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-The Project Gutenberg EBook of Naturaleza de las cosas, by Tito Lucrecio Caro
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll
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-this ebook.
-
-
-
-Title: Naturaleza de las cosas
- Versión en prosa del poema «De rerum natura»
-
-Author: Tito Lucrecio Caro
-
-Translator: Manuel Rodríguez-Navas
-
-Release Date: July 20, 2020 [EBook #62711]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK NATURALEZA DE LAS COSAS ***
-
-
-
-
-Produced by Ramón Pajares Box and the Online Distributed
-Proofreading Team at https://www.pgdp.net. (This file was
-produced from images generously made available by Biblioteca
-Digital Hispánica/Biblioteca Nacional de España.)
-
-
-
-
-
-
-NOTA DE TRANSCRIPCIÓN
-
- * Las cursivas se muestran entre _subrayados_, las negritas entre
- =iguales= y las versalitas se han convertido a MAYÚSCULAS.
-
- * Los errores de imprenta han sido corregidos.
-
- * Se ha respetado la ortografía del original impreso, que difiere
- ligeramente de la actual.
-
- * Se han añadido tildes a las mayúsculas que las necesitan y se han
- espaciado las rayas.
-
- * Las páginas en blanco han sido eliminadas.
-
- * Las notas a pie de página han sido renumeradas. Cada una aparece
- al pie del párrafo que aloja su llamada.
-
- * Las correcciones de errata declaradas en la página 116 han sido
- incorporadas al texto.
-
-
-
-
- TITO LUCRECIO CARO
-
- NATURALEZA DE LAS COSAS
-
- VERSIÓN EN PROSA DEL POEMA «DE RERUM NATURA»
-
- POR
-
- MANUEL RODRÍGUEZ-NAVAS
-
- ——
-
- MADRID: 1892
-
-
-
-
- Es propiedad del traductor.
-
-
- AGUSTÍN AVRIAL.--Impr. de la Comp. de Impr. y Libreros.
- S. Bernardo, 92.--=Teléfono núm. 3.674.=
-
-
-
-
-NOTICIA BIOGRÁFICA
-
-
-Según los datos más fidedignos que se han podido reunir, Tito Lucrecio
-Caro nació, hace ahora 1988 años, en el 658 de la fundación de
-Roma, correspondiente á la Olimpiada 171.ª, en ocasión en que eran
-cónsules Cn. Domicio Ahenobarbus y C. Cassius Longino: después de
-estudiar en Roma pasó á Atenas, donde siguió con Filodemo y uno de
-los dos Ptolomeos de Alejandría, las lecciones de Zenón, discípulo
-de Apolodoro, sucesor, este último, de Basílides y de Dionisio en la
-dirección de la escuela epicúrea: volvió á Roma cuando su amigo C.
-Memmio obtuvo el cargo de pretor, y acompañó á este mismo, en unión
-con el poeta Catulo y el gramático Curcio Nicetas, al gobierno de
-Bitinia: bien pronto, deseoso de entregarse completamente al estudio
-de los fenómenos de la Naturaleza y de la vida, regresó á Roma, donde,
-entristecido con el espectáculo que ofrecía la sociedad, agitada por
-mezquinos intereses, preocupaciones, odios, ambiciones desenfrenadas
-y guerras intestinas, vivió alejado en absoluto de las contiendas
-públicas hasta la edad de cuarenta y tres años en que murió. Eusebio de
-Cesarea cree que se suicidó, pero este parecer no descansa en ningún
-sólido fundamento.
-
-El poema didáctico _De Rerum Natura_, de Lucrecio, es la obra más
-notable, más bella, más grandiosa y de más difícil empeño que nos legó
-la antigüedad clásica; porque antes de Lucrecio y después de él hubo
-en Grecia y en Roma poetas que trataran asuntos agradables en versos
-harmoniosos llenos de encanto y sonoridad; pero no hubo quien penetrara
-en los misterios de la Naturaleza é intentara, como él, desvanecerlos
-con observaciones profundas, muchas de las cuales han sido confirmadas
-en nuestros días por la Física, la Química, la Astronomía y la
-Geología; también abundaron los poetas que utilizaran y fomentaran las
-supersticiones del paganismo, pero solamente Lucrecio las combatió con
-denuedo en forma poética y supo arrostrar con ese motivo las iras y el
-encono de los interesados en sostenerlas: ¿quién duda que los poetas,
-lo mismo en Grecia que en Roma, siempre halagaron á los poderosos y á
-los ignorantes, desfiguraron la verdad con ficciones de todo género,
-inventaron fábulas que eran mejor recibidas cuanto más extravagantes
-eran, y de hechos naturales interpretados arbitrariamente crearon una
-multitud de fantásticos genios que producían cuantiosas utilidades
-á los mismos sacerdotes y pontífices que de ellos se reían? Pero
-Lucrecio no quiso vender su adhesión ni aun siquiera su silencio al
-poder ó á la ignorancia, ni quiso valerse de su talento en propio
-beneficio, ni entregar su maravilloso estro á disposición de la mentira
-sistematizada, y, por lo contrario, puso todo su empeño en estudiar sin
-prejuicios y en comunicar sin ambigüedades á sus conciudadanos el fruto
-de sus laboriosas investigaciones, aunque sabía que al llevar á cabo
-su empresa, por lo que ésta perjudicaba á los intereses constituidos,
-había de ser blanco de toda clase de injuria y había de perder todo
-reposo y la esperanza de todo bienestar; pues entonces, como hoy y como
-siempre, los goces de la fortuna y los beneficios sociales estaban
-reservados al adulador envilecido y al defensor más ó menos ingenuo,
-pero interesado siempre, de las costumbres y de las instituciones
-dominantes. En Grecia y en Roma los poetas atendían en primer término
-á sus personales conveniencias; Lucrecio fué el único, sin duda, que
-sirvió desinteresadamente á la verdad; pudo estar equivocado, pero fué
-siempre sincero.
-
-Ahí está su obra literaria: en ella se muestra como filósofo moralista
-que no puede transigir con los vicios y con los dolores sociales
-creados al amparo de fantásticos dioses capaces para favorecer la
-hipocresía, la falsedad, la guerra, la injusticia, la opresión del
-fuerte sobre el débil, pero inútiles para el bien y para el progreso
-de la humanidad, y dirige incesantes y certeros golpes contra toda
-forma de superstición y contra todo pretendido infalible dogma.
-Cuanto Lucrecio combatió --los dioses del paganismo, la avaricia de
-sacerdotes que defendían en público lo que en secreto censuraban, la
-creencia en la perpetuidad de nuestro planeta y en la intervención
-de númenes caprichosos en los actos humanos-- cayó por tierra cuatro
-siglos después de la muerte de aquel egregio poeta; y mucho de lo que
-Lucrecio afirmó --la composición atómica y la porosidad de los cuerpos,
-las atracciones y repulsiones moleculares, la gravitación universal,
-la existencia de muchos mundos en el espacio infinito, las leyes
-constantes y eternas de la vida-- probado está por la ciencia moderna.
-Jamás, jamás negaron Lucrecio ni otro alguno de los fieles discípulos
-de Epicuro, la existencia de un Supremo Principio de todo ser, origen
-de toda realidad y fundamento de todo conocer; pero en cambio, en la
-exposición de su doctrina se encuentran máximas de moral purísima que
-San Ambrosio y San Agustín copiaron, y que hicieron á Lucrecio lo
-mismo que á Epicuro, merecedores de honores divinos que los pueblos
-de la antigüedad les tributaron. ¿Dónde, en qué lugar, en qué sitio,
-con qué ocasión hizo consistir Lucrecio la felicidad humana en los
-deleites materiales, según han afirmado en los últimos tiempos, desde
-el cardenal Polignac y el abate Delille hasta nuestro eximio Castelar,
-y con éstos una caterva de hombres ignorantes con pretensiones de
-eruditos?
-
-La obra de Lucrecio consta de siete mil cuatrocientos treinta y
-un versos distribuidos en seis cantos ó libros, en los que hay
-descripciones bellísimas, cuadros maravillosos presentados con una
-fuerza de colorido y una riqueza de imágenes que arroban el ánimo:
-solamente Virgilio puede ser comparado con Lucrecio; si aquél es más
-elegante, más harmonioso, éste es más expresivo, más severo; si el uno
-fascina la imaginación, el otro subyuga el entendimiento. El sacrificio
-de Ifigenia en el canto I; la ansiedad de la vaca abandonada que
-busca intranquila su novillo, en el canto II; las reprensiones que la
-Naturaleza dirige al hombre temeroso de la muerte, en el tercer canto;
-las atrevidas é intraducibles descripciones eróticas del libro IV;
-la formación de las sociedades en el libro V; los efectos del rayo,
-de las erupciones volcánicas y de la peste de Atenas en el libro VI
-son cuadros admirables, grandiosos, en que palpita la vida. Bien pudo
-Virgilio decir de Lucrecio:
-
- _Felix, qui potuit rerum cognoscere causas_
- _Atque metus omnes et inexorabile fatum,_
- _Subjecit pedibus, strepitumque Acherontis avari._
-
-Y Ovidio:
-
- _Carmina sublimis tunc sunt peritura Lucreti_
- _Exitio terras cum dabit una dies._
-
- * * * * *
-
-La versión que sigue á esta breve nota, es la primera que se hace
-en lengua castellana y contiene, sin duda, numerosos defectos: el
-traductor ha tenido, sin embargo, en cuenta para realizar su difícil
-empeño, los comentarios del filósofo inglés Creech, los estudios de
-Gassendi, las citas de Lagrange, las observaciones de Pongerville,
-la traducción de Marchetti y las dos portuguesas de Lima Leitao y de
-Machado Ferraz.
-
- Madrid 6 de Octubre de 1892.
-
-
-
-
-NATURALEZA DE LAS COSAS
-
-
-LIBRO PRIMERO
-
-
-1. _Æneadum genitrix, hominum Divumque voluptas..._
-
-Madre de los Romanos, encanto de los dioses y de los hombres, pulcra
-Venus[1]: Tú alientas los astros que en el ámbito de los cielos giran,
-las fértiles tierras y el inmenso Océano; todo animal por ti vive y
-por ti goza de la acción benéfica del Sol; ante la presencia tuya
-el cielo viste galas, huyen los vientos, la tierra produce olorosas
-flores, el mar se riza, el espléndido Olimpo llena de luz el Universo,
-la primavera brilla y el céfiro fecundo, libre, vuela; todos los seres
-que llenan los espacios, nutridos por tu influencia, festejan tu venida
-¡oh diosa!; la gente alegre baila en el ameno prado ó á nado pasa
-arrebatados ríos; cuanto vive y siente, atraído por tus goces, te sigue
-hacia donde tú lo impulsas; y lo mismo en el dilatado mar que en los
-empinados montes, en los intranquilos ríos que en los pacíficos campos,
-y en el obscuro bosque, mansión de aves, todos los corazones por ti
-arden en irresistible llama de amor, y con estímulo deleitoso los
-siglos se propagan.
-
- [1] Según Plutarco, Venus representa la fecundidad; y Marte,
- citado algunas líneas después, la fuerza destructora.
-
-
-21. _Quæ quoniam rerum naturam sola gubernas..._
-
-Y puesto que influyes en el mundo soberanamente, de tal modo que en él
-sin ti nada tendría vida y nada sería agradable, inspira estos versos
-que escribo destinados al estudio de la _Naturaleza de las cosas_, y
-dedicados á nuestro Memmio[2], á quien adornar quisiste en otros días
-con tus más nobles dones: por él ¡oh diosa! demando tu favor. Haz,
-entre tanto, que los horrores militares duerman en la tierra y en el
-mar, y como tienes poder para conservar á los mortales paz tranquila,
-ya que el gran Mavorte[3] que á su gusto rige las batallas suele
-quedar en tus brazos preso y de intenso amor herido, cuando sediento
-de contemplar tu albo pecho, inclinada la cabeza y embebecido en tus
-ojos en éxtasis prolongado tenga de tus labios pendiente su voluntad,
-y cuando desfallecido en tu regazo yazga y tu dulce persuasión le
-quebrante la ira, pídele que conceda á los Romanos paz serena; porque
-ni yo podría en época de aflicciones para mi patria dedicarme con ánimo
-reposado á entonar mis cantos, ni tampoco el ilustre Memmio podría
-oirme, impulsado á las armas por la común defensa.
-
- [2] Memmio Gemelo, ciudadano romano que fué pretor de Bitinia y
- después vivió desterrado en Atenas, donde es fama que recibió
- algunas cartas de M. T. Cicerón.
-
- [3] Marte (Mars) es síncopa de Mavorte (Mavors).
-
-
-44. _Quod superest, vacuas aures mihi, Memmiada, et te..._
-
-Para las lecciones que en forma de dádivas te dedico, reclamo
-tu atención libre de prejuicios y reposada, querido Memmio; no
-desprecies las enseñanzas que en ellas se contienen sin haberlas
-antes contrastado con razón serena: voy á disertar contigo acerca del
-orden de lo infinito y de la esencia de los dioses; voy á explicarte
-lo que entiendo respecto á los elementos de que la Naturaleza[4] ha
-constituido las cosas y á los cuales éstas revierten cada vez que
-pierden una forma, y considera que doy el nombre de elementos á esos
-simplicísimos cuerpos generadores que son los primeros principios de
-todo cuanto existe[5].
-
- [4] Lucrecio usó en muchos lugares de su poema la palabra
- Naturaleza para significar la vida universal, el principio del
- Ser, es decir, Dios, Dios único, potencia infinita, posibilidad
- absoluta, fundamento de toda realidad.
-
- [5] Deliberadamente, sin duda, Lucrecio no empleó ni una sola vez
- en todo su extenso poema la palabra átomo, que encierra el asunto
- más detenidamente estudiado en su obra.
-
-
-56. _Omnis enim per se Divum natura necesse est..._
-
-Por su esencia, los númenes deben disfrutar eterna vida en ocio
-imperturbable: indiferentes á nosotros y á nuestras cosas, exentos de
-peligros y de aflicciones, ricos por su propia naturaleza puesto que
-nada necesitan, son insensibles á nuestras virtudes é indiferentes á
-nuestra ira[6].
-
- [6] De igual modo Séneca se expresó en su epístola XCV.
-
-
-63. _Humana ante oculos fœde cum vita jaceret..._
-
-Cuando la humanidad, abatida por el terror, se humillaba ante el
-aspecto horrible del fanatismo que desde las regiones aéreas dirigía á
-los mortales tremendas amenazas, un sabio de Grecia fué el primero[7]
-que se atrevió á resistir al monstruo y á levantar contra él los
-ojos: ni la fama de los dioses, ni rayos, ni temeroso estruendo de
-las concavidades del espacio pudieron abatirlo; por lo contrario, los
-obstáculos estimularon su energía y abrió las cerradas puertas de
-la Naturaleza; su genio vencedor pasó adelante y arrojó á distancia
-las murallas flamígeras del mundo: entonces escrutó la inmensidad con
-mirada vigorosa, y vencedor de ella nos dió á conocer lo que existe
-y lo que no puede existir en el mundo, así como descubrió que toda
-potencialidad de los seres está limitada por su peculiar esencia; de
-este modo la superstición fué á su vez subyugada y la victoria nos
-elevó á lo infinito.
-
- [7] Epicuro, natural de Samos, donde nació el año 341 antes de la
- Era cristiana.
-
-
-71. _Illud in is rebus vereor ne fortè rearis..._
-
-Temo, sin embargo, te figures que voy á iniciarte en protervas
-doctrinas y á franquearte el camino del mal; por lo contrario, la
-superstición ha producido muchas veces crímenes y sucesos execrables:
-por ella varones famosos de Grecia, capitanes fuertes, profanaron en
-Aulide[8] con la sangre de Ifigenia el altar de Diana. La cabellera
-virginal recogida con fúnebre banda fluctuante; junto al altar el
-afligido padre; al lado los sacerdotes que ocultan los puñales;
-alrededor el pueblo que lloroso contempla á la joven; ésta, muda por
-el terror y agobiada por el espanto, cae sobre sus rodillas... á la
-infeliz no sirve ser la primera que diera nombre de padre al rey...
-impías manos de ministros la levantan y la conducen trémula ante las
-aras, no para que celebre solemnes ritos de Himeneo acompañada por
-lucido cortejo, sino para que muera casta pero deshonestamente bajo los
-golpes de su mismo padre, en el instante en que amor la destinaba á
-tierno esposo; y muere para que el viento no estorbe la feliz partida
-de la flota griega. ¡Á qué horribles males la superstición puede llevar
-á los hombres!
-
- [8] Aulide, puerto de Beocia, donde se celebró el sacrificio de
- Ifigenia, hija de Agamenón y de Clitemnestra. Agamenón, jefe de
- los ejércitos griegos en la guerra de Troya.
-
-
-103. _Tutemet à nobis jam quovis tempore, vatum..._
-
-Tú mismo, dominado por los discursos terroríficos de los vates,
-¿querrás separarte de mi lado? ¿Supondrás acaso que también yo puedo
-fingirte delirios que cambien las reglas de tu vida ó turben tus
-dichas con temores? Y no te he de censurar; porque si los hombres
-comprendiesen cuál es el término cierto de sus infortunios, bien
-podrían resistir á las religiones y despreciar las amenazas de los
-vates; pero en la actualidad no hay saber bastante ni motivo suficiente
-para rechazarlas, mucho más cuando se temen penas eternas después de
-la muerte; pues todavía se ignora cuál sea la naturaleza del alma,
-si es creada con el cuerpo ó si á éste se agrega en algún momento,
-é igualmente se ignora si con el cuerpo fallece ó si va á visitar
-las extensas y negras lagunas del Orco[9], ó bien si merced á divina
-disposición emigra para el cuerpo de varios animales, como cantó
-nuestro Ennio, primero digno de eterno renombre que del risueño Helicón
-bajó á Italia coronado con laurel inmarcesible. En versos inmortales
-Ennio describió el tenebroso infierno, donde no existen almas ni
-cuerpos, sino espectros y pálidas imágenes: allí se le acercó la sombra
-del siempre floreciente Homero, y con efusión cariñosa entre lágrimas
-de recuerdos le explicó la naturaleza de las cosas[10].
-
- [9] El Orco, obscuridad, muerte, infierno. La India suministró
- á Grecia y á Italia elementos para su lenguaje y base para su
- mitología.
-
- [10] Dante Alighieri debió tomar de estas palabras de Lucrecio la
- idea para el _Infierno_ de su _Divina Comedia_.
-
-
-126. _Quapropter bene cum, superis de rebus, habenda..._
-
-Antes de investigar las leyes referentes á las etéreas regiones, al
-curso del Sol y de la Luna y á los fenómenos terrestres, debemos
-inquirir la naturaleza de nuestra alma, la de nuestra vitalidad y la
-de todos los objetos que de cerca se nos ofrecen cuando estamos en
-posesión de nuestras facultades, y que después, cuando nos hallamos
-abatidos por enfermedad ó subyugados por el sueño, nos perturban hasta
-el punto de que lleguemos á pensar que ven y oyen después de muertos
-aquellos seres cuyos despojos cubren ya la tierra.
-
-
-137. _Nec me animi fallit, Graiorum obscura reperta..._
-
-Ni me engaño si pienso cuán difícil sea explicar en versos latinos las
-investigaciones de los Griegos consideradas obscuras (propósito que
-ha de obligarme á emplear palabras nuevas), ya por deficiencias del
-idioma, ya por la novedad del asunto. Pero tu virtud por una parte, y
-por otra el suave goce que me promete el trato de tu amistad, me animan
-á emprender la difícil labor y me inducen á velar durante las apacibles
-noches para escoger las frases que he de emplear en mis versos,
-destinados á iluminar tu inteligencia con clara luz que te permita
-penetrar en las cosas ocultas.
-
-
-147. _Hunc igitur terrorem animi, tenebrasque necesse est..._
-
-Y pues no se disipan aquel terror y aquellas tinieblas del espíritu
-ni con el lucir del Sol, ni con la brillantez del día, sino con el
-estudio reflexivo de la Naturaleza en cuanto ésta se nos ofrece,
-sírvanos de exordio este principio: _De nada nunca puede producirse
-maravillosamente algo._ Ahora, muchas veces, los mortales, dominados
-por el temor, cuando no pueden explicarse las causas de los fenómenos
-que se realizan en la tierra ó en la inmensidad del espacio, las
-suponen dependientes de la voluntad de númenes; pero cuando se
-persuadan de que nada puede formarse de nada, emprenderán obra de
-investigación que les hará conocer cómo pueden producirse los seres sin
-la intervención de dioses.
-
-
-160. _Nam si de nihilo fierent, ex omnibus rebus..._
-
-Y si de nada surgiesen los seres, también de éstos confusamente
-podrían formarse diversos géneros, sin necesidad de gérmenes: así,
-del mar podrían nacer hombres y de la tierra la estirpe de escamas y
-los volátiles; en los aires se producirían tímidos corderos, toros y
-caballos; las fieras, originadas por el acaso, poblarían desiertos y
-tierras cultivadas; los mismos frutos no se producirían siempre de los
-mismos árboles, sino todos aquéllos de todos éstos brotarían; porque
-si no existieran elementos formativos diferenciados, ¿qué orden podría
-suponerse en la generación? Pero cada ser es creado, nace y toma rumbo
-en los espacios de la vida merced á un propio determinado germen, y
-tiene la peculiar naturaleza que corresponde á los elementos que lo
-constituyen; luego todo, no de todo indiferentemente se produce, sino
-cada ser de otro que tenga adecuada virtualidad.
-
-
-175. _Præterea, cur Vere rosam, frumenta calore..._
-
-Después de todo, ¿por qué en primavera vemos la rosa, las espigas en
-tiempo de calor, en el húmedo otoño las vides, si no es porque en
-épocas fijas se congregan los elementos propios de cada especie y
-permiten á las jóvenes plantas exponer impunemente á la luz del día
-sus tiernos tallos, porque las condiciones del medio que les rodea
-son adecuadas para su vida? Es lo cierto que si de nada los seres se
-formasen, nacerían súbitamente en épocas inciertas y en todos sitios,
-porque la potencia productora funcionaría sin orden.
-
-
-185. _Nec porrò augendis rebus spatio foret usus..._
-
-Y por igual motivo, si éstos á la nada se debieran, no sería necesaria
-la acción del tiempo sobre las semillas; entre la infancia y la
-juventud no habría relación continua; de la tierra los árboles ya
-corpulentos brotarían. Pero es patente que no es ese el orden natural:
-todo crece paulatinamente de germen propio y con sujeción á las
-condiciones de su especie; de tal modo, que puedes comprobar cómo el
-desarrollo íntegro de cada ser es dependiente del crecimiento de la
-materia de que el mismo ser está constituido.
-
-
-195. _Huc accedit, uti sine certis imbribus anni..._
-
-Aún más sucede: la tierra no podría dar buenos productos si careciera
-del beneficio de lluvias periódicas, y los animales, privados de
-alimentos, no podrían propagar su especie ni sostener la vida. Puedes
-reconocer que son muchos los elementos simples, comunes á innumerables
-cuerpos, de modo igual que integran á muchas palabras unas mismas
-letras, antes que admitir la existencia de cosa alguna independiente de
-aquellas substancias primarias. ¿Por qué no ha producido la Naturaleza
-hombres que atravesasen á pié el Océano, como si éste fuera un vado,
-ó que pudieran deshacer con las manos las montañas, ó que mantuvieran
-la vida largos siglos, si no es porque todas las creaciones de la
-materia[11] han de tener entre sí regular adaptación? Preciso es,
-pues, declarar que nada se forma de la nada, y que todas las cosas que
-participan de la vida presuponen el desarrollo de un germen.
-
- [11] Burnet dice que á los Hebreos, á los Griegos y á los Latinos
- jamás ocurrió una palabra equivalente á las actuales de _crear_ y
- de _aniquilar_. San Jerónimo consideraba sinónimas las dicciones
- _crear_, _formar_ y _construir_.
-
-
-209. _Postremo, quoniam incultis præstare videmus..._
-
-Vemos, por último, que los terrenos labrados producen más que los
-faltos de cultivo y que la mano del agricultor mejora los frutos:
-luego es evidente que las tierras se nutren de elementos primarios y
-aumentan su fecundidad cuando aquellos principios de vida se renuevan
-mediante la remoción del suelo por el corvo arado. Si tales elementos
-no existiesen, los productos naturales mejorarían espontáneamente, sin
-auxilio de trabajo nuestro.
-
-
-216. _Huc accedit, uti quidque in sua corpora rursum..._
-
-Ocurre que la Naturaleza en tiempos sucesivos descompone los cuerpos
-y los reduce á sus elementos simples; no aniquila, empero, á ningún
-ser. Pues si los elementos fuesen destructibles, las cosas perecerían
-repentinamente; una débil acción bastaría para separar sus partes
-y para anular el nexo que las uniera; por lo contrario, podemos
-comprobar que los elementos son eternos y que la muerte no es más que
-una descomposición de concreciones materiales por efecto de natural
-impulso, que al obrar sobre los cuerpos ensancha los poros de éstos y
-disgrega sus moléculas.
-
-
-226. _Præterea, quæcumque vetustate amovet ætas..._
-
-Demás de lo dicho, si el tiempo que todo lo transforma consumiese
-la materia, ¿de dónde la potencia generadora restablecería en la
-existencia las especies de animales? ¿De dónde la tierra derivaría
-alimentos para nutrir y perfeccionar los seres? ¿De dónde caudalosos
-ríos y manantiales ingenuos extraerían las aguas para pagar á los mares
-su tributo? ¿Cómo el éter sostendría la gravitación de los astros? Si
-los elementos se extinguieran, ya se habrían consumido, agotados por
-los siglos; pero si han superado al tiempo y desde la eternidad no
-cesan de actuar en transformaciones continuas, ciertamente su esencia
-es inmortal. Luego ningún ser puede extinguirse totalmente.
-
-
-239. _Denique res omnes eadem vis causaque volgo..._
-
-Las cosas, finalmente, serían destruidas por una misma fuerza natural
-si los elementos componentes de ellas no fuesen eternos ó estuviesen
-ligados con débil cohesión; para deshacerlas bastaría un contacto,
-que aunque leve, fuera suficiente para inutilizar la resistencia de
-moléculas desprovistas de perpetua fuerza de atracción. Como la materia
-no muere, subsiste en una forma hasta que circunstancias complejas
-debilitan la adaptación de cada objeto con el medio en que se mueve;
-cuando este caso llega, los cuerpos se descomponen y sus elementos
-vuelven dispersos al Todo universal de que procedían.
-
-
-251. _Postremo, pereunt imbres, ubi eos pater Æther..._
-
-También se confunden las lluvias en el seno materno de la tierra,
-adonde el próvido éter las precipita; por su influencia las brillantes
-mieses dan brotes, reverdecen los árboles, cuyas ramas, después de
-crecer, se inclinan encorvadas por el fruto que sirve de alimento á los
-hombres y de pasto á los animales; de esa fecundidad surge la juventud,
-y las ciudades se renuevan; las aves canoras, en las florecientes
-selvas, entonan sus cantos harmoniosos; los ganados se esponjan, y
-de sus hinchadas ubres mana sabrosa leche con la que se embriagan
-retozones corderillos en la pradera alegre. Lo que desaparece de
-nuestra vista no se extingue, sino se transforma: la vida surge de la
-muerte.
-
-
-266. _Nunc age, res quoniam docui non posse creari..._
-
-Si bien es cierto que los seres en actualidad nunca de la nada han
-brotado ni se aniquilan totalmente, debes también tener por cierto que
-aun cuando para los sentidos carezcan de apariencias muchos cuerpos
-elementales, la existencia de éstos se halla comprobada por la razón.
-
-
-272. _Principio, Venti vis verberat incita pontum..._
-
-El tormentoso viento con inmenso impulso revuelve los mares, sumerge
-los buques, dispersa las nubes y forma fuertes formidables torbellinos
-que los campos barren, árboles talan, arbustos destrozan, llenan las
-planicies con los despojos de victorias obtenidas en las montañas y
-agitan los mares con aterrador estruendo. Pero aunque notas el viento,
-no ves los principios elementales de que se compone; es como un soplo
-que conmueve las nubes, el mar y la tierra; es también como río cuyo
-caudal enriquecen aguas torrenciales que bajan de las montañas con
-impulso asolador, y á las veces destruye los puentes más sólidos, y
-á las veces con impetuoso movimiento se desborda, combate y arrastra
-cuanto se opone á su furia; cuando los fuertes vientos dominan, empujan
-á todo lo que les resiste, lo acometen, lo rodean, lo envuelven en
-remolinos y lo elevan á la atmósfera. Por sus efectos, los aires y los
-ríos se nos muestran como sensibles en cierto grado.
-
-
-302. _Tum porro varios rerum sentimus odores..._
-
-Tampoco son visibles las emanaciones odoríficas que afectan nuestro
-olfato, ni vemos el sonido, el calor, ni el frío, que indudablemente
-son fenómenos de cuerpos que se ponen en inmediata relación con
-nuestros órganos; y todo y cualquier contacto sólo puede realizarse
-mediante la intervención de substancias corpóreas.
-
-
-309. _Denique fluctifrago suspensæ in littore Vestes..._
-
-Ropas colocadas á orillas del mar fácilmente se humedecen, y expuestas
-luego á la acción del Sol pronto pueden quedar secas: no se habrá visto
-la manera cómo el fluido acuoso penetrara en ellas y después saliera
-evaporado por el calor; pero es indudable que uno y otro fenómeno se
-deben á la influencia de mínimas partículas, imperceptibles para la
-vista.
-
-
-315. _Quim etiam multis Solis redeuntibus annis..._
-
-Después de muchos años de uso el anillo se desgasta en el dedo; con
-el tiempo gota á gota el agua horada la piedra; la reja del arado se
-desbasta con el trabajo en los campos; las piedras de los caminos
-con el rozamiento de los piés se pulimentan; la diestra mano de las
-estatuas de bronce colocadas en las puertas de la ciudad disminuye
-de volumen con los repetidos besos de los devotos. La deficiencia de
-nuestros sentidos no nos permite penetrar en la íntima labor que se
-realiza en la Naturaleza y que da por resultado un desvanecimiento
-gradual de varios cuerpos, la formación de algunos por la acumulación
-de corpúsculos imperceptibles, y la disgregación de otros por la
-ruptura de los vínculos que unen sus partes componentes, de modo
-parecido al socavamiento que la sal de las aguas marinas produce con
-lentitud en enormes promontorios que amenazan al mar con su elevada
-cumbre. Luego en la Naturaleza obra la agregación y disgregación de
-partes mínimas é invisibles.
-
-
-326. _Postremo, quæcumque dies, Naturaque rebus..._
-
-Pero no de concreciones corpóreas se compone solamente la Naturaleza;
-también en ella existen espacios desocupados: y te será útil conocer
-los fundamentos de esta verdad, porque en la investigación de las cosas
-no conviene proceder con divagaciones, y mi opinión respecto de la
-extensión no ocupada por cuerpos compuestos, á la que llamaré vacío, es
-de fácil comprobación.
-
-
-339. _Quod si non esset, nulla ratione moveri..._
-
-Porque si así no fuera, no sería explicable la razón de movimiento;
-y si los cuerpos no pudieran cambiar de posición, no sería posible
-que se cumpliera aquella ley; pero es indudable que presenciamos el
-movimiento, lo mismo en el mar que en la tierra y en las alturas: y ese
-mudar constante de los seres en sí mismos y con relación á los demás, y
-aun la misma generación, no se efectuarían si no existiera espacio: la
-materia acumulada yacería en perpetuo reposo.
-
-
-350. _Præterea quamvis solidæ res esse putentur..._
-
-Añadiré que todos los cuerpos, aun los más duros, son porosos: las
-piedras poseen intersticios por entre los cuales corre el agua que
-después gotea en los antros; las substancias alimenticias disueltas
-se distribuyen por todas las partes del animal; los árboles crecen y
-dan frutos en sazón oportuna, porque los jugos nutricios suben por el
-tronco y luego se reparten por las ramas; los sonidos se transmiten á
-las casas á través de los muros; el frío penetra hasta lo interior de
-los huesos: tales efectos de penetración de los cuerpos se deben al
-vacío.
-
-
-362. _Denique cur alias aliis præstare videmus..._
-
-Además, ¿cómo podremos explicarnos el peso diferente que tienen cuerpos
-de igual volumen? Si en la báscula se colocasen un vellón de lana y un
-trozo de plomo de idéntico tamaño, pesarían lo mismo si tuvieran igual
-densidad, porque es propiedad de la materia la pesantez que al vacío
-negó la Naturaleza; por este motivo afirmamos que de dos cuerpos de
-igual volumen y de diferente peso el más leve ha de tener mayor espacio
-vacío entre sus moléculas[12]; luego la razón demuestra con toda
-claridad que el vacío existe en la Naturaleza.
-
- [12] La Física moderna demuestra por medio del tubo comprobante
- de la porosidad y de la máquina pneumática lo mismo que acerca de
- este punto sostenía Lucrecio hace veinte siglos.
-
-
-374. _Illud in his rebus, ne te deducere vero..._
-
-Para que no te subyugue un error que acerca de este punto sostienen
-algunos, voy desde luego á combatirlo. Dicen que así como los peces
-nadadores pueden abrirse paso por entre las masas líquidas, las cuales
-vuelven á cerrarse detrás de ellos, así también los diferentes cuerpos
-moverse pueden y cambiar de lugar en el espacio aunque éste no se halle
-vacío: pero la razón patentiza la falsedad de esta argumentación;
-¿cómo podrían los peces avanzar si las ondas no se replegasen ante el
-paso de ellos? ¿Y cómo podrían las masas acuosas precipitarse hacia
-donde los peces no pueden ir? Será, pues, necesario reconocer que los
-cuerpos están privados de movimientos ó que las concreciones corpóreas
-existen en el vacío, donde ejercitan su potencia motriz.
-
-
-388. _Postremo duo de concurso corpora lata..._
-
-En fin, si dos superficies planas en contacto repentinamente quedan
-separadas, dejan entre sí un vacío que no se puede llenar de improviso,
-porque el aire, aunque sutil, no ocupa un espacio sin haber circulado
-antes por alrededor. El que pretendiese que después de separados los
-dos cuerpos que han estado próximos, el espacio que resulta entre ellos
-se llenara por dilatación del aire que antes existiera condensado
-entre los dos planos superpuestos, se equivocaría ciertamente: el
-vacío se formó al quedar separados los cuerpos; antes no existía,
-y cuando lo hubo se llenó de aire, y no antes. Ni del modo que se
-imaginan algunos el aire puede reducirse, ni dado el supuesto de que
-así pudiera condensarse, el hecho se efectuaría sin la mediación de
-espacios vacíos. Necesario es, pues, confesar que el vacío existe en
-la Naturaleza.
-
-
-404. _Multaque præterea tibi possum commemorando..._
-
-Muchos otros argumentos podría exponerte en confirmación de la tesis
-que sustento; pero lo anotado basta para que tu clara inteligencia te
-descubra lo demás que omito. Así como canes montívagos hallan entre
-apretados ramajes el escondido lugar que sirve de refugio á la fiera,
-después que el olfato les da á conocer la pista que aquélla siguió en
-su huida, así también unas reflexiones te conducirán á otras que te
-permitan descubrir secretos de la Naturaleza, y consiguientemente la
-verdad.
-
-
-414. _Quod si pigraris, paulumve abscesseris ab re..._
-
-Pero si vacilaras en la empresa y no te decidieras á hacer por ti mismo
-ese trabajo de investigación, prometo ¡oh Memmio! darte á conocer con
-suave frase y decisión firme todo lo que á grandes sorbos he bebido
-en copiosas fuentes de verdad, si bien temo que la vejez con su lenta
-labor consiga consumir el soplo de nuestra vida antes de que yo pueda
-exponerte en versos harmoniosos la serie de argumentos que he reunido á
-tal asunto pertinentes; pero ahora comenzaré por repetirte la síntesis
-de lo ya dicho.
-
-
-423. _Omnis, ut est, igitur per se Natura duabus..._
-
-Todo lo que la Naturaleza es en sí, está constituido por los cuerpos y
-por el vacío en que aquéllos se hallan y se mueven: los sentidos, que
-son fundamento de certeza y auxiliar de la razón, porque sin ellos ésta
-se vería envuelta en numerosas dificultades para explicarse las causas
-de los fenómenos, dan testimonio de que los cuerpos existen por sí; y
-la reflexión demuestra que todos esos cuerpos tienen precisa colocación
-y necesariamente se mueven con distintas direcciones en un lugar ó
-espacio al que denominamos vacío, como antes he dicho[13].
-
- [13] El moderno positivismo no puede gloriarse de contar á
- Lucrecio entre sus precursores.
-
-
-434. _Præterea nihil est, quod possis dicere ab omni..._
-
-Por lo mismo, nada existe que no se halle comprendido en los cuerpos
-compuestos ó en el vacío donde están disueltos los elementos simples;
-no hay una tercera especie en la Naturaleza; todo cuanto concreto es,
-aunque mínimo y exiguo, tiene su peculiar extensión, grande ó pequeña,
-y al ser perceptible para el tacto, está incluido en la suma de los
-cuerpos: todo lo demás que pueda ser atravesado por éstos ó les sirva
-de residencia, pertenece al espacio que llamamos vacío.
-
-
-444. _Præterea, per se quodcumque erit, aut faciet quid..._
-
-Aún añadiré que todo lo que se mueve por sí mismo, permanece sujeto
-á la acción de agentes ó facilita espacios que permitan colocación y
-movimiento á otros cuerpos; nada que no sea cuerpo goza del derecho
-de moverse ó ser movido; el vacío le deja campo libre; así, además
-de los cuerpos, además del espacio, no hay una tercera clase de
-entidades que tengan existencia en la Naturaleza: ni nuestros sentidos
-perciben ni la razón alcanza lo contrario; lo que no es materia ni
-espacio es propiedad ó accidente; propiedades de los cuerpos son
-aquellas condiciones que están dadas conjuntas con las cosas de las
-que no pueden separarse y á las que no se pueden arbitrariamente
-agregar, tal como el calor respecto del fuego, el peso respecto de las
-piedras, la fluidez del agua, la tangibilidad de todos los cuerpos,
-la intangibilidad del espacio; pero por lo contrario, la esclavitud,
-libertad, riqueza, pobreza, guerra, paz y todos los modos de la
-existencia que pueden variar sin que se altere la naturaleza de las
-cosas reciben el nombre de accidentes.
-
-
-463. _Tempus item per se non est, sed rebus ab ipsis..._
-
-El tiempo tampoco existe por sí; lo percibimos con relación á las
-cosas, como atravesado en la continuación, desde el origen, por el
-momento actual y por la secuencia. Nadie puede sentir el tiempo en el
-instante en que desligado lo considere del movimiento de las cosas ó de
-la plácida quietud.
-
-
-468. _Denique Tyndaridem raptam, belloque subactas..._
-
-También cuando se habla de la robada Tindárida[14] y de la guerra
-que arruinó á las troyanas gentes, debemos reconocer que esos hechos
-no existieron por su propia virtualidad: cuando el curso de los
-acontecimientos deja atrás irrevocablemente unos cuantos siglos de los
-hombres, lo que ocurre es que unos hechos han dado lugar á otros; así
-se prueba que todos los sucesos accidentes son de los cuerpos ó del
-espacio.
-
- [14] La robada Tindárida: se trata de Helena, hija de Júpiter
- y de Leda; esta última era esposa de Tíndaro, rey de Occalia.
- Helena fué robada por Teseo, rey de Atenas; después casó con
- Menelao, rey de Lacedemonia, y fué robada nuevamente por Páris,
- hijo de Príamo, rey de Troya.
-
-
-475. _Denique materies si rerum nulla fuisset..._
-
-Si no existiese la materia de las cosas ni tampoco el lugar ó espacio
-en que las cosas tienen su lugar, ni el fuego amoroso que la hermosura
-de Helena despertó en el corazón del frigio raptor habría encendido
-una guerra que produjo muchas batallas, ni la célebre máquina
-construida por los Griegos habría vomitado ejércitos que á sangre y
-fuego destruyeron á Troya. Bien puedes ver que los acontecimientos no
-tienen una existencia real como los cuerpos y el espacio, sino son
-modificaciones de esos dos principios.
-
-
-487. _Corpora sunt porro partim primordia rerum..._
-
-Bajo el nombre de cuerpos comprendemos los elementos simples de la
-Naturaleza y también todos los seres que de ellos pueden formarse.
-Los elementos son indestructibles, y su indivisibilidad en todo se
-demuestra. Difícil, sin embargo, es concebir su perfecta solidez cuando
-consideramos que el sonido, la voz y el rayo atraviesan las paredes de
-las casas; que el hierro metido en el fuego se hace incandescente; que
-del seno de los volcanes saltan desmenuzadas duras piedras; que el oro,
-por la acción del fuego, se liquida y el hielo se deshace; que el frío
-y el calor se transmiten á la plata; que si tenemos en las manos un
-vaso, nos impresionamos de la temperatura de los cuerpos líquidos que
-en él vertemos. Luego en los objetos no existe solidez perfecta. Pero á
-fin de que mejor domines estas verdades que la Naturaleza muestra y la
-razón demuestra, voy á auxiliarte con algunas reflexiones encaminadas
-á hacerte observar que aunque todos los cuerpos no sean completamente
-sólidos, lo son los elementos simples que los integran.
-
-
-508. _Principio, quoniam duplex natura duarum..._
-
-Primeramente, considero ya probado que la Naturaleza consta de
-dos porciones entre sí diversas: los cuerpos y el espacio en que
-aquéllos residen; es necesario que ambas regiones existan puras,
-independientemente la una de la otra; donde hay cuerpo no hay espacio;
-donde hay espacio no hay materia: y es indudable que si los elementos
-simples son perfectamente sólidos, no pueden contener vacío.
-
-
-516. _Præterea, quoniam genitis in rebus Inane est..._
-
-En segundo lugar, si hay vacíos entre las moléculas de que los cuerpos
-se componen, preciso es afirmar que esos vacíos están limitados por la
-materia que los rodea; luego no tiene razonable fundamento la opinión
-de que todo cuerpo encierra vacíos no determinados por materia sólida:
-todos los cuerpos son, en suma, agregados de elementos simples, en
-los que no es posible confundir la materia con el vacío. La materia,
-pues, consta de sólidos principios eternos, aunque sean disolubles los
-cuerpos que constituyen.
-
-
-525. _Tum porro si nil esset, quod Inane vacaret..._
-
-Por cierto que si no existiese espacio susceptible de quedar
-desocupado, todo sería sólido; y si por lo contrario, no hubiera
-substancias sin determinaciones corporales que llenaran los sitios,
-que constituyeran las cosas, todo lo que forma el espacio quedaría
-desocupado y vacío[15]. Distintos son, pues, cuerpo y espacio: ni todo
-es materia, ni todo está vacío; luego la propia fluidez de las esencias
-corporales establece perfecta distinción entre la materia y el espacio.
-
- [15] Lucrecio emplea las palabras _spatium_ (espacio, escenario
- de la vida); _vacuum_ (vacío, entre cuerpos determinados), é
- _inane_ (extensión desocupada).
-
-
-533. _Hæc neque dissolvi plagis extrinsecus icta..._
-
-Los elementos simples de la materia no pueden ser perjudicados en su
-exterior ni penetrados de modo alguno; por lo mismo, ninguna acción
-puede alterarlos, según ya te he demostrado en líneas anteriores. Y
-como la ruptura de los cuerpos, su descomposición, su fraccionamiento,
-su penetración por el agua, su modificación por el fuego, su
-destrucción por agentes de diversa especie sólo pueden efectuarse
-mediante el vacío, hasta el punto de que más propensos á pronta
-descomposición son los cuerpos que tienen más concavidades entre sus
-moléculas, es evidente que si los elementos primarios son, como ya te
-he enseñado, sólidos, también han de ser eternos.
-
-
-545. _Præterea, nisi materies æterna fuisset..._
-
-Además, si la materia no fuese eterna, hace ya muchos siglos que
-todas las cosas habrían sido aniquiladas y habrían vuelto á surgir
-espontáneamente; pero si es cierto, como he procurado hacer patente,
-que de nada no puede crearse algo y que los seres se transforman pero
-no se pierden totalmente, debe ser también cierto que los cuerpos
-generadores han de ser inmortales, para que disueltas unas concreciones
-corpóreas en tiempos oportunos, de ellos puedan reproducirse otras. Es
-decir, que los siglos tienen duración y los seres se renuevan, merced á
-la perdurabilidad y solidez de los elementos de la materia.
-
-
-556. _Denique, si nullam finem Natura parasset..._
-
-En fin, si en la Naturaleza no tuviesen límites las divisiones de los
-cuerpos, también las substancias materiales llegarían á una tenuidad
-indefinida; con el recorrer de los siglos quedarían agotadas, y los
-cuerpos que de ellas se formasen no tendrían firmeza ni duración, y
-podrían quedar extinguidos antes de alcanzar pleno desarrollo; porque
-la muerte sería más rápida que la reproducción, y las pérdidas del
-tiempo ya pasado no podrían ser reparadas por el tiempo futuro; pero
-como vemos que los siglos corren y que las sucesiones se realizan con
-un equilibrio siempre igual y proporcionado á las fuerzas consumidas,
-hemos de considerar que la división de la materia tiene un límite de
-contrapeso regular.
-
-
-570. _Huc accedit, uti solidissima materiai..._
-
-Admitido que los elementos de la materia sólidos y simples son,
-pueden, sin embargo, tener una consistencia débil y constituir el
-fuego, el aire, el agua, la tierra, mediante una movilidad especial
-de las moléculas que generan esos cuerpos entre cuyas partes
-existen igualmente espacios vacíos[16]; por lo contrario, si los
-principios de las cosas tuvieran de propia naturaleza débil cohesión
-y deleznable estructura, no podrían formar las grandes masas pétreas
-que constituyen el armazón de nuestro mundo, ni servirían para la
-composición del hierro y otros cuerpos duros. Luego los elementos
-primarios deben ser sólidos y simples, y la diversa condensación que en
-sus combinaciones experimenten deberá ser el origen de los diferentes
-seres y de los distintos grados de resistencia y densidad que éstos
-ofrecen.
-
- [16] Las palabras de Lucrecio prueban que éste consideraba que
- la tierra, el aire, el agua y el fuego eran cuerpos compuestos:
- la doctrina de los cuatro elementos, aunque tenía algunos
- partidarios entre Griegos y Latinos, no se generalizó hasta la
- Edad Media.
-
-
-582. _Denique jam quoniam generatim reddita finis..._
-
-La Naturaleza se determina en hechos constantes que regularizan el
-crecimiento y la duración de los seres y circunscriben la acción de las
-especies vivientes en esfera que no pueden franquear: muchas clases de
-pájaros se distinguen de otras análogas únicamente por la presencia
-constante de algunas pintas en su plumaje. Indudablemente se da en
-todos los seres un complejo invariable de materia; si los elementos que
-los integran no fuesen fijos, la Naturaleza no se mostraría en leyes,
-es decir, en hechos constantes, y carecería de orden. Cada ser tiene
-aptitudes acomodadas á su constitución, y por ese motivo se reproducen
-las especies, entre las cuales se conservan y se transmiten hábitos,
-gestos, estaturas, instintos y predilecciones por tales ó cuales
-alimentos.
-
-
-597. _Tum porrò, quoniam extremum cuiusque cacumen..._
-
-Y ciertamente el elemento primordial de los cuerpos es tan tenue,
-que los sentidos no pueden apreciarlo; no consta de partes; es
-lo más infinitamente pequeño que hay en la Naturaleza, y apenas
-puede considerarse como cuerpo, ya que nunca existe por sí solo é
-independiente de otros que constituyen la masa de la materia; unidos
-entre sí fuertemente hasta el punto de resistir la acción de toda
-fuerza, los elementos de la materia son considerados como sólidos y
-simples, aunque constan de mínimas porciones homogéneas enlazadas
-entre sí con vigor imperecedero: así es que mientras la Naturaleza
-sea, serán, sin disminuir en nada, esos principios, propios de toda
-generación y de todo crecimiento.
-
-
-615. _Præterea nisi erit minimum parvissima quæque..._
-
-Además, si no hubiese un término mínimo infranqueable en la
-composición de los cuerpos, éstos constarían de infinitas partes, y
-cualquiera de ellas se podría dividir en mitades y éstas en otras
-indefinidamente; entonces, ¿qué diferencia última se daría entre las
-masas grandes y pequeñas? Ninguna, porque todas serían igualmente
-fraccionables infinitamente. Pero como á la razón repugna esa
-conclusión absurda, preciso es reconocer que los elementos simples son
-las últimas divisiones posibles de los cuerpos de la Naturaleza, y
-consiguientemente por este motivo debe también confesarse que los tales
-elementos son sólidos y eternos.
-
-
-626. _Denique si minimas in partes cuncta resolvi..._
-
-Últimamente, si la Naturaleza creadora al descomponer los seres no los
-redujera á sus partes mínimas indivisibles, no podría reparar la vida,
-porque los cuerpos compuestos carecen de las condiciones de atracción,
-peso, repulsión, concurso y movimiento adecuadas para engendrar los
-seres. Luego si la división de los cuerpos fuera infinita, aún nos
-veríamos obligados á reconocer que á lo menos algunos que existen
-de toda eternidad, todavía no han sido alterados por los peligros y
-accidentes anexos á la vida; y si todos los cuerpos fuesen frágiles,
-la Naturaleza habría sido inconstante en favor de los que han podido
-resistir los embates de los siglos.
-
-
-640. _Quapropter, qui materiem rerum esse putarunt..._
-
-Por tanto, los que afirmaron que el fuego es elemento de la materia y
-origen del Universo estaban desprovistos de razón; Heráclito fué el
-primero que defendió esta doctrina y obtuvo alto renombre entre los
-Griegos superficiales, prendados de un obscuro lenguaje, pero no entre
-los sensatos que buscaban la verdad. Aquéllos sólo admiraban lo que se
-les decía con palabras misteriosas, y consideraban como cierto cuanto
-se les exponía en frases gratas al oído por su encantadora sonoridad.
-
-
-650. _Nam cur tam variæ res possent esse, requiro..._
-
-Y ¿cómo tan variadas especies existentes han podido ser creadas,
-pregunto, sólo del fuego? El fuego en estado de condensación ó de
-rarefacción, muestra siempre una igual naturaleza en sus partes y en
-su conjunto: será más intenso cuanto más condensado éste se halle,
-pero ni de su condensación ni de su rarefacción podría originarse la
-extraordinaria variedad de seres que puebla el mundo: á pesar de todo,
-si los apóstoles de la doctrina que impugno admitieran la teoría de la
-materia en el espacio, podrían hallar alguna explicación relativa á la
-real existencia de seres de diversa atracción molecular: pero como no
-aceptan esa opinión, marchan entre vacilaciones y dudas, y al cabo se
-alejan cada vez más del conocimiento de la verdad, quizá abrumados por
-las dificultades que su investigación ofrece. Ni aun reparan en que si
-los cuerpos estuvieran separados completamente del espacio en que se
-concretan, no habría en el mundo más que una sola masa y de esta nada
-se desprendería: lo contrario sucede con el fuego, del cual se derivan
-centellas y chispas bastantes para hacer patente que el fuego no es una
-masa compacta sino reunión de partes rodeadas de espacio.
-
-
-670. _Quod si fortè ulla credunt ratione potesse..._
-
-Si por acaso creyeran que las moléculas del fuego, al apretarse
-mutuamente, podían mudar la naturaleza de los cuerpos, este aserto
-equivaldría á la negación del fuego como principio elemental, porque
-sucedería que todo el fuego quedaba reducido á la nada y de la nada
-todas las cosas se crearían; y pues todo aquello que muda, se altera
-con el tiempo hasta que deja de existir, hay que renunciar al fuego
-originario, ó admitir que los cuerpos no se reducen á la nada ni de la
-nada las generaciones se suceden.
-
-
-680. _Nunc igitur, quoniam certissima corpora quædam..._
-
-Ahora, pues, si los elementos simples conservan siempre su propia
-naturaleza y forman diferentes cuerpos, no por su distinta esencia,
-sino por las combinaciones que constituyen, preciso es afirmar que
-tales elementos de los cuerpos no son de fuego, ya se junten ó se
-retiren ó se disgreguen ó se muden sin faltar al orden; si la base
-primordial fuese fuego, nada más que fuego habría en el mundo. Lo
-que hay de cierto es, según pienso, que existen en la Naturaleza
-corpúsculos simplicísimos, los cuales por su forma, por sus
-atracciones, sus movimientos y el orden en que se colocan, producen
-el fuego y otras muchas cosas más ó menos similares á éste, así como
-otros cuerpos que no tienen semejanza alguna con aquél y aun algunos
-que pueden emitir emanaciones que afecten á nuestros sentidos ó que
-exclusivamente nos son conocidas por relación de tactilidad.
-
-
-695. _Dicere porrò ignem res omnes esse, neque ullam..._
-
-Decir, por tanto, que del fuego proceden todos los seres y que no
-existe cosa alguna independiente de ese origen, es caer en un delirio
-que nuestra inteligencia rechaza como contrario á las pruebas que
-nos da el testimonio de nuestros sentidos; y admitir como primordial
-materia el fuego porque se cree conocerlo perfectamente, y recusar al
-mismo tiempo la existencia de otros seres que con suficiente claridad
-se muestran ante nosotros, me parece inconsecuencia y error grave.
-Para conocer la verdad, ¿qué mejor guía que nuestra razón auxiliada
-por los sentidos, los cuales nos hacen distinguir lo falso de lo
-verdadero y nos dan principio de certeza? Además, ¿por qué hemos de
-negar la existencia de todas las cosas y admitir solamente la del
-fuego, ó negar que éste exista y dar como reales solamente los demás
-cuerpos? Parece que afirmar cualquiera de estos dos extremos es
-incurrir en igual demencia.
-
-
-712. _Quapropter qui materiem rerum esse putarunt..._
-
-Así, los que han afirmado que el conjunto del Universo tiene su
-fundamento en el fuego y los que han entendido que en el aire se
-encuentra el origen de todos los seres, lo mismo que aquellos otros
-que han sostenido que en el agua reside el principio creador, ó bien
-que la tierra puede germinar todas las cosas ó determinarse en las
-infinitas diferenciaciones corpóreas existentes, según mi parecer,
-todos han caído en grave error, no menos que aquellos otros que suponen
-combinaciones dualísticas formadas con los elementos de todas las
-cosas, y al fuego juntan el aire, y á la tierra el agua; y también, por
-último, los que entienden que de esos cuatro materiales, fuego, tierra,
-aire y agua se han podido producir todos los seres.
-
-
-723. _Quorum Acragantinus cum primis Empedocles est._
-
-Entre aquellos pensadores cumple colocar primero á Empedocles, nacido
-en Agrigento, isla famosa en triángulo cortada, á la que cercan
-azuladas ondas del mar Jónico y adornan con sinuoso regazo rocas
-salpicadas de reluciente sal; separada por canal estrecho y tortuoso de
-los promontorios de la tierra de Italia, oye el rugir de la espantosa
-Caribdis y siente el tremer del ruidoso Etna que, irritado, amenaza
-acumular en sus entrañas materiales de fuego y de aluvión hirviente
-para lanzar después, con fiero arrojo, de sus hórridas fauces,
-encendidas lavas cuyos fulgores en espiral lleguen al cielo; región
-admirable llena de prodigios, fecunda en bellezas contempladas con
-extático embeleso por la humana especie, enriquecida con dones copiosos
-naturales, guardada por varones esforzados, nunca produjo nada más
-grande y excelente que este filósofo, cuyos versos patentizaron su
-divino genio y le acreditaron de investigador conspicuo que parecía
-imposible fuera hijo de mortales.
-
-
-741. _Hic tamen et superà, quos diximus, inferiores..._
-
-Este, sin embargo, y otros muchos ya citados que aunque egregios le
-son inferiores y varios que menos renombre han obtenido, hicieron
-públicas útiles averiguaciones por su genio desentrañadas, más divinas,
-más santas y mucho más conformes con los dictados de la razón que los
-oráculos de la Pitonisa coronada con hojas de laurel y apoyada en
-el trípode apolónico; pero todos erraron al discurrir acerca de la
-naturaleza de las cosas, porque no supieron salvar un escollo que ha
-sido causa de varios naufragios.
-
-
-749. _Primum quod motus, exemplo rebus Inani..._
-
-Primeramente, porque reconocen el movimiento y no comprenden el vacío;
-creen que existen cuerpos suaves aislados entre sí, tales como el aire,
-el sol, el fuego, las tierras, los animales, los frutos, y no admiten
-intersticios ó vacíos en la masa de esos cuerpos.
-
-
-753. _Deinde quod omnino finem non esse secandis..._
-
-En segundo lugar, porque entienden que es indefinida la división de los
-cuerpos y aun de las partes de éstos y no se explican la existencia de
-un mínimo indivisible; pero como nuestros sentidos nos dan testimonio
-de un último grado en las cosas, el cual es un mínimo no susceptible
-de fraccionamiento, creo que has de considerar que cuanto existe se
-compone de partes muy pequeñas pero indivisibles aunque escapen á la
-percepción de nuestros órganos terminales.
-
-
-760. _Huc accedit item, quod jam primordia rerum..._
-
-Añaden, además, que los elementos primordiales de las cosas son
-blandos; pero la cualidad de la blandura nos parece propia de lo que
-nace y muere, y si todo estuviera sujeto á esas alteraciones, la
-Naturaleza habría ya aniquilado muchas veces el mundo y aun éste habría
-vuelto á nacer de nada, aserciones que ya habrás visto cuán distantes
-de la verdad se hallan.
-
-
-766. _Deinde inimica modis multis sunt, atque venena._
-
-Además, debe considerarse que aquellos supuestos principios de los
-seres son enemigos entre sí; como venenos los unos para los otros, se
-combaten de muchos modos, se aniquilan, se disipan, y por su acción
-mutua desaparecen como el rayo, el viento y la lluvia en deshecha
-tempestad.
-
-
-770. _Denique quatuor ex rebus si cuncta creantur..._
-
-Últimamente: si todas las cosas fuesen formadas de aquellos cuatro
-cuerpos considerados como elementos y todas en ellos se resolviesen,
-¿qué razón tendríamos para afirmar que son el principio de todos los
-seres y no de ellos resultado, ya que alternativamente se confunden,
-se disgregan y mudan su naturaleza? Si por lo contrario piensas que
-el aire, el agua, la tierra y el fuego no se confunden ni mudan de
-esencia, no podrás comprender que de su combinación resulte ningún
-vegetal ni animal, porque en esa conjunción se haría ostensible la
-propiedad inherente á cada substancia y se hallarían mezclados la
-tierra con los aires y las aguas con el fuego. Pero es lo cierto que
-todos los seres deberán tener determinadas propiedades no reveladas en
-los componentes, para evitar que prepondere ninguno, sino que, por lo
-contrario, cada cuerpo tenga un carácter propio.
-
-
-788. _Quim etiam repetunt a Cœlo atque ignibus ejus..._
-
-Los partidarios de aquellas doctrinas derivan del cielo y de los
-cuerpos ígneos el fuego; éste, según ellos, se convierte en aire, el
-aire origina el agua, y ésta, por condensación, se modifica en tierra;
-después, en sentido inverso, hacen nacer de la tierra el agua y de ésta
-el fuego. Estas transformaciones no se alteran nunca ni se interrumpen,
-y consideran que siempre los elementos viajan de la tierra al cielo y
-del cielo á la tierra; pero tales metamorfosis son incompatibles con la
-probada esencia de los elementos simples, los cuales por su condición
-han de ser inmutables para que todas las cosas no puedan quedar
-aniquiladas, porque ningún objeto podrá ultrapasar las condiciones de
-su esencia sin dejar de ser lo que antes era. Los principios, pues, de
-que ya hemos hablado, por su naturaleza están exentos de toda mudanza,
-y por este motivo no quedan totalmente deshechos los seres que de ellos
-se forman. Es racional admitir que todos los cuerpos se componen de
-elementos, los cuales en virtud de energías, atracciones y repulsiones,
-unas veces constituyen el fuego y otras el aire, y siempre sirven para
-las transformaciones y la continuada sucesión de todos los seres.
-
-
-809. _At manifesta palam res indicat, inquis, in auras..._
-
-Pero es patente, dices, que de la tierra, bajo la influencia del
-aire, los cuerpos nacen y se alimentan; y si en tiempo favorable la
-copa de los árboles no fuera agitada por las lluvias y los arbustos
-no se inclinaran bajo su propio peso, el Sol por su parte no daría
-calor, y los árboles y los animales no podrían nacer y desarrollarse.
-Y ciertamente; si los alimentos sólidos con líquidos saludables no se
-ayudasen, pronto nuestros miembros se debilitarían y se extinguiría
-la energía de nuestro ser y la vitalidad de nuestros órganos y de
-nuestros nervios. Añadiré que si el hombre y los animales necesitan
-propio adecuado alimento, y si los seres viven á expensas los unos
-de los otros, es porque está constituido cada uno por principios
-comunes á los demás, en relación con el total del Universo. Importa,
-pues, que investiguemos no solamente la naturaleza de esos principios
-elementales, sino también sus leyes, sus aproximaciones, sus
-movimientos recíprocos; pues es de toda evidencia que los principios
-que forman los ríos, el sol, el cielo, el mar, la tierra, son los
-mismos que contienen los árboles, los animales y los frutos de toda
-especie; todo se mueve según sus elementos constitutivos.
-
-
-829. _Quim etiam passim nostris in versibus ipsis..._
-
-Sin duda notarás que en muchos de estos versos míos hay varios
-elementos ó letras simples comunes á numerosas palabras, y, sin
-embargo, ni los versos ni las palabras tienen igual significado y
-sonido igual: varía el valor de las letras sólo al cambiar éstas de
-orden. Y como los elementos primordiales de las cosas en mayor número
-son que las letras, pueden producir mayor suma de seres diferentes.
-
-
-836. _Nunc et Anaxagoræ scrutemur Homœomeriam..._
-
-Examinemos ahora la homeomería[17] de Anaxágoras, como los Griegos
-llaman, con una palabra expresiva de que nuestra lengua carece,
-la doctrina de aquel filósofo; aunque es difícil de exponer la
-homeomería en cuanto apenas trata de dar acerca del origen de todas
-las existencias una explicación, según la cual cada hueso es formado
-por un cierto número de huesos pequeños, cada víscera de otras muy
-tenues; mínimas gotas de sangre componen la sangre; moléculas de oro
-constituyen el oro; la tierra de pequeñas porciones de tierra procede;
-el fuego del fuego; y en general todas las cosas se forman por igual
-procedimiento.
-
- [17] Homeomería, semejanza de todas las partes.
-
-
-849. _Nec tamen esas ulla parte idem in rebus Inane..._
-
-Pero el mencionado autor en parte alguna admite el vacío ni concibe
-límites en la división de los cuerpos: entiendo que acerca de estos
-asuntos incurrió en error lo mismo que otros pensadores cuyas ideas ya
-dejo refutadas.
-
-
-854. _Adde quod imbecilla nimis primordia singit..._
-
-También aprecia como deleznables los elementos primarios y de igual
-naturaleza que las concreciones constituidas; y considera, por tanto,
-que están expuestos á fenecer bajo la violencia de ataques exteriores;
-¿cuál de aquellos cuerpos ofrecerá entonces resistencia á la acción
-destructora de la muerte? ¿el fuego ó el agua? ¿por acaso el oro? ¿cuál
-de éstos? ¿la sangre ó los huesos? Ninguno, sin duda; porque todos esos
-cuerpos se descomponen como otros muchos que á nuestra vista perecen
-todos los días. Y ya queda antes probado que ni las cosas pueden nacer
-de nada ni completamente aniquilarse.
-
-
-867. _Præterea quoniam cibus auget corpus, alitque..._
-
-Cierto es que todos los cuerpos se nutren y crecen por la virtud de
-substancias primarias diluidas en los alimentos, y que nuestras venas,
-nuestra sangre, nuestros huesos y nervios de partes diferentes se
-componen; pero afirmar que los elementos de los cuerpos son la esencia
-de los huesos, de la sangre y de los nervios en proporción adecuada,
-no es decir que los principios que integran los cuerpos sólidos y
-líquidos hayan de constar de partes heterogéneas proporcionadas á las
-venas, la sangre y los huesos; porque si los cuerpos que vemos nacer
-de la tierra estuviesen dentro de ella en pequeña cantidad tales como
-se nos muestran, constaría la tierra de todas las diversas porciones
-que de ella surgen: y si aplicamos esta idea general á todos los casos
-particulares, habríamos de creer que el fuego, el humo y la ceniza
-están en la leña, y que ésta contiene en sí aquellos materiales en
-diversas porciones.
-
-
-882. _Linquitur hic tenuis latitandi copia quædam..._
-
-Apenas hay salida para escapar de esta conclusión; y sin embargo, de
-esa clase de argumentos usa Anaxágoras, el cual sostiene que todos
-los cuerpos llevan en sí, como en germen, otros que de ellos se
-derivan, y de los cuales son visibles los que principalmente están
-en la superficie; pero estas ideas repugnan á la sana razón, y para
-admitirlas sería preciso ver que el trigo, en el polvo á que lo reduce
-la piedra del molino, mostraba señal de la sangre ó de otras partes
-de nuestro cuerpo que con él se nutren, ó bien que dejase correr la
-sangre al ser molido entre dos piedras; y que por igual razón la
-hierba destilase leche tan pura y tan grata como la que se extrae de
-las ubres de las ovejas; menester sería también que en los terrones
-se hallasen legumbres, árboles, plantas en partes imperceptibles, y
-que los quebrados troncos descubriesen humo, ceniza, fuego y llama,
-en ellos ocultos; pero nada de esto sucede y es preciso confesar que
-en los cuerpos no se contienen otros iguales mínimos ya determinados,
-sino que en todos existen elementos simples que son comunes á otros
-muchos seres, los cuales son diferenciados por virtud de las variadas
-combinaciones en que aquellos elementos intervienen.
-
-
-904. _At sæpe in magnis sit montibus, inquis, ut altis..._
-
-Y sin duda has observado que en las elevadas montañas las fustigadas
-copas de árboles, mecidas por tempestuoso vendaval, arden con fuego
-que deja brillar largos torbellinos de movientes llamas; pero no por
-eso has de entender que en la madera existe el fuego, sino que en ella
-hay partes que por efecto del rozamiento se inflaman y comunican el
-incendio á todo un bosque; pues si tanta llama hubiera estado escondida
-en la selva no existirían árboles que pudieran preservarse del fuego
-durante mucho tiempo ni bosques habría que no se hubiesen convertido ya
-en ceniza.
-
-
-914. _Jam ne vides igitur, paulo quod diximus ante..._
-
-¿No comprendes, como poco antes ya te he dicho, la importancia que
-tienen las combinaciones de que son los elementos susceptibles, según
-la diferente posición y cantidad en que intervengan, y los distintos
-movimientos que engendren ó que reciban? ¿No sucede con esos fenómenos
-lo mismo que con las palabras _lignis_ é _ignis_ latinas, compuestas
-cuasi de las mismas letras aunque representan ideas muy diferentes?
-
-
-922. _Denique jam quæcumque in rebus cernis apertis..._
-
-En fin, si juzgas que no se puede explicar la causa de los fenómenos
-sin atribuir á los elementos que los producen iguales propiedades,
-necesario es conceder que se ríen como nosotros y que se bañan de
-amargas lágrimas.
-
-
-928. _Nunc age, quod superest, cognosce, et clarius audi..._
-
-Ahora, escucha y oye verdades que voy á descubrirte, y que, si no me
-engaño, son de exposición difícil, pero que exploraré estimulado por
-el premio de la gloria é impulsado por suave amor que me inspiran
-las Musas; animado por este sentimiento, me elevaré á las cimas del
-Parnaso y recorreré campos, hasta ahora no hollados por ninguna
-planta; iré á beber grato licor de fuentes vírgenes y me apresuraré
-á coger desconocidas flores con las que tejeré para mi cabeza corona
-insigne mejor que todas las que hasta hoy las Musas han concedido:
-primeramente porque enseño altas verdades é intento romper la dura
-esclavitud con que las religiones han abatido los ánimos, y además,
-porque suavizaré un estudio árido con las gracias de la poesía que
-convierte en agradable un asunto obscuro; así obraré conforme á razón.
-De igual modo que los médicos al propinar á los niños amarga medicina,
-untan de sabrosa miel los bordes de la copa en que la administran á fin
-de que inexpertos y atraídos por la dulzura que paladean sus labios,
-sin recelo beban el licor amargo y deban la vida á traición agradable,
-así yo ahora que he de explicar asuntos ásperos y desabridos para
-los que no están acostumbrados á ellos y fastidiosos para el vulgo,
-quiero exponerte mi doctrina en el ameno lenguaje de las Piéredes y con
-acentos de dulce harmonía, para que al buscar recreo en la lectura de
-mis versos, adquieras conocimiento de las leyes de la vida y del orden
-universal.
-
-
-958. _Sed quoniam docui, solidissima materiai..._
-
-Ya he dicho que los elementos de la materia son siempre sólidos y se
-mueven en toda eternidad sin que la destrucción los alcance; pero ahora
-deberemos de inquirir si las concreciones corpóreas tendrán fin ó no lo
-tendrán, y si el espacio indefinido, en que incesantemente se mueven
-los principios eternos, está encerrado en límites y es susceptible de
-medición en algún sentido.
-
-
-965. _Omne quod est igitur nulla regione viarum..._
-
-El Universo es infinito; de lo contrario tendría extremos: pero no
-pueden concebirse límites sino por quien está fuera de ellos mismos y
-puede llevar su consideración más allá de los puntos en que termina lo
-limitado. Creeríamos que el Universo tiene límites, cuando pudiéramos
-señalar sus extremos; pero el mundo no puede tener esas fronteras,
-porque en cualquiera parte de él que ocupáramos habríamos de ver que
-teníamos por delante para contemplar espacios infinitos.
-
-
-975. _Præterea si jam finitum constituatur..._
-
-Además, si consideramos limitado el espacio y suponemos que en
-sus extremos alguien se coloque y dispare una flecha con violento
-impulso, ¿piensas que el objeto así lanzado habría de recorrer el
-aire constantemente, ó supones que algún obstáculo se opondría á su
-vuelo? Hay que decidirse por uno de los términos de ese dilema; pero
-cualquier partido que sigas te ha de obligar á reconocer que no hay
-extremos finales en el Universo; porque ya supongas que la flecha sea
-detenida por un obstáculo ó ya imagines que incesantemente vuele, es
-lo cierto que nunca podrás figurarte que llega á tocar el límite del
-mundo; y si por acaso creyeras que alguna vez terminaría su marcha,
-habré de preguntarte: ¿qué se haría entonces de la flecha? Forzosamente
-nunca podrá tocar el fin del espacio y siempre le quedará una ilimitada
-extensión que recorrer.
-
-
-991. _Præterea spatium summai totius omne..._
-
-Aún hay más: si el Universo estuviese incluido ó colocado en una
-determinada porción del espacio, tendría necesarios límites; las
-grandes masas por su propia gravedad ocuparían el fondo y allá en las
-mayores alturas no podría subsistir ningún ser ni habría aire ni Sol:
-toda la materia yacería confusa en caótica eternidad; pero no es esto
-lo que ocurre; los cuerpos, en el orden harmónico universal, no pueden
-permanecer en constante quietud porque no existe ese lugar profundo en
-que se hacinaran para el reposo: en movimiento incesante los seres se
-reproducen y se organizan en virtud de los subsidios que reciben de
-los elementos eternos activos universales que forman las concreciones
-corpóreas.
-
-
-1005. _Postremo ante oculos rem res finire videtur..._
-
-En fin, es patente que la Naturaleza ha determinado los límites de los
-cuerpos; las colinas están circunscriptas por el aire, el aire por los
-montes, las tierras altas por el mar y el mar está encerrado entre las
-tierras altas. No tiene, sin embargo, el Universo nada que lo termine;
-la Naturaleza y el espacio ocupado por los mundos, forman como un río
-que perpetuamente corre y que avanza sin encontrar límites: así el
-Universo no tiene término alguno; es infinito.
-
-
-1015. _Ipsa modum porro sibi rerum summa parare..._
-
-El Universo de ningún modo puede quedar circunscripto; la Naturaleza
-está en todas partes; con la materia se limita el vacío y el vacío
-con la materia; pero espacio ocupado y espacio vacío todo es materia
-con mayor ó menor rarefacción; el Universo infinito así se muestra.
-Si tanto el espacio como la concreción corpórea no determinasen
-recíprocamente sus respectivos límites, ni el mar, ni la tierra, ni la
-bóveda brillante del espacio, ni la progenie humana, ni los cuerpos
-sacrosantos de los númenes podrían durar un solo instante; las partes
-simplicísimas de la materia, faltas de cohesión, se elevarían por el
-infinito espacio desocupado, sin orden ni harmonía, y nunca llegarían
-á formar cuerpos determinados concretos por estar siempre separadas.
-Ciertamente los elementos de la materia no se han movido por reflexivo
-determinado impulso en las direcciones en que hoy se hallan, ni han
-establecido por cálculo convencional ó por concierto libre el orden
-que constituye el Universo; lo que ha sucedido es que fluctuantes
-por toda eternidad en el inmenso espacio y agitados con impulsiones
-recíprocas, después de seguir toda clase de movimientos y toda especie
-de combinaciones, han llegado por adaptaciones recíprocas y por
-harmonía derivada de sus propias condiciones á constituir esta Suma
-total del Universo; y del cumplimiento de la ley emanada necesariamente
-de su acción invariable en el transcurso de innumerables siglos, se
-ha establecido el orden existente, en cuya virtud las aguas de los
-ríos abundosas proveen al mar de las pérdidas sufridas; la tierra,
-fertilizada por el Sol y por la reversión de sus vapores, renueva
-la pompa de sus producciones; florecen las especies de animales,
-y los cuerpos fulgurantes etéreos envían siempre sus destellos.
-Ese concierto de la Naturaleza sería con facilidad interrumpido si
-infinitos elementos no trabajasen continuamente en la renovación de los
-organismos; porque así como los seres individuales mueren cuando están
-privados de alimento, así también el Universo llegaría á aniquilarse
-cuando la materia interrumpiese la constante labor que le da movimiento
-y vida.
-
-
-1049. _Nec plagæ possent extrinsecus undique Summam..._
-
-Y no por efecto de presiones exteriores podría conservarse el orden
-en que el Universo está constituido; impulsos de fuera para adentro,
-repetidos con frecuencia, engendrarían otros nuevos que en unos casos
-mantendrían la harmonía del Universo; pero otras veces las partes
-de la materia, forzadas por el choque, saltarían y dejarían espacio
-suficiente para que las porciones aglomeradas pudieran desprenderse de
-todo enlace y dispersarse. Es, pues, necesario que la acción de los
-primeros cuerpos obre sin interrupción; y debe reconocerse que esas
-presiones exteriores al existir suponen y demuestran que los elementos
-de la materia son infinitos.
-
-
-1059. _Illud in is rebus longe fuge credere, Memmi..._
-
-Con relación á estas ideas, no debes de creer ¡oh Memmio! que todos
-los cuerpos tiendan, como algunos dicen, hacia un centro del Universo,
-y que nuestro mundo no sienta influencias exteriores que coadyuven á
-la gravitación general, porque todas sus regiones por sí mismas buscan
-el centro del equilibrio (opinión ideada en favor de la teoría que
-sostiene la acción de la pesantez ejercida de abajo hacia arriba, y de
-que algunos cuerpos vivan en la tierra en dirección contraria á los
-que están en la superficie en una posición parecida á la que tiene con
-nuestro cuerpo su propia imagen proyectada en las tranquilas ondas).
-Con esas ideas pretenden algunos explicarse el hecho de que animales
-de varia especie puedan residir en las regiones inferiores del mundo;
-de que nosotros mismos no podamos elevarnos á las alturas, y el hecho
-de que haya sobre la tierra individuos que ven el Sol cuando nosotros
-contemplamos las estrellas, y que tengan con nosotros las estaciones
-cambiadas, aunque disfruten como nosotros de días y noches.
-
-
-1075. _Sed vanus stolidis hæc omnia finxerit error..._
-
-En aquel error han caído los que atrevidamente dedujeron falsas
-conclusiones de hechos exactos. No es posible imaginar un punto medio
-en el espacio ilimitado, y aunque nos lo figuráramos no podríamos
-reconocerle una acción propia y especial sobre los cuerpos. Todo y
-cualquier lugar del espacio que llamamos vacío, ya sea designado con el
-nombre de centro ó con otro distinto, deja paso á los cuerpos graves;
-porque no hay un sitio donde al llegar un cuerpo arrastrado por su
-propio peso este cuerpo sea obligado á permanecer estático en el vacío;
-el espacio no puede impedir que un cuerpo cualquiera pesado lo penetre
-con arreglo á las leyes de la Naturaleza. Por ese motivo, la atracción
-del centro no es bastante para conservar la harmonía de la creación.
-
-
-1090. _Præterea, quoque jam non omnia corpora fingunt..._
-
-Fingen también que la tendencia hacia el centro no es propia de todos
-los cuerpos, sino de aquellos especialmente compuestos de tierra ó
-de agua, tales como los ríos que se despeñan desde altos montes para
-confundirse en el vasto Océano, ó como la sólida porción del mundo; por
-lo contrario, las tenues auras y los cálidos vapores siempre tienden
-á separarse del centro, y si vemos que la bóveda celeste de fulgores
-brilla y que su claridad nos alumbra, es porque en ella se reunen
-elementos que por ser ligeros de la tierra escapan, aunque desde allí
-contribuyen á la nutrición de los seres animados y á la fructificación
-frondosa de los árboles. Así también suponen que por encima de las
-estrellas existe un firmamento que todo lo rodea, el cual, mediante
-eficaz presión ejercida sobre nuestro mundo, evita que salga del
-centro fuego celeste que franquee los términos de la mansión humana;
-impide que todo sea invadido por completo desorden; que el cielo caiga
-sobre nuestras cabezas y la tierra se abra debajo de nuestros piés;
-que nuestros cadáveres, destrozados y envueltos entre las ruinas del
-cielo y de la tierra, se confundan en profundo caos; que los elementos
-primarios queden sin energía, y rotas las puertas de la disolución, se
-precipiten por ellas en turba amontonada todos los seres, y de cuanto
-existe no quede más que universal desierto.
-
-
-1114 _á_ 1118. _Hæc si pernosces parvâ perfunctus opellâ._
-
-Pero si comprendes bien las razones que te expongo, ya que las unas
-auxilian á las otras, no ha de robarte más negra noche la claridad que
-te ilumine para que puedas penetrar en el arcano de la Naturaleza;
-porque de unas cosas brotará luz bastante para que distingas otras.
-
-
-
-
-LIBRO SEGUNDO
-
-
-1. _Suave, mari magno turbantibus æquora ventis..._
-
-Grato ha de sernos contemplar desde la playa el vasto mar agitado
-por el aquilón, y presenciar desde tierra la desesperada lucha que
-el náufrago sostenga con la tempestad, no porque gocemos con el
-infortunio ajeno, sino porque nos consideremos libres de peligros que
-tan próximos veamos: también será grato asistir desde lejos sin temores
-ni zozobras á las contiendas inhumanas de dos ejércitos que en el campo
-se destrocen; pero todavía ha de ser más agradable estar en posesión
-de las doctrinas de los pensadores, y observar serenamente desde
-esas alturas del saber las agitaciones de los hombres que sin guía
-buscan á tientas los caminos del bienestar, y para hallarlos pretenden
-supremacías de nobleza ó distinciones de genio y pasan días y noches
-entre afanes é inquietudes que les permitan acumular riquezas.
-
-
-14. _Ô miseras hominum mentes, ô pectora cæca!_
-
-¡Oh pobre inteligencia de los hombres! ¡Oh energías mal empleadas!
-¡Entre cuántas densas tinieblas y entre cuántos inútiles peligros la
-vida corre! ¿Cómo no se comprende que las leyes naturales permiten la
-vida sin dolor del cuerpo, y sin preocupaciones y sobresaltos del alma?
-
-
-20. _Ergo corpoream ad naturam pauca videmus..._
-
-Por lo que se refiere al cuerpo, cuyas necesidades son escasas, debo
-decir que no es difícil eximirlo de muchos dolores y proporcionarle
-varios placeres en harmonía con las reclamaciones de la Naturaleza: si
-no disfrutas de festines nocturnos alumbrados por lámparas igníferas
-sostenidas en la mano derecha por estatuas juveniles; si en tu casa
-no brilla el oro ni resuena por doradas bóvedas el sonido harmonioso
-de las cítaras, aun así podrás tener alguna dicha si te decides á
-disfrutar de la frescura de las hierbas junto al río, á la sombra de
-los árboles dadivosos de goces que nada cuestan; y principalmente
-en los risueños prados, cubiertos durante la primavera de matizadas
-florecillas. Lo mismo inquieta la fiebre ardiente de ambición al rico
-potentado que vive entre púrpuras y riquezas, que al infeliz que yace
-tendido en burdo lecho.
-
-
-37. _Quapropter, quoniam nil nostro in corpore gazæ..._
-
-La opulencia, las distinciones sociales y el poder no libran de dolores
-al cuerpo ni proporcionan felicidad al alma: aunque mandes innumerables
-ejércitos extendidos por la campiña y cobijados por amplias banderas, y
-aunque dispongas de fuerte escuadra esparcida por dilatados mares, las
-preocupaciones del fanatismo no huirán de tu ánimo amedrentado ni la
-idea de la muerte y sus terrores darán sosiego á tu corazón.
-
-
-46. _Quod si ridicula hæc, ludibriaque esse videmus..._
-
-Son las grandezas ilusiones insensatas: los temores y sobresaltos de
-los hombres ignorantes no se ahuyentan con estruendo de armas, ni
-con esplendor de corona reluciente, ni con la majestad de purpurino
-manto, ni con la altura de soberbio trono. ¿Aún puedes dudar de que
-esos terrores que agobian á los hombres son producidos únicamente por
-la ignorancia? Como niños que de todo tienen miedo por la noche, así
-nosotros, durante el día, nos vemos rodeados por ilusorias sombras
-y fantasmas vanos que no se disipan con el rayo solar ó con la luz
-diurna, pero que se desvanecen mediante el uso de la razón tranquila y
-el estudio reflexivo de la Naturaleza.
-
-
-61. _Nunc age, quo motu genitalia materiai..._
-
-Voy ahora á explicarte la causa del movimiento é impulso que
-reciben los elementos de la materia para engendrar los cuerpos y
-descomponerlos, y también te explicaré la fuerza y la rapidez con
-que nadan sin cesar en el inmenso espacio; sigue, pues, la ilación
-de mis discursos. Nuestro mundo material no forma un todo inmóvil:
-hay diminución en todos los cuerpos, los cuales están sujetos á
-emanaciones, pérdidas y rozamientos que los rebajan, los reducen y aun
-los ocultan á nuestros ojos; pero estos fenómenos en nada perjudican á
-la suma universal, porque los sumandos no desaparecen sino cambian de
-sitio: cuando la vejez por una parte se inclina, por otra la juventud
-se yergue: no hay descanso en la Naturaleza; el mundo siempre con
-incesantes mudanzas se renueva; la vida de los que mueren se transmite
-á los que nacen; pomposas generaciones se elevan, mientras otras se
-desvanecen; todas las cosas mudan de perspectiva, y todos los que
-participamos de la existencia tomamos de unos en otros el turno de la
-vida, como los corredores en los juegos sagrados se pasan de mano en
-mano la antorcha luminosa.
-
-
-79. _Si cessare putas rerum primordia posse..._
-
-Si piensas que los principios de las cosas pueden tener descanso para
-recibir de éste un nuevo impulso y movimiento, incurres en error[18];
-todos los cuerpos elementales que existen en el espacio han de obedecer
-la dirección propia de su peso y de su esencia ó la dirección á que
-los obligue la influencia de otros elementos: así unos y otros se
-encuentran en el vacío y obran entre sí por su propia gravedad y por
-su peculiar dureza y solidez, sin que nada extraño á ellos modifique
-su rumbo. Y para que más claramente comprendas el perpetuo movimiento
-de los principios de la materia, te he de recordar que en el Universo
-no hay lugar alguno que pueda considerarse inferior y sirva de asiento
-á los cuerpos que sean precipitados por la acción de la pesantez, pues
-el espacio es infinito y tiene por límites la inmensidad, como ya he
-demostrado en otra ocasión.
-
- [18] Lucrecio refuta aquí minuciosamente la doctrina de
- Aristóteles sobre la inmovilidad de la materia.
-
-
-94. _Quod quoniam constat, nimirum nulla quies est..._
-
-Los primeros cuerpos ningún reposo tienen en el vacío inmenso:
-impelidos por constante fuerza de atracción y de repulsión á movimiento
-perenne, se alejan á largas distancias ó se aproximan hasta confundirse
-con arreglo á la especial fuerza en ellos dominante; cuando la
-atracción molecular es grande, se produce una concentración corpuscular
-que sirve de base al hierro, á las duras peñas y á otras substancias de
-análoga naturaleza; y cuando la atracción es muy débil, las moléculas
-tienden á dispersarse en el espacio y con su movilidad originan el
-fluido aéreo que nos beneficia y el rutilante esplendor del Sol que nos
-ilumina.
-
-
-108. _Multaque præterea magnum per Inane vagantur..._
-
-Muchos mínimos cuerpos, no obstante, vagan por el espacio en perpetua
-agitación y disociados siempre al parecer del movimiento general;
-de este hecho diariamente se muestra ante nuestros ojos una imagen
-sensible cuando en estancia obscura penetran por un pequeño resquicio
-los rayos de luz solar; entonces se ven corpúsculos sin cuento que
-de mil modos se agitan y en todas direcciones se mueven, como si
-entre ellos hubiera oposición tenaz y cruda guerra, porque jamás
-cesan de combatir entre sí, de unirse y de separarse. Su actividad no
-tiene término, y del hecho que menciono puedes conjeturar cuál sea
-el movimiento de los cuerpos engendradores de los seres, ya que el
-ejemplo recordado ha de servirte de medio para comprender vestigios de
-fenómenos importantes.
-
-
-124. _Hoc etiam magis hæc animum te advertere par est..._
-
-Tales corpúsculos, cuya movilidad y cuyas agitaciones son perceptibles
-á nuestra vista merced al contraste de los rayos de Sol en la
-obscuridad, tienen un movimiento causado por impulsiones clandestinas
-que determinan separaciones y afluencias producidas por su propia
-acción imperceptible, que obran sobre ellos mismos y que también
-comunican á otros cuerpos de masas más tenues, los cuales influyen
-sobre otros más fuertes; y así, el movimiento de los cuerpos simples se
-propaga de unos en otros, de igual forma que pasa con esas moléculas
-hechas perceptibles por la luz del Sol: pero las causas de ese
-movimiento aún nos son desconocidas.
-
-
-140. _Nunc, quæ mobilitas sit reddita materiai..._
-
-Ahora, con pocas palabras que al asunto dedique ¡oh Memmio! podrás
-comprender la gran movilidad de que los elementos están dotados: cuando
-la aurora esparce sobre la tierra sus primeros arreboles, y las aves,
-esparcidas por el bosque, saltan de rama en rama y llenan los aires
-de suaves melodías, vemos el Sol que de súbito aparece y baña con
-torrentes de luz toda la Naturaleza; las emanaciones de aquel astro
-no atraviesan un espacio completamente vacío; en su paso encuentran
-obstáculos que retardan la carrera de las ondas luminosas, las cuales
-se hacen para nosotros visibles á medida que se ponen en contacto con
-el fluido del aire. Pero los cuerpos simples que en el vacío se mueven
-y no encuentran obstáculo alguno independiente de ellos mismos, deben
-correr con rapidez mil veces mayor que las ondas luminosas emanadas del
-Sol, á no ser que se retarden por su propia acción; y sería insensato
-suponer que los primeros cuerpos concertaran entre sí un plan para
-regularizar sus movimientos.
-
-
-167. _At quidam contra hæc, ignari, materiai..._
-
-Pero hay quien juzga, ignaro, que la materia sin la voluntad de dioses
-puede, por condición propia, proveer á las necesidades humanas, formar
-las estaciones, producir los frutos y facilitar la reproducción de
-las especies todas; no reparan en que por impulso natural todo ser
-ciegamente contribuye á la propagación de su especie y que estímulos de
-atracciones y de goces naturales contribuyen á la generación. Por eso
-han imaginado la intervención de dioses creadores, desmentida por la
-razón y contrariada por los hechos. No basta que nosotros desconozcamos
-la propia naturaleza de los elementos para figurarnos creaciones
-fantásticas: la vista del inmenso espacio y la contemplación de los
-fenómenos que constituyen el mundo, son bastantes para probar que el
-mundo no ha podido ser obra de fuerza directiva inteligente, porque no
-pocos defectos lo deforman; pero ya te probaré estas verdades[19] ¡oh
-Memmio!; continuemos ahora la exposición de nuestro asunto.
-
- [19] En el principio del canto V.
-
-
-184. _Nunc locus est, ut opinor, in his illud quoque rebus..._
-
-Entiendo que ahora es ocasión de hacerte comprender que ningún cuerpo
-es capaz de elevarse por su propia fuerza: y no incurras en error
-ante la presencia de las llamas que al formarse de repente se dirigen
-hacia arriba; también suben los árboles y las mieses que al brotar del
-suelo siguen en su crecimiento dirección contraria á la que parece
-exigida por la gravedad. Si la llama se eleva hasta alcanzar el techo
-del edificio, cuyo maderamen devora con insaciable afán, ciertamente
-no lo hace por gusto, sino porque una fuerza extraña obra sobre ella.
-Así también, la sangre que se escapa de vena abierta en nuestro cuerpo
-tiñe de púrpura todo lo que toca. ¿No has observado la violencia con
-que el agua arranca empalizadas firmes? Habían sido formadas con
-grandes precauciones; fuerzas enormes se habían empleado en esa obra;
-pero las aguas trabajaban con tanto más ardor para destruirla, cuanto
-más sobresalían de la superficie líquida las estacas, y al cabo éstas
-fueron vencidas. Pero según mi opinión, esos datos no nos autorizan
-para dudar de que los cuerpos bajen cuando fuerza mayor no contraría
-el efecto de su propio peso: una acción extraña obliga á la llama
-á elevarse en las regiones atmosféricas, á pesar de que en cuanto
-dependiera exclusivamente de ella tendría inclinación á bajar. ¿No ves
-nocturnos meteoros de fuego que se muestran en el infinito espacio y
-forman diversas ondulaciones por entre las cuales parece que se abre
-una comunicación con la Naturaleza? ¿No te figuras que en ocasiones
-se inclinan hacia la tierra estrellas y astros? También el Sol, desde
-las inmensas alturas, por todas partes prodiga su calor y su luz que
-los campos fertilizan, y su acción se ejerce hacia abajo; igualmente
-puedes notar que el rayo se abre camino á través de las nubes é
-impetuosamente cae sobre la tierra.
-
-
-216. _Illud in his quoque te rebus cognoscere avemus..._
-
-Ardientemente deseo que de estas observaciones derives el principio
-de que, por su propia gravedad, los cuerpos tienden á caer, pero
-que en circunstancias especiales de lugar y tiempo, en su caída se
-apartan de la línea recta, aunque su retirada apenas merezca el nombre
-de desviación; sin esas declinaciones, los cuerpos simples caerían
-pesadamente en el vacío, como vemos que se precipitan sobre la tierra
-las gotas de lluvia; los elementos de la materia no coincidirían nunca,
-y la Naturaleza sería improductiva.
-
-
-225. _Quod si fortè aliquis credit graviora potesse..._
-
-Alguien ha supuesto que los cuerpos más pesados caen en línea recta
-sobre los más ligeros, y que así originan movimientos productores; pero
-esa teoría repugna á la razón. Cierto es que en el agua y en el aire
-caen los cuerpos con una velocidad proporcionada á su peso, porque más
-pronto es vencida la resistencia de las ondas acuosas y fluidas, cuanto
-mayor es la potencia representada por el cuerpo que las penetra; pero
-no sucede lo mismo en el espacio desocupado; éste puede ser invadido
-sin obstáculo por todos los seres, y, por lo mismo, en el vacío todos
-los cuerpos se mueven con igual celeridad é independientemente de
-su volumen y de su peso. De estas afirmaciones se deduce que nunca
-los cuerpos más graves podrán caer sobre los más leves, ni rozarlos
-ni cambiar sus movimientos, de modo adecuado para que la Naturaleza
-produzca los seres.
-
-
-243. _Quare etiam atque etiam paulùm clinare necesse est..._
-
-Necesario es repetir una y mil veces que los cuerpos simples en su
-caída tienen una mínima declinación. No trato de inventar movimientos
-oblicuos que la observación no haya revelado; es patente, y de ello
-la vista nos da testimonio, que los cuerpos no siguen en su caída una
-dirección oblicua; pero ¿quién puede afirmar sólo por la autoridad de
-sus imperfectos sentidos, que los cuerpos al caer no se aparten algo de
-la línea recta[20]?
-
- [20] En esta parte de su doctrina es donde Lucrecio, lo mismo que
- Epicuro, se muestra más débil é indeciso; parece que él mismo
- desconfía de la solidez de sus argumentos.
-
-
-251. _Denique si semper motus connectitur omnis..._
-
-Si es cierto que entre todos los movimientos ó manifestaciones de la
-vida hay una regular perpetua conexión, y que todas las cosas en el
-mundo se producen dentro de un orden inquebrantable, cierto ha de ser
-también que la declinación de los cuerpos simples no puede originar
-combinación alguna que rompa los lazos del destino y perturbe la ley
-que á cada hecho convierte en causa de lo infinito, pero engendra la
-libertad de que gozan los seres animados para dirigirse hacia donde el
-deseo los incita, aunque en nuestras acciones domine un agente motriz,
-que es origen de los movimientos voluntarios, en cuya virtud nos
-determinamos, no por las atracciones de tiempo fijo ó de lugar cierto,
-sino por los impulsos de nuestra alma. Es indiscutible que la voluntad
-es la fuerza propulsora del movimiento, cuyos estímulos se extienden
-por todo el cuerpo. ¿No has tenido ocasión de observar que los caballos
-dispuestos para la carrera, en el instante en que se abren las puertas
-del circo, se inquietan y se estremecen, porque no pueden lanzarse
-desde luego hacia donde los empuja su ardoroso instinto? Extendidas
-por todo el cuerpo las energías de la vida, han de auxiliarse
-recíprocamente para realizar, en conexión estrecha, las determinaciones
-de la voluntad. Por tanto, en el corazón surge el principio del
-movimiento, la voluntad imprime á éste la dirección, y seguidamente se
-comunica á todo el organismo.
-
-
-272. _Nec simile est, ut cum impulsi procedimus ictu..._
-
-No sucede lo mismo cuando, obligados por fuerza extraña y movidos por
-coacción poderosa, tomamos dirección que nos repugna; es evidente que
-en este caso y á pesar nuestro toda la materia de que constamos cede
-por de pronto á las circunstancias, y se deja subyugar hasta que la
-voluntad recobra su imperio sobre los miembros y puede refrenarlos: ¿no
-ves, por tanto, que si á los hombres empuja en muchos casos una fuerza
-extraña que es contraria á su voluntad y que los impele en dirección
-determinada, siempre queda en nosotros mismos una energía que puede
-resistirla, y á su arbitrio hacerse obedecer por los miembros, hasta
-rechazar la violencia y ponerla en fuga?
-
-
-284. _Quare in seminibus quoque idem fateare necesse est..._
-
-Debemos, pues, confesar que en los elementos de la materia, aparte de
-la acción de la gravedad y de las atracciones que en ellos reside, hay
-otra fuerza de la que el movimiento se origina y de la que surge para
-nosotros el principio de la facultad volitiva. No hay efecto sin causa:
-y así como la gravedad se opone á que las series de los movimientos
-de los cuerpos sean producidos por impulso ajeno á los cuerpos
-mismos, sino que han de ser consecuencia necesaria de las propiedades
-de los seres, así también el alma no ha de obrar sólo por extraños
-impulsos, ni ha de permanecer pasiva obediente á acciones recibidas de
-fuera, sino ha de tener una declinación de propia energía creadora de
-libres determinaciones independientes de las tornadizas é inciertas
-circunstancias de lugar y de tiempo.
-
-
-294. _Nec stipata magis fuit unquam materiai..._
-
-Nunca han sido los elementos de la materia más densos ni más raros.
-Ni aumentar ni disminuir les es lícito; así, igual movimiento que
-hoy tienen, han tenido en los siglos pasados y conservarán en los
-venideros: por iguales causas, por ley constante, se producirán en lo
-sucesivo los mismos seres que hasta hoy en las mismas condiciones, y
-existirán, y crecerán, y tendrán las cualidades que les son propias en
-el concierto de la Naturaleza. No hay ninguna fuerza que pueda cambiar
-el orden universal: tampoco hay sitio para donde pueda escapar del Todo
-alguna parte de la materia, ni entrada por donde penetren en el mundo
-cuerpos extraños y trastornen los movimientos de la Naturaleza.
-
-
-308. _Illud in his rebus non est mirabile: quare..._
-
-Y no es de admirar que esto ocurra; también á pesar del continuo
-movimiento de los cuerpos simples parece que todo el Universo yace
-en inmóvil quietismo, excepto aquellos seres que tienen actividad
-propia; como los elementos de la materia están fuera de la penetración
-de nuestros sentidos, es indudable que aun cuando no podamos ver
-sus agitaciones, éstas existirán, si bien ocultas para nosotros, de
-igual modo que en ocasiones dadas no podemos precisar los movimientos
-que ejecutan algunos seres que vemos á largas distancias. El ganado
-lanar sube á las altas colinas atraído por las viciosas hierbecillas
-donde centellean perlas de luciente rocío, en tanto que los tiernos
-corderillos, saciados del dulce lácteo licor, se ejercitan alegres y
-retozones en luchas inocentes. Si reparamos en este cuadro desde lejos,
-lo veremos todo confuso, y sólo distinguiremos lo blanco del ganado que
-se destaca de lo verde obscuro de la colina. Observemos dos grandes
-ejércitos que llenan vasta extensión de los campos y se ocupan en
-simulacros de guerra; ya se mueve la audaz caballería en torno de las
-legiones; ya recorre con variables ímpetus campos que se estremecen;
-el fulgor de las armas llega hasta el cielo; el reflejo del bronce
-brilla en la tierra; el suelo retumba con el paso militar; el clamor
-del combate resuena en los montes y se transmite á los vecinos lugares:
-pues estas escenas, vistas desde elevadas montañas, parecen mudas,
-reposadas, y su centelleo se considera procedente de los mismos campos.
-
-
-333. _Nunc, age, jam deinceps cunctarum exordia rerum..._
-
-Medita ahora acerca de las cualidades de los cuerpos simples en cuanto
-aquéllas se refieren á su peculiar forma, que puede ser algo variada,
-como lo atestigua el hecho de que los seres, aun los que pertenecen á
-la misma especie, no son idénticos. No es de admirar que los elementos
-sean algo distintos en su figura, porque son numerosísimos, y no todos
-han de tener igual forma é iguales condiciones; la especie humana, los
-escamosos y mudos habitantes de las aguas, los árboles corpulentos,
-las fieras, las varias aves que plumadas trinan en las lindas y
-frescas márgenes de arroyos, en las proximidades de las fuentes y de
-los lagos, y que se mueven con vuelos circulares por los desiertos
-bosques, se componen de muchos individuos que, comparados entre sí
-dentro de cada especie, revelan diferencias varias; si así no fuera,
-entre nosotros mismos la madre no conocería sus hijos ni los hijos á
-sus madres; y como podemos ver, entre los hombres no existen notables
-signos diferenciales. Cuando en los templos, junto á los altares de los
-dioses, muere sacrificado el novillo, de cuyo pecho palpitante corre
-caliente sangre, la madre, desamparada, recorre los bosques, y deja en
-el húmedo terreno grabada la huella de su pesuña hendida, y escruta
-con indagadores ojos el espacio entero para ver si encuentra á su
-perdido hijo, y se detiene en los bosques, y de bramidos llena la selva
-umbrosa, y vuelve para el corral, y queda inmóvil, atormentada por los
-recuerdos de su hijo: ni los tiernos pimpollos de los árboles, ni las
-hierbas adornadas con reluciente aljófar, ni los arroyos que corren
-entre amenas márgenes, le dan placer ni le hacen olvidar su tormento;
-otros novillos que saltan mientras alegres pastan, no le quitan su
-tristeza, porque ninguno es el que ella ansiosa busca. Los cabritillos
-de trémulas voces reconocen á sus cornígeras madres, y lo mismo que los
-corderos de tiernos balidos, cada uno conducido por la Naturaleza, se
-dirige á las atractivas ubres que ha de alimentarlos con su dulce leche.
-
-
-371. _Postremo quodvis frumentum, non tamen omne..._
-
-Si comparas los granos de una espiga hallarás entre ellos diferencias,
-aunque todos sean semejantes; lo mismo observarás en las conchas que
-á algunos terrenos cubren, en las argentadas olas del Océano, en las
-arenas de la playa, y, por último, en todas las especies creadas, cuyos
-individuos no son completamente idénticos, porque ninguna mano los
-ha tallado con sujeción á un molde; la Naturaleza los hizo, y por el
-espacio vagan, con diversas formas.
-
-
-381. _Perfacile est jam animi ratione exsolvere nobis..._
-
-Así es fácil de explicar por qué es más intenso el fuego del rayo
-que el producido por nuestra industria ó por la combustión de hachas
-resinosas: quizá el celeste fuego del rayo conste de elementos más
-sutiles que otro cualquiera, y por este motivo puede penetrar en poros
-inaccesibles para llamas que tengan otro origen: la luz se comunica
-á través de córnea lámina, pero no así el agua; ¿por qué? Porque los
-cuerpos simples componentes de la luz son más sutiles que los asociados
-para formar el transparente líquido.
-
-
-391. _Et quamvis subito per colum vina videmus..._
-
-Vemos que el vino pasa rápidamente por el filtro, pero que el aceite
-penetra con mucha lentitud: se efectúa este fenómeno porque los
-elementos del líquido oleoso componen moléculas más compactas que los
-del jugo de la vid, ó bien porque aquéllas se entrelazan y por su
-densidad ofrecen mayor resistencia á la división.
-
-
-398. _Huc accedit, uti mellis lactisque liquores..._
-
-Además, leche y miel afectan el órgano gustativo con grata sensación,
-mientras que amargo ajenjo y ruda centaura hieren el paladar con sabor
-repugnante: de este hecho y de otros parecidos puedes inducir que el
-gusto agradable se produce cuando moléculas esféricas y lisas pasan
-por las membranas sápidas; y que la impresión desagradable se origina
-por el rozamiento que en las fibras papilosas efectúan cuerpos ásperos
-enlazados con nexo indisoluble.
-
-
-408. _Omnia postremo bona sensibus, et mala tactu..._
-
-Las diferentes sensaciones de dolor y de placer que experimentamos, se
-deben á las impresiones que en nuestros órganos terminales producen los
-cuerpos, según la forma y condición de sus moléculas componentes; y tú
-no supondrás que el chirrido estridente de áspera sierra se produce lo
-mismo que las dulces melodiosas notas halladas en las fecundas cuerdas
-de la lira por los dedos flexibles de músico hábil. Ni considerarás
-que iguales son las moléculas productoras de los miasmas fétidos
-procedentes de cadáver consumido por el fuego, que las emanaciones del
-azafrán mimoso de Cilicia[21], ó los aromas de Pancaya[22], utilizados
-para perfumar los templos.
-
- [21] Cilicia, provincia del Asia Menor.
-
- [22] Pancaya, región arenosa de la Arabia Feliz.
-
-
-418. _Neve bonos rerum simili constare colores..._
-
-Ni pensarás que los agradables colores que nuestra vista alegran tienen
-los mismos principios materiales que aquellos que nos molestan y hasta
-provocan lágrimas ó que hacen retirar los ojos con horror; todo, pues,
-lo que agrado produce á los sentidos, consta de moléculas suaves; pero
-lo que ocasiona incomodidad ó disgusto, se compone de elementos ásperos
-y rudos. Pero también hay primarios cuerpos, que ni son perfectamente
-lisos ni ásperos del todo, sino rodeados de ángulos salientes que
-producen algún escozor, pero que no dañan, los cuales se hallan en la
-fécula y en la ínula[23]. El fuego ardiente y el granizo helado afectan
-nuestros órganos de un diferente modo por la especial estructura de sus
-elementos, de lo que nos da claro indicio el tacto.
-
- [23] Ínula, planta sinantérea, pequeña y amarga.
-
-
-444. _Tactus enim, Tactus, pro Divum lumina sancta..._
-
-El tacto, pues, el tacto ¡oh, espléndido tesoro de númenes! es el
-sentido universal del cuerpo, ya cuando se excita por causa exterior,
-ya cuando se estimula por impulso interno, bien si motiva gozosas
-efusiones de amor, bien si por violencia sufrida engendra en nuestro
-ser incomodidad ó pena; hecho este último que puedes comprobar por
-ti mismo al sentir el contacto de un objeto sobre cualquiera parte
-de tu cuerpo. Según mi entender, las diferentes sensaciones que
-experimentamos, sólo se explican por la variedad de los principios
-materiales que las provocan.
-
-
-454. _Denique quæ nobis durata ac spissa videntur..._
-
-Los cuerpos duros y compactos deberán estar compuestos de partículas
-ganchudas, muy unidas y entrelazadas, como si formasen ramas. En este
-género figura, en primer lugar, el diamante, superior en dureza á todos
-los cuerpos; después, la fuerte piedra, el inflexible hierro y el
-bronce, de que se forman los goznes que al abrir de las puertas gimen.
-
-
-461. _Illa autem debent ex lævibus atque rotundis..._
-
-Los líquidos, masas fluidas, deben estar compuestos de partículas
-esféricas y pulimentadas, que no se entrelazan, y en superficies
-inclinadas con rapidez ruedan.
-
-
-465. _Omnia postremo quæ puncto tempore cernis..._
-
-Los fluidos que fácilmente se disipan, como el humo, las nubes y
-las llamas, han de estar formados de partes exactamente redondas y
-pulidas, y poco encorvadas para que puedan agujerear y penetrar las
-piedras; esas partículas no tienen entre sí completo enlace, según
-nos demuestran los sentidos, y, como puedes fácilmente conocer, las
-moléculas de esos cuerpos, si bien agudas, no pueden tener forma de
-gancho.
-
-
-473. _Sed quod amara vides eadem, quæ fluvida constant..._
-
-No te extrañe el ver cuerpos líquidos que son igualmente amargos,
-tales como las aguas del Océano: sus elementos componentes de la parte
-fluida, serán lisos, redondeados, pero unidos á otros que por sus
-cualidades producen dolor, aunque no tengan la trabazón de ganchos.
-Así, cuando fácilmente ruedan y causan desagradable impresión en
-nuestros órganos, los elementos de estos cuerpos han de ser redondos y
-ásperos.
-
-
-480. _Et quo mista putes magis aspera lævibus esse..._
-
-Para que puedas fácilmente persuadirte de que en la salada ninfa de
-Neptuno se mezclan substancias ásperas y suaves, observa el resultado
-que ofrece la separación de sus moléculas; el agua del mar recalada en
-la tierra se hace dulce porque sus partículas amargosas más densas y
-menos redondeadas que las otras quedan suspendidas en los sitios por
-donde el agua penetra y se filtra.
-
-
-487. _Quod quoniam docui, pergam connectere rem, quæ..._
-
-Á las razones que te he expuesto debo añadir otra, ligada á las
-anteriores y que en sí misma contiene su prueba; las formas de las
-moléculas no pueden ser variables en número indefinido, porque si lo
-fueran habrían ya conseguido un incremento ilimitado; y en verdad,
-cuerpos de tan mínimo tamaño no pueden ser susceptibles de muchas
-formas: figúrate los cuerpos divididos en tres ó más partes, y combina
-éstas de todos los modos que te sean posibles; varíalas de abajo á
-arriba, de derecha á izquierda, y pronto habrás terminado tu empeño;
-si quieres darles nuevas formas tienes que fraccionarlas más. No es
-posible, por tanto, ampliar el número de las combinaciones sin que
-aumente el volumen de los cuerpos; y así nada hay que permita creer en
-la infinidad de formas de las moléculas, sino mediante la suposición
-de que estas últimas fueran de tamaño considerable, y ya he procurado
-probarte que esto es imposible.
-
-
-509. _Jam tibi Barbaricæ vestes, Melibœaque fulgens..._
-
-Si no fuera así, los ricos trajes del Oriente, la hermosa púrpura de
-Melibea, teñida con las conchas de Tesalia y la dorada belleza del pavo
-real quedarían olvidados fácilmente por otros colores más brillantes;
-el sabor de la miel, el grato aroma de la mirra, el canto del cisne,
-y la cítara de Febo con sus melodiosos arpegios, quedarían olvidados
-por otros mejores, pues nuevas series de sensaciones más agradables
-las unas que las otras habrían de sucederse. Un semejante progreso
-indefinido se daría en todas las cosas, y los ojos, los oídos, el
-olfato, nunca se acomodarían á un orden de impresiones. Pero como
-nada sucede parecido á esto que acabo de indicar, y las cualidades de
-los cuerpos tienen límites invariables, es necesario confesar que las
-moléculas no pueden adoptar formas infinitas.
-
-
-522. _Denique ab ignibus ad gelidas, hiemisque pruinas..._
-
-Finalmente, del fuego á la nieve, y de ésta á aquél existe un espacio
-limitado; el frío y el calor están en los extremos de esta clase de
-sensaciones, y entre ellos ocupa el medio la temperatura templada en
-distintos grados. Luego debemos de convenir en que esas cualidades
-tienen límites invariables, cuyas fronteras son la llama y el hielo.
-
-
-529. _Quod quoniam docui, pergam connectere rem, quæ..._
-
-Y todavía he de añadir alguna reflexión que sirve de base á lo que
-después ha de seguir. Aun cuando las moléculas varían en número de
-formas limitado, son infinitas las que en cada una de ellas figuran. Si
-el número de formas es finito, ha de haber infinitos elementos que las
-revistan, porque de lo contrario sería finito el Universo, afirmación
-esta última contraria á lo que ya he demostrado.
-
-
-537. _Quod quoniam docui, nunc suaviloquis, age, paucis..._
-
-Voy ahora inmediatamente á exponerte en suaves, aunque pocos versos,
-cómo por ser infinitos, los elementos pueden, por sus atracciones y
-repulsiones recíprocas, sostener el orden universal.
-
-
-541. _Nam quod rara vides magis esse animalia quædam..._
-
-Si reparas en que hay comarcas donde escasean notablemente los animales
-de alguna especie, como si la Naturaleza con ellos fuera poco generosa,
-te haré observar que esos mismos animales abundan en otras regiones más
-adecuadas para ellos, como sucede á los cuadrúpedos gigantes de trompa
-anguímana[24], de los cuales en India hay bastantes para formar en
-torno de las ciudades ebúrneo impenetrable muro; tan numerosas allí son
-esas fieras como escasas entre nosotros.
-
- [24] Mano en forma de culebra.
-
-
-550. _Sed tamen id quoque uti concedam, qua libet, esto..._
-
-Pero te concederé la existencia ideal de un ser único de singular
-forma que no tenga semejante en toda la redondez de la tierra: si
-los principios naturales que lo constituyen no fueran infinitos, no
-podría ser producido, ni vivir, ni sostenerse. Imaginemos que nuestros
-ojos pueden percibir los elementos finitos de ese ente singular que
-vagaran en los ámbitos del Universo: ¿cuándo, dónde, con qué fuerza,
-de qué modo podrían reunirse adecuadamente aquellos cuerpos simples
-dispersos en tan confuso piélago? Según mi parecer, tal asociación no
-puede racionalmente concebirse. Así como después de borrasca tormentosa
-causante de naufragios el mar arroja á la playa en toda la extensión
-del globo remos, timones, antenas, velas, mástiles y flotantes cuerdas,
-ante cuya vista los mortales comprenden las traiciones de las pérfidas
-ondas y de ellas desconfían más tarde aun cuando las vean plácidas,
-argentadas y risueñas, así también los finitos elementos de un ser
-revueltos con otros y repelidos por las olas de la materia, nadarían
-dispersos eternamente en ellas; y si por un acaso improbable pudieran
-juntarse alguna vez, su unión sería momentánea por incapacidad para
-sostenerse. Pero la experiencia nos hace ver que es necesaria la
-formación de los seres é indispensable su crecimiento; luego es
-racional admitir que en toda especie de seres se dan igualmente
-elementos infinitos en adecuada proporcionalidad.
-
-
-578. _Nec superare queunt motus utique exitiales..._
-
-Ni los movimientos destructores pueden prosperar continuamente hasta
-sepultar en sueño eterno la vida, ni tampoco los movimientos creadores
-pueden conceder á los cuerpos constante duración; así podemos observar
-que unos y otros, desde tiempo inmemorial, mantienen entre sí guerra
-abierta con variable éxito, de tal modo, que ya son unos derrotados
-ya vencedores; también notamos que se mantiene cierto equilibrio en
-los nacimientos y las muertes, y nunca la noche ha ocultado al día,
-ni la aurora ha descorrido el velo de las sombras sin que al mismo
-tiempo se haya oído el grito desgarrador del niño que viene á la vida
-y los sollozos lastimeros de los que otorgan á la amistad los últimos
-deberes impuestos por la muerte.
-
-
-590. _Illud in his obsignatum quoque rebus habere..._
-
-Preciso es tener en cuenta y en la memoria conservar grabado el
-principio de que todos los cuerpos que podemos conocer constan de
-varios elementos, y que no hay uno solo del que fundadamente creamos
-que se halla constituido por una sola clase de elementos. Y el número
-de éstos es mayor, y sus especies más distintas en aquellos cuerpos
-dotados de más diferentes propiedades.
-
-
-599. _Principio tellus habet in se corpora prima..._
-
-Primeramente, la Tierra en sí posee los elementos generadores de las
-corrientes líquidas que nutren los ríos y renuevan los mares, y también
-contiene los principios de que se alimenta el fuego que le devora las
-entrañas, como hace el Etna, que algunas veces, con furia impetuosa,
-expulsa de sus entrañas materiales encendidos. Igualmente posee los
-gérmenes de nítidos frutos, de dorados granos útiles á las humanas
-gentes, y de los pastos que sirven de alimento á las bestias que vagan
-por los montes.
-
-
-608. _Quare magna Deum mater, materque ferarum..._
-
-Por este motivo, la consideran madre de los dioses y de los animales,
-y creadora de la especie humana: los poetas de la antigua Grecia, al
-dedicarle sus cantos, se la figuraban sentada sobre un carro tirado
-por leones; decían que se hallaba flotante en el espacio para darnos
-á entender que nuestro Mundo no puede tener otro mundo por base: las
-fieras obedientes del carro, significaban que las mayores energías
-deben abatirse al celo afectuoso de los padres; fingían que llevaba la
-frente adornada con mural corona para recordar los sitios elevados que
-guarnecen las ciudades. De este modo sacan en procesión la imagen de
-la Madre divina que aún hoy mismo causa terror á ciertas gentes: por
-uso de antiguos ritos lleva nombre de Madre Ida[25], y se la considera
-acompañada por catervas frigias, porque las gentes de aquella región
-fueron las primeras que enseñaron al mundo el cultivo de los cereales;
-en las procesiones de la Santa Madre, siguen á ésta castrados
-sacerdotes, que por su origen hacen pensar que aquellos que traten
-mal á la diosa é ingratos sean para sus progenitores, son indignos de
-tener posteridad: los acompañantes de la simbólica imagen atruenan el
-aire con redoblados repiquetes de tambor, ruidos de timbales, ecos
-amenazadores de corneta retorcida y desapacibles rumores de la flauta
-frigia que llenan de terror el ánimo; traen también los ministros picas
-y dardos que son instrumentos de muerte, y con los cuales aterran al
-meticuloso vulgo y á los perversos é ingratos que no rinden adoración á
-la majestad de la diosa.
-
- [25] Ida, monte de Frigia ó de la Troade, lugar en que se
- tributaba especial adoración á la Tierra, simbolizada por
- Cibeles, nombre griego. De la unión de la Tierra y el Tiempo
- (Saturno), según los poetas, surgieron el movimiento (Júpiter),
- la vida (Juno), los mares (Neptuno), y otras fuerzas naturales.
-
-
-634. _Ergo cum primum magnas invecta per urbes..._
-
-Llevada así la muda estatua y paseada por las ciudades populosas
-produce no pocas utilidades debidas á la generosidad de los devotos:
-de oro y de plata se adornan las calles; ricos tesoros y abundantes
-olorosas flores se dedican á la Santa Madre y á su cortejo; una tropa
-de hombres armados, á quienes los Griegos dan el nombre de _curetas
-frigios_, bailan al mismo tiempo que hacen vibrar cadenas, y juegan
-hasta verter sangre; en la cabeza esos hombres llevan terroríficos
-penachos que recuerdan los que dicen que usaban en Creta los antiguos
-sacerdotes para encubrir con su ruido los lloros de Júpiter, mientras
-que varios niños danzaban en torno de la cuna y con metálicos
-instrumentos, de que estaban provistos, atronaban el espacio para
-evitar que Saturno devorase al joven dios y produjera incurable herida
-en el tierno corazón de la divina Madre. Este es el origen de la
-costumbre de llevar gente armada en las procesiones de la diosa, y tal
-vez ese rito obedezca igualmente á la idea de recordar que los hombres
-deben estar dispuestos para defender la patria y para ser amparo de sus
-parientes.
-
-
-653. _Quæ bene, et eximiè quamvis disposta ferantur..._
-
-Aunque estas fábulas nos encanten por la brillantez de las formas con
-que han sido expuestas, la recta razón las rechaza. Por su esencia los
-númenes deben disfrutar eterna vida en ocio imperturbable: indiferentes
-á nosotros y á nuestras cosas, exentos de peligros y de aflicciones,
-ricos por su propia naturaleza, puesto que de nada necesitan, son
-insensibles á nuestras virtudes é indiferentes á nuestra ira[26].
-
- [26] Lucrecio repite aquí los versos 56 al 62 del primer canto.
-
-
-661. _Terra quidem vero caret omni tempore sensu..._
-
-Y en verdad la Tierra ha carecido en todo tiempo de sensaciones, y
-todos los diversos frutos que bajo la acción del Sol existen se forman
-de los variados y múltiples elementos que aquélla contiene. Á pesar de
-todo, si alguien quiere llamar Neptuno á los mares, Ceres á los frutos
-farináceos, y Baco al vino, usará así nombres extraños á los que posee
-nuestra lengua, pero puede hacerlo, y también puede llamar divina Madre
-á la Tierra, aunque sepa que es falso lo que dice.
-
-
-669. _Sæpe itaque ex uno tondentes gramina campo..._
-
-Desde tiempos remotos el ganado lanígero, la estirpe guerrera de
-caballos, y la especie bovina han vivido bajo una misma temperatura,
-han usado los mismos pastos y han bebido en iguales surtidores de
-agua y respirado los mismos aires; no obstante, sus especies han sido
-siempre muy distintas, y cada individuo de ellas ha conservado por
-herencia los instintos y las costumbres de sus respectivos padres.
-También entre las hierbas, lo mismo que entre las aguas, hay diferentes
-clases, porque sus principios constitutivos no son idénticos. Es todo
-animal un compuesto de huesos, músculos, sangre, venas, calor, humores,
-vísceras y nervios, substancias que entre sí difieren porque están
-formadas de distintos elementos. Además, debemos suponer que en los
-cuerpos combustibles existan diversos principios que originen luz,
-chispas, ceniza y humo; y en general, de todos los cuerpos conocidos
-debemos pensar que constan de diversos elementos generadores de los
-múltiples fenómenos en que se manifiestan.
-
-
-688. _Denique multa vides, quibus est odor, et sapor una..._
-
-Hay muchos seres de los que parten emanaciones que afectan igualmente
-al paladar y al olfato como si estos sentidos fueran uno solo; entre
-aquellos seres se cuentan los que inmola ante el ara de los dioses
-la hipocresía cuidadosa de ocultar sus crímenes: indudablemente
-esos cuerpos han de contener elementos de forma diferente. Llegan
-á la membrana pituitaria las emanaciones odoríferas que no tocan
-ó tocan inútilmente el velo del paladar, y afectan las papilas de
-ese último órgano moléculas sápidas que no tienen entrada en el
-sentido olfatorio: de estos hechos puede inducirse que los principios
-materiales que afecten distintos órganos, tienen diferentes formas.
