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You may copy it, give it away or -re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included -with this eBook or online at www.gutenberg.org/license - - -Title: Cartas americanas - -Author: Juan Valera - -Release Date: August 20, 2020 [EBook #62984] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK CARTAS AMERICANAS *** - - - - -Produced by Chuck Greif and the Online Distributed -Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This file was -produced from images available at The Internet Archive) - - - - - - - - - - BIBLIOTECA DE AUTORES CÉLEBRES - - - I - - - OBRAS DE DON JUAN VALERA - -DE VENTA EN ESTA CASA - - -PEPITA JIMÉNEZ; octava edición; un volumen - en 12.º 2,50 ptas. - -LAS ILUSIONES DEL DOCTOR FAUSTINO; - dos volúmenes en 12.º 5 » - -DAFNIS Y CLOE (traducción del griego); un - volumen en 12.º 3 » - -ESTUDIOS CRÍTICOS; segunda edición; tres - volúmenes en 12.º 9 » - -DISERTACIONES Y JUICIOS LITERARIOS; - dos volúmenes en 12.º 6 » - -CUENTOS Y DIÁLOGOS; un volumen en 12.º 2,50 » - -ALGO DE TODO: un ídem íd. 2,50 » - -PASARSE DE LISTO; un ídem íd. 2,50 » - -POESÍA Y ARTE DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA - Y SICILIA (traducción del alemán); - tres volúmenes en 12.º 9 » - -DOÑA LUZ; un volumen en 8.º 2,50 » - -TENTATIVAS DRAMÁTICAS; un ídem íd. 2,50 » - -CANCIONES, ROMANCES Y POEMAS; un - ídem íd. 5 » - -CUENTOS, DIÁLOGOS Y FANTASÍAS; un - ídem íd. 5 » - -NUEVOS ESTUDIOS CRÍTICOS; un ídem íd. 5 » - -PEPITA JIMÉNEZ y EL COMENDADOR - MENDOZA; un ídem íd. 5 » - -DOÑA LUZ y PASARSE DE LISTO; un ídem íd 5 » - -APUNTES SOBRE EL NUEVO ARTE DE - ESCRIBIR NOVELAS; un tomo en 8.º de - 263 páginas 3 » - - * * * * * - -Á la primera serie de las =Cartas americanas= de D. Juan Valera seguirá -muy en breve un tomo conteniendo poesias inéditas del gran poeta D. José -Zorrilla. - -Para los tomos sucesivos de esta _Biblioteca_ contamos con obras de los -Sres. D. José Zorrilla, don Juan Facundo Riaño, D. Gaspar Núñez de Arce, -don Manuel del Palacio, D. Ramón Rodriguez Correa, D. Jacinto Octavio -Picón, D. Salvador Rueda y otros. - - - - - BIBLIOTECA DE AUTORES CÉLEBRES - - CARTAS AMERICANAS - - DON JUAN VALERA - - PRIMERA SERIE - - [Illustration] - - MADRID - FUENTES Y CAPDEVILLE - - M DCCC LXXXIX - - - ES PROPIEDAD - - MANUEL MINUESA DE LOS RÍOS, IMPRESOR - Miguel Servet, 13--Teléfono 651 - - - - - AL EXCMO. SEÑOR - - Don Antonio Cánovas del Castillo - - -Mi querido amigo: Como pobre muestra de la buena amistad que, desde hace -años, me une á Ud., y de la gratitud que le debo por el benigno prólogo -que escribió para mis novelas, dedico á Ud. este librito, donde van -reunidas algunas de mis cartas sobre literatura de la América española. - -Espero que sea Ud. indulgente conmigo y que acepte gustoso la ofrenda, á -pesar de su corta ó ninguna importancia. - -Yo entiendo, sin afectación de modestia, que mi trabajo es ligerísimo; -pero la intención que me mueve y el asunto de que trato le prestan -interés, del cual Ud., que con tanto fruto cultiva la historia política -de nuestra nación, sabrá estimar el atractivo. - -Breve fué la preponderancia de los hombres de nuestra Península en el -concierto de las cinco ó seis naciones europeas que crearon la moderna -civilización y por toda la tierra la difundieron; mas, á pesar de la -brevedad, la preponderancia fué gloriosa y fecunda. Completamos casi, -gracias á navegantes y descubridores atrevidos y dichosos, el -conocimiento del planeta en que vivimos; ampliando el concepto de lo -creado, despertamos é hicimos racional el anhelo de explorarlo y de -explicarlo por la ciencia; abrimos y entregamos á la civilización -inmensos continentes é islas; y luchamos con fe y con ahinco, ya que no -con buena fortuna, porque la excelsa y sacra unidad de esa civilización -no se rompiera. - -Nuestra caída fué tan rápida y triste como portentosa fué nuestra -elevación por su prontitud y magnificencia. Tiempo há que usted, con -tanto saber como ingenio crítico, procura investigar las causas. Yo, por -mi parte, ora me inclino á imaginar que lo colosal del empeño nos agotó -las fuerzas; ora que por combatir en favor de principios que iban á -sucumbir, sucumbimos con ellos; ora que la perseverante energia de la -voluntad nos dió el imperio, en momento propicio, cuando por la -invención de la pólvora y de la imprenta prevalecieron las calidades del -espíritu sobre la fuerza material y bruta; imperio, que perdimos pronto, -cuando vino á prevalecer otra fuerza, también material, aunque más -alambicada: la que nace de las riquezas, creadas por la industria y por -el trabajo metódico, bien ordenado, y combinado con el ahorro, en todo -lo cual no descollamos nunca. - -No son mías, sino en muy pequeña parte, esta atrevida opinión y esta más -atrevida explicación de tan alto punto histórico: son de aquel -discretísimo fraile dominicano Tomás Campanella, que dice: _At postquam -astutia plus valuit fortitudine, inventaeque typographiae et tormenta -bellica, rerum summa rediit ad hispanos, homines sane impigros, fortes -et astutos._ - -Como quiera que sea, nuestra decadencia llegó, á mi ver, á su colmo, en -el primer tercio de este siglo, cuando acabó de desbaratarse el imperio -que habíamos fundado, naciendo de la separación de las colonias muchas -independientes Repúblicas. - -Continuas guerras civiles, y estériles y sangrientas revoluciones, aquí -y allí, nos trajeron á tan mísero estado, que nuestros corazones se -abatieron, y del abatimiento nació la recriminación desdeñosa. - -Los americanos supusieron que cuanto malo les ocurría era transmisión -hereditaria de nuestra sangre, de nuestra cultura y de nuestras -instituciones. Algunos llegaron al extremo de sostener que, si no -hubiéramos ido á América y atajado, en su marcha ascendente, la cultura -de Méjico y del Perú, hubiera habido en América una gran cultura -original y propia. Nosotros, en cambio, imaginamos, ya que las razas -indígenas y la sangre africana, mezclándose con la raza y sangre -españolas, las viciaron é incapacitaron; ya que bastó á los criollos el -pecado original del españolismo para que, en virtud de ineludible ley -histórica, estuviesen condenados á desaparecer y perderse en otras razas -europeas, más briosas y entendidas. - -El mal concepto que formamos unos de otros, al transcender de la -desunión política, estuvo á punto de consumar el divorcio mental, -cimentado en el odio y hasta en el injusto menosprecio. - -Miras y proyectos ambiciosos, renacidos en España, en ocasiones en que -esperábamos salir de la postración, como los conatos de erigir un trono, -en el Ecuador ó en Méjico, para un príncipe ó semipríncipe español, y -empresas y actos impremeditados, como la anexión de Santo Domingo, la -guerra contra Chile y el Perú y la expedición á Méjico, aumentaron la -malquerencia de la metrópoli y de las que fueron sus colonias. - -Durante este período, si la cultura inglesa hubiese sido más -comunicativa, hubiera penetrado en las repúblicas hispano-americanas; -pero no lo es, y así apenas se sintió su influjo. Francia, por el -contrario, ejerció poderosamente el suyo, que es tan invasor, é informó -el movimiento intelectual y fomentó el progreso de la América española, -aunque sin borrar, por dicha, ni desfigurar su ser castizo y las -condiciones esenciales de su origen. - -Hoy parecen ó terminados ó mitigados, tanto en América como en España, -aquella fiebre de motines y disturbios, y aquel desasosiego incesante -de la soldadesca, movida por caudillos ambiciosos, no siempre ilustrados -y capaces, y aquel malestar que era consiguiente. - -Más sosegados y menos miserables, así los pueblos de la América española -como los de esta Península, se observan con simpática curiosidad, -deponen los rencores, confían en el porvenir que les aguarda; y, sin -pensar en alianzas ni confederaciones que tengan fin político práctico, -pues la suma de tantas flaquezas nada produciría equivalente á los -medios y recursos de cualquiera de los cuatro ó cinco Estados que -predominan, piensan en reanudar sus antiguas relaciones, en estrechar y -acrecentar su comercio intelectual, y en hacer ver que hay en todos los -países de lengua española cierta unidad de civilización que la falta de -unidad política no ha destruído. - -Así va concertándose algo á modo de liga pacífica. Para los -circunspectos y juiciosos es resultado satisfactorio el reconocer que la -literatura española y la hispano-americana son lo mismo. Contamos y -sumamos los espíritus, y no el poder material, y nos consolamos de no -tenerle. Todavía, después de la raza inglesa, es la española la más -numerosa y la más extendida por el mundo, entre las razas europeas. - -A restablecer y conservar esta unidad superior de la raza no puede -desconocerse que ha contribuído como nadie la Academia Española. Las -Academias correspondientes, establecidas ya en varias Repúblicas, forman -como una confederación literaria, donde el centro académico de Madrid, -en nombre de España, ejerce cierta hegemonía, tan natural y suave, que -ni engendra sospechas, ni suscita celos ó enojos. - -En esta situación, se diría que nos hemos acercado y tratado. Apenas hay -libro, que se escriba y se publique en América, que no nos le envíe el -autor á los que en España nos dedicamos á escribir para el público. Yo, -desdo hace seis ó siete años, recibo muchos de estos libros, pocos de -los cuales entran aún en el comercio de librería, aquí desgraciadamente -inactivo. - -Cualquiera que procure darlos á conocer entre nosotros, creo yo que -presta un servicio á las letras, y contribuye á la confirmación de la -idea de unidad, que persiste, á pesar de la división política. - -La América española dista mucho de ser mentalmente infecunda. - -Desde antes de la independencia compite con la metrópoli en fecundidad -mental. En algunos países, como en Méjico, se cuentan los escritores por -miles, antes de que la República se proclamase. Después, y hasta hoy, la -afición á escribir y la fecundidad han crecido. En ciencias naturales y -exactas, y en industria y comercio, la América inglesa, ya -independiente, ha florecido más; pero en letras es lícito decir sin -jactancia que, así por la cantidad como por la calidad, vence la -América española á la América inglesa. - -Tal vez se acuse á la América española de exuberancia en la poesía -lírica; pero ya se advierten síntomas de que esto habrá de remediarse, -yendo parte de la savia que hoy absorbe el lirismo á emplearse en -vivificar otras ramas del árbol del saber y del ingenio. La crítica, la -jurisprudencia, la historia, la geografía, la lingüística, la filosofía -y otras severas disciplinas cuentan ya en América con hábiles, -laboriosos y afortunados cultivadores. Baste citar, en prueba, y según -acuden á mi memoria, los nombres de Alamán, Calvo, García Icazbalceta, -Bello, Montes de Oca, Rufino Cuervo, Miguel Antonio Caro, Arango y -Escandón, Francisco Pimentel, Liborio Cerda y Juan Montalvo. - -Mis cartas carecen de verdadera unidad. Son un conato de dar á conocer -pequeñísima parte de tan extenso asunto. Las dirijo á autores que me han -enviado sus libros. No son obra completa, sino muestra de lo que he de -seguir escribiendo, si el público no me falta. Como noticias y juicios -aislados, sólo podrán ser un día un documento más para escribir la -historia literaria de _las Españas_ en el siglo presente. Porque las -literaturas de Méjico, Colombia, Chile, Perú y demás repúblicas, si bien -se conciben separadas, no cobran unidad superior y no son literatura -general hispano-americana, sino en virtud de un lazo, para cuya -formación es menester contar con la metrópoli. - -En fin, tal cual es este librito, yo tengo verdadera satisfacción en -dedicársele á Ud., aprovechando esta ocasión de reiterarle el testimonio -de la gratitud que le debo y de la amistad que siempre le he -consagrado. - - - - -CARTAS AMERICANAS - - - - -SOBRE VÍCTOR HUGO - - -_27 de Febrero de 1888._ - -Á UN DESCONOCIDO - -Muy señor mío: La carta que Ud. me dirige, ocultando su nombre, llegó á -mi poder pocos días há con el periódico en que viene inserta, _La -Miscelánea_, revista literaria y científica que se publica en Medellín, -república de Colombia. A pesar de lo indulgente, fino y hasta cariñoso -que está Ud. conmigo, lo cual me lisonjea en extremo, no he de negar, -aunque lo achaque Ud. á soberbia, que me han dolido sus impugnaciones y -que me siento picado y estimulado á replicar á ellas. Ya hace meses que -recibí otra revista colombiana, que también me impugnaba y por el mismo -motivo. El que escribió este otro artículo en contra mía y le publicó en -la revista de Bogotá titulada _El Telegrama_, daba su nombre: era el Sr. -Rivas Groot, á quien debe Ud. de conocer. - -A él y á Ud. voy á contestar en esta carta, á ver si logro justificarme. - -No es posible que Ud. se figure bien cuánto nos halaga, á los que en -esta Península, donde se lee poquísimo, nos dedicamos á la literatura, -que por esas regiones transatlánticas nos lean ustedes y nos hagan algún -caso. - -Así es que deseamos conservar el buen concepto en que Uds. tan -generosamente nos tienen, y defendernos de cualquiera inculpación que -tire á menoscabarle. - -Usted y el Sr. Rivas Groot me acusan de Zoilo; de que procuro rebajar el -mérito de Víctor Hugo. Pero aunque fuera así, ¿es Víctor Hugo -inexpugnable y está por cima de toda crítica? Los fallos que se han dado -en su favor, ¿son tan sin apelación que le dejen más á salvo de todo -ataque que á Calderón ó á Shakspeare, pongo por caso? Pues bien: el -valor de estos dos insignes poetas ha sido de harto distinta manera -ponderado y tasado. ¿Qué distancia no hay entre el mediano aprecio que -concede Sismondi á Calderón y la idolatría con que le veneran Schack y -ambos Schlegel? ¿Seguiremos á Voltaire y á Moratín, ó á Emerson y á -Carlyle, para marcar los grados de entusiasmo que debe inspirarnos el -autor de _Hamlet_? - -La verdad es que si hay una inconcusa filosofía del arte, una estética -perenne, no se funda en ella hasta ahora ningún inalterable código -universal, ó sea ordenada recopilación de reglas con sujeción á las -cuales se ejerza la crítica. Y aun dado que el código exista, yo creo -que ha de ser difícil de interpretar y de aplicar, cuando tanta -discrepancia se nota en los juicios, no ya sobre un singular autor, sino -sobre siglos enteros de la literatura de todas las naciones. - -Hasta hace pocos años la critica ilustrada afirmaba que casi toda -literatura era bárbara é insufrible, salvo en los cuatro siglos de -Pericles, Augusto, León X y Luis XIV, á los cuales correspondían las -cuatro Poéticas de Aristóteles, Horacio, Vida y Boileau. Ahora hemos -venido á dar en el extremo contrario. El _Mahabarata_, el _Ramayana_, -los _Edas_ y el _Nibelungenlied_, parecen á muchos mejor que la -_Eneida_, y el _Minnegesang_ mejor que las Odas de Píndaro y del -Venusino. - -Sin duda que se ha adelantado mucho en Estética. Sin duda que la -erudición ha traído de remotos países ó ha desenterrado del polvo de las -Bibliotecas ignorados tesoros literarios. Idiomas, civilizaciones -enteras, himnos, dramas, epoyeyas, todo ha vuelto á la luz. Ha habido y -hay renacimiento universal y cosmopolita. Pero ¿no recela Ud. que tanta -novedad nos deslumbre y atolondre? ¿No podremos decir, citando lo del -antiguo romance, - - Con la grande polvareda - Perdimos á don Beltrane? - -Y este don Beltrane, en el caso presente, ¿no será quizás el sentido -común, ó, mejor dicho, el recto y reposado juicio? - -La crítica antes no era tan profunda: no se fundaba en filosofías, que -el crítico á menudo no entiende, sino que se fundaba en cualquiera de -las cuatro ya citadas Poéticas, ó en todas ellas, á cuyos preceptos, -convengo en que muy literalmente interpretados, solía ceñirse el que -criticaba; pero hoy se va éste por los cerros de Úbeda, arma un -caramillo de sutilezas, abre abismos rellenos de inefables sentimientos -y pensamientos, y se empeña en convencernos de todo lo que se le antoja, -haciéndonos tragar como sublimidades mil rarezas y como maravillas del -_genio_ mil extravagancias. - -Contra estas extravagancias y rarezas, que yo no quiero tragar, y de -cuya bondad no logra nadie convencerme, es contra lo que yo voy. A -Víctor Hugo, aunque abunda en ellas como el conjunto de mil autores de -los más extravagantes, yo le celebro, tal vez en demasía. Yo he llegado -á decir que pongo á Víctor Hugo en el trono como rey de los poetas de -nuestro siglo por su fecundidad, por su pujanza de imaginación y por -otras prendas, si bien Goethe era más profundo y más sabio; y Leopardi, -que también sabía más, era más elegante, y más sentido, y más limpio y -hermoso en la forma; y Manzoni y Whittier y Quintana, más firmes, -constantes, fieles y sinceramente convencidos en sus opiniones y -doctrinas; y Zorrilla, más espontáneo, más rico de frescura y menos dado -á rebuscar pomposidades enormes para llamar la atención. - -Sin rayar en delirio no se puede hacer mayor elogio de Víctor Hugo, á -pesar de las cortapisas. Ni Ud. ni el Sr. Rivas Groot debieran ponerme -pleito, sino los aficionados de Espronceda, de Heine, de Shelley, de -Byron, de Moore, de Tennyson, de Garrett, de Miskiewicz, de Lermontoff, -de Puschkin y de tantos otros á quienes dejo tamañitos. - -Y no hay contradicción en mí, como supone el Sr. Rivas Groot. Si hay -contradicción, está en la misma naturaleza de las cosas. Ni yo me -contradigo elogiando en general y tratando luego, en los pormenores, de -hacer añicos el ídolo que he levantado. El ídolo quedaría en pie, aunque -de mi voluntad dependiese derribarle; pero lo que hay en él de feo y de -deforme no se lo quitarán de encima sus más elocuentes adoradores. - -¿Fué ó no fué Góngora un excelente é inspirado poeta? ¿Quién se atreverá -á negar que lo fué? Sus romances, sus letrillas, algunos sonetos, la -canción á la Invencible Armada, dan de ello claro é irrefragable -testimonio. Hasta en el _Polifemo_ y en las _Soledades_ su ingenio -resplandece. Pero ¿será menester, á fin de no incurrir en contradicción, -cerrar los ojos y no ver los desatinos, las extravagancias y el perverso -gusto que afean las _Soledades_, el _Polifemo_ y otras obras de mi -egregio paisano? - -Hágase Ud. cuenta de que Víctor Hugo es algo semejante: es un Góngora -francés de nuestros días. Ha escrito más que Góngora, y ha tenido más -aciertos, y ha creado más bellezas que Góngora; pero también ha dicho -muchísimos más disparates. Si me pusiera yo á sacarlos á relucir, ni en -cuatro ó cinco tomos gordos lo conseguiría. Me remito, por lo tanto, y -para abreviar, á los que ya puse en mis _Apuntes sobre el nuevo arte de -escribir novelas_. Si todo lo citado allí no es desatinado, por la forma -ó por el fondo, ó por forma y fondo á la vez, sin duda que soy yo el -desatinado, y no discuto y me doy por vencido. Al público imparcial y -juicioso apelo. Aquí sólo voy á replicar á las razones que da Ud. para -demostrar que dos ó tres de esas frases, que cito yo como grotescas, -encierran pensamientos profundos y son como un pozo de insondables -filosofías. - -Á Nuestro Señor Jesucristo se le representa simbólicamente bajo el -nombre de _león_ y bajo la figura de _cordero_. Es el León de Judá, es -el Cordero de Dios, que lleva los pecados del mundo; pero ambos nombres -están ya consagrados: por cerca de veinte siglos el de _cordero_, y el -de _león_ por mucho más: lo menos desde los tiempos de Isaías. Ambos -nombres de _león_ y de _cordero_ responden á un simbolismo propio de las -lenguas y costumbres del antiguo Oriente. Y en el día de hoy no chocan, -antes gustan, bien empleados, aunque no se apliquen á Cristo. De un -militar animoso y fuerte se dice que es un león, y de un joven inocente -y manso se puede decir, en son de elogio, que es un cordero. Pero, señor -desconocido, por las ánimas benditas, ¿habilita esto y faculta á nadie -para llamar también á Cristo _inmensa lechuza de luz y de amor_, aunque -en francés sea más eufónico que en castellano el nombre de lechuza? Las -comparaciones de dioses, de héroes, de semidioses y hasta de hombres con -animales no se aguantan hoy, ni se oyen sin risa, como no sean de las ya -consagradas por miles de años, ó de las que se hacen con suma habilidad, -entre las cuales no es posible poner la de lechuza aplicada á Cristo, -aunque la lechuza sea emblema de vigilancia, de sabiduría y de otras -cosas muy estimables. En lo antiguo había cierta candidez que consentía -esto; pero ¿cómo tomar hoy la misma venia? Homero compara á los -guerreros á las moscas, que acuden á un tarro de leche, y á las grullas, -que van á combatir á los pigmeos, y compara á Ulises con un carnero -lanudo, y á Ayax, defendiendo el cuerpo de Patroclo, á pesar de tanto -troyano como embiste y cae sobre él, á un burro terco y hambriento, que -sigue pastando, á pesar de los muchos villanos armados de estacas que le -sacuden para alejarle del pasto. Todo esto es precioso, y nos hace -muchísima gracia en Homero; pero ¿quién no se burlaría ó se indignaría -si comparásemos hoy á Napoleón I á un carnero lanudo, y á Daoiz y á -Velarde, que se defienden con igual obstinación que Ayax, á lo mismo que -Homero compara á Ayax? - -Además, Víctor Hugo no se limita á comparar. Con su estilo enfático hace -más: transforma. No es Cristo como una lechuza ó semejante á una -lechuza, sino que es lechuza. - -Sobre otra de mis citas trata Ud. de darme una lección, pero sin motivo. -El vocablo francés _crachat_ significa vulgarmente placa de comendador ó -de caballero gran cruz. Convenido. ¿Cómo he de ignorar yo esto, por -poquísimo francés que sepa? Lo que me sucedió es que al traducir - - _L’univers étoilé est un crachat de Dieu_, - -hallé más grotesca aún la traducción que usted hace que la que yo hice. - -Yo no podía figurarme al Padre Eterno de uniforme, con sus grandes -cruces colgando, y hasta con espadín y sombrero de tres picos. Vea usted -por qué no traduje que el cielo estrellado era la placa de Dios. Pase -porque sea el cielo estrellado el manto de Dios, su vestidura, su -túnica; pero su _crachat_....., vamos, esto es ya demasiado. Todavía, á -pesar del alto concepto metafísico y todo espiritual que hoy tenemos de -Dios, se consiente que, por la larga costumbre, nos le representemos, -valiéndonos de imagen material, como un anciano venerable, con luengas y -flotantes vestiduras. Lo que no se puede sufrir es representarle con -uniforme de ministro y con placas, aunque sean estas placas soles. Sin -duda que uniforme y placas tan desmedidos tienen cierta sublimidad -matemática, y corresponden á la inmensidad de Dios por lo extenso; pero -hay bastante grosería materialista y risible en figurarse á Dios así, -como un ser excesivamente corpulento y vestido á la moda de nuestros -días. - -Además, habiendo en francés la palabra _placa_, valerse de la palabra -_crachat_, más innoble y muy anfibológica, me pareció tan fuera de lo -que se usa, que no quise yo persuadirme de que Víctor Hugo hacía de Dios -un _Monsieur décoré_. Entendí, pues, que la intención de Víctor Hugo era -la de buscar, no la sublimidad matemática extensa, sino la sublimidad -dinámica, y traduje suavizando, y aun creo que no traduje mal, _El cielo -estrellado es un esputo de Dios_. La imagen tiene de esta suerte sabor á -poema indio, y hace más grande y poderoso á Dios escupiendo el mundo -que llevándole colgado en el uniforme como una venera. - -Más natural que llevar colgado el universo, es en un Dios creador -lanzarle de su boca. Algo, aunque al revés, recuerdo yo haber leído en -el _Ramayana_. Siva, el dios destructor, se encoleriza contra los -sesenta mil hijos del rey Sagara y de su legitima esposa Sumatis, -hermana de Garuda, rey de los pájaros, porque estos príncipes han hecho -doscientas mil insolencias y travesuras, y, sin respeto ni consideración -á las tortugas y elefantes colosales que sostienen la pesadumbre del -mundo, han bajado al abismo. Entonces Siva da un resoplido con las -narices, y los sesenta mil héroes quedan reducidos á ceniza. - -En edades primitivas, cuando, para el vulgo al menos, la idea de la -Divinidad tenía no poco de infantil, es esto extremadamente sublime; -pero en nuestra edad, el poeta que nos quiera representar á Dios -valiéndose de imágenes materiales, por gigantescas que sean, se expone, -á mi ver, á dar en lo ridículo al ir á buscar lo sublime. - -En resolución, y como Ud. mismo declara, yo elogio mucho á Víctor Hugo. -La diferencia entre usted y el Sr. Rivas Groot por un lado, y yo por -otro, está en que yo le elogio á pesar de sus pecados, y Ud. y su -compatriota encarecen el elogio hasta declararle impecable. - -Acaso consista esta diferencia en que Ud. se deja guiar en sus juicios -por una estética muy encumbrada, mientras que yo, aunque gusto de la -estética, y creo que para cierta crítica afirmativa es indispensable, -todavía estimo los antiguos preceptos de las Poéticas, fundadas sólo -acaso en el sentido común, en el buen gusto y en la observación y el -estudio, y creo que dichos preceptos, si no valen para descubrir -bellezas y sublimidades, son infalibles y seguros en lo tocante á -señalar los verdaderos defectos. Y es indudable que estos defectos deben -señalarse, sobre todo en los autores famosos, á quienes suelen imitar -los que empiezan, imitando con más frecuencia los extravíos, porque son -más fáciles de imitar. - -Sólo me queda por decir que agradezco á usted mucho las muestras de -afecto y de estimación que me da en su carta, la cual, aunque no sea -sino por esto, no he querido dejar sin contestación. - - - - -EL PERFECCIONISMO ABSOLUTO - - -_12 de Marzo de 1888._ - -Á D. JESÚS CEBALLOS DOSAMANTES - - -I - -Muy estimado señor mío: Con grande contento y satisfacción de amor -propio he recibido la carta de Ud. y el ejemplar, que la acompañaba, del -interesante libro que Ud. acaba de publicar en esa ciudad de México, y -cuyo título es _El perfeccionismo absoluto. Bases fundamentales de un -nuevo sistema filosófico._ - -Harto bien comprendo el enorme disgusto de usted, después de haber -condenado todas las creencias de sus mayores, renegado de ellas y -quedándose sin fe en nada, sin religión y sin filosofía. Pero si lo que -Ud. piensa ahora no es ilusión, nunca el refrán _no hay mal que por bien -no venga_ pudo ser traído más á cuento. Lícito es afirmar entonces que -la tristísima situación de ánimo en que Ud. se puso, sus dudas y -negaciones ultracartesianas, y el vago y vacilante punto de apoyo que -sólo sostenía, al borde de un abismo el inseguro ingenio de Ud., fueron -á modo de trampolín, que dió empuje á dicho ingenio para brincar y -encaramarse á una altura adonde en balde han aspirado á subir los -sabios, desde Pitágoras, ó desde mucho antes, hasta nuestros días. - -El triunfo de que Ud. se jacta es tan estupendo, es tan soberbio el -_eureka_ de Ud., y es tan precioso el hallazgo, que no ha de extrañar -Ud. ni tomar á mal que yo dude de todo y no acepte nada sin examen. -Usted me honra y me lisonjea mucho consultándome; pero me consulta á -titulo de escéptico, y yo desempeñaría pérfidamente mi papel si no -mostrase mi escepticismo, en lo esencial al menos. - -En lo restante, para no pecar de prolijo, voy á convenir con Ud., y aun -voy á ir más allá: voy á dar por demostrado é innegable, así lo que Ud. -supone descubierto ya por la ciencia experimental, como las hipótesis -plausibles que Ud. aventura. - -De esta suerte, Ud. y yo coincidiremos en la idea que de todo el -universo formamos, y en la marcha que siguen cuantas cosas hay en él, y -principalmente el humano linaje, aproximándose cada vez más á la -perfección. - -Yo sé poquísimo de ciencias naturales y exactas; pero el saber de los -otros suplirá mi saber, y yo me fiaré de lo que Ud. y otros aseguren, y -lo tomaré por cierto. - -No es del caso entrar en pormenores. Voy á decir, en resumen, lo que -tenemos averiguado. - -En el espacio infinito hay innumerable muchedumbre de soles. Poco nos -importa determinar aquí si estos soles giran en torno de otros soles -centrales, se están quietos, ó qué es lo que hacen. Nuestro sol, que es -medianejo, no ha de ser privilegiado ni el único que gaste