancia.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Llueven censuras sobre Felipe Trigo á cada -nueva novela que publica. Graves moralistas -lanzan contra él los más terribles anatemas. Dicen -sus detractores que abusa de la cuerda sensible -amatoria. ¿No hay asunto más interesante -para el señor Trigo que este de la sexualidad? -Y ¿creen ustedes en efecto, que hay otro mas -importante? De ahí nacimos todos y esa es toda -la vida. No sirve hacerse los desentendidos. Si -hombres y mujeres civilizados pretenden hacer<span class="pagenum"><a name="Page_135" id="Page_135">[135]</a></span> -asunto de misterio de ese asunto, es porque saben -bien que en él está el verdadero secreto de -nuestra vida y hay pocas vidas que puedan -mostrar sus secretos. Dime cómo amas, te diré -quién eres. Obras de arte, empresas guerreras y -políticas, heroísmos de la santidad, monstruosidades -del crimen... Todo lo que admira ó espanta -en la historia de la humanidad... ¿En dónde -está nuestro secreto? «Behind the veil»; detrás -del velo, como dijo Tennyson, en otro sentido, -pero más exacto en éste. Detrás del velo pudoroso -con que todos procuramos ocultar el misterio -de nuestros amores... Todos, y más que -nadie, los fanfarrones del amor... ¡Ah! De esos, -ya se sabe: dime de lo que presumes y te diré -lo que no tienes. De Don Juan Tenorio se sabe -lo que él pregonaba, la lista de sus conquistas; -pero también se sabe que no tuvo hijos. Hay -para dar en qué pensar. En cambio, ¡hay tantos -que no presumen y podrían llevar una lista más -numerosa y más completa que la de Don Juan -Tenorio!</p> - -<p>Y en las mujeres... ¡Pobre Don Juan, qué sabía -él de las muchas mujeres que le harían cara -sólo por el gusto de añadir uno más á su lista!</p> - -<p>Los más impenetrables secretos de la historia<span class="pagenum"><a name="Page_136" id="Page_136">[136]</a></span> -serían de una diafanidad asombrosa si los historiadores -hubieran sabido darnos tan cabal cuenta -del acto de amor, en sus personajes, como Felipe -Trigo sabe dárnosla de los suyos en sus novelas.</p> - -<p>Por ejemplo; del proceso y prisión del príncipe -D. Carlos, tan diversamente comentado -por historiadores y poetas, yo creo... Pero seamos -pudorosos. Si yo dijera lo que creo, se -escandalizarían ustedes como de una novela de -Felipe Trigo.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img13.jpg" width="50" height="49" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_137" id="Page_137">[137]</a></span></p> - -<h2>XVI</h2> - - -<p>Nuestro previsor y paternal gobierno, en vista -de que el verano se presenta aburrido, y acaso -la banda municipal, no por falta de méritos, -sino por falta de lugares acomodados en que lucirlos, -no baste á la amenidad de nuestra vida, -ha resuelto sustituir el acreditado crimen misterioso -de todos los veranos con algo tan interesante -por lo menos: la guerra misteriosa. Ella -será el acertijo, la inquietud y el interés de todos: -¿Iremos á Marruecos? ¿Vamos? ¿No vamos? -¿Tenemos que hacer allí? ¿No tenemos que hacer -allí nada?</p> - -<p>Nuestros mejores talentos geográficos, diplomáticos, -sociológicos, financieros, los que conocen -el imperio vecino como su propia casa y los -que pasaron cuatro días en Tánger en aventuras -exóticas á lo Loti, hartándose de judías, que -ellos toman por moras, y figurándose correr mil -peligros en la conquista de alguna noble favorita -de moro rico, que luego resulta ser una bella<span class="pagenum"><a name="Page_138" id="Page_138">[138]</a></span> -Fátima de Marsella y su dueño y celoso señor -un apache con turbante y babuchas; todos ellos -pueden hacer gala en artículos periodísticos y -conversaciones de playa ó Casino de sus profundos -conocimientos, y volveremos á oir aquello -de: «El país no quiere aventuras», ó «No debemos -renunciar al importante papel que, por -nuestra historia y nuestro porvenir, estamos llamados -á representar en Marruecos». Y habrá -planos trazados en las arenosas playas ó en los -tableros de mármol de los cafés, y habrá estadísticas -comerciales abrumadoras. Nuestro comercio -de exportación, nuestra industria... Y -unos gritarán: «¡Guerra, guerra!», y otros clamarán -que la guerra sería el fin de España, ese fin -anunciado tantas veces y que, por fortuna, no -llegará nunca; porque España es tan dura de -pelar como el imperio de Marruecos, amenazado -siempre también de aniquilamiento y ruina. -¡Nadie puede calcular la fuerza de los débiles! -Ni nadie en mejores condiciones que ellos para -atreverse á todo. Si algo debe hacernos dudar -en acometer la aventura, es esa consideración: -Por poco que tengamos que perder nosotros, -aún tienen menos que perder ellos, y esa ventaja -es inapreciable para toda clase de luchas. Las<span class="pagenum"><a name="Page_139" id="Page_139">[139]</a></span> -guerras y los negocios, sin dinero; es el único -modo de no perder nunca. Yo creo que si algo -nos estorba en España para volver á recobrar -nuestro prestigio en el mundo, no es nuestra pobreza, -sino los cuatro cuartos que tenemos. El -día que nos decidamos á tirarlos por la ventana, -empezaremos á ser alguien.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>El señor ministro de la Gobernación piensa en -enérgicas medidas para evitar que en lo sucesivo -registre la crónica tauromáquica jornadas tan -desastrosas como la última de las cinco cogidas. -¡Cinco en un solo día! Es demasiado. ¡Y en distintas -plazas! Para que no puedan disfrutar de -todas ellas los mismos espectadores... Es lamentable.</p> - -<p>¿Medidas enérgicas?</p> - -<p>La profusión de accidentes no es el mejor motivo -para tomar medidas enérgicas contra la -fiesta taurina. ¿Qué más enérgica medida que -la de los mismos toros? Á pocos domingos como -el de marras, no quedaba un torero, y asunto -resuelto.</p> - -<p>¿Vendrá la supresión en absoluto? Hombre<span class="pagenum"><a name="Page_140" id="Page_140">[140]</a></span> -es D. Juan capaz de atreverse, no digo con la -torería, hasta con el clero, si esto no fuera contra -la doctrina conservadora. ¡Ah, si D. Juan fuera -liberal como es conservador, la ley de Asociaciones -no hubiera quedado en proyecto!</p> - -<p>¿Tendremos corridas á la portuguesa? ¿Se exigirá -á cuantos toreros pisen plazas un certificado -de suficiencia; bachillerato para torear novillos, -licenciatura para toros y doctorado para -miuras?</p> - -<p>¿Por dónde vendrá la muerte? Mal haría el -señor ministro en querer precipitarla, exponiéndose -por el contrario á levantar al toro, como -cachetero desmañado. Deje, deje á toreros, ganaderos, -toros y público, que ellos solos se bastan -para concluir con la fiesta, por aburrimiento, -que es la más segura muerte.</p> - -<p>Entre esos toreros, en vano aupados por los -amigos; esos toreros de una estocada, que bien -pudiera llamarse la estocada del hambre, cada -cinco años; las exigencias de los eminentes, la -falta de tradición en los aprendices toreros y en -el público aficionado que ya, por no haberlo visto -en muchos años, no sabe distinguir un volapié -de una carrerilla de esas con que ahora se -caza, no se mata, á los toros... Además, las<span class="pagenum"><a name="Page_141" id="Page_141">[141]</a></span> -clases obreras están más alejadas cada día del -espectáculo, sostenido por la clase media desocupada -y la aristocracia aburrida, y... síntoma -significativo: á los niños de ahora no les gustan -los toros. He podido comprobarlo en repetidas -observaciones.</p> - -<p>Unos cuantos años más y habrá que sostener -las corridas de toros con subvenciones del Estado, -como una curiosidad arqueológica que puede -interesar á los extranjeros.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img14.jpg" width="50" height="49" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_143" id="Page_143">[143]</a></span></p> - -<h2>XVII</h2> - - -<p>Y ¡aun hay vanidosos! Esto pensaba yo el -otro día, ante el mausoleo de Chueca, inaugurado -con... ¿solemnidad? ¡Oh, sí! Demasiada -solemnidad.</p> - -<p>Amables oradores, lisonjeros poetas nos hablaron -del pueblo allí presente para honrar á su -músico... ¿El pueblo? Yo no le ví por ninguna -parte. Allí no estábamos mas que los precisos -operarios, el grupo de siempre, los de obligación. -Y no todos. Las bellas artistas de nuestros -teatros alegaron en disculpa de su ausencia, -la hora inconveniente; hora de ensayos ó -de sección «vermouth»... ¡Vaya por Dios! ¿Para -qué mejor ocasión juzgarán las empresas que -valía la pena de conceder un día de asueto á sus -artistas?</p> - -<p>Y esto por Chueca, el popular, el glorioso -entre todos. ¿Se entera usted, señor don Nadie? -Usted, el que cree haber conquistado el derecho -á la inmortalidad, con una crónica colorista ó<span class="pagenum"><a name="Page_144" id="Page_144">[144]</a></span> -con un soneto cincelado; usted, el que apenas -se digna saludar á los amigos, y va usted, por -esas calles, despreciando las baldosas que pisa; -indigno pedestal de su grandeza... ¿No le aprovechará -á usted de nada esta lección y tantas -otras? ¡Cúrate vanidad!, como dice el Rey Lear. -Aprende que no es preciso salir de España para -que el nombre de Cervantes sea ignorado; que -de Zorrilla, el popular poeta, no hay, fuera del -consabido círculo, quien sepa más allá del «Tenorio»; -y yo sé de personas bastante cultas, que -confundieron al poeta con el político.</p> - -<p>¡Cómo nos engañamos unos á otros con esto -de la popularidad! Se lamentaba un buen señor, -indignamente puesto en ridículo por su esposa... -¡Ya ve usted! ¡Todo Madrid lo sabe!—¡Bah!—le -consolaba un amigo;—¿todo Madrid? Váyase -usted á Carabanchel.</p> - -<p>¿Es usted popular? Pues pregunte, pregunte -al primero que pase por la calle... Y aun queda -mucho mundo y otros mundos... y ¡aun hay -vanidosos!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>El reglamento del Teatro Español—por fin, -es Español,—aun no esta aprobado oficialmente,<span class="pagenum"><a name="Page_145" id="Page_145">[145]</a></span> -y claro está que cuanto de él se anticipe, -estará expuesto á rectificaciones. Mas, como -una vez aprobado, sería tarde para ponerle peros, -es preferible pecar de anticipado, llamando la -atención sobre algunas ligeras enormidades -anunciadas, que aun es tiempo de rectificar.</p> - -<p>Primeramente se anuncia que el cuadro de -artistas se dividirá en dos, uno dramático y otro -cómico. ¿Á qué esa división? En el Teatro -Francés puede estar justificada, porque en Francia -la tragedia clásica es un género aparte, y es -tragedia desde antes de levantarse el telón hasta -que termina, sin mezcla de comedia alguna. -Pero en el Teatro Español, aparte media docena -de tragedias á lo clásico, de que vale mas -no acordarse, lo mismo en el teatro antiguo -que en el moderno, lo trágico y lo cómico se -entremezclan de tal manera, no ya en cada -obra, sino en cada personaje, que esa división -entre actores dramáticos y cómicos sólo puede -conducir á promover un conflicto por obra.</p> - -<p>Se reparte «El alcalde de Zalamea». ¿Que -cuadro debe representarlo? ¿El dramático? ¿El -cómico? El papel de Don Lope de Figueroa, -¿es trágico? ¿es cómico?</p> - -<p>¡Así que nuestros actores necesitan mucho<span class="pagenum"><a name="Page_146" id="Page_146">[146]</a></span> -para clasificarse y rechazar papeles que no creen -de su cuerda! Yo soy del cuadro dramático—diría -alguno,—y en este papel que me han repartido -hay dos chistes y una situación cómica. -Yo estoy aquí para hacer reir—diría el otro,—y -al personaje que represento se le muere un -tío, que no le deja nada, en el segundo acto. -Suprima, suprima la comisión ese articulito. -Compañía una; dramática y cómica. Nada de -clasificaciones. Jóvenes, los jóvenes; actores de -carácter, los veteranos; graciosos ó tristes, según -pida el carácter de los personajes. Nada de -damitas con cuarenta años de servicios, poniendo -la boca chiquita para decir: ¡papá y mamá! -Nada de galanes jóvenes con bisoñé y dentadura -postiza. Esto en cuanto se refiere á la organización -de la compañía.</p> - -<p>La otra pequeña atrocidad es la siguiente: -El criterio para retirar las obras del cartel no -será otro que el ingreso en taquilla. ¿Sí? Pues -¡vive Dios! que para eso no hacía falta teatro -subvencionado, y ese criterio es el de cualquier -empresario negociante y aun no tan á punta de -perro chico. Según ese criterio, muy expuestos -estarán Lope de Vega, Calderón y el mismísimo -Shakespeare, á tener que ceder el sitio<span class="pagenum"><a name="Page_147" id="Page_147">[147]</a></span> -más que á paso á cualquier bufonada ó melodrama -de público. Todos creíamos que, justamente, -la subvención sería para eso; para imponer -una obra de arte, cuando el dinero del -público no bastara á sostenerla.</p> - -<p>Con ese criterio, el Museo de Pinturas ya debiera -de estar cerrado ó haberse sustituído -por un «cine»; ¡si se fuera á juzgar del mérito -de Velázquez por el número de entradas vendidas -para ver sus cuadros!</p> - -<p>Claro es que no hay autor vivo que no crea -sus obras del más soberano arte, y todos pretenderían -verlas perpetuarse en el cartel, á costa -del Estado. El criterio del ingreso es el más -seguro... La obra de usted es una obra de arte, -pero no da tres pesetas... ¡Mal, muy mal van á -pasarlo nuestros clásicos, con Shakespeare, Molière, -Ibsen, etc., en el nuevo Teatro Español!</p> - -<p>Los vivos, los verdaderos vivos, menos mal, -ya se ingeniarán para tomarle el aire al abono, -al público y á la dirección artística; y el teatro -subvencionado será... un teatro más. Y es lo -menos malo que puede sucederle.</p> - -<p>Conste que en nada de lo dicho, hay el menor -deseo de destripar el cuento. Muy pocos -se habrán interesado, mejor dicho, desinteresado<span class="pagenum"><a name="Page_148" id="Page_148">[148]</a></span> -tanto como yo, por el nuevo teatro. Por lo -mismo, quisiera verle nacer en las condiciones -más viables y, si de mí dependiera, su vida sería -larga y próspera. ¿No es de agradecer todo -esto? Porque, en fin, que recen y practiquen los -creyentes, que algo esperan, después de todo, -bien está... Pero, ¿los que no creemos y rezamos? -Y eso me pasa á mí con el Teatro Español... -¡Á ver si no es virtud!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img02.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_149" id="Page_149">[149]</a></span></p> - -<h2>XVIII</h2> - - -<p>Si en casa del jugador poco dura la alegría, -en casa del aficionado á toreros aun suele durar -menos. Es tan natural orden de la vida una -alternada distribución en los sucesos, que las -rachas son algo extraordinario, y el jugador -prudente se atiene en sus combinaciones al más -probable «tierce á tout»; dejando lo de jugar á -la repetida para el jugador de fortuna, siempre -en espera de lo inusitado y fuera del orden.</p> - -<p>Del mismo modo los buenos aficionados saben -de antiguo lo ocasionado que es con toreros -y toros jugar á la repetida; como saben las -empresas lo fácil de engañar al público, con -anunciar el mismo juego.</p> - -<p>En esta temporada los aficionados quieren -distraer su aburrimiento, dedicándose á la inocente -ilusión de inventar toreros. ¡Para que -aprendan los eminentes! Ya en tiempos del Guerra -fueron muchos los que pusieron el mismo -empeño en la misma empresa. ¡Pobres flores de<span class="pagenum"><a name="Page_150" id="Page_150">[150]</a></span> -una tarde con suerte!; todo lo más de una temporada. -Y menos mal, cuando no dejándose -«inventar», se resignan á volver al montón y -no toman en serio un papel superior á sus fuerzas -y conocimientos, que, de otra suerte, el -desengaño suele llegar con una cornada, de las -muchas que los espectadores tienen á su cargo.</p> - -<p>No es hora de predicar contra la sublime -fiesta y no soy de los que creen que ella tenga -gran culpa en el atraso de España. De los toros, -como del clericalismo, creo que no son -causa de nada, sino efecto de mucho. No son -unos ni otro los que tienen la culpa de nuestro -atraso; es nuestro atraso el que tiene la culpa -de toros y de clericales.</p> - -<p>El que no tiene inteligencia bastante para -pensar por sí propio, si no se dejara influir por -un director espiritual, iría á consultar con la sonámbula -ó con la echadora de cartas ó con el -primer embaucador que se le presentara. El -que no halla diversión más de su gusto que una -corrida de toros, si se las suprimieran, buscaría -otra más bárbara, más estúpida, y nada abríamos -adelantado.</p> - -<p>Cuantos han combatido las corridas de toros, -han fundado siempre sus invectivas en la parte<span class="pagenum"><a name="Page_151" id="Page_151">[151]</a></span> -menos vulnerable del espectáculo, lo peligroso -y lo sangriento. ¡Bah! Si á eso fuéramos... Todo -el mundo es plaza y toda la vida es lidia.</p> - -<p>Por esa parte, el espectáculo hasta es beneficioso; -un derivativo muy atenuado para nuestro -espíritu inquisitoral, atormentador... El fogueo -de toros nos compensa del fogueo de -herejes; cada gritería al presidente, acaso evita -un motín popular, y cada cincuenta corridas, -por lo menos, suponen un desgaste de ferocidad -que hace imposible una guerra civil.</p> - -<p>No es por lo cruel, ni por lo sangriento, por -donde hay que atacar al espectáculo, es sencillamente... -por tonto.</p> - -<p>El toro bravo, verdaderamente de lidia, es -un producto artificial, cada vez más raro y más -difícil de obtener. La natural condición del toro -es pacífica; por algo el ornamento cornamental -fué siempre símbolo de la más apacible conformidad -conyugal. Así, bien puede asegurarse -que de cien toros, los noventa y nueve salen al -coso más dispuestos á mugir saudades dehesiles -que á meterse en pelea. Y ¡es de ver el lastimoso -espectáculo del acoso, en torno al triste -animalito! Se le persigue, se le azuza, se estrecha -el círculo de tortura... Por fin, se consigue<span class="pagenum"><a name="Page_152" id="Page_152">[152]</a></span> -enfurecerle, empuja, derriba á ciegas... ¡Un -triunfo de arte y de gracia!</p> - -<p>¿Qué diremos de la elegante suerte de varas? -¿Qué diremos del forzado valor, todo para la -galería; el chulesco valor de los lidiadores? La -palidez de los rostros, distendidos los músculos -en rictus, que bien quisiera aparentar una sonrisa... -¡Ah, la sonrisita del torero! Un buen -anatómico ó buen pintor pueden dar razón de -ella...</p> - -<p>Y ¿qué diremos de la alegría del espectáculo? -Alegre un espectáculo en que el espectador se -pasa la tarde rabiando. Rabieta si rajaron al -toro de un puyazo y le quitaron facultades; rabieta -si no le castigaron lo bastante y conserva -demasiado poder; rabieta si le recortan; rabieta -si no le paran los pies; rabieta si el torero de -las simpatías no estuvo muy afortunado, y rabieta -si lo estuvo el de las antipatías... Rabietas -regionales, si quedó Córdoba mejor que Sevilla -ó Sevilla mejor que Madrid... Rabieta con -el presidente; rabieta con el matador de las -6.000 pesetas; rabieta y discusión acalorada -con el espectador de al lado y con el de detrás -y con los de delante... ¡Si les digo á ustedes -que no hay diversión que se le parezca! Y después<span class="pagenum"><a name="Page_153" id="Page_153">[153]</a></span> -de proferir toda clase de insultos, de injurias, -contra los toreros sobrado prudentes, de -echarles en cara sus ganancias y sus glorias, -cuando la desgracia ocurre y el torero es entre -los cuernos y las patas del toro un andrajo humano... -la compasión más sensiblera; una compasión -que, no diremos mal empleada en este -caso, pero sí que debiera repartirse más equitativamente -entre el obrero víctima de un accidente -en su trabajo, la costurera enferma de -tuberculosis, de tanto darle á la aguja y tantas -otras víctimas de un trabajo sin luz, sin aire y -sin aplausos.</p> - -<p>¿Que hay exageración en todo esto? Prueben, -prueben los aficionados á dejar de asistir á las -corridas durante una temporada, y si después -de algún tiempo, al volver á presenciar una, no -sienten como yo toda la estupidez del ridículo -espectáculo, será... ¡Triste sería! porque la verdad -no tiene para ellos ningún camino; ni el -del aburrimiento.</p> - -<p>Solo el valor de un Frascuelo, superior á las -cobardías del público, ó el arte primoroso de -un Lagartijo y su frescura y despreocupación, -superior á los insultos de ese mismo público, ó -la maestría suprema de un Guerra, superior á<span class="pagenum"><a name="Page_154" id="Page_154">[154]</a></span> -los toros, al público y al espectáculo, pueden -dar un aire de grandeza á las corridas. Pero la -excepción confirma la regla, y el genio es superior -á todo, á la misma esfera social en que -emplea su actividad. Han existido ladrones y -asesinos de genio, que no disculpan por eso el -robo ni el asesinato.</p> - -<p>Algo hay en los toros, no obstante, que les -hace ser digno espectáculo de un filósofo. Si -en la vida fuera todo bondad; si los hombres -fueran siempre dignos y justos y razonables, la -idea de la muerte sería tormento insoportable -para el espíritu... ¡Dejar un mundo de delicias; -separarse para siempre de una humanidad tan -perfecta!</p> - -<p>Conviene de cuando en cuando asomarse á -donde toda la estupidez y la bajeza humanas -se muestran en toda su desnudez, para que la -idea de la muerte no nos parezca tan triste y -hasta nos sea apetecible. Y hay que confesar que -nada para esto como una corrida de toros.