-En una aglomeración, pues, de materia hay la conjunción de variados
-cuerpos simples; y los seres son el resultado de una mezcla general de
-distintos elementos.
-
-
-697. _Quin etiam passim nostris in versibus ipsis..._
-
-Sin duda, en estos mismos versos que lees encontrarás muchas letras que
-son comunes á numerosas palabras y vocablos que son idénticos, pero
-que en diferentes casos desempeñan distinto oficio: hay verdaderamente
-en estas líneas muchas letras iguales, sílabas idénticas, versos que
-contienen unas mismas determinadas palabras, pero á pesar de todo hay
-diferencia en las dicciones y en los períodos, porque sus elementos no
-están igualmente combinados. De igual modo, aunque varios cuerpos de la
-Naturaleza tengan elementos comunes no serán iguales si tienen distinta
-composición; así también la raza humana, las frutas y los gallardos
-arbustos se diferencian notablemente aunque tengan elementos comunes.
-
-
-709. _Nec tamen omnimodis connecti posse putandum est..._
-
-Pero no ha de pensarse que los elementos de la materia se puedan
-ligar indiferentemente: si ocurriera así, el mundo se compondría de
-innumerables monstruos; habría seres mitad hombres y mitad fieras;
-del cuerpo de algunos animales brotarían especies vegetales; juntos
-se verían productos de la tierra y del mar, y se encontrarían
-Quimeras[27] que arrojarían de su negra boca horrible fuego para
-devorar al mundo. Pero es patente que nada ocurre parecido á las
-suposiciones citadas, y debemos afirmar, por tanto, que todos los seres
-se forman de elementos fijos é invariables para cada especie, y con
-regularidad se conservan y se propagan.
-
- [27] Una montaña volcánica de Licia, llamada Quimera, en la cual
- habitaban fieras de distinta especie, sirvió á los poetas para
- inventar las Quimeras, horribles monstruos que vomitaban fuego.
-
-
-719. _Scilicet id certa fieri ratione necesse est._
-
-Este orden permanece siempre igual; los alimentos dan á todos los
-animales substancias que, esparcidas por todo el cuerpo de aquéllos,
-contribuyen al sostenimiento de su vida y al movimiento engendrador
-de sus acciones vitales; pero todo lo que el animal ingiere y no
-sirve para que se le asimile mediante las funciones de nutrición, la
-Naturaleza lo restituye á la tierra ó del cuerpo se escapa sin ser
-notado; carece de las propiedades adecuadas, y, por tanto, no participa
-de todas las funciones de la vida orgánica. Pero no entiendas que
-solamente los animales estén sujetos á las leyes indicadas; todos los
-seres se regulan por ellas: mas como son diferentes entre sí las cosas
-que la Naturaleza ha producido, necesariamente los principios que las
-constituyen no pueden ser iguales, no porque haya moléculas de muchas
-diferentes formas, sino porque se combinan en distintas proporciones.
-
-
-734. _Semina cum porro distent, disserre necesse est..._
-
-Como los principios difieren, necesario es que también sean varias sus
-propiedades de distancias, direcciones, conexión, gravedad, atracción,
-repulsión y movimiento: estas cualidades no solamente nos dan medios
-para distinguir unos animales de otros, sino también para comprender la
-separación que hay entre la tierra y las aguas, y entre la atmósfera y
-la tierra.
-
-
-739. _Nunc age, dicta meo dulci quæsita labore..._
-
-Medita ahora acerca de las observaciones que voy á exponerte en forma
-sencilla: no entiendas que son blancos los elementos de los cuerpos
-que tú ves blancos; lo mismo te digo respecto á los objetos que nos
-parecen negros ó de cualquier otro color; ningún color existe en los
-cuerpos de la materia, ni parecido ni diferente al que vemos en los
-objetos. Y si piensas que no serían perceptibles los seres privados de
-color, te equivocas en verdad; los ciegos de nacimiento, que nunca han
-logrado percibir la luz del Sol, por el tacto conocen los cuerpos cuyo
-color nunca han podido apreciar; mediante este ejemplo, fácil nos será
-comprender la existencia de cuerpos sin color. Nosotros mismos en las
-tinieblas palpamos como ciegos los objetos, y adquirimos representación
-de ellos, aunque no distingamos su color.
-
-
-757. _Quod quoniam vinco fieri, nunc esse docebo..._
-
-Ahora te explicaré el fundamento de la observación precedente:
-cualquier color puede mudarse en otro, pero los principios materiales
-no pueden sufrir cambio alguno; es necesario que éstos permanezcan
-inmutables cuando el mundo no ha quedado ya reducido á la nada. Todo
-cuanto puede transformarse, por el mismo hecho está sujeto á la muerte,
-á dejar de ser lo que antes era. Guárdate, pues, de creer que los
-cuerpos simples sean teñidos, si no quieres admitir que el mundo pueda
-quedar aniquilado.
-
-
-767. _Præterea, si nulla coloris principiis est..._
-
-Con todo, si la Naturaleza ha negado color á los cuerpos simples,
-los ha enriquecido con formas varias, por las cuales, mediante
-circunstancias múltiples, pueden mostrarse diversamente colorados,
-según las distintas posiciones que entre sí guarden las combinaciones
-en que intervienen, y los movimientos á que son impelidos; todas estas
-son condiciones que influyen para que un cuerpo que en ciertos casos
-como negro se nos ofrece, en otros tenga brillante blancura; así vemos
-que las aguas marinas, cuando son agitadas por furiosa tempestad, se
-muestran como blancas en las rizadas ondas. Puedes objetar que si los
-elementos de un cuerpo que nos parece negro se adicionan á otros, con
-los cuales se confunden, ó si pierden alguna cantidad, ó si cambian
-de posición, adquirirán, quizá, blancura; pero observa que si el mar
-constase de principios materiales azules, en ninguna ocasión aparecería
-blanco, aun cuando lo perturbase agitación violenta, porque moléculas
-azules nunca darían apariencia de brillante mármol.
-
-
-786. _Sin alio atque alio sunt semina tincta colore..._
-
-Si los elementos que forman el mar, aunque de varios colores teñidos,
-pudieran dar un solo color, de manera igual que varias figuras pueden
-componer un cuadrado perfecto en dimensiones, necesario sería que
-en el mar se descubriesen los distintos colores que intervinieran
-para la formación de uno solo, como en el cuadrado se perciben las
-distintas figuras que lo forman; y en los demás cuerpos también se
-notarían los matices desemejantes que compusieran un color determinado.
-Pero la diferencia de las figuras, convenientemente colocadas, no
-es un obstáculo para la composición de líneas exteriores que formen
-cuadrado perfecto, mientras que la diferencia de colores elementales
-perjudica la composición de un color brillante; además, si con arreglo
-á estas ideas el color blanco ó negro no resulta de elementos que
-son exclusivamente blancos ó solamente negros, sino de una alianza
-de principios distintamente coloridos, no hay razón para suponer que
-los cuerpos simples tengan color; más creíble sería que la blancura
-dimanara de elementos sin color que no de cuerpos negros ó de otro
-color contrario.
-
-
-805. _Præterea, quoniam nequeunt sine luce colores..._
-
-Como no existen colores sino por la acción de la luz, y ésta no puede
-llegar á los principios elementales de las cosas, lícito es afirmar que
-los cuerpos simples no tienen color. Y ¿cómo sería posible que pudiera
-existir un color permanente en la obscuridad, cuando observamos que
-aun durante el día los colores de las cosas experimentan mudanzas,
-según que éstas son bañadas por un rayo de luz vertical ú oblicuo?
-Este fenómeno se observa en el plumaje que adorna la cerviz de la
-paloma y corona su cuello: cuando el Sol lo envuelve, en unas ocasiones
-ostenta el puro color del rubí, en otras una verde mezcla de esmeralda
-y de azul cerúleo: la cola del pavo real, bañada por la luz, muda
-frecuentemente sus matices, según la forma en que recibe los rayos
-luminosos. Luego es preciso reconocer que los colores se engendran
-por el contacto de la luz, y sin esta condición no existen ni pueden
-concebirse.
-
-
-820. _Et quoniam plagæ quoddam genus excipit in se..._
-
-Más fuertemente se impresiona la pupila en presencia de los objetos
-bañados de blancura, que ante el negro ó cualquier otro color; pero
-éste es inútil en aquellas cosas de las cuales tomamos conocimiento por
-medio del tacto, en las que lo esencial es la forma. Por este motivo
-debe justamente afirmarse que los elementos primitivos, cuyas funciones
-se realizan por contacto y proximidad, para nada necesitan la cualidad
-del color.
-
-
-827. _Præterea, quoniam non certis certa figuris..._
-
-Además de lo dicho, si los colores no dependen en verdad de la figura
-de los cuerpos, y éstos, al formarse, pueden revestir cualquiera
-coloración, ¿por qué no se muestran teñidos indiferentemente de varios
-modos? En este caso, muchas veces el cuervo, al atravesar el espacio
-con su vuelo, debería impresionar gratamente nuestros ojos con la
-albura brillante de su plumaje, y los cisnes en ocasiones ostentarían
-el color negro, ó una diversidad de matices. Puede notarse el hecho
-de que el color de los cuerpos se pierde al mismo tiempo que éstos
-sufren distintas divisiones, y llega el caso de que, en objetos muy
-fraccionados, el color se extingue: pruebas de este fenómeno ofrecen el
-oro cuando se reduce á suave polvo, y la púrpura cuyo luciente color
-de escarlata se pierde cuando se convierte en delgados hilos: de estas
-observaciones puedes inferir que las cosas pierden su color á medida
-que se acercan á la menor división de que sean susceptibles.
-
-
-844. _Postremo, quoniam non omnia corpora vocem..._
-
-Por último, si admites la existencia de cuerpos incapaces de producir
-sonido ó de emitir corrientes odoríferas, no podrás atribuir á todos
-los cuerpos cualidades que afecten al oído y al olfato; y de igual modo
-has de reconocer que los objetos no perceptibles por la vista deberán
-estar privados de color, como aquellos otros que no dan olor ni sonido
-han de carecer de las cualidades necesarias para afectar nuestros
-órganos correspondientes; por este motivo, el ánimo sagaz conoce que si
-hay cuerpos á los que faltan condiciones para impresionar algunos de
-nuestros sentidos, también los habrá desprovistos de color.
-
-
-852. _Sed ne fortè putes sole spoliata colore..._
-
-Pero no creas que solamente de color carecen los cuerpos simples; falta
-á ellos también condiciones para ser modificados por la acción del frío
-ó del calor y para impresionar nuestros nervios auditivos, gustativos y
-olfatorios. Tú mismo, si pretendes componer suave esencia con extracto
-de olorosa mejorana, de licor de mirra y de la flor de nardo, que
-difunde exhalaciones de néctar, buscarás sin duda para que te sirva de
-base el aceite más inodoro, á fin de que no altere el perfume de las
-flores que utilizas.
-
-
-863. _Propterea demum debent primordia rerum..._
-
-Los elementos primarios que entran en la composición de todos los
-cuerpos no desprenden emanaciones; por tanto, no dan olor, ni color,
-ni son fríos, templados, calientes ó sabrosos, ni tienen los otros
-accidentes que implican descomposición, tales como fragilidad,
-flexibilidad, porosidad, corruptibilidad y blandura. Debemos de
-confesar que los elementos simples carecen de todas esas cualidades,
-ante la consideración que nos suministra el hecho evidente de que la
-Naturaleza nunca se pierde en la nada.
-
-
-875. _Nunc ea, quæ sentire videmus cunque necesse est..._
-
-Después de estas observaciones, es de exigencia el reconocer que todos
-los cuerpos, y entre ellos los que están dotados de sensaciones, de
-principios materiales insensibles proceden: no hay ni siquiera un dato
-que sirva para refutar esta afirmación: la experiencia nos lleva como
-por la mano para que ante los hechos patentes nos veamos obligados á
-reconocer que todos los animales se producen de substancias insensibles.
-
-
-881. _Quippe videre licet, vivos existere vermes..._
-
-Facilísimo es ver que de restos corrompidos nacen gusanos cuando
-abundantes lluvias dan excesiva humedad á la tierra. Parecidos cambios
-sufren todos los cuerpos de la Naturaleza. Las aguas de ríos, los
-frutos de selvas frondosas, los fértiles prados de sonrientes praderas,
-en ganados se convierten; los ganados contribuyen á la formación y
-crecimiento de nuestro cuerpo, y éste, en no pocas ocasiones, ha
-servido para nutrir las fieras y darles energía.
-
-
-887. _Ergo omnes Natura cibos in corpora viva..._
-
-La Naturaleza convierte en cuerpos vivos las partes principales de que
-los alimentos constan, y de ellas también da vitalidad á los sentidos
-de los seres animados; no de manera distinta, en llamas transforma la
-leña y reduce á fuego muchos materiales. ¿Notas ahora la importancia
-que tendrá para nuestro estudio el fijar la posición que los elementos
-primitivos pueden tener entre sí, y el orden en que realizan sus
-movimientos mutuos? ¿Qué es lo que influye en nuestro ánimo, lo que
-mueve nuestro ser, lo que da actividad á nuestros sentidos, si no crees
-que lo insensible de lo sensible se produce? Este aserto no quiere
-decir que, en ocasión alguna, las piedras, la madera y la tierra en
-confusión mezcladas, puedan engendrar las sensaciones de la vida.
-
-
-899. _Illud in his igitur fœdus meminisse decebit..._
-
-Nunca he pretendido afirmar que todos los elementos, sin restricción
-alguna, puedan en cualquier instante producir cuerpos sensibles: lo
-que sostengo es que el hecho de las sensaciones y del movimiento
-proviene del orden, número, disposición, forma, colocación y otras
-circunstancias de los elementos primarios componentes de los cuerpos.
-Lo mismo sucede en la organización especial propia de la hierba de
-nuestros campos y de los árboles de nuestras florestas: cuando estos
-vegetales, penetrados por la acción continua de las lluvias, se
-descomponen y pierden algunas de sus antiguas propiedades, originan
-múltiples gusanillos, porque sus principios materiales constitutivos
-experimentan una combinación nueva adecuada á la producción de aquellos
-animáculos.
-
-
-910. _Deinde ex sensilibus cùm sensile posse creari..._
-
-Además, como observamos que la facultad de sentir es dependiente de
-los nervios, de las vísceras y de las venas, que son partes blandas
-destructibles, si entendiéramos que los cuerpos dotados de sensibilidad
-sólo se formaban de elementos sensibles, supondríamos que eran
-igualmente blandos. Y si creyéramos que esos elementos sensibles eran
-imperecederos, deberíamos imaginar que cada una de las partes del ser
-que integran era susceptible de sentir ó que ellos tenían vida propia
-semejante á la de los animales: pero es evidente que ningún miembro
-aislado puede tener sensaciones ni recibir de otros impresiones de
-ninguna clase: la mano ú otra cualquiera parte del cuerpo, si de éste
-queda separada, es incapaz de moverse y de sentir. Consideremos ahora
-la suposición de que los elementos primitivos que integran los seres
-animados tuviesen como éstos vida propia: ¿de qué manera podrían ser
-llamados principios de las cosas, cuando tendrían francas las puertas
-de la muerte y por ellas se precipitarían, como vemos que perecen
-continuamente los animales de cuya naturaleza participaban?
-
-
-927. _Quod tamen ut possint, ab cœtu, concilioque..._
-
-Y si fuera posible que los principios generadores tuviesen la misma
-condición de seres animados, la conjunción que entre ellos se
-estableciera no podría originar más que un acervo inconmensurable de
-animales, de modo igual que los hombres, los rebaños y las fieras
-por Venus impulsados sólo engendran hombres, rebaños y fieras de su
-misma especie. En el caso de que supusiéramos que los elementos al
-congregarse perdían la facultad sensorial que les fuese inherente y
-en cambio adquirían otra resultante de la masa, ¿no sería necesario
-indagar la causa que les obligara á despojarse de sus condiciones
-propias? Pero si vemos, como ya antes he dicho, que huevos de aves en
-aves se transforman, y que la descomposición de restos inanimados
-expuestos en la tierra á la acción de las lluvias crea camadas
-palpitantes de gusanos, forzoso es reconocer que de cuerpos insensibles
-surgen los seres dotados de sensibilidad.
-
-
-939. _Quòd si fortè aliquis dicet, duntaxat oriri..._
-
-Si alguno pretendiera que lo sensible puede surgir de lo insensible
-sólo en virtud de mudanza efectuada en esto último durante una
-evolución parecida á la que experimenta el animal desde el estado
-embrionario hasta que se muestra á luz, sería preciso hacerle saber
-que á todo nacimiento precede indeclinablemente la formación de un
-organismo, que no hay mudanza donde no hay un ente capaz de ser mudado,
-y que no pueden surgir las sensaciones sino en seres sensibles; luego
-antes de que haya una determinación corpórea cualquiera, los materiales
-que han de integrarla se hallarán confundidos en el aire, en el agua,
-en la tierra y en el fuego, y no podrán de modo alguno establecer entre
-sí mutuas relaciones que den por resultado la vida manifestada en
-sensaciones y movimiento.
-
-
-952. _Præterea, quamvis animantem grandior ictus..._
-
-Choques violentos que repentinamente conmuevan la constitución de un
-animal, pueden variar la posición de los elementos materiales de éste,
-y consiguientemente confundir las facultades de su alma y trastornar
-las funciones de su cuerpo, hasta el punto de que la acción de la vida
-se anule y la materia sacudida en los miembros rompa los lazos del alma
-y ésta sea lanzada fuera por todos los poros. Aun así, esas contrarias
-fuerzas ¿podrán hacer algo más que apartar y disolver?
-
-
-962. _Fit quoque, uti soleant minus oblato acriter ictu..._
-
-Pero si los choques son menos rudos, la energía vital puede
-resistirlos, calmar el desorden que produzcan sobre el cuerpo atacado,
-reconstituir éste, dominar la acción destructora de la muerte, la cual
-podría haberse apoderado en un momento de cuasi todo el organismo,
-y sostener la vida próxima á desvanecerse. ¿Cómo, si así no fuera,
-habría de ocurrir que en ciertas ocasiones los sentidos cercanos á la
-extinción pudieran reverter á la vida y consolidar la unidad del alma,
-sin ceder al movimiento de inmediata disolución que los empujara?
-
-
-970. _Præterea, quoniam dolor est, ubi materiai..._
-
-Es también cierto que el cuerpo vivo experimenta dolor cuando los
-principios materiales que integran sus vísceras son perturbados en su
-posición ordinaria; pero cuando éstos recuperan su estado normal, aquél
-vuelve á sentir bienestar agradable. Y como los elementos no constan de
-partes que puedan separarse y volverse á reunir, lícito será afirmar de
-ellos que no pueden ser ofendidos por el dolor ni lisonjeados por el
-placer: luego son incapaces de sensaciones.
-
-
-981. _Denique, uti possint sentire animalia quæque..._
-
-En fin, si para explicarse las sensaciones de los animales hubiera
-que atribuir á éstos una composición de principios sensibles, ¿qué
-sucedería? Deberíamos admitir que los elementos constitutivos del
-hombre eran agitados por trémula risa, vertían lágrimas que les
-inundasen boca y mejillas, perspicuamente investigaban las causas de
-los fenómenos y hasta indagaban su propia íntima estructura: porque si
-los elementos que componen al hombre han de ser equiparados al hombre
-mismo, deberán constar de principios materiales y éstos de otros, y
-así indefinidamente. Según estos datos, si me hablas de un ser que
-se comunica, ríe y sabe, deberé pensar que dicho ser está compuesto
-de substancias simples que hagan lo mismo. Pero si pensamos que esta
-afirmación es un delirio de mente perturbada porque un ser puede reir
-aunque no esté formado por elementos que rían; y saber y comunicar
-sus ideas con docto razonamiento, sin que sus principios constitutivos
-sean elocuentes ni sabios, ¿cómo podremos negar que los seres sensibles
-resulten de componentes insensibles?
-
-
-999. _Denique cœlesti sumus omnes semine oriundi..._
-
-Todos somos originarios del Cielo; éste, padre de todos, envía gérmenes
-creadores á nuestra madre la Tierra que, fecundada, produce nítidas
-frutas, lozanos arbustos, el género humano y toda clase de animales á
-cuyas necesidades provee con alimentos útiles para la vida individual y
-para la propagación de las especies: por este motivo con razón se da á
-la Tierra nombre de madre. Cuanto de la Tierra dimana vuelve otra vez
-á ella; y cuanto proviene de las regiones celestiales otra vez tiene
-entrada en las mansiones etéreas. Los cuerpos simples de la materia,
-aun cuando los veamos convertidos en inútiles sobrantes excretados,
-son eternos: la muerte, que destruye las formaciones compuestas, deja
-incólumes los componentes; cuando más, los separa á fin de que la
-Naturaleza vuelva á asociarlos de otro modo, en nuevas formas, con
-diferentes colores, en integraciones dotadas de sensibilidad ó sin
-esta condición. Los hechos apuntados te harán conocer que es necesario
-estudiar con detenimiento las combinaciones variadas, las diversas
-posturas y los diferentes cambios que experimentan los primeros
-elementos, ya que de ellos y de sus mudanzas de posición surge la vida
-y dependen el nacimiento y la muerte. En estos mismos versos puede
-observarse que la significación de ellos depende ciertamente del orden
-en que están colocadas las palabras que los componen: con las mismas
-letras se forman vocablos representativos de las ideas de cielo, mar,
-tierra, astros, sol, frutos, árboles y animales: en muchas ocasiones la
-inversión de letras determina significados muy distintos. Así también
-sucede con los elementos de la materia: si cambian de lugar, posición,
-orden, cantidad y proporciones, cambian las cosas que integran, y la
-figura de ellas, y su peso, y sus relaciones recíprocas.
-
-
-1031. _Nunc animum nobis adhibe veram ad rationem..._
-
-Dispón ahora tu ánimo para escuchar nuevos razonamientos: otra serie
-de consideraciones pugnan vehementemente por llegar á tus oídos, y
-verdades no generalizadas voy á darte á conocer. Así como nada hay
-tan fácil que al iniciarse no parezca de concepción difícil, así
-también nada hay grande ni admirable en un principio que no pierda
-poco á poco su importancia cuando lo contemplamos mucho tiempo: si
-el color puro y brillante del espacio sideral, las estrellas que la
-noche adornan, y la luz esplendorosa del Sol y de la Luna apareciesen
-á nuestra vista de improviso por vez primera, ante sus maravillas
-quedaríamos sorprendidos; ¿qué cosa podría ser comparada con tan
-admirables portentos y qué personas se hubieran atrevido á imaginar,
-antes de presenciarlos, tan soberbios espectáculos? pero hoy los vemos
-sin asombro alguno, y tan acostumbrados á ellos estamos, que apenas hay
-alguien que se digne levantar los ojos para contemplar la arquitectura
-del cielo. Así la novedad de las reflexiones que voy á presentarte, no
-debe causar prevenciones en tu ánimo; por lo contrario, debe estimular
-tu atención á fin de que medites en los hechos que voy á exponerte y
-admitas mis razones si crees que son verdaderas, ó las rechaces si
-las consideras falsas. Trato de indagar si el infinito espacio puede
-traspasar el ámbito del mundo, y lo que puede haber más allá de la
-redondez de la tierra hasta donde la mente pueda alcanzar, y el ánimo,
-libre de prevenciones, consiga elevar su vuelo.
-
-
-1056. _Principio, nobis in cunctas undique partes..._
-
-Primeramente, al considerar todas las cosas, ya sea de un lado para
-otro, ya de arriba para abajo, no se hallan límites al Todo, y como ya
-te he dicho, esta evidencia se proclama por sí misma y se demuestra
-por todo el orden natural. De ningún modo ha de juzgarse verosímil que
-en el infinito espacio donde en número ilimitado con movimiento eterno
-vuelan gérmenes de muchas formas, se hayan creado solamente este orbe
-terráqueo y ese cielo que lo rodea; y haya, por tanto, muchísimos
-elementos primitivos encerrados en perpetuo ocio. Todo cuanto existe
-ha sido hecho por la Naturaleza, y los principios de las cosas, por su
-propia condición, después de movimientos varios inútiles, discordantes,
-destructivos, casuales, han originado este conjunto de tierras, mares,
-cielo, y el género de animales: luego es preciso reconocer que en el
-infinito espacio existirán sin duda otros muchos agregados semejantes á
-este que forma nuestro mundo.
-
-
-1075. _Præterea, cùm materies est multa parata..._
-
-Además, siempre que en la Naturaleza haya una cantidad conveniente de
-materia y sitio que le sea adecuado, si no hay causa que se le oponga,
-por necesidad han de producirse algunos seres. Ahora bien; como los
-elementos de la materia se dan constantemente en número que no podría
-contarse durante los siglos, y todos han de poseer igual aptitud para
-moverse en el espacio y unirse en combinaciones varias, debemos creer
-que en la inmensidad habrá otros mundos como el nuestro y otros hombres
-y otras fieras.
-
-
-1085. _Huc accedit, ut in summa res nulla sit una..._
-
-Ocurre también que en el mundo ningún ser hay único en su especie que
-nazca aislado y crezca en la soledad; de cada género hay numerosos
-individuos: puedes comprobar esta afirmación sólo con observar lo
-que sucede entre los animales, pues lo mismo que abundan las fieras
-errantes en los montes y la progenie humana y las mudas especies
-escamosas y las razas volátiles, es racional suponer que de igual
-modo la Tierra, el Sol, la Luna, los mares y todas las entidades que
-nosotros vemos no han de ser únicos en el concierto universal, sino
-pertenecerán á un orden numeroso, y estarán sujetos á las leyes de
-vida y muerte, lo mismo que los demás grupos formados por numerosos
-individuos.
-
-
-1098. _Multaque post Mundi tempus genitale, diemque..._
-
-Después del génesis del Mundo y del día de la creación de mar y tierra,
-formado ya el Sol, quedaron en torno de aquél muchos elementos surgidos
-del Todo universal que los contenía: de ellos el mar y las tierras
-obtuvieron sucesivo aumento, el espacio se embelleció con el templo
-del cielo cuyos elevados techos están situados muy lejos de la tierra,
-y se originó la circulación del aire. Los elementos, por la acción
-de sus atracciones y repulsiones, se reparten por todos sitios, y se
-juntan entre sí los que son de la misma especie: los propios del agua
-al agua; con adiciones de tierra la tierra aumenta; el fuego se aviva
-con el fuego; el éter con el éter, hasta que la Naturaleza, creadora
-siempre, haya elevado el crecimiento á su límite normal; y cuando se
-dé el caso de que en las corrientes de la vida, plenamente ocupadas,
-no puedan tomar curso nuevas adiciones, habrá proporcionalidad entre
-las restituciones y las pérdidas: en el apogeo de la vida la Naturaleza
-habrá de restringir sus fuerzas productoras.
-
-
-1115. _Nam quæcumque vides hilaro grandescere adauctu..._
-
-Y los cuerpos que ves llegar á su madurez con paulatino é incesante
-crecimiento se asimilan más que gastan, porque el producto de las
-substancias alimenticias circula en ellos sin obstáculo por las venas y
-los vasos, en tanto que los poros no se dilatan cuanto sería necesario
-para que dichos cuerpos sufrieran grandes pérdidas; es indudable que
-éstas siempre existen, pero el ser las repara fácilmente mientras que
-no llega al término del crecimiento. Desde que alcanza esa altura,
-empieza á descender y poco á poco el vigor se le agota y las fuerzas se
-le extinguen: cuanta más extensión ocupe un cuerpo vivo que haya tocado
-la meta del regular desarrollo, mayores pérdidas ha de experimentar:
-ya el jugo de las substancias nutricias no circula bien por sus venas;
-ya le es insuficiente la alimentación; ya la Naturaleza no renueva en
-aquel ser las fuerzas que el mismo consume diariamente; entonces el
-cuerpo debe perecer porque lentamente ha disminuido en densidad todo lo
-que ha perdido en emanaciones, y de este modo ha entibiado la energía
-de la vida: los seres en la vejez no pueden suplir lo que les falta, y
-abatidos, incapaces para resistir los choques de todos los cuerpos que
-giran á su alrededor, necesariamente sucumben.
-
-
-1138. _Sic igitur magni quoque circùm mœnia Mundi..._
-
-Así, combatido por todos lados, el edificio del Mundo quedará alguna
-vez destruido; porque si bien no cesará de improviso la renovación de
-los medios que sirven para rehacer y sustentar los seres, como las
-corrientes de la vida poco á poco dejarán de recibir los recursos que
-enriquecen su caudal, porque la Naturaleza extinguirá los manantiales
-tributarios, los siglos morirán por consunción. Observemos que hoy
-la Tierra mantiene animales exiguos, cuando en el principio de la
-vida organizada creó individuos corpulentos, razas fuertes; pensemos
-también que las actuales especies no descenderían de los espacios
-por dorada cuerda ni serían producidas por los mares que baten con
-furor las rocas; la Tierra pudo antes crearlas y ahora sólo puede
-sostenerlas; espontáneamente hacía surgir del suelo tallos de doradas
-mieses, sonrientes viñas que utilizaban los mortales, viciosos pastos
-y sabrosas frutas; pero hoy esos vegetales, para dar buenos productos,
-exigen el auxilio del trabajo nuestro: los bueyes sufren bajo el peso
-del arado; los agricultores consumen sus fuerzas en la ruda tarea de
-labrar los campos; las cosechas disminuyen, los esfuerzos aumentan: el
-viejo campesino apenado considera la esterilidad de sus continuadas
-fatigas, compara los tiempos actuales con los pasados y envidia la
-fortuna que disfrutaban sus abuelos; refiere que en aquellos remotos
-días los hombres respetaban lo ajeno y estaban satisfechos con el
-producto de sus terrenos, que aunque muy reducidos, producían abundosos
-frutos. Lo que ese humilde labrador no ve, es que todo cuanto existe
-consume lentamente su propio vigor, hasta que extenuado se pierde en el
-piélago de la decrepitud.
-
-
-1167 _á_ 1181. _Quæ bene cognita si teneas, Natura videtur..._
-
-Si de estas verdades te penetras, considerarás desde luego á la
-Naturaleza como libre del dominio de soberbios señores, gobernada
-por sí propia, y de númenes completamente desligada. ¡Oh, dioses que
-en dulce paz vivís con tranquila, sosegada calma! ¿cuál de vosotros
-rige el Universo y sustenta en su mano vigorosa el poder moderador de
-todo cuanto existe? ¿cuál gobierna los espacios siderales? ¿cuál hace
-fructíferas las tierras con la mediación de fenómenos etéreos y provee
-oportunamente en todos sitios á la vida? ¿cuál extiende las tinieblas,
-condensa las nubes, desata las tempestades y fulmina rayos que muchas
-veces destruyen vuestros mismos templos y con frecuencia recorren
-extensiones dilatadas en la que dejan ilesos á muchos malvados y matan
-á hombres virtuosos no merecedores de tan fatal desastre[28]?
-
- [28] En todas las antiguas ediciones del poema de Lucrecio este
- pasaje aparece en otro lugar del mismo canto segundo; pero el
- traductor ha creído que Lagrange estuvo muy acertado al colocarlo
- en este sitio, de donde tal vez lo separaron en tiempos remotos
- copistas poco expertos.
-
- * * * * *
-
-Erratas. En la nota última de la pág. 7, donde dice _su Infierno_, debe
-decir _el Infierno_ de su _Divina Comedia_.
-
-Y en la línea undécima de la pág. 81, donde dice _aspergios_ debe decir
-_arpegios_.
-
-
-
-
-LIBRO TERCERO
-
-
-1. _E tenebris tantis tam clarum extollere lumen..._
-
-Á ti ¡oh varón ilustre, gloria de las gentes griegas, primero que de
-tenebrosa obscuridad supo extraer clara luz que iluminase los senderos
-de la vida! á ti sigo. Sobre las huellas de tus pasos coloco mis piés,
-no porque pretenda rivalizar contigo, sino porque deseo imitarte. ¿Cómo
-podría la golondrina contender con el cisne, ó cómo débil cordero de
-miembros trémulos podría disputar en la carrera con fogoso caballo? ¡Oh
-genio creador de la ciencia! Tus sabias lecciones son para nosotros
-rico patrimonio, y en tus discursos, lo mismo que en el floreciente
-prado la abeja liba miel de color de rosa, nosotros tomamos áureos
-conceptos, áureos y dignos de ser repetidos eternamente. Bastó que
-tu razón clamara que el orden universal no era obra de inteligencia
-divina, para que se disiparan los terrores del ánimo y el Mundo
-quedara abierto á nuestra investigación: vemos el Todo formarse en el
-vacío, y se nos aparece el poder de los dioses en sede neutral jamás
-sacudida por los vientos ni rociada por nubes tempestuosas, ni violada
-por los copos de nieve que penetrante frío condensa, pero rodeada
-siempre del límpido éter lleno de sonriente luz difundida á largas
-distancias. La Naturaleza todo lo da hecho á los dioses; éstos no
-sienten alterada en ningún tiempo y con motivo alguno la paz del ánimo:
-por lo contrario, nunca ven los antros aquerusios, y pueden siempre
-observar, sin que bajo sus piés les estorbe el suelo, todas las escenas
-que se ejecutan en el vacío. Ante esas consideraciones experimento
-divino placer y cierto asombro, porque, merced á tus investigaciones,
-están para nosotros de manifiesto los arcanos todos y toda la obra de
-la Naturaleza.
-
-
-31. _Et quoniam docui, cunctarum exordia rerum..._
-
-Hasta aquí he discurrido acerca de los elementos que son principios
-constitutivos de todas las cosas, y acerca de las distintas figuras de
-las moléculas que espontáneamente giran en el espacio con movimiento
-eterno. Ahora debemos estudiar la naturaleza del ánimo, aclarar en
-qué consiste la esencia del alma, y poner en ruinas el temible
-Aqueronte[29], que turba todo bienestar de la vida humana, tiñe todas
-las cosas con las preocupaciones de la muerte, y no permite el goce
-tranquilo de ningún placer puro y honesto.
-
- [29] Aqueronte, río de Epiro, llamado hoy Veliqui; río del
- infierno, según los poetas; el infierno mismo.
-
-
-41. _Nam, quod sæpe homines morbos magis esse timendos..._
-
-Porque si bien no faltan hombres que alardean de considerar más
-temibles la infamia y las enfermedades que los abismos de la muerte,
-y entienden que el origen de nuestra alma es el mismo que el de la
-sangre[30], y dicen, por último, que nuestras lecciones les son
-inútiles, advierte que hacen esas afirmaciones, más por vana presunción
-y deseo de renombre, que por tener firmes convicciones. Esos mismos
-hombres, si proscriptos de la patria se encuentran, ó si retirados de
-la vida social se hallan, ó si les abruma torpe acusación, ó viven,
-finalmente, afligidos por numerosas desdichas, adondequiera que,
-míseros, se retiran, celebran funerales, inmolan ovejas negras, dedican
-sacrificios á los Manes, y cuanto más el infortunio los agobia, tanto
-más inclinan su ánimo á la superstición. En tiempos de adversidades, es
-cuando conviene observar á los hombres, porque entonces se dan éstos
-fácilmente á conocer: proceden como sienten, la máscara se les cae y se
-muestran como son.
-
- [30] Alusión á ciertas ideas defendidas por Critias y por
- Empedocles, según las cuales el alma es sangre pura del cuerpo
- vivo: también en el versículo 23, cap. 12 del Deuteronomio y
- en el Levítico, cap. 17, vers. 11 y 13 se hacen indicaciones
- análogas con referencia á los animales.
-
-
-59. _Denique avarities, et honorum cæca cupido..._
-
-La avaricia y el ciego afán de honores que á tantos míseros hombres
-empujan á traspasar los linderos de la justicia, á hacerse criminales
-ó encubridores de crímenes, y á pasar días y noches engolfados en
-inquietud penosa que les permita acumular riquezas, son calamidades
-que afligen la vida, y que se deben en mucha parte al temor de la
-muerte[31]. El menosprecio, la indigencia y la ignominia, se consideran
-estados incompatibles con la dulzura de la vida, y casi como antesalas
-de la muerte. Para huir de tales situaciones, y colocarse lejos de
-ellas, los hombres, desatentados, compran honores con sangre que
-vierten de sus conciudadanos, amontonan crímenes para multiplicar
-ávidos sus tesoros, se alegran, impíos, de los funerales del hermano,
-y aun odian y temen, recelosos, los festines de sus próximos parientes.
-
- [31] Según la antigua Mitología, la pobreza figuraba en el
- cortejo de la muerte. Virgilio (_Eneida_, canto VI) coloca en la
- puerta de los infiernos al hambre y la pobreza.
-
-La envidia, por igual razón, con temores mortificantes, se despierta
-en muchos, ante cuya vista se muestra el poder como la presa de unos
-cuantos que disfrutan riquezas y distinciones brillantes, mientras que
-ellos viven en las tinieblas y se arrastran por el lodo: algunos mueren
-con la preocupación de las estatuas y el renombre, y otros, á quienes
-el temor de la muerte inspira odio contra la vida y la luz, llevan el
-infierno en su triste pecho; se olvidan de que es manantial de todos
-los males ese miedo que veja la inocencia, rompe los vínculos entre
-amigos y arranca de los corazones la piedad. ¡Y aun muchas veces ha
-habido hombres que por vivir, para retardar las penas del Aqueronte,
-han hecho traición á sus padres y á su patria! Como niños que de todo
-tienen miedo por la noche, así nosotros, durante el día, nos vemos
-rodeados por ilusorias sombras y fantasmas vanos que no se disipan con
-el rayo solar ó con la luz diurna, pero que se desvanecen mediante el
-uso de la razón tranquila y el estudio reflexivo de la Naturaleza[32].
-
- [32] Lucrecio repite los versos 51 al 61 del canto II.
-
-
-94. _Primum Animum dico, mentem quem sæpe vocamus..._
-
-Primeramente digo que el ánimo, al que damos con frecuencia el
-nombre de entendimiento, es régimen y consejo de la vida, y forma
-parte de nosotros no menos que las manos, los piés y los ojos.
-Muchos sabios piensan que el ánimo no reside en lugar determinado,
-por cuanto es la exteriorización de la vitalidad del cuerpo ó la
-harmonía de los sentidos, según dicen los Griegos; y aunque nos hace
-vivir consciamente, no es susceptible de ocupar espacio, como sucede
-respecto á la salud que no es parte del cuerpo, sino modo regular de la
-existencia de éste, y no se halla fija en sitio alguno; pero entiendo
-que esa opinión es errónea. Algunas veces el cuerpo exteriormente sufre
-mientras que se experimenta bienestar interno; otras veces el ánimo se
-halla triste y el cuerpo disfruta salud, y en ocasiones el dolor que
-ofende los piés no daña la cabeza. Además, aunque blando sueño debilita
-los miembros y priva al cuerpo del uso de los sentidos, hay personas
-que en ese estado se agitan de muchos modos, y tienen sensaciones de
-alegría, de inquietud y de tristeza.
-
-
-118. _Nunc animam quoque ut in membris cognoscere possis..._
-
-Ahora puedes conocer que también el alma se halla en los miembros
-del ser sensible, y que no es la harmonía el sostén del cuerpo. Desde
-luego se observa que si á éste se priva de algunas partes, la vida
-subsiste muchas veces conservada por el resto del organismo; pero si
-decrece la temperatura de nuestro cuerpo, ó si se espira una cantidad
-de aire mayor que la conveniente, en el momento las venas saltan y
-se descomponen los huesos. Puedes inducir de repetidas observaciones
-de esta clase, que no todas las partes del cuerpo son de igual
-importancia, ni todas contribuyen igualmente á la salud, y que los
-vapores cálidos y el aire vital son los primeros agentes de la vida y
-las últimas resistencias que escapan de los miembros moribundos.
-
-
-131. _Quapropter, quoniam est Animi natura reperta..._
-
-Por tanto, averiguada ya la naturaleza del ánimo y del alma que son
-partes constitutivas del hombre, la palabra Harmonía debe devolverse
-á los Griegos, que faltos de expresiones adecuadas para representar
-ciertos pensamientos nuevos, quizá la derivaron de ignoradas
-fuentes ó la adquirieron de la elevada cima del sonoro Helicón[33];
-guárdenla ellos y sigamos nuestro discurso. Opino que el ánimo y
-el ánima entre sí mantienen unión estrecha, de la que resulta una
-substancia distribuida en todo el cuerpo; ésta, en cuanto dirige los
-actos humanos, recibe el nombre de ánimo y también entendimiento ó
-inteligencia, y tiene su centro en lo íntimo del pecho, donde laten
-las emociones de pavor y miedo, y se originan los estímulos del
-placer; pero el alma se extiende por todo el cuerpo, y aun cuando
-recibe impulsos del ánimo, tiene conciencia de sí misma, y en sí
-propia se ocupa cuando ninguna cosa exterior la solicita. Y así como
-la cabeza y los ojos, en muchos casos duelen, pero no hacen partícipes
-de su malestar á todo el cuerpo, así también la mente alguna vez
-sufre daño ó goza beneficio, y no transmite al alma las sensaciones
-correspondientes; empero, cuando terror extraordinario perturba el
-ánimo, también el alma en todos los órganos se impresiona; todo el
-cuerpo se cubre de sudor y palidez, la lengua vacila, se extingue la
-voz, los ojos se nublan, los oídos zumban, los miembros se relajan.
-
- [33] Helicón, monte de Beocia consagrado á las artes rítmicas
- (Apolo y Musas).
-
-Muchas veces vemos que los hombres sucumben al peso del terror del
-ánimo: por este hecho observado, fácilmente puede conocerse cuál sea la
-conjunción que hay entre el ánimo y el ánima; ésta, golpeada por la
-fuerza del ánimo, inmediatamente comunica á todo el cuerpo la impresión
-recibida.
-
-
-161. _Hæc eadem ratio naturam Animi, atque Animai..._
-
-Las consideraciones precedentes nos enseñan que el ánimo y el alma
-son corpóreos; porque si agitan los miembros, si privan de reposo al
-cuerpo, si alteran nuestro semblante y dirigen al hombre (ya que la
-observación nos hace ver que ninguno de aquellos hechos se realizan
-sino mediante un contacto, y que no puede haber contacto sino entre
-cuerpos), ¿no estaremos obligados á confesar que el ánimo y el alma son
-de naturaleza corpórea?
-
-Pero es, además, seguro que las funciones del cuerpo y del ánimo se
-corresponden, y que este último no recibe más impresiones que las
-comunicadas por aquél; si horrible dardo que hiere nuestros nervios
-y punza nuestros huesos, no nos roba la vida, nos producirá, cuando
-menos, un desfallecimiento invasor del organismo y una dulce pesadez
-que nos obligará á inclinarnos, á pesar de los esfuerzos que hagamos
-para erguirnos. Luego indudablemente es corpórea la naturaleza del
-ánimo ya que experimenta los efectos de penetrante arma.
-
-
-177. _Is tibi nunc Animus quali sit corpore, et unde..._
-
-Voy ahora á tratar de explicarte lo que entiendo acerca de la esencia
-del ánimo y de las substancias que lo componen. Desde luego afirmo que
-es un concreto sutil de elementos sutilísimos: considera reflexivamente
-esta opinión, y la hallarás confirmada. Nada hay que tenga la rapidez
-con que el ánimo concibe y realiza sus proyectos; la Naturaleza no
-ha formado ningún cuerpo más activo. Como es tan móvil, debe estar
-integrado por glóbulos muy tenues que pueden ser agitados por cualquier
-débil impulso; el agua, apenas tocada, se mueve y fluctúa por estar
-compuesta de elementos sutiles; más consistente la miel, es más pesada,
-corre con lentitud, sus moléculas se adhieren entre sí porque son poco
-pulidas, algo pesadas, menos globosas; el viento más leve dispersa
-con prontitud una grande cantidad de simiente de adormideras, pero no
-produce efecto sobre pesadas masas de hierro ó de piedra. Los cuerpos
-son movedizos en proporción al pulimento y tenuidad de sus moléculas,
-y son más resistentes aquellos que contienen elementos ásperos y
-voluminosos.
-
-Ahora bien: como la naturaleza del ánimo es notablemente movible,
-necesario es que esté formada por corpúsculos simplicísimos, muy
-ligeros y redondos. Y el conocimiento de este postulado ¡oh querido
-amigo! te será muy útil y de oportunas aplicaciones.
-
-
-208. _Hæc quoque res etiam naturam deliquat ejus..._
-
-De otra observación se infiere cuál sea la tenue contextura del ánimo
-y en qué reducido lugar se contendría si pudiera condensarse: cuando
-el hombre llega al reposo de la muerte, después de quedar deshecho el
-tejido propio del ánimo y del alma, bien podrás ver que el cuerpo no
-pierde forma ni peso: la muerte se lleva la sensibilidad y el aura de
-la vida, pero deja intacto lo demás. Luego es necesario que el alma,
-unida á las venas, vísceras y nervios, esté formada por principios
-muy tenues, ya que al desvanecerse ella el cuerpo no pierde gravedad
-ni pierde su forma: también, cuando por evaporación se disipan la
-esencia del vino, el aroma de los perfumes ó el delicado sabor de los
-manjares, los cuerpos respectivos conservan la misma apariencia y el
-mismo peso, porque los elementos que les daban color y sabor, diluidos
-en el conjunto, eran extraordinariamente sutiles. Ante la consideración
-de estos hechos, una y muchas veces deberemos de afirmar que el ánimo y
-el ánima constan de principios materiales mínimos, cuya desaparición
-de un cuerpo, en que se manifiestan, no disminuye en nada el peso y el
-volumen del cuerpo mismo.
-
-No por eso ha de pensarse que el alma sea simple; el moribundo exhala
-cierta aura tibia que supone especial combinación de calor y de aire
-frío: las moléculas del calor están muy separadas, y entre ellas pueden
-penetrar y situarse elementos primordiales aéreos.
-
-
-237. _Jam triplex Animi est igitur natura reperta._
-
-Hasta ahora hemos hallado que la naturaleza del ánimo tiene tres
-componentes[34], pero no son bastantes por su condición para engendrar
-las sensaciones: no se puede concebir que aquellos principios, por
-sí solos, puedan crear movimientos sensoriales y dar actividad á la
-inteligencia: es necesario que admitamos un cuarto principio impulsor,
-aunque no sepamos darle nombre, si bien consideremos que ha de ser
-movedizo, de elementos muy finos, pequeños y veloces: este agente
-innominado imprime en nuestros nervios la acción y la energía de la
-vida; puesto en agitación, transmite su corriente al calor y al aura
-vital, y establece el movimiento para todo el organismo; entonces la
-sangre late en las venas; las vísceras devienen sensibles, y los huesos
-y la médula se hallan capacitados para sentir impresiones de dolor y de
-placer.
-
- [34] Principio frío (aire); principio cálido (calor); principio
- templado (aura vital).
-
-Pero si en esa cuarta esencia substancial del ánimo penetra el dolor,
-se produce una conmoción general del cuerpo, y en éste no queda sitio
-donde la vida se refugie; por tanto, las partes del alma tienden á
-salir por todos los poros: sin embargo, las más de las veces, el
-trastorno ocasionado por efecto del dolor no traspasa la superficie del
-cuerpo, y la vida se repone para nueva larga duración.
-
-
-258. _Nunc ea quo pacto inter sese mista, quibusque..._
-
-Defectos de nuestra lengua patria no me permiten, á pesar de mis
-deseos, explicarte claramente las relaciones que entre sí mantienen
-aquellos elementos mezclados; intentaré, no obstante, dilucidar el
-asunto, aunque sea sumariamente y hasta donde me sea posible. En
-concertada indestructible unión se mueven los primeros principios;
-nada hay que pueda separarlos; son como varias fuerzas unidas en un
-solo cuerpo; la potencia de todos en ningún caso puede ser ejercida
-por cualesquiera de ellos aisladamente. De igual modo que en las
-vísceras de los animales se producen condiciones adecuadas para la
-percepción del olor, calor y sabor, y constituyen facultades propias,
-no de órganos aislados, sino de un cuerpo que sea perfecto; así también
-el calor, el aire y el aura vital, combinados, integran una sola
-substancia, en la cual surge aquel agente que da impulso al movimiento
-de todo el organismo y dota de sensibilidad á las vísceras: este poder
-motor se encarna en lo interior de nuestros miembros: nada hay más
-íntimo en nuestro cuerpo que ese agente; es como el alma de nuestra
-alma, que ejerce influencia en todo nuestro ser; es la fuerza impulsora
-del ánimo y la esencia del alma, fuerza y esencia ocultamente unidas;
-en su formación entran elementos muy pequeños y muy pocos, pero aun así
-late y domina en todo el cuerpo, y es, volveré á decirlo, el alma de
-nuestra alma. Deberemos, pues, afirmar que el aura, el aire y el calor
-se extienden, combinados, por todo el cuerpo en regular proporción;
-porque si alguno de esos elementos preponderase, no formarían un solo
-todo. Si el nexo entre el aire, el calor y el aura vital se rompiese,
-de su desequilibrio sobrevendría la muerte.
-
-
-288. _Est etiam calor ille Animo, quem sumit in irâ..._
-
-El calor enciende, además, en ira el ánimo: con su ardiente impulso la
-sangre hierve y los ojos brillan: por su parte el aire, que es frío
-extremadamente, provoca el temor y por excitación de éste se agita
-en convulsiones; por último, el aura, que es tibia, de plácida calma
-nos llena el corazón y lleva la serenidad á todo el organismo. El
-calor predomina en aquellos seres que se distinguen por temperamento
-efervescente dispuesto á la ira, entre los cuales figura en primer
-término el león que es todo bravura y valentía; de su pecho brotan
-pavorosos rugidos; no puede contener los ímpetus de la violencia: el
-aire influye especialmente en los venados, los cuales, agitados por el
-frío que hiela sus vísceras, tiemblan por cualquier motivo: por efecto
-del aura templada los bueyes gozan vida apacible; ni los torbellinos de
-ciegas cóleras los arrebatan con accesos de ira, ni del hálito helado
-los entorpecen con temores los miasmas que penetran hasta la médula;
-es, por tanto, el buey, animal que tiene su propia situación entre el
-tímido venado y el fogoso león.
-
-
-307. _Sic hominum genus est: quamvis doctrina politos..._
-
-Así pasa al género humano: la educación puede modificar la índole de
-algunos hombres; pero éstos conservan siempre vestigios de la señal
-que en su constitución les marcó Naturaleza. No creas posible arrancar
-la propensión á los vicios que en algunos se manifiesta, ni evitar
-que otros dejen arrebatarse por la ira, aquél sucumba á injustificado
-temor, ó éste se dedique excesivamente á determinadas complacencias:
-mucho difieren entre sí los caracteres de los hombres y las costumbres
-que de ellos se derivan. No pretendo hacer ahora una disquisición
-acerca de las causas ocasionales de esos fenómenos que señalo, ni
-tampoco á exponer los dictados que corresponden á las figuras de los
-elementos que tantas variedades crean; pero por inducción de los
-hechos observados me atrevo á decir que las naturales inclinaciones se
-modifican notablemente con auxilio de la enseñanza y con auxilio de la
-razón; nada hay que nos incapacite para gozar vida propia de dioses.
-
-
-325. _Hæc igitur natura tenetur corpore ab omni..._
-
-La naturaleza ó manera de ser de cada individuo está constituida por
-todo el cuerpo, del cual es norma y regla de vida: entre el cuerpo
-y su propia naturaleza no hay diferencias de origen ni puede haber
-separación: la muerte los disuelve. De igual modo que no es factible
-desligar el incienso y su propio olor sin destruir la naturaleza de
-ambos, así también no es posible extraer del cuerpo los constitutivos
-del ánimo y del ánima sin que los tres se deshagan: sus respectivos
-elementos desde el principio de cada existencia determinada, se hallan
-de tal modo enlazados, que por igual contribuyen á la vida íntegra del
-ser: en nada puede revelarse el ánimo sin el cuerpo, y nada puede éste
-sentir sin la impulsión del ánimo: sus acciones combinadas encienden la
-vida y dan sensibilidad á los órganos.
-
-
-339. _Præterea, corpus per se nec gignitur unquam..._
-
-Además, cuerpo sin alma nunca es engendrado, ni crece, ni subsiste
-después de la muerte: podrá el agua por la acción del calor evaporarse
-en parte y en parte quedar incólume; pero los órganos corporales no
-pueden tener vida sin alma: cuando ésta falta es cuando aquéllos
-perecen penetrados de corrupción. Desde la iniciación vital del ser, el
-alma y el cuerpo con movimientos mutuos están íntimamente unidos, de
-tal manera que si en el útero materno quedaran desligados sería cuando
-el ser muriera: luego si una y la misma es la causa de la existencia
-del cuerpo y del alma, una y la misma ha de ser su naturaleza.
-
-
-352. _Quod superest, si quis corpus sentire renutat..._
-
-Aún más: si alguien supusiera que el cuerpo no experimenta sensaciones
-y pensara que solamente el alma, por todo aquél extendida, es capaz
-de ese movimiento á que damos el nombre de facultad de sentir,
-sostendría una opinión opuesta á la verdad; y, por lo contrario,
-¿quién se atreverá á decir que el cuerpo siente por sí propio, sin la
-intervención del alma, cuando ésta se revela constantemente? El cuerpo
-deja de ser sensible cuando el alma de él se retira: pierde el cuerpo
-durante la vida muchas cosas que no le son adecuadas, y en el momento
-de la muerte pierde otras. Decir, pues, que los ojos no pueden objeto
-alguno distinguir porque son meras aberturas que sirven al ánimo para
-hacer sus observaciones, es delirar y proceder contra el dictamen de
-los sentidos: con auxilio de los ojos se forman las imágenes para las
-representaciones. Muchas veces la presencia de una luz muy viva, al
-molestarnos, perturba también el fenómeno de la visión; pero si los
-ojos no fuesen más que ventanas para mirar, no podrían influir en las
-funciones visuales. Además, si los trastornos que en ocasiones sufrimos
-no pasaran de los ojos, sin ellos el alma podría distinguir las cosas y
-nunca experimentaría contrariedades.
-
-
-372. _Illud in is rebus nequaquam sumere possis..._
-
-Acerca de este orden de ideas no debes admitir como verdaderas
-todas las que afirmaba el ilustre Demócrito, el cual entendía que
-los elementos primarios del cuerpo en precisa relación corresponden
-á otros iguales del alma; porque es lo cierto que los principios de
-ésta han de ser más tenues y en número más reducido que los del cuerpo
-en el cual aquéllos se encuentran esparcidos. Lo que podemos asegurar
-es, que los elementos constitutivos del alma son todos los que en los
-órganos existen capaces de sensaciones. No nos produce molestia el
-polvo que á nuestros piés se adhiere, ni el color gredoso que tiñe el
-semblante[35], ni la niebla nocturna; tampoco nos afectan los débiles
-filamentos que las arañas en los caminos colocan, ni los despojos
-que lanzan al suelo, ni las plumas de las aves, ni el vilano que del
-cardo se desprende y después de fluctuar en el aire cae lentamente con
-vacilaciones debidas á su levedad; ni aun siquiera notamos el paso de
-los insectos que se arrastran ó el de los débiles mosquitos que sobre
-nosotros se posan. Por tanto, las partes de que se compone la textura
-de nuestros miembros deben ser impresionadas con cierta relativa
-intensidad para que los elementos del alma dispersos en todo el cuerpo
-reciban la sensación correspondiente, se activen, choquen y ejerciten
-sus acciones concertadas.
-
- [35] Horacio y Petronio escribieron acerca de las mujeres que se
- embadurnaban el rostro con greda.
-
-
-394. _Et magis est Animus vitai claustra coercens..._
-
-Más decisiva influencia ejerce el ánimo que el alma en la función
-de moderar la vida y dirigir las acciones de los seres racionales:
-inmediatamente que falta el ánimo, no puede el alma permanecer ni un
-solo instante en nuestros miembros y abandona el cuerpo al frío de
-la muerte para elevarse por las regiones del infinito espacio; pero
-disfrutan de la vida los seres que del ánimo gozan, aunque el cuerpo
-sufra incomodidades y haya perdido parte del alma entre dolorosos
-estremecimientos de próxima descomposición: mientras exista la potencia
-sensitiva que reside en el ánimo, no se extingue el aliento vital:
-por muy contrariados que se encuentren los miembros, es posible la
-reposición de la vida que se les escapa, en tanto conserven un pequeño
-lazo con el alma; como es fácil que subsista la facultad de la visión
-aunque los ojos se hallen lesionados. Puedes ofender las órbitas,
-cortar los párpados, herir el globo ocular, pero si dejas intacta la
-pupila, conservarás la vista sin grave modificación; por lo contrario,
-si dañas la parte central del ojo, á pesar de ser tan pequeña y aun
-cuando todos los demás órganos exteriores de aparato visual se hallen
-en buen estado, perderás la vista, y la obscuridad te envolverá quizá
-para siempre: de modo igual se cumplen las leyes relativas al ánimo y
-al ánima.
-
-Ahora debes de considerar que juntamente con los animales nacen y
-mueren sus respectivos ánimos y almas[36]. Procuraré explicarte en
-versos dignos de tu atención, esa verdad que he adquirido en virtud
-de continuados é incesantes estudios; pero ten desde ahora en cuenta
-que aquellas dos substancias, por su unión indisoluble, constituyen
-una sola y voy á comprenderlas también bajo una sola denominación;
-así, cuando en lo sucesivo te hable del alma y te diga que es mortal,
-entiende que me refiero lo mismo al ánimo que al alma.
-
- [36] La inmortalidad del alma, ó mejor dicho, la perpetuidad
- del alma fué enseñada, según Cicerón, por Phereces, de Siria, y
- adoptada por Tales de Mileto, Anaxágoras, Platón, Diógenes, etc.
- Ptolomeo Filadelfo, el mismo que reunió en Alejandría sabios de
- todas las escuelas filosóficas para formar una sola doctrina que
- fuese confesada por todo el mundo, prohibió (hace 2177 años)
- la propaganda de aquella idea por creerla peligrosa para el
- reposo público. En Grecia y en Roma tendría seguramente muchos
- partidarios, cuando tanto empeño mostraron en combatirla Epicuro
- (hace 2150 años) y Lucrecio (hace 1980 años).
-
-
-427. _Principio, quoniam tenuem constare minutis..._
-
-Ya he procurado hacer patente que en la formación del alma sólo entran
-elementos muy delicados y aún más sutiles que los componentes del agua,
-de las nubes y del humo, supuesto que su movilidad característica se
-exalta prontamente por la más sencilla causa, aunque ésta no sea más
-que la mera representación de atmosféricos vapores, como sucede cuando
-en sueños nos emocionan el simulacro de los perfumes de los altares
-y el humo de las víctimas sacrificadas en honor de los dioses. Así
-como se extiende por todas partes el agua contenida en un vaso que se
-quiebra, y como en los aires el humo y las nieblas se disipan, cree que
-de igual manera nuestra alma, cuando del cuerpo se aleja, se desvanece
-en menos tiempo del que los miembros necesitan para su descomposición.
-Y si el cuerpo, que es como el vaso del alma, queda abatido por un
-golpe mortal ó extenuado por falta de sangre, ¿podrá retener el alma
-aunque sea con auxilio de la presión del aire, fluido que al cabo es
-más fácil de penetrar que nuestros músculos?
-
-
-447. _Præterea, gigni pariter cum corpore, et una..._
-
-El alma y el cuerpo se forman simultáneamente; á la vez se desarrollan
-y al mismo tiempo envejecen: si tierno y endeble es el cuerpo durante
-los primeros años de la vida, tenue y débil es el alma; cuando
-la edad fortalece los miembros, el alma se activa y la razón se
-muestra ampliada; cuando el desgaste de las fuerzas durante los años
-transcurridos encorva el cuerpo y embota los órganos, también se
-rebaja el ingenio, se entorpece la lengua y se apaga el entendimiento;
-y, por último, cuando el instante de la muerte llega, todo acaba. En
-esta ocasión el alma como humo se desvanece, confundida en las etéreas
-auras: viene á la vida juntamente con el cuerpo, con él crece, y
-juntamente sucumbe con él bajo el peso de las fatigas acumuladas por
-los años.
-
-
-461. _Huc accedit uti videamus corpus ut ipsum..._
-
-Podemos también observar que al cuerpo atacan excesivos males y duros
-dolores, y al alma afligen cuidados, tristezas y sobresaltos; luego
-están igualmente sujetos á la muerte.
-
-Muchas veces, por causa de las dolencias que ofenden al cuerpo, el
-ánimo se turba, el juicio se extravía, la razón desfallece: cae el
-cuerpo abatido por letargo invencible que le obliga á cerrar los ojos
-é inclinar la cabeza, y en tanto el ánimo yace en sopor imperturbable;
-en ese estado el paciente no oye la voz ni conoce las facciones de
-los circunstantes que junto á su lecho se esfuerzan, entre suspiros
-profundos y lágrimas que les bañan el rostro, por restituirlo al goce
-de la vida. Luego si la enfermedad afecta íntegramente á todo el ser
-que la sufre, es indispensable confesar que el alma se disuelve cuando
-en ella penetra el contagio morboso. El dolor y los padecimientos son
-precursores de la muerte: nos lo ha enseñado la experiencia.
-
-
-470. _Denique, cur hominem, cùm vini vis penetravit..._
-
-Finalmente, cuando al hombre domina la fuerte acritud del vino, cuyo
-intenso ardor se extiende por sus venas, ¿por qué los miembros lo
-abaten, las piernas le flaquean, la lengua le vacila, el entendimiento
-le falta, los ojos le lloran? ¿Por qué ese hombre, rendido por la
-embriaguez, exhala gritos, vierte llanto, profiere injurias, comete
-excesos? ¿Cuál es el motivo inmediato de esos fenómenos sino la
-fuerza del vino, que perturba el alma cuando también trastorna las
-funciones del cuerpo? Y todo lo que puede ser alterado con seguridad
-perece cuando una causa extraña modifica radicalmente las necesarias
-condiciones de su existencia.
-
-
-487. _Quin etiam, subita vi morbi sæpe coactus..._
-
-Más aún; no pocas veces ante nuestros ojos se presenta el triste
-espectáculo de un infeliz que atacado repentinamente por grave mal
-cae al suelo como herido por un rayo: de la boca le salen espumas á
-borbotones; temblor convulsivo se apodera de sus miembros; estertores
-pavorosos de su pecho brotan; se agita con violencia, se retuerce con
-angustias, se arquea con frenesí: la enfermedad ha invadido todo el
-cuerpo, ha penetrado en el organismo, y el alma, afectada, manifiesta
-su estado por estremecimientos epilépticos, de igual manera que las
-más inferiores capas de agua cuando en el mar penetra el viento se
-mueven, se arremolinan y se muestran á la superficie convertidas en
-espumosas irritadas olas: el dolor de aquel desdichado tiene un cierto
-desahogo en los gemidos que exhala; cuando menos disminuye al escapar
-algunos gases del modo que tienen salida los elementos de la voz:
-algunas veces, perturbaciones de esa clase ocasionan la demencia cuando
-el ánimo y el ánima sorprendidos por un daño imprevisto en su primer
-movimiento rompen el concierto de su unión. Al disminuir la causa
-del ataque sufrido por el enfermo, el humor corrompido se restituye
-á los vasos linfáticos de donde proviniera, el paciente comienza
-á incorporarse, tembloroso y vacilante se yergue y recobra poco á
-poco el uso de la razón y de los sentidos. Puedes conocer, ante la
-consideración de casos como el que te he presentado, que el alma es
-combatida por diferentes quebrantos, muy penosos, y que en ocasiones
-se agita dolorosamente en el cuerpo cuya vida integra. ¿Y creerás que
-si la vida se ausenta de un cuerpo subsistirá por sí sola en medio del
-aire expuesta á todos los vientos?
-
-
-510. _Et quoniam mentem sanari, corpus ut ægrum..._
-
-Cuando podemos comprobar que el entendimiento y el cuerpo que en
-enfermedad caen se curan por la Medicina, tenemos que reconocer que
-ese hecho da testimonio de la condición mortal del ánimo, el cual, si
-experimenta modificaciones, ha de estar sujeto á pérdidas y aumentos
-como todas las demás substancias que pueden cambiar; pero lo que es
-inmortal no es susceptible de alteraciones, porque si alguna vez dejara
-de ser lo que antes ha sido, ó perdiera la más mínima parte de su
-estructura, al traspasar los límites de su naturaleza, podría también
-llegar hasta la muerte; luego el ánimo ya padezca ó ya sea curado con
-auxilio de la Medicina, como perecedero se nos muestra en ambos casos.
-De esta manera la verdad combate los sofismas, cierra el camino á todo
-subterfugio y con razonados argumentos alcanza victoria sobre los
-errores.
-
-Muchas veces presenciamos la muerte lenta de un hombre cuyos miembros
-pierden poco á poco la sensibilidad; primeramente quedan lívidas
-sus extremidades inferiores; después la muerte, desde los piés se
-apodera de las piernas; luego sube, avanza y en todas partes deja
-las señales de su letal aliento. Como el alma, por su naturaleza, no
-existe reducida á un lugar sino se halla en todo el cuerpo, ante la
-consideración del caso precedente, debe calificarse de mortal, porque
-si piensas que puede refugiarse y encogerse en órganos que no están
-invadidos por la destrucción que adelanta, habrías de admitir que las
-sensaciones se acumulan en aquellos puntos donde las energías anímicas
-se concentran; pero como nada que autorice esta suposición se ha
-observado hasta ahora, hay que reconocer que el alma queda lacerada en
-los miembros dañados, y, por consiguiente, es víctima de la muerte;
-pero aun en el caso de que el alma pudiera replegarse para huir de los
-miembros atacados, deberíamos también considerarla mortal, porque, en
-definitiva, lo mismo importa que perezca dispersada en los aires ó
-encogida en una masa. De todas maneras, siempre resulta que para el
-hombre las sensaciones poco á poco se extinguen y la vida poco á poco
-se consume.
-
-
-548. _Et quoniam mens est hominis pars una, locoque..._
-
-El entendimiento forma parte del hombre, y en la constitución de
-éste ocupa lugar determinado, como los oídos, los ojos y los demás
-órganos que ejercen funciones propias en circunstancias dadas para el
-cumplimiento de las leyes de la vida. Así como no sería posible que
-las manos, la nariz y los ojos gozaran de sensaciones separados del
-cuerpo correspondiente, sino que en este caso, corrompidos caerían en
-disolución, así también el ánimo no puede tener existencia real fuera
-del cuerpo en que está contenido; aunque más exacto fuera decir que el
-ánimo y el cuerpo forman una sola substancia que mutuamente se integran.
-
-En fin; el cuerpo y el alma viven en cuanto están unidos: alma
-sin cuerpo, aun admitida la suposición de que pudiera existir, no
-produciría las sensaciones de la vida; y cuerpo sin alma carece de
-energías y de movimientos voluntarios: si de la órbita queda separado
-el globo ocular, no servirá para la función de ver; igualmente el
-alma y el ánimo por sí mismos nada son, porque sus partes componentes
-se hallan distribuidas por las vísceras, venas, huesos y nervios,
-están adaptadas al cuerpo adecuadamente constituido, y no pueden
-vivir independientes: si la actividad anímica y el cuerpo rompieran
-sus antiguas relaciones, se dispersarían y no podrían volver á la
-vida; pero inmediatamente después que el alma se aleja del cuerpo,
-los principios formativos de una y de otro disueltos quedan: si el
-alma pudiera ser en el aire como era antes en un cuerpo organizado,
-también funcionaría en el aire y éste llegaría á ser animado. Cuando
-en los aparatos de los animales hay algún desequilibrio, sobreviene
-la espiración del aura vital y se extinguen la sensación del ánimo
-y la actividad del alma, sensación y actividad que son dos efectos
-dependientes de una misma causa.
-
-
-580. _Denique cùm corpus nequeat perferre Animai..._
-
-Además, es un hecho que no puede soportar el cuerpo la ausencia del
-alma: inmediatamente que ésta falta, aquél presenta pestilenciales
-síntomas de próxima descomposición: ¿es posible dudar de que la
-vitalidad anímica escapa, y en el espacio se desvanece como el humo?
-La alteración que sufre todo cuerpo vivo cuando es alcanzado por la
-muerte, ¿no es claro indicio de que el alma, fundamento de la vida,
-en un momento descompuesta, huye por todos los poros y conductos del
-cuerpo? Debes declarar que son muchas las pruebas de que deshecha la
-estructura del alma, sus elementos se ausentan del cuerpo y disgregados
-se confunden en las auras etéreas.
-
-Frecuentemente el alma, sacudida por violencias extrañas y aun dentro
-de las condiciones ordinarias de la vida, conmueve los órganos y parece
-que va á abandonar repentinamente el cuerpo: una extrema languidez
-altera el semblante como si la muerte fuera inmediata; una debilidad
-excesiva se apodera de los miembros que amenazan con una inminente
-dislocación; los sentidos suspenden sus funciones; las fuerzas del
-organismo carecen de suficiente energía para mantener los lazos de
-la existencia; el ánima y el ánimo perturbados, parecen próximos á
-perecer, y positivamente dejarían el cuerpo si el choque experimentado
-por ellos adquiriera alguna mayor violencia. Y si convulsiones y
-trastornos tales sufre el alma dentro del cuerpo, ¿cómo puedes pensar
-que fuera de él y confundida en el inmenso espacio, sea capaz de
-resistir los embates exteriores y vivir, no ya perpetuamente, sino un
-solo instante?
-
-
-607. _Nec sibi enim quisquam moriens sentire videtur..._
-
-No parece que el moribundo note que el alma se le escape íntegra del
-cuerpo, ni que le suba por el tubo aéreo hasta la faringe, sin duda
-porque la parte existente en cada órgano en él se extingue, como
-desaparece la actividad de todos los sentidos en la misma región donde
-se manifiesta; pero si fuera inmortal nuestra potencia de conocer, al
-desprenderse del cuerpo inspiraría alborozo y no tristeza al moribundo,
-porque gozaría de verse libre de la vestimenta que la había envuelto,
-así como la serpiente se alegra al dejar la piel que la cubre ó como el
-venado se regocija cuando pierde las viejas astas.
-
-¿Por qué la reflexión y la inteligencia no se ofrecen jamás como
-originadas solamente en la cabeza, ó en los piés ó en las manos, sino
-en sede establecida á la vez en todas las regiones corporales, ya
-que desde el momento en que se produce un ser cada sentido surge y
-permanece en un determinado sitio del cuerpo, de tal modo, que nunca
-se da el caso de que se interrumpa el orden existente y todas las
-funciones indiferentemente se ejecuten por todos los órganos? Entre
-las cosas hay correlación estable, y nunca en las aguas de los ríos
-estallará un incendio ni el agua se helará entre voraces llamas.
-
-Si fuera inmortal la naturaleza del alma y ésta pudiera sentir del
-cuerpo separada, en ese estado independiente poseería, según mi
-entender, cinco sentidos que le fueran propios; no de otra manera
-podemos suponer que las almas vaguen en los infiernos, y así lo
-han pensado los pintores y los poetas de todos los siglos cuando
-representan á las almas revestidas de sentidos corporales; pero si
-es cierto que el alma sin cuerpo no puede tener ojos ni conservar
-la nariz, ni las manos, ni la lengua ni los oídos, cierto ha de ser
-también que no puede tener sensaciones ni existir.
-
-
-635. _Et quoniam toto sentimus corpore inesse..._
-
-Es indudable que las funciones vitales residen en todo el cuerpo y
-que todo éste se encuentra igualmente animado; si repentinamente un
-golpe divide en dos porciones á un ser vivo, y cada una de esas partes
-cae en diferente dirección, no debe dudarse de que también el alma
-quede fraccionada en dos mitades, cada una de las cuales acompañará
-á la parte correspondiente del cuerpo; empero, si puede partirse no
-puede ser eterna. Frecuente es que, en los combates, carros falcíferos
-con rapidez extraordinaria separen miembros que siguen calientes y
-palpitantes sobre el suelo, ya porque sobrecogida el alma por lo
-instantáneo del golpe no ha sentido el dolor del daño, ya porque
-absorta en los accidentes de la pelea no ha cuidado más que de valerse
-de los miembros como instrumentos de batalla. Un guerrero no se
-entera durante algunos instantes de que arrebatadoras hoces y rápidos
-carros lo han privado ¡infeliz! del brazo izquierdo y del escudo con
-que se amparaba de los golpes; otro, empeñado en escalar un muro, no
-advierte por un momento que ha perdido el brazo derecho; otro intenta
-apoyarse en un pié que le falta y que á su lado ve tendido en el
-suelo, donde, moribundos, tartalean los dedos; también la cabeza, del
-cuerpo separada, rueda, cubierta en sangre, y mueve los ojos y muda
-el semblante, mientras que el tronco vida y calor conserva hasta que
-se evaporan las reliquias del alma. Si de una serpiente que vibra la
-lengua y te amenaza cortas la cola en varias partes con afilado hierro,
-pero de manera que la porción anterior le quede intacta, notarás que
-durante algún tiempo cada pedazo se agita, se retuerce y despide
-substancias venenosas, en tanto que la cabeza se vuelve y clava los
-dientes en el sitio herido para atenuar el dolor. ¿Supondremos que hay
-tantas almas como partes separadas? Entonces cada ser animado tendría
-á su disposición un número de almas no determinable. Lo que podemos
-afirmar es que el alma se fracciona al dividirse el cuerpo; y en este
-caso alma y cuerpo, igualmente divisibles, son igualmente mortales.
-
-
-671. _Præterea, si inmortalis natura Animai..._
-
-Si el alma fuere de inmortal naturaleza y se uniera al cuerpo en el
-instante en que éste apareciera á luz, ¿cómo no sabemos de propia
-experiencia absolutamente nada anterior á la vida y no conservamos el
-menor vestigio de las acciones pasadas? Y si tanto se altera el alma
-que llega á olvidar todo lo pasado, entiendo que el estado á que se
-reduce difiere poco de la muerte. Conducidos por estas observaciones
-hemos de vernos obligados á confesar que todas las almas que antes
-hayan vivido murieron, y que las ahora existentes ahora se han
-producido.
-
-Además de lo expuesto, si el cuerpo ya formado recibe la potencia
-vivificadora del alma cuando traspasa los umbrales de la vida,
-entonces, con seguridad, no la sentiríamos crecer con los miembros en
-todo el cuerpo, en la sangre toda, sino viviría, como en una jaula,
-indiferente á las mudanzas que el cuerpo tiene durante la edad, y no se
-desenvolvería con el desarrollo del cuerpo. Así, dígase y repítase que
-las almas tienen principio y están sujetas á las leyes de la muerte. Y
-tampoco puede racionalmente pensarse que una substancia determinada,
-sólida, se junte estrechamente al cuerpo y no siga la suerte de éste;
-lo contrario es lo que los hechos manifiestan, porque el alma se halla
-en todas las partes del cuerpo, en las vísceras, en las venas, en
-los nervios, en los huesos y hasta en los dientes, como lo patentiza
-el dolor que en éstos experimentamos frecuentemente, las sensaciones
-desagradables que sufrimos cuando se toma en la boca agua helada y las
-molestias que al masticar se tienen cuando en los alimentos se hallan
-algunas asperezas. Y como la unión es tan perfecta, no es creíble que
-el alma se salve de las incomodidades que padecen las articulaciones,
-los nervios y los huesos, que tan íntimamente la poseen.
-
-
-699. _Quod si fortè putas extrinsecus insinuatam..._
-
-Y si llegaras á suponer que la substancia extraña que se une al cuerpo
-es líquida, aumentarás los motivos de precisa disolución, porque ésta
-será más rápida cuanto más extendida se considere el alma, ya que los
-líquidos se evaporan y luego desaparecen transformados: divididos
-el ánimo y el alma entre todos los órganos, así como los alimentos,
-después de la digestión, convertidos en nueva substancia se reparten
-por todos los miembros, de igual modo si aquéllos, aunque íntegros,
-penetran en el cuerpo, en él se disolverán pronto, y sus partículas
-circularán en todos los vasos y venas; se formará así nueva alma, que,
-originada por la anterior, se extenderá en los miembros, y distribuida
-entre éstos, perecerá también. Según puede conjeturarse por lo
-expuesto, el alma, aun considerada como un líquido, tendría su día de
-nacimiento y su día de muerte.
-
-¿Por acaso algunos elementos del alma permanecen en el cuerpo después
-de la muerte de éste? Entonces no puede gozar del beneficio de la
-inmortalidad, porque tendrá que sufrir diminución en sus partes
-componentes. Y si en toda su perfecta unidad se retira del cuerpo, y
-en éste no queda la más mínima porción de ella, ¿por qué motivo de
-los cadáveres descompuestos brotan numerosos gusanos? ¿Cómo se forman
-tantos insectos sin huesos y sin sangre, que bullen en los entumecidos
-miembros?
-
-Si entiendes que esos animálculos reciben de fuera sus respectivas
-almas, las cuales se unen á sus cuerpos, deberás observar que es
-muy sorprendente el hecho de que tantos miles de almas de insectos
-vermiculares concurran á un sitio donde se halla un cadáver en
-descomposición; pero aún hay en este asunto para estudiar una cuestión
-que se divide en dos: si las almas de esos gusanos escogen por su
-propia iniciativa los embriones que les sirven de materiales para
-fabricar las casas en que se han de introducir; ó si desde luego se
-introducen en cuerpos ya formados. No se comprende por qué motivo las
-almas de los gusanos, que sin cuerpos transitan libremente, exentas de
-frío, de hambre y de otras molestias, se decidan á construir un cuerpo,
-donde, al encerrarse, han de sufrir no pocas incomodidades, mediante
-el contacto que tengan con el cuerpo que les sirva de envoltura; pero
-si las almas hubieran de construir las moradas en que se aposentasen,
-deberían recibir fuerzas útiles, acomodadas á ese fin. No es lícito
-creer que las almas fabriquen para su uso los cuerpos y los órganos
-en que han de residir, ni tampoco es admisible la idea de que se
-introduzcan ó establezcan en cuerpos formados con anterioridad; pues no
-hay conexión ni enlace que puedan existir por consentimiento común del
-cuerpo y del alma.
-
-
-749. _Denique cur acris violentia triste Leonum..._
-
-En fin; ¿por qué la cruel ferocidad de los leones se conserva en su
-especie? ¿Por qué entre las zorras es hereditaria la astucia y entre
-los gamos el temor que les obliga á estar siempre fugitivos? Y con
-respecto á los demás géneros de animales, ¿por qué en todos los grupos
-hay cualidades permanentes que se transmiten, si no es porque hay
-elementos especiales que de igual modo contribuyen á la formación del
-alma que á la del cuerpo? Si aquélla fuese inmortal y residiera ya en
-un cuerpo, ya en otro, no habría costumbres propias de cada especie
-animal, y se vería muchas veces al perro de origen hircano esquivar
-temeroso la presencia del cornígero ciervo, y al rapaz gavilán temblar
-y huir al ver que se le aproximaba una paloma; los hombres perderían la
-racionalidad y brillaría el saber de las fieras.
-
-Incurren en grave error los que suponen que sin dejar de ser inmortal
-el alma, se acomoda á los cuerpos en que se aposenta; pero lo que muda
-se disuelve, luego muere: si las partes cambian desaparece el orden
-que constituyen; y por tanto, se perderían en los miembros y morirían
-juntas con el cuerpo. Si dicen que las almas de las personas siempre á
-otros cuerpos humanos pasan, preguntaré también que cómo puede suceder
-que el alma de un sabio esté oculta en un necio, y cómo los potros no
-tienen la destreza del caballo, si no es porque se origina cada alma de
-germen propio de su especie y se desarrolla con el total del cuerpo;
-y si piensan que al habitar en cuerpos nuevos el alma se rejuvenece,
-implícitamente declaran que el alma es mortal porque la mudanza supone
-desaparición de las sensaciones y extinción de la vida.
-
-
-771. _Quove modo poterit pariter cum corpore quoque..._
-
-¿Y cómo podrían el alma y el cuerpo alcanzar una igual fuerza y
-perfección si no tuvieran un solo y el mismo origen? ¿Por qué en la
-senectud las almas todas, sin excepción, abandonan á los miembros?
-¿Acaso temen que encerradas en un cuerpo cercano ya á la corrupción, ó
-metidas en un edificio vetusto puedan ser víctimas de la ruina? Pero
-tales peligros no podrían alcanzar á seres inmortales.
-
-Además, parece ridículo imaginarse que las almas, evocadas por
-Venus, acudan presurosas al acto de la generación y del nacimiento y
-contiendan entre sí en número considerable con extraordinario celo para
-disputarse el nuevo cuerpo; á no ser que entre las almas exista un
-pacto federativo en cuya virtud la primera que llegue con vuelo rápido
-sea la preferida, y de este modo aquéllas no consuman sus fuerzas en
-inútiles batallas.
-
-Finalmente; ni en el aire se encuentran árboles, ni en el mar nubes, ni
-los peces viven en los campos, ni en la madera hay sangre, ni en las
-piedras savia: un propio lugar es adaptado para la vida y crecimiento
-de cada ser, y no hay alma sin cuerpo dotado con sangre y nervios. Si
-pudiera haber energía anímica sin aquellos órganos, también sería fácil
-que el alma tuviera su residencia en la cabeza, en los hombros, en
-los piés ó en cualquiera otra parte del cuerpo, supuesto que de todas
-maneras siempre quedaría en la misma persona ó en el mismo vaso. Pero
-si no podemos dar por cierto que en nuestro cuerpo exista un lugar
-fijo donde el ánimo y el alma puedan residir y crecer, tampoco debemos
-admitir como verdadera la idea de que puedan existir fuera del cuerpo:
-necesario es, pues, afirmar que cuando el cuerpo muere también el alma
-se disipa.
-
-
-802. _Quippe etenim mortale æterno jungere, et unà..._
-
-Y ciertamente, unir lo mortal con lo eterno y suponer una recíproca
-influencia entre lo uno y lo otro es delirar. ¿Puede haberse discurrido
-mayor absurdo que el de juntar cosas tan diversas y contrarias como
-son las comprendidas en lo perecedero y perdurable, y pretender que
-soporten en continua repugnancia daños comunes?
-
-Para que un cuerpo subsista eternamente es necesario, ó que sus
-componentes sean por completo sólidos y resistan el choque, la
-penetración y la disociación producidos por otros cuerpos, como sucede
-á los elementos de la materia, de los cuales con extensión hemos
-tratado anteriormente, ó que no sea susceptible de choques, como el
-vacío, que permanece siempre intacto y nunca puede ser destruido, ó,
-por último, que no esté rodeado por un espacio al que sean lanzados
-sus fragmentos; de esta manera última es eterna la Suma de las sumas,
-fuera de la cual no hay nada que pueda alterarla ó disolverla, ni
-lugar en que se disipe, ni agentes que la disminuyan ó quebranten.
-Pero, como ya he demostrado, el alma no tiene solidez absoluta, porque
-en todas las concreciones hay que admitir intersticios; ni tiene las
-condiciones del vacío, porque hay en la Naturaleza otros cuerpos que
-pueden producir trastornos en su composición y rodearla de invencibles
-peligros; existe, además, un espacio infinito donde la energía anímica
-puede anularse y los elementos del alma pueden ser precipitados á la
-disolución. Luego para el alma no están cerradas las puertas de la
-muerte.
-
-
-829. _Quod si fortè ideò magis inmortalis habenda est..._
-
-Si por acaso fuera considerada inmortal porque resguardada se encuentra
-de agentes exteriores que intenten combatirla, ó porque no puede ser
-directamente atacada, y si lo fuera podría rechazar el golpe antes
-de ser herida, el que así pensara se colocaría en una posición muy
-distinta de la verdad. Además de las dolencias que afligen al cuerpo y
-que interesan al alma, ésta sufre amarga incertidumbre por los sucesos
-futuros que le producen no pocos sobresaltos, y tiene remordimientos
-por los errores cometidos en épocas pasadas: añade el delirio, que es
-propia enfermedad del alma, la falta de memoria y el terror de ser
-arrojada en las negras ondas del letargo.
-
-Nada es la muerte y nada nos importa desde que se considera inmortal la
-naturaleza del alma; y así como no sufrimos ahora por los padecimientos
-pasados en el tiempo ni por motivo de las luchas sostenidas con los
-invasores cartagineses en las guerras que con hórrido tumulto hicieron
-estremecer hasta á los astros, y mantuvieron en espectación al mundo,
-que dudaba acerca de cuál de los dos pueblos había de dominarlo por mar
-y tierra, así también, cuando la vida se haya extinguido en nosotros
-por la separación del alma y del cuerpo, nada tendrá influencia sobre
-nosotros, ni causa alguna despertará nuestras sensaciones aunque se
-confundan la tierra con el mar y el mar con el cielo.
-
-
-854. _Et si jam nostro sentit de corpore, postquam..._
-
-Y si después de separados de nuestro cuerpo el ánimo y la actividad
-anímica aún conservaran la facultad de sentir, nada podría importarnos
-ese hecho, supuesto que somos producto de íntima unión constituida por
-el cuerpo y el alma. Si transcurrido algún tiempo después de nuestra
-muerte pudieran volverse á unir del modo que ahora lo están nuestras
-partes integrantes, y por segunda vez nos fuera dada la luz de la
-vida, tal suceso en nada podría afectarnos por haberse interrumpido la
-continuidad de nuestra existencia. Nada que nos haya pasado antes de
-que tuviéramos conciencia de nosotros mismos, puede importarnos, como
-no debe afligirnos preocupación alguna por lo que hagan de nuestros
-restos las futuras generaciones. Si meditamos acerca de las mudanzas
-y movimientos que indudablemente ha experimentado la materia durante
-una serie de pasados siglos, habremos de convenir en que los elementos
-pueden haberse combinado en otras ocasiones lo mismo que lo están hoy;
-pero la memoria no puede conservar recuerdos acerca de esos cambios
-por las pausas que ha habido en la existencia y por los distintos
-movimientos extraños á las sensaciones á que pueden haber estado
-sometidos los elementos del alma. La muerte exime y libra de todo
-sufrimiento á aquel individuo que sin duda habría de padecer cualquier
-daño en el supuesto de que viviera dentro de algún tiempo como ahora
-vive. Debemos considerar, por tanto, que en la muerte nada hay que
-nos inspire legítimo temor, porque no puede sufrir quien no existe; y
-para el efecto de las sensaciones no hay diferencia entre el objeto
-que nunca ha sido capaz de tenerlas, y el ser á quien la muerte eterna
-salvó de mortal vida.
-
-
-882. _Proinde ubi se videas hominem indignarier ipsum..._
-
-Cuando veas que un hombre se indigna al considerar lo que hagan de
-él después de muerto, porque teme que su cadáver sea arrojado á un
-pudridero ó consumido por las llamas ó devorado por las fieras, lícito
-ha de serte suponer que no habla con sinceridad y que en el corazón
-abriga ciertas preocupaciones, aunque niegue creer que alguien sienta
-después de muerto. Opino que no dice lo que piensa, porque entiendo
-que el tal individuo, si habla de su muerte con temores, es porque se
-figura que asiste á ella, que una parte de su propio ser le sobrevive,
-que su cadáver se destina para pasto de las fieras voladoras ó de las
-vivíparas, que se apena de sí mismo, que no se resuelve á desprenderse
-definitivamente de sus restos, ante los cuales él mismo en posesión de
-su juicio se encuentra colocado, y se indigna por haber sido creado
-mortal; se considera de pié junto á su propio cadáver, y sin pensar
-en que la muerte no deja otro él existente, deplora su desaparición,
-y llora y se queja herido por el dolor. Desagradable juzgan muchos la
-idea de ser devorado por las fieras; pero no comprendo que se considere
-mejor el ser quemado por las voraces llamas que rodean el cuerpo
-yacente, ó ser envuelto en miel, ó congelado por el frío, ó encerrado
-en sepulcro marmóreo, ó ser comprimido por montón de tierra apisonado.
-
-
-906. _At jam non domus accipiet te læta, neque uxor..._
-
-Pero ya familia alegre y excelente esposa no saldrán á recibirte, ni
-cariñosos hijos correrán á buscar tus besos y á inflamar tu pecho con
-mal contenido placer; ya no podrás realizar empresas gloriosas para
-ti y para las personas de tu amor: «infeliz, ¡oh infeliz! dirán, un
-solo día infesto destruyó los goces de tu vida,» y no añadirán á esas
-palabras «pero también te libró de una vez de toda clase de pesares;»
-porque si meditaran libres de prevenciones y reflexionaran acerca de
-lo que piensan, desterrarían toda congoja del ánimo y todo miedo. Sin
-duda alguna, cuando yazgas inanimado por la muerte estarás exento,
-para toda eternidad, de dolores y pesares; pero nosotros, junto á ti,
-aun después de convertido en cenizas, verteremos tristes lágrimas y
-abrigaremos en el pecho para siempre la pena que nos devore. Pero hay
-motivo para preguntar: ¿qué es lo que en este suceso hay de amargo para
-el que muere, si queda reducido á quietud y puede consumirse en el
-tiempo que dure el luto de sus parientes y deudos?
-
-Muchas veces en los festines, los comensales, recostados, con las copas
-levantadas y con la frente oculta por las coronas, exclaman: «Breve es
-la dicha del pobre hombre, y cuando se marcha no es posible hacerla
-volver.» Tal vez les amargará lo dulce de aquel momento la idea de la
-muerte, con las ansias de ardiente sed que les devore y les abrase, ó
-con algún otro deseo que les atormente.
-
-Cuando la inteligencia y el cuerpo entregados al sueño descansan, nadie
-de sí cuida ni de su existencia: de igual modo, cuando eterno sueño nos
-subyugue ningún deseo nos ha de volver á atormentar; pero los elementos
-de las sensaciones, aun cuando en el sueño se hallan detenidos, no se
-disuelven y pueden funcionar nuevamente. La muerte es todavía menos que
-el sueño, si es que se puede llamar menos que algo lo que nada es. Á
-la muerte sigue la disolución de la materia; y por esa causa nadie que
-haya sido asaltado por el frío intenso que sigue á la desaparición de
-la vida, ha vuelto á despertar.
-
-
-943. _Denique si vocem rerum Natura repente..._
-
-En suma, si la Naturaleza emitiera voz inteligible y de este modo se
-expresara: «¿Por qué te entregas, mortal, con tanto exceso al dolor
-y á la aflicción? ¿por qué gimes y lloras ante la idea de la muerte?
-Si hasta ahora te ha sido grata la vida y los placeres para ti no
-se han perdido como si hubieran sido puestos en vaso taladrado y se
-hubieren extinguido ó escapado fácilmente, ¿por qué no te separas de
-la vida como convidado satisfecho, y por qué, necio, no te entregas
-con ánimo tranquilo al reposo? Y si los placeres que pudieras tener
-ya se han extinguido y la vida sólo te proporciona sinsabores, ¿por
-qué deseas aumentar tus días que te producirán nuevos disgustos, y al
-cabo concluirán sin hacerte ningún bien, y por qué no anhelas el fin
-de la vida que será también el término de tus trabajos? Considera que
-desde ahora en adelante, por mucho que me esforzara, nada encontraría
-que te proporcionara placer, porque las cosas siempre son las mismas.
-Si tu cuerpo ha resistido el desgaste de los años y tus miembros aún
-no vacilan, también deberás pensar que las cosas continuarán siempre
-lo mismo, aunque vivas largos siglos y aunque nunca mueras,»--¿qué
-responderíamos, sino que era justa la demanda interpuesta por la
-Naturaleza y fundado el motivo de sus palabras?
-
-Pero si fuera un desdichado el que se lamentara de la llegada próxima
-de la muerte, ¿con cuánto mayor motivo y con cuánta mayor dureza no
-le podría decir llena de indignación: «Oculta esas lágrimas, hombre
-insaciable, son inútiles tus quejas?» Y si fuera un anciano rendido
-bajo el peso de la edad el que temiera la muerte, la Naturaleza podría
-decirle: «Has gustado todos los placeres, ¿y todavía te quejas? Tu
-inmoderado afán por despreciar lo que posees y desear lo que no tienes
-ha mermado en la mitad los goces que has podido tener en la vida, y
-ahora te alcanza la muerte antes de que tu avidez quede satisfecha: lo
-que ya en turno has disfrutado en tu larga edad, déjalo para que lo
-usufructúen los que vienen detrás de ti en la vida; es necesario.»
-
-Con razón, según pienso, con razón hablaría, acusaría y reprendería de
-este modo la Naturaleza. La vejez, decrépita, cede siempre el paso á
-la juventud: los seres á costa los unos de los otros se suceden. Nada
-se pierde en los profundos abismos del Tártaro; la materia de hoy es
-necesaria para el advenimiento de las generaciones futuras; y éstas
-pasarán muy pronto, como aquélla no tardará en seguirte: los seres
-que ahora son perecerán de igual modo que sucumbieron los que gozaron
-antes de la vida: cada ser nace de otro y á ninguno es dada la vida á
-perpetuidad.
-
-
-984. _Respice item quam nil ad nos anteacta vetustas..._
-
-Reflexiona, además, cuán nula es para nosotros la edad pasada antes de
-nuestro nacimiento. La Naturaleza nos muestra en lo que ha existido
-hasta ahora lo que será en lo sucesivo: ¿y qué encontramos de horrible
-y de triste en la muerte de los que fueron? ¿no es, por acaso, un sueño
-muy tranquilo?
-
-Todos los tormentos, sin excepción alguna, de los que se dice que son
-propios del profundo Aqueronte, á esta nuestra vida real pertenecen. El
-mísero Tántalo que teme ser aplastado por masa enorme suspendida en el
-aire, según la fábula, en su vano temor que le agobia representa á los
-hombres necios que, aterrorizados, atribuyen á los dioses todo lo que
-es obra del acaso[37].
-
- [37] También refiere la fábula que Tántalo (personificación de
- la perfidia) fué sumergido hasta la barba en un lago, á cuyas
- orillas había árboles de frutas deliciosas; tanto las aguas del
- lago como las frutas huían de Tántalo, cuando éste, sediento ó
- con hambre, pretendía utilizarlas.
-
-No hay Ticio yacente[38] en las orillas de un río del infierno, y no
-hay buitres que le coman constantemente las entrañas: habían de ser
-éstas de un tamaño suficiente para cubrir toda la tierra y ocupar la
-inmensidad del espacio, y no serían bastantes para servir de pasto
-durante la eternidad á aquellas insaciables fieras aladas; ni puede
-ser interminable el dolor, ni cuerpo alguno puede servir de inacabable
-alimento. Pero en realidad, Ticio es imagen de aquellos á quienes amor
-tiraniza, ansiedades atormentan y pasiones devoran.
-
- [38] Ticio (el fatuismo), hijo de Júpiter (el poder) y de Elara
- (la coquetería), según los poetas estaba condenado á que los
- buitres (las pasiones) le picotearan perpetuamente las entrañas,
- por haber galanteado á Latona (la vanidad) madre de Apolo (el
- ritmo) y de Diana (la caza).
-
-
-1007. _Sisyphus in vitâ quoque nobis ante oculos est..._
-
-Ante nuestros ojos tenemos también la alegoría de Sísifo, aplicable
-á aquellos que resuelven pedir al pueblo los haces y las cortantes
-segures[39], y siempre tienen que retirarse tristes y desairados.
-Solicitar honores que en rigor nada valen, pero cuya consecución es
-muy difícil, es lo mismo que luchar esforzadamente por llegar hasta la
-cumbre de una montaña, cargado con una piedra enorme, que siempre, al
-ser acercada á la cima se resbala, y después de recorrer el inclinado
-plano del monte, con la violencia adquirida rueda por la llanura.
-
- [39] Alude á los haces de varas con segures, que llevaban los
- lictores encargados de preceder á los magistrados.
-
-Satisfacer todas las exigencias del deseo; dar al ánimo cuantiosos
-dones, sin conseguir nunca dejarlo saciado; gozar los frutos y
-aprovechar los beneficios de las estaciones anuales que en rueda se nos
-presentan alternativamente, sin que basten á contentar los caprichos,
-todo esto se me figura que está representado en las Doncellas, de las
-cuales se cuenta que en su florida edad se ocupan en llenar de agua
-vasos que no tienen fondo, y nunca logran su objeto.
-
-El Cerbero, las Furias y el obscuro Tártaro, cuyas fauces despiden
-espantosas aceleradas llamas, nunca han existido ni pueden existir.
-Como consecuencia de los crímenes perpetrados y de las maldades hechas,
-aquí, en la vida, el malvado padece temores y castigos; la cárcel,
-la horrible pena de ser arrojado á un precipicio desde alta roca,
-los azotes, los verdugos, la flecha, la pez, la tea; y si para el
-criminal faltasen aquellos suplicios, la propia conciencia, que hasta
-las intenciones penetra, se encargaría de castigarlo. Si á todas las
-aflicciones ordinarias se juntan las preocupaciones que infunde la
-inseguridad en una vida posterior, el desconocimiento de los males que
-se padecen y el temor de que éstos puedan ser aumentados con la muerte,
-bien puede afirmarse que la vida es verdadero infierno de los necios.
-
-
-1036. _Hoc etiam tibi tute interdum dicere possis..._
-
-Sin vacilar, tú mismo puedes reconvenirte del siguiente modo: «Anco
-el bueno[40] que fué mejor que tú, malvado, en muchas cosas, cerró
-sus ojos á la luz; todos los reyes y potentados que en otros tiempos
-gobernaron á muchas gentes sucumbieron á pesar de su poder: aquel mismo
-que en remotos días supo atravesar los mares y enseñó á sus legiones
-á pasarlos sin riesgo, y salvó en la obscuridad los abismos de las
-aguas y despreció los estruendos del Océano[41], también murió por la
-separación del alma y el cuerpo: Escipión, rayo de la guerra, terror
-de Cartago, entregó sus huesos á la tierra, lo mismo que el más vil
-de sus esclavos: los investigadores de las ciencias, los ordenadores
-de las artes, y los compañeros de las Musas, entre los cuales Homero
-lleva el cetro, en sueño eterno reposan: Demócrito, cuando advirtió
-que su inteligencia se debilitaba por el natural efecto de la edad,
-voluntariamente rindió su cabeza á la muerte: el mismo Epicuro, aquel
-que por su genio superó á todos los individuos de la raza humana,
-y como brillante Sol eclipsó todas las estrellas que en el cielo
-del saber hasta su época habían lucido, también llegó al término de
-la vida. ¿Y tú, asustado y temeroso, te indignas porque tienes que
-morir, cuando tu vida es una lenta agonía? ¿Pues no consumes una parte
-de tu existencia en el sueño? Y aun despierto, ¿no sueñas muchas
-veces, y en otras tampoco dispones de tu inteligencia perturbada con
-preocupaciones? ¿Cómo quieres vivir si no sabes hallar, desdichado, los
-motivos de los males que te rodean, y cuando la incertidumbre y los
-prejuicios te oprimen el ánimo que vacila entre errores?»
-
- [40] Anco Marcio, cuarto rey de Roma (hace 2530 años).
-
- [41] Jerjes I, rey de Persia (hace 2380 años).
-
-
-1065. _Si possent homines, proinde ac sentire videntur..._
-
-Si los hombres pudiesen conocer el origen de sus desdichas, no
-sufrirían en el ánimo la abrumadora pesadumbre, que oprime su pecho.
-Cada cual procura distraerse, y entre agitaciones y afanes vive con
-inquietud, ignora lo que desea, no sabe lo que busca, y como si
-quisiera librarse de sus propias preocupaciones, incesantemente cambia
-de sitio aunque no encuentra el que le sirva para deponer su carga.
-
-Uno abandona su palacio suntuoso porque no halla en él tranquilidad,
-é inmediatamente regresa porque no se considera lejos de su casa más
-feliz que en ella; otro corre á una quinta de su propiedad con la
-precipitación que llevaría si fuera á apagar un incendio, y apenas pasa
-los umbrales de su nueva residencia se encuentra incómodo y procura con
-el sueño olvidarse de sí mismo, ó vuelve con la misma agitación á su
-habitual morada: parece que todos pretenden huir de su propia persona,
-y como no lo consiguen se resignan á sufrir sus ansias y desasosiegos:
-ninguno conoce las causas de su malestar; pero si cada cual pensara
-con reposo, dejaría preterida toda clase de vanos empeños y buscaría
-remedio para su desdicha en la investigación de los fenómenos
-naturales, pues no se trata de arreglar intereses del momento, sino
-de conocer lo que sea de los hombres después de la muerte y por toda
-eternidad.
-
-
-1088 _á_ 1106. _Denique tantopere in dubiis trepidare periclis..._
-
-Finalmente, ¿por qué el deseo de vivir nos abate con tantos males, y
-por qué nos hacen temblar tan dudosos peligros? Ciertamente el fin de
-la existencia, para todos los mortales, ha de llegar, y no es posible
-evadirse de él ni evitarlo; hay que morir.
-
-Sabemos además que aquí, donde siempre hemos residido, ningún completo
-goce hemos de tener, aunque se prolongara nuestra existencia, porque
-siempre nos ha de parecer mejor que lo presente aquello que no tenemos,
-y después que lo hubiéramos conseguido con el mismo afán desearíamos
-otra cosa; de este modo, siempre nos ha de abrasar la misma sed de
-prolongar la vida, y nunca dispondremos de un solo instante en que deje
-de preocuparnos la suerte futura y el destino que en lo por venir nos
-aguarda.
-
-Y, por último, no ha de pensarse que la duración de la eternidad sea
-menor cuanto más vivamos; aunque lográsemos aumentar el número de los
-días de nuestra existencia, y aunque pudiéramos vivir muchos siglos,
-siempre nos esperará eterna muerte. Aquél que hoy mismo haya alcanzado
-el término de su vida, no estará muerto menos tiempo que los que
-sucumbieron hace ya muchos meses y muchos años.
-
-
-
-
-LIBRO CUARTO
-
-
-1. _Avia Pieridum peragro loca, nullius antè..._
-
-Voy á elevarme á las cimas del Parnaso, y á recorrer campos hasta ahora
-no hollados por ninguna planta; iré á beber grato licor de fuentes
-vírgenes, y me apresuraré á coger desconocidas flores, con las que
-tejeré para mi cabeza corona insigne mejor que todas las que hasta hoy
-las Musas han concedido; primeramente, porque enseño altas verdades, é
-intento romper la dura esclavitud con que las religiones han abatido
-los ánimos, y, además, porque suavizaré un estudio árido con las
-gracias de la poesía, que convierte en agradable cualquier asunto
-obscuro; así obraré conforme á razón. De igual modo que los médicos, al
-propinar á los niños amarga medicina, untan de sabrosa miel los bordes
-de la copa en que la administran, á fin de que, inexpertos y atraídos
-por la dulzura que gustan sus labios, sin recelo beban el licor amargo
-y deban la vida á traición agradable, así yo, ahora que he de explicar
-asuntos ásperos y desabridos para los que no están acostumbrados á
-ellos, y fastidiosos para el vulgo, quiero exponerte mi doctrina en
-el ameno lenguaje de las Piéredes, y con acento de dulce harmonía,
-para que, al buscar recreo en la lectura de mis versos, adquieras
-conocimiento de las leyes de la vida y del orden universal[42].
-
- [42] Repetición de los versos 933 á 957 del canto primero.
-
-
-26. _Sed quoniam docui, cunctarum exordia rerum..._
-
-Ya he considerado los principios elementales de las cosas y las
-diferentes formas que afectan, los movimientos á que se hallan sujetos
-eternamente los cuerpos simples por su propia condición y la manera
-como de ellos pueden ser creados todos los seres, y, por último, la
-naturaleza del alma, síntesis de las fuerzas que al cuerpo animan, y la
-reversión de ésta á sus primeros principios, cuando se disgrega de un
-cuerpo cuya vida sensible había constituido. Ahora deseo comunicarte
-algunas otras ideas pertinentes á los mismos temas, y para hacerlo con
-fruto debo empezar por decirte que hay algunas entidades, á las que
-vamos á dar el nombre de simulacros de las cosas, las cuales son como
-unas membranas que rodean á todos los cuerpos, cada cual á aquel de
-que procede, en forma de emanaciones vaporosas que lo circundan, que
-vuelan hacia uno y otro lado á impulso de las auras, y que, unas veces,
-cuando estamos despiertos, se nos ofrecen con terrorífica apariencia,
-y otras, cuando el sueño nos abate, se nos muestran con figuras
-horribles, de tal manera, que en la obscuridad nos producen terror y
-cierta soporífera languidez, y dan ocasión para que algunos entiendan
-que los simulacros son almas escapadas del Aqueronte, ó sombras de los
-difuntos errantes entre los vivos, ó restos que después de la muerte
-de cada individuo permanecen entre nosotros; como si el cuerpo y el
-alma no perecieran juntos y no se resolvieran en los elementos que los
-constituían.
-
-Digo, pues, que los simulacros, tenues membranas producidas por
-desprendimientos de la totalidad del cuerpo de los seres, forman
-una especie de substancia cortical, libre, aérea, que reproduce con
-exactitud la imagen ó efigie de los cuerpos de que se derivan[43].
-
- [43] Pensaba Epicuro que de los cuerpos surge un tejido
- imperceptible, que es elemento de los dioses, origen de nuestras
- ideas y causa de la visión: el filósofo griego dió á esas
- emanaciones los nombres de εἴδωλα y τύποι. Lucrecio las llama
- _simulacra_, _effigies_, _imagenes_.
-
-
-51. _Id licet hinc quamvis hebeti cognoscere corde._
-
-Esta explicación es fácil de entender aun para aquellos que tengan
-rudo ingenio, porque todos pueden ver y sentir á cada momento densas
-emanaciones de algunos cuerpos difundidas en el aire, como el humo
-que de la leña se desprende y el calor que se origina del fuego; pero
-todavía existen otras de contextura más condensada y viva, como la
-túnica de abrigo que la cigarra suelta en la estación ardiente, las
-membranas que los novillos de su cuerpo despiden al nacer y el vestido
-que lúbrica serpiente deja entre los espinos á merced del viento. Esas
-observaciones demuestran que de las superficies de los cuerpos emanan
-propias sutiles imágenes, las cuales unas por condensación de sus
-moléculas componentes se hacen ostensibles, mientras que otras, por
-disgregación de estas mismas, no adquieren apariencias fenomenales;
-permiten asegurar los hechos estudiados que esas partes desprendidas de
-la superficie de todos los objetos en cierto modo conservan la forma de
-sus cuerpos generadores, de los cuales más se apartan á medida que más
-obstáculos se les oponen en el momento de su aparición.
-
-Porque no solamente de lo interior de los seres se exhalan esos
-corpúsculos sino también de lo exterior, como antes he dicho y como
-podemos comprobar con los colores: las colgaduras amarillas, rojas ó
-moradas que ondean pendientes de las vigas de los teatros tiñen de su
-color la escena, las decoraciones, á los senadores, á las matronas y
-las estatuas de los dioses; y cuanto más se evita que en el teatro
-penetre la plena luz del día, más encantos ofrece á la vista el reflejo
-movedizo de los colores[44]. Si éstos se desprenden, como creemos
-notar, de la superficie de los paños, también habrá otros cuerpos
-que de igual modo emitan sus propias imágenes, pero muy sutiles y
-finísimas, tanto que sean imperceptibles para nuestra vista, aunque
-ofrezcan fieles vestigios de los cuerpos que las hayan producido.
-
- [44] Tres clases de colgaduras usaban los romanos en los teatros:
- cortinas, tapices y paños; éstos servían para proteger de los
- rayos del Sol á los espectadores.
-
-
-88. _Præterea, omnis odos, fumus, vapor, atque aliæ res..._
-
-Los olores, el humo, el calor, y otras emanaciones similares á éstas,
-se difunden fácilmente en el aire porque tienen su origen en lo
-interior de los cuerpos, y al salir de éstos hallan obstáculos que
-los obligan á separarse de la línea recta y á esparcirse por donde
-logran abrirse camino; pero la tenue película de los colores, puede, al
-extenderse, conservar la misma forma que tiene en los cuerpos de que
-procede, porque, de lo exterior surgida, nada se le opone para que siga
-la dirección recta.
-
-Los simulacros se muestran en los espejos, en el agua, en las
-superficies pulimentadas; y pues tienen la misma apariencia de
-los seres que representan, han de ser imágenes de estos mismos.
-Es indudable que los cuerpos sensibles de fáciles emanaciones se
-reflejarán mejor que aquellos otros de moléculas muy tenues cuyo poder
-para manifestarse ha de ser muy escaso.
-
-Cuerpos hay, no obstante, que nos dan sus imágenes muy disipadas,
-y, por lo extendidas, invisibles; pero si las emanaciones que
-repetidamente exhalan chocan en un espejo, se recogen, se reunen, se
-reflejan y se hacen perceptibles para el sentido de la vista: por esta
-causa los espejos representan fielmente la figura de las cosas que
-tienen delante.
-
-Ahora debes considerar cuán delicadas y sutiles han de ser las
-imágenes de cuerpos que existen sumamente pequeños, tanto que la vista
-más perspicaz apenas distinguirlos consigue. Con este motivo voy á
-confirmarte en pocas palabras lo que ya sabemos acerca de la tenuidad
-de los primeros principios de las cosas.
-
-
-113. _Primum animalia sunt jam partim tantula, eorum..._
-
-Animales hay tan pequeños que son como la tercera parte del tamaño que
-tienen los cuerpos más diminutos que puede la vista dominar. ¿Cómo
-calcularemos el volumen de los intestinos de esos animales? ¿Cómo será
-el tejido muscular de su corazón? ¿Cómo sus ojos, sus miembros, sus
-articulaciones? ¡Qué pequeñez! ¿Y podremos concebir la sutileza de los
-elementos que componen su ánimo y su alma? ¿Podrás imaginar algo más
-pequeño y más delicado?
-
-La panace, el amargo ajenjo, el suave abrótano y la triste centáurea
-exhalan penetrante olor, significativo de los simulacros que de esas
-plantas brotan y luego vuelan de muchos modos, aunque sin energía para
-hacerse perceptibles á la vista; pero nadie podrá apreciar la relación
-que existe entre el tamaño de las moléculas componentes de esas
-emanaciones y el de los cuerpos de que se han producido.
-
-Pero no pienses que en el aire vagan solamente los simulacros que de
-los cuerpos se desvían; hay también otros que se forman espontáneamente
-y residen en ese cielo, que es llamado aire, en el cual afectan
-distintas figuras y no cesan de moverse de muchos modos: son los que
-forman las nubes que crecen y cambian de apariencias en el cielo,
-cuya extensión visible muchas veces cubren; en unas ocasiones parecen
-gigantes que vuelan y poco á poco extienden la obscuridad por todas
-partes; en otras semejan grandes montes, que de la tierra se desprenden
-para acompañar al Sol en su curso; y algunas veces se muestran con la
-forma de bestia feroz, que guía y distribuye las nubes.
-
-
-140. _Nunc ea quam facili, et celeri ratione genantur..._
-
-¡Con cuánta facilidad los simulacros de esa clase emanan continuamente
-de las cosas, y con cuánta rapidez se desvanecen! Unos penetran en
-cuerpos de condiciones análogas al paño; otros son detenidos por
-objetos como la madera y las piedras, incapaces para reflejarlos;
-pero otros simulacros emitidos por seres colocados frente á un espejo
-ó cuerpo diáfano, lúcido y compacto, si bien no entran en éste como
-en el paño, tampoco se desvanecen como si estuvieran en presencia de
-cuerpos opacos y antes de ser reproducidos en imagen, por virtud del
-fenómeno de la reflexión. Tan pronto como un cuerpo se halla enfrente
-de una superficie pulimentada, en ésta aparece la efigie de aquél;
-este hecho, repetido muchas veces, te demostrará que de los objetos
-se derivan tenues figuras de textura tenue. Luego los simulacros se
-producen con rapidez incomparable.
-
-Y así como la luz solar en breve tiempo se propaga en el espacio
-mediante emanaciones innumerables, de igual modo es preciso que los
-simulacros se emitan incesantemente en todas direcciones para que
-sea posible que en cualquier sitio donde se coloque un espejo, éste
-reproduzca la imagen de las cosas que se le presentan, con su forma
-peculiar y con su propio color.
-
-En ocasiones, cuando el cielo está claro y limpio, de repente la
-obscuridad reemplaza á la luz, como si todas las imaginadas tinieblas
-del infierno se hubieran precipitado para ocupar las cavidades
-celestes; todo lo envuelve noche tempestuosa; ruidos procedentes de las
-alturas llenan de pavor á los mortales. Pues bien; nadie podrá explicar
-la relación exacta que exista entre la imagen que se nos muestra y el
-cuerpo que produce el fenómeno que absortos contemplamos.
-
-
-211. _Quare etiam atque etiam mitti hæc fateare necesse est..._
-
-Preciso es declarar con insistencia que esas emanaciones, al ponerse
-en contacto con nuestros ojos excitan el fenómeno de la visión[45].
-Constantemente de ciertos cuerpos se desprenden olores, como de los
-fluidos surge frío, del Sol calor y de los mares sal que socava los
-edificios situados en las playas: por el aire vagan siempre muchos
-sonidos; cuando paseamos por las orillas del mar notamos el gusto
-á salobre que nos impresiona débilmente; cuando asistimos á la
-preparación del absintio paladeamos el amargor de esa planta perenne.
-Luego es indudable que de todos los cuerpos se desprenden mínimas
-partes que se diseminan por el espacio; no permanecen en reposo, ni
-pueden ser detenidas en su curso; por su medio experimentamos continuas
-sensaciones, y en todo caso podemos ver, oir y oler.
-
- [45] Parece que hay contradicción entre lo que ahora sostiene
- Lucrecio y lo que expuso en los versos contenidos en los números
- 739 al 852 del canto segundo; pero debe tenerse en cuenta que,
- según Epicuro, cuya doctrina siguió Lucrecio, para que se efectue
- el fenómeno de la visión se necesita la concurrencia de dos
- clases de emanaciones, una procedente de todos los cuerpos y otra
- de la luz que se mezcla con la anterior.
-
-Además, si en la obscuridad reconocemos por el tacto un cuerpo que
-antes hubiéramos visto á la luz, deben ser muy semejantes las causas
-inmediatas del tacto y de la visión; por igual motivo, si en las
-tinieblas tocamos un objeto de figura cuadrangular y de él adquirimos
-idea, ¿lo podremos confundir á la luz con otro de distinta forma? Luego
-la principal causa para la visión la dan las mismas imágenes, sin las
-cuales no podríamos tener representaciones de las cosas.
-
-
-234. _Nunc ea, quæ dico, rerum Simulacra, feruntur..._
-
-Los simulacros de que ahora hablo se emiten de todos los cuerpos y se
-dispersan por todas partes; y como los ojos no nos sirven más que para
-ver, cualquiera cosa á la cual los convertimos solamente nos da la
-imagen de su propio color y de su propia forma, único medio de conocer
-los cuerpos á distancia, pues tocan á nuestros ojos las emanaciones que
-los cuerpos exhalan y de las cuales se llena el espacio: la corriente
-de esas emanaciones circula por el aire, se desliza junto á los órganos
-visuales, roza levemente la pupila y sigue su curso. También de ese
-modo conocemos las distancias que nos separan de las cosas; porque á
-medida que es mayor la masa de aire movida por las emanaciones al tocar
-nuestros ojos, más velozmente se aleja y más distante se nos figura
-el objeto que miramos. Ese movimiento es sumamente rápido, y por esta
-razón simultáneamente formamos juicio de las cosas y de las distancias
-á que se encuentran.
-
-Y no debe producir extrañeza el hecho de que los simulacros, si bien
-formados por pequeñísimas partes invisibles afecten el órgano de la
-visión y nos permitan percibir las cosas: también sentimos el aire
-frío, no por la influencia de cada una de sus moléculas componentes,
-sino por el efecto que nos comunica la totalidad del fluido aéreo.
-Parecida impresión recibimos por el contacto con cualquier otro cuerpo:
-si ponemos un dedo sobre una piedra tocaremos de ella un punto de la
-superficie colorada; pero la representación que en el acto nos formemos
-será correspondiente á la cualidad y dureza de toda la piedra.
-
-
-264. _Nunc age, cur ultra speculum videatur Imago..._
-
-Ahora considera por qué motivo en el espejo se ve la imagen de las
-cosas, y por qué parece reflejada á cierta distancia de aquél: ese
-fenómeno obedece á la misma causa que nos hace ver á lo lejos desde
-lo interior de la casa, cuya puerta esté abierta, los objetos que se
-hallan fuera, aunque fronteros. Dos corrientes de aire hieren la vista;
-se extiende una entre la puerta y el observador, y conduce á los ojos
-de éste la imagen de la puerta y la de las cosas que se hallan á los
-dos lados de esta última; la otra que impresiona en segundo lugar, y es
-procedente de fuera, guía las imágenes de los objetos exteriores. Lo
-mismo se nota en el espejo, cuya imagen viene á nosotros conducida por
-el aire existente en el espacio que media entre él y nuestros ojos. Así
-la vemos de seguida, lo primero; y después, en segundo término, cuando
-la vista puede fijarse en el espejo, percibimos en él reflejada nuestra
-propia imagen, que otra corriente de aire nos trae. Queda así explicada
-la causa que nos hace ver la imagen á cierta distancia del espejo. Dos
-corrientes de aire, una después de otra, producen este resultado.
-
-Todas las cosas que están á nuestra derecha, en el espejo se ven á la
-izquierda, porque la imagen del cuerpo que de frente se halla ante el
-metal bruñido, también de frente se refleja, y, por tanto, en posición
-cambiada. Igualmente, si en una mascarilla de greda aplicas barro
-humedecido y lo aprietas fuertemente, obtendrás una figura, en la cual,
-además de aparecer las partes salientes como entrantes, notarás que el
-ojo derecho se muestra como izquierdo, y el izquierdo como derecho.
-
-Sucede también que la imagen transmitida por unos espejos á otros,
-cinco ó seis veces se reproduce. Todo lo que detrás de ti queda, ó
-debajo ó á los lados, aun cuando se halle muy distante, lo puedes ver
-reflejado varias veces en los espejos con que adornas tu casa; cada
-uno copia la imagen proyectada en otro, y si uno la presenta hacia tu
-derecha, otro la da á la izquierda, y en un tercero la verás restituida
-á su primera posición.
-
-No obstante lo dicho, las imágenes aparecen iguales en un espejo
-compuesto de varias facetas; al mismo lado ofrecen todas la parte
-correspondiente á nuestra mano derecha; pero también sucede que las
-imágenes reflejadas se encuentren, se junten y den otra en la forma
-primitiva, ya porque la simetría se deshaga por la conjunción de unas y
-otras, ó ya porque la figura se cambie al convertirse para nosotros.
-
-Los simulacros avanzan y se alejan con nosotros, é imitan nuestros
-movimientos; pero si nos retiramos definitivamente del sitio en que
-se halle el espejo, éste deja de dar nuestra efigie. Es ley de la
-Naturaleza, en todo caso, que la imagen recibida en el espejo sea igual
-á la reflejada.
-
-
-319. _Splendida porrò oculi fugitant, vitantque tueri._
-
-La presencia de cuerpos brillantes ofende á los ojos, los cuales
-procuran evitarla; el Sol ciega á aquel que lo mira de frente, porque
-sus rayos son intensos y porque los simulacros que emite con rapidez
-atraviesan las distancias, y con sus fulgores lesionan los ojos y
-trastornan el aparato visual; una claridad viva contiene moléculas de
-fuego, y como éste, quema los ojos al penetrar en ellos.
-
-Los ictéricos ven todas las cosas teñidas con el color amarillo, como
-si de su organismo dimanaran partículas de aquel color, las cuales se
-mezclaran con los simulacros, ó bien porque sus ojos están saturados
-de moléculas de esa coloración é impresionan las imágenes que se les
-aproximan.
-
-Desde un sitio obscuro vemos los objetos que se encuentran rodeados
-por la luz, porque si bien las sombras que se hallan próximas á los
-ojos invaden á éstos, son inmediatamente rechazadas por los rayos
-luminosos que también penetran en los órganos de la vista, y por su
-acción enérgica, viva y veloz, disipan las tinieblas; cuando todas
-las partes de los ojos que habían sido ocupadas por la obscuridad
-quedan iluminadas, los simulacros de los cuerpos que están en la luz
-se introducen en ellas y se efectúa el fenómeno de la visión. Por lo
-contrario, desde un sitio bañado por la claridad no se puede ver lo
-que haya en un próximo lugar obscuro, porque las sombras, al llegar
-en segundo término, obstruyen los órganos de la visión y no dejan que
-pasen los simulacros emanados por los cuerpos.