el lujo de -tener planetas y cometas. Luego habrá de fijo planetas y cometas en -otros soles, y cada uno de ellos formará un sistema solar. Como el globo -en que vivimos, con ser bastante ruin, tiene plantas, animales y -hombres, no podemos negar, sin injusticia y sin soberbia, plantas, -animales y hombres á los otros planetas de nuestro sol, y á los planetas -de otros soles, y á los soles mismos. El modo de vivir, los usos y -costumbres y el ser orgánico de los vivientes serán muy diversos en cada -astro, porque el clima debe de serlo también; pero en cuanto á entender -y á discurrir, por todas partes habrá identidad. En todas partes, tres y -dos serán cinco; dos cosas iguales á una tercera, serán iguales entre -sí; nada podrá ser y no ser al mismo tiempo, etc. - -En lo que nos diferenciaremos será en la cantidad y no en la calidad del -entendimiento. Podemos presumir que en tal planeta están más atrasados -que en éste, y en tal otro están más adelantados. Y podemos presumir -también que hay castas de animales racionales, en otros planetas, -superiores por naturaleza á los que aquí hay; ya que, aun aquí mismo, en -la tierra, hay castas de hombres más listos y capaces que otros, pues no -hemos de negar que los ingleses, por ejemplo, son, hasta por naturaleza, -y no sólo por educación, superiores á los zulúes. - -Dadas ya esta variedad y abundancia de seres que vemos, columbramos ó -suponemos, y con asiento nosotros en este teatro, donde asistimos á un -espectáculo que no tiene fin, ni en el espacio, ni en el tiempo, ó, si -le tiene, va más allá ese fin de la más audaz imaginación y no sólo de -los ojos, tratemos de explicar el origen del espectáculo mismo, si -origen tuvo, y cuál podrá ser su término ó su desenlace, si alguna vez -le tiene. Si hacemos bien esto, construiremos, sin duda, una filosofía -verdadera, y por lo tanto perenne, lo cual no será sólo para mera -curiosidad, sino será asunto de inmenso interés para todos los hombres, -ya que nos hará ver claro cuál es nuestro destino futuro y las causas y -propósitos de cuanto existe. - -Yo creo que, á pesar del telescopio y del espectroscopio, no estamos aún -muy al corriente de lo que pasa en el universo, y que, por arte -experimental ó de observación, sólo conocemos del universo un mezquino -rinconcillo, y éste mal y de modo somero. Me allano, no obstante, á -aceptar con Ud. lo que Ud., no por experiencia, sino por analogía -infiere, y doy por verdad el progreso como ley cósmica. - -Dice Ud. que nada sale de la nada, y que la sustancia, la materia prima, -lo que es, llámese como se llame, existe _ab aeterno_. Sea así. Aunque -se me ocurre una grave dificultad, no quiero reparar en ella. Toda la -sustancia ha estado en el caos hasta que el universo empezó á formarse. -Salió del caos el calor, salió la luz y empezó el progreso. Si -supusiésemos ó imaginásemos que antes de este universo progresivo, y -antes del caos, hubo algún otro universo que volvió á dicho caos, todo -nuestro sistema se hundiría. Adiós, progreso seguro, infalible y sin -fin. Así como pudo destruirse otro universo anterior, podría éste -destruirse también, y entonces todas nuestras esperanzas de inmortalidad -saldrian hueras. Volveríamos al caos todos. Decidamos, pues, que no ha -habido ni podido haber otro universo sino el presente, y que antes de él -sólo hubo caos eterno, hasta que, hará un millón, un billón ó más de -años, se le antojó al caos organizarse, convertirse en universo y ser -progresista. - -Aquí tropiezo con otra dificultad; pero voy á dar un rodeo para pasar -adelante y no quedarme atascado en medio del camino. - -En el caos estaban, en potencia, en germen, el calor, la luz, la vida, -la inteligencia, la conciencia, etc.; pero desde el germen al -desarrollo, desde la potencia al acto, hay una distancia, hay un abismo -que no se rellena con el tiempo sólo. Por muchísimos siglos que pongamos -entre un ser que casi es no ser, entre el caos ó la materia prima y el -universo de ahora, no pondremos puente, y será menester dar un salto -audaz é inexplicable. - -En el caos estaba el germen de todo, como en la bellota está el germen -de la encina; pero, así como la bellota se quedará bellota y no llegará -á ser encina nunca si no le dan jugos la tierra, el agua y el aire, y -luz y calor el sol, así también el caos se hubiera quedado caos sin algo -extraño que moviese sus gérmenes. Ponga Ud. el caos como quien pone un -huevo; pero, si alguien no le empolla, huevo se quedará y no saldrá de -él pajarillo. Repito, con todo, que yo soy de buen componer, y hago la -vista gorda, y paso porque el caos, por sí y ante sí, sin nada de fuera -que lo sacuda, tiene en un momento memorable el capricho de organizarse -y de dejar de ser caos. - -Lo primero que el caos saca entonces de sí mismo es una cosa que Ud. -llama _agente cósmico_ ó _causa creadora_, como si dijéramos, un -_demiurgo_. - -Raro é inexplicable ser es este _demiurgo_. Tiene poder é inteligencia, -y no es persona. Desde que aparece hasta hoy, su inteligencia y su poder -van creciendo, pero sin llegar nunca á la personalidad y á la -conciencia. La conciencia y la personalidad sólo aparecen en nosotros y -sólo están en nosotros: los hombres. - -Mucho queda que andar al caos y al _demiurgo_ ó agente cósmico, que en -él reside, para llegar á producirnos, á nosotros, seres humanos. Dejo de -señalar aquí los pasos que dan caos y _demiurgo_; y si alguien quiere -saberlos, le remito á la _Historia de la creación de los seres -organizados_, donde Ernesto Haeckel lo explica todo con tanta -puntualidad y exactitud como si hubiera seguido la pista al _demiurgo_ y -hubiera presenciado sus hábiles é inteligentes, aunque inconscientes, -operaciones. - -Baste saber en compendio que, allá en la edad primordial, nuestro padre -común fué el _protoplasma_, organismo sin órganos: un moco, con perdón -sea dicho. Este moco, que no era moco de pavo, va progresando, á través -de las edades, y llega á ser gusano, con forma de saco. A fuerza de -trabajar y luchar por la vida, consigue luego el gusano tener vértebras, -pero sin cráneo ni sesos aún. Luego se proporciona cráneo y sesos. Más -tarde adquiere mamas ó tetas. En seguida vienen los marsupiales, -transición entre el ovíparo y el vivíparo. Síguese el animal que ya pare -de veras, y de aquí el mono, y luego el mono catarrinio y con cola, -durante el período eoceno; el catarrinio pierde, en el mioceno, la cola; -y, por último, en el periodo plioceno, surge el hombre pitecoide, -_alalo_ ó sin palabra. De este hombre pitecoide nacen luego, siguiendo -el progreso, los _ulotrixos_, ó gente de pelo crespo, y los -_lisotrixos_, ó gente de pelo liso; y de éstos, todas las razas humanas, -de las cuales las más bien dotadas, hasta hoy, parecen ser las -_euplocamas_, ó de cabello suave y con bucles; y de estas gentes -_euplocamas_, las más nobles son las que vinieron á establecerse á -orillas del Mar Mediterráneo, á saber: semitas, vascos, indo-europeos y -caucásicos. - -Yo acepto todo esto como si no hubiese la menor objeción que hacer. - -Tenemos, pues, los datos para nuestra filosofía. Filosofemos. - -El progreso es evidente y constante. - -Desde la monera, desde el protoplasma, desde el moco, hemos llegado á un -organismo tan complicado como el de nuestro cuerpo, y en él, por vez -primera, ha aparecido la persona, la conciencia y la reflexión, por cuya -virtud nos entendemos á nosotros mismos y á todo lo que es ó puede ser -fuera de nosotros. - -¿Acabará aquí el progreso, ó seguirá adelante? Seguirá adelante. La -historia de la humanidad lo demuestra. Ahí están todos los primores, -lindezas, galas y artefactos, leyes, vestimentas, casas y música, que -hemos inventado, desde que dejamos de ser _alalos_ y rompimos á hablar, -hasta hoy, que tenemos telégrafo, teléfono, fotografía, torpedos y -dinamita. - -Lo extraño es, y vuelvo á uno de mis temas, que el _agente cósmico_, la -_causa creadora_, como usted la llama también, haga todo esto con -sabiduría estúpida, y sin saber lo que hace; pues si lo supiera, diría -con más razón que Virgilio: _Sic vos non vobis_. Da inteligencia, da -personalidad, da mil cosas más, y se queda sin nada. La antigua -sentencia que reza, _nemo dat quod in se non habet_, pierde aquí todo su -valor. - -Pero si la conciencia y la personalidad no están en el _agente cósmico_ -y están sólo en cada uno de nosotros, seres humanos, como quiera que -nosotros vivimos unos cuantos años y nos morimos luego, la ley del -progreso se realizará en todo, menos en la conciencia y en la -personalidad individuales. - -Usted quiere que dicha ley se cumpla en todo, y para ello afirma que una -vez que tenemos persona y conciencia, y aun antes, en la sustancia donde -la conciencia y la persona están en preparación, hay inmortalidad. Según -Ud., de la materia más sutil y etérea se forman concreciones y -organismos sutilísimos, y éstas son las almas de todo; las cuales almas -van progresando, educándose y pasando de unos cuerpos en otros, desde -el helecho, por ejemplo, hasta el cuerpo de Darwin. Así este ser sutil -logra aprenderlo todo por experiencia y desenvuelve sus facultades. - -Si estos cuerpos fluidos y etéreos son indestructibles, equivalen á lo -que antes llamábamos almas. Así se destruye el dualismo que se ponía -entre espíritu y materia. Y á la verdad, como ni de la materia ni del -espíritu conocemos la esencia, y sólo sabemos de ellos por los atributos -y efectos, yo no quiero, ni debo por lo pronto, suscitar disputa. - -Si Ud. da al alma humana todos los caracteres y atributos que al -espíritu dábamos antes; si usted reconoce que es una, indivisible, -sutilísima é inmortal, nada importa el nombre. Llamémosla, pues, cuerpo -fluido, ya que este cuerpo ha de correr con más que eléctrica velocidad, -por donde venga á ser como ubicuo, y ha de sustraerse á la corrupción y -á la muerte, y ha de cruzar el éter y toda la amplitud de los cielos, y -ha de conocer y ha de amar cuanto en ellos se contiene de bueno, -verdadero y hermoso. - -Muy bien me parece además que estas almas, para ir ascendiendo á la -perfección, necesiten de más de una vida, y hasta considero razonable la -sospecha que tiene Ud. de que el Flammarión de ahora sea Giordano Bruno -redivivo, y de que el benemérito repúblico Benito Juárez, á quien tanto -debe la democracia y autonomía mexicanas, no haya sido otro sino el rey -ó emperador Cuauhtemoc, de gloriosa memoria. - -Lo que se me resiste bastante es eso de que nuestra alma sea neutra, y -ora se encarne en cuerpo de mujer, ora en cuerpo de hombre. Alguna -fuerza tiene el raciocinio que Ud. hace de que, si fuéramos hombres ó -mujeres siempre, no sabríamos por experiencia sino la mitad de lo que -hay que saber; pero, ¿qué quiere Ud.?....., á pesar de todo, me repugnan -esos cambalaches. - -Noto ahora que mi carta va siendo demasiado larga; y como tengo -muchísimo que decir aún sobre su libro de Ud., lo dejo para otras, y -termino ésta asegurando á Ud. que ha de quedar menos disgustado de lo -que me queda por decir que de lo que he dicho hasta ahora. De todos -modos soy su atento y seguro servidor y deseo ser su amigo. - - * * * * * - - -_19 de Marzo de 1888._ - -II - -Muy estimado señor mío: Á pesar de todo mi escepticismo, es tanto lo que -me agrada y consuela eso que Ud. asegura de que tenemos un cuerpo fluido -inmortal, que me inclino muchísimo á darlo por probado. - -No se contenta Ud. con aducir argumentos teóricos en favor de tal -aserto, sino que sostiene que la existencia de dichos cuerpos fluidos, -sutiles é indivisibles (que, si Ud. me permite, seguiremos llamando -almas, por ser más breve), se sabe por experiencia; esto es, que desde -muy antiguo estamos en comunicación con las almas, y que no es delirio, -sino realidad, la _psicogogia_ ó nigromancia: el arte de evocar á los -muertos y de traerlos á que hablen con los vivos. Las historias profanas -y sagradas están llenas de casos semejantes. Saúl evoca, por medio de la -Pitonisa de Endor, la sombra ó alma de Samuel; Pausanias de Bizancio, la -de su querida Cleonice; y Periandro, la de su esposa Melisa. Con el -andar del tiempo, parece que este arte ha adelantado mucho, y hoy se -llama _espiritismo_. - -Yo no he de negar aquí el _espiritismo_; pero he de apuntar ciertas -dudas que me asaltan. - -Esos espíritus ó cuerpos tenues, imperceptibles á nuestros sentidos, en -el estado normal de éstos, ¿por qué han de ser precisamente almas -humanas separadas de sus cuerpos? ¿No podrán ser otro linaje de seres? -Como Ud. desecha toda religión positiva, yo me guardaré bien de suponer, -ni por medio minuto, que puedan ser diablos ó ángeles; pero ¿por qué no -serán duendes, ondinas, sílfides, driadas, gnomos, ó algo así? Ya que -Ud. da por segura la existencia de esos cuerpos orgánicos, tenues y -etéreos, debe Ud. ser consecuente y no creer que los tales cuerpos sólo -se crían para envainarse en cuerpos sólidos humanos y animarlos. ¿Por -qué no los ha de haber que vaguen por el aire, ó penetren en las -entrañas de la tierra, ó vivan en el seno de los mares, y hasta en la -luz y en el fuego, y desdeñen encerrarse en ese forro ó guardapolvo de -nuestros cuerpos sólidos y visibles? Ello es que las historias están -llenas también de amores, amistades y tratos de estos seres con personas -de nuestra especie, que han tenido bastante perspicacia y agudeza en los -ojos ó en los oídos para verlos ó para hablar con ellos. - -El padre Fuente la Peña ha escrito con buen tino sobre estas relaciones -de hombres y de mujeres con entes racionales no humanos, y por lo común -invisibles, que viven en nuestro planeta. Y más singular y luminosamente -ha tratado el asunto, en una obra eruditísima, el reverendo padre -Sinistrari del Ameno. Aseguro á Ud. que son divertidísimos los verídicos -amoríos que refiere este último padre de mujeres con duendes y de -hombres con sílfides y salamandras. ¿Quién sabe si el precioso cuento de -Carlos Nodier, del duende escocés enamorado de la joven casada, será un -sucedido? - -Pero, en fin, para facilitar nuestra filosofía, demos por de ningún -valer las objeciones