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img15.jpg" width="50" height="54" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_155" id="Page_155">[155]</a></span></p> - -<h2>XIX</h2> - - -<p>El verano es la estación de las grandes crisis -en las compañías teatrales. Se comprende; después -de toda una larga temporada de invierno, -los artistas con los empresarios, éstos con los -artistas, y los artistas unos con otros, están que -no pueden ya aguantarse. Tiene la vida del teatro -algo de la vida á bordo; los primeros días -todos los pasajeros simpatizan, todos parecen -encantadores, se organiza toda clase de fiestas -en que todos toman parte; poco á poco se van -separando en grupos, cada día mas reducidos; -en cada uno se murmura de los otros; al final -de la travesía, ya no hay ni grupos; cada pasajero -pasea solitario ó lee apartado de los demás, -y en su interior piensa que en su vida ha -tratado con gente más antipática y desagradable. -Unos días más, y acabarían todos arrojándose -unos á otros por las bordas en descomunal -pelea.</p> - -<p>El teatro es lo mismo. Á principios de temporada<span class="pagenum"><a name="Page_156" id="Page_156">[156]</a></span> -todos se adoran, se recibe con efusión -á los recién llegados.—Aquí, aquí es donde -tiene usted su puesto.—¡Qué gusto verme entre -ustedes!—Las actrices se hacen confidencias -de todo género. Los actores se muestran galantes -con todas ellas. Aquello es un paraíso... -Pero no va mediada la temporada, cuando ya -sólo se juntan unos para murmurar de los otros, -y viceversa; y si se juntan todos es para conspirar -contra el empresario ó hablar mal de una -obra. Y al terminar la temporada, ni para eso.—«Ciascun -per se»—como cantan en «Los -Hugonotes».</p> - -<p>No hay que pensar por esto que los actores -sean de peor condición que los demás humanos. -Si en todas las profesiones el trabajo hubiera -de ser en comunidad y las relaciones tan -constantes, también veríamos cosas. Más separados -viven unos de otros pintores, escritores, -médicos, abogados, y no se quieren más ni mejor -por eso. No hablemos de la fraternidad periodística... -Y los chismes de bastidores no son -nada, comparados con los de sacristía. ¡Hay -cada párroco y cada teniente cura, que... ríanse -ustedes de las primeras tiples en lo de despellejarse -unos á otros!</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_157" id="Page_157">[157]</a></span></p> - -<p>En fin, que la temporada próxima promete, -y lo único de lamentar por mi parte es... que -me cogerá sin dinero...</p> - -<p>Porque en el teatro, como en todo, ¡es tan -agradable el papel de espectador!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Son muchas las personas que me escriben, -unas para felicitarme, otras para increparme, -por mis ligeras consideraciones sobre las corridas -de toros; otras, sencillamente, para mostrarme -su extrañeza.</p> - -<p>—¡Hombre, usted tan aficionado antes!...</p> - -<p>—¿Aficionado? Le diré á usted. Á no ser en -los tiempos del Guerra á mi juicio el torero -más asombroso, la verdad es que siempre me -han aburrido las corridas de toros. Esto, en -cuanto al espectáculo; que de los espectadores, -¡no se diga! Siempre he buscado la localidad -más tranquila de la plaza. Me han indignado -siempre esos energúmenos que no se divierten -si no pasan la tarde gritando, molestando á todo -el mundo; que si ¡Ladrón!, que si ¡Criminal!, que -si ¡Por derecho!, que si ¡Á la cárcel!, que si la -madre, que si toda la familia... todo un «specimen»<span class="pagenum"><a name="Page_158" id="Page_158">[158]</a></span> -de educación nacional. Esos energúmenos -son los mismos que en el teatro no se contentarían -con menos que ver ahorcado al autor -que tuvo la desgracia de equivocarse; los mismos -para quienes no hay político honrado, ni -escritor que no se venda; los mismos que piden -desde la mesa del café heroísmos sobrenaturales -en la guerra, para poder decir ellos:—¡Qué -valientes somos! ¡No hay quien pueda con nosotros!—Los -mismos que van por esas calles -perdonando honras á las mujeres... Y como este -es el espectador, no diré más frecuente, pero sí -el que da tono al espectáculo, él por sí solo se -basta para hacer de una fiesta, que podía ser -una de tantas como andan por esos mundos civilizados, -la de apariencia más salvaje.</p> - -<p>En Barcelona se ha celebrado, ó va á celebrarse, -una manifestación contra las corridas de -toros. En esto ya no estoy conforme; creo que -todo eso es contraproducente. Los toros, como -tantas otras cosas, caerán por sí solas, cuando -deban caer. Encomendemos la tarea á los educadores. -El maestro es el que ha de acabar con -los «maestros».</p> - -<p>Ha de notarse que la Iglesia, tan intransigente -en ocasiones con el teatro, con el libro y con<span class="pagenum"><a name="Page_159" id="Page_159">[159]</a></span> -la prensa, dispensa la más benévola tolerancia -á las corridas de toros. Las señoras, tan influídas -por la Iglesia, no ponen tampoco todo el -empeño que debieran en combatirlas. Nada de -esto habla muy en favor de la delicadeza de sus -sentimientos. En cuanto á la Iglesia, ya es sabido -que todo lo que no sea pensar le ha preocupado -siempre poco.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>El más cordial saludo al boletín «Pro Infantia», -publicado por el Ministerio de la Gobernación. -Todo en él es buenas intenciones, que debemos -desear no vayan á empedrar el infierno, -á cuya pavimentación ya han contribuído no -poco los legisladores españoles. Los hombres -tienen mal gobernar; acariciemos la ilusión de -que estarán mejor empleados nuestros desvelos -en los pequeños. No olvidemos, como dijo el -admirable poeta Wordsworth, que «el niño es -el padre del hombre».</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img16.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_161" id="Page_161">[161]</a></span></p> - -<h2>XX</h2> - - -<p>Moral del último—esperemos que aun sea el -último—crimen. Los periódicos se recriminan -unos á otros por sus indiscreciones y juicios temerarios; -naturalmente, los más clamorosos en -lamentarlas son los que siempre están más dispuestos -á recoger cualquier especie del arroyo.</p> - -<p>Una vez más salen á relucir las deficiencias -de nuestras leyes procesales, en cuanto se refiere -á supuestas culpabilidades y prisión preventiva. -Y una vez más, nadie será osado á poner -remedio. Lo de considerar á todo sospechoso -como criminal es antiguo achaque de la Señora -Justicia. Y aun peor al sospechoso que al -verdadero criminal, que á éste, en fin, cuando -ya está convicto y confeso, siempre se le agradece -el descanso de tanta molestia como ocasionó -su captura, y al otro, en cambio, á cada -negativa se le pone peor gesto y se le considera -como criminal más empedernido.</p> - -<p>Y es de notar, también, el mayor respeto que<span class="pagenum"><a name="Page_162" id="Page_162">[162]</a></span> -inspira todo delincuente cuanto mayor sea la -fechoría cometida. Así, tal vez el raterillo primerizo -no escape de una buena solfa, como primera -diligencia; pero á un feroz asesino nunca -le faltará un admirador que le obsequie con un -suculento «beefsteak», para que reponga sus -fuerzas, después de una declaración emocionante.</p> - -<p>El buen burgués, por su parte, también moraliza -á cada crimen de estos sensacionales; -habla de la corrupción de costumbres, se promete -mayor cuidado en la selección de sus relaciones -y más severidad con el pariente derrotado, -que de vez en cuando suele pedirle dos -pesetas:—Cuando venga el señorito Fulano, dicen -á la criada, dígale usted que no estamos -en casa, y no abra usted la puerta.</p> - -<p>Las criadas ven á un posible asesino en toda -persona regularmente trajeada; no se arriesgan -á franquear la puerta sin minuciosa inspección -por el ventanillo, y en resumen, las casas estarán -mejor guardadas por unos días y los parientes -pobres se morirán de hambre más pronto. -Y esta es toda la moral de estos crímenes, -en que todo el mundo sólo atiende á los hechos, -los hechos brutales, unánimemente reprobados<span class="pagenum"><a name="Page_163" id="Page_163">[163]</a></span> -por los buenos burgueses, á la hora de la digestión, -ligeramente entorpecida por algo así, -entre indignación y miedo.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Los congresistas de la Paz, los creyentes en -la eficacia de los tribunales arbitrales, para dirimir -pacíficamente toda cuestión internacional, -estarán encantados con el feliz éxito del arbitraje -argentino, entre el Perú y Bolivia. Ambas modernas -y civilizadas repúblicas, acudieron muy -humildemente y bien dispuestas á respetar el -fallo del presidente de la República Argentina. -¡Para que vea el viejo mundo europeo cómo -arreglamos estos asuntos los del nuevo! Pero, -apenas se enteraron los de Bolivia de que el -fallo no les era todo lo favorable que ellos apetecían, -¡adiós mi árbitro y adiós mis procedimientos -modernos!</p> - -<p>No es el primer caso en las repúblicas americanas, -y en alguno de estos enojosos arbitrajes -anduvo la vieja madre España de por medio -y como ahora, la república que se creyó perjudicada -puso el grito en el cielo. Por donde, si -el árbitro toma su divino papel en serio, en vez<span class="pagenum"><a name="Page_164" id="Page_164">[164]</a></span> -de un disgusto y de una guerra, pueden resultar -dos guerras y muchos disgustos.</p> - -<p>Pasarán muchos años hasta que el cañón deje -de ser el gran pacificador y el supremo árbitro. -Para ello será preciso ante todo que las naciones -no se preocupen tanto de añadir unas leguas -de tierra á su territorio; como si la nación -más floreciente no tuviera ya bastantes incultas -y despobladas.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Muy moderno también, muy europeo, muy -culto y muy lindo, el bando de nuestro señor -alcalde; enderezado, con la mejor intención, á -proteger á los animales. Muy bien está el bando, -que los animales deben agradecer tanto -como debiera ofendernos á las personas. Porque, -¿quién duda que si bien está el bando, mucho -mejor estaría que no hubiera habido necesidad -de dictarlo? Por eso mismo creo muy poco en -su eficacia. ¿Buenos sentimientos por ordeno y -mando? Á otra puerta. Fué siempre la nuestra -de las más cerradas á toda blandura con los animales. -Y cuanto más cerca el hombre de la Naturaleza, -cuando más parece que debiera sentir -la simpatía por sus compañeros de trabajo, más<span class="pagenum"><a name="Page_165" id="Page_165">[165]</a></span> -duro se muestra con ellos. Parece que ya no debiera -tratarse de compasión sino de interés propio. -¡Pues hay que ver cómo trata el labriego á -su yunta y el carretero á sus mulas y el traficante -á su infeliz borrico! Pero, lo que ellos dirán -en su disculpa: ¿Estamos nosotros mejor -tratados? ¿Cuándo la misma Naturaleza, con sus -rigores, siempre en contra del logro de nuestro -trabajo; cuando los demás hombres son tan -crueles con nosotros, vamos á ser nosotros más -piadosos con los animales?</p> - -<p>Para la pobre gente, esto del amor á los animales, -es un lujo de afectividad imposible para -ella, como todo lujo. Para la gente rica suele ser -una dulce forma de misantropía. Se ama á los -animales... porque los animales no suelen ser ingratos, -porque no dan malas contestaciones, -porque los manejamos mejor que á los hombres -y los tenemos más sujetos á nuestra voluntad. No -hay que fiar mucho en la bondad de estos ricos -que aman demasiado á los animales.</p> - -<p>Amarlos en justa proporción, tratarlos, no tan -mal como á los criados ni mejor que á tantos -niños desvalidos, sería lo justo, lo natural, lo -que debiera hacer innecesario ese bando, en -todo país digno de llamarse cristiano y civilizado.<span class="pagenum"><a name="Page_166" id="Page_166">[166]</a></span> -Pero... con la excepción de San -Francisco de Asís, nuestra religión no fué nunca -muy dulce con los animales. Recuérdese -cómo en la Biblia, casi siempre les toca á ellos -pagar el pato en los sacrificios. Isaac se salva; -pero en su lugar se sacrifica á un pobre corderillo. -En el mismo Evangelio, de más suave doctrina, -Jesús lanza á la legión de demonios, expulsada -de un poseído, sobre una piara de cerdos, -que corre á arrojarse al mar, alocada por -los malos espíritus. ¡Pobres cochinos! ¿Qué culpa -tenían ellos?</p> - -<p>El origen superior atribuído al hombre por -nuestra católica doctrina, limita el sentimiento -de fraternidad universal entre el hombre y los -demás seres de la creación. No hay en la religión -cristiana ninguna plegaria tan hermosa -como aquella del Budha: ¡Dios mío, librad del -dolor á cuanto existe!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img05.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_167" id="Page_167">[167]</a></span></p> - -<h2>XXI</h2> - - -<p>No podemos quejarnos del actual verano; él -ha sido tardío en calor y en sucesos, pero bien -quiere desquitarse en pocos días, y el calor aprieta -y los sucesos se precipitan, sin tiempo apenas -para solicitar la atención ni el par de días -que se concede de comentarios á la actualidad -más pasajera. ¿Dónde está ya la romántica boda -del infante? ¿Dónde está ya la muerte de Don -Carlos? Cualquiera de estas actualidades hubiera -bastado en otro verano para abastecer periódicos -y tertulias. Pero baza mayor quita menor, -y nuestra baza, la que nos hemos creído en el -caso de meter en los asuntos de Marruecos, es -de tal importancia, que ella sola se impone á -nuestra consideración, con todos sus prestigios -seculares. Porque desde los tiempos de D. Rodrigo -y la Cava, ¿cuándo ha dejado de ser actualidad -para los españoles alguna cuestión africana? -Dividida España en regiones, guerreando unas -con otras muchas veces, sólo al combatir contra<span class="pagenum"><a name="Page_168" id="Page_168">[168]</a></span> -el agareno y en ponerse á su avance solían estar -de acuerdo las más enemigas; y ahora que -somos, ó parecemos, una nación unida, no hay -dos... no digamos regiones, personas que parezcan -animadas del mismo espíritu, y mientras -unos gritan: ¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra! como -en los mejores tiempos del romancero y de -nuestras comedias de moros y cristianos, otros -claman por la paz á todo trance, y no diremos á -toda costa, porque la paz es mucho más barata.</p> - -<p>Difícil es decidirse por unos ó por otros. Los -que piensan más razonablemente... no saben qué -pensar en este caso. Ni vale refugiarse en las serenas -regiones idealistas porque... el ideal está -en todo, en la paz y en la guerra; en la evangélica -resignación á perderlo todo y en la fuerte -voluntad de ganar algo... Lo peor, lo más triste -para los pueblos como para las personas, es la -indecisión... Fluctuar, como Hamlet, resistirse -á ser instrumentos conscientes del destino, para -que, al fin, el destino se imponga brutalmente, -inexorablemente, á nuestra indecisión.</p> - -<p>Fortimbrás, inventando pretextos pequeños -para grandes acciones, es de mejor ejemplo que -Hamlet, quien, con grandes motivos, no supo -decidirse á la acción nunca.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_169" id="Page_169">[169]</a></span></p> - -<p>Por fortuna para los pueblos y para los gobiernos, -en estos casos de incertidumbres, de -desalientos, de indecisión nacional, están banderas, -trompetas y tambores; está el marchar de -las tropas juveniles, y... á su paso todo se olvida, -es uno el sentimiento y una la aspiración. -El mismo Pablo Iglesias daría un ¡Viva! Y decir -vivir, es decir pelear.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>El papel de rey destronado es siempre algo -ridículo. El de rey aspirante, idealizado con -aureolas de esperanzas que nunca nubló la realidad, -es, en cambio, de tan romántica poesía, -que una regular presencia y una regular discreción -bastan á sostenerle con decoro. Y así supo -sostenerle Don Carlos, muy á gusto de todos. -En España muchos le amaban, y... á pesar de -todo, nadie le odiaba. Supo salvar la majestad -de su figura, del vencimiento y de la difamación. -No fué nunca ridículo, cosa que no consiguen -siempre muchos reyes reinantes. Dicen -que amaba mucho á España. Era más de agradecer -ese cariño, por lo mismo que había de -expresarlo con acento extranjero.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_170" id="Page_170">[170]</a></span></p> - -<p>«Azorín» ha aprovechado la ocasión de haberse -publicado en el periódico en que él dogmatiza, -ó mejor dicho, «esceptiza» á lo Montaigne, -la fantástica noticia de mi viaje á Buenos -Aires, á servir unas conferencias á cien mil -pesetas... ¡Cincuenta mil más que Anatole France! -Muchas gracias por la tasación, querido -compañero, para significar su displicencia por -estas idas y venidas, al mismo tiempo su desprecio -por las glorias populares... ¡Ah! ¡La popularidad!...</p> - -<p>Claro es que yo no puedo darme por aludido. -Yo estuve ya en Buenos Aires, y no fuí en -clase de popular, ni me recibieron con músicas, -ni pronuncié discursos, ni nos volvimos nadie -loco, ni ellos conmigo, ni yo con ellos. Fuí... -por viajar, por ver; sin darle más importancia -que á otro viaje cualquiera. Ni me creí en el -caso de publicar, á mi regreso, «Impresiones», -«Mi viaje á la Argentina», ó cualquier otro libro -por el estilo, porque no creo que un mes ni -dos sean lo bastante para conocer nada, ni perorar -del porvenir de la Argentina, de su intelectualidad, -industria, etc... Lo que ví, para mí lo -guardo, y lo que aprendiera... ya irá saliendo. -Conste solamente que yo no fuí allá en clase de<span class="pagenum"><a name="Page_171" id="Page_171">[171]</a></span> -conferenciante. Sin que esto quiera decir que -si alguna vez se me propusiera, y sobre materias -de que pudiera tratar, como arte dramático, -presentación de obras, etc., no aceptara muy -gustoso, sin creer por eso que iba á estrechar -lazos, á reconquistar América, ni otras fantasías -castelarinas.</p> - -<p>En lo modesto de mi representación, sí procuré, -mientras allí estuve, considerarme como, -según un escritor francés, debe considerarse -todo el que viaja por país extranjero, representante -de mi propio país, y en toda ocasión procuré -cumplir mi deber de viajero.</p> - -<p>Sabiendo muy bien que ni en sus correspondencias -ni en sus conversaciones, muchos me -tratan del mismo modo, hablé bien de todos -los escritores españoles de quien me pidieron -noticias. Por cierto que nadie me preguntó por -«Azorín», y esto debe servirle de satisfacción, -dado su desprecio por la popularidad.</p> - -<p>Y este era el punto á discutir. «Azorín» sostiene -que el mérito de todo escritor está en razón -inversa del número de sus admiradores. -Un gran escritor debe ser letra cerrada para el -vulgo. Quisiera yo saber cuándo lo fueron Homero, -Dante, Shakespeare, Cervantes, etc. Si<span class="pagenum"><a name="Page_172" id="Page_172">[172]</a></span> -no es que por vulgo entendemos al que ni de -letras sabe. Entiéndase que hablo del vulgo -literario.</p> - -<p>Y este, en verdad, es muy reducido, aun para -esos grandes hombres. ¡Pero decir que en su -tiempo ninguno fué estimado! Algunos, quizás, -más justamente y en su punto que lo habrán -sido después; al través de estudios críticos que -los desfiguran.</p> - -<p>Ya sé yo que hay ejemplos para todo, Wagner, -Bizet, Ibsen... Pero nunca fué el público el -que los rechazó; si así hubiera sido en absoluto, -toda reparación hubiera sido imposible. ¿Quién -iba á resucitar obras de quien nadie se acordaba? -No el público, la crítica, siempre más conservadora -que revolucionaria, fué la que ridiculizó, -combatió y retrasó el triunfo de muchos -artistas. ¿El público? Sí... extraña, no comprende -tal vez del todo... pero algo queda, y, como -dice Bernardo Shaw: «El que ha visto una vez -un drama de Ibsen, acaso se aburrió durante -su representación, acaso dice: «Esto no es teatro»; -pero, á pesar de ello, sigue pensando en -él, y... acaso no le gusten los dramas de Ibsen; -pero lo cierto es que no vuelven á gustarle los -de Sardou.»</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_173" id="Page_173">[173]</a></span></p> - -<p>No, no hay que maldecir del público y de -las glorias populares. «Azorín» es demasiado -modesto. Acaso cree que él no puede ser popular. -Pues qué, ¿cree usted que si sólo le leyeran -á usted en la tertulia de D. Antonio Maura, -iba usted á ser tan apreciado y tan conocido? -Y si ya cree usted que le lee toda la mayoría... -¡ahí es nada! Contar con una mayoría. No -cuenta con más el Sr. Maura, y nos gobierna -á todos.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img11.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_175" id="Page_175">[175]</a></span></p> - -<h2>XXII</h2> - - -<p>Es para que reflexionen los partidarios de la -paz á todo trance; hasta para pedir paz hay que -armar guerra, y en verdad, sería muy triste que -para convencernos unos á otros de que no debemos -pelear con el moro, diéramos en pelearnos -dentro de casa, sin que por eso el moro -dejara de pelear con nosotros.</p> - -<p>Lo de cuando uno no quiere dos no riñen, no -siempre es cierto entre particulares; pero, en -fin, siempre le queda al más prudente el recurso -de acudir á la policía ó á los jueces, si se ve -atropellado y no quiere responder al atropello -en la misma forma brutal. Por desgracia, para -las agresiones colectivas no hay otra apelación -que la fuerza, y eso es lo que no han comprendido -muchos en esta ocasión. ¡No queremos -guerra, no queremos guerra! Nadie la quiere; -pero... ¿Vamos á llamar á la pareja de la esquina -ó vamos á querellarnos al juez de guardia? -¡Y que son de confianza los mirones que nos<span class="pagenum"><a name="Page_176" id="Page_176">[176]</a></span> -rodean para irles con el cuento de que no queremos -belenes! ¡Ah! ¿No quieren ustedes guerra?, -nos dirán. Pues ya están ustedes demás -aquí... Y ¿qué dirán entonces los pacíficos? Habría -aquello de: ¡Gran vergüenza! ¡Estamos -vendidos! ¡Lo último que nos quedaba!...