-
-
-348. _Quadratasque procul turres cùm cernimus urbis..._
-
-Muchas veces desde lejos contemplamos las cuadradas torres de las
-ciudades, y se nos figura que son redondas, porque los ángulos rectos
-de sus lados contiguos se nos representan como obtusos, ó bien porque
-se desvanecen á nuestra vista y no los podemos precisar: á proporción
-que aumentan las distancias los simulacros pierden poco á poco su forma
-por el choque de los cuerpos que flotan en el aire; y cuando el ángulo
-degenera lentamente á nuestra vista, nos imaginamos ver el volumen de
-un cilindro de piedra, no perfecto, sino algo desvanecido y confuso.
-
-Parece que nuestra sombra se mueve en el Sol, imita nuestros
-movimientos y sigue nuestros pasos, como si fuera posible que el aire,
-de luz privado, tuviese idoneidad para repetir los actos de los hombres
-y copiar sus gestos, ya que nada más que aire envuelto en la obscuridad
-es lo que llamamos sombra: falta el Sol en algunos puntos de la Tierra
-porque nuestros cuerpos impiden el libre acceso de los rayos del astro
-luminoso; pero cuando el obstáculo se retira, el Sol luce y por ese
-motivo creemos que la sombra nos acompaña siempre. Constantemente se
-dispersan los haces luminosos que se forman sin cesar, como se encogen
-y consumen los hilos de lana que sucesivamente se arrojan al fuego.
-Es fácil de explicar, pues, que la Tierra pierda la luz y que al
-recobrarla desvanezca las negras sombras que la hubieran envuelto.
-
-No concedemos que los ojos se engañen: propio de ellos es distinguir
-si hay luz ú obscuridad y en qué sitio; pero incumbe á la razón el
-discernir si la sombra que vemos en un lugar es la misma que estuvo en
-otra parte, ó si es diferente, como he dicho antes de ahora: los ojos
-no pueden conocer la Naturaleza de las cosas: no atribuyas, por tanto,
-á los ojos defectos propios del ánimo.
-
-
-382. _Qua vehimur navi, fertur, cùm stare videtur..._
-
-Nos parece que está inmóvil el barco en que navegamos, y se nos figura
-que marchan cosas que están fijas: cuando con velas hinchadas la nave
-que nos conduce hiende las ondas y nos transporta velozmente, creemos
-que huyen de nosotros los campos y las colinas: las estrellas se nos
-muestran como estacionadas en la bóveda etérea, aunque siempre están
-en movimiento y aparecen en un lado para ir á perderse en el opuesto
-después de haber lucido su brillante masa en los espacios siderales: de
-igual manera creemos ver en reposo el Sol y la Luna, aunque la razón
-nos dice que se mueven: desde el mar se observa, como si formaran
-una sola isla que brotase de las aguas, varias montañas entre cuyas
-gargantas podría maniobrar numerosa flota: los niños, después de dar
-muchas vueltas creen al pararse que la casa anda con movimiento de
-rotación, y que giran las columnas de la sala en que juegan, y aun
-temen que el edificio se desplome sobre ellos.
-
-Cuando en cumplimiento de las leyes de la Naturaleza el Sol comienza
-á dirigir sus trémulos rayos por encima de las montañas, y crees ver
-que el rojo disco reposa en ellas y con su manto de fuego las toca,
-repara que esos montes no distan de nosotros dos mil tiros de saeta,
-y muchas veces ni aun quinientos; entre esas montañas y el Sol median
-muchos mares que tienen por cubierta el cielo, é innumerables tierras
-ocupadas por diversas clases de gentes y muchas especies de fieras. En
-un charco de agua de muy escasa profundidad, formado entre las piedras
-de la calle, parece que se ven un cielo abierto, nubes aglomeradas, un
-profundo abismo y muchos cuerpos escondidos bajo la tierra.
-
-
-416. _Denique ubi in medio nobis equus acer obhæsit..._
-
-Cuando en medio de un río que pasamos por un vado se detiene el caballo
-que montamos y dirigimos la vista hacia las aguas, nos parece que el
-cuadrúpedo, aunque inmóvil, es llevado contra la corriente; y si á
-cualquiera otra parte convertimos la mirada creeremos que todos los
-objetos son arrastrados de igual manera.
-
-Si contemplamos un pórtico de columnas paralelas é iguales, de modo que
-nuestra vista domine toda su extensión en sus dimensiones de longitud
-y latitud, notaremos que las columnas parecen juntarse cada vez más;
-que se estrecha el espacio que las separa; que el techo se aproxima al
-suelo; que los dos lados se tocan; y por último, veremos una capacidad
-confusa de forma cónica: los navegantes, que no ven más que cielo y
-agua, piensan que el Sol nace en las ondas y que en ellas oculta su
-fulgor. No creas, temerario, por estos hechos que los sentidos engañen.
-
-Las naves en el mar batidas por el oleaje parecen destrozadas y con las
-banderolas deshechas, al ignorante que desde el puerto las mira; porque
-observa que una parte de los remos y del timón es recta, pero otra
-parte, sumergida en las aguas, por efecto de la refracción de la luz,
-á sus ojos se ofrece como si estuviera rota: durante la noche suelen
-verse espléndidos astros que más allá de las nubes se mueven, por el
-viento impelidos, en dirección opuesta á aquéllas; y claro es que
-vemos lo contrario de lo que es en realidad: si con un dedo te haces
-presión en la parte inferior del globo ocular podrás ver duplicadas las
-cosas; contemplarás dos luces en cada luz que mires, dobles los muebles
-de tu casa y los hombres con dos rostros y dos cuerpos.
-
-
-449. _Denique, cùm suavi devinxit membra sopore..._
-
-Finalmente; cuando el sueño domina los sentidos con dulce sopor y el
-cuerpo yace en completo reposo, nos parece en ocasiones que estamos
-vigilantes y que nuestros miembros se mueven: en noche envuelta
-por densa obscuridad, creemos ver el Sol y gozar de la luz diurna;
-que varían de lugar los astros, el mar, los ríos, los montes; que
-recorremos á pié campos extensos; que de noche en el silencio oimos
-varios ruidos, y por último, que respondemos cuando estamos callados.
-Aunque muchos hechos de esa especie sean, en verdad, sorprendentes, no
-deben servir para quebrantar la confianza que tengamos en el testimonio
-de los sentidos, por más que den como realidades ilusiones fantaseadas
-por el ánimo y en algunas veces creamos distinguir cosas que no pueden
-existir. Difícil es, ciertamente, el fijar la diferencia que existe
-entre las apariencias fenomenales y la realidad de las cosas, pero no
-debe el ánimo dejarse vencer por las dudas.
-
-Quien dice que nada se sabe, afirma contra su propia opinión; pues
-nada podrá saber aquél que confiesa que no puede saberse nada[46]. No
-pretendo contender con el que se pone en desacuerdo consigo mismo; pero
-si concediese como probado el principio de que nada se sabe, aún habría
-de preguntar al que negase toda seguridad en el juicio formado: ¿De qué
-medio se vale para diferenciar lo que sea saber y no saber, y dónde
-pudo adquirir noticia de la verdad y del error, ya que no es posible
-discriminar la duda y la certeza?
-
- [46] Aristóteles decía á los escépticos: Ó sabéis ó no sabéis: si
- sabéis que no sabéis, algo sabéis; si no sabéis que no sabéis no
- podéis afirmar que no sabéis.
-
-
-474. _Invenies primis ab sensibus esse creatam..._
-
-Comprenderás que las ideas fundamentales provienen de los sentidos,
-que si no pueden engañar deben inspirarnos confianza, porque mediante
-la investigación de verdades nuevas ellos mismos pueden vencer sus
-antiguos errores. ¿Hay algo que nos merezca mayor fe que los sentidos?
-¿Puede suponerse que la razón deponga contra ellos cuando todos los
-datos de que se vale solamente de los sentidos proceden? Si fueran
-falsos los antecedentes que ministran á la razón, falso ha de ser el
-juicio que ésta forme acerca de las cosas. ¿Podrá el oído corregir á
-los ojos, ó el tacto al oído? ¿Podrá el sabor rectificar al tacto,
-ó á los ojos el paladar? Entiendo que no, porque tiene cada aparato
-sensitivo su acción privativa y su peculiar energía; por esta causa
-ocurre que la blandura, la dureza, la frialdad y el calor se determinan
-por el órgano adecuado, el cual da también á conocer cómo sea lo
-blando, lo duro, lo frío y lo caliente; los colores de las cosas y todo
-lo que á los colores pertenece afectan á otro órgano, y separadamente
-el sabor, el olor y el sonido se originan en esfera propia. Es un
-hecho que unos sentidos no pueden corregir á otros ni reprenderse á sí
-mismos; luego todos deben inspirarnos igual confianza: lo que para los
-sentidos es verdad confirmada por el transcurso del tiempo, verdad es.
-
-Y si la razón no pudiese alcanzar la causa de que los objetos realmente
-cuadrados nos parezcan redondos vistos á distancia, vale más traducir
-equivocadamente la defectuosa idea que tengamos de ambas figuras, que
-dejar escapar de la mano los hechos patentes, negar el principio de
-toda certeza y destruir los fundamentos en que descansa todo nuestro
-bienestar y nuestra vida. No solamente se trata de evitar que la razón
-por falta de base caiga arruinada, sino que la vida misma se haga
-imposible como sucedería en el instante en que dejáramos de confiar
-en los sentidos: hay que tramontar los precipicios que amenazan la
-existencia racional, poner en fuga los daños que puedan perjudicarla y
-atraer todo lo que la beneficie. Debes, pues, considerar como palabras
-baldías todas las que sirvan para declamar contra los sentidos.
-
-Así como en la construcción de un edificio, si imperfectos son los
-planos que sirven de guía, ó si alguno de los muros que se levantan en
-la fábrica se aparta de la perpendicular, ó si el nivel es falso en
-alguna parte, la obra resulta disforme, defectuosa, inclinada, torcida,
-sin gracia, de techos peligrosos, y amenazará ruina, ó al cabo se
-desplomará como levantada contra las reglas más elementales del arte de
-las construcciones, así también la razón habrá de admitir errores si
-funciona sobre falsos datos de los sentidos.
-
-
-519. _Nunc alii sensus quo pacto quisque suam rem..._
-
-No me parece difícil de explicar ahora el proceso que sigue para
-manifestarse la acción de los otros sentidos: en primer término, las
-ondulaciones sonoras y la voz afectan el oído cuando los elementos
-correspondientes llegan al pabellón de la oreja y penetran por el
-conducto auditivo: luego si las vibraciones excitadas por la voz y
-cualquier otro sonido obran sobre nuestros órganos propios, no puede
-negarse que son de naturaleza corpórea. En ocasiones la voz emitida
-ofende la garganta y los gritos lanzados con violencia irritan la
-tráquea, porque los principios materiales que forman la voz se
-precipitan en número considerable por el estrecho tubo aéreo, lo
-llenan, y luego al salir dañan el orificio laríngeo por donde se
-esparce la voz en las auras: luego si la voz y el sonido en ocasiones
-pueden producirnos dolor, sus elementos, no podemos negarlo, han de
-ser corpóreos. Y no ignoras que si alguien comienza á hablar desde que
-la aurora dibuja en el horizonte su tenue luz, y no cesa hasta que las
-sombras de la noche se extienden, experimenta cansancio de fuerzas,
-debilidad de nervios, languidez en todo el cuerpo, y mucho más si
-mantuvo la conversación en voz alta: luego es indudable que la voz es
-corpórea si produce detrimento mayor cuanto más se ejercita.
-
-De elementos rudos procede la aspereza de la voz y su dulzura de
-elementos suaves; también corresponden á otros apropiados el atronador
-ruido que la trompeta envía á largas distancias, el áspero zumbido
-que retumba de corneta retorcida y los amargos quejidos con voz
-lúgubre lanzados por los cisnes que habitan los helados valles del
-Helicón. Cuando intentamos representar por medio de palabras nuestro
-pensamiento, formamos voces que los órganos bucales emiten, la lengua
-articula y los labios moldean con su especial configuración. Siempre
-que la voz articulada no tiene que recorrer un largo espacio desde los
-órganos que la producen hasta los oídos que la reciben, las palabras
-se oyen claras, distintas, con su propio sonido; pero cuando atraviesa
-dilatada extensión se descompone, se desvanece en las corrientes de
-aire; así, aun cuando oigas la voz, no podrás precisar sus inflexiones,
-y, por tanto, no comprenderás el significado que tengan, porque habrá
-llegado confusa á tu oído.
-
-
-561. _Præterea, Edictum sæpe unum perciet aures..._
-
-No pocas veces un edicto publicado por el pregonero llega á los oídos
-de varias personas como si una sola voz se dividiera en muchas y cada
-una fuera distintamente conducida por el aire al órgano apropiado de
-cada individuo. Las voces que no encuentran oído que las recoja,
-siguen su camino y se pierden esparcidas por los aires ó chocan en
-algunos cuerpos que las devuelven por repercusión: en este último caso
-producen muchas ilusiones porque las palabras se propagan en el espacio
-que las rechaza de un modo parecido á la manera como los espejos
-reflejan las imágenes. Enterados en las causas que producen este
-fenómeno, bien podremos comprender y explicar á los demás, por qué en
-ciertos lugares solitarios las peñas repiten los gritos articulados con
-que llamamos á los demás compañeros perdidos. Hay sitios, y yo conozco
-alguno, que reproducen seis ó siete veces las palabras que una sola vez
-hayamos pronunciado; inmediatamente que son emitidas, de otero en otero
-vuelan fielmente reflejadas. Los pueblos que residen en las cercanías
-de esos lugares, suponen que éstos se hallan ocupados por sátiros de
-piés de cabra, ninfas y faunos, los cuales bailan en las soledades,
-interrumpen de los bosques el silencio con nocturnos conciertos,
-y exhalan quejumbrosas voces acompañadas por el sonido suave de
-instrumentos de cuerda, y por la plañidera flauta que muy hábiles
-manejan. Dicen, además, que los habitantes de esos campos reciben la
-visita del dios Pan, el cual se les presenta con la semisalvaje cabeza
-adornada por pínea corona, con el caramillo entre sus labios ondulados
-que de los cañutos hacen brotar interminables notas, para recordar
-la harmonía perenne de la campestre musa. Otros varios prodigios nos
-cuentan los vecinos de aquellas comarcas, ya para que entendamos que su
-país merece las atenciones de los dioses, ó ya con otros fines, pues es
-muy cierto que á los hombres seduce el misterio.
-
-
-593. _Quod superest, non est mirandum, quâ ratione..._
-
-Después de lo dicho, no deberá sorprender que las ondas sonoras
-penetren en lugares que no pueden los ojos invadir. Nadie ignora que
-podemos conversar con otra persona que se halle detrás de una puerta
-cerrada. La voz se transmite intacta en corrientes que pasan por
-canales tortuosos á través de los objetos, pero los simulacros de los
-seres no pueden circular de ese modo, porque los obstáculos que se
-les oponen los disgregan; en línea recta, se propagan lo mismo que
-las imágenes se ofrecen intactas en los espejos. Los sonidos pueden
-ser llevados en todas direcciones, porque de una vibración sonora se
-forman otras muchas, á la manera como la fugaz chispa ígnea se divide
-en varias que se dispersan. La voz, reproducida considerablemente,
-llena todos los sitios que están á nuestro alrededor, y pasa por todas
-partes; pero los simulacros sólo en línea recta pueden impresionar
-los ojos: por ese motivo nadie ve lo que hay encima de su cabeza, en
-tanto que ésta conserve su posición normal: si bien percibimos la
-voz, cualquiera que sea la dirección en que se emita, la distancia la
-desvanece, y al tocar nuestro oído llega confusa, por haber perdido las
-modulaciones características de cada palabra.
-
-El proceso de las sensaciones gustativas es más complicado y de más
-difícil explicación. Como en la mano se exprime una esponja, así en
-el acto de la masticación extraemos de la materia alimenticia el jugo
-que desde luego penetra en los conductos absorbentes del paladar y
-en los sinuosos é intrincados que existen en la substancia porosa de
-la lengua: si esos jugos se componen de moléculas suaves y lisas,
-estimulan agradablemente los órganos del gusto al extenderse por
-toda la húmeda región del aparato lingual; pero si esas moléculas
-son ásperas, ofenden el paladar, tanto más fuertemente, cuanto mayor
-sea su rudeza. El placer que los sabores nos proporcionan tiene su
-asiento en el fondo del paladar; cuando los sucos estimulantes de la
-sensación gustativa, después de haber pasado por las fauces llegan al
-esófago, el placer desaparece, porque entonces quedan anuladas todas
-las cualidades sápidas de los alimentos y actúan las que sirven para
-la digestión, para la asimilación y para el útil entretenimiento del
-estómago.
-
-
-633. _Nunc aliis alius cur sit cibus, ut videamus..._
-
-Tratemos ahora de indagar por qué los mismos alimentos no convienen á
-todos los animales, ya que unos encuentran agradable y dulce lo que
-á otros molesta por amargo y áspero. Desde luego es notable que hay
-substancias muy útiles para el sostenimiento de algunos seres vivos,
-pero que son irremediablemente venenosas para otros; por el sólo
-contacto del humor salival humano, la serpiente se enfurece, y después
-de inferirse varias mordeduras muere entre congojas; para nosotros es
-veneno acre el eléboro que á las cabras y á las codornices nutre. Á
-fin de que puedas conocer el fundamento natural de esas diferencias,
-debes el recuerdo traer á tu memoria de lo que ya hemos dicho acerca
-de la distinta composición elemental de los cuerpos; si todos los
-animales en su forma exterior, en sus miembros, en su aspecto, son
-desemejantes y constituyen especies variadas, necesario es también que
-sean distintos sus principios integrantes, su estructura, sus vasos,
-todos sus órganos, su misma boca y aun su mismo paladar; lo que en unos
-sea pequeño, en otros será de gran volumen; lo triangular en éstos,
-será cuadrado, redondo ó de muchos lados en aquéllos; los conductos
-y sus orificios serán proporcionales, y las moléculas que en ellos
-se ingieran corresponderán á la figura de los órganos. Ha de haber
-un perfecto enlace entre la posición de los cuerpos elementales y la
-forma y movimiento de las moléculas, y, por tanto, la textura de los
-órganos de cada animal, y sus poros y sus venas han de guardar relación
-completa. Luego no es para extrañar el hecho de que unos hallen dulces
-substancias alimenticias que otros encuentran amargas, porque en los
-conductos del paladar de los primeros entrarán elementos muy finos,
-mientras que en los de los segundos se introducirán moléculas toscas,
-ásperas, que lesionarán las fauces.
-
-Ahora te será fácil con estos datos resolver muchos problemas: así,
-cuando la abundancia de bilis origina fiebre, ó cuando cualquiera otra
-causa produce trastorno en el organismo, se experimentan los efectos
-del malestar en todo el cuerpo, sencillamente porque los elementos
-primarios cambian de posición; antes se hallaban dispuestos como
-convenía á la condición del ser que informan; ahora, dislocados, no
-funcionan regularmente y en ellos dominan influencias morbosas. Ya en
-otra ocasión hemos podido considerar que de la conjunción de elementos
-contrarios resulta el sabor de la miel.
-
-
-675. _Nunc age, quo pacto nares adjectus odoris..._
-
-Voy á explicar ahora el procedimiento seguido por las emanaciones
-odoríferas para influir en el aparato olfatorio. Necesario es que de
-los cuerpos se desprendan y se evaporen muchas partículas que inunden
-con sus efluvios extensos espacios, supuesto que los percibimos como
-provenientes de todas direcciones. En verdad, las aptitudes y los
-estímulos que con relación á los olores tienen los animales, han
-de ser variadas tanto como sus especies; las abejas, desde largas
-distancias son atraídas por el perfume de las flores apropiadas para la
-elaboración de la miel; el buitre es guiado por la fetidez cadavérica;
-el olor que deja en su fuga la fiera de hendida pesuña despierta la
-especial disposición de los perros; el cándido pato, guardador del
-romúleo alcázar, presiente por las corrientes del aire la aproximación
-del hombre. Así, por el olfato los animales se sienten obligados á
-buscar el alimento que les sea propio, y á huir de aquellos que les
-perjudiquen; de ese modo se conservan las razas vivientes.
-
-
-699. _Hic odor ipse igitur, nares cuicunque lacessit..._
-
-Este mismo olor, pues, irrita las fosas nasales, y aunque las moléculas
-que lo producen tienen bastante alcance, no pueden ir tan lejos como
-las del sonido y la voz, y especialmente, según ya he dicho, como los
-simulacros que hieren los ojos y excitan la visión, porque aquéllas
-se esparcen, se propagan lentamente, se descomponen con facilidad
-en las auras y mueren con rapidez. Este fenómeno se realiza, en
-primer término, porque las emanaciones se originan sólo de la parte
-superficial de los cuerpos, y no admite duda que la energía de los
-efluvios de lo interior procede, como lo prueba el hecho de que más
-olor den los cuerpos que se fracturan, se machacan ó se descomponen
-al fuego; y en segundo lugar, se nota que las partículas estimulantes
-del olfato son más gruesas que las del sonido, por cuanto aquéllas no
-pueden penetrar á través de los muros, mientras que éstas fácilmente se
-transmiten. Demás de lo dicho, fácil es comprobar que las emanaciones
-odoríferas no dan á conocer el lugar en que se hallan los cuerpos de
-que dimanan; las auras los contrarían y marchan con lentitud ó se
-disipan; nunca proceden como diligentes mensajeros que llevan rápidas
-noticias de las cosas al sentido correspondiente: por esa causa muchas
-veces los perros pierden el rastro que siguen.
-
-Y no solamente las emanaciones sápidas y olfatorias tienen
-acomodamiento desigual para los seres; también unas mismas imágenes y
-unos mismos colores impresionan de manera distinta á diferentes ojos,
-y aun á algunos produce afección dolorosa lo que á otros no molesta;
-por ejemplo, el gallo, que ahuyenta la noche con sus alas y saluda
-con vibrante voz la aurora, causa terror á los leones, que ante su
-presencia huyen, tal vez porque del cuerpo de aquella ave doméstica
-surgen substancias moleculares que se introducen en la pupila de los
-ojos del león, el cual, á pesar de su ferocidad, sufre con ellas dolor
-fuerte é irresistible; sin embargo, á nosotros no nos causan daño, bien
-porque las mencionadas partículas no tienen acceso en nuestros ojos,
-bien porque si en ellos penetran encuentran fácil salida sin ofender
-nuestro aparato visual.
-
-
-734. _Nunc age, quæ moveant Animû res, accipe; et unde..._
-
-Aprende ahora, pues, aprende á conocer en pocas palabras las
-substancias que mueven el ánimo, de dónde proceden y cómo á él llegan.
-Primeramente digo que en toda la extensión del espacio vagan y giran
-de variados modos innumerables y muy tenues simulacros de las cosas,
-los cuales al encontrarse en las auras fácilmente se coaligan, como los
-hilos de araña y las hojuelas de oro; es su levedad aún mayor que la de
-las efigies, cuyas finísimas partículas tocan en los ojos y motivan la
-visión, y de seguida penetran por el aparato visual, mueven la íntima
-naturaleza del ánimo y excitan de éste la potencia sensible; merced
-á ese proceso podemos representarnos Centauros, personificaciones de
-Escilas, triplicadas cabezas de cerberos, y aun imágenes de personas
-cuyos huesos cubre ya la tierra. En todas partes existen simulacros
-de variadas especies; unos que espontáneamente se forman en el aire,
-otros que son procedentes de las cosas y fuera de ellas se combinan
-de múltiples modos: ciertamente la imagen del Centauro no responde á
-ningún ser real, porque nunca ha existido un animal de su figura; pero
-las imágenes del hombre y del caballo pueden fácilmente encontrarse,
-y unirse como antes he dicho, á causa de su naturaleza sutilísima,
-apropiada para conjunciones sutiles. De manera igual se han formado
-otras representaciones; porque los simulacros por su agilidad se mueven
-instantáneamente y con su delicado impulso pueden mover la acción del
-ánimo, dotado también de admirable movilidad y de sutileza extrema.
-
-Fácilmente puedes comprender la manera cómo se realizan esos hechos
-de que ya he hablado, si consideras que nuestros ojos son capaces
-de ver lo que en nuestra alma se halla, supuesto que la percepción
-de la imagen y la representación en nuestra alma son dos instantes
-de un mismo fenómeno; y si no podemos ver leones, como ya he dicho,
-sino por medio de simulacros que nuestros ojos impresionen, lícito
-ha de ser pensar que los simulacros de los leones llegarán á nuestro
-entendimiento como otros de la misma especie tocan á nuestros ojos,
-si bien aquéllos deben ser más tenues que los segundos. Y no por otra
-razón es posible que el ánimo se halle vigilante cuando el sueño abate
-los miembros, á no ser porque los simulacros estimulen nuestro ánimo
-lo mismo que si estuviéramos despiertos, y así, dormidos nos figuramos
-ver á personas que llegaron al término de la vida y de las cuales se
-apoderó la muerte. En la Naturaleza se realizan esas ilusiones por
-causa del profundo sueño de los sentidos que imposibilita á éstos para
-conocer la verdad, y del abatimiento de la memoria que, adormecida, no
-distingue que pertenece á la muerte algo de lo que la imaginación nos
-da revestido con las apariencias de la vida.
-
-Tampoco debe extrañar que los simulacros se muevan y al parecer agiten
-con regularidad los brazos y otros órganos; forman una imagen más fugaz
-que el mismo sueño, porque en éste, apenas una primera ilusoria efigie
-se disipa, otra quizá muy diferente le sucede, tal vez sin solución de
-continuidad, y por esta causa varias imágenes sucesivas parecen una
-sola que cambia y varía repentinamente de gesto. Aún respecto á este
-orden de ideas tenemos que hacer muchas indagaciones y muchos puntos
-obscuros tenemos que aclarar si deseamos exponer con claridad el asunto
-que ahora nos preocupa.
-
-
-788. _Quæritur imprimis quare, quod quoique libido..._
-
-Averigüemos antes de todo la causa de los deseos que en el alma
-se despiertan y de las determinaciones que ésta adopta entre dos
-extremos. ¿Acaso los simulacros, obedientes á las excitaciones
-de nuestro apetito, combinan imágenes á nuestro gusto? ¿Quizá la
-Naturaleza para complacernos forma en nuestra mente, sin la presencia
-de objeto, fantásticas efigies del cielo, de la tierra, de los mares,
-de asambleas, ceremonias, festines y combates, y tal vez las crea en
-la misma región y en el mismo lugar donde el ánimo encuentra cosas muy
-diferentes?
-
-En verdad, cuando en sueños distinguimos simulacros que marchan
-acompasadamente, que emplean los miembros con gallardía, que usan con
-ligereza las extremidades torácicas y abdominales y que acompañan
-esos movimientos con gestos adecuados, ¿hemos de suponer que han
-aprendido un arte á cuyas reglas sujetan sus juegos nocturnos; ó
-más acertadamente creeremos que en nuestra imaginación se presentan
-confundidos muchos instantes diversos, como sucede con las palabras
-de un discurso que en gran número se juntan en sucesión apenas
-diferenciada por los sentidos, pero discriminada por la razón? De
-igual modo se presentan confundidos simulacros de muy variadas formas
-y especies relativas á circunstancias múltiples de tiempo y de lugar:
-¡tanta es su movilidad y tanto es su número! Y como la tenuidad de
-esas partículas es muy grande, el ánimo para distinguirlas necesita
-concentrarse: todas las imágenes que una vez han sido presentes para el
-ánimo han desaparecido si éste no se ha dispuesto para retenerlas; con
-esta última condición podemos ver en lo futuro alguna cosa ya pasada, y
-así en efecto sucede.
-
-¿No observas que cuando queremos ver objetos muy pequeños tenemos que
-fijar en ellos los ojos con atención sostenida, porque de lo contrario
-no llegaríamos á adquirir de los mismos una bastante representación? Y
-si para conocer las cosas que tenemos presentes necesitamos predisponer
-el ánimo á fin de que éste las contemple como si hubieran estado
-siempre á largas distancias, y este es un hecho comprobado por la
-experiencia de todos los días, ¿debe admirar que los simulacros, aun
-cuando existan, sean perdidos para el que no los estudia? No pocas
-veces aumentamos en la fantasía el tamaño de los signos de las cosas, y
-de este modo caemos en error y el ánimo se engaña.
-
-
-824. _Fit quoque ut inter dum non suppeditetur Imago..._
-
-Muchas veces en sueño vemos que de repente mudan las imágenes y el
-sexo á que pertenecen, hasta el punto de que en ocasiones una hermosa
-mujer se transforma en hombre: cambian el semblante y la edad. Y no
-debe sorprendernos esa metamorfosis, porque es lo cierto que el sueño
-y el olvido se parecen. En todo lo que se refiera á las ilusiones
-que fácilmente nos forjamos, debes proceder con mucha cautela para
-no incurrir en error: no creas que las pupilas de los ojos, claras
-y luminosas, fueron creadas precisamente para que nos sirvieran de
-órganos auxiliares de la visión; ni que las piernas descansan en los
-piés á fin de que alarguen los pasos que éstos inician; ni que los
-brazos se ostentan provistos de robustos músculos y terminan en manos
-obedientes para que realicemos los usos á que los destinamos en la vida.
-
-Quien de ese modo interpretara los hechos que ve y ejecuta, daría
-pruebas de no haber comprendido las causas y los efectos del orden
-universal; no se hicieron los miembros para los usos á que los
-destinamos, sino hemos adquirido costumbres adecuadas á nuestros
-órganos: antes de ver no hubo ojos, como no se formaron palabras antes
-de que hubiera lengua que las modulase; por lo contrario, la existencia
-de la lengua precedió en mucho á la combinación de idiomas; antes de
-que hubiera sonido existiría el oído, y todos los miembros han de
-haberse adelantado al uso que de ellos hacemos, porque es indudable que
-no surgieron para un fin predeterminado[47].
-
- [47] Combate Lucrecio la teoría sobre las causas finales; algunos
- filósofos, y entre ellos Buffón y Condillac, han desenvuelto los
- argumentos que Lucrecio señaló, no siempre con buena fortuna,
- aunque sí con estro poético admirable.
-
-De toda certeza es que los hombres sostuvieron combates á puñadas y se
-lastimaron y se hirieron antes, mucho antes de que luciente flecha
-rasgara el aire; la Naturaleza había enseñado al hombre á evitar
-las heridas antes de que el arte suspendiese del brazo izquierdo el
-defensivo escudo; más antigua es la necesidad de entregar el cuerpo al
-reposo que la fabricación de los mullidos colchones de nuestro lecho;
-ya se sabía mitigar la sed antes de que se inventara el vaso: todos
-los descubrimientos han sido fruto de la experiencia y se han hecho
-bajo la inspiración y para satisfacciones de la necesidad. Luego si los
-sentidos y los órganos que les sirven de instrumentos fueron anteriores
-á las funciones que desempeñan, podemos decir repetidas veces que no se
-formaron para que sirvieran de utilidad.
-
-
-864. _Illud item non est mirandum, corporis ipsa..._
-
-Tampoco debe nadie admirarse de que los seres animados busquen los
-alimentos que más se adaptan á su naturaleza. Ya te he dicho que de los
-cuerpos fluyen y brotan numerosas moléculas en cantidad proporcionada
-al movimiento que los mismos desarrollan: por la transpiración, desde
-lo más íntimo del organismo, salen muchas; otras por la boca se escapan
-en la respiración anhelante. Esas derivaciones continuas representan
-pérdidas que abaten el cuerpo hasta sumirlo en postración seguida por
-cierto dolor estimulante que obliga al ser vivo á buscar los alimentos
-necesarios para calmar las molestias sufridas, para reponer las
-fuerzas gastadas y para renovar las energías de los miembros y de las
-venas; también los fluidos se reparten por el cuerpo, y con su humedad
-se calman los ardores provocados por la combustión efectuada en el
-estómago, y se restringe el fuego que trata de invadir el organismo: de
-esta manera se apaga la ardiente sed y se calma la famélica ansiedad.
-
-Ahora trato de inquirir la causa que nos permite andar y mover nuestros
-miembros de varios modos, con sujeción á nuestra voluntad, agente que
-impulsa la pesada masa de nuestro cuerpo; escucha, pues, mi discurso.
-Digo que los simulacros rozan nuestro ánimo, y, como ya expuse más
-arriba, le comunican cierto movimiento, del que se originan las
-determinaciones volitivas, que son requisito indispensable de todo lo
-que se proyecta ó se ejecuta; luego la formación de la imagen ante
-la presencia del objeto, es la primera condición para todo hacer. En
-cuanto el ánimo se resuelve á seguir una dirección, la energía del
-alma, que extendida está en los órganos y en los miembros, compele á
-éstos; el fenómeno se realiza sin dificultad, porque siempre el alma,
-unida al cuerpo, impulsa á éste, que se pone en movimiento y avanza;
-también el aire, que nunca deja de agitarse, en cumplimiento de su
-propia función, penetra en los dilatados poros del cuerpo activo, y
-va á esparcirse hasta por las más pequeñas partes del ser. Hay, pues,
-dos clases de substancias que imprimen al cuerpo el movimiento, como
-dos fuerzas combinadas, la del viento y la de las velas, son las que
-ponen en marcha la nave. Y no debe sorprender el hecho de que elementos
-delicadísimos puedan mover y conducir á su arbitrio el cuerpo con
-toda su gravedad: también el ligero viento, á pesar de su composición
-tenuísima, puede empujar velozmente una pesada nave, á la cual una
-sola mano rige en el mar, por arrebatado que esté, y un solo timón da
-la dirección conveniente: de igual modo las gruas y los tornos elevan
-masas enormes, aunque sean movidas por un débil esfuerzo.
-
-
-913. _Nunc quibus ille modis somnus per membra quietê..._
-
-Ahora, para explicarte el modo con que el sueño difunde la quietud por
-los miembros[48] y expulsa los temores del ánimo, emplearé dulces,
-aunque pocos versos, pues más grato es el débil cantar del cisne que el
-graznar de las grullas, oído hasta en las nubes[49]. Concédeme atento
-oído y ánimo reflexivo, y no rechaces sin meditación las razones que
-voy á exponerte, ni con prevenciones caprichosas niegues demostradas
-verdades: tuya, de todas maneras, será la culpa, si no adquieres
-aptitud para discernir con acierto.
-
- [48] La frase de Lucrecio es: _somnus per membra quietem
- inriget_. Virgilio dijo después: _fessos sopor irrigat artus_.
-
- [49] Repetición de los versos 175, 176 y 177 de este mismo canto.
-
-Cuando la energía anímica dispersa por los órganos llega á
-descomponerse, de tal modo que una parte de ella sale fuera del
-cuerpo, mientras que otra parte en el interior de éste se condensa, el
-sueño sobreviene. En este caso, las relaciones que entre los miembros
-existen se quebrantan, y todos éstos caen en laxitud: el alma nos da
-las sensaciones, pero no puede privarnos del sueño sin que la misma
-substancia pensante ó racional se perturbe y sea lanzada fuera del
-organismo, aunque no completamente, porque el frío de la muerte se
-extendería por todo el ser, si en él no quedaran, como ascua entre
-cenizas, partículas del alma que pudieran esparcirse en los miembros
-á manera de súbita explosión, como del fuego latente surge la llama.
-Pero ahora voy á explicarte las causas que producen languidez para el
-cuerpo y turbación para el alma; procura que yo no vierta mis palabras
-en el viento.
-
-En primer lugar, es evidente que el cuerpo, siempre en contacto
-con las auras aéreas, ha de recibir de éstas en su parte exterior
-repetidos rozamientos, que puede sufrir sin contrariedades por estar
-cubierto de cuero, de cerda, de concha, de piel callosa ó de cáscara;
-y en su parte interior ha de sentir el aire aspirado que luego por
-la espiración exhala; así el cuerpo, batido por dentro y por fuera,
-recibe choques á través de los poros hasta en sus elementos primarios
-constitutivos, y experimenta poco á poco abatimiento y cansancio. De
-este modo conturbados y dislocados de su posición normal los principios
-integrantes del ser, el alma se fracciona en partes, una que del cuerpo
-sale, otra que oculta permanece en lo interior de éste y otra que se
-esparce por todos los órganos; y no pueden reunirse las tres ni ejercer
-movimientos mutuos, porque la Naturaleza les ha cerrado las entradas
-y los caminos: consecuencia de este desorden es el desvanecimiento de
-la sensación. Cuando este caso llega, el organismo pierde su vigor,
-el cuerpo se debilita, languidecen todos los miembros, los brazos y
-los párpados decaen, las piernas se abaten extenuadas, las fuerzas
-desaparecen.
-
-Y en segundo lugar, si después de la comida sobreviene el sueño, es
-porque el alimento cuando se distribuye disuelto en las venas, produce
-en éstas un efecto parecido al que en las mismas engendra el aire;
-el sueño es pesado cuando al dolor del hambre sigue el placer de la
-satisfacción, porque entonces son muchos los elementos que se reunen
-para activar las funciones de la vida: en esta ocasión el alma penetra
-en el cuerpo con mayor intensidad, se manifiesta al exterior con mayor
-amplitud, y sus elementos componentes más se apartan y más se esparcen.
-
-
-968. _Et quoi quisque ferè studio devincius adhæret..._
-
-Las cosas que más nos inquietan durante el sueño son las que
-constituyen especialmente nuestras habituales ocupaciones, las que
-más tiempo nos han entretenido, las que más han solicitado nuestra
-atención. Entonces el abogado instruye causas é interpreta leyes,
-el general trata de combates y de asaltos, el piloto lucha con el
-desencadenado viento y yo indago las causas del orden universal para
-enseñar á mis conciudadanos los secretos de la Naturaleza; otros
-hombres, en fin, mientras están dormidos, tienen la ilusión de varios
-estudios y de artes varias. Aquellos que frecuentan los espectáculos
-públicos, durante mucho tiempo conservan como introducidos en su alma
-los simulacros de las impresiones recibidas en las fiestas á que
-asistieron: ven reproducidos en su imaginación los mismos ejercicios, y
-aun en estado de vigilia se representan el bailarín que salta y mueve
-el flexible cuerpo, los acordes sonidos de la lira y el dulce lenguaje
-de las cuerdas; creen asistir á las mismas reuniones á que en alguna
-ocasión han concurrido y se figuran reproducidas las escenas que una
-vez presenciaron: ¡grande es el poder que la voluntad crea, el uso
-desarrolla y el hábito afirma entre los individuos de la especie humana
-lo mismo que entre los animales! Pueden verse caballos briosos que en
-profundo sueño sumidos se estremecen, se cubren de sudor, se mueven con
-inquietud y dan fuertes resoplidos, como si en su imaginación vieran
-expeditas las puertas del circo y desearan lanzarse por ellas en busca
-del premio de la victoria: no pocas veces se ven perros de caza que en
-sueño se agitan bruscamente, aullan, aspiran con ansia el aire como
-si buscaran el rastro de las fieras, y aun en ocasiones, al despertar
-en ese estado, corren detrás de los simulacros de ciervos que se
-figuran fugitivos, hasta que recobran la posesión de sus sentidos y se
-desvanecen sus errores; la mansa especie de los cachorros, acostumbrada
-al domicilio de sus dueños, de repente abre sus ojos, sacude el
-sopor que la embarga y asustada se pone de pié como si delante se le
-ofreciera un desconocido rostro del que tuviera que defenderse; porque
-tanto más incomodan las imágenes cuanto más ásperos son los elementos
-que las forman: por último, algunas aves, entregadas á sosegado
-sueño sin duda se figuran que otras rapaces se dirigen contra ellas
-para destruirlas entre sus garras y devorarlas en el acto, cuando de
-repente se lanzan presurosas en vuelo rápido y buscan refugio en los
-impenetrables bosques.
-
-¡Y cuán variados movimientos agitan profundamente el alma humana!
-Mientras duermen, unos hombres combinan proyectos y realizan grandes
-empresas; otros dan batallas, vencen reyes, caen prisioneros; no
-pocos exhalan clamores, como si fueran degollados; muchos se quejan y
-profieren dolorosos gemidos, porque se imaginan que se hallan entre
-los dientes de una pantera ó que son despedazados por león implacable;
-algunos se denuncian en sueños por faltas cometidas; éstos se creen ya
-esclavos de la muerte; aquéllos se figuran que desde elevados montes
-son precipitados á un abismo y se despiertan asustados y como fuera
-de juicio hasta que recobran lentamente su tranquilidad; un sediento
-piensa que se halla junto á un río ó en las proximidades de amena
-fuente y que bebe el agua en abundantes sorbos; los niños, muchas
-veces bajo el sueño, se creen próximos á pila ó vasija conveniente, se
-levantan los vestidos y dejan escapar de su cuerpo líquidos sobrantes
-que manchan el magnífico esplendor de las bordadas estofas. También
-aquellos jóvenes para quienes empieza á surgir el vigor de la edad y
-á sus miembros da el tiempo gérmenes fecundos ven simulacros de varia
-especie que representan figuras bellas de color y de forma, las cuales
-despiertan deseos y producen efusiones que dejan abundantes señales en
-las ropas[50]. Cada objeto ejerce influencia sobre su órgano propio, y
-solamente la imagen humana tiene poder para obligar al germen humano á
-escaparse de su natural residencia.
-
- [50] Desde este punto hasta el final del canto cuarto Lucrecio
- trata un asunto muy difícil, con una viveza de expresión poco
- grata para las exigencias de nuestra cultura. El traductor se ha
- visto obligado á velar algunas frases y á rodear de obscuridad
- algunos pensamientos del autor.
-
-
-1043. _Sollicitatur id in nobis, quod diximus antè..._
-
-El fluido generador, como antes he dicho, ejerce en nosotros cierto
-influjo cuando la edad adulta fortalece los órganos: entonces se
-reparte por todo el cuerpo, se acumula en los nervios é irrita los
-aparatos propios que determinan arranques pasionales de amor ansioso de
-emociones tranquilizadoras. En los combates se lucha cuerpo á cuerpo,
-salta la sangre de allí donde se dirige enconado golpe y el vencedor
-tan cerca de la víctima se halla que puede sacar manchado su vestido.
-
-Así, pues, el que recibe el dardo punzante de Venus, ya sea éste
-lanzado por mancebo de afeminada apariencia, ya por mujer que provoque
-amor con todo su porte, desea aproximarse á quien lo hiere para
-colmarlo de halagos: de este modo se despierta la pasión, que no es
-otra cosa más que el ansia de conseguir un goce apetecido: ese deseo,
-llamado Venus, lleva también el nombre de amor, penetra gota á gota en
-el corazón y nos inunda con suaves dulzuras y férvidos cuidados; pues
-aun cuando esté ausente la persona á quien amemos los simulacros suyos
-estarán con nosotros y llevaremos su grato nombre en los oídos.
-
-Pero si los simulacros encienden en nosotros exagerada pasión, debemos
-huir de ellos, separarnos de todo lo que favorezca su concentración, y
-distraer nuestra inteligencia entre objetos varios: si una exclusiva
-pasión nos produce cuidados y tormentos que pueden acortar nuestra
-vida, porque obra como llaga que se amplía por momentos, ó como frenesí
-que aumenta por grados, ó como enfermedad que se agrava incesantemente,
-es necesario que se busquen nuevas emociones para apaciguar la
-anterior, y en una prudente inconstancia hallar medios para dar al
-sentimiento rumbo distinto.
-
-No se priva de las dulzuras de Venus aquel que evita el amor; por lo
-contrario, obtiene frutos sin pasar quebrantos; pueden los individuos
-sanos alcanzar dichas completas, pero no aquellos miserables que tienen
-la razón trastornada, fluctúan con frenético ardor, fijan sus ojos y
-no distinguen, lastiman con sus manos crispadas y hacen daño con sus
-labios convulsos: todas esas rabiosas manifestaciones son incompatibles
-con el verdadero amor; pero Venus con delicias quebranta las penas
-y ahuyenta las amarguras. Se espera equivocadamente que tenga poder
-bastante para apagar la llama del amor el mismo ser que ha podido
-encenderla; pero esa pretensión es contraria al orden natural: es el
-amor un vivo afán que más se excita cuanto más se lisonjea. Cierto es
-que las substancias alimenticias sólidas ó líquidas, al asimilarse á
-nuestros órganos fácilmente matan la necesidad que de ellas tenemos;
-pero un semblante agraciado y un color bello no dan de sí más que
-simulacros tenuísimos que solamente producen una vaga esperanza con
-facilidad desvanecida en el aire: como el sediento se esfuerza en beber
-durante el sueño y no consigue extinguir la sed en que sus miembros
-arden, porque los simulacros del agua no llegan á sus labios aunque el
-necesitado se imagina que se halla dentro del agua, así Venus burla
-con los simulacros á los apasionados que no pueden apagar su deseo
-con la mera contemplación del objeto que aman; ni tampoco mediante el
-movimiento de las manos que errantes vagan inciertas por el cuerpo
-amado como si en él buscaran algo que los satisficiera.
-
-
-1107. _Denique, cùm membris conlatis flore fruuntur..._
-
-Finalmente, cuando en la flor de la edad se unen dos amantes y
-el cariño los aproxima ante la presencia de Venus que preside la
-fecundación femenina, se estrechan y se halagan como si quisieran ambos
-confundirse en una sola alma y en solo un cuerpo; crecen sus arrebatos
-amorosos y sus violentos ardores, que se resuelven en efluvios de
-delicias; pero los afanes que se amortiguan por la satisfacción renacen
-después de corta pausa; vuelven el mismo frenesí, el mismo furor
-y la misma rabia; los amantes anhelan llegar al fin que los atrae;
-pero no encuentran medio de extirpar el mal que padecen, hasta que
-desfallecidos caen agobiados por oculto fuego que los consume ó por
-dardo penetrante que los hiere.
-
-Añádase, además, que las fuerzas se consumen agotadas por anhelos
-eróticos; que se pasa la vida sujeta á ajena esclavitud; que se
-extingue la fortuna, y después se contraen deudas; que el crédito se
-pierde; que los deberes se olvidan; que se cae en la deshonra: se
-adquieren perfumes, lindo calzado procedente de Sición[51], joyas de
-oro y de verde esmeralda, ropas delicadas que se humedecen con el sudor
-de la persona amada; los bienes que los antepasados supieron juntar y
-legaron á sus herederos se disipan en fajas, tocas, estofas de Malta y
-de Cea[52], opíparos banquetes, dulces vinos, suaves perfumes, recreos,
-guirnaldas y coronas; y á pesar de tantos dispendios nada es bastante
-para endulzar la amargura que se experimenta, y de cuyo fondo surgen
-flores que se convierten en espinas, ya porque la propia conciencia
-acusa de que se lleva una vida ociosa ó perjudicial, ya porque alguna
-frase equívoca de la persona amada penetra hasta el fondo del corazón,
-ora porque en sus ojos se descubre una mirada furtiva en favor de
-un rival, bien porque en su fisonomía se cree hallar alguna vez una
-expresión de mortificante menosprecio.
-
- [51] Ciudad del Peloponeso.
-
- [52] Cea, isla del mar Egeo.
-
-Si grandes son los males que nos acarrea una pasión correspondida,
-mayores son los que trae consigo un amor desgraciado: es, pues,
-conveniente, vivir alerta para librarse de tantos peligros. Más fácil
-es precavernos de las celadas de amor, que romper las mallas de su red
-y cortar los apretados nudos con que Venus las estrecha.
-
-
-1151. _Et tamen implicitus quoque possis, inque peditus..._
-
-Pero aun cuando ya estés dominado por el amor, todavía podrás
-librarte de su imperio si quieres dejar de ser esclavo y observar
-con ojos serenos los defectos del cuerpo y los vicios del ánimo de
-la persona que te subyuga. Bien sé que los hombres ofuscados por la
-pasión atribuyen á la beldad amada todas las perfecciones imaginables
-que seguramente no tiene; hasta las mujeres viciosas y repugnantes
-reciben mimos, respetos, atenciones y caricias de algunos hombres.
-Tales individuos se escarnecen los unos á los otros, se aconsejan
-mutuamente para pedir á Venus que los libre de su extravagante amor,
-y los miserables, que ven el ajeno mal, ni siquiera aciertan á
-comprender sus propios errores. Si la mujer amada es muy morena, para
-el enamorado es trigueña agraciada; si es sucia y exhala mal olor,
-es poco aficionada á afeites; si tiene los ojos azules, es rival de
-Palas; si nerviosa y seca, es como la corsa de Menelao; si enana, es
-una de las tres Gracias, toda encantos; si larga y desproporcionada,
-es la personificación de la majestad; si torpe de lengua, no quiere
-hablar; si muda, prudente es; si colérica y charlatana, es luz perenne;
-si de enfermiza constitución, es delicada; si peligrosa tos padece,
-es una dulce hermosura; si es gorda y de pechos abultados, es Ceres
-amante de Baco; si chata, es como los sátiros; si de labios gruesos, es
-encantadora. Jamás terminaría si hubiera de relatar todo lo que se dice
-en este género.
-
-Pero aun cuando posea todas cuantas bondades quiera suponérsele y tenga
-de Venus toda la gracia y la belleza, ¿será la única de su especie? ¿No
-habrá vivido antes el mundo sin ella? ¿No estará sujeta á las mismas
-necesidades que afligen á las más feas, y la infeliz no se impregnará
-de fétidos olores que harán á los fámulos huir, al mismo tiempo que se
-burlan furtivamente de la hermosa?
-
-El amante que tiene prohibida la entrada en la casa de su deidad coloca
-en las puertas coronas y flores, perfuma el umbral con valiosos
-ungüentos para ver si consigue ablandarlo y besa el inflexible quicio;
-pero si al cabo llega á penetrar y de ciertos olores siente algún
-vestigio, inmediatamente busca un pretexto para ausentarse, olvida las
-quejas que por tanto espacio de tiempo lanzara y se acusa de loco por
-no haber considerado antes que á ningún mortal pueden suponerse dones
-incompatibles con su naturaleza: nuestras beldades saben á qué atenerse
-respecto de este asunto, y ocultan con exquisito cuidado á aquellos á
-quienes pretenden ligarse con vínculos de amor muy estrechos, todo lo
-que se refiere á escenas íntimas de la vida faltas de pulcritud; pero
-inútilmente las ocultan, porque sin duda, cualquiera puede suponerlas
-mentalmente; quizá por este motivo hay mujeres amables y no fatuas
-que en ocasiones dadas te sabrán tolerar algunas faltas propias de la
-humana flaqueza.
-
-No siempre, aunque sí algunas veces, la mujer suspira amor sin
-fingimiento: en esa ocasión, estrechada al cuerpo de su amante, ofrece
-á éste sus húmedos labios y con transportes solicita un largo espacio
-en la carrera del amor: de igual modo hay momentos en que todas las
-hembras, lo mismo las volátiles que las terrestres, las feroces que
-las mansas, con docilidad se someten á los férvidos ardores de sus
-compañeros. La Naturaleza impone esta sumisión de la que resultan
-fecundos goces. ¿No ves algunas veces que se martirizan aquellos á
-quienes une mutuo deleite? ¿No ves en los trivios cómo luchan para
-divorciarse canes enlazados por atracciones genéticas? Este caso nunca
-se daría si un mutuo instinto de común placer no los hubiera hecho sus
-cautivos.
-
-
-1208. _Et commiscendo cùm semen fortè virile..._
-
-Al recibir el seno de la mujer la influencia generadora masculina, la
-descendencia adquiere mayor semejanza con el padre ó con la madre,
-según de quien proceda la mayor suma de principios generativos;
-pero si tiene parecido con los dos, señal es de que, excitado el
-organismo de ambos con igual energía, uno y otro aportaron los mismos
-elementos para la obra común: se da el caso de que las personas se
-parecen á sus abuelos cuando los padres en su constitución han reunido
-principios materiales, dispersos en su inmediata ascendencia. Por este
-procedimiento, Venus reproduce las facciones de los antepasados, su
-voz, su cabello, su estatura; y este hecho es una prueba de que los
-seres constan de elementos fijos. Da origen el padre al sexo femenino
-y al varonil la madre: cierto es que la prole consta de gérmenes
-del uno y de la otra; pero en todo caso hay un principio dominante,
-derivado ya de la mujer, ya del varón.
-
-
-1232 _á_ 1288. _Nec divina satum genitalem Numina quoiquam..._
-
-Ni evitan númenes divinos la reproducción de los seres ni se oponen á
-que reciba el dulce nombre de padre ningún hombre, ni tienen eficacia
-las súplicas dirigidas á Venus, como suponen los ilusos que vierten
-sangre de sacrificios en los altares y dedican obsequios á dioses,
-mientras que piden abundantes medios para que su matrimonio sea
-fecundo. Se fatigan inútilmente con tales súplicas y tales ofrendas: es
-inevitable la esterilidad cuando la simiente es muy densa ó demasiado
-tenue; si es débil resulta inútil por falta de adherencia; si es crasa
-tiene gravedad inconveniente para la invasión de las células apropiadas
-y para la identificación consiguiente en ellas. Es indudable que
-para la eficacia de las funciones regidas por Venus son necesarias
-condiciones de adaptación entre los esposos: no todos los enlaces
-producen el mismo resultado: mujeres hay que han sido estériles en
-varios himeneos, y al celebrar otro, han podido rodearse de numerosos
-juguetones hijos; y también hay hombres que no han logrado sucesión con
-varias compañeras, y de un nuevo contrato han conseguido varios hijos
-que les alegren su vejez. Estos hechos, por su repetición, prueban que
-el humor espermático masculino y femenino debe tener adecuidad y no
-ser más craso ni más tenue que lo conveniente para que su conjunción
-no sea baldía. Los alimentos contribuyen mucho á la calidad del fluido
-generador, pues con unos se forma pesado y denso y con otros suave
-y ligero; y, por último, en los efectos de la función influye la
-forma de realizarla; según dicen, ésta es más eficaz _more ferarum
-quadrapedumque ritu_, porque la eyaculación se facilita cuando el pecho
-femenino está inclinado y alzada la región lumbar. Ciertos movimientos
-impúdicos son perjudiciales para la generación; hay cansancio inútil,
-fuerzas perdidas, la reja del arado fuera del surco, la simiente
-arrojada en terreno yermo: hagan lo que gusten las meretrices para
-producir mayores alucinaciones y para evitar resultados futuros, pero
-nuestras esposas no deben caer en deshonestidades.
-
-La mujer menos hermosa consigue hacerse amar sin la intervención de
-dioses y sin las saetas de Venus; pues una conducta morigerada, unos
-modales dignos y un cuidado honesto de su persona harán apetecible
-su trato; después el hábito creará el amor. Golpes sucesivos, aunque
-débiles, triunfan de los cuerpos duros: ¿no ves de qué manera gotas de
-agua que sin cesar caen, al cabo de algún tiempo llegan á horadar las
-peñas?
-
-
-
-
-LIBRO QUINTO
-
-
-1. _Quis potis est dignum pollenti pectore carmen..._
-
-¿Quién puede cantar dignamente con inspirado estro en honor de tales
-asuntos y de investigaciones tales? ¿Quién tiene bastante elocuencia
-para expresar los elogios que merece el esclarecido genio del que nos
-enriqueció con dones tan preciados? Nadie, pues creo que varón tan
-ilustre no tuvo mortal naturaleza, y todo el que aprecie la sublimidad
-de su obra sin duda habrá de exclamar, ínclito Memmio: «Un dios fué, un
-dios[53] el que descubrió las causas de la vida cuyo conocimiento se
-llama ahora Sabiduría, el que por arte propia separó nuestra existencia
-de las agitadas olas y profundas tinieblas que la rodeaban y la
-transportó á mar sereno por clara luz iluminado.»
-
- [53] Sin duda Lucrecio usa aquí de la palabra _dios_ en su
- acepción primitiva: sabido es que el vocablo _deus_ latino,
- como el griego θεός, provienen de la raíz sanscrita _div_ que
- significa _brillar_; en este sentido es dios, y por tanto
- inmortal, aquel que por sus hechos vive siempre en la memoria
- de los hombres. Lucrecio juzga que Epicuro no era de naturaleza
- mortal y debe ser considerado como dios supremo, porque entiende
- que el filósofo de Samos, por sus enseñanzas, brilla en la
- historia más que los otros genios de la mitología griega y romana.
-
-Compara con las suyas las empresas antiguas realizadas por otros que se
-estiman como dioses. Ceres, según dicen, dió á los hombres los cereales
-y Baco el vino; dos regalos sin los cuales bien podríamos vivir, como
-pasan muchas naciones que aun hoy mismo no los poseen; pero nadie puede
-ser feliz si carece de virtudes, y por tanto, debe ser considerado como
-dios supremo aquel que entre las gentes divulgó lecciones que endulzan
-las amargas aflicciones de la vida.
-
-Si pensaras que Hércules por sus trabajos merece tan distinguida
-preferencia, te colocarías á mucha distancia de la razón: ¿qué terror
-pueden causarnos hoy el león de Nemea con su inmensa boca siempre
-abierta, y el horrendo jabalí de Arcadia? ¿qué valdrían en nuestro
-tiempo el toro de Creta y la hidra de serpientes venenosas que
-representa la peste de Lerna? ¿qué importancia tendrían para nosotros
-la triple fuerza del tricorpóreo Gerión, y los caballos de Diómedes
-que por la nariz lanzaban fuego en Tracia, en la comarca de Bistania
-próxima al monte Ismaro? ¿y las temibles garras de las aves que
-habitaban las riberas del lago Estínfalo en Arcadia? ¿y el furioso
-dragón de encarnizados ojos que enroscado en el árbol correspondiente
-guardaba las manzanas de oro del jardín de las Hespérides, situado
-en el litoral Atlántico, á cuyos puertos ni nosotros ni los Bárbaros
-pretenden arribar? ¿qué daño nos podrían causar los otros monstruos de
-parecida especie si vivieran hoy como eran antes de ser vencidos? Creo
-que ninguno: en toda la tierra hay animales feroces que invaden los
-elevados montes y las profundas selvas, y fácilmente podemos evitar su
-arriesgado encuentro.
-
-Pero si los vicios penetran en el corazón ¡qué rudas batallas nos dan y
-qué peligros nos crean! ¡Cuántos anhelos, temores é inquietudes produce
-la sórdida avaricia! ¡cuántos males corroen nuestra alma evocados por
-la soberbia, la deshonestidad, la petulancia, la ociosidad y el lujo!
-
-Y el haber subyugado á tantos enemigos, no con el empuje de las armas,
-sino con las enseñanzas de la razón, ¿no es motivo suficiente para que
-un hombre sea colocado entre los dioses? Pero hizo todavía más: habló
-divinamente acerca de los dioses inmortales y puso de relieve ante el
-mundo los arcanos de la Naturaleza.
-
-
-57. _Quojus ergo ingressus vestigia, nunc rationes..._
-
-De este genio he de seguir la senda, y desde luego continuaré la
-exposición de mis razonamientos, destinados á patentizar que tienen
-todos los seres criados una cierta necesaria duración, porque nada
-hay que pueda substraerse á las leyes de la vida. He tratado ya del
-alma, que se forma con el cuerpo y no puede ser eterna, y también de
-los simulacros ó imágenes que en sueños se nos presentan como sombras
-de personas que han existido y nos asustan: ahora el orden exige
-que te hable de la creación y descomposición del mundo; acerca de
-las atracciones y repulsiones de los cuerpos simples que han podido
-originar la Tierra, el Cielo, el Mar, las Estrellas, el Sol y el globo
-de la Luna; de qué modo nacieron los animales terrestres y tenemos
-representaciones de otros que nunca han existido; de la manera cómo
-los individuos de la especie humana comenzaron á comunicarse mediante
-la palabra modulada por inflexiones de la voz; de cómo el temor de lo
-ignorado engendró en nuestra alma la idea de los dioses y dió motivo
-para la invención de los sagrados bosques, lagos, templos, altares y
-simulacros de los númenes.
-
-Te explicaré, además, las causas del curso del Sol y de los movimientos
-de la Luna y de la energía con que la Naturaleza gobernante los dirige,
-para que no entiendas que entre el Cielo y la Tierra han surgido por
-libre determinación de ellos mismos y bajo la inspección de dioses con
-el fin de favorecer el desarrollo de los animales y de los frutos.
-Muchos hombres que llegaron á considerar imposible la existencia de
-esas divinidades en las regiones celestes, cuando tratan de conocer
-la marcha regular del Universo, y especialmente en lo que se refiere
-al etéreo espacio, empujados por su ignorancia se despeñan de nuevo
-en las obscuridades profundas de las religiones y consideran cómodo
-admitir los tiranos dioses que á su gusto reparten el bien y el mal:
-los desgraciados no saben distinguir entre lo que puede ser y lo que no
-puede ser, y no conocen que todo lo existente en cierto grado participa
-de la potencia universal.
-
-
-93. _Quod superest, ne te in promissis plura moremur..._
-
-Ahora, pues, para no cansarte más con promesas, observa primeramente
-los mares, las tierras y el cielo, tres cuerpos que son, ¡oh Memmio!
-de naturaleza desemejante, de especie diferente, de textura diversa,
-pero que serán arruinados en un día y así quedará deshecha la máquina
-del mundo, por tantos años conservada. No se me oculta lo extraña que
-parecerá la teoría de la subversión futura y lo difícil que me ha
-de ser la divulgación de verdades nunca enunciadas y que no pueden
-comprobarse con los sentidos, únicas puertas por donde es posible
-que la evidencia penetre en nuestra alma; pero las expondré, á pesar
-de estos inconvenientes, pues quizá no esté muy lejano el día en que
-pruebas claras apoyen mis enseñanzas, y aun tal vez que nuestro mundo
-llegue á trastornarse entre convulsiones: ¡ojalá no sucedan así las
-cosas, y no sean los hechos sino la reflexión despertada por mis ideas
-el medio que te demuestre que es posible la demolición del mundo!
-
-Antes de que empiece á explicarte las leyes en que descansa el orden
-universal, leyes más sagradas y más ciertas que los oráculos dictados
-por la Pitonisa de laurel coronada y subida en el trípode apolónico,
-voy á ofrecerte algunas consideraciones que tu ánimo levanten: no
-caigas en la debilidad de creer que en consonancia con lo que las
-religiones dicen, la Tierra, el Sol, el cielo, el mar, las estrellas
-y la Luna sean cuerpos divinos que han de permanecer como ahora se
-muestran, eternamente, y que son impíos como los Gigantes[54], y
-merecedores de horribles penas aquellos malvados que afirman la
-posibilidad de que se deroguen los fundamentos del mundo, se apague el
-rutilante luminar del día y mueran los llamados seres inmortales.
-
- [54] Los Gigantes que pretendieron escalar el cielo, es decir,
- los hombres atrevidos que desearon conocer la ciencia del mal y
- del bien.
-
-Tan distantes se hallan de la condición divina esos cuerpos y tan
-indignos son de figurar colocados entre los dioses, como que, según
-cuanto puede comprenderse, constan solamente de una materia bruta
-incapaz de sensaciones; porque no puede suponerse que á todos los
-cuerpos sea dado poseer alma inteligente y sensible: así como no pueden
-existir árboles en el aire, nubes en el mar, peces en el campo, en
-la madera sangre y savia en la piedra, de igual modo no puede nacer
-alma sin cuerpo ni existir sin nervios y sangre, porque el orden
-consiste en la determinación de cada ser con arreglo á sus condiciones
-constitutivas; y si otra cosa fuera posible, también sería fácil que el
-ánimo surgiese en la cabeza, en los hombros ó en otra parte del cuerpo,
-si de cualquier modo estaba en el mismo individuo, en el mismo vaso;
-pero como ya sabemos que el ánimo y el alma crecen y se desarrollan en
-esfera propia, no tenemos razón para afirmar que fuera de los seres
-animados puedan existir, ya sea en las profundidades de la Tierra ó en
-el fuego del Sol, ya en las masas de agua ó en la extensión del aire.
-Luego no tan solamente aquellos cuerpos carecen de esencia divina, sino
-también de sensaciones que les den vitalidad animada.
-
-Y por este motivo no debes creer que en alguna parte del mundo haya
-mansiones destinadas para residencia de númenes: si éstos son delicadas
-substancias que los sentidos no pueden percibir y la inteligencia
-apenas comprender, y si escapan además á nuestro tacto, deberán tener
-relaciones con algo que del orden sensible exceda, porque no puede
-tocar lo que es incapaz de ser tocado. Luego la morada propia de los
-dioses debe ser muy diferente de la nuestra y tan sutil como su cuerpo;
-afirmación que en otro lugar te demostraré extensamente[55].
-
- [55] Es opinión generalmente admitida que Lucrecio no cumplió su
- promesa, quizá por su prematura muerte.
-
-
-157. _Dicere porrò hominum causâ voluisse parare..._
-
-Decir, pues, que para bien de los hombres quisieron los dioses formar
-el mundo y que por este favor les debemos gratitud; pensar que eterno
-es é inmortal ha de ser lo existente; añadir que es un crimen aportar
-razones encaminadas á probar que es destructible ese edificio labrado
-por inteligencia divina, y fingir otras invenciones de esa especie ¡oh
-Memmio! es delirar. ¿Qué beneficio habría de producir á los inmortales
-nuestra gratitud, para que ese incentivo los moviera á realizar una
-obra destinada solamente para nuestra dicha? ¿Qué motivos podrían tener
-los dioses que desde toda eternidad habían vivido en reposo, para
-concebir deseos de cambiar de vida en un momento dado? Aspira á una
-mudanza de posición aquel que en su antiguo estado se encuentra mal;
-pero el que no ha sufrido nunca daño y en serenidad pasa ilimitado
-tiempo, ¿cómo puede sentir impulsiones para alterar su calma? Y si la
-eternidad yacía en triste confusión hasta que brilló el origen creador
-de las cosas, á nosotros ¿qué mal podía causarnos el no haber nacido?
-Puede apetecer la vida el que felicidades goza desde que participa de
-ella; pero el que nunca gustó delicias, ¿qué pierde si no es creado?
-
-¿Cómo pudo germinar para los dioses el modelo de todas las cosas y la
-idea del hombre? ¿cómo los númenes concibieron la obra que después
-llevaran á cabo? Si la Naturaleza misma en desdoblamientos sucesivos no
-dió la creación hecha, ¿de qué modo los dioses conocieron la fuerza
-de los elementos simples y las aplicaciones que ofrecía? En todo
-tiempo los primeros principios atraídos y repelidos mutuamente, por la
-acción de su propia gravedad se han agitado con movimientos múltiples
-en el espacio y de variadas maneras se han asociado en combinaciones
-creadoras: no es, pues, admirable el hecho de que en el transcurso de
-los tiempos, como resultado preciso de sus mudanzas y movimientos,
-hayan constituido una Suma total con energías bastantes para ser
-renovada perpetuamente.
-
-Pero aunque no conociera las cualidades propias de los principios
-generadores de todas las cosas, aún me atrevería á asegurar, mediante
-la contemplación del cielo y de todas las cosas existentes en el
-espacio, que de ningún modo el Universo ha podido ser hecho para
-nosotros por inspiración divina: ¡tantos defectos contiene!
-
-
-202. _Principio, quantùm Cœli tegit impetus ingens..._
-
-Primeramente, en todo cuanto cubre la inmensa extensión del cielo hay
-una parte considerable ocupada por altas montañas, por bosques donde
-las fieras dominan, por estériles rocas, inmensos lagos, y el mar,
-que en su dilatada extensión comprende muchas regiones, y además, dos
-partes vedadas al hombre por insufrible calor y asiduo hielo[56];
-aun lo restante sería convertido por la Naturaleza espontáneamente en
-selva si la acción humana, estimulada por las necesidades de la vida,
-no acometiera trabajos muy penosos para remover la tierra con el rudo
-arado, para excitar los gérmenes asimilables del suelo y promover
-la fecundidad de las glebas; porque sin esta labor la tierra no se
-desenvolvería para dar producto útil; todavía en muchas ocasiones,
-después de costosos esfuerzos cuando las plantas florecen ó cuando
-fructifican son quemadas por ardiente sol, ó azotadas por fuertes
-huracanes, ó destruidas por los hielos, ó dispersados sus frutos por
-tempestades violentas.
-
- [56] Consideraban los antiguos que la tierra estaba dividida
- en cinco regiones: Lucrecio se apartó de esa opinión; Ovidio y
- Virgilio la sostuvieron.
-
-¿Por qué en el mar y en la tierra nacen y se propagan razas de
-horribles fieras, enemigas crueles de la especie humana? ¿por qué
-las estaciones del año vienen acompañadas de un propio séquito de
-enfermedades? ¿por qué hay tantas muertes prematuras?
-
-También el niño, como náufrago arrojado á la playa por embravecidas
-olas, yace desnudo en el suelo, necesitado con urgencia de todo
-auxilio, desde el momento en que la Naturaleza lo arranca del seno
-materno para presentarlo á la clara luz: con tristes lamentos llena el
-lugar en que se halla, y motivadamente, pues el desgraciado comienza
-desde aquel instante una carrera de infortunios[57]. En cambio los
-mansos ganados y las armadas fieras crecen cómodamente, no experimentan
-necesidad de juguetes ni aun siquiera de aprender el medio expresivo
-de que se vale su cariñosa nodriza; tampoco tienen que preocuparse con
-los vestidos que han de usar en las varias estaciones, y no echan de
-menos armas para defenderse ni fortalezas que los guarden, porque, para
-ellos, abundantemente la tierra produce y la Naturaleza es pródiga.
-
- [57] Todos los pueblos pensaban que el nacer era una desgracia;
- de esta creencia surgió la idea del celibato como virtud, entre
- los egipcios, entre las sectas hebraicas de esenios y nazarenos,
- y en algunas escuelas de India, Persia y Grecia.
-
-Y pues los cuerpos sólidos, los líquidos, las leves auras, los cálidos
-vapores y cuanto constituye el Universo nacen y mueren, también nuestro
-mundo ha de estar sujeto á la misma ley; porque no puede un todo
-substraerse de la condición que afecta por igual á todas sus partes.
-Si veo que todos los miembros y todos los organismos del mundo perecen
-y se remueven, lícito ha de serme afirmar que también el Cielo y la
-Tierra habrán tenido un tiempo de aparición y caerán en ruina.
-
-No supongas, Memmio, que discurro precipitadamente al afirmar que la
-Tierra y el fuego serán consumidos por la muerte, y que el agua y el
-aire también perecerán: he dicho que desaparecerán para renacer y
-crecer de nuevo.
-
-Una parte de la Tierra abrasada por el fuego del Sol y pisada por
-nuestros piés se convierte en torbellinos de polvo que la violencia de
-los vientos dispersa; otra parte es destruida por las lluvias y aun las
-márgenes de los ríos son continuamente devoradas por el batir de las
-corrientes; y, por último, como todo cuerpo que sirve de alimento á
-otro necesariamente ha de sufrir diminución, y la Tierra no solamente
-es sepulcro sino también es madre de muchos seres, indudable es que la
-Tierra ha de estar sujeta á pérdidas y reposiciones continuas.
-
-
-262. _Quod superest, humore novo mare, flumina, fontes..._
-
-Con sucesivas renovaciones de agua el mar, los ríos, las fuentes
-siempre abundan y se perpetúan; y no es menester decir que su caudal es
-favorecido por continuos tributos que de varias partes les llegan, pero
-también disminuido por incesantes evaporaciones que causa el Sol con
-su ardiente influencia y por otras pérdidas que ocasionan los vientos
-con su fuerte soplo: otras porciones de agua penetran en la tierra por
-medio de filtraciones ó en sal se convierten, ó vuelven sobre su curso
-y se juntan al nacimiento de los ríos para correr límpidas por los
-cauces que les facilitan paso.
-
-Tratemos ahora del aire, el cual en todos los momentos sufre numerosas
-variaciones: los efluvios que brotan de los cuerpos en ese vasto Océano
-se pierden y á la vez éste da materiales para la renovación de todas
-las cosas; de lo contrario, todo cuanto existe con el tiempo en aire
-se convertiría: contribuyen, pues, todos los cuerpos mediante sus
-continuas emanaciones á la formación del aire, y éste da elementos para
-la composición de todos los seres.
-
-El Sol, perenne foco de claridad, etéreo astro que baña el cielo con
-su brillo continuamente renovado, sin cesar enriquece su corriente
-luminosa con no interrumpidas producciones de luz, porque siempre sus
-rayos se extinguen al llegar á su destino. Te será fácil convencerte
-de la exactitud de esa observación si reparas en que al ponerse las
-nubes entre el Sol y nosotros el manantial luminoso queda cortado é
-inmediatamente desaparece en su parte inferior; entonces la Tierra se
-obscurece en la porción correspondiente á las nubes interpuestas: de
-este hecho puedes inferir que los cuerpos necesitan luz de renovación
-no interrumpida, que todo rayo luminoso al momento en que surge se
-consume, y que no podríamos ver los objetos si faltasen las continuas
-emisiones de luz solar.
-
-También las luces de que nos valemos por la noche, artificialmente
-obtenidas en lámparas y antorchas de las que se derivan torrentes de
-humo y de llamas, dan fulgores vacilantes pero no interrumpidos, porque
-la rapidez con que su corriente se renueva es tal que súbitamente
-reemplaza á la luz que va á extinguirse por otra nueva que se forma.
-Algo parecido sucede con el Sol, la Luna y las estrellas, y, por tanto,
-lejos de considerar inalterables esos cuerpos debes creer que nos
-alumbran por efecto de sus continuas emisiones tan pronto consumidas
-como renovadas.
-
-Finalmente; ¿no ves de qué manera el tiempo deja marcado su paso
-en las piedras, y cómo torres elevadas sucumben, rocas se deshacen
-en polvo, templos y estatuas de dioses se destruyen y acaban en
-ruinas, sin que esos dioses puedan salvar los límites de las cosas ó
-contrariar las leyes de la Naturaleza? ¿No vemos que otros monumentos
-levantados en honor de los hombres también se quebrantan como cuerpos
-minados por vejez? ¿No sabemos que de lo alto de algunas montañas se
-desprenden enormes bloques de granito incapaces para sufrir inmutables
-la demolición del continuo suceder? Pues no caerían como arrancados
-repentinamente ó bajo la acción de un choque si hubieran resistido los
-continuados asaltos del tiempo.
-
-
-319. _Denique jam tuere hoc circùm supràque, quod omnê..._
-
-Considera esa inmensa capa que rodea la Tierra, la cual, según algunos
-dicen, en sí contiene y absorbe todo cuanto existe; principio también
-tuvo y tendrá fin porque toda materia que sirve para nutrir á otros
-seres se desgasta, así como aumenta cuando varios elementos se le
-incorporan.
-
-Además, si el Cielo y este mundo que habitamos carecieran de principio
-y siempre hubieran existido, ¿por qué no se conoce algún poeta que
-haya cantado hechos gloriosos anteriores á la guerra de Tebas y á la
-destrucción de Troya? ¿por qué no se conserva de otras nobles acciones
-el recuerdo engalanado con fama inmortal?
-
-Con certeza el Universo tiene cierta novedad y nuestro mundo aún está
-en sus comienzos; su edad es muy corta: por este motivo aún las artes
-no han adelantado y algunas hay que ahora se inventan; hasta hoy
-no ha empezado la marina á hacer progresos y la harmonía musical á
-perfeccionarse; en fin, el conocimiento de la naturaleza de las cosas
-hace muy poco tiempo que se ha iniciado, y soy el primero que lo puede
-comunicar en nuestra lengua patria.
-
-Porque si crees que todas estas cosas han existido antes de ahora,
-pero que la razón humana pereció consumida por fuego devorador y que
-las ciudades fueron arruinadas por los trastornos del mundo, ó que
-torrentes copiosos de lluvias han podido sobre éste furiosos descargar
-hasta sumergirlo, más fácil te será creer en la futura destrucción del
-Cielo y de la Tierra; pues si una vez cayeron tantas desdichas sobre el
-mundo y éste pasó tantos peligros, el efecto sería más destructor si
-la causa que lo combatiese fuera más enérgica: y, en verdad, nosotros
-mismos para creernos mortales el único fundamento que tenemos es el de
-saber que participamos de la misma condición que otros á quienes la
-Naturaleza arrebató la vida.
-
-Para que un cuerpo subsista eternamente es necesario, ó que sus
-componentes sean por completo sólidos y resistan el choque, la
-penetración y la disociación producidos por otros cuerpos, como sucede
-á los elementos de la materia, de los cuales con extensión hemos
-tratado anteriormente, ó que no sea susceptible de choques, como el
-vacío, que permanece siempre intacto y nunca puede ser destruido, ó,
-por último, que no esté rodeado por un espacio al que sean lanzados
-sus fragmentos; de esta manera última es eterna la Suma de las sumas,
-fuera de la cual no hay nada que pueda alterarla ó disolverla, ni
-lugar en que se disipe, ni agentes que la disminuyan ó quebranten.
-Pero como ya he demostrado, el mundo no tiene solidez absoluta, porque
-en todas las concreciones hay que admitir intersticios; ni tiene las
-condiciones del vacío porque hay en la Naturaleza otros cuerpos que
-pueden producir trastornos en su composición y rodearlo de invencibles
-peligros; existe, además, un espacio infinito donde el globo terráqueo
-puede anularse y sus elementos ser precipitados á la disolución[58].
-Por tanto, el Cielo, el Sol, la Tierra y los mares no tienen cerradas
-las puertas de la muerte, sino franqueadas de par en par. Y si el mundo
-está sujeto á muerte no ha podido existir sin tener comienzo; alguna
-vez debió salir de la indeterminación durable de los tiempos.
-
- [58] Lucrecio repite los versos 808 al 827 del canto III, si bien
- con algunas pequeñas variaciones.
-
-
-381. _Denique tantopere inter se cùm maxima Mundi..._
-
-Y la impía guerra que los más importantes organismos del mundo entre
-sí mantienen desde tiempos muy remotos, ¿crees que nunca tendrá fin?
-Tienden el Sol y otros focos de calor á absorber todos los líquidos y
-á obtener sobre ellos una victoria hasta ahora no alcanzada á pesar
-de sus esfuerzos; intentan acumuladas aguas caer en aluvión sobre el
-Océano y ocasionar un diluvio ó producir extensa inundación, pero los
-vientos arrebatadores y los ardientes rayos de Sol secarían los mares
-antes de que las aguas llegaran á conseguir aquel resultado. Con igual
-constancia sostienen los dos rivales guerra llevada á todas las cosas;
-pero consideremos que, si la tradición no miente, ya una vez se dió el
-caso de que el fuego dominase victorioso en toda la Tierra y otra vez
-ocurrió que las aguas la invadieron casi por completo. Cuando el fuego
-venció, parte del mundo fué abrasado por causa de la inexperiencia del
-jovenzuelo Faetonte, que dejó marchar en fogosa carrera los caballos
-del Sol por todas las tierras y considerable extensión del espacio;
-pero el Padre Omnipotente, impulsado por terrible indignación, disparó
-rayo certero sobre el atrevido mozo, y éste cayó herido; entonces Febo,
-después de la desgracia de su hijo se presentó en el Cielo, tomó
-la dirección del eterno luminar del mundo, sujetó los caballos, aún
-jadeantes, los colocó en el camino que debían recorrer y restableció el
-orden: esta fábula y otras semejantes cantadas por los poetas griegos
-de la antigüedad son desechadas con desprecio por la razón, porque
-ésta comprende que si el fuego hubiera llegado á dominar en la Tierra
-mediante una inmensa cantidad de moléculas ígneas por todas partes
-extendidas, forzosamente ó el fuego habría sido apagado por contraria
-fuerza ó el mundo habría quedado consumido por voraz incendio. Y cuando
-las aguas resultaron vencedoras, según dicen, muchas ciudades fueron
-destruidas y en su trabajo demoledor las contuvo una opuesta energía
-procedente de fuera del Universo; entonces las lluvias cesaron y los
-ríos disminuyeron su furia.
-
-
-417. _Sed quibus ille modis conjectus materiai..._
-
-De cuál sea el proceso que los principios de la materia hayan seguido
-para la formación del Cielo, de la Tierra, del profundo Océano y del
-curso del Sol y de la Luna, trataré ahora con método; pues ciertamente
-ni por deliberación se han colocado en orden los elementos de las
-cosas, ni por combinaciones concertadas han adoptado los movimientos
-que siguen: por su propia gravedad impelidos, por choques numerosos
-empujados los unos por los otros, de múltiples maneras atraídos, se
-juntaron, se repelieron, se combinaron, se desunieron, y después de
-variaciones indefinidas, llegaron á asociarse en masas y éstas formaron
-el protoplasma que se desenvolvió en tierra, mar, cielo y seres
-animados.
-
-Aún el disco del Sol no iluminaba con su espléndida luz el espacio,
-ni existían las estrellas del mundo, ni mar, cielo, tierra ó aire ni
-cosa alguna semejante á las que nos rodean; había solamente confusión
-caótica de elementos. Pero algunas partes comenzaron á disgregarse de
-esa masa; por afinidad se formaron moléculas, se configuró el mundo,
-seguidamente en la continuación del propio desenvolvimiento de éste
-se determinaron sus miembros, y de toda clase de cuerpos simples se
-constituyeron sus órganos; entonces la discordia de los principios
-materiales, motivada por la diversidad de sus atracciones, movimientos,
-gravedad y resistencia, se hizo más cruda; sus varias formas sirvieron
-de obstáculo para que en unidad indiferenciada se mantuviesen, y por
-necesidad se formaron masas homogéneas disgregadas del conjunto; de la
-tierra quedó separado el alto cielo; todas las aguas constituyeron el
-mar y el fuego etéreo brilló aparte.
-
-Primeramente, los elementos más graves y más intrincados se unieron
-y se colocaron en medio de las capas inferiores, y cuanto más se
-enredaron apretadamente, con mayor rapidez se desprendió de ellos la
-materia idónea para la formación del mar, las estrellas, el Sol, la
-Luna y el ámbito del mundo; de estos últimos los principios generadores
-son más ligeros, más redondos y más pequeños que los de la Tierra,
-y por la misma causa, el éter, con algunas partículas ígneas que le
-acompañaron, fueron los primeros cuerpos determinados que por los
-poros de la masa térrea pudieron escapar y constituirse; así como
-frecuentemente vemos brillantes gotas de rocío que bajo la acción de
-matutina áurea luz de claro sol centellean sobre las hierbas, ó como
-exhalan suaves nieblas los lagos y los ríos, ó como de la tierra se
-desprenden emanaciones vaporosas que forman en las alturas una especie
-de tejido que oculta á nuestra vista el cielo, así también el éter,
-aunque fluido y ligero, por condensación formó una especie de envoltura
-que rodea nuestro mundo. Siguió la formación del Sol y de la Luna,
-globos que en los espacios giran entre el éter y la Tierra; ni ésta ni
-aquél pudieron atraerlos, porque dichos globos no son bastante pesados
-para quedarse en la parte inferior, ni tan ligeros que puedan volar por
-las mayores alturas: así han permanecido en una intermedia situación
-donde se revuelven como cuerpos vivos y partes que son del mundo;
-también algunos órganos de nuestro cuerpo no pueden cambiar de posición
-mientras otros se mueven.
-
-Ya esta obra cumplida, la Tierra, de repente, en el sitio en que existe
-la inmensa extensión cerúlea, abrió amplias fosas donde se recogió el
-líquido salado: en el decurso de los días, condensada la tierra cada
-vez más y batida por los rayos solares en la dirección del centro á la
-periferia quedó libre de los elementos acuosos y los mares aumentaron
-su volumen; también las moléculas de aire y fuego se acumularon en
-las alturas hasta muy lejos del mundo; al mismo tiempo los montes se
-levantaron y aparecieron formadas las llanuras; porque no es posible
-que las rocas sobresalgan sino cuando el resto de la tierra queda
-abatido. Así el globo terrestre en concreción diferenciada por su
-peso y consistencia se constituyó, y el limo del mundo por su propia
-gravedad se precipitó, como heces, á su fondo.
-
-Primeramente está el mar, por encima el aire, después el éter y el
-fuego, fluidos todos que si bien constan de elementos puros simples,
-por su composición resultan unos más ligeros que otros; el menos denso
-de todos es el éter, que se acumula sobre las ondas del aire, con las
-cuales nunca se confunde, y libre les deja el dominio de las peligrosas
-tempestades y de las violentas borrascas; y con marcha regular circula
-de su brillante luz acompañado. Una muestra del movimiento con que el
-éter puede moverse, nos da el mar que en constante flujo y reflujo se
-agita.
-
-
-510. _Motibus Astrorum nunc quæ sit causa, canamus._
-
-La causa del movimiento de los astros canto é investigo ahora. Si lo
-que en realidad gira es el vasto recinto que los contiene[59], será
-necesario suponer que los dos polos del mundo se hallan comprimidos
-y estrechados por corrientes de aire que tienden á encontrarse; una
-superior, que empuja á nuestro cielo en la misma dirección que siguen
-los cuerpos relucientes del mundo, y otra inferior, que en sentido
-contrario casi los arrastra, como vemos que en los ríos se mueven las
-ruedas y los cangilones de noria. Si el cielo permanece inmóvil[60],
-será necesario admitir que los astros giran con movimientos circulares,
-ya porque el fluido etéreo, elástico y sutil como es, tienda á
-escaparse y en movimiento rápido siga la dirección de la superficie
-curva, fenómeno que daría motivo á la revolución de los cuerpos
-siderales, ya porque el movimiento sea dado á éstos por el aire
-exterior, ó bien porque esos mismos seres estén dotados de propias
-energías para buscar de una parte á otra del espacio el alimento
-ígneo que los atrae[61]. Difícil es declarar cuál de estos sistemas
-que tratan de explicar el movimiento del mundo sea el más conforme á
-la realidad; y por mi parte, después de atender á los hechos que la
-observación nos da á conocer, referentes á tantos mundos parecidos al
-nuestro como la Naturaleza ha constituido, me limito á exponerte las
-causas, admitidas como bastantes, que pueden poner en movimiento á los
-astros: una ha de haber, sin duda, que desempeñe funciones tan graves;
-pero cuál sea ella, no se atreverá á afirmarlo quien proceda cautamente
-en asunto de tanta importancia.
-
- [59] Esta era opinión de Anaxágoras, según testimonio de Diógenes
- Laercio.
-
- [60] Así pensaba Anaxímenes, si hemos de creer á Plutarco.
-
- [61] Algunos griegos y romanos suponían que los astros eran seres
- vivos necesitados de alimento.
-
-Nos veremos obligados á admitir que la Tierra pierde poco á poco su
-volumen y disminuye en la misma proporción su gravedad si la suponemos
-inmóvil en el centro del Universo y asentada sobre capas de aire, á
-las cuales se halle unida en relación perfecta, como lo testifica el
-hecho de que no actúe sobre ellas de modo que las haga descender, de
-igual modo que los miembros del hombre no oprimen á éste, ni la cabeza
-ejerce presión sobre el cuello, ni el peso de todo el cuerpo abruma á
-los piés, aunque un objeto extraño menos grave que su propio individuo
-cause molestia á cualquiera persona. Para apreciar el equilibrio que
-resulta entre varias cosas, debe tenerse en cuenta el lazo de unión
-que las liga: la Tierra no es un cuerpo extraño que de repente se haya
-colocado encima de masas de aire, sino un ser que en todo tiempo se ha
-desenvuelto con ellas, y de este modo es del Universo un sumando, lo
-mismo que todo miembro de un cuerpo es parte de este mismo[62].
-
- [62] El sistema acariciado por Lucrecio para explicarse las leyes
- de la gravitación, que hasta Newton no fueron más que entrevistas
- confusamente por los pensadores, es el mismo que sostuvo Plinio,
- no más exacto, pero no menos erróneo que los admitidos por
- Jenófanes, Empedocles, Anaximandro y Aristóteles.
-
-Tan pronto como la Tierra sufre el sacudimiento de una tempestad
-comunica el impulso recibido á todo lo que se halla en su propia
-superficie, fenómeno que no se podría efectuar si no estuviese ligada
-en unión íntima con los fluidos aeriforme y eterino: los tres cuerpos
-tienen raíces entrelazadas y las mismas desde toda la duración de los
-tiempos. ¿No ves de qué manera, aun siendo el cuerpo con su pesantez
-carga abrumadora para el alma con su delicadeza, lo puede ésta sostener
-en virtud de la íntima unión que entre ellos existe? ¿Y qué fuerza
-puede regir los veloces movimientos del cuerpo, sino el poder del alma,
-que gobierna los miembros? ¿No has notado que siempre la unión de una
-débil substancia y de un cuerpo muy pesado ofrece como producto una
-considerable energía, según se observa en la combinación del aire con
-la Tierra y en la formación del alma con el cuerpo?
-
-
-565. _Nec nimiò Solis major rota, nec minor ardor..._
-
-Ni el disco del Sol puede ser mayor ni menor su fuego de lo que á los
-sentidos se muestran. Si de un foco ígneo surgen luz y calor que hasta
-nosotros llegan con toda la plenitud de su influencia á pesar del
-espacio que hayan recorrido, parece que en el trayecto no han debido
-perder volumen ni intensidad; y puesto que el calor y la luz del Sol
-mueven nuestras sensaciones y tiñen de color los objetos, el tamaño y
-la forma de aquel astro serán, con escasa diferencia, tales como los
-vemos[63].
-
- [63] Los errores de Epicuro y de Lucrecio acerca de esta materia
- sorprenden, porque están en contradicción con los principios que
- sostenían respecto á las apariencias fenomenales.
-
-La Luna, ya se mueva en el espacio iluminada con luz propia, ya
-brille con fulgores reflejados, como quiera que sea, no tiene mayor
-volumen, según parece, que el que distinguimos desde la Tierra. Todos
-los cuerpos que á distancia colocados vemos á través de grandes masas
-de aire, se nos muestran confusos y como si no tuvieran delineadas
-sus márgenes; pero la Luna se nos ofrece claramente con forma bien
-determinada y con límites perfectamente marcados: luego necesario
-es que sea, allá en las alturas, tal como desde aquí la percibimos.
-Últimamente, los puntos brillantes que ves en el etéreo espacio (ya
-que distinguimos en la Tierra su luz y notamos su claro centelleo y
-su ardor, y por tanto, nada han de haber perdido en la distancia,
-cualquiera que sea ésta, que los separa de nosotros), lícito es pensar
-que no han de ser mucho mayores ni menores que los contemplamos.
-
-Y no te admire el hecho de que el Sol, aunque no sea muy grande, pueda
-emitir luz bastante para llenar los mares, la Tierra, el cóncavo Cielo,
-y esparcir por todas partes su calor; tal vez sea como un manantial
-único de donde proceda toda la luz de este mundo, ó sea foco donde
-los elementos ígneos se acumulen para repartirla después por toda la
-Naturaleza. ¿No ves cómo una fuente, quizá pequeña, riega extensos
-prados y á veces inunda las campiñas? Puede suceder que el fuego del
-Sol, aunque escaso, toque en las capas de aire que rodean al astro
-luminoso, y éstas conviertan en llamas el fuego que reciben, como
-las mieses y la paja son devoradas por incendio que produce una sola
-chispa; y acaso el Sol, aunque resplandece mucho con luz rosácea, en el
-espacio del éter esté rodeado por abundantes fuegos sin brillantez, los
-cuales cumplan la función de aumentar, los rayos y el calor del astro
-luminoso.
-
-Ni es fácil de explicar ni aún se conoce perfectamente la causa que
-al Sol obligue á pasar desde las calientes regiones á las heladas de
-Capricornio y después se traslade al signo de Cáncer para volver al
-solsticio del estío; ni por qué la Luna emplee un solo mes en recorrer
-el mismo espacio que representa la carrera del Sol durante un año: no
-es simple ni conocida, vuelvo á decir, la causa de este fenómeno,
-si bien es verosímil la explicación que Demócrito da acerca de este
-asunto: según aquel pensador, los astros, cuanto más se aproximan á la
-Tierra, tanto menos pueden ser envueltos en las corrientes etéreas,
-porque la velocidad y fuerza de éstas decrecen á medida que descienden;
-por este motivo el Sol, colocado en la parte inferior de las
-constelaciones ardientes, se atrasa en su carrera con relación á otros
-cuerpos sobre los cuales se encuentra, y la Luna, que aún está más
-baja, más distante de los cielos y más aproximada á la Tierra, acompaña
-mucho menos á los signos en sus movimientos; y como el torbellino la
-arrastra levemente, con facilidad es alcanzada por los astros que la
-exceden en sus giros. Por tanto, aunque parece que llega muy pronto á
-los signos, lo que en realidad sucede es que éstos llegan á ella más
-pronto.
-
-Quizá haya en el mundo corrientes alternativas de aire procedentes de
-regiones diversas que puedan á tiempos fijos empujar al Sol desde los
-signos del estío hasta el solsticio del invierno, y después desde los
-helados climas hacia los cálidos signos; si fuera exacta la teoría
-esta, sería necesario suponer que la Luna y las estrellas, impelidas
-por esas corrientes alternas de aire, describen una revolución en los
-grandes años[64].
-
- [64] Tal vez se refiera Lucrecio á los años comprendidos en un
- ciclo de revolución sideral de que hablan las tradiciones de más
- remoto origen. Los Brahmanes de la India admitían el año cósmico
- formado por doce mil años divinos, cada uno de los cuales se
- componía de algunos millares de años solares. Pueden consult.
- págs. 101 y sigs. de _El Alma según las esc. fil. de la Ind._,
- por M. R. Navas.
-
-¿No ves que las nubes impulsadas por los vientos contrarios ya suben,
-ya bajan, y siempre siguen opuestas direcciones? ¿Y por qué los astros
-no han de ser llevados de igual modo por diversas corrientes y con
-distinto rumbo?
-
-
-649. _At nox obruit ingenti caligine terras..._
-
-La noche cubre de impenetrable obscuridad la Tierra, ya porque el Sol
-llega disipado al término de su curso, y deja apagar sus fuegos que en
-el camino se han debilitado por el rozamiento con el aire, ya porque
-la misma fuerza que obliga á los rayos del Sol para remontarse tanto,
-podrá también obligarlos á prolongar su marcha por debajo de nosotros
-en dirección contraria.
-
-La Aurora se presenta en tiempos fijos en los vastos dominios del éter
-y descubre la luz, ya porque el Sol tienda á anticipar su regreso de
-las regiones que debajo de nosotros quedan, y dore con sus rayos el
-cielo; ya porque diariamente en períodos regulares se junten fuegos
-y corpúsculos ígneos, y todos los días formen un nuevo Sol[65]; así
-pueden verse, como la tradición dice, desde las elevadas cumbres del
-monte Ida, algunos fuegos dispersos que se juntan por las madrugadas y
-forman un globo luciente que recorre el espacio[66].
-
- [65] Opinión de Heráclito: Jenófanes pensaba también que había un
- Sol para cada clima.
-
- [66] Diodoro de Sicilia, Estrabón y Juvenal hablan de esa
- tradición.
-
-Y no debe causarte admiración el hecho de que en épocas fijas puedan
-reunirse tantas partículas de fuego que restauren el brillo y el calor
-del Sol, porque vemos que otros muchos fenómenos ocurren también en
-tiempos fijos: en las mismas épocas todos los años florecen los árboles
-y maduran las frutas; en la vejez se caen los dientes debilitados,
-y á tiempos fijos los jóvenes se cubren de menudo vello y sienten
-en el rostro los empujes de la barba; la lluvia, la nieve, el rayo,
-los vientos y las nubes siguen movimiento regular en las estaciones.
-Al determinarse cada ser muestra una propia energía que puesta en
-acción sigue invariablemente el turno que le corresponde en el orden
-universal. Aumenta la duración de los días cuando la de las noches
-disminuye y ésta crece cuando aquélla se acorta, porque el Sol, que
-siempre es el mismo, sobre las tierras y debajo de ellas, describe
-arcos desiguales que cortan el Cielo en porciones diferentes, y lo hace
-con tal regularidad, que da á cada parte del mundo la porción de luz de
-que ha privado al hemisferio opuesto, hasta que en su curso llega al
-fin del signo donde las noches son iguales á los días, porque la parte
-del espacio en que se halla se encuentra á igual distancia del aquilón
-y del austro, término de la rotación anual del Sol, y punto desde donde
-con igualdad esparce su fuego, tanto por el Cielo como por la Tierra:
-así á lo menos lo enseñan aquellos que han representado por medio de
-imágenes las regiones del cielo. Puede también suceder que el aire, muy
-denso en algunos sitios, no dé acceso á los vacilantes rayos del Sol,
-y éstos no puedan penetrar con facilidad en los rumbos del Oriente,
-y por este motivo las noches del invierno son muy lentas y parecen
-interminables por lo mucho que se retarda la aparición de la luz
-diurna; ó puede suceder que del año en partes alternas corren, ya más
-despacio, ya más aprisa, las moléculas de fuego que reunidas componen
-el Sol, y determinan así las estaciones.
-
-
-703. _Luna potest Solis radiis percussa nitere..._
-
-Quizá brilla la Luna porque en ella se reflejan los rayos de la luz
-del Sol: en este supuesto, la claridad que nos comunique ha de ser
-más amplia cuanto más distante se halle del Sol, hasta que al estar
-enfrente de ese astro su bello y redondo aspecto brille con plena luz
-en el horizonte, donde contempla la desaparición del Sol por el mismo
-sitio en que ella se levanta. Después, en dirección contraria ocultará
-su luz poco á poco y esconderá su brillo á medida que se acerque al
-disco del Sol y camine por la mitad opuesta á la posición de los
-signos. Así piensan los que en la Luna no ven otra cosa más que una
-esfera que tiene los movimientos por debajo del Sol; y entiendo que esa
-opinión es aceptable.
-
-Y puede ser que la luz que nos muestra sea propia y que en la emisión
-de los fulgores ofrezca distintas formas. En ese caso deberá admitirse
-la intervención de un cuerpo opaco que se mueva al mismo tiempo que la
-Luna y paralelo á ésta, á la cual tape su luz en ocasiones; y también
-puede la Luna ser considerada como una esfera que tenga una sola
-mitad iluminada y al girar en movimiento de rotación presente varios
-aspectos, porque primeramente nos ofrecería su parte iluminada y poco
-á poco ésta se ocultaría hasta desaparecer totalmente de nuestra vista;
-en esta opinión descansa el sistema que los Caldeos sostienen en contra
-del parecer de los Griegos; pero ambas explicaciones son verosímiles, y
-no hay bastantes datos para considerar una cualquiera de esas doctrinas
-superior á la otra.
-
-No es imposible que una nueva Luna sea creada con variadas formas,
-de las cuales se destruya en un día la que en el anterior se haya
-formado, se dé otra para el siguiente día y reemplace cada una á la
-anterior. Es difícil negar este aserto, porque se conforma con el
-régimen del Universo, en el cual se rehacen las cosas: aparece la
-primavera acompañada por el Amor y precedida del Céfiro que bate las
-alas, mientras que la madre Flora le prepara camino de flores y de
-perfumes: después síguese el calor, tras éste la aridez y luego viene
-Ceres llena de polvo por el soplo de los vientos etesios[67]; sigue el
-otoño, compañero de Baco, en cuyo séquito vienen tempestades, vientos,
-el altisonante Vulturno[68] y el ruidoso Austro[69] que anuncian las
-tormentas. Después de ellos nos visitan la nieve, el entorpecedor
-frío y el insufrible invierno que hace batir los dientes. Y si en
-tiempos fijos y con regular orden se suceden esos hechos, ¿habríamos de
-admirarnos si naciera y muriera la Luna en tiempos dados?
-
- [67] Etesios, vientos del Nordeste.
-
- [68] Vulturno, viento entre el euro (Levante) y el noto (del Sur).
-
- [69] Austro, vendaval fuerte del Sur.
-
-Los eclipses de Sol y los de Luna pueden ser atribuidos á varias
-causas: quizá pueda la Luna substraer á la Tierra la claridad del Sol
-y ocultar el brillo de éste por medio de la interposición de su opaca
-masa que absorba ó intercepte los rayos del foco luminoso: ¿y no podría
-existir otro cuerpo, opaco igualmente, que produzca ese efecto? ¿y no
-puede suceder también que el Sol en ciertas ocasiones se amortigüe y
-pierda su brillo que después recupere cuando haya pasado por regiones
-donde el aire no ofrezca adecuadas condiciones para hacer luminosas
-las emanaciones de aquel astro? Y si alternativamente puede la Tierra
-privar de luz á la Luna, y tener por debajo el Sol, mientras que el
-astro de revolución mensual se muestra obscurecido por la cónica sombra
-que se le pone delante, ¿no podrá suceder que otro cuerpo cualquiera
-se coloque frente al Sol, interrumpa su fulgor y nos despoje de su
-brillante luz? Pero si la luz de la Luna es propia, y no reflejada del
-Sol, ¿no podrá languidecer al pasar por ciertas regiones donde haya
-algún fluido contrario que apague todos sus fuegos?
-
-
-770. _Quod superest, quoniam magni per cærula Mundi..._
-
-Como ya he dilucidado el proceso de formación del mundo en las
-regiones cerúleas, los varios giros que el Sol y la Luna tienen en el
-espacio y la fuerza que puede impulsarlos, así como la causa probable
-de que algunas veces pierdan su luz y por algún tiempo nos dejen á
-obscuras como quien ya cierra, ya abre los ojos, y con la sombra apaga
-la claridad y con la claridad extingue las tinieblas; ahora debo
-retroceder á los comienzos del mundo, inquirir lo que en los tiempos
-de su antigua evolución obró la Tierra, y cuáles fueron las primeras
-producciones que expuso á la inconstancia de los vientos y á la
-influencia de la luz.
-
-En un principio, la Tierra dió á las colinas toda clase de hierbas
-y de verdor; los campos fueron esmaltados de flores y de musgo; los
-árboles de varias especies después de crecer levantaron sus ramas á
-las auras; así como á las aves y cuadrúpedos, cuando se hallan en la
-primera edad, les brotan respectivamente plumas, pelo y cabello, así
-también la Tierra empezó á dar hierbas y arbustos, y después produjo la
-especie animal con diferentes destinos y agrupados sus individuos en
-clases distintas; ciertamente los animales no caerían del Cielo, ni los
-habitantes de la Tierra brotarían de las saladas aguas. Por esta razón
-con motivo se da nombre de Madre á la Tierra, porque es el origen de
-todo lo existente sobre ella. Si vemos que aun hoy nacen de la Tierra
-bajo la acción de la humedad y del Sol muchos animales, no deberá
-sorprendernos la consideración de que en la época de efervescencia de
-sus energías, la Naturaleza pudiera producir seres vivientes de gran
-volumen y muy numerosos.
-
-Primeramente nacieron los pájaros y toda la variada especie de
-volátiles, los cuales comenzaron á salir de los huevos con el calor
-primaveral, de igual modo que las cigarras aun en nuestros días dejan
-sus envolturas en el estío y de seguida se lanzan á buscar su alimento.
-En aquel tiempo apareció también la raza humana: moléculas adecuadas
-existentes en el agua y en el fuego, atraídas por lugares apropiados en
-los campos, sirvieron para promover el crecimiento de ovarios fecundos
-unidos á la tierra por especiales raíces, y cuando el embrión formado
-llegó á la época de madurez, su energía propia le permitió salir de la
-humedad para respirar el aire libre, y la Naturaleza, abierta por todas
-partes, introdujo en las venas del nuevo ser zumos sabrosos parecidos
-á la leche.
-
-Así como las mujeres después del parto sienten en los pechos
-exuberancia de agradable jugo que sirve de grato alimento para sus
-recién nacidos, la Tierra de esta manera sustentaba á sus criaturas
-humanas; la plácida temperatura hacía innecesario todo abrigo, y el
-suelo cubierto de menudo césped les preparaba agradable y cómodo lecho.
-No sufría el mundo en aquella remota edad el penetrante frío, ni los
-nimios calores, ni los fuertes vientos; esos fenómenos han tenido
-también su época de aparición. Justamente merece la Tierra el nombre
-de madre, porque ella fué la que dió vida al género humano, cuasi á
-la vez que formó á los animales de toda especie, lo mismo á los que
-viven errantes por las tierras que aquellos otros de variadas formas
-que vuelan por los aires. Pero la energía prolífica de la Tierra había
-de tener un término; así como los años esterilizan á la mujer también
-consumieron la fecundidad de la Tierra; el tiempo muda la naturaleza
-del mundo; los estados se suceden; nada permanece estacionario; todo
-cambia; todo se transforma para que todo tenga vida. Se consume un
-cuerpo en putrefacción ó sucumbe herido por la vejez, al mismo tiempo
-que otro se levanta por el lado opuesto y se fortifica; así en el
-transcurso de los días se muda la naturaleza del mundo; incesantemente
-cambia de estado; no puede hacer hoy lo que antes hiciera; hoy hace lo
-que antes no podía hacer.
-
-
-858. _Multaque tum interiisse animantû sæcla necesse est..._
-
-Muchas especies de animales debieron forzosamente perecer: las que
-ahora existen se han conservado, unas por la virtud de su energía, de
-su astucia, de su ligereza, y otras por el auxilio que les concedemos
-en cambio de la utilidad que nos reportan; el cruel león y otras
-bestias feroces, á su fuerza deben su propia conservación; la zorra á
-sus ardides; el ciervo á su carrera; pero el fiel y vigilante perro,
-los animales de carga, la sufrida oveja y el laborioso buey están
-sostenidos por nuestra protección; siempre se veían perseguidos por
-las fieras, anhelantes de paz, deseosos de entregarse á los pastos sin
-peligros, y nosotros les ofrecemos esas ventajas en recompensa del
-provecho que nos proporcionan. Pero los animales á quienes su propia
-constitución ha negado fuerza de resistencia y condiciones de utilidad,
-¿por qué habían de ser nuestros protegidos? Condenados á ser víctimas
-de las otras razas, así vivirán hasta que la Naturaleza los extinga
-completamente.
-
-Entonces la Tierra tendía á producir animales de tamaño y de figura
-monstruosos: el más notable de éstos fué quizá el andrógino, que tenía
-formas propias de los dos sexos y que difería igualmente de uno y de
-otro: unos animales aparecían en la vida sin piés, otros sin manos,
-aquéllos sin boca, éstos sin ojos; y aun se producían cuerpos en que
-los miembros estaban mutuamente adheridos y correspondían á seres
-incapaces para avanzar ó retroceder, para huir de los peligros y para
-proporcionarse alimentos.
-
-Como éstos surgían otros monstruos en tanto que la Naturaleza
-establecía un orden; pero no pudieron avanzar en la edad ni
-desarrollarse ni reproducirse. Para el cumplimiento de esta última
-función y transmitir á otros seres la vida recibida, son necesarias
-algunas circunstancias: en primer lugar la adecuación de los alimentos;
-en segundo lugar la formación de gérmenes fecundos esparcidos en todo
-el cuerpo y la constitución de apropiados canales conductores; y en
-tercer término la adaptación de los órganos sexuales con mutuos goces.
-
-Pero ni han existido Centauros ni podían formarse especies de
-naturaleza doble y de cuerpo doble con miembros de razas distintas;
-combinación de elementos heterogéneos es imposible. Á nadie ha de ser
-difícil comprender esta verdad.
-
-En primer término, el caballo á los tres años de su vida se halla en
-la fuerza de su edad; pero no así el hombre, que todavía en ese tiempo
-busca el pecho que lo amamanta; el número de años que disminuye la
-fuerza de los caballos y obliga á éstos á rendirse bajo el peso de la
-vejez, es el mismo que representa la juventud del hombre y la época en
-que éste fortifica sus miembros y en que su rostro se cubre de vello.
-No creas que de la unión de semillas de caballos y de hombres pueda
-formarse centauros, ni que haya sido posible la existencia de Escilas
-que tuviesen la mitad inferior del cuerpo de figura y forma de perro,
-ni otros monstruos de este género compuestos de miembros incompatibles
-porque pertenezcan á seres que tienen diferente desarrollo, diversa
-juventud, muy distinta índole, son excitados por Venus, de maneras
-varias, tienen otras costumbres y se alimentan con substancias
-diferentes; pues ya sabemos que nutre á las cabras la cicuta que es
-veneno mortífero para los hombres.
-
-Las llamas queman y consumen el rojizo cuerpo de los leones, lo mismo
-que las vísceras y sangre de todos los animales. ¿Cómo pudiera suceder
-que ese monstruo de triple constitución llamado Quimera, con cabeza de
-león, cuerpo de cabra y cola de dragón, pudiera arrojar de su cuerpo
-fuego á llamaradas? Afirmar que por ser nueva la Tierra, y el Cielo
-reciente, era muy posible que se produjesen tantos monstruos, sin que
-en apoyo de esta idea se halle más razón que la vana y frívola de la
-novedad, es dar motivo para las fantásticas y absurdas suposiciones de
-la fábula: debe decirse lo mismo respecto de la suposición de que por
-las tierras circulasen ríos de oro; de que las flores de los arbustos
-fuesen de diamantes, y de que los hombres dotados estuviesen de fuerza
-y de estatura bastantes para saltar de un paso la vasta superficie
-de los mares y para hacer girar con las manos todo el cielo. Aunque
-la Tierra contenía innumerables gérmenes productores, de los cuales
-se formaron muchas especies de animales, no por eso hemos de creer
-que pudiese producir seres de elementos opuestos, y unir en un mismo
-individuo miembros de animales diferentes; es lo cierto que plantas,
-mieses y arbustos que la faz de la tierra cubren, nunca nacen juntos y
-confundidos, sino tiene cada uno su peculiar esfera y conservan todos
-las diferencias que la Naturaleza les ha señalado.
-
-
-923. _Et genus humanum multò fuit illud in arvis..._
-
-El género humano, en aquel tiempo en que andaba por los campos
-vagabundo, tenía más vigor que hoy, lo cual debería suceder porque la
-Tierra que lo había producido era también más vigorosa; los huesos
-del hombre eran más sólidos y más robustos; sus nervios más fuertes,
-sus vísceras más enérgicas; el frío no le molestaba, el calor no
-le afligía; ni le inquietaba la alimentación ni le preocupaban las
-dolencias; para él pasaban los años con indiferencia mientras vivía
-errante y formaba rebaño como las fieras; no trabajaba con el duro
-arado, ni mullía la tierra con el hierro, ni sembraba arbustos ni
-manejaba la hoz para podar las ramas de los altos árboles; aplacaba
-su hambre con lo que espontáneamente le daban el Sol, la lluvia, la
-Tierra; las encinas glandíferas le ofrecían abundante sustento, y las
-madroñeras que en el invierno se cargan de frutos de color purpurino,
-eran entonces más numerosas y más fecundas; el mundo, en fin, en los
-albores de su concreción, daba clases variadas de alimentos que, para
-los míseros mortales, estaban siempre de sobra. Para saciar la sed
-convidaban los ríos y las fuentes, y, como ahora, las aguas descendían
-murmuradoras desde elevadas montañas y á los animales advertían que
-de ellas podían beber hasta saciarse. Por la noche los hombres se
-acomodaban en grutas que después se llamaron templos de las ninfas,
-donde brotaban claros manantiales que lavaban las húmedas rocas; las
-húmedas rocas de centelleante musgo cubiertas, desde las cuales caían
-las aguas lentamente sobre las planicies para correr después abundantes
-por los campos.
-
-Ni sabían utilizar el fuego ni aprovechar las pieles y otros despojos
-de los brutos para cubrir su desnudez; se refugiaban de la inclemencia
-del tiempo en lo hueco de los montes, en las selvas y florestas, y
-apiñados afrontaban el ímpetu de los vientos y de las lluvias. No
-comprendían los intereses comunes, y por tanto no habían regulado
-sus relaciones y tratos; cada cual se apoderaba de lo que tenía á
-mano: la Naturaleza no había despertado en ellos más deseo que el
-de vivir cada uno para sí mismo. Venus en las selvas juntaba á los
-amantes; á veces un mutuo ardor los conciliaba; en ocasiones el hombre
-acudía á la violencia para satisfacer su encendido afán, ó ganaba
-la condescendencia femenina por dádivas de bellotas, de madroños ó
-de selecta pera. De las manos y de los piés se valían para hacer
-guerra á los feroces animales y lanzarles pedradas á distancia, ó de
-cerca darles golpes con palos; de esta manera vencían á algunos,
-pero con frecuencia tenían que huir de ellos y buscar refugio en las
-cavernas. Cuando llegaba la noche, se tendían desnudos en el suelo
-como los jabalíes y se tapaban con hojas y ramas; no es de creer que
-temerosos de la noche[70] errantes por las selvas, invocaran entre
-gritos y lamentos la claridad del día: por lo contrario, silenciosos
-y entregados á profundo sueño, esperaban que el Sol con su espléndido
-fulgor bañase de luz el cielo: acostumbrados á ver desde la infancia
-que en tiempos continuados la luz y las sombras se suceden, no se
-admiraban de que así ocurriera, ni temían que una interminable noche
-sepultase al mundo en las tinieblas después de apagar la claridad
-diurna. Les ocasionaban, sí, positivo temor las fieras que invadían
-sus moradas, perturbaban su reposo y les causaban graves daños: muchas
-veces, intempestivamente, durante la noche, eran visitados por el fiero
-león ó por el cerdoso jabalí, y llenos de temor se veían precisados
-á escaparse por el techo de piedra y dejar su lecho de hojas á tan
-incómodos huéspedes.
-
- [70] Tradición india.
-
-Y no por lo dicho ha de suponerse que la muerte hiciera más estrago
-que ahora entre los hombres; cierto es que muchos eran cogidos y
-devorados por las fieras, á las cuales ofrecían continuado banquete con
-su cuerpo, mientras con lamentos llenaban los bosques y las montañas;
-verdad es que algunas veces veían cómo sus miembros palpitantes eran
-encerrados en viviente sepulcro; también es cierto que no pocos
-hombres, aunque lograban escapar de las garras feroces, llevaban el
-cuerpo lleno de heridas, cuyos bordes oprimían con mano convulsa entre
-horribles dolores que les arrancaban gritos para llamar la muerte, y
-que al cabo, sin obtener alivio y sin saber curar sus heridas, de las
-que se apoderaban los gusanos, perdían la vida. Pero no eran como ahora
-llevados á la guerra millares de soldados que mueren en un solo día,
-en un solo instante; ni los buques arrojaban á muchas personas contra
-los escollos; entonces, sin peligro alguno para los hombres, el mar
-levantaba airado sus ondas ó apacible las calmaba: la tranquilidad de
-las aguas no era bastante seducción para nadie; el arte de navegar,
-tan homicida, no había comenzado; en la nada estaba sumido. Tal vez
-en remotos días la muerte era consecuencia de falta de alimentación;
-hoy la abundancia es causa del mismo efecto; quizá entonces, por
-ignorancia, los hombres morían envenenados; hoy el arte los envenena.
-
-
-1009. _Indè casas postquam, ac pelles, ignemque parârunt..._
-
-Tan pronto como fué conocido el uso de las chozas, de las pieles y del
-fuego, y vivieron en mutuo consorcio una mujer y un hombre, y éstos
-saborearon las honestas delicias del matrimonio y vieron prole de ellos
-mismos formada, el linaje humano comenzó á adquirir suaves costumbres;
-el fuego permitió que sobrellevaran las molestias del frío aquellos
-que ya no podían sufrir los rigores del invierno bajo la techumbre del
-cielo; Venus templó las rudezas y luego los hijos ablandaron fácilmente
-la dura índole de los padres: en esta situación se creó amistad entre
-los hombres que se habían establecido en lugares inmediatos, y fruto de
-ella fué el respeto mutuo y la protección concedida á la debilidad de
-las mujeres y de los niños, pues con voces inarticuladas y con gestos
-debieron de convenir en que la conmiseración por conveniencia de todos
-se debía otorgar á la flaqueza. Sin duda alguna este último acuerdo
-no fué general, pero innegablemente fué observado con lealtad por los
-más y los mejores, pues de lo contrario la raza humana se hubiera
-extinguido y no habría llegado hasta nuestros días.
-
-La Naturaleza enseñó á usar de la lengua para emitir diferentes
-sonidos, y la necesidad sugirió la idea de dar nombres á las cosas,
-como vemos que incita á los niños que aún no saben hablar para que
-señalen con el dedo los objetos que desean. Cada ser experimenta
-impulsos acomodados á las energías de que dispone; aún el novillo
-no tiene astas y ya da topetazos inofensivos con la frente; los
-cachorros de la pantera y de la leona, antes de que dispongan de uñas
-y de dientes, tratan de morder y de rasgar; los hijuelos de todas
-las aves ensayan temblorosos vuelos antes de que las alas auxilien
-sus esfuerzos. Por tanto, sería locura el pensar que un solo hombre
-pudiera denominar todas las cosas, y luego los otros no hicieran más
-que imitarle; pues evidente es que si un hombre pudo articular palabras
-y emitir varios sonidos, los otros hombres podrían hacer lo mismo en
-igual tiempo.
-
-Añadamos que si los hombres en sus relaciones no hubieran hecho uso
-de palabras, no habrían llegado á conocer la importancia de ellas, y
-por este motivo el que las hubiese inventado no habría podido llevar
-adelante su proyecto en favor de un lenguaje. Ningún hombre tendría
-fuerza bastante para hacer aprender á los otros los nombres que hubiera
-querido aplicar á las cosas, ni habría podido hacerse entender por
-medio de signos orales que los otros no conocían. Nadie prestaría
-oídos y dedicaría su atención á lecciones explicadas con sonidos
-completamente extraños, los cuales herirían sus órganos auditivos
-inútilmente. Y ¿por qué ha de sorprendernos que la raza humana,
-poseedora de órganos apropiados para significar las impresiones que
-la afectan, haya designado con voces especiales todas y cada una de
-las cosas que le rodean ó le interesan, cuando vemos que los animales
-domésticos y aun las mismas fieras con gritos de inflexiones distintas
-representan el dolor que los embarga, el miedo que los oprime, el gusto
-que los seduce? Estos hechos están patentes para la observación: el
-mastín, de formidables mandíbulas, cuando en un primer acceso de ira,
-contraídos los labios, muestra los temibles dientes que castañetean,
-lanza ladridos amenazadores que se diferencian mucho de los que emplea
-en otras ocasiones para significar su alarma; y cuando acaricia á sus
-cachorros, á los cuales da golpes con las patas desuñadas, lame con
-languidez y muerde con dientes amorosos, también da gritos de alegría
-que no pueden confundirse con los aullidos que deja oir en la soledad,
-ni con los gañidos que emite cuando temeroso evita el látigo de su
-dueño.
-
-¿Relincha el caballo de igual modo cuando impulsado por ardoroso
-instinto pasa con gallardo brío por entre las yeguas, ó cuando el
-estrépito de las armas lo conmueve, ó cuando otra causa excita sus
-miembros? Por último, los pájaros, las aves de toda clase, como el
-halcón, el quebrantahuesos y el mergo que busca en las olas marinas
-su necesario sustento, dan gritos diferentes según varían las
-circunstancias en que se encuentran; el graznido que usan cuando toman
-su alimento no es el mismo que emiten cuando porfiadamente defienden
-una presa. También hay algunas aves que modifican su canto con arreglo
-al estado atmosférico: se encuentran en ese caso la antigua especie de
-la corneja y la grey del cuervo, los cuales, según dicen, crascitan
-de modo especial para anunciar viento, lluvia ó tormentas. Y pues
-los animales, aunque mudos sean, disponen de variedad de tonos en
-la voz con arreglo á las impresiones que reciben, ¿por qué no ha de
-considerarse natural el hecho de que los hombres hayan designado las
-cosas diferentes con palabras diversas?
-
-
-1090. _Illud in his rebus tacitus ne fortè requiras..._
-
-Para que en silencio no te quede alguna duda, te diré desde luego que
-el rayo pudo proporcionar fuego á los mortales y ser el foco de llamas
-que nosotros utilizamos, como aún hoy vemos que á veces en la Tierra
-arden muchos cuerpos encendidos por el rayo formado en las alturas;
-pero también observamos que largas ramas de copudos árboles azotados
-por el viento rozan con otras ramas de árboles vecinos, y de empeñada
-colisión, entre unas y otras sostenida, brotan centellas luminosas que
-llevan el incendio á la arboleda; pudo, pues, el fuego tener también
-este origen.
-
-El Sol nos enseñó á cocer y á ablandar las substancias dedicadas para
-nuestras comidas, porque los hombres notaron que los rayos del astro
-luminoso maduran los frutos de la Tierra; y desde que adquirieron
-ese conocimiento introdujeron en las costumbres y en los alimentos
-sucesivos cambios para los cuales el fuego sirvió de motivo fundamental.
