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If you are not located in the United States, you'll -have to check the laws of the country where you are located before using -this ebook. - - - -Title: Naturaleza de las cosas - Versión en prosa del poema «De rerum natura» - -Author: Tito Lucrecio Caro - -Translator: Manuel Rodríguez-Navas - -Release Date: July 20, 2020 [EBook #62711] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK NATURALEZA DE LAS COSAS *** - - - - -Produced by Ramón Pajares Box and the Online Distributed -Proofreading Team at https://www.pgdp.net. (This file was -produced from images generously made available by Biblioteca -Digital Hispánica/Biblioteca Nacional de España.) - - - - - - -NOTA DE TRANSCRIPCIÓN - - * Las cursivas se muestran entre _subrayados_, las negritas entre - =iguales= y las versalitas se han convertido a MAYÚSCULAS. - - * Los errores de imprenta han sido corregidos. - - * Se ha respetado la ortografía del original impreso, que difiere - ligeramente de la actual. - - * Se han añadido tildes a las mayúsculas que las necesitan y se han - espaciado las rayas. - - * Las páginas en blanco han sido eliminadas. - - * Las notas a pie de página han sido renumeradas. Cada una aparece - al pie del párrafo que aloja su llamada. - - * Las correcciones de errata declaradas en la página 116 han sido - incorporadas al texto. - - - - - TITO LUCRECIO CARO - - NATURALEZA DE LAS COSAS - - VERSIÓN EN PROSA DEL POEMA «DE RERUM NATURA» - - POR - - MANUEL RODRÍGUEZ-NAVAS - - —— - - MADRID: 1892 - - - - - Es propiedad del traductor. - - - AGUSTÍN AVRIAL.--Impr. de la Comp. de Impr. y Libreros. - S. Bernardo, 92.--=Teléfono núm. 3.674.= - - - - -NOTICIA BIOGRÁFICA - - -Según los datos más fidedignos que se han podido reunir, Tito Lucrecio -Caro nació, hace ahora 1988 años, en el 658 de la fundación de -Roma, correspondiente á la Olimpiada 171.ª, en ocasión en que eran -cónsules Cn. Domicio Ahenobarbus y C. Cassius Longino: después de -estudiar en Roma pasó á Atenas, donde siguió con Filodemo y uno de -los dos Ptolomeos de Alejandría, las lecciones de Zenón, discípulo -de Apolodoro, sucesor, este último, de Basílides y de Dionisio en la -dirección de la escuela epicúrea: volvió á Roma cuando su amigo C. -Memmio obtuvo el cargo de pretor, y acompañó á este mismo, en unión -con el poeta Catulo y el gramático Curcio Nicetas, al gobierno de -Bitinia: bien pronto, deseoso de entregarse completamente al estudio -de los fenómenos de la Naturaleza y de la vida, regresó á Roma, donde, -entristecido con el espectáculo que ofrecía la sociedad, agitada por -mezquinos intereses, preocupaciones, odios, ambiciones desenfrenadas -y guerras intestinas, vivió alejado en absoluto de las contiendas -públicas hasta la edad de cuarenta y tres años en que murió. Eusebio de -Cesarea cree que se suicidó, pero este parecer no descansa en ningún -sólido fundamento. - -El poema didáctico _De Rerum Natura_, de Lucrecio, es la obra más -notable, más bella, más grandiosa y de más difícil empeño que nos legó -la antigüedad clásica; porque antes de Lucrecio y después de él hubo -en Grecia y en Roma poetas que trataran asuntos agradables en versos -harmoniosos llenos de encanto y sonoridad; pero no hubo quien penetrara -en los misterios de la Naturaleza é intentara, como él, desvanecerlos -con observaciones profundas, muchas de las cuales han sido confirmadas -en nuestros días por la Física, la Química, la Astronomía y la -Geología; también abundaron los poetas que utilizaran y fomentaran las -supersticiones del paganismo, pero solamente Lucrecio las combatió con -denuedo en forma poética y supo arrostrar con ese motivo las iras y el -encono de los interesados en sostenerlas: ¿quién duda que los poetas, -lo mismo en Grecia que en Roma, siempre halagaron á los poderosos y á -los ignorantes, desfiguraron la verdad con ficciones de todo género, -inventaron fábulas que eran mejor recibidas cuanto más extravagantes -eran, y de hechos naturales interpretados arbitrariamente crearon una -multitud de fantásticos genios que producían cuantiosas utilidades -á los mismos sacerdotes y pontífices que de ellos se reían? Pero -Lucrecio no quiso vender su adhesión ni aun siquiera su silencio al -poder ó á la ignorancia, ni quiso valerse de su talento en propio -beneficio, ni entregar su maravilloso estro á disposición de la mentira -sistematizada, y, por lo contrario, puso todo su empeño en estudiar sin -prejuicios y en comunicar sin ambigüedades á sus conciudadanos el fruto -de sus laboriosas investigaciones, aunque sabía que al llevar á cabo -su empresa, por lo que ésta perjudicaba á los intereses constituidos, -había de ser blanco de toda clase de injuria y había de perder todo -reposo y la esperanza de todo bienestar; pues entonces, como hoy y como -siempre, los goces de la fortuna y los beneficios sociales estaban -reservados al adulador envilecido y al defensor más ó menos ingenuo, -pero interesado siempre, de las costumbres y de las instituciones -dominantes. En Grecia y en Roma los poetas atendían en primer término -á sus personales conveniencias; Lucrecio fué el único, sin duda, que -sirvió desinteresadamente á la verdad; pudo estar equivocado, pero fué -siempre sincero. - -Ahí está su obra literaria: en ella se muestra como filósofo moralista -que no puede transigir con los vicios y con los dolores sociales -creados al amparo de fantásticos dioses capaces para favorecer la -hipocresía, la falsedad, la guerra, la injusticia, la opresión del -fuerte sobre el débil, pero inútiles para el bien y para el progreso -de la humanidad, y dirige incesantes y certeros golpes contra toda -forma de superstición y contra todo pretendido infalible dogma. -Cuanto Lucrecio combatió --los dioses del paganismo, la avaricia de -sacerdotes que defendían en público lo que en secreto censuraban, la -creencia en la perpetuidad de nuestro planeta y en la intervención -de númenes caprichosos en los actos humanos-- cayó por tierra cuatro -siglos después de la muerte de aquel egregio poeta; y mucho de lo que -Lucrecio afirmó --la composición atómica y la porosidad de los cuerpos, -las atracciones y repulsiones moleculares, la gravitación universal, -la existencia de muchos mundos en el espacio infinito, las leyes -constantes y eternas de la vida-- probado está por la ciencia moderna. -Jamás, jamás negaron Lucrecio ni otro alguno de los fieles discípulos -de Epicuro, la existencia de un Supremo Principio de todo ser, origen -de toda realidad y fundamento de todo conocer; pero en cambio, en la -exposición de su doctrina se encuentran máximas de moral purísima que -San Ambrosio y San Agustín copiaron, y que hicieron á Lucrecio lo -mismo que á Epicuro, merecedores de honores divinos que los pueblos -de la antigüedad les tributaron. ¿Dónde, en qué lugar, en qué sitio, -con qué ocasión hizo consistir Lucrecio la felicidad humana en los -deleites materiales, según han afirmado en los últimos tiempos, desde -el cardenal Polignac y el abate Delille hasta nuestro eximio Castelar, -y con éstos una caterva de hombres ignorantes con pretensiones de -eruditos? - -La obra de Lucrecio consta de siete mil cuatrocientos treinta y -un versos distribuidos en seis cantos ó libros, en los que hay -descripciones bellísimas, cuadros maravillosos presentados con una -fuerza de colorido y una riqueza de imágenes que arroban el ánimo: -solamente Virgilio puede ser comparado con Lucrecio; si aquél es más -elegante, más harmonioso, éste es más expresivo, más severo; si el uno -fascina la imaginación, el otro subyuga el entendimiento. El sacrificio -de Ifigenia en el canto I; la ansiedad de la vaca abandonada que -busca intranquila su novillo, en el canto II; las reprensiones que la -Naturaleza dirige al hombre temeroso de la muerte, en el tercer canto; -las atrevidas é intraducibles descripciones eróticas del libro IV; -la formación de las sociedades en el libro V; los efectos del rayo, -de las erupciones volcánicas y de la peste de Atenas en el libro VI -son cuadros admirables, grandiosos, en que palpita la vida. Bien pudo -Virgilio decir de Lucrecio: - - _Felix, qui potuit rerum cognoscere causas_ - _Atque metus omnes et inexorabile fatum,_ - _Subjecit pedibus, strepitumque Acherontis avari._ - -Y Ovidio: - - _Carmina sublimis tunc sunt peritura Lucreti_ - _Exitio terras cum dabit una dies._ - - * * * * * - -La versión que sigue á esta breve nota, es la primera que se hace -en lengua castellana y contiene, sin duda, numerosos defectos: el -traductor ha tenido, sin embargo, en cuenta para realizar su difícil -empeño, los comentarios del filósofo inglés Creech, los estudios de -Gassendi, las citas de Lagrange, las observaciones de Pongerville, -la traducción de Marchetti y las dos portuguesas de Lima Leitao y de -Machado Ferraz. - - Madrid 6 de Octubre de 1892. - - - - -NATURALEZA DE LAS COSAS - - -LIBRO PRIMERO - - -1. _Æneadum genitrix, hominum Divumque voluptas..._ - -Madre de los Romanos, encanto de los dioses y de los hombres, pulcra -Venus[1]: Tú alientas los astros que en el ámbito de los cielos giran, -las fértiles tierras y el inmenso Océano; todo animal por ti vive y -por ti goza de la acción benéfica del Sol; ante la presencia tuya -el cielo viste galas, huyen los vientos, la tierra produce olorosas -flores, el mar se riza, el espléndido Olimpo llena de luz el Universo, -la primavera brilla y el céfiro fecundo, libre, vuela; todos los seres -que llenan los espacios, nutridos por tu influencia, festejan tu venida -¡oh diosa!; la gente alegre baila en el ameno prado ó á nado pasa -arrebatados ríos; cuanto vive y siente, atraído por tus goces, te sigue -hacia donde tú lo impulsas; y lo mismo en el dilatado mar que en los -empinados montes, en los intranquilos ríos que en los pacíficos campos, -y en el obscuro bosque, mansión de aves, todos los corazones por ti -arden en irresistible llama de amor, y con estímulo deleitoso los -siglos se propagan. - - [1] Según Plutarco, Venus representa la fecundidad; y Marte, - citado algunas líneas después, la fuerza destructora. - - -21. _Quæ quoniam rerum naturam sola gubernas..._ - -Y puesto que influyes en el mundo soberanamente, de tal modo que en él -sin ti nada tendría vida y nada sería agradable, inspira estos versos -que escribo destinados al estudio de la _Naturaleza de las cosas_, y -dedicados á nuestro Memmio[2], á quien adornar quisiste en otros días -con tus más nobles dones: por él ¡oh diosa! demando tu favor. Haz, -entre tanto, que los horrores militares duerman en la tierra y en el -mar, y como tienes poder para conservar á los mortales paz tranquila, -ya que el gran Mavorte[3] que á su gusto rige las batallas suele -quedar en tus brazos preso y de intenso amor herido, cuando sediento -de contemplar tu albo pecho, inclinada la cabeza y embebecido en tus -ojos en éxtasis prolongado tenga de tus labios pendiente su voluntad, -y cuando desfallecido en tu regazo yazga y tu dulce persuasión le -quebrante la ira, pídele que conceda á los Romanos paz serena; porque -ni yo podría en época de aflicciones para mi patria dedicarme con ánimo -reposado á entonar mis cantos, ni tampoco el ilustre Memmio podría -oirme, impulsado á las armas por la común defensa. - - [2] Memmio Gemelo, ciudadano romano que fué pretor de Bitinia y - después vivió desterrado en Atenas, donde es fama que recibió - algunas cartas de M. T. Cicerón. - - [3] Marte (Mars) es síncopa de Mavorte (Mavors). - - -44. _Quod superest, vacuas aures mihi, Memmiada, et te..._ - -Para las lecciones que en forma de dádivas te dedico, reclamo -tu atención libre de prejuicios y reposada, querido Memmio; no -desprecies las enseñanzas que en ellas se contienen sin haberlas -antes contrastado con razón serena: voy á disertar contigo acerca del -orden de lo infinito y de la esencia de los dioses; voy á explicarte -lo que entiendo respecto á los elementos de que la Naturaleza[4] ha -constituido las cosas y á los cuales éstas revierten cada vez que -pierden una forma, y considera que doy el nombre de elementos á esos -simplicísimos cuerpos generadores que son los primeros principios de -todo cuanto existe[5]. - - [4] Lucrecio usó en muchos lugares de su poema la palabra - Naturaleza para significar la vida universal, el principio del - Ser, es decir, Dios, Dios único, potencia infinita, posibilidad - absoluta, fundamento de toda realidad. - - [5] Deliberadamente, sin duda, Lucrecio no empleó ni una sola vez - en todo su extenso poema la palabra átomo, que encierra el asunto - más detenidamente estudiado en su obra. - - -56. _Omnis enim per se Divum natura necesse est..._ - -Por su esencia, los númenes deben disfrutar eterna vida en ocio -imperturbable: indiferentes á nosotros y á nuestras cosas, exentos de -peligros y de aflicciones, ricos por su propia naturaleza puesto que -nada necesitan, son insensibles á nuestras virtudes é indiferentes á -nuestra ira[6]. - - [6] De igual modo Séneca se expresó en su epístola XCV. - - -63. _Humana ante oculos fœde cum vita jaceret..._ - -Cuando la humanidad, abatida por el terror, se humillaba ante el -aspecto horrible del fanatismo que desde las regiones aéreas dirigía á -los mortales tremendas amenazas, un sabio de Grecia fué el primero[7] -que se atrevió á resistir al monstruo y á levantar contra él los -ojos: ni la fama de los dioses, ni rayos, ni temeroso estruendo de -las concavidades del espacio pudieron abatirlo; por lo contrario, los -obstáculos estimularon su energía y abrió las cerradas puertas de -la Naturaleza; su genio vencedor pasó adelante y arrojó á distancia -las murallas flamígeras del mundo: entonces escrutó la inmensidad con -mirada vigorosa, y vencedor de ella nos dió á conocer lo que existe -y lo que no puede existir en el mundo, así como descubrió que toda -potencialidad de los seres está limitada por su peculiar esencia; de -este modo la superstición fué á su vez subyugada y la victoria nos -elevó á lo infinito. - - [7] Epicuro, natural de Samos, donde nació el año 341 antes de la - Era cristiana. - - -71. _Illud in is rebus vereor ne fortè rearis..._ - -Temo, sin embargo, te figures que voy á iniciarte en protervas -doctrinas y á franquearte el camino del mal; por lo contrario, la -superstición ha producido muchas veces crímenes y sucesos execrables: -por ella varones famosos de Grecia, capitanes fuertes, profanaron en -Aulide[8] con la sangre de Ifigenia el altar de Diana. La cabellera -virginal recogida con fúnebre banda fluctuante; junto al altar el -afligido padre; al lado los sacerdotes que ocultan los puñales; -alrededor el pueblo que lloroso contempla á la joven; ésta, muda por -el terror y agobiada por el espanto, cae sobre sus rodillas... á la -infeliz no sirve ser la primera que diera nombre de padre al rey... -impías manos de ministros la levantan y la conducen trémula ante las -aras, no para que celebre solemnes ritos de Himeneo acompañada por -lucido cortejo, sino para que muera casta pero deshonestamente bajo los -golpes de su mismo padre, en el instante en que amor la destinaba á -tierno esposo; y muere para que el viento no estorbe la feliz partida -de la flota griega. ¡Á qué horribles males la superstición puede llevar -á los hombres! - - [8] Aulide, puerto de Beocia, donde se celebró el sacrificio de - Ifigenia, hija de Agamenón y de Clitemnestra. Agamenón, jefe de - los ejércitos griegos en la guerra de Troya. - - -103. _Tutemet à nobis jam quovis tempore, vatum..._ - -Tú mismo, dominado por los discursos terroríficos de los vates, -¿querrás separarte de mi lado? ¿Supondrás acaso que también yo puedo -fingirte delirios que cambien las reglas de tu vida ó turben tus -dichas con temores? Y no te he de censurar; porque si los hombres -comprendiesen cuál es el término cierto de sus infortunios, bien -podrían resistir á las religiones y despreciar las amenazas de los -vates; pero en la actualidad no hay saber bastante ni motivo suficiente -para rechazarlas, mucho más cuando se temen penas eternas después de -la muerte; pues todavía se ignora cuál sea la naturaleza del alma, -si es creada con el cuerpo ó si á éste se agrega en algún momento, -é igualmente se ignora si con el cuerpo fallece ó si va á visitar -las extensas y negras lagunas del Orco[9], ó bien si merced á divina -disposición emigra para el cuerpo de varios animales, como cantó -nuestro Ennio, primero digno de eterno renombre que del risueño Helicón -bajó á Italia coronado con laurel inmarcesible. En versos inmortales -Ennio describió el tenebroso infierno, donde no existen almas ni -cuerpos, sino espectros y pálidas imágenes: allí se le acercó la sombra -del siempre floreciente Homero, y con efusión cariñosa entre lágrimas -de recuerdos le explicó la naturaleza de las cosas[10]. - - [9] El Orco, obscuridad, muerte, infierno. La India suministró - á Grecia y á Italia elementos para su lenguaje y base para su - mitología. - - [10] Dante Alighieri debió tomar de estas palabras de Lucrecio la - idea para el _Infierno_ de su _Divina Comedia_. - - -126. _Quapropter bene cum, superis de rebus, habenda..._ - -Antes de investigar las leyes referentes á las etéreas regiones, al -curso del Sol y de la Luna y á los fenómenos terrestres, debemos -inquirir la naturaleza de nuestra alma, la de nuestra vitalidad y la -de todos los objetos que de cerca se nos ofrecen cuando estamos en -posesión de nuestras facultades, y que después, cuando nos hallamos -abatidos por enfermedad ó subyugados por el sueño, nos perturban hasta -el punto de que lleguemos á pensar que ven y oyen después de muertos -aquellos seres cuyos despojos cubren ya la tierra. - - -137. _Nec me animi fallit, Graiorum obscura reperta..._ - -Ni me engaño si pienso cuán difícil sea explicar en versos latinos las -investigaciones de los Griegos consideradas obscuras (propósito que -ha de obligarme á emplear palabras nuevas), ya por deficiencias del -idioma, ya por la novedad del asunto. Pero tu virtud por una parte, y -por otra el suave goce que me promete el trato de tu amistad, me animan -á emprender la difícil labor y me inducen á velar durante las apacibles -noches para escoger las frases que he de emplear en mis versos, -destinados á iluminar tu inteligencia con clara luz que te permita -penetrar en las cosas ocultas. - - -147. _Hunc igitur terrorem animi, tenebrasque necesse est..._ - -Y pues no se disipan aquel terror y aquellas tinieblas del espíritu -ni con el lucir del Sol, ni con la brillantez del día, sino con el -estudio reflexivo de la Naturaleza en cuanto ésta se nos ofrece, -sírvanos de exordio este principio: _De nada nunca puede producirse -maravillosamente algo._ Ahora, muchas veces, los mortales, dominados -por el temor, cuando no pueden explicarse las causas de los fenómenos -que se realizan en la tierra ó en la inmensidad del espacio, las -suponen dependientes de la voluntad de númenes; pero cuando se -persuadan de que nada puede formarse de nada, emprenderán obra de -investigación que les hará conocer cómo pueden producirse los seres sin -la intervención de dioses. - - -160. _Nam si de nihilo fierent, ex omnibus rebus..._ - -Y si de nada surgiesen los seres, también de éstos confusamente -podrían formarse diversos géneros, sin necesidad de gérmenes: así, -del mar podrían nacer hombres y de la tierra la estirpe de escamas y -los volátiles; en los aires se producirían tímidos corderos, toros y -caballos; las fieras, originadas por el acaso, poblarían desiertos y -tierras cultivadas; los mismos frutos no se producirían siempre de los -mismos árboles, sino todos aquéllos de todos éstos brotarían; porque -si no existieran elementos formativos diferenciados, ¿qué orden podría -suponerse en la generación? Pero cada ser es creado, nace y toma rumbo -en los espacios de la vida merced á un propio determinado germen, y -tiene la peculiar naturaleza que corresponde á los elementos que lo -constituyen; luego todo, no de todo indiferentemente se produce, sino -cada ser de otro que tenga adecuada virtualidad. - - -175. _Præterea, cur Vere rosam, frumenta calore..._ - -Después de todo, ¿por qué en primavera vemos la rosa, las espigas en -tiempo de calor, en el húmedo otoño las vides, si no es porque en -épocas fijas se congregan los elementos propios de cada especie y -permiten á las jóvenes plantas exponer impunemente á la luz del día -sus tiernos tallos, porque las condiciones del medio que les rodea -son adecuadas para su vida? Es lo cierto que si de nada los seres se -formasen, nacerían súbitamente en épocas inciertas y en todos sitios, -porque la potencia productora funcionaría sin orden. - - -185. _Nec porrò augendis rebus spatio foret usus..._ - -Y por igual motivo, si éstos á la nada se debieran, no sería necesaria -la acción del tiempo sobre las semillas; entre la infancia y la -juventud no habría relación continua; de la tierra los árboles ya -corpulentos brotarían. Pero es patente que no es ese el orden natural: -todo crece paulatinamente de germen propio y con sujeción á las -condiciones de su especie; de tal modo, que puedes comprobar cómo el -desarrollo íntegro de cada ser es dependiente del crecimiento de la -materia de que el mismo ser está constituido. - - -195. _Huc accedit, uti sine certis imbribus anni..._ - -Aún más sucede: la tierra no podría dar buenos productos si careciera -del beneficio de lluvias periódicas, y los animales, privados de -alimentos, no podrían propagar su especie ni sostener la vida. Puedes -reconocer que son muchos los elementos simples, comunes á innumerables -cuerpos, de modo igual que integran á muchas palabras unas mismas -letras, antes que admitir la existencia de cosa alguna independiente de -aquellas substancias primarias. ¿Por qué no ha producido la Naturaleza -hombres que atravesasen á pié el Océano, como si éste fuera un vado, -ó que pudieran deshacer con las manos las montañas, ó que mantuvieran -la vida largos siglos, si no es porque todas las creaciones de la -materia[11] han de tener entre sí regular adaptación? Preciso es, -pues, declarar que nada se forma de la nada, y que todas las cosas que -participan de la vida presuponen el desarrollo de un germen. - - [11] Burnet dice que á los Hebreos, á los Griegos y á los Latinos - jamás ocurrió una palabra equivalente á las actuales de _crear_ y - de _aniquilar_. San Jerónimo consideraba sinónimas las dicciones - _crear_, _formar_ y _construir_. - - -209. _Postremo, quoniam incultis præstare videmus..._ - -Vemos, por último, que los terrenos labrados producen más que los -faltos de cultivo y que la mano del agricultor mejora los frutos: -luego es evidente que las tierras se nutren de elementos primarios y -aumentan su fecundidad cuando aquellos principios de vida se renuevan -mediante la remoción del suelo por el corvo arado. Si tales elementos -no existiesen, los productos naturales mejorarían espontáneamente, sin -auxilio de trabajo nuestro. - - -216. _Huc accedit, uti quidque in sua corpora rursum..._ - -Ocurre que la Naturaleza en tiempos sucesivos descompone los cuerpos -y los reduce á sus elementos simples; no aniquila, empero, á ningún -ser. Pues si los elementos fuesen destructibles, las cosas perecerían -repentinamente; una débil acción bastaría para separar sus partes -y para anular el nexo que las uniera; por lo contrario, podemos -comprobar que los elementos son eternos y que la muerte no es más que -una descomposición de concreciones materiales por efecto de natural -impulso, que al obrar sobre los cuerpos ensancha los poros de éstos y -disgrega sus moléculas. - - -226. _Præterea, quæcumque vetustate amovet ætas..._ - -Demás de lo dicho, si el tiempo que todo lo transforma consumiese -la materia, ¿de dónde la potencia generadora restablecería en la -existencia las especies de animales? ¿De dónde la tierra derivaría -alimentos para nutrir y perfeccionar los seres? ¿De dónde caudalosos -ríos y manantiales ingenuos extraerían las aguas para pagar á los mares -su tributo? ¿Cómo el éter sostendría la gravitación de los astros? Si -los elementos se extinguieran, ya se habrían consumido, agotados por -los siglos; pero si han superado al tiempo y desde la eternidad no -cesan de actuar en transformaciones continuas, ciertamente su esencia -es inmortal. Luego ningún ser puede extinguirse totalmente. - - -239. _Denique res omnes eadem vis causaque volgo..._ - -Las cosas, finalmente, serían destruidas por una misma fuerza natural -si los elementos componentes de ellas no fuesen eternos ó estuviesen -ligados con débil cohesión; para deshacerlas bastaría un contacto, -que aunque leve, fuera suficiente para inutilizar la resistencia de -moléculas desprovistas de perpetua fuerza de atracción. Como la materia -no muere, subsiste en una forma hasta que circunstancias complejas -debilitan la adaptación de cada objeto con el medio en que se mueve; -cuando este caso llega, los cuerpos se descomponen y sus elementos -vuelven dispersos al Todo universal de que procedían. - - -251. _Postremo, pereunt imbres, ubi eos pater Æther..._ - -También se confunden las lluvias en el seno materno de la tierra, -adonde el próvido éter las precipita; por su influencia las brillantes -mieses dan brotes, reverdecen los árboles, cuyas ramas, después de -crecer, se inclinan encorvadas por el fruto que sirve de alimento á los -hombres y de pasto á los animales; de esa fecundidad surge la juventud, -y las ciudades se renuevan; las aves canoras, en las florecientes -selvas, entonan sus cantos harmoniosos; los ganados se esponjan, y -de sus hinchadas ubres mana sabrosa leche con la que se embriagan -retozones corderillos en la pradera alegre. Lo que desaparece de -nuestra vista no se extingue, sino se transforma: la vida surge de la -muerte. - - -266. _Nunc age, res quoniam docui non posse creari..._ - -Si bien es cierto que los seres en actualidad nunca de la nada han -brotado ni se aniquilan totalmente, debes también tener por cierto que -aun cuando para los sentidos carezcan de apariencias muchos cuerpos -elementales, la existencia de éstos se halla comprobada por la razón. - - -272. _Principio, Venti vis verberat incita pontum..._ - -El tormentoso viento con inmenso impulso revuelve los mares, sumerge -los buques, dispersa las nubes y forma fuertes formidables torbellinos -que los campos barren, árboles talan, arbustos destrozan, llenan las -planicies con los despojos de victorias obtenidas en las montañas y -agitan los mares con aterrador estruendo. Pero aunque notas el viento, -no ves los principios elementales de que se compone; es como un soplo -que conmueve las nubes, el mar y la tierra; es también como río cuyo -caudal enriquecen aguas torrenciales que bajan de las montañas con -impulso asolador, y á las veces destruye los puentes más sólidos, y -á las veces con impetuoso movimiento se desborda, combate y arrastra -cuanto se opone á su furia; cuando los fuertes vientos dominan, empujan -á todo lo que les resiste, lo acometen, lo rodean, lo envuelven en -remolinos y lo elevan á la atmósfera. Por sus efectos, los aires y los -ríos se nos muestran como sensibles en cierto grado. - - -302. _Tum porro varios rerum sentimus odores..._ - -Tampoco son visibles las emanaciones odoríficas que afectan nuestro -olfato, ni vemos el sonido, el calor, ni el frío, que indudablemente -son fenómenos de cuerpos que se ponen en inmediata relación con -nuestros órganos; y todo y cualquier contacto sólo puede realizarse -mediante la intervención de substancias corpóreas. - - -309. _Denique fluctifrago suspensæ in littore Vestes..._ - -Ropas colocadas á orillas del mar fácilmente se humedecen, y expuestas -luego á la acción del Sol pronto pueden quedar secas: no se habrá visto -la manera cómo el fluido acuoso penetrara en ellas y después saliera -evaporado por el calor; pero es indudable que uno y otro fenómeno se -deben á la influencia de mínimas partículas, imperceptibles para la -vista. - - -315. _Quim etiam multis Solis redeuntibus annis..._ - -Después de muchos años de uso el anillo se desgasta en el dedo; con -el tiempo gota á gota el agua horada la piedra; la reja del arado se -desbasta con el trabajo en los campos; las piedras de los caminos -con el rozamiento de los piés se pulimentan; la diestra mano de las -estatuas de bronce colocadas en las puertas de la ciudad disminuye -de volumen con los repetidos besos de los devotos. La deficiencia de -nuestros sentidos no nos permite penetrar en la íntima labor que se -realiza en la Naturaleza y que da por resultado un desvanecimiento -gradual de varios cuerpos, la formación de algunos por la acumulación -de corpúsculos imperceptibles, y la disgregación de otros por la -ruptura de los vínculos que unen sus partes componentes, de modo -parecido al socavamiento que la sal de las aguas marinas produce con -lentitud en enormes promontorios que amenazan al mar con su elevada -cumbre. Luego en la Naturaleza obra la agregación y disgregación de -partes mínimas é invisibles. - - -326. _Postremo, quæcumque dies, Naturaque rebus..._ - -Pero no de concreciones corpóreas se compone solamente la Naturaleza; -también en ella existen espacios desocupados: y te será útil conocer -los fundamentos de esta verdad, porque en la investigación de las cosas -no conviene proceder con divagaciones, y mi opinión respecto de la -extensión no ocupada por cuerpos compuestos, á la que llamaré vacío, es -de fácil comprobación. - - -339. _Quod si non esset, nulla ratione moveri..._ - -Porque si así no fuera, no sería explicable la razón de movimiento; -y si los cuerpos no pudieran cambiar de posición, no sería posible -que se cumpliera aquella ley; pero es indudable que presenciamos el -movimiento, lo mismo en el mar que en la tierra y en las alturas: y ese -mudar constante de los seres en sí mismos y con relación á los demás, y -aun la misma generación, no se efectuarían si no existiera espacio: la -materia acumulada yacería en perpetuo reposo. - - -350. _Præterea quamvis solidæ res esse putentur..._ - -Añadiré que todos los cuerpos, aun los más duros, son porosos: las -piedras poseen intersticios por entre los cuales corre el agua que -después gotea en los antros; las substancias alimenticias disueltas -se distribuyen por todas las partes del animal; los árboles crecen y -dan frutos en sazón oportuna, porque los jugos nutricios suben por el -tronco y luego se reparten por las ramas; los sonidos se transmiten á -las casas á través de los muros; el frío penetra hasta lo interior de -los huesos: tales efectos de penetración de los cuerpos se deben al -vacío. - - -362. _Denique cur alias aliis præstare videmus..._ - -Además, ¿cómo podremos explicarnos el peso diferente que tienen cuerpos -de igual volumen? Si en la báscula se colocasen un vellón de lana y un -trozo de plomo de idéntico tamaño, pesarían lo mismo si tuvieran igual -densidad, porque es propiedad de la materia la pesantez que al vacío -negó la Naturaleza; por este motivo afirmamos que de dos cuerpos de -igual volumen y de diferente peso el más leve ha de tener mayor espacio -vacío entre sus moléculas[12]; luego la razón demuestra con toda -claridad que el vacío existe en la Naturaleza. - - [12] La Física moderna demuestra por medio del tubo comprobante - de la porosidad y de la máquina pneumática lo mismo que acerca de - este punto sostenía Lucrecio hace veinte siglos. - - -374. _Illud in his rebus, ne te deducere vero..._ - -Para que no te subyugue un error que acerca de este punto sostienen -algunos, voy desde luego á combatirlo. Dicen que así como los peces -nadadores pueden abrirse paso por entre las masas líquidas, las cuales -vuelven á cerrarse detrás de ellos, así también los diferentes cuerpos -moverse pueden y cambiar de lugar en el espacio aunque éste no se halle -vacío: pero la razón patentiza la falsedad de esta argumentación; -¿cómo podrían los peces avanzar si las ondas no se replegasen ante el -paso de ellos? ¿Y cómo podrían las masas acuosas precipitarse hacia -donde los peces no pueden ir? Será, pues, necesario reconocer que los -cuerpos están privados de movimientos ó que las concreciones corpóreas -existen en el vacío, donde ejercitan su potencia motriz. - - -388. _Postremo duo de concurso corpora lata..._ - -En fin, si dos superficies planas en contacto repentinamente quedan -separadas, dejan entre sí un vacío que no se puede llenar de improviso, -porque el aire, aunque sutil, no ocupa un espacio sin haber circulado -antes por alrededor. El que pretendiese que después de separados los -dos cuerpos que han estado próximos, el espacio que resulta entre ellos -se llenara por dilatación del aire que antes existiera condensado -entre los dos planos superpuestos, se equivocaría ciertamente: el -vacío se formó al quedar separados los cuerpos; antes no existía, -y cuando lo hubo se llenó de aire, y no antes. Ni del modo que se -imaginan algunos el aire puede reducirse, ni dado el supuesto de que -así pudiera condensarse, el hecho se efectuaría sin la mediación de -espacios vacíos. Necesario es, pues, confesar que el vacío existe en -la Naturaleza. - - -404. _Multaque præterea tibi possum commemorando..._ - -Muchos otros argumentos podría exponerte en confirmación de la tesis -que sustento; pero lo anotado basta para que tu clara inteligencia te -descubra lo demás que omito. Así como canes montívagos hallan entre -apretados ramajes el escondido lugar que sirve de refugio á la fiera, -después que el olfato les da á conocer la pista que aquélla siguió en -su huida, así también unas reflexiones te conducirán á otras que te -permitan descubrir secretos de la Naturaleza, y consiguientemente la -verdad. - - -414. _Quod si pigraris, paulumve abscesseris ab re..._ - -Pero si vacilaras en la empresa y no te decidieras á hacer por ti mismo -ese trabajo de investigación, prometo ¡oh Memmio! darte á conocer con -suave frase y decisión firme todo lo que á grandes sorbos he bebido -en copiosas fuentes de verdad, si bien temo que la vejez con su lenta -labor consiga consumir el soplo de nuestra vida antes de que yo pueda -exponerte en versos harmoniosos la serie de argumentos que he reunido á -tal asunto pertinentes; pero ahora comenzaré por repetirte la síntesis -de lo ya dicho. - - -423. _Omnis, ut est, igitur per se Natura duabus..._ - -Todo lo que la Naturaleza es en sí, está constituido por los cuerpos y -por el vacío en que aquéllos se hallan y se mueven: los sentidos, que -son fundamento de certeza y auxiliar de la razón, porque sin ellos ésta -se vería envuelta en numerosas dificultades para explicarse las causas -de los fenómenos, dan testimonio de que los cuerpos existen por sí; y -la reflexión demuestra que todos esos cuerpos tienen precisa colocación -y necesariamente se mueven con distintas direcciones en un lugar ó -espacio al que denominamos vacío, como antes he dicho[13]. - - [13] El moderno positivismo no puede gloriarse de contar á - Lucrecio entre sus precursores. - - -434. _Præterea nihil est, quod possis dicere ab omni..._ - -Por lo mismo, nada existe que no se halle comprendido en los cuerpos -compuestos ó en el vacío donde están disueltos los elementos simples; -no hay una tercera especie en la Naturaleza; todo cuanto concreto es, -aunque mínimo y exiguo, tiene su peculiar extensión, grande ó pequeña, -y al ser perceptible para el tacto, está incluido en la suma de los -cuerpos: todo lo demás que pueda ser atravesado por éstos ó les sirva -de residencia, pertenece al espacio que llamamos vacío. - - -444. _Præterea, per se quodcumque erit, aut faciet quid..._ - -Aún añadiré que todo lo que se mueve por sí mismo, permanece sujeto -á la acción de agentes ó facilita espacios que permitan colocación y -movimiento á otros cuerpos; nada que no sea cuerpo goza del derecho -de moverse ó ser movido; el vacío le deja campo libre; así, además -de los cuerpos, además del espacio, no hay una tercera clase de -entidades que tengan existencia en la Naturaleza: ni nuestros sentidos -perciben ni la razón alcanza lo contrario; lo que no es materia ni -espacio es propiedad ó accidente; propiedades de los cuerpos son -aquellas condiciones que están dadas conjuntas con las cosas de las -que no pueden separarse y á las que no se pueden arbitrariamente -agregar, tal como el calor respecto del fuego, el peso respecto de las -piedras, la fluidez del agua, la tangibilidad de todos los cuerpos, -la intangibilidad del espacio; pero por lo contrario, la esclavitud, -libertad, riqueza, pobreza, guerra, paz y todos los modos de la -existencia que pueden variar sin que se altere la naturaleza de las -cosas reciben el nombre de accidentes. - - -463. _Tempus item per se non est, sed rebus ab ipsis..._ - -El tiempo tampoco existe por sí; lo percibimos con relación á las -cosas, como atravesado en la continuación, desde el origen, por el -momento actual y por la secuencia. Nadie puede sentir el tiempo en el -instante en que desligado lo considere del movimiento de las cosas ó de -la plácida quietud. - - -468. _Denique Tyndaridem raptam, belloque subactas..._ - -También cuando se habla de la robada Tindárida[14] y de la guerra -que arruinó á las troyanas gentes, debemos reconocer que esos hechos -no existieron por su propia virtualidad: cuando el curso de los -acontecimientos deja atrás irrevocablemente unos cuantos siglos de los -hombres, lo que ocurre es que unos hechos han dado lugar á otros; así -se prueba que todos los sucesos accidentes son de los cuerpos ó del -espacio. - - [14] La robada Tindárida: se trata de Helena, hija de Júpiter - y de Leda; esta última era esposa de Tíndaro, rey de Occalia. - Helena fué robada por Teseo, rey de Atenas; después casó con - Menelao, rey de Lacedemonia, y fué robada nuevamente por Páris, - hijo de Príamo, rey de Troya. - - -475. _Denique materies si rerum nulla fuisset..._ - -Si no existiese la materia de las cosas ni tampoco el lugar ó espacio -en que las cosas tienen su lugar, ni el fuego amoroso que la hermosura -de Helena despertó en el corazón del frigio raptor habría encendido -una guerra que produjo muchas batallas, ni la célebre máquina -construida por los Griegos habría vomitado ejércitos que á sangre y -fuego destruyeron á Troya. Bien puedes ver que los acontecimientos no -tienen una existencia real como los cuerpos y el espacio, sino son -modificaciones de esos dos principios. - - -487. _Corpora sunt porro partim primordia rerum..._ - -Bajo el nombre de cuerpos comprendemos los elementos simples de la -Naturaleza y también todos los seres que de ellos pueden formarse. -Los elementos son indestructibles, y su indivisibilidad en todo se -demuestra. Difícil, sin embargo, es concebir su perfecta solidez cuando -consideramos que el sonido, la voz y el rayo atraviesan las paredes de -las casas; que el hierro metido en el fuego se hace incandescente; que -del seno de los volcanes saltan desmenuzadas duras piedras; que el oro, -por la acción del fuego, se liquida y el hielo se deshace; que el frío -y el calor se transmiten á la plata; que si tenemos en las manos un -vaso, nos impresionamos de la temperatura de los cuerpos líquidos que -en él vertemos. Luego en los objetos no existe solidez perfecta. Pero á -fin de que mejor domines estas verdades que la Naturaleza muestra y la -razón demuestra, voy á auxiliarte con algunas reflexiones encaminadas -á hacerte observar que aunque todos los cuerpos no sean completamente -sólidos, lo son los elementos simples que los integran. - - -508. _Principio, quoniam duplex natura duarum..._ - -Primeramente, considero ya probado que la Naturaleza consta de -dos porciones entre sí diversas: los cuerpos y el espacio en que -aquéllos residen; es necesario que ambas regiones existan puras, -independientemente la una de la otra; donde hay cuerpo no hay espacio; -donde hay espacio no hay materia: y es indudable que si los elementos -simples son perfectamente sólidos, no pueden contener vacío. - - -516. _Præterea, quoniam genitis in rebus Inane est..._ - -En segundo lugar, si hay vacíos entre las moléculas de que los cuerpos -se componen, preciso es afirmar que esos vacíos están limitados por la -materia que los rodea; luego no tiene razonable fundamento la opinión -de que todo cuerpo encierra vacíos no determinados por materia sólida: -todos los cuerpos son, en suma, agregados de elementos simples, en -los que no es posible confundir la materia con el vacío. La materia, -pues, consta de sólidos principios eternos, aunque sean disolubles los -cuerpos que constituyen. - - -525. _Tum porro si nil esset, quod Inane vacaret..._ - -Por cierto que si no existiese espacio susceptible de quedar -desocupado, todo sería sólido; y si por lo contrario, no hubiera -substancias sin determinaciones corporales que llenaran los sitios, -que constituyeran las cosas, todo lo que forma el espacio quedaría -desocupado y vacío[15]. Distintos son, pues, cuerpo y espacio: ni todo -es materia, ni todo está vacío; luego la propia fluidez de las esencias -corporales establece perfecta distinción entre la materia y el espacio. - - [15] Lucrecio emplea las palabras _spatium_ (espacio, escenario - de la vida); _vacuum_ (vacío, entre cuerpos determinados), é - _inane_ (extensión desocupada). - - -533. _Hæc neque dissolvi plagis extrinsecus icta..._ - -Los elementos simples de la materia no pueden ser perjudicados en su -exterior ni penetrados de modo alguno; por lo mismo, ninguna acción -puede alterarlos, según ya te he demostrado en líneas anteriores. Y -como la ruptura de los cuerpos, su descomposición, su fraccionamiento, -su penetración por el agua, su modificación por el fuego, su -destrucción por agentes de diversa especie sólo pueden efectuarse -mediante el vacío, hasta el punto de que más propensos á pronta -descomposición son los cuerpos que tienen más concavidades entre sus -moléculas, es evidente que si los elementos primarios son, como ya te -he enseñado, sólidos, también han de ser eternos. - - -545. _Præterea, nisi materies æterna fuisset..._ - -Además, si la materia no fuese eterna, hace ya muchos siglos que -todas las cosas habrían sido aniquiladas y habrían vuelto á surgir -espontáneamente; pero si es cierto, como he procurado hacer patente, -que de nada no puede crearse algo y que los seres se transforman pero -no se pierden totalmente, debe ser también cierto que los cuerpos -generadores han de ser inmortales, para que disueltas unas concreciones -corpóreas en tiempos oportunos, de ellos puedan reproducirse otras. Es -decir, que los siglos tienen duración y los seres se renuevan, merced á -la perdurabilidad y solidez de los elementos de la materia. - - -556. _Denique, si nullam finem Natura parasset..._ - -En fin, si en la Naturaleza no tuviesen límites las divisiones de los -cuerpos, también las substancias materiales llegarían á una tenuidad -indefinida; con el recorrer de los siglos quedarían agotadas, y los -cuerpos que de ellas se formasen no tendrían firmeza ni duración, y -podrían quedar extinguidos antes de alcanzar pleno desarrollo; porque -la muerte sería más rápida que la reproducción, y las pérdidas del -tiempo ya pasado no podrían ser reparadas por el tiempo futuro; pero -como vemos que los siglos corren y que las sucesiones se realizan con -un equilibrio siempre igual y proporcionado á las fuerzas consumidas, -hemos de considerar que la división de la materia tiene un límite de -contrapeso regular. - - -570. _Huc accedit, uti solidissima materiai..._ - -Admitido que los elementos de la materia sólidos y simples son, -pueden, sin embargo, tener una consistencia débil y constituir el -fuego, el aire, el agua, la tierra, mediante una movilidad especial -de las moléculas que generan esos cuerpos entre cuyas partes -existen igualmente espacios vacíos[16]; por lo contrario, si los -principios de las cosas tuvieran de propia naturaleza débil cohesión -y deleznable estructura, no podrían formar las grandes masas pétreas -que constituyen el armazón de nuestro mundo, ni servirían para la -composición del hierro y otros cuerpos duros. Luego los elementos -primarios deben ser sólidos y simples, y la diversa condensación que en -sus combinaciones experimenten deberá ser el origen de los diferentes -seres y de los distintos grados de resistencia y densidad que éstos -ofrecen. - - [16] Las palabras de Lucrecio prueban que éste consideraba que - la tierra, el aire, el agua y el fuego eran cuerpos compuestos: - la doctrina de los cuatro elementos, aunque tenía algunos - partidarios entre Griegos y Latinos, no se generalizó hasta la - Edad Media. - - -582. _Denique jam quoniam generatim reddita finis..._ - -La Naturaleza se determina en hechos constantes que regularizan el -crecimiento y la duración de los seres y circunscriben la acción de las -especies vivientes en esfera que no pueden franquear: muchas clases de -pájaros se distinguen de otras análogas únicamente por la presencia -constante de algunas pintas en su plumaje. Indudablemente se da en -todos los seres un complejo invariable de materia; si los elementos que -los integran no fuesen fijos, la Naturaleza no se mostraría en leyes, -es decir, en hechos constantes, y carecería de orden. Cada ser tiene -aptitudes acomodadas á su constitución, y por ese motivo se reproducen -las especies, entre las cuales se conservan y se transmiten hábitos, -gestos, estaturas, instintos y predilecciones por tales ó cuales -alimentos. - - -597. _Tum porrò, quoniam extremum cuiusque cacumen..._ - -Y ciertamente el elemento primordial de los cuerpos es tan tenue, -que los sentidos no pueden apreciarlo; no consta de partes; es -lo más infinitamente pequeño que hay en la Naturaleza, y apenas -puede considerarse como cuerpo, ya que nunca existe por sí solo é -independiente de otros que constituyen la masa de la materia; unidos -entre sí fuertemente hasta el punto de resistir la acción de toda -fuerza, los elementos de la materia son considerados como sólidos y -simples, aunque constan de mínimas porciones homogéneas enlazadas -entre sí con vigor imperecedero: así es que mientras la Naturaleza -sea, serán, sin disminuir en nada, esos principios, propios de toda -generación y de todo crecimiento. - - -615. _Præterea nisi erit minimum parvissima quæque..._ - -Además, si no hubiese un término mínimo infranqueable en la -composición de los cuerpos, éstos constarían de infinitas partes, y -cualquiera de ellas se podría dividir en mitades y éstas en otras -indefinidamente; entonces, ¿qué diferencia última se daría entre las -masas grandes y pequeñas? Ninguna, porque todas serían igualmente -fraccionables infinitamente. Pero como á la razón repugna esa -conclusión absurda, preciso es reconocer que los elementos simples son -las últimas divisiones posibles de los cuerpos de la Naturaleza, y -consiguientemente por este motivo debe también confesarse que los tales -elementos son sólidos y eternos. - - -626. _Denique si minimas in partes cuncta resolvi..._ - -Últimamente, si la Naturaleza creadora al descomponer los seres no los -redujera á sus partes mínimas indivisibles, no podría reparar la vida, -porque los cuerpos compuestos carecen de las condiciones de atracción, -peso, repulsión, concurso y movimiento adecuadas para engendrar los -seres. Luego si la división de los cuerpos fuera infinita, aún nos -veríamos obligados á reconocer que á lo menos algunos que existen -de toda eternidad, todavía no han sido alterados por los peligros y -accidentes anexos á la vida; y si todos los cuerpos fuesen frágiles, -la Naturaleza habría sido inconstante en favor de los que han podido -resistir los embates de los siglos. - - -640. _Quapropter, qui materiem rerum esse putarunt..._ - -Por tanto, los que afirmaron que el fuego es elemento de la materia y -origen del Universo estaban desprovistos de razón; Heráclito fué el -primero que defendió esta doctrina y obtuvo alto renombre entre los -Griegos superficiales, prendados de un obscuro lenguaje, pero no entre -los sensatos que buscaban la verdad. Aquéllos sólo admiraban lo que se -les decía con palabras misteriosas, y consideraban como cierto cuanto -se les exponía en frases gratas al oído por su encantadora sonoridad. - - -650. _Nam cur tam variæ res possent esse, requiro..._ - -Y ¿cómo tan variadas especies existentes han podido ser creadas, -pregunto, sólo del fuego? El fuego en estado de condensación ó de -rarefacción, muestra siempre una igual naturaleza en sus partes y en -su conjunto: será más intenso cuanto más condensado éste se halle, -pero ni de su condensación ni de su rarefacción podría originarse la -extraordinaria variedad de seres que puebla el mundo: á pesar de todo, -si los apóstoles de la doctrina que impugno admitieran la teoría de la -materia en el espacio, podrían hallar alguna explicación relativa á la -real existencia de seres de diversa atracción molecular: pero como no -aceptan esa opinión, marchan entre vacilaciones y dudas, y al cabo se -alejan cada vez más del conocimiento de la verdad, quizá abrumados por -las dificultades que su investigación ofrece. Ni aun reparan en que si -los cuerpos estuvieran separados completamente del espacio en que se -concretan, no habría en el mundo más que una sola masa y de esta nada -se desprendería: lo contrario sucede con el fuego, del cual se derivan -centellas y chispas bastantes para hacer patente que el fuego no es una -masa compacta sino reunión de partes rodeadas de espacio. - - -670. _Quod si fortè ulla credunt ratione potesse..._ - -Si por acaso creyeran que las moléculas del fuego, al apretarse -mutuamente, podían mudar la naturaleza de los cuerpos, este aserto -equivaldría á la negación del fuego como principio elemental, porque -sucedería que todo el fuego quedaba reducido á la nada y de la nada -todas las cosas se crearían; y pues todo aquello que muda, se altera -con el tiempo hasta que deja de existir, hay que renunciar al fuego -originario, ó admitir que los cuerpos no se reducen á la nada ni de la -nada las generaciones se suceden. - - -680. _Nunc igitur, quoniam certissima corpora quædam..._ - -Ahora, pues, si los elementos simples conservan siempre su propia -naturaleza y forman diferentes cuerpos, no por su distinta esencia, -sino por las combinaciones que constituyen, preciso es afirmar que -tales elementos de los cuerpos no son de fuego, ya se junten ó se -retiren ó se disgreguen ó se muden sin faltar al orden; si la base -primordial fuese fuego, nada más que fuego habría en el mundo. Lo -que hay de cierto es, según pienso, que existen en la Naturaleza -corpúsculos simplicísimos, los cuales por su forma, por sus -atracciones, sus movimientos y el orden en que se colocan, producen -el fuego y otras muchas cosas más ó menos similares á éste, así como -otros cuerpos que no tienen semejanza alguna con aquél y aun algunos -que pueden emitir emanaciones que afecten á nuestros sentidos ó que -exclusivamente nos son conocidas por relación de tactilidad. - - -695. _Dicere porrò ignem res omnes esse, neque ullam..._ - -Decir, por tanto, que del fuego proceden todos los seres y que no -existe cosa alguna independiente de ese origen, es caer en un delirio -que nuestra inteligencia rechaza como contrario á las pruebas que -nos da el testimonio de nuestros sentidos; y admitir como primordial -materia el fuego porque se cree conocerlo perfectamente, y recusar al -mismo tiempo la existencia de otros seres que con suficiente claridad -se muestran ante nosotros, me parece inconsecuencia y error grave. -Para conocer la verdad, ¿qué mejor guía que nuestra razón auxiliada -por los sentidos, los cuales nos hacen distinguir lo falso de lo -verdadero y nos dan principio de certeza? Además, ¿por qué hemos de -negar la existencia de todas las cosas y admitir solamente la del -fuego, ó negar que éste exista y dar como reales solamente los demás -cuerpos? Parece que afirmar cualquiera de estos dos extremos es -incurrir en igual demencia. - - -712. _Quapropter qui materiem rerum esse putarunt..._ - -Así, los que han afirmado que el conjunto del Universo tiene su -fundamento en el fuego y los que han entendido que en el aire se -encuentra el origen de todos los seres, lo mismo que aquellos otros -que han sostenido que en el agua reside el principio creador, ó bien -que la tierra puede germinar todas las cosas ó determinarse en las -infinitas diferenciaciones corpóreas existentes, según mi parecer, -todos han caído en grave error, no menos que aquellos otros que suponen -combinaciones dualísticas formadas con los elementos de todas las -cosas, y al fuego juntan el aire, y á la tierra el agua; y también, por -último, los que entienden que de esos cuatro materiales, fuego, tierra, -aire y agua se han podido producir todos los seres. - - -723. _Quorum Acragantinus cum primis Empedocles est._ - -Entre aquellos pensadores cumple colocar primero á Empedocles, nacido -en Agrigento, isla famosa en triángulo cortada, á la que cercan -azuladas ondas del mar Jónico y adornan con sinuoso regazo rocas -salpicadas de reluciente sal; separada por canal estrecho y tortuoso de -los promontorios de la tierra de Italia, oye el rugir de la espantosa -Caribdis y siente el tremer del ruidoso Etna que, irritado, amenaza -acumular en sus entrañas materiales de fuego y de aluvión hirviente -para lanzar después, con fiero arrojo, de sus hórridas fauces, -encendidas lavas cuyos fulgores en espiral lleguen al cielo; región -admirable llena de prodigios, fecunda en bellezas contempladas con -extático embeleso por la humana especie, enriquecida con dones copiosos -naturales, guardada por varones esforzados, nunca produjo nada más -grande y excelente que este filósofo, cuyos versos patentizaron su -divino genio y le acreditaron de investigador conspicuo que parecía -imposible fuera hijo de mortales. - - -741. _Hic tamen et superà, quos diximus, inferiores..._ - -Este, sin embargo, y otros muchos ya citados que aunque egregios le -son inferiores y varios que menos renombre han obtenido, hicieron -públicas útiles averiguaciones por su genio desentrañadas, más divinas, -más santas y mucho más conformes con los dictados de la razón que los -oráculos de la Pitonisa coronada con hojas de laurel y apoyada en -el trípode apolónico; pero todos erraron al discurrir acerca de la -naturaleza de las cosas, porque no supieron salvar un escollo que ha -sido causa de varios naufragios. - - -749. _Primum quod motus, exemplo rebus Inani..._ - -Primeramente, porque reconocen el movimiento y no comprenden el vacío; -creen que existen cuerpos suaves aislados entre sí, tales como el aire, -el sol, el fuego, las tierras, los animales, los frutos, y no admiten -intersticios ó vacíos en la masa de esos cuerpos. - - -753. _Deinde quod omnino finem non esse secandis..._ - -En segundo lugar, porque entienden que es indefinida la división de los -cuerpos y aun de las partes de éstos y no se explican la existencia de -un mínimo indivisible; pero como nuestros sentidos nos dan testimonio -de un último grado en las cosas, el cual es un mínimo no susceptible -de fraccionamiento, creo que has de considerar que cuanto existe se -compone de partes muy pequeñas pero indivisibles aunque escapen á la -percepción de nuestros órganos terminales. - - -760. _Huc accedit item, quod jam primordia rerum..._ - -Añaden, además, que los elementos primordiales de las cosas son -blandos; pero la cualidad de la blandura nos parece propia de lo que -nace y muere, y si todo estuviera sujeto á esas alteraciones, la -Naturaleza habría ya aniquilado muchas veces el mundo y aun éste habría -vuelto á nacer de nada, aserciones que ya habrás visto cuán distantes -de la verdad se hallan. - - -766. _Deinde inimica modis multis sunt, atque venena._ - -Además, debe considerarse que aquellos supuestos principios de los -seres son enemigos entre sí; como venenos los unos para los otros, se -combaten de muchos modos, se aniquilan, se disipan, y por su acción -mutua desaparecen como el rayo, el viento y la lluvia en deshecha -tempestad. - - -770. _Denique quatuor ex rebus si cuncta creantur..._ - -Últimamente: si todas las cosas fuesen formadas de aquellos cuatro -cuerpos considerados como elementos y todas en ellos se resolviesen, -¿qué razón tendríamos para afirmar que son el principio de todos los -seres y no de ellos resultado, ya que alternativamente se confunden, -se disgregan y mudan su naturaleza? Si por lo contrario piensas que -el aire, el agua, la tierra y el fuego no se confunden ni mudan de -esencia, no podrás comprender que de su combinación resulte ningún -vegetal ni animal, porque en esa conjunción se haría ostensible la -propiedad inherente á cada substancia y se hallarían mezclados la -tierra con los aires y las aguas con el fuego. Pero es lo cierto que -todos los seres deberán tener determinadas propiedades no reveladas en -los componentes, para evitar que prepondere ninguno, sino que, por lo -contrario, cada cuerpo tenga un carácter propio. - - -788. _Quim etiam repetunt a Cœlo atque ignibus ejus..._ - -Los partidarios de aquellas doctrinas derivan del cielo y de los -cuerpos ígneos el fuego; éste, según ellos, se convierte en aire, el -aire origina el agua, y ésta, por condensación, se modifica en tierra; -después, en sentido inverso, hacen nacer de la tierra el agua y de ésta -el fuego. Estas transformaciones no se alteran nunca ni se interrumpen, -y consideran que siempre los elementos viajan de la tierra al cielo y -del cielo á la tierra; pero tales metamorfosis son incompatibles con la -probada esencia de los elementos simples, los cuales por su condición -han de ser inmutables para que todas las cosas no puedan quedar -aniquiladas, porque ningún objeto podrá ultrapasar las condiciones de -su esencia sin dejar de ser lo que antes era. Los principios, pues, de -que ya hemos hablado, por su naturaleza están exentos de toda mudanza, -y por este motivo no quedan totalmente deshechos los seres que de ellos -se forman. Es racional admitir que todos los cuerpos se componen de -elementos, los cuales en virtud de energías, atracciones y repulsiones, -unas veces constituyen el fuego y otras el aire, y siempre sirven para -las transformaciones y la continuada sucesión de todos los seres. - - -809. _At manifesta palam res indicat, inquis, in auras..._ - -Pero es patente, dices, que de la tierra, bajo la influencia del -aire, los cuerpos nacen y se alimentan; y si en tiempo favorable la -copa de los árboles no fuera agitada por las lluvias y los arbustos -no se inclinaran bajo su propio peso, el Sol por su parte no daría -calor, y los árboles y los animales no podrían nacer y desarrollarse. -Y ciertamente; si los alimentos sólidos con líquidos saludables no se -ayudasen, pronto nuestros miembros se debilitarían y se extinguiría -la energía de nuestro ser y la vitalidad de nuestros órganos y de -nuestros nervios. Añadiré que si el hombre y los animales necesitan -propio adecuado alimento, y si los seres viven á expensas los unos -de los otros, es porque está constituido cada uno por principios -comunes á los demás, en relación con el total del Universo. Importa, -pues, que investiguemos no solamente la naturaleza de esos principios -elementales, sino también sus leyes, sus aproximaciones, sus -movimientos recíprocos; pues es de toda evidencia que los principios -que forman los ríos, el sol, el cielo, el mar, la tierra, son los -mismos que contienen los árboles, los animales y los frutos de toda -especie; todo se mueve según sus elementos constitutivos. - - -829. _Quim etiam passim nostris in versibus ipsis..._ - -Sin duda notarás que en muchos de estos versos míos hay varios -elementos ó letras simples comunes á numerosas palabras, y, sin -embargo, ni los versos ni las palabras tienen igual significado y -sonido igual: varía el valor de las letras sólo al cambiar éstas de -orden. Y como los elementos primordiales de las cosas en mayor número -son que las letras, pueden producir mayor suma de seres diferentes. - - -836. _Nunc et Anaxagoræ scrutemur Homœomeriam..._ - -Examinemos ahora la homeomería[17] de Anaxágoras, como los Griegos -llaman, con una palabra expresiva de que nuestra lengua carece, -la doctrina de aquel filósofo; aunque es difícil de exponer la -homeomería en cuanto apenas trata de dar acerca del origen de todas -las existencias una explicación, según la cual cada hueso es formado -por un cierto número de huesos pequeños, cada víscera de otras muy -tenues; mínimas gotas de sangre componen la sangre; moléculas de oro -constituyen el oro; la tierra de pequeñas porciones de tierra procede; -el fuego del fuego; y en general todas las cosas se forman por igual -procedimiento. - - [17] Homeomería, semejanza de todas las partes. - - -849. _Nec tamen esas ulla parte idem in rebus Inane..._ - -Pero el mencionado autor en parte alguna admite el vacío ni concibe -límites en la división de los cuerpos: entiendo que acerca de estos -asuntos incurrió en error lo mismo que otros pensadores cuyas ideas ya -dejo refutadas. - - -854. _Adde quod imbecilla nimis primordia singit..._ - -También aprecia como deleznables los elementos primarios y de igual -naturaleza que las concreciones constituidas; y considera, por tanto, -que están expuestos á fenecer bajo la violencia de ataques exteriores; -¿cuál de aquellos cuerpos ofrecerá entonces resistencia á la acción -destructora de la muerte? ¿el fuego ó el agua? ¿por acaso el oro? ¿cuál -de éstos? ¿la sangre ó los huesos? Ninguno, sin duda; porque todos esos -cuerpos se descomponen como otros muchos que á nuestra vista perecen -todos los días. Y ya queda antes probado que ni las cosas pueden nacer -de nada ni completamente aniquilarse. - - -867. _Præterea quoniam cibus auget corpus, alitque..._ - -Cierto es que todos los cuerpos se nutren y crecen por la virtud de -substancias primarias diluidas en los alimentos, y que nuestras venas, -nuestra sangre, nuestros huesos y nervios de partes diferentes se -componen; pero afirmar que los elementos de los cuerpos son la esencia -de los huesos, de la sangre y de los nervios en proporción adecuada, -no es decir que los principios que integran los cuerpos sólidos y -líquidos hayan de constar de partes heterogéneas proporcionadas á las -venas, la sangre y los huesos; porque si los cuerpos que vemos nacer -de la tierra estuviesen dentro de ella en pequeña cantidad tales como -se nos muestran, constaría la tierra de todas las diversas porciones -que de ella surgen: y si aplicamos esta idea general á todos los casos -particulares, habríamos de creer que el fuego, el humo y la ceniza -están en la leña, y que ésta contiene en sí aquellos materiales en -diversas porciones. - - -882. _Linquitur hic tenuis latitandi copia quædam..._ - -Apenas hay salida para escapar de esta conclusión; y sin embargo, de -esa clase de argumentos usa Anaxágoras, el cual sostiene que todos -los cuerpos llevan en sí, como en germen, otros que de ellos se -derivan, y de los cuales son visibles los que principalmente están -en la superficie; pero estas ideas repugnan á la sana razón, y para -admitirlas sería preciso ver que el trigo, en el polvo á que lo reduce -la piedra del molino, mostraba señal de la sangre ó de otras partes -de nuestro cuerpo que con él se nutren, ó bien que dejase correr la -sangre al ser molido entre dos piedras; y que por igual razón la -hierba destilase leche tan pura y tan grata como la que se extrae de -las ubres de las ovejas; menester sería también que en los terrones -se hallasen legumbres, árboles, plantas en partes imperceptibles, y -que los quebrados troncos descubriesen humo, ceniza, fuego y llama, -en ellos ocultos; pero nada de esto sucede y es preciso confesar que -en los cuerpos no se contienen otros iguales mínimos ya determinados, -sino que en todos existen elementos simples que son comunes á otros -muchos seres, los cuales son diferenciados por virtud de las variadas -combinaciones en que aquellos elementos intervienen. - - -904. _At sæpe in magnis sit montibus, inquis, ut altis..._ - -Y sin duda has observado que en las elevadas montañas las fustigadas -copas de árboles, mecidas por tempestuoso vendaval, arden con fuego -que deja brillar largos torbellinos de movientes llamas; pero no por -eso has de entender que en la madera existe el fuego, sino que en ella -hay partes que por efecto del rozamiento se inflaman y comunican el -incendio á todo un bosque; pues si tanta llama hubiera estado escondida -en la selva no existirían árboles que pudieran preservarse del fuego -durante mucho tiempo ni bosques habría que no se hubiesen convertido ya -en ceniza. - - -914. _Jam ne vides igitur, paulo quod diximus ante..._ - -¿No comprendes, como poco antes ya te he dicho, la importancia que -tienen las combinaciones de que son los elementos susceptibles, según -la diferente posición y cantidad en que intervengan, y los distintos -movimientos que engendren ó que reciban? ¿No sucede con esos fenómenos -lo mismo que con las palabras _lignis_ é _ignis_ latinas, compuestas -cuasi de las mismas letras aunque representan ideas muy diferentes? - - -922. _Denique jam quæcumque in rebus cernis apertis..._ - -En fin, si juzgas que no se puede explicar la causa de los fenómenos -sin atribuir á los elementos que los producen iguales propiedades, -necesario es conceder que se ríen como nosotros y que se bañan de -amargas lágrimas. - - -928. _Nunc age, quod superest, cognosce, et clarius audi..._ - -Ahora, escucha y oye verdades que voy á descubrirte, y que, si no me -engaño, son de exposición difícil, pero que exploraré estimulado por -el premio de la gloria é impulsado por suave amor que me inspiran -las Musas; animado por este sentimiento, me elevaré á las cimas del -Parnaso y recorreré campos, hasta ahora no hollados por ninguna -planta; iré á beber grato licor de fuentes vírgenes y me apresuraré -á coger desconocidas flores con las que tejeré para mi cabeza corona -insigne mejor que todas las que hasta hoy las Musas han concedido: -primeramente porque enseño altas verdades é intento romper la dura -esclavitud con que las religiones han abatido los ánimos, y además, -porque suavizaré un estudio árido con las gracias de la poesía que -convierte en agradable un asunto obscuro; así obraré conforme á razón. -De igual modo que los médicos al propinar á los niños amarga medicina, -untan de sabrosa miel los bordes de la copa en que la administran á fin -de que inexpertos y atraídos por la dulzura que paladean sus labios, -sin recelo beban el licor amargo y deban la vida á traición agradable, -así yo ahora que he de explicar asuntos ásperos y desabridos para -los que no están acostumbrados á ellos y fastidiosos para el vulgo, -quiero exponerte mi doctrina en el ameno lenguaje de las Piéredes y con -acentos de dulce harmonía, para que al buscar recreo en la lectura de -mis versos, adquieras conocimiento de las leyes de la vida y del orden -universal. - - -958. _Sed quoniam docui, solidissima materiai..._ - -Ya he dicho que los elementos de la materia son siempre sólidos y se -mueven en toda eternidad sin que la destrucción los alcance; pero ahora -deberemos de inquirir si las concreciones corpóreas tendrán fin ó no lo -tendrán, y si el espacio indefinido, en que incesantemente se mueven -los principios eternos, está encerrado en límites y es susceptible de -medición en algún sentido. - - -965. _Omne quod est igitur nulla regione viarum..._ - -El Universo es infinito; de lo contrario tendría extremos: pero no -pueden concebirse límites sino por quien está fuera de ellos mismos y -puede llevar su consideración más allá de los puntos en que termina lo -limitado. Creeríamos que el Universo tiene límites, cuando pudiéramos -señalar sus extremos; pero el mundo no puede tener esas fronteras, -porque en cualquiera parte de él que ocupáramos habríamos de ver que -teníamos por delante para contemplar espacios infinitos. - - -975. _Præterea si jam finitum constituatur..._ - -Además, si consideramos limitado el espacio y suponemos que en -sus extremos alguien se coloque y dispare una flecha con violento -impulso, ¿piensas que el objeto así lanzado habría de recorrer el -aire constantemente, ó supones que algún obstáculo se opondría á su -vuelo? Hay que decidirse por uno de los términos de ese dilema; pero -cualquier partido que sigas te ha de obligar á reconocer que no hay -extremos finales en el Universo; porque ya supongas que la flecha sea -detenida por un obstáculo ó ya imagines que incesantemente vuele, es -lo cierto que nunca podrás figurarte que llega á tocar el límite del -mundo; y si por acaso creyeras que alguna vez terminaría su marcha, -habré de preguntarte: ¿qué se haría entonces de la flecha? Forzosamente -nunca podrá tocar el fin del espacio y siempre le quedará una ilimitada -extensión que recorrer. - - -991. _Præterea spatium summai totius omne..._ - -Aún hay más: si el Universo estuviese incluido ó colocado en una -determinada porción del espacio, tendría necesarios límites; las -grandes masas por su propia gravedad ocuparían el fondo y allá en las -mayores alturas no podría subsistir ningún ser ni habría aire ni Sol: -toda la materia yacería confusa en caótica eternidad; pero no es esto -lo que ocurre; los cuerpos, en el orden harmónico universal, no pueden -permanecer en constante quietud porque no existe ese lugar profundo en -que se hacinaran para el reposo: en movimiento incesante los seres se -reproducen y se organizan en virtud de los subsidios que reciben de -los elementos eternos activos universales que forman las concreciones -corpóreas. - - -1005. _Postremo ante oculos rem res finire videtur..._ - -En fin, es patente que la Naturaleza ha determinado los límites de los -cuerpos; las colinas están circunscriptas por el aire, el aire por los -montes, las tierras altas por el mar y el mar está encerrado entre las -tierras altas. No tiene, sin embargo, el Universo nada que lo termine; -la Naturaleza y el espacio ocupado por los mundos, forman como un río -que perpetuamente corre y que avanza sin encontrar límites: así el -Universo no tiene término alguno; es infinito. - - -1015. _Ipsa modum porro sibi rerum summa parare..._ - -El Universo de ningún modo puede quedar circunscripto; la Naturaleza -está en todas partes; con la materia se limita el vacío y el vacío -con la materia; pero espacio ocupado y espacio vacío todo es materia -con mayor ó menor rarefacción; el Universo infinito así se muestra. -Si tanto el espacio como la concreción corpórea no determinasen -recíprocamente sus respectivos límites, ni el mar, ni la tierra, ni la -bóveda brillante del espacio, ni la progenie humana, ni los cuerpos -sacrosantos de los númenes podrían durar un solo instante; las partes -simplicísimas de la materia, faltas de cohesión, se elevarían por el -infinito espacio desocupado, sin orden ni harmonía, y nunca llegarían -á formar cuerpos determinados concretos por estar siempre separadas. -Ciertamente los elementos de la materia no se han movido por reflexivo -determinado impulso en las direcciones en que hoy se hallan, ni han -establecido por cálculo convencional ó por concierto libre el orden -que constituye el Universo; lo que ha sucedido es que fluctuantes -por toda eternidad en el inmenso espacio y agitados con impulsiones -recíprocas, después de seguir toda clase de movimientos y toda especie -de combinaciones, han llegado por adaptaciones recíprocas y por -harmonía derivada de sus propias condiciones á constituir esta Suma -total del Universo; y del cumplimiento de la ley emanada necesariamente -de su acción invariable en el transcurso de innumerables siglos, se -ha establecido el orden existente, en cuya virtud las aguas de los -ríos abundosas proveen al mar de las pérdidas sufridas; la tierra, -fertilizada por el Sol y por la reversión de sus vapores, renueva -la pompa de sus producciones; florecen las especies de animales, -y los cuerpos fulgurantes etéreos envían siempre sus destellos. -Ese concierto de la Naturaleza sería con facilidad interrumpido si -infinitos elementos no trabajasen continuamente en la renovación de los -organismos; porque así como los seres individuales mueren cuando están -privados de alimento, así también el Universo llegaría á aniquilarse -cuando la materia interrumpiese la constante labor que le da movimiento -y vida. - - -1049. _Nec plagæ possent extrinsecus undique Summam..._ - -Y no por efecto de presiones exteriores podría conservarse el orden -en que el Universo está constituido; impulsos de fuera para adentro, -repetidos con frecuencia, engendrarían otros nuevos que en unos casos -mantendrían la harmonía del Universo; pero otras veces las partes -de la materia, forzadas por el choque, saltarían y dejarían espacio -suficiente para que las porciones aglomeradas pudieran desprenderse de -todo enlace y dispersarse. Es, pues, necesario que la acción de los -primeros cuerpos obre sin interrupción; y debe reconocerse que esas -presiones exteriores al existir suponen y demuestran que los elementos -de la materia son infinitos. - - -1059. _Illud in is rebus longe fuge credere, Memmi..._ - -Con relación á estas ideas, no debes de creer ¡oh Memmio! que todos -los cuerpos tiendan, como algunos dicen, hacia un centro del Universo, -y que nuestro mundo no sienta influencias exteriores que coadyuven á -la gravitación general, porque todas sus regiones por sí mismas buscan -el centro del equilibrio (opinión ideada en favor de la teoría que -sostiene la acción de la pesantez ejercida de abajo hacia arriba, y de -que algunos cuerpos vivan en la tierra en dirección contraria á los -que están en la superficie en una posición parecida á la que tiene con -nuestro cuerpo su propia imagen proyectada en las tranquilas ondas). -Con esas ideas pretenden algunos explicarse el hecho de que animales -de varia especie puedan residir en las regiones inferiores del mundo; -de que nosotros mismos no podamos elevarnos á las alturas, y el hecho -de que haya sobre la tierra individuos que ven el Sol cuando nosotros -contemplamos las estrellas, y que tengan con nosotros las estaciones -cambiadas, aunque disfruten como nosotros de días y noches. - - -1075. _Sed vanus stolidis hæc omnia finxerit error..._ - -En aquel error han caído los que atrevidamente dedujeron falsas -conclusiones de hechos exactos. No es posible imaginar un punto medio -en el espacio ilimitado, y aunque nos lo figuráramos no podríamos -reconocerle una acción propia y especial sobre los cuerpos. Todo y -cualquier lugar del espacio que llamamos vacío, ya sea designado con el -nombre de centro ó con otro distinto, deja paso á los cuerpos graves; -porque no hay un sitio donde al llegar un cuerpo arrastrado por su -propio peso este cuerpo sea obligado á permanecer estático en el vacío; -el espacio no puede impedir que un cuerpo cualquiera pesado lo penetre -con arreglo á las leyes de la Naturaleza. Por ese motivo, la atracción -del centro no es bastante para conservar la harmonía de la creación. - - -1090. _Præterea, quoque jam non omnia corpora fingunt..._ - -Fingen también que la tendencia hacia el centro no es propia de todos -los cuerpos, sino de aquellos especialmente compuestos de tierra ó -de agua, tales como los ríos que se despeñan desde altos montes para -confundirse en el vasto Océano, ó como la sólida porción del mundo; por -lo contrario, las tenues auras y los cálidos vapores siempre tienden -á separarse del centro, y si vemos que la bóveda celeste de fulgores -brilla y que su claridad nos alumbra, es porque en ella se reunen -elementos que por ser ligeros de la tierra escapan, aunque desde allí -contribuyen á la nutrición de los seres animados y á la fructificación -frondosa de los árboles. Así también suponen que por encima de las -estrellas existe un firmamento que todo lo rodea, el cual, mediante -eficaz presión ejercida sobre nuestro mundo, evita que salga del -centro fuego celeste que franquee los términos de la mansión humana; -impide que todo sea invadido por completo desorden; que el cielo caiga -sobre nuestras cabezas y la tierra se abra debajo de nuestros piés; -que nuestros cadáveres, destrozados y envueltos entre las ruinas del -cielo y de la tierra, se confundan en profundo caos; que los elementos -primarios queden sin energía, y rotas las puertas de la disolución, se -precipiten por ellas en turba amontonada todos los seres, y de cuanto -existe no quede más que universal desierto. - - -1114 _á_ 1118. _Hæc si pernosces parvâ perfunctus opellâ._ - -Pero si comprendes bien las razones que te expongo, ya que las unas -auxilian á las otras, no ha de robarte más negra noche la claridad que -te ilumine para que puedas penetrar en el arcano de la Naturaleza; -porque de unas cosas brotará luz bastante para que distingas otras. - - - - -LIBRO SEGUNDO - - -1. _Suave, mari magno turbantibus æquora ventis..._ - -Grato ha de sernos contemplar desde la playa el vasto mar agitado -por el aquilón, y presenciar desde tierra la desesperada lucha que -el náufrago sostenga con la tempestad, no porque gocemos con el -infortunio ajeno, sino porque nos consideremos libres de peligros que -tan próximos veamos: también será grato asistir desde lejos sin temores -ni zozobras á las contiendas inhumanas de dos ejércitos que en el campo -se destrocen; pero todavía ha de ser más agradable estar en posesión -de las doctrinas de los pensadores, y observar serenamente desde -esas alturas del saber las agitaciones de los hombres que sin guía -buscan á tientas los caminos del bienestar, y para hallarlos pretenden -supremacías de nobleza ó distinciones de genio y pasan días y noches -entre afanes é inquietudes que les permitan acumular riquezas. - - -14. _Ô miseras hominum mentes, ô pectora cæca!_ - -¡Oh pobre inteligencia de los hombres! ¡Oh energías mal empleadas! -¡Entre cuántas densas tinieblas y entre cuántos inútiles peligros la -vida corre! ¿Cómo no se comprende que las leyes naturales permiten la -vida sin dolor del cuerpo, y sin preocupaciones y sobresaltos del alma? - - -20. _Ergo corpoream ad naturam pauca videmus..._ - -Por lo que se refiere al cuerpo, cuyas necesidades son escasas, debo -decir que no es difícil eximirlo de muchos dolores y proporcionarle -varios placeres en harmonía con las reclamaciones de la Naturaleza: si -no disfrutas de festines nocturnos alumbrados por lámparas igníferas -sostenidas en la mano derecha por estatuas juveniles; si en tu casa -no brilla el oro ni resuena por doradas bóvedas el sonido harmonioso -de las cítaras, aun así podrás tener alguna dicha si te decides á -disfrutar de la frescura de las hierbas junto al río, á la sombra de -los árboles dadivosos de goces que nada cuestan; y principalmente -en los risueños prados, cubiertos durante la primavera de matizadas -florecillas. Lo mismo inquieta la fiebre ardiente de ambición al rico -potentado que vive entre púrpuras y riquezas, que al infeliz que yace -tendido en burdo lecho. - - -37. _Quapropter, quoniam nil nostro in corpore gazæ..._ - -La opulencia, las distinciones sociales y el poder no libran de dolores -al cuerpo ni proporcionan felicidad al alma: aunque mandes innumerables -ejércitos extendidos por la campiña y cobijados por amplias banderas, y -aunque dispongas de fuerte escuadra esparcida por dilatados mares, las -preocupaciones del fanatismo no huirán de tu ánimo amedrentado ni la -idea de la muerte y sus terrores darán sosiego á tu corazón. - - -46. _Quod si ridicula hæc, ludibriaque esse videmus..._ - -Son las grandezas ilusiones insensatas: los temores y sobresaltos de -los hombres ignorantes no se ahuyentan con estruendo de armas, ni -con esplendor de corona reluciente, ni con la majestad de purpurino -manto, ni con la altura de soberbio trono. ¿Aún puedes dudar de que -esos terrores que agobian á los hombres son producidos únicamente por -la ignorancia? Como niños que de todo tienen miedo por la noche, así -nosotros, durante el día, nos vemos rodeados por ilusorias sombras -y fantasmas vanos que no se disipan con el rayo solar ó con la luz -diurna, pero que se desvanecen mediante el uso de la razón tranquila y -el estudio reflexivo de la Naturaleza. - - -61. _Nunc age, quo motu genitalia materiai..._ - -Voy ahora á explicarte la causa del movimiento é impulso que -reciben los elementos de la materia para engendrar los cuerpos y -descomponerlos, y también te explicaré la fuerza y la rapidez con -que nadan sin cesar en el inmenso espacio; sigue, pues, la ilación -de mis discursos. Nuestro mundo material no forma un todo inmóvil: -hay diminución en todos los cuerpos, los cuales están sujetos á -emanaciones, pérdidas y rozamientos que los rebajan, los reducen y aun -los ocultan á nuestros ojos; pero estos fenómenos en nada perjudican á -la suma universal, porque los sumandos no desaparecen sino cambian de -sitio: cuando la vejez por una parte se inclina, por otra la juventud -se yergue: no hay descanso en la Naturaleza; el mundo siempre con -incesantes mudanzas se renueva; la vida de los que mueren se transmite -á los que nacen; pomposas generaciones se elevan, mientras otras se -desvanecen; todas las cosas mudan de perspectiva, y todos los que -participamos de la existencia tomamos de unos en otros el turno de la -vida, como los corredores en los juegos sagrados se pasan de mano en -mano la antorcha luminosa. - - -79. _Si cessare putas rerum primordia posse..._ - -Si piensas que los principios de las cosas pueden tener descanso para -recibir de éste un nuevo impulso y movimiento, incurres en error[18]; -todos los cuerpos elementales que existen en el espacio han de obedecer -la dirección propia de su peso y de su esencia ó la dirección á que -los obligue la influencia de otros elementos: así unos y otros se -encuentran en el vacío y obran entre sí por su propia gravedad y por -su peculiar dureza y solidez, sin que nada extraño á ellos modifique -su rumbo. Y para que más claramente comprendas el perpetuo movimiento -de los principios de la materia, te he de recordar que en el Universo -no hay lugar alguno que pueda considerarse inferior y sirva de asiento -á los cuerpos que sean precipitados por la acción de la pesantez, pues -el espacio es infinito y tiene por límites la inmensidad, como ya he -demostrado en otra ocasión. - - [18] Lucrecio refuta aquí minuciosamente la doctrina de - Aristóteles sobre la inmovilidad de la materia. - - -94. _Quod quoniam constat, nimirum nulla quies est..._ - -Los primeros cuerpos ningún reposo tienen en el vacío inmenso: -impelidos por constante fuerza de atracción y de repulsión á movimiento -perenne, se alejan á largas distancias ó se aproximan hasta confundirse -con arreglo á la especial fuerza en ellos dominante; cuando la -atracción molecular es grande, se produce una concentración corpuscular -que sirve de base al hierro, á las duras peñas y á otras substancias de -análoga naturaleza; y cuando la atracción es muy débil, las moléculas -tienden á dispersarse en el espacio y con su movilidad originan el -fluido aéreo que nos beneficia y el rutilante esplendor del Sol que nos -ilumina. - - -108. _Multaque præterea magnum per Inane vagantur..._ - -Muchos mínimos cuerpos, no obstante, vagan por el espacio en perpetua -agitación y disociados siempre al parecer del movimiento general; -de este hecho diariamente se muestra ante nuestros ojos una imagen -sensible cuando en estancia obscura penetran por un pequeño resquicio -los rayos de luz solar; entonces se ven corpúsculos sin cuento que -de mil modos se agitan y en todas direcciones se mueven, como si -entre ellos hubiera oposición tenaz y cruda guerra, porque jamás -cesan de combatir entre sí, de unirse y de separarse. Su actividad no -tiene término, y del hecho que menciono puedes conjeturar cuál sea -el movimiento de los cuerpos engendradores de los seres, ya que el -ejemplo recordado ha de servirte de medio para comprender vestigios de -fenómenos importantes. - - -124. _Hoc etiam magis hæc animum te advertere par est..._ - -Tales corpúsculos, cuya movilidad y cuyas agitaciones son perceptibles -á nuestra vista merced al contraste de los rayos de Sol en la -obscuridad, tienen un movimiento causado por impulsiones clandestinas -que determinan separaciones y afluencias producidas por su propia -acción imperceptible, que obran sobre ellos mismos y que también -comunican á otros cuerpos de masas más tenues, los cuales influyen -sobre otros más fuertes; y así, el movimiento de los cuerpos simples se -propaga de unos en otros, de igual forma que pasa con esas moléculas -hechas perceptibles por la luz del Sol: pero las causas de ese -movimiento aún nos son desconocidas. - - -140. _Nunc, quæ mobilitas sit reddita materiai..._ - -Ahora, con pocas palabras que al asunto dedique ¡oh Memmio! podrás -comprender la gran movilidad de que los elementos están dotados: cuando -la aurora esparce sobre la tierra sus primeros arreboles, y las aves, -esparcidas por el bosque, saltan de rama en rama y llenan los aires -de suaves melodías, vemos el Sol que de súbito aparece y baña con -torrentes de luz toda la Naturaleza; las emanaciones de aquel astro -no atraviesan un espacio completamente vacío; en su paso encuentran -obstáculos que retardan la carrera de las ondas luminosas, las cuales -se hacen para nosotros visibles á medida que se ponen en contacto con -el fluido del aire. Pero los cuerpos simples que en el vacío se mueven -y no encuentran obstáculo alguno independiente de ellos mismos, deben -correr con rapidez mil veces mayor que las ondas luminosas emanadas del -Sol, á no ser que se retarden por su propia acción; y sería insensato -suponer que los primeros cuerpos concertaran entre sí un plan para -regularizar sus movimientos. - - -167. _At quidam contra hæc, ignari, materiai..._ - -Pero hay quien juzga, ignaro, que la materia sin la voluntad de dioses -puede, por condición propia, proveer á las necesidades humanas, formar -las estaciones, producir los frutos y facilitar la reproducción de -las especies todas; no reparan en que por impulso natural todo ser -ciegamente contribuye á la propagación de su especie y que estímulos de -atracciones y de goces naturales contribuyen á la generación. Por eso -han imaginado la intervención de dioses creadores, desmentida por la -razón y contrariada por los hechos. No basta que nosotros desconozcamos -la propia naturaleza de los elementos para figurarnos creaciones -fantásticas: la vista del inmenso espacio y la contemplación de los -fenómenos que constituyen el mundo, son bastantes para probar que el -mundo no ha podido ser obra de fuerza directiva inteligente, porque no -pocos defectos lo deforman; pero ya te probaré estas verdades[19] ¡oh -Memmio!; continuemos ahora la exposición de nuestro asunto. - - [19] En el principio del canto V. - - -184. _Nunc locus est, ut opinor, in his illud quoque rebus..._ - -Entiendo que ahora es ocasión de hacerte comprender que ningún cuerpo -es capaz de elevarse por su propia fuerza: y no incurras en error -ante la presencia de las llamas que al formarse de repente se dirigen -hacia arriba; también suben los árboles y las mieses que al brotar del -suelo siguen en su crecimiento dirección contraria á la que parece -exigida por la gravedad. Si la llama se eleva hasta alcanzar el techo -del edificio, cuyo maderamen devora con insaciable afán, ciertamente -no lo hace por gusto, sino porque una fuerza extraña obra sobre ella. -Así también, la sangre que se escapa de vena abierta en nuestro cuerpo -tiñe de púrpura todo lo que toca. ¿No has observado la violencia con -que el agua arranca empalizadas firmes? Habían sido formadas con -grandes precauciones; fuerzas enormes se habían empleado en esa obra; -pero las aguas trabajaban con tanto más ardor para destruirla, cuanto -más sobresalían de la superficie líquida las estacas, y al cabo éstas -fueron vencidas. Pero según mi opinión, esos datos no nos autorizan -para dudar de que los cuerpos bajen cuando fuerza mayor no contraría -el efecto de su propio peso: una acción extraña obliga á la llama -á elevarse en las regiones atmosféricas, á pesar de que en cuanto -dependiera exclusivamente de ella tendría inclinación á bajar. ¿No ves -nocturnos meteoros de fuego que se muestran en el infinito espacio y -forman diversas ondulaciones por entre las cuales parece que se abre -una comunicación con la Naturaleza? ¿No te figuras que en ocasiones -se inclinan hacia la tierra estrellas y astros? También el Sol, desde -las inmensas alturas, por todas partes prodiga su calor y su luz que -los campos fertilizan, y su acción se ejerce hacia abajo; igualmente -puedes notar que el rayo se abre camino á través de las nubes é -impetuosamente cae sobre la tierra. - - -216. _Illud in his quoque te rebus cognoscere avemus..._ - -Ardientemente deseo que de estas observaciones derives el principio -de que, por su propia gravedad, los cuerpos tienden á caer, pero -que en circunstancias especiales de lugar y tiempo, en su caída se -apartan de la línea recta, aunque su retirada apenas merezca el nombre -de desviación; sin esas declinaciones, los cuerpos simples caerían -pesadamente en el vacío, como vemos que se precipitan sobre la tierra -las gotas de lluvia; los elementos de la materia no coincidirían nunca, -y la Naturaleza sería improductiva. - - -225. _Quod si fortè aliquis credit graviora potesse..._ - -Alguien ha supuesto que los cuerpos más pesados caen en línea recta -sobre los más ligeros, y que así originan movimientos productores; pero -esa teoría repugna á la razón. Cierto es que en el agua y en el aire -caen los cuerpos con una velocidad proporcionada á su peso, porque más -pronto es vencida la resistencia de las ondas acuosas y fluidas, cuanto -mayor es la potencia representada por el cuerpo que las penetra; pero -no sucede lo mismo en el espacio desocupado; éste puede ser invadido -sin obstáculo por todos los seres, y, por lo mismo, en el vacío todos -los cuerpos se mueven con igual celeridad é independientemente de -su volumen y de su peso. De estas afirmaciones se deduce que nunca -los cuerpos más graves podrán caer sobre los más leves, ni rozarlos -ni cambiar sus movimientos, de modo adecuado para que la Naturaleza -produzca los seres. - - -243. _Quare etiam atque etiam paulùm clinare necesse est..._ - -Necesario es repetir una y mil veces que los cuerpos simples en su -caída tienen una mínima declinación. No trato de inventar movimientos -oblicuos que la observación no haya revelado; es patente, y de ello -la vista nos da testimonio, que los cuerpos no siguen en su caída una -dirección oblicua; pero ¿quién puede afirmar sólo por la autoridad de -sus imperfectos sentidos, que los cuerpos al caer no se aparten algo de -la línea recta[20]? - - [20] En esta parte de su doctrina es donde Lucrecio, lo mismo que - Epicuro, se muestra más débil é indeciso; parece que él mismo - desconfía de la solidez de sus argumentos. - - -251. _Denique si semper motus connectitur omnis..._ - -Si es cierto que entre todos los movimientos ó manifestaciones de la -vida hay una regular perpetua conexión, y que todas las cosas en el -mundo se producen dentro de un orden inquebrantable, cierto ha de ser -también que la declinación de los cuerpos simples no puede originar -combinación alguna que rompa los lazos del destino y perturbe la ley -que á cada hecho convierte en causa de lo infinito, pero engendra la -libertad de que gozan los seres animados para dirigirse hacia donde el -deseo los incita, aunque en nuestras acciones domine un agente motriz, -que es origen de los movimientos voluntarios, en cuya virtud nos -determinamos, no por las atracciones de tiempo fijo ó de lugar cierto, -sino por los impulsos de nuestra alma. Es indiscutible que la voluntad -es la fuerza propulsora del movimiento, cuyos estímulos se extienden -por todo el cuerpo. ¿No has tenido ocasión de observar que los caballos -dispuestos para la carrera, en el instante en que se abren las puertas -del circo, se inquietan y se estremecen, porque no pueden lanzarse -desde luego hacia donde los empuja su ardoroso instinto? Extendidas -por todo el cuerpo las energías de la vida, han de auxiliarse -recíprocamente para realizar, en conexión estrecha, las determinaciones -de la voluntad. Por tanto, en el corazón surge el principio del -movimiento, la voluntad imprime á éste la dirección, y seguidamente se -comunica á todo el organismo. - - -272. _Nec simile est, ut cum impulsi procedimus ictu..._ - -No sucede lo mismo cuando, obligados por fuerza extraña y movidos por -coacción poderosa, tomamos dirección que nos repugna; es evidente que -en este caso y á pesar nuestro toda la materia de que constamos cede -por de pronto á las circunstancias, y se deja subyugar hasta que la -voluntad recobra su imperio sobre los miembros y puede refrenarlos: ¿no -ves, por tanto, que si á los hombres empuja en muchos casos una fuerza -extraña que es contraria á su voluntad y que los impele en dirección -determinada, siempre queda en nosotros mismos una energía que puede -resistirla, y á su arbitrio hacerse obedecer por los miembros, hasta -rechazar la violencia y ponerla en fuga? - - -284. _Quare in seminibus quoque idem fateare necesse est..._ - -Debemos, pues, confesar que en los elementos de la materia, aparte de -la acción de la gravedad y de las atracciones que en ellos reside, hay -otra fuerza de la que el movimiento se origina y de la que surge para -nosotros el principio de la facultad volitiva. No hay efecto sin causa: -y así como la gravedad se opone á que las series de los movimientos -de los cuerpos sean producidos por impulso ajeno á los cuerpos -mismos, sino que han de ser consecuencia necesaria de las propiedades -de los seres, así también el alma no ha de obrar sólo por extraños -impulsos, ni ha de permanecer pasiva obediente á acciones recibidas de -fuera, sino ha de tener una declinación de propia energía creadora de -libres determinaciones independientes de las tornadizas é inciertas -circunstancias de lugar y de tiempo. - - -294. _Nec stipata magis fuit unquam materiai..._ - -Nunca han sido los elementos de la materia más densos ni más raros. -Ni aumentar ni disminuir les es lícito; así, igual movimiento que -hoy tienen, han tenido en los siglos pasados y conservarán en los -venideros: por iguales causas, por ley constante, se producirán en lo -sucesivo los mismos seres que hasta hoy en las mismas condiciones, y -existirán, y crecerán, y tendrán las cualidades que les son propias en -el concierto de la Naturaleza. No hay ninguna fuerza que pueda cambiar -el orden universal: tampoco hay sitio para donde pueda escapar del Todo -alguna parte de la materia, ni entrada por donde penetren en el mundo -cuerpos extraños y trastornen los movimientos de la Naturaleza. - - -308. _Illud in his rebus non est mirabile: quare..._ - -Y no es de admirar que esto ocurra; también á pesar del continuo -movimiento de los cuerpos simples parece que todo el Universo yace -en inmóvil quietismo, excepto aquellos seres que tienen actividad -propia; como los elementos de la materia están fuera de la penetración -de nuestros sentidos, es indudable que aun cuando no podamos ver -sus agitaciones, éstas existirán, si bien ocultas para nosotros, de -igual modo que en ocasiones dadas no podemos precisar los movimientos -que ejecutan algunos seres que vemos á largas distancias. El ganado -lanar sube á las altas colinas atraído por las viciosas hierbecillas -donde centellean perlas de luciente rocío, en tanto que los tiernos -corderillos, saciados del dulce lácteo licor, se ejercitan alegres y -retozones en luchas inocentes. Si reparamos en este cuadro desde lejos, -lo veremos todo confuso, y sólo distinguiremos lo blanco del ganado que -se destaca de lo verde obscuro de la colina. Observemos dos grandes -ejércitos que llenan vasta extensión de los campos y se ocupan en -simulacros de guerra; ya se mueve la audaz caballería en torno de las -legiones; ya recorre con variables ímpetus campos que se estremecen; -el fulgor de las armas llega hasta el cielo; el reflejo del bronce -brilla en la tierra; el suelo retumba con el paso militar; el clamor -del combate resuena en los montes y se transmite á los vecinos lugares: -pues estas escenas, vistas desde elevadas montañas, parecen mudas, -reposadas, y su centelleo se considera procedente de los mismos campos. - - -333. _Nunc, age, jam deinceps cunctarum exordia rerum..._ - -Medita ahora acerca de las cualidades de los cuerpos simples en cuanto -aquéllas se refieren á su peculiar forma, que puede ser algo variada, -como lo atestigua el hecho de que los seres, aun los que pertenecen á -la misma especie, no son idénticos. No es de admirar que los elementos -sean algo distintos en su figura, porque son numerosísimos, y no todos -han de tener igual forma é iguales condiciones; la especie humana, los -escamosos y mudos habitantes de las aguas, los árboles corpulentos, -las fieras, las varias aves que plumadas trinan en las lindas y -frescas márgenes de arroyos, en las proximidades de las fuentes y de -los lagos, y que se mueven con vuelos circulares por los desiertos -bosques, se componen de muchos individuos que, comparados entre sí -dentro de cada especie, revelan diferencias varias; si así no fuera, -entre nosotros mismos la madre no conocería sus hijos ni los hijos á -sus madres; y como podemos ver, entre los hombres no existen notables -signos diferenciales. Cuando en los templos, junto á los altares de los -dioses, muere sacrificado el novillo, de cuyo pecho palpitante corre -caliente sangre, la madre, desamparada, recorre los bosques, y deja en -el húmedo terreno grabada la huella de su pesuña hendida, y escruta -con indagadores ojos el espacio entero para ver si encuentra á su -perdido hijo, y se detiene en los bosques, y de bramidos llena la selva -umbrosa, y vuelve para el corral, y queda inmóvil, atormentada por los -recuerdos de su hijo: ni los tiernos pimpollos de los árboles, ni las -hierbas adornadas con reluciente aljófar, ni los arroyos que corren -entre amenas márgenes, le dan placer ni le hacen olvidar su tormento; -otros novillos que saltan mientras alegres pastan, no le quitan su -tristeza, porque ninguno es el que ella ansiosa busca. Los cabritillos -de trémulas voces reconocen á sus cornígeras madres, y lo mismo que los -corderos de tiernos balidos, cada uno conducido por la Naturaleza, se -dirige á las atractivas ubres que ha de alimentarlos con su dulce leche. - - -371. _Postremo quodvis frumentum, non tamen omne..._ - -Si comparas los granos de una espiga hallarás entre ellos diferencias, -aunque todos sean semejantes; lo mismo observarás en las conchas que -á algunos terrenos cubren, en las argentadas olas del Océano, en las -arenas de la playa, y, por último, en todas las especies creadas, cuyos -individuos no son completamente idénticos, porque ninguna mano los -ha tallado con sujeción á un molde; la Naturaleza los hizo, y por el -espacio vagan, con diversas formas. - - -381. _Perfacile est jam animi ratione exsolvere nobis..._ - -Así es fácil de explicar por qué es más intenso el fuego del rayo -que el producido por nuestra industria ó por la combustión de hachas -resinosas: quizá el celeste fuego del rayo conste de elementos más -sutiles que otro cualquiera, y por este motivo puede penetrar en poros -inaccesibles para llamas que tengan otro origen: la luz se comunica -á través de córnea lámina, pero no así el agua; ¿por qué? Porque los -cuerpos simples componentes de la luz son más sutiles que los asociados -para formar el transparente líquido. - - -391. _Et quamvis subito per colum vina videmus..._ - -Vemos que el vino pasa rápidamente por el filtro, pero que el aceite -penetra con mucha lentitud: se efectúa este fenómeno porque los -elementos del líquido oleoso componen moléculas más compactas que los -del jugo de la vid, ó bien porque aquéllas se entrelazan y por su -densidad ofrecen mayor resistencia á la división. - - -398. _Huc accedit, uti mellis lactisque liquores..._ - -Además, leche y miel afectan el órgano gustativo con grata sensación, -mientras que amargo ajenjo y ruda centaura hieren el paladar con sabor -repugnante: de este hecho y de otros parecidos puedes inducir que el -gusto agradable se produce cuando moléculas esféricas y lisas pasan -por las membranas sápidas; y que la impresión desagradable se origina -por el rozamiento que en las fibras papilosas efectúan cuerpos ásperos -enlazados con nexo indisoluble. - - -408. _Omnia postremo bona sensibus, et mala tactu..._ - -Las diferentes sensaciones de dolor y de placer que experimentamos, se -deben á las impresiones que en nuestros órganos terminales producen los -cuerpos, según la forma y condición de sus moléculas componentes; y tú -no supondrás que el chirrido estridente de áspera sierra se produce lo -mismo que las dulces melodiosas notas halladas en las fecundas cuerdas -de la lira por los dedos flexibles de músico hábil. Ni considerarás -que iguales son las moléculas productoras de los miasmas fétidos -procedentes de cadáver consumido por el fuego, que las emanaciones del -azafrán mimoso de Cilicia[21], ó los aromas de Pancaya[22], utilizados -para perfumar los templos. - - [21] Cilicia, provincia del Asia Menor. - - [22] Pancaya, región arenosa de la Arabia Feliz. - - -418. _Neve bonos rerum simili constare colores..._ - -Ni pensarás que los agradables colores que nuestra vista alegran tienen -los mismos principios materiales que aquellos que nos molestan y hasta -provocan lágrimas ó que hacen retirar los ojos con horror; todo, pues, -lo que agrado produce á los sentidos, consta de moléculas suaves; pero -lo que ocasiona incomodidad ó disgusto, se compone de elementos ásperos -y rudos. Pero también hay primarios cuerpos, que ni son perfectamente -lisos ni ásperos del todo, sino rodeados de ángulos salientes que -producen algún escozor, pero que no dañan, los cuales se hallan en la -fécula y en la ínula[23]. El fuego ardiente y el granizo helado afectan -nuestros órganos de un diferente modo por la especial estructura de sus -elementos, de lo que nos da claro indicio el tacto. - - [23] Ínula, planta sinantérea, pequeña y amarga. - - -444. _Tactus enim, Tactus, pro Divum lumina sancta..._ - -El tacto, pues, el tacto ¡oh, espléndido tesoro de númenes! es el -sentido universal del cuerpo, ya cuando se excita por causa exterior, -ya cuando se estimula por impulso interno, bien si motiva gozosas -efusiones de amor, bien si por violencia sufrida engendra en nuestro -ser incomodidad ó pena; hecho este último que puedes comprobar por -ti mismo al sentir el contacto de un objeto sobre cualquiera parte -de tu cuerpo. Según mi entender, las diferentes sensaciones que -experimentamos, sólo se explican por la variedad de los principios -materiales que las provocan. - - -454. _Denique quæ nobis durata ac spissa videntur..._ - -Los cuerpos duros y compactos deberán estar compuestos de partículas -ganchudas, muy unidas y entrelazadas, como si formasen ramas. En este -género figura, en primer lugar, el diamante, superior en dureza á todos -los cuerpos; después, la fuerte piedra, el inflexible hierro y el -bronce, de que se forman los goznes que al abrir de las puertas gimen. - - -461. _Illa autem debent ex lævibus atque rotundis..._ - -Los líquidos, masas fluidas, deben estar compuestos de partículas -esféricas y pulimentadas, que no se entrelazan, y en superficies -inclinadas con rapidez ruedan. - - -465. _Omnia postremo quæ puncto tempore cernis..._ - -Los fluidos que fácilmente se disipan, como el humo, las nubes y -las llamas, han de estar formados de partes exactamente redondas y -pulidas, y poco encorvadas para que puedan agujerear y penetrar las -piedras; esas partículas no tienen entre sí completo enlace, según -nos demuestran los sentidos, y, como puedes fácilmente conocer, las -moléculas de esos cuerpos, si bien agudas, no pueden tener forma de -gancho. - - -473. _Sed quod amara vides eadem, quæ fluvida constant..._ - -No te extrañe el ver cuerpos líquidos que son igualmente amargos, -tales como las aguas del Océano: sus elementos componentes de la parte -fluida, serán lisos, redondeados, pero unidos á otros que por sus -cualidades producen dolor, aunque no tengan la trabazón de ganchos. -Así, cuando fácilmente ruedan y causan desagradable impresión en -nuestros órganos, los elementos de estos cuerpos han de ser redondos y -ásperos. - - -480. _Et quo mista putes magis aspera lævibus esse..._ - -Para que puedas fácilmente persuadirte de que en la salada ninfa de -Neptuno se mezclan substancias ásperas y suaves, observa el resultado -que ofrece la separación de sus moléculas; el agua del mar recalada en -la tierra se hace dulce porque sus partículas amargosas más densas y -menos redondeadas que las otras quedan suspendidas en los sitios por -donde el agua penetra y se filtra. - - -487. _Quod quoniam docui, pergam connectere rem, quæ..._ - -Á las razones que te he expuesto debo añadir otra, ligada á las -anteriores y que en sí misma contiene su prueba; las formas de las -moléculas no pueden ser variables en número indefinido, porque si lo -fueran habrían ya conseguido un incremento ilimitado; y en verdad, -cuerpos de tan mínimo tamaño no pueden ser susceptibles de muchas -formas: figúrate los cuerpos divididos en tres ó más partes, y combina -éstas de todos los modos que te sean posibles; varíalas de abajo á -arriba, de derecha á izquierda, y pronto habrás terminado tu empeño; -si quieres darles nuevas formas tienes que fraccionarlas más. No es -posible, por tanto, ampliar el número de las combinaciones sin que -aumente el volumen de los cuerpos; y así nada hay que permita creer en -la infinidad de formas de las moléculas, sino mediante la suposición -de que estas últimas fueran de tamaño considerable, y ya he procurado -probarte que esto es imposible. - - -509. _Jam tibi Barbaricæ vestes, Melibœaque fulgens..._ - -Si no fuera así, los ricos trajes del Oriente, la hermosa púrpura de -Melibea, teñida con las conchas de Tesalia y la dorada belleza del pavo -real quedarían olvidados fácilmente por otros colores más brillantes; -el sabor de la miel, el grato aroma de la mirra, el canto del cisne, -y la cítara de Febo con sus melodiosos arpegios, quedarían olvidados -por otros mejores, pues nuevas series de sensaciones más agradables -las unas que las otras habrían de sucederse. Un semejante progreso -indefinido se daría en todas las cosas, y los ojos, los oídos, el -olfato, nunca se acomodarían á un orden de impresiones. Pero como -nada sucede parecido á esto que acabo de indicar, y las cualidades de -los cuerpos tienen límites invariables, es necesario confesar que las -moléculas no pueden adoptar formas infinitas. - - -522. _Denique ab ignibus ad gelidas, hiemisque pruinas..._ - -Finalmente, del fuego á la nieve, y de ésta á aquél existe un espacio -limitado; el frío y el calor están en los extremos de esta clase de -sensaciones, y entre ellos ocupa el medio la temperatura templada en -distintos grados. Luego debemos de convenir en que esas cualidades -tienen límites invariables, cuyas fronteras son la llama y el hielo. - - -529. _Quod quoniam docui, pergam connectere rem, quæ..._ - -Y todavía he de añadir alguna reflexión que sirve de base á lo que -después ha de seguir. Aun cuando las moléculas varían en número de -formas limitado, son infinitas las que en cada una de ellas figuran. Si -el número de formas es finito, ha de haber infinitos elementos que las -revistan, porque de lo contrario sería finito el Universo, afirmación -esta última contraria á lo que ya he demostrado. - - -537. _Quod quoniam docui, nunc suaviloquis, age, paucis..._ - -Voy ahora inmediatamente á exponerte en suaves, aunque pocos versos, -cómo por ser infinitos, los elementos pueden, por sus atracciones y -repulsiones recíprocas, sostener el orden universal. - - -541. _Nam quod rara vides magis esse animalia quædam..._ - -Si reparas en que hay comarcas donde escasean notablemente los animales -de alguna especie, como si la Naturaleza con ellos fuera poco generosa, -te haré observar que esos mismos animales abundan en otras regiones más -adecuadas para ellos, como sucede á los cuadrúpedos gigantes de trompa -anguímana[24], de los cuales en India hay bastantes para formar en -torno de las ciudades ebúrneo impenetrable muro; tan numerosas allí son -esas fieras como escasas entre nosotros. - - [24] Mano en forma de culebra. - - -550. _Sed tamen id quoque uti concedam, qua libet, esto..._ - -Pero te concederé la existencia ideal de un ser único de singular -forma que no tenga semejante en toda la redondez de la tierra: si -los principios naturales que lo constituyen no fueran infinitos, no -podría ser producido, ni vivir, ni sostenerse. Imaginemos que nuestros -ojos pueden percibir los elementos finitos de ese ente singular que -vagaran en los ámbitos del Universo: ¿cuándo, dónde, con qué fuerza, -de qué modo podrían reunirse adecuadamente aquellos cuerpos simples -dispersos en tan confuso piélago? Según mi parecer, tal asociación no -puede racionalmente concebirse. Así como después de borrasca tormentosa -causante de naufragios el mar arroja á la playa en toda la extensión -del globo remos, timones, antenas, velas, mástiles y flotantes cuerdas, -ante cuya vista los mortales comprenden las traiciones de las pérfidas -ondas y de ellas desconfían más tarde aun cuando las vean plácidas, -argentadas y risueñas, así también los finitos elementos de un ser -revueltos con otros y repelidos por las olas de la materia, nadarían -dispersos eternamente en ellas; y si por un acaso improbable pudieran -juntarse alguna vez, su unión sería momentánea por incapacidad para -sostenerse. Pero la experiencia nos hace ver que es necesaria la -formación de los seres é indispensable su crecimiento; luego es -racional admitir que en toda especie de seres se dan igualmente -elementos infinitos en adecuada proporcionalidad. - - -578. _Nec superare queunt motus utique exitiales..._ - -Ni los movimientos destructores pueden prosperar continuamente hasta -sepultar en sueño eterno la vida, ni tampoco los movimientos creadores -pueden conceder á los cuerpos constante duración; así podemos observar -que unos y otros, desde tiempo inmemorial, mantienen entre sí guerra -abierta con variable éxito, de tal modo, que ya son unos derrotados -ya vencedores; también notamos que se mantiene cierto equilibrio en -los nacimientos y las muertes, y nunca la noche ha ocultado al día, -ni la aurora ha descorrido el velo de las sombras sin que al mismo -tiempo se haya oído el grito desgarrador del niño que viene á la vida -y los sollozos lastimeros de los que otorgan á la amistad los últimos -deberes impuestos por la muerte. - - -590. _Illud in his obsignatum quoque rebus habere..._ - -Preciso es tener en cuenta y en la memoria conservar grabado el -principio de que todos los cuerpos que podemos conocer constan de -varios elementos, y que no hay uno solo del que fundadamente creamos -que se halla constituido por una sola clase de elementos. Y el número -de éstos es mayor, y sus especies más distintas en aquellos cuerpos -dotados de más diferentes propiedades. - - -599. _Principio tellus habet in se corpora prima..._ - -Primeramente, la Tierra en sí posee los elementos generadores de las -corrientes líquidas que nutren los ríos y renuevan los mares, y también -contiene los principios de que se alimenta el fuego que le devora las -entrañas, como hace el Etna, que algunas veces, con furia impetuosa, -expulsa de sus entrañas materiales encendidos. Igualmente posee los -gérmenes de nítidos frutos, de dorados granos útiles á las humanas -gentes, y de los pastos que sirven de alimento á las bestias que vagan -por los montes. - - -608. _Quare magna Deum mater, materque ferarum..._ - -Por este motivo, la consideran madre de los dioses y de los animales, -y creadora de la especie humana: los poetas de la antigua Grecia, al -dedicarle sus cantos, se la figuraban sentada sobre un carro tirado -por leones; decían que se hallaba flotante en el espacio para darnos -á entender que nuestro Mundo no puede tener otro mundo por base: las -fieras obedientes del carro, significaban que las mayores energías -deben abatirse al celo afectuoso de los padres; fingían que llevaba la -frente adornada con mural corona para recordar los sitios elevados que -guarnecen las ciudades. De este modo sacan en procesión la imagen de -la Madre divina que aún hoy mismo causa terror á ciertas gentes: por -uso de antiguos ritos lleva nombre de Madre Ida[25], y se la considera -acompañada por catervas frigias, porque las gentes de aquella región -fueron las primeras que enseñaron al mundo el cultivo de los cereales; -en las procesiones de la Santa Madre, siguen á ésta castrados -sacerdotes, que por su origen hacen pensar que aquellos que traten -mal á la diosa é ingratos sean para sus progenitores, son indignos de -tener posteridad: los acompañantes de la simbólica imagen atruenan el -aire con redoblados repiquetes de tambor, ruidos de timbales, ecos -amenazadores de corneta retorcida y desapacibles rumores de la flauta -frigia que llenan de terror el ánimo; traen también los ministros picas -y dardos que son instrumentos de muerte, y con los cuales aterran al -meticuloso vulgo y á los perversos é ingratos que no rinden adoración á -la majestad de la diosa. - - [25] Ida, monte de Frigia ó de la Troade, lugar en que se - tributaba especial adoración á la Tierra, simbolizada por - Cibeles, nombre griego. De la unión de la Tierra y el Tiempo - (Saturno), según los poetas, surgieron el movimiento (Júpiter), - la vida (Juno), los mares (Neptuno), y otras fuerzas naturales. - - -634. _Ergo cum primum magnas invecta per urbes..._ - -Llevada así la muda estatua y paseada por las ciudades populosas -produce no pocas utilidades debidas á la generosidad de los devotos: -de oro y de plata se adornan las calles; ricos tesoros y abundantes -olorosas flores se dedican á la Santa Madre y á su cortejo; una tropa -de hombres armados, á quienes los Griegos dan el nombre de _curetas -frigios_, bailan al mismo tiempo que hacen vibrar cadenas, y juegan -hasta verter sangre; en la cabeza esos hombres llevan terroríficos -penachos que recuerdan los que dicen que usaban en Creta los antiguos -sacerdotes para encubrir con su ruido los lloros de Júpiter, mientras -que varios niños danzaban en torno de la cuna y con metálicos -instrumentos, de que estaban provistos, atronaban el espacio para -evitar que Saturno devorase al joven dios y produjera incurable herida -en el tierno corazón de la divina Madre. Este es el origen de la -costumbre de llevar gente armada en las procesiones de la diosa, y tal -vez ese rito obedezca igualmente á la idea de recordar que los hombres -deben estar dispuestos para defender la patria y para ser amparo de sus -parientes. - - -653. _Quæ bene, et eximiè quamvis disposta ferantur..._ - -Aunque estas fábulas nos encanten por la brillantez de las formas con -que han sido expuestas, la recta razón las rechaza. Por su esencia los -númenes deben disfrutar eterna vida en ocio imperturbable: indiferentes -á nosotros y á nuestras cosas, exentos de peligros y de aflicciones, -ricos por su propia naturaleza, puesto que de nada necesitan, son -insensibles á nuestras virtudes é indiferentes á nuestra ira[26]. - - [26] Lucrecio repite aquí los versos 56 al 62 del primer canto. - - -661. _Terra quidem vero caret omni tempore sensu..._ - -Y en verdad la Tierra ha carecido en todo tiempo de sensaciones, y -todos los diversos frutos que bajo la acción del Sol existen se forman -de los variados y múltiples elementos que aquélla contiene. Á pesar de -todo, si alguien quiere llamar Neptuno á los mares, Ceres á los frutos -farináceos, y Baco al vino, usará así nombres extraños á los que posee -nuestra lengua, pero puede hacerlo, y también puede llamar divina Madre -á la Tierra, aunque sepa que es falso lo que dice. - - -669. _Sæpe itaque ex uno tondentes gramina campo..._ - -Desde tiempos remotos el ganado lanígero, la estirpe guerrera de -caballos, y la especie bovina han vivido bajo una misma temperatura, -han usado los mismos pastos y han bebido en iguales surtidores de -agua y respirado los mismos aires; no obstante, sus especies han sido -siempre muy distintas, y cada individuo de ellas ha conservado por -herencia los instintos y las costumbres de sus respectivos padres. -También entre las hierbas, lo mismo que entre las aguas, hay diferentes -clases, porque sus principios constitutivos no son idénticos. Es todo -animal un compuesto de huesos, músculos, sangre, venas, calor, humores, -vísceras y nervios, substancias que entre sí difieren porque están -formadas de distintos elementos. Además, debemos suponer que en los -cuerpos combustibles existan diversos principios que originen luz, -chispas, ceniza y humo; y en general, de todos los cuerpos conocidos -debemos pensar que constan de diversos elementos generadores de los -múltiples fenómenos en que se manifiestan. - - -688. _Denique multa vides, quibus est odor, et sapor una..._ - -Hay muchos seres de los que parten emanaciones que afectan igualmente -al paladar y al olfato como si estos sentidos fueran uno solo; entre -aquellos seres se cuentan los que inmola ante el ara de los dioses -la hipocresía cuidadosa de ocultar sus crímenes: indudablemente -esos cuerpos han de contener elementos de forma diferente. Llegan -á la membrana pituitaria las emanaciones odoríferas que no tocan -ó tocan inútilmente el velo del paladar, y afectan las papilas de -ese último órgano moléculas sápidas que no tienen entrada en el -sentido olfatorio: de estos hechos puede inducirse que los principios -materiales que afecten distintos órganos, tienen diferentes formas. -En una aglomeración, pues, de materia hay la conjunción de variados -cuerpos simples; y los seres son el resultado de una mezcla general de -distintos elementos. - - -697. _Quin etiam passim nostris in versibus ipsis..._ - -Sin duda, en estos mismos versos que lees encontrarás muchas letras que -son comunes á numerosas palabras y vocablos que son idénticos, pero -que en diferentes casos desempeñan distinto oficio: hay verdaderamente -en estas líneas muchas letras iguales, sílabas idénticas, versos que -contienen unas mismas determinadas palabras, pero á pesar de todo hay -diferencia en las dicciones y en los períodos, porque sus elementos no -están igualmente combinados. De igual modo, aunque varios cuerpos de la -Naturaleza tengan elementos comunes no serán iguales si tienen distinta -composición; así también la raza humana, las frutas y los gallardos -arbustos se diferencian notablemente aunque tengan elementos comunes. - - -709. _Nec tamen omnimodis connecti posse putandum est..._ - -Pero no ha de pensarse que los elementos de la materia se puedan -ligar indiferentemente: si ocurriera así, el mundo se compondría de -innumerables monstruos; habría seres mitad hombres y mitad fieras; -del cuerpo de algunos animales brotarían especies vegetales; juntos -se verían productos de la tierra y del mar, y se encontrarían -Quimeras[27] que arrojarían de su negra boca horrible fuego para -devorar al mundo. Pero es patente que nada ocurre parecido á las -suposiciones citadas, y debemos afirmar, por tanto, que todos los seres -se forman de elementos fijos é invariables para cada especie, y con -regularidad se conservan y se propagan. - - [27] Una montaña volcánica de Licia, llamada Quimera, en la cual - habitaban fieras de distinta especie, sirvió á los poetas para - inventar las Quimeras, horribles monstruos que vomitaban fuego. - - -719. _Scilicet id certa fieri ratione necesse est._ - -Este orden permanece siempre igual; los alimentos dan á todos los -animales substancias que, esparcidas por todo el cuerpo de aquéllos, -contribuyen al sostenimiento de su vida y al movimiento engendrador -de sus acciones vitales; pero todo lo que el animal ingiere y no -sirve para que se le asimile