anteriores, y declaremos que los tales cuerpos -fluidos, inteligentes y con conciencia, sólo se crían para informar -nuestros cuerpos sólidos; y que dichos cuerpos fluidos, que son -inmortales, ó están cesantes y de bureo y huelga hasta colarse en un -cuerpo nuevo, ó están empaquetados, _incorporados_ y en activo servicio. - -Da Ud. tales señas y tales pruebas sobre dichos cuerpos fluidos, que es -menester creer ó reventar, como vulgarmente se dice. - -El gran sabio inglés Guillermo Crookes, de la Sociedad Real de Londres, -acude muy á tiempo en auxilio de Ud. con su _radiómetro_. La sustancia -contenida en el tubo de vidrio del aparato llega al más asombroso estado -de rarefacción, y despliega entonces sus propiedades y su energía. Esto -es lo que llaman _materia radiante_, pero inorgánica. Y Ud. raciocina -con excelente lógica al suponer que hay otra _materia radiante_ -orgánica, y que de ella están confeccionadas nuestras almas. Esta -_materia radiante_ orgánica ha de ser más difícil de estudiar, á causa -de su extrema sutileza; pero, á lo que Ud. asegura, el citado sabio -Guillermo Crookes, que rarifica la materia, acertó á condensar un -espíritu que iba de tapadillo á oir sus lecciones, y logró hacerle -patente á los ojos de todos sus discípulos. Siete fotógrafos que estaban -allí, con sendas máquinas ó cámaras oscuras, sacaron retratos del -espíritu desde diversos puntos de vista. - -Ya, pues, no cabe duda. Hay seres _monocorpóreos_, como Ud. los llama, -organismos sutiles inteligentes, cuerpos fluidos vivos, que se han visto -y que hasta se han fotografiado. - -Con estos cuerpos se explica todo, y el progreso individual no es -quimera. Hasta se me pasa el susto, que yo había tenido á veces, de que -todo este trabajo que estamos dando los hombres, fuese inútil para -nosotros, porque pudiese sobrevenir otra raza que fuera con relación á -nosotros lo que nosotros somos con relación al gorila, y que nos mandase -á paseo ó tal vez nos destruyese. Ahora ya importa poco esto. Nuestros -cuerpos fluidos inmortales saldrán ganando siempre, y tendrán por -estuche ó envoltura, si nueva raza aparece, cuerpos sólidos más -gallardos y primorosos. - -En el movimiento ascensional y en la transformación de las especies, lo -que hay en nosotros de individual (el cuerpo fluido) saldrá siempre -mejorado. - -Me parece que Ud. sabrá, como yo, que no fué Darwin el primero á quien -se le ocurrió el transformismo. Ya desde muy antiguo le habían imaginado -otros sabios. Algo indica de ello el ilustre Juan Bautista Porta en su -_Magia natural_; y todavía es más explícito, aunque vivió mucho antes, -en tiempo de León X, el elegante y docto poeta Fracastoro, el cual -expresamente predice que aun han de aparecer en su día y sazón nuevos -seres. - - _Certa dies animalia terris_ - _Mostrabit nova: nascentur pecudesque feracque,_ - _Sponte sua, primaque animas ab origine sument._ - -Y para salvar la dificultad y quitarnos el recelo de que si los seres -nuevos son de naturaleza superior y titánica, nos dejen vencidos, -acoquinados y humillados, Fracastoro tiene cuidado de advertir que las -almas de estos titanes serán las mismas que ya informaron ó que informan -hoy seres de orden inferior, pues no es otra la interpretación que -debemos dar al _primaque animas ab origine sument_. - -Vengan en hora buena nuevas castas más briosas y adelantadas. Nuestros -cuerpos fluidos las animarán, y cada día irán haciéndose más listos y -aprendiendo más habilidades. Lo que hasta hoy no ha logrado hacer sino -tal cual sujeto muy aventajado, lo hará en las venideras edades -cualquiera niño de la doctrina. - -Hasta hoy, y va de ejemplo, sólo sabios de primera magnitud, como -Pitágoras, Apolonio de Tyana, Hermotimo de Clazomene, Miss Wilkinson, -profetisa _yankee_, y ciertos anacoretas del Tibet, aciertan á -desprenderse de sus cuerpos sólidos cuando se les antoja, y van á -millares de leguas de distancia para saber lo que sucede allí, ó para -hacer una visita á un amigo, ó para acudir á algún negocio urgente y -volverse al cuerpo sólido. En lo futuro, hasta las personas menos -distinguidas y más ignorantes harán esto con la misma facilidad con que -se beben ahora un vaso de agua. Así es que, á primera vista, como todo -se hará con maravillosa rapidez, parecerá que habremos adquirido el don -de la ubicuidad. - -Otra de las gracias que luciremos, una vez desprendidos ya del cuerpo -sólido, será la de la compenetrabilidad. Nos meteremos por el ojo de una -aguja, nos filtraremos al través de un muro, podremos celebrar un -_meeting_ de miles de personas en el hueco de una cáscara de avellana. - -Nuestras conversaciones ó conferencias con los cuerpos fluidos cesantes, -ó dígase con lo que vulgarmente se ha llamado hasta hoy almas de los -muertos, sombras ó manes, serán más frecuentes, fáciles y luminosas. Nos -instruiremos más de este modo; no nos costará fatiga ninguna la -evocación, y no nos aterrará la vista del espectro del difunto, como -ahora suele aterrar á los más valerosos. Sea testigo de esta verdad el -ilustre Eliphax Levi, que no pudo resistir la presencia de Apolonio, á -quien había evocado, y perdió la voz, y sintió un frío horrible, y no -pudo hacer nada de provecho, según él mismo confiesa. - -Es verdad, sin embargo, que lo terrorífico de la aparición tal vez -consista en que ésta se hace por medios reprobados, apelando á la magia -y valiéndose de conjuros, á los que las sombras ó manes no pueden -desobedecer, pero que las traen harto enojadas y aun furiosas. Cuando la -evocación es natural, cortés y lícita, las sombras ó cuerpos fluidos -acuden de buen talante y de apacible humor; y hay ya bastantes hombres -de mérito que han tenido así entrevistas y conferencias amenas é -instructivas. - -Usted cita muchos libros en que los señores que han tenido -conversaciones con espíritus las han redactado y publicado. Confieso -modestamente mi ignorancia: no he leído ninguno de esos libros que Ud. -cita; pero deseo leerlos, porque deben de contener mucha y alta -doctrina. No habían de molestarse los muertos en venir á hablar con los -vivos para decir tonterías y vulgaridades. Y no las dirá de seguro ese -libro, titulado _Ley de amor_, recogido por el doctor Chaves Aparicio, y -publicado por el Círculo de estudios psicológicos de San Luis de Potosí, -ya que está lleno, según Ud., de pensamientos profundos y es prueba -palmaria de la inmortalidad de nuestro ser. - -Siguiendo ahora por el camino de perfección que nuestro ser lleva, creo -que, después de estas comunicaciones con los cuerpos fluidos ó -espíritus, viene, como grado superior, el adquirir la memoria y la clara -percepción de cuanto nos sucedió en las vidas pasadas, desde que -empezamos á tener conciencia, tal vez desde que fuimos hombres -pitecoides. - -Los sujetos de mediano valer sólo tienen hasta hoy vaguísimos y confusos -recuerdos de sus vidas pasadas, los cuales recuerdos dan á veces cierta -luz de sí en sueños, y nos acuden y ayudan también en el estudio, ya que -hay ciencias y artes que aprendemos á escape, como si antes las -hubiéramos sabido, y otras, acaso más fáciles en absoluto, que se nos -hacen más difíciles, por la novedad completa que para nosotros tienen. -Pero si tal es el grado de progreso al que, en este punto, se ha llegado -por lo general, ya, desde muy antiguo, empezando por el Sabio de Samos, -hubo y hay hombres que recuerdan todas sus vidas, y están dotados, por -lo tanto, de la sublime prudencia y del profundo saber que da la -experiencia de miles de años. - -Lo que más me encanta y seduce, como resultado útil de este saber -profundo á que todos hemos de llegar, es eso de que Ud. habla sobre la -transformación del dolor en placer. Ahora somos tan torpes, que no -sabemos hacer que no nos duela, sino que nos dé gusto cuando nos duela. -En lo futuro no será así. Y en vez de quejarnos, por ejemplo, de que á -media noche nos despertemos con un dolor de muelas, exclamaremos muy -satisfechos: «He tenido un regalado _placer de muelas_ á media noche.» Y -esto no porque la impresión recibida en los nervios deje de ser la -misma, sino porque el cuerpo fluido, no lerdo ya, sino ágil y muy -instruído, sabrá recibir la impresión por el lado que conviene, -aprendiéndola con tal arte que, en vez de serle ingrata, le sea grata y -aun deleitosa. - -No teniendo ya necesidad de sufrir dolor, y siendo placer todo, seremos -todos bonísimos; medraremos en inteligencia y amor, según usted augura. - -Pero como tanto bien se encerraría en muy ruin vivienda si jamás -pudiésemos salir de este globo, Ud. afirma que otro paso más de la -educación del cuerpo fluido es el adiestrarse en salir de la tierra, y -volar por los espacios interplanetarios é intersiderales, visitando á -los habitadores de los demás mundos que pueblan el éter. A fin de -alcanzar esta virtud es menester tanto requisito, que apenas hay hombre, -en el estado actual de la cultura humana terrestre, que valga para ello. -Lo que sí es indudable es que en otros soles ó planetas están ya más -adelantados que aquí, y hay cuerpos fluidos vivos que viajan de mundo en -mundo cuando quieren. - -De estos viajantes ha habido no pocos que se han quedado en la tierra -por larga temporada, y nos han hecho inmensos beneficios, promoviendo -nuestra ilustración y enseñándonos artes, virtudes y disciplinas de -subido precio. Yo no puedo menos de convenir con Ud. en que Sócrates, -Zoroastro, Sakiamuni, Confucio, Merlín, Numa y otros sabios, profetas y -fundadores de religiones, tuvieron por almas cuerpos fluidos, -descendidos de algún astro, donde se había progresado más que entre -nosotros; y dichos cuerpos fluidos, encarnando aquí en el seno de alguna -joven honrada, hermosa y pura, cumplieron benéfica misión. Provino de -estos hechos repetidos la creencia, persistente entre todos los pueblos, -de que hay ó hubo semidioses, _avatares_, ó hijos del cielo, venidos á -la tierra. Y así, cuando los poetas querían adular á algún soberano ó -poderoso magnate, le decían, aunque no fuese verdad, que era hijo de -este ó del otro dios, como dijeron de Rama ó de Alejandro de Macedonia; -y como cantó Virgilio del hijo del cónsul Polión, suponiendo que bajó -del cielo: - - _Jam nova progenies coelo demittitur alto._ - -Esta habilidad de escaparse de la tierra é irse por el éter, de mundo en -mundo, es aún rarísima en nuestro globo. Lo que es yo no sé sino de un -hombre de quien se pueda creer que la ha tenido: el famoso filósofo -sueco Manuel Swedenborg. Sabido es, no obstante, que este varón -admirable no acertó á pasar de nuestro sistema planetario; y si bien le -recorrió casi todo, sus visitas más frecuentes fueron á Mercurio, que -está cerca, y cuyos habitantes están más adelantados que nosotros, -aunque por lo mismo ni nos estiman, ni nos quieren bien. En cambio, en -Venus, donde Swedenborg también estuvo, es cosa de no poder vivir siendo -persona decente, porque Venus está poblada de una raza descomedida y -grosera de gigantes, que no piensan en nada elevado y bueno, sino en -holgarse por manera bestial y sucia. - -Como quiera que ello sea, lo que sí es lícito afirmar es que dentro de -pocos siglos hará cualquiera ser humano de esta tierra lo que hizo -Swedenborg pocos años há, con general asombro de los nacidos. Es más: la -mayoría de los seres humanos nos adelantaremos á Swedenborg, y -dispararemos nuestros cuerpos fluidos mucho más allá de la órbita de -Urano á través de los frigidísimos espacios intersiderales, é iremos á -parar en planetas de mil soles remotos. - -Creo que Ud. ha de confesar que me muestro enterado de su doctrina, y -que voy llegando bien á las últimas consecuencias, sobre las cuales he -de dar mi opinión. Hoy ya no es posible, porque se ha hecho larguísima -esta carta. El lunes que viene escribirá á Ud. de nuevo su afectísimo -amigo y admirador. - - * * * * * - - -_2 de Abril de 1888._ - -III - -Según lo que va expuesto, se cumple por arte indefectible hasta hoy, y -es de esperar que siga cumpliéndose en lo futuro, la ley del progreso -que Ud. afirma y que nos lleva hacia la perfección. - -Todos los problemas que Ud. procura resolver en su libro tienen el -mayor interés para mí y me atraen y me encantan. El libro de Ud. me -gusta. Lo digo sin la menor ironía. - -Entre gustar de un sistema, admirando el saber y el esfuerzo de -imaginación con que fué construído, y creer en él y darle por cierto, -hay enorme diferencia. De esta distinción, que me parece que no se -quiebra de sutil, no se han hecho cargo muchas personas que han leído -las dos primeras cartas que he escrito á Ud., y han supuesto que yo me -burlaba. - -Me ha dolido tanto dicha suposición, que he estado á punto de no -continuar escribiendo á Ud., á pesar de lo mucho que tengo que decir -aún. Si su libro de Ud. fuese un trabajo de ningún valer, sería necio -emplear en él la crítica y hasta la sátira para impugnarle. Y de todos -modos, habría en mí algo de moralmente censurable y poco digno en tratar -mal á Ud., que me honra y me lisonjea escribiéndome, consultándome y -enviándome su libro desde tan lejos. Pero, bien mirado el asunto, yo -creo que los lectores de las cartas han ido más allá de mi intención y -han puesto en estas cartas una malicia de que carecen y que yo nunca -tuve. Nada hay de común entre mi escéptico buen humor y la mofa -ofensiva. ¿Cabe, acaso, en el entendimiento de nadie que sea yo tan -presumido y tan soberbio que considere mentecatos á Darwin, á Haeckel, á -Swendenborg, y á otros sabios y filósofos de quienes hablé ya en mis -cartas, examinando sus doctrinas con no menor desenfado y broma que las -de Ud.? Yo no poseo el entusiasmo, la fe, la fantasía poderosa que -tuvieron ó tienen ellos, y me resisto á dar por demostrado lo que ellos -dan por demostrado; y así, en nombre de cierto sentido común, tal vez -burdo y rastrero, y en virtud de mi corta ciencia, y con la autoridad -que nos tomamos hoy todos, pues hay libre examen, tiro á invalidar esas -doctrinas, á par que me deleita contarlas, en resumen, como quien cuenta -un cuento ingenioso. - -Desde Aristóteles hasta nuestros días no hubo, en