-
-Los señores comenzaron á edificar ciudades y á erigir castillos que les
-sirviesen para defensa y para refugio: los ganados y los campos fueron
-distribuidos, y en el reparto obtuvieron beneficio los hombres que
-sobresalían por su belleza, por su fuerza ó por su ingenio, que fueron
-en el comienzo de las sociedades los únicos signos de distinción:
-fué después inventada la riqueza, y apareció el oro que asumió todo
-valimiento y todo honor; pues sabido es que la belleza y la fuerza se
-rinden humildes ante el poder convencional del oro.
-
-Regla de conducta debe ser para el hombre que arregla su vida á los
-dictados de la razón el considerar que las mayores riquezas consisten
-en la moderación y en la justicia; no es pobre el que poco desea.
-Hombres hay, no obstante, que hacen depender su tranquilidad y su
-fortuna de la opulencia y del poder; ¡error grave!: tan numeroso es
-el concurso de los que aspiran á obtener riquezas, que se ha hecho
-difícil y peligrosa la empinada senda que á ellas conduce, y aun muchas
-veces los que alcanzan sus alturas sirven de blanco á los dardos de
-la envidia que los precipita, con desprecio, al Tártaro profundo. Más
-vale obedecer en paz que gobernar en guerra. Dignos de lástima son
-los que envueltos en sudor y en sangre luchan ciegos en la estrecha
-vía de la ambición; no comprenden que la envidia, como el rayo, ataca
-principalmente los puntos elevados, y como se guían por ajeno parecer,
-ajustan sus actos más á lo que oyen que á sus propios pensamientos. Así
-los hombres son y han sido siempre, y así en lo sucesivo habrán de ser.
-
-Pero después de las matanzas hechas por los reyes, la majestad de
-ellos, sus tronos, sus cetros, y los adornos ensangrentados con que
-la frente cubrían fueron arrojados al suelo, escarnecidos y pisoteados
-por las multitudes, porque llega un día en que se conculca aquello que
-en el anterior por miedo se adoraba; el poder volvió entonces á los
-pueblos, y como todos los hombres no podían gobernar, se eligieron
-algunos magistrados que ejercieran esa función, y se dictaron órdenes,
-á las cuales, por conveniencia general, todos los individuos de las
-tribus se hubieron de someter, pues cansados de vivir entre violencias,
-odios é inquietudes, estimaron agradable el yugo de la ley como
-garantía del derecho. Terribles eran los resultados de las meditadas
-venganzas (que nuestras justas leyes no toleran), y los hombres,
-ansiosos de salir de aquella situación de zozobras y desconfianzas,
-establecieron penas y castigos que engendran temores. La injusticia y
-la iniquidad caen en sus propios lazos; sus efectos revierten á los que
-las producen, pues no hay descanso ni reposo para aquel que infringe
-las leyes sociales, el cual, por más que se oculte de los dioses y de
-los hombres, vivirá siempre con recelo de que su delito se divulgue,
-supuesto que han existido muchos malvados que durante el sueño ó en el
-delirio de la fiebre de aguda enfermedad han declarado los crímenes
-que hubieran cometido y que habían sabido ocultar durante muchos años.
-
-
-1160. _Nunc quæ causa Deum per magnas numina gentes..._
-
-No es difícil de explicar ahora la serie de ideas que llevaron á las
-gentes á admitir en el mundo la intervención de dioses, en cuya honra,
-y por cuyo temor los pueblos levantaron altares, establecieron ritos,
-instituyeron ceremonias que forzosamente han de preceder y acompañar
-al desarrollo de toda empresa; erigieron templos, dedicaron días de
-fiesta, inventaron cultos. La raza humana en aquellos tiempos, aun
-durante la vigilia, creía ver en todas partes egregias imágenes de
-dioses que alcanzaban proporciones gigantescas bajo las ilusiones
-del sueño, y á las cuales suponía dotadas ya de sensaciones, ya
-de actividad, porque se le figuraba que movían los miembros y que
-hablaban con arrogancia como correspondía á su majestuosa figura y
-amplias fuerzas; les atribuía la inmortalidad, porque siempre se las
-representaba con igual belleza y forma, y consideraba que los dioses no
-habían de estar sujetos á mudanzas, porque á su volumen y resistencia
-no habría poder capaz de producir daño; al mismo tiempo, la prole
-humana tenía por muy felices á los dioses, porque los suponía exentos
-del temor de la muerte y se imaginaba que habían de estar con agrado
-entretenidos en labores maravillosas.
-
-Cuando, además, consideraba el orden constante y regular del Cielo y
-el cambio periódico de las estaciones y no sabía explicarse la causa
-de esos fenómenos, hallaba cómodo el pensar que eran árbitros de la
-Naturaleza unos dioses que disponían de todas las cosas á su antojo.
-Y supuso colocada la residencia de esos dioses allá en las mismas
-alturas donde entendía que el Sol y la Luna habitan y se mueven; donde
-creía ver que surge la luz, nacen las sombras, se forman los meteoros,
-giran las noctívagas estrellas, vuelan fuegos errantes, se condensan
-las nubes, soplan los vientos, se forja el rayo y tienen su origen las
-heladas nieves, los destructores granizos, las furiosas tempestades,
-los horrísonos truenos que le parecían espantoso eco de las amenazas de
-los dioses.
-
-Infeliz especie humana, que atribuye tales hechos á seres imaginarios,
-á los cuales considera influidos por acerbas iras. ¡Cuántos gemidos ha
-arrancado, cuántas heridas ha abierto, cuántas lágrimas ha producido
-á la descendencia de los hombres esa invención! La piedad no puede
-consistir en cubrirse la cabeza con espesos velos, dar vueltas
-alrededor de una estatua y visitar altares; ni tampoco en prosternarse
-y levantar las manos ante los templos de los dioses, y menos en inundar
-las aras con la sangre de cuadrúpedos, ni en hacer votos con juramento,
-sino en observar atentamente con ánimo sereno los sucesos todos.
-Cuando se levanta la vista y se contemplan los palacios celestiales
-del Universo, las regiones etéreas tachonadas de estrellas rutilantes
-y el movimiento regular del Sol y de la Luna, siente el pecho cierta
-vaga inquietud que anubla la abrumada frente, porque se recela que
-exista un alto poder capaz de gobernar á su gusto los astros; pero las
-dudas que asaltan la mente engendradas son por la ignorancia, la cual
-hace temer que el mundo haya tenido principio y tenga, por tanto, fin;
-que sus murallas no puedan resistir el movimiento y los choques á que
-están expuestas, y que, aun admitido un divino creador de la mansión
-terrestre, ésta no pueda vencer las inmensas dificultades de una eterna
-duración.
-
-Y, además de lo dicho, ¿á quién no apoca el ánimo el espanto de los
-dioses, y á quién no causa estremecimientos de pavor el trepidar de
-la Tierra cuando ruge el estruendo formidable de horrísona tormenta
-y retumba el rayo en los ámbitos del Cielo? ¿No se asustan en esas
-ocasiones los pueblos y los individuos? Los soberbios reyes, por
-el temor poseídos, ¿no se abrazan temblorosos á las imágenes de sus
-dioses, de las que esperan que aplacen el momento en que hayan de
-sufrir el temido castigo correspondiente á sus crímenes? Y cuando
-viento impetuoso encrespa las ondas del mar y barre de la cubierta
-de los buques las legiones y los elefantes que llevan, el jefe de la
-flota, ¿no procura con súplicas, votos y promesas, aplacar la ira de
-los dioses para que el viento deponga su furor, se calmen las olas y
-el tiempo abonance? Pero clama en vano, y tal vez envuelto en agitado
-torbellino sea lanzado sobre las rocas donde halle infausta muerte.
-Parece, sin duda, que un poder oculto se burla de las preocupaciones
-humanas y considera despreciables las hoces y las segures que los
-hombres tienen en tanta estima[71]. Y si el hombre observa que bajo
-sus piés la Tierra se estremece y que en ocasiones las ciudades se
-convierten en ruinas, ¿tiene algo de extraño que de su propia debilidad
-persuadido crea en poderes misteriosos de ilimitada fuerza que
-gobiernen arbitrariamente el Universo?
-
- [71] En opinión del traductor, Lucrecio se expresa aquí (versos
- 1232 á 1235 del canto V) en sentido irónico. Bayle, Gassendi,
- Molière, Pongerville y Lima Leitao interpretan de otro modo el
- pasaje transcrito.
-
-
-1240. _Quod superest, æs, atque aurû, ferrûque repertû est..._
-
-Más adelante se descubrieron el bronce, el oro, el hierro, la pesada
-plata y la esencia del plomo cuando las ingentes selvas de los elevados
-montes quedaron consumidas por el fuego, ya fuera éste prendido por el
-rayo, bien propagado en las florestas por los guerreros para combatirse
-los unos á los otros, ya encendido por hombres pacíficos deseosos de
-convertir las selvas en prados y tierras de labor, ó quizá utilizado
-por esos mismos para destruir las fieras, con cuyos despojos intentaran
-enriquecerse, pues el foso y el fuego se emplearon en las empresas
-venatorias antes de que se destinaran para ellas la engañadora red
-y la ruidosa jauría. Como quiera que fuese, cuando las llamas con
-chisporroteos crujientes devoraron los bosques y consumieron desde las
-altas ramas hasta las profundas raíces de los árboles, la Tierra, lo
-mismo que si hubiera sido cocida por el fuego, de sus abrasadas venas
-produjo ríos de oro, de plata, de bronce y de plomo que se precipitaron
-á los sitios cóncavos, donde, enfriados, ofrecieron color brillante,
-lustre, gracia, y al solidificarse tomaron la forma de las cavidades
-que los contenían. Al observar este último fenómeno, los hombres
-tuvieron la idea de fundir los metales y hacer con ellos objetos de
-distinta figura, después de batidos y adelgazados; de esta manera
-llegaron á fabricar unas armas que sirvieron para ataque y defensa en
-las batallas, otras para labrar las tierras y otras para serrar, pulir,
-cortar, abrir á golpes, romper y taladrar. Quisieron hacer del oro y de
-la plata el mismo uso que del bronce, pero inútilmente, porque ninguno
-de esos metales tenía la dureza necesaria para el áspero trabajo á que
-lo destinaban: por este motivo el bronce era muy estimado, mientras que
-el oro se miraba como inútil, porque fácilmente se embotaba la punta
-de las armas que se fundían con él; hoy, por lo contrario, el bronce
-ha caído en depreciación, y el oro es tenido en alta estima. Así todo
-muda en el tiempo: lo que un día estuvo en auge, al siguiente cayó en
-descrédito; lo que una vez estuvo en olvido, otra vez fué muy celebrado
-y de todos los hombres mereció alabanzas, honores y agasajos.
-
-Ahora, mediante los datos que ya tienes, puedes comprender cómo se
-llegó al uso del hierro: las primeras y más antiguas armas fueron las
-manos, las uñas, los dientes, las piedras, las ramas de los árboles,
-y, por último, las llamas y el fuego tan pronto como fueron conocidos:
-poco tiempo después se descubrieron el hierro y el bronce, pero el
-bronce fué primeramente utilizado porque se ofrecía en abundancia y
-era fácil de trabajar: de bronce eran los instrumentos para labrar la
-tierra, las armas usadas en los combates y las empleadas para llevar la
-muerte por todos los sitios y proteger el hurto de ganados, pues los
-hombres, desnudos é inermes, se veían en la precisión de ceder ante los
-que llevaban armas. El hierro fué después convertido en espada; la hoz
-de bronce perdió la preferencia; la tierra se trabajó con férreo arado,
-y la voluble suerte de los combates fué encomendada al hierro.
-
-Antes de que se usara el carro tirado por dos corceles montaban los
-guerreros en caballos cuyos frenos dirigían con la mano izquierda
-mientras con la derecha peleaban; después de la biga se inventaron la
-cuadriga y los carros falcíferos; más adelante, el Cartaginés astuto
-adiestró para los combates el torreado elefante de trompa anguina
-que soporta las heridas y pone en dispersión á las turbas de Marte:
-poco á poco la discordia acumuló medios destructores y la guerra se
-hizo cada vez más horrorosa; en ella tomaron parte enfurecidos toros,
-crueles jabalíes enseñados para atacar á los enemigos, y aun leones
-poderosos usados por los Partos en las avanzadas de su ejército. Esos
-terribles animales, sujetos por fuertes frenos y conducidos por
-hombres convenientemente armados para moderar la bravura de las fieras,
-cuando sentían la sangre humeante se enardecían, dispersaban los
-ejércitos de un lado y de otro, sacudían la melena, y, sin que nadie
-pudiese contenerlos, se lanzaban á la matanza; entonces los caballos,
-aterrorizados con los rugidos, no obedecían al jinete, se revolvían
-y en carrera desenfrenada huían hacia el campo enemigo. Las leonas
-con furia corrían indistintamente de un ejército á otro, destruían
-cuanto encontraban á su paso, atacaban por la espalda á sus víctimas,
-y después de herirlas y de arrojarlas á tierra se entretenían en
-despedazarlas con sus terribles dientes y sus corvas uñas. Los toros
-embrocaban y pisoteaban á los jabalíes y amurcaban á los caballos,
-á los cuales, todavía después de muertos embestían con rabia. Los
-jabalíes, de prolongados colmillos, mataban á sus propios aliados, y
-cuando las flechas teñidas en sangre se quebraban en su cuerpo, con
-nueva irritación hacían destrozos entre infantes y caballeros: en vano
-era que los corceles para evitar las dentelladas de esas fieras se
-encabritaran, porque pronto sucumbían con las extremidades posteriores
-destrozadas. Aun los mismos brutos domesticados, cuando se hallaban
-en el foco de la batalla y de la furia, entre lamentos, gritos,
-horrores, heridas, estrago, recobraban su olvidada ferocidad, y sin que
-nadie pudiera sujetarlos se dispersaban, como vemos que los elefantes
-gravemente heridos en las guerras de nuestros días, después de hacer
-muchos destrozos en el ejército á que pertenecen, huyen despavoridos.
-Así en los tiempos ya pasados sucedió, y así hoy ocurre; pero creo que
-los hombres no habrán dejado quizá de presentir y de ver que tantos
-desastres producen grandes sufrimientos, no sólo para los que han sido
-sus causantes, sino también para las generaciones futuras. Y puedes
-creer que este mal no ha de limitarse á nuestro mundo, sino á todos los
-mundos formados con vario origen. Tal vez la fiereza revelada en esas
-luchas no haya sido inspirada por el exclusivo deseo de la victoria,
-sino por el instinto de propia defensa que mueve á hacer el mayor daño
-posible al enemigo que fiado en su fuerza amenaza con la muerte.
-
-
-1349. _Nexilis antè fuit vestis, quam textile tegmen..._
-
-Vestidos anudados se usaban antes de que fuera inventado el telar;
-los tejidos fueron posteriores á la aplicación del hierro, porque las
-telas usadas ahora se prepararon con auxilio del hierro, que permitió
-la construcción de instrumentos delicados, tales como el cilindro, las
-cárcolas, el huso, el peine y la ruidosa lanzadera.
-
-La Naturaleza indujo al hombre antes que á la mujer á trabajar la
-lana, porque el hombre es más ingenioso y más apto para las artes que
-la mujer; pero el agricultor, después de reconvenirse por dedicar su
-tiempo á delicadas labores, entregó éstas á su compañera y se reservó
-los ejercicios penosos que, después de todo, se acomodaban á la
-contextura de sus miembros y de sus manos.
-
-Igualmente enseñó la Naturaleza en el principio de las sociedades á
-hacer las operaciones de siembra y de injerto, porque pudo observarse
-que de los árboles caían al suelo semillas que después, en apropiados
-tiempos, daban numerosos retoños; también se ensayó el ingerir brotes
-de una planta en otra y trasladar los arbustos: de este modo, por
-medio de multiplicadas tentativas, el cultivo de los campos se mejoró,
-y con las esmeradas labores de las tierras se consiguió ablandar
-los frutos salvajes. Los bosques reducidos quedaron á los más altos
-montes, al mismo tiempo que por las planicies y colinas se extendieron
-los campos cultivados, el prado, el lago, el arroyo, y con pujante
-lozanía el trigo, la viña y el verdoso olivar que ocupó las llanuras
-y montículos. Este sistema de trabajo por muchos años seguido ha dado
-vida á esos amenos lugares que ves llenos de árboles frutales de
-variedad encantadora.
-
-Mucho antes de que los hombres supieran con harmonioso acento entonar
-versos agradables para el oído, habían intentado imitar con su voz
-el suave gorjeo de los pájaros; el céfiro que, al introducirse en lo
-hueco de las cañas, silba, guió al hombre para inventar los cálamos
-agrestes; la flauta, luego, animada por dedos flexibles y acompañada
-por el canto, se usó en las apartadas selvas, en los bosques, en las
-sombrías soledades que dieron á los pastores los primeros motivos
-musicales para entretener sus ocios, pues indudable es que el tiempo da
-ocasión para que se creen las artes que después el ingenio perfecciona.
-En estos dulces recreos se entretenían, con ellos alegraban su ánimo
-después de haber satisfecho la necesidad de alimentarse, pues todas
-las aspiraciones eran entonces muy sencillas: muchas veces, reunidos
-los pastores en sitio agradable, tendidos junto á la fuente, bajo
-la sombra de un árbol, gozaban del placer más puro, especialmente
-cuando la alegre primavera cubría los verdes prados con matizadas
-flores; conversaban con ingenuidad, jugaban con inocencia, reían
-candorosamente y en sus entretenimientos daban vida á la musa agreste;
-se adornaban la cabeza con brillantes coronas de flores y los hombros
-con guirnaldas; con rudos piés sin medida ni concierto golpeaban la
-tierra, madre de todos, y entre carcajadas se divertían de su propia
-impericia y se aconsejaban para dar novedad á sus pasatiempos. En
-ocasiones, á fin de estar vigilantes y defenderse del sueño, cantaban
-con variaciones de tono y recorrían con los labios á medio cerrar los
-agujeros del cálamo. También hoy pasamos distraídos las veladas, y
-aunque ajustamos nuestros recreos á reglas de buen gusto no saboreamos
-con certeza el agrado y la dulzura de nuestros ratos de solaz en mayor
-proporción que la gente rústica de otros días.
-
-En mucho estimamos lo que está presente, si antes no hemos conocido
-algo mejor; pero lo nuevo perjudica á lo antiguo, y cambia las
-costumbres; así hemos despreciado el fruto de la encina, el lecho de
-hojas secas y el uso de las pieles: también el vestido formado con
-restos de fieras fué en su tiempo una extraña novedad, y no me atreveré
-á decir que su inventor no fuera objeto de enconada envidia; quizá el
-infeliz sucumbiera víctima de la traición de algunos que se apoderaran
-de sus despojos teñidos en sangre, aunque los asesinos fueran de
-cierto incapaces para aprovechar útilmente el fruto de su maldad[72].
-
- [72] La amarga ironía de Lucrecio deja comprender los
- sufrimientos morales que debería tener por vivir en lucha contra
- el convencionalismo religioso de su época.
-
-En aquellos tiempos remotos se luchaba por la posesión de pieles de
-animales; hoy se combate por obtener el oro y la púrpura; más culpables
-somos indudablemente que nuestros antecesores, porque ellos necesitaban
-las pieles para preservarse del frío, y nosotros para ningún objeto de
-verdadera precisión utilizamos el oro, la púrpura y los ricos bordados,
-ya que para vestirnos serían suficientes las plebeyas telas. ¡Es triste
-que la raza humana gaste la vida en contiendas y disgustos motivados
-por cosas fútiles, y no ponga freno á la codicia que la corroe, quizá
-porque aún no sabe que los goces puros tienen un límite que no se puede
-franquear sin peligro! Las vanidades quebrantan la existencia de los
-individuos, crean perturbaciones entre los pueblos y originan guerras
-que destruyen las sociedades.
-
-
-1435 _á_ 1456. _At vigiles Mundi magnum et versatile templum..._
-
-El Sol y la Luna, antorchas luminosas que con luz perenne recorren toda
-la extensión del movedizo templo del mundo, enseñan á los hombres que
-los tiempos se repiten en constantes estaciones, porque todo en la
-Naturaleza existe con sujeción á leyes fijas y con orden invariable.
-
-Ya el hombre vivía abrigado en sus palacios, ya en la Tierra se habían
-constituido las naciones, y el mar era surcado por numerosos buques, y
-en vigor había pactos federativos entre los pueblos, cuando los poetas
-comenzaron á consignar en versos los hechos pasados; pero como los
-elementos de la escritura eran de muy reciente invención, nuestra Edad
-apenas conoce de los pueblos antiguos más sucesos que los indagados por
-el raciocinio, apoyado en los vestigios existentes.
-
-Las artes de la navegación, del cultivo de los campos, de las
-fortificaciones, de la aplicación de las leyes, de la fabricación
-de armas, apertura de caminos, tejidos de telas y otras de igual
-utilidad, y también las artes recreativas como la poesía, la pintura
-y la escultura, de la necesidad y de la experiencia han sido fruto.
-Paulatinamente el tiempo, en oportuna sazón, ha producido inventos
-que la industria humana ha mejorado; más adelante las artes se han
-concedido mutuo auxilio, y de este modo se elevarán hasta la cumbre de
-la perfección.
-
-
-
-
-LIBRO SEXTO
-
-
-1. _Primæ frugiferos fœtus mortalibus ægris..._
-
-La primera ciudad que á los hombres facilitó con abundancia los frutos
-de los campos y proporcionó comodidades por virtud de sabias leyes
-que supo dictar fué Atenas, de nombre esclarecido, ciudad insigne
-que hizo placentera la vida al producir aquel varón ilustre, nacido
-solamente para anunciar verdades, el cual, aunque fallecido ya hace
-mucho tiempo, como recompensa por las investigaciones divinas que hizo
-y divulgó conserva su gloria hasta los cielos elevada. Ese genio,
-cuando vió que los hombres, aun con el uso de muchas cosas originarias
-de satisfacciones, riquezas, honores, grandezas, reputación distinguida
-transmisible á los descendientes, llevaban el corazón á duras penas
-reducido y el ánimo sujeto á esclavitud de tristes incertidumbres,
-pensó que el mal no estaba en las cosas, sino en el hombre mismo, es
-decir, no en el líquido, sino en el vaso, que por estar envenenado
-corrompe todo lo que en él se vierte, ó que nunca se llena por ser
-excesivamente permeable, ó que da ingrato sabor á su contenido por
-estar manchado interiormente. Con sanas verdades empezó á limpiar el
-corazón de los seres humanos; encerró la codicia y el temor de éstos
-en reducida esfera; hizo conocer en qué consiste el sumo bien á que
-todos podemos aspirar y el camino que á su posesión en línea recta
-nos lleva; investigó la causa de los males que los hombres sufren;
-explicó los motivos de que todas las personas, según sus peculiares
-condiciones, estén sujetas á contingencias engendradas necesariamente
-por la Naturaleza y atribuidas por necedad al acaso ó á la fortuna;
-hizo patente el medio libertador de todas las preocupaciones, y mostró
-al género humano cuán vanos y fútiles son los temores que inquietan el
-pecho. Como niños que de todo tienen miedo por la noche, así nosotros
-durante el día nos vemos rodeados por ilusorias sombras y fantasmas
-vanos que no se disipan con el rayo solar ó con la luz diurna, pero
-que se desvanecen mediante el uso de la razón tranquila y el estudio
-reflexivo de la Naturaleza[73]: investiguemos con perseverancia sus
-arcanos.
-
- [73] Hay aquí siete versos del canto II, repetido también en el
- III.
-
-Y como ya he demostrado que el mundo es perecedero, que el cielo ha
-tenido principio y que los cuerpos todos por cuanto nacieron han de
-caer en disolución, escucha, pues, el resto de mi discurso, ya que he
-limpiado de estorbos mi camino y tengo la esperanza de poder recorrerlo
-con mi carro victorioso. En presencia de los fenómenos que se
-desarrollan en el Cielo y en la Tierra, los hombres, sobrecogidos por
-el temor, con ánimo humillado han creído en dioses, y ante la fingida
-representación de éstos se han postrado, porque la ignorancia de las
-causas de los fenómenos les ha permitido pensar que todo lo existente
-podía estar sometido al imperio de seres arbitrarios y que todo lo que
-no se podían explicar era obra de númenes. Aquellos mismos que están
-convencidos de que los dioses por nada se preocupan y de que todas
-las cosas de la Naturaleza se realizan dentro de un orden invariable,
-cuando los ojos levantan para contemplar las etéreas regiones vuelven
-á caer en superstición religiosa y admiten la existencia de tiranos á
-los cuales ¡míseros! atribuyen supremo y despótico poder para repartir
-á su capricho el bien y el mal, porque ignoran las condiciones de lo
-que puede ser y de lo que no puede ser, y los límites en que toda
-energía se encierra: este error fundamental trasciende á toda la esfera
-de su pensamiento. Si no apartas de tu mente esas ideas, si no crees
-que tales cuidados son impropios de los dioses é incompatibles con la
-paz de que gozan, tendrás presentes sus imágenes en todo momento, no
-porque pura substancia de dioses pueda ser de enconos susceptible y de
-entretenerse en preparar crueles castigos, sino porque tú mismo, si
-crees que hay dioses movidos por resentimientos, no tendrás un instante
-de paz, no entrarás sosegado en los templos, y los simulacros de sus
-cuerpos santos como nuncios de sus divinas formas, á ti no llegarán sin
-que la inquietud y el temor te agiten. De este proceder ¡qué vida tan
-triste se origina! Aunque en servicio de la razón he expuesto ya muchas
-verdades, me restan por declarar otras de las que te hablaré en pulidos
-versos, con especialidad referentes á los fenómenos del Cielo. Trataré,
-pues, de los efectos de las tempestades y del rayo, para que te
-abstengas de considerar el Cielo dividido en partes, y de indagar cuál
-es la que dió origen al fuego, dónde estaba éste escondido, la manera
-cómo pudo rasgar las capas del espacio y salir de ellas sin hallar
-obstáculo, efectos que sólo puede atribuir á seres imaginarios el que
-desconoce la causa de que proceden. Y para que pueda llegar felizmente
-al término de mi carrera, muéstrame el camino que debo recorrer, hábil
-Musa Calíope, recreo de los hombres y encanto de los dioses, pues si tú
-me guías ganaré corona insigne de alto aprecio.
-
-
-95. _Principio Tonitru quatiuntur cærula Cœli..._
-
-El cerúleo firmamento es perturbado con ruidoso trueno cuando nubes
-impelidas por contrarios vientos se mueven en las altas regiones del
-aire y chocan entre sí: el sonido, sin embargo, no parte del sitio en
-que sereno el Cielo se muestre; allí donde las nubes se condensan y
-se amontonan es donde se engendra el estampido redoblante del bronco
-trueno. Las nubes son cuerpos cuya densidad es extraordinariamente
-menor que la de la madera ó de las piedras, pero mayor que la de
-la nieve y la del humo, como lo hace patente el hecho de que no se
-rinden bajo su propia gravedad como ceden las piedras, y reunen en sí
-materiales para la formación del granizo y de la nieve, que el humo no
-podría contener.
-
-Unas veces en la ilimitada extensión del espacio producen las nubes
-ruido semejante al que ocasionan en los teatros los fluctuantes paños
-pendientes de las vigas y columnas de esos edificios; otras veces
-lo mismo que si fuesen rotas violentamente por los vientos crepitan
-como tenues láminas que se rasgan, y éste es el crujido propio de los
-truenos, ó como hojas de papiro que vuelan llevadas por el viento, ó
-como ropas colgadas sacudidas por el vendaval; también algunas veces
-no chocan las nubes unas con otras, sino corren juntas en la misma
-dirección y se tropiezan y rozan con ruido seco y prolongado que
-lastima nuestro oído y dura hasta que se desenlazan.
-
-También ocurre otro fenómeno que origina fragoroso estruendo bastante
-para ocasionar un horrible temblor en todo el mundo, como si los
-fundamentos de éste se derrumbaran por tan violenta acción: cuando
-una corriente de viento huracanado se halla contrariada y envuelta
-por las nubes, pretende escapar de la prisión, forma torbellinos que
-desarrollan mayor energía mientras más obstáculos encuentran en las
-nubes, y, por último, en éstas el viento abre una salida por donde huye
-precipitadamente con atronador ruido. Y no debe sorprender este hecho,
-cuando vemos que el aire contenido en una vejiga que de repente se
-rompe, al salir de ella causa una explosión atronadora.
-
-Hay otra razón que explique el fuerte ruido que ocasiona en las nubes
-el viento impetuoso: vemos que muchas veces se muestran como divididas
-en forma arborescente y tal vez entonces produzca el viento en ellas un
-resultado parecido al que origina en las ramas y las hojas de un espeso
-bosque. También los vientos pueden acometer de frente y con violencia á
-las nubes hasta romperlas; pues podemos comprender que su ímpetu en las
-altas regiones sea muy enérgico si tenemos en cuenta que en las capas
-inferiores ha de ser más moderada, y no obstante, descuaja los árboles.
-Nubes hay, además, acumuladas á manera de ondas que al separarse
-batidas por el viento braman horrísonas como río desbordado que halla
-obstáculos á su paso, ó como el Océano agitado por una tempestad.
-
-También en ocasiones el fuego del rayo caerá de unas nubes en otras,
-y si estas últimas contienen extraordinaria cantidad de vapor acuoso,
-aquél se extinguirá con estruendo, así como el hierro incandescente
-arrojado al agua en el momento en que extraído es de la forja se apaga
-con estridente chirrido; pero si el rayo cae en nube seca ésta se
-inflamará con estrépito, lo mismo que monte laurífero en que se prenda
-fuego animado por torbellinos de viento impetuoso; porque no hay
-combustible que arda en llamas voraces con más crepitante ruido que el
-délfico laurel á Febo consagrado.
-
-Muchas veces el hielo y el granizo se forman cuando el viento condensa,
-empuja y amontona las nubes, las cuales en este caso ruidosamente se
-deshacen en lluvia congelada.
-
-El relámpago se produce mediante la inflamación de moléculas de fuego
-procedentes de contrarias nubes; y puede cualquiera representarse este
-fenómeno si observa que del choque violento del hierro ó de una piedra
-contra otra piedra surgen chispas que brillan á distancia: aunque
-el relámpago y el trueno son simultáneos, llega á nuestra vista el
-fenómeno óptico antes que á nuestro oído el fenómeno acústico, porque
-la marcha de las ondas luminosas es mucho más rápida que la de las
-ondas sonoras; y de esta verdad puedes convencerte si observas desde
-lejos el trabajo del podador que corta las ramas inútiles de un árbol,
-pues verás el ademán del golpe antes que oigas el sonido que éste
-ocasione, y de igual modo y por la misma causa ves el relámpago antes
-de que oigas el trueno.
-
-Otra explicación puede también darse del relámpago que las nubes colora
-con luz trémula durante la tempestad: cuando el viento se introduce en
-cualquier nube y mediante agitación continua llega á abrir en el centro
-de ella una salida como hace pocos momentos he dicho, en su vertiginosa
-movilidad se inflama, porque, según puedes comprobar, todo cuerpo que
-en virtud del movimiento alcance una temperatura muy elevada arde; y
-aun una bala de plomo se funde cuando voltea por un largo trayecto.
-Entonces el aire comprimido, al romper la nube obscura, con estrépito
-se desparrama convertido en relámpagos cuyos fulgores ofuscan la
-vista; el estruendo atronador llega al oído algún tiempo después que
-la luz haya impresionado los ojos, pero tales fenómenos suponen una
-aglomeración de nubes impelidas con violencia.
-
-
-184. _Nec tibi sit fraudi, quod nos infernè videmus..._
-
-Pero no te engañes en el juicio que formes de las nubes, y considera
-que desde aquí vemos su longitud y su anchura pero no su volumen
-ni la distancia á que se hallan de nosotros; hay que representarse
-las nubes como si fuesen masas enormes parecidas á montañas que se
-transportaran de un lado á otro por el ímpetu de los vientos, ó se
-acumulasen y comprimiesen en las alturas cuando el aire está encalmado:
-podrás de este modo tener idea de la importancia de sus moles en las
-cuales aparecen huecos que semejan cavernas abiertas en las rocas
-aéreas: aquellas cavidades son ocupadas por el viento engendrador de
-tempestades, el cual, como si no pudiera permanecer encerrado ruge
-amenazador á manera de fiera cautiva, corre en todas direcciones,
-produce dentro de las nubes espantosos ruidos, se traslada de una parte
-á otra, extrae chispas de fuego del lugar en que se halla, las reune, y
-en los cóncavos hornazos las agita hasta que rompe la nube y escapa con
-brillantes ráfagas de luz.
-
-También el relámpago con su color dorado y su velocidad extraordinaria
-dirigida hacia la Tierra podrá originarse de la substancia formativa
-de las nubes que estará mezclada con elementos ígneos, si bien cuando
-las nubes están secas y tienen el color y el brillo de la llama deben
-ese aspecto á la luz del Sol que las colora y les comunica alguna parte
-del fuego que el astro luminoso esparce. Después, cuando el viento
-reune las partículas de fuego dispersas y comprime las nubes, aquellas
-partículas se escapan y presentan los colores brillantes de la llama.
-
-Y aun solamente la rarefacción de las nubes puede originar la formación
-del relámpago, porque el viento, al separarlas y disolverlas, de ellas
-deriva los elementos capaces de producir fulgores; pero en este caso
-el destello que se engendra no va acompañado por terrorífico tumulto.
-
-
-216. _Quod superest, quali naturâ prædita constent..._
-
-Los efectos del rayo dan á conocer la naturaleza de éste: la violencia
-que lleva en su caída, el destrozo que ocasiona en los cuerpos con
-que choca, el vapor sulfúreo de que satura la atmósfera por el sitio
-que recorre, son indicios de fuego y no signos de viento ni de agua.
-Al caer incendia los tejados de las casas y luego la llama que en
-ellos se levanta quema los edificios: en la Naturaleza se forma el
-rayo de los más sutiles elementos ígneos existentes, los cuales fuerza
-tienen bastante para que nada los pueda resistir; el rayo atraviesa,
-como el sonido, los más sólidos muros, traspasa los metales, funde
-instantáneamente el oro y el bronce, impresiona de tal modo los vasos
-llenos de vino, que obliga á éste á disiparse porque las paredes de la
-vasija se relajan, sus poros se agrandan y por ellos los elementos del
-vino se escapan fácilmente, efecto que no podría seguramente producir
-el Sol en el espacio de muchos años; ¡tanto en potencia calórica y en
-actividad el rayo excede al Sol!
-
-Ahora, acerca de la formación del rayo y del ímpetu con que destroza
-de un solo golpe las torres, arruina los edificios, arranca techos y
-vigas, desmocha y demuele monumentos levantados por los hombres, deja
-exánimes á éstos, mata ganados y hace otras cosas de este género, voy á
-hablar; y sin detenerme en promesas entro desde luego en el asunto.
-
-En las nubes amontonadas y condensadas allá á grandes alturas se forma
-el rayo; así es que no hay motivo para recelar de él ó temerlo cuando
-el Cielo está sereno ó ligeramente intranquilo; y la experiencia nos lo
-testifica: pero cuando las nubes se ennegrecen y se acumulan en toda
-la extensión de la atmósfera, crecen las tinieblas, el aqueronte llena
-todas las cavidades del Cielo, pavorosa noche nos llena de temor y el
-miedo nos embarga, entonces la tempestad se prepara y el rayo comienza
-á formarse.
-
-Negra nube se resuelve en copiosa lluvia como río de pez del cielo
-descendido que en abundantes ondas al mar se precipita; allá á
-distancia densas tinieblas se extienden acompañadas por tempestades,
-y con ellas, rayos, huracanes, fuegos, terribles remolinos, y en la
-Tierra las gentes asustadas, transidas de temor, buscan refugio en
-sus casas; debemos creer que el volumen de las nubes que por encima
-de nosotros se forma es tal que deja la Tierra á obscuras y con su
-extraordinaria mole tapa la luz del Sol: en la Tierra no caería tan
-enorme cantidad de agua, bastante para llenar los campos y los ríos, si
-la etérea región no hubiera sido invadida por las nubes.
-
-Todo, pues, está lleno de elementos ígneos y aéreos, y por este motivo
-en todas partes se oyen roncos truenos y se ven los esplendores del
-relámpago, pues según ya te he dicho, elementos innumerables de fuego
-que se dilatan y se encienden con el Sol, llenan algunas cavidades
-de las nubes, y cuando el viento empuja á éstas, las arroja unas
-sobre otras y las oprime, también segrega de ellas una cantidad de
-corpúsculos de fuego, con los cuales se confunde: así el huracán
-estalla y en fragua ardiente el rayo se forja.
-
-El viento se inflama de uno de estos dos modos: ó bien por causa de la
-rapidez con que se mueve, ó bien porque roza con el fuego; cuando este
-hecho ocurre, ya por causa de su propio movimiento, ya por el contacto
-del fuego, el rayo se completa, rasga las nubes desde la parte alta á
-la inferior, esplendor instantáneo ilumina el cielo con luz sulfúrea
-que deslumbra á los mortales, y con rudo estruendo el trueno ruge como
-si la bóveda celeste se derrumbara sobre la Tierra; una trepidación
-sacude nuestro globo, y por todo el espacio en repercusión repetida
-se transmite el estruendo, propagado por las nubes en contacto: sigue
-fuerte aguacero, como si el Cielo se deshiciera en lluvia, ó como si un
-nuevo diluvio sobre nosotros viniera; ¡tanto es el terror que producen
-el soplar furioso del viento, el rasgarse de las nubes, el correr
-impetuoso del encendido rayo!
-
-Puede ocurrir que una corriente de aire en su rápida carrera encuentre
-una voluminosa nube poseedora del rayo, la rompa con su violencia, y de
-este modo abra libre paso á un torbellino de fuego al que llamamos rayo
-en nuestra lengua. Y sucesivamente acontecerá lo mismo con otras nubes
-al impulso de los vientos.
-
-También puede suceder que el viento, desprovisto de calor durante
-su carrera, se inflame después de perder en su curso partículas
-groseras que en sí contenga y no puedan atravesar las auras, y después
-de apropiarse elementos ígneos que mezclados á los de su propia
-composición produzcan fuego; como vemos que acontece con los cuerpos
-glandiformes de plomo lanzados con violencia á largas distancias y
-que en su veloz marcha dejan elementos fríos, y de otros cálidos se
-apoderan.
-
-Quizá la violencia de mismo choque excite el fuego, aun cuando en
-su primer impulso esté frío el viento, ya que éste por su propio
-ímpetu puede producir moléculas de fuego y extraerlas, además, de
-otro cuerpo con el que se ponga en contacto: de igual modo que de un
-pedernal golpeado con hierro se arrancan chispas, y aun cuando el metal
-se halle frío el choque es suficiente para que de él broten ígneas
-partículas, así también el impulso de los vientos podrá ser bastante
-para que los objetos que reciban su acción se inflamen si contienen
-moléculas apropiadas. Sería una temeridad el decir que el viento, capaz
-de recorrer inmensas distancias, por su propia naturaleza ha de ser
-necesariamente frío; aunque no se inflamara en su curso, al término de
-su carrera debería llegar, cuando menos, entibiado por el calor.
-
-
-320. _Mobilitas autem fit fulminis, et gravis ictus..._
-
-La velocidad del rayo, la potencia que desarrolla en su caída y la
-rapidez con que ejerce su acción provienen de la energía natural de
-sus elementos desde que se asociaron en el seno de la nube, energía
-aumentada y desenvuelta en su lucha con el medio vaporoso en que se
-hallaron: cuando la nube no puede resistir el redoblado empuje que
-sobre sus paredes internas ejerce el fuego destructor, abre una salida
-por donde el rayo se escapa como piedra lanzada por la catapulta.
-
-No debe olvidarse que los elementos componentes del rayo han de ser
-muy fríos y muy diminutos y sus efectos irresistibles supuesto que se
-introducen por todas partes; no hay nada capaz de contener su marcha;
-pero todos los cuerpos más pesados que el aire tienden á caer, y si á
-esa propiedad se añaden los efectos de la impulsión, se comprenderá que
-el rayo, mientras desciende, aumente su velocidad como si aumentara
-su peso: de esta manera es fácil de explicarse que aquel meteoro con
-energía poderosa destruya todos los obstáculos que para su marcha
-encuentre en su camino.
-
-Además, como la velocidad de los cuerpos que caen aumenta en proporción
-al espacio recorrido, y el ímpetu de ellos crece á medida que se
-hace mayor su velocidad, es evidente que el choque de esos mismos
-cuerpos, de grandes alturas procedentes, ha de ser muy enérgico, porque
-durante su carrera habrán logrado agregar á su masa muchos elementos
-dispersos. Por consiguiente, el rayo podrá asimilarse del aire, durante
-su descenso rápido, algunos principios que aumenten su potencia y su
-velocidad. Conviene recordar que hay algunos cuerpos que permanecen
-incólumes á la acción del rayo, pues como éste es fuego, se abre
-su camino por los más imperceptibles poros y sólo destruye aquellos
-cuerpos formados de moléculas que no se descomponen fácilmente y
-reciben el choque de la exhalación: el bronce bajo su acción se funde
-sin resistencia y el oro se liquida porque son metales compuestos de
-cuerpos simples cuyos apretados lazos se desatan mediante la influencia
-del calor.
-
-Las regiones aéreas y la Tierra son frecuentemente agitadas por
-fúlgidos fuegos en el otoño y durante los floridos y alegres días de la
-primavera. No hay en el invierno condensación de calórico; no hay en el
-estío vendavales ni acumulación de nubes; y en cambio en las estaciones
-medias se reunen todas las condiciones apropiadas para la formación del
-rayo: el calor y el frío se presentan en lucha, entablan discordia,
-originan corrientes impetuosas de los aires y producen tormentas: la
-primavera es la transición del frío al calor, ó bien el período en que
-el frío y el calor combaten; el otoño, que es también la transición del
-calor al frío, igualmente es otra época de lucha entre aquellos dos
-estados de la temperatura; por ese motivo ambas estaciones se llaman de
-guerra del año; y si épocas de guerra son, no ha de extrañarse que en
-ellas los rayos y las borrascas perturben el espacio como consecuencia
-de la discordia etérica mantenida por el fuego de un lado, y de otro
-por los vientos y las nubes.
-
-
-376. _Hoc est igniferi naturam fulminis ipsam..._
-
-Cuando se indaga sin prevenciones es fácil conocer las causas del
-ignífero rayo y sus efectos; pero nada se aprende con las inútiles
-canturías del fanatismo tirreno que pretende averiguar intenciones
-de misteriosos númenes mediante la observación de la llama del fuego
-y de la forma con que el rayo penetra en el muro y sale de él por el
-opuesto lado, y aun supone vaticinar lo porvenir por las circunstancias
-concurrentes en aquel meteoro.
-
-Porque si es Júpiter ó cualquiera de los otros dioses el autor del
-terrorífico estruendo que hace temblar la bóveda celeste y de los rayos
-que por todas partes caen, ¿por qué estos últimos no se dirigen contra
-los criminales que impunemente cometen infamias sin que el fuego divino
-les traspase el pecho, castigo que serviría de ejemplaridad para los
-mortales, y en cambio el hombre justo que nunca ha hecho el menor daño
-y no tiene falta alguna que expiar se encuentra muchas veces envuelto
-en llamas y devorado por el fuego del Cielo? y ¿por qué en ocasiones
-caen los rayos en lugares desiertos y se pierde su acción? ¿será para
-que se ejerciten y den luego certeros golpes? y ¿por qué el Padre
-divino se ha de entretener en disparar dardos que se embotan en la
-tierra y no los reserva para lanzarlos contra sus enemigos? ¿por qué
-el mismo Júpiter jamás en tiempo tranquilo fulmina rayos ni produce
-truenos? ¿acaso condensa las nubes para bajar en ellas y disparar
-sus dardos con más certera puntería? entonces ¿para qué los hace
-caer algunas veces en el mar y con ellos traspasa las ondas, líquido
-insensible, cuerpo acuoso?
-
-Pero si quiere que precavidos evitemos el rayo ¿por qué no permite
-que los hombres lo vean cuando es lanzado? Y si quiere sorprendernos
-desprevenidos ¿por qué lo arroja en ocasiones en que podemos evitarlo?
-¿por qué permite que se extienda la obscuridad y haya estruendos
-y ruido precursores? ¿Y puedes creer que al mismo tiempo dispare
-rayos con direcciones diversas, ya que es conocido el hecho de que
-simultáneamente caigan en distintos sitios? Luego, indudablemente, la
-misma razón hay para que á diferentes lugares bajen rayos al mismo
-tiempo como para que llueva á la vez en varias regiones.
-
-Finalmente, ¿qué argumentos serán bastantes para justificar la
-resolución de los númenes, si de ellos depende que el rayo destroce
-templos, soberbios edificios que para honra suya fueron erigidos, y
-caigan por tierra sus primorosas estatuas, destinadas exclusivamente
-para su culto? ¿por qué especialmente ataca el rayo las alturas, según
-puede comprobarse por los vestigios que de ellos siempre se encuentran
-en la cima de las montañas?
-
-Por lo expuesto fácil es comprender la formación de los torbellinos
-ígneos que desde las nubes al mar descienden, y á los cuales dieron los
-Griegos el nombre de serpientes de fuego, por su aspecto; figuran á
-veces columnas que parecen poner en comunicación las nubes y los mares
-y se ven rodeados de numerosas olas movidas por viento huracanado;
-los buques sorprendidos por el meteoro corren grave peligro: cuando
-la violencia del viento no es bastante para romper las nubes que lo
-envuelve, se extiende poco á poco hacia la parte inferior en forma de
-columna que descansa en el mar, ó como una masa que mediante la tensión
-conseguida por un brazo poderoso, desde las nubes llegara hasta las
-olas y por ellas se esparciera. Cuando el viento consigue penetrar en
-la nube con ella desciende y se introduce en las olas, que se agitan
-y revuelven horriblemente; la nube lo sigue en todos sus movimientos
-y cuando la masa que ambos forman se apodera del Océano, levanta
-espantoso huracán en el cual parece que el mar hierve con estrépito
-extraordinario.
-
-Pero también ocurre que el torbellino del viento después que contribuye
-para que en los aires se junten los elementos que forman la nube, en
-ésta se envuelve, y en la Tierra forma una columna como la tromba
-marina: la nube cuando llega hasta las planicies se resuelve en huracán
-terrible, en viento fuerte que todo lo arrasa á su paso: verdad es que
-en la Tierra son raros estos meteoros porque las montañas oponen á los
-vientos innumerables obstáculos, en tanto que son frecuentes en los
-mares porque su plana superficie deja á los vientos campo libre.
-
-Se forman las nubes cuando muchos cuerpos ásperos que vuelan
-diseminados por la región del Cielo se asocian de repente, y á pesar de
-su débil ligadura forman un tejido apretado. Al principio constituyen
-solamente ligeras nubes, pero éstas se reunen, se estrechan, se
-acumulan, é influidas por la acción del viento producen una tempestad.
-
-Observa, además, que mientras más elevadas son las montañas, más
-obscurecida con una especie de vapor amarillento se nos presenta su
-cima, sin duda porque las nubes en el primer momento de su formación
-no son para nosotros perceptibles hasta que el viento las condensa;
-y cuando se reunen en número considerable, se aglomeran y desde los
-húmedos vértices de las montañas se elevan y se extienden por las
-aéreas planicies; la razón nos hace, por tanto, comprender que son más
-ventosos los sitios más elevados, y fácilmente podemos comprobar la
-verdad de este aserto si ascendemos á elevados montes.
-
-De la amplia superficie de los mares la Naturaleza segrega un crecido
-número de corpúsculos, como lo testifica la saliginosa humedad que se
-apodera de los trajes colocados en la playa: esos cuerpos que del mar
-proceden en forma de vapores también contribuyen á la composición de
-las nubes; de la misma sangre se desprende vapor acuoso; de los ríos y
-de la Tierra surgen emanaciones cálidas que se elevan, invaden el Cielo
-y forman espesas nubes que por las ondas etéreas son impelidas para
-abajo y condensadas, y de esto modo el azul del Cielo queda obscurecido.
-
-Puede también suceder que partículas propias de nubes y tempestades
-vengan de otros mundos para reunirse á las del nuestro; pues ya he
-demostrado que los cuerpos simples son innumerables, que son eternos,
-y que dotados están de suma agilidad, condición esta última por la
-cual en poco tiempo recorren un dilatado espacio: no te sorprenderá
-seguramente, el hecho de que las tempestades se desaten y las tinieblas
-se extiendan, desde el lugar en que empiezan á condensarse por las
-tierras llanas, por los montes y por el mar, supuesto que los elementos
-encuentran expeditas las entradas y las salidas por la mediación del
-fluido etéreo que forma para las moléculas aéreas como una especie de
-canales conductores.
-
-
-492. _Nunc age, quo pacto pluvius concrescat in altis..._
-
-Ahora intento explicarte el fenómeno de acumulación de vapores en
-las altas nubes y la manera de condensarse y formar las lluvias que
-riegan toda la superficie de la Tierra. Observa primeramente que de
-los cuerpos terrestres se desprende vapor acuoso que unido con otras
-materias apropiadas forman las nubes con las cuales crecen de modo
-parecido á lo que sucede en nuestro organismo, en el que al mismo
-tiempo que los miembros crecen, también aumentan los elementos del
-sudor, de la sangre y de otros humores: las emanaciones del mar
-en cantidad considerable llevadas por el viento, como vemos que
-algunas veces suben movidos por el aire pequeños flequillos de lana,
-constituyen las nubes en unión con los vapores de los ríos, y de otros
-muchos corpúsculos de agua provenientes de varios sitios: cuando
-los vapores acumulados se condensan por el soplo de los vientos, se
-desvanecen en lluvia, ora por la presión que el aire sobre ellos ejerce
-de continuo, bien porque el mismo peso de los vapores condensados
-aumenta la gravitación de las nubes y determina las lluvias.
-
-Pero cuando la acción del aire ha separado mucho las nubes, por efecto
-del calor del Sol, la lluvia es simplemente como una destilación
-parecida á la que se nota en la cera, cuando impresionada por el fuego
-se deshace en gotas: el fuerte aguacero sobreviene cuando á la gravedad
-propia de los vapores condensados se une la presión y el ímpetu
-iracundo de los irritados vientos que obran sobre las masas de agua.
-
-Si muchos elementos de agua en las nubes se congregan, la lluvia es muy
-pertinaz, y, mientras cae, los hombres se ven obligados á permanecer
-largo tiempo refugiados en las casas, especialmente si en una región se
-amontonan voluminosas nubes procedentes de varios lados y si la Tierra
-por medio de los vapores restituye á la atmósfera la humedad que de
-ella recibe y á medida que la recibe.
-
-Cuando en días tempestuosos los rayos solares se hallan en oposición á
-las nubes que se deshacen en lluvia, del fondo obscuro de la atmósfera
-se destacan los colores del arco iris. Y cuanto á los otros meteoros
-que en las alturas se ofrecen y tienen relación con las nubes y los
-vientos, como las nieves, el granizo y el hielo que las aguas endurece
-y con frecuencia anula el ímpetu de veloces ríos, fácil es por sus
-efectos determinar sus orígenes, especialmente cuando se conocen las
-propiedades de los elementos simples y por ellas el poder que éstos
-desarrollan.
-
-Ahora escucha mis razonamientos acerca del origen de los terremotos:
-sin duda la Tierra es interiormente lo mismo que en el exterior, y
-así como en la superficie suya hay vientos, cavernas, lagos, lagunas,
-precipicios y rocas, también se hallarán en el seno de la Tierra: ríos
-internos habrá en gran número, los cuales con su impetuosa corriente
-arrastrarán sumergidas rocas; y razonable es afirmar que cosas iguales
-dondequiera que se hallen han de parecerse.
-
-Admitidas como conformes á la realidad estas ideas, se comprenderá
-que la Tierra sufra estremecimientos cuando se derrumben en su seno
-enormes cavernas abatidas por la acción del tiempo: montañas que
-en lo interior de la Tierra se desploman han de producir profundos
-sacudimientos que en lo exterior se dejen sentir como temblores á
-veces espantosos: de igual manera un carro aunque no sea muy pesado
-hace tremer los edificios de las calles por donde pasa, y lo mismo
-acontece cuando brioso caballo arrastra una carroza cuyas ruedas están
-férreamente guarnecidas.
-
-Quizá masa enorme de tierra por la vejez quebrantada caiga en depósito
-de aguas subterráneo y con su caída ocasione á la Tierra un movimiento
-de trepidación; como vemos que un vaso lleno de agua agitada vacila y
-no queda inmóvil hasta que el líquido en él contenido entra en reposo.
-
-Cuando el viento reunido en los profundos subterráneos hacia un lado se
-acumula con todas sus fuerzas y con toda su violencia, la Tierra oscila
-en igual dirección; y los edificios que sobre ella se encuentran,
-igualmente se inclinan tanto más cuanto más elevados sean; amenazan
-ruina; pierden la línea vertical: los hombres ante aquellos indicios
-temen sucumbir y que la Naturaleza no pueda ya contener la demolición
-del mundo. Y con efecto, si los vientos no necesitaran reponerse,
-nada habría capaz de refrenarlos y nada sería suficiente para evitar
-sus destructores efectos; pero como unas veces se contraen y otras se
-dilatan, no siempre los peligros se convierten en funestas realidades;
-la Tierra se levanta después de haberse inclinado; pierde el
-equilibrio, pero pronto lo recupera por su propio peso. De esta manera
-se explica que los edificios vacilen más cuanto más elevados son, hasta
-el punto de que los más bajos apenas sienten las trepidaciones del
-suelo.
-
-Algunos temblores pueden ser ocasionados por vientos súbitos,
-impetuosos, que soplan en la superficie de la Tierra; pero otros son
-producidos por grandes masas de aire que se acumulan en cavernas
-subterráneas, donde se agitan de mil maneras hasta que abren en la
-corteza terrestre una salida que se convierte en un abismo: así fueron
-destruidas la fenicia Sidón y Egina del Peloponeso: innumerables
-ciudades han sucumbido en grandes terremotos; muchas otras con
-todos sus habitantes han sido también sorbidas por los mares. Pero
-si el viento permanece en lo interior de la Tierra, con furioso
-ímpetu penetra por todas las cavidades que en ella existen y origina
-fuertes movimientos sísmicos: de modo parecido á éste el frío que
-penetra en nuestro cuerpo se introduce en nuestros miembros todos y
-temblor convulsivo nos produce aun contra nuestra voluntad. Durante
-los terremotos, los moradores de las ciudades, embargados por el
-miedo, temen que debajo de sus piés y encima de su cabeza la muerte
-amenazadora se presente: creen que va á hundirse el techo de sus
-casas y que la Naturaleza de un solo golpe va á desquiciar el mundo
-para henchir con sus despojos los abiertos é insaciables abismos.
-Y aun cuando tales temerosas gentes creen que el Cielo y la Tierra
-son incorruptibles y destinados, por consiguiente, á vida eterna, la
-presencia del peligro hace vacilar su fe y lleva á su alma el temor de
-que en la Tierra se abran cavernas profundas en las que el mundo entero
-se precipite y la Naturaleza de este modo quede convertida en montón
-informe de ruinas.
-
-
-605. _Nunc ratio reddunda, augmen cur nesciat æquor_...
-
-Debo ahora explicar de qué depende que el mar nunca aumente su volumen:
-causa, en efecto, sorpresa á primera vista, la consideración de que el
-caudal de aguas que en él penetra, ya procedente de ríos numerosos,
-ya de tempestades, ora de lluvias, ora de manantiales, no determine
-crecimiento en el Océano; pero se desvanece la admiración cuando se
-observa que todas esas masas líquidas que en el mar se pierden con
-relación á la importancia de éste son como una gota imperceptible.
-
-En cambio, el calor del Sol evapora del mar una cantidad de agua no
-pequeña; y si los rayos solares pronto dejan secos los vestidos mojados
-sometidos á su influencia, ¿cuál no será el efecto que produzcan en
-toda la dilatada extensión de los mares? Hemos, pues, de pensar que
-el Sol, aunque débil se muestre, por más que en cada sitio del mar
-produzca escasa evaporación, en el total del Océano ha de causar
-enormes pérdidas.
-
-También los vientos que barren toda la superficie de los mares han
-de arrebatar á éstos alguna parte de su caudal: pues observamos que
-durante una sola noche con su fuerte soplo secan los encharcados
-caminos y endurecen el barro acuoso.
-
-Te he informado igualmente de que las nubes se apoderan de una cantidad
-de agua del mar, con la cual riegan todas las tierras cuando á impulso
-de los vientos se deshacen en lluvias.
-
-Y, por último, si la tierra es un cuerpo innegablemente poroso y está
-en contacto con el mar, éste recibe de aquélla tributos que reponen
-su caudal; también da á la tierra aguas que, bien por filtraciones,
-bien por retrocesos abundantes, en los manantiales se acumulan, y ya
-purificadas suben á la superficie y corren por los cauces que les
-facilitan paso.
-
-
-637. _Nunc ratio quæ sit, per fauces montis ut Ætnæ_...
-
-Ahora me propongo inquirir la causa de que el Etna por sus espantosas
-fauces arroje torbellinos de fuego: no creas que la terrible tempestad
-ardiente que abrasó los sicilianos campos fuese prevista por los
-pueblos vecinos y que éstos después de contemplar el Cielo envuelto en
-amenazadoras llamas y torbellinos de humo que henchían el espacio y con
-sus horrores presagiaban una próxima ruina esperasen, aunque llenos de
-temor, los sucesos que la Naturaleza les deparara.
-
-Á fin de que puedas comprender esos fenómenos, será necesario que
-estudies todo el orden natural en sus múltiples manifestaciones, que
-medites reposadamente acerca de la Suma de todas las cosas y consideres
-que la inmensidad del Cielo es apenas una partícula del Universo, como
-el hombre es una molécula de nuestro mundo. Cuando te hayas penetrado
-bien de estas verdades, muchos hechos naturales que hoy te admiran
-dejarán de sorprenderte.
-
-¿Quién de nosotros se extraña de que haya personas cuyos órganos
-sean embargados por el ardor de la fiebre ó cuyos miembros padezcan
-dolores sintomáticos de acerba enfermedad? De pronto los piés del
-enfermo se entumecen; agudo malestar ataca sus dientes, invade sus
-ojos; erisipela gangrenosa lentamente se apodera de su cuerpo y lo
-quema: hechos de esta clase á nadie admiran, porque es general la
-creencia de que emanaciones procedentes de muchos cuerpos, vapores
-de la Tierra derivados y exhalaciones del aire engendran numerosos
-males que al crecer y progresar causan funestos accidentes. Hay, pues,
-motivos suficientes para afirmar que la Naturaleza, infinita como es
-en la Tierra y en el Cielo, ha acumulado elementos en número bastante
-para que en ocasiones puedan sacudir el mundo, producir tempestades en
-el mar y en la Tierra, proveer de fuego el Etna é incendiar el Cielo.
-De este modo se comprende bien que el celeste espacio pueda arder en
-llamas como sucede en días tormentosos cuando, estrechada la cohesión
-de las moléculas del agua, lluvias torrenciales inundan la Tierra.
-Grande se considera ese incendio: también parece grande un río á aquel
-que no haya visto otro mayor; grande parece un hombre, un árbol, un
-cuerpo de cualquiera especie si no se conocen otros que los excedan en
-tamaño; pero todos los seres y aun el Cielo, el mar y la Tierra no son
-más que pequeñas partes de la Suma universal.
-
-Voy ahora á explicar de qué modo el Etna, repentinamente irritado,
-arroja llamas que suben al espacio desde los hornos encendidos en su
-seno: la montaña del volcán no es una masa compacta; cavernas profundas
-formadas entre enormes piedras la componen; esas cavernas están llenas
-de viento, y por tanto, de aire, porque el viento no es más que el
-aire violentamente agitado; cuando éste se inflama comunica su calor
-á las piedras, á la Tierra, de donde rápidas llamas y fuego devorador
-se elevan, hasta las gargantas de la montaña y por ellas salen para
-invadir una extensión inmensa entre espeso y negro humo y piedras de
-gran tamaño: no debe dudarse de que tanta fuerza desarrollada proviene
-del viento inflamado.
-
-Nótese además que esa montaña arranca de las proximidades del mar cuyas
-olas van á batir el principio de su base; algunas de sus cavernas se
-comunicarán con el lecho de las aguas y desde allí subirán hasta la
-cima del encendido monte; por esas aberturas penetrarán vientos que
-motivarán la formación de llamas, levantarán torbellinos de arenas,
-desprenderán de las cuevas corpulentas rocas, y dispararán á las nubes
-esa mezcla que sale de los abiertos cráteres, palabra griega que
-equivale á las dos latinas de _bocas y fauces_.
-
-Hay hechos cuya causa ocasional no puede precisarse, aunque desde luego
-se comprende que estará entre varias conocidas; por ejemplo, si desde
-cierta distancia vieses un hombre muerto en el suelo tendido, no podrás
-afirmar con seguridad de acierto el motivo originario de la desgracia;
-pensarás que la muerte habrá sido causada por hierro, frío, enfermedad
-ó veneno, y solamente los testigos oculares de ella podrán determinar
-entre esas causas posibles y necesarias la única verdadera: esta
-observación tiene muchas aplicaciones.
-
-Un caso á este propósito digno de atención nos ofrece en Egipto el
-Nilo, único río que después de crecer en el verano se desborda y se
-extiende por los campos: sin duda sus periódicas inundaciones han de
-proceder de una de las causas que á continuación expongo:
-
-Tal vez en la estación estival el viento aquilón sople en las bocas del
-río en dirección contraria al curso de éste y al de los vientos etesios
-que dominan durante la misma época del año en toda aquella región; en
-este supuesto, las aguas, repelidas, acumuladas, llenarán sus cauces,
-rebosarán de ellos é inundarán los campos: sirve de apoyo á este
-aserto el hecho de que la corriente del viento Norte, que viene de las
-constelaciones heladas, es opuesta á la dirección del río, que sigue
-la del austro, originado en clima cuyos habitantes por la influencia
-del extremado calor son negros.
-
-Quizá en la desembocadura del río durante una época en que el mar
-es agitado por fuertes vientos se acumulen montones de arena que
-levanten en esa parte el lecho del Nilo, é impidan el curso libre de la
-corriente y aun el desagüe de ésta.
-
-Puede suceder que las nubes procedentes de las regiones septentrionales
-en tiempos dados sean impelidas por los vientos etesios, hacia las
-comarcas donde el río tiene sus fuentes, y acumuladas y condensadas
-allí, por su propia gravedad descarguen abundantes lluvias.
-
-Y, por último, es posible que las nieves de las altas etiópicas
-montañas, derretidas por el calor del Sol cuando este astro dirige á la
-Tierra más directamente sus rayos, sirvan para acrecentar el caudal del
-Nilo.
-
-
-736. _Nunc age, Averna tibi quæ sint loca cumque, lacusque..._
-
-Ahora te explicaré la procedencia de las tradiciones referentes á
-los terrenos y lagos conocidos por _avernos_[74]. Desde luego, el
-nombre vale tanto como sitios dañosos para las aves, porque, en
-efecto, inmediatamente que en su vuelo llegan á los parajes que fueron
-designados con aquella denominación, impresionadas por los aires que
-de ellos se desprenden, olvidan el vuelo, pierden la fuerza de las
-alas, se precipitan con la cabeza para abajo, hacia la tierra ó hacia
-el agua, según el averno de que se trate. En Cumas del monte Vesubio
-hay uno de esta clase del cual se exhalan vapores calientes, espesos
-como el humo: en los muros de Atenas, precisamente en la cima de la
-ciudadela, hay otro cerca del cual se erigió el templo de la tritonia
-Palas: á él no se atreven á acercarse las rudas cornejas aun cuando
-el humo de los holocaustos las convide, y no porque teman el furor de
-la diosa Minerva, á cuyo servicio están destinadas según los poetas
-griegos han fingido y cantado, sino porque huyen de las exhalaciones de
-aquel lugar para ellas muy perjudiciales.
-
- [74] Averna, pl. de avernus = ἄορνος = α (sin) + ὄρνιξ, χος (ave).
-
-Se cuenta que en Siria existe otro averno á cuyas proximidades no
-pueden los cuadrúpedos impunemente llegar, porque al intentarlo, vapor
-mefítico los envenena y los deja muertos de improviso como si hubieran
-sido inmolados por fuerza oculta en honor de los dioses que en ellos
-residen. Todas las cosas han sido creadas por leyes naturales; el
-estudio de sus causas nos da á conocer su origen, y es necedad el creer
-que aquellos sitios sean las entradas del Orco por donde los manes
-atraen hacia las márgenes del Aqueronte á las almas de este mundo,
-como piensa el vulgo que la aspiración de los ciervos arrastra á las
-serpientes por escondidas que se hallen; escucha y sabrás que esas
-opiniones repugnan á la razón: acerca de este asunto me propongo hablar
-ahora.
-
-Ya en otras ocasiones he dicho que la Tierra contiene un crecido número
-de corpúsculos de variadas figuras, que son origen de la vida, causa de
-enfermedades, motivo de muerte: esos principios elementales según las
-diferencias de su forma, de su naturaleza y de su disposición para las
-combinaciones, son más ó menos beneficiosos á los animales; algunos hay
-que nos lastiman los oídos; otros con emanaciones picantes nos dañan el
-órgano olfatorio; varios son peligrosos al tacto; muchos molestan al
-paladar; no pocos ofenden el aparato de la visión, y además hay otros
-cuerpos simples en escaso número que influyen en todas las sensaciones,
-algunas muy dolorosas, que experimentamos.
-
-Algunos árboles con sus emanaciones producen fuerte dolor de cabeza al
-inadvertido que bajo su engañadora sombra se recuesta en la hierba:
-en los altos montes de Helicón se halla un árbol cuyas flores matan á
-los hombres que las huelen, y sin duda esas peligrosas exhalaciones
-surgen de la Tierra, la cual contiene elementos de formas diferentes,
-de varias propiedades, y aptos para muy distintas combinaciones. El
-humo de la pavesa que resulta en lámpara recién apagada tiene un olor
-tan incómodo é ingrato que á veces provoca ataques nerviosos á los que
-lo perciben; las mujeres dejan escapar de las manos la delicada labor
-en que se entretenían, por causa de una extremada languidez que de
-ellas se apodera al aspirar el fuerte olor del castóreo, especialmente
-si se hallan en uno de los períodos en que pagan á la Naturaleza el
-tributo mensual; hay también otras substancias que relajan los miembros
-y hacen languidecer el alma en su residencia: si se toma un prolongado
-baño caliente, ó bien si en él se entra después de haber asistido
-á opíparo banquete, hay peligro de sufrir grave daño: el olor del
-carbón encendido, ¿no puede perturbar nuestro cerebro si no tomamos
-la precaución de beber agua antes de aspirarlo? Las emanaciones del
-vino matan al que está abatido por fiebre ardiente: ¿no ves también
-que de la Tierra se deriva el azufre y en ella se conglutina el betún
-de infecto olor? Cuando el duro hierro descubre las minas de oro y
-plata, ¿no deja también paso á envenenados vapores que del fondo de
-ellas se exhalan? ¿dónde tienen los auríferos metales esos miasmas que
-tanto ofenden? ¡qué rostros, qué colores tienen los mineros! ¿no has
-visto, no has oído que mueren en poco tiempo y en muy temprana edad los
-infelices que se ven reducidos á trabajos tan duros? Necesario es que
-la Tierra expulse esos vapores y que éstos se dispersen por el espacio.
-
-Esos lugares, llamados avernos, de los cuales se derivan exhalaciones
-mortíferas que se elevan por los aires y corrompen las auras
-respirables, son focos de infección hacia los que se precipitan
-las aves que en su atmósfera penetran influidas por la acción del
-veneno que aspiran, y cuando caen sus miembros se relajan y su vida
-se extingue: en el primer momento las domina especial angustiosa
-convulsión, pero después cuando sin fuerzas descienden hasta el mismo
-sitio donde tienen salida los venenosos vapores, sofocadas por el aire
-denso que las rodea exhalan el último aliento.
-
-Puede ser también que las exhalaciones del averno corrompan el aire de
-tal manera que formen una especie de atmósfera viciada ó rarificada, y
-tan pronto como las aves lleguen á ese lugar pierdan las fuerzas y sus
-alas claudiquen: en ese estado no pueden las aves usar del aire ni de
-las alas, y caen á tierra, donde yacen después que sus almas les salen
-por los poros y se esparcen por el vacío.
-
-
-838. _Frigidior porrò in puteis æstate fit humor..._
-
-El agua de los pozos refresca en el verano porque el calor afloja
-las tierras y por los dilatados poros de ésta da salida á los ígneos
-elementos que ella misma encierra; por consiguiente, cuanto más denso
-es el calor que en el suelo de un lugar se experimenta, más fresca está
-el agua que en lo interior se oculta; y, por lo contrario, si el frío
-oprime y contrae la superficie de un terreno, las moléculas de calor
-extendidas por todas partes entran en los pozos donde permanecerán como
-sujetas por compresión.
-
-Cerca del templo de Júpiter Ammón hay un surtidor de agua que, según
-vulgar opinión, es fría mientras brilla luz diurna y caliente por la
-noche: ese manantial es objeto de admiración para los hombres capaces
-de creer que oculto el Sol por debajo de la Tierra llena la fuente
-con sus fuegos mientras la noche nos envuelve con sus sombras. Pero
-la razón rechaza esa hipótesis; porque si el Sol, con la fuerza de
-sus rayos, cuando está sobre nuestro horizonte no puede por contacto
-directo calentar el agua, mucho menos lo podrá hacer cuando se halla
-debajo de nosotros, y cuando tendría que atravesar con sus fulgores
-una masa de espesor considerable: ¿pues no vemos que los rayos del Sol
-apenas dan razón de su presencia á través de los muros de nuestras
-casas? ¿Cuál será, pues, la causa productora de ese fenómeno? Sin duda
-la tierra en que se halla ese manantial es más permeable que otras y
-compuesta de moléculas más impresionables al calor; durante el tiempo
-en que las tinieblas dominan, la tierra se enfría y se contrae como si
-por la mano fuese apretada; entonces las moléculas de fuego se recogen
-en el agua y comunican su calor á ésta, que á su vez lo transmite al
-paladar y al tacto; y cuando el Sol naciente con sus rayos abre los
-poros de la tierra, pasan por ésta las ígneas moléculas y el calor
-escapa del agua; por este motivo es fresca durante el día la de aquella
-fuente. Pero además debe notarse que el agua por la influencia del
-calor se enrarece y pierde mediante la evaporación muchas partículas
-ígneas que encierra, de igual modo que otras veces expulsa las de frías
-nieves que en sí contiene, disuelve el hielo y desata los vínculos con
-que éste la retuviera.
-
-Un manantial hay cuyas aguas, aunque al tacto son frías, hacen arder
-la estopa y encienden las hachas resinosas que en ellas se arrojen:
-esas aguas deben contener una cantidad extraordinaria de principios
-ígneos, y aun así, no tienen bastante actividad para calentar sus
-raudales. Una especial influencia obliga á sus moléculas á elevarse
-desde el fondo de la fuente á la superficie del agua y dispersarse en
-los aires, como surtidor de agua dulce que brota en el mar y separa á
-un lado las ondas salíferas. Hay, con efecto, regiones en que el mar
-ofrece á los navegantes sedientos un surtidor de agua dulce, libre de
-sal: de un modo parecido en aquellos otros sitios se escaparán de los
-manantiales algunos elementos ígneos que sirvan para inflamar la estopa
-y las teas, pues tanto la una como las otras se componen también de
-partículas comburentes. ¿No has reparado que si á una lámpara apagada
-aproximas una luz vuelve á encenderse aun antes de que ésta la toque?
-¿No sucede lo mismo con la tea? Otros muchos cuerpos hay que arden
-sólo por las exhalaciones del fuego y sin necesidad de ponerse en
-contacto con éste: una cosa parecida á la que indico debe ocurrir en la
-mencionada fuente.
-
-
-904. _Quod superest, agere incipiam quo fœdere fiat..._
-
-Ahora trato de inquirir la ley de atracción que sobre el hierro ejerce
-la piedra por los Griegos llamada magnética del nombre de la provincia
-de Magnesia en que tiene su nacimiento; á los hombres causa admiración
-el ver que varios trozos de la citada piedra forman una cadena de
-anillos, que se sostienen por recíprocas atracciones, y que algunas
-veces cinco piedras ó más, adheridas las unas á las otras, aunque
-agitadas por el viento no se desunan: tan activa es la energía que
-desarrollan.
-
-Para explicar cierto orden de hechos hay que establecer algunos
-principios elementales que faciliten los medios para llegar á la
-posesión de la verdad: te pido, pues, que me concedas atento oído y
-ánimo sereno.
-
-Si vemos los cuerpos es porque de todos surgen emanaciones que se
-extienden por nuestro alrededor, tocan nuestros ojos y determinan la
-visión: de muchos se exhalan moléculas odoríferas como del agua se
-desprende frío, del Sol calor y de las olas del mar el vapor saliginoso
-que socava los edificios situados en la playa: las ondas sonoras nunca
-dejan de impresionar nuestro oído; paladeamos el sabor de sal mientras
-pasamos por las orillas de los mares, y nos incomoda el amargor del
-ajenjo cuando asistimos á su preparación. Luego es indudable que todas
-las cosas tienen desprendimientos moleculares que afectan nuestros
-sentidos; y no hay quien no admita que alguna vez sufran intermitencias
-esas emisiones, pues es un hecho que en todo momento la vista, el
-olfato y el oído pueden impresionarse.
-
-Repetiré ahora para auxiliar tu memoria que todos los cuerpos son
-porosos como he demostrado al principio de la presente obra poética:
-esta afirmación envuelve un dato fundamental para el conocimiento de
-muchas verdades, y especialmente para la dilucidación del asunto que
-voy ahora á tratar: necesario se hace, por tanto, que insista en la
-prueba de que las moléculas componentes de todos los cuerpos están
-separadas por pequeños intersticios. Por las bóvedas de las grutas
-se filtra el agua gota á gota; en todas las partes de nuestro cuerpo
-hay conductos para la transpiración; de nuestra piel brota la barba
-y el vello; el alimento diluido en los conductos venosos lleva la
-vida y el sostenimiento á todos los miembros y órganos del cuerpo
-y no priva de su influencia ni aun á las uñas; el calor y el frío
-se transmiten á través del bronce, y pasan la plata y el oro, como
-puede comprobarse en vasos de uno de esos metales que tengamos en la
-mano y en los que hayamos vertido cualquiera substancia líquida; los
-sonidos y algunos olores fuertes atraviesan gruesos muros; el calor
-y el frío traspasan las corazas de hierro que sirven para ceñir el
-cuerpo; muchas enfermedades infecciosas penetran en nosotros por las
-puertas de nuestros poros porque la Tierra y los aires están llenos
-de corpúsculos que se insinúan en nosotros y nos dañan. Después de
-fijarnos en esos detalles, convendremos en que ningún cuerpo carece
-de poros. También sucede que las emanaciones de los seres no tienen
-todas las mismas propiedades, y, por tanto, no producen igual efecto en
-todos los cuerpos sobre los cuales obran: el Sol que seca y endurece
-la tierra también derrite el hielo, liquida enormes témpanos de nieves
-aglomerados en la cima de las montañas y disuelve la cera; el fuego que
-licua el oro y el bronce, aprieta y condensa las carnes y las pieles;
-el agua que endurece el hierro ablandado por el calor, ablanda la piel
-y la carne por el calor endurecidas: el pino silvestre, cuyas hojas son
-para las barbudas cabras manjar delicioso preferible al néctar y á la
-ambrosía, para los hombres tiene insufrible sabor amargo: el cerdo huye
-de la mejorana y de toda substancia olorosa como de venenos mortíferos
-que á nosotros nos deleitan, y, por lo contrario, nosotros consideramos
-abominable y repugnante el lodo que para el cerdo es delicioso baño, de
-cuyo disfrute nunca se encuentra satisfecho.
-
-Aún añadiré otra observación antes de entrar de lleno en el estudio del
-asunto que me he propuesto poner en claro. Los innumerables poros que
-en el cuerpo hay, por cuanto sirven para funciones diversas, han de
-ser entre sí desemejantes: es innegable que todos los animales poseen
-varios sentidos, cada uno de los cuales tiene su especial esfera de
-actividad: la impresión del sonido se recibe en un propio órgano, en
-otro la del gusto, en otro la del sabor, con arreglo á muy complejas
-circunstancias; pero si es cierto que algunos simulacros atraviesan
-las piedras, otros se introducen por los poros de la madera y otros,
-como los del calor, pasan á través del oro, de la plata y del vidrio,
-mientras hay muchos incapaces para comunicarse de ese modo, también
-debe ser cierto que tan variadas apariencias de un mismo fenómeno en
-una principalísima parte sean debidas, como ya en otra ocasión he
-demostrado, á las diferencias de los huecos ó poros que la Naturaleza
-deja abiertos entre las moléculas de todos los cuerpos. Conocidos estos
-antecedentes, se nos muestra al descubierto la causa que origina la
-atracción del hierro.
-
-Primeramente, es necesario que de la piedra magnética se desprenda
-una especie de fluido muy activo que tenga la propiedad de rarificar
-el aire que media entre la misma piedra y la anilla ó cualquier otro
-objeto de hierro; luego que de ese modo queda entre los dos cuerpos un
-espacio vacío las exhalaciones de los elementos férricos se precipitan
-en él y la anilla de que proceden seguirá la misma dirección. No hay
-cuerpo que tenga sus moléculas más apretadas ni sus elementos más
-estrechamente unidos que el hierro, cuya estructura, por lo densa, es
-más inaccesible para el calor: por ese motivo no es de admirar que si
-las partículas componentes de una anilla de hierro se dirigen hacia el
-vacío, la anilla íntegra siga la misma ruta hasta encontrar la piedra
-magnética á la cual quede unida por invisibles lazos. Las emanaciones
-magnéticas forman alrededor de la piedra que las produce una especie
-de circuito y quedan sujetos á su acción todos los cuerpos de hierro
-que en él se hallen, los cuales, como no pueden por su propia gravedad
-elevarse en las auras, han de recibir sucesivas impulsiones del aire.
-
-Otro motivo hay que favorece la progresión y aumenta el movimiento de
-la anilla, la cual, no bien se halla dentro del vacío formado por la
-piedra magnética es empujada hacia adelante por las capas de aire que
-la rodean; y como el mismo aire penetra también en los intersticios
-del hierro, obra en la anilla de igual modo que el viento cuando
-hincha las velas de un buque é impulsa la marcha de éste. Los cuerpos
-contienen aire en sus poros; y ese fluido sutilísimo que permanece
-oculto en el hierro, agitado por la influencia del imán que sobre la
-anilla obra contribuirá también de varias maneras á que ésta siga la
-dirección que la atrae.
-
-Pero la piedra magnética unas veces atrae al hierro y otras lo rechaza:
-en Samotracia tuve ocasión de ver una cubeta de bronce en la cual
-habían introducido trozos y limaduras de hierro y encima de ellos
-una piedra imán: el hierro se movía de un lado á otro como fugitivo
-impaciente; parecía que el bronce había provocado una discordia entre
-aquellos cuerpos: este fenómeno que observé quizá proviniera de que
-las exhalaciones vaporosas del bronce habían ocupado los intersticios
-del hierro antes de que las de la piedra de Magnesia hubieran podido
-en ellos penetrar, y tal vez estas últimas pugnaran por apoderarse de
-la substancia férrica y henchir su tejido: lo cierto es que mediante
-la interposición del bronce el hierro siempre rechaza al imán, al cual
-fácilmente se adhiere en otras circunstancias.
-
-Y se comprende bien que la piedra magnética no atraiga á todos los
-cuerpos: el oro, por su densidad, no es accesible á su influencia; la
-madera tiene poros muy abiertos y por ellos pasan las emanaciones del
-imán sin producir efecto; pero el hierro, con respecto á su textura, se
-halla colocado entre aquellas dos substancias; y cuando está impregnado
-en moléculas de bronce la piedra magnética lo rechaza.
-
-Pero no todos los cuerpos son extraños á especiales uniones, y pudiera
-citarte muchos casos de afinidad íntima entre cosas diferentes: la cal
-sirve de lazo para juntar unas piedras con otras; con la pasta hecha
-de piel de toro los trozos de madera se unen de tal modo, que podrán
-romperse por cualquiera parte más bien que por los bordes adheridos
-con auxilio de la cola; el jugo de la uva se mezcla muy bien con los
-raudales cristalinos de murmuradoras fuentes, alianza que no puede
-aquélla efectuar con la pez, que es muy pesada, ni con el aceite, que
-es muy ligero; el color purpúreo del conchil se identifica notablemente
-con la tela de lana, y no pueden separarse con el agua, aunque ésta
-se emplease en la misma cantidad que los mares juntos contienen; el
-oro y la plata perfectamente se incorporan; varias clases de cobre
-con el plomo forman distintas especies de bronce. De muchos otros
-enlaces y de otras varias aleaciones pudiera hablarte; pero considero
-que una detenida relación de este género sería inútil y además te
-produciría cansancio y enojo, cuando persigo el objeto de hablarte
-poco para decirte mucho. La alianza de cuerpos que tienen prominencias
-correspondientes á depresiones de otros afines resulta perfecta y
-durable: también los cuerpos se ligan fuertemente por medio de anillos
-ó de ganchos; y de esta manera última es como se establece la unión
-entre las moléculas de la piedra de Magnesia y las del hierro.
-
-
-1087. _Nunc, ratio quæ sit morbis, aut unde repentè..._
-
-Ahora te explicaré el origen de las epidemias que de improviso invaden
-muchas veces algunas comarcas y causan horrible mortandad entre los
-hombres y entre las bestias. En primer término, existen en el espacio,
-como ya te he demostrado, muchísimos corpúsculos, de los cuales unos
-son favorables á la vida y otros son auxiliares de la muerte. Cuando
-estos últimos se congregan casualmente en gran número, inficionan el
-aire y perturban la marcha regular de la existencia. Los gérmenes de
-enfermedades pestilentes, ó vienen transportados por las nubes y las
-tempestades, quizá desde lejanos climas, ó surgen del mismo país
-mediante alteraciones producidas en el cielo y en la atmósfera, por
-intempestivas lluvias y calores excesivos. ¿No has observado que los
-productos de una región llevados á otra se resienten y se corrompen con
-la mudanza de clima y de aguas? La influencia del aire es evidente: ¿es
-el mismo el cielo británico y el de Egipto por donde el eje del mundo
-se abate[75]? ¿Es igual la temperatura media del Ponto, y la que desde
-las poblaciones gaditanas se extiende hasta los territorios en que el
-calor del Sol ennegrece á la raza humana? Aunque esas cuatro regiones
-se hallan expuestas á todos los vientos, bajo un mismo cielo, hay tanta
-diferencia en el color y la fisonomía de sus respectivos habitantes,
-como en las dolencias á que estos últimos están expuestos.
-
- [75] Lucrecio entendía que el eje del mundo se levantaba hacia el
- Norte y se bajaba en el Sur; y, por tanto, creía que en Egipto
- comenzaba su declinación.
-
-La elefantiasis es una molestia que domina en las proximidades del
-Nilo, en medio del Egipto, y no en otra parte; en Ática se padecen
-dolores de piernas, y en Acaya mal de ojos. De igual modo hay otros
-muchos lugares que son propensos á varios dolores, sin duda por la
-influencia del aire. Cuando éste, saturado ya de miasmas infectos,
-forma corrientes que invaden algunas comarcas, se extienden por ellas
-con lentitud como las nubes y corrompen su atmósfera; al llegar á la
-nuestra, la inficiona, se la asimila, pero la hace extraña á nosotros
-mismos.
-
-El contagio de la nueva calamidad prontamente se apodera de las aguas,
-se posesiona de los frutos de la tierra y de otras substancias que
-sirven de alimento á los hombres y de pasto á los animales, y se
-mezcla con el aire que nos vemos precisados á respirar, aun cuando
-conozcamos el peligro de absorber el veneno que lo emponzoña. Con igual
-energía que á los hombres, la pestilencia ataca á la especie bovina
-y á los baladores rebaños. El mismo efecto nos produciría el aspirar
-voluntariamente un aire viciado, que el apropiarnos por necesidad el
-que la Naturaleza nos proporciona, dañado con substancias nocivas para
-nuestra salud y para nuestra vida.
-
-Una epidemia de esa clase causada por vapores mortíferos ocasionó
-horribles estragos en Cecropia, y dejó desiertos sus campos y ciudades;
-hizo su aparición en el centro de Egipto; por el aire atravesó el
-espacio, por el mar recorrió las distancias, y se estableció en los
-muros de Pandión, cuyos habitantes fueron víctimas de repugnante
-dolencia ó de angustiosa muerte[76]. La enfermedad se iniciaba por
-una intensa fiebre, á la que seguía fuerte dolor de cabeza; después
-los ojos de los pacientes se entumecían é inflamaban, su laringe se
-llenaba de úlceras que brotaban negra sangre y obstruían los conductos
-de la voz; su lengua, intérprete del ánimo, rodeada por ensangrentada
-costra purulenta, quedaba inmóvil aunque penetrada por dolor agudo;
-con las secreciones ponzoñosas que se escurrían por el esófago de
-los enfermos, éstos sentían que el mal se amparaba de su pecho, se
-apoderaba de su corazón y entorpecía todos los hilos de la vida; su
-boca exhalaba hedor no menos fétido que el de cadáveres corrompidos;
-su alma carecía de fuerzas para manifestarse, y su cuerpo, como
-desmadejado, parecía yacer tendido á las puertas de la muerte. Pero
-luego sobrevenían aflicciones y tormentos nuevos, estertores profundos,
-gemidos redoblados por el día y por la noche, rigidez en los miembros,
-nerviosas contracciones, extenuación, abatimiento, fatigas; los
-pacientes no tenían mucho calor en su piel, y sus extremidades estaban
-templadas, y eso no obstante, su cuerpo lleno de profundas llagas,
-parecía rojo, como si lo hubiese invadido la erisipela; fuego interior
-consumía á los desdichados, y les penetraba los huesos; en su estómago,
-como si fuese encendida hornaza, ardía llama devoradora; les abrumaba
-el peso de las ropas, y se exponían desnudos al frío y al aire;
-algunos, impelidos por el ardor que les quemaba las entrañas, en su
-furor desesperado se precipitaban á helados ríos; otros, rabiosamente,
-con la boca abierta, se arrojaban á los pozos, como si quisieran
-beberse toda el agua que en ellos encontraran, aun cuando la sed que
-sufrían tan insaciable era con un torrente como con la que pudiera
-contener un pequeño vaso; el malestar no les permitía punto de reposo;
-sus miembros se rendían abatidos; ningún bienestar les proporcionaba
-la medicina, que ante la epidemia se declaraba impotente; faltos de
-sueño, movían con frenesí los ojos desencajados, sufrían mortales
-angustias, horror y espanto perturbadores de la mente, ira y tristeza
-manifestadas con fruncimientos de cejas y convulsiones del rostro,
-zumbido en los oídos, respiración anhelante, sudor que les bañaba el
-cuello, tos violenta que entre ahogos les arrancaba tenues y escasos
-esputos de color amarillento y de sabor salado, retorsiones de las
-manos, temblor intenso, frío helado, que desde los piés avanzaba poco
-á poco hasta dominar el tronco. Ya en el último período, los enfermos
-tenían la nariz comprimida y afilada, los ojos y las sienes hundidos,
-la piel fría y dura, los labios estirados, el semblante horroroso. Y
-en ese estado morían; á los ocho ó diez días de enfermedad exhalaban
-el último suspiro. Si alguno de los atacados podía librarse de la
-muerte, porque sus abiertas llagas supurasen todo el humor corrompido
-que en ellas se contenía, ó porque expulsara abundante cantidad de
-negras materias excrementicias, al cabo, en una próxima recaída perdía
-la existencia; de la nariz le brotaba sangre fétida, penosos dolores
-de cabeza le torturaban, y de este modo sus fuerzas se extinguían.
-Si la hemorragia se contenía pronto, la dolencia aparecía en los
-nervios, se extendía á los miembros todos, y se fijaba especialmente
-en los órganos de la generación; algunos enfermos, guiados por el
-instinto de conservar la vida, entregaban al cortante hierro la parte
-de su cuerpo elegida por el mal; unos perdían la característica de
-su viril sexo, otros las manos, otros los piés; ¡tan grande era el
-horror que la muerte inspiraba! Había personas que perdían totalmente
-sus facultades intelectuales, y ni aun siquiera conservaban idea de
-su propia personalidad. Aunque los cadáveres quedaban insepultos y
-yacían amontonados, ni los cuadrúpedos ni las aves de rapiña se les
-aproximaban por no poder resistir el pestilente olor que despedían;
-si los tocaba algún animal, éste era en el acto víctima de la muerte:
-ni ave alguna osaba mostrarse á la luz del día, ni las fieras dejaban
-por las noches el obscuro bosque; la epidemia había debilitado á todas
-y mataba á muchas; los perros, animales fieles, caían abatidos en las
-calles, y entre fatigas y horribles tormentos, quedaban sin vida, que
-la dolencia les arrebataba. Los cadáveres eran sacados sin pompa alguna
-de las casas. No había remedio conocido contra el mal; la medicina que
-había asegurado á unos enfermos el goce de la vida y el disfrute de la
-luz del Sol, precipitaba la ruina de otros.
-
- [76] La peste de Atenas, con sujeción á los datos que se hallan
- en el segundo libro de Tucídides, es descrita magistralmente por
- Lucrecio, que dió á Virgilio el modelo para pintar la peste de
- los animales en el tercer libro de sus _Geórgicas_.
-
-
-1227 _á_ 1283. _Illud in his rebus miserandum et magnopere unum..._
-
-Lo más aflictivo y terrible en aquel período calamitoso, era que
-todo el que se hallaba acometido por la dolencia, sabía desde luego
-que iba á morir; y, como criminal sentenciado á la última pena, veía
-de continuo ante sus ojos la amenaza de la muerte y perecía entre
-desesperaciones y terrores. Numerosas víctimas hacía el contagio;
-la enfermedad se propagaba fácilmente de unos individuos á otros;
-aquellos que por miedo á la muerte huían de la vista de sus deudos
-y amigos sucumbían también, pero sin recibir el menor socorro,
-abandonados, lo mismo que ganado vacuno ó rebaño lanígero; y los que
-auxiliaban á parientes y amigos y por decoro ó compasión entraban
-en lucha con la pestilencia, entre dolores, quejas, lamentos y ayes
-eran arrollados por la asoladora catástrofe, que de este modo la
-vida se llevó de los mejores ciudadanos; muchos, después de haber
-inhumado los restos de todas las personas de su estima, fatigados,
-tristes, lacrimosos, dominados por el espanto, abatidos, cansados y
-sin fuerzas, se tendían en el lecho donde, rendidos, se entregaban
-á la muerte. En aquel tiempo no se veían por todos sitios más que
-enfermos desesperados, cadáveres en montón, enlutados que arrastraban
-su pena. Lo mismo el pastor de cualquiera clase de animales que el
-robusto conductor del corvo arado eran vencidos por la epidemia, y
-allá, ocultos en sus chozas, languidecían de dolores y de miseria
-y espiraban. Revueltos yacían los cadáveres de los padres y de los
-hijos: éstos daban el último suspiro sobre el cuerpo, inanimado ya,
-de la madre ó del padre. El mayor contingente que á la enfermedad se
-ofrecía era procedente de los campos, cuyos moradores, tan pronto como
-experimentaban los primeros síntomas de la dolencia, se acogían á la
-ciudad, en la cual la muerte hallaba juntas numerosas víctimas en todas
-las casas.
-
-Muchos hombres, tocados por la peste, morían en las calles; otros,
-movidos por sed abrasadora, á rastras, con mil trabajos, llegaban á
-las fuentes públicas donde bebían con ánimo de hartarse, pero antes
-de conseguirlo, morían sofocados. Los caminos se hallaban invadidos
-por enfermos, desfallecidos, moribundos, cubiertos de harapos y llenos
-de podredumbres, con los huesos descarnados en algunos sitios y en
-otros con la piel lívida, llena de llagas que manaban asqueroso pus y
-ya con la corrosión misma de la tumba. Despojos impuros de la muerte
-habían sido con profusión depositados en los alcázares de los dioses;
-cadáveres en gran número eran llevados á los templos, cuyos guardas
-á su antojo disponían de sus improvisados huéspedes sin tratar de
-inquirir cuál fuese la religión y cuáles fueran los dioses de cada uno,
-porque el dolor excedía á toda preocupación; las ceremonias fúnebres,
-con tanto rigor observadas en otro tiempo, se habían dejado olvidadas:
-la consternación era general; los habitantes, como dislocados, en todas
-sus acciones daban pruebas de la perturbación que les trastornaba el
-juicio; cada uno enterraba á sus parientes como podía; de hogueras
-preparadas por unas familias, otras extrañas se apoderaban á viva
-fuerza para sus difuntos, y entre clamores ingentes sostenían
-sangrientos combates á fin de impedir que arrojaran de la pira los
-cadáveres antes de que fueran consumidos por el fuego[77].
-
- [77] Es probable que Lucrecio dejara sin terminar su poema, como
- se advierte que lo dejó sin corregir.
-
-
-FIN DE LA OBRA
-
-
-
-
-ÍNDICE
-
-
- Págs.
-
- _Noticia biográfica._ III
-
- NATURALEZA DE LAS COSAS
-
- LIBRO I. -- Invocación: dedicatoria: asunto del poema. -- El
- ser no se origina de la nada, ni en la nada se disipa. -- Cuerpos
- simples. -- Materia y vacío. -- Propiedades
- esenciales y accidentales de los cuerpos. 1
-
- LIBRO II. -- Movimiento y mudanza. -- Excelencia de la
- razón. -- Lo sensible surge de lo insensible. -- El Universo
- infinito: el Mundo, como parte del Universo. 57
-
- LIBRO III. -- El alma y el ánimo. 117
-
- LIBRO IV. -- Simulacros: imágenes: sensaciones. -- Los
- sentidos. -- Las ideas. -- Los sueños. -- El amor. 173
-
- LIBRO V. -- Formación y desenvolvimiento del mundo:
- el hombre: las sociedades humanas. -- Progresos: artes
- é industrias. 233
-
- LIBRO VI. -- Meteoros. -- Terremotos: volcanes. -- Inundaciones
- del río Nilo. -- Avernos. -- Imán. -- Enfermedades:
- peste de Atenas. 301
-
-
-
-
-
-End of Project Gutenberg's Naturaleza de las cosas, by Tito Lucrecio Caro
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK NATURALEZA DE LAS COSAS ***
-
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- </head>
- <body>
-
-
-<pre>
-
-The Project Gutenberg EBook of Naturaleza de las cosas, by Tito Lucrecio Caro
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll
-have to check the laws of the country where you are located before using
-this ebook.
-
-
-
-Title: Naturaleza de las cosas
- Versión en prosa del poema «De rerum natura»
-
-Author: Tito Lucrecio Caro
-
-Translator: Manuel Rodríguez-Navas
-
-Release Date: July 20, 2020 [EBook #62711]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK NATURALEZA DE LAS COSAS ***
-
-
-
-
-Produced by Ramón Pajares Box and the Online Distributed
-Proofreading Team at https://www.pgdp.net. (This file was
-produced from images generously made available by Biblioteca
-Digital Hispánica/Biblioteca Nacional de España.)
-
-
-
-
-
-
-</pre>
-
-
-<div class="front">
- <hr class="full" />
- <p><a href="#tnote">Nota de transcripción</a></p>
- <p><a href="#ToC">Índice</a></p>
- <h1 class="faux">NATURALEZA DE LAS COSAS</h1>
-</div>
-
-<hr class="chap" />
-
-
-<div class="screenonly">
- <div class="figcenter">
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- <hr class="chap" />
-</div>
-
-<div class="tit">
- <p><span class="pagenum" id="Page_i">p. i</span></p>
- <p class="fs130 g0 ws1"><span class="smcap">TITO LUCRECIO CARO</span></p>
- <hr class="tir" />
- <p class="fs175 ws1 mt15">NATURALEZA DE&nbsp;LAS&nbsp;COSAS</p>
- <p class="fs75 ws1 mt2">VERSIÓN EN PROSA DEL POEMA «DE RERUM NATURA»</p>
- <p class="fs75 mt2">POR</p>
- <p class="fs130 ws1 mt1">MANUEL RODRÍGUEZ-NAVAS</p>
- <hr class="sep0" />
- <p class="fs110 g1 ws1">MADRID: 1892</p>
-</div>
-
-<hr class="chap0" />
-
-<div class="aftit pt6">
- <p><span class="pagenum" id="Page_ii">p. ii</span></p>
- <div class="legal">
- <p class="ws1">Es propiedad del traductor.</p>
- </div>
- <hr class="pieimp" />
- <p class="ws1"><span class="smcap">Agustín Avrial.</span>—Impr. de la Comp. de Impr. y Libreros.<br />
- S. Bernardo, 92.—<b>Teléfono núm. 3.674.</b></p>
-</div>
-
-<hr class="chap0" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch0">
- <p><span class="pagenum" id="Page_iii">p. iii</span></p>
- <h2 class="nobreak">NOTICIA BIOGRÁFICA</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<p>Según los datos más fidedignos que se han podido reunir, Tito
-Lucrecio Caro nació, hace ahora 1988 años, en el 658 de la fundación
-de Roma, correspondiente á la Olimpiada 171.ª, en ocasión en que eran
-cónsules Cn. Domicio Ahenobarbus y C. Cassius Longino: después de
-estudiar en Roma pasó á Atenas, donde siguió con Filodemo y uno de
-los dos Ptolomeos de Alejandría, las lecciones de Zenón, discípulo
-de Apolodoro, sucesor, este último, de Basílides y de Dionisio en la
-dirección de la escuela epicúrea: volvió á Roma cuando su amigo C.
-Memmio obtuvo el cargo de pretor, y acompañó á este mismo, en unión
-con el poeta Catulo y el gramático Curcio Nicetas, al gobierno de
-Bitinia: bien pronto, deseoso de entregarse completamente al estudio
-de los fenómenos de la Naturaleza y de la vida, regresó á Roma, donde,
-entristecido con el espectáculo que ofrecía la sociedad, agitada por
-mezquinos intereses, preocupaciones, odios, ambiciones desenfrenadas
-y guerras intestinas, vivió alejado en absoluto de las contiendas
-públicas hasta la edad de cuarenta y tres años en que murió. Eusebio
-de Cesarea cree que se<span class="pagenum" id="Page_iv">p. iv</span>
-suicidó, pero este parecer no descansa en ningún sólido fundamento.</p>
-
-<p>El poema didáctico <i>De Rerum Natura</i>, de Lucrecio, es la obra más
-notable, más bella, más grandiosa y de más difícil empeño que nos legó
-la antigüedad clásica; porque antes de Lucrecio y después de él hubo
-en Grecia y en Roma poetas que trataran asuntos agradables en versos
-harmoniosos llenos de encanto y sonoridad; pero no hubo quien penetrara
-en los misterios de la Naturaleza é intentara, como él, desvanecerlos
-con observaciones profundas, muchas de las cuales han sido confirmadas
-en nuestros días por la Física, la Química, la Astronomía y la
-Geología; también abundaron los poetas que utilizaran y fomentaran las
-supersticiones del paganismo, pero solamente Lucrecio las combatió con
-denuedo en forma poética y supo arrostrar con ese motivo las iras y el
-encono de los interesados en sostenerlas: ¿quién duda que los poetas,
-lo mismo en Grecia que en Roma, siempre halagaron á los poderosos y á
-los ignorantes, desfiguraron la verdad con ficciones de todo género,
-inventaron fábulas que eran mejor recibidas cuanto más extravagantes
-eran, y de hechos naturales interpretados arbitrariamente crearon una
-multitud de fantásticos genios que producían cuantiosas utilidades á
-los<span class="pagenum" id="Page_v">p. v</span> mismos sacerdotes
-y pontífices que de ellos se reían? Pero Lucrecio no quiso vender
-su adhesión ni aun siquiera su silencio al poder ó á la ignorancia,
-ni quiso valerse de su talento en propio beneficio, ni entregar su
-maravilloso estro á disposición de la mentira sistematizada, y,
-por lo contrario, puso todo su empeño en estudiar sin prejuicios y
-en comunicar sin ambigüedades á sus conciudadanos el fruto de sus
-laboriosas investigaciones, aunque sabía que al llevar á cabo su
-empresa, por lo que ésta perjudicaba á los intereses constituidos,
-había de ser blanco de toda clase de injuria y había de perder todo
-reposo y la esperanza de todo bienestar; pues entonces, como hoy y como
-siempre, los goces de la fortuna y los beneficios sociales estaban
-reservados al adulador envilecido y al defensor más ó menos ingenuo,
-pero interesado siempre, de las costumbres y de las instituciones
-dominantes. En Grecia y en Roma los poetas atendían en primer término
-á sus personales conveniencias; Lucrecio fué el único, sin duda, que
-sirvió desinteresadamente á la verdad; pudo estar equivocado, pero fué
-siempre sincero.</p>
-
-<p>Ahí está su obra literaria: en ella se muestra como filósofo
-moralista que no puede transigir con los vicios y con los dolores
-sociales creados al amparo de<span class="pagenum" id="Page_vi">p.
-vi</span> fantásticos dioses capaces para favorecer la hipocresía, la
-falsedad, la guerra, la injusticia, la opresión del fuerte sobre el
-débil, pero inútiles para el bien y para el progreso de la humanidad, y
-dirige incesantes y certeros golpes contra toda forma de superstición
-y contra todo pretendido infalible dogma. Cuanto Lucrecio combatió
-—los dioses del paganismo, la avaricia de sacerdotes que defendían en
-público lo que en secreto censuraban, la creencia en la perpetuidad
-de nuestro planeta y en la intervención de númenes caprichosos en los
-actos humanos— cayó por tierra cuatro siglos después de la muerte de
-aquel egregio poeta; y mucho de lo que Lucrecio afirmó —la composición
-atómica y la porosidad de los cuerpos, las atracciones y repulsiones
-moleculares, la gravitación universal, la existencia de muchos mundos
-en el espacio infinito, las leyes constantes y eternas de la vida—
-probado está por la ciencia moderna. Jamás, jamás negaron Lucrecio ni
-otro alguno de los fieles discípulos de Epicuro, la existencia de un
-Supremo Principio de todo ser, origen de toda realidad y fundamento
-de todo conocer; pero en cambio, en la exposición de su doctrina se
-encuentran máximas de moral purísima que San Ambrosio y San Agustín
-copiaron, y que hicieron á <span class="pagenum" id="Page_vii">p.
-vii</span>Lucrecio lo mismo que á Epicuro, merecedores de honores divinos
-que los pueblos de la antigüedad les tributaron. ¿Dónde, en qué lugar,
-en qué sitio, con qué ocasión hizo consistir Lucrecio la felicidad
-humana en los deleites materiales, según han afirmado en los últimos
-tiempos, desde el cardenal Polignac y el abate Delille hasta nuestro
-eximio Castelar, y con éstos una caterva de hombres ignorantes con
-pretensiones de eruditos?</p>
-
-<p>La obra de Lucrecio consta de siete mil cuatrocientos treinta
-y un versos distribuidos en seis cantos ó libros, en los que hay
-descripciones bellísimas, cuadros maravillosos presentados con una
-fuerza de colorido y una riqueza de imágenes que arroban el ánimo:
-solamente Virgilio puede ser comparado con Lucrecio; si aquél es
-más elegante, más harmonioso, éste es más expresivo, más severo; si
-el uno fascina la imaginación, el otro subyuga el entendimiento. El
-sacrificio de Ifigenia en el canto <span class="smcap">I</span>; la
-ansiedad de la vaca abandonada que busca intranquila su novillo,
-en el canto <span class="smcap">II</span>; las reprensiones que la
-Naturaleza dirige al hombre temeroso de la muerte, en el tercer canto;
-las atrevidas é intraducibles descripciones eróticas del libro <span
-class="smcap">IV</span>; la formación de las sociedades en el libro
-<span class="smcap">V</span>; los efectos del rayo, de las <span
-class="pagenum" id="Page_viii">p. viii</span>erupciones volcánicas y
-de la peste de Atenas en el libro <span class="smcap">VI</span> son
-cuadros admirables, grandiosos, en que palpita la vida. Bien pudo
-Virgilio decir de Lucrecio:</p>
-
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<p class="i2"><i>Felix, qui potuit rerum cognoscere causas</i></p>
-<p class="i0"><i>Atque metus omnes et inexorabile fatum,</i></p>
-<p class="i0"><i>Subjecit pedibus, strepitumque Acherontis avari.</i></p>
-</div></div>
-
-<p>Y Ovidio:</p>
-
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<p class="i2"><i>Carmina sublimis tunc sunt peritura Lucreti</i></p>
-<p class="i0"><i>Exitio terras cum dabit una dies.</i></p>
-</div></div>
-
-<div class="aster"><sub>*</sub><sup>*</sup><sub>*</sub></div>
-
-<p>La versión que sigue á esta breve nota, es la primera que se hace
-en lengua castellana y contiene, sin duda, numerosos defectos: el
-traductor ha tenido, sin embargo, en cuenta para realizar su difícil
-empeño, los comentarios del filósofo inglés Creech, los estudios de
-Gassendi, las citas de Lagrange, las observaciones de Pongerville,
-la traducción de Marchetti y las dos portuguesas de Lima Leitao y de
-Machado Ferraz.</p>
-
-<p class="fs90 mt2">Madrid 6 de Octubre de 1892.</p>
-
-<hr class="chap0" />
-
-
-<div class="chapter" id="Ch1">
- <p><span class="pagenum" id="Page_1">p. 1</span></p>
- <p class="centra fs140 ws1">NATURALEZA DE LAS COSAS</p>
- <h2 class="nobreak">LIBRO PRIMERO</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Æneadum genitrix,
-hominum Divumque voluptas...</i></p>
-
-<p>Madre de los Romanos, encanto de los dioses y de los hombres, pulcra
-Venus<a id="FNanchor_1" href="#Footnote_1" class="fnanchor">[1]</a>: Tú
-alientas los astros que en el ámbito de los cielos giran, las fértiles
-tierras y el inmenso Océano; todo animal por ti vive y por ti goza
-de la acción benéfica del Sol; ante la presencia tuya el cielo viste
-galas, huyen los vientos, la tierra produce olorosas flores, el mar
-se riza, el espléndido Olimpo llena de luz el Universo, la primavera
-brilla y el céfiro fecundo, libre, vuela; todos los seres que llenan
-los espacios, nutridos por tu influencia, festejan tu venida ¡oh<span
-class="pagenum" id="Page_2">p. 2</span> diosa!; la gente alegre baila
-en el ameno prado ó á nado pasa arrebatados ríos; cuanto vive y siente,
-atraído por tus goces, te sigue hacia donde tú lo impulsas; y lo mismo
-en el dilatado mar que en los empinados montes, en los intranquilos
-ríos que en los pacíficos campos, y en el obscuro bosque, mansión de
-aves, todos los corazones por ti arden en irresistible llama de amor, y
-con estímulo deleitoso los siglos se propagan.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_1"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_1">[1]</a></span> Según Plutarco, Venus representa
-la fecundidad; y Marte, citado algunas líneas después, la fuerza
-destructora.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">21. <i xml:lang="la" lang="la">Quæ quoniam rerum
-naturam sola gubernas...</i></p>
-
-<p>Y puesto que influyes en el mundo soberanamente, de tal modo
-que en él sin ti nada tendría vida y nada sería agradable, inspira
-estos versos que escribo destinados al estudio de la <i>Naturaleza
-de las cosas</i>, y dedicados á nuestro Memmio<a id="FNanchor_2"
-href="#Footnote_2" class="fnanchor">[2]</a>, á quien adornar quisiste
-en otros días con tus más nobles dones: por él ¡oh diosa! demando
-tu favor. Haz, entre tanto, que los horrores militares duerman en
-la tierra y en el mar, y como tienes poder para conservar á los
-mortales paz tranquila, ya que el gran Mavorte<a id="FNanchor_3"
-href="#Footnote_3" class="fnanchor">[3]</a> que á su gusto rige las
-batallas suele quedar en tus brazos preso y de intenso amor herido,
-cuan<span class="pagenum" id="Page_3">p. 3</span>do sediento de
-contemplar tu albo pecho, inclinada la cabeza y embebecido en tus
-ojos en éxtasis prolongado tenga de tus labios pendiente su voluntad,
-y cuando desfallecido en tu regazo yazga y tu dulce persuasión le
-quebrante la ira, pídele que conceda á los Romanos paz serena; porque
-ni yo podría en época de aflicciones para mi patria dedicarme con ánimo
-reposado á entonar mis cantos, ni tampoco el ilustre Memmio podría
-oirme, impulsado á las armas por la común defensa.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_2"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_2">[2]</a></span> Memmio Gemelo, ciudadano romano que
-fué pretor de Bitinia y después vivió desterrado en Atenas, donde es
-fama que recibió algunas cartas de M. T. Cicerón.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_3"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_3">[3]</a></span> Marte (Mars) es síncopa de Mavorte
-(Mavors).</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">44. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, vacuas
-aures mihi, Memmiada, et te...</i></p>
-
-<p>Para las lecciones que en forma de dádivas te dedico, reclamo
-tu atención libre de prejuicios y reposada, querido Memmio; no
-desprecies las enseñanzas que en ellas se contienen sin haberlas
-antes contrastado con razón serena: voy á disertar contigo acerca del
-orden de lo infinito y de la esencia de los dioses; voy á explicarte
-lo que entiendo respecto á los elementos de que la Naturaleza<a
-id="FNanchor_4" href="#Footnote_4" class="fnanchor">[4]</a> ha
-constituido las cosas y á los cuales éstas revierten cada vez que
-pierden una forma, y considera que doy el nombre de elementos<span
-class="pagenum" id="Page_4">p. 4</span> á esos simplicísimos cuerpos
-generadores que son los primeros principios de todo cuanto existe<a
-id="FNanchor_5" href="#Footnote_5" class="fnanchor">[5]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_4"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_4">[4]</a></span> Lucrecio usó en muchos lugares de
-su poema la palabra Naturaleza para significar la vida universal, el
-principio del Ser, es decir, Dios, Dios único, potencia infinita,
-posibilidad absoluta, fundamento de toda realidad.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_5"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_5">[5]</a></span> Deliberadamente, sin duda, Lucrecio
-no empleó ni una sola vez en todo su extenso poema la palabra átomo,
-que encierra el asunto más detenidamente estudiado en su obra.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">56. <i xml:lang="la" lang="la">Omnis enim per se
-Divum natura necesse est...</i></p>
-
-<p>Por su esencia, los númenes deben disfrutar eterna vida en ocio
-imperturbable: indiferentes á nosotros y á nuestras cosas, exentos
-de peligros y de aflicciones, ricos por su propia naturaleza
-puesto que nada necesitan, son insensibles á nuestras virtudes é
-indiferentes á nuestra ira<a id="FNanchor_6" href="#Footnote_6"
-class="fnanchor">[6]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_6"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_6">[6]</a></span> De igual modo Séneca se expresó en su
-epístola <span class="smcap">XCV</span>.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">63. <i xml:lang="la" lang="la">Humana ante oculos
-fœde cum vita jaceret...</i></p>
-
-<p>Cuando la humanidad, abatida por el terror, se humillaba ante el
-aspecto horrible del fanatismo que desde las regiones aéreas dirigía á
-los mortales tremendas amenazas, un sabio de Grecia fué el primero<a
-id="FNanchor_7" href="#Footnote_7" class="fnanchor">[7]</a> que se
-atrevió á resistir al monstruo y á levantar contra él los ojos: ni la
-fama de los dioses, ni rayos, ni temeroso estruendo de las concavidades
-del espacio pudieron abatirlo; por lo contrario, los obstáculos
-estimularon su<span class="pagenum" id="Page_5">p. 5</span> energía
-y abrió las cerradas puertas de la Naturaleza; su genio vencedor pasó
-adelante y arrojó á distancia las murallas flamígeras del mundo:
-entonces escrutó la inmensidad con mirada vigorosa, y vencedor de ella
-nos dió á conocer lo que existe y lo que no puede existir en el mundo,
-así como descubrió que toda potencialidad de los seres está limitada
-por su peculiar esencia; de este modo la superstición fué á su vez
-subyugada y la victoria nos elevó á lo infinito.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_7"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_7">[7]</a></span> Epicuro, natural de Samos, donde
-nació el año 341 antes de la Era cristiana.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">71. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in is rebus
-vereor ne fortè rearis...</i></p>
-
-<p>Temo, sin embargo, te figures que voy á iniciarte en protervas
-doctrinas y á franquearte el camino del mal; por lo contrario, la
-superstición ha producido muchas veces crímenes y sucesos execrables:
-por ella varones famosos de Grecia, capitanes fuertes, profanaron en
-Aulide<a id="FNanchor_8" href="#Footnote_8" class="fnanchor">[8]</a>
-con la sangre de Ifigenia el altar de Diana. La cabellera virginal
-recogida con fúnebre banda fluctuante; junto al altar el afligido
-padre; al lado los sacerdotes que ocultan los puñales; alrededor el
-pueblo que lloroso contempla á la joven; ésta, muda por el terror y
-agobiada por<span class="pagenum" id="Page_6">p. 6</span> el espanto,
-cae sobre sus rodillas... á la infeliz no sirve ser la primera que
-diera nombre de padre al rey... impías manos de ministros la levantan y
-la conducen trémula ante las aras, no para que celebre solemnes ritos
-de Himeneo acompañada por lucido cortejo, sino para que muera casta
-pero deshonestamente bajo los golpes de su mismo padre, en el instante
-en que amor la destinaba á tierno esposo; y muere para que el viento no
-estorbe la feliz partida de la flota griega. ¡Á qué horribles males la
-superstición puede llevar á los hombres!</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_8"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_8">[8]</a></span> Aulide, puerto de Beocia, donde se
-celebró el sacrificio de Ifigenia, hija de Agamenón y de Clitemnestra.
-Agamenón, jefe de los ejércitos griegos en la guerra de Troya.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">103. <i xml:lang="la" lang="la">Tutemet à nobis jam
-quovis tempore, vatum...</i></p>
-
-<p>Tú mismo, dominado por los discursos terroríficos de los vates,
-¿querrás separarte de mi lado? ¿Supondrás acaso que también yo puedo
-fingirte delirios que cambien las reglas de tu vida ó turben tus
-dichas con temores? Y no te he de censurar; porque si los hombres
-comprendiesen cuál es el término cierto de sus infortunios, bien
-podrían resistir á las religiones y despreciar las amenazas de los
-vates; pero en la actualidad no hay saber bastante ni motivo suficiente
-para rechazarlas, mucho más cuando se temen penas eternas después de
-la muerte; pues todavía se ignora cuál sea la naturaleza del alma, si
-es creada con el cuerpo ó si á éste se agrega<span class="pagenum"
-id="Page_7">p. 7</span> en algún momento, é igualmente se ignora si con
-el cuerpo fallece ó si va á visitar las extensas y negras lagunas del
-Orco<a id="FNanchor_9" href="#Footnote_9" class="fnanchor">[9]</a>, ó
-bien si merced á divina disposición emigra para el cuerpo de varios
-animales, como cantó nuestro Ennio, primero digno de eterno renombre
-que del risueño Helicón bajó á Italia coronado con laurel inmarcesible.
-En versos inmortales Ennio describió el tenebroso infierno, donde no
-existen almas ni cuerpos, sino espectros y pálidas imágenes: allí se le
-acercó la sombra del siempre floreciente Homero, y con efusión cariñosa
-entre lágrimas de recuerdos le explicó la naturaleza de las cosas<a
-id="FNanchor_10" href="#Footnote_10" class="fnanchor">[10]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_9"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_9">[9]</a></span> El Orco, obscuridad, muerte,
-infierno. La India suministró á Grecia y á Italia elementos para su
-lenguaje y base para su mitología.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_10"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_10">[10]</a></span> Dante Alighieri debió tomar de
-estas palabras de Lucrecio la idea para el <i>Infierno</i> de su <i>Divina
-Comedia</i>.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">126. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter bene cum,
-superis de rebus, habenda...</i></p>
-
-<p>Antes de investigar las leyes referentes á las etéreas regiones,
-al curso del Sol y de la Luna y á los fenómenos terrestres, debemos
-inquirir la naturaleza de nuestra alma, la de nuestra vitalidad y
-la de todos los objetos que de cerca se nos ofrecen cuando estamos
-en posesión de nuestras facultades, y que después, cuando nos
-hallamos abatidos por enfermedad ó subyugados por el sueño, nos<span
-class="pagenum" id="Page_8">p. 8</span> perturban hasta el punto de que
-lleguemos á pensar que ven y oyen después de muertos aquellos seres
-cuyos despojos cubren ya la tierra.</p>
-
-
-<p class="verslat">137. <i xml:lang="la" lang="la">Nec me animi fallit,
-Graiorum obscura reperta...</i></p>
-
-<p>Ni me engaño si pienso cuán difícil sea explicar en versos latinos
-las investigaciones de los Griegos consideradas obscuras (propósito que
-ha de obligarme á emplear palabras nuevas), ya por deficiencias del
-idioma, ya por la novedad del asunto. Pero tu virtud por una parte, y
-por otra el suave goce que me promete el trato de tu amistad, me animan
-á emprender la difícil labor y me inducen á velar durante las apacibles
-noches para escoger las frases que he de emplear en mis versos,
-destinados á iluminar tu inteligencia con clara luz que te permita
-penetrar en las cosas ocultas.</p>
-
-
-<p class="verslat">147. <i xml:lang="la" lang="la">Hunc igitur terrorem
-animi, tenebrasque necesse est...</i></p>
-
-<p>Y pues no se disipan aquel terror y aquellas tinieblas del espíritu
-ni con el lucir del Sol, ni con la brillantez del día, sino con el
-estudio reflexivo de la Naturaleza en cuanto ésta se nos ofrece,
-sírvanos de exordio este principio: <i>De nada nunca puede producirse
-maravillosamente algo.</i> Ahora, muchas veces, los mortales, dominados
-por el temor,<span class="pagenum" id="Page_9">p. 9</span> cuando
-no pueden explicarse las causas de los fenómenos que se realizan en
-la tierra ó en la inmensidad del espacio, las suponen dependientes
-de la voluntad de númenes; pero cuando se persuadan de que nada
-puede formarse de nada, emprenderán obra de investigación que les
-hará conocer cómo pueden producirse los seres sin la intervención de
-dioses.</p>
-
-
-<p class="verslat">160. <i xml:lang="la" lang="la">Nam si de nihilo
-fierent, ex omnibus rebus...</i></p>
-
-<p>Y si de nada surgiesen los seres, también de éstos confusamente
-podrían formarse diversos géneros, sin necesidad de gérmenes: así,
-del mar podrían nacer hombres y de la tierra la estirpe de escamas y
-los volátiles; en los aires se producirían tímidos corderos, toros y
-caballos; las fieras, originadas por el acaso, poblarían desiertos y
-tierras cultivadas; los mismos frutos no se producirían siempre de los
-mismos árboles, sino todos aquéllos de todos éstos brotarían; porque
-si no existieran elementos formativos diferenciados, ¿qué orden podría
-suponerse en la generación? Pero cada ser es creado, nace y toma rumbo
-en los espacios de la vida merced á un propio determinado germen, y
-tiene la peculiar naturaleza que corresponde á los elementos que lo
-constituyen; luego todo, no de todo indiferentemente se produce,<span
-class="pagenum" id="Page_10">p. 10</span> sino cada ser de otro que
-tenga adecuada virtualidad.</p>
-
-
-<p class="verslat">175. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, cur Vere
-rosam, frumenta calore...</i></p>
-
-<p>Después de todo, ¿por qué en primavera vemos la rosa, las espigas
-en tiempo de calor, en el húmedo otoño las vides, si no es porque en
-épocas fijas se congregan los elementos propios de cada especie y
-permiten á las jóvenes plantas exponer impunemente á la luz del día
-sus tiernos tallos, porque las condiciones del medio que les rodea
-son adecuadas para su vida? Es lo cierto que si de nada los seres se
-formasen, nacerían súbitamente en épocas inciertas y en todos sitios,
-porque la potencia productora funcionaría sin orden.</p>
-
-
-<p class="verslat">185. <i xml:lang="la" lang="la">Nec porrò augendis
-rebus spatio foret usus...</i></p>
-
-<p>Y por igual motivo, si éstos á la nada se debieran, no sería
-necesaria la acción del tiempo sobre las semillas; entre la infancia
-y la juventud no habría relación continua; de la tierra los árboles
-ya corpulentos brotarían. Pero es patente que no es ese el orden
-natural: todo crece paulatinamente de germen propio y con sujeción á
-las condiciones de su especie; de tal modo, que puedes comprobar cómo
-el desarrollo íntegro de cada ser es dependiente del crecimiento<span
-class="pagenum" id="Page_11">p. 11</span> de la materia de que el mismo
-ser está constituido.</p>
-
-
-<p class="verslat">195. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, uti
-sine certis imbribus anni...</i></p>
-
-<p>Aún más sucede: la tierra no podría dar buenos productos si
-careciera del beneficio de lluvias periódicas, y los animales,
-privados de alimentos, no podrían propagar su especie ni sostener
-la vida. Puedes reconocer que son muchos los elementos simples,
-comunes á innumerables cuerpos, de modo igual que integran á muchas
-palabras unas mismas letras, antes que admitir la existencia de
-cosa alguna independiente de aquellas substancias primarias. ¿Por
-qué no ha producido la Naturaleza hombres que atravesasen á pié el
-Océano, como si éste fuera un vado, ó que pudieran deshacer con las
-manos las montañas, ó que mantuvieran la vida largos siglos, si no
-es porque todas las creaciones de la materia<a id="FNanchor_11"
-href="#Footnote_11" class="fnanchor">[11]</a> han de tener entre sí
-regular adaptación? Preciso es, pues, declarar que nada se forma de la
-nada, y que todas las cosas que participan de la vida presuponen el
-desarrollo de un germen.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_11"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_11">[11]</a></span> Burnet dice que á los Hebreos, á
-los Griegos y á los Latinos jamás ocurrió una palabra equivalente á
-las actuales de <i>crear</i> y de <i>aniquilar</i>. San Jerónimo consideraba
-sinónimas las dicciones <i>crear</i>, <i>formar</i> y <i>construir</i>.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_12">p. 12</span>209.