</p> - -<p>Lo que hay es que no se saca á los niños de -casa, haciéndoles creer que se les lleva de paseo, -para meterlos en el colegio. Y no se lleva -á un pueblo á la guerra, haciéndole creer que -no se trata de semejante cosa. El funesto sistema -de tratar al pueblo como á eterno niño, -suele traer malas consecuencias. «Honesty is -the best policy», dicen los ingleses. La verdad -es la mayor habilidad en política. ¿Cuándo acabarán -de comprenderlo así nuestros gobernantes? -¡Gran lástima, cuando les ha tocado gobernar -un pueblo con tesoros inagotables de heroísmo -y de resignación!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>No es por amor propio el insistir. Pero, contra -todas las razones, textos y ejemplos aportados -por Azorín, sigo creyendo: que la popularidad -no está nunca en razón inversa del<span class="pagenum"><a name="Page_177" id="Page_177">[177]</a></span> -mérito; que han sido pocos los talentos mal -apreciados en su tiempo, y si alguno lo fué, tal -vez tuvieron más parte en ello motivos de presencia, -carácter antipático del artista, vida desordenada, -etc.</p> - -<p>Shakespeare fué apreciado en su tiempo y -no sólo logró glorioso nombre sino muy buen -dinero, que le permitió retirarse á su lugar, -«aprés fortune faite», como un buen comerciante. -La obra de Cervantes, ni en cantidad ni en -género, era para enriquecer á su autor, pero de -su relativa popularidad—la popularidad es -siempre relativa,—en vida misma del autor, -¿no existen numerosos testimonios? Azorín cita -el ejemplo del Greco. No sería tan menospreciado -en su tiempo, cuando nunca le faltaron -encargos, que no le pagarían tan mal, cuando -dejó fama de hombre caprichoso y dado á lujosas -fantasías.</p> - -<p>¿Qué más? Yo creí halagar á mi contradictor -en sus convicciones, diciéndole que nadie me -había preguntado por él en Buenos Aires, y él -me contesta que es allí muy conocido. Ya ve -Azorín cómo se puede tener talento y ser apreciado.</p> - -<p>Y de mi, ¿qué voy á decirle? Soy el mismo<span class="pagenum"><a name="Page_178" id="Page_178">[178]</a></span> -que en el año 97; hasta mis concesiones al sentimentalismo -burgués, pudiera demostrar con -textos que no son de ahora... Y ¿por qué no? -Tiene uno toda la obra para decir lo que siente -y lo que piensa; después, en el desenlace, puesto -que la vida no desenlaza nada, ¿por qué no -complacer al público? Pero si éste, con concesiones -ó sin ellas, no hubiera estado de mi parte -desde mis comienzos como autor dramático, -¿hubiera yo podido continuar estrenando? El -público fué mi verdadero apoyo contra la crítica, -casi unánime en afirmar que aquello no era -teatro. ¡Cuántas obras, con asombro de empresarios -y actores, cuando parecían enterradas -por la crítica revivían por el público! Créalo -Azorín, no es el público, que pudiéramos llamar -vulgar, es el literario el que más resistencia -opone á toda novedad y á todo mérito. Son -los intereses creados los que protestan siempre. -El mismo Azorín declara que no hay novedad -absoluta en ninguna forma, ni expresión de -arte, que todo existía antes en el ambiente. Si -es así, si el ambiente es anterior á la obra, -¿cómo no ha de caer bien la obra, que el público -no puede por menos de conocer por suya? -Azorín sabe bien que los grandes artistas son<span class="pagenum"><a name="Page_179" id="Page_179">[179]</a></span> -quizás los menos originales; su obra es de todos; -alma de muchas almas.</p> - -<p>Yo me explico perfectamente la convicción -de Azorín. Alguna vez, comparando en justicia -méritos con glorias, habrá pensado que el ruido -de su nombre es menor que el de algún autor -dramático, por ejemplo. Esto ya es cuestión del -género cultivado, no del mérito de los escritores. -Créalo Azorín; en vida y en muerte, al -cabo del año todos estamos en el sitio en que debemos -estar; el vulgo no es tan vulgo como -creemos.</p> - -<p>En fin, el mejor ejemplo, ¿no es el mismo -Azorín? Según él, pocos debieran apreciarle, -supuesto que la popularidad está en razón inversa -del talento. Yo sé, aparte la broma de -Buenos Aires, que son muchos los que le admiran -como se merece. Acaso él juzgue equivocadamente -del público, como tal vez juzga de mí: -¡Ese Benavente!—dirá,—siempre me lleva la -contraria; se ve que me quiere mal... Azorín -dirá si prefiere mi «malquerencia», que le lee -siempre con atención y toma muy en cuenta -sus opiniones y juicios, á la buena amistad de -los que le felicitan sin discutirle por cada artículo... sin -haberlo leído.</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_181" id="Page_181">[181]</a></span></p> - -<h2>XXIII</h2> - - -<p>En la más que intrincada, pintoresca selva de -nuestra política, hay más murmullos que en la -de Sigfredo, cuando nada sucede ó cuando ha -sucedido ya todo, en cambio, cuando sucede -algo, reina el silencio más absoluto; que, á pesar -de lo absoluto, es el rey más constitucional, por -lo irresponsable.</p> - -<p>Apenas suenan cuatro tiros, material ó moralmente, -ya se sabe, silencio sepulcral en la selva; -sus más canoras aves enmudecen y antes que -en los valores públicos, con ser de suyo apocaditos, -hay una baja sensible de elocuencia en -nuestros mas notorios y fluidos oradores. ¡Valientes -pájaros! ¡Y estos son los que miran de -sobrehombro á la gente de pluma, de otra -pluma!</p> - -<p>El escritor, aun sin estar amparado, en muchos -casos, por la inmunidad parlamentaria, -arrostra el peligro de la suspensión de garantías -y se atreve á opinar, en las circunstancias más<span class="pagenum"><a name="Page_182" id="Page_182">[182]</a></span> -difíciles, comprometiendo tal vez su popularidad. -¡Pero los otros, á casita, que llueve! Y tenemos -aquello de: Callaremos hasta que llegue el día -de exigir responsabilidades... ¿Exigir responsabilidades? -No lo dirán ustedes de veras. Si ese -día llegara, ¿quién escaparía de ser ahorcado?, -como le decía Hamlet á Polonio, aconsejándole -tratara á los comediantes mejor de lo que se -merecían.</p> - -<p>También justifica muy bien el mutismo aquello -de: Es preciso prescindir de toda idea política -mientras se hallan comprometidos más altos intereses... -¿Dónde está la verdad? ¿Dónde estarán -los más altos intereses? Y ¿qué ideas políticas -serán esas que estorban precisamente cuando -de altos intereses se trata?</p> - -<p>En los sucesos de Barcelona, por ejemplo, -todos, como en Cristo, pusieron sus manos. -¿Quién no ha dejado caer su gota de agua ó su -salivita para contribuir en algo á la disolución y -desmoronamiento de lo que debiera ser más firme -que roca viva, la idea de la patria? Y ahora... -todos son á lavarse sus manos...</p> - -<p>No, no ha sido el anarquismo; ha sido el sanchopancismo -burgués, el bien sesudo, que de -un caso particular quiere deducir una regla de<span class="pagenum"><a name="Page_183" id="Page_183">[183]</a></span> -conducta para toda la vida. El mismo que dice -cuando sucede un descarrilamiento: No se puede -viajar en ferrocarril; el mismo que al ser una -vez engañado, proclama: No puede uno fiarse -de nadie. Ese buen sentido de gato escaldado, -era el que había decidido para siempre no volver -á meterse en aventuras. ¡Qué rica paz!—¡No -queremos guerra, no queremos guerra! Pero al -ver cómo cuatro locos—los locos, como los héroes, -el éxito los diferencia, son los que van -siempre en línea recta del pensamiento á la acción,—les -armaban la guerra en su misma casa, -volvieron los ojos acongojados á todo lo que -ellos habían tratado de desprestigiar: poder del -Estado, fuerza... Y los cuatro locos pagaron por -todos, y los muchos cuerdos dicen ahora:—¡Caramba! -¡Si fuera á hacerse todo lo que se piensa, -no se podría vivir en el mundo!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>El dolor es el gran desinfectante moral. Tanto -como el heroísmo de nuestros soldados, conforta -el espíritu ver cómo de todas partes—¡olvidemos -á los cuatro locos!—se acude y se -atiende á los que pelean y á los que sucumben.<span class="pagenum"><a name="Page_184" id="Page_184">[184]</a></span> -El ambiente nacional tal vez necesitaba esta sacudida -para purificarse.</p> - -<p>Ahora, yo desearía que esta vez, se acudiera -á todo con severa dignidad. Nada de fiestas, -nada de espectáculos benéficos. El que buenamente -quiera divertirse, ¿por qué no?—todavía -no es el fin del mundo,—que no invoque el -pretexto del socorro, y el que no hubiese de -dar nada, sino á cambio de una localidad de -teatro ó de plaza de toros, más vale que no -dé nada. ¡Mezquina dádiva la que necesita mejor -ocasión que la verdadera para ofrecerse!</p> - -<p>Agradézcase á los toreros su generosidad; -ofrecen su vida, pero nada de corridas patrióticas. -Aparte el que suele traer «mala pata», no -hay espectáculo más lastimoso. Allá, hombres -que arriesgan, que pierden su vida; en la plaza, -hombres también que la exponen y también -pueden perderla... Y una multitud que se divierte -con todo esto y cree estar haciendo por la -patria con aplaudir á una hembra que se adorna -con los colores nacionales ó rugir de entusiasmo -por un brindis torero: ¡porque el toro fuera uno -de esos rifeños!... Es cuestión de seriedad, de -buen gusto. Guardemos las fiestas para el día—¡quiéralo -Dios cercano!—de verdadera fiesta.<span class="pagenum"><a name="Page_185" id="Page_185">[185]</a></span> -Pongamos dignidad en nuestra dádiva. Dé cada -uno lo que pueda, sin más estímulo. Crispa los -nervios, después de leer hazañas y trabajos de -nuestros soldados, tropezar más abajo con la -relación de una «kermesse» en Pantanillo ó en -Lagunilla, organizada por la colonia veraniega -y las señoritas más distinguidas de la localidad. -Tiempo habrá para todo, hasta para ser cursis.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img10.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_187" id="Page_187">[187]</a></span></p> - -<h2>XXIV</h2> - - -<p>La opinión general, tan reacia á toda empresa -guerrera en un principio, se halla al fin poseída -de tan belicoso entusiasmo, que sería defraudarla -no terminar, por lo menos, con la conquista -del imperio de Marruecos. Con menos entusiasmo, -pero más constancia, años ha que esa conquista -debiera haberse llevado á cabo lo más -pacíficamente del mundo. Pero ¡ay! el dinero de -nuestros capitalistas no es tan valiente como -nuestros soldados, y cuesta más encontrar hombres -de voluntad que de corazón.</p> - -<p>Hemos convenido en que á ciertos pueblos -sólo es posible civilizarlos á cañonazos. Sin duda -es el medio más cómodo, aunque no sea el más -eficaz. Yo creo que no hay pueblo tan salvaje -en el mundo que se resista á las ventajas de la -civilización, cuando los civilizadores le permiten -disfrutar de esas ventajas. Á lo que se resiste -todo el mundo no es á que la civilización se le -entre por las puertas, sino á que le pase por encima.<span class="pagenum"><a name="Page_188" id="Page_188">[188]</a></span> -Civilización automóvil; atropella con todos -los adelantos modernos, pero, ¡mal consuelo para -el atropellado!</p> - -<p>Nada de esto es pretender quitar hierro. Aunque -otra cosa afirme Metternich, en su admirable -libro «La prudencia y el destino», no hay -prudencia, suficiencia ó sabiduría, como quiera -traducirse, «sagesse», capaz de oponerse al destino -de los pueblos ó de las personas. Y mucho -menos cuando el destino tiene ya la palabra. -En aquellos días de la Conferencia de Algeciras, -gloria de nuestra diplomacia... Entonces, sí; entonces -acaso hubiera podido escucharse la voz -del prudente. Una nación poderosa, rival de otra -no menos fuerte, sólo procuraba aislar á su enemiga -y halagando á otras dos naciones, rivales -á su vez en intereses, procuró conciliarlas por -eso mismo. ¡Como si dos intereses iguales pudieran -conciliarse nunca! No era preciso ser un -Maquiavelo ni un Metternich para pensar que -entre una nación interesada en dominar por completo -á Marruecos y otra interesada en oponerse -á esa dominación, nuestro interés, aparte simpatías -de raza tan mal correspondidas en ocasión, -estaba en inclinarnos al lado del contrapeso.</p> - -<p>Ahora sólo podemos desear que se enmiende<span class="pagenum"><a name="Page_189" id="Page_189">[189]</a></span> -con gloria un nuevo error de nuestros estadistas, -hombres de pocos libros y de menos -mundo. ¡Á Dios sean dadas! Que la gloria se -logre á costa de la menor cantidad de sangre -posible, y que la opinión, sin desmayar en sus -entusiasmos, no llegue á exaltarse tanto que sea -bien recordar aquello de «El gaitero de Bujalance»: -un maravedí porque empiece y dos porque -acabe.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Sabido es que á todos los padres les parece -siempre que están muy mal educados los hijos... -de los demás, y á los que no tienen hijos, ¡no -se diga! Por lo que no sería mal acuerdo que -cada padre se encargara de los hijos del vecino, -y á su vez le confiara los propios, y los solterones -ó matrimonios sin prole se hicieran cargo -de los más rebeldes y empecatados. Y aplicando -á todos los órdenes de la vida el sistema, -acaso todo andaría mejor con este procedimiento. -En España, por lo menos, es admirable cómo -los que nunca dieron pie con bola en asunto -propio, se echan á discurrir y disponer por -los más ajenos á su profesión y conocimientos.</p> - -<p>Á estas horas tenemos un Napoleón ó un<span class="pagenum"><a name="Page_190" id="Page_190">[190]</a></span> -Moltke en cualquier ciudadano, antes de paz y -hoy tan de guerra que no deja vivir á nadie. -¿Quién no tiene su plan estratégico? ¿Quién no -ha tomado algo á estas horas? ¡Oh, país admirable -en que todos entendemos de todo sin haber -estudiado de nada!</p> - -<p>Cuentan de un zapatero remendón, de cierto -pueblo, que era el más severo crítico de sermones. -Predicador que se presentara en la fiesta -del Santo patrono ó cualquier otra solemnidad, -podía darse por perdido si al zapatero no le caía -en gracia. El pueblo no tenía más opinión que -la emitida con inapelable autoridad por el crítico. -Sucedió que un predicador, advertido de antemano, -al observar durante un bien estudiado -sermón, el gesto desdeñoso del zapatero y en -consecuencia el de todos los oyentes, se apresuró, -apenas bajó del púlpito á preguntarle los motivos -de su disgusto. ¿Qué le ha parecido á usted -el sermón?—¡Phs! No está mal... pero poca -teología.—¿Pero, usted sabe de teología?, preguntó -el predicador asombrado.—¡Anda!, replicó -el zapatero. ¡Pues si yo supiera de leer y escribir -lo que sé de teología!</p> - -<p>¿No es este un poco el caso de todos los españoles?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_191" id="Page_191">[191]</a></span></p> - -<p>¡El Señor nos libre de los «teólogos» militares -que andan desatados en estos días y no son la -menor calamidad, con ser tantas las calamidades -de la guerra!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Dice Bernardo Shaw que los ejércitos se pasan -la vida preparándose para una guerra que, -ó no sucede nunca ó cuando sucede, sucede del -modo contrario á como se había previsto. Bueno -fuera, no obstante, á pesar de que lo imprevisto -está sobre todo, alguna mayor discreción en -apuntar planes y posibles acciones. Hay siempre -entre los rifeños quien se entera de todo. No -hay que fiarse en esa aparente indiferencia salvaje, -que no es tan salvaje como parece. Yo conocí -en Tánger á un moro de la última condición; -acarreaba equipajes y fregaba los suelos -en el hotel; pues cualquiera de nuestros ministros -de Estado no está tan enterado como él de -asuntos internacionales. Hablaba, aparte del -árabe vulgar y el hebreo, inglés, francés, español; -conocía los nombres de todos los ministros -del gobierno español entonces, sabía historias -muy sabrosas de muchos personajes españoles,<span class="pagenum"><a name="Page_192" id="Page_192">[192]</a></span> -y hasta de los amantes de algunas damas empingorotadas, -como cualquier cronista de salones. -Era extraordinario, sin ser excepcional. Claro -es, que el Rif no es la Cosmópolis de Tánger; -pero la natural sagacidad del moro es la misma. -¡Raza inferior, raza de salvajes! Se dice muy -pronto, cuando hablan el odio ó la conveniencia. -Acercándose con simpatía, con verdadero amor -de civilización, en todas partes hay hombres -buenos y malos, pero no hay razas inferiores, -no hay razas de salvajes. La bondad del corazón, -la perspicacia del entendimiento florecen en todas -las tierras; aun en las que solo se ha sembrado -odio, con pretexto de civilizarlas.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img17.jpg" width="50" height="49" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_193" id="Page_193">[193]</a></span></p> - -<h2>XXV</h2> - - -<p>No tendrá queja el señor presidente de la -Sociedad de Conciertos, en el mundo ministro -de la Gobernación. Su soberana batuta se impone -á todos. Que «allegro vivace», pues «allegro»; -que andante «maestoso» y con sordina, -pues ya se percibe el aleteo de una mosca. -Verdad es que su tiempo preferido es «forte -che forte», y el del país sería un «largo» que no -tuviera fin.</p> - -<p>Que hoy podremos decirles á ustedes algo, -pues todo el mundo á esperar noticias, con la -más justificada ansiedad; que tengan ustedes -un poco de paciencia; pues á esperar en calma: -quizá, recordando aquellos alambicados versos, -que tanto sublevaban el buen gusto de Alcestes -el Misántropo de Molière: «Phyllis, on desespere -alors q'on espere toujours!»</p> - -<p>¡Ah, si en tiempos de paz y de continuo todos -nos preocupáramos tanto del avance como -ahora! ¡Aquí, donde por el contrario, son tantos<span class="pagenum"><a name="Page_194" id="Page_194">[194]</a></span> -los que en todo quieren á cada paso hallar motivo, -ocasión ó pretexto para un retroceso, y -hay gente que no se hallaría á gusto con menos -de «recular» hasta la Edad Media!</p> - -<p>¿Sucesos de Barcelona? ¡Ah! Todo es por -haber fracasado la ley del terrorismo, y si se -restableciera la Inquisición... nada habría que -temer en lo futuro.</p> - -<p>¡El avance! ¡Santa palabra! ¡Que ella sea -siempre nuestro santo y seña!</p> - -<p>Hoy por hoy no se oye otra cosa. Yo sé de -algunos maridos que sintiéndose gubernamentales, -han prohibido á su mujer hablar de esto. -No hay idea de los horizontes que abren á la -imaginación estas palabras, pronunciadas por -labios femeninos: ¿Cuándo es el avance?</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Los autores dramáticos franceses están que -trinan con sus colegas de Italia, porque éstos -pretenden defenderse no de la invasión de obras -francesas, sino de la exclusión de las propias, -por las facilidades que los empresarios y directores -de compañía hallan en los autores franceses -y en sus traductores para pagar derechos<span class="pagenum"><a name="Page_195" id="Page_195">[195]</a></span> -convencionales. Recuérdese el atracón de obras -francesas con que suelen obsequiarnos las compañías -italianas. ¿Preferencias artísticas? Nada -de eso. Baratura y rico saldo. Es como el amor -al teatro antiguo de algunos de nuestros directores -artísticos... Que no hubiera facilidad de -cobrar las refundiciones, muchas veces refundición -de refundición, como una obra original y -nuevecita, y veríamos quién se acordaba de -Lope ni de Calderón.</p> - -<p>Por cierto que en una gacetilla del periódico -«Comedia», que trasciende á conferencia con -alguien de casa, se asegura que también algunos -empresarios españoles piensan prescindir de las -traducciones, á pesar de que cuentan con pocas -obras originales, para evitar el disgusto de los -autores, aunque algunos, refractarios á las traducciones, -no lo sean tanto á los plagios. Es -posible. Eso de los plagios puede probarse -siempre. Y de los plagios de los actores, ¿no se -dice nada? Porque hay eminencias que no viven -de otra cosa. ¡Si Sarah y la Duse y la Réjane, -Le Bargy ó Guitry cobraran derechos de traducción -y reproducción!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_196" id="Page_196">[196]</a></span></p> - -<p>El teatro de los Niños es una de tantas ilusiones -mías; pero nada de monopolizar ideas; no -es mía solo: son muchos los autores dispuestos -á realizarla. Uno de ellos, el simpático López -Marín, se propuso nada menos que edificar un -teatro de nueva planta, para este especial objeto. -Echóse á buscar capitalistas con el mayor -optimismo. No le acompaño en él, no tratándose -de consagrar como primera tiple á una corista -distinguida por algún ricacho de aluvión ó de -abrir una nueva tablajería escénica de carnes -averiadas, bases de los más sólidos negocios -teatrales. Ignoro el resultado de sus gestiones. -Pero, en fin, con dinero ó sin él, con nuevo teatro -ó en cualquiera de los muchos existentes, el -Teatro de los Niños empezará en la próxima -temporada, modestamente, como un ensayo. -Como los empresarios grandes tienen bastante -en qué pensar con su gran público, preferiremos -un pequeño empresario y un pequeño teatro. -Fernando Porredón y el Príncipe Alfonso.</p> - -<p>No es tan fácil como parece divertir á los niños, -sin aburrir demasiado á los grandes. Los -niños modernos nacen enseñados. ¡Oyen unas -cosas en casa! El numeroso repertorio de obras -infantiles con que cuenta el teatro inglés, no es<span class="pagenum"><a name="Page_197" id="Page_197">[197]</a></span> -aprovechable. Demasiado inocente. No por lo -fantástico de sus asuntos, casi siempre basados -en los cuentos de hadas más populares; no soy -de los que abominan de la fantasía en la educación, -como el maestro de «Los tiempos difíciles» -de Dickens, con su muletilla: ¡Hechos, hechos! -Al contrario, es preciso huir de toda pretensión -docente, y mucho más, utilitaria. -Lamartine abominaba de las fábulas de Lafontaine, -como obra educadora. Tenía razón; su -moralidad, mejor dicho, inmoralidad practicona, -desengañada, toda malicias y desconfianzas de -rústico, es deplorable para el espíritu de los -niños, abierto siempre á la generosidad y á la -esperanza.