mediante las funciones de nutrición, la -Naturaleza lo restituye á la tierra ó del cuerpo se escapa sin ser -notado; carece de las propiedades adecuadas, y, por tanto, no participa -de todas las funciones de la vida orgánica. Pero no entiendas que -solamente los animales estén sujetos á las leyes indicadas; todos los -seres se regulan por ellas: mas como son diferentes entre sí las cosas -que la Naturaleza ha producido, necesariamente los principios que las -constituyen no pueden ser iguales, no porque haya moléculas de muchas -diferentes formas, sino porque se combinan en distintas proporciones. - - -734. _Semina cum porro distent, disserre necesse est..._ - -Como los principios difieren, necesario es que también sean varias sus -propiedades de distancias, direcciones, conexión, gravedad, atracción, -repulsión y movimiento: estas cualidades no solamente nos dan medios -para distinguir unos animales de otros, sino también para comprender la -separación que hay entre la tierra y las aguas, y entre la atmósfera y -la tierra. - - -739. _Nunc age, dicta meo dulci quæsita labore..._ - -Medita ahora acerca de las observaciones que voy á exponerte en forma -sencilla: no entiendas que son blancos los elementos de los cuerpos -que tú ves blancos; lo mismo te digo respecto á los objetos que nos -parecen negros ó de cualquier otro color; ningún color existe en los -cuerpos de la materia, ni parecido ni diferente al que vemos en los -objetos. Y si piensas que no serían perceptibles los seres privados de -color, te equivocas en verdad; los ciegos de nacimiento, que nunca han -logrado percibir la luz del Sol, por el tacto conocen los cuerpos cuyo -color nunca han podido apreciar; mediante este ejemplo, fácil nos será -comprender la existencia de cuerpos sin color. Nosotros mismos en las -tinieblas palpamos como ciegos los objetos, y adquirimos representación -de ellos, aunque no distingamos su color. - - -757. _Quod quoniam vinco fieri, nunc esse docebo..._ - -Ahora te explicaré el fundamento de la observación precedente: -cualquier color puede mudarse en otro, pero los principios materiales -no pueden sufrir cambio alguno; es necesario que éstos permanezcan -inmutables cuando el mundo no ha quedado ya reducido á la nada. Todo -cuanto puede transformarse, por el mismo hecho está sujeto á la muerte, -á dejar de ser lo que antes era. Guárdate, pues, de creer que los -cuerpos simples sean teñidos, si no quieres admitir que el mundo pueda -quedar aniquilado. - - -767. _Præterea, si nulla coloris principiis est..._ - -Con todo, si la Naturaleza ha negado color á los cuerpos simples, -los ha enriquecido con formas varias, por las cuales, mediante -circunstancias múltiples, pueden mostrarse diversamente colorados, -según las distintas posiciones que entre sí guarden las combinaciones -en que intervienen, y los movimientos á que son impelidos; todas estas -son condiciones que influyen para que un cuerpo que en ciertos casos -como negro se nos ofrece, en otros tenga brillante blancura; así vemos -que las aguas marinas, cuando son agitadas por furiosa tempestad, se -muestran como blancas en las rizadas ondas. Puedes objetar que si los -elementos de un cuerpo que nos parece negro se adicionan á otros, con -los cuales se confunden, ó si pierden alguna cantidad, ó si cambian -de posición, adquirirán, quizá, blancura; pero observa que si el mar -constase de principios materiales azules, en ninguna ocasión aparecería -blanco, aun cuando lo perturbase agitación violenta, porque moléculas -azules nunca darían apariencia de brillante mármol. - - -786. _Sin alio atque alio sunt semina tincta colore..._ - -Si los elementos que forman el mar, aunque de varios colores teñidos, -pudieran dar un solo color, de manera igual que varias figuras pueden -componer un cuadrado perfecto en dimensiones, necesario sería que -en el mar se descubriesen los distintos colores que intervinieran -para la formación de uno solo, como en el cuadrado se perciben las -distintas figuras que lo forman; y en los demás cuerpos también se -notarían los matices desemejantes que compusieran un color determinado. -Pero la diferencia de las figuras, convenientemente colocadas, no -es un obstáculo para la composición de líneas exteriores que formen -cuadrado perfecto, mientras que la diferencia de colores elementales -perjudica la composición de un color brillante; además, si con arreglo -á estas ideas el color blanco ó negro no resulta de elementos que -son exclusivamente blancos ó solamente negros, sino de una alianza -de principios distintamente coloridos, no hay razón para suponer que -los cuerpos simples tengan color; más creíble sería que la blancura -dimanara de elementos sin color que no de cuerpos negros ó de otro -color contrario. - - -805. _Præterea, quoniam nequeunt sine luce colores..._ - -Como no existen colores sino por la acción de la luz, y ésta no puede -llegar á los principios elementales de las cosas, lícito es afirmar que -los cuerpos simples no tienen color. Y ¿cómo sería posible que pudiera -existir un color permanente en la obscuridad, cuando observamos que -aun durante el día los colores de las cosas experimentan mudanzas, -según que éstas son bañadas por un rayo de luz vertical ú oblicuo? -Este fenómeno se observa en el plumaje que adorna la cerviz de la -paloma y corona su cuello: cuando el Sol lo envuelve, en unas ocasiones -ostenta el puro color del rubí, en otras una verde mezcla de esmeralda -y de azul cerúleo: la cola del pavo real, bañada por la luz, muda -frecuentemente sus matices, según la forma en que recibe los rayos -luminosos. Luego es preciso reconocer que los colores se engendran -por el contacto de la luz, y sin esta condición no existen ni pueden -concebirse. - - -820. _Et quoniam plagæ quoddam genus excipit in se..._ - -Más fuertemente se impresiona la pupila en presencia de los objetos -bañados de blancura, que ante el negro ó cualquier otro color; pero -éste es inútil en aquellas cosas de las cuales tomamos conocimiento por -medio del tacto, en las que lo esencial es la forma. Por este motivo -debe justamente afirmarse que los elementos primitivos, cuyas funciones -se realizan por contacto y proximidad, para nada necesitan la cualidad -del color. - - -827. _Præterea, quoniam non certis certa figuris..._ - -Además de lo dicho, si los colores no dependen en verdad de la figura -de los cuerpos, y éstos, al formarse, pueden revestir cualquiera -coloración, ¿por qué no se muestran teñidos indiferentemente de varios -modos? En este caso, muchas veces el cuervo, al atravesar el espacio -con su vuelo, debería impresionar gratamente nuestros ojos con la -albura brillante de su plumaje, y los cisnes en ocasiones ostentarían -el color negro, ó una diversidad de matices. Puede notarse el hecho -de que el color de los cuerpos se pierde al mismo tiempo que éstos -sufren distintas divisiones, y llega el caso de que, en objetos muy -fraccionados, el color se extingue: pruebas de este fenómeno ofrecen el -oro cuando se reduce á suave polvo, y la púrpura cuyo luciente color -de escarlata se pierde cuando se convierte en delgados hilos: de estas -observaciones puedes inferir que las cosas pierden su color á medida -que se acercan á la menor división de que sean susceptibles. - - -844. _Postremo, quoniam non omnia corpora vocem..._ - -Por último, si admites la existencia de cuerpos incapaces de producir -sonido ó de emitir corrientes odoríferas, no podrás atribuir á todos -los cuerpos cualidades que afecten al oído y al olfato; y de igual modo -has de reconocer que los objetos no perceptibles por la vista deberán -estar privados de color, como aquellos otros que no dan olor ni sonido -han de carecer de las cualidades necesarias para afectar nuestros -órganos correspondientes; por este motivo, el ánimo sagaz conoce que si -hay cuerpos á los que faltan condiciones para impresionar algunos de -nuestros sentidos, también los habrá desprovistos de color. - - -852. _Sed ne fortè putes sole spoliata colore..._ - -Pero no creas que solamente de color carecen los cuerpos simples; falta -á ellos también condiciones para ser modificados por la acción del frío -ó del calor y para impresionar nuestros nervios auditivos, gustativos y -olfatorios. Tú mismo, si pretendes componer suave esencia con extracto -de olorosa mejorana, de licor de mirra y de la flor de nardo, que -difunde exhalaciones de néctar, buscarás sin duda para que te sirva de -base el aceite más inodoro, á fin de que no altere el perfume de las -flores que utilizas. - - -863. _Propterea demum debent primordia rerum..._ - -Los elementos primarios que entran en la composición de todos los -cuerpos no desprenden emanaciones; por tanto, no dan olor, ni color, -ni son fríos, templados, calientes ó sabrosos, ni tienen los otros -accidentes que implican descomposición, tales como fragilidad, -flexibilidad, porosidad, corruptibilidad y blandura. Debemos de -confesar que los elementos simples carecen de todas esas cualidades, -ante la consideración que nos suministra el hecho evidente de que la -Naturaleza nunca se pierde en la nada. - - -875. _Nunc ea, quæ sentire videmus cunque necesse est..._ - -Después de estas observaciones, es de exigencia el reconocer que todos -los cuerpos, y entre ellos los que están dotados de sensaciones, de -principios materiales insensibles proceden: no hay ni siquiera un dato -que sirva para refutar esta afirmación: la experiencia nos lleva como -por la mano para que ante los hechos patentes nos veamos obligados á -reconocer que todos los animales se producen de substancias insensibles. - - -881. _Quippe videre licet, vivos existere vermes..._ - -Facilísimo es ver que de restos corrompidos nacen gusanos cuando -abundantes lluvias dan excesiva humedad á la tierra. Parecidos cambios -sufren todos los cuerpos de la Naturaleza. Las aguas de ríos, los -frutos de selvas frondosas, los fértiles prados de sonrientes praderas, -en ganados se convierten; los ganados contribuyen á la formación y -crecimiento de nuestro cuerpo, y éste, en no pocas ocasiones, ha -servido para nutrir las fieras y darles energía. - - -887. _Ergo omnes Natura cibos in corpora viva..._ - -La Naturaleza convierte en cuerpos vivos las partes principales de que -los alimentos constan, y de ellas también da vitalidad á los sentidos -de los seres animados; no de manera distinta, en llamas transforma la -leña y reduce á fuego muchos materiales. ¿Notas ahora la importancia -que tendrá para nuestro estudio el fijar la posición que los elementos -primitivos pueden tener entre sí, y el orden en que realizan sus -movimientos mutuos? ¿Qué es lo que influye en nuestro ánimo, lo que -mueve nuestro ser, lo que da actividad á nuestros sentidos, si no crees -que lo insensible de lo sensible se produce? Este aserto no quiere -decir que, en ocasión alguna, las piedras, la madera y la tierra en -confusión mezcladas, puedan engendrar las sensaciones de la vida. - - -899. _Illud in his igitur fœdus meminisse decebit..._ - -Nunca he pretendido afirmar que todos los elementos, sin restricción -alguna, puedan en cualquier instante producir cuerpos sensibles: lo -que sostengo es que el hecho de las sensaciones y del movimiento -proviene del orden, número, disposición, forma, colocación y otras -circunstancias de los elementos primarios componentes de los cuerpos. -Lo mismo sucede en la organización especial propia de la hierba de -nuestros campos y de los árboles de nuestras florestas: cuando estos -vegetales, penetrados por la acción continua de las lluvias, se -descomponen y pierden algunas de sus antiguas propiedades, originan -múltiples gusanillos, porque sus principios materiales constitutivos -experimentan una combinación nueva adecuada á la producción de aquellos -animáculos. - - -910. _Deinde ex sensilibus cùm sensile posse creari..._ - -Además, como observamos que la facultad de sentir es dependiente de -los nervios, de las vísceras y de las venas, que son partes blandas -destructibles, si entendiéramos que los cuerpos dotados de sensibilidad -sólo se formaban de elementos sensibles, supondríamos que eran -igualmente blandos. Y si creyéramos que esos elementos sensibles eran -imperecederos, deberíamos imaginar que cada una de las partes del ser -que integran era susceptible de sentir ó que ellos tenían vida propia -semejante á la de los animales: pero es evidente que ningún miembro -aislado puede tener sensaciones ni recibir de otros impresiones de -ninguna clase: la mano ú otra cualquiera parte del cuerpo, si de éste -queda separada, es incapaz de moverse y de sentir. Consideremos ahora -la suposición de que los elementos primitivos que integran los seres -animados tuviesen como éstos vida propia: ¿de qué manera podrían ser -llamados principios de las cosas, cuando tendrían francas las puertas -de la muerte y por ellas se precipitarían, como vemos que perecen -continuamente los animales de cuya naturaleza participaban? - - -927. _Quod tamen ut possint, ab cœtu, concilioque..._ - -Y si fuera posible que los principios generadores tuviesen la misma -condición de seres animados, la conjunción que entre ellos se -estableciera no podría originar más que un acervo inconmensurable de -animales, de modo igual que los hombres, los rebaños y las fieras -por Venus impulsados sólo engendran hombres, rebaños y fieras de su -misma especie. En el caso de que supusiéramos que los elementos al -congregarse perdían la facultad sensorial que les fuese inherente y -en cambio adquirían otra resultante de la masa, ¿no sería necesario -indagar la causa que les obligara á despojarse de sus condiciones -propias? Pero si vemos, como ya antes he dicho, que huevos de aves en -aves se transforman, y que la descomposición de restos inanimados -expuestos en la tierra á la acción de las lluvias crea camadas -palpitantes de gusanos, forzoso es reconocer que de cuerpos insensibles -surgen los seres dotados de sensibilidad. - - -939. _Quòd si fortè aliquis dicet, duntaxat oriri..._ - -Si alguno pretendiera que lo sensible puede surgir de lo insensible -sólo en virtud de mudanza efectuada en esto último durante una -evolución parecida á la que experimenta el animal desde el estado -embrionario hasta que se muestra á luz, sería preciso hacerle saber -que á todo nacimiento precede indeclinablemente la formación de un -organismo, que no hay mudanza donde no hay un ente capaz de ser mudado, -y que no pueden surgir las sensaciones sino en seres sensibles; luego -antes de que haya una determinación corpórea cualquiera, los materiales -que han de integrarla se hallarán confundidos en el aire, en el agua, -en la tierra y en el fuego, y no podrán de modo alguno establecer entre -sí mutuas relaciones que den por resultado la vida manifestada en -sensaciones y movimiento. - - -952. _Præterea, quamvis animantem grandior ictus..._ - -Choques violentos que repentinamente conmuevan la constitución de un -animal, pueden variar la posición de los elementos materiales de éste, -y consiguientemente confundir las facultades de su alma y trastornar -las funciones de su cuerpo, hasta el punto de que la acción de la vida -se anule y la materia sacudida en los miembros rompa los lazos del alma -y ésta sea lanzada fuera por todos los poros. Aun así, esas contrarias -fuerzas ¿podrán hacer algo más que apartar y disolver? - - -962. _Fit quoque, uti soleant minus oblato acriter ictu..._ - -Pero si los choques son menos rudos, la energía vital puede -resistirlos, calmar el desorden que produzcan sobre el cuerpo atacado, -reconstituir éste, dominar la acción destructora de la muerte, la cual -podría haberse apoderado en un momento de cuasi todo el organismo, -y sostener la vida próxima á desvanecerse. ¿Cómo, si así no fuera, -habría de ocurrir que en ciertas ocasiones los sentidos cercanos á la -extinción pudieran reverter á la vida y consolidar la unidad del alma, -sin ceder al movimiento de inmediata disolución que los empujara? - - -970. _Præterea, quoniam dolor est, ubi materiai..._ - -Es también cierto que el cuerpo vivo experimenta dolor cuando los -principios materiales que integran sus vísceras son perturbados en su -posición ordinaria; pero cuando éstos recuperan su estado normal, aquél -vuelve á sentir bienestar agradable. Y como los elementos no constan de -partes que puedan separarse y volverse á reunir, lícito será afirmar de -ellos que no pueden ser ofendidos por el dolor ni lisonjeados por el -placer: luego son incapaces de sensaciones. - - -981. _Denique, uti possint sentire animalia quæque..._ - -En fin, si para explicarse las sensaciones de los animales hubiera -que atribuir á éstos una composición de principios sensibles, ¿qué -sucedería? Deberíamos admitir que los elementos constitutivos del -hombre eran agitados por trémula risa, vertían lágrimas que les -inundasen boca y mejillas, perspicuamente investigaban las causas de -los fenómenos y hasta indagaban su propia íntima estructura: porque si -los elementos que componen al hombre han de ser equiparados al hombre -mismo, deberán constar de principios materiales y éstos de otros, y -así indefinidamente. Según estos datos, si me hablas de un ser que -se comunica, ríe y sabe, deberé pensar que dicho ser está compuesto -de substancias simples que hagan lo mismo. Pero si pensamos que esta -afirmación es un delirio de mente perturbada porque un ser puede reir -aunque no esté formado por elementos que rían; y saber y comunicar -sus ideas con docto razonamiento, sin que sus principios constitutivos -sean elocuentes ni sabios, ¿cómo podremos negar que los seres sensibles -resulten de componentes insensibles? - - -999. _Denique cœlesti sumus omnes semine oriundi..._ - -Todos somos originarios del Cielo; éste, padre de todos, envía gérmenes -creadores á nuestra madre la Tierra que, fecundada, produce nítidas -frutas, lozanos arbustos, el género humano y toda clase de animales á -cuyas necesidades provee con alimentos útiles para la vida individual y -para la propagación de las especies: por este motivo con razón se da á -la Tierra nombre de madre. Cuanto de la Tierra dimana vuelve otra vez -á ella; y cuanto proviene de las regiones celestiales otra vez tiene -entrada en las mansiones etéreas. Los cuerpos simples de la materia, -aun cuando los veamos convertidos en inútiles sobrantes excretados, -son eternos: la muerte, que destruye las formaciones compuestas, deja -incólumes los componentes; cuando más, los separa á fin de que la -Naturaleza vuelva á asociarlos de otro modo, en nuevas formas, con -diferentes colores, en integraciones dotadas de sensibilidad ó sin -esta condición. Los hechos apuntados te harán conocer que es necesario -estudiar con detenimiento las combinaciones variadas, las diversas -posturas y los diferentes cambios que experimentan los primeros -elementos, ya que de ellos y de sus mudanzas de posición surge la vida -y dependen el nacimiento y la muerte. En estos mismos versos puede -observarse que la significación de ellos depende ciertamente del orden -en que están colocadas las palabras que los componen: con las mismas -letras se forman vocablos representativos de las ideas de cielo, mar, -tierra, astros, sol, frutos, árboles y animales: en muchas ocasiones la -inversión de letras determina significados muy distintos. Así también -sucede con los elementos de la materia: si cambian de lugar, posición, -orden, cantidad y proporciones, cambian las cosas que integran, y la -figura de ellas, y su peso, y sus relaciones recíprocas. - - -1031. _Nunc animum nobis adhibe veram ad rationem..._ - -Dispón ahora tu ánimo para escuchar nuevos razonamientos: otra serie -de consideraciones pugnan vehementemente por llegar á tus oídos, y -verdades no generalizadas voy á darte á conocer. Así como nada hay -tan fácil que al iniciarse no parezca de concepción difícil, así -también nada hay grande ni admirable en un principio que no pierda -poco á poco su importancia cuando lo contemplamos mucho tiempo: si -el color puro y brillante del espacio sideral, las estrellas que la -noche adornan, y la luz esplendorosa del Sol y de la Luna apareciesen -á nuestra vista de improviso por vez primera, ante sus maravillas -quedaríamos sorprendidos; ¿qué cosa podría ser comparada con tan -admirables portentos y qué personas se hubieran atrevido á imaginar, -antes de presenciarlos, tan soberbios espectáculos? pero hoy los vemos -sin asombro alguno, y tan acostumbrados á ellos estamos, que apenas hay -alguien que se digne levantar los ojos para contemplar la arquitectura -del cielo. Así la novedad de las reflexiones que voy á presentarte, no -debe causar prevenciones en tu ánimo; por lo contrario, debe estimular -tu atención á fin de que medites en los hechos que voy á exponerte y -admitas mis razones si crees que son verdaderas, ó las rechaces si -las consideras falsas. Trato de indagar si el infinito espacio puede -traspasar el ámbito del mundo, y lo que puede haber más allá de la -redondez de la tierra hasta donde la mente pueda alcanzar, y el ánimo, -libre de prevenciones, consiga elevar su vuelo. - - -1056. _Principio, nobis in cunctas undique partes..._ - -Primeramente, al considerar todas las cosas, ya sea de un lado para -otro, ya de arriba para abajo, no se hallan límites al Todo, y como ya -te he dicho, esta evidencia se proclama por sí misma y se demuestra -por todo el orden natural. De ningún modo ha de juzgarse verosímil que -en el infinito espacio donde en número ilimitado con movimiento eterno -vuelan gérmenes de muchas formas, se hayan creado solamente este orbe -terráqueo y ese cielo que lo rodea; y haya, por tanto, muchísimos -elementos primitivos encerrados en perpetuo ocio. Todo cuanto existe -ha sido hecho por la Naturaleza, y los principios de las cosas, por su -propia condición, después de movimientos varios inútiles, discordantes, -destructivos, casuales, han originado este conjunto de tierras, mares, -cielo, y el género de animales: luego es preciso reconocer que en el -infinito espacio existirán sin duda otros muchos agregados semejantes á -este que forma nuestro mundo. - - -1075. _Præterea, cùm materies est multa parata..._ - -Además, siempre que en la Naturaleza haya una cantidad conveniente de -materia y sitio que le sea adecuado, si no hay causa que se le oponga, -por necesidad han de producirse algunos seres. Ahora bien; como los -elementos de la materia se dan constantemente en número que no podría -contarse durante los siglos, y todos han de poseer igual aptitud para -moverse en el espacio y unirse en combinaciones varias, debemos creer -que en la inmensidad habrá otros mundos como el nuestro y otros hombres -y otras fieras. - - -1085. _Huc accedit, ut in summa res nulla sit una..._ - -Ocurre también que en el mundo ningún ser hay único en su especie que -nazca aislado y crezca en la soledad; de cada género hay numerosos -individuos: puedes comprobar esta afirmación sólo con observar lo -que sucede entre los animales, pues lo mismo que abundan las fieras -errantes en los montes y la progenie humana y las mudas especies -escamosas y las razas volátiles, es racional suponer que de igual -modo la Tierra, el Sol, la Luna, los mares y todas las entidades que -nosotros vemos no han de ser únicos en el concierto universal, sino -pertenecerán á un orden numeroso, y estarán sujetos á las leyes de -vida y muerte, lo mismo que los demás grupos formados por numerosos -individuos. - - -1098. _Multaque post Mundi tempus genitale, diemque..._ - -Después del génesis del Mundo y del día de la creación de mar y tierra, -formado ya el Sol, quedaron en torno de aquél muchos elementos surgidos -del Todo universal que los contenía: de ellos el mar y las tierras -obtuvieron sucesivo aumento, el espacio se embelleció con el templo -del cielo cuyos elevados techos están situados muy lejos de la tierra, -y se originó la circulación del aire. Los elementos, por la acción -de sus atracciones y repulsiones, se reparten por todos sitios, y se -juntan entre sí los que son de la misma especie: los propios del agua -al agua; con adiciones de tierra la tierra aumenta; el fuego se aviva -con el fuego; el éter con el éter, hasta que la Naturaleza, creadora -siempre, haya elevado el crecimiento á su límite normal; y cuando se -dé el caso de que en las corrientes de la vida, plenamente ocupadas, -no puedan tomar curso nuevas adiciones, habrá proporcionalidad entre -las restituciones y las pérdidas: en el apogeo de la vida la Naturaleza -habrá de restringir sus fuerzas productoras. - - -1115. _Nam quæcumque vides hilaro grandescere adauctu..._ - -Y los cuerpos que ves llegar á su madurez con paulatino é incesante -crecimiento se asimilan más que gastan, porque el producto de las -substancias alimenticias circula en ellos sin obstáculo por las venas y -los vasos, en tanto que los poros no se dilatan cuanto sería necesario -para que dichos cuerpos sufrieran grandes pérdidas; es indudable que -éstas siempre existen, pero el ser las repara fácilmente mientras que -no llega al término del crecimiento. Desde que alcanza esa altura, -empieza á descender y poco á poco el vigor se le agota y las fuerzas se -le extinguen: cuanta más extensión ocupe un cuerpo vivo que haya tocado -la meta del regular desarrollo, mayores pérdidas ha de experimentar: -ya el jugo de las substancias nutricias no circula bien por sus venas; -ya le es insuficiente la alimentación; ya la Naturaleza no renueva en -aquel ser las fuerzas que el mismo consume diariamente; entonces el -cuerpo debe perecer porque lentamente ha disminuido en densidad todo lo -que ha perdido en emanaciones, y de este modo ha entibiado la energía -de la vida: los seres en la vejez no pueden suplir lo que les falta, y -abatidos, incapaces para resistir los choques de todos los cuerpos que -giran á su alrededor, necesariamente sucumben. - - -1138. _Sic igitur magni quoque circùm mœnia Mundi..._ - -Así, combatido por todos lados, el edificio del Mundo quedará alguna -vez destruido; porque si bien no cesará de improviso la renovación de -los medios que sirven para rehacer y sustentar los seres, como las -corrientes de la vida poco á poco dejarán de recibir los recursos que -enriquecen su caudal, porque la Naturaleza extinguirá los manantiales -tributarios, los siglos morirán por consunción. Observemos que hoy -la Tierra mantiene animales exiguos, cuando en el principio de la -vida organizada creó individuos corpulentos, razas fuertes; pensemos -también que las actuales especies no descenderían de los espacios -por dorada cuerda ni serían producidas por los mares que baten con -furor las rocas; la Tierra pudo antes crearlas y ahora sólo puede -sostenerlas; espontáneamente hacía surgir del suelo tallos de doradas -mieses, sonrientes viñas que utilizaban los mortales, viciosos pastos -y sabrosas frutas; pero hoy esos vegetales, para dar buenos productos, -exigen el auxilio del trabajo nuestro: los bueyes sufren bajo el peso -del arado; los agricultores consumen sus fuerzas en la ruda tarea de -labrar los campos; las cosechas disminuyen, los esfuerzos aumentan: el -viejo campesino apenado considera la esterilidad de sus continuadas -fatigas, compara los tiempos actuales con los pasados y envidia la -fortuna que disfrutaban sus abuelos; refiere que en aquellos remotos -días los hombres respetaban lo ajeno y estaban satisfechos con el -producto de sus terrenos, que aunque muy reducidos, producían abundosos -frutos. Lo que ese humilde labrador no ve, es que todo cuanto existe -consume lentamente su propio vigor, hasta que extenuado se pierde en el -piélago de la decrepitud. - - -1167 _á_ 1181. _Quæ bene cognita si teneas, Natura videtur..._ - -Si de estas verdades te penetras, considerarás desde luego á la -Naturaleza como libre del dominio de soberbios señores, gobernada -por sí propia, y de númenes completamente desligada. ¡Oh, dioses que -en dulce paz vivís con tranquila, sosegada calma! ¿cuál de vosotros -rige el Universo y sustenta en su mano vigorosa el poder moderador de -todo cuanto existe? ¿cuál gobierna los espacios siderales? ¿cuál hace -fructíferas las tierras con la mediación de fenómenos etéreos y provee -oportunamente en todos sitios á la vida? ¿cuál extiende las tinieblas, -condensa las nubes, desata las tempestades y fulmina rayos que muchas -veces destruyen vuestros mismos templos y con frecuencia recorren -extensiones dilatadas en la que dejan ilesos á muchos malvados y matan -á hombres virtuosos no merecedores de tan fatal desastre[28]? - - [28] En todas las antiguas ediciones del poema de Lucrecio este - pasaje aparece en otro lugar del mismo canto segundo; pero el - traductor ha creído que Lagrange estuvo muy acertado al colocarlo - en este sitio, de donde tal vez lo separaron en tiempos remotos - copistas poco expertos. - - * * * * * - -Erratas. En la nota última de la pág. 7, donde dice _su Infierno_, debe -decir _el Infierno_ de su _Divina Comedia_. - -Y en la línea undécima de la pág. 81, donde dice _aspergios_ debe decir -_arpegios_. - - - - -LIBRO TERCERO - - -1. _E tenebris tantis tam clarum extollere lumen..._ - -Á ti ¡oh varón ilustre, gloria de las gentes griegas, primero que de -tenebrosa obscuridad supo extraer clara luz que iluminase los senderos -de la vida! á ti sigo. Sobre las huellas de tus pasos coloco mis piés, -no porque pretenda rivalizar contigo, sino porque deseo imitarte. ¿Cómo -podría la golondrina contender con el cisne, ó cómo débil cordero de -miembros trémulos podría disputar en la carrera con fogoso caballo? ¡Oh -genio creador de la ciencia! Tus sabias lecciones son para nosotros -rico patrimonio, y en tus discursos, lo mismo que en el floreciente -prado la abeja liba miel de color de rosa, nosotros tomamos áureos -conceptos, áureos y dignos de ser repetidos eternamente. Bastó que -tu razón clamara que el orden universal no era obra de inteligencia -divina, para que se disiparan los terrores del ánimo y el Mundo -quedara abierto á nuestra investigación: vemos el Todo formarse en el -vacío, y se nos aparece el poder de los dioses en sede neutral jamás -sacudida por los vientos ni rociada por nubes tempestuosas, ni violada -por los copos de nieve que penetrante frío condensa, pero rodeada -siempre del límpido éter lleno de sonriente luz difundida á largas -distancias. La Naturaleza todo lo da hecho á los dioses; éstos no -sienten alterada en ningún tiempo y con motivo alguno la paz del ánimo: -por lo contrario, nunca ven los antros aquerusios, y pueden siempre -observar, sin que bajo sus piés les estorbe el suelo, todas las escenas -que se ejecutan en el vacío. Ante esas consideraciones experimento -divino placer y cierto asombro, porque, merced á tus investigaciones, -están para nosotros de manifiesto los arcanos todos y toda la obra de -la Naturaleza. - - -31. _Et quoniam docui, cunctarum exordia rerum..._ - -Hasta aquí he discurrido acerca de los elementos que son principios -constitutivos de todas las cosas, y acerca de las distintas figuras de -las moléculas que espontáneamente giran en el espacio con movimiento -eterno. Ahora debemos estudiar la naturaleza del ánimo, aclarar en -qué consiste la esencia del alma, y poner en ruinas el temible -Aqueronte[29], que turba todo bienestar de la vida humana, tiñe todas -las cosas con las preocupaciones de la muerte, y no permite el goce -tranquilo de ningún placer puro y honesto. - - [29] Aqueronte, río de Epiro, llamado hoy Veliqui; río del - infierno, según los poetas; el infierno mismo. - - -41. _Nam, quod sæpe homines morbos magis esse timendos..._ - -Porque si bien no faltan hombres que alardean de considerar más -temibles la infamia y las enfermedades que los abismos de la muerte, -y entienden que el origen de nuestra alma es el mismo que el de la -sangre[30], y dicen, por último, que nuestras lecciones les son -inútiles, advierte que hacen esas afirmaciones, más por vana presunción -y deseo de renombre, que por tener firmes convicciones. Esos mismos -hombres, si proscriptos de la patria se encuentran, ó si retirados de -la vida social se hallan, ó si les abruma torpe acusación, ó viven, -finalmente, afligidos por numerosas desdichas, adondequiera que, -míseros, se retiran, celebran funerales, inmolan ovejas negras, dedican -sacrificios á los Manes, y cuanto más el infortunio los agobia, tanto -más inclinan su ánimo á la superstición. En tiempos de adversidades, es -cuando conviene observar á los hombres, porque entonces se dan éstos -fácilmente á conocer: proceden como sienten, la máscara se les cae y se -muestran como son. - - [30] Alusión á ciertas ideas defendidas por Critias y por - Empedocles, según las cuales el alma es sangre pura del cuerpo - vivo: también en el versículo 23, cap. 12 del Deuteronomio y - en el Levítico, cap. 17, vers. 11 y 13 se hacen indicaciones - análogas con referencia á los animales. - - -59. _Denique avarities, et honorum cæca cupido..._ - -La avaricia y el ciego afán de honores que á tantos míseros hombres -empujan á traspasar los linderos de la justicia, á hacerse criminales -ó encubridores de crímenes, y á pasar días y noches engolfados en -inquietud penosa que les permita acumular riquezas, son calamidades -que afligen la vida, y que se deben en mucha parte al temor de la -muerte[31]. El menosprecio, la indigencia y la ignominia, se consideran -estados incompatibles con la dulzura de la vida, y casi como antesalas -de la muerte. Para huir de tales situaciones, y colocarse lejos de -ellas, los hombres, desatentados, compran honores con sangre que -vierten de sus conciudadanos, amontonan crímenes para multiplicar -ávidos sus tesoros, se alegran, impíos, de los funerales del hermano, -y aun odian y temen, recelosos, los festines de sus próximos parientes. - - [31] Según la antigua Mitología, la pobreza figuraba en el - cortejo de la muerte. Virgilio (_Eneida_, canto VI) coloca en la - puerta de los infiernos al hambre y la pobreza. - -La envidia, por igual razón, con temores mortificantes, se despierta -en muchos, ante cuya vista se muestra el poder como la presa de unos -cuantos que disfrutan riquezas y distinciones brillantes, mientras que -ellos viven en las tinieblas y se arrastran por el lodo: algunos mueren -con la preocupación de las estatuas y el renombre, y otros, á quienes -el temor de la muerte inspira odio contra la vida y la luz, llevan el -infierno en su triste pecho; se olvidan de que es manantial de todos -los males ese miedo que veja la inocencia, rompe los vínculos entre -amigos y arranca de los corazones la piedad. ¡Y aun muchas veces ha -habido hombres que por vivir, para retardar las penas del Aqueronte, -han hecho traición á sus padres y á su patria! Como niños que de todo -tienen miedo por la noche, así nosotros, durante el día, nos vemos -rodeados por ilusorias sombras y fantasmas vanos que no se disipan con -el rayo solar ó con la luz diurna, pero que se desvanecen mediante el -uso de la razón tranquila y el estudio reflexivo de la Naturaleza[32]. - - [32] Lucrecio repite los versos 51 al 61 del canto II. - - -94. _Primum Animum dico, mentem quem sæpe vocamus..._ - -Primeramente digo que el ánimo, al que damos con frecuencia el -nombre de entendimiento, es régimen y consejo de la vida, y forma -parte de nosotros no menos que las manos, los piés y los ojos. -Muchos sabios piensan que el ánimo no reside en lugar determinado, -por cuanto es la exteriorización de la vitalidad del cuerpo ó la -harmonía de los sentidos, según dicen los Griegos; y aunque nos hace -vivir consciamente, no es susceptible de ocupar espacio, como sucede -respecto á la salud que no es parte del cuerpo, sino modo regular de la -existencia de éste, y no se halla fija en sitio alguno; pero entiendo -que esa opinión es errónea. Algunas veces el cuerpo exteriormente sufre -mientras que se experimenta bienestar interno; otras veces el ánimo se -halla triste y el cuerpo disfruta salud, y en ocasiones el dolor que -ofende los piés no daña la cabeza. Además, aunque blando sueño debilita -los miembros y priva al cuerpo del uso de los sentidos, hay personas -que en ese estado se agitan de muchos modos, y tienen sensaciones de -alegría, de inquietud y de tristeza. - - -118. _Nunc animam quoque ut in membris cognoscere possis..._ - -Ahora puedes conocer que también el alma se halla en los miembros -del ser sensible, y que no es la harmonía el sostén del cuerpo. Desde -luego se observa que si á éste se priva de algunas partes, la vida -subsiste muchas veces conservada por el resto del organismo; pero si -decrece la temperatura de nuestro cuerpo, ó si se espira una cantidad -de aire mayor que la conveniente, en el momento las venas saltan y -se descomponen los huesos. Puedes inducir de repetidas observaciones -de esta clase, que no todas las partes del cuerpo son de igual -importancia, ni todas contribuyen igualmente á la salud, y que los -vapores cálidos y el aire vital son los primeros agentes de la vida y -las últimas resistencias que escapan de los miembros moribundos. - - -131. _Quapropter, quoniam est Animi natura reperta..._ - -Por tanto, averiguada ya la naturaleza del ánimo y del alma que son -partes constitutivas del hombre, la palabra Harmonía debe devolverse -á los Griegos, que faltos de expresiones adecuadas para representar -ciertos pensamientos nuevos, quizá la derivaron de ignoradas -fuentes ó la adquirieron de la elevada cima del sonoro Helicón[33]; -guárdenla ellos y sigamos nuestro discurso. Opino que el ánimo y -el ánima entre sí mantienen unión estrecha, de la que resulta una -substancia distribuida en todo el cuerpo; ésta, en cuanto dirige los -actos humanos, recibe el nombre de ánimo y también entendimiento ó -inteligencia, y tiene su centro en lo íntimo del pecho, donde laten -las emociones de pavor y miedo, y se originan los estímulos del -placer; pero el alma se extiende por todo el cuerpo, y aun cuando -recibe impulsos del ánimo, tiene conciencia de sí misma, y en sí -propia se ocupa cuando ninguna cosa exterior la solicita. Y así como -la cabeza y los ojos, en muchos casos duelen, pero no hacen partícipes -de su malestar á todo el cuerpo, así también la mente alguna vez -sufre daño ó goza beneficio, y no transmite al alma las sensaciones -correspondientes; empero, cuando terror extraordinario perturba el -ánimo, también el alma en todos los órganos se impresiona; todo el -cuerpo se cubre de sudor y palidez, la lengua vacila, se extingue la -voz, los ojos se nublan, los oídos zumban, los miembros se relajan. - - [33] Helicón, monte de Beocia consagrado á las artes rítmicas - (Apolo y Musas). - -Muchas veces vemos que los hombres sucumben al peso del terror del -ánimo: por este hecho observado, fácilmente puede conocerse cuál sea la -conjunción que hay entre el ánimo y el ánima; ésta, golpeada por la -fuerza del ánimo, inmediatamente comunica á todo el cuerpo la impresión -recibida. - - -161. _Hæc eadem ratio naturam Animi, atque Animai..._ - -Las consideraciones precedentes nos enseñan que el ánimo y el alma -son corpóreos; porque si agitan los miembros, si privan de reposo al -cuerpo, si alteran nuestro semblante y dirigen al hombre (ya que la -observación nos hace ver que ninguno de aquellos hechos se realizan -sino mediante un contacto, y que no puede haber contacto sino entre -cuerpos), ¿no estaremos obligados á confesar que el ánimo y el alma son -de naturaleza corpórea? - -Pero es, además, seguro que las funciones del cuerpo y del ánimo se -corresponden, y que este último no recibe más impresiones que las -comunicadas por aquél; si horrible dardo que hiere nuestros nervios -y punza nuestros huesos, no nos roba la vida, nos producirá, cuando -menos, un desfallecimiento invasor del organismo y una dulce pesadez -que nos obligará á inclinarnos, á pesar de los esfuerzos que hagamos -para erguirnos. Luego indudablemente es corpórea la naturaleza del -ánimo ya que experimenta los efectos de penetrante arma. - - -177. _Is tibi nunc Animus quali sit corpore, et unde..._ - -Voy ahora á tratar de explicarte lo que entiendo acerca de la esencia -del ánimo y de las substancias que lo componen. Desde luego afirmo que -es un concreto sutil de elementos sutilísimos: considera reflexivamente -esta opinión, y la hallarás confirmada. Nada hay que tenga la rapidez -con que el ánimo concibe y realiza sus proyectos; la Naturaleza no -ha formado ningún cuerpo más activo. Como es tan móvil, debe estar -integrado por glóbulos muy tenues que pueden ser agitados por cualquier -débil impulso; el agua, apenas tocada, se mueve y fluctúa por estar -compuesta de elementos sutiles; más consistente la miel, es más pesada, -corre con lentitud, sus moléculas se adhieren entre sí porque son poco -pulidas, algo pesadas, menos globosas; el viento más leve dispersa -con prontitud una grande cantidad de simiente de adormideras, pero no -produce efecto sobre pesadas masas de hierro ó de piedra. Los cuerpos -son movedizos en proporción al pulimento y tenuidad de sus moléculas, -y son más resistentes aquellos que contienen elementos ásperos y -voluminosos. - -Ahora bien: como la naturaleza del ánimo es notablemente movible, -necesario es que esté formada por corpúsculos simplicísimos, muy -ligeros y redondos. Y el conocimiento de este postulado ¡oh querido -amigo! te será muy útil y de oportunas aplicaciones. - - -208. _Hæc quoque res etiam naturam deliquat ejus..._ - -De otra observación se infiere cuál sea la tenue contextura del ánimo -y en qué reducido lugar se contendría si pudiera condensarse: cuando -el hombre llega al reposo de la muerte, después de quedar deshecho el -tejido propio del ánimo y del alma, bien podrás ver que el cuerpo no -pierde forma ni peso: la muerte se lleva la sensibilidad y el aura de -la vida, pero deja intacto lo demás. Luego es necesario que el alma, -unida á las venas, vísceras y nervios, esté formada por principios -muy tenues, ya que al desvanecerse ella el cuerpo no pierde gravedad -ni pierde su forma: también, cuando por evaporación se disipan la -esencia del vino, el aroma de los perfumes ó el delicado sabor de los -manjares, los cuerpos respectivos conservan la misma apariencia y el -mismo peso, porque los elementos que les daban color y sabor, diluidos -en el conjunto, eran extraordinariamente sutiles. Ante la consideración -de estos hechos, una y muchas veces deberemos de afirmar que el ánimo y -el ánima constan de principios materiales mínimos, cuya desaparición -de un cuerpo, en que se manifiestan, no disminuye en nada el peso y el -volumen del cuerpo mismo. - -No por eso ha de pensarse que el alma sea simple; el moribundo exhala -cierta aura tibia que supone especial combinación de calor y de aire -frío: las moléculas del calor están muy separadas, y entre ellas pueden -penetrar y situarse elementos primordiales aéreos. - - -237. _Jam triplex Animi est igitur natura reperta._ - -Hasta ahora hemos hallado que la naturaleza del ánimo tiene tres -componentes[34], pero no son bastantes por su condición para engendrar -las sensaciones: no se puede concebir que aquellos principios, por -sí solos, puedan crear movimientos sensoriales y dar actividad á la -inteligencia: es necesario que admitamos un cuarto principio impulsor, -aunque no sepamos darle nombre, si bien consideremos que ha de ser -movedizo, de elementos muy finos, pequeños y veloces: este agente -innominado imprime en nuestros nervios la acción y la energía de la -vida; puesto en agitación, transmite su corriente al calor y al aura -vital, y establece el movimiento para todo el organismo; entonces la -sangre late en las venas; las vísceras devienen sensibles, y los huesos -y la médula se hallan capacitados para sentir impresiones de dolor y de -placer. - - [34] Principio frío (aire); principio cálido (calor); principio - templado (aura vital). - -Pero si en esa cuarta esencia substancial del ánimo penetra el dolor, -se produce una conmoción general del cuerpo, y en éste no queda sitio -donde la vida se refugie; por tanto, las partes del alma tienden á -salir por todos los poros: sin embargo, las más de las veces, el -trastorno ocasionado por efecto del dolor no traspasa la superficie del -cuerpo, y la vida se repone para nueva larga duración. - - -258. _Nunc ea quo pacto inter sese mista, quibusque..._ - -Defectos de nuestra lengua patria no me permiten, á pesar de mis -deseos, explicarte claramente las relaciones que entre sí mantienen -aquellos elementos mezclados; intentaré, no obstante, dilucidar el -asunto, aunque sea sumariamente y hasta donde me sea posible. En -concertada indestructible unión se mueven los primeros principios; -nada hay que pueda separarlos; son como varias fuerzas unidas en un -solo cuerpo; la potencia de todos en ningún caso puede ser ejercida -por cualesquiera de ellos aisladamente. De igual modo que en las -vísceras de los animales se producen condiciones adecuadas para la -percepción del olor, calor y sabor, y constituyen facultades propias, -no de órganos aislados, sino de un cuerpo que sea perfecto; así también -el calor, el aire y el aura vital, combinados, integran una sola -substancia, en la cual surge aquel agente que da impulso al movimiento -de todo el organismo y dota de sensibilidad á las vísceras: este poder -motor se encarna en lo interior de nuestros miembros: nada hay más -íntimo en nuestro cuerpo que ese agente; es como el alma de nuestra -alma, que ejerce influencia en todo nuestro ser; es la fuerza impulsora -del ánimo y la esencia del alma, fuerza y esencia ocultamente unidas; -en su formación entran elementos muy pequeños y muy pocos, pero aun así -late y domina en todo el cuerpo, y es, volveré á decirlo, el alma de -nuestra alma. Deberemos, pues, afirmar que el aura, el aire y el calor -se extienden, combinados, por todo el cuerpo en regular proporción; -porque si alguno de esos elementos preponderase, no formarían un solo -todo. Si el nexo entre el aire, el calor y el aura vital se rompiese, -de su desequilibrio sobrevendría la muerte. - - -288. _Est etiam calor ille Animo, quem sumit in irâ..._ - -El calor enciende, además, en ira el ánimo: con su ardiente impulso la -sangre hierve y los ojos brillan: por su parte el aire, que es frío -extremadamente, provoca el temor y por excitación de éste se agita -en convulsiones; por último, el aura, que es tibia, de plácida calma -nos llena el corazón y lleva la serenidad á todo el organismo. El -calor predomina en aquellos seres que se distinguen por temperamento -efervescente dispuesto á la ira, entre los cuales figura en primer -término el león que es todo bravura y valentía; de su pecho brotan -pavorosos rugidos; no puede contener los ímpetus de la violencia: el -aire influye especialmente en los venados, los cuales, agitados por el -frío que hiela sus vísceras, tiemblan por cualquier motivo: por efecto -del aura templada los bueyes gozan vida apacible; ni los torbellinos de -ciegas cóleras los arrebatan con accesos de ira, ni del hálito helado -los entorpecen con temores los miasmas que penetran hasta la médula; -es, por tanto, el buey, animal que tiene su propia situación entre el -tímido venado y el fogoso león. - - -307. _Sic hominum genus est: quamvis doctrina politos..._ - -Así pasa al género humano: la educación puede modificar la índole de -algunos hombres; pero éstos conservan siempre vestigios de la señal -que en su constitución les marcó Naturaleza. No creas posible arrancar -la propensión á los vicios que en algunos se manifiesta, ni evitar -que otros dejen arrebatarse por la ira, aquél sucumba á injustificado -temor, ó éste se dedique excesivamente á determinadas complacencias: -mucho difieren entre sí los caracteres de los hombres y las costumbres -que de ellos se derivan. No pretendo hacer ahora una disquisición -acerca de las causas ocasionales de esos fenómenos que señalo, ni -tampoco á exponer los dictados que corresponden á las figuras de los -elementos que tantas variedades crean; pero por inducción de los -hechos observados me atrevo á decir que las naturales inclinaciones se -modifican notablemente con auxilio de la enseñanza y con auxilio de la -razón; nada hay que nos incapacite para gozar vida propia de dioses. - - -325. _Hæc igitur natura tenetur corpore ab omni..._ - -La naturaleza ó manera de ser de cada individuo está constituida por -todo el cuerpo, del cual es norma y regla de vida: entre el cuerpo -y su propia naturaleza no hay diferencias de origen ni puede haber -separación: la muerte los disuelve. De igual modo que no es factible -desligar el incienso y su propio olor sin destruir la naturaleza de -ambos, así también no es posible extraer del cuerpo los constitutivos -del ánimo y del ánima sin que los tres se deshagan: sus respectivos -elementos desde el principio de cada existencia determinada, se hallan -de tal modo enlazados, que por igual contribuyen á la vida íntegra del -ser: en nada puede revelarse el ánimo sin el cuerpo, y nada puede éste -sentir sin la impulsión del ánimo: sus acciones combinadas encienden la -vida y dan sensibilidad á los órganos. - - -339. _Præterea, corpus per se nec gignitur unquam..._ - -Además, cuerpo sin alma nunca es engendrado, ni crece, ni subsiste -después de la muerte: podrá el agua por la acción del calor evaporarse -en parte y en parte quedar incólume; pero los órganos corporales no -pueden tener vida sin alma: cuando ésta falta es cuando aquéllos -perecen penetrados de corrupción. Desde la iniciación vital del ser, el -alma y el cuerpo con movimientos mutuos están íntimamente unidos, de -tal manera que si en el útero materno quedaran desligados sería cuando -el ser muriera: luego si una y la misma es la causa de la existencia -del cuerpo y del alma, una y la misma ha de ser su naturaleza. - - -352. _Quod superest, si quis corpus sentire renutat..._ - -Aún más: si alguien supusiera que el cuerpo no experimenta sensaciones -y pensara que solamente el alma, por todo aquél extendida, es capaz -de ese movimiento á que damos el nombre de facultad de sentir, -sostendría una opinión opuesta á la verdad; y, por lo contrario, -¿quién se atreverá á decir que el cuerpo siente por sí propio, sin la -intervención del alma, cuando ésta se revela constantemente? El cuerpo -deja de ser sensible cuando el alma de él se retira: pierde el cuerpo -durante la vida muchas cosas que no le son adecuadas, y en el momento -de la muerte pierde otras. Decir, pues, que los ojos no pueden objeto -alguno distinguir porque son meras aberturas que sirven al ánimo para -hacer sus observaciones, es delirar y proceder contra el dictamen de -los sentidos: con auxilio de los ojos se forman las imágenes para las -representaciones. Muchas veces la presencia de una luz muy viva, al -molestarnos, perturba también el fenómeno de la visión; pero si los -ojos no fuesen más que ventanas para mirar, no podrían influir en las -funciones visuales. Además, si los trastornos que en ocasiones sufrimos -no pasaran de los ojos, sin ellos el alma podría distinguir las cosas y -nunca experimentaría contrariedades. - - -372. _Illud in is rebus nequaquam sumere possis..._ - -Acerca de este orden de ideas no debes admitir como verdaderas -todas las que afirmaba el ilustre Demócrito, el cual entendía que -los elementos primarios del cuerpo en precisa relación corresponden -á otros iguales del alma; porque es lo cierto que los principios de -ésta han de ser más tenues y en número más reducido que los del cuerpo -en el cual aquéllos se encuentran esparcidos. Lo que podemos asegurar -es, que los elementos constitutivos del alma son todos los que en los -órganos existen capaces de sensaciones. No nos produce molestia el -polvo que á nuestros piés se adhiere, ni el color gredoso que tiñe el -semblante[35], ni la niebla nocturna; tampoco nos afectan los débiles -filamentos que las arañas en los caminos colocan, ni los despojos -que lanzan al suelo, ni las plumas de las aves, ni el vilano que del -cardo se desprende y después de fluctuar en el aire cae lentamente con -vacilaciones debidas á su levedad; ni aun siquiera notamos el paso de -los insectos que se arrastran ó el de los débiles mosquitos que sobre -nosotros se posan. Por tanto, las partes de que se compone la textura -de nuestros miembros deben ser impresionadas con cierta relativa -intensidad para que los elementos del alma dispersos en todo el cuerpo -reciban la sensación correspondiente, se activen, choquen y ejerciten -sus acciones concertadas. - - [35] Horacio y Petronio escribieron acerca de las mujeres que se - embadurnaban el rostro con greda. - - -394. _Et magis est Animus vitai claustra coercens..._ - -Más decisiva influencia ejerce el ánimo que el alma en la función -de moderar la vida y dirigir las acciones de los seres racionales: -inmediatamente que falta el ánimo, no puede el alma permanecer ni un -solo instante en nuestros miembros y abandona el cuerpo al frío de -la muerte para elevarse por las regiones del infinito espacio; pero -disfrutan de la vida los seres que del ánimo gozan, aunque el cuerpo -sufra incomodidades y haya perdido parte del alma entre dolorosos -estremecimientos de próxima descomposición: mientras exista la potencia -sensitiva que reside en el ánimo, no se extingue el aliento vital: -por muy contrariados que se encuentren los miembros, es posible la -reposición de la vida que se les escapa, en tanto conserven un pequeño -lazo con el alma; como es fácil que subsista la facultad de la visión -aunque los ojos se hallen lesionados. Puedes ofender las órbitas, -cortar los párpados, herir el globo ocular, pero si dejas intacta la -pupila, conservarás la vista sin grave modificación; por lo contrario, -si dañas la parte central del ojo, á pesar de ser tan pequeña y aun -cuando todos los demás órganos exteriores de aparato visual se hallen -en buen estado, perderás la vista, y la obscuridad te envolverá quizá -para siempre: de modo igual se cumplen las leyes relativas al ánimo y -al ánima. - -Ahora debes de considerar que juntamente con los animales nacen y -mueren sus respectivos ánimos y almas[36]. Procuraré explicarte en -versos dignos de tu atención, esa verdad que he adquirido en virtud -de continuados é incesantes estudios; pero ten desde ahora en cuenta -que aquellas dos substancias, por su unión indisoluble, constituyen -una sola y voy á comprenderlas también bajo una sola denominación; -así, cuando en lo sucesivo te hable del alma y te diga que es mortal, -entiende que me refiero lo mismo al ánimo que al alma. - - [36] La inmortalidad del alma, ó mejor dicho, la perpetuidad - del alma fué enseñada, según Cicerón, por Phereces, de Siria, y - adoptada por Tales de Mileto, Anaxágoras, Platón, Diógenes, etc. - Ptolomeo Filadelfo, el mismo que reunió en Alejandría sabios de - todas las escuelas filosóficas para formar una sola doctrina que - fuese confesada por todo el mundo, prohibió (hace 2177 años) - la propaganda de aquella idea por creerla peligrosa para el - reposo público. En Grecia y en Roma tendría seguramente muchos - partidarios, cuando tanto empeño mostraron en combatirla Epicuro - (hace 2150 años) y Lucrecio (hace 1980 años). - - -427. _Principio, quoniam tenuem constare minutis..._ - -Ya he procurado hacer patente que en la formación del alma sólo entran -elementos muy delicados y aún más sutiles que los componentes del agua, -de las nubes y del humo, supuesto que su movilidad característica se -exalta prontamente por la más sencilla causa, aunque ésta no sea más -que la mera representación de atmosféricos vapores, como sucede cuando -en sueños nos emocionan el simulacro de los perfumes de los altares -y el humo de las víctimas sacrificadas en honor de los dioses. Así -como se extiende por todas partes el agua contenida en un vaso que se -quiebra, y como en los aires el humo y las nieblas se disipan, cree que -de igual manera nuestra alma, cuando del cuerpo se aleja, se desvanece -en menos tiempo del que los miembros necesitan para su descomposición. -Y si el cuerpo, que es como el vaso del alma, queda abatido por un -golpe mortal ó extenuado por falta de sangre, ¿podrá retener el alma -aunque sea con auxilio de la presión del aire, fluido que al cabo es -más fácil de penetrar que nuestros músculos? - - -447. _Præterea, gigni pariter cum corpore, et una..._ - -El alma y el cuerpo se forman simultáneamente; á la vez se desarrollan -y al mismo tiempo envejecen: si tierno y endeble es el cuerpo durante -los primeros años de la vida, tenue y débil es el alma; cuando -la edad fortalece los miembros, el alma se activa y la razón se -muestra ampliada; cuando el desgaste de las fuerzas durante los años -transcurridos encorva el cuerpo y embota los órganos, también se -rebaja el ingenio, se entorpece la lengua y se apaga el entendimiento; -y, por último, cuando el instante de la muerte llega, todo acaba. En -esta ocasión el alma como humo se desvanece, confundida en las etéreas -auras: viene á la vida juntamente con el cuerpo, con él crece, y -juntamente sucumbe con él bajo el peso de las fatigas acumuladas por -los años. - - -461. _Huc accedit uti videamus corpus ut ipsum..._ - -Podemos también observar que al cuerpo atacan excesivos males y duros -dolores, y al alma afligen cuidados, tristezas y sobresaltos; luego -están igualmente sujetos á la muerte. - -Muchas veces, por causa de las dolencias que ofenden al cuerpo, el -ánimo se turba, el juicio se extravía, la razón desfallece: cae el -cuerpo abatido por letargo invencible que le obliga á cerrar los ojos -é inclinar la cabeza, y en tanto el ánimo yace en sopor imperturbable; -en ese estado el paciente no oye la voz ni conoce las facciones de -los circunstantes que junto á su lecho se esfuerzan, entre suspiros -profundos y lágrimas que les bañan el rostro, por restituirlo al goce -de la vida. Luego si la enfermedad afecta íntegramente á todo el ser -que la sufre, es indispensable confesar que el alma se disuelve cuando -en ella penetra el contagio morboso. El dolor y los padecimientos son -precursores de la muerte: nos lo ha enseñado la experiencia. - - -470. _Denique, cur hominem, cùm vini vis penetravit..._ - -Finalmente, cuando al hombre domina la fuerte acritud del vino, cuyo -intenso ardor se extiende por sus venas, ¿por qué los miembros lo -abaten, las piernas le flaquean, la lengua le vacila, el entendimiento -le falta, los ojos le lloran? ¿Por qué ese hombre, rendido por la -embriaguez, exhala gritos, vierte llanto, profiere injurias, comete -excesos? ¿Cuál es el motivo inmediato de esos fenómenos sino la -fuerza del vino, que perturba el alma cuando también trastorna las -funciones del cuerpo? Y todo lo que puede ser alterado con seguridad -perece cuando una causa extraña modifica radicalmente las necesarias -condiciones de su existencia. - - -487. _Quin etiam, subita vi morbi sæpe coactus..._ - -Más aún; no pocas veces ante nuestros ojos se presenta el triste -espectáculo de un infeliz que atacado repentinamente por grave mal -cae al suelo como herido por un rayo: de la boca le salen espumas á -borbotones; temblor convulsivo se apodera de sus miembros; estertores -pavorosos de su pecho brotan; se agita con violencia, se retuerce con -angustias, se arquea con frenesí: la enfermedad ha invadido todo el -cuerpo, ha penetrado en el organismo, y el alma, afectada, manifiesta -su estado por estremecimientos epilépticos, de igual manera que las -más inferiores capas de agua cuando en el mar penetra el viento se -mueven, se arremolinan y se muestran á la superficie convertidas en -espumosas irritadas olas: el dolor de aquel desdichado tiene un cierto -desahogo en los gemidos que exhala; cuando menos disminuye al escapar -algunos gases del modo que tienen salida los elementos de la voz: -algunas veces, perturbaciones de esa clase ocasionan la demencia cuando -el ánimo y el ánima sorprendidos por un daño imprevisto en su primer -movimiento rompen el concierto de su unión. Al disminuir la causa -del ataque sufrido por el enfermo, el humor corrompido se restituye -á los vasos linfáticos de donde proviniera, el paciente comienza -á incorporarse, tembloroso y vacilante se yergue y recobra poco á -poco el uso de la razón y de los sentidos. Puedes conocer, ante la -consideración de casos como el que te he presentado, que el alma es -combatida por diferentes quebrantos, muy penosos, y que en ocasiones -se agita dolorosamente en el cuerpo cuya vida integra. ¿Y creerás que -si la vida se ausenta de un cuerpo subsistirá por sí sola en medio del -aire expuesta á todos los vientos? - - -510. _Et quoniam mentem sanari, corpus ut ægrum..._ - -Cuando podemos comprobar que el entendimiento y el cuerpo que en -enfermedad caen se curan por la Medicina, tenemos que reconocer que -ese hecho da testimonio de la condición mortal del ánimo, el cual, si -experimenta modificaciones, ha de estar sujeto á pérdidas y aumentos -como todas las demás substancias que pueden cambiar; pero lo que es -inmortal no es susceptible de alteraciones, porque si alguna vez dejara -de ser lo que antes ha sido, ó perdiera la más mínima parte de su -estructura, al traspasar los límites de su naturaleza, podría también -llegar hasta la muerte; luego el ánimo ya padezca ó ya sea curado con -auxilio de la Medicina, como perecedero se nos muestra en ambos casos. -De esta manera la verdad combate los sofismas, cierra el camino á todo -subterfugio y con razonados argumentos alcanza victoria sobre los -errores. - -Muchas veces presenciamos la muerte lenta de un hombre cuyos miembros -pierden poco á poco la sensibilidad; primeramente quedan lívidas -sus extremidades inferiores; después la muerte, desde los piés se -apodera de las piernas; luego sube, avanza y en todas partes deja -las señales de su letal aliento. Como el alma, por su naturaleza, no -existe reducida á un lugar sino se halla en todo el cuerpo, ante la -consideración del caso precedente, debe calificarse de mortal, porque -si piensas que puede refugiarse y encogerse en órganos que no están -invadidos por la destrucción que adelanta, habrías de admitir que las -sensaciones se acumulan en aquellos puntos donde las energías anímicas -se concentran; pero como nada que autorice esta suposición se ha -observado hasta ahora, hay que reconocer que el alma queda lacerada en -los miembros dañados, y, por consiguiente, es víctima de la muerte; -pero aun en el caso de que el alma pudiera replegarse para huir de los -miembros atacados, deberíamos también considerarla mortal, porque, en -definitiva, lo mismo importa que perezca dispersada en los aires ó -encogida en una masa. De todas maneras, siempre resulta que para el -hombre las sensaciones poco á poco se extinguen y la vida poco á poco -se consume. - - -548. _Et quoniam mens est hominis pars una, locoque..._ - -El entendimiento forma parte del hombre, y en la constitución de -éste ocupa lugar determinado, como los oídos, los ojos y los demás -órganos que ejercen funciones propias en circunstancias dadas para el -cumplimiento de las leyes de la vida. Así como no sería posible que -las manos, la nariz y los ojos gozaran de sensaciones separados del -cuerpo correspondiente, sino que en este caso, corrompidos caerían en -disolución, así también el ánimo no puede tener existencia real fuera -del cuerpo en que está contenido; aunque más exacto fuera decir que el -ánimo y el cuerpo forman una sola substancia que mutuamente se integran. - -En fin; el cuerpo y el alma viven en cuanto están unidos: alma -sin cuerpo, aun admitida la suposición de que pudiera existir, no -produciría las sensaciones de la vida; y cuerpo sin alma carece de -energías y de movimientos voluntarios: si de la órbita queda separado -el globo ocular, no servirá para la función de ver; igualmente el -alma y el ánimo por sí mismos nada son, porque sus partes componentes -se hallan distribuidas por las vísceras, venas, huesos y nervios, -están adaptadas al cuerpo adecuadamente constituido, y no pueden -vivir independientes: si la actividad anímica y el cuerpo rompieran -sus antiguas relaciones, se dispersarían y no podrían volver á la -vida; pero inmediatamente después que el alma se aleja del cuerpo, -los principios formativos de una y de otro disueltos quedan: si el -alma pudiera ser en el aire como era antes en un cuerpo organizado, -también funcionaría en el aire y éste llegaría á ser animado. Cuando -en los aparatos de los animales hay algún desequilibrio, sobreviene -la espiración del aura vital y se extinguen la sensación del ánimo -y la actividad del alma, sensación y actividad que son dos efectos -dependientes de una misma causa. - - -580. _Denique cùm corpus nequeat perferre Animai..._ - -Además, es un hecho que no puede soportar el cuerpo la ausencia del -alma: inmediatamente que ésta falta, aquél presenta pestilenciales -síntomas de próxima descomposición: ¿es posible dudar de que la -vitalidad anímica escapa, y en el espacio se desvanece como el humo? -La alteración que sufre todo cuerpo vivo cuando es alcanzado por la -muerte, ¿no es claro indicio de que el alma, fundamento de la vida, -en un momento descompuesta, huye por todos los poros y conductos del -cuerpo? Debes declarar que son muchas las pruebas de que deshecha la -estructura del alma, sus elementos se ausentan del cuerpo y disgregados -se confunden en las auras etéreas. - -Frecuentemente el alma, sacudida por violencias extrañas y aun dentro -de las condiciones ordinarias de la vida, conmueve los órganos y parece -que va á abandonar repentinamente el cuerpo: una extrema languidez -altera el semblante como si la muerte fuera inmediata; una debilidad -excesiva se apodera de los miembros que amenazan con una inminente -dislocación; los sentidos suspenden sus funciones; las fuerzas del -organismo carecen de suficiente energía para mantener los lazos de -la existencia; el ánima y el ánimo perturbados, parecen próximos á -perecer, y positivamente dejarían el cuerpo si el choque experimentado -por ellos adquiriera alguna mayor violencia. Y si convulsiones y -trastornos tales sufre el alma dentro del cuerpo, ¿cómo puedes pensar -que fuera de él y confundida en el inmenso espacio, sea capaz de -resistir los embates exteriores y vivir, no ya perpetuamente, sino un -solo instante? - - -607. _Nec sibi enim quisquam moriens sentire videtur..._ - -No parece que el moribundo note que el alma se le escape íntegra del -cuerpo, ni que le suba por el tubo aéreo hasta la faringe, sin duda -porque la parte existente en cada órgano en él se extingue, como -desaparece la actividad de todos los sentidos en la misma región donde -se manifiesta; pero si fuera inmortal nuestra potencia de conocer, al -desprenderse del cuerpo inspiraría alborozo y no tristeza al moribundo, -porque gozaría de verse libre de la vestimenta que la había envuelto, -así como la serpiente se alegra al dejar la piel que la cubre ó como el -venado se regocija cuando pierde las viejas astas. - -¿Por qué la reflexión y la inteligencia no se ofrecen jamás como -originadas solamente en la cabeza, ó en los piés ó en las manos, sino -en sede establecida á la vez en todas las regiones corporales, ya -que desde el momento en que se produce un ser cada sentido surge y -permanece en un determinado sitio del cuerpo, de tal modo, que nunca -se da el caso de que se interrumpa el orden existente y todas las -funciones indiferentemente se ejecuten por todos los órganos? Entre -las cosas hay correlación estable, y nunca en las aguas de los ríos -estallará un incendio ni el agua se helará entre voraces llamas. - -Si fuera inmortal la naturaleza del alma y ésta pudiera sentir del -cuerpo separada, en ese estado independiente poseería, según mi -entender, cinco sentidos que le fueran propios; no de otra manera -podemos suponer que las almas vaguen en los infiernos, y así lo -han pensado los pintores y los poetas de todos los siglos cuando -representan á las almas revestidas de sentidos corporales; pero si -es cierto que el alma sin cuerpo no puede tener ojos ni conservar -la nariz, ni las manos, ni la lengua ni los oídos, cierto ha de ser -también que no puede tener sensaciones ni existir. - - -635. _Et quoniam toto sentimus corpore inesse..._ - -Es indudable que las funciones vitales residen en todo el cuerpo y -que todo éste se encuentra igualmente animado; si repentinamente un -golpe divide en dos porciones á un ser vivo, y cada una de esas partes -cae en diferente dirección, no debe dudarse de que también el alma -quede fraccionada en dos mitades, cada una de las cuales acompañará -á la parte correspondiente del cuerpo; empero, si puede partirse no -puede ser eterna. Frecuente es que, en los combates, carros falcíferos -con rapidez extraordinaria separen miembros que siguen calientes y -palpitantes sobre el suelo, ya porque sobrecogida el alma por lo -instantáneo del golpe no ha sentido el dolor del daño, ya porque -absorta en los accidentes de la pelea no ha cuidado más que de valerse -de los miembros como instrumentos de batalla. Un guerrero no se -entera durante algunos instantes de que arrebatadoras hoces y rápidos -carros lo han privado ¡infeliz! del brazo izquierdo y del escudo con -que se amparaba de los golpes; otro, empeñado en escalar un muro, no -advierte por un momento que ha perdido el brazo derecho; otro intenta -apoyarse en un pié que le falta y que á su lado ve tendido en el -suelo, donde, moribundos, tartalean los dedos; también la cabeza, del -cuerpo separada, rueda, cubierta en sangre, y mueve los ojos y muda -el semblante, mientras que el tronco vida y calor conserva hasta que -se evaporan las reliquias del alma. Si de una serpiente que vibra la -lengua y te amenaza cortas la cola en varias partes con afilado hierro, -pero de manera que la porción anterior le quede intacta, notarás que -durante algún tiempo cada pedazo se agita, se retuerce y despide -substancias venenosas, en tanto que la cabeza se vuelve y clava los -dientes en el sitio herido para atenuar el dolor. ¿Supondremos que hay -tantas almas como partes separadas? Entonces cada ser animado tendría -á su disposición un número de almas no determinable. Lo que podemos -afirmar es que el alma se fracciona al dividirse el cuerpo; y en este -caso alma y cuerpo, igualmente divisibles, son igualmente mortales. - - -671. _Præterea, si inmortalis natura Animai..._ - -Si el alma fuere de inmortal naturaleza y se uniera al cuerpo en el -instante en que éste apareciera á luz, ¿cómo no sabemos de propia -experiencia absolutamente nada anterior á la vida y no conservamos el -menor vestigio de las acciones pasadas? Y si tanto se altera el alma -que llega á olvidar todo lo pasado, entiendo que el estado á que se -reduce difiere poco de la muerte. Conducidos por estas observaciones -hemos de vernos obligados á confesar que todas las almas que antes -hayan vivido murieron, y que las ahora existentes ahora se han -producido. - -Además de lo expuesto, si el cuerpo ya formado recibe la potencia -vivificadora del alma cuando traspasa los umbrales de la vida, -entonces, con seguridad, no la sentiríamos crecer con los miembros en -todo el cuerpo, en la sangre toda, sino viviría, como en una jaula, -indiferente á las mudanzas que el cuerpo tiene durante la edad, y no se -desenvolvería con el desarrollo del cuerpo. Así, dígase y repítase que -las almas tienen principio y están sujetas á las leyes de la muerte. Y -tampoco puede racionalmente pensarse que una substancia determinada, -sólida, se junte estrechamente al cuerpo y no siga la suerte de éste; -lo contrario es lo que los hechos manifiestan, porque el alma se halla -en todas las partes del cuerpo, en las vísceras, en las venas, en -los nervios, en los huesos y hasta en los dientes, como lo patentiza -el dolor que en éstos experimentamos frecuentemente, las sensaciones -desagradables que sufrimos cuando se toma en la boca agua helada y las -molestias que al masticar se tienen cuando en los alimentos se hallan -algunas asperezas. Y como la unión es tan perfecta, no es creíble que -el alma se salve de las incomodidades que padecen las articulaciones, -los nervios y los huesos, que tan íntimamente la poseen. - - -699. _Quod si fortè putas extrinsecus insinuatam..._ - -Y si llegaras á suponer que la substancia extraña que se une al cuerpo -es líquida, aumentarás los motivos de precisa disolución, porque ésta -será más rápida cuanto más extendida se considere el alma, ya que los -líquidos se evaporan y luego desaparecen transformados: divididos -el ánimo y el alma entre todos los órganos, así como los alimentos, -después de la digestión, convertidos en nueva substancia se reparten -por todos los miembros, de igual modo si aquéllos, aunque íntegros, -penetran en el cuerpo, en él se disolverán pronto, y sus partículas -circularán en todos los vasos y venas; se formará así nueva alma, que, -originada por la anterior, se extenderá en los miembros, y distribuida -entre éstos, perecerá también. Según puede conjeturarse por lo -expuesto, el alma, aun considerada como un líquido, tendría su día de -nacimiento y su día de muerte. - -¿Por acaso algunos elementos del alma permanecen en el cuerpo después -de la muerte de éste? Entonces no puede gozar del beneficio de la -inmortalidad, porque tendrá que sufrir diminución en sus partes -componentes. Y si en toda su perfecta unidad se retira del cuerpo, y -en éste no queda la más mínima porción de ella, ¿por qué motivo de -los cadáveres descompuestos brotan numerosos gusanos? ¿Cómo se forman -tantos insectos sin huesos y sin sangre, que bullen en los entumecidos -miembros? - -Si entiendes que esos animálculos reciben de fuera sus respectivas -almas, las cuales se unen á sus cuerpos, deberás observar que es -muy sorprendente el hecho de que tantos miles de almas de insectos -vermiculares concurran á un sitio donde se halla un cadáver en -descomposición; pero aún hay en este asunto para estudiar una cuestión -que se divide en dos: si las almas de esos gusanos escogen por su -propia iniciativa los embriones que les sirven de materiales para -fabricar las casas en que se han de introducir; ó si desde luego se -introducen en cuerpos ya formados. No se comprende por qué motivo las -almas de los gusanos, que sin cuerpos transitan libremente, exentas de -frío, de hambre y de otras molestias, se decidan á construir un cuerpo, -donde, al encerrarse, han de sufrir no pocas incomodidades, mediante -el contacto que tengan con el cuerpo que les sirva de envoltura; pero -si las almas hubieran de construir las moradas en que se aposentasen, -deberían recibir fuerzas útiles, acomodadas á ese fin. No es lícito -creer que las almas fabriquen para su uso los cuerpos y los órganos -en que han de residir, ni tampoco es admisible la idea de que se -introduzcan ó establezcan en cuerpos formados con anterioridad; pues no -hay conexión ni enlace que puedan existir por consentimiento común del -cuerpo y del alma. - - -749. _Denique cur acris violentia triste Leonum..._ - -En fin; ¿por qué la cruel ferocidad de los leones se conserva en su -especie? ¿Por qué entre las zorras es hereditaria la astucia y entre -los gamos el temor que les obliga á estar siempre fugitivos? Y con -respecto á los demás géneros de animales, ¿por qué en todos los grupos -hay cualidades permanentes que se transmiten, si no es porque hay -elementos especiales que de igual modo contribuyen á la formación del -alma que á la del cuerpo? Si aquélla fuese inmortal y residiera ya en -un cuerpo, ya en otro, no habría costumbres propias de cada especie -animal, y se vería muchas veces al perro de origen hircano esquivar -temeroso la presencia del cornígero ciervo, y al rapaz gavilán temblar -y huir al ver que se le aproximaba una paloma; los hombres perderían la -racionalidad y brillaría el saber de las fieras. - -Incurren en grave error los que suponen que sin dejar de ser inmortal -el alma, se acomoda á los cuerpos en que se aposenta; pero lo que muda -se disuelve, luego muere: si las partes cambian desaparece el orden -que constituyen; y por tanto, se perderían en los miembros y morirían -juntas con el cuerpo. Si dicen que las almas de las personas siempre á -otros cuerpos humanos pasan, preguntaré también que cómo puede suceder -que el alma de un sabio esté oculta en un necio, y cómo los potros no -tienen la destreza del caballo, si no es porque se origina cada alma de -germen propio de su especie y se desarrolla con el total del cuerpo; -y si piensan que al habitar en cuerpos nuevos el alma se rejuvenece, -implícitamente declaran que el alma es mortal porque la mudanza supone -desaparición de las sensaciones y extinción de la vida. - - -771. _Quove modo poterit pariter cum corpore quoque..._ - -¿Y cómo podrían el alma y el cuerpo alcanzar una igual fuerza y -perfección si no tuvieran un solo y el mismo origen? ¿Por qué en la -senectud las almas todas, sin excepción, abandonan á los miembros? -¿Acaso temen que encerradas en un cuerpo cercano ya á la corrupción, ó -metidas en un edificio vetusto puedan ser víctimas de la ruina? Pero -tales peligros no podrían alcanzar á seres inmortales. - -Además, parece ridículo imaginarse que las almas, evocadas por -Venus, acudan presurosas al acto de la generación y del nacimiento y -contiendan entre sí en número considerable con extraordinario celo para -disputarse el nuevo cuerpo; á no ser que entre las almas exista un -pacto federativo en cuya virtud la primera que llegue con vuelo rápido -sea la preferida, y de este modo aquéllas no consuman sus fuerzas en -inútiles batallas. - -Finalmente; ni en el aire se encuentran árboles, ni en el mar nubes, ni -los peces viven en los campos, ni en la madera hay sangre, ni en las -piedras savia: un propio lugar es adaptado para la vida y crecimiento -de cada ser, y no hay alma sin cuerpo dotado con sangre y nervios. Si -pudiera haber energía anímica sin aquellos órganos, también sería fácil -que el alma tuviera su residencia en la cabeza, en los hombros, en -los piés ó en cualquiera otra parte del cuerpo, supuesto que de todas -maneras siempre quedaría en la misma persona ó en el mismo vaso. Pero -si no podemos dar por cierto que en nuestro cuerpo exista un lugar -fijo donde el ánimo y el alma puedan residir y crecer, tampoco debemos -admitir como verdadera la idea de que puedan existir fuera del cuerpo: -necesario es, pues, afirmar que cuando el cuerpo muere también el alma -se disipa. - - -802. _Quippe etenim mortale æterno jungere, et unà..._ - -Y ciertamente, unir lo mortal con lo eterno y suponer una recíproca -influencia entre lo uno y lo otro es delirar. ¿Puede haberse discurrido -mayor absurdo que el de juntar cosas tan diversas y contrarias como -son las comprendidas en lo perecedero y perdurable, y pretender que -soporten en continua repugnancia daños comunes? - -Para que un cuerpo subsista eternamente es necesario, ó que sus -componentes sean por completo sólidos y resistan el choque, la -penetración y la disociación producidos por otros cuerpos, como sucede -á los elementos de la materia, de los cuales con extensión hemos -tratado anteriormente, ó que no sea susceptible de choques, como el -vacío, que permanece siempre intacto y nunca puede ser destruido, ó, -por último, que no esté rodeado por un espacio al que sean lanzados -sus fragmentos; de esta manera última es eterna la Suma de las sumas, -fuera de la cual no hay nada que pueda alterarla ó disolverla, ni -lugar en que se disipe, ni agentes que la disminuyan ó quebranten. -Pero, como ya he demostrado, el alma no tiene solidez absoluta, porque -en todas las concreciones hay que admitir intersticios; ni tiene las -condiciones del vacío, porque hay en la Naturaleza otros cuerpos que -pueden producir trastornos en su composición y rodearla de invencibles -peligros; existe, además, un espacio infinito donde la energía anímica -puede anularse y los elementos del alma pueden ser precipitados á la -disolución. Luego para el alma no están cerradas las puertas de la -muerte. - - -829. _Quod si fortè ideò magis inmortalis habenda est..._ - -Si por acaso fuera considerada inmortal porque resguardada se encuentra -de agentes exteriores que intenten combatirla, ó porque no puede ser -directamente atacada, y si lo fuera podría rechazar el golpe antes -de ser herida, el que así pensara se colocaría en una posición muy -distinta de la verdad. Además de las dolencias que afligen al cuerpo y -que interesan al alma, ésta sufre amarga incertidumbre por los sucesos -futuros que le producen no pocos sobresaltos, y tiene remordimientos -por los errores cometidos en épocas pasadas: añade el delirio, que es -propia enfermedad del alma, la falta de memoria y el terror de ser -arrojada en las negras ondas del letargo. - -Nada es la muerte y nada nos importa desde que se considera inmortal la -naturaleza del alma; y así como no sufrimos ahora por los padecimientos -pasados en el tiempo ni por motivo de las luchas sostenidas con los -invasores cartagineses en las guerras que con hórrido tumulto hicieron -estremecer hasta á los astros, y mantuvieron en espectación al mundo, -que dudaba acerca de cuál de los dos pueblos había de dominarlo por mar -y tierra, así también, cuando la vida se haya extinguido en nosotros -por la separación del alma y del cuerpo, nada tendrá influencia sobre -nosotros, ni causa alguna despertará nuestras sensaciones aunque se -confundan la tierra con el mar y el mar con el cielo. - - -854. _Et si jam nostro sentit de corpore, postquam..._ - -Y si después de separados de nuestro cuerpo el ánimo y la actividad -anímica aún conservaran la facultad de sentir, nada podría importarnos -ese hecho, supuesto que somos producto de íntima unión constituida por -el cuerpo y el alma. Si transcurrido algún tiempo después de nuestra -muerte pudieran volverse á unir del modo que ahora lo están nuestras -partes integrantes, y por segunda vez nos fuera dada la luz de la -vida, tal suceso en nada podría afectarnos por haberse interrumpido la -continuidad de nuestra existencia. Nada que nos haya pasado antes de -que tuviéramos conciencia de nosotros mismos, puede importarnos, como -no debe afligirnos preocupación alguna por lo que hagan de nuestros -restos las futuras generaciones. Si meditamos acerca de las mudanzas -y movimientos que indudablemente ha experimentado la materia durante -una serie de pasados siglos, habremos de convenir en que los elementos -pueden haberse combinado en otras ocasiones lo mismo que lo están hoy; -pero la memoria no puede conservar recuerdos acerca de esos cambios -por las pausas que ha habido en la existencia y por los distintos -movimientos extraños á las sensaciones á que pueden haber estado -sometidos los elementos del alma. La muerte exime y libra de todo -sufrimiento á aquel individuo que sin duda habría de padecer cualquier -daño en el supuesto de que viviera dentro de algún tiempo como ahora -vive. Debemos considerar, por tanto, que en la muerte nada hay que -nos inspire legítimo temor, porque no puede sufrir quien no existe; y -para el efecto de las sensaciones no hay diferencia entre el objeto -que nunca ha sido capaz de tenerlas, y el ser á quien la muerte eterna -salvó de mortal vida. - - -882. _Proinde ubi se videas hominem indignarier ipsum..._ - -Cuando veas que un hombre se indigna al considerar lo que hagan de -él después de muerto, porque teme que su cadáver sea arrojado á un -pudridero ó consumido por las llamas ó devorado por las fieras, lícito -ha de serte suponer que no habla con sinceridad y que en el corazón -abriga ciertas preocupaciones, aunque niegue creer que alguien sienta -después de muerto. Opino que no dice lo que piensa, porque entiendo -que el tal individuo, si habla de su muerte con temores, es porque se -figura que asiste á ella, que una parte de su propio ser le sobrevive, -que su cadáver se destina para pasto de las fieras voladoras ó de las -vivíparas, que se apena de sí mismo, que no se resuelve á desprenderse -definitivamente de sus restos, ante los cuales él mismo en posesión de -su juicio se encuentra colocado, y se indigna por haber sido creado -mortal; se considera de pié junto á su propio cadáver, y sin pensar -en que la muerte no deja otro él existente, deplora su desaparición, -y llora y se queja herido por el dolor. Desagradable juzgan muchos la -idea de ser devorado por las fieras; pero no comprendo que se considere -mejor el ser quemado por las voraces llamas que rodean el cuerpo -yacente, ó ser envuelto en miel, ó congelado por el frío, ó encerrado -en sepulcro marmóreo, ó ser comprimido por montón de tierra apisonado. - - -906. _At jam non domus accipiet te læta, neque uxor..._ - -Pero ya familia alegre y excelente esposa no saldrán á recibirte, ni -cariñosos hijos correrán á buscar tus besos y á inflamar tu pecho con -mal contenido placer; ya no podrás realizar empresas gloriosas para -ti y para las personas de tu amor: «infeliz, ¡oh infeliz! dirán, un -solo día infesto destruyó los goces de tu vida,» y no añadirán á esas -palabras «pero también te libró de una vez de toda clase de pesares;» -porque si meditaran libres de prevenciones y reflexionaran acerca de -lo que piensan, desterrarían toda congoja del ánimo y todo miedo. Sin -duda alguna, cuando yazgas inanimado por la muerte estarás exento, -para toda eternidad, de dolores y pesares; pero nosotros, junto á ti, -aun después de convertido en cenizas, verteremos tristes lágrimas y -abrigaremos en el pecho para siempre la pena que nos devore. Pero hay -motivo para preguntar: ¿qué es lo que en este suceso hay de amargo para -el que muere, si queda reducido á quietud y puede consumirse en el -tiempo que dure el luto de sus parientes y deudos? - -Muchas veces en los festines, los comensales, recostados, con las copas -levantadas y con la frente oculta por las coronas, exclaman: «Breve es -la dicha del pobre hombre, y cuando se marcha no es posible hacerla -volver.» Tal vez les amargará lo dulce de aquel momento la idea de la -muerte, con las ansias de ardiente sed que les devore y les abrase, ó -con algún otro deseo que les atormente. - -Cuando la inteligencia y el cuerpo entregados al sueño descansan, nadie -de sí cuida ni de su existencia: de igual modo, cuando eterno sueño nos -subyugue ningún deseo nos ha de volver á atormentar; pero los elementos -de las sensaciones, aun cuando en el sueño se hallan detenidos, no se -disuelven y pueden funcionar nuevamente. La muerte es todavía menos que -el sueño, si es que se puede llamar menos que algo lo que nada es. Á -la muerte sigue la disolución de la materia; y por esa causa nadie que -haya sido asaltado por el frío intenso que sigue á la desaparición de -la vida, ha vuelto á despertar. - - -943. _Denique si vocem rerum Natura repente..._ - -En suma, si la Naturaleza emitiera voz inteligible y de este modo se -expresara: «¿Por qué te entregas, mortal, con tanto exceso al dolor -y á la aflicción? ¿por qué gimes y lloras ante la idea de la muerte? -Si hasta ahora te ha sido grata la vida y los placeres para ti no -se han perdido como si hubieran sido puestos en vaso taladrado y se -hubieren extinguido ó escapado fácilmente, ¿por qué no te separas de -la vida como convidado satisfecho, y por qué, necio, no te entregas -con ánimo tranquilo al reposo? Y si los placeres que pudieras tener -ya se han extinguido y la vida sólo te proporciona sinsabores, ¿por -qué deseas aumentar tus días que te producirán nuevos disgustos, y al -cabo concluirán sin hacerte ningún bien, y por qué no anhelas el fin -de la vida que será también el término de tus trabajos? Considera que -desde ahora en adelante, por mucho que me esforzara, nada encontraría -que te proporcionara placer, porque las cosas siempre son las mismas. -Si tu cuerpo ha resistido el desgaste de los años y tus miembros aún -no vacilan, también deberás pensar que las cosas continuarán siempre -lo mismo, aunque vivas largos siglos y aunque nunca mueras,»--¿qué -responderíamos, sino que era justa la demanda interpuesta por la -Naturaleza y fundado el motivo de sus palabras? - -Pero si fuera un desdichado el que se lamentara de la llegada próxima -de la muerte, ¿con cuánto mayor motivo y con cuánta mayor dureza no -le podría decir llena de indignación: «Oculta esas lágrimas, hombre -insaciable, son inútiles tus quejas?» Y si fuera un anciano rendido -bajo el peso de la edad el que temiera la muerte, la Naturaleza podría -decirle: «Has gustado todos los placeres, ¿y todavía te quejas? Tu -inmoderado afán por despreciar lo que posees y desear lo que no tienes -ha mermado en la mitad los goces que has podido tener en la vida, y -ahora te alcanza la muerte antes de que tu avidez quede satisfecha: lo -que ya en turno has disfrutado en tu larga edad, déjalo para que lo -usufructúen los que vienen detrás de ti en la vida; es necesario.» - -Con razón, según pienso, con razón hablaría, acusaría y reprendería de -este modo la Naturaleza. La vejez, decrépita, cede siempre el paso á -la juventud: los seres á costa los unos de los otros se suceden. Nada -se pierde en los profundos abismos del Tártaro; la materia de hoy es -necesaria para el advenimiento de las generaciones futuras; y éstas -pasarán muy pronto, como aquélla no tardará en seguirte: los seres -que ahora son perecerán de igual modo que sucumbieron los que gozaron -antes de la vida: cada ser nace de otro y á ninguno es dada la vida á -perpetuidad. - - -984. _Respice item quam nil ad nos anteacta vetustas..._ - -Reflexiona, además, cuán nula es para nosotros la edad pasada antes de -nuestro nacimiento. La Naturaleza nos muestra en lo que ha existido -hasta ahora lo que será en lo sucesivo: ¿y qué encontramos de horrible -y de triste en la muerte de los que fueron? ¿no es, por acaso, un sueño -muy tranquilo? - -Todos los tormentos, sin excepción alguna, de los que se dice que son -propios del profundo Aqueronte, á esta nuestra vida real pertenecen. El -mísero Tántalo que teme ser aplastado por masa enorme suspendida en el -aire, según la fábula, en su vano temor que le agobia representa á los -hombres necios que, aterrorizados, atribuyen á los dioses todo lo que -es obra del acaso[37]. - - [37] También refiere la fábula que Tántalo (personificación de - la perfidia) fué sumergido hasta la barba en un lago, á cuyas - orillas había árboles de frutas deliciosas; tanto las aguas del - lago como las frutas huían de Tántalo, cuando éste, sediento ó - con hambre, pretendía utilizarlas. - -No hay Ticio yacente[38] en las orillas de un río del infierno, y no -hay buitres que le coman constantemente las entrañas: habían de ser -éstas de un tamaño suficiente para cubrir toda la tierra y ocupar la -inmensidad del espacio, y no serían bastantes para servir de pasto -durante la eternidad á aquellas insaciables fieras aladas; ni puede -ser interminable el dolor, ni cuerpo alguno puede servir de inacabable -alimento. Pero en realidad, Ticio es imagen de aquellos á quienes amor -tiraniza, ansiedades atormentan y pasiones devoran. - - [38] Ticio (el fatuismo), hijo de Júpiter (el poder) y de Elara - (la coquetería), según los poetas estaba condenado á que los - buitres (las pasiones) le picotearan perpetuamente las entrañas, - por haber galanteado á Latona (la vanidad) madre de Apolo (el - ritmo) y de Diana (la caza). - - -1007. _Sisyphus in vitâ quoque nobis ante oculos est..._ - -Ante nuestros ojos tenemos también la alegoría de Sísifo, aplicable -á aquellos que resuelven pedir al pueblo los haces y las cortantes -segures[39], y siempre tienen que retirarse tristes y desairados. -Solicitar honores que en rigor nada valen, pero cuya consecución es -muy difícil, es lo mismo que luchar esforzadamente por llegar hasta la -cumbre de una montaña, cargado con una piedra enorme, que siempre, al -ser acercada á la cima se resbala, y después de recorrer el inclinado -plano del monte, con la violencia adquirida rueda por la llanura. - - [39] Alude á los haces de varas con segures, que llevaban los - lictores encargados de preceder á los magistrados. - -Satisfacer todas las exigencias del deseo; dar al ánimo cuantiosos -dones, sin conseguir nunca dejarlo saciado; gozar los frutos y -aprovechar los beneficios de las estaciones anuales que en rueda se nos -presentan alternativamente, sin que basten á contentar los caprichos, -todo esto se me figura que está representado en las Doncellas, de las -cuales se cuenta que en su florida edad se ocupan en llenar de agua -vasos que no tienen fondo, y nunca logran su objeto. - -El Cerbero, las Furias y el obscuro Tártaro, cuyas fauces despiden -espantosas aceleradas llamas, nunca han existido ni pueden existir. -Como consecuencia de los crímenes perpetrados y de las maldades hechas, -aquí, en la vida, el malvado padece temores y castigos; la cárcel, -la horrible pena de ser arrojado á un precipicio desde alta roca, -los azotes, los verdugos, la flecha, la pez, la tea; y si para el -criminal faltasen aquellos suplicios, la propia conciencia, que hasta -las intenciones penetra, se encargaría de castigarlo. Si á todas las -aflicciones ordinarias se juntan las preocupaciones que infunde la -inseguridad en una vida posterior, el desconocimiento de los males que -se padecen y el temor de que éstos puedan ser aumentados con la muerte, -bien puede afirmarse que la vida es verdadero infierno de los necios. - - -1036. _Hoc etiam tibi tute interdum dicere possis..._ - -Sin vacilar, tú mismo puedes reconvenirte del siguiente modo: «Anco -el bueno[40] que fué mejor que tú, malvado, en muchas cosas, cerró -sus ojos á la luz; todos los reyes y potentados que en otros tiempos -gobernaron á muchas gentes sucumbieron á pesar de su poder: aquel mismo -que en remotos días supo atravesar los mares y enseñó á sus legiones -á pasarlos sin riesgo, y salvó en la obscuridad los abismos de las -aguas y despreció los estruendos del Océano[41], también murió por la -separación del alma y el cuerpo: Escipión, rayo de la guerra, terror -de Cartago, entregó sus huesos á la tierra, lo mismo que el más vil -de sus esclavos: los investigadores de las ciencias, los ordenadores -de las artes, y los compañeros de las Musas, entre los cuales Homero -lleva el cetro, en sueño eterno reposan: Demócrito, cuando advirtió -que su inteligencia se debilitaba por el natural efecto de la edad, -voluntariamente rindió su cabeza á la muerte: el mismo Epicuro, aquel -que por su genio superó á todos los individuos de la raza humana, -y como brillante Sol eclipsó todas las estrellas que en el cielo -del saber hasta su época habían lucido, también llegó al término de -la vida. ¿Y tú, asustado y temeroso, te indignas porque tienes que -morir, cuando tu vida es una lenta agonía? ¿Pues no consumes una parte -de tu existencia en el sueño? Y aun despierto, ¿no sueñas muchas -veces, y en otras tampoco dispones de tu inteligencia perturbada con -preocupaciones? ¿Cómo quieres vivir si no sabes hallar, desdichado, los -motivos de los males que te rodean, y cuando la incertidumbre y los -prejuicios te oprimen el ánimo que vacila entre errores?» - - [40] Anco Marcio, cuarto rey de Roma (hace 2530 años). - - [41] Jerjes I, rey de Persia (hace 2380 años). - - -1065. _Si possent homines, proinde ac sentire videntur..._ - -Si los hombres pudiesen conocer el origen de sus desdichas, no -sufrirían en el ánimo la abrumadora pesadumbre, que oprime su pecho. -Cada cual procura distraerse, y entre agitaciones y afanes vive con -inquietud, ignora lo que desea, no sabe lo que busca, y como si -quisiera librarse de sus propias preocupaciones, incesantemente cambia -de sitio aunque no encuentra el que le sirva para deponer su carga. - -Uno abandona su palacio suntuoso porque no halla en él tranquilidad, -é inmediatamente regresa porque no se considera lejos de su casa más -feliz que en ella; otro corre á una quinta de su propiedad con la -precipitación que llevaría si fuera á apagar un incendio, y apenas pasa -los umbrales de su nueva residencia se encuentra incómodo y procura con -el sueño olvidarse de sí mismo, ó vuelve con la misma agitación á su -habitual morada: parece que todos pretenden huir de su propia persona, -y como no lo consiguen se resignan á sufrir sus ansias y desasosiegos: -ninguno conoce las causas de su malestar; pero si cada cual pensara -con reposo, dejaría preterida toda clase de vanos empeños y buscaría -remedio para su desdicha en la investigación de los fenómenos -naturales, pues no se trata de arreglar intereses del momento, sino -de conocer lo que sea de los hombres después de la muerte y por toda -eternidad. - - -1088 _á_ 1106. _Denique tantopere in dubiis trepidare periclis..._ - -Finalmente, ¿por qué el deseo de vivir nos abate con tantos males, y -por qué nos hacen temblar tan dudosos peligros? Ciertamente el fin de -la existencia, para todos los mortales, ha de llegar, y no es posible -evadirse de él ni evitarlo; hay que morir. - -Sabemos además que aquí, donde siempre hemos residido, ningún completo -goce hemos de tener, aunque se prolongara nuestra existencia, porque -siempre nos ha de parecer mejor que lo presente aquello que no tenemos, -y después que lo hubiéramos conseguido con el mismo afán desearíamos -otra cosa; de este modo, siempre nos ha de abrasar la misma sed de -prolongar la vida, y nunca dispondremos de un solo instante en que deje -de preocuparnos la suerte futura y el destino que en lo por venir nos -aguarda. - -Y, por último, no ha de pensarse que la duración de la eternidad sea -menor cuanto más vivamos; aunque lográsemos aumentar el número de los -días de nuestra existencia, y aunque pudiéramos vivir muchos siglos, -siempre nos esperará eterna muerte. Aquél que hoy mismo haya alcanzado -el término de su vida, no estará muerto menos tiempo que los que -sucumbieron hace ya muchos meses y muchos años. - - - - -LIBRO CUARTO - - -1. _Avia Pieridum peragro loca, nullius antè..._ - -Voy á elevarme á las cimas del Parnaso, y á recorrer campos hasta ahora -no hollados por ninguna planta; iré á beber grato licor de fuentes -vírgenes, y me apresuraré á coger desconocidas flores, con las que -tejeré para mi cabeza corona insigne mejor que todas las que hasta hoy -las Musas han concedido; primeramente, porque enseño altas verdades, é -intento romper la dura esclavitud con que las religiones han abatido -los ánimos, y, además, porque suavizaré un estudio árido con las -gracias de la poesía, que convierte en agradable cualquier asunto -obscuro; así obraré conforme á razón. De igual modo que los médicos, al -propinar á los niños amarga medicina, untan de sabrosa miel los bordes -de la copa en que la administran, á fin de que, inexpertos y atraídos -por la dulzura que gustan sus labios, sin recelo beban el licor amargo -y deban la vida á traición agradable, así yo, ahora que he de explicar -asuntos ásperos y desabridos para los que no están acostumbrados á -ellos, y fastidiosos para el vulgo, quiero exponerte mi doctrina en -el ameno lenguaje de las Piéredes, y con acento de dulce harmonía, -para que, al buscar recreo en la lectura de mis versos, adquieras -conocimiento de las leyes de la vida y del orden universal[42]. - - [42] Repetición de los versos 933 á 957 del canto primero. - - -26. _Sed quoniam docui, cunctarum exordia rerum..._ - -Ya he considerado los principios elementales de las cosas y las -diferentes formas que afectan, los movimientos á que se hallan sujetos -eternamente los cuerpos simples por su propia condición y la manera -como de ellos pueden ser creados todos los seres, y, por último, la -naturaleza del alma, síntesis de las fuerzas que al cuerpo animan, y la -reversión de ésta á sus primeros principios, cuando se disgrega de un -cuerpo cuya vida sensible había constituido. Ahora deseo comunicarte -algunas otras ideas pertinentes á los mismos temas, y para hacerlo con -fruto debo empezar por decirte que hay algunas entidades, á las que -vamos á dar el nombre de simulacros de las cosas, las cuales son como -unas membranas que rodean á todos los cuerpos, cada cual á aquel de -que procede, en forma de emanaciones vaporosas que lo circundan, que -vuelan hacia uno y otro lado á impulso de las auras, y que, unas veces, -cuando estamos despiertos, se nos ofrecen con terrorífica apariencia, -y otras, cuando el sueño nos abate, se nos muestran con figuras -horribles, de tal manera, que en la obscuridad nos producen terror y -cierta soporífera languidez, y dan ocasión para que algunos entiendan -que los simulacros son almas escapadas del Aqueronte, ó sombras de los -difuntos errantes entre los vivos, ó restos que después de la muerte -de cada individuo permanecen entre nosotros; como si el cuerpo y el -alma no perecieran juntos y no se resolvieran en los elementos que los -constituían. - -Digo, pues, que los simulacros, tenues membranas producidas por -desprendimientos de la totalidad del cuerpo de los seres, forman -una especie de substancia cortical, libre, aérea, que reproduce con -exactitud la imagen ó efigie de los cuerpos de que se derivan[43]. - - [43] Pensaba Epicuro que de los cuerpos surge un tejido - imperceptible, que es elemento de los dioses, origen de nuestras - ideas y causa de la visión: el filósofo griego dió á esas - emanaciones los nombres de εἴδωλα y τύποι. Lucrecio las llama - _simulacra_, _effigies_, _imagenes_. - - -51. _Id licet hinc quamvis hebeti cognoscere corde._ - -Esta explicación es fácil de entender aun para aquellos que tengan -rudo ingenio, porque todos pueden ver y sentir á cada momento densas -emanaciones de algunos cuerpos difundidas en el aire, como el humo -que de la leña se desprende y el calor que se origina del fuego; pero -todavía existen otras de contextura más condensada y viva, como la -túnica de abrigo que la cigarra suelta en la estación ardiente, las -membranas que los novillos de su cuerpo despiden al nacer y el vestido -que lúbrica serpiente deja entre los espinos á merced del viento. Esas -observaciones demuestran que de las superficies de los cuerpos emanan -propias sutiles imágenes, las cuales unas por condensación de sus -moléculas componentes se hacen ostensibles, mientras que otras, por -disgregación de estas mismas, no adquieren apariencias fenomenales; -permiten asegurar los hechos estudiados que esas partes desprendidas de -la superficie de todos los objetos en cierto modo conservan la forma de -sus cuerpos generadores, de los cuales más se apartan á medida que más -obstáculos se les oponen en el momento de su aparición. - -Porque no solamente de lo interior de los seres se exhalan esos -corpúsculos sino también de lo exterior, como antes he dicho y como -podemos comprobar con los colores: las colgaduras amarillas, rojas ó -moradas que ondean pendientes de las vigas de los teatros tiñen de su -color la escena, las decoraciones, á los senadores, á las matronas y -las estatuas de los dioses; y cuanto más se evita que en el teatro -penetre la plena luz del día, más encantos ofrece á la vista el reflejo -movedizo de los colores[44]. Si éstos se desprenden, como creemos -notar, de la superficie de los paños, también habrá otros cuerpos -que de igual modo emitan sus propias imágenes, pero muy sutiles y -finísimas, tanto que sean imperceptibles para nuestra vista, aunque -ofrezcan fieles vestigios de los cuerpos que las hayan producido. - - [44] Tres clases de colgaduras usaban los romanos en los teatros: - cortinas, tapices y paños; éstos servían para proteger de los - rayos del Sol á los espectadores. - - -88. _Præterea, omnis odos, fumus, vapor, atque aliæ res..._ - -Los olores, el humo, el calor, y otras emanaciones similares á éstas, -se difunden fácilmente en el aire porque tienen su origen en lo -interior de los cuerpos, y al salir de éstos hallan obstáculos que -los obligan á separarse de la línea recta y á esparcirse por donde -logran abrirse camino; pero la tenue película de los colores, puede, al -extenderse, conservar la misma forma que tiene en los cuerpos de que -procede, porque, de lo exterior surgida, nada se le opone para que siga -la dirección recta. - -Los simulacros se muestran en los espejos, en el agua, en las -superficies pulimentadas; y pues tienen la misma apariencia de -los seres que representan, han de ser imágenes de estos mismos. -Es indudable que los cuerpos sensibles de fáciles emanaciones se -reflejarán mejor que aquellos otros de moléculas muy tenues cuyo poder -para manifestarse ha de ser muy escaso. - -Cuerpos hay, no obstante, que nos dan sus imágenes muy disipadas, -y, por lo extendidas, invisibles; pero si las emanaciones que -repetidamente exhalan chocan en un espejo, se recogen, se reunen, se -reflejan y se hacen perceptibles para el sentido de la vista: por esta -causa los espejos representan fielmente la figura de las cosas que -tienen delante. - -Ahora debes considerar cuán delicadas y sutiles han de ser las -imágenes de cuerpos que existen sumamente pequeños, tanto que la vista -más perspicaz apenas distinguirlos consigue. Con este motivo voy á -confirmarte en pocas palabras lo que ya sabemos acerca de la tenuidad -de los primeros principios de las cosas. - - -113. _Primum animalia sunt jam partim tantula, eorum..._ - -Animales hay tan pequeños que son como la tercera parte del tamaño que -tienen los cuerpos más diminutos que puede la vista dominar. ¿Cómo -calcularemos el volumen de los intestinos de esos animales? ¿Cómo será -el tejido muscular de su corazón? ¿Cómo sus ojos, sus miembros, sus -articulaciones? ¡Qué pequeñez! ¿Y podremos concebir la sutileza de los -elementos que componen su ánimo y su alma? ¿Podrás imaginar algo más -pequeño y más delicado? - -La panace, el amargo ajenjo, el suave abrótano y la triste centáurea -exhalan penetrante olor, significativo de los simulacros que de esas -plantas brotan y luego vuelan de muchos modos, aunque sin energía para -hacerse perceptibles á la vista; pero nadie podrá apreciar la relación -que existe entre el tamaño de las moléculas componentes de esas -emanaciones y el de los cuerpos de que se han producido. - -Pero no pienses que en el aire vagan solamente los simulacros que de -los cuerpos se desvían; hay también otros que se forman espontáneamente -y residen en ese cielo, que es llamado aire, en el cual afectan -distintas figuras y no cesan de moverse de muchos modos: son los que -forman las nubes que crecen y cambian de apariencias en el cielo, -cuya extensión visible muchas veces cubren; en unas ocasiones parecen -gigantes que vuelan y poco á poco extienden la obscuridad por todas -partes; en otras semejan grandes montes, que de la tierra se desprenden -para acompañar al Sol en su curso; y algunas veces se muestran con la -forma de bestia feroz, que guía y distribuye las nubes. - - -140. _Nunc ea quam facili, et celeri ratione genantur..._ - -¡Con cuánta facilidad los simulacros de esa clase emanan continuamente -de las cosas, y con cuánta rapidez se desvanecen! Unos penetran en -cuerpos de condiciones análogas al paño; otros son detenidos por -objetos como la madera y las piedras, incapaces para reflejarlos; -pero otros simulacros emitidos por seres colocados frente á un espejo -ó cuerpo diáfano, lúcido y compacto, si bien no entran en éste como -en el paño, tampoco se desvanecen como si estuvieran en presencia de -cuerpos opacos y antes de ser reproducidos en imagen, por virtud del -fenómeno de la reflexión. Tan pronto como un cuerpo se halla enfrente -de una superficie pulimentada, en ésta aparece la efigie de aquél; -este hecho, repetido muchas veces, te demostrará que de los objetos -se derivan tenues figuras de textura tenue. Luego los simulacros se -producen con rapidez incomparable. - -Y así como la luz solar en breve tiempo se propaga en el espacio -mediante emanaciones innumerables, de igual modo es preciso que los -simulacros se emitan incesantemente en todas direcciones para que -sea posible que en cualquier sitio donde se coloque un espejo, éste -reproduzca la imagen de las cosas que se le presentan, con su forma -peculiar y con su propio color. - -En ocasiones, cuando el cielo está claro y limpio, de repente la -obscuridad reemplaza á la luz, como si todas las imaginadas tinieblas -del infierno se hubieran precipitado para ocupar las cavidades -celestes; todo lo envuelve noche tempestuosa; ruidos procedentes de las -alturas llenan de pavor á los mortales. Pues bien; nadie podrá explicar -la relación exacta que exista entre la imagen que se nos muestra y el -cuerpo que produce el fenómeno que absortos contemplamos. - - -211. _Quare etiam atque etiam mitti hæc fateare necesse est..._ - -Preciso es declarar con insistencia que esas emanaciones, al ponerse -en contacto con nuestros ojos excitan el fenómeno de la visión[45]. -Constantemente de ciertos cuerpos se desprenden olores, como de los -fluidos surge frío, del Sol calor y de los mares sal que socava los -edificios situados en las playas: por el aire vagan siempre muchos -sonidos; cuando paseamos por las orillas del mar notamos el gusto -á salobre que nos impresiona débilmente; cuando asistimos á la -preparación del absintio paladeamos el amargor de esa planta perenne. -Luego es indudable que de todos los cuerpos se desprenden mínimas -partes que se diseminan por el espacio; no permanecen en reposo, ni -pueden ser detenidas en su curso; por su medio experimentamos continuas -sensaciones, y en todo caso podemos ver, oir y oler. - - [45] Parece que hay contradicción entre lo que ahora sostiene - Lucrecio y lo que expuso en los versos contenidos en los números - 739 al 852 del canto segundo; pero debe tenerse en cuenta que, - según Epicuro, cuya doctrina siguió Lucrecio, para que se efectue - el fenómeno de la visión se necesita la concurrencia de dos - clases de emanaciones, una procedente de todos los cuerpos y otra - de la luz que se mezcla con la anterior. - -Además, si en la obscuridad reconocemos por el tacto un cuerpo que -antes hubiéramos visto á la luz, deben ser muy semejantes las causas -inmediatas del tacto y de la visión; por igual motivo, si en las -tinieblas tocamos un objeto de figura cuadrangular y de él adquirimos -idea, ¿lo podremos confundir á la luz con otro de distinta forma? Luego -la principal causa para la visión la dan las mismas imágenes, sin las -cuales no podríamos tener representaciones de las cosas. - - -234. _Nunc ea, quæ dico, rerum Simulacra, feruntur..._ - -Los simulacros de que ahora hablo se emiten de todos los cuerpos y se -dispersan por todas partes; y como los ojos no nos sirven más que para -ver, cualquiera cosa á la cual los convertimos solamente nos da la -imagen de su propio color y de su propia forma, único medio de conocer -los cuerpos á distancia, pues tocan á nuestros ojos las emanaciones que -los cuerpos exhalan y de las cuales se llena el espacio: la corriente -de esas emanaciones circula por el aire, se desliza junto á los órganos -visuales, roza levemente la pupila y sigue su curso. También de ese -modo conocemos las distancias que nos separan de las cosas; porque á -medida que es mayor la masa de aire movida por las emanaciones al tocar -nuestros ojos, más velozmente se aleja y más distante se nos figura -el objeto que miramos. Ese movimiento es sumamente rápido, y por esta -razón simultáneamente formamos juicio de las cosas y de las distancias -á que se encuentran. - -Y no debe producir extrañeza el hecho de que los simulacros, si bien -formados por pequeñísimas partes invisibles afecten el órgano de la -visión y nos permitan percibir las cosas: también sentimos el aire -frío, no por la influencia de cada una de sus moléculas componentes, -sino por el efecto que nos comunica la totalidad del fluido aéreo. -Parecida impresión recibimos por el contacto con cualquier otro cuerpo: -si ponemos un dedo sobre una piedra tocaremos de ella un punto de la -superficie colorada; pero la representación que en el acto nos formemos -será correspondiente á la cualidad y dureza de toda la piedra. - - -264. _Nunc age, cur ultra speculum videatur Imago..._ - -Ahora considera por qué motivo en el espejo se ve la imagen de las -cosas, y por qué parece reflejada á cierta distancia de aquél: ese -fenómeno obedece á la misma causa que nos hace ver á lo lejos desde -lo interior de la casa, cuya puerta esté abierta, los objetos que se -hallan fuera, aunque fronteros. Dos corrientes de aire hieren la vista; -se extiende una entre la puerta y el observador, y conduce á los ojos -de éste la imagen de la puerta y la de las cosas que se hallan á los -dos lados de esta última; la otra que impresiona en segundo lugar, y es -procedente de fuera, guía las imágenes de los objetos exteriores. Lo -mismo se nota en el espejo, cuya imagen viene á nosotros conducida por -el aire existente en el espacio que media entre él y nuestros ojos. Así -la vemos de seguida, lo primero; y después, en segundo término, cuando -la vista puede fijarse en el espejo, percibimos en él reflejada nuestra -propia imagen, que otra corriente de aire nos trae. Queda así explicada -la causa que nos hace ver la imagen á cierta distancia del espejo. Dos -corrientes de aire, una después de otra, producen este resultado. - -Todas las cosas que están á nuestra derecha, en el espejo se ven á la -izquierda, porque la imagen del cuerpo que de frente se halla ante el -metal bruñido, también de frente se refleja, y, por tanto, en posición -cambiada. Igualmente, si en una mascarilla de greda aplicas barro -humedecido y lo aprietas fuertemente, obtendrás una figura, en la cual, -además de aparecer las partes salientes como entrantes, notarás que el -ojo derecho se muestra como izquierdo, y el izquierdo como derecho. - -Sucede también que la imagen transmitida por unos espejos á otros, -cinco ó seis veces se reproduce. Todo lo que detrás de ti queda, ó -debajo ó á los lados, aun cuando se halle muy distante, lo puedes ver -reflejado varias veces en los espejos con que adornas tu casa; cada -uno copia la imagen proyectada en otro, y si uno la presenta hacia tu -derecha, otro la da á la izquierda, y en un tercero la verás restituida -á su primera posición. - -No obstante lo dicho, las imágenes aparecen iguales en un espejo -compuesto de varias facetas; al mismo lado ofrecen todas la parte -correspondiente á nuestra mano derecha; pero también sucede que las -imágenes reflejadas se encuentren, se junten y den otra en la forma -primitiva, ya porque la simetría se deshaga por la conjunción de unas y -otras, ó ya porque la figura se cambie al convertirse para nosotros. - -Los simulacros avanzan y se alejan con nosotros, é imitan nuestros -movimientos; pero si nos retiramos definitivamente del sitio en que -se halle el espejo, éste deja de dar nuestra efigie. Es ley de la -Naturaleza, en todo caso, que la imagen recibida en el espejo sea igual -á la reflejada. - - -319. _Splendida porrò oculi fugitant, vitantque tueri._ - -La presencia de cuerpos brillantes ofende á los ojos, los cuales -procuran evitarla; el Sol ciega á aquel que lo mira de frente, porque -sus rayos son intensos y porque los simulacros que emite con rapidez -atraviesan las distancias, y con sus fulgores lesionan los ojos y -trastornan el aparato visual; una claridad viva contiene moléculas de -fuego, y como éste, quema los ojos al penetrar en ellos. - -Los ictéricos ven todas las cosas teñidas con el color amarillo, como -si de su organismo dimanaran partículas de aquel color, las cuales se -mezclaran con los simulacros, ó bien porque sus ojos están saturados -de moléculas de esa coloración é impresionan las imágenes que se les -aproximan. - -Desde un sitio obscuro vemos los objetos que se encuentran rodeados -por la luz, porque si bien las sombras que se hallan próximas á los -ojos invaden á éstos, son inmediatamente rechazadas por los rayos -luminosos que también penetran en los órganos de la vista, y por su -acción enérgica, viva y veloz, disipan las tinieblas; cuando todas -las partes de los ojos que habían sido ocupadas por la obscuridad -quedan iluminadas, los simulacros de los cuerpos que están en la luz -se introducen en ellas y se efectúa el fenómeno de la visión. Por lo -contrario, desde un sitio bañado por la claridad no se puede ver lo -que haya en un próximo lugar obscuro, porque las sombras, al llegar -en segundo término, obstruyen los órganos de la visión y no dejan que -pasen los simulacros emanados por los cuerpos. - - -348. _Quadratasque procul turres cùm cernimus urbis..._ - -Muchas veces desde lejos contemplamos las cuadradas torres de las -ciudades, y se nos figura que son redondas, porque los ángulos rectos -de sus lados contiguos se nos representan como obtusos, ó bien porque -se desvanecen á nuestra vista y no los podemos precisar: á proporción -que aumentan las distancias los simulacros pierden poco á poco su forma -por el choque de los cuerpos que flotan en el aire; y cuando el ángulo -degenera lentamente á nuestra vista, nos imaginamos ver el volumen de -un cilindro de piedra, no perfecto, sino algo desvanecido y confuso. - -Parece que nuestra sombra se mueve en el Sol, imita nuestros -movimientos y sigue nuestros pasos, como si fuera posible que el aire, -de luz privado, tuviese idoneidad para repetir los actos de los hombres -y copiar sus gestos, ya que nada más que aire envuelto en la obscuridad -es lo que llamamos sombra: falta el Sol en algunos puntos de la Tierra -porque nuestros cuerpos impiden el libre acceso de los rayos del astro -luminoso; pero cuando el obstáculo se retira, el Sol luce y por ese -motivo creemos que la sombra nos acompaña siempre. Constantemente se -dispersan los haces luminosos que se forman sin cesar, como se encogen -y consumen los hilos de lana que sucesivamente se arrojan al fuego. -Es fácil de explicar, pues, que la Tierra pierda la luz y que al -recobrarla desvanezca las negras sombras que la hubieran envuelto. - -No concedemos que los ojos se engañen: propio de ellos es distinguir -si hay luz ú obscuridad y en qué sitio; pero incumbe á la razón el -discernir si la sombra que vemos en un lugar es la misma que estuvo en -otra parte, ó si es diferente, como he dicho antes de ahora: los ojos -no pueden conocer la Naturaleza de las cosas: no atribuyas, por tanto, -á los ojos defectos propios del ánimo. - - -382. _Qua vehimur navi, fertur, cùm stare videtur..._ - -Nos parece que está inmóvil el barco en que navegamos, y se nos figura -que marchan cosas que están fijas: cuando con velas hinchadas la nave -que nos conduce hiende las ondas y nos transporta velozmente, creemos -que huyen de nosotros los campos y las colinas: las estrellas se nos -muestran como estacionadas en la bóveda etérea, aunque siempre están -en movimiento y aparecen en un lado para ir á perderse en el opuesto -después de haber lucido su brillante masa en los espacios siderales: de -igual manera creemos ver en reposo el Sol y la Luna, aunque la razón -nos dice que se mueven: desde el mar se observa, como si formaran -una sola isla que brotase de las aguas, varias montañas entre cuyas -gargantas podría maniobrar numerosa flota: los niños, después de dar -muchas vueltas creen al pararse que la casa anda con movimiento de -rotación, y que giran las columnas de la sala en que juegan, y aun -temen que el edificio se desplome sobre ellos. - -Cuando en cumplimiento de las leyes de la Naturaleza el Sol comienza -á dirigir sus trémulos rayos por encima de las montañas, y crees ver -que el rojo disco reposa en ellas y con su manto de fuego las toca, -repara que esos montes no distan de nosotros dos mil tiros de saeta, -y muchas veces ni aun quinientos; entre esas montañas y el Sol median -muchos mares que tienen por cubierta el cielo, é innumerables tierras -ocupadas por diversas clases de gentes y muchas especies de fieras. En -un charco de agua de muy escasa profundidad, formado entre las piedras -de la calle, parece que se ven un cielo abierto, nubes aglomeradas, un -profundo abismo y muchos cuerpos escondidos bajo la tierra. - - -416. _Denique ubi in medio nobis equus acer obhæsit..._ - -Cuando en medio de un río que