-<i xml:lang="la" lang="la">Postremo, quoniam incultis præstare
-videmus...</i></p>
-
-<p>Vemos, por último, que los terrenos labrados producen más que los
-faltos de cultivo y que la mano del agricultor mejora los frutos:
-luego es evidente que las tierras se nutren de elementos primarios y
-aumentan su fecundidad cuando aquellos principios de vida se renuevan
-mediante la remoción del suelo por el corvo arado. Si tales elementos
-no existiesen, los productos naturales mejorarían espontáneamente, sin
-auxilio de trabajo nuestro.</p>
-
-
-<p class="verslat">216. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, uti
-quidque in sua corpora rursum...</i></p>
-
-<p>Ocurre que la Naturaleza en tiempos sucesivos descompone los
-cuerpos y los reduce á sus elementos simples; no aniquila, empero,
-á ningún ser. Pues si los elementos fuesen destructibles, las cosas
-perecerían repentinamente; una débil acción bastaría para separar sus
-partes y para anular el nexo que las uniera; por lo contrario, podemos
-comprobar que los elementos son eternos y que la muerte no es más que
-una descomposición de concreciones materiales por efecto de natural
-impulso, que al obrar sobre los cuerpos ensancha los poros de éstos y
-disgrega sus moléculas.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_13">p. 13</span>226.
-<i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quæcumque vetustate amovet
-ætas...</i></p>
-
-<p>Demás de lo dicho, si el tiempo que todo lo transforma consumiese
-la materia, ¿de dónde la potencia generadora restablecería en la
-existencia las especies de animales? ¿De dónde la tierra derivaría
-alimentos para nutrir y perfeccionar los seres? ¿De dónde caudalosos
-ríos y manantiales ingenuos extraerían las aguas para pagar á los mares
-su tributo? ¿Cómo el éter sostendría la gravitación de los astros? Si
-los elementos se extinguieran, ya se habrían consumido, agotados por
-los siglos; pero si han superado al tiempo y desde la eternidad no
-cesan de actuar en transformaciones continuas, ciertamente su esencia
-es inmortal. Luego ningún ser puede extinguirse totalmente.</p>
-
-
-<p class="verslat">239. <i xml:lang="la" lang="la">Denique res omnes
-eadem vis causaque volgo...</i></p>
-
-<p>Las cosas, finalmente, serían destruidas por una misma fuerza
-natural si los elementos componentes de ellas no fuesen eternos ó
-estuviesen ligados con débil cohesión; para deshacerlas bastaría
-un contacto, que aunque leve, fuera suficiente para inutilizar
-la resistencia de moléculas desprovistas de perpetua fuerza de
-atracción. Como la materia no muere, subsiste en una forma hasta
-que circunstancias complejas debilitan la<span class="pagenum"
-id="Page_14">p. 14</span> adaptación de cada objeto con el medio en
-que se mueve; cuando este caso llega, los cuerpos se descomponen y sus
-elementos vuelven dispersos al Todo universal de que procedían.</p>
-
-
-<p class="verslat">251. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo, pereunt
-imbres, ubi eos pater Æther...</i></p>
-
-<p>También se confunden las lluvias en el seno materno de la tierra,
-adonde el próvido éter las precipita; por su influencia las brillantes
-mieses dan brotes, reverdecen los árboles, cuyas ramas, después de
-crecer, se inclinan encorvadas por el fruto que sirve de alimento á los
-hombres y de pasto á los animales; de esa fecundidad surge la juventud,
-y las ciudades se renuevan; las aves canoras, en las florecientes
-selvas, entonan sus cantos harmoniosos; los ganados se esponjan, y
-de sus hinchadas ubres mana sabrosa leche con la que se embriagan
-retozones corderillos en la pradera alegre. Lo que desaparece de
-nuestra vista no se extingue, sino se transforma: la vida surge de la
-muerte.</p>
-
-
-<p class="verslat">266. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, res
-quoniam docui non posse creari...</i></p>
-
-<p>Si bien es cierto que los seres en actualidad nunca de la nada han
-brotado ni se ani<span class="pagenum" id="Page_15">p. 15</span>quilan
-totalmente, debes también tener por cierto que aun cuando para los
-sentidos carezcan de apariencias muchos cuerpos elementales, la
-existencia de éstos se halla comprobada por la razón.</p>
-
-
-<p class="verslat">272. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, Venti vis
-verberat incita pontum...</i></p>
-
-<p>El tormentoso viento con inmenso impulso revuelve los mares, sumerge
-los buques, dispersa las nubes y forma fuertes formidables torbellinos
-que los campos barren, árboles talan, arbustos destrozan, llenan las
-planicies con los despojos de victorias obtenidas en las montañas y
-agitan los mares con aterrador estruendo. Pero aunque notas el viento,
-no ves los principios elementales de que se compone; es como un soplo
-que conmueve las nubes, el mar y la tierra; es también como río cuyo
-caudal enriquecen aguas torrenciales que bajan de las montañas con
-impulso asolador, y á las veces destruye los puentes más sólidos, y
-á las veces con impetuoso movimiento se desborda, combate y arrastra
-cuanto se opone á su furia; cuando los fuertes vientos dominan, empujan
-á todo lo que les resiste, lo acometen, lo rodean, lo envuelven en
-remolinos y lo elevan á la atmósfera. Por sus efectos, los aires y los
-ríos se nos muestran como sensibles en cierto grado.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_16">p. 16</span>302.
-<i xml:lang="la" lang="la">Tum porro varios rerum sentimus
-odores...</i></p>
-
-<p>Tampoco son visibles las emanaciones odoríficas que afectan nuestro
-olfato, ni vemos el sonido, el calor, ni el frío, que indudablemente
-son fenómenos de cuerpos que se ponen en inmediata relación con
-nuestros órganos; y todo y cualquier contacto sólo puede realizarse
-mediante la intervención de substancias corpóreas.</p>
-
-
-<p class="verslat">309. <i xml:lang="la" lang="la">Denique fluctifrago
-suspensæ in littore Vestes...</i></p>
-
-<p>Ropas colocadas á orillas del mar fácilmente se humedecen, y
-expuestas luego á la acción del Sol pronto pueden quedar secas: no
-se habrá visto la manera cómo el fluido acuoso penetrara en ellas y
-después saliera evaporado por el calor; pero es indudable que uno
-y otro fenómeno se deben á la influencia de mínimas partículas,
-imperceptibles para la vista.</p>
-
-
-<p class="verslat">315. <i xml:lang="la" lang="la">Quim etiam multis
-Solis redeuntibus annis...</i></p>
-
-<p>Después de muchos años de uso el anillo se desgasta en el dedo; con
-el tiempo gota á gota el agua horada la piedra; la reja del arado se
-desbasta con el trabajo en los campos; las piedras de los caminos con
-el roza<span class="pagenum" id="Page_17">p. 17</span>miento de los
-piés se pulimentan; la diestra mano de las estatuas de bronce colocadas
-en las puertas de la ciudad disminuye de volumen con los repetidos
-besos de los devotos. La deficiencia de nuestros sentidos no nos
-permite penetrar en la íntima labor que se realiza en la Naturaleza y
-que da por resultado un desvanecimiento gradual de varios cuerpos, la
-formación de algunos por la acumulación de corpúsculos imperceptibles,
-y la disgregación de otros por la ruptura de los vínculos que unen sus
-partes componentes, de modo parecido al socavamiento que la sal de las
-aguas marinas produce con lentitud en enormes promontorios que amenazan
-al mar con su elevada cumbre. Luego en la Naturaleza obra la agregación
-y disgregación de partes mínimas é invisibles.</p>
-
-
-<p class="verslat">326. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo, quæcumque
-dies, Naturaque rebus...</i></p>
-
-<p>Pero no de concreciones corpóreas se compone solamente la
-Naturaleza; también en ella existen espacios desocupados: y te será
-útil conocer los fundamentos de esta verdad, porque en la investigación
-de las cosas no conviene proceder con divagaciones, y mi opinión
-respecto de la extensión no ocupada por cuerpos compuestos, á la que
-llamaré vacío, es de fácil comprobación.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_18">p. 18</span>339.
-<i xml:lang="la" lang="la">Quod si non esset, nulla ratione
-moveri...</i></p>
-
-<p>Porque si así no fuera, no sería explicable la razón de movimiento;
-y si los cuerpos no pudieran cambiar de posición, no sería posible
-que se cumpliera aquella ley; pero es indudable que presenciamos el
-movimiento, lo mismo en el mar que en la tierra y en las alturas: y ese
-mudar constante de los seres en sí mismos y con relación á los demás, y
-aun la misma generación, no se efectuarían si no existiera espacio: la
-materia acumulada yacería en perpetuo reposo.</p>
-
-
-<p class="verslat">350. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea quamvis
-solidæ res esse putentur...</i></p>
-
-<p>Añadiré que todos los cuerpos, aun los más duros, son porosos: las
-piedras poseen intersticios por entre los cuales corre el agua que
-después gotea en los antros; las substancias alimenticias disueltas
-se distribuyen por todas las partes del animal; los árboles crecen y
-dan frutos en sazón oportuna, porque los jugos nutricios suben por el
-tronco y luego se reparten por las ramas; los sonidos se transmiten á
-las casas á través de los muros; el frío penetra hasta lo interior de
-los huesos: tales efectos de penetración de los cuerpos se deben al
-vacío.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_19">p. 19</span>362.
-<i xml:lang="la" lang="la">Denique cur alias aliis præstare
-videmus...</i></p>
-
-<p>Además, ¿cómo podremos explicarnos el peso diferente que tienen
-cuerpos de igual volumen? Si en la báscula se colocasen un vellón
-de lana y un trozo de plomo de idéntico tamaño, pesarían lo mismo
-si tuvieran igual densidad, porque es propiedad de la materia la
-pesantez que al vacío negó la Naturaleza; por este motivo afirmamos
-que de dos cuerpos de igual volumen y de diferente peso el más leve ha
-de tener mayor espacio vacío entre sus moléculas<a id="FNanchor_12"
-href="#Footnote_12" class="fnanchor">[12]</a>; luego la razón demuestra
-con toda claridad que el vacío existe en la Naturaleza.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_12"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_12">[12]</a></span> La Física moderna demuestra por
-medio del tubo comprobante de la porosidad y de la máquina pneumática
-lo mismo que acerca de este punto sostenía Lucrecio hace veinte
-siglos.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">374. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his rebus,
-ne te deducere vero...</i></p>
-
-<p>Para que no te subyugue un error que acerca de este punto sostienen
-algunos, voy desde luego á combatirlo. Dicen que así como los peces
-nadadores pueden abrirse paso por entre las masas líquidas, las cuales
-vuelven á cerrarse detrás de ellos, así también los diferentes cuerpos
-moverse pueden y cambiar de lugar en el espacio aunque éste no se halle
-vacío: pero la razón<span class="pagenum" id="Page_20">p. 20</span>
-patentiza la falsedad de esta argumentación; ¿cómo podrían los peces
-avanzar si las ondas no se replegasen ante el paso de ellos? ¿Y cómo
-podrían las masas acuosas precipitarse hacia donde los peces no pueden
-ir? Será, pues, necesario reconocer que los cuerpos están privados de
-movimientos ó que las concreciones corpóreas existen en el vacío, donde
-ejercitan su potencia motriz.</p>
-
-
-<p class="verslat">388. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo duo de
-concurso corpora lata...</i></p>
-
-<p>En fin, si dos superficies planas en contacto repentinamente quedan
-separadas, dejan entre sí un vacío que no se puede llenar de improviso,
-porque el aire, aunque sutil, no ocupa un espacio sin haber circulado
-antes por alrededor. El que pretendiese que después de separados los
-dos cuerpos que han estado próximos, el espacio que resulta entre ellos
-se llenara por dilatación del aire que antes existiera condensado entre
-los dos planos superpuestos, se equivocaría ciertamente: el vacío se
-formó al quedar separados los cuerpos; antes no existía, y cuando
-lo hubo se llenó de aire, y no antes. Ni del modo que se imaginan
-algunos el aire puede reducirse, ni dado el supuesto de que así pudiera
-condensarse, el hecho se efectuaría sin la mediación de espacios
-vacíos. Nece<span class="pagenum" id="Page_21">p. 21</span>sario es,
-pues, confesar que el vacío existe en la Naturaleza.</p>
-
-
-<p class="verslat">404. <i xml:lang="la" lang="la">Multaque præterea
-tibi possum commemorando...</i></p>
-
-<p>Muchos otros argumentos podría exponerte en confirmación de la tesis
-que sustento; pero lo anotado basta para que tu clara inteligencia te
-descubra lo demás que omito. Así como canes montívagos hallan entre
-apretados ramajes el escondido lugar que sirve de refugio á la fiera,
-después que el olfato les da á conocer la pista que aquélla siguió en
-su huida, así también unas reflexiones te conducirán á otras que te
-permitan descubrir secretos de la Naturaleza, y consiguientemente la
-verdad.</p>
-
-
-<p class="verslat">414. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si pigraris,
-paulumve abscesseris ab re...</i></p>
-
-<p>Pero si vacilaras en la empresa y no te decidieras á hacer por ti
-mismo ese trabajo de investigación, prometo ¡oh Memmio! darte á conocer
-con suave frase y decisión firme todo lo que á grandes sorbos he bebido
-en copiosas fuentes de verdad, si bien temo que la vejez con su lenta
-labor consiga consumir el soplo de nuestra vida antes de que yo pueda
-exponerte en versos harmoniosos la serie de argumentos que he reunido á
-tal asunto pertinentes; pero ahora comenzaré por repetirte la síntesis
-de lo ya dicho.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_22">p. 22</span>423.
-<i xml:lang="la" lang="la">Omnis, ut est, igitur per se Natura
-duabus...</i></p>
-
-<p>Todo lo que la Naturaleza es en sí, está constituido por los cuerpos
-y por el vacío en que aquéllos se hallan y se mueven: los sentidos,
-que son fundamento de certeza y auxiliar de la razón, porque sin ellos
-ésta se vería envuelta en numerosas dificultades para explicarse las
-causas de los fenómenos, dan testimonio de que los cuerpos existen por
-sí; y la reflexión demuestra que todos esos cuerpos tienen precisa
-colocación y necesariamente se mueven con distintas direcciones en
-un lugar ó espacio al que denominamos vacío, como antes he dicho<a
-id="FNanchor_13" href="#Footnote_13" class="fnanchor">[13]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_13"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_13">[13]</a></span> El moderno positivismo no puede
-gloriarse de contar á Lucrecio entre sus precursores.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">434. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea nihil est,
-quod possis dicere ab omni...</i></p>
-
-<p>Por lo mismo, nada existe que no se halle comprendido en los cuerpos
-compuestos ó en el vacío donde están disueltos los elementos simples;
-no hay una tercera especie en la Naturaleza; todo cuanto concreto
-es, aunque mínimo y exiguo, tiene su peculiar extensión, grande ó
-pequeña, y al ser perceptible para el tacto, está incluido en la suma
-de los cuerpos: todo lo demás que pueda ser atravesado por éstos ó les
-sirva<span class="pagenum" id="Page_23">p. 23</span> de residencia,
-pertenece al espacio que llamamos vacío.</p>
-
-
-<p class="verslat">444. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, per se
-quodcumque erit, aut faciet quid...</i></p>
-
-<p>Aún añadiré que todo lo que se mueve por sí mismo, permanece sujeto
-á la acción de agentes ó facilita espacios que permitan colocación y
-movimiento á otros cuerpos; nada que no sea cuerpo goza del derecho
-de moverse ó ser movido; el vacío le deja campo libre; así, además
-de los cuerpos, además del espacio, no hay una tercera clase de
-entidades que tengan existencia en la Naturaleza: ni nuestros sentidos
-perciben ni la razón alcanza lo contrario; lo que no es materia ni
-espacio es propiedad ó accidente; propiedades de los cuerpos son
-aquellas condiciones que están dadas conjuntas con las cosas de las
-que no pueden separarse y á las que no se pueden arbitrariamente
-agregar, tal como el calor respecto del fuego, el peso respecto de las
-piedras, la fluidez del agua, la tangibilidad de todos los cuerpos,
-la intangibilidad del espacio; pero por lo contrario, la esclavitud,
-libertad, riqueza, pobreza, guerra, paz y todos los modos de la
-existencia que pueden variar sin que se altere la naturaleza de las
-cosas reciben el nombre de accidentes.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_24">p. 24</span>463.
-<i xml:lang="la" lang="la">Tempus item per se non est, sed rebus ab
-ipsis...</i></p>
-
-<p>El tiempo tampoco existe por sí; lo percibimos con relación á las
-cosas, como atravesado en la continuación, desde el origen, por el
-momento actual y por la secuencia. Nadie puede sentir el tiempo en el
-instante en que desligado lo considere del movimiento de las cosas ó de
-la plácida quietud.</p>
-
-
-<p class="verslat">468. <i xml:lang="la" lang="la">Denique Tyndaridem
-raptam, belloque subactas...</i></p>
-
-<p>También cuando se habla de la robada Tindárida<a id="FNanchor_14"
-href="#Footnote_14" class="fnanchor">[14]</a> y de la guerra que
-arruinó á las troyanas gentes, debemos reconocer que esos hechos
-no existieron por su propia virtualidad: cuando el curso de los
-acontecimientos deja atrás irrevocablemente unos cuantos siglos de los
-hombres, lo que ocurre es que unos hechos han dado lugar á otros; así
-se prueba que todos los sucesos accidentes son de los cuerpos ó del
-espacio.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_14"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_14">[14]</a></span> La robada Tindárida: se trata de
-Helena, hija de Júpiter y de Leda; esta última era esposa de Tíndaro,
-rey de Occalia. Helena fué robada por Teseo, rey de Atenas; después
-casó con Menelao, rey de Lacedemonia, y fué robada nuevamente por
-Páris, hijo de Príamo, rey de Troya.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">475. <i xml:lang="la" lang="la">Denique materies si
-rerum nulla fuisset...</i></p>
-
-<p>Si no existiese la materia de las cosas ni tampoco el lugar ó
-espacio en que las cosas<span class="pagenum" id="Page_25">p.
-25</span> tienen su lugar, ni el fuego amoroso que la hermosura de
-Helena despertó en el corazón del frigio raptor habría encendido una
-guerra que produjo muchas batallas, ni la célebre máquina construida
-por los Griegos habría vomitado ejércitos que á sangre y fuego
-destruyeron á Troya. Bien puedes ver que los acontecimientos no
-tienen una existencia real como los cuerpos y el espacio, sino son
-modificaciones de esos dos principios.</p>
-
-
-<p class="verslat">487. <i xml:lang="la" lang="la">Corpora sunt porro
-partim primordia rerum...</i></p>
-
-<p>Bajo el nombre de cuerpos comprendemos los elementos simples de la
-Naturaleza y también todos los seres que de ellos pueden formarse.
-Los elementos son indestructibles, y su indivisibilidad en todo se
-demuestra. Difícil, sin embargo, es concebir su perfecta solidez cuando
-consideramos que el sonido, la voz y el rayo atraviesan las paredes
-de las casas; que el hierro metido en el fuego se hace incandescente;
-que del seno de los volcanes saltan desmenuzadas duras piedras; que el
-oro, por la acción del fuego, se liquida y el hielo se deshace; que el
-frío y el calor se transmiten á la plata; que si tenemos en las manos
-un vaso, nos impresionamos de la temperatura de los cuerpos líquidos
-que en él vertemos. Luego en los objetos no existe solidez perfecta.
-Pero á fin de que<span class="pagenum" id="Page_26">p. 26</span> mejor
-domines estas verdades que la Naturaleza muestra y la razón demuestra,
-voy á auxiliarte con algunas reflexiones encaminadas á hacerte observar
-que aunque todos los cuerpos no sean completamente sólidos, lo son los
-elementos simples que los integran.</p>
-
-
-<p class="verslat">508. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, quoniam
-duplex natura duarum...</i></p>
-
-<p>Primeramente, considero ya probado que la Naturaleza consta de
-dos porciones entre sí diversas: los cuerpos y el espacio en que
-aquéllos residen; es necesario que ambas regiones existan puras,
-independientemente la una de la otra; donde hay cuerpo no hay espacio;
-donde hay espacio no hay materia: y es indudable que si los elementos
-simples son perfectamente sólidos, no pueden contener vacío.</p>
-
-
-<p class="verslat">516. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoniam
-genitis in rebus Inane est...</i></p>
-
-<p>En segundo lugar, si hay vacíos entre las moléculas de que los
-cuerpos se componen, preciso es afirmar que esos vacíos están limitados
-por la materia que los rodea; luego no tiene razonable fundamento la
-opinión de que todo cuerpo encierra vacíos no determinados por materia
-sólida: todos los cuerpos son, en suma, agregados de elementos simples,
-en los que no es posible confun<span class="pagenum" id="Page_27">p.
-27</span>dir la materia con el vacío. La materia, pues, consta de
-sólidos principios eternos, aunque sean disolubles los cuerpos que
-constituyen.</p>
-
-
-<p class="verslat">525. <i xml:lang="la" lang="la">Tum porro si nil
-esset, quod Inane vacaret...</i></p>
-
-<p>Por cierto que si no existiese espacio susceptible de quedar
-desocupado, todo sería sólido; y si por lo contrario, no hubiera
-substancias sin determinaciones corporales que llenaran los
-sitios, que constituyeran las cosas, todo lo que forma el espacio
-quedaría desocupado y vacío<a id="FNanchor_15" href="#Footnote_15"
-class="fnanchor">[15]</a>. Distintos son, pues, cuerpo y espacio: ni
-todo es materia, ni todo está vacío; luego la propia fluidez de las
-esencias corporales establece perfecta distinción entre la materia y el
-espacio.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_15"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_15">[15]</a></span> Lucrecio emplea las palabras
-<i>spatium</i> (espacio, escenario de la vida); <i>vacuum</i> (vacío, entre
-cuerpos determinados), é <i>inane</i> (extensión desocupada).</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">533. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc neque dissolvi
-plagis extrinsecus icta...</i></p>
-
-<p>Los elementos simples de la materia no pueden ser perjudicados
-en su exterior ni penetrados de modo alguno; por lo mismo, ninguna
-acción puede alterarlos, según ya te he demostrado en líneas
-anteriores. Y como la ruptura de los cuerpos, su descomposición, su
-fraccionamiento, su penetración por el agua, su modificación por el
-fuego, su destrucción por agentes de diversa es<span class="pagenum"
-id="Page_28">p. 28</span>pecie sólo pueden efectuarse mediante el
-vacío, hasta el punto de que más propensos á pronta descomposición
-son los cuerpos que tienen más concavidades entre sus moléculas, es
-evidente que si los elementos primarios son, como ya te he enseñado,
-sólidos, también han de ser eternos.</p>
-
-
-<p class="verslat">545. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, nisi
-materies æterna fuisset...</i></p>
-
-<p>Además, si la materia no fuese eterna, hace ya muchos siglos que
-todas las cosas habrían sido aniquiladas y habrían vuelto á surgir
-espontáneamente; pero si es cierto, como he procurado hacer patente,
-que de nada no puede crearse algo y que los seres se transforman pero
-no se pierden totalmente, debe ser también cierto que los cuerpos
-generadores han de ser inmortales, para que disueltas unas concreciones
-corpóreas en tiempos oportunos, de ellos puedan reproducirse otras. Es
-decir, que los siglos tienen duración y los seres se renuevan, merced á
-la perdurabilidad y solidez de los elementos de la materia.</p>
-
-
-<p class="verslat">556. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, si nullam
-finem Natura parasset...</i></p>
-
-<p>En fin, si en la Naturaleza no tuviesen límites las divisiones
-de los cuerpos, también las substancias materiales llegarían á
-una tenuidad indefinida; con el recorrer de<span class="pagenum"
-id="Page_29">p. 29</span> los siglos quedarían agotadas, y los cuerpos
-que de ellas se formasen no tendrían firmeza ni duración, y podrían
-quedar extinguidos antes de alcanzar pleno desarrollo; porque la
-muerte sería más rápida que la reproducción, y las pérdidas del tiempo
-ya pasado no podrían ser reparadas por el tiempo futuro; pero como
-vemos que los siglos corren y que las sucesiones se realizan con un
-equilibrio siempre igual y proporcionado á las fuerzas consumidas,
-hemos de considerar que la división de la materia tiene un límite de
-contrapeso regular.</p>
-
-
-<p class="verslat">570. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, uti
-solidissima materiai...</i></p>
-
-<p>Admitido que los elementos de la materia sólidos y simples son,
-pueden, sin embargo, tener una consistencia débil y constituir el
-fuego, el aire, el agua, la tierra, mediante una movilidad especial
-de las moléculas que generan esos cuerpos entre cuyas partes existen
-igualmente espacios vacíos<a id="FNanchor_16" href="#Footnote_16"
-class="fnanchor">[16]</a>; por lo contrario, si los principios de
-las cosas tuvieran de propia naturaleza débil cohesión y deleznable
-estructura, no podrían formar las<span class="pagenum" id="Page_30">p.
-30</span> grandes masas pétreas que constituyen el armazón de nuestro
-mundo, ni servirían para la composición del hierro y otros cuerpos
-duros. Luego los elementos primarios deben ser sólidos y simples, y
-la diversa condensación que en sus combinaciones experimenten deberá
-ser el origen de los diferentes seres y de los distintos grados de
-resistencia y densidad que éstos ofrecen.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_16"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_16">[16]</a></span> Las palabras de Lucrecio prueban
-que éste consideraba que la tierra, el aire, el agua y el fuego eran
-cuerpos compuestos: la doctrina de los cuatro elementos, aunque tenía
-algunos partidarios entre Griegos y Latinos, no se generalizó hasta la
-Edad Media.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">582. <i xml:lang="la" lang="la">Denique jam quoniam
-generatim reddita finis...</i></p>
-
-<p>La Naturaleza se determina en hechos constantes que regularizan el
-crecimiento y la duración de los seres y circunscriben la acción de las
-especies vivientes en esfera que no pueden franquear: muchas clases de
-pájaros se distinguen de otras análogas únicamente por la presencia
-constante de algunas pintas en su plumaje. Indudablemente se da en
-todos los seres un complejo invariable de materia; si los elementos que
-los integran no fuesen fijos, la Naturaleza no se mostraría en leyes,
-es decir, en hechos constantes, y carecería de orden. Cada ser tiene
-aptitudes acomodadas á su constitución, y por ese motivo se reproducen
-las especies, entre las cuales se conservan y se transmiten hábitos,
-gestos, estaturas, instintos y predilecciones por tales ó cuales
-alimentos.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_31">p. 31</span>597.
-<i xml:lang="la" lang="la">Tum porrò, quoniam extremum cuiusque
-cacumen...</i></p>
-
-<p>Y ciertamente el elemento primordial de los cuerpos es tan
-tenue, que los sentidos no pueden apreciarlo; no consta de partes;
-es lo más infinitamente pequeño que hay en la Naturaleza, y apenas
-puede considerarse como cuerpo, ya que nunca existe por sí solo é
-independiente de otros que constituyen la masa de la materia; unidos
-entre sí fuertemente hasta el punto de resistir la acción de toda
-fuerza, los elementos de la materia son considerados como sólidos y
-simples, aunque constan de mínimas porciones homogéneas enlazadas
-entre sí con vigor imperecedero: así es que mientras la Naturaleza
-sea, serán, sin disminuir en nada, esos principios, propios de toda
-generación y de todo crecimiento.</p>
-
-
-<p class="verslat">615. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea nisi erit
-minimum parvissima quæque...</i></p>
-
-<p>Además, si no hubiese un término mínimo infranqueable en la
-composición de los cuerpos, éstos constarían de infinitas partes, y
-cualquiera de ellas se podría dividir en mitades y éstas en otras
-indefinidamente; entonces, ¿qué diferencia última se daría entre las
-masas grandes y pequeñas? Ninguna, porque todas serían igualmente
-fraccionables infinitamente. Pero como á la<span class="pagenum"
-id="Page_32">p. 32</span> razón repugna esa conclusión absurda, preciso
-es reconocer que los elementos simples son las últimas divisiones
-posibles de los cuerpos de la Naturaleza, y consiguientemente por este
-motivo debe también confesarse que los tales elementos son sólidos y
-eternos.</p>
-
-
-<p class="verslat">626. <i xml:lang="la" lang="la">Denique si minimas
-in partes cuncta resolvi...</i></p>
-
-<p>Últimamente, si la Naturaleza creadora al descomponer los seres
-no los redujera á sus partes mínimas indivisibles, no podría reparar
-la vida, porque los cuerpos compuestos carecen de las condiciones
-de atracción, peso, repulsión, concurso y movimiento adecuadas para
-engendrar los seres. Luego si la división de los cuerpos fuera
-infinita, aún nos veríamos obligados á reconocer que á lo menos algunos
-que existen de toda eternidad, todavía no han sido alterados por los
-peligros y accidentes anexos á la vida; y si todos los cuerpos fuesen
-frágiles, la Naturaleza habría sido inconstante en favor de los que han
-podido resistir los embates de los siglos.</p>
-
-
-<p class="verslat">640. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter, qui
-materiem rerum esse putarunt...</i></p>
-
-<p>Por tanto, los que afirmaron que el fuego es elemento de la materia
-y origen del Universo estaban desprovistos de razón; Herá<span
-class="pagenum" id="Page_33">p. 33</span>clito fué el primero que
-defendió esta doctrina y obtuvo alto renombre entre los Griegos
-superficiales, prendados de un obscuro lenguaje, pero no entre los
-sensatos que buscaban la verdad. Aquéllos sólo admiraban lo que se les
-decía con palabras misteriosas, y consideraban como cierto cuanto se
-les exponía en frases gratas al oído por su encantadora sonoridad.</p>
-
-
-<p class="verslat">650. <i xml:lang="la" lang="la">Nam cur tam variæ
-res possent esse, requiro...</i></p>
-
-<p>Y ¿cómo tan variadas especies existentes han podido ser creadas,
-pregunto, sólo del fuego? El fuego en estado de condensación ó de
-rarefacción, muestra siempre una igual naturaleza en sus partes y en
-su conjunto: será más intenso cuanto más condensado éste se halle,
-pero ni de su condensación ni de su rarefacción podría originarse la
-extraordinaria variedad de seres que puebla el mundo: á pesar de todo,
-si los apóstoles de la doctrina que impugno admitieran la teoría de
-la materia en el espacio, podrían hallar alguna explicación relativa
-á la real existencia de seres de diversa atracción molecular: pero
-como no aceptan esa opinión, marchan entre vacilaciones y dudas, y
-al cabo se alejan cada vez más del conocimiento de la verdad, quizá
-abrumados por las dificultades que su investigación ofrece.<span
-class="pagenum" id="Page_34">p. 34</span> Ni aun reparan en que si
-los cuerpos estuvieran separados completamente del espacio en que se
-concretan, no habría en el mundo más que una sola masa y de esta nada
-se desprendería: lo contrario sucede con el fuego, del cual se derivan
-centellas y chispas bastantes para hacer patente que el fuego no es una
-masa compacta sino reunión de partes rodeadas de espacio.</p>
-
-
-<p class="verslat">670. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si fortè ulla
-credunt ratione potesse...</i></p>
-
-<p>Si por acaso creyeran que las moléculas del fuego, al apretarse
-mutuamente, podían mudar la naturaleza de los cuerpos, este aserto
-equivaldría á la negación del fuego como principio elemental, porque
-sucedería que todo el fuego quedaba reducido á la nada y de la nada
-todas las cosas se crearían; y pues todo aquello que muda, se altera
-con el tiempo hasta que deja de existir, hay que renunciar al fuego
-originario, ó admitir que los cuerpos no se reducen á la nada ni de la
-nada las generaciones se suceden.</p>
-
-
-<p class="verslat">680. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc igitur, quoniam
-certissima corpora quædam...</i></p>
-
-<p>Ahora, pues, si los elementos simples conservan siempre su propia
-naturaleza y forman diferentes cuerpos, no por su distinta esencia,
-sino por las combinaciones que constituyen, preciso es afirmar que
-tales<span class="pagenum" id="Page_35">p. 35</span> elementos de los
-cuerpos no son de fuego, ya se junten ó se retiren ó se disgreguen
-ó se muden sin faltar al orden; si la base primordial fuese fuego,
-nada más que fuego habría en el mundo. Lo que hay de cierto es, según
-pienso, que existen en la Naturaleza corpúsculos simplicísimos, los
-cuales por su forma, por sus atracciones, sus movimientos y el orden
-en que se colocan, producen el fuego y otras muchas cosas más ó menos
-similares á éste, así como otros cuerpos que no tienen semejanza alguna
-con aquél y aun algunos que pueden emitir emanaciones que afecten á
-nuestros sentidos ó que exclusivamente nos son conocidas por relación
-de tactilidad.</p>
-
-
-<p class="verslat">695. <i xml:lang="la" lang="la">Dicere porrò ignem
-res omnes esse, neque ullam...</i></p>
-
-<p>Decir, por tanto, que del fuego proceden todos los seres y que no
-existe cosa alguna independiente de ese origen, es caer en un delirio
-que nuestra inteligencia rechaza como contrario á las pruebas que
-nos da el testimonio de nuestros sentidos; y admitir como primordial
-materia el fuego porque se cree conocerlo perfectamente, y recusar al
-mismo tiempo la existencia de otros seres que con suficiente claridad
-se muestran ante nosotros, me parece inconsecuencia y error grave.
-Para<span class="pagenum" id="Page_36">p. 36</span> conocer la
-verdad, ¿qué mejor guía que nuestra razón auxiliada por los sentidos,
-los cuales nos hacen distinguir lo falso de lo verdadero y nos dan
-principio de certeza? Además, ¿por qué hemos de negar la existencia
-de todas las cosas y admitir solamente la del fuego, ó negar que
-éste exista y dar como reales solamente los demás cuerpos? Parece
-que afirmar cualquiera de estos dos extremos es incurrir en igual
-demencia.</p>
-
-
-<p class="verslat">712. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter qui
-materiem rerum esse putarunt...</i></p>
-
-<p>Así, los que han afirmado que el conjunto del Universo tiene su
-fundamento en el fuego y los que han entendido que en el aire se
-encuentra el origen de todos los seres, lo mismo que aquellos otros
-que han sostenido que en el agua reside el principio creador, ó bien
-que la tierra puede germinar todas las cosas ó determinarse en las
-infinitas diferenciaciones corpóreas existentes, según mi parecer,
-todos han caído en grave error, no menos que aquellos otros que suponen
-combinaciones dualísticas formadas con los elementos de todas las
-cosas, y al fuego juntan el aire, y á la tierra el agua; y también, por
-último, los que entienden que de esos cuatro materiales, fuego, tierra,
-aire y agua se han podido producir todos los seres.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_37">p. 37</span>723.
-<i xml:lang="la" lang="la">Quorum Acragantinus cum primis Empedocles
-est.</i></p>
-
-<p>Entre aquellos pensadores cumple colocar primero á Empedocles,
-nacido en Agrigento, isla famosa en triángulo cortada, á la que cercan
-azuladas ondas del mar Jónico y adornan con sinuoso regazo rocas
-salpicadas de reluciente sal; separada por canal estrecho y tortuoso de
-los promontorios de la tierra de Italia, oye el rugir de la espantosa
-Caribdis y siente el tremer del ruidoso Etna que, irritado, amenaza
-acumular en sus entrañas materiales de fuego y de aluvión hirviente
-para lanzar después, con fiero arrojo, de sus hórridas fauces,
-encendidas lavas cuyos fulgores en espiral lleguen al cielo; región
-admirable llena de prodigios, fecunda en bellezas contempladas con
-extático embeleso por la humana especie, enriquecida con dones copiosos
-naturales, guardada por varones esforzados, nunca produjo nada más
-grande y excelente que este filósofo, cuyos versos patentizaron su
-divino genio y le acreditaron de investigador conspicuo que parecía
-imposible fuera hijo de mortales.</p>
-
-
-<p class="verslat">741. <i xml:lang="la" lang="la">Hic tamen et superà,
-quos diximus, inferiores...</i></p>
-
-<p>Este, sin embargo, y otros muchos ya citados que aunque egregios
-le son inferiores<span class="pagenum" id="Page_38">p. 38</span>
-y varios que menos renombre han obtenido, hicieron públicas útiles
-averiguaciones por su genio desentrañadas, más divinas, más santas
-y mucho más conformes con los dictados de la razón que los oráculos
-de la Pitonisa coronada con hojas de laurel y apoyada en el trípode
-apolónico; pero todos erraron al discurrir acerca de la naturaleza de
-las cosas, porque no supieron salvar un escollo que ha sido causa de
-varios naufragios.</p>
-
-
-<p class="verslat">749. <i xml:lang="la" lang="la">Primum quod motus,
-exemplo rebus Inani...</i></p>
-
-<p>Primeramente, porque reconocen el movimiento y no comprenden el
-vacío; creen que existen cuerpos suaves aislados entre sí, tales como
-el aire, el sol, el fuego, las tierras, los animales, los frutos, y no
-admiten intersticios ó vacíos en la masa de esos cuerpos.</p>
-
-
-<p class="verslat">753. <i xml:lang="la" lang="la">Deinde quod omnino
-finem non esse secandis...</i></p>
-
-<p>En segundo lugar, porque entienden que es indefinida la división
-de los cuerpos y aun de las partes de éstos y no se explican la
-existencia de un mínimo indivisible; pero como nuestros sentidos nos
-dan testimonio de un último grado en las cosas, el cual es un mínimo
-no susceptible de fraccionamiento, creo que has de considerar que
-cuanto<span class="pagenum" id="Page_39">p. 39</span> existe se
-compone de partes muy pequeñas pero indivisibles aunque escapen á la
-percepción de nuestros órganos terminales.</p>
-
-
-<p class="verslat">760. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit item,
-quod jam primordia rerum...</i></p>
-
-<p>Añaden, además, que los elementos primordiales de las cosas son
-blandos; pero la cualidad de la blandura nos parece propia de lo que
-nace y muere, y si todo estuviera sujeto á esas alteraciones, la
-Naturaleza habría ya aniquilado muchas veces el mundo y aun éste habría
-vuelto á nacer de nada, aserciones que ya habrás visto cuán distantes
-de la verdad se hallan.</p>
-
-
-<p class="verslat">766. <i xml:lang="la" lang="la">Deinde inimica modis
-multis sunt, atque venena.</i></p>
-
-<p>Además, debe considerarse que aquellos supuestos principios de los
-seres son enemigos entre sí; como venenos los unos para los otros, se
-combaten de muchos modos, se aniquilan, se disipan, y por su acción
-mutua desaparecen como el rayo, el viento y la lluvia en deshecha
-tempestad.</p>
-
-
-<p class="verslat">770. <i xml:lang="la" lang="la">Denique quatuor ex
-rebus si cuncta creantur...</i></p>
-
-<p>Últimamente: si todas las cosas fuesen formadas de aquellos cuatro
-cuerpos considerados como elementos y todas en ellos se resolviesen,
-¿qué razón tendríamos para afirmar que son el principio de todos
-los<span class="pagenum" id="Page_40">p. 40</span> seres y no de
-ellos resultado, ya que alternativamente se confunden, se disgregan y
-mudan su naturaleza? Si por lo contrario piensas que el aire, el agua,
-la tierra y el fuego no se confunden ni mudan de esencia, no podrás
-comprender que de su combinación resulte ningún vegetal ni animal,
-porque en esa conjunción se haría ostensible la propiedad inherente á
-cada substancia y se hallarían mezclados la tierra con los aires y las
-aguas con el fuego. Pero es lo cierto que todos los seres deberán tener
-determinadas propiedades no reveladas en los componentes, para evitar
-que prepondere ninguno, sino que, por lo contrario, cada cuerpo tenga
-un carácter propio.</p>
-
-
-<p class="verslat">788. <i xml:lang="la" lang="la">Quim etiam repetunt
-a Cœlo atque ignibus ejus...</i></p>
-
-<p>Los partidarios de aquellas doctrinas derivan del cielo y de los
-cuerpos ígneos el fuego; éste, según ellos, se convierte en aire, el
-aire origina el agua, y ésta, por condensación, se modifica en tierra;
-después, en sentido inverso, hacen nacer de la tierra el agua y de ésta
-el fuego. Estas transformaciones no se alteran nunca ni se interrumpen,
-y consideran que siempre los elementos viajan de la tierra al cielo y
-del cielo á la tierra; pero tales metamorfosis son incompatibles con la
-probada esencia de los elementos<span class="pagenum" id="Page_41">p.
-41</span> simples, los cuales por su condición han de ser inmutables
-para que todas las cosas no puedan quedar aniquiladas, porque ningún
-objeto podrá ultrapasar las condiciones de su esencia sin dejar de ser
-lo que antes era. Los principios, pues, de que ya hemos hablado, por su
-naturaleza están exentos de toda mudanza, y por este motivo no quedan
-totalmente deshechos los seres que de ellos se forman. Es racional
-admitir que todos los cuerpos se componen de elementos, los cuales en
-virtud de energías, atracciones y repulsiones, unas veces constituyen
-el fuego y otras el aire, y siempre sirven para las transformaciones y
-la continuada sucesión de todos los seres.</p>
-
-
-<p class="verslat">809. <i xml:lang="la" lang="la">At manifesta palam
-res indicat, inquis, in auras...</i></p>
-
-<p>Pero es patente, dices, que de la tierra, bajo la influencia del
-aire, los cuerpos nacen y se alimentan; y si en tiempo favorable la
-copa de los árboles no fuera agitada por las lluvias y los arbustos
-no se inclinaran bajo su propio peso, el Sol por su parte no daría
-calor, y los árboles y los animales no podrían nacer y desarrollarse.
-Y ciertamente; si los alimentos sólidos con líquidos saludables no se
-ayudasen, pronto nuestros miembros se debilitarían y se extinguiría
-la ener<span class="pagenum" id="Page_42">p. 42</span>gía de nuestro
-ser y la vitalidad de nuestros órganos y de nuestros nervios. Añadiré
-que si el hombre y los animales necesitan propio adecuado alimento, y
-si los seres viven á expensas los unos de los otros, es porque está
-constituido cada uno por principios comunes á los demás, en relación
-con el total del Universo. Importa, pues, que investiguemos no
-solamente la naturaleza de esos principios elementales, sino también
-sus leyes, sus aproximaciones, sus movimientos recíprocos; pues es
-de toda evidencia que los principios que forman los ríos, el sol, el
-cielo, el mar, la tierra, son los mismos que contienen los árboles,
-los animales y los frutos de toda especie; todo se mueve según sus
-elementos constitutivos.</p>
-
-
-<p class="verslat">829. <i xml:lang="la" lang="la">Quim etiam passim
-nostris in versibus ipsis...</i></p>
-
-<p>Sin duda notarás que en muchos de estos versos míos hay varios
-elementos ó letras simples comunes á numerosas palabras, y, sin
-embargo, ni los versos ni las palabras tienen igual significado y
-sonido igual: varía el valor de las letras sólo al cambiar éstas de
-orden. Y como los elementos primordiales de las cosas en mayor número
-son que las letras, pueden producir mayor suma de seres diferentes.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_43">p.
-43</span>836. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc et Anaxagoræ scrutemur
-Homœomeriam...</i></p>
-
-<p>Examinemos ahora la homeomería<a id="FNanchor_17"
-href="#Footnote_17" class="fnanchor">[17]</a> de Anaxágoras, como
-los Griegos llaman, con una palabra expresiva de que nuestra lengua
-carece, la doctrina de aquel filósofo; aunque es difícil de exponer la
-homeomería en cuanto apenas trata de dar acerca del origen de todas
-las existencias una explicación, según la cual cada hueso es formado
-por un cierto número de huesos pequeños, cada víscera de otras muy
-tenues; mínimas gotas de sangre componen la sangre; moléculas de oro
-constituyen el oro; la tierra de pequeñas porciones de tierra procede;
-el fuego del fuego; y en general todas las cosas se forman por igual
-procedimiento.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_17"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_17">[17]</a></span> Homeomería, semejanza de todas las
-partes.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">849. <i xml:lang="la" lang="la">Nec tamen esas ulla
-parte idem in rebus Inane...</i></p>
-
-<p>Pero el mencionado autor en parte alguna admite el vacío ni concibe
-límites en la división de los cuerpos: entiendo que acerca de estos
-asuntos incurrió en error lo mismo que otros pensadores cuyas ideas ya
-dejo refutadas.</p>
-
-
-<p class="verslat">854. <i xml:lang="la" lang="la">Adde quod imbecilla
-nimis primordia singit...</i></p>
-
-<p>También aprecia como deleznables los<span class="pagenum"
-id="Page_44">p. 44</span> elementos primarios y de igual naturaleza
-que las concreciones constituidas; y considera, por tanto, que están
-expuestos á fenecer bajo la violencia de ataques exteriores; ¿cuál de
-aquellos cuerpos ofrecerá entonces resistencia á la acción destructora
-de la muerte? ¿el fuego ó el agua? ¿por acaso el oro? ¿cuál de éstos?
-¿la sangre ó los huesos? Ninguno, sin duda; porque todos esos cuerpos
-se descomponen como otros muchos que á nuestra vista perecen todos los
-días. Y ya queda antes probado que ni las cosas pueden nacer de nada ni
-completamente aniquilarse.</p>
-
-
-<p class="verslat">867. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea quoniam
-cibus auget corpus, alitque...</i></p>
-
-<p>Cierto es que todos los cuerpos se nutren y crecen por la virtud de
-substancias primarias diluidas en los alimentos, y que nuestras venas,
-nuestra sangre, nuestros huesos y nervios de partes diferentes se
-componen; pero afirmar que los elementos de los cuerpos son la esencia
-de los huesos, de la sangre y de los nervios en proporción adecuada, no
-es decir que los principios que integran los cuerpos sólidos y líquidos
-hayan de constar de partes heterogéneas proporcionadas á las venas, la
-sangre y los huesos; porque si los cuerpos que vemos nacer de la tierra
-estuviesen dentro de ella en pequeña cantidad<span class="pagenum"
-id="Page_45">p. 45</span> tales como se nos muestran, constaría la
-tierra de todas las diversas porciones que de ella surgen: y si
-aplicamos esta idea general á todos los casos particulares, habríamos
-de creer que el fuego, el humo y la ceniza están en la leña, y que ésta
-contiene en sí aquellos materiales en diversas porciones.</p>
-
-
-<p class="verslat">882. <i xml:lang="la" lang="la">Linquitur hic tenuis
-latitandi copia quædam...</i></p>
-
-<p>Apenas hay salida para escapar de esta conclusión; y sin embargo,
-de esa clase de argumentos usa Anaxágoras, el cual sostiene que todos
-los cuerpos llevan en sí, como en germen, otros que de ellos se
-derivan, y de los cuales son visibles los que principalmente están
-en la superficie; pero estas ideas repugnan á la sana razón, y para
-admitirlas sería preciso ver que el trigo, en el polvo á que lo reduce
-la piedra del molino, mostraba señal de la sangre ó de otras partes
-de nuestro cuerpo que con él se nutren, ó bien que dejase correr la
-sangre al ser molido entre dos piedras; y que por igual razón la hierba
-destilase leche tan pura y tan grata como la que se extrae de las ubres
-de las ovejas; menester sería también que en los terrones se hallasen
-legumbres, árboles, plantas en partes imperceptibles, y que los
-quebrados troncos descubriesen humo, ceniza, fuego y llama, en ellos
-ocultos; pero<span class="pagenum" id="Page_46">p. 46</span> nada de
-esto sucede y es preciso confesar que en los cuerpos no se contienen
-otros iguales mínimos ya determinados, sino que en todos existen
-elementos simples que son comunes á otros muchos seres, los cuales son
-diferenciados por virtud de las variadas combinaciones en que aquellos
-elementos intervienen.</p>
-
-
-<p class="verslat">904. <i xml:lang="la" lang="la">At sæpe in magnis
-sit montibus, inquis, ut altis...</i></p>
-
-<p>Y sin duda has observado que en las elevadas montañas las fustigadas
-copas de árboles, mecidas por tempestuoso vendaval, arden con fuego
-que deja brillar largos torbellinos de movientes llamas; pero no por
-eso has de entender que en la madera existe el fuego, sino que en ella
-hay partes que por efecto del rozamiento se inflaman y comunican el
-incendio á todo un bosque; pues si tanta llama hubiera estado escondida
-en la selva no existirían árboles que pudieran preservarse del fuego
-durante mucho tiempo ni bosques habría que no se hubiesen convertido ya
-en ceniza.</p>
-
-
-<p class="verslat">914. <i xml:lang="la" lang="la">Jam ne vides igitur,
-paulo quod diximus ante...</i></p>
-
-<p>¿No comprendes, como poco antes ya te he dicho, la importancia que
-tienen las combinaciones de que son los elementos susceptibles, según
-la diferente posición y canti<span class="pagenum" id="Page_47">p.
-47</span>dad en que intervengan, y los distintos movimientos que
-engendren ó que reciban? ¿No sucede con esos fenómenos lo mismo que con
-las palabras <i>lignis</i> é <i>ignis</i> latinas, compuestas cuasi de las mismas
-letras aunque representan ideas muy diferentes?</p>
-
-
-<p class="verslat">922. <i xml:lang="la" lang="la">Denique jam
-quæcumque in rebus cernis apertis...</i></p>
-
-<p>En fin, si juzgas que no se puede explicar la causa de los fenómenos
-sin atribuir á los elementos que los producen iguales propiedades,
-necesario es conceder que se ríen como nosotros y que se bañan de
-amargas lágrimas.</p>
-
-
-<p class="verslat">928. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quod
-superest, cognosce, et clarius audi...</i></p>
-
-<p>Ahora, escucha y oye verdades que voy á descubrirte, y que, si no
-me engaño, son de exposición difícil, pero que exploraré estimulado
-por el premio de la gloria é impulsado por suave amor que me inspiran
-las Musas; animado por este sentimiento, me elevaré á las cimas del
-Parnaso y recorreré campos, hasta ahora no hollados por ninguna planta;
-iré á beber grato licor de fuentes vírgenes y me apresuraré á coger
-desconocidas flores con las que tejeré para mi cabeza corona insigne
-mejor que todas las que hasta hoy las Musas han concedido: primeramente
-porque enseño altas verdades<span class="pagenum" id="Page_48">p.
-48</span> é intento romper la dura esclavitud con que las religiones
-han abatido los ánimos, y además, porque suavizaré un estudio árido con
-las gracias de la poesía que convierte en agradable un asunto obscuro;
-así obraré conforme á razón. De igual modo que los médicos al propinar
-á los niños amarga medicina, untan de sabrosa miel los bordes de la
-copa en que la administran á fin de que inexpertos y atraídos por la
-dulzura que paladean sus labios, sin recelo beban el licor amargo y
-deban la vida á traición agradable, así yo ahora que he de explicar
-asuntos ásperos y desabridos para los que no están acostumbrados á
-ellos y fastidiosos para el vulgo, quiero exponerte mi doctrina en
-el ameno lenguaje de las Piéredes y con acentos de dulce harmonía,
-para que al buscar recreo en la lectura de mis versos, adquieras
-conocimiento de las leyes de la vida y del orden universal.</p>
-
-
-<p class="verslat">958. <i xml:lang="la" lang="la">Sed quoniam docui,
-solidissima materiai...</i></p>
-
-<p>Ya he dicho que los elementos de la materia son siempre sólidos y
-se mueven en toda eternidad sin que la destrucción los alcance; pero
-ahora deberemos de inquirir si las concreciones corpóreas tendrán fin
-ó no lo tendrán, y si el espacio indefinido, en que incesantemente se
-mueven los principios<span class="pagenum" id="Page_49">p. 49</span>
-eternos, está encerrado en límites y es susceptible de medición en
-algún sentido.</p>
-
-
-<p class="verslat">965. <i xml:lang="la" lang="la">Omne quod est igitur
-nulla regione viarum...</i></p>
-
-<p>El Universo es infinito; de lo contrario tendría extremos: pero no
-pueden concebirse límites sino por quien está fuera de ellos mismos y
-puede llevar su consideración más allá de los puntos en que termina lo
-limitado. Creeríamos que el Universo tiene límites, cuando pudiéramos
-señalar sus extremos; pero el mundo no puede tener esas fronteras,
-porque en cualquiera parte de él que ocupáramos habríamos de ver que
-teníamos por delante para contemplar espacios infinitos.</p>
-
-
-<p class="verslat">975. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea si jam
-finitum constituatur...</i></p>
-
-<p>Además, si consideramos limitado el espacio y suponemos que en
-sus extremos alguien se coloque y dispare una flecha con violento
-impulso, ¿piensas que el objeto así lanzado habría de recorrer el aire
-constantemente, ó supones que algún obstáculo se opondría á su vuelo?
-Hay que decidirse por uno de los términos de ese dilema; pero cualquier
-partido que sigas te ha de obligar á reconocer que no hay extremos
-finales en el Universo; porque ya supongas que la flecha sea detenida
-por un obstáculo ó ya ima<span class="pagenum" id="Page_50">p.
-50</span>gines que incesantemente vuele, es lo cierto que nunca podrás
-figurarte que llega á tocar el límite del mundo; y si por acaso
-creyeras que alguna vez terminaría su marcha, habré de preguntarte:
-¿qué se haría entonces de la flecha? Forzosamente nunca podrá tocar
-el fin del espacio y siempre le quedará una ilimitada extensión que
-recorrer.</p>
-
-
-<p class="verslat">991. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea spatium
-summai totius omne...</i></p>
-
-<p>Aún hay más: si el Universo estuviese incluido ó colocado en una
-determinada porción del espacio, tendría necesarios límites; las
-grandes masas por su propia gravedad ocuparían el fondo y allá en las
-mayores alturas no podría subsistir ningún ser ni habría aire ni Sol:
-toda la materia yacería confusa en caótica eternidad; pero no es esto
-lo que ocurre; los cuerpos, en el orden harmónico universal, no pueden
-permanecer en constante quietud porque no existe ese lugar profundo en
-que se hacinaran para el reposo: en movimiento incesante los seres se
-reproducen y se organizan en virtud de los subsidios que reciben de
-los elementos eternos activos universales que forman las concreciones
-corpóreas.</p>
-
-
-<p class="verslat">1005. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo ante
-oculos rem res finire videtur...</i></p>
-
-<p>En fin, es patente que la Naturaleza ha<span class="pagenum"
-id="Page_51">p. 51</span> determinado los límites de los cuerpos; las
-colinas están circunscriptas por el aire, el aire por los montes, las
-tierras altas por el mar y el mar está encerrado entre las tierras
-altas. No tiene, sin embargo, el Universo nada que lo termine; la
-Naturaleza y el espacio ocupado por los mundos, forman como un río que
-perpetuamente corre y que avanza sin encontrar límites: así el Universo
-no tiene término alguno; es infinito.</p>
-
-
-<p class="verslat">1015. <i xml:lang="la" lang="la">Ipsa modum porro
-sibi rerum summa parare...</i></p>
-
-<p>El Universo de ningún modo puede quedar circunscripto; la Naturaleza
-está en todas partes; con la materia se limita el vacío y el vacío
-con la materia; pero espacio ocupado y espacio vacío todo es materia
-con mayor ó menor rarefacción; el Universo infinito así se muestra.
-Si tanto el espacio como la concreción corpórea no determinasen
-recíprocamente sus respectivos límites, ni el mar, ni la tierra, ni la
-bóveda brillante del espacio, ni la progenie humana, ni los cuerpos
-sacrosantos de los númenes podrían durar un solo instante; las partes
-simplicísimas de la materia, faltas de cohesión, se elevarían por el
-infinito espacio desocupado, sin orden ni harmonía, y nunca llegarían
-á formar cuerpos determinados concretos por<span class="pagenum"
-id="Page_52">p. 52</span> estar siempre separadas. Ciertamente los
-elementos de la materia no se han movido por reflexivo determinado
-impulso en las direcciones en que hoy se hallan, ni han establecido
-por cálculo convencional ó por concierto libre el orden que constituye
-el Universo; lo que ha sucedido es que fluctuantes por toda eternidad
-en el inmenso espacio y agitados con impulsiones recíprocas, después
-de seguir toda clase de movimientos y toda especie de combinaciones,
-han llegado por adaptaciones recíprocas y por harmonía derivada de sus
-propias condiciones á constituir esta Suma total del Universo; y del
-cumplimiento de la ley emanada necesariamente de su acción invariable
-en el transcurso de innumerables siglos, se ha establecido el orden
-existente, en cuya virtud las aguas de los ríos abundosas proveen al
-mar de las pérdidas sufridas; la tierra, fertilizada por el Sol y por
-la reversión de sus vapores, renueva la pompa de sus producciones;
-florecen las especies de animales, y los cuerpos fulgurantes etéreos
-envían siempre sus destellos. Ese concierto de la Naturaleza sería
-con facilidad interrumpido si infinitos elementos no trabajasen
-continuamente en la renovación de los organismos; porque así como
-los seres individuales mueren cuando están privados de alimento, así
-también el<span class="pagenum" id="Page_53">p. 53</span> Universo
-llegaría á aniquilarse cuando la materia interrumpiese la constante
-labor que le da movimiento y vida.</p>
-
-
-<p class="verslat">1049. <i xml:lang="la" lang="la">Nec plagæ possent
-extrinsecus undique Summam...</i></p>
-
-<p>Y no por efecto de presiones exteriores podría conservarse el orden
-en que el Universo está constituido; impulsos de fuera para adentro,
-repetidos con frecuencia, engendrarían otros nuevos que en unos casos
-mantendrían la harmonía del Universo; pero otras veces las partes
-de la materia, forzadas por el choque, saltarían y dejarían espacio
-suficiente para que las porciones aglomeradas pudieran desprenderse de
-todo enlace y dispersarse. Es, pues, necesario que la acción de los
-primeros cuerpos obre sin interrupción; y debe reconocerse que esas
-presiones exteriores al existir suponen y demuestran que los elementos
-de la materia son infinitos.</p>
-
-
-<p class="verslat">1059. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in is rebus
-longe fuge credere, Memmi...</i></p>
-
-<p>Con relación á estas ideas, no debes de creer ¡oh Memmio! que
-todos los cuerpos tiendan, como algunos dicen, hacia un centro del
-Universo, y que nuestro mundo no sienta influencias exteriores que
-coadyuven á la gravitación general, porque todas sus regiones por sí
-mismas buscan el centro del equilibrio (opinión ideada en favor de la
-teo<span class="pagenum" id="Page_54">p. 54</span>ría que sostiene la
-acción de la pesantez ejercida de abajo hacia arriba, y de que algunos
-cuerpos vivan en la tierra en dirección contraria á los que están en la
-superficie en una posición parecida á la que tiene con nuestro cuerpo
-su propia imagen proyectada en las tranquilas ondas). Con esas ideas
-pretenden algunos explicarse el hecho de que animales de varia especie
-puedan residir en las regiones inferiores del mundo; de que nosotros
-mismos no podamos elevarnos á las alturas, y el hecho de que haya sobre
-la tierra individuos que ven el Sol cuando nosotros contemplamos las
-estrellas, y que tengan con nosotros las estaciones cambiadas, aunque
-disfruten como nosotros de días y noches.</p>
-
-
-<p class="verslat">1075. <i xml:lang="la" lang="la">Sed vanus stolidis
-hæc omnia finxerit error...</i></p>
-
-<p>En aquel error han caído los que atrevidamente dedujeron falsas
-conclusiones de hechos exactos. No es posible imaginar un punto medio
-en el espacio ilimitado, y aunque nos lo figuráramos no podríamos
-reconocerle una acción propia y especial sobre los cuerpos. Todo y
-cualquier lugar del espacio que llamamos vacío, ya sea designado con el
-nombre de centro ó con otro distinto, deja paso á los cuerpos graves;
-porque no hay un sitio donde al llegar un cuerpo<span class="pagenum"
-id="Page_55">p. 55</span> arrastrado por su propio peso este cuerpo sea
-obligado á permanecer estático en el vacío; el espacio no puede impedir
-que un cuerpo cualquiera pesado lo penetre con arreglo á las leyes de
-la Naturaleza. Por ese motivo, la atracción del centro no es bastante
-para conservar la harmonía de la creación.</p>
-
-
-<p class="verslat">1090. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoque
-jam non omnia corpora fingunt...</i></p>
-
-<p>Fingen también que la tendencia hacia el centro no es propia de
-todos los cuerpos, sino de aquellos especialmente compuestos de tierra
-ó de agua, tales como los ríos que se despeñan desde altos montes para
-confundirse en el vasto Océano, ó como la sólida porción del mundo; por
-lo contrario, las tenues auras y los cálidos vapores siempre tienden
-á separarse del centro, y si vemos que la bóveda celeste de fulgores
-brilla y que su claridad nos alumbra, es porque en ella se reunen
-elementos que por ser ligeros de la tierra escapan, aunque desde allí
-contribuyen á la nutrición de los seres animados y á la fructificación
-frondosa de los árboles. Así también suponen que por encima de las
-estrellas existe un firmamento que todo lo rodea, el cual, mediante
-eficaz presión ejercida sobre nuestro mundo, evita que salga del centro
-fuego celeste que franquee los términos de la mansión humana;<span
-class="pagenum" id="Page_56">p. 56</span> impide que todo sea invadido
-por completo desorden; que el cielo caiga sobre nuestras cabezas y
-la tierra se abra debajo de nuestros piés; que nuestros cadáveres,
-destrozados y envueltos entre las ruinas del cielo y de la tierra, se
-confundan en profundo caos; que los elementos primarios queden sin
-energía, y rotas las puertas de la disolución, se precipiten por ellas
-en turba amontonada todos los seres, y de cuanto existe no quede más
-que universal desierto.</p>
-
-
-<p class="verslat">1114 <i>á</i> 1118. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc si
-pernosces parvâ perfunctus opellâ.</i></p>
-
-<p>Pero si comprendes bien las razones que te expongo, ya que las unas
-auxilian á las otras, no ha de robarte más negra noche la claridad que
-te ilumine para que puedas penetrar en el arcano de la Naturaleza;
-porque de unas cosas brotará luz bastante para que distingas otras.</p>
-
-<hr class="chap0" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch2">
- <p><span class="pagenum" id="Page_57">p. 57</span></p>
- <h2 class="nobreak">LIBRO SEGUNDO</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Suave, mari magno
-turbantibus æquora ventis...</i></p>
-
-<p>Grato ha de sernos contemplar desde la playa el vasto mar agitado
-por el aquilón, y presenciar desde tierra la desesperada lucha que
-el náufrago sostenga con la tempestad, no porque gocemos con el
-infortunio ajeno, sino porque nos consideremos libres de peligros
-que tan próximos veamos: también será grato asistir desde lejos sin
-temores ni zozobras á las contiendas inhumanas de dos ejércitos que en
-el campo se destrocen; pero todavía ha de ser más agradable estar en
-posesión de las doctrinas de los pensadores, y observar serenamente
-desde esas alturas del saber las agitaciones de los hombres que sin
-guía buscan á tientas los caminos del bienestar, y para hallarlos
-pretenden supremacías de nobleza ó distinciones de genio y pasan días
-y noches entre afanes é in<span class="pagenum" id="Page_58">p.
-58</span>quietudes que les permitan acumular riquezas.</p>
-
-
-<p class="verslat">14. <i xml:lang="la" lang="la">Ô miseras hominum
-mentes, ô pectora cæca!</i></p>
-
-<p>¡Oh pobre inteligencia de los hombres! ¡Oh energías mal empleadas!
-¡Entre cuántas densas tinieblas y entre cuántos inútiles peligros la
-vida corre! ¿Cómo no se comprende que las leyes naturales permiten
-la vida sin dolor del cuerpo, y sin preocupaciones y sobresaltos del
-alma?</p>
-
-
-<p class="verslat">20. <i xml:lang="la" lang="la">Ergo corpoream ad
-naturam pauca videmus...</i></p>
-
-<p>Por lo que se refiere al cuerpo, cuyas necesidades son escasas, debo
-decir que no es difícil eximirlo de muchos dolores y proporcionarle
-varios placeres en harmonía con las reclamaciones de la Naturaleza: si
-no disfrutas de festines nocturnos alumbrados por lámparas igníferas
-sostenidas en la mano derecha por estatuas juveniles; si en tu casa
-no brilla el oro ni resuena por doradas bóvedas el sonido harmonioso
-de las cítaras, aun así podrás tener alguna dicha si te decides á
-disfrutar de la frescura de las hierbas junto al río, á la sombra de
-los árboles dadivosos de goces que nada cuestan; y principalmente
-en los risueños prados, cubiertos durante la primavera de matizadas
-florecillas. Lo mismo inquieta la fiebre ar<span class="pagenum"
-id="Page_59">p. 59</span>diente de ambición al rico potentado que vive
-entre púrpuras y riquezas, que al infeliz que yace tendido en burdo
-lecho.</p>
-
-
-<p class="verslat">37. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter, quoniam
-nil nostro in corpore gazæ...</i></p>
-
-<p>La opulencia, las distinciones sociales y el poder no libran de
-dolores al cuerpo ni proporcionan felicidad al alma: aunque mandes
-innumerables ejércitos extendidos por la campiña y cobijados por
-amplias banderas, y aunque dispongas de fuerte escuadra esparcida por
-dilatados mares, las preocupaciones del fanatismo no huirán de tu ánimo
-amedrentado ni la idea de la muerte y sus terrores darán sosiego á tu
-corazón.</p>
-
-
-<p class="verslat">46. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si ridicula hæc,
-ludibriaque esse videmus...</i></p>
-
-<p>Son las grandezas ilusiones insensatas: los temores y sobresaltos
-de los hombres ignorantes no se ahuyentan con estruendo de armas, ni
-con esplendor de corona reluciente, ni con la majestad de purpurino
-manto, ni con la altura de soberbio trono. ¿Aún puedes dudar de que
-esos terrores que agobian á los hombres son producidos únicamente por
-la ignorancia? Como niños que de todo tienen miedo por la noche, así
-nosotros, durante el día, nos vemos rodeados por ilusorias sombras
-y fantasmas vanos que no se disipan con el rayo solar ó con la luz
-diurna, pero<span class="pagenum" id="Page_60">p. 60</span> que se
-desvanecen mediante el uso de la razón tranquila y el estudio reflexivo
-de la Naturaleza.</p>
-
-
-<p class="verslat">61. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quo motu
-genitalia materiai...</i></p>
-
-<p>Voy ahora á explicarte la causa del movimiento é impulso que
-reciben los elementos de la materia para engendrar los cuerpos y
-descomponerlos, y también te explicaré la fuerza y la rapidez con
-que nadan sin cesar en el inmenso espacio; sigue, pues, la ilación
-de mis discursos. Nuestro mundo material no forma un todo inmóvil:
-hay diminución en todos los cuerpos, los cuales están sujetos á
-emanaciones, pérdidas y rozamientos que los rebajan, los reducen y aun
-los ocultan á nuestros ojos; pero estos fenómenos en nada perjudican á
-la suma universal, porque los sumandos no desaparecen sino cambian de
-sitio: cuando la vejez por una parte se inclina, por otra la juventud
-se yergue: no hay descanso en la Naturaleza; el mundo siempre con
-incesantes mudanzas se renueva; la vida de los que mueren se transmite
-á los que nacen; pomposas generaciones se elevan, mientras otras se
-desvanecen; todas las cosas mudan de perspectiva, y todos los que
-participamos de la existencia tomamos de unos en otros el turno de la
-vida, como los corredores en<span class="pagenum" id="Page_61">p.
-61</span> los juegos sagrados se pasan de mano en mano la antorcha
-luminosa.</p>
-
-
-<p class="verslat">79. <i xml:lang="la" lang="la">Si cessare putas
-rerum primordia posse...</i></p>
-
-<p>Si piensas que los principios de las cosas pueden tener descanso
-para recibir de éste un nuevo impulso y movimiento, incurres en error<a
-id="FNanchor_18" href="#Footnote_18" class="fnanchor">[18]</a>; todos
-los cuerpos elementales que existen en el espacio han de obedecer
-la dirección propia de su peso y de su esencia ó la dirección á que
-los obligue la influencia de otros elementos: así unos y otros se
-encuentran en el vacío y obran entre sí por su propia gravedad y por
-su peculiar dureza y solidez, sin que nada extraño á ellos modifique
-su rumbo. Y para que más claramente comprendas el perpetuo movimiento
-de los principios de la materia, te he de recordar que en el Universo
-no hay lugar alguno que pueda considerarse inferior y sirva de asiento
-á los cuerpos que sean precipitados por la acción de la pesantez, pues
-el espacio es infinito y tiene por límites la inmensidad, como ya he
-demostrado en otra ocasión.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_18"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_18">[18]</a></span> Lucrecio refuta aquí minuciosamente
-la doctrina de Aristóteles sobre la inmovilidad de la materia.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">94. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam constat,
-nimirum nulla quies est...</i></p>
-
-<p>Los primeros cuerpos ningún reposo tie<span class="pagenum"
-id="Page_62">p. 62</span>nen en el vacío inmenso: impelidos por
-constante fuerza de atracción y de repulsión á movimiento perenne,
-se alejan á largas distancias ó se aproximan hasta confundirse con
-arreglo á la especial fuerza en ellos dominante; cuando la atracción
-molecular es grande, se produce una concentración corpuscular que sirve
-de base al hierro, á las duras peñas y á otras substancias de análoga
-naturaleza; y cuando la atracción es muy débil, las moléculas tienden á
-dispersarse en el espacio y con su movilidad originan el fluido aéreo
-que nos beneficia y el rutilante esplendor del Sol que nos ilumina.</p>
-
-
-<p class="verslat">108. <i xml:lang="la" lang="la">Multaque præterea
-magnum per Inane vagantur...</i></p>
-
-<p>Muchos mínimos cuerpos, no obstante, vagan por el espacio en
-perpetua agitación y disociados siempre al parecer del movimiento
-general; de este hecho diariamente se muestra ante nuestros ojos una
-imagen sensible cuando en estancia obscura penetran por un pequeño
-resquicio los rayos de luz solar; entonces se ven corpúsculos sin
-cuento que de mil modos se agitan y en todas direcciones se mueven,
-como si entre ellos hubiera oposición tenaz y cruda guerra, porque
-jamás cesan de combatir entre sí, de unirse y de separarse. Su
-actividad no tiene término, y del hecho que menciono puedes<span
-class="pagenum" id="Page_63">p. 63</span> conjeturar cuál sea el
-movimiento de los cuerpos engendradores de los seres, ya que el
-ejemplo recordado ha de servirte de medio para comprender vestigios de
-fenómenos importantes.</p>
-
-
-<p class="verslat">124. <i xml:lang="la" lang="la">Hoc etiam magis hæc
-animum te advertere par est...</i></p>
-
-<p>Tales corpúsculos, cuya movilidad y cuyas agitaciones son
-perceptibles á nuestra vista merced al contraste de los rayos de
-Sol en la obscuridad, tienen un movimiento causado por impulsiones
-clandestinas que determinan separaciones y afluencias producidas por
-su propia acción imperceptible, que obran sobre ellos mismos y que
-también comunican á otros cuerpos de masas más tenues, los cuales
-influyen sobre otros más fuertes; y así, el movimiento de los cuerpos
-simples se propaga de unos en otros, de igual forma que pasa con esas
-moléculas hechas perceptibles por la luz del Sol: pero las causas de
-ese movimiento aún nos son desconocidas.</p>
-
-
-<p class="verslat">140. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc, quæ mobilitas
-sit reddita materiai...</i></p>
-
-<p>Ahora, con pocas palabras que al asunto dedique ¡oh Memmio! podrás
-comprender la gran movilidad de que los elementos están dotados: cuando
-la aurora esparce sobre la tierra sus primeros arreboles, y las aves,
-es<span class="pagenum" id="Page_64">p. 64</span>parcidas por el
-bosque, saltan de rama en rama y llenan los aires de suaves melodías,
-vemos el Sol que de súbito aparece y baña con torrentes de luz toda la
-Naturaleza; las emanaciones de aquel astro no atraviesan un espacio
-completamente vacío; en su paso encuentran obstáculos que retardan
-la carrera de las ondas luminosas, las cuales se hacen para nosotros
-visibles á medida que se ponen en contacto con el fluido del aire. Pero
-los cuerpos simples que en el vacío se mueven y no encuentran obstáculo
-alguno independiente de ellos mismos, deben correr con rapidez mil
-veces mayor que las ondas luminosas emanadas del Sol, á no ser que
-se retarden por su propia acción; y sería insensato suponer que los
-primeros cuerpos concertaran entre sí un plan para regularizar sus
-movimientos.</p>
-
-
-<p class="verslat">167. <i xml:lang="la" lang="la">At quidam contra
-hæc, ignari, materiai...</i></p>
-
-<p>Pero hay quien juzga, ignaro, que la materia sin la voluntad
-de dioses puede, por condición propia, proveer á las necesidades
-humanas, formar las estaciones, producir los frutos y facilitar la
-reproducción de las especies todas; no reparan en que por impulso
-natural todo ser ciegamente contribuye á la propagación de su especie
-y que estímulos de atracciones y de goces naturales contribu<span
-class="pagenum" id="Page_65">p. 65</span>yen á la generación. Por eso
-han imaginado la intervención de dioses creadores, desmentida por la
-razón y contrariada por los hechos. No basta que nosotros desconozcamos
-la propia naturaleza de los elementos para figurarnos creaciones
-fantásticas: la vista del inmenso espacio y la contemplación de los
-fenómenos que constituyen el mundo, son bastantes para probar que el
-mundo no ha podido ser obra de fuerza directiva inteligente, porque
-no pocos defectos lo deforman; pero ya te probaré estas verdades<a
-id="FNanchor_19" href="#Footnote_19" class="fnanchor">[19]</a> ¡oh
-Memmio!; continuemos ahora la exposición de nuestro asunto.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_19"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_19">[19]</a></span> En el principio del canto V.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">184. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc locus est, ut
-opinor, in his illud quoque rebus...</i></p>
-
-<p>Entiendo que ahora es ocasión de hacerte comprender que ningún
-cuerpo es capaz de elevarse por su propia fuerza: y no incurras en
-error ante la presencia de las llamas que al formarse de repente se
-dirigen hacia arriba; también suben los árboles y las mieses que al
-brotar del suelo siguen en su crecimiento dirección contraria á la que
-parece exigida por la gravedad. Si la llama se eleva hasta alcanzar
-el techo del edificio, cuyo maderamen devora con insaciable afán,
-cier<span class="pagenum" id="Page_66">p. 66</span>tamente no lo
-hace por gusto, sino porque una fuerza extraña obra sobre ella. Así
-también, la sangre que se escapa de vena abierta en nuestro cuerpo tiñe
-de púrpura todo lo que toca. ¿No has observado la violencia con que
-el agua arranca empalizadas firmes? Habían sido formadas con grandes
-precauciones; fuerzas enormes se habían empleado en esa obra; pero
-las aguas trabajaban con tanto más ardor para destruirla, cuanto más
-sobresalían de la superficie líquida las estacas, y al cabo éstas
-fueron vencidas. Pero según mi opinión, esos datos no nos autorizan
-para dudar de que los cuerpos bajen cuando fuerza mayor no contraría
-el efecto de su propio peso: una acción extraña obliga á la llama
-á elevarse en las regiones atmosféricas, á pesar de que en cuanto
-dependiera exclusivamente de ella tendría inclinación á bajar. ¿No ves
-nocturnos meteoros de fuego que se muestran en el infinito espacio y
-forman diversas ondulaciones por entre las cuales parece que se abre
-una comunicación con la Naturaleza? ¿No te figuras que en ocasiones se
-inclinan hacia la tierra estrellas y astros? También el Sol, desde las
-inmensas alturas, por todas partes prodiga su calor y su luz que los
-campos fertilizan, y su acción se ejerce hacia abajo; igualmente puedes
-notar que el rayo<span class="pagenum" id="Page_67">p. 67</span>
-se abre camino á través de las nubes é impetuosamente cae sobre la
-tierra.</p>
-
-
-<p class="verslat">216. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his quoque
-te rebus cognoscere avemus...</i></p>
-
-<p>Ardientemente deseo que de estas observaciones derives el principio
-de que, por su propia gravedad, los cuerpos tienden á caer, pero
-que en circunstancias especiales de lugar y tiempo, en su caída se
-apartan de la línea recta, aunque su retirada apenas merezca el nombre
-de desviación; sin esas declinaciones, los cuerpos simples caerían
-pesadamente en el vacío, como vemos que se precipitan sobre la tierra
-las gotas de lluvia; los elementos de la materia no coincidirían nunca,
-y la Naturaleza sería improductiva.</p>
-
-
-<p class="verslat">225. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si fortè
-aliquis credit graviora potesse...</i></p>
-
-<p>Alguien ha supuesto que los cuerpos más pesados caen en línea recta
-sobre los más ligeros, y que así originan movimientos productores; pero
-esa teoría repugna á la razón. Cierto es que en el agua y en el aire
-caen los cuerpos con una velocidad proporcionada á su peso, porque más
-pronto es vencida la resistencia de las ondas acuosas y fluidas, cuanto
-mayor es la potencia representada por el cuerpo que las penetra; pero
-no sucede lo mismo en el espacio desocupado; éste puede ser invadido
-sin obstáculo por todos<span class="pagenum" id="Page_68">p. 68</span>
-los seres, y, por lo mismo, en el vacío todos los cuerpos se mueven con
-igual celeridad é independientemente de su volumen y de su peso. De
-estas afirmaciones se deduce que nunca los cuerpos más graves podrán
-caer sobre los más leves, ni rozarlos ni cambiar sus movimientos, de
-modo adecuado para que la Naturaleza produzca los seres.</p>
-
-
-<p class="verslat">243. <i xml:lang="la" lang="la">Quare etiam atque
-etiam paulùm clinare necesse est...</i></p>
-
-<p>Necesario es repetir una y mil veces que los cuerpos simples
-en su caída tienen una mínima declinación. No trato de inventar
-movimientos oblicuos que la observación no haya revelado; es patente,
-y de ello la vista nos da testimonio, que los cuerpos no siguen en su
-caída una dirección oblicua; pero ¿quién puede afirmar sólo por la
-autoridad de sus imperfectos sentidos, que los cuerpos al caer no se
-aparten algo de la línea recta<a id="FNanchor_20" href="#Footnote_20"
-class="fnanchor">[20]</a>?</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_20"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_20">[20]</a></span> En esta parte de su doctrina es
-donde Lucrecio, lo mismo que Epicuro, se muestra más débil é indeciso;
-parece que él mismo desconfía de la solidez de sus argumentos.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">251. <i xml:lang="la" lang="la">Denique si semper
-motus connectitur omnis...</i></p>
-
-<p>Si es cierto que entre todos los movimientos ó manifestaciones de la
-vida hay una regular perpetua conexión, y que todas las cosas en<span
-class="pagenum" id="Page_69">p. 69</span> el mundo se producen dentro
-de un orden inquebrantable, cierto ha de ser también que la declinación
-de los cuerpos simples no puede originar combinación alguna que rompa
-los lazos del destino y perturbe la ley que á cada hecho convierte
-en causa de lo infinito, pero engendra la libertad de que gozan los
-seres animados para dirigirse hacia donde el deseo los incita, aunque
-en nuestras acciones domine un agente motriz, que es origen de los
-movimientos voluntarios, en cuya virtud nos determinamos, no por las
-atracciones de tiempo fijo ó de lugar cierto, sino por los impulsos de
-nuestra alma. Es indiscutible que la voluntad es la fuerza propulsora
-del movimiento, cuyos estímulos se extienden por todo el cuerpo.
-¿No has tenido ocasión de observar que los caballos dispuestos para
-la carrera, en el instante en que se abren las puertas del circo,
-se inquietan y se estremecen, porque no pueden lanzarse desde luego
-hacia donde los empuja su ardoroso instinto? Extendidas por todo el
-cuerpo las energías de la vida, han de auxiliarse recíprocamente para
-realizar, en conexión estrecha, las determinaciones de la voluntad. Por
-tanto, en el corazón surge el principio del movimiento, la voluntad
-imprime á éste la dirección, y seguidamente se comunica á todo el
-organismo.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_70">p. 70</span>272.
-<i xml:lang="la" lang="la">Nec simile est, ut cum impulsi procedimus
-ictu...</i></p>
-
-<p>No sucede lo mismo cuando, obligados por fuerza extraña y movidos
-por coacción poderosa, tomamos dirección que nos repugna; es evidente
-que en este caso y á pesar nuestro toda la materia de que constamos
-cede por de pronto á las circunstancias, y se deja subyugar hasta que
-la voluntad recobra su imperio sobre los miembros y puede refrenarlos:
-¿no ves, por tanto, que si á los hombres empuja en muchos casos una
-fuerza extraña que es contraria á su voluntad y que los impele en
-dirección determinada, siempre queda en nosotros mismos una energía que
-puede resistirla, y á su arbitrio hacerse obedecer por los miembros,
-hasta rechazar la violencia y ponerla en fuga?</p>
-
-
-<p class="verslat">284. <i xml:lang="la" lang="la">Quare in seminibus
-quoque idem fateare necesse est...</i></p>
-
-<p>Debemos, pues, confesar que en los elementos de la materia, aparte
-de la acción de la gravedad y de las atracciones que en ellos reside,
-hay otra fuerza de la que el movimiento se origina y de la que surge
-para nosotros el principio de la facultad volitiva. No hay efecto
-sin causa: y así como la gravedad se opone á que las series de los
-movimientos de los cuerpos sean producidos por<span class="pagenum"
-id="Page_71">p. 71</span> impulso ajeno á los cuerpos mismos, sino
-que han de ser consecuencia necesaria de las propiedades de los
-seres, así también el alma no ha de obrar sólo por extraños impulsos,
-ni ha de permanecer pasiva obediente á acciones recibidas de fuera,
-sino ha de tener una declinación de propia energía creadora de
-libres determinaciones independientes de las tornadizas é inciertas
-circunstancias de lugar y de tiempo.</p>
-
-
-<p class="verslat">294. <i xml:lang="la" lang="la">Nec stipata magis
-fuit unquam materiai...</i></p>
-
-<p>Nunca han sido los elementos de la materia más densos ni más raros.
-Ni aumentar ni disminuir les es lícito; así, igual movimiento que
-hoy tienen, han tenido en los siglos pasados y conservarán en los
-venideros: por iguales causas, por ley constante, se producirán en lo
-sucesivo los mismos seres que hasta hoy en las mismas condiciones, y
-existirán, y crecerán, y tendrán las cualidades que les son propias en
-el concierto de la Naturaleza. No hay ninguna fuerza que pueda cambiar
-el orden universal: tampoco hay sitio para donde pueda escapar del Todo
-alguna parte de la materia, ni entrada por donde penetren en el mundo
-cuerpos extraños y trastornen los movimientos de la Naturaleza.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_72">p. 72</span>308.
-<i xml:lang="la" lang="la">Illud in his rebus non est mirabile:
-quare...</i></p>
-
-<p>Y no es de admirar que esto ocurra; también á pesar del continuo
-movimiento de los cuerpos simples parece que todo el Universo yace
-en inmóvil quietismo, excepto aquellos seres que tienen actividad
-propia; como los elementos de la materia están fuera de la penetración
-de nuestros sentidos, es indudable que aun cuando no podamos ver
-sus agitaciones, éstas existirán, si bien ocultas para nosotros, de
-igual modo que en ocasiones dadas no podemos precisar los movimientos
-que ejecutan algunos seres que vemos á largas distancias. El ganado
-lanar sube á las altas colinas atraído por las viciosas hierbecillas
-donde centellean perlas de luciente rocío, en tanto que los tiernos
-corderillos, saciados del dulce lácteo licor, se ejercitan alegres
-y retozones en luchas inocentes. Si reparamos en este cuadro desde
-lejos, lo veremos todo confuso, y sólo distinguiremos lo blanco del
-ganado que se destaca de lo verde obscuro de la colina. Observemos
-dos grandes ejércitos que llenan vasta extensión de los campos y se
-ocupan en simulacros de guerra; ya se mueve la audaz caballería en
-torno de las legiones; ya recorre con variables ímpetus campos que se
-estremecen; el fulgor de las armas llega hasta el<span class="pagenum"
-id="Page_73">p. 73</span> cielo; el reflejo del bronce brilla en la
-tierra; el suelo retumba con el paso militar; el clamor del combate
-resuena en los montes y se transmite á los vecinos lugares: pues estas
-escenas, vistas desde elevadas montañas, parecen mudas, reposadas, y su
-centelleo se considera procedente de los mismos campos.</p>
-
-
-<p class="verslat">333. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc, age, jam
-deinceps cunctarum exordia rerum...</i></p>
-
-<p>Medita ahora acerca de las cualidades de los cuerpos simples
-en cuanto aquéllas se refieren á su peculiar forma, que puede ser
-algo variada, como lo atestigua el hecho de que los seres, aun
-los que pertenecen á la misma especie, no son idénticos. No es de
-admirar que los elementos sean algo distintos en su figura, porque
-son numerosísimos, y no todos han de tener igual forma é iguales
-condiciones; la especie humana, los escamosos y mudos habitantes de
-las aguas, los árboles corpulentos, las fieras, las varias aves que
-plumadas trinan en las lindas y frescas márgenes de arroyos, en las
-proximidades de las fuentes y de los lagos, y que se mueven con vuelos
-circulares por los desiertos bosques, se componen de muchos individuos
-que, comparados entre sí dentro de cada especie, revelan diferencias
-varias; si así no fuera, entre nosotros mismos la madre no conocería
-sus hijos ni los hijos á sus<span class="pagenum" id="Page_74">p.
-74</span> madres; y como podemos ver, entre los hombres no existen
-notables signos diferenciales. Cuando en los templos, junto á los
-altares de los dioses, muere sacrificado el novillo, de cuyo pecho
-palpitante corre caliente sangre, la madre, desamparada, recorre los
-bosques, y deja en el húmedo terreno grabada la huella de su pesuña
-hendida, y escruta con indagadores ojos el espacio entero para ver si
-encuentra á su perdido hijo, y se detiene en los bosques, y de bramidos
-llena la selva umbrosa, y vuelve para el corral, y queda inmóvil,
-atormentada por los recuerdos de su hijo: ni los tiernos pimpollos de
-los árboles, ni las hierbas adornadas con reluciente aljófar, ni los
-arroyos que corren entre amenas márgenes, le dan placer ni le hacen
-olvidar su tormento; otros novillos que saltan mientras alegres pastan,
-no le quitan su tristeza, porque ninguno es el que ella ansiosa busca.
-Los cabritillos de trémulas voces reconocen á sus cornígeras madres, y
-lo mismo que los corderos de tiernos balidos, cada uno conducido por la
-Naturaleza, se dirige á las atractivas ubres que ha de alimentarlos con
-su dulce leche.</p>
-
-
-<p class="verslat">371. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo quodvis
-frumentum, non tamen omne...</i></p>
-
-<p>Si comparas los granos de una espiga ha<span class="pagenum"
-id="Page_75">p. 75</span>llarás entre ellos diferencias, aunque todos
-sean semejantes; lo mismo observarás en las conchas que á algunos
-terrenos cubren, en las argentadas olas del Océano, en las arenas de la
-playa, y, por último, en todas las especies creadas, cuyos individuos
-no son completamente idénticos, porque ninguna mano los ha tallado con
-sujeción á un molde; la Naturaleza los hizo, y por el espacio vagan,
-con diversas formas.</p>
-
-
-<p class="verslat">381. <i xml:lang="la" lang="la">Perfacile est jam
-animi ratione exsolvere nobis...</i></p>
-
-<p>Así es fácil de explicar por qué es más intenso el fuego del rayo
-que el producido por nuestra industria ó por la combustión de hachas
-resinosas: quizá el celeste fuego del rayo conste de elementos más
-sutiles que otro cualquiera, y por este motivo puede penetrar en poros
-inaccesibles para llamas que tengan otro origen: la luz se comunica
-á través de córnea lámina, pero no así el agua; ¿por qué? Porque los
-cuerpos simples componentes de la luz son más sutiles que los asociados
-para formar el transparente líquido.</p>
-
-
-<p class="verslat">391. <i xml:lang="la" lang="la">Et quamvis subito
-per colum vina videmus...</i></p>
-
-<p>Vemos que el vino pasa rápidamente por el filtro, pero que el aceite
-penetra con mucha lentitud: se efectúa este fenómeno porque<span
-class="pagenum" id="Page_76">p. 76</span> los elementos del líquido
-oleoso componen moléculas más compactas que los del jugo de la vid,
-ó bien porque aquéllas se entrelazan y por su densidad ofrecen mayor
-resistencia á la división.</p>
-
-
-<p class="verslat">398. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, uti
-mellis lactisque liquores...</i></p>
-
-<p>Además, leche y miel afectan el órgano gustativo con grata
-sensación, mientras que amargo ajenjo y ruda centaura hieren el paladar
-con sabor repugnante: de este hecho y de otros parecidos puedes inducir
-que el gusto agradable se produce cuando moléculas esféricas y lisas
-pasan por las membranas sápidas; y que la impresión desagradable se
-origina por el rozamiento que en las fibras papilosas efectúan cuerpos
-ásperos enlazados con nexo indisoluble.</p>
-
-
-<p class="verslat">408. <i xml:lang="la" lang="la">Omnia postremo bona
-sensibus, et mala tactu...</i></p>
-
-<p>Las diferentes sensaciones de dolor y de placer que experimentamos,
-se deben á las impresiones que en nuestros órganos terminales
-producen los cuerpos, según la forma y condición de sus moléculas
-componentes; y tú no supondrás que el chirrido estridente de áspera
-sierra se produce lo mismo que las dulces melodiosas notas halladas
-en las fecundas cuerdas de la lira por los dedos flexibles de músico
-hábil. Ni considerarás que<span class="pagenum" id="Page_77">p.
-77</span> iguales son las moléculas productoras de los miasmas fétidos
-procedentes de cadáver consumido por el fuego, que las emanaciones
-del azafrán mimoso de Cilicia<a id="FNanchor_21" href="#Footnote_21"
-class="fnanchor">[21]</a>, ó los aromas de Pancaya<a id="FNanchor_22"
-href="#Footnote_22" class="fnanchor">[22]</a>, utilizados para perfumar
-los templos.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_21"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_21">[21]</a></span> Cilicia, provincia del Asia
-Menor.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_22"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_22">[22]</a></span> Pancaya, región arenosa de la
-Arabia Feliz.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">418. <i xml:lang="la" lang="la">Neve bonos rerum
-simili constare colores...</i></p>
-
-<p>Ni pensarás que los agradables colores que nuestra vista alegran
-tienen los mismos principios materiales que aquellos que nos molestan
-y hasta provocan lágrimas ó que hacen retirar los ojos con horror;
-todo, pues, lo que agrado produce á los sentidos, consta de moléculas
-suaves; pero lo que ocasiona incomodidad ó disgusto, se compone de
-elementos ásperos y rudos. Pero también hay primarios cuerpos, que
-ni son perfectamente lisos ni ásperos del todo, sino rodeados de
-ángulos salientes que producen algún escozor, pero que no dañan,
-los cuales se hallan en la fécula y en la ínula<a id="FNanchor_23"
-href="#Footnote_23" class="fnanchor">[23]</a>. El fuego ardiente y el
-granizo helado afectan nuestros órganos de un diferente modo por la
-especial estructura de sus elementos, de lo que nos da claro indicio el
-tacto.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_23"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_23">[23]</a></span> Ínula, planta sinantérea, pequeña y
-amarga.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_78">p. 78</span>444.
-<i xml:lang="la" lang="la">Tactus enim, Tactus, pro Divum lumina
-sancta...</i></p>
-
-<p>El tacto, pues, el tacto ¡oh, espléndido tesoro de númenes! es el
-sentido universal del cuerpo, ya cuando se excita por causa exterior,
-ya cuando se estimula por impulso interno, bien si motiva gozosas
-efusiones de amor, bien si por violencia sufrida engendra en nuestro
-ser incomodidad ó pena; hecho este último que puedes comprobar por
-ti mismo al sentir el contacto de un objeto sobre cualquiera parte
-de tu cuerpo. Según mi entender, las diferentes sensaciones que
-experimentamos, sólo se explican por la variedad de los principios
-materiales que las provocan.</p>
-
-
-<p class="verslat">454. <i xml:lang="la" lang="la">Denique quæ nobis
-durata ac spissa videntur...</i></p>
-
-<p>Los cuerpos duros y compactos deberán estar compuestos de partículas
-ganchudas, muy unidas y entrelazadas, como si formasen ramas. En este
-género figura, en primer lugar, el diamante, superior en dureza á
-todos los cuerpos; después, la fuerte piedra, el inflexible hierro y
-el bronce, de que se forman los goznes que al abrir de las puertas
-gimen.</p>
-
-
-<p class="verslat">461. <i xml:lang="la" lang="la">Illa autem debent ex
-lævibus atque rotundis...</i></p>
-
-<p>Los líquidos, masas fluidas, deben estar<span class="pagenum"
-id="Page_79">p. 79</span> compuestos de partículas esféricas y
-pulimentadas, que no se entrelazan, y en superficies inclinadas con
-rapidez ruedan.</p>
-
-
-<p class="verslat">465. <i xml:lang="la" lang="la">Omnia postremo quæ
-puncto tempore cernis...</i></p>
-
-<p>Los fluidos que fácilmente se disipan, como el humo, las nubes y
-las llamas, han de estar formados de partes exactamente redondas y
-pulidas, y poco encorvadas para que puedan agujerear y penetrar las
-piedras; esas partículas no tienen entre sí completo enlace, según
-nos demuestran los sentidos, y, como puedes fácilmente conocer, las
-moléculas de esos cuerpos, si bien agudas, no pueden tener forma de
-gancho.</p>
-
-
-<p class="verslat">473. <i xml:lang="la" lang="la">Sed quod amara vides
-eadem, quæ fluvida constant...</i></p>
-
-<p>No te extrañe el ver cuerpos líquidos que son igualmente amargos,
-tales como las aguas del Océano: sus elementos componentes de la parte
-fluida, serán lisos, redondeados, pero unidos á otros que por sus
-cualidades producen dolor, aunque no tengan la trabazón de ganchos.
-Así, cuando fácilmente ruedan y causan desagradable impresión en
-nuestros órganos, los elementos de estos cuerpos han de ser redondos y
-ásperos.</p>
-
-
-<p class="verslat">480. <i xml:lang="la" lang="la">Et quo mista putes
-magis aspera lævibus esse...</i></p>
-
-<p>Para que puedas fácilmente persuadirte de<span class="pagenum"
-id="Page_80">p. 80</span> que en la salada ninfa de Neptuno se mezclan
-substancias ásperas y suaves, observa el resultado que ofrece la
-separación de sus moléculas; el agua del mar recalada en la tierra
-se hace dulce porque sus partículas amargosas más densas y menos
-redondeadas que las otras quedan suspendidas en los sitios por donde el
-agua penetra y se filtra.</p>
-
-
-<p class="verslat">487. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam docui,
-pergam connectere rem, quæ...</i></p>
-
-<p>Á las razones que te he expuesto debo añadir otra, ligada á las
-anteriores y que en sí misma contiene su prueba; las formas de las
-moléculas no pueden ser variables en número indefinido, porque si lo
-fueran habrían ya conseguido un incremento ilimitado; y en verdad,
-cuerpos de tan mínimo tamaño no pueden ser susceptibles de muchas
-formas: figúrate los cuerpos divididos en tres ó más partes, y combina
-éstas de todos los modos que te sean posibles; varíalas de abajo á
-arriba, de derecha á izquierda, y pronto habrás terminado tu empeño;
-si quieres darles nuevas formas tienes que fraccionarlas más. No es
-posible, por tanto, ampliar el número de las combinaciones sin que
-aumente el volumen de los cuerpos; y así nada hay que permita creer en
-la infinidad de formas de las moléculas, sino mediante la suposición
-de que estas últimas<span class="pagenum" id="Page_81">p. 81</span>
-fueran de tamaño considerable, y ya he procurado probarte que esto es
-imposible.</p>
-
-
-<p class="verslat">509. <i xml:lang="la" lang="la">Jam tibi Barbaricæ
-vestes, Melibœaque fulgens...</i></p>
-
-<p>Si no fuera así, los ricos trajes del Oriente, la hermosa púrpura
-de Melibea, teñida con las conchas de Tesalia y la dorada belleza
-del pavo real quedarían olvidados fácilmente por otros colores más
-brillantes; el sabor de la miel, el grato aroma de la mirra, el canto
-del cisne, y la cítara de Febo con sus melodiosos arpegios, quedarían
-olvidados por otros mejores, pues nuevas series de sensaciones más
-agradables las unas que las otras habrían de sucederse. Un semejante
-progreso indefinido se daría en todas las cosas, y los ojos, los oídos,
-el olfato, nunca se acomodarían á un orden de impresiones. Pero como
-nada sucede parecido á esto que acabo de indicar, y las cualidades de
-los cuerpos tienen límites invariables, es necesario confesar que las
-moléculas no pueden adoptar formas infinitas.</p>
-
-
-<p class="verslat">522. <i xml:lang="la" lang="la">Denique ab ignibus
-ad gelidas, hiemisque pruinas...</i></p>
-
-<p>Finalmente, del fuego á la nieve, y de ésta á aquél existe un
-espacio limitado; el frío y el calor están en los extremos de esta
-clase de sensaciones, y entre ellos ocupa el medio la temperatura
-templada en distintos<span class="pagenum" id="Page_82">p. 82</span>
-grados. Luego debemos de convenir en que esas cualidades tienen límites
-invariables, cuyas fronteras son la llama y el hielo.</p>
-
-
-<p class="verslat">529. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam docui,
-pergam connectere rem, quæ...</i></p>
-
-<p>Y todavía he de añadir alguna reflexión que sirve de base á lo que
-después ha de seguir. Aun cuando las moléculas varían en número de
-formas limitado, son infinitas las que en cada una de ellas figuran. Si
-el número de formas es finito, ha de haber infinitos elementos que las
-revistan, porque de lo contrario sería finito el Universo, afirmación
-esta última contraria á lo que ya he demostrado.</p>
-
-
-<p class="verslat">537. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam docui,
-nunc suaviloquis, age, paucis...</i></p>
-
-<p>Voy ahora inmediatamente á exponerte en suaves, aunque pocos versos,
-cómo por ser infinitos, los elementos pueden, por sus atracciones y
-repulsiones recíprocas, sostener el orden universal.</p>
-
-
-<p class="verslat">541. <i xml:lang="la" lang="la">Nam quod rara vides
-magis esse animalia quædam...</i></p>
-
-<p>Si reparas en que hay comarcas donde escasean notablemente
-los animales de alguna especie, como si la Naturaleza con ellos
-fuera poco generosa, te haré observar que esos mismos animales
-abundan en otras regiones más adecuadas para ellos, como sucede á
-los<span class="pagenum" id="Page_83">p. 83</span> cuadrúpedos
-gigantes de trompa anguímana<a id="FNanchor_24" href="#Footnote_24"
-class="fnanchor">[24]</a>, de los cuales en India hay bastantes
-para formar en torno de las ciudades ebúrneo impenetrable muro; tan
-numerosas allí son esas fieras como escasas entre nosotros.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_24"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_24">[24]</a></span> Mano en forma de culebra.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">550. <i xml:lang="la" lang="la">Sed tamen id quoque
-uti concedam, qua libet, esto...</i></p>
-
-<p>Pero te concederé la existencia ideal de un ser único de singular
-forma que no tenga semejante en toda la redondez de la tierra: si
-los principios naturales que lo constituyen no fueran infinitos, no
-podría ser producido, ni vivir, ni sostenerse. Imaginemos que nuestros
-ojos pueden percibir los elementos finitos de ese ente singular que
-vagaran en los ámbitos del Universo: ¿cuándo, dónde, con qué fuerza,
-de qué modo podrían reunirse adecuadamente aquellos cuerpos simples
-dispersos en tan confuso piélago? Según mi parecer, tal asociación no
-puede racionalmente concebirse. Así como después de borrasca tormentosa
-causante de naufragios el mar arroja á la playa en toda la extensión
-del globo remos, timones, antenas, velas, mástiles y flotantes cuerdas,
-ante cuya vista los mortales comprenden las traiciones de las pérfidas
-ondas y de ellas desconfían más tarde aun cuando las vean plá<span
-class="pagenum" id="Page_84">p. 84</span>cidas, argentadas y risueñas,
-así también los finitos elementos de un ser revueltos con otros y
-repelidos por las olas de la materia, nadarían dispersos eternamente
-en ellas; y si por un acaso improbable pudieran juntarse alguna vez,
-su unión sería momentánea por incapacidad para sostenerse. Pero la
-experiencia nos hace ver que es necesaria la formación de los seres é
-indispensable su crecimiento; luego es racional admitir que en toda
-especie de seres se dan igualmente elementos infinitos en adecuada
-proporcionalidad.</p>
-
-
-<p class="verslat">578. <i xml:lang="la" lang="la">Nec superare queunt
-motus utique exitiales...</i></p>
-
-<p>Ni los movimientos destructores pueden prosperar continuamente hasta
-sepultar en sueño eterno la vida, ni tampoco los movimientos creadores
-pueden conceder á los cuerpos constante duración; así podemos observar
-que unos y otros, desde tiempo inmemorial, mantienen entre sí guerra
-abierta con variable éxito, de tal modo, que ya son unos derrotados ya
-vencedores; también notamos que se mantiene cierto equilibrio en los
-nacimientos y las muertes, y nunca la noche ha ocultado al día, ni la
-aurora ha descorrido el velo de las sombras sin que al mismo tiempo
-se haya oído el grito desgarrador del niño que viene á la vida y los
-so<span class="pagenum" id="Page_85">p. 85</span>llozos lastimeros
-de los que otorgan á la amistad los últimos deberes impuestos por la
-muerte.</p>
-
-
-<p class="verslat">590. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his
-obsignatum quoque rebus habere...</i></p>
-
-<p>Preciso es tener en cuenta y en la memoria conservar grabado el
-principio de que todos los cuerpos que podemos conocer constan de
-varios elementos, y que no hay uno solo del que fundadamente creamos
-que se halla constituido por una sola clase de elementos. Y el número
-de éstos es mayor, y sus especies más distintas en aquellos cuerpos
-dotados de más diferentes propiedades.</p>
-
-
-<p class="verslat">599. <i xml:lang="la" lang="la">Principio tellus
-habet in se corpora prima...</i></p>
-
-<p>Primeramente, la Tierra en sí posee los elementos generadores de las
-corrientes líquidas que nutren los ríos y renuevan los mares, y también
-contiene los principios de que se alimenta el fuego que le devora las
-entrañas, como hace el Etna, que algunas veces, con furia impetuosa,
-expulsa de sus entrañas materiales encendidos. Igualmente posee los
-gérmenes de nítidos frutos, de dorados granos útiles á las humanas
-gentes, y de los pastos que sirven de alimento á las bestias que vagan
-por los montes.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_86">p. 86</span>608.
-<i xml:lang="la" lang="la">Quare magna Deum mater, materque
-ferarum...</i></p>
-
-<p>Por este motivo, la consideran madre de los dioses y de los
-animales, y creadora de la especie humana: los poetas de la antigua
-Grecia, al dedicarle sus cantos, se la figuraban sentada sobre un carro
-tirado por leones; decían que se hallaba flotante en el espacio para
-darnos á entender que nuestro Mundo no puede tener otro mundo por base:
-las fieras obedientes del carro, significaban que las mayores energías
-deben abatirse al celo afectuoso de los padres; fingían que llevaba
-la frente adornada con mural corona para recordar los sitios elevados
-que guarnecen las ciudades. De este modo sacan en procesión la imagen
-de la Madre divina que aún hoy mismo causa terror á ciertas gentes:
-por uso de antiguos ritos lleva nombre de Madre Ida<a id="FNanchor_25"
-href="#Footnote_25" class="fnanchor">[25]</a>, y se la considera
-acompañada por catervas frigias, porque las gentes de aquella región
-fueron las primeras que enseñaron al mundo el cultivo de los cereales;
-en las procesiones de la<span class="pagenum" id="Page_87">p.
-87</span> Santa Madre, siguen á ésta castrados sacerdotes, que por su
-origen hacen pensar que aquellos que traten mal á la diosa é ingratos
-sean para sus progenitores, son indignos de tener posteridad: los
-acompañantes de la simbólica imagen atruenan el aire con redoblados
-repiquetes de tambor, ruidos de timbales, ecos amenazadores de corneta
-retorcida y desapacibles rumores de la flauta frigia que llenan de
-terror el ánimo; traen también los ministros picas y dardos que son
-instrumentos de muerte, y con los cuales aterran al meticuloso vulgo y
-á los perversos é ingratos que no rinden adoración á la majestad de la
-diosa.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_25"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_25">[25]</a></span> Ida, monte de Frigia ó de la
-Troade, lugar en que se tributaba especial adoración á la Tierra,
-simbolizada por Cibeles, nombre griego. De la unión de la Tierra y el
-Tiempo (Saturno), según los poetas, surgieron el movimiento (Júpiter),
-la vida (Juno), los mares (Neptuno), y otras fuerzas naturales.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">634. <i xml:lang="la" lang="la">Ergo cum primum
-magnas invecta per urbes...</i></p>
-
-<p>Llevada así la muda estatua y paseada por las ciudades populosas
-produce no pocas utilidades debidas á la generosidad de los devotos:
-de oro y de plata se adornan las calles; ricos tesoros y abundantes
-olorosas flores se dedican á la Santa Madre y á su cortejo; una tropa
-de hombres armados, á quienes los Griegos dan el nombre de <i>curetas
-frigios</i>, bailan al mismo tiempo que hacen vibrar cadenas, y juegan
-hasta verter sangre; en la cabeza esos hombres llevan terroríficos
-penachos que recuerdan los que dicen que usaban en Creta los antiguos
-sa<span class="pagenum" id="Page_88">p. 88</span>cerdotes para
-encubrir con su ruido los lloros de Júpiter, mientras que varios
-niños danzaban en torno de la cuna y con metálicos instrumentos, de
-que estaban provistos, atronaban el espacio para evitar que Saturno
-devorase al joven dios y produjera incurable herida en el tierno
-corazón de la divina Madre. Este es el origen de la costumbre de
-llevar gente armada en las procesiones de la diosa, y tal vez ese
-rito obedezca igualmente á la idea de recordar que los hombres deben
-estar dispuestos para defender la patria y para ser amparo de sus
-parientes.</p>
-
-
-<p class="verslat">653. <i xml:lang="la" lang="la">Quæ bene, et eximiè
-quamvis disposta ferantur...</i></p>
-
-<p>Aunque estas fábulas nos encanten por la brillantez de las
-formas con que han sido expuestas, la recta razón las rechaza.
-Por su esencia los númenes deben disfrutar eterna vida en ocio
-imperturbable: indiferentes á nosotros y á nuestras cosas, exentos
-de peligros y de aflicciones, ricos por su propia naturaleza,
-puesto que de nada necesitan, son insensibles á nuestras virtudes é
-indiferentes á nuestra ira<a id="FNanchor_26" href="#Footnote_26"
-class="fnanchor">[26]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_26"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_26">[26]</a></span> Lucrecio repite aquí los versos 56
-al 62 del primer canto.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_89">p. 89</span>661.
-<i xml:lang="la" lang="la">Terra quidem vero caret omni tempore
-sensu...</i></p>
-
-<p>Y en verdad la Tierra ha carecido en todo tiempo de sensaciones, y
-todos los diversos frutos que bajo la acción del Sol existen se forman
-de los variados y múltiples elementos que aquélla contiene. Á pesar de
-todo, si alguien quiere llamar Neptuno á los mares, Ceres á los frutos
-farináceos, y Baco al vino, usará así nombres extraños á los que posee
-nuestra lengua, pero puede hacerlo, y también puede llamar divina Madre
-á la Tierra, aunque sepa que es falso lo que dice.</p>
-
-
-<p class="verslat">669. <i xml:lang="la" lang="la">Sæpe itaque ex uno
-tondentes gramina campo...</i></p>
-
-<p>Desde tiempos remotos el ganado lanígero, la estirpe guerrera de
-caballos, y la especie bovina han vivido bajo una misma temperatura,
-han usado los mismos pastos y han bebido en iguales surtidores de
-agua y respirado los mismos aires; no obstante, sus especies han sido
-siempre muy distintas, y cada individuo de ellas ha conservado por
-herencia los instintos y las costumbres de sus respectivos padres.
-También entre las hierbas, lo mismo que entre las aguas, hay diferentes
-clases, porque sus principios constitutivos no son idénticos. Es todo
-animal un compuesto de huesos, músculos, sangre, venas, calor, humores,
-vísceras y nervios,<span class="pagenum" id="Page_90">p. 90</span>
-substancias que entre sí difieren porque están formadas de distintos
-elementos. Además, debemos suponer que en los cuerpos combustibles
-existan diversos principios que originen luz, chispas, ceniza y humo; y
-en general, de todos los cuerpos conocidos debemos pensar que constan
-de diversos elementos generadores de los múltiples fenómenos en que se
-manifiestan.</p>
-
-
-<p class="verslat">688. <i xml:lang="la" lang="la">Denique multa vides,
-quibus est odor, et sapor una...</i></p>
-
-<p>Hay muchos seres de los que parten emanaciones que afectan
-igualmente al paladar y al olfato como si estos sentidos fueran uno
-solo; entre aquellos seres se cuentan los que inmola ante el ara de los
-dioses la hipocresía cuidadosa de ocultar sus crímenes: indudablemente
-esos cuerpos han de contener elementos de forma diferente. Llegan á la
-membrana pituitaria las emanaciones odoríferas que no tocan ó tocan
-inútilmente el velo del paladar, y afectan las papilas de ese último
-órgano moléculas sápidas que no tienen entrada en el sentido olfatorio:
-de estos hechos puede inducirse que los principios materiales
-que afecten distintos órganos, tienen diferentes formas. En una
-aglomeración, pues, de materia hay la conjunción de variados cuerpos
-simples; y los seres<span class="pagenum" id="Page_91">p. 91</span>
-son el resultado de una mezcla general de distintos elementos.</p>
-
-
-<p class="verslat">697. <i xml:lang="la" lang="la">Quin etiam passim
-nostris in versibus ipsis...</i></p>
-
-<p>Sin duda, en estos mismos versos que lees encontrarás muchas letras
-que son comunes á numerosas palabras y vocablos que son idénticos, pero
-que en diferentes casos desempeñan distinto oficio: hay verdaderamente
-en estas líneas muchas letras iguales, sílabas idénticas, versos que
-contienen unas mismas determinadas palabras, pero á pesar de todo hay
-diferencia en las dicciones y en los períodos, porque sus elementos
-no están igualmente combinados. De igual modo, aunque varios cuerpos
-de la Naturaleza tengan elementos comunes no serán iguales si tienen
-distinta composición; así también la raza humana, las frutas y los
-gallardos arbustos se diferencian notablemente aunque tengan elementos
-comunes.</p>
-
-
-<p class="verslat">709. <i xml:lang="la" lang="la">Nec tamen omnimodis
-connecti posse putandum est...</i></p>
-
-<p>Pero no ha de pensarse que los elementos de la materia se puedan
-ligar indiferentemente: si ocurriera así, el mundo se compondría de
-innumerables monstruos; habría seres mitad hombres y mitad fieras;
-del cuerpo de algunos animales brotarían especies vegetales; juntos
-se verían productos<span class="pagenum" id="Page_92">p. 92</span>
-de la tierra y del mar, y se encontrarían Quimeras<a id="FNanchor_27"
-href="#Footnote_27" class="fnanchor">[27]</a> que arrojarían de su
-negra boca horrible fuego para devorar al mundo. Pero es patente que
-nada ocurre parecido á las suposiciones citadas, y debemos afirmar, por
-tanto, que todos los seres se forman de elementos fijos é invariables
-para cada especie, y con regularidad se conservan y se propagan.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_27"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_27">[27]</a></span> Una montaña volcánica de Licia,
-llamada Quimera, en la cual habitaban fieras de distinta especie,
-sirvió á los poetas para inventar las Quimeras, horribles monstruos que
-vomitaban fuego.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">719. <i xml:lang="la" lang="la">Scilicet id certa
-fieri ratione necesse est.</i></p>
-
-<p>Este orden permanece siempre igual; los alimentos dan á todos los
-animales substancias que, esparcidas por todo el cuerpo de aquéllos,
-contribuyen al sostenimiento de su vida y al movimiento engendrador
-de sus acciones vitales; pero todo lo que el animal ingiere y no
-sirve para que se le asimile mediante las funciones de nutrición, la
-Naturaleza lo restituye á la tierra ó del cuerpo se escapa sin ser
-notado; carece de las propiedades adecuadas, y, por tanto, no participa
-de todas las funciones de la vida orgánica. Pero no entiendas que
-solamente los animales estén sujetos á las leyes indicadas; todos los
-seres se regulan por ellas:<span class="pagenum" id="Page_93">p.
-93</span> mas como son diferentes entre sí las cosas que la Naturaleza
-ha producido, necesariamente los principios que las constituyen no
-pueden ser iguales, no porque haya moléculas de muchas diferentes
-formas, sino porque se combinan en distintas proporciones.</p>
-
-
-<p class="verslat">734. <i xml:lang="la" lang="la">Semina cum porro
-distent, disserre necesse est...</i></p>
-
-<p>Como los principios difieren, necesario es que también sean varias
-sus propiedades de distancias, direcciones, conexión, gravedad,
-atracción, repulsión y movimiento: estas cualidades no solamente nos
-dan medios para distinguir unos animales de otros, sino también para
-comprender la separación que hay entre la tierra y las aguas, y entre
-la atmósfera y la tierra.</p>
-
-
-<p class="verslat">739. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, dicta meo
-dulci quæsita labore...</i></p>
-
-<p>Medita ahora acerca de las observaciones que voy á exponerte en
-forma sencilla: no entiendas que son blancos los elementos de los
-cuerpos que tú ves blancos; lo mismo te digo respecto á los objetos
-que nos parecen negros ó de cualquier otro color; ningún color existe
-en los cuerpos de la materia, ni parecido ni diferente al que vemos en
-los objetos. Y si piensas que no serían perceptibles los seres privados
-de color,<span class="pagenum" id="Page_94">p. 94</span> te equivocas
-en verdad; los ciegos de nacimiento, que nunca han logrado percibir
-la luz del Sol, por el tacto conocen los cuerpos cuyo color nunca han
-podido apreciar; mediante este ejemplo, fácil nos será comprender la
-existencia de cuerpos sin color. Nosotros mismos en las tinieblas
-palpamos como ciegos los objetos, y adquirimos representación de ellos,
-aunque no distingamos su color.</p>
-
-
-<p class="verslat">757. <i xml:lang="la" lang="la">Quod quoniam vinco
-fieri, nunc esse docebo...</i></p>
-
-<p>Ahora te explicaré el fundamento de la observación precedente:
-cualquier color puede mudarse en otro, pero los principios materiales
-no pueden sufrir cambio alguno; es necesario que éstos permanezcan
-inmutables cuando el mundo no ha quedado ya reducido á la nada. Todo
-cuanto puede transformarse, por el mismo hecho está sujeto á la muerte,
-á dejar de ser lo que antes era. Guárdate, pues, de creer que los
-cuerpos simples sean teñidos, si no quieres admitir que el mundo pueda
-quedar aniquilado.</p>
-
-
-<p class="verslat">767. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, si nulla
-coloris principiis est...</i></p>
-
-<p>Con todo, si la Naturaleza ha negado color á los cuerpos simples,
-los ha enriquecido con formas varias, por las cuales, mediante
-circunstancias múltiples, pueden<span class="pagenum" id="Page_95">p.
-95</span> mostrarse diversamente colorados, según las distintas
-posiciones que entre sí guarden las combinaciones en que intervienen,
-y los movimientos á que son impelidos; todas estas son condiciones que
-influyen para que un cuerpo que en ciertos casos como negro se nos
-ofrece, en otros tenga brillante blancura; así vemos que las aguas
-marinas, cuando son agitadas por furiosa tempestad, se muestran como
-blancas en las rizadas ondas. Puedes objetar que si los elementos de
-un cuerpo que nos parece negro se adicionan á otros, con los cuales
-se confunden, ó si pierden alguna cantidad, ó si cambian de posición,
-adquirirán, quizá, blancura; pero observa que si el mar constase de
-principios materiales azules, en ninguna ocasión aparecería blanco, aun
-cuando lo perturbase agitación violenta, porque moléculas azules nunca
-darían apariencia de brillante mármol.</p>
-
-
-<p class="verslat">786. <i xml:lang="la" lang="la">Sin alio atque alio
-sunt semina tincta colore...</i></p>
-
-<p>Si los elementos que forman el mar, aunque de varios colores
-teñidos, pudieran dar un solo color, de manera igual que varias figuras
-pueden componer un cuadrado perfecto en dimensiones, necesario sería
-que en el mar se descubriesen los distintos colores que intervinieran
-para la formación de uno<span class="pagenum" id="Page_96">p.
-96</span> solo, como en el cuadrado se perciben las distintas figuras
-que lo forman; y en los demás cuerpos también se notarían los matices
-desemejantes que compusieran un color determinado. Pero la diferencia
-de las figuras, convenientemente colocadas, no es un obstáculo para la
-composición de líneas exteriores que formen cuadrado perfecto, mientras
-que la diferencia de colores elementales perjudica la composición de
-un color brillante; además, si con arreglo á estas ideas el color
-blanco ó negro no resulta de elementos que son exclusivamente blancos
-ó solamente negros, sino de una alianza de principios distintamente
-coloridos, no hay razón para suponer que los cuerpos simples tengan
-color; más creíble sería que la blancura dimanara de elementos sin
-color que no de cuerpos negros ó de otro color contrario.</p>
-
-
-<p class="verslat">805. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoniam
-nequeunt sine luce colores...</i></p>
-
-<p>Como no existen colores sino por la acción de la luz, y ésta
-no puede llegar á los principios elementales de las cosas, lícito
-es afirmar que los cuerpos simples no tienen color. Y ¿cómo sería
-posible que pudiera existir un color permanente en la obscuridad,
-cuando observamos que aun durante el día los colores de las cosas
-experimentan<span class="pagenum" id="Page_97">p. 97</span> mudanzas,
-según que éstas son bañadas por un rayo de luz vertical ú oblicuo?
