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-The Project Gutenberg EBook of Cartas americanas, by Juan Valera
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
-almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
-re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
-with this eBook or online at www.gutenberg.org/license
-
-
-Title: Cartas americanas
-
-Author: Juan Valera
-
-Release Date: August 20, 2020 [EBook #62984]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK CARTAS AMERICANAS ***
-
-
-
-
-Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
-Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This file was
-produced from images available at The Internet Archive)
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-
- BIBLIOTECA DE AUTORES CÉLEBRES
-
-
- I
-
-
- OBRAS DE DON JUAN VALERA
-
-DE VENTA EN ESTA CASA
-
-
-PEPITA JIMÉNEZ; octava edición; un volumen
- en 12.º 2,50 ptas.
-
-LAS ILUSIONES DEL DOCTOR FAUSTINO;
- dos volúmenes en 12.º 5 »
-
-DAFNIS Y CLOE (traducción del griego); un
- volumen en 12.º 3 »
-
-ESTUDIOS CRÍTICOS; segunda edición; tres
- volúmenes en 12.º 9 »
-
-DISERTACIONES Y JUICIOS LITERARIOS;
- dos volúmenes en 12.º 6 »
-
-CUENTOS Y DIÁLOGOS; un volumen en 12.º 2,50 »
-
-ALGO DE TODO: un ídem íd. 2,50 »
-
-PASARSE DE LISTO; un ídem íd. 2,50 »
-
-POESÍA Y ARTE DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA
- Y SICILIA (traducción del alemán);
- tres volúmenes en 12.º 9 »
-
-DOÑA LUZ; un volumen en 8.º 2,50 »
-
-TENTATIVAS DRAMÁTICAS; un ídem íd. 2,50 »
-
-CANCIONES, ROMANCES Y POEMAS; un
- ídem íd. 5 »
-
-CUENTOS, DIÁLOGOS Y FANTASÍAS; un
- ídem íd. 5 »
-
-NUEVOS ESTUDIOS CRÍTICOS; un ídem íd. 5 »
-
-PEPITA JIMÉNEZ y EL COMENDADOR
- MENDOZA; un ídem íd. 5 »
-
-DOÑA LUZ y PASARSE DE LISTO; un ídem íd 5 »
-
-APUNTES SOBRE EL NUEVO ARTE DE
- ESCRIBIR NOVELAS; un tomo en 8.º de
- 263 páginas 3 »
-
- * * * * *
-
-Á la primera serie de las =Cartas americanas= de D. Juan Valera seguirá
-muy en breve un tomo conteniendo poesias inéditas del gran poeta D. José
-Zorrilla.
-
-Para los tomos sucesivos de esta _Biblioteca_ contamos con obras de los
-Sres. D. José Zorrilla, don Juan Facundo Riaño, D. Gaspar Núñez de Arce,
-don Manuel del Palacio, D. Ramón Rodriguez Correa, D. Jacinto Octavio
-Picón, D. Salvador Rueda y otros.
-
-
-
-
- BIBLIOTECA DE AUTORES CÉLEBRES
-
- CARTAS AMERICANAS
-
- DON JUAN VALERA
-
- PRIMERA SERIE
-
- [Illustration]
-
- MADRID
- FUENTES Y CAPDEVILLE
-
- M DCCC LXXXIX
-
-
- ES PROPIEDAD
-
- MANUEL MINUESA DE LOS RÍOS, IMPRESOR
- Miguel Servet, 13--Teléfono 651
-
-
-
-
- AL EXCMO. SEÑOR
-
- Don Antonio Cánovas del Castillo
-
-
-Mi querido amigo: Como pobre muestra de la buena amistad que, desde hace
-años, me une á Ud., y de la gratitud que le debo por el benigno prólogo
-que escribió para mis novelas, dedico á Ud. este librito, donde van
-reunidas algunas de mis cartas sobre literatura de la América española.
-
-Espero que sea Ud. indulgente conmigo y que acepte gustoso la ofrenda, á
-pesar de su corta ó ninguna importancia.
-
-Yo entiendo, sin afectación de modestia, que mi trabajo es ligerísimo;
-pero la intención que me mueve y el asunto de que trato le prestan
-interés, del cual Ud., que con tanto fruto cultiva la historia política
-de nuestra nación, sabrá estimar el atractivo.
-
-Breve fué la preponderancia de los hombres de nuestra Península en el
-concierto de las cinco ó seis naciones europeas que crearon la moderna
-civilización y por toda la tierra la difundieron; mas, á pesar de la
-brevedad, la preponderancia fué gloriosa y fecunda. Completamos casi,
-gracias á navegantes y descubridores atrevidos y dichosos, el
-conocimiento del planeta en que vivimos; ampliando el concepto de lo
-creado, despertamos é hicimos racional el anhelo de explorarlo y de
-explicarlo por la ciencia; abrimos y entregamos á la civilización
-inmensos continentes é islas; y luchamos con fe y con ahinco, ya que no
-con buena fortuna, porque la excelsa y sacra unidad de esa civilización
-no se rompiera.
-
-Nuestra caída fué tan rápida y triste como portentosa fué nuestra
-elevación por su prontitud y magnificencia. Tiempo há que usted, con
-tanto saber como ingenio crítico, procura investigar las causas. Yo, por
-mi parte, ora me inclino á imaginar que lo colosal del empeño nos agotó
-las fuerzas; ora que por combatir en favor de principios que iban á
-sucumbir, sucumbimos con ellos; ora que la perseverante energia de la
-voluntad nos dió el imperio, en momento propicio, cuando por la
-invención de la pólvora y de la imprenta prevalecieron las calidades del
-espíritu sobre la fuerza material y bruta; imperio, que perdimos pronto,
-cuando vino á prevalecer otra fuerza, también material, aunque más
-alambicada: la que nace de las riquezas, creadas por la industria y por
-el trabajo metódico, bien ordenado, y combinado con el ahorro, en todo
-lo cual no descollamos nunca.
-
-No son mías, sino en muy pequeña parte, esta atrevida opinión y esta más
-atrevida explicación de tan alto punto histórico: son de aquel
-discretísimo fraile dominicano Tomás Campanella, que dice: _At postquam
-astutia plus valuit fortitudine, inventaeque typographiae et tormenta
-bellica, rerum summa rediit ad hispanos, homines sane impigros, fortes
-et astutos._
-
-Como quiera que sea, nuestra decadencia llegó, á mi ver, á su colmo, en
-el primer tercio de este siglo, cuando acabó de desbaratarse el imperio
-que habíamos fundado, naciendo de la separación de las colonias muchas
-independientes Repúblicas.
-
-Continuas guerras civiles, y estériles y sangrientas revoluciones, aquí
-y allí, nos trajeron á tan mísero estado, que nuestros corazones se
-abatieron, y del abatimiento nació la recriminación desdeñosa.
-
-Los americanos supusieron que cuanto malo les ocurría era transmisión
-hereditaria de nuestra sangre, de nuestra cultura y de nuestras
-instituciones. Algunos llegaron al extremo de sostener que, si no
-hubiéramos ido á América y atajado, en su marcha ascendente, la cultura
-de Méjico y del Perú, hubiera habido en América una gran cultura
-original y propia. Nosotros, en cambio, imaginamos, ya que las razas
-indígenas y la sangre africana, mezclándose con la raza y sangre
-españolas, las viciaron é incapacitaron; ya que bastó á los criollos el
-pecado original del españolismo para que, en virtud de ineludible ley
-histórica, estuviesen condenados á desaparecer y perderse en otras razas
-europeas, más briosas y entendidas.
-
-El mal concepto que formamos unos de otros, al transcender de la
-desunión política, estuvo á punto de consumar el divorcio mental,
-cimentado en el odio y hasta en el injusto menosprecio.
-
-Miras y proyectos ambiciosos, renacidos en España, en ocasiones en que
-esperábamos salir de la postración, como los conatos de erigir un trono,
-en el Ecuador ó en Méjico, para un príncipe ó semipríncipe español, y
-empresas y actos impremeditados, como la anexión de Santo Domingo, la
-guerra contra Chile y el Perú y la expedición á Méjico, aumentaron la
-malquerencia de la metrópoli y de las que fueron sus colonias.
-
-Durante este período, si la cultura inglesa hubiese sido más
-comunicativa, hubiera penetrado en las repúblicas hispano-americanas;
-pero no lo es, y así apenas se sintió su influjo. Francia, por el
-contrario, ejerció poderosamente el suyo, que es tan invasor, é informó
-el movimiento intelectual y fomentó el progreso de la América española,
-aunque sin borrar, por dicha, ni desfigurar su ser castizo y las
-condiciones esenciales de su origen.
-
-Hoy parecen ó terminados ó mitigados, tanto en América como en España,
-aquella fiebre de motines y disturbios, y aquel desasosiego incesante
-de la soldadesca, movida por caudillos ambiciosos, no siempre ilustrados
-y capaces, y aquel malestar que era consiguiente.
-
-Más sosegados y menos miserables, así los pueblos de la América española
-como los de esta Península, se observan con simpática curiosidad,
-deponen los rencores, confían en el porvenir que les aguarda; y, sin
-pensar en alianzas ni confederaciones que tengan fin político práctico,
-pues la suma de tantas flaquezas nada produciría equivalente á los
-medios y recursos de cualquiera de los cuatro ó cinco Estados que
-predominan, piensan en reanudar sus antiguas relaciones, en estrechar y
-acrecentar su comercio intelectual, y en hacer ver que hay en todos los
-países de lengua española cierta unidad de civilización que la falta de
-unidad política no ha destruído.
-
-Así va concertándose algo á modo de liga pacífica. Para los
-circunspectos y juiciosos es resultado satisfactorio el reconocer que la
-literatura española y la hispano-americana son lo mismo. Contamos y
-sumamos los espíritus, y no el poder material, y nos consolamos de no
-tenerle. Todavía, después de la raza inglesa, es la española la más
-numerosa y la más extendida por el mundo, entre las razas europeas.
-
-A restablecer y conservar esta unidad superior de la raza no puede
-desconocerse que ha contribuído como nadie la Academia Española. Las
-Academias correspondientes, establecidas ya en varias Repúblicas, forman
-como una confederación literaria, donde el centro académico de Madrid,
-en nombre de España, ejerce cierta hegemonía, tan natural y suave, que
-ni engendra sospechas, ni suscita celos ó enojos.
-
-En esta situación, se diría que nos hemos acercado y tratado. Apenas hay
-libro, que se escriba y se publique en América, que no nos le envíe el
-autor á los que en España nos dedicamos á escribir para el público. Yo,
-desdo hace seis ó siete años, recibo muchos de estos libros, pocos de
-los cuales entran aún en el comercio de librería, aquí desgraciadamente
-inactivo.
-
-Cualquiera que procure darlos á conocer entre nosotros, creo yo que
-presta un servicio á las letras, y contribuye á la confirmación de la
-idea de unidad, que persiste, á pesar de la división política.
-
-La América española dista mucho de ser mentalmente infecunda.
-
-Desde antes de la independencia compite con la metrópoli en fecundidad
-mental. En algunos países, como en Méjico, se cuentan los escritores por
-miles, antes de que la República se proclamase. Después, y hasta hoy, la
-afición á escribir y la fecundidad han crecido. En ciencias naturales y
-exactas, y en industria y comercio, la América inglesa, ya
-independiente, ha florecido más; pero en letras es lícito decir sin
-jactancia que, así por la cantidad como por la calidad, vence la
-América española á la América inglesa.
-
-Tal vez se acuse á la América española de exuberancia en la poesía
-lírica; pero ya se advierten síntomas de que esto habrá de remediarse,
-yendo parte de la savia que hoy absorbe el lirismo á emplearse en
-vivificar otras ramas del árbol del saber y del ingenio. La crítica, la
-jurisprudencia, la historia, la geografía, la lingüística, la filosofía
-y otras severas disciplinas cuentan ya en América con hábiles,
-laboriosos y afortunados cultivadores. Baste citar, en prueba, y según
-acuden á mi memoria, los nombres de Alamán, Calvo, García Icazbalceta,
-Bello, Montes de Oca, Rufino Cuervo, Miguel Antonio Caro, Arango y
-Escandón, Francisco Pimentel, Liborio Cerda y Juan Montalvo.
-
-Mis cartas carecen de verdadera unidad. Son un conato de dar á conocer
-pequeñísima parte de tan extenso asunto. Las dirijo á autores que me han
-enviado sus libros. No son obra completa, sino muestra de lo que he de
-seguir escribiendo, si el público no me falta. Como noticias y juicios
-aislados, sólo podrán ser un día un documento más para escribir la
-historia literaria de _las Españas_ en el siglo presente. Porque las
-literaturas de Méjico, Colombia, Chile, Perú y demás repúblicas, si bien
-se conciben separadas, no cobran unidad superior y no son literatura
-general hispano-americana, sino en virtud de un lazo, para cuya
-formación es menester contar con la metrópoli.
-
-En fin, tal cual es este librito, yo tengo verdadera satisfacción en
-dedicársele á Ud., aprovechando esta ocasión de reiterarle el testimonio
-de la gratitud que le debo y de la amistad que siempre le he
-consagrado.
-
-
-
-
-CARTAS AMERICANAS
-
-
-
-
-SOBRE VÍCTOR HUGO
-
-
-_27 de Febrero de 1888._
-
-Á UN DESCONOCIDO
-
-Muy señor mío: La carta que Ud. me dirige, ocultando su nombre, llegó á
-mi poder pocos días há con el periódico en que viene inserta, _La
-Miscelánea_, revista literaria y científica que se publica en Medellín,
-república de Colombia. A pesar de lo indulgente, fino y hasta cariñoso
-que está Ud. conmigo, lo cual me lisonjea en extremo, no he de negar,
-aunque lo achaque Ud. á soberbia, que me han dolido sus impugnaciones y
-que me siento picado y estimulado á replicar á ellas. Ya hace meses que
-recibí otra revista colombiana, que también me impugnaba y por el mismo
-motivo. El que escribió este otro artículo en contra mía y le publicó en
-la revista de Bogotá titulada _El Telegrama_, daba su nombre: era el Sr.
-Rivas Groot, á quien debe Ud. de conocer.
-
-A él y á Ud. voy á contestar en esta carta, á ver si logro justificarme.
-
-No es posible que Ud. se figure bien cuánto nos halaga, á los que en
-esta Península, donde se lee poquísimo, nos dedicamos á la literatura,
-que por esas regiones transatlánticas nos lean ustedes y nos hagan algún
-caso.
-
-Así es que deseamos conservar el buen concepto en que Uds. tan
-generosamente nos tienen, y defendernos de cualquiera inculpación que
-tire á menoscabarle.
-
-Usted y el Sr. Rivas Groot me acusan de Zoilo; de que procuro rebajar el
-mérito de Víctor Hugo. Pero aunque fuera así, ¿es Víctor Hugo
-inexpugnable y está por cima de toda crítica? Los fallos que se han dado
-en su favor, ¿son tan sin apelación que le dejen más á salvo de todo
-ataque que á Calderón ó á Shakspeare, pongo por caso? Pues bien: el
-valor de estos dos insignes poetas ha sido de harto distinta manera
-ponderado y tasado. ¿Qué distancia no hay entre el mediano aprecio que
-concede Sismondi á Calderón y la idolatría con que le veneran Schack y
-ambos Schlegel? ¿Seguiremos á Voltaire y á Moratín, ó á Emerson y á
-Carlyle, para marcar los grados de entusiasmo que debe inspirarnos el
-autor de _Hamlet_?
-
-La verdad es que si hay una inconcusa filosofía del arte, una estética
-perenne, no se funda en ella hasta ahora ningún inalterable código
-universal, ó sea ordenada recopilación de reglas con sujeción á las
-cuales se ejerza la crítica. Y aun dado que el código exista, yo creo
-que ha de ser difícil de interpretar y de aplicar, cuando tanta
-discrepancia se nota en los juicios, no ya sobre un singular autor, sino
-sobre siglos enteros de la literatura de todas las naciones.
-
-Hasta hace pocos años la critica ilustrada afirmaba que casi toda
-literatura era bárbara é insufrible, salvo en los cuatro siglos de
-Pericles, Augusto, León X y Luis XIV, á los cuales correspondían las
-cuatro Poéticas de Aristóteles, Horacio, Vida y Boileau. Ahora hemos
-venido á dar en el extremo contrario. El _Mahabarata_, el _Ramayana_,
-los _Edas_ y el _Nibelungenlied_, parecen á muchos mejor que la
-_Eneida_, y el _Minnegesang_ mejor que las Odas de Píndaro y del
-Venusino.
-
-Sin duda que se ha adelantado mucho en Estética. Sin duda que la
-erudición ha traído de remotos países ó ha desenterrado del polvo de las
-Bibliotecas ignorados tesoros literarios. Idiomas, civilizaciones
-enteras, himnos, dramas, epoyeyas, todo ha vuelto á la luz. Ha habido y
-hay renacimiento universal y cosmopolita. Pero ¿no recela Ud. que tanta
-novedad nos deslumbre y atolondre? ¿No podremos decir, citando lo del
-antiguo romance,
-
- Con la grande polvareda
- Perdimos á don Beltrane?
-
-Y este don Beltrane, en el caso presente, ¿no será quizás el sentido
-común, ó, mejor dicho, el recto y reposado juicio?
-
-La crítica antes no era tan profunda: no se fundaba en filosofías, que
-el crítico á menudo no entiende, sino que se fundaba en cualquiera de
-las cuatro ya citadas Poéticas, ó en todas ellas, á cuyos preceptos,
-convengo en que muy literalmente interpretados, solía ceñirse el que
-criticaba; pero hoy se va éste por los cerros de Úbeda, arma un
-caramillo de sutilezas, abre abismos rellenos de inefables sentimientos
-y pensamientos, y se empeña en convencernos de todo lo que se le antoja,
-haciéndonos tragar como sublimidades mil rarezas y como maravillas del
-_genio_ mil extravagancias.
-
-Contra estas extravagancias y rarezas, que yo no quiero tragar, y de
-cuya bondad no logra nadie convencerme, es contra lo que yo voy. A
-Víctor Hugo, aunque abunda en ellas como el conjunto de mil autores de
-los más extravagantes, yo le celebro, tal vez en demasía. Yo he llegado
-á decir que pongo á Víctor Hugo en el trono como rey de los poetas de
-nuestro siglo por su fecundidad, por su pujanza de imaginación y por
-otras prendas, si bien Goethe era más profundo y más sabio; y Leopardi,
-que también sabía más, era más elegante, y más sentido, y más limpio y
-hermoso en la forma; y Manzoni y Whittier y Quintana, más firmes,
-constantes, fieles y sinceramente convencidos en sus opiniones y
-doctrinas; y Zorrilla, más espontáneo, más rico de frescura y menos dado
-á rebuscar pomposidades enormes para llamar la atención.
-
-Sin rayar en delirio no se puede hacer mayor elogio de Víctor Hugo, á
-pesar de las cortapisas. Ni Ud. ni el Sr. Rivas Groot debieran ponerme
-pleito, sino los aficionados de Espronceda, de Heine, de Shelley, de
-Byron, de Moore, de Tennyson, de Garrett, de Miskiewicz, de Lermontoff,
-de Puschkin y de tantos otros á quienes dejo tamañitos.
-
-Y no hay contradicción en mí, como supone el Sr. Rivas Groot. Si hay
-contradicción, está en la misma naturaleza de las cosas. Ni yo me
-contradigo elogiando en general y tratando luego, en los pormenores, de
-hacer añicos el ídolo que he levantado. El ídolo quedaría en pie, aunque
-de mi voluntad dependiese derribarle; pero lo que hay en él de feo y de
-deforme no se lo quitarán de encima sus más elocuentes adoradores.
-
-¿Fué ó no fué Góngora un excelente é inspirado poeta? ¿Quién se atreverá
-á negar que lo fué? Sus romances, sus letrillas, algunos sonetos, la
-canción á la Invencible Armada, dan de ello claro é irrefragable
-testimonio. Hasta en el _Polifemo_ y en las _Soledades_ su ingenio
-resplandece. Pero ¿será menester, á fin de no incurrir en contradicción,
-cerrar los ojos y no ver los desatinos, las extravagancias y el perverso
-gusto que afean las _Soledades_, el _Polifemo_ y otras obras de mi
-egregio paisano?
-
-Hágase Ud. cuenta de que Víctor Hugo es algo semejante: es un Góngora
-francés de nuestros días. Ha escrito más que Góngora, y ha tenido más
-aciertos, y ha creado más bellezas que Góngora; pero también ha dicho
-muchísimos más disparates. Si me pusiera yo á sacarlos á relucir, ni en
-cuatro ó cinco tomos gordos lo conseguiría. Me remito, por lo tanto, y
-para abreviar, á los que ya puse en mis _Apuntes sobre el nuevo arte de
-escribir novelas_. Si todo lo citado allí no es desatinado, por la forma
-ó por el fondo, ó por forma y fondo á la vez, sin duda que soy yo el
-desatinado, y no discuto y me doy por vencido. Al público imparcial y
-juicioso apelo. Aquí sólo voy á replicar á las razones que da Ud. para
-demostrar que dos ó tres de esas frases, que cito yo como grotescas,
-encierran pensamientos profundos y son como un pozo de insondables
-filosofías.
-
-Á Nuestro Señor Jesucristo se le representa simbólicamente bajo el
-nombre de _león_ y bajo la figura de _cordero_. Es el León de Judá, es
-el Cordero de Dios, que lleva los pecados del mundo; pero ambos nombres
-están ya consagrados: por cerca de veinte siglos el de _cordero_, y el
-de _león_ por mucho más: lo menos desde los tiempos de Isaías. Ambos
-nombres de _león_ y de _cordero_ responden á un simbolismo propio de las
-lenguas y costumbres del antiguo Oriente. Y en el día de hoy no chocan,
-antes gustan, bien empleados, aunque no se apliquen á Cristo. De un
-militar animoso y fuerte se dice que es un león, y de un joven inocente
-y manso se puede decir, en son de elogio, que es un cordero. Pero, señor
-desconocido, por las ánimas benditas, ¿habilita esto y faculta á nadie
-para llamar también á Cristo _inmensa lechuza de luz y de amor_, aunque
-en francés sea más eufónico que en castellano el nombre de lechuza? Las
-comparaciones de dioses, de héroes, de semidioses y hasta de hombres con
-animales no se aguantan hoy, ni se oyen sin risa, como no sean de las ya
-consagradas por miles de años, ó de las que se hacen con suma habilidad,
-entre las cuales no es posible poner la de lechuza aplicada á Cristo,
-aunque la lechuza sea emblema de vigilancia, de sabiduría y de otras
-cosas muy estimables. En lo antiguo había cierta candidez que consentía
-esto; pero ¿cómo tomar hoy la misma venia? Homero compara á los
-guerreros á las moscas, que acuden á un tarro de leche, y á las grullas,
-que van á combatir á los pigmeos, y compara á Ulises con un carnero
-lanudo, y á Ayax, defendiendo el cuerpo de Patroclo, á pesar de tanto
-troyano como embiste y cae sobre él, á un burro terco y hambriento, que
-sigue pastando, á pesar de los muchos villanos armados de estacas que le
-sacuden para alejarle del pasto. Todo esto es precioso, y nos hace
-muchísima gracia en Homero; pero ¿quién no se burlaría ó se indignaría
-si comparásemos hoy á Napoleón I á un carnero lanudo, y á Daoiz y á
-Velarde, que se defienden con igual obstinación que Ayax, á lo mismo que
-Homero compara á Ayax?
-
-Además, Víctor Hugo no se limita á comparar. Con su estilo enfático hace
-más: transforma. No es Cristo como una lechuza ó semejante á una
-lechuza, sino que es lechuza.
-
-Sobre otra de mis citas trata Ud. de darme una lección, pero sin motivo.
-El vocablo francés _crachat_ significa vulgarmente placa de comendador ó
-de caballero gran cruz. Convenido. ¿Cómo he de ignorar yo esto, por
-poquísimo francés que sepa? Lo que me sucedió es que al traducir
-
- _L’univers étoilé est un crachat de Dieu_,
-
-hallé más grotesca aún la traducción que usted hace que la que yo hice.
-
-Yo no podía figurarme al Padre Eterno de uniforme, con sus grandes
-cruces colgando, y hasta con espadín y sombrero de tres picos. Vea usted
-por qué no traduje que el cielo estrellado era la placa de Dios. Pase
-porque sea el cielo estrellado el manto de Dios, su vestidura, su
-túnica; pero su _crachat_....., vamos, esto es ya demasiado. Todavía, á
-pesar del alto concepto metafísico y todo espiritual que hoy tenemos de
-Dios, se consiente que, por la larga costumbre, nos le representemos,
-valiéndonos de imagen material, como un anciano venerable, con luengas y
-flotantes vestiduras. Lo que no se puede sufrir es representarle con
-uniforme de ministro y con placas, aunque sean estas placas soles. Sin
-duda que uniforme y placas tan desmedidos tienen cierta sublimidad
-matemática, y corresponden á la inmensidad de Dios por lo extenso; pero
-hay bastante grosería materialista y risible en figurarse á Dios así,
-como un ser excesivamente corpulento y vestido á la moda de nuestros
-días.
-
-Además, habiendo en francés la palabra _placa_, valerse de la palabra
-_crachat_, más innoble y muy anfibológica, me pareció tan fuera de lo
-que se usa, que no quise yo persuadirme de que Víctor Hugo hacía de Dios
-un _Monsieur décoré_. Entendí, pues, que la intención de Víctor Hugo era
-la de buscar, no la sublimidad matemática extensa, sino la sublimidad
-dinámica, y traduje suavizando, y aun creo que no traduje mal, _El cielo
-estrellado es un esputo de Dios_. La imagen tiene de esta suerte sabor á
-poema indio, y hace más grande y poderoso á Dios escupiendo el mundo
-que llevándole colgado en el uniforme como una venera.
-
-Más natural que llevar colgado el universo, es en un Dios creador
-lanzarle de su boca. Algo, aunque al revés, recuerdo yo haber leído en
-el _Ramayana_. Siva, el dios destructor, se encoleriza contra los
-sesenta mil hijos del rey Sagara y de su legitima esposa Sumatis,
-hermana de Garuda, rey de los pájaros, porque estos príncipes han hecho
-doscientas mil insolencias y travesuras, y, sin respeto ni consideración
-á las tortugas y elefantes colosales que sostienen la pesadumbre del
-mundo, han bajado al abismo. Entonces Siva da un resoplido con las
-narices, y los sesenta mil héroes quedan reducidos á ceniza.
-
-En edades primitivas, cuando, para el vulgo al menos, la idea de la
-Divinidad tenía no poco de infantil, es esto extremadamente sublime;
-pero en nuestra edad, el poeta que nos quiera representar á Dios
-valiéndose de imágenes materiales, por gigantescas que sean, se expone,
-á mi ver, á dar en lo ridículo al ir á buscar lo sublime.
-
-En resolución, y como Ud. mismo declara, yo elogio mucho á Víctor Hugo.
-La diferencia entre usted y el Sr. Rivas Groot por un lado, y yo por
-otro, está en que yo le elogio á pesar de sus pecados, y Ud. y su
-compatriota encarecen el elogio hasta declararle impecable.
-
-Acaso consista esta diferencia en que Ud. se deja guiar en sus juicios
-por una estética muy encumbrada, mientras que yo, aunque gusto de la
-estética, y creo que para cierta crítica afirmativa es indispensable,
-todavía estimo los antiguos preceptos de las Poéticas, fundadas sólo
-acaso en el sentido común, en el buen gusto y en la observación y el
-estudio, y creo que dichos preceptos, si no valen para descubrir
-bellezas y sublimidades, son infalibles y seguros en lo tocante á
-señalar los verdaderos defectos. Y es indudable que estos defectos deben
-señalarse, sobre todo en los autores famosos, á quienes suelen imitar
-los que empiezan, imitando con más frecuencia los extravíos, porque son
-más fáciles de imitar.
-
-Sólo me queda por decir que agradezco á usted mucho las muestras de
-afecto y de estimación que me da en su carta, la cual, aunque no sea
-sino por esto, no he querido dejar sin contestación.
-
-
-
-
-EL PERFECCIONISMO ABSOLUTO
-
-
-_12 de Marzo de 1888._
-
-Á D. JESÚS CEBALLOS DOSAMANTES
-
-
-I
-
-Muy estimado señor mío: Con grande contento y satisfacción de amor
-propio he recibido la carta de Ud. y el ejemplar, que la acompañaba, del
-interesante libro que Ud. acaba de publicar en esa ciudad de México, y
-cuyo título es _El perfeccionismo absoluto. Bases fundamentales de un
-nuevo sistema filosófico._
-
-Harto bien comprendo el enorme disgusto de usted, después de haber
-condenado todas las creencias de sus mayores, renegado de ellas y
-quedándose sin fe en nada, sin religión y sin filosofía. Pero si lo que
-Ud. piensa ahora no es ilusión, nunca el refrán _no hay mal que por bien
-no venga_ pudo ser traído más á cuento. Lícito es afirmar entonces que
-la tristísima situación de ánimo en que Ud. se puso, sus dudas y
-negaciones ultracartesianas, y el vago y vacilante punto de apoyo que
-sólo sostenía, al borde de un abismo el inseguro ingenio de Ud., fueron
-á modo de trampolín, que dió empuje á dicho ingenio para brincar y
-encaramarse á una altura adonde en balde han aspirado á subir los
-sabios, desde Pitágoras, ó desde mucho antes, hasta nuestros días.
-
-El triunfo de que Ud. se jacta es tan estupendo, es tan soberbio el
-_eureka_ de Ud., y es tan precioso el hallazgo, que no ha de extrañar
-Ud. ni tomar á mal que yo dude de todo y no acepte nada sin examen.
-Usted me honra y me lisonjea mucho consultándome; pero me consulta á
-titulo de escéptico, y yo desempeñaría pérfidamente mi papel si no
-mostrase mi escepticismo, en lo esencial al menos.
-
-En lo restante, para no pecar de prolijo, voy á convenir con Ud., y aun
-voy á ir más allá: voy á dar por demostrado é innegable, así lo que Ud.
-supone descubierto ya por la ciencia experimental, como las hipótesis
-plausibles que Ud. aventura.
-
-De esta suerte, Ud. y yo coincidiremos en la idea que de todo el
-universo formamos, y en la marcha que siguen cuantas cosas hay en él, y
-principalmente el humano linaje, aproximándose cada vez más á la
-perfección.
-
-Yo sé poquísimo de ciencias naturales y exactas; pero el saber de los
-otros suplirá mi saber, y yo me fiaré de lo que Ud. y otros aseguren, y
-lo tomaré por cierto.
-
-No es del caso entrar en pormenores. Voy á decir, en resumen, lo que
-tenemos averiguado.
-
-En el espacio infinito hay innumerable muchedumbre de soles. Poco nos
-importa determinar aquí si estos soles giran en torno de otros soles
-centrales, se están quietos, ó qué es lo que hacen. Nuestro sol, que es
-medianejo, no ha de ser privilegiado ni el único que gaste el lujo de
-tener planetas y cometas. Luego habrá de fijo planetas y cometas en
-otros soles, y cada uno de ellos formará un sistema solar. Como el globo
-en que vivimos, con ser bastante ruin, tiene plantas, animales y
-hombres, no podemos negar, sin injusticia y sin soberbia, plantas,
-animales y hombres á los otros planetas de nuestro sol, y á los planetas
-de otros soles, y á los soles mismos. El modo de vivir, los usos y
-costumbres y el ser orgánico de los vivientes serán muy diversos en cada
-astro, porque el clima debe de serlo también; pero en cuanto á entender
-y á discurrir, por todas partes habrá identidad. En todas partes, tres y
-dos serán cinco; dos cosas iguales á una tercera, serán iguales entre
-sí; nada podrá ser y no ser al mismo tiempo, etc.
-
-En lo que nos diferenciaremos será en la cantidad y no en la calidad del
-entendimiento. Podemos presumir que en tal planeta están más atrasados
-que en éste, y en tal otro están más adelantados. Y podemos presumir
-también que hay castas de animales racionales, en otros planetas,
-superiores por naturaleza á los que aquí hay; ya que, aun aquí mismo, en
-la tierra, hay castas de hombres más listos y capaces que otros, pues no
-hemos de negar que los ingleses, por ejemplo, son, hasta por naturaleza,
-y no sólo por educación, superiores á los zulúes.
-
-Dadas ya esta variedad y abundancia de seres que vemos, columbramos ó
-suponemos, y con asiento nosotros en este teatro, donde asistimos á un
-espectáculo que no tiene fin, ni en el espacio, ni en el tiempo, ó, si
-le tiene, va más allá ese fin de la más audaz imaginación y no sólo de
-los ojos, tratemos de explicar el origen del espectáculo mismo, si
-origen tuvo, y cuál podrá ser su término ó su desenlace, si alguna vez
-le tiene. Si hacemos bien esto, construiremos, sin duda, una filosofía
-verdadera, y por lo tanto perenne, lo cual no será sólo para mera
-curiosidad, sino será asunto de inmenso interés para todos los hombres,
-ya que nos hará ver claro cuál es nuestro destino futuro y las causas y
-propósitos de cuanto existe.
-
-Yo creo que, á pesar del telescopio y del espectroscopio, no estamos aún
-muy al corriente de lo que pasa en el universo, y que, por arte
-experimental ó de observación, sólo conocemos del universo un mezquino
-rinconcillo, y éste mal y de modo somero. Me allano, no obstante, á
-aceptar con Ud. lo que Ud., no por experiencia, sino por analogía
-infiere, y doy por verdad el progreso como ley cósmica.
-
-Dice Ud. que nada sale de la nada, y que la sustancia, la materia prima,
-lo que es, llámese como se llame, existe _ab aeterno_. Sea así. Aunque
-se me ocurre una grave dificultad, no quiero reparar en ella. Toda la
-sustancia ha estado en el caos hasta que el universo empezó á formarse.
-Salió del caos el calor, salió la luz y empezó el progreso. Si
-supusiésemos ó imaginásemos que antes de este universo progresivo, y
-antes del caos, hubo algún otro universo que volvió á dicho caos, todo
-nuestro sistema se hundiría. Adiós, progreso seguro, infalible y sin
-fin. Así como pudo destruirse otro universo anterior, podría éste
-destruirse también, y entonces todas nuestras esperanzas de inmortalidad
-saldrian hueras. Volveríamos al caos todos. Decidamos, pues, que no ha
-habido ni podido haber otro universo sino el presente, y que antes de él
-sólo hubo caos eterno, hasta que, hará un millón, un billón ó más de
-años, se le antojó al caos organizarse, convertirse en universo y ser
-progresista.
-
-Aquí tropiezo con otra dificultad; pero voy á dar un rodeo para pasar
-adelante y no quedarme atascado en medio del camino.
-
-En el caos estaban, en potencia, en germen, el calor, la luz, la vida,
-la inteligencia, la conciencia, etc.; pero desde el germen al
-desarrollo, desde la potencia al acto, hay una distancia, hay un abismo
-que no se rellena con el tiempo sólo. Por muchísimos siglos que pongamos
-entre un ser que casi es no ser, entre el caos ó la materia prima y el
-universo de ahora, no pondremos puente, y será menester dar un salto
-audaz é inexplicable.
-
-En el caos estaba el germen de todo, como en la bellota está el germen
-de la encina; pero, así como la bellota se quedará bellota y no llegará
-á ser encina nunca si no le dan jugos la tierra, el agua y el aire, y
-luz y calor el sol, así también el caos se hubiera quedado caos sin algo
-extraño que moviese sus gérmenes. Ponga Ud. el caos como quien pone un
-huevo; pero, si alguien no le empolla, huevo se quedará y no saldrá de
-él pajarillo. Repito, con todo, que yo soy de buen componer, y hago la
-vista gorda, y paso porque el caos, por sí y ante sí, sin nada de fuera
-que lo sacuda, tiene en un momento memorable el capricho de organizarse
-y de dejar de ser caos.
-
-Lo primero que el caos saca entonces de sí mismo es una cosa que Ud.
-llama _agente cósmico_ ó _causa creadora_, como si dijéramos, un
-_demiurgo_.
-
-Raro é inexplicable ser es este _demiurgo_. Tiene poder é inteligencia,
-y no es persona. Desde que aparece hasta hoy, su inteligencia y su poder
-van creciendo, pero sin llegar nunca á la personalidad y á la
-conciencia. La conciencia y la personalidad sólo aparecen en nosotros y
-sólo están en nosotros: los hombres.
-
-Mucho queda que andar al caos y al _demiurgo_ ó agente cósmico, que en
-él reside, para llegar á producirnos, á nosotros, seres humanos. Dejo de
-señalar aquí los pasos que dan caos y _demiurgo_; y si alguien quiere
-saberlos, le remito á la _Historia de la creación de los seres
-organizados_, donde Ernesto Haeckel lo explica todo con tanta
-puntualidad y exactitud como si hubiera seguido la pista al _demiurgo_ y
-hubiera presenciado sus hábiles é inteligentes, aunque inconscientes,
-operaciones.
-
-Baste saber en compendio que, allá en la edad primordial, nuestro padre
-común fué el _protoplasma_, organismo sin órganos: un moco, con perdón
-sea dicho. Este moco, que no era moco de pavo, va progresando, á través
-de las edades, y llega á ser gusano, con forma de saco. A fuerza de
-trabajar y luchar por la vida, consigue luego el gusano tener vértebras,
-pero sin cráneo ni sesos aún. Luego se proporciona cráneo y sesos. Más
-tarde adquiere mamas ó tetas. En seguida vienen los marsupiales,
-transición entre el ovíparo y el vivíparo. Síguese el animal que ya pare
-de veras, y de aquí el mono, y luego el mono catarrinio y con cola,
-durante el período eoceno; el catarrinio pierde, en el mioceno, la cola;
-y, por último, en el periodo plioceno, surge el hombre pitecoide,
-_alalo_ ó sin palabra. De este hombre pitecoide nacen luego, siguiendo
-el progreso, los _ulotrixos_, ó gente de pelo crespo, y los
-_lisotrixos_, ó gente de pelo liso; y de éstos, todas las razas humanas,
-de las cuales las más bien dotadas, hasta hoy, parecen ser las
-_euplocamas_, ó de cabello suave y con bucles; y de estas gentes
-_euplocamas_, las más nobles son las que vinieron á establecerse á
-orillas del Mar Mediterráneo, á saber: semitas, vascos, indo-europeos y
-caucásicos.
-
-Yo acepto todo esto como si no hubiese la menor objeción que hacer.
-
-Tenemos, pues, los datos para nuestra filosofía. Filosofemos.
-
-El progreso es evidente y constante.
-
-Desde la monera, desde el protoplasma, desde el moco, hemos llegado á un
-organismo tan complicado como el de nuestro cuerpo, y en él, por vez
-primera, ha aparecido la persona, la conciencia y la reflexión, por cuya
-virtud nos entendemos á nosotros mismos y á todo lo que es ó puede ser
-fuera de nosotros.
-
-¿Acabará aquí el progreso, ó seguirá adelante? Seguirá adelante. La
-historia de la humanidad lo demuestra. Ahí están todos los primores,
-lindezas, galas y artefactos, leyes, vestimentas, casas y música, que
-hemos inventado, desde que dejamos de ser _alalos_ y rompimos á hablar,
-hasta hoy, que tenemos telégrafo, teléfono, fotografía, torpedos y
-dinamita.
-
-Lo extraño es, y vuelvo á uno de mis temas, que el _agente cósmico_, la
-_causa creadora_, como usted la llama también, haga todo esto con
-sabiduría estúpida, y sin saber lo que hace; pues si lo supiera, diría
-con más razón que Virgilio: _Sic vos non vobis_. Da inteligencia, da
-personalidad, da mil cosas más, y se queda sin nada. La antigua
-sentencia que reza, _nemo dat quod in se non habet_, pierde aquí todo su
-valor.
-
-Pero si la conciencia y la personalidad no están en el _agente cósmico_
-y están sólo en cada uno de nosotros, seres humanos, como quiera que
-nosotros vivimos unos cuantos años y nos morimos luego, la ley del
-progreso se realizará en todo, menos en la conciencia y en la
-personalidad individuales.
-
-Usted quiere que dicha ley se cumpla en todo, y para ello afirma que una
-vez que tenemos persona y conciencia, y aun antes, en la sustancia donde
-la conciencia y la persona están en preparación, hay inmortalidad. Según
-Ud., de la materia más sutil y etérea se forman concreciones y
-organismos sutilísimos, y éstas son las almas de todo; las cuales almas
-van progresando, educándose y pasando de unos cuerpos en otros, desde
-el helecho, por ejemplo, hasta el cuerpo de Darwin. Así este ser sutil
-logra aprenderlo todo por experiencia y desenvuelve sus facultades.
-
-Si estos cuerpos fluidos y etéreos son indestructibles, equivalen á lo
-que antes llamábamos almas. Así se destruye el dualismo que se ponía
-entre espíritu y materia. Y á la verdad, como ni de la materia ni del
-espíritu conocemos la esencia, y sólo sabemos de ellos por los atributos
-y efectos, yo no quiero, ni debo por lo pronto, suscitar disputa.
-
-Si Ud. da al alma humana todos los caracteres y atributos que al
-espíritu dábamos antes; si usted reconoce que es una, indivisible,
-sutilísima é inmortal, nada importa el nombre. Llamémosla, pues, cuerpo
-fluido, ya que este cuerpo ha de correr con más que eléctrica velocidad,
-por donde venga á ser como ubicuo, y ha de sustraerse á la corrupción y
-á la muerte, y ha de cruzar el éter y toda la amplitud de los cielos, y
-ha de conocer y ha de amar cuanto en ellos se contiene de bueno,
-verdadero y hermoso.
-
-Muy bien me parece además que estas almas, para ir ascendiendo á la
-perfección, necesiten de más de una vida, y hasta considero razonable la
-sospecha que tiene Ud. de que el Flammarión de ahora sea Giordano Bruno
-redivivo, y de que el benemérito repúblico Benito Juárez, á quien tanto
-debe la democracia y autonomía mexicanas, no haya sido otro sino el rey
-ó emperador Cuauhtemoc, de gloriosa memoria.
-
-Lo que se me resiste bastante es eso de que nuestra alma sea neutra, y
-ora se encarne en cuerpo de mujer, ora en cuerpo de hombre. Alguna
-fuerza tiene el raciocinio que Ud. hace de que, si fuéramos hombres ó
-mujeres siempre, no sabríamos por experiencia sino la mitad de lo que
-hay que saber; pero, ¿qué quiere Ud.?....., á pesar de todo, me repugnan
-esos cambalaches.
-
-Noto ahora que mi carta va siendo demasiado larga; y como tengo
-muchísimo que decir aún sobre su libro de Ud., lo dejo para otras, y
-termino ésta asegurando á Ud. que ha de quedar menos disgustado de lo
-que me queda por decir que de lo que he dicho hasta ahora. De todos
-modos soy su atento y seguro servidor y deseo ser su amigo.
-
- * * * * *
-
-
-_19 de Marzo de 1888._
-
-II
-
-Muy estimado señor mío: Á pesar de todo mi escepticismo, es tanto lo que
-me agrada y consuela eso que Ud. asegura de que tenemos un cuerpo fluido
-inmortal, que me inclino muchísimo á darlo por probado.
-
-No se contenta Ud. con aducir argumentos teóricos en favor de tal
-aserto, sino que sostiene que la existencia de dichos cuerpos fluidos,
-sutiles é indivisibles (que, si Ud. me permite, seguiremos llamando
-almas, por ser más breve), se sabe por experiencia; esto es, que desde
-muy antiguo estamos en comunicación con las almas, y que no es delirio,
-sino realidad, la _psicogogia_ ó nigromancia: el arte de evocar á los
-muertos y de traerlos á que hablen con los vivos. Las historias profanas
-y sagradas están llenas de casos semejantes. Saúl evoca, por medio de la
-Pitonisa de Endor, la sombra ó alma de Samuel; Pausanias de Bizancio, la
-de su querida Cleonice; y Periandro, la de su esposa Melisa. Con el
-andar del tiempo, parece que este arte ha adelantado mucho, y hoy se
-llama _espiritismo_.
-
-Yo no he de negar aquí el _espiritismo_; pero he de apuntar ciertas
-dudas que me asaltan.
-
-Esos espíritus ó cuerpos tenues, imperceptibles á nuestros sentidos, en
-el estado normal de éstos, ¿por qué han de ser precisamente almas
-humanas separadas de sus cuerpos? ¿No podrán ser otro linaje de seres?
-Como Ud. desecha toda religión positiva, yo me guardaré bien de suponer,
-ni por medio minuto, que puedan ser diablos ó ángeles; pero ¿por qué no
-serán duendes, ondinas, sílfides, driadas, gnomos, ó algo así? Ya que
-Ud. da por segura la existencia de esos cuerpos orgánicos, tenues y
-etéreos, debe Ud. ser consecuente y no creer que los tales cuerpos sólo
-se crían para envainarse en cuerpos sólidos humanos y animarlos. ¿Por
-qué no los ha de haber que vaguen por el aire, ó penetren en las
-entrañas de la tierra, ó vivan en el seno de los mares, y hasta en la
-luz y en el fuego, y desdeñen encerrarse en ese forro ó guardapolvo de
-nuestros cuerpos sólidos y visibles? Ello es que las historias están
-llenas también de amores, amistades y tratos de estos seres con personas
-de nuestra especie, que han tenido bastante perspicacia y agudeza en los
-ojos ó en los oídos para verlos ó para hablar con ellos.
-
-El padre Fuente la Peña ha escrito con buen tino sobre estas relaciones
-de hombres y de mujeres con entes racionales no humanos, y por lo común
-invisibles, que viven en nuestro planeta. Y más singular y luminosamente
-ha tratado el asunto, en una obra eruditísima, el reverendo padre
-Sinistrari del Ameno. Aseguro á Ud. que son divertidísimos los verídicos
-amoríos que refiere este último padre de mujeres con duendes y de
-hombres con sílfides y salamandras. ¿Quién sabe si el precioso cuento de
-Carlos Nodier, del duende escocés enamorado de la joven casada, será un
-sucedido?
-
-Pero, en fin, para facilitar nuestra filosofía, demos por de ningún
-valer las objeciones anteriores, y declaremos que los tales cuerpos
-fluidos, inteligentes y con conciencia, sólo se crían para informar
-nuestros cuerpos sólidos; y que dichos cuerpos fluidos, que son
-inmortales, ó están cesantes y de bureo y huelga hasta colarse en un
-cuerpo nuevo, ó están empaquetados, _incorporados_ y en activo servicio.
-
-Da Ud. tales señas y tales pruebas sobre dichos cuerpos fluidos, que es
-menester creer ó reventar, como vulgarmente se dice.
-
-El gran sabio inglés Guillermo Crookes, de la Sociedad Real de Londres,
-acude muy á tiempo en auxilio de Ud. con su _radiómetro_. La sustancia
-contenida en el tubo de vidrio del aparato llega al más asombroso estado
-de rarefacción, y despliega entonces sus propiedades y su energía. Esto
-es lo que llaman _materia radiante_, pero inorgánica. Y Ud. raciocina
-con excelente lógica al suponer que hay otra _materia radiante_
-orgánica, y que de ella están confeccionadas nuestras almas. Esta
-_materia radiante_ orgánica ha de ser más difícil de estudiar, á causa
-de su extrema sutileza; pero, á lo que Ud. asegura, el citado sabio
-Guillermo Crookes, que rarifica la materia, acertó á condensar un
-espíritu que iba de tapadillo á oir sus lecciones, y logró hacerle
-patente á los ojos de todos sus discípulos. Siete fotógrafos que estaban
-allí, con sendas máquinas ó cámaras oscuras, sacaron retratos del
-espíritu desde diversos puntos de vista.
-
-Ya, pues, no cabe duda. Hay seres _monocorpóreos_, como Ud. los llama,
-organismos sutiles inteligentes, cuerpos fluidos vivos, que se han visto
-y que hasta se han fotografiado.
-
-Con estos cuerpos se explica todo, y el progreso individual no es
-quimera. Hasta se me pasa el susto, que yo había tenido á veces, de que
-todo este trabajo que estamos dando los hombres, fuese inútil para
-nosotros, porque pudiese sobrevenir otra raza que fuera con relación á
-nosotros lo que nosotros somos con relación al gorila, y que nos mandase
-á paseo ó tal vez nos destruyese. Ahora ya importa poco esto. Nuestros
-cuerpos fluidos inmortales saldrán ganando siempre, y tendrán por
-estuche ó envoltura, si nueva raza aparece, cuerpos sólidos más
-gallardos y primorosos.
-
-En el movimiento ascensional y en la transformación de las especies, lo
-que hay en nosotros de individual (el cuerpo fluido) saldrá siempre
-mejorado.
-
-Me parece que Ud. sabrá, como yo, que no fué Darwin el primero á quien
-se le ocurrió el transformismo. Ya desde muy antiguo le habían imaginado
-otros sabios. Algo indica de ello el ilustre Juan Bautista Porta en su
-_Magia natural_; y todavía es más explícito, aunque vivió mucho antes,
-en tiempo de León X, el elegante y docto poeta Fracastoro, el cual
-expresamente predice que aun han de aparecer en su día y sazón nuevos
-seres.
-
- _Certa dies animalia terris_
- _Mostrabit nova: nascentur pecudesque feracque,_
- _Sponte sua, primaque animas ab origine sument._
-
-Y para salvar la dificultad y quitarnos el recelo de que si los seres
-nuevos son de naturaleza superior y titánica, nos dejen vencidos,
-acoquinados y humillados, Fracastoro tiene cuidado de advertir que las
-almas de estos titanes serán las mismas que ya informaron ó que informan
-hoy seres de orden inferior, pues no es otra la interpretación que
-debemos dar al _primaque animas ab origine sument_.
-
-Vengan en hora buena nuevas castas más briosas y adelantadas. Nuestros
-cuerpos fluidos las animarán, y cada día irán haciéndose más listos y
-aprendiendo más habilidades. Lo que hasta hoy no ha logrado hacer sino
-tal cual sujeto muy aventajado, lo hará en las venideras edades
-cualquiera niño de la doctrina.
-
-Hasta hoy, y va de ejemplo, sólo sabios de primera magnitud, como
-Pitágoras, Apolonio de Tyana, Hermotimo de Clazomene, Miss Wilkinson,
-profetisa _yankee_, y ciertos anacoretas del Tibet, aciertan á
-desprenderse de sus cuerpos sólidos cuando se les antoja, y van á
-millares de leguas de distancia para saber lo que sucede allí, ó para
-hacer una visita á un amigo, ó para acudir á algún negocio urgente y
-volverse al cuerpo sólido. En lo futuro, hasta las personas menos
-distinguidas y más ignorantes harán esto con la misma facilidad con que
-se beben ahora un vaso de agua. Así es que, á primera vista, como todo
-se hará con maravillosa rapidez, parecerá que habremos adquirido el don
-de la ubicuidad.
-
-Otra de las gracias que luciremos, una vez desprendidos ya del cuerpo
-sólido, será la de la compenetrabilidad. Nos meteremos por el ojo de una
-aguja, nos filtraremos al través de un muro, podremos celebrar un
-_meeting_ de miles de personas en el hueco de una cáscara de avellana.
-
-Nuestras conversaciones ó conferencias con los cuerpos fluidos cesantes,
-ó dígase con lo que vulgarmente se ha llamado hasta hoy almas de los
-muertos, sombras ó manes, serán más frecuentes, fáciles y luminosas. Nos
-instruiremos más de este modo; no nos costará fatiga ninguna la
-evocación, y no nos aterrará la vista del espectro del difunto, como
-ahora suele aterrar á los más valerosos. Sea testigo de esta verdad el
-ilustre Eliphax Levi, que no pudo resistir la presencia de Apolonio, á
-quien había evocado, y perdió la voz, y sintió un frío horrible, y no
-pudo hacer nada de provecho, según él mismo confiesa.
-
-Es verdad, sin embargo, que lo terrorífico de la aparición tal vez
-consista en que ésta se hace por medios reprobados, apelando á la magia
-y valiéndose de conjuros, á los que las sombras ó manes no pueden
-desobedecer, pero que las traen harto enojadas y aun furiosas. Cuando la
-evocación es natural, cortés y lícita, las sombras ó cuerpos fluidos
-acuden de buen talante y de apacible humor; y hay ya bastantes hombres
-de mérito que han tenido así entrevistas y conferencias amenas é
-instructivas.
-
-Usted cita muchos libros en que los señores que han tenido
-conversaciones con espíritus las han redactado y publicado. Confieso
-modestamente mi ignorancia: no he leído ninguno de esos libros que Ud.
-cita; pero deseo leerlos, porque deben de contener mucha y alta
-doctrina. No habían de molestarse los muertos en venir á hablar con los
-vivos para decir tonterías y vulgaridades. Y no las dirá de seguro ese
-libro, titulado _Ley de amor_, recogido por el doctor Chaves Aparicio, y
-publicado por el Círculo de estudios psicológicos de San Luis de Potosí,
-ya que está lleno, según Ud., de pensamientos profundos y es prueba
-palmaria de la inmortalidad de nuestro ser.
-
-Siguiendo ahora por el camino de perfección que nuestro ser lleva, creo
-que, después de estas comunicaciones con los cuerpos fluidos ó
-espíritus, viene, como grado superior, el adquirir la memoria y la clara
-percepción de cuanto nos sucedió en las vidas pasadas, desde que
-empezamos á tener conciencia, tal vez desde que fuimos hombres
-pitecoides.
-
-Los sujetos de mediano valer sólo tienen hasta hoy vaguísimos y confusos
-recuerdos de sus vidas pasadas, los cuales recuerdos dan á veces cierta
-luz de sí en sueños, y nos acuden y ayudan también en el estudio, ya que
-hay ciencias y artes que aprendemos á escape, como si antes las
-hubiéramos sabido, y otras, acaso más fáciles en absoluto, que se nos
-hacen más difíciles, por la novedad completa que para nosotros tienen.
-Pero si tal es el grado de progreso al que, en este punto, se ha llegado
-por lo general, ya, desde muy antiguo, empezando por el Sabio de Samos,
-hubo y hay hombres que recuerdan todas sus vidas, y están dotados, por
-lo tanto, de la sublime prudencia y del profundo saber que da la
-experiencia de miles de años.
-
-Lo que más me encanta y seduce, como resultado útil de este saber
-profundo á que todos hemos de llegar, es eso de que Ud. habla sobre la
-transformación del dolor en placer. Ahora somos tan torpes, que no
-sabemos hacer que no nos duela, sino que nos dé gusto cuando nos duela.
-En lo futuro no será así. Y en vez de quejarnos, por ejemplo, de que á
-media noche nos despertemos con un dolor de muelas, exclamaremos muy
-satisfechos: «He tenido un regalado _placer de muelas_ á media noche.» Y
-esto no porque la impresión recibida en los nervios deje de ser la
-misma, sino porque el cuerpo fluido, no lerdo ya, sino ágil y muy
-instruído, sabrá recibir la impresión por el lado que conviene,
-aprendiéndola con tal arte que, en vez de serle ingrata, le sea grata y
-aun deleitosa.
-
-No teniendo ya necesidad de sufrir dolor, y siendo placer todo, seremos
-todos bonísimos; medraremos en inteligencia y amor, según usted augura.
-
-Pero como tanto bien se encerraría en muy ruin vivienda si jamás
-pudiésemos salir de este globo, Ud. afirma que otro paso más de la
-educación del cuerpo fluido es el adiestrarse en salir de la tierra, y
-volar por los espacios interplanetarios é intersiderales, visitando á
-los habitadores de los demás mundos que pueblan el éter. A fin de
-alcanzar esta virtud es menester tanto requisito, que apenas hay hombre,
-en el estado actual de la cultura humana terrestre, que valga para ello.
-Lo que sí es indudable es que en otros soles ó planetas están ya más
-adelantados que aquí, y hay cuerpos fluidos vivos que viajan de mundo en
-mundo cuando quieren.
-
-De estos viajantes ha habido no pocos que se han quedado en la tierra
-por larga temporada, y nos han hecho inmensos beneficios, promoviendo
-nuestra ilustración y enseñándonos artes, virtudes y disciplinas de
-subido precio. Yo no puedo menos de convenir con Ud. en que Sócrates,
-Zoroastro, Sakiamuni, Confucio, Merlín, Numa y otros sabios, profetas y
-fundadores de religiones, tuvieron por almas cuerpos fluidos,
-descendidos de algún astro, donde se había progresado más que entre
-nosotros; y dichos cuerpos fluidos, encarnando aquí en el seno de alguna
-joven honrada, hermosa y pura, cumplieron benéfica misión. Provino de
-estos hechos repetidos la creencia, persistente entre todos los pueblos,
-de que hay ó hubo semidioses, _avatares_, ó hijos del cielo, venidos á
-la tierra. Y así, cuando los poetas querían adular á algún soberano ó
-poderoso magnate, le decían, aunque no fuese verdad, que era hijo de
-este ó del otro dios, como dijeron de Rama ó de Alejandro de Macedonia;
-y como cantó Virgilio del hijo del cónsul Polión, suponiendo que bajó
-del cielo:
-
- _Jam nova progenies coelo demittitur alto._
-
-Esta habilidad de escaparse de la tierra é irse por el éter, de mundo en
-mundo, es aún rarísima en nuestro globo. Lo que es yo no sé sino de un
-hombre de quien se pueda creer que la ha tenido: el famoso filósofo
-sueco Manuel Swedenborg. Sabido es, no obstante, que este varón
-admirable no acertó á pasar de nuestro sistema planetario; y si bien le
-recorrió casi todo, sus visitas más frecuentes fueron á Mercurio, que
-está cerca, y cuyos habitantes están más adelantados que nosotros,
-aunque por lo mismo ni nos estiman, ni nos quieren bien. En cambio, en
-Venus, donde Swedenborg también estuvo, es cosa de no poder vivir siendo
-persona decente, porque Venus está poblada de una raza descomedida y
-grosera de gigantes, que no piensan en nada elevado y bueno, sino en
-holgarse por manera bestial y sucia.
-
-Como quiera que ello sea, lo que sí es lícito afirmar es que dentro de
-pocos siglos hará cualquiera ser humano de esta tierra lo que hizo
-Swedenborg pocos años há, con general asombro de los nacidos. Es más: la
-mayoría de los seres humanos nos adelantaremos á Swedenborg, y
-dispararemos nuestros cuerpos fluidos mucho más allá de la órbita de
-Urano á través de los frigidísimos espacios intersiderales, é iremos á
-parar en planetas de mil soles remotos.
-
-Creo que Ud. ha de confesar que me muestro enterado de su doctrina, y
-que voy llegando bien á las últimas consecuencias, sobre las cuales he
-de dar mi opinión. Hoy ya no es posible, porque se ha hecho larguísima
-esta carta. El lunes que viene escribirá á Ud. de nuevo su afectísimo
-amigo y admirador.
-
- * * * * *
-
-
-_2 de Abril de 1888._
-
-III
-
-Según lo que va expuesto, se cumple por arte indefectible hasta hoy, y
-es de esperar que siga cumpliéndose en lo futuro, la ley del progreso
-que Ud. afirma y que nos lleva hacia la perfección.
-
-Todos los problemas que Ud. procura resolver en su libro tienen el
-mayor interés para mí y me atraen y me encantan. El libro de Ud. me
-gusta. Lo digo sin la menor ironía.
-
-Entre gustar de un sistema, admirando el saber y el esfuerzo de
-imaginación con que fué construído, y creer en él y darle por cierto,
-hay enorme diferencia. De esta distinción, que me parece que no se
-quiebra de sutil, no se han hecho cargo muchas personas que han leído
-las dos primeras cartas que he escrito á Ud., y han supuesto que yo me
-burlaba.
-
-Me ha dolido tanto dicha suposición, que he estado á punto de no
-continuar escribiendo á Ud., á pesar de lo mucho que tengo que decir
-aún. Si su libro de Ud. fuese un trabajo de ningún valer, sería necio
-emplear en él la crítica y hasta la sátira para impugnarle. Y de todos
-modos, habría en mí algo de moralmente censurable y poco digno en tratar
-mal á Ud., que me honra y me lisonjea escribiéndome, consultándome y
-enviándome su libro desde tan lejos. Pero, bien mirado el asunto, yo
-creo que los lectores de las cartas han ido más allá de mi intención y
-han puesto en estas cartas una malicia de que carecen y que yo nunca
-tuve. Nada hay de común entre mi escéptico buen humor y la mofa
-ofensiva. ¿Cabe, acaso, en el entendimiento de nadie que sea yo tan
-presumido y tan soberbio que considere mentecatos á Darwin, á Haeckel, á
-Swendenborg, y á otros sabios y filósofos de quienes hablé ya en mis
-cartas, examinando sus doctrinas con no menor desenfado y broma que las
-de Ud.? Yo no poseo el entusiasmo, la fe, la fantasía poderosa que
-tuvieron ó tienen ellos, y me resisto á dar por demostrado lo que ellos
-dan por demostrado; y así, en nombre de cierto sentido común, tal vez
-burdo y rastrero, y en virtud de mi corta ciencia, y con la autoridad
-que nos tomamos hoy todos, pues hay libre examen, tiro á invalidar esas
-doctrinas, á par que me deleita contarlas, en resumen, como quien cuenta
-un cuento ingenioso.
-
-Desde Aristóteles hasta nuestros días no hubo, en mi sentir,
-entendimiento más extraordinario y creador que el de Hégel. Su sistema,
-para mí y hasta donde yo acierto á comprenderle, es pasmoso de
-sublimidad y hermosura. Supongamos que mi sentido común me diese á
-entender que todo el dicho sistema fuese un conjunto de disparates:
-¿impediría esto que yo admirase y celebrase el arte, la dialéctica, la
-maestría con que los disparates se coordinan para formar un todo
-armónico? ¿No me será lícito maravillarme de la belleza de un poema, sin
-dar por verdad lo que el poema refiere? ¿He de creer que Homero era
-tonto, y he de despreciar la _Odisea_ porque no creo en los encantos de
-Circe ni en la colosal estatura de Antifates?
-
-Además, aunque yo sea escéptico á veces, no siempre ni en todo lo soy.
-También yo tengo mis dogmas. Ríase de ellos quien quiera, y si lo hace
-con mesura, no me enojaré ni entenderé que se burla de mí. Y desde luego
-diré aquí que, en virtud de estos dogmas, yo no creo aceptable ningún
-sistema de filosofía fundado sólo en ciencia empírica. Pero no es Ud. el
-único que tiene hoy esta pretensión. Son muchos los que han levantado
-sistemas del mismo modo, y de algunos de ellos he de hablar aún en estas
-cartas. Y si al hablar de ellos río y dudo, ¿se ha de creer que maltrato
-ú ofendo á sus autores, cuando, por el contrario, me enamora el saber, y
-me atraen y me cautivan la voluntad, el talento y la fantasía que
-despliegan? Yo no voy tan lejos como Lessing, el cual decía que si le
-diesen la verdad en una mano y en otra el ingenio, la agudeza y la
-fantasía que se emplean á veces en buscarla, desdeñaría la verdad y se
-quedaría con las otras prendas. Yo no: yo me quedaría con la verdad;
-pero, á falta de verdad, todas esas otras prendas susodichas encierran
-para mi gusto un preciadísimo tesoro. Permítaseme, pues, que con buen
-humor y sin burla siga yo mostrando algo de ese tesoro al exponer su
-sistema de Ud., cuyas premisas, ó hechos científicos en que se funda, ni
-niego ni afirmo.
-
-Siguiendo mi tarea, y desechando los escrúpulos de conciencia, empezaré
-por decir que no me explico ese odio que muestra Ud. á lo sobrenatural.
-A mi ver, si por naturaleza ha de entenderse todo lo existente y todo lo
-posible, lo que es y la fuerza que da ser á lo que es, Ud. tiene razón:
-lo sobrenatural es un pleonasmo. Nada más natural que el mismo Dios. La
-ley de naturaleza será la razón y la voluntad de Dios, que manda y
-quiere que haya orden y prohibe turbarle. Por este camino vendremos á
-parar á la definición que da San Agustín de la ley eterna, y estaremos
-en plena ortodoxia. La diferencia consistirá en que lo que llamo yo
-Dios, será llamado por otros fuerza eterna, _natura naturans_, agente
-cósmico, alma del mundo, y otros mil nombres, que, si vienen á probar lo
-poco que sabemos de esta _cosa en sí_, no prueban que la cosa no exista
-y que no sea naturalísima.
-
-Pero si por naturaleza entendemos otra cosa, tendremos que conceder que
-todo es natural ó sobrenatural, según se mire. Para una piedra, la
-planta más sencilla, que crece, se desenvuelve, se nutre y tiene vida,
-es ya sobrenatural. Y para la planta, arraigada en el suelo, y que ni
-ve, ni oye, ni se representa el mundo exterior, el más ruin animalejo,
-un lagarto ó un sapo, es sobrenatural. Y con relación á los brutos, que
-carecen de consciencia ó la tienen oscura y vaga, es sobrenaturalísimo
-el hombre, que se reconoce, _se sabe_, y habla, y discurre, y
-reflexiona. Y desde el salvaje hasta las personas cultas de hoy, las
-_sobrenaturalidades_ se van acumulando y creciendo por estilo
-prodigioso. Sobrepuesto á la naturaleza, añadido nuestro, obra de
-nuestro ingenio y de nuestra voluntad, son las ciudades, los caminos,
-los campos cultivados, las máquinas, las telas de que nos vestimos, los
-objetos de arte y hasta, si se considera bien, la hermosura corporal,
-hija del esmero, del aseo y del cuidado que pusimos para crearla. Una
-linda muchacha de ahora, no lo dude Ud., es un ente sobrenatural. Lo
-natural es la mona ó la _antropisca_, y casi casi no lo es ya la
-hotentota.
-
-Cuando uno está en Bélgica, por ejemplo, y piensa que, en estado
-natural, apenas podría contener y alimentar aquel terreno medio millón
-de hombres, y ve que contiene y alimenta seis, confiesa que, no ya el
-tranvía que la electricidad mueve, ni el teléfono, ni el telégrafo, sino
-cinco millones y medio de seres humanos son en Bélgica sobrenaturales:
-han sido criados por arte y sobrepuestos á lo que la naturaleza,
-abandonada á sí misma, hubiera podido criar y conservar.
-
-Si á esto añadimos, por último, todas esas habilidades de entenderse con
-los muertos, de recordar vidas pasadas y de salirnos del cuerpo sólido é
-irnos con el cuerpo fluido por soles y planetas, lo sobrenatural cunde y
-promete encumbrarse á una altura pasmosa con el andar de los siglos.
-
-Aceptado ó aprobado por Ud. lo de que tenemos cuerpos fluidos
-inmortales, no se ve término á nuestro progreso. Sólo hay un peligro,
-aunque lejano: la fin del mundo. Las religiones y las mitologías tienen
-profetizada esta fin. La ciencia también, en todos tiempos y contra su
-costumbre de armar conflictos con las religiones, ha coincidido y
-coincide en hacer tan triste pronóstico. Sólo lo que no tuvo principio
-no tiene fin. Lo que nace muere. De aquí que el mundo ha de acabar de
-una manera ó de otra. Y así como los sabios han inventado mil hipótesis
-sobre su nacimiento, también sobre su muerte total ó parcial las han
-inventado. Lucrecio la explica en sus hermosos versos. Leopardi atribuye
-á Straton de Lampsaco una curiosa explicación de la muerte de nuestra
-tierra, la cual explicación puede hacerse extensiva á todos los demás
-astros. La fuerza de rotación va poco á poco comprimiendo los polos y
-aumentando por el Ecuador el radio de la tierra. Así seguirá hasta que
-la tierra se agujeree y venga á ser como un gordo buñuelo. Luego se hará
-el agujero mayor, y la masa sólida vendrá á parecer un anillo. Y el
-anillo, por último, se hará pedazos, y cada uno de los pedazos vagará
-suelto por el espacio, ó irá á caer en nuestro sol ó en otro, ó tal vez
-en algún planeta, como caen en la tierra los aerolitos.
-
-Sabio hay que afirma que el sol puede pararse. El movimiento, ó sea la
-fuerza con que gira hoy sobre su eje y con que va probablemente
-caminando por el espacio en rápida traslación, se convertirá en calor,
-si el sol se para. Entonces habrá una expansión espantosa de toda la
-materia del sol, dilatándose hasta más allá de la órbita de su más
-distante cometa. Todos volveremos así al estado de nebulosa. Podrá
-también ocurrir que el sol se apague, y sobrevendrán las tinieblas y la
-muerte. Pero aun sin tamaños cataclismos, nuestra tierra irá perdiendo
-la fuerza que la hace girar en torno del sol; pues como no va por el
-vacío, y como el éter le opone alguna resistencia, su fuerza centrífuga
-se gasta. Hasta hay quien asegura que ya vamos caminando con más
-lentitud y acercándonos al sol. La atracción del sol será así mayor á
-cada momento, y podrá llegar uno, harto desdichado, en que la tierra se
-caiga en el sol y allí se abrase y se consuma. Aun sin esto, la tierra
-puede morirse, como la luna está ya muerta. Los metales se irán
-oxidando. En esto el oxígeno se consumirá, y se acabará el aire
-respirable. El agua se gastará, entre tanto, en formar rocas
-_hidratadas_ y en entrar en otras composiciones. Sin aire y sin agua, se
-extinguirá la vida. Plantas, animales y hombres, todo fenecerá. Pero no
-hay que afligirnos. Para entonces ya todos los cuerpos fluidos vivos
-sabrán hacer lo que hacía el cuerpo fluido de Swedenborg: sabrán salirse
-de los cuerpos sólidos é irse á otros mundos. Y con tiempo, para que no
-nos coja aquí la mala hora, nos escaparemos de la tierra y nos iremos á
-fundar colonia en otro planeta más capaz y cómodo, donde seguiremos
-progresando é inventando primores que ni siquiera concebimos en el
-estado actual de nuestra cultura.
-
-De esta suerte no será en balde y trabajo perdido todo lo que hemos
-hecho hasta hoy por adelantar é instruirnos. Nuestros monumentos,
-cuadros, estatuas, museos y bibliotecas, todo acabará al acabar la
-tierra que habitamos; pero lo sustancial del saber adquirido se quedará
-en nuestra memoria, y se salvará con los cuerpos fluidos vivos, que
-otros llaman espíritus. Estos, más perfectos cada día, irán teniendo
-nuevas prendas y llegarán á vivir como en la eternidad; como si no
-hubiera para ellos pasado y todo fuera presente. Deberáse esto á lo
-agudo y vivo de nuestra imaginación, que nos lo representará todo como
-si acabase de suceder ó estuviese sucediendo. Y deberáse también á lo
-penetrante y extenso de nuestra vista y á la rapidez más que eléctrica
-con que nuestros cuerpos fluidos recorrerán el éter. Así podremos
-llegar, por ejemplo, en menos de un minuto, á un sitio del espacio
-adonde un rayo de luz de la tierra tarde cuatro siglos en llegar, y ese
-rayo de luz traerá pintada la entrada triunfante de los reyes católicos
-D. Fernando y D.ª Isabel en Granada, ó la vuelta de Colón á España y su
-presentación á los mismos reyes en Barcelona. En suma: podremos verlo
-todo, como si estuviera todo pasando en la actualidad y de veras.
-
-Abreviando ahora, á fin de no hacer mis cartas á Ud. interminables, diré
-que nuestra vida inmortal de cuerpos fluidos irá de bien en mejor, sin
-cejar y aun sin parar. Porvenir tan risueño y venturoso me seduce.
-Cuénteme Ud., pues, en el número de sus adeptos. Lo que yo no puedo es
-aceptar su sistema sin algunas modificaciones y cambios, que voy á
-proponer aquí.
-
-La existencia de los cuerpos fluidos ó etéreos, en que se funda toda la
-doctrina de Ud., me parece muy de acuerdo con la ciencia antigua y con
-la ciencia moderna. ¿Qué otra cosa es ese cuerpo fluido sino el cuerpo
-de la resurrección de la carne que algunas religiones afirman? ¿No
-equivalen esos cuerpos fluidos á las sombras, á los manes de los
-gentiles? Y en cuanto á la ciencia moderna, yo veo claro que se puede
-bien apoyar la afirmación de Ud. en los _Principios de Biología_, tan
-celebrados, de Herbert Spencer. Para este gran sabio, la vida consiste
-en la correspondencia del organismo con el medio ambiente, ó sea
-_environment_. La vida inmortal estriba, pues, en la perfecta
-correspondencia con ese medio. Herbert Spencer dice: «Si no hubiera
-cambios en el _environment_ sino aquellos que el organismo previó,
-preparándose para encontrarlos y para que no le falte la eficacia con
-que los encuentra, lograríamos eterna existencia y eterno conocimiento.»
-
-Apoyado en estas palabras de Herbert Spencer, un sobresaliente discípulo
-suyo, no sé si inglés ó _yankee_, el Sr. Enrique Drummond, ha escrito un
-libro muy leído y celebrado en los Estados Unidos, _Ley natural en el
-mundo espiritual_, y ha hecho allí muchos prosélitos. La teoría de
-Drummond coincide en algo con la de Ud. y en mucho difiere. Yo me
-inclino á adoptar parte de la teoría de Drummond para modificar la de
-usted y aceptarla luego, hasta donde yo puedo aceptar lo transcendental,
-fundado, no en metafísica y ciencia _a priori_, ni siquiera en estudio
-del propio _yo_, sino en ciencia empírica y de observación del mundo que
-nos rodea: en noticias adquiridas por los sentidos, aun suponiéndolos
-aguzados por instrumentos ingeniosísimos, como microscopios,
-telescopios, espectroscopios y radiómetros, y auxiliados por otros
-sentidos sutilísimos y casi ubicuos, que poseen los cuerpos fluidos, y
-por cuya virtud parece que nos entendemos con los espíritus ó con lo que
-Ud. llama cuerpos fluidos, que vienen á ser lo mismo.
-
-Es indudable que aceptada la existencia de dichos sentidos _fluidos_, el
-campo de la observación y los lindes de la ciencia empírica se extienden
-extraordinariamente. Con dichos sentidos llegamos á percibir lo más
-etéreo y alcanzamos á columbrar lo más remoto, aunque lo sólido, macizo
-y opaco se interponga. Para dichos sentidos no hay solidez ni opacidad
-que valgan: un muro espesísimo de argamasa es más diáfano que el
-cristal, y la grosera y ruda sustancia de que están amasados los Andes,
-hasta sus raíces, goza de la transparencia del aire sereno y puro y aun
-del mismo éter.
-
-A lo que yo saco en claro de la atenta lectura de las obras de Allan
-Kardec y de otros espiritistas, también ellos coinciden con Ud., sólo
-que llaman á los cuerpos fluidos _periespíritus_, los cuales
-_periespíritus_, aunque son cuerpos, son tan leves, tan volátiles y
-vaporosos, que van por donde quieren y ven cuanto se les antoja. Aunque
-viven envainados en los cuerpos sólidos, cuando llegan á cierto grado de
-elevación en los estudios pueden salirse del cuerpo sólido, dejándole
-dormido, en éxtasis y hasta cataléptico, é irse de bureo ó parranda por
-los espacios infinitos. Sólo que los espiritistas ponen una condición
-que Ud. no pone: dan por averiguado que, hasta el día de la muerte, el
-_periespíritu_ está atado al cuerpo sólido por una cinta, guita ó cordón
-etéreo y luminoso, cuya longitud ó elasticidad es enorme.
-
-Si consideramos el cuerpo sólido como una placenta, este cordón etéreo
-viene á ser como el cordón umbilical que une al _periespíritu_ con el
-cuerpo en que se cria. La ruptura de este cordón umbilical y la vida
-independiente ya del periespíritu son los fenómenos que el vulgo llama
-muerte. Mientras dura la vida terrena, el _periespíritu_ está, pues,
-como el jilguero que hace de cimbel, atado por un hilo, más ó menos
-largo, al palillo en que se posa cuando vuelve de haber revoloteado.
-
-Hallo todo esto tan sencillo, tan natural y tan llano, que no trasluzco
-la más ligera objeción que lo invalide. La dificultad y la discrepancia
-están en otros puntos.
-
-Pero estos otros puntos son tan difíciles de tocar, que exigen nueva
-carta. Termino ésta aquí, y créame Ud. su amigo.
-
- * * * * *
-
-
-_9 de Abril de 1888._
-
-IV
-
-Muy estimado señor mío: No pocas veces he hablado yo con risa de la
-propensión de cierto amigo mío, á quien, sin embargo, respetaba y amaba,
-á quejarse de que se lo sabía todo y de que no leía libro, por celebrado
-que fuese, que le enseñara algo nuevo; pero, considerando esto como debe
-considerarse, no hay fundamento para la risa. Mi amigo no se declaraba
-omniscio, ni mucho menos. Lo que quería decir, lo que decía, tal vez con
-razón, es que, prescindiendo de datos menudos, si despojamos de su
-aparato magistral más de un tratado científico, casi siempre hallamos
-que nos sabíamos todo aquello: que ya, más ó menos vagamente, lo
-habíamos pensado. El autor del tratado no pierde por esto en nuestra
-opinión. Lo que se pierde es la fe, lo que se pierde es la esperanza en
-la ciencia. De aquí se origina muy aflictivo desconsuelo.
-
-¿Quién ha de negar lo ingenioso de las palabras de Herbert Spencer que
-hemos citado? En ellas se ve patente la posibilidad teórica de la vida
-inmortal en un organismo. No ya un cuerpo etéreo, como el de que Ud.
-trata, sino un cuerpo sólido humano puede teóricamente ser inmortal,
-dadas ciertas condiciones. La vida es equilibrio movible. Mientras se
-conserve éste, se conservará la vida. Las fuerzas que han de
-equilibrarse son las internas ó del organismo, y las externas ó del
-medio ambiente ó _environment_. El vivir estriba en esta
-correspondencia.
-
-Despoje Ud. de su majestad y método la Biología de Herbert Spencer, y
-casi parece, con perdón sea dicho, que la ha compuesto Pero Grullo.
-Claro está que si una persona adapta bien su organismo al medio
-ambiente, ni se morirá de frío, ni de calor, ni cogerá un tabardillo
-pintado. Si, por otra parte, dicha persona repone, con alimentos
-exquisitos y haciendo digestiones inmejorables, las fuerzas que consume
-en el trabajo ó ejercicio mecánico de los músculos, ó en el trabajo
-mental de los nervios y del encéfalo, no hay razón para que estas
-fuerzas se gasten. Seguirán siendo las mismas, ó irán en aumento. Y si
-van en aumento, las empleará en crecer, y, cuando ya no crezca, á fin de
-no reventar, dejará que se escapen las fuerzas que sobren por la
-válvula de seguridad, predispuesta para el caso.
-
-El sabio biólogo compara el cuerpo humano á una máquina de vapor. El
-vientre es la caldera, el carbón el alimento, y el vapor la sangre que
-mueve los músculos ó los nervios, ya para sacudir puñetazos, ya para
-escribir poemas ó resolver ecuaciones. Lo que sobra de este trabajo sale
-silbando de la máquina de hierro ó sale procreando del cuerpo del
-hombre. Cuando éste no anda bien, ora se gastan en títeres las fuerzas,
-y el hombre es un Hércules estúpido; ora se gastan en discurrir, y
-tenemos un sabio enclenque, anémico y cacoquimio; ora se consume todo en
-sabidurías y lucubraciones mentales, y el doctor tiene que contentarse
-con la posteridad espiritual: con adeptos y discípulos en vez de hijos.
-Herbert Spencer no se resigna, con todo, á que se pierdan ó se
-menoscaben unas aptitudes para que otras se desenvuelvan, y juzga
-posible, con hábil higiene, que todo vaya á la par y que sirvamos para
-todo, y hasta que progresemos.
-
-El único progreso á que pone límites, y que sin pena se conforma con que
-no siga, es el de la fuerza muscular. Con la maquinaria la supliremos.
-Herbert Spencer se contentará con que seamos más ágiles, con que
-bailemos y brinquemos mejor, y no tropecemos, ni nos caigamos. En cuanto
-á las otras facultades más altas, el discurso y el sentimiento, el
-pensar y el amar, casi debemos decir como Júpiter:
-
- _His ego nec metas rerum nec tempora pono;_
- _Imperium sine fine dedi._
-
-Nuestros sesos irán pesando más cada día, y cada día habrá en ellos más
-enmarañado laberinto de circunvoluciones y mayor cantidad, consumo y
-despilfarro de fósforo.
-
-Y ¡ay infeliz del que no adquiera todo esto! Carecerá del esencial
-requisito para vivir. Sucumbirá en la lucha por la vida. Sólo quedará en
-la tierra una raza humana superior y archilista, extinguiéndose las
-demás razas.
-
-Pero esta raza humana superior, como sabrá adaptarse cada vez más al
-medio ambiente, si no logra la inmortalidad, logrará ser _macrobiótica_;
-esto es, tendrá vida grande y más completa, por la intensidad, por la
-duración y por las nuevas, variadas y numerosas correspondencias con el
-medio ambiente ó _environment_.
-
-Lo que será difícil, hasta rayar en lo imposible, será la inmortalidad
-del individuo, en este sistema _spencerino_. El medio ambiente sufrirá
-tan radicales mudanzas, que aun sin contar con la fin del mundo,
-ocurrirán cosas que nos maten á todos, y no sabremos, por mucho que
-estudiemos, adaptarnos al medio ambiente.
-
-Cada veinte mil y pico de años, v. gr., sobrevendrán períodos glaciales,
-y luego surgirán nuevas floras y nuevas faunas. ¡Vaya Ud., pues, á
-precaverse contra todo esto, por mucho que sepa! No habrá más remedio
-que morir, en lo tocante al cuerpo sólido; pero á bien que tenemos el
-cuerpo fluido. Yo me refugio en él y en el sistema de usted, y vengan
-períodos glaciales y estíos abrasadores:
-
- _Ast insueti aestus, insuetaque frigora mundo_,
-
-como ya anunciaba el divino y precitado Fracastoro; y truéquese la
-tierra en mar y el mar truéquese en tierra, y con el ardor del sol quede
-todo agostado y sin vida, ó bien salgan, del removido y fecundo cieno,
-inauditos monstruos, bichos rarísimos y ponzoñosos, y una caterva de
-desaforados gigantes,
-
- _Ausuros patrio superos detrudere coelo,_
- _Convulsumque Ossum nemoroso imponere Olympo._
-
-De todo esto me reiré, de todo esto no se me importará un ardite,
-teniendo el cuerpo fluido bien adiestrado ya.
-
-Como quiera que sea, por el sistema de Herbert Spencer, si no se prueba
-la posibilidad práctica de nuestra inmortalidad, á causa de estos
-grandes trastornos que él pronostica, queda probada la posibilidad
-teórica ó especulativa de la inmortalidad en una combinación de materia;
-y por el sistema de Ud., la realidad práctica de esa inmortalidad en
-dicha combinación, cuando es de una materia sutil, pura, activísima y
-ligera. Yo no quiero ni debo poner objeción á esto. Sólo siento tener
-que decir que no es muy nuevo. Los cuerpos gloriosos, la resurrección de
-la carne, son lo que Ud. dice. Israelitas, cristianos y muslimes apoyan
-su teoría de Ud., y creen por fe que Henoch y Elías, sin morir,
-_eterizaron_ ó _fluidificaron_ sus cuerpos, y llegaron á la inmortalidad
-sin pasar por la muerte.
-
-Queda, pues, como inconcuso que puede haber y que hay combinación de
-moléculas tan sabiamente organizadas, que ya ni en la eternidad se
-separen, y que resistan, para conservar su forma, á toda externa
-violencia. Pero ¿cómo se da esta combinación? Se da, sin duda, por obra
-de una fuerza individua, indivisible, _organizante_ é _individuante_,
-que no está en ninguna de las moléculas de la combinación, sino que se
-extiende por todas, y está toda en cada una de ellas. Sin esta fuerza,
-una, verdaderamente una, _insecable_, _átomo_ real y no imaginario,
-mónada sencillísima y no extensa, _entelechia_, en fin, ó cifra de todas
-las perfecciones en cierne, ¿cómo quiere ni puede usted concebir la
-existencia, la organización y la animación de un cuerpo fluido?
-
-Viene á corroborar este pensamiento la consideración de que apenas hay
-molécula en un organismo que no se separe ó que no se conciba que puede
-separarse sin que el organismo padezca, con tal de que otra molécula de
-igual valer la reemplace. No es, por consiguiente, la confederación de
-cierto número de moléculas lo que constituye la vida. Es casi seguro que
-en un tiempo marcado desaparecen en todo cuerpo orgánico cuantas
-moléculas le compusieron, y vienen á componerle otras. Un hombre, por
-ejemplo, de cuarenta años, es lo probable que no tenga en su organismo
-ni un solo átomo de la materia que tuvo á los diez años, á los quince ó
-á los veinte. Este hombre, sin embargo, sigue siendo el mismo y tiene la
-conciencia de que sigue siendo el mismo; guarda en la memoria los
-sucesos de su vida y lo que ha estudiado y aprendido. Si es buena
-persona, ha progresado en ciencia y en virtud; y como muestra aún la
-fisonomía y traza de antes, aunque un poco deteriorada ó alterada,
-porque los años no pasan en balde, todo el mundo le reconoce y le da el
-nombre que le dió cuando muchacho, y persiste en creer que es el mismo
-sujeto, cuando le ve en calles y plazas, tertulias y reuniones. ¿Qué es,
-pues, lo que persiste en este señor para que siga siendo siempre él y no
-otro? Usted dirá que persiste la forma, pero la forma no tiene nada de
-sustantivo: es un adjetivo, es una calidad que cae sobre la sustancia.
-Luego si la sustancia varía y la forma persiste, por fuerza hemos de
-conceder un principio informante que va amoldando y sujetando á
-determinada forma la sustancia que llama á sí para constituir un
-organismo.
-
-Claro está que, según el sistema de Ud., el cuerpo fluido es quien tiene
-esta habilidad y hace esta operación en el cuerpo sólido. Pero con el
-cuerpo fluido, con toda combinación, por tenue y etérea que sea, ha de
-ocurrir idéntica dificultad. Un cuerpo fluido, una sombra, una
-aglomeración orgánica de las más alambicadas chispas de éter, tendrá
-también pérdidas sensibles é insensibles, sudará á su modo, se
-alimentará de purísimos efluvios y de refinadísimos aromas, y en suma
-hará también sus digestiones y sus secreciones, de suerte que al cabo de
-cierto tiempo ocurrirá al cuerpo fluido orgánico lo que al sólido: ni un
-solo átomo tendrá ya de los que antes tenía, si bien persistirán su
-individualidad y su forma. Luego, no ya la inmortalidad, sino la
-duración y la persistencia, no residen en la cohesión ó agrupamiento de
-las moléculas, sino en una virtud plasmante ó informante, la cual atrae
-y colecciona los átomos, concertándolos para fines prescritos y
-prefijadas operaciones. Y como esta virtud es calidad, y no sustancia,
-menester es que supongamos sustancia en que resida y que sea sujeto de
-este atributo.
-
-Y como si esta sustancia fuese corporal ó extensa, volveríamos á las
-andadas, y meteríamos en el cuerpo fluido otro más fluido y más sutil, y
-así hasta lo infinito, ha sido menester poner, como hipótesis para
-explicar esto, una sustancia incorpórea ó sin extensión, á la cual hemos
-llamado _archea_, _entelechia_, alma ó espíritu, sustancia, en suma, que
-ha tenido mil nombres y de cuya esencia convengo en que no se sabe nada;
-pero como de la esencia de la materia no se sabe más, me parece que por
-este lado espíritu y materia quedan iguales y nada tienen que echarse en
-cara en cuanto al concepto oscurísimo que de ambos formamos. Por lo
-cual, si hemos de negar el espíritu porque no sabemos lo que es, bien
-podemos con el mismo fundamento negar la materia; y ya Ud. sabe que casi
-ó sin casi la negaba Berkeley. Hasta se puede ir más allá y asegurar que
-procedemos menos de ligero afirmando la existencia del espíritu, que
-afirmando la existencia de la materia, porque la percepción del espíritu
-es inmediata y la de la materia no.
-
-Para percibir la materia necesita uno de ojos, de oídos ó de otro
-sentido; y si no los tiene muy agudos, de lentes ó de trompetillas
-acústicas; y si la materia es muy menuda, de microscopios; y si está muy
-distante, de catalejos; mientras que para percibirse uno á sí mismo, no
-tiene más que pensar y no necesita más medio ni más instrumento que el
-pensamiento mismo.
-
-De todo lo cual se infiere, y tengo que decirlo con la franqueza que me
-es propia, que sus cuerpos fluidos de Ud. no explican nada como no les
-prestemos alma inmortal que los informe y habilite. Hecho este préstamo,
-su sistema de Ud. me agrada. Estamos de acuerdo, y hasta estamos de
-acuerdo también con Allan Kardec y los espiritistas. Y si no reparamos
-en pelillos, ni entramos en menudencias, y damos á nuestros asertos una
-interpretación amplísima, generosa y conciliante, hasta estamos de
-acuerdo con todo buen cristiano, que cree en la inmortalidad del alma
-espiritual y en el cuerpo glorioso informado por ella.
-
-Lástima es que no acepte Ud. también para todo el universo, que es
-unidad á par que conjunto de cosas varias, cierta fuerza unitiva é
-inteligente que lo ordene, enlace y una todo; algo, en suma, que se
-parezca al Dios en que nosotros creemos; pero Ud. se muestra enojadísimo
-contra Dios y le suprime, lo cual me apesadumbra de veras.
-
-Y es lo más extraño que en el proceder de usted hay una inconsecuencia
-capital que salta á la vista. Tal vez el motivo más fundamental que
-tiene Ud. para suprimir á Dios es la existencia del mal moral y físico,
-que, siendo Dios todopoderoso, inteligente y bueno, no consentiría.
-Pero, como en seguida se pone Ud. á cavilar, á trabajar y á arreglar el
-mundo, y resulta que todo está á pedir de boca, y que no podemos
-quejarnos, no comprendo cómo no vuelve Ud. á Dios el crédito que ha
-querido quitarle, y ya que lo halla todo tan bien y tan enderezado á
-nuestro progreso físico, intelectual y moral, no vuelve á dar á Dios la
-gobernación de todas las cosas, y aun á celebrar en su honor una función
-eucarística y de desagravios.
-
-La verdad es que acerca de todo eso, así como acerca de cuanto en su
-sistema de Ud. tiene que ver con la moral y con las ciencias sociales y
-políticas, hay muchísimo que decir todavía, y más importante que lo
-dicho hasta ahora; pero yo estoy cansado de escribir sobre tan arduas
-cuestiones, y Ud., y el público, á quien comunico las cartas que á Ud.
-escribo, recelo yo que estén cansados de estas filosofías que voy
-enjaretando. Dejémoslas, pues, al menos por ahora, y ya veremos si más
-adelante vuelvo á escribir á usted sobre su libro con más serenidad y
-reposo. Entre tanto, aunque disto mucho de haber expuesto aquí toda la
-doctrina que el libro contiene, y de haberla juzgado, ya creo que doy
-alguna idea, así de la doctrina como de lo que pienso acerca de ella.
-Sólo añadiré hoy cierta alabanza, que lo es para un escéptico como yo,
-aunque para usted no lo sea. Su libro de Ud. no convence, pero
-entretiene. Luce Ud. en él su brillante imaginación, y llena no pocas de
-sus páginas de elocuentísimas frases. Ya esto es mucho, y yo le doy por
-ello mi más cumplida y cordial enhorabuena.
-
-
-
-
-POESÍA ARGENTINA
-
-
-_26 de Marzo de 1888._
-
-Á D. RAFAEL OBLIGADO
-
-I
-
-Muy señor mío: Hace ya más de dos años que tuvo Ud. la bondad de
-enviarme un ejemplar de su precioso tomo de poesías, impreso en 1885. El
-ejemplar ha estado, como otros muchos libros y cartas, aguardándome en
-mi casa de Madrid, mientras que andaba yo por esos mundos, sin saber que
-tal obsequio me había Ud. hecho. No extrañe Ud., pues, y perdone que yo
-acuda tan tarde á darle las gracias.
-
-El libro de Ud. agrada antes de leerle. El libro de Ud. excitaría,
-además, cierta envidia en mi alma, si yo fuese propenso á sentir tan
-mala pasión. Nunca hubo poeta en España que lograse ó soñase siquiera
-con tener tan elegante edición de sus versos. El magnífico retrato de
-Ud. y los demás grabados y viñetas son modelo de buen gusto y de gracia.
-El papel, la impresión, todo es bellísimo.
-
-Declaro mi ignorancia cándidamente. Yo no había oído hablar de Ud.
-hasta que recibí el tomo. Y, al verle, en lo material tan lindo, pues no
-creo que exagero si digo que no vi tomo de versos de ningún país que
-esté mejor impreso que el de Ud., me entró desazón y recelo de que los
-versos fuesen malos y de que todo el valor del libro estuviese en la
-estampa. Por fortuna, recelo y desazón pasaron pronto. Leí los versos, y
-hallé que merecen estar tan bien impresos y tan ricamente adornados de
-primorosas láminas.
-
-Al escribir á Ud. hoy, agradeciéndole el presente, me he de permitir
-también poner aquí mi juicio sobre los versos y darlos á conocer á la
-generalidad de los españoles que no saben de usted sin duda.
-
-Gran satisfacción es para todos nosotros cualquiera gloria literaria que
-adquieran en América los ciudadanos de las repúblicas que salieron de
-nuestras antiguas colonias. Es algo que viene á acrecentar el tesoro de
-nuestra civilización castiza y á probar su vitalidad fecunda. Tan
-nuestras, tan españolas considero yo las poesías de usted, que me
-avergüenzo de no entender por completo aquellos vocablos que significan
-objetos de por ahí, como _aberemoa_, _guayacán_, _pacará_, _quinchar_,
-_burucuyá_, _seibo_, _ombú_, _payador_, _chaja_, _ñandubay_, _molle_,
-_chañar_, _achiras_, _totoral_, _camalote_, _quena_ y otros; y si no
-están en nuestro Diccionario, como sospecho, quisiera definirlos bien é
-incluirlos en él.
-
-La lisonjera impresión que recibe un natural de esta Península,
-aficionado á las letras, al recibir poesías tan bellas como las de Ud.,
-venidas de tierra tan remota, es como la que recibiría un ciudadano de
-Atenas cuando llegasen á su noticia las obras en griego de algún insigne
-sabio, poeta ó historiador de su casta que viviese en el Asia central,
-en Egipto, en Libia ó en alguna ciudad helénica de la misma Hesperia,
-hasta donde la civilización, el habla y todo el ser de Grecia habían
-penetrado, creando nuevas repúblicas y Estados independientes, si bien
-conservando la unidad superior de la sangre, del lenguaje y de la
-cultura.
-
-Así también, cuanto se escriba en América, salvo en el Canadá y en los
-Estados Unidos, es de esperar que siga siendo literatura española. Y
-mientras más adelanten los ingenios de ahí y superen en lo futuro á los
-ingenios de la antigua metrópoli, más sello castizo, más aire de
-parentesco, más color y sabor españoles tendrán sus obras. Sólo por
-decadencia podrá ocurrir que se borre ó esfume en Uds. el ser propio
-nuestro, y que sean Uds. otros de los que son. Y no es de temer que las
-razas indígenas prevalezcan, ni que las lenguas guarani ó quichua
-destierren la castellana, ni tampoco se ha de presumir y pronosticar que
-los primitivos colonizadores pierdan ahí su virtud asimilante y
-plástica, y se fundan en los nuevos colonos é inmigrados, en vez de
-fundir en sí á cuantos acudan á esas regiones, desde Alemania, Francia,
-Bélgica é Italia.
-
-Gran dolor sería esto para nosotros. Esto daría indicio de que somos de
-raza inferior, y quitaría fundamento al orgullo legítimo con que,
-después de la gente inglesa, nos consideramos como la primera de todas
-las gentes civilizadas en haber difundido sobre la faz de este planeta
-su lenguaje, sus creencias, su saber, sus artes y todas las demás
-manifestaciones de su espíritu. Esto nos quitaría la esperanza que hoy
-tenemos de nuestra inmortalidad colectiva, aun cuando ocurriese el
-grande infortunio de que se hundiera España ó quedase desierta, ya que
-ahí, ó del otro lado de los Andes, ó en el rico Anahuac, renacería
-España, joven, poderosa y lozana, y pondría los recuerdos de nuestra
-gloria como digno principio de la que nuestros hijos hubiesen ya
-adquirido ó adquiriesen en lo futuro.
-
-A pesar de cierto americanismo, que tal vez á algunos de los habitantes
-de esta vieja España nos parezca sobrado, veo yo con viva satisfacción
-que el espíritu de Ud. y el de su crítico, encomiador é intérprete D.
-Calixto Oyuela, poeta asimismo de mucho mérito, coinciden en esto que
-afirmo. Poco importa, como el Sr. Oyuela confiesa y deplora, que su
-patria esté aquejada de cosmopolitismo. El medio millón de italianos á
-que ascenderá pronto la inmigración, los ciento cincuenta mil franceses
-y los demás hombres llegados ahí de distintas partes de Europa para
-aumentar la riqueza, la industria y el comercio de esa república,
-tendrán que españolizarse, ó, si usted quiere mejor, que _argentinarse_.
-La vitalidad de nuestra raza debe salir triunfante de esta prueba.
-Libros como el de Ud. vienen en corroboración de mi pronóstico. Dejemos
-hablar al señor Oyuela, cuyas palabras hago mías: «Los nobles
-sentimientos é ideas que Ud. expresa son tales como deben ser, y son
-naturalmente imaginados y sentidos por un argentino de raza española. La
-lengua en que están es pura lengua española. Aunque Ud. conoce y estima,
-como toda persona de buen gusto, la literatura francesa, no se deja
-dominar por su influjo. Ni el más leve soplo francés corre por las
-delicadas páginas de su libro. Tampoco hay en él nada italiano, nada
-inglés ni nada alemán. En cambio, sin que Ud. lo haya solicitado, quizá
-desconociéndolo, y con sólo dar rienda suelta á su naturaleza americana
-y á su carácter argentino, tiene el libro de Ud. no poco de andaluz. De
-ahí que maneje Ud. el castellano con tanta pureza, soltura y gallardía.»
-
-El mismo Sr. Oyuela añade: «Somos, es cierto, un país colonizador, y
-necesitamos de la inmigración para engrandecernos; pero á condición de
-asimilárnosla y de fundirla en nuestra nacionalidad propia. Las
-naciones, como los individuos, sólo valen y significan algo por su
-carácter, por su personalidad. Un país sin sello propio es como un
-escritor sin estilo: no es nadie. El cosmopolitismo no ha engendrado ni
-engendrará jamás nada fecundo, ni en política, ni en literatura.»
-
-El Sr. Oyuela, pues, comentando los versos de usted, y Ud.
-escribiéndolos, reniegan de ese cosmopolitismo estéril y procuran que
-brote de la raíz española, trasplantada á ese suelo, la originalidad
-nacional que anhelan, y que ya tienen sin duda.
-
-A este fin, además, se puede ir por muy distintos caminos, y tanto Ud.
-como el Sr. Oyuela siguen, á mi ver, el más seguro, recto y hermoso.
-Dentro de la afición á lo castizo desechan Uds. la equivocada distinción
-entre el arte gentílico y el arte cristiano. No hay verdaderamente más
-que un arte bueno y legítimo, en cuya forma pagana ó griega no cabe hoy
-sólo el espíritu racionalista de Goethe, de Leopardi, de Chénier, de
-Fóscolo y de Carducci, sino que puede también vivir y vive el espíritu
-español y católico. Así lo entendió y lo realizó fray Luis de León, á
-quien usted y su amigo ensalzan y siguen; y así lo proclama hoy Menéndez
-Pelayo, á quien el señor Oyuela llama «_el gran ortodoxo_, griego en
-arte hasta la medula de los huesos»: Ni se opone esto á lo popular y
-castizo; porque, como su crítico de usted dice muy bien, los buenos
-poetas griegos hubieran sido en América tan americanos como usted; y
-Echevarría, que señala el punto de partida de la literatura nacional
-argentina, es en sus aciertos clásico sin saberlo; y más lo hubiera sido
-si, al libertarse del pseudo-clasicismo francés, no hubiera imitado el
-romanticismo francés, no hubiera pensado en francés y no hubiera escrito
-en castellano de baja ley.
-
-Por dicha, Ud. tiene lo que faltó á Echevarría. Como él, posee Ud. la
-facultad de reflejar, á modo de claro y mágico espejo, la naturaleza
-circunstante, hermoseándola y depurándola en la imagen; pero Ud. posee
-además el arte y la forma adecuada para que esta imagen pase, sin
-disiparse ni afearse al pasar, desde la mente de Ud. á las mentes de los
-demás hombres, hiriéndolas y penetrándolas. Se diría que todo el
-concierto, toda la magnificencia y toda la hermosura de la tierra de
-Ud., aunque conocidos por la geografía y por la estadística, eran
-ignorados por el sentimiento, ya que no habían llegado á reflejarse en
-el alma de un poeta, ni habían aparecido en sus cantos. Así es que mucha
-parte del elogio que hace Ud. de Echevarría, podemos nosotros con más
-razón aplicarle á Ud., y repetir:
-
- Como surgiendo de silente abismo,
- El mundo americano
- Alborozado se escuchó á sí mismo:
- El Plata oyó su trueno;
- La Pampa, sus rumores;
- Y el verjel tucumano,
- Prestando oído á su agitado seno,
- Sobre el poeta derramó sus flores.
- Desde la hierba humilde
- Hasta el ombú de copa gigantea;
- Desde el ave rastrera que no alcanza
- De los cielos la altura,
- Hasta el chajá que allí se balancea,
- Y á cada nube oscura
- A grito herido sus alertas lanza;
- Todo tiene un acento
- En su estrofa divina,
- Pues no hay soplo, latido, movimiento,
- Que no traiga á sus versos el aliento
- De la tierra argentina.
-
-En todos los versos de Ud. hay inspiración propia, por donde, sin buscar
-la originalidad, Ud. la tiene. Se conoce que ha leído Ud. los poetas
-españoles, hasta los más recientes, como Campoamor, Núñez de Arce y
-Velarde. En trozos descriptivos, sobre todo en décimas, creo notar
-cierto confuso recuerdo del estilo de los dos últimos. En varias
-composiciones amorosas de Ud. hay también algo del modo de Bécquer.
-Siempre, no obstante, la imitación ó la coincidencia es tan vaga, que no
-está uno seguro de que no sea ilusión.
-
-Por lo demás, nada tan opuesto como su espíritu de Ud., sano, optimista,
-lleno de esperanzas en el progreso y en la grandeza de la patria, y de
-todo el humano linaje, al espíritu de Bécquer, pesimista y hondamente
-herido. Hasta en las poesías más melancólicas de Ud. hay consuelo, hay
-bálsamo, hay luz celestial que lo alegra é ilumina todo. Así, por
-ejemplo, en _El hogar vacío_, donde tan sentida y tiernamente llora Ud.
-la muerte de una joven, dulce compañera de su niñez acaso, termina Ud.
-con esta estrofa, cuya sencillez no deja comprender bien el efecto que
-produce al terminar la composición, si antes no se ha leído la
-composición toda:
-
- Así mi lira llorará tu ausencia.
- Tu cándida existencia
- Cual blanca nube se elevó del suelo
- Y en lo infinito desplegó sus galas.....
- Los que nacen con alas,
- ¡Cuán pronto suben de la tierra al cielo!
-
-Tal vez cuando, en mi sentir, recuerda Ud. más á Bécquer por la forma,
-es cuando por el fondo dista Ud. más de él; cuando hay en Ud., no ya la
-luz y la gloria del _amor que pasa_, sino el júbilo y el dulce contento
-del amor que vive y queda en el alma para siempre, haciéndola dichosa:
-
- Porque el amor es dueño
- De todo Paraíso;
- Porque toda belleza de la tierra
- Es un fragmento del Edén perdido.
-
-Por eso, sin duda, hay más alegría, más resplandores beatificantes que
-en la aparición momentánea del amor de Bécquer, en la aparición, en el
-bosque, que se mostraba mustio, de la mujer por Ud. amada:
-
- Pero llegas....., y el agua,
- El bosque, el cielo mismo,
- Es como una explosión de mil colores,
- Y el aire rompe en sonorosos himnos.
- Así la primavera
- Del trópico vecino
- Desciende, y canta repartiendo flores
- Y colgando en las vides los racimos.
- ¡Cuán suenan gratamente
- Acordes, en un ritmo,
- Del agua el melancólico murmullo
- Y el leve susurrar de tu vestido!
-
-Difícil es dar á conocer á un poeta citando así trozos arrancados de sus
-obras. Más que darle á conocer es esto despedazarle. Por eso no gusto yo
-de hacer muchas citas.
-
-A más de excelente poeta lírico me parece Ud. buen poeta narrativo,
-según el testimonio brillante que de ello da en la leyenda de Santos
-Vega. Las décimas en que está escrita esta leyenda son no menos fluidas,
-bien hechas y ricas de rimas que las décimas empleadas por Núñez de Arce
-y por Velarde en descripciones y narraciones. Las de Ud. tienen además
-para mí algo de peregrino y nuevo: me pintan, con el colorido y la
-precisión de la verdad, la pampa y la vida primitiva de sus habitantes;
-me traen como un aroma sutil de sus flores y un eco suave y adormido de
-sus músicas y de sus rumores misteriosos.
-
-Santos Vega es el _payador de larga fama_: el más celebrado poeta,
-cantor y tocador de guitarra que ha habitado en la pampa entre los
-gauchos. Su contienda con otro trovador exótico, medio hechicero, que
-aparece obrando prodigios, y el triunfo de este nuevo trovador sobre el
-antiguo, que muere de pesar del vencimiento, todo es sin duda simbólico:
-es el triunfo de la vida moderna, y de la industria, y de los
-ferrocarriles, y de las ciudades, sobre el modo agreste de vivir en lo
-antiguo, en aquel florido y verde desierto, en aquella extensa llanura
-que los Andes limitan; pero si bien Ud., como poeta, lamenta la pérdida
-de un poco de poesía, harto deja conocer que sobre esa poesía perdida,
-si es que se pierde, ha de florecer otra, y ya florece en la mente y en
-el libro de Ud., que vale muchísimo más que la del _payador_ Santos
-Vega.
-
-Justo es, no obstante, que Ud. dé á Santos Vega las alabanzas que
-merece, por más que, al dárselas, se las dé escribiendo tan preciosa
-leyenda, y dándole envidia de la que el pobre Santos Vega sería capaz de
-morirse, si ya en la lucha con el trovador y mago intruso no hubiera
-muerto.
-
-Como por el retrato veo que es Ud. joven, espero que seguirá escribiendo
-poesías líricas y leyendas no menos bonitas que las que aquí con tanta
-justicia he celebrado.
-
- * * * * *
-
-
-_16 de Abril de 1888._
-
-Á D. ENRIQUE GARCÍA MÉROU
-
-II
-
-Muy señor mío y distinguido amigo: Cuando en el verano pasado de 1887
-tuve el gusto de conocer y de tratar en Spa á Ud. y al general don Julio
-Roca, hablamos mucho de la patria de usted, de su próspera situación y
-del brillante porvenir que todo el mundo le augura.
-
-Bien puede afirmarse que el general D. Julio Roca ha sido quien más ha
-contribuído á disipar las nubes que oscurecían y velaban el horizonte, y
-quien así nos ha dejado ver el cielo de ese porvenir despejado y claro.
-
-Dicho general, venciendo definitivamente á los indios, errantes por la
-inmensa soledad de la Pampa, aumentó el territorio de la república con
-muchos millones de hectáreas, preparó todos aquellos campos para el
-advenimiento de la civilización y de la colonización europea, y,
-libertándolos de las invasiones y rapiñas de los salvajes, les dió un
-valor que sólo puede significarse por centenares de millones de pesetas.
-
-Todo esto se hizo humana y hábilmente, sin disparar un tiro, sin
-derramar una gota de sangre. Los indios fueron perseguidos, cazados y
-confinados en sitios donde tendrán que reducirse á la vida civil, ó
-morir y extinguirse como raza. Quichuas, guaranies, tehuelches,
-pehuenches y araucanos, todo va á desaparecer y á ceder por completo la
-tierra, desde el límite occidental de la dilatada provincia de Buenos
-Aires y los límites meridionales de las de Córdoba, San Luis y Mendoza,
-á fin de que por allí se explaye y se difunda la civilización
-americano-española, hasta el estrecho de Magallanes.
-
-¿Debemos recelar que amenace ahora cierto peligro á esta civilización, y
-á la raza que la representa, y al lenguaje que la expresa? Yo creo que
-no, á pesar de lo que sostienen y pronostican autores de nota, entre los
-cuales sobresale el francés Emilio Daireaux, cuya obra, _Vida y
-costumbres en la Plata_, Ud. mismo me ha dado á leer.
-
-Suponiendo que en el día cuenta la República Argentina con una población
-de cerca de cuatro millones de hombres, sólo podremos considerar la
-cuarta parte, un millón, como inmigrados extranjeros, y aun en este
-número habrá que contar más de 160.000 españoles. Los italianos son los
-más numerosos entre estos inmigrados. Los franceses vienen después, casi
-en el mismo número que los españoles. Y hay, por último, ingleses,
-alemanes y de otros países de Europa.
-
-A la verdad que no es corta esta inmigración. Para el pronto
-crecimiento y grandeza de la República se ha de presumir que irá la
-inmigración en aumento constante, pues hay tanto terreno desierto que
-poblar y que cultivar; pero ni aun así creo yo que deba pronosticarse
-que ha de fallecer la virtud absorbente de la raza española criolla, que
-forma ya una nación perfecta y entera, y que del aluvión y conjunto de
-gentes que acuden y acudirán de todas partes, habrá de surgir una
-nacionalidad nueva y distinta, con otro idioma, con otra manera de ser y
-con otros rasgos y caracteres que los que tienen hoy los argentinos y
-llevaron allí los primeros colonos que fueron de España.
-
-Para dar por seguro ó por probable lo contrario es menester suponer,
-como sin duda supone Daireaux, que en la Plata no hay verdaderamente
-nación todavía, sino gérmenes de nación, cuya elaboración definitiva
-dice él que ha empezado, si bien se ignora qué elemento prevalecerá, y
-qué lenguaje y qué modo de ser tendrán ustedes. Por lo pronto, afirma el
-Sr. Daireaux que la raza, que era española en un principio, aunque con
-mucha mezcla de judíos y de moros (lo cual pongo yo en duda, y si lo
-concediese, no concedería que esos moros y esos judíos no fuesen ya al
-ir á la Plata enteramente españoles), ha dejado de ser española y se ha
-hecho latina, y afirma también que la lengua va sufriendo allí rápidas
-modificaciones. Dentro de poco no podremos entendernos. Hablarán Uds. en
-latín, ya que son ustedes latinos, ó en francés, que es la lengua más de
-moda entre las neolatinas, ó tal vez en una lengua franca y flamante,
-que saldrá de la mezcla de los diversos idiomas que hablen los que vayan
-allí de inmigrados.
-
-De nada de esto veo yo, por dicha, ni señales. Y digo por dicha, ya que,
-si para nosotros, habitantes de esta Península ibérica, sería terrible
-mortificación de amor propio que desapareciese hasta la huella de que
-esa república es hija de España, para Uds. la mortificación sería mayor
-al quedar tan absorbidos y tan desaparecidos como tendrán que quedar los
-pehuenches ú otras tribus así.
-
-La actividad, la energía y la riqueza que muestran hoy los argentinos,
-hasta en empresas que parecen aventuradas y de inseguro buen éxito, nos
-quitan todo recelo de esa á modo de desnaturalización con que el autor
-francés amenaza á Uds. Sola la provincia de Buenos Aires, privada de su
-capital, que se ha hecho neutra para ser capital de toda la república,
-se ha creado en cinco años una nueva y magnífica capital, La Plata,
-llena de soberbios edificios, monumentos y palacios, y poblada ya de
-50.000 ciudadanos.
-
-Pero ni esta bizarría y alarde de poder material, ni el comercio
-floreciente, ni los adelantos en las varias industrias, prueban tanto el
-arraigo en aquella tierra del ser argentino, español de origen, que
-conservan y conservarán Uds., como el movimiento intelectual, cada día
-más castizo, rico y fecundo, en todas las provincias de la república, y
-en Buenos Aires sobre todo. El mismo Sr. Daireaux da testimonio del
-valer é importancia de este movimiento, encomiando las obras del
-general Mitre y del doctor V. F. López, que trazan la historia de la
-independencia sudamericana; las de otros autores, como los doctores
-Vicente Quesada, Navarro Viola y Trelles, que publican documentos sobre
-los orígenes y la vida social; las de los estadistas y economistas
-Agote, Latzina, Coni y Navarro; las de los antropólogos, etnógrafos y
-exploradores Moreno, Ceballos, Lista y Fontana, y las de los
-jurisconsultos Alcorta, Montes de Oca, Tejedor, Obarrio, Segovia, y
-Carlos Calvo singularmente, «cuyo tratado de Derecho internacional
-público y privado resume los progresos de esta ciencia oscura, en la
-época moderna, figura entre las obras maestras de esta clase, y es
-consultado por todas las cancillerías y por todos los diplomáticos».
-
-Teatro, á lo que parece, no tienen Uds. aún.
-
-De novelas, yo sólo conozco la _Amalia_, de Mármol; pero el Sr. Daireaux
-cita _Pablo ó el hijo de las Pampas_, de doña Eduarda García, y varias
-otras novelas de D. Eduardo Gutiérrez, como _Juan Moreira_ y _El tigre
-de Quequen_, cuyos lances tremendos, crímenes y horrores, compara á los
-de Eugenio Sue.
-
-Donde, á la verdad, así en la República Argentina como en los demás
-Estados de la América del Sur, se muestra más el genio castizo ó español
-de origen, es en la poesía lírica y narrativa. Varias causas contribuyen
-á esto. Las generales son las que en el siglo presente, aunque se llama
-_positivo_, hacen que florezca la poesía en todas las regiones de la
-tierra, como no ha florecido nunca. Y en cuanto á lo castizo y propio,
-las causas son especiales. Ya sea porque nuestro lenguaje poético está
-más trabajado y formado, ya sea porque nuestra prosodia es tan distinta
-de la francesa, ello es que, aun queriendo, el poeta español más
-entusiasta de los franceses no acertará á imitarlos en la forma si
-escribe en castellano. Los galicismos de toda clase son más frecuentes
-en prosa que en verso. Y en cuanto á los galicismos de fondo ó de
-pensamiento, también en verso tienen que ser más raros; porque aun
-cuando el poeta siga ó adopte sistemas ó doctrinas que estén de moda en
-París, como en la poesía entra por mucho el sentimiento nacional y el
-individual, éstos se combinan con lo que tal vez se aceptó por moda y le
-presta fisonomía y valer castizos.
-
-En cierto sentido no hay sabios _populares_; pero hay y hubo siempre
-poetas populares que llevan la voz del pueblo y hacen oir con grata
-resonancia y ritmo adecuado las palpitaciones del grande corazón
-colectivo. De aquí que la ciencia sea cosmopolita y la poesía no.
-
-En la República Argentina ha existido y existe esta poesía del pueblo ó
-del vulgo al lado de la poesía sabia. Desde muy antiguo, desde que hubo
-gauchos en la Pampa, los cuales no me puedo persuadir--á pesar de cuanto
-dice Daireaux--de que sean más árabes ó más moros que cualquier
-habitante de mi lugar ó de otro cualquier lugar de Andalucía ó de
-Extremadura, hubo entre dichos gauchos cantadores y tocadores de
-guitarra, músicos y poetas á la vez, que han lucido y nos han dejado en
-sus coplas y canciones tesoros de inspiración original y fieles pinturas
-de la vida nómada que en aquellos campos se hacía. Los poetas de esta
-clase eran llamados ó se llaman _payadores_, y se citan como los más
-ilustres entre ellos á Estanislao del Campo, á José Hernández y á
-Ascasubi. Ignoro si el famoso payador simbólico Santos Vega, de quien
-escribió Rafael Obligado leyenda tan preciosa, es personaje histórico ó
-mítico; pero esto importa poco á mi propósito. Basta con que haya habido
-otros _payadores_.
-
-Coincidiendo con su poesía popular y agreste, produjo la tierra
-argentina, como el resto de la América española, aun antes de la
-independencia, otra poesía erudita y clásica, la cual siguió siempre la
-manera de ser de la poesía de la metrópoli; y yo creo que esta poesía,
-sobre todo la lírica, apenas se dejó influir por el gusto francés en
-tiempo del _clasicismo_, ni en España, ni en sus colonias, ni en los
-Estados independientes que de ellas nacieron. Hasta los poetas más
-ajustados, en la teórica, á los preceptos de Boileau, que al cabo no
-eran exclusivos de Francia, son muy españoles cuando escriben versos.
-Meléndez, Jovellanos, Lista, Gallego, Quintana, todo el estol de líricos
-españoles del siglo pasado y de principios del presente, no se parecen
-más á los poetas franceses que fray Luis de León, Garcilaso, Herrera y
-Rioja, de quienes son dignos sucesores. Lo mismo se puede afirmar de los
-líricos hispano-americanos de aquella escuela y período: de Olmedo y de
-Bello, por ejemplo.