pasamos por un vado se detiene el caballo -que montamos y dirigimos la vista hacia las aguas, nos parece que el -cuadrúpedo, aunque inmóvil, es llevado contra la corriente; y si á -cualquiera otra parte convertimos la mirada creeremos que todos los -objetos son arrastrados de igual manera. - -Si contemplamos un pórtico de columnas paralelas é iguales, de modo que -nuestra vista domine toda su extensión en sus dimensiones de longitud -y latitud, notaremos que las columnas parecen juntarse cada vez más; -que se estrecha el espacio que las separa; que el techo se aproxima al -suelo; que los dos lados se tocan; y por último, veremos una capacidad -confusa de forma cónica: los navegantes, que no ven más que cielo y -agua, piensan que el Sol nace en las ondas y que en ellas oculta su -fulgor. No creas, temerario, por estos hechos que los sentidos engañen. - -Las naves en el mar batidas por el oleaje parecen destrozadas y con las -banderolas deshechas, al ignorante que desde el puerto las mira; porque -observa que una parte de los remos y del timón es recta, pero otra -parte, sumergida en las aguas, por efecto de la refracción de la luz, -á sus ojos se ofrece como si estuviera rota: durante la noche suelen -verse espléndidos astros que más allá de las nubes se mueven, por el -viento impelidos, en dirección opuesta á aquéllas; y claro es que -vemos lo contrario de lo que es en realidad: si con un dedo te haces -presión en la parte inferior del globo ocular podrás ver duplicadas las -cosas; contemplarás dos luces en cada luz que mires, dobles los muebles -de tu casa y los hombres con dos rostros y dos cuerpos. - - -449. _Denique, cùm suavi devinxit membra sopore..._ - -Finalmente; cuando el sueño domina los sentidos con dulce sopor y el -cuerpo yace en completo reposo, nos parece en ocasiones que estamos -vigilantes y que nuestros miembros se mueven: en noche envuelta -por densa obscuridad, creemos ver el Sol y gozar de la luz diurna; -que varían de lugar los astros, el mar, los ríos, los montes; que -recorremos á pié campos extensos; que de noche en el silencio oimos -varios ruidos, y por último, que respondemos cuando estamos callados. -Aunque muchos hechos de esa especie sean, en verdad, sorprendentes, no -deben servir para quebrantar la confianza que tengamos en el testimonio -de los sentidos, por más que den como realidades ilusiones fantaseadas -por el ánimo y en algunas veces creamos distinguir cosas que no pueden -existir. Difícil es, ciertamente, el fijar la diferencia que existe -entre las apariencias fenomenales y la realidad de las cosas, pero no -debe el ánimo dejarse vencer por las dudas. - -Quien dice que nada se sabe, afirma contra su propia opinión; pues -nada podrá saber aquél que confiesa que no puede saberse nada[46]. No -pretendo contender con el que se pone en desacuerdo consigo mismo; pero -si concediese como probado el principio de que nada se sabe, aún habría -de preguntar al que negase toda seguridad en el juicio formado: ¿De qué -medio se vale para diferenciar lo que sea saber y no saber, y dónde -pudo adquirir noticia de la verdad y del error, ya que no es posible -discriminar la duda y la certeza? - - [46] Aristóteles decía á los escépticos: Ó sabéis ó no sabéis: si - sabéis que no sabéis, algo sabéis; si no sabéis que no sabéis no - podéis afirmar que no sabéis. - - -474. _Invenies primis ab sensibus esse creatam..._ - -Comprenderás que las ideas fundamentales provienen de los sentidos, -que si no pueden engañar deben inspirarnos confianza, porque mediante -la investigación de verdades nuevas ellos mismos pueden vencer sus -antiguos errores. ¿Hay algo que nos merezca mayor fe que los sentidos? -¿Puede suponerse que la razón deponga contra ellos cuando todos los -datos de que se vale solamente de los sentidos proceden? Si fueran -falsos los antecedentes que ministran á la razón, falso ha de ser el -juicio que ésta forme acerca de las cosas. ¿Podrá el oído corregir á -los ojos, ó el tacto al oído? ¿Podrá el sabor rectificar al tacto, -ó á los ojos el paladar? Entiendo que no, porque tiene cada aparato -sensitivo su acción privativa y su peculiar energía; por esta causa -ocurre que la blandura, la dureza, la frialdad y el calor se determinan -por el órgano adecuado, el cual da también á conocer cómo sea lo -blando, lo duro, lo frío y lo caliente; los colores de las cosas y todo -lo que á los colores pertenece afectan á otro órgano, y separadamente -el sabor, el olor y el sonido se originan en esfera propia. Es un -hecho que unos sentidos no pueden corregir á otros ni reprenderse á sí -mismos; luego todos deben inspirarnos igual confianza: lo que para los -sentidos es verdad confirmada por el transcurso del tiempo, verdad es. - -Y si la razón no pudiese alcanzar la causa de que los objetos realmente -cuadrados nos parezcan redondos vistos á distancia, vale más traducir -equivocadamente la defectuosa idea que tengamos de ambas figuras, que -dejar escapar de la mano los hechos patentes, negar el principio de -toda certeza y destruir los fundamentos en que descansa todo nuestro -bienestar y nuestra vida. No solamente se trata de evitar que la razón -por falta de base caiga arruinada, sino que la vida misma se haga -imposible como sucedería en el instante en que dejáramos de confiar -en los sentidos: hay que tramontar los precipicios que amenazan la -existencia racional, poner en fuga los daños que puedan perjudicarla y -atraer todo lo que la beneficie. Debes, pues, considerar como palabras -baldías todas las que sirvan para declamar contra los sentidos. - -Así como en la construcción de un edificio, si imperfectos son los -planos que sirven de guía, ó si alguno de los muros que se levantan en -la fábrica se aparta de la perpendicular, ó si el nivel es falso en -alguna parte, la obra resulta disforme, defectuosa, inclinada, torcida, -sin gracia, de techos peligrosos, y amenazará ruina, ó al cabo se -desplomará como levantada contra las reglas más elementales del arte de -las construcciones, así también la razón habrá de admitir errores si -funciona sobre falsos datos de los sentidos. - - -519. _Nunc alii sensus quo pacto quisque suam rem..._ - -No me parece difícil de explicar ahora el proceso que sigue para -manifestarse la acción de los otros sentidos: en primer término, las -ondulaciones sonoras y la voz afectan el oído cuando los elementos -correspondientes llegan al pabellón de la oreja y penetran por el -conducto auditivo: luego si las vibraciones excitadas por la voz y -cualquier otro sonido obran sobre nuestros órganos propios, no puede -negarse que son de naturaleza corpórea. En ocasiones la voz emitida -ofende la garganta y los gritos lanzados con violencia irritan la -tráquea, porque los principios materiales que forman la voz se -precipitan en número considerable por el estrecho tubo aéreo, lo -llenan, y luego al salir dañan el orificio laríngeo por donde se -esparce la voz en las auras: luego si la voz y el sonido en ocasiones -pueden producirnos dolor, sus elementos, no podemos negarlo, han de -ser corpóreos. Y no ignoras que si alguien comienza á hablar desde que -la aurora dibuja en el horizonte su tenue luz, y no cesa hasta que las -sombras de la noche se extienden, experimenta cansancio de fuerzas, -debilidad de nervios, languidez en todo el cuerpo, y mucho más si -mantuvo la conversación en voz alta: luego es indudable que la voz es -corpórea si produce detrimento mayor cuanto más se ejercita. - -De elementos rudos procede la aspereza de la voz y su dulzura de -elementos suaves; también corresponden á otros apropiados el atronador -ruido que la trompeta envía á largas distancias, el áspero zumbido -que retumba de corneta retorcida y los amargos quejidos con voz -lúgubre lanzados por los cisnes que habitan los helados valles del -Helicón. Cuando intentamos representar por medio de palabras nuestro -pensamiento, formamos voces que los órganos bucales emiten, la lengua -articula y los labios moldean con su especial configuración. Siempre -que la voz articulada no tiene que recorrer un largo espacio desde los -órganos que la producen hasta los oídos que la reciben, las palabras -se oyen claras, distintas, con su propio sonido; pero cuando atraviesa -dilatada extensión se descompone, se desvanece en las corrientes de -aire; así, aun cuando oigas la voz, no podrás precisar sus inflexiones, -y, por tanto, no comprenderás el significado que tengan, porque habrá -llegado confusa á tu oído. - - -561. _Præterea, Edictum sæpe unum perciet aures..._ - -No pocas veces un edicto publicado por el pregonero llega á los oídos -de varias personas como si una sola voz se dividiera en muchas y cada -una fuera distintamente conducida por el aire al órgano apropiado de -cada individuo. Las voces que no encuentran oído que las recoja, -siguen su camino y se pierden esparcidas por los aires ó chocan en -algunos cuerpos que las devuelven por repercusión: en este último caso -producen muchas ilusiones porque las palabras se propagan en el espacio -que las rechaza de un modo parecido á la manera como los espejos -reflejan las imágenes. Enterados en las causas que producen este -fenómeno, bien podremos comprender y explicar á los demás, por qué en -ciertos lugares solitarios las peñas repiten los gritos articulados con -que llamamos á los demás compañeros perdidos. Hay sitios, y yo conozco -alguno, que reproducen seis ó siete veces las palabras que una sola vez -hayamos pronunciado; inmediatamente que son emitidas, de otero en otero -vuelan fielmente reflejadas. Los pueblos que residen en las cercanías -de esos lugares, suponen que éstos se hallan ocupados por sátiros de -piés de cabra, ninfas y faunos, los cuales bailan en las soledades, -interrumpen de los bosques el silencio con nocturnos conciertos, -y exhalan quejumbrosas voces acompañadas por el sonido suave de -instrumentos de cuerda, y por la plañidera flauta que muy hábiles -manejan. Dicen, además, que los habitantes de esos campos reciben la -visita del dios Pan, el cual se les presenta con la semisalvaje cabeza -adornada por pínea corona, con el caramillo entre sus labios ondulados -que de los cañutos hacen brotar interminables notas, para recordar -la harmonía perenne de la campestre musa. Otros varios prodigios nos -cuentan los vecinos de aquellas comarcas, ya para que entendamos que su -país merece las atenciones de los dioses, ó ya con otros fines, pues es -muy cierto que á los hombres seduce el misterio. - - -593. _Quod superest, non est mirandum, quâ ratione..._ - -Después de lo dicho, no deberá sorprender que las ondas sonoras -penetren en lugares que no pueden los ojos invadir. Nadie ignora que -podemos conversar con otra persona que se halle detrás de una puerta -cerrada. La voz se transmite intacta en corrientes que pasan por -canales tortuosos á través de los objetos, pero los simulacros de los -seres no pueden circular de ese modo, porque los obstáculos que se -les oponen los disgregan; en línea recta, se propagan lo mismo que -las imágenes se ofrecen intactas en los espejos. Los sonidos pueden -ser llevados en todas direcciones, porque de una vibración sonora se -forman otras muchas, á la manera como la fugaz chispa ígnea se divide -en varias que se dispersan. La voz, reproducida considerablemente, -llena todos los sitios que están á nuestro alrededor, y pasa por todas -partes; pero los simulacros sólo en línea recta pueden impresionar -los ojos: por ese motivo nadie ve lo que hay encima de su cabeza, en -tanto que ésta conserve su posición normal: si bien percibimos la -voz, cualquiera que sea la dirección en que se emita, la distancia la -desvanece, y al tocar nuestro oído llega confusa, por haber perdido las -modulaciones características de cada palabra. - -El proceso de las sensaciones gustativas es más complicado y de más -difícil explicación. Como en la mano se exprime una esponja, así en -el acto de la masticación extraemos de la materia alimenticia el jugo -que desde luego penetra en los conductos absorbentes del paladar y -en los sinuosos é intrincados que existen en la substancia porosa de -la lengua: si esos jugos se componen de moléculas suaves y lisas, -estimulan agradablemente los órganos del gusto al extenderse por -toda la húmeda región del aparato lingual; pero si esas moléculas -son ásperas, ofenden el paladar, tanto más fuertemente, cuanto mayor -sea su rudeza. El placer que los sabores nos proporcionan tiene su -asiento en el fondo del paladar; cuando los sucos estimulantes de la -sensación gustativa, después de haber pasado por las fauces llegan al -esófago, el placer desaparece, porque entonces quedan anuladas todas -las cualidades sápidas de los alimentos y actúan las que sirven para -la digestión, para la asimilación y para el útil entretenimiento del -estómago. - - -633. _Nunc aliis alius cur sit cibus, ut videamus..._ - -Tratemos ahora de indagar por qué los mismos alimentos no convienen á -todos los animales, ya que unos encuentran agradable y dulce lo que -á otros molesta por amargo y áspero. Desde luego es notable que hay -substancias muy útiles para el sostenimiento de algunos seres vivos, -pero que son irremediablemente venenosas para otros; por el sólo -contacto del humor salival humano, la serpiente se enfurece, y después -de inferirse varias mordeduras muere entre congojas; para nosotros es -veneno acre el eléboro que á las cabras y á las codornices nutre. Á -fin de que puedas conocer el fundamento natural de esas diferencias, -debes el recuerdo traer á tu memoria de lo que ya hemos dicho acerca -de la distinta composición elemental de los cuerpos; si todos los -animales en su forma exterior, en sus miembros, en su aspecto, son -desemejantes y constituyen especies variadas, necesario es también que -sean distintos sus principios integrantes, su estructura, sus vasos, -todos sus órganos, su misma boca y aun su mismo paladar; lo que en unos -sea pequeño, en otros será de gran volumen; lo triangular en éstos, -será cuadrado, redondo ó de muchos lados en aquéllos; los conductos -y sus orificios serán proporcionales, y las moléculas que en ellos -se ingieran corresponderán á la figura de los órganos. Ha de haber -un perfecto enlace entre la posición de los cuerpos elementales y la -forma y movimiento de las moléculas, y, por tanto, la textura de los -órganos de cada animal, y sus poros y sus venas han de guardar relación -completa. Luego no es para extrañar el hecho de que unos hallen dulces -substancias alimenticias que otros encuentran amargas, porque en los -conductos del paladar de los primeros entrarán elementos muy finos, -mientras que en los de los segundos se introducirán moléculas toscas, -ásperas, que lesionarán las fauces. - -Ahora te será fácil con estos datos resolver muchos problemas: así, -cuando la abundancia de bilis origina fiebre, ó cuando cualquiera otra -causa produce trastorno en el organismo, se experimentan los efectos -del malestar en todo el cuerpo, sencillamente porque los elementos -primarios cambian de posición; antes se hallaban dispuestos como -convenía á la condición del ser que informan; ahora, dislocados, no -funcionan regularmente y en ellos dominan influencias morbosas. Ya en -otra ocasión hemos podido considerar que de la conjunción de elementos -contrarios resulta el sabor de la miel. - - -675. _Nunc age, quo pacto nares adjectus odoris..._ - -Voy á explicar ahora el procedimiento seguido por las emanaciones -odoríferas para influir en el aparato olfatorio. Necesario es que de -los cuerpos se desprendan y se evaporen muchas partículas que inunden -con sus efluvios extensos espacios, supuesto que los percibimos como -provenientes de todas direcciones. En verdad, las aptitudes y los -estímulos que con relación á los olores tienen los animales, han -de ser variadas tanto como sus especies; las abejas, desde largas -distancias son atraídas por el perfume de las flores apropiadas para la -elaboración de la miel; el buitre es guiado por la fetidez cadavérica; -el olor que deja en su fuga la fiera de hendida pesuña despierta la -especial disposición de los perros; el cándido pato, guardador del -romúleo alcázar, presiente por las corrientes del aire la aproximación -del hombre. Así, por el olfato los animales se sienten obligados á -buscar el alimento que les sea propio, y á huir de aquellos que les -perjudiquen; de ese modo se conservan las razas vivientes. - - -699. _Hic odor ipse igitur, nares cuicunque lacessit..._ - -Este mismo olor, pues, irrita las fosas nasales, y aunque las moléculas -que lo producen tienen bastante alcance, no pueden ir tan lejos como -las del sonido y la voz, y especialmente, según ya he dicho, como los -simulacros que hieren los ojos y excitan la visión, porque aquéllas -se esparcen, se propagan lentamente, se descomponen con facilidad -en las auras y mueren con rapidez. Este fenómeno se realiza, en -primer término, porque las emanaciones se originan sólo de la parte -superficial de los cuerpos, y no admite duda que la energía de los -efluvios de lo interior procede, como lo prueba el hecho de que más -olor den los cuerpos que se fracturan, se machacan ó se descomponen -al fuego; y en segundo lugar, se nota que las partículas estimulantes -del olfato son más gruesas que las del sonido, por cuanto aquéllas no -pueden penetrar á través de los muros, mientras que éstas fácilmente se -transmiten. Demás de lo dicho, fácil es comprobar que las emanaciones -odoríferas no dan á conocer el lugar en que se hallan los cuerpos de -que dimanan; las auras los contrarían y marchan con lentitud ó se -disipan; nunca proceden como diligentes mensajeros que llevan rápidas -noticias de las cosas al sentido correspondiente: por esa causa muchas -veces los perros pierden el rastro que siguen. - -Y no solamente las emanaciones sápidas y olfatorias tienen -acomodamiento desigual para los seres; también unas mismas imágenes y -unos mismos colores impresionan de manera distinta á diferentes ojos, -y aun á algunos produce afección dolorosa lo que á otros no molesta; -por ejemplo, el gallo, que ahuyenta la noche con sus alas y saluda -con vibrante voz la aurora, causa terror á los leones, que ante su -presencia huyen, tal vez porque del cuerpo de aquella ave doméstica -surgen substancias moleculares que se introducen en la pupila de los -ojos del león, el cual, á pesar de su ferocidad, sufre con ellas dolor -fuerte é irresistible; sin embargo, á nosotros no nos causan daño, bien -porque las mencionadas partículas no tienen acceso en nuestros ojos, -bien porque si en ellos penetran encuentran fácil salida sin ofender -nuestro aparato visual. - - -734. _Nunc age, quæ moveant Animû res, accipe; et unde..._ - -Aprende ahora, pues, aprende á conocer en pocas palabras las -substancias que mueven el ánimo, de dónde proceden y cómo á él llegan. -Primeramente digo que en toda la extensión del espacio vagan y giran -de variados modos innumerables y muy tenues simulacros de las cosas, -los cuales al encontrarse en las auras fácilmente se coaligan, como los -hilos de araña y las hojuelas de oro; es su levedad aún mayor que la de -las efigies, cuyas finísimas partículas tocan en los ojos y motivan la -visión, y de seguida penetran por el aparato visual, mueven la íntima -naturaleza del ánimo y excitan de éste la potencia sensible; merced -á ese proceso podemos representarnos Centauros, personificaciones de -Escilas, triplicadas cabezas de cerberos, y aun imágenes de personas -cuyos huesos cubre ya la tierra. En todas partes existen simulacros -de variadas especies; unos que espontáneamente se forman en el aire, -otros que son procedentes de las cosas y fuera de ellas se combinan -de múltiples modos: ciertamente la imagen del Centauro no responde á -ningún ser real, porque nunca ha existido un animal de su figura; pero -las imágenes del hombre y del caballo pueden fácilmente encontrarse, -y unirse como antes he dicho, á causa de su naturaleza sutilísima, -apropiada para conjunciones sutiles. De manera igual se han formado -otras representaciones; porque los simulacros por su agilidad se mueven -instantáneamente y con su delicado impulso pueden mover la acción del -ánimo, dotado también de admirable movilidad y de sutileza extrema. - -Fácilmente puedes comprender la manera cómo se realizan esos hechos -de que ya he hablado, si consideras que nuestros ojos son capaces -de ver lo que en nuestra alma se halla, supuesto que la percepción -de la imagen y la representación en nuestra alma son dos instantes -de un mismo fenómeno; y si no podemos ver leones, como ya he dicho, -sino por medio de simulacros que nuestros ojos impresionen, lícito -ha de ser pensar que los simulacros de los leones llegarán á nuestro -entendimiento como otros de la misma especie tocan á nuestros ojos, -si bien aquéllos deben ser más tenues que los segundos. Y no por otra -razón es posible que el ánimo se halle vigilante cuando el sueño abate -los miembros, á no ser porque los simulacros estimulen nuestro ánimo -lo mismo que si estuviéramos despiertos, y así, dormidos nos figuramos -ver á personas que llegaron al término de la vida y de las cuales se -apoderó la muerte. En la Naturaleza se realizan esas ilusiones por -causa del profundo sueño de los sentidos que imposibilita á éstos para -conocer la verdad, y del abatimiento de la memoria que, adormecida, no -distingue que pertenece á la muerte algo de lo que la imaginación nos -da revestido con las apariencias de la vida. - -Tampoco debe extrañar que los simulacros se muevan y al parecer agiten -con regularidad los brazos y otros órganos; forman una imagen más fugaz -que el mismo sueño, porque en éste, apenas una primera ilusoria efigie -se disipa, otra quizá muy diferente le sucede, tal vez sin solución de -continuidad, y por esta causa varias imágenes sucesivas parecen una -sola que cambia y varía repentinamente de gesto. Aún respecto á este -orden de ideas tenemos que hacer muchas indagaciones y muchos puntos -obscuros tenemos que aclarar si deseamos exponer con claridad el asunto -que ahora nos preocupa. - - -788. _Quæritur imprimis quare, quod quoique libido..._ - -Averigüemos antes de todo la causa de los deseos que en el alma -se despiertan y de las determinaciones que ésta adopta entre dos -extremos. ¿Acaso los simulacros, obedientes á las excitaciones -de nuestro apetito, combinan imágenes á nuestro gusto? ¿Quizá la -Naturaleza para complacernos forma en nuestra mente, sin la presencia -de objeto, fantásticas efigies del cielo, de la tierra, de los mares, -de asambleas, ceremonias, festines y combates, y tal vez las crea en -la misma región y en el mismo lugar donde el ánimo encuentra cosas muy -diferentes? - -En verdad, cuando en sueños distinguimos simulacros que marchan -acompasadamente, que emplean los miembros con gallardía, que usan con -ligereza las extremidades torácicas y abdominales y que acompañan -esos movimientos con gestos adecuados, ¿hemos de suponer que han -aprendido un arte á cuyas reglas sujetan sus juegos nocturnos; ó -más acertadamente creeremos que en nuestra imaginación se presentan -confundidos muchos instantes diversos, como sucede con las palabras -de un discurso que en gran número se juntan en sucesión apenas -diferenciada por los sentidos, pero discriminada por la razón? De -igual modo se presentan confundidos simulacros de muy variadas formas -y especies relativas á circunstancias múltiples de tiempo y de lugar: -¡tanta es su movilidad y tanto es su número! Y como la tenuidad de -esas partículas es muy grande, el ánimo para distinguirlas necesita -concentrarse: todas las imágenes que una vez han sido presentes para el -ánimo han desaparecido si éste no se ha dispuesto para retenerlas; con -esta última condición podemos ver en lo futuro alguna cosa ya pasada, y -así en efecto sucede. - -¿No observas que cuando queremos ver objetos muy pequeños tenemos que -fijar en ellos los ojos con atención sostenida, porque de lo contrario -no llegaríamos á adquirir de los mismos una bastante representación? Y -si para conocer las cosas que tenemos presentes necesitamos predisponer -el ánimo á fin de que éste las contemple como si hubieran estado -siempre á largas distancias, y este es un hecho comprobado por la -experiencia de todos los días, ¿debe admirar que los simulacros, aun -cuando existan, sean perdidos para el que no los estudia? No pocas -veces aumentamos en la fantasía el tamaño de los signos de las cosas, y -de este modo caemos en error y el ánimo se engaña. - - -824. _Fit quoque ut inter dum non suppeditetur Imago..._ - -Muchas veces en sueño vemos que de repente mudan las imágenes y el -sexo á que pertenecen, hasta el punto de que en ocasiones una hermosa -mujer se transforma en hombre: cambian el semblante y la edad. Y no -debe sorprendernos esa metamorfosis, porque es lo cierto que el sueño -y el olvido se parecen. En todo lo que se refiera á las ilusiones -que fácilmente nos forjamos, debes proceder con mucha cautela para -no incurrir en error: no creas que las pupilas de los ojos, claras -y luminosas, fueron creadas precisamente para que nos sirvieran de -órganos auxiliares de la visión; ni que las piernas descansan en los -piés á fin de que alarguen los pasos que éstos inician; ni que los -brazos se ostentan provistos de robustos músculos y terminan en manos -obedientes para que realicemos los usos á que los destinamos en la vida. - -Quien de ese modo interpretara los hechos que ve y ejecuta, daría -pruebas de no haber comprendido las causas y los efectos del orden -universal; no se hicieron los miembros para los usos á que los -destinamos, sino hemos adquirido costumbres adecuadas á nuestros -órganos: antes de ver no hubo ojos, como no se formaron palabras antes -de que hubiera lengua que las modulase; por lo contrario, la existencia -de la lengua precedió en mucho á la combinación de idiomas; antes de -que hubiera sonido existiría el oído, y todos los miembros han de -haberse adelantado al uso que de ellos hacemos, porque es indudable que -no surgieron para un fin predeterminado[47]. - - [47] Combate Lucrecio la teoría sobre las causas finales; algunos - filósofos, y entre ellos Buffón y Condillac, han desenvuelto los - argumentos que Lucrecio señaló, no siempre con buena fortuna, - aunque sí con estro poético admirable. - -De toda certeza es que los hombres sostuvieron combates á puñadas y se -lastimaron y se hirieron antes, mucho antes de que luciente flecha -rasgara el aire; la Naturaleza había enseñado al hombre á evitar -las heridas antes de que el arte suspendiese del brazo izquierdo el -defensivo escudo; más antigua es la necesidad de entregar el cuerpo al -reposo que la fabricación de los mullidos colchones de nuestro lecho; -ya se sabía mitigar la sed antes de que se inventara el vaso: todos -los descubrimientos han sido fruto de la experiencia y se han hecho -bajo la inspiración y para satisfacciones de la necesidad. Luego si los -sentidos y los órganos que les sirven de instrumentos fueron anteriores -á las funciones que desempeñan, podemos decir repetidas veces que no se -formaron para que sirvieran de utilidad. - - -864. _Illud item non est mirandum, corporis ipsa..._ - -Tampoco debe nadie admirarse de que los seres animados busquen los -alimentos que más se adaptan á su naturaleza. Ya te he dicho que de los -cuerpos fluyen y brotan numerosas moléculas en cantidad proporcionada -al movimiento que los mismos desarrollan: por la transpiración, desde -lo más íntimo del organismo, salen muchas; otras por la boca se escapan -en la respiración anhelante. Esas derivaciones continuas representan -pérdidas que abaten el cuerpo hasta sumirlo en postración seguida por -cierto dolor estimulante que obliga al ser vivo á buscar los alimentos -necesarios para calmar las molestias sufridas, para reponer las -fuerzas gastadas y para renovar las energías de los miembros y de las -venas; también los fluidos se reparten por el cuerpo, y con su humedad -se calman los ardores provocados por la combustión efectuada en el -estómago, y se restringe el fuego que trata de invadir el organismo: de -esta manera se apaga la ardiente sed y se calma la famélica ansiedad. - -Ahora trato de inquirir la causa que nos permite andar y mover nuestros -miembros de varios modos, con sujeción á nuestra voluntad, agente que -impulsa la pesada masa de nuestro cuerpo; escucha, pues, mi discurso. -Digo que los simulacros rozan nuestro ánimo, y, como ya expuse más -arriba, le comunican cierto movimiento, del que se originan las -determinaciones volitivas, que son requisito indispensable de todo lo -que se proyecta ó se ejecuta; luego la formación de la imagen ante -la presencia del objeto, es la primera condición para todo hacer. En -cuanto el ánimo se resuelve á seguir una dirección, la energía del -alma, que extendida está en los órganos y en los miembros, compele á -éstos; el fenómeno se realiza sin dificultad, porque siempre el alma, -unida al cuerpo, impulsa á éste, que se pone en movimiento y avanza; -también el aire, que nunca deja de agitarse, en cumplimiento de su -propia función, penetra en los dilatados poros del cuerpo activo, y -va á esparcirse hasta por las más pequeñas partes del ser. Hay, pues, -dos clases de substancias que imprimen al cuerpo el movimiento, como -dos fuerzas combinadas, la del viento y la de las velas, son las que -ponen en marcha la nave. Y no debe sorprender el hecho de que elementos -delicadísimos puedan mover y conducir á su arbitrio el cuerpo con -toda su gravedad: también el ligero viento, á pesar de su composición -tenuísima, puede empujar velozmente una pesada nave, á la cual una -sola mano rige en el mar, por arrebatado que esté, y un solo timón da -la dirección conveniente: de igual modo las gruas y los tornos elevan -masas enormes, aunque sean movidas por un débil esfuerzo. - - -913. _Nunc quibus ille modis somnus per membra quietê..._ - -Ahora, para explicarte el modo con que el sueño difunde la quietud por -los miembros[48] y expulsa los temores del ánimo, emplearé dulces, -aunque pocos versos, pues más grato es el débil cantar del cisne que el -graznar de las grullas, oído hasta en las nubes[49]. Concédeme atento -oído y ánimo reflexivo, y no rechaces sin meditación las razones que -voy á exponerte, ni con prevenciones caprichosas niegues demostradas -verdades: tuya, de todas maneras, será la culpa, si no adquieres -aptitud para discernir con acierto. - - [48] La frase de Lucrecio es: _somnus per membra quietem - inriget_. Virgilio dijo después: _fessos sopor irrigat artus_. - - [49] Repetición de los versos 175, 176 y 177 de este mismo canto. - -Cuando la energía anímica dispersa por los órganos llega á -descomponerse, de tal modo que una parte de ella sale fuera del -cuerpo, mientras que otra parte en el interior de éste se condensa, el -sueño sobreviene. En este caso, las relaciones que entre los miembros -existen se quebrantan, y todos éstos caen en laxitud: el alma nos da -las sensaciones, pero no puede privarnos del sueño sin que la misma -substancia pensante ó racional se perturbe y sea lanzada fuera del -organismo, aunque no completamente, porque el frío de la muerte se -extendería por todo el ser, si en él no quedaran, como ascua entre -cenizas, partículas del alma que pudieran esparcirse en los miembros -á manera de súbita explosión, como del fuego latente surge la llama. -Pero ahora voy á explicarte las causas que producen languidez para el -cuerpo y turbación para el alma; procura que yo no vierta mis palabras -en el viento. - -En primer lugar, es evidente que el cuerpo, siempre en contacto -con las auras aéreas, ha de recibir de éstas en su parte exterior -repetidos rozamientos, que puede sufrir sin contrariedades por estar -cubierto de cuero, de cerda, de concha, de piel callosa ó de cáscara; -y en su parte interior ha de sentir el aire aspirado que luego por -la espiración exhala; así el cuerpo, batido por dentro y por fuera, -recibe choques á través de los poros hasta en sus elementos primarios -constitutivos, y experimenta poco á poco abatimiento y cansancio. De -este modo conturbados y dislocados de su posición normal los principios -integrantes del ser, el alma se fracciona en partes, una que del cuerpo -sale, otra que oculta permanece en lo interior de éste y otra que se -esparce por todos los órganos; y no pueden reunirse las tres ni ejercer -movimientos mutuos, porque la Naturaleza les ha cerrado las entradas -y los caminos: consecuencia de este desorden es el desvanecimiento de -la sensación. Cuando este caso llega, el organismo pierde su vigor, -el cuerpo se debilita, languidecen todos los miembros, los brazos y -los párpados decaen, las piernas se abaten extenuadas, las fuerzas -desaparecen. - -Y en segundo lugar, si después de la comida sobreviene el sueño, es -porque el alimento cuando se distribuye disuelto en las venas, produce -en éstas un efecto parecido al que en las mismas engendra el aire; -el sueño es pesado cuando al dolor del hambre sigue el placer de la -satisfacción, porque entonces son muchos los elementos que se reunen -para activar las funciones de la vida: en esta ocasión el alma penetra -en el cuerpo con mayor intensidad, se manifiesta al exterior con mayor -amplitud, y sus elementos componentes más se apartan y más se esparcen. - - -968. _Et quoi quisque ferè studio devincius adhæret..._ - -Las cosas que más nos inquietan durante el sueño son las que -constituyen especialmente nuestras habituales ocupaciones, las que -más tiempo nos han entretenido, las que más han solicitado nuestra -atención. Entonces el abogado instruye causas é interpreta leyes, -el general trata de combates y de asaltos, el piloto lucha con el -desencadenado viento y yo indago las causas del orden universal para -enseñar á mis conciudadanos los secretos de la Naturaleza; otros -hombres, en fin, mientras están dormidos, tienen la ilusión de varios -estudios y de artes varias. Aquellos que frecuentan los espectáculos -públicos, durante mucho tiempo conservan como introducidos en su alma -los simulacros de las impresiones recibidas en las fiestas á que -asistieron: ven reproducidos en su imaginación los mismos ejercicios, y -aun en estado de vigilia se representan el bailarín que salta y mueve -el flexible cuerpo, los acordes sonidos de la lira y el dulce lenguaje -de las cuerdas; creen asistir á las mismas reuniones á que en alguna -ocasión han concurrido y se figuran reproducidas las escenas que una -vez presenciaron: ¡grande es el poder que la voluntad crea, el uso -desarrolla y el hábito afirma entre los individuos de la especie humana -lo mismo que entre los animales! Pueden verse caballos briosos que en -profundo sueño sumidos se estremecen, se cubren de sudor, se mueven con -inquietud y dan fuertes resoplidos, como si en su imaginación vieran -expeditas las puertas del circo y desearan lanzarse por ellas en busca -del premio de la victoria: no pocas veces se ven perros de caza que en -sueño se agitan bruscamente, aullan, aspiran con ansia el aire como -si buscaran el rastro de las fieras, y aun en ocasiones, al despertar -en ese estado, corren detrás de los simulacros de ciervos que se -figuran fugitivos, hasta que recobran la posesión de sus sentidos y se -desvanecen sus errores; la mansa especie de los cachorros, acostumbrada -al domicilio de sus dueños, de repente abre sus ojos, sacude el -sopor que la embarga y asustada se pone de pié como si delante se le -ofreciera un desconocido rostro del que tuviera que defenderse; porque -tanto más incomodan las imágenes cuanto más ásperos son los elementos -que las forman: por último, algunas aves, entregadas á sosegado -sueño sin duda se figuran que otras rapaces se dirigen contra ellas -para destruirlas entre sus garras y devorarlas en el acto, cuando de -repente se lanzan presurosas en vuelo rápido y buscan refugio en los -impenetrables bosques. - -¡Y cuán variados movimientos agitan profundamente el alma humana! -Mientras duermen, unos hombres combinan proyectos y realizan grandes -empresas; otros dan batallas, vencen reyes, caen prisioneros; no -pocos exhalan clamores, como si fueran degollados; muchos se quejan y -profieren dolorosos gemidos, porque se imaginan que se hallan entre -los dientes de una pantera ó que son despedazados por león implacable; -algunos se denuncian en sueños por faltas cometidas; éstos se creen ya -esclavos de la muerte; aquéllos se figuran que desde elevados montes -son precipitados á un abismo y se despiertan asustados y como fuera -de juicio hasta que recobran lentamente su tranquilidad; un sediento -piensa que se halla junto á un río ó en las proximidades de amena -fuente y que bebe el agua en abundantes sorbos; los niños, muchas -veces bajo el sueño, se creen próximos á pila ó vasija conveniente, se -levantan los vestidos y dejan escapar de su cuerpo líquidos sobrantes -que manchan el magnífico esplendor de las bordadas estofas. También -aquellos jóvenes para quienes empieza á surgir el vigor de la edad y -á sus miembros da el tiempo gérmenes fecundos ven simulacros de varia -especie que representan figuras bellas de color y de forma, las cuales -despiertan deseos y producen efusiones que dejan abundantes señales en -las ropas[50]. Cada objeto ejerce influencia sobre su órgano propio, y -solamente la imagen humana tiene poder para obligar al germen humano á -escaparse de su natural residencia. - - [50] Desde este punto hasta el final del canto cuarto Lucrecio - trata un asunto muy difícil, con una viveza de expresión poco - grata para las exigencias de nuestra cultura. El traductor se ha - visto obligado á velar algunas frases y á rodear de obscuridad - algunos pensamientos del autor. - - -1043. _Sollicitatur id in nobis, quod diximus antè..._ - -El fluido generador, como antes he dicho, ejerce en nosotros cierto -influjo cuando la edad adulta fortalece los órganos: entonces se -reparte por todo el cuerpo, se acumula en los nervios é irrita los -aparatos propios que determinan arranques pasionales de amor ansioso de -emociones tranquilizadoras. En los combates se lucha cuerpo á cuerpo, -salta la sangre de allí donde se dirige enconado golpe y el vencedor -tan cerca de la víctima se halla que puede sacar manchado su vestido. - -Así, pues, el que recibe el dardo punzante de Venus, ya sea éste -lanzado por mancebo de afeminada apariencia, ya por mujer que provoque -amor con todo su porte, desea aproximarse á quien lo hiere para -colmarlo de halagos: de este modo se despierta la pasión, que no es -otra cosa más que el ansia de conseguir un goce apetecido: ese deseo, -llamado Venus, lleva también el nombre de amor, penetra gota á gota en -el corazón y nos inunda con suaves dulzuras y férvidos cuidados; pues -aun cuando esté ausente la persona á quien amemos los simulacros suyos -estarán con nosotros y llevaremos su grato nombre en los oídos. - -Pero si los simulacros encienden en nosotros exagerada pasión, debemos -huir de ellos, separarnos de todo lo que favorezca su concentración, y -distraer nuestra inteligencia entre objetos varios: si una exclusiva -pasión nos produce cuidados y tormentos que pueden acortar nuestra -vida, porque obra como llaga que se amplía por momentos, ó como frenesí -que aumenta por grados, ó como enfermedad que se agrava incesantemente, -es necesario que se busquen nuevas emociones para apaciguar la -anterior, y en una prudente inconstancia hallar medios para dar al -sentimiento rumbo distinto. - -No se priva de las dulzuras de Venus aquel que evita el amor; por lo -contrario, obtiene frutos sin pasar quebrantos; pueden los individuos -sanos alcanzar dichas completas, pero no aquellos miserables que tienen -la razón trastornada, fluctúan con frenético ardor, fijan sus ojos y -no distinguen, lastiman con sus manos crispadas y hacen daño con sus -labios convulsos: todas esas rabiosas manifestaciones son incompatibles -con el verdadero amor; pero Venus con delicias quebranta las penas -y ahuyenta las amarguras. Se espera equivocadamente que tenga poder -bastante para apagar la llama del amor el mismo ser que ha podido -encenderla; pero esa pretensión es contraria al orden natural: es el -amor un vivo afán que más se excita cuanto más se lisonjea. Cierto es -que las substancias alimenticias sólidas ó líquidas, al asimilarse á -nuestros órganos fácilmente matan la necesidad que de ellas tenemos; -pero un semblante agraciado y un color bello no dan de sí más que -simulacros tenuísimos que solamente producen una vaga esperanza con -facilidad desvanecida en el aire: como el sediento se esfuerza en beber -durante el sueño y no consigue extinguir la sed en que sus miembros -arden, porque los simulacros del agua no llegan á sus labios aunque el -necesitado se imagina que se halla dentro del agua, así Venus burla -con los simulacros á los apasionados que no pueden apagar su deseo -con la mera contemplación del objeto que aman; ni tampoco mediante el -movimiento de las manos que errantes vagan inciertas por el cuerpo -amado como si en él buscaran algo que los satisficiera. - - -1107. _Denique, cùm membris conlatis flore fruuntur..._ - -Finalmente, cuando en la flor de la edad se unen dos amantes y -el cariño los aproxima ante la presencia de Venus que preside la -fecundación femenina, se estrechan y se halagan como si quisieran ambos -confundirse en una sola alma y en solo un cuerpo; crecen sus arrebatos -amorosos y sus violentos ardores, que se resuelven en efluvios de -delicias; pero los afanes que se amortiguan por la satisfacción renacen -después de corta pausa; vuelven el mismo frenesí, el mismo furor -y la misma rabia; los amantes anhelan llegar al fin que los atrae; -pero no encuentran medio de extirpar el mal que padecen, hasta que -desfallecidos caen agobiados por oculto fuego que los consume ó por -dardo penetrante que los hiere. - -Añádase, además, que las fuerzas se consumen agotadas por anhelos -eróticos; que se pasa la vida sujeta á ajena esclavitud; que se -extingue la fortuna, y después se contraen deudas; que el crédito se -pierde; que los deberes se olvidan; que se cae en la deshonra: se -adquieren perfumes, lindo calzado procedente de Sición[51], joyas de -oro y de verde esmeralda, ropas delicadas que se humedecen con el sudor -de la persona amada; los bienes que los antepasados supieron juntar y -legaron á sus herederos se disipan en fajas, tocas, estofas de Malta y -de Cea[52], opíparos banquetes, dulces vinos, suaves perfumes, recreos, -guirnaldas y coronas; y á pesar de tantos dispendios nada es bastante -para endulzar la amargura que se experimenta, y de cuyo fondo surgen -flores que se convierten en espinas, ya porque la propia conciencia -acusa de que se lleva una vida ociosa ó perjudicial, ya porque alguna -frase equívoca de la persona amada penetra hasta el fondo del corazón, -ora porque en sus ojos se descubre una mirada furtiva en favor de -un rival, bien porque en su fisonomía se cree hallar alguna vez una -expresión de mortificante menosprecio. - - [51] Ciudad del Peloponeso. - - [52] Cea, isla del mar Egeo. - -Si grandes son los males que nos acarrea una pasión correspondida, -mayores son los que trae consigo un amor desgraciado: es, pues, -conveniente, vivir alerta para librarse de tantos peligros. Más fácil -es precavernos de las celadas de amor, que romper las mallas de su red -y cortar los apretados nudos con que Venus las estrecha. - - -1151. _Et tamen implicitus quoque possis, inque peditus..._ - -Pero aun cuando ya estés dominado por el amor, todavía podrás -librarte de su imperio si quieres dejar de ser esclavo y observar -con ojos serenos los defectos del cuerpo y los vicios del ánimo de -la persona que te subyuga. Bien sé que los hombres ofuscados por la -pasión atribuyen á la beldad amada todas las perfecciones imaginables -que seguramente no tiene; hasta las mujeres viciosas y repugnantes -reciben mimos, respetos, atenciones y caricias de algunos hombres. -Tales individuos se escarnecen los unos á los otros, se aconsejan -mutuamente para pedir á Venus que los libre de su extravagante amor, -y los miserables, que ven el ajeno mal, ni siquiera aciertan á -comprender sus propios errores. Si la mujer amada es muy morena, para -el enamorado es trigueña agraciada; si es sucia y exhala mal olor, -es poco aficionada á afeites; si tiene los ojos azules, es rival de -Palas; si nerviosa y seca, es como la corsa de Menelao; si enana, es -una de las tres Gracias, toda encantos; si larga y desproporcionada, -es la personificación de la majestad; si torpe de lengua, no quiere -hablar; si muda, prudente es; si colérica y charlatana, es luz perenne; -si de enfermiza constitución, es delicada; si peligrosa tos padece, -es una dulce hermosura; si es gorda y de pechos abultados, es Ceres -amante de Baco; si chata, es como los sátiros; si de labios gruesos, es -encantadora. Jamás terminaría si hubiera de relatar todo lo que se dice -en este género. - -Pero aun cuando posea todas cuantas bondades quiera suponérsele y tenga -de Venus toda la gracia y la belleza, ¿será la única de su especie? ¿No -habrá vivido antes el mundo sin ella? ¿No estará sujeta á las mismas -necesidades que afligen á las más feas, y la infeliz no se impregnará -de fétidos olores que harán á los fámulos huir, al mismo tiempo que se -burlan furtivamente de la hermosa? - -El amante que tiene prohibida la entrada en la casa de su deidad coloca -en las puertas coronas y flores, perfuma el umbral con valiosos -ungüentos para ver si consigue ablandarlo y besa el inflexible quicio; -pero si al cabo llega á penetrar y de ciertos olores siente algún -vestigio, inmediatamente busca un pretexto para ausentarse, olvida las -quejas que por tanto espacio de tiempo lanzara y se acusa de loco por -no haber considerado antes que á ningún mortal pueden suponerse dones -incompatibles con su naturaleza: nuestras beldades saben á qué atenerse -respecto de este asunto, y ocultan con exquisito cuidado á aquellos á -quienes pretenden ligarse con vínculos de amor muy estrechos, todo lo -que se refiere á escenas íntimas de la vida faltas de pulcritud; pero -inútilmente las ocultan, porque sin duda, cualquiera puede suponerlas -mentalmente; quizá por este motivo hay mujeres amables y no fatuas -que en ocasiones dadas te sabrán tolerar algunas faltas propias de la -humana flaqueza. - -No siempre, aunque sí algunas veces, la mujer suspira amor sin -fingimiento: en esa ocasión, estrechada al cuerpo de su amante, ofrece -á éste sus húmedos labios y con transportes solicita un largo espacio -en la carrera del amor: de igual modo hay momentos en que todas las -hembras, lo mismo las volátiles que las terrestres, las feroces que -las mansas, con docilidad se someten á los férvidos ardores de sus -compañeros. La Naturaleza impone esta sumisión de la que resultan -fecundos goces. ¿No ves algunas veces que se martirizan aquellos á -quienes une mutuo deleite? ¿No ves en los trivios cómo luchan para -divorciarse canes enlazados por atracciones genéticas? Este caso nunca -se daría si un mutuo instinto de común placer no los hubiera hecho sus -cautivos. - - -1208. _Et commiscendo cùm semen fortè virile..._ - -Al recibir el seno de la mujer la influencia generadora masculina, la -descendencia adquiere mayor semejanza con el padre ó con la madre, -según de quien proceda la mayor suma de principios generativos; -pero si tiene parecido con los dos, señal es de que, excitado el -organismo de ambos con igual energía, uno y otro aportaron los mismos -elementos para la obra común: se da el caso de que las personas se -parecen á sus abuelos cuando los padres en su constitución han reunido -principios materiales, dispersos en su inmediata ascendencia. Por este -procedimiento, Venus reproduce las facciones de los antepasados, su -voz, su cabello, su estatura; y este hecho es una prueba de que los -seres constan de elementos fijos. Da origen el padre al sexo femenino -y al varonil la madre: cierto es que la prole consta de gérmenes -del uno y de la otra; pero en todo caso hay un principio dominante, -derivado ya de la mujer, ya del varón. - - -1232 _á_ 1288. _Nec divina satum genitalem Numina quoiquam..._ - -Ni evitan númenes divinos la reproducción de los seres ni se oponen á -que reciba el dulce nombre de padre ningún hombre, ni tienen eficacia -las súplicas dirigidas á Venus, como suponen los ilusos que vierten -sangre de sacrificios en los altares y dedican obsequios á dioses, -mientras que piden abundantes medios para que su matrimonio sea -fecundo. Se fatigan inútilmente con tales súplicas y tales ofrendas: es -inevitable la esterilidad cuando la simiente es muy densa ó demasiado -tenue; si es débil resulta inútil por falta de adherencia; si es crasa -tiene gravedad inconveniente para la invasión de las células apropiadas -y para la identificación consiguiente en ellas. Es indudable que -para la eficacia de las funciones regidas por Venus son necesarias -condiciones de adaptación entre los esposos: no todos los enlaces -producen el mismo resultado: mujeres hay que han sido estériles en -varios himeneos, y al celebrar otro, han podido rodearse de numerosos -juguetones hijos; y también hay hombres que no han logrado sucesión con -varias compañeras, y de un nuevo contrato han conseguido varios hijos -que les alegren su vejez. Estos hechos, por su repetición, prueban que -el humor espermático masculino y femenino debe tener adecuidad y no -ser más craso ni más tenue que lo conveniente para que su conjunción -no sea baldía. Los alimentos contribuyen mucho á la calidad del fluido -generador, pues con unos se forma pesado y denso y con otros suave -y ligero; y, por último, en los efectos de la función influye la -forma de realizarla; según dicen, ésta es más eficaz _more ferarum -quadrapedumque ritu_, porque la eyaculación se facilita cuando el pecho -femenino está inclinado y alzada la región lumbar. Ciertos movimientos -impúdicos son perjudiciales para la generación; hay cansancio inútil, -fuerzas perdidas, la reja del arado fuera del surco, la simiente -arrojada en terreno yermo: hagan lo que gusten las meretrices para -producir mayores alucinaciones y para evitar resultados futuros, pero -nuestras esposas no deben caer en deshonestidades. - -La mujer menos hermosa consigue hacerse amar sin la intervención de -dioses y sin las saetas de Venus; pues una conducta morigerada, unos -modales dignos y un cuidado honesto de su persona harán apetecible -su trato; después el hábito creará el amor. Golpes sucesivos, aunque -débiles, triunfan de los cuerpos duros: ¿no ves de qué manera gotas de -agua que sin cesar caen, al cabo de algún tiempo llegan á horadar las -peñas? - - - - -LIBRO QUINTO - - -1. _Quis potis est dignum pollenti pectore carmen..._ - -¿Quién puede cantar dignamente con inspirado estro en honor de tales -asuntos y de investigaciones tales? ¿Quién tiene bastante elocuencia -para expresar los elogios que merece el esclarecido genio del que nos -enriqueció con dones tan preciados? Nadie, pues creo que varón tan -ilustre no tuvo mortal naturaleza, y todo el que aprecie la sublimidad -de su obra sin duda habrá de exclamar, ínclito Memmio: «Un dios fué, un -dios[53] el que descubrió las causas de la vida cuyo conocimiento se -llama ahora Sabiduría, el que por arte propia separó nuestra existencia -de las agitadas olas y profundas tinieblas que la rodeaban y la -transportó á mar sereno por clara luz iluminado.» - - [53] Sin duda Lucrecio usa aquí de la palabra _dios_ en su - acepción primitiva: sabido es que el vocablo _deus_ latino, - como el griego θεός, provienen de la raíz sanscrita _div_ que - significa _brillar_; en este sentido es dios, y por tanto - inmortal, aquel que por sus hechos vive siempre en la memoria - de los hombres. Lucrecio juzga que Epicuro no era de naturaleza - mortal y debe ser considerado como dios supremo, porque entiende - que el filósofo de Samos, por sus enseñanzas, brilla en la - historia más que los otros genios de la mitología griega y romana. - -Compara con las suyas las empresas antiguas realizadas por otros que se -estiman como dioses. Ceres, según dicen, dió á los hombres los cereales -y Baco el vino; dos regalos sin los cuales bien podríamos vivir, como -pasan muchas naciones que aun hoy mismo no los poseen; pero nadie puede -ser feliz si carece de virtudes, y por tanto, debe ser considerado como -dios supremo aquel que entre las gentes divulgó lecciones que endulzan -las amargas aflicciones de la vida. - -Si pensaras que Hércules por sus trabajos merece tan distinguida -preferencia, te colocarías á mucha distancia de la razón: ¿qué terror -pueden causarnos hoy el león de Nemea con su inmensa boca siempre -abierta, y el horrendo jabalí de Arcadia? ¿qué valdrían en nuestro -tiempo el toro de Creta y la hidra de serpientes venenosas que -representa la peste de Lerna? ¿qué importancia tendrían para nosotros -la triple fuerza del tricorpóreo Gerión, y los caballos de Diómedes -que por la nariz lanzaban fuego en Tracia, en la comarca de Bistania -próxima al monte Ismaro? ¿y las temibles garras de las aves que -habitaban las riberas del lago Estínfalo en Arcadia? ¿y el furioso -dragón de encarnizados ojos que enroscado en el árbol correspondiente -guardaba las manzanas de oro del jardín de las Hespérides, situado -en el litoral Atlántico, á cuyos puertos ni nosotros ni los Bárbaros -pretenden arribar? ¿qué daño nos podrían causar los otros monstruos de -parecida especie si vivieran hoy como eran antes de ser vencidos? Creo -que ninguno: en toda la tierra hay animales feroces que invaden los -elevados montes y las profundas selvas, y fácilmente podemos evitar su -arriesgado encuentro. - -Pero si los vicios penetran en el corazón ¡qué rudas batallas nos dan y -qué peligros nos crean! ¡Cuántos anhelos, temores é inquietudes produce -la sórdida avaricia! ¡cuántos males corroen nuestra alma evocados por -la soberbia, la deshonestidad, la petulancia, la ociosidad y el lujo! - -Y el haber subyugado á tantos enemigos, no con el empuje de las armas, -sino con las enseñanzas de la razón, ¿no es motivo suficiente para que -un hombre sea colocado entre los dioses? Pero hizo todavía más: habló -divinamente acerca de los dioses inmortales y puso de relieve ante el -mundo los arcanos de la Naturaleza. - - -57. _Quojus ergo ingressus vestigia, nunc rationes..._ - -De este genio he de seguir la senda, y desde luego continuaré la -exposición de mis razonamientos, destinados á patentizar que tienen -todos los seres criados una cierta necesaria duración, porque nada -hay que pueda substraerse á las leyes de la vida. He tratado ya del -alma, que se forma con el cuerpo y no puede ser eterna, y también de -los simulacros ó imágenes que en sueños se nos presentan como sombras -de personas que han existido y nos asustan: ahora el orden exige -que te hable de la creación y descomposición del mundo; acerca de -las atracciones y repulsiones de los cuerpos simples que han podido -originar la Tierra, el Cielo, el Mar, las Estrellas, el Sol y el globo -de la Luna; de qué modo nacieron los animales terrestres y tenemos -representaciones de otros que nunca han existido; de la manera cómo -los individuos de la especie humana comenzaron á comunicarse mediante -la palabra modulada por inflexiones de la voz; de cómo el temor de lo -ignorado engendró en nuestra alma la idea de los dioses y dió motivo -para la invención de los sagrados bosques, lagos, templos, altares y -simulacros de los númenes. - -Te explicaré, además, las causas del curso del Sol y de los movimientos -de la Luna y de la energía con que la Naturaleza gobernante los dirige, -para que no entiendas que entre el Cielo y la Tierra han surgido por -libre determinación de ellos mismos y bajo la inspección de dioses con -el fin de favorecer el desarrollo de los animales y de los frutos. -Muchos hombres que llegaron á considerar imposible la existencia de -esas divinidades en las regiones celestes, cuando tratan de conocer -la marcha regular del Universo, y especialmente en lo que se refiere -al etéreo espacio, empujados por su ignorancia se despeñan de nuevo -en las obscuridades profundas de las religiones y consideran cómodo -admitir los tiranos dioses que á su gusto reparten el bien y el mal: -los desgraciados no saben distinguir entre lo que puede ser y lo que no -puede ser, y no conocen que todo lo existente en cierto grado participa -de la potencia universal. - - -93. _Quod superest, ne te in promissis plura moremur..._ - -Ahora, pues, para no cansarte más con promesas, observa primeramente -los mares, las tierras y el cielo, tres cuerpos que son, ¡oh Memmio! -de naturaleza desemejante, de especie diferente, de textura diversa, -pero que serán arruinados en un día y así quedará deshecha la máquina -del mundo, por tantos años conservada. No se me oculta lo extraña que -parecerá la teoría de la subversión futura y lo difícil que me ha -de ser la divulgación de verdades nunca enunciadas y que no pueden -comprobarse con los sentidos, únicas puertas por donde es posible -que la evidencia penetre en nuestra alma; pero las expondré, á pesar -de estos inconvenientes, pues quizá no esté muy lejano el día en que -pruebas claras apoyen mis enseñanzas, y aun tal vez que nuestro mundo -llegue á trastornarse entre convulsiones: ¡ojalá no sucedan así las -cosas, y no sean los hechos sino la reflexión despertada por mis ideas -el medio que te demuestre que es posible la demolición del mundo! - -Antes de que empiece á explicarte las leyes en que descansa el orden -universal, leyes más sagradas y más ciertas que los oráculos dictados -por la Pitonisa de laurel coronada y subida en el trípode apolónico, -voy á ofrecerte algunas consideraciones que tu ánimo levanten: no -caigas en la debilidad de creer que en consonancia con lo que las -religiones dicen, la Tierra, el Sol, el cielo, el mar, las estrellas -y la Luna sean cuerpos divinos que han de permanecer como ahora se -muestran, eternamente, y que son impíos como los Gigantes[54], y -merecedores de horribles penas aquellos malvados que afirman la -posibilidad de que se deroguen los fundamentos del mundo, se apague el -rutilante luminar del día y mueran los llamados seres inmortales. - - [54] Los Gigantes que pretendieron escalar el cielo, es decir, - los hombres atrevidos que desearon conocer la ciencia del mal y - del bien. - -Tan distantes se hallan de la condición divina esos cuerpos y tan -indignos son de figurar colocados entre los dioses, como que, según -cuanto puede comprenderse, constan solamente de una materia bruta -incapaz de sensaciones; porque no puede suponerse que á todos los -cuerpos sea dado poseer alma inteligente y sensible: así como no pueden -existir árboles en el aire, nubes en el mar, peces en el campo, en -la madera sangre y savia en la piedra, de igual modo no puede nacer -alma sin cuerpo ni existir sin nervios y sangre, porque el orden -consiste en la determinación de cada ser con arreglo á sus condiciones -constitutivas; y si otra cosa fuera posible, también sería fácil que el -ánimo surgiese en la cabeza, en los hombros ó en otra parte del cuerpo, -si de cualquier modo estaba en el mismo individuo, en el mismo vaso; -pero como ya sabemos que el ánimo y el alma crecen y se desarrollan en -esfera propia, no tenemos razón para afirmar que fuera de los seres -animados puedan existir, ya sea en las profundidades de la Tierra ó en -el fuego del Sol, ya en las masas de agua ó en la extensión del aire. -Luego no tan solamente aquellos cuerpos carecen de esencia divina, sino -también de sensaciones que les den vitalidad animada. - -Y por este motivo no debes creer que en alguna parte del mundo haya -mansiones destinadas para residencia de númenes: si éstos son delicadas -substancias que los sentidos no pueden percibir y la inteligencia -apenas comprender, y si escapan además á nuestro tacto, deberán tener -relaciones con algo que del orden sensible exceda, porque no puede -tocar lo que es incapaz de ser tocado. Luego la morada propia de los -dioses debe ser muy diferente de la nuestra y tan sutil como su cuerpo; -afirmación que en otro lugar te demostraré extensamente[55]. - - [55] Es opinión generalmente admitida que Lucrecio no cumplió su - promesa, quizá por su prematura muerte. - - -157. _Dicere porrò hominum causâ voluisse parare..._ - -Decir, pues, que para bien de los hombres quisieron los dioses formar -el mundo y que por este favor les debemos gratitud; pensar que eterno -es é inmortal ha de ser lo existente; añadir que es un crimen aportar -razones encaminadas á probar que es destructible ese edificio labrado -por inteligencia divina, y fingir otras invenciones de esa especie ¡oh -Memmio! es delirar. ¿Qué beneficio habría de producir á los inmortales -nuestra gratitud, para que ese incentivo los moviera á realizar una -obra destinada solamente para nuestra dicha? ¿Qué motivos podrían tener -los dioses que desde toda eternidad habían vivido en reposo, para -concebir deseos de cambiar de vida en un momento dado? Aspira á una -mudanza de posición aquel que en su antiguo estado se encuentra mal; -pero el que no ha sufrido nunca daño y en serenidad pasa ilimitado -tiempo, ¿cómo puede sentir impulsiones para alterar su calma? Y si la -eternidad yacía en triste confusión hasta que brilló el origen creador -de las cosas, á nosotros ¿qué mal podía causarnos el no haber nacido? -Puede apetecer la vida el que felicidades goza desde que participa de -ella; pero el que nunca gustó delicias, ¿qué pierde si no es creado? - -¿Cómo pudo germinar para los dioses el modelo de todas las cosas y la -idea del hombre? ¿cómo los númenes concibieron la obra que después -llevaran á cabo? Si la Naturaleza misma en desdoblamientos sucesivos no -dió la creación hecha, ¿de qué modo los dioses conocieron la fuerza -de los elementos simples y las aplicaciones que ofrecía? En todo -tiempo los primeros principios atraídos y repelidos mutuamente, por la -acción de su propia gravedad se han agitado con movimientos múltiples -en el espacio y de variadas maneras se han asociado en combinaciones -creadoras: no es, pues, admirable el hecho de que en el transcurso de -los tiempos, como resultado preciso de sus mudanzas y movimientos, -hayan constituido una Suma total con energías bastantes para ser -renovada perpetuamente. - -Pero aunque no conociera las cualidades propias de los principios -generadores de todas las cosas, aún me atrevería á asegurar, mediante -la contemplación del cielo y de todas las cosas existentes en el -espacio, que de ningún modo el Universo ha podido ser hecho para -nosotros por inspiración divina: ¡tantos defectos contiene! - - -202. _Principio, quantùm Cœli tegit impetus ingens..._ - -Primeramente, en todo cuanto cubre la inmensa extensión del cielo hay -una parte considerable ocupada por altas montañas, por bosques donde -las fieras dominan, por estériles rocas, inmensos lagos, y el mar, -que en su dilatada extensión comprende muchas regiones, y además, dos -partes vedadas al hombre por insufrible calor y asiduo hielo[56]; -aun lo restante sería convertido por la Naturaleza espontáneamente en -selva si la acción humana, estimulada por las necesidades de la vida, -no acometiera trabajos muy penosos para remover la tierra con el rudo -arado, para excitar los gérmenes asimilables del suelo y promover -la fecundidad de las glebas; porque sin esta labor la tierra no se -desenvolvería para dar producto útil; todavía en muchas ocasiones, -después de costosos esfuerzos cuando las plantas florecen ó cuando -fructifican son quemadas por ardiente sol, ó azotadas por fuertes -huracanes, ó destruidas por los hielos, ó dispersados sus frutos por -tempestades violentas. - - [56] Consideraban los antiguos que la tierra estaba dividida - en cinco regiones: Lucrecio se apartó de esa opinión; Ovidio y - Virgilio la sostuvieron. - -¿Por qué en el mar y en la tierra nacen y se propagan razas de -horribles fieras, enemigas crueles de la especie humana? ¿por qué -las estaciones del año vienen acompañadas de un propio séquito de -enfermedades? ¿por qué hay tantas muertes prematuras? - -También el niño, como náufrago arrojado á la playa por embravecidas -olas, yace desnudo en el suelo, necesitado con urgencia de todo -auxilio, desde el momento en que la Naturaleza lo arranca del seno -materno para presentarlo á la clara luz: con tristes lamentos llena el -lugar en que se halla, y motivadamente, pues el desgraciado comienza -desde aquel instante una carrera de infortunios[57]. En cambio los -mansos ganados y las armadas fieras crecen cómodamente, no experimentan -necesidad de juguetes ni aun siquiera de aprender el medio expresivo -de que se vale su cariñosa nodriza; tampoco tienen que preocuparse con -los vestidos que han de usar en las varias estaciones, y no echan de -menos armas para defenderse ni fortalezas que los guarden, porque, para -ellos, abundantemente la tierra produce y la Naturaleza es pródiga. - - [57] Todos los pueblos pensaban que el nacer era una desgracia; - de esta creencia surgió la idea del celibato como virtud, entre - los egipcios, entre las sectas hebraicas de esenios y nazarenos, - y en algunas escuelas de India, Persia y Grecia. - -Y pues los cuerpos sólidos, los líquidos, las leves auras, los cálidos -vapores y cuanto constituye el Universo nacen y mueren, también nuestro -mundo ha de estar sujeto á la misma ley; porque no puede un todo -substraerse de la condición que afecta por igual á todas sus partes. -Si veo que todos los miembros y todos los organismos del mundo perecen -y se remueven, lícito ha de serme afirmar que también el Cielo y la -Tierra habrán tenido un tiempo de aparición y caerán en ruina. - -No supongas, Memmio, que discurro precipitadamente al afirmar que la -Tierra y el fuego serán consumidos por la muerte, y que el agua y el -aire también perecerán: he dicho que desaparecerán para renacer y -crecer de nuevo. - -Una parte de la Tierra abrasada por el fuego del Sol y pisada por -nuestros piés se convierte en torbellinos de polvo que la violencia de -los vientos dispersa; otra parte es destruida por las lluvias y aun las -márgenes de los ríos son continuamente devoradas por el batir de las -corrientes; y, por último, como todo cuerpo que sirve de alimento á -otro necesariamente ha de sufrir diminución, y la Tierra no solamente -es sepulcro sino también es madre de muchos seres, indudable es que la -Tierra ha de estar sujeta á pérdidas y reposiciones continuas. - - -262. _Quod superest, humore novo mare, flumina, fontes..._ - -Con sucesivas renovaciones de agua el mar, los ríos, las fuentes -siempre abundan y se perpetúan; y no es menester decir que su caudal es -favorecido por continuos tributos que de varias partes les llegan, pero -también disminuido por incesantes evaporaciones que causa el Sol con -su ardiente influencia y por otras pérdidas que ocasionan los vientos -con su fuerte soplo: otras porciones de agua penetran en la tierra por -medio de filtraciones ó en sal se convierten, ó vuelven sobre su curso -y se juntan al nacimiento de los ríos para correr límpidas por los -cauces que les facilitan paso. - -Tratemos ahora del aire, el cual en todos los momentos sufre numerosas -variaciones: los efluvios que brotan de los cuerpos en ese vasto Océano -se pierden y á la vez éste da materiales para la renovación de todas -las cosas; de lo contrario, todo cuanto existe con el tiempo en aire -se convertiría: contribuyen, pues, todos los cuerpos mediante sus -continuas emanaciones á la formación del aire, y éste da elementos para -la composición de todos los seres. - -El Sol, perenne foco de claridad, etéreo astro que baña el cielo con -su brillo continuamente renovado, sin cesar enriquece su corriente -luminosa con no interrumpidas producciones de luz, porque siempre sus -rayos se extinguen al llegar á su destino. Te será fácil convencerte -de la exactitud de esa observación si reparas en que al ponerse las -nubes entre el Sol y nosotros el manantial luminoso queda cortado é -inmediatamente desaparece en su parte inferior; entonces la Tierra se -obscurece en la porción correspondiente á las nubes interpuestas: de -este hecho puedes inferir que los cuerpos necesitan luz de renovación -no interrumpida, que todo rayo luminoso al momento en que surge se -consume, y que no podríamos ver los objetos si faltasen las continuas -emisiones de luz solar. - -También las luces de que nos valemos por la noche, artificialmente -obtenidas en lámparas y antorchas de las que se derivan torrentes de -humo y de llamas, dan fulgores vacilantes pero no interrumpidos, porque -la rapidez con que su corriente se renueva es tal que súbitamente -reemplaza á la luz que va á extinguirse por otra nueva que se forma. -Algo parecido sucede con el Sol, la Luna y las estrellas, y, por tanto, -lejos de considerar inalterables esos cuerpos debes creer que nos -alumbran por efecto de sus continuas emisiones tan pronto consumidas -como renovadas. - -Finalmente; ¿no ves de qué manera el tiempo deja marcado su paso -en las piedras, y cómo torres elevadas sucumben, rocas se deshacen -en polvo, templos y estatuas de dioses se destruyen y acaban en -ruinas, sin que esos dioses puedan salvar los límites de las cosas ó -contrariar las leyes de la Naturaleza? ¿No vemos que otros monumentos -levantados en honor de los hombres también se quebrantan como cuerpos -minados por vejez? ¿No sabemos que de lo alto de algunas montañas se -desprenden enormes bloques de granito incapaces para sufrir inmutables -la demolición del continuo suceder? Pues no caerían como arrancados -repentinamente ó bajo la acción de un choque si hubieran resistido los -continuados asaltos del tiempo. - - -319. _Denique jam tuere hoc circùm supràque, quod omnê..._ - -Considera esa inmensa capa que rodea la Tierra, la cual, según algunos -dicen, en sí contiene y absorbe todo cuanto existe; principio también -tuvo y tendrá fin porque toda materia que sirve para nutrir á otros -seres se desgasta, así como aumenta cuando varios elementos se le -incorporan. - -Además, si el Cielo y este mundo que habitamos carecieran de principio -y siempre hubieran existido, ¿por qué no se conoce algún poeta que -haya cantado hechos gloriosos anteriores á la guerra de Tebas y á la -destrucción de Troya? ¿por qué no se conserva de otras nobles acciones -el recuerdo engalanado con fama inmortal? - -Con certeza el Universo tiene cierta novedad y nuestro mundo aún está -en sus comienzos; su edad es muy corta: por este motivo aún las artes -no han adelantado y algunas hay que ahora se inventan; hasta hoy -no ha empezado la marina á hacer progresos y la harmonía musical á -perfeccionarse; en fin, el conocimiento de la naturaleza de las cosas -hace muy poco tiempo que se ha iniciado, y soy el primero que lo puede -comunicar en nuestra lengua patria. - -Porque si crees que todas estas cosas han existido antes de ahora, -pero que la razón humana pereció consumida por fuego devorador y que -las ciudades fueron arruinadas por los trastornos del mundo, ó que -torrentes copiosos de lluvias han podido sobre éste furiosos descargar -hasta sumergirlo, más fácil te será creer en la futura destrucción del -Cielo y de la Tierra; pues si una vez cayeron tantas desdichas sobre el -mundo y éste pasó tantos peligros, el efecto sería más destructor si -la causa que lo combatiese fuera más enérgica: y, en verdad, nosotros -mismos para creernos mortales el único fundamento que tenemos es el de -saber que participamos de la misma condición que otros á quienes la -Naturaleza arrebató la vida. - -Para que un cuerpo subsista eternamente es necesario, ó que sus -componentes sean por completo sólidos y resistan el choque, la -penetración y la disociación producidos por otros cuerpos, como sucede -á los elementos de la materia, de los cuales con extensión hemos -tratado anteriormente, ó que no sea susceptible de choques, como el -vacío, que permanece siempre intacto y nunca puede ser destruido, ó, -por último, que no esté rodeado por un espacio al que sean lanzados -sus fragmentos; de esta manera última es eterna la Suma de las sumas, -fuera de la cual no hay nada que pueda alterarla ó disolverla, ni -lugar en que se disipe, ni agentes que la disminuyan ó quebranten. -Pero como ya he demostrado, el mundo no tiene solidez absoluta, porque -en todas las concreciones hay que admitir intersticios; ni tiene las -condiciones del vacío porque hay en la Naturaleza otros cuerpos que -pueden producir trastornos en su composición y rodearlo de invencibles -peligros; existe, además, un espacio infinito donde el globo terráqueo -puede anularse y sus elementos ser precipitados á la disolución[58]. -Por tanto, el Cielo, el Sol, la Tierra y los mares no tienen cerradas -las puertas de la muerte, sino franqueadas de par en par. Y si el mundo -está sujeto á muerte no ha podido existir sin tener comienzo; alguna -vez debió salir de la indeterminación durable de los tiempos. - - [58] Lucrecio repite los versos 808 al 827 del canto III, si bien - con algunas pequeñas variaciones. - - -381. _Denique tantopere inter se cùm maxima Mundi..._ - -Y la impía guerra que los más importantes organismos del mundo entre -sí mantienen desde tiempos muy remotos, ¿crees que nunca tendrá fin? -Tienden el Sol y otros focos de calor á absorber todos los líquidos y -á obtener sobre ellos una victoria hasta ahora no alcanzada á pesar -de sus esfuerzos; intentan acumuladas aguas caer en aluvión sobre el -Océano y ocasionar un diluvio ó producir extensa inundación, pero los -vientos arrebatadores y los ardientes rayos de Sol secarían los mares -antes de que las aguas llegaran á conseguir aquel resultado. Con igual -constancia sostienen los dos rivales guerra llevada á todas las cosas; -pero consideremos que, si la tradición no miente, ya una vez se dió el -caso de que el fuego dominase victorioso en toda la Tierra y otra vez -ocurrió que las aguas la invadieron casi por completo. Cuando el fuego -venció, parte del mundo fué abrasado por causa de la inexperiencia del -jovenzuelo Faetonte, que dejó marchar en fogosa carrera los caballos -del Sol por todas las tierras y considerable extensión del espacio; -pero el Padre Omnipotente, impulsado por terrible indignación, disparó -rayo certero sobre el atrevido mozo, y éste cayó herido; entonces Febo, -después de la desgracia de su hijo se presentó en el Cielo, tomó -la dirección del eterno luminar del mundo, sujetó los caballos, aún -jadeantes, los colocó en el camino que debían recorrer y restableció el -orden: esta fábula y otras semejantes cantadas por los poetas griegos -de la antigüedad son desechadas con desprecio por la razón, porque -ésta comprende que si el fuego hubiera llegado á dominar en la Tierra -mediante una inmensa cantidad de moléculas ígneas por todas partes -extendidas, forzosamente ó el fuego habría sido apagado por contraria -fuerza ó el mundo habría quedado consumido por voraz incendio. Y cuando -las aguas resultaron vencedoras, según dicen, muchas ciudades fueron -destruidas y en su trabajo demoledor las contuvo una opuesta energía -procedente de fuera del Universo; entonces las lluvias cesaron y los -ríos disminuyeron su furia. - - -417. _Sed quibus ille modis conjectus materiai..._ - -De cuál sea el proceso que los principios de la materia hayan seguido -para la formación del Cielo, de la Tierra, del profundo Océano y del -curso del Sol y de la Luna, trataré ahora con método; pues ciertamente -ni por deliberación se han colocado en orden los elementos de las -cosas, ni por combinaciones concertadas han adoptado los movimientos -que siguen: por su propia gravedad impelidos, por choques numerosos -empujados los unos por los otros, de múltiples maneras atraídos, se -juntaron, se repelieron, se combinaron, se desunieron, y después de -variaciones indefinidas, llegaron á asociarse en masas y éstas formaron -el protoplasma que se desenvolvió en tierra, mar, cielo y seres -animados. - -Aún el disco del Sol no iluminaba con su espléndida luz el espacio, -ni existían las estrellas del mundo, ni mar, cielo, tierra ó aire ni -cosa alguna semejante á las que nos rodean; había solamente confusión -caótica de elementos. Pero algunas partes comenzaron á disgregarse de -esa masa; por afinidad se formaron moléculas, se configuró el mundo, -seguidamente en la continuación del propio desenvolvimiento de éste -se determinaron sus miembros, y de toda clase de cuerpos simples se -constituyeron sus órganos; entonces la discordia de los principios -materiales, motivada por la diversidad de sus atracciones, movimientos, -gravedad y resistencia, se hizo más cruda; sus varias formas sirvieron -de obstáculo para que en unidad indiferenciada se mantuviesen, y por -necesidad se formaron masas homogéneas disgregadas del conjunto; de la -tierra quedó separado el alto cielo; todas las aguas constituyeron el -mar y el fuego etéreo brilló aparte. - -Primeramente, los elementos más graves y más intrincados se unieron -y se colocaron en medio de las capas inferiores, y cuanto más se -enredaron apretadamente, con mayor rapidez se desprendió de ellos la -materia idónea para la formación del mar, las estrellas, el Sol, la -Luna y el ámbito del mundo; de estos últimos los principios generadores -son más ligeros, más redondos y más pequeños que los de la Tierra, -y por la misma causa, el éter, con algunas partículas ígneas que le -acompañaron, fueron los primeros cuerpos determinados que por los -poros de la masa térrea pudieron escapar y constituirse; así como -frecuentemente vemos brillantes gotas de rocío que bajo la acción de -matutina áurea luz de claro sol centellean sobre las hierbas, ó como -exhalan suaves nieblas los lagos y los ríos, ó como de la tierra se -desprenden emanaciones vaporosas que forman en las alturas una especie -de tejido que oculta á nuestra vista el cielo, así también el éter, -aunque fluido y ligero, por condensación formó una especie de envoltura -que rodea nuestro mundo. Siguió la formación del Sol y de la Luna, -globos que en los espacios giran entre el éter y la Tierra; ni ésta ni -aquél pudieron atraerlos, porque dichos globos no son bastante pesados -para quedarse en la parte inferior, ni tan ligeros que puedan volar por -las mayores alturas: así han permanecido en una intermedia situación -donde se revuelven como cuerpos vivos y partes que son del mundo; -también algunos órganos de nuestro cuerpo no pueden cambiar de posición -mientras otros se mueven. - -Ya esta obra cumplida, la Tierra, de repente, en el sitio en que existe -la inmensa extensión cerúlea, abrió amplias fosas donde se recogió el -líquido salado: en el decurso de los días, condensada la tierra cada -vez más y batida por los rayos solares en la dirección del centro á la -periferia quedó libre de los elementos acuosos y los mares aumentaron -su volumen; también las moléculas de aire y fuego se acumularon en -las alturas hasta muy lejos del mundo; al mismo tiempo los montes se -levantaron y aparecieron formadas las llanuras; porque no es posible -que las rocas sobresalgan sino cuando el resto de la tierra queda -abatido. Así el globo terrestre en concreción diferenciada por su -peso y consistencia se constituyó, y el limo del mundo por su propia -gravedad se precipitó, como heces, á su fondo. - -Primeramente está el mar, por encima el aire, después el éter y el -fuego, fluidos todos que si bien constan de elementos puros simples, -por su composición resultan unos más ligeros que otros; el menos denso -de todos es el éter, que se acumula sobre las ondas del aire, con las -cuales nunca se confunde, y libre les deja el dominio de las peligrosas -tempestades y de las violentas borrascas; y con marcha regular circula -de su brillante luz acompañado. Una muestra del movimiento con que el -éter puede moverse, nos da el mar que en constante flujo y reflujo se -agita. - - -510. _Motibus Astrorum nunc quæ sit causa, canamus._ - -La causa del movimiento de los astros canto é investigo ahora. Si lo -que en realidad gira es el vasto recinto que los contiene[59], será -necesario suponer que los dos polos del mundo se hallan comprimidos -y estrechados por corrientes de aire que tienden á encontrarse; una -superior, que empuja á nuestro cielo en la misma dirección que siguen -los cuerpos relucientes del mundo, y otra inferior, que en sentido -contrario casi los arrastra, como vemos que en los ríos se mueven las -ruedas y los cangilones de noria. Si el cielo permanece inmóvil[60], -será necesario admitir que los astros giran con movimientos circulares, -ya porque el fluido etéreo, elástico y sutil como es, tienda á -escaparse y en movimiento rápido siga la dirección de la superficie -curva, fenómeno que daría motivo á la revolución de los cuerpos -siderales, ya porque el movimiento sea dado á éstos por el aire -exterior, ó bien porque esos mismos seres estén dotados de propias -energías para buscar de una parte á otra del espacio el alimento -ígneo que los atrae[61]. Difícil es declarar cuál de estos sistemas -que tratan de explicar el movimiento del mundo sea el más conforme á -la realidad; y por mi parte, después de atender á los hechos que la -observación nos da á conocer, referentes á tantos mundos parecidos al -nuestro como la Naturaleza ha constituido, me limito á exponerte las -causas, admitidas como bastantes, que pueden poner en movimiento á los -astros: una ha de haber, sin duda, que desempeñe funciones tan graves; -pero cuál sea ella, no se atreverá á afirmarlo quien proceda cautamente -en asunto de tanta importancia. - - [59] Esta era opinión de Anaxágoras, según testimonio de Diógenes - Laercio. - - [60] Así pensaba Anaxímenes, si hemos de creer á Plutarco. - - [61] Algunos griegos y romanos suponían que los astros eran seres - vivos necesitados de alimento. - -Nos veremos obligados á admitir que la Tierra pierde poco á poco su -volumen y disminuye en la misma proporción su gravedad si la suponemos -inmóvil en el centro del Universo y asentada sobre capas de aire, á -las cuales se halle unida en relación perfecta, como lo testifica el -hecho de que no actúe sobre ellas de modo que las haga descender, de -igual modo que los miembros del hombre no oprimen á éste, ni la cabeza -ejerce presión sobre el cuello, ni el peso de todo el cuerpo abruma á -los piés, aunque un objeto extraño menos grave que su propio individuo -cause molestia á cualquiera persona. Para apreciar el equilibrio que -resulta entre varias cosas, debe tenerse en cuenta el lazo de unión -que las liga: la Tierra no es un cuerpo extraño que de repente se haya -colocado encima de masas de aire, sino un ser que en todo tiempo se ha -desenvuelto con ellas, y de este modo es del Universo un sumando, lo -mismo que todo miembro de un cuerpo es parte de este mismo[62]. - - [62] El sistema acariciado por Lucrecio para explicarse las leyes - de la gravitación, que hasta Newton no fueron más que entrevistas - confusamente por los pensadores, es el mismo que sostuvo Plinio, - no más exacto, pero no menos erróneo que los admitidos por - Jenófanes, Empedocles, Anaximandro y Aristóteles. - -Tan pronto como la Tierra sufre el sacudimiento de una tempestad -comunica el impulso recibido á todo lo que se halla en su propia -superficie, fenómeno que no se podría efectuar si no estuviese ligada -en unión íntima con los fluidos aeriforme y eterino: los tres cuerpos -tienen raíces entrelazadas y las mismas desde toda la duración de los -tiempos. ¿No ves de qué manera, aun siendo el cuerpo con su pesantez -carga abrumadora para el alma con su delicadeza, lo puede ésta sostener -en virtud de la íntima unión que entre ellos existe? ¿Y qué fuerza -puede regir los veloces movimientos del cuerpo, sino el poder del alma, -que gobierna los miembros? ¿No has notado que siempre la unión de una -débil substancia y de un cuerpo muy pesado ofrece como producto una -considerable energía, según se observa en la combinación del aire con -la Tierra y en la formación del alma con el cuerpo? - - -565. _Nec nimiò Solis major rota, nec minor ardor..._ - -Ni el disco del Sol puede ser mayor ni menor su fuego de lo que á los -sentidos se muestran. Si de un foco ígneo surgen luz y calor que hasta -nosotros llegan con toda la plenitud de su influencia á pesar del -espacio que hayan recorrido, parece que en el trayecto no han debido -perder volumen ni intensidad; y puesto que el calor y la luz del Sol -mueven nuestras sensaciones y tiñen de color los objetos, el tamaño y -la forma de aquel astro serán, con escasa diferencia, tales como los -vemos[63]. - - [63] Los errores de Epicuro y de Lucrecio acerca de esta materia - sorprenden, porque están en contradicción con los principios que - sostenían respecto á las apariencias fenomenales. - -La Luna, ya se mueva en el espacio iluminada con luz propia, ya -brille con fulgores reflejados, como quiera que sea, no tiene mayor -volumen, según parece, que el que distinguimos desde la Tierra. Todos -los cuerpos que á distancia colocados vemos á través de grandes masas -de aire, se nos muestran confusos y como si no tuvieran delineadas -sus márgenes; pero la Luna se nos ofrece claramente con forma bien -determinada y con límites perfectamente marcados: luego necesario -es que sea, allá en las alturas, tal como desde aquí la percibimos. -Últimamente, los puntos brillantes que ves en el etéreo espacio (ya -que distinguimos en la Tierra su luz y notamos su claro centelleo y -su ardor, y por tanto, nada han de haber perdido en la distancia, -cualquiera que sea ésta, que los separa de nosotros), lícito es pensar -que no han de ser mucho mayores ni menores que los contemplamos. - -Y no te admire el hecho de que el Sol, aunque no sea muy grande, pueda -emitir luz bastante para llenar los mares, la Tierra, el cóncavo Cielo, -y esparcir por todas partes su calor; tal vez sea como un manantial -único de donde proceda toda la luz de este mundo, ó sea foco donde -los elementos ígneos se acumulen para repartirla después por toda la -Naturaleza. ¿No ves cómo una fuente, quizá pequeña, riega extensos -prados y á veces inunda las campiñas? Puede suceder que el fuego del -Sol, aunque escaso, toque en las capas de aire que rodean al astro -luminoso, y éstas conviertan en llamas el fuego que reciben, como -las mieses y la paja son devoradas por incendio que produce una sola -chispa; y acaso el Sol, aunque resplandece mucho con luz rosácea, en el -espacio del éter esté rodeado por abundantes fuegos sin brillantez, los -cuales cumplan la función de aumentar, los rayos y el calor del astro -luminoso. - -Ni es fácil de explicar ni aún se conoce perfectamente la causa que -al Sol obligue á pasar desde las calientes regiones á las heladas de -Capricornio y después se traslade al signo de Cáncer para volver al -solsticio del estío; ni por qué la Luna emplee un solo mes en recorrer -el mismo espacio que representa la carrera del Sol durante un año: no -es simple ni conocida, vuelvo á decir, la causa de este fenómeno, -si bien es verosímil la explicación que Demócrito da acerca de este -asunto: según aquel pensador, los astros, cuanto más se aproximan á la -Tierra, tanto menos pueden ser envueltos en las corrientes etéreas, -porque la velocidad y fuerza de éstas decrecen á medida que descienden; -por este motivo el Sol, colocado en la parte inferior de las -constelaciones ardientes, se atrasa en su carrera con relación á otros -cuerpos sobre los cuales se encuentra, y la Luna, que aún está más -baja, más distante de los cielos y más aproximada á la Tierra, acompaña -mucho menos á los signos en sus movimientos; y como el torbellino la -arrastra levemente, con facilidad es alcanzada por los astros que la -exceden en sus giros. Por tanto, aunque parece que llega muy pronto á -los signos, lo que en realidad sucede es que éstos llegan á ella más -pronto. - -Quizá haya en el mundo corrientes alternativas de aire procedentes de -regiones diversas que puedan á tiempos fijos empujar al Sol desde los -signos del estío hasta el solsticio del invierno, y después desde los -helados climas hacia los cálidos signos; si fuera exacta la teoría -esta, sería necesario suponer que la Luna y las estrellas, impelidas -por esas corrientes alternas de aire, describen una revolución en los -grandes años[64]. - - [64] Tal vez se refiera Lucrecio á los años comprendidos en un - ciclo de revolución sideral de que hablan las tradiciones de más - remoto origen. Los Brahmanes de la India admitían el año cósmico - formado por doce mil años divinos, cada uno de los cuales se - componía de algunos millares de años solares. Pueden consult. - págs. 101 y sigs. de _El Alma según las esc. fil. de la Ind._, - por M. R. Navas. - -¿No ves que las nubes impulsadas por los vientos contrarios ya suben, -ya bajan, y siempre siguen opuestas direcciones? ¿Y por qué los astros -no han de ser llevados de igual modo por diversas corrientes y con -distinto rumbo? - - -649. _At nox obruit ingenti caligine terras..._ - -La noche cubre de impenetrable obscuridad la Tierra, ya porque el Sol -llega disipado al término de su curso, y deja apagar sus fuegos que en -el camino se han debilitado por el rozamiento con el aire, ya porque -la misma fuerza que obliga á los rayos del Sol para remontarse tanto, -podrá también obligarlos á prolongar su marcha por debajo de nosotros -en dirección contraria. - -La Aurora se presenta en tiempos fijos en los vastos dominios del éter -y descubre la luz, ya porque el Sol tienda á anticipar su regreso de -las regiones que debajo de nosotros quedan, y dore con sus rayos el -cielo; ya porque diariamente en períodos regulares se junten fuegos -y corpúsculos ígneos, y todos los días formen un nuevo Sol[65]; así -pueden verse, como la tradición dice, desde las elevadas cumbres del -monte Ida, algunos fuegos dispersos que se juntan por las madrugadas y -forman un globo luciente que recorre el espacio[66]. - - [65] Opinión de Heráclito: Jenófanes pensaba también que había un - Sol para cada clima. - - [66] Diodoro de Sicilia, Estrabón y Juvenal hablan de esa - tradición. - -Y no debe causarte admiración el hecho de que en épocas fijas puedan -reunirse tantas partículas de fuego que restauren el brillo y el calor -del Sol, porque vemos que otros muchos fenómenos ocurren también en -tiempos fijos: en las mismas épocas todos los años florecen los árboles -y maduran las frutas; en la vejez se caen los dientes debilitados, -y á tiempos fijos los jóvenes se cubren de menudo vello y sienten -en el rostro los empujes de la barba; la lluvia, la nieve, el rayo, -los vientos y las nubes siguen movimiento regular en las estaciones. -Al determinarse cada ser muestra una propia energía que puesta en -acción sigue invariablemente el turno que le corresponde en el orden -universal. Aumenta la duración de los días cuando la de las noches -disminuye y ésta crece cuando aquélla se acorta, porque el Sol, que -siempre es el mismo, sobre las tierras y debajo de ellas, describe -arcos desiguales que cortan el Cielo en porciones diferentes, y lo hace -con tal regularidad, que da á cada parte del mundo la porción de luz de -que ha privado al hemisferio opuesto, hasta que en su curso llega al -fin del signo donde las noches son iguales á los días, porque la parte -del espacio en que se halla se encuentra á igual distancia del aquilón -y del austro, término de la rotación anual del Sol, y punto desde donde -con igualdad esparce su fuego, tanto por el Cielo como por la Tierra: -así á lo menos lo enseñan aquellos que han representado por medio de -imágenes las regiones del cielo. Puede también suceder que el aire, muy -denso en algunos sitios, no dé acceso á los vacilantes rayos del Sol, -y éstos no puedan penetrar con facilidad en los rumbos del Oriente, -y por este motivo las noches del invierno son muy lentas y parecen -interminables por lo mucho que se retarda la aparición de la luz -diurna; ó puede suceder que del año en partes alternas corren, ya más -despacio, ya más aprisa, las moléculas de fuego que reunidas componen -el Sol, y determinan así las estaciones. - - -703. _Luna potest Solis radiis percussa nitere..._ - -Quizá brilla la Luna porque en ella se reflejan los rayos de la luz -del Sol: en este supuesto, la claridad que nos comunique ha de ser -más amplia cuanto más distante se halle del Sol, hasta que al estar -enfrente de ese astro su bello y redondo aspecto brille con plena luz -en el horizonte, donde contempla la desaparición del Sol por el mismo -sitio en que ella se levanta. Después, en dirección contraria ocultará -su luz poco á poco y esconderá su brillo á medida que se acerque al -disco del Sol y camine por la mitad opuesta á la posición de los -signos. Así piensan los que en la Luna no ven otra cosa más que una -esfera que tiene los movimientos por debajo del Sol; y entiendo que esa -opinión es aceptable. - -Y puede ser que la luz que nos muestra sea propia y que en la emisión -de los fulgores ofrezca distintas formas. En ese caso deberá admitirse -la intervención de un cuerpo opaco que se mueva al mismo tiempo que la -Luna y paralelo á ésta, á la cual tape su luz en ocasiones; y también -puede la Luna ser considerada como una esfera que tenga una sola -mitad iluminada y al girar en movimiento de rotación presente varios -aspectos, porque primeramente nos ofrecería su parte iluminada y poco -á poco ésta se ocultaría hasta desaparecer totalmente de nuestra vista; -en esta opinión descansa el sistema que los Caldeos sostienen en contra -del parecer de los Griegos; pero ambas explicaciones son verosímiles, y -no hay bastantes datos para considerar una cualquiera de esas doctrinas -superior á la otra. - -No es imposible que una nueva Luna sea creada con variadas formas, -de las cuales se destruya en un día la que en el anterior se haya -formado, se dé otra para el siguiente día y reemplace cada una á la -anterior. Es difícil negar este aserto, porque se conforma con el -régimen del Universo, en el cual se rehacen las cosas: aparece la -primavera acompañada por el Amor y precedida del Céfiro que bate las -alas, mientras que la madre Flora le prepara camino de flores y de -perfumes: después síguese el calor, tras éste la aridez y luego viene -Ceres llena de polvo por el soplo de los vientos etesios[67]; sigue el -otoño, compañero de Baco, en cuyo séquito vienen tempestades, vientos, -el altisonante Vulturno[68] y el ruidoso Austro[69] que anuncian las -tormentas. Después de ellos nos visitan la nieve, el entorpecedor -frío y el insufrible invierno que hace batir los dientes. Y si en -tiempos fijos y con regular orden se suceden esos hechos, ¿habríamos de -admirarnos si naciera y muriera la Luna en tiempos dados? - - [67] Etesios, vientos del Nordeste. - - [68] Vulturno, viento entre el euro (Levante) y el noto (del Sur). - - [69] Austro, vendaval fuerte del Sur. - -Los eclipses de Sol y los de Luna pueden ser atribuidos á varias -causas: quizá pueda la Luna substraer á la Tierra la claridad del Sol -y ocultar el brillo de éste por medio de la interposición de su opaca -masa que absorba ó intercepte los rayos del foco luminoso: ¿y no podría -existir otro cuerpo, opaco igualmente, que produzca ese efecto? ¿y no -puede suceder también que el Sol en ciertas ocasiones se amortigüe y -pierda su brillo que después recupere cuando haya pasado por regiones -donde el aire no ofrezca adecuadas condiciones para hacer luminosas -las emanaciones de aquel astro? Y si alternativamente puede la Tierra -privar de luz á la Luna, y tener por debajo el Sol, mientras que el -astro de revolución mensual se muestra obscurecido por la cónica sombra -que se le pone delante, ¿no podrá suceder que otro cuerpo cualquiera -se coloque frente al Sol, interrumpa su fulgor y nos despoje de su -brillante luz? Pero si la luz de la Luna es propia, y no reflejada del -Sol, ¿no podrá languidecer al pasar por ciertas regiones donde haya -algún fluido contrario que apague todos sus fuegos? - - -770. _Quod superest, quoniam magni per cærula Mundi..._ - -Como ya he dilucidado el proceso de formación del mundo en las -regiones cerúleas, los varios giros que el Sol y la Luna tienen en el -espacio y la fuerza que puede impulsarlos, así como la causa probable -de que algunas veces pierdan su luz y por algún tiempo nos dejen á -obscuras como quien ya cierra, ya abre los ojos, y con la sombra apaga -la claridad y con la claridad extingue las tinieblas; ahora debo -retroceder á los comienzos del mundo, inquirir lo que en los tiempos -de su antigua evolución obró la Tierra, y cuáles fueron las primeras -producciones que expuso á la inconstancia de los vientos y á la -influencia de la luz. - -En un principio, la Tierra dió á las colinas toda clase de hierbas -y de verdor; los campos fueron esmaltados de flores y de musgo; los -árboles de varias especies después de crecer levantaron sus ramas á -las auras; así como á las aves y cuadrúpedos, cuando se hallan en la -primera edad, les brotan respectivamente plumas, pelo y cabello, así -también la Tierra empezó á dar hierbas y arbustos, y después produjo la -especie animal con diferentes destinos y agrupados sus individuos en -clases distintas; ciertamente los animales no caerían del Cielo, ni los -habitantes de la Tierra brotarían de las saladas aguas. Por esta razón -con motivo se da nombre de Madre á la Tierra, porque es el origen de -todo lo existente sobre ella. Si vemos que aun hoy nacen de la Tierra -bajo la acción de la humedad y del Sol muchos animales, no deberá -sorprendernos la consideración de que en la época de efervescencia de -sus energías, la Naturaleza pudiera producir seres vivientes de gran -volumen y muy numerosos. - -Primeramente nacieron los pájaros y toda la variada especie de -volátiles, los cuales comenzaron á salir de los huevos con el calor -primaveral, de igual modo que las cigarras aun en nuestros días dejan -sus envolturas en el estío y de seguida se lanzan á buscar su alimento. -En aquel tiempo apareció también la raza humana: moléculas adecuadas -existentes en el agua y en el fuego, atraídas por lugares apropiados en -los campos, sirvieron para promover el crecimiento de ovarios fecundos -unidos á la tierra por especiales raíces, y cuando el embrión formado -llegó á la época de madurez, su energía propia le permitió salir de la -humedad para respirar el aire libre, y la Naturaleza, abierta por todas -partes, introdujo en las venas del nuevo ser zumos sabrosos parecidos -á la leche. - -Así como las mujeres después del parto sienten en los pechos -exuberancia de agradable jugo que sirve de grato alimento para sus -recién nacidos, la Tierra de esta manera sustentaba á sus criaturas -humanas; la plácida temperatura hacía innecesario todo abrigo, y el -suelo cubierto de menudo césped les preparaba agradable y cómodo lecho. -No sufría el mundo en aquella remota edad el penetrante frío, ni los -nimios calores, ni los fuertes vientos; esos fenómenos han tenido -también su época de aparición. Justamente merece la Tierra el nombre -de madre, porque ella fué la que dió vida al género humano, cuasi á -la vez que formó á los animales de toda especie, lo mismo á los que -viven errantes por las tierras que aquellos otros de variadas formas -que vuelan por los aires. Pero la energía prolífica de la Tierra había -de tener un término; así como los años esterilizan á la mujer también -consumieron la fecundidad de la Tierra; el tiempo muda la naturaleza -del mundo; los estados se suceden; nada permanece estacionario; todo -cambia; todo se transforma para que todo tenga vida. Se consume un -cuerpo en putrefacción ó sucumbe herido por la vejez, al mismo tiempo -que otro se levanta por el lado opuesto y se fortifica; así en el -transcurso de los días se muda la naturaleza del mundo; incesantemente -cambia de estado; no puede hacer hoy lo que antes hiciera; hoy hace lo -que antes no podía hacer. - - -858. _Multaque tum interiisse animantû sæcla necesse est..._ - -Muchas especies de animales debieron forzosamente perecer: las que -ahora existen se han conservado, unas por la virtud de su energía, de -su astucia, de su ligereza, y otras por el auxilio que les concedemos -en cambio de la utilidad que nos reportan; el cruel león y otras -bestias feroces, á su fuerza deben su propia conservación; la zorra á -sus ardides; el ciervo á su carrera; pero el fiel y vigilante perro, -los animales de carga, la sufrida oveja y el laborioso buey están -sostenidos por nuestra protección; siempre se veían perseguidos por -las fieras, anhelantes de paz, deseosos de entregarse á los pastos sin -peligros, y nosotros les ofrecemos esas ventajas en recompensa del -provecho que nos proporcionan. Pero los animales á quienes su propia -constitución ha negado fuerza de resistencia y condiciones de utilidad, -¿por qué habían de ser nuestros protegidos? Condenados á ser víctimas -de las otras razas, así vivirán hasta que la Naturaleza los extinga -completamente. - -Entonces la Tierra tendía á producir animales de tamaño y de figura -monstruosos: el más notable de éstos fué quizá el andrógino, que tenía -formas propias de los dos sexos y que difería igualmente de uno y de -otro: unos animales aparecían en la vida sin piés, otros sin manos, -aquéllos sin boca, éstos sin ojos; y aun se producían cuerpos en que -los miembros estaban mutuamente adheridos y correspondían á seres -incapaces para avanzar ó retroceder, para huir de los peligros y para -proporcionarse alimentos. - -Como éstos surgían otros monstruos en tanto que la Naturaleza -establecía un orden; pero no pudieron avanzar en la edad ni -desarrollarse ni reproducirse. Para el cumplimiento de esta última -función y transmitir á otros seres la vida recibida, son necesarias -algunas circunstancias: en primer lugar la adecuación de los alimentos; -en segundo lugar la formación de gérmenes fecundos esparcidos en todo -el cuerpo y la constitución de apropiados canales conductores; y en -tercer término la adaptación de los órganos sexuales con mutuos goces. - -Pero ni han existido Centauros ni podían formarse especies de -naturaleza doble y de cuerpo doble con miembros de razas distintas; -combinación de elementos heterogéneos es imposible. Á nadie ha de ser -difícil comprender esta verdad. - -En primer término, el caballo á los tres años de su vida se halla en -la fuerza de su edad; pero no así el hombre, que todavía en ese tiempo -busca el pecho que lo amamanta; el número de años que disminuye la -fuerza de los caballos y obliga á éstos á rendirse bajo el peso de la -vejez, es el mismo que representa la juventud del hombre y la época en -que éste fortifica sus miembros y en que su rostro se cubre de vello. -No creas que de la unión de semillas de caballos y de hombres pueda -formarse centauros, ni que haya sido posible la existencia de Escilas -que tuviesen la mitad inferior del cuerpo de figura y forma de perro, -ni otros monstruos de este género compuestos de miembros incompatibles -porque pertenezcan á seres que tienen diferente desarrollo, diversa -juventud, muy distinta índole, son excitados por Venus, de maneras -varias, tienen otras costumbres y se alimentan con substancias -diferentes; pues ya sabemos que nutre á las cabras la cicuta que es -veneno mortífero para los hombres. - -Las llamas queman y consumen el rojizo cuerpo de los leones, lo mismo -que las vísceras y sangre de todos los animales. ¿Cómo pudiera suceder -que ese monstruo de triple constitución llamado Quimera, con cabeza de -león, cuerpo de cabra y cola de dragón, pudiera arrojar de su cuerpo -fuego á llamaradas? Afirmar que por ser nueva la Tierra, y el Cielo -reciente, era muy posible que se produjesen tantos monstruos, sin que -en apoyo de esta idea se halle más razón que la vana y frívola de la -novedad, es dar motivo para las fantásticas y absurdas suposiciones de -la fábula: debe decirse lo mismo respecto de la suposición de que por -las tierras circulasen ríos de oro; de que las flores de los arbustos -fuesen de diamantes, y de que los hombres dotados estuviesen de fuerza -y de estatura bastantes para saltar de un paso la vasta superficie -de los mares y para hacer girar con las manos todo el cielo. Aunque -la Tierra contenía innumerables gérmenes productores, de los cuales -se formaron muchas especies de animales, no por eso hemos de creer -que pudiese producir seres de elementos opuestos, y unir en un mismo -individuo miembros de animales diferentes; es lo cierto que plantas, -mieses y arbustos que la faz de la tierra cubren, nunca nacen juntos y -confundidos, sino tiene cada uno su peculiar esfera y conservan todos -las diferencias que la Naturaleza les ha señalado. - - -923. _Et genus humanum multò fuit illud in arvis..._ - -El género humano, en aquel tiempo en que andaba por los campos -vagabundo, tenía más vigor que hoy, lo cual debería suceder porque la -Tierra que lo había producido era también más vigorosa; los huesos -del hombre eran más sólidos y más robustos; sus nervios más fuertes, -sus vísceras más enérgicas; el frío no le molestaba, el calor no -le afligía; ni le inquietaba la alimentación ni le preocupaban las -dolencias; para él pasaban los años con indiferencia mientras vivía -errante y formaba rebaño como las fieras; no trabajaba con el duro -arado, ni mullía la tierra con el hierro, ni sembraba arbustos ni -manejaba la hoz para podar las ramas de los altos árboles; aplacaba -su hambre con lo que espontáneamente le daban el Sol, la lluvia, la -Tierra; las encinas glandíferas le ofrecían abundante sustento, y las -madroñeras que en el invierno se cargan de frutos de color purpurino, -eran entonces más numerosas y más fecundas; el mundo, en fin, en los -albores de su concreción, daba clases variadas de alimentos que, para -los míseros mortales, estaban siempre de sobra. Para saciar la sed -convidaban los ríos y las fuentes, y, como ahora, las aguas descendían -murmuradoras desde elevadas montañas y á los animales advertían que -de ellas podían beber hasta saciarse. Por la noche los hombres se -acomodaban en grutas que después se llamaron templos de las ninfas, -donde brotaban claros manantiales que lavaban las húmedas rocas; las -húmedas rocas de centelleante musgo cubiertas, desde las cuales caían -las aguas lentamente sobre las planicies para correr después abundantes -por los campos. - -Ni sabían utilizar el fuego ni aprovechar las pieles y otros despojos -de los brutos para cubrir su desnudez; se refugiaban de la inclemencia -del tiempo en lo hueco de los montes, en las selvas y florestas, y -apiñados afrontaban el ímpetu de los vientos y de las lluvias. No -comprendían los intereses comunes, y por tanto no habían regulado -sus relaciones y tratos; cada cual se apoderaba de lo que tenía á -mano: la Naturaleza no había despertado en ellos más deseo que el -de vivir cada uno para sí mismo. Venus en las selvas juntaba á los -amantes; á veces un mutuo ardor los conciliaba; en ocasiones el hombre -acudía á la violencia para satisfacer su encendido afán, ó ganaba -la condescendencia femenina por dádivas de bellotas, de madroños ó -de selecta pera. De las manos y de los piés se valían para hacer -guerra á los feroces animales y lanzarles pedradas á distancia, ó de -cerca darles golpes con palos; de esta manera vencían á algunos, -pero con frecuencia tenían que huir de ellos y buscar refugio en las -cavernas. Cuando llegaba la noche, se tendían desnudos en el suelo -como los jabalíes y se tapaban con hojas y ramas; no es de creer que -temerosos de la noche[70] errantes por las selvas, invocaran entre -gritos y lamentos la claridad del día: por lo contrario, silenciosos -y entregados á profundo sueño, esperaban que el Sol con su espléndido -fulgor bañase de luz el cielo: acostumbrados á ver desde la infancia -que en tiempos continuados la luz y las sombras se suceden, no se -admiraban de que así ocurriera, ni temían que una interminable noche -sepultase al mundo en las tinieblas después de apagar la claridad -diurna. Les ocasionaban, sí, positivo temor las fieras que invadían -sus moradas, perturbaban su reposo y les causaban graves daños: muchas -veces, intempestivamente, durante la noche, eran visitados por el fiero -león ó por el cerdoso jabalí, y llenos de temor se veían precisados -á escaparse por el techo de piedra y dejar su lecho de hojas á tan -incómodos huéspedes. - - [70] Tradición india. - -Y no por lo dicho ha de suponerse que la muerte hiciera más estrago -que ahora entre los hombres; cierto es que muchos eran cogidos y -devorados por las fieras, á las cuales ofrecían continuado banquete con -su cuerpo, mientras con lamentos llenaban los bosques y las montañas; -verdad es que algunas veces veían cómo sus miembros palpitantes eran -encerrados en viviente sepulcro; también es cierto que no pocos -hombres, aunque lograban escapar de las garras feroces, llevaban el -cuerpo lleno de heridas, cuyos bordes oprimían con mano convulsa entre -horribles dolores que les arrancaban gritos para llamar la muerte, y -que al cabo, sin obtener alivio y sin saber curar sus heridas, de las -que se apoderaban los gusanos, perdían la vida. Pero no eran como ahora -llevados á la guerra millares de soldados que mueren en un solo día, -en un solo instante; ni los buques arrojaban á muchas personas contra -los escollos; entonces, sin peligro alguno para los hombres, el mar -levantaba airado sus ondas ó apacible las calmaba: la tranquilidad de -las aguas no era bastante seducción para nadie; el arte de navegar, -tan homicida, no había comenzado; en la nada estaba sumido. Tal vez -en remotos días la muerte era consecuencia de falta de alimentación; -hoy la abundancia es causa del mismo efecto; quizá entonces, por -ignorancia, los hombres morían envenenados; hoy el arte los envenena. - - -1009. _Indè casas postquam, ac pelles, ignemque parârunt..._ - -Tan pronto como fué conocido el uso de las chozas, de las pieles y del -fuego, y vivieron en mutuo consorcio una mujer y un hombre, y éstos -saborearon las honestas delicias del matrimonio y vieron prole de ellos -mismos formada, el linaje humano comenzó á adquirir suaves costumbres; -el fuego permitió que sobrellevaran las molestias del frío aquellos -que ya no podían sufrir los rigores del invierno bajo la techumbre del -cielo; Venus templó las rudezas y luego los hijos ablandaron fácilmente -la dura índole de los padres: en esta situación se creó amistad entre -los hombres que se habían establecido en lugares inmediatos, y fruto de -ella fué el respeto mutuo y la protección concedida á la debilidad de -las mujeres y de los niños, pues con voces inarticuladas y con gestos -debieron de convenir en que la conmiseración por conveniencia de todos -se debía otorgar á la flaqueza. Sin duda alguna este último acuerdo -no fué general, pero innegablemente fué observado con lealtad por los -más y los mejores, pues de lo contrario la raza humana se hubiera -extinguido y no habría llegado hasta nuestros días. - -La Naturaleza enseñó á usar de la lengua para emitir diferentes -sonidos, y la necesidad sugirió la idea de dar nombres á las cosas, -como vemos que incita á los niños que aún no saben hablar para que -señalen con el dedo los objetos que desean. Cada ser experimenta -impulsos acomodados á las energías de que dispone; aún el novillo -no tiene astas y ya da topetazos inofensivos con la frente; los -cachorros de la pantera y de la leona, antes de que dispongan de uñas -y de dientes, tratan de morder y de rasgar; los hijuelos de todas -las aves ensayan temblorosos vuelos antes de que las alas auxilien -sus esfuerzos. Por tanto, sería locura el pensar que un solo hombre -pudiera denominar todas las cosas, y luego los otros no hicieran más -que imitarle; pues evidente es que si un hombre pudo articular palabras -y emitir varios sonidos, los otros hombres podrían hacer lo mismo en -igual tiempo. - -Añadamos que si los hombres en sus relaciones no hubieran hecho uso -de palabras, no habrían llegado á conocer la importancia de ellas, y -por este motivo el que las hubiese inventado no habría podido llevar -adelante su proyecto en favor de un lenguaje. Ningún hombre tendría -fuerza bastante para hacer aprender á los otros los nombres que hubiera -querido aplicar á las cosas, ni habría podido hacerse entender por -medio de signos orales que los otros no conocían. Nadie prestaría -oídos y dedicaría su atención á lecciones explicadas con sonidos -completamente extraños, los cuales herirían sus órganos auditivos -inútilmente. Y ¿por qué ha de sorprendernos que la raza humana, -poseedora de órganos apropiados para significar las impresiones que -la afectan, haya designado con voces especiales todas y cada una de -las cosas que le rodean ó le interesan, cuando vemos que los animales -domésticos y aun las mismas fieras con gritos de inflexiones distintas -representan el dolor que los embarga, el miedo que los oprime, el gusto -que los seduce? Estos hechos están patentes para la observación: el -mastín, de formidables mandíbulas, cuando en un primer acceso de ira, -contraídos los labios, muestra los temibles dientes que castañetean, -lanza ladridos amenazadores que se diferencian mucho de los que emplea -en otras ocasiones para significar su alarma; y cuando acaricia á sus -cachorros, á los cuales da golpes con las patas desuñadas, lame con -languidez y muerde con dientes amorosos, también da gritos de alegría -que no pueden confundirse con los aullidos que deja oir en la soledad, -ni con los gañidos que emite cuando temeroso evita el látigo de su -dueño. - -¿Relincha el caballo de igual modo cuando impulsado por ardoroso -instinto pasa con gallardo brío por entre las yeguas, ó cuando el -estrépito de las armas lo conmueve, ó cuando otra causa excita sus -miembros? Por último, los pájaros, las aves de toda clase, como el -halcón, el quebrantahuesos y el mergo que busca en las olas marinas -su necesario sustento, dan gritos diferentes según varían las -circunstancias en que se encuentran; el graznido que usan cuando toman -su alimento no es el mismo que emiten cuando porfiadamente defienden -una presa. También hay algunas aves que modifican su canto con arreglo -al estado atmosférico: se encuentran en ese caso la antigua especie de -la corneja y la grey del cuervo, los cuales, según dicen, crascitan -de modo especial para anunciar viento, lluvia ó tormentas. Y pues -los animales, aunque mudos sean, disponen de variedad de tonos en -la voz con arreglo á las impresiones que reciben, ¿por qué no ha de -considerarse natural el hecho de que los hombres hayan designado las -cosas diferentes con palabras diversas? - - -1090. _Illud in his rebus tacitus ne fortè requiras..._ - -Para que en silencio no te quede alguna duda, te diré desde luego que -el rayo pudo proporcionar fuego á los mortales y ser el foco de llamas -que nosotros utilizamos, como aún hoy vemos que á veces en la Tierra -arden muchos cuerpos encendidos por el rayo formado en las alturas; -pero también observamos que largas ramas de copudos árboles azotados -por el viento rozan con otras ramas de árboles vecinos, y de empeñada -colisión, entre unas y otras sostenida, brotan centellas luminosas que -llevan el incendio á la arboleda; pudo, pues, el fuego tener también -este origen. - -El Sol nos enseñó á cocer y á ablandar las substancias dedicadas para -nuestras comidas, porque los hombres notaron que los rayos del astro -luminoso maduran los frutos de la Tierra; y desde que adquirieron -ese conocimiento introdujeron en las costumbres y en los alimentos -sucesivos cambios para los cuales el fuego sirvió de motivo fundamental. - -Los señores comenzaron á edificar ciudades y á erigir castillos que les -sirviesen para defensa y para refugio: los ganados y los campos fueron -distribuidos, y en el reparto obtuvieron beneficio los hombres que -sobresalían por su belleza, por su fuerza ó por su ingenio, que fueron -en el comienzo de las sociedades los únicos signos de distinción: -fué después inventada la riqueza, y apareció el oro que asumió todo -valimiento y todo honor; pues sabido es que la belleza y la fuerza se -rinden humildes ante el poder convencional del oro. - -Regla de conducta debe ser para el hombre que arregla su vida á los -dictados de la razón el considerar que las mayores riquezas consisten -en la moderación y en la justicia; no es pobre el que poco desea. -Hombres hay, no obstante, que hacen depender su tranquilidad y su -fortuna de la opulencia y del poder; ¡error grave!: tan numeroso es -el concurso de los que aspiran á obtener riquezas, que se ha hecho -difícil y peligrosa la empinada senda que á ellas conduce, y aun muchas -veces los que alcanzan sus alturas sirven de blanco á los dardos de -la envidia que los precipita, con desprecio, al Tártaro profundo. Más -vale obedecer en paz que gobernar en guerra. Dignos de lástima son -los que envueltos en sudor y en sangre luchan ciegos en la estrecha -vía de la ambición; no comprenden que la envidia, como el rayo, ataca -principalmente los puntos elevados, y como se guían por ajeno parecer, -ajustan sus actos más á lo que oyen que á sus propios pensamientos. Así -los hombres son y han sido siempre, y así en lo sucesivo habrán de ser. - -Pero después de las matanzas hechas por los reyes, la majestad de -ellos, sus tronos, sus cetros, y los adornos ensangrentados con que -la frente cubrían fueron arrojados al suelo, escarnecidos y pisoteados -por las multitudes, porque llega un día en que se conculca aquello que -en el anterior por miedo se adoraba; el poder volvió entonces á los -pueblos, y como todos los hombres no podían gobernar, se eligieron -algunos magistrados que ejercieran esa función, y se dictaron órdenes, -á las cuales, por conveniencia general, todos los individuos de las -tribus se hubieron de someter, pues cansados de vivir entre violencias, -odios é inquietudes, estimaron agradable el yugo de la ley como -garantía del derecho. Terribles eran los resultados de las meditadas -venganzas (que nuestras justas leyes no toleran), y los hombres, -ansiosos de salir de aquella situación de zozobras y desconfianzas, -establecieron penas y castigos que engendran temores. La injusticia y -la iniquidad caen en sus propios lazos; sus efectos revierten á los que -las producen, pues no hay descanso ni reposo para aquel que infringe -las leyes sociales, el cual, por más que se oculte de los dioses y de -los hombres, vivirá siempre con recelo de que su delito se divulgue, -supuesto que han existido muchos malvados que durante el sueño ó en el -delirio de la fiebre de aguda enfermedad han declarado los crímenes -que hubieran cometido y que habían sabido ocultar durante muchos años. - - -1160. _Nunc quæ causa Deum per magnas numina gentes..._ - -No es difícil de explicar ahora la serie de ideas que llevaron á las -gentes á admitir en el mundo la intervención de dioses, en cuya honra, -y por cuyo temor los pueblos levantaron altares, establecieron ritos, -instituyeron ceremonias que forzosamente han de preceder y acompañar -al desarrollo de toda empresa; erigieron templos, dedicaron días de -fiesta, inventaron cultos. La raza humana en aquellos tiempos, aun -durante la vigilia, creía ver en todas partes egregias imágenes de -dioses que alcanzaban proporciones gigantescas bajo las ilusiones -del sueño, y á las cuales suponía dotadas ya de sensaciones, ya -de actividad, porque se le figuraba que movían los miembros y que -hablaban con arrogancia como correspondía á su majestuosa figura y -amplias fuerzas; les atribuía la inmortalidad, porque siempre se las -representaba con igual belleza y forma, y consideraba que los dioses no -habían de estar sujetos á mudanzas, porque á su volumen y resistencia -no habría poder capaz de producir daño; al mismo tiempo, la prole -humana tenía por muy felices á los dioses, porque los suponía exentos -del