mi sentir, -entendimiento más extraordinario y creador que el de Hégel. Su sistema, -para mí y hasta donde yo acierto á comprenderle, es pasmoso de -sublimidad y hermosura. Supongamos que mi sentido común me diese á -entender que todo el dicho sistema fuese un conjunto de disparates: -¿impediría esto que yo admirase y celebrase el arte, la dialéctica, la -maestría con que los disparates se coordinan para formar un todo -armónico? ¿No me será lícito maravillarme de la belleza de un poema, sin -dar por verdad lo que el poema refiere? ¿He de creer que Homero era -tonto, y he de despreciar la _Odisea_ porque no creo en los encantos de -Circe ni en la colosal estatura de Antifates? - -Además, aunque yo sea escéptico á veces, no siempre ni en todo lo soy. -También yo tengo mis dogmas. Ríase de ellos quien quiera, y si lo hace -con mesura, no me enojaré ni entenderé que se burla de mí. Y desde luego -diré aquí que, en virtud de estos dogmas, yo no creo aceptable ningún -sistema de filosofía fundado sólo en ciencia empírica. Pero no es Ud. el -único que tiene hoy esta pretensión. Son muchos los que han levantado -sistemas del mismo modo, y de algunos de ellos he de hablar aún en estas -cartas. Y si al hablar de ellos río y dudo, ¿se ha de creer que maltrato -ú ofendo á sus autores, cuando, por el contrario, me enamora el saber, y -me atraen y me cautivan la voluntad, el talento y la fantasía que -despliegan? Yo no voy tan lejos como Lessing, el cual decía que si le -diesen la verdad en una mano y en otra el ingenio, la agudeza y la -fantasía que se emplean á veces en buscarla, desdeñaría la verdad y se -quedaría con las otras prendas. Yo no: yo me quedaría con la verdad; -pero, á falta de verdad, todas esas otras prendas susodichas encierran -para mi gusto un preciadísimo tesoro. Permítaseme, pues, que con buen -humor y sin burla siga yo mostrando algo de ese tesoro al exponer su -sistema de Ud., cuyas premisas, ó hechos científicos en que se funda, ni -niego ni afirmo. - -Siguiendo mi tarea, y desechando los escrúpulos de conciencia, empezaré -por decir que no me explico ese odio que muestra Ud. á lo sobrenatural. -A mi ver, si por naturaleza ha de entenderse todo lo existente y todo lo -posible, lo que es y la fuerza que da ser á lo que es, Ud. tiene razón: -lo sobrenatural es un pleonasmo. Nada más natural que el mismo Dios. La -ley de naturaleza será la razón y la voluntad de Dios, que manda y -quiere que haya orden y prohibe turbarle. Por este camino vendremos á -parar á la definición que da San Agustín de la ley eterna, y estaremos -en plena ortodoxia. La diferencia consistirá en que lo que llamo yo -Dios, será llamado por otros fuerza eterna, _natura naturans_, agente -cósmico, alma del mundo, y otros mil nombres, que, si vienen á probar lo -poco que sabemos de esta _cosa en sí_, no prueban que la cosa no exista -y que no sea naturalísima. - -Pero si por naturaleza entendemos otra cosa, tendremos que conceder que -todo es natural ó sobrenatural, según se mire. Para una piedra, la -planta más sencilla, que crece, se desenvuelve, se nutre y tiene vida, -es ya sobrenatural. Y para la planta, arraigada en el suelo, y que ni -ve, ni oye, ni se representa el mundo exterior, el más ruin animalejo, -un lagarto ó un sapo, es sobrenatural. Y con relación á los brutos, que -carecen de consciencia ó la tienen oscura y vaga, es sobrenaturalísimo -el hombre, que se reconoce, _se sabe_, y habla, y discurre, y -reflexiona. Y desde el salvaje hasta las personas cultas de hoy, las -_sobrenaturalidades_ se van acumulando y creciendo por estilo -prodigioso. Sobrepuesto á la naturaleza, añadido nuestro, obra de -nuestro ingenio y de nuestra voluntad, son las ciudades, los caminos, -los campos cultivados, las máquinas, las telas de que nos vestimos, los -objetos de arte y hasta, si se considera bien, la hermosura corporal, -hija del esmero, del aseo y del cuidado que pusimos para crearla. Una -linda muchacha de ahora, no lo dude Ud., es un ente sobrenatural. Lo -natural es la mona ó la _antropisca_, y casi casi no lo es ya la -hotentota. - -Cuando uno está en Bélgica, por ejemplo, y piensa que, en estado -natural, apenas podría contener y alimentar aquel terreno medio millón -de hombres, y ve que contiene y alimenta seis, confiesa que, no ya el -tranvía que la electricidad mueve, ni el teléfono, ni el telégrafo, sino -cinco millones y medio de seres humanos son en Bélgica sobrenaturales: -han sido criados por arte y sobrepuestos á lo que la naturaleza, -abandonada á sí misma, hubiera podido criar y conservar. - -Si á esto añadimos, por último, todas esas habilidades de entenderse con -los muertos, de recordar vidas pasadas y de salirnos del cuerpo sólido é -irnos con el cuerpo fluido por soles y planetas, lo sobrenatural cunde y -promete encumbrarse á una altura pasmosa con el andar de los siglos. - -Aceptado ó aprobado por Ud. lo de que tenemos cuerpos fluidos -inmortales, no se ve término á nuestro progreso. Sólo hay un peligro, -aunque lejano: la fin del mundo. Las religiones y las mitologías tienen -profetizada esta fin. La ciencia también, en todos tiempos y contra su -costumbre de armar conflictos con las religiones, ha coincidido y -coincide en hacer tan triste pronóstico. Sólo lo que no tuvo principio -no tiene fin. Lo que nace muere. De aquí que el mundo ha de acabar de -una manera ó de otra. Y así como los sabios han inventado mil hipótesis -sobre su nacimiento, también sobre su muerte total ó parcial las han -inventado. Lucrecio la explica en sus hermosos versos. Leopardi atribuye -á Straton de Lampsaco una curiosa explicación de la muerte de nuestra -tierra, la cual explicación puede hacerse extensiva á todos los demás -astros. La fuerza de rotación va poco á poco comprimiendo los polos y -aumentando por el Ecuador el radio de la tierra. Así seguirá hasta que -la tierra se agujeree y venga á ser como un gordo buñuelo. Luego se hará -el agujero mayor, y la masa sólida vendrá á parecer un anillo. Y el -anillo, por último, se hará pedazos, y cada uno de los pedazos vagará -suelto por el espacio, ó irá á caer en nuestro sol ó en otro, ó tal vez -en algún planeta, como caen en la tierra los aerolitos. - -Sabio hay que afirma que el sol puede pararse. El movimiento, ó sea la -fuerza con que gira hoy sobre su eje y con que va probablemente -caminando por el espacio en rápida traslación, se convertirá en calor, -si el sol se para. Entonces habrá una expansión espantosa de toda la -materia del sol, dilatándose hasta más allá de la órbita de su más -distante cometa. Todos volveremos así al estado de nebulosa. Podrá -también ocurrir que el sol se apague, y sobrevendrán las tinieblas y la -muerte. Pero aun sin tamaños cataclismos, nuestra tierra irá perdiendo -la fuerza que la hace girar en torno del sol; pues como no va por el -vacío, y como el éter le opone alguna resistencia, su fuerza centrífuga -se gasta. Hasta hay quien asegura que ya vamos caminando con más -lentitud y acercándonos al sol. La atracción del sol será así mayor á -cada momento, y podrá llegar uno, harto desdichado, en que la tierra se -caiga en el sol y allí se abrase y se consuma. Aun sin esto, la tierra -puede morirse, como la luna está ya muerta. Los metales se irán -oxidando. En esto el oxígeno se consumirá, y se acabará el aire -respirable. El agua se gastará, entre tanto, en formar rocas -_hidratadas_ y en entrar en otras composiciones. Sin aire y sin agua, se -extinguirá la vida. Plantas, animales y hombres, todo fenecerá. Pero no -hay que afligirnos. Para entonces ya todos los cuerpos fluidos vivos -sabrán hacer lo que hacía el cuerpo fluido de Swedenborg: sabrán salirse -de los cuerpos sólidos é irse á otros mundos. Y con tiempo, para que no -nos coja aquí la mala hora, nos escaparemos de la tierra y nos iremos á -fundar colonia en otro planeta más capaz y cómodo, donde seguiremos -progresando é inventando primores que ni siquiera concebimos en el -estado actual de nuestra cultura. - -De esta suerte no será en balde y trabajo perdido todo lo que hemos -hecho hasta hoy por adelantar é instruirnos. Nuestros monumentos, -cuadros, estatuas, museos y bibliotecas, todo acabará al acabar la -tierra que habitamos; pero lo sustancial del saber adquirido se quedará -en nuestra memoria, y se salvará con los cuerpos fluidos vivos, que -otros llaman espíritus. Estos, más perfectos cada día, irán teniendo -nuevas prendas y llegarán á vivir como en la eternidad; como si no -hubiera para ellos pasado y todo fuera presente. Deberáse esto á lo -agudo y vivo de nuestra imaginación, que nos lo representará todo como -si acabase de suceder ó estuviese sucediendo. Y deberáse también á lo -penetrante y extenso de nuestra vista y á la rapidez más que eléctrica -con que nuestros cuerpos fluidos recorrerán el éter. Así podremos -llegar, por ejemplo, en menos de un minuto, á un sitio del espacio -adonde un rayo de luz de la tierra tarde cuatro siglos en llegar, y ese -rayo de luz traerá pintada la entrada triunfante de los reyes católicos -D. Fernando y D.ª Isabel en Granada, ó la vuelta de Colón á España y su -presentación á los mismos reyes en Barcelona. En suma: podremos verlo -todo, como si estuviera todo pasando en la actualidad y de veras. - -Abreviando ahora, á fin de no hacer mis cartas á Ud. interminables, diré -que nuestra vida inmortal de cuerpos fluidos irá de bien en mejor, sin -cejar y aun sin parar. Porvenir tan risueño y venturoso me seduce. -Cuénteme Ud., pues, en el número de sus adeptos. Lo que yo no puedo es -aceptar su sistema sin algunas modificaciones y cambios, que voy á -proponer aquí. - -La existencia de los cuerpos fluidos ó etéreos, en que se funda toda la -doctrina de Ud., me parece muy de acuerdo con la ciencia antigua y con -la ciencia moderna. ¿Qué otra cosa es ese cuerpo fluido sino el cuerpo -de la resurrección de la carne que algunas religiones afirman? ¿No -equivalen esos cuerpos fluidos á las sombras, á los manes de los -gentiles? Y en cuanto á la ciencia moderna, yo veo claro que se puede -bien apoyar la afirmación de Ud. en los _Principios de Biología_, tan -celebrados, de Herbert Spencer. Para este gran sabio, la vida consiste -en la correspondencia del organismo con el medio ambiente, ó sea -_environment_. La vida inmortal estriba, pues, en la perfecta -correspondencia con ese medio. Herbert Spencer dice: «Si no hubiera -cambios en el _environment_ sino aquellos que el organismo previó, -preparándose para encontrarlos y para que no le falte la eficacia con -que los encuentra, lograríamos eterna existencia y eterno conocimiento.» - -Apoyado en estas palabras de Herbert Spencer, un sobresaliente discípulo -suyo, no sé si inglés ó _yankee_, el Sr. Enrique Drummond, ha escrito un -libro muy leído y celebrado en los Estados Unidos, _Ley natural en el -mundo espiritual_, y ha hecho allí muchos prosélitos. La teoría de -Drummond coincide en algo con la de Ud. y en mucho difiere. Yo me -inclino á adoptar parte de la teoría de Drummond para modificar la de -usted y aceptarla luego, hasta donde yo puedo aceptar lo transcendental, -fundado, no en metafísica y ciencia _a priori_, ni siquiera en estudio -del propio _yo_, sino en ciencia empírica y de observación del mundo que -nos rodea: en noticias adquiridas por los sentidos, aun suponiéndolos -aguzados por instrumentos ingeniosísimos, como microscopios, -telescopios, espectroscopios y radiómetros, y auxiliados por otros -sentidos sutilísimos y casi ubicuos, que poseen los cuerpos fluidos, y -por cuya virtud parece que nos entendemos con los espíritus ó con lo que -Ud. llama cuerpos fluidos, que vienen á ser lo mismo. - -Es indudable que aceptada la existencia de dichos sentidos _fluidos_, el -campo de la observación y los lindes de la ciencia empírica se extienden -extraordinariamente. Con dichos sentidos llegamos á percibir lo más -etéreo y alcanzamos á columbrar lo más remoto, aunque lo sólido, macizo -y opaco se interponga. Para dichos sentidos no hay solidez ni opacidad -que valgan: un muro espesísimo de argamasa es más diáfano que el -cristal, y la grosera y ruda sustancia de que están amasados los Andes, -hasta sus raíces, goza de la transparencia del aire sereno y puro y aun -del mismo éter. - -A lo que yo saco en claro de la atenta lectura de las obras de Allan -Kardec y de otros espiritistas, también ellos coinciden con Ud., sólo -que llaman á los cuerpos fluidos _periespíritus_, los cuales -_periespíritus_, aunque son cuerpos, son tan leves, tan volátiles y -vaporosos, que van por donde quieren y ven cuanto se les antoja. Aunque -viven envainados en los cuerpos sólidos, cuando llegan á cierto grado de -elevación en los estudios pueden salirse del cuerpo sólido, dejándole -dormido, en éxtasis y hasta cataléptico, é irse de bureo ó parranda por -los espacios infinitos. Sólo que los espiritistas ponen una condición -que Ud. no pone: dan por averiguado que, hasta el día de la muerte, el -_periespíritu_ está atado al cuerpo sólido por una cinta, guita ó cordón -etéreo y luminoso, cuya longitud ó elasticidad es enorme. - -Si consideramos el cuerpo sólido como una placenta, este cordón etéreo -viene á ser como el cordón umbilical que une al _periespíritu_ con el -cuerpo en que se cria. La ruptura de este cordón umbilical y la vida -independiente ya del periespíritu son los fenómenos que el vulgo llama -muerte. Mientras dura la vida terrena, el _periespíritu_ está, pues, -como el jilguero que hace de cimbel, atado por un hilo, más ó menos -largo, al palillo en que se posa cuando vuelve de haber revoloteado. - -Hallo todo esto tan sencillo, tan natural y tan llano, que no trasluzco -la más ligera objeción que lo invalide. La dificultad y la discrepancia -están en otros puntos. - -Pero estos otros puntos son tan difíciles de tocar, que exigen nueva -carta. Termino ésta aquí, y créame Ud. su amigo. - - * * * * * - - -_9 de Abril de 1888._ - -IV - -Muy estimado señor mío: No pocas veces he hablado yo con risa de la -propensión de cierto amigo mío, á quien, sin embargo, respetaba y amaba, -á quejarse de que se lo sabía todo y de que no leía libro, por