</p> - -<p>Contra la opinión de Lombroso, que ve en el -niño á un pequeño salvaje y casi á un criminal -en germen, y asegura que todo niño es egoísta, -embustero y ladronzuelo, menos uno que era -un encanto; uno que se le murió al doctor... -¡Oh, bancarrota de la ciencia en esta página de -uno de sus libros, que contradice con lágrimas -la afirmación rotunda! Yo creo que todos los -niños son buenos... hasta que los padres y los -educadores los hacen malos.</p> - -<p>Cuando se oye á algunos padres decir: ¡Qué<span class="pagenum"><a name="Page_198" id="Page_198">[198]</a></span> -niño este! ¡Es muy malo, muy malo!, pensad -siempre: Y ustedes, ¿son ustedes buenos? Lo -que hay es que el niño manifiesta sin fingimiento -las malas cualidades que los padres encubren -con la hipocresía que da la experiencia. Cuando -ellos se lamentan de que el niño les pone en ridículo, -sacando á relucir los defectos de alguna -visita, ¿no será que el niño les oyó murmurar -en su presencia de todos los conocidos y -amigos?</p> - -<p>Sucede muchas veces que el niño es quien -no puede explicarse por qué sus padres y los -mayores de la casa, hablan siempre mal de alguna -visita que él no encuentra antipática por -ningún estilo. Claro es, que en fuerza de oir cómo -los mayores la ridiculizan y menosprecian, -él acabará también por retirarle su simpatía, -aun sin explicarse las razones.</p> - -<p>Cuando reprendéis á un niño porque trata -con altanería á un criado, ¿estáis seguros de -que no imita vuestro tono, al reprenderle cuando -cayó en vuestro desagrado? Por lo regular, -muchos padres sólo reprenden á sus hijos cuando -les molestan á ellos, aun con juegos ó travesuras -propias de niños; en cambio, son de una -lenidad punible, cuando molestan á los demás,<span class="pagenum"><a name="Page_199" id="Page_199">[199]</a></span> -con cosas que suelen ser aprendidas de los -padres.</p> - -<p>Entonces, dirán ustedes: más que un teatro -para divertir á los niños, hacía falta uno para -educar á los grandes... Sería inútil. Habría que -cerrarlo. Parecería inmoral.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img18.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_201" id="Page_201">[201]</a></span></p> - -<h2>XXVI</h2> - - -<p>Me preguntan, unos de buena fe, otros, acaso -con la misma intención con que el cura del -cuento preguntaba al muchacho si, puesto que -Dios estaba en todas partes, estaría también -en el corral de su casa; para poder decir: ¡Cogíte!, -si en el futuro teatro de los niños tomarán -parte principal actores infantiles. No, señores, -no; no hay cogíte, que en casa no hay corral. -Y si el teatro de los niños á divertirlos ha -de estar dedicado, mal cumpliría, si para divertir -á unos había de mortificar á otros. Cuando -alguna obra exija algún personaje infantil, niña -ó niño, no faltarán zangolotinos de ambos -sexos que sepan dar al público la ilusión de la -infancia.</p> - -<p>Garridos muchachotes fueron Ofelia y Julieta, -en tiempos de Shakespeare—sin que el autor -de <i>Un drama nuevo</i> se hubiera enterado.—Y -después de todo, de la juventud á la niñez no<span class="pagenum"><a name="Page_202" id="Page_202">[202]</a></span> -es tanta la distancia como de la juventud á la -madurez bien madura, y todos los días vemos -en esos teatros galanes y damas polleando—sobre -todo, damas, que ya eran gallos, con sus -patas de lo mismo y todo, cuando uno estaba -en plena edad del pavo. Como que al verlos -suspirando amores, más ó menos contrariados -le dan á uno ganas de vestirse de marinero y -rodar una naranjita, si no fuera el temor, que -ellos no tienen, á la voz implacable que oyó en -semejante caso, el famoso Sr. Patiño.</p> - -<p>No quiere esto decir que, el estudiar y representar -comedias, no sea conveniente para los -niños. Es un buen ejercicio de memoria, de entendimiento -y de pulmones; se adquiere, además, -soltura y elegancia en la dicción y en los -modales. Para niños están escritas y para ser -representadas por ellos, numerosas comedias -inglesas y ¿quién duda que los ingleses saben -educar á sus niños? Pero una cosa es representar -particularmente para recreo propio y de los -amigos, y otra la profesión teatral, más agradable -en apariencia, pero no menos nociva que -otras para la salud de los niños.</p> - -<p>Tranquilícense, pues, los que quisieran verle -á uno cogerse los dedos á cada paso. En el teatro<span class="pagenum"><a name="Page_203" id="Page_203">[203]</a></span> -de los niños no habrá más niños que los -espectadores.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Algo de bizantinismo puede parecer en las -presentes circunstancias, preocuparse por fruslerías; -aunque ¿quién sabe en el mundo cuáles -serán las verdaderas fruslerías? Todo consiste -en contemplar el hormiguero de la tierra ó el -hormiguero de los astros, como lo contemplaba -Orozco, el magno personaje de Galdós, limpiando -en la contemplación su espíritu de mezquinas -pasiones terrenas.</p> - -<p>Nada se dice del Teatro Nacional, nada tampoco -de la concesión del Español. El primero, -ya sabemos que lucha con dificultades de instalación. -Pero el segundo... ¿Á qué se espera? -¿Se adjudicará, como siempre á última hora, -sin tiempo de preparar compañía ni obras? No -valía la pena entonces de mostrarse tan intransigentes -con otros concesionarios, ni de negarse -á ceder el teatro al Estado.</p> - -<p>Una temporada digna del que hemos convenido -en llamar nuestro primer teatro, no se improvisa -en cuatro días. Se asegura que son varios<span class="pagenum"><a name="Page_204" id="Page_204">[204]</a></span> -los solicitantes; que la santa recomendación -hace de las suyas. Entre los nombres que suenan—y -este no necesita recomendación,—figura -el de Carmen Cobeña. De otros se habla -también con grandes méritos y prestigio... para -el teatro francés. El Ayuntamiento tiene la palabra. -No creemos que por ser de Madrid, pretenda -hacer en su teatro un Dos de Mayo á la -inversa.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Continúan en Munich las representaciones del -teatro Artístico; muy interesantes para todos los -que de arte teatral se preocupan. Su sistema de -<i>mise en scene</i>, que pudiera llamarse sintética ó -simplificada, es muy digno de estudio y debiera -aplicarse siempre que de obras de imaginación -y de poesía se trata. Las obras de Shakespeare -pueden así representarse con todos sus cuadros y -mutaciones, sin el cansancio que producen los -repetidos intermedios prolongados. Contra el -sistema de acumular detalles, de mayor vistosidad -que buen gusto, casi siempre, la decoración, -en el teatro Artístico, es sólo un fondo de cuadro, -lo preciso para animar á las figuras con su propio<span class="pagenum"><a name="Page_205" id="Page_205">[205]</a></span> -ambiente, sin avanzar ni sobreponerse á -ellas. La armonía de luces y color es perfecta. -En <i>El Mercader de Venecia</i>, un fondo de cortinas -verdosas, una mesa con las tres cajas del enigma; -la figura de Porcia, vestida de un brocado -de rosa y oro; la de su dama, vestida de verde, -en tono más claro que el fondo; la figura del -príncipe de Marruecos, envuelta en un blanco -albornoz; la del príncipe de Aragón, como figura -de una talla del siglo <span class="smcap lowercase">XV</span>, forman un cuadro -acabado, con los más sencillos medios de ejecución. -En el último cuadro, un muro agrisado, la -sombra de unos pinos, bastan á proclamar toda -la poética emoción de aquellas últimas escenas -en el jardín de Porcia, saturadas de poesía.</p> - -<p>No en todas las obras representadas se ofrece -el mismo artístico conjunto. En algunas, la <i>mise -en scene</i> es del antiguo régimen, y en alguna -del malo. Pero en <i>El Mercader de Venecia</i>, en -<i>Lysistrata</i>, en <i>Hamlet</i>, tienen mucho que aprender -los directores de escena y los escenógrafos.</p> - -<p>Sabido es que en Alemania fracasó el célebre -actor inglés Mr. Tree, que presenta las obras de -Shakespeare con una suntuosidad más propia -de comedias de magia ó revistas de espectáculos. -Los alemanes, acostumbrados á su teatro<span class="pagenum"><a name="Page_206" id="Page_206">[206]</a></span> -Artístico, opinaron que en el Shakespeare de -mister Tree, como en el conocido cuento, los árboles -no dejaban ver el bosque. ¡Y cuando el -bosque es Shakespeare!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img09.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_207" id="Page_207">[207]</a></span></p> - -<h2>XXVII</h2> - - -<p>El Señor nos libre de jueces negligentes ó -corruptibles; pero no deje de librarnos también -de los íntegros y celosos, que apenas tropiezan -con persona de algún viso social en el enredijo de -sus actuaciones, por dejar bien sentada la inflexibilidad -de su justicia, al menor indicio no -dudarán en presumir la culpa; como si quisieran -decirnos: Aquí, que no me dirán que peco.</p> - -<p>Bien está que la recta espada y la fiel balanza -no distingan de clases ni de personas; pero -no por igualar desigualemos tanto que la camisa -limpia venga á ser un indicio de culpabilidad, -y el ser grande de España y caballero de alguna -orden, antecedentes penales. Peligrosas prendas -son en estos tiempos la levita de los caballeros -y el sombrero de las señoras; pero aun no -deben considerarse como agravantes. Se puede -vestir bien y ser persona decente.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> -<p><span class="pagenum"><a name="Page_208" id="Page_208">[208]</a></span></p> -<p>Aunque otras ventajas no tuvieran las guerras—deben -de tener otras muchas,—la más indudable -es la de contribuir á la difusión de la cultura. -Así, en España, gracias á las algaradas -rifeñas, es seguro que cada diez ó doce años -venimos á enterarnos de una porción de cosas -que, apenas pasada la excitación guerrera, nos -apresuramos á olvidar, para tener el gusto de -volver á recordarlas á la primera ocasión.</p> - -<p>Difícil es, sin embargo, poner de acuerdo las -diferentes versiones. Á estas horas hay quien -nos ha mostrado el Rif como una tierra de promisión; -y sólo le ha faltado enviarnos de muestra -un buen racimo de uvas, como aquel de que -nos habla la Biblia. Otros, en cambio, nos dicen -que aquello es de una aridez que espanta; arenales -ó riscos. Ello dependerá de la parte que cada -uno mire, y lo más probable es que allí haya -un poco de todo. Más cerca está nuestra Castilla -y hay quien la supone una llanura sin fin, -seca y desolada; mientras otros nos hablan de -sus sierras pintorescas, de sus arboledas frondosas...</p> - -<p>Sin ir más lejos; se habló de la utilidad que -en la campaña podrían prestar los camellos—produciendo -la natural alarma en algunos organismos<span class="pagenum"><a name="Page_209" id="Page_209">[209]</a></span> -oficiales docentes.—En seguida hubo -quien puso el grito en el desierto. ¿Camellos? -Los camellos no sirven allí para nada. Y nos dieron -un curso de zoología y otro de topografía, -y á todo esto sin saber á qué joroba quedarnos. -¿Sirve el camello? ¿No sirve el camello? ¿El camello -es lo mismo que el dromedario? ¿El camello -tiene una sola joroba ó puede tener dos jorobas, -como se puede ser miembro de dos Academias -ó presidente de varias corporaciones, -como D. Alejandro Pidal: pongo por compatibilidades?</p> - -<p>No hay duda; las guerras ilustran. La letra -con sangre entra. No hay idea de lo que vamos -aprendiendo ahora, y que nunca hubiéramos llegado -á saber en tiempo de paz. La paz enmohece -los espíritus. Sin las guerras napoleónicas, -el espíritu de la Revolución francesa no se hubiera -difundido tan rápidamente por Europa. -Hay quien dice que nada se hubiera perdido y -hasta que podía perdonarse el bollo por el coscorrón, -como si todo progreso de la humanidad -no hubiera costado muchos coscorrones.</p> - -<p>Hay quien contradice: ¿Y las conquistas de -la Ciencia y del Arte y de la Industria, no son -pacíficas? Tampoco. Pacíficas para los pueblos;<span class="pagenum"><a name="Page_210" id="Page_210">[210]</a></span> -pero los hombres de ciencia, los artistas, los industriales, -los trabajadores, ¿no han regado con -su sangre—del cuerpo y del alma,—el campo -fecundo de sus descubrimientos, de sus creaciones, -de sus inventos? No hay trabajo sin pena, -y hasta la contemplación es dolor.</p> - -<p>¡Guerra, guerra siempre y en todo! El reino de -los cielos ha de ganarse con violencia, nos dice -el Evangelio. Sin duda, con violencia sobre -nuestras pasiones, sobre nuestros instintos. -¿Qué mayor combate? El que quiera lograr algo -en la vida, hay día que pueda encontrarse -sin alguna baja en su corazón y en su entendimiento: -El amor de ayer, la verdad de ayer, la -ilusión, que parecía de toda la vida...</p> - -<p>¡Cuántos muertos enterraremos al cabo del -tiempo en nosotros! Así, cuando alguien nos -dice: Usted, que ya ha triunfado; nos da ganas -de decirle: Triunfar, ¿dice usted?... Y yo creí que -venía derrotado. Y es que si nos paramos á -contar nuestros muertos, cualquier triunfo parece -una derrota.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_211" id="Page_211">[211]</a></span></p> - -<p>Ecos del veraneo. En la terraza de un casino.</p> - -<p>Se habla de una señora casada, que se permite -los más variados y escandalosos coqueteos -con unos y con otros.</p> - -<p>—Está dando mucho que hablar—dice una -amiga.</p> - -<p>—Pues hace muy mal—dice otra.—Porque -ella no tiene posición.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img13.jpg" width="50" height="49" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_213" id="Page_213">[213]</a></span></p> - -<h2>XXVIII</h2> - - -<p>Peligroso sistema es el de algunos predicadores -y moralistas, que para llevarnos después -con mayor fuerza al aborrecimiento de vicios y -pecados, van puntualizándolos y describiéndolos -primeramente, con tal viveza de colorido, -que tal vez cuando llega la ducha fría de la moraleja, -anda ya el mismo demonio desatado por -nuestra imaginación, impresionada por la primera -parte del discurso, más pintoresca y amena -que la segunda. Sabido es que de cien lectores -de la <i>Divina Comedia</i>, noventa y nueve no -pasan más adelante del Infierno, y si algunos -pasan del Purgatorio, pocos son los que llegan -al Paraíso.</p> - -<p>Los episodios dramáticos y pasionales del -Infierno, con la sabrosa comidilla de saber allí -á muchos ilustres personajes, interesan nuestra -atención con mayor fuerza que las disquisiciones -teológicas y descripción de celestiales bienaventuranzas -de la segunda y la tercera parte.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_214" id="Page_214">[214]</a></span></p> - -<p>Cuando se quiere moralizar con fruto, bueno -es ir á lo moral por lo más derecho, sin entretenerse -en pinturas de inmoralidades, porque, -aparte de que las comparaciones son odiosas, -es el espíritu humano de tan depravada condición, -desde la caída del primer hombre, que -¿quién nos asegura de que metidos en comparaciones -no salga perdiendo la moralidad y todo -el sermón venga á ser perdido? Sin contar con -que nunca faltan descreidotes y socarrones, muy -al tanto de los efectos oratorios, que acudan á -divertirse con la primera parte, la de las vivas -pinturas, y cuando toquen á moralizar salgan -más que á paso y más empecatados que vinieron.</p> - -<p>Por todo esto, y algo más, tengo por peligrosa -la publicación de proclamas disolventes -en que se abomina de todo el orden social. -Este admirable orden social en que tan á gusto -vive una pequeña parte de la sociedad que, por -fortuna, es la que tiene el dinero. Claro es que -á ésta le pondrá carne de gallina la lectura de -esas abominables proclamas, y comprenderá la -buena intención al publicarlas en poner de manifiesto -lo que tanto energúmeno piensa y maquina -para acabar con el mundo, si les dejaran.<span class="pagenum"><a name="Page_215" id="Page_215">[215]</a></span> -Pero ¿y á la otra mayor parte, no tan bien -hallada en este rico mundo? Á tanto cerebro -debilitado por la escasa alimentación, ¿qué -efecto puede producirles? Son lecturas esas demasiado -fuertes para estómagos desfallecidos.</p> - -<p>Y ¡si después de las terribles proclamas, el moralista -nos brindara con palabras de paz y de -dulzura!, pero no; á la proclama del desorden, -responde la del orden; no sabemos cuál más -temible; energúmenos por abajo y energúmenos -por arriba... ¡Sí que es para pacificar los -espíritus!... Á los de casa no nos llega la camisa -al cuerpo. ¡Qué extraño es que los de fuera -quieran meterse en camisa de once varas! -Y á todo esto sin saber si Anatole France vale -ó no vale. En la duda, bueno es volver á leer -<i>La Isla de los Pingüinos</i>, mas que traducida al -español, adaptada á la vida española. ¡Porque -vaya si estamos pingüinos unos y otros! Y el -que quiera salirse del corro, que levante el -vuelo.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Tan metidos estamos en pelea, que hasta de -asunto en apariencia tan pacífico como la adjudicación -de un teatro—verdad es que se trata<span class="pagenum"><a name="Page_216" id="Page_216">[216]</a></span> -del teatro Español, y el nombre obliga,—damos -batallas y nos dividimos en bandos.</p> - -<p>Se habla de intereses materiales y de intereses -artísticos. ¡Otro afán español, este de separar -lo material y lo espiritual, como si fuera posible -plena vida sin el sano consorcio de espíritu -y materia!</p> - -<p>La palabra negociante está muy desacreditada, -y conviene rehabilitarla. De lo que hay -que huir es de un mal negociante, pero del -que sepa serlo, nunca. El buen negociante sabe -lo que son cantidades morales y sabe sumarlas. -El mal negociante cree que el arte no da dinero; -el buen negociante sabe que el arte puede -dar dinero, si es verdadero arte. No es bueno -todo lo que da dinero por esos teatros; pero obsérvese -que siempre es lo menos malo.</p> - -<p>Yo aconsejaría á Federico Oliver, ya que -por garantías artísticas ha conseguido la concesión -del teatro, que se sintiera ahora lo más -negociante posible, y en este caso, atento al -negocio sobre todo, contratara una buena compañía; -admitiera muy buenas obras y las presentara -con la mayor propiedad. En esto consiste -el buen éxito de los negocios teatrales, y -del conjunto de todo esto—¡qué rareza!, ¿verdad?—cuando<span class="pagenum"><a name="Page_217" id="Page_217">[217]</a></span> -se ha hecho un buen negocio, -suele resultar que también se ha hecho arte.</p> - -<p>¡Ah! Evítense las falsificaciones. Las más -corrientes en las obras teatrales suelen ser: de -lo literario con lo soso, de lo profundo con lo -aburrido, de lo nuevo con lo extravagante, de -lo poético con lo cursi, de lo atrevido con lo -grosero. Todas estas falsificaciones se encierran -en una: Tener el teatro vacío y decir que fué -porque se hizo arte y el público no supo apreciarlo. -El verdadero arte del teatro es... hacer -negocio, y el verdadero negocio es... hacer arte. -Shakespeare y Molière ganaron mucho dinero -como empresarios. No sé si podrá decir lo mismo -el señor Reinot.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img14.jpg" width="50" height="49" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_219" id="Page_219">[219]</a></span></p> - -<h2>XXIX</h2> - - -<p>Si alguna vez—no lo permita Clio,—me viera -precisado á escribir ó á explicar un curso de -Historia de España en los tiempos modernos, -por cuanto á su historia política se refiere, les -aseguro á ustedes que saldría pronto del paso. -¿Gobiernos? ¿Cambios de política? ¿Conservadores, -liberales? Es lo mismo. En España, en los -modernos tiempos, no hemos tenido mas que -un solo gobernante: el miedo.</p> - -<p>Véase la clase: período de la Restauración; -miedo á los republicanos. Todos los esfuerzos, -toda la energía y todas las habilidades del que por -entonces fué el amo de España, no tuvieron -más alto fin que desbaratar y quebrantar á los -republicanos. Acaso hubiera sido mejor política -educar al país y fortalecer su voluntad por si -llegaba el caso en que tuviera que gobernarse -por sí mismo... Pero no, aquel gran pedagogo -á la antigua española era de los que consideraban -á los pueblos como eternos niños ó incapacitados...<span class="pagenum"><a name="Page_220" id="Page_220">[220]</a></span> -Adelante. Período de la Regencia: -miedo á los carlistas, concesiones y mimos á -Roma y contemplación de toda clase de gaitas -eclesiásticas... Después, hasta nuestros días, un -poco de miedo á los obreros; coqueteos socialistas, -leyes y disposiciones mal meditadas, como -procedentes del miedo más que de un espíritu -de justicia... Después, miedo al catalanismo. -Ídem, ídem de lienzo, con el feliz éxito que todos -hemos podido apreciar... Ahora, miedo á... -Miedo al valor, que es un colmo; miedo siempre -y á todo. Y ¿es posible que una nación gobernada -por el miedo pueda prosperar ni engrandecerse?</p> - -<p>Muchas vueltas da en estos días el espíritu -nacional en torno al Gurugú; esos riscos que -han llegado á ser como símbolo de la barbarie -atrincherada entre piedras y sombras... Más debiera -de preocuparnos los muchos <i>gurugús</i> que -tenemos en nuestra casa.</p> - -<p>Hay en España una juventud que, ó se ha -educado por sí misma, ó ha sabido elegir mejor -conductores que los designados por la sabiduría -oficial; hay en esa juventud políticos no malogrados -todavía por el contacto con <i>los viejos</i>, -aunque por mal entendidos respetos parezcan<span class="pagenum"><a name="Page_221" id="Page_221">[221]</a></span> -dejarse dirigir por ellos... ¡Déjense de respetos -que nadie ha de agradecerles! ¡Juventud española, -adelante, arriba á la conquista del Gurugú -nacional! El Miedo ha gobernado bastante.