temor de la muerte y se imaginaba que habían de estar con agrado -entretenidos en labores maravillosas. - -Cuando, además, consideraba el orden constante y regular del Cielo y -el cambio periódico de las estaciones y no sabía explicarse la causa -de esos fenómenos, hallaba cómodo el pensar que eran árbitros de la -Naturaleza unos dioses que disponían de todas las cosas á su antojo. -Y supuso colocada la residencia de esos dioses allá en las mismas -alturas donde entendía que el Sol y la Luna habitan y se mueven; donde -creía ver que surge la luz, nacen las sombras, se forman los meteoros, -giran las noctívagas estrellas, vuelan fuegos errantes, se condensan -las nubes, soplan los vientos, se forja el rayo y tienen su origen las -heladas nieves, los destructores granizos, las furiosas tempestades, -los horrísonos truenos que le parecían espantoso eco de las amenazas de -los dioses. - -Infeliz especie humana, que atribuye tales hechos á seres imaginarios, -á los cuales considera influidos por acerbas iras. ¡Cuántos gemidos ha -arrancado, cuántas heridas ha abierto, cuántas lágrimas ha producido -á la descendencia de los hombres esa invención! La piedad no puede -consistir en cubrirse la cabeza con espesos velos, dar vueltas -alrededor de una estatua y visitar altares; ni tampoco en prosternarse -y levantar las manos ante los templos de los dioses, y menos en inundar -las aras con la sangre de cuadrúpedos, ni en hacer votos con juramento, -sino en observar atentamente con ánimo sereno los sucesos todos. -Cuando se levanta la vista y se contemplan los palacios celestiales -del Universo, las regiones etéreas tachonadas de estrellas rutilantes -y el movimiento regular del Sol y de la Luna, siente el pecho cierta -vaga inquietud que anubla la abrumada frente, porque se recela que -exista un alto poder capaz de gobernar á su gusto los astros; pero las -dudas que asaltan la mente engendradas son por la ignorancia, la cual -hace temer que el mundo haya tenido principio y tenga, por tanto, fin; -que sus murallas no puedan resistir el movimiento y los choques á que -están expuestas, y que, aun admitido un divino creador de la mansión -terrestre, ésta no pueda vencer las inmensas dificultades de una eterna -duración. - -Y, además de lo dicho, ¿á quién no apoca el ánimo el espanto de los -dioses, y á quién no causa estremecimientos de pavor el trepidar de -la Tierra cuando ruge el estruendo formidable de horrísona tormenta -y retumba el rayo en los ámbitos del Cielo? ¿No se asustan en esas -ocasiones los pueblos y los individuos? Los soberbios reyes, por -el temor poseídos, ¿no se abrazan temblorosos á las imágenes de sus -dioses, de las que esperan que aplacen el momento en que hayan de -sufrir el temido castigo correspondiente á sus crímenes? Y cuando -viento impetuoso encrespa las ondas del mar y barre de la cubierta -de los buques las legiones y los elefantes que llevan, el jefe de la -flota, ¿no procura con súplicas, votos y promesas, aplacar la ira de -los dioses para que el viento deponga su furor, se calmen las olas y -el tiempo abonance? Pero clama en vano, y tal vez envuelto en agitado -torbellino sea lanzado sobre las rocas donde halle infausta muerte. -Parece, sin duda, que un poder oculto se burla de las preocupaciones -humanas y considera despreciables las hoces y las segures que los -hombres tienen en tanta estima[71]. Y si el hombre observa que bajo -sus piés la Tierra se estremece y que en ocasiones las ciudades se -convierten en ruinas, ¿tiene algo de extraño que de su propia debilidad -persuadido crea en poderes misteriosos de ilimitada fuerza que -gobiernen arbitrariamente el Universo? - - [71] En opinión del traductor, Lucrecio se expresa aquí (versos - 1232 á 1235 del canto V) en sentido irónico. Bayle, Gassendi, - Molière, Pongerville y Lima Leitao interpretan de otro modo el - pasaje transcrito. - - -1240. _Quod superest, æs, atque aurû, ferrûque repertû est..._ - -Más adelante se descubrieron el bronce, el oro, el hierro, la pesada -plata y la esencia del plomo cuando las ingentes selvas de los elevados -montes quedaron consumidas por el fuego, ya fuera éste prendido por el -rayo, bien propagado en las florestas por los guerreros para combatirse -los unos á los otros, ya encendido por hombres pacíficos deseosos de -convertir las selvas en prados y tierras de labor, ó quizá utilizado -por esos mismos para destruir las fieras, con cuyos despojos intentaran -enriquecerse, pues el foso y el fuego se emplearon en las empresas -venatorias antes de que se destinaran para ellas la engañadora red -y la ruidosa jauría. Como quiera que fuese, cuando las llamas con -chisporroteos crujientes devoraron los bosques y consumieron desde las -altas ramas hasta las profundas raíces de los árboles, la Tierra, lo -mismo que si hubiera sido cocida por el fuego, de sus abrasadas venas -produjo ríos de oro, de plata, de bronce y de plomo que se precipitaron -á los sitios cóncavos, donde, enfriados, ofrecieron color brillante, -lustre, gracia, y al solidificarse tomaron la forma de las cavidades -que los contenían. Al observar este último fenómeno, los hombres -tuvieron la idea de fundir los metales y hacer con ellos objetos de -distinta figura, después de batidos y adelgazados; de esta manera -llegaron á fabricar unas armas que sirvieron para ataque y defensa en -las batallas, otras para labrar las tierras y otras para serrar, pulir, -cortar, abrir á golpes, romper y taladrar. Quisieron hacer del oro y de -la plata el mismo uso que del bronce, pero inútilmente, porque ninguno -de esos metales tenía la dureza necesaria para el áspero trabajo á que -lo destinaban: por este motivo el bronce era muy estimado, mientras que -el oro se miraba como inútil, porque fácilmente se embotaba la punta -de las armas que se fundían con él; hoy, por lo contrario, el bronce -ha caído en depreciación, y el oro es tenido en alta estima. Así todo -muda en el tiempo: lo que un día estuvo en auge, al siguiente cayó en -descrédito; lo que una vez estuvo en olvido, otra vez fué muy celebrado -y de todos los hombres mereció alabanzas, honores y agasajos. - -Ahora, mediante los datos que ya tienes, puedes comprender cómo se -llegó al uso del hierro: las primeras y más antiguas armas fueron las -manos, las uñas, los dientes, las piedras, las ramas de los árboles, -y, por último, las llamas y el fuego tan pronto como fueron conocidos: -poco tiempo después se descubrieron el hierro y el bronce, pero el -bronce fué primeramente utilizado porque se ofrecía en abundancia y -era fácil de trabajar: de bronce eran los instrumentos para labrar la -tierra, las armas usadas en los combates y las empleadas para llevar la -muerte por todos los sitios y proteger el hurto de ganados, pues los -hombres, desnudos é inermes, se veían en la precisión de ceder ante los -que llevaban armas. El hierro fué después convertido en espada; la hoz -de bronce perdió la preferencia; la tierra se trabajó con férreo arado, -y la voluble suerte de los combates fué encomendada al hierro. - -Antes de que se usara el carro tirado por dos corceles montaban los -guerreros en caballos cuyos frenos dirigían con la mano izquierda -mientras con la derecha peleaban; después de la biga se inventaron la -cuadriga y los carros falcíferos; más adelante, el Cartaginés astuto -adiestró para los combates el torreado elefante de trompa anguina -que soporta las heridas y pone en dispersión á las turbas de Marte: -poco á poco la discordia acumuló medios destructores y la guerra se -hizo cada vez más horrorosa; en ella tomaron parte enfurecidos toros, -crueles jabalíes enseñados para atacar á los enemigos, y aun leones -poderosos usados por los Partos en las avanzadas de su ejército. Esos -terribles animales, sujetos por fuertes frenos y conducidos por -hombres convenientemente armados para moderar la bravura de las fieras, -cuando sentían la sangre humeante se enardecían, dispersaban los -ejércitos de un lado y de otro, sacudían la melena, y, sin que nadie -pudiese contenerlos, se lanzaban á la matanza; entonces los caballos, -aterrorizados con los rugidos, no obedecían al jinete, se revolvían -y en carrera desenfrenada huían hacia el campo enemigo. Las leonas -con furia corrían indistintamente de un ejército á otro, destruían -cuanto encontraban á su paso, atacaban por la espalda á sus víctimas, -y después de herirlas y de arrojarlas á tierra se entretenían en -despedazarlas con sus terribles dientes y sus corvas uñas. Los toros -embrocaban y pisoteaban á los jabalíes y amurcaban á los caballos, -á los cuales, todavía después de muertos embestían con rabia. Los -jabalíes, de prolongados colmillos, mataban á sus propios aliados, y -cuando las flechas teñidas en sangre se quebraban en su cuerpo, con -nueva irritación hacían destrozos entre infantes y caballeros: en vano -era que los corceles para evitar las dentelladas de esas fieras se -encabritaran, porque pronto sucumbían con las extremidades posteriores -destrozadas. Aun los mismos brutos domesticados, cuando se hallaban -en el foco de la batalla y de la furia, entre lamentos, gritos, -horrores, heridas, estrago, recobraban su olvidada ferocidad, y sin que -nadie pudiera sujetarlos se dispersaban, como vemos que los elefantes -gravemente heridos en las guerras de nuestros días, después de hacer -muchos destrozos en el ejército á que pertenecen, huyen despavoridos. -Así en los tiempos ya pasados sucedió, y así hoy ocurre; pero creo que -los hombres no habrán dejado quizá de presentir y de ver que tantos -desastres producen grandes sufrimientos, no sólo para los que han sido -sus causantes, sino también para las generaciones futuras. Y puedes -creer que este mal no ha de limitarse á nuestro mundo, sino á todos los -mundos formados con vario origen. Tal vez la fiereza revelada en esas -luchas no haya sido inspirada por el exclusivo deseo de la victoria, -sino por el instinto de propia defensa que mueve á hacer el mayor daño -posible al enemigo que fiado en su fuerza amenaza con la muerte. - - -1349. _Nexilis antè fuit vestis, quam textile tegmen..._ - -Vestidos anudados se usaban antes de que fuera inventado el telar; -los tejidos fueron posteriores á la aplicación del hierro, porque las -telas usadas ahora se prepararon con auxilio del hierro, que permitió -la construcción de instrumentos delicados, tales como el cilindro, las -cárcolas, el huso, el peine y la ruidosa lanzadera. - -La Naturaleza indujo al hombre antes que á la mujer á trabajar la -lana, porque el hombre es más ingenioso y más apto para las artes que -la mujer; pero el agricultor, después de reconvenirse por dedicar su -tiempo á delicadas labores, entregó éstas á su compañera y se reservó -los ejercicios penosos que, después de todo, se acomodaban á la -contextura de sus miembros y de sus manos. - -Igualmente enseñó la Naturaleza en el principio de las sociedades á -hacer las operaciones de siembra y de injerto, porque pudo observarse -que de los árboles caían al suelo semillas que después, en apropiados -tiempos, daban numerosos retoños; también se ensayó el ingerir brotes -de una planta en otra y trasladar los arbustos: de este modo, por -medio de multiplicadas tentativas, el cultivo de los campos se mejoró, -y con las esmeradas labores de las tierras se consiguió ablandar -los frutos salvajes. Los bosques reducidos quedaron á los más altos -montes, al mismo tiempo que por las planicies y colinas se extendieron -los campos cultivados, el prado, el lago, el arroyo, y con pujante -lozanía el trigo, la viña y el verdoso olivar que ocupó las llanuras -y montículos. Este sistema de trabajo por muchos años seguido ha dado -vida á esos amenos lugares que ves llenos de árboles frutales de -variedad encantadora. - -Mucho antes de que los hombres supieran con harmonioso acento entonar -versos agradables para el oído, habían intentado imitar con su voz -el suave gorjeo de los pájaros; el céfiro que, al introducirse en lo -hueco de las cañas, silba, guió al hombre para inventar los cálamos -agrestes; la flauta, luego, animada por dedos flexibles y acompañada -por el canto, se usó en las apartadas selvas, en los bosques, en las -sombrías soledades que dieron á los pastores los primeros motivos -musicales para entretener sus ocios, pues indudable es que el tiempo da -ocasión para que se creen las artes que después el ingenio perfecciona. -En estos dulces recreos se entretenían, con ellos alegraban su ánimo -después de haber satisfecho la necesidad de alimentarse, pues todas -las aspiraciones eran entonces muy sencillas: muchas veces, reunidos -los pastores en sitio agradable, tendidos junto á la fuente, bajo -la sombra de un árbol, gozaban del placer más puro, especialmente -cuando la alegre primavera cubría los verdes prados con matizadas -flores; conversaban con ingenuidad, jugaban con inocencia, reían -candorosamente y en sus entretenimientos daban vida á la musa agreste; -se adornaban la cabeza con brillantes coronas de flores y los hombros -con guirnaldas; con rudos piés sin medida ni concierto golpeaban la -tierra, madre de todos, y entre carcajadas se divertían de su propia -impericia y se aconsejaban para dar novedad á sus pasatiempos. En -ocasiones, á fin de estar vigilantes y defenderse del sueño, cantaban -con variaciones de tono y recorrían con los labios á medio cerrar los -agujeros del cálamo. También hoy pasamos distraídos las veladas, y -aunque ajustamos nuestros recreos á reglas de buen gusto no saboreamos -con certeza el agrado y la dulzura de nuestros ratos de solaz en mayor -proporción que la gente rústica de otros días. - -En mucho estimamos lo que está presente, si antes no hemos conocido -algo mejor; pero lo nuevo perjudica á lo antiguo, y cambia las -costumbres; así hemos despreciado el fruto de la encina, el lecho de -hojas secas y el uso de las pieles: también el vestido formado con -restos de fieras fué en su tiempo una extraña novedad, y no me atreveré -á decir que su inventor no fuera objeto de enconada envidia; quizá el -infeliz sucumbiera víctima de la traición de algunos que se apoderaran -de sus despojos teñidos en sangre, aunque los asesinos fueran de -cierto incapaces para aprovechar útilmente el fruto de su maldad[72]. - - [72] La amarga ironía de Lucrecio deja comprender los - sufrimientos morales que debería tener por vivir en lucha contra - el convencionalismo religioso de su época. - -En aquellos tiempos remotos se luchaba por la posesión de pieles de -animales; hoy se combate por obtener el oro y la púrpura; más culpables -somos indudablemente que nuestros antecesores, porque ellos necesitaban -las pieles para preservarse del frío, y nosotros para ningún objeto de -verdadera precisión utilizamos el oro, la púrpura y los ricos bordados, -ya que para vestirnos serían suficientes las plebeyas telas. ¡Es triste -que la raza humana gaste la vida en contiendas y disgustos motivados -por cosas fútiles, y no ponga freno á la codicia que la corroe, quizá -porque aún no sabe que los goces puros tienen un límite que no se puede -franquear sin peligro! Las vanidades quebrantan la existencia de los -individuos, crean perturbaciones entre los pueblos y originan guerras -que destruyen las sociedades. - - -1435 _á_ 1456. _At vigiles Mundi magnum et versatile templum..._ - -El Sol y la Luna, antorchas luminosas que con luz perenne recorren toda -la extensión del movedizo templo del mundo, enseñan á los hombres que -los tiempos se repiten en constantes estaciones, porque todo en la -Naturaleza existe con sujeción á leyes fijas y con orden invariable. - -Ya el hombre vivía abrigado en sus palacios, ya en la Tierra se habían -constituido las naciones, y el mar era surcado por numerosos buques, y -en vigor había pactos federativos entre los pueblos, cuando los poetas -comenzaron á consignar en versos los hechos pasados; pero como los -elementos de la escritura eran de muy reciente invención, nuestra Edad -apenas conoce de los pueblos antiguos más sucesos que los indagados por -el raciocinio, apoyado en los vestigios existentes. - -Las artes de la navegación, del cultivo de los campos, de las -fortificaciones, de la aplicación de las leyes, de la fabricación -de armas, apertura de caminos, tejidos de telas y otras de igual -utilidad, y también las artes recreativas como la poesía, la pintura -y la escultura, de la necesidad y de la experiencia han sido fruto. -Paulatinamente el tiempo, en oportuna sazón, ha producido inventos -que la industria humana ha mejorado; más adelante las artes se han -concedido mutuo auxilio, y de este modo se elevarán hasta la cumbre de -la perfección. - - - - -LIBRO SEXTO - - -1. _Primæ frugiferos fœtus mortalibus ægris..._ - -La primera ciudad que á los hombres facilitó con abundancia los frutos -de los campos y proporcionó comodidades por virtud de sabias leyes -que supo dictar fué Atenas, de nombre esclarecido, ciudad insigne -que hizo placentera la vida al producir aquel varón ilustre, nacido -solamente para anunciar verdades, el cual, aunque fallecido ya hace -mucho tiempo, como recompensa por las investigaciones divinas que hizo -y divulgó conserva su gloria hasta los cielos elevada. Ese genio, -cuando vió que los hombres, aun con el uso de muchas cosas originarias -de satisfacciones, riquezas, honores, grandezas, reputación distinguida -transmisible á los descendientes, llevaban el corazón á duras penas -reducido y el ánimo sujeto á esclavitud de tristes incertidumbres, -pensó que el mal no estaba en las cosas, sino en el hombre mismo, es -decir, no en el líquido, sino en el vaso, que por estar envenenado -corrompe todo lo que en él se vierte, ó que nunca se llena por ser -excesivamente permeable, ó que da ingrato sabor á su contenido por -estar manchado interiormente. Con sanas verdades empezó á limpiar el -corazón de los seres humanos; encerró la codicia y el temor de éstos -en reducida esfera; hizo conocer en qué consiste el sumo bien á que -todos podemos aspirar y el camino que á su posesión en línea recta -nos lleva; investigó la causa de los males que los hombres sufren; -explicó los motivos de que todas las personas, según sus peculiares -condiciones, estén sujetas á contingencias engendradas necesariamente -por la Naturaleza y atribuidas por necedad al acaso ó á la fortuna; -hizo patente el medio libertador de todas las preocupaciones, y mostró -al género humano cuán vanos y fútiles son los temores que inquietan el -pecho. Como niños que de todo tienen miedo por la noche, así nosotros -durante el día nos vemos rodeados por ilusorias sombras y fantasmas -vanos que no se disipan con el rayo solar ó con la luz diurna, pero -que se desvanecen mediante el uso de la razón tranquila y el estudio -reflexivo de la Naturaleza[73]: investiguemos con perseverancia sus -arcanos. - - [73] Hay aquí siete versos del canto II, repetido también en el - III. - -Y como ya he demostrado que el mundo es perecedero, que el cielo ha -tenido principio y que los cuerpos todos por cuanto nacieron han de -caer en disolución, escucha, pues, el resto de mi discurso, ya que he -limpiado de estorbos mi camino y tengo la esperanza de poder recorrerlo -con mi carro victorioso. En presencia de los fenómenos que se -desarrollan en el Cielo y en la Tierra, los hombres, sobrecogidos por -el temor, con ánimo humillado han creído en dioses, y ante la fingida -representación de éstos se han postrado, porque la ignorancia de las -causas de los fenómenos les ha permitido pensar que todo lo existente -podía estar sometido al imperio de seres arbitrarios y que todo lo que -no se podían explicar era obra de númenes. Aquellos mismos que están -convencidos de que los dioses por nada se preocupan y de que todas -las cosas de la Naturaleza se realizan dentro de un orden invariable, -cuando los ojos levantan para contemplar las etéreas regiones vuelven -á caer en superstición religiosa y admiten la existencia de tiranos á -los cuales ¡míseros! atribuyen supremo y despótico poder para repartir -á su capricho el bien y el mal, porque ignoran las condiciones de lo -que puede ser y de lo que no puede ser, y los límites en que toda -energía se encierra: este error fundamental trasciende á toda la esfera -de su pensamiento. Si no apartas de tu mente esas ideas, si no crees -que tales cuidados son impropios de los dioses é incompatibles con la -paz de que gozan, tendrás presentes sus imágenes en todo momento, no -porque pura substancia de dioses pueda ser de enconos susceptible y de -entretenerse en preparar crueles castigos, sino porque tú mismo, si -crees que hay dioses movidos por resentimientos, no tendrás un instante -de paz, no entrarás sosegado en los templos, y los simulacros de sus -cuerpos santos como nuncios de sus divinas formas, á ti no llegarán sin -que la inquietud y el temor te agiten. De este proceder ¡qué vida tan -triste se origina! Aunque en servicio de la razón he expuesto ya muchas -verdades, me restan por declarar otras de las que te hablaré en pulidos -versos, con especialidad referentes á los fenómenos del Cielo. Trataré, -pues, de los efectos de las tempestades y del rayo, para que te -abstengas de considerar el Cielo dividido en partes, y de indagar cuál -es la que dió origen al fuego, dónde estaba éste escondido, la manera -cómo pudo rasgar las capas del espacio y salir de ellas sin hallar -obstáculo, efectos que sólo puede atribuir á seres imaginarios el que -desconoce la causa de que proceden. Y para que pueda llegar felizmente -al término de mi carrera, muéstrame el camino que debo recorrer, hábil -Musa Calíope, recreo de los hombres y encanto de los dioses, pues si tú -me guías ganaré corona insigne de alto aprecio. - - -95. _Principio Tonitru quatiuntur cærula Cœli..._ - -El cerúleo firmamento es perturbado con ruidoso trueno cuando nubes -impelidas por contrarios vientos se mueven en las altas regiones del -aire y chocan entre sí: el sonido, sin embargo, no parte del sitio en -que sereno el Cielo se muestre; allí donde las nubes se condensan y -se amontonan es donde se engendra el estampido redoblante del bronco -trueno. Las nubes son cuerpos cuya densidad es extraordinariamente -menor que la de la madera ó de las piedras, pero mayor que la de -la nieve y la del humo, como lo hace patente el hecho de que no se -rinden bajo su propia gravedad como ceden las piedras, y reunen en sí -materiales para la formación del granizo y de la nieve, que el humo no -podría contener. - -Unas veces en la ilimitada extensión del espacio producen las nubes -ruido semejante al que ocasionan en los teatros los fluctuantes paños -pendientes de las vigas y columnas de esos edificios; otras veces -lo mismo que si fuesen rotas violentamente por los vientos crepitan -como tenues láminas que se rasgan, y éste es el crujido propio de los -truenos, ó como hojas de papiro que vuelan llevadas por el viento, ó -como ropas colgadas sacudidas por el vendaval; también algunas veces -no chocan las nubes unas con otras, sino corren juntas en la misma -dirección y se tropiezan y rozan con ruido seco y prolongado que -lastima nuestro oído y dura hasta que se desenlazan. - -También ocurre otro fenómeno que origina fragoroso estruendo bastante -para ocasionar un horrible temblor en todo el mundo, como si los -fundamentos de éste se derrumbaran por tan violenta acción: cuando -una corriente de viento huracanado se halla contrariada y envuelta -por las nubes, pretende escapar de la prisión, forma torbellinos que -desarrollan mayor energía mientras más obstáculos encuentran en las -nubes, y, por último, en éstas el viento abre una salida por donde huye -precipitadamente con atronador ruido. Y no debe sorprender este hecho, -cuando vemos que el aire contenido en una vejiga que de repente se -rompe, al salir de ella causa una explosión atronadora. - -Hay otra razón que explique el fuerte ruido que ocasiona en las nubes -el viento impetuoso: vemos que muchas veces se muestran como divididas -en forma arborescente y tal vez entonces produzca el viento en ellas un -resultado parecido al que origina en las ramas y las hojas de un espeso -bosque. También los vientos pueden acometer de frente y con violencia á -las nubes hasta romperlas; pues podemos comprender que su ímpetu en las -altas regiones sea muy enérgico si tenemos en cuenta que en las capas -inferiores ha de ser más moderada, y no obstante, descuaja los árboles. -Nubes hay, además, acumuladas á manera de ondas que al separarse -batidas por el viento braman horrísonas como río desbordado que halla -obstáculos á su paso, ó como el Océano agitado por una tempestad. - -También en ocasiones el fuego del rayo caerá de unas nubes en otras, -y si estas últimas contienen extraordinaria cantidad de vapor acuoso, -aquél se extinguirá con estruendo, así como el hierro incandescente -arrojado al agua en el momento en que extraído es de la forja se apaga -con estridente chirrido; pero si el rayo cae en nube seca ésta se -inflamará con estrépito, lo mismo que monte laurífero en que se prenda -fuego animado por torbellinos de viento impetuoso; porque no hay -combustible que arda en llamas voraces con más crepitante ruido que el -délfico laurel á Febo consagrado. - -Muchas veces el hielo y el granizo se forman cuando el viento condensa, -empuja y amontona las nubes, las cuales en este caso ruidosamente se -deshacen en lluvia congelada. - -El relámpago se produce mediante la inflamación de moléculas de fuego -procedentes de contrarias nubes; y puede cualquiera representarse este -fenómeno si observa que del choque violento del hierro ó de una piedra -contra otra piedra surgen chispas que brillan á distancia: aunque -el relámpago y el trueno son simultáneos, llega á nuestra vista el -fenómeno óptico antes que á nuestro oído el fenómeno acústico, porque -la marcha de las ondas luminosas es mucho más rápida que la de las -ondas sonoras; y de esta verdad puedes convencerte si observas desde -lejos el trabajo del podador que corta las ramas inútiles de un árbol, -pues verás el ademán del golpe antes que oigas el sonido que éste -ocasione, y de igual modo y por la misma causa ves el relámpago antes -de que oigas el trueno. - -Otra explicación puede también darse del relámpago que las nubes colora -con luz trémula durante la tempestad: cuando el viento se introduce en -cualquier nube y mediante agitación continua llega á abrir en el centro -de ella una salida como hace pocos momentos he dicho, en su vertiginosa -movilidad se inflama, porque, según puedes comprobar, todo cuerpo que -en virtud del movimiento alcance una temperatura muy elevada arde; y -aun una bala de plomo se funde cuando voltea por un largo trayecto. -Entonces el aire comprimido, al romper la nube obscura, con estrépito -se desparrama convertido en relámpagos cuyos fulgores ofuscan la -vista; el estruendo atronador llega al oído algún tiempo después que -la luz haya impresionado los ojos, pero tales fenómenos suponen una -aglomeración de nubes impelidas con violencia. - - -184. _Nec tibi sit fraudi, quod nos infernè videmus..._ - -Pero no te engañes en el juicio que formes de las nubes, y considera -que desde aquí vemos su longitud y su anchura pero no su volumen -ni la distancia á que se hallan de nosotros; hay que representarse -las nubes como si fuesen masas enormes parecidas á montañas que se -transportaran de un lado á otro por el ímpetu de los vientos, ó se -acumulasen y comprimiesen en las alturas cuando el aire está encalmado: -podrás de este modo tener idea de la importancia de sus moles en las -cuales aparecen huecos que semejan cavernas abiertas en las rocas -aéreas: aquellas cavidades son ocupadas por el viento engendrador de -tempestades, el cual, como si no pudiera permanecer encerrado ruge -amenazador á manera de fiera cautiva, corre en todas direcciones, -produce dentro de las nubes espantosos ruidos, se traslada de una parte -á otra, extrae chispas de fuego del lugar en que se halla, las reune, y -en los cóncavos hornazos las agita hasta que rompe la nube y escapa con -brillantes ráfagas de luz. - -También el relámpago con su color dorado y su velocidad extraordinaria -dirigida hacia la Tierra podrá originarse de la substancia formativa -de las nubes que estará mezclada con elementos ígneos, si bien cuando -las nubes están secas y tienen el color y el brillo de la llama deben -ese aspecto á la luz del Sol que las colora y les comunica alguna parte -del fuego que el astro luminoso esparce. Después, cuando el viento -reune las partículas de fuego dispersas y comprime las nubes, aquellas -partículas se escapan y presentan los colores brillantes de la llama. - -Y aun solamente la rarefacción de las nubes puede originar la formación -del relámpago, porque el viento, al separarlas y disolverlas, de ellas -deriva los elementos capaces de producir fulgores; pero en este caso -el destello que se engendra no va acompañado por terrorífico tumulto. - - -216. _Quod superest, quali naturâ prædita constent..._ - -Los efectos del rayo dan á conocer la naturaleza de éste: la violencia -que lleva en su caída, el destrozo que ocasiona en los cuerpos con -que choca, el vapor sulfúreo de que satura la atmósfera por el sitio -que recorre, son indicios de fuego y no signos de viento ni de agua. -Al caer incendia los tejados de las casas y luego la llama que en -ellos se levanta quema los edificios: en la Naturaleza se forma el -rayo de los más sutiles elementos ígneos existentes, los cuales fuerza -tienen bastante para que nada los pueda resistir; el rayo atraviesa, -como el sonido, los más sólidos muros, traspasa los metales, funde -instantáneamente el oro y el bronce, impresiona de tal modo los vasos -llenos de vino, que obliga á éste á disiparse porque las paredes de la -vasija se relajan, sus poros se agrandan y por ellos los elementos del -vino se escapan fácilmente, efecto que no podría seguramente producir -el Sol en el espacio de muchos años; ¡tanto en potencia calórica y en -actividad el rayo excede al Sol! - -Ahora, acerca de la formación del rayo y del ímpetu con que destroza -de un solo golpe las torres, arruina los edificios, arranca techos y -vigas, desmocha y demuele monumentos levantados por los hombres, deja -exánimes á éstos, mata ganados y hace otras cosas de este género, voy á -hablar; y sin detenerme en promesas entro desde luego en el asunto. - -En las nubes amontonadas y condensadas allá á grandes alturas se forma -el rayo; así es que no hay motivo para recelar de él ó temerlo cuando -el Cielo está sereno ó ligeramente intranquilo; y la experiencia nos lo -testifica: pero cuando las nubes se ennegrecen y se acumulan en toda -la extensión de la atmósfera, crecen las tinieblas, el aqueronte llena -todas las cavidades del Cielo, pavorosa noche nos llena de temor y el -miedo nos embarga, entonces la tempestad se prepara y el rayo comienza -á formarse. - -Negra nube se resuelve en copiosa lluvia como río de pez del cielo -descendido que en abundantes ondas al mar se precipita; allá á -distancia densas tinieblas se extienden acompañadas por tempestades, -y con ellas, rayos, huracanes, fuegos, terribles remolinos, y en la -Tierra las gentes asustadas, transidas de temor, buscan refugio en -sus casas; debemos creer que el volumen de las nubes que por encima -de nosotros se forma es tal que deja la Tierra á obscuras y con su -extraordinaria mole tapa la luz del Sol: en la Tierra no caería tan -enorme cantidad de agua, bastante para llenar los campos y los ríos, si -la etérea región no hubiera sido invadida por las nubes. - -Todo, pues, está lleno de elementos ígneos y aéreos, y por este motivo -en todas partes se oyen roncos truenos y se ven los esplendores del -relámpago, pues según ya te he dicho, elementos innumerables de fuego -que se dilatan y se encienden con el Sol, llenan algunas cavidades -de las nubes, y cuando el viento empuja á éstas, las arroja unas -sobre otras y las oprime, también segrega de ellas una cantidad de -corpúsculos de fuego, con los cuales se confunde: así el huracán -estalla y en fragua ardiente el rayo se forja. - -El viento se inflama de uno de estos dos modos: ó bien por causa de la -rapidez con que se mueve, ó bien porque roza con el fuego; cuando este -hecho ocurre, ya por causa de su propio movimiento, ya por el contacto -del fuego, el rayo se completa, rasga las nubes desde la parte alta á -la inferior, esplendor instantáneo ilumina el cielo con luz sulfúrea -que deslumbra á los mortales, y con rudo estruendo el trueno ruge como -si la bóveda celeste se derrumbara sobre la Tierra; una trepidación -sacude nuestro globo, y por todo el espacio en repercusión repetida -se transmite el estruendo, propagado por las nubes en contacto: sigue -fuerte aguacero, como si el Cielo se deshiciera en lluvia, ó como si un -nuevo diluvio sobre nosotros viniera; ¡tanto es el terror que producen -el soplar furioso del viento, el rasgarse de las nubes, el correr -impetuoso del encendido rayo! - -Puede ocurrir que una corriente de aire en su rápida carrera encuentre -una voluminosa nube poseedora del rayo, la rompa con su violencia, y de -este modo abra libre paso á un torbellino de fuego al que llamamos rayo -en nuestra lengua. Y sucesivamente acontecerá lo mismo con otras nubes -al impulso de los vientos. - -También puede suceder que el viento, desprovisto de calor durante -su carrera, se inflame después de perder en su curso partículas -groseras que en sí contenga y no puedan atravesar las auras, y después -de apropiarse elementos ígneos que mezclados á los de su propia -composición produzcan fuego; como vemos que acontece con los cuerpos -glandiformes de plomo lanzados con violencia á largas distancias y -que en su veloz marcha dejan elementos fríos, y de otros cálidos se -apoderan. - -Quizá la violencia de mismo choque excite el fuego, aun cuando en -su primer impulso esté frío el viento, ya que éste por su propio -ímpetu puede producir moléculas de fuego y extraerlas, además, de -otro cuerpo con el que se ponga en contacto: de igual modo que de un -pedernal golpeado con hierro se arrancan chispas, y aun cuando el metal -se halle frío el choque es suficiente para que de él broten ígneas -partículas, así también el impulso de los vientos podrá ser bastante -para que los objetos que reciban su acción se inflamen si contienen -moléculas apropiadas. Sería una temeridad el decir que el viento, capaz -de recorrer inmensas distancias, por su propia naturaleza ha de ser -necesariamente frío; aunque no se inflamara en su curso, al término de -su carrera debería llegar, cuando menos, entibiado por el calor. - - -320. _Mobilitas autem fit fulminis, et gravis ictus..._ - -La velocidad del rayo, la potencia que desarrolla en su caída y la -rapidez con que ejerce su acción provienen de la energía natural de -sus elementos desde que se asociaron en el seno de la nube, energía -aumentada y desenvuelta en su lucha con el medio vaporoso en que se -hallaron: cuando la nube no puede resistir el redoblado empuje que -sobre sus paredes internas ejerce el fuego destructor, abre una salida -por donde el rayo se escapa como piedra lanzada por la catapulta. - -No debe olvidarse que los elementos componentes del rayo han de ser -muy fríos y muy diminutos y sus efectos irresistibles supuesto que se -introducen por todas partes; no hay nada capaz de contener su marcha; -pero todos los cuerpos más pesados que el aire tienden á caer, y si á -esa propiedad se añaden los efectos de la impulsión, se comprenderá que -el rayo, mientras desciende, aumente su velocidad como si aumentara -su peso: de esta manera es fácil de explicarse que aquel meteoro con -energía poderosa destruya todos los obstáculos que para su marcha -encuentre en su camino. - -Además, como la velocidad de los cuerpos que caen aumenta en proporción -al espacio recorrido, y el ímpetu de ellos crece á medida que se -hace mayor su velocidad, es evidente que el choque de esos mismos -cuerpos, de grandes alturas procedentes, ha de ser muy enérgico, porque -durante su carrera habrán logrado agregar á su masa muchos elementos -dispersos. Por consiguiente, el rayo podrá asimilarse del aire, durante -su descenso rápido, algunos principios que aumenten su potencia y su -velocidad. Conviene recordar que hay algunos cuerpos que permanecen -incólumes á la acción del rayo, pues como éste es fuego, se abre -su camino por los más imperceptibles poros y sólo destruye aquellos -cuerpos formados de moléculas que no se descomponen fácilmente y -reciben el choque de la exhalación: el bronce bajo su acción se funde -sin resistencia y el oro se liquida porque son metales compuestos de -cuerpos simples cuyos apretados lazos se desatan mediante la influencia -del calor. - -Las regiones aéreas y la Tierra son frecuentemente agitadas por -fúlgidos fuegos en el otoño y durante los floridos y alegres días de la -primavera. No hay en el invierno condensación de calórico; no hay en el -estío vendavales ni acumulación de nubes; y en cambio en las estaciones -medias se reunen todas las condiciones apropiadas para la formación del -rayo: el calor y el frío se presentan en lucha, entablan discordia, -originan corrientes impetuosas de los aires y producen tormentas: la -primavera es la transición del frío al calor, ó bien el período en que -el frío y el calor combaten; el otoño, que es también la transición del -calor al frío, igualmente es otra época de lucha entre aquellos dos -estados de la temperatura; por ese motivo ambas estaciones se llaman de -guerra del año; y si épocas de guerra son, no ha de extrañarse que en -ellas los rayos y las borrascas perturben el espacio como consecuencia -de la discordia etérica mantenida por el fuego de un lado, y de otro -por los vientos y las nubes. - - -376. _Hoc est igniferi naturam fulminis ipsam..._ - -Cuando se indaga sin prevenciones es fácil conocer las causas del -ignífero rayo y sus efectos; pero nada se aprende con las inútiles -canturías del fanatismo tirreno que pretende averiguar intenciones -de misteriosos númenes mediante la observación de la llama del fuego -y de la forma con que el rayo penetra en el muro y sale de él por el -opuesto lado, y aun supone vaticinar lo porvenir por las circunstancias -concurrentes en aquel meteoro. - -Porque si es Júpiter ó cualquiera de los otros dioses el autor del -terrorífico estruendo que hace temblar la bóveda celeste y de los rayos -que por todas partes caen, ¿por qué estos últimos no se dirigen contra -los criminales que impunemente cometen infamias sin que el fuego divino -les traspase el pecho, castigo que serviría de ejemplaridad para los -mortales, y en cambio el hombre justo que nunca ha hecho el menor daño -y no tiene falta alguna que expiar se encuentra muchas veces envuelto -en llamas y devorado por el fuego del Cielo? y ¿por qué en ocasiones -caen los rayos en lugares desiertos y se pierde su acción? ¿será para -que se ejerciten y den luego certeros golpes? y ¿por qué el Padre -divino se ha de entretener en disparar dardos que se embotan en la -tierra y no los reserva para lanzarlos contra sus enemigos? ¿por qué -el mismo Júpiter jamás en tiempo tranquilo fulmina rayos ni produce -truenos? ¿acaso condensa las nubes para bajar en ellas y disparar -sus dardos con más certera puntería? entonces ¿para qué los hace -caer algunas veces en el mar y con ellos traspasa las ondas, líquido -insensible, cuerpo acuoso? - -Pero si quiere que precavidos evitemos el rayo ¿por qué no permite -que los hombres lo vean cuando es lanzado? Y si quiere sorprendernos -desprevenidos ¿por qué lo arroja en ocasiones en que podemos evitarlo? -¿por qué permite que se extienda la obscuridad y haya estruendos -y ruido precursores? ¿Y puedes creer que al mismo tiempo dispare -rayos con direcciones diversas, ya que es conocido el hecho de que -simultáneamente caigan en distintos sitios? Luego, indudablemente, la -misma razón hay para que á diferentes lugares bajen rayos al mismo -tiempo como para que llueva á la vez en varias regiones. - -Finalmente, ¿qué argumentos serán bastantes para justificar la -resolución de los númenes, si de ellos depende que el rayo destroce -templos, soberbios edificios que para honra suya fueron erigidos, y -caigan por tierra sus primorosas estatuas, destinadas exclusivamente -para su culto? ¿por qué especialmente ataca el rayo las alturas, según -puede comprobarse por los vestigios que de ellos siempre se encuentran -en la cima de las montañas? - -Por lo expuesto fácil es comprender la formación de los torbellinos -ígneos que desde las nubes al mar descienden, y á los cuales dieron los -Griegos el nombre de serpientes de fuego, por su aspecto; figuran á -veces columnas que parecen poner en comunicación las nubes y los mares -y se ven rodeados de numerosas olas movidas por viento huracanado; -los buques sorprendidos por el meteoro corren grave peligro: cuando -la violencia del viento no es bastante para romper las nubes que lo -envuelve, se extiende poco á poco hacia la parte inferior en forma de -columna que descansa en el mar, ó como una masa que mediante la tensión -conseguida por un brazo poderoso, desde las nubes llegara hasta las -olas y por ellas se esparciera. Cuando el viento consigue penetrar en -la nube con ella desciende y se introduce en las olas, que se agitan -y revuelven horriblemente; la nube lo sigue en todos sus movimientos -y cuando la masa que ambos forman se apodera del Océano, levanta -espantoso huracán en el cual parece que el mar hierve con estrépito -extraordinario. - -Pero también ocurre que el torbellino del viento después que contribuye -para que en los aires se junten los elementos que forman la nube, en -ésta se envuelve, y en la Tierra forma una columna como la tromba -marina: la nube cuando llega hasta las planicies se resuelve en huracán -terrible, en viento fuerte que todo lo arrasa á su paso: verdad es que -en la Tierra son raros estos meteoros porque las montañas oponen á los -vientos innumerables obstáculos, en tanto que son frecuentes en los -mares porque su plana superficie deja á los vientos campo libre. - -Se forman las nubes cuando muchos cuerpos ásperos que vuelan -diseminados por la región del Cielo se asocian de repente, y á pesar de -su débil ligadura forman un tejido apretado. Al principio constituyen -solamente ligeras nubes, pero éstas se reunen, se estrechan, se -acumulan, é influidas por la acción del viento producen una tempestad. - -Observa, además, que mientras más elevadas son las montañas, más -obscurecida con una especie de vapor amarillento se nos presenta su -cima, sin duda porque las nubes en el primer momento de su formación -no son para nosotros perceptibles hasta que el viento las condensa; -y cuando se reunen en número considerable, se aglomeran y desde los -húmedos vértices de las montañas se elevan y se extienden por las -aéreas planicies; la razón nos hace, por tanto, comprender que son más -ventosos los sitios más elevados, y fácilmente podemos comprobar la -verdad de este aserto si ascendemos á elevados montes. - -De la amplia superficie de los mares la Naturaleza segrega un crecido -número de corpúsculos, como lo testifica la saliginosa humedad que se -apodera de los trajes colocados en la playa: esos cuerpos que del mar -proceden en forma de vapores también contribuyen á la composición de -las nubes; de la misma sangre se desprende vapor acuoso; de los ríos y -de la Tierra surgen emanaciones cálidas que se elevan, invaden el Cielo -y forman espesas nubes que por las ondas etéreas son impelidas para -abajo y condensadas, y de esto modo el azul del Cielo queda obscurecido. - -Puede también suceder que partículas propias de nubes y tempestades -vengan de otros mundos para reunirse á las del nuestro; pues ya he -demostrado que los cuerpos simples son innumerables, que son eternos, -y que dotados están de suma agilidad, condición esta última por la -cual en poco tiempo recorren un dilatado espacio: no te sorprenderá -seguramente, el hecho de que las tempestades se desaten y las tinieblas -se extiendan, desde el lugar en que empiezan á condensarse por las -tierras llanas, por los montes y por el mar, supuesto que los elementos -encuentran expeditas las entradas y las salidas por la mediación del -fluido etéreo que forma para las moléculas aéreas como una especie de -canales conductores. - - -492. _Nunc age, quo pacto pluvius concrescat in altis..._ - -Ahora intento explicarte el fenómeno de acumulación de vapores en -las altas nubes y la manera de condensarse y formar las lluvias que -riegan toda la superficie de la Tierra. Observa primeramente que de -los cuerpos terrestres se desprende vapor acuoso que unido con otras -materias apropiadas forman las nubes con las cuales crecen de modo -parecido á lo que sucede en nuestro organismo, en el que al mismo -tiempo que los miembros crecen, también aumentan los elementos del -sudor, de la sangre y de otros humores: las emanaciones del mar -en cantidad considerable llevadas por el viento, como vemos que -algunas veces suben movidos por el aire pequeños flequillos de lana, -constituyen las nubes en unión con los vapores de los ríos, y de otros -muchos corpúsculos de agua provenientes de varios sitios: cuando -los vapores acumulados se condensan por el soplo de los vientos, se -desvanecen en lluvia, ora por la presión que el aire sobre ellos ejerce -de continuo, bien porque el mismo peso de los vapores condensados -aumenta la gravitación de las nubes y determina las lluvias. - -Pero cuando la acción del aire ha separado mucho las nubes, por efecto -del calor del Sol, la lluvia es simplemente como una destilación -parecida á la que se nota en la cera, cuando impresionada por el fuego -se deshace en gotas: el fuerte aguacero sobreviene cuando á la gravedad -propia de los vapores condensados se une la presión y el ímpetu -iracundo de los irritados vientos que obran sobre las masas de agua. - -Si muchos elementos de agua en las nubes se congregan, la lluvia es muy -pertinaz, y, mientras cae, los hombres se ven obligados á permanecer -largo tiempo refugiados en las casas, especialmente si en una región se -amontonan voluminosas nubes procedentes de varios lados y si la Tierra -por medio de los vapores restituye á la atmósfera la humedad que de -ella recibe y á medida que la recibe. - -Cuando en días tempestuosos los rayos solares se hallan en oposición á -las nubes que se deshacen en lluvia, del fondo obscuro de la atmósfera -se destacan los colores del arco iris. Y cuanto á los otros meteoros -que en las alturas se ofrecen y tienen relación con las nubes y los -vientos, como las nieves, el granizo y el hielo que las aguas endurece -y con frecuencia anula el ímpetu de veloces ríos, fácil es por sus -efectos determinar sus orígenes, especialmente cuando se conocen las -propiedades de los elementos simples y por ellas el poder que éstos -desarrollan. - -Ahora escucha mis razonamientos acerca del origen de los terremotos: -sin duda la Tierra es interiormente lo mismo que en el exterior, y -así como en la superficie suya hay vientos, cavernas, lagos, lagunas, -precipicios y rocas, también se hallarán en el seno de la Tierra: ríos -internos habrá en gran número, los cuales con su impetuosa corriente -arrastrarán sumergidas rocas; y razonable es afirmar que cosas iguales -dondequiera que se hallen han de parecerse. - -Admitidas como conformes á la realidad estas ideas, se comprenderá -que la Tierra sufra estremecimientos cuando se derrumben en su seno -enormes cavernas abatidas por la acción del tiempo: montañas que -en lo interior de la Tierra se desploman han de producir profundos -sacudimientos que en lo exterior se dejen sentir como temblores á -veces espantosos: de igual manera un carro aunque no sea muy pesado -hace tremer los edificios de las calles por donde pasa, y lo mismo -acontece cuando brioso caballo arrastra una carroza cuyas ruedas están -férreamente guarnecidas. - -Quizá masa enorme de tierra por la vejez quebrantada caiga en depósito -de aguas subterráneo y con su caída ocasione á la Tierra un movimiento -de trepidación; como vemos que un vaso lleno de agua agitada vacila y -no queda inmóvil hasta que el líquido en él contenido entra en reposo. - -Cuando el viento reunido en los profundos subterráneos hacia un lado se -acumula con todas sus fuerzas y con toda su violencia, la Tierra oscila -en igual dirección; y los edificios que sobre ella se encuentran, -igualmente se inclinan tanto más cuanto más elevados sean; amenazan -ruina; pierden la línea vertical: los hombres ante aquellos indicios -temen sucumbir y que la Naturaleza no pueda ya contener la demolición -del mundo. Y con efecto, si los vientos no necesitaran reponerse, -nada habría capaz de refrenarlos y nada sería suficiente para evitar -sus destructores efectos; pero como unas veces se contraen y otras se -dilatan, no siempre los peligros se convierten en funestas realidades; -la Tierra se levanta después de haberse inclinado; pierde el -equilibrio, pero pronto lo recupera por su propio peso. De esta manera -se explica que los edificios vacilen más cuanto más elevados son, hasta -el punto de que los más bajos apenas sienten las trepidaciones del -suelo. - -Algunos temblores pueden ser ocasionados por vientos súbitos, -impetuosos, que soplan en la superficie de la Tierra; pero otros son -producidos por grandes masas de aire que se acumulan en cavernas -subterráneas, donde se agitan de mil maneras hasta que abren en la -corteza terrestre una salida que se convierte en un abismo: así fueron -destruidas la fenicia Sidón y Egina del Peloponeso: innumerables -ciudades han sucumbido en grandes terremotos; muchas otras con -todos sus habitantes han sido también sorbidas por los mares. Pero -si el viento permanece en lo interior de la Tierra, con furioso -ímpetu penetra por todas las cavidades que en ella existen y origina -fuertes movimientos sísmicos: de modo parecido á éste el frío que -penetra en nuestro cuerpo se introduce en nuestros miembros todos y -temblor convulsivo nos produce aun contra nuestra voluntad. Durante -los terremotos, los moradores de las ciudades, embargados por el -miedo, temen que debajo de sus piés y encima de su cabeza la muerte -amenazadora se presente: creen que va á hundirse el techo de sus -casas y que la Naturaleza de un solo golpe va á desquiciar el mundo -para henchir con sus despojos los abiertos é insaciables abismos. -Y aun cuando tales temerosas gentes creen que el Cielo y la Tierra -son incorruptibles y destinados, por consiguiente, á vida eterna, la -presencia del peligro hace vacilar su fe y lleva á su alma el temor de -que en la Tierra se abran cavernas profundas en las que el mundo entero -se precipite y la Naturaleza de este modo quede convertida en montón -informe de ruinas. - - -605. _Nunc ratio reddunda, augmen cur nesciat æquor_... - -Debo ahora explicar de qué depende que el mar nunca aumente su volumen: -causa, en efecto, sorpresa á primera vista, la consideración de que el -caudal de aguas que en él penetra, ya procedente de ríos numerosos, -ya de tempestades, ora de lluvias, ora de manantiales, no determine -crecimiento en el Océano; pero se desvanece la admiración cuando se -observa que todas esas masas líquidas que en el mar se pierden con -relación á la importancia de éste son como una gota imperceptible. - -En cambio, el calor del Sol evapora del mar una cantidad de agua no -pequeña; y si los rayos solares pronto dejan secos los vestidos mojados -sometidos á su influencia, ¿cuál no será el efecto que produzcan en -toda la dilatada extensión de los mares? Hemos, pues, de pensar que -el Sol, aunque débil se muestre, por más que en cada sitio del mar -produzca escasa evaporación, en el total del Océano ha de causar -enormes pérdidas. - -También los vientos que barren toda la superficie de los mares han -de arrebatar á éstos alguna parte de su caudal: pues observamos que -durante una sola noche con su fuerte soplo secan los encharcados -caminos y endurecen el barro acuoso. - -Te he informado igualmente de que las nubes se apoderan de una cantidad -de agua del mar, con la cual riegan todas las tierras cuando á impulso -de los vientos se deshacen en lluvias. - -Y, por último, si la tierra es un cuerpo innegablemente poroso y está -en contacto con el mar, éste recibe de aquélla tributos que reponen -su caudal; también da á la tierra aguas que, bien por filtraciones, -bien por retrocesos abundantes, en los manantiales se acumulan, y ya -purificadas suben á la superficie y corren por los cauces que les -facilitan paso. - - -637. _Nunc ratio quæ sit, per fauces montis ut Ætnæ_... - -Ahora me propongo inquirir la causa de que el Etna por sus espantosas -fauces arroje torbellinos de fuego: no creas que la terrible tempestad -ardiente que abrasó los sicilianos campos fuese prevista por los -pueblos vecinos y que éstos después de contemplar el Cielo envuelto en -amenazadoras llamas y torbellinos de humo que henchían el espacio y con -sus horrores presagiaban una próxima ruina esperasen, aunque llenos de -temor, los sucesos que la Naturaleza les deparara. - -Á fin de que puedas comprender esos fenómenos, será necesario que -estudies todo el orden natural en sus múltiples manifestaciones, que -medites reposadamente acerca de la Suma de todas las cosas y consideres -que la inmensidad del Cielo es apenas una partícula del Universo, como -el hombre es una molécula de nuestro mundo. Cuando te hayas penetrado -bien de estas verdades, muchos hechos naturales que hoy te admiran -dejarán de sorprenderte. - -¿Quién de nosotros se extraña de que haya personas cuyos órganos -sean embargados por el ardor de la fiebre ó cuyos miembros padezcan -dolores sintomáticos de acerba enfermedad? De pronto los piés del -enfermo se entumecen; agudo malestar ataca sus dientes, invade sus -ojos; erisipela gangrenosa lentamente se apodera de su cuerpo y lo -quema: hechos de esta clase á nadie admiran, porque es general la -creencia de que emanaciones procedentes de muchos cuerpos, vapores -de la Tierra derivados y exhalaciones del aire engendran numerosos -males que al crecer y progresar causan funestos accidentes. Hay, pues, -motivos suficientes para afirmar que la Naturaleza, infinita como es -en la Tierra y en el Cielo, ha acumulado elementos en número bastante -para que en ocasiones puedan sacudir el mundo, producir tempestades en -el mar y en la Tierra, proveer de fuego el Etna é incendiar el Cielo. -De este modo se comprende bien que el celeste espacio pueda arder en -llamas como sucede en días tormentosos cuando, estrechada la cohesión -de las moléculas del agua, lluvias torrenciales inundan la Tierra. -Grande se considera ese incendio: también parece grande un río á aquel -que no haya visto otro mayor; grande parece un hombre, un árbol, un -cuerpo de cualquiera especie si no se conocen otros que los excedan en -tamaño; pero todos los seres y aun el Cielo, el mar y la Tierra no son -más que pequeñas partes de la Suma universal. - -Voy ahora á explicar de qué modo el Etna, repentinamente irritado, -arroja llamas que suben al espacio desde los hornos encendidos en su -seno: la montaña del volcán no es una masa compacta; cavernas profundas -formadas entre enormes piedras la componen; esas cavernas están llenas -de viento, y por tanto, de aire, porque el viento no es más que el -aire violentamente agitado; cuando éste se inflama comunica su calor -á las piedras, á la Tierra, de donde rápidas llamas y fuego devorador -se elevan, hasta las gargantas de la montaña y por ellas salen para -invadir una extensión inmensa entre espeso y negro humo y piedras de -gran tamaño: no debe dudarse de que tanta fuerza desarrollada proviene -del viento inflamado. - -Nótese además que esa montaña arranca de las proximidades del mar cuyas -olas van á batir el principio de su base; algunas de sus cavernas se -comunicarán con el lecho de las aguas y desde allí subirán hasta la -cima del encendido monte; por esas aberturas penetrarán vientos que -motivarán la formación de llamas, levantarán torbellinos de arenas, -desprenderán de las cuevas corpulentas rocas, y dispararán á las nubes -esa mezcla que sale de los abiertos cráteres, palabra griega que -equivale á las dos latinas de _bocas y fauces_. - -Hay hechos cuya causa ocasional no puede precisarse, aunque desde luego -se comprende que estará entre varias conocidas; por ejemplo, si desde -cierta distancia vieses un hombre muerto en el suelo tendido, no podrás -afirmar con seguridad de acierto el motivo originario de la desgracia; -pensarás que la muerte habrá sido causada por hierro, frío, enfermedad -ó veneno, y solamente los testigos oculares de ella podrán determinar -entre esas causas posibles y necesarias la única verdadera: esta -observación tiene muchas aplicaciones. - -Un caso á este propósito digno de atención nos ofrece en Egipto el -Nilo, único río que después de crecer en el verano se desborda y se -extiende por los campos: sin duda sus periódicas inundaciones han de -proceder de una de las causas que á continuación expongo: - -Tal vez en la estación estival el viento aquilón sople en las bocas del -río en dirección contraria al curso de éste y al de los vientos etesios -que dominan durante la misma época del año en toda aquella región; en -este supuesto, las aguas, repelidas, acumuladas, llenarán sus cauces, -rebosarán de ellos é inundarán los campos: sirve de apoyo á este -aserto el hecho de que la corriente del viento Norte, que viene de las -constelaciones heladas, es opuesta á la dirección del río, que sigue -la del austro, originado en clima cuyos habitantes por la influencia -del extremado calor son negros. - -Quizá en la desembocadura del río durante una época en que el mar -es agitado por fuertes vientos se acumulen montones de arena que -levanten en esa parte el lecho del Nilo, é impidan el curso libre de la -corriente y aun el desagüe de ésta. - -Puede suceder que las nubes procedentes de las regiones septentrionales -en tiempos dados sean impelidas por los vientos etesios, hacia las -comarcas donde el río tiene sus fuentes, y acumuladas y condensadas -allí, por su propia gravedad descarguen abundantes lluvias. - -Y, por último, es posible que las nieves de las altas etiópicas -montañas, derretidas por el calor del Sol cuando este astro dirige á la -Tierra más directamente sus rayos, sirvan para acrecentar el caudal del -Nilo. - - -736. _Nunc age, Averna tibi quæ sint loca cumque, lacusque..._ - -Ahora te explicaré la procedencia de las tradiciones referentes á -los terrenos y lagos conocidos por _avernos_[74]. Desde luego, el -nombre vale tanto como sitios dañosos para las aves, porque, en -efecto, inmediatamente que en su vuelo llegan á los parajes que fueron -designados con aquella denominación, impresionadas por los aires que -de ellos se desprenden, olvidan el vuelo, pierden la fuerza de las -alas, se precipitan con la cabeza para abajo, hacia la tierra ó hacia -el agua, según el averno de que se trate. En Cumas del monte Vesubio -hay uno de esta clase del cual se exhalan vapores calientes, espesos -como el humo: en los muros de Atenas, precisamente en la cima de la -ciudadela, hay otro cerca del cual se erigió el templo de la tritonia -Palas: á él no se atreven á acercarse las rudas cornejas aun cuando -el humo de los holocaustos las convide, y no porque teman el furor de -la diosa Minerva, á cuyo servicio están destinadas según los poetas -griegos han fingido y cantado, sino porque huyen de las exhalaciones de -aquel lugar para ellas muy perjudiciales. - - [74] Averna, pl. de avernus = ἄορνος = α (sin) + ὄρνιξ, χος (ave). - -Se cuenta que en Siria existe otro averno á cuyas proximidades no -pueden los cuadrúpedos impunemente llegar, porque al intentarlo, vapor -mefítico los envenena y los deja muertos de improviso como si hubieran -sido inmolados por fuerza oculta en honor de los dioses que en ellos -residen. Todas las cosas han sido creadas por leyes naturales; el -estudio de sus causas nos da á conocer su origen, y es necedad el creer -que aquellos sitios sean las entradas del Orco por donde los manes -atraen hacia las márgenes del Aqueronte á las almas de este mundo, -como piensa el vulgo que la aspiración de los ciervos arrastra á las -serpientes por escondidas que se hallen; escucha y sabrás que esas -opiniones repugnan á la razón: acerca de este asunto me propongo hablar -ahora. - -Ya en otras ocasiones he dicho que la Tierra contiene un crecido número -de corpúsculos de variadas figuras, que son origen de la vida, causa de -enfermedades, motivo de muerte: esos principios elementales según las -diferencias de su forma, de su naturaleza y de su disposición para las -combinaciones, son más ó menos beneficiosos á los animales; algunos hay -que nos lastiman los oídos; otros con emanaciones picantes nos dañan el -órgano olfatorio; varios son peligrosos al tacto; muchos molestan al -paladar; no pocos ofenden el aparato de la visión, y además hay otros -cuerpos simples en escaso número que influyen en todas las sensaciones, -algunas muy dolorosas, que experimentamos. - -Algunos árboles con sus emanaciones producen fuerte dolor de cabeza al -inadvertido que bajo su engañadora sombra se recuesta en la hierba: -en los altos montes de Helicón se halla un árbol cuyas flores matan á -los hombres que las huelen, y sin duda esas peligrosas exhalaciones -surgen de la Tierra, la cual contiene elementos de formas diferentes, -de varias propiedades, y aptos para muy distintas combinaciones. El -humo de la pavesa que resulta en lámpara recién apagada tiene un olor -tan incómodo é ingrato que á veces provoca ataques nerviosos á los que -lo perciben; las mujeres dejan escapar de las manos la delicada labor -en que se entretenían, por causa de una extremada languidez que de -ellas se apodera al aspirar el fuerte olor del castóreo, especialmente -si se hallan en uno de los períodos en que pagan á la Naturaleza el -tributo mensual; hay también otras substancias que relajan los miembros -y hacen languidecer el alma en su residencia: si se toma un prolongado -baño caliente, ó bien si en él se entra después de haber asistido -á opíparo banquete, hay peligro de sufrir grave daño: el olor del -carbón encendido, ¿no puede perturbar nuestro cerebro si no tomamos -la precaución de beber agua antes de aspirarlo? Las emanaciones del -vino matan al que está abatido por fiebre ardiente: ¿no ves también -que de la Tierra se deriva el azufre y en ella se conglutina el betún -de infecto olor? Cuando el duro hierro descubre las minas de oro y -plata, ¿no deja también paso á envenenados vapores que del fondo de -ellas se exhalan? ¿dónde tienen los auríferos metales esos miasmas que -tanto ofenden? ¡qué rostros, qué colores tienen los mineros! ¿no has -visto, no has oído que mueren en poco tiempo y en muy temprana edad los -infelices que se ven reducidos á trabajos tan duros? Necesario es que -la Tierra expulse esos vapores y que éstos se dispersen por el espacio. - -Esos lugares, llamados avernos, de los cuales se derivan exhalaciones -mortíferas que se elevan por los aires y corrompen las auras -respirables, son focos de infección hacia los que se precipitan -las aves que en su atmósfera penetran influidas por la acción del -veneno que aspiran, y cuando caen sus miembros se relajan y su vida -se extingue: en el primer momento las domina especial angustiosa -convulsión, pero después cuando sin fuerzas descienden hasta el mismo -sitio donde tienen salida los venenosos vapores, sofocadas por el aire -denso que las rodea exhalan el último aliento. - -Puede ser también que las exhalaciones del averno corrompan el aire de -tal manera que formen una especie de atmósfera viciada ó rarificada, y -tan pronto como las aves lleguen á ese lugar pierdan las fuerzas y sus -alas claudiquen: en ese estado no pueden las aves usar del aire ni de -las alas, y caen á tierra, donde yacen después que sus almas les salen -por los poros y se esparcen por el vacío. - - -838. _Frigidior porrò in puteis æstate fit humor..._ - -El agua de los pozos refresca en el verano porque el calor afloja -las tierras y por los dilatados poros de ésta da salida á los ígneos -elementos que ella misma encierra; por consiguiente, cuanto más denso -es el calor que en el suelo de un lugar se experimenta, más fresca está -el agua que en lo interior se oculta; y, por lo contrario, si el frío -oprime y contrae la superficie de un terreno, las moléculas de calor -extendidas por todas partes entran en los pozos donde permanecerán como -sujetas por compresión. - -Cerca del templo de Júpiter Ammón hay un surtidor de agua que, según -vulgar opinión, es fría mientras brilla luz diurna y caliente por la -noche: ese manantial es objeto de admiración para los hombres capaces -de creer que oculto el Sol por debajo de la Tierra llena la fuente -con sus fuegos mientras la noche nos envuelve con sus sombras. Pero -la razón rechaza esa hipótesis; porque si el Sol, con la fuerza de -sus rayos, cuando está sobre nuestro horizonte no puede por contacto -directo calentar el agua, mucho menos lo podrá hacer cuando se halla -debajo de nosotros, y cuando tendría que atravesar con sus fulgores -una masa de espesor considerable: ¿pues no vemos que los rayos del Sol -apenas dan razón de su presencia á través de los muros de nuestras -casas? ¿Cuál será, pues, la causa productora de ese fenómeno? Sin duda -la tierra en que se halla ese manantial es más permeable que otras y -compuesta de moléculas más impresionables al calor; durante el tiempo -en que las tinieblas dominan, la tierra se enfría y se contrae como si -por la mano fuese apretada; entonces las moléculas de fuego se recogen -en el agua y comunican su calor á ésta, que á su vez lo transmite al -paladar y al tacto; y cuando el Sol naciente con sus rayos abre los -poros de la tierra, pasan por ésta las ígneas moléculas y el calor -escapa del agua; por este motivo es fresca durante el día la de aquella -fuente. Pero además debe notarse que el agua por la influencia del -calor se enrarece y pierde mediante la evaporación muchas partículas -ígneas que encierra, de igual modo que otras veces expulsa las de frías -nieves que en sí contiene, disuelve el hielo y desata los vínculos con -que éste la retuviera. - -Un manantial hay cuyas aguas, aunque al tacto son frías, hacen arder -la estopa y encienden las hachas resinosas que en ellas se arrojen: -esas aguas deben contener una cantidad extraordinaria de principios -ígneos, y aun así, no tienen bastante actividad para calentar sus -raudales. Una especial influencia obliga á sus moléculas á elevarse -desde el fondo de la fuente á la superficie del agua y dispersarse en -los aires, como surtidor de agua dulce que brota en el mar y separa á -un lado las ondas salíferas. Hay, con efecto, regiones en que el mar -ofrece á los navegantes sedientos un surtidor de agua dulce, libre de -sal: de un modo parecido en aquellos otros sitios se escaparán de los -manantiales algunos elementos ígneos que sirvan para inflamar la estopa -y las teas, pues tanto la una como las otras se componen también de -partículas comburentes. ¿No has reparado que si á una lámpara apagada -aproximas una luz vuelve á encenderse aun antes de que ésta la toque? -¿No sucede lo mismo con la tea? Otros muchos cuerpos hay que arden -sólo por las exhalaciones del fuego y sin necesidad de ponerse en -contacto con éste: una cosa parecida á la que indico debe ocurrir en la -mencionada fuente. - - -904. _Quod superest, agere incipiam quo fœdere fiat..._ - -Ahora trato de inquirir la ley de atracción que sobre el hierro ejerce -la piedra por los Griegos llamada magnética del nombre de la provincia -de Magnesia en que tiene su nacimiento; á los hombres causa admiración -el ver que varios trozos de la citada piedra forman una cadena de -anillos, que se sostienen por recíprocas atracciones, y que algunas -veces cinco piedras ó más, adheridas las unas á las otras, aunque -agitadas por el viento no se desunan: tan activa es la energía que -desarrollan. - -Para explicar cierto orden de hechos hay que establecer algunos -principios elementales que faciliten los medios para llegar á la -posesión de la verdad: te pido, pues, que me concedas atento oído y -ánimo sereno. - -Si vemos los cuerpos es porque de todos surgen emanaciones que se -extienden por nuestro alrededor, tocan nuestros ojos y determinan la -visión: de muchos se exhalan moléculas odoríferas como del agua se -desprende frío, del Sol calor y de las olas del mar el vapor saliginoso -que socava los edificios situados en la playa: las ondas sonoras nunca -dejan de impresionar nuestro oído; paladeamos el sabor de sal mientras -pasamos por las orillas de los mares, y nos incomoda el amargor del -ajenjo cuando asistimos á su preparación. Luego es indudable que todas -las cosas tienen desprendimientos moleculares que afectan nuestros -sentidos; y no hay quien no admita que alguna vez sufran intermitencias -esas emisiones, pues es un hecho que en todo momento la vista, el -olfato y el oído pueden impresionarse. - -Repetiré ahora para auxiliar tu memoria que todos los cuerpos son -porosos como he demostrado al principio de la presente obra poética: -esta afirmación envuelve un dato fundamental para el conocimiento de -muchas verdades, y especialmente para la dilucidación del asunto que -voy ahora á tratar: necesario se hace, por tanto, que insista en la -prueba de que las moléculas componentes de todos los cuerpos están -separadas por pequeños intersticios. Por las bóvedas de las grutas -se filtra el agua gota á gota; en todas las partes de nuestro cuerpo -hay conductos para la transpiración; de nuestra piel brota la barba -y el vello; el alimento diluido en los conductos venosos lleva la -vida y el sostenimiento á todos los miembros y órganos del cuerpo -y no priva de su influencia ni aun á las uñas; el calor y el frío -se transmiten á través del bronce, y pasan la plata y el oro, como -puede comprobarse en vasos de uno de esos metales que tengamos en la -mano y en los que hayamos vertido cualquiera substancia líquida; los -sonidos y algunos olores fuertes atraviesan gruesos muros; el calor -y el frío traspasan las corazas de hierro que sirven para ceñir el -cuerpo; muchas enfermedades infecciosas penetran en nosotros por las -puertas de nuestros poros porque la Tierra y los aires están llenos -de corpúsculos que se insinúan en nosotros y nos dañan. Después de -fijarnos en esos detalles, convendremos en que ningún cuerpo carece -de poros. También sucede que las emanaciones de los seres no tienen -todas las mismas propiedades, y, por tanto, no producen igual efecto en -todos los cuerpos sobre los cuales obran: el Sol que seca y endurece -la tierra también derrite el hielo, liquida enormes témpanos de nieves -aglomerados en la cima de las montañas y disuelve la cera; el fuego que -licua el oro y el bronce, aprieta y condensa las carnes y las pieles; -el agua que endurece el hierro ablandado por el calor, ablanda la piel -y la carne por el calor endurecidas: el pino silvestre, cuyas hojas son -para las barbudas cabras manjar delicioso preferible al néctar y á la -ambrosía, para los hombres tiene insufrible sabor amargo: el cerdo huye -de la mejorana y de toda substancia olorosa como de venenos mortíferos -que á nosotros nos deleitan, y, por lo contrario, nosotros consideramos -abominable y repugnante el lodo que para el cerdo es delicioso baño, de -cuyo disfrute nunca se encuentra satisfecho. - -Aún añadiré otra observación antes de entrar de lleno en el estudio del -asunto que me he propuesto poner en claro. Los innumerables poros que -en el cuerpo hay, por cuanto sirven para funciones diversas, han de -ser entre sí desemejantes: es innegable que todos los animales poseen -varios sentidos, cada uno de los cuales tiene su especial esfera de -actividad: la impresión del sonido se recibe en un propio órgano, en -otro la del gusto, en otro la del sabor, con arreglo á muy complejas -circunstancias; pero si es cierto que algunos simulacros atraviesan -las piedras, otros se introducen por los poros de la madera y otros, -como los del calor, pasan á través del oro, de la plata y del vidrio, -mientras hay muchos incapaces para comunicarse de ese modo, también -debe ser cierto que tan variadas apariencias de un mismo fenómeno en -una principalísima parte sean debidas, como ya en otra ocasión he -demostrado, á las diferencias de los huecos ó poros que la Naturaleza -deja abiertos entre las moléculas de todos los cuerpos. Conocidos estos -antecedentes, se nos muestra al descubierto la causa que origina la -atracción del hierro. - -Primeramente, es necesario que de la piedra magnética se desprenda -una especie de fluido muy activo que tenga la propiedad de rarificar -el aire que media entre la misma piedra y la anilla ó cualquier otro -objeto de hierro; luego que de ese modo queda entre los dos cuerpos un -espacio vacío las exhalaciones de los elementos férricos se precipitan -en él y la anilla de que proceden seguirá la misma dirección. No hay -cuerpo que tenga sus moléculas más apretadas ni sus elementos más -estrechamente unidos que el hierro, cuya estructura, por lo densa, es -más inaccesible para el calor: por ese motivo no es de admirar que si -las partículas componentes de una anilla de hierro se dirigen hacia el -vacío, la anilla íntegra siga la misma ruta hasta encontrar la piedra -magnética á la cual quede unida por invisibles lazos. Las emanaciones -magnéticas forman alrededor de la piedra que las produce una especie -de circuito y quedan sujetos á su acción todos los cuerpos de hierro -que en él se hallen, los cuales, como no pueden por su propia gravedad -elevarse en las auras, han de recibir sucesivas impulsiones del aire. - -Otro motivo hay que favorece la progresión y aumenta el movimiento de -la anilla, la cual, no bien se halla dentro del vacío formado por la -piedra magnética es empujada hacia adelante por las capas de aire que -la rodean; y como el mismo aire penetra también en los intersticios -del hierro, obra en la anilla de igual modo que el viento cuando -hincha las velas de un buque é impulsa la marcha de éste. Los cuerpos -contienen aire en sus poros; y ese fluido sutilísimo que permanece -oculto en el hierro, agitado por la influencia del imán que sobre la -anilla obra contribuirá también de varias maneras á que ésta siga la -dirección que la atrae. - -Pero la piedra magnética unas veces atrae al hierro y otras lo rechaza: -en Samotracia tuve ocasión de ver una cubeta de bronce en la cual -habían introducido trozos y limaduras de hierro y encima de ellos -una piedra imán: el hierro se movía de un lado á otro como fugitivo -impaciente; parecía que el bronce había provocado una discordia entre -aquellos cuerpos: este fenómeno que observé quizá proviniera de que -las exhalaciones vaporosas del bronce habían ocupado los intersticios -del hierro antes de que las de la piedra de Magnesia hubieran podido -en ellos penetrar, y tal vez estas últimas pugnaran por apoderarse de -la substancia férrica y henchir su tejido: lo cierto es que mediante -la interposición del bronce el hierro siempre rechaza al imán, al cual -fácilmente se adhiere en otras circunstancias. - -Y se comprende bien que la piedra magnética no atraiga á todos los -cuerpos: el oro, por su densidad, no es accesible á su influencia; la -madera tiene poros muy abiertos y por ellos pasan las emanaciones del -imán sin producir efecto; pero el hierro, con respecto á su textura, se -halla colocado entre aquellas dos substancias; y cuando está impregnado -en moléculas de bronce la piedra magnética lo rechaza. - -Pero no todos los cuerpos son extraños á especiales uniones, y pudiera -citarte muchos casos de afinidad íntima entre cosas diferentes: la cal -sirve de lazo para juntar unas piedras con otras; con la pasta hecha -de piel de toro los trozos de madera se unen de tal modo, que podrán -romperse por cualquiera parte más bien que por los bordes adheridos -con auxilio de la cola; el jugo de la uva se mezcla muy bien con los -raudales cristalinos de murmuradoras fuentes, alianza que no puede -aquélla efectuar con la pez, que es muy pesada, ni con el aceite, que -es muy ligero; el color purpúreo del conchil se identifica notablemente -con la tela de lana, y no pueden separarse con el agua, aunque ésta -se emplease en la misma cantidad que los mares juntos contienen; el -oro y la plata perfectamente se incorporan; varias clases de cobre -con el plomo forman distintas especies de bronce. De muchos otros -enlaces y de otras varias aleaciones pudiera hablarte; pero considero -que una detenida relación de este género sería inútil y además te -produciría cansancio y enojo, cuando persigo el objeto de hablarte -poco para decirte mucho. La alianza de cuerpos que tienen prominencias -correspondientes á depresiones de otros afines resulta perfecta y -durable: también los cuerpos se ligan fuertemente por medio de anillos -ó de ganchos; y de esta manera última es como se establece la unión -entre las moléculas de la piedra de Magnesia y las del hierro. - - -1087. _Nunc, ratio quæ sit morbis, aut unde repentè..._ - -Ahora te explicaré el origen de las epidemias que de improviso invaden -muchas veces algunas comarcas y causan horrible mortandad entre los -hombres y entre las bestias. En primer término, existen en el espacio, -como ya te he demostrado, muchísimos corpúsculos, de los cuales unos -son favorables á la vida y otros son auxiliares de la muerte. Cuando -estos últimos se congregan casualmente en gran número, inficionan el -aire y perturban la marcha regular de la existencia. Los gérmenes de -enfermedades pestilentes, ó vienen transportados por las nubes y las -tempestades, quizá desde lejanos climas, ó surgen del mismo país -mediante alteraciones producidas en el cielo y en la atmósfera, por -intempestivas lluvias y calores excesivos. ¿No has observado que los -productos de una región llevados á otra se resienten y se corrompen con -la mudanza de clima y de aguas? La influencia del aire es evidente: ¿es -el mismo el cielo británico y el de Egipto por donde el eje del mundo -se abate[75]? ¿Es igual la temperatura media del Ponto, y la que desde -las poblaciones gaditanas se extiende hasta los territorios en que el -calor del Sol ennegrece á la raza humana? Aunque esas cuatro regiones -se hallan expuestas á todos los vientos, bajo un mismo cielo, hay tanta -diferencia en el color y la fisonomía de sus respectivos habitantes, -como en las dolencias á que estos últimos están expuestos. - - [75] Lucrecio entendía que el eje del mundo se levantaba hacia el - Norte y se bajaba en el Sur; y, por tanto, creía que en Egipto - comenzaba su declinación. - -La elefantiasis es una molestia que domina en las proximidades del -Nilo, en medio del Egipto, y no en otra parte; en Ática se padecen -dolores de piernas, y en Acaya mal de ojos. De igual modo hay otros -muchos lugares que son propensos á varios dolores, sin duda por la -influencia del aire. Cuando éste, saturado ya de miasmas infectos, -forma corrientes que invaden algunas comarcas, se extienden por ellas -con lentitud como las nubes y corrompen su atmósfera; al llegar á la -nuestra, la inficiona, se la asimila, pero la hace extraña á nosotros -mismos. - -El contagio de la nueva calamidad prontamente se apodera de las aguas, -se posesiona de los frutos de la tierra y de otras substancias que -sirven de alimento á los hombres y de pasto á los animales, y se -mezcla con el aire que nos vemos precisados á respirar, aun cuando -conozcamos el peligro de absorber el veneno que lo emponzoña. Con igual -energía que á los hombres, la pestilencia ataca á la especie bovina -y á los baladores rebaños. El mismo efecto nos produciría el aspirar -voluntariamente un aire viciado, que el apropiarnos por necesidad el -que la Naturaleza nos proporciona, dañado con substancias nocivas para -nuestra salud y para nuestra vida. - -Una epidemia de esa clase causada por vapores mortíferos ocasionó -horribles estragos en Cecropia, y dejó desiertos sus campos y ciudades; -hizo su aparición en el centro de Egipto; por el aire atravesó el -espacio, por el mar recorrió las distancias, y se estableció en los -muros de Pandión, cuyos habitantes fueron víctimas de repugnante -dolencia ó de angustiosa muerte[76]. La enfermedad se iniciaba por -una intensa fiebre, á la que seguía fuerte dolor de cabeza; después -los ojos de los pacientes se entumecían é inflamaban, su laringe se -llenaba de úlceras que brotaban negra sangre y obstruían los conductos -de la voz; su lengua, intérprete del ánimo, rodeada por ensangrentada -costra purulenta, quedaba inmóvil aunque penetrada por dolor agudo; -con las secreciones ponzoñosas que se escurrían por el esófago de -los enfermos, éstos sentían que el mal se amparaba de su pecho, se -apoderaba de su corazón y entorpecía todos los hilos de la vida; su -boca exhalaba hedor no menos fétido que el de cadáveres corrompidos; -su alma carecía de fuerzas para manifestarse, y su cuerpo, como -desmadejado, parecía yacer tendido á las puertas de la muerte. Pero -luego sobrevenían aflicciones y tormentos nuevos, estertores profundos, -gemidos redoblados por el día y por la noche, rigidez en los miembros, -nerviosas contracciones, extenuación, abatimiento, fatigas; los -pacientes no tenían mucho calor en su piel, y sus extremidades estaban -templadas, y eso no obstante, su cuerpo lleno de profundas llagas, -parecía rojo, como si lo hubiese invadido la erisipela; fuego interior -consumía á los desdichados, y les penetraba los huesos; en su estómago, -como si fuese encendida hornaza, ardía llama devoradora; les abrumaba -el peso de las ropas, y se exponían desnudos al frío y al aire; -algunos, impelidos por el ardor que les quemaba las entrañas, en su -furor desesperado se precipitaban á helados ríos; otros, rabiosamente, -con la boca abierta, se arrojaban á los pozos, como si quisieran -beberse toda el agua que en ellos encontraran, aun cuando la sed que -sufrían tan insaciable era con un torrente como con la que pudiera -contener un pequeño vaso; el malestar no les permitía punto de reposo; -sus miembros se rendían abatidos; ningún bienestar les proporcionaba -la medicina, que ante la epidemia se declaraba impotente; faltos de -sueño, movían con frenesí los ojos desencajados, sufrían mortales -angustias, horror y espanto perturbadores de la mente, ira y tristeza -manifestadas con fruncimientos de cejas y convulsiones del rostro, -zumbido en los oídos, respiración anhelante, sudor que les bañaba el -cuello, tos violenta que entre ahogos les arrancaba tenues y escasos -esputos de color amarillento y de sabor salado, retorsiones de las -manos, temblor intenso, frío helado, que desde los piés avanzaba poco -á poco hasta dominar el tronco. Ya en el último período, los enfermos -tenían la nariz comprimida y afilada, los ojos y las sienes hundidos, -la piel fría y dura, los labios estirados, el semblante horroroso. Y -en ese estado morían; á los ocho ó diez días de enfermedad exhalaban -el último suspiro. Si alguno de los atacados podía librarse de la -muerte, porque sus abiertas llagas supurasen todo el humor corrompido -que en ellas se contenía, ó porque expulsara abundante cantidad de -negras materias excrementicias, al cabo, en una próxima recaída perdía -la existencia; de la nariz le brotaba sangre fétida, penosos dolores -de cabeza le torturaban, y de este modo sus fuerzas se extinguían. -Si la hemorragia se contenía pronto, la dolencia aparecía en los -nervios, se extendía á los miembros todos, y se fijaba especialmente -en los órganos de la generación; algunos enfermos, guiados por el -instinto de conservar la vida, entregaban al cortante hierro la parte -de su cuerpo elegida por el mal; unos perdían la característica de -su viril sexo, otros las manos, otros los piés; ¡tan grande era el -horror que la muerte inspiraba! Había personas que perdían totalmente -sus facultades intelectuales, y ni aun siquiera conservaban idea de -su propia personalidad. Aunque los cadáveres quedaban insepultos y -yacían amontonados, ni los cuadrúpedos ni las aves de rapiña se les -aproximaban por no poder resistir el pestilente olor que despedían; -si los tocaba algún animal, éste era en el acto víctima de la muerte: -ni ave alguna osaba mostrarse á la luz del día, ni las fieras dejaban -por las noches el obscuro bosque; la epidemia había debilitado á todas -y mataba á muchas; los perros, animales fieles, caían abatidos en las -calles, y entre fatigas y horribles tormentos, quedaban sin vida, que -la dolencia les arrebataba. Los cadáveres eran sacados sin pompa alguna -de las casas. No había remedio conocido contra el mal; la medicina que -había asegurado á unos enfermos el goce de la vida y el disfrute de la -luz del Sol, precipitaba la ruina de otros. - - [76] La peste de Atenas, con sujeción á los datos que se hallan - en el segundo libro de Tucídides, es descrita magistralmente por - Lucrecio, que dió á Virgilio el modelo para pintar la peste de - los animales en el tercer libro de sus _Geórgicas_. - - -1227 _á_ 1283. _Illud in his rebus miserandum et magnopere unum..._ - -Lo más aflictivo y terrible en aquel período calamitoso, era que -todo el que se hallaba acometido por la dolencia, sabía desde luego -que iba á morir; y, como criminal sentenciado á la última pena, veía -de continuo ante sus ojos la amenaza de la muerte y perecía entre -desesperaciones y terrores. Numerosas víctimas hacía el contagio; -la enfermedad se propagaba fácilmente de unos individuos á otros; -aquellos que por miedo á la muerte huían de la vista de sus deudos -y amigos sucumbían también, pero sin recibir el menor socorro, -abandonados, lo mismo que ganado vacuno ó rebaño lanígero; y los que -auxiliaban á parientes y amigos y por decoro ó compasión entraban -en lucha con la pestilencia, entre dolores, quejas, lamentos y ayes -eran arrollados por la asoladora catástrofe, que de este modo la -vida se llevó de los mejores ciudadanos; muchos, después de haber -inhumado los restos de todas las personas de su estima, fatigados, -tristes, lacrimosos, dominados por el espanto, abatidos, cansados y -sin fuerzas, se tendían en el lecho donde, rendidos, se entregaban -á la muerte. En aquel tiempo no se veían por todos sitios más que -enfermos desesperados, cadáveres en montón, enlutados que arrastraban -su pena. Lo mismo el pastor de cualquiera clase de animales que el -robusto conductor del corvo arado eran vencidos por la epidemia, y -allá, ocultos en sus chozas, languidecían de dolores y de miseria -y espiraban. Revueltos yacían los cadáveres de los padres y de los -hijos: éstos daban el último suspiro sobre el cuerpo, inanimado ya, -de la madre ó del padre. El mayor contingente que á la enfermedad se -ofrecía era procedente de los campos, cuyos moradores, tan pronto como -experimentaban los primeros síntomas de la dolencia, se acogían á la -ciudad, en la cual la muerte hallaba juntas numerosas víctimas en todas -las casas. - -Muchos hombres, tocados por la peste, morían en las calles; otros, -movidos por sed abrasadora, á rastras, con mil trabajos, llegaban á -las fuentes públicas donde bebían con ánimo de hartarse, pero antes -de conseguirlo, morían sofocados. Los caminos se hallaban invadidos -por enfermos, desfallecidos, moribundos, cubiertos de harapos y llenos -de podredumbres, con los huesos descarnados en algunos sitios y en -otros con la piel lívida, llena de llagas que manaban asqueroso pus y -ya con la corrosión misma de la tumba. Despojos impuros de la muerte -habían sido con profusión depositados en los alcázares de los dioses; -cadáveres en gran número eran llevados á los templos, cuyos guardas -á su antojo disponían de sus improvisados huéspedes sin tratar de -inquirir cuál fuese la religión y cuáles fueran los dioses de cada uno, -porque el dolor excedía á toda preocupación; las ceremonias fúnebres, -con tanto rigor observadas en otro tiempo, se habían dejado olvidadas: -la consternación era general; los habitantes, como dislocados, en todas -sus acciones daban pruebas de la perturbación que les trastornaba el -juicio; cada uno enterraba á sus parientes como podía; de hogueras -preparadas por unas familias, otras extrañas se apoderaban á viva -fuerza para sus difuntos, y entre clamores ingentes sostenían -sangrientos combates á fin de impedir que arrojaran de la pira los -cadáveres antes de que fueran consumidos por el fuego[77]. - - [77] Es probable que Lucrecio dejara sin terminar su poema, como - se advierte que lo dejó sin corregir. - - -FIN DE LA OBRA - - - - -ÍNDICE - - - Págs. - - _Noticia biográfica._ III - - NATURALEZA DE LAS COSAS - - LIBRO I. -- Invocación: dedicatoria: asunto del poema. -- El - ser no se origina de la nada, ni en la nada se disipa. -- Cuerpos - simples. -- Materia y vacío. -- Propiedades - esenciales y accidentales de los cuerpos. 1 - - LIBRO II. -- Movimiento y mudanza. -- Excelencia de la - razón. -- Lo sensible surge de lo insensible. -- El Universo - infinito: el Mundo, como parte del Universo. 57 - - LIBRO III. -- El alma y el ánimo. 117 - - LIBRO IV. -- Simulacros: imágenes: sensaciones. -- Los - sentidos. -- Las ideas. -- Los sueños. -- El amor. 173 - - LIBRO V. -- Formación y desenvolvimiento del mundo: - el hombre: las sociedades humanas. -- Progresos: artes - é industrias. 233 - - LIBRO VI. -- Meteoros. -- Terremotos: volcanes. -- Inundaciones - del río Nilo. -- Avernos. -- Imán. -- Enfermedades: - peste de Atenas. 301 - - - - - -End of Project Gutenberg's Naturaleza de las cosas, by Tito Lucrecio Caro - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK NATURALEZA DE LAS COSAS *** - -***** This file should be named 62711-0.txt or 62711-0.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/6/2/7/1/62711/ - -Produced by Ramón Pajares Box and the Online Distributed -Proofreading Team at https://www.pgdp.net. 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Email contact links and up to -date contact information can be found at the Foundation's web site and -official page at www.gutenberg.org/contact - -For additional contact information: - - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. 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You may copy it, give it away or re-use it under the terms -of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at -www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll -have to check the laws of the country where you are located before using -this ebook. - - - -Title: Naturaleza de las cosas - Versión en prosa del poema «De rerum natura» - -Author: Tito Lucrecio Caro - -Translator: Manuel Rodríguez-Navas - -Release Date: July 20, 2020 [EBook #62711] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK NATURALEZA DE LAS COSAS *** - - - - -Produced by Ramón Pajares Box and the Online Distributed -Proofreading Team at https://www.pgdp.net. (This file was -produced from images generously made available by Biblioteca -Digital Hispánica/Biblioteca Nacional de España.) - - - - - - -</pre> - - -<div class="front"> - <hr class="full" /> - <p><a href="#tnote">Nota de transcripción</a></p> - <p><a href="#ToC">Índice</a></p> - <h1 class="faux">NATURALEZA DE LAS COSAS</h1> -</div> - -<hr class="chap" /> - - -<div class="screenonly"> - <div class="figcenter"> - <img class="thin" - style="width: 28em; height: auto;" - src="images/cover.jpg" - alt="Cubierta del libro" /> - </div> - <hr class="chap" /> -</div> - -<div class="tit"> - <p><span class="pagenum" id="Page_i">p. i</span></p> - <p class="fs130 g0 ws1"><span class="smcap">TITO LUCRECIO CARO</span></p> - <hr class="tir" /> - <p class="fs175 ws1 mt15">NATURALEZA DE LAS COSAS</p> - <p class="fs75 ws1 mt2">VERSIÓN EN PROSA DEL POEMA «DE RERUM NATURA»</p> - <p class="fs75 mt2">POR</p> - <p class="fs130 ws1 mt1">MANUEL RODRÍGUEZ-NAVAS</p> - <hr class="sep0" /> - <p class="fs110 g1 ws1">MADRID: 1892</p> -</div> - -<hr class="chap0" /> - -<div class="aftit pt6"> - <p><span class="pagenum" id="Page_ii">p. ii</span></p> - <div class="legal"> - <p class="ws1">Es propiedad del traductor.</p> - </div> - <hr class="pieimp" /> - <p class="ws1"><span class="smcap">Agustín Avrial.</span>—Impr. de la Comp. de Impr. y Libreros.<br /> - S. Bernardo, 92.—<b>Teléfono núm. 3.674.</b></p> -</div> - -<hr class="chap0" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch0"> - <p><span class="pagenum" id="Page_iii">p. iii</span></p> - <h2 class="nobreak">NOTICIA BIOGRÁFICA</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<p>Según los datos más fidedignos que se han podido reunir, Tito -Lucrecio Caro nació, hace ahora 1988 años, en el 658 de la fundación -de Roma, correspondiente á la Olimpiada 171.ª, en ocasión en que eran -cónsules Cn. Domicio Ahenobarbus y C. Cassius Longino: después de -estudiar en Roma pasó á Atenas, donde siguió con Filodemo y uno de -los dos Ptolomeos de Alejandría, las lecciones de Zenón, discípulo -de Apolodoro, sucesor, este último, de Basílides y de Dionisio en la -dirección de la escuela epicúrea: volvió á Roma cuando su amigo C. -Memmio obtuvo el cargo de pretor, y acompañó á este mismo, en unión -con el poeta Catulo y el gramático Curcio Nicetas, al gobierno de -Bitinia: bien pronto, deseoso de entregarse completamente al estudio -de los fenómenos de la Naturaleza y de la vida, regresó á Roma, donde, -entristecido con el espectáculo que ofrecía la sociedad, agitada por -mezquinos intereses, preocupaciones, odios, ambiciones desenfrenadas -y guerras intestinas, vivió alejado en absoluto de las contiendas -públicas hasta la edad de cuarenta y tres años en que murió. Eusebio -de Cesarea cree que se<span class="pagenum" id="Page_iv">p. iv</span> -suicidó, pero este parecer no descansa en ningún sólido fundamento.</p> - -<p>El poema didáctico <i>De Rerum Natura</i>, de Lucrecio, es la obra más -notable, más bella, más grandiosa y de más difícil empeño que nos legó -la antigüedad clásica; porque antes de Lucrecio y después de él hubo -en Grecia y en Roma poetas que trataran asuntos agradables en versos -harmoniosos llenos de encanto y sonoridad; pero no hubo quien penetrara -en los misterios de la Naturaleza é intentara, como él, desvanecerlos -con observaciones profundas, muchas de las cuales han sido confirmadas -en nuestros días por la Física, la Química, la Astronomía y la -Geología; también abundaron los poetas que utilizaran y fomentaran las -supersticiones del paganismo, pero solamente Lucrecio las combatió con -denuedo en forma poética y supo arrostrar con ese motivo las iras y el -encono de los interesados en sostenerlas: ¿quién duda que los poetas, -lo mismo en Grecia que en Roma, siempre halagaron á los poderosos y á -los ignorantes, desfiguraron la verdad con ficciones de todo género, -inventaron fábulas que eran mejor recibidas cuanto más extravagantes -eran, y de hechos naturales interpretados arbitrariamente crearon una -multitud de fantásticos genios que producían cuantiosas utilidades á -los<span class="pagenum" id="Page_v">p. v</span> mismos sacerdotes -y pontífices que de ellos se reían? Pero Lucrecio no quiso vender -su adhesión ni aun siquiera su silencio al poder ó á la ignorancia, -ni quiso valerse de su talento en propio beneficio, ni entregar su -maravilloso estro á disposición de la mentira sistematizada, y, -por lo contrario, puso todo su empeño en estudiar sin prejuicios y -en comunicar sin ambigüedades á sus conciudadanos el fruto de sus -laboriosas investigaciones, aunque sabía que al llevar á cabo su -empresa, por lo que ésta perjudicaba á los intereses constituidos, -había de ser blanco de toda clase de injuria y había de perder todo -reposo y la esperanza de todo bienestar; pues entonces, como hoy y como -siempre, los goces de la fortuna y los beneficios sociales estaban -reservados al adulador envilecido y al defensor más ó menos ingenuo, -pero interesado siempre, de las costumbres y de las instituciones -dominantes. En Grecia y en Roma los poetas atendían en primer término -á sus personales conveniencias; Lucrecio fué el único, sin duda, que -sirvió desinteresadamente á la verdad; pudo estar equivocado, pero fué -siempre sincero.</p> - -<p>Ahí está su obra literaria: en ella se muestra como filósofo -moralista que no puede transigir con los vicios y con los dolores -sociales creados al amparo de<span class="pagenum" id="Page_vi">p. -vi</span> fantásticos dioses capaces para favorecer la hipocresía, la -falsedad, la guerra, la injusticia, la opresión del fuerte sobre el -débil, pero inútiles para el bien y para el progreso de la humanidad, y -dirige incesantes y certeros golpes contra toda forma de superstición -y contra todo pretendido infalible dogma. Cuanto Lucrecio combatió -—los dioses del paganismo, la avaricia de sacerdotes que defendían en -público lo que en secreto censuraban, la creencia en la perpetuidad -de nuestro planeta y en la intervención de númenes caprichosos en los -actos humanos— cayó por tierra cuatro siglos después de la muerte de -aquel egregio poeta; y mucho de lo que Lucrecio afirmó —la composición -atómica y la porosidad de los cuerpos, las atracciones y repulsiones -moleculares, la gravitación universal, la existencia de muchos mundos -en el espacio infinito, las leyes constantes y eternas de la vida— -probado está por la ciencia moderna. Jamás, jamás negaron Lucrecio ni -otro alguno de los fieles discípulos de Epicuro, la existencia de un -Supremo Principio de todo ser, origen de toda realidad y fundamento -de todo conocer; pero en cambio, en la exposición de su doctrina se -encuentran máximas de moral purísima que San Ambrosio y San Agustín -copiaron, y que hicieron á <span class="pagenum" id="Page_vii">p. -vii</span>Lucrecio lo mismo que á Epicuro, merecedores de honores divinos -que los pueblos de la antigüedad les tributaron. ¿Dónde, en qué lugar, -en qué sitio, con qué ocasión hizo consistir Lucrecio la felicidad -humana en los deleites materiales, según han afirmado en los últimos -tiempos, desde el cardenal Polignac y el abate Delille hasta nuestro -eximio Castelar, y con éstos una caterva de hombres ignorantes con -pretensiones de eruditos?</p> - -<p>La obra de Lucrecio consta de siete mil cuatrocientos treinta -y un versos distribuidos en seis cantos ó libros, en los que hay -descripciones bellísimas, cuadros maravillosos presentados con una -fuerza de colorido y una riqueza de imágenes que arroban el ánimo: -solamente Virgilio puede ser comparado con Lucrecio; si aquél es -más elegante, más harmonioso, éste es más expresivo, más severo; si -el uno fascina la imaginación, el otro subyuga el entendimiento. El -sacrificio de Ifigenia en el canto <span class="smcap">I</span>; la -ansiedad de la vaca abandonada que busca intranquila su novillo, -en el canto <span class="smcap">II</span>; las reprensiones que la -Naturaleza dirige al hombre temeroso de la muerte, en el tercer canto; -las atrevidas é intraducibles descripciones eróticas del libro <span -class="smcap">IV</span>; la formación de las sociedades en el libro -<span class="smcap">V</span>; los efectos del rayo, de las <span -class="pagenum" id="Page_viii">p. viii</span>erupciones volcánicas y -de la peste de Atenas en el libro <span class="smcap">VI</span> son -cuadros admirables, grandiosos, en que palpita la vida. Bien pudo -Virgilio decir de Lucrecio:</p> - -<div class="poem"><div class="stanza"> -<p class="i2"><i>Felix, qui potuit rerum cognoscere causas</i></p> -<p class="i0"><i>Atque metus omnes et inexorabile fatum,</i></p> -<p class="i0"><i>Subjecit pedibus, strepitumque Acherontis avari.</i></p> -</div></div> - -<p>Y Ovidio:</p> - -<div class="poem"><div class="stanza"> -<p class="i2"><i>Carmina sublimis tunc sunt peritura Lucreti</i></p> -<p class="i0"><i>Exitio terras cum dabit una dies.</i></p> -</div></div> - -<div class="aster"><sub>*</sub><sup>*</sup><sub>*</sub></div> - -<p>La versión que sigue á esta breve nota, es la primera que se hace -en lengua castellana y contiene, sin duda, numerosos defectos: el -traductor ha tenido, sin embargo, en cuenta para realizar su difícil -empeño, los comentarios del filósofo inglés Creech, los estudios de -Gassendi, las citas de Lagrange, las observaciones de Pongerville, -la traducción de Marchetti y las dos portuguesas de Lima Leitao y de -Machado Ferraz.</p> - -<p class="fs90 mt2">Madrid 6 de Octubre de 1892.</p> - -<hr class="chap0" /> - - -<div class="chapter" id="Ch1"> - <p><span class="pagenum" id="Page_1">p. 1</span></p> - <p class="centra fs140 ws1">NATURALEZA DE LAS COSAS</p> - <h2 class="nobreak">LIBRO PRIMERO</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Æneadum genitrix, -hominum Divumque voluptas...</i></p> - -<p>Madre de los Romanos, encanto de los dioses y de los hombres, pulcra -Venus<a id="FNanchor_1" href="#Footnote_1" class="fnanchor">[1]</a>: Tú -alientas los astros que en el ámbito de los cielos giran, las fértiles -tierras y el inmenso Océano; todo animal por ti vive y por ti goza -de la acción benéfica del Sol; ante la presencia tuya el cielo viste -galas, huyen los vientos, la tierra produce olorosas flores, el mar -se riza, el espléndido Olimpo llena de luz el Universo, la primavera -brilla y el céfiro fecundo, libre, vuela; todos los seres que llenan -los espacios, nutridos por tu influencia, festejan tu venida ¡oh<span -class="pagenum" id="Page_2">p. 2</span> diosa!; la gente alegre baila -en el ameno prado ó á nado pasa arrebatados ríos; cuanto vive y siente, -atraído por tus goces, te sigue hacia donde tú lo impulsas; y lo mismo -en el dilatado mar que en los empinados montes, en los intranquilos -ríos que en los pacíficos campos, y en el obscuro bosque, mansión de -aves, todos los corazones por ti arden en irresistible llama de amor, y -con estímulo deleitoso los siglos se propagan.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_1"><span class="label"><a -href="#FNanchor_1">[1]</a></span> Según Plutarco, Venus representa -la fecundidad; y Marte, citado algunas líneas después, la fuerza -destructora.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">21. <i xml:lang="la" lang="la">Quæ quoniam rerum -naturam sola gubernas...</i></p> - -<p>Y puesto que influyes en el mundo soberanamente, de tal modo -que en él sin ti nada tendría vida y nada sería agradable, inspira -estos versos que escribo destinados al estudio de la <i>Naturaleza -de las cosas</i>, y dedicados á nuestro Memmio<a id="FNanchor_2" -href="#Footnote_2" class="fnanchor">[2]</a>, á quien adornar quisiste -en otros días con tus más nobles dones: por él ¡oh diosa! demando -tu favor. Haz, entre tanto, que los horrores militares duerman en -la tierra y en el mar, y como tienes poder para conservar á los -mortales paz tranquila, ya que el gran Mavorte<a id="FNanchor_3" -href="#Footnote_3" class="fnanchor">[3]</a> que á su gusto rige las -batallas suele quedar en tus brazos preso y de intenso amor herido, -cuan<span class="pagenum" id="Page_3">p. 3</span>do sediento de -contemplar tu albo pecho, inclinada la cabeza y embebecido en tus -ojos en éxtasis prolongado tenga de tus labios pendiente su voluntad, -y cuando desfallecido en tu regazo yazga y tu dulce persuasión le -quebrante la ira, pídele que conceda á los Romanos paz serena; porque -ni yo podría en época de aflicciones para mi patria dedicarme con ánimo -reposado á entonar mis cantos, ni tampoco el ilustre Memmio podría -oirme, impulsado á las armas por la común defensa.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_2"><span class="label"><a -href="#FNanchor_2">[2]</a></span> Memmio Gemelo, ciudadano romano que -fué pretor de Bitinia y después vivió desterrado en Atenas, donde es -fama que recibió algunas cartas de M. T. Cicerón.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_3"><span class="label"><a -href="#FNanchor_3">[3]</a></span> Marte (Mars) es síncopa de Mavorte -(Mavors).</p> - -</div> - - -<p class="verslat">44. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, vacuas -aures mihi, Memmiada, et te...</i></p> - -<p>Para las lecciones que en forma de dádivas te dedico, reclamo -tu atención libre de prejuicios y reposada, querido Memmio; no -desprecies las enseñanzas que en ellas se contienen sin haberlas -antes contrastado con razón serena: voy á disertar contigo acerca del -orden de lo infinito y de la esencia de los dioses; voy á explicarte -lo que entiendo respecto á los elementos de que la Naturaleza<a -id="FNanchor_4" href="#Footnote_4" class="fnanchor">[4]</a> ha -constituido las cosas y á los cuales éstas revierten cada vez que -pierden una forma, y considera que doy el nombre de elementos<span -class="pagenum" id="Page_4">p. 4</span> á esos simplicísimos cuerpos -generadores que son los primeros principios de todo cuanto existe<a -id="FNanchor_5" href="#Footnote_5" class="fnanchor">[5]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_4"><span class="label"><a -href="#FNanchor_4">[4]</a></span> Lucrecio usó en muchos lugares de -su poema la palabra Naturaleza para significar la vida universal, el -principio del Ser, es decir, Dios, Dios único, potencia infinita, -posibilidad absoluta, fundamento de toda realidad.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_5"><span class="label"><a -href="#FNanchor_5">[5]</a></span> Deliberadamente, sin duda, Lucrecio -no empleó ni una sola vez en todo su extenso poema la palabra átomo, -que encierra el asunto más detenidamente estudiado en su obra.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">56. <i xml:lang="la" lang="la">Omnis enim per se -Divum natura necesse est...</i></p> - -<p>Por su esencia, los númenes deben disfrutar eterna vida en ocio -imperturbable: indiferentes á nosotros y á nuestras cosas, exentos -de peligros y de aflicciones, ricos por su propia naturaleza -puesto que nada necesitan, son insensibles á nuestras virtudes é -indiferentes á nuestra ira<a id="FNanchor_6" href="#Footnote_6" -class="fnanchor">[6]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_6"><span class="label"><a -href="#FNanchor_6">[6]</a></span> De igual modo Séneca se expresó en su -epístola <span class="smcap">XCV</span>.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">63. <i xml:lang="la" lang="la">Humana ante oculos -fœde cum vita jaceret...</i></p> - -<p>Cuando la humanidad, abatida por el terror, se humillaba ante el -aspecto horrible del fanatismo que desde las regiones aéreas dirigía á -los mortales tremendas amenazas, un sabio de Grecia fué el primero<a -id="FNanchor_7" href="#Footnote_7" class="fnanchor">[7]</a> que se -atrevió á resistir al monstruo y á levantar contra él los ojos: ni la -fama de los dioses, ni rayos, ni temeroso estruendo de las concavidades -del espacio pudieron abatirlo; por lo contrario, los obstáculos -estimularon su<span class="pagenum" id="Page_5">p. 5</span> energía -y abrió las cerradas puertas de la Naturaleza; su genio vencedor pasó -adelante y arrojó á distancia las murallas flamígeras del mundo: -entonces escrutó la inmensidad con mirada vigorosa, y vencedor de ella -nos dió á conocer lo que existe y lo que no puede existir en el mundo, -así como descubrió que toda potencialidad de los seres está limitada -por su peculiar esencia; de este modo la superstición fué á su vez -subyugada y la victoria nos elevó á lo infinito.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_7"><span class="label"><a -href="#FNanchor_7">[7]</a></span> Epicuro, natural de Samos, donde -nació el año 341 antes de la Era cristiana.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">71. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in is rebus -vereor ne fortè rearis...</i></p> - -<p>Temo, sin embargo, te figures que voy á iniciarte en protervas -doctrinas y á franquearte el camino del mal; por lo contrario, la -superstición ha producido muchas veces crímenes y sucesos execrables: -por ella varones famosos de Grecia, capitanes fuertes, profanaron en -Aulide<a id="FNanchor_8" href="#Footnote_8" class="fnanchor">[8]</a> -con la sangre de Ifigenia el altar de Diana. La cabellera virginal -recogida con fúnebre banda fluctuante; junto al altar el afligido -padre; al lado los sacerdotes que ocultan los puñales; alrededor el -pueblo que lloroso contempla á la joven; ésta, muda por el terror y -agobiada por<span class="pagenum" id="Page_6">p. 6</span> el espanto, -cae sobre sus rodillas... á la infeliz no sirve ser la primera que -diera nombre de padre al rey... impías manos de ministros la levantan y -la conducen trémula ante las aras, no para que celebre solemnes ritos -de Himeneo acompañada por lucido cortejo, sino para que muera casta -pero deshonestamente bajo los golpes de su mismo padre, en el instante -en que amor la destinaba á tierno esposo; y muere para que el viento no -estorbe la feliz partida de la flota griega. ¡Á qué horribles males la -superstición puede llevar á los hombres!</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_8"><span class="label"><a -href="#FNanchor_8">[8]</a></span> Aulide, puerto de Beocia, donde se -celebró el sacrificio de Ifigenia, hija de Agamenón y de Clitemnestra. -Agamenón, jefe de los ejércitos griegos en la guerra de Troya.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">103. <i xml:lang="la" lang="la">Tutemet à nobis jam -quovis tempore, vatum...</i></p> - -<p>Tú mismo, dominado por los discursos terroríficos de los vates, -¿querrás separarte de mi lado? ¿Supondrás acaso que también yo puedo -fingirte delirios que cambien las reglas de tu vida ó turben tus -dichas con temores? Y no te he de censurar; porque si los hombres -comprendiesen cuál es el término cierto de sus infortunios, bien -podrían resistir á las religiones y despreciar las amenazas de los -vates; pero en la actualidad no hay saber bastante ni motivo suficiente -para rechazarlas, mucho más cuando se temen penas eternas después de -la muerte; pues todavía se ignora cuál sea la naturaleza del alma, si -es creada con el cuerpo ó si á éste se agrega<span class="pagenum" -id="Page_7">p. 7</span> en algún momento, é igualmente se ignora si con -el cuerpo fallece ó si va á visitar las extensas y negras lagunas del -Orco<a id="FNanchor_9" href="#Footnote_9" class="fnanchor">[9]</a>, ó -bien si merced á divina disposición emigra para el cuerpo de varios -animales, como cantó nuestro Ennio, primero digno de eterno renombre -que del risueño Helicón bajó á Italia coronado con laurel inmarcesible. -En versos inmortales Ennio describió el tenebroso infierno, donde no -existen almas ni cuerpos, sino espectros y pálidas imágenes: allí se le -acercó la sombra del siempre floreciente Homero, y con efusión cariñosa -entre lágrimas de recuerdos le explicó la naturaleza de las cosas<a -id="FNanchor_10" href="#Footnote_10" class="fnanchor">[10]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_9"><span class="label"><a -href="#FNanchor_9">[9]</a></span> El Orco, obscuridad, muerte, -infierno. La India suministró á Grecia y á Italia elementos para su -lenguaje y base para su mitología.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_10"><span class="label"><a -href="#FNanchor_10">[10]</a></span> Dante Alighieri debió tomar de -estas palabras de Lucrecio la idea para el <i>Infierno</i> de su <i>Divina -Comedia</i>.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">126. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter bene cum, -superis de rebus, habenda...</i></p> - -<p>Antes de investigar las leyes referentes á las etéreas regiones, -al curso del Sol y de la Luna y á los fenómenos terrestres, debemos -inquirir la naturaleza de nuestra alma, la de nuestra vitalidad y -la de todos los objetos que de cerca se nos ofrecen cuando estamos -en posesión de nuestras facultades, y que después, cuando nos -hallamos abatidos por enfermedad ó subyugados por el sueño, nos<span -class="pagenum" id="Page_8">p. 8</span> perturban hasta el punto de que -lleguemos á pensar que ven y oyen después de muertos aquellos seres -cuyos despojos cubren ya la tierra.</p> - - -<p class="verslat">137. <i xml:lang="la" lang="la">Nec me animi fallit, -Graiorum obscura reperta...</i></p> - -<p>Ni me engaño si pienso cuán difícil sea explicar en versos latinos -las investigaciones de los Griegos consideradas obscuras (propósito que -ha de obligarme á emplear palabras nuevas), ya por deficiencias del -idioma, ya por la novedad del asunto. Pero tu virtud por una parte, y -por otra el suave goce que me promete el trato de tu amistad, me animan -á emprender la difícil labor y me inducen á velar durante las apacibles -noches para escoger las frases que he de emplear en mis versos, -destinados á iluminar tu inteligencia con clara luz que te permita -penetrar en las cosas ocultas.</p> - - -<p class="verslat">147. <i xml:lang="la" lang="la">Hunc igitur terrorem -animi, tenebrasque necesse est...</i></p> - -<p>Y pues no se disipan aquel terror y aquellas tinieblas del espíritu -ni con el lucir del Sol, ni con la brillantez del día, sino con el -estudio reflexivo de la Naturaleza en cuanto ésta se nos ofrece, -sírvanos de exordio este principio: <i>De nada nunca puede producirse -maravillosamente algo.</i> Ahora, muchas veces, los mortales, dominados -por el temor,<span class="pagenum" id="Page_9">p. 9</span> cuando -no pueden explicarse las causas de los fenómenos que se realizan en -la tierra ó en la inmensidad del espacio, las suponen dependientes -de la voluntad de númenes; pero cuando se persuadan de que nada -puede formarse de nada, emprenderán obra de investigación que les -hará conocer cómo pueden producirse los seres sin la intervención de -dioses.</p> - - -<p class="verslat">160. <i xml:lang="la" lang="la">Nam si de nihilo -fierent, ex omnibus rebus...</i></p> - -<p>Y si de nada surgiesen los seres, también de éstos confusamente -podrían formarse diversos géneros, sin necesidad de gérmenes: así, -del mar podrían nacer hombres y de la tierra la estirpe de escamas y -los volátiles; en los aires se producirían tímidos corderos, toros y -caballos; las fieras, originadas por el acaso, poblarían desiertos y -tierras cultivadas; los mismos frutos no se producirían siempre de los -mismos árboles, sino todos aquéllos de todos éstos brotarían; porque -si no existieran elementos formativos diferenciados, ¿qué orden podría -suponerse en la generación? Pero cada ser es creado, nace y toma rumbo -en los espacios de la vida merced á un propio determinado germen, y -tiene la peculiar naturaleza que corresponde á los elementos que lo -constituyen; luego todo, no de todo indiferentemente se produce,<span -class="pagenum" id="Page_10">p. 10</span> sino cada ser de otro que -tenga adecuada virtualidad.</p> - - -<p class="verslat">175. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, cur Vere -rosam, frumenta calore...</i></p> - -<p>Después de todo, ¿por qué en primavera vemos la rosa, las espigas -en tiempo de calor, en el húmedo otoño las vides, si no es porque en -épocas fijas se congregan los elementos propios de cada especie y -permiten á las jóvenes plantas exponer impunemente á la luz del día -sus tiernos tallos, porque las condiciones del medio que les rodea -son adecuadas para su vida? Es lo cierto que si de nada los seres se -formasen, nacerían súbitamente en épocas inciertas y en todos sitios, -porque la potencia productora funcionaría sin orden.</p> - - -<p class="verslat">185. <i xml:lang="la" lang="la">Nec porrò augendis -rebus spatio foret usus...</i></p> - -<p>Y por igual motivo, si éstos á la nada se debieran, no sería -necesaria la acción del tiempo sobre las semillas; entre la infancia -y la juventud no habría relación continua; de la tierra los árboles -ya corpulentos brotarían. Pero es patente que no es ese el orden -natural: todo crece paulatinamente de germen propio y con sujeción á -las condiciones de su especie; de tal modo, que puedes comprobar cómo -el desarrollo íntegro de cada ser es dependiente del crecimiento<span -class="pagenum" id="Page_11">p. 11</span> de la materia de que el mismo -ser está constituido.</p> - - -<p class="verslat">195. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, uti -sine certis imbribus anni...</i></p> - -<p>Aún más sucede: la tierra no podría dar buenos productos si -careciera del beneficio de lluvias periódicas, y los animales, -privados de alimentos, no podrían propagar su especie ni sostener -la vida. Puedes reconocer que son muchos los elementos simples, -comunes á innumerables cuerpos, de modo igual que integran á muchas -palabras unas mismas letras, antes que admitir la existencia de -cosa alguna independiente de aquellas substancias primarias. ¿Por -qué no ha producido la Naturaleza hombres que atravesasen á pié el -Océano, como si éste fuera un vado, ó que pudieran deshacer con las -manos las montañas, ó que mantuvieran la vida largos siglos, si no -es porque todas las creaciones de la materia<a id="FNanchor_11" -href="#Footnote_11" class="fnanchor">[11]</a> han de tener entre sí -regular adaptación? Preciso es, pues, declarar que nada se forma de la -nada, y que todas las cosas que participan de la vida presuponen el -desarrollo de un germen.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_11"><span class="label"><a -href="#FNanchor_11">[11]</a></span> Burnet dice que á los Hebreos, á -los Griegos y á los Latinos jamás ocurrió una palabra equivalente á -las actuales de <i>crear</i> y de <i>aniquilar</i>. San Jerónimo consideraba -sinónimas las dicciones <i>crear</i>, <i>formar</i> y <i>construir</i>.</p> - -</div> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_12">p. 12</span>209. -<i xml:lang="la" lang="la">Postremo, quoniam incultis præstare -videmus...</i></p> - -<p>Vemos, por último, que los terrenos labrados producen más que los -faltos de cultivo y que la mano del agricultor mejora los frutos: -luego es evidente que las tierras se nutren de elementos primarios y -aumentan su fecundidad cuando aquellos principios de vida se renuevan -mediante la remoción del suelo por el corvo arado. Si tales elementos -no existiesen, los productos naturales mejorarían espontáneamente, sin -auxilio de trabajo nuestro.</p> - - -<p class="verslat">216. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, uti -quidque in sua corpora rursum...</i></p> - -<p>Ocurre que la Naturaleza en tiempos sucesivos descompone los -cuerpos y los reduce á sus elementos simples; no aniquila, empero, -á ningún ser. Pues si los elementos fuesen destructibles, las cosas -perecerían repentinamente; una débil acción bastaría para separar sus -partes y para anular el nexo que las uniera; por lo contrario, podemos -comprobar que los elementos son eternos y que la muerte no es más que -una descomposición de concreciones materiales por efecto de natural -impulso, que al obrar sobre los cuerpos ensancha los poros de éstos y -disgrega sus moléculas.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_13">p. 13</span>226. -<i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quæcumque vetustate amovet -ætas...</i></p> - -<p>Demás de lo dicho, si el tiempo que todo lo transforma consumiese -la materia, ¿de dónde la potencia generadora restablecería en la -existencia las especies de animales? ¿De dónde la tierra derivaría -alimentos para nutrir y perfeccionar los seres? ¿De dónde caudalosos -ríos y manantiales ingenuos extraerían las aguas para pagar á los mares -su tributo? ¿Cómo el éter sostendría la gravitación de los astros? Si -los elementos se extinguieran, ya se habrían consumido, agotados por -los siglos; pero si han superado al tiempo y desde la eternidad no -cesan de actuar en transformaciones continuas, ciertamente su esencia -es inmortal. Luego ningún ser puede extinguirse totalmente.</p> - - -<p class="verslat">239. <i xml:lang="la" lang="la">Denique res omnes -eadem vis causaque volgo...