-
-Menor fué la independencia y mayor fué el remedo de lo francés cuando
-vino el romanticismo. En la vieja España fué más fácil que algunos
-poetas se libertasen de este remedo, refugiándose en lo pasado; en la
-edad media, en nuestros romances, en nuestras tradiciones y en nuestro
-teatro del siglo XVII; pero en América hubo menos reparo y defensa, y la
-imitación de lo francés tuvo que ser mayor entre los románticos.
-
-José Mármol es excepción de la regla. La vehemente energía de su odio
-contra el tirano Rosas presta robusta entonación á sus versos, é imprime
-en los mejores un sello característico y original, que les da grandísimo
-valor á pesar de las incorrecciones y desaliños.
-
-En cuanto á Echevarría, ¿cómo negar que malogró en parte sus no comunes
-prendas? No lo digo yo: lo dice su compatriota de Ud. D. Calixto Oyuela:
-«precisamente por haberse apartado de lo español y castizo más de lo que
-nuestra propia naturaleza consiente, no pudo ser bastante americano.» Y
-Oyuela añade luego: «Si Echevarría quiso renegar de esta índole y de
-estas afinidades naturales, debió ser lógico, y renegar también del
-idioma, que es su consecuencia necesaria, proponiendo que hablásemos en
-francés ó en quichua.»--«Y no se alegue la quimera de formar nuevo
-dialecto, desprendido del castellano: la historia nos enseña que de los
-idiomas formados y fijados sólo pueden salir jergas informes.»
-
-A pesar del pesimismo que muestra el señor Oyuela en este punto, bien
-podemos afirmar, y más aún poniéndole á él y á su amigo Rafael Obligado
-por claros y vivos testimonios, que en la Plata no se hablará jerga
-nueva, ni francés, ni quichua, sino castellano puro y limpio.
-
-Ni siquiera valdrá para torcerle, italianizándole, la gran colonia
-italiana; porque si el influjo de la rica y noble literatura clásica de
-Italia se deja sentir en la literatura argentina, será de modo benéfico,
-como se dejó siempre sentir en la triple literatura española, en
-Portugal, en Cataluña y en Castilla, tanto en los siglos XV y XVI,
-cuanto en el XVIII y en el XIX.
-
-Dispense Ud. que me valga de tan largos preámbulos y rodeos para llegar
-al verdadero asunto.
-
-Me pidió Ud., y yo prometí, un juicio franco sobre el poeta argentino
-Olegario Andrade.
-
-Sus obras, reunidas en un tomo elegantísimo, fueron impresas en el año
-pasado (1887) en Buenos Aires, á expensas del Tesoro nacional, que
-consignó por ley 16.000 pesos para la adquisición de los originales y
-6.000 para su impresión. Tan espléndido favor á este poeta y á sus obras
-hace patente la altísima estimación de que gozan en su país de Ud. Yo he
-prometido decir sin disimulo mi parecer sobre estas obras, que bien se
-ve, por lo que queda expuesto, que son el reflejo más popular y el eco
-más vivo del sentir y del pensar argentino en este momento y del gusto
-literario que allí prevalece.
-
-Como prenda y señal de lo prometido, el general D. Julio Roca me dió el
-mismo ejemplar que él tenía por no haber otro á mano. No puedo, pues,
-excusarme.
-
-Mi empeño es ineludible y muy arduo y comprometido. Confieso que lo que
-más temo es que no parezca mi crítica bastante encomiástica. Por la
-incorrección, por el descuido á veces de la forma, tendré que censurar
-no poco en las poesías de Olegario Andrade; pero me consuela y anima que
-mis alabanzas han de ser grandes, sinceras y fervorosas, y muy
-superiores á las que tributé ya á D. Rafael Obligado, poeta sin duda más
-elegante y correcto, pero que jamás se remontó hasta ahora tan alto en
-sus canciones como Andrade se remonta, ni tomó para ellas, como toma
-Andrade, asuntos que mueven ó deben mover el ánimo de toda la nación
-para quien canta. Andrade, á veces, movido por el asunto mismo que trata
-y por su elevada inspiración, es más que un poeta nacional, es uno de
-aquellos pocos poetas que aciertan á dirigir la voz dignamente á todo el
-linaje de los hombres, excitando en ellos el amor de las teorías, la fe
-en los propósitos que le son más caros, y la sublime esperanza de que
-pronto habrán de realizarse. De esta suerte, el poeta tiene, hasta donde
-es posible en lo humano y en una edad tan descreída como la nuestra,
-algo del profeta antiguo: es el vate.
-
-Ya se ve que debe ser difícil y delicado juzgar bien á Andrade; pero sin
-creer en todas sus teorías y sin esperar el cumplimiento de todos sus
-vaticinios, bien podemos celebrar el entusiasmo con que los expresa y
-decir desde luego que por este entusiasmo le colocamos en el número de
-aquellos poetas universales y sublimemente _didácticos_, entre los que
-descuellan Schiller, Manzoni, Quintana y Víctor Hugo.
-
-Con lo dicho se explica la razón de tan extenso preámbulo. Para entrar
-de lleno en materia tendré que escribir otras cartas.
-
-Ignoro si ésta alcanzará á Ud. en París, en Roma ó en Oriente; pero
-donde quiera llega _El Imparcial_, á quien la confío. Con ella van mis
-saludos afectuosos para el general D. Julio Roca, y para Ud. la
-seguridad de que empiezo á cumplir mi promesa.
-
- * * * * *
-
-
-_23 de Abril de 1888._
-
-III
-
-Mi distinguido amigo: Cuando murió, poco há, Olegario Andrade, su muerte
-dió ocasión para que se manifestase del modo más solemne el entusiasmo
-que inspiraba á sus compatriotas. El gobierno nacional mandando publicar
-á su costa, y con gran lujo, las obras del poeta; el general Roca
-pronunciando la más sentida oración fúnebre; Benjamín Basualdo
-escribiendo un prólogo altamente encomiástico, y la prensa periódica
-aplaudiéndolo todo, vinieron á corroborar lo que ya era opinión del
-público argentino, y había sido afirmado por los críticos de más
-autoridad, como los doctores Wilde y D. Nicolás Avellaneda y el poeta
-Carlos Guido Spano: que Andrade era un genio y que sus cantos tendrían
-vida imperecedera y gloriosa.
-
-Yo quiero y debo, no obstante, prescindir de todo esto al dar mi
-parecer; darle como si nada de esto supiera, y no ceder al influjo de
-los que tal vez por patriotismo y por la contagiosa sobreexcitación de
-un momento ponen desmedida hipérbole en su alabanza.
-
-Las poesías de Andrade son harto difíciles de juzgar con acierto y
-suscitan multitud de dudas y cuestiones, supongo que en la mente de
-todos, y de seguro en la mía, sobrado escéptica quizás, pues no sólo
-halla muy sujeta á errores la aplicación de las reglas que sirven para
-juzgar y apreciar las obras de un singular poeta, sino que, aun en las
-reglas mismas, nota cierta confusión, contradicción é incertidumbre.
-
-Lo llano, lo cómodo para mí sería no mostrar mis vacilaciones, seguir la
-corriente y aplaudir sin reparo, como los otros; pero mi sinceridad se
-sobrepone á toda consideración. El diablillo crítico que me atormenta, y
-por el que estoy no sé si obseso ó poseído, no consiente que diga yo
-cuando escribo aquello que quiero decir, sino aquello que él quiere que
-yo diga; y lo más que logro á veces, y esto es peor, es decir lo que él
-quiere y lo que yo quiero; de donde resulta, en algo como diálogo, más
-que discurso, una verdadera sarta ó ristra de _antinomias_, según las
-llaman ahora.
-
-Yo he calificado á Andrade de poeta sublimemente didáctico, poniéndole
-en el grupo en que pongo á Manzoni, á Quintana y á Víctor Hugo.
-
-Pero, apenas dicto mi primera sentencia, cuando interviene mi diablillo
-é interpone su apelación. ¿Qué enseña, dice, la poesía en nuestro siglo?
-¿Qué sistemas filosóficos, qué doctrinas políticas y sociales, qué
-dogmas religiosos, qué problemas y qué teoremas de la ciencia de
-naturaleza podrá nadie resolver ó enseñar en verso, que no estén mejor
-enseñados ó resueltos, explicados y demostrados, en el más compendioso
-manual, catecismo ó cartilla para los niños de la escuela? Y como aun
-reconociendo en el poeta, en Dante, Goethe ó Leopardi, por ejemplo,
-todas las prendas de un sabio de primera magnitud, y creyendo que su
-cerebro fué ó es el archivo de todos los conocimientos divinos y humanos
-que en su época podían penetrar y conservarse con orden en el cerebro de
-una persona mortal, todavía dudo de la virtud docente de su poesía, mil
-veces más tengo que dudar de que ocurra y obre esta virtud en quien,
-lejos de haber estudiado y aprendido mucho, deja el colegio
-prematuramente con algunas ligeras nociones de historia y noticias muy
-elementales de literatura, y se lanza á la vida del periodismo, tan
-agitada y laboriosa.
-
-Mirando este asunto bajo su aspecto prosaico, acude al pensamiento, al
-ver cómo nos dedicamos muchos al magisterio de la prensa antes de saber
-algo que enseñar, aquello del «Maestro Ciruela, que no sabía leer y
-ponía escuela», ó el chistoso epígrafe de un capítulo de la novela del
-Padre Isla que ha quedado como refrán: «Deja Fray Gerundio los estudios
-y se mete á predicador.»
-
-Claro está que en este sentido, cuando ni los poetas que fueron también
-grandes sabios pueden ser poetas didácticos en el siglo XIX, menos lo es
-Olegario Andrade, cuyos estudios habían sido cortos y someros; pero hay
-otro sentido, según el cual, como por ciencia infusa, puede un poeta ser
-sublimemente didáctico en nuestros días.
-
-Las elevadas aspiraciones, el ideal cuya realización se columbra en el
-porvenir, los planes, doctrinas y esperanzas que están en la mente
-colectiva de un pueblo ó de la humanidad toda, por estilo vago, informe
-y confuso, resplandecen con mayor luz en el alma del poeta, y merced á
-la energía plástica que el poeta tiene, se revisten de forma
-determinada, precisa y hermosa, en versos que muestran con claridad
-aquello mismo que agitaba el centro oscuro del alma y que el vulgo
-apenas comprendía. Para ser así poeta didáctico se requieren dos grandes
-y raras condiciones, sin las cuales no se alcanza la perfección de la
-forma en que estriba el misterio. Se requieren el entusiasmo y el buen
-gusto.
-
-El entusiasmo, esto es, el sentimiento fervoroso y la imaginación
-potente que le pone de manifiesto, habilitaban é ilustraban, sin duda,
-el espíritu de Olegario Andrade: poseía esta primera condición para ser
-gran poeta docente. Sobre la otra condición, sobre la del buen gusto,
-hay reparos que poner.
-
-En mi sentir, es necesario dar á la forma extraordinaria belleza para
-que este género de poesía transcendental y encumbrada penetre bien en
-las inteligencias y en los corazones, y venga á ser como la fórmula
-duradera de una tendencia general, de una aspiración nacional ó humana.
-
-No bastan las imágenes de que reviste y adorna el poeta su pensamiento,
-ni el fuego de la pasión con que le presta calor y vida; son
-indispensables, además, el esmero, la reflexión y el arte más exquisito.
-
-Acontece en ocasiones que un poeta, sin pensamientos muy por cima de lo
-vulgar, pero con sentimiento delicado, cuando posee y emplea ese arte
-exquisito, comunica al lector dicho sentimiento y le conmueve más que el
-poeta desaliñado, aunque tenga ideas más hondas y nuevas. Así entre
-nosotros, Moratín, hijo, es el más artista, el más primoroso cincelador
-de versos. Gracias á aquel magistral arte suyo, lo más insignificante á
-veces, por el fondo, nos penetra, interesa ó enternece. El pensamiento
-expresado con nitidez y mesura no toca en lo ridículo por el empeño de
-llegar á lo sublime; y el sentir, expresado con mesura también, aparece
-sincero, y se apodera de nosotros, mientras que un sentir, más sincero
-quizá, si está expresado con exageración, nos parece falso, y nos hace
-reir cuando pretende hacer que lloremos.
-
-No es esto decir que lo primoroso y atildado de la forma salve nunca lo
-que carece de fondo, lo que está vacío de pensamiento, y frío de
-sentimiento, ó recalentado con sentimiento falso y postizo. Sean ejemplo
-de esto los versos políticos de Monti: son un prodigio de _hechura_,
-pero á mí me dejan helado: apenas tengo paciencia para leerlos.
-
-No hay arte con que disimule el poeta la falta de convicción. Lo que sí
-puede ser es que por ampulosidad sobrada se estropee un sentimiento leal
-y sincero, y aparezca falso y mentido. Esto se advierte á veces en
-Víctor Hugo. No ha de extrañarse, pues, que también se advierta en
-Olegario Andrade, que tomó á Víctor Hugo por ídolo y modelo.
-
-Víctor Hugo tenía mucho arte: ponía en la forma el mayor esmero y
-estudio, como casi todos los poetas franceses; pero nuestros poetas
-románticos, que no pueden imitar en la forma la poesía francesa, por ser
-tan distinta, y que acaso se dejan engañar por lo que dice el poeta
-extranjero de que la inspiración le arrebata y de que no reflexiona, ni
-lima, ni pule, escriben sin arte y allá corren desbocados, dando rienda
-suelta á su portentosa facilidad.
-
-Presupuestos, con todo, el sentir y el pensar con hondura, y la
-sinceridad, y el brío en el estilo, que todo esto tiene Andrade, no se
-puede negar que fué egregio poeta, por más que á veces le falten el
-arte, la mesura, la nitidez y la elegancia.
-
-Contra los principios y doctrinas que sostiene y divulga, nada tiene que
-decir el crítico que ama la poesía por la poesía. Lo que importa es la
-nobleza del intento, la grandeza del fin, el valor de aquellas ideas y
-aspiraciones generales en que estamos todos de acuerdo. Después, tan
-gran poeta parece Schiller kantiano, como Manzoni católico-liberal,
-como Whittier cuákero liberalísimo, como Quintana
-enciclopedista-progresista.
-
-La historia, la filosofía, las religiones, todo puede ser asunto de
-versos con tal de que el asunto se trate bien; pero yo no me cansaré de
-repetir que en estos asuntos han de exigirse más que en nada la
-perfección de la forma, lo limpio y hermoso de la dicción, la riqueza de
-las imágenes y el buen gusto y el peregrino empleo de frases y giros. El
-poeta que no labre con todo esto sus versos filosóficos y políticos, se
-expone á que parezcan _artículos de fondo_ con rimas ó índices y
-extractos del Bouillet ó de cualquier librejo de texto, puestos en
-coplas.
-
-Con cuanto queda dicho se señalan y previenen los tropiezos á que se
-expone el que se lanza á poeta _hierofante_, digámoslo así. Que Andrade
-quería ser poeta de este género, y en lo posible lo era, se ve claro en
-su composición á Víctor Hugo. Allí, al ensalzar al maestro, explica
-Andrade el concepto que tuvo de la poesía y de la misión del poeta en
-este mundo.
-
-Diremos, entre paréntesis, que Víctor Hugo, que recibió la composición,
-no la leyó, ó si la leyó, no entendió ni chispa, y contestó dando las
-gracias, con tres frases huecas y frías, en vil prosa.
-
-La composición á Víctor Hugo fué, pues, mal pagada, y, á mi juicio, fué
-también despilfarrada. En este juicio no hay discrepancia entre mi
-diablillo crítico y yo: estamos de acuerdo; pero el mal pago, y cuando
-no el peor empleo, el derroche, no implican que sea mala la
-composición. La composición, á pesar de las enormes alabanzas al poeta
-francés, y á pesar de otros defectos, contiene, en mi sentir, bellezas
-de primer orden.
-
-Los que versificaban en castellano en el siglo XVI no se curaban de
-evitar las asonancias.
-
-En el día, nuestros oídos son más delicados y no las pueden sufrir; pero
-Andrade se quedó con los antiguos y no cayó en esto. Sus versos están
-plagados de asonancias que los desentonan y afean. Lo advierto, porque,
-si bien procuraré citar versos en que no haya asonancias inoportunas,
-será difícil.
-
-Para Andrade, analizando ya la composición á Víctor Hugo, el poeta es un
-hierofante, es quien trae luz á la humanidad cuando se extravía en las
-tinieblas y quien le enseña el camino que debe seguir:
-
- Así la humanidad despierta inquieta,
- En la noche moral abrumadora,
- Cuando surge el poeta,
- Ave también de vuelo soberano,
- Que en las horas sombrias
- Canta al oído del linaje humano
- Ignotas harmonías,
- Misteriosos acordes celestiales,
- Enseñando á los pueblos rezagados
- El rumbo de las grandes travesías,
- La senda de las cumbres inmortales.
-
-Hecha ya esta definición, la ilustra con varios ejemplos históricos:
-pone como prototipos de estos poetas que enseñan á la humanidad y que la
-sacan ó tratan de sacarla del atolladero y de las tinieblas en que se
-ha hundido, á Isaías, á Esquilo, á Juvenal y á Dante; y, por último,
-síntesis maravillosa de todos éstos, y superándolos á todos, suscita
-Dios á Víctor Hugo, cuya misión es más alta que la de Isaías, que la de
-Juvenal y que la de Dante, porque viene á renovar el linaje humano, nada
-menos.
-
-Diré aquí con toda franqueza que si yo fuese Víctor Hugo, y alguien me
-hubiera echado tanto incienso, y no tontamente, sino con gracia, y
-moviendo bien el turíbulo, hubiera yo escrito una carta menos seca,
-pagando al poeta sus alabanzas con otras iguales y no menos justas. La
-carta de Víctor Hugo me da rabia, como si yo fuese Andrade. La única
-disculpa que tiene la carta es que Víctor Hugo no sabía castellano y no
-entendió los versos de su admirador.
-
-La verdad es que, ó debe uno callarse y dejar que le adoren como á un
-Dios, ó contestar con algo mejor que tres frases hechas á requiebros
-como los que siguen:
-
- Todo lo tienes tú, la voz de trueno
- Del gran profeta hebreo,
- Fulminador de crímenes y tronos!
- El grito fragoroso del que un día
- Encarnó, para ejemplo de los siglos,
- La idea del derecho en Prometeo;
- La cuerda de agrios tonos
- De Juvenal, aquel Daniel latino,
- Tremendo justiciero de su siglo,
- Y el rumor de caverna de los cantos
- Del viejo Ghibelino.
- Todo lo tienes tú; por eso el cielo
- Te dió tan vasto sin igual proscenio.
- No hay notas que no vibren en tu lira,
- Ni espacios que no se abran á tu genio.
- Cantas al porvenir, y los que sufren,
- Esclavos de la fuerza ó la mentira,
- Sienten abrirse á sus llorosos ojos
- De la esperanza las azules puertas.
- Apostrofas al tiempo, y se levantan,
- Mágico evocador de edades muertas,
- Como viviente, inmenso torbellino,
- Razas extintas, pueblos fenecidos,
- Fantasmas y vestiglos,
- Para contarte en misterioso idioma
- La colosal _Leyenda de los siglos!_
- Todo lo tienes tú; todo lo fuiste:
- Profeta, precursor, mártir, proscrito.
- Gigante en el dolor te levantaste
- Cuando en la noche lóbrega sentiste
- Temblar los mares, vacilar la tierra,
- Con pavorosa conmoción extraña,
- Cual si un titán demente forcejease
- Por arrancar de cuajo una montaña.
- Era Francia, montaña en cuya cumbre
- Anida el genio humano;
- La Francia de tu amor, que tambaleaba
- Herida por el hacha del germano;
- Y arrojando la lira en que cantabas
- La _Canción de los bosques y las calles_,
- Fuiste á tocar llamada,
- De París sobre el muro ennegrecido,
- En el ronco clarín de Roncesvalles.
-
-Larga es la cita que acabo de hacer; pero ella muestra la excesiva,
-candorosa y casi desdeñada adoración á Víctor Hugo; el concepto que
-formaba Andrade de lo que era ó debía ser un poeta grande; y aun algunos
-de sus sentimientos y creencias sobre el progreso y la libertad, y sobre
-el alto destino de Francia, _cumbre donde anida el genio humano_.
-
-Las faltas de Andrade se ven también en los versos que acabo de citar.
-Por ellos se puede afirmar que se le empieza á conocer; mas para
-conocerle á fondo, es fuerza hablar de su _Prometeo_, de su _Atlántida_
-y de otras composiciones que piden más cartas. Por hoy añadiré sólo que
-al terminar los versos á Víctor Hugo, muestra Andrade otro de sus
-entusiasmos y sus creencias más poéticas: que el glorioso porvenir del
-humano linaje está en el mundo que descubrió Colón.
-
- Desde aquí, teatro nuevo
- Que Dios destina al drama del futuro,
- Razas libres te admiran y se mezclan
- Al coro de tu gloria,
- Orfeo que bajaste
- En busca de tu amante arrebatada,
- La santa democracia,
- A las más hondas simas de la historia!
- Desde aquí te contemplan
- Entre dos siglos batallando airado
- Y arrancando á la lira
- La vibración del porvenir rasgado
- O el triste acento de la edad que espira!
- Y al través de los mares,
- Astro que bajas al ocaso, envuelto
- En torrentes de llama brilladora,
- Entonando tus cantos seculares,
- Te saludan los hijos de la aurora.
-
-Este final es magnífico.
-
-No es más grandioso y arrogante nada de Víctor Hugo; pero, como el poeta
-argentino, envolviendo á su ídolo en nubes de incienso y en nimbos y
-aureolas de luz, le llama viejo y astro que baja al ocaso, ¿quién sabe
-si Víctor Hugo lo entendería y se enojaría un poco?
-
-Basta ya, por ahora. Otro día veremos cómo entrevé y predice Andrade el
-porvenir de su América, y cómo teje guirnaldas ó coronas poéticas con
-las flores que toma en la filosofía de la historia; jardín público donde
-cada cultivador planta y recoge las flores que le convienen ó le gustan;
-ciencia que cada cual construye, entiende y explica según le place.
-
- * * * * *
-
-
-_7 de Mayo de 1888._
-
-IV
-
-Mi distinguido amigo: La última producción de Andrade, titulada
-_Atlántida_, es el canto de cisne, donde su sentir patriótico y de raza
-está expresado con mayor elegancia y brío. Premiado el canto en público
-certamen, y siendo además la obra más encomiada del poeta, bien puede
-afirmarse que las ideas y los sentimientos que contiene son de los más
-populares en las orillas de La Plata.
-
-No pretendo yo negar que el canto es hermoso. No me propongo escatimar
-las alabanzas, ni deslustrar los aciertos sacando á relucir faltas y
-errores. Tampoco gusto, por lo común, de impugnar, con la fría
-dialéctica de la prosa, lo que tal vez afirma un poeta arrebatado por el
-estro; pero ¿cómo prescindir de mi propia manera de sentir, de mi ser de
-español-peninsular, y no contradecir sentimientos é ideas que en la
-_Atlántida_ se expresan y que en algo ó en mucho nos lastiman?
-
-El canto _Atlántida_ está dedicado al porvenir de _la raza latina en
-América_, y esto de _raza latina_ ofende mi amor propio español. En
-esto, para España, hay algo que hiere, como se sentiría herido un
-anciano al saber que un hijo suyo, emancipado, rico, con gran porvenir,
-establecido en remotos países y lleno de altas miras ambiciosas, justas
-y fundadas, había renegado del apellido paterno, y en vez de llamarse
-como se llamó su padre, había adoptado el apellido de un amo, á quien su
-padre sirvió en la mocedad.
-
-Al llamarse latinos los americanos de origen español, se diría que lo
-hacen por desdén ó desvío del ser que tienen y de la sangre que corre
-por sus venas. Ellos se distinguen, entre sí y de nosotros, llamándose
-argentinos, mexicanos, colombianos, peruanos, chilenos, etc. Pero si
-buscan luego algo de común que enlace pueblos tan diversos é
-independientes, me parece que el tronco de las distintas ramas no está
-en el Lacio, sino en esta tierra española. Los Estados y las naciones
-que han surgido en América de nuestras antiguas colonias son tan
-españoles como fueron griegas las colonias independientes que los
-griegos fundaron en Africa, en Asia, en Italia, en Sicilia, en España y
-en las Galias. No se avergonzaron estos griegos independientes de seguir
-llamándose griegos, y no imaginaron llamarse pelasgos ó arios para
-borrar ó esfumar su helenismo en calificación más vasta y comprensiva.
-
-Y aunque se diga que los portugueses no son españoles y que hay un gran
-imperio de origen portugués en América, el argumento no vale. Si hemos
-de reducir á un común denominador á los luso-americanos y á los
-hispano-americanos, á fin de sumarlos luego, más natural sería hacerlos
-á todos, no latinos, sino ibéricos y hasta españoles. Los portugueses,
-en los siglos de su mayor auge y florecimiento, cuando tenían
-navegantes, héroes y poetas, como Gama, Cabral, Diego Correa, D. Juan de
-Castro, Alburquerque y Camoens, no desdeñaban el ser españoles, por más
-que dentro de este predicamento general pusieran la distinción
-específica de portugueses. Ni sé yo que los austriacos, cuando no son
-húngaros, bohemios ó croatas, así como tampoco otros pueblos germánicos,
-que no dependen del imperio alemán, fundado por los prusianos, repugnen
-el dictado de alemanes y pretendan llamarse de otra manera. Más derecho
-sería negar al imperio flamante el exclusivo título de alemán.
-
-De esta suerte pudieran los portugueses, si hubiera tribunal con
-jurisdicción para decidir y el negocio importase más, poner pleito á
-España por haberse alzado con el nombre de España y pedir que este
-Estado se llamase Reino Unido de Aragón y Castilla.
-
-Me parece, por otra parte, que el título de América latina disuena más
-al promover la contraposición con la América _yankee_, que han dado en
-apellidar _anglo-sajona_. Para que la contraposición fuese exacta,
-convendría, si llamamos anglo-sajona á una América porque se apoderó de
-Inglaterra un pueblo bárbaro llamado anglo-sajón, llamar visogótica á
-la otra América, porque otro pueblo bárbaro, llamado visogodo, conquistó
-la España. Igual razón habría para llamar á los Estados Unidos y al
-Canadá América normanda, con tal de que la restante América se llamase
-moruna ó berberisca.
-
-La verdadera contraposición, la innegable diferencia entre los _yankees_
-y los hispano-americanos de cualquier república que sean, no está en lo
-germánico, ni en lo latino, ni en lo normando, ni en lo moruno, ni en lo
-anglo-sajón, ni en lo visogótico, sino en que una América, civilizada
-ya, procede de ingleses, y de españoles otra, cuando Inglaterra y España
-eran al fin dos naciones perfectamente formadas y distintas, con
-condiciones propias y con carácter peculiar y con sello de originalidad
-indeleble. Y este sello tiene ó debe tener fuerza y virtud informante
-para marcar y asimilar á la gente que entre por aluvión á ser parte de
-la población de los nuevos Estados. Y así como no es de presumir que los
-franceses del Canadá y de Nueva Orleans, y que los españoles de origen
-de California, Texas y la Florida, y mucho menos los seis ó siete
-millones de negros, ciudadanos libres hoy de la república que fundó
-Washington, cambien el ser de aquella república y borren su origen, en
-su mayor parte inglés, menos debe temerse que los italianos ó los
-franceses que emigran ahora á la América, de origen, no en su mayor
-parte, sino exclusivamente española ó ibérica, borren la filiación y las
-señales de la procedencia y conviertan aquella América en latina.
-
-Hechas estas consideraciones para que quede en su punto la verdad,
-severa y prosaicamente considerada, no debiéramos disputar más con el
-poeta, sino repetir la sentencia de Horacio del _quidlibet audendi_, y
-dejarle imaginar lo que se le antojara y convertir en latinos á todos
-los hispano-americanos desde Nueva Méjico á Patagonia.
-
-En medio de todo no hay concepto generalizador que, aun pareciendo
-absurdo por un lado, no tenga por otro cierto racional fundamento, el
-cual estriba en nociones vagas, que se desprenden de ciencias nuevas,
-como, en este caso, de la filosofía de la historia, de la etnografía y
-de la filología comparativa, y pasan al dominio del vulgo. De aquí, sin
-duda, que habiendo sido tan pocos los latinos, allá en un principio, nos
-convirtamos ahora todos en latinos, con sorpresa y pasmo de los que no
-están en el secreto y por obra y gracia de las mencionadas ciencias.
-
-Podemos llamarnos latinos, aunque no raza latina, como ya nos llamaron
-latinos los griegos del Bajo Imperio, para quienes los alemanes y los
-ingleses, y con sobrada razón, eran latinos, porque habíamos sido todos
-civilizados por el latín y con el latín: por el Imperio latino de Roma y
-después por la Iglesia latina, de Roma. Podemos llamarnos latinos,
-porque nuestras lenguas proceden del latín, y, en este sentido, no son
-latinos los alemanes; pero no sé yo por qué los ingleses han de ser más
-germánicos que latinos ó celtas. Si es cuestión de vocablos, acaso, casi
-de seguro, hay en un Diccionario inglés tantas palabras tomadas del
-latín como tomadas de otro idioma. Y si nuestro latinismo se funda en
-el influjo civilizador de la Iglesia romana, desde la caída del Imperio
-hasta la Reforma, los ingleses y los irlandeses resultan más latinos que
-los españoles, quienes, durante toda la edad media, estuvieron mucho más
-separados que Inglaterra y que Irlanda del influjo de Roma.
-
-En resolución, y bajo cualquier aspecto que esto se mire, yo comprendo
-que, con el andar de los siglos, desaparezca del todo entre los
-_yankees_ la huella de su origen inglés, y entre los hispano-americanos
-la huella de su origen español, para que _yankees_ é hispano-americanos
-sean algo enteramente nuevo; pero no comprendo que _yankees_ é
-hispano-americanos se borren el ser inglés ó español que tienen para que
-aparezca por bajo un ser anglo-sajón ó latino, á la manera que se puede
-borrar lo escrito recientemente en un palimpsesto, para que salga á
-relucir por bajo alguna obra clásica de antigüedad remota.
-
-Si otro modo de transformación puede ó no ocurrir, misterio es profético
-en el que no debo entrar. Sólo digo que esta transformación, por cuya
-virtud quedasen _descastados_ los españoles ultramarinos, los vejaría
-más á ellos que á los españoles peninsulares. ¿Carecerá la raza que
-colonizó tan inmensa extensión de ambas Américas de vigor y de nervio
-suficientes para imponer el sello característico que la distingue?
-¿Cederá al empuje de la inmigración creciente, dejando, v. gr.,
-que los franceses ó los italianos se sobrepongan, y que las
-nuevas nacionalidades y tal vez las lenguas sean un conjunto
-italo-franco-hispano-lusitano, que venga á denominarse _latino_, para
-que no sea tan largo el término de expresión?
-
-Me parece que, en todo caso, han de pasar centenares de años antes de
-que esto ocurra.
-
-Lo más probable, así como lo más deseable, será que el Brasil,
-prescindiendo de tupinambas y guaranies, y de negros bundas y minas, y
-considerado como nación civilizada, siga siendo portugués de casta y
-origen, y que sus habitantes sigan hablando y escribiendo la lengua
-portuguesa, enriquecida ya por ellos con un tesoro de poesía épica y
-lírica y con muy estimables libros de historia y de derecho; que todas
-las repúblicas hispano-americanas, como pueblos civilizados, sigan
-siendo de origen español, y que sus ciudadanos sigan hablando la lengua
-de Castilla, en que han escrito Alarcón, Sor Juana Inés, Valbuena,
-Gorostiza, Ventura de la Vega, Baralt, Bello y Olmedo; y que los sesenta
-millones de _yankees_, que podrán dentro de poco pasar de ciento, sigan
-siendo ingleses por su origen, como pueblo civilizado, y sigan hablando
-la lengua inglesa. Las literaturas de estos pueblos seguirán siendo
-también literaturas inglesa, portuguesa y española, lo cual no impide
-que con el tiempo, ó tal vez mañana, ó ya salgan autores _yankees_ que
-valgan más que cuanto ha habido hasta ahora en Inglaterra; ni impide
-tampoco que nazcan en Río Janeiro, en Pernambuco ó en Bahía escritores
-que valgan más que cuanto Portugal ha producido; ó que en Buenos Aires,
-en Lima, en México, en Bogotá ó en Valparaíso lleguen á florecer las
-ciencias, las letras y las artes con más lozanía y hermosura que en
-Madrid, en Sevilla y en Barcelona.
-
-No niego yo la posibilidad de que los hispano-americanos nos superen; y
-si no deseo que se nos adelanten, porque la caridad bien ordenada
-empieza por uno mismo, deseo que nos igualen. Lo que niego es que, á no
-ser por decadencia y no por primor ó por adelanto, se vuelvan latinos.
-Afirmo la persistencia del españolismo, y en este sentido creo que la
-sentencia del Duque de Frías no puede fallar. Durante muchos siglos aún
-podremos exclamar con dicho poeta:
-
- Españoles seréis, no americanos,
-
-y podremos afirmar que el navegante que vaya por allí desde Europa,
-
- Al arrojar el áncora pesada
- En las playas antípodas distantes,
- Verá la Cruz del Gólgota plantada
- Y escuchará la lengua de Cervantes.
-
-Bolívar pudo sacudir el yugo del tirano Fernando VII; pero el otro yugo,
-suave y natural, del Manco de Lepanto y del ejército de escritores que
-le sigue, es yugo que nadie quiere, ni debe, ni puede sacudir.
-
-Otro sentimiento, que no nos es favorable, se deja traslucir además en
-el canto _Atlántida_. Es legítimo, sin duda, el deseo, y no deja de
-tener fundamento la esperanza que anima á los americanos, esto es, á los
-descendientes de europeos que fueron á colonizar á América, de que el
-porvenir de la humanidad está allí: de que, si en Asia, cuna de la
-civilización, hizo la humanidad grandes cosas, y de que, si más tarde,
-tal vez desde las guerras médicas, Europa adquiere la hegemonía,
-civiliza, domina el mundo y obra mil portentos, todavía América los
-obrará mayores en lo futuro, eclipsando las glorias de las más ilustres
-naciones de Asia y de Europa. Hasta este punto, el pensar y el aspirar
-son razonables y nada tienen de odiosos. Nada hay que decir, pongo por
-caso, de que un ciudadano de Chicago espere que el esplendor de su
-ciudad anuble dentro de poco el esplendor de la memoria de Roma, ó de
-que Nueva York haga olvidar á Sidón y á Tiro, ó de que por Boston se
-venga á oscurecer la fama de Atenas. Pero ya es de censurar, si
-traspasando este límite se advierte la impaciencia, que tiene algo de
-antinatural, como cuando un hijo piensa en que se le muera pronto su
-padre para heredarle, de que decaiga Europa, á fin de que se levanten
-las naciones de América con superior y no disputada grandeza.
-
-De todos modos, yo no apruebo esta especie de naciente rivalidad entre
-el mundo nuevo y el viejo, y creo compatible la grandeza de ambos mundos
-y posible el florecimiento de las naciones de por allá y de las de por
-acá; pero como de la emulación nacen los grandes hechos, y no hay éxito
-dichoso donde no hay confianza, aplaudo el júbilo soberbio con que
-Andrade parece que espera más de su raza que de Europa y que de los
-_yankees_, asegurando que su raza va á cumplir las promesas de oro del
-porvenir, el cual está reservado (en América se entiende)
-
- Á la raza fecunda
- Cuyo seno engendró para la historia
- Los Césares del genio y de la espada.
-
-Andrade quiere decir con esto, y yo me alegraría de que tuviese razón,
-pues aunque quiero bien á los _yankees_, quiero más á la gente de mi
-casta y sangre, que lo grande que tiene aún que hacer la humanidad lo
-van á hacer los hispano-americanos. Ojalá, repito, que sea así. Pero
-¿qué necesidad hay para ello de que nos considere ya muertos ó
-arruinados?
-
-Andrade, profetizando en favor de su raza, que él llama latina, exclama:
-
- Aquí va á realizar lo que no pudo
- Del mundo antiguo en los escombros yertos:
- La más bella visión de las visiones:
- Al himno colosal de los desiertos,
- La eterna comunión de las naciones.
-
-Supongo que el poeta intenta decir, aunque, francamente, lo dice mal,
-que, escuchando el himno colosal de los desiertos, esto es, en medio de
-la magnífica, exuberante y hermosa naturaleza de aquel nuevo é inmenso
-continente, la raza latina realizará al cabo
-
- La eterna comunión de las naciones,
-
-ó sea una confederación y consorcio de pueblos libres, prósperos,
-fuertes, ricos y llenos de altísima cultura.
-
-A nada de esto debe oponerse, sino aplaudir, todo _latino_ de por acá.
-Lo que yo no apruebo, y lo que no aprobará ningún _latino_ de los de
-esta banda, es que los _latinos_ de la otra banda pongan como condición,
-á lo que parece, el que se convierta en _escombros yertos_ este mundo
-antiguo, en el que hemos nacido y en el que vivimos.
-
-En un porvenir remoto, todo, sin embargo, es posible. Tal vez dentro de
-algunos siglos, en vez de venir los chilenos, peruanos, brasileños,
-etc., á estudiar, á divertirse y á gozar, en escuelas, teatros y
-bullicios de París, de Roma y hasta de Madrid y Sevilla, aunque decaídas
-ya estas poblaciones, vengan á visitar sus ruinas como visitan ahora los
-europeos las ruinas de Persépolis, Palmira, Nínive y Babilonia. Lo que
-casi no es posible, y vuelvo á mi tema, es que los hispano-americanos,
-aun después de ocurrido todo lo que dejo consignado, se conviertan en
-_latinos_. ¡Cuidado que á mí me encantan Horacio y Virgilio, y los
-Gracos y los Scipiones, y Paulo Emilio y Régulo, y los Fabios y los
-Decios! Aunque propiamente no sean latinas, todas las grandes cosas de
-la Italia moderna me maravillan también y me atraen. Yo reconozco y
-bendigo el influjo civilizador de Italia, la cual, hasta el siglo XVI, y
-desde siete siglos antes de Cristo, y aun desde más temprano si contamos
-con el florecimiento de la Etruria y de la Magna Grecia, es la maestra
-de las gentes; pero los discípulos no han perdido su ser y dejado de ser
-lo que eran. Un cordobés, paisano de Lucano y de Séneca; un señorito de
-Sevilla, paisano casi de Silio Itálico y de los emperadores Trajano,
-Adriano y Teodosio el Grande, ó un natural de Cádiz, paisano de los
-Balbos, me chocaría á mí que saliese con la tonada de que era latino,
-cuando tal vez no supiese decir en latín sino el _Gloria Patri_ y el
-_Sicut erat_. Hágase Ud. cargo si me chocará que un ciudadano de Buenos
-Aires, ó de Montevideo, ó de Quito, salga con que es latino ó de raza
-latina, como si tuviese á menos ó se avergonzase de ser de raza
-española.
-
-Pero, en fin, nada de esto destruye el mérito de los versos de Andrade,
-de que seguiré hablando otro día.
-
-Perdone Ud. que por hoy haya perdido yo tanto tiempo en mi inocente
-desahogo contra esta _latinidad_ postiza que por moda científica nos han
-colgado á todos.
-
- * * * * *
-
-
-_14 de Mayo de 1888._
-
-V
-
-Mi distinguido amigo: Confieso que el canto _Atlántida_ hace que me
-asalten con vigor mis dudas y cavilaciones sobre la poesía _docente_ en
-nuestra edad, en que todas las ciencias están metodizadas y ordenadas.
-
-Es de toda evidencia que existe aún sublime poesía _docente_, la cual,
-no sólo enseña el camino del progreso al linaje humano, sino que habla
-de Dios, revela los misterios del universo y de la historia, y mueve y
-levanta los corazones para que realicen nobles y útiles empresas. El
-influjo de esta poesía es hoy como nunca poderoso, y da un mentís á los
-que afirman que vivimos en época positiva y prosaica. Más que Tirteo en
-la antigua Grecia, influyen Whittier en la guerra civil de los Estados
-Unidos para dar libertad á los esclavos, y Quintana, en España,
-sosteniendo á la vez, con idéntico brío y en maravillosa y rica
-combinación, las ideas y los sentimientos que habían producido la
-revolución en Francia y el fervoroso patriotismo que abominaba de los
-que, por fuerza y sometidos ya á un tirano, aparentaban divulgar esos
-sentimientos y esas ideas á costa de la dignidad y de la independencia
-de las otras naciones.
-
-Jamás como ahora, á pesar de la manía de afirmar que estamos en la edad
-de la razón y que ha pasado la edad de la fe, ha sido el entusiasmo más
-contagioso, ni ha tenido más eficacia, precediendo á la acción el
-pensamiento, y revistiéndose para propagarse y transformarse en obras de
-la palabra rítmica, sonora y alada.
-
-Pero todo esto no es porque los poetas patenticen los arcanos que antes
-sabían sólo asociaciones secretas, ni hagan raros descubrimientos de que
-nadie se hubiera enterado hasta que ellos lo dijeron, sino porque á lo
-sentido, á lo imaginado y á lo pensado por muchos, tal vez informe y
-confusamente, aciertan á dar forma divina, sintiéndolo con más energía,
-imaginándolo con mayor lucidez, pensándolo con más limpia y pura
-claridad y comunicándolo así á las muchedumbres.
-
-Todo depende, pues, de una feliz forma íntima, de la oportunidad y del
-tino.
-
-Cierto escritor israelita ha compuesto un libro donde trata de probar
-que no hay sentencia alguna en el _Sermón de la Montaña_ que no hubieran
-pronunciado antes de Cristo estos ó aquellos doctores de la Sinagoga ó
-de sectas judaicas en disidencia. Miremos el asunto con mirada
-racionalista y profana, y concedamos por un instante que dice verdad el
-autor del libro. El mérito de Jesús no se menoscabará por eso; antes
-crece en nuestra mente y se magnifica. ¡Con qué inspiración
-imperiosamente persuasiva, con qué soberano magisterio, con qué arte
-prodigioso no diría Jesús su Sermón, cuando de un tejido de frases
-olvidadas ó desdeñadas de rabinos obscuros, y de los que nadie hacía ya
-caso, compuso una obra moral y social que ha renovado el mundo y que
-hace cerca de dos mil años es como el fundamento ideal de la vida y de
-las costumbres entre las naciones que gobiernan y dirigen los destinos
-humanos!
-
-En escala inferior, así es toda obra de un gran poeta. Nada explica
-mejor esto que dos palabras que no sé por qué han caído en desuso en
-nuestra lengua: la virtud de la _concinidad_ y el poder del
-_concionador_, en su acepción más elevada.
-
-Por una concinidad inspirada por el cielo, suponiendo fundada la crítica
-del autor israelita, hizo Jesús ley de la humanidad de un centón de
-máximas rabínicas; y por concinidad semejante, aunque en más baja
-esfera, influye un poeta en el porvenir de su pueblo con otro centón de
-lugares comunes.
-
-Todo estriba, más que en lo que se dice, en el modo de decirlo; pero
-este modo no está sujeto á reglas, ni se aprende estudiando la poética y
-la retórica, sino que brota del alma humana, altamente iluminada,
-predestinada y escogida. Así se concibe que sea poeta docente, poeta
-concionador, Olegario Andrade, que al cabo, en prosa, sabía poquísimo, y
-no tenía, por consiguiente, mucho que enseñar.
-
-Dos terribles escollos tiene que evitar el poeta que se engolfa por este
-mar de la poesía _docente_: el de mostrar enfático y falso sentimiento,
-que en vez de entusiasmar mueve á risa, y en este escollo Andrade, que
-es sincero, no tropieza jamás; y el de aspirar inocentemente á lo muy
-didáctico y caer en el prosaísmo, en lo cual no he de ocultar que
-Andrade alguna vez tropieza.
-
-Para enseñar de cierto modo, no vale ya ni sirve la verdadera poesía,
-aunque el metro y los consonantes valgan aún como recurso mnemotécnico.
-Cuando se apela á este recurso, en vez de crear versos áureos, como los
-de Pitágoras, ó máximas solemnes, como las de los antiguos sabios y
-poetas gnómicos, se suelen hacer versos, cuya utilidad yo no niego, pero
-que hacen reir de puro ramplones. Menester fué de todo el talento y buen
-gusto de Martínez de la Rosa para que sus dísticos del _Libro de los
-Niños_ no parezcan ridículas aleluyas, y suenen bien como suena:
-
- La conciencia es á la vez
- Testigo, fiscal y juez.
-
-Las máximas del barón de Andilla, por ejemplo, pueden ponerse en solfa,
-aunque enseñan cosas útiles, como la que dice:
-
- Niña, en la iglesia la cabeza tapa:
- San Lino lo ordenó, segundo Papa.
-
-Y en versitos, útiles también, viven en boca de las personas cultas las
-diferentes formas del silogismo, los impedimentos dirimentes del
-matrimonio, los requisitos que debe tener toda demanda de un abogado,
-los pretéritos y supinos y otras reglas de la gramática latina, y no
-pocos aforismos de medicina casera, como
-
- _Post prandium, dormire;_
- _Post cenam, mille passus ire._
-
-Ya, con mayor amplitud, se ha escrito en verso la Historia; y de ello
-nos da muestra notable el reverendo padre Isla, escribiendo la de
-España, que aprendí yo cuando chiquillo, desde
-
- Libre España, feliz é independiente,
- Se abrió al cartaginés incautamente,
-
-hasta
-
- Logre el cetro español años completos
- En Felipe, en sus hijos y en sus nietos.
-
-El canto _Atlántida_, si bien realzado con vuelos filosóficos, tiene
-algo de compendio de la historia de los pueblos latinos. Empieza el
-poeta con Roma, cuyo origen, crecimiento y grandeza nos pinta. Luego
-trae su decadencia y caída. Después de Roma, se levanta España, y el
-poeta encarece con amor nuestros grandes actos en la vida de la
-humanidad. Caemos también, y el poeta lamenta nuestra caída, y la
-atribuye á que cayó sobre nuestro espíritu
-
- La sombra enervadora del Papado,
-
-lo cual me desagrada, no tanto porque dude yo de que el Papado tenga
-_sombra enervadora_, ni de que esta sombra sea como la del manzanillo,
-causa de perdición y muerte, cuanto por el feísimo vocablo _Papado_, que
-hace pensar en la _papada_, y que se me resiste en verso heroico.
-
-En pos de España, que
-
-..... duerme acurrucada
- Al pie de los altares,
- Calentando su espíritu aterido
- En la hoguera infernal de Torquemada,
-
-viene Francia, recoge el cetro de los latinos, produce á Voltaire, y nos
-da en seguida su magnífica revolución, hoguera de efecto contrario al de
-la hoguera inquisitorial:
-
- Hoguera en cuya lumbre soberana
- Va a forjar, como en fragua ciclopea,
- Su eterno cetro la razón humana.
-
-Francia cae también en Sedán, y ya le llega su turno á la América.
-Andrade, con todo, no nos da por muertos aún. Cree que aun tenemos ser,
-y lo expresa en estos versos generosos:
-
- Anteos de la historia,
- Los pueblos que el espíritu y la sangre
- Llevan de aquella tribu aventurera
- Que encadenó á su carro la victoria,
- Ya los postre ó abata
- La corrupción ó la traición artera,
- No mueren aunque caigan. Así Roma
- En su tumba de mármol se endereza
- Y renace en Italia, como planta
- Que el polvo de los siglos fecundiza.
- Así España sacude la cabeza
- Tras largas horas de sopor profundo,
- Y arroja los fragmentos
- De su pasada lápida mortuoria,
- Para anunciar al mundo
- Que no ha roto su pacto con la gloria.
- Y Francia, la ancha herida
- Del pecho no cerrada,
- En la sombra se agita cual si oyera
- Rumores de alborada.
-
-Á pesar de todo, América se adelanta y se apercibe ya á hacer el primer
-papel:
-
- Á celebrar las bodas del futuro
- En sus campos de eterna primavera,
-
-y á dar
-
- Ámbito y luz en apartadas zonas
- Al genio inquieto de la vieja raza,
- Debelador de tronos y coronas.
-
-Nada falta ya en América á este genio latino. Allí va á realizar
-prodigios que en balde hemos pugnado por realizar nosotros: el poeta
-sueña hasta con una nueva religión más comprensiva y sublime que las
-profesadas hasta ahora.
-
- Y el Andes, con sus gradas ciclopeas,
- Con sus rojas antorchas de volcanes,
- Será el altar de fulgurantes velos
- En que el himno inmortal de las ideas
- La tierra entera elevará á los cielos.
-
-En la descripción de esta América, ocupada por la _raza latina_, campo
-abierto á su afán, pone Andrade rasgos brillantes y espléndidos colores.
-
-La enumeración y la calificación de las diversas repúblicas tienen
-hermosos versos.
-
-Allí vemos á
-
-..... Colombia adormecida
- Del Tequendama al retemblar profundo;
- Colombia la opulenta,
- Que parece llevar en las entrañas
- La inagotable juventud del mundo;
-
-Á Venezuela, cuna de Bolívar; al Perú, aunque vencido, no humillado; á
-Chile, el vencedor, que
-
-..... fuerte en la guerra,
- Pero más fuerte en el trabajo, vuelve
- A colgar en el techo
- Las vengadoras armas, convencido
- De que es estéril siempre la victoria
- De la fuerza brutal sobre el derecho;
-
-al Brasil,
-
- Á quien sólo le falta
- El ser más libre para ser más grande;
-
-y, por último, á la patria del poeta, á la rica y extensa patria
-argentina:
-
- La patria, que ensanchó sus horizontes
- Rompiendo las barreras
- Que en otrora su espíritu aterraron,
- Y á cuyo paso en los nevados montes
- Del Génesis los ecos despertaron.
- La patria, que, olvidada
- De la civil querella, arrojó lejos
- El fratricida acero,
- Y que lleva orgullosa
- La corona de espigas en la frente,
- Menos pesada que el laurel guerrero.
- ¡La patria! En ella cabe
- Cuanto de grande el pensamiento alcanza:
- En ella el sol de redención se enciende;
- Ella al encuentro del futuro avanza,
- Y su mano, del Plata desbordante
- La inmensa copa á las naciones tiende.
-
-Los últimos versos, á pesar de las asonancias repetidas, y que ya no se
-sufren, son un bellísimo y entusiasta llamamiento á los europeos, de
-_raza latina_, para que vayan á colonizar en la Plata.
-
- ¡Ámbito inmenso, abierto
- De la raza latina al hondo anhelo!
- ¡El mar, el mar gigante, la montaña
- En eterno coloquio con el cielo.....
- Y más allá desierto!
- ¡Acá ríos que corren desbordados;
- Allá valles que ondean
- Como ríos eternos de verdura,
- Los bosques á los bosques enlazados;
- Doquier la libertad, doquier la vida
- Palpitando en el aire, en la pradera,
- Y en explosión magnífica encendida!
-
-Por lo citado y expuesto, se ve que, á pesar de todo su desaliño y demás
-faltas, era Andrade un inspirado y original poeta; pero tal vez
-resplandecen más sus buenas cualidades cuando desecha la serenidad
-didáctica, es lírico puro y se deja llevar de la pasión que le agita.
-Habrá acaso en esta pasión algo de poco razonable; pero esto no importa
-cuando la pasión no es singular, sino de muchas gentes, de las cuales el
-poeta se hace eco y es órgano.
-
-Así, más que el patriotismo, el americanismo de Andrade.
-
-Justo es que todo Estado independiente ponga el mayor empeño en
-conservar y hacer respetar su autonomía. Justa es también cierta
-mancomunidad de intereses entre todas las repúblicas de origen español,
-y así lamentamos las guerras, harto crueles con frecuencia, que se han
-hecho entre sí estas repúblicas. Chile ha asolado y arruinado el Perú.
-El Paraguay ha quedado medio desierto después de la última guerra. Justo
-es que todas estas repúblicas, ya que se separaron de la metrópoli y de
-los Estados de Europa, se enojen de toda tutela ó curatela que aspiremos
-á imponerles. Nada más impolítico, absurdo y deplorable que nuestra
-guerra del Pacífico y que la expedición á México, que puso al infeliz
-Maximiliano sobre su instable y peligroso trono.
-
-Delirio fué, en mi sentir, el más ó menos vago proyecto, no nacional,
-sino palaciego, que hubo, tiempo há, en España, ya de levantar en la
-misma México, ya en Quito, un trono para algún príncipe ó semipríncipe
-de nuestra dinastía. España, por dicha, no piensa ya, si es que pensó
-alguna vez, en nada semejante, y hasta abomina de ello.
-
-Las demás naciones de Europa, escarmentadas con el cruelísimo ejemplo de
-Maximiliano, y convencidas de que no es posible, ni conveniente, que
-reine en América un príncipe europeo, no acometerán ya jamás tales
-empresas, y no se dejarán seducir, y se taparán las orejas para no oir
-las excitaciones, los ruegos y las promesas de los americanos
-monárquicos, si aun los hubiere después del escarmiento último. Pero
-concediendo esto, no podemos conceder que haya nada de juicioso en el
-americanismo exagerado. ¿Dónde está, ni cómo puede concebirse este
-antagonismo ó contraposición entre Europa y América, cuando la América
-civilizada no es, ni puede ser, sino la prolongación, el complemento,
-una parte del triunfo de la civilización europea y cristiana sobre la
-naturaleza bravía y no domada aún por el hombre; y sobre las razas
-bárbaras y salvajes, que, al contacto de los europeos, ó se mezclan con
-ellos y se regeneran y levantan, ó perecen y se hunden?
-
-Alzar en América un reino ó imperio nuevo sería locura. Admirémonos de
-la previsión astuta de D. Juan VI, ó de sus consejeros, que habilitó á
-D. Pedro de Braganza para decir su famoso _fico, me quedo_, y quedar en
-efecto de emperador del Brasil; pero lo que no se hizo en sazón no se
-remedia cuando fuera de sazón quiere hacerse. La América española debe
-ya ser, y es menester que siga siendo republicana y señora de sí misma.
-No autoriza esto, con todo, ni menos justifica los arbitrarios asertos
-de que la virtud, el desinterés y la libertad se fueron al Nuevo Mundo,
-y el hablar con horror de la tiranía de los reyes y de la bajeza
-lacayuna de los pueblos que los sufren, cuando en América se han
-sufrido dictadores y tiranos más zafios, ruines, sanguinarios y
-codiciosos que nuestros peores reyes. En ninguna nación civilizada de
-Europa ha habido, desde hace un siglo, sobre ningún trono, más
-aborrecible y cruel tirano que Rosas. Y, por otra parte, el sufrir los
-desmanes, los vicios, los crímenes y las insolencias de un rey no
-humilla tanto, ya que, en virtud de una ficción legal, aquel hombre
-está, para bien de todos, colocado aparte, y como por cima de los demás,
-y es monumento vivo de antiguos héroes y caudillos y de mil gloriosos
-hechos; mientras que un tirano improvisado sale á veces de la hez, del
-cieno, del más hondo sedimento de las cloacas sociales, y se encumbra,
-por fuerza ó astucia, no en virtud de ley antigua y veneranda, sino
-hollando todas las leyes, para plantar su rudo pie sobre el pescuezo de
-sus iguales y de sus superiores.
-
-Pero, por cima de todas estas consideraciones, vienen á ponerse el brío
-patriótico, la noble independencia, y el orgullo, para mí digno de
-aplauso, que prefiere hasta la mayor infelicidad en casa, á un bien, á
-una ventura, á una felicidad que acudan á traernos los extraños; por
-todo lo cual aplaudo yo á Andrade, más que cuando adoctrina á todo el
-humano linaje, cuando se revuelve contra nosotros los europeos y nos
-injuria elegantemente, en el ardor de su lírica vehemencia, y nos llama
-enflaquecidos, corrompidos, lacayos, esclavos y otras lindezas.
-
-Su poesía _La Libertad y la América_ es á la vez una diatriba contra
-nosotros, un himno triunfal al Nuevo Mundo y un cartel de desafío á los
-europeos.
-
-Y, sin embargo, ésta es la composición que más me agrada de Andrade. En
-la facilidad, en la riqueza y en la fluidez, parece de Zorrilla; y
-parece de Víctor Hugo en la crudeza y en el furor con que ensalza á los
-suyos y á nosotros nos vilipendia y deprime.
-
- Aquí donde algún día vendrán las razas parias
- A entrelazar sus brazos en fraternal unión,
- A despertar acaso las selvas solitarias,
- Con el sublime acento de místicas plegarias,
- Cantando los esclavos su eterna redención.
- Aquí la vieja Europa con mano enflaquecida,
- Con la altanera audacia de la codicia vil,
- Quiere injertar su sangre, su sangre corrompida,
- Que se derrama á chorros por anchurosa herida,
- En la caliente sangre de un pueblo varonil.
- Y allá en la blanca cima do el cóndor aletea,
- Clavar sobre los cielos su roto pabellón;
- Y acá sobre su espalda robusta y gigantea
- Colgar de sus lacayos la mísera librea,
- Colgar de sus esclavos la insignia de baldón.
-
-Contra este supuesto propósito de Europa, el poeta se alza lleno de
-indignación, y llama al combate, así á los héroes vivos, como á los
-héroes muertos; á aquellos que, durante la guerra de emancipación,
-
- En el mar, en el valle, en las montañas,
- Revolcaban al león de las Españas,
- Que bramaba de rabia y de coraje.
-
-Volviendo luego al primer metro, continúa el cántico triunfal y
-profético americano, vaticinando un porvenir glorioso para el Nuevo
-Mundo, é implícitamente al menos, la ruina del Mundo Antiguo.
-
- ¡América! tus ríos te ofrecen ancha copa;
- La túnica del iris, espléndido dosel;
- Las selvas seculares son pliegues de tu ropa;
- En tus desiertos cabe la vanidad de Europa:
- Las razas del futuro te buscan en tropel.
- ¡Ni siervos, ni señores, ni estúpido egoísmo!
- Al Universo anuncia tu gigantesca voz.
- En vez de las almenas del viejo feudalismo,
- Con la frente en el cielo, la planta en el abismo,
- Los Andes se levantan para tocar á Dios.
-
-Y, por último, el poeta asegura que la historia va á terminar allí; que
-el _non plus ultra_ de todos los ideales está en su continente; que no
-hay otro más allá de bello, de bueno, de noble, ni de santo, que lo que
-su América realice:
-
- Tus Andes son el templo de cúpula de hielo,
- En que, después de rudo y ardiente batallar,
- Vendrá á colgar sus armas con religioso anhelo
- La caravana humana para elevar al cielo
- El himno sacrosanto de amor y libertad.
-
-Claro está que en todo esto hay mil parabienes agoreros que deben
-lisonjear á los argentinos; justas aspiraciones y egregias esperanzas, y
-además lirismo y pompa poética que á todos nos hechizan. Hay también
-extravagancias, así en el fondo como en la forma, de cuyas tres cuartas
-partes, lo menos, hago yo responsable á Víctor Hugo y á la manía que
-inspira de imitarle.
-
-Veremos aún el _Prometeo_ y otros poemas. Temo cansar á Ud. con tan
-largo examen crítico; pero Ud. lo ha querido, y ya no hay más sino
-llevarlo con paciencia.
-
- * * * * *
-
-
-_4 de Junio de 1888._
-
-VI
-
-Mi distinguido amigo: Incompleto quedaría mi examen de las obras
-poéticas de Andrade si no hablase yo de la más transcendental: de su
-_Prometeo_, inspirado por el de Esquilo.
-
-La crítica literaria dictó en el siglo pasado sentencias tan contrarias
-á las que dicta en el nuestro, que sería largo demostrar aquí que hoy es
-cuando tenemos razón, y que los críticos de entonces se equivocaban.
-Así, pues, suprimo pruebas en gracia de la brevedad, y doy por
-demostrado que tenemos razón ahora: que ahora toda sentencia que recae
-sobre libros de la clásica antigüedad es definitiva é irrevocable.
-
-El _Prometeo_ de Esquilo, por lo tanto, drama para los críticos
-franceses pseudoclásicos, como Voltaire y La Harpe, bárbaro, sin acción
-y sin caracteres, es para nosotros, y en realidad y para siempre, un
-prodigio de poesía: una de las obras más sublimes que ha producido el
-ingenio humano. Dicen que Esquilo consagró sus tragedias al Tiempo, y
-tuvo razón, ya que el Tiempo agradecido le hace justicia. Hoy las
-admiramos todas, y sobre todas la de _Prometeo_, aunque es la segunda
-parte de su trilogia, de la cual, salvo cortos fragmentos, se han
-perdido la primera parte y la tercera. En traducir el _Prometeo_, en
-comentarle, en explicarle, en completarle ó en imitarle, se han empleado
-los más egregios poetas, críticos, filólogos y pensadores de nuestra
-edad: Shelley, Byron, Edgardo Quinet, Goethe, Bunsen, A. Maury, Patin y
-mil otros. Unos han puesto en verso cuanto suponen que Esquilo dejó por
-decir, ó cuanto dijo y se perdió; otros han dado sentido nuevo á la
-fábula; otros han disertado largamente para desentrañar todos los
-misterios que la fábula esconde.
-
-Tal vez esta fábula, entendida de cierto modo, se aviene con el prurito
-de impiedad y de rebeldía blasfema que hoy atosiga muchos espíritus, y
-que ha inspirado, por ejemplo, el himno á Satanás de Josué Carducci: tal
-vez se aviene con la suposición de que en el Supremo Dispensador de los
-destinos humanos hay tiranía y malevolencia, y de que la gloria y la
-grandeza del audaz linaje de Japeto está en rebelarse contra esa tiranía
-y su bienaventuranza en sacudir el yugo.
-
-Aun antes de nuestro siglo, entre los vates precursores, aparece Milton,
-el cual, en medio de su fe cristiana, sentía ya ese espíritu de rebelión
-y simpatizaba con él; por donde pone noble grandeza y egregia hermosura
-en su Príncipe de los demonios, y aun toma para pintarle rasgos del
-Prometeo del trágico griego.
-
-La sospecha ó la acusación contra la impiedad de Esquilo hubo de
-mostrarse ya cuando él vivía, y dar origen á la historia de que le mató
-el águila de Júpiter, dejando caer sobre su calva frente una tortuga que
-llevaba entre sus garras por el aire.
-
-Críticos y comentadores hay, con todo, que, lejos de ver impiedad en
-Esquilo, le consideran piadosísimo, y explican la trilogia de Prometeo
-dándole significación profundamente religiosa. Si el poeta pecó en algo,
-fué en divulgar doctrinas esotéricas, que se transmitían sólo á los
-iniciados en los misterios y que se custodiaban en el seno de colegios
-sacerdotales.
-
-Por lo demás, como todas las mitologías, y singularmente la griega, se
-formaron por amalgama ó fusión de opuestas y encontradas creencias y
-modos de sentir y entender, resulta que en esta fábula de Prometeo hay
-varias y aun opuestas interpretaciones, según se la considere, y aun
-según sea el autor de que se tome, pues también antes de Esquilo la
-trató Hesíodo.
-
-De aquí que muchos, apoyándose en la idea de que hubo una revelación
-primitiva, cuya luz aparece, aunque ofuscada, en el seno del paganismo,
-ya ven en el Titán filántropo, que padece por amor de los hombres, una
-confusa prefiguración del Redentor; y ya ven lo mismo en el hijo de
-Júpiter, en Hércules, que mata el buitre ó el águila que devoraba el
-renaciente hígado de Prometeo, y reconcilia á éste con Júpiter, á la
-cual interpretación vienen á dar más fuerza las palabras en que explica
-Hesíodo la buena voluntad con que Júpiter perdona; porque «así se
-difundía con mayor gloria sobre la tierra la virtud de su Hijo muy
-amado».
-
-En el poema de Andrade, más lírico que épico, donde se narra poco y hay
-muchos versos en que habla el Titán, esta confusión, ó más bien
-oscuridad entre lo impío y lo piadoso, persiste y no se disipa.
-
-¿Será á Júpiter, ó á Dios mismo, á quien por boca del Titán dice el
-poeta todos estos insultos y amenazas?
-
- ¡Oh Dios caduco! grita
- El titán impotente:
- Como esta negra carne que renace
- Bajo el pico voraz del cuervo inmundo,
- Renacerá fulgente
- Para alumbrar y fecundar el mundo
- La chispa redentora
- Que arrebaté á tu cielo despiadado.
- Germen de eterna aurora
- Del caos en las entrañas arraigado!
- Desata, Dios caduco,
- La turba ladradora de tus vientos;
- Sacude los andrajos de tus nubes,
- Y acuda á tus acentos
- La noche con sus sombras,
- Con montañas de espuma el Oceano:
- No apagarán la luz inextinguible
- Del pensamiento humano.
- ¿Qué importa mi martirio,
- Mi martirio de siglos, si aun atado,
- Júpiter inmortal, yo te provoco,
- Júpiter inmortal, yo te maldigo?
- ¿Si el viejo Prometeo, el titán loco,
- El mártir de tu encono,
- Siente tronar la ráfaga tremenda
- Que va á tumbar tu trono?
-
-Otro punto hay también, en el cual los opuestos y discordantes elementos
-que entraron en la fábula, argumento de la tragedia de Prometeo, hacen
-oscura su significación en Esquilo. Todavía, después de tantos siglos,
-queda en el poema de Andrade la misma oscuridad, vaguedad ó indecisión,
-la cual sería grave falta en cualquiera obra didáctica en prosa; pero en
-verso está bien y tiene singular hechizo, pues pinta la indecisión, las
-dudas, las contradicciones de la mente humana, así cinco ó seis siglos
-antes de Cristo, como diez y nueve después.
-
-Entonces y ahora los hombres no estaban ni están contentos y satisfechos
-de lo presente; y así, ya fingen la edad de oro en lo pasado, de la cual
-hemos descendido por nuestra culpa hasta esta mísera edad de hierro; ya
-pintan, en lo pasado, una humanidad bestial y feroz, que ha ido y va
-levantándose, poco a poco, hacia el bien, la luz y la perfección; ya,
-concertando la antinomia, aseguran la caída primera, creen en una
-redención ulterior, y en pos de esta redención en el progreso.
-
-De todo esto hay vagamente en Esquilo; y de todo esto hay también
-vagamente en Andrade.
-
-A la verdad, cuando el Prometeo de este último, atado siempre y
-padeciendo su martirio, llega á descubrir sobre el Gólgota la Cruz del
-Salvador, el poeta argentino nos alucina por un momento y nos parece
-completamente cristiano. Se puede imaginar que la significación
-profética que da Augusto Nicolás á Prometeo es la que le inspira. El
-Prometeo de Andrade dice algo por el orden de las santas y hermosas
-palabras del viejo Simeón: _Nunc dimittis servum tuum, Domine, in pace,
-quia viderunt oculi mei salutare tuum._
-
- «¡Al fin puedo morir--grita el gigante
- Con sublime ademán y voz de trueno.--
- Aquella es la bandera de combate,
- Que en el aire sereno
- Ó al soplo de pujantes tempestades
- Va á desplegar el pensamiento humano,
- Teñida con la sangre de otro mártir,
- Prometeo cristiano,
- Para expulsar del orgulloso Olimpo
- Las caducas deidades.
- Es un nuevo planeta que aparece
- Tras los montes salvajes de Judea
- Para alumbrar un ancho derrotero
- Á la conciencia humana:
- El germen fulgurante de la idea
- Que arrebaté al Olimpo despiadado;
- La encarnación gigante de mi raza,
- La raza prometeana.
- ¡Al fin puedo morir! Hijo de Urano,
- Llevo sangre de dioses en las venas.
- ¡Sangre que al fin se hiela!
- Aquel que me sucede, hijo del hombre,
- Lleva el fuego sagrado,
- Que eternamente riela,
- Ya le azoten los siglos con sus alas,
- Ó el viento furibundo;
- El fuego del espíritu, heredero
- Del imperio del mundo.»
-
-Sin embargo, después de la atenta lectura de estos versos, se nota harto
-bien que el sentimiento cristiano ha entrado en ellos en pequeñísima
-dosis.
-
-Cristo, según el poeta, vale más que Prometeo, no porque es Dios, sino
-porque es menos Dios y más hombre que el titán. Para el poeta, Prometeo,
-Cristo, Galileo, Sócrates, en suma, todo sabio que haya sido algo
-perseguido ó muy perseguido por clérigos y frailes, por inquisidores ó
-por dioses de cualquiera laya, viene á ser un titán, un Prometeo de
-mayor ó menor calibre, la personificación ó la encarnación del
-pensamiento humano, que es el verdadero Dios que inspira su poema y á
-quien le dedica.
-
-El Prometeo de Andrade muere en cuanto ve morir á Jesús, y muere porque
-mueren los dioses todos para que reine sin rival el espíritu del hombre.
-
-El poeta termina su obra entonando á este espíritu un cántico triunfal
-muy entusiasta. Todos los pensadores futuros serán otros tantos
-Prometeos, que es de suponer que no llegarán á padecer, ni con mucho, lo
-que padeció el titán, ni serán crucificados como Cristo, ni beberán
-cicuta como Sócrates, ni tendrán que sentir ninguna otra desazón
-mayúscula, como no hagan alguna tunantería ó algún disparate. Estos
-nuevos pensadores contribuirán á que amanezca pronto el claro día
-
- En que el error y el fanatismo espiren
- Con doliente y confuso clamoreo.
-
-Los poetas harán también brillante papel en este drama del porvenir.
-Andrade no cree, por dicha, como creen y sostienen ahora algunos
-pensadores del Ateneo de Madrid, que la poesía, al menos la rimada ó
-metrificada, va á morir por inútil. Los poetas serán las aves que
-cantarán la venida de esa aurora mental y social, y que secarán con sus
-alas la sangre y el sudor de los pensadores, perseguidos ó afanosos, si
-ellos se afanan y si alguien los persigue.
-
-Para mí es evidentísimo que hay en todo este poema de Andrade portentoso
-brío y gran vuelo de inspiración. Lo que se echa muy de menos, y ¿por
-qué no decirlo con franqueza? es el estudio para prepararse á escribirle
-y el estudio al escribirle.
-
-No quiero pararme en el desaliño ni en las rarezas del lenguaje. No
-gusto de disputar, y alguien hallará bien quizás lo que yo hallo
-deplorable; pero quede consignado, sin atreverme á decir que no está
-bien, que no me suena el que Cristo sea _planeta_, y que preferiría que
-fuese _estrella_ ó _sol_; que la raza _prometeana_ me choca y lastima
-los oídos, y que celebraría yo que Prometeo viese la Cruz y no la
-_silueta_ de la Cruz. La _silueta_ me hace pensar en seguida en
-figurillas de papel recortadas con tijeras.
-
-Las fábulas gentílicas no merecen el respeto que merece la historia. El
-poeta puede modificarlas á su antojo y bordar sobre ellas; pero aun en
-esta licencia se han de poner condiciones: de no observarlas, surgirán
-inconvenientes en daño del poema licencioso. Mientras más clara y
-transparente sea en Prometeo la representación del genio del hombre ó
-del pensamiento humano, menos vida poética tendrá el personaje: más se
-acercará á la fría abstracción: más se esfumará como mera é insustancial
-alegoría. Para Esquilo y para los atenienses, público de Esquilo,
-Prometeo era persona de verdad; y Júpiter y las ninfas del Océano, y
-todos los seres que aparecen en el drama, distan mucho de ser
-abstracciones y vanas prosopopeyas. Por esto sólo, aunque no lo fuese
-por más, sería el Prometeo de Esquilo superior á todos los Prometeos que
-se han escrito más tarde.
-
-Los denuestos del poeta griego contra su Zeus ó Júpiter, vivo y
-reinante, debían de pasmar por su audacia: eran la protesta hermosa del
-derecho y de la razón contra la violencia y el poder. En el día nada
-significa hablar mal de Júpiter. Y si Júpiter es la superstición, el
-fanatismo, la idea de Dios ó un Dios en quien no se cree, y es como si
-no fuera, todo elemento dramático y épico se desvanece, y se reduce el
-poema á la lucha de una abstracción contra otra.
-
-Ya se entiende que digo esto como consideración general, que afecta poco
-al mérito del poema de Andrade. El, ó reflexivamente ó por instinto,
-pensó como yo, é hizo su poema lírico, y no epopeya ni drama.
-
-Y no es esto decir que, en nuestra edad moderna, no sea posible una
-epopeya ó un drama sobre Prometeo; pero, á mi ver, ha de ser de uno de
-estos tres modos: ya poniendo en parodia y en solfa el asunto, como en
-las operetas de Offenbach; ya ciñéndose con inspiración erudita al
-espíritu y pensar de los antiguos, sin bastardear ni mezclar las ideas
-anacrónicamente. Por tal estilo, bien podría un poeta muy helenista y
-muy sabio restaurar la trilogía, completando lo que de Esquilo nos
-falta, así como Leopardi compuso el himno á Neptuno, que parece
-traducción literal de uno de los himnos que se atribuyen á Homero.
-Puede, por último, y más bien pudo hará doscientos ó más años, cuando la
-filosofía de la historia no se había popularizado tanto, y cuando los
-poetas no metafisiqueaban tanto como hoy á sabiendas y reflexivamente,
-dar la fábula de Prometeo asunto para un drama, que no fuese bufo como
-las operetas, ni arqueológico tampoco, sino con moderno significado.
-
-Calderón, á mi ver, nos dejó lindo ejemplo de esto en su precioso drama
-_La estatua de Prometeo_. Su intento fué sólo escribir una gran comedia
-de magia con mucha vistosa pompa, música y canto; pero la inspiración
-fué más allá del intento. Informada é iluminada la fábula terrible por
-la luz del cristianismo y por sus alegres esperanzas, toma el aspecto
-más risueño y tiene el desenlace más dichoso. El coro canta, con razón,
-al terminar:
-
- Feliz quien vió
- El mal convertido en bien
- Y el bien en mejor.
-
-Prometeo, así como Epimeteo su hermano, no son figuras alegóricas, sino
-personajes reales. Prometeo, sabio; Epimeteo, guerrero. Representan, no
-obstante, la lucha de las armas y las letras, de la razón y de la
-pasión, de la ciencia y del instinto violento y ciego. Aunque rodeados
-de personajes simbólicos y mitológicos, hay realidad y vida en ambos
-protagonistas.
-
-La lucha que entre ellos estalla viene á parar en reconciliación
-interviniendo Minerva, ó la sabiduría misma, y Apolo, ó el padre de la
-luz, los cuales interceden con el sumo Jove, quien perdona antes de que
-Prometeo padezca el suplicio á que estaba condenado. Pandora no es
-causa de todos los males, como en Hesíodo, tan aborrecedor de las
-mujeres.
-
-Para el galante Calderón, que rendía culto á la mujer, y para quien
-
-.....Si el hombre es breve mundo,
- La mujer es breve cielo,
-
-Pandora, que representa á la mujer, completa la dicha del sabio,
-casándose con él y amándole. Robar el fuego del cielo resulta chico
-pecado y perdonable atrevimiento, en vista de los bienes que acarrea, y
-sobre todo
-
- Porque nunca niega
- Piedades un Dios.
-
-La maravillosa y estupenda fantasía de Calderón despliega toda su virtud
-en el robo mismo del fuego, en la aparición de Prometeo, cuando ya le
-trae del cielo, y en la repentina y milagrosa vivificación de la estatua
-que se convierte en mujer, hermosa y sabia, hasta el punto de
-confundirse con Minerva, cuando Prometeo le da la llama celestial, que
-la penetra y la anima.
-
-Un crítico de buena voluntad y transcendente, como hoy se usan, pudiera
-sacar de _La estatua de Prometeo_ mil deliciosas, amenas y hasta
-profundas filosofías.
-
-No me incumbe á mí hacerlo ahora; y me vuelvo á Andrade.
-
-En éste no son tan atinadas como en Calderón las modificaciones ó
-innovaciones. Algunas van contra todo razonable simbolismo y le truecan
-en embolismo. El Titán, hijo de Japeto, es y quiere Andrade que sea el
-pensamiento humano. ¿Por qué, pues, le hace pelear contra Júpiter, con
-los otros titanes, que significan las fuerzas cósmicas, fatales é
-ininteligentes, en las que Júpiter pone orden y ejerce imperio? Prometeo
-aconsejó á los titanes que no se rebelasen contra Júpiter.
-
-También es raro que los titanes para escalar el cielo monten á caballo y
-galopen como gauchos por la pampa, y en corceles de semoviente y animado
-granito. Para subir al asalto de una fortaleza, á un monte enriscado ó
-al cielo, no valen corceles si no tienen alas como el Pegaso. Además, yo
-creo que la lucha de los titanes contra Júpiter es difícil de pintar sin
-que el poeta moderno quede deslucido, cuando esta lucha inspiró en la
-Teogonía los versos más sublimes y verdaderamente titánicos al vate de
-Ascra.
-
-A pesar de todo lo expuesto, y para terminar sin cansar demasiado ni al
-público ni á Ud., diré que, tanto por las composiciones de que he
-hablado, como por _El nido de cóndores_, _A Paisandú_ y otras que no
-cito, Andrade es uno de los más ilustres poetas que ha habido en
-América, y valdría más que Olmedo ó que Bello, y tanto como Quintana, si
-hubiese cursado más humanidades y hubiese tenido más y mejores lecturas.
-
-Andrade, por último, como otros poetas argentinos, como Mármol,
-Echevarría y Obligado, tiene en su lira cuerdas que á Quintana le
-faltan. Andrade siente, ve y comprende, con profundo sentimiento
-poético, la naturaleza que le rodea. Si hubiera él olvidado ó
-descuidado más á Víctor Hugo y engolfado menos su alma en la filosofía
-de la historia, hubiera sido aún más notable poeta pintando la
-naturaleza americana y cantando de amor y de hermosura, mejor que de
-evoluciones y de progreso.
-
-
-
-
-EL PARNASO COLOMBIANO
-
-
-_13 de Agosto de 1888._
-
-Á D. JOSÉ RIVAS GROOT
-
-I
-
-Muy distinguido señor mío: Vergüenza me da de no haber contestado aún á
-la amabilísima carta de Ud. fecha en Bogotá el 29 de Octubre de 1887.
-Pido á Ud. por ello mil perdones y le ruego que crea que en parte mi
-desidia y en parte mil quehaceres y cuidados han tenido la culpa de mi
-tardanza.
-
-La carta de Ud., que recibí á su debido tiempo, me alegró y lisonjeó
-mucho. Con ella recibí el estimable presente que me hizo Ud. de un
-ejemplar del _Parnaso Colombiano_.
-
-En la carta me pide Ud. ó muestra deseos de saber mi opinión sobre los
-poetas cuyas composiciones contienen los dos tomos del _Parnaso_. Y
-pensando yo en darla, después de reflexivo estudio, y con el mejor tino
-que pudiese, he dejado hasta hoy correr el tiempo, sin hacer nada de la
-tarea que me había prescrito.
-
-Pocos meses há empecé á escribir estas _Cartas americanas_, y claro
-está que de uno de los libros de que yo más detenidamente deseaba hablar
-en ellas era del que Ud. me había remitido; pero más fáciles asuntos me
-han salido al paso, y todavía no he satisfecho mi deseo.
-
-Entre tanto, he recibido, sin saber quién me los envía, los números de
-_La Nación_, de Bogotá, fechas 18 y 25 del último Mayo, donde contesta
-usted muy discreta y amablemente á mi primera _Carta americana_,
-defendiendo con gran calor y habilidad á Víctor Hugo é impugnando mi
-crítica en lo que á Víctor Hugo es adversa.
-
-En la impugnación se muestra Ud. tan cortés, tan benigno y tan amable
-conmigo, que la gratitud me desarma, y casi me siento capaz, á fin de
-ser á Ud. grato, de confesar que me he equivocado: que la musa de Víctor
-Hugo no tiene falta ni mácula, y que, si la tiene, la hermosea en vez de
-afearla, como velloso lunar á una linda moza, haciendo resaltar más con
-su negrura lo sonrosado de la mejilla ó la limpia candidez de la desnuda
-espalda, donde el lunar campea y descuella como matita de bambúes en
-prado de flores.
-
-Los artículos de Ud. me llevan además á hacer escrupuloso examen de
-conciencia. ¿Señor--me digo,--habré yo pecado denigrando, ó rebajando al
-menos, el mérito del gran poeta por odio y envidia de español contra lo
-francés en particular, y en general contra todo lo extranjero? Raro es
-el español que sintió jamás tal odio ni tal envidia, y no soy yo ese
-español raro.
-
-Hasta cuando estábamos muy soberbios y engreídos y no cesábamos de
-hablar de Pavía, Otumba, San Quintín y Lepanto, y de que el sol no se
-ponía en nuestros dominios, no nos dió jamás por denigrar á nadie.
-
-Todo nos parecía mejor en tierra extranjera, ó porque era mejor, ó
-porque el atractivo de la novedad hacía que así nos pareciese. Hasta los
-poetas, que por lo común son arrogantes, eran humildes en España al
-compararse con los extranjeros. Lope de Vega, por ejemplo, que no me
-parece que era un poeta de tres al cuarto, decía, refiriéndose á los
-italianos, que no se atrevía á competir con ellos,
-
- Que son solos y soles,
- Él con sus rudos versos españoles.
-
-Lo que es en el día andamos tan abatidos, que no hay objeto que no nos
-parezca mejor siendo extranjero que siendo español; y de cuanto
-admiramos, es lo francés lo que admiramos más, por ser lo que menos mal
-conocemos. Siguiendo esta regla y esta propensión nuestra, aseguro á
-usted que mientras más hondamente lo considero, más me persuado de que,
-lejos de escatimar á Víctor Hugo la alabanza, me he excedido en ella; y
-llamando á Víctor Hugo rey de los poetas de nuestro siglo, he agraviado
-á Byron, á Goethe y á no pocos otros, que tal vez tuvieran más derecho
-que él á esa corona.
-
-¿Qué es, pues, lo que yo puedo y debo replicar á los artículos de Ud.
-insertos en _La Nación_? Lo mejor es dar el punto por suficientemente
-discutido. Dejemos á Víctor Hugo que descanse en paz sobre sus laureles,
-y hablemos de los poetas que escriben en mi propio idioma, y cuyas
-obras usted me envía, como me dice en su carta, desde un rincón de los
-Andes.
-
-No puede Ud. imaginar cuánto me agrada y qué gran curiosidad me inspira
-ese rincón, como usted le llama.
-
-Cuantas descripciones he leído de su tierra de usted, hechas por
-Alejandro Humboldt, por García Mérou, por el barón de Japurá, padre de
-una simpática marquesa, española por adopción, y mujer de un antiguo y
-excelente amigo mío, y por Miguel Cané, discreto escritor y viajero
-argentino, hoy ministro de su república en esta corte, todo me atrae y
-cautiva; y aseguro á usted que, si yo no fuese ya y no estuviese ya tan
-viejo, había aún de ir á Bogotá á hacer á Ud. una visita y á ver el
-estupendo salto del Tequendama, de tan superior elevación al del
-Niágara, que he visto.
-
-Lejos de parecerme Bogotá un rincón, se me figura que Bogotá va á ser el
-centro del mundo en lo venidero, cuando el canal interoceánico acabe de
-abrirse, y sea en el seno de esa república donde se celebre el gran
-consorcio de la civilización, besándose y abrazándose, dentro de la
-zona,
-
- Que el sol enamorado circunscribe,
-
-las ondas del Atlántico y del Pacífico.
-
-Y no crea Ud. que lo que más me encantaría ahí, aunque soy muy
-apasionado á la hermosura y sublimidad de la naturaleza, serían los
-fértiles y exuberantes valles y vegas por donde corren el Magdalena y
-el Cauca; ni la riqueza y variedad de frutos, plantas y flores que hay
-en la hermosa patria de Ud.; ni la misma catarata, vencedora del
-Niágara, y una de las maravillas que hay que ver en este planeta,
-catarata en que se derrumban las aguas del Bogotá desde una altura de
-180 metros, y pasan por el aire, desde la tierra fría, desde un clima
-como el del centro de España, á la tierra caliente, poblada de
-naranjales y de palmas, y donde revolotean los loros y guacamayos. Todo
-esto, con un poco de imaginación, se ve en espíritu, leyendo las
-descripciones de los viajeros, casi como si se viese materialmente con
-los ojos del cuerpo y se tocase con las manos. Lo que á mí me encantaría
-más sería ver trasplantada, en esa meseta de los Andes, con hondas
-raíces, lozana y llena de savia y de vida, la antigua civilización de la
-metrópoli; sería ver en Bogotá como un foco de luz propia, como un
-primer móvil de inteligencia castiza, que sin desechar, sino conociendo
-y estimando todo el moderno saber de los demás pueblos de Europa,
-imprime en cuanto hace el sello y el carácter de la raza española, con
-algo además de singular y exclusivo que la determina y distingue como
-colombiana.
-
-Es lástima que no lleguen por aquí ni leamos nosotros sino poquísimos de
-los libros en prosa que Uds. escriben. Yo, lo confieso, aun no he leído
-más que una novela de Bogotá: _Tránsito_, de Silvestre. Y aseguro á Ud.
-que han quedado vivamente impresas en mi mente las escenas que describe,
-en las fecundas márgenes del Magdalena; las fiestas populares, las
-alegres cabalgatas, los apasionados amoríos, y el poético baile y tonada
-y canto á la vez que llaman _bambuco_, y que se me figura que no ha de
-ser inferior á nuestros fandangos, boleros, jotas y seguidillas. Todo lo
-que leo de ahí me parece más que español. Tal vez nosotros vamos
-degenerando, ó por decirlo así destiñéndonos y como perdiéndonos
-modestamente en la cola de la cultura europea, mientras que Uds.
-conservan mejor el individualismo, la autonomía de raza. Ahí puede
-llamarse aún _cachaco_ un _dandy_ y _cachaquería_ la _high life_. Ahí
-siguen los _coliches_ ó _asaltos_, como los había en mi mocedad en
-nuestras ciudades de provincia cuando improvisábamos un baile en la casa
-de algún amigo, invadida de repente. Y ahí se canta, se baila y se toca
-el _bambuco_ en coro, por galanes y damas, que comprenden, estiman y
-ejecutan, la música más sabia de Schubert, de Chopín y de Beethoven, y
-aun compiten con ella, escribiéndola, como nos cuenta el Sr. Cané de la
-señorita doña Teresa Tanco.
-
-El mismo Sr. Cané, en su precioso libro de impresiones titulado _En
-viaje_, nos describe con tal entusiasmo la cultura, la hospitalidad y el
-trato afable y discreto de la sociedad elegante de Bogotá, que pone
-deseo de ir á gozar de ella y de ver en el riñón de América, en una
-planicie ó extensa nava en el centro de los Andes, á la altura de 2.700
-metros sobre el nivel del mar, algo como un paraíso terrestre, de clima
-apacible, de perenne primavera, donde existen todos los refinamientos
-que la vida moderna puede dar al espíritu; y no pocos de los regalos,
-comodidades y _conforts_, como dicen ahora, de que pueden disfrutar
-nuestros cuerpos.
-
-Todo lo que el Sr. Cané cuenta de este paraíso lo creo yo á pie
-juntillas; y no es exceso de fe, pues está confirmado por las relaciones
-de otros viajeros, como el Sr. García Mérou, el barón de Japurá y el
-mismo Humboldt, á quienes ya he citado, y sobre todo por los libros que
-Uds. escriben, que son la mejor y más irrefragable prueba de dicha
-cultura.
-
-En lo que yo creo descubrir cierta exageración es en los graves
-peligros, dificultades enormes y rudas fatigas que hay que arrostrar,
-superar y sufrir para llegar á esa ciudad, capital de los Estados Unidos
-de Colombia, donde tan agradablemente se vive. Bien dijo el divino poeta
-Ludovico Ariosto:
-
- _Chi va lontan dalla sua patria, vede_
- _Cose da quel, che già credea, lontane,_
- _Che, narrandole poi, non se gli crede_
- _E stimato bugiardo ne rimane,_
- _Ch’il vulgo sciocco non gil vuol dar fede_
- _Se non le vede e tocca chiare e piane._
-
-Y así, si bien yo no quiero pasar por alguien del _volgo sciocco_, y
-menos aún por poner en duda la exactitud de las noticias del Sr. Cané, y
-no niego nada de lo que cuenta, todavía me atrevo á disminuir un poco en
-mi mente de los calores infernales que pasó desde Barranquilla hasta
-Honda; de la violencia de los chorros ó rápidos del Magdalena; de la
-multitud de caimanes que se ven en el río y por las orillas del río, por
-manadas á veces de sesenta, y cada uno con cinco ó seis metros de
-longitud; de las feroces picaduras de los mosquitos, de que es víctima
-quien sube en vapor contra la corriente del Magdalena, navegación que
-dura doce ó catorce días; y de la expedición á caballo ó en mulas desde
-Honda ó Bodegas, al borde del río, hasta la nava ó planicie de Bogotá,
-pasando por espantosos desfiladeros, capaces de poner de punta los
-cabellos del mismo Cid Campeador.
-
-A la verdad que á tanta costa, y exponiéndome á tanto percance, tal vez
-ni aun cuando yo estuviese ahora en la flor de la juventud, me atrevería
-á ir á Bogotá. El Sr. Cané pinta la empresa casi como sobrehumana para
-un hombre civilizado. Hubo momentos en que dice que se apoderó de su
-espíritu una desesperación infinita y en que sintió deseos de arrojarse
-al río á pesar de los caimanes, ó de pegarse un tiro y acabar con aquel
-martirio sin gloria, sin excitación moral, sin propósito alentador.
-
-Repito que todo esto me parece exagerado. Los argentinos deben de ser
-más vivos de imaginación y más dados á ponderar que los andaluces. Pero
-como quiera que sea, en vista de esos peligros, de ese abrasado país que
-rodea el paraíso de Bogotá, y que es menester atravesar para penetrar en
-él, me representaba yo á Bogotá, al leer el libro del Sr. Cané, como á
-la hermosa Walquiria Brunequilda, á quien el dios su padre, á fin de que
-nadie pudiese gozar de su gentil presencia, trato y afecto, sin mostrar
-antes el ánimo más esforzado, circundó de un espantoso círculo de
-voraces llamas, en cuyo centro ella quedó dormida durante siglos, como
-puede verse en la bella ópera de Ricardo Wagner.
-
-Asimismo, representándome todo el cúmulo de obstáculos que para llegar á
-Bogotá deben allanarse, y después lo agradable y ameno de la vida en
-Bogotá, donde hay tanto músico y tanto poeta, recordaba yo la
-antiquísima fábula griega del país de los Hiperbóreos, para llegar al
-cual se necesita pasar más allá de las Montañas rifeas, donde Bóreas
-vive y donde hay tremendos peligros y todo es inhospitable. Pero,
-salvados la aspereza y el horror de las referidas montañas, hallábase el
-viajero en medio de un pueblo excelente, predilecto del dios Apolo,
-donde casi todos los habitantes cantaban y tocaban deliciosamente la
-lira, y donde las lindas mujeres eran también cantoras, y bailaban con
-rara gallardía, y cautivaban los corazones con su ingenio y con su
-gracia.
-
-En resolución, yo acepto, sin rebajar un ápice y sin borrar un tilde,
-todo lo bueno que en alabanza de Bogotá dice el Sr. Cané en su divertido
-é interesante libro; pero si no borro, rebajo bastante de los trabajos y
-de los casos peligrosos de la peregrinación hasta allí desde
-Barranquilla. ¿Quién sabe si dentro de diez ó doce años, ó antes, ya
-desde Barranquilla, ya desde un punto cualquiera de la costa, se subirá
-por ferrocarril hasta Bogotá con la misma facilidad con que se va ahora
-desde París á Bruselas?
-
-Por lo pronto, no podemos negar, aunque sí atenuar algo, las penalidades
-de la ascensión. Y, por cierto, que lo que apenas puede concebir la
-fantasía, y supone un valor sobrenatural, es la hazaña de llegar hasta
-allí, y de descubrir y conquistar aquello, como lo hicieron en 1556 un
-puñado de españoles, á las órdenes de D. Gonzalo Jiménez de Quesada.
-Cerca de un año duró la peregrinación, y en ella murió la mitad de los
-aventureros que mandaba D. Gonzalo, vencidos por el hambre, los animales
-ponzoñosos, las fiebres y las inclemencias del cielo; pero, como dice el
-Sr. Martín García Mérou en sus _Impresiones_, «al alcanzar la elevada
-planicie, hallaron la recompensa de sus fatigas. Aquel era el país de
-los chibchas, el más opulento y el más civilizado que habían encontrado
-hasta entonces, con sus verdes sementeras, sus poblaciones indígenas,
-los palacios de sus caciques, la fecundidad de sus campos y la
-abundancia de sus aguas».
-
-La planicie de Bogotá fué, pues, desde antes que los españoles la
-descubrieran, centro y foco de civilización. Los chibchas ó muiscas de
-entonces no eran inferiores en cultura á los súbditos de Atahualpa y de
-Moctezuma, así como los bogotanos de ahora son el pueblo más aficionado
-á las letras, ciencias y artes de toda la América española.
-
-Desde que el Nuevo Reino de Granada se cristianizó y se españolizó han
-abundado en él poetas é historiadores, que algo nos han descubierto de
-su antigua manera de ser, de su mitología, leyendas y vida anterior á la
-conquista.
-
-De todo esto quisiera yo hablar extensamente, porque todo esto es muy
-curioso; pero si empiezo tan _ab ovo_, ¿qué infinidad de cartas no
-tendré que escribir si he de llegar á decir algo del _Parnaso
-Colombiano_ que Ud. me ha remitido?
-
-El _Parnaso Colombiano_ consta de dos tomos de cerca de 400 páginas cada
-uno, impresos el tomo I en 1886 y el tomo II en 1887, y que contienen
-composiciones de más de cien poetas y de quince ó diez y seis poetisas,
-contemporáneos todos, ó sea posteriores á la independencia. Pero como
-Ud. amplifica é ilustra la colección hecha por Julio Añez con un extenso
-discurso preliminar, que puede considerarse como compendio de la
-historia literaria de Colombia, por fuerza, aunque no quiera, tendré que
-hablar de todo, si he de dar mi opinión á Ud.; y á los demás que leyeren
-estas cartas, cierta idea de lo que es ese pueblo y de lo que importa y
-vale su vida intelectual.
-
-Y ya se entiende que lo que yo diga ha de ser muy somero, por dos
-razones: porque yo, de mío, soy muy poco profundo, y porque debo ser
-breve para no cansar.
-
-Aseguro á Ud. que si no fuese por esta invencible _scribendi cacoethes_
-que me aqueja, la tal cuestión de lo profundo y de lo somero me hubiera
-hecho arrojar la pluma lejos de mí desde hace años. Yo necesito un
-público mediano en lo tocante á sabidurías: que sepa algo para que no le
-parezca pesada mi corta erudición; que no sea muy desdeñoso é
-indiferente para el saber, á fin de que el mío le interese; y que no
-sepa mucho, á fin de que algo de lo que yo le diga le coja de nuevas, y
-no lo considere como sabido y resabido, y que ya no se debe ni
-recordar. Como aquí, ó el público es muy sabio, sobrado sabio, ó no se
-le da un comino de todas las sabidurías, yo estoy perdido, y con las
-cosas que he publicado me han ocurrido mil desengaños.
-
-Pondré ejemplos.
-
-Cuando traduje del alemán la obra de Schack titulada _Poesía y arte de
-los árabes en España_, imaginaron muchos que todas aquellas coplas y
-todos aquellos poetas eran creación mía, y como creación mía, los
-desdeñaron; pero en cambio los profundos orientalistas españoles
-despreciaron, no sólo la traducción, sino el original que yo había
-traducido. Los versos todos estaban tomados por Schack, que no sabe
-árabe, de no sé cuántas traducciones en lenguas modernas de Europa. En
-suma, mi trabajo era superficialísimo y no enseñaba nada.
-
-Con mis cartas á D. Jesús Ceballos Dosamantes me ha pasado algo más
-gracioso aún, si no fuese tan lamentable. Para muchos, yo soy el
-inventor de D. Jesús Ceballos Dosamantes y de su _Perfeccionismo
-absoluto_, imaginado adrede por mí para decir algunas burlas, como si
-mil sistemas filosóficos europeos no se prestasen á más burlas, si está
-uno de humor para hacerlas; pero en cambio el público re-sabio nada
-halla nuevo ni peregrino en D. Jesús Ceballos Dosamantes, ni en su
-impugnador ó expositor tampoco: todo lo han leído y releído, y casi se
-lo tienen ya olvidado, por saberlo tan bien desde que tomaban papilla.
-
-Así, escribir para mí es como navegar entre dos escollos; pero yo he de
-escribir sin remedio. No puedo curarme de mi afición á escribir. Lo que
-procuro inculcar siempre en el ánimo de mis lectores es que no pretendo
-enseñar, sino entretener un rato, si puedo, y además divulgar algunos
-conocimientos que los sabios están ya hartos y aun tifos de saber, pero
-que varias personas cándidas y de buena fe ignoran y no desdeñan que
-lleguen á su noticia.
-
-En estas cartas, pues, nada trato yo de enseñar á los sabios; pero me
-daré por pagado de que á Ud. contenten y de que esas varias y pocas
-personas cándidas sepan por ellas que hay del otro lado del Atlántico,
-en el corazón de la América meridional, sobre esa elevada meseta ó nava
-de los Andes, cierta agrupación de españoles emancipados, nación nueva,
-hija de la nuestra, donde nuestro idioma se cultiva y se habla y se
-escribe con primor, elegancia y pureza, y donde brillan nuestras artes y
-antigua cultura, transfiguradas y modificadas por otro cielo, por la
-distancia y por diversas condiciones sociales.
-
-Con tan buen propósito seguiré escribiendo estas cartas, sin arredrarme
-ni desanimarme, si bien procurando que no sean muy largas, ni muchas.
-
-Y aquí termino la primera, asegurando á usted que soy su agradecido
-amigo.
-
- * * * * *
-
-_20 de Agosto de 1888._
-
-II
-
-Muy estimado señor mío: En mi sentir, y ya lo he dicho no pocas veces,
-sin que crea yo que mi aserto pueda ofender al colombiano más celoso de
-su nacional autonomía, la literatura de su país de Ud. es parte de la
-literatura española, y seguirá siéndolo, mientras Colombia sea lo que es
-y no otra cosa. No quita esto que se dé diferencia dentro del género,
-que en la unidad quepa la variedad con holgura; que sobre la condición
-general de españolismo se note en toda obra del ingenio de Colombia un
-sello especial y característico; y menos impide que, con el andar del
-tiempo, pueda llegar lo que Colombia intelectualmente produzca á igualar
-y aun á superar en mérito y en abundancia la producción literaria de
-esta Península.
-
-Entendidas las cosas así, es doble falta por parte de España el
-desconocimiento general (y no niego que hay excepciones y personas que
-saben aquí cuanto de ahí hay que saber) del movimiento intelectual de
-esa República. Ustedes nos leen, nos conocen, nos estudian, pero en
-España se sabe poquísimo de los autores colombianos. A remediar esto ha
-venido la creación de la Academia colombiana de la lengua,
-correspondiente de nuestra Real Academia Española. Así la fraternidad se
-restablece, y así revive la comunicación entre España y su antigua
-colonia, hoy emancipada. De esperar es que este elevado comercio,
-digámoslo así, se extienda y divulgue algo más, para honra y provecho de
-los que escribimos, y que un libro de historia, una novela ó un poema de
-un ingenio de Colombia halle su público en Madrid, sea objeto de nuestra
-crítica, llame aquí la atención é interese, y se venda en nuestras
-librerías, con relación á su mérito, como cualquiera obra de un escritor
-peninsular.
-
-Mi deseo es que todo libro colombiano, de algún valer, deje de ser una
-curiosidad bibliográfica en España, y naturalmente que también los
-libros españoles lleguen á tener en Colombia más público del que tienen
-hoy.
-
-Aun distamos mucho de que se logre esta harto modesta aspiración. Y casi
-me atrevo á asegurar que en toda nuestra Península é islas adyacentes no
-hay, ni en poder de los libreros, ni en manos de aficionados á versos,
-más ejemplares del _Parnaso Colombiano_ que los que Ud. y el Sr. Añez
-hayan enviado de presente, entre los cuales está el mío.
-
-Al dar yo cuenta aquí del _Parnaso Colombiano_ me parece, pues, que doy
-cuenta de una rareza literaria.
-
-Toda literatura tiene sus precedentes, y la de ustedes, que puede
-decirse que empieza con esta centuria, los tiene nobilísimos desde que
-nació la Colonia.
-
-Ya anuncia y augura la vocación literaria de esa nación que el
-descubridor, conquistador y fundador D. Gonzalo Jiménez de Quesada fuese
-letrado á par que guerrero, que tomase _ora la espada, ora la pluma_, y
-que dejase escritos un _Compendio historial_, y lo que peor parece que
-se aviene con su carácter y condición de batallador y aventurero, una
-obra devota: _Colección de sermones con destino á ser predicados en las
-festividades de Nuestra Señora_.
-
-También fué aventurero y soldado el ilustre Juan de Castellanos, que
-igualmente fué por ahí desde España.
-
-Después de larga vida militar, llena de azares y aventuras, se hizo
-sacerdote, y retirado en Tunja, empleó los ocios de su sana y robusta
-vejez en escribir todo cuanto sabía, ó por lectura, ó de oídas, ó por
-haberlo presenciado, y aun representado en ello su papel, «de la
-variedad y muchedumbre de cosas acontecidas en las islas y costas del
-mar del Norte de estas Indias Occidentales, donde, añade él en su
-dedicatoria á Felipe II, he gastado yo lo más y mejor del discurso de mi
-vida,» etc.
-
-No diremos que Juan de Castellanos sea un Virgilio, ni llegue siquiera
-en pasaje alguno á la alta é inspirada entonación de Ercilla; pero son
-asombrosos y simpáticos su facilidad, el candor de su estilo, la frase
-natural y castiza, y á veces la gracia y el primor con que lo va
-refiriendo todo en octavas reales ó de versos endecasílabos. Su obra es
-inmensa, pues no sólo compuso las _Elegías de varones ilustres de
-Indias_, que llenan un tomo de 565 páginas de la compacta edición de
-_Autores Españoles_ de Rivadeneira, y contienen muy cerca de noventa mil
-versos, sino también una _Historia del Nuevo Reino de Granada_, que
-andaba inédita y como perdida, y que há poco publicó por vez primera D.
-Mariano Catalina en su _Colección de Escritores castellanos_. Todo esto
-lo hacía el historiador-poeta sin esperar remuneración alguna, sino la
-de su beneficio, y, como dice con cándida sencillez, «para no comer el
-pan de balde».
-
-Y no se imagine que la lectura de las obras de Juan de Castellanos sea
-fatigosa é inútil. Contienen las obras un precioso tesoro de noticias, y
-no rara vez caen muy en gracia la inocente malicia, el desenfado y la
-soltura con que refieren algunas cosas cómicas ó les ponen comentarios.
-Así, al hablar de cierta fuente milagrosa que devolvía doncellez y vigor
-á mujeres y á hombres, pondera Castellanos la multitud de gente que iría
-en peregrinación allí, si el hecho fuera indudable, para recobrar _sus
-antiguas gallardías_, y añade:
-
- Cierto, no se tomaran pena tanta
- Por ir á visitar la Tierra Santa.
-
-Parece, á la verdad, un cuento de Lafontaine aquel episodio del
-portugués, enamorado de la india, que no gustaba de él y quería
-abandonarle. El portugués, para gala y como principio de civilización y
-de púdico decoro, había revestido á la india de una camisa. Era de
-noche: la india estaba al lado de su amigo, y para alejarse pretextó
-cierto indispensable negocio. Como la india era ladina, pensó en que la
-camisa blanqueaba en la obscuridad, y quitándosela á escape, se quedó
-con el traje que fué de su crianza. Así se escapó de entre las manos
-del portugués, el cual, contemplando siempre la camisa, que había dejado
-ella tendida en unas matas, creía que allí estaba la señora de sus
-pensamientos. Impaciente ya de que tardase tanto, el portugués decía:
-_Ven ya á os brazos do galan que te deseia._
-
- Viendo no responder, tomó consejo
- De levantarse con ardiente brío,
- Diciendo: _¿Cuidas tú que non te vejo?_
- _¡Vejot muyto ben pelo atavio...!_
- Echóle mano, mas halló el pellejo
- De la querida carne ya vacío:
- Tornóse, pues, con sólo la camisa,
- Y más lleno de lloro que de risa.
-
-A más de Juan de Castellanos habla Ud. en su _Estudio preliminar_ de
-otros muchos escritores que hubo ahí durante el período colonial,
-descollando entre los poetas Hernando Domínguez Camargo, autor de un
-poema sobre San Ignacio de Loyola; D. Francisco Alvarez de Velasco y una
-inspirada y mística monja llamada la Madre Castillo.
-
-Por lo demás, la historia literaria de ahí sigue un curso paralelo al de
-la nuestra: idéntico culteranismo ó gongorismo en el siglo XVII;
-idéntica decadencia prosaica hasta mediado el siglo XVIII, y hacia fin
-del siglo XVIII y en el primer tercio del siglo XIX, cierto renacimiento
-y gusto más puro y elevado, aunque debido al menoscabo de la
-originalidad castiza y á la imitación, si no de las composiciones, de
-los preceptos del pseudo-clasicismo francés.
-
-El romanticismo penetró ahí, como en España, por medio de la literatura
-francesa. Y justo es confesar que si durante el imperio pseudo-clásico
-seguimos los preceptos franceses, y nuestra poesía estuvo impregnada,
-así como la política, de la ligera filosofía sensualista, liberalesca y
-filantrópica ó humanitaria de Francia, la poesía era, en la forma, menos
-imitadora que lo fué después de la francesa. El pseudo-clasicismo
-francés no había tenido un Víctor Hugo que darnos por modelo. De aquí
-que nuestros poetas peninsulares anteriores al romanticismo, aunque
-estén inspirados por Rousseau ó por Voltaire ó por otros autores de
-Francia, son castizos en la forma; y si á alguien imitan, es á los
-clásicos griegos y latinos, á los italianos y á nuestros mismos clásicos
-del siglo XVI. Lo propio puede decirse de los poetas hispano-americanos
-del citado período. Con el romanticismo perdimos, sobre todo en América,
-en la castiza originalidad de la forma. Y digo _sobre todo en América_,
-porque ahí, como en tierra de menos recuerdos y que mira más al
-porvenir, prevaleció el romanticismo de las ideas modernas sobre el
-romanticismo retrospectivo é histórico, que nos dió en España al duque
-de Rivas y á Zorrilla, y que prestó á Arolas, á Hartzenbusch, á García
-Gutiérrez y á muchos otros un fondo y un color castizos y populares, los
-cuales vinieron á extenderse hasta por las obras de los poetas más
-cosmopolitas, como Espronceda.
-
-Pero pasó de moda el romanticismo, como el pseudo-clasicismo había
-pasado, y tanto en España cuanto en Colombia, realizada esta revolución
-literaria, indispensable y bienhechora, se sintieron sus saludables
-efectos, y apareció una filosofía del arte, y por lo tanto una crítica,
-más comprensiva y transcendente.
-
-En este punto, y guiado Ud. por esta más alta crítica, habla y juzga á
-los autores, todos sus contemporáneos y compatricios, que el _Parnaso
-Colombiano_ encierra.
-
-En el fondo de sus ideas, como en el fondo de las nuestras, ¿quién
-negará que hay mucho elemento filosófico y científico, importado de
-Francia, de Inglaterra y de Alemania? Vamos detrás de estas naciones, y
-el abatimiento y la modestia nos inducen á creer que vamos aún más
-rezagados. Pero el sentimiento y la forma, y el medio ambiente y los
-recuerdos históricos salvan y dan realce á la propia originalidad, y
-producen una poesía que no carece de ser y de índole peculiares.
-
-Aunque Uds., como nosotros, se dejan influir por poetas extranjeros,
-siendo los que más han influído últimamente, tanto ahí cuanto aquí,
-Byron, Víctor Hugo y Enrique Heine, yo noto con mucho gusto que, contra
-esta corriente de extranjerismo, luchan en Colombia, no sin éxito, la
-buena tradición española y el ejemplo y el modelo que ofrecen poetas
-peninsulares del día, conocidos todos en América, y tal vez más
-queridos, encomiados y estudiados que en España.
-
-Nuestros poetas, de los que veo más huella y sabor en los novísimos
-colombianos, son Bécquer, Campoamor y Núñez de Arce.
-
-Los que Ud. más celebra y los que antes han tenido ahí más influjo son
-Quintana, el duque de Rivas, Espronceda, García Gutiérrez, Tassara y
-Bermúdez de Castro. Y al que Ud. pone por las nubes, como
-contradiciéndonos, pero no á mí, que sigo casi su opinión, es á
-Zorrilla, á quien Ud. llama _la primera figura poética de España en este
-siglo_.
-
-Con lo dicho se empieza á formar idea de la fisonomía general del
-_Parnaso Colombiano_. Hay que añadir ahora otros rasgos singulares. A
-pesar de la extraordinaria facilidad con que en Colombia se versifica, y
-aunque es Colombia una república democrática, su poesía es
-aristocrática, culta y atildada. Se ve que es producto de algo como una
-casta superior, dominadora aún, no por las leyes que á todos hacen
-iguales, sino por la inteligencia, el saber y la cultura, que importó en
-el país, sobre otra casta inferior, que no se ha extinguido ni ha
-desaparecido casi, como en las que fueron colonias inglesas, sino que
-vive en cierta subordinación patriarcal y suave.
-
-Las ideas, los sentimientos, el habla, la religión, las costumbres y
-tradiciones importados de España por los que vinieron á fundar la
-colonia, persisten, pues, y son tenidos en gran veneración. Son como los
-dioses penates, que no ahuyentaron ni la revolución, ni la guerra de la
-independencia contra la metrópoli, ni las ulteriores guerras civiles.
-
-De aquí que el hombre quizá más eminente en Colombia por el pensamiento,
-en el vigor de su edad aún (nació en 1843), sea un ultraconservador, un
-tradicionalista, lo que llamábamos pocos años há en España un
-neocatólico; pero un neocatólico, un _retrógrado_, que, como dice el
-liberal Sr. Cané, «ha leído cuanto es posible leer en treinta años de
-vida intelectual. Su alta inteligencia ha entrado á fondo en la
-literatura moderna, y pocos como él podrían hablar con tal autoridad de
-lo que en materia de ciencias y letras se ha hecho en el mundo en los
-últimos cien años.»
-
-Este hombre, además, es un sabio filólogo y humanista, muy versado en
-los autores clásicos; griegos y latinos, como lo demuestra su hermosa
-traducción de Virgilio.
-
-Ya se entiende que hablo de Miguel Antonio Caro, hijo de José Eusebio,
-poeta ilustre también, y de cuyas poesías ha hecho linda edición,
-agotada ya, el Sr. D. Mariano Catalina, en su _Colección de Escritores
-castellanos_.
-
-Miguel Antonio ha escrito mucho en prosa, así de ciencias morales y
-políticas como de filología. En pocos escritos modernos resplandece más
-que en los de este autor lo que podemos llamar el españolismo.
-
-Por ello le censuran no pocos americanos, pero no hemos de ser los
-españoles los que también le censuremos. Además que los mismos
-americanos más liberales empiezan ya á calificar de injusta y de cansada
-y de falsa tanta y tanta declamación contra los descubridores y
-conquistadores de América. Sus culpas, si por herencia se transmiten,
-más pesan sobre los americanos, si no son indios, que sobre nosotros, ya
-que nuestros padres, salvo el caso de algunas familias históricas, como
-Colón, Pizarro, Cortés y Orellana, se quedaron por acá, y no cometieron
-las atrocidades feroces que á los conquistadores se atribuyen.
-
-Y aun dando por evidentes todas esas atrocidades, ¿es de presumir que á
-fines del siglo XV y principios del siglo XVI hubieran sido más humanos,
-más benignos y más generosos los ingleses ó los alemanes, por ejemplo,
-si les hubiera tocado hacer nuestro papel, descubrir ese continente, y
-el mar del Sur, y los Andes, y echar por tierra los imperios del Perú y
-de Méjico? ¿Habría en Colombia tanto indio vivo si en vez del literato y
-autor de sermones D. Gonzalo Jiménez de Quesada, y de los frailes, entre
-los cuales hubo más Las Casas que Valverde, hubiera ido por ahí un
-aventurero tudesco con buen golpe de _lasquenetes_?
-
-Estas y otras consideraciones por el estilo, que se le ocurren á
-cualquiera, valen para disculpa, suponiendo que necesite disculpa el
-_retrogradismo_ ó _tradicionalismo_ de D. Miguel Antonio Caro, y prueban
-que no se puede acusar á este señor de que defiende hasta la
-Inquisición, y de que su prurito de santificar lo pasado es
-irreconciliable con la clara luz de su elevado entendimiento.
-
-Este entendimiento elevado brilla en todas las obras de D. Miguel
-Antonio, le ha hecho célebre y muy estimado en toda América, y aun entre
-nosotros, é ilumina singularmente sus poesías, de las que en el _Parnaso
-Colombiano_ hay hermosísimas muestras. No sin motivo califica Ud. al
-autor de gran poeta, y considera sus mejores versos _La vuelta á la
-patria_. En lo que no estoy conforme con Ud. es en que no hay nada por
-el estilo de esta composición en la poesía castellana y en colocarla en
-el género de poesía inglesa. Ferviente admirador soy yo también de la
-poesía inglesa, y la creo, por lo general, más concisa que la nuestra y
-muy hondamente sentida. Para lo de la concisión hasta hay razones
-materiales. En inglés bien se puede afirmar que la mitad ó menos de
-sílabas que en castellano basta á expresar las mismas cosas.
-
-Y, sin embargo, yo nada veo de exótico en _La vuelta á la patria_ del
-Sr. Caro. No es menester dejar de ser español para ser sencillo, sentido
-y profundo. No eran ingleses, ni habían leído poesía inglesa, fray Luis
-de León y Jorge Manrique. Dejando, no obstante, esta discusión á un
-lado, convengo en que es preciosa _La vuelta á la patria_. Aquella dulce
-y mística melancolía, aquella vaguedad esfumada con que percibimos como
-verdadera patria la que está más allá de la muerte, y aquella pintura,
-tan natural y verdadera, de la patria terrenal, de la casa de nuestros
-padres, del valle tranquilo en que pasó nuestra niñez; y aquella mengua
-y abatimiento del corazón enfermo, que vuelve á su antigua soledad, que
-la desea y que ya no la halla, porque ya no existe sino en su mente como
-ideal divino: todo, en suma, en esta composición, en que hay más
-sentidos y más ideas que palabras, la hacen en mi opinión perfecto
-dechado de poesía de sentimiento en cualquier idioma. No se puede citar
-un solo verso sin citarlos todos. Nada huelga en la composición. Todo
-está primorosamente enlazado y forma el más armonioso conjunto.
-
-Tampoco estoy conforme con Ud. en calificar de germánica _La flecha de
-oro_. Aquello es original, es nuevo; pero ¿por qué no ha de haber nada
-español que tenga algo de original y de nuevo, que no esté vaciado en
-los antiguos moldes, y que no por eso sea germánico ó inglés? El asunto
-de _La flecha de oro_, el _cuento_, es tan poco germánico, que está
-tomado del principio de un _cuento_ de _Las mil y una noches_. Lo
-inventado por Caro es el valor simbólico y transcendente, que adquiere
-en su breve poesía la antigua leyenda india, persa ó arábiga. El
-príncipe, en los versos de Caro, no vuelve á encontrar la flecha, como
-la encuentra en el cuento de _Las mil y una noches_. No hubo hada
-Parabanú, que, enamorada de él, la extraviase para atraerle. La _flecha_
-del antiguo cuento nada significa: la _flecha_ del poemita de Caro tiene
-alta significación. Y la sobriedad artística con que esta significación
-queda indeterminada, hace aún más poéticos los versos, abriendo la
-puerta á la fantasía del lector, para que se lance volando por todos los
-libres, infinitos espacios de las filosofías y de las religiones, en
-busca de la perdida flecha, sin envidiar al hermano que, por apuntar más
-bajo, tocó en el blanco y heredó el reino terrenal de su padre.
-
-De aquí que toda alma soñadora y entusiasta pueda creerse el héroe ó la
-heroína de los versos, y decir:
-
- Yo busco una flecha de oro
- Que, niño, de una hada adquirí,
- Y «Guarda el sagrado tesoro»,
- Me dijo; «tu suerte está ahí.»
- Mi padre fué un príncipe: quiere
- Un día nombrar sucesor,
- Y á aquel de dos hijos prefiere
- Que al blanco tirare mejor.
- A liza fraterna en el llano
- Salimos con brío y con fe:
- La punta que arroja mi hermano
- Clavada en el blanco se ve.
- En tanto mi loca saeta,
- Lanzada con ciega ambición,
- Por cima pasó de la meta
- Cruzando la etérea región.
- En vano en el bosque vecino,
- En vano la busco doquier:
- Tomó misterioso camino
- Que nunca he logrado saber.