celebrado -que fuese, que le enseñara algo nuevo; pero, considerando esto como debe -considerarse, no hay fundamento para la risa. Mi amigo no se declaraba -omniscio, ni mucho menos. Lo que quería decir, lo que decía, tal vez con -razón, es que, prescindiendo de datos menudos, si despojamos de su -aparato magistral más de un tratado científico, casi siempre hallamos -que nos sabíamos todo aquello: que ya, más ó menos vagamente, lo -habíamos pensado. El autor del tratado no pierde por esto en nuestra -opinión. Lo que se pierde es la fe, lo que se pierde es la esperanza en -la ciencia. De aquí se origina muy aflictivo desconsuelo. - -¿Quién ha de negar lo ingenioso de las palabras de Herbert Spencer que -hemos citado? En ellas se ve patente la posibilidad teórica de la vida -inmortal en un organismo. No ya un cuerpo etéreo, como el de que Ud. -trata, sino un cuerpo sólido humano puede teóricamente ser inmortal, -dadas ciertas condiciones. La vida es equilibrio movible. Mientras se -conserve éste, se conservará la vida. Las fuerzas que han de -equilibrarse son las internas ó del organismo, y las externas ó del -medio ambiente ó _environment_. El vivir estriba en esta -correspondencia. - -Despoje Ud. de su majestad y método la Biología de Herbert Spencer, y -casi parece, con perdón sea dicho, que la ha compuesto Pero Grullo. -Claro está que si una persona adapta bien su organismo al medio -ambiente, ni se morirá de frío, ni de calor, ni cogerá un tabardillo -pintado. Si, por otra parte, dicha persona repone, con alimentos -exquisitos y haciendo digestiones inmejorables, las fuerzas que consume -en el trabajo ó ejercicio mecánico de los músculos, ó en el trabajo -mental de los nervios y del encéfalo, no hay razón para que estas -fuerzas se gasten. Seguirán siendo las mismas, ó irán en aumento. Y si -van en aumento, las empleará en crecer, y, cuando ya no crezca, á fin de -no reventar, dejará que se escapen las fuerzas que sobren por la -válvula de seguridad, predispuesta para el caso. - -El sabio biólogo compara el cuerpo humano á una máquina de vapor. El -vientre es la caldera, el carbón el alimento, y el vapor la sangre que -mueve los músculos ó los nervios, ya para sacudir puñetazos, ya para -escribir poemas ó resolver ecuaciones. Lo que sobra de este trabajo sale -silbando de la máquina de hierro ó sale procreando del cuerpo del -hombre. Cuando éste no anda bien, ora se gastan en títeres las fuerzas, -y el hombre es un Hércules estúpido; ora se gastan en discurrir, y -tenemos un sabio enclenque, anémico y cacoquimio; ora se consume todo en -sabidurías y lucubraciones mentales, y el doctor tiene que contentarse -con la posteridad espiritual: con adeptos y discípulos en vez de hijos. -Herbert Spencer no se resigna, con todo, á que se pierdan ó se -menoscaben unas aptitudes para que otras se desenvuelvan, y juzga -posible, con hábil higiene, que todo vaya á la par y que sirvamos para -todo, y hasta que progresemos. - -El único progreso á que pone límites, y que sin pena se conforma con que -no siga, es el de la fuerza muscular. Con la maquinaria la supliremos. -Herbert Spencer se contentará con que seamos más ágiles, con que -bailemos y brinquemos mejor, y no tropecemos, ni nos caigamos. En cuanto -á las otras facultades más altas, el discurso y el sentimiento, el -pensar y el amar, casi debemos decir como Júpiter: - - _His ego nec metas rerum nec tempora pono;_ - _Imperium sine fine dedi._ - -Nuestros sesos irán pesando más cada día, y cada día habrá en ellos más -enmarañado laberinto de circunvoluciones y mayor cantidad, consumo y -despilfarro de fósforo. - -Y ¡ay infeliz del que no adquiera todo esto! Carecerá del esencial -requisito para vivir. Sucumbirá en la lucha por la vida. Sólo quedará en -la tierra una raza humana superior y archilista, extinguiéndose las -demás razas. - -Pero esta raza humana superior, como sabrá adaptarse cada vez más al -medio ambiente, si no logra la inmortalidad, logrará ser _macrobiótica_; -esto es, tendrá vida grande y más completa, por la intensidad, por la -duración y por las nuevas, variadas y numerosas correspondencias con el -medio ambiente ó _environment_. - -Lo que será difícil, hasta rayar en lo imposible, será la inmortalidad -del individuo, en este sistema _spencerino_. El medio ambiente sufrirá -tan radicales mudanzas, que aun sin contar con la fin del mundo, -ocurrirán cosas que nos maten á todos, y no sabremos, por mucho que -estudiemos, adaptarnos al medio ambiente. - -Cada veinte mil y pico de años, v. gr., sobrevendrán períodos glaciales, -y luego surgirán nuevas floras y nuevas faunas. ¡Vaya Ud., pues, á -precaverse contra todo esto, por mucho que sepa! No habrá más remedio -que morir, en lo tocante al cuerpo sólido; pero á bien que tenemos el -cuerpo fluido. Yo me refugio en él y en el sistema de usted, y vengan -períodos glaciales y estíos abrasadores: - - _Ast insueti aestus, insuetaque frigora mundo_, - -como ya anunciaba el divino y precitado Fracastoro; y truéquese la -tierra en mar y el mar truéquese en tierra, y con el ardor del sol quede -todo agostado y sin vida, ó bien salgan, del removido y fecundo cieno, -inauditos monstruos, bichos rarísimos y ponzoñosos, y una caterva de -desaforados gigantes, - - _Ausuros patrio superos detrudere coelo,_ - _Convulsumque Ossum nemoroso imponere Olympo._ - -De todo esto me reiré, de todo esto no se me importará un ardite, -teniendo el cuerpo fluido bien adiestrado ya. - -Como quiera que sea, por el sistema de Herbert Spencer, si no se prueba -la posibilidad práctica de nuestra inmortalidad, á causa de estos -grandes trastornos que él pronostica, queda probada la posibilidad -teórica ó especulativa de la inmortalidad en una combinación de materia; -y por el sistema de Ud., la realidad práctica de esa inmortalidad en -dicha combinación, cuando es de una materia sutil, pura, activísima y -ligera. Yo no quiero ni debo poner objeción á esto. Sólo siento tener -que decir que no es muy nuevo. Los cuerpos gloriosos, la resurrección de -la carne, son lo que Ud. dice. Israelitas, cristianos y muslimes apoyan -su teoría de Ud., y creen por fe que Henoch y Elías, sin morir, -_eterizaron_ ó _fluidificaron_ sus cuerpos, y llegaron á la inmortalidad -sin pasar por la muerte. - -Queda, pues, como inconcuso que puede haber y que hay combinación de -moléculas tan sabiamente organizadas, que ya ni en la eternidad se -separen, y que resistan, para conservar su forma, á toda externa -violencia. Pero ¿cómo se da esta combinación? Se da, sin duda, por obra -de una fuerza individua, indivisible, _organizante_ é _individuante_, -que no está en ninguna de las moléculas de la combinación, sino que se -extiende por todas, y está toda en cada una de ellas. Sin esta fuerza, -una, verdaderamente una, _insecable_, _átomo_ real y no imaginario, -mónada sencillísima y no extensa, _entelechia_, en fin, ó cifra de todas -las perfecciones en cierne, ¿cómo quiere ni puede usted concebir la -existencia, la organización y la animación de un cuerpo fluido? - -Viene á corroborar este pensamiento la consideración de que apenas hay -molécula en un organismo que no se separe ó que no se conciba que puede -separarse sin que el organismo padezca, con tal de que otra molécula de -igual valer la reemplace. No es, por consiguiente, la confederación de -cierto número de moléculas lo que constituye la vida. Es casi seguro que -en un tiempo marcado desaparecen en todo cuerpo orgánico cuantas -moléculas le compusieron, y vienen á componerle otras. Un hombre, por -ejemplo, de cuarenta años, es lo probable que no tenga en su organismo -ni un solo átomo de la materia que tuvo á los diez años, á los quince ó -á los veinte. Este hombre, sin embargo, sigue siendo el mismo y tiene la -conciencia de que sigue siendo el mismo; guarda en la memoria los -sucesos de su vida y lo que ha estudiado y aprendido. Si es buena -persona, ha progresado en ciencia y en virtud; y como muestra aún la -fisonomía y traza de antes, aunque un poco deteriorada ó alterada, -porque los años no pasan en balde, todo el mundo le reconoce y le da el -nombre que le dió cuando muchacho, y persiste en creer que es el mismo -sujeto, cuando le ve en calles y plazas, tertulias y reuniones. ¿Qué es, -pues, lo que persiste en este señor para que siga siendo siempre él y no -otro? Usted dirá que persiste la forma, pero la forma no tiene nada de -sustantivo: es un adjetivo, es una calidad que cae sobre la sustancia. -Luego si la sustancia varía y la forma persiste, por fuerza hemos de -conceder un principio informante que va amoldando y sujetando á -determinada forma la sustancia que llama á sí para constituir un -organismo. - -Claro está que, según el sistema de Ud., el cuerpo fluido es quien tiene -esta habilidad y hace esta operación en el cuerpo sólido. Pero con el -cuerpo fluido, con toda combinación, por tenue y etérea que sea, ha de -ocurrir idéntica dificultad. Un cuerpo fluido, una sombra, una -aglomeración orgánica de las más alambicadas chispas de éter, tendrá -también pérdidas sensibles é insensibles, sudará á su modo, se -alimentará de purísimos efluvios y de refinadísimos aromas, y en suma -hará también sus digestiones y sus secreciones, de suerte que al cabo de -cierto tiempo ocurrirá al cuerpo fluido orgánico lo que al sólido: ni un -solo átomo tendrá ya de los que antes tenía, si bien persistirán su -individualidad y su forma. Luego, no ya la inmortalidad, sino la -duración y la persistencia, no residen en la cohesión ó agrupamiento de -las moléculas, sino en una virtud plasmante ó informante, la cual atrae -y colecciona los átomos, concertándolos para fines prescritos y -prefijadas operaciones. Y como esta virtud es calidad, y no sustancia, -menester es que supongamos sustancia en que resida y que sea sujeto de -este atributo. - -Y como si esta sustancia fuese corporal ó extensa, volveríamos á las -andadas, y meteríamos en el cuerpo fluido otro más fluido y más sutil, y -así hasta lo infinito, ha sido menester poner, como hipótesis para -explicar esto, una sustancia incorpórea ó sin extensión, á la cual hemos -llamado _archea_, _entelechia_, alma ó espíritu, sustancia, en suma, que -ha tenido mil nombres y de cuya esencia convengo en que no se sabe nada; -pero como de la esencia de la materia no se sabe más, me parece que por -este lado espíritu y materia quedan iguales y nada tienen que echarse en -cara en cuanto al concepto oscurísimo que de ambos formamos. Por lo -cual, si hemos de negar el espíritu porque no sabemos lo que es, bien -podemos con el mismo fundamento negar la materia; y ya Ud. sabe que casi -ó sin casi la negaba Berkeley. Hasta se puede ir más allá y asegurar que -procedemos menos de ligero afirmando la existencia del espíritu, que -afirmando la existencia de la materia, porque la percepción del espíritu -es inmediata y la de la materia no. - -Para percibir la materia necesita uno de ojos, de oídos ó de otro -sentido; y si no los tiene muy agudos, de lentes ó de trompetillas -acústicas; y si la materia es muy menuda, de microscopios; y si está muy -distante, de catalejos; mientras que para percibirse uno á sí mismo, no -tiene más que pensar y no necesita más medio ni más instrumento que el -pensamiento mismo. - -De todo lo cual se infiere, y tengo que decirlo con la franqueza que me -es propia, que sus cuerpos fluidos de Ud. no explican nada como no les -prestemos alma inmortal que los informe y habilite. Hecho este préstamo, -su sistema de Ud. me agrada. Estamos de acuerdo, y hasta estamos de -acuerdo también con Allan Kardec y los espiritistas. Y si no reparamos -en pelillos, ni entramos en menudencias, y damos á nuestros asertos una -interpretación amplísima, generosa y conciliante, hasta estamos de -acuerdo con todo buen cristiano, que cree en la inmortalidad del alma -espiritual y en el cuerpo glorioso informado por ella. - -Lástima es que no acepte Ud. también para todo el universo, que es -unidad á par que conjunto de cosas varias, cierta fuerza unitiva é -inteligente que lo ordene, enlace y una todo; algo, en suma, que se -parezca al Dios en que nosotros creemos; pero Ud. se muestra enojadísimo -contra Dios y le suprime, lo cual me apesadumbra de veras. - -Y es lo más extraño que en el proceder de usted hay una inconsecuencia -capital que salta á la vista. Tal vez el motivo más fundamental que -tiene Ud. para suprimir á Dios es la existencia del mal moral y físico, -que, siendo Dios todopoderoso, inteligente y bueno, no consentiría. -Pero, como en seguida se pone Ud. á cavilar, á trabajar y á arreglar el -mundo, y resulta que todo está á pedir de boca, y que no podemos -quejarnos, no comprendo cómo no vuelve Ud. á Dios el crédito que ha -querido quitarle, y ya que lo halla todo tan bien y tan enderezado á -nuestro progreso físico, intelectual y moral, no vuelve á dar á Dios la -gobernación de todas las cosas, y aun á celebrar en su honor una función -eucarística y de desagravios. - -La verdad es que acerca de todo eso, así como acerca de cuanto en su -sistema de Ud. tiene que ver con la moral y con las ciencias sociales y -políticas, hay muchísimo que decir todavía, y más importante que lo -dicho hasta ahora; pero yo estoy cansado de escribir sobre tan arduas -cuestiones, y Ud., y el público, á quien comunico las cartas que á Ud. -escribo, recelo yo que estén cansados de estas filosofías que voy -enjaretando. Dejémoslas, pues, al menos por ahora, y ya veremos si más -adelante vuelvo á escribir á usted sobre su libro con más serenidad y -reposo. Entre tanto, aunque disto mucho de haber expuesto aquí toda la -doctrina que el libro contiene, y de haberla juzgado, ya creo que doy -alguna idea, así de la doctrina como de lo que pienso acerca de ella. -Sólo añadiré hoy cierta alabanza, que lo es para un escéptico como yo, -aunque para usted no lo sea. Su libro de Ud. no convence, pero -entretiene. Luce Ud. en él su brillante imaginación, y llena no pocas de -sus páginas de elocuentísimas frases. Ya esto es mucho, y yo le doy por -ello mi más cumplida y cordial enhorabuena. - - - - -POESÍA ARGENTINA - - -_26 de Marzo