</i></p> - -<p>Las cosas, finalmente, serían destruidas por una misma fuerza -natural si los elementos componentes de ellas no fuesen eternos ó -estuviesen ligados con débil cohesión; para deshacerlas bastaría -un contacto, que aunque leve, fuera suficiente para inutilizar -la resistencia de moléculas desprovistas de perpetua fuerza de -atracción. Como la materia no muere, subsiste en una forma hasta -que circunstancias complejas debilitan la<span class="pagenum" -id="Page_14">p. 14</span> adaptación de cada objeto con el medio en -que se mueve; cuando este caso llega, los cuerpos se descomponen y sus -elementos vuelven dispersos al Todo universal de que procedían.</p> - - -<p class="verslat">251. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo, pereunt -imbres, ubi eos pater Æther...</i></p> - -<p>También se confunden las lluvias en el seno materno de la tierra, -adonde el próvido éter las precipita; por su influencia las brillantes -mieses dan brotes, reverdecen los árboles, cuyas ramas, después de -crecer, se inclinan encorvadas por el fruto que sirve de alimento á los -hombres y de pasto á los animales; de esa fecundidad surge la juventud, -y las ciudades se renuevan; las aves canoras, en las florecientes -selvas, entonan sus cantos harmoniosos; los ganados se esponjan, y -de sus hinchadas ubres mana sabrosa leche con la que se embriagan -retozones corderillos en la pradera alegre. Lo que desaparece de -nuestra vista no se extingue, sino se transforma: la vida surge de la -muerte.</p> - - -<p class="verslat">266. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, res -quoniam docui non posse creari...</i></p> - -<p>Si bien es cierto que los seres en actualidad nunca de la nada han -brotado ni se ani<span class="pagenum" id="Page_15">p. 15</span>quilan -totalmente, debes también tener por cierto que aun cuando para los -sentidos carezcan de apariencias muchos cuerpos elementales, la -existencia de éstos se halla comprobada por la razón.</p> - - -<p class="verslat">272. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, Venti vis -verberat incita pontum...</i></p> - -<p>El tormentoso viento con inmenso impulso revuelve los mares, sumerge -los buques, dispersa las nubes y forma fuertes formidables torbellinos -que los campos barren, árboles talan, arbustos destrozan, llenan las -planicies con los despojos de victorias obtenidas en las montañas y -agitan los mares con aterrador estruendo. Pero aunque notas el viento, -no ves los principios elementales de que se compone; es como un soplo -que conmueve las nubes, el mar y la tierra; es también como río cuyo -caudal enriquecen aguas torrenciales que bajan de las montañas con -impulso asolador, y á las veces destruye los puentes más sólidos, y -á las veces con impetuoso movimiento se desborda, combate y arrastra -cuanto se opone á su furia; cuando los fuertes vientos dominan, empujan -á todo lo que les resiste, lo acometen, lo rodean, lo envuelven en -remolinos y lo elevan á la atmósfera. Por sus efectos, los aires y los -ríos se nos muestran como sensibles en cierto grado.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_16">p. 16</span>302. -<i xml:lang="la" lang="la">Tum porro varios rerum sentimus -odores...</i></p> - -<p>Tampoco son visibles las emanaciones odoríficas que afectan nuestro -olfato, ni vemos el sonido, el calor, ni el frío, que indudablemente -son fenómenos de cuerpos que se ponen en inmediata relación con -nuestros órganos; y todo y cualquier contacto sólo puede realizarse -mediante la intervención de substancias corpóreas.</p> - - -<p class="verslat">309. <i xml:lang="la" lang="la">Denique fluctifrago -suspensæ in littore Vestes...</i></p> - -<p>Ropas colocadas á orillas del mar fácilmente se humedecen, y -expuestas luego á la acción del Sol pronto pueden quedar secas: no -se habrá visto la manera cómo el fluido acuoso penetrara en ellas y -después saliera evaporado por el calor; pero es indudable que uno -y otro fenómeno se deben á la influencia de mínimas partículas, -imperceptibles para la vista.</p> - - -<p class="verslat">315. <i xml:lang="la" lang="la">Quim etiam multis -Solis redeuntibus annis...</i></p> - -<p>Después de muchos años de uso el anillo se desgasta en el dedo; con -el tiempo gota á gota el agua horada la piedra; la reja del arado se -desbasta con el trabajo en los campos; las piedras de los caminos con -el roza<span class="pagenum" id="Page_17">p. 17</span>miento de los -piés se pulimentan; la diestra mano de las estatuas de bronce colocadas -en las puertas de la ciudad disminuye de volumen con los repetidos -besos de los devotos. La deficiencia de nuestros sentidos no nos -permite penetrar en la íntima labor que se realiza en la Naturaleza y -que da por resultado un desvanecimiento gradual de varios cuerpos, la -formación de algunos por la acumulación de corpúsculos imperceptibles, -y la disgregación de otros por la ruptura de los vínculos que unen sus -partes componentes, de modo parecido al socavamiento que la sal de las -aguas marinas produce con lentitud en enormes promontorios que amenazan -al mar con su elevada cumbre. Luego en la Naturaleza obra la agregación -y disgregación de partes mínimas é invisibles.</p> - - -<p class="verslat">326. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo, quæcumque -dies, Naturaque rebus...</i></p> - -<p>Pero no de concreciones corpóreas se compone solamente la -Naturaleza; también en ella existen espacios desocupados: y te será -útil conocer los fundamentos de esta verdad, porque en la investigación -de las cosas no conviene proceder con divagaciones, y mi opinión -respecto de la extensión no ocupada por cuerpos compuestos, á la que -llamaré vacío, es de fácil comprobación.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_18">p. 18</span>339. -<i xml:lang="la" lang="la">Quod si non esset, nulla ratione -moveri...</i></p> - -<p>Porque si así no fuera, no sería explicable la razón de movimiento; -y si los cuerpos no pudieran cambiar de posición, no sería posible -que se cumpliera aquella ley; pero es indudable que presenciamos el -movimiento, lo mismo en el mar que en la tierra y en las alturas: y ese -mudar constante de los seres en sí mismos y con relación á los demás, y -aun la misma generación, no se efectuarían si no existiera espacio: la -materia acumulada yacería en perpetuo reposo.</p> - - -<p class="verslat">350. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea quamvis -solidæ res esse putentur...</i></p> - -<p>Añadiré que todos los cuerpos, aun los más duros, son porosos: las -piedras poseen intersticios por entre los cuales corre el agua que -después gotea en los antros; las substancias alimenticias disueltas -se distribuyen por todas las partes del animal; los árboles crecen y -dan frutos en sazón oportuna, porque los jugos nutricios suben por el -tronco y luego se reparten por las ramas; los sonidos se transmiten á -las casas á través de los muros; el frío penetra hasta lo interior de -los huesos: tales efectos de penetración de los cuerpos se deben al -vacío.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_19">p. 19</span>362. -<i xml:lang="la" lang="la">Denique cur alias aliis præstare -videmus...</i></p> - -<p>Además, ¿cómo podremos explicarnos el peso diferente que tienen -cuerpos de igual volumen? Si en la báscula se colocasen un vellón -de lana y un trozo de plomo de idéntico tamaño, pesarían lo mismo -si tuvieran igual densidad, porque es propiedad de la materia la -pesantez que al vacío negó la Naturaleza; por este motivo afirmamos -que de dos cuerpos de igual volumen y de diferente peso el más leve ha -de tener mayor espacio vacío entre sus moléculas<a id="FNanchor_12" -href="#Footnote_12" class="fnanchor">[12]</a>; luego la razón demuestra -con toda claridad que el vacío existe en la Naturaleza.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_12"><span class="label"><a -href="#FNanchor_12">[12]</a></span> La Física moderna demuestra por -medio del tubo comprobante de la porosidad y de la máquina pneumática -lo mismo que acerca de este punto sostenía Lucrecio hace veinte -siglos.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">374. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his rebus, -ne te deducere vero...</i></p> - -<p>Para que no te subyugue un error que acerca de este punto sostienen -algunos, voy desde luego á combatirlo. Dicen que así como los peces -nadadores pueden abrirse paso por entre las masas líquidas, las cuales -vuelven á cerrarse detrás de ellos, así también los diferentes cuerpos -moverse pueden y cambiar de lugar en el espacio aunque éste no se halle -vacío: pero la razón<span class="pagenum" id="Page_20">p. 20</span> -patentiza la falsedad de esta argumentación; ¿cómo podrían los peces -avanzar si las ondas no se replegasen ante el paso de ellos? ¿Y cómo -podrían las masas acuosas precipitarse hacia donde los peces no pueden -ir? Será, pues, necesario reconocer que los cuerpos están privados de -movimientos ó que las concreciones corpóreas existen en el vacío, donde -ejercitan su potencia motriz.</p> - - -<p class="verslat">388. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo duo de -concurso corpora lata...</i></p> - -<p>En fin, si dos superficies planas en contacto repentinamente quedan -separadas, dejan entre sí un vacío que no se puede llenar de improviso, -porque el aire, aunque sutil, no ocupa un espacio sin haber circulado -antes por alrededor. El que pretendiese que después de separados los -dos cuerpos que han estado próximos, el espacio que resulta entre ellos -se llenara por dilatación del aire que antes existiera condensado entre -los dos planos superpuestos, se equivocaría ciertamente: el vacío se -formó al quedar separados los cuerpos; antes no existía, y cuando -lo hubo se llenó de aire, y no antes. Ni del modo que se imaginan -algunos el aire puede reducirse, ni dado el supuesto de que así pudiera -condensarse, el hecho se efectuaría sin la mediación de espacios -vacíos. Nece<span class="pagenum" id="Page_21">p. 21</span>sario es, -pues, confesar que el vacío existe en la Naturaleza.</p> - - -<p class="verslat">404. <i xml:lang="la" lang="la">Multaque præterea -tibi possum commemorando...</i></p> - -<p>Muchos otros argumentos podría exponerte en confirmación de la tesis -que sustento; pero lo anotado basta para que tu clara inteligencia te -descubra lo demás que omito. Así como canes montívagos hallan entre -apretados ramajes el escondido lugar que sirve de refugio á la fiera, -después que el olfato les da á conocer la pista que aquélla siguió en -su huida, así también unas reflexiones te conducirán á otras que te -permitan descubrir secretos de la Naturaleza, y consiguientemente la -verdad.</p> - - -<p class="verslat">414. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si pigraris, -paulumve abscesseris ab re...</i></p> - -<p>Pero si vacilaras en la empresa y no te decidieras á hacer por ti -mismo ese trabajo de investigación, prometo ¡oh Memmio! darte á conocer -con suave frase y decisión firme todo lo que á grandes sorbos he bebido -en copiosas fuentes de verdad, si bien temo que la vejez con su lenta -labor consiga consumir el soplo de nuestra vida antes de que yo pueda -exponerte en versos harmoniosos la serie de argumentos que he reunido á -tal asunto pertinentes; pero ahora comenzaré por repetirte la síntesis -de lo ya dicho.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_22">p. 22</span>423. -<i xml:lang="la" lang="la">Omnis, ut est, igitur per se Natura -duabus...</i></p> - -<p>Todo lo que la Naturaleza es en sí, está constituido por los cuerpos -y por el vacío en que aquéllos se hallan y se mueven: los sentidos, -que son fundamento de certeza y auxiliar de la razón, porque sin ellos -ésta se vería envuelta en numerosas dificultades para explicarse las -causas de los fenómenos, dan testimonio de que los cuerpos existen por -sí; y la reflexión demuestra que todos esos cuerpos tienen precisa -colocación y necesariamente se mueven con distintas direcciones en -un lugar ó espacio al que denominamos vacío, como antes he dicho<a -id="FNanchor_13" href="#Footnote_13" class="fnanchor">[13]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_13"><span class="label"><a -href="#FNanchor_13">[13]</a></span> El moderno positivismo no puede -gloriarse de contar á Lucrecio entre sus precursores.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">434. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea nihil est, -quod possis dicere ab omni...</i></p> - -<p>Por lo mismo, nada existe que no se halle comprendido en los cuerpos -compuestos ó en el vacío donde están disueltos los elementos simples; -no hay una tercera especie en la Naturaleza; todo cuanto concreto -es, aunque mínimo y exiguo, tiene su peculiar extensión, grande ó -pequeña, y al ser perceptible para el tacto, está incluido en la suma -de los cuerpos: todo lo demás que pueda ser atravesado por éstos ó les -sirva<span class="pagenum" id="Page_23">p. 23</span> de residencia, -pertenece al espacio que llamamos vacío.</p> - - -<p class="verslat">444. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, per se -quodcumque erit, aut faciet quid...</i></p> - -<p>Aún añadiré que todo lo que se mueve por sí mismo, permanece sujeto -á la acción de agentes ó facilita espacios que permitan colocación y -movimiento á otros cuerpos; nada que no sea cuerpo goza del derecho -de moverse ó ser movido; el vacío le deja campo libre; así, además -de los cuerpos, además del espacio, no hay una tercera clase de -entidades que tengan existencia en la Naturaleza: ni nuestros sentidos -perciben ni la razón alcanza lo contrario; lo que no es materia ni -espacio es propiedad ó accidente; propiedades de los cuerpos son -aquellas condiciones que están dadas conjuntas con las cosas de las -que no pueden separarse y á las que no se pueden arbitrariamente -agregar, tal como el calor respecto del fuego, el peso respecto de las -piedras, la fluidez del agua, la tangibilidad de todos los cuerpos, -la intangibilidad del espacio; pero por lo contrario, la esclavitud, -libertad, riqueza, pobreza, guerra, paz y todos los modos de la -existencia que pueden variar sin que se altere la naturaleza de las -cosas reciben el nombre de accidentes.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_24">p. 24</span>463. -<i xml:lang="la" lang="la">Tempus item per se non est, sed rebus ab -ipsis...</i></p> - -<p>El tiempo tampoco existe por sí; lo percibimos con relación á las -cosas, como atravesado en la continuación, desde el origen, por el -momento actual y por la secuencia. Nadie puede sentir el tiempo en el -instante en que desligado lo considere del movimiento de las cosas ó de -la plácida quietud.</p> - - -<p class="verslat">468. <i xml:lang="la" lang="la">Denique Tyndaridem -raptam, belloque subactas...</i></p> - -<p>También cuando se habla de la robada Tindárida<a id="FNanchor_14" -href="#Footnote_14" class="fnanchor">[14]</a> y de la guerra que -arruinó á las troyanas gentes, debemos reconocer que esos hechos -no existieron por su propia virtualidad: cuando el curso de los -acontecimientos deja atrás irrevocablemente unos cuantos siglos de los -hombres, lo que ocurre es que unos hechos han dado lugar á otros; así -se prueba que todos los sucesos accidentes son de los cuerpos ó del -espacio.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_14"><span class="label"><a -href="#FNanchor_14">[14]</a></span> La robada Tindárida: se trata de -Helena, hija de Júpiter y de Leda; esta última era esposa de Tíndaro, -rey de Occalia. Helena fué robada por Teseo, rey de Atenas; después -casó con Menelao, rey de Lacedemonia, y fué robada nuevamente por -Páris, hijo de Príamo, rey de Troya.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">475. <i xml:lang="la" lang="la">Denique materies si -rerum nulla fuisset...</i></p> - -<p>Si no existiese la materia de las cosas ni tampoco el lugar ó -espacio en que las cosas<span class="pagenum" id="Page_25">p. -25</span> tienen su lugar, ni el fuego amoroso que la hermosura de -Helena despertó en el corazón del frigio raptor habría encendido una -guerra que produjo muchas batallas, ni la célebre máquina construida -por los Griegos habría vomitado ejércitos que á sangre y fuego -destruyeron á Troya. Bien puedes ver que los acontecimientos no -tienen una existencia real como los cuerpos y el espacio, sino son -modificaciones de esos dos principios.</p> - - -<p class="verslat">487. <i xml:lang="la" lang="la">Corpora sunt porro -partim primordia rerum...</i></p> - -<p>Bajo el nombre de cuerpos comprendemos los elementos simples de la -Naturaleza y también todos los seres que de ellos pueden formarse. -Los elementos son indestructibles, y su indivisibilidad en todo se -demuestra. Difícil, sin embargo, es concebir su perfecta solidez cuando -consideramos que el sonido, la voz y el rayo atraviesan las paredes -de las casas; que el hierro metido en el fuego se hace incandescente; -que del seno de los volcanes saltan desmenuzadas duras piedras; que el -oro, por la acción del fuego, se liquida y el hielo se deshace; que el -frío y el calor se transmiten á la plata; que si tenemos en las manos -un vaso, nos impresionamos de la temperatura de los cuerpos líquidos -que en él vertemos. Luego en los objetos no existe solidez perfecta. -Pero á fin de que<span class="pagenum" id="Page_26">p. 26</span> mejor -domines estas verdades que la Naturaleza muestra y la razón demuestra, -voy á auxiliarte con algunas reflexiones encaminadas á hacerte observar -que aunque todos los cuerpos no sean completamente sólidos, lo son los -elementos simples que los integran.</p> - - -<p class="verslat">508. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, quoniam -duplex natura duarum...</i></p> - -<p>Primeramente, considero ya probado que la Naturaleza consta de -dos porciones entre sí diversas: los cuerpos y el espacio en que -aquéllos residen; es necesario que ambas regiones existan puras, -independientemente la una de la otra; donde hay cuerpo no hay espacio; -donde hay espacio no hay materia: y es indudable que si los elementos -simples son perfectamente sólidos, no pueden contener vacío.</p> - - -<p class="verslat">516. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoniam -genitis in rebus Inane est...</i></p> - -<p>En segundo lugar, si hay vacíos entre las moléculas de que los -cuerpos se componen, preciso es afirmar que esos vacíos están limitados -por la materia que los rodea; luego no tiene razonable fundamento la -opinión de que todo cuerpo encierra vacíos no determinados por materia -sólida: todos los cuerpos son, en suma, agregados de elementos simples, -en los que no es posible confun<span class="pagenum" id="Page_27">p. -27</span>dir la materia con el vacío. La materia, pues, consta de -sólidos principios eternos, aunque sean disolubles los cuerpos que -constituyen.</p> - - -<p class="verslat">525. <i xml:lang="la" lang="la">Tum porro si nil -esset, quod Inane vacaret...</i></p> - -<p>Por cierto que si no existiese espacio susceptible de quedar -desocupado, todo sería sólido; y si por lo contrario, no hubiera -substancias sin determinaciones corporales que llenaran los -sitios, que constituyeran las cosas, todo lo que forma el espacio -quedaría desocupado y vacío<a id="FNanchor_15" href="#Footnote_15" -class="fnanchor">[15]</a>. Distintos son, pues, cuerpo y espacio: ni -todo es materia, ni todo está vacío; luego la propia fluidez de las -esencias corporales establece perfecta distinción entre la materia y el -espacio.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_15"><span class="label"><a -href="#FNanchor_15">[15]</a></span> Lucrecio emplea las palabras -<i>spatium</i> (espacio, escenario de la vida); <i>vacuum</i> (vacío, entre -cuerpos determinados), é <i>inane</i> (extensión desocupada).</p> - -</div> - - -<p class="verslat">533. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc neque dissolvi -plagis extrinsecus icta...</i></p> - -<p>Los elementos simples de la materia no pueden ser perjudicados -en su exterior ni penetrados de modo alguno; por lo mismo, ninguna -acción puede alterarlos, según ya te he demostrado en líneas -anteriores. Y como la ruptura de los cuerpos, su descomposición, su -fraccionamiento, su penetración por el agua, su modificación por el -fuego, su destrucción por agentes de diversa es<span class="pagenum" -id="Page_28">p. 28</span>pecie sólo pueden efectuarse mediante el -vacío, hasta el punto de que más propensos á pronta descomposición -son los cuerpos que tienen más concavidades entre sus moléculas, es -evidente que si los elementos primarios son, como ya te he enseñado, -sólidos, también han de ser eternos.</p> - - -<p class="verslat">545. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, nisi -materies æterna fuisset...</i></p> - -<p>Además, si la materia no fuese eterna, hace ya muchos siglos que -todas las cosas habrían sido aniquiladas y habrían vuelto á surgir -espontáneamente; pero si es cierto, como he procurado hacer patente, -que de nada no puede crearse algo y que los seres se transforman pero -no se pierden totalmente, debe ser también cierto que los cuerpos -generadores han de ser inmortales, para que disueltas unas concreciones -corpóreas en tiempos oportunos, de ellos puedan reproducirse otras. Es -decir, que los siglos tienen duración y los seres se renuevan, merced á -la perdurabilidad y solidez de los elementos de la materia.</p> - - -<p class="verslat">556. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, si nullam -finem Natura parasset...</i></p> - -<p>En fin, si en la Naturaleza no tuviesen límites las divisiones -de los cuerpos, también las substancias materiales llegarían á -una tenuidad indefinida; con el recorrer de<span class="pagenum" -id="Page_29">p. 29</span> los siglos quedarían agotadas, y los cuerpos -que de ellas se formasen no tendrían firmeza ni duración, y podrían -quedar extinguidos antes de alcanzar pleno desarrollo; porque la -muerte sería más rápida que la reproducción, y las pérdidas del tiempo -ya pasado no podrían ser reparadas por el tiempo futuro; pero como -vemos que los siglos corren y que las sucesiones se realizan con un -equilibrio siempre igual y proporcionado á las fuerzas consumidas, -hemos de considerar que la división de la materia tiene un límite de -contrapeso regular.</p> - - -<p class="verslat">570. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, uti -solidissima materiai...</i></p> - -<p>Admitido que los elementos de la materia sólidos y simples son, -pueden, sin embargo, tener una consistencia débil y constituir el -fuego, el aire, el agua, la tierra, mediante una movilidad especial -de las moléculas que generan esos cuerpos entre cuyas partes existen -igualmente espacios vacíos<a id="FNanchor_16" href="#Footnote_16" -class="fnanchor">[16]</a>; por lo contrario, si los principios de -las cosas tuvieran de propia naturaleza débil cohesión y deleznable -estructura, no podrían formar las<span class="pagenum" id="Page_30">p. -30</span> grandes masas pétreas que constituyen el armazón de nuestro -mundo, ni servirían para la composición del hierro y otros cuerpos -duros. Luego los elementos primarios deben ser sólidos y simples, y -la diversa condensación que en sus combinaciones experimenten deberá -ser el origen de los diferentes seres y de los distintos grados de -resistencia y densidad que éstos ofrecen.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_16"><span class="label"><a -href="#FNanchor_16">[16]</a></span> Las palabras de Lucrecio prueban -que éste consideraba que la tierra, el aire, el agua y el fuego eran -cuerpos compuestos: la doctrina de los cuatro elementos, aunque tenía -algunos partidarios entre Griegos y Latinos, no se generalizó hasta la -Edad Media.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">582. <i xml:lang="la" lang="la">Denique jam quoniam -generatim reddita finis...</i></p> - -<p>La Naturaleza se determina en hechos constantes que regularizan el -crecimiento y la duración de los seres y circunscriben la acción de las -especies vivientes en esfera que no pueden franquear: muchas clases de -pájaros se distinguen de otras análogas únicamente por la presencia -constante de algunas pintas en su plumaje. Indudablemente se da en -todos los seres un complejo invariable de materia; si los elementos que -los integran no fuesen fijos, la Naturaleza no se mostraría en leyes, -es decir, en hechos constantes, y carecería de orden. Cada ser tiene -aptitudes acomodadas á su constitución, y por ese motivo se reproducen -las especies, entre las cuales se conservan y se transmiten hábitos, -gestos, estaturas, instintos y predilecciones por tales ó cuales -alimentos.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_31">p. 31</span>597. -<i xml:lang="la" lang="la">Tum porrò, quoniam extremum cuiusque -cacumen...</i></p> - -<p>Y ciertamente el elemento primordial de los cuerpos es tan -tenue, que los sentidos no pueden apreciarlo; no consta de partes; -es lo más infinitamente pequeño que hay en la Naturaleza, y apenas -puede considerarse como cuerpo, ya que nunca existe por sí solo é -independiente de otros que constituyen la masa de la materia; unidos -entre sí fuertemente hasta el punto de resistir la acción de toda -fuerza, los elementos de la materia son considerados como sólidos y -simples, aunque constan de mínimas porciones homogéneas enlazadas -entre sí con vigor imperecedero: así es que mientras la Naturaleza -sea, serán, sin disminuir en nada, esos principios, propios de toda -generación y de todo crecimiento.</p> - - -<p class="verslat">615. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea nisi erit -minimum parvissima quæque...</i></p> - -<p>Además, si no hubiese un término mínimo infranqueable en la -composición de los cuerpos, éstos constarían de infinitas partes, y -cualquiera de ellas se podría dividir en mitades y éstas en otras -indefinidamente; entonces, ¿qué diferencia última se daría entre las -masas grandes y pequeñas? Ninguna, porque todas serían igualmente -fraccionables infinitamente. Pero como á la<span class="pagenum" -id="Page_32">p. 32</span> razón repugna esa conclusión absurda, preciso -es reconocer que los elementos simples son las últimas divisiones -posibles de los cuerpos de la Naturaleza, y consiguientemente por este -motivo debe también confesarse que los tales elementos son sólidos y -eternos.</p> - - -<p class="verslat">626. <i xml:lang="la" lang="la">Denique si minimas -in partes cuncta resolvi...</i></p> - -<p>Últimamente, si la Naturaleza creadora al descomponer los seres -no los redujera á sus partes mínimas indivisibles, no podría reparar -la vida, porque los cuerpos compuestos carecen de las condiciones -de atracción, peso, repulsión, concurso y movimiento adecuadas para -engendrar los seres. Luego si la división de los cuerpos fuera -infinita, aún nos veríamos obligados á reconocer que á lo menos algunos -que existen de toda eternidad, todavía no han sido alterados por los -peligros y accidentes anexos á la vida; y si todos los cuerpos fuesen -frágiles, la Naturaleza habría sido inconstante en favor de los que han -podido resistir los embates de los siglos.</p> - - -<p class="verslat">640. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter, qui -materiem rerum esse putarunt...</i></p> - -<p>Por tanto, los que afirmaron que el fuego es elemento de la materia -y origen del Universo estaban desprovistos de razón; Herá<span -class="pagenum" id="Page_33">p. 33</span>clito fué el primero que -defendió esta doctrina y obtuvo alto renombre entre los Griegos -superficiales, prendados de un obscuro lenguaje, pero no entre los -sensatos que buscaban la verdad. Aquéllos sólo admiraban lo que se les -decía con palabras misteriosas, y consideraban como cierto cuanto se -les exponía en frases gratas al oído por su encantadora sonoridad.</p> - - -<p class="verslat">650. <i xml:lang="la" lang="la">Nam cur tam variæ -res possent esse, requiro...</i></p> - -<p>Y ¿cómo tan variadas especies existentes han podido ser creadas, -pregunto, sólo del fuego? El fuego en estado de condensación ó de -rarefacción, muestra siempre una igual naturaleza en sus partes y en -su conjunto: será más intenso cuanto más condensado éste se halle, -pero ni de su condensación ni de su rarefacción podría originarse la -extraordinaria variedad de seres que puebla el mundo: á pesar de todo, -si los apóstoles de la doctrina que impugno admitieran la teoría de -la materia en el espacio, podrían hallar alguna explicación relativa -á la real existencia de seres de diversa atracción molecular: pero -como no aceptan esa opinión, marchan entre vacilaciones y dudas, y -al cabo se alejan cada vez más del conocimiento de la verdad, quizá -abrumados por las dificultades que su investigación ofrece.<span -class="pagenum" id="Page_34">p. 34</span> Ni aun reparan en que si -los cuerpos estuvieran separados completamente del espacio en que se -concretan, no habría en el mundo más que una sola masa y de esta nada -se desprendería: lo contrario sucede con el fuego, del cual se derivan -centellas y chispas bastantes para hacer patente que el fuego no es una -masa compacta sino reunión de partes rodeadas de espacio.</p> - - -<p class="verslat">670. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si fortè ulla -credunt ratione potesse...</i></p> - -<p>Si por acaso creyeran que las moléculas del fuego, al apretarse -mutuamente, podían mudar la naturaleza de los cuerpos, este aserto -equivaldría á la negación del fuego como principio elemental, porque -sucedería que todo el fuego quedaba reducido á la nada y de la nada -todas las cosas se crearían; y pues todo aquello que muda, se altera -con el tiempo hasta que deja de existir, hay que renunciar al fuego -originario, ó admitir que los cuerpos no se reducen á la nada ni de la -nada las generaciones se suceden.</p> - - -<p class="verslat">680. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc igitur, quoniam -certissima corpora quædam...</i></p> - -<p>Ahora, pues, si los elementos simples conservan siempre su propia -naturaleza y forman diferentes cuerpos, no por su distinta esencia, -sino por las combinaciones que constituyen, preciso es afirmar que -tales<span class="pagenum" id="Page_35">p. 35</span> elementos de los -cuerpos no son de fuego, ya se junten ó se retiren ó se disgreguen -ó se muden sin faltar al orden; si la base primordial fuese fuego, -nada más que fuego habría en el mundo. Lo que hay de cierto es, según -pienso, que existen en la Naturaleza corpúsculos simplicísimos, los -cuales por su forma, por sus atracciones, sus movimientos y el orden -en que se colocan, producen el fuego y otras muchas cosas más ó menos -similares á éste, así como otros cuerpos que no tienen semejanza alguna -con aquél y aun algunos que pueden emitir emanaciones que afecten á -nuestros sentidos ó que exclusivamente nos son conocidas por relación -de tactilidad.</p> - - -<p class="verslat">695. <i xml:lang="la" lang="la">Dicere porrò ignem -res omnes esse, neque ullam...</i></p> - -<p>Decir, por tanto, que del fuego proceden todos los seres y que no -existe cosa alguna independiente de ese origen, es caer en un delirio -que nuestra inteligencia rechaza como contrario á las pruebas que -nos da el testimonio de nuestros sentidos; y admitir como primordial -materia el fuego porque se cree conocerlo perfectamente, y recusar al -mismo tiempo la existencia de otros seres que con suficiente claridad -se muestran ante nosotros, me parece inconsecuencia y error grave. -Para<span class="pagenum" id="Page_36">p. 36</span> conocer la -verdad, ¿qué mejor guía que nuestra razón auxiliada por los sentidos, -los cuales nos hacen distinguir lo falso de lo verdadero y nos dan -principio de certeza? Además, ¿por qué hemos de negar la existencia -de todas las cosas y admitir solamente la del fuego, ó negar que -éste exista y dar como reales solamente los demás cuerpos? Parece -que afirmar cualquiera de estos dos extremos es incurrir en igual -demencia.</p> - - -<p class="verslat">712. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter qui -materiem rerum esse putarunt...</i></p> - -<p>Así, los que han afirmado que el conjunto del Universo tiene su -fundamento en el fuego y los que han entendido que en el aire se -encuentra el origen de todos los seres, lo mismo que aquellos otros -que han sostenido que en el agua reside el principio creador, ó bien -que la tierra puede germinar todas las cosas ó determinarse en las -infinitas diferenciaciones corpóreas existentes, según mi parecer, -todos han caído en grave error, no menos que aquellos otros que suponen -combinaciones dualísticas formadas con los elementos de todas las -cosas, y al fuego juntan el aire, y á la tierra el agua; y también, por -último, los que entienden que de esos cuatro materiales, fuego, tierra, -aire y agua se han podido producir todos los seres.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_37">p. 37</span>723. -<i xml:lang="la" lang="la">Quorum Acragantinus cum primis Empedocles -est.</i></p> - -<p>Entre aquellos pensadores cumple colocar primero á Empedocles, -nacido en Agrigento, isla famosa en triángulo cortada, á la que cercan -azuladas ondas del mar Jónico y adornan con sinuoso regazo rocas -salpicadas de reluciente sal; separada por canal estrecho y tortuoso de -los promontorios de la tierra de Italia, oye el rugir de la espantosa -Caribdis y siente el tremer del ruidoso Etna que, irritado, amenaza -acumular en sus entrañas materiales de fuego y de aluvión hirviente -para lanzar después, con fiero arrojo, de sus hórridas fauces, -encendidas lavas cuyos fulgores en espiral lleguen al cielo; región -admirable llena de prodigios, fecunda en bellezas contempladas con -extático embeleso por la humana especie, enriquecida con dones copiosos -naturales, guardada por varones esforzados, nunca produjo nada más -grande y excelente que este filósofo, cuyos versos patentizaron su -divino genio y le acreditaron de investigador conspicuo que parecía -imposible fuera hijo de mortales.</p> - - -<p class="verslat">741. <i xml:lang="la" lang="la">Hic tamen et superà, -quos diximus, inferiores...</i></p> - -<p>Este, sin embargo, y otros muchos ya citados que aunque egregios -le son inferiores<span class="pagenum" id="Page_38">p. 38</span> -y varios que menos renombre han obtenido, hicieron públicas útiles -averiguaciones por su genio desentrañadas, más divinas, más santas -y mucho más conformes con los dictados de la razón que los oráculos -de la Pitonisa coronada con hojas de laurel y apoyada en el trípode -apolónico; pero todos erraron al discurrir acerca de la naturaleza de -las cosas, porque no supieron salvar un escollo que ha sido causa de -varios naufragios.</p> - - -<p class="verslat">749. <i xml:lang="la" lang="la">Primum quod motus, -exemplo rebus Inani...</i></p> - -<p>Primeramente, porque reconocen el movimiento y no comprenden el -vacío; creen que existen cuerpos suaves aislados entre sí, tales como -el aire, el sol, el fuego, las tierras, los animales, los frutos, y no -admiten intersticios ó vacíos en la masa de esos cuerpos.</p> - - -<p class="verslat">753. <i xml:lang="la" lang="la">Deinde quod omnino -finem non esse secandis...</i></p> - -<p>En segundo lugar, porque entienden que es indefinida la división -de los cuerpos y aun de las partes de éstos y no se explican la -existencia de un mínimo indivisible; pero como nuestros sentidos nos -dan testimonio de un último grado en las cosas, el cual es un mínimo -no susceptible de fraccionamiento, creo que has de considerar que -cuanto<span class="pagenum" id="Page_39">p. 39</span> existe se -compone de partes muy pequeñas pero indivisibles aunque escapen á la -percepción de nuestros órganos terminales.</p> - - -<p class="verslat">760. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit item, -quod jam primordia rerum...</i></p> - -<p>Añaden, además, que los elementos primordiales de las cosas son -blandos; pero la cualidad de la blandura nos parece propia de lo que -nace y muere, y si todo estuviera sujeto á esas alteraciones, la -Naturaleza habría ya aniquilado muchas veces el mundo y aun éste habría -vuelto á nacer de nada, aserciones que ya habrás visto cuán distantes -de la verdad se hallan.</p> - - -<p class="verslat">766. <i xml:lang="la" lang="la">Deinde inimica modis -multis sunt, atque venena.</i></p> - -<p>Además, debe considerarse que aquellos supuestos principios de los -seres son enemigos entre sí; como venenos los unos para los otros, se -combaten de muchos modos, se aniquilan, se disipan, y por su acción -mutua desaparecen como el rayo, el viento y la lluvia en deshecha -tempestad.</p> - - -<p class="verslat">770. <i xml:lang="la" lang="la">Denique quatuor ex -rebus si cuncta creantur...</i></p> - -<p>Últimamente: si todas las cosas fuesen formadas de aquellos cuatro -cuerpos considerados como elementos y todas en ellos se resolviesen, -¿qué razón tendríamos para afirmar que son el principio de todos -los<span class="pagenum" id="Page_40">p. 40</span> seres y no de -ellos resultado, ya que alternativamente se confunden, se disgregan y -mudan su naturaleza? Si por lo contrario piensas que el aire, el agua, -la tierra y el fuego no se confunden ni mudan de esencia, no podrás -comprender que de su combinación resulte ningún vegetal ni animal, -porque en esa conjunción se haría ostensible la propiedad inherente á -cada substancia y se hallarían mezclados la tierra con los aires y las -aguas con el fuego. Pero es lo cierto que todos los seres deberán tener -determinadas propiedades no reveladas en los componentes, para evitar -que prepondere ninguno, sino que, por lo contrario, cada cuerpo tenga -un carácter propio.</p> - - -<p class="verslat">788. <i xml:lang="la" lang="la">Quim etiam repetunt -a Cœlo atque ignibus ejus...</i></p> - -<p>Los partidarios de aquellas doctrinas derivan del cielo y de los -cuerpos ígneos el fuego; éste, según ellos, se convierte en aire, el -aire origina el agua, y ésta, por condensación, se modifica en tierra; -después, en sentido inverso, hacen nacer de la tierra el agua y de ésta -el fuego. Estas transformaciones no se alteran nunca ni se interrumpen, -y consideran que siempre los elementos viajan de la tierra al cielo y -del cielo á la tierra; pero tales metamorfosis son incompatibles con la -probada esencia de los elementos<span class="pagenum" id="Page_41">p. -41</span> simples, los cuales por su condición han de ser inmutables -para que todas las cosas no puedan quedar aniquiladas, porque ningún -objeto podrá ultrapasar las condiciones de su esencia sin dejar de ser -lo que antes era. Los principios, pues, de que ya hemos hablado, por su -naturaleza están exentos de toda mudanza, y por este motivo no quedan -totalmente deshechos los seres que de ellos se forman. Es racional -admitir que todos los cuerpos se componen de elementos, los cuales en -virtud de energías, atracciones y repulsiones, unas veces constituyen -el fuego y otras el aire, y siempre sirven para las transformaciones y -la continuada sucesión de todos los seres.</p> - - -<p class="verslat">809. <i xml:lang="la" lang="la">At manifesta palam -res indicat, inquis, in auras...</i></p> - -<p>Pero es patente, dices, que de la tierra, bajo la influencia del -aire, los cuerpos nacen y se alimentan; y si en tiempo favorable la -copa de los árboles no fuera agitada por las lluvias y los arbustos -no se inclinaran bajo su propio peso, el Sol por su parte no daría -calor, y los árboles y los animales no podrían nacer y desarrollarse. -Y ciertamente; si los alimentos sólidos con líquidos saludables no se -ayudasen, pronto nuestros miembros se debilitarían y se extinguiría -la ener<span class="pagenum" id="Page_42">p. 42</span>gía de nuestro -ser y la vitalidad de nuestros órganos y de nuestros nervios. Añadiré -que si el hombre y los animales necesitan propio adecuado alimento, y -si los seres viven á expensas los unos de los otros, es porque está -constituido cada uno por principios comunes á los demás, en relación -con el total del Universo. Importa, pues, que investiguemos no -solamente la naturaleza de esos principios elementales, sino también -sus leyes, sus aproximaciones, sus movimientos recíprocos; pues es -de toda evidencia que los principios que forman los ríos, el sol, el -cielo, el mar, la tierra, son los mismos que contienen los árboles, -los animales y los frutos de toda especie; todo se mueve según sus -elementos constitutivos.</p> - - -<p class="verslat">829. <i xml:lang="la" lang="la">Quim etiam passim -nostris in versibus ipsis...</i></p> - -<p>Sin duda notarás que en muchos de estos versos míos hay varios -elementos ó letras simples comunes á numerosas palabras, y, sin -embargo, ni los versos ni las palabras tienen igual significado y -sonido igual: varía el valor de las letras sólo al cambiar éstas de -orden. Y como los elementos primordiales de las cosas en mayor número -son que las letras, pueden producir mayor suma de seres diferentes.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_43">p. -43</span>836. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc et Anaxagoræ scrutemur -Homœomeriam...</i></p> - -<p>Examinemos ahora la homeomería<a id="FNanchor_17" -href="#Footnote_17" class="fnanchor">[17]</a> de Anaxágoras, como -los Griegos llaman, con una palabra expresiva de que nuestra lengua -carece, la doctrina de aquel filósofo; aunque es difícil de exponer la -homeomería en cuanto apenas trata de dar acerca del origen de todas -las existencias una explicación, según la cual cada hueso es formado -por un cierto número de huesos pequeños, cada víscera de otras muy -tenues; mínimas gotas de sangre componen la sangre; moléculas de oro -constituyen el oro; la tierra de pequeñas porciones de tierra procede; -el fuego del fuego; y en general todas las cosas se forman por igual -procedimiento.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_17"><span class="label"><a -href="#FNanchor_17">[17]</a></span> Homeomería, semejanza de todas las -partes.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">849. <i xml:lang="la" lang="la">Nec tamen esas ulla -parte idem in rebus Inane...</i></p> - -<p>Pero el mencionado autor en parte alguna admite el vacío ni concibe -límites en la división de los cuerpos: entiendo que acerca de estos -asuntos incurrió en error lo mismo que otros pensadores cuyas ideas ya -dejo refutadas.</p> - - -<p class="verslat">854. <i xml:lang="la" lang="la">Adde quod imbecilla -nimis primordia singit...</i></p> - -<p>También aprecia como deleznables los<span class="pagenum" -id="Page_44">p. 44</span> elementos primarios y de igual naturaleza -que las concreciones constituidas; y considera, por tanto, que están -expuestos á fenecer bajo la violencia de ataques exteriores; ¿cuál de -aquellos cuerpos ofrecerá entonces resistencia á la acción destructora -de la muerte? ¿el fuego ó el agua? ¿por acaso el oro? ¿cuál de éstos? -¿la sangre ó los huesos? Ninguno, sin duda; porque todos esos cuerpos -se descomponen como otros muchos que á nuestra vista perecen todos los -días. Y ya queda antes probado que ni las cosas pueden nacer de nada ni -completamente aniquilarse.</p> - - -<p class="verslat">867. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea quoniam -cibus auget corpus, alitque...</i></p> - -<p>Cierto es que todos los cuerpos se nutren y crecen por la virtud de -substancias primarias diluidas en los alimentos, y que nuestras venas, -nuestra sangre, nuestros huesos y nervios de partes diferentes se -componen; pero afirmar que los elementos de los cuerpos son la esencia -de los huesos, de la sangre y de los nervios en proporción adecuada, no -es decir que los principios que integran los cuerpos sólidos y líquidos -hayan de constar de partes heterogéneas proporcionadas á las venas, la -sangre y los huesos; porque si los cuerpos que vemos nacer de la tierra -estuviesen dentro de ella en pequeña cantidad<span class="pagenum" -id="Page_45">p. 45</span> tales como se nos muestran, constaría la -tierra de todas las diversas porciones que de ella surgen: y si -aplicamos esta idea general á todos los casos particulares, habríamos -de creer que el fuego, el humo y la ceniza están en la leña, y que ésta -contiene en sí aquellos materiales en diversas porciones.</p> - - -<p class="verslat">882. <i xml:lang="la" lang="la">Linquitur hic tenuis -latitandi copia quædam...</i></p> - -<p>Apenas hay salida para escapar de esta conclusión; y sin embargo, -de esa clase de argumentos usa Anaxágoras, el cual sostiene que todos -los cuerpos llevan en sí, como en germen, otros que de ellos se -derivan, y de los cuales son visibles los que principalmente están -en la superficie; pero estas ideas repugnan á la sana razón, y para -admitirlas sería preciso ver que el trigo, en el polvo á que lo reduce -la piedra del molino, mostraba señal de la sangre ó de otras partes -de nuestro cuerpo que con él se nutren, ó bien que dejase correr la -sangre al ser molido entre dos piedras; y que por igual razón la hierba -destilase leche tan pura y tan grata como la que se extrae de las ubres -de las ovejas; menester sería también que en los terrones se hallasen -legumbres, árboles, plantas en partes imperceptibles, y que los -quebrados troncos descubriesen humo, ceniza, fuego y llama, en ellos -ocultos; pero<span class="pagenum" id="Page_46">p. 46</span> nada de -esto sucede y es preciso confesar que en los cuerpos no se contienen -otros iguales mínimos ya determinados, sino que en todos existen -elementos simples que son comunes á otros muchos seres, los cuales son -diferenciados por virtud de las variadas combinaciones en que aquellos -elementos intervienen.</p> - - -<p class="verslat">904. <i xml:lang="la" lang="la">At sæpe in magnis -sit montibus, inquis, ut altis...</i></p> - -<p>Y sin duda has observado que en las elevadas montañas las fustigadas -copas de árboles, mecidas por tempestuoso vendaval, arden con fuego -que deja brillar largos torbellinos de movientes llamas; pero no por -eso has de entender que en la madera existe el fuego, sino que en ella -hay partes que por efecto del rozamiento se inflaman y comunican el -incendio á todo un bosque; pues si tanta llama hubiera estado escondida -en la selva no existirían árboles que pudieran preservarse del fuego -durante mucho tiempo ni bosques habría que no se hubiesen convertido ya -en ceniza.</p> - - -<p class="verslat">914. <i xml:lang="la" lang="la">Jam ne vides igitur, -paulo quod diximus ante...</i></p> - -<p>¿No comprendes, como poco antes ya te he dicho, la importancia que -tienen las combinaciones de que son los elementos susceptibles, según -la diferente posición y canti<span class="pagenum" id="Page_47">p. -47</span>dad en que intervengan, y los distintos movimientos que -engendren ó que reciban? ¿No sucede con esos fenómenos lo mismo que con -las palabras <i>lignis</i> é <i>ignis</i> latinas, compuestas cuasi de las mismas -letras aunque representan ideas muy diferentes?</p> - - -<p class="verslat">922. <i xml:lang="la" lang="la">Denique jam -quæcumque in rebus cernis apertis...</i></p> - -<p>En fin, si juzgas que no se puede explicar la causa de los fenómenos -sin atribuir á los elementos que los producen iguales propiedades, -necesario es conceder que se ríen como nosotros y que se bañan de -amargas lágrimas.</p> - - -<p class="verslat">928. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quod -superest, cognosce, et clarius audi...</i></p> - -<p>Ahora, escucha y oye verdades que voy á descubrirte, y que, si no -me engaño, son de exposición difícil, pero que exploraré estimulado -por el premio de la gloria é impulsado por suave amor que me inspiran -las Musas; animado por este sentimiento, me elevaré á las cimas del -Parnaso y recorreré campos, hasta ahora no hollados por ninguna planta; -iré á beber grato licor de fuentes vírgenes y me apresuraré á coger -desconocidas flores con las que tejeré para mi cabeza corona insigne -mejor que todas las que hasta hoy las Musas han concedido: primeramente -porque enseño altas verdades<span class="pagenum" id="Page_48">p. -48</span> é intento romper la dura esclavitud con que las religiones -han abatido los ánimos, y además, porque suavizaré un estudio árido con -las gracias de la poesía que convierte en agradable un asunto obscuro; -así obraré conforme á razón. De igual modo que los médicos al propinar -á los niños amarga medicina, untan de sabrosa miel los bordes de la -copa en que la administran á fin de que inexpertos y atraídos por la -dulzura que paladean sus labios, sin recelo beban el licor amargo y -deban la vida á traición agradable, así yo ahora que he de explicar -asuntos ásperos y desabridos para los que no están acostumbrados á -ellos y fastidiosos para el vulgo, quiero exponerte mi doctrina en -el ameno lenguaje de las Piéredes y con acentos de dulce harmonía, -para que al buscar recreo en la lectura de mis versos, adquieras -conocimiento de las leyes de la vida y del orden universal.</p> - - -<p class="verslat">958. <i xml:lang="la" lang="la">Sed quoniam docui, -solidissima materiai...</i></p> - -<p>Ya he dicho que los elementos de la materia son siempre sólidos y -se mueven en toda eternidad sin que la destrucción los alcance; pero -ahora deberemos de inquirir si las concreciones corpóreas tendrán fin -ó no lo tendrán, y si el espacio indefinido, en que incesantemente se -mueven los principios<span class="pagenum" id="Page_49">p. 49</span> -eternos, está encerrado en límites y es susceptible de medición en -algún sentido.</p> - - -<p class="verslat">965. <i xml:lang="la" lang="la">Omne quod est igitur -nulla regione viarum...</i></p> - -<p>El Universo es infinito; de lo contrario tendría extremos: pero no -pueden concebirse límites sino por quien está fuera de ellos mismos y -puede llevar su consideración más allá de los puntos en que termina lo -limitado. Creeríamos que el Universo tiene límites, cuando pudiéramos -señalar sus extremos; pero el mundo no puede tener esas fronteras, -porque en cualquiera parte de él que ocupáramos habríamos de ver que -teníamos por delante para contemplar espacios infinitos.</p> - - -<p class="verslat">975. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea si jam -finitum constituatur...</i></p> - -<p>Además, si consideramos limitado el espacio y suponemos que en -sus extremos alguien se coloque y dispare una flecha con violento -impulso, ¿piensas que el objeto así lanzado habría de recorrer el aire -constantemente, ó supones que algún obstáculo se opondría á su vuelo? -Hay que decidirse por uno de los términos de ese dilema; pero cualquier -partido que sigas te ha de obligar á reconocer que no hay extremos -finales en el Universo; porque ya supongas que la flecha sea detenida -por un obstáculo ó ya ima<span class="pagenum" id="Page_50">p. -50</span>gines que incesantemente vuele, es lo cierto que nunca podrás -figurarte que llega á tocar el límite del mundo; y si por acaso -creyeras que alguna vez terminaría su marcha, habré de preguntarte: -¿qué se haría entonces de la flecha? Forzosamente nunca podrá tocar -el fin del espacio y siempre le quedará una ilimitada extensión que -recorrer.</p> - - -<p class="verslat">991. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea spatium -summai totius omne...</i></p> - -<p>Aún hay más: si el Universo estuviese incluido ó colocado en una -determinada porción del espacio, tendría necesarios límites; las -grandes masas por su propia gravedad ocuparían el fondo y allá en las -mayores alturas no podría subsistir ningún ser ni habría aire ni Sol: -toda la materia yacería confusa en caótica eternidad; pero no es esto -lo que ocurre; los cuerpos, en el orden harmónico universal, no pueden -permanecer en constante quietud porque no existe ese lugar profundo en -que se hacinaran para el reposo: en movimiento incesante los seres se -reproducen y se organizan en virtud de los subsidios que reciben de -los elementos eternos activos universales que forman las concreciones -corpóreas.</p> - - -<p class="verslat">1005. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo ante -oculos rem res finire videtur...</i></p> - -<p>En fin, es patente que la Naturaleza ha<span class="pagenum" -id="Page_51">p. 51</span> determinado los límites de los cuerpos; las -colinas están circunscriptas por el aire, el aire por los montes, las -tierras altas por el mar y el mar está encerrado entre las tierras -altas. No tiene, sin embargo, el Universo nada que lo termine; la -Naturaleza y el espacio ocupado por los mundos, forman como un río que -perpetuamente corre y que avanza sin encontrar límites: así el Universo -no tiene término alguno; es infinito.</p> - - -<p class="verslat">1015. <i xml:lang="la" lang="la">Ipsa modum porro -sibi rerum summa parare...</i></p> - -<p>El Universo de ningún modo puede quedar circunscripto; la Naturaleza -está en todas partes; con la materia se limita el vacío y el vacío -con la materia; pero espacio ocupado y espacio vacío todo es materia -con mayor ó menor rarefacción; el Universo infinito así se muestra. -Si tanto el espacio como la concreción corpórea no determinasen -recíprocamente sus respectivos límites, ni el mar, ni la tierra, ni la -bóveda brillante del espacio, ni la progenie humana, ni los cuerpos -sacrosantos de los númenes podrían durar un solo instante; las partes -simplicísimas de la materia, faltas de cohesión, se elevarían por el -infinito espacio desocupado, sin orden ni harmonía, y nunca llegarían -á formar cuerpos determinados concretos por<span class="pagenum" -id="Page_52">p. 52</span> estar siempre separadas. Ciertamente los -elementos de la materia no se han movido por reflexivo determinado -impulso en las direcciones en que hoy se hallan, ni han establecido -por cálculo convencional ó por concierto libre el orden que constituye -el Universo; lo que ha sucedido es que fluctuantes por toda eternidad -en el inmenso espacio y agitados con impulsiones recíprocas, después -de seguir toda clase de movimientos y toda especie de combinaciones, -han llegado por adaptaciones recíprocas y por harmonía derivada de sus -propias condiciones á constituir esta Suma total del Universo; y del -cumplimiento de la ley emanada necesariamente de su acción invariable -en el transcurso de innumerables siglos, se ha establecido el orden -existente, en cuya virtud las aguas de los ríos abundosas proveen al -mar de las pérdidas sufridas; la tierra, fertilizada por el Sol y por -la reversión de sus vapores, renueva la pompa de sus producciones; -florecen las especies de animales, y los cuerpos fulgurantes etéreos -envían siempre sus destellos. Ese concierto de la Naturaleza sería -con facilidad interrumpido si infinitos elementos no trabajasen -continuamente en la renovación de los organismos; porque así como -los seres individuales mueren cuando están privados de alimento, así -también el<span class="pagenum" id="Page_53">p. 53</span> Universo -llegaría á aniquilarse cuando la materia interrumpiese la constante -labor que le da movimiento y vida.</p> - - -<p class="verslat">1049. <i xml:lang="la" lang="la">Nec plagæ possent -extrinsecus undique Summam...</i></p> - -<p>Y no por efecto de presiones exteriores podría conservarse el orden -en que el Universo está constituido; impulsos de fuera para adentro, -repetidos con frecuencia, engendrarían otros nuevos que en unos casos -mantendrían la harmonía del Universo; pero otras veces las partes -de la materia, forzadas por el choque, saltarían y dejarían espacio -suficiente para que las porciones aglomeradas pudieran desprenderse de -todo enlace y dispersarse. Es, pues, necesario que la acción de los -primeros cuerpos obre sin interrupción; y debe reconocerse que esas -presiones exteriores al existir suponen y demuestran que los elementos -de la materia son infinitos.</p> - - -<p class="verslat">1059. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in is rebus -longe fuge credere, Memmi...</i></p> - -<p>Con relación á estas ideas, no debes de creer ¡oh Memmio! que -todos los cuerpos tiendan, como algunos dicen, hacia un centro del -Universo, y que nuestro mundo no sienta influencias exteriores que -coadyuven á la gravitación general, porque todas sus regiones por sí -mismas buscan el centro del equilibrio (opinión ideada en favor de la -teo<span class="pagenum" id="Page_54">p. 54</span>ría que sostiene la -acción de la pesantez ejercida de abajo hacia arriba, y de que algunos -cuerpos vivan en la tierra en dirección contraria á los que están en la -superficie en una posición parecida á la que tiene con nuestro cuerpo -su propia imagen proyectada en las tranquilas ondas). Con esas ideas -pretenden algunos explicarse el hecho de que animales de varia especie -puedan residir en las regiones inferiores del mundo; de que nosotros -mismos no podamos elevarnos á las alturas, y el hecho de que haya sobre -la tierra individuos que ven el Sol cuando nosotros contemplamos las -estrellas, y que tengan con nosotros las estaciones cambiadas, aunque -disfruten como nosotros de días y noches.</p> - - -<p class="verslat">1075. <i xml:lang="la" lang="la">Sed vanus stolidis -hæc omnia finxerit error...</i></p> - -<p>En aquel error han caído los que atrevidamente dedujeron falsas -conclusiones de hechos exactos. No es posible imaginar un punto medio -en el espacio ilimitado, y aunque nos lo figuráramos no podríamos -reconocerle una acción propia y especial sobre los cuerpos. Todo y -cualquier lugar del espacio que llamamos vacío, ya sea designado con el -nombre de centro ó con otro distinto, deja paso á los cuerpos graves; -porque no hay un sitio donde al llegar un cuerpo<span class="pagenum" -id="Page_55">p. 55</span> arrastrado por su propio peso este cuerpo sea -obligado á permanecer estático en el vacío; el espacio no puede impedir -que un cuerpo cualquiera pesado lo penetre con arreglo á las leyes de -la Naturaleza. Por ese motivo, la atracción del centro no es bastante -para conservar la harmonía de la creación.</p> - - -<p class="verslat">1090. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoque -jam non omnia corpora fingunt...</i></p> - -<p>Fingen también que la tendencia hacia el centro no es propia de -todos los cuerpos, sino de aquellos especialmente compuestos de tierra -ó de agua, tales como los ríos que se despeñan desde altos montes para -confundirse en el vasto Océano, ó como la sólida porción del mundo; por -lo contrario, las tenues auras y los cálidos vapores siempre tienden -á separarse del centro, y si vemos que la bóveda celeste de fulgores -brilla y que su claridad nos alumbra, es porque en ella se reunen -elementos que por ser ligeros de la tierra escapan, aunque desde allí -contribuyen á la nutrición de los seres animados y á la fructificación -frondosa de los árboles. Así también suponen que por encima de las -estrellas existe un firmamento que todo lo rodea, el cual, mediante -eficaz presión ejercida sobre nuestro mundo, evita que salga del centro -fuego celeste que franquee los términos de la mansión humana;<span -class="pagenum" id="Page_56">p. 56</span> impide que todo sea invadido -por completo desorden; que el cielo caiga sobre nuestras cabezas y -la tierra se abra debajo de nuestros piés; que nuestros cadáveres, -destrozados y envueltos entre las ruinas del cielo y de la tierra, se -confundan en profundo caos; que los elementos primarios queden sin -energía, y rotas las puertas de la disolución, se precipiten por ellas -en turba amontonada todos los seres, y de cuanto existe no quede más -que universal desierto.</p> - - -<p class="verslat">1114 <i>á</i> 1118. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc si -pernosces parvâ perfunctus opellâ.</i></p> - -<p>Pero si comprendes bien las razones que te expongo, ya que las unas -auxilian á las otras, no ha de robarte más negra noche la claridad que -te ilumine para que puedas penetrar en el arcano de la Naturaleza; -porque de unas cosas brotará luz bastante para que distingas otras.</p> - -<hr class="chap0" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch2"> - <p><span class="pagenum" id="Page_57">p. 57</span></p> - <h2 class="nobreak">LIBRO SEGUNDO</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Suave, mari magno -turbantibus æquora ventis...</i></p> - -<p>Grato ha de sernos contemplar desde la playa el vasto mar agitado -por el aquilón, y presenciar desde tierra la desesperada lucha que -el náufrago sostenga con la tempestad, no porque gocemos con el -infortunio ajeno, sino porque nos consideremos libres de peligros -que tan próximos veamos: también será grato asistir desde lejos sin -temores ni zozobras á las contiendas inhumanas de dos ejércitos que en -el campo se destrocen; pero todavía ha de ser más agradable estar en -posesión de las doctrinas de los pensadores, y observar serenamente -desde esas alturas del saber las agitaciones de los hombres que sin -guía buscan á tientas los caminos del bienestar, y para hallarlos -pretenden supremacías de nobleza ó distinciones de genio y pasan días -y noches entre afanes é in<span class="pagenum" id="Page_58">p. -58</span>quietudes que les permitan acumular riquezas.</p> - - -<p class="verslat">14. <i xml:lang="la" lang="la">Ô miseras hominum -mentes, ô pectora cæca!</i></p> - -<p>¡Oh pobre inteligencia de los hombres! ¡Oh energías mal empleadas! -¡Entre cuántas densas tinieblas y entre cuántos inútiles peligros la -vida corre! ¿Cómo no se comprende que las leyes naturales permiten -la vida sin dolor del cuerpo, y sin preocupaciones y sobresaltos del -alma?</p> - - -<p class="verslat">20. <i xml:lang="la" lang="la">Ergo corpoream ad -naturam pauca videmus...</i></p> - -<p>Por lo que se refiere al cuerpo, cuyas necesidades son escasas, debo -decir que no es difícil eximirlo de muchos dolores y proporcionarle -varios placeres en harmonía con las reclamaciones de la Naturaleza: si -no disfrutas de festines nocturnos alumbrados por lámparas igníferas -sostenidas en la mano derecha por estatuas juveniles; si en tu casa -no brilla el oro ni resuena por doradas bóvedas el sonido harmonioso -de las cítaras, aun así podrás tener alguna dicha si te decides á -disfrutar de la frescura de las hierbas junto al río, á la sombra de -los árboles dadivosos de goces que nada cuestan; y principalmente -en los risueños prados, cubiertos durante la primavera de matizadas -florecillas. Lo mismo inquieta la fiebre ar<span class="pagenum" -id="Page_59">p. 59</span>diente de ambición al rico potentado que vive -entre púrpuras y riquezas, que al infeliz que yace tendido en burdo -lecho.</p> - - -<p class="verslat">37. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter, quoniam -nil nostro in corpore gazæ...</i></p> - -<p>La opulencia, las distinciones sociales y el poder no libran de -dolores al cuerpo ni proporcionan felicidad al alma: aunque mandes -innumerables ejércitos extendidos por la campiña y cobijados por -amplias banderas, y aunque dispongas de fuerte escuadra esparcida por -dilatados mares, las preocupaciones del fanatismo no huirán de tu ánimo -amedrentado ni la idea de la muerte y sus terrores darán sosiego á tu -corazón.</p> - - -<p class="verslat">46. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si ridicula hæc, -ludibriaque esse videmus...</i></p> - -<p>Son las grandezas ilusiones insensatas: los temores y sobresaltos -de los hombres ignorantes no se ahuyentan con estruendo de armas, ni -con esplendor de corona reluciente, ni con la majestad de purpurino -manto, ni con la altura de soberbio trono. ¿Aún puedes dudar de que -esos terrores que agobian á los hombres son producidos únicamente por -la ignorancia? Como niños que de todo tienen miedo por la noche, así -nosotros, durante el día, nos vemos rodeados por ilusorias sombras -y fantasmas vanos que no se disipan con el rayo solar ó con la luz -diurna, pero<span class="pagenum" id="Page_60">p. 60</span> que se -desvanecen mediante el uso de la razón tranquila y el estudio reflexivo -de la Naturaleza.</p> - - -<p class="verslat">61. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quo motu -genitalia materiai...</i></p> - -<p>Voy ahora á explicarte la causa del movimiento é impulso que -reciben los elementos de la materia para engendrar los cuerpos y -descomponerlos, y también te explicaré la fuerza y la rapidez con -que nadan sin cesar en el inmenso espacio; sigue, pues, la ilación -de mis discursos. Nuestro mundo material no forma un todo inmóvil: -hay diminución en todos los cuerpos, los cuales están sujetos á -emanaciones, pérdidas y rozamientos que los rebajan, los reducen y aun -los ocultan á nuestros ojos; pero estos fenómenos en nada perjudican á -la suma universal, porque los sumandos no desaparecen sino cambian de -sitio: cuando la vejez por una parte se inclina, por otra la juventud -se yergue: no hay descanso en la Naturaleza; el mundo siempre con -incesantes mudanzas se renueva; la vida de los que mueren se transmite -á los que nacen; pomposas generaciones se elevan, mientras otras se -desvanecen; todas las cosas mudan de perspectiva, y todos los que -participamos de la existencia tomamos de unos en otros el turno de la -vida, como los corredores en<span class="pagenum" id="Page_61">p. -61</span> los juegos sagrados se pasan de mano en mano la antorcha -luminosa.</p> - - -<p class="verslat">79. <i xml:lang="la" lang="la">Si cessare putas -rerum primordia posse...</i></p> - -<p>Si piensas que los principios de las cosas pueden tener descanso -para recibir de éste un nuevo impulso y movimiento, incurres en error<a -id="FNanchor_18" href="#Footnote_18" class="fnanchor">[18]</a>; todos -los cuerpos elementales que existen en el espacio han de obedecer -la dirección propia de su peso y de su esencia ó la dirección á que -los obligue la influencia de otros elementos: así unos y otros se -encuentran en el vacío y obran entre sí por su propia gravedad y por -su peculiar dureza y solidez, sin que nada extraño á ellos modifique -su rumbo. Y para que más claramente comprendas el perpetuo movimiento -de los principios de la materia, te he de recordar que en el Universo -no hay lugar alguno que pueda considerarse inferior y sirva de asiento -á los cuerpos que sean precipitados por la acción de la pesantez, pues -el espacio es infinito y tiene por límites la inmensidad, como ya he -demostrado en otra ocasión.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_18"><span class="label"><a -href="#FNanchor_18">[18]</a></span> Lucrecio refuta aquí minuciosamente -la doctrina de Aristóteles sobre la inmovilidad de la materia.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">94. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam constat, -nimirum nulla quies est...</i></p> - -<p>Los primeros cuerpos ningún reposo tie<span class="pagenum" -id="Page_62">p. 62</span>nen en el vacío inmenso: impelidos por -constante fuerza de atracción y de repulsión á movimiento perenne, -se alejan á largas distancias ó se aproximan hasta confundirse con -arreglo á la especial fuerza en ellos dominante; cuando la atracción -molecular es grande, se produce una concentración corpuscular que sirve -de base al hierro, á las duras peñas y á otras substancias de análoga -naturaleza; y cuando la atracción es muy débil, las moléculas tienden á -dispersarse en el espacio y con su movilidad originan el fluido aéreo -que nos beneficia y el rutilante esplendor del Sol que nos ilumina.</p> - - -<p class="verslat">108. <i xml:lang="la" lang="la">Multaque præterea -magnum per Inane vagantur...</i></p> - -<p>Muchos mínimos cuerpos, no obstante, vagan por el espacio en -perpetua agitación y disociados siempre al parecer del movimiento -general; de este hecho diariamente se muestra ante nuestros ojos una -imagen sensible cuando en estancia obscura penetran por un pequeño -resquicio los rayos de luz solar; entonces se ven corpúsculos sin -cuento que de mil modos se agitan y en todas direcciones se mueven, -como si entre ellos hubiera oposición tenaz y cruda guerra, porque -jamás cesan de combatir entre sí, de unirse y de separarse. Su -actividad no tiene término, y del hecho que menciono puedes<span -class="pagenum" id="Page_63">p. 63</span> conjeturar cuál sea el -movimiento de los cuerpos engendradores de los seres, ya que el -ejemplo recordado ha de servirte de medio para comprender vestigios de -fenómenos importantes.</p> - - -<p class="verslat">124. <i xml:lang="la" lang="la">Hoc etiam magis hæc -animum te advertere par est...</i></p> - -<p>Tales corpúsculos, cuya movilidad y cuyas agitaciones son -perceptibles á nuestra vista merced al contraste de los rayos de -Sol en la obscuridad, tienen un movimiento causado por impulsiones -clandestinas que determinan separaciones y afluencias producidas por -su propia acción imperceptible, que obran sobre ellos mismos y que -también comunican á otros cuerpos de masas más tenues, los cuales -influyen sobre otros más fuertes; y así, el movimiento de los cuerpos -simples se propaga de unos en otros, de igual forma que pasa con esas -moléculas hechas perceptibles por la luz del Sol: pero las causas de -ese movimiento aún nos son desconocidas.</p> - - -<p class="verslat">140. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc, quæ mobilitas -sit reddita materiai...</i></p> - -<p>Ahora, con pocas palabras que al asunto dedique ¡oh Memmio! podrás -comprender la gran movilidad de que los elementos están dotados: cuando -la aurora esparce sobre la tierra sus primeros arreboles, y las aves, -es<span class="pagenum" id="Page_64">p. 64</span>parcidas por el -bosque, saltan de rama en rama y llenan los aires de suaves melodías, -vemos el Sol que de súbito aparece y baña con torrentes de luz toda la -Naturaleza; las emanaciones de aquel astro no atraviesan un espacio -completamente vacío; en su paso encuentran obstáculos que retardan -la carrera de las ondas luminosas, las cuales se hacen para nosotros -visibles á medida que se ponen en contacto con el fluido del aire. Pero -los cuerpos simples que en el vacío se mueven y no encuentran obstáculo -alguno independiente de ellos mismos, deben correr con rapidez mil -veces mayor que las ondas luminosas emanadas del Sol, á no ser que -se retarden por su propia acción; y sería insensato suponer que los -primeros cuerpos concertaran entre sí un plan para regularizar sus -movimientos.</p> - - -<p class="verslat">167. <i xml:lang="la" lang="la">At quidam contra -hæc, ignari, materiai...</i></p> - -<p>Pero hay quien juzga, ignaro, que la materia sin la voluntad -de dioses puede, por condición propia, proveer á las necesidades -humanas, formar las estaciones, producir los frutos y facilitar la -reproducción de las especies todas; no reparan en que por impulso -natural todo ser ciegamente contribuye á la propagación de su especie -y que estímulos de atracciones y de goces naturales contribu<span -class="pagenum" id="Page_65">p. 65</span>yen á la generación. Por eso -han imaginado la intervención de dioses creadores, desmentida por la -razón y contrariada por los hechos. No basta que nosotros desconozcamos -la propia naturaleza de los elementos para figurarnos creaciones -fantásticas: la vista del inmenso espacio y la contemplación de los -fenómenos que constituyen el mundo, son bastantes para probar que el -mundo no ha podido ser obra de fuerza directiva inteligente, porque -no pocos defectos lo deforman; pero ya te probaré estas verdades<a -id="FNanchor_19" href="#Footnote_19" class="fnanchor">[19]</a> ¡oh -Memmio!; continuemos ahora la exposición de nuestro asunto.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_19"><span class="label"><a -href="#FNanchor_19">[19]</a></span> En el principio del canto V.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">184. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc locus est, ut -opinor, in his illud quoque rebus...</i></p> - -<p>Entiendo que ahora es ocasión de hacerte comprender que ningún -cuerpo es capaz de elevarse por su propia fuerza: y no incurras en -error ante la presencia de las llamas que al formarse de repente se -dirigen hacia arriba; también suben los árboles y las mieses que al -brotar del suelo siguen en su crecimiento dirección contraria á la que -parece exigida por la gravedad. Si la llama se eleva hasta alcanzar -el techo del edificio, cuyo maderamen devora con insaciable afán, -cier<span class="pagenum" id="Page_66">p. 66</span>tamente no lo -hace por gusto, sino porque una fuerza extraña obra sobre ella. Así -también, la sangre que se escapa de vena abierta en nuestro cuerpo tiñe -de púrpura todo lo que toca. ¿No has observado la violencia con que -el agua arranca empalizadas firmes? Habían sido formadas con grandes -precauciones; fuerzas enormes se habían empleado en esa obra; pero -las aguas trabajaban con tanto más ardor para destruirla, cuanto más -sobresalían de la superficie líquida las estacas, y al cabo éstas -fueron vencidas. Pero según mi opinión, esos datos no nos autorizan -para dudar de que los cuerpos bajen cuando fuerza mayor no contraría -el efecto de su propio peso: una acción extraña obliga á la llama -á elevarse en las regiones atmosféricas, á pesar de que en cuanto -dependiera exclusivamente de ella tendría inclinación á bajar. ¿No ves -nocturnos meteoros de fuego que se muestran en el infinito espacio y -forman diversas ondulaciones por entre las cuales parece que se abre -una comunicación con la Naturaleza? ¿No te figuras que en ocasiones se -inclinan hacia la tierra estrellas y astros? También el Sol, desde las -inmensas alturas, por todas partes prodiga su calor y su luz que los -campos fertilizan, y su acción se ejerce hacia abajo; igualmente puedes -notar que el rayo<span class="pagenum" id="Page_67">p. 67</span> -se abre camino á través de las nubes é impetuosamente cae sobre la -tierra.</p> - - -<p class="verslat">216. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his quoque -te rebus cognoscere avemus...</i></p> - -<p>Ardientemente deseo que de estas observaciones derives el principio -de que, por su propia gravedad, los cuerpos tienden á caer, pero -que en circunstancias especiales de lugar y tiempo, en su caída se -apartan de la línea recta, aunque su retirada apenas merezca el nombre -de desviación; sin esas declinaciones, los cuerpos simples caerían -pesadamente en el vacío, como vemos que se precipitan sobre la tierra -las gotas de lluvia; los elementos de la materia no coincidirían nunca, -y la Naturaleza sería improductiva.</p> - - -<p class="verslat">225. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si fortè -aliquis credit graviora potesse...</i></p> - -<p>Alguien ha supuesto que los cuerpos más pesados caen en línea recta -sobre los más ligeros, y que así originan movimientos productores; pero -esa teoría repugna á la razón. Cierto es que en el agua y en el aire -caen los cuerpos con una velocidad proporcionada á su peso, porque más -pronto es vencida la resistencia de las ondas acuosas y fluidas, cuanto -mayor es la potencia representada por el cuerpo que las penetra; pero -no sucede lo mismo en el espacio desocupado; éste puede ser invadido -sin obstáculo por todos<span class="pagenum" id="Page_68">p. 68</span> -los seres, y, por lo mismo, en el vacío todos los cuerpos se mueven con -igual celeridad é independientemente de su volumen y de su peso. De -estas afirmaciones se deduce que nunca los cuerpos más graves podrán -caer sobre los más leves, ni rozarlos ni cambiar sus movimientos, de -modo adecuado para que la Naturaleza produzca los seres.</p> - - -<p class="verslat">243. <i xml:lang="la" lang="la">Quare etiam atque -etiam paulùm clinare necesse est...</i></p> - -<p>Necesario es repetir una y mil veces que los cuerpos simples -en su caída tienen una mínima declinación. No trato de inventar -movimientos oblicuos que la observación no haya revelado; es patente, -y de ello la vista nos da testimonio, que los cuerpos no siguen en su -caída una dirección oblicua; pero ¿quién puede afirmar sólo por la -autoridad de sus imperfectos sentidos, que los cuerpos al caer no se -aparten algo de la línea recta<a id="FNanchor_20" href="#Footnote_20" -class="fnanchor">[20]</a>?</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_20"><span class="label"><a -href="#FNanchor_20">[20]</a></span> En esta parte de su doctrina es -donde Lucrecio, lo mismo que Epicuro, se muestra más débil é indeciso; -parece que él mismo desconfía de la solidez de sus argumentos.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">251. <i xml:lang="la" lang="la">Denique si semper -motus connectitur omnis...</i></p> - -<p>Si es cierto que entre todos los movimientos ó manifestaciones de la -vida hay una regular perpetua conexión, y que todas las cosas en<span -class="pagenum" id="Page_69">p. 69</span> el mundo se producen dentro -de un orden inquebrantable, cierto ha de ser también que la declinación -de los cuerpos simples no puede originar combinación alguna que rompa -los lazos del destino y perturbe la ley que á cada hecho convierte -en causa de lo infinito, pero engendra la libertad de que gozan los -seres animados para dirigirse hacia donde el deseo los incita, aunque -en nuestras acciones domine un agente motriz, que es origen de los -movimientos voluntarios, en cuya virtud nos determinamos, no por las -atracciones de tiempo fijo ó de lugar cierto, sino por los impulsos de -nuestra alma. Es indiscutible que la voluntad es la fuerza propulsora -del movimiento, cuyos estímulos se extienden por todo el cuerpo. -¿No has tenido ocasión de observar que los caballos dispuestos para -la carrera, en el instante en que se abren las puertas del circo, -se inquietan y se estremecen, porque no pueden lanzarse desde luego -hacia donde los empuja su ardoroso instinto? Extendidas por todo el -cuerpo las energías de la vida, han de auxiliarse recíprocamente para -realizar, en conexión estrecha, las determinaciones de la voluntad. Por -tanto, en el corazón surge el principio del movimiento, la voluntad -imprime á éste la dirección, y seguidamente se comunica á todo el -organismo.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_70">p. 70</span>272. -<i xml:lang="la" lang="la">Nec simile est, ut cum impulsi procedimus -ictu...</i></p> - -<p>No sucede lo mismo cuando, obligados por fuerza extraña y movidos -por coacción poderosa, tomamos dirección que nos repugna; es evidente -que en este caso y á pesar nuestro toda la materia de que constamos -cede por de pronto á las circunstancias, y se deja subyugar hasta que -la voluntad recobra su imperio sobre los miembros y puede refrenarlos: -¿no ves, por tanto, que si á los hombres empuja en muchos casos una -fuerza extraña que es contraria á su voluntad y que los impele en -dirección determinada, siempre queda en nosotros mismos una energía que -puede resistirla, y á su arbitrio hacerse obedecer por los miembros, -hasta rechazar la violencia y ponerla en fuga?</p> - - -<p class="verslat">284. <i xml:lang="la" lang="la">Quare in seminibus -quoque idem fateare necesse est...</i></p> - -<p>Debemos, pues, confesar que en los elementos de la materia, aparte -de la acción de la gravedad y de las atracciones que en ellos reside, -hay otra fuerza de la que el movimiento se origina y de la que surge -para nosotros el principio de la facultad volitiva. No hay efecto -sin causa: y así como la gravedad se opone á que las series de los -movimientos de los cuerpos sean producidos por<span class="pagenum" -id="Page_71">p. 71</span> impulso ajeno á los cuerpos mismos, sino -que han de ser consecuencia necesaria de las propiedades de los -seres, así también el alma no ha de obrar sólo por extraños impulsos, -ni ha de permanecer pasiva obediente á acciones recibidas de fuera, -sino ha de tener una declinación de propia energía creadora de -libres determinaciones independientes de las tornadizas é inciertas -circunstancias de lugar y de tiempo.</p> - - -<p class="verslat">294. <i xml:lang="la" lang="la">Nec stipata magis -fuit unquam materiai...</i></p> - -<p>Nunca han sido los elementos de la materia más densos ni más raros. -Ni aumentar ni disminuir les es lícito; así, igual movimiento que -hoy tienen, han tenido en los siglos pasados y conservarán en los -venideros: por iguales causas, por ley constante, se producirán en lo -sucesivo los mismos seres que hasta hoy en las mismas condiciones, y -existirán, y crecerán, y tendrán las cualidades que les son propias en -el concierto de la Naturaleza. No hay ninguna fuerza que pueda cambiar -el orden universal: tampoco hay sitio para donde pueda escapar del Todo -alguna parte de la materia, ni entrada por donde penetren en el mundo -cuerpos extraños y trastornen los movimientos de la Naturaleza.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_72">p. 72</span>308. -<i xml:lang="la" lang="la">Illud in his rebus non est mirabile: -quare...</i></p> - -<p>Y no es de admirar que esto ocurra; también á pesar del continuo -movimiento de los cuerpos simples parece que todo el Universo yace -en inmóvil quietismo, excepto aquellos seres que tienen actividad -propia; como los elementos de la materia están fuera de la penetración -de nuestros sentidos, es indudable que aun cuando no podamos ver -sus agitaciones, éstas existirán, si bien ocultas para nosotros, de -igual modo que en ocasiones dadas no podemos precisar los movimientos -que ejecutan algunos seres que vemos á largas distancias. El ganado -lanar sube á las altas colinas atraído por las viciosas hierbecillas -donde centellean perlas de luciente rocío, en tanto que los tiernos -corderillos, saciados del dulce lácteo licor, se ejercitan alegres -y retozones en luchas inocentes. Si reparamos en este cuadro desde -lejos, lo veremos todo confuso, y sólo distinguiremos lo blanco del -ganado que se destaca de lo verde obscuro de la colina. Observemos -dos grandes ejércitos que llenan vasta extensión de los campos y se -ocupan en simulacros de guerra; ya se mueve la audaz caballería en -torno de las legiones; ya recorre con variables ímpetus campos que se -estremecen; el fulgor de las armas llega hasta el<span class="pagenum" -id="Page_73">p. 73</span> cielo; el reflejo del bronce brilla en la -tierra; el suelo retumba con el paso militar; el clamor del combate -resuena en los montes y se transmite á los vecinos lugares: pues estas -escenas, vistas desde elevadas montañas, parecen mudas, reposadas, y su -centelleo se considera procedente de los mismos campos.</p> - - -<p class="verslat">333. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc, age, jam -deinceps cunctarum exordia rerum...</i></p> - -<p>Medita ahora acerca de las cualidades de los cuerpos simples -en cuanto aquéllas se refieren á su peculiar forma, que puede ser -algo variada, como lo atestigua el hecho de que los seres, aun -los que pertenecen á la misma especie, no son idénticos. No es de -admirar que los elementos sean algo distintos en su figura, porque -son numerosísimos, y no todos han de tener igual forma é iguales -condiciones; la especie humana, los escamosos y mudos habitantes de -las aguas, los árboles corpulentos, las fieras, las varias aves que -plumadas trinan en las lindas y frescas márgenes de arroyos, en las -proximidades de las fuentes y de los lagos, y que se mueven con vuelos -circulares por los desiertos bosques, se componen de muchos individuos -que, comparados entre sí dentro de cada especie, revelan diferencias -varias; si así no fuera, entre nosotros mismos la madre no conocería -sus hijos ni los hijos á sus<span class="pagenum" id="Page_74">p. -74</span> madres; y como podemos ver, entre los hombres no existen -notables signos diferenciales. Cuando en los templos, junto á los -altares de los dioses, muere sacrificado el novillo, de cuyo pecho -palpitante corre caliente sangre, la madre, desamparada, recorre los -bosques, y deja en el húmedo terreno grabada la huella de su pesuña -hendida, y escruta con indagadores ojos el espacio entero para ver si -encuentra á su perdido hijo, y se detiene en los bosques, y de bramidos -llena la selva umbrosa, y vuelve para el corral, y queda inmóvil, -atormentada por los recuerdos de su hijo: ni los tiernos pimpollos de -los árboles, ni las hierbas adornadas con reluciente aljófar, ni los -arroyos que corren entre amenas márgenes, le dan placer ni le hacen -olvidar su tormento; otros novillos que saltan mientras alegres pastan, -no le quitan su tristeza, porque ninguno es el que ella ansiosa busca. -Los cabritillos de trémulas voces reconocen á sus cornígeras madres, y -lo mismo que los corderos de tiernos balidos, cada uno conducido por la -Naturaleza, se dirige á las atractivas ubres que ha de alimentarlos con -su dulce leche.</p> - - -<p class="verslat">371. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo quodvis -frumentum, non tamen omne...</i></p> - -<p>Si comparas los granos de una espiga ha<span class="pagenum" -id="Page_75">p. 75</span>llarás entre ellos diferencias, aunque todos -sean semejantes; lo mismo observarás en las conchas que á algunos -terrenos cubren, en las argentadas olas del Océano, en las arenas de la -playa, y, por último, en todas las especies creadas, cuyos individuos -no son completamente idénticos, porque ninguna mano los ha tallado con -sujeción á un molde; la Naturaleza los hizo, y por el espacio vagan, -con diversas formas.</p> - - -<p class="verslat">381. <i xml:lang="la" lang="la">Perfacile est jam -animi ratione exsolvere nobis...</i></p> - -<p>Así es fácil de explicar por qué es más intenso el fuego del rayo -que el producido por nuestra industria ó por la combustión de hachas -resinosas: quizá el celeste fuego del rayo conste de elementos más -sutiles que otro cualquiera, y por este motivo puede penetrar en poros -inaccesibles para llamas que tengan otro origen: la luz se comunica -á través de córnea lámina, pero no así el agua; ¿por qué? Porque los -cuerpos simples componentes de la luz son más sutiles que los asociados -para formar el transparente líquido.</p> - - -<p class="verslat">391. <i xml:lang="la" lang="la">Et quamvis subito -per colum vina videmus...</i></p> - -<p>Vemos que el vino pasa rápidamente por el filtro, pero que el aceite -penetra con mucha lentitud: se efectúa este fenómeno porque<span -class="pagenum" id="Page_76">p. 76</span> los elementos del líquido -oleoso componen moléculas más compactas que los del jugo de la vid, -ó bien porque aquéllas se entrelazan y por su densidad ofrecen mayor -resistencia á la división.</p> - - -<p class="verslat">398. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, uti -mellis lactisque liquores...</i></p> - -<p>Además, leche y miel afectan el órgano gustativo con grata -sensación, mientras que amargo ajenjo y ruda centaura hieren el paladar -con sabor repugnante: de este hecho y de otros parecidos puedes inducir -que el gusto agradable se produce cuando moléculas esféricas y lisas -pasan por las membranas sápidas; y que la impresión desagradable se -origina por el rozamiento que en las fibras papilosas efectúan cuerpos -ásperos enlazados con nexo indisoluble.</p> - - -<p class="verslat">408. <i xml:lang="la" lang="la">Omnia postremo bona -sensibus, et mala tactu...</i></p> - -<p>Las diferentes sensaciones de dolor y de placer que experimentamos, -se deben á las impresiones que en nuestros órganos terminales -producen los cuerpos, según la forma y condición de sus moléculas -componentes; y tú no supondrás que el chirrido estridente de áspera -sierra se produce lo mismo que las dulces melodiosas notas halladas -en las fecundas cuerdas de la lira por los dedos flexibles de músico -hábil. Ni considerarás que<span class="pagenum" id="Page_77">p. -77</span> iguales son las moléculas productoras de los miasmas fétidos -procedentes de cadáver consumido por el fuego, que las emanaciones -del azafrán mimoso de Cilicia<a id="FNanchor_21" href="#Footnote_21" -class="fnanchor">[21]</a>, ó los aromas de Pancaya<a id="FNanchor_22" -href="#Footnote_22" class="fnanchor">[22]</a>, utilizados para perfumar -los templos.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_21"><span class="label"><a -href="#FNanchor_21">[21]</a></span> Cilicia, provincia del Asia -Menor.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_22"><span class="label"><a -href="#FNanchor_22">[22]</a></span> Pancaya, región arenosa de la -Arabia Feliz.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">418. <i xml:lang="la" lang="la">Neve bonos rerum -simili constare colores...</i></p> - -<p>Ni pensarás que los agradables colores que nuestra vista alegran -tienen los mismos principios materiales que aquellos que nos molestan -y hasta provocan lágrimas ó que hacen retirar los ojos con horror; -todo, pues, lo que agrado produce á los sentidos, consta de moléculas -suaves; pero lo que ocasiona incomodidad ó disgusto, se compone de -elementos ásperos y rudos. Pero también hay primarios cuerpos, que -ni son perfectamente lisos ni ásperos del todo, sino rodeados de -ángulos salientes que producen algún escozor, pero que no dañan, -los cuales se hallan en la fécula y en la ínula<a id="FNanchor_23" -href="#Footnote_23" class="fnanchor">[23]</a>. El fuego ardiente y el -granizo helado afectan nuestros órganos de un diferente modo por la -especial estructura de sus elementos, de lo que nos da claro indicio el -tacto.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_23"><span class="label"><a -href="#FNanchor_23">[23]</a></span> Ínula, planta sinantérea, pequeña y -amarga.</p> - -</div> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_78">p. 78</span>444. -<i xml:lang="la" lang="la">Tactus enim, Tactus, pro Divum lumina -sancta...</i></p> - -<p>El tacto, pues, el tacto ¡oh, espléndido tesoro de númenes! es el -sentido universal del cuerpo, ya cuando se excita por causa exterior, -ya cuando se estimula por impulso interno, bien si motiva gozosas -efusiones de amor, bien si por violencia sufrida engendra en nuestro -ser incomodidad ó pena; hecho este último que puedes comprobar por -ti mismo al sentir el contacto de un objeto sobre cualquiera parte -de tu cuerpo. Según mi entender, las diferentes sensaciones que -experimentamos, sólo se explican por la variedad de los principios -materiales que las provocan.</p> - - -<p class="verslat">454. <i xml:lang="la" lang="la">Denique quæ nobis -durata ac spissa videntur...</i></p> - -<p>Los cuerpos duros y compactos deberán estar compuestos de partículas -ganchudas, muy unidas y entrelazadas, como si formasen ramas. En este -género figura, en primer lugar, el diamante, superior en dureza á -todos los cuerpos; después, la fuerte piedra, el inflexible hierro y -el bronce, de que se forman los goznes que al abrir de las puertas -gimen.</p> - - -<p class="verslat">461. <i xml:lang="la" lang="la">Illa autem debent ex -lævibus atque rotundis...</i></p> - -<p>Los líquidos, masas fluidas, deben estar<span class="pagenum" -id="Page_79">p. 79</span> compuestos de partículas esféricas y -pulimentadas, que no se entrelazan, y en superficies inclinadas con -rapidez ruedan.</p> - - -<p class="verslat">465. <i xml:lang="la" lang="la">Omnia postremo quæ -puncto tempore cernis...</i></p> - -<p>Los fluidos que fácilmente se disipan, como el humo, las nubes y -las llamas, han de estar formados de partes exactamente redondas y -pulidas, y poco encorvadas para que puedan agujerear y penetrar las -piedras; esas partículas no tienen entre sí completo enlace, según -nos demuestran los sentidos, y, como puedes fácilmente conocer, las -moléculas de esos cuerpos, si bien agudas, no pueden tener forma de -gancho.</p> - - -<p class="verslat">473. <i xml:lang="la" lang="la">Sed quod amara vides -eadem, quæ fluvida constant...</i></p> - -<p>No te extrañe el ver cuerpos líquidos que son igualmente amargos, -tales como las aguas del Océano: sus elementos componentes de la parte -fluida, serán lisos, redondeados, pero unidos á otros que por sus -cualidades producen dolor, aunque no tengan la trabazón de ganchos. -Así, cuando fácilmente ruedan y causan desagradable impresión en -nuestros órganos, los elementos de estos cuerpos han de ser redondos y -ásperos.</p> - - -<p class="verslat">480. <i xml:lang="la" lang="la">Et quo mista putes -magis aspera lævibus esse...</i></p> - -<p>Para que puedas fácilmente persuadirte de<span class="pagenum" -id="Page_80">p. 80</span> que en la salada ninfa de Neptuno se mezclan -substancias ásperas y suaves, observa el resultado que ofrece la -separación de sus moléculas; el agua del mar recalada en la tierra -se hace dulce porque sus partículas amargosas más densas y menos -redondeadas que las otras quedan suspendidas en los sitios por donde el -agua penetra y se filtra.</p> - - -<p class="verslat">487. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam docui, -pergam connectere rem, quæ...</i></p> - -<p>Á las razones que te he expuesto debo añadir otra, ligada á las -anteriores y que en sí misma contiene su prueba; las formas de las -moléculas no pueden ser variables en número indefinido, porque si lo -fueran habrían ya conseguido un incremento ilimitado; y en verdad, -cuerpos de tan mínimo tamaño no pueden ser susceptibles de muchas -formas: figúrate los cuerpos divididos en tres ó más partes, y combina -éstas de todos los modos que te sean posibles; varíalas de abajo á -arriba, de derecha á izquierda, y pronto habrás terminado tu empeño; -si quieres darles nuevas formas tienes que fraccionarlas más. No es -posible, por tanto, ampliar el número de las combinaciones sin que -aumente el volumen de los cuerpos; y así nada hay que permita creer en -la infinidad de formas de las moléculas, sino mediante la suposición -de que estas últimas<span class="pagenum" id="Page_81">p. 81</span> -fueran de tamaño considerable, y ya he procurado probarte que esto es -imposible.</p> - - -<p class="verslat">509. <i xml:lang="la" lang="la">Jam tibi Barbaricæ -vestes, Melibœaque fulgens...</i></p> - -<p>Si no fuera así, los ricos trajes del Oriente, la hermosa púrpura -de Melibea, teñida con las conchas de Tesalia y la dorada belleza -del pavo real quedarían olvidados fácilmente por otros colores más -brillantes; el sabor de la miel, el grato aroma de la mirra, el canto -del cisne, y la cítara de Febo con sus melodiosos arpegios, quedarían -olvidados por otros mejores, pues nuevas series de sensaciones más -agradables las unas que las otras habrían de sucederse. Un semejante -progreso indefinido se daría en todas las cosas, y los ojos, los oídos, -el olfato, nunca se acomodarían á un orden de impresiones. Pero como -nada sucede parecido á esto que acabo de indicar, y las cualidades de -los cuerpos tienen límites invariables, es necesario confesar que las -moléculas no pueden adoptar formas infinitas.</p> - - -<p class="verslat">522. <i xml:lang="la" lang="la">Denique ab ignibus -ad gelidas, hiemisque pruinas...</i></p> - -<p>Finalmente, del fuego á la nieve, y de ésta á aquél existe un -espacio limitado; el frío y el calor están en los extremos de esta -clase de sensaciones, y entre ellos ocupa el medio la temperatura -templada en distintos<span class="pagenum" id="Page_82">p. 82</span> -grados. Luego debemos de convenir en que esas cualidades tienen límites -invariables, cuyas fronteras son la llama y el hielo.</p> - - -<p class="verslat">529. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam docui, -pergam connectere rem, quæ...</i></p> - -<p>Y todavía he de añadir alguna reflexión que sirve de base á lo que -después ha de seguir. Aun cuando las moléculas varían en número de -formas limitado, son infinitas las que en cada una de ellas figuran. Si -el número de formas es finito, ha de haber infinitos elementos que las -revistan, porque de lo contrario sería finito el Universo, afirmación -esta última contraria á lo que ya he demostrado.</p> - - -<p class="verslat">537. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam docui, -nunc suaviloquis, age, paucis...</i></p> - -<p>Voy ahora inmediatamente á exponerte en suaves, aunque pocos versos, -cómo por ser infinitos, los elementos pueden, por sus atracciones y -repulsiones recíprocas, sostener el orden universal.</p> - - -<p class="verslat">541. <i xml:lang="la" lang="la">Nam quod rara vides -magis esse animalia quædam...</i></p> - -<p>Si reparas en que hay comarcas donde escasean notablemente -los animales de alguna especie, como si la Naturaleza con ellos -fuera poco generosa, te haré observar que esos mismos animales -abundan en otras regiones más adecuadas para ellos, como sucede á -los<span class="pagenum" id="Page_83">p. 83</span> cuadrúpedos -gigantes de trompa anguímana<a id="FNanchor_24" href="#Footnote_24" -class="fnanchor">[24]</a>, de los cuales en India hay bastantes -para formar en torno de las ciudades ebúrneo impenetrable muro; tan -numerosas allí son esas fieras como escasas entre nosotros.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_24"><span class="label"><a -href="#FNanchor_24">[24]</a></span> Mano en forma de culebra.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">550. <i xml:lang="la" lang="la">Sed tamen id quoque -uti concedam, qua libet, esto...</i></p> - -<p>Pero te concederé la existencia ideal de un ser único de singular -forma que no tenga semejante en toda la redondez de la tierra: si -los principios naturales que lo constituyen no fueran infinitos, no -podría ser producido, ni vivir, ni sostenerse. Imaginemos que nuestros -ojos pueden percibir los elementos finitos de ese ente singular que -vagaran en los ámbitos del Universo: ¿cuándo, dónde, con qué fuerza, -de qué modo podrían reunirse adecuadamente aquellos cuerpos simples -dispersos en tan confuso piélago? Según mi parecer, tal asociación no -puede racionalmente concebirse. Así como después de borrasca tormentosa -causante de naufragios el mar arroja á la playa en toda la extensión -del globo remos, timones, antenas, velas, mástiles y flotantes cuerdas, -ante cuya vista los mortales comprenden las traiciones de las pérfidas -ondas y de ellas desconfían más tarde aun cuando las vean plá<span -class="pagenum" id="Page_84">p. 84</span>cidas, argentadas y risueñas, -así también los finitos elementos de un ser revueltos con otros y -repelidos por las olas de la materia, nadarían dispersos eternamente -en ellas; y si por un acaso improbable pudieran juntarse alguna vez, -su unión sería momentánea por incapacidad para sostenerse. Pero la -experiencia nos hace ver que es necesaria la formación de los seres é -indispensable su crecimiento; luego es racional admitir que en toda -especie de seres se dan igualmente elementos infinitos en adecuada -proporcionalidad.</p> - - -<p class="verslat">578. <i xml:lang="la" lang="la">Nec superare queunt -motus utique exitiales...</i></p> - -<p>Ni los movimientos destructores pueden prosperar continuamente hasta -sepultar en sueño eterno la vida, ni tampoco los movimientos creadores -pueden conceder á los cuerpos constante duración; así podemos observar -que unos y otros, desde tiempo inmemorial, mantienen entre sí guerra -abierta con variable éxito, de tal modo, que ya son unos derrotados ya -vencedores; también notamos que se mantiene cierto equilibrio en los -nacimientos y las muertes, y nunca la noche ha ocultado al día, ni la -aurora ha descorrido el velo de las sombras sin que al mismo tiempo -se haya oído el grito desgarrador del niño que viene á la vida y los -so<span class="pagenum" id="Page_85">p. 85</span>llozos lastimeros -de los que otorgan á la amistad los últimos deberes impuestos por la -muerte.</p> - - -<p class="verslat">590. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his -obsignatum quoque rebus habere...</i></p> - -<p>Preciso es tener en cuenta y en la memoria conservar grabado el -principio de que todos los cuerpos que podemos conocer constan de -varios elementos, y que no hay uno solo del que fundadamente creamos -que se halla constituido por una sola clase de elementos. Y el número -de éstos es mayor, y sus especies más distintas en aquellos cuerpos -dotados de más diferentes propiedades.</p> - - -<p class="verslat">599. <i xml:lang="la" lang="la">Principio tellus -habet in se corpora prima...</i></p> - -<p>Primeramente, la Tierra en sí posee los elementos generadores de las -corrientes líquidas que nutren los ríos y renuevan los mares, y también -contiene los principios de que se alimenta el fuego que le devora las -entrañas, como hace el Etna, que algunas veces, con furia impetuosa, -expulsa de sus entrañas materiales encendidos. Igualmente posee los -gérmenes de nítidos frutos, de dorados granos útiles á las humanas -gentes, y de los pastos que sirven de alimento á las bestias que vagan -por los montes.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_86">p. 86</span>608. -<i xml:lang="la" lang="la">Quare magna Deum mater, materque -ferarum...</i></p> - -<p>Por este motivo, la consideran madre de los dioses y de los -animales, y creadora de la especie humana: los poetas de la antigua -Grecia, al dedicarle sus cantos, se la figuraban sentada sobre un carro -tirado por leones; decían que se hallaba flotante en el espacio para -darnos á entender que nuestro Mundo no puede tener otro mundo por base: -las fieras obedientes del carro, significaban que las mayores energías -deben abatirse al celo afectuoso de los padres; fingían que llevaba -la frente adornada con mural corona para recordar los sitios elevados -que guarnecen las ciudades. De este modo sacan en procesión la imagen -de la Madre divina que aún hoy mismo causa terror á ciertas gentes: -por uso de antiguos ritos lleva nombre de Madre Ida<a id="FNanchor_25" -href="#Footnote_25" class="fnanchor">[25]</a>, y se la considera -acompañada por catervas frigias, porque las gentes de aquella región -fueron las primeras que enseñaron al mundo el cultivo de los cereales; -en las procesiones de la<span class="pagenum" id="Page_87">p. -87</span> Santa Madre, siguen á ésta castrados sacerdotes, que por su -origen hacen pensar que aquellos que traten mal á la diosa é ingratos -sean para sus progenitores, son indignos de tener posteridad: los -acompañantes de la simbólica imagen atruenan el aire con redoblados -repiquetes de tambor, ruidos de timbales, ecos amenazadores de corneta -retorcida y desapacibles rumores de la flauta frigia que llenan de -terror el ánimo; traen también los ministros picas y dardos que son -instrumentos de muerte, y con los cuales aterran al meticuloso vulgo y -á los perversos é ingratos que no rinden adoración á la majestad de la -diosa.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_25"><span class="label"><a -href="#FNanchor_25">[25]</a></span> Ida, monte de Frigia ó de la -Troade, lugar en que se tributaba especial adoración á la Tierra, -simbolizada por Cibeles, nombre griego. De la unión de la Tierra y el -Tiempo (Saturno), según los poetas, surgieron el movimiento (Júpiter), -la vida (Juno), los mares (Neptuno), y otras fuerzas naturales.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">634. <i xml:lang="la" lang="la">Ergo cum primum -magnas invecta per urbes...</i></p> - -<p>Llevada así la muda estatua y paseada por las ciudades populosas -produce no pocas utilidades debidas á la generosidad de los devotos: -de oro y de plata se adornan las calles; ricos tesoros y abundantes -olorosas flores se dedican á la Santa Madre y á su cortejo; una tropa -de hombres armados, á quienes los Griegos dan el nombre de <i>curetas -frigios</i>, bailan al mismo tiempo que hacen vibrar cadenas, y juegan -hasta verter sangre; en la cabeza esos hombres llevan terroríficos -penachos que recuerdan los que dicen que usaban en Creta los antiguos -sa<span class="pagenum" id="Page_88">p. 88</span>cerdotes para -encubrir con su ruido los lloros de Júpiter, mientras que varios -niños danzaban en torno de la cuna y con metálicos instrumentos, de -que estaban provistos, atronaban el espacio para evitar que Saturno -devorase al joven dios y produjera incurable herida en el tierno -corazón de la divina Madre. Este es el origen de la costumbre de -llevar gente armada en las procesiones de la diosa, y tal vez ese -rito obedezca igualmente á la idea de recordar que los hombres deben -estar dispuestos para defender la patria y para ser amparo de sus -parientes.</p> - - -<p class="verslat">653. <i xml:lang="la" lang="la">Quæ bene, et eximiè -quamvis disposta ferantur...</i></p> - -<p>Aunque estas fábulas nos encanten por la brillantez de las -formas con que han sido expuestas, la recta razón las rechaza. -Por su esencia los númenes deben disfrutar eterna vida en ocio -imperturbable: indiferentes á nosotros y á nuestras cosas, exentos -de peligros y de aflicciones, ricos por su propia naturaleza, -puesto que de nada necesitan, son insensibles á nuestras virtudes é -indiferentes á nuestra ira<a id="FNanchor_26" href="#Footnote_26" -class="fnanchor">[26]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_26"><span class="label"><a -href="#FNanchor_26">[26]</a></span> Lucrecio repite aquí los versos 56 -al 62 del primer canto.</p> - -</div> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_89">p. 89</span>661. -<i xml:lang="la" lang="la">Terra quidem vero caret omni tempore -sensu...</i></p> - -<p>Y en verdad la Tierra ha carecido en todo tiempo de sensaciones, y -todos los diversos frutos que bajo la acción del Sol existen se forman -de los variados y múltiples elementos que aquélla contiene. Á pesar de -todo, si alguien quiere llamar Neptuno á los mares, Ceres á los frutos -farináceos, y Baco al vino, usará así nombres extraños á los que posee -nuestra lengua, pero puede hacerlo, y también puede llamar divina Madre -á la Tierra, aunque sepa que es falso lo que dice.</p> - - -<p class="verslat">669. <i xml:lang="la" lang="la">Sæpe itaque ex uno -tondentes gramina campo...</i></p> - -<p>Desde tiempos remotos el ganado lanígero, la estirpe guerrera de -caballos, y la especie bovina han vivido bajo una misma temperatura, -han usado los mismos pastos y han bebido en iguales surtidores de -agua y respirado los mismos aires; no obstante, sus especies han sido -siempre muy distintas, y cada individuo de ellas ha conservado por -herencia los instintos y las costumbres de sus respectivos padres. -También entre las hierbas, lo mismo que entre las aguas, hay diferentes -clases, porque sus principios constitutivos no son idénticos. Es todo -animal un compuesto de huesos, músculos, sangre, venas, calor, humores, -vísceras y nervios,<span class="pagenum" id="Page_90">p. 90</span> -substancias que entre sí difieren porque están formadas de distintos -elementos. Además, debemos suponer que en los cuerpos combustibles -existan diversos principios que originen luz, chispas, ceniza y humo; y -en general, de todos los cuerpos conocidos debemos pensar que constan -de diversos elementos generadores de los múltiples fenómenos en que se -manifiestan.</p> - - -<p class="verslat">688. <i xml:lang="la" lang="la">Denique multa vides, -quibus est odor, et sapor una...</i></p> - -<p>Hay muchos seres de los que parten emanaciones que afectan -igualmente al paladar y al olfato como si estos sentidos fueran uno -solo; entre aquellos seres se cuentan los que inmola ante el ara de los -dioses la hipocresía cuidadosa de ocultar sus crímenes: indudablemente -esos cuerpos han de contener elementos de forma diferente. Llegan á la -membrana pituitaria las emanaciones odoríferas que no tocan ó tocan -inútilmente el velo del paladar, y afectan las papilas de ese último -órgano moléculas sápidas que no tienen entrada en el sentido olfatorio: -de estos hechos puede inducirse que los principios materiales -que afecten distintos órganos, tienen diferentes formas. En una -aglomeración, pues, de materia hay la conjunción de variados cuerpos -simples; y los seres<span class="pagenum" id="Page_91">p. 91</span> -son el resultado de una mezcla general de distintos elementos.</p> - - -<p class="verslat">697. <i xml:lang="la" lang="la">Quin etiam passim -nostris in versibus ipsis...</i></p> - -<p>Sin duda, en estos mismos versos que lees encontrarás muchas letras -que son comunes á numerosas palabras y vocablos que son idénticos, pero -que en diferentes casos desempeñan distinto oficio: hay verdaderamente -en estas líneas muchas letras iguales, sílabas idénticas, versos que -contienen unas mismas determinadas palabras, pero á pesar de todo hay -diferencia en las dicciones y en los períodos, porque sus elementos -no están igualmente combinados. De igual modo, aunque varios cuerpos -de la Naturaleza tengan elementos comunes no serán iguales si tienen -distinta composición; así también la raza humana, las frutas y los -gallardos arbustos se diferencian notablemente aunque tengan elementos -comunes.</p> - - -<p class="verslat">709. <i xml:lang="la" lang="la">Nec tamen omnimodis -connecti posse putandum est...</i></p> - -<p>Pero no ha de pensarse que los elementos de la materia se puedan -ligar indiferentemente: si ocurriera así, el mundo se compondría de -innumerables monstruos; habría seres mitad hombres y mitad fieras; -del cuerpo de algunos animales brotarían especies vegetales; juntos -se verían productos<span class="pagenum" id="Page_92">p. 92</span> -de la tierra y del mar, y se encontrarían Quimeras<a id="FNanchor_27" -href="#Footnote_27" class="fnanchor">[27]</a> que arrojarían de su -negra boca horrible fuego para devorar al mundo. Pero es patente que -nada ocurre parecido á las suposiciones citadas, y debemos afirmar, por -tanto, que todos los seres se forman de elementos fijos é invariables -para cada especie, y con regularidad se conservan y se propagan.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_27"><span class="label"><a -href="#FNanchor_27">[27]</a></span> Una montaña volcánica de Licia, -llamada Quimera, en la cual habitaban fieras de distinta especie, -sirvió á los poetas para inventar las Quimeras, horribles monstruos que -vomitaban fuego.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">719. <i xml:lang="la" lang="la">Scilicet id certa -fieri ratione necesse est.</i></p> - -<p>Este orden permanece siempre igual; los alimentos dan á todos los -animales substancias que, esparcidas por todo el cuerpo de aquéllos, -contribuyen al sostenimiento de su vida y al movimiento engendrador -de sus acciones vitales; pero todo lo que el animal ingiere y no -sirve para que se le asimile mediante las funciones de nutrición, la -Naturaleza lo restituye á la tierra ó del cuerpo se escapa sin ser -notado; carece de las propiedades adecuadas, y, por tanto, no participa -de todas las funciones de la vida orgánica. Pero no entiendas que -solamente los animales estén sujetos á las leyes indicadas; todos los -seres se regulan por ellas:<span class="pagenum" id="Page_93">p. -93</span> mas como son diferentes entre sí las cosas que la Naturaleza -ha producido, necesariamente los principios que las constituyen no -pueden ser iguales, no porque haya moléculas de muchas diferentes -formas, sino porque se combinan en distintas proporciones.</p> - - -<p class="verslat">734. <i xml:lang="la" lang="la">Semina cum porro -distent, disserre necesse est...</i></p> - -<p>Como los principios difieren, necesario es que también sean varias -sus propiedades de distancias, direcciones, conexión, gravedad, -atracción, repulsión y movimiento: estas cualidades no solamente nos -dan medios para distinguir unos animales de otros, sino también para -comprender la separación que hay entre la tierra y las aguas, y entre -la atmósfera y la tierra.</p> - - -<p class="verslat">739. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, dicta meo -dulci quæsita labore...</i></p> - -<p>Medita ahora acerca de las observaciones que voy á exponerte en -forma sencilla: no entiendas que son blancos los elementos de los -cuerpos que tú ves blancos; lo mismo te digo respecto á los objetos -que nos parecen negros ó de cualquier otro color; ningún color existe -en los cuerpos de la materia, ni parecido ni diferente al que vemos en -los objetos. Y si piensas que no serían perceptibles los seres privados -de color,<span class="pagenum" id="Page_94">p. 94</span> te equivocas -en verdad; los ciegos de nacimiento, que nunca han logrado percibir -la luz del Sol, por el tacto conocen los cuerpos cuyo color nunca han -podido apreciar; mediante este ejemplo, fácil nos será comprender la -existencia de cuerpos sin color. Nosotros mismos en las tinieblas -palpamos como ciegos los objetos, y adquirimos representación de ellos, -aunque no distingamos su color.</p> - - -<p class="verslat">757. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam vinco -fieri, nunc esse docebo...</i></p> - -<p>Ahora te explicaré el fundamento de la observación precedente: -cualquier color puede mudarse en otro, pero los principios materiales -no pueden sufrir cambio alguno; es necesario que éstos permanezcan -inmutables cuando el mundo no ha quedado ya reducido á la nada. Todo -cuanto puede transformarse, por el mismo hecho está sujeto á la muerte, -á dejar de ser lo que antes era. Guárdate, pues, de creer que los -cuerpos simples sean teñidos, si no quieres admitir que el mundo pueda -quedar aniquilado.</p> - - -<p class="verslat">767. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, si nulla -coloris principiis est...</i></p> - -<p>Con todo, si la Naturaleza ha negado color á los cuerpos simples, -los ha enriquecido con formas varias, por las cuales, mediante -circunstancias múltiples, pueden<span class="pagenum" id="Page_95">p. -95</span> mostrarse diversamente colorados, según las distintas -posiciones que entre sí guarden las combinaciones en que intervienen, -y los movimientos á que son impelidos; todas estas son condiciones que -influyen para que un cuerpo que en ciertos casos como negro se nos -ofrece, en otros tenga brillante blancura; así vemos que las aguas -marinas, cuando son agitadas por furiosa tempestad, se muestran como -blancas en las rizadas ondas. Puedes objetar que si los elementos de -un cuerpo que nos parece negro se adicionan á otros, con los cuales -se confunden, ó si pierden alguna cantidad, ó si cambian de posición, -adquirirán, quizá, blancura; pero observa que si el mar constase de -principios materiales azules, en ninguna ocasión aparecería blanco, aun -cuando lo perturbase agitación violenta, porque moléculas azules nunca -darían apariencia de brillante mármol.</p> - - -<p class="verslat">786. <i xml:lang="la" lang="la">Sin alio atque alio -sunt semina tincta colore...</i></p> - -<p>Si los elementos que forman el mar, aunque de varios colores -teñidos, pudieran dar un solo color, de manera igual que varias figuras -pueden componer un cuadrado perfecto en dimensiones, necesario sería -que en el mar se descubriesen los distintos colores que intervinieran -para la formación de uno<span class="pagenum" id="Page_96">p. -96</span> solo, como en el cuadrado se perciben las distintas figuras -que lo forman; y en los demás cuerpos también se notarían los matices -desemejantes que compusieran un color determinado. Pero la diferencia -de las figuras, convenientemente colocadas, no es un obstáculo para la -composición de líneas exteriores que formen cuadrado perfecto, mientras -que la diferencia de colores elementales perjudica la composición de -un color brillante; además, si con arreglo á estas ideas el color -blanco ó negro no resulta de elementos que son exclusivamente blancos -ó solamente negros, sino de una alianza de principios distintamente -coloridos, no hay razón para suponer que los cuerpos simples tengan -color; más creíble sería que la blancura dimanara de elementos sin -color que no de cuerpos negros ó de otro color contrario.</p> - - -<p class="verslat">805. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoniam -nequeunt sine luce colores...</i></p> - -<p>Como no existen colores sino por la acción de la luz, y ésta -no puede llegar á los principios elementales de las cosas, lícito -es afirmar que los cuerpos simples no tienen color. Y ¿cómo sería -posible que pudiera existir un color permanente en la obscuridad, -cuando observamos que aun durante el día los colores de las cosas -experimentan<span class="pagenum" id="Page_97">p. 97</span> mudanzas, -según que éstas son bañadas por un rayo de luz vertical ú oblicuo? -Este fenómeno se observa en el plumaje que adorna la cerviz de la -paloma y corona su cuello: cuando el Sol lo envuelve, en unas ocasiones -ostenta el puro color del rubí, en otras una verde mezcla de esmeralda -y de azul cerúleo: la cola del pavo real, bañada por la luz, muda -frecuentemente sus matices, según la forma en que recibe los rayos -luminosos. Luego es preciso reconocer que los colores se engendran -por el contacto de la luz, y sin esta condición no existen ni pueden -concebirse.</p> - - -<p class="verslat">820. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam plagæ -quoddam genus excipit in se...</i></p> - -<p>Más fuertemente se impresiona la pupila en presencia de los objetos -bañados de blancura, que ante el negro ó cualquier otro color; pero -éste es inútil en aquellas cosas de las cuales tomamos conocimiento por -medio del tacto, en las que lo esencial es la forma. Por este motivo -debe justamente afirmarse que los elementos primitivos, cuyas funciones -se realizan por contacto y proximidad, para nada necesitan la cualidad -del color.</p> - - -<p class="verslat">827. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoniam -non certis certa figuris...</i></p> - -<p>Además de lo dicho, si los colores no de<span class="pagenum" -id="Page_98">p. 98</span>penden en verdad de la figura de los cuerpos, -y éstos, al formarse, pueden revestir cualquiera coloración, ¿por -qué no se muestran teñidos indiferentemente de varios modos? En este -caso, muchas veces el cuervo, al atravesar el espacio con su vuelo, -debería impresionar gratamente nuestros ojos con la albura brillante -de su plumaje, y los cisnes en ocasiones ostentarían el color negro, -ó una diversidad de matices. Puede notarse el hecho de que el color -de los cuerpos se pierde al mismo tiempo que éstos sufren distintas -divisiones, y llega el caso de que, en objetos muy fraccionados, el -color se extingue: pruebas de este fenómeno ofrecen el oro cuando se -reduce á suave polvo, y la púrpura cuyo luciente color de escarlata se -pierde cuando se convierte en delgados hilos: de estas observaciones -puedes inferir que las cosas pierden su color á medida que se acercan á -la menor división de que sean susceptibles.</p> - - -<p class="verslat">844. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo, quoniam -non omnia corpora vocem...</i></p> - -<p>Por último, si admites la existencia de cuerpos incapaces de -producir sonido ó de emitir corrientes odoríferas, no podrás atribuir -á todos los cuerpos cualidades que afecten al oído y al olfato; y de -igual modo has de reconocer que los objetos no perceptibles<span -class="pagenum" id="Page_99">p. 99</span> por la vista deberán estar -privados de color, como aquellos otros que no dan olor ni sonido han -de carecer de las cualidades necesarias para afectar nuestros órganos -correspondientes; por este motivo, el ánimo sagaz conoce que si hay -cuerpos á los que faltan condiciones para impresionar algunos de -nuestros sentidos, también los habrá desprovistos de color.</p> - - -<p class="verslat">852. <i xml:lang="la" lang="la">Sed ne fortè putes -sole spoliata colore...</i></p> - -<p>Pero no creas que solamente de color carecen los cuerpos simples; -falta á ellos también condiciones para ser modificados por la acción -del frío ó del calor y para impresionar nuestros nervios auditivos, -gustativos y olfatorios. Tú mismo, si pretendes componer suave esencia -con extracto de olorosa mejorana, de licor de mirra y de la flor de -nardo, que difunde exhalaciones de néctar, buscarás sin duda para que -te sirva de base el aceite más inodoro, á fin de que no altere el -perfume de las flores que utilizas.