- El cielo me ha visto horizontes
- Salvando con ávido afan,
- Y mísero á valles y á montes
- Pidiendo mi infiel talismán.
- Y escucho una voz ¡_Adelante_!
- Que me hace incansable marchar:
- Repítela el viento zumbante:
- Me sigue en la tierra y el mar.
- Yo busco la flecha de oro
- Que, niño, de una hada adquirí,
- Y «Guarda el sagrado tesoro»,
- Me dijo; «tu suerte está ahí.»
-
-No he sabido resistir á la tentación de poner aquí _La flecha de oro_,
-aunque me acuse Ud. de impertinente y de copiarle lo que de memoria
-sabe.
-
-Yo soy tardío, pero cierto. Hace cerca de un año que debo contestación á
-la carta de Ud.; pero ahora voy á pagar con usura, escribiéndole una
-serie de ellas, pues no se requieren menos para dar alguna idea de lo
-que es el _Parnaso Colombiano_.
-
- * * * * *
-
-
-_27 de Agosto de 1888._
-
-III
-
-Muy estimado señor mío: Entre las varias dificultades con que tropiezo
-al emitir mi juicio sobre el _Parnaso Colombiano_, cuenta por mucho (¿y
-por qué no confesarlo?) mi corto saber de los hombres y las cosas de ese
-país. En una recopilación de versos escogidos de varios sujetos, que son
-además personajes políticos, y que han escrito en prosa, en periódicos,
-y que han compuesto novelas, y libros de derecho, de filosofía, de
-filología y de historia, que no conozco, es menester que yo adivine
-mucho, y toda adivinación está sujeta á graves errores.
-
-La mayoría de los poetas, de quienes el señor Añez pone tres ó cuatro
-composiciones en su _Parnaso_, han escrito tomos enteros. ¿Quién me
-asegura que lo que inserta el Sr. Añez sea lo mejor y lo más
-característico? ¿Y cómo, por las breves noticias biográficas que
-preceden á las composiciones de cada autor, y por lo que él dice en
-ellas, averiguar con plena certidumbre sus doctrinas y creencias y tasar
-su valer en lo justo?
-
-Por todo esto, y porque no me es dable extenderme demasiado, mi crítica
-tiene que ser incompleta: no será crítica; me limitaré á participar á
-usted mis impresiones en general, sin detenerme á decir algo en
-particular sobre tanto poeta.
-
-He empezado por Miguel Antonio Caro, porque es el más conocido entre
-nosotros. Es fundador de la Academia Colombiana, correspondiente de la
-Española; director de la Biblioteca Nacional en su país, y ahí y en
-todas partes muy notable polígrafo y erudito, lo cual no impide que sea
-también elegante, inspirado y entusiasta poeta. Las dos composiciones
-suyas, que ya hemos citado, lo demuestran bien, y no lo desmienten otras
-cuatro que inserta de él el _Parnaso_: una _A la estatua de Bolívar_,
-obra admirable de Teneranni, que está en la Plaza Mayor de Bogotá, y
-otra de ellas _A la gloria_, donde yo admiro y envidio el fervor amoroso
-del poeta que la canta y la desea, exento de aquella mala vergüenza con
-que por Europa tratamos de encubrir ese entusiasmo, si por acaso le
-sentimos. Todos los que componen versos le sienten aún, pero con más
-tibieza, y no todos se atreven á decir, ni dicen tan bien á la gloria:
-
- A cantar me obligaste con levantado aliento,
- Y en premio me ofreciste tu divinal favor.
- Hoy á buscarme vuelves. Yo conozco tu acento
- Y sé de tus miradas el mágico fulgor.
-
- * * * * *
-
- ¡Oh! ¡cumple tus promesas: alza mi nombre al cielo:
- Lleva los cantos míos al último confín,
- Y dales, incansable en tu radioso vuelo,
- La heroica resonancia de tu inmortal clarín!
-
-En casi todos los poetas de que hay obras en el _Parnaso Colombiano_
-debo decir, en honor de la verdad, que se advierte un sabor castizo, una
-corrección y una elegancia sencilla, que, no en todos, sino sólo en
-nuestros mejores y más cultos peninsulares se nota. Claro se ve que en
-Colombia es cultivado con amor y con atinado ahinco nuestro patrio
-idioma; que en Colombia ha nacido Rufino Cuervo. Todas las locuciones
-vulgares, todas las adulteraciones que pueblo tan remoto de España ha
-introducido en el lenguaje español, quedan tan estudiadas y corregidas
-en las _Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano_ de Cuervo, que
-no hay rastro de ello en la buena poesía.
-
-De este respeto general al idioma aun da Cuervo otra prueba más
-brillante, viniendo á constituirse, como Ud. dice, desde un rincón de
-los Andes, en maestro excelente y superior del habla de Castilla. Su
-_Diccionario de construcción y régimen_ es un portento de erudición, de
-buen gusto, de tenacidad y de paciencia.
-
-Imposible parece que, en medio de las faenas de una fábrica de cerveza,
-donde Rufino, auxiliado por su hermano Angel, creó los bienes de fortuna
-que no tenía, le sobrasen tiempo y medios para leer, conocer á fondo y
-poder citar todo libro escrito en castellano desde la formación del
-lenguaje hasta ahora. Así será su obra alto monumento literario, honra
-de Colombia, de él y de la raza á que pertenece. Al mismo tiempo da
-Rufino Cuervo noble ejemplo de vivir, cuando, hijo del que fué
-presidente de la república, no se avergüenza de emplearse en bajos y
-mecánicos menesteres para ganarse la vida, y, ya ganada, la consagra por
-completo á competir con Littré, si no á vencerle, haciendo un
-_Diccionario de autoridades_, con tal copia de ejemplos, que pasma y
-aturde, y donde está la historia de cada palabra y de todas sus
-acepciones, desde el siglo XII hasta el XIX.
-
-Hablo aquí de Cuervo para consagrarle este testimonio de mi admiración,
-y para que sea como muestra y garantía de que en su tierra se sabe la
-lengua castellana, lo cual importa mucho en la alabanza de sus poetas.
-El crítico circunspecto, digan lo que digan los entusiastas y sublimes,
-tiene que ir con pies de plomo en eso de conceder ó de negar patentes de
-_genio_ y en disponer de la inmortalidad gloriosa para otorgarla ó
-rehusarla, según su antojo; pero bien puede afirmar, y yo lo afirmo del
-_Parnaso Colombiano_, que es un dechado de buen decir, y fehaciente
-documento de la civilización del pueblo donde tales poetas hay, y del
-arte, magisterio y esmerado tino con que manejan el habla, instrumento
-de la poesía.
-
-Prestan además carácter á la poesía colombiana en general dos
-condiciones, ó mejor diré circunstancias, que influyen mucho en que sea
-buena y original. Es una el espectáculo de la magnífica naturaleza que
-rodea al poeta y le inspira, y es otra la sencillez patriarcal de
-costumbres, que transciende y da clara y dichosa muestra de sí en el
-estilo, á pesar de ciertos refinamientos de cultura intelectual, y á
-pesar de autores, grandes sí, pero enrevesados, ampulosos y gongorinos
-á su manera, que á veces se toman por modelo, como Víctor Hugo por
-ejemplo.
-
-Para citar algo que ponga de manifiesto lo que digo, tengo que ir muy á
-la ventura y no respondo de que lo que yo cite sea siempre de lo mejor.
-Los poetas citados tienen además que permanecer para nosotros medio
-desconocidos. Por unos cuantos versos no es posible apreciar á los que
-han escrito mucho.
-
-Hay; v. gr., un doctor Manuel María Madiedo que ha escrito tanto como el
-Tostado. Ha escrito tragedias, dramas, sainetes, novelas y obras por
-cuyos títulos, que es lo único que yo conozco, se calcula que han de ser
-de filosofía, de religión y de política, como _La ciencia social_,
-_Crítica general_, _Derecho de gentes_, _Nuestro siglo_ XIX, _El cáncer
-de los siglos_, _La razón del hombre juzgada por sí misma_ y _La divina
-profundidad de la filosofía del Evangelio_.
-
-El Sr. Madiedo ha escrito muchísimo en los periódicos; es de los que más
-han hecho por la instrucción pública de su país: ha sido rector y
-catedrático en varios colegios. En su misma casa ha puesto cátedra y ha
-dado lecciones gratis. Es jurisconsulto, etc., etc. Y, sin embargo, no
-hay en el _Parnaso Colombiano_ más que una sola composición del doctor
-Madiedo, tal vez de su mocedad, tal vez de las más descuidadas. Es,
-pues, evidente que yo no intento dar á conocer el mérito del doctor
-Madiedo por un trozo de la susodicha composición. Cito sólo el trozo
-para muestra del candor natural y sin aliño con que sin duda hace
-versos en Colombia todo hombre de ingenio y de ciencia, fijando sus
-fugitivas impresiones por medio de la palabra rítmica y procurando
-transmitir y perpetuar la idea y el sentimiento que ha despertado en su
-espíritu la naturaleza circunstante.
-
-Los versos del doctor son al río Magdalena, al que, entre otras mil
-cosas que justifican no poco las que yo sospechaba que fuesen
-ponderaciones de mi amigo el Sr. Cané, dice lo siguiente:
-
- No nadan rosas en tus aguas turbias,
- Sino los brazos de la ceiba anciana,
- Que desgarró con hórrido estampido
- Tremendo rayo de feroz borrasca.
- Yo veo serpientes que tus aguas surcan,
- Cuyos matices á la vista encantan,
- Y oigo el ronquido del hambriento tigre
- Rodar sobre tu margen solitaria;
- Mientras salvaje el grito de los bogas,
- Que entre blasfemias sus trabajos cantan,
- Vuela á perderse en tus sagradas selvas,
- Que aun no conocen la presencia humana.
- ¡Oh! ¡qué serían sátiros y faunos,
- Bailando al son de femeniles flautas,
- Sobre la arena que al caimán da vida
- En tus ardientes y desiertas playas!
- ¡Ah! ¡qué serían cerca de los bogas
- Que, rebatiendo las callosas palmas,
- En el silencio de solemne noche
- En derredor de las hogueras danzan!
-
-Debe entenderse que estos _bogas_ son los indios briosos y sufridos,
-aunque groseros y algo feroces, que se emplean en todas las faenas de la
-navegación y tráfico por el gran río. Los sátiros y los faunos, el
-doctor tiene razón, quedan chiquititos al lado de estos _bogas_, que
-encienden las hogueras para ahuyentar á las bestias feroces, y que el
-doctor ha visto
-
- Dando á los aires la robusta espalda
- Sobre la arena que marcado habían
- De las tortugas la penosa marcha,
- Y del caimán la formidable cola,
- Y de los tigres la temible garra.
- Yo los he visto en derredor del fuego
- Danzar al eco de sonora gaita,
- Mientras silbaba el huracán del Norte
- Sobre tus olas con sañuda rabia.
-
-El cuadro es completo en su sencillez y se ve que está tomado del
-natural. Allí impera el hombre primitivo, libre, fuerte, luchando con
-una naturaleza terriblemente poderosa, bella y rebelde.
-
- En vano busca en tu desierta margen
- El hombre, que cual leve sombra pasa,
- Palacios y ciudades de una hora
- Que derrumban del tiempo las pisadas.
-
-Pero, en cambio, ¡cuánta poesía, cuánta libertad y cuánta hermosura,
-apacible á veces,
-
- Cuando, en un cielo plácido y sin mancha,
- Mira la luna en tus remansos bellos
- Su faz rotunda de bruñido nácar!
-
-Entonces, al contemplar el poeta el Magdalena,
-
- En sus riberas vírgenes admira
- La creación saliendo de la nada,
-
-y piensa que
-
- El hombre libre, que sus redes seca
- En tu sublime margen solitaria,
- Como en Edén nuestros primeros padres,
- Sólo de Dios adora la palabra.
-
- * * * * *
-
- Cedros y flores ornan tu ribera
- Y aves sin fin que con tus ondas hablan,
- En sus variados armoniosos cantos
- De tus desiertos la grandeza ensalzan.
-
-Si la pompa y la grandeza de estos desiertos han sido ensalzadas por los
-poetas colombianos, natural es que lo haya sido más la útil y cómoda
-beldad de la llanura elevada donde Bogotá se encuentra, y que, por
-parecerse á Granada, con su Sierra Nevada y con su vega, valió á
-aquellas regiones el nombre de Nueva Granada.
-
-El prodigioso salto del Tequendama debió ser y ha sido también asunto
-adecuado y frecuente de la poesía, compitiendo con el Niágara. Ya los
-indios habían poetizado el Tequendama en su mitología. Nemterequeteba es
-uno de los nombres del ser sobrenatural, que, como Manco Capac con
-relación á los peruanos, trajo la civilización á los chibchas,
-apareciendo entre ellos, estableciendo religión y vida política, y
-enseñándoles á tejer, á labrar la tierra y á fundir y esculpir el oro,
-aunque no el hierro, que desconocían.
-
-El río Funca ó Bogotá se desbordó y cubrió la llanura toda. Los hombres,
-para no morir ahogados, tuvieron que encaramarse y refugiarse en lo alto
-de las montañas. Y entonces fué cuando Nemterequeteba, hiriendo con su
-báculo una firmísima roca, abrió paso al agua, que se precipitó por allí
-con estruendo y como en un abismo. Tal origen tuvo el salto del
-Tequendama, en la imaginación de los chibchas. Los modernos colombianos
-le celebran y describen en hermosos versos.
-
-Uno de los cantores del Tequendama es D. José Joaquín Ortiz, de quien
-tengo que decir lo mismo que de Madiedo, y que de casi todos. Es autor
-de multitud de obras que no hemos visto por aquí; de novelas, de
-comedias, de _Lecciones de literatura castellana_, de muchas _Poesías_ y
-de un libro titulado _Testimonio de la historia y de la filosofía acerca
-de la divinidad de Jesucristo_.
-
-Sus versos al Tequendama son buenos, pero no los citaré para citar otros
-que me parecen mucho mejores. Y no creo que el Sr. Ortiz se enoje ó se
-aflija de esta preferencia, como dicen que una vez se enojó y afligió
-mucho Píndaro de que, en los Juegos Olímpicos, Corina le venciese. En
-tiempo de Píndaro no se usaba la galantería que ahora se usa, y que
-tanto resplandece en otros versos del Sr. Ortiz, donde lindamente
-encomia á sus paisanas. Yo, por otra parte, ya que no cite los versos
-del Sr. Ortiz á la catarata, he de citar algo de estos otros de que
-hablé, no sólo por el encomio de las damas colombianas y porque en ellos
-se alude también al gigantesco salto, sino porque, escritos para una
-fiesta nacional, y llenos del más ardiente afecto á Colombia,
-manifiestan profundo amor filial á la antigua metrópoli, amor que nos
-enorgullece, que procuramos pagar, y que muestran y sienten los
-hispano-americanos, á pesar de los errores y torpezas en que han
-incurrido con frecuencia nuestros gobiernos en sus relaciones con
-aquellas repúblicas.
-
-El Sr. Ortiz quiere cantar á su patria, duda de su estro y dice:
-
- ¡Oh! ¡no! para cantarte dignamente
- Poderosa no fuera
- Del viejo Homero la robusta trompa,
- Ni de Marón la lira lisonjera.
- ¿Y yo he de alzar loándote mi acento,
- De tu gran día en la solemne pompa?
- ¿Qué es la humilde retama
- Junto al baobab, patriarca de la selva,
- Que su gigante mole saca al cielo?
- ¿Qué el menguado arroyuelo
- Que corre sin rüido,
- En la callada soledad perdido.
- En medio de los Andes,
- Con nuestro poderoso Tequendama,
- Que, al arrojarse en el abismo, brama
- Atronando el desierto en voces grandes?
-
-Toda esta composición está llena de apasionado lírico arrebato. El
-poeta, ya anciano, es uno de los últimos testigos de la gloriosa guerra
-de la independencia, y lamenta las discordias civiles del día, mientras
-que las hazañas de Bolívar y de los demás libertadores dan á su ánimo
-afligido
-
- Consuelo celestial con su memoria.
-
-Bolívar es para él tan grande como Colón. Si éste descubre la América,
-el otro la liberta. Si Colón,
-
-... el inmortal piloto,
- Ve salir lentamente de la espuma,
- Como alza el cáliz el fragante loto,
- La americana tierra,
-
-y si Colón puede entonces exclamar, ebrio de gozo,
-
- ¡Gloria al Señor! ¡He descubierto un mundo!
-
-Bolívar también
-
- Al través de los campos de la muerte,
- Llega por fin, de donde el mar recibe
- Al Orinoco en amoroso abrazo,
- A la cima en que eleva al firmamento
- Su frente de granito el Chimborazo,
- Y derrama la vista abajo, y mira
- Cual salidas del báratro profundo
- Cinco grandes naciones,
- Y clamar puede al fin, ebrio de gozo,
- ¡Gloria al Señor! ¡He libertado un mundo!
-
-Pero este mismo anciano poeta, que vió al libertador y que tanto le
-ensalza, ama á España y nos asegura que no cesó de pensar en ella y de
-desear la reconciliación.
-
- En esos años de la ausencia fiera,
- El recuerdo de España
- Seguíamos doquiera.
- Todo nos es común: su Dios, el nuestro;
- La sangre que circula por sus venas
- Y el hermoso lenguaje;
- Sus artes, nuestras artes; la armonía
- De sus cantos, la nuestra; sus reveses,
- Nuestros también, y nuestras
- Las glorias de Bailén y de Pavía.
-
-Hasta las mujeres de su país traían al poeta, en su mocedad, el recuerdo
-y el amor de España:
-
- En el porte elegante,
- En el puro perfil de su semblante,
- En su mirada ardiente y en el dejo
- Meloso de la voz, eran retrato
- De sus nobles abuelas;
- Copia feliz de gracia soberana,
- En que agradablemente se veía
- El decoro y nobleza castellana
- Y el donaire y la sal de Andalucía.
-
-Quien, á la edad de setenta años, echa aún tan bonitos requiebros á sus
-paisanas, estoy seguro, repito, de que no ha de afligirse de que se dé á
-una de ellas la preferencia en lo de cantar el Tequendama. Y no es esto
-decir que el Sr. Ortiz no sienta y exprese bien la naturaleza, sino que,
-ante la catarata, fué menos feliz que una poetisa. Ortiz, en su
-composición _A una golondrina_, prueba que vale mucho en este género. No
-me atrevo á decidir si es coincidencia ó imitación; pero, en el corte,
-en el tono, en la serena melancolía de sus versos _A una golondrina_, se
-recuerda á Leopardi, salvo siempre que la fe, que no abandona á Ortiz,
-quita á sus versos la amarga desesperación que la incredulidad de
-Leopardi prestaba siempre á cuanto escribía. Hay además en Ortiz no poco
-de _quintanesco_ y clásico, al ver siempre al hombre y al pensar más en
-su destino, en su progreso, en su libertad, en su infelicidad ó en su
-dicha, que en todas las magnificencias de la tierra y de los cielos.
-Todo esto es para él como el fondo que pinta ligeramente el artista en
-un cuadro donde campea la figura humana.
-
-En cambio, la ilustre poetisa antioqueña Agripina Montes siente y
-refleja con gran viveza y vigor la hermosura y sublimidad de los seres
-inanimados ó inferiores al hombre.
-
-El sentimiento de la naturaleza es en su alma todo lo profundo que
-puede ser en un alma católica y española; porque la idiosincrasia de
-nuestra raza pone la propia individualidad por cima de todo, y jamás
-hubo teósofo español que la disolviese en la inmensidad del Universo, ni
-místico, y eso que los hemos tenido maravillosos, que la sepultase en el
-abismo interior del centro del espíritu.
-
-Yo no aclamo, me limito á repetir el grito de admiración con que, en su
-patria, saludan á doña Agripina, aclamándola _Musa del Tequendama_.
-Añadiré además que, por las noticias que me da el colector Añez, D.ª
-Agripina es una señora guapa, joven aún, que se casó, en muy temprana
-edad, con D. Miguel del Valle, de quien tuvo numerosa prole, y de quien,
-en 1886, quedó viuda. Vive consagrada á sus hijos, á par que da
-lecciones en establecimientos de educación y en casas particulares. En
-1887 ha sido nombrada directora de la Escuela normal de Santamarta. El
-Sr. Añez la celebra por no menos hábil y activa en labores caseras que
-con la pluma.
-
-Para muestra de esta última y superior habilidad quisiera yo poner aquí
-toda la oda al Salto; pero no me atrevo á llenar mucho las columnas de
-_El Imparcial_, y me limitaré á trasladar á ellas algunos fragmentos.
-
-Aun así, lo dejaré para otro día, porque va ya siendo demasiado extensa
-esta carta.
-
- * * * * *
-
-
-_3 de Septiembre de 1888._
-
-IV
-
-Muy estimado señor mío: Yo hago muchos distingos y no afirmo ni niego
-por completo sino rarísimas veces. Por esto me acusan de escéptico.
-Pero, en fin, yo soy así, y no lo puedo remediar. La famosa sentencia
-_ut pictura poesis_, que en Alemania y en Inglaterra ha sido fundamento
-de sendas escuelas de poesía, me parece falsa como no se limite mucho.
-
-Hay, debe haber poesía descriptiva, como hay pintura de paisaje; pero la
-poesía describe de un modo reflejo lo que la pintura pinta de un modo
-más directo. La poesía vence á la pintura, cuando la poesía describe, no
-el objeto que se ve, sino la impresión, el sentimiento y la idea que el
-objeto que se ve produce en lo profundo del alma. En cambio, para
-conocer bien el objeto, tal como es, ó al menos tal como aparece, la
-pintura y hasta la fotografía valen más que la poesía más fiel y más
-pintoresca.
-
-La palabra fría de la prosa, fórmulas aritméticas áridas, nomenclaturas
-técnicas, dan más cumplido concepto de lo que es cualquier objeto ó
-fenómeno del mundo exterior que los versos más elocuentes y sublimes.
-
-Heredia, poeta de Cuba; Pérez Bonalde, poeta de Venezuela, han compuesto
-versos hermosísimos al Niágara. Mas para formar idea del Niágara dice
-más el que dice: el río se precipita desde una altura de más de 50
-metros; contando con la isla de la Cabra, que está en medio, y divide la
-catarata, la anchura del río, en el lugar en que se precipita, vendrá á
-ser de 1.300 metros; y el volumen de agua que cae, cada hora, es de
-noventa mil millones de pies cúbicos ingleses, según los cálculos de
-Lyell.
-
-No hay oda, ni himno, que haga concebir mejor la grandeza del Niágara.
-De donde yo infiero que la poesía realista ó naturalista vale poco, y
-que el verdadero valor de la poesía está, no en lo real, sino en lo
-ideal, en la pasión en el sentimiento que produce el objeto en el
-espíritu de quien le contempla: en lo sobrenatural y en lo infinito,
-cuyo volumen Lyell no calcula: en Dios ó en el diablo que al poeta se le
-aparece, ó que surge evocado por él del seno agitado y estrepitoso de
-aquellos noventa mil millones de pies cúbicos por hora, que, desde hace
-tantos siglos, sin que disminuyan, se van derrumbando á un lado y á otro
-de la isla de la Cabra.
-
-Siempre he leído con gusto el precioso libro de Víctor de Laprade sobre
-_El sentimiento de la naturaleza_; y no porque me ha convencido, sino
-porque ha corroborado, con todo su saber y su discreción, lo mismo que
-yo pensaba y sentía. La poesía tiene por objeto al hombre, con todo lo
-que hay en su espíritu. Su pensamiento, su acción es siempre el asunto.
-Donde no hay acción humana, la poesía descriptiva se diría que está de
-sobra; acuden á la memoria los versos de Lope:
-
- En este valle y líquida laguna,
- Si he de decir verdad como hombre honrado,
- Jamás me sucedió cosa ninguna.
-
-Así es que Homero, guiado por su instinto divino é infalible, no
-describe, y si describe, la descripción se vuelve acción. No se para
-Homero á describir las armas de Aquiles, sino que nos lleva á la fragua,
-y vemos á Vulcano con el martillo y las tenazas; y vemos el oro y el
-bronce que se derriten, y los fuelles que soplan, y el fuego que arde; y
-vemos trabajar al dios, y salir de entre sus manos ágiles, y de su
-maravillosa mente de artista, la fuerte coraza, el penachudo morrión y
-el estupendo escudo, en cuyas cinco zonas el dios va esculpiendo á
-nuestra vista, llena de grato asombro, cuanto hay de más hermoso en el
-cielo y en la tierra.
-
-Con el Tequendama ocurre lo mismo que con el Niágara. Cualquiera
-descripción en prosa, la de Humboldt, la del matemático Caldas, la del
-barón de Japurá, dan más cumplida idea que los mejores versos. La masa
-de agua que se precipita es muy inferior, pero cae de un lugar cerca de
-cuatro veces más alto. El agua además choca primero contra un banco de
-piedra, y allí revienta; hierve y se lanza de nuevo en plumas
-divergentes hacia el abismo. En el fondo es más terrible el choque y no
-puede mirarse sin horror. Las plumas de agua, las puntas de lanzas, que
-tal parecen, se despeñan con increíble rapidez y se suceden unas á
-otras. Al llegar al fondo, cuando no antes, en virtud de su vertiginoso
-descenso, se desmenuza el agua y se pulveriza, y asciende luego en
-forma de nubes, que el sol dora y adorna con el iris. Se diría que el
-Bogotá, acostumbrado á correr por las regiones elevadas de los Andes,
-baja á pesar suyo á aquella profundidad y quiere otra vez elevarse
-orgulloso en difusos vapores. Estos vapores asegura Humboldt que se ven
-desde la ciudad de Bogotá á cinco leguas de distancia.
-
-Después de esto, ¿qué podrá añadir la poetisa; qué ponderación realzará
-en sus versos la pintura de la catarata? La impresión propia, el vuelo
-de su espíritu, su humano pensamiento y su elevada fantasía, que entrevé
-á Dios en el horrendo arco que forma el agua.
-
-Después prosigue la poetisa:
-
- ¿Qué buscas en lo ignoto?
- ¿Cómo, adónde, por quién vas empujado?
- Envuelto en los profusos torbellinos
- De la hervidora tromba de tu espuma,
- E irisado en fantástico espejismo
- Con frenesí de ciego terremoto,
- Entre tu aérea clámide de bruma,
- Te lanzas despeñado,
- Gigante volador, sobre el abismo.
- Se irgue á tu paso murallón inmoble
- Cual vigilante esfinge del Leteo;
- Mas de tu ritmo bárbaro al redoble
- Vacila con medroso bamboleo.
- Y en tanto al pie del pavoroso salto,
- Que desgarra sus senos al basalto,
- Con tórrida opulencia
- En el sonriente y pintoresco valle
- Abren las palmas florecida calle.
-
- * * * * *
-
- La indiana piña de la ardiente vega,
- Adorada del sol, de ámbar y de oro,
- Sus amarillos búcaros despliega.
- Sus ánforas de jugo nectarino
- Te ofrece hospitalaria
- La guanábana en traje campesino,
- A la par que su rica vainillera
- El tamarindo tropical desgrana,
- Y la silvestre higuera
- Reviste al alba su lujosa grana.
- Bate del aura al caprichoso giro
- Sus granadillas de oro mejicano
- Con su plumaje de ópalo y zafiro
- La pasionaria en el palmar del llano;
- Y el cámbulo deshoja reverente
- Sus cálices de fuego en tu corriente.
- Miro á lo alto. En la sien de la montaña
- Su penacho imperial gozosa baña
- La noble águila fiera;
- Y espejándose en tu arco de topacio,
- Que adereza la luz de cien colores,
- Se eleva majestuosa en el espacio
- Llevándose un jirón de tus vapores.
- Y las mil ignoradas resonancias
- Del antro y la floresta,
- Y místicas estancias
- Do urden alados silfos blanda orquesta,
- Como final tributo de reposo
- ¡Oh émulo del destino!
- Ofrece á tu suicidio de coloso
- La tierra engalanada en tu camino.
-
-Todo esto es bello; pero en el fondo del cuadro, la figura principal es
-la misma poetisa. El Tequendama es el pedestal ingente sobre el cual se
-pone su espíritu
-
- A retocar sus desteñidos sueños.
-
-El desaliento que se apodera del espíritu en presencia de tan grande
-escena, hace concebir mejor su magnificencia que la descripción más
-atinada y exacta.
-
-Manzoni, cantando á Napoleón, que al fin era un hombre como él, y por la
-elevación del pensamiento mucho menor que él, puede decir, sin que nos
-ofenda la jactancia, que va á entonar un cántico que _forse non morrà_.
-Simónides, reviviendo en los versos de Leopardi, puede pedir para sus
-versos la misma inmortalidad que da la gloria á los trescientos héroes
-que los versos celebran; pero ante el espectáculo solemne de aquella
-fuerza ciega, fatal y sin término, el ánimo se apoca. Es además una
-mujer la que canta, y yo veo algo de amable y de muy delicado en la
-timidez y desconfianza con que la poetisa predice, engañada por su
-modestia, que su canto va á morir; que
-
- Así como se pierden á lo lejos,
- Blancos al alba y al morir bermejos,
- En nívea blonda de la errante nube,
- O en chal de la colina,
- Los velos primorosos
- De tu sutil neblina,
- Va en tus ondas mi cántico arrollado
- Bajo tu insigne mole confundido,
- E, inermes ante el hado,
- Canto y cantor sepultará el olvido.
-
-No es de recelar que tal suceda, porque los versos son hermosos y
-muestran el arte de la poetisa, su viva imaginación y el buen gusto para
-la dicción poética. Tal vez el _bamboleo_ con que, alucinada ella por un
-momento, cree que se estremecen y vacilan las inmobles rocas al rudo
-golpe del agua, parezca á alguien palabra sobrado vulgar; pero es
-gráfica y está realzada por el epíteto _medroso_.
-
-La pintura de la vegetación tropical, que se extiende al pie del Salto,
-no es inferior á la de D. Andrés Bello, que la poetisa recordó é imitó,
-y aun se puede afirmar que hace más impresión que la de Bello, porque no
-habla en general de las plantas y flores de la zona tórrida, sino que
-describe lo que está viendo allí mismo.
-
-No es Agripina Montes la única poetisa de nota que el _Parnaso
-Colombiano_ nos da á conocer. Hay otras que llaman mucho la atención y
-se ganan el aprecio y las simpatías de los lectores.
-
-Yo me figuro que en Colombia no deben de ocurrir las varias causas que
-en España, y sobre todo en Madrid, influyen para que las mujeres no
-escriban versos. Nuestros padres y abuelos, hartos de los discreteos,
-latines y tiquis-miquis de las damas de Calderón, condenaron el saber en
-las mujeres, denigraron á las mujeres sabias con los apodos de licurgas
-y marisabidillas, y pusieron el ideal femenino en la más crasa
-ignorancia. Mas tarde, y ya bien entrado este siglo de las luces, volvió
-la mujer á querer saber y á saber; pero en muchas partes, y sobre todo
-en Madrid, en las clases elegantes y abastadas, la educación de la mujer
-fué exótica: en colegios, ingleses ó franceses, con ayas inglesas ó
-alemanas. De aquí que el castellano fuese en boca de muchas damas la
-lengua del vulgo, sólo aristocratizada por la pronunciación gangosa de
-las erres. Si la dama salía aficionada á leer, leía á Musset ó á
-Lamartine ó á los poetas británicos, y lo español le parecía tonto y
-cursi, aunque no lo dijese ella. Cuando la dama no salía muy aficionada
-á leer, como esta vida de Madrid, la _high life_, es un torbellino de
-fiestas, toros, bailes y paseos, no había para qué leer ni siquiera por
-pasatiempo. Al teatro se iba á oir música, y de la dama _comm’il faut_,
-si por acaso se allanaba á ir á la comedia, se podía decir lo que ya
-Iriarte decía de las _currutacas_ de su tiempo:
-
- Aplauden cuando más al tramoyista;
- Oyen tal cual chulada del sainete,
- Y sirve lo demás de sonsonete,
- Mientras que están haciendo una conquista.
-
-De aquí que, con relación á la gracia, chiste, despejo y portentosa
-facundia de la mujer española, hayan sido muy pocas las que han escrito
-y han ganado alta fama escribiendo. Y estas pocas han venido casi
-siempre á este centro, desde el fondo de alguna apartada ciudad de
-provincia. Así la Avellaneda, de Cuba; Carolina Coronado, de una villa
-de Extremadura; María Mendoza y Josefa Barrientos, de Málaga; y de la
-Coruña, doña Emilia Pardo Bazán.
-
-En toda mujer que se lanza en España á ser autora, hay que suponer una
-valentía superior á la valentía de la Monja-Alférez ó á la de la propia
-Pentesilea. Cada _dandy_, si por acaso la encuentra, será contra ella un
-Aquiles, más para matarla, que para llorar su hermosura después de
-haberla muerto. Quiero decir, dejando mitologías á un lado, que en la
-literata suelen ver los solteros algo de anormal y de vitando, de
-desordenado y de incorrecto, por donde crecen las dificultades para una
-buena boda, etc., etc. De aquí que, si una jovencita sale aficionada á
-literatear ó á versificar, ella misma lo oculta como un defecto ó
-impedimento dirimente, cuando no es la propia familia la que procura
-ocultarlo. Sólo la más ardiente y firme vocación y un extraordinario
-mérito pueden sobreponerse á tanto cúmulo de inconvenientes.
-
-Una pícara sentencia de Horacio, cuya falsedad é injusticia, perdóneme
-Horacio, ofenden al recto juicio, viene á hacer más penosa la situación
-de toda poetisa: la medianía en versos no la sufren ni los postes. De
-modo que sufrimos la medianía en la cocinera (y ojalá que la mía fuese
-siquiera mediana), en la planchadora, en la que borda, en la que dibuja,
-en la que canta, y sólo para versos es menester que los haga una mujer
-mejor que Safo, ó que no los haga. Yo declaro esto absurdo. Yo declaro
-que sufro mejor, no ya un mediano soneto, sino una oda mala, que una
-camisa mal planchada, que un caldo mal hecho, que un aria mal cantada, ó
-que una melodía de Chopin chapuceramente tocada en el piano ó en el
-arpa. Si por temor de hacer mal una cosa no se ha de hacer, la misma
-razón hay para que una mujer no haga versos, que para que no cante, ó
-baile, ó toque el piano. En verso se pueden decir tonterías: esto es
-verdad; pero ¿acaso hablando en prosa no pueden también decirse
-tonterías? ¿Y hemos de anudar ó cortar la lengua de las mujeres para que
-no las digan? No niego yo que una tontería, dicha en verso, adquiere
-cierta consistencia, compromete más, es más solemne, resonante y
-repercutiente, que en prosa; pero, en cambio, debemos convenir en que,
-por facilidad que se tenga para hacer versos, y por malos y flojos que
-los versos sean, no se improvisan tanto, ni salen, ni manan con tanta
-fluidez y copiosa vena como las tonterías en prosa desatada.
-
-Otro argumento tengo yo en favor de los versos. Reflexiónese bien y no
-se me rechace por sutil: es muy fundado. Todos, hombres y mujeres,
-tenemos cierta dosis ó capital de tonterías, que gastamos ó difundimos
-durante nuestra vida mortal. Ellas han de brotar de nosotros como la
-flor de la planta. ¿No es mejor, pues, que se digan que no que se hagan?
-Y al decirlas, ¿no es mejor decirlas con rima y con metro? No niego que
-así subirá más alto, pero también será más delgada la tontería, como
-cuando en el caño de la fuente que se desborda ponemos un apretado y más
-angosto canuto, por donde sube más el surtidor, pero sale también menos
-líquido.
-
-Es indudable que, en la mujer, el hacer versos presenta otra dificultad
-más grave; pero yo la allano ó salto por cima. La poesía, la lírica
-sobre todo, siendo sincera como debe ser para ser buena, es
-_autobiografía_ del corazón y de la mente: es exhibir el alma al público
-en su desnudez; y esto parece que lastima algo el pudor y la modestia.
-¿Cómo enterar á todo el género humano de tus afectos y pasiones? Pues
-peor es todavía que le engañes y que supongas lo que no eres. Entonces
-harás una mala acción, y harás además, de seguro, muy malos versos. La
-mentira del sentimiento es adversa á toda estética.
-
-No hay más remedio que decir la verdad. ¿Y por qué ha de ser tan costoso
-é incómodo decirla? ¿A qué, en este punto, el misterio y el recato?
-Seamos positivistas, como mi amigo Juan Enrique Lagarrigue, en cuya
-_Religión de la Humanidad_ es el Mandamiento III ó IV, no lo recuerdo
-bien, _vivre au grand jour_.
-
-No crea Ud. que es impertinente esta digresión. La traigo aquí para
-hablar de la sinceridad, de la noble franqueza, de la verdadera poesía
-íntima y honda que noto y admiro en algunos versos de sus paisanas de
-Ud., y por cima de todos, en los de Mercedes Flórez. Dicen y afirman
-cuantos la conocen que es hermosísima mujer; pero á mí, aunque fuese
-fea, me sería simpática, por la limpia hermosura de su alma y por su
-candidez generosa. Sus versos sí que son versos íntimos, sentidos y
-_vividos_. La palabra _casera_, que aplicada á la poesía fué hasta hoy
-despreciativa, tiene, por causa de la poesía de Mercedes Flórez, que
-adquirir un valor encomiástico.
-
-Los versos caseros y la vida casera de Mercedes Flórez se confunden y
-son un idilio de verdad. El mismo año que ella, el año de 1859, nació su
-novio Leonidas. Ella y él se amaron mucho. Como eran pobres ambos, los
-padres se oponían á la boda; pero ellos prescindieron de todo y se
-casaron.
-
-Leonidas Flórez es también poeta, y compuso entonces unos lindos y
-graciosos versos, que se titulan _Regalos de boda_, y que empiezan:
-
- Nos hemos de casar, pese al demonio.
- Ya han agotado todos sus consejos
- Nuestros padres contra este matrimonio.
- Así son las chocheces de los viejos.
-
-Como toda la oposición se fundaba en la pobreza del novio, éste prueba
-que es riquísimo, haciendo brillante enumeración de los espléndidos
-regalos que trae á Mercedes.
-
-Nada falta allí: estrellas, perlas, diamantes, palacios y jardines que
-brotan del tesoro inagotable de su fantasía. Y no contento con probar
-que él es rico, prueba el novio además que es riquísima ella:
-
- Tú también eres rica y generosa;
- Tu regalo es el colmo de mi anhelo:
- Me entregas tu belleza, eres mi esposa:
- Vale eso más que regalarme un cielo.
-
-Él matrimonio ha sido y es dichosísimo, á pesar de esta única riqueza,
-que no se cotiza en la Bolsa. Y una de sus dichas ha sido la de inspirar
-las sencillas y tiernas poesías de Mercedes, humilde Victoria Colonna
-americana.
-
-Después de llamar esclavitud al matrimonio, exclama ella:
-
- Mas ¡oh bendita esclavitud que adoro,
- En que se reina al par que se obedece!
- Cadenas tiene, mas cadenas de oro.....
- ¡Déjame en mi entusiasmo que las bese!
-
-Mercedes sólo tiene un pesar: tiene celos de la gloria y de la ambición
-de su marido.
-
- La adoras, sí; lo leo en tu mirada;
- En tus noches de insomnio lo confiesas,
- Y quizá mientras duermo confiada,
- Tú en tus sueños la abrazas y la besas.
-
-Entonces procura ella demostrar la vanidad de la gloria, ó bien se queja
-diciendo:
-
- Ama á la gloria, pues. Vé hasta la altura;
- Sube como el condor hasta los cielos,
- En tanto que yo ahorro mi amargura
- Amándote y muriéndome de celos.
-
-En otra ocasión se afana ella por disuadirle de que sea ambicioso, y le
-dice:
-
- No busques oro y seda y pedrería,
- Ni rico hogar ni deslumbrante coche;
- Te bastarán tus libros en el día,
- Te bastarán mis cuentos en la noche.
-
-Pero donde Mercedes Flórez es divina y despierta envidia de su marido en
-todo corazón de hombre, es en unos versos que compuso en Diciembre de
-1883, cuando ella tenía veinticuatro años y veinticuatro años él, y
-cuando acababa su marido de salir de una enfermedad que le tuvo á la
-muerte. Los versos se titulan _En la agonía_, y la refieren como si
-estuviera pasando: son admirables de verdad y de afecto; son la poesía
-natural del corazón que trae lágrimas á los ojos:
-
- ¡No, no! ¡Tú me amas mucho para dejarme sola!
- ¡No, no! ¡Yo te amo mucho para dejarte ir!
- Llévame en ese viaje pesado de ultratumba,
- O quédate conmigo: aun somos harto jóvenes
- Para poner, amándonos, á nuestra vida fin.
-
- Estréchame en tus brazos, amado mío, bésame;
- Mis labios, nueva vida te volverán y ardor.
- Lucha contra la muerte: véncela en el combate:
- No me abandones, mi ídolo, que hoy te amo más que nunca.....
- Conmuévante mis lágrimas..... ¡no lances ese adiós!
-
- * * * * *
-
- Aquí hay laureles muchos aún para tus sienes:
- Yo con mis propias manos las tengo de adornar.
- Amante de tu gloria, yo quiero que no trunques
- Tu espléndida carrera, y de tu vida á lo último
- El genio te dé aureolas haciéndote inmortal.
-
- ¡Dios mío! Mira tu obra: la flor abre sus pétalos;
- El águila ya altiva levanta el vuelo audaz;
- ¿Y tú permitir puedes que el cierzo la marchite,
- Y que cobarde flecha alcance el nido íntimo
- Y rompa las entrañas del águila real?
-
- ¡Dios mío, tu justicia es grande cual tú mismo,
- Y mi esperanza toda de hoy más cifraré en ti!
- ¡No arranques de mi cielo este lucero fúlgido
- Que no hace falta al tuyo! Escucha..... En su delirio
- Dice que me ama tanto..... ¡que no quiere morir!
-
-Dispense Ud. y dispense el público, á quien confío estas cartas, á Ud.
-dirigidas, que sea yo largo en ésta. Ya abreviaré en adelante.
-
- * * * * *
-
-
-_17 de Septiembre de 1888._
-
-V
-
-Mi distinguido amigo: Por más que me amonesto y me excito á ser breve,
-tengo aún tanto que decir, que, sobreponiéndome al temor de cansar,
-acabaré por decirlo. La floreciente literatura _castellana_, ó en
-castellano, de esa república, me complace tanto como si yo soñase que á
-una persona querida, á quien antes del sueño le hubiesen cortado ó
-tratasen de cortarle los brazos, le brotasen alas de repente.
-
-Diré á Ud., para que se entere de esta mi visión alegórica, que en gran
-parte de España, por un lado en Cataluña y por otro en Galicia, ha
-entrado la manía á no pocos valerosos y fecundos ingenios de privar de
-sus frutos al habla de Castilla y de escribir sus mejores obras en prosa
-ó en verso, en catalán ó en gallego. Á mí, que soy muy patriota, en
-literatura como en todo, me aflige esto bastante; pero me consuela que
-ustedes, desde tan lejos, nos den como rica compensación lo que dentro
-de la Península nos quitan nuestros compatriotas.
-
-Tengo además otras razones para extenderme, aunque peque de prolijo.
-
-Los sabios está claro que lo saben todo, y yo no descubro ningún
-palimpsesto para hablar de ustedes; pero al fin no faltan personas poco
-sabias, entre las cuales nada se sabe de Uds., y yo puedo contarles
-cosas casi tan interesantes y amenas como el crimen de la calle de
-Fuencarral.
-
-Me remuerde la conciencia de haber elogiado sólo á Mercedes Flórez y á
-Agripina Montes y de no mentar siquiera á otras poetisas. En muchas de
-ellas noto el mismo candor, la misma sencillez y no menor pasión
-delicada que la que tan simpática me hace á la hermosa Mercedes.
-
-Así, por ejemplo, Bertilda Samper, hija del doctor del mismo nombre y
-de doña Soledad Acosta, ilustres escritores ambos. Esta poetisa se
-complace en la solitaria vida del campo, donde se deleita su alma en la
-contemplación de la naturaleza y en el devoto y ferviente amor de Dios.
-Sus versos tienen singular dulzura religiosa. _La parábola del
-sembrador_ es muy bella, y en las _Cartas de una campesina_ hay trozos
-que no son inferiores.
-
-Citaré, por último, á otra notable poetisa y escritora colombiana,
-aunque no lo es por nacimiento, sino por adopción. Hablo de la dama
-irlandesa María Juana Christie, que casó con don Juan E. Serrano, á la
-cual he tenido el gusto y la honra de tratar en Nueva York, y á la cual
-Núñez de Arce y yo debemos estar y estamos muy agradecidos. La señora de
-Serrano ha traducido al inglés, con singular maestría, venciendo á otros
-traductores y satisfaciendo el gusto difícil de los críticos de la casa
-de Appleton, mi novela _Pepita Jiménez_: ha traducido y publicado
-también mi diálogo _Gopa_, y ha puesto en hermosos versos ingleses, con
-general aplauso, no pocos de los que contienen los _Gritos del combate_.
-
-Esta señora, sobre su llaneza de buen tono y natural modestia, está
-dotada de muy agudo ingenio y de elevado entendimiento, cuyo cultivo ha
-sido esmeradísimo. Habla el castellano tan bien como el inglés, y posee
-además el alemán, el italiano y las lenguas clásicas griega y latina.
-
-De obras originales no sé que haya publicado más la señora de Serrano
-que un tomito de versos titulado _Destiny and other poems_, en Nueva
-York, en 1883; pero este tomito, hasta donde yo soy capaz de comprender
-el mérito de la poesía inglesa, me parece que no se perderá en el
-inmenso cúmulo de dicha poesía, y que algo de lo que el tomito encierra
-figurará como muestra, adorno y gala en las futuras Antologías
-británicas.
-
-La señora de Serrano, á quien estiman y quieren mucho en la sociedad más
-distinguida de Nueva York y de Washington; que es hermosa, y que tiene
-una hija ya casadera, en quien ve renovarse su hermosura, no debiera
-estar muy melancólica, ni tener _blue devils_; pero los males de su
-patria, Irlanda, el ejemplo de Byron y de Shelley, y la filosofía
-pesimista alemana, hoy tan en moda, influyen poderosamente en ella, en
-lo teórico al menos, ó sea cuando toma la lira y canta. De ordinario, no
-me parece la señora de Serrano ni desesperada ni siquiera cejijunta,
-sino llena de afabilidad y de agrado.
-
-Sea como sea, no sé si lamentar su sombría tristeza, meramente
-especulativa, como la supongo, y que produce tan magníficos versos.
-Algunos, traducidos al español por D. Rafael Pombo, vienen insertos en
-el _Parnaso Colombiano_; pero no bastan estos versos, y sería menester
-estudiar con atención todo el tomo, en inglés, para penetrar bien en el
-vacilante espíritu de la poetisa y determinar hasta qué extremo llega su
-pesimismo, y cómo ella le contradice y vence por virtud de ciertas vagas
-creencias en palingenesias en otros astros, donde la felicidad no es
-tan difícil, ya que no imposible, como en este en que vivimos ahora.
-
-Necesitaría yo hacer especial estudio del extenso poema _Destiny_ para
-aquilatar bien el mérito y la originalidad de la señora de Serrano, y
-hasta qué punto se deja influir por la celebrada y eminente poetisa
-Isabel Browning, su compatriota. En las obrillas cortas de la señora de
-Serrano se nota la impresión del momento. En algunas, como en
-_Despondency_, _Días de otoño é Invocación á la muerte_, hay la más
-negra y completa desesperación; en otras brillan esperanzas vagas
-ultramundanas, y en otras, por último, hay yo no sé qué enigmático
-remedio de todos los males, que la poetisa posee y disfruta, aun en esta
-vida mortal, pero que no sabe, ó no debe, ó no quiere descubrir en qué
-consiste. Así es que habla de su panacea como proponiendo un acertijo y
-ofreciendo premio al que le declare. Yo, aunque mal y torpemente, he
-traducido, ó mejor diré, he adaptado al español este acertijo, _riddle_.
-Allá va: adivínele quien pueda.
-
- Es mi tesoro una joya
- Que en áureo cerco no brilla:
- Me la dió Naturaleza
- En su forma primitiva.
- Mas quien de joyas entiende,
- Si llega á mirar la mía,
- Su inmenso valor pondera
- Y palidece de envidia.
- En clara noche de estío,
- Del mundo en la edad florida,
- Cuando la tierra con lágrimas
- Regado el hombre no había,
- Pues deslumbraba sus ojos
- La luz de fáciles dichas,
- Cayó mi joya del cielo
- Sin que su luz fuese vista.
- Vino más tarde el dolor,
- Que sueños calman y alivian,
- Y quien alivio buscaba
- Mi joya en sueños veía.
- Danzas entonces tejiendo
- En una selva, á la tibia
- Claridad de las estrellas,
- Y en el césped escondida,
- Encontró un hada mi joya
- Y la puso en su varita.
- Protectora se hizo el hada
- De mucha inocente niña,
- Y trocó en sedas y encajes
- Los harapos que vestía,
- Y se la llevó en volandas
- A dar, en fiestas magníficas,
- A los príncipes amor
- Y á las princesas envidia.
- Luego empeoró nuestra raza,
- Y las hadas afligidas
- Huyeron sin que se sepa
- A qué región ni á qué clima.
- Antes de huir sepultaron
- La joya en profunda sima,
- Porque no la profanase
- Ninguna mirada indigna.
- Sobre esta piedra preciosa
- Harto los sabios cavilan,
- Y filosofal la llaman
- Y estudian por descubrirla.
- Mas, como nunca penetran
- Bastante en la esencia íntima
- De naturaleza, en balde
- Ver la joya solicitan.
- Así permaneció siempre
- Blanco oculto á toda mira,
- Hasta que en una mañana
- De primavera, yo misma
- Con mis lisonjas la atraje
- Por mis conjuros cautiva.
- En mi seno, desde entonces,
- La joya está, do mitiga
- Toda pena, y donde todo
- Vano deseo amortigua:
- Que hay en su centro brillante
- Misteriosa hechicería
- Y recuerdos de aquel sitio
- Que abandonó en su caída.
- Al contemplarla mi alma,
- Mi alma á los cielos aspira,
- Sin que en afanes diarios
- La joya no valga y sirva,
- Pues humildad y pobreza
- No la avergüenzan ni humillan:
- Y con rosicler de aurora
- Baña su luz peregrina
- Mejor que el alcázar regio
- Las modestas alquerías.
- Al sabio que de esta joya
- Sepa el nombre, y dé noticias
- Y explicación del encanto
- Que en su talismán se cifra,
- Tendré yo por el más sabio
- Mortal que en el mundo viva,
- Y también por el más rico,
- Y, aunque nada anhele y pida,
- A mi muerte ha de ganar
- Esta joya por albricias.
-
-Volviendo ahora á los poetas, que por admirar á las poetisas habíamos
-abandonado, seré breve por varias razones.
-
-Hay tres ó cuatro poetas en el _Parnaso Colombiano_ de quienes es mejor
-limitarse á citar los nombres que decir poco sin haber estudiado todas
-sus obras y sin conocer bien su vida.
-
-Así, por ejemplo, Rafael Núñez, actual presidente de la república.
-Núñez es autor de un libro titulado _Ensayos de crítica social_ y
-también de muchas poesías, que no sé si ha publicado en tomo. Las que
-inserta el _Parnaso_ son originalísimas por su fondo filosófico y por su
-forma concisa, enérgica y sentenciosa. La primera, que es la más
-encomiada y que merece serlo, deja pasmado á quien la lee, sobre todo al
-considerar que es el autor un hombre político, presidente de la
-república nada menos. Nosotros casi no podemos comprender la franqueza
-de Núñez. Entre nosotros no diré yo que un jefe de partido, un eminente
-hombre de Estado tenga por fuerza que creer en alguna cosa. Bien puede
-no creer en ninguna; pero se guardará de decirlo. Decirlo sería
-descarrilar: hacer mal su papel. Tendrá, pues, su _Credo_ ó _Símbolo_,
-redactado por artículos; artículos de fe, de cada uno de los cuales no
-renegará, aunque le descuarticen. Así serán ó aparecerán todos los
-políticos. Este creerá en la soberanía del pueblo y en el sufragio
-universal; aquel, en el derecho divino de los reyes y en la constitución
-interna; uno será librecambista, proteccionista otro; pero todos se
-mostrarán muy firmes en sus creencias y harán de las opiniones _dogmas_,
-y de la profana política algo como _religión_ ultrasagrada, y llamarán
-_comunión_ ó _iglesia_ á su bandería ó pandilla, y _correligionarios_ á
-sus parciales, y pondrán en su _martirologio_ á cualquiera de estos
-_correligionarios_, cuyo _suelto_ en los periódicos haya sido
-denunciado.
-
-Acostumbrados nosotros á esta severidad dogmática, y dichosos poseedores
-de una ciencia ó de una creencia, ¿cómo no maravillarnos de los versos
-del Sr. Núñez, que se titulan, con la frase de Montaigne, _Que
-sais-je?_, y donde el autor viene á declarar que no cree en nada y que
-no sabe nada? El Sr. Núñez no está seguro de
-
- Si es la ciencia dudosa que aquí hallamos
- Escala vacilante en que pasamos
- De un error á otro error.
-
-Así es que termina exclamando:
-
- ¡Oh confusión! ¡Oh caos! ¡Quién pudiera
- Del sol de la verdad la lumbre austera
- Y pura en este limbo hacer brillar!
- De lo cierto y lo incierto, ¡quién un día
- Y del bien y del mal conseguiría
- Los límites fijar!
-
-Otros varios poetas figuran en el _Parnaso Colombiano_, de quienes no se
-debe aquí decir nada. Sería menester escribir un largo artículo sobre
-cada uno. Hay que hacerse cargo de que el _Parnaso Colombiano_ es un
-muestrario de toda una rica literatura contemporánea.
-
-Tal vez un día, si sigo yo escribiendo estas cartas, hable extensamente
-y como ellos merecen, de José María Samper, poeta, novelista,
-dramaturgo, filósofo, político y el más fecundo escritor de Colombia; de
-Julio Arboleda, lírico famoso y autor de un poema ó leyenda cuyo título
-es _Alvaro de Oyón_; de José María Marroquín, sabio filólogo y discreto
-poeta, lleno á veces de chiste; de Gregorio Gutiérrez González, gran
-pintor de la naturaleza de su tierra, y cuyo poema sobre el cultivo del
-maíz acaso compite con la sublime _Destrucción de las florestas_ del
-brasileño Araujo Porto-Alegre; de los Caros, padre é hijo, de quienes he
-dicho tan poco, y de otros más.
-
-Por lo pronto, aunque no baste esta carta y tenga yo que escribir la
-sexta para terminar mi trabajo, he de decir algo todavía de varios
-poetas que me parecen muy originales, y de otros, jóvenes los más, que,
-sin dejar de ser originales, siguen algo en la forma y en la manera, ya
-á Campoamor, ya á Bécquer, que son, á par de Núñez de Arce, los poetas
-españoles del día más populares y celebrados hoy en Colombia.
-
-Justo es decir que, entre estos jóvenes poetas, Bécquer es más seguido é
-imitado que Campoamor, y que su escuela está también mejor representada.
-Verdad es que Bécquer tiene á Heine por auxiliar, y el auxiliar de
-Campoamor no acude ó no se ve tan claro.
-
-Como muestras de estos _becqueristas_ citaré de Emilio Antonio Escobar
-las siguientes composiciones, que él llama _Rimas_, como llama Bécquer á
-las suyas:
-
- Allá en el fondo de la tumba fría,
- Del cadáver los átomos inertes
- Se transforman, se buscan y palpitan
- En las auroras de un eterno génesis.....
- Y aquí en mi pecho un corazón vacila
- Y el hielo horrible del sepulcro tiene.....
- Allá se siente palpitar la vida,
- Aquí se siente palpitar la muerte.
-
- Cada vez que tu mano, al despedirme,
- Estrecho conmovido entre las mías;
- Cada vez que me dices: «Hasta luego»,
- Fijando en mí tus húmedas pupilas,
- Oigo un eco lejano que repite
- Dolorosa y eterna despedida,
- Y siento que una lágrima que oculto
- Me cae al corazón pesada y fría.
-
- Ya en la iglesia de los cielos
- Alguien enciende los cirios,
- Y el órgano de los vientos
- Suspira ya sus registros;
- Largos nubarrones negros
- Enlutan el infinito.....
- Se va á cantar el entierro
- De nuestro amor muerto niño.
-
-En todo esto hay lo más lastimoso de Bécquer y de Heine: olor de
-cementerio y cancamurria de gori-gori.
-
-Muy superior me parece otro _becquerista_ de veintitrés años: Joaquín
-González Camargo, médico y literato. Sus versos _Viaje de la luz son
-becqueristas_; pero, ¿yo no sé?, me siento inclinado á decir que me
-gustan más que los mejores de Bécquer y de Heine. Y dicen los versos:
-
- Empieza el sueño á acariciar mis sienes:
- Vapor de adormideras en mi estancia;
- Los informes recuerdos en la sombra
- Cruzan como fantasmas.
- Por la angosta rendija de la puerta
- Rayo furtivo de la luna avanza,
- Ilumina los átomos del aire:
- Se detiene en mis armas.
- Se cerraron mis ojos, y la mente,
- Entre los sueños, á lo ignoto se alza:
- Meciéndose en los rayos de la luna,
- Da formas á la nada.
- Y ve surgir las ondulantes costas,
- Las eminencias de celeste Atlántida,
- Donde viven los Genios y se anida
- Del porvenir el águila.
- Allí rima la luz y el canto alumbra,
- Aire de eternidad alienta el alma,
- Y los poetas del futuro templan
- Las cristalinas harpas.
- Auroras boreales de los siglos
- Allí se encuentran, recogida el ala;
- Como una antelia vese el pensamiento
- Que gigantesco se alza.
- Allí los Prometeos sin cadenas
- Y de Jacob la luminosa escala;
- Allí la fruta del Edén perdida,
- La que el saber entraña.
- Y el libro apocalíptico, sin sellos,
- Suelta á la luz sus misteriosas páginas,
- Y el Tabor del espíritu su cima
- De entre la niebla saca.
- Y allí el Horeb de donde brota puro
- El casto amor que con lo eterno acaba:
- Allá está lo ideal, allá boguemos.....
- Dad impulso á la barca.
- Despertéme azorado..... ¿Y ese mundo?
- Para volar á él ¿en dónde hay alas?
- Interrogué á las sombras del pasado,
- Y las sombras callaban.
- Pero el rayo de luna ya subía
- Del viejo estante á las polvosas tablas,
- Y lamiendo los lomos de los libros,
- En sus títulos de oro se miraba.
-
-Y ahora que acabo de copiar los versos del señor Camargo,
-comprendiéndolos bien, no vacilo ni dudo. Digo, parodiando al Duque de
-Rivas, que, en esta ocasión,
-
- No el padre guardián, el lego
- Tuvo la revelación.
-
-El discípulo Camargo se adelanta aquí á sus dos maestros, al español y
-al alemán, y hace una linda poesía, sobria de palabras, rica de
-pensamientos, llena de imágenes y de galanura.
-
-Y baste por hoy. Prometo que la próxima carta será mi última sobre este
-asunto.
-
- * * * * *
-
-
-_8 de Octubre de 1888._
-
-VI
-
-Mi distinguido amigo: Ya habrá Ud. notado que en la rápida y poco
-ordenada reseña que de los poetas de esa república voy haciendo, hay un
-espíritu que, por lo mismo que es muy español, propende más á poner de
-realce lo original que lo imitado. Sin duda que algo lisonjea el amor
-propio nacional percibir en región tan remota la resonancia ó el eco de
-Quintana, de Bécquer, de Campoamor y de Núñez de Arce, que son hoy los
-poetas de esta Península más populares ahí; pero si todo es uno, según
-mi teoría; si Uds. no han proclamado la independencia literaria, ni
-nosotros la hemos reconocido tampoco; si no conviene además esta
-independencia, y si toda la riqueza nuestra y de Uds. debe seguir _pro
-indiviso_, creo yo que nos trae más cuenta que todo sea diverso dentro
-de la grande unidad, que no tener _doublettes_ ó ejemplares dobles en
-nuestro tesoro común intelectual ó biblioteca castellana.
-
-Por dicha, la realidad viene en Colombia á colmar la medida de mi deseo.
-Son Uds. todo lo originales que deben ser, sin caer en la extravagancia,
-buscando la originalidad, y sin imitar demasiado á los franceses é
-ingleses por no imitar á los españoles.
-
-Poco hay que pueda calificarse en Colombia de _campoamoresco_ ó de
-_quintanesco_. Sólo abunda el _becquerismo_; pero más bien el remedo es
-en el corte ó traza, que no en el fondo y la esencia.
-
-Un cubano, Rafael Merchán, que ha ido á vivir y á escribir entre Uds.,
-ha emitido, en uno de sus más bellos artículos, un juicio de Bécquer,
-atinadísimo, en mi sentir. Para Merchán, como para nosotros, Bécquer es
-excelente poeta: de lo mejor que España ha tenido en el siglo XIX. El
-fondo de su poesía es rico y vario; pero casi siempre están sus
-composiciones como vaciadas en el mismo molde ó cortadas por el mismo
-patrón. Esto es lo que constituye la manera, que no niego yo que induce
-á la imitación. Cuando el poeta imitador adquiere, tal vez sin darse
-cuenta de ello, la habilidad, el arte ó procedimiento de la manera,
-hasta sin querer suele seguirla.
-
-Así es como se nota el sabor _becquerista_ en los ya citados versos de
-Camargo y de Escobar, en otros que no citamos, y (¿por qué no
-declararlo?) en los que de Ud. colecciona el Sr. Añez, aunque la
-imitación en ellos es más indecisa y vaga.
-
-En los versos de Ud. se ve que el poeta, ilustrado su entendimiento por
-no escasa doctrina y por el saber de varias literaturas, no se deja
-llevar por determinado maestro, y la inspiración sacude todo yugo y se
-levanta libre de remedo, mostrando su valer propio. Yo, por las pocas
-muestras que de sus versos de Ud. da el señor Añez, y en vista de la
-mocedad de Ud., me atrevo á saludarle como buen poeta, augurándole
-brillantes triunfos en lo futuro. La composición de Ud. titulada _Lo que
-es un nido_ suscita el recuerdo de _La iglesia perdida_, de Uhland,
-aunque en la conclusión, la de Ud. es racionalista y algo panteísta, y
-la de Uhland fervorosamente cristiana. Á veces, en los instantes de
-mayor rapto lírico-filosófico, va Ud. más allá de lo justo en los
-atrevimientos de expresión, influído acaso por Víctor Hugo. Así, por
-ejemplo:
-
- Y ansiando apocalípticos asombros,
- Subí de lo infinito las escalas,
- Y asombrado sentí que en mis dos hombros
- Se agitaban dos alas,
- Y volé como fuera de mí mismo.....
- Y crucé los espacios estelares.....
- Y comulgué la luz en el abismo
- De incógnitos altares.
-
-La peregrinación de su espíritu de Ud. por el éter, su comunión de luz
-en el abismo, etc., nada está de sobra al considerar que Ud. se propone
-descubrir dónde se oculta el _verbo_; pero á la verdad que es triste lo
-infructuoso de la caminata y lo hondo de la caída, cuando, al volver Ud.
-de su éxtasis, ve un nido de golondrinas, que será á lo más uno de los
-mil millones de efectos del _verbo_, pero que no es el _verbo_, ni le
-explica, ni explica nada.
-
-La composición de Ud., _Idea y forma_, está muy inspirada por Bécquer.
-En la otra composición, que se titula _Confidencia_, hay cierta vaguedad
-misteriosa, que podrá tener hechizo para algunos, pero que á otros los
-podrá inducir en la creencia de que el poeta no está muy seguro de nada,
-y de que nada le ha pasado, y de que todo es sueño ó dislate, cuando él
-mismo ignora si se le ha muerto la novia ó si se le ha casado con otro.
-Hay en estos versos anhelo de sencillez y naturalidad de lenguaje, que
-yo apruebo, porque la sencillez y la naturalidad hacen que los versos de
-amor parezcan más sentidos y _vividos_; pero, cuando en este estilo
-sencillo viene á interpolarse alguna palabra ó frase, ó muy ambiciosa ó
-muy técnica del tecnicismo filosófico, ocurren disonancias de efecto
-pésimo. Así, por ejemplo, cuando dice Ud. que ella _sepulta_ la frente
-en el pañuelo, y peor aún cuando pregunta usted si ella _le piensa_ aún
-con amor.
-
- ¿Y cómo entonces con amor me piensas?
-
-Sin duda que, en lenguaje filosófico, las cosas se piensan ó son
-pensadas; pero, en estilo sencillo y de amores, el amante piensa _en_ su
-amada y la amada _en_ su amante, y si ambos piensan algún ser, este ser,
-aunque utilísimo, es muy inferior al ser humano.
-
-Piénselo Ud. bien, y convendrá conmigo en que no debemos desear que las
-muchachas bonitas _nos piensen_, sino que piensen en nosotros.
-
-A fin de no hacer interminables estas cartas, voy á prescindir de
-multitud de poetas de quienes hay obras selectas en el _Parnaso_, y á
-citar, como remate, á los cuatro ó cinco que me parecen más inspirados y
-más llenos de originalidad.
-
-Empezaré por Rafael Pombo, cuyas obras completas siento no conocer. Mi
-opinión acerca de Pombo tiene también que ser poco fundada; esto es,
-tiene que fundarse sobre datos muy insuficientes. Hay mil cosas que
-despiertan la curiosidad al leer sus poesías, y que yo no podría
-averiguar á no escribir pidiendo noticias, ó á Colombia, ó á París,
-donde hay muchos colombianos. La romanza del rey Asuero y el aria de don
-Rodrigo, en las óperas _Ester_ y _Florinda_, implican que existen estas
-óperas, y un compositor colombiano, que se llama el maestro Ponce de
-León, é implican que Pombo ha escrito enteros ambos _librettos_. Yo sé,
-porque lo dice el señor Añez, que Pombo ha publicado _Cuentos pintados_
-y _Cuentos morales_ para niños, y que son tan populares y famosos, que
-se los saben de memoria casi todos los niños de la América española. Y
-si esto es así, yo me pregunto: ¿cómo es que en España, donde tan pobre
-es esta clase de literatura para niños, no han penetrado los tales
-cuentos y no se ha hecho de ellos alguna edición?
-
-Colócase también á Rafael Pombo entre los mejores traductores de
-Horacio. Dice Añez que el eminente Menéndez Pelayo da gran valer á su
-traducción, pero no nos dice si es ó no completa. Yo lo ignoro, y
-buscando además en el _Horacio en España_ lo que dice Menéndez de Pombo,
-nada he hallado. Tal vez sea una edición posterior á la que yo tengo.
-En la que yo tengo, aun no conocía Menéndez sino poquísimo de la poesía
-hispano-americana contemporánea, lamentándose de que no exista historia
-de la literatura de la América española, ni aun colección de poetas
-americanos medianamente hecha. Se ve que entonces aún no había leído
-Menéndez sino el tomito, publicado en Leipzig por Brockhaus, que
-encierra, en su harto severo sentir, «piezas detestables que no pueden
-pasar por buenas ni en América ni en parte alguna del mundo civilizado».
-
-Volviendo á Pombo, diré que, como otros varios americanos de nuestra
-raza, ha ejercido muchas profesiones en su vida de acción, y en su vida
-especulativa ha estudiado y escrito de todo. Pombo es ingeniero civil;
-ha sido militar, y profesor, y diplomático, y periodista; y como
-escritor, es polígrafo. Contraigámonos aquí á hablar de él sólo como
-poeta. Su lira posee todas las cuerdas y todos los tonos: es mística,
-erótica, elegíaca, jocosa, satírica y descriptiva; pero ni siquiera
-conocemos una muestra de cada género.
-
-En lo que conocemos hay originalidad, naturalidad y gracia. Sus
-redondillas al _bambuco_, que llegan á ochenta, muestran cuán fácil y
-abundante es el autor, sin pecar de pesado ni de rastrero. La música y
-la danza del _bambuco_ están muy bien calificadas, y ponderadas con
-chiste todas sus excelencias y la desapoderada afición que le tienen los
-colombianos:
-
- Porque ha fundido aquel aire
- La indiana melancolía
- Con la africana ardentía
- Y el guapo andaluz donaire.
- Su ritmo vago y traidor
- Desespera á los maestros;
- Pero acá nacemos diestros
- Y con patente de autor.
-
- * * * * *
-
- Hay en él más poesía,
- Riqueza, verdad, ternura,
- Que en mucha docta obertura
- Y mística sinfonía.
- Y así respóndele fiel
- El corazón donde llega:
- Con él el alegre juega
- Y el triste llora con él.
- Mágico el más obediente,
- Camaleón musical,
- Siempre el mismo original,
- Pero siempre diferente.
- Eterna variación
- En que hallamos por instinto
- Acento propio y distinto
- Para cada sensación.
-
- * * * * *
-
- Y si ordenase un tirano
- La abolición del _bambuco_,
- Pronto viera cuán caduco
- Es todo poder humano.
-
-Aun es más linda, en la misma composición, la pintura de una fiesta
-popular al aire libre, en que se baila el _bambuco_.
-
- Era una noche de aquellas
- Noches de la patria mía
- Que bien pudiera ser día
- Donde no hay noches como ellas.
- El terciopelo mejor
- Al del cielo no igualaba;
- Ni estrella alguna faltaba
- A la gran cita de amor.
- Oíanse los bramidos
- Del Cauca y sus reventones
- Como enjambre de leones
- Celosos y mal dormidos.
- Y el aura circunvolante
- Embalsamaba el lugar
- De albahaca y de azahar
- Y de jazmín embriagante.
- _Yapangas_ que por modelo
- Las quisiera un escultor,
- Giraban al resplandor
- De las lámparas del cielo.
- De indianas y de españolas
- Las perfecciones lucían,
- Tan lindas que parecían
- Enamorarse ellas solas.
- Bajo una gran cabellera
- Un blanco busto imperial.
- Y una forma amplia y cabal
- Cuanto elástica y ligera.
- Rica tez, mórbido pecho,
- Nada de afeite ó falsía:
- Que el arte no enmendaría
- Lo que hizo Dios tan bien hecho.
-
-Los versos, bien hechos también y sin afeite ni falsía como las
-_yapangas_, siguen adelante; pero yo no puedo citarlos todos. Dejemos,
-pues, bailar á las _yapangas_, que
-
- Ya evitan á su mitad
- Y ya le buscan festivas,
- Provocadoras ó esquivas
- Como la felicidad,
-
-y cambiemos de escena. Pasemos volando, desde las orillas del Cauca á
-las del Hudson, y pongámonos en la Broadway ó Calle Ancha de Nueva
-York. Nuestro poeta se entusiasma más aún, si cabe, que por las
-_yapangas_, por todas las _misses yankees_ que por allí se pasean.
-Verdad es que empieza por ensalzar á las españolas bonitas de Ambos
-Mundos. Ni pueden quejarse las limeñas, en cuyos ojos dan aún los
-hombres culto al astro de Manco Capac, ni las sirenas de Maracaibo, ni
-las sílfides de Cuba, ni las huríes de Chile, de corazón volcánico; ni
-las argentinas, tremendas en toda lid; ni otras muchas, de diversos
-países, á quienes el poeta, con tino, gala y primor, va calificando.
-Pero todo esto se olvida, porque el hombre es ingrato, y la sangre
-española es pólvora, y las _yankees_, que pasean en la Broadway, forman
-una legión fulminante, que prende fuego á los corazones, y se los
-anexiona, y quema todos los títulos de propiedad, memorias, y demás
-documentos y compromisos.
-
- Los que no me creáis, los que entre lágrimas
- Eterno amor jurasteis al partir
- A la que, ondeando el pañuelito, cándida
- Desde la playa os quiso bendecir,
- Venid, llegad, y bajo el níveo pórtico
- Del imperial _Saint Nicholas Hotel_,
- Donde se alivia el trovador nostálgico
- Y se llora la ausencia última vez,
- Ved desfilar el majestuoso ejército
- Que anida en sus cuarteles Nueva York.....
-
-En la pintura del tal ejército, Pombo se muestra sinceramente inspirado.
-Allá van algunas estrofas, aunque sea saltando:
-
- Para ataviar á esta legión seráfica,
- Todo el mundo, Este, Oeste, Norte y Sur,
- Viene á verter la copa de sus dádivas
- Que puja el oro en arrogante albur.
- Blondas que teje para reinas Bélgica
- Realzando senos de alabastro van,
- Y nido á cuellos de nevada tórtola
- Da con sus chales la opulenta Iram.
- Ondas de seda de Damasco espléndida,
- Que el _musnud_ no ajaría en el harem,
- Barren el polvo..... haciendo aquella música
- Que suspiran las aguas del Zemzem.
- Y para estos cabellos, á sus náyades
- Robó tan ricas perlas Panamá,
- Y á sus zafíreas mariposas fúlgidas
- Sus lechos de esmeraldas Bogotá.
-
- * * * * *
-
- ¡Ah! cada hermosa es un amable autócrata,
- Ley su sonrisa, sus palabras ley,
- Y una marcha triunfal entre sus súbditos
- Cada excursión por la imperial Broadway.
- Los fieros amos de la Gran República
- Son sus siervos humildes: ¡ya se ve!
- ¿Quién no lo fuera de tan lindos déspotas?
- ¿Y quién podrá decir no lo seré?
-
-Los versos serios de Pombo son aún más bellos que los ligeros y jocosos.
-En _Preludio de primavera_, ni imita el poeta á nadie, ni parece que
-lleva ninguna intención literaria. Se diría que canta sin querer,
-excitado por sentimientos dulcísimos y por las primeras auras vernales,
-después de un invierno rigoroso de Nueva York.
-
- ¡Oh qué brisa tan dulce! Va diciendo:
- «Yo traeré miel al cáliz de las flores:
- Y á su rico festín ya irán viniendo
- Mis veraneros huéspedes cantores.»
- ¡Qué luz tan deliciosa! Es cada rayo
- Larga mirada intensa de cariño;
- Sacude el cuerpo su letal desmayo,
- Y el corazón se siente otra vez niño.
- Esta es la luz que rompe generosa
- Sus cadenas de hielo á los torrentes
- Y devuelve su plática armoniosa
- Y su alba espuma á las dormidas fuentes.
- Esta es la luz que pinta los jardines
- Y en ricas tintas la creación retoca;
- La que devuelve al rostro los carmines
- Y las francas sonrisas á la boca.
-
- * * * * *
-
- Al fin soltó su garra áspera y fría
- El concentrado y taciturno invierno,
- Y entran en comunión de simpatía
- Nuestro mundo interior y el mundo externo.
- Como ágil prisionero pajarillo
- Se nos escapa el corazón cantando,
- Y otro como él, y un verde bosquecillo
- En alegre inquietud anda buscando.
-
- * * * * *
-
- Tú, que aun eres feliz; tú, en cuyo seno
- Preludia el corazón su Abril florido,
- Vaso edenal sin gota de veneno,
- Alma que ignoras decepción y olvido;
- Deja, oh paloma, el nido acostumbrado
- Enfrente de la inútil chimenea;
- Ven á mirar el sol resucitado
- Y el milagro de luz que nos rodea.
- Ven á ver cómo entre su blanca y pura
- Nieve, imagen de ti resplandeciente,
- También á par de ti la gran Natura
- Su dulce Abril con júbilo presiente.
- No verás flores. Tus hermanas bellas
- Luego vendrán, cuando en el campo jueguen
- Los niños coronándose con ellas;
- Cuando á beber su miel las aves lleguen.
- Verás un campo azul, limpio, infinito,
- Y otro á sus pies de tornasol de plata,
- Donde, como en tu frente, angel bendito,
- La gloria de los cielos se retrata.
-
-En toda esta composición, de que citamos trozos, sería tan fácil cuanto
-ingrata tarea señalar algunos defectos; pero todo se perdona en gracia
-de la espontaneidad y del sincero, puro y profundo sentir con que está
-el asunto comprendido y expresado. Lo que sobre todo es de admirar en
-Pombo es la sencillez, al parecer al menos sin arte, con que dice cosas
-muy bellas, que por lo mismo que están dichas tan sencillamente parecen
-más bellas y penetran mejor y más hondo en el alma. En París, sin duda,
-aunque el poeta no lo declara, compuso unos versos á una joven que se
-suicidó arrojándose en el Sena. La sacan muerta del río y exclama el
-poeta:
-
- ¡Ni una burla, ni un agravio
- Le hagan mente, ó tacto, ó labio!
- Pensad de ella como hermanos,
- Como débiles humanos;
- Pensad sólo en sus angustias
- Y sus manchas olvidad.
- ¿Qué hay en esas formas mustias
- Que no implore caridad?
- No hagáis honda, cruel pesquisa
- Del conflicto que insumisa
- La encontró con el deber:
- Ya la muerte en su torrente
- Llevó el fango, y solamente
- Queda el oro de su ser.
-
-Es singular que otro poeta colombiano, Hermógenes Saravia, haya tratado
-muy bien, aunque por diverso estilo, un asunto semejante. Es una actriz,
-en su primera juventud, María Herrera, española tal vez, que va á
-Colombia y allí se envenena. Allí, como le dice el poeta:
-
- De tu guirnalda destrozando el lazo,
- Levantas ¡ay! la copa del suicida,
- Y el don horrible de la amarga vida
- Llorando vas á devolver á Dios.
-
-La composición está llena de bellos sentimientos e ideas briosamente
-expresados:
-
- En el concierto de las leves auras,
- En el rumor de la onda estremecida,
- ¿No hubo un consuelo para tu alma herida?
- ¿No hubo una nota para ti de amor?
- ¡Cuando en la alegre y bulliciosa escena
- De flores coronada aparecías,
- En vano tus sollozos comprimías,
- Pobre proscrita de un sonado Edén!
- Del pecho herido por el vil engaño
- Se adivinaba la honda pesadumbre
- En tu mirada, triste cual la lumbre
- Que deja el sol al esconder su sien.
-
- * * * * *
-
- Yo no te execro, niña infortunada,
- Ya que cercada de siniestras brumas,
- Cual ave herida, tus deshechas plumas
- Viniste en los desiertos á dejar.
-
-Están, por último, noble y poéticamente exigidas á las mujeres honradas
-y felices la piedad y la compasión hacia la pobre suicida:
-
- No condenéis á la infeliz criatura
- Que de la muerte en el piadoso lecho,
- Cruzando ya las manos sobre el pecho,
- Como final recurso se adurmió.
- Jamás pudierais sospechar siquiera
- Todo el supremo horrible desencanto,
- Todo el raudal de contenido llanto
- Que amontonar su corazón debió.
-
-Aquí pensaba yo terminar esta carta y todo lo que había de decir sobre
-el _Parnaso Colombiano_. Las tristes poesías sobre mujeres que mueren
-víctimas de un amor desventurado, me recuerdan el admirable y tremendo
-canto de Olivia, de Olivero Goldsmith:
-
- _The only art her guilt to cover,_
- _To hide her shame from every eye,_
- _To give repentance to her lover,_
- _And wring his bosom, is to die._
-
-En la poesía colombiana, en la más original, en la más castiza, en la
-más española, hay un vago perfume, un dejo sabroso de poesía inglesa,
-que yo celebro, porque le da un gusto verdadera y naturalmente
-sentimental y le conviene muy bien, refrenando la propensión á lo
-redundante y á lo hueco.
-
-Pero esta consideración me trae á la mente á un poeta colombiano de
-origen inglés, á Diego Fallon, del cual, si yo no hablase con elogio,
-sería la mayor injusticia.
-
-De otros varios poetas pienso lo mismo, y los escrúpulos de mi
-conciencia se sobreponen al miedo de cansar, y me deciden á escribir á
-usted otra carta todavía, que será definitivamente la última.
-
- * * * * *
-
-
-_15 de Octubre de 1888._
-
-VII
-
-Mi distinguido amigo: Vuelvo á leer las dos únicas poesías que de Diego
-Fallon inserta el _Parnaso Colombiano_, y reconozco más claro todavía
-cuán indisculpable hubiera sido mi falta si no hubiese yo hablado de
-ellas. No me atreveré á decir que sean las mejores de la Colección; pero
-son sin duda las más originales, y cada una de ellas de muy extraña y
-distinta originalidad.
-
-En la sangre, en el ser, en la educación de Fallon, hay cierta mezcla de
-inglés y de hispano-americano que, á mi ver, se refleja en sus obras.
-Nació Diego Fallon en el Estado de Tolima, se educó en Bogotá en el
-Colegio de los Padres Jesuítas, y fué á terminar su educación en
-Inglaterra, patria de su padre. Es gran matemático, músico é ingeniero.
-Es profesor en la Escuela militar de Colombia. Se habla con mucho
-encomio de un nuevo sistema de notación musical por él inventado.
-
-Sus poesías han sido publicadas en un tomo con prólogo del sabio D.
-Miguel Antonio Caro; y si todas son como las dos que conocemos, las
-alabanzas del Sr. Caro tienen fundamento razonable.
-
-En _Las rocas de Suesca_ vuela con gracia y tino la imaginación alegre y
-caprichosa del poeta para describir un lugar alpestre, prestando vida,
-palabra y animación á los peñascos enormes. Lo grotesco colosal de aquel
-conjunto de gigantes petrificados, que recobran la vida conjurados por
-el poeta, se infunde en el espíritu del lector, el cual se siente
-transportado á un mundo fantástico, donde en lo esquivo y solitario de
-las montañas, lejos de los hombres, hablan y discurren las piedras, y
-refieren sus lances de amor y fortuna de hace muchísimos siglos, allá
-en las edades primeras de este globo que habitamos.
-
-En mi sentir, las ciencias oscuras é informes, en que la conjetura y la
-hipótesis entran por más que la observación y la experiencia, se prestan
-aún á la poesía didáctica, si el poeta acierta á cifrar y sintetizar en
-pocas palabras un sistema, y á explicarle con imágenes vivas y verdadera
-dicción poética. Así es como el ilustre poeta y filósofo Terencio
-Mamiani compuso su poema _De la Cosmogonia_. Meli, el gran poeta de
-Sicilia, que escribió en dialecto siciliano, aparece en el poema de
-Mamiani explicando el origen del mundo á un gracioso
-
- _Drappel di garzonetti e di fanciulle_
- _Che riserbo si fean d’ ogni suo verso_
- _Nella tacita mente._
-
-Á la vista estaba Catania, enfrente los mares Jonio y Tirreno, y más
-lejos, hacia el Sur, alzaba la cima majestuosa el Etna, que, humeante
-aquel día, arrojaba de su cráter gran cantidad
-
- _Di roventi faville ed un muggito_
- _Di sotterranei tuoni che lunghesso_
- _Il mare e per le valli di Simete_
- _Con rombo interminabile correa._
-
-La escena y la ocasión no podían ser más á propósito para que explicase
-el origen y las transformaciones del globo terráqueo aquel vate y sabio
-profundo
-
- _che il nome_
- _Tolse dai favi iblei, quelli che a grande_
- _Pastor di Siracusa avean l’agresti_
- _Labbra rigate d’inmortal dolcezza._
-
-Pero si los versos de Mamiani son elegantísimos y sublimes, los de
-Fallon, por otro camino, como desate portentoso de fantasía, tienen no
-muy inferior valer.
-
-Los de Mamiani, más filosóficos y didácticos en el fondo, son más poesía
-por la forma, por la elegancia de la dicción, mientras que en los de
-Fallon, donde hay otra facilidad y tal vez cierto desaliño, hay poesía
-de conceptos y de imágenes, aunque lo grotesco predomine. Y las cosas no
-podían ser de otra suerte. En los versos del italiano es maestro de
-geología un sabio, para quien otros más antiguos sabios y el propio
-ingenio habían levantado gran parte del triple
-
- _Vel che nasconde a tutte ciglia umane_
- _D’Iside santa l’ineffabil volto;_
-
-y en los versos de Fallon son los peñascos mismos los que hablan y
-cuentan lo que les ha sucedido. Yo no entraré á discutir aquí si es más
-verdad lo que dice Meli que lo que dicen los peñascos; pero lo que dice
-Meli es más bello. El mérito de los versos de Fallon está más en lo
-descriptivo y en el efecto total de la pintura que su fantasía anima. Es
-aquello un aquelarre de brujas de pasmosa magnitud. La más anciana y la
-más ilustre es la que da la lección de geología, aunque, en mi sentir,
-la pintura vale más que la lección.
-
- Y de sus pergaminos no se puede
- Dudosa hacer la antigüedad presunta,
- Que, al herirlos, burlada retrocede
- Del taladro tenaz la recia punta.
- ¡Mas contempladla! ¡Sobre su ancha frente
- En vano el sol sus dardos ha lanzado;
- En vano, al par, la lluvia disolvente,
- El rayo, el aquilón la han azotado!
- ¡Ved! De sus cejas trazan la figura
- Sendos cordones de erizadas pencas,
- Y he visto fulgurar en noche oscura
- Del cazador la hoguera entre sus cuencas.
- Es de su alta nariz el bloque corvo
- Atalaya del buitre carnicero,
- Que desde allí condena, inmóvil, torvo,
- Su presa á muerte en el lejano otero.
- Su boca, agreste ermita donde vierten
- Mortal sudor las piedras: do se llaman
- A iglesia los conejos cuando advierten
- Que los hambrientos galgos los reclaman;
- Y es sacristán de aquella gruta pía
- Un armadillo que á la mansa vieja
- Le ha perforado interna galería
- Que comunica oreja con oreja.
-
-Los otros versos de Fallon, _A la luna_, son mucho mejores que _Las
-rocas de Suesca_, sin que ninguna extravagancia caprichosa contribuya á
-su originalidad, que es grande, si bien más en la meditación, á que la
-contemplación induce, que en la misma contemplación. Aun así, en la
-parte descriptiva hay notables bellezas, y el poeta nos hace sentir la
-calma magnífica de una noche de entre trópicos, á la falda de los Andes.
-
- ¡Cuán bella ¡oh luna! á lo alto del espacio
- Por el turquí del éter lenta subes,
- Con ricas tintas de ópalo y topacio
- Franjando en torno tu dosel de nubes!
- Cubre tu marcha grupo silencioso
- De rizos copos, que tu lumbre tiñe;
- Y de la noche el iris vaporoso
- La regia pompa de tu trono ciñe
- De allí desciende tu callada lumbre
- Y en argentinas gasas se despliega
- De la nevada sierra por la cumbre
- Y por los senos de la umbrosa vega.
- Con sesgo rayo por la falda oscura
- A largos trechos el follaje tocas,
- Y tu albo resplandor sobre la altura
- En mármol trueca las desnudas rocas;
- O al pie del cerro do la roza humea,
- Con el matiz de la azucena bañas
- La blanca torre de vecina aldea
- En su nido de sauces y cabañas.
-
-Después, provocado el poeta por el silencio y reposo nocturnos, siente y
-expresa más alta inspiración: es teósofo primero y luego místico.
-
- El que vistió de nieve la alta sierra,
- De oscuridad las selvas seculares,
- De hielo el polo, de verdor la tierra
- Y de hondo azul los cielos y los mares,
- Echó también sobre tu faz un velo,
- Templando tu fulgor para que el hombre
- Pueda los orbes numerar del cielo,
- Tiemble ante Dios y su poder le asombre.
-
-Pero este Dios, que entrevé el poeta en el éter infinito, poblado de
-estrellas, se deja ver mejor en el fondo del alma, hecha á su imagen. El
-alma es más grande que el universo todo, y más capaz que el universo de
-contener á Dios.
-
- Y si del polvo libre se lanzara
- Esta que siento, imagen de Dios mismo,
- Para tender su vuelo no bastara
- Del firmamento el infinito abismo;
- Porque esos astros, cuya luz desmaya
- Ante el brillo del alma, hija del cielo,
- No son siquiera arenas de la playa
- Del mar que se abre á su futuro vuelo.
-
-Sin duda hay en la colección que voy examinando algunos poetas más de
-los ya citados que merecerían alabanzas no muy inferiores á las que he
-dado hasta ahora; pero mi revista va siendo sobrado larga, y conviene
-terminar.
-
-No es justo callarse que hay también en el _Parnaso Colombiano_
-bastantes composiciones que sólo demuestran la cultura general de
-Colombia y la extremada afición que tienen á la poesía los ciudadanos de
-aquella república. Hay bastantes composiciones correctas, pero
-insignificantes é incoloras, que todo joven ó todo viejo, de algunos
-estudios, puede hacer si en ello se empeña.
-
-Tal vez será prevención mía; pero así como yo creo que el romance
-octosílabo es propio para la poesía en nuestro idioma, así también, á
-pesar de _El moro expósito_ y de otros ejemplos brillantes en contra de
-mi opinión, yo entiendo que el romance endecasílabo se presta mucho al
-prosaísmo más desmayado. En el _Parnaso Colombiano_ hay sobra de estos
-romances.
-
-Noto además que las Musas justicieras se inclinan á ponerse foscas con
-los poetas de Colombia, cuando, por mal entendido patriotismo, ofenden é
-injurian á la antigua madre patria, España. Sus versos entonces son casi
-siempre malos. El más patente ejemplo de esta verdad le dan unas
-estrofas de D. José María Torres Caicedo _A Policarpa Salabarriela_, que
-fué la Mariana Pineda de por allá.
-
-De lamentar es que, en el primer tercio de este siglo, así porque
-Fernando VII no era rey muy blando ni muy amoroso, como porque la
-enemistad y el furor entre liberales y absolutistas eran violentísimos,
-y la lucha tremenda y desapiadada, hubiese tantas y tantas víctimas que
-nos son simpáticas, y que hoy consideramos con razón como héroes ó
-mártires. Mas no por eso está bien decir en pícaros versos:
-
- Torres, Cabal, Torices y Camacho,
- Casa-Valencia, Mutis y Mejía,
- Caldas, mil libres más á muerte impía
- Condenólos _el bárbaro español_.
-
-Por desgracia, se podría llenar una hoja con los nombres de los
-ajusticiados españoles que ajustició _el bárbaro español_, hacia la
-misma época, aquí, en la Península, y con mucho menor motivo, pues al
-cabo no es lo mismo querer cambiar la forma de gobierno de la patria que
-deshacer y descuartizar la patria. Es indudable que de este
-_descuartizamiento_ han nacido pueblos y Estados nuevos, por virtud de
-una ley providencial ineludible: pueblos y Estados nuevos, por cuya
-prosperidad y grandeza todo español peninsular hace hoy fervientes
-votos, hasta por vanidad y amor propio de casta; pero entonces, cuando
-se rebelaban ahí, ¿era posible que un rey absoluto y un gobierno
-tiránico, de que los mismos peninsulares eran víctimas, no castigase con
-dureza á los rebeldes?
-
-Todos los horrores, todas las crueldades de la guerra de la
-independencia americana, que no fueron mayores que los de cualquiera
-otra guerra civil en la Península, no justifican la condenación y la
-injuria que lanza sobre los españoles el Sr. Torres Caicedo. El Sr.
-Torres Caicedo se ofende á sí mismo y á todo su linaje, pues yo presumo
-que será tan español como cualquiera de nosotros, y que, si él no lo es,
-lo fué su padre ó lo fué su abuelo.
-
-No tiene la menor disculpa que el Sr. Caicedo califique todo el tiempo
-que Colombia estuvo unida á España de
-
- Centurias de baldón y afrenta
- En que yació la tierra americana.
-
-Eso estaría sólo bien en boca de los indios triunfantes, si se hubiesen
-levantado contra el Sr. Torres Caicedo y contra todos los de origen
-español y los hubiesen arrojado de la América que invadieron y
-colonizaron.
-
-Esos improperios contra España quizá parecerían fundados en boca del
-Zipa, del Zaque y del Pontífice de Iraca, restablecidos, desechadas
-nuestra lengua y nuestra cultura, y adorando otra vez á Chibchacum y á
-Chiminigagua.
-
-Por lo demás, no podemos perdonar al Sr. Torres Caicedo, diplomático
-ilustre, hombre político, notable escritor en prosa sobre todas
-materias, filosóficas, literarias, económicas, etc., que sea tan
-desaforadamente encomiador de doña Policarpa. El encomio, por merecido
-que sea, debe tener su medida. Pase que Leonidas y Temístocles no valgan
-más que Bolívar y Sucre, y pase que Ayacucho y Junin equivalgan á
-Maratón y á Salamina. Ojalá (y lo digo sin ironía, movido del amor de
-raza, superior al amor de patria), ojalá que el porvenir justifique la
-que es hoy exageración, dando á las batallas de Ayacucho y Junin la
-transcendencia que Salamina y Maratón tuvieron, siendo como el punto de
-partida, en el terreno político de la acción, de una cultura y de una
-fuerza civilizadora más fecundas y más grandes que las conocidas hasta
-entonces, fuera de Grecia, y que en Salamina y en Maratón fueron
-vencidas. Pase, por último, que doña Policarpa valga tanto ó más que
-Débora, Judith, Mad. Roland, Juana de Arco y Carlota Corday; pero no se
-puede tolerar, aun sin ser buen católico, y siguiendo un criterio
-racionalista, que el Sr. Torres Caicedo compare también á doña Policarpa
-con la Virgen María, porque la Virgen María
-
- La muerto vió del Redentor divino,
- Del que derechos, libertad trajera;
- Del Hombre-Dios que al hombre enalteciera,
- _Donando_ al mundo la igualdad, la luz.
-
-Precisamente porque Cristo _donó_ al mundo todas esas cosas y otras
-muchas más, y puso con su doctrina la base de una civilización que ha
-durado siglos y que comprende á la más noble parte del linaje humano,
-Cristo no puede compararse con ninguno de los insurgentes,
-revolucionarios y conspiradores, por gloriosos que hayan sido. Y en
-cuanto á la Virgen María, aun mirado todo ello con impía mirada, negando
-el ser real de la Virgen y suponiéndola semidiosa simbólica, supremo
-ideal, en quien se cifran todas las excelencias de la mujer, la
-maternidad, la pureza virgínea y la piedad compasiva, no veo paridad, ni
-buen gusto en que la comparemos ni con Policarpa, ni con la Mariana
-Pineda, ni con Carlota Corday, ni con ninguna otra heroína de armas
-tomar ó de pelo en pecho.
-
-En general, en los versos patrióticos colombianos hay sobrada hipérbole,
-así en alabar á los héroes de la independencia, como en denigrar á los
-españoles y á España. No se considera bien que antes de la
-independencia, los que más tiranizaron á la tierra y á la gente
-americanas fueron los padres ó los abuelos de los que se sublevaron
-contra esa tiranía, y que después ha habido un no corto período de
-guerras civiles en que se ha derramado más sangre que la derramada por
-los españoles, y ha habido tiranos en casi todas las repúblicas, que
-nada tienen que envidiar en punto á crueldad, ni á Fernando VII, ni á
-ningún otro rey, ni á ninguno de los virreyes ó generales y gobernadores
-que los reyes enviaban. En varios poetas, á pesar del orgullo
-patriótico, aparecen estas confesiones arrancadas por el dolor y el
-enojo. Santiago Pérez dice:
-
- No resta acaso un punto
- Do la sangre que vierte nuestra mano
- No cubra ya la que vertió el hispano.
-
-Y en D. Miguel Antonio Caro llegan ya estos sentimientos de disgusto
-hasta el extremo, que yo no puedo ni quiero aplaudir, de hacer que el
-propio espíritu de Bolívar vacile entre si debe gloriarse ó arrepentirse
-de haber dado á la América su independencia. Bolívar exclama:
-
- ¿Quién sabe
- Si aré en la mar y edifiqué en el viento?
-
- * * * * *
-
- ¿Si caerán sobre mí las maldiciones
- De cien generaciones?
-
-No. Es evidente que no caerán. Las repúblicas que de España nacieron
-serán grandes también como la que nació de Inglaterra; y la gloria de
-Bolívar no será inferior á la de Washington. Todo, si Dios quiere, y
-Dios querrá, habrá de ser, sin que sea necesario para ello que se nos
-trate mal en malas coplas.
-
-La gloria de Bolívar, por sus hechos, sin consideración á los últimos
-resultados, y el crecimiento de esta gloria, en lo porvenir, cuando las
-repúblicas hispano-americanas se engrandezcan, están en perfecta
-consonancia con nuestro interés y con nuestra vanidad patriótica de
-peninsulares. Mientras más se encomien el tino político, la pericia
-militar, el valor y la actividad infatigable del Libertador, más
-cohonestada y ennoblecida quedará nuestra derrota.
-
-No hay español, que sepa de Bolívar, que, movido de estos sentimientos,
-no levante á Bolívar á la altura de Washington. Y aun le pondría por
-cima, como lo desea, si no se midiese la magnitud de los héroes por el
-producto de sus heroicidades. Es tan bella, tan simpática y tan generosa
-la vida de Bolívar, sobre todo en sus últimos años, que Bolívar, que
-murió joven aún, infundiéndonos admiración por sus proezas, por su
-desprendimiento y por su amor sincerísimo á la libertad, é
-infundiéndonos piedad sublime por la ingratitud que ulceró su pecho,
-resplandecería por cima de Washington, si las repúblicas de la América
-del Sur llegasen, como es probable que lleguen, á ser tan poderosas
-como la república por Washington fundada.
-
-El liberalismo es hermosa doctrina. Yo soy, he sido y seré siempre muy
-liberal; pero no desconozco que el liberalismo ha sido tan manoseado y
-vulgarizado en discursos y peroratas, en brindis de comidas patrióticas
-y en artículos para rellenar columnas de periódicos, que es difícil ser
-_liberal_ en verso sin caer en la prosa más plebeya. Y si el poeta
-liberal escribe en romance endecasílabo, peor que peor. Fiado en el
-sonsonete de la continuada asonancia, descuida la dicción, y no sabe ó
-no quiere saber que hay una forma ó una construcción propia de la
-poesía. Lastimosa muestra de esto que digo dan los versos _Catón en
-Utica_, de Luis Vargas Tejada.
-
-El pobre Catón larga, antes de matarse, un romance tan pedestre como los
-de muchas tragedias clásicas españolas del siglo pasado.
-
- Inútiles han sido mis esfuerzos:
- Al fin triunfar el despotismo logra,
- Y delante del César abatida
- Yace en el polvo la soberbia Roma.
- Un hombre, un hombre solo usurpa el fruto
- De tantos sacrificios y victorias.
-
-Y así continúa Catón ensartando cerca de doscientos versos, sin que haya
-razón para que no ensarte dos ó tres mil: para que cese el aguacero y
-escampe.
-
-Pero baste de censura.
-
-El _Parnaso Colombiano_ prueba que en la tierra de Ud. hay un rico y
-hermoso florecimiento literario, y lo probaría muchísimo mejor si el
-señor Añez hubiera suprimido acaso una tercera parte ó más de lo que
-inserta; y no para que el _Parnaso_ contuviese menos, sino para
-sustituir lo suprimido con muchísimas composiciones buenas, como yo sé
-que las hay.
-
-Dispense Ud. que sea franco y que no todo lo que digo sea lisonjero, y
-créame su amigo afectísimo.
-
-
-
-
-AZUL.....
-
-
-_22 de Octubre de 1888._
-
-Á D. RUBÉN DARÍO
-
-I
-
-Todo libro que desde América llega á mis manos excita mi interés y
-despierta mi curiosidad; pero ninguno hasta hoy la ha despertado tan
-viva como el de Ud., no bien comencé á leerle.
-
-Confieso que al principio, á pesar de la amable dedicatoria con que Ud.
-me envía un ejemplar, miré el libro con indiferencia....., casi con
-desvío. El título _Azul_..... tuvo la culpa.
-
-Víctor Hugo dice: _L’art c’est l’azur_; pero yo ni me conformo ni me
-resigno con que tal dicho sea muy profundo y hermoso. Para mí tanto vale
-decir que el arte es lo azul como decir que es lo verde, lo amarillo ó
-lo rojo. ¿Por qué, en este caso, lo azul (aunque en francés no sea
-_bleu_, sino _azur_, que es más poético) ha de ser cifra, símbolo y
-superior predicamento que abarque lo ideal, lo etéreo, lo infinito, la
-serenidad del cielo sin nubes, la luz difusa, la amplitud vaga y sin
-límites, donde nacen, viven, brillan y se mueven los astros? Pero
-aunque todo esto y más surja del fondo de nuestro ser y aparezca á los
-ojos del espíritu, evocado por la palabra _azul_, ¿qué novedad hay en
-decir que el arte es todo esto? Lo mismo es decir que el arte es
-imitación de la naturaleza, como la definió Aristóteles: la percepción
-de todo lo existente y de todo lo posible, y su reaparición ó
-representación por el hombre en signos, letras, sonidos, colores ó
-líneas. En suma, yo, por más vueltas que le doy, no veo en eso de que
-_el arte es lo azul_ sino una frase enfática y vacía.
-
-Sea, no obstante, el arte azul, ó del color que se quiera. Como sea
-bueno, el color es lo que menos importa. Lo que á mí me dió mala espina
-fué el ser la frase de Víctor Hugo, y el que usted hubiese dado por
-título á su libro la palabra fundamental de la frase. ¿Si será éste, me
-dije, uno de tantos y tantos como por todas partes, y sobre todo en
-Portugal y en la América española, han sido inficionados por Víctor
-Hugo? La manía de imitarle ha hecho verdaderos estragos, porque la
-atrevida juventud exagera sus defectos, y porque eso que se llama
-_genio_, y que hace que los defectos se perdonen y tal vez se aplaudan,
-no se imita cuando no se tiene. En resolución, yo sospeché que era Ud.
-un Víctor Huguito, y estuve más de una semana sin leer el libro de Ud.
-
-No bien le he leído, he formado muy diferente concepto. Usted es Ud.:
-con gran fondo de originalidad, y de originalidad muy extraña. Si el
-libro, impreso en Valparaíso, en este año de 1888, no estuviese en muy
-buen castellano, lo mismo pudiera ser de un autor francés, que de un
-italiano, que de un turco ó de un griego. El libro está impregnado de
-espíritu cosmopolita. Hasta el nombre y apellido del autor, verdaderos ó
-contrahechos y fingidos, hacen que el cosmopolitismo resalte más. Rubén
-es judaico, y persa es Darío: de suerte que, por los nombres, no parece
-sino que Ud. quiere ser ó es de todos los países, castas y tribus.
-
-El libro _Azul....._ no es en realidad un libro; es un folleto de 132
-páginas; pero tan lleno de cosas y escrito por estilo tan conciso, que
-da no poco en qué pensar y tiene bastante que leer. Desde luego se
-conoce que el autor es muy joven: que no puede tener más de veinticinco
-años, pero que los ha aprovechado maravillosamente. Ha aprendido
-muchísimo, y en todo lo que sabe y expresa muestra singular talento
-artístico ó poético.
-
-Sabe con amor la antigua literatura griega; sabe de todo lo moderno
-europeo. Se entrevé, aunque no hace gala de ello, que tiene el concepto
-cabal del mundo visible y del espíritu humano, tal como este concepto ha
-venido á formarse por el conjunto de observaciones, experiencias,
-hipótesis y teorías más recientes. Y se entrevé también que todo esto ha
-penetrado en la mente del autor, no diré exclusivamente, pero sí
-principalmente, á través de libros franceses. Es más: en los perfiles,
-en los refinamientos, en las exquisiteces del pensar y del sentir del
-autor, hay tanto de francés, que yo forjé una historia á mi antojo para
-explicármelo. Supuse que el autor, nacido en Nicaragua, había ido á
-París á estudiar para médico ó para ingeniero, ó para otra profesión;
-que en París había vivido seis ó siete años, con artistas, literatos,
-sabios y mujeres alegres de por allá; y que mucho de lo que sabe lo
-había aprendido de viva voz, y empíricamente, con el trato y roce de
-aquellas personas. Imposible me parecía que de tal manera se hubiese
-impregnado el autor del espíritu parisiense novísimo, sin haber vivido
-en París durante años.
-
-Extraordinaria ha sido mi sorpresa cuando he sabido que Ud., según me
-aseguran sujetos bien informados, no ha salido de Nicaragua sino para ir
-á Chile, en donde reside desde hace dos años á lo más. ¿Cómo, sin el
-influjo del medio ambiente, ha podido Ud. asimilarse todos los elementos
-del espíritu francés, si bien conservando española la forma que auna y
-organiza estos elementos, convirtiéndolos en sustancia propia?
-
-Yo no creo que se ha dado jamás caso parecido con ningún español
-peninsular. Todos tenemos un fondo de españolismo que nadie nos arranca
-ni á veinticinco tirones. En el famoso abate Marchena, con haber
-residido tanto tiempo en Francia, se ve el español: en Cienfuegos es
-postizo el sentimentalismo empalagoso á lo Rousseau, y el español está
-por bajo. Burgos y Reinoso son afrancesados y no franceses. La cultura
-de Francia, buena y mala, no pasa nunca de la superficie. No es más que
-un barniz transparente, detrás del cual se descubre la condición
-española.
-
-Ninguno de los hombres de letras de esta Península, que he conocido yo,
-con más espíritu cosmopolita, y que más largo tiempo han residido en
-Francia, y que han hablado mejor el francés y otras lenguas extranjeras,
-me ha parecido nunca tan compenetrado del espíritu de Francia como Ud.
-me parece: ni Galiano, ni don Eugenio de Ochoa, ni Miguel de los Santos
-Alvarez. En Galiano había como una mezcla de anglicismo y de filosofismo
-francés del siglo pasado; pero todo sobrepuesto y no combinado con el
-ser de su espíritu, que era castizo. Ochoa era y siguió siendo siempre
-archi y ultraespañol, á pesar de sus entusiasmos por las cosas de
-Francia. Y en Alvarez, en cuya mente bullen las ideas de nuestro siglo,
-y que ha vivido años en París, está arraigado el ser del hombre de
-Castilla, y en su prosa recuerda el lector á Cervantes y á Quevedo, y en
-sus versos á Garcilaso y á León, aunque, así en versos como en prosa,
-emita él siempre ideas más propias de nuestro siglo que de los que
-pasaron. Su chiste no es el _esprit_ francés, sino el _humor_ español de
-las novelas picarescas y de los autores cómicos de nuestra peculiar
-literatura.
-
-Veo, pues, que no hay autor en castellano más francés que Ud. Y lo digo
-para afirmar un hecho, sin elogio y sin censura. En todo caso, más bien
-lo digo como elogio. Yo no quiero que los autores no tengan carácter
-nacional; pero yo no puedo exigir de Ud. que sea nicaragüense, porque
-ni hay ni puede haber aún historia literaria, escuela y tradiciones
-literarias en Nicaragua. Ni puedo exigir de Ud. que sea literariamente
-español, pues ya no lo es políticamente, y está además separado de la
-madre patria por el Atlántico, y más lejos, en la república donde ha
-nacido, de la influencia española, que en otras repúblicas
-hispano-americanas. Estando así disculpado el galicismo de la mente, es
-fuerza dar á Ud. alabanzas á manos llenas por lo perfecto y profundo de
-ese galicismo; porque el lenguaje persiste español, legítimo y de buena
-ley, y porque si no tiene Ud. carácter nacional, posee carácter
-individual.
-
-En mi sentir, hay en Ud. una poderosa individualidad de escritor, ya
-bien marcada, y que, si Dios da á Ud. la salud que yo le deseo y larga
-vida, ha de desenvolverse y señalarse más con el tiempo en obras que
-sean gloria de las letras hispano-americanas.
-
-Leídas las 132 páginas de _Azul_....., lo primero que se nota es que
-está Ud. saturado de toda la más flamante literatura francesa. Hugo,
-Lamartine, Musset, Baudelaire, Leconte de Lisle, Gauthier, Bourget,
-Sully Proudhomme, Daudet, Zola, Barbey d’Aurevilly, Catulo Méndes,
-Rollinat, Goncourt, Flaubert y todos los demás poetas y novelistas han
-sido por Ud. bien estudiados y mejor comprendidos. Y Ud. no imita á
-ninguno: ni es Ud. romántico, ni naturalista, ni _neurótico_, ni
-decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha
-puesto á cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una
-rara quinta esencia.
-
-Resulta de aquí un autor nicaragüense, que jamás salió de Nicaragua sino
-para ir á Chile, y que es autor tan á la moda de París y con tanto
-_chic_ y distinción, que se adelanta á la moda y pudiera modificarla é
-imponerla.
-
-En el libro hay _Cuentos en prosa_ y seis composiciones en verso. En los
-cuentos y en las poesías, todo está cincelado, burilado, hecho para que
-dure, con primor y esmero, como pudiera haberlo hecho Flaubert ó el
-parnasiano más atildado. Y, sin embargo, no se nota el esfuerzo, ni el
-trabajo de la lima, ni la fatiga del rebuscar: todo parece espontáneo y
-fácil y escrito al correr de la pluma, sin mengua de la concisión, de la
-precisión y de la extremada elegancia. Hasta las rarezas extravagantes y
-las salidas de tono, que á mí me chocan, pero que acaso agraden en
-general, están hechas adrede. Todo en el librito está meditado y
-criticado por el autor, sin que esta su crítica previa ó simultánea de
-la creación perjudique al brío apasionado y á la inspiración del que
-crea.
-
-Si se me preguntase qué enseña su libro de usted y de qué trata,
-respondería yo sin vacilar: no enseña nada, y trata de nada y de todo.
-Es obra de artista, obra de pasatiempo, de mera imaginación. ¿Qué enseña
-ó de qué trata un dije, un camafeo, un esmalte, una pintura ó una linda
-copa esculpida?
-
-Hay, sin embargo, notable diferencia entre toda escultura, pintura, dije
-y hasta música, y cualquier objeto de arte cuyo _material_ es la
-palabra. El mármol, el bronce y el sonido no diré yo que sutilizando
-mucho no puedan significar algo de por sí; pero la palabra, no sólo
-puede significar, sino que forzosamente significa ideas, sentimientos,
-creencias, doctrinas y todo el pensamiento humano. Nada más factible, á
-mi ver (acaso porque yo soy poco agudo), que una bella estatua, un lindo
-dije, un cuadro primoroso, sin transcendencia ó sin símbolo; pero ¿cómo
-escribir un cuento ó unas coplas sin que deje ver el autor lo que niega,
-lo que afirma, lo que piensa y lo que siente? El pensamiento en todas
-las artes pasa con la forma desde la mente del artista á la sustancia ó
-materia del arte; pero en el arte de la palabra, además del pensamiento
-que pone el artista en la forma, la sustancia ó materia del arte es
-pensamiento también, y pensamiento del artista. La única materia extraña
-al artista es el Diccionario con las reglas gramaticales que siguen las
-voces en su combinación; pero como ni palabras ni combinaciones de
-palabras pueden darse ni deben darse sin sentido, de aquí que materia y
-forma sean en poesía y en prosa creación del escritor ó del poeta: sólo
-quedan fuera de él, digámoslo así, los signos hueros, ó sea abstrayendo
-lo significado.
-
-De esta suerte se explica cómo, con ser su libro de Ud. de pasatiempo, y
-sin propósito de enseñar nada, en él se ven patentes las tendencias y
-los pensamientos del autor sobre las cuestiones más transcendentales. Y
-justo es que confesemos que los dichos pensamientos no son ni muy
-edificantes ni muy consoladores.
-
-La ciencia de experiencia y de observación ha clasificado cuanto hay, y
-ha hecho de ello hábil inventario. La crítica histórica, la lingüística
-y el estudio de las capas que forman la corteza del globo han
-descubierto bastante de los pasados hechos humanos que antes se
-ignoraban; de los astros que brillan en la extensión del éter se sabe
-muchísimo; el mundo de lo imperceptiblemente pequeño se nos ha revelado
-merced al microscopio: hemos averiguado cuántos ojos tiene tal insecto y
-cuántas patitas tiene tal otro: sabemos ya de qué elementos se componen
-los tejidos orgánicos, la sangre de los animales y el jugo de las
-plantas: nos hemos aprovechado de agentes que antes se sustraían al
-poder humano, como la electricidad; y gracias á la estadística, llevamos
-minuciosa cuenta de cuanto se engendra y de cuanto se devora; y si ya no
-se sabe, es de esperar que pronto se sepa, la cifra exacta de los
-panecillos, del vino y de la carne que se come y se bebe la humanidad de
-diario.
-
-No es menester acudir á sabios profundos: cualquiera sabio adocenado y
-medianejo de nuestra edad conoce hoy, clasifica y ordena los fenómenos
-que hieren los sentidos corporales, auxiliados estos sentidos por
-instrumentos poderosos que aumentan su capacidad de percepción. Además
-se han descubierto, á fuerza de paciencia y de agudeza, y por virtud de
-la dialéctica y de las matemáticas, gran número de leyes que dichos
-fenómenos siguen.
-
-Natural es que el linaje humano se haya ensoberbecido con tamaños
-descubrimientos é invenciones; pero, no sólo en torno y fuera de la
-esfera de lo conocido y circunscribiéndola, sino también llenándola, en
-lo esencial y sustancial, queda un infinito inexplorado, una densa é
-impenetrable oscuridad, que parece más tenebrosa por la misma
-contraposición de la luz con que ha bañado la ciencia la pequeña suma de
-cosas que conoce. Antes, ya las religiones con sus dogmas, que aceptaba
-la fe, ya la especulación metafísica con la gigante máquina de sus
-brillantes sistemas, encubrían esa inmensidad incognoscible, ó la
-explicaban y la daban á conocer á su modo. Hoy priva el empeño de que no
-haya ni metafísica ni religión. El abismo de lo incognoscible queda así
-descubierto y abierto, y nos atrae y nos da vértigo, y nos comunica el
-impulso, á veces irresistible, de arrojarnos en él.
-
-La situación, no obstante, no es incómoda para la gente sensata de
-cierta ilustración y fuste. Prescinden de lo transcendente y de lo
-sobrenatural para no calentarse la cabeza ni perder el tiempo en balde.
-Esta eliminación les quita no pocas aprensiones y cierto miedo, aunque á
-veces les infunde otro miedo y sobresalto fastidiosos. ¿Cómo contener á
-la plebe, á los menesterosos, hambrientos é ignorantes, sin ese freno
-que ellos han desechado con tanto placer? Fuera de este miedo que
-experimentan algunos sensatos, en todo lo demás no ven sino motivo de
-satisfacción y parabienes.
-
-Los insensatos, en cambio, no se aquietan con el goce del mundo,
-hermoseado por la industria é inventiva humanas, ni con lo que se sabe,
-ni con lo que se fabrica, y anhelan averiguar y gozar más.
-
-El conjunto de los seres, el universo todo, cuanto alcanzan á percibir
-la vista y el oído, ha sido, como idea, coordinado metódicamente en una
-anaquelería ó casillero para que se comprenda mejor; pero ni este orden
-científico, ni el orden natural, tal como los insensatos le ven, los
-satisface. La molicie y el regalo de la vida moderna los han hecho muy
-descontentadizos. Y así, ni del mundo tal como es, ni del mundo tal como
-le concebimos, se forma idea muy aventajada. Se ven en todo faltas, y no
-se dice lo que dicen que dijo Dios: _que todo era bueno._ La gente se
-lanza con más frecuencia que nunca á decir que todo es malo; y en vez de
-atribuir la obra á un artífice inteligentísimo y supremo, la supone obra
-de un prurito inconsciente de fabricar cosas que hay _ab aeterno_ en los
-átomos, los cuales tampoco se sabe á punto fijo lo que sean.
-
-Los dos resultados principales de todo ello en la literatura de última
-moda son:
-
-1.º Que se suprima á Dios ó que no se le miente sino para insolentarse
-con él, ya con reniegos y maldiciones, ya con burlas y sarcasmos.
-
-Y 2.º Que en ese infinito tenebroso é incognoscible perciba la
-imaginación, así como en el éter, nebulosas ó semilleros de astros,
-fragmentos y escombros de religiones muertas, con los cuales procura
-formar algo como ensayo de nuevas creencias y de renovadas mitologías.
-
-Estos dos rasgos van impresos en su librito de usted.--El pesimismo,
-como remate de toda descripción de lo que conocemos, y la poderosa y
-lozana producción de seres fantásticos, evocados ó sacados de las
-tinieblas de lo incognoscible, donde vagan las ruinas de las destrozadas
-creencias y supersticiones vetustas.
-
-Ahora será bien que yo cite muestras y pruebe que hay en su libro de
-Ud., con notable elegancia, todo lo que afirmo; pero esto requiere
-segunda carta.
-
- * * * * *
-
-
-_29 de Octubre de 1888._
-
-II
-
-En la cubierta del libro que me ha enviado usted, veo que ha publicado
-Ud. ya ó anuncia la publicación de otros varios, cuyos títulos son:
-_Epistolas y poemas_, _Rimas_, _Abrojos_, _Estudios críticos_, _Albumes
-y abanicos_, _Mis conocidos_ y _Dos años en Chile_. Anuncia igualmente
-dicha cubierta que prepara Ud. una novela, cuyo solo título nos da en
-las narices del alma (pues si hay ojos del alma ó tiene el alma ojos,
-bien puede tener narices) con un tufillo á pornografía. La novela se
-titula _La carne_.
-
-Nada de esto, con todo, me sirve hoy para juzgar á Ud., pues yo nada de
-esto conozco. Tengo que contraerme al libro _Azul_.....