-Este fenómeno se observa en el plumaje que adorna la cerviz de la
-paloma y corona su cuello: cuando el Sol lo envuelve, en unas ocasiones
-ostenta el puro color del rubí, en otras una verde mezcla de esmeralda
-y de azul cerúleo: la cola del pavo real, bañada por la luz, muda
-frecuentemente sus matices, según la forma en que recibe los rayos
-luminosos. Luego es preciso reconocer que los colores se engendran
-por el contacto de la luz, y sin esta condición no existen ni pueden
-concebirse.</p>
-
-
-<p class="verslat">820. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam plagæ
-quoddam genus excipit in se...</i></p>
-
-<p>Más fuertemente se impresiona la pupila en presencia de los objetos
-bañados de blancura, que ante el negro ó cualquier otro color; pero
-éste es inútil en aquellas cosas de las cuales tomamos conocimiento por
-medio del tacto, en las que lo esencial es la forma. Por este motivo
-debe justamente afirmarse que los elementos primitivos, cuyas funciones
-se realizan por contacto y proximidad, para nada necesitan la cualidad
-del color.</p>
-
-
-<p class="verslat">827. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoniam
-non certis certa figuris...</i></p>
-
-<p>Además de lo dicho, si los colores no de<span class="pagenum"
-id="Page_98">p. 98</span>penden en verdad de la figura de los cuerpos,
-y éstos, al formarse, pueden revestir cualquiera coloración, ¿por
-qué no se muestran teñidos indiferentemente de varios modos? En este
-caso, muchas veces el cuervo, al atravesar el espacio con su vuelo,
-debería impresionar gratamente nuestros ojos con la albura brillante
-de su plumaje, y los cisnes en ocasiones ostentarían el color negro,
-ó una diversidad de matices. Puede notarse el hecho de que el color
-de los cuerpos se pierde al mismo tiempo que éstos sufren distintas
-divisiones, y llega el caso de que, en objetos muy fraccionados, el
-color se extingue: pruebas de este fenómeno ofrecen el oro cuando se
-reduce á suave polvo, y la púrpura cuyo luciente color de escarlata se
-pierde cuando se convierte en delgados hilos: de estas observaciones
-puedes inferir que las cosas pierden su color á medida que se acercan á
-la menor división de que sean susceptibles.</p>
-
-
-<p class="verslat">844. <i xml:lang="la" lang="la">Postremo, quoniam
-non omnia corpora vocem...</i></p>
-
-<p>Por último, si admites la existencia de cuerpos incapaces de
-producir sonido ó de emitir corrientes odoríferas, no podrás atribuir
-á todos los cuerpos cualidades que afecten al oído y al olfato; y de
-igual modo has de reconocer que los objetos no perceptibles<span
-class="pagenum" id="Page_99">p. 99</span> por la vista deberán estar
-privados de color, como aquellos otros que no dan olor ni sonido han
-de carecer de las cualidades necesarias para afectar nuestros órganos
-correspondientes; por este motivo, el ánimo sagaz conoce que si hay
-cuerpos á los que faltan condiciones para impresionar algunos de
-nuestros sentidos, también los habrá desprovistos de color.</p>
-
-
-<p class="verslat">852. <i xml:lang="la" lang="la">Sed ne fortè putes
-sole spoliata colore...</i></p>
-
-<p>Pero no creas que solamente de color carecen los cuerpos simples;
-falta á ellos también condiciones para ser modificados por la acción
-del frío ó del calor y para impresionar nuestros nervios auditivos,
-gustativos y olfatorios. Tú mismo, si pretendes componer suave esencia
-con extracto de olorosa mejorana, de licor de mirra y de la flor de
-nardo, que difunde exhalaciones de néctar, buscarás sin duda para que
-te sirva de base el aceite más inodoro, á fin de que no altere el
-perfume de las flores que utilizas.</p>
-
-
-<p class="verslat">863. <i xml:lang="la" lang="la">Propterea demum
-debent primordia rerum...</i></p>
-
-<p>Los elementos primarios que entran en la composición de todos
-los cuerpos no desprenden emanaciones; por tanto, no dan olor, ni
-color, ni son fríos, templados, calientes ó sabrosos, ni tienen los
-otros accidentes<span class="pagenum" id="Page_100">p. 100</span>
-que implican descomposición, tales como fragilidad, flexibilidad,
-porosidad, corruptibilidad y blandura. Debemos de confesar que
-los elementos simples carecen de todas esas cualidades, ante la
-consideración que nos suministra el hecho evidente de que la Naturaleza
-nunca se pierde en la nada.</p>
-
-
-<p class="verslat">875. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ea, quæ sentire
-videmus cunque necesse est...</i></p>
-
-<p>Después de estas observaciones, es de exigencia el reconocer que
-todos los cuerpos, y entre ellos los que están dotados de sensaciones,
-de principios materiales insensibles proceden: no hay ni siquiera
-un dato que sirva para refutar esta afirmación: la experiencia nos
-lleva como por la mano para que ante los hechos patentes nos veamos
-obligados á reconocer que todos los animales se producen de substancias
-insensibles.</p>
-
-
-<p class="verslat">881. <i xml:lang="la" lang="la">Quippe videre licet,
-vivos existere vermes...</i></p>
-
-<p>Facilísimo es ver que de restos corrompidos nacen gusanos cuando
-abundantes lluvias dan excesiva humedad á la tierra. Parecidos cambios
-sufren todos los cuerpos de la Naturaleza. Las aguas de ríos, los
-frutos de selvas frondosas, los fértiles prados de sonrientes praderas,
-en ganados se convierten; los ganados contribuyen á la formación
-y crecimiento de nuestro cuerpo, y éste, en<span class="pagenum"
-id="Page_101">p. 101</span> no pocas ocasiones, ha servido para nutrir
-las fieras y darles energía.</p>
-
-
-<p class="verslat">887. <i xml:lang="la" lang="la">Ergo omnes Natura
-cibos in corpora viva...</i></p>
-
-<p>La Naturaleza convierte en cuerpos vivos las partes principales
-de que los alimentos constan, y de ellas también da vitalidad á los
-sentidos de los seres animados; no de manera distinta, en llamas
-transforma la leña y reduce á fuego muchos materiales. ¿Notas ahora
-la importancia que tendrá para nuestro estudio el fijar la posición
-que los elementos primitivos pueden tener entre sí, y el orden en que
-realizan sus movimientos mutuos? ¿Qué es lo que influye en nuestro
-ánimo, lo que mueve nuestro ser, lo que da actividad á nuestros
-sentidos, si no crees que lo insensible de lo sensible se produce? Este
-aserto no quiere decir que, en ocasión alguna, las piedras, la madera y
-la tierra en confusión mezcladas, puedan engendrar las sensaciones de
-la vida.</p>
-
-
-<p class="verslat">899. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his igitur
-fœdus meminisse decebit...</i></p>
-
-<p>Nunca he pretendido afirmar que todos los elementos, sin restricción
-alguna, puedan en cualquier instante producir cuerpos sensibles: lo
-que sostengo es que el hecho de las sensaciones y del movimiento
-proviene del orden, número, disposición, forma,<span class="pagenum"
-id="Page_102">p. 102</span> colocación y otras circunstancias de los
-elementos primarios componentes de los cuerpos. Lo mismo sucede en la
-organización especial propia de la hierba de nuestros campos y de los
-árboles de nuestras florestas: cuando estos vegetales, penetrados por
-la acción continua de las lluvias, se descomponen y pierden algunas de
-sus antiguas propiedades, originan múltiples gusanillos, porque sus
-principios materiales constitutivos experimentan una combinación nueva
-adecuada á la producción de aquellos animáculos.</p>
-
-
-<p class="verslat">910. <i xml:lang="la" lang="la">Deinde ex sensilibus
-cùm sensile posse creari...</i></p>
-
-<p>Además, como observamos que la facultad de sentir es dependiente
-de los nervios, de las vísceras y de las venas, que son partes
-blandas destructibles, si entendiéramos que los cuerpos dotados de
-sensibilidad sólo se formaban de elementos sensibles, supondríamos que
-eran igualmente blandos. Y si creyéramos que esos elementos sensibles
-eran imperecederos, deberíamos imaginar que cada una de las partes del
-ser que integran era susceptible de sentir ó que ellos tenían vida
-propia semejante á la de los animales: pero es evidente que ningún
-miembro aislado puede tener sensaciones ni recibir de otros impresiones
-de ninguna clase: la mano ú<span class="pagenum" id="Page_103">p.
-103</span> otra cualquiera parte del cuerpo, si de éste queda separada,
-es incapaz de moverse y de sentir. Consideremos ahora la suposición de
-que los elementos primitivos que integran los seres animados tuviesen
-como éstos vida propia: ¿de qué manera podrían ser llamados principios
-de las cosas, cuando tendrían francas las puertas de la muerte y por
-ellas se precipitarían, como vemos que perecen continuamente los
-animales de cuya naturaleza participaban?</p>
-
-
-<p class="verslat">927. <i xml:lang="la" lang="la">Quod tamen ut
-possint, ab cœtu, concilioque...</i></p>
-
-<p>Y si fuera posible que los principios generadores tuviesen la
-misma condición de seres animados, la conjunción que entre ellos se
-estableciera no podría originar más que un acervo inconmensurable de
-animales, de modo igual que los hombres, los rebaños y las fieras
-por Venus impulsados sólo engendran hombres, rebaños y fieras de su
-misma especie. En el caso de que supusiéramos que los elementos al
-congregarse perdían la facultad sensorial que les fuese inherente y
-en cambio adquirían otra resultante de la masa, ¿no sería necesario
-indagar la causa que les obligara á despojarse de sus condiciones
-propias? Pero si vemos, como ya antes he dicho, que huevos de aves
-en aves se transforman, y que la descompo<span class="pagenum"
-id="Page_104">p. 104</span>sición de restos inanimados expuestos en la
-tierra á la acción de las lluvias crea camadas palpitantes de gusanos,
-forzoso es reconocer que de cuerpos insensibles surgen los seres
-dotados de sensibilidad.</p>
-
-
-<p class="verslat">939. <i xml:lang="la" lang="la">Quòd si fortè
-aliquis dicet, duntaxat oriri...</i></p>
-
-<p>Si alguno pretendiera que lo sensible puede surgir de lo insensible
-sólo en virtud de mudanza efectuada en esto último durante una
-evolución parecida á la que experimenta el animal desde el estado
-embrionario hasta que se muestra á luz, sería preciso hacerle saber
-que á todo nacimiento precede indeclinablemente la formación de un
-organismo, que no hay mudanza donde no hay un ente capaz de ser mudado,
-y que no pueden surgir las sensaciones sino en seres sensibles; luego
-antes de que haya una determinación corpórea cualquiera, los materiales
-que han de integrarla se hallarán confundidos en el aire, en el agua,
-en la tierra y en el fuego, y no podrán de modo alguno establecer entre
-sí mutuas relaciones que den por resultado la vida manifestada en
-sensaciones y movimiento.</p>
-
-
-<p class="verslat">952. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quamvis
-animantem grandior ictus...</i></p>
-
-<p>Choques violentos que repentinamente conmuevan la constitución de un
-animal,<span class="pagenum" id="Page_105">p. 105</span> pueden variar
-la posición de los elementos materiales de éste, y consiguientemente
-confundir las facultades de su alma y trastornar las funciones de
-su cuerpo, hasta el punto de que la acción de la vida se anule y la
-materia sacudida en los miembros rompa los lazos del alma y ésta sea
-lanzada fuera por todos los poros. Aun así, esas contrarias fuerzas
-¿podrán hacer algo más que apartar y disolver?</p>
-
-
-<p class="verslat">962. <i xml:lang="la" lang="la">Fit quoque, uti
-soleant minus oblato acriter ictu...</i></p>
-
-<p>Pero si los choques son menos rudos, la energía vital puede
-resistirlos, calmar el desorden que produzcan sobre el cuerpo atacado,
-reconstituir éste, dominar la acción destructora de la muerte, la cual
-podría haberse apoderado en un momento de cuasi todo el organismo,
-y sostener la vida próxima á desvanecerse. ¿Cómo, si así no fuera,
-habría de ocurrir que en ciertas ocasiones los sentidos cercanos á la
-extinción pudieran reverter á la vida y consolidar la unidad del alma,
-sin ceder al movimiento de inmediata disolución que los empujara?</p>
-
-
-<p class="verslat">970. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, quoniam
-dolor est, ubi materiai...</i></p>
-
-<p>Es también cierto que el cuerpo vivo experimenta dolor cuando los
-principios materiales que integran sus vísceras son pertur<span
-class="pagenum" id="Page_106">p. 106</span>bados en su posición
-ordinaria; pero cuando éstos recuperan su estado normal, aquél vuelve á
-sentir bienestar agradable. Y como los elementos no constan de partes
-que puedan separarse y volverse á reunir, lícito será afirmar de ellos
-que no pueden ser ofendidos por el dolor ni lisonjeados por el placer:
-luego son incapaces de sensaciones.</p>
-
-
-<p class="verslat">981. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, uti possint
-sentire animalia quæque...</i></p>
-
-<p>En fin, si para explicarse las sensaciones de los animales hubiera
-que atribuir á éstos una composición de principios sensibles, ¿qué
-sucedería? Deberíamos admitir que los elementos constitutivos del
-hombre eran agitados por trémula risa, vertían lágrimas que les
-inundasen boca y mejillas, perspicuamente investigaban las causas de
-los fenómenos y hasta indagaban su propia íntima estructura: porque
-si los elementos que componen al hombre han de ser equiparados al
-hombre mismo, deberán constar de principios materiales y éstos de
-otros, y así indefinidamente. Según estos datos, si me hablas de un
-ser que se comunica, ríe y sabe, deberé pensar que dicho ser está
-compuesto de substancias simples que hagan lo mismo. Pero si pensamos
-que esta afirmación es un delirio de mente perturbada porque un ser
-puede reir aunque no esté forma<span class="pagenum" id="Page_107">p.
-107</span>do por elementos que rían; y saber y comunicar sus ideas
-con docto razonamiento, sin que sus principios constitutivos sean
-elocuentes ni sabios, ¿cómo podremos negar que los seres sensibles
-resulten de componentes insensibles?</p>
-
-
-<p class="verslat">999. <i xml:lang="la" lang="la">Denique cœlesti
-sumus omnes semine oriundi...</i></p>
-
-<p>Todos somos originarios del Cielo; éste, padre de todos, envía
-gérmenes creadores á nuestra madre la Tierra que, fecundada, produce
-nítidas frutas, lozanos arbustos, el género humano y toda clase de
-animales á cuyas necesidades provee con alimentos útiles para la vida
-individual y para la propagación de las especies: por este motivo con
-razón se da á la Tierra nombre de madre. Cuanto de la Tierra dimana
-vuelve otra vez á ella; y cuanto proviene de las regiones celestiales
-otra vez tiene entrada en las mansiones etéreas. Los cuerpos simples
-de la materia, aun cuando los veamos convertidos en inútiles sobrantes
-excretados, son eternos: la muerte, que destruye las formaciones
-compuestas, deja incólumes los componentes; cuando más, los separa
-á fin de que la Naturaleza vuelva á asociarlos de otro modo, en
-nuevas formas, con diferentes colores, en integraciones dotadas de
-sensibilidad<span class="pagenum" id="Page_108">p. 108</span> ó sin
-esta condición. Los hechos apuntados te harán conocer que es necesario
-estudiar con detenimiento las combinaciones variadas, las diversas
-posturas y los diferentes cambios que experimentan los primeros
-elementos, ya que de ellos y de sus mudanzas de posición surge la vida
-y dependen el nacimiento y la muerte. En estos mismos versos puede
-observarse que la significación de ellos depende ciertamente del orden
-en que están colocadas las palabras que los componen: con las mismas
-letras se forman vocablos representativos de las ideas de cielo, mar,
-tierra, astros, sol, frutos, árboles y animales: en muchas ocasiones la
-inversión de letras determina significados muy distintos. Así también
-sucede con los elementos de la materia: si cambian de lugar, posición,
-orden, cantidad y proporciones, cambian las cosas que integran, y la
-figura de ellas, y su peso, y sus relaciones recíprocas.</p>
-
-
-<p class="verslat">1031. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc animum nobis
-adhibe veram ad rationem...</i></p>
-
-<p>Dispón ahora tu ánimo para escuchar nuevos razonamientos: otra
-serie de consideraciones pugnan vehementemente por llegar á tus oídos,
-y verdades no generalizadas voy á darte á conocer. Así como nada hay
-tan fácil que al iniciarse no parezca de con<span class="pagenum"
-id="Page_109">p. 109</span>cepción difícil, así también nada hay
-grande ni admirable en un principio que no pierda poco á poco su
-importancia cuando lo contemplamos mucho tiempo: si el color puro y
-brillante del espacio sideral, las estrellas que la noche adornan,
-y la luz esplendorosa del Sol y de la Luna apareciesen á nuestra
-vista de improviso por vez primera, ante sus maravillas quedaríamos
-sorprendidos; ¿qué cosa podría ser comparada con tan admirables
-portentos y qué personas se hubieran atrevido á imaginar, antes de
-presenciarlos, tan soberbios espectáculos? pero hoy los vemos sin
-asombro alguno, y tan acostumbrados á ellos estamos, que apenas hay
-alguien que se digne levantar los ojos para contemplar la arquitectura
-del cielo. Así la novedad de las reflexiones que voy á presentarte, no
-debe causar prevenciones en tu ánimo; por lo contrario, debe estimular
-tu atención á fin de que medites en los hechos que voy á exponerte y
-admitas mis razones si crees que son verdaderas, ó las rechaces si
-las consideras falsas. Trato de indagar si el infinito espacio puede
-traspasar el ámbito del mundo, y lo que puede haber más allá de la
-redondez de la tierra hasta donde la mente pueda alcanzar, y el ánimo,
-libre de prevenciones, consiga elevar su vuelo.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_110">p.
-110</span>1056. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, nobis in cunctas
-undique partes...</i></p>
-
-<p>Primeramente, al considerar todas las cosas, ya sea de un lado para
-otro, ya de arriba para abajo, no se hallan límites al Todo, y como ya
-te he dicho, esta evidencia se proclama por sí misma y se demuestra
-por todo el orden natural. De ningún modo ha de juzgarse verosímil que
-en el infinito espacio donde en número ilimitado con movimiento eterno
-vuelan gérmenes de muchas formas, se hayan creado solamente este orbe
-terráqueo y ese cielo que lo rodea; y haya, por tanto, muchísimos
-elementos primitivos encerrados en perpetuo ocio. Todo cuanto existe
-ha sido hecho por la Naturaleza, y los principios de las cosas, por su
-propia condición, después de movimientos varios inútiles, discordantes,
-destructivos, casuales, han originado este conjunto de tierras, mares,
-cielo, y el género de animales: luego es preciso reconocer que en el
-infinito espacio existirán sin duda otros muchos agregados semejantes á
-este que forma nuestro mundo.</p>
-
-
-<p class="verslat">1075. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, cùm
-materies est multa parata...</i></p>
-
-<p>Además, siempre que en la Naturaleza haya una cantidad conveniente
-de materia<span class="pagenum" id="Page_111">p. 111</span> y sitio
-que le sea adecuado, si no hay causa que se le oponga, por necesidad
-han de producirse algunos seres. Ahora bien; como los elementos de la
-materia se dan constantemente en número que no podría contarse durante
-los siglos, y todos han de poseer igual aptitud para moverse en el
-espacio y unirse en combinaciones varias, debemos creer que en la
-inmensidad habrá otros mundos como el nuestro y otros hombres y otras
-fieras.</p>
-
-
-<p class="verslat">1085. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit, ut in
-summa res nulla sit una...</i></p>
-
-<p>Ocurre también que en el mundo ningún ser hay único en su especie
-que nazca aislado y crezca en la soledad; de cada género hay numerosos
-individuos: puedes comprobar esta afirmación sólo con observar lo
-que sucede entre los animales, pues lo mismo que abundan las fieras
-errantes en los montes y la progenie humana y las mudas especies
-escamosas y las razas volátiles, es racional suponer que de igual
-modo la Tierra, el Sol, la Luna, los mares y todas las entidades que
-nosotros vemos no han de ser únicos en el concierto universal, sino
-pertenecerán á un orden numeroso, y estarán sujetos á las leyes de
-vida y muerte, lo mismo que los demás grupos formados por numerosos
-individuos.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_112">p.
-112</span>1098. <i xml:lang="la" lang="la">Multaque post Mundi tempus
-genitale, diemque...</i></p>
-
-<p>Después del génesis del Mundo y del día de la creación de mar y
-tierra, formado ya el Sol, quedaron en torno de aquél muchos elementos
-surgidos del Todo universal que los contenía: de ellos el mar y las
-tierras obtuvieron sucesivo aumento, el espacio se embelleció con el
-templo del cielo cuyos elevados techos están situados muy lejos de
-la tierra, y se originó la circulación del aire. Los elementos, por
-la acción de sus atracciones y repulsiones, se reparten por todos
-sitios, y se juntan entre sí los que son de la misma especie: los
-propios del agua al agua; con adiciones de tierra la tierra aumenta;
-el fuego se aviva con el fuego; el éter con el éter, hasta que la
-Naturaleza, creadora siempre, haya elevado el crecimiento á su
-límite normal; y cuando se dé el caso de que en las corrientes de la
-vida, plenamente ocupadas, no puedan tomar curso nuevas adiciones,
-habrá proporcionalidad entre las restituciones y las pérdidas: en
-el apogeo de la vida la Naturaleza habrá de restringir sus fuerzas
-productoras.</p>
-
-
-<p class="verslat">1115. <i xml:lang="la" lang="la">Nam quæcumque vides
-hilaro grandescere adauctu...</i></p>
-
-<p>Y los cuerpos que ves llegar á su madurez con paulatino é incesante
-crecimiento se<span class="pagenum" id="Page_113">p. 113</span>
-asimilan más que gastan, porque el producto de las substancias
-alimenticias circula en ellos sin obstáculo por las venas y los vasos,
-en tanto que los poros no se dilatan cuanto sería necesario para que
-dichos cuerpos sufrieran grandes pérdidas; es indudable que éstas
-siempre existen, pero el ser las repara fácilmente mientras que no
-llega al término del crecimiento. Desde que alcanza esa altura, empieza
-á descender y poco á poco el vigor se le agota y las fuerzas se le
-extinguen: cuanta más extensión ocupe un cuerpo vivo que haya tocado
-la meta del regular desarrollo, mayores pérdidas ha de experimentar:
-ya el jugo de las substancias nutricias no circula bien por sus venas;
-ya le es insuficiente la alimentación; ya la Naturaleza no renueva en
-aquel ser las fuerzas que el mismo consume diariamente; entonces el
-cuerpo debe perecer porque lentamente ha disminuido en densidad todo lo
-que ha perdido en emanaciones, y de este modo ha entibiado la energía
-de la vida: los seres en la vejez no pueden suplir lo que les falta, y
-abatidos, incapaces para resistir los choques de todos los cuerpos que
-giran á su alrededor, necesariamente sucumben.</p>
-
-
-<p class="verslat">1138. <i xml:lang="la" lang="la">Sic igitur magni
-quoque circùm mœnia Mundi...</i></p>
-
-<p>Así, combatido por todos lados, el edifi<span class="pagenum"
-id="Page_114">p. 114</span>cio del Mundo quedará alguna vez destruido;
-porque si bien no cesará de improviso la renovación de los medios que
-sirven para rehacer y sustentar los seres, como las corrientes de la
-vida poco á poco dejarán de recibir los recursos que enriquecen su
-caudal, porque la Naturaleza extinguirá los manantiales tributarios,
-los siglos morirán por consunción. Observemos que hoy la Tierra
-mantiene animales exiguos, cuando en el principio de la vida organizada
-creó individuos corpulentos, razas fuertes; pensemos también que
-las actuales especies no descenderían de los espacios por dorada
-cuerda ni serían producidas por los mares que baten con furor las
-rocas; la Tierra pudo antes crearlas y ahora sólo puede sostenerlas;
-espontáneamente hacía surgir del suelo tallos de doradas mieses,
-sonrientes viñas que utilizaban los mortales, viciosos pastos y
-sabrosas frutas; pero hoy esos vegetales, para dar buenos productos,
-exigen el auxilio del trabajo nuestro: los bueyes sufren bajo el
-peso del arado; los agricultores consumen sus fuerzas en la ruda
-tarea de labrar los campos; las cosechas disminuyen, los esfuerzos
-aumentan: el viejo campesino apenado considera la esterilidad de sus
-continuadas fatigas, compara los tiempos actuales con los pasados y
-envi<span class="pagenum" id="Page_115">p. 115</span>dia la fortuna
-que disfrutaban sus abuelos; refiere que en aquellos remotos días los
-hombres respetaban lo ajeno y estaban satisfechos con el producto de
-sus terrenos, que aunque muy reducidos, producían abundosos frutos.
-Lo que ese humilde labrador no ve, es que todo cuanto existe consume
-lentamente su propio vigor, hasta que extenuado se pierde en el piélago
-de la decrepitud.</p>
-
-
-<p class="verslat">1167 <i>á</i> 1181. <i xml:lang="la" lang="la">Quæ bene
-cognita si teneas, Natura videtur...</i></p>
-
-<p>Si de estas verdades te penetras, considerarás desde luego á la
-Naturaleza como libre del dominio de soberbios señores, gobernada
-por sí propia, y de númenes completamente desligada. ¡Oh, dioses que
-en dulce paz vivís con tranquila, sosegada calma! ¿cuál de vosotros
-rige el Universo y sustenta en su mano vigorosa el poder moderador de
-todo cuanto existe? ¿cuál gobierna los espacios siderales? ¿cuál hace
-fructíferas las tierras con la mediación de fenómenos etéreos y provee
-oportunamente en todos sitios á la vida? ¿cuál extiende las tinieblas,
-condensa las nubes, desata las tempestades y fulmina rayos que muchas
-veces destruyen vuestros mismos templos y con frecuencia recorren
-extensiones dilatadas en<span class="pagenum" id="Page_116">p.
-116</span> la que dejan ilesos á muchos malvados y matan á hombres
-virtuosos no merecedores de tan fatal desastre<a id="FNanchor_28"
-href="#Footnote_28" class="fnanchor">[28]</a>?</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_28"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_28">[28]</a></span> En todas las antiguas ediciones del
-poema de Lucrecio este pasaje aparece en otro lugar del mismo canto
-segundo; pero el traductor ha creído que Lagrange estuvo muy acertado
-al colocarlo en este sitio, de donde tal vez lo separaron en tiempos
-remotos copistas poco expertos.</p>
-
-</div>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p id="Err">Erratas. En la nota última de la pág. 7, donde dice <i>su
-Infierno</i>, debe decir <i>el Infierno</i> de su <i>Divina Comedia</i>.</p>
-
-<p>Y en la línea undécima de la pág. 81, donde dice <i>aspergios</i> debe
-decir <i>arpegios</i>.</p>
-
-<hr class="chap0" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch3">
- <p><span class="pagenum" id="Page_117">p. 117</span></p>
- <h2 class="nobreak">LIBRO TERCERO</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">E tenebris tantis tam
-clarum extollere lumen...</i></p>
-
-<p>Á ti ¡oh varón ilustre, gloria de las gentes griegas, primero que de
-tenebrosa obscuridad supo extraer clara luz que iluminase los senderos
-de la vida! á ti sigo. Sobre las huellas de tus pasos coloco mis piés,
-no porque pretenda rivalizar contigo, sino porque deseo imitarte. ¿Cómo
-podría la golondrina contender con el cisne, ó cómo débil cordero de
-miembros trémulos podría disputar en la carrera con fogoso caballo? ¡Oh
-genio creador de la ciencia! Tus sabias lecciones son para nosotros
-rico patrimonio, y en tus discursos, lo mismo que en el floreciente
-prado la abeja liba miel de color de rosa, nosotros tomamos áureos
-conceptos, áureos y dignos de ser repetidos eternamente. Bastó que
-tu razón clamara que el orden universal no era obra de inteligencia
-divina, para que se disiparan los terrores del ánimo y el Mundo<span
-class="pagenum" id="Page_118">p. 118</span> quedara abierto á nuestra
-investigación: vemos el Todo formarse en el vacío, y se nos aparece el
-poder de los dioses en sede neutral jamás sacudida por los vientos ni
-rociada por nubes tempestuosas, ni violada por los copos de nieve que
-penetrante frío condensa, pero rodeada siempre del límpido éter lleno
-de sonriente luz difundida á largas distancias. La Naturaleza todo lo
-da hecho á los dioses; éstos no sienten alterada en ningún tiempo y
-con motivo alguno la paz del ánimo: por lo contrario, nunca ven los
-antros aquerusios, y pueden siempre observar, sin que bajo sus piés
-les estorbe el suelo, todas las escenas que se ejecutan en el vacío.
-Ante esas consideraciones experimento divino placer y cierto asombro,
-porque, merced á tus investigaciones, están para nosotros de manifiesto
-los arcanos todos y toda la obra de la Naturaleza.</p>
-
-
-<p class="verslat">31. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam docui,
-cunctarum exordia rerum...</i></p>
-
-<p>Hasta aquí he discurrido acerca de los elementos que son principios
-constitutivos de todas las cosas, y acerca de las distintas figuras
-de las moléculas que espontáneamente giran en el espacio con
-movimiento eterno. Ahora debemos estudiar la naturaleza del ánimo,
-aclarar en qué consiste la esencia del alma, y poner en ruinas el
-temi<span class="pagenum" id="Page_119">p. 119</span>ble Aqueronte<a
-id="FNanchor_29" href="#Footnote_29" class="fnanchor">[29]</a>, que
-turba todo bienestar de la vida humana, tiñe todas las cosas con las
-preocupaciones de la muerte, y no permite el goce tranquilo de ningún
-placer puro y honesto.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_29"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_29">[29]</a></span> Aqueronte, río de Epiro, llamado
-hoy Veliqui; río del infierno, según los poetas; el infierno mismo.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">41. <i xml:lang="la" lang="la">Nam, quod sæpe
-homines morbos magis esse timendos...</i></p>
-
-<p>Porque si bien no faltan hombres que alardean de considerar
-más temibles la infamia y las enfermedades que los abismos de la
-muerte, y entienden que el origen de nuestra alma es el mismo
-que el de la sangre<a id="FNanchor_30" href="#Footnote_30"
-class="fnanchor">[30]</a>, y dicen, por último, que nuestras lecciones
-les son inútiles, advierte que hacen esas afirmaciones, más por vana
-presunción y deseo de renombre, que por tener firmes convicciones.
-Esos mismos hombres, si proscriptos de la patria se encuentran, ó si
-retirados de la vida social se hallan, ó si les abruma torpe acusación,
-ó viven, finalmente, afligidos por numerosas desdichas, adondequiera
-que, míseros, se retiran, celebran funerales, inmolan ovejas
-negras, dedican sacrificios á los Manes, y cuanto más el in<span
-class="pagenum" id="Page_120">p. 120</span>fortunio los agobia, tanto
-más inclinan su ánimo á la superstición. En tiempos de adversidades, es
-cuando conviene observar á los hombres, porque entonces se dan éstos
-fácilmente á conocer: proceden como sienten, la máscara se les cae y se
-muestran como son.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_30"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_30">[30]</a></span> Alusión á ciertas ideas defendidas
-por Critias y por Empedocles, según las cuales el alma es sangre pura
-del cuerpo vivo: también en el versículo 23, cap. 12 del Deuteronomio y
-en el Levítico, cap. 17, vers. 11 y 13 se hacen indicaciones análogas
-con referencia á los animales.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">59. <i xml:lang="la" lang="la">Denique avarities, et
-honorum cæca cupido...</i></p>
-
-<p>La avaricia y el ciego afán de honores que á tantos míseros hombres
-empujan á traspasar los linderos de la justicia, á hacerse criminales
-ó encubridores de crímenes, y á pasar días y noches engolfados en
-inquietud penosa que les permita acumular riquezas, son calamidades que
-afligen la vida, y que se deben en mucha parte al temor de la muerte<a
-id="FNanchor_31" href="#Footnote_31" class="fnanchor">[31]</a>. El
-menosprecio, la indigencia y la ignominia, se consideran estados
-incompatibles con la dulzura de la vida, y casi como antesalas de la
-muerte. Para huir de tales situaciones, y colocarse lejos de ellas, los
-hombres, desatentados, compran honores con sangre que vierten de sus
-conciudadanos, amontonan crímenes para multiplicar ávidos sus tesoros,
-se alegran, impíos, de los<span class="pagenum" id="Page_121">p.
-121</span> funerales del hermano, y aun odian y temen, recelosos, los
-festines de sus próximos parientes.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_31"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_31">[31]</a></span> Según la antigua Mitología, la
-pobreza figuraba en el cortejo de la muerte. Virgilio (<i>Eneida</i>, canto
-VI) coloca en la puerta de los infiernos al hambre y la pobreza.</p>
-
-</div>
-
-<p>La envidia, por igual razón, con temores mortificantes, se despierta
-en muchos, ante cuya vista se muestra el poder como la presa de unos
-cuantos que disfrutan riquezas y distinciones brillantes, mientras que
-ellos viven en las tinieblas y se arrastran por el lodo: algunos mueren
-con la preocupación de las estatuas y el renombre, y otros, á quienes
-el temor de la muerte inspira odio contra la vida y la luz, llevan el
-infierno en su triste pecho; se olvidan de que es manantial de todos
-los males ese miedo que veja la inocencia, rompe los vínculos entre
-amigos y arranca de los corazones la piedad. ¡Y aun muchas veces ha
-habido hombres que por vivir, para retardar las penas del Aqueronte,
-han hecho traición á sus padres y á su patria! Como niños que de todo
-tienen miedo por la noche, así nosotros, durante el día, nos vemos
-rodeados por ilusorias sombras y fantasmas vanos que no se disipan con
-el rayo solar ó con la luz diurna, pero que se desvanecen mediante el
-uso de la razón tranquila y el estudio reflexivo de la Naturaleza<a
-id="FNanchor_32" href="#Footnote_32" class="fnanchor">[32]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_32"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_32">[32]</a></span> Lucrecio repite los versos 51 al 61
-del canto II.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_122">p. 122</span>94.
-<i xml:lang="la" lang="la">Primum Animum dico, mentem quem sæpe
-vocamus...</i></p>
-
-<p>Primeramente digo que el ánimo, al que damos con frecuencia el
-nombre de entendimiento, es régimen y consejo de la vida, y forma
-parte de nosotros no menos que las manos, los piés y los ojos.
-Muchos sabios piensan que el ánimo no reside en lugar determinado,
-por cuanto es la exteriorización de la vitalidad del cuerpo ó la
-harmonía de los sentidos, según dicen los Griegos; y aunque nos hace
-vivir consciamente, no es susceptible de ocupar espacio, como sucede
-respecto á la salud que no es parte del cuerpo, sino modo regular de la
-existencia de éste, y no se halla fija en sitio alguno; pero entiendo
-que esa opinión es errónea. Algunas veces el cuerpo exteriormente sufre
-mientras que se experimenta bienestar interno; otras veces el ánimo se
-halla triste y el cuerpo disfruta salud, y en ocasiones el dolor que
-ofende los piés no daña la cabeza. Además, aunque blando sueño debilita
-los miembros y priva al cuerpo del uso de los sentidos, hay personas
-que en ese estado se agitan de muchos modos, y tienen sensaciones de
-alegría, de inquietud y de tristeza.</p>
-
-
-<p class="verslat">118. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc animam quoque
-ut in membris cognoscere possis...</i></p>
-
-<p>Ahora puedes conocer que también el<span class="pagenum"
-id="Page_123">p. 123</span> alma se halla en los miembros del ser
-sensible, y que no es la harmonía el sostén del cuerpo. Desde luego
-se observa que si á éste se priva de algunas partes, la vida subsiste
-muchas veces conservada por el resto del organismo; pero si decrece
-la temperatura de nuestro cuerpo, ó si se espira una cantidad de
-aire mayor que la conveniente, en el momento las venas saltan y se
-descomponen los huesos. Puedes inducir de repetidas observaciones
-de esta clase, que no todas las partes del cuerpo son de igual
-importancia, ni todas contribuyen igualmente á la salud, y que los
-vapores cálidos y el aire vital son los primeros agentes de la vida y
-las últimas resistencias que escapan de los miembros moribundos.</p>
-
-
-<p class="verslat">131. <i xml:lang="la" lang="la">Quapropter, quoniam
-est Animi natura reperta...</i></p>
-
-<p>Por tanto, averiguada ya la naturaleza del ánimo y del alma que son
-partes constitutivas del hombre, la palabra Harmonía debe devolverse
-á los Griegos, que faltos de expresiones adecuadas para representar
-ciertos pensamientos nuevos, quizá la derivaron de ignoradas fuentes ó
-la adquirieron de la elevada cima del sonoro Helicón<a id="FNanchor_33"
-href="#Footnote_33" class="fnanchor">[33]</a>; guárdenla ellos y
-sigamos nuestro discurso. Opi<span class="pagenum" id="Page_124">p.
-124</span>no que el ánimo y el ánima entre sí mantienen unión estrecha,
-de la que resulta una substancia distribuida en todo el cuerpo; ésta,
-en cuanto dirige los actos humanos, recibe el nombre de ánimo y también
-entendimiento ó inteligencia, y tiene su centro en lo íntimo del
-pecho, donde laten las emociones de pavor y miedo, y se originan los
-estímulos del placer; pero el alma se extiende por todo el cuerpo, y
-aun cuando recibe impulsos del ánimo, tiene conciencia de sí misma,
-y en sí propia se ocupa cuando ninguna cosa exterior la solicita. Y
-así como la cabeza y los ojos, en muchos casos duelen, pero no hacen
-partícipes de su malestar á todo el cuerpo, así también la mente alguna
-vez sufre daño ó goza beneficio, y no transmite al alma las sensaciones
-correspondientes; empero, cuando terror extraordinario perturba el
-ánimo, también el alma en todos los órganos se impresiona; todo el
-cuerpo se cubre de sudor y palidez, la lengua vacila, se extingue la
-voz, los ojos se nublan, los oídos zumban, los miembros se relajan.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_33"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_33">[33]</a></span> Helicón, monte de Beocia consagrado
-á las artes rítmicas (Apolo y Musas).</p>
-
-</div>
-
-<p>Muchas veces vemos que los hombres sucumben al peso del terror del
-ánimo: por este hecho observado, fácilmente puede conocerse cuál sea
-la conjunción que hay entre el ánimo y el ánima; ésta, golpeada<span
-class="pagenum" id="Page_125">p. 125</span> por la fuerza del ánimo,
-inmediatamente comunica á todo el cuerpo la impresión recibida.</p>
-
-
-<p class="verslat">161. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc eadem ratio
-naturam Animi, atque Animai...</i></p>
-
-<p>Las consideraciones precedentes nos enseñan que el ánimo y el alma
-son corpóreos; porque si agitan los miembros, si privan de reposo al
-cuerpo, si alteran nuestro semblante y dirigen al hombre (ya que la
-observación nos hace ver que ninguno de aquellos hechos se realizan
-sino mediante un contacto, y que no puede haber contacto sino entre
-cuerpos), ¿no estaremos obligados á confesar que el ánimo y el alma son
-de naturaleza corpórea?</p>
-
-<p>Pero es, además, seguro que las funciones del cuerpo y del ánimo
-se corresponden, y que este último no recibe más impresiones que las
-comunicadas por aquél; si horrible dardo que hiere nuestros nervios
-y punza nuestros huesos, no nos roba la vida, nos producirá, cuando
-menos, un desfallecimiento invasor del organismo y una dulce pesadez
-que nos obligará á inclinarnos, á pesar de los esfuerzos que hagamos
-para erguirnos. Luego indudablemente es corpórea la naturaleza del
-ánimo ya que experimenta los efectos de penetrante arma.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_126">p.
-126</span>177. <i xml:lang="la" lang="la">Is tibi nunc Animus quali sit
-corpore, et unde...</i></p>
-
-<p>Voy ahora á tratar de explicarte lo que entiendo acerca de la
-esencia del ánimo y de las substancias que lo componen. Desde luego
-afirmo que es un concreto sutil de elementos sutilísimos: considera
-reflexivamente esta opinión, y la hallarás confirmada. Nada hay que
-tenga la rapidez con que el ánimo concibe y realiza sus proyectos;
-la Naturaleza no ha formado ningún cuerpo más activo. Como es tan
-móvil, debe estar integrado por glóbulos muy tenues que pueden ser
-agitados por cualquier débil impulso; el agua, apenas tocada, se mueve
-y fluctúa por estar compuesta de elementos sutiles; más consistente
-la miel, es más pesada, corre con lentitud, sus moléculas se adhieren
-entre sí porque son poco pulidas, algo pesadas, menos globosas; el
-viento más leve dispersa con prontitud una grande cantidad de simiente
-de adormideras, pero no produce efecto sobre pesadas masas de hierro
-ó de piedra. Los cuerpos son movedizos en proporción al pulimento y
-tenuidad de sus moléculas, y son más resistentes aquellos que contienen
-elementos ásperos y voluminosos.</p>
-
-<p>Ahora bien: como la naturaleza del ánimo es notablemente movible,
-necesario es que<span class="pagenum" id="Page_127">p. 127</span> esté
-formada por corpúsculos simplicísimos, muy ligeros y redondos. Y el
-conocimiento de este postulado ¡oh querido amigo! te será muy útil y de
-oportunas aplicaciones.</p>
-
-
-<p class="verslat">208. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc quoque res etiam
-naturam deliquat ejus...</i></p>
-
-<p>De otra observación se infiere cuál sea la tenue contextura del
-ánimo y en qué reducido lugar se contendría si pudiera condensarse:
-cuando el hombre llega al reposo de la muerte, después de quedar
-deshecho el tejido propio del ánimo y del alma, bien podrás ver que
-el cuerpo no pierde forma ni peso: la muerte se lleva la sensibilidad
-y el aura de la vida, pero deja intacto lo demás. Luego es necesario
-que el alma, unida á las venas, vísceras y nervios, esté formada por
-principios muy tenues, ya que al desvanecerse ella el cuerpo no pierde
-gravedad ni pierde su forma: también, cuando por evaporación se disipan
-la esencia del vino, el aroma de los perfumes ó el delicado sabor de
-los manjares, los cuerpos respectivos conservan la misma apariencia
-y el mismo peso, porque los elementos que les daban color y sabor,
-diluidos en el conjunto, eran extraordinariamente sutiles. Ante la
-consideración de estos hechos, una y muchas veces deberemos de afirmar
-que el ánimo y el ánima constan de principios materiales mínimos,<span
-class="pagenum" id="Page_128">p. 128</span> cuya desaparición de un
-cuerpo, en que se manifiestan, no disminuye en nada el peso y el
-volumen del cuerpo mismo.</p>
-
-<p>No por eso ha de pensarse que el alma sea simple; el moribundo
-exhala cierta aura tibia que supone especial combinación de calor y de
-aire frío: las moléculas del calor están muy separadas, y entre ellas
-pueden penetrar y situarse elementos primordiales aéreos.</p>
-
-
-<p class="verslat">237. <i xml:lang="la" lang="la">Jam triplex Animi
-est igitur natura reperta.</i></p>
-
-<p>Hasta ahora hemos hallado que la naturaleza del ánimo
-tiene tres componentes<a id="FNanchor_34" href="#Footnote_34"
-class="fnanchor">[34]</a>, pero no son bastantes por su condición
-para engendrar las sensaciones: no se puede concebir que aquellos
-principios, por sí solos, puedan crear movimientos sensoriales y
-dar actividad á la inteligencia: es necesario que admitamos un
-cuarto principio impulsor, aunque no sepamos darle nombre, si bien
-consideremos que ha de ser movedizo, de elementos muy finos, pequeños y
-veloces: este agente innominado imprime en nuestros nervios la acción
-y la energía de la vida; puesto en agitación, transmite su corriente
-al calor y al aura vital, y establece el movimiento para todo el
-organismo; entonces<span class="pagenum" id="Page_129">p. 129</span>
-la sangre late en las venas; las vísceras devienen sensibles, y los
-huesos y la médula se hallan capacitados para sentir impresiones de
-dolor y de placer.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_34"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_34">[34]</a></span> Principio frío (aire); principio
-cálido (calor); principio templado (aura vital).</p>
-
-</div>
-
-<p>Pero si en esa cuarta esencia substancial del ánimo penetra el
-dolor, se produce una conmoción general del cuerpo, y en éste no queda
-sitio donde la vida se refugie; por tanto, las partes del alma tienden
-á salir por todos los poros: sin embargo, las más de las veces, el
-trastorno ocasionado por efecto del dolor no traspasa la superficie del
-cuerpo, y la vida se repone para nueva larga duración.</p>
-
-
-<p class="verslat">258. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ea quo pacto
-inter sese mista, quibusque...</i></p>
-
-<p>Defectos de nuestra lengua patria no me permiten, á pesar de mis
-deseos, explicarte claramente las relaciones que entre sí mantienen
-aquellos elementos mezclados; intentaré, no obstante, dilucidar el
-asunto, aunque sea sumariamente y hasta donde me sea posible. En
-concertada indestructible unión se mueven los primeros principios; nada
-hay que pueda separarlos; son como varias fuerzas unidas en un solo
-cuerpo; la potencia de todos en ningún caso puede ser ejercida por
-cualesquiera de ellos aisladamente. De igual modo que en las vísceras
-de los animales se producen condiciones adecuadas<span class="pagenum"
-id="Page_130">p. 130</span> para la percepción del olor, calor y sabor,
-y constituyen facultades propias, no de órganos aislados, sino de
-un cuerpo que sea perfecto; así también el calor, el aire y el aura
-vital, combinados, integran una sola substancia, en la cual surge aquel
-agente que da impulso al movimiento de todo el organismo y dota de
-sensibilidad á las vísceras: este poder motor se encarna en lo interior
-de nuestros miembros: nada hay más íntimo en nuestro cuerpo que ese
-agente; es como el alma de nuestra alma, que ejerce influencia en todo
-nuestro ser; es la fuerza impulsora del ánimo y la esencia del alma,
-fuerza y esencia ocultamente unidas; en su formación entran elementos
-muy pequeños y muy pocos, pero aun así late y domina en todo el cuerpo,
-y es, volveré á decirlo, el alma de nuestra alma. Deberemos, pues,
-afirmar que el aura, el aire y el calor se extienden, combinados,
-por todo el cuerpo en regular proporción; porque si alguno de esos
-elementos preponderase, no formarían un solo todo. Si el nexo entre
-el aire, el calor y el aura vital se rompiese, de su desequilibrio
-sobrevendría la muerte.</p>
-
-
-<p class="verslat">288. <i xml:lang="la" lang="la">Est etiam calor ille
-Animo, quem sumit in irâ...</i></p>
-
-<p>El calor enciende, además, en ira el ánimo: con su ardiente impulso
-la sangre hier<span class="pagenum" id="Page_131">p. 131</span>ve y
-los ojos brillan: por su parte el aire, que es frío extremadamente,
-provoca el temor y por excitación de éste se agita en convulsiones; por
-último, el aura, que es tibia, de plácida calma nos llena el corazón y
-lleva la serenidad á todo el organismo. El calor predomina en aquellos
-seres que se distinguen por temperamento efervescente dispuesto á la
-ira, entre los cuales figura en primer término el león que es todo
-bravura y valentía; de su pecho brotan pavorosos rugidos; no puede
-contener los ímpetus de la violencia: el aire influye especialmente en
-los venados, los cuales, agitados por el frío que hiela sus vísceras,
-tiemblan por cualquier motivo: por efecto del aura templada los bueyes
-gozan vida apacible; ni los torbellinos de ciegas cóleras los arrebatan
-con accesos de ira, ni del hálito helado los entorpecen con temores
-los miasmas que penetran hasta la médula; es, por tanto, el buey,
-animal que tiene su propia situación entre el tímido venado y el fogoso
-león.</p>
-
-
-<p class="verslat">307. <i xml:lang="la" lang="la">Sic hominum genus
-est: quamvis doctrina politos...</i></p>
-
-<p>Así pasa al género humano: la educación puede modificar la índole
-de algunos hombres; pero éstos conservan siempre vestigios de la señal
-que en su constitución les marcó Naturaleza. No creas posible arrancar
-la<span class="pagenum" id="Page_132">p. 132</span> propensión á
-los vicios que en algunos se manifiesta, ni evitar que otros dejen
-arrebatarse por la ira, aquél sucumba á injustificado temor, ó éste
-se dedique excesivamente á determinadas complacencias: mucho difieren
-entre sí los caracteres de los hombres y las costumbres que de ellos
-se derivan. No pretendo hacer ahora una disquisición acerca de las
-causas ocasionales de esos fenómenos que señalo, ni tampoco á exponer
-los dictados que corresponden á las figuras de los elementos que tantas
-variedades crean; pero por inducción de los hechos observados me atrevo
-á decir que las naturales inclinaciones se modifican notablemente con
-auxilio de la enseñanza y con auxilio de la razón; nada hay que nos
-incapacite para gozar vida propia de dioses.</p>
-
-
-<p class="verslat">325. <i xml:lang="la" lang="la">Hæc igitur natura
-tenetur corpore ab omni...</i></p>
-
-<p>La naturaleza ó manera de ser de cada individuo está constituida
-por todo el cuerpo, del cual es norma y regla de vida: entre el cuerpo
-y su propia naturaleza no hay diferencias de origen ni puede haber
-separación: la muerte los disuelve. De igual modo que no es factible
-desligar el incienso y su propio olor sin destruir la naturaleza de
-ambos, así también no es posible extraer del cuerpo los constitutivos
-del ánimo y del<span class="pagenum" id="Page_133">p. 133</span>
-ánima sin que los tres se deshagan: sus respectivos elementos desde
-el principio de cada existencia determinada, se hallan de tal modo
-enlazados, que por igual contribuyen á la vida íntegra del ser: en nada
-puede revelarse el ánimo sin el cuerpo, y nada puede éste sentir sin la
-impulsión del ánimo: sus acciones combinadas encienden la vida y dan
-sensibilidad á los órganos.</p>
-
-
-<p class="verslat">339. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, corpus per
-se nec gignitur unquam...</i></p>
-
-<p>Además, cuerpo sin alma nunca es engendrado, ni crece, ni subsiste
-después de la muerte: podrá el agua por la acción del calor evaporarse
-en parte y en parte quedar incólume; pero los órganos corporales no
-pueden tener vida sin alma: cuando ésta falta es cuando aquéllos
-perecen penetrados de corrupción. Desde la iniciación vital del ser, el
-alma y el cuerpo con movimientos mutuos están íntimamente unidos, de
-tal manera que si en el útero materno quedaran desligados sería cuando
-el ser muriera: luego si una y la misma es la causa de la existencia
-del cuerpo y del alma, una y la misma ha de ser su naturaleza.</p>
-
-
-<p class="verslat">352. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, si
-quis corpus sentire renutat...</i></p>
-
-<p>Aún más: si alguien supusiera que el cuerpo no experimenta
-sensaciones y pensa<span class="pagenum" id="Page_134">p. 134</span>ra
-que solamente el alma, por todo aquél extendida, es capaz de ese
-movimiento á que damos el nombre de facultad de sentir, sostendría una
-opinión opuesta á la verdad; y, por lo contrario, ¿quién se atreverá
-á decir que el cuerpo siente por sí propio, sin la intervención del
-alma, cuando ésta se revela constantemente? El cuerpo deja de ser
-sensible cuando el alma de él se retira: pierde el cuerpo durante
-la vida muchas cosas que no le son adecuadas, y en el momento de la
-muerte pierde otras. Decir, pues, que los ojos no pueden objeto alguno
-distinguir porque son meras aberturas que sirven al ánimo para hacer
-sus observaciones, es delirar y proceder contra el dictamen de los
-sentidos: con auxilio de los ojos se forman las imágenes para las
-representaciones. Muchas veces la presencia de una luz muy viva, al
-molestarnos, perturba también el fenómeno de la visión; pero si los
-ojos no fuesen más que ventanas para mirar, no podrían influir en las
-funciones visuales. Además, si los trastornos que en ocasiones sufrimos
-no pasaran de los ojos, sin ellos el alma podría distinguir las cosas y
-nunca experimentaría contrariedades.</p>
-
-
-<p class="verslat">372. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in is rebus
-nequaquam sumere possis...</i></p>
-
-<p>Acerca de este orden de ideas no debes<span class="pagenum"
-id="Page_135">p. 135</span> admitir como verdaderas todas las que
-afirmaba el ilustre Demócrito, el cual entendía que los elementos
-primarios del cuerpo en precisa relación corresponden á otros iguales
-del alma; porque es lo cierto que los principios de ésta han de ser más
-tenues y en número más reducido que los del cuerpo en el cual aquéllos
-se encuentran esparcidos. Lo que podemos asegurar es, que los elementos
-constitutivos del alma son todos los que en los órganos existen capaces
-de sensaciones. No nos produce molestia el polvo que á nuestros piés se
-adhiere, ni el color gredoso que tiñe el semblante<a id="FNanchor_35"
-href="#Footnote_35" class="fnanchor">[35]</a>, ni la niebla nocturna;
-tampoco nos afectan los débiles filamentos que las arañas en los
-caminos colocan, ni los despojos que lanzan al suelo, ni las plumas de
-las aves, ni el vilano que del cardo se desprende y después de fluctuar
-en el aire cae lentamente con vacilaciones debidas á su levedad; ni
-aun siquiera notamos el paso de los insectos que se arrastran ó el
-de los débiles mosquitos que sobre nosotros se posan. Por tanto, las
-partes de que se compone la textura de nuestros miembros deben ser
-impresionadas con cierta relativa intensidad para que los elementos del
-alma dispersos en todo el cuerpo reciban la sensa<span class="pagenum"
-id="Page_136">p. 136</span>ción correspondiente, se activen, choquen y
-ejerciten sus acciones concertadas.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_35"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_35">[35]</a></span> Horacio y Petronio escribieron
-acerca de las mujeres que se embadurnaban el rostro con greda.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">394. <i xml:lang="la" lang="la">Et magis est Animus
-vitai claustra coercens...</i></p>
-
-<p>Más decisiva influencia ejerce el ánimo que el alma en la función
-de moderar la vida y dirigir las acciones de los seres racionales:
-inmediatamente que falta el ánimo, no puede el alma permanecer ni un
-solo instante en nuestros miembros y abandona el cuerpo al frío de
-la muerte para elevarse por las regiones del infinito espacio; pero
-disfrutan de la vida los seres que del ánimo gozan, aunque el cuerpo
-sufra incomodidades y haya perdido parte del alma entre dolorosos
-estremecimientos de próxima descomposición: mientras exista la potencia
-sensitiva que reside en el ánimo, no se extingue el aliento vital:
-por muy contrariados que se encuentren los miembros, es posible la
-reposición de la vida que se les escapa, en tanto conserven un pequeño
-lazo con el alma; como es fácil que subsista la facultad de la visión
-aunque los ojos se hallen lesionados. Puedes ofender las órbitas,
-cortar los párpados, herir el globo ocular, pero si dejas intacta la
-pupila, conservarás la vista sin grave modificación; por lo contrario,
-si dañas la parte central del ojo, á pesar de ser tan pequeña y aun
-cuando todos los demás órganos exteriores de<span class="pagenum"
-id="Page_137">p. 137</span> aparato visual se hallen en buen estado,
-perderás la vista, y la obscuridad te envolverá quizá para siempre: de
-modo igual se cumplen las leyes relativas al ánimo y al ánima.</p>
-
-<p>Ahora debes de considerar que juntamente con los animales
-nacen y mueren sus respectivos ánimos y almas<a id="FNanchor_36"
-href="#Footnote_36" class="fnanchor">[36]</a>. Procuraré explicarte en
-versos dignos de tu atención, esa verdad que he adquirido en virtud
-de continuados é incesantes estudios; pero ten desde ahora en cuenta
-que aquellas dos substancias, por su unión indisoluble, constituyen
-una sola y voy á comprenderlas también bajo una sola denominación;
-así, cuando en lo sucesivo te hable del alma y te diga que es mortal,
-entiende que me refiero lo mismo al ánimo que al alma.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_36"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_36">[36]</a></span> La inmortalidad del alma, ó mejor
-dicho, la perpetuidad del alma fué enseñada, según Cicerón, por
-Phereces, de Siria, y adoptada por Tales de Mileto, Anaxágoras, Platón,
-Diógenes, etc. Ptolomeo Filadelfo, el mismo que reunió en Alejandría
-sabios de todas las escuelas filosóficas para formar una sola doctrina
-que fuese confesada por todo el mundo, prohibió (hace 2177 años)
-la propaganda de aquella idea por creerla peligrosa para el reposo
-público. En Grecia y en Roma tendría seguramente muchos partidarios,
-cuando tanto empeño mostraron en combatirla Epicuro (hace 2150 años) y
-Lucrecio (hace 1980 años).</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">427. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, quoniam
-tenuem constare minutis...</i></p>
-
-<p>Ya he procurado hacer patente que en la<span class="pagenum"
-id="Page_138">p. 138</span> formación del alma sólo entran elementos
-muy delicados y aún más sutiles que los componentes del agua, de las
-nubes y del humo, supuesto que su movilidad característica se exalta
-prontamente por la más sencilla causa, aunque ésta no sea más que la
-mera representación de atmosféricos vapores, como sucede cuando en
-sueños nos emocionan el simulacro de los perfumes de los altares y el
-humo de las víctimas sacrificadas en honor de los dioses. Así como se
-extiende por todas partes el agua contenida en un vaso que se quiebra,
-y como en los aires el humo y las nieblas se disipan, cree que de igual
-manera nuestra alma, cuando del cuerpo se aleja, se desvanece en menos
-tiempo del que los miembros necesitan para su descomposición. Y si el
-cuerpo, que es como el vaso del alma, queda abatido por un golpe mortal
-ó extenuado por falta de sangre, ¿podrá retener el alma aunque sea con
-auxilio de la presión del aire, fluido que al cabo es más fácil de
-penetrar que nuestros músculos?</p>
-
-
-<p class="verslat">447. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, gigni
-pariter cum corpore, et una...</i></p>
-
-<p>El alma y el cuerpo se forman simultáneamente; á la vez se
-desarrollan y al mismo tiempo envejecen: si tierno y endeble es
-el cuerpo durante los primeros años de la<span class="pagenum"
-id="Page_139">p. 139</span> vida, tenue y débil es el alma; cuando
-la edad fortalece los miembros, el alma se activa y la razón se
-muestra ampliada; cuando el desgaste de las fuerzas durante los años
-transcurridos encorva el cuerpo y embota los órganos, también se
-rebaja el ingenio, se entorpece la lengua y se apaga el entendimiento;
-y, por último, cuando el instante de la muerte llega, todo acaba. En
-esta ocasión el alma como humo se desvanece, confundida en las etéreas
-auras: viene á la vida juntamente con el cuerpo, con él crece, y
-juntamente sucumbe con él bajo el peso de las fatigas acumuladas por
-los años.</p>
-
-
-<p class="verslat">461. <i xml:lang="la" lang="la">Huc accedit uti
-videamus corpus ut ipsum...</i></p>
-
-<p>Podemos también observar que al cuerpo atacan excesivos males y
-duros dolores, y al alma afligen cuidados, tristezas y sobresaltos;
-luego están igualmente sujetos á la muerte.</p>
-
-<p>Muchas veces, por causa de las dolencias que ofenden al cuerpo, el
-ánimo se turba, el juicio se extravía, la razón desfallece: cae el
-cuerpo abatido por letargo invencible que le obliga á cerrar los ojos
-é inclinar la cabeza, y en tanto el ánimo yace en sopor imperturbable;
-en ese estado el paciente no oye la voz ni conoce las facciones de los
-circunstantes que junto á su lecho se esfuerzan,<span class="pagenum"
-id="Page_140">p. 140</span> entre suspiros profundos y lágrimas que
-les bañan el rostro, por restituirlo al goce de la vida. Luego si
-la enfermedad afecta íntegramente á todo el ser que la sufre, es
-indispensable confesar que el alma se disuelve cuando en ella penetra
-el contagio morboso. El dolor y los padecimientos son precursores de la
-muerte: nos lo ha enseñado la experiencia.</p>
-
-
-<p class="verslat">470. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, cur
-hominem, cùm vini vis penetravit...</i></p>
-
-<p>Finalmente, cuando al hombre domina la fuerte acritud del vino,
-cuyo intenso ardor se extiende por sus venas, ¿por qué los miembros lo
-abaten, las piernas le flaquean, la lengua le vacila, el entendimiento
-le falta, los ojos le lloran? ¿Por qué ese hombre, rendido por la
-embriaguez, exhala gritos, vierte llanto, profiere injurias, comete
-excesos? ¿Cuál es el motivo inmediato de esos fenómenos sino la
-fuerza del vino, que perturba el alma cuando también trastorna las
-funciones del cuerpo? Y todo lo que puede ser alterado con seguridad
-perece cuando una causa extraña modifica radicalmente las necesarias
-condiciones de su existencia.</p>
-
-
-<p class="verslat">487. <i xml:lang="la" lang="la">Quin etiam, subita
-vi morbi sæpe coactus...</i></p>
-
-<p>Más aún; no pocas veces ante nuestros ojos se presenta el triste
-espectáculo de un<span class="pagenum" id="Page_141">p. 141</span>
-infeliz que atacado repentinamente por grave mal cae al suelo como
-herido por un rayo: de la boca le salen espumas á borbotones; temblor
-convulsivo se apodera de sus miembros; estertores pavorosos de su
-pecho brotan; se agita con violencia, se retuerce con angustias,
-se arquea con frenesí: la enfermedad ha invadido todo el cuerpo,
-ha penetrado en el organismo, y el alma, afectada, manifiesta su
-estado por estremecimientos epilépticos, de igual manera que las más
-inferiores capas de agua cuando en el mar penetra el viento se mueven,
-se arremolinan y se muestran á la superficie convertidas en espumosas
-irritadas olas: el dolor de aquel desdichado tiene un cierto desahogo
-en los gemidos que exhala; cuando menos disminuye al escapar algunos
-gases del modo que tienen salida los elementos de la voz: algunas
-veces, perturbaciones de esa clase ocasionan la demencia cuando el
-ánimo y el ánima sorprendidos por un daño imprevisto en su primer
-movimiento rompen el concierto de su unión. Al disminuir la causa
-del ataque sufrido por el enfermo, el humor corrompido se restituye
-á los vasos linfáticos de donde proviniera, el paciente comienza á
-incorporarse, tembloroso y vacilante se yergue y recobra poco á poco
-el uso de la razón y de los sentidos. Puedes conocer, ante la<span
-class="pagenum" id="Page_142">p. 142</span> consideración de casos
-como el que te he presentado, que el alma es combatida por diferentes
-quebrantos, muy penosos, y que en ocasiones se agita dolorosamente en
-el cuerpo cuya vida integra. ¿Y creerás que si la vida se ausenta de un
-cuerpo subsistirá por sí sola en medio del aire expuesta á todos los
-vientos?</p>
-
-
-<p class="verslat">510. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam mentem
-sanari, corpus ut ægrum...</i></p>
-
-<p>Cuando podemos comprobar que el entendimiento y el cuerpo que en
-enfermedad caen se curan por la Medicina, tenemos que reconocer que
-ese hecho da testimonio de la condición mortal del ánimo, el cual, si
-experimenta modificaciones, ha de estar sujeto á pérdidas y aumentos
-como todas las demás substancias que pueden cambiar; pero lo que es
-inmortal no es susceptible de alteraciones, porque si alguna vez dejara
-de ser lo que antes ha sido, ó perdiera la más mínima parte de su
-estructura, al traspasar los límites de su naturaleza, podría también
-llegar hasta la muerte; luego el ánimo ya padezca ó ya sea curado con
-auxilio de la Medicina, como perecedero se nos muestra en ambos casos.
-De esta manera la verdad combate los sofismas, cierra el camino á todo
-subterfugio y con razonados argumentos alcanza victoria sobre los
-errores.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_143">p. 143</span>Muchas veces
-presenciamos la muerte lenta de un hombre cuyos miembros pierden poco
-á poco la sensibilidad; primeramente quedan lívidas sus extremidades
-inferiores; después la muerte, desde los piés se apodera de las
-piernas; luego sube, avanza y en todas partes deja las señales de su
-letal aliento. Como el alma, por su naturaleza, no existe reducida á
-un lugar sino se halla en todo el cuerpo, ante la consideración del
-caso precedente, debe calificarse de mortal, porque si piensas que
-puede refugiarse y encogerse en órganos que no están invadidos por la
-destrucción que adelanta, habrías de admitir que las sensaciones se
-acumulan en aquellos puntos donde las energías anímicas se concentran;
-pero como nada que autorice esta suposición se ha observado hasta
-ahora, hay que reconocer que el alma queda lacerada en los miembros
-dañados, y, por consiguiente, es víctima de la muerte; pero aun en
-el caso de que el alma pudiera replegarse para huir de los miembros
-atacados, deberíamos también considerarla mortal, porque, en
-definitiva, lo mismo importa que perezca dispersada en los aires ó
-encogida en una masa. De todas maneras, siempre resulta que para el
-hombre las sensaciones poco á poco se extinguen y la vida poco á poco
-se consume.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_144">p.
-144</span>548. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam mens est hominis
-pars una, locoque...</i></p>
-
-<p>El entendimiento forma parte del hombre, y en la constitución de
-éste ocupa lugar determinado, como los oídos, los ojos y los demás
-órganos que ejercen funciones propias en circunstancias dadas para el
-cumplimiento de las leyes de la vida. Así como no sería posible que
-las manos, la nariz y los ojos gozaran de sensaciones separados del
-cuerpo correspondiente, sino que en este caso, corrompidos caerían
-en disolución, así también el ánimo no puede tener existencia real
-fuera del cuerpo en que está contenido; aunque más exacto fuera decir
-que el ánimo y el cuerpo forman una sola substancia que mutuamente se
-integran.</p>
-
-<p>En fin; el cuerpo y el alma viven en cuanto están unidos: alma
-sin cuerpo, aun admitida la suposición de que pudiera existir, no
-produciría las sensaciones de la vida; y cuerpo sin alma carece de
-energías y de movimientos voluntarios: si de la órbita queda separado
-el globo ocular, no servirá para la función de ver; igualmente el alma
-y el ánimo por sí mismos nada son, porque sus partes componentes se
-hallan distribuidas por las vísceras, venas, huesos y nervios, están
-adaptadas al cuerpo adecuadamente constituido, y no pueden vivir
-inde<span class="pagenum" id="Page_145">p. 145</span>pendientes: si
-la actividad anímica y el cuerpo rompieran sus antiguas relaciones, se
-dispersarían y no podrían volver á la vida; pero inmediatamente después
-que el alma se aleja del cuerpo, los principios formativos de una y de
-otro disueltos quedan: si el alma pudiera ser en el aire como era antes
-en un cuerpo organizado, también funcionaría en el aire y éste llegaría
-á ser animado. Cuando en los aparatos de los animales hay algún
-desequilibrio, sobreviene la espiración del aura vital y se extinguen
-la sensación del ánimo y la actividad del alma, sensación y actividad
-que son dos efectos dependientes de una misma causa.</p>
-
-
-<p class="verslat">580. <i xml:lang="la" lang="la">Denique cùm corpus
-nequeat perferre Animai...</i></p>
-
-<p>Además, es un hecho que no puede soportar el cuerpo la ausencia del
-alma: inmediatamente que ésta falta, aquél presenta pestilenciales
-síntomas de próxima descomposición: ¿es posible dudar de que la
-vitalidad anímica escapa, y en el espacio se desvanece como el humo?
-La alteración que sufre todo cuerpo vivo cuando es alcanzado por la
-muerte, ¿no es claro indicio de que el alma, fundamento de la vida,
-en un momento descompuesta, huye por todos los poros y conductos del
-cuerpo? Debes declarar que son muchas las pruebas de que des<span
-class="pagenum" id="Page_146">p. 146</span>hecha la estructura del
-alma, sus elementos se ausentan del cuerpo y disgregados se confunden
-en las auras etéreas.</p>
-
-<p>Frecuentemente el alma, sacudida por violencias extrañas y aun
-dentro de las condiciones ordinarias de la vida, conmueve los órganos
-y parece que va á abandonar repentinamente el cuerpo: una extrema
-languidez altera el semblante como si la muerte fuera inmediata; una
-debilidad excesiva se apodera de los miembros que amenazan con una
-inminente dislocación; los sentidos suspenden sus funciones; las
-fuerzas del organismo carecen de suficiente energía para mantener
-los lazos de la existencia; el ánima y el ánimo perturbados, parecen
-próximos á perecer, y positivamente dejarían el cuerpo si el choque
-experimentado por ellos adquiriera alguna mayor violencia. Y si
-convulsiones y trastornos tales sufre el alma dentro del cuerpo, ¿cómo
-puedes pensar que fuera de él y confundida en el inmenso espacio, sea
-capaz de resistir los embates exteriores y vivir, no ya perpetuamente,
-sino un solo instante?</p>
-
-
-<p class="verslat">607. <i xml:lang="la" lang="la">Nec sibi enim
-quisquam moriens sentire videtur...</i></p>
-
-<p>No parece que el moribundo note que el alma se le escape íntegra
-del cuerpo, ni que le suba por el tubo aéreo hasta la faringe,<span
-class="pagenum" id="Page_147">p. 147</span> sin duda porque la parte
-existente en cada órgano en él se extingue, como desaparece la
-actividad de todos los sentidos en la misma región donde se manifiesta;
-pero si fuera inmortal nuestra potencia de conocer, al desprenderse del
-cuerpo inspiraría alborozo y no tristeza al moribundo, porque gozaría
-de verse libre de la vestimenta que la había envuelto, así como la
-serpiente se alegra al dejar la piel que la cubre ó como el venado se
-regocija cuando pierde las viejas astas.</p>
-
-<p>¿Por qué la reflexión y la inteligencia no se ofrecen jamás como
-originadas solamente en la cabeza, ó en los piés ó en las manos, sino
-en sede establecida á la vez en todas las regiones corporales, ya
-que desde el momento en que se produce un ser cada sentido surge y
-permanece en un determinado sitio del cuerpo, de tal modo, que nunca
-se da el caso de que se interrumpa el orden existente y todas las
-funciones indiferentemente se ejecuten por todos los órganos? Entre
-las cosas hay correlación estable, y nunca en las aguas de los ríos
-estallará un incendio ni el agua se helará entre voraces llamas.</p>
-
-<p>Si fuera inmortal la naturaleza del alma y ésta pudiera sentir
-del cuerpo separada, en ese estado independiente poseería, según mi
-entender, cinco sentidos que le fueran propios; no de otra manera
-podemos suponer<span class="pagenum" id="Page_148">p. 148</span> que
-las almas vaguen en los infiernos, y así lo han pensado los pintores
-y los poetas de todos los siglos cuando representan á las almas
-revestidas de sentidos corporales; pero si es cierto que el alma sin
-cuerpo no puede tener ojos ni conservar la nariz, ni las manos, ni
-la lengua ni los oídos, cierto ha de ser también que no puede tener
-sensaciones ni existir.</p>
-
-
-<p class="verslat">635. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoniam toto
-sentimus corpore inesse...</i></p>
-
-<p>Es indudable que las funciones vitales residen en todo el cuerpo
-y que todo éste se encuentra igualmente animado; si repentinamente
-un golpe divide en dos porciones á un ser vivo, y cada una de esas
-partes cae en diferente dirección, no debe dudarse de que también
-el alma quede fraccionada en dos mitades, cada una de las cuales
-acompañará á la parte correspondiente del cuerpo; empero, si puede
-partirse no puede ser eterna. Frecuente es que, en los combates,
-carros falcíferos con rapidez extraordinaria separen miembros que
-siguen calientes y palpitantes sobre el suelo, ya porque sobrecogida
-el alma por lo instantáneo del golpe no ha sentido el dolor del
-daño, ya porque absorta en los accidentes de la pelea no ha cuidado
-más que de valerse de los miembros como instrumentos de batalla. Un
-guerrero<span class="pagenum" id="Page_149">p. 149</span> no se
-entera durante algunos instantes de que arrebatadoras hoces y rápidos
-carros lo han privado ¡infeliz! del brazo izquierdo y del escudo con
-que se amparaba de los golpes; otro, empeñado en escalar un muro, no
-advierte por un momento que ha perdido el brazo derecho; otro intenta
-apoyarse en un pié que le falta y que á su lado ve tendido en el
-suelo, donde, moribundos, tartalean los dedos; también la cabeza, del
-cuerpo separada, rueda, cubierta en sangre, y mueve los ojos y muda
-el semblante, mientras que el tronco vida y calor conserva hasta que
-se evaporan las reliquias del alma. Si de una serpiente que vibra la
-lengua y te amenaza cortas la cola en varias partes con afilado hierro,
-pero de manera que la porción anterior le quede intacta, notarás que
-durante algún tiempo cada pedazo se agita, se retuerce y despide
-substancias venenosas, en tanto que la cabeza se vuelve y clava los
-dientes en el sitio herido para atenuar el dolor. ¿Supondremos que hay
-tantas almas como partes separadas? Entonces cada ser animado tendría
-á su disposición un número de almas no determinable. Lo que podemos
-afirmar es que el alma se fracciona al dividirse el cuerpo; y en este
-caso alma y cuerpo, igualmente divisibles, son igualmente mortales.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_150">p.
-150</span>671. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, si inmortalis
-natura Animai...</i></p>
-
-<p>Si el alma fuere de inmortal naturaleza y se uniera al cuerpo en
-el instante en que éste apareciera á luz, ¿cómo no sabemos de propia
-experiencia absolutamente nada anterior á la vida y no conservamos el
-menor vestigio de las acciones pasadas? Y si tanto se altera el alma
-que llega á olvidar todo lo pasado, entiendo que el estado á que se
-reduce difiere poco de la muerte. Conducidos por estas observaciones
-hemos de vernos obligados á confesar que todas las almas que antes
-hayan vivido murieron, y que las ahora existentes ahora se han
-producido.</p>
-
-<p>Además de lo expuesto, si el cuerpo ya formado recibe la potencia
-vivificadora del alma cuando traspasa los umbrales de la vida,
-entonces, con seguridad, no la sentiríamos crecer con los miembros en
-todo el cuerpo, en la sangre toda, sino viviría, como en una jaula,
-indiferente á las mudanzas que el cuerpo tiene durante la edad, y no se
-desenvolvería con el desarrollo del cuerpo. Así, dígase y repítase que
-las almas tienen principio y están sujetas á las leyes de la muerte. Y
-tampoco puede racionalmente pensarse que una substancia determinada,
-sólida, se junte estrechamente al cuerpo y no siga la suerte de éste;
-lo contrario es lo que los he<span class="pagenum" id="Page_151">p.
-151</span>chos manifiestan, porque el alma se halla en todas las
-partes del cuerpo, en las vísceras, en las venas, en los nervios, en
-los huesos y hasta en los dientes, como lo patentiza el dolor que en
-éstos experimentamos frecuentemente, las sensaciones desagradables que
-sufrimos cuando se toma en la boca agua helada y las molestias que al
-masticar se tienen cuando en los alimentos se hallan algunas asperezas.
-Y como la unión es tan perfecta, no es creíble que el alma se salve de
-las incomodidades que padecen las articulaciones, los nervios y los
-huesos, que tan íntimamente la poseen.</p>
-
-
-<p class="verslat">699. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si fortè putas
-extrinsecus insinuatam...</i></p>
-
-<p>Y si llegaras á suponer que la substancia extraña que se une al
-cuerpo es líquida, aumentarás los motivos de precisa disolución,
-porque ésta será más rápida cuanto más extendida se considere el alma,
-ya que los líquidos se evaporan y luego desaparecen transformados:
-divididos el ánimo y el alma entre todos los órganos, así como los
-alimentos, después de la digestión, convertidos en nueva substancia
-se reparten por todos los miembros, de igual modo si aquéllos, aunque
-íntegros, penetran en el cuerpo, en él se disolverán pronto, y sus
-partículas circularán en todos los vasos y venas;<span class="pagenum"
-id="Page_152">p. 152</span> se formará así nueva alma, que, originada
-por la anterior, se extenderá en los miembros, y distribuida entre
-éstos, perecerá también. Según puede conjeturarse por lo expuesto, el
-alma, aun considerada como un líquido, tendría su día de nacimiento y
-su día de muerte.</p>
-
-<p>¿Por acaso algunos elementos del alma permanecen en el cuerpo
-después de la muerte de éste? Entonces no puede gozar del beneficio
-de la inmortalidad, porque tendrá que sufrir diminución en sus partes
-componentes. Y si en toda su perfecta unidad se retira del cuerpo, y
-en éste no queda la más mínima porción de ella, ¿por qué motivo de
-los cadáveres descompuestos brotan numerosos gusanos? ¿Cómo se forman
-tantos insectos sin huesos y sin sangre, que bullen en los entumecidos
-miembros?</p>
-
-<p>Si entiendes que esos animálculos reciben de fuera sus respectivas
-almas, las cuales se unen á sus cuerpos, deberás observar que es
-muy sorprendente el hecho de que tantos miles de almas de insectos
-vermiculares concurran á un sitio donde se halla un cadáver en
-descomposición; pero aún hay en este asunto para estudiar una cuestión
-que se divide en dos: si las almas de esos gusanos escogen por su
-propia iniciativa los embriones que les sirven de materiales para
-fabri<span class="pagenum" id="Page_153">p. 153</span>car las casas en
-que se han de introducir; ó si desde luego se introducen en cuerpos ya
-formados. No se comprende por qué motivo las almas de los gusanos, que
-sin cuerpos transitan libremente, exentas de frío, de hambre y de otras
-molestias, se decidan á construir un cuerpo, donde, al encerrarse,
-han de sufrir no pocas incomodidades, mediante el contacto que tengan
-con el cuerpo que les sirva de envoltura; pero si las almas hubieran
-de construir las moradas en que se aposentasen, deberían recibir
-fuerzas útiles, acomodadas á ese fin. No es lícito creer que las almas
-fabriquen para su uso los cuerpos y los órganos en que han de residir,
-ni tampoco es admisible la idea de que se introduzcan ó establezcan en
-cuerpos formados con anterioridad; pues no hay conexión ni enlace que
-puedan existir por consentimiento común del cuerpo y del alma.</p>
-
-
-<p class="verslat">749. <i xml:lang="la" lang="la">Denique cur acris
-violentia triste Leonum...</i></p>
-
-<p>En fin; ¿por qué la cruel ferocidad de los leones se conserva en su
-especie? ¿Por qué entre las zorras es hereditaria la astucia y entre
-los gamos el temor que les obliga á estar siempre fugitivos? Y con
-respecto á los demás géneros de animales, ¿por qué en todos los grupos
-hay cualidades permanentes que se transmiten, si no es porque hay<span
-class="pagenum" id="Page_154">p. 154</span> elementos especiales que
-de igual modo contribuyen á la formación del alma que á la del cuerpo?
-Si aquélla fuese inmortal y residiera ya en un cuerpo, ya en otro, no
-habría costumbres propias de cada especie animal, y se vería muchas
-veces al perro de origen hircano esquivar temeroso la presencia del
-cornígero ciervo, y al rapaz gavilán temblar y huir al ver que se
-le aproximaba una paloma; los hombres perderían la racionalidad y
-brillaría el saber de las fieras.</p>
-
-<p>Incurren en grave error los que suponen que sin dejar de ser
-inmortal el alma, se acomoda á los cuerpos en que se aposenta; pero lo
-que muda se disuelve, luego muere: si las partes cambian desaparece
-el orden que constituyen; y por tanto, se perderían en los miembros y
-morirían juntas con el cuerpo. Si dicen que las almas de las personas
-siempre á otros cuerpos humanos pasan, preguntaré también que cómo
-puede suceder que el alma de un sabio esté oculta en un necio, y cómo
-los potros no tienen la destreza del caballo, si no es porque se
-origina cada alma de germen propio de su especie y se desarrolla con el
-total del cuerpo; y si piensan que al habitar en cuerpos nuevos el alma
-se rejuvenece, implícitamente declaran que el alma es mortal porque
-la<span class="pagenum" id="Page_155">p. 155</span> mudanza supone
-desaparición de las sensaciones y extinción de la vida.</p>
-
-
-<p class="verslat">771. <i xml:lang="la" lang="la">Quove modo poterit
-pariter cum corpore quoque...</i></p>
-
-<p>¿Y cómo podrían el alma y el cuerpo alcanzar una igual fuerza y
-perfección si no tuvieran un solo y el mismo origen? ¿Por qué en la
-senectud las almas todas, sin excepción, abandonan á los miembros?
-¿Acaso temen que encerradas en un cuerpo cercano ya á la corrupción, ó
-metidas en un edificio vetusto puedan ser víctimas de la ruina? Pero
-tales peligros no podrían alcanzar á seres inmortales.</p>
-
-<p>Además, parece ridículo imaginarse que las almas, evocadas por
-Venus, acudan presurosas al acto de la generación y del nacimiento y
-contiendan entre sí en número considerable con extraordinario celo para
-disputarse el nuevo cuerpo; á no ser que entre las almas exista un
-pacto federativo en cuya virtud la primera que llegue con vuelo rápido
-sea la preferida, y de este modo aquéllas no consuman sus fuerzas en
-inútiles batallas.</p>
-
-<p>Finalmente; ni en el aire se encuentran árboles, ni en el mar
-nubes, ni los peces viven en los campos, ni en la madera hay sangre,
-ni en las piedras savia: un propio lugar es adaptado para la vida y
-crecimiento<span class="pagenum" id="Page_156">p. 156</span> de cada
-ser, y no hay alma sin cuerpo dotado con sangre y nervios. Si pudiera
-haber energía anímica sin aquellos órganos, también sería fácil que el
-alma tuviera su residencia en la cabeza, en los hombros, en los piés
-ó en cualquiera otra parte del cuerpo, supuesto que de todas maneras
-siempre quedaría en la misma persona ó en el mismo vaso. Pero si no
-podemos dar por cierto que en nuestro cuerpo exista un lugar fijo
-donde el ánimo y el alma puedan residir y crecer, tampoco debemos
-admitir como verdadera la idea de que puedan existir fuera del cuerpo:
-necesario es, pues, afirmar que cuando el cuerpo muere también el alma
-se disipa.</p>
-
-
-<p class="verslat">802. <i xml:lang="la" lang="la">Quippe etenim
-mortale æterno jungere, et unà...</i></p>
-
-<p>Y ciertamente, unir lo mortal con lo eterno y suponer una recíproca
-influencia entre lo uno y lo otro es delirar. ¿Puede haberse discurrido
-mayor absurdo que el de juntar cosas tan diversas y contrarias como
-son las comprendidas en lo perecedero y perdurable, y pretender que
-soporten en continua repugnancia daños comunes?</p>
-
-<p>Para que un cuerpo subsista eternamente es necesario, ó que
-sus componentes sean por completo sólidos y resistan el choque,
-la penetración y la disociación producidos<span class="pagenum"
-id="Page_157">p. 157</span> por otros cuerpos, como sucede á los
-elementos de la materia, de los cuales con extensión hemos tratado
-anteriormente, ó que no sea susceptible de choques, como el vacío,
-que permanece siempre intacto y nunca puede ser destruido, ó, por
-último, que no esté rodeado por un espacio al que sean lanzados sus
-fragmentos; de esta manera última es eterna la Suma de las sumas,
-fuera de la cual no hay nada que pueda alterarla ó disolverla, ni
-lugar en que se disipe, ni agentes que la disminuyan ó quebranten.
-Pero, como ya he demostrado, el alma no tiene solidez absoluta, porque
-en todas las concreciones hay que admitir intersticios; ni tiene las
-condiciones del vacío, porque hay en la Naturaleza otros cuerpos que
-pueden producir trastornos en su composición y rodearla de invencibles
-peligros; existe, además, un espacio infinito donde la energía anímica
-puede anularse y los elementos del alma pueden ser precipitados á la
-disolución. Luego para el alma no están cerradas las puertas de la
-muerte.</p>
-
-
-<p class="verslat">829. <i xml:lang="la" lang="la">Quod si fortè ideò
-magis inmortalis habenda est...</i></p>
-
-<p>Si por acaso fuera considerada inmortal porque resguardada se
-encuentra de agentes exteriores que intenten combatirla, ó<span
-class="pagenum" id="Page_158">p. 158</span> porque no puede ser
-directamente atacada, y si lo fuera podría rechazar el golpe antes
-de ser herida, el que así pensara se colocaría en una posición muy
-distinta de la verdad. Además de las dolencias que afligen al cuerpo y
-que interesan al alma, ésta sufre amarga incertidumbre por los sucesos
-futuros que le producen no pocos sobresaltos, y tiene remordimientos
-por los errores cometidos en épocas pasadas: añade el delirio, que es
-propia enfermedad del alma, la falta de memoria y el terror de ser
-arrojada en las negras ondas del letargo.</p>
-
-<p>Nada es la muerte y nada nos importa desde que se considera
-inmortal la naturaleza del alma; y así como no sufrimos ahora por
-los padecimientos pasados en el tiempo ni por motivo de las luchas
-sostenidas con los invasores cartagineses en las guerras que con
-hórrido tumulto hicieron estremecer hasta á los astros, y mantuvieron
-en espectación al mundo, que dudaba acerca de cuál de los dos pueblos
-había de dominarlo por mar y tierra, así también, cuando la vida se
-haya extinguido en nosotros por la separación del alma y del cuerpo,
-nada tendrá influencia sobre nosotros, ni causa alguna despertará
-nuestras sensaciones aunque se confundan la tierra con el mar y el mar
-con el cielo.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_159">p.
-159</span>854. <i xml:lang="la" lang="la">Et si jam nostro sentit de
-corpore, postquam...</i></p>
-
-<p>Y si después de separados de nuestro cuerpo el ánimo y la actividad
-anímica aún conservaran la facultad de sentir, nada podría importarnos
-ese hecho, supuesto que somos producto de íntima unión constituida por
-el cuerpo y el alma. Si transcurrido algún tiempo después de nuestra
-muerte pudieran volverse á unir del modo que ahora lo están nuestras
-partes integrantes, y por segunda vez nos fuera dada la luz de la
-vida, tal suceso en nada podría afectarnos por haberse interrumpido la
-continuidad de nuestra existencia. Nada que nos haya pasado antes de
-que tuviéramos conciencia de nosotros mismos, puede importarnos, como
-no debe afligirnos preocupación alguna por lo que hagan de nuestros
-restos las futuras generaciones. Si meditamos acerca de las mudanzas
-y movimientos que indudablemente ha experimentado la materia durante
-una serie de pasados siglos, habremos de convenir en que los elementos
-pueden haberse combinado en otras ocasiones lo mismo que lo están hoy;
-pero la memoria no puede conservar recuerdos acerca de esos cambios
-por las pausas que ha habido en la existencia y por los distintos
-movimientos extraños á las sensaciones á que pueden haber estado<span
-class="pagenum" id="Page_160">p. 160</span> sometidos los elementos del
-alma. La muerte exime y libra de todo sufrimiento á aquel individuo que
-sin duda habría de padecer cualquier daño en el supuesto de que viviera
-dentro de algún tiempo como ahora vive. Debemos considerar, por tanto,
-que en la muerte nada hay que nos inspire legítimo temor, porque no
-puede sufrir quien no existe; y para el efecto de las sensaciones no
-hay diferencia entre el objeto que nunca ha sido capaz de tenerlas, y
-el ser á quien la muerte eterna salvó de mortal vida.</p>
-
-
-<p class="verslat">882. <i xml:lang="la" lang="la">Proinde ubi se
-videas hominem indignarier ipsum...</i></p>
-
-<p>Cuando veas que un hombre se indigna al considerar lo que hagan
-de él después de muerto, porque teme que su cadáver sea arrojado á
-un pudridero ó consumido por las llamas ó devorado por las fieras,
-lícito ha de serte suponer que no habla con sinceridad y que en el
-corazón abriga ciertas preocupaciones, aunque niegue creer que alguien
-sienta después de muerto. Opino que no dice lo que piensa, porque
-entiendo que el tal individuo, si habla de su muerte con temores, es
-porque se figura que asiste á ella, que una parte de su propio ser le
-sobrevive, que su cadáver se destina para pasto de las fieras voladoras
-ó de las vivíparas, que se apena de sí mismo, que no se resuelve
-á<span class="pagenum" id="Page_161">p. 161</span> desprenderse
-definitivamente de sus restos, ante los cuales él mismo en posesión de
-su juicio se encuentra colocado, y se indigna por haber sido creado
-mortal; se considera de pié junto á su propio cadáver, y sin pensar
-en que la muerte no deja otro él existente, deplora su desaparición,
-y llora y se queja herido por el dolor. Desagradable juzgan muchos
-la idea de ser devorado por las fieras; pero no comprendo que se
-considere mejor el ser quemado por las voraces llamas que rodean el
-cuerpo yacente, ó ser envuelto en miel, ó congelado por el frío, ó
-encerrado en sepulcro marmóreo, ó ser comprimido por montón de tierra
-apisonado.</p>
-
-
-<p class="verslat">906. <i xml:lang="la" lang="la">At jam non domus
-accipiet te læta, neque uxor...</i></p>
-
-<p>Pero ya familia alegre y excelente esposa no saldrán á recibirte,
-ni cariñosos hijos correrán á buscar tus besos y á inflamar tu pecho
-con mal contenido placer; ya no podrás realizar empresas gloriosas para
-ti y para las personas de tu amor: «infeliz, ¡oh infeliz! dirán, un
-solo día infesto destruyó los goces de tu vida,» y no añadirán á esas
-palabras «pero también te libró de una vez de toda clase de pesares;»
-porque si meditaran libres de prevenciones y reflexionaran acerca de
-lo que piensan, desterrarían toda congoja del ánimo y todo miedo. Sin
-duda<span class="pagenum" id="Page_162">p. 162</span> alguna, cuando
-yazgas inanimado por la muerte estarás exento, para toda eternidad, de
-dolores y pesares; pero nosotros, junto á ti, aun después de convertido
-en cenizas, verteremos tristes lágrimas y abrigaremos en el pecho para
-siempre la pena que nos devore. Pero hay motivo para preguntar: ¿qué
-es lo que en este suceso hay de amargo para el que muere, si queda
-reducido á quietud y puede consumirse en el tiempo que dure el luto de
-sus parientes y deudos?</p>
-
-<p>Muchas veces en los festines, los comensales, recostados, con las
-copas levantadas y con la frente oculta por las coronas, exclaman:
-«Breve es la dicha del pobre hombre, y cuando se marcha no es posible
-hacerla volver.» Tal vez les amargará lo dulce de aquel momento la
-idea de la muerte, con las ansias de ardiente sed que les devore y les
-abrase, ó con algún otro deseo que les atormente.</p>
-
-<p>Cuando la inteligencia y el cuerpo entregados al sueño descansan,
-nadie de sí cuida ni de su existencia: de igual modo, cuando eterno
-sueño nos subyugue ningún deseo nos ha de volver á atormentar; pero
-los elementos de las sensaciones, aun cuando en el sueño se hallan
-detenidos, no se disuelven y pueden funcionar nuevamente. La muerte es
-todavía menos que el sueño, si es que se puede llamar menos que algo
-lo que<span class="pagenum" id="Page_163">p. 163</span> nada es. Á la
-muerte sigue la disolución de la materia; y por esa causa nadie que
-haya sido asaltado por el frío intenso que sigue á la desaparición de
-la vida, ha vuelto á despertar.</p>
-
-
-<p class="verslat">943. <i xml:lang="la" lang="la">Denique si vocem
-rerum Natura repente...</i></p>
-
-<p>En suma, si la Naturaleza emitiera voz inteligible y de este modo
-se expresara: «¿Por qué te entregas, mortal, con tanto exceso al dolor
-y á la aflicción? ¿por qué gimes y lloras ante la idea de la muerte?
-Si hasta ahora te ha sido grata la vida y los placeres para ti no
-se han perdido como si hubieran sido puestos en vaso taladrado y se
-hubieren extinguido ó escapado fácilmente, ¿por qué no te separas de
-la vida como convidado satisfecho, y por qué, necio, no te entregas
-con ánimo tranquilo al reposo? Y si los placeres que pudieras tener ya
-se han extinguido y la vida sólo te proporciona sinsabores, ¿por qué
-deseas aumentar tus días que te producirán nuevos disgustos, y al cabo
-concluirán sin hacerte ningún bien, y por qué no anhelas el fin de la
-vida que será también el término de tus trabajos? Considera que desde
-ahora en adelante, por mucho que me esforzara, nada encontraría que te
-proporcionara placer, porque las cosas siempre son las mismas. Si<span
-class="pagenum" id="Page_164">p. 164</span> tu cuerpo ha resistido el
-desgaste de los años y tus miembros aún no vacilan, también deberás
-pensar que las cosas continuarán siempre lo mismo, aunque vivas largos
-siglos y aunque nunca mueras,»—¿qué responderíamos, sino que era justa
-la demanda interpuesta por la Naturaleza y fundado el motivo de sus
-palabras?</p>
-
-<p>Pero si fuera un desdichado el que se lamentara de la llegada
-próxima de la muerte, ¿con cuánto mayor motivo y con cuánta mayor
-dureza no le podría decir llena de indignación: «Oculta esas lágrimas,
-hombre insaciable, son inútiles tus quejas?» Y si fuera un anciano
-rendido bajo el peso de la edad el que temiera la muerte, la Naturaleza
-podría decirle: «Has gustado todos los placeres, ¿y todavía te quejas?
-Tu inmoderado afán por despreciar lo que posees y desear lo que no
-tienes ha mermado en la mitad los goces que has podido tener en la
-vida, y ahora te alcanza la muerte antes de que tu avidez quede
-satisfecha: lo que ya en turno has disfrutado en tu larga edad, déjalo
-para que lo usufructúen los que vienen detrás de ti en la vida; es
-necesario.»</p>
-
-<p>Con razón, según pienso, con razón hablaría, acusaría y reprendería
-de este modo la Naturaleza. La vejez, decrépita, cede siempre el paso á
-la juventud: los seres á costa<span class="pagenum" id="Page_165">p.
-165</span> los unos de los otros se suceden. Nada se pierde en los
-profundos abismos del Tártaro; la materia de hoy es necesaria para el
-advenimiento de las generaciones futuras; y éstas pasarán muy pronto,
-como aquélla no tardará en seguirte: los seres que ahora son perecerán
-de igual modo que sucumbieron los que gozaron antes de la vida: cada
-ser nace de otro y á ninguno es dada la vida á perpetuidad.</p>
-
-
-<div class="section">
- <p class="verslat">984. <i xml:lang="la" lang="la">Respice item quam
- nil ad nos anteacta vetustas...</i></p>
-</div>
-
-<p>Reflexiona, además, cuán nula es para nosotros la edad pasada antes
-de nuestro nacimiento. La Naturaleza nos muestra en lo que ha existido
-hasta ahora lo que será en lo sucesivo: ¿y qué encontramos de horrible
-y de triste en la muerte de los que fueron? ¿no es, por acaso, un sueño
-muy tranquilo?</p>
-
-<p>Todos los tormentos, sin excepción alguna, de los que se dice
-que son propios del profundo Aqueronte, á esta nuestra vida real
-pertenecen. El mísero Tántalo que teme ser aplastado por masa enorme
-suspendida en el aire, según la fábula, en su vano temor que le
-agobia representa á los hombres necios que, aterrorizados, atribuyen
-á los dioses todo lo que es obra del acaso<a id="FNanchor_37"
-href="#Footnote_37" class="fnanchor">[37]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_37"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_37">[37]</a></span> También refiere la fábula que
-Tántalo (personificación de la perfidia) fué sumergido hasta la barba
-en un lago, á cuyas orillas había árboles de frutas deliciosas; tanto
-las aguas del lago como las frutas huían de Tántalo, cuando éste,
-sediento ó con hambre, pretendía utilizarlas.</p>
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_166">p. 166</span>No
-hay Ticio yacente<a id="FNanchor_38" href="#Footnote_38"
-class="fnanchor">[38]</a> en las orillas de un río del infierno, y no
-hay buitres que le coman constantemente las entrañas: habían de ser
-éstas de un tamaño suficiente para cubrir toda la tierra y ocupar la
-inmensidad del espacio, y no serían bastantes para servir de pasto
-durante la eternidad á aquellas insaciables fieras aladas; ni puede
-ser interminable el dolor, ni cuerpo alguno puede servir de inacabable
-alimento. Pero en realidad, Ticio es imagen de aquellos á quienes amor
-tiraniza, ansiedades atormentan y pasiones devoran.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_38"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_38">[38]</a></span> Ticio (el fatuismo), hijo de
-Júpiter (el poder) y de Elara (la coquetería), según los poetas estaba
-condenado á que los buitres (las pasiones) le picotearan perpetuamente
-las entrañas, por haber galanteado á Latona (la vanidad) madre de Apolo
-(el ritmo) y de Diana (la caza).</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">1007. <i xml:lang="la" lang="la">Sisyphus in vitâ
-quoque nobis ante oculos est...</i></p>
-
-<p>Ante nuestros ojos tenemos también la alegoría de Sísifo,
-aplicable á aquellos que resuelven pedir al pueblo los haces y
-las cortantes segures<a id="FNanchor_39" href="#Footnote_39"
-class="fnanchor">[39]</a>, y siempre tienen que retirarse tristes
-y desairados. Solicitar ho<span class="pagenum" id="Page_167">p.
-167</span>nores que en rigor nada valen, pero cuya consecución es muy
-difícil, es lo mismo que luchar esforzadamente por llegar hasta la
-cumbre de una montaña, cargado con una piedra enorme, que siempre, al
-ser acercada á la cima se resbala, y después de recorrer el inclinado
-plano del monte, con la violencia adquirida rueda por la llanura.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_39"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_39">[39]</a></span> Alude á los haces de varas con
-segures, que llevaban los lictores encargados de preceder á los
-magistrados.</p>
-
-</div>
-
-<p>Satisfacer todas las exigencias del deseo; dar al ánimo cuantiosos
-dones, sin conseguir nunca dejarlo saciado; gozar los frutos y
-aprovechar los beneficios de las estaciones anuales que en rueda se nos
-presentan alternativamente, sin que basten á contentar los caprichos,
-todo esto se me figura que está representado en las Doncellas, de las
-cuales se cuenta que en su florida edad se ocupan en llenar de agua
-vasos que no tienen fondo, y nunca logran su objeto.</p>
-
-<p>El Cerbero, las Furias y el obscuro Tártaro, cuyas fauces despiden
-espantosas aceleradas llamas, nunca han existido ni pueden existir.
-Como consecuencia de los crímenes perpetrados y de las maldades hechas,
-aquí, en la vida, el malvado padece temores y castigos; la cárcel, la
-horrible pena de ser arrojado á un precipicio desde alta roca, los
-azotes, los verdugos, la flecha, la pez, la tea; y si para el criminal
-faltasen aquellos suplicios, la propia conciencia, que hasta las
-in<span class="pagenum" id="Page_168">p. 168</span>tenciones penetra,
-se encargaría de castigarlo. Si á todas las aflicciones ordinarias
-se juntan las preocupaciones que infunde la inseguridad en una vida
-posterior, el desconocimiento de los males que se padecen y el temor de
-que éstos puedan ser aumentados con la muerte, bien puede afirmarse que
-la vida es verdadero infierno de los necios.</p>
-
-
-<p class="verslat">1036. <i xml:lang="la" lang="la">Hoc etiam tibi tute
-interdum dicere possis...</i></p>
-
-<p>Sin vacilar, tú mismo puedes reconvenirte del siguiente
-modo: «Anco el bueno<a id="FNanchor_40" href="#Footnote_40"
-class="fnanchor">[40]</a> que fué mejor que tú, malvado, en muchas
-cosas, cerró sus ojos á la luz; todos los reyes y potentados que en
-otros tiempos gobernaron á muchas gentes sucumbieron á pesar de su
-poder: aquel mismo que en remotos días supo atravesar los mares y
-enseñó á sus legiones á pasarlos sin riesgo, y salvó en la obscuridad
-los abismos de las aguas y despreció los estruendos del Océano<a
-id="FNanchor_41" href="#Footnote_41" class="fnanchor">[41]</a>,
-también murió por la separación del alma y el cuerpo: Escipión, rayo
-de la guerra, terror de Cartago, entregó sus huesos á la tierra,
-lo mismo que el más vil de sus esclavos: los investigadores de las
-ciencias, los ordenadores de las artes, y los compañeros de las<span
-class="pagenum" id="Page_169">p. 169</span> Musas, entre los cuales
-Homero lleva el cetro, en sueño eterno reposan: Demócrito, cuando
-advirtió que su inteligencia se debilitaba por el natural efecto
-de la edad, voluntariamente rindió su cabeza á la muerte: el mismo
-Epicuro, aquel que por su genio superó á todos los individuos de la
-raza humana, y como brillante Sol eclipsó todas las estrellas que en el
-cielo del saber hasta su época habían lucido, también llegó al término
-de la vida. ¿Y tú, asustado y temeroso, te indignas porque tienes
-que morir, cuando tu vida es una lenta agonía? ¿Pues no consumes una
-parte de tu existencia en el sueño? Y aun despierto, ¿no sueñas muchas
-veces, y en otras tampoco dispones de tu inteligencia perturbada con
-preocupaciones? ¿Cómo quieres vivir si no sabes hallar, desdichado, los
-motivos de los males que te rodean, y cuando la incertidumbre y los
-prejuicios te oprimen el ánimo que vacila entre errores?»</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_40"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_40">[40]</a></span> Anco Marcio, cuarto rey de Roma
-(hace 2530 años).</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_41"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_41">[41]</a></span> Jerjes I, rey de Persia (hace 2380
-años).</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">1065. <i xml:lang="la" lang="la">Si possent homines,
-proinde ac sentire videntur...</i></p>
-
-<p>Si los hombres pudiesen conocer el origen de sus desdichas, no
-sufrirían en el ánimo la abrumadora pesadumbre, que oprime su pecho.
-Cada cual procura distraerse, y entre agitaciones y afanes vive
-con inquietud, ignora lo que desea, no sabe lo que busca,<span
-class="pagenum" id="Page_170">p. 170</span> y como si quisiera librarse
-de sus propias preocupaciones, incesantemente cambia de sitio aunque no
-encuentra el que le sirva para deponer su carga.</p>
-
-<p>Uno abandona su palacio suntuoso porque no halla en él tranquilidad,
-é inmediatamente regresa porque no se considera lejos de su casa más
-feliz que en ella; otro corre á una quinta de su propiedad con la
-precipitación que llevaría si fuera á apagar un incendio, y apenas pasa
-los umbrales de su nueva residencia se encuentra incómodo y procura con
-el sueño olvidarse de sí mismo, ó vuelve con la misma agitación á su
-habitual morada: parece que todos pretenden huir de su propia persona,
-y como no lo consiguen se resignan á sufrir sus ansias y desasosiegos:
-ninguno conoce las causas de su malestar; pero si cada cual pensara
-con reposo, dejaría preterida toda clase de vanos empeños y buscaría
-remedio para su desdicha en la investigación de los fenómenos
-naturales, pues no se trata de arreglar intereses del momento, sino
-de conocer lo que sea de los hombres después de la muerte y por toda
-eternidad.</p>
-
-
-<p class="verslat">1088 <i>á</i> 1106. <i xml:lang="la" lang="la">Denique
-tantopere in dubiis trepidare periclis...</i></p>
-
-<p>Finalmente, ¿por qué el deseo de vivir nos abate con tantos males,
-y por qué nos hacen<span class="pagenum" id="Page_171">p. 171</span>
-temblar tan dudosos peligros? Ciertamente el fin de la existencia, para
-todos los mortales, ha de llegar, y no es posible evadirse de él ni
-evitarlo; hay que morir.</p>
-
-<p>Sabemos además que aquí, donde siempre hemos residido, ningún
-completo goce hemos de tener, aunque se prolongara nuestra existencia,
-porque siempre nos ha de parecer mejor que lo presente aquello que
-no tenemos, y después que lo hubiéramos conseguido con el mismo afán
-desearíamos otra cosa; de este modo, siempre nos ha de abrasar la misma
-sed de prolongar la vida, y nunca dispondremos de un solo instante en
-que deje de preocuparnos la suerte futura y el destino que en lo por
-venir nos aguarda.</p>
-
-<p>Y, por último, no ha de pensarse que la duración de la eternidad sea
-menor cuanto más vivamos; aunque lográsemos aumentar el número de los
-días de nuestra existencia, y aunque pudiéramos vivir muchos siglos,
-siempre nos esperará eterna muerte. Aquél que hoy mismo haya alcanzado
-el término de su vida, no estará muerto menos tiempo que los que
-sucumbieron hace ya muchos meses y muchos años.</p>
-
-<hr class="chap0" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch4">
- <p><span class="pagenum" id="Page_173">p. 173</span></p>
- <h2 class="nobreak">LIBRO CUARTO</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Avia Pieridum peragro
-loca, nullius antè...</i></p>
-
-<p>Voy á elevarme á las cimas del Parnaso, y á recorrer campos hasta
-ahora no hollados por ninguna planta; iré á beber grato licor de
-fuentes vírgenes, y me apresuraré á coger desconocidas flores, con
-las que tejeré para mi cabeza corona insigne mejor que todas las que
-hasta hoy las Musas han concedido; primeramente, porque enseño altas
-verdades, é intento romper la dura esclavitud con que las religiones
-han abatido los ánimos, y, además, porque suavizaré un estudio árido
-con las gracias de la poesía, que convierte en agradable cualquier
-asunto obscuro; así obraré conforme á razón. De igual modo que los
-médicos, al propinar á los niños amarga medicina, untan de sabrosa miel
-los bordes de la copa en que la administran, á fin de que, inexpertos
-y atraí<span class="pagenum" id="Page_174">p. 174</span>dos por la
-dulzura que gustan sus labios, sin recelo beban el licor amargo y deban
-la vida á traición agradable, así yo, ahora que he de explicar asuntos
-ásperos y desabridos para los que no están acostumbrados á ellos, y
-fastidiosos para el vulgo, quiero exponerte mi doctrina en el ameno
-lenguaje de las Piéredes, y con acento de dulce harmonía, para que,
-al buscar recreo en la lectura de mis versos, adquieras conocimiento
-de las leyes de la vida y del orden universal<a id="FNanchor_42"
-href="#Footnote_42" class="fnanchor">[42]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_42"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_42">[42]</a></span> Repetición de los versos 933 á 957
-del canto primero.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">26. <i xml:lang="la" lang="la">Sed quoniam docui,
-cunctarum exordia rerum...</i></p>
-
-<p>Ya he considerado los principios elementales de las cosas y las
-diferentes formas que afectan, los movimientos á que se hallan sujetos
-eternamente los cuerpos simples por su propia condición y la manera
-como de ellos pueden ser creados todos los seres, y, por último, la
-naturaleza del alma, síntesis de las fuerzas que al cuerpo animan, y la
-reversión de ésta á sus primeros principios, cuando se disgrega de un
-cuerpo cuya vida sensible había constituido. Ahora deseo comunicarte
-algunas otras ideas pertinentes á los mismos temas, y para hacerlo con
-fruto debo empezar por decirte que hay algunas entidades, á las que
-vamos á dar el nombre<span class="pagenum" id="Page_175">p. 175</span>
-de simulacros de las cosas, las cuales son como unas membranas que
-rodean á todos los cuerpos, cada cual á aquel de que procede, en forma
-de emanaciones vaporosas que lo circundan, que vuelan hacia uno y
-otro lado á impulso de las auras, y que, unas veces, cuando estamos
-despiertos, se nos ofrecen con terrorífica apariencia, y otras, cuando
-el sueño nos abate, se nos muestran con figuras horribles, de tal
-manera, que en la obscuridad nos producen terror y cierta soporífera
-languidez, y dan ocasión para que algunos entiendan que los simulacros
-son almas escapadas del Aqueronte, ó sombras de los difuntos errantes
-entre los vivos, ó restos que después de la muerte de cada individuo
-permanecen entre nosotros; como si el cuerpo y el alma no perecieran
-juntos y no se resolvieran en los elementos que los constituían.</p>
-
-<p>Digo, pues, que los simulacros, tenues membranas producidas por
-desprendimientos de la totalidad del cuerpo de los seres, forman
-una especie de substancia cortical, libre, aérea, que reproduce con
-exactitud la imagen ó efigie de los cuerpos de que se derivan<a
-id="FNanchor_43" href="#Footnote_43" class="fnanchor">[43]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_43"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_43">[43]</a></span> Pensaba Epicuro que de
-los cuerpos surge un tejido imperceptible, que es elemento de
-los dioses, origen de nuestras ideas y causa de la visión: el
-filósofo griego dió á esas emanaciones los nombres de <span
-xml:lang="grc" lang="grc">εἴδωλα</span> y <span xml:lang="grc"
-lang="grc">τύποι</span>. Lucrecio las llama <i>simulacra</i>, <i>effigies</i>,
-<i>imagenes</i>.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_176">p. 176</span>51.
-<i xml:lang="la" lang="la">Id licet hinc quamvis hebeti cognoscere
-corde.</i></p>
-
-<p>Esta explicación es fácil de entender aun para aquellos que tengan
-rudo ingenio, porque todos pueden ver y sentir á cada momento densas
-emanaciones de algunos cuerpos difundidas en el aire, como el humo
-que de la leña se desprende y el calor que se origina del fuego; pero
-todavía existen otras de contextura más condensada y viva, como la
-túnica de abrigo que la cigarra suelta en la estación ardiente, las
-membranas que los novillos de su cuerpo despiden al nacer y el vestido
-que lúbrica serpiente deja entre los espinos á merced del viento. Esas
-observaciones demuestran que de las superficies de los cuerpos emanan
-propias sutiles imágenes, las cuales unas por condensación de sus
-moléculas componentes se hacen ostensibles, mientras que otras, por
-disgregación de estas mismas, no adquieren apariencias fenomenales;
-permiten asegurar los hechos estudiados que esas partes desprendidas de
-la superficie de todos los objetos en cierto modo conservan la forma de
-sus cuerpos generadores, de los cuales más se apartan á medida que más
-obstáculos se les oponen en el momento de su aparición.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_177">p. 177</span>Porque no
-solamente de lo interior de los seres se exhalan esos corpúsculos
-sino también de lo exterior, como antes he dicho y como podemos
-comprobar con los colores: las colgaduras amarillas, rojas ó moradas
-que ondean pendientes de las vigas de los teatros tiñen de su color
-la escena, las decoraciones, á los senadores, á las matronas y las
-estatuas de los dioses; y cuanto más se evita que en el teatro penetre
-la plena luz del día, más encantos ofrece á la vista el reflejo
-movedizo de los colores<a id="FNanchor_44" href="#Footnote_44"
-class="fnanchor">[44]</a>. Si éstos se desprenden, como creemos notar,
-de la superficie de los paños, también habrá otros cuerpos que de igual
-modo emitan sus propias imágenes, pero muy sutiles y finísimas, tanto
-que sean imperceptibles para nuestra vista, aunque ofrezcan fieles
-vestigios de los cuerpos que las hayan producido.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_44"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_44">[44]</a></span> Tres clases de colgaduras usaban
-los romanos en los teatros: cortinas, tapices y paños; éstos servían
-para proteger de los rayos del Sol á los espectadores.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">88. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, omnis odos,
-fumus, vapor, atque aliæ res...</i></p>
-
-<p>Los olores, el humo, el calor, y otras emanaciones similares á
-éstas, se difunden fácilmente en el aire porque tienen su origen en lo
-interior de los cuerpos, y al salir de éstos hallan obstáculos que los
-obligan á<span class="pagenum" id="Page_178">p. 178</span> separarse
-de la línea recta y á esparcirse por donde logran abrirse camino; pero
-la tenue película de los colores, puede, al extenderse, conservar la
-misma forma que tiene en los cuerpos de que procede, porque, de lo
-exterior surgida, nada se le opone para que siga la dirección recta.</p>
-
-<p>Los simulacros se muestran en los espejos, en el agua, en las
-superficies pulimentadas; y pues tienen la misma apariencia de
-los seres que representan, han de ser imágenes de estos mismos.
-Es indudable que los cuerpos sensibles de fáciles emanaciones se
-reflejarán mejor que aquellos otros de moléculas muy tenues cuyo poder
-para manifestarse ha de ser muy escaso.</p>
-
-<p>Cuerpos hay, no obstante, que nos dan sus imágenes muy disipadas,
-y, por lo extendidas, invisibles; pero si las emanaciones que
-repetidamente exhalan chocan en un espejo, se recogen, se reunen, se
-reflejan y se hacen perceptibles para el sentido de la vista: por esta
-causa los espejos representan fielmente la figura de las cosas que
-tienen delante.</p>
-
-<p>Ahora debes considerar cuán delicadas y sutiles han de ser las
-imágenes de cuerpos que existen sumamente pequeños, tanto que la vista
-más perspicaz apenas distinguirlos consigue. Con este motivo voy á
-confir<span class="pagenum" id="Page_179">p. 179</span>marte en pocas
-palabras lo que ya sabemos acerca de la tenuidad de los primeros
-principios de las cosas.</p>
-
-
-<p class="verslat">113. <i xml:lang="la" lang="la">Primum animalia sunt
-jam partim tantula, eorum...</i></p>
-
-<p>Animales hay tan pequeños que son como la tercera parte del tamaño
-que tienen los cuerpos más diminutos que puede la vista dominar. ¿Cómo
-calcularemos el volumen de los intestinos de esos animales? ¿Cómo será
-el tejido muscular de su corazón? ¿Cómo sus ojos, sus miembros, sus
-articulaciones? ¡Qué pequeñez! ¿Y podremos concebir la sutileza de los
-elementos que componen su ánimo y su alma? ¿Podrás imaginar algo más
-pequeño y más delicado?</p>
-
-<p>La panace, el amargo ajenjo, el suave abrótano y la triste centáurea
-exhalan penetrante olor, significativo de los simulacros que de esas
-plantas brotan y luego vuelan de muchos modos, aunque sin energía para
-hacerse perceptibles á la vista; pero nadie podrá apreciar la relación
-que existe entre el tamaño de las moléculas componentes de esas
-emanaciones y el de los cuerpos de que se han producido.</p>
-
-<p>Pero no pienses que en el aire vagan solamente los simulacros que de
-los cuerpos se desvían; hay también otros que se forman espontáneamente
-y residen en ese cielo, que<span class="pagenum" id="Page_180">p.
-180</span> es llamado aire, en el cual afectan distintas figuras y no
-cesan de moverse de muchos modos: son los que forman las nubes que
-crecen y cambian de apariencias en el cielo, cuya extensión visible
-muchas veces cubren; en unas ocasiones parecen gigantes que vuelan y
-poco á poco extienden la obscuridad por todas partes; en otras semejan
-grandes montes, que de la tierra se desprenden para acompañar al Sol en
-su curso; y algunas veces se muestran con la forma de bestia feroz, que
-guía y distribuye las nubes.</p>
-
-
-<p class="verslat">140. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ea quam facili,
-et celeri ratione genantur...</i></p>
-
-<p>¡Con cuánta facilidad los simulacros de esa clase emanan
-continuamente de las cosas, y con cuánta rapidez se desvanecen!
-Unos penetran en cuerpos de condiciones análogas al paño; otros son
-detenidos por objetos como la madera y las piedras, incapaces para
-reflejarlos; pero otros simulacros emitidos por seres colocados frente
-á un espejo ó cuerpo diáfano, lúcido y compacto, si bien no entran
-en éste como en el paño, tampoco se desvanecen como si estuvieran en
-presencia de cuerpos opacos y antes de ser reproducidos en imagen,
-por virtud del fenómeno de la reflexión. Tan pronto como un cuerpo se
-halla enfrente de una superficie<span class="pagenum" id="Page_181">p.
-181</span> pulimentada, en ésta aparece la efigie de aquél; este hecho,
-repetido muchas veces, te demostrará que de los objetos se derivan
-tenues figuras de textura tenue. Luego los simulacros se producen con
-rapidez incomparable.</p>
-
-<p>Y así como la luz solar en breve tiempo se propaga en el espacio
-mediante emanaciones innumerables, de igual modo es preciso que los
-simulacros se emitan incesantemente en todas direcciones para que
-sea posible que en cualquier sitio donde se coloque un espejo, éste
-reproduzca la imagen de las cosas que se le presentan, con su forma
-peculiar y con su propio color.</p>
-
-<p>En ocasiones, cuando el cielo está claro y limpio, de repente la
-obscuridad reemplaza á la luz, como si todas las imaginadas tinieblas
-del infierno se hubieran precipitado para ocupar las cavidades
-celestes; todo lo envuelve noche tempestuosa; ruidos procedentes de las
-alturas llenan de pavor á los mortales. Pues bien; nadie podrá explicar
-la relación exacta que exista entre la imagen que se nos muestra y el
-cuerpo que produce el fenómeno que absortos contemplamos.</p>
-
-
-<p class="verslat">211. <i xml:lang="la" lang="la">Quare etiam atque
-etiam mitti hæc fateare necesse est...</i></p>
-
-<p>Preciso es declarar con insistencia que esas emanaciones, al ponerse
-en contacto con<span class="pagenum" id="Page_182">p. 182</span>
-nuestros ojos excitan el fenómeno de la visión<a id="FNanchor_45"
-href="#Footnote_45" class="fnanchor">[45]</a>. Constantemente de
-ciertos cuerpos se desprenden olores, como de los fluidos surge frío,
-del Sol calor y de los mares sal que socava los edificios situados en
-las playas: por el aire vagan siempre muchos sonidos; cuando paseamos
-por las orillas del mar notamos el gusto á salobre que nos impresiona
-débilmente; cuando asistimos á la preparación del absintio paladeamos
-el amargor de esa planta perenne. Luego es indudable que de todos los
-cuerpos se desprenden mínimas partes que se diseminan por el espacio;
-no permanecen en reposo, ni pueden ser detenidas en su curso; por su
-medio experimentamos continuas sensaciones, y en todo caso podemos ver,
-oir y oler.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_45"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_45">[45]</a></span> Parece que hay contradicción entre
-lo que ahora sostiene Lucrecio y lo que expuso en los versos contenidos
-en los números 739 al 852 del canto segundo; pero debe tenerse en
-cuenta que, según Epicuro, cuya doctrina siguió Lucrecio, para que se
-efectue el fenómeno de la visión se necesita la concurrencia de dos
-clases de emanaciones, una procedente de todos los cuerpos y otra de la
-luz que se mezcla con la anterior.</p>
-
-</div>
-
-<p>Además, si en la obscuridad reconocemos por el tacto un cuerpo que
-antes hubiéramos visto á la luz, deben ser muy semejantes las causas
-inmediatas del tacto y de la visión; por igual motivo, si en las
-tinieblas<span class="pagenum" id="Page_183">p. 183</span> tocamos un
-objeto de figura cuadrangular y de él adquirimos idea, ¿lo podremos
-confundir á la luz con otro de distinta forma? Luego la principal causa
-para la visión la dan las mismas imágenes, sin las cuales no podríamos
-tener representaciones de las cosas.</p>
-
-
-<p class="verslat">234. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ea, quæ dico,
-rerum Simulacra, feruntur...</i></p>
-
-<p>Los simulacros de que ahora hablo se emiten de todos los cuerpos y
-se dispersan por todas partes; y como los ojos no nos sirven más que
-para ver, cualquiera cosa á la cual los convertimos solamente nos da la
-imagen de su propio color y de su propia forma, único medio de conocer
-los cuerpos á distancia, pues tocan á nuestros ojos las emanaciones que
-los cuerpos exhalan y de las cuales se llena el espacio: la corriente
-de esas emanaciones circula por el aire, se desliza junto á los órganos
-visuales, roza levemente la pupila y sigue su curso. También de ese
-modo conocemos las distancias que nos separan de las cosas; porque á
-medida que es mayor la masa de aire movida por las emanaciones al tocar
-nuestros ojos, más velozmente se aleja y más distante se nos figura
-el objeto que miramos. Ese movimiento es sumamente rápido, y por esta
-razón simultáneamente formamos juicio de las cosas y de las distancias
-á que se encuentran.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_184">p. 184</span>Y no debe producir
-extrañeza el hecho de que los simulacros, si bien formados por
-pequeñísimas partes invisibles afecten el órgano de la visión y nos
-permitan percibir las cosas: también sentimos el aire frío, no por la
-influencia de cada una de sus moléculas componentes, sino por el efecto
-que nos comunica la totalidad del fluido aéreo. Parecida impresión
-recibimos por el contacto con cualquier otro cuerpo: si ponemos un dedo
-sobre una piedra tocaremos de ella un punto de la superficie colorada;
-pero la representación que en el acto nos formemos será correspondiente
-á la cualidad y dureza de toda la piedra.</p>
-
-
-<p class="verslat">264. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, cur ultra
-speculum videatur Imago...</i></p>
-
-<p>Ahora considera por qué motivo en el espejo se ve la imagen de las
-cosas, y por qué parece reflejada á cierta distancia de aquél: ese
-fenómeno obedece á la misma causa que nos hace ver á lo lejos desde
-lo interior de la casa, cuya puerta esté abierta, los objetos que se
-hallan fuera, aunque fronteros. Dos corrientes de aire hieren la vista;
-se extiende una entre la puerta y el observador, y conduce á los ojos
-de éste la imagen de la puerta y la de las cosas que se hallan á los
-dos lados de esta última; la otra que impresiona en segundo lugar, y es
-procedente<span class="pagenum" id="Page_185">p. 185</span> de fuera,
-guía las imágenes de los objetos exteriores. Lo mismo se nota en el
-espejo, cuya imagen viene á nosotros conducida por el aire existente en
-el espacio que media entre él y nuestros ojos. Así la vemos de seguida,
-lo primero; y después, en segundo término, cuando la vista puede
-fijarse en el espejo, percibimos en él reflejada nuestra propia imagen,
-que otra corriente de aire nos trae. Queda así explicada la causa que
-nos hace ver la imagen á cierta distancia del espejo. Dos corrientes de
-aire, una después de otra, producen este resultado.</p>
-
-<p>Todas las cosas que están á nuestra derecha, en el espejo se ven
-á la izquierda, porque la imagen del cuerpo que de frente se halla
-ante el metal bruñido, también de frente se refleja, y, por tanto, en
-posición cambiada. Igualmente, si en una mascarilla de greda aplicas
-barro humedecido y lo aprietas fuertemente, obtendrás una figura, en la
-cual, además de aparecer las partes salientes como entrantes, notarás
-que el ojo derecho se muestra como izquierdo, y el izquierdo como
-derecho.</p>
-
-<p>Sucede también que la imagen transmitida por unos espejos á otros,
-cinco ó seis veces se reproduce. Todo lo que detrás de ti queda, ó
-debajo ó á los lados, aun cuando se halle muy distante, lo puedes ver
-reflejado<span class="pagenum" id="Page_186">p. 186</span> varias
-veces en los espejos con que adornas tu casa; cada uno copia la imagen
-proyectada en otro, y si uno la presenta hacia tu derecha, otro la
-da á la izquierda, y en un tercero la verás restituida á su primera
-posición.</p>
-
-<p>No obstante lo dicho, las imágenes aparecen iguales en un espejo
-compuesto de varias facetas; al mismo lado ofrecen todas la parte
-correspondiente á nuestra mano derecha; pero también sucede que las
-imágenes reflejadas se encuentren, se junten y den otra en la forma
-primitiva, ya porque la simetría se deshaga por la conjunción de unas y
-otras, ó ya porque la figura se cambie al convertirse para nosotros.</p>
-
-<p>Los simulacros avanzan y se alejan con nosotros, é imitan nuestros
-movimientos; pero si nos retiramos definitivamente del sitio en que
-se halle el espejo, éste deja de dar nuestra efigie. Es ley de la
-Naturaleza, en todo caso, que la imagen recibida en el espejo sea igual
-á la reflejada.</p>
-
-
-<p class="verslat">319. <i xml:lang="la" lang="la">Splendida porrò
-oculi fugitant, vitantque tueri.</i></p>
-
-<p>La presencia de cuerpos brillantes ofende á los ojos, los cuales
-procuran evitarla; el Sol ciega á aquel que lo mira de frente,
-porque sus rayos son intensos y porque los simulacros que emite con
-rapidez atraviesan las distancias, y con sus fulgores lesionan<span
-class="pagenum" id="Page_187">p. 187</span> los ojos y trastornan el
-aparato visual; una claridad viva contiene moléculas de fuego, y como
-éste, quema los ojos al penetrar en ellos.</p>
-
-<p>Los ictéricos ven todas las cosas teñidas con el color amarillo,
-como si de su organismo dimanaran partículas de aquel color, las cuales
-se mezclaran con los simulacros, ó bien porque sus ojos están saturados
-de moléculas de esa coloración é impresionan las imágenes que se les
-aproximan.</p>
-
-<p>Desde un sitio obscuro vemos los objetos que se encuentran rodeados
-por la luz, porque si bien las sombras que se hallan próximas á los
-ojos invaden á éstos, son inmediatamente rechazadas por los rayos
-luminosos que también penetran en los órganos de la vista, y por su
-acción enérgica, viva y veloz, disipan las tinieblas; cuando todas
-las partes de los ojos que habían sido ocupadas por la obscuridad
-quedan iluminadas, los simulacros de los cuerpos que están en la luz
-se introducen en ellas y se efectúa el fenómeno de la visión. Por lo
-contrario, desde un sitio bañado por la claridad no se puede ver lo
-que haya en un próximo lugar obscuro, porque las sombras, al llegar
-en segundo término, obstruyen los órganos de la visión y no dejan que
-pasen los simulacros emanados por los cuerpos.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_188">p.