</p> - - -<p class="verslat">863. <i xml:lang="la" lang="la">Propterea demum -debent primordia rerum...</i></p> - -<p>Los elementos primarios que entran en la composición de todos -los cuerpos no desprenden emanaciones; por tanto, no dan olor, ni -color, ni son fríos, templados, calientes ó sabrosos, ni tienen los -otros accidentes<span class="pagenum" id="Page_100">p. 100</span> -que implican descomposición, tales como fragilidad, flexibilidad, -porosidad, corruptibilidad y blandura. Debemos de confesar que -los elementos simples carecen de todas esas cualidades, ante la -consideración que nos suministra el hecho evidente de que la Naturaleza -nunca se pierde en la nada.</p> - - -<p class="verslat">875. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ea, quæ sentire -videmus cunque necesse est...</i></p> - -<p>Después de estas observaciones, es de exigencia el reconocer que -todos los cuerpos, y entre ellos los que están dotados de sensaciones, -de principios materiales insensibles proceden: no hay ni siquiera -un dato que sirva para refutar esta afirmación: la experiencia nos -lleva como por la mano para que ante los hechos patentes nos veamos -obligados á reconocer que todos los animales se producen de substancias -insensibles.</p> - - -<p class="verslat">881. <i xml:lang="la" lang="la">Quippe videre licet, -vivos existere vermes...</i></p> - -<p>Facilísimo es ver que de restos corrompidos nacen gusanos cuando -abundantes lluvias dan excesiva humedad á la tierra. Parecidos cambios -sufren todos los cuerpos de la Naturaleza. Las aguas de ríos, los -frutos de selvas frondosas, los fértiles prados de sonrientes praderas, -en ganados se convierten; los ganados contribuyen á la formación -y crecimiento de nuestro cuerpo, y éste, en<span class="pagenum" -id="Page_101">p. 101</span> no pocas ocasiones, ha servido para nutrir -las fieras y darles energía.</p> - - -<p class="verslat">887. <i xml:lang="la" lang="la">Ergo omnes Natura -cibos in corpora viva...</i></p> - -<p>La Naturaleza convierte en cuerpos vivos las partes principales -de que los alimentos constan, y de ellas también da vitalidad á los -sentidos de los seres animados; no de manera distinta, en llamas -transforma la leña y reduce á fuego muchos materiales. ¿Notas ahora -la importancia que tendrá para nuestro estudio el fijar la posición -que los elementos primitivos pueden tener entre sí, y el orden en que -realizan sus movimientos mutuos? ¿Qué es lo que influye en nuestro -ánimo, lo que mueve nuestro ser, lo que da actividad á nuestros -sentidos, si no crees que lo insensible de lo sensible se produce? Este -aserto no quiere decir que, en ocasión alguna, las piedras, la madera y -la tierra en confusión mezcladas, puedan engendrar las sensaciones de -la vida.</p> - - -<p class="verslat">899. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his igitur -fœdus meminisse decebit...</i></p> - -<p>Nunca he pretendido afirmar que todos los elementos, sin restricción -alguna, puedan en cualquier instante producir cuerpos sensibles: lo -que sostengo es que el hecho de las sensaciones y del movimiento -proviene del orden, número, disposición, forma,<span class="pagenum" -id="Page_102">p. 102</span> colocación y otras circunstancias de los -elementos primarios componentes de los cuerpos. Lo mismo sucede en la -organización especial propia de la hierba de nuestros campos y de los -árboles de nuestras florestas: cuando estos vegetales, penetrados por -la acción continua de las lluvias, se descomponen y pierden algunas de -sus antiguas propiedades, originan múltiples gusanillos, porque sus -principios materiales constitutivos experimentan una combinación nueva -adecuada á la producción de aquellos animáculos.</p> - - -<p class="verslat">910. <i xml:lang="la" lang="la">Deinde ex sensilibus -cùm sensile posse creari...</i></p> - -<p>Además, como observamos que la facultad de sentir es dependiente -de los nervios, de las vísceras y de las venas, que son partes -blandas destructibles, si entendiéramos que los cuerpos dotados de -sensibilidad sólo se formaban de elementos sensibles, supondríamos que -eran igualmente blandos. Y si creyéramos que esos elementos sensibles -eran imperecederos, deberíamos imaginar que cada una de las partes del -ser que integran era susceptible de sentir ó que ellos tenían vida -propia semejante á la de los animales: pero es evidente que ningún -miembro aislado puede tener sensaciones ni recibir de otros impresiones -de ninguna clase: la mano ú<span class="pagenum" id="Page_103">p. -103</span> otra cualquiera parte del cuerpo, si de éste queda separada, -es incapaz de moverse y de sentir. Consideremos ahora la suposición de -que los elementos primitivos que integran los seres animados tuviesen -como éstos vida propia: ¿de qué manera podrían ser llamados principios -de las cosas, cuando tendrían francas las puertas de la muerte y por -ellas se precipitarían, como vemos que perecen continuamente los -animales de cuya naturaleza participaban?</p> - - -<p class="verslat">927. <i xml:lang="la" lang="la">Quod tamen ut -possint, ab cœtu, concilioque...</i></p> - -<p>Y si fuera posible que los principios generadores tuviesen la -misma condición de seres animados, la conjunción que entre ellos se -estableciera no podría originar más que un acervo inconmensurable de -animales, de modo igual que los hombres, los rebaños y las fieras -por Venus impulsados sólo engendran hombres, rebaños y fieras de su -misma especie. En el caso de que supusiéramos que los elementos al -congregarse perdían la facultad sensorial que les fuese inherente y -en cambio adquirían otra resultante de la masa, ¿no sería necesario -indagar la causa que les obligara á despojarse de sus condiciones -propias? Pero si vemos, como ya antes he dicho, que huevos de aves -en aves se transforman, y que la descompo<span class="pagenum" -id="Page_104">p. 104</span>sición de restos inanimados expuestos en la -tierra á la acción de las lluvias crea camadas palpitantes de gusanos, -forzoso es reconocer que de cuerpos insensibles surgen los seres -dotados de sensibilidad.</p> - - -<p class="verslat">939. <i xml:lang="la" lang="la">Quòd si fortè -aliquis dicet, duntaxat oriri...</i></p> - -<p>Si alguno pretendiera que lo sensible puede surgir de lo insensible -sólo en virtud de mudanza efectuada en esto último durante una -evolución parecida á la que experimenta el animal desde el estado -embrionario hasta que se muestra á luz, sería preciso hacerle saber -que á todo nacimiento precede indeclinablemente la formación de un -organismo, que no hay mudanza donde no hay un ente capaz de ser mudado, -y que no pueden surgir las sensaciones sino en seres sensibles; luego -antes de que haya una determinación corpórea cualquiera, los materiales -que han de integrarla se hallarán confundidos en el aire, en el agua, -en la tierra y en el fuego, y no podrán de modo alguno establecer entre -sí mutuas relaciones que den por resultado la vida manifestada en -sensaciones y movimiento.</p> - - -<p class="verslat">952. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quamvis -animantem grandior ictus...</i></p> - -<p>Choques violentos que repentinamente conmuevan la constitución de un -animal,<span class="pagenum" id="Page_105">p. 105</span> pueden variar -la posición de los elementos materiales de éste, y consiguientemente -confundir las facultades de su alma y trastornar las funciones de -su cuerpo, hasta el punto de que la acción de la vida se anule y la -materia sacudida en los miembros rompa los lazos del alma y ésta sea -lanzada fuera por todos los poros. Aun así, esas contrarias fuerzas -¿podrán hacer algo más que apartar y disolver?</p> - - -<p class="verslat">962. <i xml:lang="la" lang="la">Fit quoque, uti -soleant minus oblato acriter ictu...</i></p> - -<p>Pero si los choques son menos rudos, la energía vital puede -resistirlos, calmar el desorden que produzcan sobre el cuerpo atacado, -reconstituir éste, dominar la acción destructora de la muerte, la cual -podría haberse apoderado en un momento de cuasi todo el organismo, -y sostener la vida próxima á desvanecerse. ¿Cómo, si así no fuera, -habría de ocurrir que en ciertas ocasiones los sentidos cercanos á la -extinción pudieran reverter á la vida y consolidar la unidad del alma, -sin ceder al movimiento de inmediata disolución que los empujara?</p> - - -<p class="verslat">970. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoniam -dolor est, ubi materiai...</i></p> - -<p>Es también cierto que el cuerpo vivo experimenta dolor cuando los -principios materiales que integran sus vísceras son pertur<span -class="pagenum" id="Page_106">p. 106</span>bados en su posición -ordinaria; pero cuando éstos recuperan su estado normal, aquél vuelve á -sentir bienestar agradable. Y como los elementos no constan de partes -que puedan separarse y volverse á reunir, lícito será afirmar de ellos -que no pueden ser ofendidos por el dolor ni lisonjeados por el placer: -luego son incapaces de sensaciones.</p> - - -<p class="verslat">981. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, uti possint -sentire animalia quæque...</i></p> - -<p>En fin, si para explicarse las sensaciones de los animales hubiera -que atribuir á éstos una composición de principios sensibles, ¿qué -sucedería? Deberíamos admitir que los elementos constitutivos del -hombre eran agitados por trémula risa, vertían lágrimas que les -inundasen boca y mejillas, perspicuamente investigaban las causas de -los fenómenos y hasta indagaban su propia íntima estructura: porque -si los elementos que componen al hombre han de ser equiparados al -hombre mismo, deberán constar de principios materiales y éstos de -otros, y así indefinidamente. Según estos datos, si me hablas de un -ser que se comunica, ríe y sabe, deberé pensar que dicho ser está -compuesto de substancias simples que hagan lo mismo. Pero si pensamos -que esta afirmación es un delirio de mente perturbada porque un ser -puede reir aunque no esté forma<span class="pagenum" id="Page_107">p. -107</span>do por elementos que rían; y saber y comunicar sus ideas -con docto razonamiento, sin que sus principios constitutivos sean -elocuentes ni sabios, ¿cómo podremos negar que los seres sensibles -resulten de componentes insensibles?</p> - - -<p class="verslat">999. <i xml:lang="la" lang="la">Denique cœlesti -sumus omnes semine oriundi...</i></p> - -<p>Todos somos originarios del Cielo; éste, padre de todos, envía -gérmenes creadores á nuestra madre la Tierra que, fecundada, produce -nítidas frutas, lozanos arbustos, el género humano y toda clase de -animales á cuyas necesidades provee con alimentos útiles para la vida -individual y para la propagación de las especies: por este motivo con -razón se da á la Tierra nombre de madre. Cuanto de la Tierra dimana -vuelve otra vez á ella; y cuanto proviene de las regiones celestiales -otra vez tiene entrada en las mansiones etéreas. Los cuerpos simples -de la materia, aun cuando los veamos convertidos en inútiles sobrantes -excretados, son eternos: la muerte, que destruye las formaciones -compuestas, deja incólumes los componentes; cuando más, los separa -á fin de que la Naturaleza vuelva á asociarlos de otro modo, en -nuevas formas, con diferentes colores, en integraciones dotadas de -sensibilidad<span class="pagenum" id="Page_108">p. 108</span> ó sin -esta condición. Los hechos apuntados te harán conocer que es necesario -estudiar con detenimiento las combinaciones variadas, las diversas -posturas y los diferentes cambios que experimentan los primeros -elementos, ya que de ellos y de sus mudanzas de posición surge la vida -y dependen el nacimiento y la muerte. En estos mismos versos puede -observarse que la significación de ellos depende ciertamente del orden -en que están colocadas las palabras que los componen: con las mismas -letras se forman vocablos representativos de las ideas de cielo, mar, -tierra, astros, sol, frutos, árboles y animales: en muchas ocasiones la -inversión de letras determina significados muy distintos. Así también -sucede con los elementos de la materia: si cambian de lugar, posición, -orden, cantidad y proporciones, cambian las cosas que integran, y la -figura de ellas, y su peso, y sus relaciones recíprocas.</p> - - -<p class="verslat">1031. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc animum nobis -adhibe veram ad rationem...</i></p> - -<p>Dispón ahora tu ánimo para escuchar nuevos razonamientos: otra -serie de consideraciones pugnan vehementemente por llegar á tus oídos, -y verdades no generalizadas voy á darte á conocer. Así como nada hay -tan fácil que al iniciarse no parezca de con<span class="pagenum" -id="Page_109">p. 109</span>cepción difícil, así también nada hay -grande ni admirable en un principio que no pierda poco á poco su -importancia cuando lo contemplamos mucho tiempo: si el color puro y -brillante del espacio sideral, las estrellas que la noche adornan, -y la luz esplendorosa del Sol y de la Luna apareciesen á nuestra -vista de improviso por vez primera, ante sus maravillas quedaríamos -sorprendidos; ¿qué cosa podría ser comparada con tan admirables -portentos y qué personas se hubieran atrevido á imaginar, antes de -presenciarlos, tan soberbios espectáculos? pero hoy los vemos sin -asombro alguno, y tan acostumbrados á ellos estamos, que apenas hay -alguien que se digne levantar los ojos para contemplar la arquitectura -del cielo. Así la novedad de las reflexiones que voy á presentarte, no -debe causar prevenciones en tu ánimo; por lo contrario, debe estimular -tu atención á fin de que medites en los hechos que voy á exponerte y -admitas mis razones si crees que son verdaderas, ó las rechaces si -las consideras falsas. Trato de indagar si el infinito espacio puede -traspasar el ámbito del mundo, y lo que puede haber más allá de la -redondez de la tierra hasta donde la mente pueda alcanzar, y el ánimo, -libre de prevenciones, consiga elevar su vuelo.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_110">p. -110</span>1056. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, nobis in cunctas -undique partes...</i></p> - -<p>Primeramente, al considerar todas las cosas, ya sea de un lado para -otro, ya de arriba para abajo, no se hallan límites al Todo, y como ya -te he dicho, esta evidencia se proclama por sí misma y se demuestra -por todo el orden natural. De ningún modo ha de juzgarse verosímil que -en el infinito espacio donde en número ilimitado con movimiento eterno -vuelan gérmenes de muchas formas, se hayan creado solamente este orbe -terráqueo y ese cielo que lo rodea; y haya, por tanto, muchísimos -elementos primitivos encerrados en perpetuo ocio. Todo cuanto existe -ha sido hecho por la Naturaleza, y los principios de las cosas, por su -propia condición, después de movimientos varios inútiles, discordantes, -destructivos, casuales, han originado este conjunto de tierras, mares, -cielo, y el género de animales: luego es preciso reconocer que en el -infinito espacio existirán sin duda otros muchos agregados semejantes á -este que forma nuestro mundo.</p> - - -<p class="verslat">1075. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, cùm -materies est multa parata...</i></p> - -<p>Además, siempre que en la Naturaleza haya una cantidad conveniente -de materia<span class="pagenum" id="Page_111">p. 111</span> y sitio -que le sea adecuado, si no hay causa que se le oponga, por necesidad -han de producirse algunos seres. Ahora bien; como los elementos de la -materia se dan constantemente en número que no podría contarse durante -los siglos, y todos han de poseer igual aptitud para moverse en el -espacio y unirse en combinaciones varias, debemos creer que en la -inmensidad habrá otros mundos como el nuestro y otros hombres y otras -fieras.</p> - - -<p class="verslat">1085. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, ut in -summa res nulla sit una...</i></p> - -<p>Ocurre también que en el mundo ningún ser hay único en su especie -que nazca aislado y crezca en la soledad; de cada género hay numerosos -individuos: puedes comprobar esta afirmación sólo con observar lo -que sucede entre los animales, pues lo mismo que abundan las fieras -errantes en los montes y la progenie humana y las mudas especies -escamosas y las razas volátiles, es racional suponer que de igual -modo la Tierra, el Sol, la Luna, los mares y todas las entidades que -nosotros vemos no han de ser únicos en el concierto universal, sino -pertenecerán á un orden numeroso, y estarán sujetos á las leyes de -vida y muerte, lo mismo que los demás grupos formados por numerosos -individuos.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_112">p. -112</span>1098. <i xml:lang="la" lang="la">Multaque post Mundi tempus -genitale, diemque...</i></p> - -<p>Después del génesis del Mundo y del día de la creación de mar y -tierra, formado ya el Sol, quedaron en torno de aquél muchos elementos -surgidos del Todo universal que los contenía: de ellos el mar y las -tierras obtuvieron sucesivo aumento, el espacio se embelleció con el -templo del cielo cuyos elevados techos están situados muy lejos de -la tierra, y se originó la circulación del aire. Los elementos, por -la acción de sus atracciones y repulsiones, se reparten por todos -sitios, y se juntan entre sí los que son de la misma especie: los -propios del agua al agua; con adiciones de tierra la tierra aumenta; -el fuego se aviva con el fuego; el éter con el éter, hasta que la -Naturaleza, creadora siempre, haya elevado el crecimiento á su -límite normal; y cuando se dé el caso de que en las corrientes de la -vida, plenamente ocupadas, no puedan tomar curso nuevas adiciones, -habrá proporcionalidad entre las restituciones y las pérdidas: en -el apogeo de la vida la Naturaleza habrá de restringir sus fuerzas -productoras.</p> - - -<p class="verslat">1115. <i xml:lang="la" lang="la">Nam quæcumque vides -hilaro grandescere adauctu...</i></p> - -<p>Y los cuerpos que ves llegar á su madurez con paulatino é incesante -crecimiento se<span class="pagenum" id="Page_113">p. 113</span> -asimilan más que gastan, porque el producto de las substancias -alimenticias circula en ellos sin obstáculo por las venas y los vasos, -en tanto que los poros no se dilatan cuanto sería necesario para que -dichos cuerpos sufrieran grandes pérdidas; es indudable que éstas -siempre existen, pero el ser las repara fácilmente mientras que no -llega al término del crecimiento. Desde que alcanza esa altura, empieza -á descender y poco á poco el vigor se le agota y las fuerzas se le -extinguen: cuanta más extensión ocupe un cuerpo vivo que haya tocado -la meta del regular desarrollo, mayores pérdidas ha de experimentar: -ya el jugo de las substancias nutricias no circula bien por sus venas; -ya le es insuficiente la alimentación; ya la Naturaleza no renueva en -aquel ser las fuerzas que el mismo consume diariamente; entonces el -cuerpo debe perecer porque lentamente ha disminuido en densidad todo lo -que ha perdido en emanaciones, y de este modo ha entibiado la energía -de la vida: los seres en la vejez no pueden suplir lo que les falta, y -abatidos, incapaces para resistir los choques de todos los cuerpos que -giran á su alrededor, necesariamente sucumben.</p> - - -<p class="verslat">1138. <i xml:lang="la" lang="la">Sic igitur magni -quoque circùm mœnia Mundi...</i></p> - -<p>Así, combatido por todos lados, el edifi<span class="pagenum" -id="Page_114">p. 114</span>cio del Mundo quedará alguna vez destruido; -porque si bien no cesará de improviso la renovación de los medios que -sirven para rehacer y sustentar los seres, como las corrientes de la -vida poco á poco dejarán de recibir los recursos que enriquecen su -caudal, porque la Naturaleza extinguirá los manantiales tributarios, -los siglos morirán por consunción. Observemos que hoy la Tierra -mantiene animales exiguos, cuando en el principio de la vida organizada -creó individuos corpulentos, razas fuertes; pensemos también que -las actuales especies no descenderían de los espacios por dorada -cuerda ni serían producidas por los mares que baten con furor las -rocas; la Tierra pudo antes crearlas y ahora sólo puede sostenerlas; -espontáneamente hacía surgir del suelo tallos de doradas mieses, -sonrientes viñas que utilizaban los mortales, viciosos pastos y -sabrosas frutas; pero hoy esos vegetales, para dar buenos productos, -exigen el auxilio del trabajo nuestro: los bueyes sufren bajo el -peso del arado; los agricultores consumen sus fuerzas en la ruda -tarea de labrar los campos; las cosechas disminuyen, los esfuerzos -aumentan: el viejo campesino apenado considera la esterilidad de sus -continuadas fatigas, compara los tiempos actuales con los pasados y -envi<span class="pagenum" id="Page_115">p. 115</span>dia la fortuna -que disfrutaban sus abuelos; refiere que en aquellos remotos días los -hombres respetaban lo ajeno y estaban satisfechos con el producto de -sus terrenos, que aunque muy reducidos, producían abundosos frutos. -Lo que ese humilde labrador no ve, es que todo cuanto existe consume -lentamente su propio vigor, hasta que extenuado se pierde en el piélago -de la decrepitud.</p> - - -<p class="verslat">1167 <i>á</i> 1181. <i xml:lang="la" lang="la">Quæ bene -cognita si teneas, Natura videtur...</i></p> - -<p>Si de estas verdades te penetras, considerarás desde luego á la -Naturaleza como libre del dominio de soberbios señores, gobernada -por sí propia, y de númenes completamente desligada. ¡Oh, dioses que -en dulce paz vivís con tranquila, sosegada calma! ¿cuál de vosotros -rige el Universo y sustenta en su mano vigorosa el poder moderador de -todo cuanto existe? ¿cuál gobierna los espacios siderales? ¿cuál hace -fructíferas las tierras con la mediación de fenómenos etéreos y provee -oportunamente en todos sitios á la vida? ¿cuál extiende las tinieblas, -condensa las nubes, desata las tempestades y fulmina rayos que muchas -veces destruyen vuestros mismos templos y con frecuencia recorren -extensiones dilatadas en<span class="pagenum" id="Page_116">p. -116</span> la que dejan ilesos á muchos malvados y matan á hombres -virtuosos no merecedores de tan fatal desastre<a id="FNanchor_28" -href="#Footnote_28" class="fnanchor">[28]</a>?</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_28"><span class="label"><a -href="#FNanchor_28">[28]</a></span> En todas las antiguas ediciones del -poema de Lucrecio este pasaje aparece en otro lugar del mismo canto -segundo; pero el traductor ha creído que Lagrange estuvo muy acertado -al colocarlo en este sitio, de donde tal vez lo separaron en tiempos -remotos copistas poco expertos.</p> - -</div> - -<hr class="tb" /> - -<p id="Err">Erratas. En la nota última de la pág. 7, donde dice <i>su -Infierno</i>, debe decir <i>el Infierno</i> de su <i>Divina Comedia</i>.</p> - -<p>Y en la línea undécima de la pág. 81, donde dice <i>aspergios</i> debe -decir <i>arpegios</i>.</p> - -<hr class="chap0" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch3"> - <p><span class="pagenum" id="Page_117">p. 117</span></p> - <h2 class="nobreak">LIBRO TERCERO</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">E tenebris tantis tam -clarum extollere lumen...</i></p> - -<p>Á ti ¡oh varón ilustre, gloria de las gentes griegas, primero que de -tenebrosa obscuridad supo extraer clara luz que iluminase los senderos -de la vida! á ti sigo. Sobre las huellas de tus pasos coloco mis piés, -no porque pretenda rivalizar contigo, sino porque deseo imitarte. ¿Cómo -podría la golondrina contender con el cisne, ó cómo débil cordero de -miembros trémulos podría disputar en la carrera con fogoso caballo? ¡Oh -genio creador de la ciencia! Tus sabias lecciones son para nosotros -rico patrimonio, y en tus discursos, lo mismo que en el floreciente -prado la abeja liba miel de color de rosa, nosotros tomamos áureos -conceptos, áureos y dignos de ser repetidos eternamente. Bastó que -tu razón clamara que el orden universal no era obra de inteligencia -divina, para que se disiparan los terrores del ánimo y el Mundo<span -class="pagenum" id="Page_118">p. 118</span> quedara abierto á nuestra -investigación: vemos el Todo formarse en el vacío, y se nos aparece el -poder de los dioses en sede neutral jamás sacudida por los vientos ni -rociada por nubes tempestuosas, ni violada por los copos de nieve que -penetrante frío condensa, pero rodeada siempre del límpido éter lleno -de sonriente luz difundida á largas distancias. La Naturaleza todo lo -da hecho á los dioses; éstos no sienten alterada en ningún tiempo y -con motivo alguno la paz del ánimo: por lo contrario, nunca ven los -antros aquerusios, y pueden siempre observar, sin que bajo sus piés -les estorbe el suelo, todas las escenas que se ejecutan en el vacío. -Ante esas consideraciones experimento divino placer y cierto asombro, -porque, merced á tus investigaciones, están para nosotros de manifiesto -los arcanos todos y toda la obra de la Naturaleza.</p> - - -<p class="verslat">31. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam docui, -cunctarum exordia rerum...</i></p> - -<p>Hasta aquí he discurrido acerca de los elementos que son principios -constitutivos de todas las cosas, y acerca de las distintas figuras -de las moléculas que espontáneamente giran en el espacio con -movimiento eterno. Ahora debemos estudiar la naturaleza del ánimo, -aclarar en qué consiste la esencia del alma, y poner en ruinas el -temi<span class="pagenum" id="Page_119">p. 119</span>ble Aqueronte<a -id="FNanchor_29" href="#Footnote_29" class="fnanchor">[29]</a>, que -turba todo bienestar de la vida humana, tiñe todas las cosas con las -preocupaciones de la muerte, y no permite el goce tranquilo de ningún -placer puro y honesto.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_29"><span class="label"><a -href="#FNanchor_29">[29]</a></span> Aqueronte, río de Epiro, llamado -hoy Veliqui; río del infierno, según los poetas; el infierno mismo.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">41. <i xml:lang="la" lang="la">Nam, quod sæpe -homines morbos magis esse timendos...</i></p> - -<p>Porque si bien no faltan hombres que alardean de considerar -más temibles la infamia y las enfermedades que los abismos de la -muerte, y entienden que el origen de nuestra alma es el mismo -que el de la sangre<a id="FNanchor_30" href="#Footnote_30" -class="fnanchor">[30]</a>, y dicen, por último, que nuestras lecciones -les son inútiles, advierte que hacen esas afirmaciones, más por vana -presunción y deseo de renombre, que por tener firmes convicciones. -Esos mismos hombres, si proscriptos de la patria se encuentran, ó si -retirados de la vida social se hallan, ó si les abruma torpe acusación, -ó viven, finalmente, afligidos por numerosas desdichas, adondequiera -que, míseros, se retiran, celebran funerales, inmolan ovejas -negras, dedican sacrificios á los Manes, y cuanto más el in<span -class="pagenum" id="Page_120">p. 120</span>fortunio los agobia, tanto -más inclinan su ánimo á la superstición. En tiempos de adversidades, es -cuando conviene observar á los hombres, porque entonces se dan éstos -fácilmente á conocer: proceden como sienten, la máscara se les cae y se -muestran como son.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_30"><span class="label"><a -href="#FNanchor_30">[30]</a></span> Alusión á ciertas ideas defendidas -por Critias y por Empedocles, según las cuales el alma es sangre pura -del cuerpo vivo: también en el versículo 23, cap. 12 del Deuteronomio y -en el Levítico, cap. 17, vers. 11 y 13 se hacen indicaciones análogas -con referencia á los animales.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">59. <i xml:lang="la" lang="la">Denique avarities, et -honorum cæca cupido...</i></p> - -<p>La avaricia y el ciego afán de honores que á tantos míseros hombres -empujan á traspasar los linderos de la justicia, á hacerse criminales -ó encubridores de crímenes, y á pasar días y noches engolfados en -inquietud penosa que les permita acumular riquezas, son calamidades que -afligen la vida, y que se deben en mucha parte al temor de la muerte<a -id="FNanchor_31" href="#Footnote_31" class="fnanchor">[31]</a>. El -menosprecio, la indigencia y la ignominia, se consideran estados -incompatibles con la dulzura de la vida, y casi como antesalas de la -muerte. Para huir de tales situaciones, y colocarse lejos de ellas, los -hombres, desatentados, compran honores con sangre que vierten de sus -conciudadanos, amontonan crímenes para multiplicar ávidos sus tesoros, -se alegran, impíos, de los<span class="pagenum" id="Page_121">p. -121</span> funerales del hermano, y aun odian y temen, recelosos, los -festines de sus próximos parientes.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_31"><span class="label"><a -href="#FNanchor_31">[31]</a></span> Según la antigua Mitología, la -pobreza figuraba en el cortejo de la muerte. Virgilio (<i>Eneida</i>, canto -VI) coloca en la puerta de los infiernos al hambre y la pobreza.</p> - -</div> - -<p>La envidia, por igual razón, con temores mortificantes, se despierta -en muchos, ante cuya vista se muestra el poder como la presa de unos -cuantos que disfrutan riquezas y distinciones brillantes, mientras que -ellos viven en las tinieblas y se arrastran por el lodo: algunos mueren -con la preocupación de las estatuas y el renombre, y otros, á quienes -el temor de la muerte inspira odio contra la vida y la luz, llevan el -infierno en su triste pecho; se olvidan de que es manantial de todos -los males ese miedo que veja la inocencia, rompe los vínculos entre -amigos y arranca de los corazones la piedad. ¡Y aun muchas veces ha -habido hombres que por vivir, para retardar las penas del Aqueronte, -han hecho traición á sus padres y á su patria! Como niños que de todo -tienen miedo por la noche, así nosotros, durante el día, nos vemos -rodeados por ilusorias sombras y fantasmas vanos que no se disipan con -el rayo solar ó con la luz diurna, pero que se desvanecen mediante el -uso de la razón tranquila y el estudio reflexivo de la Naturaleza<a -id="FNanchor_32" href="#Footnote_32" class="fnanchor">[32]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_32"><span class="label"><a -href="#FNanchor_32">[32]</a></span> Lucrecio repite los versos 51 al 61 -del canto II.</p> - -</div> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_122">p. 122</span>94. -<i xml:lang="la" lang="la">Primum Animum dico, mentem quem sæpe -vocamus...</i></p> - -<p>Primeramente digo que el ánimo, al que damos con frecuencia el -nombre de entendimiento, es régimen y consejo de la vida, y forma -parte de nosotros no menos que las manos, los piés y los ojos. -Muchos sabios piensan que el ánimo no reside en lugar determinado, -por cuanto es la exteriorización de la vitalidad del cuerpo ó la -harmonía de los sentidos, según dicen los Griegos; y aunque nos hace -vivir consciamente, no es susceptible de ocupar espacio, como sucede -respecto á la salud que no es parte del cuerpo, sino modo regular de la -existencia de éste, y no se halla fija en sitio alguno; pero entiendo -que esa opinión es errónea. Algunas veces el cuerpo exteriormente sufre -mientras que se experimenta bienestar interno; otras veces el ánimo se -halla triste y el cuerpo disfruta salud, y en ocasiones el dolor que -ofende los piés no daña la cabeza. Además, aunque blando sueño debilita -los miembros y priva al cuerpo del uso de los sentidos, hay personas -que en ese estado se agitan de muchos modos, y tienen sensaciones de -alegría, de inquietud y de tristeza.</p> - - -<p class="verslat">118. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc animam quoque -ut in membris cognoscere possis...</i></p> - -<p>Ahora puedes conocer que también el<span class="pagenum" -id="Page_123">p. 123</span> alma se halla en los miembros del ser -sensible, y que no es la harmonía el sostén del cuerpo. Desde luego -se observa que si á éste se priva de algunas partes, la vida subsiste -muchas veces conservada por el resto del organismo; pero si decrece -la temperatura de nuestro cuerpo, ó si se espira una cantidad de -aire mayor que la conveniente, en el momento las venas saltan y se -descomponen los huesos. Puedes inducir de repetidas observaciones -de esta clase, que no todas las partes del cuerpo son de igual -importancia, ni todas contribuyen igualmente á la salud, y que los -vapores cálidos y el aire vital son los primeros agentes de la vida y -las últimas resistencias que escapan de los miembros moribundos.</p> - - -<p class="verslat">131. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter, quoniam -est Animi natura reperta...</i></p> - -<p>Por tanto, averiguada ya la naturaleza del ánimo y del alma que son -partes constitutivas del hombre, la palabra Harmonía debe devolverse -á los Griegos, que faltos de expresiones adecuadas para representar -ciertos pensamientos nuevos, quizá la derivaron de ignoradas fuentes ó -la adquirieron de la elevada cima del sonoro Helicón<a id="FNanchor_33" -href="#Footnote_33" class="fnanchor">[33]</a>; guárdenla ellos y -sigamos nuestro discurso. Opi<span class="pagenum" id="Page_124">p. -124</span>no que el ánimo y el ánima entre sí mantienen unión estrecha, -de la que resulta una substancia distribuida en todo el cuerpo; ésta, -en cuanto dirige los actos humanos, recibe el nombre de ánimo y también -entendimiento ó inteligencia, y tiene su centro en lo íntimo del -pecho, donde laten las emociones de pavor y miedo, y se originan los -estímulos del placer; pero el alma se extiende por todo el cuerpo, y -aun cuando recibe impulsos del ánimo, tiene conciencia de sí misma, -y en sí propia se ocupa cuando ninguna cosa exterior la solicita. Y -así como la cabeza y los ojos, en muchos casos duelen, pero no hacen -partícipes de su malestar á todo el cuerpo, así también la mente alguna -vez sufre daño ó goza beneficio, y no transmite al alma las sensaciones -correspondientes; empero, cuando terror extraordinario perturba el -ánimo, también el alma en todos los órganos se impresiona; todo el -cuerpo se cubre de sudor y palidez, la lengua vacila, se extingue la -voz, los ojos se nublan, los oídos zumban, los miembros se relajan.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_33"><span class="label"><a -href="#FNanchor_33">[33]</a></span> Helicón, monte de Beocia consagrado -á las artes rítmicas (Apolo y Musas).</p> - -</div> - -<p>Muchas veces vemos que los hombres sucumben al peso del terror del -ánimo: por este hecho observado, fácilmente puede conocerse cuál sea -la conjunción que hay entre el ánimo y el ánima; ésta, golpeada<span -class="pagenum" id="Page_125">p. 125</span> por la fuerza del ánimo, -inmediatamente comunica á todo el cuerpo la impresión recibida.</p> - - -<p class="verslat">161. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc eadem ratio -naturam Animi, atque Animai...</i></p> - -<p>Las consideraciones precedentes nos enseñan que el ánimo y el alma -son corpóreos; porque si agitan los miembros, si privan de reposo al -cuerpo, si alteran nuestro semblante y dirigen al hombre (ya que la -observación nos hace ver que ninguno de aquellos hechos se realizan -sino mediante un contacto, y que no puede haber contacto sino entre -cuerpos), ¿no estaremos obligados á confesar que el ánimo y el alma son -de naturaleza corpórea?</p> - -<p>Pero es, además, seguro que las funciones del cuerpo y del ánimo -se corresponden, y que este último no recibe más impresiones que las -comunicadas por aquél; si horrible dardo que hiere nuestros nervios -y punza nuestros huesos, no nos roba la vida, nos producirá, cuando -menos, un desfallecimiento invasor del organismo y una dulce pesadez -que nos obligará á inclinarnos, á pesar de los esfuerzos que hagamos -para erguirnos. Luego indudablemente es corpórea la naturaleza del -ánimo ya que experimenta los efectos de penetrante arma.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_126">p. -126</span>177. <i xml:lang="la" lang="la">Is tibi nunc Animus quali sit -corpore, et unde...</i></p> - -<p>Voy ahora á tratar de explicarte lo que entiendo acerca de la -esencia del ánimo y de las substancias que lo componen. Desde luego -afirmo que es un concreto sutil de elementos sutilísimos: considera -reflexivamente esta opinión, y la hallarás confirmada. Nada hay que -tenga la rapidez con que el ánimo concibe y realiza sus proyectos; -la Naturaleza no ha formado ningún cuerpo más activo. Como es tan -móvil, debe estar integrado por glóbulos muy tenues que pueden ser -agitados por cualquier débil impulso; el agua, apenas tocada, se mueve -y fluctúa por estar compuesta de elementos sutiles; más consistente -la miel, es más pesada, corre con lentitud, sus moléculas se adhieren -entre sí porque son poco pulidas, algo pesadas, menos globosas; el -viento más leve dispersa con prontitud una grande cantidad de simiente -de adormideras, pero no produce efecto sobre pesadas masas de hierro -ó de piedra. Los cuerpos son movedizos en proporción al pulimento y -tenuidad de sus moléculas, y son más resistentes aquellos que contienen -elementos ásperos y voluminosos.</p> - -<p>Ahora bien: como la naturaleza del ánimo es notablemente movible, -necesario es que<span class="pagenum" id="Page_127">p. 127</span> esté -formada por corpúsculos simplicísimos, muy ligeros y redondos. Y el -conocimiento de este postulado ¡oh querido amigo! te será muy útil y de -oportunas aplicaciones.</p> - - -<p class="verslat">208. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc quoque res etiam -naturam deliquat ejus...</i></p> - -<p>De otra observación se infiere cuál sea la tenue contextura del -ánimo y en qué reducido lugar se contendría si pudiera condensarse: -cuando el hombre llega al reposo de la muerte, después de quedar -deshecho el tejido propio del ánimo y del alma, bien podrás ver que -el cuerpo no pierde forma ni peso: la muerte se lleva la sensibilidad -y el aura de la vida, pero deja intacto lo demás. Luego es necesario -que el alma, unida á las venas, vísceras y nervios, esté formada por -principios muy tenues, ya que al desvanecerse ella el cuerpo no pierde -gravedad ni pierde su forma: también, cuando por evaporación se disipan -la esencia del vino, el aroma de los perfumes ó el delicado sabor de -los manjares, los cuerpos respectivos conservan la misma apariencia -y el mismo peso, porque los elementos que les daban color y sabor, -diluidos en el conjunto, eran extraordinariamente sutiles. Ante la -consideración de estos hechos, una y muchas veces deberemos de afirmar -que el ánimo y el ánima constan de principios materiales mínimos,<span -class="pagenum" id="Page_128">p. 128</span> cuya desaparición de un -cuerpo, en que se manifiestan, no disminuye en nada el peso y el -volumen del cuerpo mismo.</p> - -<p>No por eso ha de pensarse que el alma sea simple; el moribundo -exhala cierta aura tibia que supone especial combinación de calor y de -aire frío: las moléculas del calor están muy separadas, y entre ellas -pueden penetrar y situarse elementos primordiales aéreos.</p> - - -<p class="verslat">237. <i xml:lang="la" lang="la">Jam triplex Animi -est igitur natura reperta.</i></p> - -<p>Hasta ahora hemos hallado que la naturaleza del ánimo -tiene tres componentes<a id="FNanchor_34" href="#Footnote_34" -class="fnanchor">[34]</a>, pero no son bastantes por su condición -para engendrar las sensaciones: no se puede concebir que aquellos -principios, por sí solos, puedan crear movimientos sensoriales y -dar actividad á la inteligencia: es necesario que admitamos un -cuarto principio impulsor, aunque no sepamos darle nombre, si bien -consideremos que ha de ser movedizo, de elementos muy finos, pequeños y -veloces: este agente innominado imprime en nuestros nervios la acción -y la energía de la vida; puesto en agitación, transmite su corriente -al calor y al aura vital, y establece el movimiento para todo el -organismo; entonces<span class="pagenum" id="Page_129">p. 129</span> -la sangre late en las venas; las vísceras devienen sensibles, y los -huesos y la médula se hallan capacitados para sentir impresiones de -dolor y de placer.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_34"><span class="label"><a -href="#FNanchor_34">[34]</a></span> Principio frío (aire); principio -cálido (calor); principio templado (aura vital).</p> - -</div> - -<p>Pero si en esa cuarta esencia substancial del ánimo penetra el -dolor, se produce una conmoción general del cuerpo, y en éste no queda -sitio donde la vida se refugie; por tanto, las partes del alma tienden -á salir por todos los poros: sin embargo, las más de las veces, el -trastorno ocasionado por efecto del dolor no traspasa la superficie del -cuerpo, y la vida se repone para nueva larga duración.</p> - - -<p class="verslat">258. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ea quo pacto -inter sese mista, quibusque...</i></p> - -<p>Defectos de nuestra lengua patria no me permiten, á pesar de mis -deseos, explicarte claramente las relaciones que entre sí mantienen -aquellos elementos mezclados; intentaré, no obstante, dilucidar el -asunto, aunque sea sumariamente y hasta donde me sea posible. En -concertada indestructible unión se mueven los primeros principios; nada -hay que pueda separarlos; son como varias fuerzas unidas en un solo -cuerpo; la potencia de todos en ningún caso puede ser ejercida por -cualesquiera de ellos aisladamente. De igual modo que en las vísceras -de los animales se producen condiciones adecuadas<span class="pagenum" -id="Page_130">p. 130</span> para la percepción del olor, calor y sabor, -y constituyen facultades propias, no de órganos aislados, sino de -un cuerpo que sea perfecto; así también el calor, el aire y el aura -vital, combinados, integran una sola substancia, en la cual surge aquel -agente que da impulso al movimiento de todo el organismo y dota de -sensibilidad á las vísceras: este poder motor se encarna en lo interior -de nuestros miembros: nada hay más íntimo en nuestro cuerpo que ese -agente; es como el alma de nuestra alma, que ejerce influencia en todo -nuestro ser; es la fuerza impulsora del ánimo y la esencia del alma, -fuerza y esencia ocultamente unidas; en su formación entran elementos -muy pequeños y muy pocos, pero aun así late y domina en todo el cuerpo, -y es, volveré á decirlo, el alma de nuestra alma. Deberemos, pues, -afirmar que el aura, el aire y el calor se extienden, combinados, -por todo el cuerpo en regular proporción; porque si alguno de esos -elementos preponderase, no formarían un solo todo. Si el nexo entre -el aire, el calor y el aura vital se rompiese, de su desequilibrio -sobrevendría la muerte.</p> - - -<p class="verslat">288. <i xml:lang="la" lang="la">Est etiam calor ille -Animo, quem sumit in irâ...</i></p> - -<p>El calor enciende, además, en ira el ánimo: con su ardiente impulso -la sangre hier<span class="pagenum" id="Page_131">p. 131</span>ve y -los ojos brillan: por su parte el aire, que es frío extremadamente, -provoca el temor y por excitación de éste se agita en convulsiones; por -último, el aura, que es tibia, de plácida calma nos llena el corazón y -lleva la serenidad á todo el organismo. El calor predomina en aquellos -seres que se distinguen por temperamento efervescente dispuesto á la -ira, entre los cuales figura en primer término el león que es todo -bravura y valentía; de su pecho brotan pavorosos rugidos; no puede -contener los ímpetus de la violencia: el aire influye especialmente en -los venados, los cuales, agitados por el frío que hiela sus vísceras, -tiemblan por cualquier motivo: por efecto del aura templada los bueyes -gozan vida apacible; ni los torbellinos de ciegas cóleras los arrebatan -con accesos de ira, ni del hálito helado los entorpecen con temores -los miasmas que penetran hasta la médula; es, por tanto, el buey, -animal que tiene su propia situación entre el tímido venado y el fogoso -león.</p> - - -<p class="verslat">307. <i xml:lang="la" lang="la">Sic hominum genus -est: quamvis doctrina politos...</i></p> - -<p>Así pasa al género humano: la educación puede modificar la índole -de algunos hombres; pero éstos conservan siempre vestigios de la señal -que en su constitución les marcó Naturaleza. No creas posible arrancar -la<span class="pagenum" id="Page_132">p. 132</span> propensión á -los vicios que en algunos se manifiesta, ni evitar que otros dejen -arrebatarse por la ira, aquél sucumba á injustificado temor, ó éste -se dedique excesivamente á determinadas complacencias: mucho difieren -entre sí los caracteres de los hombres y las costumbres que de ellos -se derivan. No pretendo hacer ahora una disquisición acerca de las -causas ocasionales de esos fenómenos que señalo, ni tampoco á exponer -los dictados que corresponden á las figuras de los elementos que tantas -variedades crean; pero por inducción de los hechos observados me atrevo -á decir que las naturales inclinaciones se modifican notablemente con -auxilio de la enseñanza y con auxilio de la razón; nada hay que nos -incapacite para gozar vida propia de dioses.</p> - - -<p class="verslat">325. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc igitur natura -tenetur corpore ab omni...</i></p> - -<p>La naturaleza ó manera de ser de cada individuo está constituida -por todo el cuerpo, del cual es norma y regla de vida: entre el cuerpo -y su propia naturaleza no hay diferencias de origen ni puede haber -separación: la muerte los disuelve. De igual modo que no es factible -desligar el incienso y su propio olor sin destruir la naturaleza de -ambos, así también no es posible extraer del cuerpo los constitutivos -del ánimo y del<span class="pagenum" id="Page_133">p. 133</span> -ánima sin que los tres se deshagan: sus respectivos elementos desde -el principio de cada existencia determinada, se hallan de tal modo -enlazados, que por igual contribuyen á la vida íntegra del ser: en nada -puede revelarse el ánimo sin el cuerpo, y nada puede éste sentir sin la -impulsión del ánimo: sus acciones combinadas encienden la vida y dan -sensibilidad á los órganos.</p> - - -<p class="verslat">339. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, corpus per -se nec gignitur unquam...</i></p> - -<p>Además, cuerpo sin alma nunca es engendrado, ni crece, ni subsiste -después de la muerte: podrá el agua por la acción del calor evaporarse -en parte y en parte quedar incólume; pero los órganos corporales no -pueden tener vida sin alma: cuando ésta falta es cuando aquéllos -perecen penetrados de corrupción. Desde la iniciación vital del ser, el -alma y el cuerpo con movimientos mutuos están íntimamente unidos, de -tal manera que si en el útero materno quedaran desligados sería cuando -el ser muriera: luego si una y la misma es la causa de la existencia -del cuerpo y del alma, una y la misma ha de ser su naturaleza.</p> - - -<p class="verslat">352. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, si -quis corpus sentire renutat...</i></p> - -<p>Aún más: si alguien supusiera que el cuerpo no experimenta -sensaciones y pensa<span class="pagenum" id="Page_134">p. 134</span>ra -que solamente el alma, por todo aquél extendida, es capaz de ese -movimiento á que damos el nombre de facultad de sentir, sostendría una -opinión opuesta á la verdad; y, por lo contrario, ¿quién se atreverá -á decir que el cuerpo siente por sí propio, sin la intervención del -alma, cuando ésta se revela constantemente? El cuerpo deja de ser -sensible cuando el alma de él se retira: pierde el cuerpo durante -la vida muchas cosas que no le son adecuadas, y en el momento de la -muerte pierde otras. Decir, pues, que los ojos no pueden objeto alguno -distinguir porque son meras aberturas que sirven al ánimo para hacer -sus observaciones, es delirar y proceder contra el dictamen de los -sentidos: con auxilio de los ojos se forman las imágenes para las -representaciones. Muchas veces la presencia de una luz muy viva, al -molestarnos, perturba también el fenómeno de la visión; pero si los -ojos no fuesen más que ventanas para mirar, no podrían influir en las -funciones visuales. Además, si los trastornos que en ocasiones sufrimos -no pasaran de los ojos, sin ellos el alma podría distinguir las cosas y -nunca experimentaría contrariedades.</p> - - -<p class="verslat">372. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in is rebus -nequaquam sumere possis...</i></p> - -<p>Acerca de este orden de ideas no debes<span class="pagenum" -id="Page_135">p. 135</span> admitir como verdaderas todas las que -afirmaba el ilustre Demócrito, el cual entendía que los elementos -primarios del cuerpo en precisa relación corresponden á otros iguales -del alma; porque es lo cierto que los principios de ésta han de ser más -tenues y en número más reducido que los del cuerpo en el cual aquéllos -se encuentran esparcidos. Lo que podemos asegurar es, que los elementos -constitutivos del alma son todos los que en los órganos existen capaces -de sensaciones. No nos produce molestia el polvo que á nuestros piés se -adhiere, ni el color gredoso que tiñe el semblante<a id="FNanchor_35" -href="#Footnote_35" class="fnanchor">[35]</a>, ni la niebla nocturna; -tampoco nos afectan los débiles filamentos que las arañas en los -caminos colocan, ni los despojos que lanzan al suelo, ni las plumas de -las aves, ni el vilano que del cardo se desprende y después de fluctuar -en el aire cae lentamente con vacilaciones debidas á su levedad; ni -aun siquiera notamos el paso de los insectos que se arrastran ó el -de los débiles mosquitos que sobre nosotros se posan. Por tanto, las -partes de que se compone la textura de nuestros miembros deben ser -impresionadas con cierta relativa intensidad para que los elementos del -alma dispersos en todo el cuerpo reciban la sensa<span class="pagenum" -id="Page_136">p. 136</span>ción correspondiente, se activen, choquen y -ejerciten sus acciones concertadas.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_35"><span class="label"><a -href="#FNanchor_35">[35]</a></span> Horacio y Petronio escribieron -acerca de las mujeres que se embadurnaban el rostro con greda.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">394. <i xml:lang="la" lang="la">Et magis est Animus -vitai claustra coercens...</i></p> - -<p>Más decisiva influencia ejerce el ánimo que el alma en la función -de moderar la vida y dirigir las acciones de los seres racionales: -inmediatamente que falta el ánimo, no puede el alma permanecer ni un -solo instante en nuestros miembros y abandona el cuerpo al frío de -la muerte para elevarse por las regiones del infinito espacio; pero -disfrutan de la vida los seres que del ánimo gozan, aunque el cuerpo -sufra incomodidades y haya perdido parte del alma entre dolorosos -estremecimientos de próxima descomposición: mientras exista la potencia -sensitiva que reside en el ánimo, no se extingue el aliento vital: -por muy contrariados que se encuentren los miembros, es posible la -reposición de la vida que se les escapa, en tanto conserven un pequeño -lazo con el alma; como es fácil que subsista la facultad de la visión -aunque los ojos se hallen lesionados. Puedes ofender las órbitas, -cortar los párpados, herir el globo ocular, pero si dejas intacta la -pupila, conservarás la vista sin grave modificación; por lo contrario, -si dañas la parte central del ojo, á pesar de ser tan pequeña y aun -cuando todos los demás órganos exteriores de<span class="pagenum" -id="Page_137">p. 137</span> aparato visual se hallen en buen estado, -perderás la vista, y la obscuridad te envolverá quizá para siempre: de -modo igual se cumplen las leyes relativas al ánimo y al ánima.</p> - -<p>Ahora debes de considerar que juntamente con los animales -nacen y mueren sus respectivos ánimos y almas<a id="FNanchor_36" -href="#Footnote_36" class="fnanchor">[36]</a>. Procuraré explicarte en -versos dignos de tu atención, esa verdad que he adquirido en virtud -de continuados é incesantes estudios; pero ten desde ahora en cuenta -que aquellas dos substancias, por su unión indisoluble, constituyen -una sola y voy á comprenderlas también bajo una sola denominación; -así, cuando en lo sucesivo te hable del alma y te diga que es mortal, -entiende que me refiero lo mismo al ánimo que al alma.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_36"><span class="label"><a -href="#FNanchor_36">[36]</a></span> La inmortalidad del alma, ó mejor -dicho, la perpetuidad del alma fué enseñada, según Cicerón, por -Phereces, de Siria, y adoptada por Tales de Mileto, Anaxágoras, Platón, -Diógenes, etc. Ptolomeo Filadelfo, el mismo que reunió en Alejandría -sabios de todas las escuelas filosóficas para formar una sola doctrina -que fuese confesada por todo el mundo, prohibió (hace 2177 años) -la propaganda de aquella idea por creerla peligrosa para el reposo -público. En Grecia y en Roma tendría seguramente muchos partidarios, -cuando tanto empeño mostraron en combatirla Epicuro (hace 2150 años) y -Lucrecio (hace 1980 años).</p> - -</div> - - -<p class="verslat">427. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, quoniam -tenuem constare minutis...</i></p> - -<p>Ya he procurado hacer patente que en la<span class="pagenum" -id="Page_138">p. 138</span> formación del alma sólo entran elementos -muy delicados y aún más sutiles que los componentes del agua, de las -nubes y del humo, supuesto que su movilidad característica se exalta -prontamente por la más sencilla causa, aunque ésta no sea más que la -mera representación de atmosféricos vapores, como sucede cuando en -sueños nos emocionan el simulacro de los perfumes de los altares y el -humo de las víctimas sacrificadas en honor de los dioses. Así como se -extiende por todas partes el agua contenida en un vaso que se quiebra, -y como en los aires el humo y las nieblas se disipan, cree que de igual -manera nuestra alma, cuando del cuerpo se aleja, se desvanece en menos -tiempo del que los miembros necesitan para su descomposición. Y si el -cuerpo, que es como el vaso del alma, queda abatido por un golpe mortal -ó extenuado por falta de sangre, ¿podrá retener el alma aunque sea con -auxilio de la presión del aire, fluido que al cabo es más fácil de -penetrar que nuestros músculos?</p> - - -<p class="verslat">447. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, gigni -pariter cum corpore, et una...</i></p> - -<p>El alma y el cuerpo se forman simultáneamente; á la vez se -desarrollan y al mismo tiempo envejecen: si tierno y endeble es -el cuerpo durante los primeros años de la<span class="pagenum" -id="Page_139">p. 139</span> vida, tenue y débil es el alma; cuando -la edad fortalece los miembros, el alma se activa y la razón se -muestra ampliada; cuando el desgaste de las fuerzas durante los años -transcurridos encorva el cuerpo y embota los órganos, también se -rebaja el ingenio, se entorpece la lengua y se apaga el entendimiento; -y, por último, cuando el instante de la muerte llega, todo acaba. En -esta ocasión el alma como humo se desvanece, confundida en las etéreas -auras: viene á la vida juntamente con el cuerpo, con él crece, y -juntamente sucumbe con él bajo el peso de las fatigas acumuladas por -los años.</p> - - -<p class="verslat">461. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit uti -videamus corpus ut ipsum...</i></p> - -<p>Podemos también observar que al cuerpo atacan excesivos males y -duros dolores, y al alma afligen cuidados, tristezas y sobresaltos; -luego están igualmente sujetos á la muerte.</p> - -<p>Muchas veces, por causa de las dolencias que ofenden al cuerpo, el -ánimo se turba, el juicio se extravía, la razón desfallece: cae el -cuerpo abatido por letargo invencible que le obliga á cerrar los ojos -é inclinar la cabeza, y en tanto el ánimo yace en sopor imperturbable; -en ese estado el paciente no oye la voz ni conoce las facciones de los -circunstantes que junto á su lecho se esfuerzan,<span class="pagenum" -id="Page_140">p. 140</span> entre suspiros profundos y lágrimas que -les bañan el rostro, por restituirlo al goce de la vida. Luego si -la enfermedad afecta íntegramente á todo el ser que la sufre, es -indispensable confesar que el alma se disuelve cuando en ella penetra -el contagio morboso. El dolor y los padecimientos son precursores de la -muerte: nos lo ha enseñado la experiencia.</p> - - -<p class="verslat">470. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, cur -hominem, cùm vini vis penetravit...</i></p> - -<p>Finalmente, cuando al hombre domina la fuerte acritud del vino, -cuyo intenso ardor se extiende por sus venas, ¿por qué los miembros lo -abaten, las piernas le flaquean, la lengua le vacila, el entendimiento -le falta, los ojos le lloran? ¿Por qué ese hombre, rendido por la -embriaguez, exhala gritos, vierte llanto, profiere injurias, comete -excesos? ¿Cuál es el motivo inmediato de esos fenómenos sino la -fuerza del vino, que perturba el alma cuando también trastorna las -funciones del cuerpo? Y todo lo que puede ser alterado con seguridad -perece cuando una causa extraña modifica radicalmente las necesarias -condiciones de su existencia.</p> - - -<p class="verslat">487. <i xml:lang="la" lang="la">Quin etiam, subita -vi morbi sæpe coactus...</i></p> - -<p>Más aún; no pocas veces ante nuestros ojos se presenta el triste -espectáculo de un<span class="pagenum" id="Page_141">p. 141</span> -infeliz que atacado repentinamente por grave mal cae al suelo como -herido por un rayo: de la boca le salen espumas á borbotones; temblor -convulsivo se apodera de sus miembros; estertores pavorosos de su -pecho brotan; se agita con violencia, se retuerce con angustias, -se arquea con frenesí: la enfermedad ha invadido todo el cuerpo, -ha penetrado en el organismo, y el alma, afectada, manifiesta su -estado por estremecimientos epilépticos, de igual manera que las más -inferiores capas de agua cuando en el mar penetra el viento se mueven, -se arremolinan y se muestran á la superficie convertidas en espumosas -irritadas olas: el dolor de aquel desdichado tiene un cierto desahogo -en los gemidos que exhala; cuando menos disminuye al escapar algunos -gases del modo que tienen salida los elementos de la voz: algunas -veces, perturbaciones de esa clase ocasionan la demencia cuando el -ánimo y el ánima sorprendidos por un daño imprevisto en su primer -movimiento rompen el concierto de su unión. Al disminuir la causa -del ataque sufrido por el enfermo, el humor corrompido se restituye -á los vasos linfáticos de donde proviniera, el paciente comienza á -incorporarse, tembloroso y vacilante se yergue y recobra poco á poco -el uso de la razón y de los sentidos. Puedes conocer, ante la<span -class="pagenum" id="Page_142">p. 142</span> consideración de casos -como el que te he presentado, que el alma es combatida por diferentes -quebrantos, muy penosos, y que en ocasiones se agita dolorosamente en -el cuerpo cuya vida integra. ¿Y creerás que si la vida se ausenta de un -cuerpo subsistirá por sí sola en medio del aire expuesta á todos los -vientos?</p> - - -<p class="verslat">510. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam mentem -sanari, corpus ut ægrum...</i></p> - -<p>Cuando podemos comprobar que el entendimiento y el cuerpo que en -enfermedad caen se curan por la Medicina, tenemos que reconocer que -ese hecho da testimonio de la condición mortal del ánimo, el cual, si -experimenta modificaciones, ha de estar sujeto á pérdidas y aumentos -como todas las demás substancias que pueden cambiar; pero lo que es -inmortal no es susceptible de alteraciones, porque si alguna vez dejara -de ser lo que antes ha sido, ó perdiera la más mínima parte de su -estructura, al traspasar los límites de su naturaleza, podría también -llegar hasta la muerte; luego el ánimo ya padezca ó ya sea curado con -auxilio de la Medicina, como perecedero se nos muestra en ambos casos. -De esta manera la verdad combate los sofismas, cierra el camino á todo -subterfugio y con razonados argumentos alcanza victoria sobre los -errores.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_143">p. 143</span>Muchas veces -presenciamos la muerte lenta de un hombre cuyos miembros pierden poco -á poco la sensibilidad; primeramente quedan lívidas sus extremidades -inferiores; después la muerte, desde los piés se apodera de las -piernas; luego sube, avanza y en todas partes deja las señales de su -letal aliento. Como el alma, por su naturaleza, no existe reducida á -un lugar sino se halla en todo el cuerpo, ante la consideración del -caso precedente, debe calificarse de mortal, porque si piensas que -puede refugiarse y encogerse en órganos que no están invadidos por la -destrucción que adelanta, habrías de admitir que las sensaciones se -acumulan en aquellos puntos donde las energías anímicas se concentran; -pero como nada que autorice esta suposición se ha observado hasta -ahora, hay que reconocer que el alma queda lacerada en los miembros -dañados, y, por consiguiente, es víctima de la muerte; pero aun en -el caso de que el alma pudiera replegarse para huir de los miembros -atacados, deberíamos también considerarla mortal, porque, en -definitiva, lo mismo importa que perezca dispersada en los aires ó -encogida en una masa. De todas maneras, siempre resulta que para el -hombre las sensaciones poco á poco se extinguen y la vida poco á poco -se consume.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_144">p. -144</span>548. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam mens est hominis -pars una, locoque...</i></p> - -<p>El entendimiento forma parte del hombre, y en la constitución de -éste ocupa lugar determinado, como los oídos, los ojos y los demás -órganos que ejercen funciones propias en circunstancias dadas para el -cumplimiento de las leyes de la vida. Así como no sería posible que -las manos, la nariz y los ojos gozaran de sensaciones separados del -cuerpo correspondiente, sino que en este caso, corrompidos caerían -en disolución, así también el ánimo no puede tener existencia real -fuera del cuerpo en que está contenido; aunque más exacto fuera decir -que el ánimo y el cuerpo forman una sola substancia que mutuamente se -integran.</p> - -<p>En fin; el cuerpo y el alma viven en cuanto están unidos: alma -sin cuerpo, aun admitida la suposición de que pudiera existir, no -produciría las sensaciones de la vida; y cuerpo sin alma carece de -energías y de movimientos voluntarios: si de la órbita queda separado -el globo ocular, no servirá para la función de ver; igualmente el alma -y el ánimo por sí mismos nada son, porque sus partes componentes se -hallan distribuidas por las vísceras, venas, huesos y nervios, están -adaptadas al cuerpo adecuadamente constituido, y no pueden vivir -inde<span class="pagenum" id="Page_145">p. 145</span>pendientes: si -la actividad anímica y el cuerpo rompieran sus antiguas relaciones, se -dispersarían y no podrían volver á la vida; pero inmediatamente después -que el alma se aleja del cuerpo, los principios formativos de una y de -otro disueltos quedan: si el alma pudiera ser en el aire como era antes -en un cuerpo organizado, también funcionaría en el aire y éste llegaría -á ser animado. Cuando en los aparatos de los animales hay algún -desequilibrio, sobreviene la espiración del aura vital y se extinguen -la sensación del ánimo y la actividad del alma, sensación y actividad -que son dos efectos dependientes de una misma causa.</p> - - -<p class="verslat">580. <i xml:lang="la" lang="la">Denique cùm corpus -nequeat perferre Animai...</i></p> - -<p>Además, es un hecho que no puede soportar el cuerpo la ausencia del -alma: inmediatamente que ésta falta, aquél presenta pestilenciales -síntomas de próxima descomposición: ¿es posible dudar de que la -vitalidad anímica escapa, y en el espacio se desvanece como el humo? -La alteración que sufre todo cuerpo vivo cuando es alcanzado por la -muerte, ¿no es claro indicio de que el alma, fundamento de la vida, -en un momento descompuesta, huye por todos los poros y conductos del -cuerpo? Debes declarar que son muchas las pruebas de que des<span -class="pagenum" id="Page_146">p. 146</span>hecha la estructura del -alma, sus elementos se ausentan del cuerpo y disgregados se confunden -en las auras etéreas.</p> - -<p>Frecuentemente el alma, sacudida por violencias extrañas y aun -dentro de las condiciones ordinarias de la vida, conmueve los órganos -y parece que va á abandonar repentinamente el cuerpo: una extrema -languidez altera el semblante como si la muerte fuera inmediata; una -debilidad excesiva se apodera de los miembros que amenazan con una -inminente dislocación; los sentidos suspenden sus funciones; las -fuerzas del organismo carecen de suficiente energía para mantener -los lazos de la existencia; el ánima y el ánimo perturbados, parecen -próximos á perecer, y positivamente dejarían el cuerpo si el choque -experimentado por ellos adquiriera alguna mayor violencia. Y si -convulsiones y trastornos tales sufre el alma dentro del cuerpo, ¿cómo -puedes pensar que fuera de él y confundida en el inmenso espacio, sea -capaz de resistir los embates exteriores y vivir, no ya perpetuamente, -sino un solo instante?</p> - - -<p class="verslat">607. <i xml:lang="la" lang="la">Nec sibi enim -quisquam moriens sentire videtur...</i></p> - -<p>No parece que el moribundo note que el alma se le escape íntegra -del cuerpo, ni que le suba por el tubo aéreo hasta la faringe,<span -class="pagenum" id="Page_147">p. 147</span> sin duda porque la parte -existente en cada órgano en él se extingue, como desaparece la -actividad de todos los sentidos en la misma región donde se manifiesta; -pero si fuera inmortal nuestra potencia de conocer, al desprenderse del -cuerpo inspiraría alborozo y no tristeza al moribundo, porque gozaría -de verse libre de la vestimenta que la había envuelto, así como la -serpiente se alegra al dejar la piel que la cubre ó como el venado se -regocija cuando pierde las viejas astas.</p> - -<p>¿Por qué la reflexión y la inteligencia no se ofrecen jamás como -originadas solamente en la cabeza, ó en los piés ó en las manos, sino -en sede establecida á la vez en todas las regiones corporales, ya -que desde el momento en que se produce un ser cada sentido surge y -permanece en un determinado sitio del cuerpo, de tal modo, que nunca -se da el caso de que se interrumpa el orden existente y todas las -funciones indiferentemente se ejecuten por todos los órganos? Entre -las cosas hay correlación estable, y nunca en las aguas de los ríos -estallará un incendio ni el agua se helará entre voraces llamas.</p> - -<p>Si fuera inmortal la naturaleza del alma y ésta pudiera sentir -del cuerpo separada, en ese estado independiente poseería, según mi -entender, cinco sentidos que le fueran propios; no de otra manera -podemos suponer<span class="pagenum" id="Page_148">p. 148</span> que -las almas vaguen en los infiernos, y así lo han pensado los pintores -y los poetas de todos los siglos cuando representan á las almas -revestidas de sentidos corporales; pero si es cierto que el alma sin -cuerpo no puede tener ojos ni conservar la nariz, ni las manos, ni -la lengua ni los oídos, cierto ha de ser también que no puede tener -sensaciones ni existir.</p> - - -<p class="verslat">635. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam toto -sentimus corpore inesse...</i></p> - -<p>Es indudable que las funciones vitales residen en todo el cuerpo -y que todo éste se encuentra igualmente animado; si repentinamente -un golpe divide en dos porciones á un ser vivo, y cada una de esas -partes cae en diferente dirección, no debe dudarse de que también -el alma quede fraccionada en dos mitades, cada una de las cuales -acompañará á la parte correspondiente del cuerpo; empero, si puede -partirse no puede ser eterna. Frecuente es que, en los combates, -carros falcíferos con rapidez extraordinaria separen miembros que -siguen calientes y palpitantes sobre el suelo, ya porque sobrecogida -el alma por lo instantáneo del golpe no ha sentido el dolor del -daño, ya porque absorta en los accidentes de la pelea no ha cuidado -más que de valerse de los miembros como instrumentos de batalla. Un -guerrero<span class="pagenum" id="Page_149">p. 149</span> no se -entera durante algunos instantes de que arrebatadoras hoces y rápidos -carros lo han privado ¡infeliz! del brazo izquierdo y del escudo con -que se amparaba de los golpes; otro, empeñado en escalar un muro, no -advierte por un momento que ha perdido el brazo derecho; otro intenta -apoyarse en un pié que le falta y que á su lado ve tendido en el -suelo, donde, moribundos, tartalean los dedos; también la cabeza, del -cuerpo separada, rueda, cubierta en sangre, y mueve los ojos y muda -el semblante, mientras que el tronco vida y calor conserva hasta que -se evaporan las reliquias del alma. Si de una serpiente que vibra la -lengua y te amenaza cortas la cola en varias partes con afilado hierro, -pero de manera que la porción anterior le quede intacta, notarás que -durante algún tiempo cada pedazo se agita, se retuerce y despide -substancias venenosas, en tanto que la cabeza se vuelve y clava los -dientes en el sitio herido para atenuar el dolor. ¿Supondremos que hay -tantas almas como partes separadas? Entonces cada ser animado tendría -á su disposición un número de almas no determinable. Lo que podemos -afirmar es que el alma se fracciona al dividirse el cuerpo; y en este -caso alma y cuerpo, igualmente divisibles, son igualmente mortales.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_150">p. -150</span>671. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, si inmortalis -natura Animai...</i></p> - -<p>Si el alma fuere de inmortal naturaleza y se uniera al cuerpo en -el instante en que éste apareciera á luz, ¿cómo no sabemos de propia -experiencia absolutamente nada anterior á la vida y no conservamos el -menor vestigio de las acciones pasadas? Y si tanto se altera el alma -que llega á olvidar todo lo pasado, entiendo que el estado á que se -reduce difiere poco de la muerte. Conducidos por estas observaciones -hemos de vernos obligados á confesar que todas las almas que antes -hayan vivido murieron, y que las ahora existentes ahora se han -producido.</p> - -<p>Además de lo expuesto, si el cuerpo ya formado recibe la potencia -vivificadora del alma cuando traspasa los umbrales de la vida, -entonces, con seguridad, no la sentiríamos crecer con los miembros en -todo el cuerpo, en la sangre toda, sino viviría, como en una jaula, -indiferente á las mudanzas que el cuerpo tiene durante la edad, y no se -desenvolvería con el desarrollo del cuerpo. Así, dígase y repítase que -las almas tienen principio y están sujetas á las leyes de la muerte. Y -tampoco puede racionalmente pensarse que una substancia determinada, -sólida, se junte estrechamente al cuerpo y no siga la suerte de éste; -lo contrario es lo que los he<span class="pagenum" id="Page_151">p. -151</span>chos manifiestan, porque el alma se halla en todas las -partes del cuerpo, en las vísceras, en las venas, en los nervios, en -los huesos y hasta en los dientes, como lo patentiza el dolor que en -éstos experimentamos frecuentemente, las sensaciones desagradables que -sufrimos cuando se toma en la boca agua helada y las molestias que al -masticar se tienen cuando en los alimentos se hallan algunas asperezas. -Y como la unión es tan perfecta, no es creíble que el alma se salve de -las incomodidades que padecen las articulaciones, los nervios y los -huesos, que tan íntimamente la poseen.</p> - - -<p class="verslat">699. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si fortè putas -extrinsecus insinuatam...</i></p> - -<p>Y si llegaras á suponer que la substancia extraña que se une al -cuerpo es líquida, aumentarás los motivos de precisa disolución, -porque ésta será más rápida cuanto más extendida se considere el alma, -ya que los líquidos se evaporan y luego desaparecen transformados: -divididos el ánimo y el alma entre todos los órganos, así como los -alimentos, después de la digestión, convertidos en nueva substancia -se reparten por todos los miembros, de igual modo si aquéllos, aunque -íntegros, penetran en el cuerpo, en él se disolverán pronto, y sus -partículas circularán en todos los vasos y venas;<span class="pagenum" -id="Page_152">p. 152</span> se formará así nueva alma, que, originada -por la anterior, se extenderá en los miembros, y distribuida entre -éstos, perecerá también. Según puede conjeturarse por lo expuesto, el -alma, aun considerada como un líquido, tendría su día de nacimiento y -su día de muerte.</p> - -<p>¿Por acaso algunos elementos del alma permanecen en el cuerpo -después de la muerte de éste? Entonces no puede gozar del beneficio -de la inmortalidad, porque tendrá que sufrir diminución en sus partes -componentes. Y si en toda su perfecta unidad se retira del cuerpo, y -en éste no queda la más mínima porción de ella, ¿por qué motivo de -los cadáveres descompuestos brotan numerosos gusanos? ¿Cómo se forman -tantos insectos sin huesos y sin sangre, que bullen en los entumecidos -miembros?</p> - -<p>Si entiendes que esos animálculos reciben de fuera sus respectivas -almas, las cuales se unen á sus cuerpos, deberás observar que es -muy sorprendente el hecho de que tantos miles de almas de insectos -vermiculares concurran á un sitio donde se halla un cadáver en -descomposición; pero aún hay en este asunto para estudiar una cuestión -que se divide en dos: si las almas de esos gusanos escogen por su -propia iniciativa los embriones que les sirven de materiales para -fabri<span class="pagenum" id="Page_153">p. 153</span>car las casas en -que se han de introducir; ó si desde luego se introducen en cuerpos ya -formados. No se comprende por qué motivo las almas de los gusanos, que -sin cuerpos transitan libremente, exentas de frío, de hambre y de otras -molestias, se decidan á construir un cuerpo, donde, al encerrarse, -han de sufrir no pocas incomodidades, mediante el contacto que tengan -con el cuerpo que les sirva de envoltura; pero si las almas hubieran -de construir las moradas en que se aposentasen, deberían recibir -fuerzas útiles, acomodadas á ese fin. No es lícito creer que las almas -fabriquen para su uso los cuerpos y los órganos en que han de residir, -ni tampoco es admisible la idea de que se introduzcan ó establezcan en -cuerpos formados con anterioridad; pues no hay conexión ni enlace que -puedan existir por consentimiento común del cuerpo y del alma.</p> - - -<p class="verslat">749. <i xml:lang="la" lang="la">Denique cur acris -violentia triste Leonum...</i></p> - -<p>En fin; ¿por qué la cruel ferocidad de los leones se conserva en su -especie? ¿Por qué entre las zorras es hereditaria la astucia y entre -los gamos el temor que les obliga á estar siempre fugitivos? Y con -respecto á los demás géneros de animales, ¿por qué en todos los grupos -hay cualidades permanentes que se transmiten, si no es porque hay<span -class="pagenum" id="Page_154">p. 154</span> elementos especiales que -de igual modo contribuyen á la formación del alma que á la del cuerpo? -Si aquélla fuese inmortal y residiera ya en un cuerpo, ya en otro, no -habría costumbres propias de cada especie animal, y se vería muchas -veces al perro de origen hircano esquivar temeroso la presencia del -cornígero ciervo, y al rapaz gavilán temblar y huir al ver que se -le aproximaba una paloma; los hombres perderían la racionalidad y -brillaría el saber de las fieras.</p> - -<p>Incurren en grave error los que suponen que sin dejar de ser -inmortal el alma, se acomoda á los cuerpos en que se aposenta; pero lo -que muda se disuelve, luego muere: si las partes cambian desaparece -el orden que constituyen; y por tanto, se perderían en los miembros y -morirían juntas con el cuerpo. Si dicen que las almas de las personas -siempre á otros cuerpos humanos pasan, preguntaré también que cómo -puede suceder que el alma de un sabio esté oculta en un necio, y cómo -los potros no tienen la destreza del caballo, si no es porque se -origina cada alma de germen propio de su especie y se desarrolla con el -total del cuerpo; y si piensan que al habitar en cuerpos nuevos el alma -se rejuvenece, implícitamente declaran que el alma es mortal porque -la<span class="pagenum" id="Page_155">p. 155</span> mudanza supone -desaparición de las sensaciones y extinción de la vida.</p> - - -<p class="verslat">771. <i xml:lang="la" lang="la">Quove modo poterit -pariter cum corpore quoque...</i></p> - -<p>¿Y cómo podrían el alma y el cuerpo alcanzar una igual fuerza y -perfección si no tuvieran un solo y el mismo origen? ¿Por qué en la -senectud las almas todas, sin excepción, abandonan á los miembros? -¿Acaso temen que encerradas en un cuerpo cercano ya á la corrupción, ó -metidas en un edificio vetusto puedan ser víctimas de la ruina? Pero -tales peligros no podrían alcanzar á seres inmortales.</p> - -<p>Además, parece ridículo imaginarse que las almas, evocadas por -Venus, acudan presurosas al acto de la generación y del nacimiento y -contiendan entre sí en número considerable con extraordinario celo para -disputarse el nuevo cuerpo; á no ser que entre las almas exista un -pacto federativo en cuya virtud la primera que llegue con vuelo rápido -sea la preferida, y de este modo aquéllas no consuman sus fuerzas en -inútiles batallas.</p> - -<p>Finalmente; ni en el aire se encuentran árboles, ni en el mar -nubes, ni los peces viven en los campos, ni en la madera hay sangre, -ni en las piedras savia: un propio lugar es adaptado para la vida y -crecimiento<span class="pagenum" id="Page_156">p. 156</span> de cada -ser, y no hay alma sin cuerpo dotado con sangre y nervios. Si pudiera -haber energía anímica sin aquellos órganos, también sería fácil que el -alma tuviera su residencia en la cabeza, en los hombros, en los piés -ó en cualquiera otra parte del cuerpo, supuesto que de todas maneras -siempre quedaría en la misma persona ó en el mismo vaso. Pero si no -podemos dar por cierto que en nuestro cuerpo exista un lugar fijo -donde el ánimo y el alma puedan residir y crecer, tampoco debemos -admitir como verdadera la idea de que puedan existir fuera del cuerpo: -necesario es, pues, afirmar que cuando el cuerpo muere también el alma -se disipa.</p> - - -<p class="verslat">802. <i xml:lang="la" lang="la">Quippe etenim -mortale æterno jungere, et unà...</i></p> - -<p>Y ciertamente, unir lo mortal con lo eterno y suponer una recíproca -influencia entre lo uno y lo otro es delirar. ¿Puede haberse discurrido -mayor absurdo que el de juntar cosas tan diversas y contrarias como -son las comprendidas en lo perecedero y perdurable, y pretender que -soporten en continua repugnancia daños comunes?</p> - -<p>Para que un cuerpo subsista eternamente es necesario, ó que -sus componentes sean por completo sólidos y resistan el choque, -la penetración y la disociación producidos<span class="pagenum" -id="Page_157">p. 157</span> por otros cuerpos, como sucede á los -elementos de la materia, de los cuales con extensión hemos tratado -anteriormente, ó que no sea susceptible de choques, como el vacío, -que permanece siempre intacto y nunca puede ser destruido, ó, por -último, que no esté rodeado por un espacio al que sean lanzados sus -fragmentos; de esta manera última es eterna la Suma de las sumas, -fuera de la cual no hay nada que pueda alterarla ó disolverla, ni -lugar en que se disipe, ni agentes que la disminuyan ó quebranten. -Pero, como ya he demostrado, el alma no tiene solidez absoluta, porque -en todas las concreciones hay que admitir intersticios; ni tiene las -condiciones del vacío, porque hay en la Naturaleza otros cuerpos que -pueden producir trastornos en su composición y rodearla de invencibles -peligros; existe, además, un espacio infinito donde la energía anímica -puede anularse y los elementos del alma pueden ser precipitados á la -disolución. Luego para el alma no están cerradas las puertas de la -muerte.</p> - - -<p class="verslat">829. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si fortè ideò -magis inmortalis habenda est...</i></p> - -<p>Si por acaso fuera considerada inmortal porque resguardada se -encuentra de agentes exteriores que intenten combatirla, ó<span -class="pagenum" id="Page_158">p. 158</span> porque no puede ser -directamente atacada, y si lo fuera podría rechazar el golpe antes -de ser herida, el que así pensara se colocaría en una posición muy -distinta de la verdad. Además de las dolencias que afligen al cuerpo y -que interesan al alma, ésta sufre amarga incertidumbre por los sucesos -futuros que le producen no pocos sobresaltos, y tiene remordimientos -por los errores cometidos en épocas pasadas: añade el delirio, que es -propia enfermedad del alma, la falta de memoria y el terror de ser -arrojada en las negras ondas del letargo.</p> - -<p>Nada es la muerte y nada nos importa desde que se considera -inmortal la naturaleza del alma; y así como no sufrimos ahora por -los padecimientos pasados en el tiempo ni por motivo de las luchas -sostenidas con los invasores cartagineses en las guerras que con -hórrido tumulto hicieron estremecer hasta á los astros, y mantuvieron -en espectación al mundo, que dudaba acerca de cuál de los dos pueblos -había de dominarlo por mar y tierra, así también, cuando la vida se -haya extinguido en nosotros por la separación del alma y del cuerpo, -nada tendrá influencia sobre nosotros, ni causa alguna despertará -nuestras sensaciones aunque se confundan la tierra con el mar y el mar -con el cielo.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_159">p. -159</span>854. <i xml:lang="la" lang="la">Et si jam nostro sentit de -corpore, postquam...</i></p> - -<p>Y si después de separados de nuestro cuerpo el ánimo y la actividad -anímica aún conservaran la facultad de sentir, nada podría importarnos -ese hecho, supuesto que somos producto de íntima unión constituida por -el cuerpo y el alma. Si transcurrido algún tiempo después de nuestra -muerte pudieran volverse á unir del modo que ahora lo están nuestras -partes integrantes, y por segunda vez nos fuera dada la luz de la -vida, tal suceso en nada podría afectarnos por haberse interrumpido la -continuidad de nuestra existencia. Nada que nos haya pasado antes de -que tuviéramos conciencia de nosotros mismos, puede importarnos, como -no debe afligirnos preocupación alguna por lo que hagan de nuestros -restos las futuras generaciones. Si meditamos acerca de las mudanzas -y movimientos que indudablemente ha experimentado la materia durante -una serie de pasados siglos, habremos de convenir en que los elementos -pueden haberse combinado en otras ocasiones lo mismo que lo están hoy; -pero la memoria no puede conservar recuerdos acerca de esos cambios -por las pausas que ha habido en la existencia y por los distintos -movimientos extraños á las sensaciones á que pueden haber estado<span -class="pagenum" id="Page_160">p. 160</span> sometidos los elementos del -alma. La muerte exime y libra de todo sufrimiento á aquel individuo que -sin duda habría de padecer cualquier daño en el supuesto de que viviera -dentro de algún tiempo como ahora vive. Debemos considerar, por tanto, -que en la muerte nada hay que nos inspire legítimo temor, porque no -puede sufrir quien no existe; y para el efecto de las sensaciones no -hay diferencia entre el objeto que nunca ha sido capaz de tenerlas, y -el ser á quien la muerte eterna salvó de mortal vida.</p> - - -<p class="verslat">882. <i xml:lang="la" lang="la">Proinde ubi se -videas hominem indignarier ipsum...</i></p> - -<p>Cuando veas que un hombre se indigna al considerar lo que hagan -de él después de muerto, porque teme que su cadáver sea arrojado á -un pudridero ó consumido por las llamas ó devorado por las fieras, -lícito ha de serte suponer que no habla con sinceridad y que en el -corazón abriga ciertas preocupaciones, aunque niegue creer que alguien -sienta después de muerto. Opino que no dice lo que piensa, porque -entiendo que el tal individuo, si habla de su muerte con temores, es -porque se figura que asiste á ella, que una parte de su propio ser le -sobrevive, que su cadáver se destina para pasto de las fieras voladoras -ó de las vivíparas, que se apena de sí mismo, que no se resuelve -á<span class="pagenum" id="Page_161">p. 161</span> desprenderse -definitivamente de sus restos, ante los cuales él mismo en posesión de -su juicio se encuentra colocado, y se indigna por haber sido creado -mortal; se considera de pié junto á su propio cadáver, y sin pensar -en que la muerte no deja otro él existente, deplora su desaparición, -y llora y se queja herido por el dolor. Desagradable juzgan muchos -la idea de ser devorado por las fieras; pero no comprendo que se -considere mejor el ser quemado por las voraces llamas que rodean el -cuerpo yacente, ó ser envuelto en miel, ó congelado por el frío, ó -encerrado en sepulcro marmóreo, ó ser comprimido por montón de tierra -apisonado.</p> - - -<p class="verslat">906. <i xml:lang="la" lang="la">At jam non domus -accipiet te læta, neque uxor...</i></p> - -<p>Pero ya familia alegre y excelente esposa no saldrán á recibirte, -ni cariñosos hijos correrán á buscar tus besos y á inflamar tu pecho -con mal contenido placer; ya no podrás realizar empresas gloriosas para -ti y para las personas de tu amor: «infeliz, ¡oh infeliz! dirán, un -solo día infesto destruyó los goces de tu vida,» y no añadirán á esas -palabras «pero también te libró de una vez de toda clase de pesares;» -porque si meditaran libres de prevenciones y reflexionaran acerca de -lo que piensan, desterrarían toda congoja del ánimo y todo miedo. Sin -duda<span class="pagenum" id="Page_162">p. 162</span> alguna, cuando -yazgas inanimado por la muerte estarás exento, para toda eternidad, de -dolores y pesares; pero nosotros, junto á ti, aun después de convertido -en cenizas, verteremos tristes lágrimas y abrigaremos en el pecho para -siempre la pena que nos devore. Pero hay motivo para preguntar: ¿qué -es lo que en este suceso hay de amargo para el que muere, si queda -reducido á quietud y puede consumirse en el tiempo que dure el luto de -sus parientes y deudos?</p> - -<p>Muchas veces en los festines, los comensales, recostados, con las -copas levantadas y con la frente oculta por las coronas, exclaman: -«Breve es la dicha del pobre hombre, y cuando se marcha no es posible -hacerla volver.» Tal vez les amargará lo dulce de aquel momento la -idea de la muerte, con las ansias de ardiente sed que les devore y les -abrase, ó con algún otro deseo que les atormente.</p> - -<p>Cuando la inteligencia y el cuerpo entregados al sueño descansan, -nadie de sí cuida ni de su existencia: de igual modo, cuando eterno -sueño nos subyugue ningún deseo nos ha de volver á atormentar; pero -los elementos de las sensaciones, aun cuando en el sueño se hallan -detenidos, no se disuelven y pueden funcionar nuevamente. La muerte es -todavía menos que el sueño, si es que se puede llamar menos que algo -lo que<span class="pagenum" id="Page_163">p. 163</span> nada es. Á la -muerte sigue la disolución de la materia; y por esa causa nadie que -haya sido asaltado por el frío intenso que sigue á la desaparición de -la vida, ha vuelto á despertar.</p> - - -<p class="verslat">943. <i xml:lang="la" lang="la">Denique si vocem -rerum Natura repente...</i></p> - -<p>En suma, si la Naturaleza emitiera voz inteligible y de este modo -se expresara: «¿Por qué te entregas, mortal, con tanto exceso al dolor -y á la aflicción? ¿por qué gimes y lloras ante la idea de la muerte? -Si hasta ahora te ha sido grata la vida y los placeres para ti no -se han perdido como si hubieran sido puestos en vaso taladrado y se -hubieren extinguido ó escapado fácilmente, ¿por qué no te separas de -la vida como convidado satisfecho, y por qué, necio, no te entregas -con ánimo tranquilo al reposo? Y si los placeres que pudieras tener ya -se han extinguido y la vida sólo te proporciona sinsabores, ¿por qué -deseas aumentar tus días que te producirán nuevos disgustos, y al cabo -concluirán sin hacerte ningún bien, y por qué no anhelas el fin de la -vida que será también el término de tus trabajos? Considera que desde -ahora en adelante, por mucho que me esforzara, nada encontraría que te -proporcionara placer, porque las cosas siempre son las mismas. Si<span -class="pagenum" id="Page_164">p. 164</span> tu cuerpo ha resistido el -desgaste de los años y tus miembros aún no vacilan, también deberás -pensar que las cosas continuarán siempre lo mismo, aunque vivas largos -siglos y aunque nunca mueras,»—¿qué responderíamos, sino que era justa -la demanda interpuesta por la Naturaleza y fundado el motivo de sus -palabras?</p> - -<p>Pero si fuera un desdichado el que se lamentara de la llegada -próxima de la muerte, ¿con cuánto mayor motivo y con cuánta mayor -dureza no le podría decir llena de indignación: «Oculta esas lágrimas, -hombre insaciable, son inútiles tus quejas?» Y si fuera un anciano -rendido bajo el peso de la edad el que temiera la muerte, la Naturaleza -podría decirle: «Has gustado todos los placeres, ¿y todavía te quejas? -Tu inmoderado afán por despreciar lo que posees y desear lo que no -tienes ha mermado en la mitad los goces que has podido tener en la -vida, y ahora te alcanza la muerte antes de que tu avidez quede -satisfecha: lo que ya en turno has disfrutado en tu larga edad, déjalo -para que lo usufructúen los que vienen detrás de ti en la vida; es -necesario.»</p> - -<p>Con razón, según pienso, con razón hablaría, acusaría y reprendería -de este modo la Naturaleza. La vejez, decrépita, cede siempre el paso á -la juventud: los seres á costa<span class="pagenum" id="Page_165">p. -165</span> los unos de los otros se suceden. Nada se pierde en los -profundos abismos del Tártaro; la materia de hoy es necesaria para el -advenimiento de las generaciones futuras; y éstas pasarán muy pronto, -como aquélla no tardará en seguirte: los seres que ahora son perecerán -de igual modo que sucumbieron los que gozaron antes de la vida: cada -ser nace de otro y á ninguno es dada la vida á perpetuidad.</p> - - -<div class="section"> - <p class="verslat">984. <i xml:lang="la" lang="la">Respice item quam - nil ad nos anteacta vetustas...</i></p> -</div> - -<p>Reflexiona, además, cuán nula es para nosotros la edad pasada antes -de nuestro nacimiento. La Naturaleza nos muestra en lo que ha existido -hasta ahora lo que será en lo sucesivo: ¿y qué encontramos de horrible -y de triste en la muerte de los que fueron? ¿no es, por acaso, un sueño -muy tranquilo?</p> - -<p>Todos los tormentos, sin excepción alguna, de los que se dice -que son propios del profundo Aqueronte, á esta nuestra vida real -pertenecen. El mísero Tántalo que teme ser aplastado por masa enorme -suspendida en el aire, según la fábula, en su vano temor que le -agobia representa á los hombres necios que, aterrorizados, atribuyen -á los dioses todo lo que es obra del acaso<a id="FNanchor_37" -href="#Footnote_37" class="fnanchor">[37]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_37"><span class="label"><a -href="#FNanchor_37">[37]</a></span> También refiere la fábula que -Tántalo (personificación de la perfidia) fué sumergido hasta la barba -en un lago, á cuyas orillas había árboles de frutas deliciosas; tanto -las aguas del lago como las frutas huían de Tántalo, cuando éste, -sediento ó con hambre, pretendía utilizarlas.</p> - -</div> - -<p><span class="pagenum" id="Page_166">p. 166</span>No -hay Ticio yacente<a id="FNanchor_38" href="#Footnote_38" -class="fnanchor">[38]</a> en las orillas de un río del infierno, y no -hay buitres que le coman constantemente las entrañas: habían de ser -éstas de un tamaño suficiente para cubrir toda la tierra y ocupar la -inmensidad del espacio, y no serían bastantes para servir de pasto -durante la eternidad á aquellas insaciables fieras aladas; ni puede -ser interminable el dolor, ni cuerpo alguno puede servir de inacabable -alimento. Pero en realidad, Ticio es imagen de aquellos á quienes amor -tiraniza, ansiedades atormentan y pasiones devoran.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_38"><span class="label"><a -href="#FNanchor_38">[38]</a></span> Ticio (el fatuismo), hijo de -Júpiter (el poder) y de Elara (la coquetería), según los poetas estaba -condenado á que los buitres (las pasiones) le picotearan perpetuamente -las entrañas, por haber galanteado á Latona (la vanidad) madre de Apolo -(el ritmo) y de Diana (la caza).</p> - -</div> - - -<p class="verslat">1007. <i xml:lang="la" lang="la">Sisyphus in vitâ -quoque nobis ante oculos est...</i></p> - -<p>Ante nuestros ojos tenemos también la alegoría de Sísifo, -aplicable á aquellos que resuelven pedir al pueblo los haces y -las cortantes segures<a id="FNanchor_39" href="#Footnote_39" -class="fnanchor">[39]</a>, y siempre tienen que retirarse tristes -y desairados. Solicitar ho<span class="pagenum" id="Page_167">p. -167</span>nores que en rigor nada valen, pero cuya consecución es muy -difícil, es lo mismo que luchar esforzadamente por llegar hasta la -cumbre de una montaña, cargado con una piedra enorme, que siempre, al -ser acercada á la cima se resbala, y después de recorrer el inclinado -plano del monte, con la violencia adquirida rueda por la llanura.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_39"><span class="label"><a -href="#FNanchor_39">[39]</a></span> Alude á los haces de varas con -segures, que llevaban los lictores encargados de preceder á los -magistrados.</p> - -</div> - -<p>Satisfacer todas las exigencias del deseo; dar al ánimo cuantiosos -dones, sin conseguir nunca dejarlo saciado; gozar los frutos y -aprovechar los beneficios de las estaciones anuales que en rueda se nos -presentan alternativamente, sin que basten á contentar los caprichos, -todo esto se me figura que está representado en las Doncellas, de las -cuales se cuenta que en su florida edad se ocupan en llenar de agua -vasos que no tienen fondo, y nunca logran su objeto.</p> - -<p>El Cerbero, las Furias y el obscuro Tártaro, cuyas fauces despiden -espantosas aceleradas llamas, nunca han existido ni pueden existir. -Como consecuencia de los crímenes perpetrados y de las maldades hechas, -aquí, en la vida, el malvado padece temores y castigos; la cárcel, la -horrible pena de ser arrojado á un precipicio desde alta roca, los -azotes, los verdugos, la flecha, la pez, la tea; y si para el criminal -faltasen aquellos suplicios, la propia conciencia, que hasta las -in<span class="pagenum" id="Page_168">p. 168</span>tenciones penetra, -se encargaría de castigarlo. Si á todas las aflicciones ordinarias -se juntan las preocupaciones que infunde la inseguridad en una vida -posterior, el desconocimiento de los males que se padecen y el temor de -que éstos puedan ser aumentados con la muerte, bien puede afirmarse que -la vida es verdadero infierno de los necios.</p> - - -<p class="verslat">1036. <i xml:lang="la" lang="la">Hoc etiam tibi tute -interdum dicere possis...</i></p> - -<p>Sin vacilar, tú mismo puedes reconvenirte del siguiente -modo: «Anco el bueno<a id="FNanchor_40" href="#Footnote_40" -class="fnanchor">[40]</a> que fué mejor que tú, malvado, en muchas -cosas, cerró sus ojos á la luz; todos los reyes y potentados que en -otros tiempos gobernaron á muchas gentes sucumbieron á pesar de su -poder: aquel mismo que en remotos días supo atravesar los mares y -enseñó á sus legiones á pasarlos sin riesgo, y salvó en la obscuridad -los abismos de las aguas y despreció los estruendos del Océano<a -id="FNanchor_41" href="#Footnote_41" class="fnanchor">[41]</a>, -también murió por la separación del alma y el cuerpo: Escipión, rayo -de la guerra, terror de Cartago, entregó sus huesos á la tierra, -lo mismo que el más vil de sus esclavos: los investigadores de las -ciencias, los ordenadores de las artes, y los compañeros de las<span -class="pagenum" id="Page_169">p. 169</span> Musas, entre los cuales -Homero lleva el cetro, en sueño eterno reposan: Demócrito, cuando -advirtió que su inteligencia se debilitaba por el natural efecto -de la edad, voluntariamente rindió su cabeza á la muerte: el mismo -Epicuro, aquel que por su genio superó á todos los individuos de la -raza humana, y como brillante Sol eclipsó todas las estrellas que en el -cielo del saber hasta su época habían lucido, también llegó al término -de la vida. ¿Y tú, asustado y temeroso, te indignas porque tienes -que morir, cuando tu vida es una lenta agonía? ¿Pues no consumes una -parte de tu existencia en el sueño? Y aun despierto, ¿no sueñas muchas -veces, y en otras tampoco dispones de tu inteligencia perturbada con -preocupaciones? ¿Cómo quieres vivir si no sabes hallar, desdichado, los -motivos de los males que te rodean, y cuando la incertidumbre y los -prejuicios te oprimen el ánimo que vacila entre errores?»</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_40"><span class="label"><a -href="#FNanchor_40">[40]</a></span> Anco Marcio, cuarto rey de Roma -(hace 2530 años).</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_41"><span class="label"><a -href="#FNanchor_41">[41]</a></span> Jerjes I, rey de Persia (hace 2380 -años).</p> - -</div> - - -<p class="verslat">1065. <i xml:lang="la" lang="la">Si possent homines, -proinde ac sentire videntur...</i></p> - -<p>Si los hombres pudiesen conocer el origen de sus desdichas, no -sufrirían en el ánimo la abrumadora pesadumbre, que oprime su pecho. -Cada cual procura distraerse, y entre agitaciones y afanes vive -con inquietud, ignora lo que desea, no sabe lo que busca,<span -class="pagenum" id="Page_170">p. 170</span> y como si quisiera librarse -de sus propias preocupaciones, incesantemente cambia de sitio aunque no -encuentra el que le sirva para deponer su carga.</p> - -<p>Uno abandona su palacio suntuoso porque no halla en él tranquilidad, -é inmediatamente regresa porque no se considera lejos de su casa más -feliz que en ella; otro corre á una quinta de su propiedad con la -precipitación que llevaría si fuera á apagar un incendio, y apenas pasa -los umbrales de su nueva residencia se encuentra incómodo y procura con -el sueño olvidarse de sí mismo, ó vuelve con la misma agitación á su -habitual morada: parece que todos pretenden huir de su propia persona, -y como no lo consiguen se resignan á sufrir sus ansias y desasosiegos: -ninguno conoce las causas de su malestar; pero si cada cual pensara -con reposo, dejaría preterida toda clase de vanos empeños y buscaría -remedio para su desdicha en la investigación de los fenómenos -naturales, pues no se trata de arreglar intereses del momento, sino -de conocer lo que sea de los hombres después de la muerte y por toda -eternidad.</p> - - -<p class="verslat">1088 <i>á</i> 1106. <i xml:lang="la" lang="la">Denique -tantopere in dubiis trepidare periclis...</i></p> - -<p>Finalmente, ¿por qué el deseo de vivir nos abate con tantos males, -y por qué nos hacen<span class="pagenum" id="Page_171">p. 171</span> -temblar tan dudosos peligros? Ciertamente el fin de la existencia, para -todos los mortales, ha de llegar, y no es posible evadirse de él ni -evitarlo; hay que morir.</p> - -<p>Sabemos además que aquí, donde siempre hemos residido, ningún -completo goce hemos de tener, aunque se prolongara nuestra existencia, -porque siempre nos ha de parecer mejor que lo presente aquello que -no tenemos, y después que lo hubiéramos conseguido con el mismo afán -desearíamos otra cosa; de este modo, siempre nos ha de abrasar la misma -sed de prolongar la vida, y nunca dispondremos de un solo instante en -que deje de preocuparnos la suerte futura y el destino que en lo por -venir nos aguarda.</p> - -<p>Y, por último, no ha de pensarse que la duración de la eternidad sea -menor cuanto más vivamos; aunque lográsemos aumentar el número de los -días de nuestra existencia, y aunque pudiéramos vivir muchos siglos, -siempre nos esperará eterna muerte. Aquél que hoy mismo haya alcanzado -el término de su vida, no estará muerto menos tiempo que los que -sucumbieron hace ya muchos meses y muchos años.</p> - -<hr class="chap0" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch4"> - <p><span class="pagenum" id="Page_173">p. 173</span></p> - <h2 class="nobreak">LIBRO CUARTO</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Avia Pieridum peragro -loca, nullius antè...</i></p> - -<p>Voy á elevarme á las cimas del Parnaso, y á recorrer campos hasta -ahora no hollados por ninguna planta; iré á beber grato licor de -fuentes vírgenes, y me apresuraré á coger desconocidas flores, con -las que tejeré para mi cabeza corona insigne mejor que todas las que -hasta hoy las Musas han concedido; primeramente, porque enseño altas -verdades, é intento romper la dura esclavitud con que las religiones -han abatido los ánimos, y, además, porque suavizaré un estudio árido -con las gracias de la poesía, que convierte en agradable cualquier -asunto obscuro; así obraré conforme á razón. De igual modo que los -médicos, al propinar á los niños amarga medicina, untan de sabrosa miel -los bordes de la copa en que la administran, á fin de que, inexpertos -y atraí<span class="pagenum" id="Page_174">p. 174</span>dos por la -dulzura que gustan sus labios, sin recelo beban el licor amargo y deban -la vida á traición agradable, así yo, ahora que he de explicar asuntos -ásperos y desabridos para los que no están acostumbrados á ellos, y -fastidiosos para el vulgo, quiero exponerte mi doctrina en el ameno -lenguaje de las Piéredes, y con acento de dulce harmonía, para que, -al buscar recreo en la lectura de mis versos, adquieras conocimiento -de las leyes de la vida y del orden universal<a id="FNanchor_42" -href="#Footnote_42" class="fnanchor">[42]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_42"><span class="label"><a -href="#FNanchor_42">[42]</a></span> Repetición de los versos 933 á 957 -del canto primero.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">26. <i xml:lang="la" lang="la">Sed quoniam docui, -cunctarum exordia rerum...</i></p> - -<p>Ya he considerado los principios elementales de las cosas y las -diferentes formas que afectan, los movimientos á que se hallan sujetos -eternamente los cuerpos simples por su propia condición y la manera -como de ellos pueden ser creados todos los seres, y, por último, la -naturaleza del alma, síntesis de las fuerzas que al cuerpo animan, y la -reversión de ésta á sus primeros principios, cuando se disgrega de un -cuerpo cuya vida sensible había constituido. Ahora deseo comunicarte -algunas otras ideas pertinentes á los mismos temas, y para hacerlo con -fruto debo empezar por decirte que hay algunas entidades, á las que -vamos á dar el nombre<span class="pagenum" id="Page_175">p. 175</span> -de simulacros de las cosas, las cuales son como unas membranas que -rodean á todos los cuerpos, cada cual á aquel de que procede, en forma -de emanaciones vaporosas que lo circundan, que vuelan hacia uno y -otro lado á impulso de las auras, y que, unas veces, cuando estamos -despiertos, se nos ofrecen con terrorífica apariencia, y otras, cuando -el sueño nos abate, se nos muestran con figuras horribles, de tal -manera, que en la obscuridad nos producen terror y cierta soporífera -languidez, y dan ocasión para que algunos entiendan que los simulacros -son almas escapadas del Aqueronte, ó sombras de los difuntos errantes -entre los vivos, ó restos que después de la muerte de cada individuo -permanecen entre nosotros; como si el cuerpo y el alma no perecieran -juntos y no se resolvieran en los elementos que los constituían.</p> - -<p>Digo, pues, que los simulacros, tenues membranas producidas por -desprendimientos de la totalidad del cuerpo de los seres, forman -una especie de substancia cortical, libre, aérea, que reproduce con -exactitud la imagen ó efigie de los cuerpos de que se derivan<a -id="FNanchor_43" href="#Footnote_43" class="fnanchor">[43]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_43"><span class="label"><a -href="#FNanchor_43">[43]</a></span> Pensaba Epicuro que de -los cuerpos surge un tejido imperceptible, que es elemento de -los dioses, origen de nuestras ideas y causa de la visión: el -filósofo griego dió á esas emanaciones los nombres de <span -xml:lang="grc" lang="grc">εἴδωλα</span> y <span xml:lang="grc" -lang="grc">τύποι</span>. Lucrecio las llama <i>simulacra</i>, <i>effigies</i>, -<i>imagenes</i>.</p> - -</div> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_176">p. 176</span>51. -<i xml:lang="la" lang="la">Id licet hinc quamvis hebeti cognoscere -corde.</i></p> - -<p>Esta explicación es fácil de entender aun para aquellos que tengan -rudo ingenio, porque todos pueden ver y sentir á cada momento densas -emanaciones de algunos cuerpos difundidas en el aire, como el humo -que de la leña se desprende y el calor que se origina del fuego; pero -todavía existen otras de contextura más condensada y viva, como la -túnica de abrigo que la cigarra suelta en la estación ardiente, las -membranas que los novillos de su cuerpo despiden al nacer y el vestido -que lúbrica serpiente deja entre los espinos á merced del viento. Esas -observaciones demuestran que de las superficies de los cuerpos emanan -propias sutiles imágenes, las cuales unas por condensación de sus -moléculas componentes se hacen ostensibles, mientras que otras, por -disgregación de estas mismas, no adquieren apariencias fenomenales; -permiten asegurar los hechos estudiados que esas partes desprendidas de -la superficie de todos los objetos en cierto modo conservan la forma de -sus cuerpos generadores, de los cuales más se apartan á medida que más -obstáculos se les oponen en el momento de su aparición.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_177">p. 177</span>Porque no -solamente de lo interior de los seres se exhalan esos corpúsculos -sino también de lo exterior, como antes he dicho y como podemos -comprobar con los colores: las colgaduras amarillas, rojas ó moradas -que ondean pendientes de las vigas de los teatros tiñen de su color -la escena, las decoraciones, á los senadores, á las matronas y las -estatuas de los dioses; y cuanto más se evita que en el teatro penetre -la plena luz del día, más encantos ofrece á la vista el reflejo -movedizo de los colores<a id="FNanchor_44" href="#Footnote_44" -class="fnanchor">[44]</a>. Si éstos se desprenden, como creemos notar, -de la superficie de los paños, también habrá otros cuerpos que de igual -modo emitan sus propias imágenes, pero muy sutiles y finísimas, tanto -que sean imperceptibles para nuestra vista, aunque ofrezcan fieles -vestigios de los cuerpos que las hayan producido.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_44"><span class="label"><a -href="#FNanchor_44">[44]</a></span> Tres clases de colgaduras usaban -los romanos en los teatros: cortinas, tapices y paños; éstos servían -para proteger de los rayos del Sol á los espectadores.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">88. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, omnis odos, -fumus, vapor, atque aliæ res...</i></p> - -<p>Los olores, el humo, el calor, y otras emanaciones similares á -éstas, se difunden fácilmente en el aire porque tienen su origen en lo -interior de los cuerpos, y al salir de éstos hallan obstáculos que los -obligan á<span class="pagenum" id="Page_178">p. 178</span> separarse -de la línea recta y á esparcirse por donde logran abrirse camino; pero -la tenue película de los colores, puede, al extenderse, conservar la -misma forma que tiene en los cuerpos de que procede, porque, de lo -exterior surgida, nada se le opone para que siga la dirección recta.</p> - -<p>Los simulacros se muestran en los espejos, en el agua, en las -superficies pulimentadas; y pues tienen la misma apariencia de -los seres que representan, han de ser imágenes de estos mismos. -Es indudable que los cuerpos sensibles de fáciles emanaciones se -reflejarán mejor que aquellos otros de moléculas muy tenues cuyo poder -para manifestarse ha de ser muy escaso.</p> - -<p>Cuerpos hay, no obstante, que nos dan sus imágenes muy disipadas, -y, por lo extendidas, invisibles; pero si las emanaciones que -repetidamente exhalan chocan en un espejo, se recogen, se reunen, se -reflejan y se hacen perceptibles para el sentido de la vista: por esta -causa los espejos representan fielmente la figura de las cosas que -tienen delante.</p> - -<p>Ahora debes considerar cuán delicadas y sutiles han de ser las -imágenes de cuerpos que existen sumamente pequeños, tanto que la vista -más perspicaz apenas distinguirlos consigue. Con este motivo voy á -confir<span class="pagenum" id="Page_179">p. 179</span>marte en pocas -palabras lo que ya sabemos acerca de la tenuidad de los primeros -principios de las cosas.</p> - - -<p class="verslat">113. <i xml:lang="la" lang="la">Primum animalia sunt -jam partim tantula, eorum...</i></p> - -<p>Animales hay tan pequeños que son como la tercera parte del tamaño -que tienen los cuerpos más diminutos que puede la vista dominar. ¿Cómo -calcularemos el volumen de los intestinos de esos animales? ¿Cómo será -el tejido muscular de su corazón? ¿Cómo sus ojos, sus miembros, sus -articulaciones? ¡Qué pequeñez! ¿Y podremos concebir la sutileza de los -elementos que componen su ánimo y su alma? ¿Podrás imaginar algo más -pequeño y más delicado?</p> - -<p>La panace, el amargo ajenjo, el suave abrótano y la triste centáurea -exhalan penetrante olor, significativo de los simulacros que de esas -plantas brotan y luego vuelan de muchos modos, aunque sin energía para -hacerse perceptibles á la vista; pero nadie podrá apreciar la relación -que existe entre el tamaño de las moléculas componentes de esas -emanaciones y el de los cuerpos de que se han producido.</p> - -<p>Pero no pienses que en el aire vagan solamente los simulacros que de -los cuerpos se desvían; hay también otros que se forman espontáneamente -y residen en ese cielo, que<span class="pagenum" id="Page_180">p. -180</span> es llamado aire, en el cual afectan distintas figuras y no -cesan de moverse de muchos modos: son los que forman las nubes que -crecen y cambian de apariencias en el cielo, cuya extensión visible -muchas veces cubren; en unas ocasiones parecen gigantes que vuelan y -poco á poco extienden la obscuridad por todas partes; en otras semejan -grandes montes, que de la tierra se desprenden para acompañar al Sol en -su curso; y algunas veces se muestran con la forma de bestia feroz, que -guía y distribuye las nubes.</p> - - -<p class="verslat">140. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ea quam facili, -et celeri ratione genantur...</i></p> - -<p>¡Con cuánta facilidad los simulacros de esa clase emanan -continuamente de las cosas, y con cuánta rapidez se desvanecen! -Unos penetran en cuerpos de condiciones análogas al paño; otros son -detenidos por objetos como la madera y las piedras, incapaces para -reflejarlos; pero otros simulacros emitidos por seres colocados frente -á un espejo ó cuerpo diáfano, lúcido y compacto, si bien no entran -en éste como en el paño, tampoco se desvanecen como si estuvieran en -presencia de cuerpos opacos y antes de ser reproducidos en imagen, -por virtud del fenómeno de la reflexión. Tan pronto como un cuerpo se -halla enfrente de una superficie<span class="pagenum" id="Page_181">p. -181</span> pulimentada, en ésta aparece la efigie de aquél; este hecho, -repetido muchas veces, te demostrará que de los objetos se derivan -tenues figuras de textura tenue. Luego los simulacros se producen con -rapidez incomparable.</p> - -<p>Y así como la luz solar en breve tiempo se propaga en el espacio -mediante emanaciones innumerables, de igual modo es preciso que los -simulacros se emitan incesantemente en todas direcciones para que -sea posible que en cualquier sitio donde se coloque un espejo, éste -reproduzca la imagen de las cosas que se le presentan, con su forma -peculiar y con su propio color.</p> - -<p>En ocasiones, cuando el cielo está claro y limpio, de repente la -obscuridad reemplaza á la luz, como si todas las imaginadas tinieblas -del infierno se hubieran precipitado para ocupar las cavidades -celestes; todo lo envuelve noche tempestuosa; ruidos procedentes de las -alturas llenan de pavor á los mortales. Pues bien; nadie podrá explicar -la relación exacta que exista entre la imagen que se nos muestra y el -cuerpo que produce el fenómeno que absortos contemplamos.</p> - - -<p class="verslat">211. <i xml:lang="la" lang="la">Quare etiam atque -etiam mitti hæc fateare necesse est...</i></p> - -<p>Preciso es declarar con insistencia que esas emanaciones, al ponerse -en contacto con<span class="pagenum" id="Page_182">p. 182</span> -nuestros ojos excitan el fenómeno de la visión<a id="FNanchor_45" -href="#Footnote_45" class="fnanchor">[45]</a>. Constantemente de -ciertos cuerpos se desprenden olores, como de los fluidos surge frío, -del Sol calor y de los mares sal que socava los edificios situados en -las playas: por el aire vagan siempre muchos sonidos; cuando paseamos -por las orillas del mar notamos el gusto á salobre que nos impresiona -débilmente; cuando asistimos á la preparación del absintio paladeamos -el amargor de esa planta perenne. Luego es indudable que de todos los -cuerpos se desprenden mínimas partes que se diseminan por el espacio; -no permanecen en reposo, ni pueden ser detenidas en su curso; por su -medio experimentamos continuas sensaciones, y en todo caso podemos ver, -oir y oler.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_45"><span class="label"><a -href="#FNanchor_45">[45]</a></span> Parece que hay contradicción entre -lo que ahora sostiene Lucrecio y lo que expuso en los versos contenidos -en los números 739 al 852 del canto segundo; pero debe tenerse en -cuenta que, según Epicuro, cuya doctrina siguió Lucrecio, para que se -efectue el fenómeno de la visión se necesita la concurrencia de dos -clases de emanaciones, una procedente de todos los cuerpos y otra de la -luz que se mezcla con la anterior.</p> - -</div> - -<p>Además, si en la obscuridad reconocemos por el tacto un cuerpo que -antes hubiéramos visto á la luz, deben ser muy semejantes las causas -inmediatas del tacto y de la visión; por igual motivo, si en las -tinieblas<span class="pagenum" id="Page_183">p. 183</span> tocamos un -objeto de figura cuadrangular y de él adquirimos idea, ¿lo podremos -confundir á la luz con otro de distinta forma? Luego la principal causa -para la visión la dan las mismas imágenes, sin las cuales no podríamos -tener representaciones de las cosas.</p> - - -<p class="verslat">234. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ea, quæ dico, -rerum Simulacra, feruntur...</i></p> - -<p>Los simulacros de que ahora hablo se emiten de todos los cuerpos y -se dispersan por todas partes; y como los ojos no nos sirven más que -para ver, cualquiera cosa á la cual los convertimos solamente nos da la -imagen de su propio color y de su propia forma, único medio de conocer -los cuerpos á distancia, pues tocan á nuestros ojos las emanaciones que -los cuerpos exhalan y de las cuales se llena el espacio: la corriente -de esas emanaciones circula por el aire, se desliza junto á los órganos -visuales, roza levemente la pupila y sigue su curso. También de ese -modo conocemos las distancias que nos separan de las cosas; porque á -medida que es mayor la masa de aire movida por las emanaciones al tocar -nuestros ojos, más velozmente se aleja y más distante se nos figura -el objeto que miramos. Ese movimiento es sumamente rápido, y por esta -razón simultáneamente formamos juicio de las cosas y de las distancias -á que se encuentran.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_184">p. 184</span>Y no debe producir -extrañeza el hecho de que los simulacros, si bien formados por -pequeñísimas partes invisibles afecten el órgano de la visión y nos -permitan percibir las cosas: también sentimos el aire frío, no por la -influencia de cada una de sus moléculas componentes, sino por el efecto -que nos comunica la totalidad del fluido aéreo. Parecida impresión -recibimos por el contacto con cualquier otro cuerpo: si ponemos un dedo -sobre una piedra tocaremos de ella un punto de la superficie colorada; -pero la representación que en el acto nos formemos será correspondiente -á la cualidad y dureza de toda la piedra.</p> - - -<p class="verslat">264. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, cur ultra -speculum videatur Imago...</i></p> - -<p>Ahora considera por qué motivo en el espejo se ve la imagen de las -cosas, y por qué parece reflejada á cierta distancia de aquél: ese -fenómeno obedece á la misma causa que nos hace ver á lo lejos desde -lo interior de la casa, cuya puerta esté abierta, los objetos que se -hallan fuera, aunque fronteros. Dos corrientes de aire hieren la vista; -se extiende una entre la puerta y el observador, y conduce á los ojos -de éste la imagen de la puerta y la de las cosas que se hallan á los -dos lados de esta última; la otra que impresiona en segundo lugar, y es -procedente<span class="pagenum" id="Page_185">p. 185</span> de fuera, -guía las imágenes de los objetos exteriores. Lo mismo se nota en el -espejo, cuya imagen viene á nosotros conducida por el aire existente en -el espacio que media entre él y nuestros ojos. Así la vemos de seguida, -lo primero; y después, en segundo término, cuando la vista puede -fijarse en el espejo, percibimos en él reflejada nuestra propia imagen, -que otra corriente de aire nos trae. Queda así explicada la causa que -nos hace ver la imagen á cierta distancia del espejo. Dos corrientes de -aire, una después de otra, producen este resultado.</p> - -<p>Todas las cosas que están á nuestra derecha, en el espejo se ven -á la izquierda, porque la imagen del cuerpo que de frente se halla -ante el metal bruñido, también de frente se refleja, y, por tanto, en -posición cambiada. Igualmente, si en una mascarilla de greda aplicas -barro humedecido y lo aprietas fuertemente, obtendrás una figura, en la -cual, además de aparecer las partes salientes como entrantes, notarás -que el ojo derecho se muestra como izquierdo, y el izquierdo como -derecho.</p> - -<p>Sucede también que la imagen transmitida por unos espejos á otros, -cinco ó seis veces se reproduce. Todo lo que detrás de ti queda, ó -debajo ó á los lados, aun cuando se halle muy distante, lo puedes ver -reflejado<span class="pagenum" id="Page_186">p. 186</span> varias -veces en los espejos con que adornas tu casa; cada uno copia la imagen -proyectada en otro, y si uno la presenta hacia tu derecha, otro la -da á la izquierda, y en un tercero la verás restituida á su primera -posición.</p> - -<p>No obstante lo dicho, las imágenes aparecen iguales en un espejo -compuesto de varias facetas; al mismo lado ofrecen todas la parte -correspondiente á nuestra mano derecha; pero también sucede que las -imágenes reflejadas se encuentren, se junten y den otra en la forma -primitiva, ya porque la simetría se deshaga por la conjunción de unas y -otras, ó ya porque la figura se cambie al convertirse para nosotros.</p> - -<p>Los simulacros avanzan y se alejan con nosotros, é imitan nuestros -movimientos; pero si nos retiramos definitivamente del sitio en que -se halle el espejo, éste deja de dar nuestra efigie. Es ley de la -Naturaleza, en todo caso, que la imagen recibida en el espejo sea igual -á la reflejada.</p> - - -<p class="verslat">319. <i xml:lang="la" lang="la">Splendida porrò -oculi fugitant, vitantque tueri.