-
-En este libro no sé qué debo preferir: si la prosa, ó los versos. Casi
-me inclino á ver mérito igual en ambos modos de expresión del
-pensamiento de Ud. En la prosa hay más riqueza de ideas; pero es más
-afrancesada la forma. En los versos, la forma es más castiza. Los versos
-de usted se parecen á los versos españoles de otros autores, y no por
-eso dejan de ser originales: no recuerdan á ningún poeta español, ni
-antiguo, ni de nuestros días.
-
-El sentimiento de la naturaleza raya en Ud. en adoración panteística.
-Hay en las cuatro composiciones (_á_ _ó_ más bien _en_ las cuatro
-estaciones del año) la más gentílica exuberancia de amor sensual, y en
-este amor, algo de religioso. Cada composición parece un himno sagrado á
-Eros, himno que, á veces, en la mayor explosión de entusiasmo, el
-pesimismo viene á turbar con la disonancia, ya de un ay de dolor, ya de
-una carcajada sarcástica. Aquel sabor amargo, que brota del centro mismo
-de todo deleite, y que tan bien experimentó y expresó el ateo Lucrecio,
-
- _medio de fonte leporum_
- _Surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus angat,_
-
-acude á menudo á interrumpir lo que Ud. llama
-
- La música triunfante de mis rimas.
-
-Pero, como en Ud. hay de todo, noto en los versos, además del ansia de
-deleite y además de la amargura de que habla Lucrecio, la sed de lo
-eterno, esa aspiración profunda é insaciable de las edades cristianas,
-que el poeta pagano quizá no hubiera comprendido.
-
-Usted pide siempre más al hada, y.....
-
- El hada entonces me llevó hasta el velo
- Que nos cubre las ansias infinitas,
- La inspiración profunda
- Y el alma de las liras.
- Y lo rasgó. Y allí todo era aurora.
-
-Pero aun así, no se satisface el poeta, y pide más al hada.
-
-Tiene Ud. otra composición, la que lleva por título la palabra griega
-_Anagke_, donde el cántico de amor acaba en un infortunio y en una
-blasfemia. Suprimiendo la blasfemia final, que es burla contra Dios, voy
-á poner aquí el cántico casi completo.
-
- Y dijo la paloma:
- Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,
- En el árbol en flor, junto á la poma
- Llena de miel, junto al retoño suave
- Y húmedo por las gotas del rocío,
- Tengo mi hogar. Y vuelo,
- Con mis anhelos de ave,
- Del amado árbol mío
- Hasta el bosque lejano,
- Cuando al himno jocundo
- Del despertar de Oriente,
- Sale el alba desnuda, y muestra al mundo
- El pudor de la luz sobre su frente.
- Mi ala es blanca y sedosa;
- La luz la dora y baña
- Y céfiro la peina.
- Son mis pies como pétalos de rosa.
- Yo soy la dulce reina
- Que arrulla á su palomo en la montaña.
- En el fondo del bosque pintoresco
- Está el alerce en que formé mi nido;
- Y tengo allí, bajo el follaje fresco,
- Un polluelo sin par, recién nacido.
- Soy la promesa alada.
- El juramento vivo;
- Soy quien lleva el recuerdo de la amada
- Para el enamorado pensativo.
- Yo soy la mensajera
- De los tristes y ardientes soñadores,
- Que va á revolotear diciendo amores
- Junto á una perfumada cabellera.
- Soy el lirio del viento.
- Bajo el azul del hondo firmamento
- Muestro de mi tesoro bello y rico
- Las preseas y galas:
- El arrullo en el pico.
- La caricia en las alas.
- Yo despierto á los pájaros parleros
- Y entonan sus melódicos cantares:
- Me poso en los floridos limoneros
- Y derramo una lluvia de azahares.
- Yo soy toda inocente, toda pura.
- Yo me esponjo en las ansias del deseo,
- Y me estremezco en la íntima ternura
- De un roce, de un rumor, de un aleteo.
- ¡Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque á Flora
- Das la lluvia y el sol siempre encendido:
- Porque, siendo el palacio de la Aurora,
- También eres el techo de mi nido.
- ¡Oh inmenso azul! Yo adoro
- Tus celajes risueños,
- Y esa niebla sutil de polvo de oro
- Donde van los perfumes y los sueños.
- Amo los velos tenues, vagarosos,
- De las flotantes brumas,
- Donde tiendo á los aires cariñosos
- El sedeño abanico de mis plumas.
- ¡Soy feliz! Porque es mía la floresta,
- Donde el misterio de los nidos se halla;
- Porque el alba es mi fiesta
- Y el amor mi ejercicio y mi batalla.
- Feliz, porque de dulces ansias llena,
- Calentar mis polluelos es mi orgullo;
- Porque en las selvas vírgenes resuena
- La música celeste de mi arrullo;
- Porque no hay una rosa que no me ame,
- Ni pájaro gentil que no me escuche,
- Ni garrido cantor que no me llame!.....
- --¿Sí?--dijo entonces un gavilán infame,
- Y con furor se la metió en el buche.
-
-Suprimo, como dije ya, los versos que siguen, y que no pasan de ocho,
-donde se habla de la risa que le dió á Satanás de resultas del lance y
-de lo pensativo que se quedó el Señor en su trono.
-
-Entre las cuatro composiciones en las estaciones del año, todas bellas y
-raras, sobresale la del verano. Es un cuadro simbólico de los dos polos
-sobre los que rueda el eje de la vida: el amor y la lucha; el prurito de
-destrucción y el de reproducción. La tigre virgen en celo está
-magistralmente pintada, y mejor aún acaso el tigre galán y robusto que
-llega y la enamora.
-
- Al caminar se vía
- Su cuerpo ondear con garbo y bizarría.
- Se miraban los músculos hinchados
- Debajo de la piel. Y se diría
- Ser aquella alimaña
- Un rudo gladiador de la montaña.
- Los pelos erizados
- Del labio relamía. Cuando andaba,
- Con su peso chafaba
- La hierba verde y muelle,
- Y el ruido de su aliento semejaba
- El resollar de un fuelle.
-
-Síguense la declaración de amor, el sí en lenguaje de tigres y los
-primeros halagos y caricias. Después..... el amor en su plenitud, sin
-los poco decentes pormenores en que entran Rollinat y otros en casos
-semejantes.
-
- Después el misterioso
- Tacto, las impulsivas
- Fuerzas que arrastran con poder pasmoso,
- Y ¡oh gran Pan! el idilio monstruoso
- Bajo las vastas selvas primitivas.
-
-El príncipe de Gales, que andaba de caza por allí con gran séquito de
-monteros y jauría de perros, viene á poner trágico fin al idilio.
-
-El príncipe mata á la tigre de un escopetazo. El tigre se salva, y luego
-en su gruta tiene un extraño sueño:
-
- Que enterraba las garras y los dientes
- En vientres sonrosados
- Y pechos de mujer; y que engullía
- Por postres delicados
- De comidas y cenas,
- Como tigre goloso entre golosos,
- Unas cuantas docenas
- De niños tiernos, rubios y sabrosos.
-
-No parece sino que, en sentir del poeta, tendría menos culpa el tigre,
-aunque fuese ser responsable, devorando mujeres y niños, que el príncipe
-matando tigres. El afecto del poeta se extiende casi por igual sobre
-tigres y sobre príncipes, á quienes un determinismo fatal mueve á
-matarse _recíprocamente_, como el ratón y el gato de la fábula de
-Alvarez.
-
-Los cuentos en prosa son más singulares aún. Parecen escritos en París,
-y no en Nicaragua ni en Chile. Todos son brevísimos. Usted hace gala de
-laconismo. _La Ninfa_ es quizá el que más me gusta. La cena en la quinta
-de la cortesana está bien descrita. El discurso del sabio prepara el
-ánimo del lector. Los límites, que tal vez no existan, pero que todos
-imaginamos, trazamos y ponemos entre lo natural y sobrenatural, se
-esfuman y desaparecen. San Antonio vió en el yermo un hipocentauro y un
-sátiro. Alberto Magno habla también de sátiros que hubo en su tiempo.
-¿Por qué ha de ser esto falso? ¿Por qué no ha de haber sátiros, faunos y
-ninfas? La cortesana anhela ver un sátiro vivo: el poeta, una ninfa. La
-aparición de la ninfa desnuda al poeta, en el parque de la quinta, á la
-mañana siguiente, en la umbría apartada y silenciosa, entre los blancos
-cisnes del estanque, está pintada con tal arte que parece verdad.
-
-La ninfa huye y queda burlado el poeta; pero en el almuerzo, dice luego
-la cortesana:
-
---«El poeta ha visto ninfas.»
-
-«Todos la contemplaron asombrados, y ella me miraba como una gata y se
-reía, se reía, como una chicuela á quien se le hiciesen cosquillas.»
-
-_El velo de la reina Mab_ es precioso. Empieza así:
-
-«La reina Mab, en su carro hecho de una sola perla, tirado por cuatro
-coleópteros de petos dorados y alas de pedrería, caminando sobre un rayo
-de sol, se coló un día por la ventana de una buhardilla, donde estaban
-cuatro hombres flacos, barbudos é impertinentes, lamentándose como unos
-desdichados.»
-
-Eran un pintor, un escultor, un músico y un poeta. Cada cual hace su
-lastimoso discurso, exponiendo aspiraciones y desengaños. Todos terminan
-en la desesperación.
-
-«Entonces la reina Mab, del fondo de su carro, hecho de una sola perla,
-tomó un velo azul, casi impalpable, como formado de suspiros ó de
-miradas de ángeles rubios y pensativos. Y aquel velo era el velo de los
-sueños, de los dulces sueños que hacen ver la vida de color de rosa. Y
-con él envolvió á los cuatro hombres flacos, barbudos é impertinentes.
-Los cuales cesaron de estar tristes, porque penetró en su pecho la
-esperanza, y en su cabeza el sol alegre, con el diablillo de la vanidad,
-que consuela en sus profundas decepciones á los pobres artistas.»
-
-Hay en el libro otros varios cuentos, delicados y graciosos, donde se
-notan las mismas calidades. Todos estos cuentos parecen escritos en
-París.
-
-Voy á terminar hablando de los dos más transcendentales: _El rubí y La
-canción del oro_.
-
-El químico Fremy ha descubierto, ó se jacta de haber descubierto, la
-manera de hacer rubíes. Uno de los gnomos roba uno de estos rubíes
-artificiales del medallón que pende del cuello de cierta cortesana, y le
-lleva á la extensa y profunda caverna donde los gnomos se reunen en
-conciliábulo. Las fuerzas vivas y creadoras de la naturaleza, la
-infatigable inexhausta fecundidad de la alma tierra están simbolizadas
-en aquellos activos y poderosos enanillos que se burlan del sabio y
-demuestran la falsedad de su obra. «La piedra es falsa, dicen todos:
-obra de hombre ó de sabio, que es peor.»
-
-Luego cuenta el gnomo más viejo la creación del verdadero primer rubí.
-Es un hermoso _mito_, que redunda en alabanza de Amor y de la madre
-Tierra, «de cuyo vientre moreno brota la savia de los troncos robustos,
-y el oro y el agua diamantina y la casta flor de lis: lo puro, lo
-fuerte, lo infalsificable». Y los gnomos tejen una danza frenética y
-celebran una orgía sagrada, ensalzando á la mujer, de quien suelen
-enamorarse, porque es espíritu y carne: toda Amor.
-
-_La canción del oro_ sería el mejor de los cuentos de Ud. si fuera
-cuento, y sería el más elocuente de todos si no se emplease en él
-demasiado una _ficelle_, de que se usa y de que se abusa muchísimo en el
-día.
-
-En la calle de los palacios, donde todo es esplendor y opulencia, donde
-se ven llegar á sus moradas, de vuelta de festines y bailes, á las
-hermosas mujeres y á los hombres ricos, hay un mendigo extraño,
-hambriento, tiritando de frío, mal cubierto de harapos. Este mendigo
-tira un mordisco á un pequeño mendrugo de pan bazo: se inspira y canta
-la canción del oro.
-
-Todo el sarcasmo, todo el furor, toda la codicia, todo el amor
-desdeñado, todos los amargos celos, toda la envidia que el oro engendra
-en los corazones de los hambrientos, de los menesterosos y de los
-descamisados y perdidos, están expresados en aquel himno en prosa.
-
-Por esto afirmo que sería admirable la canción del oro si se viese menos
-la _ficelle_: el método ó traza de la composición, que tanto siguen
-ahora los prosistas, los poetas y los oradores.
-
-El método es crear algo por superposición ó aglutinación, y no por
-organismo.
-
-El símil es la base de este método. Sencillo es no mentar nada sin
-símil: todo es como algo. Luego se ha visto que salen de esta manera
-muchísimos _comos_, y en vez de los _comos_ se han empleado los _eses_ y
-las _esas_. Ejemplo: la tierra, esa madre fecunda de todos los
-vivientes; el aire, ese manto azul que envuelve el seno de la tierra, y
-cuyos flecos son las nubes; el cielo, ese campo sin límites por donde
-giran las estrellas, etc. De este modo es fácil llenar mucho papel. A
-veces los _eses_ y las _esas_ se suprimen, aunque es menos enfático y
-menos francés, y sólo se dice: el pájaro, flor del aire; la luna,
-lámpara nocturna, hostia que se eleva en el templo del espacio,
-etcétera.
-
-Y, por último, para dar al discurso más animación y movimiento, se ha
-discurrido hacer enumeración de todo aquello que se semeja en algo al
-objeto de que queremos hablar. Y terminada la enumeración, ó cansado ya
-el autor de enumerar, pues no hay otra razón para que termine, dice: eso
-soy yo: eso es la poesía: eso es la crítica: eso es la mujer, etc. Puede
-también el autor, para prestar mayor variedad y complicación á su obra,
-decir lo que no es el objeto que describe antes de decir lo que es. Y
-puede decir lo que no es como quien pregunta. Fórmula: ¿Será esto, será
-aquello, será lo de más allá? No; no es nada de eso. Luego..... la
-retahila de cosas que se ocurran. Y por remate. Eso es.
-
-Este género de retórica es natural, y todos le empleamos. No se critica
-aquí el uso, sino el abuso. En el abuso hay algo parecido al juego
-infantil de apurar una letra. «Ha venido un barco cargado de.....» Y se
-va diciendo (si v. gr. la letra es b) de baños, de buzos, de bolos, de
-berros, de bromas.....
-
-Las composiciones escritas según este método retórico tienen la ventaja
-de que se pueden acortar y alargar _ad libitum_, y de que se pueden leer
-al revés lo mismo que al derecho, sin que apenas varíe el sentido.
-
-En mis peregrinaciones por países extranjeros, y harto lejos de aquí,
-conocí yo y traté á una señora muy entendida, cuyo marido era poeta; y
-ella había descubierto en los versos de su marido que todos se leían y
-hacían sentido empezando por el último verso y acabando por el primero.
-Querían decir algunos maldicientes que ella había hecho el
-descubrimiento para burlarse de los versos de la cosecha de casa; pero
-yo siempre tuve por seguro que ella, cegada por el amor conyugal, ponía
-en este sentido indestructible, léanse las composiciones como quiera que
-se lean, un primor raro que realzaba el mérito de ellas.
-
-Me ha corroborado en esta opinión un reciente escrito de D. Adolfo de
-Castro, quien descubre y aplaude en algunos versos de Santa Teresa, casi
-como don celeste ó gracia divina, esa prenda de que se lean al revés y
-al derecho, resultando idéntico sentido.
-
-La verdad del caso, considerado y ponderado todo con imparcial
-circunspección, es que tal modo retórico es ridículo cuando se toma por
-muletilla, ó sirve de pauta para escribir; pero si es espontáneo, está
-muy bien: es el lenguaje propio de la pasión.
-
-Figurémonos á una madre, joven, linda y apasionada, con un niño rubito y
-gordito y sonrosado de dos años que está en sus brazos. Mientras ella le
-brinca y él le sonríe, ella le dará natural y sencillamente
-interminable lista de nombres de objetos, algunos de ellos disparatados.
-Le llamará angel, diablillo, mono, gatito, chuchumeco, corazón, alma,
-vida, hechizo, regalo, rey, príncipe, y mil cosas más. Y todo estará
-bien, y nos parecerá encantador, sea el que sea el orden en que se
-ponga. Pues lo mismo puede ser toda composición, en prosa ó verso, por
-el estilo, con tal de que no sea buscado ni frecuente este modo de
-componer.
-
-El modelo más egregio del género, el ejemplar arquetipo, es la letanía.
-La Virgen es puerta del cielo, estrella de la mañana, torre de David,
-Arca de la Alianza, casa de oro, y mil cosas más, en el orden que se nos
-antoje decirlas.
-
-La canción del oro es así: es una letanía, sólo que es infernal en vez
-de ser célica. Es por el gusto de la letanía que Baudelaire compuso al
-demonio; pero, conviniendo ya en que la canción del oro es letanía, y
-letanía infernal, yo me complazco en sostener que es de las más
-poéticas, ricas y enérgicas que he leído. Aquello es un diluvio de
-imágenes, un desfilar tumultuoso de cuanto hay, para que encomie el oro
-y predique sus excelencias.
-
-Citar algo es destruir el efecto que está en la abundancia de cosas que
-en desorden se citan y acuden á cantar el oro, «misterioso y callado en
-las entrañas de la tierra, y bullicioso cuando brota á pleno sol y á
-toda vida; sonante como coro de tímpanos, feto de astros, residuo de
-luz, encarnación de éter: hecho sol, se enamora de la noche, y, al darle
-el último beso, riega su túnica con estrellas como con gran muchedumbre
-de libras esterlinas. Despreciado por Jerónimo, arrojado por Antonio,
-vilipendiado por Macario, humillado por Hilarión, es carne de ídolo,
-dios becerro, tela de que Fidias hace el traje de Minerva. De él son las
-cuerdas de la lira, las cabelleras de las más tiernas amadas, los granos
-de la espiga, y el peplo que al levantarse viste la olímpica aurora».
-
-Me había propuesto no citar nada, y he citado algo, aunque poco. La
-composición es una letanía inorgánica, y, sin embargo, ni la ironía, ni
-el amor y el odio, ni el deseo y el desprecio simultáneos, que el oro
-inspira al poeta en la inopia (achaque crónico y epidémico de los
-poetas), resaltan bien sino de la plenitud de cosas que dice del oro, y
-que se suprimen aquí por amor á la brevedad.
-
-En resolución, su librito de Ud., titulado _Azul_...., nos revela en Ud.
-á un prosista y á un poeta de talento.
-
-Con el _galicismo mental_ de Ud. no he sido sólo indulgente, sino que
-hasta le he aplaudido por lo perfecto. Con todo, yo aplaudiría muchísimo
-más, si con esa ilustración francesa que en usted hay se combinase la
-inglesa, la alemana, la italiana, y ¿por qué no la española también? Al
-cabo, el árbol de nuestra ciencia no ha envejecido tanto que aun no
-pueda prestar jugo, ni sus ramas son tan cortas ni están tan secas que
-no puedan retoñar como mugrones del otro lado del Atlántico. De todos
-modos, con la superior riqueza y con la mayor variedad de elementos,
-saldría de su cerebro de Ud. algo menos exclusivo y con más altos, puros
-y serenos ideales: algo más _azul_ que el azul de su libro de usted:
-algo que tirase menos á lo _verde_ y á lo _negro_. Y por cima de todo,
-se mostrarían más claras y más marcadas la originalidad de Ud. y su
-individualidad de escritor.
-
-
-
-
-EL TEATRO EN CHILE
-
-
-_5 de Noviembre de 1888._
-
-Á D. ANTONIO ALCALÁ GALIANO Y MIRANDA
-
-I
-
-Querido primo: Sin terminar han quedado las cartas que empecé á
-escribirte sobre la vida de D. José Joaquín de Mora, escrita por D.
-Miguel Luis Amunátegui. Yo no desisto, sin embargo, de terminar y
-completar lo que deseo decir sobre Mora. Entre tanto me has enviado otro
-libro, obra también póstuma de Amunátegui, cuyo interés más general me
-atrae. Voy, pues, dejando para más tarde el continuar hablando de Mora,
-á hablar hoy sobre el nuevo libro. Su modestísimo título no da idea de
-su grande importancia. Se titula _Las primeras representaciones
-dramáticas en Chile_; pero es, en realidad, una historia completa de la
-literatura y del arte dramáticos en aquel país, desde los primeros
-tiempos, después del descubrimiento y la conquista, hasta el día de hoy.
-
-Dice el mismo Amunátegui: «Chile es un fragmento de España transportado
-al Pacífico por ese aluvión llamado la conquista de América.»
-
-La historia literaria de Chile forma, pues, parte de nuestra historia
-literaria.
-
-El libro de Amunátegui, además, no es de mera literatura: está lleno de
-anécdotas, pinta las costumbres, la cultura, las diversiones públicas,
-la vida de los chilenos, y por todo esto debe interesarnos doblemente.
-
-Si yo no logro que interese, extractando aquí algo de su contenido,
-culpa será de lo desmañado del extracto, y tal vez asimismo de la
-profunda humildad que abate en el día el espíritu de los españoles,
-sobre todo de los españoles más _elegantes_.
-
-Se les ha metido en la cabeza que en España todo es malo ahora. De donde
-nace la sospecha de que todo fué malo en las edades pasadas. Nada es
-bueno sino lo de París. Y entre todas las cosas buenas en París y malas
-en España, nada es allí mejor y aquí peor que el teatro: actores y
-autores.
-
-Y si actores y autores son malos en España, no es de presumir que en
-Chile, prolongación de España en esto de literatura y de arte, sean
-buenos tampoco.
-
-Aunque sea empezar por lo secundario, voy á empezar hablando de los
-actores.
-
-Estos españoles _elegantes_, á que he aludido y que todo lo censuran,
-rara vez se dignan escribir para el público; pero sus opiniones
-desdeñosas se propagan en las tertulias, y en un país como el nuestro,
-donde se lee poquísimo y donde se habla mucho, y se oye más que se lee,
-las murmuraciones de viva voz tienen acaso más eco que lo que nosotros,
-los que escribimos para el público, ponemos en letras de molde.
-
-Además, los que escribimos para el público, á fuerza de hipérboles
-encomiásticas, hemos perdido crédito y autoridad, y se nos hace menos
-caso que á la lluvia quien oye llover. Y, sin embargo, ya es difícil
-dejar de ser magníficos en el encomio. Cuando queremos ser razonables,
-ofendemos á los encomiados. Llamar distinguido á un literato equivale
-hoy á llamarle adocenado ó de tres al cuarto, y llamar simpática á una
-señora equivale á llamarla fea y tonta.
-
-Para remediar tanto mal importa restablecer el primitivo sentido de los
-vocablos, y que toda alabanza valga lo que debe valer. Importa asimismo
-no disimular los defectos, y aun reconocer algunos de los fundamentos y
-razones en que se apoyan los que denigran.
-
-Convengamos en que los actores de París son excelentes; pero convengamos
-también en que muchas de sus excelencias nacen de que son ellos de
-París; y como los de Madrid no son de París, es equitativo perdonarles
-la falta de esas excelencias que en ser de París estriban.
-
-En España, dicen, y acaso con razón, no hay actores para eso que llaman,
-creo, la alta comedia, en que figuran personajes de la _high life_;
-pero, por desgracia, todo es exótico en esta _high life_. ¿Cómo ha de
-aprenderlo é imitarlo el actor ó la actriz que no ha salido de España?
-¿Dónde están los amartelados lores ingleses, los ricos americanos, los
-rusos tiernos y muníficos, que adiestren con su trato á nuestras
-actrices en todos los primores del buen tono, y que les abran el camino
-de las joyerías y de los talleres de los _modistos_ inspirados y
-costosos? La actriz española, hablo en general, sólo conoce todo esto de
-oídas. No lo ha _vivido_. Tal vez la actriz española, al pasar de su
-casa á las tablas, pasa del mundo real á un mundo fantástico, mientras
-la actriz francesa sigue en su elemento.
-
-Otro defecto de que son acusadas nuestras actrices es más verdadero aún
-y tiene menos excusa: el del continuo lloriqueo ó gimoteo, del sollozo
-incesante, de lo que, con voz familiar, se llama _hipido_. Depende esto
-de gran fuerza de imaginación y de cierta _presciencia_ estética.
-Figurémonos un drama en cinco actos. Durante los cuatro primeros, la
-heroína es dichosa en amores, en bienes de fortuna, en todo; pero en el
-último ocurre la catástrofe, y tiene la heroína que arrojarse por un
-tajo, ó que morir envenenada, ó que parar en las Recogidas ó en el
-manicomio.
-
-Como en la realidad la heroína no hubiera presentido ni sabido nada de
-lo que le iba á suceder, lo natural es que hubiese estado más alegre que
-unas castañuelas durante los cuatro primeros actos; pero, en la ficción,
-como la actriz ha leído el drama, y sabe en qué va á parar todo aquello,
-lo llora sin poderlo remediar, y lo lamenta mucho desde el principio. De
-esto es menester corregirse, olvidando el actor y la actriz, al salir á
-la escena, el tremendo fin que les aguarda.
-
-Otro defecto tienen, por lo común, nuestros actores, contra el cual se
-pone el grito en el cielo: cantan los versos demasiado, y se
-entusiasman tanto cantándolos, que, según aseguran los detractores,
-parecen energúmenos, y rompen ó descomponen los tímpanos del auditorio.
-
-Además, como no hay garganta, aunque sea de bronce, que resista á tan
-desaforados aullidos, el ó la que los da se enronquece, y se diría que
-va á ahogarse, fatigándose con la carraspera é infundiendo en el público
-el cansancio y el dolor que se apoderan de los órganos respiratorios.
-Unese á este disgusto el de la monotonía, porque la música ó melopeya
-con que el actor ó la actriz canta los versos es siempre la misma, y hay
-quien supone que no se puede aguantar al cabo de un rato.
-
-Muchas de estas observaciones son justas, y no he de negar yo que
-conviene corregirse de los defectos que delatan.
-
-Con lo que no me conformo es con que los actores franceses no tengan
-semejantes defectos y aun peores. También ellos gastan tonillo para
-recitar los versos, tonillo mil veces más inaguantable por lo monótono.
-¿Cómo comparar el martilleo de los alejandrinos pareados, en una lengua
-sin prosodia, con la variedad de acentos y cesuras que hay en el
-endecasílabo español, por ejemplo? Si no fuera porque todo lo de París
-nos hechiza, ¿qué oídos españoles habrían de sufrir un drama francés,
-todo en verso? Por fortuna, se dice, los dramas franceses están hoy casi
-siempre en prosa; contra lo cual nada he de decir, á fin de no entrar en
-la cuestión de si debe á no desecharse el verso, porque en francés sea
-cansado, sobre todo á la larga. Pero añaden algunos, y yo me pasmo de
-oírlo, que no importa que haya verso, con tal de que suene como prosa y
-parezca prosa cuando se recita. La verdad, no entiendo qué propósito ha
-de tener una dificultad vencida, si no ha de nacer de ella efecto
-sensible; si al espectador inocente y profano se le podrá decir al salir
-del teatro: Pues mire Ud., eso que ha oído, y que le ha parecido prosa
-tan natural y tan llana, es verso todo.
-
-Lo que sí confieso es que los actores franceses no chillan ni se
-desgañitan como los nuestros: economizan más el resuello y el empuje de
-los pulmones; pero en cambio tienen el _subrayado_ ó la _letra
-bastardilla_, que, lo que es á mí, me encocora mucho más. Un actor ó una
-actriz de Francia, de pretensiones y de fuste, no se contenta con
-aprender bien su papel y declamarle con el sentido, y con el accionar,
-el gesto y la expresión convenientes, realzando así su papel y
-completándole. No, señor; ha de _crear el papel_. Y por culpa de la
-perversa y soberbia aspiración que denota la frase, tan contraria á la
-piadosa sentencia de Quevedo, de que el crear es un oficio
-
- Que sólo le sabe Dios
- Con su poder infinito,
-
-apenas queda palabra del papel que el actor no _subraye_, procurando
-poner en ella ideas y sentimientos que no se le ocurrieron al poeta al
-escribir la obra. Yo había entendido siempre que el verdadero productor
-ó inventor de los personajes de un drama es el poeta que le escribe; y
-que el actor lo que hace es interpretar fiel y hábilmente la invención
-ó producción del poeta, presentándola de bulto, viva y animada. Hacer
-esto bien es grande arte y muy rara y laudable habilidad; pero en lo de
-_crear el papel_, ó hay _filfa_, ó se da ocasión á la más monstruosa
-discordancia. Si el actor recita y acciona interpretando bien la mente
-del poeta, hará algo de sublime, de estupendo, de todo lo que se quiera,
-pero no creará el papel; y si para crearle va torciendo las palabras que
-repite de memoria, dándoles distinto valer y significado á fuerza de
-_subrayar_, ó también con los adornos mímicos que les pone, tal vez
-resultará que el personaje así representado sea fenómeno inaudito, caso
-teratológico, ser doble: uno, según el sencillo valor gramatical de lo
-que dice; y otro, según las _sublíneas_ del actor y sus ademanes y
-muecas.
-
-Infiero yo de esta larga digresión, ó mejor diré preámbulo, que todo el
-mundo es Popayán, que no es oro todo lo que reluce, y que, tanto aquí
-como en París, el arte es difícil, los aciertos son raros, lo malo
-abunda y lo bueno escasea.
-
-Sobre los autores, ó sea sobre la literatura dramática de España, diré
-menos aún. Me parece tan evidente mi propia opinión y tan infundada la
-contraria, que ésta no merece que se refute.
-
-No son muchas las naciones del mundo que han tenido ó tienen un gran
-teatro; y entre estas naciones figuran como las primeras, Grecia en lo
-antiguo, y en las modernas edades España é Inglaterra. Concedamos que
-Francia tiene también un gran teatro, pero no le sobrepongamos al
-nuestro. No se ha agotado el filón de la dramática española. Todavía
-podemos contraponer los dramas de Echegaray á los de Sardou, y los
-sainetes de Ricardo Vega y de otros á los más chistosos _vaudevilles_.
-
-Con este concepto elevado de nuestro teatro ya se puede prestar atención
-y mirar sin desdén al teatro de Chile, que es retoño del nuestro.
-
-Como el Sr. Amunátegui cree también que es retoño del teatro español el
-teatro chileno, lejos de deprimir, ensalza el árbol de que ha brotado el
-retoño, y celebra su hermosura, fecundidad, constante florecimiento y
-lozanía. Para él, Lope y Calderón, «gigantes de inmensa fama, han legado
-á la posteridad obras maestras, cuya excelencia se ha proclamado por la
-humanidad entera sin protesta ni discrepancia alguna. Tirso de Molina,
-Alarcón, Moreto y otros, son capitanes capaces de igualar y aun de
-superar á sus jefes, en tal cual ocasión». «Esta savia poderosa, añade,
-no se ha agotado con el transcurso del tiempo.» Y luego celebra á
-Martínez de la Rosa, á Bretón, al duque de Rivas, á López de Ayala, á
-Gil y Zárate, á García Gutiérrez, á Hartzenbusch y á Zorrilla. De Tamayo
-dice que «ha compuesto dramas que han dado la vuelta al mundo, que han
-sido traducidos en todo idioma y que han sido representados en todo
-país». Y en elogio de Echegaray, le llama «obrero poderoso del arte,
-que, en medio de demasiados horrores y de muchas inverosimilitudes,
-concibe escenas magníficas y pensamientos espléndidos, sin perjuicio de
-haber dado á luz dos obras muy notables: _Locura ó santidad_ y _El gran
-Galeoto_».
-
-Proclamando así el Sr. Amunátegui la fecunda y perenne vida del teatro
-español, lo que extraña y deplora es que aun sea tan pobre el chileno.
-«¿Cuál es la razón, exclama, de que nosotros no hayamos sido movidos por
-igual impulso? ¿De qué depende que andemos rezagados en ese camino, á
-cuyo término se divisa la gloria?»
-
-En mi sentir, es obvia la razón de este atraso. El teatro llega después
-de otros géneros poéticos: en la plena madurez de la literatura
-nacional; y Chile, como nación independiente, cuenta pocos años de vida.
-No debe inferirse, por lo tanto, que la literatura chilena no será rica
-en obras dramáticas porque ya no lo ha sido.
-
-El conocimiento de lo que Chile ha hecho hasta ahora, aunque sea poco,
-es interesante, y voy á dar de ello una idea, recorriendo á largos pasos
-el extenso campo que el Sr. Amunátegui recorre.
-
-Apenas había pasado un siglo desde el descubrimiento y la conquista, á
-mediados del XVII, ya en Chile se representaban comedias. No había
-teatros, y las representaciones se hacían en los cementerios, en las
-fiestas religiosas y en los conventos de monjas y frailes. Claro está
-que tales comedias se procuraba que fuesen _á lo divino_: de vidas de
-santos y de otros asuntos devotos.
-
-El obispo de Santiago era á la sazón, por los años de 1657, un varón
-piadosísimo, aunque tolerante y alegre, de aquella santa alegría que se
-regula por la eutropelia cristiana. D. Fray Gaspar de Villarroel gustaba
-muchísimo de las comedias, y hacía sabia y elocuentemente su defensa.
-Para ello se valía de un medio ingenioso. Suponía que los padres y
-doctores de la Iglesia han anatematizado el teatro, porque en lo antiguo
-eran los dramas tan lascivos, tan deshonestos y tan indecentemente
-representados, «que fué menester que los santos armasen contra ellos
-todas sus plumas». Pero, en los días del señor obispo, los dramas nada
-tenían ya de pecaminosos, y, por lo tanto, no había para qué
-prohibirlos.
-
-Aducía el señor obispo como prueba que Lope escribió comedias á pesar de
-haber vivido tan reformado en sus postreros años, ordenádose de
-sacerdote y dado á Dios lo asentado y sesudo de su edad. El señor obispo
-no podía haber leído el curioso libro del Sr. Asenjo Barbieri sobre los
-_últimos amores_ del gran poeta; pues si no, ya hubiera visto con dolor
-adónde fueron á parar el _asiento_ y el _seso_ de que habla. Pero de
-todos modos, el razonamiento de D. Fray Gaspar de Villarroel era
-irrefutable: Lope hizo comedias á vista del arzobispo de Toledo, del
-nuncio de Su Santidad y del Consejo Supremo de Castilla, y no es de
-suponer que personas tan santas lo hubieran sufrido si las comedias
-fuesen pecado. Otro argumento más poderoso aún añade el señor obispo:
-«Nuestros católicos reyes--dice--tienen en su salón comedias cada
-martes.» _Ergo_ ni el componer, ni el representar, ni el oir comedias es
-pecado. «Unos amores, honestamente referidos, concluye su señoría
-ilustrísima, no inducen á pecar juicios cuerdos.»
-
-Sin embargo, el señor obispo, con cierta apariencia de contradicción,
-gustando mucho de las comedias, aborrecía á los farsantes, y los llamaba
-_canalla_ y _gente perdida_. No podía elogiarlos, aunque quisiese, y él
-mismo cuenta que, en sus mocedades, hallándose en Madrid, predicó en la
-iglesia de San Sebastián un sermón, en una función que los farsantes
-costeaban, y que los trató tan mal, que los curas de la parroquia le
-dieron por baldado para su púlpito y los de la cofradía estuvieron á
-punto de apedrearle.
-
-Esta ojeriza contra los comediantes inclinaba además al señor obispo á
-amonestar á los padres y á los maridos para que no llevasen al teatro á
-sus hijas y mujeres: por donde el espectáculo debía ser para hombres
-solos. Las mujeres se exponían mucho oyendo comedias. En apoyo de esto,
-contaba el señor obispo un caso ocurrido, á lo que parece, en Lima, y en
-que él había intervenido: «Una miserable tragedia de cierta doncella
-principalísima. Crióse sin madre, y colgó su padre en ella grandes
-esperanzas. Tenía cien mil ducados que darle en dote. Fué á una comedia
-y aficionóse á un farsante. Desatóse el listón de una jervilla, y
-enviósele con su criada. Y díjole de parte de su señora que en la
-primera comedia que representara se le pusiera en la gorra. Estimó el
-favor de la dama, pero temió por su vida. Perseguíale ella. Pidióme
-consejo: di el que debía; pero vencieron la codicia y la hermosura.»
-
-Hazte cargo de lo que sucedería siendo joven y guapo el farsante, y la
-doncella tan determinada y fogosa que le envió de buenas á primeras la
-cinta de sus zapatos ó botines.
-
-De todos modos, yo hallo cruel que el obispo Villarroel condenase á las
-mujeres á no oir comedias porque oyéndolas había pecado una; pero aun
-así, Villarroel fué el menos severo de los obispos. Otro hubo, D. Manuel
-de Aldai, cuya rigidez impidió que se fundase en Chile teatro
-permanente, en el año de 1778. El Sr. Aldai afirmaba que, según la
-mayoría de los teólogos, era pecado mortal el asistir á las comedias.
-
-Con tan firme oposición, y en una colonia sumisa y obediente á la tutela
-de la autoridad eclesiástica, no era posible que el teatro floreciese.
-
-Aun así, hubo varias representaciones, con ocasión de grandes fiestas y
-solemnidades, señalándose entre todas las que tuvieron lugar en 1693
-para celebrar el casamiento del nuevo presidente D. Tomás Marín de
-Poveda con la señorita peruana D.ª Juana Urdánegui, hija del marqués de
-Villa Fuerte. En esta ocasión se dió en Chile el primer drama escrito
-allí, titulado _El Hércules chileno_.
-
-Con todo, la oposición, según hemos dicho, de la autoridad eclesiástica,
-que hasta por motivos económicos prohibía las representaciones, á fin de
-evitar gastos de trajes y galas, en un país entonces pobre, no permitió
-que la afición al teatro creciera y diera fruto. Las representaciones
-dramáticas siguieron haciéndose muy de tarde en tarde y con lamentable
-pobreza y falta de medios: sin decoraciones, sin vestuario y con actores
-improvisados.
-
-En 1777 hubo un empresario que formó compañía de actores para
-representar autos. Y dice un autor, describiendo estas representaciones,
-que «algunos mulatos notables por su desplante estaban vestidos de
-casacas, como los oficiales de la guardia del gobierno, para representar
-á los reyes magos, á Herodes y á Pilatos; y dos ó tres mujeres, más
-recomendables por su locuacidad que por la cultura de sus maneras, se
-habían cubierto de vistosas sayas para desempeñar los papeles de Santa
-Ana, de Santa Isabel y de la Virgen María.» Ni es muy de extrañar esta
-falta de exactitud histórica en la indumentaria. De principios de este
-siglo he oído yo contar á testigos oculares haber asistido en ciudades
-de esta Península á la representación de _El maestro de Alejandro_, y
-haber visto á Aristóteles de abate, con traje negro, chupa y calzón
-corto, zapato de hebilla de plata, capita y tricornio.
-
-Todavía se infiere de lo citado un no pequeño progreso en el arte
-escénico de Chile en 1777. Ya entonces representaron mujeres, cuando era
-lo común que para los papeles de mujeres sirviesen muchachos.
-
-En suma, durante casi todo el tiempo del régimen colonial, ni floreció
-ni pudo florecer el teatro en Chile. Para divertir al público y
-proporcionarle espectáculos había otras tres ó cuatro cosas más fáciles
-de hacer, y que se hacían más á menudo á despecho casi siempre de los
-obispos, en extremo celosos de la moral de sus ovejas.
-
-Estos otros espectáculos, que agradaban en Chile y á los que la gente
-acudía con entusiasmo, eran las corridas de toros, que después de la
-independencia prohibió perpetuamente el Congreso por ley de 1823: las
-_chinganas_ y los retablos de nacimientos, contra los cuales, á pesar de
-ser tan religioso el asunto, se estrelló también el obispo Aldai y los
-prohibió bajo pena de excomunión mayor, porque aseguraba y lamentaba
-que, merced al agolpamiento y apreturas de los muchos sujetos de ambos
-sexos que acudían á ver los nacimientos, sobrevenían mil desmanes. Las
-mismas corridas de toros habían dado motivo á quejas semejantes, porque
-terminada la función y ya de noche, hombres y mujeres, ellos embozados y
-tapadas ellas, se acogían debajo de los tablados provisorios con el
-pretexto de tomar dulces, refrescos ó licores, de lo que resultaban
-escenas poco edificantes.
-
-Las corridas de toros tenían además otro grave peligro, no habiendo
-circo á propósito. Era frecuente que los toros bravos se escaparan,
-causando no pocos males, pues no siempre hacía Dios un milagro para
-salvar á la gente, como el milagro que se cuenta en la _Vida del
-venerable siervo de Dios fray Pedro Bardesi_. Este fray Pedro detuvo un
-toro que corría furioso por las calles de Santiago: se arrancó una manga
-del hábito y se la puso al toro en el hocico, y el toro se hincó de
-rodillas para venerarla y besarla, y entonces acudieron los de la plaza
-y le ataron y se le llevaron sin resistencia como si fuese cordero.
-
-La otra gran diversión, que suplía el teatro, y que más tarde compitió
-con él y pugnó por vencerle, fué la diversión de las _chinganas_. Eran
-reuniones donde se bailaban los preciosos bailes del país, y
-singularmente la _zamacueca_; pero el tratar de esto requiere detención,
-y lo dejo para la carta siguiente.
-
- * * * * *
-
-
-_3 de Diciembre de 1888._
-
-II
-
-Querido primo: Siguiendo hoy en el ligero extracto del curioso y extenso
-libro de Amunátegui, veo que las _chinganas_ fueron el obstáculo más
-persistente contra el florecimiento del teatro; florecimiento que, más
-que nadie, promovieron después de la independencia de Chile los dos
-famosos literatos D. Andrés Bello y D. José Joaquín de Mora.
-
-La afición á las _chinganas_ persistió y aun se recrudeció pasado ya el
-primer tercio del siglo presente. Por esta afición, los teatros quedaban
-desiertos.
-
-Contribuía poderosamente á tal resultado la malevolencia contra el
-teatro del clero y del partido clerical, malevolencia no infundada, ya
-que el teatro, de que gustaban y que concebían los doctos de entonces,
-era una escuela de moral, que reemplazaba al púlpito con ventaja, y
-donde habían de enseñarse además virtudes cívicas y patrióticas, y odio
-y desconfianza á la religión y á los sacerdotes.
-
-Resultaba asimismo de este prurito de doctrinar desde la escena que no
-se podía dar en el teatro nada divertido, sino tragedias pesadas y
-filosóficas, traducidas ó imitadas del francés, y donde todo se volvía
-sermonear y despotricarse contra los tiranos sacros y profanos de todas
-las edades. Era tal la tiramira de desvergüenzas con que los varones
-libres y virtuosos atarazaban á los tiranos, que casi parecían ellos los
-tiranos, y los tiranos las víctimas, hasta que á lo último perdían los
-tiranos la paciencia y mandaban degollar á los otros. En suma: había
-razones, hasta cierto punto plausibles, para justificar ó disculpar la
-preferencia que se daba en general á las _chinganas_.
-
-Yo creo que éstas habían de ser, ó son, si subsisten aún, algo parecido
-á nuestros cafés, en donde se canta y se baila á lo _flamenco_, por más
-que las _chinganas_, si hemos de no ver exageración en lo que dice D.
-Andrés Bello, eran más frecuentadas por toda clase de gentes, y daban
-mayor pábulo á la deshonestidad y á la licencia. Yo presumo que Bello,
-cegado y exaltado por el espíritu de partido, exagera mucho cuando
-califica á las _chinganas_ de burdeles autorizados, «donde la confusión
-de todo género de personas afloja los vínculos de la moral y abre la
-puerta á la corrupción, donde los movimientos voluptuosos, las canciones
-lascivas y los dicharachos insolentes hieren con vehemencia los sentidos
-de la tierna joven, á quien los escrúpulos de sus padres ó las
-amonestaciones del confesor han prohibido el teatro».
-
-Bello y Mora siguieron declamando contra las _chinganas_ y en favor del
-teatro con poco fruto por lo pronto. Ellos mismos hubieron de entrever
-que en gran parte tenían la culpa las tragedias pseudoclásicas, tan
-cívicas y filosóficas, y las comedias docentes á la francesa; y ya
-proponían que se representasen obrillas más alegres y de menos doctrina
-y comedias del antiguo teatro español.
-
-Mora, calculando que no podía vencer á la Terpsícore chilena, trató de
-adularla, de educarla y de hacer de ella una poderosa aliada. Para esto,
-así como había redactado el Código fundamental ó Constitución de Chile,
-quiso reglamentar el baile y convertir á los chilenos en un pueblo de
-bailarines honestos y morigerados. Propuso que se organizasen por todo
-Chile comparsas de danzantes de doce ó más parejas, de un solo sexo ó de
-los dos, destinadas á bailar en los grandes días festivos, acordándose,
-sin duda, de David y de los seises. Cada parroquia había de tener su
-número completo de bailarines que bailasen con trajes airosos y decentes
-al son del tamboril y de una gaita delante de la iglesia al concluirse
-los oficios divinos, y luego, por la tarde. Asimismo se les había de
-permitir ir á bailar en los días de cumpleaños y en los casamientos de
-las personas más condecoradas del barrio, para de este modo mantener
-trajes y músicos. Y, por último, en las grandes festividades nacionales
-debían ir á la Plaza Mayor á tejer con arcos, guirnaldas y espadas,
-varias danzas que entretuviesen á la muchedumbre.
-
-Mora se prometía de todo esto mil beneficios que elocuentemente expone.
-Casi da lástima de que su proyecto no cuajase. Pero dejemos lo
-coreográfico y volvamos á lo dramático.
-
-Cuando Chile era colonia aún, cabe la honra á España de haber fundado
-allí un teatro, aunque provisional, menos efímero que los anteriores. El
-último capitán general y presidente de la Audiencia, superintendente de
-Hacienda, etc., que allí tuvo España, se llamaba D. Casimiro Marcó del
-Pont, y era vehemente aficionado á comedias. A pesar, pues, de la
-oposición del clero y de la gente devota, hubo teatro en su tiempo. En
-él se representaban aún comedias españolas castizas, del gusto antiguo.
-
-Pronto vino la independencia, el ejército patriota triunfó en Maipo, y
-en seguida empezaron á pedir los periódicos que hubiese un buen teatro
-para la república, donde aprendiesen los ciudadanos á ser libres, á
-odiar á los tiranos y á combatir por la patria.
-
-El general director D. Bernardo O’Higgins comprendió todo lo útil y
-transcendental del teatro como escuela de costumbres y de virtudes
-cívicas, y encargó á uno de sus ayudantes, D. Domingo Arteaga, para que
-organizase una compañía de cómicos y construyese un _buen coliseo_
-permanente.
-
-Se construyó éste y se estrenó en 1820.
-
-En el telón se leía, en letras de oro, el siguiente dístico:
-
- Hé aquí el espejo de virtud y vicio:
- Miraos en él y pronunciad el juicio.
-
-Lo grave y serio del público y de los actores no respondía aún á la
-gravedad y seriedad del dístico citado. En el teatro, que era de madera,
-y malo, reinaba chistosa franqueza patriarcal. En cierta ocasión, la
-Lucía, actriz mimada del público, se enojó porque la silbaron, y lanzó á
-los concurrentes, con ademán desdeñoso, «la palabra más puerca que puede
-salir de la boca de una irritada verdulera». Otra vez, durante la
-representación del _Otelo_, un inglés encendió un puro y se puso á
-fumar, lo cual estaba prohibido. El soldado, que hacía cerca centinela,
-le dijo que apagase, y el inglés se echó sobre él para quitarle el
-fusil. Se armó brava pendencia entre el inglés y el soldado, y público y
-actores prescindieron de la tragedia para contemplar la realidad.
-
-Entonces el general O’Higgins sacó el cuerpo fuera del palco y gritó:
-«Muchacho, cuidado con que te quiten el fusil». Animado el militar con
-esta voz de mando y aliento, logró desasir el arma de las garras
-británicas, y aplicó un buen culatazo al inglés, tumbándole en el suelo.
-Se le llevaron, y siguió la representación interrumpida.
-
-Visto que este primer teatro era peor que un corral de títeres é
-infundía poco respeto, D. Domingo Arteaga siguió afanándose y logró
-construir otro teatro, ya bueno y respetable, que se abrió al público en
-1827.
-
-Por aquella época llegó á Chile el gran protector del teatro.
-
-D. José Joaquín de Mora llegó á Chile, llamado por el jefe del Estado,
-D. Francisco Antonio Pinto, para que contribuyera «á derramar el
-bautismo de la ilustración en una sociedad que acababa de nacer á la
-vida del entendimiento».
-
-Se renovó en Mora aquello que se cuenta de antiguos sabios de la Grecia,
-que eran llamados por las remotas colonias para darles Constitución y
-leyes é iluminarlas con su sabiduría.
-
-Uno de los mil medios de que se valió Mora para mostrar su actividad
-fecunda y cumplir su misión de sabio civilizador, fué componer
-alocuciones en verso que se recitaban en el teatro. Claro está que estas
-alocuciones, donde los españoles son pintados como tiranos, no se
-insertaron en las colecciones que Mora hizo más tarde de sus poesías, en
-Cádiz en 1836, y en Madrid en 1853. Por lo demás, así estas alocuciones
-como otros versos chileno-patrióticos ó ultraliberales que hizo Mora en
-Chile y que nos da á conocer é inserta Amunátegui, salvo el gusto
-acendrado y la maestría en la lengua y en la metrificación que revelan,
-no contienen bellezas por donde puedan ponerse muy por cima de lo
-mediano.
-
-En lo satírico brilla más Mora en estos versos que sólo publicó en
-Chile. Hay algunas letrillas, como la titulada _En tiempo de los
-Borbones_, que le valieron en Chile el título de Beranger español. A
-Mora, con todo, le ocurría lo que á Arquíloco: la rabia le armaba del
-jambo; era más poeta cuando se revolvía furioso contra los que
-personalmente le ofendían; y así, con ser injusto é ingrato cuando
-insulta á los chilenos, al ver que los del nuevo partido no le protegen
-ni quieren ya que siga _iluminándolos_, Mora es entonces mucho más
-poeta. Admiremos la ironía cruel y el osado denostar de estos tercetos:
-
- Borrón es de la patria torpe y feo
- Que á inocularnos venga un perro godo
- En exótica charla y devaneo.
- Raciocinemos, pues, á nuestro modo,
- O más bien rebuznemos, que es lo mismo.
- A uno gusta el almizcle y á otro el lodo.
- Eso sí: guerra eterna al despotismo;
- Sacudimos el yugo, por supuesto.
- ¡Viva la patria! ¡Viva el patriotismo!
- Ya de Castilla el pabellón funesto
- No profana esta tierra venturosa.
- Vengan de Londres los millones: presto.
- ¡Qué ridícula farsa! ¡Qué afrentosa!
- ¡Qué engañifa de bobos! ¡Qué miseria
- Por término de lucha tan gloriosa!
- De reir y llorar larga materia
- Damos al universo: aquí está el llanto
- Y suenan carcajadas en Iberia.
- De libertad el nombre sacrosanto
- En boca de un gaznápiro insolente
- Sólo produce destrucción y espanto.
- _Virgen del mundo_, _América inocente_,
- Bien entiende de vírgenes Quintana:
- Llámela vieja, estólida ó demente.
-
-No sólo contó en Chile el teatro con un gran promovedor español, como lo
-fué Mora, sino que los primeros actores de más valía fueron españoles
-también.
-
-Cuando recibió el encargo de formar compañía D. Domingo Arteaga, era
-comandante del depósito de prisioneros, y tuvo la feliz ocurrencia de
-sacar de entre dicha gente actores, comparsas y sirvientes para su
-teatro.
-
-Al coronel Latorre, prisionero en la batalla de Maipo, le nombró
-director, y de un sargento sevillano, llamado Francisco Cáceres, que se
-rindió con la guarnición de Valdivia, cuando lord Cochrane se apoderó de
-aquella plaza, hizo un primer galán celebérrimo y muy encomiado por su
-arrogante figura, por su voz argentina y briosa, y por otras brillantes
-prendas, que le convirtieron desde luego, y á pesar de su completa
-carencia de instrucción, en el favorito del público.
-
-Como en el depósito no había prisioneras, tampoco pudo haber, por lo
-pronto, damas españolas en la compañía. La primera dama fué la chilena
-Lucía Rodriguez, muy querida del público, y que se desahogaba con él,
-cuando se consideraba ofendida, con el desenfado que hemos dicho.
-
-No tardó, con todo, en aparecer en Santiago una _dama_ española, que
-venía precedida de brillante reputación, y tenía las calidades que más
-agradaban entonces. Se llamaba doña Teresa Samaniego, y era admirable
-para expresar los sentimientos de heroicidad patriótica. En Barcelona,
-cuando, con motivo de no sé qué guerra, salió á campaña un cuerpo de
-ejército, se mostró la Samaniego, en las tablas, vestida de amazona, con
-otras que con iguales trajes la seguían, é hizo á los militares una
-alocución que terminaba:
-
- Nosotras con las manos delicadas
- Ceñiremos al menos las espadas.
- Id, hijos, os diremos; id, esposos:
- Volved á nuestros brazos amorosos,
- Si vencéis en la lid;
- Pero, vencidos, no tornéis: morid.
-
-Se concibe que dicho esto con brío y gracia por una mujer guapa y
-discreta, había de levantar en masa á un pueblo entusiasta y empeñado en
-una lucha patriótica, y hacerle romper en aplausos frenéticos.
-
-Así es que la Teresa Samaniego fué muy aplaudida en Chile.
-
-Llegó allí con ella un gracioso, llamado don Francisco Villalba, que
-hacía reir mucho y se ganó la voluntad del público. Tenía este gracioso
-otras varias habilidades, y entre ellas la de ser pintor de
-decoraciones, haciéndose aplaudir tanto ó más como pintor que como
-actor.
-
-Otro forastero, D. Francisco Rivas, catalán, se unió con Villalba, y
-haciendo de galán compitió con Cáceres, y casi venció á este rival.
-
-Entre tanto, como el teatro seguía siendo escuela de liberalismo, las
-tragedias que más gustaban eran la _Jornada de Maratón_, _Roma libre_,
-la _Muerte de César_ y _Catón en Utica_.
-
-Un crítico á la moda entonces, Camilo Henríquez, sostenía y divulgaba
-que el teatro no era mero pasatiempo, sino institución social para
-difundir máximas patrióticas y formar costumbres cívicas. «La sublime
-majestad de Melpómene, decía, debe llenar la escena, inspirar odio á la
-tiranía y desplegar toda la dignidad republicana.»
-
-Aspiraba Henríquez y otros revolucionarios vehementes á que, lograda la
-independencia de la América española, no siguiese ésta siendo un remedo
-de España, estancada ó retrógrada; y para lanzar á los pueblos
-emancipados por la vía del progreso, encontrábase que era menester
-vencer el espíritu clerical. Misión fué, pues, del teatro, á más de
-infundir patriotismo heroico, propagar el odio á la hipocresía, á la
-Inquisición y á las creencias fanáticas.
-
-Se reprobaba en el teatro todo lo que era fútil, enervante y afeminador.
-Camilo Henríquez llegó á calificar de _bufonada inmoral El sí de las
-niñas_. Cuando así se trataba á Moratin, ya imaginará cualquiera cómo
-serían tratados nuestros autores dramáticos del siglo XVII: de
-fanáticos, serviles, inquisitoriales, absurdos, supersticiosos y
-ultramonárquicos.
-
-Es divertidísimo seguir paso á paso, en el libro de Amunátegui, todas
-las peripecias de esta lucha entre clericales y anticlericales, ó más
-bien entre librepensadores y católicos, que se dió en Chile en torno de
-los teatros.
-
-El librepensamiento se había encastillado en los teatros para combatir
-al clero desde allí. El clero propalaba que iba á caer fuego del cielo y
-abrasar los teatros. Desde éstos, en cambio, se arrojaban contra el
-clero tremendas diatribas.
-
-La más ruidosa fué el _Aristodemo_, no la tragedia de Monti, sino otra
-compuesta por un poeta, creo que de Buenos Aires, llamado D. Miguel
-Cabrera Nevares. El _Aristodemo_ estaba lleno de feroces declamaciones
-contra el sacerdocio. Para que á nadie le cupiese duda de que se aludía
-en la tragedia al clero católico, el _Boletín del Monitor_ interpretaba
-las fuertes razones del filósofo Polignosto, que era quien llevaba la
-voz docente en la tragedia, la cual, según dicho _Boletín_, «difundía
-principios luminosísimos sobre el carácter de esos hombres viciosos, á
-quienes la ignorancia ha deificado, ofuscada con sus intrigas
-tenebrosas. El hombre ilustrado ve en el sumo sacerdote Cleofante al
-obispo de Roma, y en sus secuaces, al clero fanático, enriqueciéndose á
-costa de la necia credulidad.»
-
-Con el _Aristodemo_ hacía juego, por lo cómico, _El abate seductor_,
-donde se pintaba á un clérigo libertino y taimado. Los periodistas
-liberales excitaban á los padres de familia á llevar á sus muy caras
-hijas á ver dicha comedia para que estudiasen las malas artes y supiesen
-defenderse contra ellas, «pues son las mismas que han usado y usan los
-presentes abates de nuestro suelo».
-
-No bastando estas representaciones, se hacían también peroratas
-anticlericales en verso, desde la escena. En Santiago, el actor D. Luis
-Ambrosio Morante, que era también poeta, aunque malo, recitó una, que
-empezaba:
-
- ¿Por qué será que en la era de las luces
- Se haya de introducir el fanatismo?
-
-Y en Valparaíso, la joven actriz española doña Emilia Hernández
-pronunció, entre salvas de aplausos, otra alocución á los chilenos, que,
-si bien detestable y pedestre como poesía, hemos de poner aquí por ser
-curioso documento:
-
- El cielo os conceda ver
- La libertad de conciencias.
- Y á Chile vendrán las ciencias,
- Como lo anunció _Voltér_.
- Entonces ¡oh qué placer!
- Las artes renacerán:
- Todos á Dios amarán,
- Aunque de diversos modos;
- Pues siendo un Dios para todos,
- Todos de un Dios gozarán.
- Mas no quieras, suerte impía,
- Que esta tierra fortunada,
- Por el fanatismo hollada
- Se encuentre como la mía;
- En tal caso ¡ay! gemiría
- En llanto y desolación,
- Presa de la Inquisición,
- De ese tribunal horrendo,
- El más bárbaro y tremendo
- Que inventara la opresión.
- Mas yo, no estando en España,
- Nada temo á los tiranos;
- Y entre ilustres araucanos
- Me burlaré de la saña
- De ese hombre de fiera entraña,
- De ese Fernando cruel,
- De ese monstruo atroz é infiel,
- Que causa mi mal eterno,
- Y ha vomitado el Averno
- Por ser aun peor que Luzbel.
-
-Entre el tumulto de estas contiendas civiles, político-religiosas, que
-Bello y Mora procuraban moderar con más alta crítica, si bien
-inficionada por las pasiones y el espíritu liberalesco de entonces,
-nació y empezó á florecer la literatura dramática chilena.
-
-Fuerza es confesar que los primeros frutos y flores no fueron muy
-sazonados ni hermosos.
-
-D. Juan Egaña, limeño, naturalizado en Chile y competidor con mala
-suerte de Mora por querer ser el Solón de la nueva república, era, á par
-de gran liberal, galante y enamorado caballero. La dama de sus
-pensamientos, á quien llama Marfisa en sus versos, le inspiró hasta los
-dramas que tradujo ó compuso, figurando entre ellos la _Cenobia_, de
-Metastasio, su poeta predilecto.
-
-El notable personaje de la revolución, Camilo Henríquez, de quien ya
-hemos hablado como crítico, escribió dos dramas, informados ambos por
-sus ideas filosóficas á la Rousseau. Se titulaban _La patriota de Sud
-América_ y _La inocencia en el asilo de las virtudes_, y eran, á lo que
-parece, menos que medianejos.
-
-D. Bernardo Vera y Pintado es el tercer autor dramático chileno de que
-habla nuestro libro. Sus composiciones fueron á modo de loas para
-celebrar victorias contra los españoles, como la de Chacabuco.
-
-Naturalmente, los interlocutores de estas loas son araucanos, que
-describen como funestísima la conquista de Chile y fantasean la
-independencia como la reconquista que los araucanos hacen de su tierra
-contra los españoles.
-
-Otro autor, D. Manuel Magallanes, fué silbado, á pesar de su fervor
-patriótico y de su ilustre apellido.
-
-Resulta, pues, que hasta 1829 no se representa en Chile ninguna obra de
-bastante valer literario escrita allí, y que esta obra es de D. José
-Joaquín de Mora, si bien no toda suya, ya que en parte está tomada de
-_Le mari ambitieux_, de Picard, y lleva el mismo título: _El marido
-ambicioso_. Aunque peque de prolijo he de continuar haciendo este
-extracto. Hasta otro día.
-
- * * * * *
-
-
-_17 de Diciembre de 1888._
-
-III
-
-Querido primo: Siguiendo en mi tarea de extractar, diré que, hasta el
-instante en que aparece en Chile el romanticismo, se escribieron y
-representaron allí estas obras dramáticas.
-
-Además de _El marido ambicioso_, dió Mora _El embrollón_.
-
-El poeta colombiano D. José Fernández Madrid dió _Atala_, tragedia en
-verso.
-
-D. Ventura Blanco Encalada tradujo en verso la _Merope_, de Voltaire, y
-en prosa _La marquesa de Seneterre_, de Menesville y Duvegrier.
-
-D. Gabriel Alejandro Real de Azúa, argentino, dió al teatro, en
-Santiago, en 1834, una comedia de índole política y de escaso valer,
-titulada _Los aspirantes_.
-
-Mora ejerció sobre esta comedia benignísima crítica.
-
-En el mismo año, el actor argentino Luis Ambrosio Morante, que, según he
-dicho ya, era también poeta y había compuesto una tragedia, _La
-revolución de Tupac-Amaru_, dió á la escena en la noche de su beneficio
-una comedia titulada _Adulación y fingimiento, ó el intrigante_.
-
-Morante no puso su nombre en el cartel; pero se tiene por seguro que la
-comedia era suya. Su mérito, por otra parte, debió de ser corto, cuando
-nada se dice de ella.
-
-El primer poeta dramático chileno de alguna fecundidad y de cierto
-mérito fué D. Salvador Sanfuentes. Escribió antes y después del
-romanticismo, y sus obras marcan la transición de una escuela á otra.
-
-Tradujo la _Ifigenia_ y el _Británico_, de Racine; imitó _Le cocu
-imaginaire_, bajo el título de _Los celos infundados_, y compuso los
-siguientes dramas originales: _Caupolicán I_, _Caupolicán II_, _El mal
-pagador_, _El castillo de Mazini_, _Carolina ó una venganza_, _Cora ó la
-Virgen del Sol_, _Juana de Nápoles_ y _D. Francisco de Meneses_.
-
-Á lo que parece, Sanfuentes vino temprano, cuando en Chile había poco
-público aún. Descorazonado, quemó parte de sus obras: otras quedaron por
-terminar: otras, inéditas: sólo el drama _Juana de Nápoles_ se
-representó con éxito creo que menos que mediano.
-
-D. Andrés Bello, que también tradujo dramas y los compuso originales,
-ejerció durante años el magisterio de la crítica dramática en Chile. Son
-curiosos y dignos de atención sus juicios sobre algunos de nuestros
-autores dramáticos contemporáneos. Á Bretón de los Herreros, á quien
-juzga con ocasión de la _Marcela_, le pone desde luego por cima de
-Moratín, á quien califica de lánguido y descolorido. En Moratín halla
-además falta de «aquel sabor poético que es propio aun de las
-composiciones escritas en estilo familiar, y que tanto luce en los
-fragmentos de Menandro y en los buenos pasajes de Terencio»; mientras
-que en Bretón ve la gracia y el brillo en el estilo, y asimismo una _vis
-cómica_ que falta algo á Terencio, y «en que tampoco es muy aventajado
-Moratín».
-
-Ya se entiende que cito para narrar, y no para aprobar ni impugnar.
-
-Yo creo que, al menos, _El café_ tiene más _vis cómica_ y más durable
-chiste que media docena de las más chistosas comedias de Bretón.
-
-Y esto á pesar de la pedantería grave de don Pedro, que eclipsa un poco
-el resplandor de la graciosísima pedantería de D. Hermógenes.
-
-En cambio de este grande entusiasmo por Bretón, Bello es severo con
-Hartzenbusch al juzgar _Los amantes de Teruel_, cuyos defectos señala y
-pondera y cuyas bellezas no ve ó no encomia.
-
-La guerra promovida con ocasión del teatro entre timoratos y
-desenfadados, librepensadores y clericales, devotos é impíos, se
-enardeció más en Chile con el advenimiento del romanticismo.
-
-Aunque había censura previa de teatros, establecida en 1830, ésta no se
-ejercía con severidad. Sin embargo, mucha parte del público,
-cristianamente educada, repugnaba las impiedades y se rebelaba contra
-ellas.
-
-En 1832 se representó en Santiago el _Aristodemo_, no ya el de Cabrera
-Nevares, sino el de Monti, traducido, que es mucho mejor. El pasaje en
-que Lisandro llama á los dioses
-
- Fútiles sombras del temor humano,
-
-escandalizó á gran número de los espectadores.
-
-Más tarde, en 1835, quiso la compañía dramática representar _El
-fanatismo ó Mahoma_, tragedia de Voltaire, traducida al castellano por
-D. Dionisio Solís; pero aunque esta obra había sido dedicada por su
-autor al Papa Benedicto XIV, que la aceptó con gusto, el clero de Chile
-se resistió con tal energía á que se representase, que la compañía
-desistió de su propósito.
-
-La nueva escuela romántica, con todos sus apasionados atrevimientos de
-expresión, no apareció triunfante en Chile hasta 1841, con la
-representación del _Macías_, de Larra.
-
-Este drama fué aplaudido con entusiasmo; pero los escrupulosos le
-hallaron gravemente perjudicial á las buenas costumbres; citaban escenas
-corruptoras que atropellaban el recato, la moral y las leyes; y entre
-ellas nada pareció peor que aquello que dice Macías á Elvira, ya casada:
-
- Ven á ser dichosa.
- ¿En qué parte del mundo ha de faltarnos
- Un albergue, mi bien? Rompe, aniquila
- Esos que contrajiste horribles lazos.
- Los amantes son sólo los esposos,
- Su lazo es el amor: ¿cuál hay más santo?
- Su templo, el universo: donde quiera
- El Dios los oye que los ha juntado.
-
- * * * * *
-
- ......... Huyamos: ¿qué otro asilo
- Pretendes más seguro que mis brazos?
- Los tuyos bastáranme; y si en la tierra
- Asilo no encontramos, juntos ambos
- Moriremos de amor.
-
-Todavía, un año después de representado el _Macías_, se quejaban los
-escritores clericales de su inmoralidad. «¿Qué impresión--decía uno
-indignado--pueden hacer en el corazón de una joven versos tan
-indecentes?»
-
-Vino á colmar el enojo la representación, pocos días después de la del
-_Macías_, de otro drama, traducido del francés, titulado _La nona
-sangrienta_. Se dejó adrede en el título la palabra _nona_, en vez de
-_monja_, para no alarmar y para engañar á los incautos; pero no valió la
-artimaña, y el arzobispo de Santiago dirigió al gobierno un oficio
-quejándose de la impiedad é inmoralidad de los dramas.
-
-De este oficio no se hizo caso por lo pronto, y siguieron
-representándose dramas inmorales é impíos.
-
-En 1841 había en Santiago una actriz limeña, idolatrada del público, y
-que era una revolución andando. Se llamaba Toribia Miranda. Amunátegui
-la pone por las nubes, y es tal su entusiasmo, que hace recelar que él,
-allá en su mocedad, fué uno de los muchos admiradores de la Toribia:
-
-«Tenía, dice, un instinto artístico admirable. Se introducía
-maravillosamente bajo la piel de la heroina á quien caracterizaba, y
-procedía como tal. Sentía lo que hablaba y lo que accionaba. La pasión
-palpitaba en sus labios. El llanto corría por sus mejillas. La belleza
-de que estaba adornada, contribuía poderosamente á la influencia y
-fascinación que ejercía en el auditorio. Tenía la tez pálida; los ojos
-negros, rasgados, incendiarios; el cuerpo contorneado y voluptuoso; los
-pies pequeños, y ese donaire que es la sal de su suelo nativo. Los mozos
-se inflamaban con sus miradas. Los viejos perdían el seso con ellas. Los
-sujetos más graves y doctos le componían sonetos y decían en prosa:
-«Esta mujer tiene en su cuerpo todo el fuego de su patria.»
-
-Tal era la actriz destinada á trasplantar en Chile el romanticismo
-vehemente, á pesar de las quejas del arzobispo y del escándalo de los
-timoratos.
-
-La más tremenda batalla que se riñó en esta guerra fué en la
-representación de _Angelo, tirano de Padua_, de Víctor Hugo. El drama
-fué frenéticamente aplaudido, y no fué menos frenética la protesta que
-se levantó entre los devotos, censurando duramente que la cortesana
-brillase con mengua de la legítima esposa; que el amor impuro se
-albergase en el corazón de todos los personajes, y que la mujer casada
-muriese para el marido y viviese para el amante. El drama fué calificado
-de inmoral en grado sumo por muy respetable porción de la sociedad.
-
-El gobierno tuvo al fin que ceder á las quejas del arzobispo y dirigir
-severa amonestación al censor de teatros, que lo era D. Andrés Bello.
-
-Los dramas románticos siguieron, no obstante, representándose, pero
-mutilados ó desfigurados por la censura.
-
-_El paje_, de García Gutiérrez, se representó con no pocas de estas
-mutilaciones ó cambios.
-
-A veces se cambiaban, no sólo frases, sino los desenlaces, á fin de que
-no fuesen tan tétricos.
-
-En el drama _Los hijos de Eduardo_, de Delavigne, traducción de Bretón
-de los Herreros, aquellos interesantes niños lograban escapar de la
-Torre de Londres, á despecho de la historia.
-
-Poco á poco fué haciéndose en Chile menos asustadizo el público. La
-censura acabó por consunción; pero hasta más de mediado el siglo
-presente se opusieron en Chile á las libertades del teatro un ardiente
-espíritu religioso y lo que llama Amunátegui _la excesiva gazmoñería en
-materia de amor_.
-
-El romanticismo tuvo en Chile un eco prodigioso. Los románticos se
-diferenciaban de los demás hombres hasta en el vestido. Los cuatro
-poetas de quienes más se admiraban, procurando imitarlos, eran Víctor
-Hugo, Dumas, Espronceda y Zorrilla. Venía después D. Nicomedes Pastor
-Díaz, cuya _Mariposa negra_ se sabía la juventud de memoria.
-
-Los poetas chilenos, con todo, apenas escribían para el teatro más que
-arreglos y traducciones.
-
-D. Andrés Bello tradujo _Teresa_ y _Antony_, de Dumas.
-
-D. José Victorino Lastarria arregló _El proscrito_, de Federico Soulié.
-
-D. Santiago Urzúa tradujo _Pablo el marino_, de Dumas.
-
-Y D. Juan García del Río, _Pizarro_, tragedia en cinco actos, de
-Sheridam.
-
-El primer drama romántico original que se representó en Chile, con éxito
-muy lisonjero, fué producción de un hijo de D. Andrés Bello, llamado D.
-Carlos. El drama se titulaba _Los amores del poeta_, y se representó en
-1842. Era de lo más poético, exaltado y lleno de lirismo.
-
-D. Carlos Bello, que sin duda tenía notable talento de poeta, dejó por
-concluir otro drama titulado _Inés de Mantua_, cuyo principal héroe era
-César Borgia. D. Carlos Bello murió muy joven, y este segundo drama se
-ha perdido.
-
-Poco después del estreno de _Los amores del poeta_ empieza á figurar en
-la no larga lista de los autores dramáticos de Chile un español que,
-como Mora, emigró á Chile, mal avenido con el gobierno absoluto de
-Fernando VII, y contribuyó muchísimo al desenvolvimiento intelectual de
-aquel país. Tuvo colegio, primero en Buenos Aires y después en Santiago,
-y por él fueron educados no pocos personajes ilustres de aquellas
-repúblicas.
-
-Este español, aunque hijo de francés, había nacido en San Felipe de
-Játiva, y se llamaba D. Rafael Minvielle.
-
-Era gran matemático, á más de ser literato y poeta, y hablaba con igual
-perfección el francés, idioma de su padre, y el castellano, lengua de su
-madre y suya.
-
-Minvielle vivió en Chile hasta principios del año pasado de 1887, en que
-ocurrió su muerte, siendo tan lamentada cuanto encomiado él por haber
-sido de los que más cooperaron, durante medio siglo, al progreso
-intelectual de aquella república, como maestro, como empleado en
-administración y en Hacienda, y como escritor infatigable, ya
-componiendo obras originales, ya traduciendo.
-
-Su drama _Ernesto_, representado en 1842, fué aplaudido y encomiado. En
-su primera representación, la Toribia Miranda «arrancó muchas lágrimas á
-las señoritas concurrentes».
-
-Aunque Minvielle era medio francés, se consideraba tan español, que
-durante la última guerra de España con Chile no quiso permanecer en
-aquella república, y se fué á Buenos Aires, de donde no volvió hasta que
-se ajustó la tregua, que fué la paz sin el nombre.
-
-Aquí casi puede decirse que termina la historia de la literatura
-dramática en Chile.
-
-La mojigatería, según el Sr. Amunátegui, ha sido causa de que el teatro
-chileno, como fecundo ramo del español, no haya florecido todo lo que
-debiera.
-
-Tres puntos toca el Sr. Amunátegui extensamente al terminar su libro,
-que son como síntomas de que la mojigatería va á pasar y de que el
-teatro va á florecer en Chile.
-
-Estos tres puntos no son en realidad tres puntos, sino tres personas
-hechas y derechas, que han venido sucesivamente á prestar atractivo casi
-irresistible á las representaciones teatrales chilenas, á vencer la
-repugnancia de los timoratos, y á dar fuego á la inspiración dramática
-de los autores.
-
-Fué la primera persona, en el tiempo aún del romanticismo, una gentil
-bailarina de Chile, llamada Carmen Pinilla, á quien apellidaban la
-Terpsícore araucana y la Sílfide de los Andes. Dicen que era el genio
-alado de la _zamacueca_.
-
-Tenía otra hermana, notable también, aunque no tanto. Cuando se las
-mentaba juntas, se las designaba con el nombre de las _Petorquinas_;
-pero la Carmen era la que se llevaba la palma.
-
-Dos cosas consiguió esta Carmen: la primera suscitar aún una tremenda y
-postrera lucha entre despreocupados y timoratos, horrorizados aquéllos y
-entusiasmados éstos por la ágil, gallarda y hermosa bailarina, que
-enviaba su retrato con el anuncio de su beneficio; «para quien vestirse
-de gasa transparente era casi desnudarse, y que ostentaba su carne
-juvenil á la luz de la batería escénica ante la vista de dos mil
-espectadores».
-
-El segundo triunfo fué la sumisión del baile al teatro, y la
-consiguiente decadencia de las _chinganas_, visto que el baile chileno
-formaba estrecha alianza con el histrionismo.
-
-Después, ya en 1885, hay un momento solemne para el teatro de Chile.
-Amunátegui se entusiasma y dice: que sus jóvenes compatriotas van á
-sentir bullir en sus cabezas magníficas escenas; que un choque ligero
-hará saltar la chispa eléctrica; que una frase va á revelar una vocación
-ó á poner de manifiesto una aptitud; que el teatro va á florecer en
-Chile, y que una semilla que el viento trae de tierras remotas va á
-convertirse en árbol majestuoso ó en flor espléndida.
-
-Todo este alegre y entusiasta vaticinio le produjo la llegada á Chile
-del actor D. Rafael Calvo con una compañía dramática en que figuraban su
-hermano D. Ricardo, D. Donato Jiménez y las Sras. Contreras, Revilla,
-Casa y Tobar.
-
-Fueron extraordinarios los aplausos y la simpatía que ganaron en Chile
-los cómicos españoles. Amunátegui considera á la compañía como una de
-las mejores y más completas que por allí habían ido, y á su director D.
-Rafael Calvo le llama artista eminente.
-
-Por último, la tercera persona cuyo advenimiento á su país celebra
-Amunátegui, como despertadora también del ingenio dramático de los
-chilenos, es la célebre actriz francesa Sarah Bernhardt.
-
-Estuvo ésta en Chile en 1886 con una compañía de representantes
-franceses. Las obras que representó fueron _Fedora_, _La Dama de las
-camelias_, _Fedra_, _Frou-Frou_, y no sé si otras.
-
-A estas representaciones acudió muchísima gente, á pesar de ser en un
-idioma extraño que no es razonable exigir que en Chile conozca un
-numeroso público, hasta el extremo de comprender todos los primores y
-matices de las palabras y frases. Debe de haber, no obstante, en Chile
-muchos sujetos que sepan muy bien el francés, y no pocos tan aficionados
-á la literatura y arte dramáticos, que para comprender á fondo á la
-actriz leerían y estudiarían el drama antes de ir á verle representado.
-Lo cierto es que Sarah Bernhardt fué muy aplaudida, y perfectamente
-comprendida por el público y por los críticos chilenos.
-
-No se cumplió la profecía del elegante crítico francés Julio Lemaître,
-quien, al despedir á la actriz, en el _Journal des Débats_, con la tan
-acostumbrada _outrecuidance_ parisina, le dice: «Vais á exhibiros allí
-ante hombres de poco arte y de poca literatura, que os estimarán mal,
-que os mirarán con los mismos ojos que á un ternero de cinco patas, y
-que no comprenderán vuestro talento sino porque pagarán caro el veros.»
-
-Sin duda que en Chile pagaron caro, pero comprendieron el talento de
-Sarah Bernhardt sin apelar á consideraciones crematísticas y sin
-calentarse demasiado la cabeza, pues al cabo el talento de Sarah
-Bernhardt no es asunto tan embrollado y sublime que requiera cursar los
-_boulevares_ de París para penetrar bien en todos sus misteriosos
-abismos y remontar el espíritu á todas sus sobrehumanas elevaciones.
-
-Otro temor manifestó además Julio Lemaître, que por dicha no se ha
-realizado: que Sarah Bernhardt se resabiase é inficionase para agradar á
-los sudamericanos. Sarah Bernhardt ha vuelto á París sana y salva á
-pesar de la tremenda prueba. Los sudamericanos se la han restituído á
-Julio Lemaître artísticamente intacta y sin ningún resabio ni vicio
-paladino.
-
-Julio Lemaître, lleno con esto de gratitud, casi elogia á los
-sudamericanos, allá á su manera; los llama candorosos, sensuales,
-bulliciosos y buenos; les ruega que no se enojen si los _vaudevillistas_
-parisienses los ponen á veces en caricatura. Y para consolarlos de que
-en París los pinten grotescos, les dice: «Las pobres niñas que, entre
-nosotros, viven del amor, tienen predilección hacia vosotros, porque
-sois generosos, y os buscan cuando venís á París.» ¿Qué más pueden,
-pues, desear los sudamericanos que ser buscados por estas _pobres
-niñas_, que quieren traspasarles el epíteto de _pobres_ y quedarse sin
-él?
-
-La suave longanimidad con que responde el señor Amunátegui á las
-citadas impertinencias de Julio Lemaître, las pone más de realce y las
-hace más ridículas.
-
-En resolución, el libro del Sr. Amunátegui, á más de ser muy ameno y de
-demostrar, como todos los suyos, gran discreción, mucha diligencia para
-allegar datos, y alta y serena imparcialidad en los juicios, nos da á
-conocer algo que podemos considerar como parte de nuestra total historia
-literaria y artística, y nos muestra y describe extensas regiones, de
-donde pueden venir á esta Península riquezas que acrecienten el tesoro
-intelectual de nuestra raza y lengua, y adonde pueden ir también
-nuestros artistas y nuestras obras literarias, y aun nuestros autores,
-como Mora y Minvielle, á ganar honra y provecho.
-
-El viaje á la América del Sur del actor Rafael Calvo, cuya reciente y
-temprana muerte deploramos hoy, probó lo que valen para las artes y
-letras de España aquellas repúblicas. Se cuenta un rasgo de Calvo, que
-le honra mucho, y que voy á referir para excitar la emulación y para
-corroborar mis asertos. Al volver de su excursión por América, y sin
-ninguna obligación legal que cumplir, Calvo entregó á D. José Echegaray
-una buena cantidad de dinero, como producto de los dramas suyos que en
-aquel Nuevo Mundo español había representado, fijando para ello el mismo
-tanto por ciento que cobran en Madrid los autores.
-
-
-
-
-ÍNDICE
-
-
- PÁGINAS
-
-CARTA-DEDICATORIA v
-
-Sobre Víctor Hugo 1
-
-El perfeccionismo absoluto 11
-
-Poesía argentina 51
-
-El Parnaso Colombiano 121
-
-Azul 213
-
-El Teatro en Chile 239
-
-
-
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-End of the Project Gutenberg EBook of Cartas americanas, by Juan Valera
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK CARTAS AMERICANAS ***
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-Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
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-including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
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-Volunteers and financial support to provide volunteers with the
-assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
-goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
-remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
-Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
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-To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
-and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
-and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
-
-
-Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
-Foundation
-
-The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
-501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
-state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
-Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
-number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
-http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg
-Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
-permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
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-The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
-Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
-throughout numerous locations. Its business office is located at
-809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
-business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact
-information can be found at the Foundation's web site and official
-page at http://pglaf.org
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-Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
-Literary Archive Foundation
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-The Project Gutenberg EBook of Cartas americanas, by Juan Valera
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-This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
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-
-Title: Cartas americanas
-
-Author: Juan Valera
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-Release Date: August 20, 2020 [EBook #62984]
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-Language: Spanish
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-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK CARTAS AMERICANAS ***
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-
-Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
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-
-<p><span class="pagenum"><a name="page_i" id="page_i">{i}</a></span></p>
-
-<p class="cb">BIBLIOTECA DE AUTORES CÉLEBRES<br /><br /><br />I
-</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="page_ii" id="page_ii">{ii}</a></span>&nbsp; </p>
-
-<p class="c">OBRAS DE DON JUAN VALERA</p>
-
-<p class="c">DE VENTA EN ESTA CASA</p>
-
-<table border="0" cellpadding="2" cellspacing="0" summary="">
-<tr><td class="pdd">PEPITA JIMÉNEZ; octava edición; un volumen en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">ptas.</td></tr>
-<tr><td class="pdd">LAS ILUSIONES DEL DOCTOR FAUSTINO; dos volúmenes en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">DAFNIS Y CLOE (traducción del griego); un volumen en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">3</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">ESTUDIOS CRÍTICOS; segunda edición; tres volúmenes en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">9</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">DISERTACIONES Y JUICIOS LITERARIOS; dos volúmenes en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">6</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">CUENTOS Y DIÁLOGOS; un volumen en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">ALGO DE TODO: un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">PASARSE DE LISTO; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">POESÍA Y ARTE DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA Y SICILIA (traducción del alemán); tres volúmenes en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">9</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">DOÑA LUZ; un volumen en 8.º</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">TENTATIVAS DRAMÁTICAS; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">CANCIONES, ROMANCES Y POEMAS; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">CUENTOS, DIÁLOGOS Y FANTASÍAS; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">NUEVOS ESTUDIOS CRÍTICOS; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">PEPITA JIMÉNEZ y EL COMENDADOR MENDOZA; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">DOÑA LUZ y PASARSE DE LISTO; un ídem íd</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-<tr><td class="pdd">APUNTES SOBRE EL NUEVO ARTE DE ESCRIBIR NOVELAS; un tomo en 8.º de 263 páginas</td><td class="rt" valign="bottom">3</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr>
-</table>
-
-<hr style="width: 45%;" />
-
-<p>Á la primera serie de las <b>Cartas americanas</b> de D. Juan Valera seguirá
-muy en breve un tomo conteniendo poesias inéditas del gran poeta D. José
-Zorrilla.</p>
-
-<p>Para los tomos sucesivos de esta <i>Biblioteca</i> contamos con obras de los
-Sres. D. José Zorrilla, don Juan Facundo Riaño, D. Gaspar Núñez de Arce,
-don Manuel del Palacio, D. Ramón Rodriguez Correa, D. Jacinto Octavio
-Picón, D. Salvador Rueda y otros.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="page_iii" id="page_iii">{iii}</a></span>&nbsp; </p>
-
-<hr style="width: 45%;" />
-
-<p class="cb">BIBLIOTECA DE AUTORES CÉLEBRES</p>
-
-<h1>CARTAS AMERICANAS</h1>
-
-<p class="cb"><big>DON JUAN VALERA</big><br />
-<br />
-PRIMERA SERIE<br />
-<br />
-<img src="images/colo.png"
-width="80"
-alt=""
-/><br />
-<br />
-MADRID<br />
-FUENTES Y CAPDEVILLE<br />
-&mdash;&mdash;<br />
-M DCCC LXXXIX<br /><br /><br />
-
-<span class="pagenum"><a name="page_iv" id="page_iv">{iv}</a></span><br />
-<br />
-ES PROPIEDAD<br />
-<br />
-<small>MANUEL MINUESA DE LOS RÍOS, IMPRESOR<br />
-Miguel Servet, 13&mdash;Teléfono 651<br /></small>
-<span class="pagenum"><a name="page_v" id="page_v">{v}</a></span></p>
-
-<table border="1" cellpadding="5" cellspacing="0" summary="">
-<tr><td align="left"><a href="#INDICE">AL ÍNDICE</a></td></tr>
-</table>
-
-<hr style="width: 45%;" />
-
-<h2 class="regg"><span class="smcap">Al Excmo. Señor</span><br /><br />
-Don Antonio Cánovas del Castillo</h2>
-
-<p>Mi querido amigo: Como pobre muestra de la buena amistad que, desde hace
-años, me une á Ud., y de la gratitud que le debo por el benigno prólogo
-que escribió para mis novelas, dedico á Ud. este librito, donde van
-reunidas algunas de mis cartas sobre literatura de la América española.</p>
-
-<p>Espero que sea Ud. indulgente conmigo y que acepte gustoso la ofrenda, á
-pesar de su corta ó ninguna importancia.</p>
-
-<p>Yo entiendo, sin afectación de modestia, que mi trabajo es ligerísimo;
-pero la intención que me mueve y el asunto de que trato le prestan
-interés, del cual Ud., que con tanto fruto cultiva la historia política
-de nuestra nación, sabrá estimar el atractivo.</p>
-
-<p>Breve fué la preponderancia de los hombres de nuestra Península en el
-concierto de las cinco ó seis naciones europeas que crearon la moderna
-civilización y por toda la tie<span class="pagenum"><a name="page_vi" id="page_vi">{vi}</a></span>rra la difundieron; mas, á pesar de la
-brevedad, la preponderancia fué gloriosa y fecunda. Completamos casi,
-gracias á navegantes y descubridores atrevidos y dichosos, el
-conocimiento del planeta en que vivimos; ampliando el concepto de lo
-creado, despertamos é hicimos racional el anhelo de explorarlo y de
-explicarlo por la ciencia; abrimos y entregamos á la civilización
-inmensos continentes é islas; y luchamos con fe y con ahinco, ya que no
-con buena fortuna, porque la excelsa y sacra unidad de esa civilización
-no se rompiera.</p>
-
-<p>Nuestra caída fué tan rápida y triste como portentosa fué nuestra
-elevación por su prontitud y magnificencia. Tiempo há que usted, con
-tanto saber como ingenio crítico, procura investigar las causas. Yo, por
-mi parte, ora me inclino á imaginar que lo colosal del empeño nos agotó
-las fuerzas; ora que por combatir en favor de principios que iban á
-sucumbir, sucumbimos con ellos; ora que la perseverante energia de la
-voluntad nos dió el imperio, en momento propicio, cuando por la
-invención de la pólvora y de la imprenta prevalecieron las calidades del
-espíritu sobre la fuerza material y bruta; imperio, que perdimos pronto,
-cuando vino á prevalecer otra fuerza, también material, aunque más
-alambicada: la que nace de las riquezas, creadas por la industria y por
-el trabajo metódico, bien ordenado, y combinado con el ahorro, en todo
-lo cual no descollamos nunca.<span class="pagenum"><a name="page_vii" id="page_vii">{vii}</a></span></p>
-
-<p>No son mías, sino en muy pequeña parte, esta atrevida opinión y esta más
-atrevida explicación de tan alto punto histórico: son de aquel
-discretísimo fraile dominicano Tomás Campanella, que dice: <i>At postquam
-astutia plus valuit fortitudine, inventaeque typographiae et tormenta
-bellica, rerum summa rediit ad hispanos, homines sane impigros, fortes
-et astutos.</i></p>
-
-<p>Como quiera que sea, nuestra decadencia llegó, á mi ver, á su colmo, en
-el primer tercio de este siglo, cuando acabó de desbaratarse el imperio
-que habíamos fundado, naciendo de la separación de las colonias muchas
-independientes Repúblicas.</p>
-
-<p>Continuas guerras civiles, y estériles y sangrientas revoluciones, aquí
-y allí, nos trajeron á tan mísero estado, que nuestros corazones se
-abatieron, y del abatimiento nació la recriminación desdeñosa.</p>
-
-<p>Los americanos supusieron que cuanto malo les ocurría era transmisión
-hereditaria de nuestra sangre, de nuestra cultura y de nuestras
-instituciones. Algunos llegaron al extremo de sostener que, si no
-hubiéramos ido á América y atajado, en su marcha ascendente, la cultura
-de Méjico y del Perú, hubiera habido en América una gran cultura
-original y propia. Nosotros, en cambio, imaginamos, ya que las razas
-indígenas y la sangre africana, mezclándose con la raza y sangre
-españolas, las viciaron é incapacitaron; ya que bastó á los criollos el
-pecado<span class="pagenum"><a name="page_viii" id="page_viii">{viii}</a></span> original del españolismo para que, en virtud de ineludible ley
-histórica, estuviesen condenados á desaparecer y perderse en otras razas
-europeas, más briosas y entendidas.</p>
-
-<p>El mal concepto que formamos unos de otros, al transcender de la
-desunión política, estuvo á punto de consumar el divorcio mental,
-cimentado en el odio y hasta en el injusto menosprecio.</p>
-
-<p>Miras y proyectos ambiciosos, renacidos en España, en ocasiones en que
-esperábamos salir de la postración, como los conatos de erigir un trono,
-en el Ecuador ó en Méjico, para un príncipe ó semipríncipe español, y
-empresas y actos impremeditados, como la anexión de Santo Domingo, la
-guerra contra Chile y el Perú y la expedición á Méjico, aumentaron la
-malquerencia de la metrópoli y de las que fueron sus colonias.</p>
-
-<p>Durante este período, si la cultura inglesa hubiese sido más
-comunicativa, hubiera penetrado en las repúblicas hispano-americanas;
-pero no lo es, y así apenas se sintió su influjo. Francia, por el
-contrario, ejerció poderosamente el suyo, que es tan invasor, é informó
-el movimiento intelectual y fomentó el progreso de la América española,
-aunque sin borrar, por dicha, ni desfigurar su ser castizo y las
-condiciones esenciales de su origen.</p>
-
-<p>Hoy parecen ó terminados ó mitigados, tanto en América como en España,
-aquella fiebre de motines y disturbios, y aquel desa<span class="pagenum"><a name="page_ix" id="page_ix">{ix}</a></span>sosiego incesante
-de la soldadesca, movida por caudillos ambiciosos, no siempre ilustrados
-y capaces, y aquel malestar que era consiguiente.</p>
-
-<p>Más sosegados y menos miserables, así los pueblos de la América española
-como los de esta Península, se observan con simpática curiosidad,
-deponen los rencores, confían en el porvenir que les aguarda; y, sin
-pensar en alianzas ni confederaciones que tengan fin político práctico,
-pues la suma de tantas flaquezas nada produciría equivalente á los
-medios y recursos de cualquiera de los cuatro ó cinco Estados que
-predominan, piensan en reanudar sus antiguas relaciones, en estrechar y
-acrecentar su comercio intelectual, y en hacer ver que hay en todos los
-países de lengua española cierta unidad de civilización que la falta de
-unidad política no ha destruído.</p>
-
-<p>Así va concertándose algo á modo de liga pacífica. Para los
-circunspectos y juiciosos es resultado satisfactorio el reconocer que la
-literatura española y la hispano-americana son lo mismo. Contamos y
-sumamos los espíritus, y no el poder material, y nos consolamos de no
-tenerle. Todavía, después de la raza inglesa, es la española la más
-numerosa y la más extendida por el mundo, entre las razas europeas.</p>
-
-<p>A restablecer y conservar esta unidad superior de la raza no puede
-desconocerse que ha contribuído como nadie la Academia Es<span class="pagenum"><a name="page_x" id="page_x">{x}</a></span>pañola. Las
-Academias correspondientes, establecidas ya en varias Repúblicas, forman
-como una confederación literaria, donde el centro académico de Madrid,
-en nombre de España, ejerce cierta hegemonía, tan natural y suave, que
-ni engendra sospechas, ni suscita celos ó enojos.</p>
-
-<p>En esta situación, se diría que nos hemos acercado y tratado. Apenas hay
-libro, que se escriba y se publique en América, que no nos le envíe el
-autor á los que en España nos dedicamos á escribir para el público. Yo,
-desdo hace seis ó siete años, recibo muchos de estos libros, pocos de
-los cuales entran aún en el comercio de librería, aquí desgraciadamente
-inactivo.</p>
-
-<p>Cualquiera que procure darlos á conocer entre nosotros, creo yo que
-presta un servicio á las letras, y contribuye á la confirmación de la
-idea de unidad, que persiste, á pesar de la división política.</p>
-
-<p>La América española dista mucho de ser mentalmente infecunda.</p>
-
-<p>Desde antes de la independencia compite con la metrópoli en fecundidad
-mental. En algunos países, como en Méjico, se cuentan los escritores por
-miles, antes de que la República se proclamase. Después, y hasta hoy, la
-afición á escribir y la fecundidad han crecido. En ciencias naturales y
-exactas, y en industria y comercio, la América inglesa, ya
-independiente, ha florecido más; pero en letras es lícito decir sin
-jactancia que, así<span class="pagenum"><a name="page_xi" id="page_xi">{xi}</a></span> por la cantidad como por la calidad, vence la
-América española á la América inglesa.</p>
-
-<p>Tal vez se acuse á la América española de exuberancia en la poesía
-lírica; pero ya se advierten síntomas de que esto habrá de remediarse,
-yendo parte de la savia que hoy absorbe el lirismo á emplearse en
-vivificar otras ramas del árbol del saber y del ingenio. La crítica, la
-jurisprudencia, la historia, la geografía, la lingüística, la filosofía
-y otras severas disciplinas cuentan ya en América con hábiles,
-laboriosos y afortunados cultivadores. Baste citar, en prueba, y según
-acuden á mi memoria, los nombres de Alamán, Calvo, García Icazbalceta,
-Bello, Montes de Oca, Rufino Cuervo, Miguel Antonio Caro, Arango y
-Escandón, Francisco Pimentel, Liborio Cerda y Juan Montalvo.</p>
-
-<p>Mis cartas carecen de verdadera unidad. Son un conato de dar á conocer
-pequeñísima parte de tan extenso asunto. Las dirijo á autores que me han
-enviado sus libros. No son obra completa, sino muestra de lo que he de
-seguir escribiendo, si el público no me falta. Como noticias y juicios
-aislados, sólo podrán ser un día un documento más para escribir la
-historia literaria de <i>las Españas</i> en el siglo presente. Porque las
-literaturas de Méjico, Colombia, Chile, Perú y demás repúblicas, si bien
-se conciben separadas, no cobran unidad superior y no son literatura
-general hispano-americana, sino en virtud<span class="pagenum"><a name="page_xii" id="page_xii">{xii}</a></span> de un lazo, para cuya
-formación es menester contar con la metrópoli.</p>
-
-<p>En fin, tal cual es este librito, yo tengo verdadera satisfacción en
-dedicársele á Ud., aprovechando esta ocasión de reiterarle el testimonio
-de la gratitud que le debo y de la amistad que siempre le he
-consagrado.<span class="pagenum"><a name="page_1" id="page_1">{1}</a></span></p>
-
-<h1><a name="CARTAS_AMERICANAS" id="CARTAS_AMERICANAS"></a>CARTAS AMERICANAS</h1>
-
-<h2><a name="SOBRE_VICTOR_HUGO" id="SOBRE_VICTOR_HUGO"></a>SOBRE VÍCTOR HUGO</h2>
-
-<p class="r">
-<i>27 de Febrero de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<p class="chead">Á UN DESCONOCIDO</p>
-
-<p>Muy señor mío: La carta que Ud. me dirige, ocultando su nombre, llegó á
-mi poder pocos días há con el periódico en que viene inserta, <i>La
-Miscelánea</i>, revista literaria y científica que se publica en Medellín,
-república de Colombia. A pesar de lo indulgente, fino y hasta cariñoso
-que está Ud. conmigo, lo cual me lisonjea en extremo, no he de negar,
-aunque lo achaque Ud. á soberbia, que me han dolido sus impugnaciones y
-que me siento picado y estimulado á replicar á ellas. Ya hace meses que
-recibí otra revista colombiana, que también me impugnaba y por el mismo
-motivo. El que escribió este otro artículo en contra mía y le publicó en
-la revista de Bogotá titulada <i>El Telegrama</i>, daba su nombre: era el Sr.
-Rivas Groot, á quien debe Ud. de conocer.</p>
-
-<p>A él y á Ud. voy á contestar en esta carta, á ver si logro justificarme.</p>
-
-<p>No es posible que Ud. se figure bien cuánto nos halaga, á los que en
-esta Península, donde<span class="pagenum"><a name="page_2" id="page_2">{2}</a></span> se lee poquísimo, nos dedicamos á la literatura,
-que por esas regiones transatlánticas nos lean ustedes y nos hagan algún
-caso.</p>
-
-<p>Así es que deseamos conservar el buen concepto en que Uds. tan
-generosamente nos tienen, y defendernos de cualquiera inculpación que
-tire á menoscabarle.</p>
-
-<p>Usted y el Sr. Rivas Groot me acusan de Zoilo; de que procuro rebajar el
-mérito de Víctor Hugo. Pero aunque fuera así, ¿es Víctor Hugo
-inexpugnable y está por cima de toda crítica? Los fallos que se han dado
-en su favor, ¿son tan sin apelación que le dejen más á salvo de todo
-ataque que á Calderón ó á Shakspeare, pongo por caso? Pues bien: el
-valor de estos dos insignes poetas ha sido de harto distinta manera
-ponderado y tasado. ¿Qué distancia no hay entre el mediano aprecio que
-concede Sismondi á Calderón y la idolatría con que le veneran Schack y
-ambos Schlegel? ¿Seguiremos á Voltaire y á Moratín, ó á Emerson y á
-Carlyle, para marcar los grados de entusiasmo que debe inspirarnos el
-autor de <i>Hamlet</i>?</p>
-
-<p>La verdad es que si hay una inconcusa filosofía del arte, una estética
-perenne, no se funda en ella hasta ahora ningún inalterable código
-universal, ó sea ordenada recopilación de reglas con sujeción á las
-cuales se ejerza la crítica. Y aun dado que el código exista, yo creo
-que ha de ser difícil de interpretar y de aplicar, cuando tanta
-discrepancia se nota en los juicios, no ya sobre un singular autor, sino
-sobre siglos enteros de la literatura de todas las naciones.<span class="pagenum"><a name="page_3" id="page_3">{3}</a></span></p>
-
-<p>Hasta hace pocos años la critica ilustrada afirmaba que casi toda
-literatura era bárbara é insufrible, salvo en los cuatro siglos de
-Pericles, Augusto, León X y Luis XIV, á los cuales correspondían las
-cuatro Poéticas de Aristóteles, Horacio, Vida y Boileau. Ahora hemos
-venido á dar en el extremo contrario. El <i>Mahabarata</i>, el <i>Ramayana</i>,
-los <i>Edas</i> y el <i>Nibelungenlied</i>, parecen á muchos mejor que la
-<i>Eneida</i>, y el <i>Minnegesang</i> mejor que las Odas de Píndaro y del
-Venusino.</p>
-
-<p>Sin duda que se ha adelantado mucho en Estética. Sin duda que la
-erudición ha traído de remotos países ó ha desenterrado del polvo de las
-Bibliotecas ignorados tesoros literarios. Idiomas, civilizaciones
-enteras, himnos, dramas, epoyeyas, todo ha vuelto á la luz. Ha habido y
-hay renacimiento universal y cosmopolita. Pero ¿no recela Ud. que tanta
-novedad nos deslumbre y atolondre? ¿No podremos decir, citando lo del
-antiguo romance,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Con la grande polvareda<br /></span>
-<span class="i0">Perdimos á don Beltrane?<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Y este don Beltrane, en el caso presente, ¿no será quizás el sentido
-común, ó, mejor dicho, el recto y reposado juicio?</p>
-
-<p>La crítica antes no era tan profunda: no se fundaba en filosofías, que
-el crítico á menudo no entiende, sino que se fundaba en cualquiera de
-las cuatro ya citadas Poéticas, ó en todas ellas, á cuyos preceptos,
-convengo en que muy literalmente interpretados, solía ceñirse el que
-critica<span class="pagenum"><a name="page_4" id="page_4">{4}</a></span>ba; pero hoy se va éste por los cerros de Úbeda, arma un
-caramillo de sutilezas, abre abismos rellenos de inefables sentimientos
-y pensamientos, y se empeña en convencernos de todo lo que se le antoja,
-haciéndonos tragar como sublimidades mil rarezas y como maravillas del
-<i>genio</i> mil extravagancias.</p>
-
-<p>Contra estas extravagancias y rarezas, que yo no quiero tragar, y de
-cuya bondad no logra nadie convencerme, es contra lo que yo voy. A
-Víctor Hugo, aunque abunda en ellas como el conjunto de mil autores de
-los más extravagantes, yo le celebro, tal vez en demasía. Yo he llegado
-á decir que pongo á Víctor Hugo en el trono como rey de los poetas de
-nuestro siglo por su fecundidad, por su pujanza de imaginación y por
-otras prendas, si bien Goethe era más profundo y más sabio; y Leopardi,
-que también sabía más, era más elegante, y más sentido, y más limpio y
-hermoso en la forma; y Manzoni y Whittier y Quintana, más firmes,
-constantes, fieles y sinceramente convencidos en sus opiniones y
-doctrinas; y Zorrilla, más espontáneo, más rico de frescura y menos dado
-á rebuscar pomposidades enormes para llamar la atención.</p>
-
-<p>Sin rayar en delirio no se puede hacer mayor elogio de Víctor Hugo, á
-pesar de las cortapisas. Ni Ud. ni el Sr. Rivas Groot debieran ponerme
-pleito, sino los aficionados de Espronceda, de Heine, de Shelley, de
-Byron, de Moore, de Tennyson, de Garrett, de Miskiewicz, de Lermontoff,
-de Puschkin y de tantos otros á quienes dejo tamañitos.<span class="pagenum"><a name="page_5" id="page_5">{5}</a></span></p>
-
-<p>Y no hay contradicción en mí, como supone el Sr. Rivas Groot. Si hay
-contradicción, está en la misma naturaleza de las cosas. Ni yo me
-contradigo elogiando en general y tratando luego, en los pormenores, de
-hacer añicos el ídolo que he levantado. El ídolo quedaría en pie, aunque
-de mi voluntad dependiese derribarle; pero lo que hay en él de feo y de
-deforme no se lo quitarán de encima sus más elocuentes adoradores.</p>
-
-<p>¿Fué ó no fué Góngora un excelente é inspirado poeta? ¿Quién se atreverá
-á negar que lo fué? Sus romances, sus letrillas, algunos sonetos, la
-canción á la Invencible Armada, dan de ello claro é irrefragable
-testimonio. Hasta en el <i>Polifemo</i> y en las <i>Soledades</i> su ingenio
-resplandece. Pero ¿será menester, á fin de no incurrir en contradicción,
-cerrar los ojos y no ver los desatinos, las extravagancias y el perverso
-gusto que afean las <i>Soledades</i>, el <i>Polifemo</i> y otras obras de mi
-egregio paisano?</p>
-
-<p>Hágase Ud. cuenta de que Víctor Hugo es algo semejante: es un Góngora
-francés de nuestros días. Ha escrito más que Góngora, y ha tenido más
-aciertos, y ha creado más bellezas que Góngora; pero también ha dicho
-muchísimos más disparates. Si me pusiera yo á sacarlos á relucir, ni en
-cuatro ó cinco tomos gordos lo conseguiría. Me remito, por lo tanto, y
-para abreviar, á los que ya puse en mis <i>Apuntes sobre el nuevo arte de
-escribir novelas</i>. Si todo lo citado allí no es desatinado, por la forma
-ó por el fondo, ó por forma y fondo á la vez, sin duda que soy yo el
-desatinado, y no discuto y me doy por vencido.<span class="pagenum"><a name="page_6" id="page_6">{6}</a></span> Al público imparcial y
-juicioso apelo. Aquí sólo voy á replicar á las razones que da Ud. para
-demostrar que dos ó tres de esas frases, que cito yo como grotescas,
-encierran pensamientos profundos y son como un pozo de insondables
-filosofías.</p>
-
-<p>Á Nuestro Señor Jesucristo se le representa simbólicamente bajo el
-nombre de <i>león</i> y bajo la figura de <i>cordero</i>. Es el León de Judá, es
-el Cordero de Dios, que lleva los pecados del mundo; pero ambos nombres
-están ya consagrados: por cerca de veinte siglos el de <i>cordero</i>, y el
-de <i>león</i> por mucho más: lo menos desde los tiempos de Isaías. Ambos
-nombres de <i>león</i> y de <i>cordero</i> responden á un simbolismo propio de las
-lenguas y costumbres del antiguo Oriente. Y en el día de hoy no chocan,
-antes gustan, bien empleados, aunque no se apliquen á Cristo. De un
-militar animoso y fuerte se dice que es un león, y de un joven inocente
-y manso se puede decir, en son de elogio, que es un cordero. Pero, señor
-desconocido, por las ánimas benditas, ¿habilita esto y faculta á nadie
-para llamar también á Cristo <i>inmensa lechuza de luz y de amor</i>, aunque
-en francés sea más eufónico que en castellano el nombre de lechuza? Las
-comparaciones de dioses, de héroes, de semidioses y hasta de hombres con
-animales no se aguantan hoy, ni se oyen sin risa, como no sean de las ya
-consagradas por miles de años, ó de las que se hacen con suma habilidad,
-entre las cuales no es posible poner la de lechuza aplicada á Cristo,
-aunque la lechuza sea emblema de vigilancia, de sabiduría y de otras
-cosas muy esti<span class="pagenum"><a name="page_7" id="page_7">{7}</a></span>mables. En lo antiguo había cierta candidez que consentía
-esto; pero ¿cómo tomar hoy la misma venia? Homero compara á los
-guerreros á las moscas, que acuden á un tarro de leche, y á las grullas,
-que van á combatir á los pigmeos, y compara á Ulises con un carnero
-lanudo, y á Ayax, defendiendo el cuerpo de Patroclo, á pesar de tanto
-troyano como embiste y cae sobre él, á un burro terco y hambriento, que
-sigue pastando, á pesar de los muchos villanos armados de estacas que le
-sacuden para alejarle del pasto. Todo esto es precioso, y nos hace
-muchísima gracia en Homero; pero ¿quién no se burlaría ó se indignaría
-si comparásemos hoy á Napoleón I á un carnero lanudo, y á Daoiz y á
-Velarde, que se defienden con igual obstinación que Ayax, á lo mismo que
-Homero compara á Ayax?</p>
-
-<p>Además, Víctor Hugo no se limita á comparar. Con su estilo enfático hace
-más: transforma. No es Cristo como una lechuza ó semejante á una
-lechuza, sino que es lechuza.</p>
-
-<p>Sobre otra de mis citas trata Ud. de darme una lección, pero sin motivo.
-El vocablo francés <i>crachat</i> significa vulgarmente placa de comendador ó
-de caballero gran cruz. Convenido. ¿Cómo he de ignorar yo esto, por
-poquísimo francés que sepa? Lo que me sucedió es que al traducir</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0"><i>L’univers étoilé est un crachat de Dieu</i>,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">hallé más grotesca aún la traducción que usted hace que la que yo hice.<span class="pagenum"><a name="page_8" id="page_8">{8}</a></span></p>
-
-<p>Yo no podía figurarme al Padre Eterno de uniforme, con sus grandes
-cruces colgando, y hasta con espadín y sombrero de tres picos. Vea usted
-por qué no traduje que el cielo estrellado era la placa de Dios. Pase
-porque sea el cielo estrellado el manto de Dios, su vestidura, su
-túnica; pero su <i>crachat</i>....., vamos, esto es ya demasiado. Todavía, á
-pesar del alto concepto metafísico y todo espiritual que hoy tenemos de
-Dios, se consiente que, por la larga costumbre, nos le representemos,
-valiéndonos de imagen material, como un anciano venerable, con luengas y
-flotantes vestiduras. Lo que no se puede sufrir es representarle con
-uniforme de ministro y con placas, aunque sean estas placas soles. Sin
-duda que uniforme y placas tan desmedidos tienen cierta sublimidad
-matemática, y corresponden á la inmensidad de Dios por lo extenso; pero
-hay bastante grosería materialista y risible en figurarse á Dios así,
-como un ser excesivamente corpulento y vestido á la moda de nuestros
-días.</p>
-
-<p>Además, habiendo en francés la palabra <i>placa</i>, valerse de la palabra
-<i>crachat</i>, más innoble y muy anfibológica, me pareció tan fuera de lo
-que se usa, que no quise yo persuadirme de que Víctor Hugo hacía de Dios
-un <i>Monsieur décoré</i>. Entendí, pues, que la intención de Víctor Hugo era
-la de buscar, no la sublimidad matemática extensa, sino la sublimidad
-dinámica, y traduje suavizando, y aun creo que no traduje mal, <i>El cielo
-estrellado es un esputo de Dios</i>. La imagen tiene de esta suerte sabor á
-poema indio, y hace más grande y poderoso á Dios escupiendo el mundo<span class="pagenum"><a name="page_9" id="page_9">{9}</a></span>
-que llevándole colgado en el uniforme como una venera.</p>
-
-<p>Más natural que llevar colgado el universo, es en un Dios creador
-lanzarle de su boca. Algo, aunque al revés, recuerdo yo haber leído en
-el <i>Ramayana</i>. Siva, el dios destructor, se encoleriza contra los
-sesenta mil hijos del rey Sagara y de su legitima esposa Sumatis,
-hermana de Garuda, rey de los pájaros, porque estos príncipes han hecho
-doscientas mil insolencias y travesuras, y, sin respeto ni consideración
-á las tortugas y elefantes colosales que sostienen la pesadumbre del
-mundo, han bajado al abismo. Entonces Siva da un resoplido con las
-narices, y los sesenta mil héroes quedan reducidos á ceniza.</p>
-
-<p>En edades primitivas, cuando, para el vulgo al menos, la idea de la
-Divinidad tenía no poco de infantil, es esto extremadamente sublime;
-pero en nuestra edad, el poeta que nos quiera representar á Dios
-valiéndose de imágenes materiales, por gigantescas que sean, se expone,
-á mi ver, á dar en lo ridículo al ir á buscar lo sublime.</p>
-
-<p>En resolución, y como Ud. mismo declara, yo elogio mucho á Víctor Hugo.
-La diferencia entre usted y el Sr. Rivas Groot por un lado, y yo por
-otro, está en que yo le elogio á pesar de sus pecados, y Ud. y su
-compatriota encarecen el elogio hasta declararle impecable.</p>
-
-<p>Acaso consista esta diferencia en que Ud. se deja guiar en sus juicios
-por una estética muy encumbrada, mientras que yo, aunque gusto de la
-estética, y creo que para cierta crítica afirmativa es indispensable,
-todavía estimo los anti<span class="pagenum"><a name="page_10" id="page_10">{10}</a></span>guos preceptos de las Poéticas, fundadas sólo
-acaso en el sentido común, en el buen gusto y en la observación y el
-estudio, y creo que dichos preceptos, si no valen para descubrir
-bellezas y sublimidades, son infalibles y seguros en lo tocante á
-señalar los verdaderos defectos. Y es indudable que estos defectos deben
-señalarse, sobre todo en los autores famosos, á quienes suelen imitar
-los que empiezan, imitando con más frecuencia los extravíos, porque son
-más fáciles de imitar.</p>
-
-<p>Sólo me queda por decir que agradezco á usted mucho las muestras de
-afecto y de estimación que me da en su carta, la cual, aunque no sea
-sino por esto, no he querido dejar sin contestación.<span class="pagenum"><a name="page_11" id="page_11">{11}</a></span></p>
-
-<h2><a name="EL_PERFECCIONISMO_ABSOLUTO" id="EL_PERFECCIONISMO_ABSOLUTO"></a>EL PERFECCIONISMO ABSOLUTO</h2>
-
-<p class="r">
-<i>12 de Marzo de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<p class="chead">
-<span class="smcap">Á D. Jesús Ceballos Dosamantes</span><br />
-</p>
-
-<h3>I</h3>
-
-<p>Muy estimado señor mío: Con grande contento y satisfacción de amor
-propio he recibido la carta de Ud. y el ejemplar, que la acompañaba, del
-interesante libro que Ud. acaba de publicar en esa ciudad de México, y
-cuyo título es <i>El perfeccionismo absoluto. Bases fundamentales de un
-nuevo sistema filosófico.</i></p>
-
-<p>Harto bien comprendo el enorme disgusto de usted, después de haber
-condenado todas las creencias de sus mayores, renegado de ellas y
-quedándose sin fe en nada, sin religión y sin filosofía. Pero si lo que
-Ud. piensa ahora no es ilusión, nunca el refrán <i>no hay mal que por bien
-no venga</i> pudo ser traído más á cuento. Lícito es afirmar entonces que
-la tristísima situación de ánimo en que Ud. se puso, sus dudas y
-negaciones ultracartesianas, y el vago y vacilante punto de apoyo que
-sólo sostenía, al borde de un abismo el inseguro ingenio de Ud., fueron
-á modo de<span class="pagenum"><a name="page_12" id="page_12">{12}</a></span> trampolín, que dió empuje á dicho ingenio para brincar y
-encaramarse á una altura adonde en balde han aspirado á subir los
-sabios, desde Pitágoras, ó desde mucho antes, hasta nuestros días.</p>
-
-<p>El triunfo de que Ud. se jacta es tan estupendo, es tan soberbio el
-<i>eureka</i> de Ud., y es tan precioso el hallazgo, que no ha de extrañar
-Ud. ni tomar á mal que yo dude de todo y no acepte nada sin examen.
-Usted me honra y me lisonjea mucho consultándome; pero me consulta á
-titulo de escéptico, y yo desempeñaría pérfidamente mi papel si no
-mostrase mi escepticismo, en lo esencial al menos.</p>
-
-<p>En lo restante, para no pecar de prolijo, voy á convenir con Ud., y aun
-voy á ir más allá: voy á dar por demostrado é innegable, así lo que Ud.
-supone descubierto ya por la ciencia experimental, como las hipótesis
-plausibles que Ud. aventura.</p>
-
-<p>De esta suerte, Ud. y yo coincidiremos en la idea que de todo el
-universo formamos, y en la marcha que siguen cuantas cosas hay en él, y
-principalmente el humano linaje, aproximándose cada vez más á la
-perfección.</p>
-
-<p>Yo sé poquísimo de ciencias naturales y exactas; pero el saber de los
-otros suplirá mi saber, y yo me fiaré de lo que Ud. y otros aseguren, y
-lo tomaré por cierto.</p>
-
-<p>No es del caso entrar en pormenores. Voy á decir, en resumen, lo que
-tenemos averiguado.</p>
-
-<p>En el espacio infinito hay innumerable muchedumbre de soles. Poco nos
-importa determinar aquí si estos soles giran en torno de otros soles<span class="pagenum"><a name="page_13" id="page_13">{13}</a></span>
-centrales, se están quietos, ó qué es lo que hacen. Nuestro sol, que es
-medianejo, no ha de ser privilegiado ni el único que gaste el lujo de
-tener planetas y cometas. Luego habrá de fijo planetas y cometas en
-otros soles, y cada uno de ellos formará un sistema solar. Como el globo
-en que vivimos, con ser bastante ruin, tiene plantas, animales y
-hombres, no podemos negar, sin injusticia y sin soberbia, plantas,
-animales y hombres á los otros planetas de nuestro sol, y á los planetas
-de otros soles, y á los soles mismos. El modo de vivir, los usos y
-costumbres y el ser orgánico de los vivientes serán muy diversos en cada
-astro, porque el clima debe de serlo también; pero en cuanto á entender
-y á discurrir, por todas partes habrá identidad. En todas partes, tres y
-dos serán cinco; dos cosas iguales á una tercera, serán iguales entre
-sí; nada podrá ser y no ser al mismo tiempo, etc.</p>
-
-<p>En lo que nos diferenciaremos será en la cantidad y no en la calidad del
-entendimiento. Podemos presumir que en tal planeta están más atrasados
-que en éste, y en tal otro están más adelantados. Y podemos presumir
-también que hay castas de animales racionales, en otros planetas,
-superiores por naturaleza á los que aquí hay; ya que, aun aquí mismo, en
-la tierra, hay castas de hombres más listos y capaces que otros, pues no
-hemos de negar que los ingleses, por ejemplo, son, hasta por naturaleza,
-y no sólo por educación, superiores á los zulúes.</p>
-
-<p>Dadas ya esta variedad y abundancia de seres que vemos, columbramos ó
-suponemos, y con<span class="pagenum"><a name="page_14" id="page_14">{14}</a></span> asiento nosotros en este teatro, donde asistimos á un
-espectáculo que no tiene fin, ni en el espacio, ni en el tiempo, ó, si
-le tiene, va más allá ese fin de la más audaz imaginación y no sólo de
-los ojos, tratemos de explicar el origen del espectáculo mismo, si
-origen tuvo, y cuál podrá ser su término ó su desenlace, si alguna vez
-le tiene. Si hacemos bien esto, construiremos, sin duda, una filosofía
-verdadera, y por lo tanto perenne, lo cual no será sólo para mera
-curiosidad, sino será asunto de inmenso interés para todos los hombres,
-ya que nos hará ver claro cuál es nuestro destino futuro y las causas y
-propósitos de cuanto existe.</p>
-
-<p>Yo creo que, á pesar del telescopio y del espectroscopio, no estamos aún
-muy al corriente de lo que pasa en el universo, y que, por arte
-experimental ó de observación, sólo conocemos del universo un mezquino
-rinconcillo, y éste mal y de modo somero. Me allano, no obstante, á
-aceptar con Ud. lo que Ud., no por experiencia, sino por analogía
-infiere, y doy por verdad el progreso como ley cósmica.</p>
-
-<p>Dice Ud. que nada sale de la nada, y que la sustancia, la materia prima,
-lo que es, llámese como se llame, existe <i>ab aeterno</i>. Sea así. Aunque
-se me ocurre una grave dificultad, no quiero reparar en ella. Toda la
-sustancia ha estado en el caos hasta que el universo empezó á formarse.