-188</span>348. <i xml:lang="la" lang="la">Quadratasque procul turres
-cùm cernimus urbis...</i></p>
-
-<p>Muchas veces desde lejos contemplamos las cuadradas torres de las
-ciudades, y se nos figura que son redondas, porque los ángulos rectos
-de sus lados contiguos se nos representan como obtusos, ó bien porque
-se desvanecen á nuestra vista y no los podemos precisar: á proporción
-que aumentan las distancias los simulacros pierden poco á poco su forma
-por el choque de los cuerpos que flotan en el aire; y cuando el ángulo
-degenera lentamente á nuestra vista, nos imaginamos ver el volumen de
-un cilindro de piedra, no perfecto, sino algo desvanecido y confuso.</p>
-
-<p>Parece que nuestra sombra se mueve en el Sol, imita nuestros
-movimientos y sigue nuestros pasos, como si fuera posible que el aire,
-de luz privado, tuviese idoneidad para repetir los actos de los hombres
-y copiar sus gestos, ya que nada más que aire envuelto en la obscuridad
-es lo que llamamos sombra: falta el Sol en algunos puntos de la Tierra
-porque nuestros cuerpos impiden el libre acceso de los rayos del astro
-luminoso; pero cuando el obstáculo se retira, el Sol luce y por ese
-motivo creemos que la sombra nos acompaña siempre. Constantemente se
-dispersan los haces luminosos que se forman sin cesar, como se encogen
-y consumen los<span class="pagenum" id="Page_189">p. 189</span> hilos
-de lana que sucesivamente se arrojan al fuego. Es fácil de explicar,
-pues, que la Tierra pierda la luz y que al recobrarla desvanezca las
-negras sombras que la hubieran envuelto.</p>
-
-<p>No concedemos que los ojos se engañen: propio de ellos es distinguir
-si hay luz ú obscuridad y en qué sitio; pero incumbe á la razón el
-discernir si la sombra que vemos en un lugar es la misma que estuvo en
-otra parte, ó si es diferente, como he dicho antes de ahora: los ojos
-no pueden conocer la Naturaleza de las cosas: no atribuyas, por tanto,
-á los ojos defectos propios del ánimo.</p>
-
-
-<p class="verslat">382. <i xml:lang="la" lang="la">Qua vehimur navi,
-fertur, cùm stare videtur...</i></p>
-
-<p>Nos parece que está inmóvil el barco en que navegamos, y se nos
-figura que marchan cosas que están fijas: cuando con velas hinchadas
-la nave que nos conduce hiende las ondas y nos transporta velozmente,
-creemos que huyen de nosotros los campos y las colinas: las estrellas
-se nos muestran como estacionadas en la bóveda etérea, aunque siempre
-están en movimiento y aparecen en un lado para ir á perderse en el
-opuesto después de haber lucido su brillante masa en los espacios
-siderales: de igual manera creemos ver en reposo el Sol y la Luna,
-aunque la razón nos dice que se mueven: desde el<span class="pagenum"
-id="Page_190">p. 190</span> mar se observa, como si formaran una sola
-isla que brotase de las aguas, varias montañas entre cuyas gargantas
-podría maniobrar numerosa flota: los niños, después de dar muchas
-vueltas creen al pararse que la casa anda con movimiento de rotación,
-y que giran las columnas de la sala en que juegan, y aun temen que el
-edificio se desplome sobre ellos.</p>
-
-<p>Cuando en cumplimiento de las leyes de la Naturaleza el Sol comienza
-á dirigir sus trémulos rayos por encima de las montañas, y crees ver
-que el rojo disco reposa en ellas y con su manto de fuego las toca,
-repara que esos montes no distan de nosotros dos mil tiros de saeta,
-y muchas veces ni aun quinientos; entre esas montañas y el Sol median
-muchos mares que tienen por cubierta el cielo, é innumerables tierras
-ocupadas por diversas clases de gentes y muchas especies de fieras. En
-un charco de agua de muy escasa profundidad, formado entre las piedras
-de la calle, parece que se ven un cielo abierto, nubes aglomeradas, un
-profundo abismo y muchos cuerpos escondidos bajo la tierra.</p>
-
-
-<p class="verslat">416. <i xml:lang="la" lang="la">Denique ubi in medio
-nobis equus acer obhæsit...</i></p>
-
-<p>Cuando en medio de un río que pasamos por un vado se detiene el
-caballo que mon<span class="pagenum" id="Page_191">p. 191</span>tamos
-y dirigimos la vista hacia las aguas, nos parece que el cuadrúpedo,
-aunque inmóvil, es llevado contra la corriente; y si á cualquiera
-otra parte convertimos la mirada creeremos que todos los objetos son
-arrastrados de igual manera.</p>
-
-<p>Si contemplamos un pórtico de columnas paralelas é iguales, de
-modo que nuestra vista domine toda su extensión en sus dimensiones de
-longitud y latitud, notaremos que las columnas parecen juntarse cada
-vez más; que se estrecha el espacio que las separa; que el techo se
-aproxima al suelo; que los dos lados se tocan; y por último, veremos
-una capacidad confusa de forma cónica: los navegantes, que no ven
-más que cielo y agua, piensan que el Sol nace en las ondas y que en
-ellas oculta su fulgor. No creas, temerario, por estos hechos que los
-sentidos engañen.</p>
-
-<p>Las naves en el mar batidas por el oleaje parecen destrozadas y
-con las banderolas deshechas, al ignorante que desde el puerto las
-mira; porque observa que una parte de los remos y del timón es recta,
-pero otra parte, sumergida en las aguas, por efecto de la refracción
-de la luz, á sus ojos se ofrece como si estuviera rota: durante la
-noche suelen verse espléndidos astros que más allá de las nubes se
-mueven, por el viento<span class="pagenum" id="Page_192">p. 192</span>
-impelidos, en dirección opuesta á aquéllas; y claro es que vemos lo
-contrario de lo que es en realidad: si con un dedo te haces presión en
-la parte inferior del globo ocular podrás ver duplicadas las cosas;
-contemplarás dos luces en cada luz que mires, dobles los muebles de tu
-casa y los hombres con dos rostros y dos cuerpos.</p>
-
-
-<p class="verslat">449. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, cùm suavi
-devinxit membra sopore...</i></p>
-
-<p>Finalmente; cuando el sueño domina los sentidos con dulce sopor y
-el cuerpo yace en completo reposo, nos parece en ocasiones que estamos
-vigilantes y que nuestros miembros se mueven: en noche envuelta
-por densa obscuridad, creemos ver el Sol y gozar de la luz diurna;
-que varían de lugar los astros, el mar, los ríos, los montes; que
-recorremos á pié campos extensos; que de noche en el silencio oimos
-varios ruidos, y por último, que respondemos cuando estamos callados.
-Aunque muchos hechos de esa especie sean, en verdad, sorprendentes, no
-deben servir para quebrantar la confianza que tengamos en el testimonio
-de los sentidos, por más que den como realidades ilusiones fantaseadas
-por el ánimo y en algunas veces creamos distinguir cosas que no pueden
-existir. Difícil es, ciertamente, el fijar la diferencia que existe
-entre las apa<span class="pagenum" id="Page_193">p. 193</span>riencias
-fenomenales y la realidad de las cosas, pero no debe el ánimo dejarse
-vencer por las dudas.</p>
-
-<p>Quien dice que nada se sabe, afirma contra su propia opinión;
-pues nada podrá saber aquél que confiesa que no puede saberse nada<a
-id="FNanchor_46" href="#Footnote_46" class="fnanchor">[46]</a>. No
-pretendo contender con el que se pone en desacuerdo consigo mismo; pero
-si concediese como probado el principio de que nada se sabe, aún habría
-de preguntar al que negase toda seguridad en el juicio formado: ¿De qué
-medio se vale para diferenciar lo que sea saber y no saber, y dónde
-pudo adquirir noticia de la verdad y del error, ya que no es posible
-discriminar la duda y la certeza?</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_46"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_46">[46]</a></span> Aristóteles decía á los escépticos:
-Ó sabéis ó no sabéis: si sabéis que no sabéis, algo sabéis; si no
-sabéis que no sabéis no podéis afirmar que no sabéis.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">474. <i xml:lang="la" lang="la">Invenies primis ab
-sensibus esse creatam...</i></p>
-
-<p>Comprenderás que las ideas fundamentales provienen de los sentidos,
-que si no pueden engañar deben inspirarnos confianza, porque mediante
-la investigación de verdades nuevas ellos mismos pueden vencer sus
-antiguos errores. ¿Hay algo que nos merezca mayor fe que los sentidos?
-¿Puede suponerse que la razón deponga contra ellos cuando<span
-class="pagenum" id="Page_194">p. 194</span> todos los datos de que
-se vale solamente de los sentidos proceden? Si fueran falsos los
-antecedentes que ministran á la razón, falso ha de ser el juicio que
-ésta forme acerca de las cosas. ¿Podrá el oído corregir á los ojos, ó
-el tacto al oído? ¿Podrá el sabor rectificar al tacto, ó á los ojos el
-paladar? Entiendo que no, porque tiene cada aparato sensitivo su acción
-privativa y su peculiar energía; por esta causa ocurre que la blandura,
-la dureza, la frialdad y el calor se determinan por el órgano adecuado,
-el cual da también á conocer cómo sea lo blando, lo duro, lo frío y
-lo caliente; los colores de las cosas y todo lo que á los colores
-pertenece afectan á otro órgano, y separadamente el sabor, el olor y
-el sonido se originan en esfera propia. Es un hecho que unos sentidos
-no pueden corregir á otros ni reprenderse á sí mismos; luego todos
-deben inspirarnos igual confianza: lo que para los sentidos es verdad
-confirmada por el transcurso del tiempo, verdad es.</p>
-
-<p>Y si la razón no pudiese alcanzar la causa de que los objetos
-realmente cuadrados nos parezcan redondos vistos á distancia, vale
-más traducir equivocadamente la defectuosa idea que tengamos de ambas
-figuras, que dejar escapar de la mano los hechos patentes, negar el
-principio de toda certeza y des<span class="pagenum" id="Page_195">p.
-195</span>truir los fundamentos en que descansa todo nuestro bienestar
-y nuestra vida. No solamente se trata de evitar que la razón por falta
-de base caiga arruinada, sino que la vida misma se haga imposible como
-sucedería en el instante en que dejáramos de confiar en los sentidos:
-hay que tramontar los precipicios que amenazan la existencia racional,
-poner en fuga los daños que puedan perjudicarla y atraer todo lo que la
-beneficie. Debes, pues, considerar como palabras baldías todas las que
-sirvan para declamar contra los sentidos.</p>
-
-<p>Así como en la construcción de un edificio, si imperfectos son los
-planos que sirven de guía, ó si alguno de los muros que se levantan en
-la fábrica se aparta de la perpendicular, ó si el nivel es falso en
-alguna parte, la obra resulta disforme, defectuosa, inclinada, torcida,
-sin gracia, de techos peligrosos, y amenazará ruina, ó al cabo se
-desplomará como levantada contra las reglas más elementales del arte de
-las construcciones, así también la razón habrá de admitir errores si
-funciona sobre falsos datos de los sentidos.</p>
-
-
-<p class="verslat">519. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc alii sensus quo
-pacto quisque suam rem...</i></p>
-
-<p>No me parece difícil de explicar ahora el proceso que sigue
-para manifestarse la ac<span class="pagenum" id="Page_196">p.
-196</span>ción de los otros sentidos: en primer término, las
-ondulaciones sonoras y la voz afectan el oído cuando los elementos
-correspondientes llegan al pabellón de la oreja y penetran por el
-conducto auditivo: luego si las vibraciones excitadas por la voz y
-cualquier otro sonido obran sobre nuestros órganos propios, no puede
-negarse que son de naturaleza corpórea. En ocasiones la voz emitida
-ofende la garganta y los gritos lanzados con violencia irritan la
-tráquea, porque los principios materiales que forman la voz se
-precipitan en número considerable por el estrecho tubo aéreo, lo
-llenan, y luego al salir dañan el orificio laríngeo por donde se
-esparce la voz en las auras: luego si la voz y el sonido en ocasiones
-pueden producirnos dolor, sus elementos, no podemos negarlo, han de
-ser corpóreos. Y no ignoras que si alguien comienza á hablar desde que
-la aurora dibuja en el horizonte su tenue luz, y no cesa hasta que las
-sombras de la noche se extienden, experimenta cansancio de fuerzas,
-debilidad de nervios, languidez en todo el cuerpo, y mucho más si
-mantuvo la conversación en voz alta: luego es indudable que la voz es
-corpórea si produce detrimento mayor cuanto más se ejercita.</p>
-
-<p>De elementos rudos procede la aspereza de la voz y su dulzura de
-elementos suaves;<span class="pagenum" id="Page_197">p. 197</span>
-también corresponden á otros apropiados el atronador ruido que la
-trompeta envía á largas distancias, el áspero zumbido que retumba de
-corneta retorcida y los amargos quejidos con voz lúgubre lanzados
-por los cisnes que habitan los helados valles del Helicón. Cuando
-intentamos representar por medio de palabras nuestro pensamiento,
-formamos voces que los órganos bucales emiten, la lengua articula y
-los labios moldean con su especial configuración. Siempre que la voz
-articulada no tiene que recorrer un largo espacio desde los órganos
-que la producen hasta los oídos que la reciben, las palabras se oyen
-claras, distintas, con su propio sonido; pero cuando atraviesa dilatada
-extensión se descompone, se desvanece en las corrientes de aire; así,
-aun cuando oigas la voz, no podrás precisar sus inflexiones, y, por
-tanto, no comprenderás el significado que tengan, porque habrá llegado
-confusa á tu oído.</p>
-
-
-<p class="verslat">561. <i xml:lang="la" lang="la">Præterea, Edictum
-sæpe unum perciet aures...</i></p>
-
-<p>No pocas veces un edicto publicado por el pregonero llega á los
-oídos de varias personas como si una sola voz se dividiera en muchas y
-cada una fuera distintamente conducida por el aire al órgano apropiado
-de cada individuo. Las voces que no encuentran<span class="pagenum"
-id="Page_198">p. 198</span> oído que las recoja, siguen su camino y
-se pierden esparcidas por los aires ó chocan en algunos cuerpos que
-las devuelven por repercusión: en este último caso producen muchas
-ilusiones porque las palabras se propagan en el espacio que las
-rechaza de un modo parecido á la manera como los espejos reflejan las
-imágenes. Enterados en las causas que producen este fenómeno, bien
-podremos comprender y explicar á los demás, por qué en ciertos lugares
-solitarios las peñas repiten los gritos articulados con que llamamos
-á los demás compañeros perdidos. Hay sitios, y yo conozco alguno, que
-reproducen seis ó siete veces las palabras que una sola vez hayamos
-pronunciado; inmediatamente que son emitidas, de otero en otero vuelan
-fielmente reflejadas. Los pueblos que residen en las cercanías de esos
-lugares, suponen que éstos se hallan ocupados por sátiros de piés de
-cabra, ninfas y faunos, los cuales bailan en las soledades, interrumpen
-de los bosques el silencio con nocturnos conciertos, y exhalan
-quejumbrosas voces acompañadas por el sonido suave de instrumentos
-de cuerda, y por la plañidera flauta que muy hábiles manejan. Dicen,
-además, que los habitantes de esos campos reciben la visita del dios
-Pan, el cual se les presenta con la semisalvaje cabeza adornada por
-pí<span class="pagenum" id="Page_199">p. 199</span>nea corona, con el
-caramillo entre sus labios ondulados que de los cañutos hacen brotar
-interminables notas, para recordar la harmonía perenne de la campestre
-musa. Otros varios prodigios nos cuentan los vecinos de aquellas
-comarcas, ya para que entendamos que su país merece las atenciones de
-los dioses, ó ya con otros fines, pues es muy cierto que á los hombres
-seduce el misterio.</p>
-
-
-<p class="verslat">593. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, non
-est mirandum, quâ ratione...</i></p>
-
-<p>Después de lo dicho, no deberá sorprender que las ondas sonoras
-penetren en lugares que no pueden los ojos invadir. Nadie ignora que
-podemos conversar con otra persona que se halle detrás de una puerta
-cerrada. La voz se transmite intacta en corrientes que pasan por
-canales tortuosos á través de los objetos, pero los simulacros de los
-seres no pueden circular de ese modo, porque los obstáculos que se
-les oponen los disgregan; en línea recta, se propagan lo mismo que
-las imágenes se ofrecen intactas en los espejos. Los sonidos pueden
-ser llevados en todas direcciones, porque de una vibración sonora se
-forman otras muchas, á la manera como la fugaz chispa ígnea se divide
-en varias que se dispersan. La voz, reproducida considerablemente,
-llena todos los sitios que es<span class="pagenum" id="Page_200">p.
-200</span>tán á nuestro alrededor, y pasa por todas partes; pero los
-simulacros sólo en línea recta pueden impresionar los ojos: por ese
-motivo nadie ve lo que hay encima de su cabeza, en tanto que ésta
-conserve su posición normal: si bien percibimos la voz, cualquiera
-que sea la dirección en que se emita, la distancia la desvanece, y al
-tocar nuestro oído llega confusa, por haber perdido las modulaciones
-características de cada palabra.</p>
-
-<p>El proceso de las sensaciones gustativas es más complicado y de
-más difícil explicación. Como en la mano se exprime una esponja, así
-en el acto de la masticación extraemos de la materia alimenticia el
-jugo que desde luego penetra en los conductos absorbentes del paladar
-y en los sinuosos é intrincados que existen en la substancia porosa
-de la lengua: si esos jugos se componen de moléculas suaves y lisas,
-estimulan agradablemente los órganos del gusto al extenderse por toda
-la húmeda región del aparato lingual; pero si esas moléculas son
-ásperas, ofenden el paladar, tanto más fuertemente, cuanto mayor sea
-su rudeza. El placer que los sabores nos proporcionan tiene su asiento
-en el fondo del paladar; cuando los sucos estimulantes de la sensación
-gustativa, después de haber pasado por las fau<span class="pagenum"
-id="Page_201">p. 201</span>ces llegan al esófago, el placer desaparece,
-porque entonces quedan anuladas todas las cualidades sápidas de
-los alimentos y actúan las que sirven para la digestión, para la
-asimilación y para el útil entretenimiento del estómago.</p>
-
-
-<p class="verslat">633. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc aliis alius cur
-sit cibus, ut videamus...</i></p>
-
-<p>Tratemos ahora de indagar por qué los mismos alimentos no convienen
-á todos los animales, ya que unos encuentran agradable y dulce lo que
-á otros molesta por amargo y áspero. Desde luego es notable que hay
-substancias muy útiles para el sostenimiento de algunos seres vivos,
-pero que son irremediablemente venenosas para otros; por el sólo
-contacto del humor salival humano, la serpiente se enfurece, y después
-de inferirse varias mordeduras muere entre congojas; para nosotros es
-veneno acre el eléboro que á las cabras y á las codornices nutre. Á
-fin de que puedas conocer el fundamento natural de esas diferencias,
-debes el recuerdo traer á tu memoria de lo que ya hemos dicho acerca
-de la distinta composición elemental de los cuerpos; si todos los
-animales en su forma exterior, en sus miembros, en su aspecto, son
-desemejantes y constituyen especies variadas, necesario es también que
-sean distintos sus principios integrantes, su es<span class="pagenum"
-id="Page_202">p. 202</span>tructura, sus vasos, todos sus órganos, su
-misma boca y aun su mismo paladar; lo que en unos sea pequeño, en otros
-será de gran volumen; lo triangular en éstos, será cuadrado, redondo
-ó de muchos lados en aquéllos; los conductos y sus orificios serán
-proporcionales, y las moléculas que en ellos se ingieran corresponderán
-á la figura de los órganos. Ha de haber un perfecto enlace entre la
-posición de los cuerpos elementales y la forma y movimiento de las
-moléculas, y, por tanto, la textura de los órganos de cada animal,
-y sus poros y sus venas han de guardar relación completa. Luego no
-es para extrañar el hecho de que unos hallen dulces substancias
-alimenticias que otros encuentran amargas, porque en los conductos del
-paladar de los primeros entrarán elementos muy finos, mientras que en
-los de los segundos se introducirán moléculas toscas, ásperas, que
-lesionarán las fauces.</p>
-
-<p>Ahora te será fácil con estos datos resolver muchos problemas: así,
-cuando la abundancia de bilis origina fiebre, ó cuando cualquiera
-otra causa produce trastorno en el organismo, se experimentan los
-efectos del malestar en todo el cuerpo, sencillamente porque los
-elementos primarios cambian de posición; antes se hallaban dispuestos
-como convenía á la condición del ser que infor<span class="pagenum"
-id="Page_203">p. 203</span>man; ahora, dislocados, no funcionan
-regularmente y en ellos dominan influencias morbosas. Ya en otra
-ocasión hemos podido considerar que de la conjunción de elementos
-contrarios resulta el sabor de la miel.</p>
-
-
-<p class="verslat">675. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quo pacto
-nares adjectus odoris...</i></p>
-
-<p>Voy á explicar ahora el procedimiento seguido por las emanaciones
-odoríferas para influir en el aparato olfatorio. Necesario es que de
-los cuerpos se desprendan y se evaporen muchas partículas que inunden
-con sus efluvios extensos espacios, supuesto que los percibimos como
-provenientes de todas direcciones. En verdad, las aptitudes y los
-estímulos que con relación á los olores tienen los animales, han
-de ser variadas tanto como sus especies; las abejas, desde largas
-distancias son atraídas por el perfume de las flores apropiadas para la
-elaboración de la miel; el buitre es guiado por la fetidez cadavérica;
-el olor que deja en su fuga la fiera de hendida pesuña despierta la
-especial disposición de los perros; el cándido pato, guardador del
-romúleo alcázar, presiente por las corrientes del aire la aproximación
-del hombre. Así, por el olfato los animales se sienten obligados á
-buscar el alimento que les sea propio, y á huir de aquellos que les
-per<span class="pagenum" id="Page_204">p. 204</span>judiquen; de ese
-modo se conservan las razas vivientes.</p>
-
-
-<p class="verslat">699. <i xml:lang="la" lang="la">Hic odor ipse
-igitur, nares cuicunque lacessit...</i></p>
-
-<p>Este mismo olor, pues, irrita las fosas nasales, y aunque las
-moléculas que lo producen tienen bastante alcance, no pueden ir tan
-lejos como las del sonido y la voz, y especialmente, según ya he dicho,
-como los simulacros que hieren los ojos y excitan la visión, porque
-aquéllas se esparcen, se propagan lentamente, se descomponen con
-facilidad en las auras y mueren con rapidez. Este fenómeno se realiza,
-en primer término, porque las emanaciones se originan sólo de la parte
-superficial de los cuerpos, y no admite duda que la energía de los
-efluvios de lo interior procede, como lo prueba el hecho de que más
-olor den los cuerpos que se fracturan, se machacan ó se descomponen
-al fuego; y en segundo lugar, se nota que las partículas estimulantes
-del olfato son más gruesas que las del sonido, por cuanto aquéllas no
-pueden penetrar á través de los muros, mientras que éstas fácilmente se
-transmiten. Demás de lo dicho, fácil es comprobar que las emanaciones
-odoríferas no dan á conocer el lugar en que se hallan los cuerpos
-de que dimanan; las auras los contrarían y marchan con lentitud ó
-se disipan; nunca<span class="pagenum" id="Page_205">p. 205</span>
-proceden como diligentes mensajeros que llevan rápidas noticias de las
-cosas al sentido correspondiente: por esa causa muchas veces los perros
-pierden el rastro que siguen.</p>
-
-<p>Y no solamente las emanaciones sápidas y olfatorias tienen
-acomodamiento desigual para los seres; también unas mismas imágenes y
-unos mismos colores impresionan de manera distinta á diferentes ojos,
-y aun á algunos produce afección dolorosa lo que á otros no molesta;
-por ejemplo, el gallo, que ahuyenta la noche con sus alas y saluda
-con vibrante voz la aurora, causa terror á los leones, que ante su
-presencia huyen, tal vez porque del cuerpo de aquella ave doméstica
-surgen substancias moleculares que se introducen en la pupila de los
-ojos del león, el cual, á pesar de su ferocidad, sufre con ellas dolor
-fuerte é irresistible; sin embargo, á nosotros no nos causan daño, bien
-porque las mencionadas partículas no tienen acceso en nuestros ojos,
-bien porque si en ellos penetran encuentran fácil salida sin ofender
-nuestro aparato visual.</p>
-
-
-<p class="verslat">734. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quæ
-moveant Animû res, accipe; et unde...</i></p>
-
-<p>Aprende ahora, pues, aprende á conocer en pocas palabras las
-substancias que mueven el ánimo, de dónde proceden y cómo á<span
-class="pagenum" id="Page_206">p. 206</span> él llegan. Primeramente
-digo que en toda la extensión del espacio vagan y giran de variados
-modos innumerables y muy tenues simulacros de las cosas, los cuales
-al encontrarse en las auras fácilmente se coaligan, como los hilos de
-araña y las hojuelas de oro; es su levedad aún mayor que la de las
-efigies, cuyas finísimas partículas tocan en los ojos y motivan la
-visión, y de seguida penetran por el aparato visual, mueven la íntima
-naturaleza del ánimo y excitan de éste la potencia sensible; merced
-á ese proceso podemos representarnos Centauros, personificaciones de
-Escilas, triplicadas cabezas de cerberos, y aun imágenes de personas
-cuyos huesos cubre ya la tierra. En todas partes existen simulacros
-de variadas especies; unos que espontáneamente se forman en el aire,
-otros que son procedentes de las cosas y fuera de ellas se combinan
-de múltiples modos: ciertamente la imagen del Centauro no responde á
-ningún ser real, porque nunca ha existido un animal de su figura; pero
-las imágenes del hombre y del caballo pueden fácilmente encontrarse,
-y unirse como antes he dicho, á causa de su naturaleza sutilísima,
-apropiada para conjunciones sutiles. De manera igual se han formado
-otras representaciones; porque los simulacros por su agilidad se mueven
-instantáneamente y con su<span class="pagenum" id="Page_207">p.
-207</span> delicado impulso pueden mover la acción del ánimo, dotado
-también de admirable movilidad y de sutileza extrema.</p>
-
-<p>Fácilmente puedes comprender la manera cómo se realizan esos hechos
-de que ya he hablado, si consideras que nuestros ojos son capaces
-de ver lo que en nuestra alma se halla, supuesto que la percepción
-de la imagen y la representación en nuestra alma son dos instantes
-de un mismo fenómeno; y si no podemos ver leones, como ya he dicho,
-sino por medio de simulacros que nuestros ojos impresionen, lícito
-ha de ser pensar que los simulacros de los leones llegarán á nuestro
-entendimiento como otros de la misma especie tocan á nuestros ojos,
-si bien aquéllos deben ser más tenues que los segundos. Y no por otra
-razón es posible que el ánimo se halle vigilante cuando el sueño abate
-los miembros, á no ser porque los simulacros estimulen nuestro ánimo
-lo mismo que si estuviéramos despiertos, y así, dormidos nos figuramos
-ver á personas que llegaron al término de la vida y de las cuales se
-apoderó la muerte. En la Naturaleza se realizan esas ilusiones por
-causa del profundo sueño de los sentidos que imposibilita á éstos para
-conocer la verdad, y del abatimiento de la memoria que, adormecida,
-no distingue que pertenece á la muerte algo de lo que la ima<span
-class="pagenum" id="Page_208">p. 208</span>ginación nos da revestido
-con las apariencias de la vida.</p>
-
-<p>Tampoco debe extrañar que los simulacros se muevan y al parecer
-agiten con regularidad los brazos y otros órganos; forman una imagen
-más fugaz que el mismo sueño, porque en éste, apenas una primera
-ilusoria efigie se disipa, otra quizá muy diferente le sucede, tal vez
-sin solución de continuidad, y por esta causa varias imágenes sucesivas
-parecen una sola que cambia y varía repentinamente de gesto. Aún
-respecto á este orden de ideas tenemos que hacer muchas indagaciones
-y muchos puntos obscuros tenemos que aclarar si deseamos exponer con
-claridad el asunto que ahora nos preocupa.</p>
-
-
-<p class="verslat">788. <i xml:lang="la" lang="la">Quæritur imprimis
-quare, quod quoique libido...</i></p>
-
-<p>Averigüemos antes de todo la causa de los deseos que en el alma
-se despiertan y de las determinaciones que ésta adopta entre dos
-extremos. ¿Acaso los simulacros, obedientes á las excitaciones
-de nuestro apetito, combinan imágenes á nuestro gusto? ¿Quizá la
-Naturaleza para complacernos forma en nuestra mente, sin la presencia
-de objeto, fantásticas efigies del cielo, de la tierra, de los mares,
-de asambleas, ceremonias, festines y combates, y tal vez las crea en
-la<span class="pagenum" id="Page_209">p. 209</span> misma región y en
-el mismo lugar donde el ánimo encuentra cosas muy diferentes?</p>
-
-<p>En verdad, cuando en sueños distinguimos simulacros que marchan
-acompasadamente, que emplean los miembros con gallardía, que usan con
-ligereza las extremidades torácicas y abdominales y que acompañan
-esos movimientos con gestos adecuados, ¿hemos de suponer que han
-aprendido un arte á cuyas reglas sujetan sus juegos nocturnos; ó
-más acertadamente creeremos que en nuestra imaginación se presentan
-confundidos muchos instantes diversos, como sucede con las palabras
-de un discurso que en gran número se juntan en sucesión apenas
-diferenciada por los sentidos, pero discriminada por la razón? De
-igual modo se presentan confundidos simulacros de muy variadas formas
-y especies relativas á circunstancias múltiples de tiempo y de lugar:
-¡tanta es su movilidad y tanto es su número! Y como la tenuidad de
-esas partículas es muy grande, el ánimo para distinguirlas necesita
-concentrarse: todas las imágenes que una vez han sido presentes para el
-ánimo han desaparecido si éste no se ha dispuesto para retenerlas; con
-esta última condición podemos ver en lo futuro alguna cosa ya pasada, y
-así en efecto sucede.</p>
-
-<p>¿No observas que cuando queremos ver<span class="pagenum"
-id="Page_210">p. 210</span> objetos muy pequeños tenemos que fijar
-en ellos los ojos con atención sostenida, porque de lo contrario no
-llegaríamos á adquirir de los mismos una bastante representación? Y si
-para conocer las cosas que tenemos presentes necesitamos predisponer el
-ánimo á fin de que éste las contemple como si hubieran estado siempre á
-largas distancias, y este es un hecho comprobado por la experiencia de
-todos los días, ¿debe admirar que los simulacros, aun cuando existan,
-sean perdidos para el que no los estudia? No pocas veces aumentamos en
-la fantasía el tamaño de los signos de las cosas, y de este modo caemos
-en error y el ánimo se engaña.</p>
-
-
-<p class="verslat">824. <i xml:lang="la" lang="la">Fit quoque ut inter
-dum non suppeditetur Imago...</i></p>
-
-<p>Muchas veces en sueño vemos que de repente mudan las imágenes y el
-sexo á que pertenecen, hasta el punto de que en ocasiones una hermosa
-mujer se transforma en hombre: cambian el semblante y la edad. Y no
-debe sorprendernos esa metamorfosis, porque es lo cierto que el sueño
-y el olvido se parecen. En todo lo que se refiera á las ilusiones
-que fácilmente nos forjamos, debes proceder con mucha cautela para
-no incurrir en error: no creas que las pupilas de los ojos, claras
-y luminosas, fueron crea<span class="pagenum" id="Page_211">p.
-211</span>das precisamente para que nos sirvieran de órganos auxiliares
-de la visión; ni que las piernas descansan en los piés á fin de que
-alarguen los pasos que éstos inician; ni que los brazos se ostentan
-provistos de robustos músculos y terminan en manos obedientes para que
-realicemos los usos á que los destinamos en la vida.</p>
-
-<p>Quien de ese modo interpretara los hechos que ve y ejecuta, daría
-pruebas de no haber comprendido las causas y los efectos del orden
-universal; no se hicieron los miembros para los usos á que los
-destinamos, sino hemos adquirido costumbres adecuadas á nuestros
-órganos: antes de ver no hubo ojos, como no se formaron palabras antes
-de que hubiera lengua que las modulase; por lo contrario, la existencia
-de la lengua precedió en mucho á la combinación de idiomas; antes de
-que hubiera sonido existiría el oído, y todos los miembros han de
-haberse adelantado al uso que de ellos hacemos, porque es indudable
-que no surgieron para un fin predeterminado<a id="FNanchor_47"
-href="#Footnote_47" class="fnanchor">[47]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_47"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_47">[47]</a></span> Combate Lucrecio la teoría
-sobre las causas finales; algunos filósofos, y entre ellos Buffón y
-Condillac, han desenvuelto los argumentos que Lucrecio señaló, no
-siempre con buena fortuna, aunque sí con estro poético admirable.</p>
-
-</div>
-
-<p>De toda certeza es que los hombres sostuvieron combates á puñadas
-y se lastimaron<span class="pagenum" id="Page_212">p. 212</span>
-y se hirieron antes, mucho antes de que luciente flecha rasgara el
-aire; la Naturaleza había enseñado al hombre á evitar las heridas
-antes de que el arte suspendiese del brazo izquierdo el defensivo
-escudo; más antigua es la necesidad de entregar el cuerpo al reposo
-que la fabricación de los mullidos colchones de nuestro lecho; ya se
-sabía mitigar la sed antes de que se inventara el vaso: todos los
-descubrimientos han sido fruto de la experiencia y se han hecho bajo
-la inspiración y para satisfacciones de la necesidad. Luego si los
-sentidos y los órganos que les sirven de instrumentos fueron anteriores
-á las funciones que desempeñan, podemos decir repetidas veces que no se
-formaron para que sirvieran de utilidad.</p>
-
-
-<p class="verslat">864. <i xml:lang="la" lang="la">Illud item non est
-mirandum, corporis ipsa...</i></p>
-
-<p>Tampoco debe nadie admirarse de que los seres animados busquen los
-alimentos que más se adaptan á su naturaleza. Ya te he dicho que de los
-cuerpos fluyen y brotan numerosas moléculas en cantidad proporcionada
-al movimiento que los mismos desarrollan: por la transpiración, desde
-lo más íntimo del organismo, salen muchas; otras por la boca se escapan
-en la respiración anhelante. Esas derivaciones continuas representan
-pérdidas que abaten el cuerpo hasta su<span class="pagenum"
-id="Page_213">p. 213</span>mirlo en postración seguida por cierto dolor
-estimulante que obliga al ser vivo á buscar los alimentos necesarios
-para calmar las molestias sufridas, para reponer las fuerzas gastadas
-y para renovar las energías de los miembros y de las venas; también
-los fluidos se reparten por el cuerpo, y con su humedad se calman los
-ardores provocados por la combustión efectuada en el estómago, y se
-restringe el fuego que trata de invadir el organismo: de esta manera se
-apaga la ardiente sed y se calma la famélica ansiedad.</p>
-
-<p>Ahora trato de inquirir la causa que nos permite andar y mover
-nuestros miembros de varios modos, con sujeción á nuestra voluntad,
-agente que impulsa la pesada masa de nuestro cuerpo; escucha, pues,
-mi discurso. Digo que los simulacros rozan nuestro ánimo, y, como ya
-expuse más arriba, le comunican cierto movimiento, del que se originan
-las determinaciones volitivas, que son requisito indispensable de todo
-lo que se proyecta ó se ejecuta; luego la formación de la imagen ante
-la presencia del objeto, es la primera condición para todo hacer. En
-cuanto el ánimo se resuelve á seguir una dirección, la energía del
-alma, que extendida está en los órganos y en los miembros, compele á
-éstos; el fenómeno se reali<span class="pagenum" id="Page_214">p.
-214</span>za sin dificultad, porque siempre el alma, unida al cuerpo,
-impulsa á éste, que se pone en movimiento y avanza; también el aire,
-que nunca deja de agitarse, en cumplimiento de su propia función,
-penetra en los dilatados poros del cuerpo activo, y va á esparcirse
-hasta por las más pequeñas partes del ser. Hay, pues, dos clases de
-substancias que imprimen al cuerpo el movimiento, como dos fuerzas
-combinadas, la del viento y la de las velas, son las que ponen en
-marcha la nave. Y no debe sorprender el hecho de que elementos
-delicadísimos puedan mover y conducir á su arbitrio el cuerpo con
-toda su gravedad: también el ligero viento, á pesar de su composición
-tenuísima, puede empujar velozmente una pesada nave, á la cual una
-sola mano rige en el mar, por arrebatado que esté, y un solo timón da
-la dirección conveniente: de igual modo las gruas y los tornos elevan
-masas enormes, aunque sean movidas por un débil esfuerzo.</p>
-
-
-<p class="verslat">913. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc quibus ille
-modis somnus per membra quietê...</i></p>
-
-<p>Ahora, para explicarte el modo con que el sueño difunde la
-quietud por los miembros<a id="FNanchor_48" href="#Footnote_48"
-class="fnanchor">[48]</a> y expulsa los temores del ánimo,<span
-class="pagenum" id="Page_215">p. 215</span> emplearé dulces, aunque
-pocos versos, pues más grato es el débil cantar del cisne que el
-graznar de las grullas, oído hasta en las nubes<a id="FNanchor_49"
-href="#Footnote_49" class="fnanchor">[49]</a>. Concédeme atento oído
-y ánimo reflexivo, y no rechaces sin meditación las razones que voy
-á exponerte, ni con prevenciones caprichosas niegues demostradas
-verdades: tuya, de todas maneras, será la culpa, si no adquieres
-aptitud para discernir con acierto.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_48"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_48">[48]</a></span> La frase de Lucrecio es: <i>somnus
-per membra quietem inriget</i>. Virgilio dijo después: <i>fessos sopor
-irrigat artus</i>.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_49"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_49">[49]</a></span> Repetición de los versos 175, 176 y
-177 de este mismo canto.</p>
-
-</div>
-
-<p>Cuando la energía anímica dispersa por los órganos llega á
-descomponerse, de tal modo que una parte de ella sale fuera del
-cuerpo, mientras que otra parte en el interior de éste se condensa,
-el sueño sobreviene. En este caso, las relaciones que entre los
-miembros existen se quebrantan, y todos éstos caen en laxitud: el
-alma nos da las sensaciones, pero no puede privarnos del sueño sin
-que la misma substancia pensante ó racional se perturbe y sea lanzada
-fuera del organismo, aunque no completamente, porque el frío de la
-muerte se extendería por todo el ser, si en él no quedaran, como ascua
-entre cenizas, partículas del alma que pudieran esparcirse en los
-miembros á manera de súbita explosión, como del fuego latente surge
-la llama. Pero ahora voy á ex<span class="pagenum" id="Page_216">p.
-216</span>plicarte las causas que producen languidez para el cuerpo y
-turbación para el alma; procura que yo no vierta mis palabras en el
-viento.</p>
-
-<p>En primer lugar, es evidente que el cuerpo, siempre en contacto
-con las auras aéreas, ha de recibir de éstas en su parte exterior
-repetidos rozamientos, que puede sufrir sin contrariedades por estar
-cubierto de cuero, de cerda, de concha, de piel callosa ó de cáscara;
-y en su parte interior ha de sentir el aire aspirado que luego por
-la espiración exhala; así el cuerpo, batido por dentro y por fuera,
-recibe choques á través de los poros hasta en sus elementos primarios
-constitutivos, y experimenta poco á poco abatimiento y cansancio. De
-este modo conturbados y dislocados de su posición normal los principios
-integrantes del ser, el alma se fracciona en partes, una que del cuerpo
-sale, otra que oculta permanece en lo interior de éste y otra que se
-esparce por todos los órganos; y no pueden reunirse las tres ni ejercer
-movimientos mutuos, porque la Naturaleza les ha cerrado las entradas
-y los caminos: consecuencia de este desorden es el desvanecimiento de
-la sensación. Cuando este caso llega, el organismo pierde su vigor, el
-cuerpo se debilita, languidecen todos los miembros, los brazos y los
-párpa<span class="pagenum" id="Page_217">p. 217</span>dos decaen, las
-piernas se abaten extenuadas, las fuerzas desaparecen.</p>
-
-<p>Y en segundo lugar, si después de la comida sobreviene el sueño,
-es porque el alimento cuando se distribuye disuelto en las venas,
-produce en éstas un efecto parecido al que en las mismas engendra el
-aire; el sueño es pesado cuando al dolor del hambre sigue el placer
-de la satisfacción, porque entonces son muchos los elementos que se
-reunen para activar las funciones de la vida: en esta ocasión el alma
-penetra en el cuerpo con mayor intensidad, se manifiesta al exterior
-con mayor amplitud, y sus elementos componentes más se apartan y más se
-esparcen.</p>
-
-
-<p class="verslat">968. <i xml:lang="la" lang="la">Et quoi quisque ferè
-studio devincius adhæret...</i></p>
-
-<p>Las cosas que más nos inquietan durante el sueño son las que
-constituyen especialmente nuestras habituales ocupaciones, las que
-más tiempo nos han entretenido, las que más han solicitado nuestra
-atención. Entonces el abogado instruye causas é interpreta leyes,
-el general trata de combates y de asaltos, el piloto lucha con el
-desencadenado viento y yo indago las causas del orden universal para
-enseñar á mis conciudadanos los secretos de la Naturaleza; otros
-hombres, en fin, mientras están dormidos, tienen la ilusión de varios
-estudios y de<span class="pagenum" id="Page_218">p. 218</span> artes
-varias. Aquellos que frecuentan los espectáculos públicos, durante
-mucho tiempo conservan como introducidos en su alma los simulacros
-de las impresiones recibidas en las fiestas á que asistieron: ven
-reproducidos en su imaginación los mismos ejercicios, y aun en
-estado de vigilia se representan el bailarín que salta y mueve el
-flexible cuerpo, los acordes sonidos de la lira y el dulce lenguaje
-de las cuerdas; creen asistir á las mismas reuniones á que en alguna
-ocasión han concurrido y se figuran reproducidas las escenas que una
-vez presenciaron: ¡grande es el poder que la voluntad crea, el uso
-desarrolla y el hábito afirma entre los individuos de la especie humana
-lo mismo que entre los animales! Pueden verse caballos briosos que en
-profundo sueño sumidos se estremecen, se cubren de sudor, se mueven con
-inquietud y dan fuertes resoplidos, como si en su imaginación vieran
-expeditas las puertas del circo y desearan lanzarse por ellas en busca
-del premio de la victoria: no pocas veces se ven perros de caza que en
-sueño se agitan bruscamente, aullan, aspiran con ansia el aire como
-si buscaran el rastro de las fieras, y aun en ocasiones, al despertar
-en ese estado, corren detrás de los simulacros de ciervos que se
-figuran fugitivos, hasta que re<span class="pagenum" id="Page_219">p.
-219</span>cobran la posesión de sus sentidos y se desvanecen sus
-errores; la mansa especie de los cachorros, acostumbrada al domicilio
-de sus dueños, de repente abre sus ojos, sacude el sopor que la
-embarga y asustada se pone de pié como si delante se le ofreciera un
-desconocido rostro del que tuviera que defenderse; porque tanto más
-incomodan las imágenes cuanto más ásperos son los elementos que las
-forman: por último, algunas aves, entregadas á sosegado sueño sin duda
-se figuran que otras rapaces se dirigen contra ellas para destruirlas
-entre sus garras y devorarlas en el acto, cuando de repente se lanzan
-presurosas en vuelo rápido y buscan refugio en los impenetrables
-bosques.</p>
-
-<p>¡Y cuán variados movimientos agitan profundamente el alma humana!
-Mientras duermen, unos hombres combinan proyectos y realizan grandes
-empresas; otros dan batallas, vencen reyes, caen prisioneros; no
-pocos exhalan clamores, como si fueran degollados; muchos se quejan y
-profieren dolorosos gemidos, porque se imaginan que se hallan entre
-los dientes de una pantera ó que son despedazados por león implacable;
-algunos se denuncian en sueños por faltas cometidas; éstos se creen ya
-esclavos de la muerte; aquéllos se figuran que desde elevados montes
-son precipitados á un abismo<span class="pagenum" id="Page_220">p.
-220</span> y se despiertan asustados y como fuera de juicio hasta que
-recobran lentamente su tranquilidad; un sediento piensa que se halla
-junto á un río ó en las proximidades de amena fuente y que bebe el
-agua en abundantes sorbos; los niños, muchas veces bajo el sueño, se
-creen próximos á pila ó vasija conveniente, se levantan los vestidos
-y dejan escapar de su cuerpo líquidos sobrantes que manchan el
-magnífico esplendor de las bordadas estofas. También aquellos jóvenes
-para quienes empieza á surgir el vigor de la edad y á sus miembros
-da el tiempo gérmenes fecundos ven simulacros de varia especie que
-representan figuras bellas de color y de forma, las cuales despiertan
-deseos y producen efusiones que dejan abundantes señales en las ropas<a
-id="FNanchor_50" href="#Footnote_50" class="fnanchor">[50]</a>. Cada
-objeto ejerce influencia sobre su órgano propio, y solamente la imagen
-humana tiene poder para obligar al germen humano á escaparse de su
-natural residencia.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_50"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_50">[50]</a></span> Desde este punto hasta el final
-del canto cuarto Lucrecio trata un asunto muy difícil, con una viveza
-de expresión poco grata para las exigencias de nuestra cultura. El
-traductor se ha visto obligado á velar algunas frases y á rodear de
-obscuridad algunos pensamientos del autor.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">1043. <i xml:lang="la" lang="la">Sollicitatur id in
-nobis, quod diximus antè...</i></p>
-
-<p>El fluido generador, como antes he dicho,<span class="pagenum"
-id="Page_221">p. 221</span> ejerce en nosotros cierto influjo cuando
-la edad adulta fortalece los órganos: entonces se reparte por todo
-el cuerpo, se acumula en los nervios é irrita los aparatos propios
-que determinan arranques pasionales de amor ansioso de emociones
-tranquilizadoras. En los combates se lucha cuerpo á cuerpo, salta la
-sangre de allí donde se dirige enconado golpe y el vencedor tan cerca
-de la víctima se halla que puede sacar manchado su vestido.</p>
-
-<p>Así, pues, el que recibe el dardo punzante de Venus, ya sea éste
-lanzado por mancebo de afeminada apariencia, ya por mujer que provoque
-amor con todo su porte, desea aproximarse á quien lo hiere para
-colmarlo de halagos: de este modo se despierta la pasión, que no es
-otra cosa más que el ansia de conseguir un goce apetecido: ese deseo,
-llamado Venus, lleva también el nombre de amor, penetra gota á gota en
-el corazón y nos inunda con suaves dulzuras y férvidos cuidados; pues
-aun cuando esté ausente la persona á quien amemos los simulacros suyos
-estarán con nosotros y llevaremos su grato nombre en los oídos.</p>
-
-<p>Pero si los simulacros encienden en nosotros exagerada pasión,
-debemos huir de ellos, separarnos de todo lo que favorezca su
-concentración, y distraer nuestra inteli<span class="pagenum"
-id="Page_222">p. 222</span>gencia entre objetos varios: si una
-exclusiva pasión nos produce cuidados y tormentos que pueden acortar
-nuestra vida, porque obra como llaga que se amplía por momentos, ó
-como frenesí que aumenta por grados, ó como enfermedad que se agrava
-incesantemente, es necesario que se busquen nuevas emociones para
-apaciguar la anterior, y en una prudente inconstancia hallar medios
-para dar al sentimiento rumbo distinto.</p>
-
-<p>No se priva de las dulzuras de Venus aquel que evita el amor; por lo
-contrario, obtiene frutos sin pasar quebrantos; pueden los individuos
-sanos alcanzar dichas completas, pero no aquellos miserables que tienen
-la razón trastornada, fluctúan con frenético ardor, fijan sus ojos y
-no distinguen, lastiman con sus manos crispadas y hacen daño con sus
-labios convulsos: todas esas rabiosas manifestaciones son incompatibles
-con el verdadero amor; pero Venus con delicias quebranta las penas
-y ahuyenta las amarguras. Se espera equivocadamente que tenga poder
-bastante para apagar la llama del amor el mismo ser que ha podido
-encenderla; pero esa pretensión es contraria al orden natural: es el
-amor un vivo afán que más se excita cuanto más se lisonjea. Cierto es
-que las substancias alimenticias sólidas ó líquidas, al asimilarse
-á nuestros órganos fácil<span class="pagenum" id="Page_223">p.
-223</span>mente matan la necesidad que de ellas tenemos; pero un
-semblante agraciado y un color bello no dan de sí más que simulacros
-tenuísimos que solamente producen una vaga esperanza con facilidad
-desvanecida en el aire: como el sediento se esfuerza en beber durante
-el sueño y no consigue extinguir la sed en que sus miembros arden,
-porque los simulacros del agua no llegan á sus labios aunque el
-necesitado se imagina que se halla dentro del agua, así Venus burla
-con los simulacros á los apasionados que no pueden apagar su deseo
-con la mera contemplación del objeto que aman; ni tampoco mediante el
-movimiento de las manos que errantes vagan inciertas por el cuerpo
-amado como si en él buscaran algo que los satisficiera.</p>
-
-
-<p class="verslat">1107. <i xml:lang="la" lang="la">Denique, cùm
-membris conlatis flore fruuntur...</i></p>
-
-<p>Finalmente, cuando en la flor de la edad se unen dos amantes y
-el cariño los aproxima ante la presencia de Venus que preside la
-fecundación femenina, se estrechan y se halagan como si quisieran
-ambos confundirse en una sola alma y en solo un cuerpo; crecen
-sus arrebatos amorosos y sus violentos ardores, que se resuelven
-en efluvios de delicias; pero los afanes que se amortiguan por la
-satisfacción renacen después de corta pausa; vuelven el mismo frenesí,
-el<span class="pagenum" id="Page_224">p. 224</span> mismo furor y
-la misma rabia; los amantes anhelan llegar al fin que los atrae;
-pero no encuentran medio de extirpar el mal que padecen, hasta que
-desfallecidos caen agobiados por oculto fuego que los consume ó por
-dardo penetrante que los hiere.</p>
-
-<p>Añádase, además, que las fuerzas se consumen agotadas por
-anhelos eróticos; que se pasa la vida sujeta á ajena esclavitud;
-que se extingue la fortuna, y después se contraen deudas; que el
-crédito se pierde; que los deberes se olvidan; que se cae en la
-deshonra: se adquieren perfumes, lindo calzado procedente de Sición<a
-id="FNanchor_51" href="#Footnote_51" class="fnanchor">[51]</a>,
-joyas de oro y de verde esmeralda, ropas delicadas que se humedecen
-con el sudor de la persona amada; los bienes que los antepasados
-supieron juntar y legaron á sus herederos se disipan en fajas, tocas,
-estofas de Malta y de Cea<a id="FNanchor_52" href="#Footnote_52"
-class="fnanchor">[52]</a>, opíparos banquetes, dulces vinos, suaves
-perfumes, recreos, guirnaldas y coronas; y á pesar de tantos dispendios
-nada es bastante para endulzar la amargura que se experimenta, y de
-cuyo fondo surgen flores que se convierten en espinas, ya porque la
-propia conciencia acusa de que se lleva una vida ociosa ó perjudicial,
-ya porque alguna frase equívoca de la persona amada penetra hasta<span
-class="pagenum" id="Page_225">p. 225</span> el fondo del corazón, ora
-porque en sus ojos se descubre una mirada furtiva en favor de un rival,
-bien porque en su fisonomía se cree hallar alguna vez una expresión de
-mortificante menosprecio.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_51"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_51">[51]</a></span> Ciudad del Peloponeso.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_52"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_52">[52]</a></span> Cea, isla del mar Egeo.</p>
-
-</div>
-
-<p>Si grandes son los males que nos acarrea una pasión correspondida,
-mayores son los que trae consigo un amor desgraciado: es, pues,
-conveniente, vivir alerta para librarse de tantos peligros. Más fácil
-es precavernos de las celadas de amor, que romper las mallas de su red
-y cortar los apretados nudos con que Venus las estrecha.</p>
-
-
-<p class="verslat">1151. <i xml:lang="la" lang="la">Et tamen implicitus
-quoque possis, inque peditus...</i></p>
-
-<p>Pero aun cuando ya estés dominado por el amor, todavía podrás
-librarte de su imperio si quieres dejar de ser esclavo y observar
-con ojos serenos los defectos del cuerpo y los vicios del ánimo de
-la persona que te subyuga. Bien sé que los hombres ofuscados por la
-pasión atribuyen á la beldad amada todas las perfecciones imaginables
-que seguramente no tiene; hasta las mujeres viciosas y repugnantes
-reciben mimos, respetos, atenciones y caricias de algunos hombres.
-Tales individuos se escarnecen los unos á los otros, se aconsejan
-mutuamente para pedir á Venus que los libre de su extravagante amor,
-y los miserables, que ven el<span class="pagenum" id="Page_226">p.
-226</span> ajeno mal, ni siquiera aciertan á comprender sus propios
-errores. Si la mujer amada es muy morena, para el enamorado es trigueña
-agraciada; si es sucia y exhala mal olor, es poco aficionada á afeites;
-si tiene los ojos azules, es rival de Palas; si nerviosa y seca, es
-como la corsa de Menelao; si enana, es una de las tres Gracias, toda
-encantos; si larga y desproporcionada, es la personificación de la
-majestad; si torpe de lengua, no quiere hablar; si muda, prudente es;
-si colérica y charlatana, es luz perenne; si de enfermiza constitución,
-es delicada; si peligrosa tos padece, es una dulce hermosura; si es
-gorda y de pechos abultados, es Ceres amante de Baco; si chata, es como
-los sátiros; si de labios gruesos, es encantadora. Jamás terminaría si
-hubiera de relatar todo lo que se dice en este género.</p>
-
-<p>Pero aun cuando posea todas cuantas bondades quiera suponérsele
-y tenga de Venus toda la gracia y la belleza, ¿será la única de su
-especie? ¿No habrá vivido antes el mundo sin ella? ¿No estará sujeta
-á las mismas necesidades que afligen á las más feas, y la infeliz no
-se impregnará de fétidos olores que harán á los fámulos huir, al mismo
-tiempo que se burlan furtivamente de la hermosa?</p>
-
-<p>El amante que tiene prohibida la entrada en la casa de su deidad
-coloca en las puertas<span class="pagenum" id="Page_227">p. 227</span>
-coronas y flores, perfuma el umbral con valiosos ungüentos para ver si
-consigue ablandarlo y besa el inflexible quicio; pero si al cabo llega
-á penetrar y de ciertos olores siente algún vestigio, inmediatamente
-busca un pretexto para ausentarse, olvida las quejas que por tanto
-espacio de tiempo lanzara y se acusa de loco por no haber considerado
-antes que á ningún mortal pueden suponerse dones incompatibles con su
-naturaleza: nuestras beldades saben á qué atenerse respecto de este
-asunto, y ocultan con exquisito cuidado á aquellos á quienes pretenden
-ligarse con vínculos de amor muy estrechos, todo lo que se refiere á
-escenas íntimas de la vida faltas de pulcritud; pero inútilmente las
-ocultan, porque sin duda, cualquiera puede suponerlas mentalmente;
-quizá por este motivo hay mujeres amables y no fatuas que en
-ocasiones dadas te sabrán tolerar algunas faltas propias de la humana
-flaqueza.</p>
-
-<p>No siempre, aunque sí algunas veces, la mujer suspira amor sin
-fingimiento: en esa ocasión, estrechada al cuerpo de su amante, ofrece
-á éste sus húmedos labios y con transportes solicita un largo espacio
-en la carrera del amor: de igual modo hay momentos en que todas las
-hembras, lo mismo las volátiles que las terrestres, las feroces que
-las<span class="pagenum" id="Page_228">p. 228</span> mansas, con
-docilidad se someten á los férvidos ardores de sus compañeros. La
-Naturaleza impone esta sumisión de la que resultan fecundos goces.
-¿No ves algunas veces que se martirizan aquellos á quienes une mutuo
-deleite? ¿No ves en los trivios cómo luchan para divorciarse canes
-enlazados por atracciones genéticas? Este caso nunca se daría si un
-mutuo instinto de común placer no los hubiera hecho sus cautivos.</p>
-
-
-<p class="verslat">1208. <i xml:lang="la" lang="la">Et commiscendo cùm
-semen fortè virile...</i></p>
-
-<p>Al recibir el seno de la mujer la influencia generadora masculina,
-la descendencia adquiere mayor semejanza con el padre ó con la madre,
-según de quien proceda la mayor suma de principios generativos;
-pero si tiene parecido con los dos, señal es de que, excitado el
-organismo de ambos con igual energía, uno y otro aportaron los mismos
-elementos para la obra común: se da el caso de que las personas se
-parecen á sus abuelos cuando los padres en su constitución han reunido
-principios materiales, dispersos en su inmediata ascendencia. Por
-este procedimiento, Venus reproduce las facciones de los antepasados,
-su voz, su cabello, su estatura; y este hecho es una prueba de que
-los seres constan de elementos fijos. Da origen el padre al<span
-class="pagenum" id="Page_229">p. 229</span> sexo femenino y al varonil
-la madre: cierto es que la prole consta de gérmenes del uno y de la
-otra; pero en todo caso hay un principio dominante, derivado ya de la
-mujer, ya del varón.</p>
-
-
-<p class="verslat">1232 <i>á</i> 1288. <i xml:lang="la" lang="la">Nec divina
-satum genitalem Numina quoiquam...</i></p>
-
-<p>Ni evitan númenes divinos la reproducción de los seres ni se
-oponen á que reciba el dulce nombre de padre ningún hombre, ni tienen
-eficacia las súplicas dirigidas á Venus, como suponen los ilusos que
-vierten sangre de sacrificios en los altares y dedican obsequios á
-dioses, mientras que piden abundantes medios para que su matrimonio sea
-fecundo. Se fatigan inútilmente con tales súplicas y tales ofrendas:
-es inevitable la esterilidad cuando la simiente es muy densa ó
-demasiado tenue; si es débil resulta inútil por falta de adherencia;
-si es crasa tiene gravedad inconveniente para la invasión de las
-células apropiadas y para la identificación consiguiente en ellas. Es
-indudable que para la eficacia de las funciones regidas por Venus son
-necesarias condiciones de adaptación entre los esposos: no todos los
-enlaces producen el mismo resultado: mujeres hay que han sido estériles
-en varios himeneos, y al celebrar otro, han podido rodear<span
-class="pagenum" id="Page_230">p. 230</span>se de numerosos juguetones
-hijos; y también hay hombres que no han logrado sucesión con varias
-compañeras, y de un nuevo contrato han conseguido varios hijos que
-les alegren su vejez. Estos hechos, por su repetición, prueban que el
-humor espermático masculino y femenino debe tener adecuidad y no ser
-más craso ni más tenue que lo conveniente para que su conjunción no
-sea baldía. Los alimentos contribuyen mucho á la calidad del fluido
-generador, pues con unos se forma pesado y denso y con otros suave
-y ligero; y, por último, en los efectos de la función influye la
-forma de realizarla; según dicen, ésta es más eficaz <i>more ferarum
-quadrapedumque ritu</i>, porque la eyaculación se facilita cuando el pecho
-femenino está inclinado y alzada la región lumbar. Ciertos movimientos
-impúdicos son perjudiciales para la generación; hay cansancio inútil,
-fuerzas perdidas, la reja del arado fuera del surco, la simiente
-arrojada en terreno yermo: hagan lo que gusten las meretrices para
-producir mayores alucinaciones y para evitar resultados futuros, pero
-nuestras esposas no deben caer en deshonestidades.</p>
-
-<p>La mujer menos hermosa consigue hacerse amar sin la intervención de
-dioses y sin las saetas de Venus; pues una conducta morigerada, unos
-modales dignos y un cuidado<span class="pagenum" id="Page_231">p.
-231</span> honesto de su persona harán apetecible su trato; después el
-hábito creará el amor. Golpes sucesivos, aunque débiles, triunfan de
-los cuerpos duros: ¿no ves de qué manera gotas de agua que sin cesar
-caen, al cabo de algún tiempo llegan á horadar las peñas?</p>
-
-<hr class="chap0" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch5">
- <p><span class="pagenum" id="Page_233">p. 233</span></p>
- <h2 class="nobreak">LIBRO QUINTO</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Quis potis est dignum
-pollenti pectore carmen...</i></p>
-
-<p>¿Quién puede cantar dignamente con inspirado estro en honor de tales
-asuntos y de investigaciones tales? ¿Quién tiene bastante elocuencia
-para expresar los elogios que merece el esclarecido genio del que nos
-enriqueció con dones tan preciados? Nadie, pues creo que varón tan
-ilustre no tuvo mortal naturaleza, y todo el que aprecie la sublimidad
-de su obra sin duda habrá de exclamar, ínclito Memmio: «Un dios fué, un
-dios<a id="FNanchor_53" href="#Footnote_53" class="fnanchor">[53]</a>
-el<span class="pagenum" id="Page_234">p. 234</span> que descubrió
-las causas de la vida cuyo conocimiento se llama ahora Sabiduría, el
-que por arte propia separó nuestra existencia de las agitadas olas y
-profundas tinieblas que la rodeaban y la transportó á mar sereno por
-clara luz iluminado.»</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_53"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_53">[53]</a></span> Sin duda Lucrecio usa aquí
-de la palabra <i>dios</i> en su acepción primitiva: sabido es que
-el vocablo <i>deus</i> latino, como el griego <span xml:lang="grc"
-lang="grc">θεός</span>, provienen de la raíz sanscrita <i>div</i> que
-significa <i>brillar</i>; en este sentido es dios, y por tanto inmortal,
-aquel que por sus hechos vive siempre en la memoria de los hombres.
-Lucrecio juzga que Epicuro no era de naturaleza mortal y debe ser
-considerado como dios supremo, porque entiende que el filósofo de
-Samos, por sus enseñanzas, brilla en la historia más que los otros
-genios de la mitología griega y romana.</p>
-
-</div>
-
-<p>Compara con las suyas las empresas antiguas realizadas por otros
-que se estiman como dioses. Ceres, según dicen, dió á los hombres los
-cereales y Baco el vino; dos regalos sin los cuales bien podríamos
-vivir, como pasan muchas naciones que aun hoy mismo no los poseen;
-pero nadie puede ser feliz si carece de virtudes, y por tanto, debe
-ser considerado como dios supremo aquel que entre las gentes divulgó
-lecciones que endulzan las amargas aflicciones de la vida.</p>
-
-<p>Si pensaras que Hércules por sus trabajos merece tan distinguida
-preferencia, te colocarías á mucha distancia de la razón: ¿qué terror
-pueden causarnos hoy el león de Nemea con su inmensa boca siempre
-abierta, y el horrendo jabalí de Arcadia? ¿qué valdrían en nuestro
-tiempo el toro de Creta y la hidra de serpientes venenosas que
-representa la peste de Lerna? ¿qué importancia tendrían para nosotros
-la triple fuerza del tricorpóreo Gerión, y los caballos de Diómedes
-que por la nariz lanzaban fuego en Tracia, en la comarca de Bistania
-próxima al monte<span class="pagenum" id="Page_235">p. 235</span>
-Ismaro? ¿y las temibles garras de las aves que habitaban las riberas
-del lago Estínfalo en Arcadia? ¿y el furioso dragón de encarnizados
-ojos que enroscado en el árbol correspondiente guardaba las manzanas
-de oro del jardín de las Hespérides, situado en el litoral Atlántico,
-á cuyos puertos ni nosotros ni los Bárbaros pretenden arribar? ¿qué
-daño nos podrían causar los otros monstruos de parecida especie si
-vivieran hoy como eran antes de ser vencidos? Creo que ninguno: en
-toda la tierra hay animales feroces que invaden los elevados montes
-y las profundas selvas, y fácilmente podemos evitar su arriesgado
-encuentro.</p>
-
-<p>Pero si los vicios penetran en el corazón ¡qué rudas batallas nos
-dan y qué peligros nos crean! ¡Cuántos anhelos, temores é inquietudes
-produce la sórdida avaricia! ¡cuántos males corroen nuestra alma
-evocados por la soberbia, la deshonestidad, la petulancia, la ociosidad
-y el lujo!</p>
-
-<p>Y el haber subyugado á tantos enemigos, no con el empuje de las
-armas, sino con las enseñanzas de la razón, ¿no es motivo suficiente
-para que un hombre sea colocado entre los dioses? Pero hizo todavía
-más: habló divinamente acerca de los dioses inmortales y puso de
-relieve ante el mundo los arcanos de la Naturaleza.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_236">p. 236</span>57.
-<i xml:lang="la" lang="la">Quojus ergo ingressus vestigia, nunc
-rationes...</i></p>
-
-<p>De este genio he de seguir la senda, y desde luego continuaré la
-exposición de mis razonamientos, destinados á patentizar que tienen
-todos los seres criados una cierta necesaria duración, porque nada
-hay que pueda substraerse á las leyes de la vida. He tratado ya del
-alma, que se forma con el cuerpo y no puede ser eterna, y también de
-los simulacros ó imágenes que en sueños se nos presentan como sombras
-de personas que han existido y nos asustan: ahora el orden exige
-que te hable de la creación y descomposición del mundo; acerca de
-las atracciones y repulsiones de los cuerpos simples que han podido
-originar la Tierra, el Cielo, el Mar, las Estrellas, el Sol y el globo
-de la Luna; de qué modo nacieron los animales terrestres y tenemos
-representaciones de otros que nunca han existido; de la manera cómo
-los individuos de la especie humana comenzaron á comunicarse mediante
-la palabra modulada por inflexiones de la voz; de cómo el temor de lo
-ignorado engendró en nuestra alma la idea de los dioses y dió motivo
-para la invención de los sagrados bosques, lagos, templos, altares y
-simulacros de los númenes.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_237">p. 237</span>Te explicaré,
-además, las causas del curso del Sol y de los movimientos de la Luna
-y de la energía con que la Naturaleza gobernante los dirige, para que
-no entiendas que entre el Cielo y la Tierra han surgido por libre
-determinación de ellos mismos y bajo la inspección de dioses con
-el fin de favorecer el desarrollo de los animales y de los frutos.
-Muchos hombres que llegaron á considerar imposible la existencia de
-esas divinidades en las regiones celestes, cuando tratan de conocer
-la marcha regular del Universo, y especialmente en lo que se refiere
-al etéreo espacio, empujados por su ignorancia se despeñan de nuevo
-en las obscuridades profundas de las religiones y consideran cómodo
-admitir los tiranos dioses que á su gusto reparten el bien y el mal:
-los desgraciados no saben distinguir entre lo que puede ser y lo que no
-puede ser, y no conocen que todo lo existente en cierto grado participa
-de la potencia universal.</p>
-
-
-<p class="verslat">93. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, ne te
-in promissis plura moremur...</i></p>
-
-<p>Ahora, pues, para no cansarte más con promesas, observa primeramente
-los mares, las tierras y el cielo, tres cuerpos que son, ¡oh Memmio!
-de naturaleza desemejante, de especie diferente, de textura diversa,
-pero<span class="pagenum" id="Page_238">p. 238</span> que serán
-arruinados en un día y así quedará deshecha la máquina del mundo,
-por tantos años conservada. No se me oculta lo extraña que parecerá
-la teoría de la subversión futura y lo difícil que me ha de ser la
-divulgación de verdades nunca enunciadas y que no pueden comprobarse
-con los sentidos, únicas puertas por donde es posible que la evidencia
-penetre en nuestra alma; pero las expondré, á pesar de estos
-inconvenientes, pues quizá no esté muy lejano el día en que pruebas
-claras apoyen mis enseñanzas, y aun tal vez que nuestro mundo llegue á
-trastornarse entre convulsiones: ¡ojalá no sucedan así las cosas, y no
-sean los hechos sino la reflexión despertada por mis ideas el medio que
-te demuestre que es posible la demolición del mundo!</p>
-
-<p>Antes de que empiece á explicarte las leyes en que descansa el
-orden universal, leyes más sagradas y más ciertas que los oráculos
-dictados por la Pitonisa de laurel coronada y subida en el trípode
-apolónico, voy á ofrecerte algunas consideraciones que tu ánimo
-levanten: no caigas en la debilidad de creer que en consonancia con
-lo que las religiones dicen, la Tierra, el Sol, el cielo, el mar, las
-estrellas y la Luna sean cuerpos divinos que han de permanecer como
-ahora se muestran, eternamente, y que son impíos<span class="pagenum"
-id="Page_239">p. 239</span> como los Gigantes<a id="FNanchor_54"
-href="#Footnote_54" class="fnanchor">[54]</a>, y merecedores de
-horribles penas aquellos malvados que afirman la posibilidad de que se
-deroguen los fundamentos del mundo, se apague el rutilante luminar del
-día y mueran los llamados seres inmortales.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_54"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_54">[54]</a></span> Los Gigantes que pretendieron
-escalar el cielo, es decir, los hombres atrevidos que desearon conocer
-la ciencia del mal y del bien.</p>
-
-</div>
-
-<p>Tan distantes se hallan de la condición divina esos cuerpos y tan
-indignos son de figurar colocados entre los dioses, como que, según
-cuanto puede comprenderse, constan solamente de una materia bruta
-incapaz de sensaciones; porque no puede suponerse que á todos los
-cuerpos sea dado poseer alma inteligente y sensible: así como no pueden
-existir árboles en el aire, nubes en el mar, peces en el campo, en
-la madera sangre y savia en la piedra, de igual modo no puede nacer
-alma sin cuerpo ni existir sin nervios y sangre, porque el orden
-consiste en la determinación de cada ser con arreglo á sus condiciones
-constitutivas; y si otra cosa fuera posible, también sería fácil que el
-ánimo surgiese en la cabeza, en los hombros ó en otra parte del cuerpo,
-si de cualquier modo estaba en el mismo individuo, en el mismo vaso;
-pero como ya sabemos que el ánimo y el alma crecen y se desarrollan
-en esfera pro<span class="pagenum" id="Page_240">p. 240</span>pia,
-no tenemos razón para afirmar que fuera de los seres animados puedan
-existir, ya sea en las profundidades de la Tierra ó en el fuego del
-Sol, ya en las masas de agua ó en la extensión del aire. Luego no tan
-solamente aquellos cuerpos carecen de esencia divina, sino también de
-sensaciones que les den vitalidad animada.</p>
-
-<p>Y por este motivo no debes creer que en alguna parte del mundo haya
-mansiones destinadas para residencia de númenes: si éstos son delicadas
-substancias que los sentidos no pueden percibir y la inteligencia
-apenas comprender, y si escapan además á nuestro tacto, deberán tener
-relaciones con algo que del orden sensible exceda, porque no puede
-tocar lo que es incapaz de ser tocado. Luego la morada propia de
-los dioses debe ser muy diferente de la nuestra y tan sutil como su
-cuerpo; afirmación que en otro lugar te demostraré extensamente<a
-id="FNanchor_55" href="#Footnote_55" class="fnanchor">[55]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_55"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_55">[55]</a></span> Es opinión generalmente admitida
-que Lucrecio no cumplió su promesa, quizá por su prematura muerte.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">157. <i xml:lang="la" lang="la">Dicere porrò hominum
-causâ voluisse parare...</i></p>
-
-<p>Decir, pues, que para bien de los hombres quisieron los dioses
-formar el mundo y que por este favor les debemos gratitud; pensar
-que eterno es é inmortal ha de ser lo exis<span class="pagenum"
-id="Page_241">p. 241</span>tente; añadir que es un crimen aportar
-razones encaminadas á probar que es destructible ese edificio labrado
-por inteligencia divina, y fingir otras invenciones de esa especie ¡oh
-Memmio! es delirar. ¿Qué beneficio habría de producir á los inmortales
-nuestra gratitud, para que ese incentivo los moviera á realizar una
-obra destinada solamente para nuestra dicha? ¿Qué motivos podrían tener
-los dioses que desde toda eternidad habían vivido en reposo, para
-concebir deseos de cambiar de vida en un momento dado? Aspira á una
-mudanza de posición aquel que en su antiguo estado se encuentra mal;
-pero el que no ha sufrido nunca daño y en serenidad pasa ilimitado
-tiempo, ¿cómo puede sentir impulsiones para alterar su calma? Y si la
-eternidad yacía en triste confusión hasta que brilló el origen creador
-de las cosas, á nosotros ¿qué mal podía causarnos el no haber nacido?
-Puede apetecer la vida el que felicidades goza desde que participa de
-ella; pero el que nunca gustó delicias, ¿qué pierde si no es creado?</p>
-
-<p>¿Cómo pudo germinar para los dioses el modelo de todas las cosas y
-la idea del hombre? ¿cómo los númenes concibieron la obra que después
-llevaran á cabo? Si la Naturaleza misma en desdoblamientos sucesivos
-no dió la creación hecha, ¿de qué modo los dio<span class="pagenum"
-id="Page_242">p. 242</span>ses conocieron la fuerza de los elementos
-simples y las aplicaciones que ofrecía? En todo tiempo los primeros
-principios atraídos y repelidos mutuamente, por la acción de su propia
-gravedad se han agitado con movimientos múltiples en el espacio y de
-variadas maneras se han asociado en combinaciones creadoras: no es,
-pues, admirable el hecho de que en el transcurso de los tiempos, como
-resultado preciso de sus mudanzas y movimientos, hayan constituido una
-Suma total con energías bastantes para ser renovada perpetuamente.</p>
-
-<p>Pero aunque no conociera las cualidades propias de los principios
-generadores de todas las cosas, aún me atrevería á asegurar, mediante
-la contemplación del cielo y de todas las cosas existentes en el
-espacio, que de ningún modo el Universo ha podido ser hecho para
-nosotros por inspiración divina: ¡tantos defectos contiene!</p>
-
-
-<p class="verslat">202. <i xml:lang="la" lang="la">Principio, quantùm
-Cœli tegit impetus ingens...</i></p>
-
-<p>Primeramente, en todo cuanto cubre la inmensa extensión del cielo
-hay una parte considerable ocupada por altas montañas, por bosques
-donde las fieras dominan, por estériles rocas, inmensos lagos, y el
-mar, que en su dilatada extensión comprende muchas regiones, y además,
-dos partes veda<span class="pagenum" id="Page_243">p. 243</span>das
-al hombre por insufrible calor y asiduo hielo<a id="FNanchor_56"
-href="#Footnote_56" class="fnanchor">[56]</a>; aun lo restante sería
-convertido por la Naturaleza espontáneamente en selva si la acción
-humana, estimulada por las necesidades de la vida, no acometiera
-trabajos muy penosos para remover la tierra con el rudo arado, para
-excitar los gérmenes asimilables del suelo y promover la fecundidad de
-las glebas; porque sin esta labor la tierra no se desenvolvería para
-dar producto útil; todavía en muchas ocasiones, después de costosos
-esfuerzos cuando las plantas florecen ó cuando fructifican son quemadas
-por ardiente sol, ó azotadas por fuertes huracanes, ó destruidas por
-los hielos, ó dispersados sus frutos por tempestades violentas.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_56"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_56">[56]</a></span> Consideraban los antiguos que la
-tierra estaba dividida en cinco regiones: Lucrecio se apartó de esa
-opinión; Ovidio y Virgilio la sostuvieron.</p>
-
-</div>
-
-<p>¿Por qué en el mar y en la tierra nacen y se propagan razas de
-horribles fieras, enemigas crueles de la especie humana? ¿por qué
-las estaciones del año vienen acompañadas de un propio séquito de
-enfermedades? ¿por qué hay tantas muertes prematuras?</p>
-
-<p>También el niño, como náufrago arrojado á la playa por embravecidas
-olas, yace desnudo en el suelo, necesitado con urgencia de todo
-auxilio, desde el momento en que la Naturaleza lo arranca del seno
-materno para<span class="pagenum" id="Page_244">p. 244</span>
-presentarlo á la clara luz: con tristes lamentos llena el lugar
-en que se halla, y motivadamente, pues el desgraciado comienza
-desde aquel instante una carrera de infortunios<a id="FNanchor_57"
-href="#Footnote_57" class="fnanchor">[57]</a>. En cambio los mansos
-ganados y las armadas fieras crecen cómodamente, no experimentan
-necesidad de juguetes ni aun siquiera de aprender el medio expresivo
-de que se vale su cariñosa nodriza; tampoco tienen que preocuparse con
-los vestidos que han de usar en las varias estaciones, y no echan de
-menos armas para defenderse ni fortalezas que los guarden, porque, para
-ellos, abundantemente la tierra produce y la Naturaleza es pródiga.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_57"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_57">[57]</a></span> Todos los pueblos pensaban que el
-nacer era una desgracia; de esta creencia surgió la idea del celibato
-como virtud, entre los egipcios, entre las sectas hebraicas de esenios
-y nazarenos, y en algunas escuelas de India, Persia y Grecia.</p>
-
-</div>
-
-<p>Y pues los cuerpos sólidos, los líquidos, las leves auras, los
-cálidos vapores y cuanto constituye el Universo nacen y mueren, también
-nuestro mundo ha de estar sujeto á la misma ley; porque no puede un
-todo substraerse de la condición que afecta por igual á todas sus
-partes. Si veo que todos los miembros y todos los organismos del mundo
-perecen y se remueven, lícito ha de serme afirmar que también el Cielo
-y la Tierra ha<span class="pagenum" id="Page_245">p. 245</span>brán
-tenido un tiempo de aparición y caerán en ruina.</p>
-
-<p>No supongas, Memmio, que discurro precipitadamente al afirmar que
-la Tierra y el fuego serán consumidos por la muerte, y que el agua y
-el aire también perecerán: he dicho que desaparecerán para renacer y
-crecer de nuevo.</p>
-
-<p>Una parte de la Tierra abrasada por el fuego del Sol y pisada por
-nuestros piés se convierte en torbellinos de polvo que la violencia de
-los vientos dispersa; otra parte es destruida por las lluvias y aun las
-márgenes de los ríos son continuamente devoradas por el batir de las
-corrientes; y, por último, como todo cuerpo que sirve de alimento á
-otro necesariamente ha de sufrir diminución, y la Tierra no solamente
-es sepulcro sino también es madre de muchos seres, indudable es que la
-Tierra ha de estar sujeta á pérdidas y reposiciones continuas.</p>
-
-
-<p class="verslat">262. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest,
-humore novo mare, flumina, fontes...</i></p>
-
-<p>Con sucesivas renovaciones de agua el mar, los ríos, las fuentes
-siempre abundan y se perpetúan; y no es menester decir que su caudal es
-favorecido por continuos tributos que de varias partes les llegan, pero
-también disminuido por incesantes evaporaciones que causa el Sol con su
-ardiente influen<span class="pagenum" id="Page_246">p. 246</span>cia y
-por otras pérdidas que ocasionan los vientos con su fuerte soplo: otras
-porciones de agua penetran en la tierra por medio de filtraciones ó en
-sal se convierten, ó vuelven sobre su curso y se juntan al nacimiento
-de los ríos para correr límpidas por los cauces que les facilitan
-paso.</p>
-
-<p>Tratemos ahora del aire, el cual en todos los momentos sufre
-numerosas variaciones: los efluvios que brotan de los cuerpos en
-ese vasto Océano se pierden y á la vez éste da materiales para la
-renovación de todas las cosas; de lo contrario, todo cuanto existe con
-el tiempo en aire se convertiría: contribuyen, pues, todos los cuerpos
-mediante sus continuas emanaciones á la formación del aire, y éste da
-elementos para la composición de todos los seres.</p>
-
-<p>El Sol, perenne foco de claridad, etéreo astro que baña el cielo
-con su brillo continuamente renovado, sin cesar enriquece su corriente
-luminosa con no interrumpidas producciones de luz, porque siempre sus
-rayos se extinguen al llegar á su destino. Te será fácil convencerte
-de la exactitud de esa observación si reparas en que al ponerse las
-nubes entre el Sol y nosotros el manantial luminoso queda cortado é
-inmediatamente desaparece en su parte inferior; entonces la Tierra
-se obscurece en la porción<span class="pagenum" id="Page_247">p.
-247</span> correspondiente á las nubes interpuestas: de este hecho
-puedes inferir que los cuerpos necesitan luz de renovación no
-interrumpida, que todo rayo luminoso al momento en que surge se
-consume, y que no podríamos ver los objetos si faltasen las continuas
-emisiones de luz solar.</p>
-
-<p>También las luces de que nos valemos por la noche, artificialmente
-obtenidas en lámparas y antorchas de las que se derivan torrentes de
-humo y de llamas, dan fulgores vacilantes pero no interrumpidos, porque
-la rapidez con que su corriente se renueva es tal que súbitamente
-reemplaza á la luz que va á extinguirse por otra nueva que se forma.
-Algo parecido sucede con el Sol, la Luna y las estrellas, y, por tanto,
-lejos de considerar inalterables esos cuerpos debes creer que nos
-alumbran por efecto de sus continuas emisiones tan pronto consumidas
-como renovadas.</p>
-
-<p>Finalmente; ¿no ves de qué manera el tiempo deja marcado su paso
-en las piedras, y cómo torres elevadas sucumben, rocas se deshacen en
-polvo, templos y estatuas de dioses se destruyen y acaban en ruinas,
-sin que esos dioses puedan salvar los límites de las cosas ó contrariar
-las leyes de la Naturaleza? ¿No vemos que otros monumentos levantados
-en honor de los hombres también<span class="pagenum" id="Page_248">p.
-248</span> se quebrantan como cuerpos minados por vejez? ¿No sabemos
-que de lo alto de algunas montañas se desprenden enormes bloques de
-granito incapaces para sufrir inmutables la demolición del continuo
-suceder? Pues no caerían como arrancados repentinamente ó bajo la
-acción de un choque si hubieran resistido los continuados asaltos del
-tiempo.</p>
-
-
-<p class="verslat">319. <i xml:lang="la" lang="la">Denique jam tuere
-hoc circùm supràque, quod omnê...</i></p>
-
-<p>Considera esa inmensa capa que rodea la Tierra, la cual, según
-algunos dicen, en sí contiene y absorbe todo cuanto existe; principio
-también tuvo y tendrá fin porque toda materia que sirve para nutrir á
-otros seres se desgasta, así como aumenta cuando varios elementos se le
-incorporan.</p>
-
-<p>Además, si el Cielo y este mundo que habitamos carecieran de
-principio y siempre hubieran existido, ¿por qué no se conoce algún
-poeta que haya cantado hechos gloriosos anteriores á la guerra de Tebas
-y á la destrucción de Troya? ¿por qué no se conserva de otras nobles
-acciones el recuerdo engalanado con fama inmortal?</p>
-
-<p>Con certeza el Universo tiene cierta novedad y nuestro mundo aún
-está en sus comienzos; su edad es muy corta: por este motivo aún las
-artes no han adelantado y algu<span class="pagenum" id="Page_249">p.
-249</span>nas hay que ahora se inventan; hasta hoy no ha empezado la
-marina á hacer progresos y la harmonía musical á perfeccionarse; en
-fin, el conocimiento de la naturaleza de las cosas hace muy poco tiempo
-que se ha iniciado, y soy el primero que lo puede comunicar en nuestra
-lengua patria.</p>
-
-<p>Porque si crees que todas estas cosas han existido antes de ahora,
-pero que la razón humana pereció consumida por fuego devorador y que
-las ciudades fueron arruinadas por los trastornos del mundo, ó que
-torrentes copiosos de lluvias han podido sobre éste furiosos descargar
-hasta sumergirlo, más fácil te será creer en la futura destrucción del
-Cielo y de la Tierra; pues si una vez cayeron tantas desdichas sobre el
-mundo y éste pasó tantos peligros, el efecto sería más destructor si
-la causa que lo combatiese fuera más enérgica: y, en verdad, nosotros
-mismos para creernos mortales el único fundamento que tenemos es el de
-saber que participamos de la misma condición que otros á quienes la
-Naturaleza arrebató la vida.</p>
-
-<p>Para que un cuerpo subsista eternamente es necesario, ó que sus
-componentes sean por completo sólidos y resistan el choque, la
-penetración y la disociación producidos por otros cuerpos, como
-sucede á los elementos de la materia, de los cuales con ex<span
-class="pagenum" id="Page_250">p. 250</span>tensión hemos tratado
-anteriormente, ó que no sea susceptible de choques, como el vacío,
-que permanece siempre intacto y nunca puede ser destruido, ó, por
-último, que no esté rodeado por un espacio al que sean lanzados sus
-fragmentos; de esta manera última es eterna la Suma de las sumas,
-fuera de la cual no hay nada que pueda alterarla ó disolverla, ni
-lugar en que se disipe, ni agentes que la disminuyan ó quebranten.
-Pero como ya he demostrado, el mundo no tiene solidez absoluta, porque
-en todas las concreciones hay que admitir intersticios; ni tiene las
-condiciones del vacío porque hay en la Naturaleza otros cuerpos que
-pueden producir trastornos en su composición y rodearlo de invencibles
-peligros; existe, además, un espacio infinito donde el globo terráqueo
-puede anularse y sus elementos ser precipitados á la disolución<a
-id="FNanchor_58" href="#Footnote_58" class="fnanchor">[58]</a>. Por
-tanto, el Cielo, el Sol, la Tierra y los mares no tienen cerradas las
-puertas de la muerte, sino franqueadas de par en par. Y si el mundo
-está sujeto á muerte no ha podido existir sin tener comienzo; alguna
-vez debió salir de la indeterminación durable de los tiempos.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_58"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_58">[58]</a></span> Lucrecio repite los versos 808
-al 827 del canto <span class="smcap">III</span>, si bien con algunas
-pequeñas variaciones.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_251">p.
-251</span>381. <i xml:lang="la" lang="la">Denique tantopere inter se
-cùm maxima Mundi...</i></p>
-
-<p>Y la impía guerra que los más importantes organismos del mundo entre
-sí mantienen desde tiempos muy remotos, ¿crees que nunca tendrá fin?
-Tienden el Sol y otros focos de calor á absorber todos los líquidos y
-á obtener sobre ellos una victoria hasta ahora no alcanzada á pesar
-de sus esfuerzos; intentan acumuladas aguas caer en aluvión sobre el
-Océano y ocasionar un diluvio ó producir extensa inundación, pero los
-vientos arrebatadores y los ardientes rayos de Sol secarían los mares
-antes de que las aguas llegaran á conseguir aquel resultado. Con igual
-constancia sostienen los dos rivales guerra llevada á todas las cosas;
-pero consideremos que, si la tradición no miente, ya una vez se dió el
-caso de que el fuego dominase victorioso en toda la Tierra y otra vez
-ocurrió que las aguas la invadieron casi por completo. Cuando el fuego
-venció, parte del mundo fué abrasado por causa de la inexperiencia del
-jovenzuelo Faetonte, que dejó marchar en fogosa carrera los caballos
-del Sol por todas las tierras y considerable extensión del espacio;
-pero el Padre Omnipotente, impulsado por terrible indignación, disparó
-rayo certero sobre el atrevido mozo, y éste cayó herido; entonces
-Febo, después<span class="pagenum" id="Page_252">p. 252</span> de
-la desgracia de su hijo se presentó en el Cielo, tomó la dirección
-del eterno luminar del mundo, sujetó los caballos, aún jadeantes,
-los colocó en el camino que debían recorrer y restableció el orden:
-esta fábula y otras semejantes cantadas por los poetas griegos de la
-antigüedad son desechadas con desprecio por la razón, porque ésta
-comprende que si el fuego hubiera llegado á dominar en la Tierra
-mediante una inmensa cantidad de moléculas ígneas por todas partes
-extendidas, forzosamente ó el fuego habría sido apagado por contraria
-fuerza ó el mundo habría quedado consumido por voraz incendio. Y cuando
-las aguas resultaron vencedoras, según dicen, muchas ciudades fueron
-destruidas y en su trabajo demoledor las contuvo una opuesta energía
-procedente de fuera del Universo; entonces las lluvias cesaron y los
-ríos disminuyeron su furia.</p>
-
-
-<p class="verslat">417. <i xml:lang="la" lang="la">Sed quibus ille
-modis conjectus materiai...</i></p>
-
-<p>De cuál sea el proceso que los principios de la materia hayan
-seguido para la formación del Cielo, de la Tierra, del profundo
-Océano y del curso del Sol y de la Luna, trataré ahora con método;
-pues ciertamente ni por deliberación se han colocado en orden los
-elementos de las cosas, ni por combinaciones concertadas han adoptado
-los<span class="pagenum" id="Page_253">p. 253</span> movimientos
-que siguen: por su propia gravedad impelidos, por choques numerosos
-empujados los unos por los otros, de múltiples maneras atraídos, se
-juntaron, se repelieron, se combinaron, se desunieron, y después de
-variaciones indefinidas, llegaron á asociarse en masas y éstas formaron
-el protoplasma que se desenvolvió en tierra, mar, cielo y seres
-animados.</p>
-
-<p>Aún el disco del Sol no iluminaba con su espléndida luz el espacio,
-ni existían las estrellas del mundo, ni mar, cielo, tierra ó aire ni
-cosa alguna semejante á las que nos rodean; había solamente confusión
-caótica de elementos. Pero algunas partes comenzaron á disgregarse de
-esa masa; por afinidad se formaron moléculas, se configuró el mundo,
-seguidamente en la continuación del propio desenvolvimiento de éste
-se determinaron sus miembros, y de toda clase de cuerpos simples se
-constituyeron sus órganos; entonces la discordia de los principios
-materiales, motivada por la diversidad de sus atracciones, movimientos,
-gravedad y resistencia, se hizo más cruda; sus varias formas sirvieron
-de obstáculo para que en unidad indiferenciada se mantuviesen, y por
-necesidad se formaron masas homogéneas disgregadas del conjunto; de
-la tierra quedó separado el alto cielo; todas las aguas cons<span
-class="pagenum" id="Page_254">p. 254</span>tituyeron el mar y el fuego
-etéreo brilló aparte.</p>
-
-<p>Primeramente, los elementos más graves y más intrincados se unieron
-y se colocaron en medio de las capas inferiores, y cuanto más se
-enredaron apretadamente, con mayor rapidez se desprendió de ellos la
-materia idónea para la formación del mar, las estrellas, el Sol, la
-Luna y el ámbito del mundo; de estos últimos los principios generadores
-son más ligeros, más redondos y más pequeños que los de la Tierra,
-y por la misma causa, el éter, con algunas partículas ígneas que le
-acompañaron, fueron los primeros cuerpos determinados que por los
-poros de la masa térrea pudieron escapar y constituirse; así como
-frecuentemente vemos brillantes gotas de rocío que bajo la acción
-de matutina áurea luz de claro sol centellean sobre las hierbas, ó
-como exhalan suaves nieblas los lagos y los ríos, ó como de la tierra
-se desprenden emanaciones vaporosas que forman en las alturas una
-especie de tejido que oculta á nuestra vista el cielo, así también el
-éter, aunque fluido y ligero, por condensación formó una especie de
-envoltura que rodea nuestro mundo. Siguió la formación del Sol y de
-la Luna, globos que en los espacios giran entre el éter y la Tierra;
-ni ésta ni aquél pudieron atraerlos, porque<span class="pagenum"
-id="Page_255">p. 255</span> dichos globos no son bastante pesados para
-quedarse en la parte inferior, ni tan ligeros que puedan volar por
-las mayores alturas: así han permanecido en una intermedia situación
-donde se revuelven como cuerpos vivos y partes que son del mundo;
-también algunos órganos de nuestro cuerpo no pueden cambiar de posición
-mientras otros se mueven.</p>
-
-<p>Ya esta obra cumplida, la Tierra, de repente, en el sitio en que
-existe la inmensa extensión cerúlea, abrió amplias fosas donde se
-recogió el líquido salado: en el decurso de los días, condensada la
-tierra cada vez más y batida por los rayos solares en la dirección
-del centro á la periferia quedó libre de los elementos acuosos y los
-mares aumentaron su volumen; también las moléculas de aire y fuego se
-acumularon en las alturas hasta muy lejos del mundo; al mismo tiempo
-los montes se levantaron y aparecieron formadas las llanuras; porque no
-es posible que las rocas sobresalgan sino cuando el resto de la tierra
-queda abatido. Así el globo terrestre en concreción diferenciada por su
-peso y consistencia se constituyó, y el limo del mundo por su propia
-gravedad se precipitó, como heces, á su fondo.</p>
-
-<p>Primeramente está el mar, por encima el aire, después el éter y el
-fuego, fluidos to<span class="pagenum" id="Page_256">p. 256</span>dos
-que si bien constan de elementos puros simples, por su composición
-resultan unos más ligeros que otros; el menos denso de todos es el
-éter, que se acumula sobre las ondas del aire, con las cuales nunca se
-confunde, y libre les deja el dominio de las peligrosas tempestades
-y de las violentas borrascas; y con marcha regular circula de su
-brillante luz acompañado. Una muestra del movimiento con que el éter
-puede moverse, nos da el mar que en constante flujo y reflujo se
-agita.</p>
-
-
-<p class="verslat">510. <i xml:lang="la" lang="la">Motibus Astrorum
-nunc quæ sit causa, canamus.</i></p>
-
-<p>La causa del movimiento de los astros canto é investigo ahora.
-Si lo que en realidad gira es el vasto recinto que los contiene<a
-id="FNanchor_59" href="#Footnote_59" class="fnanchor">[59]</a>, será
-necesario suponer que los dos polos del mundo se hallan comprimidos
-y estrechados por corrientes de aire que tienden á encontrarse; una
-superior, que empuja á nuestro cielo en la misma dirección que siguen
-los cuerpos relucientes del mundo, y otra inferior, que en sentido
-contrario casi los arrastra, como vemos que en los ríos se mueven las
-ruedas y los cangilones de no<span class="pagenum" id="Page_257">p.
-257</span>ria. Si el cielo permanece inmóvil<a id="FNanchor_60"
-href="#Footnote_60" class="fnanchor">[60]</a>, será necesario admitir
-que los astros giran con movimientos circulares, ya porque el fluido
-etéreo, elástico y sutil como es, tienda á escaparse y en movimiento
-rápido siga la dirección de la superficie curva, fenómeno que daría
-motivo á la revolución de los cuerpos siderales, ya porque el
-movimiento sea dado á éstos por el aire exterior, ó bien porque esos
-mismos seres estén dotados de propias energías para buscar de una parte
-á otra del espacio el alimento ígneo que los atrae<a id="FNanchor_61"
-href="#Footnote_61" class="fnanchor">[61]</a>. Difícil es declarar cuál
-de estos sistemas que tratan de explicar el movimiento del mundo sea el
-más conforme á la realidad; y por mi parte, después de atender á los
-hechos que la observación nos da á conocer, referentes á tantos mundos
-parecidos al nuestro como la Naturaleza ha constituido, me limito á
-exponerte las causas, admitidas como bastantes, que pueden poner en
-movimiento á los astros: una ha de haber, sin duda, que desempeñe
-funciones tan graves; pero cuál sea ella, no se atreverá á afirmarlo
-quien proceda cautamente en asunto de tanta importancia.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_59"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_59">[59]</a></span> Esta era opinión de Anaxágoras,
-según testimonio de Diógenes Laercio.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_60"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_60">[60]</a></span> Así pensaba Anaxímenes, si hemos de
-creer á Plutarco.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_61"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_61">[61]</a></span> Algunos griegos y romanos suponían
-que los astros eran seres vivos necesitados de alimento.</p>
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_258">p. 258</span>Nos veremos
-obligados á admitir que la Tierra pierde poco á poco su volumen y
-disminuye en la misma proporción su gravedad si la suponemos inmóvil
-en el centro del Universo y asentada sobre capas de aire, á las cuales
-se halle unida en relación perfecta, como lo testifica el hecho de que
-no actúe sobre ellas de modo que las haga descender, de igual modo que
-los miembros del hombre no oprimen á éste, ni la cabeza ejerce presión
-sobre el cuello, ni el peso de todo el cuerpo abruma á los piés, aunque
-un objeto extraño menos grave que su propio individuo cause molestia
-á cualquiera persona. Para apreciar el equilibrio que resulta entre
-varias cosas, debe tenerse en cuenta el lazo de unión que las liga: la
-Tierra no es un cuerpo extraño que de repente se haya colocado encima
-de masas de aire, sino un ser que en todo tiempo se ha desenvuelto
-con ellas, y de este modo es del Universo un sumando, lo mismo que
-todo miembro de un cuerpo es parte de este mismo<a id="FNanchor_62"
-href="#Footnote_62" class="fnanchor">[62]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_62"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_62">[62]</a></span> El sistema acariciado por Lucrecio
-para explicarse las leyes de la gravitación, que hasta Newton no fueron
-más que entrevistas confusamente por los pensadores, es el mismo que
-sostuvo Plinio, no más exacto, pero no menos erróneo que los admitidos
-por Jenófanes, Empedocles, Anaximandro y Aristóteles.</p>
-
-</div>
-
-<p>Tan pronto como la Tierra sufre el sacu<span class="pagenum"
-id="Page_259">p. 259</span>dimiento de una tempestad comunica el
-impulso recibido á todo lo que se halla en su propia superficie,
-fenómeno que no se podría efectuar si no estuviese ligada en unión
-íntima con los fluidos aeriforme y eterino: los tres cuerpos tienen
-raíces entrelazadas y las mismas desde toda la duración de los tiempos.
-¿No ves de qué manera, aun siendo el cuerpo con su pesantez carga
-abrumadora para el alma con su delicadeza, lo puede ésta sostener en
-virtud de la íntima unión que entre ellos existe? ¿Y qué fuerza puede
-regir los veloces movimientos del cuerpo, sino el poder del alma, que
-gobierna los miembros? ¿No has notado que siempre la unión de una
-débil substancia y de un cuerpo muy pesado ofrece como producto una
-considerable energía, según se observa en la combinación del aire con
-la Tierra y en la formación del alma con el cuerpo?</p>
-
-
-<p class="verslat">565. <i xml:lang="la" lang="la">Nec nimiò Solis
-major rota, nec minor ardor...</i></p>
-
-<p>Ni el disco del Sol puede ser mayor ni menor su fuego de lo que
-á los sentidos se muestran. Si de un foco ígneo surgen luz y calor
-que hasta nosotros llegan con toda la plenitud de su influencia á
-pesar del espacio que hayan recorrido, parece que en el trayecto no
-han debido perder volumen ni intensidad; y puesto que el calor y la
-luz del<span class="pagenum" id="Page_260">p. 260</span> Sol mueven
-nuestras sensaciones y tiñen de color los objetos, el tamaño y la forma
-de aquel astro serán, con escasa diferencia, tales como los vemos<a
-id="FNanchor_63" href="#Footnote_63" class="fnanchor">[63]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_63"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_63">[63]</a></span> Los errores de Epicuro y
-de Lucrecio acerca de esta materia sorprenden, porque están en
-contradicción con los principios que sostenían respecto á las
-apariencias fenomenales.</p>
-
-</div>
-
-<p>La Luna, ya se mueva en el espacio iluminada con luz propia, ya
-brille con fulgores reflejados, como quiera que sea, no tiene mayor
-volumen, según parece, que el que distinguimos desde la Tierra. Todos
-los cuerpos que á distancia colocados vemos á través de grandes masas
-de aire, se nos muestran confusos y como si no tuvieran delineadas
-sus márgenes; pero la Luna se nos ofrece claramente con forma bien
-determinada y con límites perfectamente marcados: luego necesario
-es que sea, allá en las alturas, tal como desde aquí la percibimos.
-Últimamente, los puntos brillantes que ves en el etéreo espacio (ya
-que distinguimos en la Tierra su luz y notamos su claro centelleo y
-su ardor, y por tanto, nada han de haber perdido en la distancia,
-cualquiera que sea ésta, que los separa de nosotros), lícito es pensar
-que no han de ser mucho mayores ni menores que los contemplamos.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_261">p. 261</span>Y no te admire
-el hecho de que el Sol, aunque no sea muy grande, pueda emitir luz
-bastante para llenar los mares, la Tierra, el cóncavo Cielo, y esparcir
-por todas partes su calor; tal vez sea como un manantial único de donde
-proceda toda la luz de este mundo, ó sea foco donde los elementos
-ígneos se acumulen para repartirla después por toda la Naturaleza. ¿No
-ves cómo una fuente, quizá pequeña, riega extensos prados y á veces
-inunda las campiñas? Puede suceder que el fuego del Sol, aunque escaso,
-toque en las capas de aire que rodean al astro luminoso, y éstas
-conviertan en llamas el fuego que reciben, como las mieses y la paja
-son devoradas por incendio que produce una sola chispa; y acaso el Sol,
-aunque resplandece mucho con luz rosácea, en el espacio del éter esté
-rodeado por abundantes fuegos sin brillantez, los cuales cumplan la
-función de aumentar, los rayos y el calor del astro luminoso.</p>
-
-<p>Ni es fácil de explicar ni aún se conoce perfectamente la causa
-que al Sol obligue á pasar desde las calientes regiones á las heladas
-de Capricornio y después se traslade al signo de Cáncer para volver
-al solsticio del estío; ni por qué la Luna emplee un solo mes en
-recorrer el mismo espacio que representa la carrera del Sol durante un
-año: no es<span class="pagenum" id="Page_262">p. 262</span> simple
-ni conocida, vuelvo á decir, la causa de este fenómeno, si bien es
-verosímil la explicación que Demócrito da acerca de este asunto: según
-aquel pensador, los astros, cuanto más se aproximan á la Tierra,
-tanto menos pueden ser envueltos en las corrientes etéreas, porque la
-velocidad y fuerza de éstas decrecen á medida que descienden; por este
-motivo el Sol, colocado en la parte inferior de las constelaciones
-ardientes, se atrasa en su carrera con relación á otros cuerpos sobre
-los cuales se encuentra, y la Luna, que aún está más baja, más distante
-de los cielos y más aproximada á la Tierra, acompaña mucho menos á los
-signos en sus movimientos; y como el torbellino la arrastra levemente,
-con facilidad es alcanzada por los astros que la exceden en sus giros.
-Por tanto, aunque parece que llega muy pronto á los signos, lo que en
-realidad sucede es que éstos llegan á ella más pronto.</p>
-
-<p>Quizá haya en el mundo corrientes alternativas de aire procedentes
-de regiones diversas que puedan á tiempos fijos empujar al Sol
-desde los signos del estío hasta el solsticio del invierno, y
-después desde los helados climas hacia los cálidos signos; si fuera
-exacta la teoría esta, sería necesario suponer que la Luna y las
-estrellas, impelidas por esas corrientes alternas de aire,<span
-class="pagenum" id="Page_263">p. 263</span> describen una revolución
-en los grandes años<a id="FNanchor_64" href="#Footnote_64"
-class="fnanchor">[64]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_64"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_64">[64]</a></span> Tal vez se refiera Lucrecio á los
-años comprendidos en un ciclo de revolución sideral de que hablan las
-tradiciones de más remoto origen. Los Brahmanes de la India admitían el
-año cósmico formado por doce mil años divinos, cada uno de los cuales
-se componía de algunos millares de años solares. Pueden consult. págs.
-101 y sigs. de <i>El Alma según las esc. fil. de la Ind.</i>, por M. R.
-Navas.</p>
-
-</div>
-
-<p>¿No ves que las nubes impulsadas por los vientos contrarios ya
-suben, ya bajan, y siempre siguen opuestas direcciones? ¿Y por qué los
-astros no han de ser llevados de igual modo por diversas corrientes y
-con distinto rumbo?</p>
-
-
-<p class="verslat">649. <i xml:lang="la" lang="la">At nox obruit
-ingenti caligine terras...</i></p>
-
-<p>La noche cubre de impenetrable obscuridad la Tierra, ya porque el
-Sol llega disipado al término de su curso, y deja apagar sus fuegos que
-en el camino se han debilitado por el rozamiento con el aire, ya porque
-la misma fuerza que obliga á los rayos del Sol para remontarse tanto,
-podrá también obligarlos á prolongar su marcha por debajo de nosotros
-en dirección contraria.</p>
-
-<p>La Aurora se presenta en tiempos fijos en los vastos dominios del
-éter y descubre la luz, ya porque el Sol tienda á anticipar su regreso
-de las regiones que debajo de nosotros quedan, y dore con sus rayos
-el cielo;<span class="pagenum" id="Page_264">p. 264</span> ya porque
-diariamente en períodos regulares se junten fuegos y corpúsculos
-ígneos, y todos los días formen un nuevo Sol<a id="FNanchor_65"
-href="#Footnote_65" class="fnanchor">[65]</a>; así pueden verse, como
-la tradición dice, desde las elevadas cumbres del monte Ida, algunos
-fuegos dispersos que se juntan por las madrugadas y forman un globo
-luciente que recorre el espacio<a id="FNanchor_66" href="#Footnote_66"
-class="fnanchor">[66]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_65"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_65">[65]</a></span> Opinión de Heráclito: Jenófanes
-pensaba también que había un Sol para cada clima.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_66"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_66">[66]</a></span> Diodoro de Sicilia, Estrabón y
-Juvenal hablan de esa tradición.</p>
-
-</div>
-
-<p>Y no debe causarte admiración el hecho de que en épocas fijas puedan
-reunirse tantas partículas de fuego que restauren el brillo y el calor
-del Sol, porque vemos que otros muchos fenómenos ocurren también en
-tiempos fijos: en las mismas épocas todos los años florecen los árboles
-y maduran las frutas; en la vejez se caen los dientes debilitados,
-y á tiempos fijos los jóvenes se cubren de menudo vello y sienten
-en el rostro los empujes de la barba; la lluvia, la nieve, el rayo,
-los vientos y las nubes siguen movimiento regular en las estaciones.
-Al determinarse cada ser muestra una propia energía que puesta en
-acción sigue invariablemente el turno que le corresponde en el orden
-universal. Aumenta la duración de los días cuando la de las noches
-disminuye y<span class="pagenum" id="Page_265">p. 265</span> ésta
-crece cuando aquélla se acorta, porque el Sol, que siempre es el mismo,
-sobre las tierras y debajo de ellas, describe arcos desiguales que
-cortan el Cielo en porciones diferentes, y lo hace con tal regularidad,
-que da á cada parte del mundo la porción de luz de que ha privado al
-hemisferio opuesto, hasta que en su curso llega al fin del signo donde
-las noches son iguales á los días, porque la parte del espacio en que
-se halla se encuentra á igual distancia del aquilón y del austro,
-término de la rotación anual del Sol, y punto desde donde con igualdad
-esparce su fuego, tanto por el Cielo como por la Tierra: así á lo menos
-lo enseñan aquellos que han representado por medio de imágenes las
-regiones del cielo. Puede también suceder que el aire, muy denso en
-algunos sitios, no dé acceso á los vacilantes rayos del Sol, y éstos
-no puedan penetrar con facilidad en los rumbos del Oriente, y por este
-motivo las noches del invierno son muy lentas y parecen interminables
-por lo mucho que se retarda la aparición de la luz diurna; ó puede
-suceder que del año en partes alternas corren, ya más despacio, ya
-más aprisa, las moléculas de fuego que reunidas componen el Sol, y
-determinan así las estaciones.</p>
-
-
-<div class="section">
- <p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_266">p.
- 266</span>703. <i xml:lang="la" lang="la">Luna potest Solis radiis
- percussa nitere...</i></p>
-</div>
-
-<p>Quizá brilla la Luna porque en ella se reflejan los rayos de la luz
-del Sol: en este supuesto, la claridad que nos comunique ha de ser
-más amplia cuanto más distante se halle del Sol, hasta que al estar
-enfrente de ese astro su bello y redondo aspecto brille con plena luz
-en el horizonte, donde contempla la desaparición del Sol por el mismo
-sitio en que ella se levanta. Después, en dirección contraria ocultará
-su luz poco á poco y esconderá su brillo á medida que se acerque al
-disco del Sol y camine por la mitad opuesta á la posición de los
-signos. Así piensan los que en la Luna no ven otra cosa más que una
-esfera que tiene los movimientos por debajo del Sol; y entiendo que esa
-opinión es aceptable.</p>
-
-<p>Y puede ser que la luz que nos muestra sea propia y que en la
-emisión de los fulgores ofrezca distintas formas. En ese caso deberá
-admitirse la intervención de un cuerpo opaco que se mueva al mismo
-tiempo que la Luna y paralelo á ésta, á la cual tape su luz en
-ocasiones; y también puede la Luna ser considerada como una esfera
-que tenga una sola mitad iluminada y al girar en movimiento de
-rotación presente varios aspec<span class="pagenum" id="Page_267">p.
-267</span>tos, porque primeramente nos ofrecería su parte iluminada y
-poco á poco ésta se ocultaría hasta desaparecer totalmente de nuestra
-vista; en esta opinión descansa el sistema que los Caldeos sostienen
-en contra del parecer de los Griegos; pero ambas explicaciones son
-verosímiles, y no hay bastantes datos para considerar una cualquiera de
-esas doctrinas superior á la otra.</p>
-
-<p>No es imposible que una nueva Luna sea creada con variadas formas,
-de las cuales se destruya en un día la que en el anterior se haya
-formado, se dé otra para el siguiente día y reemplace cada una á la
-anterior. Es difícil negar este aserto, porque se conforma con el
-régimen del Universo, en el cual se rehacen las cosas: aparece la
-primavera acompañada por el Amor y precedida del Céfiro que bate
-las alas, mientras que la madre Flora le prepara camino de flores y
-de perfumes: después síguese el calor, tras éste la aridez y luego
-viene Ceres llena de polvo por el soplo de los vientos etesios<a
-id="FNanchor_67" href="#Footnote_67" class="fnanchor">[67]</a>; sigue
-el otoño, compañero de Baco, en cuyo séquito vienen tempestades,
-vientos, el altisonante Vulturno<a id="FNanchor_68" href="#Footnote_68"
-class="fnanchor">[68]</a> y el ruidoso Austro<a id="FNanchor_69"
-href="#Footnote_69" class="fnanchor">[69]</a> que anuncian<span
-class="pagenum" id="Page_268">p. 268</span> las tormentas. Después
-de ellos nos visitan la nieve, el entorpecedor frío y el insufrible
-invierno que hace batir los dientes. Y si en tiempos fijos y con
-regular orden se suceden esos hechos, ¿habríamos de admirarnos si
-naciera y muriera la Luna en tiempos dados?</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_67"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_67">[67]</a></span> Etesios, vientos del Nordeste.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_68"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_68">[68]</a></span> Vulturno, viento entre el euro
-(Levante) y el noto (del Sur).</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_69"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_69">[69]</a></span> Austro, vendaval fuerte del Sur.</p>
-
-</div>
-
-<p>Los eclipses de Sol y los de Luna pueden ser atribuidos á varias
-causas: quizá pueda la Luna substraer á la Tierra la claridad del Sol
-y ocultar el brillo de éste por medio de la interposición de su opaca
-masa que absorba ó intercepte los rayos del foco luminoso: ¿y no podría
-existir otro cuerpo, opaco igualmente, que produzca ese efecto? ¿y no
-puede suceder también que el Sol en ciertas ocasiones se amortigüe y
-pierda su brillo que después recupere cuando haya pasado por regiones
-donde el aire no ofrezca adecuadas condiciones para hacer luminosas
-las emanaciones de aquel astro? Y si alternativamente puede la Tierra
-privar de luz á la Luna, y tener por debajo el Sol, mientras que el
-astro de revolución mensual se muestra obscurecido por la cónica sombra
-que se le pone delante, ¿no podrá suceder que otro cuerpo cualquiera
-se coloque frente al Sol, interrumpa su fulgor y nos despoje de su
-brillante luz? Pero si la luz de la Luna es propia, y no reflejada del
-Sol, ¿no podrá languidecer al pasar por ciertas regiones donde<span
-class="pagenum" id="Page_269">p. 269</span> haya algún fluido contrario
-que apague todos sus fuegos?</p>
-
-
-<p class="verslat">770. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest,
-quoniam magni per cærula Mundi...</i></p>
-
-<p>Como ya he dilucidado el proceso de formación del mundo en las
-regiones cerúleas, los varios giros que el Sol y la Luna tienen en el
-espacio y la fuerza que puede impulsarlos, así como la causa probable
-de que algunas veces pierdan su luz y por algún tiempo nos dejen á
-obscuras como quien ya cierra, ya abre los ojos, y con la sombra apaga
-la claridad y con la claridad extingue las tinieblas; ahora debo
-retroceder á los comienzos del mundo, inquirir lo que en los tiempos
-de su antigua evolución obró la Tierra, y cuáles fueron las primeras
-producciones que expuso á la inconstancia de los vientos y á la
-influencia de la luz.</p>
-
-<p>En un principio, la Tierra dió á las colinas toda clase de hierbas
-y de verdor; los campos fueron esmaltados de flores y de musgo; los
-árboles de varias especies después de crecer levantaron sus ramas á
-las auras; así como á las aves y cuadrúpedos, cuando se hallan en la
-primera edad, les brotan respectivamente plumas, pelo y cabello, así
-también la Tierra empezó á dar hierbas y arbustos, y después produjo
-la especie animal con diferentes destinos y agrupados sus<span
-class="pagenum" id="Page_270">p. 270</span> individuos en clases
-distintas; ciertamente los animales no caerían del Cielo, ni los
-habitantes de la Tierra brotarían de las saladas aguas. Por esta razón
-con motivo se da nombre de Madre á la Tierra, porque es el origen de
-todo lo existente sobre ella. Si vemos que aun hoy nacen de la Tierra
-bajo la acción de la humedad y del Sol muchos animales, no deberá
-sorprendernos la consideración de que en la época de efervescencia de
-sus energías, la Naturaleza pudiera producir seres vivientes de gran
-volumen y muy numerosos.</p>
-
-<p>Primeramente nacieron los pájaros y toda la variada especie de
-volátiles, los cuales comenzaron á salir de los huevos con el calor
-primaveral, de igual modo que las cigarras aun en nuestros días dejan
-sus envolturas en el estío y de seguida se lanzan á buscar su alimento.
-En aquel tiempo apareció también la raza humana: moléculas adecuadas
-existentes en el agua y en el fuego, atraídas por lugares apropiados en
-los campos, sirvieron para promover el crecimiento de ovarios fecundos
-unidos á la tierra por especiales raíces, y cuando el embrión formado
-llegó á la época de madurez, su energía propia le permitió salir de la
-humedad para respirar el aire libre, y la Naturaleza, abierta por todas
-partes, introdujo en<span class="pagenum" id="Page_271">p. 271</span>
-las venas del nuevo ser zumos sabrosos parecidos á la leche.</p>
-
-<p>Así como las mujeres después del parto sienten en los pechos
-exuberancia de agradable jugo que sirve de grato alimento para sus
-recién nacidos, la Tierra de esta manera sustentaba á sus criaturas
-humanas; la plácida temperatura hacía innecesario todo abrigo, y el
-suelo cubierto de menudo césped les preparaba agradable y cómodo lecho.