</i></p> - -<p>La presencia de cuerpos brillantes ofende á los ojos, los cuales -procuran evitarla; el Sol ciega á aquel que lo mira de frente, -porque sus rayos son intensos y porque los simulacros que emite con -rapidez atraviesan las distancias, y con sus fulgores lesionan<span -class="pagenum" id="Page_187">p. 187</span> los ojos y trastornan el -aparato visual; una claridad viva contiene moléculas de fuego, y como -éste, quema los ojos al penetrar en ellos.</p> - -<p>Los ictéricos ven todas las cosas teñidas con el color amarillo, -como si de su organismo dimanaran partículas de aquel color, las cuales -se mezclaran con los simulacros, ó bien porque sus ojos están saturados -de moléculas de esa coloración é impresionan las imágenes que se les -aproximan.</p> - -<p>Desde un sitio obscuro vemos los objetos que se encuentran rodeados -por la luz, porque si bien las sombras que se hallan próximas á los -ojos invaden á éstos, son inmediatamente rechazadas por los rayos -luminosos que también penetran en los órganos de la vista, y por su -acción enérgica, viva y veloz, disipan las tinieblas; cuando todas -las partes de los ojos que habían sido ocupadas por la obscuridad -quedan iluminadas, los simulacros de los cuerpos que están en la luz -se introducen en ellas y se efectúa el fenómeno de la visión. Por lo -contrario, desde un sitio bañado por la claridad no se puede ver lo -que haya en un próximo lugar obscuro, porque las sombras, al llegar -en segundo término, obstruyen los órganos de la visión y no dejan que -pasen los simulacros emanados por los cuerpos.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_188">p. -188</span>348. <i xml:lang="la" lang="la">Quadratasque procul turres -cùm cernimus urbis...</i></p> - -<p>Muchas veces desde lejos contemplamos las cuadradas torres de las -ciudades, y se nos figura que son redondas, porque los ángulos rectos -de sus lados contiguos se nos representan como obtusos, ó bien porque -se desvanecen á nuestra vista y no los podemos precisar: á proporción -que aumentan las distancias los simulacros pierden poco á poco su forma -por el choque de los cuerpos que flotan en el aire; y cuando el ángulo -degenera lentamente á nuestra vista, nos imaginamos ver el volumen de -un cilindro de piedra, no perfecto, sino algo desvanecido y confuso.</p> - -<p>Parece que nuestra sombra se mueve en el Sol, imita nuestros -movimientos y sigue nuestros pasos, como si fuera posible que el aire, -de luz privado, tuviese idoneidad para repetir los actos de los hombres -y copiar sus gestos, ya que nada más que aire envuelto en la obscuridad -es lo que llamamos sombra: falta el Sol en algunos puntos de la Tierra -porque nuestros cuerpos impiden el libre acceso de los rayos del astro -luminoso; pero cuando el obstáculo se retira, el Sol luce y por ese -motivo creemos que la sombra nos acompaña siempre. Constantemente se -dispersan los haces luminosos que se forman sin cesar, como se encogen -y consumen los<span class="pagenum" id="Page_189">p. 189</span> hilos -de lana que sucesivamente se arrojan al fuego. Es fácil de explicar, -pues, que la Tierra pierda la luz y que al recobrarla desvanezca las -negras sombras que la hubieran envuelto.</p> - -<p>No concedemos que los ojos se engañen: propio de ellos es distinguir -si hay luz ú obscuridad y en qué sitio; pero incumbe á la razón el -discernir si la sombra que vemos en un lugar es la misma que estuvo en -otra parte, ó si es diferente, como he dicho antes de ahora: los ojos -no pueden conocer la Naturaleza de las cosas: no atribuyas, por tanto, -á los ojos defectos propios del ánimo.</p> - - -<p class="verslat">382. <i xml:lang="la" lang="la">Qua vehimur navi, -fertur, cùm stare videtur...</i></p> - -<p>Nos parece que está inmóvil el barco en que navegamos, y se nos -figura que marchan cosas que están fijas: cuando con velas hinchadas -la nave que nos conduce hiende las ondas y nos transporta velozmente, -creemos que huyen de nosotros los campos y las colinas: las estrellas -se nos muestran como estacionadas en la bóveda etérea, aunque siempre -están en movimiento y aparecen en un lado para ir á perderse en el -opuesto después de haber lucido su brillante masa en los espacios -siderales: de igual manera creemos ver en reposo el Sol y la Luna, -aunque la razón nos dice que se mueven: desde el<span class="pagenum" -id="Page_190">p. 190</span> mar se observa, como si formaran una sola -isla que brotase de las aguas, varias montañas entre cuyas gargantas -podría maniobrar numerosa flota: los niños, después de dar muchas -vueltas creen al pararse que la casa anda con movimiento de rotación, -y que giran las columnas de la sala en que juegan, y aun temen que el -edificio se desplome sobre ellos.</p> - -<p>Cuando en cumplimiento de las leyes de la Naturaleza el Sol comienza -á dirigir sus trémulos rayos por encima de las montañas, y crees ver -que el rojo disco reposa en ellas y con su manto de fuego las toca, -repara que esos montes no distan de nosotros dos mil tiros de saeta, -y muchas veces ni aun quinientos; entre esas montañas y el Sol median -muchos mares que tienen por cubierta el cielo, é innumerables tierras -ocupadas por diversas clases de gentes y muchas especies de fieras. En -un charco de agua de muy escasa profundidad, formado entre las piedras -de la calle, parece que se ven un cielo abierto, nubes aglomeradas, un -profundo abismo y muchos cuerpos escondidos bajo la tierra.</p> - - -<p class="verslat">416. <i xml:lang="la" lang="la">Denique ubi in medio -nobis equus acer obhæsit...</i></p> - -<p>Cuando en medio de un río que pasamos por un vado se detiene el -caballo que mon<span class="pagenum" id="Page_191">p. 191</span>tamos -y dirigimos la vista hacia las aguas, nos parece que el cuadrúpedo, -aunque inmóvil, es llevado contra la corriente; y si á cualquiera -otra parte convertimos la mirada creeremos que todos los objetos son -arrastrados de igual manera.</p> - -<p>Si contemplamos un pórtico de columnas paralelas é iguales, de -modo que nuestra vista domine toda su extensión en sus dimensiones de -longitud y latitud, notaremos que las columnas parecen juntarse cada -vez más; que se estrecha el espacio que las separa; que el techo se -aproxima al suelo; que los dos lados se tocan; y por último, veremos -una capacidad confusa de forma cónica: los navegantes, que no ven -más que cielo y agua, piensan que el Sol nace en las ondas y que en -ellas oculta su fulgor. No creas, temerario, por estos hechos que los -sentidos engañen.</p> - -<p>Las naves en el mar batidas por el oleaje parecen destrozadas y -con las banderolas deshechas, al ignorante que desde el puerto las -mira; porque observa que una parte de los remos y del timón es recta, -pero otra parte, sumergida en las aguas, por efecto de la refracción -de la luz, á sus ojos se ofrece como si estuviera rota: durante la -noche suelen verse espléndidos astros que más allá de las nubes se -mueven, por el viento<span class="pagenum" id="Page_192">p. 192</span> -impelidos, en dirección opuesta á aquéllas; y claro es que vemos lo -contrario de lo que es en realidad: si con un dedo te haces presión en -la parte inferior del globo ocular podrás ver duplicadas las cosas; -contemplarás dos luces en cada luz que mires, dobles los muebles de tu -casa y los hombres con dos rostros y dos cuerpos.</p> - - -<p class="verslat">449. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, cùm suavi -devinxit membra sopore...</i></p> - -<p>Finalmente; cuando el sueño domina los sentidos con dulce sopor y -el cuerpo yace en completo reposo, nos parece en ocasiones que estamos -vigilantes y que nuestros miembros se mueven: en noche envuelta -por densa obscuridad, creemos ver el Sol y gozar de la luz diurna; -que varían de lugar los astros, el mar, los ríos, los montes; que -recorremos á pié campos extensos; que de noche en el silencio oimos -varios ruidos, y por último, que respondemos cuando estamos callados. -Aunque muchos hechos de esa especie sean, en verdad, sorprendentes, no -deben servir para quebrantar la confianza que tengamos en el testimonio -de los sentidos, por más que den como realidades ilusiones fantaseadas -por el ánimo y en algunas veces creamos distinguir cosas que no pueden -existir. Difícil es, ciertamente, el fijar la diferencia que existe -entre las apa<span class="pagenum" id="Page_193">p. 193</span>riencias -fenomenales y la realidad de las cosas, pero no debe el ánimo dejarse -vencer por las dudas.</p> - -<p>Quien dice que nada se sabe, afirma contra su propia opinión; -pues nada podrá saber aquél que confiesa que no puede saberse nada<a -id="FNanchor_46" href="#Footnote_46" class="fnanchor">[46]</a>. No -pretendo contender con el que se pone en desacuerdo consigo mismo; pero -si concediese como probado el principio de que nada se sabe, aún habría -de preguntar al que negase toda seguridad en el juicio formado: ¿De qué -medio se vale para diferenciar lo que sea saber y no saber, y dónde -pudo adquirir noticia de la verdad y del error, ya que no es posible -discriminar la duda y la certeza?</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_46"><span class="label"><a -href="#FNanchor_46">[46]</a></span> Aristóteles decía á los escépticos: -Ó sabéis ó no sabéis: si sabéis que no sabéis, algo sabéis; si no -sabéis que no sabéis no podéis afirmar que no sabéis.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">474. <i xml:lang="la" lang="la">Invenies primis ab -sensibus esse creatam...</i></p> - -<p>Comprenderás que las ideas fundamentales provienen de los sentidos, -que si no pueden engañar deben inspirarnos confianza, porque mediante -la investigación de verdades nuevas ellos mismos pueden vencer sus -antiguos errores. ¿Hay algo que nos merezca mayor fe que los sentidos? -¿Puede suponerse que la razón deponga contra ellos cuando<span -class="pagenum" id="Page_194">p. 194</span> todos los datos de que -se vale solamente de los sentidos proceden? Si fueran falsos los -antecedentes que ministran á la razón, falso ha de ser el juicio que -ésta forme acerca de las cosas. ¿Podrá el oído corregir á los ojos, ó -el tacto al oído? ¿Podrá el sabor rectificar al tacto, ó á los ojos el -paladar? Entiendo que no, porque tiene cada aparato sensitivo su acción -privativa y su peculiar energía; por esta causa ocurre que la blandura, -la dureza, la frialdad y el calor se determinan por el órgano adecuado, -el cual da también á conocer cómo sea lo blando, lo duro, lo frío y -lo caliente; los colores de las cosas y todo lo que á los colores -pertenece afectan á otro órgano, y separadamente el sabor, el olor y -el sonido se originan en esfera propia. Es un hecho que unos sentidos -no pueden corregir á otros ni reprenderse á sí mismos; luego todos -deben inspirarnos igual confianza: lo que para los sentidos es verdad -confirmada por el transcurso del tiempo, verdad es.</p> - -<p>Y si la razón no pudiese alcanzar la causa de que los objetos -realmente cuadrados nos parezcan redondos vistos á distancia, vale -más traducir equivocadamente la defectuosa idea que tengamos de ambas -figuras, que dejar escapar de la mano los hechos patentes, negar el -principio de toda certeza y des<span class="pagenum" id="Page_195">p. -195</span>truir los fundamentos en que descansa todo nuestro bienestar -y nuestra vida. No solamente se trata de evitar que la razón por falta -de base caiga arruinada, sino que la vida misma se haga imposible como -sucedería en el instante en que dejáramos de confiar en los sentidos: -hay que tramontar los precipicios que amenazan la existencia racional, -poner en fuga los daños que puedan perjudicarla y atraer todo lo que la -beneficie. Debes, pues, considerar como palabras baldías todas las que -sirvan para declamar contra los sentidos.</p> - -<p>Así como en la construcción de un edificio, si imperfectos son los -planos que sirven de guía, ó si alguno de los muros que se levantan en -la fábrica se aparta de la perpendicular, ó si el nivel es falso en -alguna parte, la obra resulta disforme, defectuosa, inclinada, torcida, -sin gracia, de techos peligrosos, y amenazará ruina, ó al cabo se -desplomará como levantada contra las reglas más elementales del arte de -las construcciones, así también la razón habrá de admitir errores si -funciona sobre falsos datos de los sentidos.</p> - - -<p class="verslat">519. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc alii sensus quo -pacto quisque suam rem...</i></p> - -<p>No me parece difícil de explicar ahora el proceso que sigue -para manifestarse la ac<span class="pagenum" id="Page_196">p. -196</span>ción de los otros sentidos: en primer término, las -ondulaciones sonoras y la voz afectan el oído cuando los elementos -correspondientes llegan al pabellón de la oreja y penetran por el -conducto auditivo: luego si las vibraciones excitadas por la voz y -cualquier otro sonido obran sobre nuestros órganos propios, no puede -negarse que son de naturaleza corpórea. En ocasiones la voz emitida -ofende la garganta y los gritos lanzados con violencia irritan la -tráquea, porque los principios materiales que forman la voz se -precipitan en número considerable por el estrecho tubo aéreo, lo -llenan, y luego al salir dañan el orificio laríngeo por donde se -esparce la voz en las auras: luego si la voz y el sonido en ocasiones -pueden producirnos dolor, sus elementos, no podemos negarlo, han de -ser corpóreos. Y no ignoras que si alguien comienza á hablar desde que -la aurora dibuja en el horizonte su tenue luz, y no cesa hasta que las -sombras de la noche se extienden, experimenta cansancio de fuerzas, -debilidad de nervios, languidez en todo el cuerpo, y mucho más si -mantuvo la conversación en voz alta: luego es indudable que la voz es -corpórea si produce detrimento mayor cuanto más se ejercita.</p> - -<p>De elementos rudos procede la aspereza de la voz y su dulzura de -elementos suaves;<span class="pagenum" id="Page_197">p. 197</span> -también corresponden á otros apropiados el atronador ruido que la -trompeta envía á largas distancias, el áspero zumbido que retumba de -corneta retorcida y los amargos quejidos con voz lúgubre lanzados -por los cisnes que habitan los helados valles del Helicón. Cuando -intentamos representar por medio de palabras nuestro pensamiento, -formamos voces que los órganos bucales emiten, la lengua articula y -los labios moldean con su especial configuración. Siempre que la voz -articulada no tiene que recorrer un largo espacio desde los órganos -que la producen hasta los oídos que la reciben, las palabras se oyen -claras, distintas, con su propio sonido; pero cuando atraviesa dilatada -extensión se descompone, se desvanece en las corrientes de aire; así, -aun cuando oigas la voz, no podrás precisar sus inflexiones, y, por -tanto, no comprenderás el significado que tengan, porque habrá llegado -confusa á tu oído.</p> - - -<p class="verslat">561. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, Edictum -sæpe unum perciet aures...</i></p> - -<p>No pocas veces un edicto publicado por el pregonero llega á los -oídos de varias personas como si una sola voz se dividiera en muchas y -cada una fuera distintamente conducida por el aire al órgano apropiado -de cada individuo. Las voces que no encuentran<span class="pagenum" -id="Page_198">p. 198</span> oído que las recoja, siguen su camino y -se pierden esparcidas por los aires ó chocan en algunos cuerpos que -las devuelven por repercusión: en este último caso producen muchas -ilusiones porque las palabras se propagan en el espacio que las -rechaza de un modo parecido á la manera como los espejos reflejan las -imágenes. Enterados en las causas que producen este fenómeno, bien -podremos comprender y explicar á los demás, por qué en ciertos lugares -solitarios las peñas repiten los gritos articulados con que llamamos -á los demás compañeros perdidos. Hay sitios, y yo conozco alguno, que -reproducen seis ó siete veces las palabras que una sola vez hayamos -pronunciado; inmediatamente que son emitidas, de otero en otero vuelan -fielmente reflejadas. Los pueblos que residen en las cercanías de esos -lugares, suponen que éstos se hallan ocupados por sátiros de piés de -cabra, ninfas y faunos, los cuales bailan en las soledades, interrumpen -de los bosques el silencio con nocturnos conciertos, y exhalan -quejumbrosas voces acompañadas por el sonido suave de instrumentos -de cuerda, y por la plañidera flauta que muy hábiles manejan. Dicen, -además, que los habitantes de esos campos reciben la visita del dios -Pan, el cual se les presenta con la semisalvaje cabeza adornada por -pí<span class="pagenum" id="Page_199">p. 199</span>nea corona, con el -caramillo entre sus labios ondulados que de los cañutos hacen brotar -interminables notas, para recordar la harmonía perenne de la campestre -musa. Otros varios prodigios nos cuentan los vecinos de aquellas -comarcas, ya para que entendamos que su país merece las atenciones de -los dioses, ó ya con otros fines, pues es muy cierto que á los hombres -seduce el misterio.</p> - - -<p class="verslat">593. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, non -est mirandum, quâ ratione...</i></p> - -<p>Después de lo dicho, no deberá sorprender que las ondas sonoras -penetren en lugares que no pueden los ojos invadir. Nadie ignora que -podemos conversar con otra persona que se halle detrás de una puerta -cerrada. La voz se transmite intacta en corrientes que pasan por -canales tortuosos á través de los objetos, pero los simulacros de los -seres no pueden circular de ese modo, porque los obstáculos que se -les oponen los disgregan; en línea recta, se propagan lo mismo que -las imágenes se ofrecen intactas en los espejos. Los sonidos pueden -ser llevados en todas direcciones, porque de una vibración sonora se -forman otras muchas, á la manera como la fugaz chispa ígnea se divide -en varias que se dispersan. La voz, reproducida considerablemente, -llena todos los sitios que es<span class="pagenum" id="Page_200">p. -200</span>tán á nuestro alrededor, y pasa por todas partes; pero los -simulacros sólo en línea recta pueden impresionar los ojos: por ese -motivo nadie ve lo que hay encima de su cabeza, en tanto que ésta -conserve su posición normal: si bien percibimos la voz, cualquiera -que sea la dirección en que se emita, la distancia la desvanece, y al -tocar nuestro oído llega confusa, por haber perdido las modulaciones -características de cada palabra.</p> - -<p>El proceso de las sensaciones gustativas es más complicado y de -más difícil explicación. Como en la mano se exprime una esponja, así -en el acto de la masticación extraemos de la materia alimenticia el -jugo que desde luego penetra en los conductos absorbentes del paladar -y en los sinuosos é intrincados que existen en la substancia porosa -de la lengua: si esos jugos se componen de moléculas suaves y lisas, -estimulan agradablemente los órganos del gusto al extenderse por toda -la húmeda región del aparato lingual; pero si esas moléculas son -ásperas, ofenden el paladar, tanto más fuertemente, cuanto mayor sea -su rudeza. El placer que los sabores nos proporcionan tiene su asiento -en el fondo del paladar; cuando los sucos estimulantes de la sensación -gustativa, después de haber pasado por las fau<span class="pagenum" -id="Page_201">p. 201</span>ces llegan al esófago, el placer desaparece, -porque entonces quedan anuladas todas las cualidades sápidas de -los alimentos y actúan las que sirven para la digestión, para la -asimilación y para el útil entretenimiento del estómago.</p> - - -<p class="verslat">633. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc aliis alius cur -sit cibus, ut videamus...</i></p> - -<p>Tratemos ahora de indagar por qué los mismos alimentos no convienen -á todos los animales, ya que unos encuentran agradable y dulce lo que -á otros molesta por amargo y áspero. Desde luego es notable que hay -substancias muy útiles para el sostenimiento de algunos seres vivos, -pero que son irremediablemente venenosas para otros; por el sólo -contacto del humor salival humano, la serpiente se enfurece, y después -de inferirse varias mordeduras muere entre congojas; para nosotros es -veneno acre el eléboro que á las cabras y á las codornices nutre. Á -fin de que puedas conocer el fundamento natural de esas diferencias, -debes el recuerdo traer á tu memoria de lo que ya hemos dicho acerca -de la distinta composición elemental de los cuerpos; si todos los -animales en su forma exterior, en sus miembros, en su aspecto, son -desemejantes y constituyen especies variadas, necesario es también que -sean distintos sus principios integrantes, su es<span class="pagenum" -id="Page_202">p. 202</span>tructura, sus vasos, todos sus órganos, su -misma boca y aun su mismo paladar; lo que en unos sea pequeño, en otros -será de gran volumen; lo triangular en éstos, será cuadrado, redondo -ó de muchos lados en aquéllos; los conductos y sus orificios serán -proporcionales, y las moléculas que en ellos se ingieran corresponderán -á la figura de los órganos. Ha de haber un perfecto enlace entre la -posición de los cuerpos elementales y la forma y movimiento de las -moléculas, y, por tanto, la textura de los órganos de cada animal, -y sus poros y sus venas han de guardar relación completa. Luego no -es para extrañar el hecho de que unos hallen dulces substancias -alimenticias que otros encuentran amargas, porque en los conductos del -paladar de los primeros entrarán elementos muy finos, mientras que en -los de los segundos se introducirán moléculas toscas, ásperas, que -lesionarán las fauces.</p> - -<p>Ahora te será fácil con estos datos resolver muchos problemas: así, -cuando la abundancia de bilis origina fiebre, ó cuando cualquiera -otra causa produce trastorno en el organismo, se experimentan los -efectos del malestar en todo el cuerpo, sencillamente porque los -elementos primarios cambian de posición; antes se hallaban dispuestos -como convenía á la condición del ser que infor<span class="pagenum" -id="Page_203">p. 203</span>man; ahora, dislocados, no funcionan -regularmente y en ellos dominan influencias morbosas. Ya en otra -ocasión hemos podido considerar que de la conjunción de elementos -contrarios resulta el sabor de la miel.</p> - - -<p class="verslat">675. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quo pacto -nares adjectus odoris...</i></p> - -<p>Voy á explicar ahora el procedimiento seguido por las emanaciones -odoríferas para influir en el aparato olfatorio. Necesario es que de -los cuerpos se desprendan y se evaporen muchas partículas que inunden -con sus efluvios extensos espacios, supuesto que los percibimos como -provenientes de todas direcciones. En verdad, las aptitudes y los -estímulos que con relación á los olores tienen los animales, han -de ser variadas tanto como sus especies; las abejas, desde largas -distancias son atraídas por el perfume de las flores apropiadas para la -elaboración de la miel; el buitre es guiado por la fetidez cadavérica; -el olor que deja en su fuga la fiera de hendida pesuña despierta la -especial disposición de los perros; el cándido pato, guardador del -romúleo alcázar, presiente por las corrientes del aire la aproximación -del hombre. Así, por el olfato los animales se sienten obligados á -buscar el alimento que les sea propio, y á huir de aquellos que les -per<span class="pagenum" id="Page_204">p. 204</span>judiquen; de ese -modo se conservan las razas vivientes.</p> - - -<p class="verslat">699. <i xml:lang="la" lang="la">Hic odor ipse -igitur, nares cuicunque lacessit...</i></p> - -<p>Este mismo olor, pues, irrita las fosas nasales, y aunque las -moléculas que lo producen tienen bastante alcance, no pueden ir tan -lejos como las del sonido y la voz, y especialmente, según ya he dicho, -como los simulacros que hieren los ojos y excitan la visión, porque -aquéllas se esparcen, se propagan lentamente, se descomponen con -facilidad en las auras y mueren con rapidez. Este fenómeno se realiza, -en primer término, porque las emanaciones se originan sólo de la parte -superficial de los cuerpos, y no admite duda que la energía de los -efluvios de lo interior procede, como lo prueba el hecho de que más -olor den los cuerpos que se fracturan, se machacan ó se descomponen -al fuego; y en segundo lugar, se nota que las partículas estimulantes -del olfato son más gruesas que las del sonido, por cuanto aquéllas no -pueden penetrar á través de los muros, mientras que éstas fácilmente se -transmiten. Demás de lo dicho, fácil es comprobar que las emanaciones -odoríferas no dan á conocer el lugar en que se hallan los cuerpos -de que dimanan; las auras los contrarían y marchan con lentitud ó -se disipan; nunca<span class="pagenum" id="Page_205">p. 205</span> -proceden como diligentes mensajeros que llevan rápidas noticias de las -cosas al sentido correspondiente: por esa causa muchas veces los perros -pierden el rastro que siguen.</p> - -<p>Y no solamente las emanaciones sápidas y olfatorias tienen -acomodamiento desigual para los seres; también unas mismas imágenes y -unos mismos colores impresionan de manera distinta á diferentes ojos, -y aun á algunos produce afección dolorosa lo que á otros no molesta; -por ejemplo, el gallo, que ahuyenta la noche con sus alas y saluda -con vibrante voz la aurora, causa terror á los leones, que ante su -presencia huyen, tal vez porque del cuerpo de aquella ave doméstica -surgen substancias moleculares que se introducen en la pupila de los -ojos del león, el cual, á pesar de su ferocidad, sufre con ellas dolor -fuerte é irresistible; sin embargo, á nosotros no nos causan daño, bien -porque las mencionadas partículas no tienen acceso en nuestros ojos, -bien porque si en ellos penetran encuentran fácil salida sin ofender -nuestro aparato visual.</p> - - -<p class="verslat">734. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quæ -moveant Animû res, accipe; et unde...</i></p> - -<p>Aprende ahora, pues, aprende á conocer en pocas palabras las -substancias que mueven el ánimo, de dónde proceden y cómo á<span -class="pagenum" id="Page_206">p. 206</span> él llegan. Primeramente -digo que en toda la extensión del espacio vagan y giran de variados -modos innumerables y muy tenues simulacros de las cosas, los cuales -al encontrarse en las auras fácilmente se coaligan, como los hilos de -araña y las hojuelas de oro; es su levedad aún mayor que la de las -efigies, cuyas finísimas partículas tocan en los ojos y motivan la -visión, y de seguida penetran por el aparato visual, mueven la íntima -naturaleza del ánimo y excitan de éste la potencia sensible; merced -á ese proceso podemos representarnos Centauros, personificaciones de -Escilas, triplicadas cabezas de cerberos, y aun imágenes de personas -cuyos huesos cubre ya la tierra. En todas partes existen simulacros -de variadas especies; unos que espontáneamente se forman en el aire, -otros que son procedentes de las cosas y fuera de ellas se combinan -de múltiples modos: ciertamente la imagen del Centauro no responde á -ningún ser real, porque nunca ha existido un animal de su figura; pero -las imágenes del hombre y del caballo pueden fácilmente encontrarse, -y unirse como antes he dicho, á causa de su naturaleza sutilísima, -apropiada para conjunciones sutiles. De manera igual se han formado -otras representaciones; porque los simulacros por su agilidad se mueven -instantáneamente y con su<span class="pagenum" id="Page_207">p. -207</span> delicado impulso pueden mover la acción del ánimo, dotado -también de admirable movilidad y de sutileza extrema.</p> - -<p>Fácilmente puedes comprender la manera cómo se realizan esos hechos -de que ya he hablado, si consideras que nuestros ojos son capaces -de ver lo que en nuestra alma se halla, supuesto que la percepción -de la imagen y la representación en nuestra alma son dos instantes -de un mismo fenómeno; y si no podemos ver leones, como ya he dicho, -sino por medio de simulacros que nuestros ojos impresionen, lícito -ha de ser pensar que los simulacros de los leones llegarán á nuestro -entendimiento como otros de la misma especie tocan á nuestros ojos, -si bien aquéllos deben ser más tenues que los segundos. Y no por otra -razón es posible que el ánimo se halle vigilante cuando el sueño abate -los miembros, á no ser porque los simulacros estimulen nuestro ánimo -lo mismo que si estuviéramos despiertos, y así, dormidos nos figuramos -ver á personas que llegaron al término de la vida y de las cuales se -apoderó la muerte. En la Naturaleza se realizan esas ilusiones por -causa del profundo sueño de los sentidos que imposibilita á éstos para -conocer la verdad, y del abatimiento de la memoria que, adormecida, -no distingue que pertenece á la muerte algo de lo que la ima<span -class="pagenum" id="Page_208">p. 208</span>ginación nos da revestido -con las apariencias de la vida.</p> - -<p>Tampoco debe extrañar que los simulacros se muevan y al parecer -agiten con regularidad los brazos y otros órganos; forman una imagen -más fugaz que el mismo sueño, porque en éste, apenas una primera -ilusoria efigie se disipa, otra quizá muy diferente le sucede, tal vez -sin solución de continuidad, y por esta causa varias imágenes sucesivas -parecen una sola que cambia y varía repentinamente de gesto. Aún -respecto á este orden de ideas tenemos que hacer muchas indagaciones -y muchos puntos obscuros tenemos que aclarar si deseamos exponer con -claridad el asunto que ahora nos preocupa.</p> - - -<p class="verslat">788. <i xml:lang="la" lang="la">Quæritur imprimis -quare, quod quoique libido...</i></p> - -<p>Averigüemos antes de todo la causa de los deseos que en el alma -se despiertan y de las determinaciones que ésta adopta entre dos -extremos. ¿Acaso los simulacros, obedientes á las excitaciones -de nuestro apetito, combinan imágenes á nuestro gusto? ¿Quizá la -Naturaleza para complacernos forma en nuestra mente, sin la presencia -de objeto, fantásticas efigies del cielo, de la tierra, de los mares, -de asambleas, ceremonias, festines y combates, y tal vez las crea en -la<span class="pagenum" id="Page_209">p. 209</span> misma región y en -el mismo lugar donde el ánimo encuentra cosas muy diferentes?</p> - -<p>En verdad, cuando en sueños distinguimos simulacros que marchan -acompasadamente, que emplean los miembros con gallardía, que usan con -ligereza las extremidades torácicas y abdominales y que acompañan -esos movimientos con gestos adecuados, ¿hemos de suponer que han -aprendido un arte á cuyas reglas sujetan sus juegos nocturnos; ó -más acertadamente creeremos que en nuestra imaginación se presentan -confundidos muchos instantes diversos, como sucede con las palabras -de un discurso que en gran número se juntan en sucesión apenas -diferenciada por los sentidos, pero discriminada por la razón? De -igual modo se presentan confundidos simulacros de muy variadas formas -y especies relativas á circunstancias múltiples de tiempo y de lugar: -¡tanta es su movilidad y tanto es su número! Y como la tenuidad de -esas partículas es muy grande, el ánimo para distinguirlas necesita -concentrarse: todas las imágenes que una vez han sido presentes para el -ánimo han desaparecido si éste no se ha dispuesto para retenerlas; con -esta última condición podemos ver en lo futuro alguna cosa ya pasada, y -así en efecto sucede.</p> - -<p>¿No observas que cuando queremos ver<span class="pagenum" -id="Page_210">p. 210</span> objetos muy pequeños tenemos que fijar -en ellos los ojos con atención sostenida, porque de lo contrario no -llegaríamos á adquirir de los mismos una bastante representación? Y si -para conocer las cosas que tenemos presentes necesitamos predisponer el -ánimo á fin de que éste las contemple como si hubieran estado siempre á -largas distancias, y este es un hecho comprobado por la experiencia de -todos los días, ¿debe admirar que los simulacros, aun cuando existan, -sean perdidos para el que no los estudia? No pocas veces aumentamos en -la fantasía el tamaño de los signos de las cosas, y de este modo caemos -en error y el ánimo se engaña.</p> - - -<p class="verslat">824. <i xml:lang="la" lang="la">Fit quoque ut inter -dum non suppeditetur Imago...</i></p> - -<p>Muchas veces en sueño vemos que de repente mudan las imágenes y el -sexo á que pertenecen, hasta el punto de que en ocasiones una hermosa -mujer se transforma en hombre: cambian el semblante y la edad. Y no -debe sorprendernos esa metamorfosis, porque es lo cierto que el sueño -y el olvido se parecen. En todo lo que se refiera á las ilusiones -que fácilmente nos forjamos, debes proceder con mucha cautela para -no incurrir en error: no creas que las pupilas de los ojos, claras -y luminosas, fueron crea<span class="pagenum" id="Page_211">p. -211</span>das precisamente para que nos sirvieran de órganos auxiliares -de la visión; ni que las piernas descansan en los piés á fin de que -alarguen los pasos que éstos inician; ni que los brazos se ostentan -provistos de robustos músculos y terminan en manos obedientes para que -realicemos los usos á que los destinamos en la vida.</p> - -<p>Quien de ese modo interpretara los hechos que ve y ejecuta, daría -pruebas de no haber comprendido las causas y los efectos del orden -universal; no se hicieron los miembros para los usos á que los -destinamos, sino hemos adquirido costumbres adecuadas á nuestros -órganos: antes de ver no hubo ojos, como no se formaron palabras antes -de que hubiera lengua que las modulase; por lo contrario, la existencia -de la lengua precedió en mucho á la combinación de idiomas; antes de -que hubiera sonido existiría el oído, y todos los miembros han de -haberse adelantado al uso que de ellos hacemos, porque es indudable -que no surgieron para un fin predeterminado<a id="FNanchor_47" -href="#Footnote_47" class="fnanchor">[47]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_47"><span class="label"><a -href="#FNanchor_47">[47]</a></span> Combate Lucrecio la teoría -sobre las causas finales; algunos filósofos, y entre ellos Buffón y -Condillac, han desenvuelto los argumentos que Lucrecio señaló, no -siempre con buena fortuna, aunque sí con estro poético admirable.</p> - -</div> - -<p>De toda certeza es que los hombres sostuvieron combates á puñadas -y se lastimaron<span class="pagenum" id="Page_212">p. 212</span> -y se hirieron antes, mucho antes de que luciente flecha rasgara el -aire; la Naturaleza había enseñado al hombre á evitar las heridas -antes de que el arte suspendiese del brazo izquierdo el defensivo -escudo; más antigua es la necesidad de entregar el cuerpo al reposo -que la fabricación de los mullidos colchones de nuestro lecho; ya se -sabía mitigar la sed antes de que se inventara el vaso: todos los -descubrimientos han sido fruto de la experiencia y se han hecho bajo -la inspiración y para satisfacciones de la necesidad. Luego si los -sentidos y los órganos que les sirven de instrumentos fueron anteriores -á las funciones que desempeñan, podemos decir repetidas veces que no se -formaron para que sirvieran de utilidad.</p> - - -<p class="verslat">864. <i xml:lang="la" lang="la">Illud item non est -mirandum, corporis ipsa...</i></p> - -<p>Tampoco debe nadie admirarse de que los seres animados busquen los -alimentos que más se adaptan á su naturaleza. Ya te he dicho que de los -cuerpos fluyen y brotan numerosas moléculas en cantidad proporcionada -al movimiento que los mismos desarrollan: por la transpiración, desde -lo más íntimo del organismo, salen muchas; otras por la boca se escapan -en la respiración anhelante. Esas derivaciones continuas representan -pérdidas que abaten el cuerpo hasta su<span class="pagenum" -id="Page_213">p. 213</span>mirlo en postración seguida por cierto dolor -estimulante que obliga al ser vivo á buscar los alimentos necesarios -para calmar las molestias sufridas, para reponer las fuerzas gastadas -y para renovar las energías de los miembros y de las venas; también -los fluidos se reparten por el cuerpo, y con su humedad se calman los -ardores provocados por la combustión efectuada en el estómago, y se -restringe el fuego que trata de invadir el organismo: de esta manera se -apaga la ardiente sed y se calma la famélica ansiedad.</p> - -<p>Ahora trato de inquirir la causa que nos permite andar y mover -nuestros miembros de varios modos, con sujeción á nuestra voluntad, -agente que impulsa la pesada masa de nuestro cuerpo; escucha, pues, -mi discurso. Digo que los simulacros rozan nuestro ánimo, y, como ya -expuse más arriba, le comunican cierto movimiento, del que se originan -las determinaciones volitivas, que son requisito indispensable de todo -lo que se proyecta ó se ejecuta; luego la formación de la imagen ante -la presencia del objeto, es la primera condición para todo hacer. En -cuanto el ánimo se resuelve á seguir una dirección, la energía del -alma, que extendida está en los órganos y en los miembros, compele á -éstos; el fenómeno se reali<span class="pagenum" id="Page_214">p. -214</span>za sin dificultad, porque siempre el alma, unida al cuerpo, -impulsa á éste, que se pone en movimiento y avanza; también el aire, -que nunca deja de agitarse, en cumplimiento de su propia función, -penetra en los dilatados poros del cuerpo activo, y va á esparcirse -hasta por las más pequeñas partes del ser. Hay, pues, dos clases de -substancias que imprimen al cuerpo el movimiento, como dos fuerzas -combinadas, la del viento y la de las velas, son las que ponen en -marcha la nave. Y no debe sorprender el hecho de que elementos -delicadísimos puedan mover y conducir á su arbitrio el cuerpo con -toda su gravedad: también el ligero viento, á pesar de su composición -tenuísima, puede empujar velozmente una pesada nave, á la cual una -sola mano rige en el mar, por arrebatado que esté, y un solo timón da -la dirección conveniente: de igual modo las gruas y los tornos elevan -masas enormes, aunque sean movidas por un débil esfuerzo.</p> - - -<p class="verslat">913. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc quibus ille -modis somnus per membra quietê...</i></p> - -<p>Ahora, para explicarte el modo con que el sueño difunde la -quietud por los miembros<a id="FNanchor_48" href="#Footnote_48" -class="fnanchor">[48]</a> y expulsa los temores del ánimo,<span -class="pagenum" id="Page_215">p. 215</span> emplearé dulces, aunque -pocos versos, pues más grato es el débil cantar del cisne que el -graznar de las grullas, oído hasta en las nubes<a id="FNanchor_49" -href="#Footnote_49" class="fnanchor">[49]</a>. Concédeme atento oído -y ánimo reflexivo, y no rechaces sin meditación las razones que voy -á exponerte, ni con prevenciones caprichosas niegues demostradas -verdades: tuya, de todas maneras, será la culpa, si no adquieres -aptitud para discernir con acierto.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_48"><span class="label"><a -href="#FNanchor_48">[48]</a></span> La frase de Lucrecio es: <i>somnus -per membra quietem inriget</i>. Virgilio dijo después: <i>fessos sopor -irrigat artus</i>.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_49"><span class="label"><a -href="#FNanchor_49">[49]</a></span> Repetición de los versos 175, 176 y -177 de este mismo canto.</p> - -</div> - -<p>Cuando la energía anímica dispersa por los órganos llega á -descomponerse, de tal modo que una parte de ella sale fuera del -cuerpo, mientras que otra parte en el interior de éste se condensa, -el sueño sobreviene. En este caso, las relaciones que entre los -miembros existen se quebrantan, y todos éstos caen en laxitud: el -alma nos da las sensaciones, pero no puede privarnos del sueño sin -que la misma substancia pensante ó racional se perturbe y sea lanzada -fuera del organismo, aunque no completamente, porque el frío de la -muerte se extendería por todo el ser, si en él no quedaran, como ascua -entre cenizas, partículas del alma que pudieran esparcirse en los -miembros á manera de súbita explosión, como del fuego latente surge -la llama. Pero ahora voy á ex<span class="pagenum" id="Page_216">p. -216</span>plicarte las causas que producen languidez para el cuerpo y -turbación para el alma; procura que yo no vierta mis palabras en el -viento.</p> - -<p>En primer lugar, es evidente que el cuerpo, siempre en contacto -con las auras aéreas, ha de recibir de éstas en su parte exterior -repetidos rozamientos, que puede sufrir sin contrariedades por estar -cubierto de cuero, de cerda, de concha, de piel callosa ó de cáscara; -y en su parte interior ha de sentir el aire aspirado que luego por -la espiración exhala; así el cuerpo, batido por dentro y por fuera, -recibe choques á través de los poros hasta en sus elementos primarios -constitutivos, y experimenta poco á poco abatimiento y cansancio. De -este modo conturbados y dislocados de su posición normal los principios -integrantes del ser, el alma se fracciona en partes, una que del cuerpo -sale, otra que oculta permanece en lo interior de éste y otra que se -esparce por todos los órganos; y no pueden reunirse las tres ni ejercer -movimientos mutuos, porque la Naturaleza les ha cerrado las entradas -y los caminos: consecuencia de este desorden es el desvanecimiento de -la sensación. Cuando este caso llega, el organismo pierde su vigor, el -cuerpo se debilita, languidecen todos los miembros, los brazos y los -párpa<span class="pagenum" id="Page_217">p. 217</span>dos decaen, las -piernas se abaten extenuadas, las fuerzas desaparecen.</p> - -<p>Y en segundo lugar, si después de la comida sobreviene el sueño, -es porque el alimento cuando se distribuye disuelto en las venas, -produce en éstas un efecto parecido al que en las mismas engendra el -aire; el sueño es pesado cuando al dolor del hambre sigue el placer -de la satisfacción, porque entonces son muchos los elementos que se -reunen para activar las funciones de la vida: en esta ocasión el alma -penetra en el cuerpo con mayor intensidad, se manifiesta al exterior -con mayor amplitud, y sus elementos componentes más se apartan y más se -esparcen.</p> - - -<p class="verslat">968. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoi quisque ferè -studio devincius adhæret...</i></p> - -<p>Las cosas que más nos inquietan durante el sueño son las que -constituyen especialmente nuestras habituales ocupaciones, las que -más tiempo nos han entretenido, las que más han solicitado nuestra -atención. Entonces el abogado instruye causas é interpreta leyes, -el general trata de combates y de asaltos, el piloto lucha con el -desencadenado viento y yo indago las causas del orden universal para -enseñar á mis conciudadanos los secretos de la Naturaleza; otros -hombres, en fin, mientras están dormidos, tienen la ilusión de varios -estudios y de<span class="pagenum" id="Page_218">p. 218</span> artes -varias. Aquellos que frecuentan los espectáculos públicos, durante -mucho tiempo conservan como introducidos en su alma los simulacros -de las impresiones recibidas en las fiestas á que asistieron: ven -reproducidos en su imaginación los mismos ejercicios, y aun en -estado de vigilia se representan el bailarín que salta y mueve el -flexible cuerpo, los acordes sonidos de la lira y el dulce lenguaje -de las cuerdas; creen asistir á las mismas reuniones á que en alguna -ocasión han concurrido y se figuran reproducidas las escenas que una -vez presenciaron: ¡grande es el poder que la voluntad crea, el uso -desarrolla y el hábito afirma entre los individuos de la especie humana -lo mismo que entre los animales! Pueden verse caballos briosos que en -profundo sueño sumidos se estremecen, se cubren de sudor, se mueven con -inquietud y dan fuertes resoplidos, como si en su imaginación vieran -expeditas las puertas del circo y desearan lanzarse por ellas en busca -del premio de la victoria: no pocas veces se ven perros de caza que en -sueño se agitan bruscamente, aullan, aspiran con ansia el aire como -si buscaran el rastro de las fieras, y aun en ocasiones, al despertar -en ese estado, corren detrás de los simulacros de ciervos que se -figuran fugitivos, hasta que re<span class="pagenum" id="Page_219">p. -219</span>cobran la posesión de sus sentidos y se desvanecen sus -errores; la mansa especie de los cachorros, acostumbrada al domicilio -de sus dueños, de repente abre sus ojos, sacude el sopor que la -embarga y asustada se pone de pié como si delante se le ofreciera un -desconocido rostro del que tuviera que defenderse; porque tanto más -incomodan las imágenes cuanto más ásperos son los elementos que las -forman: por último, algunas aves, entregadas á sosegado sueño sin duda -se figuran que otras rapaces se dirigen contra ellas para destruirlas -entre sus garras y devorarlas en el acto, cuando de repente se lanzan -presurosas en vuelo rápido y buscan refugio en los impenetrables -bosques.</p> - -<p>¡Y cuán variados movimientos agitan profundamente el alma humana! -Mientras duermen, unos hombres combinan proyectos y realizan grandes -empresas; otros dan batallas, vencen reyes, caen prisioneros; no -pocos exhalan clamores, como si fueran degollados; muchos se quejan y -profieren dolorosos gemidos, porque se imaginan que se hallan entre -los dientes de una pantera ó que son despedazados por león implacable; -algunos se denuncian en sueños por faltas cometidas; éstos se creen ya -esclavos de la muerte; aquéllos se figuran que desde elevados montes -son precipitados á un abismo<span class="pagenum" id="Page_220">p. -220</span> y se despiertan asustados y como fuera de juicio hasta que -recobran lentamente su tranquilidad; un sediento piensa que se halla -junto á un río ó en las proximidades de amena fuente y que bebe el -agua en abundantes sorbos; los niños, muchas veces bajo el sueño, se -creen próximos á pila ó vasija conveniente, se levantan los vestidos -y dejan escapar de su cuerpo líquidos sobrantes que manchan el -magnífico esplendor de las bordadas estofas. También aquellos jóvenes -para quienes empieza á surgir el vigor de la edad y á sus miembros -da el tiempo gérmenes fecundos ven simulacros de varia especie que -representan figuras bellas de color y de forma, las cuales despiertan -deseos y producen efusiones que dejan abundantes señales en las ropas<a -id="FNanchor_50" href="#Footnote_50" class="fnanchor">[50]</a>. Cada -objeto ejerce influencia sobre su órgano propio, y solamente la imagen -humana tiene poder para obligar al germen humano á escaparse de su -natural residencia.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_50"><span class="label"><a -href="#FNanchor_50">[50]</a></span> Desde este punto hasta el final -del canto cuarto Lucrecio trata un asunto muy difícil, con una viveza -de expresión poco grata para las exigencias de nuestra cultura. El -traductor se ha visto obligado á velar algunas frases y á rodear de -obscuridad algunos pensamientos del autor.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">1043. <i xml:lang="la" lang="la">Sollicitatur id in -nobis, quod diximus antè...</i></p> - -<p>El fluido generador, como antes he dicho,<span class="pagenum" -id="Page_221">p. 221</span> ejerce en nosotros cierto influjo cuando -la edad adulta fortalece los órganos: entonces se reparte por todo -el cuerpo, se acumula en los nervios é irrita los aparatos propios -que determinan arranques pasionales de amor ansioso de emociones -tranquilizadoras. En los combates se lucha cuerpo á cuerpo, salta la -sangre de allí donde se dirige enconado golpe y el vencedor tan cerca -de la víctima se halla que puede sacar manchado su vestido.</p> - -<p>Así, pues, el que recibe el dardo punzante de Venus, ya sea éste -lanzado por mancebo de afeminada apariencia, ya por mujer que provoque -amor con todo su porte, desea aproximarse á quien lo hiere para -colmarlo de halagos: de este modo se despierta la pasión, que no es -otra cosa más que el ansia de conseguir un goce apetecido: ese deseo, -llamado Venus, lleva también el nombre de amor, penetra gota á gota en -el corazón y nos inunda con suaves dulzuras y férvidos cuidados; pues -aun cuando esté ausente la persona á quien amemos los simulacros suyos -estarán con nosotros y llevaremos su grato nombre en los oídos.</p> - -<p>Pero si los simulacros encienden en nosotros exagerada pasión, -debemos huir de ellos, separarnos de todo lo que favorezca su -concentración, y distraer nuestra inteli<span class="pagenum" -id="Page_222">p. 222</span>gencia entre objetos varios: si una -exclusiva pasión nos produce cuidados y tormentos que pueden acortar -nuestra vida, porque obra como llaga que se amplía por momentos, ó -como frenesí que aumenta por grados, ó como enfermedad que se agrava -incesantemente, es necesario que se busquen nuevas emociones para -apaciguar la anterior, y en una prudente inconstancia hallar medios -para dar al sentimiento rumbo distinto.</p> - -<p>No se priva de las dulzuras de Venus aquel que evita el amor; por lo -contrario, obtiene frutos sin pasar quebrantos; pueden los individuos -sanos alcanzar dichas completas, pero no aquellos miserables que tienen -la razón trastornada, fluctúan con frenético ardor, fijan sus ojos y -no distinguen, lastiman con sus manos crispadas y hacen daño con sus -labios convulsos: todas esas rabiosas manifestaciones son incompatibles -con el verdadero amor; pero Venus con delicias quebranta las penas -y ahuyenta las amarguras. Se espera equivocadamente que tenga poder -bastante para apagar la llama del amor el mismo ser que ha podido -encenderla; pero esa pretensión es contraria al orden natural: es el -amor un vivo afán que más se excita cuanto más se lisonjea. Cierto es -que las substancias alimenticias sólidas ó líquidas, al asimilarse -á nuestros órganos fácil<span class="pagenum" id="Page_223">p. -223</span>mente matan la necesidad que de ellas tenemos; pero un -semblante agraciado y un color bello no dan de sí más que simulacros -tenuísimos que solamente producen una vaga esperanza con facilidad -desvanecida en el aire: como el sediento se esfuerza en beber durante -el sueño y no consigue extinguir la sed en que sus miembros arden, -porque los simulacros del agua no llegan á sus labios aunque el -necesitado se imagina que se halla dentro del agua, así Venus burla -con los simulacros á los apasionados que no pueden apagar su deseo -con la mera contemplación del objeto que aman; ni tampoco mediante el -movimiento de las manos que errantes vagan inciertas por el cuerpo -amado como si en él buscaran algo que los satisficiera.</p> - - -<p class="verslat">1107. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, cùm -membris conlatis flore fruuntur...</i></p> - -<p>Finalmente, cuando en la flor de la edad se unen dos amantes y -el cariño los aproxima ante la presencia de Venus que preside la -fecundación femenina, se estrechan y se halagan como si quisieran -ambos confundirse en una sola alma y en solo un cuerpo; crecen -sus arrebatos amorosos y sus violentos ardores, que se resuelven -en efluvios de delicias; pero los afanes que se amortiguan por la -satisfacción renacen después de corta pausa; vuelven el mismo frenesí, -el<span class="pagenum" id="Page_224">p. 224</span> mismo furor y -la misma rabia; los amantes anhelan llegar al fin que los atrae; -pero no encuentran medio de extirpar el mal que padecen, hasta que -desfallecidos caen agobiados por oculto fuego que los consume ó por -dardo penetrante que los hiere.</p> - -<p>Añádase, además, que las fuerzas se consumen agotadas por -anhelos eróticos; que se pasa la vida sujeta á ajena esclavitud; -que se extingue la fortuna, y después se contraen deudas; que el -crédito se pierde; que los deberes se olvidan; que se cae en la -deshonra: se adquieren perfumes, lindo calzado procedente de Sición<a -id="FNanchor_51" href="#Footnote_51" class="fnanchor">[51]</a>, -joyas de oro y de verde esmeralda, ropas delicadas que se humedecen -con el sudor de la persona amada; los bienes que los antepasados -supieron juntar y legaron á sus herederos se disipan en fajas, tocas, -estofas de Malta y de Cea<a id="FNanchor_52" href="#Footnote_52" -class="fnanchor">[52]</a>, opíparos banquetes, dulces vinos, suaves -perfumes, recreos, guirnaldas y coronas; y á pesar de tantos dispendios -nada es bastante para endulzar la amargura que se experimenta, y de -cuyo fondo surgen flores que se convierten en espinas, ya porque la -propia conciencia acusa de que se lleva una vida ociosa ó perjudicial, -ya porque alguna frase equívoca de la persona amada penetra hasta<span -class="pagenum" id="Page_225">p. 225</span> el fondo del corazón, ora -porque en sus ojos se descubre una mirada furtiva en favor de un rival, -bien porque en su fisonomía se cree hallar alguna vez una expresión de -mortificante menosprecio.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_51"><span class="label"><a -href="#FNanchor_51">[51]</a></span> Ciudad del Peloponeso.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_52"><span class="label"><a -href="#FNanchor_52">[52]</a></span> Cea, isla del mar Egeo.</p> - -</div> - -<p>Si grandes son los males que nos acarrea una pasión correspondida, -mayores son los que trae consigo un amor desgraciado: es, pues, -conveniente, vivir alerta para librarse de tantos peligros. Más fácil -es precavernos de las celadas de amor, que romper las mallas de su red -y cortar los apretados nudos con que Venus las estrecha.</p> - - -<p class="verslat">1151. <i xml:lang="la" lang="la">Et tamen implicitus -quoque possis, inque peditus...</i></p> - -<p>Pero aun cuando ya estés dominado por el amor, todavía podrás -librarte de su imperio si quieres dejar de ser esclavo y observar -con ojos serenos los defectos del cuerpo y los vicios del ánimo de -la persona que te subyuga. Bien sé que los hombres ofuscados por la -pasión atribuyen á la beldad amada todas las perfecciones imaginables -que seguramente no tiene; hasta las mujeres viciosas y repugnantes -reciben mimos, respetos, atenciones y caricias de algunos hombres. -Tales individuos se escarnecen los unos á los otros, se aconsejan -mutuamente para pedir á Venus que los libre de su extravagante amor, -y los miserables, que ven el<span class="pagenum" id="Page_226">p. -226</span> ajeno mal, ni siquiera aciertan á comprender sus propios -errores. Si la mujer amada es muy morena, para el enamorado es trigueña -agraciada; si es sucia y exhala mal olor, es poco aficionada á afeites; -si tiene los ojos azules, es rival de Palas; si nerviosa y seca, es -como la corsa de Menelao; si enana, es una de las tres Gracias, toda -encantos; si larga y desproporcionada, es la personificación de la -majestad; si torpe de lengua, no quiere hablar; si muda, prudente es; -si colérica y charlatana, es luz perenne; si de enfermiza constitución, -es delicada; si peligrosa tos padece, es una dulce hermosura; si es -gorda y de pechos abultados, es Ceres amante de Baco; si chata, es como -los sátiros; si de labios gruesos, es encantadora. Jamás terminaría si -hubiera de relatar todo lo que se dice en este género.</p> - -<p>Pero aun cuando posea todas cuantas bondades quiera suponérsele -y tenga de Venus toda la gracia y la belleza, ¿será la única de su -especie? ¿No habrá vivido antes el mundo sin ella? ¿No estará sujeta -á las mismas necesidades que afligen á las más feas, y la infeliz no -se impregnará de fétidos olores que harán á los fámulos huir, al mismo -tiempo que se burlan furtivamente de la hermosa?</p> - -<p>El amante que tiene prohibida la entrada en la casa de su deidad -coloca en las puertas<span class="pagenum" id="Page_227">p. 227</span> -coronas y flores, perfuma el umbral con valiosos ungüentos para ver si -consigue ablandarlo y besa el inflexible quicio; pero si al cabo llega -á penetrar y de ciertos olores siente algún vestigio, inmediatamente -busca un pretexto para ausentarse, olvida las quejas que por tanto -espacio de tiempo lanzara y se acusa de loco por no haber considerado -antes que á ningún mortal pueden suponerse dones incompatibles con su -naturaleza: nuestras beldades saben á qué atenerse respecto de este -asunto, y ocultan con exquisito cuidado á aquellos á quienes pretenden -ligarse con vínculos de amor muy estrechos, todo lo que se refiere á -escenas íntimas de la vida faltas de pulcritud; pero inútilmente las -ocultan, porque sin duda, cualquiera puede suponerlas mentalmente; -quizá por este motivo hay mujeres amables y no fatuas que en -ocasiones dadas te sabrán tolerar algunas faltas propias de la humana -flaqueza.</p> - -<p>No siempre, aunque sí algunas veces, la mujer suspira amor sin -fingimiento: en esa ocasión, estrechada al cuerpo de su amante, ofrece -á éste sus húmedos labios y con transportes solicita un largo espacio -en la carrera del amor: de igual modo hay momentos en que todas las -hembras, lo mismo las volátiles que las terrestres, las feroces que -las<span class="pagenum" id="Page_228">p. 228</span> mansas, con -docilidad se someten á los férvidos ardores de sus compañeros. La -Naturaleza impone esta sumisión de la que resultan fecundos goces. -¿No ves algunas veces que se martirizan aquellos á quienes une mutuo -deleite? ¿No ves en los trivios cómo luchan para divorciarse canes -enlazados por atracciones genéticas? Este caso nunca se daría si un -mutuo instinto de común placer no los hubiera hecho sus cautivos.</p> - - -<p class="verslat">1208. <i xml:lang="la" lang="la">Et commiscendo cùm -semen fortè virile...</i></p> - -<p>Al recibir el seno de la mujer la influencia generadora masculina, -la descendencia adquiere mayor semejanza con el padre ó con la madre, -según de quien proceda la mayor suma de principios generativos; -pero si tiene parecido con los dos, señal es de que, excitado el -organismo de ambos con igual energía, uno y otro aportaron los mismos -elementos para la obra común: se da el caso de que las personas se -parecen á sus abuelos cuando los padres en su constitución han reunido -principios materiales, dispersos en su inmediata ascendencia. Por -este procedimiento, Venus reproduce las facciones de los antepasados, -su voz, su cabello, su estatura; y este hecho es una prueba de que -los seres constan de elementos fijos. Da origen el padre al<span -class="pagenum" id="Page_229">p. 229</span> sexo femenino y al varonil -la madre: cierto es que la prole consta de gérmenes del uno y de la -otra; pero en todo caso hay un principio dominante, derivado ya de la -mujer, ya del varón.</p> - - -<p class="verslat">1232 <i>á</i> 1288. <i xml:lang="la" lang="la">Nec divina -satum genitalem Numina quoiquam...</i></p> - -<p>Ni evitan númenes divinos la reproducción de los seres ni se -oponen á que reciba el dulce nombre de padre ningún hombre, ni tienen -eficacia las súplicas dirigidas á Venus, como suponen los ilusos que -vierten sangre de sacrificios en los altares y dedican obsequios á -dioses, mientras que piden abundantes medios para que su matrimonio sea -fecundo. Se fatigan inútilmente con tales súplicas y tales ofrendas: -es inevitable la esterilidad cuando la simiente es muy densa ó -demasiado tenue; si es débil resulta inútil por falta de adherencia; -si es crasa tiene gravedad inconveniente para la invasión de las -células apropiadas y para la identificación consiguiente en ellas. Es -indudable que para la eficacia de las funciones regidas por Venus son -necesarias condiciones de adaptación entre los esposos: no todos los -enlaces producen el mismo resultado: mujeres hay que han sido estériles -en varios himeneos, y al celebrar otro, han podido rodear<span -class="pagenum" id="Page_230">p. 230</span>se de numerosos juguetones -hijos; y también hay hombres que no han logrado sucesión con varias -compañeras, y de un nuevo contrato han conseguido varios hijos que -les alegren su vejez. Estos hechos, por su repetición, prueban que el -humor espermático masculino y femenino debe tener adecuidad y no ser -más craso ni más tenue que lo conveniente para que su conjunción no -sea baldía. Los alimentos contribuyen mucho á la calidad del fluido -generador, pues con unos se forma pesado y denso y con otros suave -y ligero; y, por último, en los efectos de la función influye la -forma de realizarla; según dicen, ésta es más eficaz <i>more ferarum -quadrapedumque ritu</i>, porque la eyaculación se facilita cuando el pecho -femenino está inclinado y alzada la región lumbar. Ciertos movimientos -impúdicos son perjudiciales para la generación; hay cansancio inútil, -fuerzas perdidas, la reja del arado fuera del surco, la simiente -arrojada en terreno yermo: hagan lo que gusten las meretrices para -producir mayores alucinaciones y para evitar resultados futuros, pero -nuestras esposas no deben caer en deshonestidades.</p> - -<p>La mujer menos hermosa consigue hacerse amar sin la intervención de -dioses y sin las saetas de Venus; pues una conducta morigerada, unos -modales dignos y un cuidado<span class="pagenum" id="Page_231">p. -231</span> honesto de su persona harán apetecible su trato; después el -hábito creará el amor. Golpes sucesivos, aunque débiles, triunfan de -los cuerpos duros: ¿no ves de qué manera gotas de agua que sin cesar -caen, al cabo de algún tiempo llegan á horadar las peñas?</p> - -<hr class="chap0" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch5"> - <p><span class="pagenum" id="Page_233">p. 233</span></p> - <h2 class="nobreak">LIBRO QUINTO</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Quis potis est dignum -pollenti pectore carmen...</i></p> - -<p>¿Quién puede cantar dignamente con inspirado estro en honor de tales -asuntos y de investigaciones tales? ¿Quién tiene bastante elocuencia -para expresar los elogios que merece el esclarecido genio del que nos -enriqueció con dones tan preciados? Nadie, pues creo que varón tan -ilustre no tuvo mortal naturaleza, y todo el que aprecie la sublimidad -de su obra sin duda habrá de exclamar, ínclito Memmio: «Un dios fué, un -dios<a id="FNanchor_53" href="#Footnote_53" class="fnanchor">[53]</a> -el<span class="pagenum" id="Page_234">p. 234</span> que descubrió -las causas de la vida cuyo conocimiento se llama ahora Sabiduría, el -que por arte propia separó nuestra existencia de las agitadas olas y -profundas tinieblas que la rodeaban y la transportó á mar sereno por -clara luz iluminado.»</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_53"><span class="label"><a -href="#FNanchor_53">[53]</a></span> Sin duda Lucrecio usa aquí -de la palabra <i>dios</i> en su acepción primitiva: sabido es que -el vocablo <i>deus</i> latino, como el griego <span xml:lang="grc" -lang="grc">θεός</span>, provienen de la raíz sanscrita <i>div</i> que -significa <i>brillar</i>; en este sentido es dios, y por tanto inmortal, -aquel que por sus hechos vive siempre en la memoria de los hombres. -Lucrecio juzga que Epicuro no era de naturaleza mortal y debe ser -considerado como dios supremo, porque entiende que el filósofo de -Samos, por sus enseñanzas, brilla en la historia más que los otros -genios de la mitología griega y romana.</p> - -</div> - -<p>Compara con las suyas las empresas antiguas realizadas por otros -que se estiman como dioses. Ceres, según dicen, dió á los hombres los -cereales y Baco el vino; dos regalos sin los cuales bien podríamos -vivir, como pasan muchas naciones que aun hoy mismo no los poseen; -pero nadie puede ser feliz si carece de virtudes, y por tanto, debe -ser considerado como dios supremo aquel que entre las gentes divulgó -lecciones que endulzan las amargas aflicciones de la vida.</p> - -<p>Si pensaras que Hércules por sus trabajos merece tan distinguida -preferencia, te colocarías á mucha distancia de la razón: ¿qué terror -pueden causarnos hoy el león de Nemea con su inmensa boca siempre -abierta, y el horrendo jabalí de Arcadia? ¿qué valdrían en nuestro -tiempo el toro de Creta y la hidra de serpientes venenosas que -representa la peste de Lerna? ¿qué importancia tendrían para nosotros -la triple fuerza del tricorpóreo Gerión, y los caballos de Diómedes -que por la nariz lanzaban fuego en Tracia, en la comarca de Bistania -próxima al monte<span class="pagenum" id="Page_235">p. 235</span> -Ismaro? ¿y las temibles garras de las aves que habitaban las riberas -del lago Estínfalo en Arcadia? ¿y el furioso dragón de encarnizados -ojos que enroscado en el árbol correspondiente guardaba las manzanas -de oro del jardín de las Hespérides, situado en el litoral Atlántico, -á cuyos puertos ni nosotros ni los Bárbaros pretenden arribar? ¿qué -daño nos podrían causar los otros monstruos de parecida especie si -vivieran hoy como eran antes de ser vencidos? Creo que ninguno: en -toda la tierra hay animales feroces que invaden los elevados montes -y las profundas selvas, y fácilmente podemos evitar su arriesgado -encuentro.</p> - -<p>Pero si los vicios penetran en el corazón ¡qué rudas batallas nos -dan y qué peligros nos crean! ¡Cuántos anhelos, temores é inquietudes -produce la sórdida avaricia! ¡cuántos males corroen nuestra alma -evocados por la soberbia, la deshonestidad, la petulancia, la ociosidad -y el lujo!</p> - -<p>Y el haber subyugado á tantos enemigos, no con el empuje de las -armas, sino con las enseñanzas de la razón, ¿no es motivo suficiente -para que un hombre sea colocado entre los dioses? Pero hizo todavía -más: habló divinamente acerca de los dioses inmortales y puso de -relieve ante el mundo los arcanos de la Naturaleza.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_236">p. 236</span>57. -<i xml:lang="la" lang="la">Quojus ergo ingressus vestigia, nunc -rationes...</i></p> - -<p>De este genio he de seguir la senda, y desde luego continuaré la -exposición de mis razonamientos, destinados á patentizar que tienen -todos los seres criados una cierta necesaria duración, porque nada -hay que pueda substraerse á las leyes de la vida. He tratado ya del -alma, que se forma con el cuerpo y no puede ser eterna, y también de -los simulacros ó imágenes que en sueños se nos presentan como sombras -de personas que han existido y nos asustan: ahora el orden exige -que te hable de la creación y descomposición del mundo; acerca de -las atracciones y repulsiones de los cuerpos simples que han podido -originar la Tierra, el Cielo, el Mar, las Estrellas, el Sol y el globo -de la Luna; de qué modo nacieron los animales terrestres y tenemos -representaciones de otros que nunca han existido; de la manera cómo -los individuos de la especie humana comenzaron á comunicarse mediante -la palabra modulada por inflexiones de la voz; de cómo el temor de lo -ignorado engendró en nuestra alma la idea de los dioses y dió motivo -para la invención de los sagrados bosques, lagos, templos, altares y -simulacros de los númenes.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_237">p. 237</span>Te explicaré, -además, las causas del curso del Sol y de los movimientos de la Luna -y de la energía con que la Naturaleza gobernante los dirige, para que -no entiendas que entre el Cielo y la Tierra han surgido por libre -determinación de ellos mismos y bajo la inspección de dioses con -el fin de favorecer el desarrollo de los animales y de los frutos. -Muchos hombres que llegaron á considerar imposible la existencia de -esas divinidades en las regiones celestes, cuando tratan de conocer -la marcha regular del Universo, y especialmente en lo que se refiere -al etéreo espacio, empujados por su ignorancia se despeñan de nuevo -en las obscuridades profundas de las religiones y consideran cómodo -admitir los tiranos dioses que á su gusto reparten el bien y el mal: -los desgraciados no saben distinguir entre lo que puede ser y lo que no -puede ser, y no conocen que todo lo existente en cierto grado participa -de la potencia universal.</p> - - -<p class="verslat">93. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, ne te -in promissis plura moremur...</i></p> - -<p>Ahora, pues, para no cansarte más con promesas, observa primeramente -los mares, las tierras y el cielo, tres cuerpos que son, ¡oh Memmio! -de naturaleza desemejante, de especie diferente, de textura diversa, -pero<span class="pagenum" id="Page_238">p. 238</span> que serán -arruinados en un día y así quedará deshecha la máquina del mundo, -por tantos años conservada. No se me oculta lo extraña que parecerá -la teoría de la subversión futura y lo difícil que me ha de ser la -divulgación de verdades nunca enunciadas y que no pueden comprobarse -con los sentidos, únicas puertas por donde es posible que la evidencia -penetre en nuestra alma; pero las expondré, á pesar de estos -inconvenientes, pues quizá no esté muy lejano el día en que pruebas -claras apoyen mis enseñanzas, y aun tal vez que nuestro mundo llegue á -trastornarse entre convulsiones: ¡ojalá no sucedan así las cosas, y no -sean los hechos sino la reflexión despertada por mis ideas el medio que -te demuestre que es posible la demolición del mundo!</p> - -<p>Antes de que empiece á explicarte las leyes en que descansa el -orden universal, leyes más sagradas y más ciertas que los oráculos -dictados por la Pitonisa de laurel coronada y subida en el trípode -apolónico, voy á ofrecerte algunas consideraciones que tu ánimo -levanten: no caigas en la debilidad de creer que en consonancia con -lo que las religiones dicen, la Tierra, el Sol, el cielo, el mar, las -estrellas y la Luna sean cuerpos divinos que han de permanecer como -ahora se muestran, eternamente, y que son impíos<span class="pagenum" -id="Page_239">p. 239</span> como los Gigantes<a id="FNanchor_54" -href="#Footnote_54" class="fnanchor">[54]</a>, y merecedores de -horribles penas aquellos malvados que afirman la posibilidad de que se -deroguen los fundamentos del mundo, se apague el rutilante luminar del -día y mueran los llamados seres inmortales.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_54"><span class="label"><a -href="#FNanchor_54">[54]</a></span> Los Gigantes que pretendieron -escalar el cielo, es decir, los hombres atrevidos que desearon conocer -la ciencia del mal y del bien.</p> - -</div> - -<p>Tan distantes se hallan de la condición divina esos cuerpos y tan -indignos son de figurar colocados entre los dioses, como que, según -cuanto puede comprenderse, constan solamente de una materia bruta -incapaz de sensaciones; porque no puede suponerse que á todos los -cuerpos sea dado poseer alma inteligente y sensible: así como no pueden -existir árboles en el aire, nubes en el mar, peces en el campo, en -la madera sangre y savia en la piedra, de igual modo no puede nacer -alma sin cuerpo ni existir sin nervios y sangre, porque el orden -consiste en la determinación de cada ser con arreglo á sus condiciones -constitutivas; y si otra cosa fuera posible, también sería fácil que el -ánimo surgiese en la cabeza, en los hombros ó en otra parte del cuerpo, -si de cualquier modo estaba en el mismo individuo, en el mismo vaso; -pero como ya sabemos que el ánimo y el alma crecen y se desarrollan -en esfera pro<span class="pagenum" id="Page_240">p. 240</span>pia, -no tenemos razón para afirmar que fuera de los seres animados puedan -existir, ya sea en las profundidades de la Tierra ó en el fuego del -Sol, ya en las masas de agua ó en la extensión del aire. Luego no tan -solamente aquellos cuerpos carecen de esencia divina, sino también de -sensaciones que les den vitalidad animada.</p> - -<p>Y por este motivo no debes creer que en alguna parte del mundo haya -mansiones destinadas para residencia de númenes: si éstos son delicadas -substancias que los sentidos no pueden percibir y la inteligencia -apenas comprender, y si escapan además á nuestro tacto, deberán tener -relaciones con algo que del orden sensible exceda, porque no puede -tocar lo que es incapaz de ser tocado. Luego la morada propia de -los dioses debe ser muy diferente de la nuestra y tan sutil como su -cuerpo; afirmación que en otro lugar te demostraré extensamente<a -id="FNanchor_55" href="#Footnote_55" class="fnanchor">[55]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_55"><span class="label"><a -href="#FNanchor_55">[55]</a></span> Es opinión generalmente admitida -que Lucrecio no cumplió su promesa, quizá por su prematura muerte.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">157. <i xml:lang="la" lang="la">Dicere porrò hominum -causâ voluisse parare...</i></p> - -<p>Decir, pues, que para bien de los hombres quisieron los dioses -formar el mundo y que por este favor les debemos gratitud; pensar -que eterno es é inmortal ha de ser lo exis<span class="pagenum" -id="Page_241">p. 241</span>tente; añadir que es un crimen aportar -razones encaminadas á probar que es destructible ese edificio labrado -por inteligencia divina, y fingir otras invenciones de esa especie ¡oh -Memmio! es delirar. ¿Qué beneficio habría de producir á los inmortales -nuestra gratitud, para que ese incentivo los moviera á realizar una -obra destinada solamente para nuestra dicha? ¿Qué motivos podrían tener -los dioses que desde toda eternidad habían vivido en reposo, para -concebir deseos de cambiar de vida en un momento dado? Aspira á una -mudanza de posición aquel que en su antiguo estado se encuentra mal; -pero el que no ha sufrido nunca daño y en serenidad pasa ilimitado -tiempo, ¿cómo puede sentir impulsiones para alterar su calma? Y si la -eternidad yacía en triste confusión hasta que brilló el origen creador -de las cosas, á nosotros ¿qué mal podía causarnos el no haber nacido? -Puede apetecer la vida el que felicidades goza desde que participa de -ella; pero el que nunca gustó delicias, ¿qué pierde si no es creado?</p> - -<p>¿Cómo pudo germinar para los dioses el modelo de todas las cosas y -la idea del hombre? ¿cómo los númenes concibieron la obra que después -llevaran á cabo? Si la Naturaleza misma en desdoblamientos sucesivos -no dió la creación hecha, ¿de qué modo los dio<span class="pagenum" -id="Page_242">p. 242</span>ses conocieron la fuerza de los elementos -simples y las aplicaciones que ofrecía? En todo tiempo los primeros -principios atraídos y repelidos mutuamente, por la acción de su propia -gravedad se han agitado con movimientos múltiples en el espacio y de -variadas maneras se han asociado en combinaciones creadoras: no es, -pues, admirable el hecho de que en el transcurso de los tiempos, como -resultado preciso de sus mudanzas y movimientos, hayan constituido una -Suma total con energías bastantes para ser renovada perpetuamente.</p> - -<p>Pero aunque no conociera las cualidades propias de los principios -generadores de todas las cosas, aún me atrevería á asegurar, mediante -la contemplación del cielo y de todas las cosas existentes en el -espacio, que de ningún modo el Universo ha podido ser hecho para -nosotros por inspiración divina: ¡tantos defectos contiene!</p> - - -<p class="verslat">202. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, quantùm -Cœli tegit impetus ingens...</i></p> - -<p>Primeramente, en todo cuanto cubre la inmensa extensión del cielo -hay una parte considerable ocupada por altas montañas, por bosques -donde las fieras dominan, por estériles rocas, inmensos lagos, y el -mar, que en su dilatada extensión comprende muchas regiones, y además, -dos partes veda<span class="pagenum" id="Page_243">p. 243</span>das -al hombre por insufrible calor y asiduo hielo<a id="FNanchor_56" -href="#Footnote_56" class="fnanchor">[56]</a>; aun lo restante sería -convertido por la Naturaleza espontáneamente en selva si la acción -humana, estimulada por las necesidades de la vida, no acometiera -trabajos muy penosos para remover la tierra con el rudo arado, para -excitar los gérmenes asimilables del suelo y promover la fecundidad de -las glebas; porque sin esta labor la tierra no se desenvolvería para -dar producto útil; todavía en muchas ocasiones, después de costosos -esfuerzos cuando las plantas florecen ó cuando fructifican son quemadas -por ardiente sol, ó azotadas por fuertes huracanes, ó destruidas por -los hielos, ó dispersados sus frutos por tempestades violentas.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_56"><span class="label"><a -href="#FNanchor_56">[56]</a></span> Consideraban los antiguos que la -tierra estaba dividida en cinco regiones: Lucrecio se apartó de esa -opinión; Ovidio y Virgilio la sostuvieron.</p> - -</div> - -<p>¿Por qué en el mar y en la tierra nacen y se propagan razas de -horribles fieras, enemigas crueles de la especie humana? ¿por qué -las estaciones del año vienen acompañadas de un propio séquito de -enfermedades? ¿por qué hay tantas muertes prematuras?</p> - -<p>También el niño, como náufrago arrojado á la playa por embravecidas -olas, yace desnudo en el suelo, necesitado con urgencia de todo -auxilio, desde el momento en que la Naturaleza lo arranca del seno -materno para<span class="pagenum" id="Page_244">p. 244</span> -presentarlo á la clara luz: con tristes lamentos llena el lugar -en que se halla, y motivadamente, pues el desgraciado comienza -desde aquel instante una carrera de infortunios<a id="FNanchor_57" -href="#Footnote_57" class="fnanchor">[57]</a>. En cambio los mansos -ganados y las armadas fieras crecen cómodamente, no experimentan -necesidad de juguetes ni aun siquiera de aprender el medio expresivo -de que se vale su cariñosa nodriza; tampoco tienen que preocuparse con -los vestidos que han de usar en las varias estaciones, y no echan de -menos armas para defenderse ni fortalezas que los guarden, porque, para -ellos, abundantemente la tierra produce y la Naturaleza es pródiga.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_57"><span class="label"><a -href="#FNanchor_57">[57]</a></span> Todos los pueblos pensaban que el -nacer era una desgracia; de esta creencia surgió la idea del celibato -como virtud, entre los egipcios, entre las sectas hebraicas de esenios -y nazarenos, y en algunas escuelas de India, Persia y Grecia.</p> - -</div> - -<p>Y pues los cuerpos sólidos, los líquidos, las leves auras, los -cálidos vapores y cuanto constituye el Universo nacen y mueren, también -nuestro mundo ha de estar sujeto á la misma ley; porque no puede un -todo substraerse de la condición que afecta por igual á todas sus -partes. Si veo que todos los miembros y todos los organismos del mundo -perecen y se remueven, lícito ha de serme afirmar que también el Cielo -y la Tierra ha<span class="pagenum" id="Page_245">p. 245</span>brán -tenido un tiempo de aparición y caerán en ruina.</p> - -<p>No supongas, Memmio, que discurro precipitadamente al afirmar que -la Tierra y el fuego serán consumidos por la muerte, y que el agua y -el aire también perecerán: he dicho que desaparecerán para renacer y -crecer de nuevo.</p> - -<p>Una parte de la Tierra abrasada por el fuego del Sol y pisada por -nuestros piés se convierte en torbellinos de polvo que la violencia de -los vientos dispersa; otra parte es destruida por las lluvias y aun las -márgenes de los ríos son continuamente devoradas por el batir de las -corrientes; y, por último, como todo cuerpo que sirve de alimento á -otro necesariamente ha de sufrir diminución, y la Tierra no solamente -es sepulcro sino también es madre de muchos seres, indudable es que la -Tierra ha de estar sujeta á pérdidas y reposiciones continuas.</p> - - -<p class="verslat">262. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, -humore novo mare, flumina, fontes...</i></p> - -<p>Con sucesivas renovaciones de agua el mar, los ríos, las fuentes -siempre abundan y se perpetúan; y no es menester decir que su caudal es -favorecido por continuos tributos que de varias partes les llegan, pero -también disminuido por incesantes evaporaciones que causa el Sol con su -ardiente influen<span class="pagenum" id="Page_246">p. 246</span>cia y -por otras pérdidas que ocasionan los vientos con su fuerte soplo: otras -porciones de agua penetran en la tierra por medio de filtraciones ó en -sal se convierten, ó vuelven sobre su curso y se juntan al nacimiento -de los ríos para correr límpidas por los cauces que les facilitan -paso.</p> - -<p>Tratemos ahora del aire, el cual en todos los momentos sufre -numerosas variaciones: los efluvios que brotan de los cuerpos en -ese vasto Océano se pierden y á la vez éste da materiales para la -renovación de todas las cosas; de lo contrario, todo cuanto existe con -el tiempo en aire se convertiría: contribuyen, pues, todos los cuerpos -mediante sus continuas emanaciones á la formación del aire, y éste da -elementos para la composición de todos los seres.</p> - -<p>El Sol, perenne foco de claridad, etéreo astro que baña el cielo -con su brillo continuamente renovado, sin cesar enriquece su corriente -luminosa con no interrumpidas producciones de luz, porque siempre sus -rayos se extinguen al llegar á su destino. Te será fácil convencerte -de la exactitud de esa observación si reparas en que al ponerse las -nubes entre el Sol y nosotros el manantial luminoso queda cortado é -inmediatamente desaparece en su parte inferior; entonces la Tierra -se obscurece en la porción<span class="pagenum" id="Page_247">p. -247</span> correspondiente á las nubes interpuestas: de este hecho -puedes inferir que los cuerpos necesitan luz de renovación no -interrumpida, que todo rayo luminoso al momento en que surge se -consume, y que no podríamos ver los objetos si faltasen las continuas -emisiones de luz solar.</p> - -<p>También las luces de que nos valemos por la noche, artificialmente -obtenidas en lámparas y antorchas de las que se derivan torrentes de -humo y de llamas, dan fulgores vacilantes pero no interrumpidos, porque -la rapidez con que su corriente se renueva es tal que súbitamente -reemplaza á la luz que va á extinguirse por otra nueva que se forma. -Algo parecido sucede con el Sol, la Luna y las estrellas, y, por tanto, -lejos de considerar inalterables esos cuerpos debes creer que nos -alumbran por efecto de sus continuas emisiones tan pronto consumidas -como renovadas.</p> - -<p>Finalmente; ¿no ves de qué manera el tiempo deja marcado su paso -en las piedras, y cómo torres elevadas sucumben, rocas se deshacen en -polvo, templos y estatuas de dioses se destruyen y acaban en ruinas, -sin que esos dioses puedan salvar los límites de las cosas ó contrariar -las leyes de la Naturaleza? ¿No vemos que otros monumentos levantados -en honor de los hombres también<span class="pagenum" id="Page_248">p. -248</span> se quebrantan como cuerpos minados por vejez? ¿No sabemos -que de lo alto de algunas montañas se desprenden enormes bloques de -granito incapaces para sufrir inmutables la demolición del continuo -suceder? Pues no caerían como arrancados repentinamente ó bajo la -acción de un choque si hubieran resistido los continuados asaltos del -tiempo.</p> - - -<p class="verslat">319. <i xml:lang="la" lang="la">Denique jam tuere -hoc circùm supràque, quod omnê...</i></p> - -<p>Considera esa inmensa capa que rodea la Tierra, la cual, según -algunos dicen, en sí contiene y absorbe todo cuanto existe; principio -también tuvo y tendrá fin porque toda materia que sirve para nutrir á -otros seres se desgasta, así como aumenta cuando varios elementos se le -incorporan.</p> - -<p>Además, si el Cielo y este mundo que habitamos carecieran de -principio y siempre hubieran existido, ¿por qué no se conoce algún -poeta que haya cantado hechos gloriosos anteriores á la guerra de Tebas -y á la destrucción de Troya? ¿por qué no se conserva de otras nobles -acciones el recuerdo engalanado con fama inmortal?</p> - -<p>Con certeza el Universo tiene cierta novedad y nuestro mundo aún -está en sus comienzos; su edad es muy corta: por este motivo aún las -artes no han adelantado y algu<span class="pagenum" id="Page_249">p. -249</span>nas hay que ahora se inventan; hasta hoy no ha empezado la -marina á hacer progresos y la harmonía musical á perfeccionarse; en -fin, el conocimiento de la naturaleza de las cosas hace muy poco tiempo -que se ha iniciado, y soy el primero que lo puede comunicar en nuestra -lengua patria.</p> - -<p>Porque si crees que todas estas cosas han existido antes de ahora, -pero que la razón humana pereció consumida por fuego devorador y que -las ciudades fueron arruinadas por los trastornos del mundo, ó que -torrentes copiosos de lluvias han podido sobre éste furiosos descargar -hasta sumergirlo, más fácil te será creer en la futura destrucción del -Cielo y de la Tierra; pues si una vez cayeron tantas desdichas sobre el -mundo y éste pasó tantos peligros, el efecto sería más destructor si -la causa que lo combatiese fuera más enérgica: y, en verdad, nosotros -mismos para creernos mortales el único fundamento que tenemos es el de -saber que participamos de la misma condición que otros á quienes la -Naturaleza arrebató la vida.</p> - -<p>Para que un cuerpo subsista eternamente es necesario, ó que sus -componentes sean por completo sólidos y resistan el choque, la -penetración y la disociación producidos por otros cuerpos, como -sucede á los elementos de la materia, de los cuales con ex<span -class="pagenum" id="Page_250">p. 250</span>tensión hemos tratado -anteriormente, ó que no sea susceptible de choques, como el vacío, -que permanece siempre intacto y nunca puede ser destruido, ó, por -último, que no esté rodeado por un espacio al que sean lanzados sus -fragmentos; de esta manera última es eterna la Suma de las sumas, -fuera de la cual no hay nada que pueda alterarla ó disolverla, ni -lugar en que se disipe, ni agentes que la disminuyan ó quebranten. -Pero como ya he demostrado, el mundo no tiene solidez absoluta, porque -en todas las concreciones hay que admitir intersticios; ni tiene las -condiciones del vacío porque hay en la Naturaleza otros cuerpos que -pueden producir trastornos en su composición y rodearlo de invencibles -peligros; existe, además, un espacio infinito donde el globo terráqueo -puede anularse y sus elementos ser precipitados á la disolución<a -id="FNanchor_58" href="#Footnote_58" class="fnanchor">[58]</a>. Por -tanto, el Cielo, el Sol, la Tierra y los mares no tienen cerradas las -puertas de la muerte, sino franqueadas de par en par. Y si el mundo -está sujeto á muerte no ha podido existir sin tener comienzo; alguna -vez debió salir de la indeterminación durable de los tiempos.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_58"><span class="label"><a -href="#FNanchor_58">[58]</a></span> Lucrecio repite los versos 808 -al 827 del canto <span class="smcap">III</span>, si bien con algunas -pequeñas variaciones.</p> - -</div> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_251">p. -251</span>381. <i xml:lang="la" lang="la">Denique tantopere inter se -cùm maxima Mundi...</i></p> - -<p>Y la impía guerra que los más importantes organismos del mundo entre -sí mantienen desde tiempos muy remotos, ¿crees que nunca tendrá fin? -Tienden el Sol y otros focos de calor á absorber todos los líquidos y -á obtener sobre ellos una victoria hasta ahora no alcanzada á pesar -de sus esfuerzos; intentan acumuladas aguas caer en aluvión sobre el -Océano y ocasionar un diluvio ó producir extensa inundación, pero los -vientos arrebatadores y los ardientes rayos de Sol secarían los mares -antes de que las aguas llegaran á conseguir aquel resultado. Con igual -constancia sostienen los dos rivales guerra llevada á todas las cosas; -pero consideremos que, si la tradición no miente, ya una vez se dió el -caso de que el fuego dominase victorioso en toda la Tierra y otra vez -ocurrió que las aguas la invadieron casi por completo. Cuando el fuego -venció, parte del mundo fué abrasado por causa de la inexperiencia del -jovenzuelo Faetonte, que dejó marchar en fogosa carrera los caballos -del Sol por todas las tierras y considerable extensión del espacio; -pero el Padre Omnipotente, impulsado por terrible indignación, disparó -rayo certero sobre el atrevido mozo, y éste cayó herido; entonces -Febo, después<span class="pagenum" id="Page_252">p. 252</span> de -la desgracia de su hijo se presentó en el Cielo, tomó la dirección -del eterno luminar del mundo, sujetó los caballos, aún jadeantes, -los colocó en el camino que debían recorrer y restableció el orden: -esta fábula y otras semejantes cantadas por los poetas griegos de la -antigüedad son desechadas con desprecio por la razón, porque ésta -comprende que si el fuego hubiera llegado á dominar en la Tierra -mediante una inmensa cantidad de moléculas ígneas por todas partes -extendidas, forzosamente ó el fuego habría sido apagado por contraria -fuerza ó el mundo habría quedado consumido por voraz incendio. Y cuando -las aguas resultaron vencedoras, según dicen, muchas ciudades fueron -destruidas y en su trabajo demoledor las contuvo una opuesta energía -procedente de fuera del Universo; entonces las lluvias cesaron y los -ríos disminuyeron su furia.</p> - - -<p class="verslat">417. <i xml:lang="la" lang="la">Sed quibus ille -modis conjectus materiai...</i></p> - -<p>De cuál sea el proceso que los principios de la materia hayan -seguido para la formación del Cielo, de la Tierra, del profundo -Océano y del curso del Sol y de la Luna, trataré ahora con método; -pues ciertamente ni por deliberación se han colocado en orden los -elementos de las cosas, ni por combinaciones concertadas han adoptado -los<span class="pagenum" id="Page_253">p. 253</span> movimientos -que siguen: por su propia gravedad impelidos, por choques numerosos -empujados los unos por los otros, de múltiples maneras atraídos, se -juntaron, se repelieron, se combinaron, se desunieron, y después de -variaciones indefinidas, llegaron á asociarse en masas y éstas formaron -el protoplasma que se desenvolvió en tierra, mar, cielo y seres -animados.</p> - -<p>Aún el disco del Sol no iluminaba con su espléndida luz el espacio, -ni existían las estrellas del mundo, ni mar, cielo, tierra ó aire ni -cosa alguna semejante á las que nos rodean; había solamente confusión -caótica de elementos. Pero algunas partes comenzaron á disgregarse de -esa masa; por afinidad se formaron moléculas, se configuró el mundo, -seguidamente en la continuación del propio desenvolvimiento de éste -se determinaron sus miembros, y de toda clase de cuerpos simples se -constituyeron sus órganos; entonces la discordia de los principios -materiales, motivada por la diversidad de sus atracciones, movimientos, -gravedad y resistencia, se hizo más cruda; sus varias formas sirvieron -de obstáculo para que en unidad indiferenciada se mantuviesen, y por -necesidad se formaron masas homogéneas disgregadas del conjunto; de -la tierra quedó separado el alto cielo; todas las aguas cons<span -class="pagenum" id="Page_254">p. 254</span>tituyeron el mar y el fuego -etéreo brilló aparte.</p> - -<p>Primeramente, los elementos más graves y más intrincados se unieron -y se colocaron en medio de las capas inferiores, y cuanto más se -enredaron apretadamente, con mayor rapidez se desprendió de ellos la -materia idónea para la formación del mar, las estrellas, el Sol, la -Luna y el ámbito del mundo; de estos últimos los principios generadores -son más ligeros, más redondos y más pequeños que los de la Tierra, -y por la misma causa, el éter, con algunas partículas ígneas que le -acompañaron, fueron los primeros cuerpos determinados que por los -poros de la masa térrea pudieron escapar y constituirse; así como -frecuentemente vemos brillantes gotas de rocío que bajo la acción -de matutina áurea luz de claro sol centellean sobre las hierbas, ó -como exhalan suaves nieblas los lagos y los ríos, ó como de la tierra -se desprenden emanaciones vaporosas que forman en las alturas una -especie de tejido que oculta á nuestra vista el cielo, así también el -éter, aunque fluido y ligero, por condensación formó una especie de -envoltura que rodea nuestro mundo. Siguió la formación del Sol y de -la Luna, globos que en los espacios giran entre el éter y la Tierra; -ni ésta ni aquél pudieron atraerlos, porque<span class="pagenum" -id="Page_255">p. 255</span> dichos globos no son bastante pesados para -quedarse en la parte inferior, ni tan ligeros que puedan volar por -las mayores alturas: así han permanecido en una intermedia situación -donde se revuelven como cuerpos vivos y partes que son del mundo; -también algunos órganos de nuestro cuerpo no pueden cambiar de posición -mientras otros se mueven.</p> - -<p>Ya esta obra cumplida, la Tierra, de repente, en el sitio en que -existe la inmensa extensión cerúlea, abrió amplias fosas donde se -recogió el líquido salado: en el decurso de los días, condensada la -tierra cada vez más y batida por los rayos solares en la dirección -del centro á la periferia quedó libre de los elementos acuosos y los -mares aumentaron su volumen; también las moléculas de aire y fuego se -acumularon en las alturas hasta muy lejos del mundo; al mismo tiempo -los montes se levantaron y aparecieron formadas las llanuras; porque no -es posible que las rocas sobresalgan sino cuando el resto de la tierra -queda abatido. Así el globo terrestre en concreción diferenciada por su -peso y consistencia se constituyó, y el limo del mundo por su propia -gravedad se precipitó, como heces, á su fondo.</p> - -<p>Primeramente está el mar, por encima el aire, después el éter y el -fuego, fluidos to<span class="pagenum" id="Page_256">p. 256</span>dos -que si bien constan de elementos puros simples, por su composición -resultan unos más ligeros que otros; el menos denso de todos es el -éter, que se acumula sobre las ondas del aire, con las cuales nunca se -confunde, y libre les deja el dominio de las peligrosas tempestades -y de las violentas borrascas; y con marcha regular circula de su -brillante luz acompañado. Una muestra del movimiento con que el éter -puede moverse, nos da el mar que en constante flujo y reflujo se -agita.</p> - - -<p class="verslat">510. <i xml:lang="la" lang="la">Motibus Astrorum -nunc quæ sit causa, canamus.</i></p> - -<p>La causa del movimiento de los astros canto é investigo ahora. -Si lo que en realidad gira es el vasto recinto que los contiene<a -id="FNanchor_59" href="#Footnote_59" class="fnanchor">[59]</a>, será -necesario suponer que los dos polos del mundo se hallan comprimidos -y estrechados por corrientes de aire que tienden á encontrarse; una -superior, que empuja á nuestro cielo en la misma dirección que siguen -los cuerpos relucientes del mundo, y otra inferior, que en sentido -contrario casi los arrastra, como vemos que en los ríos se mueven las -ruedas y los cangilones de no<span class="pagenum" id="Page_257">p. -257</span>ria. Si el cielo permanece inmóvil<a id="FNanchor_60" -href="#Footnote_60" class="fnanchor">[60]</a>, será necesario admitir -que los astros giran con movimientos circulares, ya porque el fluido -etéreo, elástico y sutil como es, tienda á escaparse y en movimiento -rápido siga la dirección de la superficie curva, fenómeno que daría -motivo á la revolución de los cuerpos siderales, ya porque el -movimiento sea dado á éstos por el aire exterior, ó bien porque esos -mismos seres estén dotados de propias energías para buscar de una parte -á otra del espacio el alimento ígneo que los atrae<a id="FNanchor_61" -href="#Footnote_61" class="fnanchor">[61]</a>. Difícil es declarar cuál -de estos sistemas que tratan de explicar el movimiento del mundo sea el -más conforme á la realidad; y por mi parte, después de atender á los -hechos que la observación nos da á conocer, referentes á tantos mundos -parecidos al nuestro como la Naturaleza ha constituido, me limito á -exponerte las causas, admitidas como bastantes, que pueden poner en -movimiento á los astros: una ha de haber, sin duda, que desempeñe -funciones tan graves; pero cuál sea ella, no se atreverá á afirmarlo -quien proceda cautamente en asunto de tanta importancia.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_59"><span class="label"><a -href="#FNanchor_59">[59]</a></span> Esta era opinión de Anaxágoras, -según testimonio de Diógenes Laercio.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_60"><span class="label"><a -href="#FNanchor_60">[60]</a></span> Así pensaba Anaxímenes, si hemos de -creer á Plutarco.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_61"><span class="label"><a -href="#FNanchor_61">[61]</a></span> Algunos griegos y romanos suponían -que los astros eran seres vivos necesitados de alimento.</p> - -</div> - -<p><span class="pagenum" id="Page_258">p. 258</span>Nos veremos -obligados á admitir que la Tierra pierde poco á poco su volumen y -disminuye en la misma proporción su gravedad si la suponemos inmóvil -en el centro del Universo y asentada sobre capas de aire, á las cuales -se halle unida en relación perfecta, como lo testifica el hecho de que -no actúe sobre ellas de modo que las haga descender, de igual modo que -los miembros del hombre no oprimen á éste, ni la cabeza ejerce presión -sobre el cuello, ni el peso de todo el cuerpo abruma á los piés, aunque -un objeto extraño menos grave que su propio individuo cause molestia -á cualquiera persona. Para apreciar el equilibrio que resulta entre -varias cosas, debe tenerse en cuenta el lazo de unión que las liga: la -Tierra no es un cuerpo extraño que de repente se haya colocado encima -de masas de aire, sino un ser que en todo tiempo se ha desenvuelto -con ellas, y de este modo es del Universo un sumando, lo mismo que -todo miembro de un cuerpo es parte de este mismo<a id="FNanchor_62" -href="#Footnote_62" class="fnanchor">[62]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_62"><span class="label"><a -href="#FNanchor_62">[62]</a></span> El sistema acariciado por Lucrecio -para explicarse las leyes de la gravitación, que hasta Newton no fueron -más que entrevistas confusamente por los pensadores, es el mismo que -sostuvo Plinio, no más exacto, pero no menos erróneo que los admitidos -por Jenófanes, Empedocles, Anaximandro y Aristóteles.</p> - -</div> - -<p>Tan pronto como la Tierra sufre el sacu<span class="pagenum" -id="Page_259">p. 259</span>dimiento de una tempestad comunica el -impulso recibido á todo lo que se halla en su propia superficie, -fenómeno que no se podría efectuar si no estuviese ligada en unión -íntima con los fluidos aeriforme y eterino: los tres cuerpos tienen -raíces entrelazadas y las mismas desde toda la duración de los tiempos. -¿No ves de qué manera, aun siendo el cuerpo con su pesantez carga -abrumadora para el alma con su delicadeza, lo puede ésta sostener en -virtud de la íntima unión que entre ellos existe? ¿Y qué fuerza puede -regir los veloces movimientos del cuerpo, sino el poder del alma, que -gobierna los miembros? ¿No has notado que siempre la unión de una -débil substancia y de un cuerpo muy pesado ofrece como producto una -considerable energía, según se observa en la combinación del aire con -la Tierra y en la formación del alma con el cuerpo?</p> - - -<p class="verslat">565. <i xml:lang="la" lang="la">Nec nimiò Solis -major rota, nec minor ardor...</i></p> - -<p>Ni el disco del Sol puede ser mayor ni menor su fuego de lo que -á los sentidos se muestran. Si de un foco ígneo surgen luz y calor -que hasta nosotros llegan con toda la plenitud de su influencia á -pesar del espacio que hayan recorrido, parece que en el trayecto no -han debido perder volumen ni intensidad; y puesto que el calor y la -luz del<span class="pagenum" id="Page_260">p. 260</span> Sol mueven -nuestras sensaciones y tiñen de color los objetos, el tamaño y la forma -de aquel astro serán, con escasa diferencia, tales como los vemos<a -id="FNanchor_63" href="#Footnote_63" class="fnanchor">[63]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_63"><span class="label"><a -href="#FNanchor_63">[63]</a></span> Los errores de Epicuro y -de Lucrecio acerca de esta materia sorprenden, porque están en -contradicción con los principios que sostenían respecto á las -apariencias fenomenales.</p> - -</div> - -<p>La Luna, ya se mueva en el espacio iluminada con luz propia, ya -brille con fulgores reflejados, como quiera que sea, no tiene mayor -volumen, según parece, que el que distinguimos desde la Tierra. Todos -los cuerpos que á distancia colocados vemos á través de grandes masas -de aire, se nos muestran confusos y como si no tuvieran delineadas -sus márgenes; pero la Luna se nos ofrece claramente con forma bien -determinada y con límites perfectamente marcados: luego necesario -es que sea, allá en las alturas, tal como desde aquí la percibimos. -Últimamente, los puntos brillantes que ves en el etéreo espacio (ya -que distinguimos en la Tierra su luz y notamos su claro centelleo y -su ardor, y por tanto, nada han de haber perdido en la distancia, -cualquiera que sea ésta, que los separa de nosotros), lícito es pensar -que no han de ser mucho mayores ni menores que los contemplamos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_261">p. 261</span>Y no te admire -el hecho de que el Sol, aunque no sea muy grande, pueda emitir luz -bastante para llenar los mares, la Tierra, el cóncavo Cielo, y esparcir -por todas partes su calor; tal vez sea como un manantial único de donde -proceda toda la luz de este mundo, ó sea foco donde los elementos -ígneos se acumulen para repartirla después por toda la Naturaleza. ¿No -ves cómo una fuente, quizá pequeña, riega extensos prados y á veces -inunda las campiñas? Puede suceder que el fuego del Sol, aunque escaso, -toque en las capas de aire que rodean al astro luminoso, y éstas -conviertan en llamas el fuego que reciben, como las mieses y la paja -son devoradas por incendio que produce una sola chispa; y acaso el Sol, -aunque resplandece mucho con luz rosácea, en el espacio del éter esté -rodeado por abundantes fuegos sin brillantez, los cuales cumplan la -función de aumentar, los rayos y el calor del astro luminoso.</p> - -<p>Ni es fácil de explicar ni aún se conoce perfectamente la causa -que al Sol obligue á pasar desde las calientes regiones á las heladas -de Capricornio y después se traslade al signo de Cáncer para volver -al solsticio del estío; ni por qué la Luna emplee un solo mes en -recorrer el mismo espacio que representa la carrera del Sol durante un -año: no es<span class="pagenum" id="Page_262">p. 262</span> simple -ni conocida, vuelvo á decir, la causa de este fenómeno, si bien es -verosímil la explicación que Demócrito da acerca de este asunto: según -aquel pensador, los astros, cuanto más se aproximan á la Tierra, -tanto menos pueden ser envueltos en las corrientes etéreas, porque la -velocidad y fuerza de éstas decrecen á medida que descienden; por este -motivo el Sol, colocado en la parte inferior de las constelaciones -ardientes, se atrasa en su carrera con relación á otros cuerpos sobre -los cuales se encuentra, y la Luna, que aún está más baja, más distante -de los cielos y más aproximada á la Tierra, acompaña mucho menos á los -signos en sus movimientos; y como el torbellino la arrastra levemente, -con facilidad es alcanzada por los astros que la exceden en sus giros. -Por tanto, aunque parece que llega muy pronto á los signos, lo que en -realidad sucede es que éstos llegan á ella más pronto.</p> - -<p>Quizá haya en el mundo corrientes alternativas de aire procedentes -de regiones diversas que puedan á tiempos fijos empujar al Sol -desde los signos del estío hasta el solsticio del invierno, y -después desde los helados climas hacia los cálidos signos; si fuera -exacta la teoría esta, sería necesario suponer que la Luna y las -estrellas, impelidas por esas corrientes alternas de aire,<span -class="pagenum" id="Page_263">p. 263</span> describen una revolución -en los grandes años<a id="FNanchor_64" href="#Footnote_64" -class="fnanchor">[64]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_64"><span class="label"><a -href="#FNanchor_64">[64]</a></span> Tal vez se refiera Lucrecio á los -años comprendidos en un ciclo de revolución sideral de que hablan las -tradiciones de más remoto origen. Los Brahmanes de la India admitían el -año cósmico formado por doce mil años divinos, cada uno de los cuales -se componía de algunos millares de años solares. Pueden consult. págs. -101 y sigs. de <i>El Alma según las esc. fil. de la Ind.</i>, por M. R. -Navas.</p> - -</div> - -<p>¿No ves que las nubes impulsadas por los vientos contrarios ya -suben, ya bajan, y siempre siguen opuestas direcciones? ¿Y por qué los -astros no han de ser llevados de igual modo por diversas corrientes y -con distinto rumbo?</p> - - -<p class="verslat">649. <i xml:lang="la" lang="la">At nox obruit -ingenti caligine terras...</i></p> - -<p>La noche cubre de impenetrable obscuridad la Tierra, ya porque el -Sol llega disipado al término de su curso, y deja apagar sus fuegos que -en el camino se han debilitado por el rozamiento con el aire, ya porque -la misma fuerza que obliga á los rayos del Sol para remontarse tanto, -podrá también obligarlos á prolongar su marcha por debajo de nosotros -en dirección contraria.</p> - -<p>La Aurora se presenta en tiempos fijos en los vastos dominios del -éter y descubre la luz, ya porque el Sol tienda á anticipar su regreso -de las regiones que debajo de nosotros quedan, y dore con sus rayos -el cielo;<span class="pagenum" id="Page_264">p. 264</span> ya porque -diariamente en períodos regulares se junten fuegos y corpúsculos -ígneos, y todos los días formen un nuevo Sol<a id="FNanchor_65" -href="#Footnote_65" class="fnanchor">[65]</a>; así pueden verse, como -la tradición dice, desde las elevadas cumbres del monte Ida, algunos -fuegos dispersos que se juntan por las madrugadas y forman un globo -luciente que recorre el espacio<a id="FNanchor_66" href="#Footnote_66" -class="fnanchor">[66]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_65"><span class="label"><a -href="#FNanchor_65">[65]</a></span> Opinión de Heráclito: Jenófanes -pensaba también que había un Sol para cada clima.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_66"><span class="label"><a -href="#FNanchor_66">[66]</a></span> Diodoro de Sicilia, Estrabón y -Juvenal hablan de esa tradición.</p> - -</div> - -<p>Y no debe causarte admiración el hecho de que en épocas fijas puedan -reunirse tantas partículas de fuego que restauren el brillo y el calor -del Sol, porque vemos que otros muchos fenómenos ocurren también en -tiempos fijos: en las mismas épocas todos los años florecen los árboles -y maduran las frutas; en la vejez se caen los dientes debilitados, -y á tiempos fijos los jóvenes se cubren de menudo vello y sienten -en el rostro los empujes de la barba; la lluvia, la nieve, el rayo, -los vientos y las nubes siguen movimiento regular en las estaciones. -Al determinarse cada ser muestra una propia energía que puesta en -acción sigue invariablemente el turno que le corresponde en el orden -universal. Aumenta la duración de los días cuando la de las noches -disminuye y<span class="pagenum" id="Page_265">p. 265</span> ésta -crece cuando aquélla se acorta, porque el Sol, que siempre es el mismo, -sobre las tierras y debajo de ellas, describe arcos desiguales que -cortan el Cielo en porciones diferentes, y lo hace con tal regularidad, -que da á cada parte del mundo la porción de luz de que ha privado al -hemisferio opuesto, hasta que en su curso llega al fin del signo donde -las noches son iguales á los días, porque la parte del espacio en que -se halla se encuentra á igual distancia del aquilón y del austro, -término de la rotación anual del Sol, y punto desde donde con igualdad -esparce su fuego, tanto por el Cielo como por la Tierra: así á lo menos -lo enseñan aquellos que han representado por medio de imágenes las -regiones del cielo. Puede también suceder que el aire, muy denso en -algunos sitios, no dé acceso á los vacilantes rayos del Sol, y éstos -no puedan penetrar con facilidad en los rumbos del Oriente, y por este -motivo las noches del invierno son muy lentas y parecen interminables -por lo mucho que se retarda la aparición de la luz diurna; ó puede -suceder que del año en partes alternas corren, ya más despacio, ya -más aprisa, las moléculas de fuego que reunidas componen el Sol, y -determinan así las estaciones.</p> - - -<div class="section"> - <p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_266">p. - 266</span>703. <i xml:lang="la" lang="la">Luna potest Solis radiis - percussa nitere...</i></p> -</div> - -<p>Quizá brilla la Luna porque en ella se reflejan los rayos de la luz -del Sol: en este supuesto, la claridad que nos comunique ha de ser -más amplia cuanto más distante se halle del Sol, hasta que al estar -enfrente de ese astro su bello y redondo aspecto brille con plena luz -en el horizonte, donde contempla la desaparición del Sol por el mismo -sitio en que ella se levanta. Después, en dirección contraria ocultará -su luz poco á poco y esconderá su brillo á medida que se acerque al -disco del Sol y camine por la mitad opuesta á la posición de los -signos. Así piensan los que en la Luna no ven otra cosa más que una -esfera que tiene los movimientos por debajo del Sol; y entiendo que esa -opinión es aceptable.</p> - -<p>Y puede ser que la luz que nos muestra sea propia y que en la -emisión de los fulgores ofrezca distintas formas. En ese caso deberá -admitirse la intervención de un cuerpo opaco que se mueva al mismo -tiempo que la Luna y paralelo á ésta, á la cual tape su luz en -ocasiones; y también puede la Luna ser considerada como una esfera -que tenga una sola mitad iluminada y al girar en movimiento de -rotación presente varios aspec<span class="pagenum" id="Page_267">p. -267</span>tos, porque primeramente nos ofrecería su parte iluminada y -poco á poco ésta se ocultaría hasta desaparecer totalmente de nuestra -vista; en esta opinión descansa el sistema que los Caldeos sostienen -en contra del parecer de los Griegos; pero ambas explicaciones son -verosímiles, y no hay bastantes datos para considerar una cualquiera de -esas doctrinas superior á la otra.</p> - -<p>No es imposible que una nueva Luna sea creada con variadas formas, -de las cuales se destruya en un día la que en el anterior se haya -formado, se dé otra para el siguiente día y reemplace cada una á la -anterior. Es difícil negar este aserto, porque se conforma con el -régimen del Universo, en el cual se rehacen las cosas: aparece la -primavera acompañada por el Amor y precedida del Céfiro que bate -las alas, mientras que la madre Flora le prepara camino de flores y -de perfumes: después síguese el calor, tras éste la aridez y luego -viene Ceres llena de polvo por el soplo de los vientos etesios<a -id="FNanchor_67" href="#Footnote_67" class="fnanchor">[67]</a>; sigue -el otoño, compañero de Baco, en cuyo séquito vienen tempestades, -vientos, el altisonante Vulturno<a id="FNanchor_68" href="#Footnote_68" -class="fnanchor">[68]</a> y el ruidoso Austro<a id="FNanchor_69" -href="#Footnote_69" class="fnanchor">[69]</a> que anuncian<span -class="pagenum" id="Page_268">p. 268</span> las tormentas. Después -de ellos nos visitan la nieve, el entorpecedor frío y el insufrible -invierno que hace batir los dientes. Y si en tiempos fijos y con -regular orden se suceden esos hechos, ¿habríamos de admirarnos si -naciera y muriera la Luna en tiempos dados?</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_67"><span class="label"><a -href="#FNanchor_67">[67]</a></span> Etesios, vientos del Nordeste.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_68"><span class="label"><a -href="#FNanchor_68">[68]</a></span> Vulturno, viento entre el euro -(Levante) y el noto (del Sur).</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_69"><span class="label"><a -href="#FNanchor_69">[69]</a></span> Austro, vendaval fuerte del Sur.</p> - -</div> - -<p>Los eclipses de Sol y los de Luna pueden ser atribuidos á varias -causas: quizá pueda la Luna substraer á la Tierra la claridad del Sol -y ocultar el brillo de éste por medio de la interposición de su opaca -masa que absorba ó intercepte los rayos del foco luminoso: ¿y no podría -existir otro cuerpo, opaco igualmente, que produzca ese efecto? ¿y no -puede suceder también que el Sol en ciertas ocasiones se amortigüe y -pierda su brillo que después recupere cuando haya pasado por regiones -donde el aire no ofrezca adecuadas condiciones para hacer luminosas -las emanaciones de aquel astro? Y si alternativamente puede la Tierra -privar de luz á la Luna, y tener por debajo el Sol, mientras que el -astro de revolución mensual se muestra obscurecido por la cónica sombra -que se le pone delante, ¿no podrá suceder que otro cuerpo cualquiera -se coloque frente al Sol, interrumpa su fulgor y nos despoje de su -brillante luz? Pero si la luz de la Luna es propia, y no reflejada del -Sol, ¿no podrá languidecer al pasar por ciertas regiones donde<span -class="pagenum" id="Page_269">p. 269</span> haya algún fluido contrario -que apague todos sus fuegos?</p> - - -<p class="verslat">770. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, -quoniam magni per cærula Mundi...</i></p> - -<p>Como ya he dilucidado el proceso de formación del mundo en las -regiones cerúleas, los varios giros que el Sol y la Luna tienen en el -espacio y la fuerza que puede impulsarlos, así como la causa probable -de que algunas veces pierdan su luz y por algún tiempo nos dejen á -obscuras como quien ya cierra, ya abre los ojos, y con la sombra apaga -la claridad y con la claridad extingue las tinieblas; ahora debo -retroceder á los comienzos del mundo, inquirir lo que en los tiempos -de su antigua evolución obró la Tierra, y cuáles fueron las primeras -producciones que expuso á la inconstancia de los vientos y á la -influencia de la luz.</p> - -<p>En un principio, la Tierra dió á las colinas toda clase de hierbas -y de verdor; los campos fueron esmaltados de flores y de musgo; los -árboles de varias especies después de crecer levantaron sus ramas á -las auras; así como á las aves y cuadrúpedos, cuando se hallan en la -primera edad, les brotan respectivamente plumas, pelo y cabello, así -también la Tierra empezó á dar hierbas y arbustos, y después produjo -la especie animal con diferentes destinos y agrupados sus<span -class="pagenum" id="Page_270">p. 270</span> individuos en clases -distintas; ciertamente los animales no caerían del Cielo, ni los -habitantes de la Tierra brotarían de las saladas aguas. Por esta razón -con motivo se da nombre de Madre á la Tierra, porque es el origen de -todo lo existente sobre ella. Si vemos que aun hoy nacen de la Tierra -bajo la acción de la humedad y del Sol muchos animales, no deberá -sorprendernos la consideración de que en la época de efervescencia de -sus energías, la Naturaleza pudiera producir seres vivientes de gran -volumen y muy numerosos.</p> - -<p>Primeramente nacieron los pájaros y toda la variada especie de -volátiles, los cuales comenzaron á salir de los huevos con el calor -primaveral, de igual modo que las cigarras aun en nuestros días dejan -sus envolturas en el estío y de seguida se lanzan á buscar su alimento. -En aquel tiempo apareció también la raza humana: moléculas adecuadas -existentes en el agua y en el fuego, atraídas por lugares apropiados en -los campos, sirvieron para promover el crecimiento de ovarios fecundos -unidos á la tierra por especiales raíces, y cuando el embrión formado -llegó á la época de madurez, su energía propia le permitió salir de la -humedad para respirar el aire libre, y la Naturaleza, abierta por todas -partes, introdujo en<span class="pagenum" id="Page_271">p. 271</span> -las venas del nuevo ser zumos sabrosos parecidos á la leche.</p> - -<p>Así como las mujeres después del parto sienten en los pechos -exuberancia de agradable jugo que sirve de grato alimento para sus -recién nacidos, la Tierra de esta manera sustentaba á sus criaturas -humanas; la plácida temperatura hacía innecesario todo abrigo, y el -suelo cubierto de menudo césped les preparaba agradable y cómodo lecho. -No sufría el mundo en aquella remota edad el penetrante frío, ni los -nimios calores, ni los fuertes vientos; esos fenómenos han tenido -también su época de aparición. Justamente merece la Tierra el nombre -de madre, porque ella fué la que dió vida al género humano, cuasi á -la vez que formó á los animales de toda especie, lo mismo á los que -viven errantes por las tierras que aquellos otros de variadas formas -que vuelan por los aires. Pero la energía prolífica de la Tierra había -de tener un término; así como los años esterilizan á la mujer también -consumieron la fecundidad de la Tierra; el tiempo muda la naturaleza -del mundo; los estados se suceden; nada permanece estacionario; todo -cambia; todo se transforma para que todo tenga vida. Se consume un -cuerpo en putrefacción ó sucumbe herido por la vejez, al mismo tiempo -que otro se levanta<span class="pagenum" id="Page_272">p. 272</span> -por el lado opuesto y se fortifica; así en el transcurso de los días -se muda la naturaleza del mundo; incesantemente cambia de estado; no -puede hacer hoy lo que antes hiciera; hoy hace lo que antes no podía -hacer.</p> - - -<p class="verslat">858. <i xml:lang="la" lang="la">Multaque tum -interiisse animantû sæcla necesse est...</i></p> - -<p>Muchas especies de animales debieron forzosamente perecer: las que -ahora existen se han conservado, unas por la virtud de su energía, de -su astucia, de su ligereza, y otras por el auxilio que les concedemos -en cambio de la utilidad que nos reportan; el cruel león y otras -bestias feroces, á su fuerza deben su propia conservación; la zorra á -sus ardides; el ciervo á su carrera; pero el fiel y vigilante perro, -los animales de carga, la sufrida oveja y el laborioso buey están -sostenidos por nuestra protección; siempre se veían perseguidos por -las fieras, anhelantes de paz, deseosos de entregarse á los pastos sin -peligros, y nosotros les ofrecemos esas ventajas en recompensa del -provecho que nos proporcionan. Pero los animales á quienes su propia -constitución ha negado fuerza de resistencia y condiciones de utilidad, -¿por qué habían de ser nuestros protegidos? Condenados á ser víctimas -de las otras razas, así vivirán hasta que la Naturaleza los extinga -completamente.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_273">p. 273</span>Entonces la Tierra -tendía á producir animales de tamaño y de figura monstruosos: el más -notable de éstos fué quizá el andrógino, que tenía formas propias -de los dos sexos y que difería igualmente de uno y de otro: unos -animales aparecían en la vida sin piés, otros sin manos, aquéllos sin -boca, éstos sin ojos; y aun se producían cuerpos en que los miembros -estaban mutuamente adheridos y correspondían á seres incapaces para -avanzar ó retroceder, para huir de los peligros y para proporcionarse -alimentos.</p> - -<p>Como éstos surgían otros monstruos en tanto que la Naturaleza -establecía un orden; pero no pudieron avanzar en la edad ni -desarrollarse ni reproducirse. Para el cumplimiento de esta última -función y transmitir á otros seres la vida recibida, son necesarias -algunas circunstancias: en primer lugar la adecuación de los alimentos; -en segundo lugar la formación de gérmenes fecundos esparcidos en -todo el cuerpo y la constitución de apropiados canales conductores; -y en tercer término la adaptación de los órganos sexuales con mutuos -goces.</p> - -<p>Pero ni han existido Centauros ni podían formarse especies de -naturaleza doble y de cuerpo doble con miembros de razas distintas; -combinación de elementos hetero<span class="pagenum" id="Page_274">p. -274</span>géneos es imposible. Á nadie ha de ser difícil comprender -esta verdad.</p> - -<p>En primer término, el caballo á los tres años de su vida se halla en -la fuerza de su edad; pero no así el hombre, que todavía en ese tiempo -busca el pecho que lo amamanta; el número de años que disminuye la -fuerza de los caballos y obliga á éstos á rendirse bajo el peso de la -vejez, es el mismo que representa la juventud del hombre y la época en -que éste fortifica sus miembros y en que su rostro se cubre de vello. -No creas que de la unión de semillas de caballos y de hombres pueda -formarse centauros, ni que haya sido posible la existencia de Escilas -que tuviesen la mitad inferior del cuerpo de figura y forma de perro, -ni otros monstruos de este género compuestos de miembros incompatibles -porque pertenezcan á seres que tienen diferente desarrollo, diversa -juventud, muy distinta índole, son excitados por Venus, de maneras -varias, tienen otras costumbres y se alimentan con substancias -diferentes; pues ya sabemos que nutre á las cabras la cicuta que es -veneno mortífero para los hombres.