-Salió del caos el calor, salió la luz y empezó el progreso. Si
-supusiésemos ó imaginásemos que antes de este universo progresivo, y
-antes del caos, hubo algún otro universo que volvió á di<span class="pagenum"><a name="page_15" id="page_15">{15}</a></span>cho caos, todo
-nuestro sistema se hundiría. Adiós, progreso seguro, infalible y sin
-fin. Así como pudo destruirse otro universo anterior, podría éste
-destruirse también, y entonces todas nuestras esperanzas de inmortalidad
-saldrian hueras. Volveríamos al caos todos. Decidamos, pues, que no ha
-habido ni podido haber otro universo sino el presente, y que antes de él
-sólo hubo caos eterno, hasta que, hará un millón, un billón ó más de
-años, se le antojó al caos organizarse, convertirse en universo y ser
-progresista.</p>
-
-<p>Aquí tropiezo con otra dificultad; pero voy á dar un rodeo para pasar
-adelante y no quedarme atascado en medio del camino.</p>
-
-<p>En el caos estaban, en potencia, en germen, el calor, la luz, la vida,
-la inteligencia, la conciencia, etc.; pero desde el germen al
-desarrollo, desde la potencia al acto, hay una distancia, hay un abismo
-que no se rellena con el tiempo sólo. Por muchísimos siglos que pongamos
-entre un ser que casi es no ser, entre el caos ó la materia prima y el
-universo de ahora, no pondremos puente, y será menester dar un salto
-audaz é inexplicable.</p>
-
-<p>En el caos estaba el germen de todo, como en la bellota está el germen
-de la encina; pero, así como la bellota se quedará bellota y no llegará
-á ser encina nunca si no le dan jugos la tierra, el agua y el aire, y
-luz y calor el sol, así también el caos se hubiera quedado caos sin algo
-extraño que moviese sus gérmenes. Ponga Ud. el caos como quien pone un
-huevo; pero, si alguien no le empolla, huevo se quedará y no saldrá de
-él<span class="pagenum"><a name="page_16" id="page_16">{16}</a></span> pajarillo. Repito, con todo, que yo soy de buen componer, y hago la
-vista gorda, y paso porque el caos, por sí y ante sí, sin nada de fuera
-que lo sacuda, tiene en un momento memorable el capricho de organizarse
-y de dejar de ser caos.</p>
-
-<p>Lo primero que el caos saca entonces de sí mismo es una cosa que Ud.
-llama <i>agente cósmico</i> ó <i>causa creadora</i>, como si dijéramos, un
-<i>demiurgo</i>.</p>
-
-<p>Raro é inexplicable ser es este <i>demiurgo</i>. Tiene poder é inteligencia,
-y no es persona. Desde que aparece hasta hoy, su inteligencia y su poder
-van creciendo, pero sin llegar nunca á la personalidad y á la
-conciencia. La conciencia y la personalidad sólo aparecen en nosotros y
-sólo están en nosotros: los hombres.</p>
-
-<p>Mucho queda que andar al caos y al <i>demiurgo</i> ó agente cósmico, que en
-él reside, para llegar á producirnos, á nosotros, seres humanos. Dejo de
-señalar aquí los pasos que dan caos y <i>demiurgo</i>; y si alguien quiere
-saberlos, le remito á la <i>Historia de la creación de los seres
-organizados</i>, donde Ernesto Haeckel lo explica todo con tanta
-puntualidad y exactitud como si hubiera seguido la pista al <i>demiurgo</i> y
-hubiera presenciado sus hábiles é inteligentes, aunque inconscientes,
-operaciones.</p>
-
-<p>Baste saber en compendio que, allá en la edad primordial, nuestro padre
-común fué el <i>protoplasma</i>, organismo sin órganos: un moco, con perdón
-sea dicho. Este moco, que no era moco de pavo, va progresando, á través
-de las edades, y llega á ser gusano, con forma de saco. A fuer<span class="pagenum"><a name="page_17" id="page_17">{17}</a></span>za de
-trabajar y luchar por la vida, consigue luego el gusano tener vértebras,
-pero sin cráneo ni sesos aún. Luego se proporciona cráneo y sesos. Más
-tarde adquiere mamas ó tetas. En seguida vienen los marsupiales,
-transición entre el ovíparo y el vivíparo. Síguese el animal que ya pare
-de veras, y de aquí el mono, y luego el mono catarrinio y con cola,
-durante el período eoceno; el catarrinio pierde, en el mioceno, la cola;
-y, por último, en el periodo plioceno, surge el hombre pitecoide,
-<i>alalo</i> ó sin palabra. De este hombre pitecoide nacen luego, siguiendo
-el progreso, los <i>ulotrixos</i>, ó gente de pelo crespo, y los
-<i>lisotrixos</i>, ó gente de pelo liso; y de éstos, todas las razas humanas,
-de las cuales las más bien dotadas, hasta hoy, parecen ser las
-<i>euplocamas</i>, ó de cabello suave y con bucles; y de estas gentes
-<i>euplocamas</i>, las más nobles son las que vinieron á establecerse á
-orillas del Mar Mediterráneo, á saber: semitas, vascos, indo-europeos y
-caucásicos.</p>
-
-<p>Yo acepto todo esto como si no hubiese la menor objeción que hacer.</p>
-
-<p>Tenemos, pues, los datos para nuestra filosofía. Filosofemos.</p>
-
-<p>El progreso es evidente y constante.</p>
-
-<p>Desde la monera, desde el protoplasma, desde el moco, hemos llegado á un
-organismo tan complicado como el de nuestro cuerpo, y en él, por vez
-primera, ha aparecido la persona, la conciencia y la reflexión, por cuya
-virtud nos entendemos á nosotros mismos y á todo lo que es ó puede ser
-fuera de nosotros.<span class="pagenum"><a name="page_18" id="page_18">{18}</a></span></p>
-
-<p>¿Acabará aquí el progreso, ó seguirá adelante? Seguirá adelante. La
-historia de la humanidad lo demuestra. Ahí están todos los primores,
-lindezas, galas y artefactos, leyes, vestimentas, casas y música, que
-hemos inventado, desde que dejamos de ser <i>alalos</i> y rompimos á hablar,
-hasta hoy, que tenemos telégrafo, teléfono, fotografía, torpedos y
-dinamita.</p>
-
-<p>Lo extraño es, y vuelvo á uno de mis temas, que el <i>agente cósmico</i>, la
-<i>causa creadora</i>, como usted la llama también, haga todo esto con
-sabiduría estúpida, y sin saber lo que hace; pues si lo supiera, diría
-con más razón que Virgilio: <i>Sic vos non vobis</i>. Da inteligencia, da
-personalidad, da mil cosas más, y se queda sin nada. La antigua
-sentencia que reza, <i>nemo dat quod in se non habet</i>, pierde aquí todo su
-valor.</p>
-
-<p>Pero si la conciencia y la personalidad no están en el <i>agente cósmico</i>
-y están sólo en cada uno de nosotros, seres humanos, como quiera que
-nosotros vivimos unos cuantos años y nos morimos luego, la ley del
-progreso se realizará en todo, menos en la conciencia y en la
-personalidad individuales.</p>
-
-<p>Usted quiere que dicha ley se cumpla en todo, y para ello afirma que una
-vez que tenemos persona y conciencia, y aun antes, en la sustancia donde
-la conciencia y la persona están en preparación, hay inmortalidad. Según
-Ud., de la materia más sutil y etérea se forman concreciones y
-organismos sutilísimos, y éstas son las almas de todo; las cuales almas
-van progresando, educándose y pasando de unos cuerpos en otros,<span class="pagenum"><a name="page_19" id="page_19">{19}</a></span> desde
-el helecho, por ejemplo, hasta el cuerpo de Darwin. Así este ser sutil
-logra aprenderlo todo por experiencia y desenvuelve sus facultades.</p>
-
-<p>Si estos cuerpos fluidos y etéreos son indestructibles, equivalen á lo
-que antes llamábamos almas. Así se destruye el dualismo que se ponía
-entre espíritu y materia. Y á la verdad, como ni de la materia ni del
-espíritu conocemos la esencia, y sólo sabemos de ellos por los atributos
-y efectos, yo no quiero, ni debo por lo pronto, suscitar disputa.</p>
-
-<p>Si Ud. da al alma humana todos los caracteres y atributos que al
-espíritu dábamos antes; si usted reconoce que es una, indivisible,
-sutilísima é inmortal, nada importa el nombre. Llamémosla, pues, cuerpo
-fluido, ya que este cuerpo ha de correr con más que eléctrica velocidad,
-por donde venga á ser como ubicuo, y ha de sustraerse á la corrupción y
-á la muerte, y ha de cruzar el éter y toda la amplitud de los cielos, y
-ha de conocer y ha de amar cuanto en ellos se contiene de bueno,
-verdadero y hermoso.</p>
-
-<p>Muy bien me parece además que estas almas, para ir ascendiendo á la
-perfección, necesiten de más de una vida, y hasta considero razonable la
-sospecha que tiene Ud. de que el Flammarión de ahora sea Giordano Bruno
-redivivo, y de que el benemérito repúblico Benito Juárez, á quien tanto
-debe la democracia y autonomía mexicanas, no haya sido otro sino el rey
-ó emperador Cuauhtemoc, de gloriosa memoria.</p>
-
-<p>Lo que se me resiste bastante es eso de que<span class="pagenum"><a name="page_20" id="page_20">{20}</a></span> nuestra alma sea neutra, y
-ora se encarne en cuerpo de mujer, ora en cuerpo de hombre. Alguna
-fuerza tiene el raciocinio que Ud. hace de que, si fuéramos hombres ó
-mujeres siempre, no sabríamos por experiencia sino la mitad de lo que
-hay que saber; pero, ¿qué quiere Ud.?....., á pesar de todo, me repugnan
-esos cambalaches.</p>
-
-<p>Noto ahora que mi carta va siendo demasiado larga; y como tengo
-muchísimo que decir aún sobre su libro de Ud., lo dejo para otras, y
-termino ésta asegurando á Ud. que ha de quedar menos disgustado de lo
-que me queda por decir que de lo que he dicho hasta ahora. De todos
-modos soy su atento y seguro servidor y deseo ser su amigo.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>19 de Marzo de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>II</h3>
-
-<p>Muy estimado señor mío: Á pesar de todo mi escepticismo, es tanto lo que
-me agrada y consuela eso que Ud. asegura de que tenemos un cuerpo fluido
-inmortal, que me inclino muchísimo á darlo por probado.</p>
-
-<p>No se contenta Ud. con aducir argumentos teóricos en favor de tal
-aserto, sino que sostiene que la existencia de dichos cuerpos fluidos,
-sutiles é indivisibles (que, si Ud. me permite, segui<span class="pagenum"><a name="page_21" id="page_21">{21}</a></span>remos llamando
-almas, por ser más breve), se sabe por experiencia; esto es, que desde
-muy antiguo estamos en comunicación con las almas, y que no es delirio,
-sino realidad, la <i>psicogogia</i> ó nigromancia: el arte de evocar á los
-muertos y de traerlos á que hablen con los vivos. Las historias profanas
-y sagradas están llenas de casos semejantes. Saúl evoca, por medio de la
-Pitonisa de Endor, la sombra ó alma de Samuel; Pausanias de Bizancio, la
-de su querida Cleonice; y Periandro, la de su esposa Melisa. Con el
-andar del tiempo, parece que este arte ha adelantado mucho, y hoy se
-llama <i>espiritismo</i>.</p>
-
-<p>Yo no he de negar aquí el <i>espiritismo</i>; pero he de apuntar ciertas
-dudas que me asaltan.</p>
-
-<p>Esos espíritus ó cuerpos tenues, imperceptibles á nuestros sentidos, en
-el estado normal de éstos, ¿por qué han de ser precisamente almas
-humanas separadas de sus cuerpos? ¿No podrán ser otro linaje de seres?
-Como Ud. desecha toda religión positiva, yo me guardaré bien de suponer,
-ni por medio minuto, que puedan ser diablos ó ángeles; pero ¿por qué no
-serán duendes, ondinas, sílfides, driadas, gnomos, ó algo así? Ya que
-Ud. da por segura la existencia de esos cuerpos orgánicos, tenues y
-etéreos, debe Ud. ser consecuente y no creer que los tales cuerpos sólo
-se crían para envainarse en cuerpos sólidos humanos y animarlos. ¿Por
-qué no los ha de haber que vaguen por el aire, ó penetren en las
-entrañas de la tierra, ó vivan en el seno de los mares, y hasta en la
-luz y en el fuego, y desdeñen encerrarse en ese forro ó guardapolvo de
-nuestros<span class="pagenum"><a name="page_22" id="page_22">{22}</a></span> cuerpos sólidos y visibles? Ello es que las historias están
-llenas también de amores, amistades y tratos de estos seres con personas
-de nuestra especie, que han tenido bastante perspicacia y agudeza en los
-ojos ó en los oídos para verlos ó para hablar con ellos.</p>
-
-<p>El padre Fuente la Peña ha escrito con buen tino sobre estas relaciones
-de hombres y de mujeres con entes racionales no humanos, y por lo común
-invisibles, que viven en nuestro planeta. Y más singular y luminosamente
-ha tratado el asunto, en una obra eruditísima, el reverendo padre
-Sinistrari del Ameno. Aseguro á Ud. que son divertidísimos los verídicos
-amoríos que refiere este último padre de mujeres con duendes y de
-hombres con sílfides y salamandras. ¿Quién sabe si el precioso cuento de
-Carlos Nodier, del duende escocés enamorado de la joven casada, será un
-sucedido?</p>
-
-<p>Pero, en fin, para facilitar nuestra filosofía, demos por de ningún
-valer las objeciones anteriores, y declaremos que los tales cuerpos
-fluidos, inteligentes y con conciencia, sólo se crían para informar
-nuestros cuerpos sólidos; y que dichos cuerpos fluidos, que son
-inmortales, ó están cesantes y de bureo y huelga hasta colarse en un
-cuerpo nuevo, ó están empaquetados, <i>incorporados</i> y en activo servicio.</p>
-
-<p>Da Ud. tales señas y tales pruebas sobre dichos cuerpos fluidos, que es
-menester creer ó reventar, como vulgarmente se dice.</p>
-
-<p>El gran sabio inglés Guillermo Crookes, de la Sociedad Real de Londres,
-acude muy á tiempo<span class="pagenum"><a name="page_23" id="page_23">{23}</a></span> en auxilio de Ud. con su <i>radiómetro</i>. La sustancia
-contenida en el tubo de vidrio del aparato llega al más asombroso estado
-de rarefacción, y despliega entonces sus propiedades y su energía. Esto
-es lo que llaman <i>materia radiante</i>, pero inorgánica. Y Ud. raciocina
-con excelente lógica al suponer que hay otra <i>materia radiante</i>
-orgánica, y que de ella están confeccionadas nuestras almas. Esta
-<i>materia radiante</i> orgánica ha de ser más difícil de estudiar, á causa
-de su extrema sutileza; pero, á lo que Ud. asegura, el citado sabio
-Guillermo Crookes, que rarifica la materia, acertó á condensar un
-espíritu que iba de tapadillo á oir sus lecciones, y logró hacerle
-patente á los ojos de todos sus discípulos. Siete fotógrafos que estaban
-allí, con sendas máquinas ó cámaras oscuras, sacaron retratos del
-espíritu desde diversos puntos de vista.</p>
-
-<p>Ya, pues, no cabe duda. Hay seres <i>monocorpóreos</i>, como Ud. los llama,
-organismos sutiles inteligentes, cuerpos fluidos vivos, que se han visto
-y que hasta se han fotografiado.</p>
-
-<p>Con estos cuerpos se explica todo, y el progreso individual no es
-quimera. Hasta se me pasa el susto, que yo había tenido á veces, de que
-todo este trabajo que estamos dando los hombres, fuese inútil para
-nosotros, porque pudiese sobrevenir otra raza que fuera con relación á
-nosotros lo que nosotros somos con relación al gorila, y que nos mandase
-á paseo ó tal vez nos destruyese. Ahora ya importa poco esto. Nuestros
-cuerpos fluidos inmortales saldrán ganando siempre, y tendrán por
-estuche ó envoltura, si nueva raza<span class="pagenum"><a name="page_24" id="page_24">{24}</a></span> aparece, cuerpos sólidos más
-gallardos y primorosos.</p>
-
-<p>En el movimiento ascensional y en la transformación de las especies, lo
-que hay en nosotros de individual (el cuerpo fluido) saldrá siempre
-mejorado.</p>
-
-<p>Me parece que Ud. sabrá, como yo, que no fué Darwin el primero á quien
-se le ocurrió el transformismo. Ya desde muy antiguo le habían imaginado
-otros sabios. Algo indica de ello el ilustre Juan Bautista Porta en su
-<i>Magia natural</i>; y todavía es más explícito, aunque vivió mucho antes,
-en tiempo de León X, el elegante y docto poeta Fracastoro, el cual
-expresamente predice que aun han de aparecer en su día y sazón nuevos
-seres.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2"><i>Certa dies animalia terris</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Mostrabit nova: nascentur pecudesque feracque,</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Sponte sua, primaque animas ab origine sument.</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Y para salvar la dificultad y quitarnos el recelo de que si los seres
-nuevos son de naturaleza superior y titánica, nos dejen vencidos,
-acoquinados y humillados, Fracastoro tiene cuidado de advertir que las
-almas de estos titanes serán las mismas que ya informaron ó que informan
-hoy seres de orden inferior, pues no es otra la interpretación que
-debemos dar al <i>primaque animas ab origine sument</i>.</p>
-
-<p>Vengan en hora buena nuevas castas más briosas y adelantadas. Nuestros
-cuerpos fluidos las animarán, y cada día irán haciéndose más listos y
-aprendiendo más habilidades. Lo que hasta<span class="pagenum"><a name="page_25" id="page_25">{25}</a></span> hoy no ha logrado hacer sino
-tal cual sujeto muy aventajado, lo hará en las venideras edades
-cualquiera niño de la doctrina.</p>
-
-<p>Hasta hoy, y va de ejemplo, sólo sabios de primera magnitud, como
-Pitágoras, Apolonio de Tyana, Hermotimo de Clazomene, Miss Wilkinson,
-profetisa <i>yankee</i>, y ciertos anacoretas del Tibet, aciertan á
-desprenderse de sus cuerpos sólidos cuando se les antoja, y van á
-millares de leguas de distancia para saber lo que sucede allí, ó para
-hacer una visita á un amigo, ó para acudir á algún negocio urgente y
-volverse al cuerpo sólido. En lo futuro, hasta las personas menos
-distinguidas y más ignorantes harán esto con la misma facilidad con que
-se beben ahora un vaso de agua. Así es que, á primera vista, como todo
-se hará con maravillosa rapidez, parecerá que habremos adquirido el don
-de la ubicuidad.</p>
-
-<p>Otra de las gracias que luciremos, una vez desprendidos ya del cuerpo
-sólido, será la de la compenetrabilidad. Nos meteremos por el ojo de una
-aguja, nos filtraremos al través de un muro, podremos celebrar un
-<i>meeting</i> de miles de personas en el hueco de una cáscara de avellana.</p>
-
-<p>Nuestras conversaciones ó conferencias con los cuerpos fluidos cesantes,
-ó dígase con lo que vulgarmente se ha llamado hasta hoy almas de los
-muertos, sombras ó manes, serán más frecuentes, fáciles y luminosas. Nos
-instruiremos más de este modo; no nos costará fatiga ninguna la
-evocación, y no nos aterrará la vista del espectro del difunto, como
-ahora suele aterrar á los más valerosos. Sea testigo de esta verdad el<span class="pagenum"><a name="page_26" id="page_26">{26}</a></span>
-ilustre Eliphax Levi, que no pudo resistir la presencia de Apolonio, á
-quien había evocado, y perdió la voz, y sintió un frío horrible, y no
-pudo hacer nada de provecho, según él mismo confiesa.</p>
-
-<p>Es verdad, sin embargo, que lo terrorífico de la aparición tal vez
-consista en que ésta se hace por medios reprobados, apelando á la magia
-y valiéndose de conjuros, á los que las sombras ó manes no pueden
-desobedecer, pero que las traen harto enojadas y aun furiosas. Cuando la
-evocación es natural, cortés y lícita, las sombras ó cuerpos fluidos
-acuden de buen talante y de apacible humor; y hay ya bastantes hombres
-de mérito que han tenido así entrevistas y conferencias amenas é
-instructivas.</p>
-
-<p>Usted cita muchos libros en que los señores que han tenido
-conversaciones con espíritus las han redactado y publicado. Confieso
-modestamente mi ignorancia: no he leído ninguno de esos libros que Ud.
-cita; pero deseo leerlos, porque deben de contener mucha y alta
-doctrina. No habían de molestarse los muertos en venir á hablar con los
-vivos para decir tonterías y vulgaridades. Y no las dirá de seguro ese
-libro, titulado <i>Ley de amor</i>, recogido por el doctor Chaves Aparicio, y
-publicado por el Círculo de estudios psicológicos de San Luis de Potosí,
-ya que está lleno, según Ud., de pensamientos profundos y es prueba
-palmaria de la inmortalidad de nuestro ser.</p>
-
-<p>Siguiendo ahora por el camino de perfección que nuestro ser lleva, creo
-que, después de estas<span class="pagenum"><a name="page_27" id="page_27">{27}</a></span> comunicaciones con los cuerpos fluidos ó
-espíritus, viene, como grado superior, el adquirir la memoria y la clara
-percepción de cuanto nos sucedió en las vidas pasadas, desde que
-empezamos á tener conciencia, tal vez desde que fuimos hombres
-pitecoides.</p>
-
-<p>Los sujetos de mediano valer sólo tienen hasta hoy vaguísimos y confusos
-recuerdos de sus vidas pasadas, los cuales recuerdos dan á veces cierta
-luz de sí en sueños, y nos acuden y ayudan también en el estudio, ya que
-hay ciencias y artes que aprendemos á escape, como si antes las
-hubiéramos sabido, y otras, acaso más fáciles en absoluto, que se nos
-hacen más difíciles, por la novedad completa que para nosotros tienen.
-Pero si tal es el grado de progreso al que, en este punto, se ha llegado
-por lo general, ya, desde muy antiguo, empezando por el Sabio de Samos,
-hubo y hay hombres que recuerdan todas sus vidas, y están dotados, por
-lo tanto, de la sublime prudencia y del profundo saber que da la
-experiencia de miles de años.</p>
-
-<p>Lo que más me encanta y seduce, como resultado útil de este saber
-profundo á que todos hemos de llegar, es eso de que Ud. habla sobre la
-transformación del dolor en placer. Ahora somos tan torpes, que no
-sabemos hacer que no nos duela, sino que nos dé gusto cuando nos duela.
-En lo futuro no será así. Y en vez de quejarnos, por ejemplo, de que á
-media noche nos despertemos con un dolor de muelas, exclamaremos muy
-satisfechos: «He tenido un regalado <i>placer de muelas</i> á media noche.» Y
-esto no porque la<span class="pagenum"><a name="page_28" id="page_28">{28}</a></span> impresión recibida en los nervios deje de ser la
-misma, sino porque el cuerpo fluido, no lerdo ya, sino ágil y muy
-instruído, sabrá recibir la impresión por el lado que conviene,
-aprendiéndola con tal arte que, en vez de serle ingrata, le sea grata y
-aun deleitosa.</p>
-
-<p>No teniendo ya necesidad de sufrir dolor, y siendo placer todo, seremos
-todos bonísimos; medraremos en inteligencia y amor, según usted augura.</p>
-
-<p>Pero como tanto bien se encerraría en muy ruin vivienda si jamás
-pudiésemos salir de este globo, Ud. afirma que otro paso más de la
-educación del cuerpo fluido es el adiestrarse en salir de la tierra, y
-volar por los espacios interplanetarios é intersiderales, visitando á
-los habitadores de los demás mundos que pueblan el éter. A fin de
-alcanzar esta virtud es menester tanto requisito, que apenas hay hombre,
-en el estado actual de la cultura humana terrestre, que valga para ello.
-Lo que sí es indudable es que en otros soles ó planetas están ya más
-adelantados que aquí, y hay cuerpos fluidos vivos que viajan de mundo en
-mundo cuando quieren.</p>
-
-<p>De estos viajantes ha habido no pocos que se han quedado en la tierra
-por larga temporada, y nos han hecho inmensos beneficios, promoviendo
-nuestra ilustración y enseñándonos artes, virtudes y disciplinas de
-subido precio. Yo no puedo menos de convenir con Ud. en que Sócrates,
-Zoroastro, Sakiamuni, Confucio, Merlín, Numa y otros sabios, profetas y
-fundadores de religiones, tuvieron por almas cuerpos fluidos,
-descendidos<span class="pagenum"><a name="page_29" id="page_29">{29}</a></span> de algún astro, donde se había progresado más que entre
-nosotros; y dichos cuerpos fluidos, encarnando aquí en el seno de alguna
-joven honrada, hermosa y pura, cumplieron benéfica misión. Provino de
-estos hechos repetidos la creencia, persistente entre todos los pueblos,
-de que hay ó hubo semidioses, <i>avatares</i>, ó hijos del cielo, venidos á
-la tierra. Y así, cuando los poetas querían adular á algún soberano ó
-poderoso magnate, le decían, aunque no fuese verdad, que era hijo de
-este ó del otro dios, como dijeron de Rama ó de Alejandro de Macedonia;
-y como cantó Virgilio del hijo del cónsul Polión, suponiendo que bajó
-del cielo:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0"><i>Jam nova progenies coelo demittitur alto.</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Esta habilidad de escaparse de la tierra é irse por el éter, de mundo en
-mundo, es aún rarísima en nuestro globo. Lo que es yo no sé sino de un
-hombre de quien se pueda creer que la ha tenido: el famoso filósofo
-sueco Manuel Swedenborg. Sabido es, no obstante, que este varón
-admirable no acertó á pasar de nuestro sistema planetario; y si bien le
-recorrió casi todo, sus visitas más frecuentes fueron á Mercurio, que
-está cerca, y cuyos habitantes están más adelantados que nosotros,
-aunque por lo mismo ni nos estiman, ni nos quieren bien. En cambio, en
-Venus, donde Swedenborg también estuvo, es cosa de no poder vivir siendo
-persona decente, porque Venus está poblada de una raza descomedida y
-grosera de gigantes, que no piensan en nada ele<span class="pagenum"><a name="page_30" id="page_30">{30}</a></span>vado y bueno, sino en
-holgarse por manera bestial y sucia.</p>
-
-<p>Como quiera que ello sea, lo que sí es lícito afirmar es que dentro de
-pocos siglos hará cualquiera ser humano de esta tierra lo que hizo
-Swedenborg pocos años há, con general asombro de los nacidos. Es más: la
-mayoría de los seres humanos nos adelantaremos á Swedenborg, y
-dispararemos nuestros cuerpos fluidos mucho más allá de la órbita de
-Urano á través de los frigidísimos espacios intersiderales, é iremos á
-parar en planetas de mil soles remotos.</p>
-
-<p>Creo que Ud. ha de confesar que me muestro enterado de su doctrina, y
-que voy llegando bien á las últimas consecuencias, sobre las cuales he
-de dar mi opinión. Hoy ya no es posible, porque se ha hecho larguísima
-esta carta. El lunes que viene escribirá á Ud. de nuevo su afectísimo
-amigo y admirador.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>2 de Abril de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>III</h3>
-
-<p>Según lo que va expuesto, se cumple por arte indefectible hasta hoy, y
-es de esperar que siga cumpliéndose en lo futuro, la ley del progreso
-que Ud. afirma y que nos lleva hacia la perfección.</p>
-
-<p>Todos los problemas que Ud. procura resolver<span class="pagenum"><a name="page_31" id="page_31">{31}</a></span> en su libro tienen el
-mayor interés para mí y me atraen y me encantan. El libro de Ud. me
-gusta. Lo digo sin la menor ironía.</p>
-
-<p>Entre gustar de un sistema, admirando el saber y el esfuerzo de
-imaginación con que fué construído, y creer en él y darle por cierto,
-hay enorme diferencia. De esta distinción, que me parece que no se
-quiebra de sutil, no se han hecho cargo muchas personas que han leído
-las dos primeras cartas que he escrito á Ud., y han supuesto que yo me
-burlaba.</p>
-
-<p>Me ha dolido tanto dicha suposición, que he estado á punto de no
-continuar escribiendo á Ud., á pesar de lo mucho que tengo que decir
-aún. Si su libro de Ud. fuese un trabajo de ningún valer, sería necio
-emplear en él la crítica y hasta la sátira para impugnarle. Y de todos
-modos, habría en mí algo de moralmente censurable y poco digno en tratar
-mal á Ud., que me honra y me lisonjea escribiéndome, consultándome y
-enviándome su libro desde tan lejos. Pero, bien mirado el asunto, yo
-creo que los lectores de las cartas han ido más allá de mi intención y
-han puesto en estas cartas una malicia de que carecen y que yo nunca
-tuve. Nada hay de común entre mi escéptico buen humor y la mofa
-ofensiva. ¿Cabe, acaso, en el entendimiento de nadie que sea yo tan
-presumido y tan soberbio que considere mentecatos á Darwin, á Haeckel, á
-Swendenborg, y á otros sabios y filósofos de quienes hablé ya en mis
-cartas, examinando sus doctrinas con no menor desenfado y broma que las
-de Ud.? Yo no poseo el entusiasmo, la fe, la fan<span class="pagenum"><a name="page_32" id="page_32">{32}</a></span>tasía poderosa que
-tuvieron ó tienen ellos, y me resisto á dar por demostrado lo que ellos
-dan por demostrado; y así, en nombre de cierto sentido común, tal vez
-burdo y rastrero, y en virtud de mi corta ciencia, y con la autoridad
-que nos tomamos hoy todos, pues hay libre examen, tiro á invalidar esas
-doctrinas, á par que me deleita contarlas, en resumen, como quien cuenta
-un cuento ingenioso.</p>
-
-<p>Desde Aristóteles hasta nuestros días no hubo, en mi sentir,
-entendimiento más extraordinario y creador que el de Hégel. Su sistema,
-para mí y hasta donde yo acierto á comprenderle, es pasmoso de
-sublimidad y hermosura. Supongamos que mi sentido común me diese á
-entender que todo el dicho sistema fuese un conjunto de disparates:
-¿impediría esto que yo admirase y celebrase el arte, la dialéctica, la
-maestría con que los disparates se coordinan para formar un todo
-armónico? ¿No me será lícito maravillarme de la belleza de un poema, sin
-dar por verdad lo que el poema refiere? ¿He de creer que Homero era
-tonto, y he de despreciar la <i>Odisea</i> porque no creo en los encantos de
-Circe ni en la colosal estatura de Antifates?</p>
-
-<p>Además, aunque yo sea escéptico á veces, no siempre ni en todo lo soy.
-También yo tengo mis dogmas. Ríase de ellos quien quiera, y si lo hace
-con mesura, no me enojaré ni entenderé que se burla de mí. Y desde luego
-diré aquí que, en virtud de estos dogmas, yo no creo aceptable ningún
-sistema de filosofía fundado sólo en ciencia empírica. Pero no es Ud. el
-único que tiene hoy<span class="pagenum"><a name="page_33" id="page_33">{33}</a></span> esta pretensión. Son muchos los que han levantado
-sistemas del mismo modo, y de algunos de ellos he de hablar aún en estas
-cartas. Y si al hablar de ellos río y dudo, ¿se ha de creer que maltrato
-ú ofendo á sus autores, cuando, por el contrario, me enamora el saber, y
-me atraen y me cautivan la voluntad, el talento y la fantasía que
-despliegan? Yo no voy tan lejos como Lessing, el cual decía que si le
-diesen la verdad en una mano y en otra el ingenio, la agudeza y la
-fantasía que se emplean á veces en buscarla, desdeñaría la verdad y se
-quedaría con las otras prendas. Yo no: yo me quedaría con la verdad;
-pero, á falta de verdad, todas esas otras prendas susodichas encierran
-para mi gusto un preciadísimo tesoro. Permítaseme, pues, que con buen
-humor y sin burla siga yo mostrando algo de ese tesoro al exponer su
-sistema de Ud., cuyas premisas, ó hechos científicos en que se funda, ni
-niego ni afirmo.</p>
-
-<p>Siguiendo mi tarea, y desechando los escrúpulos de conciencia, empezaré
-por decir que no me explico ese odio que muestra Ud. á lo sobrenatural.
-A mi ver, si por naturaleza ha de entenderse todo lo existente y todo lo
-posible, lo que es y la fuerza que da ser á lo que es, Ud. tiene razón:
-lo sobrenatural es un pleonasmo. Nada más natural que el mismo Dios. La
-ley de naturaleza será la razón y la voluntad de Dios, que manda y
-quiere que haya orden y prohibe turbarle. Por este camino vendremos á
-parar á la definición que da San Agustín de la ley eterna, y estaremos
-en plena ortodoxia. La diferencia<span class="pagenum"><a name="page_34" id="page_34">{34}</a></span> consistirá en que lo que llamo yo
-Dios, será llamado por otros fuerza eterna, <i>natura naturans</i>, agente
-cósmico, alma del mundo, y otros mil nombres, que, si vienen á probar lo
-poco que sabemos de esta <i>cosa en sí</i>, no prueban que la cosa no exista
-y que no sea naturalísima.</p>
-
-<p>Pero si por naturaleza entendemos otra cosa, tendremos que conceder que
-todo es natural ó sobrenatural, según se mire. Para una piedra, la
-planta más sencilla, que crece, se desenvuelve, se nutre y tiene vida,
-es ya sobrenatural. Y para la planta, arraigada en el suelo, y que ni
-ve, ni oye, ni se representa el mundo exterior, el más ruin animalejo,
-un lagarto ó un sapo, es sobrenatural. Y con relación á los brutos, que
-carecen de consciencia ó la tienen oscura y vaga, es sobrenaturalísimo
-el hombre, que se reconoce, <i>se sabe</i>, y habla, y discurre, y
-reflexiona. Y desde el salvaje hasta las personas cultas de hoy, las
-<i>sobrenaturalidades</i> se van acumulando y creciendo por estilo
-prodigioso. Sobrepuesto á la naturaleza, añadido nuestro, obra de
-nuestro ingenio y de nuestra voluntad, son las ciudades, los caminos,
-los campos cultivados, las máquinas, las telas de que nos vestimos, los
-objetos de arte y hasta, si se considera bien, la hermosura corporal,
-hija del esmero, del aseo y del cuidado que pusimos para crearla. Una
-linda muchacha de ahora, no lo dude Ud., es un ente sobrenatural. Lo
-natural es la mona ó la <i>antropisca</i>, y casi casi no lo es ya la
-hotentota.</p>
-
-<p>Cuando uno está en Bélgica, por ejemplo, y piensa que, en estado
-natural, apenas podría<span class="pagenum"><a name="page_35" id="page_35">{35}</a></span> contener y alimentar aquel terreno medio millón
-de hombres, y ve que contiene y alimenta seis, confiesa que, no ya el
-tranvía que la electricidad mueve, ni el teléfono, ni el telégrafo, sino
-cinco millones y medio de seres humanos son en Bélgica sobrenaturales:
-han sido criados por arte y sobrepuestos á lo que la naturaleza,
-abandonada á sí misma, hubiera podido criar y conservar.</p>
-
-<p>Si á esto añadimos, por último, todas esas habilidades de entenderse con
-los muertos, de recordar vidas pasadas y de salirnos del cuerpo sólido é
-irnos con el cuerpo fluido por soles y planetas, lo sobrenatural cunde y
-promete encumbrarse á una altura pasmosa con el andar de los siglos.</p>
-
-<p>Aceptado ó aprobado por Ud. lo de que tenemos cuerpos fluidos
-inmortales, no se ve término á nuestro progreso. Sólo hay un peligro,
-aunque lejano: la fin del mundo. Las religiones y las mitologías tienen
-profetizada esta fin. La ciencia también, en todos tiempos y contra su
-costumbre de armar conflictos con las religiones, ha coincidido y
-coincide en hacer tan triste pronóstico. Sólo lo que no tuvo principio
-no tiene fin. Lo que nace muere. De aquí que el mundo ha de acabar de
-una manera ó de otra. Y así como los sabios han inventado mil hipótesis
-sobre su nacimiento, también sobre su muerte total ó parcial las han
-inventado. Lucrecio la explica en sus hermosos versos. Leopardi atribuye
-á Straton de Lampsaco una curiosa explicación de la muerte de nuestra
-tierra, la cual explicación puede hacerse extensiva á todos los demás<span class="pagenum"><a name="page_36" id="page_36">{36}</a></span>
-astros. La fuerza de rotación va poco á poco comprimiendo los polos y
-aumentando por el Ecuador el radio de la tierra. Así seguirá hasta que
-la tierra se agujeree y venga á ser como un gordo buñuelo. Luego se hará
-el agujero mayor, y la masa sólida vendrá á parecer un anillo. Y el
-anillo, por último, se hará pedazos, y cada uno de los pedazos vagará
-suelto por el espacio, ó irá á caer en nuestro sol ó en otro, ó tal vez
-en algún planeta, como caen en la tierra los aerolitos.</p>
-
-<p>Sabio hay que afirma que el sol puede pararse. El movimiento, ó sea la
-fuerza con que gira hoy sobre su eje y con que va probablemente
-caminando por el espacio en rápida traslación, se convertirá en calor,
-si el sol se para. Entonces habrá una expansión espantosa de toda la
-materia del sol, dilatándose hasta más allá de la órbita de su más
-distante cometa. Todos volveremos así al estado de nebulosa. Podrá
-también ocurrir que el sol se apague, y sobrevendrán las tinieblas y la
-muerte. Pero aun sin tamaños cataclismos, nuestra tierra irá perdiendo
-la fuerza que la hace girar en torno del sol; pues como no va por el
-vacío, y como el éter le opone alguna resistencia, su fuerza centrífuga
-se gasta. Hasta hay quien asegura que ya vamos caminando con más
-lentitud y acercándonos al sol. La atracción del sol será así mayor á
-cada momento, y podrá llegar uno, harto desdichado, en que la tierra se
-caiga en el sol y allí se abrase y se consuma. Aun sin esto, la tierra
-puede morirse, como la luna está ya muerta. Los metales se irán
-oxidando. En esto el oxígeno se consumirá, y se acaba<span class="pagenum"><a name="page_37" id="page_37">{37}</a></span>rá el aire
-respirable. El agua se gastará, entre tanto, en formar rocas
-<i>hidratadas</i> y en entrar en otras composiciones. Sin aire y sin agua, se
-extinguirá la vida. Plantas, animales y hombres, todo fenecerá. Pero no
-hay que afligirnos. Para entonces ya todos los cuerpos fluidos vivos
-sabrán hacer lo que hacía el cuerpo fluido de Swedenborg: sabrán salirse
-de los cuerpos sólidos é irse á otros mundos. Y con tiempo, para que no
-nos coja aquí la mala hora, nos escaparemos de la tierra y nos iremos á
-fundar colonia en otro planeta más capaz y cómodo, donde seguiremos
-progresando é inventando primores que ni siquiera concebimos en el
-estado actual de nuestra cultura.</p>
-
-<p>De esta suerte no será en balde y trabajo perdido todo lo que hemos
-hecho hasta hoy por adelantar é instruirnos. Nuestros monumentos,
-cuadros, estatuas, museos y bibliotecas, todo acabará al acabar la
-tierra que habitamos; pero lo sustancial del saber adquirido se quedará
-en nuestra memoria, y se salvará con los cuerpos fluidos vivos, que
-otros llaman espíritus. Estos, más perfectos cada día, irán teniendo
-nuevas prendas y llegarán á vivir como en la eternidad; como si no
-hubiera para ellos pasado y todo fuera presente. Deberáse esto á lo
-agudo y vivo de nuestra imaginación, que nos lo representará todo como
-si acabase de suceder ó estuviese sucediendo. Y deberáse también á lo
-penetrante y extenso de nuestra vista y á la rapidez más que eléctrica
-con que nuestros cuerpos fluidos recorrerán el éter. Así podremos
-llegar, por ejemplo, en me<span class="pagenum"><a name="page_38" id="page_38">{38}</a></span>nos de un minuto, á un sitio del espacio
-adonde un rayo de luz de la tierra tarde cuatro siglos en llegar, y ese
-rayo de luz traerá pintada la entrada triunfante de los reyes católicos
-D. Fernando y D.ª Isabel en Granada, ó la vuelta de Colón á España y su
-presentación á los mismos reyes en Barcelona. En suma: podremos verlo
-todo, como si estuviera todo pasando en la actualidad y de veras.</p>
-
-<p>Abreviando ahora, á fin de no hacer mis cartas á Ud. interminables, diré
-que nuestra vida inmortal de cuerpos fluidos irá de bien en mejor, sin
-cejar y aun sin parar. Porvenir tan risueño y venturoso me seduce.
-Cuénteme Ud., pues, en el número de sus adeptos. Lo que yo no puedo es
-aceptar su sistema sin algunas modificaciones y cambios, que voy á
-proponer aquí.</p>
-
-<p>La existencia de los cuerpos fluidos ó etéreos, en que se funda toda la
-doctrina de Ud., me parece muy de acuerdo con la ciencia antigua y con
-la ciencia moderna. ¿Qué otra cosa es ese cuerpo fluido sino el cuerpo
-de la resurrección de la carne que algunas religiones afirman? ¿No
-equivalen esos cuerpos fluidos á las sombras, á los manes de los
-gentiles? Y en cuanto á la ciencia moderna, yo veo claro que se puede
-bien apoyar la afirmación de Ud. en los <i>Principios de Biología</i>, tan
-celebrados, de Herbert Spencer. Para este gran sabio, la vida consiste
-en la correspondencia del organismo con el medio ambiente, ó sea
-<i>environment</i>. La vida inmortal estriba, pues, en la perfecta
-correspondencia con ese medio. Herbert Spencer dice: «Si no hubiera
-cambios<span class="pagenum"><a name="page_39" id="page_39">{39}</a></span> en el <i>environment</i> sino aquellos que el organismo previó,
-preparándose para encontrarlos y para que no le falte la eficacia con
-que los encuentra, lograríamos eterna existencia y eterno conocimiento.»</p>
-
-<p>Apoyado en estas palabras de Herbert Spencer, un sobresaliente discípulo
-suyo, no sé si inglés ó <i>yankee</i>, el Sr. Enrique Drummond, ha escrito un
-libro muy leído y celebrado en los Estados Unidos, <i>Ley natural en el
-mundo espiritual</i>, y ha hecho allí muchos prosélitos. La teoría de
-Drummond coincide en algo con la de Ud. y en mucho difiere. Yo me
-inclino á adoptar parte de la teoría de Drummond para modificar la de
-usted y aceptarla luego, hasta donde yo puedo aceptar lo transcendental,
-fundado, no en metafísica y ciencia <i>a priori</i>, ni siquiera en estudio
-del propio <i>yo</i>, sino en ciencia empírica y de observación del mundo que
-nos rodea: en noticias adquiridas por los sentidos, aun suponiéndolos
-aguzados por instrumentos ingeniosísimos, como microscopios,
-telescopios, espectroscopios y radiómetros, y auxiliados por otros
-sentidos sutilísimos y casi ubicuos, que poseen los cuerpos fluidos, y
-por cuya virtud parece que nos entendemos con los espíritus ó con lo que
-Ud. llama cuerpos fluidos, que vienen á ser lo mismo.</p>
-
-<p>Es indudable que aceptada la existencia de dichos sentidos <i>fluidos</i>, el
-campo de la observación y los lindes de la ciencia empírica se extienden
-extraordinariamente. Con dichos sentidos llegamos á percibir lo más
-etéreo y alcanzamos á columbrar lo más remoto, aunque lo sólido, maci<span class="pagenum"><a name="page_40" id="page_40">{40}</a></span>zo
-y opaco se interponga. Para dichos sentidos no hay solidez ni opacidad
-que valgan: un muro espesísimo de argamasa es más diáfano que el
-cristal, y la grosera y ruda sustancia de que están amasados los Andes,
-hasta sus raíces, goza de la transparencia del aire sereno y puro y aun
-del mismo éter.</p>
-
-<p>A lo que yo saco en claro de la atenta lectura de las obras de Allan
-Kardec y de otros espiritistas, también ellos coinciden con Ud., sólo
-que llaman á los cuerpos fluidos <i>periespíritus</i>, los cuales
-<i>periespíritus</i>, aunque son cuerpos, son tan leves, tan volátiles y
-vaporosos, que van por donde quieren y ven cuanto se les antoja. Aunque
-viven envainados en los cuerpos sólidos, cuando llegan á cierto grado de
-elevación en los estudios pueden salirse del cuerpo sólido, dejándole
-dormido, en éxtasis y hasta cataléptico, é irse de bureo ó parranda por
-los espacios infinitos. Sólo que los espiritistas ponen una condición
-que Ud. no pone: dan por averiguado que, hasta el día de la muerte, el
-<i>periespíritu</i> está atado al cuerpo sólido por una cinta, guita ó cordón
-etéreo y luminoso, cuya longitud ó elasticidad es enorme.</p>
-
-<p>Si consideramos el cuerpo sólido como una placenta, este cordón etéreo
-viene á ser como el cordón umbilical que une al <i>periespíritu</i> con el
-cuerpo en que se cria. La ruptura de este cordón umbilical y la vida
-independiente ya del periespíritu son los fenómenos que el vulgo llama
-muerte. Mientras dura la vida terrena, el <i>periespíritu</i> está, pues,
-como el jilguero que hace de<span class="pagenum"><a name="page_41" id="page_41">{41}</a></span> cimbel, atado por un hilo, más ó menos
-largo, al palillo en que se posa cuando vuelve de haber revoloteado.</p>
-
-<p>Hallo todo esto tan sencillo, tan natural y tan llano, que no trasluzco
-la más ligera objeción que lo invalide. La dificultad y la discrepancia
-están en otros puntos.</p>
-
-<p>Pero estos otros puntos son tan difíciles de tocar, que exigen nueva
-carta. Termino ésta aquí, y créame Ud. su amigo.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>9 de Abril de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>IV</h3>
-
-<p>Muy estimado señor mío: No pocas veces he hablado yo con risa de la
-propensión de cierto amigo mío, á quien, sin embargo, respetaba y amaba,
-á quejarse de que se lo sabía todo y de que no leía libro, por celebrado
-que fuese, que le enseñara algo nuevo; pero, considerando esto como debe
-considerarse, no hay fundamento para la risa. Mi amigo no se declaraba
-omniscio, ni mucho menos. Lo que quería decir, lo que decía, tal vez con
-razón, es que, prescindiendo de datos menudos, si despojamos de su
-aparato magistral más de un tratado científico, casi siempre<span class="pagenum"><a name="page_42" id="page_42">{42}</a></span> hallamos
-que nos sabíamos todo aquello: que ya, más ó menos vagamente, lo
-habíamos pensado. El autor del tratado no pierde por esto en nuestra
-opinión. Lo que se pierde es la fe, lo que se pierde es la esperanza en
-la ciencia. De aquí se origina muy aflictivo desconsuelo.</p>
-
-<p>¿Quién ha de negar lo ingenioso de las palabras de Herbert Spencer que
-hemos citado? En ellas se ve patente la posibilidad teórica de la vida
-inmortal en un organismo. No ya un cuerpo etéreo, como el de que Ud.
-trata, sino un cuerpo sólido humano puede teóricamente ser inmortal,
-dadas ciertas condiciones. La vida es equilibrio movible. Mientras se
-conserve éste, se conservará la vida. Las fuerzas que han de
-equilibrarse son las internas ó del organismo, y las externas ó del
-medio ambiente ó <i>environment</i>. El vivir estriba en esta
-correspondencia.</p>
-
-<p>Despoje Ud. de su majestad y método la Biología de Herbert Spencer, y
-casi parece, con perdón sea dicho, que la ha compuesto Pero Grullo.
-Claro está que si una persona adapta bien su organismo al medio
-ambiente, ni se morirá de frío, ni de calor, ni cogerá un tabardillo
-pintado. Si, por otra parte, dicha persona repone, con alimentos
-exquisitos y haciendo digestiones inmejorables, las fuerzas que consume
-en el trabajo ó ejercicio mecánico de los músculos, ó en el trabajo
-mental de los nervios y del encéfalo, no hay razón para que estas
-fuerzas se gasten. Seguirán siendo las mismas, ó irán en aumento. Y si
-van en aumento, las empleará en crecer, y, cuando ya no crezca, á fin de
-no reventar, dejará que se escapen las<span class="pagenum"><a name="page_43" id="page_43">{43}</a></span> fuerzas que sobren por la
-válvula de seguridad, predispuesta para el caso.</p>
-
-<p>El sabio biólogo compara el cuerpo humano á una máquina de vapor. El
-vientre es la caldera, el carbón el alimento, y el vapor la sangre que
-mueve los músculos ó los nervios, ya para sacudir puñetazos, ya para
-escribir poemas ó resolver ecuaciones. Lo que sobra de este trabajo sale
-silbando de la máquina de hierro ó sale procreando del cuerpo del
-hombre. Cuando éste no anda bien, ora se gastan en títeres las fuerzas,
-y el hombre es un Hércules estúpido; ora se gastan en discurrir, y
-tenemos un sabio enclenque, anémico y cacoquimio; ora se consume todo en
-sabidurías y lucubraciones mentales, y el doctor tiene que contentarse
-con la posteridad espiritual: con adeptos y discípulos en vez de hijos.
-Herbert Spencer no se resigna, con todo, á que se pierdan ó se
-menoscaben unas aptitudes para que otras se desenvuelvan, y juzga
-posible, con hábil higiene, que todo vaya á la par y que sirvamos para
-todo, y hasta que progresemos.</p>
-
-<p>El único progreso á que pone límites, y que sin pena se conforma con que
-no siga, es el de la fuerza muscular. Con la maquinaria la supliremos.
-Herbert Spencer se contentará con que seamos más ágiles, con que
-bailemos y brinquemos mejor, y no tropecemos, ni nos caigamos. En cuanto
-á las otras facultades más altas, el discurso y el sentimiento, el
-pensar y el amar, casi debemos decir como Júpiter:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0"><i>His ego nec metas rerum nec tempora pono;</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Imperium sine fine dedi.</i><br /></span>
-<span class="pagenum"><a name="page_44" id="page_44">{44}</a></span></div></div>
-</div>
-
-<p>Nuestros sesos irán pesando más cada día, y cada día habrá en ellos más
-enmarañado laberinto de circunvoluciones y mayor cantidad, consumo y
-despilfarro de fósforo.</p>
-
-<p>Y ¡ay infeliz del que no adquiera todo esto! Carecerá del esencial
-requisito para vivir. Sucumbirá en la lucha por la vida. Sólo quedará en
-la tierra una raza humana superior y archilista, extinguiéndose las
-demás razas.</p>
-
-<p>Pero esta raza humana superior, como sabrá adaptarse cada vez más al
-medio ambiente, si no logra la inmortalidad, logrará ser <i>macrobiótica</i>;
-esto es, tendrá vida grande y más completa, por la intensidad, por la
-duración y por las nuevas, variadas y numerosas correspondencias con el
-medio ambiente ó <i>environment</i>.</p>
-
-<p>Lo que será difícil, hasta rayar en lo imposible, será la inmortalidad
-del individuo, en este sistema <i>spencerino</i>. El medio ambiente sufrirá
-tan radicales mudanzas, que aun sin contar con la fin del mundo,
-ocurrirán cosas que nos maten á todos, y no sabremos, por mucho que
-estudiemos, adaptarnos al medio ambiente.</p>
-
-<p>Cada veinte mil y pico de años, v. gr., sobrevendrán períodos glaciales,
-y luego surgirán nuevas floras y nuevas faunas. ¡Vaya Ud., pues, á
-precaverse contra todo esto, por mucho que sepa! No habrá más remedio
-que morir, en lo tocante al cuerpo sólido; pero á bien que tenemos el
-cuerpo fluido. Yo me refugio en él y en el sistema de usted, y vengan
-períodos glaciales y estíos abrasadores:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0"><i>Ast insueti aestus, insuetaque frigora mundo</i>,<br /></span>
-<span class="pagenum"><a name="page_45" id="page_45">{45}</a></span></div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">como ya anunciaba el divino y precitado Fracastoro; y truéquese la
-tierra en mar y el mar truéquese en tierra, y con el ardor del sol quede
-todo agostado y sin vida, ó bien salgan, del removido y fecundo cieno,
-inauditos monstruos, bichos rarísimos y ponzoñosos, y una caterva de
-desaforados gigantes,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0"><i>Ausuros patrio superos detrudere coelo,</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Convulsumque Ossum nemoroso imponere Olympo.</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>De todo esto me reiré, de todo esto no se me importará un ardite,
-teniendo el cuerpo fluido bien adiestrado ya.</p>
-
-<p>Como quiera que sea, por el sistema de Herbert Spencer, si no se prueba
-la posibilidad práctica de nuestra inmortalidad, á causa de estos
-grandes trastornos que él pronostica, queda probada la posibilidad
-teórica ó especulativa de la inmortalidad en una combinación de materia;
-y por el sistema de Ud., la realidad práctica de esa inmortalidad en
-dicha combinación, cuando es de una materia sutil, pura, activísima y
-ligera. Yo no quiero ni debo poner objeción á esto. Sólo siento tener
-que decir que no es muy nuevo. Los cuerpos gloriosos, la resurrección de
-la carne, son lo que Ud. dice. Israelitas, cristianos y muslimes apoyan
-su teoría de Ud., y creen por fe que Henoch y Elías, sin morir,
-<i>eterizaron</i> ó <i>fluidificaron</i> sus cuerpos, y llegaron á la inmortalidad
-sin pasar por la muerte.</p>
-
-<p>Queda, pues, como inconcuso que puede haber y que hay combinación de
-moléculas tan sabiamente organizadas, que ya ni en la eternidad se<span class="pagenum"><a name="page_46" id="page_46">{46}</a></span>
-separen, y que resistan, para conservar su forma, á toda externa
-violencia. Pero ¿cómo se da esta combinación? Se da, sin duda, por obra
-de una fuerza individua, indivisible, <i>organizante</i> é <i>individuante</i>,
-que no está en ninguna de las moléculas de la combinación, sino que se
-extiende por todas, y está toda en cada una de ellas. Sin esta fuerza,
-una, verdaderamente una, <i>insecable</i>, <i>átomo</i> real y no imaginario,
-mónada sencillísima y no extensa, <i>entelechia</i>, en fin, ó cifra de todas
-las perfecciones en cierne, ¿cómo quiere ni puede usted concebir la
-existencia, la organización y la animación de un cuerpo fluido?</p>
-
-<p>Viene á corroborar este pensamiento la consideración de que apenas hay
-molécula en un organismo que no se separe ó que no se conciba que puede
-separarse sin que el organismo padezca, con tal de que otra molécula de
-igual valer la reemplace. No es, por consiguiente, la confederación de
-cierto número de moléculas lo que constituye la vida. Es casi seguro que
-en un tiempo marcado desaparecen en todo cuerpo orgánico cuantas
-moléculas le compusieron, y vienen á componerle otras. Un hombre, por
-ejemplo, de cuarenta años, es lo probable que no tenga en su organismo
-ni un solo átomo de la materia que tuvo á los diez años, á los quince ó
-á los veinte. Este hombre, sin embargo, sigue siendo el mismo y tiene la
-conciencia de que sigue siendo el mismo; guarda en la memoria los
-sucesos de su vida y lo que ha estudiado y aprendido. Si es buena
-persona, ha progresado en ciencia y en virtud; y como muestra aún la
-fisonomía y traza<span class="pagenum"><a name="page_47" id="page_47">{47}</a></span> de antes, aunque un poco deteriorada ó alterada,
-porque los años no pasan en balde, todo el mundo le reconoce y le da el
-nombre que le dió cuando muchacho, y persiste en creer que es el mismo
-sujeto, cuando le ve en calles y plazas, tertulias y reuniones. ¿Qué es,
-pues, lo que persiste en este señor para que siga siendo siempre él y no
-otro? Usted dirá que persiste la forma, pero la forma no tiene nada de
-sustantivo: es un adjetivo, es una calidad que cae sobre la sustancia.
-Luego si la sustancia varía y la forma persiste, por fuerza hemos de
-conceder un principio informante que va amoldando y sujetando á
-determinada forma la sustancia que llama á sí para constituir un
-organismo.</p>
-
-<p>Claro está que, según el sistema de Ud., el cuerpo fluido es quien tiene
-esta habilidad y hace esta operación en el cuerpo sólido. Pero con el
-cuerpo fluido, con toda combinación, por tenue y etérea que sea, ha de
-ocurrir idéntica dificultad. Un cuerpo fluido, una sombra, una
-aglomeración orgánica de las más alambicadas chispas de éter, tendrá
-también pérdidas sensibles é insensibles, sudará á su modo, se
-alimentará de purísimos efluvios y de refinadísimos aromas, y en suma
-hará también sus digestiones y sus secreciones, de suerte que al cabo de
-cierto tiempo ocurrirá al cuerpo fluido orgánico lo que al sólido: ni un
-solo átomo tendrá ya de los que antes tenía, si bien persistirán su
-individualidad y su forma. Luego, no ya la inmortalidad, sino la
-duración y la persistencia, no residen en la cohesión ó agrupamiento de
-las moléculas, sino en<span class="pagenum"><a name="page_48" id="page_48">{48}</a></span> una virtud plasmante ó informante, la cual atrae
-y colecciona los átomos, concertándolos para fines prescritos y
-prefijadas operaciones. Y como esta virtud es calidad, y no sustancia,
-menester es que supongamos sustancia en que resida y que sea sujeto de
-este atributo.</p>
-
-<p>Y como si esta sustancia fuese corporal ó extensa, volveríamos á las
-andadas, y meteríamos en el cuerpo fluido otro más fluido y más sutil, y
-así hasta lo infinito, ha sido menester poner, como hipótesis para
-explicar esto, una sustancia incorpórea ó sin extensión, á la cual hemos
-llamado <i>archea</i>, <i>entelechia</i>, alma ó espíritu, sustancia, en suma, que
-ha tenido mil nombres y de cuya esencia convengo en que no se sabe nada;
-pero como de la esencia de la materia no se sabe más, me parece que por
-este lado espíritu y materia quedan iguales y nada tienen que echarse en
-cara en cuanto al concepto oscurísimo que de ambos formamos. Por lo
-cual, si hemos de negar el espíritu porque no sabemos lo que es, bien
-podemos con el mismo fundamento negar la materia; y ya Ud. sabe que casi
-ó sin casi la negaba Berkeley. Hasta se puede ir más allá y asegurar que
-procedemos menos de ligero afirmando la existencia del espíritu, que
-afirmando la existencia de la materia, porque la percepción del espíritu
-es inmediata y la de la materia no.</p>
-
-<p>Para percibir la materia necesita uno de ojos, de oídos ó de otro
-sentido; y si no los tiene muy agudos, de lentes ó de trompetillas
-acústicas; y si la materia es muy menuda, de microscopios; y si está muy
-distante, de catalejos; mientras<span class="pagenum"><a name="page_49" id="page_49">{49}</a></span> que para percibirse uno á sí mismo, no
-tiene más que pensar y no necesita más medio ni más instrumento que el
-pensamiento mismo.</p>
-
-<p>De todo lo cual se infiere, y tengo que decirlo con la franqueza que me
-es propia, que sus cuerpos fluidos de Ud. no explican nada como no les
-prestemos alma inmortal que los informe y habilite. Hecho este préstamo,
-su sistema de Ud. me agrada. Estamos de acuerdo, y hasta estamos de
-acuerdo también con Allan Kardec y los espiritistas. Y si no reparamos
-en pelillos, ni entramos en menudencias, y damos á nuestros asertos una
-interpretación amplísima, generosa y conciliante, hasta estamos de
-acuerdo con todo buen cristiano, que cree en la inmortalidad del alma
-espiritual y en el cuerpo glorioso informado por ella.</p>
-
-<p>Lástima es que no acepte Ud. también para todo el universo, que es
-unidad á par que conjunto de cosas varias, cierta fuerza unitiva é
-inteligente que lo ordene, enlace y una todo; algo, en suma, que se
-parezca al Dios en que nosotros creemos; pero Ud. se muestra enojadísimo
-contra Dios y le suprime, lo cual me apesadumbra de veras.</p>
-
-<p>Y es lo más extraño que en el proceder de usted hay una inconsecuencia
-capital que salta á la vista. Tal vez el motivo más fundamental que
-tiene Ud. para suprimir á Dios es la existencia del mal moral y físico,
-que, siendo Dios todopoderoso, inteligente y bueno, no consentiría.
-Pero, como en seguida se pone Ud. á cavilar, á trabajar y á arreglar el
-mundo, y resulta que todo<span class="pagenum"><a name="page_50" id="page_50">{50}</a></span> está á pedir de boca, y que no podemos
-quejarnos, no comprendo cómo no vuelve Ud. á Dios el crédito que ha
-querido quitarle, y ya que lo halla todo tan bien y tan enderezado á
-nuestro progreso físico, intelectual y moral, no vuelve á dar á Dios la
-gobernación de todas las cosas, y aun á celebrar en su honor una función
-eucarística y de desagravios.</p>
-
-<p>La verdad es que acerca de todo eso, así como acerca de cuanto en su
-sistema de Ud. tiene que ver con la moral y con las ciencias sociales y
-políticas, hay muchísimo que decir todavía, y más importante que lo
-dicho hasta ahora; pero yo estoy cansado de escribir sobre tan arduas
-cuestiones, y Ud., y el público, á quien comunico las cartas que á Ud.
-escribo, recelo yo que estén cansados de estas filosofías que voy
-enjaretando. Dejémoslas, pues, al menos por ahora, y ya veremos si más
-adelante vuelvo á escribir á usted sobre su libro con más serenidad y
-reposo. Entre tanto, aunque disto mucho de haber expuesto aquí toda la
-doctrina que el libro contiene, y de haberla juzgado, ya creo que doy
-alguna idea, así de la doctrina como de lo que pienso acerca de ella.
-Sólo añadiré hoy cierta alabanza, que lo es para un escéptico como yo,
-aunque para usted no lo sea. Su libro de Ud. no convence, pero
-entretiene. Luce Ud. en él su brillante imaginación, y llena no pocas de
-sus páginas de elocuentísimas frases. Ya esto es mucho, y yo le doy por
-ello mi más cumplida y cordial enhorabuena.<span class="pagenum"><a name="page_51" id="page_51">{51}</a></span></p>
-
-<h2><a name="POESIA_ARGENTINA" id="POESIA_ARGENTINA"></a>POESÍA ARGENTINA</h2>
-
-<p class="r">
-<i>26 de Marzo de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<p class="chead"><span class="smcap">Á D. Rafael Obligado</span></p>
-
-<h3>I</h3>
-
-<p>Muy señor mío: Hace ya más de dos años que tuvo Ud. la bondad de
-enviarme un ejemplar de su precioso tomo de poesías, impreso en 1885. El
-ejemplar ha estado, como otros muchos libros y cartas, aguardándome en
-mi casa de Madrid, mientras que andaba yo por esos mundos, sin saber que
-tal obsequio me había Ud. hecho. No extrañe Ud., pues, y perdone que yo
-acuda tan tarde á darle las gracias.</p>
-
-<p>El libro de Ud. agrada antes de leerle. El libro de Ud. excitaría,
-además, cierta envidia en mi alma, si yo fuese propenso á sentir tan
-mala pasión. Nunca hubo poeta en España que lograse ó soñase siquiera
-con tener tan elegante edición de sus versos. El magnífico retrato de
-Ud. y los demás grabados y viñetas son modelo de buen gusto y de gracia.
-El papel, la impresión, todo es bellísimo.</p>
-
-<p>Declaro mi ignorancia cándidamente. Yo no<span class="pagenum"><a name="page_52" id="page_52">{52}</a></span> había oído hablar de Ud.
-hasta que recibí el tomo. Y, al verle, en lo material tan lindo, pues no
-creo que exagero si digo que no vi tomo de versos de ningún país que
-esté mejor impreso que el de Ud., me entró desazón y recelo de que los
-versos fuesen malos y de que todo el valor del libro estuviese en la
-estampa. Por fortuna, recelo y desazón pasaron pronto. Leí los versos, y
-hallé que merecen estar tan bien impresos y tan ricamente adornados de
-primorosas láminas.</p>
-
-<p>Al escribir á Ud. hoy, agradeciéndole el presente, me he de permitir
-también poner aquí mi juicio sobre los versos y darlos á conocer á la
-generalidad de los españoles que no saben de usted sin duda.</p>
-
-<p>Gran satisfacción es para todos nosotros cualquiera gloria literaria que
-adquieran en América los ciudadanos de las repúblicas que salieron de
-nuestras antiguas colonias. Es algo que viene á acrecentar el tesoro de
-nuestra civilización castiza y á probar su vitalidad fecunda. Tan
-nuestras, tan españolas considero yo las poesías de usted, que me
-avergüenzo de no entender por completo aquellos vocablos que significan
-objetos de por ahí, como <i>aberemoa</i>, <i>guayacán</i>, <i>pacará</i>, <i>quinchar</i>,
-<i>burucuyá</i>, <i>seibo</i>, <i>ombú</i>, <i>payador</i>, <i>chaja</i>, <i>ñandubay</i>, <i>molle</i>,
-<i>chañar</i>, <i>achiras</i>, <i>totoral</i>, <i>camalote</i>, <i>quena</i> y otros; y si no
-están en nuestro Diccionario, como sospecho, quisiera definirlos bien é
-incluirlos en él.</p>
-
-<p>La lisonjera impresión que recibe un natural de esta Península,
-aficionado á las letras, al recibir poesías tan bellas como las de Ud.,
-venidas<span class="pagenum"><a name="page_53" id="page_53">{53}</a></span> de tierra tan remota, es como la que recibiría un ciudadano de
-Atenas cuando llegasen á su noticia las obras en griego de algún insigne
-sabio, poeta ó historiador de su casta que viviese en el Asia central,
-en Egipto, en Libia ó en alguna ciudad helénica de la misma Hesperia,
-hasta donde la civilización, el habla y todo el ser de Grecia habían
-penetrado, creando nuevas repúblicas y Estados independientes, si bien
-conservando la unidad superior de la sangre, del lenguaje y de la
-cultura.</p>
-
-<p>Así también, cuanto se escriba en América, salvo en el Canadá y en los
-Estados Unidos, es de esperar que siga siendo literatura española. Y
-mientras más adelanten los ingenios de ahí y superen en lo futuro á los
-ingenios de la antigua metrópoli, más sello castizo, más aire de
-parentesco, más color y sabor españoles tendrán sus obras. Sólo por
-decadencia podrá ocurrir que se borre ó esfume en Uds. el ser propio
-nuestro, y que sean Uds. otros de los que son. Y no es de temer que las
-razas indígenas prevalezcan, ni que las lenguas guarani ó quichua
-destierren la castellana, ni tampoco se ha de presumir y pronosticar que
-los primitivos colonizadores pierdan ahí su virtud asimilante y
-plástica, y se fundan en los nuevos colonos é inmigrados, en vez de
-fundir en sí á cuantos acudan á esas regiones, desde Alemania, Francia,
-Bélgica é Italia.</p>
-
-<p>Gran dolor sería esto para nosotros. Esto daría indicio de que somos de
-raza inferior, y quitaría fundamento al orgullo legítimo con que,
-después de la gente inglesa, nos consideramos<span class="pagenum"><a name="page_54" id="page_54">{54}</a></span> como la primera de todas
-las gentes civilizadas en haber difundido sobre la faz de este planeta
-su lenguaje, sus creencias, su saber, sus artes y todas las demás
-manifestaciones de su espíritu. Esto nos quitaría la esperanza que hoy
-tenemos de nuestra inmortalidad colectiva, aun cuando ocurriese el
-grande infortunio de que se hundiera España ó quedase desierta, ya que
-ahí, ó del otro lado de los Andes, ó en el rico Anahuac, renacería
-España, joven, poderosa y lozana, y pondría los recuerdos de nuestra
-gloria como digno principio de la que nuestros hijos hubiesen ya
-adquirido ó adquiriesen en lo futuro.</p>
-
-<p>A pesar de cierto americanismo, que tal vez á algunos de los habitantes
-de esta vieja España nos parezca sobrado, veo yo con viva satisfacción
-que el espíritu de Ud. y el de su crítico, encomiador é intérprete D.
-Calixto Oyuela, poeta asimismo de mucho mérito, coinciden en esto que
-afirmo. Poco importa, como el Sr. Oyuela confiesa y deplora, que su
-patria esté aquejada de cosmopolitismo. El medio millón de italianos á
-que ascenderá pronto la inmigración, los ciento cincuenta mil franceses
-y los demás hombres llegados ahí de distintas partes de Europa para
-aumentar la riqueza, la industria y el comercio de esa república,
-tendrán que españolizarse, ó, si usted quiere mejor, que <i>argentinarse</i>.
-La vitalidad de nuestra raza debe salir triunfante de esta prueba.
-Libros como el de Ud. vienen en corroboración de mi pronóstico. Dejemos
-hablar al señor Oyuela, cuyas palabras hago mías: «Los nobles
-sentimientos é ideas que Ud. expresa son<span class="pagenum"><a name="page_55" id="page_55">{55}</a></span> tales como deben ser, y son
-naturalmente imaginados y sentidos por un argentino de raza española. La
-lengua en que están es pura lengua española. Aunque Ud. conoce y estima,
-como toda persona de buen gusto, la literatura francesa, no se deja
-dominar por su influjo. Ni el más leve soplo francés corre por las
-delicadas páginas de su libro. Tampoco hay en él nada italiano, nada
-inglés ni nada alemán. En cambio, sin que Ud. lo haya solicitado, quizá
-desconociéndolo, y con sólo dar rienda suelta á su naturaleza americana
-y á su carácter argentino, tiene el libro de Ud. no poco de andaluz. De
-ahí que maneje Ud. el castellano con tanta pureza, soltura y gallardía.»</p>
-
-<p>El mismo Sr. Oyuela añade: «Somos, es cierto, un país colonizador, y
-necesitamos de la inmigración para engrandecernos; pero á condición de
-asimilárnosla y de fundirla en nuestra nacionalidad propia. Las
-naciones, como los individuos, sólo valen y significan algo por su
-carácter, por su personalidad. Un país sin sello propio es como un
-escritor sin estilo: no es nadie. El cosmopolitismo no ha engendrado ni
-engendrará jamás nada fecundo, ni en política, ni en literatura.»</p>
-
-<p>El Sr. Oyuela, pues, comentando los versos de usted, y Ud.
-escribiéndolos, reniegan de ese cosmopolitismo estéril y procuran que
-brote de la raíz española, trasplantada á ese suelo, la originalidad
-nacional que anhelan, y que ya tienen sin duda.</p>
-
-<p>A este fin, además, se puede ir por muy dis<span class="pagenum"><a name="page_56" id="page_56">{56}</a></span>tintos caminos, y tanto Ud.
-como el Sr. Oyuela siguen, á mi ver, el más seguro, recto y hermoso.
-Dentro de la afición á lo castizo desechan Uds. la equivocada distinción
-entre el arte gentílico y el arte cristiano. No hay verdaderamente más
-que un arte bueno y legítimo, en cuya forma pagana ó griega no cabe hoy
-sólo el espíritu racionalista de Goethe, de Leopardi, de Chénier, de
-Fóscolo y de Carducci, sino que puede también vivir y vive el espíritu
-español y católico. Así lo entendió y lo realizó fray Luis de León, á
-quien usted y su amigo ensalzan y siguen; y así lo proclama hoy Menéndez
-Pelayo, á quien el señor Oyuela llama «<i>el gran ortodoxo</i>, griego en
-arte hasta la medula de los huesos»: Ni se opone esto á lo popular y
-castizo; porque, como su crítico de usted dice muy bien, los buenos
-poetas griegos hubieran sido en América tan americanos como usted; y
-Echevarría, que señala el punto de partida de la literatura nacional
-argentina, es en sus aciertos clásico sin saberlo; y más lo hubiera sido
-si, al libertarse del pseudo-clasicismo francés, no hubiera imitado el
-romanticismo francés, no hubiera pensado en francés y no hubiera escrito
-en castellano de baja ley.</p>
-
-<p>Por dicha, Ud. tiene lo que faltó á Echevarría. Como él, posee Ud. la
-facultad de reflejar, á modo de claro y mágico espejo, la naturaleza
-circunstante, hermoseándola y depurándola en la imagen; pero Ud. posee
-además el arte y la forma adecuada para que esta imagen pase, sin
-disiparse ni afearse al pasar, desde la mente de Ud. á las mentes de los
-demás hombres, hiriéndolas y<span class="pagenum"><a name="page_57" id="page_57">{57}</a></span> penetrándolas. Se diría que todo el
-concierto, toda la magnificencia y toda la hermosura de la tierra de
-Ud., aunque conocidos por la geografía y por la estadística, eran
-ignorados por el sentimiento, ya que no habían llegado á reflejarse en
-el alma de un poeta, ni habían aparecido en sus cantos. Así es que mucha
-parte del elogio que hace Ud. de Echevarría, podemos nosotros con más
-razón aplicarle á Ud., y repetir:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Como surgiendo de silente abismo,<br /></span>
-<span class="i0">El mundo americano<br /></span>
-<span class="i0">Alborozado se escuchó á sí mismo:<br /></span>
-<span class="i0">El Plata oyó su trueno;<br /></span>
-<span class="i0">La Pampa, sus rumores;<br /></span>
-<span class="i0">Y el verjel tucumano,<br /></span>
-<span class="i0">Prestando oído á su agitado seno,<br /></span>
-<span class="i0">Sobre el poeta derramó sus flores.<br /></span>
-<span class="i0">Desde la hierba humilde<br /></span>
-<span class="i0">Hasta el ombú de copa gigantea;<br /></span>
-<span class="i0">Desde el ave rastrera que no alcanza<br /></span>
-<span class="i0">De los cielos la altura,<br /></span>
-<span class="i0">Hasta el chajá que allí se balancea,<br /></span>
-<span class="i0">Y á cada nube oscura<br /></span>
-<span class="i0">A grito herido sus alertas lanza;<br /></span>
-<span class="i0">Todo tiene un acento<br /></span>
-<span class="i0">En su estrofa divina,<br /></span>
-<span class="i0">Pues no hay soplo, latido, movimiento,<br /></span>
-<span class="i0">Que no traiga á sus versos el aliento<br /></span>
-<span class="i0">De la tierra argentina.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>En todos los versos de Ud. hay inspiración propia, por donde, sin buscar
-la originalidad, Ud. la tiene. Se conoce que ha leído Ud. los poetas
-españoles, hasta los más recientes, como Campoamor, Núñez de Arce y
-Velarde. En trozos descriptivos, sobre todo en décimas, creo notar
-cierto confuso recuerdo del estilo de los dos últimos.<span class="pagenum"><a name="page_58" id="page_58">{58}</a></span> En varias
-composiciones amorosas de Ud. hay también algo del modo de Bécquer.
-Siempre, no obstante, la imitación ó la coincidencia es tan vaga, que no
-está uno seguro de que no sea ilusión.</p>
-
-<p>Por lo demás, nada tan opuesto como su espíritu de Ud., sano, optimista,
-lleno de esperanzas en el progreso y en la grandeza de la patria, y de
-todo el humano linaje, al espíritu de Bécquer, pesimista y hondamente
-herido. Hasta en las poesías más melancólicas de Ud. hay consuelo, hay
-bálsamo, hay luz celestial que lo alegra é ilumina todo. Así, por
-ejemplo, en <i>El hogar vacío</i>, donde tan sentida y tiernamente llora Ud.
-la muerte de una joven, dulce compañera de su niñez acaso, termina Ud.
-con esta estrofa, cuya sencillez no deja comprender bien el efecto que
-produce al terminar la composición, si antes no se ha leído la
-composición toda:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Así mi lira llorará tu ausencia.<br /></span>
-<span class="i0">Tu cándida existencia<br /></span>
-<span class="i0">Cual blanca nube se elevó del suelo<br /></span>
-<span class="i0">Y en lo infinito desplegó sus galas.....<br /></span>
-<span class="i0">Los que nacen con alas,<br /></span>
-<span class="i0">¡Cuán pronto suben de la tierra al cielo!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Tal vez cuando, en mi sentir, recuerda Ud. más á Bécquer por la forma,
-es cuando por el fondo dista Ud. más de él; cuando hay en Ud., no ya la
-luz y la gloria del <i>amor que pasa</i>, sino el júbilo y el dulce contento
-del amor que vive y queda en el alma para siempre, haciéndola dichosa:<span class="pagenum"><a name="page_59" id="page_59">{59}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Porque el amor es dueño<br /></span>
-<span class="i0">De todo Paraíso;<br /></span>
-<span class="i0">Porque toda belleza de la tierra<br /></span>
-<span class="i0">Es un fragmento del Edén perdido.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Por eso, sin duda, hay más alegría, más resplandores beatificantes que
-en la aparición momentánea del amor de Bécquer, en la aparición, en el
-bosque, que se mostraba mustio, de la mujer por Ud. amada:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Pero llegas....., y el agua,<br /></span>
-<span class="i0">El bosque, el cielo mismo,<br /></span>
-<span class="i0">Es como una explosión de mil colores,<br /></span>
-<span class="i0">Y el aire rompe en sonorosos himnos.<br /></span>
-<span class="i2">Así la primavera<br /></span>
-<span class="i0">Del trópico vecino<br /></span>
-<span class="i0">Desciende, y canta repartiendo flores<br /></span>
-<span class="i0">Y colgando en las vides los racimos.<br /></span>
-<span class="i2">¡Cuán suenan gratamente<br /></span>
-<span class="i0">Acordes, en un ritmo,<br /></span>
-<span class="i0">Del agua el melancólico murmullo<br /></span>
-<span class="i0">Y el leve susurrar de tu vestido!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Difícil es dar á conocer á un poeta citando así trozos arrancados de sus
-obras. Más que darle á conocer es esto despedazarle. Por eso no gusto yo
-de hacer muchas citas.</p>
-
-<p>A más de excelente poeta lírico me parece Ud. buen poeta narrativo,
-según el testimonio brillante que de ello da en la leyenda de Santos
-Vega. Las décimas en que está escrita esta leyenda son no menos fluidas,
-bien hechas y ricas de rimas que las décimas empleadas por Núñez de Arce
-y por Velarde en descripciones y narraciones. Las de Ud. tienen además
-para mí algo<span class="pagenum"><a name="page_60" id="page_60">{60}</a></span> de peregrino y nuevo: me pintan, con el colorido y la
-precisión de la verdad, la pampa y la vida primitiva de sus habitantes;
-me traen como un aroma sutil de sus flores y un eco suave y adormido de
-sus músicas y de sus rumores misteriosos.</p>
-
-<p>Santos Vega es el <i>payador de larga fama</i>: el más celebrado poeta,
-cantor y tocador de guitarra que ha habitado en la pampa entre los
-gauchos. Su contienda con otro trovador exótico, medio hechicero, que
-aparece obrando prodigios, y el triunfo de este nuevo trovador sobre el
-antiguo, que muere de pesar del vencimiento, todo es sin duda simbólico:
-es el triunfo de la vida moderna, y de la industria, y de los
-ferrocarriles, y de las ciudades, sobre el modo agreste de vivir en lo
-antiguo, en aquel florido y verde desierto, en aquella extensa llanura
-que los Andes limitan; pero si bien Ud., como poeta, lamenta la pérdida
-de un poco de poesía, harto deja conocer que sobre esa poesía perdida,
-si es que se pierde, ha de florecer otra, y ya florece en la mente y en
-el libro de Ud., que vale muchísimo más que la del <i>payador</i> Santos
-Vega.</p>
-
-<p>Justo es, no obstante, que Ud. dé á Santos Vega las alabanzas que
-merece, por más que, al dárselas, se las dé escribiendo tan preciosa
-leyenda, y dándole envidia de la que el pobre Santos Vega sería capaz de
-morirse, si ya en la lucha con el trovador y mago intruso no hubiera
-muerto.</p>
-
-<p>Como por el retrato veo que es Ud. joven, espero que seguirá escribiendo
-poesías líricas y le<span class="pagenum"><a name="page_61" id="page_61">{61}</a></span>yendas no menos bonitas que las que aquí con tanta
-justicia he celebrado.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>16 de Abril de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<p class="chead"><span class="smcap">Á D. Enrique García Mérou</span></p>
-
-<h3>II</h3>
-
-<p>Muy señor mío y distinguido amigo: Cuando en el verano pasado de 1887
-tuve el gusto de conocer y de tratar en Spa á Ud. y al general don Julio
-Roca, hablamos mucho de la patria de usted, de su próspera situación y
-del brillante porvenir que todo el mundo le augura.</p>
-
-<p>Bien puede afirmarse que el general D. Julio Roca ha sido quien más ha
-contribuído á disipar las nubes que oscurecían y velaban el horizonte, y
-quien así nos ha dejado ver el cielo de ese porvenir despejado y claro.</p>
-
-<p>Dicho general, venciendo definitivamente á los indios, errantes por la
-inmensa soledad de la Pampa, aumentó el territorio de la república con
-muchos millones de hectáreas, preparó todos aquellos campos para el
-advenimiento de la civilización y de la colonización europea, y,
-libertándolos de las invasiones y rapiñas de los sal<span class="pagenum"><a name="page_62" id="page_62">{62}</a></span>vajes, les dió un
-valor que sólo puede significarse por centenares de millones de pesetas.</p>
-
-<p>Todo esto se hizo humana y hábilmente, sin disparar un tiro, sin
-derramar una gota de sangre. Los indios fueron perseguidos, cazados y
-confinados en sitios donde tendrán que reducirse á la vida civil, ó
-morir y extinguirse como raza. Quichuas, guaranies, tehuelches,
-pehuenches y araucanos, todo va á desaparecer y á ceder por completo la
-tierra, desde el límite occidental de la dilatada provincia de Buenos
-Aires y los límites meridionales de las de Córdoba, San Luis y Mendoza,
-á fin de que por allí se explaye y se difunda la civilización
-americano-española, hasta el estrecho de Magallanes.</p>
-
-<p>¿Debemos recelar que amenace ahora cierto peligro á esta civilización, y
-á la raza que la representa, y al lenguaje que la expresa? Yo creo que
-no, á pesar de lo que sostienen y pronostican autores de nota, entre los
-cuales sobresale el francés Emilio Daireaux, cuya obra, <i>Vida y
-costumbres en la Plata</i>, Ud. mismo me ha dado á leer.</p>
-
-<p>Suponiendo que en el día cuenta la República Argentina con una población
-de cerca de cuatro millones de hombres, sólo podremos considerar la
-cuarta parte, un millón, como inmigrados extranjeros, y aun en este
-número habrá que contar más de 160.000 españoles. Los italianos son los
-más numerosos entre estos inmigrados. Los franceses vienen después, casi
-en el mismo número que los españoles. Y hay, por último, ingleses,
-alemanes y de otros países de Europa.</p>
-
-<p>A la verdad que no es corta esta inmigración.<span class="pagenum"><a name="page_63" id="page_63">{63}</a></span> Para el pronto
-crecimiento y grandeza de la República se ha de presumir que irá la
-inmigración en aumento constante, pues hay tanto terreno desierto que
-poblar y que cultivar; pero ni aun así creo yo que deba pronosticarse
-que ha de fallecer la virtud absorbente de la raza española criolla, que
-forma ya una nación perfecta y entera, y que del aluvión y conjunto de
-gentes que acuden y acudirán de todas partes, habrá de surgir una
-nacionalidad nueva y distinta, con otro idioma, con otra manera de ser y
-con otros rasgos y caracteres que los que tienen hoy los argentinos y
-llevaron allí los primeros colonos que fueron de España.</p>
-
-<p>Para dar por seguro ó por probable lo contrario es menester suponer,
-como sin duda supone Daireaux, que en la Plata no hay verdaderamente
-nación todavía, sino gérmenes de nación, cuya elaboración definitiva
-dice él que ha empezado, si bien se ignora qué elemento prevalecerá, y
-qué lenguaje y qué modo de ser tendrán ustedes. Por lo pronto, afirma el
-Sr. Daireaux que la raza, que era española en un principio, aunque con
-mucha mezcla de judíos y de moros (lo cual pongo yo en duda, y si lo
-concediese, no concedería que esos moros y esos judíos no fuesen ya al
-ir á la Plata enteramente españoles), ha dejado de ser española y se ha
-hecho latina, y afirma también que la lengua va sufriendo allí rápidas
-modificaciones. Dentro de poco no podremos entendernos. Hablarán Uds. en
-latín, ya que son ustedes latinos, ó en francés, que es la lengua más de
-moda entre las neolatinas, ó tal vez en una len<span class="pagenum"><a name="page_64" id="page_64">{64}</a></span>gua franca y flamante,
-que saldrá de la mezcla de los diversos idiomas que hablen los que vayan
-allí de inmigrados.</p>
-
-<p>De nada de esto veo yo, por dicha, ni señales. Y digo por dicha, ya que,
-si para nosotros, habitantes de esta Península ibérica, sería terrible
-mortificación de amor propio que desapareciese hasta la huella de que
-esa república es hija de España, para Uds. la mortificación sería mayor
-al quedar tan absorbidos y tan desaparecidos como tendrán que quedar los
-pehuenches ú otras tribus así.</p>
-
-<p>La actividad, la energía y la riqueza que muestran hoy los argentinos,
-hasta en empresas que parecen aventuradas y de inseguro buen éxito, nos
-quitan todo recelo de esa á modo de desnaturalización con que el autor
-francés amenaza á Uds. Sola la provincia de Buenos Aires, privada de su
-capital, que se ha hecho neutra para ser capital de toda la república,
-se ha creado en cinco años una nueva y magnífica capital, La Plata,
-llena de soberbios edificios, monumentos y palacios, y poblada ya de
-50.000 ciudadanos.</p>
-
-<p>Pero ni esta bizarría y alarde de poder material, ni el comercio
-floreciente, ni los adelantos en las varias industrias, prueban tanto el
-arraigo en aquella tierra del ser argentino, español de origen, que
-conservan y conservarán Uds., como el movimiento intelectual, cada día
-más castizo, rico y fecundo, en todas las provincias de la república, y
-en Buenos Aires sobre todo. El mismo Sr. Daireaux da testimonio del
-valer é importan<span class="pagenum"><a name="page_65" id="page_65">{65}</a></span>cia de este movimiento, encomiando las obras del
-general Mitre y del doctor V. F. López, que trazan la historia de la
-independencia sudamericana; las de otros autores, como los doctores
-Vicente Quesada, Navarro Viola y Trelles, que publican documentos sobre
-los orígenes y la vida social; las de los estadistas y economistas
-Agote, Latzina, Coni y Navarro; las de los antropólogos, etnógrafos y
-exploradores Moreno, Ceballos, Lista y Fontana, y las de los
-jurisconsultos Alcorta, Montes de Oca, Tejedor, Obarrio, Segovia, y
-Carlos Calvo singularmente, «cuyo tratado de Derecho internacional
-público y privado resume los progresos de esta ciencia oscura, en la
-época moderna, figura entre las obras maestras de esta clase, y es
-consultado por todas las cancillerías y por todos los diplomáticos».</p>
-
-<p>Teatro, á lo que parece, no tienen Uds. aún.</p>
-
-<p>De novelas, yo sólo conozco la <i>Amalia</i>, de Mármol; pero el Sr. Daireaux
-cita <i>Pablo ó el hijo de las Pampas</i>, de doña Eduarda García, y varias
-otras novelas de D. Eduardo Gutiérrez, como <i>Juan Moreira</i> y <i>El tigre
-de Quequen</i>, cuyos lances tremendos, crímenes y horrores, compara á los
-de Eugenio Sue.</p>
-
-<p>Donde, á la verdad, así en la República Argentina como en los demás
-Estados de la América del Sur, se muestra más el genio castizo ó español
-de origen, es en la poesía lírica y narrativa. Varias causas contribuyen
-á esto. Las generales son las que en el siglo presente, aunque se llama
-<i>positivo</i>, hacen que florezca la poesía en todas las regiones de la
-tierra, como no ha florecido nun<span class="pagenum"><a name="page_66" id="page_66">{66}</a></span>ca. Y en cuanto á lo castizo y propio,
-las causas son especiales. Ya sea porque nuestro lenguaje poético está
-más trabajado y formado, ya sea porque nuestra prosodia es tan distinta
-de la francesa, ello es que, aun queriendo, el poeta español más
-entusiasta de los franceses no acertará á imitarlos en la forma si
-escribe en castellano. Los galicismos de toda clase son más frecuentes
-en prosa que en verso. Y en cuanto á los galicismos de fondo ó de
-pensamiento, también en verso tienen que ser más raros; porque aun
-cuando el poeta siga ó adopte sistemas ó doctrinas que estén de moda en
-París, como en la poesía entra por mucho el sentimiento nacional y el
-individual, éstos se combinan con lo que tal vez se aceptó por moda y le
-presta fisonomía y valer castizos.</p>
-
-<p>En cierto sentido no hay sabios <i>populares</i>; pero hay y hubo siempre
-poetas populares que llevan la voz del pueblo y hacen oir con grata
-resonancia y ritmo adecuado las palpitaciones del grande corazón
-colectivo. De aquí que la ciencia sea cosmopolita y la poesía no.</p>
-
-<p>En la República Argentina ha existido y existe esta poesía del pueblo ó
-del vulgo al lado de la poesía sabia. Desde muy antiguo, desde que hubo
-gauchos en la Pampa, los cuales no me puedo persuadir&mdash;á pesar de cuanto
-dice Daireaux&mdash;de que sean más árabes ó más moros que cualquier
-habitante de mi lugar ó de otro cualquier lugar de Andalucía ó de
-Extremadura, hubo entre dichos gauchos cantadores y tocadores de
-guitarra, músicos y poetas á la vez, que<span class="pagenum"><a name="page_67" id="page_67">{67}</a></span> han lucido y nos han dejado en
-sus coplas y canciones tesoros de inspiración original y fieles pinturas
-de la vida nómada que en aquellos campos se hacía. Los poetas de esta
-clase eran llamados ó se llaman <i>payadores</i>, y se citan como los más
-ilustres entre ellos á Estanislao del Campo, á José Hernández y á
-Ascasubi. Ignoro si el famoso payador simbólico Santos Vega, de quien
-escribió Rafael Obligado leyenda tan preciosa, es personaje histórico ó
-mítico; pero esto importa poco á mi propósito. Basta con que haya habido
-otros <i>payadores</i>.</p>
-
-<p>Coincidiendo con su poesía popular y agreste, produjo la tierra
-argentina, como el resto de la América española, aun antes de la
-independencia, otra poesía erudita y clásica, la cual siguió siempre la
-manera de ser de la poesía de la metrópoli; y yo creo que esta poesía,
-sobre todo la lírica, apenas se dejó influir por el gusto francés en
-tiempo del <i>clasicismo</i>, ni en España, ni en sus colonias, ni en los
-Estados independientes que de ellas nacieron. Hasta los poetas más
-ajustados, en la teórica, á los preceptos de Boileau, que al cabo no
-eran exclusivos de Francia, son muy españoles cuando escriben versos.
-Meléndez, Jovellanos, Lista, Gallego, Quintana, todo el estol de líricos
-españoles del siglo pasado y de principios del presente, no se parecen
-más á los poetas franceses que fray Luis de León, Garcilaso, Herrera y
-Rioja, de quienes son dignos sucesores. Lo mismo se puede afirmar de los
-líricos hispano-americanos de aquella escuela y período: de Olmedo y de
-Bello, por ejemplo.<span class="pagenum"><a name="page_68" id="page_68">{68}</a></span></p>
-
-<p>Menor fué la independencia y mayor fué el remedo de lo francés cuando
-vino el romanticismo. En la vieja España fué más fácil que algunos
-poetas se libertasen de este remedo, refugiándose en lo pasado; en la
-edad media, en nuestros romances, en nuestras tradiciones y en nuestro
-teatro del siglo <small>XVII</small>; pero en América hubo menos reparo y defensa, y la
-imitación de lo francés tuvo que ser mayor entre los románticos.</p>
-
-<p>José Mármol es excepción de la regla. La vehemente energía de su odio
-contra el tirano Rosas presta robusta entonación á sus versos, é imprime
-en los mejores un sello característico y original, que les da grandísimo
-valor á pesar de las incorrecciones y desaliños.</p>
-
-<p>En cuanto á Echevarría, ¿cómo negar que malogró en parte sus no comunes
-prendas? No lo digo yo: lo dice su compatriota de Ud. D. Calixto Oyuela:
-«precisamente por haberse apartado de lo español y castizo más de lo que
-nuestra propia naturaleza consiente, no pudo ser bastante americano.» Y
-Oyuela añade luego: «Si Echevarría quiso renegar de esta índole y de
-estas afinidades naturales, debió ser lógico, y renegar también del
-idioma, que es su consecuencia necesaria, proponiendo que hablásemos en
-francés ó en quichua.»&mdash;«Y no se alegue la quimera de formar nuevo
-dialecto, desprendido del castellano: la historia nos enseña que de los
-idiomas formados y fijados sólo pueden salir jergas informes.»</p>
-
-<p>A pesar del pesimismo que muestra el señor<span class="pagenum"><a name="page_69" id="page_69">{69}</a></span> Oyuela en este punto, bien
-podemos afirmar, y más aún poniéndole á él y á su amigo Rafael Obligado
-por claros y vivos testimonios, que en la Plata no se hablará jerga
-nueva, ni francés, ni quichua, sino castellano puro y limpio.</p>
-
-<p>Ni siquiera valdrá para torcerle, italianizándole, la gran colonia
-italiana; porque si el influjo de la rica y noble literatura clásica de
-Italia se deja sentir en la literatura argentina, será de modo benéfico,
-como se dejó siempre sentir en la triple literatura española, en
-Portugal, en Cataluña y en Castilla, tanto en los siglos <small>XV</small> y <small>XVI</small>,
-cuanto en el <small>XVIII</small> y en el <small>XIX</small>.</p>
-
-<p>Dispense Ud. que me valga de tan largos preámbulos y rodeos para llegar
-al verdadero asunto.</p>
-
-<p>Me pidió Ud., y yo prometí, un juicio franco sobre el poeta argentino
-Olegario Andrade.</p>
-
-<p>Sus obras, reunidas en un tomo elegantísimo, fueron impresas en el año
-pasado (1887) en Buenos Aires, á expensas del Tesoro nacional, que
-consignó por ley 16.000 pesos para la adquisición de los originales y
-6.000 para su impresión. Tan espléndido favor á este poeta y á sus obras
-hace patente la altísima estimación de que gozan en su país de Ud. Yo he
-prometido decir sin disimulo mi parecer sobre estas obras, que bien se
-ve, por lo que queda expuesto, que son el reflejo más popular y el eco
-más vivo del sentir y del pensar argentino en este momento y del gusto
-literario que allí prevalece.</p>
-
-<p>Como prenda y señal de lo prometido, el general D. Julio Roca me dió el
-mismo ejemplar que<span class="pagenum"><a name="page_70" id="page_70">{70}</a></span> él tenía por no haber otro á mano. No puedo, pues,
-excusarme.</p>
-
-<p>Mi empeño es ineludible y muy arduo y comprometido. Confieso que lo que
-más temo es que no parezca mi crítica bastante encomiástica. Por la
-incorrección, por el descuido á veces de la forma, tendré que censurar
-no poco en las poesías de Olegario Andrade; pero me consuela y anima que
-mis alabanzas han de ser grandes, sinceras y fervorosas, y muy
-superiores á las que tributé ya á D. Rafael Obligado, poeta sin duda más
-elegante y correcto, pero que jamás se remontó hasta ahora tan alto en
-sus canciones como Andrade se remonta, ni tomó para ellas, como toma
-Andrade, asuntos que mueven ó deben mover el ánimo de toda la nación
-para quien canta. Andrade, á veces, movido por el asunto mismo que trata
-y por su elevada inspiración, es más que un poeta nacional, es uno de
-aquellos pocos poetas que aciertan á dirigir la voz dignamente á todo el
-linaje de los hombres, excitando en ellos el amor de las teorías, la fe
-en los propósitos que le son más caros, y la sublime esperanza de que
-pronto habrán de realizarse. De esta suerte, el poeta tiene, hasta donde
-es posible en lo humano y en una edad tan descreída como la nuestra,
-algo del profeta antiguo: es el vate.</p>
-
-<p>Ya se ve que debe ser difícil y delicado juzgar bien á Andrade; pero sin
-creer en todas sus teorías y sin esperar el cumplimiento de todos sus
-vaticinios, bien podemos celebrar el entusiasmo con que los expresa y
-decir desde luego que por este entusiasmo le colocamos en el número de<span class="pagenum"><a name="page_71" id="page_71">{71}</a></span>
-aquellos poetas universales y sublimemente <i>didácticos</i>, entre los que
-descuellan Schiller, Manzoni, Quintana y Víctor Hugo.</p>
-
-<p>Con lo dicho se explica la razón de tan extenso preámbulo. Para entrar
-de lleno en materia tendré que escribir otras cartas.</p>
-
-<p>Ignoro si ésta alcanzará á Ud. en París, en Roma ó en Oriente; pero
-donde quiera llega <i>El Imparcial</i>, á quien la confío. Con ella van mis
-saludos afectuosos para el general D. Julio Roca, y para Ud. la
-seguridad de que empiezo á cumplir mi promesa.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>23 de Abril de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>III</h3>
-
-<p>Mi distinguido amigo: Cuando murió, poco há, Olegario Andrade, su muerte
-dió ocasión para que se manifestase del modo más solemne el entusiasmo
-que inspiraba á sus compatriotas. El gobierno nacional mandando publicar
-á su costa, y con gran lujo, las obras del poeta; el general Roca
-pronunciando la más sentida oración fúnebre; Benjamín Basualdo
-escribiendo un prólogo altamente encomiástico, y la prensa periódica
-aplaudiéndolo todo, vinieron á corroborar lo que ya era opinión del
-público argentino, y había sido afirmado por los críticos de más
-autoridad,<span class="pagenum"><a name="page_72" id="page_72">{72}</a></span> como los doctores Wilde y D. Nicolás Avellaneda y el poeta
-Carlos Guido Spano: que Andrade era un genio y que sus cantos tendrían
-vida imperecedera y gloriosa.</p>
-
-<p>Yo quiero y debo, no obstante, prescindir de todo esto al dar mi
-parecer; darle como si nada de esto supiera, y no ceder al influjo de
-los que tal vez por patriotismo y por la contagiosa sobreexcitación de
-un momento ponen desmedida hipérbole en su alabanza.</p>
-
-<p>Las poesías de Andrade son harto difíciles de juzgar con acierto y
-suscitan multitud de dudas y cuestiones, supongo que en la mente de
-todos, y de seguro en la mía, sobrado escéptica quizás, pues no sólo
-halla muy sujeta á errores la aplicación de las reglas que sirven para
-juzgar y apreciar las obras de un singular poeta, sino que, aun en las
-reglas mismas, nota cierta confusión, contradicción é incertidumbre.</p>
-
-<p>Lo llano, lo cómodo para mí sería no mostrar mis vacilaciones, seguir la
-corriente y aplaudir sin reparo, como los otros; pero mi sinceridad se
-sobrepone á toda consideración. El diablillo crítico que me atormenta, y
-por el que estoy no sé si obseso ó poseído, no consiente que diga yo
-cuando escribo aquello que quiero decir, sino aquello que él quiere que
-yo diga; y lo más que logro á veces, y esto es peor, es decir lo que él
-quiere y lo que yo quiero; de donde resulta, en algo como diálogo, más
-que discurso, una verdadera sarta ó ristra de <i>antinomias</i>, según las
-llaman ahora.</p>
-
-<p>Yo he calificado á Andrade de poeta sublime<span class="pagenum"><a name="page_73" id="page_73">{73}</a></span>mente didáctico, poniéndole
-en el grupo en que pongo á Manzoni, á Quintana y á Víctor Hugo.</p>
-
-<p>Pero, apenas dicto mi primera sentencia, cuando interviene mi diablillo
-é interpone su apelación. ¿Qué enseña, dice, la poesía en nuestro siglo?
-¿Qué sistemas filosóficos, qué doctrinas políticas y sociales, qué
-dogmas religiosos, qué problemas y qué teoremas de la ciencia de
-naturaleza podrá nadie resolver ó enseñar en verso, que no estén mejor
-enseñados ó resueltos, explicados y demostrados, en el más compendioso
-manual, catecismo ó cartilla para los niños de la escuela? Y como aun
-reconociendo en el poeta, en Dante, Goethe ó Leopardi, por ejemplo,
-todas las prendas de un sabio de primera magnitud, y creyendo que su
-cerebro fué ó es el archivo de todos los conocimientos divinos y humanos
-que en su época podían penetrar y conservarse con orden en el cerebro de
-una persona mortal, todavía dudo de la virtud docente de su poesía, mil
-veces más tengo que dudar de que ocurra y obre esta virtud en quien,
-lejos de haber estudiado y aprendido mucho, deja el colegio
-prematuramente con algunas ligeras nociones de historia y noticias muy
-elementales de literatura, y se lanza á la vida del periodismo, tan
-agitada y laboriosa.</p>
-
-<p>Mirando este asunto bajo su aspecto prosaico, acude al pensamiento, al
-ver cómo nos dedicamos muchos al magisterio de la prensa antes de saber
-algo que enseñar, aquello del «Maestro Ciruela, que no sabía leer y
-ponía escuela», ó el chistoso epígrafe de un capítulo de la novela del
-Padre Isla que ha quedado como refrán: «Deja<span class="pagenum"><a name="page_74" id="page_74">{74}</a></span> Fray Gerundio los estudios
-y se mete á predicador.»</p>
-
-<p>Claro está que en este sentido, cuando ni los poetas que fueron también
-grandes sabios pueden ser poetas didácticos en el siglo <small>XIX</small>, menos lo es
-Olegario Andrade, cuyos estudios habían sido cortos y someros; pero hay
-otro sentido, según el cual, como por ciencia infusa, puede un poeta ser
-sublimemente didáctico en nuestros días.</p>
-
-<p>Las elevadas aspiraciones, el ideal cuya realización se columbra en el
-porvenir, los planes, doctrinas y esperanzas que están en la mente
-colectiva de un pueblo ó de la humanidad toda, por estilo vago, informe
-y confuso, resplandecen con mayor luz en el alma del poeta, y merced á
-la energía plástica que el poeta tiene, se revisten de forma
-determinada, precisa y hermosa, en versos que muestran con claridad
-aquello mismo que agitaba el centro oscuro del alma y que el vulgo
-apenas comprendía. Para ser así poeta didáctico se requieren dos grandes
-y raras condiciones, sin las cuales no se alcanza la perfección de la
-forma en que estriba el misterio. Se requieren el entusiasmo y el buen
-gusto.</p>
-
-<p>El entusiasmo, esto es, el sentimiento fervoroso y la imaginación
-potente que le pone de manifiesto, habilitaban é ilustraban, sin duda,
-el espíritu de Olegario Andrade: poseía esta primera condición para ser
-gran poeta docente. Sobre la otra condición, sobre la del buen gusto,
-hay reparos que poner.</p>
-
-<p>En mi sentir, es necesario dar á la forma extraordinaria belleza para
-que este género de poe<span class="pagenum"><a name="page_75" id="page_75">{75}</a></span>sía transcendental y encumbrada penetre bien en
-las inteligencias y en los corazones, y venga á ser como la fórmula
-duradera de una tendencia general, de una aspiración nacional ó humana.</p>
-
-<p>No bastan las imágenes de que reviste y adorna el poeta su pensamiento,
-ni el fuego de la pasión con que le presta calor y vida; son
-indispensables, además, el esmero, la reflexión y el arte más exquisito.</p>
-
-<p>Acontece en ocasiones que un poeta, sin pensamientos muy por cima de lo
-vulgar, pero con sentimiento delicado, cuando posee y emplea ese arte
-exquisito, comunica al lector dicho sentimiento y le conmueve más que el
-poeta desaliñado, aunque tenga ideas más hondas y nuevas. Así entre
-nosotros, Moratín, hijo, es el más artista, el más primoroso cincelador
-de versos. Gracias á aquel magistral arte suyo, lo más insignificante á
-veces, por el fondo, nos penetra, interesa ó enternece. El pensamiento
-expresado con nitidez y mesura no toca en lo ridículo por el empeño de
-llegar á lo sublime; y el sentir, expresado con mesura también, aparece
-sincero, y se apodera de nosotros, mientras que un sentir, más sincero
-quizá, si está expresado con exageración, nos parece falso, y nos hace
-reir cuando pretende hacer que lloremos.</p>
-
-<p>No es esto decir que lo primoroso y atildado de la forma salve nunca lo
-que carece de fondo, lo que está vacío de pensamiento, y frío de
-sentimiento, ó recalentado con sentimiento falso y postizo. Sean ejemplo
-de esto los versos políticos de Monti: son un prodigio de <i>hechura</i>,
-pero á mí<span class="pagenum"><a name="page_76" id="page_76">{76}</a></span> me dejan helado: apenas tengo paciencia para leerlos.</p>
-
-<p>No hay arte con que disimule el poeta la falta de convicción. Lo que sí
-puede ser es que por ampulosidad sobrada se estropee un sentimiento leal
-y sincero, y aparezca falso y mentido. Esto se advierte á veces en
-Víctor Hugo. No ha de extrañarse, pues, que también se advierta en
-Olegario Andrade, que tomó á Víctor Hugo por ídolo y modelo.</p>
-
-<p>Víctor Hugo tenía mucho arte: ponía en la forma el mayor esmero y
-estudio, como casi todos los poetas franceses; pero nuestros poetas
-románticos, que no pueden imitar en la forma la poesía francesa, por ser
-tan distinta, y que acaso se dejan engañar por lo que dice el poeta
-extranjero de que la inspiración le arrebata y de que no reflexiona, ni
-lima, ni pule, escriben sin arte y allá corren desbocados, dando rienda
-suelta á su portentosa facilidad.</p>
-
-<p>Presupuestos, con todo, el sentir y el pensar con hondura, y la
-sinceridad, y el brío en el estilo, que todo esto tiene Andrade, no se
-puede negar que fué egregio poeta, por más que á veces le falten el
-arte, la mesura, la nitidez y la elegancia.</p>
-
-<p>Contra los principios y doctrinas que sostiene y divulga, nada tiene que
-decir el crítico que ama la poesía por la poesía. Lo que importa es la
-nobleza del intento, la grandeza del fin, el valor de aquellas ideas y
-aspiraciones generales en que estamos todos de acuerdo. Después, tan
-gran poeta parece Schiller kantiano, como Manzoni<span class="pagenum"><a name="page_77" id="page_77">{77}</a></span> católico-liberal,
-como Whittier cuákero liberalísimo, como Quintana
-enciclopedista-progresista.</p>
-
-<p>La historia, la filosofía, las religiones, todo puede ser asunto de
-versos con tal de que el asunto se trate bien; pero yo no me cansaré de
-repetir que en estos asuntos han de exigirse más que en nada la
-perfección de la forma, lo limpio y hermoso de la dicción, la riqueza de
-las imágenes y el buen gusto y el peregrino empleo de frases y giros. El
-poeta que no labre con todo esto sus versos filosóficos y políticos, se
-expone á que parezcan <i>artículos de fondo</i> con rimas ó índices y
-extractos del Bouillet ó de cualquier librejo de texto, puestos en
-coplas.</p>
-
-<p>Con cuanto queda dicho se señalan y previenen los tropiezos á que se
-expone el que se lanza á poeta <i>hierofante</i>, digámoslo así. Que Andrade
-quería ser poeta de este género, y en lo posible lo era, se ve claro en
-su composición á Víctor Hugo. Allí, al ensalzar al maestro, explica
-Andrade el concepto que tuvo de la poesía y de la misión del poeta en
-este mundo.</p>
-
-<p>Diremos, entre paréntesis, que Víctor Hugo, que recibió la composición,
-no la leyó, ó si la leyó, no entendió ni chispa, y contestó dando las
-gracias, con tres frases huecas y frías, en vil prosa.</p>
-
-<p>La composición á Víctor Hugo fué, pues, mal pagada, y, á mi juicio, fué
-también despilfarrada. En este juicio no hay discrepancia entre mi
-diablillo crítico y yo: estamos de acuerdo; pero el mal pago, y cuando
-no el peor empleo, el derroche, no implican que sea mala la
-composi<span class="pagenum"><a name="page_78" id="page_78">{78}</a></span>ción. La composición, á pesar de las enormes alabanzas al poeta
-francés, y á pesar de otros defectos, contiene, en mi sentir, bellezas
-de primer orden.</p>
-
-<p>Los que versificaban en castellano en el siglo <small>XVI</small> no se curaban de
-evitar las asonancias.</p>
-
-<p>En el día, nuestros oídos son más delicados y no las pueden sufrir; pero
-Andrade se quedó con los antiguos y no cayó en esto. Sus versos están
-plagados de asonancias que los desentonan y afean. Lo advierto, porque,
-si bien procuraré citar versos en que no haya asonancias inoportunas,
-será difícil.</p>
-
-<p>Para Andrade, analizando ya la composición á Víctor Hugo, el poeta es un
-hierofante, es quien trae luz á la humanidad cuando se extravía en las
-tinieblas y quien le enseña el camino que debe seguir:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Así la humanidad despierta inquieta,<br /></span>
-<span class="i0">En la noche moral abrumadora,<br /></span>
-<span class="i0">Cuando surge el poeta,<br /></span>
-<span class="i0">Ave también de vuelo soberano,<br /></span>
-<span class="i0">Que en las horas sombrias<br /></span>
-<span class="i0">Canta al oído del linaje humano<br /></span>
-<span class="i0">Ignotas harmonías,<br /></span>
-<span class="i0">Misteriosos acordes celestiales,<br /></span>
-<span class="i0">Enseñando á los pueblos rezagados<br /></span>
-<span class="i0">El rumbo de las grandes travesías,<br /></span>
-<span class="i0">La senda de las cumbres inmortales.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Hecha ya esta definición, la ilustra con varios ejemplos históricos:
-pone como prototipos de estos poetas que enseñan á la humanidad y que la
-sacan ó tratan de sacarla del atolladero y de las<span class="pagenum"><a name="page_79" id="page_79">{79}</a></span> tinieblas en que se
-ha hundido, á Isaías, á Esquilo, á Juvenal y á Dante; y, por último,
-síntesis maravillosa de todos éstos, y superándolos á todos, suscita
-Dios á Víctor Hugo, cuya misión es más alta que la de Isaías, que la de
-Juvenal y que la de Dante, porque viene á renovar el linaje humano, nada
-menos.</p>
-
-<p>Diré aquí con toda franqueza que si yo fuese Víctor Hugo, y alguien me
-hubiera echado tanto incienso, y no tontamente, sino con gracia, y
-moviendo bien el turíbulo, hubiera yo escrito una carta menos seca,
-pagando al poeta sus alabanzas con otras iguales y no menos justas. La
-carta de Víctor Hugo me da rabia, como si yo fuese Andrade. La única
-disculpa que tiene la carta es que Víctor Hugo no sabía castellano y no
-entendió los versos de su admirador.</p>
-
-<p>La verdad es que, ó debe uno callarse y dejar que le adoren como á un
-Dios, ó contestar con algo mejor que tres frases hechas á requiebros
-como los que siguen:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Todo lo tienes tú, la voz de trueno<br /></span>
-<span class="i0">Del gran profeta hebreo,<br /></span>
-<span class="i0">Fulminador de crímenes y tronos!<br /></span>
-<span class="i0">El grito fragoroso del que un día<br /></span>
-<span class="i0">Encarnó, para ejemplo de los siglos,<br /></span>
-<span class="i0">La idea del derecho en Prometeo;<br /></span>
-<span class="i0">La cuerda de agrios tonos<br /></span>
-<span class="i0">De Juvenal, aquel Daniel latino,<br /></span>
-<span class="i0">Tremendo justiciero de su siglo,<br /></span>
-<span class="i0">Y el rumor de caverna de los cantos<br /></span>
-<span class="i0">Del viejo Ghibelino.<br /></span>
-<span class="i0">Todo lo tienes tú; por eso el cielo<br /></span>
-<span class="i0">Te dió tan vasto sin igual proscenio.<br /></span>
-<span class="i0">No hay notas que no vibren en tu lira,<span class="pagenum"><a name="page_80" id="page_80">{80}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Ni espacios que no se abran á tu genio.<br /></span>
-<span class="i0">Cantas al porvenir, y los que sufren,<br /></span>
-<span class="i0">Esclavos de la fuerza ó la mentira,<br /></span>
-<span class="i0">Sienten abrirse á sus llorosos ojos<br /></span>
-<span class="i0">De la esperanza las azules puertas.<br /></span>
-<span class="i0">Apostrofas al tiempo, y se levantan,<br /></span>
-<span class="i0">Mágico evocador de edades muertas,<br /></span>
-<span class="i0">Como viviente, inmenso torbellino,<br /></span>
-<span class="i0">Razas extintas, pueblos fenecidos,<br /></span>
-<span class="i0">Fantasmas y vestiglos,<br /></span>
-<span class="i0">Para contarte en misterioso idioma<br /></span>
-<span class="i0">La colosal <i>Leyenda de los siglos!</i><br /></span>
-<span class="i0">Todo lo tienes tú; todo lo fuiste:<br /></span>
-<span class="i0">Profeta, precursor, mártir, proscrito.<br /></span>
-<span class="i0">Gigante en el dolor te levantaste<br /></span>
-<span class="i0">Cuando en la noche lóbrega sentiste<br /></span>
-<span class="i0">Temblar los mares, vacilar la tierra,<br /></span>
-<span class="i0">Con pavorosa conmoción extraña,<br /></span>
-<span class="i0">Cual si un titán demente forcejease<br /></span>
-<span class="i0">Por arrancar de cuajo una montaña.<br /></span>
-<span class="i0">Era Francia, montaña en cuya cumbre<br /></span>
-<span class="i0">Anida el genio humano;<br /></span>
-<span class="i0">La Francia de tu amor, que tambaleaba<br /></span>
-<span class="i0">Herida por el hacha del germano;<br /></span>
-<span class="i0">Y arrojando la lira en que cantabas<br /></span>
-<span class="i0">La <i>Canción de los bosques y las calles</i>,<br /></span>
-<span class="i0">Fuiste á tocar llamada,<br /></span>
-<span class="i0">De París sobre el muro ennegrecido,<br /></span>
-<span class="i0">En el ronco clarín de Roncesvalles.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Larga es la cita que acabo de hacer; pero ella muestra la excesiva,
-candorosa y casi desdeñada adoración á Víctor Hugo; el concepto que
-formaba Andrade de lo que era ó debía ser un poeta grande; y aun algunos
-de sus sentimientos y creencias sobre el progreso y la libertad, y sobre
-el alto destino de Francia, <i>cumbre donde anida el genio humano</i>.</p>
-
-<p>Las faltas de Andrade se ven también en los<span class="pagenum"><a name="page_81" id="page_81">{81}</a></span> versos que acabo de citar.