-No sufría el mundo en aquella remota edad el penetrante frío, ni los
-nimios calores, ni los fuertes vientos; esos fenómenos han tenido
-también su época de aparición. Justamente merece la Tierra el nombre
-de madre, porque ella fué la que dió vida al género humano, cuasi á
-la vez que formó á los animales de toda especie, lo mismo á los que
-viven errantes por las tierras que aquellos otros de variadas formas
-que vuelan por los aires. Pero la energía prolífica de la Tierra había
-de tener un término; así como los años esterilizan á la mujer también
-consumieron la fecundidad de la Tierra; el tiempo muda la naturaleza
-del mundo; los estados se suceden; nada permanece estacionario; todo
-cambia; todo se transforma para que todo tenga vida. Se consume un
-cuerpo en putrefacción ó sucumbe herido por la vejez, al mismo tiempo
-que otro se levanta<span class="pagenum" id="Page_272">p. 272</span>
-por el lado opuesto y se fortifica; así en el transcurso de los días
-se muda la naturaleza del mundo; incesantemente cambia de estado; no
-puede hacer hoy lo que antes hiciera; hoy hace lo que antes no podía
-hacer.</p>
-
-
-<p class="verslat">858. <i xml:lang="la" lang="la">Multaque tum
-interiisse animantû sæcla necesse est...</i></p>
-
-<p>Muchas especies de animales debieron forzosamente perecer: las que
-ahora existen se han conservado, unas por la virtud de su energía, de
-su astucia, de su ligereza, y otras por el auxilio que les concedemos
-en cambio de la utilidad que nos reportan; el cruel león y otras
-bestias feroces, á su fuerza deben su propia conservación; la zorra á
-sus ardides; el ciervo á su carrera; pero el fiel y vigilante perro,
-los animales de carga, la sufrida oveja y el laborioso buey están
-sostenidos por nuestra protección; siempre se veían perseguidos por
-las fieras, anhelantes de paz, deseosos de entregarse á los pastos sin
-peligros, y nosotros les ofrecemos esas ventajas en recompensa del
-provecho que nos proporcionan. Pero los animales á quienes su propia
-constitución ha negado fuerza de resistencia y condiciones de utilidad,
-¿por qué habían de ser nuestros protegidos? Condenados á ser víctimas
-de las otras razas, así vivirán hasta que la Naturaleza los extinga
-completamente.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_273">p. 273</span>Entonces la Tierra
-tendía á producir animales de tamaño y de figura monstruosos: el más
-notable de éstos fué quizá el andrógino, que tenía formas propias
-de los dos sexos y que difería igualmente de uno y de otro: unos
-animales aparecían en la vida sin piés, otros sin manos, aquéllos sin
-boca, éstos sin ojos; y aun se producían cuerpos en que los miembros
-estaban mutuamente adheridos y correspondían á seres incapaces para
-avanzar ó retroceder, para huir de los peligros y para proporcionarse
-alimentos.</p>
-
-<p>Como éstos surgían otros monstruos en tanto que la Naturaleza
-establecía un orden; pero no pudieron avanzar en la edad ni
-desarrollarse ni reproducirse. Para el cumplimiento de esta última
-función y transmitir á otros seres la vida recibida, son necesarias
-algunas circunstancias: en primer lugar la adecuación de los alimentos;
-en segundo lugar la formación de gérmenes fecundos esparcidos en
-todo el cuerpo y la constitución de apropiados canales conductores;
-y en tercer término la adaptación de los órganos sexuales con mutuos
-goces.</p>
-
-<p>Pero ni han existido Centauros ni podían formarse especies de
-naturaleza doble y de cuerpo doble con miembros de razas distintas;
-combinación de elementos hetero<span class="pagenum" id="Page_274">p.
-274</span>géneos es imposible. Á nadie ha de ser difícil comprender
-esta verdad.</p>
-
-<p>En primer término, el caballo á los tres años de su vida se halla en
-la fuerza de su edad; pero no así el hombre, que todavía en ese tiempo
-busca el pecho que lo amamanta; el número de años que disminuye la
-fuerza de los caballos y obliga á éstos á rendirse bajo el peso de la
-vejez, es el mismo que representa la juventud del hombre y la época en
-que éste fortifica sus miembros y en que su rostro se cubre de vello.
-No creas que de la unión de semillas de caballos y de hombres pueda
-formarse centauros, ni que haya sido posible la existencia de Escilas
-que tuviesen la mitad inferior del cuerpo de figura y forma de perro,
-ni otros monstruos de este género compuestos de miembros incompatibles
-porque pertenezcan á seres que tienen diferente desarrollo, diversa
-juventud, muy distinta índole, son excitados por Venus, de maneras
-varias, tienen otras costumbres y se alimentan con substancias
-diferentes; pues ya sabemos que nutre á las cabras la cicuta que es
-veneno mortífero para los hombres.</p>
-
-<p>Las llamas queman y consumen el rojizo cuerpo de los leones, lo
-mismo que las vísceras y sangre de todos los animales. ¿Cómo pudiera
-suceder que ese monstruo de tri<span class="pagenum" id="Page_275">p.
-275</span>ple constitución llamado Quimera, con cabeza de león, cuerpo
-de cabra y cola de dragón, pudiera arrojar de su cuerpo fuego á
-llamaradas? Afirmar que por ser nueva la Tierra, y el Cielo reciente,
-era muy posible que se produjesen tantos monstruos, sin que en apoyo
-de esta idea se halle más razón que la vana y frívola de la novedad,
-es dar motivo para las fantásticas y absurdas suposiciones de la
-fábula: debe decirse lo mismo respecto de la suposición de que por
-las tierras circulasen ríos de oro; de que las flores de los arbustos
-fuesen de diamantes, y de que los hombres dotados estuviesen de fuerza
-y de estatura bastantes para saltar de un paso la vasta superficie
-de los mares y para hacer girar con las manos todo el cielo. Aunque
-la Tierra contenía innumerables gérmenes productores, de los cuales
-se formaron muchas especies de animales, no por eso hemos de creer
-que pudiese producir seres de elementos opuestos, y unir en un mismo
-individuo miembros de animales diferentes; es lo cierto que plantas,
-mieses y arbustos que la faz de la tierra cubren, nunca nacen juntos y
-confundidos, sino tiene cada uno su peculiar esfera y conservan todos
-las diferencias que la Naturaleza les ha señalado.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_276">p.
-276</span>923. <i xml:lang="la" lang="la">Et genus humanum multò fuit
-illud in arvis...</i></p>
-
-<p>El género humano, en aquel tiempo en que andaba por los campos
-vagabundo, tenía más vigor que hoy, lo cual debería suceder porque la
-Tierra que lo había producido era también más vigorosa; los huesos
-del hombre eran más sólidos y más robustos; sus nervios más fuertes,
-sus vísceras más enérgicas; el frío no le molestaba, el calor no
-le afligía; ni le inquietaba la alimentación ni le preocupaban las
-dolencias; para él pasaban los años con indiferencia mientras vivía
-errante y formaba rebaño como las fieras; no trabajaba con el duro
-arado, ni mullía la tierra con el hierro, ni sembraba arbustos ni
-manejaba la hoz para podar las ramas de los altos árboles; aplacaba
-su hambre con lo que espontáneamente le daban el Sol, la lluvia, la
-Tierra; las encinas glandíferas le ofrecían abundante sustento, y las
-madroñeras que en el invierno se cargan de frutos de color purpurino,
-eran entonces más numerosas y más fecundas; el mundo, en fin, en los
-albores de su concreción, daba clases variadas de alimentos que, para
-los míseros mortales, estaban siempre de sobra. Para saciar la sed
-convidaban los ríos y las fuentes, y, como ahora, las aguas descendían
-murmuradoras desde elevadas montañas y á los animales ad<span
-class="pagenum" id="Page_277">p. 277</span>vertían que de ellas podían
-beber hasta saciarse. Por la noche los hombres se acomodaban en
-grutas que después se llamaron templos de las ninfas, donde brotaban
-claros manantiales que lavaban las húmedas rocas; las húmedas rocas
-de centelleante musgo cubiertas, desde las cuales caían las aguas
-lentamente sobre las planicies para correr después abundantes por los
-campos.</p>
-
-<p>Ni sabían utilizar el fuego ni aprovechar las pieles y otros
-despojos de los brutos para cubrir su desnudez; se refugiaban de la
-inclemencia del tiempo en lo hueco de los montes, en las selvas y
-florestas, y apiñados afrontaban el ímpetu de los vientos y de las
-lluvias. No comprendían los intereses comunes, y por tanto no habían
-regulado sus relaciones y tratos; cada cual se apoderaba de lo que
-tenía á mano: la Naturaleza no había despertado en ellos más deseo
-que el de vivir cada uno para sí mismo. Venus en las selvas juntaba
-á los amantes; á veces un mutuo ardor los conciliaba; en ocasiones
-el hombre acudía á la violencia para satisfacer su encendido afán, ó
-ganaba la condescendencia femenina por dádivas de bellotas, de madroños
-ó de selecta pera. De las manos y de los piés se valían para hacer
-guerra á los feroces animales y lanzarles pedradas á distancia, ó de
-cerca darles gol<span class="pagenum" id="Page_278">p. 278</span>pes
-con palos; de esta manera vencían á algunos, pero con frecuencia
-tenían que huir de ellos y buscar refugio en las cavernas. Cuando
-llegaba la noche, se tendían desnudos en el suelo como los jabalíes
-y se tapaban con hojas y ramas; no es de creer que temerosos de la
-noche<a id="FNanchor_70" href="#Footnote_70" class="fnanchor">[70]</a>
-errantes por las selvas, invocaran entre gritos y lamentos la claridad
-del día: por lo contrario, silenciosos y entregados á profundo sueño,
-esperaban que el Sol con su espléndido fulgor bañase de luz el cielo:
-acostumbrados á ver desde la infancia que en tiempos continuados la
-luz y las sombras se suceden, no se admiraban de que así ocurriera, ni
-temían que una interminable noche sepultase al mundo en las tinieblas
-después de apagar la claridad diurna. Les ocasionaban, sí, positivo
-temor las fieras que invadían sus moradas, perturbaban su reposo y
-les causaban graves daños: muchas veces, intempestivamente, durante
-la noche, eran visitados por el fiero león ó por el cerdoso jabalí, y
-llenos de temor se veían precisados á escaparse por el techo de piedra
-y dejar su lecho de hojas á tan incómodos huéspedes.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_70"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_70">[70]</a></span> Tradición india.</p>
-
-</div>
-
-<p>Y no por lo dicho ha de suponerse que la muerte hiciera más estrago
-que ahora entre los hombres; cierto es que muchos eran cogidos<span
-class="pagenum" id="Page_279">p. 279</span> y devorados por las fieras,
-á las cuales ofrecían continuado banquete con su cuerpo, mientras con
-lamentos llenaban los bosques y las montañas; verdad es que algunas
-veces veían cómo sus miembros palpitantes eran encerrados en viviente
-sepulcro; también es cierto que no pocos hombres, aunque lograban
-escapar de las garras feroces, llevaban el cuerpo lleno de heridas,
-cuyos bordes oprimían con mano convulsa entre horribles dolores que les
-arrancaban gritos para llamar la muerte, y que al cabo, sin obtener
-alivio y sin saber curar sus heridas, de las que se apoderaban los
-gusanos, perdían la vida. Pero no eran como ahora llevados á la guerra
-millares de soldados que mueren en un solo día, en un solo instante; ni
-los buques arrojaban á muchas personas contra los escollos; entonces,
-sin peligro alguno para los hombres, el mar levantaba airado sus ondas
-ó apacible las calmaba: la tranquilidad de las aguas no era bastante
-seducción para nadie; el arte de navegar, tan homicida, no había
-comenzado; en la nada estaba sumido. Tal vez en remotos días la muerte
-era consecuencia de falta de alimentación; hoy la abundancia es causa
-del mismo efecto; quizá entonces, por ignorancia, los hombres morían
-envenenados; hoy el arte los envenena.</p>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_280">p.
-280</span>1009. <i xml:lang="la" lang="la">Indè casas postquam, ac
-pelles, ignemque parârunt...</i></p>
-
-<p>Tan pronto como fué conocido el uso de las chozas, de las pieles y
-del fuego, y vivieron en mutuo consorcio una mujer y un hombre, y éstos
-saborearon las honestas delicias del matrimonio y vieron prole de ellos
-mismos formada, el linaje humano comenzó á adquirir suaves costumbres;
-el fuego permitió que sobrellevaran las molestias del frío aquellos
-que ya no podían sufrir los rigores del invierno bajo la techumbre del
-cielo; Venus templó las rudezas y luego los hijos ablandaron fácilmente
-la dura índole de los padres: en esta situación se creó amistad entre
-los hombres que se habían establecido en lugares inmediatos, y fruto de
-ella fué el respeto mutuo y la protección concedida á la debilidad de
-las mujeres y de los niños, pues con voces inarticuladas y con gestos
-debieron de convenir en que la conmiseración por conveniencia de todos
-se debía otorgar á la flaqueza. Sin duda alguna este último acuerdo
-no fué general, pero innegablemente fué observado con lealtad por los
-más y los mejores, pues de lo contrario la raza humana se hubiera
-extinguido y no habría llegado hasta nuestros días.</p>
-
-<p>La Naturaleza enseñó á usar de la lengua para emitir diferentes
-sonidos, y la necesi<span class="pagenum" id="Page_281">p.
-281</span>dad sugirió la idea de dar nombres á las cosas, como vemos
-que incita á los niños que aún no saben hablar para que señalen con el
-dedo los objetos que desean. Cada ser experimenta impulsos acomodados
-á las energías de que dispone; aún el novillo no tiene astas y ya da
-topetazos inofensivos con la frente; los cachorros de la pantera y
-de la leona, antes de que dispongan de uñas y de dientes, tratan de
-morder y de rasgar; los hijuelos de todas las aves ensayan temblorosos
-vuelos antes de que las alas auxilien sus esfuerzos. Por tanto, sería
-locura el pensar que un solo hombre pudiera denominar todas las cosas,
-y luego los otros no hicieran más que imitarle; pues evidente es que si
-un hombre pudo articular palabras y emitir varios sonidos, los otros
-hombres podrían hacer lo mismo en igual tiempo.</p>
-
-<p>Añadamos que si los hombres en sus relaciones no hubieran hecho uso
-de palabras, no habrían llegado á conocer la importancia de ellas, y
-por este motivo el que las hubiese inventado no habría podido llevar
-adelante su proyecto en favor de un lenguaje. Ningún hombre tendría
-fuerza bastante para hacer aprender á los otros los nombres que hubiera
-querido aplicar á las cosas, ni habría podido hacerse entender por
-medio de signos orales que los otros no conocían. Nadie pres<span
-class="pagenum" id="Page_282">p. 282</span>taría oídos y dedicaría su
-atención á lecciones explicadas con sonidos completamente extraños, los
-cuales herirían sus órganos auditivos inútilmente. Y ¿por qué ha de
-sorprendernos que la raza humana, poseedora de órganos apropiados para
-significar las impresiones que la afectan, haya designado con voces
-especiales todas y cada una de las cosas que le rodean ó le interesan,
-cuando vemos que los animales domésticos y aun las mismas fieras con
-gritos de inflexiones distintas representan el dolor que los embarga,
-el miedo que los oprime, el gusto que los seduce? Estos hechos están
-patentes para la observación: el mastín, de formidables mandíbulas,
-cuando en un primer acceso de ira, contraídos los labios, muestra los
-temibles dientes que castañetean, lanza ladridos amenazadores que se
-diferencian mucho de los que emplea en otras ocasiones para significar
-su alarma; y cuando acaricia á sus cachorros, á los cuales da golpes
-con las patas desuñadas, lame con languidez y muerde con dientes
-amorosos, también da gritos de alegría que no pueden confundirse con
-los aullidos que deja oir en la soledad, ni con los gañidos que emite
-cuando temeroso evita el látigo de su dueño.</p>
-
-<p>¿Relincha el caballo de igual modo cuando impulsado por ardoroso
-instinto pasa<span class="pagenum" id="Page_283">p. 283</span> con
-gallardo brío por entre las yeguas, ó cuando el estrépito de las armas
-lo conmueve, ó cuando otra causa excita sus miembros? Por último, los
-pájaros, las aves de toda clase, como el halcón, el quebrantahuesos
-y el mergo que busca en las olas marinas su necesario sustento, dan
-gritos diferentes según varían las circunstancias en que se encuentran;
-el graznido que usan cuando toman su alimento no es el mismo que emiten
-cuando porfiadamente defienden una presa. También hay algunas aves que
-modifican su canto con arreglo al estado atmosférico: se encuentran en
-ese caso la antigua especie de la corneja y la grey del cuervo, los
-cuales, según dicen, crascitan de modo especial para anunciar viento,
-lluvia ó tormentas. Y pues los animales, aunque mudos sean, disponen de
-variedad de tonos en la voz con arreglo á las impresiones que reciben,
-¿por qué no ha de considerarse natural el hecho de que los hombres
-hayan designado las cosas diferentes con palabras diversas?</p>
-
-
-<p class="verslat">1090. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in his rebus
-tacitus ne fortè requiras...</i></p>
-
-<p>Para que en silencio no te quede alguna duda, te diré desde luego
-que el rayo pudo proporcionar fuego á los mortales y ser el<span
-class="pagenum" id="Page_284">p. 284</span> foco de llamas que nosotros
-utilizamos, como aún hoy vemos que á veces en la Tierra arden muchos
-cuerpos encendidos por el rayo formado en las alturas; pero también
-observamos que largas ramas de copudos árboles azotados por el viento
-rozan con otras ramas de árboles vecinos, y de empeñada colisión,
-entre unas y otras sostenida, brotan centellas luminosas que llevan
-el incendio á la arboleda; pudo, pues, el fuego tener también este
-origen.</p>
-
-<p>El Sol nos enseñó á cocer y á ablandar las substancias dedicadas
-para nuestras comidas, porque los hombres notaron que los rayos
-del astro luminoso maduran los frutos de la Tierra; y desde que
-adquirieron ese conocimiento introdujeron en las costumbres y en los
-alimentos sucesivos cambios para los cuales el fuego sirvió de motivo
-fundamental.</p>
-
-<p>Los señores comenzaron á edificar ciudades y á erigir castillos
-que les sirviesen para defensa y para refugio: los ganados y los
-campos fueron distribuidos, y en el reparto obtuvieron beneficio los
-hombres que sobresalían por su belleza, por su fuerza ó por su ingenio,
-que fueron en el comienzo de las sociedades los únicos signos de
-distinción: fué después inventada la riqueza, y apareció el oro que
-asumió todo valimiento y todo<span class="pagenum" id="Page_285">p.
-285</span> honor; pues sabido es que la belleza y la fuerza se rinden
-humildes ante el poder convencional del oro.</p>
-
-<p>Regla de conducta debe ser para el hombre que arregla su vida á los
-dictados de la razón el considerar que las mayores riquezas consisten
-en la moderación y en la justicia; no es pobre el que poco desea.
-Hombres hay, no obstante, que hacen depender su tranquilidad y su
-fortuna de la opulencia y del poder; ¡error grave!: tan numeroso es
-el concurso de los que aspiran á obtener riquezas, que se ha hecho
-difícil y peligrosa la empinada senda que á ellas conduce, y aun muchas
-veces los que alcanzan sus alturas sirven de blanco á los dardos de
-la envidia que los precipita, con desprecio, al Tártaro profundo. Más
-vale obedecer en paz que gobernar en guerra. Dignos de lástima son
-los que envueltos en sudor y en sangre luchan ciegos en la estrecha
-vía de la ambición; no comprenden que la envidia, como el rayo, ataca
-principalmente los puntos elevados, y como se guían por ajeno parecer,
-ajustan sus actos más á lo que oyen que á sus propios pensamientos.
-Así los hombres son y han sido siempre, y así en lo sucesivo habrán de
-ser.</p>
-
-<p>Pero después de las matanzas hechas por los reyes, la majestad de
-ellos, sus tronos,<span class="pagenum" id="Page_286">p. 286</span>
-sus cetros, y los adornos ensangrentados con que la frente cubrían
-fueron arrojados al suelo, escarnecidos y pisoteados por las
-multitudes, porque llega un día en que se conculca aquello que en el
-anterior por miedo se adoraba; el poder volvió entonces á los pueblos,
-y como todos los hombres no podían gobernar, se eligieron algunos
-magistrados que ejercieran esa función, y se dictaron órdenes, á las
-cuales, por conveniencia general, todos los individuos de las tribus
-se hubieron de someter, pues cansados de vivir entre violencias, odios
-é inquietudes, estimaron agradable el yugo de la ley como garantía del
-derecho. Terribles eran los resultados de las meditadas venganzas (que
-nuestras justas leyes no toleran), y los hombres, ansiosos de salir de
-aquella situación de zozobras y desconfianzas, establecieron penas y
-castigos que engendran temores. La injusticia y la iniquidad caen en
-sus propios lazos; sus efectos revierten á los que las producen, pues
-no hay descanso ni reposo para aquel que infringe las leyes sociales,
-el cual, por más que se oculte de los dioses y de los hombres, vivirá
-siempre con recelo de que su delito se divulgue, supuesto que han
-existido muchos malvados que durante el sueño ó en el delirio de
-la fiebre de aguda enfermedad han declarado los crímenes que<span
-class="pagenum" id="Page_287">p. 287</span> hubieran cometido y que
-habían sabido ocultar durante muchos años.</p>
-
-
-<p class="verslat">1160. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc quæ causa Deum
-per magnas numina gentes...</i></p>
-
-<p>No es difícil de explicar ahora la serie de ideas que llevaron á
-las gentes á admitir en el mundo la intervención de dioses, en cuya
-honra, y por cuyo temor los pueblos levantaron altares, establecieron
-ritos, instituyeron ceremonias que forzosamente han de preceder y
-acompañar al desarrollo de toda empresa; erigieron templos, dedicaron
-días de fiesta, inventaron cultos. La raza humana en aquellos tiempos,
-aun durante la vigilia, creía ver en todas partes egregias imágenes
-de dioses que alcanzaban proporciones gigantescas bajo las ilusiones
-del sueño, y á las cuales suponía dotadas ya de sensaciones, ya
-de actividad, porque se le figuraba que movían los miembros y que
-hablaban con arrogancia como correspondía á su majestuosa figura y
-amplias fuerzas; les atribuía la inmortalidad, porque siempre se las
-representaba con igual belleza y forma, y consideraba que los dioses no
-habían de estar sujetos á mudanzas, porque á su volumen y resistencia
-no habría poder capaz de producir daño; al mismo tiempo, la prole
-humana tenía por muy felices á los dioses, porque los suponía exentos
-del temor de la<span class="pagenum" id="Page_288">p. 288</span>
-muerte y se imaginaba que habían de estar con agrado entretenidos en
-labores maravillosas.</p>
-
-<p>Cuando, además, consideraba el orden constante y regular del Cielo
-y el cambio periódico de las estaciones y no sabía explicarse la causa
-de esos fenómenos, hallaba cómodo el pensar que eran árbitros de la
-Naturaleza unos dioses que disponían de todas las cosas á su antojo.
-Y supuso colocada la residencia de esos dioses allá en las mismas
-alturas donde entendía que el Sol y la Luna habitan y se mueven; donde
-creía ver que surge la luz, nacen las sombras, se forman los meteoros,
-giran las noctívagas estrellas, vuelan fuegos errantes, se condensan
-las nubes, soplan los vientos, se forja el rayo y tienen su origen las
-heladas nieves, los destructores granizos, las furiosas tempestades,
-los horrísonos truenos que le parecían espantoso eco de las amenazas de
-los dioses.</p>
-
-<p>Infeliz especie humana, que atribuye tales hechos á seres
-imaginarios, á los cuales considera influidos por acerbas iras.
-¡Cuántos gemidos ha arrancado, cuántas heridas ha abierto, cuántas
-lágrimas ha producido á la descendencia de los hombres esa invención!
-La piedad no puede consistir en cubrirse la cabeza con espesos velos,
-dar<span class="pagenum" id="Page_289">p. 289</span> vueltas alrededor
-de una estatua y visitar altares; ni tampoco en prosternarse y levantar
-las manos ante los templos de los dioses, y menos en inundar las aras
-con la sangre de cuadrúpedos, ni en hacer votos con juramento, sino
-en observar atentamente con ánimo sereno los sucesos todos. Cuando se
-levanta la vista y se contemplan los palacios celestiales del Universo,
-las regiones etéreas tachonadas de estrellas rutilantes y el movimiento
-regular del Sol y de la Luna, siente el pecho cierta vaga inquietud que
-anubla la abrumada frente, porque se recela que exista un alto poder
-capaz de gobernar á su gusto los astros; pero las dudas que asaltan
-la mente engendradas son por la ignorancia, la cual hace temer que el
-mundo haya tenido principio y tenga, por tanto, fin; que sus murallas
-no puedan resistir el movimiento y los choques á que están expuestas,
-y que, aun admitido un divino creador de la mansión terrestre, ésta no
-pueda vencer las inmensas dificultades de una eterna duración.</p>
-
-<p>Y, además de lo dicho, ¿á quién no apoca el ánimo el espanto de los
-dioses, y á quién no causa estremecimientos de pavor el trepidar de
-la Tierra cuando ruge el estruendo formidable de horrísona tormenta
-y retumba el rayo en los ámbitos del Cielo? ¿No se asustan en esas
-ocasiones los pueblos y los<span class="pagenum" id="Page_290">p.
-290</span> individuos? Los soberbios reyes, por el temor poseídos,
-¿no se abrazan temblorosos á las imágenes de sus dioses, de las que
-esperan que aplacen el momento en que hayan de sufrir el temido castigo
-correspondiente á sus crímenes? Y cuando viento impetuoso encrespa las
-ondas del mar y barre de la cubierta de los buques las legiones y los
-elefantes que llevan, el jefe de la flota, ¿no procura con súplicas,
-votos y promesas, aplacar la ira de los dioses para que el viento
-deponga su furor, se calmen las olas y el tiempo abonance? Pero clama
-en vano, y tal vez envuelto en agitado torbellino sea lanzado sobre
-las rocas donde halle infausta muerte. Parece, sin duda, que un poder
-oculto se burla de las preocupaciones humanas y considera despreciables
-las hoces y las segures que los hombres tienen en tanta estima<a
-id="FNanchor_71" href="#Footnote_71" class="fnanchor">[71]</a>. Y si
-el hombre observa que bajo sus piés la Tierra se estremece y que en
-ocasiones las ciudades se convierten en ruinas, ¿tiene algo de extraño
-que de su propia debilidad persuadido crea en poderes misteriosos de
-ilimitada fuerza que gobiernen arbitrariamente el Universo?</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_71"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_71">[71]</a></span> En opinión del traductor,
-Lucrecio se expresa aquí (versos 1232 á 1235 del canto <span
-class="smcap">V</span>) en sentido irónico. Bayle, Gassendi, Molière,
-Pongerville y Lima Leitao interpretan de otro modo el pasaje
-transcrito.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat"><span class="pagenum" id="Page_291">p.
-291</span>1240. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, æs, atque
-aurû, ferrûque repertû est...</i></p>
-
-<p>Más adelante se descubrieron el bronce, el oro, el hierro, la pesada
-plata y la esencia del plomo cuando las ingentes selvas de los elevados
-montes quedaron consumidas por el fuego, ya fuera éste prendido por el
-rayo, bien propagado en las florestas por los guerreros para combatirse
-los unos á los otros, ya encendido por hombres pacíficos deseosos de
-convertir las selvas en prados y tierras de labor, ó quizá utilizado
-por esos mismos para destruir las fieras, con cuyos despojos intentaran
-enriquecerse, pues el foso y el fuego se emplearon en las empresas
-venatorias antes de que se destinaran para ellas la engañadora red
-y la ruidosa jauría. Como quiera que fuese, cuando las llamas con
-chisporroteos crujientes devoraron los bosques y consumieron desde las
-altas ramas hasta las profundas raíces de los árboles, la Tierra, lo
-mismo que si hubiera sido cocida por el fuego, de sus abrasadas venas
-produjo ríos de oro, de plata, de bronce y de plomo que se precipitaron
-á los sitios cóncavos, donde, enfriados, ofrecieron color brillante,
-lustre, gracia, y al solidificarse tomaron la forma de las cavidades
-que los contenían. Al observar este último fenómeno, los hombres
-tuvieron la idea de fundir<span class="pagenum" id="Page_292">p.
-292</span> los metales y hacer con ellos objetos de distinta figura,
-después de batidos y adelgazados; de esta manera llegaron á fabricar
-unas armas que sirvieron para ataque y defensa en las batallas, otras
-para labrar las tierras y otras para serrar, pulir, cortar, abrir á
-golpes, romper y taladrar. Quisieron hacer del oro y de la plata el
-mismo uso que del bronce, pero inútilmente, porque ninguno de esos
-metales tenía la dureza necesaria para el áspero trabajo á que lo
-destinaban: por este motivo el bronce era muy estimado, mientras que
-el oro se miraba como inútil, porque fácilmente se embotaba la punta
-de las armas que se fundían con él; hoy, por lo contrario, el bronce
-ha caído en depreciación, y el oro es tenido en alta estima. Así todo
-muda en el tiempo: lo que un día estuvo en auge, al siguiente cayó en
-descrédito; lo que una vez estuvo en olvido, otra vez fué muy celebrado
-y de todos los hombres mereció alabanzas, honores y agasajos.</p>
-
-<p>Ahora, mediante los datos que ya tienes, puedes comprender cómo se
-llegó al uso del hierro: las primeras y más antiguas armas fueron las
-manos, las uñas, los dientes, las piedras, las ramas de los árboles,
-y, por último, las llamas y el fuego tan pronto como fueron conocidos:
-poco tiempo después se<span class="pagenum" id="Page_293">p.
-293</span> descubrieron el hierro y el bronce, pero el bronce fué
-primeramente utilizado porque se ofrecía en abundancia y era fácil de
-trabajar: de bronce eran los instrumentos para labrar la tierra, las
-armas usadas en los combates y las empleadas para llevar la muerte por
-todos los sitios y proteger el hurto de ganados, pues los hombres,
-desnudos é inermes, se veían en la precisión de ceder ante los que
-llevaban armas. El hierro fué después convertido en espada; la hoz de
-bronce perdió la preferencia; la tierra se trabajó con férreo arado, y
-la voluble suerte de los combates fué encomendada al hierro.</p>
-
-<p>Antes de que se usara el carro tirado por dos corceles montaban
-los guerreros en caballos cuyos frenos dirigían con la mano izquierda
-mientras con la derecha peleaban; después de la biga se inventaron la
-cuadriga y los carros falcíferos; más adelante, el Cartaginés astuto
-adiestró para los combates el torreado elefante de trompa anguina
-que soporta las heridas y pone en dispersión á las turbas de Marte:
-poco á poco la discordia acumuló medios destructores y la guerra se
-hizo cada vez más horrorosa; en ella tomaron parte enfurecidos toros,
-crueles jabalíes enseñados para atacar á los enemigos, y aun leones
-poderosos usados por los Partos en las avanzadas de su ejército. Esos
-terribles<span class="pagenum" id="Page_294">p. 294</span> animales,
-sujetos por fuertes frenos y conducidos por hombres convenientemente
-armados para moderar la bravura de las fieras, cuando sentían la sangre
-humeante se enardecían, dispersaban los ejércitos de un lado y de otro,
-sacudían la melena, y, sin que nadie pudiese contenerlos, se lanzaban
-á la matanza; entonces los caballos, aterrorizados con los rugidos,
-no obedecían al jinete, se revolvían y en carrera desenfrenada huían
-hacia el campo enemigo. Las leonas con furia corrían indistintamente de
-un ejército á otro, destruían cuanto encontraban á su paso, atacaban
-por la espalda á sus víctimas, y después de herirlas y de arrojarlas
-á tierra se entretenían en despedazarlas con sus terribles dientes y
-sus corvas uñas. Los toros embrocaban y pisoteaban á los jabalíes y
-amurcaban á los caballos, á los cuales, todavía después de muertos
-embestían con rabia. Los jabalíes, de prolongados colmillos, mataban
-á sus propios aliados, y cuando las flechas teñidas en sangre se
-quebraban en su cuerpo, con nueva irritación hacían destrozos entre
-infantes y caballeros: en vano era que los corceles para evitar las
-dentelladas de esas fieras se encabritaran, porque pronto sucumbían
-con las extremidades posteriores destrozadas. Aun los mismos brutos
-domesticados, cuando se hallaban<span class="pagenum" id="Page_295">p.
-295</span> en el foco de la batalla y de la furia, entre lamentos,
-gritos, horrores, heridas, estrago, recobraban su olvidada ferocidad,
-y sin que nadie pudiera sujetarlos se dispersaban, como vemos que los
-elefantes gravemente heridos en las guerras de nuestros días, después
-de hacer muchos destrozos en el ejército á que pertenecen, huyen
-despavoridos. Así en los tiempos ya pasados sucedió, y así hoy ocurre;
-pero creo que los hombres no habrán dejado quizá de presentir y de ver
-que tantos desastres producen grandes sufrimientos, no sólo para los
-que han sido sus causantes, sino también para las generaciones futuras.
-Y puedes creer que este mal no ha de limitarse á nuestro mundo, sino á
-todos los mundos formados con vario origen. Tal vez la fiereza revelada
-en esas luchas no haya sido inspirada por el exclusivo deseo de la
-victoria, sino por el instinto de propia defensa que mueve á hacer el
-mayor daño posible al enemigo que fiado en su fuerza amenaza con la
-muerte.</p>
-
-
-<p class="verslat">1349. <i xml:lang="la" lang="la">Nexilis antè fuit
-vestis, quam textile tegmen...</i></p>
-
-<p>Vestidos anudados se usaban antes de que fuera inventado el telar;
-los tejidos fueron posteriores á la aplicación del hierro, porque las
-telas usadas ahora se prepararon con auxilio del hierro, que permitió
-la construc<span class="pagenum" id="Page_296">p. 296</span>ción de
-instrumentos delicados, tales como el cilindro, las cárcolas, el huso,
-el peine y la ruidosa lanzadera.</p>
-
-<p>La Naturaleza indujo al hombre antes que á la mujer á trabajar la
-lana, porque el hombre es más ingenioso y más apto para las artes que
-la mujer; pero el agricultor, después de reconvenirse por dedicar su
-tiempo á delicadas labores, entregó éstas á su compañera y se reservó
-los ejercicios penosos que, después de todo, se acomodaban á la
-contextura de sus miembros y de sus manos.</p>
-
-<p>Igualmente enseñó la Naturaleza en el principio de las sociedades á
-hacer las operaciones de siembra y de injerto, porque pudo observarse
-que de los árboles caían al suelo semillas que después, en apropiados
-tiempos, daban numerosos retoños; también se ensayó el ingerir brotes
-de una planta en otra y trasladar los arbustos: de este modo, por
-medio de multiplicadas tentativas, el cultivo de los campos se mejoró,
-y con las esmeradas labores de las tierras se consiguió ablandar
-los frutos salvajes. Los bosques reducidos quedaron á los más altos
-montes, al mismo tiempo que por las planicies y colinas se extendieron
-los campos cultivados, el prado, el lago, el arroyo, y con pujante
-lozanía el trigo, la viña y el verdoso olivar<span class="pagenum"
-id="Page_297">p. 297</span> que ocupó las llanuras y montículos. Este
-sistema de trabajo por muchos años seguido ha dado vida á esos amenos
-lugares que ves llenos de árboles frutales de variedad encantadora.</p>
-
-<p>Mucho antes de que los hombres supieran con harmonioso acento
-entonar versos agradables para el oído, habían intentado imitar con su
-voz el suave gorjeo de los pájaros; el céfiro que, al introducirse en
-lo hueco de las cañas, silba, guió al hombre para inventar los cálamos
-agrestes; la flauta, luego, animada por dedos flexibles y acompañada
-por el canto, se usó en las apartadas selvas, en los bosques, en las
-sombrías soledades que dieron á los pastores los primeros motivos
-musicales para entretener sus ocios, pues indudable es que el tiempo da
-ocasión para que se creen las artes que después el ingenio perfecciona.
-En estos dulces recreos se entretenían, con ellos alegraban su ánimo
-después de haber satisfecho la necesidad de alimentarse, pues todas
-las aspiraciones eran entonces muy sencillas: muchas veces, reunidos
-los pastores en sitio agradable, tendidos junto á la fuente, bajo
-la sombra de un árbol, gozaban del placer más puro, especialmente
-cuando la alegre primavera cubría los verdes prados con matizadas
-flores; conversaban con ingenuidad, jugaban con<span class="pagenum"
-id="Page_298">p. 298</span> inocencia, reían candorosamente y en sus
-entretenimientos daban vida á la musa agreste; se adornaban la cabeza
-con brillantes coronas de flores y los hombros con guirnaldas; con
-rudos piés sin medida ni concierto golpeaban la tierra, madre de
-todos, y entre carcajadas se divertían de su propia impericia y se
-aconsejaban para dar novedad á sus pasatiempos. En ocasiones, á fin de
-estar vigilantes y defenderse del sueño, cantaban con variaciones de
-tono y recorrían con los labios á medio cerrar los agujeros del cálamo.
-También hoy pasamos distraídos las veladas, y aunque ajustamos nuestros
-recreos á reglas de buen gusto no saboreamos con certeza el agrado y
-la dulzura de nuestros ratos de solaz en mayor proporción que la gente
-rústica de otros días.</p>
-
-<p>En mucho estimamos lo que está presente, si antes no hemos conocido
-algo mejor; pero lo nuevo perjudica á lo antiguo, y cambia las
-costumbres; así hemos despreciado el fruto de la encina, el lecho de
-hojas secas y el uso de las pieles: también el vestido formado con
-restos de fieras fué en su tiempo una extraña novedad, y no me atreveré
-á decir que su inventor no fuera objeto de enconada envidia; quizá el
-infeliz sucumbiera víctima de la traición de algunos que se apoderaran
-de sus despojos teñidos en san<span class="pagenum" id="Page_299">p.
-299</span>gre, aunque los asesinos fueran de cierto incapaces para
-aprovechar útilmente el fruto de su maldad<a id="FNanchor_72"
-href="#Footnote_72" class="fnanchor">[72]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_72"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_72">[72]</a></span> La amarga ironía de Lucrecio deja
-comprender los sufrimientos morales que debería tener por vivir en
-lucha contra el convencionalismo religioso de su época.</p>
-
-</div>
-
-<p>En aquellos tiempos remotos se luchaba por la posesión de pieles de
-animales; hoy se combate por obtener el oro y la púrpura; más culpables
-somos indudablemente que nuestros antecesores, porque ellos necesitaban
-las pieles para preservarse del frío, y nosotros para ningún objeto de
-verdadera precisión utilizamos el oro, la púrpura y los ricos bordados,
-ya que para vestirnos serían suficientes las plebeyas telas. ¡Es triste
-que la raza humana gaste la vida en contiendas y disgustos motivados
-por cosas fútiles, y no ponga freno á la codicia que la corroe, quizá
-porque aún no sabe que los goces puros tienen un límite que no se puede
-franquear sin peligro! Las vanidades quebrantan la existencia de los
-individuos, crean perturbaciones entre los pueblos y originan guerras
-que destruyen las sociedades.</p>
-
-
-<p class="verslat">1435 <i>á</i> 1456. <i xml:lang="la" lang="la">At vigiles
-Mundi magnum et versatile templum...</i></p>
-
-<p>El Sol y la Luna, antorchas luminosas que con luz perenne recorren
-toda la exten<span class="pagenum" id="Page_300">p. 300</span>sión del
-movedizo templo del mundo, enseñan á los hombres que los tiempos se
-repiten en constantes estaciones, porque todo en la Naturaleza existe
-con sujeción á leyes fijas y con orden invariable.</p>
-
-<p>Ya el hombre vivía abrigado en sus palacios, ya en la Tierra se
-habían constituido las naciones, y el mar era surcado por numerosos
-buques, y en vigor había pactos federativos entre los pueblos, cuando
-los poetas comenzaron á consignar en versos los hechos pasados; pero
-como los elementos de la escritura eran de muy reciente invención,
-nuestra Edad apenas conoce de los pueblos antiguos más sucesos que los
-indagados por el raciocinio, apoyado en los vestigios existentes.</p>
-
-<p>Las artes de la navegación, del cultivo de los campos, de las
-fortificaciones, de la aplicación de las leyes, de la fabricación
-de armas, apertura de caminos, tejidos de telas y otras de igual
-utilidad, y también las artes recreativas como la poesía, la pintura
-y la escultura, de la necesidad y de la experiencia han sido fruto.
-Paulatinamente el tiempo, en oportuna sazón, ha producido inventos
-que la industria humana ha mejorado; más adelante las artes se han
-concedido mutuo auxilio, y de este modo se elevarán hasta la cumbre de
-la perfección.</p>
-
-<hr class="chap0" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch6">
- <p><span class="pagenum" id="Page_301">p. 301</span></p>
- <h2 class="nobreak">LIBRO SEXTO</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<p class="verslat">1. <i xml:lang="la" lang="la">Primæ frugiferos fœtus
-mortalibus ægris...</i></p>
-
-<p>La primera ciudad que á los hombres facilitó con abundancia los
-frutos de los campos y proporcionó comodidades por virtud de sabias
-leyes que supo dictar fué Atenas, de nombre esclarecido, ciudad insigne
-que hizo placentera la vida al producir aquel varón ilustre, nacido
-solamente para anunciar verdades, el cual, aunque fallecido ya hace
-mucho tiempo, como recompensa por las investigaciones divinas que hizo
-y divulgó conserva su gloria hasta los cielos elevada. Ese genio,
-cuando vió que los hombres, aun con el uso de muchas cosas originarias
-de satisfacciones, riquezas, honores, grandezas, reputación distinguida
-transmisible á los descendientes, llevaban el corazón á duras penas
-reducido y el ánimo sujeto á esclavitud<span class="pagenum"
-id="Page_302">p. 302</span> de tristes incertidumbres, pensó que el mal
-no estaba en las cosas, sino en el hombre mismo, es decir, no en el
-líquido, sino en el vaso, que por estar envenenado corrompe todo lo que
-en él se vierte, ó que nunca se llena por ser excesivamente permeable,
-ó que da ingrato sabor á su contenido por estar manchado interiormente.
-Con sanas verdades empezó á limpiar el corazón de los seres humanos;
-encerró la codicia y el temor de éstos en reducida esfera; hizo
-conocer en qué consiste el sumo bien á que todos podemos aspirar y
-el camino que á su posesión en línea recta nos lleva; investigó la
-causa de los males que los hombres sufren; explicó los motivos de que
-todas las personas, según sus peculiares condiciones, estén sujetas á
-contingencias engendradas necesariamente por la Naturaleza y atribuidas
-por necedad al acaso ó á la fortuna; hizo patente el medio libertador
-de todas las preocupaciones, y mostró al género humano cuán vanos y
-fútiles son los temores que inquietan el pecho. Como niños que de
-todo tienen miedo por la noche, así nosotros durante el día nos vemos
-rodeados por ilusorias sombras y fantasmas vanos que no se disipan con
-el rayo solar ó con la luz diurna, pero que se desvanecen mediante el
-uso de la razón tranquila y el estudio reflexivo de la Naturale<span
-class="pagenum" id="Page_303">p. 303</span>za<a id="FNanchor_73"
-href="#Footnote_73" class="fnanchor">[73]</a>: investiguemos con
-perseverancia sus arcanos.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_73"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_73">[73]</a></span> Hay aquí siete versos del
-canto <span class="smcap">II</span>, repetido también en el <span
-class="smcap">III</span>.</p>
-
-</div>
-
-<p>Y como ya he demostrado que el mundo es perecedero, que el cielo
-ha tenido principio y que los cuerpos todos por cuanto nacieron han
-de caer en disolución, escucha, pues, el resto de mi discurso, ya
-que he limpiado de estorbos mi camino y tengo la esperanza de poder
-recorrerlo con mi carro victorioso. En presencia de los fenómenos que
-se desarrollan en el Cielo y en la Tierra, los hombres, sobrecogidos
-por el temor, con ánimo humillado han creído en dioses, y ante la
-fingida representación de éstos se han postrado, porque la ignorancia
-de las causas de los fenómenos les ha permitido pensar que todo lo
-existente podía estar sometido al imperio de seres arbitrarios y
-que todo lo que no se podían explicar era obra de númenes. Aquellos
-mismos que están convencidos de que los dioses por nada se preocupan
-y de que todas las cosas de la Naturaleza se realizan dentro de
-un orden invariable, cuando los ojos levantan para contemplar las
-etéreas regiones vuelven á caer en superstición religiosa y admiten la
-existencia de tiranos á los cuales ¡míseros! atribuyen supremo y<span
-class="pagenum" id="Page_304">p. 304</span> despótico poder para
-repartir á su capricho el bien y el mal, porque ignoran las condiciones
-de lo que puede ser y de lo que no puede ser, y los límites en que toda
-energía se encierra: este error fundamental trasciende á toda la esfera
-de su pensamiento. Si no apartas de tu mente esas ideas, si no crees
-que tales cuidados son impropios de los dioses é incompatibles con la
-paz de que gozan, tendrás presentes sus imágenes en todo momento, no
-porque pura substancia de dioses pueda ser de enconos susceptible y de
-entretenerse en preparar crueles castigos, sino porque tú mismo, si
-crees que hay dioses movidos por resentimientos, no tendrás un instante
-de paz, no entrarás sosegado en los templos, y los simulacros de sus
-cuerpos santos como nuncios de sus divinas formas, á ti no llegarán
-sin que la inquietud y el temor te agiten. De este proceder ¡qué vida
-tan triste se origina! Aunque en servicio de la razón he expuesto ya
-muchas verdades, me restan por declarar otras de las que te hablaré en
-pulidos versos, con especialidad referentes á los fenómenos del Cielo.
-Trataré, pues, de los efectos de las tempestades y del rayo, para que
-te abstengas de considerar el Cielo dividido en partes, y de indagar
-cuál es la que dió origen al fuego, dónde estaba éste escondido,
-la manera cómo pudo rasgar<span class="pagenum" id="Page_305">p.
-305</span> las capas del espacio y salir de ellas sin hallar obstáculo,
-efectos que sólo puede atribuir á seres imaginarios el que desconoce la
-causa de que proceden. Y para que pueda llegar felizmente al término de
-mi carrera, muéstrame el camino que debo recorrer, hábil Musa Calíope,
-recreo de los hombres y encanto de los dioses, pues si tú me guías
-ganaré corona insigne de alto aprecio.</p>
-
-
-<p class="verslat">95. <i xml:lang="la" lang="la">Principio Tonitru
-quatiuntur cærula Cœli...</i></p>
-
-<p>El cerúleo firmamento es perturbado con ruidoso trueno cuando nubes
-impelidas por contrarios vientos se mueven en las altas regiones del
-aire y chocan entre sí: el sonido, sin embargo, no parte del sitio en
-que sereno el Cielo se muestre; allí donde las nubes se condensan y
-se amontonan es donde se engendra el estampido redoblante del bronco
-trueno. Las nubes son cuerpos cuya densidad es extraordinariamente
-menor que la de la madera ó de las piedras, pero mayor que la de
-la nieve y la del humo, como lo hace patente el hecho de que no se
-rinden bajo su propia gravedad como ceden las piedras, y reunen en sí
-materiales para la formación del granizo y de la nieve, que el humo no
-podría contener.</p>
-
-<p>Unas veces en la ilimitada extensión del espacio producen las nubes
-ruido semejante<span class="pagenum" id="Page_306">p. 306</span> al
-que ocasionan en los teatros los fluctuantes paños pendientes de las
-vigas y columnas de esos edificios; otras veces lo mismo que si fuesen
-rotas violentamente por los vientos crepitan como tenues láminas que
-se rasgan, y éste es el crujido propio de los truenos, ó como hojas
-de papiro que vuelan llevadas por el viento, ó como ropas colgadas
-sacudidas por el vendaval; también algunas veces no chocan las nubes
-unas con otras, sino corren juntas en la misma dirección y se tropiezan
-y rozan con ruido seco y prolongado que lastima nuestro oído y dura
-hasta que se desenlazan.</p>
-
-<p>También ocurre otro fenómeno que origina fragoroso estruendo
-bastante para ocasionar un horrible temblor en todo el mundo, como si
-los fundamentos de éste se derrumbaran por tan violenta acción: cuando
-una corriente de viento huracanado se halla contrariada y envuelta
-por las nubes, pretende escapar de la prisión, forma torbellinos que
-desarrollan mayor energía mientras más obstáculos encuentran en las
-nubes, y, por último, en éstas el viento abre una salida por donde huye
-precipitadamente con atronador ruido. Y no debe sorprender este hecho,
-cuando vemos que el aire contenido en una vejiga que de repente se
-rompe, al salir de ella causa una explosión atronadora.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_307">p. 307</span>Hay otra razón que
-explique el fuerte ruido que ocasiona en las nubes el viento impetuoso:
-vemos que muchas veces se muestran como divididas en forma arborescente
-y tal vez entonces produzca el viento en ellas un resultado parecido
-al que origina en las ramas y las hojas de un espeso bosque. También
-los vientos pueden acometer de frente y con violencia á las nubes hasta
-romperlas; pues podemos comprender que su ímpetu en las altas regiones
-sea muy enérgico si tenemos en cuenta que en las capas inferiores ha
-de ser más moderada, y no obstante, descuaja los árboles. Nubes hay,
-además, acumuladas á manera de ondas que al separarse batidas por el
-viento braman horrísonas como río desbordado que halla obstáculos á su
-paso, ó como el Océano agitado por una tempestad.</p>
-
-<p>También en ocasiones el fuego del rayo caerá de unas nubes en otras,
-y si estas últimas contienen extraordinaria cantidad de vapor acuoso,
-aquél se extinguirá con estruendo, así como el hierro incandescente
-arrojado al agua en el momento en que extraído es de la forja se
-apaga con estridente chirrido; pero si el rayo cae en nube seca ésta
-se inflamará con estrépito, lo mismo que monte laurífero en que se
-prenda fuego animado por torbellinos de viento impetuoso;<span
-class="pagenum" id="Page_308">p. 308</span> porque no hay combustible
-que arda en llamas voraces con más crepitante ruido que el délfico
-laurel á Febo consagrado.</p>
-
-<p>Muchas veces el hielo y el granizo se forman cuando el viento
-condensa, empuja y amontona las nubes, las cuales en este caso
-ruidosamente se deshacen en lluvia congelada.</p>
-
-<p>El relámpago se produce mediante la inflamación de moléculas de
-fuego procedentes de contrarias nubes; y puede cualquiera representarse
-este fenómeno si observa que del choque violento del hierro ó de una
-piedra contra otra piedra surgen chispas que brillan á distancia:
-aunque el relámpago y el trueno son simultáneos, llega á nuestra vista
-el fenómeno óptico antes que á nuestro oído el fenómeno acústico,
-porque la marcha de las ondas luminosas es mucho más rápida que la de
-las ondas sonoras; y de esta verdad puedes convencerte si observas
-desde lejos el trabajo del podador que corta las ramas inútiles de un
-árbol, pues verás el ademán del golpe antes que oigas el sonido que
-éste ocasione, y de igual modo y por la misma causa ves el relámpago
-antes de que oigas el trueno.</p>
-
-<p>Otra explicación puede también darse del relámpago que las nubes
-colora con luz trémula durante la tempestad: cuando el vien<span
-class="pagenum" id="Page_309">p. 309</span>to se introduce en cualquier
-nube y mediante agitación continua llega á abrir en el centro de
-ella una salida como hace pocos momentos he dicho, en su vertiginosa
-movilidad se inflama, porque, según puedes comprobar, todo cuerpo que
-en virtud del movimiento alcance una temperatura muy elevada arde; y
-aun una bala de plomo se funde cuando voltea por un largo trayecto.
-Entonces el aire comprimido, al romper la nube obscura, con estrépito
-se desparrama convertido en relámpagos cuyos fulgores ofuscan la
-vista; el estruendo atronador llega al oído algún tiempo después que
-la luz haya impresionado los ojos, pero tales fenómenos suponen una
-aglomeración de nubes impelidas con violencia.</p>
-
-
-<p class="verslat">184. <i xml:lang="la" lang="la">Nec tibi sit fraudi,
-quod nos infernè videmus...</i></p>
-
-<p>Pero no te engañes en el juicio que formes de las nubes, y considera
-que desde aquí vemos su longitud y su anchura pero no su volumen
-ni la distancia á que se hallan de nosotros; hay que representarse
-las nubes como si fuesen masas enormes parecidas á montañas que se
-transportaran de un lado á otro por el ímpetu de los vientos, ó se
-acumulasen y comprimiesen en las alturas cuando el aire está encalmado:
-podrás de este modo tener idea de la importancia de sus moles en<span
-class="pagenum" id="Page_310">p. 310</span> las cuales aparecen huecos
-que semejan cavernas abiertas en las rocas aéreas: aquellas cavidades
-son ocupadas por el viento engendrador de tempestades, el cual, como
-si no pudiera permanecer encerrado ruge amenazador á manera de fiera
-cautiva, corre en todas direcciones, produce dentro de las nubes
-espantosos ruidos, se traslada de una parte á otra, extrae chispas de
-fuego del lugar en que se halla, las reune, y en los cóncavos hornazos
-las agita hasta que rompe la nube y escapa con brillantes ráfagas de
-luz.</p>
-
-<p>También el relámpago con su color dorado y su velocidad
-extraordinaria dirigida hacia la Tierra podrá originarse de la
-substancia formativa de las nubes que estará mezclada con elementos
-ígneos, si bien cuando las nubes están secas y tienen el color y el
-brillo de la llama deben ese aspecto á la luz del Sol que las colora
-y les comunica alguna parte del fuego que el astro luminoso esparce.
-Después, cuando el viento reune las partículas de fuego dispersas y
-comprime las nubes, aquellas partículas se escapan y presentan los
-colores brillantes de la llama.</p>
-
-<p>Y aun solamente la rarefacción de las nubes puede originar la
-formación del relámpago, porque el viento, al separarlas y disolverlas,
-de ellas deriva los elementos ca<span class="pagenum" id="Page_311">p.
-311</span>paces de producir fulgores; pero en este caso el destello que
-se engendra no va acompañado por terrorífico tumulto.</p>
-
-
-<p class="verslat">216. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, quali
-naturâ prædita constent...</i></p>
-
-<p>Los efectos del rayo dan á conocer la naturaleza de éste: la
-violencia que lleva en su caída, el destrozo que ocasiona en los
-cuerpos con que choca, el vapor sulfúreo de que satura la atmósfera por
-el sitio que recorre, son indicios de fuego y no signos de viento ni de
-agua. Al caer incendia los tejados de las casas y luego la llama que
-en ellos se levanta quema los edificios: en la Naturaleza se forma el
-rayo de los más sutiles elementos ígneos existentes, los cuales fuerza
-tienen bastante para que nada los pueda resistir; el rayo atraviesa,
-como el sonido, los más sólidos muros, traspasa los metales, funde
-instantáneamente el oro y el bronce, impresiona de tal modo los vasos
-llenos de vino, que obliga á éste á disiparse porque las paredes de la
-vasija se relajan, sus poros se agrandan y por ellos los elementos del
-vino se escapan fácilmente, efecto que no podría seguramente producir
-el Sol en el espacio de muchos años; ¡tanto en potencia calórica y en
-actividad el rayo excede al Sol!</p>
-
-<p>Ahora, acerca de la formación del rayo y<span class="pagenum"
-id="Page_312">p. 312</span> del ímpetu con que destroza de un solo
-golpe las torres, arruina los edificios, arranca techos y vigas,
-desmocha y demuele monumentos levantados por los hombres, deja exánimes
-á éstos, mata ganados y hace otras cosas de este género, voy á hablar;
-y sin detenerme en promesas entro desde luego en el asunto.</p>
-
-<p>En las nubes amontonadas y condensadas allá á grandes alturas se
-forma el rayo; así es que no hay motivo para recelar de él ó temerlo
-cuando el Cielo está sereno ó ligeramente intranquilo; y la experiencia
-nos lo testifica: pero cuando las nubes se ennegrecen y se acumulan en
-toda la extensión de la atmósfera, crecen las tinieblas, el aqueronte
-llena todas las cavidades del Cielo, pavorosa noche nos llena de temor
-y el miedo nos embarga, entonces la tempestad se prepara y el rayo
-comienza á formarse.</p>
-
-<p>Negra nube se resuelve en copiosa lluvia como río de pez del
-cielo descendido que en abundantes ondas al mar se precipita; allá á
-distancia densas tinieblas se extienden acompañadas por tempestades,
-y con ellas, rayos, huracanes, fuegos, terribles remolinos, y en la
-Tierra las gentes asustadas, transidas de temor, buscan refugio en sus
-casas; debemos creer que el volumen de las nubes que por encima de
-nosotros se forma<span class="pagenum" id="Page_313">p. 313</span> es
-tal que deja la Tierra á obscuras y con su extraordinaria mole tapa
-la luz del Sol: en la Tierra no caería tan enorme cantidad de agua,
-bastante para llenar los campos y los ríos, si la etérea región no
-hubiera sido invadida por las nubes.</p>
-
-<p>Todo, pues, está lleno de elementos ígneos y aéreos, y por este
-motivo en todas partes se oyen roncos truenos y se ven los esplendores
-del relámpago, pues según ya te he dicho, elementos innumerables
-de fuego que se dilatan y se encienden con el Sol, llenan algunas
-cavidades de las nubes, y cuando el viento empuja á éstas, las arroja
-unas sobre otras y las oprime, también segrega de ellas una cantidad
-de corpúsculos de fuego, con los cuales se confunde: así el huracán
-estalla y en fragua ardiente el rayo se forja.</p>
-
-<p>El viento se inflama de uno de estos dos modos: ó bien por causa de
-la rapidez con que se mueve, ó bien porque roza con el fuego; cuando
-este hecho ocurre, ya por causa de su propio movimiento, ya por el
-contacto del fuego, el rayo se completa, rasga las nubes desde la parte
-alta á la inferior, esplendor instantáneo ilumina el cielo con luz
-sulfúrea que deslumbra á los mortales, y con rudo estruendo el trueno
-ruge como si la bóveda celeste se derrumbara sobre la Tierra; una
-trepidación sacude nuestro glo<span class="pagenum" id="Page_314">p.
-314</span>bo, y por todo el espacio en repercusión repetida se
-transmite el estruendo, propagado por las nubes en contacto: sigue
-fuerte aguacero, como si el Cielo se deshiciera en lluvia, ó como si un
-nuevo diluvio sobre nosotros viniera; ¡tanto es el terror que producen
-el soplar furioso del viento, el rasgarse de las nubes, el correr
-impetuoso del encendido rayo!</p>
-
-<p>Puede ocurrir que una corriente de aire en su rápida carrera
-encuentre una voluminosa nube poseedora del rayo, la rompa con su
-violencia, y de este modo abra libre paso á un torbellino de fuego al
-que llamamos rayo en nuestra lengua. Y sucesivamente acontecerá lo
-mismo con otras nubes al impulso de los vientos.</p>
-
-<p>También puede suceder que el viento, desprovisto de calor durante
-su carrera, se inflame después de perder en su curso partículas
-groseras que en sí contenga y no puedan atravesar las auras, y después
-de apropiarse elementos ígneos que mezclados á los de su propia
-composición produzcan fuego; como vemos que acontece con los cuerpos
-glandiformes de plomo lanzados con violencia á largas distancias y
-que en su veloz marcha dejan elementos fríos, y de otros cálidos se
-apoderan.</p>
-
-<p>Quizá la violencia de mismo choque ex<span class="pagenum"
-id="Page_315">p. 315</span>cite el fuego, aun cuando en su primer
-impulso esté frío el viento, ya que éste por su propio ímpetu puede
-producir moléculas de fuego y extraerlas, además, de otro cuerpo con
-el que se ponga en contacto: de igual modo que de un pedernal golpeado
-con hierro se arrancan chispas, y aun cuando el metal se halle frío
-el choque es suficiente para que de él broten ígneas partículas, así
-también el impulso de los vientos podrá ser bastante para que los
-objetos que reciban su acción se inflamen si contienen moléculas
-apropiadas. Sería una temeridad el decir que el viento, capaz de
-recorrer inmensas distancias, por su propia naturaleza ha de ser
-necesariamente frío; aunque no se inflamara en su curso, al término de
-su carrera debería llegar, cuando menos, entibiado por el calor.</p>
-
-
-<p class="verslat">320. <i xml:lang="la" lang="la">Mobilitas autem fit
-fulminis, et gravis ictus...</i></p>
-
-<p>La velocidad del rayo, la potencia que desarrolla en su caída y la
-rapidez con que ejerce su acción provienen de la energía natural de
-sus elementos desde que se asociaron en el seno de la nube, energía
-aumentada y desenvuelta en su lucha con el medio vaporoso en que
-se hallaron: cuando la nube no puede resistir el redoblado empuje
-que sobre sus paredes internas ejerce el fuego destructor,<span
-class="pagenum" id="Page_316">p. 316</span> abre una salida por donde
-el rayo se escapa como piedra lanzada por la catapulta.</p>
-
-<p>No debe olvidarse que los elementos componentes del rayo han de ser
-muy fríos y muy diminutos y sus efectos irresistibles supuesto que se
-introducen por todas partes; no hay nada capaz de contener su marcha;
-pero todos los cuerpos más pesados que el aire tienden á caer, y si á
-esa propiedad se añaden los efectos de la impulsión, se comprenderá que
-el rayo, mientras desciende, aumente su velocidad como si aumentara
-su peso: de esta manera es fácil de explicarse que aquel meteoro con
-energía poderosa destruya todos los obstáculos que para su marcha
-encuentre en su camino.</p>
-
-<p>Además, como la velocidad de los cuerpos que caen aumenta en
-proporción al espacio recorrido, y el ímpetu de ellos crece á medida
-que se hace mayor su velocidad, es evidente que el choque de esos
-mismos cuerpos, de grandes alturas procedentes, ha de ser muy enérgico,
-porque durante su carrera habrán logrado agregar á su masa muchos
-elementos dispersos. Por consiguiente, el rayo podrá asimilarse del
-aire, durante su descenso rápido, algunos principios que aumenten su
-potencia y su velocidad. Conviene recordar que hay algunos cuerpos
-que permanecen incólumes á la acción del<span class="pagenum"
-id="Page_317">p. 317</span> rayo, pues como éste es fuego, se abre
-su camino por los más imperceptibles poros y sólo destruye aquellos
-cuerpos formados de moléculas que no se descomponen fácilmente y
-reciben el choque de la exhalación: el bronce bajo su acción se funde
-sin resistencia y el oro se liquida porque son metales compuestos de
-cuerpos simples cuyos apretados lazos se desatan mediante la influencia
-del calor.</p>
-
-<p>Las regiones aéreas y la Tierra son frecuentemente agitadas por
-fúlgidos fuegos en el otoño y durante los floridos y alegres días de la
-primavera. No hay en el invierno condensación de calórico; no hay en el
-estío vendavales ni acumulación de nubes; y en cambio en las estaciones
-medias se reunen todas las condiciones apropiadas para la formación del
-rayo: el calor y el frío se presentan en lucha, entablan discordia,
-originan corrientes impetuosas de los aires y producen tormentas: la
-primavera es la transición del frío al calor, ó bien el período en que
-el frío y el calor combaten; el otoño, que es también la transición del
-calor al frío, igualmente es otra época de lucha entre aquellos dos
-estados de la temperatura; por ese motivo ambas estaciones se llaman
-de guerra del año; y si épocas de guerra son, no ha de extrañarse que
-en ellas los<span class="pagenum" id="Page_318">p. 318</span> rayos y
-las borrascas perturben el espacio como consecuencia de la discordia
-etérica mantenida por el fuego de un lado, y de otro por los vientos y
-las nubes.</p>
-
-
-<p class="verslat">376. <i xml:lang="la" lang="la">Hoc est igniferi
-naturam fulminis ipsam...</i></p>
-
-<p>Cuando se indaga sin prevenciones es fácil conocer las causas del
-ignífero rayo y sus efectos; pero nada se aprende con las inútiles
-canturías del fanatismo tirreno que pretende averiguar intenciones
-de misteriosos númenes mediante la observación de la llama del fuego
-y de la forma con que el rayo penetra en el muro y sale de él por el
-opuesto lado, y aun supone vaticinar lo porvenir por las circunstancias
-concurrentes en aquel meteoro.</p>
-
-<p>Porque si es Júpiter ó cualquiera de los otros dioses el autor del
-terrorífico estruendo que hace temblar la bóveda celeste y de los
-rayos que por todas partes caen, ¿por qué estos últimos no se dirigen
-contra los criminales que impunemente cometen infamias sin que el fuego
-divino les traspase el pecho, castigo que serviría de ejemplaridad
-para los mortales, y en cambio el hombre justo que nunca ha hecho el
-menor daño y no tiene falta alguna que expiar se encuentra muchas veces
-envuelto en llamas y devorado<span class="pagenum" id="Page_319">p.
-319</span> por el fuego del Cielo? y ¿por qué en ocasiones caen los
-rayos en lugares desiertos y se pierde su acción? ¿será para que se
-ejerciten y den luego certeros golpes? y ¿por qué el Padre divino se
-ha de entretener en disparar dardos que se embotan en la tierra y no
-los reserva para lanzarlos contra sus enemigos? ¿por qué el mismo
-Júpiter jamás en tiempo tranquilo fulmina rayos ni produce truenos?
-¿acaso condensa las nubes para bajar en ellas y disparar sus dardos con
-más certera puntería? entonces ¿para qué los hace caer algunas veces
-en el mar y con ellos traspasa las ondas, líquido insensible, cuerpo
-acuoso?</p>
-
-<p>Pero si quiere que precavidos evitemos el rayo ¿por qué no permite
-que los hombres lo vean cuando es lanzado? Y si quiere sorprendernos
-desprevenidos ¿por qué lo arroja en ocasiones en que podemos evitarlo?
-¿por qué permite que se extienda la obscuridad y haya estruendos
-y ruido precursores? ¿Y puedes creer que al mismo tiempo dispare
-rayos con direcciones diversas, ya que es conocido el hecho de que
-simultáneamente caigan en distintos sitios? Luego, indudablemente, la
-misma razón hay para que á diferentes lugares bajen rayos al mismo
-tiempo como para que llueva á la vez en varias regiones.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_320">p. 320</span>Finalmente, ¿qué
-argumentos serán bastantes para justificar la resolución de los
-númenes, si de ellos depende que el rayo destroce templos, soberbios
-edificios que para honra suya fueron erigidos, y caigan por tierra sus
-primorosas estatuas, destinadas exclusivamente para su culto? ¿por qué
-especialmente ataca el rayo las alturas, según puede comprobarse por
-los vestigios que de ellos siempre se encuentran en la cima de las
-montañas?</p>
-
-<p>Por lo expuesto fácil es comprender la formación de los torbellinos
-ígneos que desde las nubes al mar descienden, y á los cuales dieron los
-Griegos el nombre de serpientes de fuego, por su aspecto; figuran á
-veces columnas que parecen poner en comunicación las nubes y los mares
-y se ven rodeados de numerosas olas movidas por viento huracanado;
-los buques sorprendidos por el meteoro corren grave peligro: cuando
-la violencia del viento no es bastante para romper las nubes que lo
-envuelve, se extiende poco á poco hacia la parte inferior en forma
-de columna que descansa en el mar, ó como una masa que mediante la
-tensión conseguida por un brazo poderoso, desde las nubes llegara
-hasta las olas y por ellas se esparciera. Cuando el viento consigue
-penetrar en la nube con ella desciende y se in<span class="pagenum"
-id="Page_321">p. 321</span>troduce en las olas, que se agitan y
-revuelven horriblemente; la nube lo sigue en todos sus movimientos
-y cuando la masa que ambos forman se apodera del Océano, levanta
-espantoso huracán en el cual parece que el mar hierve con estrépito
-extraordinario.</p>
-
-<p>Pero también ocurre que el torbellino del viento después que
-contribuye para que en los aires se junten los elementos que forman la
-nube, en ésta se envuelve, y en la Tierra forma una columna como la
-tromba marina: la nube cuando llega hasta las planicies se resuelve en
-huracán terrible, en viento fuerte que todo lo arrasa á su paso: verdad
-es que en la Tierra son raros estos meteoros porque las montañas oponen
-á los vientos innumerables obstáculos, en tanto que son frecuentes en
-los mares porque su plana superficie deja á los vientos campo libre.</p>
-
-<p>Se forman las nubes cuando muchos cuerpos ásperos que vuelan
-diseminados por la región del Cielo se asocian de repente, y á pesar de
-su débil ligadura forman un tejido apretado. Al principio constituyen
-solamente ligeras nubes, pero éstas se reunen, se estrechan,
-se acumulan, é influidas por la acción del viento producen una
-tempestad.</p>
-
-<p>Observa, además, que mientras más ele<span class="pagenum"
-id="Page_322">p. 322</span>vadas son las montañas, más obscurecida
-con una especie de vapor amarillento se nos presenta su cima, sin
-duda porque las nubes en el primer momento de su formación no son
-para nosotros perceptibles hasta que el viento las condensa; y cuando
-se reunen en número considerable, se aglomeran y desde los húmedos
-vértices de las montañas se elevan y se extienden por las aéreas
-planicies; la razón nos hace, por tanto, comprender que son más
-ventosos los sitios más elevados, y fácilmente podemos comprobar la
-verdad de este aserto si ascendemos á elevados montes.</p>
-
-<p>De la amplia superficie de los mares la Naturaleza segrega un
-crecido número de corpúsculos, como lo testifica la saliginosa humedad
-que se apodera de los trajes colocados en la playa: esos cuerpos
-que del mar proceden en forma de vapores también contribuyen á la
-composición de las nubes; de la misma sangre se desprende vapor acuoso;
-de los ríos y de la Tierra surgen emanaciones cálidas que se elevan,
-invaden el Cielo y forman espesas nubes que por las ondas etéreas son
-impelidas para abajo y condensadas, y de esto modo el azul del Cielo
-queda obscurecido.</p>
-
-<p>Puede también suceder que partículas propias de nubes y tempestades
-vengan de otros<span class="pagenum" id="Page_323">p. 323</span>
-mundos para reunirse á las del nuestro; pues ya he demostrado que los
-cuerpos simples son innumerables, que son eternos, y que dotados están
-de suma agilidad, condición esta última por la cual en poco tiempo
-recorren un dilatado espacio: no te sorprenderá seguramente, el hecho
-de que las tempestades se desaten y las tinieblas se extiendan, desde
-el lugar en que empiezan á condensarse por las tierras llanas, por los
-montes y por el mar, supuesto que los elementos encuentran expeditas
-las entradas y las salidas por la mediación del fluido etéreo que forma
-para las moléculas aéreas como una especie de canales conductores.</p>
-
-
-<p class="verslat">492. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, quo pacto
-pluvius concrescat in altis...</i></p>
-
-<p>Ahora intento explicarte el fenómeno de acumulación de vapores en
-las altas nubes y la manera de condensarse y formar las lluvias que
-riegan toda la superficie de la Tierra. Observa primeramente que de
-los cuerpos terrestres se desprende vapor acuoso que unido con otras
-materias apropiadas forman las nubes con las cuales crecen de modo
-parecido á lo que sucede en nuestro organismo, en el que al mismo
-tiempo que los miembros crecen, también aumentan los elementos del
-sudor, de la sangre y de otros humores: las emanaciones del mar en
-cantidad<span class="pagenum" id="Page_324">p. 324</span> considerable
-llevadas por el viento, como vemos que algunas veces suben movidos
-por el aire pequeños flequillos de lana, constituyen las nubes en
-unión con los vapores de los ríos, y de otros muchos corpúsculos de
-agua provenientes de varios sitios: cuando los vapores acumulados se
-condensan por el soplo de los vientos, se desvanecen en lluvia, ora
-por la presión que el aire sobre ellos ejerce de continuo, bien porque
-el mismo peso de los vapores condensados aumenta la gravitación de las
-nubes y determina las lluvias.</p>
-
-<p>Pero cuando la acción del aire ha separado mucho las nubes, por
-efecto del calor del Sol, la lluvia es simplemente como una destilación
-parecida á la que se nota en la cera, cuando impresionada por el fuego
-se deshace en gotas: el fuerte aguacero sobreviene cuando á la gravedad
-propia de los vapores condensados se une la presión y el ímpetu
-iracundo de los irritados vientos que obran sobre las masas de agua.</p>
-
-<p>Si muchos elementos de agua en las nubes se congregan, la lluvia
-es muy pertinaz, y, mientras cae, los hombres se ven obligados á
-permanecer largo tiempo refugiados en las casas, especialmente si
-en una región se amontonan voluminosas nubes procedentes de varios
-lados y si la Tierra por medio<span class="pagenum" id="Page_325">p.
-325</span> de los vapores restituye á la atmósfera la humedad que de
-ella recibe y á medida que la recibe.</p>
-
-<p>Cuando en días tempestuosos los rayos solares se hallan en oposición
-á las nubes que se deshacen en lluvia, del fondo obscuro de la
-atmósfera se destacan los colores del arco iris. Y cuanto á los otros
-meteoros que en las alturas se ofrecen y tienen relación con las nubes
-y los vientos, como las nieves, el granizo y el hielo que las aguas
-endurece y con frecuencia anula el ímpetu de veloces ríos, fácil es por
-sus efectos determinar sus orígenes, especialmente cuando se conocen
-las propiedades de los elementos simples y por ellas el poder que éstos
-desarrollan.</p>
-
-<p>Ahora escucha mis razonamientos acerca del origen de los terremotos:
-sin duda la Tierra es interiormente lo mismo que en el exterior, y
-así como en la superficie suya hay vientos, cavernas, lagos, lagunas,
-precipicios y rocas, también se hallarán en el seno de la Tierra: ríos
-internos habrá en gran número, los cuales con su impetuosa corriente
-arrastrarán sumergidas rocas; y razonable es afirmar que cosas iguales
-dondequiera que se hallen han de parecerse.</p>
-
-<p>Admitidas como conformes á la realidad estas ideas, se comprenderá
-que la Tierra sufra estremecimientos cuando se derrum<span
-class="pagenum" id="Page_326">p. 326</span>ben en su seno enormes
-cavernas abatidas por la acción del tiempo: montañas que en lo interior
-de la Tierra se desploman han de producir profundos sacudimientos que
-en lo exterior se dejen sentir como temblores á veces espantosos:
-de igual manera un carro aunque no sea muy pesado hace tremer los
-edificios de las calles por donde pasa, y lo mismo acontece cuando
-brioso caballo arrastra una carroza cuyas ruedas están férreamente
-guarnecidas.</p>
-
-<p>Quizá masa enorme de tierra por la vejez quebrantada caiga en
-depósito de aguas subterráneo y con su caída ocasione á la Tierra un
-movimiento de trepidación; como vemos que un vaso lleno de agua agitada
-vacila y no queda inmóvil hasta que el líquido en él contenido entra en
-reposo.</p>
-
-<p>Cuando el viento reunido en los profundos subterráneos hacia un
-lado se acumula con todas sus fuerzas y con toda su violencia, la
-Tierra oscila en igual dirección; y los edificios que sobre ella se
-encuentran, igualmente se inclinan tanto más cuanto más elevados sean;
-amenazan ruina; pierden la línea vertical: los hombres ante aquellos
-indicios temen sucumbir y que la Naturaleza no pueda ya contener la
-demolición del mundo. Y con efecto, si los vientos no necesitaran
-reponerse, nada habría capaz de refrenar<span class="pagenum"
-id="Page_327">p. 327</span>los y nada sería suficiente para evitar
-sus destructores efectos; pero como unas veces se contraen y otras se
-dilatan, no siempre los peligros se convierten en funestas realidades;
-la Tierra se levanta después de haberse inclinado; pierde el
-equilibrio, pero pronto lo recupera por su propio peso. De esta manera
-se explica que los edificios vacilen más cuanto más elevados son, hasta
-el punto de que los más bajos apenas sienten las trepidaciones del
-suelo.</p>
-
-<p>Algunos temblores pueden ser ocasionados por vientos súbitos,
-impetuosos, que soplan en la superficie de la Tierra; pero otros son
-producidos por grandes masas de aire que se acumulan en cavernas
-subterráneas, donde se agitan de mil maneras hasta que abren en la
-corteza terrestre una salida que se convierte en un abismo: así fueron
-destruidas la fenicia Sidón y Egina del Peloponeso: innumerables
-ciudades han sucumbido en grandes terremotos; muchas otras con todos
-sus habitantes han sido también sorbidas por los mares. Pero si el
-viento permanece en lo interior de la Tierra, con furioso ímpetu
-penetra por todas las cavidades que en ella existen y origina fuertes
-movimientos sísmicos: de modo parecido á éste el frío que penetra en
-nuestro cuerpo se introduce en nuestros miembros todos y tem<span
-class="pagenum" id="Page_328">p. 328</span>blor convulsivo nos produce
-aun contra nuestra voluntad. Durante los terremotos, los moradores de
-las ciudades, embargados por el miedo, temen que debajo de sus piés y
-encima de su cabeza la muerte amenazadora se presente: creen que va á
-hundirse el techo de sus casas y que la Naturaleza de un solo golpe
-va á desquiciar el mundo para henchir con sus despojos los abiertos é
-insaciables abismos. Y aun cuando tales temerosas gentes creen que el
-Cielo y la Tierra son incorruptibles y destinados, por consiguiente, á
-vida eterna, la presencia del peligro hace vacilar su fe y lleva á su
-alma el temor de que en la Tierra se abran cavernas profundas en las
-que el mundo entero se precipite y la Naturaleza de este modo quede
-convertida en montón informe de ruinas.</p>
-
-
-<p class="verslat">605. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ratio reddunda,
-augmen cur nesciat æquor</i>...</p>
-
-<p>Debo ahora explicar de qué depende que el mar nunca aumente su
-volumen: causa, en efecto, sorpresa á primera vista, la consideración
-de que el caudal de aguas que en él penetra, ya procedente de ríos
-numerosos, ya de tempestades, ora de lluvias, ora de manantiales, no
-determine crecimiento en el Océano; pero se desvanece la admiración
-cuando se observa que todas esas masas líquidas que en el mar se
-pierden con relación<span class="pagenum" id="Page_329">p. 329</span>
-á la importancia de éste son como una gota imperceptible.</p>
-
-<p>En cambio, el calor del Sol evapora del mar una cantidad de agua no
-pequeña; y si los rayos solares pronto dejan secos los vestidos mojados
-sometidos á su influencia, ¿cuál no será el efecto que produzcan en
-toda la dilatada extensión de los mares? Hemos, pues, de pensar que
-el Sol, aunque débil se muestre, por más que en cada sitio del mar
-produzca escasa evaporación, en el total del Océano ha de causar
-enormes pérdidas.</p>
-
-<p>También los vientos que barren toda la superficie de los mares
-han de arrebatar á éstos alguna parte de su caudal: pues observamos
-que durante una sola noche con su fuerte soplo secan los encharcados
-caminos y endurecen el barro acuoso.</p>
-
-<p>Te he informado igualmente de que las nubes se apoderan de una
-cantidad de agua del mar, con la cual riegan todas las tierras cuando á
-impulso de los vientos se deshacen en lluvias.</p>
-
-<p>Y, por último, si la tierra es un cuerpo innegablemente poroso
-y está en contacto con el mar, éste recibe de aquélla tributos
-que reponen su caudal; también da á la tierra aguas que, bien por
-filtraciones, bien por retrocesos abundantes, en los manantiales se
-acumulan, y ya purificadas suben á la super<span class="pagenum"
-id="Page_330">p. 330</span>ficie y corren por los cauces que les
-facilitan paso.</p>
-
-
-<p class="verslat">637. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc ratio quæ sit,
-per fauces montis ut Ætnæ</i>...</p>
-
-<p>Ahora me propongo inquirir la causa de que el Etna por sus
-espantosas fauces arroje torbellinos de fuego: no creas que la terrible
-tempestad ardiente que abrasó los sicilianos campos fuese prevista por
-los pueblos vecinos y que éstos después de contemplar el Cielo envuelto
-en amenazadoras llamas y torbellinos de humo que henchían el espacio y
-con sus horrores presagiaban una próxima ruina esperasen, aunque llenos
-de temor, los sucesos que la Naturaleza les deparara.</p>
-
-<p>Á fin de que puedas comprender esos fenómenos, será necesario que
-estudies todo el orden natural en sus múltiples manifestaciones, que
-medites reposadamente acerca de la Suma de todas las cosas y consideres
-que la inmensidad del Cielo es apenas una partícula del Universo, como
-el hombre es una molécula de nuestro mundo. Cuando te hayas penetrado
-bien de estas verdades, muchos hechos naturales que hoy te admiran
-dejarán de sorprenderte.</p>
-
-<p>¿Quién de nosotros se extraña de que haya personas cuyos órganos
-sean embargados por el ardor de la fiebre ó cuyos miembros padez<span
-class="pagenum" id="Page_331">p. 331</span>can dolores sintomáticos de
-acerba enfermedad? De pronto los piés del enfermo se entumecen; agudo
-malestar ataca sus dientes, invade sus ojos; erisipela gangrenosa
-lentamente se apodera de su cuerpo y lo quema: hechos de esta clase
-á nadie admiran, porque es general la creencia de que emanaciones
-procedentes de muchos cuerpos, vapores de la Tierra derivados y
-exhalaciones del aire engendran numerosos males que al crecer y
-progresar causan funestos accidentes. Hay, pues, motivos suficientes
-para afirmar que la Naturaleza, infinita como es en la Tierra y en el
-Cielo, ha acumulado elementos en número bastante para que en ocasiones
-puedan sacudir el mundo, producir tempestades en el mar y en la
-Tierra, proveer de fuego el Etna é incendiar el Cielo. De este modo se
-comprende bien que el celeste espacio pueda arder en llamas como sucede
-en días tormentosos cuando, estrechada la cohesión de las moléculas
-del agua, lluvias torrenciales inundan la Tierra. Grande se considera
-ese incendio: también parece grande un río á aquel que no haya visto
-otro mayor; grande parece un hombre, un árbol, un cuerpo de cualquiera
-especie si no se conocen otros que los excedan en tamaño; pero todos
-los seres y aun el Cielo, el mar y la Tierra no son más que pequeñas
-partes de la Suma universal.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_332">p. 332</span>Voy ahora á
-explicar de qué modo el Etna, repentinamente irritado, arroja llamas
-que suben al espacio desde los hornos encendidos en su seno: la montaña
-del volcán no es una masa compacta; cavernas profundas formadas
-entre enormes piedras la componen; esas cavernas están llenas de
-viento, y por tanto, de aire, porque el viento no es más que el aire
-violentamente agitado; cuando éste se inflama comunica su calor á
-las piedras, á la Tierra, de donde rápidas llamas y fuego devorador
-se elevan, hasta las gargantas de la montaña y por ellas salen para
-invadir una extensión inmensa entre espeso y negro humo y piedras de
-gran tamaño: no debe dudarse de que tanta fuerza desarrollada proviene
-del viento inflamado.</p>
-
-<p>Nótese además que esa montaña arranca de las proximidades del mar
-cuyas olas van á batir el principio de su base; algunas de sus cavernas
-se comunicarán con el lecho de las aguas y desde allí subirán hasta la
-cima del encendido monte; por esas aberturas penetrarán vientos que
-motivarán la formación de llamas, levantarán torbellinos de arenas,
-desprenderán de las cuevas corpulentas rocas, y dispararán á las nubes
-esa mezcla que sale de los abiertos cráteres, palabra griega que
-equivale á las dos latinas de <i>bocas y fauces</i>.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_333">p. 333</span>Hay hechos cuya
-causa ocasional no puede precisarse, aunque desde luego se comprende
-que estará entre varias conocidas; por ejemplo, si desde cierta
-distancia vieses un hombre muerto en el suelo tendido, no podrás
-afirmar con seguridad de acierto el motivo originario de la desgracia;
-pensarás que la muerte habrá sido causada por hierro, frío, enfermedad
-ó veneno, y solamente los testigos oculares de ella podrán determinar
-entre esas causas posibles y necesarias la única verdadera: esta
-observación tiene muchas aplicaciones.</p>
-
-<p>Un caso á este propósito digno de atención nos ofrece en Egipto el
-Nilo, único río que después de crecer en el verano se desborda y se
-extiende por los campos: sin duda sus periódicas inundaciones han de
-proceder de una de las causas que á continuación expongo:</p>
-
-<p>Tal vez en la estación estival el viento aquilón sople en las bocas
-del río en dirección contraria al curso de éste y al de los vientos
-etesios que dominan durante la misma época del año en toda aquella
-región; en este supuesto, las aguas, repelidas, acumuladas, llenarán
-sus cauces, rebosarán de ellos é inundarán los campos: sirve de apoyo
-á este aserto el hecho de que la corriente del viento Norte, que viene
-de las constela<span class="pagenum" id="Page_334">p. 334</span>ciones
-heladas, es opuesta á la dirección del río, que sigue la del austro,
-originado en clima cuyos habitantes por la influencia del extremado
-calor son negros.</p>
-
-<p>Quizá en la desembocadura del río durante una época en que el mar
-es agitado por fuertes vientos se acumulen montones de arena que
-levanten en esa parte el lecho del Nilo, é impidan el curso libre de la
-corriente y aun el desagüe de ésta.</p>
-
-<p>Puede suceder que las nubes procedentes de las regiones
-septentrionales en tiempos dados sean impelidas por los vientos
-etesios, hacia las comarcas donde el río tiene sus fuentes, y
-acumuladas y condensadas allí, por su propia gravedad descarguen
-abundantes lluvias.</p>
-
-<p>Y, por último, es posible que las nieves de las altas etiópicas
-montañas, derretidas por el calor del Sol cuando este astro dirige á la
-Tierra más directamente sus rayos, sirvan para acrecentar el caudal del
-Nilo.</p>
-
-
-<p class="verslat">736. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc age, Averna
-tibi quæ sint loca cumque, lacusque...</i></p>
-
-<p>Ahora te explicaré la procedencia de las tradiciones referentes
-á los terrenos y lagos conocidos por <i>avernos</i><a id="FNanchor_74"
-href="#Footnote_74" class="fnanchor">[74]</a>. Desde luego, el<span
-class="pagenum" id="Page_335">p. 335</span> nombre vale tanto como
-sitios dañosos para las aves, porque, en efecto, inmediatamente que
-en su vuelo llegan á los parajes que fueron designados con aquella
-denominación, impresionadas por los aires que de ellos se desprenden,
-olvidan el vuelo, pierden la fuerza de las alas, se precipitan con la
-cabeza para abajo, hacia la tierra ó hacia el agua, según el averno
-de que se trate. En Cumas del monte Vesubio hay uno de esta clase del
-cual se exhalan vapores calientes, espesos como el humo: en los muros
-de Atenas, precisamente en la cima de la ciudadela, hay otro cerca
-del cual se erigió el templo de la tritonia Palas: á él no se atreven
-á acercarse las rudas cornejas aun cuando el humo de los holocaustos
-las convide, y no porque teman el furor de la diosa Minerva, á cuyo
-servicio están destinadas según los poetas griegos han fingido y
-cantado, sino porque huyen de las exhalaciones de aquel lugar para
-ellas muy perjudiciales.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_74"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_74">[74]</a></span> Averna, pl. de avernus = <span
-xml:lang="grc" lang="grc">ἄορνος</span> = <span xml:lang="grc"
-lang="grc">α</span> (sin) + <span xml:lang="grc" lang="grc">ὄρνιξ,
-χος</span> (ave).</p>
-
-</div>
-
-<p>Se cuenta que en Siria existe otro averno á cuyas proximidades no
-pueden los cuadrúpedos impunemente llegar, porque al intentarlo, vapor
-mefítico los envenena y los deja muertos de improviso como si hubieran
-sido inmolados por fuerza oculta en honor de los dioses que en ellos
-residen. Todas las cosas han sido creadas por leyes naturales;<span
-class="pagenum" id="Page_336">p. 336</span> el estudio de sus causas
-nos da á conocer su origen, y es necedad el creer que aquellos
-sitios sean las entradas del Orco por donde los manes atraen hacia
-las márgenes del Aqueronte á las almas de este mundo, como piensa el
-vulgo que la aspiración de los ciervos arrastra á las serpientes por
-escondidas que se hallen; escucha y sabrás que esas opiniones repugnan
-á la razón: acerca de este asunto me propongo hablar ahora.</p>
-
-<p>Ya en otras ocasiones he dicho que la Tierra contiene un crecido
-número de corpúsculos de variadas figuras, que son origen de la vida,
-causa de enfermedades, motivo de muerte: esos principios elementales
-según las diferencias de su forma, de su naturaleza y de su disposición
-para las combinaciones, son más ó menos beneficiosos á los animales;
-algunos hay que nos lastiman los oídos; otros con emanaciones picantes
-nos dañan el órgano olfatorio; varios son peligrosos al tacto; muchos
-molestan al paladar; no pocos ofenden el aparato de la visión, y además
-hay otros cuerpos simples en escaso número que influyen en todas las
-sensaciones, algunas muy dolorosas, que experimentamos.</p>
-
-<p>Algunos árboles con sus emanaciones producen fuerte dolor de
-cabeza al inadvertido que bajo su engañadora sombra se recuesta<span
-class="pagenum" id="Page_337">p. 337</span> en la hierba: en los altos
-montes de Helicón se halla un árbol cuyas flores matan á los hombres
-que las huelen, y sin duda esas peligrosas exhalaciones surgen de la
-Tierra, la cual contiene elementos de formas diferentes, de varias
-propiedades, y aptos para muy distintas combinaciones. El humo de
-la pavesa que resulta en lámpara recién apagada tiene un olor tan
-incómodo é ingrato que á veces provoca ataques nerviosos á los que lo
-perciben; las mujeres dejan escapar de las manos la delicada labor en
-que se entretenían, por causa de una extremada languidez que de ellas
-se apodera al aspirar el fuerte olor del castóreo, especialmente si se
-hallan en uno de los períodos en que pagan á la Naturaleza el tributo
-mensual; hay también otras substancias que relajan los miembros y
-hacen languidecer el alma en su residencia: si se toma un prolongado
-baño caliente, ó bien si en él se entra después de haber asistido
-á opíparo banquete, hay peligro de sufrir grave daño: el olor del
-carbón encendido, ¿no puede perturbar nuestro cerebro si no tomamos la
-precaución de beber agua antes de aspirarlo? Las emanaciones del vino
-matan al que está abatido por fiebre ardiente: ¿no ves también que
-de la Tierra se deriva el azufre y en ella se conglutina el betún de
-infecto<span class="pagenum" id="Page_338">p. 338</span> olor? Cuando
-el duro hierro descubre las minas de oro y plata, ¿no deja también paso
-á envenenados vapores que del fondo de ellas se exhalan? ¿dónde tienen
-los auríferos metales esos miasmas que tanto ofenden? ¡qué rostros, qué
-colores tienen los mineros! ¿no has visto, no has oído que mueren en
-poco tiempo y en muy temprana edad los infelices que se ven reducidos á
-trabajos tan duros? Necesario es que la Tierra expulse esos vapores y
-que éstos se dispersen por el espacio.</p>
-
-<p>Esos lugares, llamados avernos, de los cuales se derivan
-exhalaciones mortíferas que se elevan por los aires y corrompen las
-auras respirables, son focos de infección hacia los que se precipitan
-las aves que en su atmósfera penetran influidas por la acción del
-veneno que aspiran, y cuando caen sus miembros se relajan y su vida
-se extingue: en el primer momento las domina especial angustiosa
-convulsión, pero después cuando sin fuerzas descienden hasta el mismo
-sitio donde tienen salida los venenosos vapores, sofocadas por el aire
-denso que las rodea exhalan el último aliento.</p>
-
-<p>Puede ser también que las exhalaciones del averno corrompan el aire
-de tal manera que formen una especie de atmósfera viciada ó rarificada,
-y tan pronto como las aves<span class="pagenum" id="Page_339">p.
-339</span> lleguen á ese lugar pierdan las fuerzas y sus alas
-claudiquen: en ese estado no pueden las aves usar del aire ni de las
-alas, y caen á tierra, donde yacen después que sus almas les salen por
-los poros y se esparcen por el vacío.</p>
-
-
-<p class="verslat">838. <i xml:lang="la" lang="la">Frigidior porrò in
-puteis æstate fit humor...</i></p>
-
-<p>El agua de los pozos refresca en el verano porque el calor afloja
-las tierras y por los dilatados poros de ésta da salida á los ígneos
-elementos que ella misma encierra; por consiguiente, cuanto más denso
-es el calor que en el suelo de un lugar se experimenta, más fresca está
-el agua que en lo interior se oculta; y, por lo contrario, si el frío
-oprime y contrae la superficie de un terreno, las moléculas de calor
-extendidas por todas partes entran en los pozos donde permanecerán como
-sujetas por compresión.</p>
-
-<p>Cerca del templo de Júpiter Ammón hay un surtidor de agua que,
-según vulgar opinión, es fría mientras brilla luz diurna y caliente
-por la noche: ese manantial es objeto de admiración para los hombres
-capaces de creer que oculto el Sol por debajo de la Tierra llena la
-fuente con sus fuegos mientras la noche nos envuelve con sus sombras.
-Pero la razón rechaza esa hipótesis; porque si el Sol, con la fuerza
-de sus rayos, cuando está sobre<span class="pagenum" id="Page_340">p.
-340</span> nuestro horizonte no puede por contacto directo calentar el
-agua, mucho menos lo podrá hacer cuando se halla debajo de nosotros,
-y cuando tendría que atravesar con sus fulgores una masa de espesor
-considerable: ¿pues no vemos que los rayos del Sol apenas dan razón
-de su presencia á través de los muros de nuestras casas? ¿Cuál será,
-pues, la causa productora de ese fenómeno? Sin duda la tierra en que
-se halla ese manantial es más permeable que otras y compuesta de
-moléculas más impresionables al calor; durante el tiempo en que las
-tinieblas dominan, la tierra se enfría y se contrae como si por la
-mano fuese apretada; entonces las moléculas de fuego se recogen en el
-agua y comunican su calor á ésta, que á su vez lo transmite al paladar
-y al tacto; y cuando el Sol naciente con sus rayos abre los poros de
-la tierra, pasan por ésta las ígneas moléculas y el calor escapa del
-agua; por este motivo es fresca durante el día la de aquella fuente.
-Pero además debe notarse que el agua por la influencia del calor se
-enrarece y pierde mediante la evaporación muchas partículas ígneas que
-encierra, de igual modo que otras veces expulsa las de frías nieves que
-en sí contiene, disuelve el hielo y desata los vínculos con que éste la
-retuviera.</p>
-
-<p>Un manantial hay cuyas aguas, aunque al<span class="pagenum"
-id="Page_341">p. 341</span> tacto son frías, hacen arder la estopa y
-encienden las hachas resinosas que en ellas se arrojen: esas aguas
-deben contener una cantidad extraordinaria de principios ígneos, y
-aun así, no tienen bastante actividad para calentar sus raudales. Una
-especial influencia obliga á sus moléculas á elevarse desde el fondo
-de la fuente á la superficie del agua y dispersarse en los aires, como
-surtidor de agua dulce que brota en el mar y separa á un lado las
-ondas salíferas. Hay, con efecto, regiones en que el mar ofrece á los
-navegantes sedientos un surtidor de agua dulce, libre de sal: de un
-modo parecido en aquellos otros sitios se escaparán de los manantiales
-algunos elementos ígneos que sirvan para inflamar la estopa y las teas,
-pues tanto la una como las otras se componen también de partículas
-comburentes. ¿No has reparado que si á una lámpara apagada aproximas
-una luz vuelve á encenderse aun antes de que ésta la toque? ¿No sucede
-lo mismo con la tea? Otros muchos cuerpos hay que arden sólo por las
-exhalaciones del fuego y sin necesidad de ponerse en contacto con
-éste: una cosa parecida á la que indico debe ocurrir en la mencionada
-fuente.</p>
-
-
-<p class="verslat">904. <i xml:lang="la" lang="la">Quod superest, agere
-incipiam quo fœdere fiat...</i></p>
-
-<p>Ahora trato de inquirir la ley de atracción<span class="pagenum"
-id="Page_342">p. 342</span> que sobre el hierro ejerce la piedra por
-los Griegos llamada magnética del nombre de la provincia de Magnesia
-en que tiene su nacimiento; á los hombres causa admiración el ver que
-varios trozos de la citada piedra forman una cadena de anillos, que se
-sostienen por recíprocas atracciones, y que algunas veces cinco piedras
-ó más, adheridas las unas á las otras, aunque agitadas por el viento no
-se desunan: tan activa es la energía que desarrollan.</p>
-
-<p>Para explicar cierto orden de hechos hay que establecer algunos
-principios elementales que faciliten los medios para llegar á la
-posesión de la verdad: te pido, pues, que me concedas atento oído y
-ánimo sereno.</p>
-
-<p>Si vemos los cuerpos es porque de todos surgen emanaciones que se
-extienden por nuestro alrededor, tocan nuestros ojos y determinan la
-visión: de muchos se exhalan moléculas odoríferas como del agua se
-desprende frío, del Sol calor y de las olas del mar el vapor saliginoso
-que socava los edificios situados en la playa: las ondas sonoras nunca
-dejan de impresionar nuestro oído; paladeamos el sabor de sal mientras
-pasamos por las orillas de los mares, y nos incomoda el amargor del
-ajenjo cuando asistimos á su preparación. Luego es indudable que todas
-las cosas tienen desprendimientos molecula<span class="pagenum"
-id="Page_343">p. 343</span>res que afectan nuestros sentidos; y no hay
-quien no admita que alguna vez sufran intermitencias esas emisiones,
-pues es un hecho que en todo momento la vista, el olfato y el oído
-pueden impresionarse.</p>
-
-<p>Repetiré ahora para auxiliar tu memoria que todos los cuerpos son
-porosos como he demostrado al principio de la presente obra poética:
-esta afirmación envuelve un dato fundamental para el conocimiento de
-muchas verdades, y especialmente para la dilucidación del asunto que
-voy ahora á tratar: necesario se hace, por tanto, que insista en la
-prueba de que las moléculas componentes de todos los cuerpos están
-separadas por pequeños intersticios. Por las bóvedas de las grutas se
-filtra el agua gota á gota; en todas las partes de nuestro cuerpo hay
-conductos para la transpiración; de nuestra piel brota la barba y el
-vello; el alimento diluido en los conductos venosos lleva la vida y el
-sostenimiento á todos los miembros y órganos del cuerpo y no priva de
-su influencia ni aun á las uñas; el calor y el frío se transmiten á
-través del bronce, y pasan la plata y el oro, como puede comprobarse
-en vasos de uno de esos metales que tengamos en la mano y en los que
-hayamos vertido cualquiera substancia líquida; los sonidos y algunos
-olores fuertes atraviesan gruesos muros; el<span class="pagenum"
-id="Page_344">p. 344</span> calor y el frío traspasan las corazas de
-hierro que sirven para ceñir el cuerpo; muchas enfermedades infecciosas
-penetran en nosotros por las puertas de nuestros poros porque la Tierra
-y los aires están llenos de corpúsculos que se insinúan en nosotros y
-nos dañan. Después de fijarnos en esos detalles, convendremos en que
-ningún cuerpo carece de poros. También sucede que las emanaciones de
-los seres no tienen todas las mismas propiedades, y, por tanto, no
-producen igual efecto en todos los cuerpos sobre los cuales obran: el
-Sol que seca y endurece la tierra también derrite el hielo, liquida
-enormes témpanos de nieves aglomerados en la cima de las montañas
-y disuelve la cera; el fuego que licua el oro y el bronce, aprieta
-y condensa las carnes y las pieles; el agua que endurece el hierro
-ablandado por el calor, ablanda la piel y la carne por el calor
-endurecidas: el pino silvestre, cuyas hojas son para las barbudas
-cabras manjar delicioso preferible al néctar y á la ambrosía, para los
-hombres tiene insufrible sabor amargo: el cerdo huye de la mejorana y
-de toda substancia olorosa como de venenos mortíferos que á nosotros
-nos deleitan, y, por lo contrario, nosotros consideramos abominable
-y repugnante el lodo que para el cerdo es delicioso baño, de cuyo
-disfrute nunca se encuentra satisfecho.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_345">p. 345</span>Aún añadiré otra
-observación antes de entrar de lleno en el estudio del asunto que
-me he propuesto poner en claro. Los innumerables poros que en el
-cuerpo hay, por cuanto sirven para funciones diversas, han de ser
-entre sí desemejantes: es innegable que todos los animales poseen
-varios sentidos, cada uno de los cuales tiene su especial esfera de
-actividad: la impresión del sonido se recibe en un propio órgano, en
-otro la del gusto, en otro la del sabor, con arreglo á muy complejas
-circunstancias; pero si es cierto que algunos simulacros atraviesan
-las piedras, otros se introducen por los poros de la madera y otros,
-como los del calor, pasan á través del oro, de la plata y del vidrio,
-mientras hay muchos incapaces para comunicarse de ese modo, también
-debe ser cierto que tan variadas apariencias de un mismo fenómeno en
-una principalísima parte sean debidas, como ya en otra ocasión he
-demostrado, á las diferencias de los huecos ó poros que la Naturaleza
-deja abiertos entre las moléculas de todos los cuerpos. Conocidos estos
-antecedentes, se nos muestra al descubierto la causa que origina la
-atracción del hierro.</p>
-
-<p>Primeramente, es necesario que de la piedra magnética se desprenda
-una especie de fluido muy activo que tenga la propiedad<span
-class="pagenum" id="Page_346">p. 346</span> de rarificar el aire que
-media entre la misma piedra y la anilla ó cualquier otro objeto de
-hierro; luego que de ese modo queda entre los dos cuerpos un espacio
-vacío las exhalaciones de los elementos férricos se precipitan en él y
-la anilla de que proceden seguirá la misma dirección. No hay cuerpo que
-tenga sus moléculas más apretadas ni sus elementos más estrechamente
-unidos que el hierro, cuya estructura, por lo densa, es más inaccesible
-para el calor: por ese motivo no es de admirar que si las partículas
-componentes de una anilla de hierro se dirigen hacia el vacío, la
-anilla íntegra siga la misma ruta hasta encontrar la piedra magnética
-á la cual quede unida por invisibles lazos. Las emanaciones magnéticas
-forman alrededor de la piedra que las produce una especie de circuito
-y quedan sujetos á su acción todos los cuerpos de hierro que en él se
-hallen, los cuales, como no pueden por su propia gravedad elevarse en
-las auras, han de recibir sucesivas impulsiones del aire.</p>
-
-<p>Otro motivo hay que favorece la progresión y aumenta el movimiento
-de la anilla, la cual, no bien se halla dentro del vacío formado por la
-piedra magnética es empujada hacia adelante por las capas de aire que
-la rodean; y como el mismo aire penetra también en los intersticios del
-hierro, obra<span class="pagenum" id="Page_347">p. 347</span> en la
-anilla de igual modo que el viento cuando hincha las velas de un buque
-é impulsa la marcha de éste. Los cuerpos contienen aire en sus poros;
-y ese fluido sutilísimo que permanece oculto en el hierro, agitado por
-la influencia del imán que sobre la anilla obra contribuirá también de
-varias maneras á que ésta siga la dirección que la atrae.</p>
-
-<p>Pero la piedra magnética unas veces atrae al hierro y otras lo
-rechaza: en Samotracia tuve ocasión de ver una cubeta de bronce en la
-cual habían introducido trozos y limaduras de hierro y encima de ellos
-una piedra imán: el hierro se movía de un lado á otro como fugitivo
-impaciente; parecía que el bronce había provocado una discordia entre
-aquellos cuerpos: este fenómeno que observé quizá proviniera de que
-las exhalaciones vaporosas del bronce habían ocupado los intersticios
-del hierro antes de que las de la piedra de Magnesia hubieran podido
-en ellos penetrar, y tal vez estas últimas pugnaran por apoderarse de
-la substancia férrica y henchir su tejido: lo cierto es que mediante
-la interposición del bronce el hierro siempre rechaza al imán, al cual
-fácilmente se adhiere en otras circunstancias.</p>
-
-<p>Y se comprende bien que la piedra magnética no atraiga á todos los
-cuerpos: el oro,<span class="pagenum" id="Page_348">p. 348</span> por
-su densidad, no es accesible á su influencia; la madera tiene poros
-muy abiertos y por ellos pasan las emanaciones del imán sin producir
-efecto; pero el hierro, con respecto á su textura, se halla colocado
-entre aquellas dos substancias; y cuando está impregnado en moléculas
-de bronce la piedra magnética lo rechaza.</p>
-
-<p>Pero no todos los cuerpos son extraños á especiales uniones, y
-pudiera citarte muchos casos de afinidad íntima entre cosas diferentes:
-la cal sirve de lazo para juntar unas piedras con otras; con la pasta
-hecha de piel de toro los trozos de madera se unen de tal modo, que
-podrán romperse por cualquiera parte más bien que por los bordes
-adheridos con auxilio de la cola; el jugo de la uva se mezcla muy bien
-con los raudales cristalinos de murmuradoras fuentes, alianza que
-no puede aquélla efectuar con la pez, que es muy pesada, ni con el
-aceite, que es muy ligero; el color purpúreo del conchil se identifica
-notablemente con la tela de lana, y no pueden separarse con el agua,
-aunque ésta se emplease en la misma cantidad que los mares juntos
-contienen; el oro y la plata perfectamente se incorporan; varias
-clases de cobre con el plomo forman distintas especies de bronce. De
-muchos otros enlaces y de otras varias aleaciones pudiera hablar<span
-class="pagenum" id="Page_349">p. 349</span>te; pero considero que
-una detenida relación de este género sería inútil y además te
-produciría cansancio y enojo, cuando persigo el objeto de hablarte
-poco para decirte mucho. La alianza de cuerpos que tienen prominencias
-correspondientes á depresiones de otros afines resulta perfecta y
-durable: también los cuerpos se ligan fuertemente por medio de anillos
-ó de ganchos; y de esta manera última es como se establece la unión
-entre las moléculas de la piedra de Magnesia y las del hierro.</p>
-
-<div class="section">
- <p class="verslat">1087. <i xml:lang="la" lang="la">Nunc, ratio quæ
- sit morbis, aut unde repentè...</i></p>
-</div>
-
-<p>Ahora te explicaré el origen de las epidemias que de improviso
-invaden muchas veces algunas comarcas y causan horrible mortandad
-entre los hombres y entre las bestias. En primer término, existen en
-el espacio, como ya te he demostrado, muchísimos corpúsculos, de los
-cuales unos son favorables á la vida y otros son auxiliares de la
-muerte. Cuando estos últimos se congregan casualmente en gran número,
-inficionan el aire y perturban la marcha regular de la existencia.
-Los gérmenes de enfermedades pestilentes, ó vienen transportados por
-las nubes y las tempestades, quizá desde lejanos climas, ó surgen
-del mismo país<span class="pagenum" id="Page_350">p. 350</span>
-mediante alteraciones producidas en el cielo y en la atmósfera,
-por intempestivas lluvias y calores excesivos. ¿No has observado
-que los productos de una región llevados á otra se resienten y se
-corrompen con la mudanza de clima y de aguas? La influencia del aire
-es evidente: ¿es el mismo el cielo británico y el de Egipto por donde
-el eje del mundo se abate<a id="FNanchor_75" href="#Footnote_75"
-class="fnanchor">[75]</a>? ¿Es igual la temperatura media del Ponto,
-y la que desde las poblaciones gaditanas se extiende hasta los
-territorios en que el calor del Sol ennegrece á la raza humana? Aunque
-esas cuatro regiones se hallan expuestas á todos los vientos, bajo un
-mismo cielo, hay tanta diferencia en el color y la fisonomía de sus
-respectivos habitantes, como en las dolencias á que estos últimos están
-expuestos.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_75"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_75">[75]</a></span> Lucrecio entendía que el eje del
-mundo se levantaba hacia el Norte y se bajaba en el Sur; y, por tanto,
-creía que en Egipto comenzaba su declinación.</p>
-
-</div>
-
-<p>La elefantiasis es una molestia que domina en las proximidades del
-Nilo, en medio del Egipto, y no en otra parte; en Ática se padecen
-dolores de piernas, y en Acaya mal de ojos. De igual modo hay otros
-muchos lugares que son propensos á varios dolores, sin duda por la
-influencia del aire. Cuando éste, saturado ya de miasmas infectos,
-for<span class="pagenum" id="Page_351">p. 351</span>ma corrientes que
-invaden algunas comarcas, se extienden por ellas con lentitud como las
-nubes y corrompen su atmósfera; al llegar á la nuestra, la inficiona,
-se la asimila, pero la hace extraña á nosotros mismos.</p>
-
-<p>El contagio de la nueva calamidad prontamente se apodera de las
-aguas, se posesiona de los frutos de la tierra y de otras substancias
-que sirven de alimento á los hombres y de pasto á los animales, y se
-mezcla con el aire que nos vemos precisados á respirar, aun cuando
-conozcamos el peligro de absorber el veneno que lo emponzoña. Con igual
-energía que á los hombres, la pestilencia ataca á la especie bovina
-y á los baladores rebaños. El mismo efecto nos produciría el aspirar
-voluntariamente un aire viciado, que el apropiarnos por necesidad el
-que la Naturaleza nos proporciona, dañado con substancias nocivas para
-nuestra salud y para nuestra vida.</p>
-
-<p>Una epidemia de esa clase causada por vapores mortíferos ocasionó
-horribles estragos en Cecropia, y dejó desiertos sus campos y
-ciudades; hizo su aparición en el centro de Egipto; por el aire
-atravesó el espacio, por el mar recorrió las distancias, y se
-estableció en los muros de Pandión, cuyos habitantes fueron víctimas
-de repugnante<span class="pagenum" id="Page_352">p. 352</span>
-dolencia ó de angustiosa muerte<a id="FNanchor_76" href="#Footnote_76"
-class="fnanchor">[76]</a>. La enfermedad se iniciaba por una intensa
-fiebre, á la que seguía fuerte dolor de cabeza; después los ojos
-de los pacientes se entumecían é inflamaban, su laringe se llenaba
-de úlceras que brotaban negra sangre y obstruían los conductos de
-la voz; su lengua, intérprete del ánimo, rodeada por ensangrentada
-costra purulenta, quedaba inmóvil aunque penetrada por dolor agudo;
-con las secreciones ponzoñosas que se escurrían por el esófago de
-los enfermos, éstos sentían que el mal se amparaba de su pecho, se
-apoderaba de su corazón y entorpecía todos los hilos de la vida; su
-boca exhalaba hedor no menos fétido que el de cadáveres corrompidos;
-su alma carecía de fuerzas para manifestarse, y su cuerpo, como
-desmadejado, parecía yacer tendido á las puertas de la muerte. Pero
-luego sobrevenían aflicciones y tormentos nuevos, estertores profundos,
-gemidos redoblados por el día y por la noche, rigidez en los miembros,
-nerviosas contracciones, extenuación, abatimiento, fatigas; los
-pacientes no tenían mucho calor en su piel, y sus extremidades estaban
-templadas, y eso<span class="pagenum" id="Page_353">p. 353</span>
-no obstante, su cuerpo lleno de profundas llagas, parecía rojo, como
-si lo hubiese invadido la erisipela; fuego interior consumía á los
-desdichados, y les penetraba los huesos; en su estómago, como si
-fuese encendida hornaza, ardía llama devoradora; les abrumaba el peso
-de las ropas, y se exponían desnudos al frío y al aire; algunos,
-impelidos por el ardor que les quemaba las entrañas, en su furor
-desesperado se precipitaban á helados ríos; otros, rabiosamente, con
-la boca abierta, se arrojaban á los pozos, como si quisieran beberse
-toda el agua que en ellos encontraran, aun cuando la sed que sufrían
-tan insaciable era con un torrente como con la que pudiera contener
-un pequeño vaso; el malestar no les permitía punto de reposo; sus
-miembros se rendían abatidos; ningún bienestar les proporcionaba la
-medicina, que ante la epidemia se declaraba impotente; faltos de
-sueño, movían con frenesí los ojos desencajados, sufrían mortales
-angustias, horror y espanto perturbadores de la mente, ira y tristeza
-manifestadas con fruncimientos de cejas y convulsiones del rostro,
-zumbido en los oídos, respiración anhelante, sudor que les bañaba el
-cuello, tos violenta que entre ahogos les arrancaba tenues y escasos
-esputos de color amarillento y de sabor salado, retorsiones de las
-ma<span class="pagenum" id="Page_354">p. 354</span>nos, temblor
-intenso, frío helado, que desde los piés avanzaba poco á poco hasta
-dominar el tronco. Ya en el último período, los enfermos tenían la
-nariz comprimida y afilada, los ojos y las sienes hundidos, la piel
-fría y dura, los labios estirados, el semblante horroroso. Y en ese
-estado morían; á los ocho ó diez días de enfermedad exhalaban el
-último suspiro. Si alguno de los atacados podía librarse de la muerte,
-porque sus abiertas llagas supurasen todo el humor corrompido que en
-ellas se contenía, ó porque expulsara abundante cantidad de negras
-materias excrementicias, al cabo, en una próxima recaída perdía la
-existencia; de la nariz le brotaba sangre fétida, penosos dolores de
-cabeza le torturaban, y de este modo sus fuerzas se extinguían. Si la
-hemorragia se contenía pronto, la dolencia aparecía en los nervios,
-se extendía á los miembros todos, y se fijaba especialmente en los
-órganos de la generación; algunos enfermos, guiados por el instinto
-de conservar la vida, entregaban al cortante hierro la parte de su
-cuerpo elegida por el mal; unos perdían la característica de su viril
-sexo, otros las manos, otros los piés; ¡tan grande era el horror que la
-muerte inspiraba! Había personas que perdían totalmente sus facultades
-intelectuales, y ni aun siquiera conservaban idea<span class="pagenum"
-id="Page_355">p. 355</span> de su propia personalidad. Aunque los
-cadáveres quedaban insepultos y yacían amontonados, ni los cuadrúpedos
-ni las aves de rapiña se les aproximaban por no poder resistir el
-pestilente olor que despedían; si los tocaba algún animal, éste era
-en el acto víctima de la muerte: ni ave alguna osaba mostrarse á la
-luz del día, ni las fieras dejaban por las noches el obscuro bosque;
-la epidemia había debilitado á todas y mataba á muchas; los perros,
-animales fieles, caían abatidos en las calles, y entre fatigas y
-horribles tormentos, quedaban sin vida, que la dolencia les arrebataba.
-Los cadáveres eran sacados sin pompa alguna de las casas. No había
-remedio conocido contra el mal; la medicina que había asegurado á
-unos enfermos el goce de la vida y el disfrute de la luz del Sol,
-precipitaba la ruina de otros.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_76"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_76">[76]</a></span> La peste de Atenas, con sujeción á
-los datos que se hallan en el segundo libro de Tucídides, es descrita
-magistralmente por Lucrecio, que dió á Virgilio el modelo para pintar
-la peste de los animales en el tercer libro de sus <i>Geórgicas</i>.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="verslat">1227 <i>á</i> 1283. <i xml:lang="la" lang="la">Illud in
-his rebus miserandum et magnopere unum...</i></p>
-
-<p>Lo más aflictivo y terrible en aquel período calamitoso, era que
-todo el que se hallaba acometido por la dolencia, sabía desde luego
-que iba á morir; y, como criminal sentenciado á la última pena, veía
-de continuo ante sus ojos la amenaza de la muerte y perecía entre
-desesperaciones y terrores. Numerosas víctimas hacía el contagio;
-la enfermedad se propagaba fácilmente de unos<span class="pagenum"
-id="Page_356">p. 356</span> individuos á otros; aquellos que por
-miedo á la muerte huían de la vista de sus deudos y amigos sucumbían
-también, pero sin recibir el menor socorro, abandonados, lo mismo que
-ganado vacuno ó rebaño lanígero; y los que auxiliaban á parientes y
-amigos y por decoro ó compasión entraban en lucha con la pestilencia,
-entre dolores, quejas, lamentos y ayes eran arrollados por la
-asoladora catástrofe, que de este modo la vida se llevó de los mejores
-ciudadanos; muchos, después de haber inhumado los restos de todas las
-personas de su estima, fatigados, tristes, lacrimosos, dominados por
-el espanto, abatidos, cansados y sin fuerzas, se tendían en el lecho
-donde, rendidos, se entregaban á la muerte. En aquel tiempo no se veían
-por todos sitios más que enfermos desesperados, cadáveres en montón,
-enlutados que arrastraban su pena. Lo mismo el pastor de cualquiera
-clase de animales que el robusto conductor del corvo arado eran
-vencidos por la epidemia, y allá, ocultos en sus chozas, languidecían
-de dolores y de miseria y espiraban. Revueltos yacían los cadáveres
-de los padres y de los hijos: éstos daban el último suspiro sobre el
-cuerpo, inanimado ya, de la madre ó del padre. El mayor contingente
-que á la enfermedad se ofrecía era procedente de los campos, cuyos
-moradores, tan<span class="pagenum" id="Page_357">p. 357</span> pronto
-como experimentaban los primeros síntomas de la dolencia, se acogían á
-la ciudad, en la cual la muerte hallaba juntas numerosas víctimas en
-todas las casas.</p>
-
-<p>Muchos hombres, tocados por la peste, morían en las calles; otros,
-movidos por sed abrasadora, á rastras, con mil trabajos, llegaban á
-las fuentes públicas donde bebían con ánimo de hartarse, pero antes
-de conseguirlo, morían sofocados. Los caminos se hallaban invadidos
-por enfermos, desfallecidos, moribundos, cubiertos de harapos y llenos
-de podredumbres, con los huesos descarnados en algunos sitios y en
-otros con la piel lívida, llena de llagas que manaban asqueroso pus y
-ya con la corrosión misma de la tumba. Despojos impuros de la muerte
-habían sido con profusión depositados en los alcázares de los dioses;
-cadáveres en gran número eran llevados á los templos, cuyos guardas
-á su antojo disponían de sus improvisados huéspedes sin tratar de
-inquirir cuál fuese la religión y cuáles fueran los dioses de cada uno,
-porque el dolor excedía á toda preocupación; las ceremonias fúnebres,
-con tanto rigor observadas en otro tiempo, se habían dejado olvidadas:
-la consternación era general; los habitantes, como dislocados, en todas
-sus acciones daban pruebas de la perturbación que les trastornaba
-el juicio;<span class="pagenum" id="Page_358">p. 358</span> cada
-uno enterraba á sus parientes como podía; de hogueras preparadas por
-unas familias, otras extrañas se apoderaban á viva fuerza para sus
-difuntos, y entre clamores ingentes sostenían sangrientos combates á
-fin de impedir que arrojaran de la pira los cadáveres antes de que
-fueran consumidos por el fuego<a id="FNanchor_77" href="#Footnote_77"
-class="fnanchor">[77]</a>.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p id="Footnote_77"><span class="label"><a
-href="#FNanchor_77">[77]</a></span> Es probable que Lucrecio dejara sin
-terminar su poema, como se advierte que lo dejó sin corregir.</p>
-
-</div>
-
-
-<p class="centra fs90 ws1 mt3">FIN DE LA OBRA</p>
-
-<hr class="chap0" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="ToC">
- <p><span class="pagenum" id="Page_359">p. 359</span></p>
- <h2 class="nobreak g1">ÍNDICE</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<table class="toc" summary="Índice de contenidos">
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdru">Págs.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch0"><i>Noticia biográfica.</i></a></td>
- <td class="tdrb"><a href="#Ch0"><span class="asc">III</span></a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdcu ws1 pt1"><b>NATURALEZA DE LAS COSAS</b></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh pt1"><a href="#Ch1"><span class="smcap">Libro
- I</span></a>. — Invocación: dedicatoria: asunto del poema. — El ser
- no se origina de la nada, ni en la nada se disipa. — Cuerpos simples.
- — Materia y vacío. — Propiedades esenciales y accidentales de los
- cuerpos.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Ch1">1</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch2"><span class="smcap">Libro
- II</span></a>. — Movimiento y mudanza. — Excelencia de la razón. — Lo
- sensible surge de lo insensible. — El Universo infinito: el Mundo, como
- parte del Universo.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Ch2">57</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch3"><span class="smcap">Libro
- III</span></a>. — El alma y el ánimo.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Ch3">117</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch4"><span class="smcap">Libro
- IV</span></a>. — Simulacros: imágenes: sensaciones. — Los sentidos. —
- Las ideas. — Los sueños. — El amor.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Ch4">173</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch5"><span class="smcap">Libro V</span></a>.
- — Formación y desenvolvimiento del mundo: el hombre: las sociedades
- humanas. — Progresos: artes é industrias.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Ch5">233</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch6"><span class="smcap">Libro
- VI</span></a>. — Formación y desenvolvimiento del mundo: el hombre: las
- sociedades humanas. — Progresos: artes é industrias.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Ch6">301</a></td>
- </tr>
-</table>
-
-<hr class="chap0" />
-
-
-<div class="chapter pt3">
-<div class="transnote" id="tnote">
- <p class="tnotetit">Nota de transcripción</p>
- <ul>
- <li>Los errores de imprenta han sido corregidos.</li>
-
- <li>Se ha respetado la ortografía del original impreso, que difiere
- ligeramente de la actual.</li>
-
- <li>Se han añadido tildes a las mayúsculas que las necesitan y se han
- espaciado las rayas.</li>
-
- <li>Las páginas en blanco han sido eliminadas.</li>
-
- <li>Las notas a pie de página han sido renumeradas. Cada una aparece
- al pie del párrafo que aloja su llamada.</li>
-
- <li>Las <a href="#Err">correcciones de errata</a> declaradas en la
- página 116 han sido incorporadas al texto.</li>
- </ul>
-</div>
-</div>
-
-
-<hr class="full" />
-
-
-
-
-
-
-
-
-<pre>
-
-
-
-
-
-End of Project Gutenberg's Naturaleza de las cosas, by Tito Lucrecio Caro
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK NATURALEZA DE LAS COSAS ***
-
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-Professor Michael S. Hart was the originator of the Project
-Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be
-freely shared with anyone. For forty years, he produced and
-distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of
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