de 1888._ - -Á D. RAFAEL OBLIGADO - -I - -Muy señor mío: Hace ya más de dos años que tuvo Ud. la bondad de -enviarme un ejemplar de su precioso tomo de poesías, impreso en 1885. El -ejemplar ha estado, como otros muchos libros y cartas, aguardándome en -mi casa de Madrid, mientras que andaba yo por esos mundos, sin saber que -tal obsequio me había Ud. hecho. No extrañe Ud., pues, y perdone que yo -acuda tan tarde á darle las gracias. - -El libro de Ud. agrada antes de leerle. El libro de Ud. excitaría, -además, cierta envidia en mi alma, si yo fuese propenso á sentir tan -mala pasión. Nunca hubo poeta en España que lograse ó soñase siquiera -con tener tan elegante edición de sus versos. El magnífico retrato de -Ud. y los demás grabados y viñetas son modelo de buen gusto y de gracia. -El papel, la impresión, todo es bellísimo. - -Declaro mi ignorancia cándidamente. Yo no había oído hablar de Ud. -hasta que recibí el tomo. Y, al verle, en lo material tan lindo, pues no -creo que exagero si digo que no vi tomo de versos de ningún país que -esté mejor impreso que el de Ud., me entró desazón y recelo de que los -versos fuesen malos y de que todo el valor del libro estuviese en la -estampa. Por fortuna, recelo y desazón pasaron pronto. Leí los versos, y -hallé que merecen estar tan bien impresos y tan ricamente adornados de -primorosas láminas. - -Al escribir á Ud. hoy, agradeciéndole el presente, me he de permitir -también poner aquí mi juicio sobre los versos y darlos á conocer á la -generalidad de los españoles que no saben de usted sin duda. - -Gran satisfacción es para todos nosotros cualquiera gloria literaria que -adquieran en América los ciudadanos de las repúblicas que salieron de -nuestras antiguas colonias. Es algo que viene á acrecentar el tesoro de -nuestra civilización castiza y á probar su vitalidad fecunda. Tan -nuestras, tan españolas considero yo las poesías de usted, que me -avergüenzo de no entender por completo aquellos vocablos que significan -objetos de por ahí, como _aberemoa_, _guayacán_, _pacará_, _quinchar_, -_burucuyá_, _seibo_, _ombú_, _payador_, _chaja_, _ñandubay_, _molle_, -_chañar_, _achiras_, _totoral_, _camalote_, _quena_ y otros; y si no -están en nuestro Diccionario, como sospecho, quisiera definirlos bien é -incluirlos en él. - -La lisonjera impresión que recibe un natural de esta Península, -aficionado á las letras, al recibir poesías tan bellas como las de Ud., -venidas de tierra tan remota, es como la que recibiría un ciudadano de -Atenas cuando llegasen á su noticia las obras en griego de algún insigne -sabio, poeta ó historiador de su casta que viviese en el Asia central, -en Egipto, en Libia ó en alguna ciudad helénica de la misma Hesperia, -hasta donde la civilización, el habla y todo el ser de Grecia habían -penetrado, creando nuevas repúblicas y Estados independientes, si bien -conservando la unidad superior de la sangre, del lenguaje y de la -cultura. - -Así también, cuanto se escriba en América, salvo en el Canadá y en los -Estados Unidos, es de esperar que siga siendo literatura española. Y -mientras más adelanten los ingenios de ahí y superen en lo futuro á los -ingenios de la antigua metrópoli, más sello castizo, más aire de -parentesco, más color y sabor españoles tendrán sus obras. Sólo por -decadencia podrá ocurrir que se borre ó esfume en Uds. el ser propio -nuestro, y que sean Uds. otros de los que son. Y no es de temer que las -razas indígenas prevalezcan, ni que las lenguas guarani ó quichua -destierren la castellana, ni tampoco se ha de presumir y pronosticar que -los primitivos colonizadores pierdan ahí su virtud asimilante y -plástica, y se fundan en los nuevos colonos é inmigrados, en vez de -fundir en sí á cuantos acudan á esas regiones, desde Alemania, Francia, -Bélgica é Italia. - -Gran dolor sería esto para nosotros. Esto daría indicio de que somos de -raza inferior, y quitaría fundamento al orgullo legítimo con que, -después de la gente inglesa, nos consideramos como la primera de todas -las gentes civilizadas en haber difundido sobre la faz de este planeta -su lenguaje, sus creencias, su saber, sus artes y todas las demás -manifestaciones de su espíritu. Esto nos quitaría la esperanza que hoy -tenemos de nuestra inmortalidad colectiva, aun cuando ocurriese el -grande infortunio de que se hundiera España ó quedase desierta, ya que -ahí, ó del otro lado de los Andes, ó en el rico Anahuac, renacería -España, joven, poderosa y lozana, y pondría los recuerdos de nuestra -gloria como digno principio de la que nuestros hijos hubiesen ya -adquirido ó adquiriesen en lo futuro. - -A pesar de cierto americanismo, que tal vez á algunos de los habitantes -de esta vieja España nos parezca sobrado, veo yo con viva satisfacción -que el espíritu de Ud. y el de su crítico, encomiador é intérprete D. -Calixto Oyuela, poeta asimismo de mucho mérito, coinciden en esto que -afirmo. Poco importa, como el Sr. Oyuela confiesa y deplora, que su -patria esté aquejada de cosmopolitismo. El medio millón de italianos á -que ascenderá pronto la inmigración, los ciento cincuenta mil franceses -y los demás hombres llegados ahí de distintas partes de Europa para -aumentar la riqueza, la industria y el comercio de esa república, -tendrán que españolizarse, ó, si usted quiere mejor, que _argentinarse_. -La vitalidad de nuestra raza debe salir triunfante de esta prueba. -Libros como el de Ud. vienen en corroboración de mi pronóstico. Dejemos -hablar al señor Oyuela, cuyas palabras hago mías: «Los nobles -sentimientos é ideas que Ud. expresa son tales como deben ser, y son -naturalmente imaginados y sentidos por un argentino de raza española. La -lengua en que están es pura lengua española. Aunque Ud. conoce y estima, -como toda persona de buen gusto, la literatura francesa, no se deja -dominar por su influjo. Ni el más leve soplo francés corre por las -delicadas páginas de su libro. Tampoco hay en él nada italiano, nada -inglés ni nada alemán. En cambio, sin que Ud. lo haya solicitado, quizá -desconociéndolo, y con sólo dar rienda suelta á su naturaleza americana -y á su carácter argentino, tiene el libro de Ud. no poco de andaluz. De -ahí que maneje Ud. el castellano con tanta pureza, soltura y gallardía.» - -El mismo Sr. Oyuela añade: «Somos, es cierto, un país colonizador, y -necesitamos de la inmigración para engrandecernos; pero á condición de -asimilárnosla y de fundirla en nuestra nacionalidad propia. Las -naciones, como los individuos, sólo valen y significan algo por su -carácter, por su personalidad. Un país sin sello propio es como un -escritor sin estilo: no es nadie. El cosmopolitismo no ha engendrado ni -engendrará jamás nada fecundo, ni en política, ni en literatura.» - -El Sr. Oyuela, pues, comentando los versos de usted, y Ud. -escribiéndolos, reniegan de ese cosmopolitismo estéril y procuran que -brote de la raíz española, trasplantada á ese suelo, la originalidad -nacional que anhelan, y que ya tienen sin duda. - -A este fin, además, se puede ir por muy distintos caminos, y tanto Ud. -como el Sr. Oyuela siguen, á mi ver, el más seguro, recto y hermoso. -Dentro de la afición á lo castizo desechan Uds. la equivocada distinción -entre el arte gentílico y el arte cristiano. No hay verdaderamente más -que un arte bueno y legítimo, en cuya forma pagana ó griega no cabe hoy -sólo el espíritu racionalista de Goethe, de Leopardi, de Chénier, de -Fóscolo y de Carducci, sino que puede también vivir y vive el espíritu -español y católico. Así lo entendió y lo realizó fray Luis de León, á -quien usted y su amigo ensalzan y siguen; y así lo proclama hoy Menéndez -Pelayo, á quien el señor Oyuela llama «_el gran ortodoxo_, griego en -arte hasta la medula de los huesos»: Ni se opone esto á lo popular y -castizo; porque, como su crítico de usted dice muy bien, los buenos -poetas griegos hubieran sido en América tan americanos como usted; y -Echevarría, que señala el punto de partida de la literatura nacional -argentina, es en sus aciertos clásico sin saberlo; y más lo hubiera sido -si, al libertarse del pseudo-clasicismo francés, no hubiera imitado el -romanticismo francés, no hubiera pensado en francés y no hubiera escrito -en castellano de baja ley. - -Por dicha, Ud. tiene lo que faltó á Echevarría. Como él, posee Ud. la -facultad de reflejar, á modo de claro y mágico espejo, la naturaleza -circunstante, hermoseándola y depurándola en la imagen; pero Ud. posee -además el arte y la forma adecuada para que esta imagen pase, sin -disiparse ni afearse al pasar, desde la mente de Ud. á las mentes de los -demás hombres, hiriéndolas y penetrándolas. Se diría que todo el -concierto, toda la magnificencia y toda la hermosura de la tierra de -Ud., aunque conocidos por la geografía y por la estadística, eran -ignorados por el sentimiento, ya que no habían llegado á reflejarse en -el alma de un poeta, ni habían aparecido en sus cantos. Así es que mucha -parte del elogio que hace Ud. de Echevarría, podemos nosotros con más -razón aplicarle á Ud., y repetir: - - Como surgiendo de silente abismo, - El mundo americano - Alborozado se escuchó á sí mismo: - El Plata oyó su trueno; - La Pampa, sus rumores; - Y el verjel tucumano, - Prestando oído á su agitado seno, - Sobre el poeta derramó sus flores. - Desde la hierba humilde - Hasta el ombú de copa gigantea; - Desde el ave rastrera que no alcanza - De los cielos la altura, - Hasta el chajá que allí se balancea, - Y á cada nube oscura - A grito herido sus alertas lanza; - Todo tiene un acento - En su estrofa divina, - Pues no hay soplo, latido, movimiento, - Que no traiga á sus versos el aliento - De la tierra argentina. - -En todos los versos de Ud. hay inspiración propia, por donde, sin buscar -la originalidad, Ud. la tiene. Se conoce que ha leído Ud. los poetas -españoles, hasta los más recientes, como Campoamor, Núñez de Arce y -Velarde. En trozos descriptivos, sobre todo en décimas, creo notar -cierto confuso recuerdo del estilo de los dos últimos. En varias -composiciones amorosas de Ud. hay también algo del modo de Bécquer. -Siempre, no obstante, la imitación ó la coincidencia es tan vaga, que no -está uno seguro de que no sea ilusión. - -Por lo demás, nada tan opuesto como su espíritu de Ud., sano, optimista, -lleno de esperanzas en el progreso y en la grandeza de la patria, y de -todo el humano linaje, al espíritu de Bécquer, pesimista y hondamente -herido. Hasta en las poesías más melancólicas de Ud. hay consuelo, hay -bálsamo, hay luz celestial que lo alegra é ilumina todo. Así, por -ejemplo, en _El hogar vacío_, donde tan sentida y tiernamente llora Ud. -la muerte de una joven, dulce compañera de su niñez acaso, termina Ud. -con esta estrofa, cuya sencillez no deja comprender bien el efecto que -produce al terminar la composición, si antes no se ha leído la -composición toda: - - Así mi lira llorará tu ausencia. - Tu cándida existencia - Cual blanca nube se elevó del suelo - Y en lo infinito desplegó sus galas..... - Los que nacen con alas, - ¡Cuán pronto suben de la tierra al cielo! - -Tal vez cuando, en mi sentir, recuerda Ud. más á Bécquer por la forma, -es cuando por el fondo dista Ud. más de él; cuando hay en Ud., no ya la -luz y la gloria del _amor que pasa_, sino el júbilo y el dulce contento -del amor que vive y queda en el alma para siempre, haciéndola dichosa: - - Porque el amor es dueño - De todo Paraíso; - Porque toda belleza de la tierra - Es un fragmento del Edén perdido. - -Por eso, sin duda, hay más alegría, más resplandores beatificantes que -en la aparición momentánea del amor de Bécquer, en la aparición, en el -bosque, que se mostraba mustio, de la mujer por Ud. amada: - - Pero llegas....., y el agua, - El bosque, el cielo mismo, - Es como una explosión de mil colores, - Y el aire rompe en sonorosos himnos. - Así la primavera - Del trópico vecino - Desciende, y canta repartiendo flores - Y colgando en las vides los racimos. - ¡Cuán suenan gratamente - Acordes, en un ritmo, - Del agua el melancólico murmullo - Y el leve susurrar de tu vestido! - -Difícil es dar á conocer á un poeta citando así trozos arrancados de sus -obras. Más que darle á conocer es esto despedazarle. Por eso no gusto yo -de hacer muchas citas. - -A más de excelente poeta lírico me parece Ud. buen poeta narrativo, -según el testimonio brillante que de ello da en la leyenda de Santos -Vega. Las décimas en que está escrita esta leyenda son no menos fluidas, -bien hechas y ricas de rimas que las décimas empleadas por Núñez de Arce -y por Velarde en descripciones y narraciones. Las de Ud. tienen además -para mí algo de peregrino y nuevo: me pintan, con el colorido y la -precisión de la verdad, la pampa y la vida primitiva de sus habitantes; -me traen como un aroma sutil de sus flores y un eco suave y adormido de -sus músicas y de sus rumores misteriosos. - -Santos Vega es el _payador de larga fama_: el más celebrado poeta, -cantor y tocador de guitarra que ha habitado en la pampa entre los -gauchos. Su contienda con otro trovador exótico, medio hechicero, que -aparece obrando prodigios, y el triunfo de este nuevo trovador sobre el -antiguo, que muere de pesar del vencimiento, todo es sin duda simbólico: -es el triunfo de la vida moderna, y de la industria, y de los -ferrocarriles, y de las ciudades, sobre el modo agreste de vivir en lo -antiguo, en aquel florido y verde desierto, en aquella extensa llanura -que los Andes limitan; pero si bien Ud., como poeta, lamenta la pérdida -de un poco de poesía, harto deja conocer que sobre esa poesía perdida, -si es que se pierde, ha de florecer otra, y ya florece en la mente y en -el libro de Ud., que vale muchísimo más que la del _payador_ Santos -Vega. - -Justo es, no obstante, que Ud. dé á Santos Vega las alabanzas que -merece, por más que, al dárselas, se las dé escribiendo tan preciosa -leyenda, y dándole envidia de la que el pobre Santos Vega sería capaz de -morirse, si ya en la lucha con el trovador y mago intruso no hubiera -muerto. - -Como por el retrato veo que es Ud. joven, espero que seguirá escribiendo -poesías líricas y leyendas no menos