-Por ellos se puede afirmar que se le empieza á conocer; mas para
-conocerle á fondo, es fuerza hablar de su <i>Prometeo</i>, de su <i>Atlántida</i>
-y de otras composiciones que piden más cartas. Por hoy añadiré sólo que
-al terminar los versos á Víctor Hugo, muestra Andrade otro de sus
-entusiasmos y sus creencias más poéticas: que el glorioso porvenir del
-humano linaje está en el mundo que descubrió Colón.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Desde aquí, teatro nuevo<br /></span>
-<span class="i0">Que Dios destina al drama del futuro,<br /></span>
-<span class="i0">Razas libres te admiran y se mezclan<br /></span>
-<span class="i0">Al coro de tu gloria,<br /></span>
-<span class="i0">Orfeo que bajaste<br /></span>
-<span class="i0">En busca de tu amante arrebatada,<br /></span>
-<span class="i0">La santa democracia,<br /></span>
-<span class="i0">A las más hondas simas de la historia!<br /></span>
-<span class="i0">Desde aquí te contemplan<br /></span>
-<span class="i0">Entre dos siglos batallando airado<br /></span>
-<span class="i0">Y arrancando á la lira<br /></span>
-<span class="i0">La vibración del porvenir rasgado<br /></span>
-<span class="i0">O el triste acento de la edad que espira!<br /></span>
-<span class="i0">Y al través de los mares,<br /></span>
-<span class="i0">Astro que bajas al ocaso, envuelto<br /></span>
-<span class="i0">En torrentes de llama brilladora,<br /></span>
-<span class="i0">Entonando tus cantos seculares,<br /></span>
-<span class="i0">Te saludan los hijos de la aurora.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Este final es magnífico.</p>
-
-<p>No es más grandioso y arrogante nada de Víctor Hugo; pero, como el poeta
-argentino, envolviendo á su ídolo en nubes de incienso y en nimbos y
-aureolas de luz, le llama viejo y astro que baja al ocaso, ¿quién sabe
-si Víctor Hugo lo entendería y se enojaría un poco?</p>
-
-<p>Basta ya, por ahora. Otro día veremos cómo<span class="pagenum"><a name="page_82" id="page_82">{82}</a></span> entrevé y predice Andrade el
-porvenir de su América, y cómo teje guirnaldas ó coronas poéticas con
-las flores que toma en la filosofía de la historia; jardín público donde
-cada cultivador planta y recoge las flores que le convienen ó le gustan;
-ciencia que cada cual construye, entiende y explica según le place.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>7 de Mayo de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>IV</h3>
-
-<p>Mi distinguido amigo: La última producción de Andrade, titulada
-<i>Atlántida</i>, es el canto de cisne, donde su sentir patriótico y de raza
-está expresado con mayor elegancia y brío. Premiado el canto en público
-certamen, y siendo además la obra más encomiada del poeta, bien puede
-afirmarse que las ideas y los sentimientos que contiene son de los más
-populares en las orillas de La Plata.</p>
-
-<p>No pretendo yo negar que el canto es hermoso. No me propongo escatimar
-las alabanzas, ni deslustrar los aciertos sacando á relucir faltas y
-errores. Tampoco gusto, por lo común, de impugnar, con la fría
-dialéctica de la prosa, lo que tal vez afirma un poeta arrebatado por el
-estro; pero ¿cómo prescindir de mi propia manera de sentir, de mi ser de
-español-peninsular, y no<span class="pagenum"><a name="page_83" id="page_83">{83}</a></span> contradecir sentimientos é ideas que en la
-<i>Atlántida</i> se expresan y que en algo ó en mucho nos lastiman?</p>
-
-<p>El canto <i>Atlántida</i> está dedicado al porvenir de <i>la raza latina en
-América</i>, y esto de <i>raza latina</i> ofende mi amor propio español. En
-esto, para España, hay algo que hiere, como se sentiría herido un
-anciano al saber que un hijo suyo, emancipado, rico, con gran porvenir,
-establecido en remotos países y lleno de altas miras ambiciosas, justas
-y fundadas, había renegado del apellido paterno, y en vez de llamarse
-como se llamó su padre, había adoptado el apellido de un amo, á quien su
-padre sirvió en la mocedad.</p>
-
-<p>Al llamarse latinos los americanos de origen español, se diría que lo
-hacen por desdén ó desvío del ser que tienen y de la sangre que corre
-por sus venas. Ellos se distinguen, entre sí y de nosotros, llamándose
-argentinos, mexicanos, colombianos, peruanos, chilenos, etc. Pero si
-buscan luego algo de común que enlace pueblos tan diversos é
-independientes, me parece que el tronco de las distintas ramas no está
-en el Lacio, sino en esta tierra española. Los Estados y las naciones
-que han surgido en América de nuestras antiguas colonias son tan
-españoles como fueron griegas las colonias independientes que los
-griegos fundaron en Africa, en Asia, en Italia, en Sicilia, en España y
-en las Galias. No se avergonzaron estos griegos independientes de seguir
-llamándose griegos, y no imaginaron llamarse pelasgos ó arios para
-borrar ó esfumar su helenismo en calificación más vasta y comprensiva.<span class="pagenum"><a name="page_84" id="page_84">{84}</a></span></p>
-
-<p>Y aunque se diga que los portugueses no son españoles y que hay un gran
-imperio de origen portugués en América, el argumento no vale. Si hemos
-de reducir á un común denominador á los luso-americanos y á los
-hispano-americanos, á fin de sumarlos luego, más natural sería hacerlos
-á todos, no latinos, sino ibéricos y hasta españoles. Los portugueses,
-en los siglos de su mayor auge y florecimiento, cuando tenían
-navegantes, héroes y poetas, como Gama, Cabral, Diego Correa, D. Juan de
-Castro, Alburquerque y Camoens, no desdeñaban el ser españoles, por más
-que dentro de este predicamento general pusieran la distinción
-específica de portugueses. Ni sé yo que los austriacos, cuando no son
-húngaros, bohemios ó croatas, así como tampoco otros pueblos germánicos,
-que no dependen del imperio alemán, fundado por los prusianos, repugnen
-el dictado de alemanes y pretendan llamarse de otra manera. Más derecho
-sería negar al imperio flamante el exclusivo título de alemán.</p>
-
-<p>De esta suerte pudieran los portugueses, si hubiera tribunal con
-jurisdicción para decidir y el negocio importase más, poner pleito á
-España por haberse alzado con el nombre de España y pedir que este
-Estado se llamase Reino Unido de Aragón y Castilla.</p>
-
-<p>Me parece, por otra parte, que el título de América latina disuena más
-al promover la contraposición con la América <i>yankee</i>, que han dado en
-apellidar <i>anglo-sajona</i>. Para que la contraposición fuese exacta,
-convendría, si llamamos anglo-sajona á una América porque se apoderó de
-In<span class="pagenum"><a name="page_85" id="page_85">{85}</a></span>glaterra un pueblo bárbaro llamado anglo-sajón, llamar visogótica á
-la otra América, porque otro pueblo bárbaro, llamado visogodo, conquistó
-la España. Igual razón habría para llamar á los Estados Unidos y al
-Canadá América normanda, con tal de que la restante América se llamase
-moruna ó berberisca.</p>
-
-<p>La verdadera contraposición, la innegable diferencia entre los <i>yankees</i>
-y los hispano-americanos de cualquier república que sean, no está en lo
-germánico, ni en lo latino, ni en lo normando, ni en lo moruno, ni en lo
-anglo-sajón, ni en lo visogótico, sino en que una América, civilizada
-ya, procede de ingleses, y de españoles otra, cuando Inglaterra y España
-eran al fin dos naciones perfectamente formadas y distintas, con
-condiciones propias y con carácter peculiar y con sello de originalidad
-indeleble. Y este sello tiene ó debe tener fuerza y virtud informante
-para marcar y asimilar á la gente que entre por aluvión á ser parte de
-la población de los nuevos Estados. Y así como no es de presumir que los
-franceses del Canadá y de Nueva Orleans, y que los españoles de origen
-de California, Texas y la Florida, y mucho menos los seis ó siete
-millones de negros, ciudadanos libres hoy de la república que fundó
-Washington, cambien el ser de aquella república y borren su origen, en
-su mayor parte inglés, menos debe temerse que los italianos ó los
-franceses que emigran ahora á la América, de origen, no en su mayor
-parte, sino exclusivamente española ó ibérica, borren la filiación y las
-señales de la procedencia y conviertan aquella América en latina.<span class="pagenum"><a name="page_86" id="page_86">{86}</a></span></p>
-
-<p>Hechas estas consideraciones para que quede en su punto la verdad,
-severa y prosaicamente considerada, no debiéramos disputar más con el
-poeta, sino repetir la sentencia de Horacio del <i>quidlibet audendi</i>, y
-dejarle imaginar lo que se le antojara y convertir en latinos á todos
-los hispano-americanos desde Nueva Méjico á Patagonia.</p>
-
-<p>En medio de todo no hay concepto generalizador que, aun pareciendo
-absurdo por un lado, no tenga por otro cierto racional fundamento, el
-cual estriba en nociones vagas, que se desprenden de ciencias nuevas,
-como, en este caso, de la filosofía de la historia, de la etnografía y
-de la filología comparativa, y pasan al dominio del vulgo. De aquí, sin
-duda, que habiendo sido tan pocos los latinos, allá en un principio, nos
-convirtamos ahora todos en latinos, con sorpresa y pasmo de los que no
-están en el secreto y por obra y gracia de las mencionadas ciencias.</p>
-
-<p>Podemos llamarnos latinos, aunque no raza latina, como ya nos llamaron
-latinos los griegos del Bajo Imperio, para quienes los alemanes y los
-ingleses, y con sobrada razón, eran latinos, porque habíamos sido todos
-civilizados por el latín y con el latín: por el Imperio latino de Roma y
-después por la Iglesia latina, de Roma. Podemos llamarnos latinos,
-porque nuestras lenguas proceden del latín, y, en este sentido, no son
-latinos los alemanes; pero no sé yo por qué los ingleses han de ser más
-germánicos que latinos ó celtas. Si es cuestión de vocablos, acaso, casi
-de seguro, hay en un Diccionario inglés tantas palabras tomadas del
-latín como tomadas de otro<span class="pagenum"><a name="page_87" id="page_87">{87}</a></span> idioma. Y si nuestro latinismo se funda en
-el influjo civilizador de la Iglesia romana, desde la caída del Imperio
-hasta la Reforma, los ingleses y los irlandeses resultan más latinos que
-los españoles, quienes, durante toda la edad media, estuvieron mucho más
-separados que Inglaterra y que Irlanda del influjo de Roma.</p>
-
-<p>En resolución, y bajo cualquier aspecto que esto se mire, yo comprendo
-que, con el andar de los siglos, desaparezca del todo entre los
-<i>yankees</i> la huella de su origen inglés, y entre los hispano-americanos
-la huella de su origen español, para que <i>yankees</i> é hispano-americanos
-sean algo enteramente nuevo; pero no comprendo que <i>yankees</i> é
-hispano-americanos se borren el ser inglés ó español que tienen para que
-aparezca por bajo un ser anglo-sajón ó latino, á la manera que se puede
-borrar lo escrito recientemente en un palimpsesto, para que salga á
-relucir por bajo alguna obra clásica de antigüedad remota.</p>
-
-<p>Si otro modo de transformación puede ó no ocurrir, misterio es profético
-en el que no debo entrar. Sólo digo que esta transformación, por cuya
-virtud quedasen <i>descastados</i> los españoles ultramarinos, los vejaría
-más á ellos que á los españoles peninsulares. ¿Carecerá la raza que
-colonizó tan inmensa extensión de ambas Américas de vigor y de nervio
-suficientes para imponer el sello característico que la distingue?
-¿Cederá al empuje de la inmigración creciente, dejando, v. gr., que los
-franceses ó los italianos se sobrepongan, y que las nuevas
-nacionalidades y tal vez las lenguas sean un conjunto
-italo-franco-<span class="pagenum"><a name="page_88" id="page_88">{88}</a></span>hispano-lusitano, que venga á denominarse <i>latino</i>, para
-que no sea tan largo el término de expresión?</p>
-
-<p>Me parece que, en todo caso, han de pasar centenares de años antes de
-que esto ocurra.</p>
-
-<p>Lo más probable, así como lo más deseable, será que el Brasil,
-prescindiendo de tupinambas y guaranies, y de negros bundas y minas, y
-considerado como nación civilizada, siga siendo portugués de casta y
-origen, y que sus habitantes sigan hablando y escribiendo la lengua
-portuguesa, enriquecida ya por ellos con un tesoro de poesía épica y
-lírica y con muy estimables libros de historia y de derecho; que todas
-las repúblicas hispano-americanas, como pueblos civilizados, sigan
-siendo de origen español, y que sus ciudadanos sigan hablando la lengua
-de Castilla, en que han escrito Alarcón, Sor Juana Inés, Valbuena,
-Gorostiza, Ventura de la Vega, Baralt, Bello y Olmedo; y que los sesenta
-millones de <i>yankees</i>, que podrán dentro de poco pasar de ciento, sigan
-siendo ingleses por su origen, como pueblo civilizado, y sigan hablando
-la lengua inglesa. Las literaturas de estos pueblos seguirán siendo
-también literaturas inglesa, portuguesa y española, lo cual no impide
-que con el tiempo, ó tal vez mañana, ó ya salgan autores <i>yankees</i> que
-valgan más que cuanto ha habido hasta ahora en Inglaterra; ni impide
-tampoco que nazcan en Río Janeiro, en Pernambuco ó en Bahía escritores
-que valgan más que cuanto Portugal ha producido; ó que en Buenos Aires,
-en Lima, en México, en Bogotá ó en Valparaíso lleguen á flore<span class="pagenum"><a name="page_89" id="page_89">{89}</a></span>cer las
-ciencias, las letras y las artes con más lozanía y hermosura que en
-Madrid, en Sevilla y en Barcelona.</p>
-
-<p>No niego yo la posibilidad de que los hispano-americanos nos superen; y
-si no deseo que se nos adelanten, porque la caridad bien ordenada
-empieza por uno mismo, deseo que nos igualen. Lo que niego es que, á no
-ser por decadencia y no por primor ó por adelanto, se vuelvan latinos.
-Afirmo la persistencia del españolismo, y en este sentido creo que la
-sentencia del Duque de Frías no puede fallar. Durante muchos siglos aún
-podremos exclamar con dicho poeta:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Españoles seréis, no americanos,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">y podremos afirmar que el navegante que vaya por allí desde Europa,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Al arrojar el áncora pesada<br /></span>
-<span class="i0">En las playas antípodas distantes,<br /></span>
-<span class="i0">Verá la Cruz del Gólgota plantada<br /></span>
-<span class="i0">Y escuchará la lengua de Cervantes.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Bolívar pudo sacudir el yugo del tirano Fernando VII; pero el otro yugo,
-suave y natural, del Manco de Lepanto y del ejército de escritores que
-le sigue, es yugo que nadie quiere, ni debe, ni puede sacudir.</p>
-
-<p>Otro sentimiento, que no nos es favorable, se deja traslucir además en
-el canto <i>Atlántida</i>. Es legítimo, sin duda, el deseo, y no deja de
-tener fundamento la esperanza que anima á los americanos, esto es, á los
-descendientes de europeos<span class="pagenum"><a name="page_90" id="page_90">{90}</a></span> que fueron á colonizar á América, de que el
-porvenir de la humanidad está allí: de que, si en Asia, cuna de la
-civilización, hizo la humanidad grandes cosas, y de que, si más tarde,
-tal vez desde las guerras médicas, Europa adquiere la hegemonía,
-civiliza, domina el mundo y obra mil portentos, todavía América los
-obrará mayores en lo futuro, eclipsando las glorias de las más ilustres
-naciones de Asia y de Europa. Hasta este punto, el pensar y el aspirar
-son razonables y nada tienen de odiosos. Nada hay que decir, pongo por
-caso, de que un ciudadano de Chicago espere que el esplendor de su
-ciudad anuble dentro de poco el esplendor de la memoria de Roma, ó de
-que Nueva York haga olvidar á Sidón y á Tiro, ó de que por Boston se
-venga á oscurecer la fama de Atenas. Pero ya es de censurar, si
-traspasando este límite se advierte la impaciencia, que tiene algo de
-antinatural, como cuando un hijo piensa en que se le muera pronto su
-padre para heredarle, de que decaiga Europa, á fin de que se levanten
-las naciones de América con superior y no disputada grandeza.</p>
-
-<p>De todos modos, yo no apruebo esta especie de naciente rivalidad entre
-el mundo nuevo y el viejo, y creo compatible la grandeza de ambos mundos
-y posible el florecimiento de las naciones de por allá y de las de por
-acá; pero como de la emulación nacen los grandes hechos, y no hay éxito
-dichoso donde no hay confianza, aplaudo el júbilo soberbio con que
-Andrade parece que espera más de su raza que de Europa y que de los
-<i>yankees</i>, asegurando que su raza va á cumplir las<span class="pagenum"><a name="page_91" id="page_91">{91}</a></span> promesas de oro del
-porvenir, el cual está reservado (en América se entiende)</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Á la raza fecunda<br /></span>
-<span class="i0">Cuyo seno engendró para la historia<br /></span>
-<span class="i0">Los Césares del genio y de la espada.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Andrade quiere decir con esto, y yo me alegraría de que tuviese razón,
-pues aunque quiero bien á los <i>yankees</i>, quiero más á la gente de mi
-casta y sangre, que lo grande que tiene aún que hacer la humanidad lo
-van á hacer los hispano-americanos. Ojalá, repito, que sea así. Pero
-¿qué necesidad hay para ello de que nos considere ya muertos ó
-arruinados?</p>
-
-<p>Andrade, profetizando en favor de su raza, que él llama latina, exclama:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Aquí va á realizar lo que no pudo<br /></span>
-<span class="i0">Del mundo antiguo en los escombros yertos:<br /></span>
-<span class="i0">La más bella visión de las visiones:<br /></span>
-<span class="i0">Al himno colosal de los desiertos,<br /></span>
-<span class="i0">La eterna comunión de las naciones.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Supongo que el poeta intenta decir, aunque, francamente, lo dice mal,
-que, escuchando el himno colosal de los desiertos, esto es, en medio de
-la magnífica, exuberante y hermosa naturaleza de aquel nuevo é inmenso
-continente, la raza latina realizará al cabo</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">La eterna comunión de las naciones,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">ó sea una confederación y consorcio de pueblos libres, prósperos,
-fuertes, ricos y llenos de altísima cultura.<span class="pagenum"><a name="page_92" id="page_92">{92}</a></span></p>
-
-<p>A nada de esto debe oponerse, sino aplaudir, todo <i>latino</i> de por acá.
-Lo que yo no apruebo, y lo que no aprobará ningún <i>latino</i> de los de
-esta banda, es que los <i>latinos</i> de la otra banda pongan como condición,
-á lo que parece, el que se convierta en <i>escombros yertos</i> este mundo
-antiguo, en el que hemos nacido y en el que vivimos.</p>
-
-<p>En un porvenir remoto, todo, sin embargo, es posible. Tal vez dentro de
-algunos siglos, en vez de venir los chilenos, peruanos, brasileños,
-etc., á estudiar, á divertirse y á gozar, en escuelas, teatros y
-bullicios de París, de Roma y hasta de Madrid y Sevilla, aunque decaídas
-ya estas poblaciones, vengan á visitar sus ruinas como visitan ahora los
-europeos las ruinas de Persépolis, Palmira, Nínive y Babilonia. Lo que
-casi no es posible, y vuelvo á mi tema, es que los hispano-americanos,
-aun después de ocurrido todo lo que dejo consignado, se conviertan en
-<i>latinos</i>. ¡Cuidado que á mí me encantan Horacio y Virgilio, y los
-Gracos y los Scipiones, y Paulo Emilio y Régulo, y los Fabios y los
-Decios! Aunque propiamente no sean latinas, todas las grandes cosas de
-la Italia moderna me maravillan también y me atraen. Yo reconozco y
-bendigo el influjo civilizador de Italia, la cual, hasta el siglo <small>XVI</small>, y
-desde siete siglos antes de Cristo, y aun desde más temprano si contamos
-con el florecimiento de la Etruria y de la Magna Grecia, es la maestra
-de las gentes; pero los discípulos no han perdido su ser y dejado de ser
-lo que eran. Un cordobés, paisano de Lucano y de Séneca; un señorito de
-Sevilla, paisano casi de Silio Itálico y de los empe<span class="pagenum"><a name="page_93" id="page_93">{93}</a></span>radores Trajano,
-Adriano y Teodosio el Grande, ó un natural de Cádiz, paisano de los
-Balbos, me chocaría á mí que saliese con la tonada de que era latino,
-cuando tal vez no supiese decir en latín sino el <i>Gloria Patri</i> y el
-<i>Sicut erat</i>. Hágase Ud. cargo si me chocará que un ciudadano de Buenos
-Aires, ó de Montevideo, ó de Quito, salga con que es latino ó de raza
-latina, como si tuviese á menos ó se avergonzase de ser de raza
-española.</p>
-
-<p>Pero, en fin, nada de esto destruye el mérito de los versos de Andrade,
-de que seguiré hablando otro día.</p>
-
-<p>Perdone Ud. que por hoy haya perdido yo tanto tiempo en mi inocente
-desahogo contra esta <i>latinidad</i> postiza que por moda científica nos han
-colgado á todos.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>14 de Mayo de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>V</h3>
-
-<p>Mi distinguido amigo: Confieso que el canto <i>Atlántida</i> hace que me
-asalten con vigor mis dudas y cavilaciones sobre la poesía <i>docente</i> en
-nuestra edad, en que todas las ciencias están metodizadas y ordenadas.</p>
-
-<p>Es de toda evidencia que existe aún sublime poesía <i>docente</i>, la cual,
-no sólo enseña el camino del progreso al linaje humano, sino que habla<span class="pagenum"><a name="page_94" id="page_94">{94}</a></span>
-de Dios, revela los misterios del universo y de la historia, y mueve y
-levanta los corazones para que realicen nobles y útiles empresas. El
-influjo de esta poesía es hoy como nunca poderoso, y da un mentís á los
-que afirman que vivimos en época positiva y prosaica. Más que Tirteo en
-la antigua Grecia, influyen Whittier en la guerra civil de los Estados
-Unidos para dar libertad á los esclavos, y Quintana, en España,
-sosteniendo á la vez, con idéntico brío y en maravillosa y rica
-combinación, las ideas y los sentimientos que habían producido la
-revolución en Francia y el fervoroso patriotismo que abominaba de los
-que, por fuerza y sometidos ya á un tirano, aparentaban divulgar esos
-sentimientos y esas ideas á costa de la dignidad y de la independencia
-de las otras naciones.</p>
-
-<p>Jamás como ahora, á pesar de la manía de afirmar que estamos en la edad
-de la razón y que ha pasado la edad de la fe, ha sido el entusiasmo más
-contagioso, ni ha tenido más eficacia, precediendo á la acción el
-pensamiento, y revistiéndose para propagarse y transformarse en obras de
-la palabra rítmica, sonora y alada.</p>
-
-<p>Pero todo esto no es porque los poetas patenticen los arcanos que antes
-sabían sólo asociaciones secretas, ni hagan raros descubrimientos de que
-nadie se hubiera enterado hasta que ellos lo dijeron, sino porque á lo
-sentido, á lo imaginado y á lo pensado por muchos, tal vez informe y
-confusamente, aciertan á dar forma divina, sintiéndolo con más energía,
-imaginándolo con mayor lucidez, pensándolo con más limpia y pura<span class="pagenum"><a name="page_95" id="page_95">{95}</a></span>
-claridad y comunicándolo así á las muchedumbres.</p>
-
-<p>Todo depende, pues, de una feliz forma íntima, de la oportunidad y del
-tino.</p>
-
-<p>Cierto escritor israelita ha compuesto un libro donde trata de probar
-que no hay sentencia alguna en el <i>Sermón de la Montaña</i> que no hubieran
-pronunciado antes de Cristo estos ó aquellos doctores de la Sinagoga ó
-de sectas judaicas en disidencia. Miremos el asunto con mirada
-racionalista y profana, y concedamos por un instante que dice verdad el
-autor del libro. El mérito de Jesús no se menoscabará por eso; antes
-crece en nuestra mente y se magnifica. ¡Con qué inspiración
-imperiosamente persuasiva, con qué soberano magisterio, con qué arte
-prodigioso no diría Jesús su Sermón, cuando de un tejido de frases
-olvidadas ó desdeñadas de rabinos obscuros, y de los que nadie hacía ya
-caso, compuso una obra moral y social que ha renovado el mundo y que
-hace cerca de dos mil años es como el fundamento ideal de la vida y de
-las costumbres entre las naciones que gobiernan y dirigen los destinos
-humanos!</p>
-
-<p>En escala inferior, así es toda obra de un gran poeta. Nada explica
-mejor esto que dos palabras que no sé por qué han caído en desuso en
-nuestra lengua: la virtud de la <i>concinidad</i> y el poder del
-<i>concionador</i>, en su acepción más elevada.</p>
-
-<p>Por una concinidad inspirada por el cielo, suponiendo fundada la crítica
-del autor israelita, hizo Jesús ley de la humanidad de un centón de
-máximas rabínicas; y por concinidad semejante,<span class="pagenum"><a name="page_96" id="page_96">{96}</a></span> aunque en más baja
-esfera, influye un poeta en el porvenir de su pueblo con otro centón de
-lugares comunes.</p>
-
-<p>Todo estriba, más que en lo que se dice, en el modo de decirlo; pero
-este modo no está sujeto á reglas, ni se aprende estudiando la poética y
-la retórica, sino que brota del alma humana, altamente iluminada,
-predestinada y escogida. Así se concibe que sea poeta docente, poeta
-concionador, Olegario Andrade, que al cabo, en prosa, sabía poquísimo, y
-no tenía, por consiguiente, mucho que enseñar.</p>
-
-<p>Dos terribles escollos tiene que evitar el poeta que se engolfa por este
-mar de la poesía <i>docente</i>: el de mostrar enfático y falso sentimiento,
-que en vez de entusiasmar mueve á risa, y en este escollo Andrade, que
-es sincero, no tropieza jamás; y el de aspirar inocentemente á lo muy
-didáctico y caer en el prosaísmo, en lo cual no he de ocultar que
-Andrade alguna vez tropieza.</p>
-
-<p>Para enseñar de cierto modo, no vale ya ni sirve la verdadera poesía,
-aunque el metro y los consonantes valgan aún como recurso mnemotécnico.
-Cuando se apela á este recurso, en vez de crear versos áureos, como los
-de Pitágoras, ó máximas solemnes, como las de los antiguos sabios y
-poetas gnómicos, se suelen hacer versos, cuya utilidad yo no niego, pero
-que hacen reir de puro ramplones. Menester fué de todo el talento y buen
-gusto de Martínez de la Rosa para que sus dísticos del <i>Libro de los
-Niños</i> no parezcan ridículas aleluyas, y suenen bien como suena:<span class="pagenum"><a name="page_97" id="page_97">{97}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">La conciencia es á la vez<br /></span>
-<span class="i0">Testigo, fiscal y juez.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Las máximas del barón de Andilla, por ejemplo, pueden ponerse en solfa,
-aunque enseñan cosas útiles, como la que dice:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Niña, en la iglesia la cabeza tapa:<br /></span>
-<span class="i0">San Lino lo ordenó, segundo Papa.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Y en versitos, útiles también, viven en boca de las personas cultas las
-diferentes formas del silogismo, los impedimentos dirimentes del
-matrimonio, los requisitos que debe tener toda demanda de un abogado,
-los pretéritos y supinos y otras reglas de la gramática latina, y no
-pocos aforismos de medicina casera, como</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0"><i>Post prandium, dormire;</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Post cenam, mille passus ire.</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Ya, con mayor amplitud, se ha escrito en verso la Historia; y de ello
-nos da muestra notable el reverendo padre Isla, escribiendo la de
-España, que aprendí yo cuando chiquillo, desde</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Libre España, feliz é independiente,<br /></span>
-<span class="i0">Se abrió al cartaginés incautamente,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">hasta</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Logre el cetro español años completos<br /></span>
-<span class="i0">En Felipe, en sus hijos y en sus nietos.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>El canto <i>Atlántida</i>, si bien realzado con vuelos filosóficos, tiene
-algo de compendio de la historia de los pueblos latinos. Empieza el
-poeta con Roma, cuyo origen, crecimiento y grandeza nos<span class="pagenum"><a name="page_98" id="page_98">{98}</a></span> pinta. Luego
-trae su decadencia y caída. Después de Roma, se levanta España, y el
-poeta encarece con amor nuestros grandes actos en la vida de la
-humanidad. Caemos también, y el poeta lamenta nuestra caída, y la
-atribuye á que cayó sobre nuestro espíritu</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">La sombra enervadora del Papado,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">lo cual me desagrada, no tanto porque dude yo de que el Papado tenga
-<i>sombra enervadora</i>, ni de que esta sombra sea como la del manzanillo,
-causa de perdición y muerte, cuanto por el feísimo vocablo <i>Papado</i>, que
-hace pensar en la <i>papada</i>, y que se me resiste en verso heroico.</p>
-
-<p>En pos de España, que</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">..... duerme acurrucada<br /></span>
-<span class="i0">Al pie de los altares,<br /></span>
-<span class="i0">Calentando su espíritu aterido<br /></span>
-<span class="i0">En la hoguera infernal de Torquemada,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">viene Francia, recoge el cetro de los latinos, produce á Voltaire, y nos
-da en seguida su magnífica revolución, hoguera de efecto contrario al de
-la hoguera inquisitorial:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Hoguera en cuya lumbre soberana<br /></span>
-<span class="i0">Va a forjar, como en fragua ciclopea,<br /></span>
-<span class="i0">Su eterno cetro la razón humana.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Francia cae también en Sedán, y ya le llega su turno á la América.
-Andrade, con todo, no nos da por muertos aún. Cree que aun tenemos ser,
-y lo expresa en estos versos generosos:<span class="pagenum"><a name="page_99" id="page_99">{99}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Anteos de la historia,<br /></span>
-<span class="i0">Los pueblos que el espíritu y la sangre<br /></span>
-<span class="i0">Llevan de aquella tribu aventurera<br /></span>
-<span class="i0">Que encadenó á su carro la victoria,<br /></span>
-<span class="i0">Ya los postre ó abata<br /></span>
-<span class="i0">La corrupción ó la traición artera,<br /></span>
-<span class="i0">No mueren aunque caigan. Así Roma<br /></span>
-<span class="i0">En su tumba de mármol se endereza<br /></span>
-<span class="i0">Y renace en Italia, como planta<br /></span>
-<span class="i0">Que el polvo de los siglos fecundiza.<br /></span>
-<span class="i0">Así España sacude la cabeza<br /></span>
-<span class="i0">Tras largas horas de sopor profundo,<br /></span>
-<span class="i0">Y arroja los fragmentos<br /></span>
-<span class="i0">De su pasada lápida mortuoria,<br /></span>
-<span class="i0">Para anunciar al mundo<br /></span>
-<span class="i0">Que no ha roto su pacto con la gloria.<br /></span>
-<span class="i0">Y Francia, la ancha herida<br /></span>
-<span class="i0">Del pecho no cerrada,<br /></span>
-<span class="i0">En la sombra se agita cual si oyera<br /></span>
-<span class="i0">Rumores de alborada.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Á pesar de todo, América se adelanta y se apercibe ya á hacer el primer
-papel:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Á celebrar las bodas del futuro<br /></span>
-<span class="i0">En sus campos de eterna primavera,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">y á dar</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Ámbito y luz en apartadas zonas<br /></span>
-<span class="i0">Al genio inquieto de la vieja raza,<br /></span>
-<span class="i0">Debelador de tronos y coronas.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Nada falta ya en América á este genio latino. Allí va á realizar
-prodigios que en balde hemos pugnado por realizar nosotros: el poeta
-sueña hasta con una nueva religión más comprensiva y sublime que las
-profesadas hasta ahora.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Y el Andes, con sus gradas ciclopeas,<br /></span>
-<span class="i0">Con sus rojas antorchas de volcanes,<span class="pagenum"><a name="page_100" id="page_100">{100}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Será el altar de fulgurantes velos<br /></span>
-<span class="i0">En que el himno inmortal de las ideas<br /></span>
-<span class="i0">La tierra entera elevará á los cielos.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>En la descripción de esta América, ocupada por la <i>raza latina</i>, campo
-abierto á su afán, pone Andrade rasgos brillantes y espléndidos colores.</p>
-
-<p>La enumeración y la calificación de las diversas repúblicas tienen
-hermosos versos.</p>
-
-<p>Allí vemos á</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">..... Colombia adormecida<br /></span>
-<span class="i0">Del Tequendama al retemblar profundo;<br /></span>
-<span class="i0">Colombia la opulenta,<br /></span>
-<span class="i0">Que parece llevar en las entrañas<br /></span>
-<span class="i0">La inagotable juventud del mundo;<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Á Venezuela, cuna de Bolívar; al Perú, aunque vencido, no humillado; á
-Chile, el vencedor, que</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">..... fuerte en la guerra,<br /></span>
-<span class="i0">Pero más fuerte en el trabajo, vuelve<br /></span>
-<span class="i0">A colgar en el techo<br /></span>
-<span class="i0">Las vengadoras armas, convencido<br /></span>
-<span class="i0">De que es estéril siempre la victoria<br /></span>
-<span class="i0">De la fuerza brutal sobre el derecho;<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">al Brasil,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Á quien sólo le falta<br /></span>
-<span class="i0">El ser más libre para ser más grande;<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">y, por último, á la patria del poeta, á la rica y extensa patria
-argentina:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">La patria, que ensanchó sus horizontes<br /></span>
-<span class="i0">Rompiendo las barreras<br /></span>
-<span class="i0">Que en otrora su espíritu aterraron,<br /></span>
-<span class="i0">Y á cuyo paso en los nevados montes<br /></span>
-<span class="i0">Del Génesis los ecos despertaron.<span class="pagenum"><a name="page_101" id="page_101">{101}</a></span><br /></span>
-<span class="i2">La patria, que, olvidada<br /></span>
-<span class="i0">De la civil querella, arrojó lejos<br /></span>
-<span class="i0">El fratricida acero,<br /></span>
-<span class="i0">Y que lleva orgullosa<br /></span>
-<span class="i0">La corona de espigas en la frente,<br /></span>
-<span class="i0">Menos pesada que el laurel guerrero.<br /></span>
-<span class="i2">¡La patria! En ella cabe<br /></span>
-<span class="i0">Cuanto de grande el pensamiento alcanza:<br /></span>
-<span class="i0">En ella el sol de redención se enciende;<br /></span>
-<span class="i0">Ella al encuentro del futuro avanza,<br /></span>
-<span class="i0">Y su mano, del Plata desbordante<br /></span>
-<span class="i0">La inmensa copa á las naciones tiende.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Los últimos versos, á pesar de las asonancias repetidas, y que ya no se
-sufren, son un bellísimo y entusiasta llamamiento á los europeos, de
-<i>raza latina</i>, para que vayan á colonizar en la Plata.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¡Ámbito inmenso, abierto<br /></span>
-<span class="i0">De la raza latina al hondo anhelo!<br /></span>
-<span class="i0">¡El mar, el mar gigante, la montaña<br /></span>
-<span class="i0">En eterno coloquio con el cielo.....<br /></span>
-<span class="i0">Y más allá desierto!<br /></span>
-<span class="i2">¡Acá ríos que corren desbordados;<br /></span>
-<span class="i0">Allá valles que ondean<br /></span>
-<span class="i0">Como ríos eternos de verdura,<br /></span>
-<span class="i0">Los bosques á los bosques enlazados;<br /></span>
-<span class="i0">Doquier la libertad, doquier la vida<br /></span>
-<span class="i0">Palpitando en el aire, en la pradera,<br /></span>
-<span class="i0">Y en explosión magnífica encendida!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Por lo citado y expuesto, se ve que, á pesar de todo su desaliño y demás
-faltas, era Andrade un inspirado y original poeta; pero tal vez
-resplandecen más sus buenas cualidades cuando desecha la serenidad
-didáctica, es lírico puro y se deja llevar de la pasión que le agita.
-Habrá acaso en esta pasión algo de poco razonable; pero esto<span class="pagenum"><a name="page_102" id="page_102">{102}</a></span> no importa
-cuando la pasión no es singular, sino de muchas gentes, de las cuales el
-poeta se hace eco y es órgano.</p>
-
-<p>Así, más que el patriotismo, el americanismo de Andrade.</p>
-
-<p>Justo es que todo Estado independiente ponga el mayor empeño en
-conservar y hacer respetar su autonomía. Justa es también cierta
-mancomunidad de intereses entre todas las repúblicas de origen español,
-y así lamentamos las guerras, harto crueles con frecuencia, que se han
-hecho entre sí estas repúblicas. Chile ha asolado y arruinado el Perú.
-El Paraguay ha quedado medio desierto después de la última guerra. Justo
-es que todas estas repúblicas, ya que se separaron de la metrópoli y de
-los Estados de Europa, se enojen de toda tutela ó curatela que aspiremos
-á imponerles. Nada más impolítico, absurdo y deplorable que nuestra
-guerra del Pacífico y que la expedición á México, que puso al infeliz
-Maximiliano sobre su instable y peligroso trono.</p>
-
-<p>Delirio fué, en mi sentir, el más ó menos vago proyecto, no nacional,
-sino palaciego, que hubo, tiempo há, en España, ya de levantar en la
-misma México, ya en Quito, un trono para algún príncipe ó semipríncipe
-de nuestra dinastía. España, por dicha, no piensa ya, si es que pensó
-alguna vez, en nada semejante, y hasta abomina de ello.</p>
-
-<p>Las demás naciones de Europa, escarmentadas con el cruelísimo ejemplo de
-Maximiliano, y convencidas de que no es posible, ni convenien<span class="pagenum"><a name="page_103" id="page_103">{103}</a></span>te, que
-reine en América un príncipe europeo, no acometerán ya jamás tales
-empresas, y no se dejarán seducir, y se taparán las orejas para no oir
-las excitaciones, los ruegos y las promesas de los americanos
-monárquicos, si aun los hubiere después del escarmiento último. Pero
-concediendo esto, no podemos conceder que haya nada de juicioso en el
-americanismo exagerado. ¿Dónde está, ni cómo puede concebirse este
-antagonismo ó contraposición entre Europa y América, cuando la América
-civilizada no es, ni puede ser, sino la prolongación, el complemento,
-una parte del triunfo de la civilización europea y cristiana sobre la
-naturaleza bravía y no domada aún por el hombre; y sobre las razas
-bárbaras y salvajes, que, al contacto de los europeos, ó se mezclan con
-ellos y se regeneran y levantan, ó perecen y se hunden?</p>
-
-<p>Alzar en América un reino ó imperio nuevo sería locura. Admirémonos de
-la previsión astuta de D. Juan VI, ó de sus consejeros, que habilitó á
-D. Pedro de Braganza para decir su famoso <i>fico, me quedo</i>, y quedar en
-efecto de emperador del Brasil; pero lo que no se hizo en sazón no se
-remedia cuando fuera de sazón quiere hacerse. La América española debe
-ya ser, y es menester que siga siendo republicana y señora de sí misma.
-No autoriza esto, con todo, ni menos justifica los arbitrarios asertos
-de que la virtud, el desinterés y la libertad se fueron al Nuevo Mundo,
-y el hablar con horror de la tiranía de los reyes y de la bajeza
-lacayuna de los pueblos que los sufren, cuando en América se han<span class="pagenum"><a name="page_104" id="page_104">{104}</a></span>
-sufrido dictadores y tiranos más zafios, ruines, sanguinarios y
-codiciosos que nuestros peores reyes. En ninguna nación civilizada de
-Europa ha habido, desde hace un siglo, sobre ningún trono, más
-aborrecible y cruel tirano que Rosas. Y, por otra parte, el sufrir los
-desmanes, los vicios, los crímenes y las insolencias de un rey no
-humilla tanto, ya que, en virtud de una ficción legal, aquel hombre
-está, para bien de todos, colocado aparte, y como por cima de los demás,
-y es monumento vivo de antiguos héroes y caudillos y de mil gloriosos
-hechos; mientras que un tirano improvisado sale á veces de la hez, del
-cieno, del más hondo sedimento de las cloacas sociales, y se encumbra,
-por fuerza ó astucia, no en virtud de ley antigua y veneranda, sino
-hollando todas las leyes, para plantar su rudo pie sobre el pescuezo de
-sus iguales y de sus superiores.</p>
-
-<p>Pero, por cima de todas estas consideraciones, vienen á ponerse el brío
-patriótico, la noble independencia, y el orgullo, para mí digno de
-aplauso, que prefiere hasta la mayor infelicidad en casa, á un bien, á
-una ventura, á una felicidad que acudan á traernos los extraños; por
-todo lo cual aplaudo yo á Andrade, más que cuando adoctrina á todo el
-humano linaje, cuando se revuelve contra nosotros los europeos y nos
-injuria elegantemente, en el ardor de su lírica vehemencia, y nos llama
-enflaquecidos, corrompidos, lacayos, esclavos y otras lindezas.</p>
-
-<p>Su poesía <i>La Libertad y la América</i> es á la vez una diatriba contra
-nosotros, un himno triunfal<span class="pagenum"><a name="page_105" id="page_105">{105}</a></span> al Nuevo Mundo y un cartel de desafío á los
-europeos.</p>
-
-<p>Y, sin embargo, ésta es la composición que más me agrada de Andrade. En
-la facilidad, en la riqueza y en la fluidez, parece de Zorrilla; y
-parece de Víctor Hugo en la crudeza y en el furor con que ensalza á los
-suyos y á nosotros nos vilipendia y deprime.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Aquí donde algún día vendrán las razas parias<br /></span>
-<span class="i0">A entrelazar sus brazos en fraternal unión,<br /></span>
-<span class="i0">A despertar acaso las selvas solitarias,<br /></span>
-<span class="i0">Con el sublime acento de místicas plegarias,<br /></span>
-<span class="i0">Cantando los esclavos su eterna redención.<br /></span>
-<span class="i2">Aquí la vieja Europa con mano enflaquecida,<br /></span>
-<span class="i0">Con la altanera audacia de la codicia vil,<br /></span>
-<span class="i0">Quiere injertar su sangre, su sangre corrompida,<br /></span>
-<span class="i0">Que se derrama á chorros por anchurosa herida,<br /></span>
-<span class="i0">En la caliente sangre de un pueblo varonil.<br /></span>
-<span class="i2">Y allá en la blanca cima do el cóndor aletea,<br /></span>
-<span class="i0">Clavar sobre los cielos su roto pabellón;<br /></span>
-<span class="i0">Y acá sobre su espalda robusta y gigantea<br /></span>
-<span class="i0">Colgar de sus lacayos la mísera librea,<br /></span>
-<span class="i0">Colgar de sus esclavos la insignia de baldón.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Contra este supuesto propósito de Europa, el poeta se alza lleno de
-indignación, y llama al combate, así á los héroes vivos, como á los
-héroes muertos; á aquellos que, durante la guerra de emancipación,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">En el mar, en el valle, en las montañas,<br /></span>
-<span class="i0">Revolcaban al león de las Españas,<br /></span>
-<span class="i0">Que bramaba de rabia y de coraje.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Volviendo luego al primer metro, continúa el cántico triunfal y
-profético americano, vaticinando un porvenir glorioso para el Nuevo
-Mun<span class="pagenum"><a name="page_106" id="page_106">{106}</a></span>do, é implícitamente al menos, la ruina del Mundo Antiguo.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¡América! tus ríos te ofrecen ancha copa;<br /></span>
-<span class="i0">La túnica del iris, espléndido dosel;<br /></span>
-<span class="i0">Las selvas seculares son pliegues de tu ropa;<br /></span>
-<span class="i0">En tus desiertos cabe la vanidad de Europa:<br /></span>
-<span class="i0">Las razas del futuro te buscan en tropel.<br /></span>
-<span class="i2">¡Ni siervos, ni señores, ni estúpido egoísmo!<br /></span>
-<span class="i0">Al Universo anuncia tu gigantesca voz.<br /></span>
-<span class="i0">En vez de las almenas del viejo feudalismo,<br /></span>
-<span class="i0">Con la frente en el cielo, la planta en el abismo,<br /></span>
-<span class="i0">Los Andes se levantan para tocar á Dios.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Y, por último, el poeta asegura que la historia va á terminar allí; que
-el <i>non plus ultra</i> de todos los ideales está en su continente; que no
-hay otro más allá de bello, de bueno, de noble, ni de santo, que lo que
-su América realice:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Tus Andes son el templo de cúpula de hielo,<br /></span>
-<span class="i0">En que, después de rudo y ardiente batallar,<br /></span>
-<span class="i0">Vendrá á colgar sus armas con religioso anhelo<br /></span>
-<span class="i0">La caravana humana para elevar al cielo<br /></span>
-<span class="i0">El himno sacrosanto de amor y libertad.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Claro está que en todo esto hay mil parabienes agoreros que deben
-lisonjear á los argentinos; justas aspiraciones y egregias esperanzas, y
-además lirismo y pompa poética que á todos nos hechizan. Hay también
-extravagancias, así en el fondo como en la forma, de cuyas tres cuartas
-partes, lo menos, hago yo responsable á Víctor Hugo y á la manía que
-inspira de imitarle.</p>
-
-<p>Veremos aún el <i>Prometeo</i> y otros poemas. Temo cansar á Ud. con tan
-largo examen crítico;<span class="pagenum"><a name="page_107" id="page_107">{107}</a></span> pero Ud. lo ha querido, y ya no hay más sino
-llevarlo con paciencia.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>4 de Junio de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>VI</h3>
-
-<p>Mi distinguido amigo: Incompleto quedaría mi examen de las obras
-poéticas de Andrade si no hablase yo de la más transcendental: de su
-<i>Prometeo</i>, inspirado por el de Esquilo.</p>
-
-<p>La crítica literaria dictó en el siglo pasado sentencias tan contrarias
-á las que dicta en el nuestro, que sería largo demostrar aquí que hoy es
-cuando tenemos razón, y que los críticos de entonces se equivocaban.
-Así, pues, suprimo pruebas en gracia de la brevedad, y doy por
-demostrado que tenemos razón ahora: que ahora toda sentencia que recae
-sobre libros de la clásica antigüedad es definitiva é irrevocable.</p>
-
-<p>El <i>Prometeo</i> de Esquilo, por lo tanto, drama para los críticos
-franceses pseudoclásicos, como Voltaire y La Harpe, bárbaro, sin acción
-y sin caracteres, es para nosotros, y en realidad y para siempre, un
-prodigio de poesía: una de las obras más sublimes que ha producido el
-ingenio humano. Dicen que Esquilo consagró sus tragedias al Tiempo, y
-tuvo razón, ya que el Tiempo agradecido le hace justicia. Hoy las
-admiramos todas,<span class="pagenum"><a name="page_108" id="page_108">{108}</a></span> y sobre todas la de <i>Prometeo</i>, aunque es la segunda
-parte de su trilogia, de la cual, salvo cortos fragmentos, se han
-perdido la primera parte y la tercera. En traducir el <i>Prometeo</i>, en
-comentarle, en explicarle, en completarle ó en imitarle, se han empleado
-los más egregios poetas, críticos, filólogos y pensadores de nuestra
-edad: Shelley, Byron, Edgardo Quinet, Goethe, Bunsen, A. Maury, Patin y
-mil otros. Unos han puesto en verso cuanto suponen que Esquilo dejó por
-decir, ó cuanto dijo y se perdió; otros han dado sentido nuevo á la
-fábula; otros han disertado largamente para desentrañar todos los
-misterios que la fábula esconde.</p>
-
-<p>Tal vez esta fábula, entendida de cierto modo, se aviene con el prurito
-de impiedad y de rebeldía blasfema que hoy atosiga muchos espíritus, y
-que ha inspirado, por ejemplo, el himno á Satanás de Josué Carducci: tal
-vez se aviene con la suposición de que en el Supremo Dispensador de los
-destinos humanos hay tiranía y malevolencia, y de que la gloria y la
-grandeza del audaz linaje de Japeto está en rebelarse contra esa tiranía
-y su bienaventuranza en sacudir el yugo.</p>
-
-<p>Aun antes de nuestro siglo, entre los vates precursores, aparece Milton,
-el cual, en medio de su fe cristiana, sentía ya ese espíritu de rebelión
-y simpatizaba con él; por donde pone noble grandeza y egregia hermosura
-en su Príncipe de los demonios, y aun toma para pintarle rasgos del
-Prometeo del trágico griego.</p>
-
-<p>La sospecha ó la acusación contra la impiedad de Esquilo hubo de
-mostrarse ya cuando él vivía,<span class="pagenum"><a name="page_109" id="page_109">{109}</a></span> y dar origen á la historia de que le mató
-el águila de Júpiter, dejando caer sobre su calva frente una tortuga que
-llevaba entre sus garras por el aire.</p>
-
-<p>Críticos y comentadores hay, con todo, que, lejos de ver impiedad en
-Esquilo, le consideran piadosísimo, y explican la trilogia de Prometeo
-dándole significación profundamente religiosa. Si el poeta pecó en algo,
-fué en divulgar doctrinas esotéricas, que se transmitían sólo á los
-iniciados en los misterios y que se custodiaban en el seno de colegios
-sacerdotales.</p>
-
-<p>Por lo demás, como todas las mitologías, y singularmente la griega, se
-formaron por amalgama ó fusión de opuestas y encontradas creencias y
-modos de sentir y entender, resulta que en esta fábula de Prometeo hay
-varias y aun opuestas interpretaciones, según se la considere, y aun
-según sea el autor de que se tome, pues también antes de Esquilo la
-trató Hesíodo.</p>
-
-<p>De aquí que muchos, apoyándose en la idea de que hubo una revelación
-primitiva, cuya luz aparece, aunque ofuscada, en el seno del paganismo,
-ya ven en el Titán filántropo, que padece por amor de los hombres, una
-confusa prefiguración del Redentor; y ya ven lo mismo en el hijo de
-Júpiter, en Hércules, que mata el buitre ó el águila que devoraba el
-renaciente hígado de Prometeo, y reconcilia á éste con Júpiter, á la
-cual interpretación vienen á dar más fuerza las palabras en que explica
-Hesíodo la buena voluntad con que Júpiter perdona; porque «así se
-difundía con mayor gloria sobre la tierra la virtud de su Hijo muy
-amado».<span class="pagenum"><a name="page_110" id="page_110">{110}</a></span></p>
-
-<p>En el poema de Andrade, más lírico que épico, donde se narra poco y hay
-muchos versos en que habla el Titán, esta confusión, ó más bien
-oscuridad entre lo impío y lo piadoso, persiste y no se disipa.</p>
-
-<p>¿Será á Júpiter, ó á Dios mismo, á quien por boca del Titán dice el
-poeta todos estos insultos y amenazas?</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¡Oh Dios caduco! grita<br /></span>
-<span class="i0">El titán impotente:<br /></span>
-<span class="i0">Como esta negra carne que renace<br /></span>
-<span class="i0">Bajo el pico voraz del cuervo inmundo,<br /></span>
-<span class="i0">Renacerá fulgente<br /></span>
-<span class="i0">Para alumbrar y fecundar el mundo<br /></span>
-<span class="i0">La chispa redentora<br /></span>
-<span class="i0">Que arrebaté á tu cielo despiadado.<br /></span>
-<span class="i0">Germen de eterna aurora<br /></span>
-<span class="i0">Del caos en las entrañas arraigado!<br /></span>
-<span class="i0">Desata, Dios caduco,<br /></span>
-<span class="i0">La turba ladradora de tus vientos;<br /></span>
-<span class="i0">Sacude los andrajos de tus nubes,<br /></span>
-<span class="i0">Y acuda á tus acentos<br /></span>
-<span class="i0">La noche con sus sombras,<br /></span>
-<span class="i0">Con montañas de espuma el Oceano:<br /></span>
-<span class="i0">No apagarán la luz inextinguible<br /></span>
-<span class="i0">Del pensamiento humano.<br /></span>
-<span class="i0">¿Qué importa mi martirio,<br /></span>
-<span class="i0">Mi martirio de siglos, si aun atado,<br /></span>
-<span class="i0">Júpiter inmortal, yo te provoco,<br /></span>
-<span class="i0">Júpiter inmortal, yo te maldigo?<br /></span>
-<span class="i0">¿Si el viejo Prometeo, el titán loco,<br /></span>
-<span class="i0">El mártir de tu encono,<br /></span>
-<span class="i0">Siente tronar la ráfaga tremenda<br /></span>
-<span class="i0">Que va á tumbar tu trono?<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Otro punto hay también, en el cual los opuestos y discordantes elementos
-que entraron en la fábula, argumento de la tragedia de Prometeo,<span class="pagenum"><a name="page_111" id="page_111">{111}</a></span> hacen
-oscura su significación en Esquilo. Todavía, después de tantos siglos,
-queda en el poema de Andrade la misma oscuridad, vaguedad ó indecisión,
-la cual sería grave falta en cualquiera obra didáctica en prosa; pero en
-verso está bien y tiene singular hechizo, pues pinta la indecisión, las
-dudas, las contradicciones de la mente humana, así cinco ó seis siglos
-antes de Cristo, como diez y nueve después.</p>
-
-<p>Entonces y ahora los hombres no estaban ni están contentos y satisfechos
-de lo presente; y así, ya fingen la edad de oro en lo pasado, de la cual
-hemos descendido por nuestra culpa hasta esta mísera edad de hierro; ya
-pintan, en lo pasado, una humanidad bestial y feroz, que ha ido y va
-levantándose, poco a poco, hacia el bien, la luz y la perfección; ya,
-concertando la antinomia, aseguran la caída primera, creen en una
-redención ulterior, y en pos de esta redención en el progreso.</p>
-
-<p>De todo esto hay vagamente en Esquilo; y de todo esto hay también
-vagamente en Andrade.</p>
-
-<p>A la verdad, cuando el Prometeo de este último, atado siempre y
-padeciendo su martirio, llega á descubrir sobre el Gólgota la Cruz del
-Salvador, el poeta argentino nos alucina por un momento y nos parece
-completamente cristiano. Se puede imaginar que la significación
-profética que da Augusto Nicolás á Prometeo es la que le inspira. El
-Prometeo de Andrade dice algo por el orden de las santas y hermosas
-palabras del viejo Simeón: <i>Nunc dimittis servum tuum, Domine, in pace,
-quia viderunt oculi mei salutare tuum.</i><span class="pagenum"><a name="page_112" id="page_112">{112}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">«¡Al fin puedo morir&mdash;grita el gigante<br /></span>
-<span class="i0">Con sublime ademán y voz de trueno.&mdash;<br /></span>
-<span class="i0">Aquella es la bandera de combate,<br /></span>
-<span class="i0">Que en el aire sereno<br /></span>
-<span class="i0">Ó al soplo de pujantes tempestades<br /></span>
-<span class="i0">Va á desplegar el pensamiento humano,<br /></span>
-<span class="i0">Teñida con la sangre de otro mártir,<br /></span>
-<span class="i0">Prometeo cristiano,<br /></span>
-<span class="i0">Para expulsar del orgulloso Olimpo<br /></span>
-<span class="i0">Las caducas deidades.<br /></span>
-<span class="i0">Es un nuevo planeta que aparece<br /></span>
-<span class="i0">Tras los montes salvajes de Judea<br /></span>
-<span class="i0">Para alumbrar un ancho derrotero<br /></span>
-<span class="i0">Á la conciencia humana:<br /></span>
-<span class="i0">El germen fulgurante de la idea<br /></span>
-<span class="i0">Que arrebaté al Olimpo despiadado;<br /></span>
-<span class="i0">La encarnación gigante de mi raza,<br /></span>
-<span class="i0">La raza prometeana.<br /></span>
-<span class="i0">¡Al fin puedo morir! Hijo de Urano,<br /></span>
-<span class="i0">Llevo sangre de dioses en las venas.<br /></span>
-<span class="i0">¡Sangre que al fin se hiela!<br /></span>
-<span class="i0">Aquel que me sucede, hijo del hombre,<br /></span>
-<span class="i0">Lleva el fuego sagrado,<br /></span>
-<span class="i0">Que eternamente riela,<br /></span>
-<span class="i0">Ya le azoten los siglos con sus alas,<br /></span>
-<span class="i0">Ó el viento furibundo;<br /></span>
-<span class="i0">El fuego del espíritu, heredero<br /></span>
-<span class="i0">Del imperio del mundo.»<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Sin embargo, después de la atenta lectura de estos versos, se nota harto
-bien que el sentimiento cristiano ha entrado en ellos en pequeñísima
-dosis.</p>
-
-<p>Cristo, según el poeta, vale más que Prometeo, no porque es Dios, sino
-porque es menos Dios y más hombre que el titán. Para el poeta, Prometeo,
-Cristo, Galileo, Sócrates, en suma, todo sabio que haya sido algo
-perseguido ó muy perseguido por clérigos y frailes, por inquisido<span class="pagenum"><a name="page_113" id="page_113">{113}</a></span>res ó
-por dioses de cualquiera laya, viene á ser un titán, un Prometeo de
-mayor ó menor calibre, la personificación ó la encarnación del
-pensamiento humano, que es el verdadero Dios que inspira su poema y á
-quien le dedica.</p>
-
-<p>El Prometeo de Andrade muere en cuanto ve morir á Jesús, y muere porque
-mueren los dioses todos para que reine sin rival el espíritu del hombre.</p>
-
-<p>El poeta termina su obra entonando á este espíritu un cántico triunfal
-muy entusiasta. Todos los pensadores futuros serán otros tantos
-Prometeos, que es de suponer que no llegarán á padecer, ni con mucho, lo
-que padeció el titán, ni serán crucificados como Cristo, ni beberán
-cicuta como Sócrates, ni tendrán que sentir ninguna otra desazón
-mayúscula, como no hagan alguna tunantería ó algún disparate. Estos
-nuevos pensadores contribuirán á que amanezca pronto el claro día</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">En que el error y el fanatismo espiren<br /></span>
-<span class="i0">Con doliente y confuso clamoreo.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Los poetas harán también brillante papel en este drama del porvenir.
-Andrade no cree, por dicha, como creen y sostienen ahora algunos
-pensadores del Ateneo de Madrid, que la poesía, al menos la rimada ó
-metrificada, va á morir por inútil. Los poetas serán las aves que
-cantarán la venida de esa aurora mental y social, y que secarán con sus
-alas la sangre y el sudor de los pensadores, perseguidos ó afanosos, si
-ellos se afanan y si alguien los persigue.<span class="pagenum"><a name="page_114" id="page_114">{114}</a></span></p>
-
-<p>Para mí es evidentísimo que hay en todo este poema de Andrade portentoso
-brío y gran vuelo de inspiración. Lo que se echa muy de menos, y ¿por
-qué no decirlo con franqueza? es el estudio para prepararse á escribirle
-y el estudio al escribirle.</p>
-
-<p>No quiero pararme en el desaliño ni en las rarezas del lenguaje. No
-gusto de disputar, y alguien hallará bien quizás lo que yo hallo
-deplorable; pero quede consignado, sin atreverme á decir que no está
-bien, que no me suena el que Cristo sea <i>planeta</i>, y que preferiría que
-fuese <i>estrella</i> ó <i>sol</i>; que la raza <i>prometeana</i> me choca y lastima
-los oídos, y que celebraría yo que Prometeo viese la Cruz y no la
-<i>silueta</i> de la Cruz. La <i>silueta</i> me hace pensar en seguida en
-figurillas de papel recortadas con tijeras.</p>
-
-<p>Las fábulas gentílicas no merecen el respeto que merece la historia. El
-poeta puede modificarlas á su antojo y bordar sobre ellas; pero aun en
-esta licencia se han de poner condiciones: de no observarlas, surgirán
-inconvenientes en daño del poema licencioso. Mientras más clara y
-transparente sea en Prometeo la representación del genio del hombre ó
-del pensamiento humano, menos vida poética tendrá el personaje: más se
-acercará á la fría abstracción: más se esfumará como mera é insustancial
-alegoría. Para Esquilo y para los atenienses, público de Esquilo,
-Prometeo era persona de verdad; y Júpiter y las ninfas del Océano, y
-todos los seres que aparecen en el drama, distan mucho de ser
-abstracciones y vanas prosopopeyas. Por esto sólo, aun<span class="pagenum"><a name="page_115" id="page_115">{115}</a></span>que no lo fuese
-por más, sería el Prometeo de Esquilo superior á todos los Prometeos que
-se han escrito más tarde.</p>
-
-<p>Los denuestos del poeta griego contra su Zeus ó Júpiter, vivo y
-reinante, debían de pasmar por su audacia: eran la protesta hermosa del
-derecho y de la razón contra la violencia y el poder. En el día nada
-significa hablar mal de Júpiter. Y si Júpiter es la superstición, el
-fanatismo, la idea de Dios ó un Dios en quien no se cree, y es como si
-no fuera, todo elemento dramático y épico se desvanece, y se reduce el
-poema á la lucha de una abstracción contra otra.</p>
-
-<p>Ya se entiende que digo esto como consideración general, que afecta poco
-al mérito del poema de Andrade. El, ó reflexivamente ó por instinto,
-pensó como yo, é hizo su poema lírico, y no epopeya ni drama.</p>
-
-<p>Y no es esto decir que, en nuestra edad moderna, no sea posible una
-epopeya ó un drama sobre Prometeo; pero, á mi ver, ha de ser de uno de
-estos tres modos: ya poniendo en parodia y en solfa el asunto, como en
-las operetas de Offenbach; ya ciñéndose con inspiración erudita al
-espíritu y pensar de los antiguos, sin bastardear ni mezclar las ideas
-anacrónicamente. Por tal estilo, bien podría un poeta muy helenista y
-muy sabio restaurar la trilogía, completando lo que de Esquilo nos
-falta, así como Leopardi compuso el himno á Neptuno, que parece
-traducción literal de uno de los himnos que se atribuyen á Homero.
-Puede, por último, y más bien pudo hará doscientos ó más años, cuando la
-filosofía<span class="pagenum"><a name="page_116" id="page_116">{116}</a></span> de la historia no se había popularizado tanto, y cuando los
-poetas no metafisiqueaban tanto como hoy á sabiendas y reflexivamente,
-dar la fábula de Prometeo asunto para un drama, que no fuese bufo como
-las operetas, ni arqueológico tampoco, sino con moderno significado.</p>
-
-<p>Calderón, á mi ver, nos dejó lindo ejemplo de esto en su precioso drama
-<i>La estatua de Prometeo</i>. Su intento fué sólo escribir una gran comedia
-de magia con mucha vistosa pompa, música y canto; pero la inspiración
-fué más allá del intento. Informada é iluminada la fábula terrible por
-la luz del cristianismo y por sus alegres esperanzas, toma el aspecto
-más risueño y tiene el desenlace más dichoso. El coro canta, con razón,
-al terminar:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Feliz quien vió<br /></span>
-<span class="i0">El mal convertido en bien<br /></span>
-<span class="i0">Y el bien en mejor.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Prometeo, así como Epimeteo su hermano, no son figuras alegóricas, sino
-personajes reales. Prometeo, sabio; Epimeteo, guerrero. Representan, no
-obstante, la lucha de las armas y las letras, de la razón y de la
-pasión, de la ciencia y del instinto violento y ciego. Aunque rodeados
-de personajes simbólicos y mitológicos, hay realidad y vida en ambos
-protagonistas.</p>
-
-<p>La lucha que entre ellos estalla viene á parar en reconciliación
-interviniendo Minerva, ó la sabiduría misma, y Apolo, ó el padre de la
-luz, los cuales interceden con el sumo Jove, quien perdona antes de que
-Prometeo padezca el suplicio<span class="pagenum"><a name="page_117" id="page_117">{117}</a></span> á que estaba condenado. Pandora no es
-causa de todos los males, como en Hesíodo, tan aborrecedor de las
-mujeres.</p>
-
-<p>Para el galante Calderón, que rendía culto á la mujer, y para quien</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">.....Si el hombre es breve mundo,<br /></span>
-<span class="i0">La mujer es breve cielo,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">Pandora, que representa á la mujer, completa la dicha del sabio,
-casándose con él y amándole. Robar el fuego del cielo resulta chico
-pecado y perdonable atrevimiento, en vista de los bienes que acarrea, y
-sobre todo</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Porque nunca niega<br /></span>
-<span class="i0">Piedades un Dios.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>La maravillosa y estupenda fantasía de Calderón despliega toda su virtud
-en el robo mismo del fuego, en la aparición de Prometeo, cuando ya le
-trae del cielo, y en la repentina y milagrosa vivificación de la estatua
-que se convierte en mujer, hermosa y sabia, hasta el punto de
-confundirse con Minerva, cuando Prometeo le da la llama celestial, que
-la penetra y la anima.</p>
-
-<p>Un crítico de buena voluntad y transcendente, como hoy se usan, pudiera
-sacar de <i>La estatua de Prometeo</i> mil deliciosas, amenas y hasta
-profundas filosofías.</p>
-
-<p>No me incumbe á mí hacerlo ahora; y me vuelvo á Andrade.</p>
-
-<p>En éste no son tan atinadas como en Calderón las modificaciones ó
-innovaciones. Algunas van contra todo razonable simbolismo y le truecan<span class="pagenum"><a name="page_118" id="page_118">{118}</a></span>
-en embolismo. El Titán, hijo de Japeto, es y quiere Andrade que sea el
-pensamiento humano. ¿Por qué, pues, le hace pelear contra Júpiter, con
-los otros titanes, que significan las fuerzas cósmicas, fatales é
-ininteligentes, en las que Júpiter pone orden y ejerce imperio? Prometeo
-aconsejó á los titanes que no se rebelasen contra Júpiter.</p>
-
-<p>También es raro que los titanes para escalar el cielo monten á caballo y
-galopen como gauchos por la pampa, y en corceles de semoviente y animado
-granito. Para subir al asalto de una fortaleza, á un monte enriscado ó
-al cielo, no valen corceles si no tienen alas como el Pegaso. Además, yo
-creo que la lucha de los titanes contra Júpiter es difícil de pintar sin
-que el poeta moderno quede deslucido, cuando esta lucha inspiró en la
-Teogonía los versos más sublimes y verdaderamente titánicos al vate de
-Ascra.</p>
-
-<p>A pesar de todo lo expuesto, y para terminar sin cansar demasiado ni al
-público ni á Ud., diré que, tanto por las composiciones de que he
-hablado, como por <i>El nido de cóndores</i>, <i>A Paisandú</i> y otras que no
-cito, Andrade es uno de los más ilustres poetas que ha habido en
-América, y valdría más que Olmedo ó que Bello, y tanto como Quintana, si
-hubiese cursado más humanidades y hubiese tenido más y mejores lecturas.</p>
-
-<p>Andrade, por último, como otros poetas argentinos, como Mármol,
-Echevarría y Obligado, tiene en su lira cuerdas que á Quintana le
-faltan. Andrade siente, ve y comprende, con profundo sentimiento
-poético, la naturaleza que le rodea.<span class="pagenum"><a name="page_119" id="page_119">{119}</a></span> Si hubiera él olvidado ó
-descuidado más á Víctor Hugo y engolfado menos su alma en la filosofía
-de la historia, hubiera sido aún más notable poeta pintando la
-naturaleza americana y cantando de amor y de hermosura, mejor que de
-evoluciones y de progreso.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="page_120" id="page_120">{120}</a></span>&nbsp; </p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="page_121" id="page_121">{121}</a></span>&nbsp; </p>
-
-<h2><a name="EL_PARNASO_COLOMBIANO" id="EL_PARNASO_COLOMBIANO"></a>EL PARNASO COLOMBIANO</h2>
-
-<p class="r">
-<i>13 de Agosto de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<p class="chead"><span class="smcap">Á D. José Rivas Groot</span></p>
-
-<h3>I</h3>
-
-<p>Muy distinguido señor mío: Vergüenza me da de no haber contestado aún á
-la amabilísima carta de Ud. fecha en Bogotá el 29 de Octubre de 1887.
-Pido á Ud. por ello mil perdones y le ruego que crea que en parte mi
-desidia y en parte mil quehaceres y cuidados han tenido la culpa de mi
-tardanza.</p>
-
-<p>La carta de Ud., que recibí á su debido tiempo, me alegró y lisonjeó
-mucho. Con ella recibí el estimable presente que me hizo Ud. de un
-ejemplar del <i>Parnaso Colombiano</i>.</p>
-
-<p>En la carta me pide Ud. ó muestra deseos de saber mi opinión sobre los
-poetas cuyas composiciones contienen los dos tomos del <i>Parnaso</i>. Y
-pensando yo en darla, después de reflexivo estudio, y con el mejor tino
-que pudiese, he dejado hasta hoy correr el tiempo, sin hacer nada de la
-tarea que me había prescrito.</p>
-
-<p>Pocos meses há empecé á escribir estas <i>Car<span class="pagenum"><a name="page_122" id="page_122">{122}</a></span>tas americanas</i>, y claro
-está que de uno de los libros de que yo más detenidamente deseaba hablar
-en ellas era del que Ud. me había remitido; pero más fáciles asuntos me
-han salido al paso, y todavía no he satisfecho mi deseo.</p>
-
-<p>Entre tanto, he recibido, sin saber quién me los envía, los números de
-<i>La Nación</i>, de Bogotá, fechas 18 y 25 del último Mayo, donde contesta
-usted muy discreta y amablemente á mi primera <i>Carta americana</i>,
-defendiendo con gran calor y habilidad á Víctor Hugo é impugnando mi
-crítica en lo que á Víctor Hugo es adversa.</p>
-
-<p>En la impugnación se muestra Ud. tan cortés, tan benigno y tan amable
-conmigo, que la gratitud me desarma, y casi me siento capaz, á fin de
-ser á Ud. grato, de confesar que me he equivocado: que la musa de Víctor
-Hugo no tiene falta ni mácula, y que, si la tiene, la hermosea en vez de
-afearla, como velloso lunar á una linda moza, haciendo resaltar más con
-su negrura lo sonrosado de la mejilla ó la limpia candidez de la desnuda
-espalda, donde el lunar campea y descuella como matita de bambúes en
-prado de flores.</p>
-
-<p>Los artículos de Ud. me llevan además á hacer escrupuloso examen de
-conciencia. ¿Señor&mdash;me digo,&mdash;habré yo pecado denigrando, ó rebajando al
-menos, el mérito del gran poeta por odio y envidia de español contra lo
-francés en particular, y en general contra todo lo extranjero? Raro es
-el español que sintió jamás tal odio ni tal envidia, y no soy yo ese
-español raro.</p>
-
-<p>Hasta cuando estábamos muy soberbios y engreídos y no cesábamos de
-hablar de Pavía,<span class="pagenum"><a name="page_123" id="page_123">{123}</a></span> Otumba, San Quintín y Lepanto, y de que el sol no se
-ponía en nuestros dominios, no nos dió jamás por denigrar á nadie.</p>
-
-<p>Todo nos parecía mejor en tierra extranjera, ó porque era mejor, ó
-porque el atractivo de la novedad hacía que así nos pareciese. Hasta los
-poetas, que por lo común son arrogantes, eran humildes en España al
-compararse con los extranjeros. Lope de Vega, por ejemplo, que no me
-parece que era un poeta de tres al cuarto, decía, refiriéndose á los
-italianos, que no se atrevía á competir con ellos,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Que son solos y soles,<br /></span>
-<span class="i0">Él con sus rudos versos españoles.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Lo que es en el día andamos tan abatidos, que no hay objeto que no nos
-parezca mejor siendo extranjero que siendo español; y de cuanto
-admiramos, es lo francés lo que admiramos más, por ser lo que menos mal
-conocemos. Siguiendo esta regla y esta propensión nuestra, aseguro á
-usted que mientras más hondamente lo considero, más me persuado de que,
-lejos de escatimar á Víctor Hugo la alabanza, me he excedido en ella; y
-llamando á Víctor Hugo rey de los poetas de nuestro siglo, he agraviado
-á Byron, á Goethe y á no pocos otros, que tal vez tuvieran más derecho
-que él á esa corona.</p>
-
-<p>¿Qué es, pues, lo que yo puedo y debo replicar á los artículos de Ud.
-insertos en <i>La Nación</i>? Lo mejor es dar el punto por suficientemente
-discutido. Dejemos á Víctor Hugo que descanse en paz sobre sus laureles,
-y hablemos de los poetas<span class="pagenum"><a name="page_124" id="page_124">{124}</a></span> que escriben en mi propio idioma, y cuyas
-obras usted me envía, como me dice en su carta, desde un rincón de los
-Andes.</p>
-
-<p>No puede Ud. imaginar cuánto me agrada y qué gran curiosidad me inspira
-ese rincón, como usted le llama.</p>
-
-<p>Cuantas descripciones he leído de su tierra de usted, hechas por
-Alejandro Humboldt, por García Mérou, por el barón de Japurá, padre de
-una simpática marquesa, española por adopción, y mujer de un antiguo y
-excelente amigo mío, y por Miguel Cané, discreto escritor y viajero
-argentino, hoy ministro de su república en esta corte, todo me atrae y
-cautiva; y aseguro á usted que, si yo no fuese ya y no estuviese ya tan
-viejo, había aún de ir á Bogotá á hacer á Ud. una visita y á ver el
-estupendo salto del Tequendama, de tan superior elevación al del
-Niágara, que he visto.</p>
-
-<p>Lejos de parecerme Bogotá un rincón, se me figura que Bogotá va á ser el
-centro del mundo en lo venidero, cuando el canal interoceánico acabe de
-abrirse, y sea en el seno de esa república donde se celebre el gran
-consorcio de la civilización, besándose y abrazándose, dentro de la
-zona,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Que el sol enamorado circunscribe,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">las ondas del Atlántico y del Pacífico.</p>
-
-<p>Y no crea Ud. que lo que más me encantaría ahí, aunque soy muy
-apasionado á la hermosura y sublimidad de la naturaleza, serían los
-fértiles y exuberantes valles y vegas por donde corren<span class="pagenum"><a name="page_125" id="page_125">{125}</a></span> el Magdalena y
-el Cauca; ni la riqueza y variedad de frutos, plantas y flores que hay
-en la hermosa patria de Ud.; ni la misma catarata, vencedora del
-Niágara, y una de las maravillas que hay que ver en este planeta,
-catarata en que se derrumban las aguas del Bogotá desde una altura de
-180 metros, y pasan por el aire, desde la tierra fría, desde un clima
-como el del centro de España, á la tierra caliente, poblada de
-naranjales y de palmas, y donde revolotean los loros y guacamayos. Todo
-esto, con un poco de imaginación, se ve en espíritu, leyendo las
-descripciones de los viajeros, casi como si se viese materialmente con
-los ojos del cuerpo y se tocase con las manos. Lo que á mí me encantaría
-más sería ver trasplantada, en esa meseta de los Andes, con hondas
-raíces, lozana y llena de savia y de vida, la antigua civilización de la
-metrópoli; sería ver en Bogotá como un foco de luz propia, como un
-primer móvil de inteligencia castiza, que sin desechar, sino conociendo
-y estimando todo el moderno saber de los demás pueblos de Europa,
-imprime en cuanto hace el sello y el carácter de la raza española, con
-algo además de singular y exclusivo que la determina y distingue como
-colombiana.</p>
-
-<p>Es lástima que no lleguen por aquí ni leamos nosotros sino poquísimos de
-los libros en prosa que Uds. escriben. Yo, lo confieso, aun no he leído
-más que una novela de Bogotá: <i>Tránsito</i>, de Silvestre. Y aseguro á Ud.
-que han quedado vivamente impresas en mi mente las escenas que describe,
-en las fecundas márgenes del Mag<span class="pagenum"><a name="page_126" id="page_126">{126}</a></span>dalena; las fiestas populares, las
-alegres cabalgatas, los apasionados amoríos, y el poético baile y tonada
-y canto á la vez que llaman <i>bambuco</i>, y que se me figura que no ha de
-ser inferior á nuestros fandangos, boleros, jotas y seguidillas. Todo lo
-que leo de ahí me parece más que español. Tal vez nosotros vamos
-degenerando, ó por decirlo así destiñéndonos y como perdiéndonos
-modestamente en la cola de la cultura europea, mientras que Uds.
-conservan mejor el individualismo, la autonomía de raza. Ahí puede
-llamarse aún <i>cachaco</i> un <i>dandy</i> y <i>cachaquería</i> la <i>high life</i>. Ahí
-siguen los <i>coliches</i> ó <i>asaltos</i>, como los había en mi mocedad en
-nuestras ciudades de provincia cuando improvisábamos un baile en la casa
-de algún amigo, invadida de repente. Y ahí se canta, se baila y se toca
-el <i>bambuco</i> en coro, por galanes y damas, que comprenden, estiman y
-ejecutan, la música más sabia de Schubert, de Chopín y de Beethoven, y
-aun compiten con ella, escribiéndola, como nos cuenta el Sr. Cané de la
-señorita doña Teresa Tanco.</p>
-
-<p>El mismo Sr. Cané, en su precioso libro de impresiones titulado <i>En
-viaje</i>, nos describe con tal entusiasmo la cultura, la hospitalidad y el
-trato afable y discreto de la sociedad elegante de Bogotá, que pone
-deseo de ir á gozar de ella y de ver en el riñón de América, en una
-planicie ó extensa nava en el centro de los Andes, á la altura de 2.700
-metros sobre el nivel del mar, algo como un paraíso terrestre, de clima
-apacible, de perenne primavera, donde existen todos los refinamientos
-que la vida moderna puede dar al es<span class="pagenum"><a name="page_127" id="page_127">{127}</a></span>píritu; y no pocos de los regalos,
-comodidades y <i>conforts</i>, como dicen ahora, de que pueden disfrutar
-nuestros cuerpos.</p>
-
-<p>Todo lo que el Sr. Cané cuenta de este paraíso lo creo yo á pie
-juntillas; y no es exceso de fe, pues está confirmado por las relaciones
-de otros viajeros, como el Sr. García Mérou, el barón de Japurá y el
-mismo Humboldt, á quienes ya he citado, y sobre todo por los libros que
-Uds. escriben, que son la mejor y más irrefragable prueba de dicha
-cultura.</p>
-
-<p>En lo que yo creo descubrir cierta exageración es en los graves
-peligros, dificultades enormes y rudas fatigas que hay que arrostrar,
-superar y sufrir para llegar á esa ciudad, capital de los Estados Unidos
-de Colombia, donde tan agradablemente se vive. Bien dijo el divino poeta
-Ludovico Ariosto:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2"><i>Chi va lontan dalla sua patria, vede</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Cose da quel, che già credea, lontane,</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Che, narrandole poi, non se gli crede</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>E stimato bugiardo ne rimane,</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Ch’il vulgo sciocco non gil vuol dar fede</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Se non le vede e tocca chiare e piane.</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Y así, si bien yo no quiero pasar por alguien del <i>volgo sciocco</i>, y
-menos aún por poner en duda la exactitud de las noticias del Sr. Cané, y
-no niego nada de lo que cuenta, todavía me atrevo á disminuir un poco en
-mi mente de los calores infernales que pasó desde Barranquilla hasta
-Honda; de la violencia de los chorros ó rápidos del Magdalena; de la
-multitud de caimanes que se ven en el río y por las orillas del río, por
-ma<span class="pagenum"><a name="page_128" id="page_128">{128}</a></span>nadas á veces de sesenta, y cada uno con cinco ó seis metros de
-longitud; de las feroces picaduras de los mosquitos, de que es víctima
-quien sube en vapor contra la corriente del Magdalena, navegación que
-dura doce ó catorce días; y de la expedición á caballo ó en mulas desde
-Honda ó Bodegas, al borde del río, hasta la nava ó planicie de Bogotá,
-pasando por espantosos desfiladeros, capaces de poner de punta los
-cabellos del mismo Cid Campeador.</p>
-
-<p>A la verdad que á tanta costa, y exponiéndome á tanto percance, tal vez
-ni aun cuando yo estuviese ahora en la flor de la juventud, me atrevería
-á ir á Bogotá. El Sr. Cané pinta la empresa casi como sobrehumana para
-un hombre civilizado. Hubo momentos en que dice que se apoderó de su
-espíritu una desesperación infinita y en que sintió deseos de arrojarse
-al río á pesar de los caimanes, ó de pegarse un tiro y acabar con aquel
-martirio sin gloria, sin excitación moral, sin propósito alentador.</p>
-
-<p>Repito que todo esto me parece exagerado. Los argentinos deben de ser
-más vivos de imaginación y más dados á ponderar que los andaluces. Pero
-como quiera que sea, en vista de esos peligros, de ese abrasado país que
-rodea el paraíso de Bogotá, y que es menester atravesar para penetrar en
-él, me representaba yo á Bogotá, al leer el libro del Sr. Cané, como á
-la hermosa Walquiria Brunequilda, á quien el dios su padre, á fin de que
-nadie pudiese gozar de su gentil presencia, trato y afecto, sin mostrar
-antes el ánimo más esforzado, circundó de un espantoso círculo<span class="pagenum"><a name="page_129" id="page_129">{129}</a></span> de
-voraces llamas, en cuyo centro ella quedó dormida durante siglos, como
-puede verse en la bella ópera de Ricardo Wagner.</p>
-
-<p>Asimismo, representándome todo el cúmulo de obstáculos que para llegar á
-Bogotá deben allanarse, y después lo agradable y ameno de la vida en
-Bogotá, donde hay tanto músico y tanto poeta, recordaba yo la
-antiquísima fábula griega del país de los Hiperbóreos, para llegar al
-cual se necesita pasar más allá de las Montañas rifeas, donde Bóreas
-vive y donde hay tremendos peligros y todo es inhospitable. Pero,
-salvados la aspereza y el horror de las referidas montañas, hallábase el
-viajero en medio de un pueblo excelente, predilecto del dios Apolo,
-donde casi todos los habitantes cantaban y tocaban deliciosamente la
-lira, y donde las lindas mujeres eran también cantoras, y bailaban con
-rara gallardía, y cautivaban los corazones con su ingenio y con su
-gracia.</p>
-
-<p>En resolución, yo acepto, sin rebajar un ápice y sin borrar un tilde,
-todo lo bueno que en alabanza de Bogotá dice el Sr. Cané en su divertido
-é interesante libro; pero si no borro, rebajo bastante de los trabajos y
-de los casos peligrosos de la peregrinación hasta allí desde
-Barranquilla. ¿Quién sabe si dentro de diez ó doce años, ó antes, ya
-desde Barranquilla, ya desde un punto cualquiera de la costa, se subirá
-por ferrocarril hasta Bogotá con la misma facilidad con que se va ahora
-desde París á Bruselas?</p>
-
-<p>Por lo pronto, no podemos negar, aunque sí atenuar algo, las penalidades
-de la ascensión. Y,<span class="pagenum"><a name="page_130" id="page_130">{130}</a></span> por cierto, que lo que apenas puede concebir la
-fantasía, y supone un valor sobrenatural, es la hazaña de llegar hasta
-allí, y de descubrir y conquistar aquello, como lo hicieron en 1556 un
-puñado de españoles, á las órdenes de D. Gonzalo Jiménez de Quesada.
-Cerca de un año duró la peregrinación, y en ella murió la mitad de los
-aventureros que mandaba D. Gonzalo, vencidos por el hambre, los animales
-ponzoñosos, las fiebres y las inclemencias del cielo; pero, como dice el
-Sr. Martín García Mérou en sus <i>Impresiones</i>, «al alcanzar la elevada
-planicie, hallaron la recompensa de sus fatigas. Aquel era el país de
-los chibchas, el más opulento y el más civilizado que habían encontrado
-hasta entonces, con sus verdes sementeras, sus poblaciones indígenas,
-los palacios de sus caciques, la fecundidad de sus campos y la
-abundancia de sus aguas».</p>
-
-<p>La planicie de Bogotá fué, pues, desde antes que los españoles la
-descubrieran, centro y foco de civilización. Los chibchas ó muiscas de
-entonces no eran inferiores en cultura á los súbditos de Atahualpa y de
-Moctezuma, así como los bogotanos de ahora son el pueblo más aficionado
-á las letras, ciencias y artes de toda la América española.</p>
-
-<p>Desde que el Nuevo Reino de Granada se cristianizó y se españolizó han
-abundado en él poetas é historiadores, que algo nos han descubierto de
-su antigua manera de ser, de su mitología, leyendas y vida anterior á la
-conquista.</p>
-
-<p>De todo esto quisiera yo hablar extensamente, porque todo esto es muy
-curioso; pero si empie<span class="pagenum"><a name="page_131" id="page_131">{131}</a></span>zo tan <i>ab ovo</i>, ¿qué infinidad de cartas no
-tendré que escribir si he de llegar á decir algo del <i>Parnaso
-Colombiano</i> que Ud. me ha remitido?</p>
-
-<p>El <i>Parnaso Colombiano</i> consta de dos tomos de cerca de 400 páginas cada
-uno, impresos el tomo I en 1886 y el tomo II en 1887, y que contienen
-composiciones de más de cien poetas y de quince ó diez y seis poetisas,
-contemporáneos todos, ó sea posteriores á la independencia. Pero como
-Ud. amplifica é ilustra la colección hecha por Julio Añez con un extenso
-discurso preliminar, que puede considerarse como compendio de la
-historia literaria de Colombia, por fuerza, aunque no quiera, tendré que
-hablar de todo, si he de dar mi opinión á Ud.; y á los demás que leyeren
-estas cartas, cierta idea de lo que es ese pueblo y de lo que importa y
-vale su vida intelectual.</p>
-
-<p>Y ya se entiende que lo que yo diga ha de ser muy somero, por dos
-razones: porque yo, de mío, soy muy poco profundo, y porque debo ser
-breve para no cansar.</p>
-
-<p>Aseguro á Ud. que si no fuese por esta invencible <i>scribendi cacoethes</i>
-que me aqueja, la tal cuestión de lo profundo y de lo somero me hubiera
-hecho arrojar la pluma lejos de mí desde hace años. Yo necesito un
-público mediano en lo tocante á sabidurías: que sepa algo para que no le
-parezca pesada mi corta erudición; que no sea muy desdeñoso é
-indiferente para el saber, á fin de que el mío le interese; y que no
-sepa mucho, á fin de que algo de lo que yo le diga le coja de nuevas, y
-no lo considere como sabido y resabi<span class="pagenum"><a name="page_132" id="page_132">{132}</a></span>do, y que ya no se debe ni
-recordar. Como aquí, ó el público es muy sabio, sobrado sabio, ó no se
-le da un comino de todas las sabidurías, yo estoy perdido, y con las
-cosas que he publicado me han ocurrido mil desengaños.</p>
-
-<p>Pondré ejemplos.</p>
-
-<p>Cuando traduje del alemán la obra de Schack titulada <i>Poesía y arte de
-los árabes en España</i>, imaginaron muchos que todas aquellas coplas y
-todos aquellos poetas eran creación mía, y como creación mía, los
-desdeñaron; pero en cambio los profundos orientalistas españoles
-despreciaron, no sólo la traducción, sino el original que yo había
-traducido. Los versos todos estaban tomados por Schack, que no sabe
-árabe, de no sé cuántas traducciones en lenguas modernas de Europa. En
-suma, mi trabajo era superficialísimo y no enseñaba nada.</p>
-
-<p>Con mis cartas á D. Jesús Ceballos Dosamantes me ha pasado algo más
-gracioso aún, si no fuese tan lamentable. Para muchos, yo soy el
-inventor de D. Jesús Ceballos Dosamantes y de su <i>Perfeccionismo
-absoluto</i>, imaginado adrede por mí para decir algunas burlas, como si
-mil sistemas filosóficos europeos no se prestasen á más burlas, si está
-uno de humor para hacerlas; pero en cambio el público re-sabio nada
-halla nuevo ni peregrino en D. Jesús Ceballos Dosamantes, ni en su
-impugnador ó expositor tampoco: todo lo han leído y releído, y casi se
-lo tienen ya olvidado, por saberlo tan bien desde que tomaban papilla.</p>
-
-<p>Así, escribir para mí es como navegar entre<span class="pagenum"><a name="page_133" id="page_133">{133}</a></span> dos escollos; pero yo he de
-escribir sin remedio. No puedo curarme de mi afición á escribir. Lo que
-procuro inculcar siempre en el ánimo de mis lectores es que no pretendo
-enseñar, sino entretener un rato, si puedo, y además divulgar algunos
-conocimientos que los sabios están ya hartos y aun tifos de saber, pero
-que varias personas cándidas y de buena fe ignoran y no desdeñan que
-lleguen á su noticia.</p>
-
-<p>En estas cartas, pues, nada trato yo de enseñar á los sabios; pero me
-daré por pagado de que á Ud. contenten y de que esas varias y pocas
-personas cándidas sepan por ellas que hay del otro lado del Atlántico,
-en el corazón de la América meridional, sobre esa elevada meseta ó nava
-de los Andes, cierta agrupación de españoles emancipados, nación nueva,
-hija de la nuestra, donde nuestro idioma se cultiva y se habla y se
-escribe con primor, elegancia y pureza, y donde brillan nuestras artes y
-antigua cultura, transfiguradas y modificadas por otro cielo, por la
-distancia y por diversas condiciones sociales.</p>
-
-<p>Con tan buen propósito seguiré escribiendo estas cartas, sin arredrarme
-ni desanimarme, si bien procurando que no sean muy largas, ni muchas.</p>
-
-<p>Y aquí termino la primera, asegurando á usted que soy su agradecido
-amigo.<span class="pagenum"><a name="page_134" id="page_134">{134}</a></span></p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>20 de Agosto de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>II</h3>
-
-<p>Muy estimado señor mío: En mi sentir, y ya lo he dicho no pocas veces,
-sin que crea yo que mi aserto pueda ofender al colombiano más celoso de
-su nacional autonomía, la literatura de su país de Ud. es parte de la
-literatura española, y seguirá siéndolo, mientras Colombia sea lo que es
-y no otra cosa. No quita esto que se dé diferencia dentro del género,
-que en la unidad quepa la variedad con holgura; que sobre la condición
-general de españolismo se note en toda obra del ingenio de Colombia un
-sello especial y característico; y menos impide que, con el andar del
-tiempo, pueda llegar lo que Colombia intelectualmente produzca á igualar
-y aun á superar en mérito y en abundancia la producción literaria de
-esta Península.</p>
-
-<p>Entendidas las cosas así, es doble falta por parte de España el
-desconocimiento general (y no niego que hay excepciones y personas que
-saben aquí cuanto de ahí hay que saber) del movimiento intelectual de
-esa República. Ustedes nos leen, nos conocen, nos estudian, pero en
-España se sabe poquísimo de los autores colombianos. A remediar esto ha
-venido la creación de la Academia colombiana de la lengua,
-correspondiente de nuestra Real Academia Española. Así la fraternidad se
-restablece, y así revive la comunicación entre España y su antigua
-colonia, hoy<span class="pagenum"><a name="page_135" id="page_135">{135}</a></span> emancipada. De esperar es que este elevado comercio,
-digámoslo así, se extienda y divulgue algo más, para honra y provecho de
-los que escribimos, y que un libro de historia, una novela ó un poema de
-un ingenio de Colombia halle su público en Madrid, sea objeto de nuestra
-crítica, llame aquí la atención é interese, y se venda en nuestras
-librerías, con relación á su mérito, como cualquiera obra de un escritor
-peninsular.</p>
-
-<p>Mi deseo es que todo libro colombiano, de algún valer, deje de ser una
-curiosidad bibliográfica en España, y naturalmente que también los
-libros españoles lleguen á tener en Colombia más público del que tienen
-hoy.</p>
-
-<p>Aun distamos mucho de que se logre esta harto modesta aspiración. Y casi
-me atrevo á asegurar que en toda nuestra Península é islas adyacentes no
-hay, ni en poder de los libreros, ni en manos de aficionados á versos,
-más ejemplares del <i>Parnaso Colombiano</i> que los que Ud. y el Sr. Añez
-hayan enviado de presente, entre los cuales está el mío.</p>
-
-<p>Al dar yo cuenta aquí del <i>Parnaso Colombiano</i> me parece, pues, que doy
-cuenta de una rareza literaria.</p>
-
-<p>Toda literatura tiene sus precedentes, y la de ustedes, que puede
-decirse que empieza con esta centuria, los tiene nobilísimos desde que
-nació la Colonia.</p>
-
-<p>Ya anuncia y augura la vocación literaria de esa nación que el
-descubridor, conquistador y fundador D. Gonzalo Jiménez de Quesada fuese
-letrado á par que guerrero, que tomase <i>ora la es<span class="pagenum"><a name="page_136" id="page_136">{136}</a></span>pada, ora la pluma</i>, y
-que dejase escritos un <i>Compendio historial</i>, y lo que peor parece que
-se aviene con su carácter y condición de batallador y aventurero, una
-obra devota: <i>Colección de sermones con destino á ser predicados en las
-festividades de Nuestra Señora</i>.</p>
-
-<p>También fué aventurero y soldado el ilustre Juan de Castellanos, que
-igualmente fué por ahí desde España.</p>
-
-<p>Después de larga vida militar, llena de azares y aventuras, se hizo
-sacerdote, y retirado en Tunja, empleó los ocios de su sana y robusta
-vejez en escribir todo cuanto sabía, ó por lectura, ó de oídas, ó por
-haberlo presenciado, y aun representado en ello su papel, «de la
-variedad y muchedumbre de cosas acontecidas en las islas y costas del
-mar del Norte de estas Indias Occidentales, donde, añade él en su
-dedicatoria á Felipe II, he gastado yo lo más y mejor del discurso de mi
-vida,» etc.</p>
-
-<p>No diremos que Juan de Castellanos sea un Virgilio, ni llegue siquiera
-en pasaje alguno á la alta é inspirada entonación de Ercilla; pero son
-asombrosos y simpáticos su facilidad, el candor de su estilo, la frase
-natural y castiza, y á veces la gracia y el primor con que lo va
-refiriendo todo en octavas reales ó de versos endecasílabos. Su obra es
-inmensa, pues no sólo compuso las <i>Elegías de varones ilustres de
-Indias</i>, que llenan un tomo de 565 páginas de la compacta edición de
-<i>Autores Españoles</i> de Rivadeneira, y contienen muy cerca de noventa mil
-versos, sino también una <i>Historia del Nuevo Reino de Granada</i>,<span class="pagenum"><a name="page_137" id="page_137">{137}</a></span> que
-andaba inédita y como perdida, y que há poco publicó por vez primera D.
-Mariano Catalina en su <i>Colección de Escritores castellanos</i>. Todo esto
-lo hacía el historiador-poeta sin esperar remuneración alguna, sino la
-de su beneficio, y, como dice con cándida sencillez, «para no comer el
-pan de balde».</p>
-
-<p>Y no se imagine que la lectura de las obras de Juan de Castellanos sea
-fatigosa é inútil. Contienen las obras un precioso tesoro de noticias, y
-no rara vez caen muy en gracia la inocente malicia, el desenfado y la
-soltura con que refieren algunas cosas cómicas ó les ponen comentarios.
-Así, al hablar de cierta fuente milagrosa que devolvía doncellez y vigor
-á mujeres y á hombres, pondera Castellanos la multitud de gente que iría
-en peregrinación allí, si el hecho fuera indudable, para recobrar <i>sus
-antiguas gallardías</i>, y añade:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Cierto, no se tomaran pena tanta<br /></span>
-<span class="i0">Por ir á visitar la Tierra Santa.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Parece, á la verdad, un cuento de Lafontaine aquel episodio del
-portugués, enamorado de la india, que no gustaba de él y quería
-abandonarle. El portugués, para gala y como principio de civilización y
-de púdico decoro, había revestido á la india de una camisa. Era de
-noche: la india estaba al lado de su amigo, y para alejarse pretextó
-cierto indispensable negocio. Como la india era ladina, pensó en que la
-camisa blanqueaba en la obscuridad, y quitándosela á escape, se quedó
-con el traje que fué de su crianza. Así se<span class="pagenum"><a name="page_138" id="page_138">{138}</a></span> escapó de entre las manos
-del portugués, el cual, contemplando siempre la camisa, que había dejado
-ella tendida en unas matas, creía que allí estaba la señora de sus
-pensamientos. Impaciente ya de que tardase tanto, el portugués decía:
-<i>Ven ya á os brazos do galan que te deseia.</i></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Viendo no responder, tomó consejo<br /></span>
-<span class="i0">De levantarse con ardiente brío,<br /></span>
-<span class="i0">Diciendo: <i>¿Cuidas tú que non te vejo?</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>¡Vejot muyto ben pelo atavio...!</i><br /></span>
-<span class="i0">Echóle mano, mas halló el pellejo<br /></span>
-<span class="i0">De la querida carne ya vacío:<br /></span>
-<span class="i0">Tornóse, pues, con sólo la camisa,<br /></span>
-<span class="i0">Y más lleno de lloro que de risa.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>A más de Juan de Castellanos habla Ud. en su <i>Estudio preliminar</i> de
-otros muchos escritores que hubo ahí durante el período colonial,
-descollando entre los poetas Hernando Domínguez Camargo, autor de un
-poema sobre San Ignacio de Loyola; D. Francisco Alvarez de Velasco y una
-inspirada y mística monja llamada la Madre Castillo.</p>
-
-<p>Por lo demás, la historia literaria de ahí sigue un curso paralelo al de
-la nuestra: idéntico culteranismo ó gongorismo en el siglo <small>XVII</small>;
-idéntica decadencia prosaica hasta mediado el siglo <small>XVIII</small>, y hacia fin
-del siglo <small>XVIII</small> y en el primer tercio del siglo <small>XIX</small>, cierto renacimiento
-y gusto más puro y elevado, aunque debido al menoscabo de la
-originalidad castiza y á la imitación, si no de las composiciones, de
-los preceptos del pseudo-clasicismo francés.</p>
-
-<p>El romanticismo penetró ahí, como en España,<span class="pagenum"><a name="page_139" id="page_139">{139}</a></span> por medio de la literatura
-francesa. Y justo es confesar que si durante el imperio pseudo-clásico
-seguimos los preceptos franceses, y nuestra poesía estuvo impregnada,
-así como la política, de la ligera filosofía sensualista, liberalesca y
-filantrópica ó humanitaria de Francia, la poesía era, en la forma, menos
-imitadora que lo fué después de la francesa. El pseudo-clasicismo
-francés no había tenido un Víctor Hugo que darnos por modelo. De aquí
-que nuestros poetas peninsulares anteriores al romanticismo, aunque
-estén inspirados por Rousseau ó por Voltaire ó por otros autores de
-Francia, son castizos en la forma; y si á alguien imitan, es á los
-clásicos griegos y latinos, á los italianos y á nuestros mismos clásicos
-del siglo <small>XVI</small>. Lo propio puede decirse de los poetas hispano-americanos
-del citado período. Con el romanticismo perdimos, sobre todo en América,
-en la castiza originalidad de la forma. Y digo <i>sobre todo en América</i>,
-porque ahí, como en tierra de menos recuerdos y que mira más al
-porvenir, prevaleció el romanticismo de las ideas modernas sobre el
-romanticismo retrospectivo é histórico, que nos dió en España al duque
-de Rivas y á Zorrilla, y que prestó á Arolas, á Hartzenbusch, á García
-Gutiérrez y á muchos otros un fondo y un color castizos y populares, los
-cuales vinieron á extenderse hasta por las obras de los poetas más
-cosmopolitas, como Espronceda.</p>
-
-<p>Pero pasó de moda el romanticismo, como el pseudo-clasicismo había
-pasado, y tanto en España cuanto en Colombia, realizada esta revolu<span class="pagenum"><a name="page_140" id="page_140">{140}</a></span>ción
-literaria, indispensable y bienhechora, se sintieron sus saludables
-efectos, y apareció una filosofía del arte, y por lo tanto una crítica,
-más comprensiva y transcendente.</p>
-
-<p>En este punto, y guiado Ud. por esta más alta crítica, habla y juzga á
-los autores, todos sus contemporáneos y compatricios, que el <i>Parnaso
-Colombiano</i> encierra.</p>
-
-<p>En el fondo de sus ideas, como en el fondo de las nuestras, ¿quién
-negará que hay mucho elemento filosófico y científico, importado de
-Francia, de Inglaterra y de Alemania? Vamos detrás de estas naciones, y
-el abatimiento y la modestia nos inducen á creer que vamos aún más
-rezagados. Pero el sentimiento y la forma, y el medio ambiente y los
-recuerdos históricos salvan y dan realce á la propia originalidad, y
-producen una poesía que no carece de ser y de índole peculiares.</p>
-
-<p>Aunque Uds., como nosotros, se dejan influir por poetas extranjeros,
-siendo los que más han influído últimamente, tanto ahí cuanto aquí,
-Byron, Víctor Hugo y Enrique Heine, yo noto con mucho gusto que, contra
-esta corriente de extranjerismo, luchan en Colombia, no sin éxito, la
-buena tradición española y el ejemplo y el modelo que ofrecen poetas
-peninsulares del día, conocidos todos en América, y tal vez más
-queridos, encomiados y estudiados que en España.</p>
-
-<p>Nuestros poetas, de los que veo más huella y sabor en los novísimos
-colombianos, son Bécquer, Campoamor y Núñez de Arce.</p>
-
-<p>Los que Ud. más celebra y los que antes han<span class="pagenum"><a name="page_141" id="page_141">{141}</a></span> tenido ahí más influjo son
-Quintana, el duque de Rivas, Espronceda, García Gutiérrez, Tassara y
-Bermúdez de Castro. Y al que Ud. pone por las nubes, como
-contradiciéndonos, pero no á mí, que sigo casi su opinión, es á
-Zorrilla, á quien Ud. llama <i>la primera figura poética de España en este
-siglo</i>.</p>
-
-<p>Con lo dicho se empieza á formar idea de la fisonomía general del
-<i>Parnaso Colombiano</i>. Hay que añadir ahora otros rasgos singulares. A
-pesar de la extraordinaria facilidad con que en Colombia se versifica, y
-aunque es Colombia una república democrática, su poesía es
-aristocrática, culta y atildada. Se ve que es producto de algo como una
-casta superior, dominadora aún, no por las leyes que á todos hacen
-iguales, sino por la inteligencia, el saber y la cultura, que importó en
-el país, sobre otra casta inferior, que no se ha extinguido ni ha
-desaparecido casi, como en las que fueron colonias inglesas, sino que
-vive en cierta subordinación patriarcal y suave.</p>
-
-<p>Las ideas, los sentimientos, el habla, la religión, las costumbres y
-tradiciones importados de España por los que vinieron á fundar la
-colonia, persisten, pues, y son tenidos en gran veneración. Son como los
-dioses penates, que no ahuyentaron ni la revolución, ni la guerra de la
-independencia contra la metrópoli, ni las ulteriores guerras civiles.</p>
-
-<p>De aquí que el hombre quizá más eminente en Colombia por el pensamiento,
-en el vigor de su edad aún (nació en 1843), sea un ultraconservador, un
-tradicionalista, lo que llamábamos pocos<span class="pagenum"><a name="page_142" id="page_142">{142}</a></span> años há en España un
-neocatólico; pero un neocatólico, un <i>retrógrado</i>, que, como dice el
-liberal Sr. Cané, «ha leído cuanto es posible leer en treinta años de
-vida intelectual. Su alta inteligencia ha entrado á fondo en la
-literatura moderna, y pocos como él podrían hablar con tal autoridad de
-lo que en materia de ciencias y letras se ha hecho en el mundo en los
-últimos cien años.»</p>
-
-<p>Este hombre, además, es un sabio filólogo y humanista, muy versado en
-los autores clásicos; griegos y latinos, como lo demuestra su hermosa
-traducción de Virgilio.</p>
-
-<p>Ya se entiende que hablo de Miguel Antonio Caro, hijo de José Eusebio,
-poeta ilustre también, y de cuyas poesías ha hecho linda edición,
-agotada ya, el Sr. D. Mariano Catalina, en su <i>Colección de Escritores
-castellanos</i>.</p>
-
-<p>Miguel Antonio ha escrito mucho en prosa, así de ciencias morales y
-políticas como de filología. En pocos escritos modernos resplandece más
-que en los de este autor lo que podemos llamar el españolismo.</p>
-
-<p>Por ello le censuran no pocos americanos, pero no hemos de ser los
-españoles los que también le censuremos. Además que los mismos
-americanos más liberales empiezan ya á calificar de injusta y de cansada
-y de falsa tanta y tanta declamación contra los descubridores y
-conquistadores de América. Sus culpas, si por herencia se transmiten,
-más pesan sobre los americanos, si no son indios, que sobre nosotros, ya
-que nuestros padres, salvo el caso de algunas familias<span class="pagenum"><a name="page_143" id="page_143">{143}</a></span> históricas, como
-Colón, Pizarro, Cortés y Orellana, se quedaron por acá, y no cometieron
-las atrocidades feroces que á los conquistadores se atribuyen.</p>
-
-<p>Y aun dando por evidentes todas esas atrocidades, ¿es de presumir que á
-fines del siglo <small>XV</small> y principios del siglo <small>XVI</small> hubieran sido más humanos,
-más benignos y más generosos los ingleses ó los alemanes, por ejemplo,
-si les hubiera tocado hacer nuestro papel, descubrir ese continente, y
-el mar del Sur, y los Andes, y echar por tierra los imperios del Perú y
-de Méjico? ¿Habría en Colombia tanto indio vivo si en vez del literato y
-autor de sermones D. Gonzalo Jiménez de Quesada, y de los frailes, entre
-los cuales hubo más Las Casas que Valverde, hubiera ido por ahí un
-aventurero tudesco con buen golpe de <i>lasquenetes</i>?</p>
-
-<p>Estas y otras consideraciones por el estilo, que se le ocurren á
-cualquiera, valen para disculpa, suponiendo que necesite disculpa el
-<i>retrogradismo</i> ó <i>tradicionalismo</i> de D. Miguel Antonio Caro, y prueban
-que no se puede acusar á este señor de que defiende hasta la
-Inquisición, y de que su prurito de santificar lo pasado es
-irreconciliable con la clara luz de su elevado entendimiento.</p>
-
-<p>Este entendimiento elevado brilla en todas las obras de D. Miguel
-Antonio, le ha hecho célebre y muy estimado en toda América, y aun entre
-nosotros, é ilumina singularmente sus poesías, de las que en el <i>Parnaso
-Colombiano</i> hay hermosísimas muestras. No sin motivo califica Ud. al<span class="pagenum"><a name="page_144" id="page_144">{144}</a></span>
-autor de gran poeta, y considera sus mejores versos <i>La vuelta á la
-patria</i>. En lo que no estoy conforme con Ud. es en que no hay nada por
-el estilo de esta composición en la poesía castellana y en colocarla en
-el género de poesía inglesa. Ferviente admirador soy yo también de la
-poesía inglesa, y la creo, por lo general, más concisa que la nuestra y
-muy hondamente sentida. Para lo de la concisión hasta hay razones
-materiales. En inglés bien se puede afirmar que la mitad ó menos de
-sílabas que en castellano basta á expresar las mismas cosas.</p>
-
-<p>Y, sin embargo, yo nada veo de exótico en <i>La vuelta á la patria</i> del
-Sr. Caro. No es menester dejar de ser español para ser sencillo, sentido
-y profundo. No eran ingleses, ni habían leído poesía inglesa, fray Luis
-de León y Jorge Manrique. Dejando, no obstante, esta discusión á un
-lado, convengo en que es preciosa <i>La vuelta á la patria</i>. Aquella dulce
-y mística melancolía, aquella vaguedad esfumada con que percibimos como
-verdadera patria la que está más allá de la muerte, y aquella pintura,
-tan natural y verdadera, de la patria terrenal, de la casa de nuestros
-padres, del valle tranquilo en que pasó nuestra niñez; y aquella mengua
-y abatimiento del corazón enfermo, que vuelve á su antigua soledad, que
-la desea y que ya no la halla, porque ya no existe sino en su mente como
-ideal divino: todo, en suma, en esta composición, en que hay más
-sentidos y más ideas que palabras, la hacen en mi opinión perfecto
-dechado de poesía de sentimiento en cualquier idioma. No se puede citar<span class="pagenum"><a name="page_145" id="page_145">{145}</a></span>
-un solo verso sin citarlos todos. Nada huelga en la composición. Todo
-está primorosamente enlazado y forma el más armonioso conjunto.</p>
-
-<p>Tampoco estoy conforme con Ud. en calificar de germánica <i>La flecha de
-oro</i>. Aquello es original, es nuevo; pero ¿por qué no ha de haber nada
-español que tenga algo de original y de nuevo, que no esté vaciado en
-los antiguos moldes, y que no por eso sea germánico ó inglés? El asunto
-de <i>La flecha de oro</i>, el <i>cuento</i>, es tan poco germánico, que está
-tomado del principio de un <i>cuento</i> de <i>Las mil y una noches</i>. Lo
-inventado por Caro es el valor simbólico y transcendente, que adquiere
-en su breve poesía la antigua leyenda india, persa ó arábiga. El
-príncipe, en los versos de Caro, no vuelve á encontrar la flecha, como
-la encuentra en el cuento de <i>Las mil y una noches</i>. No hubo hada
-Parabanú, que, enamorada de él, la extraviase para atraerle. La <i>flecha</i>
-del antiguo cuento nada significa: la <i>flecha</i> del poemita de Caro tiene
-alta significación. Y la sobriedad artística con que esta significación
-queda indeterminada, hace aún más poéticos los versos, abriendo la
-puerta á la fantasía del lector, para que se lance volando por todos los
-libres, infinitos espacios de las filosofías y de las religiones, en
-busca de la perdida flecha, sin envidiar al hermano que, por apuntar más
-bajo, tocó en el blanco y heredó el reino terrenal de su padre.</p>
-
-<p>De aquí que toda alma soñadora y entusiasta pueda creerse el héroe ó la
-heroína de los versos, y decir:<span class="pagenum"><a name="page_146" id="page_146">{146}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Yo busco una flecha de oro<br /></span>
-<span class="i0">Que, niño, de una hada adquirí,<br /></span>
-<span class="i0">Y «Guarda el sagrado tesoro»,<br /></span>
-<span class="i0">Me dijo; «tu suerte está ahí.»<br /></span>
-<span class="i0">Mi padre fué un príncipe: quiere<br /></span>
-<span class="i0">Un día nombrar sucesor,<br /></span>
-<span class="i0">Y á aquel de dos hijos prefiere<br /></span>
-<span class="i0">Que al blanco tirare mejor.<br /></span>
-<span class="i0">A liza fraterna en el llano<br /></span>
-<span class="i0">Salimos con brío y con fe:<br /></span>
-<span class="i0">La punta que arroja mi hermano<br /></span>
-<span class="i0">Clavada en el blanco se ve.<br /></span>
-<span class="i0">En tanto mi loca saeta,<br /></span>
-<span class="i0">Lanzada con ciega ambición,<br /></span>
-<span class="i0">Por cima pasó de la meta<br /></span>
-<span class="i0">Cruzando la etérea región.<br /></span>
-<span class="i0">En vano en el bosque vecino,<br /></span>
-<span class="i0">En vano la busco doquier:<br /></span>
-<span class="i0">Tomó misterioso camino<br /></span>
-<span class="i0">Que nunca he logrado saber.<br /></span>
-<span class="i0">El cielo me ha visto horizontes<br /></span>
-<span class="i0">Salvando con ávido afan,<br /></span>
-<span class="i0">Y mísero á valles y á montes<br /></span>
-<span class="i0">Pidiendo mi infiel talismán.<br /></span>
-<span class="i0">Y escucho una voz ¡<i>Adelante</i>!<br /></span>
-<span class="i0">Que me hace incansable marchar:<br /></span>
-<span class="i0">Repítela el viento zumbante:<br /></span>
-<span class="i0">Me sigue en la tierra y el mar.<br /></span>
-<span class="i0">Yo busco la flecha de oro<br /></span>
-<span class="i0">Que, niño, de una hada adquirí,<br /></span>
-<span class="i0">Y «Guarda el sagrado tesoro»,<br /></span>
-<span class="i0">Me dijo; «tu suerte está ahí.»<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>No he sabido resistir á la tentación de poner aquí <i>La flecha de oro</i>,
-aunque me acuse Ud. de impertinente y de copiarle lo que de memoria
-sabe.</p>
-
-<p>Yo soy tardío, pero cierto. Hace cerca de un año que debo contestación á
-la carta de Ud.; pero ahora voy á pagar con usura, escribiéndole una<span class="pagenum"><a name="page_147" id="page_147">{147}</a></span>
-serie de ellas, pues no se requieren menos para dar alguna idea de lo
-que es el <i>Parnaso Colombiano</i>.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>27 de Agosto de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>III</h3>
-
-<p>Muy estimado señor mío: Entre las varias dificultades con que tropiezo
-al emitir mi juicio sobre el <i>Parnaso Colombiano</i>, cuenta por mucho (¿y
-por qué no confesarlo?) mi corto saber de los hombres y las cosas de ese
-país. En una recopilación de versos escogidos de varios sujetos, que son
-además personajes políticos, y que han escrito en prosa, en periódicos,
-y que han compuesto novelas, y libros de derecho, de filosofía, de
-filología y de historia, que no conozco, es menester que yo adivine
-mucho, y toda adivinación está sujeta á graves errores.</p>
-
-<p>La mayoría de los poetas, de quienes el señor Añez pone tres ó cuatro
-composiciones en su <i>Parnaso</i>, han escrito tomos enteros. ¿Quién me
-asegura que lo que inserta el Sr. Añez sea lo mejor y lo más
-característico? ¿Y cómo, por las breves noticias biográficas que
-preceden á las composiciones de cada autor, y por lo que él dice en
-ellas, averiguar con plena certidumbre sus doctrinas y creencias y tasar
-su valer en lo justo?<span class="pagenum"><a name="page_148" id="page_148">{148}</a></span></p>
-
-<p>Por todo esto, y porque no me es dable extenderme demasiado, mi crítica
-tiene que ser incompleta: no será crítica; me limitaré á participar á
-usted mis impresiones en general, sin detenerme á decir algo en
-particular sobre tanto poeta.</p>
-
-<p>He empezado por Miguel Antonio Caro, porque es el más conocido entre
-nosotros. Es fundador de la Academia Colombiana, correspondiente de la
-Española; director de la Biblioteca Nacional en su país, y ahí y en
-todas partes muy notable polígrafo y erudito, lo cual no impide que sea
-también elegante, inspirado y entusiasta poeta. Las dos composiciones
-suyas, que ya hemos citado, lo demuestran bien, y no lo desmienten otras
-cuatro que inserta de él el <i>Parnaso</i>: una <i>A la estatua de Bolívar</i>,
-obra admirable de Teneranni, que está en la Plaza Mayor de Bogotá, y
-otra de ellas <i>A la gloria</i>, donde yo admiro y envidio el fervor amoroso
-del poeta que la canta y la desea, exento de aquella mala vergüenza con
-que por Europa tratamos de encubrir ese entusiasmo, si por acaso le
-sentimos. Todos los que componen versos le sienten aún, pero con más
-tibieza, y no todos se atreven á decir, ni dicen tan bien á la gloria:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">A cantar me obligaste con levantado aliento,<br /></span>
-<span class="i0">Y en premio me ofreciste tu divinal favor.<br /></span>
-<span class="i0">Hoy á buscarme vuelves. Yo conozco tu acento<br /></span>
-<span class="i0">Y sé de tus miradas el mágico fulgor.<br /></span>
-<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i0">¡Oh! ¡cumple tus promesas: alza mi nombre al cielo:<br /></span>
-<span class="i0">Lleva los cantos míos al último confín,<br /></span>
-<span class="i0">Y dales, incansable en tu radioso vuelo,<br /></span>
-<span class="i0">La heroica resonancia de tu inmortal clarín!<br /></span>
-<span class="pagenum"><a name="page_149" id="page_149">{149}</a></span></div></div>
-</div>
-
-<p>En casi todos los poetas de que hay obras en el <i>Parnaso Colombiano</i>
-debo decir, en honor de la verdad, que se advierte un sabor castizo, una
-corrección y una elegancia sencilla, que, no en todos, sino sólo en
-nuestros mejores y más cultos peninsulares se nota. Claro se ve que en
-Colombia es cultivado con amor y con atinado ahinco nuestro patrio
-idioma; que en Colombia ha nacido Rufino Cuervo. Todas las locuciones
-vulgares, todas las adulteraciones que pueblo tan remoto de España ha
-introducido en el lenguaje español, quedan tan estudiadas y corregidas
-en las <i>Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano</i> de Cuervo, que
-no hay rastro de ello en la buena poesía.</p>
-
-<p>De este respeto general al idioma aun da Cuervo otra prueba más
-brillante, viniendo á constituirse, como Ud. dice, desde un rincón de
-los Andes, en maestro excelente y superior del habla de Castilla. Su
-<i>Diccionario de construcción y régimen</i> es un portento de erudición, de
-buen gusto, de tenacidad y de paciencia.</p>
-
-<p>Imposible parece que, en medio de las faenas de una fábrica de cerveza,
-donde Rufino, auxiliado por su hermano Angel, creó los bienes de fortuna
-que no tenía, le sobrasen tiempo y medios para leer, conocer á fondo y
-poder citar todo libro escrito en castellano desde la formación del
-lenguaje hasta ahora. Así será su obra alto monumento literario, honra
-de Colombia, de él y de la raza á que pertenece. Al mismo tiempo da
-Rufino Cuervo noble ejemplo de vivir, cuando, hijo del que fué
-presidente de la república, no se<span class="pagenum"><a name="page_150" id="page_150">{150}</a></span> avergüenza de emplearse en bajos y
-mecánicos menesteres para ganarse la vida, y, ya ganada, la consagra por
-completo á competir con Littré, si no á vencerle, haciendo un
-<i>Diccionario de autoridades</i>, con tal copia de ejemplos, que pasma y
-aturde, y donde está la historia de cada palabra y de todas sus
-acepciones, desde el siglo <small>XII</small> hasta el <small>XIX</small>.</p>
-
-<p>Hablo aquí de Cuervo para consagrarle este testimonio de mi admiración,
-y para que sea como muestra y garantía de que en su tierra se sabe la
-lengua castellana, lo cual importa mucho en la alabanza de sus poetas.