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>En estos días, principio de la temporada teatral, -es cuando mas compadezco á los ministros -y grandes personajes. ¿Qué será de ellos todo -el año, si uno, pobre autorcillo de comedias, con -esfera de influencia tan reducida, se ve abrumado -de solicitudes y demandas de recomendaciones?</p> - -<p>De todas ellas, ningunas tan embarazosas -como las acompañadas de manuscrito; con aquello -de: Deseo conocer su sincera opinión... Y -aquí del problema. ¿Puede darse la sincera opinión? -<i>Doit-on la dire?</i> Como preguntaba el autor -cómico francés, en asunto no menos peliagudo -que este de opinar sinceramente sobre una -comedia.</p> - -<p>Aparte la desconfianza en el propio criterio -y mucho más en el del público. ¡Ve uno aplaudido -tanto desatino! ¿Quien cae en el lazo de -opinar sinceramente, cuando la opinión es desfavorable,<span class="pagenum"><a name="Page_222" id="Page_222">[222]</a></span> -y por serlo, inmediatamente ha de -parecer equivocada, ó lo que es peor, tal vez -envidiosa?</p> - -<p>Pedirle á uno opinión en materia tan delicada, -que atañe al buen juicio y entendimiento del -demandante, es examinarle á uno de educación -más que de otra cosa.</p> - -<p>Del: Usted, que es una autoridad; al: ¿Quién -es él para juzgar mi obra?, no hay más que un -tramo de escalera. Y, sin embargo, hay ocasiones -en que quisiéramos bien ser sinceros y que -nuestra sinceridad no dejara lugar á dudas. El -desengaño es triste, pero el engaño es cruel. Si -aun las verdaderas y legítimas musas suelen -causar muchos destrozos á su paso, ¿qué estragos -no causará la <i>musa loca</i>?; esa musa que tan -bien nos presentaron los Quintero en los lances -sainetescos y trágicos de una bella comedia.</p> - -<p>No saben los portadores del manuscrito de -sus ilusiones, el verdadero conflicto dramático -que nos plantean al solicitar humildes una opinión -franca.</p> - -<p>¡Cuántas veces á trueque de antipatías, con -la dudosa esperanza de que algún día fuera mejor -apreciada mi lealtad, he preferido como Segismundo: -<i>Por ser piadoso contigo, ser cruel contigo ahora</i>!...<span class="pagenum"><a name="Page_223" id="Page_223">[223]</a></span> -¡Pero advierto una tal expresión de -tristeza ante el desengaño! ¡Hay tan pocas verdades -que compensen la pérdida de una sola -ilusión! Y, después de todo, ¿para qué anticiparnos -unos años, unas horas, á la verdad que ha -de decidir, por fin, la vida, con su autoridad -inapelable?</p> - -<p>Y aun la vida no suele convencernos. También -puede equivocarse. Y nosotros, ya que -podamos como ella equivocarnos, no seamos -crueles como ella. ¡Permitid, señora conciencia, -que nunca falte una amable mentira en nuestros -labios, cuando alguien se llega á pedirnos -una opinión sincera!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img15.jpg" width="50" height="54" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_225" id="Page_225">[225]</a></span></p> - -<h2>XXX</h2> - - -<p>Sultán estar amigo, francés estar amigo, todos -amigos; pero entre las grandes potencias y -las pequeñas impotencias, entre notas diplomáticas, -manifestaciones callejeras delante de nuestras -embajadas y artículos periodísticos, nos están -poniendo por esos mundos, cual dirían conservadores, -si estuvieran en el poder los liberales.</p> - -<p>En vano es que de cuando en cuando, la contaduría -de aquí procure endulzarnos tanta amarga -píldora, copiando algún artículo ó sueltecillo -de las contadurías de por ahí. Todos sabemos á -qué atenernos, y el público hace de ellos el mismo -caso que de los desacreditados reclamos teatrales -cuando anuncian después de un fracaso -en parecidos términos: Cada día es más aplaudida -la obra tal, estrenada con tan extraordinario -éxito. Aligeradas algunas escenas, suprimidos -varios números de música, más seguros los -actores en sus papeles y corregidas las deficiencias -en decorado y vestuario, las representaciones<span class="pagenum"><a name="Page_226" id="Page_226">[226]</a></span> -se cuentan por llenos. En vista de tan extraordinario -éxito, la empresa ha acordado rebajar -el precio de las localidades.</p> - -<p>Una cosa así, salvo la rebaja, vienen á ser esos -sueltos, soltados por algún amable periódico -europeo, con los que se ufanan nuestros gobernantes, -como se ufana el que soltó una paloma -mensajera, al verla regresar con toda felicidad al -palomar de procedencia.</p> - -<p>Entre tanto, vuelan á su antojo aves de rapiña; -aves de mal agüero y toda clase de «canards».</p> - -<p>Siempre fué prudente regla de conducta lavar -en casa la ropa sucia; ahora nos hemos vuelto -rumbosos y la damos á lavar fuera, y como está -algo pasadita, van á dejarnos sin tener que ponernos, -como no sea un conservador atrás y un -neo <i>alante</i>; traje poco á propósito para presentarnos -en la buena sociedad europea.</p> - -<p>Los franceses, sobre todo, se exceden en demostrarnos -su buena amistad. Están seguros de -que no hemos de enfadarnos. Tenemos allí, para -corresponderles con agradecimiento, á la flor de -nuestra aristocracia y de nuestra elegancia, veraneando -en Biarritz y vistiéndose en Bayona.</p> - -<p>En España no hay donde veranear á gusto.<span class="pagenum"><a name="Page_227" id="Page_227">[227]</a></span> -San Sebastián es demasiado ciudad para vida -de veraneo, y las pequeñas playas carecen de -todo «confort»... Es posible; pero, ¿faltan veraneantes -porque faltan comodidades, ó faltan comodidades -porque faltan veraneantes? San Sebastián -y Biarritz no improvisaron hoteles, villas -y casinos en espera de gente; fué la gente, -prefiriendo esos, que eran pueblos de pescadores, -y pasando por mil incomodidades en los -primeros años, la que fué dando vida y comodidad -á esos pueblos. Como ellos hay muchos en -España, que pudieran rivalizar con las playas -francesas y con la única de moda en España. -Claro está que es más cómodo encontrarse con -todo hecho y bien dispuesto que pasar fatigas -y molestias de descubridores y colonizadores. -Pero, ¡señoras y señores míos! El patriotismo no -debe mostrarse sólo en caso de guerra, hay un -patriotismo de la paz, tal vez más difícil y menos -brillante, que consiste en una porción de -pequeños sacrificios por parte de todos; pequeños -sacrificios que hacen á las naciones -grandes.</p> - -<p>Esos pequeños sacrificios, no tan penosos -como labrar surcos, partir piedras ó sepultarse -en minas, consisten para las clases pudientes y<span class="pagenum"><a name="Page_228" id="Page_228">[228]</a></span> -directoras en bien poco; en vestir algo más cursi -unos cuantos años con lo de casa, para enriquecer -á la industria y al comercio nacionales, y -llegar á vestir con lujo y con gusto, sin necesidad -de acudir para ello á Bayona y otras grandes -capitales extranjeras; en conformarse con -veranear modestamente en un modesto pueblecillo, -para que vaya prosperando, y al cabo de -unos años nada tenga que envidiar á esas encantadoras -playas francesas; en aburrirse por -algún tiempo benévolamente, como saben aburrirse -los grandes señores, con nuestros novelistas, -con nuestros autores dramáticos, con nuestros -músicos, con nuestro pobre, pero bien intencionado -arte, para que, animados nuestros -modestos artistas con nuestra benevolencia, -lleguen á sentirse grandes y capaces de producir -grandes obras.</p> - -<p>Todo esto y algo más, por este orden, supone -pequeñas molestias, ocultos sacrificios -que no hallarán eco en las crónicas de sociedad -ni harán figurar tanto nuestros nombres -como las listas de las suscripciones benéficas -y patrióticas. ¡Es tan fácil ser generoso y -magnánimo y valiente, cuando todos nos miran! -Lo difícil es serlo humildes y callados, en el anónimo<span class="pagenum"><a name="Page_229" id="Page_229">[229]</a></span> -de una obra donde sólo se lea un nombre: -Patria.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Todos los días y en los sitios más céntricos, -saluda uno ó procura <i>no</i> saludar, aunque en Madrid -á nada compromete el saludo, á conocidos -carteristas, estafadores, <i>chanteurs</i>, jugadores de -ventaja, etc. etc.; el que más y el que menos con -una docena de causas pendientes y todos ellos -paseándose en la más dulce libertad y sin desatender -los negocios de su profesión, mediante -fianza pecuniaria ó personal, prestada por algún -conocido tabernero.</p> - -<p>Estas facilidades no rezan con el escritor procesado -por delitos de pluma, que no fué falsificadora. -Á éste no se le excusan rigores ni molestias. -¡Suprema voluptuosidad de unos Nerones -de poquito!</p> - -<p>No están los tiempos para hacer de tigres y -se contentan con ser chinches. Porque toda esa -rigurosidad, cuando en la conciencia de todos -está que, por muy excepcionales que sean las -circunstancias, no puede ser delito un mes al -año, lo que no debe serlo nunca, no pasa de ser...<span class="pagenum"><a name="Page_230" id="Page_230">[230]</a></span> -chinchorrerías. Gusto de poder decir á cuatro -amigos, frotándose las manos de gusto: Para -que vean cómo las gastamos. ¡Que se fastidien!</p> - -<p>Sí que saben ustedes fastidiar, pero ¡si ustedes -vieran que no es por eso!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img04.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_231" id="Page_231">[231]</a></span></p> - -<h2>XXXI</h2> - - -<p>Impacientes por recibir una ovación, los autores -de la obra representada, con mejor éxito -para la interpretación que para la obra, han -querido aprovechar un aplauso arrancado por -los intérpretes, para dar la obra por terminada; -cuando en realidad, sólo estábamos en un final -de acto. Ya nos disponíamos todos á regocijarnos -con el fin de fiesta, cuando por orden superior -ha vuelto á levantarse el telón con gran -descontento de algunos impacientes. Todo por -no haber rehusado modestamente los autores, -aplausos prematuros, como es uso y costumbre, -con la consabida fórmula: Los autores suplican -al público reserve su juicio hasta la terminación -de la obra. ¡Poco seguros deben de estar de su -éxito personal, cuando tales impaciencias revelan! -Gracias á que el público es bonachón de -suyo y está ya resignado á todo, pero no es -bueno jugar con él á este tira y afloja, porque<span class="pagenum"><a name="Page_232" id="Page_232">[232]</a></span> -cuando menos se espere, pudiera tirar las butacas -al escenario.</p> - -<p>Todos confiamos en que el éxito será brillante, -aunque la obra no dé grandes rendimientos. -Pero aquí se trabaja por el arte. Cuando todo -esté apaciguado, nosotros sostendremos un ejército -de ocupación, los ingleses y los franceses -explotarán las minas, y los alemanes explotarán -á todos, vendiéndoles sus géneros. Nuestros -capitalistas continuarán prestando al Estado y á -los particulares en buenas condiciones, los trabajadores -continuarán emigrando y no hacia el -Rif, precisamente, porque serán tan torpes que -no se habrán dado cuenta todavía de que -nuestro porvenir está en África, como dijo la -buena reina Isabel la Católica, que no sabemos -por qué empeñaría sus joyas para descubrir -América.</p> - -<p>Está visto que nuestra historia es una lamentable -serie de equivocaciones, y mientras apuntamos -al pájaro que está en el aire, dejamos -escapar al que teníamos en la jaula.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Las <i>sufragitas</i> de Londres son unas fieras y -no reparan en gasto ni sacrificio para salirse<span class="pagenum"><a name="Page_233" id="Page_233">[233]</a></span> -con la suya. Encarceladas las más recalcitrantes, -decidieron dejarse morir de hambre, para que -su muerte pesara siempre sobre la conciencia de -los hombres, sus perseguidores, políticos, se entiende, -que de perseguirlas en otro orden de -ideas, no serían ellas las que se dejaran morir de -hambre.</p> - -<p>Ello es que los médicos y empleados de la -cárcel, se vieron precisados á violentarlas—en -el mejor sentido de la palabra,—echándolas de -comer como quien ceba pollos. Y ahora ellas -protestan como un solo hombre contra ese -atropello en tan mala forma. ¡Si el atropello -hubiera sido integral! Lo que dirán ellas: No -sólo de pan vive el hombre, y la mujer mucho -menos. Pero el hombre es bárbaro y tiránico -hasta cuando quiere ser compasivo. Las atraca -para no dejarlas morir de hambre material y -grosera, y no repara en otros ayunos más espirituales, -que acaso, remediados á tiempo, hubieran -evitado la excitación política de esas -denodadas mujeres. Pero el hombre, bárbaro y -tiránico para esos ayunos espirituales, sólo tiene -una despectiva frase: Á falta de pan buenas son -tortas. Y esto lo saben bien las <i>sufragitas</i>.</p> - -<p>Y ¿por qué no conceder á las mujeres todos<span class="pagenum"><a name="Page_234" id="Page_234">[234]</a></span> -los derechos, civiles y políticos? Aunque ellas -con uno solo se contentarían y mejor si era de -los civiles.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Como los teatros serios aun no han inaugurado -su temporada, y los semiserios ofrecen tan -pocas novedades, el público llena los salones de -<i>varietés</i>. Por poco dinero se siente uno sultán -de un sin fin de odaliscas dispuestas á divertirle -con danzas y canciones. Cierto que las hay del -tiempo de Muley el Abbas, pero con las luces y -el colorete, y considerando la eternidad del tiempo, -aún dan su golpe. ¡Ojalá!—pensarán algunos -de los contemporáneos al contemplarlas—que -uno pudiera darlo lo mismo.</p> - -<p>Los estudiantes, recién llegados para emprender -sus tareas del curso, acuden presurosos á -iniciarse en los placeres de estos paraísos artificiales, -y desde luego empiezan á tomar -apuntes.</p> - -<p>Los tangos y los garrotines se suceden, y lo -que es peor, se parecen. La juventud relincha y -patea, la formalidad se congestiona, los acomodadores -están pálidos y ojerosos. Las odaliscas -se deshacen por complacer al público, y lo mismo<span class="pagenum"><a name="Page_235" id="Page_235">[235]</a></span> -sonríen á un aplauso que á una grosería; -allí todo es lo mismo. Lo que ellas dirán, parodiando -al torero: Mas grosera es el hambre.</p> - -<p>Alguna vez pasa una ráfaga de belleza ó de -arte, y el público guarda respetuosa compostura. -Para que el público respete hay que empezar -por respetarle... pero en seguida vuelve el garrotín, -vuelve el tango, vuelve la canción grosera y -las patadas y los dicharachos, y un matrimonio -de burgués aspecto que, sin duda, entró allí por -ver de todo, se levanta antes de que termine el -espectáculo y sale presuroso.</p> - -<p>—Ese señor se lleva á su señora. ¡Si no la -trajera á estos sitios!</p> - -<p>—Pero, ¿usted cree?—dice otro mejor informado.—Si -es ella la que le trae á él, y es ella la -que se le lleva... Y es un matrimonio que se -lleva muy bien.</p> - -<p>—Ya lo creo. Aplicado así el <i>cine</i> es un espectáculo -moralizador y reconstituyente.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img01.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_237" id="Page_237">[237]</a></span></p> - -<h2>XXXII</h2> - - -<p>Hay algo más triste para el escritor que no -ser leído: ser mal interpretado. Un anónimo comunicante, -persona de gran inteligencia—esto -no lo encubre el anónimo,—me censura por no -mostrar grandes entusiasmos bélicos. Con la -lectura de anteriores artículos podrá convencerse -de lo contrario. Fuí de los primeros en censurar -el <i>sanchopancismo</i> que huye de las aventuras -como del agua fría gato escaldado. ¡Sí, -que soy yo autoridad para burlarme del espíritu -aventurero, cuando casi no me queda por correr -más aventura que la de meterme fraile! Todos -los peligros y contingencias que mi comunicante, -con gran acierto, preveía para España -de no haber aceptado la guerra del Rif, son -para mí evidentes, y siento no poder publicar -su carta, pues, sobre todo en lo que se refiere -á la cuestión de Cataluña, es de una clarividencia -profética.</p> - -<p>Lo que yo lamentaba no es la guerra, sino<span class="pagenum"><a name="Page_238" id="Page_238">[238]</a></span> -la ineficacia de sus resultados. Nos falta idealismo -del mejor, que es el idealismo práctico. -Triunfaremos en el Rif con las armas y no -triunfaremos con el espíritu, y sin él todas las -ametralladoras, escuadras y soldados del mundo -son inútiles. Después que las armas y la sangre -vertida nos hayan abierto el camino, ¿irá -allí el dinero que duerme en nuestros Bancos, -esperando la buena hipoteca ó el buen empréstito -que venga á despertarlo? ¿Irá nuestra industria? -¿Irá nuestro comercio? Lo difícil no es emprender, -sino persistir. Delante Don Quijote</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza"> -<div class="verse i0">con su adarga al brazo todo fantasía;</div> -<div class="verse i0">con su lanza en ristre, todo corazón,</div> -</div></div></div> - -<p class="no-indent">como canta Rubén Darío; pero detrás Sancho, -con sus buenas alforjas y su manso rucio, á gobernar -las ínsulas ganadas por su amo, con -buen juicio y mejor sentido. Y ¡quiera Dios que -algún Tirteafuera de por esos mundos diplomáticos -no deje caer su varita privativa al primer -bocado! Por lo demás, muy agradecido á mi comunicante -por su cortés misiva.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Hay quien reniega de toda blandura con el -enemigo y pide guerra de exterminio. ¿Exterminio<span class="pagenum"><a name="Page_239" id="Page_239">[239]</a></span> -de qué? Porque no es tan fácil exterminar -una raza, y exterminarla á medias es dar vida -perdurable al odio, y medio pueblo con odio -vale por un pueblo entero.</p> - -<p>Los ejemplos históricos de la guerra sin cuartel -no son de lo más convincente. Todavía sirve -para espantar muchachos el recuerdo del duque -de Alba en los Países Bajos; pero, ¿son independientes? -Los rigores de algún general en -provincias españolas, ¿han servido de algo? Recientes -sucesos son la mejor respuesta. En Argelia -y en Casablanca los franceses, y los ingleses -en sus posesiones y en la última guerra del -Transvaal, después de los primeros furores, ¿no -tuvieron que pastelear dulcemente, como cualquier -hijo de vecino?</p> - -<p>Dejemos el espíritu inquisitorial, único que -hemos paseado por el mundo y así nos ha lucido -el pelo. Dejemos de ser el país de las intransigencias -feroces, donde no es raro oir, como -oí yo á un buen señor, poseído de la mayor indignación.</p> - -<p>—¡Quite usted! Al que hace eso, yo le mataba. -Y ¿saben ustedes lo que hacía quien así se -indignaba? Añadir un poco de agua á media jícara -de chocolate. Figúrense ustedes; si á tan<span class="pagenum"><a name="Page_240" id="Page_240">[240]</a></span> -inocente porquería señalaba tan terrible pena -en su código particular, ¿qué no sería en más -graves asuntos? Yo salí aterrado del establecimiento -lugar de la escena.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><i>Chantecler</i>, el más cacareante gallo de todos -los gallos tapados, se apresta á la pelea. Las -butacas para la <i>première</i> se cotizan á cien francos.—Hay -<i>premières</i> de más importancia que -no se cotizan tan alto; verdad que luego se encarece -el precio en sucesivas representaciones.—Esta -reflexión es de una <i>cocotte</i>, celosa de -Rostand. Los palcos están <i>hors de prix</i>.</p> - -<p>De los Estados Unidos encargan localidades -por lo que sea. Los que de mejor ó peor fe hacen -el reclamo, y los que con absoluta buena -fe protestan contra el reclamo, hablan de lo -mismo y todo es reclamo. No parece sino que -ese gallo es el mismísimo gallo de la Galia, que -no cantó nunca más sonoro ni desde Vercingitorix -á Napoleón el Grande, ni desde Ronsard -á Víctor Hugo.</p> - -<p>Todo esto sería ridículo si no fuera simpático. -No es de Rostand ni de su obra de lo que se -trata, para los franceses, es de la supremacía<span class="pagenum"><a name="Page_241" id="Page_241">[241]</a></span> -del Arte francés, que ellos, con noble aspiración, -quieren sobreponer al del mundo entero. Algo -parecido á lo que hacemos aquí con el nuestro.</p> - -<p>Apenas alguno de nuestros escritores viaja -por el mundo ó le piden noticias de otros escritores -españoles (hay algunas excepciones), -se arrea un formidable bombo á sí mismo, y á -los demás los deja como para que nadie quiera -saber de ellos. Así lee uno tan peregrinas cosas -en esos libros de hispanófilos, al través de los -cuales no es difícil descubrir al Pájaro Pinto ó -Ninfa Egeria que apuntó nombres y adjetivos.</p> - -<p>Hay quien se cartea con medio mundo por -el gusto de desacreditar al otro medio. De las -obras de nuestros autores no se sabrá mucho -por tierras extranjeras, pero de si Fulano maltrata -á su señora y atormenta á sus niños, y si -Mengano estuvo complicado en un escalo, eso, -como en casa.</p> - -<p>Así es, que al primer escritor español que visita -á un escritor extranjero, se le recibe con -agrado; pero cuando llega el segundo... encierra -la plata. El primero dejó preparado el terreno -á los demás, y, para que no cupiera duda de -sus afirmaciones, se llevó unas cucharas.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img19.jpg" width="50" height="33" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_243" id="Page_243">[243]</a></span></p> - -<h2>XXXIII</h2> - - -<p>Perdonen los jóvenes autores, que por varios -periódicos y particularmente me han enviado -una carta abierta, mi tardanza en contestarles. -Falta de salud, no de buena voluntad, ha sido -culpable de mi descortesía.</p> - -<p>Cuenten ustedes con que no han de hallar en -mi respuesta ni desdenes ni adulaciones. Tienen -ustedes mucha razón de su parte, pero no toda -la razón; por lo menos, en los medios que quisieran -ustedes emplear para imponerla.