</p> - -<p>Las llamas queman y consumen el rojizo cuerpo de los leones, lo -mismo que las vísceras y sangre de todos los animales. ¿Cómo pudiera -suceder que ese monstruo de tri<span class="pagenum" id="Page_275">p. -275</span>ple constitución llamado Quimera, con cabeza de león, cuerpo -de cabra y cola de dragón, pudiera arrojar de su cuerpo fuego á -llamaradas? Afirmar que por ser nueva la Tierra, y el Cielo reciente, -era muy posible que se produjesen tantos monstruos, sin que en apoyo -de esta idea se halle más razón que la vana y frívola de la novedad, -es dar motivo para las fantásticas y absurdas suposiciones de la -fábula: debe decirse lo mismo respecto de la suposición de que por -las tierras circulasen ríos de oro; de que las flores de los arbustos -fuesen de diamantes, y de que los hombres dotados estuviesen de fuerza -y de estatura bastantes para saltar de un paso la vasta superficie -de los mares y para hacer girar con las manos todo el cielo. Aunque -la Tierra contenía innumerables gérmenes productores, de los cuales -se formaron muchas especies de animales, no por eso hemos de creer -que pudiese producir seres de elementos opuestos, y unir en un mismo -individuo miembros de animales diferentes; es lo cierto que plantas, -mieses y arbustos que la faz de la tierra cubren, nunca nacen juntos y -confundidos, sino tiene cada uno su peculiar esfera y conservan todos -las diferencias que la Naturaleza les ha señalado.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_276">p. -276</span>923. <i xml:lang="la" lang="la">Et genus humanum multò fuit -illud in arvis...</i></p> - -<p>El género humano, en aquel tiempo en que andaba por los campos -vagabundo, tenía más vigor que hoy, lo cual debería suceder porque la -Tierra que lo había producido era también más vigorosa; los huesos -del hombre eran más sólidos y más robustos; sus nervios más fuertes, -sus vísceras más enérgicas; el frío no le molestaba, el calor no -le afligía; ni le inquietaba la alimentación ni le preocupaban las -dolencias; para él pasaban los años con indiferencia mientras vivía -errante y formaba rebaño como las fieras; no trabajaba con el duro -arado, ni mullía la tierra con el hierro, ni sembraba arbustos ni -manejaba la hoz para podar las ramas de los altos árboles; aplacaba -su hambre con lo que espontáneamente le daban el Sol, la lluvia, la -Tierra; las encinas glandíferas le ofrecían abundante sustento, y las -madroñeras que en el invierno se cargan de frutos de color purpurino, -eran entonces más numerosas y más fecundas; el mundo, en fin, en los -albores de su concreción, daba clases variadas de alimentos que, para -los míseros mortales, estaban siempre de sobra. Para saciar la sed -convidaban los ríos y las fuentes, y, como ahora, las aguas descendían -murmuradoras desde elevadas montañas y á los animales ad<span -class="pagenum" id="Page_277">p. 277</span>vertían que de ellas podían -beber hasta saciarse. Por la noche los hombres se acomodaban en -grutas que después se llamaron templos de las ninfas, donde brotaban -claros manantiales que lavaban las húmedas rocas; las húmedas rocas -de centelleante musgo cubiertas, desde las cuales caían las aguas -lentamente sobre las planicies para correr después abundantes por los -campos.</p> - -<p>Ni sabían utilizar el fuego ni aprovechar las pieles y otros -despojos de los brutos para cubrir su desnudez; se refugiaban de la -inclemencia del tiempo en lo hueco de los montes, en las selvas y -florestas, y apiñados afrontaban el ímpetu de los vientos y de las -lluvias. No comprendían los intereses comunes, y por tanto no habían -regulado sus relaciones y tratos; cada cual se apoderaba de lo que -tenía á mano: la Naturaleza no había despertado en ellos más deseo -que el de vivir cada uno para sí mismo. Venus en las selvas juntaba -á los amantes; á veces un mutuo ardor los conciliaba; en ocasiones -el hombre acudía á la violencia para satisfacer su encendido afán, ó -ganaba la condescendencia femenina por dádivas de bellotas, de madroños -ó de selecta pera. De las manos y de los piés se valían para hacer -guerra á los feroces animales y lanzarles pedradas á distancia, ó de -cerca darles gol<span class="pagenum" id="Page_278">p. 278</span>pes -con palos; de esta manera vencían á algunos, pero con frecuencia -tenían que huir de ellos y buscar refugio en las cavernas. Cuando -llegaba la noche, se tendían desnudos en el suelo como los jabalíes -y se tapaban con hojas y ramas; no es de creer que temerosos de la -noche<a id="FNanchor_70" href="#Footnote_70" class="fnanchor">[70]</a> -errantes por las selvas, invocaran entre gritos y lamentos la claridad -del día: por lo contrario, silenciosos y entregados á profundo sueño, -esperaban que el Sol con su espléndido fulgor bañase de luz el cielo: -acostumbrados á ver desde la infancia que en tiempos continuados la -luz y las sombras se suceden, no se admiraban de que así ocurriera, ni -temían que una interminable noche sepultase al mundo en las tinieblas -después de apagar la claridad diurna. Les ocasionaban, sí, positivo -temor las fieras que invadían sus moradas, perturbaban su reposo y -les causaban graves daños: muchas veces, intempestivamente, durante -la noche, eran visitados por el fiero león ó por el cerdoso jabalí, y -llenos de temor se veían precisados á escaparse por el techo de piedra -y dejar su lecho de hojas á tan incómodos huéspedes.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_70"><span class="label"><a -href="#FNanchor_70">[70]</a></span> Tradición india.</p> - -</div> - -<p>Y no por lo dicho ha de suponerse que la muerte hiciera más estrago -que ahora entre los hombres; cierto es que muchos eran cogidos<span -class="pagenum" id="Page_279">p. 279</span> y devorados por las fieras, -á las cuales ofrecían continuado banquete con su cuerpo, mientras con -lamentos llenaban los bosques y las montañas; verdad es que algunas -veces veían cómo sus miembros palpitantes eran encerrados en viviente -sepulcro; también es cierto que no pocos hombres, aunque lograban -escapar de las garras feroces, llevaban el cuerpo lleno de heridas, -cuyos bordes oprimían con mano convulsa entre horribles dolores que les -arrancaban gritos para llamar la muerte, y que al cabo, sin obtener -alivio y sin saber curar sus heridas, de las que se apoderaban los -gusanos, perdían la vida. Pero no eran como ahora llevados á la guerra -millares de soldados que mueren en un solo día, en un solo instante; ni -los buques arrojaban á muchas personas contra los escollos; entonces, -sin peligro alguno para los hombres, el mar levantaba airado sus ondas -ó apacible las calmaba: la tranquilidad de las aguas no era bastante -seducción para nadie; el arte de navegar, tan homicida, no había -comenzado; en la nada estaba sumido. Tal vez en remotos días la muerte -era consecuencia de falta de alimentación; hoy la abundancia es causa -del mismo efecto; quizá entonces, por ignorancia, los hombres morían -envenenados; hoy el arte los envenena.</p> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_280">p. -280</span>1009. <i xml:lang="la" lang="la">Indè casas postquam, ac -pelles, ignemque parârunt...</i></p> - -<p>Tan pronto como fué conocido el uso de las chozas, de las pieles y -del fuego, y vivieron en mutuo consorcio una mujer y un hombre, y éstos -saborearon las honestas delicias del matrimonio y vieron prole de ellos -mismos formada, el linaje humano comenzó á adquirir suaves costumbres; -el fuego permitió que sobrellevaran las molestias del frío aquellos -que ya no podían sufrir los rigores del invierno bajo la techumbre del -cielo; Venus templó las rudezas y luego los hijos ablandaron fácilmente -la dura índole de los padres: en esta situación se creó amistad entre -los hombres que se habían establecido en lugares inmediatos, y fruto de -ella fué el respeto mutuo y la protección concedida á la debilidad de -las mujeres y de los niños, pues con voces inarticuladas y con gestos -debieron de convenir en que la conmiseración por conveniencia de todos -se debía otorgar á la flaqueza. Sin duda alguna este último acuerdo -no fué general, pero innegablemente fué observado con lealtad por los -más y los mejores, pues de lo contrario la raza humana se hubiera -extinguido y no habría llegado hasta nuestros días.</p> - -<p>La Naturaleza enseñó á usar de la lengua para emitir diferentes -sonidos, y la necesi<span class="pagenum" id="Page_281">p. -281</span>dad sugirió la idea de dar nombres á las cosas, como vemos -que incita á los niños que aún no saben hablar para que señalen con el -dedo los objetos que desean. Cada ser experimenta impulsos acomodados -á las energías de que dispone; aún el novillo no tiene astas y ya da -topetazos inofensivos con la frente; los cachorros de la pantera y -de la leona, antes de que dispongan de uñas y de dientes, tratan de -morder y de rasgar; los hijuelos de todas las aves ensayan temblorosos -vuelos antes de que las alas auxilien sus esfuerzos. Por tanto, sería -locura el pensar que un solo hombre pudiera denominar todas las cosas, -y luego los otros no hicieran más que imitarle; pues evidente es que si -un hombre pudo articular palabras y emitir varios sonidos, los otros -hombres podrían hacer lo mismo en igual tiempo.</p> - -<p>Añadamos que si los hombres en sus relaciones no hubieran hecho uso -de palabras, no habrían llegado á conocer la importancia de ellas, y -por este motivo el que las hubiese inventado no habría podido llevar -adelante su proyecto en favor de un lenguaje. Ningún hombre tendría -fuerza bastante para hacer aprender á los otros los nombres que hubiera -querido aplicar á las cosas, ni habría podido hacerse entender por -medio de signos orales que los otros no conocían. Nadie pres<span -class="pagenum" id="Page_282">p. 282</span>taría oídos y dedicaría su -atención á lecciones explicadas con sonidos completamente extraños, los -cuales herirían sus órganos auditivos inútilmente. Y ¿por qué ha de -sorprendernos que la raza humana, poseedora de órganos apropiados para -significar las impresiones que la afectan, haya designado con voces -especiales todas y cada una de las cosas que le rodean ó le interesan, -cuando vemos que los animales domésticos y aun las mismas fieras con -gritos de inflexiones distintas representan el dolor que los embarga, -el miedo que los oprime, el gusto que los seduce? Estos hechos están -patentes para la observación: el mastín, de formidables mandíbulas, -cuando en un primer acceso de ira, contraídos los labios, muestra los -temibles dientes que castañetean, lanza ladridos amenazadores que se -diferencian mucho de los que emplea en otras ocasiones para significar -su alarma; y cuando acaricia á sus cachorros, á los cuales da golpes -con las patas desuñadas, lame con languidez y muerde con dientes -amorosos, también da gritos de alegría que no pueden confundirse con -los aullidos que deja oir en la soledad, ni con los gañidos que emite -cuando temeroso evita el látigo de su dueño.</p> - -<p>¿Relincha el caballo de igual modo cuando impulsado por ardoroso -instinto pasa<span class="pagenum" id="Page_283">p. 283</span> con -gallardo brío por entre las yeguas, ó cuando el estrépito de las armas -lo conmueve, ó cuando otra causa excita sus miembros? Por último, los -pájaros, las aves de toda clase, como el halcón, el quebrantahuesos -y el mergo que busca en las olas marinas su necesario sustento, dan -gritos diferentes según varían las circunstancias en que se encuentran; -el graznido que usan cuando toman su alimento no es el mismo que emiten -cuando porfiadamente defienden una presa. También hay algunas aves que -modifican su canto con arreglo al estado atmosférico: se encuentran en -ese caso la antigua especie de la corneja y la grey del cuervo, los -cuales, según dicen, crascitan de modo especial para anunciar viento, -lluvia ó tormentas. Y pues los animales, aunque mudos sean, disponen de -variedad de tonos en la voz con arreglo á las impresiones que reciben, -¿por qué no ha de considerarse natural el hecho de que los hombres -hayan designado las cosas diferentes con palabras diversas?</p> - - -<p class="verslat">1090. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his rebus -tacitus ne fortè requiras...</i></p> - -<p>Para que en silencio no te quede alguna duda, te diré desde luego -que el rayo pudo proporcionar fuego á los mortales y ser el<span -class="pagenum" id="Page_284">p. 284</span> foco de llamas que nosotros -utilizamos, como aún hoy vemos que á veces en la Tierra arden muchos -cuerpos encendidos por el rayo formado en las alturas; pero también -observamos que largas ramas de copudos árboles azotados por el viento -rozan con otras ramas de árboles vecinos, y de empeñada colisión, -entre unas y otras sostenida, brotan centellas luminosas que llevan -el incendio á la arboleda; pudo, pues, el fuego tener también este -origen.</p> - -<p>El Sol nos enseñó á cocer y á ablandar las substancias dedicadas -para nuestras comidas, porque los hombres notaron que los rayos -del astro luminoso maduran los frutos de la Tierra; y desde que -adquirieron ese conocimiento introdujeron en las costumbres y en los -alimentos sucesivos cambios para los cuales el fuego sirvió de motivo -fundamental.</p> - -<p>Los señores comenzaron á edificar ciudades y á erigir castillos -que les sirviesen para defensa y para refugio: los ganados y los -campos fueron distribuidos, y en el reparto obtuvieron beneficio los -hombres que sobresalían por su belleza, por su fuerza ó por su ingenio, -que fueron en el comienzo de las sociedades los únicos signos de -distinción: fué después inventada la riqueza, y apareció el oro que -asumió todo valimiento y todo<span class="pagenum" id="Page_285">p. -285</span> honor; pues sabido es que la belleza y la fuerza se rinden -humildes ante el poder convencional del oro.</p> - -<p>Regla de conducta debe ser para el hombre que arregla su vida á los -dictados de la razón el considerar que las mayores riquezas consisten -en la moderación y en la justicia; no es pobre el que poco desea. -Hombres hay, no obstante, que hacen depender su tranquilidad y su -fortuna de la opulencia y del poder; ¡error grave!: tan numeroso es -el concurso de los que aspiran á obtener riquezas, que se ha hecho -difícil y peligrosa la empinada senda que á ellas conduce, y aun muchas -veces los que alcanzan sus alturas sirven de blanco á los dardos de -la envidia que los precipita, con desprecio, al Tártaro profundo. Más -vale obedecer en paz que gobernar en guerra. Dignos de lástima son -los que envueltos en sudor y en sangre luchan ciegos en la estrecha -vía de la ambición; no comprenden que la envidia, como el rayo, ataca -principalmente los puntos elevados, y como se guían por ajeno parecer, -ajustan sus actos más á lo que oyen que á sus propios pensamientos. -Así los hombres son y han sido siempre, y así en lo sucesivo habrán de -ser.</p> - -<p>Pero después de las matanzas hechas por los reyes, la majestad de -ellos, sus tronos,<span class="pagenum" id="Page_286">p. 286</span> -sus cetros, y los adornos ensangrentados con que la frente cubrían -fueron arrojados al suelo, escarnecidos y pisoteados por las -multitudes, porque llega un día en que se conculca aquello que en el -anterior por miedo se adoraba; el poder volvió entonces á los pueblos, -y como todos los hombres no podían gobernar, se eligieron algunos -magistrados que ejercieran esa función, y se dictaron órdenes, á las -cuales, por conveniencia general, todos los individuos de las tribus -se hubieron de someter, pues cansados de vivir entre violencias, odios -é inquietudes, estimaron agradable el yugo de la ley como garantía del -derecho. Terribles eran los resultados de las meditadas venganzas (que -nuestras justas leyes no toleran), y los hombres, ansiosos de salir de -aquella situación de zozobras y desconfianzas, establecieron penas y -castigos que engendran temores. La injusticia y la iniquidad caen en -sus propios lazos; sus efectos revierten á los que las producen, pues -no hay descanso ni reposo para aquel que infringe las leyes sociales, -el cual, por más que se oculte de los dioses y de los hombres, vivirá -siempre con recelo de que su delito se divulgue, supuesto que han -existido muchos malvados que durante el sueño ó en el delirio de -la fiebre de aguda enfermedad han declarado los crímenes que<span -class="pagenum" id="Page_287">p. 287</span> hubieran cometido y que -habían sabido ocultar durante muchos años.</p> - - -<p class="verslat">1160. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc quæ causa Deum -per magnas numina gentes...</i></p> - -<p>No es difícil de explicar ahora la serie de ideas que llevaron á -las gentes á admitir en el mundo la intervención de dioses, en cuya -honra, y por cuyo temor los pueblos levantaron altares, establecieron -ritos, instituyeron ceremonias que forzosamente han de preceder y -acompañar al desarrollo de toda empresa; erigieron templos, dedicaron -días de fiesta, inventaron cultos. La raza humana en aquellos tiempos, -aun durante la vigilia, creía ver en todas partes egregias imágenes -de dioses que alcanzaban proporciones gigantescas bajo las ilusiones -del sueño, y á las cuales suponía dotadas ya de sensaciones, ya -de actividad, porque se le figuraba que movían los miembros y que -hablaban con arrogancia como correspondía á su majestuosa figura y -amplias fuerzas; les atribuía la inmortalidad, porque siempre se las -representaba con igual belleza y forma, y consideraba que los dioses no -habían de estar sujetos á mudanzas, porque á su volumen y resistencia -no habría poder capaz de producir daño; al mismo tiempo, la prole -humana tenía por muy felices á los dioses, porque los suponía exentos -del temor de la<span class="pagenum" id="Page_288">p. 288</span> -muerte y se imaginaba que habían de estar con agrado entretenidos en -labores maravillosas.</p> - -<p>Cuando, además, consideraba el orden constante y regular del Cielo -y el cambio periódico de las estaciones y no sabía explicarse la causa -de esos fenómenos, hallaba cómodo el pensar que eran árbitros de la -Naturaleza unos dioses que disponían de todas las cosas á su antojo. -Y supuso colocada la residencia de esos dioses allá en las mismas -alturas donde entendía que el Sol y la Luna habitan y se mueven; donde -creía ver que surge la luz, nacen las sombras, se forman los meteoros, -giran las noctívagas estrellas, vuelan fuegos errantes, se condensan -las nubes, soplan los vientos, se forja el rayo y tienen su origen las -heladas nieves, los destructores granizos, las furiosas tempestades, -los horrísonos truenos que le parecían espantoso eco de las amenazas de -los dioses.</p> - -<p>Infeliz especie humana, que atribuye tales hechos á seres -imaginarios, á los cuales considera influidos por acerbas iras. -¡Cuántos gemidos ha arrancado, cuántas heridas ha abierto, cuántas -lágrimas ha producido á la descendencia de los hombres esa invención! -La piedad no puede consistir en cubrirse la cabeza con espesos velos, -dar<span class="pagenum" id="Page_289">p. 289</span> vueltas alrededor -de una estatua y visitar altares; ni tampoco en prosternarse y levantar -las manos ante los templos de los dioses, y menos en inundar las aras -con la sangre de cuadrúpedos, ni en hacer votos con juramento, sino -en observar atentamente con ánimo sereno los sucesos todos. Cuando se -levanta la vista y se contemplan los palacios celestiales del Universo, -las regiones etéreas tachonadas de estrellas rutilantes y el movimiento -regular del Sol y de la Luna, siente el pecho cierta vaga inquietud que -anubla la abrumada frente, porque se recela que exista un alto poder -capaz de gobernar á su gusto los astros; pero las dudas que asaltan -la mente engendradas son por la ignorancia, la cual hace temer que el -mundo haya tenido principio y tenga, por tanto, fin; que sus murallas -no puedan resistir el movimiento y los choques á que están expuestas, -y que, aun admitido un divino creador de la mansión terrestre, ésta no -pueda vencer las inmensas dificultades de una eterna duración.</p> - -<p>Y, además de lo dicho, ¿á quién no apoca el ánimo el espanto de los -dioses, y á quién no causa estremecimientos de pavor el trepidar de -la Tierra cuando ruge el estruendo formidable de horrísona tormenta -y retumba el rayo en los ámbitos del Cielo? ¿No se asustan en esas -ocasiones los pueblos y los<span class="pagenum" id="Page_290">p. -290</span> individuos? Los soberbios reyes, por el temor poseídos, -¿no se abrazan temblorosos á las imágenes de sus dioses, de las que -esperan que aplacen el momento en que hayan de sufrir el temido castigo -correspondiente á sus crímenes? Y cuando viento impetuoso encrespa las -ondas del mar y barre de la cubierta de los buques las legiones y los -elefantes que llevan, el jefe de la flota, ¿no procura con súplicas, -votos y promesas, aplacar la ira de los dioses para que el viento -deponga su furor, se calmen las olas y el tiempo abonance? Pero clama -en vano, y tal vez envuelto en agitado torbellino sea lanzado sobre -las rocas donde halle infausta muerte. Parece, sin duda, que un poder -oculto se burla de las preocupaciones humanas y considera despreciables -las hoces y las segures que los hombres tienen en tanta estima<a -id="FNanchor_71" href="#Footnote_71" class="fnanchor">[71]</a>. Y si -el hombre observa que bajo sus piés la Tierra se estremece y que en -ocasiones las ciudades se convierten en ruinas, ¿tiene algo de extraño -que de su propia debilidad persuadido crea en poderes misteriosos de -ilimitada fuerza que gobiernen arbitrariamente el Universo?</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_71"><span class="label"><a -href="#FNanchor_71">[71]</a></span> En opinión del traductor, -Lucrecio se expresa aquí (versos 1232 á 1235 del canto <span -class="smcap">V</span>) en sentido irónico. Bayle, Gassendi, Molière, -Pongerville y Lima Leitao interpretan de otro modo el pasaje -transcrito.</p> - -</div> - - -<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_291">p. -291</span>1240. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, æs, atque -aurû, ferrûque repertû est...</i></p> - -<p>Más adelante se descubrieron el bronce, el oro, el hierro, la pesada -plata y la esencia del plomo cuando las ingentes selvas de los elevados -montes quedaron consumidas por el fuego, ya fuera éste prendido por el -rayo, bien propagado en las florestas por los guerreros para combatirse -los unos á los otros, ya encendido por hombres pacíficos deseosos de -convertir las selvas en prados y tierras de labor, ó quizá utilizado -por esos mismos para destruir las fieras, con cuyos despojos intentaran -enriquecerse, pues el foso y el fuego se emplearon en las empresas -venatorias antes de que se destinaran para ellas la engañadora red -y la ruidosa jauría. Como quiera que fuese, cuando las llamas con -chisporroteos crujientes devoraron los bosques y consumieron desde las -altas ramas hasta las profundas raíces de los árboles, la Tierra, lo -mismo que si hubiera sido cocida por el fuego, de sus abrasadas venas -produjo ríos de oro, de plata, de bronce y de plomo que se precipitaron -á los sitios cóncavos, donde, enfriados, ofrecieron color brillante, -lustre, gracia, y al solidificarse tomaron la forma de las cavidades -que los contenían. Al observar este último fenómeno, los hombres -tuvieron la idea de fundir<span class="pagenum" id="Page_292">p. -292</span> los metales y hacer con ellos objetos de distinta figura, -después de batidos y adelgazados; de esta manera llegaron á fabricar -unas armas que sirvieron para ataque y defensa en las batallas, otras -para labrar las tierras y otras para serrar, pulir, cortar, abrir á -golpes, romper y taladrar. Quisieron hacer del oro y de la plata el -mismo uso que del bronce, pero inútilmente, porque ninguno de esos -metales tenía la dureza necesaria para el áspero trabajo á que lo -destinaban: por este motivo el bronce era muy estimado, mientras que -el oro se miraba como inútil, porque fácilmente se embotaba la punta -de las armas que se fundían con él; hoy, por lo contrario, el bronce -ha caído en depreciación, y el oro es tenido en alta estima. Así todo -muda en el tiempo: lo que un día estuvo en auge, al siguiente cayó en -descrédito; lo que una vez estuvo en olvido, otra vez fué muy celebrado -y de todos los hombres mereció alabanzas, honores y agasajos.</p> - -<p>Ahora, mediante los datos que ya tienes, puedes comprender cómo se -llegó al uso del hierro: las primeras y más antiguas armas fueron las -manos, las uñas, los dientes, las piedras, las ramas de los árboles, -y, por último, las llamas y el fuego tan pronto como fueron conocidos: -poco tiempo después se<span class="pagenum" id="Page_293">p. -293</span> descubrieron el hierro y el bronce, pero el bronce fué -primeramente utilizado porque se ofrecía en abundancia y era fácil de -trabajar: de bronce eran los instrumentos para labrar la tierra, las -armas usadas en los combates y las empleadas para llevar la muerte por -todos los sitios y proteger el hurto de ganados, pues los hombres, -desnudos é inermes, se veían en la precisión de ceder ante los que -llevaban armas. El hierro fué después convertido en espada; la hoz de -bronce perdió la preferencia; la tierra se trabajó con férreo arado, y -la voluble suerte de los combates fué encomendada al hierro.</p> - -<p>Antes de que se usara el carro tirado por dos corceles montaban -los guerreros en caballos cuyos frenos dirigían con la mano izquierda -mientras con la derecha peleaban; después de la biga se inventaron la -cuadriga y los carros falcíferos; más adelante, el Cartaginés astuto -adiestró para los combates el torreado elefante de trompa anguina -que soporta las heridas y pone en dispersión á las turbas de Marte: -poco á poco la discordia acumuló medios destructores y la guerra se -hizo cada vez más horrorosa; en ella tomaron parte enfurecidos toros, -crueles jabalíes enseñados para atacar á los enemigos, y aun leones -poderosos usados por los Partos en las avanzadas de su ejército. Esos -terribles<span class="pagenum" id="Page_294">p. 294</span> animales, -sujetos por fuertes frenos y conducidos por hombres convenientemente -armados para moderar la bravura de las fieras, cuando sentían la sangre -humeante se enardecían, dispersaban los ejércitos de un lado y de otro, -sacudían la melena, y, sin que nadie pudiese contenerlos, se lanzaban -á la matanza; entonces los caballos, aterrorizados con los rugidos, -no obedecían al jinete, se revolvían y en carrera desenfrenada huían -hacia el campo enemigo. Las leonas con furia corrían indistintamente de -un ejército á otro, destruían cuanto encontraban á su paso, atacaban -por la espalda á sus víctimas, y después de herirlas y de arrojarlas -á tierra se entretenían en despedazarlas con sus terribles dientes y -sus corvas uñas. Los toros embrocaban y pisoteaban á los jabalíes y -amurcaban á los caballos, á los cuales, todavía después de muertos -embestían con rabia. Los jabalíes, de prolongados colmillos, mataban -á sus propios aliados, y cuando las flechas teñidas en sangre se -quebraban en su cuerpo, con nueva irritación hacían destrozos entre -infantes y caballeros: en vano era que los corceles para evitar las -dentelladas de esas fieras se encabritaran, porque pronto sucumbían -con las extremidades posteriores destrozadas. Aun los mismos brutos -domesticados, cuando se hallaban<span class="pagenum" id="Page_295">p. -295</span> en el foco de la batalla y de la furia, entre lamentos, -gritos, horrores, heridas, estrago, recobraban su olvidada ferocidad, -y sin que nadie pudiera sujetarlos se dispersaban, como vemos que los -elefantes gravemente heridos en las guerras de nuestros días, después -de hacer muchos destrozos en el ejército á que pertenecen, huyen -despavoridos. Así en los tiempos ya pasados sucedió, y así hoy ocurre; -pero creo que los hombres no habrán dejado quizá de presentir y de ver -que tantos desastres producen grandes sufrimientos, no sólo para los -que han sido sus causantes, sino también para las generaciones futuras. -Y puedes creer que este mal no ha de limitarse á nuestro mundo, sino á -todos los mundos formados con vario origen. Tal vez la fiereza revelada -en esas luchas no haya sido inspirada por el exclusivo deseo de la -victoria, sino por el instinto de propia defensa que mueve á hacer el -mayor daño posible al enemigo que fiado en su fuerza amenaza con la -muerte.</p> - - -<p class="verslat">1349. <i xml:lang="la" lang="la">Nexilis antè fuit -vestis, quam textile tegmen...</i></p> - -<p>Vestidos anudados se usaban antes de que fuera inventado el telar; -los tejidos fueron posteriores á la aplicación del hierro, porque las -telas usadas ahora se prepararon con auxilio del hierro, que permitió -la construc<span class="pagenum" id="Page_296">p. 296</span>ción de -instrumentos delicados, tales como el cilindro, las cárcolas, el huso, -el peine y la ruidosa lanzadera.</p> - -<p>La Naturaleza indujo al hombre antes que á la mujer á trabajar la -lana, porque el hombre es más ingenioso y más apto para las artes que -la mujer; pero el agricultor, después de reconvenirse por dedicar su -tiempo á delicadas labores, entregó éstas á su compañera y se reservó -los ejercicios penosos que, después de todo, se acomodaban á la -contextura de sus miembros y de sus manos.</p> - -<p>Igualmente enseñó la Naturaleza en el principio de las sociedades á -hacer las operaciones de siembra y de injerto, porque pudo observarse -que de los árboles caían al suelo semillas que después, en apropiados -tiempos, daban numerosos retoños; también se ensayó el ingerir brotes -de una planta en otra y trasladar los arbustos: de este modo, por -medio de multiplicadas tentativas, el cultivo de los campos se mejoró, -y con las esmeradas labores de las tierras se consiguió ablandar -los frutos salvajes. Los bosques reducidos quedaron á los más altos -montes, al mismo tiempo que por las planicies y colinas se extendieron -los campos cultivados, el prado, el lago, el arroyo, y con pujante -lozanía el trigo, la viña y el verdoso olivar<span class="pagenum" -id="Page_297">p. 297</span> que ocupó las llanuras y montículos. Este -sistema de trabajo por muchos años seguido ha dado vida á esos amenos -lugares que ves llenos de árboles frutales de variedad encantadora.</p> - -<p>Mucho antes de que los hombres supieran con harmonioso acento -entonar versos agradables para el oído, habían intentado imitar con su -voz el suave gorjeo de los pájaros; el céfiro que, al introducirse en -lo hueco de las cañas, silba, guió al hombre para inventar los cálamos -agrestes; la flauta, luego, animada por dedos flexibles y acompañada -por el canto, se usó en las apartadas selvas, en los bosques, en las -sombrías soledades que dieron á los pastores los primeros motivos -musicales para entretener sus ocios, pues indudable es que el tiempo da -ocasión para que se creen las artes que después el ingenio perfecciona. -En estos dulces recreos se entretenían, con ellos alegraban su ánimo -después de haber satisfecho la necesidad de alimentarse, pues todas -las aspiraciones eran entonces muy sencillas: muchas veces, reunidos -los pastores en sitio agradable, tendidos junto á la fuente, bajo -la sombra de un árbol, gozaban del placer más puro, especialmente -cuando la alegre primavera cubría los verdes prados con matizadas -flores; conversaban con ingenuidad, jugaban con<span class="pagenum" -id="Page_298">p. 298</span> inocencia, reían candorosamente y en sus -entretenimientos daban vida á la musa agreste; se adornaban la cabeza -con brillantes coronas de flores y los hombros con guirnaldas; con -rudos piés sin medida ni concierto golpeaban la tierra, madre de -todos, y entre carcajadas se divertían de su propia impericia y se -aconsejaban para dar novedad á sus pasatiempos. En ocasiones, á fin de -estar vigilantes y defenderse del sueño, cantaban con variaciones de -tono y recorrían con los labios á medio cerrar los agujeros del cálamo. -También hoy pasamos distraídos las veladas, y aunque ajustamos nuestros -recreos á reglas de buen gusto no saboreamos con certeza el agrado y -la dulzura de nuestros ratos de solaz en mayor proporción que la gente -rústica de otros días.</p> - -<p>En mucho estimamos lo que está presente, si antes no hemos conocido -algo mejor; pero lo nuevo perjudica á lo antiguo, y cambia las -costumbres; así hemos despreciado el fruto de la encina, el lecho de -hojas secas y el uso de las pieles: también el vestido formado con -restos de fieras fué en su tiempo una extraña novedad, y no me atreveré -á decir que su inventor no fuera objeto de enconada envidia; quizá el -infeliz sucumbiera víctima de la traición de algunos que se apoderaran -de sus despojos teñidos en san<span class="pagenum" id="Page_299">p. -299</span>gre, aunque los asesinos fueran de cierto incapaces para -aprovechar útilmente el fruto de su maldad<a id="FNanchor_72" -href="#Footnote_72" class="fnanchor">[72]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_72"><span class="label"><a -href="#FNanchor_72">[72]</a></span> La amarga ironía de Lucrecio deja -comprender los sufrimientos morales que debería tener por vivir en -lucha contra el convencionalismo religioso de su época.</p> - -</div> - -<p>En aquellos tiempos remotos se luchaba por la posesión de pieles de -animales; hoy se combate por obtener el oro y la púrpura; más culpables -somos indudablemente que nuestros antecesores, porque ellos necesitaban -las pieles para preservarse del frío, y nosotros para ningún objeto de -verdadera precisión utilizamos el oro, la púrpura y los ricos bordados, -ya que para vestirnos serían suficientes las plebeyas telas. ¡Es triste -que la raza humana gaste la vida en contiendas y disgustos motivados -por cosas fútiles, y no ponga freno á la codicia que la corroe, quizá -porque aún no sabe que los goces puros tienen un límite que no se puede -franquear sin peligro! Las vanidades quebrantan la existencia de los -individuos, crean perturbaciones entre los pueblos y originan guerras -que destruyen las sociedades.</p> - - -<p class="verslat">1435 <i>á</i> 1456. <i xml:lang="la" lang="la">At vigiles -Mundi magnum et versatile templum...</i></p> - -<p>El Sol y la Luna, antorchas luminosas que con luz perenne recorren -toda la exten<span class="pagenum" id="Page_300">p. 300</span>sión del -movedizo templo del mundo, enseñan á los hombres que los tiempos se -repiten en constantes estaciones, porque todo en la Naturaleza existe -con sujeción á leyes fijas y con orden invariable.</p> - -<p>Ya el hombre vivía abrigado en sus palacios, ya en la Tierra se -habían constituido las naciones, y el mar era surcado por numerosos -buques, y en vigor había pactos federativos entre los pueblos, cuando -los poetas comenzaron á consignar en versos los hechos pasados; pero -como los elementos de la escritura eran de muy reciente invención, -nuestra Edad apenas conoce de los pueblos antiguos más sucesos que los -indagados por el raciocinio, apoyado en los vestigios existentes.</p> - -<p>Las artes de la navegación, del cultivo de los campos, de las -fortificaciones, de la aplicación de las leyes, de la fabricación -de armas, apertura de caminos, tejidos de telas y otras de igual -utilidad, y también las artes recreativas como la poesía, la pintura -y la escultura, de la necesidad y de la experiencia han sido fruto. -Paulatinamente el tiempo, en oportuna sazón, ha producido inventos -que la industria humana ha mejorado; más adelante las artes se han -concedido mutuo auxilio, y de este modo se elevarán hasta la cumbre de -la perfección.</p> - -<hr class="chap0" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch6"> - <p><span class="pagenum" id="Page_301">p. 301</span></p> - <h2 class="nobreak">LIBRO SEXTO</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Primæ frugiferos fœtus -mortalibus ægris...</i></p> - -<p>La primera ciudad que á los hombres facilitó con abundancia los -frutos de los campos y proporcionó comodidades por virtud de sabias -leyes que supo dictar fué Atenas, de nombre esclarecido, ciudad insigne -que hizo placentera la vida al producir aquel varón ilustre, nacido -solamente para anunciar verdades, el cual, aunque fallecido ya hace -mucho tiempo, como recompensa por las investigaciones divinas que hizo -y divulgó conserva su gloria hasta los cielos elevada. Ese genio, -cuando vió que los hombres, aun con el uso de muchas cosas originarias -de satisfacciones, riquezas, honores, grandezas, reputación distinguida -transmisible á los descendientes, llevaban el corazón á duras penas -reducido y el ánimo sujeto á esclavitud<span class="pagenum" -id="Page_302">p. 302</span> de tristes incertidumbres, pensó que el mal -no estaba en las cosas, sino en el hombre mismo, es decir, no en el -líquido, sino en el vaso, que por estar envenenado corrompe todo lo que -en él se vierte, ó que nunca se llena por ser excesivamente permeable, -ó que da ingrato sabor á su contenido por estar manchado interiormente. -Con sanas verdades empezó á limpiar el corazón de los seres humanos; -encerró la codicia y el temor de éstos en reducida esfera; hizo -conocer en qué consiste el sumo bien á que todos podemos aspirar y -el camino que á su posesión en línea recta nos lleva; investigó la -causa de los males que los hombres sufren; explicó los motivos de que -todas las personas, según sus peculiares condiciones, estén sujetas á -contingencias engendradas necesariamente por la Naturaleza y atribuidas -por necedad al acaso ó á la fortuna; hizo patente el medio libertador -de todas las preocupaciones, y mostró al género humano cuán vanos y -fútiles son los temores que inquietan el pecho. Como niños que de -todo tienen miedo por la noche, así nosotros durante el día nos vemos -rodeados por ilusorias sombras y fantasmas vanos que no se disipan con -el rayo solar ó con la luz diurna, pero que se desvanecen mediante el -uso de la razón tranquila y el estudio reflexivo de la Naturale<span -class="pagenum" id="Page_303">p. 303</span>za<a id="FNanchor_73" -href="#Footnote_73" class="fnanchor">[73]</a>: investiguemos con -perseverancia sus arcanos.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_73"><span class="label"><a -href="#FNanchor_73">[73]</a></span> Hay aquí siete versos del -canto <span class="smcap">II</span>, repetido también en el <span -class="smcap">III</span>.</p> - -</div> - -<p>Y como ya he demostrado que el mundo es perecedero, que el cielo -ha tenido principio y que los cuerpos todos por cuanto nacieron han -de caer en disolución, escucha, pues, el resto de mi discurso, ya -que he limpiado de estorbos mi camino y tengo la esperanza de poder -recorrerlo con mi carro victorioso. En presencia de los fenómenos que -se desarrollan en el Cielo y en la Tierra, los hombres, sobrecogidos -por el temor, con ánimo humillado han creído en dioses, y ante la -fingida representación de éstos se han postrado, porque la ignorancia -de las causas de los fenómenos les ha permitido pensar que todo lo -existente podía estar sometido al imperio de seres arbitrarios y -que todo lo que no se podían explicar era obra de númenes. Aquellos -mismos que están convencidos de que los dioses por nada se preocupan -y de que todas las cosas de la Naturaleza se realizan dentro de -un orden invariable, cuando los ojos levantan para contemplar las -etéreas regiones vuelven á caer en superstición religiosa y admiten la -existencia de tiranos á los cuales ¡míseros! atribuyen supremo y<span -class="pagenum" id="Page_304">p. 304</span> despótico poder para -repartir á su capricho el bien y el mal, porque ignoran las condiciones -de lo que puede ser y de lo que no puede ser, y los límites en que toda -energía se encierra: este error fundamental trasciende á toda la esfera -de su pensamiento. Si no apartas de tu mente esas ideas, si no crees -que tales cuidados son impropios de los dioses é incompatibles con la -paz de que gozan, tendrás presentes sus imágenes en todo momento, no -porque pura substancia de dioses pueda ser de enconos susceptible y de -entretenerse en preparar crueles castigos, sino porque tú mismo, si -crees que hay dioses movidos por resentimientos, no tendrás un instante -de paz, no entrarás sosegado en los templos, y los simulacros de sus -cuerpos santos como nuncios de sus divinas formas, á ti no llegarán -sin que la inquietud y el temor te agiten. De este proceder ¡qué vida -tan triste se origina! Aunque en servicio de la razón he expuesto ya -muchas verdades, me restan por declarar otras de las que te hablaré en -pulidos versos, con especialidad referentes á los fenómenos del Cielo. -Trataré, pues, de los efectos de las tempestades y del rayo, para que -te abstengas de considerar el Cielo dividido en partes, y de indagar -cuál es la que dió origen al fuego, dónde estaba éste escondido, -la manera cómo pudo rasgar<span class="pagenum" id="Page_305">p. -305</span> las capas del espacio y salir de ellas sin hallar obstáculo, -efectos que sólo puede atribuir á seres imaginarios el que desconoce la -causa de que proceden. Y para que pueda llegar felizmente al término de -mi carrera, muéstrame el camino que debo recorrer, hábil Musa Calíope, -recreo de los hombres y encanto de los dioses, pues si tú me guías -ganaré corona insigne de alto aprecio.</p> - - -<p class="verslat">95. <i xml:lang="la" lang="la">Principio Tonitru -quatiuntur cærula Cœli...</i></p> - -<p>El cerúleo firmamento es perturbado con ruidoso trueno cuando nubes -impelidas por contrarios vientos se mueven en las altas regiones del -aire y chocan entre sí: el sonido, sin embargo, no parte del sitio en -que sereno el Cielo se muestre; allí donde las nubes se condensan y -se amontonan es donde se engendra el estampido redoblante del bronco -trueno. Las nubes son cuerpos cuya densidad es extraordinariamente -menor que la de la madera ó de las piedras, pero mayor que la de -la nieve y la del humo, como lo hace patente el hecho de que no se -rinden bajo su propia gravedad como ceden las piedras, y reunen en sí -materiales para la formación del granizo y de la nieve, que el humo no -podría contener.</p> - -<p>Unas veces en la ilimitada extensión del espacio producen las nubes -ruido semejante<span class="pagenum" id="Page_306">p. 306</span> al -que ocasionan en los teatros los fluctuantes paños pendientes de las -vigas y columnas de esos edificios; otras veces lo mismo que si fuesen -rotas violentamente por los vientos crepitan como tenues láminas que -se rasgan, y éste es el crujido propio de los truenos, ó como hojas -de papiro que vuelan llevadas por el viento, ó como ropas colgadas -sacudidas por el vendaval; también algunas veces no chocan las nubes -unas con otras, sino corren juntas en la misma dirección y se tropiezan -y rozan con ruido seco y prolongado que lastima nuestro oído y dura -hasta que se desenlazan.</p> - -<p>También ocurre otro fenómeno que origina fragoroso estruendo -bastante para ocasionar un horrible temblor en todo el mundo, como si -los fundamentos de éste se derrumbaran por tan violenta acción: cuando -una corriente de viento huracanado se halla contrariada y envuelta -por las nubes, pretende escapar de la prisión, forma torbellinos que -desarrollan mayor energía mientras más obstáculos encuentran en las -nubes, y, por último, en éstas el viento abre una salida por donde huye -precipitadamente con atronador ruido. Y no debe sorprender este hecho, -cuando vemos que el aire contenido en una vejiga que de repente se -rompe, al salir de ella causa una explosión atronadora.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_307">p. 307</span>Hay otra razón que -explique el fuerte ruido que ocasiona en las nubes el viento impetuoso: -vemos que muchas veces se muestran como divididas en forma arborescente -y tal vez entonces produzca el viento en ellas un resultado parecido -al que origina en las ramas y las hojas de un espeso bosque. También -los vientos pueden acometer de frente y con violencia á las nubes hasta -romperlas; pues podemos comprender que su ímpetu en las altas regiones -sea muy enérgico si tenemos en cuenta que en las capas inferiores ha -de ser más moderada, y no obstante, descuaja los árboles. Nubes hay, -además, acumuladas á manera de ondas que al separarse batidas por el -viento braman horrísonas como río desbordado que halla obstáculos á su -paso, ó como el Océano agitado por una tempestad.</p> - -<p>También en ocasiones el fuego del rayo caerá de unas nubes en otras, -y si estas últimas contienen extraordinaria cantidad de vapor acuoso, -aquél se extinguirá con estruendo, así como el hierro incandescente -arrojado al agua en el momento en que extraído es de la forja se -apaga con estridente chirrido; pero si el rayo cae en nube seca ésta -se inflamará con estrépito, lo mismo que monte laurífero en que se -prenda fuego animado por torbellinos de viento impetuoso;<span -class="pagenum" id="Page_308">p. 308</span> porque no hay combustible -que arda en llamas voraces con más crepitante ruido que el délfico -laurel á Febo consagrado.</p> - -<p>Muchas veces el hielo y el granizo se forman cuando el viento -condensa, empuja y amontona las nubes, las cuales en este caso -ruidosamente se deshacen en lluvia congelada.</p> - -<p>El relámpago se produce mediante la inflamación de moléculas de -fuego procedentes de contrarias nubes; y puede cualquiera representarse -este fenómeno si observa que del choque violento del hierro ó de una -piedra contra otra piedra surgen chispas que brillan á distancia: -aunque el relámpago y el trueno son simultáneos, llega á nuestra vista -el fenómeno óptico antes que á nuestro oído el fenómeno acústico, -porque la marcha de las ondas luminosas es mucho más rápida que la de -las ondas sonoras; y de esta verdad puedes convencerte si observas -desde lejos el trabajo del podador que corta las ramas inútiles de un -árbol, pues verás el ademán del golpe antes que oigas el sonido que -éste ocasione, y de igual modo y por la misma causa ves el relámpago -antes de que oigas el trueno.</p> - -<p>Otra explicación puede también darse del relámpago que las nubes -colora con luz trémula durante la tempestad: cuando el vien<span -class="pagenum" id="Page_309">p. 309</span>to se introduce en cualquier -nube y mediante agitación continua llega á abrir en el centro de -ella una salida como hace pocos momentos he dicho, en su vertiginosa -movilidad se inflama, porque, según puedes comprobar, todo cuerpo que -en virtud del movimiento alcance una temperatura muy elevada arde; y -aun una bala de plomo se funde cuando voltea por un largo trayecto. -Entonces el aire comprimido, al romper la nube obscura, con estrépito -se desparrama convertido en relámpagos cuyos fulgores ofuscan la -vista; el estruendo atronador llega al oído algún tiempo después que -la luz haya impresionado los ojos, pero tales fenómenos suponen una -aglomeración de nubes impelidas con violencia.</p> - - -<p class="verslat">184. <i xml:lang="la" lang="la">Nec tibi sit fraudi, -quod nos infernè videmus...</i></p> - -<p>Pero no te engañes en el juicio que formes de las nubes, y considera -que desde aquí vemos su longitud y su anchura pero no su volumen -ni la distancia á que se hallan de nosotros; hay que representarse -las nubes como si fuesen masas enormes parecidas á montañas que se -transportaran de un lado á otro por el ímpetu de los vientos, ó se -acumulasen y comprimiesen en las alturas cuando el aire está encalmado: -podrás de este modo tener idea de la importancia de sus moles en<span -class="pagenum" id="Page_310">p. 310</span> las cuales aparecen huecos -que semejan cavernas abiertas en las rocas aéreas: aquellas cavidades -son ocupadas por el viento engendrador de tempestades, el cual, como -si no pudiera permanecer encerrado ruge amenazador á manera de fiera -cautiva, corre en todas direcciones, produce dentro de las nubes -espantosos ruidos, se traslada de una parte á otra, extrae chispas de -fuego del lugar en que se halla, las reune, y en los cóncavos hornazos -las agita hasta que rompe la nube y escapa con brillantes ráfagas de -luz.</p> - -<p>También el relámpago con su color dorado y su velocidad -extraordinaria dirigida hacia la Tierra podrá originarse de la -substancia formativa de las nubes que estará mezclada con elementos -ígneos, si bien cuando las nubes están secas y tienen el color y el -brillo de la llama deben ese aspecto á la luz del Sol que las colora -y les comunica alguna parte del fuego que el astro luminoso esparce. -Después, cuando el viento reune las partículas de fuego dispersas y -comprime las nubes, aquellas partículas se escapan y presentan los -colores brillantes de la llama.</p> - -<p>Y aun solamente la rarefacción de las nubes puede originar la -formación del relámpago, porque el viento, al separarlas y disolverlas, -de ellas deriva los elementos ca<span class="pagenum" id="Page_311">p. -311</span>paces de producir fulgores; pero en este caso el destello que -se engendra no va acompañado por terrorífico tumulto.</p> - - -<p class="verslat">216. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, quali -naturâ prædita constent...</i></p> - -<p>Los efectos del rayo dan á conocer la naturaleza de éste: la -violencia que lleva en su caída, el destrozo que ocasiona en los -cuerpos con que choca, el vapor sulfúreo de que satura la atmósfera por -el sitio que recorre, son indicios de fuego y no signos de viento ni de -agua. Al caer incendia los tejados de las casas y luego la llama que -en ellos se levanta quema los edificios: en la Naturaleza se forma el -rayo de los más sutiles elementos ígneos existentes, los cuales fuerza -tienen bastante para que nada los pueda resistir; el rayo atraviesa, -como el sonido, los más sólidos muros, traspasa los metales, funde -instantáneamente el oro y el bronce, impresiona de tal modo los vasos -llenos de vino, que obliga á éste á disiparse porque las paredes de la -vasija se relajan, sus poros se agrandan y por ellos los elementos del -vino se escapan fácilmente, efecto que no podría seguramente producir -el Sol en el espacio de muchos años; ¡tanto en potencia calórica y en -actividad el rayo excede al Sol!</p> - -<p>Ahora, acerca de la formación del rayo y<span class="pagenum" -id="Page_312">p. 312</span> del ímpetu con que destroza de un solo -golpe las torres, arruina los edificios, arranca techos y vigas, -desmocha y demuele monumentos levantados por los hombres, deja exánimes -á éstos, mata ganados y hace otras cosas de este género, voy á hablar; -y sin detenerme en promesas entro desde luego en el asunto.</p> - -<p>En las nubes amontonadas y condensadas allá á grandes alturas se -forma el rayo; así es que no hay motivo para recelar de él ó temerlo -cuando el Cielo está sereno ó ligeramente intranquilo; y la experiencia -nos lo testifica: pero cuando las nubes se ennegrecen y se acumulan en -toda la extensión de la atmósfera, crecen las tinieblas, el aqueronte -llena todas las cavidades del Cielo, pavorosa noche nos llena de temor -y el miedo nos embarga, entonces la tempestad se prepara y el rayo -comienza á formarse.</p> - -<p>Negra nube se resuelve en copiosa lluvia como río de pez del -cielo descendido que en abundantes ondas al mar se precipita; allá á -distancia densas tinieblas se extienden acompañadas por tempestades, -y con ellas, rayos, huracanes, fuegos, terribles remolinos, y en la -Tierra las gentes asustadas, transidas de temor, buscan refugio en sus -casas; debemos creer que el volumen de las nubes que por encima de -nosotros se forma<span class="pagenum" id="Page_313">p. 313</span> es -tal que deja la Tierra á obscuras y con su extraordinaria mole tapa -la luz del Sol: en la Tierra no caería tan enorme cantidad de agua, -bastante para llenar los campos y los ríos, si la etérea región no -hubiera sido invadida por las nubes.</p> - -<p>Todo, pues, está lleno de elementos ígneos y aéreos, y por este -motivo en todas partes se oyen roncos truenos y se ven los esplendores -del relámpago, pues según ya te he dicho, elementos innumerables -de fuego que se dilatan y se encienden con el Sol, llenan algunas -cavidades de las nubes, y cuando el viento empuja á éstas, las arroja -unas sobre otras y las oprime, también segrega de ellas una cantidad -de corpúsculos de fuego, con los cuales se confunde: así el huracán -estalla y en fragua ardiente el rayo se forja.</p> - -<p>El viento se inflama de uno de estos dos modos: ó bien por causa de -la rapidez con que se mueve, ó bien porque roza con el fuego; cuando -este hecho ocurre, ya por causa de su propio movimiento, ya por el -contacto del fuego, el rayo se completa, rasga las nubes desde la parte -alta á la inferior, esplendor instantáneo ilumina el cielo con luz -sulfúrea que deslumbra á los mortales, y con rudo estruendo el trueno -ruge como si la bóveda celeste se derrumbara sobre la Tierra; una -trepidación sacude nuestro glo<span class="pagenum" id="Page_314">p. -314</span>bo, y por todo el espacio en repercusión repetida se -transmite el estruendo, propagado por las nubes en contacto: sigue -fuerte aguacero, como si el Cielo se deshiciera en lluvia, ó como si un -nuevo diluvio sobre nosotros viniera; ¡tanto es el terror que producen -el soplar furioso del viento, el rasgarse de las nubes, el correr -impetuoso del encendido rayo!</p> - -<p>Puede ocurrir que una corriente de aire en su rápida carrera -encuentre una voluminosa nube poseedora del rayo, la rompa con su -violencia, y de este modo abra libre paso á un torbellino de fuego al -que llamamos rayo en nuestra lengua. Y sucesivamente acontecerá lo -mismo con otras nubes al impulso de los vientos.</p> - -<p>También puede suceder que el viento, desprovisto de calor durante -su carrera, se inflame después de perder en su curso partículas -groseras que en sí contenga y no puedan atravesar las auras, y después -de apropiarse elementos ígneos que mezclados á los de su propia -composición produzcan fuego; como vemos que acontece con los cuerpos -glandiformes de plomo lanzados con violencia á largas distancias y -que en su veloz marcha dejan elementos fríos, y de otros cálidos se -apoderan.</p> - -<p>Quizá la violencia de mismo choque ex<span class="pagenum" -id="Page_315">p. 315</span>cite el fuego, aun cuando en su primer -impulso esté frío el viento, ya que éste por su propio ímpetu puede -producir moléculas de fuego y extraerlas, además, de otro cuerpo con -el que se ponga en contacto: de igual modo que de un pedernal golpeado -con hierro se arrancan chispas, y aun cuando el metal se halle frío -el choque es suficiente para que de él broten ígneas partículas, así -también el impulso de los vientos podrá ser bastante para que los -objetos que reciban su acción se inflamen si contienen moléculas -apropiadas. Sería una temeridad el decir que el viento, capaz de -recorrer inmensas distancias, por su propia naturaleza ha de ser -necesariamente frío; aunque no se inflamara en su curso, al término de -su carrera debería llegar, cuando menos, entibiado por el calor.</p> - - -<p class="verslat">320. <i xml:lang="la" lang="la">Mobilitas autem fit -fulminis, et gravis ictus...</i></p> - -<p>La velocidad del rayo, la potencia que desarrolla en su caída y la -rapidez con que ejerce su acción provienen de la energía natural de -sus elementos desde que se asociaron en el seno de la nube, energía -aumentada y desenvuelta en su lucha con el medio vaporoso en que -se hallaron: cuando la nube no puede resistir el redoblado empuje -que sobre sus paredes internas ejerce el fuego destructor,<span -class="pagenum" id="Page_316">p. 316</span> abre una salida por donde -el rayo se escapa como piedra lanzada por la catapulta.</p> - -<p>No debe olvidarse que los elementos componentes del rayo han de ser -muy fríos y muy diminutos y sus efectos irresistibles supuesto que se -introducen por todas partes; no hay nada capaz de contener su marcha; -pero todos los cuerpos más pesados que el aire tienden á caer, y si á -esa propiedad se añaden los efectos de la impulsión, se comprenderá que -el rayo, mientras desciende, aumente su velocidad como si aumentara -su peso: de esta manera es fácil de explicarse que aquel meteoro con -energía poderosa destruya todos los obstáculos que para su marcha -encuentre en su camino.</p> - -<p>Además, como la velocidad de los cuerpos que caen aumenta en -proporción al espacio recorrido, y el ímpetu de ellos crece á medida -que se hace mayor su velocidad, es evidente que el choque de esos -mismos cuerpos, de grandes alturas procedentes, ha de ser muy enérgico, -porque durante su carrera habrán logrado agregar á su masa muchos -elementos dispersos. Por consiguiente, el rayo podrá asimilarse del -aire, durante su descenso rápido, algunos principios que aumenten su -potencia y su velocidad. Conviene recordar que hay algunos cuerpos -que permanecen incólumes á la acción del<span class="pagenum" -id="Page_317">p. 317</span> rayo, pues como éste es fuego, se abre -su camino por los más imperceptibles poros y sólo destruye aquellos -cuerpos formados de moléculas que no se descomponen fácilmente y -reciben el choque de la exhalación: el bronce bajo su acción se funde -sin resistencia y el oro se liquida porque son metales compuestos de -cuerpos simples cuyos apretados lazos se desatan mediante la influencia -del calor.</p> - -<p>Las regiones aéreas y la Tierra son frecuentemente agitadas por -fúlgidos fuegos en el otoño y durante los floridos y alegres días de la -primavera. No hay en el invierno condensación de calórico; no hay en el -estío vendavales ni acumulación de nubes; y en cambio en las estaciones -medias se reunen todas las condiciones apropiadas para la formación del -rayo: el calor y el frío se presentan en lucha, entablan discordia, -originan corrientes impetuosas de los aires y producen tormentas: la -primavera es la transición del frío al calor, ó bien el período en que -el frío y el calor combaten; el otoño, que es también la transición del -calor al frío, igualmente es otra época de lucha entre aquellos dos -estados de la temperatura; por ese motivo ambas estaciones se llaman -de guerra del año; y si épocas de guerra son, no ha de extrañarse que -en ellas los<span class="pagenum" id="Page_318">p. 318</span> rayos y -las borrascas perturben el espacio como consecuencia de la discordia -etérica mantenida por el fuego de un lado, y de otro por los vientos y -las nubes.</p> - - -<p class="verslat">376. <i xml:lang="la" lang="la">Hoc est igniferi -naturam fulminis ipsam...</i></p> - -<p>Cuando se indaga sin prevenciones es fácil conocer las causas del -ignífero rayo y sus efectos; pero nada se aprende con las inútiles -canturías del fanatismo tirreno que pretende averiguar intenciones -de misteriosos númenes mediante la observación de la llama del fuego -y de la forma con que el rayo penetra en el muro y sale de él por el -opuesto lado, y aun supone vaticinar lo porvenir por las circunstancias -concurrentes en aquel meteoro.</p> - -<p>Porque si es Júpiter ó cualquiera de los otros dioses el autor del -terrorífico estruendo que hace temblar la bóveda celeste y de los -rayos que por todas partes caen, ¿por qué estos últimos no se dirigen -contra los criminales que impunemente cometen infamias sin que el fuego -divino les traspase el pecho, castigo que serviría de ejemplaridad -para los mortales, y en cambio el hombre justo que nunca ha hecho el -menor daño y no tiene falta alguna que expiar se encuentra muchas veces -envuelto en llamas y devorado<span class="pagenum" id="Page_319">p. -319</span> por el fuego del Cielo? y ¿por qué en ocasiones caen los -rayos en lugares desiertos y se pierde su acción? ¿será para que se -ejerciten y den luego certeros golpes? y ¿por qué el Padre divino se -ha de entretener en disparar dardos que se embotan en la tierra y no -los reserva para lanzarlos contra sus enemigos? ¿por qué el mismo -Júpiter jamás en tiempo tranquilo fulmina rayos ni produce truenos? -¿acaso condensa las nubes para bajar en ellas y disparar sus dardos con -más certera puntería? entonces ¿para qué los hace caer algunas veces -en el mar y con ellos traspasa las ondas, líquido insensible, cuerpo -acuoso?</p> - -<p>Pero si quiere que precavidos evitemos el rayo ¿por qué no permite -que los hombres lo vean cuando es lanzado? Y si quiere sorprendernos -desprevenidos ¿por qué lo arroja en ocasiones en que podemos evitarlo? -¿por qué permite que se extienda la obscuridad y haya estruendos -y ruido precursores? ¿Y puedes creer que al mismo tiempo dispare -rayos con direcciones diversas, ya que es conocido el hecho de que -simultáneamente caigan en distintos sitios? Luego, indudablemente, la -misma razón hay para que á diferentes lugares bajen rayos al mismo -tiempo como para que llueva á la vez en varias regiones.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_320">p. 320</span>Finalmente, ¿qué -argumentos serán bastantes para justificar la resolución de los -númenes, si de ellos depende que el rayo destroce templos, soberbios -edificios que para honra suya fueron erigidos, y caigan por tierra sus -primorosas estatuas, destinadas exclusivamente para su culto? ¿por qué -especialmente ataca el rayo las alturas, según puede comprobarse por -los vestigios que de ellos siempre se encuentran en la cima de las -montañas?</p> - -<p>Por lo expuesto fácil es comprender la formación de los torbellinos -ígneos que desde las nubes al mar descienden, y á los cuales dieron los -Griegos el nombre de serpientes de fuego, por su aspecto; figuran á -veces columnas que parecen poner en comunicación las nubes y los mares -y se ven rodeados de numerosas olas movidas por viento huracanado; -los buques sorprendidos por el meteoro corren grave peligro: cuando -la violencia del viento no es bastante para romper las nubes que lo -envuelve, se extiende poco á poco hacia la parte inferior en forma -de columna que descansa en el mar, ó como una masa que mediante la -tensión conseguida por un brazo poderoso, desde las nubes llegara -hasta las olas y por ellas se esparciera. Cuando el viento consigue -penetrar en la nube con ella desciende y se in<span class="pagenum" -id="Page_321">p. 321</span>troduce en las olas, que se agitan y -revuelven horriblemente; la nube lo sigue en todos sus movimientos -y cuando la masa que ambos forman se apodera del Océano, levanta -espantoso huracán en el cual parece que el mar hierve con estrépito -extraordinario.</p> - -<p>Pero también ocurre que el torbellino del viento después que -contribuye para que en los aires se junten los elementos que forman la -nube, en ésta se envuelve, y en la Tierra forma una columna como la -tromba marina: la nube cuando llega hasta las planicies se resuelve en -huracán terrible, en viento fuerte que todo lo arrasa á su paso: verdad -es que en la Tierra son raros estos meteoros porque las montañas oponen -á los vientos innumerables obstáculos, en tanto que son frecuentes en -los mares porque su plana superficie deja á los vientos campo libre.</p> - -<p>Se forman las nubes cuando muchos cuerpos ásperos que vuelan -diseminados por la región del Cielo se asocian de repente, y á pesar de -su débil ligadura forman un tejido apretado. Al principio constituyen -solamente ligeras nubes, pero éstas se reunen, se estrechan, -se acumulan, é influidas por la acción del viento producen una -tempestad.</p> - -<p>Observa, además, que mientras más ele<span class="pagenum" -id="Page_322">p. 322</span>vadas son las montañas, más obscurecida -con una especie de vapor amarillento se nos presenta su cima, sin -duda porque las nubes en el primer momento de su formación no son -para nosotros perceptibles hasta que el viento las condensa; y cuando -se reunen en número considerable, se aglomeran y desde los húmedos -vértices de las montañas se elevan y se extienden por las aéreas -planicies; la razón nos hace, por tanto, comprender que son más -ventosos los sitios más elevados, y fácilmente podemos comprobar la -verdad de este aserto si ascendemos á elevados montes.</p> - -<p>De la amplia superficie de los mares la Naturaleza segrega un -crecido número de corpúsculos, como lo testifica la saliginosa humedad -que se apodera de los trajes colocados en la playa: esos cuerpos -que del mar proceden en forma de vapores también contribuyen á la -composición de las nubes; de la misma sangre se desprende vapor acuoso; -de los ríos y de la Tierra surgen emanaciones cálidas que se elevan, -invaden el Cielo y forman espesas nubes que por las ondas etéreas son -impelidas para abajo y condensadas, y de esto modo el azul del Cielo -queda obscurecido.</p> - -<p>Puede también suceder que partículas propias de nubes y tempestades -vengan de otros<span class="pagenum" id="Page_323">p. 323</span> -mundos para reunirse á las del nuestro; pues ya he demostrado que los -cuerpos simples son innumerables, que son eternos, y que dotados están -de suma agilidad, condición esta última por la cual en poco tiempo -recorren un dilatado espacio: no te sorprenderá seguramente, el hecho -de que las tempestades se desaten y las tinieblas se extiendan, desde -el lugar en que empiezan á condensarse por las tierras llanas, por los -montes y por el mar, supuesto que los elementos encuentran expeditas -las entradas y las salidas por la mediación del fluido etéreo que forma -para las moléculas aéreas como una especie de canales conductores.</p> - - -<p class="verslat">492. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quo pacto -pluvius concrescat in altis...</i></p> - -<p>Ahora intento explicarte el fenómeno de acumulación de vapores en -las altas nubes y la manera de condensarse y formar las lluvias que -riegan toda la superficie de la Tierra. Observa primeramente que de -los cuerpos terrestres se desprende vapor acuoso que unido con otras -materias apropiadas forman las nubes con las cuales crecen de modo -parecido á lo que sucede en nuestro organismo, en el que al mismo -tiempo que los miembros crecen, también aumentan los elementos del -sudor, de la sangre y de otros humores: las emanaciones del mar en -cantidad<span class="pagenum" id="Page_324">p. 324</span> considerable -llevadas por el viento, como vemos que algunas veces suben movidos -por el aire pequeños flequillos de lana, constituyen las nubes en -unión con los vapores de los ríos, y de otros muchos corpúsculos de -agua provenientes de varios sitios: cuando los vapores acumulados se -condensan por el soplo de los vientos, se desvanecen en lluvia, ora -por la presión que el aire sobre ellos ejerce de continuo, bien porque -el mismo peso de los vapores condensados aumenta la gravitación de las -nubes y determina las lluvias.</p> - -<p>Pero cuando la acción del aire ha separado mucho las nubes, por -efecto del calor del Sol, la lluvia es simplemente como una destilación -parecida á la que se nota en la cera, cuando impresionada por el fuego -se deshace en gotas: el fuerte aguacero sobreviene cuando á la gravedad -propia de los vapores condensados se une la presión y el ímpetu -iracundo de los irritados vientos que obran sobre las masas de agua.</p> - -<p>Si muchos elementos de agua en las nubes se congregan, la lluvia -es muy pertinaz, y, mientras cae, los hombres se ven obligados á -permanecer largo tiempo refugiados en las casas, especialmente si -en una región se amontonan voluminosas nubes procedentes de varios -lados y si la Tierra por medio<span class="pagenum" id="Page_325">p. -325</span> de los vapores restituye á la atmósfera la humedad que de -ella recibe y á medida que la recibe.</p> - -<p>Cuando en días tempestuosos los rayos solares se hallan en oposición -á las nubes que se deshacen en lluvia, del fondo obscuro de la -atmósfera se destacan los colores del arco iris. Y cuanto á los otros -meteoros que en las alturas se ofrecen y tienen relación con las nubes -y los vientos, como las nieves, el granizo y el hielo que las aguas -endurece y con frecuencia anula el ímpetu de veloces ríos, fácil es por -sus efectos determinar sus orígenes, especialmente cuando se conocen -las propiedades de los elementos simples y por ellas el poder que éstos -desarrollan.</p> - -<p>Ahora escucha mis razonamientos acerca del origen de los terremotos: -sin duda la Tierra es interiormente lo mismo que en el exterior, y -así como en la superficie suya hay vientos, cavernas, lagos, lagunas, -precipicios y rocas, también se hallarán en el seno de la Tierra: ríos -internos habrá en gran número, los cuales con su impetuosa corriente -arrastrarán sumergidas rocas; y razonable es afirmar que cosas iguales -dondequiera que se hallen han de parecerse.</p> - -<p>Admitidas como conformes á la realidad estas ideas, se comprenderá -que la Tierra sufra estremecimientos cuando se derrum<span -class="pagenum" id="Page_326">p. 326</span>ben en su seno enormes -cavernas abatidas por la acción del tiempo: montañas que en lo interior -de la Tierra se desploman han de producir profundos sacudimientos que -en lo exterior se dejen sentir como temblores á veces espantosos: -de igual manera un carro aunque no sea muy pesado hace tremer los -edificios de las calles por donde pasa, y lo mismo acontece cuando -brioso caballo arrastra una carroza cuyas ruedas están férreamente -guarnecidas.</p> - -<p>Quizá masa enorme de tierra por la vejez quebrantada caiga en -depósito de aguas subterráneo y con su caída ocasione á la Tierra un -movimiento de trepidación; como vemos que un vaso lleno de agua agitada -vacila y no queda inmóvil hasta que el líquido en él contenido entra en -reposo.</p> - -<p>Cuando el viento reunido en los profundos subterráneos hacia un -lado se acumula con todas sus fuerzas y con toda su violencia, la -Tierra oscila en igual dirección; y los edificios que sobre ella se -encuentran, igualmente se inclinan tanto más cuanto más elevados sean; -amenazan ruina; pierden la línea vertical: los hombres ante aquellos -indicios temen sucumbir y que la Naturaleza no pueda ya contener la -demolición del mundo. Y con efecto, si los vientos no necesitaran -reponerse, nada habría capaz de refrenar<span class="pagenum" -id="Page_327">p. 327</span>los y nada sería suficiente para evitar -sus destructores efectos; pero como unas veces se contraen y otras se -dilatan, no siempre los peligros se convierten en funestas realidades; -la Tierra se levanta después de haberse inclinado; pierde el -equilibrio, pero pronto lo recupera por su propio peso. De esta manera -se explica que los edificios vacilen más cuanto más elevados son, hasta -el punto de que los más bajos apenas sienten las trepidaciones del -suelo.</p> - -<p>Algunos temblores pueden ser ocasionados por vientos súbitos, -impetuosos, que soplan en la superficie de la Tierra; pero otros son -producidos por grandes masas de aire que se acumulan en cavernas -subterráneas, donde se agitan de mil maneras hasta que abren en la -corteza terrestre una salida que se convierte en un abismo: así fueron -destruidas la fenicia Sidón y Egina del Peloponeso: innumerables -ciudades han sucumbido en grandes terremotos; muchas otras con todos -sus habitantes han sido también sorbidas por los mares. Pero si el -viento permanece en lo interior de la Tierra, con furioso ímpetu -penetra por todas las cavidades que en ella existen y origina fuertes -movimientos sísmicos: de modo parecido á éste el frío que penetra en -nuestro cuerpo se introduce en nuestros miembros todos y tem<span -class="pagenum" id="Page_328">p. 328</span>blor convulsivo nos produce -aun contra nuestra voluntad. Durante los terremotos, los moradores de -las ciudades, embargados por el miedo, temen que debajo de sus piés y -encima de su cabeza la muerte amenazadora se presente: creen que va á -hundirse el techo de sus casas y que la Naturaleza de un solo golpe -va á desquiciar el mundo para henchir con sus despojos los abiertos é -insaciables abismos. Y aun cuando tales temerosas gentes creen que el -Cielo y la Tierra son incorruptibles y destinados, por consiguiente, á -vida eterna, la presencia del peligro hace vacilar su fe y lleva á su -alma el temor de que en la Tierra se abran cavernas profundas en las -que el mundo entero se precipite y la Naturaleza de este modo quede -convertida en montón informe de ruinas.</p> - - -<p class="verslat">605. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ratio reddunda, -augmen cur nesciat æquor</i>...</p> - -<p>Debo ahora explicar de qué depende que el mar nunca aumente su -volumen: causa, en efecto, sorpresa á primera vista, la consideración -de que el caudal de aguas que en él penetra, ya procedente de ríos -numerosos, ya de tempestades, ora de lluvias, ora de manantiales, no -determine crecimiento en el Océano; pero se desvanece la admiración -cuando se observa que todas esas masas líquidas que en el mar se -pierden con relación<span class="pagenum" id="Page_329">p. 329</span> -á la importancia de éste son como una gota imperceptible.</p> - -<p>En cambio, el calor del Sol evapora del mar una cantidad de agua no -pequeña; y si los rayos solares pronto dejan secos los vestidos mojados -sometidos á su influencia, ¿cuál no será el efecto que produzcan en -toda la dilatada extensión de los mares? Hemos, pues, de pensar que -el Sol, aunque débil se muestre, por más que en cada sitio del mar -produzca escasa evaporación, en el total del Océano ha de causar -enormes pérdidas.</p> - -<p>También los vientos que barren toda la superficie de los mares -han de arrebatar á éstos alguna parte de su caudal: pues observamos -que durante una sola noche con su fuerte soplo secan los encharcados -caminos y endurecen el barro acuoso.</p> - -<p>Te he informado igualmente de que las nubes se apoderan de una -cantidad de agua del mar, con la cual riegan todas las tierras cuando á -impulso de los vientos se deshacen en lluvias.</p> - -<p>Y, por último, si la tierra es un cuerpo innegablemente poroso -y está en contacto con el mar, éste recibe de aquélla tributos -que reponen su caudal; también da á la tierra aguas que, bien por -filtraciones, bien por retrocesos abundantes, en los manantiales se -acumulan, y ya purificadas suben á la super<span class="pagenum" -id="Page_330">p. 330</span>ficie y corren por los cauces que les -facilitan paso.</p> - - -<p class="verslat">637. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ratio quæ sit, -per fauces montis ut Ætnæ</i>...</p> - -<p>Ahora me propongo inquirir la causa de que el Etna por sus -espantosas fauces arroje torbellinos de fuego: no creas que la terrible -tempestad ardiente que abrasó los sicilianos campos fuese prevista por -los pueblos vecinos y que éstos después de contemplar el Cielo envuelto -en amenazadoras llamas y torbellinos de humo que henchían el espacio y -con sus horrores presagiaban una próxima ruina esperasen, aunque llenos -de temor, los sucesos que la Naturaleza les deparara.</p> - -<p>Á fin de que puedas comprender esos fenómenos, será necesario que -estudies todo el orden natural en sus múltiples manifestaciones, que -medites reposadamente acerca de la Suma de todas las cosas y consideres -que la inmensidad del Cielo es apenas una partícula del Universo, como -el hombre es una molécula de nuestro mundo. Cuando te hayas penetrado -bien de estas verdades, muchos hechos naturales que hoy te admiran -dejarán de sorprenderte.</p> - -<p>¿Quién de nosotros se extraña de que haya personas cuyos órganos -sean embargados por el ardor de la fiebre ó cuyos miembros padez<span -class="pagenum" id="Page_331">p. 331</span>can dolores sintomáticos de -acerba enfermedad? De pronto los piés del enfermo se entumecen; agudo -malestar ataca sus dientes, invade sus ojos; erisipela gangrenosa -lentamente se apodera de su cuerpo y lo quema: hechos de esta clase -á nadie admiran, porque es general la creencia de que emanaciones -procedentes de muchos cuerpos, vapores de la Tierra derivados y -exhalaciones del aire engendran numerosos males que al crecer y -progresar causan funestos accidentes. Hay, pues, motivos suficientes -para afirmar que la Naturaleza, infinita como es en la Tierra y en el -Cielo, ha acumulado elementos en número bastante para que en ocasiones -puedan sacudir el mundo, producir tempestades en el mar y en la -Tierra, proveer de fuego el Etna é incendiar el Cielo. De este modo se -comprende bien que el celeste espacio pueda arder en llamas como sucede -en días tormentosos cuando, estrechada la cohesión de las moléculas -del agua, lluvias torrenciales inundan la Tierra. Grande se considera -ese incendio: también parece grande un río á aquel que no haya visto -otro mayor; grande parece un hombre, un árbol, un cuerpo de cualquiera -especie si no se conocen otros que los excedan en tamaño; pero todos -los seres y aun el Cielo, el mar y la Tierra no son más que pequeñas -partes de la Suma universal.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_332">p. 332</span>Voy ahora á -explicar de qué modo el Etna, repentinamente irritado, arroja llamas -que suben al espacio desde los hornos encendidos en su seno: la montaña -del volcán no es una masa compacta; cavernas profundas formadas -entre enormes piedras la componen; esas cavernas están llenas de -viento, y por tanto, de aire, porque el viento no es más que el aire -violentamente agitado; cuando éste se inflama comunica su calor á -las piedras, á la Tierra, de donde rápidas llamas y fuego devorador -se elevan, hasta las gargantas de la montaña y por ellas salen para -invadir una extensión inmensa entre espeso y negro humo y piedras de -gran tamaño: no debe dudarse de que tanta fuerza desarrollada proviene -del viento inflamado.</p> - -<p>Nótese además que esa montaña arranca de las proximidades del mar -cuyas olas van á batir el principio de su base; algunas de sus cavernas -se comunicarán con el lecho de las aguas y desde allí subirán hasta la -cima del encendido monte; por esas aberturas penetrarán vientos que -motivarán la formación de llamas, levantarán torbellinos de arenas, -desprenderán de las cuevas corpulentas rocas, y dispararán á las nubes -esa mezcla que sale de los abiertos cráteres, palabra griega que -equivale á las dos latinas de <i>bocas y fauces</i>.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_333">p. 333</span>Hay hechos cuya -causa ocasional no puede precisarse, aunque desde luego se comprende -que estará entre varias conocidas; por ejemplo, si desde cierta -distancia vieses un hombre muerto en el suelo tendido, no podrás -afirmar con seguridad de acierto el motivo originario de la desgracia; -pensarás que la muerte habrá sido causada por hierro, frío, enfermedad -ó veneno, y solamente los testigos oculares de ella podrán determinar -entre esas causas posibles y necesarias la única verdadera: esta -observación tiene muchas aplicaciones.</p> - -<p>Un caso á este propósito digno de atención nos ofrece en Egipto el -Nilo, único río que después de crecer en el verano se desborda y se -extiende por los campos: sin duda sus periódicas inundaciones han de -proceder de una de las causas que á continuación expongo:</p> - -<p>Tal vez en la estación estival el viento aquilón sople en las bocas -del río en dirección contraria al curso de éste y al de los vientos -etesios que dominan durante la misma época del año en toda aquella -región; en este supuesto, las aguas, repelidas, acumuladas, llenarán -sus cauces, rebosarán de ellos é inundarán los campos: sirve de apoyo -á este aserto el hecho de que la corriente del viento Norte, que viene -de las constela<span class="pagenum" id="Page_334">p. 334</span>ciones -heladas, es opuesta á la dirección del río, que sigue la del austro, -originado en clima cuyos habitantes por la influencia del extremado -calor son negros.</p> - -<p>Quizá en la desembocadura del río durante una época en que el mar -es agitado por fuertes vientos se acumulen montones de arena que -levanten en esa parte el lecho del Nilo, é impidan el curso libre de la -corriente y aun el desagüe de ésta.</p> - -<p>Puede suceder que las nubes procedentes de las regiones -septentrionales en tiempos dados sean impelidas por los vientos -etesios, hacia las comarcas donde el río tiene sus fuentes, y -acumuladas y condensadas allí, por su propia gravedad descarguen -abundantes lluvias.</p> - -<p>Y, por último, es posible que las nieves de las altas etiópicas -montañas, derretidas por el calor del Sol cuando este astro dirige á la -Tierra más directamente sus rayos, sirvan para acrecentar el caudal del -Nilo.</p> - - -<p class="verslat">736. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, Averna -tibi quæ sint loca cumque, lacusque...</i></p> - -<p>Ahora te explicaré la procedencia de las tradiciones referentes -á los terrenos y lagos conocidos por <i>avernos</i><a id="FNanchor_74" -href="#Footnote_74" class="fnanchor">[74]</a>. Desde luego, el<span -class="pagenum" id="Page_335">p. 335</span> nombre vale tanto como -sitios dañosos para las aves, porque, en efecto, inmediatamente que -en su vuelo llegan á los parajes que fueron designados con aquella -denominación, impresionadas por los aires que de ellos se desprenden, -olvidan el vuelo, pierden la fuerza de las alas, se precipitan con la -cabeza para abajo, hacia la tierra ó hacia el agua, según el averno -de que se trate. En Cumas del monte Vesubio hay uno de esta clase del -cual se exhalan vapores calientes, espesos como el humo: en los muros -de Atenas, precisamente en la cima de la ciudadela, hay otro cerca -del cual se erigió el templo de la tritonia Palas: á él no se atreven -á acercarse las rudas cornejas aun cuando el humo de los holocaustos -las convide, y no porque teman el furor de la diosa Minerva, á cuyo -servicio están destinadas según los poetas griegos han fingido y -cantado, sino porque huyen de las exhalaciones de aquel lugar para -ellas muy perjudiciales.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_74"><span class="label"><a -href="#FNanchor_74">[74]</a></span> Averna, pl. de avernus = <span -xml:lang="grc" lang="grc">ἄορνος</span> = <span xml:lang="grc" -lang="grc">α</span> (sin) + <span xml:lang="grc" lang="grc">ὄρνιξ, -χος</span> (ave).</p> - -</div> - -<p>Se cuenta que en Siria existe otro averno á cuyas proximidades no -pueden los cuadrúpedos impunemente llegar, porque al intentarlo, vapor -mefítico los envenena y los deja muertos de improviso como si hubieran -sido inmolados por fuerza oculta en honor de los dioses que en ellos -residen. Todas las cosas han sido creadas por leyes naturales;<span -class="pagenum" id="Page_336">p. 336</span> el estudio de sus causas -nos da á conocer su origen, y es necedad el creer que aquellos -sitios sean las entradas del Orco por donde los manes atraen hacia -las márgenes del Aqueronte á las almas de este mundo, como piensa el -vulgo que la aspiración de los ciervos arrastra á las serpientes por -escondidas que se hallen; escucha y sabrás que esas opiniones repugnan -á la razón: acerca de este asunto me propongo hablar ahora.</p> - -<p>Ya en otras ocasiones he dicho que la Tierra contiene un crecido -número de corpúsculos de variadas figuras, que son origen de la vida, -causa de enfermedades, motivo de muerte: esos principios elementales -según las diferencias de su forma, de su naturaleza y de su disposición -para las combinaciones, son más ó menos beneficiosos á los animales; -algunos hay que nos lastiman los oídos; otros con emanaciones picantes -nos dañan el órgano olfatorio; varios son peligrosos al tacto; muchos -molestan al paladar; no pocos ofenden el aparato de la visión, y además -hay otros cuerpos simples en escaso número que influyen en todas las -sensaciones, algunas muy dolorosas, que experimentamos.</p> - -<p>Algunos árboles con sus emanaciones producen fuerte dolor de -cabeza al inadvertido que bajo su engañadora sombra se recuesta<span -class="pagenum" id="Page_337">p. 337</span> en la hierba: en los altos -montes de Helicón se halla un árbol cuyas flores matan á los hombres -que las huelen, y sin duda esas peligrosas exhalaciones surgen de la -Tierra, la cual contiene elementos de formas diferentes, de varias -propiedades, y aptos para muy distintas combinaciones. El humo de -la pavesa que resulta en lámpara recién apagada tiene un olor tan -incómodo é ingrato que á veces provoca ataques nerviosos á los que lo -perciben; las mujeres dejan escapar de las manos la delicada labor en -que se entretenían, por causa de una extremada languidez que de ellas -se apodera al aspirar el fuerte olor del castóreo, especialmente si se -hallan en uno de los períodos en que pagan á la Naturaleza el tributo -mensual; hay también otras substancias que relajan los miembros y -hacen languidecer el alma en su residencia: si se toma un prolongado -baño caliente, ó bien si en él se entra después de haber asistido -á opíparo banquete, hay peligro de sufrir grave daño: el olor del -carbón encendido, ¿no puede perturbar nuestro cerebro si no tomamos la -precaución de beber agua antes de aspirarlo? Las emanaciones del vino -matan al que está abatido por fiebre ardiente: ¿no ves también que -de la Tierra se deriva el azufre y en ella se conglutina el betún de -infecto<span class="pagenum" id="Page_338">p. 338</span> olor? Cuando -el duro hierro descubre las minas de oro y plata, ¿no deja también paso -á envenenados vapores que del fondo de ellas se exhalan? ¿dónde tienen -los auríferos metales esos miasmas que tanto ofenden? ¡qué rostros, qué -colores tienen los mineros! ¿no has visto, no has oído que mueren en -poco tiempo y en muy temprana edad los infelices que se ven reducidos á -trabajos tan duros? Necesario es que la Tierra expulse esos vapores y -que éstos se dispersen por el espacio.</p> - -<p>Esos lugares, llamados avernos, de los cuales se derivan -exhalaciones mortíferas que se elevan por los aires y corrompen las -auras respirables, son focos de infección hacia los que se precipitan -las aves que en su atmósfera penetran influidas por la acción del -veneno que aspiran, y cuando caen sus miembros se relajan y su vida -se extingue: en el primer momento las domina especial angustiosa -convulsión, pero después cuando sin fuerzas descienden hasta el mismo -sitio donde tienen salida los venenosos vapores, sofocadas por el aire -denso que las rodea exhalan el último aliento.</p> - -<p>Puede ser también que las exhalaciones del averno corrompan el aire -de tal manera que formen una especie de atmósfera viciada ó rarificada, -y tan pronto como las aves<span class="pagenum" id="Page_339">p. -339</span> lleguen á ese lugar pierdan las fuerzas y sus alas -claudiquen: en ese estado no pueden las aves usar del aire ni de las -alas, y caen á tierra, donde yacen después que sus almas les salen por -los poros y se esparcen por el vacío.</p> - - -<p class="verslat">838. <i xml:lang="la" lang="la">Frigidior porrò in -puteis æstate fit humor...</i></p> - -<p>El agua de los pozos refresca en el verano porque el calor afloja -las tierras y por los dilatados poros de ésta da salida á los ígneos -elementos que ella misma encierra; por consiguiente, cuanto más denso -es el calor que en el suelo de un lugar se experimenta, más fresca está -el agua que en lo interior se oculta; y, por lo contrario, si el frío -oprime y contrae la superficie de un terreno, las moléculas de calor -extendidas por todas partes entran en los pozos donde permanecerán como -sujetas por compresión.</p> - -<p>Cerca del templo de Júpiter Ammón hay un surtidor de agua que, -según vulgar opinión, es fría mientras brilla luz diurna y caliente -por la noche: ese manantial es objeto de admiración para los hombres -capaces de creer que oculto el Sol por debajo de la Tierra llena la -fuente con sus fuegos mientras la noche nos envuelve con sus sombras. -Pero la razón rechaza esa hipótesis; porque si el Sol, con la fuerza -de sus rayos, cuando está sobre<span class="pagenum" id="Page_340">p. -340</span> nuestro horizonte no puede por contacto directo calentar el -agua, mucho menos lo podrá hacer cuando se halla debajo de nosotros, -y cuando tendría que atravesar con sus fulgores una masa de espesor -considerable: ¿pues no vemos que los rayos del Sol apenas dan razón -de su presencia á través de los muros de nuestras casas? ¿Cuál será, -pues, la causa productora de ese fenómeno? Sin duda la tierra en que -se halla ese manantial es más permeable que otras y compuesta de -moléculas más impresionables al calor; durante el tiempo en que las -tinieblas dominan, la tierra se enfría y se contrae como si por la -mano fuese apretada; entonces las moléculas de fuego se recogen en el -agua y comunican su calor á ésta, que á su vez lo transmite al paladar -y al tacto; y cuando el Sol naciente con sus rayos abre los poros de -la tierra, pasan por ésta las ígneas moléculas y el calor escapa del -agua; por este motivo es fresca durante el día la de aquella fuente. -Pero además debe notarse que el agua por la influencia del calor se -enrarece y pierde mediante la evaporación muchas partículas ígneas que -encierra, de igual modo que otras veces expulsa las de frías nieves que -en sí contiene, disuelve el hielo y desata los vínculos con que éste la -retuviera.</p> - -<p>Un manantial hay cuyas aguas, aunque al<span class="pagenum" -id="Page_341">p. 341</span> tacto son frías, hacen arder la estopa y -encienden las hachas resinosas que en ellas se arrojen: esas aguas -deben contener una cantidad extraordinaria de principios ígneos, y -aun así, no tienen bastante actividad para calentar sus raudales. Una -especial influencia obliga á sus moléculas á elevarse desde el fondo -de la fuente á la superficie del agua y dispersarse en los aires, como -surtidor de agua dulce que brota en el mar y separa á un lado las -ondas salíferas. Hay, con efecto, regiones en que el mar ofrece á los -navegantes sedientos un surtidor de agua dulce, libre de sal: de un -modo parecido en aquellos otros sitios se escaparán de los manantiales -algunos elementos ígneos que sirvan para inflamar la estopa y las teas, -pues tanto la una como las otras se componen también de partículas -comburentes. ¿No has reparado que si á una lámpara apagada aproximas -una luz vuelve á encenderse aun antes de que ésta la toque? ¿No sucede -lo mismo con la tea? Otros muchos cuerpos hay que arden sólo por las -exhalaciones del fuego y sin necesidad de ponerse en contacto con -éste: una cosa parecida á la que indico debe ocurrir en la mencionada -fuente.</p> - - -<p class="verslat">904. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, agere -incipiam quo fœdere fiat...</i></p> - -<p>Ahora trato de inquirir la ley de atracción<span class="pagenum" -id="Page_342">p. 342</span> que sobre el hierro ejerce la piedra por -los Griegos llamada magnética del nombre de la provincia de Magnesia -en que tiene su nacimiento; á los hombres causa admiración el ver que -varios trozos de la citada piedra forman una cadena de anillos, que se -sostienen por recíprocas atracciones, y que algunas veces cinco piedras -ó más, adheridas las unas á las otras, aunque agitadas por el viento no -se desunan: tan activa es la energía que desarrollan.</p> - -<p>Para explicar cierto orden de hechos hay que establecer algunos -principios elementales que faciliten los medios para llegar á la -posesión de la verdad: te pido, pues, que me concedas atento oído y -ánimo sereno.</p> - -<p>Si vemos los cuerpos es porque de todos surgen emanaciones que se -extienden por nuestro alrededor, tocan nuestros ojos y determinan la -visión: de muchos se exhalan moléculas odoríferas como del agua se -desprende frío, del Sol calor y de las olas del mar el vapor saliginoso -que socava los edificios situados en la playa: las ondas sonoras nunca -dejan de impresionar nuestro oído; paladeamos el sabor de sal mientras -pasamos por las orillas de los mares, y nos incomoda el amargor del -ajenjo cuando asistimos á su preparación. Luego es indudable que todas -las cosas tienen desprendimientos molecula<span class="pagenum" -id="Page_343">p. 343</span>res que afectan nuestros sentidos; y no hay -quien no admita que alguna vez sufran intermitencias esas emisiones, -pues es un hecho que en todo momento la vista, el olfato y el oído -pueden impresionarse.</p> - -<p>Repetiré ahora para auxiliar tu memoria que todos los cuerpos son -porosos como he demostrado al principio de la presente obra poética: -esta afirmación envuelve un dato fundamental para el conocimiento de -muchas verdades, y especialmente para la dilucidación del asunto que -voy ahora á tratar: necesario se hace, por tanto, que insista en la -prueba de que las moléculas componentes de todos los cuerpos están -separadas por pequeños intersticios. Por las bóvedas de las grutas se -filtra el agua gota á gota; en todas las partes de nuestro cuerpo hay -conductos para la transpiración; de nuestra piel brota la barba y el -vello; el alimento diluido en los conductos venosos lleva la vida y el -sostenimiento á todos los miembros y órganos del cuerpo y no priva de -su influencia ni aun á las uñas; el calor y el frío se transmiten á -través del bronce, y pasan la plata y el oro, como puede comprobarse -en vasos de uno de esos metales que tengamos en la mano y en los que -hayamos vertido cualquiera substancia líquida; los sonidos y algunos -olores fuertes atraviesan gruesos muros; el<span class="pagenum" -id="Page_344">p. 344</span> calor y el frío traspasan las corazas de -hierro que sirven para ceñir el cuerpo; muchas enfermedades infecciosas -penetran en nosotros por las puertas de nuestros poros porque la Tierra -y los aires están llenos de corpúsculos que se insinúan en nosotros y -nos dañan. Después de fijarnos en esos detalles, convendremos en que -ningún cuerpo carece de poros. También sucede que las emanaciones de -los seres no tienen todas las mismas propiedades, y, por tanto, no -producen igual efecto en todos los cuerpos sobre los cuales obran: el -Sol que seca y endurece la tierra también derrite el hielo, liquida -enormes témpanos de nieves aglomerados en la cima de las montañas -y disuelve la cera; el fuego que licua el oro y el bronce, aprieta -y condensa las carnes y las pieles; el agua que endurece el hierro -ablandado por el calor, ablanda la piel y la carne por el calor -endurecidas: el pino silvestre, cuyas hojas son para las barbudas -cabras manjar delicioso preferible al néctar y á la ambrosía, para los -hombres tiene insufrible sabor amargo: el cerdo huye de la mejorana y -de toda substancia olorosa como de venenos mortíferos que á nosotros -nos deleitan, y, por lo contrario, nosotros consideramos abominable -y repugnante el lodo que para el cerdo es delicioso baño, de cuyo -disfrute nunca se encuentra satisfecho.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_345">p. 345</span>Aún añadiré otra -observación antes de entrar de lleno en el estudio del asunto que -me he propuesto poner en claro. Los innumerables poros que en el -cuerpo hay, por cuanto sirven para funciones diversas, han de ser -entre sí desemejantes: es innegable que todos los animales poseen -varios sentidos, cada uno de los cuales tiene su especial esfera de -actividad: la impresión del sonido se recibe en un propio órgano, en -otro la del gusto, en otro la del sabor, con arreglo á muy complejas -circunstancias; pero si es cierto que algunos simulacros atraviesan -las piedras, otros se introducen por los poros de la madera y otros, -como los del calor, pasan á través del oro, de la plata y del vidrio, -mientras hay muchos incapaces para comunicarse de ese modo, también -debe ser cierto que tan variadas apariencias de un mismo fenómeno en -una principalísima parte sean debidas, como ya en otra ocasión he -demostrado, á las diferencias de los huecos ó poros que la Naturaleza -deja abiertos entre las moléculas de todos los cuerpos. Conocidos estos -antecedentes, se nos muestra al descubierto la causa que origina la -atracción del hierro.</p> - -<p>Primeramente, es necesario que de la piedra magnética se desprenda -una especie de fluido muy activo que tenga la propiedad<span -class="pagenum" id="Page_346">p. 346</span> de rarificar el aire que -media entre la misma piedra y la anilla ó cualquier otro objeto de -hierro; luego que de ese modo queda entre los dos cuerpos un espacio -vacío las exhalaciones de los elementos férricos se precipitan en él y -la anilla de que proceden seguirá la misma dirección. No hay cuerpo que -tenga sus moléculas más apretadas ni sus elementos más estrechamente -unidos que el hierro, cuya estructura, por lo densa, es más inaccesible -para el calor: por ese motivo no es de admirar que si las partículas -componentes de una anilla de hierro se dirigen hacia el vacío, la -anilla íntegra siga la misma ruta hasta encontrar la piedra magnética -á la cual quede unida por invisibles lazos. Las emanaciones magnéticas -forman alrededor de la piedra que las produce una especie de circuito -y quedan sujetos á su acción todos los cuerpos de hierro que en él se -hallen, los cuales, como no pueden por su propia gravedad elevarse en -las auras, han de recibir sucesivas impulsiones del aire.</p> - -<p>Otro motivo hay que favorece la progresión y aumenta el movimiento -de la anilla, la cual, no bien se halla dentro del vacío formado por la -piedra magnética es empujada hacia adelante por las capas de aire que -la rodean; y como el mismo aire penetra también en los intersticios del -hierro, obra<span class="pagenum" id="Page_347">p. 347</span> en la -anilla de igual modo que el viento cuando hincha las velas de un buque -é impulsa la marcha de éste. Los cuerpos contienen aire en sus poros; -y ese fluido sutilísimo que permanece oculto en el hierro, agitado por -la influencia del imán que sobre la anilla obra contribuirá también de -varias maneras á que ésta siga la dirección que la atrae.</p> - -<p>Pero la piedra magnética unas veces atrae al hierro y otras lo -rechaza: en Samotracia tuve ocasión de ver una cubeta de bronce en la -cual habían introducido trozos y limaduras de hierro y encima de ellos -una piedra imán: el hierro se movía de un lado á otro como fugitivo -impaciente; parecía que el bronce había provocado una discordia entre -aquellos cuerpos: este fenómeno que observé quizá proviniera de que -las exhalaciones vaporosas del bronce habían ocupado los intersticios -del hierro antes de que las de la piedra de Magnesia hubieran podido -en ellos penetrar, y tal vez estas últimas pugnaran por apoderarse de -la substancia férrica y henchir su tejido: lo cierto es que mediante -la interposición del bronce el hierro siempre rechaza al imán, al cual -fácilmente se adhiere en otras circunstancias.</p> - -<p>Y se comprende bien que la piedra magnética no atraiga á todos los -cuerpos: el oro,<span class="pagenum" id="Page_348">p. 348</span> por -su densidad, no es accesible á su influencia; la madera tiene poros -muy abiertos y por ellos pasan las emanaciones del imán sin producir -efecto; pero el hierro, con respecto á su textura, se halla colocado -entre aquellas dos substancias; y cuando está impregnado en moléculas -de bronce la piedra magnética lo rechaza.</p> - -<p>Pero no todos los cuerpos son extraños á especiales uniones, y -pudiera citarte muchos casos de afinidad íntima entre cosas diferentes: -la cal sirve de lazo para juntar unas piedras con otras; con la pasta -hecha de piel de toro los trozos de madera se unen de tal modo, que -podrán romperse por cualquiera parte más bien que por los bordes -adheridos con auxilio de la cola; el jugo de la uva se mezcla muy bien -con los raudales cristalinos de murmuradoras fuentes, alianza que -no puede aquélla efectuar con la pez, que es muy pesada, ni con el -aceite, que es muy ligero; el color purpúreo del conchil se identifica -notablemente con la tela de lana, y no pueden separarse con el agua, -aunque ésta se emplease en la misma cantidad que los mares juntos -contienen; el oro y la plata perfectamente se incorporan; varias -clases de cobre con el plomo forman distintas especies de bronce. De -muchos otros enlaces y de otras varias aleaciones pudiera hablar<span -class="pagenum" id="Page_349">p. 349</span>te; pero considero que -una detenida relación de este género sería inútil y además te -produciría cansancio y enojo, cuando persigo el objeto de hablarte -poco para decirte mucho. La alianza de cuerpos que tienen prominencias -correspondientes á depresiones de otros afines resulta perfecta y -durable: también los cuerpos se ligan fuertemente por medio de anillos -ó de ganchos; y de esta manera última es como se establece la unión -entre las moléculas de la piedra de Magnesia y las del hierro.</p> - -<div class="section"> - <p class="verslat">1087. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc, ratio quæ - sit morbis, aut unde repentè...</i></p> -</div> - -<p>Ahora te explicaré el origen de las epidemias que de improviso -invaden muchas veces algunas comarcas y causan horrible mortandad -entre los hombres y entre las bestias. En primer término, existen en -el espacio, como ya te he demostrado, muchísimos corpúsculos, de los -cuales unos son favorables á la vida y otros son auxiliares de la -muerte. Cuando estos últimos se congregan casualmente en gran número, -inficionan el aire y perturban la marcha regular de la existencia. -Los gérmenes de enfermedades pestilentes, ó vienen transportados por -las nubes y las tempestades, quizá desde lejanos climas, ó surgen -del mismo país<span class="pagenum" id="Page_350">p. 350</span> -mediante alteraciones producidas en el cielo y en la atmósfera, -por intempestivas lluvias y calores excesivos. ¿No has observado -que los productos de una región llevados á otra se resienten y se -corrompen con la mudanza de clima y de aguas? La influencia del aire -es evidente: ¿es el mismo el cielo británico y el de Egipto por donde -el eje del mundo se abate<a id="FNanchor_75" href="#Footnote_75" -class="fnanchor">[75]</a>? ¿Es igual la temperatura media del Ponto, -y la que desde las poblaciones gaditanas se extiende hasta los -territorios en que el calor del Sol ennegrece á la raza humana? Aunque -esas cuatro regiones se hallan expuestas á todos los vientos, bajo un -mismo cielo, hay tanta diferencia en el color y la fisonomía de sus -respectivos habitantes, como en las dolencias á que estos últimos están -expuestos.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_75"><span class="label"><a -href="#FNanchor_75">[75]</a></span> Lucrecio entendía que el eje del -mundo se levantaba hacia el Norte y se bajaba en el Sur; y, por tanto, -creía que en Egipto comenzaba su declinación.</p> - -</div> - -<p>La elefantiasis es una molestia que domina en las proximidades del -Nilo, en medio del Egipto, y no en otra parte; en Ática se padecen -dolores de piernas, y en Acaya mal de ojos. De igual modo hay otros -muchos lugares que son propensos á varios dolores, sin duda por la -influencia del aire. Cuando éste, saturado ya de miasmas infectos, -for<span class="pagenum" id="Page_351">p. 351</span>ma corrientes que -invaden algunas comarcas, se extienden por ellas con lentitud como las -nubes y corrompen su atmósfera; al llegar á la nuestra, la inficiona, -se la asimila, pero la hace extraña á nosotros mismos.</p> - -<p>El contagio de la nueva calamidad prontamente se apodera de las -aguas, se posesiona de los frutos de la tierra y de otras substancias -que sirven de alimento á los hombres y de pasto á los animales, y se -mezcla con el aire que nos vemos precisados á respirar, aun cuando -conozcamos el peligro de absorber el veneno que lo emponzoña. Con igual -energía que á los hombres, la pestilencia ataca á la especie bovina -y á los baladores rebaños. El mismo efecto nos produciría el aspirar -voluntariamente un aire viciado, que el apropiarnos por necesidad el -que la Naturaleza nos proporciona, dañado con substancias nocivas para -nuestra salud y para nuestra vida.</p> - -<p>Una epidemia de esa clase causada por vapores mortíferos ocasionó -horribles estragos en Cecropia, y dejó desiertos sus campos y -ciudades; hizo su aparición en el centro de Egipto; por el aire -atravesó el espacio, por el mar recorrió las distancias, y se -estableció en los muros de Pandión, cuyos habitantes fueron víctimas -de repugnante<span class="pagenum" id="Page_352">p. 352</span> -dolencia ó de angustiosa muerte<a id="FNanchor_76" href="#Footnote_76" -class="fnanchor">[76]</a>. La enfermedad se iniciaba por una intensa -fiebre, á la que seguía fuerte dolor de cabeza; después los ojos -de los pacientes se entumecían é inflamaban, su laringe se llenaba -de úlceras que brotaban negra sangre y obstruían los conductos de -la voz; su lengua, intérprete del ánimo, rodeada por ensangrentada -costra purulenta, quedaba inmóvil aunque penetrada por dolor agudo; -con las secreciones ponzoñosas que se escurrían por el esófago de -los enfermos, éstos sentían que el mal se amparaba de su pecho, se -apoderaba de su corazón y entorpecía todos los hilos de la vida; su -boca exhalaba hedor no menos fétido que el de cadáveres corrompidos; -su alma carecía de fuerzas para manifestarse, y su cuerpo, como -desmadejado, parecía yacer tendido á las puertas de la muerte. Pero -luego sobrevenían aflicciones y tormentos nuevos, estertores profundos, -gemidos redoblados por el día y por la noche, rigidez en los miembros, -nerviosas contracciones, extenuación, abatimiento, fatigas; los -pacientes no tenían mucho calor en su piel, y sus extremidades estaban -templadas, y eso<span class="pagenum" id="Page_353">p. 353</span> -no obstante, su cuerpo lleno de profundas llagas, parecía rojo, como -si lo hubiese invadido la erisipela; fuego interior consumía á los -desdichados, y les penetraba los huesos; en su estómago, como si -fuese encendida hornaza, ardía llama devoradora; les abrumaba el peso -de las ropas, y se exponían desnudos al frío y al aire; algunos, -impelidos por el ardor que les quemaba las entrañas, en su furor -desesperado se precipitaban á helados ríos; otros, rabiosamente, con -la boca abierta, se arrojaban á los pozos, como si quisieran beberse -toda el agua que en ellos encontraran, aun cuando la sed que sufrían -tan insaciable era con un torrente como con la que pudiera contener -un pequeño vaso; el malestar no les permitía punto de reposo; sus -miembros se rendían abatidos; ningún bienestar les proporcionaba la -medicina, que ante la epidemia se declaraba impotente; faltos de -sueño, movían con frenesí los ojos desencajados, sufrían mortales -angustias, horror y espanto perturbadores de la mente, ira y tristeza -manifestadas con fruncimientos de cejas y convulsiones del rostro, -zumbido en los oídos, respiración anhelante, sudor que les bañaba el -cuello, tos violenta que entre ahogos les arrancaba tenues y escasos -esputos de color amarillento y de sabor salado, retorsiones de las -ma<span class="pagenum" id="Page_354">p. 354</span>nos, temblor -intenso, frío helado, que desde los piés avanzaba poco á poco hasta -dominar el tronco. Ya en el último período, los enfermos tenían la -nariz comprimida y afilada, los ojos y las sienes hundidos, la piel -fría y dura, los labios estirados, el semblante horroroso. Y en ese -estado morían; á los ocho ó diez días de enfermedad exhalaban el -último suspiro. Si alguno de los atacados podía librarse de la muerte, -porque sus abiertas llagas supurasen todo el humor corrompido que en -ellas se contenía, ó porque expulsara abundante cantidad de negras -materias excrementicias, al cabo, en una próxima recaída perdía la -existencia; de la nariz le brotaba sangre fétida, penosos dolores de -cabeza le torturaban, y de este modo sus fuerzas se extinguían. Si la -hemorragia se contenía pronto, la dolencia aparecía en los nervios, -se extendía á los miembros todos, y se fijaba especialmente en los -órganos de la generación; algunos enfermos, guiados por el instinto -de conservar la vida, entregaban al cortante hierro la parte de su -cuerpo elegida por el mal; unos perdían la característica de su viril -sexo, otros las manos, otros los piés; ¡tan grande era el horror que la -muerte inspiraba! Había personas que perdían totalmente sus facultades -intelectuales, y ni aun siquiera conservaban idea<span class="pagenum" -id="Page_355">p. 355</span> de su propia personalidad. Aunque los -cadáveres quedaban insepultos y yacían amontonados, ni los cuadrúpedos -ni las aves de rapiña se les aproximaban por no poder resistir el -pestilente olor que despedían; si los tocaba algún animal, éste era -en el acto víctima de la muerte: ni ave alguna osaba mostrarse á la -luz del día, ni las fieras dejaban por las noches el obscuro bosque; -la epidemia había debilitado á todas y mataba á muchas; los perros, -animales fieles, caían abatidos en las calles, y entre fatigas y -horribles tormentos, quedaban sin vida, que la dolencia les arrebataba. -Los cadáveres eran sacados sin pompa alguna de las casas. No había -remedio conocido contra el mal; la medicina que había asegurado á -unos enfermos el goce de la vida y el disfrute de la luz del Sol, -precipitaba la ruina de otros.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_76"><span class="label"><a -href="#FNanchor_76">[76]</a></span> La peste de Atenas, con sujeción á -los datos que se hallan en el segundo libro de Tucídides, es descrita -magistralmente por Lucrecio, que dió á Virgilio el modelo para pintar -la peste de los animales en el tercer libro de sus <i>Geórgicas</i>.</p> - -</div> - - -<p class="verslat">1227 <i>á</i> 1283. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in -his rebus miserandum et magnopere unum...</i></p> - -<p>Lo más aflictivo y terrible en aquel período calamitoso, era que -todo el que se hallaba acometido por la dolencia, sabía desde luego -que iba á morir; y, como criminal sentenciado á la última pena, veía -de continuo ante sus ojos la amenaza de la muerte y perecía entre -desesperaciones y terrores. Numerosas víctimas hacía el contagio; -la enfermedad se propagaba fácilmente de unos<span class="pagenum" -id="Page_356">p. 356</span> individuos á otros; aquellos que por -miedo á la muerte huían de la vista de sus deudos y amigos sucumbían -también, pero sin recibir el menor socorro, abandonados, lo mismo que -ganado vacuno ó rebaño lanígero; y los que auxiliaban á parientes y -amigos y por decoro ó compasión entraban en lucha con la pestilencia, -entre dolores, quejas, lamentos y ayes eran arrollados por la -asoladora catástrofe, que de este modo la vida se llevó de los mejores -ciudadanos; muchos, después de haber inhumado los restos de todas las -personas de su estima, fatigados, tristes, lacrimosos, dominados por -el espanto, abatidos, cansados y sin fuerzas, se tendían en el lecho -donde, rendidos, se entregaban á la muerte. En aquel tiempo no se veían -por todos sitios más que enfermos desesperados, cadáveres en montón, -enlutados que arrastraban su pena. Lo mismo el pastor de cualquiera -clase de animales que el robusto conductor del corvo arado eran -vencidos por la epidemia, y allá, ocultos en sus chozas, languidecían -de dolores y de miseria y espiraban. Revueltos yacían los cadáveres -de los padres y de los hijos: éstos daban el último suspiro sobre el -cuerpo, inanimado ya, de la madre ó del padre. El mayor contingente -que á la enfermedad se ofrecía era procedente de los campos, cuyos -moradores, tan<span class="pagenum" id="Page_357">p. 357</span> pronto -como experimentaban los primeros síntomas de la dolencia, se acogían á -la ciudad, en la cual la muerte hallaba juntas numerosas víctimas en -todas las casas.</p> - -<p>Muchos hombres, tocados por la peste, morían en las calles; otros, -movidos por sed abrasadora, á rastras, con mil trabajos, llegaban á -las fuentes públicas donde bebían con ánimo de hartarse, pero antes -de conseguirlo, morían sofocados. Los caminos se hallaban invadidos -por enfermos, desfallecidos, moribundos, cubiertos de harapos y llenos -de podredumbres, con los huesos descarnados en algunos sitios y en -otros con la piel lívida, llena de llagas que manaban asqueroso pus y -ya con la corrosión misma de la tumba. Despojos impuros de la muerte -habían sido con profusión depositados en los alcázares de los dioses; -cadáveres en gran número eran llevados á los templos, cuyos guardas -á su antojo disponían de sus improvisados huéspedes sin tratar de -inquirir cuál fuese la religión y cuáles fueran los dioses de cada uno, -porque el dolor excedía á toda preocupación; las ceremonias fúnebres, -con tanto rigor observadas en otro tiempo, se habían dejado olvidadas: -la consternación era general; los habitantes, como dislocados, en todas -sus acciones daban pruebas de la perturbación que les trastornaba -el juicio;<span class="pagenum" id="Page_358">p. 358</span> cada -uno enterraba á sus parientes como podía; de hogueras preparadas por -unas familias, otras extrañas se apoderaban á viva fuerza para sus -difuntos, y entre clamores ingentes sostenían sangrientos combates á -fin de impedir que arrojaran de la pira los cadáveres antes de que -fueran consumidos por el fuego<a id="FNanchor_77" href="#Footnote_77" -class="fnanchor">[77]</a>.</p> - -<div class="footnote"> - -<p id="Footnote_77"><span class="label"><a -href="#FNanchor_77">[77]</a></span> Es probable que Lucrecio dejara sin -terminar su poema, como se advierte que lo dejó sin corregir.</p> - -</div> - - -<p class="centra fs90 ws1 mt3">FIN DE LA OBRA</p> - -<hr class="chap0" /> - - -<div class="chapter pt3" id="ToC"> - <p><span class="pagenum" id="Page_359">p. 359</span></p> - <h2 class="nobreak g1">ÍNDICE</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<table class="toc" summary="Índice de contenidos"> - <tr> - <td colspan="2" class="tdru">Págs.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch0"><i>Noticia biográfica.</i></a></td> - <td class="tdrb"><a href="#Ch0"><span class="asc">III</span></a></td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdcu ws1 pt1"><b>NATURALEZA DE LAS COSAS</b></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh pt1"><a href="#Ch1"><span class="smcap">Libro - I</span></a>. — Invocación: dedicatoria: asunto del poema. — El ser - no se origina de la nada, ni en la nada se disipa. — Cuerpos simples. - — Materia y vacío. — Propiedades esenciales y accidentales de los - cuerpos.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Ch1">1</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch2"><span class="smcap">Libro - II</span></a>. — Movimiento y mudanza. — Excelencia de la razón. — Lo - sensible surge de lo insensible. — El Universo infinito: el Mundo, como - parte del Universo.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Ch2">57</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch3"><span class="smcap">Libro - III</span></a>. — El alma y el ánimo.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Ch3">117</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch4"><span class="smcap">Libro - IV</span></a>. — Simulacros: imágenes: sensaciones. — Los sentidos. — - Las ideas. — Los sueños. — El amor.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Ch4">173</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch5"><span class="smcap">Libro V</span></a>. - — Formación y desenvolvimiento del mundo: el hombre: las sociedades - humanas. — Progresos: artes é industrias.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Ch5">233</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch6"><span class="smcap">Libro - VI</span></a>. — Formación y desenvolvimiento del mundo: el hombre: las - sociedades humanas. — Progresos: artes é industrias.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Ch6">301</a></td> - </tr> -</table> - -<hr class="chap0" /> - - -<div class="chapter pt3"> -<div class="transnote" id="tnote"> - <p class="tnotetit">Nota de transcripción</p> - <ul> - <li>Los errores de imprenta han sido corregidos.</li> - - <li>Se ha respetado la ortografía del original impreso, que difiere - ligeramente de la actual.</li> - - <li>Se han añadido tildes a las mayúsculas que las necesitan y se han - espaciado las rayas.</li> - - <li>Las páginas en blanco han sido eliminadas.</li> - - <li>Las notas a pie de página han sido renumeradas. Cada una aparece - al pie del párrafo que aloja su llamada.</li> - - <li>Las <a href="#Err">correcciones de errata</a> declaradas en la - página 116 han sido incorporadas al texto.</li> - </ul> -</div> -</div> - - -<hr class="full" /> - - - - - - - - -<pre> - - - - - -End of Project Gutenberg's Naturaleza de las cosas, by Tito Lucrecio Caro - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK NATURALEZA DE LAS COSAS *** - -***** This file should be named 62711-h.htm or 62711-h.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/6/2/7/1/62711/ - -Produced by Ramón Pajares Box and the Online Distributed -Proofreading Team at https://www.pgdp.net. (This file was -produced from images generously made available by Biblioteca -Digital Hispánica/Biblioteca Nacional de España.) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part -of this license, apply to copying and distributing Project -Gutenberg-tm electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG-tm -concept and trademark. Project Gutenberg is a registered trademark, -and may not be used if you charge for the eBooks, unless you receive -specific permission. If you do not charge anything for copies of this -eBook, complying with the rules is very easy. You may use this eBook -for nearly any purpose such as creation of derivative works, reports, -performances and research. They may be modified and printed and given -away--you may do practically ANYTHING in the United States with eBooks -not protected by U.S. copyright law. Redistribution is subject to the -trademark license, especially commercial redistribution. - -START: FULL LICENSE - -THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK - -To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase "Project -Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg-tm License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. - -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project -Gutenberg-tm electronic works - -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all -the terms of this agreement, you must cease using and return or -destroy all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your -possession. If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a -Project Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound -by the terms of this agreement, you may obtain a refund from the -person or entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph -1.E.8. - -1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be -used on or associated in any way with an electronic work by people who -agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few -things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works -even without complying with the full terms of this agreement. See -paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project -Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this -agreement and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm -electronic works. See paragraph 1.E below. - -1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the -Foundation" or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection -of Project Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual -works in the collection are in the public domain in the United -States. 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