-El crítico circunspecto, digan lo que digan los entusiastas y sublimes,
-tiene que ir con pies de plomo en eso de conceder ó de negar patentes de
-<i>genio</i> y en disponer de la inmortalidad gloriosa para otorgarla ó
-rehusarla, según su antojo; pero bien puede afirmar, y yo lo afirmo del
-<i>Parnaso Colombiano</i>, que es un dechado de buen decir, y fehaciente
-documento de la civilización del pueblo donde tales poetas hay, y del
-arte, magisterio y esmerado tino con que manejan el habla, instrumento
-de la poesía.</p>
-
-<p>Prestan además carácter á la poesía colombiana en general dos
-condiciones, ó mejor diré circunstancias, que influyen mucho en que sea
-buena y original. Es una el espectáculo de la magnífica naturaleza que
-rodea al poeta y le inspira, y es otra la sencillez patriarcal de
-costumbres, que transciende y da clara y dichosa muestra de sí en el
-estilo, á pesar de ciertos refinamientos de cultura intelectual, y á
-pesar de autores, grandes<span class="pagenum"><a name="page_151" id="page_151">{151}</a></span> sí, pero enrevesados, ampulosos y gongorinos
-á su manera, que á veces se toman por modelo, como Víctor Hugo por
-ejemplo.</p>
-
-<p>Para citar algo que ponga de manifiesto lo que digo, tengo que ir muy á
-la ventura y no respondo de que lo que yo cite sea siempre de lo mejor.
-Los poetas citados tienen además que permanecer para nosotros medio
-desconocidos. Por unos cuantos versos no es posible apreciar á los que
-han escrito mucho.</p>
-
-<p>Hay; v. gr., un doctor Manuel María Madiedo que ha escrito tanto como el
-Tostado. Ha escrito tragedias, dramas, sainetes, novelas y obras por
-cuyos títulos, que es lo único que yo conozco, se calcula que han de ser
-de filosofía, de religión y de política, como <i>La ciencia social</i>,
-<i>Crítica general</i>, <i>Derecho de gentes</i>, <i>Nuestro siglo</i> <small>XIX</small>, <i>El cáncer
-de los siglos</i>, <i>La razón del hombre juzgada por sí misma</i> y <i>La divina
-profundidad de la filosofía del Evangelio</i>.</p>
-
-<p>El Sr. Madiedo ha escrito muchísimo en los periódicos; es de los que más
-han hecho por la instrucción pública de su país: ha sido rector y
-catedrático en varios colegios. En su misma casa ha puesto cátedra y ha
-dado lecciones gratis. Es jurisconsulto, etc., etc. Y, sin embargo, no
-hay en el <i>Parnaso Colombiano</i> más que una sola composición del doctor
-Madiedo, tal vez de su mocedad, tal vez de las más descuidadas. Es,
-pues, evidente que yo no intento dar á conocer el mérito del doctor
-Madiedo por un trozo de la susodicha composición. Cito sólo el trozo
-para muestra del candor natural y sin aliño con que sin duda hace<span class="pagenum"><a name="page_152" id="page_152">{152}</a></span>
-versos en Colombia todo hombre de ingenio y de ciencia, fijando sus
-fugitivas impresiones por medio de la palabra rítmica y procurando
-transmitir y perpetuar la idea y el sentimiento que ha despertado en su
-espíritu la naturaleza circunstante.</p>
-
-<p>Los versos del doctor son al río Magdalena, al que, entre otras mil
-cosas que justifican no poco las que yo sospechaba que fuesen
-ponderaciones de mi amigo el Sr. Cané, dice lo siguiente:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">No nadan rosas en tus aguas turbias,<br /></span>
-<span class="i0">Sino los brazos de la ceiba anciana,<br /></span>
-<span class="i0">Que desgarró con hórrido estampido<br /></span>
-<span class="i0">Tremendo rayo de feroz borrasca.<br /></span>
-<span class="i0">Yo veo serpientes que tus aguas surcan,<br /></span>
-<span class="i0">Cuyos matices á la vista encantan,<br /></span>
-<span class="i0">Y oigo el ronquido del hambriento tigre<br /></span>
-<span class="i0">Rodar sobre tu margen solitaria;<br /></span>
-<span class="i0">Mientras salvaje el grito de los bogas,<br /></span>
-<span class="i0">Que entre blasfemias sus trabajos cantan,<br /></span>
-<span class="i0">Vuela á perderse en tus sagradas selvas,<br /></span>
-<span class="i0">Que aun no conocen la presencia humana.<br /></span>
-<span class="i0">¡Oh! ¡qué serían sátiros y faunos,<br /></span>
-<span class="i0">Bailando al son de femeniles flautas,<br /></span>
-<span class="i0">Sobre la arena que al caimán da vida<br /></span>
-<span class="i0">En tus ardientes y desiertas playas!<br /></span>
-<span class="i0">¡Ah! ¡qué serían cerca de los bogas<br /></span>
-<span class="i0">Que, rebatiendo las callosas palmas,<br /></span>
-<span class="i0">En el silencio de solemne noche<br /></span>
-<span class="i0">En derredor de las hogueras danzan!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Debe entenderse que estos <i>bogas</i> son los indios briosos y sufridos,
-aunque groseros y algo feroces, que se emplean en todas las faenas de la
-navegación y tráfico por el gran río. Los sátiros y los faunos, el
-doctor tiene razón, quedan chiquititos al lado de estos <i>bogas</i>, que
-encienden las ho<span class="pagenum"><a name="page_153" id="page_153">{153}</a></span>gueras para ahuyentar á las bestias feroces, y que el
-doctor ha visto</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Dando á los aires la robusta espalda<br /></span>
-<span class="i0">Sobre la arena que marcado habían<br /></span>
-<span class="i0">De las tortugas la penosa marcha,<br /></span>
-<span class="i0">Y del caimán la formidable cola,<br /></span>
-<span class="i0">Y de los tigres la temible garra.<br /></span>
-<span class="i0">Yo los he visto en derredor del fuego<br /></span>
-<span class="i0">Danzar al eco de sonora gaita,<br /></span>
-<span class="i0">Mientras silbaba el huracán del Norte<br /></span>
-<span class="i0">Sobre tus olas con sañuda rabia.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>El cuadro es completo en su sencillez y se ve que está tomado del
-natural. Allí impera el hombre primitivo, libre, fuerte, luchando con
-una naturaleza terriblemente poderosa, bella y rebelde.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">En vano busca en tu desierta margen<br /></span>
-<span class="i0">El hombre, que cual leve sombra pasa,<br /></span>
-<span class="i0">Palacios y ciudades de una hora<br /></span>
-<span class="i0">Que derrumban del tiempo las pisadas.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Pero, en cambio, ¡cuánta poesía, cuánta libertad y cuánta hermosura,
-apacible á veces,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Cuando, en un cielo plácido y sin mancha,<br /></span>
-<span class="i0">Mira la luna en tus remansos bellos<br /></span>
-<span class="i0">Su faz rotunda de bruñido nácar!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Entonces, al contemplar el poeta el Magdalena,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">En sus riberas vírgenes admira<br /></span>
-<span class="i0">La creación saliendo de la nada,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">y piensa que</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">El hombre libre, que sus redes seca<br /></span>
-<span class="i0">En tu sublime margen solitaria,<span class="pagenum"><a name="page_154" id="page_154">{154}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Como en Edén nuestros primeros padres,<br /></span>
-<span class="i0">Sólo de Dios adora la palabra.<br /></span>
-<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i0">Cedros y flores ornan tu ribera<br /></span>
-<span class="i0">Y aves sin fin que con tus ondas hablan,<br /></span>
-<span class="i0">En sus variados armoniosos cantos<br /></span>
-<span class="i0">De tus desiertos la grandeza ensalzan.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Si la pompa y la grandeza de estos desiertos han sido ensalzadas por los
-poetas colombianos, natural es que lo haya sido más la útil y cómoda
-beldad de la llanura elevada donde Bogotá se encuentra, y que, por
-parecerse á Granada, con su Sierra Nevada y con su vega, valió á
-aquellas regiones el nombre de Nueva Granada.</p>
-
-<p>El prodigioso salto del Tequendama debió ser y ha sido también asunto
-adecuado y frecuente de la poesía, compitiendo con el Niágara. Ya los
-indios habían poetizado el Tequendama en su mitología. Nemterequeteba es
-uno de los nombres del ser sobrenatural, que, como Manco Capac con
-relación á los peruanos, trajo la civilización á los chibchas,
-apareciendo entre ellos, estableciendo religión y vida política, y
-enseñándoles á tejer, á labrar la tierra y á fundir y esculpir el oro,
-aunque no el hierro, que desconocían.</p>
-
-<p>El río Funca ó Bogotá se desbordó y cubrió la llanura toda. Los hombres,
-para no morir ahogados, tuvieron que encaramarse y refugiarse en lo alto
-de las montañas. Y entonces fué cuando Nemterequeteba, hiriendo con su
-báculo una firmísima roca, abrió paso al agua, que se precipitó por allí
-con estruendo y como en un abismo. Tal origen tuvo el salto del
-Tequendama, en la imaginación de los chibchas. Los modernos co<span class="pagenum"><a name="page_155" id="page_155">{155}</a></span>lombianos
-le celebran y describen en hermosos versos.</p>
-
-<p>Uno de los cantores del Tequendama es D. José Joaquín Ortiz, de quien
-tengo que decir lo mismo que de Madiedo, y que de casi todos. Es autor
-de multitud de obras que no hemos visto por aquí; de novelas, de
-comedias, de <i>Lecciones de literatura castellana</i>, de muchas <i>Poesías</i> y
-de un libro titulado <i>Testimonio de la historia y de la filosofía acerca
-de la divinidad de Jesucristo</i>.</p>
-
-<p>Sus versos al Tequendama son buenos, pero no los citaré para citar otros
-que me parecen mucho mejores. Y no creo que el Sr. Ortiz se enoje ó se
-aflija de esta preferencia, como dicen que una vez se enojó y afligió
-mucho Píndaro de que, en los Juegos Olímpicos, Corina le venciese. En
-tiempo de Píndaro no se usaba la galantería que ahora se usa, y que
-tanto resplandece en otros versos del Sr. Ortiz, donde lindamente
-encomia á sus paisanas. Yo, por otra parte, ya que no cite los versos
-del Sr. Ortiz á la catarata, he de citar algo de estos otros de que
-hablé, no sólo por el encomio de las damas colombianas y porque en ellos
-se alude también al gigantesco salto, sino porque, escritos para una
-fiesta nacional, y llenos del más ardiente afecto á Colombia,
-manifiestan profundo amor filial á la antigua metrópoli, amor que nos
-enorgullece, que procuramos pagar, y que muestran y sienten los
-hispano-americanos, á pesar de los errores y torpezas en que han
-incurrido con frecuencia nuestros gobiernos en sus relaciones con
-aquellas repúblicas.<span class="pagenum"><a name="page_156" id="page_156">{156}</a></span></p>
-
-<p>El Sr. Ortiz quiere cantar á su patria, duda de su estro y dice:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¡Oh! ¡no! para cantarte dignamente<br /></span>
-<span class="i0">Poderosa no fuera<br /></span>
-<span class="i0">Del viejo Homero la robusta trompa,<br /></span>
-<span class="i0">Ni de Marón la lira lisonjera.<br /></span>
-<span class="i0">¿Y yo he de alzar loándote mi acento,<br /></span>
-<span class="i0">De tu gran día en la solemne pompa?<br /></span>
-<span class="i0">¿Qué es la humilde retama<br /></span>
-<span class="i0">Junto al baobab, patriarca de la selva,<br /></span>
-<span class="i0">Que su gigante mole saca al cielo?<br /></span>
-<span class="i0">¿Qué el menguado arroyuelo<br /></span>
-<span class="i0">Que corre sin rüido,<br /></span>
-<span class="i0">En la callada soledad perdido.<br /></span>
-<span class="i0">En medio de los Andes,<br /></span>
-<span class="i0">Con nuestro poderoso Tequendama,<br /></span>
-<span class="i0">Que, al arrojarse en el abismo, brama<br /></span>
-<span class="i0">Atronando el desierto en voces grandes?<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Toda esta composición está llena de apasionado lírico arrebato. El
-poeta, ya anciano, es uno de los últimos testigos de la gloriosa guerra
-de la independencia, y lamenta las discordias civiles del día, mientras
-que las hazañas de Bolívar y de los demás libertadores dan á su ánimo
-afligido</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Consuelo celestial con su memoria.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Bolívar es para él tan grande como Colón. Si éste descubre la América,
-el otro la liberta. Si Colón,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">....... el inmortal piloto,<br /></span>
-<span class="i0">Ve salir lentamente de la espuma,<br /></span>
-<span class="i0">Como alza el cáliz el fragante loto,<br /></span>
-<span class="i0">La americana tierra,<br /></span>
-<span class="pagenum"><a name="page_157" id="page_157">{157}</a></span></div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">y si Colón puede entonces exclamar, ebrio de gozo,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">¡Gloria al Señor! ¡He descubierto un mundo!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">Bolívar también</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Al través de los campos de la muerte,<br /></span>
-<span class="i0">Llega por fin, de donde el mar recibe<br /></span>
-<span class="i0">Al Orinoco en amoroso abrazo,<br /></span>
-<span class="i0">A la cima en que eleva al firmamento<br /></span>
-<span class="i0">Su frente de granito el Chimborazo,<br /></span>
-<span class="i0">Y derrama la vista abajo, y mira<br /></span>
-<span class="i0">Cual salidas del báratro profundo<br /></span>
-<span class="i0">Cinco grandes naciones,<br /></span>
-<span class="i0">Y clamar puede al fin, ebrio de gozo,<br /></span>
-<span class="i0">¡Gloria al Señor! ¡He libertado un mundo!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Pero este mismo anciano poeta, que vió al libertador y que tanto le
-ensalza, ama á España y nos asegura que no cesó de pensar en ella y de
-desear la reconciliación.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">En esos años de la ausencia fiera,<br /></span>
-<span class="i0">El recuerdo de España<br /></span>
-<span class="i0">Seguíamos doquiera.<br /></span>
-<span class="i0">Todo nos es común: su Dios, el nuestro;<br /></span>
-<span class="i0">La sangre que circula por sus venas<br /></span>
-<span class="i0">Y el hermoso lenguaje;<br /></span>
-<span class="i0">Sus artes, nuestras artes; la armonía<br /></span>
-<span class="i0">De sus cantos, la nuestra; sus reveses,<br /></span>
-<span class="i0">Nuestros también, y nuestras<br /></span>
-<span class="i0">Las glorias de Bailén y de Pavía.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Hasta las mujeres de su país traían al poeta, en su mocedad, el recuerdo
-y el amor de España:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">En el porte elegante,<br /></span>
-<span class="i0">En el puro perfil de su semblante,<br /></span>
-<span class="i0">En su mirada ardiente y en el dejo<br /></span>
-<span class="i0">Meloso de la voz, eran retrato<span class="pagenum"><a name="page_158" id="page_158">{158}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">De sus nobles abuelas;<br /></span>
-<span class="i0">Copia feliz de gracia soberana,<br /></span>
-<span class="i0">En que agradablemente se veía<br /></span>
-<span class="i0">El decoro y nobleza castellana<br /></span>
-<span class="i0">Y el donaire y la sal de Andalucía.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Quien, á la edad de setenta años, echa aún tan bonitos requiebros á sus
-paisanas, estoy seguro, repito, de que no ha de afligirse de que se dé á
-una de ellas la preferencia en lo de cantar el Tequendama. Y no es esto
-decir que el Sr. Ortiz no sienta y exprese bien la naturaleza, sino que,
-ante la catarata, fué menos feliz que una poetisa. Ortiz, en su
-composición <i>A una golondrina</i>, prueba que vale mucho en este género. No
-me atrevo á decidir si es coincidencia ó imitación; pero, en el corte,
-en el tono, en la serena melancolía de sus versos <i>A una golondrina</i>, se
-recuerda á Leopardi, salvo siempre que la fe, que no abandona á Ortiz,
-quita á sus versos la amarga desesperación que la incredulidad de
-Leopardi prestaba siempre á cuanto escribía. Hay además en Ortiz no poco
-de <i>quintanesco</i> y clásico, al ver siempre al hombre y al pensar más en
-su destino, en su progreso, en su libertad, en su infelicidad ó en su
-dicha, que en todas las magnificencias de la tierra y de los cielos.
-Todo esto es para él como el fondo que pinta ligeramente el artista en
-un cuadro donde campea la figura humana.</p>
-
-<p>En cambio, la ilustre poetisa antioqueña Agripina Montes siente y
-refleja con gran viveza y vigor la hermosura y sublimidad de los seres
-inanimados ó inferiores al hombre.</p>
-
-<p>El sentimiento de la naturaleza es en su alma<span class="pagenum"><a name="page_159" id="page_159">{159}</a></span> todo lo profundo que
-puede ser en un alma católica y española; porque la idiosincrasia de
-nuestra raza pone la propia individualidad por cima de todo, y jamás
-hubo teósofo español que la disolviese en la inmensidad del Universo, ni
-místico, y eso que los hemos tenido maravillosos, que la sepultase en el
-abismo interior del centro del espíritu.</p>
-
-<p>Yo no aclamo, me limito á repetir el grito de admiración con que, en su
-patria, saludan á doña Agripina, aclamándola <i>Musa del Tequendama</i>.
-Añadiré además que, por las noticias que me da el colector Añez, D.ª
-Agripina es una señora guapa, joven aún, que se casó, en muy temprana
-edad, con D. Miguel del Valle, de quien tuvo numerosa prole, y de quien,
-en 1886, quedó viuda. Vive consagrada á sus hijos, á par que da
-lecciones en establecimientos de educación y en casas particulares. En
-1887 ha sido nombrada directora de la Escuela normal de Santamarta. El
-Sr. Añez la celebra por no menos hábil y activa en labores caseras que
-con la pluma.</p>
-
-<p>Para muestra de esta última y superior habilidad quisiera yo poner aquí
-toda la oda al Salto; pero no me atrevo á llenar mucho las columnas de
-<i>El Imparcial</i>, y me limitaré á trasladar á ellas algunos fragmentos.</p>
-
-<p>Aun así, lo dejaré para otro día, porque va ya siendo demasiado extensa
-esta carta.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="page_160" id="page_160">{160}</a></span></p><hr style="width: 45%;" />
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>3 de Septiembre de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>IV</h3>
-
-<p>Muy estimado señor mío: Yo hago muchos distingos y no afirmo ni niego
-por completo sino rarísimas veces. Por esto me acusan de escéptico.
-Pero, en fin, yo soy así, y no lo puedo remediar. La famosa sentencia
-<i>ut pictura poesis</i>, que en Alemania y en Inglaterra ha sido fundamento
-de sendas escuelas de poesía, me parece falsa como no se limite mucho.</p>
-
-<p>Hay, debe haber poesía descriptiva, como hay pintura de paisaje; pero la
-poesía describe de un modo reflejo lo que la pintura pinta de un modo
-más directo. La poesía vence á la pintura, cuando la poesía describe, no
-el objeto que se ve, sino la impresión, el sentimiento y la idea que el
-objeto que se ve produce en lo profundo del alma. En cambio, para
-conocer bien el objeto, tal como es, ó al menos tal como aparece, la
-pintura y hasta la fotografía valen más que la poesía más fiel y más
-pintoresca.</p>
-
-<p>La palabra fría de la prosa, fórmulas aritméticas áridas, nomenclaturas
-técnicas, dan más cumplido concepto de lo que es cualquier objeto ó
-fenómeno del mundo exterior que los versos más elocuentes y sublimes.</p>
-
-<p>Heredia, poeta de Cuba; Pérez Bonalde, poeta de Venezuela, han compuesto
-versos hermosísimos al Niágara. Mas para formar idea del Niágara dice
-más el que dice: el río se precipita desde<span class="pagenum"><a name="page_161" id="page_161">{161}</a></span> una altura de más de 50
-metros; contando con la isla de la Cabra, que está en medio, y divide la
-catarata, la anchura del río, en el lugar en que se precipita, vendrá á
-ser de 1.300 metros; y el volumen de agua que cae, cada hora, es de
-noventa mil millones de pies cúbicos ingleses, según los cálculos de
-Lyell.</p>
-
-<p>No hay oda, ni himno, que haga concebir mejor la grandeza del Niágara.
-De donde yo infiero que la poesía realista ó naturalista vale poco, y
-que el verdadero valor de la poesía está, no en lo real, sino en lo
-ideal, en la pasión en el sentimiento que produce el objeto en el
-espíritu de quien le contempla: en lo sobrenatural y en lo infinito,
-cuyo volumen Lyell no calcula: en Dios ó en el diablo que al poeta se le
-aparece, ó que surge evocado por él del seno agitado y estrepitoso de
-aquellos noventa mil millones de pies cúbicos por hora, que, desde hace
-tantos siglos, sin que disminuyan, se van derrumbando á un lado y á otro
-de la isla de la Cabra.</p>
-
-<p>Siempre he leído con gusto el precioso libro de Víctor de Laprade sobre
-<i>El sentimiento de la naturaleza</i>; y no porque me ha convencido, sino
-porque ha corroborado, con todo su saber y su discreción, lo mismo que
-yo pensaba y sentía. La poesía tiene por objeto al hombre, con todo lo
-que hay en su espíritu. Su pensamiento, su acción es siempre el asunto.
-Donde no hay acción humana, la poesía descriptiva se diría que está de
-sobra; acuden á la memoria los versos de Lope:<span class="pagenum"><a name="page_162" id="page_162">{162}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">En este valle y líquida laguna,<br /></span>
-<span class="i0">Si he de decir verdad como hombre honrado,<br /></span>
-<span class="i0">Jamás me sucedió cosa ninguna.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Así es que Homero, guiado por su instinto divino é infalible, no
-describe, y si describe, la descripción se vuelve acción. No se para
-Homero á describir las armas de Aquiles, sino que nos lleva á la fragua,
-y vemos á Vulcano con el martillo y las tenazas; y vemos el oro y el
-bronce que se derriten, y los fuelles que soplan, y el fuego que arde; y
-vemos trabajar al dios, y salir de entre sus manos ágiles, y de su
-maravillosa mente de artista, la fuerte coraza, el penachudo morrión y
-el estupendo escudo, en cuyas cinco zonas el dios va esculpiendo á
-nuestra vista, llena de grato asombro, cuanto hay de más hermoso en el
-cielo y en la tierra.</p>
-
-<p>Con el Tequendama ocurre lo mismo que con el Niágara. Cualquiera
-descripción en prosa, la de Humboldt, la del matemático Caldas, la del
-barón de Japurá, dan más cumplida idea que los mejores versos. La masa
-de agua que se precipita es muy inferior, pero cae de un lugar cerca de
-cuatro veces más alto. El agua además choca primero contra un banco de
-piedra, y allí revienta; hierve y se lanza de nuevo en plumas
-divergentes hacia el abismo. En el fondo es más terrible el choque y no
-puede mirarse sin horror. Las plumas de agua, las puntas de lanzas, que
-tal parecen, se despeñan con increíble rapidez y se suceden unas á
-otras. Al llegar al fondo, cuando no antes, en virtud de su vertiginoso
-descenso, se desmenuza el agua y se pulveriza, y asciende<span class="pagenum"><a name="page_163" id="page_163">{163}</a></span> luego en
-forma de nubes, que el sol dora y adorna con el iris. Se diría que el
-Bogotá, acostumbrado á correr por las regiones elevadas de los Andes,
-baja á pesar suyo á aquella profundidad y quiere otra vez elevarse
-orgulloso en difusos vapores. Estos vapores asegura Humboldt que se ven
-desde la ciudad de Bogotá á cinco leguas de distancia.</p>
-
-<p>Después de esto, ¿qué podrá añadir la poetisa; qué ponderación realzará
-en sus versos la pintura de la catarata? La impresión propia, el vuelo
-de su espíritu, su humano pensamiento y su elevada fantasía, que entrevé
-á Dios en el horrendo arco que forma el agua.</p>
-
-<p>Después prosigue la poetisa:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¿Qué buscas en lo ignoto?<br /></span>
-<span class="i0">¿Cómo, adónde, por quién vas empujado?<br /></span>
-<span class="i0">Envuelto en los profusos torbellinos<br /></span>
-<span class="i0">De la hervidora tromba de tu espuma,<br /></span>
-<span class="i0">E irisado en fantástico espejismo<br /></span>
-<span class="i0">Con frenesí de ciego terremoto,<br /></span>
-<span class="i0">Entre tu aérea clámide de bruma,<br /></span>
-<span class="i0">Te lanzas despeñado,<br /></span>
-<span class="i0">Gigante volador, sobre el abismo.<br /></span>
-<span class="i0">Se irgue á tu paso murallón inmoble<br /></span>
-<span class="i0">Cual vigilante esfinge del Leteo;<br /></span>
-<span class="i0">Mas de tu ritmo bárbaro al redoble<br /></span>
-<span class="i0">Vacila con medroso bamboleo.<br /></span>
-<span class="i0">Y en tanto al pie del pavoroso salto,<br /></span>
-<span class="i0">Que desgarra sus senos al basalto,<br /></span>
-<span class="i0">Con tórrida opulencia<br /></span>
-<span class="i0">En el sonriente y pintoresco valle<br /></span>
-<span class="i0">Abren las palmas florecida calle.<br /></span>
-<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i0">La indiana piña de la ardiente vega,<br /></span>
-<span class="i0">Adorada del sol, de ámbar y de oro,<span class="pagenum"><a name="page_164" id="page_164">{164}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Sus amarillos búcaros despliega.<br /></span>
-<span class="i0">Sus ánforas de jugo nectarino<br /></span>
-<span class="i0">Te ofrece hospitalaria<br /></span>
-<span class="i0">La guanábana en traje campesino,<br /></span>
-<span class="i0">A la par que su rica vainillera<br /></span>
-<span class="i0">El tamarindo tropical desgrana,<br /></span>
-<span class="i0">Y la silvestre higuera<br /></span>
-<span class="i0">Reviste al alba su lujosa grana.<br /></span>
-<span class="i0">Bate del aura al caprichoso giro<br /></span>
-<span class="i0">Sus granadillas de oro mejicano<br /></span>
-<span class="i0">Con su plumaje de ópalo y zafiro<br /></span>
-<span class="i0">La pasionaria en el palmar del llano;<br /></span>
-<span class="i0">Y el cámbulo deshoja reverente<br /></span>
-<span class="i0">Sus cálices de fuego en tu corriente.<br /></span>
-<span class="i0">Miro á lo alto. En la sien de la montaña<br /></span>
-<span class="i0">Su penacho imperial gozosa baña<br /></span>
-<span class="i0">La noble águila fiera;<br /></span>
-<span class="i0">Y espejándose en tu arco de topacio,<br /></span>
-<span class="i0">Que adereza la luz de cien colores,<br /></span>
-<span class="i0">Se eleva majestuosa en el espacio<br /></span>
-<span class="i0">Llevándose un jirón de tus vapores.<br /></span>
-<span class="i0">Y las mil ignoradas resonancias<br /></span>
-<span class="i0">Del antro y la floresta,<br /></span>
-<span class="i0">Y místicas estancias<br /></span>
-<span class="i0">Do urden alados silfos blanda orquesta,<br /></span>
-<span class="i0">Como final tributo de reposo<br /></span>
-<span class="i0">¡Oh émulo del destino!<br /></span>
-<span class="i0">Ofrece á tu suicidio de coloso<br /></span>
-<span class="i0">La tierra engalanada en tu camino.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Todo esto es bello; pero en el fondo del cuadro, la figura principal es
-la misma poetisa. El Tequendama es el pedestal ingente sobre el cual se
-pone su espíritu</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">A retocar sus desteñidos sueños.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>El desaliento que se apodera del espíritu en presencia de tan grande
-escena, hace concebir<span class="pagenum"><a name="page_165" id="page_165">{165}</a></span> mejor su magnificencia que la descripción más
-atinada y exacta.</p>
-
-<p>Manzoni, cantando á Napoleón, que al fin era un hombre como él, y por la
-elevación del pensamiento mucho menor que él, puede decir, sin que nos
-ofenda la jactancia, que va á entonar un cántico que <i>forse non morrà</i>.
-Simónides, reviviendo en los versos de Leopardi, puede pedir para sus
-versos la misma inmortalidad que da la gloria á los trescientos héroes
-que los versos celebran; pero ante el espectáculo solemne de aquella
-fuerza ciega, fatal y sin término, el ánimo se apoca. Es además una
-mujer la que canta, y yo veo algo de amable y de muy delicado en la
-timidez y desconfianza con que la poetisa predice, engañada por su
-modestia, que su canto va á morir; que</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Así como se pierden á lo lejos,<br /></span>
-<span class="i0">Blancos al alba y al morir bermejos,<br /></span>
-<span class="i0">En nívea blonda de la errante nube,<br /></span>
-<span class="i0">O en chal de la colina,<br /></span>
-<span class="i0">Los velos primorosos<br /></span>
-<span class="i0">De tu sutil neblina,<br /></span>
-<span class="i0">Va en tus ondas mi cántico arrollado<br /></span>
-<span class="i0">Bajo tu insigne mole confundido,<br /></span>
-<span class="i0">E, inermes ante el hado,<br /></span>
-<span class="i0">Canto y cantor sepultará el olvido.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>No es de recelar que tal suceda, porque los versos son hermosos y
-muestran el arte de la poetisa, su viva imaginación y el buen gusto para
-la dicción poética. Tal vez el <i>bamboleo</i> con que, alucinada ella por un
-momento, cree que se estremecen y vacilan las inmobles rocas al rudo<span class="pagenum"><a name="page_166" id="page_166">{166}</a></span>
-golpe del agua, parezca á alguien palabra sobrado vulgar; pero es
-gráfica y está realzada por el epíteto <i>medroso</i>.</p>
-
-<p>La pintura de la vegetación tropical, que se extiende al pie del Salto,
-no es inferior á la de D. Andrés Bello, que la poetisa recordó é imitó,
-y aun se puede afirmar que hace más impresión que la de Bello, porque no
-habla en general de las plantas y flores de la zona tórrida, sino que
-describe lo que está viendo allí mismo.</p>
-
-<p>No es Agripina Montes la única poetisa de nota que el <i>Parnaso
-Colombiano</i> nos da á conocer. Hay otras que llaman mucho la atención y
-se ganan el aprecio y las simpatías de los lectores.</p>
-
-<p>Yo me figuro que en Colombia no deben de ocurrir las varias causas que
-en España, y sobre todo en Madrid, influyen para que las mujeres no
-escriban versos. Nuestros padres y abuelos, hartos de los discreteos,
-latines y tiquis-miquis de las damas de Calderón, condenaron el saber en
-las mujeres, denigraron á las mujeres sabias con los apodos de licurgas
-y marisabidillas, y pusieron el ideal femenino en la más crasa
-ignorancia. Mas tarde, y ya bien entrado este siglo de las luces, volvió
-la mujer á querer saber y á saber; pero en muchas partes, y sobre todo
-en Madrid, en las clases elegantes y abastadas, la educación de la mujer
-fué exótica: en colegios, ingleses ó franceses, con ayas inglesas ó
-alemanas. De aquí que el castellano fuese en boca de muchas damas la
-lengua del vulgo, sólo aristocratizada por la pronunciación gangosa de
-las erres. Si la dama salía aficionada á leer, leía á<span class="pagenum"><a name="page_167" id="page_167">{167}</a></span> Musset ó á
-Lamartine ó á los poetas británicos, y lo español le parecía tonto y
-cursi, aunque no lo dijese ella. Cuando la dama no salía muy aficionada
-á leer, como esta vida de Madrid, la <i>high life</i>, es un torbellino de
-fiestas, toros, bailes y paseos, no había para qué leer ni siquiera por
-pasatiempo. Al teatro se iba á oir música, y de la dama <i>comm’il faut</i>,
-si por acaso se allanaba á ir á la comedia, se podía decir lo que ya
-Iriarte decía de las <i>currutacas</i> de su tiempo:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Aplauden cuando más al tramoyista;<br /></span>
-<span class="i0">Oyen tal cual chulada del sainete,<br /></span>
-<span class="i0">Y sirve lo demás de sonsonete,<br /></span>
-<span class="i0">Mientras que están haciendo una conquista.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>De aquí que, con relación á la gracia, chiste, despejo y portentosa
-facundia de la mujer española, hayan sido muy pocas las que han escrito
-y han ganado alta fama escribiendo. Y estas pocas han venido casi
-siempre á este centro, desde el fondo de alguna apartada ciudad de
-provincia. Así la Avellaneda, de Cuba; Carolina Coronado, de una villa
-de Extremadura; María Mendoza y Josefa Barrientos, de Málaga; y de la
-Coruña, doña Emilia Pardo Bazán.</p>
-
-<p>En toda mujer que se lanza en España á ser autora, hay que suponer una
-valentía superior á la valentía de la Monja-Alférez ó á la de la propia
-Pentesilea. Cada <i>dandy</i>, si por acaso la encuentra, será contra ella un
-Aquiles, más para matarla, que para llorar su hermosura después de
-haberla muerto. Quiero decir, dejando mitologías á un lado, que en la
-literata suelen ver los<span class="pagenum"><a name="page_168" id="page_168">{168}</a></span> solteros algo de anormal y de vitando, de
-desordenado y de incorrecto, por donde crecen las dificultades para una
-buena boda, etc., etc. De aquí que, si una jovencita sale aficionada á
-literatear ó á versificar, ella misma lo oculta como un defecto ó
-impedimento dirimente, cuando no es la propia familia la que procura
-ocultarlo. Sólo la más ardiente y firme vocación y un extraordinario
-mérito pueden sobreponerse á tanto cúmulo de inconvenientes.</p>
-
-<p>Una pícara sentencia de Horacio, cuya falsedad é injusticia, perdóneme
-Horacio, ofenden al recto juicio, viene á hacer más penosa la situación
-de toda poetisa: la medianía en versos no la sufren ni los postes. De
-modo que sufrimos la medianía en la cocinera (y ojalá que la mía fuese
-siquiera mediana), en la planchadora, en la que borda, en la que dibuja,
-en la que canta, y sólo para versos es menester que los haga una mujer
-mejor que Safo, ó que no los haga. Yo declaro esto absurdo. Yo declaro
-que sufro mejor, no ya un mediano soneto, sino una oda mala, que una
-camisa mal planchada, que un caldo mal hecho, que un aria mal cantada, ó
-que una melodía de Chopin chapuceramente tocada en el piano ó en el
-arpa. Si por temor de hacer mal una cosa no se ha de hacer, la misma
-razón hay para que una mujer no haga versos, que para que no cante, ó
-baile, ó toque el piano. En verso se pueden decir tonterías: esto es
-verdad; pero ¿acaso hablando en prosa no pueden también decirse
-tonterías? ¿Y hemos de anudar ó cortar la lengua de las mujeres para que
-no las digan? No niego yo que<span class="pagenum"><a name="page_169" id="page_169">{169}</a></span> una tontería, dicha en verso, adquiere
-cierta consistencia, compromete más, es más solemne, resonante y
-repercutiente, que en prosa; pero, en cambio, debemos convenir en que,
-por facilidad que se tenga para hacer versos, y por malos y flojos que
-los versos sean, no se improvisan tanto, ni salen, ni manan con tanta
-fluidez y copiosa vena como las tonterías en prosa desatada.</p>
-
-<p>Otro argumento tengo yo en favor de los versos. Reflexiónese bien y no
-se me rechace por sutil: es muy fundado. Todos, hombres y mujeres,
-tenemos cierta dosis ó capital de tonterías, que gastamos ó difundimos
-durante nuestra vida mortal. Ellas han de brotar de nosotros como la
-flor de la planta. ¿No es mejor, pues, que se digan que no que se hagan?
-Y al decirlas, ¿no es mejor decirlas con rima y con metro? No niego que
-así subirá más alto, pero también será más delgada la tontería, como
-cuando en el caño de la fuente que se desborda ponemos un apretado y más
-angosto canuto, por donde sube más el surtidor, pero sale también menos
-líquido.</p>
-
-<p>Es indudable que, en la mujer, el hacer versos presenta otra dificultad
-más grave; pero yo la allano ó salto por cima. La poesía, la lírica
-sobre todo, siendo sincera como debe ser para ser buena, es
-<i>autobiografía</i> del corazón y de la mente: es exhibir el alma al público
-en su desnudez; y esto parece que lastima algo el pudor y la modestia.
-¿Cómo enterar á todo el género humano de tus afectos y pasiones? Pues
-peor es todavía que le engañes y que supongas lo que no eres. Entonces
-harás una mala acción, y harás además,<span class="pagenum"><a name="page_170" id="page_170">{170}</a></span> de seguro, muy malos versos. La
-mentira del sentimiento es adversa á toda estética.</p>
-
-<p>No hay más remedio que decir la verdad. ¿Y por qué ha de ser tan costoso
-é incómodo decirla? ¿A qué, en este punto, el misterio y el recato?
-Seamos positivistas, como mi amigo Juan Enrique Lagarrigue, en cuya
-<i>Religión de la Humanidad</i> es el Mandamiento III ó IV, no lo recuerdo
-bien, <i>vivre au grand jour</i>.</p>
-
-<p>No crea Ud. que es impertinente esta digresión. La traigo aquí para
-hablar de la sinceridad, de la noble franqueza, de la verdadera poesía
-íntima y honda que noto y admiro en algunos versos de sus paisanas de
-Ud., y por cima de todos, en los de Mercedes Flórez. Dicen y afirman
-cuantos la conocen que es hermosísima mujer; pero á mí, aunque fuese
-fea, me sería simpática, por la limpia hermosura de su alma y por su
-candidez generosa. Sus versos sí que son versos íntimos, sentidos y
-<i>vividos</i>. La palabra <i>casera</i>, que aplicada á la poesía fué hasta hoy
-despreciativa, tiene, por causa de la poesía de Mercedes Flórez, que
-adquirir un valor encomiástico.</p>
-
-<p>Los versos caseros y la vida casera de Mercedes Flórez se confunden y
-son un idilio de verdad. El mismo año que ella, el año de 1859, nació su
-novio Leonidas. Ella y él se amaron mucho. Como eran pobres ambos, los
-padres se oponían á la boda; pero ellos prescindieron de todo y se
-casaron.</p>
-
-<p>Leonidas Flórez es también poeta, y compuso entonces unos lindos y
-graciosos versos, que se titulan <i>Regalos de boda</i>, y que empiezan:<span class="pagenum"><a name="page_171" id="page_171">{171}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Nos hemos de casar, pese al demonio.<br /></span>
-<span class="i0">Ya han agotado todos sus consejos<br /></span>
-<span class="i0">Nuestros padres contra este matrimonio.<br /></span>
-<span class="i0">Así son las chocheces de los viejos.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Como toda la oposición se fundaba en la pobreza del novio, éste prueba
-que es riquísimo, haciendo brillante enumeración de los espléndidos
-regalos que trae á Mercedes.</p>
-
-<p>Nada falta allí: estrellas, perlas, diamantes, palacios y jardines que
-brotan del tesoro inagotable de su fantasía. Y no contento con probar
-que él es rico, prueba el novio además que es riquísima ella:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Tú también eres rica y generosa;<br /></span>
-<span class="i0">Tu regalo es el colmo de mi anhelo:<br /></span>
-<span class="i0">Me entregas tu belleza, eres mi esposa:<br /></span>
-<span class="i0">Vale eso más que regalarme un cielo.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Él matrimonio ha sido y es dichosísimo, á pesar de esta única riqueza,
-que no se cotiza en la Bolsa. Y una de sus dichas ha sido la de inspirar
-las sencillas y tiernas poesías de Mercedes, humilde Victoria Colonna
-americana.</p>
-
-<p>Después de llamar esclavitud al matrimonio, exclama ella:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Mas ¡oh bendita esclavitud que adoro,<br /></span>
-<span class="i0">En que se reina al par que se obedece!<br /></span>
-<span class="i0">Cadenas tiene, mas cadenas de oro.....<br /></span>
-<span class="i0">¡Déjame en mi entusiasmo que las bese!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Mercedes sólo tiene un pesar: tiene celos de la gloria y de la ambición
-de su marido.<span class="pagenum"><a name="page_172" id="page_172">{172}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">La adoras, sí; lo leo en tu mirada;<br /></span>
-<span class="i0">En tus noches de insomnio lo confiesas,<br /></span>
-<span class="i0">Y quizá mientras duermo confiada,<br /></span>
-<span class="i0">Tú en tus sueños la abrazas y la besas.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Entonces procura ella demostrar la vanidad de la gloria, ó bien se queja
-diciendo:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Ama á la gloria, pues. Vé hasta la altura;<br /></span>
-<span class="i0">Sube como el condor hasta los cielos,<br /></span>
-<span class="i0">En tanto que yo ahorro mi amargura<br /></span>
-<span class="i0">Amándote y muriéndome de celos.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>En otra ocasión se afana ella por disuadirle de que sea ambicioso, y le
-dice:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">No busques oro y seda y pedrería,<br /></span>
-<span class="i0">Ni rico hogar ni deslumbrante coche;<br /></span>
-<span class="i0">Te bastarán tus libros en el día,<br /></span>
-<span class="i0">Te bastarán mis cuentos en la noche.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Pero donde Mercedes Flórez es divina y despierta envidia de su marido en
-todo corazón de hombre, es en unos versos que compuso en Diciembre de
-1883, cuando ella tenía veinticuatro años y veinticuatro años él, y
-cuando acababa su marido de salir de una enfermedad que le tuvo á la
-muerte. Los versos se titulan <i>En la agonía</i>, y la refieren como si
-estuviera pasando: son admirables de verdad y de afecto; son la poesía
-natural del corazón que trae lágrimas á los ojos:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¡No, no! ¡Tú me amas mucho para dejarme sola!<br /></span>
-<span class="i0">¡No, no! ¡Yo te amo mucho para dejarte ir!<br /></span>
-<span class="i0">Llévame en ese viaje pesado de ultratumba,<br /></span>
-<span class="i0">O quédate conmigo: aun somos harto jóvenes<br /></span>
-<span class="i0">Para poner, amándonos, á nuestra vida fin.<span class="pagenum"><a name="page_173" id="page_173">{173}</a></span><br /></span>
-</div><div class="stanza">
-<span class="i2">Estréchame en tus brazos, amado mío, bésame;<br /></span>
-<span class="i0">Mis labios, nueva vida te volverán y ardor.<br /></span>
-<span class="i0">Lucha contra la muerte: véncela en el combate:<br /></span>
-<span class="i0">No me abandones, mi ídolo, que hoy te amo más que nunca.....<br /></span>
-<span class="i0">Conmuévante mis lágrimas..... ¡no lances ese adiós!<br /></span>
-<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i2">Aquí hay laureles muchos aún para tus sienes:<br /></span>
-<span class="i0">Yo con mis propias manos las tengo de adornar.<br /></span>
-<span class="i0">Amante de tu gloria, yo quiero que no trunques<br /></span>
-<span class="i0">Tu espléndida carrera, y de tu vida á lo último<br /></span>
-<span class="i0">El genio te dé aureolas haciéndote inmortal.<br /></span>
-</div><div class="stanza">
-<span class="i2">¡Dios mío! Mira tu obra: la flor abre sus pétalos;<br /></span>
-<span class="i0">El águila ya altiva levanta el vuelo audaz;<br /></span>
-<span class="i0">¿Y tú permitir puedes que el cierzo la marchite,<br /></span>
-<span class="i0">Y que cobarde flecha alcance el nido íntimo<br /></span>
-<span class="i0">Y rompa las entrañas del águila real?<br /></span>
-</div><div class="stanza">
-<span class="i2">¡Dios mío, tu justicia es grande cual tú mismo,<br /></span>
-<span class="i0">Y mi esperanza toda de hoy más cifraré en ti!<br /></span>
-<span class="i0">¡No arranques de mi cielo este lucero fúlgido<br /></span>
-<span class="i0">Que no hace falta al tuyo! Escucha..... En su delirio<br /></span>
-<span class="i0">Dice que me ama tanto..... ¡que no quiere morir!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Dispense Ud. y dispense el público, á quien confío estas cartas, á Ud.
-dirigidas, que sea yo largo en ésta. Ya abreviaré en adelante.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>17 de Septiembre de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>V</h3>
-
-<p>Mi distinguido amigo: Por más que me amonesto y me excito á ser breve,
-tengo aún tanto que decir, que, sobreponiéndome al temor de cansar,
-acabaré por decirlo. La floreciente litera<span class="pagenum"><a name="page_174" id="page_174">{174}</a></span>tura <i>castellana</i>, ó en
-castellano, de esa república, me complace tanto como si yo soñase que á
-una persona querida, á quien antes del sueño le hubiesen cortado ó
-tratasen de cortarle los brazos, le brotasen alas de repente.</p>
-
-<p>Diré á Ud., para que se entere de esta mi visión alegórica, que en gran
-parte de España, por un lado en Cataluña y por otro en Galicia, ha
-entrado la manía á no pocos valerosos y fecundos ingenios de privar de
-sus frutos al habla de Castilla y de escribir sus mejores obras en prosa
-ó en verso, en catalán ó en gallego. Á mí, que soy muy patriota, en
-literatura como en todo, me aflige esto bastante; pero me consuela que
-ustedes, desde tan lejos, nos den como rica compensación lo que dentro
-de la Península nos quitan nuestros compatriotas.</p>
-
-<p>Tengo además otras razones para extenderme, aunque peque de prolijo.</p>
-
-<p>Los sabios está claro que lo saben todo, y yo no descubro ningún
-palimpsesto para hablar de ustedes; pero al fin no faltan personas poco
-sabias, entre las cuales nada se sabe de Uds., y yo puedo contarles
-cosas casi tan interesantes y amenas como el crimen de la calle de
-Fuencarral.</p>
-
-<p>Me remuerde la conciencia de haber elogiado sólo á Mercedes Flórez y á
-Agripina Montes y de no mentar siquiera á otras poetisas. En muchas de
-ellas noto el mismo candor, la misma sencillez y no menor pasión
-delicada que la que tan simpática me hace á la hermosa Mercedes.</p>
-
-<p>Así, por ejemplo, Bertilda Samper, hija del<span class="pagenum"><a name="page_175" id="page_175">{175}</a></span> doctor del mismo nombre y
-de doña Soledad Acosta, ilustres escritores ambos. Esta poetisa se
-complace en la solitaria vida del campo, donde se deleita su alma en la
-contemplación de la naturaleza y en el devoto y ferviente amor de Dios.
-Sus versos tienen singular dulzura religiosa. <i>La parábola del
-sembrador</i> es muy bella, y en las <i>Cartas de una campesina</i> hay trozos
-que no son inferiores.</p>
-
-<p>Citaré, por último, á otra notable poetisa y escritora colombiana,
-aunque no lo es por nacimiento, sino por adopción. Hablo de la dama
-irlandesa María Juana Christie, que casó con don Juan E. Serrano, á la
-cual he tenido el gusto y la honra de tratar en Nueva York, y á la cual
-Núñez de Arce y yo debemos estar y estamos muy agradecidos. La señora de
-Serrano ha traducido al inglés, con singular maestría, venciendo á otros
-traductores y satisfaciendo el gusto difícil de los críticos de la casa
-de Appleton, mi novela <i>Pepita Jiménez</i>: ha traducido y publicado
-también mi diálogo <i>Gopa</i>, y ha puesto en hermosos versos ingleses, con
-general aplauso, no pocos de los que contienen los <i>Gritos del combate</i>.</p>
-
-<p>Esta señora, sobre su llaneza de buen tono y natural modestia, está
-dotada de muy agudo ingenio y de elevado entendimiento, cuyo cultivo ha
-sido esmeradísimo. Habla el castellano tan bien como el inglés, y posee
-además el alemán, el italiano y las lenguas clásicas griega y latina.</p>
-
-<p>De obras originales no sé que haya publicado más la señora de Serrano
-que un tomito de ver<span class="pagenum"><a name="page_176" id="page_176">{176}</a></span>sos titulado <i>Destiny and other poems</i>, en Nueva
-York, en 1883; pero este tomito, hasta donde yo soy capaz de comprender
-el mérito de la poesía inglesa, me parece que no se perderá en el
-inmenso cúmulo de dicha poesía, y que algo de lo que el tomito encierra
-figurará como muestra, adorno y gala en las futuras Antologías
-británicas.</p>
-
-<p>La señora de Serrano, á quien estiman y quieren mucho en la sociedad más
-distinguida de Nueva York y de Washington; que es hermosa, y que tiene
-una hija ya casadera, en quien ve renovarse su hermosura, no debiera
-estar muy melancólica, ni tener <i>blue devils</i>; pero los males de su
-patria, Irlanda, el ejemplo de Byron y de Shelley, y la filosofía
-pesimista alemana, hoy tan en moda, influyen poderosamente en ella, en
-lo teórico al menos, ó sea cuando toma la lira y canta. De ordinario, no
-me parece la señora de Serrano ni desesperada ni siquiera cejijunta,
-sino llena de afabilidad y de agrado.</p>
-
-<p>Sea como sea, no sé si lamentar su sombría tristeza, meramente
-especulativa, como la supongo, y que produce tan magníficos versos.
-Algunos, traducidos al español por D. Rafael Pombo, vienen insertos en
-el <i>Parnaso Colombiano</i>; pero no bastan estos versos, y sería menester
-estudiar con atención todo el tomo, en inglés, para penetrar bien en el
-vacilante espíritu de la poetisa y determinar hasta qué extremo llega su
-pesimismo, y cómo ella le contradice y vence por virtud de ciertas vagas
-creencias en palingenesias en otros astros, donde la felicidad no es<span class="pagenum"><a name="page_177" id="page_177">{177}</a></span>
-tan difícil, ya que no imposible, como en este en que vivimos ahora.</p>
-
-<p>Necesitaría yo hacer especial estudio del extenso poema <i>Destiny</i> para
-aquilatar bien el mérito y la originalidad de la señora de Serrano, y
-hasta qué punto se deja influir por la celebrada y eminente poetisa
-Isabel Browning, su compatriota. En las obrillas cortas de la señora de
-Serrano se nota la impresión del momento. En algunas, como en
-<i>Despondency</i>, <i>Días de otoño é Invocación á la muerte</i>, hay la más
-negra y completa desesperación; en otras brillan esperanzas vagas
-ultramundanas, y en otras, por último, hay yo no sé qué enigmático
-remedio de todos los males, que la poetisa posee y disfruta, aun en esta
-vida mortal, pero que no sabe, ó no debe, ó no quiere descubrir en qué
-consiste. Así es que habla de su panacea como proponiendo un acertijo y
-ofreciendo premio al que le declare. Yo, aunque mal y torpemente, he
-traducido, ó mejor diré, he adaptado al español este acertijo, <i>riddle</i>.
-Allá va: adivínele quien pueda.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Es mi tesoro una joya<br /></span>
-<span class="i0">Que en áureo cerco no brilla:<br /></span>
-<span class="i0">Me la dió Naturaleza<br /></span>
-<span class="i0">En su forma primitiva.<br /></span>
-<span class="i0">Mas quien de joyas entiende,<br /></span>
-<span class="i0">Si llega á mirar la mía,<br /></span>
-<span class="i0">Su inmenso valor pondera<br /></span>
-<span class="i0">Y palidece de envidia.<br /></span>
-<span class="i0">En clara noche de estío,<br /></span>
-<span class="i0">Del mundo en la edad florida,<br /></span>
-<span class="i0">Cuando la tierra con lágrimas<br /></span>
-<span class="i0">Regado el hombre no había,<span class="pagenum"><a name="page_178" id="page_178">{178}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Pues deslumbraba sus ojos<br /></span>
-<span class="i0">La luz de fáciles dichas,<br /></span>
-<span class="i0">Cayó mi joya del cielo<br /></span>
-<span class="i0">Sin que su luz fuese vista.<br /></span>
-<span class="i0">Vino más tarde el dolor,<br /></span>
-<span class="i0">Que sueños calman y alivian,<br /></span>
-<span class="i0">Y quien alivio buscaba<br /></span>
-<span class="i0">Mi joya en sueños veía.<br /></span>
-<span class="i0">Danzas entonces tejiendo<br /></span>
-<span class="i0">En una selva, á la tibia<br /></span>
-<span class="i0">Claridad de las estrellas,<br /></span>
-<span class="i0">Y en el césped escondida,<br /></span>
-<span class="i0">Encontró un hada mi joya<br /></span>
-<span class="i0">Y la puso en su varita.<br /></span>
-<span class="i0">Protectora se hizo el hada<br /></span>
-<span class="i0">De mucha inocente niña,<br /></span>
-<span class="i0">Y trocó en sedas y encajes<br /></span>
-<span class="i0">Los harapos que vestía,<br /></span>
-<span class="i0">Y se la llevó en volandas<br /></span>
-<span class="i0">A dar, en fiestas magníficas,<br /></span>
-<span class="i0">A los príncipes amor<br /></span>
-<span class="i0">Y á las princesas envidia.<br /></span>
-<span class="i0">Luego empeoró nuestra raza,<br /></span>
-<span class="i0">Y las hadas afligidas<br /></span>
-<span class="i0">Huyeron sin que se sepa<br /></span>
-<span class="i0">A qué región ni á qué clima.<br /></span>
-<span class="i0">Antes de huir sepultaron<br /></span>
-<span class="i0">La joya en profunda sima,<br /></span>
-<span class="i0">Porque no la profanase<br /></span>
-<span class="i0">Ninguna mirada indigna.<br /></span>
-<span class="i0">Sobre esta piedra preciosa<br /></span>
-<span class="i0">Harto los sabios cavilan,<br /></span>
-<span class="i0">Y filosofal la llaman<br /></span>
-<span class="i0">Y estudian por descubrirla.<br /></span>
-<span class="i0">Mas, como nunca penetran<br /></span>
-<span class="i0">Bastante en la esencia íntima<br /></span>
-<span class="i0">De naturaleza, en balde<br /></span>
-<span class="i0">Ver la joya solicitan.<br /></span>
-<span class="i0">Así permaneció siempre<br /></span>
-<span class="i0">Blanco oculto á toda mira,<br /></span>
-<span class="i0">Hasta que en una mañana<br /></span>
-<span class="i0">De primavera, yo misma<span class="pagenum"><a name="page_179" id="page_179">{179}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Con mis lisonjas la atraje<br /></span>
-<span class="i0">Por mis conjuros cautiva.<br /></span>
-<span class="i0">En mi seno, desde entonces,<br /></span>
-<span class="i0">La joya está, do mitiga<br /></span>
-<span class="i0">Toda pena, y donde todo<br /></span>
-<span class="i0">Vano deseo amortigua:<br /></span>
-<span class="i0">Que hay en su centro brillante<br /></span>
-<span class="i0">Misteriosa hechicería<br /></span>
-<span class="i0">Y recuerdos de aquel sitio<br /></span>
-<span class="i0">Que abandonó en su caída.<br /></span>
-<span class="i0">Al contemplarla mi alma,<br /></span>
-<span class="i0">Mi alma á los cielos aspira,<br /></span>
-<span class="i0">Sin que en afanes diarios<br /></span>
-<span class="i0">La joya no valga y sirva,<br /></span>
-<span class="i0">Pues humildad y pobreza<br /></span>
-<span class="i0">No la avergüenzan ni humillan:<br /></span>
-<span class="i0">Y con rosicler de aurora<br /></span>
-<span class="i0">Baña su luz peregrina<br /></span>
-<span class="i0">Mejor que el alcázar regio<br /></span>
-<span class="i0">Las modestas alquerías.<br /></span>
-<span class="i0">Al sabio que de esta joya<br /></span>
-<span class="i0">Sepa el nombre, y dé noticias<br /></span>
-<span class="i0">Y explicación del encanto<br /></span>
-<span class="i0">Que en su talismán se cifra,<br /></span>
-<span class="i0">Tendré yo por el más sabio<br /></span>
-<span class="i0">Mortal que en el mundo viva,<br /></span>
-<span class="i0">Y también por el más rico,<br /></span>
-<span class="i0">Y, aunque nada anhele y pida,<br /></span>
-<span class="i0">A mi muerte ha de ganar<br /></span>
-<span class="i0">Esta joya por albricias.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Volviendo ahora á los poetas, que por admirar á las poetisas habíamos
-abandonado, seré breve por varias razones.</p>
-
-<p>Hay tres ó cuatro poetas en el <i>Parnaso Colombiano</i> de quienes es mejor
-limitarse á citar los nombres que decir poco sin haber estudiado todas
-sus obras y sin conocer bien su vida.</p>
-
-<p>Así, por ejemplo, Rafael Núñez, actual presi<span class="pagenum"><a name="page_180" id="page_180">{180}</a></span>dente de la república.
-Núñez es autor de un libro titulado <i>Ensayos de crítica social</i> y
-también de muchas poesías, que no sé si ha publicado en tomo. Las que
-inserta el <i>Parnaso</i> son originalísimas por su fondo filosófico y por su
-forma concisa, enérgica y sentenciosa. La primera, que es la más
-encomiada y que merece serlo, deja pasmado á quien la lee, sobre todo al
-considerar que es el autor un hombre político, presidente de la
-república nada menos. Nosotros casi no podemos comprender la franqueza
-de Núñez. Entre nosotros no diré yo que un jefe de partido, un eminente
-hombre de Estado tenga por fuerza que creer en alguna cosa. Bien puede
-no creer en ninguna; pero se guardará de decirlo. Decirlo sería
-descarrilar: hacer mal su papel. Tendrá, pues, su <i>Credo</i> ó <i>Símbolo</i>,
-redactado por artículos; artículos de fe, de cada uno de los cuales no
-renegará, aunque le descuarticen. Así serán ó aparecerán todos los
-políticos. Este creerá en la soberanía del pueblo y en el sufragio
-universal; aquel, en el derecho divino de los reyes y en la constitución
-interna; uno será librecambista, proteccionista otro; pero todos se
-mostrarán muy firmes en sus creencias y harán de las opiniones <i>dogmas</i>,
-y de la profana política algo como <i>religión</i> ultrasagrada, y llamarán
-<i>comunión</i> ó <i>iglesia</i> á su bandería ó pandilla, y <i>correligionarios</i> á
-sus parciales, y pondrán en su <i>martirologio</i> á cualquiera de estos
-<i>correligionarios</i>, cuyo <i>suelto</i> en los periódicos haya sido
-denunciado.</p>
-
-<p>Acostumbrados nosotros á esta severidad dogmática, y dichosos poseedores
-de una ciencia ó<span class="pagenum"><a name="page_181" id="page_181">{181}</a></span> de una creencia, ¿cómo no maravillarnos de los versos
-del Sr. Núñez, que se titulan, con la frase de Montaigne, <i>Que
-sais-je?</i>, y donde el autor viene á declarar que no cree en nada y que
-no sabe nada? El Sr. Núñez no está seguro de</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Si es la ciencia dudosa que aquí hallamos<br /></span>
-<span class="i0">Escala vacilante en que pasamos<br /></span>
-<span class="i0">De un error á otro error.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Así es que termina exclamando:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¡Oh confusión! ¡Oh caos! ¡Quién pudiera<br /></span>
-<span class="i0">Del sol de la verdad la lumbre austera<br /></span>
-<span class="i0">Y pura en este limbo hacer brillar!<br /></span>
-<span class="i0">De lo cierto y lo incierto, ¡quién un día<br /></span>
-<span class="i0">Y del bien y del mal conseguiría<br /></span>
-<span class="i0">Los límites fijar!<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Otros varios poetas figuran en el <i>Parnaso Colombiano</i>, de quienes no se
-debe aquí decir nada. Sería menester escribir un largo artículo sobre
-cada uno. Hay que hacerse cargo de que el <i>Parnaso Colombiano</i> es un
-muestrario de toda una rica literatura contemporánea.</p>
-
-<p>Tal vez un día, si sigo yo escribiendo estas cartas, hable extensamente
-y como ellos merecen, de José María Samper, poeta, novelista,
-dramaturgo, filósofo, político y el más fecundo escritor de Colombia; de
-Julio Arboleda, lírico famoso y autor de un poema ó leyenda cuyo título
-es <i>Alvaro de Oyón</i>; de José María Marroquín, sabio filólogo y discreto
-poeta, lleno á veces de chiste; de Gregorio Gutiérrez González, gran
-pintor de la naturaleza de su tierra, y cuyo poema sobre el cultivo del
-maíz acaso compite con la sublime<span class="pagenum"><a name="page_182" id="page_182">{182}</a></span> <i>Destrucción de las florestas</i> del
-brasileño Araujo Porto-Alegre; de los Caros, padre é hijo, de quienes he
-dicho tan poco, y de otros más.</p>
-
-<p>Por lo pronto, aunque no baste esta carta y tenga yo que escribir la
-sexta para terminar mi trabajo, he de decir algo todavía de varios
-poetas que me parecen muy originales, y de otros, jóvenes los más, que,
-sin dejar de ser originales, siguen algo en la forma y en la manera, ya
-á Campoamor, ya á Bécquer, que son, á par de Núñez de Arce, los poetas
-españoles del día más populares y celebrados hoy en Colombia.</p>
-
-<p>Justo es decir que, entre estos jóvenes poetas, Bécquer es más seguido é
-imitado que Campoamor, y que su escuela está también mejor representada.
-Verdad es que Bécquer tiene á Heine por auxiliar, y el auxiliar de
-Campoamor no acude ó no se ve tan claro.</p>
-
-<p>Como muestras de estos <i>becqueristas</i> citaré de Emilio Antonio Escobar
-las siguientes composiciones, que él llama <i>Rimas</i>, como llama Bécquer á
-las suyas:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Allá en el fondo de la tumba fría,<br /></span>
-<span class="i0">Del cadáver los átomos inertes<br /></span>
-<span class="i0">Se transforman, se buscan y palpitan<br /></span>
-<span class="i0">En las auroras de un eterno génesis.....<br /></span>
-<span class="i0">Y aquí en mi pecho un corazón vacila<br /></span>
-<span class="i0">Y el hielo horrible del sepulcro tiene.....<br /></span>
-<span class="i0">Allá se siente palpitar la vida,<br /></span>
-<span class="i0">Aquí se siente palpitar la muerte.<br /></span>
-<span class="i6">&mdash;<br /></span>
-<span class="i2">Cada vez que tu mano, al despedirme,<br /></span>
-<span class="i0">Estrecho conmovido entre las mías;<br /></span>
-<span class="i0">Cada vez que me dices: «Hasta luego»,<br /></span>
-<span class="i0">Fijando en mí tus húmedas pupilas,<span class="pagenum"><a name="page_183" id="page_183">{183}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Oigo un eco lejano que repite<br /></span>
-<span class="i0">Dolorosa y eterna despedida,<br /></span>
-<span class="i0">Y siento que una lágrima que oculto<br /></span>
-<span class="i0">Me cae al corazón pesada y fría.<br /></span>
-<span class="i6">&mdash;<br /></span>
-<span class="i2">Ya en la iglesia de los cielos<br /></span>
-<span class="i0">Alguien enciende los cirios,<br /></span>
-<span class="i0">Y el órgano de los vientos<br /></span>
-<span class="i0">Suspira ya sus registros;<br /></span>
-<span class="i0">Largos nubarrones negros<br /></span>
-<span class="i0">Enlutan el infinito.....<br /></span>
-<span class="i0">Se va á cantar el entierro<br /></span>
-<span class="i0">De nuestro amor muerto niño.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>En todo esto hay lo más lastimoso de Bécquer y de Heine: olor de
-cementerio y cancamurria de gori-gori.</p>
-
-<p>Muy superior me parece otro <i>becquerista</i> de veintitrés años: Joaquín
-González Camargo, médico y literato. Sus versos <i>Viaje de la luz son
-becqueristas</i>; pero, ¿yo no sé?, me siento inclinado á decir que me
-gustan más que los mejores de Bécquer y de Heine. Y dicen los versos:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Empieza el sueño á acariciar mis sienes:<br /></span>
-<span class="i0">Vapor de adormideras en mi estancia;<br /></span>
-<span class="i0">Los informes recuerdos en la sombra<br /></span>
-<span class="i0">Cruzan como fantasmas.<br /></span>
-<span class="i0">Por la angosta rendija de la puerta<br /></span>
-<span class="i0">Rayo furtivo de la luna avanza,<br /></span>
-<span class="i0">Ilumina los átomos del aire:<br /></span>
-<span class="i0">Se detiene en mis armas.<br /></span>
-<span class="i0">Se cerraron mis ojos, y la mente,<br /></span>
-<span class="i0">Entre los sueños, á lo ignoto se alza:<br /></span>
-<span class="i0">Meciéndose en los rayos de la luna,<br /></span>
-<span class="i0">Da formas á la nada.<br /></span>
-<span class="i0">Y ve surgir las ondulantes costas,<br /></span>
-<span class="i0">Las eminencias de celeste Atlántida,<br /></span>
-<span class="i0">Donde viven los Genios y se anida<span class="pagenum"><a name="page_184" id="page_184">{184}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Del porvenir el águila.<br /></span>
-<span class="i0">Allí rima la luz y el canto alumbra,<br /></span>
-<span class="i0">Aire de eternidad alienta el alma,<br /></span>
-<span class="i0">Y los poetas del futuro templan<br /></span>
-<span class="i0">Las cristalinas harpas.<br /></span>
-<span class="i0">Auroras boreales de los siglos<br /></span>
-<span class="i0">Allí se encuentran, recogida el ala;<br /></span>
-<span class="i0">Como una antelia vese el pensamiento<br /></span>
-<span class="i0">Que gigantesco se alza.<br /></span>
-<span class="i0">Allí los Prometeos sin cadenas<br /></span>
-<span class="i0">Y de Jacob la luminosa escala;<br /></span>
-<span class="i0">Allí la fruta del Edén perdida,<br /></span>
-<span class="i0">La que el saber entraña.<br /></span>
-<span class="i0">Y el libro apocalíptico, sin sellos,<br /></span>
-<span class="i0">Suelta á la luz sus misteriosas páginas,<br /></span>
-<span class="i0">Y el Tabor del espíritu su cima<br /></span>
-<span class="i0">De entre la niebla saca.<br /></span>
-<span class="i0">Y allí el Horeb de donde brota puro<br /></span>
-<span class="i0">El casto amor que con lo eterno acaba:<br /></span>
-<span class="i0">Allá está lo ideal, allá boguemos.....<br /></span>
-<span class="i0">Dad impulso á la barca.<br /></span>
-<span class="i0">Despertéme azorado..... ¿Y ese mundo?<br /></span>
-<span class="i0">Para volar á él ¿en dónde hay alas?<br /></span>
-<span class="i0">Interrogué á las sombras del pasado,<br /></span>
-<span class="i0">Y las sombras callaban.<br /></span>
-<span class="i0">Pero el rayo de luna ya subía<br /></span>
-<span class="i0">Del viejo estante á las polvosas tablas,<br /></span>
-<span class="i0">Y lamiendo los lomos de los libros,<br /></span>
-<span class="i0">En sus títulos de oro se miraba.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Y ahora que acabo de copiar los versos del señor Camargo,
-comprendiéndolos bien, no vacilo ni dudo. Digo, parodiando al Duque de
-Rivas, que, en esta ocasión,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">No el padre guardián, el lego<br /></span>
-<span class="i0">Tuvo la revelación.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>El discípulo Camargo se adelanta aquí á sus dos maestros, al español y
-al alemán, y hace una<span class="pagenum"><a name="page_185" id="page_185">{185}</a></span> linda poesía, sobria de palabras, rica de
-pensamientos, llena de imágenes y de galanura.</p>
-
-<p>Y baste por hoy. Prometo que la próxima carta será mi última sobre este
-asunto.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="rt"><i>8 de Octubre de 1888.</i></p>
-
-<h3>VI</h3>
-
-<p>Mi distinguido amigo: Ya habrá Ud. notado que en la rápida y poco
-ordenada reseña que de los poetas de esa república voy haciendo, hay un
-espíritu que, por lo mismo que es muy español, propende más á poner de
-realce lo original que lo imitado. Sin duda que algo lisonjea el amor
-propio nacional percibir en región tan remota la resonancia ó el eco de
-Quintana, de Bécquer, de Campoamor y de Núñez de Arce, que son hoy los
-poetas de esta Península más populares ahí; pero si todo es uno, según
-mi teoría; si Uds. no han proclamado la independencia literaria, ni
-nosotros la hemos reconocido tampoco; si no conviene además esta
-independencia, y si toda la riqueza nuestra y de Uds. debe seguir <i>pro
-indiviso</i>, creo yo que nos trae más cuenta que todo sea diverso dentro
-de la grande unidad, que no tener <i>doublettes</i> ó ejemplares dobles en
-nuestro tesoro común intelectual ó biblioteca castellana.<span class="pagenum"><a name="page_186" id="page_186">{186}</a></span></p>
-
-<p>Por dicha, la realidad viene en Colombia á colmar la medida de mi deseo.
-Son Uds. todo lo originales que deben ser, sin caer en la extravagancia,
-buscando la originalidad, y sin imitar demasiado á los franceses é
-ingleses por no imitar á los españoles.</p>
-
-<p>Poco hay que pueda calificarse en Colombia de <i>campoamoresco</i> ó de
-<i>quintanesco</i>. Sólo abunda el <i>becquerismo</i>; pero más bien el remedo es
-en el corte ó traza, que no en el fondo y la esencia.</p>
-
-<p>Un cubano, Rafael Merchán, que ha ido á vivir y á escribir entre Uds.,
-ha emitido, en uno de sus más bellos artículos, un juicio de Bécquer,
-atinadísimo, en mi sentir. Para Merchán, como para nosotros, Bécquer es
-excelente poeta: de lo mejor que España ha tenido en el siglo XIX. El
-fondo de su poesía es rico y vario; pero casi siempre están sus
-composiciones como vaciadas en el mismo molde ó cortadas por el mismo
-patrón. Esto es lo que constituye la manera, que no niego yo que induce
-á la imitación. Cuando el poeta imitador adquiere, tal vez sin darse
-cuenta de ello, la habilidad, el arte ó procedimiento de la manera,
-hasta sin querer suele seguirla.</p>
-
-<p>Así es como se nota el sabor <i>becquerista</i> en los ya citados versos de
-Camargo y de Escobar, en otros que no citamos, y (¿por qué no
-declararlo?) en los que de Ud. colecciona el Sr. Añez, aunque la
-imitación en ellos es más indecisa y vaga.</p>
-
-<p>En los versos de Ud. se ve que el poeta, ilustrado su entendimiento por
-no escasa doctrina y por el saber de varias literaturas, no se deja
-llevar por determinado maestro, y la inspiración<span class="pagenum"><a name="page_187" id="page_187">{187}</a></span> sacude todo yugo y se
-levanta libre de remedo, mostrando su valer propio. Yo, por las pocas
-muestras que de sus versos de Ud. da el señor Añez, y en vista de la
-mocedad de Ud., me atrevo á saludarle como buen poeta, augurándole
-brillantes triunfos en lo futuro. La composición de Ud. titulada <i>Lo que
-es un nido</i> suscita el recuerdo de <i>La iglesia perdida</i>, de Uhland,
-aunque en la conclusión, la de Ud. es racionalista y algo panteísta, y
-la de Uhland fervorosamente cristiana. Á veces, en los instantes de
-mayor rapto lírico-filosófico, va Ud. más allá de lo justo en los
-atrevimientos de expresión, influído acaso por Víctor Hugo. Así, por
-ejemplo:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Y ansiando apocalípticos asombros,<br /></span>
-<span class="i0">Subí de lo infinito las escalas,<br /></span>
-<span class="i0">Y asombrado sentí que en mis dos hombros<br /></span>
-<span class="i0">Se agitaban dos alas,<br /></span>
-<span class="i0">Y volé como fuera de mí mismo.....<br /></span>
-<span class="i0">Y crucé los espacios estelares.....<br /></span>
-<span class="i0">Y comulgué la luz en el abismo<br /></span>
-<span class="i0">De incógnitos altares.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>La peregrinación de su espíritu de Ud. por el éter, su comunión de luz
-en el abismo, etc., nada está de sobra al considerar que Ud. se propone
-descubrir dónde se oculta el <i>verbo</i>; pero á la verdad que es triste lo
-infructuoso de la caminata y lo hondo de la caída, cuando, al volver Ud.
-de su éxtasis, ve un nido de golondrinas, que será á lo más uno de los
-mil millones de efectos del <i>verbo</i>, pero que no es el <i>verbo</i>, ni le
-explica, ni explica nada.<span class="pagenum"><a name="page_188" id="page_188">{188}</a></span></p>
-
-<p>La composición de Ud., <i>Idea y forma</i>, está muy inspirada por Bécquer.
-En la otra composición, que se titula <i>Confidencia</i>, hay cierta vaguedad
-misteriosa, que podrá tener hechizo para algunos, pero que á otros los
-podrá inducir en la creencia de que el poeta no está muy seguro de nada,
-y de que nada le ha pasado, y de que todo es sueño ó dislate, cuando él
-mismo ignora si se le ha muerto la novia ó si se le ha casado con otro.
-Hay en estos versos anhelo de sencillez y naturalidad de lenguaje, que
-yo apruebo, porque la sencillez y la naturalidad hacen que los versos de
-amor parezcan más sentidos y <i>vividos</i>; pero, cuando en este estilo
-sencillo viene á interpolarse alguna palabra ó frase, ó muy ambiciosa ó
-muy técnica del tecnicismo filosófico, ocurren disonancias de efecto
-pésimo. Así, por ejemplo, cuando dice Ud. que ella <i>sepulta</i> la frente
-en el pañuelo, y peor aún cuando pregunta usted si ella <i>le piensa</i> aún
-con amor.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">¿Y cómo entonces con amor me piensas?<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Sin duda que, en lenguaje filosófico, las cosas se piensan ó son
-pensadas; pero, en estilo sencillo y de amores, el amante piensa <i>en</i> su
-amada y la amada <i>en</i> su amante, y si ambos piensan algún ser, este ser,
-aunque utilísimo, es muy inferior al ser humano.</p>
-
-<p>Piénselo Ud. bien, y convendrá conmigo en que no debemos desear que las
-muchachas bonitas <i>nos piensen</i>, sino que piensen en nosotros.</p>
-
-<p>A fin de no hacer interminables estas cartas,<span class="pagenum"><a name="page_189" id="page_189">{189}</a></span> voy á prescindir de
-multitud de poetas de quienes hay obras selectas en el <i>Parnaso</i>, y á
-citar, como remate, á los cuatro ó cinco que me parecen más inspirados y
-más llenos de originalidad.</p>
-
-<p>Empezaré por Rafael Pombo, cuyas obras completas siento no conocer. Mi
-opinión acerca de Pombo tiene también que ser poco fundada; esto es,
-tiene que fundarse sobre datos muy insuficientes. Hay mil cosas que
-despiertan la curiosidad al leer sus poesías, y que yo no podría
-averiguar á no escribir pidiendo noticias, ó á Colombia, ó á París,
-donde hay muchos colombianos. La romanza del rey Asuero y el aria de don
-Rodrigo, en las óperas <i>Ester</i> y <i>Florinda</i>, implican que existen estas
-óperas, y un compositor colombiano, que se llama el maestro Ponce de
-León, é implican que Pombo ha escrito enteros ambos <i>librettos</i>. Yo sé,
-porque lo dice el señor Añez, que Pombo ha publicado <i>Cuentos pintados</i>
-y <i>Cuentos morales</i> para niños, y que son tan populares y famosos, que
-se los saben de memoria casi todos los niños de la América española. Y
-si esto es así, yo me pregunto: ¿cómo es que en España, donde tan pobre
-es esta clase de literatura para niños, no han penetrado los tales
-cuentos y no se ha hecho de ellos alguna edición?</p>
-
-<p>Colócase también á Rafael Pombo entre los mejores traductores de
-Horacio. Dice Añez que el eminente Menéndez Pelayo da gran valer á su
-traducción, pero no nos dice si es ó no completa. Yo lo ignoro, y
-buscando además en el <i>Horacio en España</i> lo que dice Menéndez de Pombo,
-nada<span class="pagenum"><a name="page_190" id="page_190">{190}</a></span> he hallado. Tal vez sea una edición posterior á la que yo tengo.
-En la que yo tengo, aun no conocía Menéndez sino poquísimo de la poesía
-hispano-americana contemporánea, lamentándose de que no exista historia
-de la literatura de la América española, ni aun colección de poetas
-americanos medianamente hecha. Se ve que entonces aún no había leído
-Menéndez sino el tomito, publicado en Leipzig por Brockhaus, que
-encierra, en su harto severo sentir, «piezas detestables que no pueden
-pasar por buenas ni en América ni en parte alguna del mundo civilizado».</p>
-
-<p>Volviendo á Pombo, diré que, como otros varios americanos de nuestra
-raza, ha ejercido muchas profesiones en su vida de acción, y en su vida
-especulativa ha estudiado y escrito de todo. Pombo es ingeniero civil;
-ha sido militar, y profesor, y diplomático, y periodista; y como
-escritor, es polígrafo. Contraigámonos aquí á hablar de él sólo como
-poeta. Su lira posee todas las cuerdas y todos los tonos: es mística,
-erótica, elegíaca, jocosa, satírica y descriptiva; pero ni siquiera
-conocemos una muestra de cada género.</p>
-
-<p>En lo que conocemos hay originalidad, naturalidad y gracia. Sus
-redondillas al <i>bambuco</i>, que llegan á ochenta, muestran cuán fácil y
-abundante es el autor, sin pecar de pesado ni de rastrero. La música y
-la danza del <i>bambuco</i> están muy bien calificadas, y ponderadas con
-chiste todas sus excelencias y la desapoderada afición que le tienen los
-colombianos:<span class="pagenum"><a name="page_191" id="page_191">{191}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Porque ha fundido aquel aire<br /></span>
-<span class="i0">La indiana melancolía<br /></span>
-<span class="i0">Con la africana ardentía<br /></span>
-<span class="i0">Y el guapo andaluz donaire.<br /></span>
-<span class="i0">Su ritmo vago y traidor<br /></span>
-<span class="i0">Desespera á los maestros;<br /></span>
-<span class="i0">Pero acá nacemos diestros<br /></span>
-<span class="i0">Y con patente de autor.<br /></span>
-<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i0">Hay en él más poesía,<br /></span>
-<span class="i0">Riqueza, verdad, ternura,<br /></span>
-<span class="i0">Que en mucha docta obertura<br /></span>
-<span class="i0">Y mística sinfonía.<br /></span>
-<span class="i0">Y así respóndele fiel<br /></span>
-<span class="i0">El corazón donde llega:<br /></span>
-<span class="i0">Con él el alegre juega<br /></span>
-<span class="i0">Y el triste llora con él.<br /></span>
-<span class="i0">Mágico el más obediente,<br /></span>
-<span class="i0">Camaleón musical,<br /></span>
-<span class="i0">Siempre el mismo original,<br /></span>
-<span class="i0">Pero siempre diferente.<br /></span>
-<span class="i0">Eterna variación<br /></span>
-<span class="i0">En que hallamos por instinto<br /></span>
-<span class="i0">Acento propio y distinto<br /></span>
-<span class="i0">Para cada sensación.<br /></span>
-<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i0">Y si ordenase un tirano<br /></span>
-<span class="i0">La abolición del <i>bambuco</i>,<br /></span>
-<span class="i0">Pronto viera cuán caduco<br /></span>
-<span class="i0">Es todo poder humano.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Aun es más linda, en la misma composición, la pintura de una fiesta
-popular al aire libre, en que se baila el <i>bambuco</i>.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Era una noche de aquellas<br /></span>
-<span class="i0">Noches de la patria mía<br /></span>
-<span class="i0">Que bien pudiera ser día<br /></span>
-<span class="i0">Donde no hay noches como ellas.<br /></span>
-<span class="i0">El terciopelo mejor<br /></span>
-<span class="i0">Al del cielo no igualaba;<span class="pagenum"><a name="page_192" id="page_192">{192}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Ni estrella alguna faltaba<br /></span>
-<span class="i0">A la gran cita de amor.<br /></span>
-<span class="i0">Oíanse los bramidos<br /></span>
-<span class="i0">Del Cauca y sus reventones<br /></span>
-<span class="i0">Como enjambre de leones<br /></span>
-<span class="i0">Celosos y mal dormidos.<br /></span>
-<span class="i0">Y el aura circunvolante<br /></span>
-<span class="i0">Embalsamaba el lugar<br /></span>
-<span class="i0">De albahaca y de azahar<br /></span>
-<span class="i0">Y de jazmín embriagante.<br /></span>
-<span class="i0"><i>Yapangas</i> que por modelo<br /></span>
-<span class="i0">Las quisiera un escultor,<br /></span>
-<span class="i0">Giraban al resplandor<br /></span>
-<span class="i0">De las lámparas del cielo.<br /></span>
-<span class="i0">De indianas y de españolas<br /></span>
-<span class="i0">Las perfecciones lucían,<br /></span>
-<span class="i0">Tan lindas que parecían<br /></span>
-<span class="i0">Enamorarse ellas solas.<br /></span>
-<span class="i0">Bajo una gran cabellera<br /></span>
-<span class="i0">Un blanco busto imperial.<br /></span>
-<span class="i0">Y una forma amplia y cabal<br /></span>
-<span class="i0">Cuanto elástica y ligera.<br /></span>
-<span class="i0">Rica tez, mórbido pecho,<br /></span>
-<span class="i0">Nada de afeite ó falsía:<br /></span>
-<span class="i0">Que el arte no enmendaría<br /></span>
-<span class="i0">Lo que hizo Dios tan bien hecho.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Los versos, bien hechos también y sin afeite ni falsía como las
-<i>yapangas</i>, siguen adelante; pero yo no puedo citarlos todos. Dejemos,
-pues, bailar á las <i>yapangas</i>, que</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Ya evitan á su mitad<br /></span>
-<span class="i0">Y ya le buscan festivas,<br /></span>
-<span class="i0">Provocadoras ó esquivas<br /></span>
-<span class="i0">Como la felicidad,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">y cambiemos de escena. Pasemos volando, desde las orillas del Cauca á
-las del Hudson, y pongámonos en la Broadway ó Calle Ancha de Nue<span class="pagenum"><a name="page_193" id="page_193">{193}</a></span>va
-York. Nuestro poeta se entusiasma más aún, si cabe, que por las
-<i>yapangas</i>, por todas las <i>misses yankees</i> que por allí se pasean.
-Verdad es que empieza por ensalzar á las españolas bonitas de Ambos
-Mundos. Ni pueden quejarse las limeñas, en cuyos ojos dan aún los
-hombres culto al astro de Manco Capac, ni las sirenas de Maracaibo, ni
-las sílfides de Cuba, ni las huríes de Chile, de corazón volcánico; ni
-las argentinas, tremendas en toda lid; ni otras muchas, de diversos
-países, á quienes el poeta, con tino, gala y primor, va calificando.
-Pero todo esto se olvida, porque el hombre es ingrato, y la sangre
-española es pólvora, y las <i>yankees</i>, que pasean en la Broadway, forman
-una legión fulminante, que prende fuego á los corazones, y se los
-anexiona, y quema todos los títulos de propiedad, memorias, y demás
-documentos y compromisos.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Los que no me creáis, los que entre lágrimas<br /></span>
-<span class="i0">Eterno amor jurasteis al partir<br /></span>
-<span class="i0">A la que, ondeando el pañuelito, cándida<br /></span>
-<span class="i0">Desde la playa os quiso bendecir,<br /></span>
-<span class="i0">Venid, llegad, y bajo el níveo pórtico<br /></span>
-<span class="i0">Del imperial <i>Saint Nicholas Hotel</i>,<br /></span>
-<span class="i0">Donde se alivia el trovador nostálgico<br /></span>
-<span class="i0">Y se llora la ausencia última vez,<br /></span>
-<span class="i0">Ved desfilar el majestuoso ejército<br /></span>
-<span class="i0">Que anida en sus cuarteles Nueva York.....<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>En la pintura del tal ejército, Pombo se muestra sinceramente inspirado.
-Allá van algunas estrofas, aunque sea saltando:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Para ataviar á esta legión seráfica,<br /></span>
-<span class="i0">Todo el mundo, Este, Oeste, Norte y Sur,<span class="pagenum"><a name="page_194" id="page_194">{194}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Viene á verter la copa de sus dádivas<br /></span>
-<span class="i0">Que puja el oro en arrogante albur.<br /></span>
-<span class="i0">Blondas que teje para reinas Bélgica<br /></span>
-<span class="i0">Realzando senos de alabastro van,<br /></span>
-<span class="i0">Y nido á cuellos de nevada tórtola<br /></span>
-<span class="i0">Da con sus chales la opulenta Iram.<br /></span>
-<span class="i0">Ondas de seda de Damasco espléndida,<br /></span>
-<span class="i0">Que el <i>musnud</i> no ajaría en el harem,<br /></span>
-<span class="i0">Barren el polvo..... haciendo aquella música<br /></span>
-<span class="i0">Que suspiran las aguas del Zemzem.<br /></span>
-<span class="i0">Y para estos cabellos, á sus náyades<br /></span>
-<span class="i0">Robó tan ricas perlas Panamá,<br /></span>
-<span class="i0">Y á sus zafíreas mariposas fúlgidas<br /></span>
-<span class="i0">Sus lechos de esmeraldas Bogotá.<br /></span>
-<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i0">¡Ah! cada hermosa es un amable autócrata,<br /></span>
-<span class="i0">Ley su sonrisa, sus palabras ley,<br /></span>
-<span class="i0">Y una marcha triunfal entre sus súbditos<br /></span>
-<span class="i0">Cada excursión por la imperial Broadway.<br /></span>
-<span class="i0">Los fieros amos de la Gran República<br /></span>
-<span class="i0">Son sus siervos humildes: ¡ya se ve!<br /></span>
-<span class="i0">¿Quién no lo fuera de tan lindos déspotas?<br /></span>
-<span class="i0">¿Y quién podrá decir no lo seré?<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Los versos serios de Pombo son aún más bellos que los ligeros y jocosos.
-En <i>Preludio de primavera</i>, ni imita el poeta á nadie, ni parece que
-lleva ninguna intención literaria. Se diría que canta sin querer,
-excitado por sentimientos dulcísimos y por las primeras auras vernales,
-después de un invierno rigoroso de Nueva York.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¡Oh qué brisa tan dulce! Va diciendo:<br /></span>
-<span class="i0">«Yo traeré miel al cáliz de las flores:<br /></span>
-<span class="i0">Y á su rico festín ya irán viniendo<br /></span>
-<span class="i0">Mis veraneros huéspedes cantores.»<br /></span>
-<span class="i0">¡Qué luz tan deliciosa! Es cada rayo<br /></span>
-<span class="i0">Larga mirada intensa de cariño;<br /></span>
-<span class="i0">Sacude el cuerpo su letal desmayo,<br /></span>
-<span class="i0">Y el corazón se siente otra vez niño.<span class="pagenum"><a name="page_195" id="page_195">{195}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Esta es la luz que rompe generosa<br /></span>
-<span class="i0">Sus cadenas de hielo á los torrentes<br /></span>
-<span class="i0">Y devuelve su plática armoniosa<br /></span>
-<span class="i0">Y su alba espuma á las dormidas fuentes.<br /></span>
-<span class="i0">Esta es la luz que pinta los jardines<br /></span>
-<span class="i0">Y en ricas tintas la creación retoca;<br /></span>
-<span class="i0">La que devuelve al rostro los carmines<br /></span>
-<span class="i0">Y las francas sonrisas á la boca.<br /></span>
-<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-
-<span class="i0">Al fin soltó su garra áspera y fría<br /></span>
-<span class="i0">El concentrado y taciturno invierno,<br /></span>
-<span class="i0">Y entran en comunión de simpatía<br /></span>
-<span class="i0">Nuestro mundo interior y el mundo externo.<br /></span>
-<span class="i0">Como ágil prisionero pajarillo<br /></span>
-<span class="i0">Se nos escapa el corazón cantando,<br /></span>
-<span class="i0">Y otro como él, y un verde bosquecillo<br /></span>
-<span class="i0">En alegre inquietud anda buscando.<br /></span>
-<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-
-<span class="i0">Tú, que aun eres feliz; tú, en cuyo seno<br /></span>
-<span class="i0">Preludia el corazón su Abril florido,<br /></span>
-<span class="i0">Vaso edenal sin gota de veneno,<br /></span>
-<span class="i0">Alma que ignoras decepción y olvido;<br /></span>
-<span class="i0">Deja, oh paloma, el nido acostumbrado<br /></span>
-<span class="i0">Enfrente de la inútil chimenea;<br /></span>
-<span class="i0">Ven á mirar el sol resucitado<br /></span>
-<span class="i0">Y el milagro de luz que nos rodea.<br /></span>
-<span class="i0">Ven á ver cómo entre su blanca y pura<br /></span>
-<span class="i0">Nieve, imagen de ti resplandeciente,<br /></span>
-<span class="i0">También á par de ti la gran Natura<br /></span>
-<span class="i0">Su dulce Abril con júbilo presiente.<br /></span>
-<span class="i0">No verás flores. Tus hermanas bellas<br /></span>
-<span class="i0">Luego vendrán, cuando en el campo jueguen<br /></span>
-<span class="i0">Los niños coronándose con ellas;<br /></span>
-<span class="i0">Cuando á beber su miel las aves lleguen.<br /></span>
-<span class="i0">Verás un campo azul, limpio, infinito,<br /></span>
-<span class="i0">Y otro á sus pies de tornasol de plata,<br /></span>
-<span class="i0">Donde, como en tu frente, angel bendito,<br /></span>
-<span class="i0">La gloria de los cielos se retrata.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>En toda esta composición, de que citamos trozos, sería tan fácil cuanto
-ingrata tarea señalar<span class="pagenum"><a name="page_196" id="page_196">{196}</a></span> algunos defectos; pero todo se perdona en gracia
-de la espontaneidad y del sincero, puro y profundo sentir con que está
-el asunto comprendido y expresado. Lo que sobre todo es de admirar en
-Pombo es la sencillez, al parecer al menos sin arte, con que dice cosas
-muy bellas, que por lo mismo que están dichas tan sencillamente parecen
-más bellas y penetran mejor y más hondo en el alma. En París, sin duda,
-aunque el poeta no lo declara, compuso unos versos á una joven que se
-suicidó arrojándose en el Sena. La sacan muerta del río y exclama el
-poeta:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¡Ni una burla, ni un agravio<br /></span>
-<span class="i0">Le hagan mente, ó tacto, ó labio!<br /></span>
-<span class="i0">Pensad de ella como hermanos,<br /></span>
-<span class="i0">Como débiles humanos;<br /></span>
-<span class="i0">Pensad sólo en sus angustias<br /></span>
-<span class="i0">Y sus manchas olvidad.<br /></span>
-<span class="i0">¿Qué hay en esas formas mustias<br /></span>
-<span class="i0">Que no implore caridad?<br /></span>
-<span class="i0">No hagáis honda, cruel pesquisa<br /></span>
-<span class="i0">Del conflicto que insumisa<br /></span>
-<span class="i0">La encontró con el deber:<br /></span>
-<span class="i0">Ya la muerte en su torrente<br /></span>
-<span class="i0">Llevó el fango, y solamente<br /></span>
-<span class="i0">Queda el oro de su ser.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Es singular que otro poeta colombiano, Hermógenes Saravia, haya tratado
-muy bien, aunque por diverso estilo, un asunto semejante. Es una actriz,
-en su primera juventud, María Herrera, española tal vez, que va á
-Colombia y allí se envenena. Allí, como le dice el poeta:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">De tu guirnalda destrozando el lazo,<br /></span>
-<span class="i0">Levantas ¡ay! la copa del suicida,<span class="pagenum"><a name="page_197" id="page_197">{197}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Y el don horrible de la amarga vida<br /></span>
-<span class="i0">Llorando vas á devolver á Dios.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>La composición está llena de bellos sentimientos e ideas briosamente
-expresados:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">En el concierto de las leves auras,<br /></span>
-<span class="i0">En el rumor de la onda estremecida,<br /></span>
-<span class="i0">¿No hubo un consuelo para tu alma herida?<br /></span>
-<span class="i0">¿No hubo una nota para ti de amor?<br /></span>
-<span class="i0">¡Cuando en la alegre y bulliciosa escena<br /></span>
-<span class="i0">De flores coronada aparecías,<br /></span>
-<span class="i0">En vano tus sollozos comprimías,<br /></span>
-<span class="i0">Pobre proscrita de un sonado Edén!<br /></span>
-<span class="i0">Del pecho herido por el vil engaño<br /></span>
-<span class="i0">Se adivinaba la honda pesadumbre<br /></span>
-<span class="i0">En tu mirada, triste cual la lumbre<br /></span>
-<span class="i0">Que deja el sol al esconder su sien.<br /></span>
-<span class="i4">. . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i0">Yo no te execro, niña infortunada,<br /></span>
-<span class="i0">Ya que cercada de siniestras brumas,<br /></span>
-<span class="i0">Cual ave herida, tus deshechas plumas<br /></span>
-<span class="i0">Viniste en los desiertos á dejar.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Están, por último, noble y poéticamente exigidas á las mujeres honradas
-y felices la piedad y la compasión hacia la pobre suicida:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">No condenéis á la infeliz criatura<br /></span>
-<span class="i0">Que de la muerte en el piadoso lecho,<br /></span>
-<span class="i0">Cruzando ya las manos sobre el pecho,<br /></span>
-<span class="i0">Como final recurso se adurmió.<br /></span>
-<span class="i0">Jamás pudierais sospechar siquiera<br /></span>
-<span class="i0">Todo el supremo horrible desencanto,<br /></span>
-<span class="i0">Todo el raudal de contenido llanto<br /></span>
-<span class="i0">Que amontonar su corazón debió.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Aquí pensaba yo terminar esta carta y todo lo que había de decir sobre
-el <i>Parnaso Colombiano</i>. Las tristes poesías sobre mujeres que mueren<span class="pagenum"><a name="page_198" id="page_198">{198}</a></span>
-víctimas de un amor desventurado, me recuerdan el admirable y tremendo
-canto de Olivia, de Olivero Goldsmith:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2"><i>The only art her guilt to cover,</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>To hide her shame from every eye,</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>To give repentance to her lover,</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>And wring his bosom, is to die.</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>En la poesía colombiana, en la más original, en la más castiza, en la
-más española, hay un vago perfume, un dejo sabroso de poesía inglesa,
-que yo celebro, porque le da un gusto verdadera y naturalmente
-sentimental y le conviene muy bien, refrenando la propensión á lo
-redundante y á lo hueco.</p>
-
-<p>Pero esta consideración me trae á la mente á un poeta colombiano de
-origen inglés, á Diego Fallon, del cual, si yo no hablase con elogio,
-sería la mayor injusticia.</p>
-
-<p>De otros varios poetas pienso lo mismo, y los escrúpulos de mi
-conciencia se sobreponen al miedo de cansar, y me deciden á escribir á
-usted otra carta todavía, que será definitivamente la última.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>15 de Octubre de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>VII</h3>
-
-<p>Mi distinguido amigo: Vuelvo á leer las dos únicas poesías que de Diego
-Fallon inserta el<span class="pagenum"><a name="page_199" id="page_199">{199}</a></span> <i>Parnaso Colombiano</i>, y reconozco más claro todavía
-cuán indisculpable hubiera sido mi falta si no hubiese yo hablado de
-ellas. No me atreveré á decir que sean las mejores de la Colección; pero
-son sin duda las más originales, y cada una de ellas de muy extraña y
-distinta originalidad.</p>
-
-<p>En la sangre, en el ser, en la educación de Fallon, hay cierta mezcla de
-inglés y de hispano-americano que, á mi ver, se refleja en sus obras.
-Nació Diego Fallon en el Estado de Tolima, se educó en Bogotá en el
-Colegio de los Padres Jesuítas, y fué á terminar su educación en
-Inglaterra, patria de su padre. Es gran matemático, músico é ingeniero.
-Es profesor en la Escuela militar de Colombia. Se habla con mucho
-encomio de un nuevo sistema de notación musical por él inventado.</p>
-
-<p>Sus poesías han sido publicadas en un tomo con prólogo del sabio D.
-Miguel Antonio Caro; y si todas son como las dos que conocemos, las
-alabanzas del Sr. Caro tienen fundamento razonable.</p>
-
-<p>En <i>Las rocas de Suesca</i> vuela con gracia y tino la imaginación alegre y
-caprichosa del poeta para describir un lugar alpestre, prestando vida,
-palabra y animación á los peñascos enormes. Lo grotesco colosal de aquel
-conjunto de gigantes petrificados, que recobran la vida conjurados por
-el poeta, se infunde en el espíritu del lector, el cual se siente
-transportado á un mundo fantástico, donde en lo esquivo y solitario de
-las montañas, lejos de los hombres, hablan y discurren las piedras, y
-refieren sus lances de amor y for<span class="pagenum"><a name="page_200" id="page_200">{200}</a></span>tuna de hace muchísimos siglos, allá
-en las edades primeras de este globo que habitamos.</p>
-
-<p>En mi sentir, las ciencias oscuras é informes, en que la conjetura y la
-hipótesis entran por más que la observación y la experiencia, se prestan
-aún á la poesía didáctica, si el poeta acierta á cifrar y sintetizar en
-pocas palabras un sistema, y á explicarle con imágenes vivas y verdadera
-dicción poética. Así es como el ilustre poeta y filósofo Terencio
-Mamiani compuso su poema <i>De la Cosmogonia</i>. Meli, el gran poeta de
-Sicilia, que escribió en dialecto siciliano, aparece en el poema de
-Mamiani explicando el origen del mundo á un gracioso</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2"><i>Drappel di garzonetti e di fanciulle</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Che riserbo si fean d’ ogni suo verso</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Nella tacita mente.</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Á la vista estaba Catania, enfrente los mares Jonio y Tirreno, y más
-lejos, hacia el Sur, alzaba la cima majestuosa el Etna, que, humeante
-aquel día, arrojaba de su cráter gran cantidad</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2"><i>Di roventi faville ed un muggito</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Di sotterranei tuoni che lunghesso</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Il mare e per le valli di Simete</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Con rombo interminabile correa.</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>La escena y la ocasión no podían ser más á propósito para que explicase
-el origen y las transformaciones del globo terráqueo aquel vate y sabio
-profundo</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i6"><i>che il nome</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Tolse dai favi iblei, quelli che a grande</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Pastor di Siracusa avean l’agresti</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Labbra rigate d’inmortal dolcezza.</i><br /></span>
-<span class="pagenum"><a name="page_201" id="page_201">{201}</a></span></div></div>
-</div>
-
-<p>Pero si los versos de Mamiani son elegantísimos y sublimes, los de
-Fallon, por otro camino, como desate portentoso de fantasía, tienen no
-muy inferior valer.</p>
-
-<p>Los de Mamiani, más filosóficos y didácticos en el fondo, son más poesía
-por la forma, por la elegancia de la dicción, mientras que en los de
-Fallon, donde hay otra facilidad y tal vez cierto desaliño, hay poesía
-de conceptos y de imágenes, aunque lo grotesco predomine. Y las cosas no
-podían ser de otra suerte. En los versos del italiano es maestro de
-geología un sabio, para quien otros más antiguos sabios y el propio
-ingenio habían levantado gran parte del triple</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0"><i>Vel che nasconde a tutte ciglia umane</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>D’Iside santa l’ineffabil volto;</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">y en los versos de Fallon son los peñascos mismos los que hablan y
-cuentan lo que les ha sucedido. Yo no entraré á discutir aquí si es más
-verdad lo que dice Meli que lo que dicen los peñascos; pero lo que dice
-Meli es más bello. El mérito de los versos de Fallon está más en lo
-descriptivo y en el efecto total de la pintura que su fantasía anima. Es
-aquello un aquelarre de brujas de pasmosa magnitud. La más anciana y la
-más ilustre es la que da la lección de geología, aunque, en mi sentir,
-la pintura vale más que la lección.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Y de sus pergaminos no se puede<br /></span>
-<span class="i0">Dudosa hacer la antigüedad presunta,<br /></span>
-<span class="i0">Que, al herirlos, burlada retrocede<br /></span>
-<span class="i0">Del taladro tenaz la recia punta.<br /></span>
-<span class="i0">¡Mas contempladla! ¡Sobre su ancha frente<span class="pagenum"><a name="page_202" id="page_202">{202}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">En vano el sol sus dardos ha lanzado;<br /></span>
-<span class="i0">En vano, al par, la lluvia disolvente,<br /></span>
-<span class="i0">El rayo, el aquilón la han azotado!<br /></span>
-<span class="i0">¡Ved! De sus cejas trazan la figura<br /></span>
-<span class="i0">Sendos cordones de erizadas pencas,<br /></span>
-<span class="i0">Y he visto fulgurar en noche oscura<br /></span>
-<span class="i0">Del cazador la hoguera entre sus cuencas.<br /></span>
-<span class="i0">Es de su alta nariz el bloque corvo<br /></span>
-<span class="i0">Atalaya del buitre carnicero,<br /></span>
-<span class="i0">Que desde allí condena, inmóvil, torvo,<br /></span>
-<span class="i0">Su presa á muerte en el lejano otero.<br /></span>
-<span class="i0">Su boca, agreste ermita donde vierten<br /></span>
-<span class="i0">Mortal sudor las piedras: do se llaman<br /></span>
-<span class="i0">A iglesia los conejos cuando advierten<br /></span>
-<span class="i0">Que los hambrientos galgos los reclaman;<br /></span>
-<span class="i0">Y es sacristán de aquella gruta pía<br /></span>
-<span class="i0">Un armadillo que á la mansa vieja<br /></span>
-<span class="i0">Le ha perforado interna galería<br /></span>
-<span class="i0">Que comunica oreja con oreja.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Los otros versos de Fallon, <i>A la luna</i>, son mucho mejores que <i>Las
-rocas de Suesca</i>, sin que ninguna extravagancia caprichosa contribuya á
-su originalidad, que es grande, si bien más en la meditación, á que la
-contemplación induce, que en la misma contemplación. Aun así, en la
-parte descriptiva hay notables bellezas, y el poeta nos hace sentir la
-calma magnífica de una noche de entre trópicos, á la falda de los Andes.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">¡Cuán bella ¡oh luna! á lo alto del espacio<br /></span>
-<span class="i0">Por el turquí del éter lenta subes,<br /></span>
-<span class="i0">Con ricas tintas de ópalo y topacio<br /></span>
-<span class="i0">Franjando en torno tu dosel de nubes!<br /></span>
-<span class="i0">Cubre tu marcha grupo silencioso<br /></span>
-<span class="i0">De rizos copos, que tu lumbre tiñe;<br /></span>
-<span class="i0">Y de la noche el iris vaporoso<br /></span>
-<span class="i0">La regia pompa de tu trono ciñe<br /></span>
-<span class="i0">De allí desciende tu callada lumbre<span class="pagenum"><a name="page_203" id="page_203">{203}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Y en argentinas gasas se despliega<br /></span>
-<span class="i0">De la nevada sierra por la cumbre<br /></span>
-<span class="i0">Y por los senos de la umbrosa vega.<br /></span>
-<span class="i0">Con sesgo rayo por la falda oscura<br /></span>
-<span class="i0">A largos trechos el follaje tocas,<br /></span>
-<span class="i0">Y tu albo resplandor sobre la altura<br /></span>
-<span class="i0">En mármol trueca las desnudas rocas;<br /></span>
-<span class="i0">O al pie del cerro do la roza humea,<br /></span>
-<span class="i0">Con el matiz de la azucena bañas<br /></span>
-<span class="i0">La blanca torre de vecina aldea<br /></span>
-<span class="i0">En su nido de sauces y cabañas.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Después, provocado el poeta por el silencio y reposo nocturnos, siente y
-expresa más alta inspiración: es teósofo primero y luego místico.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">El que vistió de nieve la alta sierra,<br /></span>
-<span class="i0">De oscuridad las selvas seculares,<br /></span>
-<span class="i0">De hielo el polo, de verdor la tierra<br /></span>
-<span class="i0">Y de hondo azul los cielos y los mares,<br /></span>
-<span class="i0">Echó también sobre tu faz un velo,<br /></span>
-<span class="i0">Templando tu fulgor para que el hombre<br /></span>
-<span class="i0">Pueda los orbes numerar del cielo,<br /></span>
-<span class="i0">Tiemble ante Dios y su poder le asombre.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Pero este Dios, que entrevé el poeta en el éter infinito, poblado de
-estrellas, se deja ver mejor en el fondo del alma, hecha á su imagen. El
-alma es más grande que el universo todo, y más capaz que el universo de
-contener á Dios.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Y si del polvo libre se lanzara<br /></span>
-<span class="i0">Esta que siento, imagen de Dios mismo,<br /></span>
-<span class="i0">Para tender su vuelo no bastara<br /></span>
-<span class="i0">Del firmamento el infinito abismo;<br /></span>
-<span class="i0">Porque esos astros, cuya luz desmaya<br /></span>
-<span class="i0">Ante el brillo del alma, hija del cielo,<br /></span>
-<span class="i0">No son siquiera arenas de la playa<br /></span>
-<span class="i0">Del mar que se abre á su futuro vuelo.<br /></span>
-<span class="pagenum"><a name="page_204" id="page_204">{204}</a></span></div></div>
-</div>
-
-<p>Sin duda hay en la colección que voy examinando algunos poetas más de
-los ya citados que merecerían alabanzas no muy inferiores á las que he
-dado hasta ahora; pero mi revista va siendo sobrado larga, y conviene
-terminar.</p>
-
-<p>No es justo callarse que hay también en el <i>Parnaso Colombiano</i>
-bastantes composiciones que sólo demuestran la cultura general de
-Colombia y la extremada afición que tienen á la poesía los ciudadanos de
-aquella república. Hay bastantes composiciones correctas, pero
-insignificantes é incoloras, que todo joven ó todo viejo, de algunos
-estudios, puede hacer si en ello se empeña.</p>
-
-<p>Tal vez será prevención mía; pero así como yo creo que el romance
-octosílabo es propio para la poesía en nuestro idioma, así también, á
-pesar de <i>El moro expósito</i> y de otros ejemplos brillantes en contra de
-mi opinión, yo entiendo que el romance endecasílabo se presta mucho al
-prosaísmo más desmayado. En el <i>Parnaso Colombiano</i> hay sobra de estos
-romances.</p>
-
-<p>Noto además que las Musas justicieras se inclinan á ponerse foscas con
-los poetas de Colombia, cuando, por mal entendido patriotismo, ofenden é
-injurian á la antigua madre patria, España. Sus versos entonces son casi
-siempre malos. El más patente ejemplo de esta verdad le dan unas
-estrofas de D. José María Torres Caicedo <i>A Policarpa Salabarriela</i>, que
-fué la Mariana Pineda de por allá.</p>
-
-<p>De lamentar es que, en el primer tercio de este siglo, así porque
-Fernando VII no era rey muy blando ni muy amoroso, como porque la<span class="pagenum"><a name="page_205" id="page_205">{205}</a></span>
-enemistad y el furor entre liberales y absolutistas eran violentísimos,
-y la lucha tremenda y desapiadada, hubiese tantas y tantas víctimas que
-nos son simpáticas, y que hoy consideramos con razón como héroes ó
-mártires. Mas no por eso está bien decir en pícaros versos:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Torres, Cabal, Torices y Camacho,<br /></span>
-<span class="i0">Casa-Valencia, Mutis y Mejía,<br /></span>
-<span class="i0">Caldas, mil libres más á muerte impía<br /></span>
-<span class="i0">Condenólos <i>el bárbaro español</i>.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Por desgracia, se podría llenar una hoja con los nombres de los
-ajusticiados españoles que ajustició <i>el bárbaro español</i>, hacia la
-misma época, aquí, en la Península, y con mucho menor motivo, pues al
-cabo no es lo mismo querer cambiar la forma de gobierno de la patria que
-deshacer y descuartizar la patria. Es indudable que de este
-<i>descuartizamiento</i> han nacido pueblos y Estados nuevos, por virtud de
-una ley providencial ineludible: pueblos y Estados nuevos, por cuya
-prosperidad y grandeza todo español peninsular hace hoy fervientes
-votos, hasta por vanidad y amor propio de casta; pero entonces, cuando
-se rebelaban ahí, ¿era posible que un rey absoluto y un gobierno
-tiránico, de que los mismos peninsulares eran víctimas, no castigase con
-dureza á los rebeldes?</p>
-
-<p>Todos los horrores, todas las crueldades de la guerra de la
-independencia americana, que no fueron mayores que los de cualquiera
-otra guerra civil en la Península, no justifican la condenación y la
-injuria que lanza sobre los españoles<span class="pagenum"><a name="page_206" id="page_206">{206}</a></span> el Sr. Torres Caicedo. El Sr.
-Torres Caicedo se ofende á sí mismo y á todo su linaje, pues yo presumo
-que será tan español como cualquiera de nosotros, y que, si él no lo es,
-lo fué su padre ó lo fué su abuelo.</p>
-
-<p>No tiene la menor disculpa que el Sr. Caicedo califique todo el tiempo
-que Colombia estuvo unida á España de</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Centurias de baldón y afrenta<br /></span>
-<span class="i0">En que yació la tierra americana.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Eso estaría sólo bien en boca de los indios triunfantes, si se hubiesen
-levantado contra el Sr. Torres Caicedo y contra todos los de origen
-español y los hubiesen arrojado de la América que invadieron y
-colonizaron.</p>
-
-<p>Esos improperios contra España quizá parecerían fundados en boca del
-Zipa, del Zaque y del Pontífice de Iraca, restablecidos, desechadas
-nuestra lengua y nuestra cultura, y adorando otra vez á Chibchacum y á
-Chiminigagua.</p>
-
-<p>Por lo demás, no podemos perdonar al Sr. Torres Caicedo, diplomático
-ilustre, hombre político, notable escritor en prosa sobre todas
-materias, filosóficas, literarias, económicas, etc., que sea tan
-desaforadamente encomiador de doña Policarpa. El encomio, por merecido
-que sea, debe tener su medida. Pase que Leonidas y Temístocles no valgan
-más que Bolívar y Sucre, y pase que Ayacucho y Junin equivalgan á
-Maratón y á Salamina. Ojalá (y lo digo sin ironía, movido del amor de
-raza, superior al amor de patria), ojalá que el porvenir justifique la
-que es hoy exagera<span class="pagenum"><a name="page_207" id="page_207">{207}</a></span>ción, dando á las batallas de Ayacucho y Junin la
-transcendencia que Salamina y Maratón tuvieron, siendo como el punto de
-partida, en el terreno político de la acción, de una cultura y de una
-fuerza civilizadora más fecundas y más grandes que las conocidas hasta
-entonces, fuera de Grecia, y que en Salamina y en Maratón fueron
-vencidas. Pase, por último, que doña Policarpa valga tanto ó más que
-Débora, Judith, Mad. Roland, Juana de Arco y Carlota Corday; pero no se
-puede tolerar, aun sin ser buen católico, y siguiendo un criterio
-racionalista, que el Sr. Torres Caicedo compare también á doña Policarpa
-con la Virgen María, porque la Virgen María</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">La muerto vió del Redentor divino,<br /></span>
-<span class="i0">Del que derechos, libertad trajera;<br /></span>
-<span class="i0">Del Hombre-Dios que al hombre enalteciera,<br /></span>
-<span class="i0"><i>Donando</i> al mundo la igualdad, la luz.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Precisamente porque Cristo <i>donó</i> al mundo todas esas cosas y otras
-muchas más, y puso con su doctrina la base de una civilización que ha
-durado siglos y que comprende á la más noble parte del linaje humano,
-Cristo no puede compararse con ninguno de los insurgentes,
-revolucionarios y conspiradores, por gloriosos que hayan sido. Y en
-cuanto á la Virgen María, aun mirado todo ello con impía mirada, negando
-el ser real de la Virgen y suponiéndola semidiosa simbólica, supremo
-ideal, en quien se cifran todas las excelencias de la mujer, la
-maternidad, la pureza virgínea y la piedad compasiva, no veo paridad, ni
-buen gusto en que la comparemos ni con Policarpa, ni con la Mariana
-Pineda, ni con Carlota<span class="pagenum"><a name="page_208" id="page_208">{208}</a></span> Corday, ni con ninguna otra heroína de armas
-tomar ó de pelo en pecho.</p>
-
-<p>En general, en los versos patrióticos colombianos hay sobrada hipérbole,
-así en alabar á los héroes de la independencia, como en denigrar á los
-españoles y á España. No se considera bien que antes de la
-independencia, los que más tiranizaron á la tierra y á la gente
-americanas fueron los padres ó los abuelos de los que se sublevaron
-contra esa tiranía, y que después ha habido un no corto período de
-guerras civiles en que se ha derramado más sangre que la derramada por
-los españoles, y ha habido tiranos en casi todas las repúblicas, que
-nada tienen que envidiar en punto á crueldad, ni á Fernando VII, ni á
-ningún otro rey, ni á ninguno de los virreyes ó generales y gobernadores
-que los reyes enviaban. En varios poetas, á pesar del orgullo
-patriótico, aparecen estas confesiones arrancadas por el dolor y el
-enojo. Santiago Pérez dice:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">No resta acaso un punto<br /></span>
-<span class="i0">Do la sangre que vierte nuestra mano<br /></span>
-<span class="i0">No cubra ya la que vertió el hispano.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Y en D. Miguel Antonio Caro llegan ya estos sentimientos de disgusto
-hasta el extremo, que yo no puedo ni quiero aplaudir, de hacer que el
-propio espíritu de Bolívar vacile entre si debe gloriarse ó arrepentirse
-de haber dado á la América su independencia. Bolívar exclama:</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="page_209" id="page_209">{209}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i6">¿Quién sabe<br /></span>
-<span class="i0">Si aré en la mar y edifiqué en el viento?<br /></span>
-<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i0">¿Si caerán sobre mí las maldiciones<br /></span>
-<span class="i4">De cien generaciones?<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>No. Es evidente que no caerán. Las repúblicas que de España nacieron
-serán grandes también como la que nació de Inglaterra; y la gloria de
-Bolívar no será inferior á la de Washington. Todo, si Dios quiere, y
-Dios querrá, habrá de ser, sin que sea necesario para ello que se nos
-trate mal en malas coplas.</p>
-
-<p>La gloria de Bolívar, por sus hechos, sin consideración á los últimos
-resultados, y el crecimiento de esta gloria, en lo porvenir, cuando las
-repúblicas hispano-americanas se engrandezcan, están en perfecta
-consonancia con nuestro interés y con nuestra vanidad patriótica de
-peninsulares. Mientras más se encomien el tino político, la pericia
-militar, el valor y la actividad infatigable del Libertador, más
-cohonestada y ennoblecida quedará nuestra derrota.</p>
-
-<p>No hay español, que sepa de Bolívar, que, movido de estos sentimientos,
-no levante á Bolívar á la altura de Washington. Y aun le pondría por
-cima, como lo desea, si no se midiese la magnitud de los héroes por el
-producto de sus heroicidades. Es tan bella, tan simpática y tan generosa
-la vida de Bolívar, sobre todo en sus últimos años, que Bolívar, que
-murió joven aún, infundiéndonos admiración por sus proezas, por su
-desprendimiento y por su amor sincerísimo á la libertad, é
-infundiéndonos piedad sublime por la ingratitud que ulceró su pecho,
-resplandecería por cima de Washington, si las repúblicas de la América
-del Sur llegasen, como es probable que<span class="pagenum"><a name="page_210" id="page_210">{210}</a></span> lleguen, á ser tan poderosas
-como la república por Washington fundada.</p>
-
-<p>El liberalismo es hermosa doctrina. Yo soy, he sido y seré siempre muy
-liberal; pero no desconozco que el liberalismo ha sido tan manoseado y
-vulgarizado en discursos y peroratas, en brindis de comidas patrióticas
-y en artículos para rellenar columnas de periódicos, que es difícil ser
-<i>liberal</i> en verso sin caer en la prosa más plebeya. Y si el poeta
-liberal escribe en romance endecasílabo, peor que peor. Fiado en el
-sonsonete de la continuada asonancia, descuida la dicción, y no sabe ó
-no quiere saber que hay una forma ó una construcción propia de la
-poesía. Lastimosa muestra de esto que digo dan los versos <i>Catón en
-Utica</i>, de Luis Vargas Tejada.</p>
-
-<p>El pobre Catón larga, antes de matarse, un romance tan pedestre como los
-de muchas tragedias clásicas españolas del siglo pasado.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Inútiles han sido mis esfuerzos:<br /></span>
-<span class="i0">Al fin triunfar el despotismo logra,<br /></span>
-<span class="i0">Y delante del César abatida<br /></span>
-<span class="i0">Yace en el polvo la soberbia Roma.<br /></span>
-<span class="i0">Un hombre, un hombre solo usurpa el fruto<br /></span>
-<span class="i0">De tantos sacrificios y victorias.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Y así continúa Catón ensartando cerca de doscientos versos, sin que haya
-razón para que no ensarte dos ó tres mil: para que cese el aguacero y
-escampe.</p>
-
-<p>Pero baste de censura.</p>
-
-<p>El <i>Parnaso Colombiano</i> prueba que en la tierra de Ud. hay un rico y
-hermoso florecimiento literario, y lo probaría muchísimo mejor si el
-señor<span class="pagenum"><a name="page_211" id="page_211">{211}</a></span> Añez hubiera suprimido acaso una tercera parte ó más de lo que
-inserta; y no para que el <i>Parnaso</i> contuviese menos, sino para
-sustituir lo suprimido con muchísimas composiciones buenas, como yo sé
-que las hay.</p>
-
-<p>Dispense Ud. que sea franco y que no todo lo que digo sea lisonjero, y
-créame su amigo afectísimo.<span class="pagenum"><a name="page_213" id="page_213">{213}</a></span><span class="pagenum"><a name="page_212" id="page_212">{212}</a></span></p>
-
-<h2><a name="AZUL" id="AZUL"></a>AZUL.....</h2>
-
-<p class="r">
-<i>22 de Octubre de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<p class="chead"><span class="smcap">Á D. Rubén Darío</span></p>
-
-<h3>I</h3>
-
-<p>Todo libro que desde América llega á mis manos excita mi interés y
-despierta mi curiosidad; pero ninguno hasta hoy la ha despertado tan
-viva como el de Ud., no bien comencé á leerle.</p>
-
-<p>Confieso que al principio, á pesar de la amable dedicatoria con que Ud.