</p> - -<p>Aun las dificultades para darse á conocer un -autor son muchas, no lo niego, y no pretenderé -consolarles con la consideración de que son -ahora mucho menores que en mis tiempos, con -el recuerdo de luchas y amarguras propias, con -el sinnúmero de obras que yo hube de escribir -antes de lograr que se representara una, no la -mejor, de las que tenía escritas, que alguna fué -después también representada con mejor éxito -que la primera. Todo esto que digo pudiera ser<span class="pagenum"><a name="Page_244" id="Page_244">[244]</a></span> -consuelo, pero no remedio, y como dice Brabancio -en «Otelo»: Nunca se curaron heridas del corazón -con emplastos para los oídos. Ustedes -hablan por su herida y es justo acudir á ella -con algún remedio práctico. Este sólo puede -consistir en buena voluntad por parte de todos; -de ustedes en primer término, trabajando con -fe, con entusiasmo, sin desmayar por la primera, -ni la segunda, ni muchas obras rechazadas. -Todo llega á su hora, cuando debe llegar. ¡Si -ustedes supieran cuántas veces me he alegrado -después de no haber empezado demasiado -pronto!</p> - -<p>Las empresas, dicen ustedes, no admiten -obras de los desconocidos; desconfían de ellas. -No obstante, en estos cuatro ó cinco años últimos -ha aumentado la lista de autores seguramente -en doble número que en cualquier período -anterior de veinte años. Esto prueba mayor -fecundidad ó mayor consumo; de cualquier modo, -mas facilidades. Las empresas no temen tanto -los fracasos posibles como los falsos éxitos. He -aquí la plaga que todos debemos combatir. Los estrenos -con el teatro lleno de amigos y abarrotado -de <i>claque</i>; la crítica abrumada de recomendaciones. -Nuestra crítica es con exceso benévola;<span class="pagenum"><a name="Page_245" id="Page_245">[245]</a></span> -de ahí que alguna, vez, cuando deja de serlo, -parezca injusta. El público, cansado ya de -ver obras muy aplaudidas y muy celebradas que -no corresponden á sus esperanzas, acaba por no -acudir ni á los estrenos como la firma del autor -no le dé alguna garantía. Teatro ha habido que -bien pudo poner en sus puertas: «Cerrado por -éxitos». Todas las obras eran ovacionadas y -ninguna daba dos reales. Esto hace á las empresas -huir de los estrenos y preferir el repertorio, -de no contar con obras de alguna garantía, siquiera -para que el público acuda al estreno. Hay -autores que se contentan con esta <i>gloriola</i> del -parecer y no ser, y salen á escena tan satisfechos, -sabiendo que todo el teatro ha sido regalado -por ellos y que las críticas ó sencillas gacetillas -del día siguiente les ha costado mas pasos -y mas recomendaciones que trabajo les costó -componer la obra.</p> - -<p>Y ¡pobre empresario si ante el vacío de los -días siguientes se decide á retirar la obra!—¡Cómo! -¡Un éxito de público y de prensa! ¡Y la -obra tal que fué pateada sigue en el cartel todavía!—¿Qué -quiere usted?—protesta el empresario.—La -gente viene á verla.—Ellos no comprenden -que de un pateo del público verdadero<span class="pagenum"><a name="Page_246" id="Page_246">[246]</a></span> -pueda salir una obra con más vida que de los -aplausos de un público amañado.</p> - -<p>Verdad en los estrenos; equidad en la crítica. -He aquí la mejor garantía para las empresas. -Limítese el número de billetes de autor, suprímase -la <i>claque</i>, si es posible, y déjense de recomendaciones -para la crítica. ¡Una friolera! Dirán -ustedes. No es tan difícil el remedio. Bastaría -con que la Sociedad de Autores publicara el ingreso -verdad de cada estreno y las empresas el -número de localidades regaladas. Á mí no me -duelen prendas.</p> - -<p>Ya es más difícil y atentatorio á la libertad -de los empresarios, dueños de un negocio, imponerles -la obligación de estrenar ó de no estrenar -obras de determinados autores. En primer -lugar, ¿dónde empieza, y sobre todo, dónde y -cuándo acaba lo que ustedes llaman <i>firmas</i>? Y -suponiendo que los autores se dividieran en categorías -y solo pudieran estrenar en los teatros -de categoría correspondiente, ¿cómo impedir las -representaciones de obras del repertorio, que -serían obstáculo á los noveles, lo mismo que los -estrenos de <i>firmas</i>?</p> - -<p>No puede decirse tampoco que éstas han abusado -de un perfecto derecho á estrenar en los<span class="pagenum"><a name="Page_247" id="Page_247">[247]</a></span> -<i>cines</i>. Ni podrá suponerse que ha sido por idea -de lucro. Cualquiera de las obras estrenadas en -ellos, en teatros de mayor categoría les hubiera -producido cuatro veces más en menor número -de representaciones. Estoy seguro de que algunos -de estos escritores de firma no han llevado -más idea que la de complacer á un empresario -ó á un actor amigo; la de favorecer con la mejor -voluntad á un género de teatros populares -que merece toda simpatía. Es injusto acusar de -egoísmo ni de pretensiones de monopolios á estos -autores. Cada uno de ellos recomienda por -lo menos cinco ó seis obras de autores noveles -por temporada.</p> - -<p>Mucho más diría á mis amables y simpáticos -comunicantes si no temiera entrar en particularidades -poco interesantes para el público.</p> - -<p>Tengo mucho gusto en ponerme á su disposición -para hablar más largamente de este asunto -y perdonen si la contestación no fué del todo á -gusto suyo. Ya empecé diciendo que no hallarían -en ella ni desdenes ni adulaciones.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img06.jpg" width="50" height="47" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_249" id="Page_249">[249]</a></span></p> - -<h2>XXXIV</h2> - - -<p>Si en España no pensara una el bayo y otra -el que lo ensilla, y el bayo mejor que el palafrenero, -en poco hubiera estado no tener nuestro -poquito de asunto <i>Dreyfus</i>, con su guerra civil -<i>ideal</i>, al grito de ¡Patria, patria! de una parte, y -de otra al de ¡Humanidad, humanidad! Por fortuna, -ó por desgracia, no hay asunto que nos interese -más de cuatro días, y á las cuestiones -ideales se sobreponen las personales, que son -las que más nos preocupan. Todo cede ante el -interés de los nuevos nombramientos. La designación -de un gobernador importa más que nada; -dentro de poco las elecciones, y vamos viviendo.</p> - -<p>En el extranjero, aunque en apariencia parezca -un disfavor, nos hacen el favor todavía de -juzgarnos fanáticos luchadores por las ideas... -Sí, sí; ¡buenas ideas nos dé Dios! ¡Personas, personas -y personas! como diría Hamlet, si hubiera -nacido español. Somos realistas, en el sentido -filosófico de la palabra. Aquí las personas<span class="pagenum"><a name="Page_250" id="Page_250">[250]</a></span> -no son símbolo de nada, sino de su persona misma. -Se dirá que hay pocas personas capaces de -elevarse hasta el símbolo. Pero, no; son creyentes -los que faltan, no son santos. Con un poco -de devoción no es difícil levantar altares.</p> - -<p>Ahora, digamos: ¿Por qué siendo el pueblo -más indiferente en todo, en Religión, en Política, -en Arte, nos damos traza para parecer á los -extraños un pueblo intolerante y fanático? ¿Es -todo desconocimiento de los extranjeros, ó no -habrá algo de culpa por nuestra parte? Esto es -lo que debe interesarnos más que todos los dimes -y diretes de casa y de fuera de casa. ¿Por -qué somos una cosa y parecemos otra? Ó ¿es -que nosotros mismos no nos damos cuenta de -lo que somos ni de lo que parecemos? Es lo que -importa averiguar. Nada más triste que la inconsciencia -para los pueblos y para las personas. -Fanáticos por una idea, tuerta ó derecha, -todavía podemos parecer grandes; inconscientes -de todas, sólo podemos parecer ridículos.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>¿Quién había de decirnos, pocos días antes -que, en esta próxima conmemoración de los difuntos, -nuestro más fervoroso responso sería<span class="pagenum"><a name="Page_251" id="Page_251">[251]</a></span> -por el partido conservador? ¡No somos nada! Á -bien que los conservadores podrán consolarse -con la idea de que en este país no se puede ser -cosa mejor que difunto. Por algo, entre nosotros, -tiene su conmemoración tanto de fiesta pagana, -con su bulliciosa visita á los cementerios, el vistoso -adorno de sepulturas, sus buñuelos de viento -y sus representaciones del «Tenorio», á modo -de auto sacramental, más regocijado que severo. -Tierra de un glorioso pasado, nuestro mayor -consuelo está en los muertos. Hay quien llora -todavía por Felipe II, y quien suspira por no -haber conocido á Doña Juana la Loca.</p> - -<p>Al político joven y bien intencionado se le -abruma con el recuerdo de Cisneros, y al escritor -novel se le aplasta con la balumba de nuestra -literatura clásica. Inútil escribir después de -Cervantes; vano esfuerzo pintar después de Velázquez.</p> - -<p>Lo que puede uno hacer de más provecho -es... hacerse el muerto. Esto es lo que acaso no -comprende el partido conservador, que ahora -quiere mostrarse más <i>vivo</i> que nunca. ¡Gran desconocimiento -de sus intereses! La agitación de -tantos años de mando no puede por menos de -haber alterado su organismo. Nada mejor que<span class="pagenum"><a name="Page_252" id="Page_252">[252]</a></span> -el reposo y el silencio. Es el mejor sistema curativo -para la neurastenia. Crean en mi consejo -desinteresado: cuanto más quietecitos y más -muertos parezcan, más pronto lograrán nuestra -admiración. Los vivos molestan á todo el mundo. -Los muertos sirven para que medio mundo -moleste al otro medio, recordando las virtudes -de los difuntos. Procuren sacar todo el partido -posible de su papel de muertos, que es el más -airoso en esta tierra de los recuerdos... y de los -olvidos fáciles. Ellos deben saber mejor que -nadie cómo una corona de difunto puede convertirse -en aureola.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Entre todos los personajes de nuestro teatro -ninguno despierta tanta simpatía como Don -Juan Tenorio. Ningún otro podría soportar la -periódica reaparición con tanta seguridad de -aplauso. ¡Es tan español este Don Juan, de Zorrilla, -de quien hay que creer en empresas y -amoríos, más por lo que dice que por lo que -hace, como á casi todos nuestros políticos!</p> - -<p>Y de un pueblo que adora á Don Juan, ¿no -podrá decirse como á él mismo su amada: «Con -Don Juan te salvarás ó te perderás con él?»<span class="pagenum"><a name="Page_253" id="Page_253">[253]</a></span> -Confiemos, como Don Juan, en la infinita misericordia -divina que le abrió las puertas del cielo, -no por sus acciones, seguramente, sino por -los bellos versos en que supo decirlas. ¿Por -qué no han de pesar tanto en la justicia divina -las bellas palabras como las buenas obras?</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img11.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_255" id="Page_255">[255]</a></span></p> - -<h2>XXXV</h2> - - -<p>Quien llamó á París <i>Cabotin ville</i> ¡vaya si -supo ponerle nombre! Todo en ella reviste aspecto -teatral, y no es extraño que los comediantes -de París sean, si no los más artistas, los más -actores del mundo; porque en todo parisién hay -un comediante nato, y en toda parisiense ¡no se -diga!</p> - -<p>El proceso Steinheil es en estos comienzos de -temporada, la pieza de mejor éxito, y lo será, -por lo menos, hasta el estreno de <i>Chanteclair</i>. -Sólo Rostand puede competir con esa admirable -artista hembra, que es á la vez autora y actriz -en la interesante obra representada. Hay que -convenir en que cuenta con inteligentes <i>partenaires</i> -para darle la réplica, y el público, por su -parte, interviniendo en la acción, como el coro -en la tragedia griega, contribuye á sostener el -interés de la enredada trama, que para sí quisieran<span class="pagenum"><a name="Page_256" id="Page_256">[256]</a></span> -todos los escritores <i>rocambolistas</i> y <i>sherlockholmistas</i> -que en el mundo han sido.</p> - -<p>Difícil será para los magistrados desenlazar -la obra á gusto de todos, y de condenar á la -protagonista, todos podrán exclamar con ella -misma, y con mayor razón que Nerón: ¡Qué artista -pierde el mundo! He ahí una mujer que no -pudo ó no supo acertar con su camino. En el -teatro hubiera llegado á <i>socia</i> de la Comedia -Francesa. No le hubiera servido de poco, aparte -las condiciones artísticas, su mano izquierda... ó -su derecha ¡vaya usted á saber! con personajes -políticos de talla. Obligada á emplear sus condiciones -dramáticas en la vida, quizás el fin de -su carrera sea lo más desastroso.</p> - -<p>Eso sí; lo de <i>socia</i> no se lo quita nadie, y de -la mejor sociedad.</p> - -<p>De lo que han sido privadas las elegantes, -con el rigorismo del presidente no permitiendo -la entrada á las señoras, es de saber á qué atenerse -respecto al último figurín para vistas de -procesos sensacionales ¡Cuánta exquisita <i>toilette</i>, -dispuesta para la ocasión, habrá quedado en -esos roperos! ¡Infeliz señora; tan odiada por unos, -tan compadecida por otros... y tan envidiada -por todos!... Porque ¡vaya si se ha divertido en<span class="pagenum"><a name="Page_257" id="Page_257">[257]</a></span> -este mundo! Y eso será lo que acaso no la perdonen, -aunque su inocencia quedara demostrada.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Supongamos que en cualquier parte del mundo -se hubiera estrenado una obra póstuma de -tan gran artista como el maestro Chapí, y así -hubiera sido esa obra—y no lo es ésta—lo mas -endeble é insignificante, ¡con qué respeto no -hubiera asistido el público á la representación! -El nuestro no lo entiende de esa manera y dió -un lamentable espectáculo en el estreno de <i>El -diablo con faldas</i>. Y eso con una obra que era -de su agrado. Y es que esos <i>cines</i> del garrotín -y de la machicha son grandes centros de cultura, -y hay espectador que si no berrea y patea -y relincha y suelta cuatro palabrotas, se figura -que no se ha divertido, y cuando asiste á otros -espectáculos cambia de lugar, pero no de costumbres. -Si el glorioso músico español, que -tanto padeció en vida de esas irrespetuosidades -de nuestro público, pudo, desde la región <i>donde -asiste eternamente</i>, contemplar el estreno de -su última obra, ¡qué satisfacción la suya haber -abandonado este pequeño mundo! Cuando espera<span class="pagenum"><a name="Page_258" id="Page_258">[258]</a></span> -todavía la iniciativa para erigir un monumento -que dé testimonio á la posteridad, no de -su gloria, pero sí de nuestra gratitud, ¡pateo, -protestas, groserías!... ¿Es que ya no se perdona -la gloria ni á los muertos?</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Yo, que este año me sentía un poco muerto, -con tantos honores. ¡Hay años felices! Un teatro -con mi nombre. Ustedes no saben el efecto -que produce ir por la calle y oir de pronto á -unos señores que dicen: ¿Vamos á Benavente -esta noche? ó ¿Qué <i>echan</i> hoy en Benavente? -Yo procuro, por no hincharme de vanidad, suponer -que se refieren á Benavente, provincia -de Zamora; pero... vamos, me siento cadáver.</p> - -<p>Además, mi retrato en el saloncillo del teatro -Español. Gracias mil á sus amables directores; -gracias también á Juan Antonio Benlliure, -y más agradecido á todos, si ya que, por aquello -de «los últimos serán los primeros», se -acordaron de mí para anticiparme en vida este -honor, no tardan en aumentar la galería con -otros retratos que allí faltan, y que yo soy el -primero en echar de menos, y mucho más cuando<span class="pagenum"><a name="Page_259" id="Page_259">[259]</a></span> -el mío sobra—Sellés, Galdós, Dicenta,—y -sólo nombro á los que son anteriores por orden -cronológico en la historia del Teatro Español. -Sólo en la seguridad de que más se atendió á -facilidades de ejecución, por mis muchas desocupaciones, -puedo aceptar una primacía que -de ningún modo me corresponde. Y si alguien -lo juzga falsa modestia, no sabe que yo tengo -una vanidad tan grande que está por encima de -esas vanidades. Yo quisiera ser cien veces mejor -autor dramático de lo que soy, y ser, sin -embargo, el peor de todos entre cien autores -más que honran el Teatro Español. ¡España sobre -todo y sobre todos!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img07.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_261" id="Page_261">[261]</a></span></p> - -<h2>XXXVI</h2> - - -<p>El sentido moral indignado sería muy respetable -si se indignara á tiempo y con absoluta -justicia. Por ejemplo: con tantos malos maridos -y peores padres como andan por todas las esferas -sociales; con el que vive á costa de su mujer -ó de la ajena; con el que no repara en transmitir -á sus hijos dolorosa herencia de enfermedades, -por lograr su bienestar con un matrimonio -conveniente; con el funcionario torpe ó prevaricador; -con el adulterador de substancias alimenticias; -con el usurero sin entrañas; con el explotador -sin conciencia... En todos éstos podía -emplearse mejor esa indignación derrochada -por ligeros indicios contra mujeres indefensas, -siempre respetables. La descortesía masculina -sería disculpa en este caso, y en otros parecidos, -de lo mismo que con ella pensaban castigar. -Si así son los hombres, se comprende que toda -mujer de sentimientos delicados procure evitarlos. -De estas cosas, como de la influencia clerical<span class="pagenum"><a name="Page_262" id="Page_262">[262]</a></span> -en el espíritu de las mujeres, como de todos -sus extravíos, tiene siempre la culpa el hombre, -por su grosería ó por su indiferencia. La mujer -necesita una fe, un apoyo, una creencia en algo, -humano ó divino. Si el hombre renuncia á ser -el sacerdote de su casa, en doctrina y en ejemplo, -¿cómo impedir que la mujer acuda á otros -altares, paganos ó cristianos? La mujer que acude -al hombre de su cariño en demanda de ayuda -y consejo y le oye contestar desalmado: -«¡Déjame en paz! ¿Qué entiendo yo de eso? -¡Cosas de mujeres!» ¿No se sentirá desligada -de él para siempre, por el corazón y por la inteligencia? -«¡Gran cosa es entender un alma!»—dijo -Santa Teresa.—Mientras los hombres ignoren -el alma de la mujer, ¿pueden quejarse de -que ella busque ser entendida? Por algo la Iglesia -católica, gran conocedora de la psicología -femenina, viste con traje talar á sus ministros. -Sabe que sus mejores conquistas espirituales -son las de las mujeres que llegan desengañadas -de los pantalones. El confesor no dice nunca -como el marido: «¿Qué entiendo yo de eso? -¡Cosas de mujeres!» El entiende de todo. Por -eso domina sobre nuestras mujeres. No le culpen -los hombres, ni las culpen á ellas; cúlpense<span class="pagenum"><a name="Page_263" id="Page_263">[263]</a></span> -á sí mismos, y no se quejen de que el sacerdote -llegue á ser padre de familia, cuando ellos -no supieron ser los sacerdotes de su casa.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>De todos los problemas que deben solicitar -la atención de nuestros gobiernos, ninguno tan -urgente, tan necesario como el aumento de -sueldos. Existe una desproporción monstruosa -entre el aumento de necesidades en la -vida moderna y la mezquindad de los sueldos; -aun los que parecen más excesivos por comparación -con los inferiores. No hay derecho á exigir -solicitud, diligencia, ni siquiera honradez, á -servidores que carecen de lo necesario y han de -aparentar lo superfluo.</p> - -<p>Y mientras tan urgente resolución alcance á -todos, me dirijo á la noble inteligencia y al gran -corazón del nuevo director de Correos, señor -Francos Rodríguez: ¿No cree de justicia—no he -de invocar la compasión con tan recto espíritu—el -aumento de retribución á los peatones de -Correos, verdaderos parias entre los servidores -del Estado? Todo el que haya residido algún -tiempo en lugares donde estos humildes depositarios<span class="pagenum"><a name="Page_264" id="Page_264">[264]</a></span> -de tantos intereses prestan sus penosos -servicios, sentirán que nada más justo ni más -urgente. Y después... ¿olvidarán á los maestros -y á toda esa clase media burocrática, tan desdeñada, -que nunca se declaró en huelga, ni -alarmó con manifestaciones, ni tiene su Primero -de Mayo, ni sus sociedades de resistencia, ni -una lujosa casa donde congregarse?</p> - -<p>Los gobiernos, demasiado preocupados con -los que pueden hacer alarde de fuerza, se preocupan -muy poco de los que sólo pueden hacer -alarde de debilidad. Es preciso fortalecerlos, siquiera -para contar con aliados el día de la gran -batalla; porque al chocar de dos fuerzas contrarias -y poderosas, nadie sabe lo que puede influir -de un lado ó de otro la indiferencia de los -neutrales que, cruzados de brazos, con la impasibilidad -de la desesperación, exclamen: «¿Y á -mí, qué?» Hay que procurar que todos tengan -un por qué para luchar por algo.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>El pueblo madrileño no ha podido demostrar -sus simpatías al pueblo hermano en la representación -visible de su monarca. Comprendo la<span class="pagenum"><a name="Page_265" id="Page_265">[265]</a></span> -difícil situación de un gobierno que, si peca de -confiado, puede incurrir en grandes responsabilidades, -y si peca de previsor desagrada á todos, -quizás á los mismos con tan excesiva solicitud -guardados. Los tiempos no están para -excesivas confianzas; acaso tampoco para excesivos -recelos. Lo mejor en estos casos es dejar -algo en manos de Dios, ya que los ojos de la -policía no pueden estar en todo, y algo también -al corazón del pueblo, que siempre responde á -toda confianza, y á quien siempre ofende todo -recelo.</p> - -<p>¡Triste cosa es que el temor á un loco ó á un -malvado haya impedido al rey de Portugal conocer -al pueblo madrileño! En cambio habrá -conocido mejor nuestra política. Cuando tantas -precauciones hay que tomar—se habrá dicho,—no -hay duda, por aquí ha pasado un Juan -Franco. En efecto, señor. Esperemos que vuestra -majestad vuelva á visitarnos cuando ni en -España ni en Portugal quede sombra de estas -pesadillas. Sólo en los pueblos verdaderamente -libres pueden pasear los reyes libremente. -Ahora os lo podrá decir el rey Eduardo.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img10.