-me envía un ejemplar, miré el libro con indiferencia....., casi con
-desvío. El título <i>Azul</i>..... tuvo la culpa.</p>
-
-<p>Víctor Hugo dice: <i>L’art c’est l’azur</i>; pero yo ni me conformo ni me
-resigno con que tal dicho sea muy profundo y hermoso. Para mí tanto vale
-decir que el arte es lo azul como decir que es lo verde, lo amarillo ó
-lo rojo. ¿Por qué, en este caso, lo azul (aunque en francés no sea
-<i>bleu</i>, sino <i>azur</i>, que es más poético) ha de ser cifra, símbolo y
-superior predicamento que abarque lo ideal, lo etéreo, lo infinito, la
-serenidad del cielo sin nubes, la luz difusa, la amplitud vaga y sin
-límites, donde nacen, viven, brillan y se mueven<span class="pagenum"><a name="page_214" id="page_214">{214}</a></span> los astros? Pero
-aunque todo esto y más surja del fondo de nuestro ser y aparezca á los
-ojos del espíritu, evocado por la palabra <i>azul</i>, ¿qué novedad hay en
-decir que el arte es todo esto? Lo mismo es decir que el arte es
-imitación de la naturaleza, como la definió Aristóteles: la percepción
-de todo lo existente y de todo lo posible, y su reaparición ó
-representación por el hombre en signos, letras, sonidos, colores ó
-líneas. En suma, yo, por más vueltas que le doy, no veo en eso de que
-<i>el arte es lo azul</i> sino una frase enfática y vacía.</p>
-
-<p>Sea, no obstante, el arte azul, ó del color que se quiera. Como sea
-bueno, el color es lo que menos importa. Lo que á mí me dió mala espina
-fué el ser la frase de Víctor Hugo, y el que usted hubiese dado por
-título á su libro la palabra fundamental de la frase. ¿Si será éste, me
-dije, uno de tantos y tantos como por todas partes, y sobre todo en
-Portugal y en la América española, han sido inficionados por Víctor
-Hugo? La manía de imitarle ha hecho verdaderos estragos, porque la
-atrevida juventud exagera sus defectos, y porque eso que se llama
-<i>genio</i>, y que hace que los defectos se perdonen y tal vez se aplaudan,
-no se imita cuando no se tiene. En resolución, yo sospeché que era Ud.
-un Víctor Huguito, y estuve más de una semana sin leer el libro de Ud.</p>
-
-<p>No bien le he leído, he formado muy diferente concepto. Usted es Ud.:
-con gran fondo de originalidad, y de originalidad muy extraña. Si el
-libro, impreso en Valparaíso, en este año de 1888,<span class="pagenum"><a name="page_215" id="page_215">{215}</a></span> no estuviese en muy
-buen castellano, lo mismo pudiera ser de un autor francés, que de un
-italiano, que de un turco ó de un griego. El libro está impregnado de
-espíritu cosmopolita. Hasta el nombre y apellido del autor, verdaderos ó
-contrahechos y fingidos, hacen que el cosmopolitismo resalte más. Rubén
-es judaico, y persa es Darío: de suerte que, por los nombres, no parece
-sino que Ud. quiere ser ó es de todos los países, castas y tribus.</p>
-
-<p>El libro <i>Azul.....</i> no es en realidad un libro; es un folleto de 132
-páginas; pero tan lleno de cosas y escrito por estilo tan conciso, que
-da no poco en qué pensar y tiene bastante que leer. Desde luego se
-conoce que el autor es muy joven: que no puede tener más de veinticinco
-años, pero que los ha aprovechado maravillosamente. Ha aprendido
-muchísimo, y en todo lo que sabe y expresa muestra singular talento
-artístico ó poético.</p>
-
-<p>Sabe con amor la antigua literatura griega; sabe de todo lo moderno
-europeo. Se entrevé, aunque no hace gala de ello, que tiene el concepto
-cabal del mundo visible y del espíritu humano, tal como este concepto ha
-venido á formarse por el conjunto de observaciones, experiencias,
-hipótesis y teorías más recientes. Y se entrevé también que todo esto ha
-penetrado en la mente del autor, no diré exclusivamente, pero sí
-principalmente, á través de libros franceses. Es más: en los perfiles,
-en los refinamientos, en las exquisiteces del pensar y del sentir del
-autor, hay tanto de francés, que yo<span class="pagenum"><a name="page_216" id="page_216">{216}</a></span> forjé una historia á mi antojo para
-explicármelo. Supuse que el autor, nacido en Nicaragua, había ido á
-París á estudiar para médico ó para ingeniero, ó para otra profesión;
-que en París había vivido seis ó siete años, con artistas, literatos,
-sabios y mujeres alegres de por allá; y que mucho de lo que sabe lo
-había aprendido de viva voz, y empíricamente, con el trato y roce de
-aquellas personas. Imposible me parecía que de tal manera se hubiese
-impregnado el autor del espíritu parisiense novísimo, sin haber vivido
-en París durante años.</p>
-
-<p>Extraordinaria ha sido mi sorpresa cuando he sabido que Ud., según me
-aseguran sujetos bien informados, no ha salido de Nicaragua sino para ir
-á Chile, en donde reside desde hace dos años á lo más. ¿Cómo, sin el
-influjo del medio ambiente, ha podido Ud. asimilarse todos los elementos
-del espíritu francés, si bien conservando española la forma que auna y
-organiza estos elementos, convirtiéndolos en sustancia propia?</p>
-
-<p>Yo no creo que se ha dado jamás caso parecido con ningún español
-peninsular. Todos tenemos un fondo de españolismo que nadie nos arranca
-ni á veinticinco tirones. En el famoso abate Marchena, con haber
-residido tanto tiempo en Francia, se ve el español: en Cienfuegos es
-postizo el sentimentalismo empalagoso á lo Rousseau, y el español está
-por bajo. Burgos y Reinoso son afrancesados y no franceses. La cultura
-de Francia, buena y mala, no pasa nunca de la superficie. No es más que
-un barniz<span class="pagenum"><a name="page_217" id="page_217">{217}</a></span> transparente, detrás del cual se descubre la condición
-española.</p>
-
-<p>Ninguno de los hombres de letras de esta Península, que he conocido yo,
-con más espíritu cosmopolita, y que más largo tiempo han residido en
-Francia, y que han hablado mejor el francés y otras lenguas extranjeras,
-me ha parecido nunca tan compenetrado del espíritu de Francia como Ud.
-me parece: ni Galiano, ni don Eugenio de Ochoa, ni Miguel de los Santos
-Alvarez. En Galiano había como una mezcla de anglicismo y de filosofismo
-francés del siglo pasado; pero todo sobrepuesto y no combinado con el
-ser de su espíritu, que era castizo. Ochoa era y siguió siendo siempre
-archi y ultraespañol, á pesar de sus entusiasmos por las cosas de
-Francia. Y en Alvarez, en cuya mente bullen las ideas de nuestro siglo,
-y que ha vivido años en París, está arraigado el ser del hombre de
-Castilla, y en su prosa recuerda el lector á Cervantes y á Quevedo, y en
-sus versos á Garcilaso y á León, aunque, así en versos como en prosa,
-emita él siempre ideas más propias de nuestro siglo que de los que
-pasaron. Su chiste no es el <i>esprit</i> francés, sino el <i>humor</i> español de
-las novelas picarescas y de los autores cómicos de nuestra peculiar
-literatura.</p>
-
-<p>Veo, pues, que no hay autor en castellano más francés que Ud. Y lo digo
-para afirmar un hecho, sin elogio y sin censura. En todo caso, más bien
-lo digo como elogio. Yo no quiero que los autores no tengan carácter
-nacional; pero yo no puedo exigir de Ud. que sea nicaragüense, porque
-ni<span class="pagenum"><a name="page_218" id="page_218">{218}</a></span> hay ni puede haber aún historia literaria, escuela y tradiciones
-literarias en Nicaragua. Ni puedo exigir de Ud. que sea literariamente
-español, pues ya no lo es políticamente, y está además separado de la
-madre patria por el Atlántico, y más lejos, en la república donde ha
-nacido, de la influencia española, que en otras repúblicas
-hispano-americanas. Estando así disculpado el galicismo de la mente, es
-fuerza dar á Ud. alabanzas á manos llenas por lo perfecto y profundo de
-ese galicismo; porque el lenguaje persiste español, legítimo y de buena
-ley, y porque si no tiene Ud. carácter nacional, posee carácter
-individual.</p>
-
-<p>En mi sentir, hay en Ud. una poderosa individualidad de escritor, ya
-bien marcada, y que, si Dios da á Ud. la salud que yo le deseo y larga
-vida, ha de desenvolverse y señalarse más con el tiempo en obras que
-sean gloria de las letras hispano-americanas.</p>
-
-<p>Leídas las 132 páginas de <i>Azul</i>....., lo primero que se nota es que
-está Ud. saturado de toda la más flamante literatura francesa. Hugo,
-Lamartine, Musset, Baudelaire, Leconte de Lisle, Gauthier, Bourget,
-Sully Proudhomme, Daudet, Zola, Barbey d’Aurevilly, Catulo Méndes,
-Rollinat, Goncourt, Flaubert y todos los demás poetas y novelistas han
-sido por Ud. bien estudiados y mejor comprendidos. Y Ud. no imita á
-ninguno: ni es Ud. romántico, ni naturalista, ni <i>neurótico</i>, ni
-decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha
-puesto á cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una
-rara quinta esencia.<span class="pagenum"><a name="page_219" id="page_219">{219}</a></span></p>
-
-<p>Resulta de aquí un autor nicaragüense, que jamás salió de Nicaragua sino
-para ir á Chile, y que es autor tan á la moda de París y con tanto
-<i>chic</i> y distinción, que se adelanta á la moda y pudiera modificarla é
-imponerla.</p>
-
-<p>En el libro hay <i>Cuentos en prosa</i> y seis composiciones en verso. En los
-cuentos y en las poesías, todo está cincelado, burilado, hecho para que
-dure, con primor y esmero, como pudiera haberlo hecho Flaubert ó el
-parnasiano más atildado. Y, sin embargo, no se nota el esfuerzo, ni el
-trabajo de la lima, ni la fatiga del rebuscar: todo parece espontáneo y
-fácil y escrito al correr de la pluma, sin mengua de la concisión, de la
-precisión y de la extremada elegancia. Hasta las rarezas extravagantes y
-las salidas de tono, que á mí me chocan, pero que acaso agraden en
-general, están hechas adrede. Todo en el librito está meditado y
-criticado por el autor, sin que esta su crítica previa ó simultánea de
-la creación perjudique al brío apasionado y á la inspiración del que
-crea.</p>
-
-<p>Si se me preguntase qué enseña su libro de usted y de qué trata,
-respondería yo sin vacilar: no enseña nada, y trata de nada y de todo.
-Es obra de artista, obra de pasatiempo, de mera imaginación. ¿Qué enseña
-ó de qué trata un dije, un camafeo, un esmalte, una pintura ó una linda
-copa esculpida?</p>
-
-<p>Hay, sin embargo, notable diferencia entre toda escultura, pintura, dije
-y hasta música, y cualquier objeto de arte cuyo <i>material</i> es la
-palabra. El mármol, el bronce y el sonido no diré yo que sutilizando
-mucho no puedan significar<span class="pagenum"><a name="page_220" id="page_220">{220}</a></span> algo de por sí; pero la palabra, no sólo
-puede significar, sino que forzosamente significa ideas, sentimientos,
-creencias, doctrinas y todo el pensamiento humano. Nada más factible, á
-mi ver (acaso porque yo soy poco agudo), que una bella estatua, un lindo
-dije, un cuadro primoroso, sin transcendencia ó sin símbolo; pero ¿cómo
-escribir un cuento ó unas coplas sin que deje ver el autor lo que niega,
-lo que afirma, lo que piensa y lo que siente? El pensamiento en todas
-las artes pasa con la forma desde la mente del artista á la sustancia ó
-materia del arte; pero en el arte de la palabra, además del pensamiento
-que pone el artista en la forma, la sustancia ó materia del arte es
-pensamiento también, y pensamiento del artista. La única materia extraña
-al artista es el Diccionario con las reglas gramaticales que siguen las
-voces en su combinación; pero como ni palabras ni combinaciones de
-palabras pueden darse ni deben darse sin sentido, de aquí que materia y
-forma sean en poesía y en prosa creación del escritor ó del poeta: sólo
-quedan fuera de él, digámoslo así, los signos hueros, ó sea abstrayendo
-lo significado.</p>
-
-<p>De esta suerte se explica cómo, con ser su libro de Ud. de pasatiempo, y
-sin propósito de enseñar nada, en él se ven patentes las tendencias y
-los pensamientos del autor sobre las cuestiones más transcendentales. Y
-justo es que confesemos que los dichos pensamientos no son ni muy
-edificantes ni muy consoladores.</p>
-
-<p>La ciencia de experiencia y de observación ha clasificado cuanto hay, y
-ha hecho de ello hábil<span class="pagenum"><a name="page_221" id="page_221">{221}</a></span> inventario. La crítica histórica, la lingüística
-y el estudio de las capas que forman la corteza del globo han
-descubierto bastante de los pasados hechos humanos que antes se
-ignoraban; de los astros que brillan en la extensión del éter se sabe
-muchísimo; el mundo de lo imperceptiblemente pequeño se nos ha revelado
-merced al microscopio: hemos averiguado cuántos ojos tiene tal insecto y
-cuántas patitas tiene tal otro: sabemos ya de qué elementos se componen
-los tejidos orgánicos, la sangre de los animales y el jugo de las
-plantas: nos hemos aprovechado de agentes que antes se sustraían al
-poder humano, como la electricidad; y gracias á la estadística, llevamos
-minuciosa cuenta de cuanto se engendra y de cuanto se devora; y si ya no
-se sabe, es de esperar que pronto se sepa, la cifra exacta de los
-panecillos, del vino y de la carne que se come y se bebe la humanidad de
-diario.</p>
-
-<p>No es menester acudir á sabios profundos: cualquiera sabio adocenado y
-medianejo de nuestra edad conoce hoy, clasifica y ordena los fenómenos
-que hieren los sentidos corporales, auxiliados estos sentidos por
-instrumentos poderosos que aumentan su capacidad de percepción. Además
-se han descubierto, á fuerza de paciencia y de agudeza, y por virtud de
-la dialéctica y de las matemáticas, gran número de leyes que dichos
-fenómenos siguen.</p>
-
-<p>Natural es que el linaje humano se haya ensoberbecido con tamaños
-descubrimientos é invenciones; pero, no sólo en torno y fuera de la
-esfera de lo conocido y circunscribiéndola, sino tam<span class="pagenum"><a name="page_222" id="page_222">{222}</a></span>bién llenándola, en
-lo esencial y sustancial, queda un infinito inexplorado, una densa é
-impenetrable oscuridad, que parece más tenebrosa por la misma
-contraposición de la luz con que ha bañado la ciencia la pequeña suma de
-cosas que conoce. Antes, ya las religiones con sus dogmas, que aceptaba
-la fe, ya la especulación metafísica con la gigante máquina de sus
-brillantes sistemas, encubrían esa inmensidad incognoscible, ó la
-explicaban y la daban á conocer á su modo. Hoy priva el empeño de que no
-haya ni metafísica ni religión. El abismo de lo incognoscible queda así
-descubierto y abierto, y nos atrae y nos da vértigo, y nos comunica el
-impulso, á veces irresistible, de arrojarnos en él.</p>
-
-<p>La situación, no obstante, no es incómoda para la gente sensata de
-cierta ilustración y fuste. Prescinden de lo transcendente y de lo
-sobrenatural para no calentarse la cabeza ni perder el tiempo en balde.
-Esta eliminación les quita no pocas aprensiones y cierto miedo, aunque á
-veces les infunde otro miedo y sobresalto fastidiosos. ¿Cómo contener á
-la plebe, á los menesterosos, hambrientos é ignorantes, sin ese freno
-que ellos han desechado con tanto placer? Fuera de este miedo que
-experimentan algunos sensatos, en todo lo demás no ven sino motivo de
-satisfacción y parabienes.</p>
-
-<p>Los insensatos, en cambio, no se aquietan con el goce del mundo,
-hermoseado por la industria é inventiva humanas, ni con lo que se sabe,
-ni con lo que se fabrica, y anhelan averiguar y gozar más.<span class="pagenum"><a name="page_223" id="page_223">{223}</a></span></p>
-
-<p>El conjunto de los seres, el universo todo, cuanto alcanzan á percibir
-la vista y el oído, ha sido, como idea, coordinado metódicamente en una
-anaquelería ó casillero para que se comprenda mejor; pero ni este orden
-científico, ni el orden natural, tal como los insensatos le ven, los
-satisface. La molicie y el regalo de la vida moderna los han hecho muy
-descontentadizos. Y así, ni del mundo tal como es, ni del mundo tal como
-le concebimos, se forma idea muy aventajada. Se ven en todo faltas, y no
-se dice lo que dicen que dijo Dios: <i>que todo era bueno.</i> La gente se
-lanza con más frecuencia que nunca á decir que todo es malo; y en vez de
-atribuir la obra á un artífice inteligentísimo y supremo, la supone obra
-de un prurito inconsciente de fabricar cosas que hay <i>ab aeterno</i> en los
-átomos, los cuales tampoco se sabe á punto fijo lo que sean.</p>
-
-<p>Los dos resultados principales de todo ello en la literatura de última
-moda son:</p>
-
-<p>1.º Que se suprima á Dios ó que no se le miente sino para insolentarse
-con él, ya con reniegos y maldiciones, ya con burlas y sarcasmos.</p>
-
-<p>Y 2.º Que en ese infinito tenebroso é incognoscible perciba la
-imaginación, así como en el éter, nebulosas ó semilleros de astros,
-fragmentos y escombros de religiones muertas, con los cuales procura
-formar algo como ensayo de nuevas creencias y de renovadas mitologías.</p>
-
-<p>Estos dos rasgos van impresos en su librito de usted.&mdash;El pesimismo,
-como remate de toda descripción de lo que conocemos, y la poderosa y
-lozana producción de seres fantásticos, evocados ó<span class="pagenum"><a name="page_224" id="page_224">{224}</a></span> sacados de las
-tinieblas de lo incognoscible, donde vagan las ruinas de las destrozadas
-creencias y supersticiones vetustas.</p>
-
-<p>Ahora será bien que yo cite muestras y pruebe que hay en su libro de
-Ud., con notable elegancia, todo lo que afirmo; pero esto requiere
-segunda carta.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>29 de Octubre de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>II</h3>
-
-<p>En la cubierta del libro que me ha enviado usted, veo que ha publicado
-Ud. ya ó anuncia la publicación de otros varios, cuyos títulos son:
-<i>Epistolas y poemas</i>, <i>Rimas</i>, <i>Abrojos</i>, <i>Estudios críticos</i>, <i>Albumes
-y abanicos</i>, <i>Mis conocidos</i> y <i>Dos años en Chile</i>. Anuncia igualmente
-dicha cubierta que prepara Ud. una novela, cuyo solo título nos da en
-las narices del alma (pues si hay ojos del alma ó tiene el alma ojos,
-bien puede tener narices) con un tufillo á pornografía. La novela se
-titula <i>La carne</i>.</p>
-
-<p>Nada de esto, con todo, me sirve hoy para juzgar á Ud., pues yo nada de
-esto conozco. Tengo que contraerme al libro <i>Azul</i>.....</p>
-
-<p>En este libro no sé qué debo preferir: si la prosa, ó los versos. Casi
-me inclino á ver mérito igual en ambos modos de expresión del
-pensa<span class="pagenum"><a name="page_225" id="page_225">{225}</a></span>miento de Ud. En la prosa hay más riqueza de ideas; pero es más
-afrancesada la forma. En los versos, la forma es más castiza. Los versos
-de usted se parecen á los versos españoles de otros autores, y no por
-eso dejan de ser originales: no recuerdan á ningún poeta español, ni
-antiguo, ni de nuestros días.</p>
-
-<p>El sentimiento de la naturaleza raya en Ud. en adoración panteística.
-Hay en las cuatro composiciones (<i>á</i> <i>ó</i> más bien <i>en</i> las cuatro
-estaciones del año) la más gentílica exuberancia de amor sensual, y en
-este amor, algo de religioso. Cada composición parece un himno sagrado á
-Eros, himno que, á veces, en la mayor explosión de entusiasmo, el
-pesimismo viene á turbar con la disonancia, ya de un ay de dolor, ya de
-una carcajada sarcástica. Aquel sabor amargo, que brota del centro mismo
-de todo deleite, y que tan bien experimentó y expresó el ateo Lucrecio,</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i6"><i>medio de fonte leporum</i><br /></span>
-<span class="i0"><i>Surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus angat,</i><br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">acude á menudo á interrumpir lo que Ud. llama</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">La música triunfante de mis rimas.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Pero, como en Ud. hay de todo, noto en los versos, además del ansia de
-deleite y además de la amargura de que habla Lucrecio, la sed de lo
-eterno, esa aspiración profunda é insaciable de las edades cristianas,
-que el poeta pagano quizá no hubiera comprendido.</p>
-
-<p>Usted pide siempre más al hada, y.....</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">El hada entonces me llevó hasta el velo<br /></span>
-<span class="i0">Que nos cubre las ansias infinitas,<span class="pagenum"><a name="page_226" id="page_226">{226}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">La inspiración profunda<br /></span>
-<span class="i0">Y el alma de las liras.<br /></span>
-<span class="i0">Y lo rasgó. Y allí todo era aurora.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Pero aun así, no se satisface el poeta, y pide más al hada.</p>
-
-<p>Tiene Ud. otra composición, la que lleva por título la palabra griega
-<i>Anagke</i>, donde el cántico de amor acaba en un infortunio y en una
-blasfemia. Suprimiendo la blasfemia final, que es burla contra Dios, voy
-á poner aquí el cántico casi completo.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Y dijo la paloma:<br /></span>
-<span class="i0">Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,<br /></span>
-<span class="i0">En el árbol en flor, junto á la poma<br /></span>
-<span class="i0">Llena de miel, junto al retoño suave<br /></span>
-<span class="i0">Y húmedo por las gotas del rocío,<br /></span>
-<span class="i0">Tengo mi hogar. Y vuelo,<br /></span>
-<span class="i0">Con mis anhelos de ave,<br /></span>
-<span class="i0">Del amado árbol mío<br /></span>
-<span class="i0">Hasta el bosque lejano,<br /></span>
-<span class="i0">Cuando al himno jocundo<br /></span>
-<span class="i0">Del despertar de Oriente,<br /></span>
-<span class="i0">Sale el alba desnuda, y muestra al mundo<br /></span>
-<span class="i0">El pudor de la luz sobre su frente.<br /></span>
-<span class="i0">Mi ala es blanca y sedosa;<br /></span>
-<span class="i0">La luz la dora y baña<br /></span>
-<span class="i0">Y céfiro la peina.<br /></span>
-<span class="i0">Son mis pies como pétalos de rosa.<br /></span>
-<span class="i0">Yo soy la dulce reina<br /></span>
-<span class="i0">Que arrulla á su palomo en la montaña.<br /></span>
-<span class="i0">En el fondo del bosque pintoresco<br /></span>
-<span class="i0">Está el alerce en que formé mi nido;<br /></span>
-<span class="i0">Y tengo allí, bajo el follaje fresco,<br /></span>
-<span class="i0">Un polluelo sin par, recién nacido.<br /></span>
-<span class="i0">Soy la promesa alada.<br /></span>
-<span class="i0">El juramento vivo;<br /></span>
-<span class="i0">Soy quien lleva el recuerdo de la amada<br /></span>
-<span class="i0">Para el enamorado pensativo.<br /></span>
-<span class="i0">Yo soy la mensajera<span class="pagenum"><a name="page_227" id="page_227">{227}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">De los tristes y ardientes soñadores,<br /></span>
-<span class="i0">Que va á revolotear diciendo amores<br /></span>
-<span class="i0">Junto á una perfumada cabellera.<br /></span>
-<span class="i0">Soy el lirio del viento.<br /></span>
-<span class="i0">Bajo el azul del hondo firmamento<br /></span>
-<span class="i0">Muestro de mi tesoro bello y rico<br /></span>
-<span class="i0">Las preseas y galas:<br /></span>
-<span class="i0">El arrullo en el pico.<br /></span>
-<span class="i0">La caricia en las alas.<br /></span>
-<span class="i0">Yo despierto á los pájaros parleros<br /></span>
-<span class="i0">Y entonan sus melódicos cantares:<br /></span>
-<span class="i0">Me poso en los floridos limoneros<br /></span>
-<span class="i0">Y derramo una lluvia de azahares.<br /></span>
-<span class="i0">Yo soy toda inocente, toda pura.<br /></span>
-<span class="i0">Yo me esponjo en las ansias del deseo,<br /></span>
-<span class="i0">Y me estremezco en la íntima ternura<br /></span>
-<span class="i0">De un roce, de un rumor, de un aleteo.<br /></span>
-<span class="i0">¡Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque á Flora<br /></span>
-<span class="i0">Das la lluvia y el sol siempre encendido:<br /></span>
-<span class="i0">Porque, siendo el palacio de la Aurora,<br /></span>
-<span class="i0">También eres el techo de mi nido.<br /></span>
-<span class="i0">¡Oh inmenso azul! Yo adoro<br /></span>
-<span class="i0">Tus celajes risueños,<br /></span>
-<span class="i0">Y esa niebla sutil de polvo de oro<br /></span>
-<span class="i0">Donde van los perfumes y los sueños.<br /></span>
-<span class="i0">Amo los velos tenues, vagarosos,<br /></span>
-<span class="i0">De las flotantes brumas,<br /></span>
-<span class="i0">Donde tiendo á los aires cariñosos<br /></span>
-<span class="i0">El sedeño abanico de mis plumas.<br /></span>
-<span class="i0">¡Soy feliz! Porque es mía la floresta,<br /></span>
-<span class="i0">Donde el misterio de los nidos se halla;<br /></span>
-<span class="i0">Porque el alba es mi fiesta<br /></span>
-<span class="i0">Y el amor mi ejercicio y mi batalla.<br /></span>
-<span class="i0">Feliz, porque de dulces ansias llena,<br /></span>
-<span class="i0">Calentar mis polluelos es mi orgullo;<br /></span>
-<span class="i0">Porque en las selvas vírgenes resuena<br /></span>
-<span class="i0">La música celeste de mi arrullo;<br /></span>
-<span class="i0">Porque no hay una rosa que no me ame,<br /></span>
-<span class="i0">Ni pájaro gentil que no me escuche,<br /></span>
-<span class="i0">Ni garrido cantor que no me llame!.....<br /></span>
-<span class="i0">&mdash;¿Sí?&mdash;dijo entonces un gavilán infame,<br /></span>
-<span class="i0">Y con furor se la metió en el buche.<br /></span>
-<span class="pagenum"><a name="page_228" id="page_228">{228}</a></span></div></div>
-</div>
-
-<p>Suprimo, como dije ya, los versos que siguen, y que no pasan de ocho,
-donde se habla de la risa que le dió á Satanás de resultas del lance y
-de lo pensativo que se quedó el Señor en su trono.</p>
-
-<p>Entre las cuatro composiciones en las estaciones del año, todas bellas y
-raras, sobresale la del verano. Es un cuadro simbólico de los dos polos
-sobre los que rueda el eje de la vida: el amor y la lucha; el prurito de
-destrucción y el de reproducción. La tigre virgen en celo está
-magistralmente pintada, y mejor aún acaso el tigre galán y robusto que
-llega y la enamora.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Al caminar se vía<br /></span>
-<span class="i0">Su cuerpo ondear con garbo y bizarría.<br /></span>
-<span class="i0">Se miraban los músculos hinchados<br /></span>
-<span class="i0">Debajo de la piel. Y se diría<br /></span>
-<span class="i0">Ser aquella alimaña<br /></span>
-<span class="i0">Un rudo gladiador de la montaña.<br /></span>
-<span class="i0">Los pelos erizados<br /></span>
-<span class="i0">Del labio relamía. Cuando andaba,<br /></span>
-<span class="i0">Con su peso chafaba<br /></span>
-<span class="i0">La hierba verde y muelle,<br /></span>
-<span class="i0">Y el ruido de su aliento semejaba<br /></span>
-<span class="i0">El resollar de un fuelle.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Síguense la declaración de amor, el sí en lenguaje de tigres y los
-primeros halagos y caricias. Después..... el amor en su plenitud, sin
-los poco decentes pormenores en que entran Rollinat y otros en casos
-semejantes.</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Después el misterioso<br /></span>
-<span class="i0">Tacto, las impulsivas<br /></span>
-<span class="i0">Fuerzas que arrastran con poder pasmoso,<br /></span>
-<span class="i0">Y ¡oh gran Pan! el idilio monstruoso<br /></span>
-<span class="i0">Bajo las vastas selvas primitivas.<br /></span>
-<span class="pagenum"><a name="page_229" id="page_229">{229}</a></span></div></div>
-</div>
-
-<p>El príncipe de Gales, que andaba de caza por allí con gran séquito de
-monteros y jauría de perros, viene á poner trágico fin al idilio.</p>
-
-<p>El príncipe mata á la tigre de un escopetazo. El tigre se salva, y luego
-en su gruta tiene un extraño sueño:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Que enterraba las garras y los dientes<br /></span>
-<span class="i0">En vientres sonrosados<br /></span>
-<span class="i0">Y pechos de mujer; y que engullía<br /></span>
-<span class="i0">Por postres delicados<br /></span>
-<span class="i0">De comidas y cenas,<br /></span>
-<span class="i0">Como tigre goloso entre golosos,<br /></span>
-<span class="i0">Unas cuantas docenas<br /></span>
-<span class="i0">De niños tiernos, rubios y sabrosos.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>No parece sino que, en sentir del poeta, tendría menos culpa el tigre,
-aunque fuese ser responsable, devorando mujeres y niños, que el príncipe
-matando tigres. El afecto del poeta se extiende casi por igual sobre
-tigres y sobre príncipes, á quienes un determinismo fatal mueve á
-matarse <i>recíprocamente</i>, como el ratón y el gato de la fábula de
-Alvarez.</p>
-
-<p>Los cuentos en prosa son más singulares aún. Parecen escritos en París,
-y no en Nicaragua ni en Chile. Todos son brevísimos. Usted hace gala de
-laconismo. <i>La Ninfa</i> es quizá el que más me gusta. La cena en la quinta
-de la cortesana está bien descrita. El discurso del sabio prepara el
-ánimo del lector. Los límites, que tal vez no existan, pero que todos
-imaginamos, trazamos y ponemos entre lo natural y sobrenatural, se
-esfuman y desaparecen. San Antonio vió en el yermo un hipocentauro y un
-sátiro. Alberto Magno<span class="pagenum"><a name="page_230" id="page_230">{230}</a></span> habla también de sátiros que hubo en su tiempo.
-¿Por qué ha de ser esto falso? ¿Por qué no ha de haber sátiros, faunos y
-ninfas? La cortesana anhela ver un sátiro vivo: el poeta, una ninfa. La
-aparición de la ninfa desnuda al poeta, en el parque de la quinta, á la
-mañana siguiente, en la umbría apartada y silenciosa, entre los blancos
-cisnes del estanque, está pintada con tal arte que parece verdad.</p>
-
-<p>La ninfa huye y queda burlado el poeta; pero en el almuerzo, dice luego
-la cortesana:</p>
-
-<p>&mdash;«El poeta ha visto ninfas.»</p>
-
-<p>«Todos la contemplaron asombrados, y ella me miraba como una gata y se
-reía, se reía, como una chicuela á quien se le hiciesen cosquillas.»</p>
-
-<p><i>El velo de la reina Mab</i> es precioso. Empieza así:</p>
-
-<p>«La reina Mab, en su carro hecho de una sola perla, tirado por cuatro
-coleópteros de petos dorados y alas de pedrería, caminando sobre un rayo
-de sol, se coló un día por la ventana de una buhardilla, donde estaban
-cuatro hombres flacos, barbudos é impertinentes, lamentándose como unos
-desdichados.»</p>
-
-<p>Eran un pintor, un escultor, un músico y un poeta. Cada cual hace su
-lastimoso discurso, exponiendo aspiraciones y desengaños. Todos terminan
-en la desesperación.</p>
-
-<p>«Entonces la reina Mab, del fondo de su carro, hecho de una sola perla,
-tomó un velo azul, casi impalpable, como formado de suspiros ó de
-miradas de ángeles rubios y pensativos. Y aquel velo era el velo de los
-sueños, de los dulces sue<span class="pagenum"><a name="page_231" id="page_231">{231}</a></span>ños que hacen ver la vida de color de rosa. Y
-con él envolvió á los cuatro hombres flacos, barbudos é impertinentes.
-Los cuales cesaron de estar tristes, porque penetró en su pecho la
-esperanza, y en su cabeza el sol alegre, con el diablillo de la vanidad,
-que consuela en sus profundas decepciones á los pobres artistas.»</p>
-
-<p>Hay en el libro otros varios cuentos, delicados y graciosos, donde se
-notan las mismas calidades. Todos estos cuentos parecen escritos en
-París.</p>
-
-<p>Voy á terminar hablando de los dos más transcendentales: <i>El rubí y La
-canción del oro</i>.</p>
-
-<p>El químico Fremy ha descubierto, ó se jacta de haber descubierto, la
-manera de hacer rubíes. Uno de los gnomos roba uno de estos rubíes
-artificiales del medallón que pende del cuello de cierta cortesana, y le
-lleva á la extensa y profunda caverna donde los gnomos se reunen en
-conciliábulo. Las fuerzas vivas y creadoras de la naturaleza, la
-infatigable inexhausta fecundidad de la alma tierra están simbolizadas
-en aquellos activos y poderosos enanillos que se burlan del sabio y
-demuestran la falsedad de su obra. «La piedra es falsa, dicen todos:
-obra de hombre ó de sabio, que es peor.»</p>
-
-<p>Luego cuenta el gnomo más viejo la creación del verdadero primer rubí.
-Es un hermoso <i>mito</i>, que redunda en alabanza de Amor y de la madre
-Tierra, «de cuyo vientre moreno brota la savia de los troncos robustos,
-y el oro y el agua diamantina y la casta flor de lis: lo puro, lo
-fuerte, lo infalsificable». Y los gnomos tejen una danza<span class="pagenum"><a name="page_232" id="page_232">{232}</a></span> frenética y
-celebran una orgía sagrada, ensalzando á la mujer, de quien suelen
-enamorarse, porque es espíritu y carne: toda Amor.</p>
-
-<p><i>La canción del oro</i> sería el mejor de los cuentos de Ud. si fuera
-cuento, y sería el más elocuente de todos si no se emplease en él
-demasiado una <i>ficelle</i>, de que se usa y de que se abusa muchísimo en el
-día.</p>
-
-<p>En la calle de los palacios, donde todo es esplendor y opulencia, donde
-se ven llegar á sus moradas, de vuelta de festines y bailes, á las
-hermosas mujeres y á los hombres ricos, hay un mendigo extraño,
-hambriento, tiritando de frío, mal cubierto de harapos. Este mendigo
-tira un mordisco á un pequeño mendrugo de pan bazo: se inspira y canta
-la canción del oro.</p>
-
-<p>Todo el sarcasmo, todo el furor, toda la codicia, todo el amor
-desdeñado, todos los amargos celos, toda la envidia que el oro engendra
-en los corazones de los hambrientos, de los menesterosos y de los
-descamisados y perdidos, están expresados en aquel himno en prosa.</p>
-
-<p>Por esto afirmo que sería admirable la canción del oro si se viese menos
-la <i>ficelle</i>: el método ó traza de la composición, que tanto siguen
-ahora los prosistas, los poetas y los oradores.</p>
-
-<p>El método es crear algo por superposición ó aglutinación, y no por
-organismo.</p>
-
-<p>El símil es la base de este método. Sencillo es no mentar nada sin
-símil: todo es como algo. Luego se ha visto que salen de esta manera
-muchísimos <i>comos</i>, y en vez de los <i>comos</i> se han empleado los <i>eses</i> y
-las <i>esas</i>. Ejemplo: la tierra, esa<span class="pagenum"><a name="page_233" id="page_233">{233}</a></span> madre fecunda de todos los
-vivientes; el aire, ese manto azul que envuelve el seno de la tierra, y
-cuyos flecos son las nubes; el cielo, ese campo sin límites por donde
-giran las estrellas, etc. De este modo es fácil llenar mucho papel. A
-veces los <i>eses</i> y las <i>esas</i> se suprimen, aunque es menos enfático y
-menos francés, y sólo se dice: el pájaro, flor del aire; la luna,
-lámpara nocturna, hostia que se eleva en el templo del espacio,
-etcétera.</p>
-
-<p>Y, por último, para dar al discurso más animación y movimiento, se ha
-discurrido hacer enumeración de todo aquello que se semeja en algo al
-objeto de que queremos hablar. Y terminada la enumeración, ó cansado ya
-el autor de enumerar, pues no hay otra razón para que termine, dice: eso
-soy yo: eso es la poesía: eso es la crítica: eso es la mujer, etc. Puede
-también el autor, para prestar mayor variedad y complicación á su obra,
-decir lo que no es el objeto que describe antes de decir lo que es. Y
-puede decir lo que no es como quien pregunta. Fórmula: ¿Será esto, será
-aquello, será lo de más allá? No; no es nada de eso. Luego..... la
-retahila de cosas que se ocurran. Y por remate. Eso es.</p>
-
-<p>Este género de retórica es natural, y todos le empleamos. No se critica
-aquí el uso, sino el abuso. En el abuso hay algo parecido al juego
-infantil de apurar una letra. «Ha venido un barco cargado de.....» Y se
-va diciendo (si v. gr. la letra es b) de baños, de buzos, de bolos, de
-berros, de bromas.....</p>
-
-<p>Las composiciones escritas según este método<span class="pagenum"><a name="page_234" id="page_234">{234}</a></span> retórico tienen la ventaja
-de que se pueden acortar y alargar <i>ad libitum</i>, y de que se pueden leer
-al revés lo mismo que al derecho, sin que apenas varíe el sentido.</p>
-
-<p>En mis peregrinaciones por países extranjeros, y harto lejos de aquí,
-conocí yo y traté á una señora muy entendida, cuyo marido era poeta; y
-ella había descubierto en los versos de su marido que todos se leían y
-hacían sentido empezando por el último verso y acabando por el primero.
-Querían decir algunos maldicientes que ella había hecho el
-descubrimiento para burlarse de los versos de la cosecha de casa; pero
-yo siempre tuve por seguro que ella, cegada por el amor conyugal, ponía
-en este sentido indestructible, léanse las composiciones como quiera que
-se lean, un primor raro que realzaba el mérito de ellas.</p>
-
-<p>Me ha corroborado en esta opinión un reciente escrito de D. Adolfo de
-Castro, quien descubre y aplaude en algunos versos de Santa Teresa, casi
-como don celeste ó gracia divina, esa prenda de que se lean al revés y
-al derecho, resultando idéntico sentido.</p>
-
-<p>La verdad del caso, considerado y ponderado todo con imparcial
-circunspección, es que tal modo retórico es ridículo cuando se toma por
-muletilla, ó sirve de pauta para escribir; pero si es espontáneo, está
-muy bien: es el lenguaje propio de la pasión.</p>
-
-<p>Figurémonos á una madre, joven, linda y apasionada, con un niño rubito y
-gordito y sonrosado de dos años que está en sus brazos. Mientras ella le
-brinca y él le sonríe, ella le dará natural<span class="pagenum"><a name="page_235" id="page_235">{235}</a></span> y sencillamente
-interminable lista de nombres de objetos, algunos de ellos disparatados.
-Le llamará angel, diablillo, mono, gatito, chuchumeco, corazón, alma,
-vida, hechizo, regalo, rey, príncipe, y mil cosas más. Y todo estará
-bien, y nos parecerá encantador, sea el que sea el orden en que se
-ponga. Pues lo mismo puede ser toda composición, en prosa ó verso, por
-el estilo, con tal de que no sea buscado ni frecuente este modo de
-componer.</p>
-
-<p>El modelo más egregio del género, el ejemplar arquetipo, es la letanía.
-La Virgen es puerta del cielo, estrella de la mañana, torre de David,
-Arca de la Alianza, casa de oro, y mil cosas más, en el orden que se nos
-antoje decirlas.</p>
-
-<p>La canción del oro es así: es una letanía, sólo que es infernal en vez
-de ser célica. Es por el gusto de la letanía que Baudelaire compuso al
-demonio; pero, conviniendo ya en que la canción del oro es letanía, y
-letanía infernal, yo me complazco en sostener que es de las más
-poéticas, ricas y enérgicas que he leído. Aquello es un diluvio de
-imágenes, un desfilar tumultuoso de cuanto hay, para que encomie el oro
-y predique sus excelencias.</p>
-
-<p>Citar algo es destruir el efecto que está en la abundancia de cosas que
-en desorden se citan y acuden á cantar el oro, «misterioso y callado en
-las entrañas de la tierra, y bullicioso cuando brota á pleno sol y á
-toda vida; sonante como coro de tímpanos, feto de astros, residuo de
-luz, encarnación de éter: hecho sol, se enamora de la noche, y, al darle
-el último beso, riega su túnica<span class="pagenum"><a name="page_236" id="page_236">{236}</a></span> con estrellas como con gran muchedumbre
-de libras esterlinas. Despreciado por Jerónimo, arrojado por Antonio,
-vilipendiado por Macario, humillado por Hilarión, es carne de ídolo,
-dios becerro, tela de que Fidias hace el traje de Minerva. De él son las
-cuerdas de la lira, las cabelleras de las más tiernas amadas, los granos
-de la espiga, y el peplo que al levantarse viste la olímpica aurora».</p>
-
-<p>Me había propuesto no citar nada, y he citado algo, aunque poco. La
-composición es una letanía inorgánica, y, sin embargo, ni la ironía, ni
-el amor y el odio, ni el deseo y el desprecio simultáneos, que el oro
-inspira al poeta en la inopia (achaque crónico y epidémico de los
-poetas), resaltan bien sino de la plenitud de cosas que dice del oro, y
-que se suprimen aquí por amor á la brevedad.</p>
-
-<p>En resolución, su librito de Ud., titulado <i>Azul</i>...., nos revela en Ud.
-á un prosista y á un poeta de talento.</p>
-
-<p>Con el <i>galicismo mental</i> de Ud. no he sido sólo indulgente, sino que
-hasta le he aplaudido por lo perfecto. Con todo, yo aplaudiría muchísimo
-más, si con esa ilustración francesa que en usted hay se combinase la
-inglesa, la alemana, la italiana, y ¿por qué no la española también? Al
-cabo, el árbol de nuestra ciencia no ha envejecido tanto que aun no
-pueda prestar jugo, ni sus ramas son tan cortas ni están tan secas que
-no puedan retoñar como mugrones del otro lado del Atlántico. De todos
-modos, con la superior riqueza y con la mayor variedad de elementos,<span class="pagenum"><a name="page_237" id="page_237">{237}</a></span>
-saldría de su cerebro de Ud. algo menos exclusivo y con más altos, puros
-y serenos ideales: algo más <i>azul</i> que el azul de su libro de usted:
-algo que tirase menos á lo <i>verde</i> y á lo <i>negro</i>. Y por cima de todo,
-se mostrarían más claras y más marcadas la originalidad de Ud. y su
-individualidad de escritor.<span class="pagenum"><a name="page_239" id="page_239">{239}</a></span><span class="pagenum"><a name="page_238" id="page_238">{238}</a></span></p>
-
-<h2><a name="EL_TEATRO_EN_CHILE" id="EL_TEATRO_EN_CHILE"></a>EL TEATRO EN CHILE</h2>
-
-<p class="r">
-<i>5 de Noviembre de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<p class="chead"><span class="smcap">Á D. Antonio Alcalá Galiano y Miranda</span></p>
-
-<h3>I</h3>
-
-<p>Querido primo: Sin terminar han quedado las cartas que empecé á
-escribirte sobre la vida de D. José Joaquín de Mora, escrita por D.
-Miguel Luis Amunátegui. Yo no desisto, sin embargo, de terminar y
-completar lo que deseo decir sobre Mora. Entre tanto me has enviado otro
-libro, obra también póstuma de Amunátegui, cuyo interés más general me
-atrae. Voy, pues, dejando para más tarde el continuar hablando de Mora,
-á hablar hoy sobre el nuevo libro. Su modestísimo título no da idea de
-su grande importancia. Se titula <i>Las primeras representaciones
-dramáticas en Chile</i>; pero es, en realidad, una historia completa de la
-literatura y del arte dramáticos en aquel país, desde los primeros
-tiempos, después del descubrimiento y la conquista, hasta el día de hoy.</p>
-
-<p>Dice el mismo Amunátegui: «Chile es un fragmento de España transportado
-al Pacífico por<span class="pagenum"><a name="page_240" id="page_240">{240}</a></span> ese aluvión llamado la conquista de América.»</p>
-
-<p>La historia literaria de Chile forma, pues, parte de nuestra historia
-literaria.</p>
-
-<p>El libro de Amunátegui, además, no es de mera literatura: está lleno de
-anécdotas, pinta las costumbres, la cultura, las diversiones públicas,
-la vida de los chilenos, y por todo esto debe interesarnos doblemente.</p>
-
-<p>Si yo no logro que interese, extractando aquí algo de su contenido,
-culpa será de lo desmañado del extracto, y tal vez asimismo de la
-profunda humildad que abate en el día el espíritu de los españoles,
-sobre todo de los españoles más <i>elegantes</i>.</p>
-
-<p>Se les ha metido en la cabeza que en España todo es malo ahora. De donde
-nace la sospecha de que todo fué malo en las edades pasadas. Nada es
-bueno sino lo de París. Y entre todas las cosas buenas en París y malas
-en España, nada es allí mejor y aquí peor que el teatro: actores y
-autores.</p>
-
-<p>Y si actores y autores son malos en España, no es de presumir que en
-Chile, prolongación de España en esto de literatura y de arte, sean
-buenos tampoco.</p>
-
-<p>Aunque sea empezar por lo secundario, voy á empezar hablando de los
-actores.</p>
-
-<p>Estos españoles <i>elegantes</i>, á que he aludido y que todo lo censuran,
-rara vez se dignan escribir para el público; pero sus opiniones
-desdeñosas se propagan en las tertulias, y en un país como el nuestro,
-donde se lee poquísimo y donde se habla mucho, y se oye más que se lee,
-las murmuraciones de viva voz tienen acaso más eco que<span class="pagenum"><a name="page_241" id="page_241">{241}</a></span> lo que nosotros,
-los que escribimos para el público, ponemos en letras de molde.</p>
-
-<p>Además, los que escribimos para el público, á fuerza de hipérboles
-encomiásticas, hemos perdido crédito y autoridad, y se nos hace menos
-caso que á la lluvia quien oye llover. Y, sin embargo, ya es difícil
-dejar de ser magníficos en el encomio. Cuando queremos ser razonables,
-ofendemos á los encomiados. Llamar distinguido á un literato equivale
-hoy á llamarle adocenado ó de tres al cuarto, y llamar simpática á una
-señora equivale á llamarla fea y tonta.</p>
-
-<p>Para remediar tanto mal importa restablecer el primitivo sentido de los
-vocablos, y que toda alabanza valga lo que debe valer. Importa asimismo
-no disimular los defectos, y aun reconocer algunos de los fundamentos y
-razones en que se apoyan los que denigran.</p>
-
-<p>Convengamos en que los actores de París son excelentes; pero convengamos
-también en que muchas de sus excelencias nacen de que son ellos de
-París; y como los de Madrid no son de París, es equitativo perdonarles
-la falta de esas excelencias que en ser de París estriban.</p>
-
-<p>En España, dicen, y acaso con razón, no hay actores para eso que llaman,
-creo, la alta comedia, en que figuran personajes de la <i>high life</i>;
-pero, por desgracia, todo es exótico en esta <i>high life</i>. ¿Cómo ha de
-aprenderlo é imitarlo el actor ó la actriz que no ha salido de España?
-¿Dónde están los amartelados lores ingleses, los ricos americanos, los
-rusos tiernos y muníficos, que adiestren con su trato á nuestras
-actrices en<span class="pagenum"><a name="page_242" id="page_242">{242}</a></span> todos los primores del buen tono, y que les abran el camino
-de las joyerías y de los talleres de los <i>modistos</i> inspirados y
-costosos? La actriz española, hablo en general, sólo conoce todo esto de
-oídas. No lo ha <i>vivido</i>. Tal vez la actriz española, al pasar de su
-casa á las tablas, pasa del mundo real á un mundo fantástico, mientras
-la actriz francesa sigue en su elemento.</p>
-
-<p>Otro defecto de que son acusadas nuestras actrices es más verdadero aún
-y tiene menos excusa: el del continuo lloriqueo ó gimoteo, del sollozo
-incesante, de lo que, con voz familiar, se llama <i>hipido</i>. Depende esto
-de gran fuerza de imaginación y de cierta <i>presciencia</i> estética.
-Figurémonos un drama en cinco actos. Durante los cuatro primeros, la
-heroína es dichosa en amores, en bienes de fortuna, en todo; pero en el
-último ocurre la catástrofe, y tiene la heroína que arrojarse por un
-tajo, ó que morir envenenada, ó que parar en las Recogidas ó en el
-manicomio.</p>
-
-<p>Como en la realidad la heroína no hubiera presentido ni sabido nada de
-lo que le iba á suceder, lo natural es que hubiese estado más alegre que
-unas castañuelas durante los cuatro primeros actos; pero, en la ficción,
-como la actriz ha leído el drama, y sabe en qué va á parar todo aquello,
-lo llora sin poderlo remediar, y lo lamenta mucho desde el principio. De
-esto es menester corregirse, olvidando el actor y la actriz, al salir á
-la escena, el tremendo fin que les aguarda.</p>
-
-<p>Otro defecto tienen, por lo común, nuestros actores, contra el cual se
-pone el grito en el cielo: cantan los versos demasiado, y se
-entusias<span class="pagenum"><a name="page_243" id="page_243">{243}</a></span>man tanto cantándolos, que, según aseguran los detractores,
-parecen energúmenos, y rompen ó descomponen los tímpanos del auditorio.</p>
-
-<p>Además, como no hay garganta, aunque sea de bronce, que resista á tan
-desaforados aullidos, el ó la que los da se enronquece, y se diría que
-va á ahogarse, fatigándose con la carraspera é infundiendo en el público
-el cansancio y el dolor que se apoderan de los órganos respiratorios.
-Unese á este disgusto el de la monotonía, porque la música ó melopeya
-con que el actor ó la actriz canta los versos es siempre la misma, y hay
-quien supone que no se puede aguantar al cabo de un rato.</p>
-
-<p>Muchas de estas observaciones son justas, y no he de negar yo que
-conviene corregirse de los defectos que delatan.</p>
-
-<p>Con lo que no me conformo es con que los actores franceses no tengan
-semejantes defectos y aun peores. También ellos gastan tonillo para
-recitar los versos, tonillo mil veces más inaguantable por lo monótono.
-¿Cómo comparar el martilleo de los alejandrinos pareados, en una lengua
-sin prosodia, con la variedad de acentos y cesuras que hay en el
-endecasílabo español, por ejemplo? Si no fuera porque todo lo de París
-nos hechiza, ¿qué oídos españoles habrían de sufrir un drama francés,
-todo en verso? Por fortuna, se dice, los dramas franceses están hoy casi
-siempre en prosa; contra lo cual nada he de decir, á fin de no entrar en
-la cuestión de si debe á no desecharse el verso, porque en francés sea
-cansado, sobre todo á la larga. Pero añaden al<span class="pagenum"><a name="page_244" id="page_244">{244}</a></span>gunos, y yo me pasmo de
-oírlo, que no importa que haya verso, con tal de que suene como prosa y
-parezca prosa cuando se recita. La verdad, no entiendo qué propósito ha
-de tener una dificultad vencida, si no ha de nacer de ella efecto
-sensible; si al espectador inocente y profano se le podrá decir al salir
-del teatro: Pues mire Ud., eso que ha oído, y que le ha parecido prosa
-tan natural y tan llana, es verso todo.</p>
-
-<p>Lo que sí confieso es que los actores franceses no chillan ni se
-desgañitan como los nuestros: economizan más el resuello y el empuje de
-los pulmones; pero en cambio tienen el <i>subrayado</i> ó la <i>letra
-bastardilla</i>, que, lo que es á mí, me encocora mucho más. Un actor ó una
-actriz de Francia, de pretensiones y de fuste, no se contenta con
-aprender bien su papel y declamarle con el sentido, y con el accionar,
-el gesto y la expresión convenientes, realzando así su papel y
-completándole. No, señor; ha de <i>crear el papel</i>. Y por culpa de la
-perversa y soberbia aspiración que denota la frase, tan contraria á la
-piadosa sentencia de Quevedo, de que el crear es un oficio</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Que sólo le sabe Dios<br /></span>
-<span class="i0">Con su poder infinito,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">apenas queda palabra del papel que el actor no <i>subraye</i>, procurando
-poner en ella ideas y sentimientos que no se le ocurrieron al poeta al
-escribir la obra. Yo había entendido siempre que el verdadero productor
-ó inventor de los personajes de un drama es el poeta que le escribe; y
-que el actor lo que hace es interpretar fiel y há<span class="pagenum"><a name="page_245" id="page_245">{245}</a></span>bilmente la invención
-ó producción del poeta, presentándola de bulto, viva y animada. Hacer
-esto bien es grande arte y muy rara y laudable habilidad; pero en lo de
-<i>crear el papel</i>, ó hay <i>filfa</i>, ó se da ocasión á la más monstruosa
-discordancia. Si el actor recita y acciona interpretando bien la mente
-del poeta, hará algo de sublime, de estupendo, de todo lo que se quiera,
-pero no creará el papel; y si para crearle va torciendo las palabras que
-repite de memoria, dándoles distinto valer y significado á fuerza de
-<i>subrayar</i>, ó también con los adornos mímicos que les pone, tal vez
-resultará que el personaje así representado sea fenómeno inaudito, caso
-teratológico, ser doble: uno, según el sencillo valor gramatical de lo
-que dice; y otro, según las <i>sublíneas</i> del actor y sus ademanes y
-muecas.</p>
-
-<p>Infiero yo de esta larga digresión, ó mejor diré preámbulo, que todo el
-mundo es Popayán, que no es oro todo lo que reluce, y que, tanto aquí
-como en París, el arte es difícil, los aciertos son raros, lo malo
-abunda y lo bueno escasea.</p>
-
-<p>Sobre los autores, ó sea sobre la literatura dramática de España, diré
-menos aún. Me parece tan evidente mi propia opinión y tan infundada la
-contraria, que ésta no merece que se refute.</p>
-
-<p>No son muchas las naciones del mundo que han tenido ó tienen un gran
-teatro; y entre estas naciones figuran como las primeras, Grecia en lo
-antiguo, y en las modernas edades España é Inglaterra. Concedamos que
-Francia tiene también un gran teatro, pero no le sobreponga<span class="pagenum"><a name="page_246" id="page_246">{246}</a></span>mos al
-nuestro. No se ha agotado el filón de la dramática española. Todavía
-podemos contraponer los dramas de Echegaray á los de Sardou, y los
-sainetes de Ricardo Vega y de otros á los más chistosos <i>vaudevilles</i>.</p>
-
-<p>Con este concepto elevado de nuestro teatro ya se puede prestar atención
-y mirar sin desdén al teatro de Chile, que es retoño del nuestro.</p>
-
-<p>Como el Sr. Amunátegui cree también que es retoño del teatro español el
-teatro chileno, lejos de deprimir, ensalza el árbol de que ha brotado el
-retoño, y celebra su hermosura, fecundidad, constante florecimiento y
-lozanía. Para él, Lope y Calderón, «gigantes de inmensa fama, han legado
-á la posteridad obras maestras, cuya excelencia se ha proclamado por la
-humanidad entera sin protesta ni discrepancia alguna. Tirso de Molina,
-Alarcón, Moreto y otros, son capitanes capaces de igualar y aun de
-superar á sus jefes, en tal cual ocasión». «Esta savia poderosa, añade,
-no se ha agotado con el transcurso del tiempo.» Y luego celebra á
-Martínez de la Rosa, á Bretón, al duque de Rivas, á López de Ayala, á
-Gil y Zárate, á García Gutiérrez, á Hartzenbusch y á Zorrilla. De Tamayo
-dice que «ha compuesto dramas que han dado la vuelta al mundo, que han
-sido traducidos en todo idioma y que han sido representados en todo
-país». Y en elogio de Echegaray, le llama «obrero poderoso del arte,
-que, en medio de demasiados horrores y de muchas inverosimilitudes,
-concibe escenas magníficas y pensamientos espléndidos, sin perjuicio de
-haber dado á luz dos obras muy<span class="pagenum"><a name="page_247" id="page_247">{247}</a></span> notables: <i>Locura ó santidad</i> y <i>El gran
-Galeoto</i>».</p>
-
-<p>Proclamando así el Sr. Amunátegui la fecunda y perenne vida del teatro
-español, lo que extraña y deplora es que aun sea tan pobre el chileno.
-«¿Cuál es la razón, exclama, de que nosotros no hayamos sido movidos por
-igual impulso? ¿De qué depende que andemos rezagados en ese camino, á
-cuyo término se divisa la gloria?»</p>
-
-<p>En mi sentir, es obvia la razón de este atraso. El teatro llega después
-de otros géneros poéticos: en la plena madurez de la literatura
-nacional; y Chile, como nación independiente, cuenta pocos años de vida.
-No debe inferirse, por lo tanto, que la literatura chilena no será rica
-en obras dramáticas porque ya no lo ha sido.</p>
-
-<p>El conocimiento de lo que Chile ha hecho hasta ahora, aunque sea poco,
-es interesante, y voy á dar de ello una idea, recorriendo á largos pasos
-el extenso campo que el Sr. Amunátegui recorre.</p>
-
-<p>Apenas había pasado un siglo desde el descubrimiento y la conquista, á
-mediados del <small>XVII</small>, ya en Chile se representaban comedias. No había
-teatros, y las representaciones se hacían en los cementerios, en las
-fiestas religiosas y en los conventos de monjas y frailes. Claro está
-que tales comedias se procuraba que fuesen <i>á lo divino</i>: de vidas de
-santos y de otros asuntos devotos.</p>
-
-<p>El obispo de Santiago era á la sazón, por los años de 1657, un varón
-piadosísimo, aunque tolerante y alegre, de aquella santa alegría que se
-regula por la eutropelia cristiana. D. Fray Gaspar de Villarroel gustaba
-muchísimo de las co<span class="pagenum"><a name="page_248" id="page_248">{248}</a></span>medias, y hacía sabia y elocuentemente su defensa.
-Para ello se valía de un medio ingenioso. Suponía que los padres y
-doctores de la Iglesia han anatematizado el teatro, porque en lo antiguo
-eran los dramas tan lascivos, tan deshonestos y tan indecentemente
-representados, «que fué menester que los santos armasen contra ellos
-todas sus plumas». Pero, en los días del señor obispo, los dramas nada
-tenían ya de pecaminosos, y, por lo tanto, no había para qué
-prohibirlos.</p>
-
-<p>Aducía el señor obispo como prueba que Lope escribió comedias á pesar de
-haber vivido tan reformado en sus postreros años, ordenádose de
-sacerdote y dado á Dios lo asentado y sesudo de su edad. El señor obispo
-no podía haber leído el curioso libro del Sr. Asenjo Barbieri sobre los
-<i>últimos amores</i> del gran poeta; pues si no, ya hubiera visto con dolor
-adónde fueron á parar el <i>asiento</i> y el <i>seso</i> de que habla. Pero de
-todos modos, el razonamiento de D. Fray Gaspar de Villarroel era
-irrefutable: Lope hizo comedias á vista del arzobispo de Toledo, del
-nuncio de Su Santidad y del Consejo Supremo de Castilla, y no es de
-suponer que personas tan santas lo hubieran sufrido si las comedias
-fuesen pecado. Otro argumento más poderoso aún añade el señor obispo:
-«Nuestros católicos reyes&mdash;dice&mdash;tienen en su salón comedias cada
-martes.» <i>Ergo</i> ni el componer, ni el representar, ni el oir comedias es
-pecado. «Unos amores, honestamente referidos, concluye su señoría
-ilustrísima, no inducen á pecar juicios cuerdos.»<span class="pagenum"><a name="page_249" id="page_249">{249}</a></span></p>
-
-<p>Sin embargo, el señor obispo, con cierta apariencia de contradicción,
-gustando mucho de las comedias, aborrecía á los farsantes, y los llamaba
-<i>canalla</i> y <i>gente perdida</i>. No podía elogiarlos, aunque quisiese, y él
-mismo cuenta que, en sus mocedades, hallándose en Madrid, predicó en la
-iglesia de San Sebastián un sermón, en una función que los farsantes
-costeaban, y que los trató tan mal, que los curas de la parroquia le
-dieron por baldado para su púlpito y los de la cofradía estuvieron á
-punto de apedrearle.</p>
-
-<p>Esta ojeriza contra los comediantes inclinaba además al señor obispo á
-amonestar á los padres y á los maridos para que no llevasen al teatro á
-sus hijas y mujeres: por donde el espectáculo debía ser para hombres
-solos. Las mujeres se exponían mucho oyendo comedias. En apoyo de esto,
-contaba el señor obispo un caso ocurrido, á lo que parece, en Lima, y en
-que él había intervenido: «Una miserable tragedia de cierta doncella
-principalísima. Crióse sin madre, y colgó su padre en ella grandes
-esperanzas. Tenía cien mil ducados que darle en dote. Fué á una comedia
-y aficionóse á un farsante. Desatóse el listón de una jervilla, y
-enviósele con su criada. Y díjole de parte de su señora que en la
-primera comedia que representara se le pusiera en la gorra. Estimó el
-favor de la dama, pero temió por su vida. Perseguíale ella. Pidióme
-consejo: di el que debía; pero vencieron la codicia y la hermosura.»</p>
-
-<p>Hazte cargo de lo que sucedería siendo joven y guapo el farsante, y la
-doncella tan determinada<span class="pagenum"><a name="page_250" id="page_250">{250}</a></span> y fogosa que le envió de buenas á primeras la
-cinta de sus zapatos ó botines.</p>
-
-<p>De todos modos, yo hallo cruel que el obispo Villarroel condenase á las
-mujeres á no oir comedias porque oyéndolas había pecado una; pero aun
-así, Villarroel fué el menos severo de los obispos. Otro hubo, D. Manuel
-de Aldai, cuya rigidez impidió que se fundase en Chile teatro
-permanente, en el año de 1778. El Sr. Aldai afirmaba que, según la
-mayoría de los teólogos, era pecado mortal el asistir á las comedias.</p>
-
-<p>Con tan firme oposición, y en una colonia sumisa y obediente á la tutela
-de la autoridad eclesiástica, no era posible que el teatro floreciese.</p>
-
-<p>Aun así, hubo varias representaciones, con ocasión de grandes fiestas y
-solemnidades, señalándose entre todas las que tuvieron lugar en 1693
-para celebrar el casamiento del nuevo presidente D. Tomás Marín de
-Poveda con la señorita peruana D.ª Juana Urdánegui, hija del marqués de
-Villa Fuerte. En esta ocasión se dió en Chile el primer drama escrito
-allí, titulado <i>El Hércules chileno</i>.</p>
-
-<p>Con todo, la oposición, según hemos dicho, de la autoridad eclesiástica,
-que hasta por motivos económicos prohibía las representaciones, á fin de
-evitar gastos de trajes y galas, en un país entonces pobre, no permitió
-que la afición al teatro creciera y diera fruto. Las representaciones
-dramáticas siguieron haciéndose muy de tarde en tarde y con lamentable
-pobreza y falta de medios: sin decoraciones, sin vestuario y con actores
-improvisados.<span class="pagenum"><a name="page_251" id="page_251">{251}</a></span></p>
-
-<p>En 1777 hubo un empresario que formó compañía de actores para
-representar autos. Y dice un autor, describiendo estas representaciones,
-que «algunos mulatos notables por su desplante estaban vestidos de
-casacas, como los oficiales de la guardia del gobierno, para representar
-á los reyes magos, á Herodes y á Pilatos; y dos ó tres mujeres, más
-recomendables por su locuacidad que por la cultura de sus maneras, se
-habían cubierto de vistosas sayas para desempeñar los papeles de Santa
-Ana, de Santa Isabel y de la Virgen María.» Ni es muy de extrañar esta
-falta de exactitud histórica en la indumentaria. De principios de este
-siglo he oído yo contar á testigos oculares haber asistido en ciudades
-de esta Península á la representación de <i>El maestro de Alejandro</i>, y
-haber visto á Aristóteles de abate, con traje negro, chupa y calzón
-corto, zapato de hebilla de plata, capita y tricornio.</p>
-
-<p>Todavía se infiere de lo citado un no pequeño progreso en el arte
-escénico de Chile en 1777. Ya entonces representaron mujeres, cuando era
-lo común que para los papeles de mujeres sirviesen muchachos.</p>
-
-<p>En suma, durante casi todo el tiempo del régimen colonial, ni floreció
-ni pudo florecer el teatro en Chile. Para divertir al público y
-proporcionarle espectáculos había otras tres ó cuatro cosas más fáciles
-de hacer, y que se hacían más á menudo á despecho casi siempre de los
-obispos, en extremo celosos de la moral de sus ovejas.</p>
-
-<p>Estos otros espectáculos, que agradaban en<span class="pagenum"><a name="page_252" id="page_252">{252}</a></span> Chile y á los que la gente
-acudía con entusiasmo, eran las corridas de toros, que después de la
-independencia prohibió perpetuamente el Congreso por ley de 1823: las
-<i>chinganas</i> y los retablos de nacimientos, contra los cuales, á pesar de
-ser tan religioso el asunto, se estrelló también el obispo Aldai y los
-prohibió bajo pena de excomunión mayor, porque aseguraba y lamentaba
-que, merced al agolpamiento y apreturas de los muchos sujetos de ambos
-sexos que acudían á ver los nacimientos, sobrevenían mil desmanes. Las
-mismas corridas de toros habían dado motivo á quejas semejantes, porque
-terminada la función y ya de noche, hombres y mujeres, ellos embozados y
-tapadas ellas, se acogían debajo de los tablados provisorios con el
-pretexto de tomar dulces, refrescos ó licores, de lo que resultaban
-escenas poco edificantes.</p>
-
-<p>Las corridas de toros tenían además otro grave peligro, no habiendo
-circo á propósito. Era frecuente que los toros bravos se escaparan,
-causando no pocos males, pues no siempre hacía Dios un milagro para
-salvar á la gente, como el milagro que se cuenta en la <i>Vida del
-venerable siervo de Dios fray Pedro Bardesi</i>. Este fray Pedro detuvo un
-toro que corría furioso por las calles de Santiago: se arrancó una manga
-del hábito y se la puso al toro en el hocico, y el toro se hincó de
-rodillas para venerarla y besarla, y entonces acudieron los de la plaza
-y le ataron y se le llevaron sin resistencia como si fuese cordero.</p>
-
-<p>La otra gran diversión, que suplía el teatro, y que más tarde compitió
-con él y pugnó por ven<span class="pagenum"><a name="page_253" id="page_253">{253}</a></span>cerle, fué la diversión de las <i>chinganas</i>. Eran
-reuniones donde se bailaban los preciosos bailes del país, y
-singularmente la <i>zamacueca</i>; pero el tratar de esto requiere detención,
-y lo dejo para la carta siguiente.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>3 de Diciembre de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>II</h3>
-
-<p>Querido primo: Siguiendo hoy en el ligero extracto del curioso y extenso
-libro de Amunátegui, veo que las <i>chinganas</i> fueron el obstáculo más
-persistente contra el florecimiento del teatro; florecimiento que, más
-que nadie, promovieron después de la independencia de Chile los dos
-famosos literatos D. Andrés Bello y D. José Joaquín de Mora.</p>
-
-<p>La afición á las <i>chinganas</i> persistió y aun se recrudeció pasado ya el
-primer tercio del siglo presente. Por esta afición, los teatros quedaban
-desiertos.</p>
-
-<p>Contribuía poderosamente á tal resultado la malevolencia contra el
-teatro del clero y del partido clerical, malevolencia no infundada, ya
-que el teatro, de que gustaban y que concebían los doctos de entonces,
-era una escuela de moral, que reemplazaba al púlpito con ventaja, y
-donde habían de enseñarse además virtudes cívicas y pa<span class="pagenum"><a name="page_254" id="page_254">{254}</a></span>trióticas, y odio
-y desconfianza á la religión y á los sacerdotes.</p>
-
-<p>Resultaba asimismo de este prurito de doctrinar desde la escena que no
-se podía dar en el teatro nada divertido, sino tragedias pesadas y
-filosóficas, traducidas ó imitadas del francés, y donde todo se volvía
-sermonear y despotricarse contra los tiranos sacros y profanos de todas
-las edades. Era tal la tiramira de desvergüenzas con que los varones
-libres y virtuosos atarazaban á los tiranos, que casi parecían ellos los
-tiranos, y los tiranos las víctimas, hasta que á lo último perdían los
-tiranos la paciencia y mandaban degollar á los otros. En suma: había
-razones, hasta cierto punto plausibles, para justificar ó disculpar la
-preferencia que se daba en general á las <i>chinganas</i>.</p>
-
-<p>Yo creo que éstas habían de ser, ó son, si subsisten aún, algo parecido
-á nuestros cafés, en donde se canta y se baila á lo <i>flamenco</i>, por más
-que las <i>chinganas</i>, si hemos de no ver exageración en lo que dice D.
-Andrés Bello, eran más frecuentadas por toda clase de gentes, y daban
-mayor pábulo á la deshonestidad y á la licencia. Yo presumo que Bello,
-cegado y exaltado por el espíritu de partido, exagera mucho cuando
-califica á las <i>chinganas</i> de burdeles autorizados, «donde la confusión
-de todo género de personas afloja los vínculos de la moral y abre la
-puerta á la corrupción, donde los movimientos voluptuosos, las canciones
-lascivas y los dicharachos insolentes hieren con vehemencia los sentidos
-de la tierna joven, á quien los escrúpulos de sus padres ó las<span class="pagenum"><a name="page_255" id="page_255">{255}</a></span>
-amonestaciones del confesor han prohibido el teatro».</p>
-
-<p>Bello y Mora siguieron declamando contra las <i>chinganas</i> y en favor del
-teatro con poco fruto por lo pronto. Ellos mismos hubieron de entrever
-que en gran parte tenían la culpa las tragedias pseudoclásicas, tan
-cívicas y filosóficas, y las comedias docentes á la francesa; y ya
-proponían que se representasen obrillas más alegres y de menos doctrina
-y comedias del antiguo teatro español.</p>
-
-<p>Mora, calculando que no podía vencer á la Terpsícore chilena, trató de
-adularla, de educarla y de hacer de ella una poderosa aliada. Para esto,
-así como había redactado el Código fundamental ó Constitución de Chile,
-quiso reglamentar el baile y convertir á los chilenos en un pueblo de
-bailarines honestos y morigerados. Propuso que se organizasen por todo
-Chile comparsas de danzantes de doce ó más parejas, de un solo sexo ó de
-los dos, destinadas á bailar en los grandes días festivos, acordándose,
-sin duda, de David y de los seises. Cada parroquia había de tener su
-número completo de bailarines que bailasen con trajes airosos y decentes
-al son del tamboril y de una gaita delante de la iglesia al concluirse
-los oficios divinos, y luego, por la tarde. Asimismo se les había de
-permitir ir á bailar en los días de cumpleaños y en los casamientos de
-las personas más condecoradas del barrio, para de este modo mantener
-trajes y músicos. Y, por último, en las grandes festividades nacionales
-debían ir á la Plaza Mayor á tejer con arcos,<span class="pagenum"><a name="page_256" id="page_256">{256}</a></span> guirnaldas y espadas,
-varias danzas que entretuviesen á la muchedumbre.</p>
-
-<p>Mora se prometía de todo esto mil beneficios que elocuentemente expone.
-Casi da lástima de que su proyecto no cuajase. Pero dejemos lo
-coreográfico y volvamos á lo dramático.</p>
-
-<p>Cuando Chile era colonia aún, cabe la honra á España de haber fundado
-allí un teatro, aunque provisional, menos efímero que los anteriores. El
-último capitán general y presidente de la Audiencia, superintendente de
-Hacienda, etc., que allí tuvo España, se llamaba D. Casimiro Marcó del
-Pont, y era vehemente aficionado á comedias. A pesar, pues, de la
-oposición del clero y de la gente devota, hubo teatro en su tiempo. En
-él se representaban aún comedias españolas castizas, del gusto antiguo.</p>
-
-<p>Pronto vino la independencia, el ejército patriota triunfó en Maipo, y
-en seguida empezaron á pedir los periódicos que hubiese un buen teatro
-para la república, donde aprendiesen los ciudadanos á ser libres, á
-odiar á los tiranos y á combatir por la patria.</p>
-
-<p>El general director D. Bernardo O’Higgins comprendió todo lo útil y
-transcendental del teatro como escuela de costumbres y de virtudes
-cívicas, y encargó á uno de sus ayudantes, D. Domingo Arteaga, para que
-organizase una compañía de cómicos y construyese un <i>buen coliseo</i>
-permanente.</p>
-
-<p>Se construyó éste y se estrenó en 1820.</p>
-
-<p>En el telón se leía, en letras de oro, el siguiente dístico:<span class="pagenum"><a name="page_257" id="page_257">{257}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Hé aquí el espejo de virtud y vicio:<br /></span>
-<span class="i0">Miraos en él y pronunciad el juicio.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Lo grave y serio del público y de los actores no respondía aún á la
-gravedad y seriedad del dístico citado. En el teatro, que era de madera,
-y malo, reinaba chistosa franqueza patriarcal. En cierta ocasión, la
-Lucía, actriz mimada del público, se enojó porque la silbaron, y lanzó á
-los concurrentes, con ademán desdeñoso, «la palabra más puerca que puede
-salir de la boca de una irritada verdulera». Otra vez, durante la
-representación del <i>Otelo</i>, un inglés encendió un puro y se puso á
-fumar, lo cual estaba prohibido. El soldado, que hacía cerca centinela,
-le dijo que apagase, y el inglés se echó sobre él para quitarle el
-fusil. Se armó brava pendencia entre el inglés y el soldado, y público y
-actores prescindieron de la tragedia para contemplar la realidad.</p>
-
-<p>Entonces el general O’Higgins sacó el cuerpo fuera del palco y gritó:
-«Muchacho, cuidado con que te quiten el fusil». Animado el militar con
-esta voz de mando y aliento, logró desasir el arma de las garras
-británicas, y aplicó un buen culatazo al inglés, tumbándole en el suelo.
-Se le llevaron, y siguió la representación interrumpida.</p>
-
-<p>Visto que este primer teatro era peor que un corral de títeres é
-infundía poco respeto, D. Domingo Arteaga siguió afanándose y logró
-construir otro teatro, ya bueno y respetable, que se abrió al público en
-1827.</p>
-
-<p>Por aquella época llegó á Chile el gran protector del teatro.<span class="pagenum"><a name="page_258" id="page_258">{258}</a></span></p>
-
-<p>D. José Joaquín de Mora llegó á Chile, llamado por el jefe del Estado,
-D. Francisco Antonio Pinto, para que contribuyera «á derramar el
-bautismo de la ilustración en una sociedad que acababa de nacer á la
-vida del entendimiento».</p>
-
-<p>Se renovó en Mora aquello que se cuenta de antiguos sabios de la Grecia,
-que eran llamados por las remotas colonias para darles Constitución y
-leyes é iluminarlas con su sabiduría.</p>
-
-<p>Uno de los mil medios de que se valió Mora para mostrar su actividad
-fecunda y cumplir su misión de sabio civilizador, fué componer
-alocuciones en verso que se recitaban en el teatro. Claro está que estas
-alocuciones, donde los españoles son pintados como tiranos, no se
-insertaron en las colecciones que Mora hizo más tarde de sus poesías, en
-Cádiz en 1836, y en Madrid en 1853. Por lo demás, así estas alocuciones
-como otros versos chileno-patrióticos ó ultraliberales que hizo Mora en
-Chile y que nos da á conocer é inserta Amunátegui, salvo el gusto
-acendrado y la maestría en la lengua y en la metrificación que revelan,
-no contienen bellezas por donde puedan ponerse muy por cima de lo
-mediano.</p>
-
-<p>En lo satírico brilla más Mora en estos versos que sólo publicó en
-Chile. Hay algunas letrillas, como la titulada <i>En tiempo de los
-Borbones</i>, que le valieron en Chile el título de Beranger español. A
-Mora, con todo, le ocurría lo que á Arquíloco: la rabia le armaba del
-jambo; era más poeta cuando se revolvía furioso contra los que
-personalmente le ofendían; y así, con ser injusto é<span class="pagenum"><a name="page_259" id="page_259">{259}</a></span> ingrato cuando
-insulta á los chilenos, al ver que los del nuevo partido no le protegen
-ni quieren ya que siga <i>iluminándolos</i>, Mora es entonces mucho más
-poeta. Admiremos la ironía cruel y el osado denostar de estos tercetos:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Borrón es de la patria torpe y feo<br /></span>
-<span class="i0">Que á inocularnos venga un perro godo<br /></span>
-<span class="i0">En exótica charla y devaneo.<br /></span>
-<span class="i0">Raciocinemos, pues, á nuestro modo,<br /></span>
-<span class="i0">O más bien rebuznemos, que es lo mismo.<br /></span>
-<span class="i0">A uno gusta el almizcle y á otro el lodo.<br /></span>
-<span class="i0">Eso sí: guerra eterna al despotismo;<br /></span>
-<span class="i0">Sacudimos el yugo, por supuesto.<br /></span>
-<span class="i0">¡Viva la patria! ¡Viva el patriotismo!<br /></span>
-<span class="i0">Ya de Castilla el pabellón funesto<br /></span>
-<span class="i0">No profana esta tierra venturosa.<br /></span>
-<span class="i0">Vengan de Londres los millones: presto.<br /></span>
-<span class="i0">¡Qué ridícula farsa! ¡Qué afrentosa!<br /></span>
-<span class="i0">¡Qué engañifa de bobos! ¡Qué miseria<br /></span>
-<span class="i0">Por término de lucha tan gloriosa!<br /></span>
-<span class="i0">De reir y llorar larga materia<br /></span>
-<span class="i0">Damos al universo: aquí está el llanto<br /></span>
-<span class="i0">Y suenan carcajadas en Iberia.<br /></span>
-<span class="i0">De libertad el nombre sacrosanto<br /></span>
-<span class="i0">En boca de un gaznápiro insolente<br /></span>
-<span class="i0">Sólo produce destrucción y espanto.<br /></span>
-<span class="i0"><i>Virgen del mundo</i>, <i>América inocente</i>,<br /></span>
-<span class="i0">Bien entiende de vírgenes Quintana:<br /></span>
-<span class="i0">Llámela vieja, estólida ó demente.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>No sólo contó en Chile el teatro con un gran promovedor español, como lo
-fué Mora, sino que los primeros actores de más valía fueron españoles
-también.</p>
-
-<p>Cuando recibió el encargo de formar compañía D. Domingo Arteaga, era
-comandante del depósito de prisioneros, y tuvo la feliz ocurren<span class="pagenum"><a name="page_260" id="page_260">{260}</a></span>cia de
-sacar de entre dicha gente actores, comparsas y sirvientes para su
-teatro.</p>
-
-<p>Al coronel Latorre, prisionero en la batalla de Maipo, le nombró
-director, y de un sargento sevillano, llamado Francisco Cáceres, que se
-rindió con la guarnición de Valdivia, cuando lord Cochrane se apoderó de
-aquella plaza, hizo un primer galán celebérrimo y muy encomiado por su
-arrogante figura, por su voz argentina y briosa, y por otras brillantes
-prendas, que le convirtieron desde luego, y á pesar de su completa
-carencia de instrucción, en el favorito del público.</p>
-
-<p>Como en el depósito no había prisioneras, tampoco pudo haber, por lo
-pronto, damas españolas en la compañía. La primera dama fué la chilena
-Lucía Rodriguez, muy querida del público, y que se desahogaba con él,
-cuando se consideraba ofendida, con el desenfado que hemos dicho.</p>
-
-<p>No tardó, con todo, en aparecer en Santiago una <i>dama</i> española, que
-venía precedida de brillante reputación, y tenía las calidades que más
-agradaban entonces. Se llamaba doña Teresa Samaniego, y era admirable
-para expresar los sentimientos de heroicidad patriótica. En Barcelona,
-cuando, con motivo de no sé qué guerra, salió á campaña un cuerpo de
-ejército, se mostró la Samaniego, en las tablas, vestida de amazona, con
-otras que con iguales trajes la seguían, é hizo á los militares una
-alocución que terminaba:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i2">Nosotras con las manos delicadas<br /></span>
-<span class="i0">Ceñiremos al menos las espadas.<span class="pagenum"><a name="page_261" id="page_261">{261}</a></span><br /></span>
-<span class="i0">Id, hijos, os diremos; id, esposos:<br /></span>
-<span class="i0">Volved á nuestros brazos amorosos,<br /></span>
-<span class="i0">Si vencéis en la lid;<br /></span>
-<span class="i0">Pero, vencidos, no tornéis: morid.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Se concibe que dicho esto con brío y gracia por una mujer guapa y
-discreta, había de levantar en masa á un pueblo entusiasta y empeñado en
-una lucha patriótica, y hacerle romper en aplausos frenéticos.</p>
-
-<p>Así es que la Teresa Samaniego fué muy aplaudida en Chile.</p>
-
-<p>Llegó allí con ella un gracioso, llamado don Francisco Villalba, que
-hacía reir mucho y se ganó la voluntad del público. Tenía este gracioso
-otras varias habilidades, y entre ellas la de ser pintor de
-decoraciones, haciéndose aplaudir tanto ó más como pintor que como
-actor.</p>
-
-<p>Otro forastero, D. Francisco Rivas, catalán, se unió con Villalba, y
-haciendo de galán compitió con Cáceres, y casi venció á este rival.</p>
-
-<p>Entre tanto, como el teatro seguía siendo escuela de liberalismo, las
-tragedias que más gustaban eran la <i>Jornada de Maratón</i>, <i>Roma libre</i>,
-la <i>Muerte de César</i> y <i>Catón en Utica</i>.</p>
-
-<p>Un crítico á la moda entonces, Camilo Henríquez, sostenía y divulgaba
-que el teatro no era mero pasatiempo, sino institución social para
-difundir máximas patrióticas y formar costumbres cívicas. «La sublime
-majestad de Melpómene, decía, debe llenar la escena, inspirar odio á la
-tiranía y desplegar toda la dignidad republicana.»</p>
-
-<p>Aspiraba Henríquez y otros revolucionarios<span class="pagenum"><a name="page_262" id="page_262">{262}</a></span> vehementes á que, lograda la
-independencia de la América española, no siguiese ésta siendo un remedo
-de España, estancada ó retrógrada; y para lanzar á los pueblos
-emancipados por la vía del progreso, encontrábase que era menester
-vencer el espíritu clerical. Misión fué, pues, del teatro, á más de
-infundir patriotismo heroico, propagar el odio á la hipocresía, á la
-Inquisición y á las creencias fanáticas.</p>
-
-<p>Se reprobaba en el teatro todo lo que era fútil, enervante y afeminador.
-Camilo Henríquez llegó á calificar de <i>bufonada inmoral El sí de las
-niñas</i>. Cuando así se trataba á Moratin, ya imaginará cualquiera cómo
-serían tratados nuestros autores dramáticos del siglo <small>XVII</small>: de
-fanáticos, serviles, inquisitoriales, absurdos, supersticiosos y
-ultramonárquicos.</p>
-
-<p>Es divertidísimo seguir paso á paso, en el libro de Amunátegui, todas
-las peripecias de esta lucha entre clericales y anticlericales, ó más
-bien entre librepensadores y católicos, que se dió en Chile en torno de
-los teatros.</p>
-
-<p>El librepensamiento se había encastillado en los teatros para combatir
-al clero desde allí. El clero propalaba que iba á caer fuego del cielo y
-abrasar los teatros. Desde éstos, en cambio, se arrojaban contra el
-clero tremendas diatribas.</p>
-
-<p>La más ruidosa fué el <i>Aristodemo</i>, no la tragedia de Monti, sino otra
-compuesta por un poeta, creo que de Buenos Aires, llamado D. Miguel
-Cabrera Nevares. El <i>Aristodemo</i> estaba lleno de feroces declamaciones
-contra el sacerdocio. Para que á nadie le cupiese duda de que se aludía
-en<span class="pagenum"><a name="page_263" id="page_263">{263}</a></span> la tragedia al clero católico, el <i>Boletín del Monitor</i> interpretaba
-las fuertes razones del filósofo Polignosto, que era quien llevaba la
-voz docente en la tragedia, la cual, según dicho <i>Boletín</i>, «difundía
-principios luminosísimos sobre el carácter de esos hombres viciosos, á
-quienes la ignorancia ha deificado, ofuscada con sus intrigas
-tenebrosas. El hombre ilustrado ve en el sumo sacerdote Cleofante al
-obispo de Roma, y en sus secuaces, al clero fanático, enriqueciéndose á
-costa de la necia credulidad.»</p>
-
-<p>Con el <i>Aristodemo</i> hacía juego, por lo cómico, <i>El abate seductor</i>,
-donde se pintaba á un clérigo libertino y taimado. Los periodistas
-liberales excitaban á los padres de familia á llevar á sus muy caras
-hijas á ver dicha comedia para que estudiasen las malas artes y supiesen
-defenderse contra ellas, «pues son las mismas que han usado y usan los
-presentes abates de nuestro suelo».</p>
-
-<p>No bastando estas representaciones, se hacían también peroratas
-anticlericales en verso, desde la escena. En Santiago, el actor D. Luis
-Ambrosio Morante, que era también poeta, aunque malo, recitó una, que
-empezaba:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">¿Por qué será que en la era de las luces<br /></span>
-<span class="i0">Se haya de introducir el fanatismo?<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Y en Valparaíso, la joven actriz española doña Emilia Hernández
-pronunció, entre salvas de aplausos, otra alocución á los chilenos, que,
-si bien detestable y pedestre como poesía, hemos de poner aquí por ser
-curioso documento:<span class="pagenum"><a name="page_264" id="page_264">{264}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">El cielo os conceda ver<br /></span>
-<span class="i0">La libertad de conciencias.<br /></span>
-<span class="i0">Y á Chile vendrán las ciencias,<br /></span>
-<span class="i0">Como lo anunció <i>Voltér</i>.<br /></span>
-<span class="i0">Entonces ¡oh qué placer!<br /></span>
-<span class="i0">Las artes renacerán:<br /></span>
-<span class="i0">Todos á Dios amarán,<br /></span>
-<span class="i0">Aunque de diversos modos;<br /></span>
-<span class="i0">Pues siendo un Dios para todos,<br /></span>
-<span class="i0">Todos de un Dios gozarán.<br /></span>
-<span class="i0">Mas no quieras, suerte impía,<br /></span>
-<span class="i0">Que esta tierra fortunada,<br /></span>
-<span class="i0">Por el fanatismo hollada<br /></span>
-<span class="i0">Se encuentre como la mía;<br /></span>
-<span class="i0">En tal caso ¡ay! gemiría<br /></span>
-<span class="i0">En llanto y desolación,<br /></span>
-<span class="i0">Presa de la Inquisición,<br /></span>
-<span class="i0">De ese tribunal horrendo,<br /></span>
-<span class="i0">El más bárbaro y tremendo<br /></span>
-<span class="i0">Que inventara la opresión.<br /></span>
-<span class="i0">Mas yo, no estando en España,<br /></span>
-<span class="i0">Nada temo á los tiranos;<br /></span>
-<span class="i0">Y entre ilustres araucanos<br /></span>
-<span class="i0">Me burlaré de la saña<br /></span>
-<span class="i0">De ese hombre de fiera entraña,<br /></span>
-<span class="i0">De ese Fernando cruel,<br /></span>
-<span class="i0">De ese monstruo atroz é infiel,<br /></span>
-<span class="i0">Que causa mi mal eterno,<br /></span>
-<span class="i0">Y ha vomitado el Averno<br /></span>
-<span class="i0">Por ser aun peor que Luzbel.<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p>Entre el tumulto de estas contiendas civiles, político-religiosas, que
-Bello y Mora procuraban moderar con más alta crítica, si bien
-inficionada por las pasiones y el espíritu liberalesco de entonces,
-nació y empezó á florecer la literatura dramática chilena.</p>
-
-<p>Fuerza es confesar que los primeros frutos y flores no fueron muy
-sazonados ni hermosos.</p>
-
-<p>D. Juan Egaña, limeño, naturalizado en Chile<span class="pagenum"><a name="page_265" id="page_265">{265}</a></span> y competidor con mala
-suerte de Mora por querer ser el Solón de la nueva república, era, á par
-de gran liberal, galante y enamorado caballero. La dama de sus
-pensamientos, á quien llama Marfisa en sus versos, le inspiró hasta los
-dramas que tradujo ó compuso, figurando entre ellos la <i>Cenobia</i>, de
-Metastasio, su poeta predilecto.</p>
-
-<p>El notable personaje de la revolución, Camilo Henríquez, de quien ya
-hemos hablado como crítico, escribió dos dramas, informados ambos por
-sus ideas filosóficas á la Rousseau. Se titulaban <i>La patriota de Sud
-América</i> y <i>La inocencia en el asilo de las virtudes</i>, y eran, á lo que
-parece, menos que medianejos.</p>
-
-<p>D. Bernardo Vera y Pintado es el tercer autor dramático chileno de que
-habla nuestro libro. Sus composiciones fueron á modo de loas para
-celebrar victorias contra los españoles, como la de Chacabuco.</p>
-
-<p>Naturalmente, los interlocutores de estas loas son araucanos, que
-describen como funestísima la conquista de Chile y fantasean la
-independencia como la reconquista que los araucanos hacen de su tierra
-contra los españoles.</p>
-
-<p>Otro autor, D. Manuel Magallanes, fué silbado, á pesar de su fervor
-patriótico y de su ilustre apellido.</p>
-
-<p>Resulta, pues, que hasta 1829 no se representa en Chile ninguna obra de
-bastante valer literario escrita allí, y que esta obra es de D. José
-Joaquín de Mora, si bien no toda suya, ya que en parte está tomada de
-<i>Le mari ambitieux</i>, de Picard, y lleva el mismo título: <i>El marido
-ambicioso</i>.<span class="pagenum"><a name="page_266" id="page_266">{266}</a></span> Aunque peque de prolijo he de continuar haciendo este
-extracto. Hasta otro día.</p>
-
-<p class="castr">*<br />* *</p>
-
-<p class="r">
-<i>17 de Diciembre de 1888.</i><br />
-</p>
-
-<h3>III</h3>
-
-<p>Querido primo: Siguiendo en mi tarea de extractar, diré que, hasta el
-instante en que aparece en Chile el romanticismo, se escribieron y
-representaron allí estas obras dramáticas.</p>
-
-<p>Además de <i>El marido ambicioso</i>, dió Mora <i>El embrollón</i>.</p>
-
-<p>El poeta colombiano D. José Fernández Madrid dió <i>Atala</i>, tragedia en
-verso.</p>
-
-<p>D. Ventura Blanco Encalada tradujo en verso la <i>Merope</i>, de Voltaire, y
-en prosa <i>La marquesa de Seneterre</i>, de Menesville y Duvegrier.</p>
-
-<p>D. Gabriel Alejandro Real de Azúa, argentino, dió al teatro, en
-Santiago, en 1834, una comedia de índole política y de escaso valer,
-titulada <i>Los aspirantes</i>.</p>
-
-<p>Mora ejerció sobre esta comedia benignísima crítica.</p>
-
-<p>En el mismo año, el actor argentino Luis Ambrosio Morante, que, según he
-dicho ya, era también poeta y había compuesto una tragedia, <i>La
-revolución de Tupac-Amaru</i>, dió á la escena en<span class="pagenum"><a name="page_267" id="page_267">{267}</a></span> la noche de su beneficio
-una comedia titulada <i>Adulación y fingimiento, ó el intrigante</i>.</p>
-
-<p>Morante no puso su nombre en el cartel; pero se tiene por seguro que la
-comedia era suya. Su mérito, por otra parte, debió de ser corto, cuando
-nada se dice de ella.</p>
-
-<p>El primer poeta dramático chileno de alguna fecundidad y de cierto
-mérito fué D. Salvador Sanfuentes. Escribió antes y después del
-romanticismo, y sus obras marcan la transición de una escuela á otra.</p>
-
-<p>Tradujo la <i>Ifigenia</i> y el <i>Británico</i>, de Racine; imitó <i>Le cocu
-imaginaire</i>, bajo el título de <i>Los celos infundados</i>, y compuso los
-siguientes dramas originales: <i>Caupolicán I</i>, <i>Caupolicán II</i>, <i>El mal
-pagador</i>, <i>El castillo de Mazini</i>, <i>Carolina ó una venganza</i>, <i>Cora ó la
-Virgen del Sol</i>, <i>Juana de Nápoles</i> y <i>D. Francisco de Meneses</i>.</p>
-
-<p>Á lo que parece, Sanfuentes vino temprano, cuando en Chile había poco
-público aún. Descorazonado, quemó parte de sus obras: otras quedaron por
-terminar: otras, inéditas: sólo el drama <i>Juana de Nápoles</i> se
-representó con éxito creo que menos que mediano.</p>
-
-<p>D. Andrés Bello, que también tradujo dramas y los compuso originales,
-ejerció durante años el magisterio de la crítica dramática en Chile. Son
-curiosos y dignos de atención sus juicios sobre algunos de nuestros
-autores dramáticos contemporáneos. Á Bretón de los Herreros, á quien
-juzga con ocasión de la <i>Marcela</i>, le pone desde luego por cima de
-Moratín, á quien califica de lánguido y descolorido. En Moratín halla<span class="pagenum"><a name="page_268" id="page_268">{268}</a></span>
-además falta de «aquel sabor poético que es propio aun de las
-composiciones escritas en estilo familiar, y que tanto luce en los
-fragmentos de Menandro y en los buenos pasajes de Terencio»; mientras
-que en Bretón ve la gracia y el brillo en el estilo, y asimismo una <i>vis
-cómica</i> que falta algo á Terencio, y «en que tampoco es muy aventajado
-Moratín».</p>
-
-<p>Ya se entiende que cito para narrar, y no para aprobar ni impugnar.</p>
-
-<p>Yo creo que, al menos, <i>El café</i> tiene más <i>vis cómica</i> y más durable
-chiste que media docena de las más chistosas comedias de Bretón.</p>
-
-<p>Y esto á pesar de la pedantería grave de don Pedro, que eclipsa un poco
-el resplandor de la graciosísima pedantería de D. Hermógenes.</p>
-
-<p>En cambio de este grande entusiasmo por Bretón, Bello es severo con
-Hartzenbusch al juzgar <i>Los amantes de Teruel</i>, cuyos defectos señala y
-pondera y cuyas bellezas no ve ó no encomia.</p>
-
-<p>La guerra promovida con ocasión del teatro entre timoratos y
-desenfadados, librepensadores y clericales, devotos é impíos, se
-enardeció más en Chile con el advenimiento del romanticismo.</p>
-
-<p>Aunque había censura previa de teatros, establecida en 1830, ésta no se
-ejercía con severidad. Sin embargo, mucha parte del público,
-cristianamente educada, repugnaba las impiedades y se rebelaba contra
-ellas.</p>
-
-<p>En 1832 se representó en Santiago el <i>Aristodemo</i>, no ya el de Cabrera
-Nevares, sino el de Monti, traducido, que es mucho mejor. El pasaje en
-que Lisandro llama á los dioses<span class="pagenum"><a name="page_269" id="page_269">{269}</a></span></p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i0">Fútiles sombras del temor humano,<br /></span>
-</div></div>
-</div>
-
-<p class="nind">escandalizó á gran número de los espectadores.</p>
-
-<p>Más tarde, en 1835, quiso la compañía dramática representar <i>El
-fanatismo ó Mahoma</i>, tragedia de Voltaire, traducida al castellano por
-D. Dionisio Solís; pero aunque esta obra había sido dedicada por su
-autor al Papa Benedicto XIV, que la aceptó con gusto, el clero de Chile
-se resistió con tal energía á que se representase, que la compañía
-desistió de su propósito.</p>
-
-<p>La nueva escuela romántica, con todos sus apasionados atrevimientos de
-expresión, no apareció triunfante en Chile hasta 1841, con la
-representación del <i>Macías</i>, de Larra.</p>
-
-<p>Este drama fué aplaudido con entusiasmo; pero los escrupulosos le
-hallaron gravemente perjudicial á las buenas costumbres; citaban escenas
-corruptoras que atropellaban el recato, la moral y las leyes; y entre
-ellas nada pareció peor que aquello que dice Macías á Elvira, ya casada:</p>
-
-<div class="poetry">
-<div class="poem"><div class="stanza">
-<span class="i6">Ven á ser dichosa.<br /></span>
-<span class="i0">¿En qué parte del mundo ha de faltarnos<br /></span>
-<span class="i0">Un albergue, mi bien? Rompe, aniquila<br /></span>
-<span class="i0">Esos que contrajiste horribles lazos.<br /></span>
-<span class="i0">Los amantes son sólo los esposos,<br /></span>
-<span class="i0">Su lazo es el amor: ¿cuál hay más santo?<br /></span>
-<span class="i0">Su templo, el universo: donde quiera<br /></span>
-<span class="i0">El Dios los oye que los ha juntado.<br /></span>
-<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span>
-<span class="i0">. . . . . . . Huyamos: ¿qué otro asilo<br /></span>
-<span class="i0">Pretendes más seguro que mis brazos?<br /></span>
-<span class="i0">Los tuyos bastáranme; y si en la tierra<br /></span>
-<span class="i0">Asilo no encontramos, juntos ambos<br /></span>
-<span class="i0">Moriremos de amor.<br /></span>
-<span class="pagenum"><a name="page_270" id="page_270">{270}</a></span></div></div>
-</div>
-
-<p>Todavía, un año después de representado el <i>Macías</i>, se quejaban los
-escritores clericales de su inmoralidad. «¿Qué impresión&mdash;decía uno
-indignado&mdash;pueden hacer en el corazón de una joven versos tan
-indecentes?»</p>
-
-<p>Vino á colmar el enojo la representación, pocos días después de la del
-<i>Macías</i>, de otro drama, traducido del francés, titulado <i>La nona
-sangrienta</i>. Se dejó adrede en el título la palabra <i>nona</i>, en vez de
-<i>monja</i>, para no alarmar y para engañar á los incautos; pero no valió la
-artimaña, y el arzobispo de Santiago dirigió al gobierno un oficio
-quejándose de la impiedad é inmoralidad de los dramas.</p>
-
-<p>De este oficio no se hizo caso por lo pronto, y siguieron
-representándose dramas inmorales é impíos.</p>
-
-<p>En 1841 había en Santiago una actriz limeña, idolatrada del público, y
-que era una revolución andando. Se llamaba Toribia Miranda. Amunátegui
-la pone por las nubes, y es tal su entusiasmo, que hace recelar que él,
-allá en su mocedad, fué uno de los muchos admiradores de la Toribia:</p>
-
-<p>«Tenía, dice, un instinto artístico admirable. Se introducía
-maravillosamente bajo la piel de la heroina á quien caracterizaba, y
-procedía como tal. Sentía lo que hablaba y lo que accionaba. La pasión
-palpitaba en sus labios. El llanto corría por sus mejillas. La belleza
-de que estaba adornada, contribuía poderosamente á la influencia y
-fascinación que ejercía en el auditorio. Tenía la tez pálida; los ojos
-negros, rasgados, incen<span class="pagenum"><a name="page_271" id="page_271">{271}</a></span>diarios; el cuerpo contorneado y voluptuoso; los
-pies pequeños, y ese donaire que es la sal de su suelo nativo. Los mozos
-se inflamaban con sus miradas. Los viejos perdían el seso con ellas. Los
-sujetos más graves y doctos le componían sonetos y decían en prosa:
-«Esta mujer tiene en su cuerpo todo el fuego de su patria.»</p>
-
-<p>Tal era la actriz destinada á trasplantar en Chile el romanticismo
-vehemente, á pesar de las quejas del arzobispo y del escándalo de los
-timoratos.</p>
-
-<p>La más tremenda batalla que se riñó en esta guerra fué en la
-representación de <i>Angelo, tirano de Padua</i>, de Víctor Hugo. El drama
-fué frenéticamente aplaudido, y no fué menos frenética la protesta que
-se levantó entre los devotos, censurando duramente que la cortesana
-brillase con mengua de la legítima esposa; que el amor impuro se
-albergase en el corazón de todos los personajes, y que la mujer casada
-muriese para el marido y viviese para el amante. El drama fué calificado
-de inmoral en grado sumo por muy respetable porción de la sociedad.</p>
-
-<p>El gobierno tuvo al fin que ceder á las quejas del arzobispo y dirigir
-severa amonestación al censor de teatros, que lo era D. Andrés Bello.</p>
-
-<p>Los dramas románticos siguieron, no obstante, representándose, pero
-mutilados ó desfigurados por la censura.</p>
-
-<p><i>El paje</i>, de García Gutiérrez, se representó con no pocas de estas
-mutilaciones ó cambios.</p>
-
-<p>A veces se cambiaban, no sólo frases, sino los desenlaces, á fin de que
-no fuesen tan tétricos.<span class="pagenum"><a name="page_272" id="page_272">{272}</a></span></p>
-
-<p>En el drama <i>Los hijos de Eduardo</i>, de Delavigne, traducción de Bretón
-de los Herreros, aquellos interesantes niños lograban escapar de la
-Torre de Londres, á despecho de la historia.</p>
-
-<p>Poco á poco fué haciéndose en Chile menos asustadizo el público. La
-censura acabó por consunción; pero hasta más de mediado el siglo
-presente se opusieron en Chile á las libertades del teatro un ardiente
-espíritu religioso y lo que llama Amunátegui <i>la excesiva gazmoñería en
-materia de amor</i>.</p>
-
-<p>El romanticismo tuvo en Chile un eco prodigioso. Los románticos se
-diferenciaban de los demás hombres hasta en el vestido. Los cuatro
-poetas de quienes más se admiraban, procurando imitarlos, eran Víctor
-Hugo, Dumas, Espronceda y Zorrilla. Venía después D. Nicomedes Pastor
-Díaz, cuya <i>Mariposa negra</i> se sabía la juventud de memoria.</p>
-
-<p>Los poetas chilenos, con todo, apenas escribían para el teatro más que
-arreglos y traducciones.</p>
-
-<p>D. Andrés Bello tradujo <i>Teresa</i> y <i>Antony</i>, de Dumas.</p>
-
-<p>D. José Victorino Lastarria arregló <i>El proscrito</i>, de Federico Soulié.</p>
-
-<p>D. Santiago Urzúa tradujo <i>Pablo el marino</i>, de Dumas.</p>
-
-<p>Y D. Juan García del Río, <i>Pizarro</i>, tragedia en cinco actos, de
-Sheridam.</p>
-
-<p>El primer drama romántico original que se representó en Chile, con éxito
-muy lisonjero, fué producción de un hijo de D. Andrés Bello, llamado D.
-Carlos. El drama se titulaba <i>Los amores<span class="pagenum"><a name="page_273" id="page_273">{273}</a></span> del poeta</i>, y se representó en
-1842. Era de lo más poético, exaltado y lleno de lirismo.</p>
-
-<p>D. Carlos Bello, que sin duda tenía notable talento de poeta, dejó por
-concluir otro drama titulado <i>Inés de Mantua</i>, cuyo principal héroe era
-César Borgia. D. Carlos Bello murió muy joven, y este segundo drama se
-ha perdido.</p>
-
-<p>Poco después del estreno de <i>Los amores del poeta</i> empieza á figurar en
-la no larga lista de los autores dramáticos de Chile un español que,
-como Mora, emigró á Chile, mal avenido con el gobierno absoluto de
-Fernando VII, y contribuyó muchísimo al desenvolvimiento intelectual de
-aquel país. Tuvo colegio, primero en Buenos Aires y después en Santiago,
-y por él fueron educados no pocos personajes ilustres de aquellas
-repúblicas.</p>
-
-<p>Este español, aunque hijo de francés, había nacido en San Felipe de
-Játiva, y se llamaba D. Rafael Minvielle.</p>
-
-<p>Era gran matemático, á más de ser literato y poeta, y hablaba con igual
-perfección el francés, idioma de su padre, y el castellano, lengua de su
-madre y suya.</p>
-
-<p>Minvielle vivió en Chile hasta principios del año pasado de 1887, en que
-ocurrió su muerte, siendo tan lamentada cuanto encomiado él por haber
-sido de los que más cooperaron, durante medio siglo, al progreso
-intelectual de aquella república, como maestro, como empleado en
-administración y en Hacienda, y como escritor infatigable, ya
-componiendo obras originales, ya traduciendo.<span class="pagenum"><a name="page_274" id="page_274">{274}</a></span></p>
-
-<p>Su drama <i>Ernesto</i>, representado en 1842, fué aplaudido y encomiado. En
-su primera representación, la Toribia Miranda «arrancó muchas lágrimas á
-las señoritas concurrentes».</p>
-
-<p>Aunque Minvielle era medio francés, se consideraba tan español, que
-durante la última guerra de España con Chile no quiso permanecer en
-aquella república, y se fué á Buenos Aires, de donde no volvió hasta que
-se ajustó la tregua, que fué la paz sin el nombre.</p>
-
-<p>Aquí casi puede decirse que termina la historia de la literatura
-dramática en Chile.</p>
-
-<p>La mojigatería, según el Sr. Amunátegui, ha sido causa de que el teatro
-chileno, como fecundo ramo del español, no haya florecido todo lo que
-debiera.</p>
-
-<p>Tres puntos toca el Sr. Amunátegui extensamente al terminar su libro,
-que son como síntomas de que la mojigatería va á pasar y de que el
-teatro va á florecer en Chile.</p>
-
-<p>Estos tres puntos no son en realidad tres puntos, sino tres personas
-hechas y derechas, que han venido sucesivamente á prestar atractivo casi
-irresistible á las representaciones teatrales chilenas, á vencer la
-repugnancia de los timoratos, y á dar fuego á la inspiración dramática
-de los autores.</p>
-
-<p>Fué la primera persona, en el tiempo aún del romanticismo, una gentil
-bailarina de Chile, llamada Carmen Pinilla, á quien apellidaban la
-Terpsícore araucana y la Sílfide de los Andes. Dicen que era el genio
-alado de la <i>zamacueca</i>.</p>
-
-<p>Tenía otra hermana, notable también, aunque<span class="pagenum"><a name="page_275" id="page_275">{275}</a></span> no tanto. Cuando se las
-mentaba juntas, se las designaba con el nombre de las <i>Petorquinas</i>;
-pero la Carmen era la que se llevaba la palma.</p>
-
-<p>Dos cosas consiguió esta Carmen: la primera suscitar aún una tremenda y
-postrera lucha entre despreocupados y timoratos, horrorizados aquéllos y
-entusiasmados éstos por la ágil, gallarda y hermosa bailarina, que
-enviaba su retrato con el anuncio de su beneficio; «para quien vestirse
-de gasa transparente era casi desnudarse, y que ostentaba su carne
-juvenil á la luz de la batería escénica ante la vista de dos mil
-espectadores».</p>
-
-<p>El segundo triunfo fué la sumisión del baile al teatro, y la
-consiguiente decadencia de las <i>chinganas</i>, visto que el baile chileno
-formaba estrecha alianza con el histrionismo.</p>
-
-<p>Después, ya en 1885, hay un momento solemne para el teatro de Chile.
-Amunátegui se entusiasma y dice: que sus jóvenes compatriotas van á
-sentir bullir en sus cabezas magníficas escenas; que un choque ligero
-hará saltar la chispa eléctrica; que una frase va á revelar una vocación
-ó á poner de manifiesto una aptitud; que el teatro va á florecer en
-Chile, y que una semilla que el viento trae de tierras remotas va á
-convertirse en árbol majestuoso ó en flor espléndida.</p>
-
-<p>Todo este alegre y entusiasta vaticinio le produjo la llegada á Chile
-del actor D. Rafael Calvo con una compañía dramática en que figuraban su
-hermano D. Ricardo, D. Donato Jiménez y las Sras. Contreras, Revilla,
-Casa y Tobar.</p>
-
-<p>Fueron extraordinarios los aplausos y la simpatía que ganaron en Chile
-los cómicos españo<span class="pagenum"><a name="page_276" id="page_276">{276}</a></span>les. Amunátegui considera á la compañía como una de
-las mejores y más completas que por allí habían ido, y á su director D.
-Rafael Calvo le llama artista eminente.</p>
-
-<p>Por último, la tercera persona cuyo advenimiento á su país celebra
-Amunátegui, como despertadora también del ingenio dramático de los
-chilenos, es la célebre actriz francesa Sarah Bernhardt.</p>
-
-<p>Estuvo ésta en Chile en 1886 con una compañía de representantes
-franceses. Las obras que representó fueron <i>Fedora</i>, <i>La Dama de las
-camelias</i>, <i>Fedra</i>, <i>Frou-Frou</i>, y no sé si otras.</p>
-
-<p>A estas representaciones acudió muchísima gente, á pesar de ser en un
-idioma extraño que no es razonable exigir que en Chile conozca un
-numeroso público, hasta el extremo de comprender todos los primores y
-matices de las palabras y frases. Debe de haber, no obstante, en Chile
-muchos sujetos que sepan muy bien el francés, y no pocos tan aficionados
-á la literatura y arte dramáticos, que para comprender á fondo á la
-actriz leerían y estudiarían el drama antes de ir á verle representado.
-Lo cierto es que Sarah Bernhardt fué muy aplaudida, y perfectamente
-comprendida por el público y por los críticos chilenos.</p>
-
-<p>No se cumplió la profecía del elegante crítico francés Julio Lemaître,
-quien, al despedir á la actriz, en el <i>Journal des Débats</i>, con la tan
-acostumbrada <i>outrecuidance</i> parisina, le dice: «Vais á exhibiros allí
-ante hombres de poco arte y de poca literatura, que os estimarán mal,
-que os mirarán con los mismos ojos que á un ternero<span class="pagenum"><a name="page_277" id="page_277">{277}</a></span> de cinco patas, y
-que no comprenderán vuestro talento sino porque pagarán caro el veros.»</p>
-
-<p>Sin duda que en Chile pagaron caro, pero comprendieron el talento de
-Sarah Bernhardt sin apelar á consideraciones crematísticas y sin
-calentarse demasiado la cabeza, pues al cabo el talento de Sarah
-Bernhardt no es asunto tan embrollado y sublime que requiera cursar los
-<i>boulevares</i> de París para penetrar bien en todos sus misteriosos
-abismos y remontar el espíritu á todas sus sobrehumanas elevaciones.</p>
-
-<p>Otro temor manifestó además Julio Lemaître, que por dicha no se ha
-realizado: que Sarah Bernhardt se resabiase é inficionase para agradar á
-los sudamericanos. Sarah Bernhardt ha vuelto á París sana y salva á
-pesar de la tremenda prueba. Los sudamericanos se la han restituído á
-Julio Lemaître artísticamente intacta y sin ningún resabio ni vicio
-paladino.</p>
-
-<p>Julio Lemaître, lleno con esto de gratitud, casi elogia á los
-sudamericanos, allá á su manera; los llama candorosos, sensuales,
-bulliciosos y buenos; les ruega que no se enojen si los <i>vaudevillistas</i>
-parisienses los ponen á veces en caricatura. Y para consolarlos de que
-en París los pinten grotescos, les dice: «Las pobres niñas que, entre
-nosotros, viven del amor, tienen predilección hacia vosotros, porque
-sois generosos, y os buscan cuando venís á París.» ¿Qué más pueden,
-pues, desear los sudamericanos que ser buscados por estas <i>pobres
-niñas</i>, que quieren traspasarles el epíteto de <i>pobres</i> y quedarse sin
-él?</p>
-
-<p>La suave longanimidad con que responde el se<span class="pagenum"><a name="page_278" id="page_278">{278}</a></span>ñor Amunátegui á las
-citadas impertinencias de Julio Lemaître, las pone más de realce y las
-hace más ridículas.</p>
-
-<p>En resolución, el libro del Sr. Amunátegui, á más de ser muy ameno y de
-demostrar, como todos los suyos, gran discreción, mucha diligencia para
-allegar datos, y alta y serena imparcialidad en los juicios, nos da á
-conocer algo que podemos considerar como parte de nuestra total historia
-literaria y artística, y nos muestra y describe extensas regiones, de
-donde pueden venir á esta Península riquezas que acrecienten el tesoro
-intelectual de nuestra raza y lengua, y adonde pueden ir también
-nuestros artistas y nuestras obras literarias, y aun nuestros autores,
-como Mora y Minvielle, á ganar honra y provecho.</p>
-
-<p>El viaje á la América del Sur del actor Rafael Calvo, cuya reciente y
-temprana muerte deploramos hoy, probó lo que valen para las artes y
-letras de España aquellas repúblicas. Se cuenta un rasgo de Calvo, que
-le honra mucho, y que voy á referir para excitar la emulación y para
-corroborar mis asertos. Al volver de su excursión por América, y sin
-ninguna obligación legal que cumplir, Calvo entregó á D. José Echegaray
-una buena cantidad de dinero, como producto de los dramas suyos que en
-aquel Nuevo Mundo español había representado, fijando para ello el mismo
-tanto por ciento que cobran en Madrid los autores.<span class="pagenum"><a name="page_279" id="page_279">{279}</a></span></p>
-
-<h2><a name="INDICE" id="INDICE"></a>ÍNDICE</h2>
-
-<table border="0" cellpadding="4" cellspacing="0" summary="">
-
-<tr><td>&nbsp;</td><td class="rt"><small>PÁGINAS</small></td></tr>
-<tr><td valign="top"><span class="smcap"><a href="#CARTAS_AMERICANAS">Carta-dedicatoria</a></span></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_v">v</a></td></tr>
-
-<tr><td valign="top"><a href="#SOBRE_VICTOR_HUGO">Sobre Víctor Hugo</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_1">1</a></td></tr>
-
-<tr><td valign="top"><a href="#EL_PERFECCIONISMO_ABSOLUTO">El perfeccionismo absoluto</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_11">11</a></td></tr>
-
-<tr><td valign="top"><a href="#POESIA_ARGENTINA">Poesía argentina</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_51">51</a></td></tr>
-
-<tr><td valign="top"><a href="#EL_PARNASO_COLOMBIANO">El Parnaso Colombiano</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_121">121</a></td></tr>
-
-<tr><td valign="top"><a href="#AZUL">Azul</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_213">213</a></td></tr>
-
-<tr><td valign="top"><a href="#EL_TEATRO_EN_CHILE">El Teatro en Chile</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_239">239</a></td></tr>
-</table>
-
-<hr class="full" />
-
-
-
-
-
-
-
-<pre>
-
-
-
-
-
-End of the Project Gutenberg EBook of Cartas americanas, by Juan Valera
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK CARTAS AMERICANAS ***
-
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-Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
-
-Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
-electronic works in formats readable by the widest variety of computers
-including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
-because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
-people in all walks of life.
-
-Volunteers and financial support to provide volunteers with the
-assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
-goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
-remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
-Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
-and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
-To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
-and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
-and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
-
-
-Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
-Foundation
-
-The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
-501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
-state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
-Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
-number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
-http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg
-Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
-permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
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-The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
-Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
-throughout numerous locations. Its business office is located at
-809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
-business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact
-information can be found at the Foundation's web site and official
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- Chief Executive and Director
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-Literary Archive Foundation
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