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_267" id="Page_267">[267]</a></span></p> - -<h2>XXXVII</h2> - - -<p>¿Se acaba la guerra? ¿No se acaba? ¿Se acabó -ya? Todo hace esperar y creer que sí; sólo algunos -espectadores del antiguo régimen echan -de menos un final de efecto; alguna gran batalla -decisiva; una apoteosis con bengalas y desfile -general, como en zarzuela de espectáculo. -No tienen en cuenta que la guerra moderna -no admite esos finales de efecto preparado. Ya -no son posibles caballos de Troya, buen cuadro -final de una empeñada guerra; ni el asolamiento -de ciudades y reinos, ni la cautividad -de pueblos enteros. Hay que contentarse con un -desenlace modesto, y es de notar que ahora les -parece poca guerra á muchos de los que antes -les pareció demasiada, y hubieran renunciado -á todo por no vernos metidos en aventuras. No -á ganar más, sino á conservar lo ganado debemos -aspirar todos, y á que la gloriosa sangre -vertida no sea infecunda, y esa será la mayor -gloria de los que sucumbieron. Señores capitalistas<span class="pagenum"><a name="Page_268" id="Page_268">[268]</a></span> -españoles: ya que no sea todavía ley el -servicio obligatorio para vuestros hijos, se impone -el servicio obligatorio para vuestro dinero.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>De ser cierto lo que se murmura, el solar de -la Zarzuela viene á ser como símbolo del solar -de España. De una parte, los autores y músicos -españoles pretenden reivindicar su dominio, -como de propia casa solariega; de otra parte, -una poderosa Compañía de electricidad, símbolo -de la ciencia y de la vida modernas, pretende -hacerlo suyo, y, por último, otra poderosa -compañía, símbolo de obscurantismo, según -muchos—aunque no es tan negro el cuervo -como sus alas, y si de cerca se advierte, más -que de cuervo tiene de cuco el pájaro,—aspira -también á levantar una de sus mansiones, que -algunos verían complacidos, como monumento -expiatorio. ¿Quién vencerá? ¿El Arte? ¿La Ciencia? -¿La ola negra? ¡Admirable asunto para un -poema simbólico! Me recuerda la explicación -que daba un pintor, de más colores que luces, -á la alegoría de un gran techo pintado por él, -en un edificio consagrado á la enseñanza: «De<span class="pagenum"><a name="Page_269" id="Page_269">[269]</a></span> -una parte los murciélagos del obscurantismo, -huyendo de la luz; de la otra, los papagayos de -la libertad, <i>personificando</i> el descubrimiento de -América».</p> - -<p>Debemos desear que, en esta lucha de Compañías, -triunfe la que representa el Arte lírico -español, más necesitado que nadie de templos, -y, á no poder ser otra cosa, de capillas en que -ofrecerle culto. Las Compañías de electricidad -no necesitan un sitio céntrico; las otras, menos; -tienen un público fiel que va á buscarlas, aunque -sea al extrarradio. Todos sus parroquianos -tienen coche propio y automóvil.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>En la <i>Carmen</i>, de Merimée, como en la ópera -de Bizet, inspirada en la novela, se sobreponen -la pasión y la vida; verdad humana, á la -verdad local; que, en este caso, debiera ser española -y lo mismo pudiera ser japonesa, como -en la <i>Butterfly</i>, de Puccini.</p> - -<p>Esta funesta Carmen, con el contoneo de sus -caderas, sus toreros, sus contrabandistas, sus -trabucos y sus navajas, ha sido la mayor contribuyente -á la representación de esa España de<span class="pagenum"><a name="Page_270" id="Page_270">[270]</a></span> -pandereta, tan impresa en el extranjero, que -nos señala como un pueblo aparte de Europa.</p> - -<p>Una gran artista española se atiene, en la interpretación -de Carmen, á la verdad del novelista -y del músico. Es el deber de todo artista -intérprete. La Carmen de Merimée y de Bizet -es ésa. La mujer española, la andaluza en particular... -¿Son así? De ningún modo. Justamente -en España, la mujer meridional es mucho -más reservada, más casta en sus manifestaciones -amorosas, que la mujer del Norte. Ninguna -menos provocativa, como no sea por su propia -belleza, que la mujer andaluza; ninguna que, -aun muy bajo caída, guarde siempre más esquivos -pudores.</p> - -<p>Yo he visto bailadoras sevillanas que, en sus -momentos de reposo, evocaban más el recuerdo -de las vírgenes de Murillo que el de la Carmen -de Merimée.</p> - -<p>El baile andaluz, el verdadero baile andaluz, -no el adulterado por escenarios franceses y españoles, -es de un ritmo sacerdotal, religioso; -como Romero Torres, pintor artista, lo representó -en uno de sus cuadros.</p> - -<p><i>Carmen</i> es una calumnia más del extranjero. -Un tipo de mujer que los franceses no debieron<span class="pagenum"><a name="Page_271" id="Page_271">[271]</a></span> -buscar en España para darle más realidad. Mucho -más parecido á Mad. Steinheil, sin ir más -lejos, que á cualquier mujer española. Pero, en -fin, digamos como el duque de Glocester en el -<i>Rey Lear</i>: «No he de sentir desliz que dió tan -buen fruto». Por admirar á una gran artista española, -tan admirable intérprete de esa calumnia, -démosla por bien empleada.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Á propósito del <i>Rey Lear</i>. ¿No le parece á -Enrique Borrás, único primer actor que <i>llena la -escena de actor</i>, como en sus tiempos Valero, -Rafael Calvo y Antonio Vico, que nos debe una -interpretación de la tragedia de Shakespeare? -Hay que agrandar y que engrandecer ese repertorio. -Tan extraordinarias condiciones de actor -no pueden limitarse al repertorio catalán; ni siquiera -al castellano: Shakespeare, Ibsen, esperan -su intérprete en la escena española. Ninguno -como Enrique Borrás puede acometer esa empresa, -que es de Arte... y de dinero.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img15.jpg" width="50" height="54" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_273" id="Page_273">[273]</a></span></p> - -<h2>XXXVIII</h2> - - -<p>La Réjane, propietaria y empresaria del teatro -que lleva su nombre, cansada de ver fracasar -obras y obras, excepto <i>Raffles</i>, en que ella -no tenía papel—otra contrariedad, capaz de entristecer -el mejor éxito á una actriz directora,—ha -discurrido convocar á la crítica, durante los -primeros ensayos de las obras, para atender -todos sus juicios y observaciones, y poder, con -tiempo, reformar las comedias de acuerdo con -ellos. De este modo, la obra sería de los críticos -más que del autor, y, naturalmente, no habrían -de meterse con ella al estrenarse. La crisis -del teatro francés, acostumbrado á dominar -en todo el mundo, es tan notoria, que empresarios -y autores no saben como defenderse, y es -natural que la Réjane, mujer inteligente, crea -haber dado con la mejor solución. Pero, suponiendo -que toda la crítica, ó una gran mayoría, -por lo menos, fuera de una misma opinión respecto -á las reformas, ¿no faltaría siempre el fallo<span class="pagenum"><a name="Page_274" id="Page_274">[274]</a></span> -inapelable del público, más que espectador, -colaborador insustituíble en toda obra dramática? -Difícil es explicar la causa: la psicología -de las multitudes aún no se ha estudiado bastante; -pero ¡es tan distinto el efecto de una comedia -en la lectura ó ante un limitado auditorio, -al que produce la misma comedia ante un -público numeroso! Aun los que ya creyeron -más seguro un juicio en el primer caso, sienten -que la impresión es distinta, y no pueden substraerse -á la influencia del público. En la lectura, -en los ensayos, más que el efecto total de la -obra, se aprecian el detalle, la finura de los trazos -y de la observación. En las representaciones, -todo esto se pierde, se funde en el conjunto, -y el brochazo parece finísima pincelada, y -la caricatura retrato, y lo más fuera de juicio, lo -más encajado y, en cambio, primores de diálogos, -sutilezas de observación, pasan inadvertidas.</p> - -<p>Sucede muchas veces con las comedias como -con algunas telas, que por el revés tienen mejor -vista, y es lo mejor que puede sucederles, porque -lo cierto es que el público siempre ve el revés -de las comedias. Por eso, el autor hábil debe -cuidar el tejido de las dos caras: la una, de<span class="pagenum"><a name="Page_275" id="Page_275">[275]</a></span> -esmerado dibujo; la otra, de llamativos colorines.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Por los teatros madrileños han causado la -natural alarma no sé qué nuevas disposiciones -de la autoridad, que amenazan complicar la ya -difícil marcha de los negocios teatrales. Son las -tales disposiciones, á lo que se dice, de lo más -arbitrario é injusto que darse puede, y las empresas, -muy cargadas de razón, se aprestan á -protestar contra ellas. Si no es que, dada la -buena armonía que entre ellas reina, y la natural -y española satisfacción de quedarse sin los -dos ojos por el gusto de ver al vecino tuerto, -no les lleva á pasar por todo, como en otros -asuntos que les interesan: las representaciones -de tarde, por ejemplo, en el extranjero teatro -Real, que nunca estuvieron permitidas, con excepción -de las fiestas de Navidad, y que tanto -perjudican á los teatros nacionales.</p> - -<p>¡Dichoso país éste, en que gozamos de una -Constitución y de Códigos que parecen garantizar -todas las libertades y derechos individuales, -para que después, cualquier tiranuelo de -monterilla, entre ordenanzas, bandos y reglamentos<span class="pagenum"><a name="Page_276" id="Page_276">[276]</a></span> -de policía, deje Constitución y Códigos, -derechos y libertades como para limpiarse las -narices!</p> - -<p>Trátase, según parece, con este nuevo atropello, -de reglamentar el número de localidades -que han de venderse en contaduría y las que -han de venderse en despacho; del precio y sobreprecio -que ha de fijarse en días de moda ó -de estreno. Como si cada uno, y tratándose de -algo que no es artículo de primera ni aun de -última necesidad, como el teatro, no fuera dueño -en su casa, de vender cuándo, cómo y á -quién mejor le parezca.</p> - -<p>Pero siempre fué achaque de nuestros gobernantes, -altos y bajos, gobernar á gusto de sus -amigos. Llega á casa de uno de ellos una señora -amiga, muy sofocada:—¡Lo que pasa en este -Madrid no pasa en ninguna parte!—¿Qué es -ello?—le pregunta el señor de autoridad—Figúrese -usted que yo quería ir esta noche al estreno -de... ó á la inauguración ó á lo que sea. Mando -esta mañana por localidades, y me dicen que -no queda ninguna. ¿Ha visto usted qué abuso?—¡Escandaloso! -¡Esas empresas abusan del -público! ¡Habráse visto! ¡Vender todo el teatro! -Hay que poner orden en ello.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_277" id="Page_277">[277]</a></span></p> - -<p>Y ¡cataplúm!, al día siguiente <i>ukase</i> á rajatabla -para que á la buena amiga no vuelva á sucederle -lo de quedarse sin billetes á la hora que -le acomode ir por ellos. Las felicitaciones de -los amigos bastan á compensar al señor autoridad -de las pestes y maldiciones de los molestados -por sus sabias y bien meditadas disposiciones.</p> - -<p>Como no se puede dar gusto á todo el mundo, -es natural que se prefiera contentar á los amigos. -Bien vale la pena de que los empresarios, -pudiendo vender sus localidades anticipadamente, -tengan la galantería de reservarlas para que, -cuando á la buena señora amiga se le ocurra ir -al teatro, tenga dónde escoger.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>El divino Emperador de Alemania, en su -deseo de fomentar por todos los medios la cría -y reproducción de sus súbditos, se compromete -á ser padrino del octavo hijo que se digne tener -cualquier matrimonial pareja de su Imperio. -¿Cómo han de oponerse sus leales súbditos á -tan amable «Creced y multiplicaos», de tanta -fuerza como el divino precepto? Ya me figuro á<span class="pagenum"><a name="Page_278" id="Page_278">[278]</a></span> -los matrimonios alemanes empeñados en esta -especie de juego de la siete y media ó la treinta -y una. Cuando una señora, cansada ya de -juego tan poco divertido para ella, se atreva á -decir con cuatro ó cinco: «¡Me planto!» Su marido -replicará furioso: «¡Cómo! ¿Vas á plantarte -en tan buen punto?» Carta, señora. ¡Hay que -abatir con ocho! ¡Cualquiera renuncia al honor -de llamar compadre al Emperador!</p> - -<p>Estas naciones montadas militarmente, y en -las que todo ha de estar montado por el mismo -orden, son un puro contrasentido. Por un -lado, prohiben á los jóvenes contraer matrimonio -mientras están sujetos al servicio militar; -prohiben el matrimonio de los subalternos y dificultan -el de los oficiales hasta cierta graduación -y cierto sueldo. Y por otra parte, todo es -achuchar á los ciudadanos pacíficos para que no -se paralice la producción de soldados. ¡Cualquiera -entiende el lío! Hay que contar también -con que, ocupados en el servicio militar los -campesinos más jóvenes y vigorosos, la producción -de las tierras decrece, y hay menos -probabilidades de que los recién nacidos puedan -traer un pan debajo del brazo. Pero, ¿qué -importa? Con que traigan brazos para coger el<span class="pagenum"><a name="Page_279" id="Page_279">[279]</a></span> -fusil de mayores, el Emperador se da por contento. -Antes que en el campo de batalla hay -que vencer al enemigo en lo que Góngora llamó -«campo de pluma». Esto es lo que se llama -la Nación armada, en paz y en guerra. ¡Oh! -¡Felices los matrimonios alemanes que, cuando -ya estén más disgustados de la vida matrimonial, -todavía continuaran en buenas relaciones -con el consuelo y la satisfacción de complacer -á su Emperador!</p> - -<p>Lo que decía aquel matrimonio que fué al -teatro con sus chicos: «Nosotros no nos divertimos -nada, pero los niños se han reído mucho».</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img02.jpg" width="50" height="51" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_281" id="Page_281">[281]</a></span></p> - -<h2>XXXIX</h2> - - -<p>La vida de sociedad, lánguida en otoño, estación -de parada, renace con los rigores del invierno. -Los turnos de moda en el Real, en la -Princesa, en la Comedia, resplandecen de lujo -y de elegancia. Para los que van y vuelven en -coche, de los teatros y reuniones, Madrid es -alegre. Para los noctámbulos callejeros hay algo -más entre cielo y tierra de lo que suelen decirnos -los revisteros de salones.</p> - -<p>La Escalerilla, los soportales de la Plaza Mayor, -las puertas cocheras de calles poco frecuentadas, -tienen también un público de abonados á -diario: el público de todos los inviernos. Evocan -horrores de campo de batalla los cuerpos tendidos, -amontonados; y ¿qué son, sino bajas en la -batalla de la vida? Unas por inutilidad física, -otras por inutilidad moral; irredimibles muchos; -algunos, tal vez, capaces de redención. Una noche -y otra pasamos indiferentes ante ellos, porque -las preocupaciones propias no dejan lugar<span class="pagenum"><a name="Page_282" id="Page_282">[282]</a></span> -á preocuparnos por los demás. Alguna vez, una -clara espiritual nos predispone á la compasión, -y dejamos unas monedas que alivian el frío y el -hambre de una noche; pero ¡son tantas y tan -largas las noches del invierno! Procuramos tranquilizar -nuestra conciencia ó nuestro miedo, -considerando la ineficacia de nuestra compasión -individual. Las autoridades no debieran consentir -esto, decimos, y todos asienten. ¡Es un -horror!</p> - -<p>Las autoridades, en efecto, empiezan á preocuparse -al principio de todos los inviernos, y -siguen preocupándose hasta la primavera.</p> - -<p>Unos cuantos beneficios, unas cuantas raciones -de sopa distribuídas, nos permiten creer -que hemos hecho todo lo humanamente posible. -¡Siempre ha de haber pobres y ricos! ¡Ese -es el mundo!</p> - -<p>Hay asilos de noche; pero esa gente, sin duda -temerosa de dar la cara á luz alguna, prefiere -dormir á la intemperie. Ama la libertad con todos -sus rigores. Tal vez sí; pero téngase también -en cuenta que los asilos están todos en barrios -extremos, y mucha de esa gente, que vive -de las sobras del lujo, tiene sus negocios en el -centro, y no le conviene alejarse tanto si ha de<span class="pagenum"><a name="Page_283" id="Page_283">[283]</a></span> -acudir, desde muy temprano, á sus empleos y -negocios.</p> - -<p>Un asilo en cada distrito sería algo más práctico -y más á vista de los ricos, que con mayor -solicitud podrían acudir con mucho de lo que -sobra en sus casas.</p> - -<p>Hay, lo sabemos, entre esa gente miserable, -muchos indignos de compasión; si alguien puede -ser indigno de compasión, y si el llegar á ese -extremo, no fuera mayor motivo de ser compadecido. -Pero ¿y los niños? ¿Qué culpa puede -haber en los niños? Y mientras haya uno, uno solo -que duerma al aire frío en estas noches crueles -de invierno, ¿no es verdad que no tenemos derecho -á vivir tranquilos, ni á llamarnos cristianos, -ni á creernos civilizados?</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Eduardo Marquina, el admirable poeta, no -debe dejarse seducir por los que vuelvan á decirle, -con el mejor deseo: Hay que hacer teatro, -usted es un gran poeta, pero le falta á usted picardía -teatral. ¡Hay que tener picardía! Y cuenta -que el consejo es de quien, alguna vez, también -se dejó seducir por complacencias y cayó -en el mismo pecado.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_284" id="Page_284">[284]</a></span></p> - -<p>Á su hermoso romancero histórico «Doña -María la Brava» nada le falta, y si algo le sobra -es, justamente, lo que más habrán celebrado en -él gentes expertas en teatros; las picardías teatrales. -Para triunfar le hubiera bastado el ambiente -histórico, de romancero popular, la noble -figura de Don Álvaro de Luna, ambicioso de -guerrear contra los moros por su rey y por su -Castilla, y obligado á contiendas civiles, sin -provecho y sin gloria. ¡Qué hermoso y claro -símbolo de España!</p> - -<p>¿Por qué prefirió el poeta interesarnos con -amores y asesinatos misteriosos? Yo, menos -que nadie, le culpo; sé lo que influye en el artista -más seguro y consciente esa preocupación -de que el teatro es una cosa aparte.</p> - -<p>Créame el admirable poeta Eduardo Marquina: -no se deje influir nunca por los que dicen -conocer al público. El público es como las mujeres, -sólo ama á quien le domina, aunque por -el pronto parezca inclinarse á quien le halaga. -Pero un poeta como Marquina no debe contentarse -con ser el amante de una noche, sino el -esposo de toda una vida.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_285" id="Page_285">[285]</a></span></p> - -<p>Cuando empresas y autores y público padecemos -á tantas señoritas de mejor ó de peor familia, -que sin figura, sin condición alguna, y -hasta sin vocación, se dedican al teatro, bien -merece un aplauso excepcional la que, sin necesitar -del teatro para nada, le ofrece por verdadera -vocación todos los prestigios de su figura, -de su talento y de su nombre ilustre. El -éxito de Anita Martos, en su presentación, es -de los que permiten toda sinceridad sin ampararse -de la galantería. Tenemos una excelente -actriz, y cuantos se interesan por el Arte dramático -deben alentarla y sostenerla, no con el -público y con la crítica, que en esto, como César, -llegó... la vieron y venció, sino con ella -misma, para que no desmaye en el camino emprendido, -que no es todo de flores, y quien -tantas venturas puede lograr en la vida, no es -difícil que á la primera contrariedad renuncie á -las del Arte. Hagamos votos por que los suyos -sean de verdadera profesión. El Arte es un divino -señor que bien merece todo sacrificio.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_286" id="Page_286">[286]</a></span></p> - -<p><i>¿Quién disparó?</i>—Novela de Joaquín Belda—bien -pudiera ser el <i>Quijote</i> de las novelas policíacas, -de las que Sherlock Holmes es algo -así como el Amadís de Gaula.</p> - -<p>Decir que en la novela de Belda hay risa para -todo el año, es decir muy poco; porque estamos -á fines del de gracia de 1909. No conviene tampoco -tal avidez de placeres desordenados; según -están el mundo y la literatura, con unas horas -de regocijo sano bien puede darse por contento -el más asiduo lector de libros modernos. Sobre -la risa, hallaréis por adehala, y, burla burlando, -primores de estilo y hasta un poco de verdor; -con que nada echaréis de menos de lo que -cualquier novelista del día puede ofreceros por -el mismo precio y sin la risa, que vale más que -todo; que no es lo mismo reírse de un libro que -reírse con un libro.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img11.jpg" width="50" height="52" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_287" id="Page_287">[287]</a></span></p> - -<h2>XL</h2> - - -<p>Á los que andábamos á gatas—primeros animalitos -femeninos á los que acude el hombre -en su vida—cuando Juana Granier estrenaba el -famoso «Petit Duc» del Maestro Lecoq, no puede -por menos de rejuvenecernos el saber que la -graciosa «divette» aún se halla en condiciones -de dar juego por esos mundos y de favorecer según -unos, de perturbar según otros, las relaciones -diplomáticas entre Francia y Alemania.</p> - -<p>Las mujeres no pueden soportar los irreparables -ultrajes del tiempo, como dijo el trágico, y -no tienen razón para lamentarse. La mejor edad -para las mujeres empieza á los cuarenta años. -Recuérdese qué mujeres son las reinas de la -moda, del arte y la galantería en París. Sarah, -la inmortal Sarah, que á sus años, á sus años -había de ser, representa á la «Pucelle» de Orleans -muy á satisfacción del público; Mme. Bartet, -la divina, que tampoco es de ayer por la -tarde, y aún interpreta las ingenuas de Musset<span class="pagenum"><a name="Page_288" id="Page_288">[288]</a></span> -y la Antígona de Sófocles; Cecilia Sorel, algo -más nuevecita, por comparación, por eso no -representa damitas jóvenes, pero también con -lo suyo, muy bien llevado, eso sí; la Réjane, -á quien el divorcio ha rehecho una segunda -juventud, y en otro orden de ideas recordemos -á Carolina Otero, á Émilienne d'Alençon, á Colette -Willy, ahora en dimes y diretes con su marido -por un quítame allá esas colaboraciones, -que tanto les han producido en uno y en otro -género. La más elemental discreción impide -citar ejemplos de casa. Pero aquí, como en Francia, -como en el mundo todo, á excepción de los -países salvajes, el «jamonismo» impera. Esto -habla muy alto en favor de la espiritualidad masculina, -que aprecia en más lo cultivado por el -saber y la experiencia, que lo natural sin apresto. -También puede significar ilusión de creerse -ellos más niños al aprender que con enseñar. La -mujer tiene más vocación docente que el hombre. -Verdad es que no han fatigado tanto su inteligencia -durante el día. Además, en el camino -del amor, como por los caminos de la vida, es -menos frecuente alcanzar al que nos lleva delantera -en la misma dirección, que encontrarse con -el que viene en dirección contraria. Y el que va<span class="pagenum"><a name="Page_289" id="Page_289">[289]</a></span> -con nosotros y adonde nosotros, ¿qué noticias -puede darnos? En cambio, el que regresa puede -darnos informes interesantes y provechosos.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Gómez Carrillo comenta, y me dedica sus comentarios, -el nuevo «sport» á que se han entregado -los elegantes de París. Novedad de retorno, -como todas las novedades; porque en otros -tiempos, cuando la fuerza física era plebeya y -la cultura del espíritu noble—tiempos hubo en -que fué todo lo contrario, y así va el mundo,—fueron -muchos los grandes señores y damas aficionados -á representar comedias. Luis XIV dignábase -danzar en los intermedios de algunas farsas -de Molière; María Antonieta representó, en -lo más florido de su corte, «El matrimonio de -Fígaro», con una inconsciencia propia de una -cabecita que había de truncar la guillotina; Catalina -de Rusia tuvo un teatro en su palacio y -dejó todo un repertorio de obras, si no escrito, -á lo menos inspirado por ella. Claro es que entonces -no hacían lucro los señores de sus gracias -y de sus aficiones; como tampoco lo hacían -de los productos de sus fincas y de sus tierras.<span class="pagenum"><a name="Page_290" id="Page_290">[290]</a></span> -Pero ahora, cuando escudos nobiliarios son el -mejor anuncio de un vino ó de unas conservas, -¿por qué no ha de sacarse producto de todo?</p> - -<p>Dolencia del siglo es el «exhibicionismo». La -prensa moderna, causa ó efecto de este gran -impudor público, con sus informaciones íntimas, -con sus fotograbados, con su persecución incesante -de la actualidad en todas las esferas sociales, -nos ha quitado á todos la «miaja» de vergüenza -que nos hacía reservar ciertas gracias -para el sagrado de la intimidad. Ahora, cuando -la gran señora y el noble caballero saben que -todo el mundo ha de saber si pintan, si esculpen, -si representan comedias, si voltean sobre -un caballo ó si hacen cuadros plásticos en familia, -¿por qué no solicitar directamente el aplauso -y la admiración? Y como el dinero es la medida -y tasa de todo, ¿cómo no buscar en el dinero la -verdad de ese aplauso y de esa admiración?</p> - -<p>En los primeros momentos podrá perjudicar -á los verdaderos artistas la invasión de los nobles -actores, pero pronto vendrá el desengaño. -El verdadero público no es adulador. Sabido es -el caso de aquella dama de continuo celebrada -de hermosa entre las hermosas por cuantos formaban -su círculo, y como un día quiso probar<span class="pagenum"><a name="Page_291" id="Page_291">[291]</a></span> -el atractivo de su hermosura en lugar donde se -cotiza sin galanterías, padeció el más cruel desengaño. -Á todas las sacaban á bailar menos á -ella. Al otro día despidió con cajas destempladas -á todos sus adoradores. El público se encargará -de desengañar á muchos de estos artistas, -y si alguno triunfa con arte verdadero, ¡bien venido -sea! Y aun los que destrozan las comedias... -¡De todos modos habían de destrozarlas, con su -charla y su crítica insustancial, desde sus palcos -ó desde sus butacas. En el escenario, siquiera -pueden aprender lo que cuesta divertir á un público. -Algo más que disponer una comida ó una -«soirée». Todos debiéramos ser un rato algo de -todo. Una indulgencia y una tolerancia universal -harían entonces del mundo un Paraíso; algo -aburrido, eso sí, como todos los paraísos.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img13.jpg" width="50" height="49" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_293" id="Page_293">[293]</a></span></p> - -<h2>XLI</h2> - - -<p>Muy próxima la fecha en que ha de celebrarse -en la República Argentina el Centenario de -su Independencia, no se advierte, en las esferas -oficiales ni en las particulares, señal alguna de -preparativos para la representación lucida de -España en tan señalada fiesta. Desdicha es que -siempre cuidados propios nos impidan estar -con toda tranquilidad de espíritu y holgura de -bolsillo necesarias para asistir á fiestas ajenas; -pero pocas veces, como en esta ocasión, era -preciso sobreponerse á todo y hacer lo que se -debe; aunque se debiera lo que se hiciese, como -dijo el clásico.</p> - -<p>Cuando tan traída y tan llevada anda nuestra -reputación por esos mundos, era más urgente -demostrar á todos que la vida política no es -toda la vida española. Nuestra industria y nuestro -arte pueden hacer un brillante papel en la -Argentina; pero de nada servirá algún esfuerzo -y algún alarde aislados sin la iniciativa y la<span class="pagenum"><a name="Page_294" id="Page_294">[294]</a></span> -protección oficiales. Queda poco tiempo; no -hay que malgastarlo en nombrar comisiones. -Piensen todos que sobre la América española, -toda Europa y América del Norte tienen puestos -sus ojos y sus manos, y entre todos tienden á -desespañolizarla. Hasta ahora tuvimos en los naturales -la mejor defensa. Pero ¿vamos á pedirles -que sean más papistas que el Papa? Si nosotros, -que tenemos allí mucho en qué comerciar y -mucho que explotar, no nos acordamos de ellos, -¿van ellos á acordarse de nosotros, si para nada -nos necesitan?</p> - -<p>El que España figure dignamente, á costa de -todos los sacrificios, en el Centenario de la Independencia -argentina, es de un interés del que -no se han dado cuenta nuestros gobiernos. Algo -más importante que unas elecciones.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>Hoy empezará sus representaciones el «Teatro -para los niños». Nada diré de sus principios, -por tener yo tanta parte en ellos. Otros autores -vendrán después que justifiquen el elogio. Por -ahora, baste con alabar la intención y agradecer á -la compañía del teatro y á su director, Fernando<span class="pagenum"><a name="Page_295" id="Page_295">[295]</a></span> -Porredón, el entusiasmo, la fe ciega, el desinterés -absoluto, puestos al servicio de la idea. En -compañías de pretensiones y en empresas de -fuste no es tan fácil encontrar todo eso.</p> - -<p>No se aspira á la perfección, ni mucho menos; -es un ensayo, un modesto ensayo de un teatro -en que los niños no oirán ni verán nada que -pueda empañar la limpidez de su corazón ni de -su inteligencia. No saldrán de allí con adquisiciones -preciosas en su vocabulario, como «la -vértiga», «la órdiga» y otras expresiones. No -se iniciarán en los encantos del garrotín y del -molinete.</p> - -<p>Si la idea fracasara y yo tuviera la conciencia -de que no era por culpa mía ni de cuantos han -de ayudar y servir en la empresa, hago voto solemne -de escribir, en desagravio de mi error y -agravio del ajeno, «Una cachunda» de gran espectáculo, -que dedicaré á cuantas y á cuantos -se lamentan de la inmoralidad en el teatro.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>En Alemania, tan atenta á la reproducción y -á la cría de la raza humana, se proyecta una ley -encaminada á su selección, impidiendo contraigan<span class="pagenum"><a name="Page_296" id="Page_296">[296]</a></span> -matrimonio los individuos que padecen enfermedades -hereditarias ó incurables.</p> - -<p>En verdad, que cuando todo se cultiva, se -selecciona y se mejora por el cultivo ó el cruce, -en las especies vegetales y animales sólo al -hombre se le permite la más inculta espontaneidad -en su reproducción.</p> - -<p>El «fetiche» de la espiritualidad del amor—espiritualidad -que es sólo una coquetería más -del celo—ha impedido hasta ahora la intervención -de la Ciencia en los matrimonios desiguales -y disparatados.</p> - -<p>El remedio no será todo lo eficaz que la ley -se propone, porque fuera de la ley, justamente, -queda siempre el más vasto campo al amor, y -¡cualquiera le pone puertas al campo! Pero algo -podrá conseguirse ¿Otro remedio más eficaz? No -es este lugar para exponer algunas atrevidas -consideraciones sobre este asunto. Algún día las -expondré con entera libertad en un libro ó -folleto, ó lo que salga, con espanto de muchos, -como todas las verdades.</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_297" id="Page_297">[297]</a></span></p> - -<p>Oído en el día de las últimas elecciones para -concejales:</p> - -<p>Un cochero de punto ve pasar desde su pescante -á un compañero, fuera de servicio y algo -apuntado de bebida.</p> - -<p>—¡Eh! ¿Estás de fiesta? ¿Adonde vas?</p> - -<p>—¡Á votar!</p> - -<p>—¡Á votar, tú! ¿Á quién?</p> - -<p>—¿Á quién ha de ser? Á los socialistas; á los -hijos del trabajo... ¡Yo soy también un hijo del -trabajo! Sólo que yo estoy reñido con mi -padre.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/img14.jpg" width="50" height="49" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_299" id="Page_299">[299]</a></span></p> - -<h2>XLII</h2> - - -<p>Ya pareció Maese Reparos; y ¿cómo pudiera -faltar? Con motivo de la inauguración del Teatro -para los niños, hay quien advierte que los -niños están mejor en el campo que en el teatro. -¿De veras? ¿Creen ustedes que yo lo había -puesto en duda por un momento? Sólo que... -¿Campo en Madrid y en invierno? Yo sólo creía -que, dado el egoísmo de ciertos padres, incapaces -de privarse de un espectáculo impropio -de niños y capaces de llevarlos al teatro, lo -mismo á un terrible drama con su buen adulterio, -que á una comedia de malas costumbres, -que á una chulería del género chico, donde nada -bueno pueden oir los muchachos, siempre sería -preferible que existiera un teatro en que, aunque -por sistema no se moralice, nada se oiga al -menos que pueda manchar, esta es la palabra, -el espíritu de los niños.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_300" id="Page_300">[300]</a></span></p> - -<p>No es que yo considere ese teatro como remedio -de todos los males; supongamos que es -un mal menor: ya será algo. Pero, francamente, -de eso á que unos cuantos señores, á quienes -nunca se les ocurrió protestar por ver á los niños -en otros teatros, nos vengan ahora con la -monserga del campo y del aire puro, á propósito -del Teatro para los niños, hay la distancia -del criticarlo todo al hacer algo, aunque sea -poco. Yo no me considero un héroe ni un bienhechor -de la humanidad por haber patrocinado -ese teatro, pero tampoco es para que se me -considere como un malhechor. Con menos trabajo -y menos entusiasmo, un par de piezas sicalípticas -me dejarían más en limpio. ¡Bello -país! ¡Cuántas veces hubiera uno emigrado si -no hubiera uno aprendido á despreciar desde -muy joven!</p> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>¡Vaya si está vidriosa nuestra moralidad! La -gente se ha indignado mucho con un torero que -fué ídolo de una tarde—¡cómo le gustan á Madrid -los ídolos de un día!—por creerle culpable -del suicidio de una señorita mejicana. Nunca he<span class="pagenum"><a name="Page_301" id="Page_301">[301]</a></span> -creído en el poder de seducción de los hombres, -que, por lo regular, siempre predican á convencidas; -pero en este caso, y según referencias, -mucho menos. La señorita había mostrado -grandes deseos de conocer al torero; la señorita -aceptó una invitación para asistir á una -juerga, y la señorita... se llamó después á engaño. -¡Caramba con la señorita!</p> - -<p>Siempre es bueno recordar aquellos versos -del maestro Tirso de Molina:</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza"> -<div class="verse i2">«Yo aseguro,</div> -<div class="verse i0">si como echa á galeras la justicia</div> -<div class="verse i0">los forzados, echara las forzadas...</div> -<div class="verse i0">que hubiera menos, y esas más honradas.»</div> -</div></div></div> - -<p class="asterism">* * *</p> - -<p>El que ha ido bien despachado en las oraciones -fúnebres ha sido el rey Leopoldo de Bélgica. -Si por historia puede tenerse el juicio apasionado -de los contemporáneos, no ha sido tardío -para él el fallo de la historia.</p> - -<p>Y ¿por qué tanto rigor? Por enamorado. ¡Bah! -Hubo muchos grandes reyes que lo fueron mucho -más y con mayor escándalo. ¿Por explotador -del Congo? ¡Ah! ¿Será Inglaterra la que<span class="pagenum"><a name="Page_302" id="Page_302">[302]</a></span> -pueda arrojarle la primera piedra? ¿Por administrador -prudente de su capital? Pues qué, ¿no -hemos censurado mil veces á los reyes pródigos -y dilapidadores? ¿En qué quedamos? El papel -de rey se va poniendo muy difícil. Lo cierto es -que Bélgica ha prosperado bajo su reinado en -industria, en comercio, en arte, y que el buen -Leopoldo no merecía tanta severidad de los -contemporáneos. Por fortuna, la historia tiene -sus modas, y ya se sabe que cada cinco años -las grandes figuras pasan á ser insignificantes, -y viceversa. Hoy es moda presentar á Nerón -como un monstruo, y mañana como á un excelente -hombre. Un día escribe Voltaire su «Pucelle -d'Orleans» con regocijo de todos, y á la -vuelta de unos años se la canoniza. Todos hemos -conocido estas alternativas de la historia -con Don Pedro el Cruel, con Felipe II, con Isabel -la Católica y otras grandes figuras, tan -pronto admirables como despreciadas. En algo -han de entretenerse los historiadores. Siempre -hay nuevos documentos para la historia. Es natural. -Pregunten ustedes por cualquiera de sus -más íntimos amigos á su portero, á su criado, á -otros amigos, á sus acreedores, etc. ¡Verán ustedes -qué distintas versiones de su vida y costumbres!<span class="pagenum"><a name="Page_303" id="Page_303">[303]</a></span> -Somos una serie de imágenes falsas y -ridículas, como las múltiples fotografías de una -vista cinematográfica. El pasar rápido por una -luz poderosa es lo que puede darnos unidad y -verosimilitud. ¡El cielo depare á los grandes -hombres un buen manipulador!</p> - - -<p class="no-indent center p2">FIN</p> - -<hr class="chap" /> -</div> - - - - - - - - -<pre> - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of De Sobremesa; crónicas, Segunda Parte -(de 5), by Jacinto Benavente - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK DE SOBREMESA; CRÓNICAS *** - -***** This file should be named 55038-h.htm or 55038-h.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/5/5/0/3/55038/ - -Produced by Nahum Maso i Carcases, Josep Cols Canals, -Carlos Colón and the Online Distributed Proofreading Team -at http://www.pgdp.net (This file was produced from images -generously made available by The Internet Archive/Canadian -Libraries) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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Redistribution is subject to the -trademark license, especially commercial redistribution. - -START: FULL LICENSE - -THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK - -To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase "Project -Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg-tm License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. - -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project -Gutenberg-tm electronic works - -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. 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Information about the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by -U.S. federal laws and your state's laws. - -The Foundation's principal office is in Fairbanks, Alaska, with the -mailing address: PO Box 750175, Fairbanks, AK 99775, but its -volunteers and employees are scattered throughout numerous -locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt -Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up to -date contact information can be found at the Foundation's web site and -official page at www.gutenberg.org/contact - -For additional contact information: - - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. 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Donations are accepted in a number of other -ways including checks, online payments and credit card donations. To -donate, please visit: www.gutenberg.org/donate - -Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic works. - -Professor Michael S. Hart was the originator of the Project -Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be -freely shared with anyone. For forty years, he produced and -distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of -volunteer support. - -Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in -the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not -necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper -edition. - -Most people start at our Web site which has the main PG search -facility: www.gutenberg.org - -This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. - - - -</pre> - -</body> -</html> diff --git a/old/55038-h/images/cover.jpg b/old/55038-h/images/cover.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index ad73625..0000000 --- a/old/55038-h/images/cover.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/drop-e.jpg b/old/55038-h/images/drop-e.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 122e003..0000000 --- a/old/55038-h/images/drop-e.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/illus01.jpg b/old/55038-h/images/illus01.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index b37de12..0000000 --- a/old/55038-h/images/illus01.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img01.jpg b/old/55038-h/images/img01.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 7cdb135..0000000 --- a/old/55038-h/images/img01.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img02.jpg b/old/55038-h/images/img02.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 4b4a669..0000000 --- a/old/55038-h/images/img02.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img03.jpg b/old/55038-h/images/img03.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 57b2925..0000000 --- a/old/55038-h/images/img03.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img04.jpg b/old/55038-h/images/img04.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 3099faa..0000000 --- a/old/55038-h/images/img04.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img05.jpg b/old/55038-h/images/img05.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 3f789af..0000000 --- a/old/55038-h/images/img05.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img06.jpg b/old/55038-h/images/img06.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 0286f1d..0000000 --- a/old/55038-h/images/img06.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img07.jpg b/old/55038-h/images/img07.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index cd51a0d..0000000 --- a/old/55038-h/images/img07.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img08.jpg b/old/55038-h/images/img08.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 2f3c1e0..0000000 --- a/old/55038-h/images/img08.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img09.jpg b/old/55038-h/images/img09.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 8e9653e..0000000 --- a/old/55038-h/images/img09.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img10.jpg b/old/55038-h/images/img10.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 62849dc..0000000 --- a/old/55038-h/images/img10.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img11.jpg b/old/55038-h/images/img11.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index ea9174d..0000000 --- a/old/55038-h/images/img11.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img12.jpg b/old/55038-h/images/img12.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index b500877..0000000 --- a/old/55038-h/images/img12.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img13.jpg b/old/55038-h/images/img13.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index e986404..0000000 --- a/old/55038-h/images/img13.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img14.jpg b/old/55038-h/images/img14.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 5696786..0000000 --- a/old/55038-h/images/img14.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img15.jpg b/old/55038-h/images/img15.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 60367cf..0000000 --- a/old/55038-h/images/img15.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img16.jpg b/old/55038-h/images/img16.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 41b3b68..0000000 --- a/old/55038-h/images/img16.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img17.jpg b/old/55038-h/images/img17.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 3d59a1b..0000000 --- a/old/55038-h/images/img17.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img18.jpg b/old/55038-h/images/img18.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 464098b..0000000 --- a/old/55038-h/images/img18.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55038-h/images/img19.jpg b/old/55038-h/images/img19.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 336ddd8..0000000 --- a/old/55038-h/images/img19.jpg +++ /dev/null |