bonitas que las que aquí con tanta -justicia he celebrado. - - * * * * * - - -_16 de Abril de 1888._ - -Á D. ENRIQUE GARCÍA MÉROU - -II - -Muy señor mío y distinguido amigo: Cuando en el verano pasado de 1887 -tuve el gusto de conocer y de tratar en Spa á Ud. y al general don Julio -Roca, hablamos mucho de la patria de usted, de su próspera situación y -del brillante porvenir que todo el mundo le augura. - -Bien puede afirmarse que el general D. Julio Roca ha sido quien más ha -contribuído á disipar las nubes que oscurecían y velaban el horizonte, y -quien así nos ha dejado ver el cielo de ese porvenir despejado y claro. - -Dicho general, venciendo definitivamente á los indios, errantes por la -inmensa soledad de la Pampa, aumentó el territorio de la república con -muchos millones de hectáreas, preparó todos aquellos campos para el -advenimiento de la civilización y de la colonización europea, y, -libertándolos de las invasiones y rapiñas de los salvajes, les dió un -valor que sólo puede significarse por centenares de millones de pesetas. - -Todo esto se hizo humana y hábilmente, sin disparar un tiro, sin -derramar una gota de sangre. Los indios fueron perseguidos, cazados y -confinados en sitios donde tendrán que reducirse á la vida civil, ó -morir y extinguirse como raza. Quichuas, guaranies, tehuelches, -pehuenches y araucanos, todo va á desaparecer y á ceder por completo la -tierra, desde el límite occidental de la dilatada provincia de Buenos -Aires y los límites meridionales de las de Córdoba, San Luis y Mendoza, -á fin de que por allí se explaye y se difunda la civilización -americano-española, hasta el estrecho de Magallanes. - -¿Debemos recelar que amenace ahora cierto peligro á esta civilización, y -á la raza que la representa, y al lenguaje que la expresa? Yo creo que -no, á pesar de lo que sostienen y pronostican autores de nota, entre los -cuales sobresale el francés Emilio Daireaux, cuya obra, _Vida y -costumbres en la Plata_, Ud. mismo me ha dado á leer. - -Suponiendo que en el día cuenta la República Argentina con una población -de cerca de cuatro millones de hombres, sólo podremos considerar la -cuarta parte, un millón, como inmigrados extranjeros, y aun en este -número habrá que contar más de 160.000 españoles. Los italianos son los -más numerosos entre estos inmigrados. Los franceses vienen después, casi -en el mismo número que los españoles. Y hay, por último, ingleses, -alemanes y de otros países de Europa. - -A la verdad que no es corta esta inmigración. Para el pronto -crecimiento y grandeza de la República se ha de presumir que irá la -inmigración en aumento constante, pues hay tanto terreno desierto que -poblar y que cultivar; pero ni aun así creo yo que deba pronosticarse -que ha de fallecer la virtud absorbente de la raza española criolla, que -forma ya una nación perfecta y entera, y que del aluvión y conjunto de -gentes que acuden y acudirán de todas partes, habrá de surgir una -nacionalidad nueva y distinta, con otro idioma, con otra manera de ser y -con otros rasgos y caracteres que los que tienen hoy los argentinos y -llevaron allí los primeros colonos que fueron de España. - -Para dar por seguro ó por probable lo contrario es menester suponer, -como sin duda supone Daireaux, que en la Plata no hay verdaderamente -nación todavía, sino gérmenes de nación, cuya elaboración definitiva -dice él que ha empezado, si bien se ignora qué elemento prevalecerá, y -qué lenguaje y qué modo de ser tendrán ustedes. Por lo pronto, afirma el -Sr. Daireaux que la raza, que era española en un principio, aunque con -mucha mezcla de judíos y de moros (lo cual pongo yo en duda, y si lo -concediese, no concedería que esos moros y esos judíos no fuesen ya al -ir á la Plata enteramente españoles), ha dejado de ser española y se ha -hecho latina, y afirma también que la lengua va sufriendo allí rápidas -modificaciones. Dentro de poco no podremos entendernos. Hablarán Uds. en -latín, ya que son ustedes latinos, ó en francés, que es la lengua más de -moda entre las neolatinas, ó tal vez en una lengua franca y flamante, -que saldrá de la mezcla de los diversos idiomas que hablen los que vayan -allí de inmigrados. - -De nada de esto veo yo, por dicha, ni señales. Y digo por dicha, ya que, -si para nosotros, habitantes de esta Península ibérica, sería terrible -mortificación de amor propio que desapareciese hasta la huella de que -esa república es hija de España, para Uds. la mortificación sería mayor -al quedar tan absorbidos y tan desaparecidos como tendrán que quedar los -pehuenches ú otras tribus así. - -La actividad, la energía y la riqueza que muestran hoy los argentinos, -hasta en empresas que parecen aventuradas y de inseguro buen éxito, nos -quitan todo recelo de esa á modo de desnaturalización con que el autor -francés amenaza á Uds. Sola la provincia de Buenos Aires, privada de su -capital, que se ha hecho neutra para ser capital de toda la república, -se ha creado en cinco años una nueva y magnífica capital, La Plata, -llena de soberbios edificios, monumentos y palacios, y poblada ya de -50.000 ciudadanos. - -Pero ni esta bizarría y alarde de poder material, ni el comercio -floreciente, ni los adelantos en las varias industrias, prueban tanto el -arraigo en aquella tierra del ser argentino, español de origen, que -conservan y conservarán Uds., como el movimiento intelectual, cada día -más castizo, rico y fecundo, en todas las provincias de la república, y -en Buenos Aires sobre todo. El mismo Sr. Daireaux da testimonio del -valer é importancia de este movimiento, encomiando las obras del -general Mitre y del doctor V. F. López, que trazan la historia de la -independencia sudamericana; las de otros autores, como los doctores -Vicente Quesada, Navarro Viola y Trelles, que publican documentos sobre -los orígenes y la vida social; las de los estadistas y economistas -Agote, Latzina, Coni y Navarro; las de los antropólogos, etnógrafos y -exploradores Moreno, Ceballos, Lista y Fontana, y las de los -jurisconsultos Alcorta, Montes de Oca, Tejedor, Obarrio, Segovia, y -Carlos Calvo singularmente, «cuyo tratado de Derecho internacional -público y privado resume los progresos de esta ciencia oscura, en la -época moderna, figura entre las obras maestras de esta clase, y es -consultado por todas las cancillerías y por todos los diplomáticos». - -Teatro, á lo que parece, no tienen Uds. aún. - -De novelas, yo sólo conozco la _Amalia_, de Mármol; pero el Sr. Daireaux -cita _Pablo ó el hijo de las Pampas_, de doña Eduarda García, y varias -otras novelas de D. Eduardo Gutiérrez, como _Juan Moreira_ y _El tigre -de Quequen_, cuyos lances tremendos, crímenes y horrores, compara á los -de Eugenio Sue. - -Donde, á la verdad, así en la República Argentina como en los demás -Estados de la América del Sur, se muestra más el genio castizo ó español -de origen, es en la poesía lírica y narrativa. Varias causas contribuyen -á esto. Las generales son las que en el siglo presente, aunque se llama -_positivo_, hacen que florezca la poesía en todas las regiones de la -tierra, como no ha florecido nunca. Y en cuanto á lo castizo y propio, -las causas son especiales. Ya sea porque nuestro lenguaje poético está -más trabajado y formado, ya sea porque nuestra prosodia es tan distinta -de la francesa, ello es que, aun queriendo, el poeta español más -entusiasta de los franceses no acertará á imitarlos en la forma si -escribe en castellano. Los galicismos de toda clase son más frecuentes -en prosa que en verso. Y en cuanto á los galicismos de fondo ó de -pensamiento, también en verso tienen que ser más raros; porque aun -cuando el poeta siga ó adopte sistemas ó doctrinas que estén de moda en -París, como en la poesía entra por mucho el sentimiento nacional y el -individual, éstos se combinan con lo que tal vez se aceptó por moda y le -presta fisonomía y valer castizos. - -En cierto sentido no hay sabios _populares_; pero hay y hubo siempre -poetas populares que llevan la voz del pueblo y hacen oir con grata -resonancia y ritmo adecuado las palpitaciones del grande corazón -colectivo. De aquí que la ciencia sea cosmopolita y la poesía no. - -En la República Argentina ha existido y existe esta poesía del pueblo ó -del vulgo al lado de la poesía sabia. Desde muy antiguo, desde que hubo -gauchos en la Pampa, los cuales no me puedo persuadir--á pesar de cuanto -dice Daireaux--de que sean más árabes ó más moros que cualquier -habitante de mi lugar ó de otro cualquier lugar de Andalucía ó de -Extremadura, hubo entre dichos gauchos cantadores y tocadores de -guitarra, músicos y poetas á la vez, que han lucido y nos han dejado en -sus coplas y canciones tesoros de inspiración original y fieles pinturas -de la vida nómada que en aquellos campos se hacía. Los poetas de esta -clase eran llamados ó se llaman _payadores_, y se citan como los más -ilustres entre ellos á Estanislao del Campo, á José Hernández y á -Ascasubi. Ignoro si el famoso payador simbólico Santos Vega, de quien -escribió Rafael Obligado leyenda tan preciosa, es personaje histórico ó -mítico; pero esto importa poco á mi propósito. Basta con que haya habido -otros _payadores_. - -Coincidiendo con su poesía popular y agreste, produjo la tierra -argentina, como el resto de la América española, aun antes de la -independencia, otra poesía erudita y clásica, la cual siguió siempre la -manera de ser de la poesía de la metrópoli; y yo creo que esta poesía, -sobre todo la lírica, apenas se dejó influir por el gusto francés en -tiempo del _clasicismo_, ni en España, ni en sus colonias, ni en los -Estados independientes que de ellas nacieron. Hasta los poetas más -ajustados, en la teórica, á los preceptos de Boileau, que al cabo no -eran exclusivos de Francia, son muy españoles cuando escriben versos. -Meléndez, Jovellanos, Lista, Gallego, Quintana, todo el estol de líricos -españoles del siglo pasado y de principios del presente, no se parecen -más á los poetas franceses que fray Luis de León, Garcilaso, Herrera y -Rioja, de quienes son dignos sucesores. Lo mismo se puede afirmar de los -líricos hispano-americanos de aquella escuela y período: de Olmedo y de -Bello, por ejemplo. - -Menor fué la independencia y mayor fué el remedo de lo francés cuando -vino el romanticismo. En la vieja España fué más fácil que algunos -poetas se libertasen de este remedo, refugiándose en lo pasado; en la -edad media, en nuestros romances, en nuestras tradiciones y en nuestro -teatro del siglo XVII; pero en América hubo menos reparo y defensa, y la -imitación de lo francés tuvo que ser mayor entre los románticos. - -José Mármol es excepción de la regla. La vehemente energía de su odio -contra el tirano Rosas presta robusta entonación á sus versos, é imprime -en los mejores un sello característico y original, que les da grandísimo -valor á pesar de las incorrecciones y desaliños. - -En cuanto á Echevarría, ¿cómo negar que malogró en parte sus no comunes -prendas? No lo digo yo: lo dice su compatriota de Ud. D. Calixto Oyuela: -«precisamente por haberse apartado de lo español y castizo más de lo que -nuestra propia naturaleza consiente, no pudo ser bastante americano.» Y -Oyuela añade luego: «Si Echevarría quiso renegar de esta índole y de -estas afinidades naturales, debió ser lógico, y renegar también del -idioma, que es su consecuencia necesaria, proponiendo que hablásemos en -francés ó en quichua.»--«Y no se alegue la quimera de formar nuevo -dialecto, desprendido del castellano: la historia nos enseña que de los -idiomas formados y fijados sólo pueden salir jergas informes.» - -A pesar del pesimismo que muestra el señor Oyuela en este punto, bien -podemos afirmar, y más aún poniéndole á él y á su amigo Rafael Obligado -por claros y vivos testimonios, que en la Plata no se hablará jerga -nueva, ni francés, ni quichua, sino castellano puro y limpio. - -Ni siquiera valdrá para torcerle, italianizándole, la gran colonia -italiana; porque si el influjo de la rica y noble literatura clásica de -Italia se deja sentir en la literatura argentina, será de modo benéfico, -como se dejó siempre sentir en la triple literatura española, en -Portugal, en Cataluña y en Castilla, tanto en los siglos XV y XVI, -cuanto en el XVIII y en el XIX. - -Dispense Ud. que me valga de tan largos preámbulos y rodeos para llegar -al verdadero asunto. - -Me pidió Ud., y yo prometí, un juicio franco sobre el poeta argentino -Olegario Andrade. - -Sus obras, reunidas en un tomo elegantísimo, fueron impresas en el año -pasado (1887) en Buenos Aires, á expensas del Tesoro nacional, que -consignó por ley 16.000 pesos para la adquisición de los originales y -6.000 para su impresión. Tan espléndido favor á este poeta y á sus obras -hace patente la altísima estimación de que gozan en su país de Ud. Yo he -prometido decir sin disimulo mi parecer sobre estas obras, que bien se -ve, por lo que queda expuesto, que son el reflejo más popular y el eco -más vivo del sentir y del pensar argentino en este momento y del gusto -literario que allí prevalece. - -Como prenda y señal de lo prometido, el general D. Julio Roca me dió el -mismo ejemplar que él tenía por no haber otro á mano. No puedo, pues, -excusarme. - -Mi empeño es ineludible y muy arduo y comprometido. Confieso que lo que -más temo es que no parezca mi crítica bastante encomiástica. Por la -incorrección, por el descuido á veces de la forma, tendré que censurar -no poco en las poesías de Olegario Andrade; pero me consuela y anima que -mis alabanzas han de ser grandes, sinceras y fervorosas, y muy -superiores á las que tributé ya á D. Rafael Obligado, poeta sin duda más -elegante y correcto, pero que jamás se remontó hasta ahora tan alto en -sus canciones como Andrade se remonta, ni tomó para ellas, como toma -Andrade, asuntos que mueven ó deben mover el ánimo de toda la nación -para quien canta. Andrade, á veces, movido por el asunto mismo que trata -y por su elevada inspiración, es más que un poeta nacional, es uno de -aquellos pocos poetas que aciertan á dirigir la voz dignamente á todo el -linaje de los hombres, excitando en ellos el amor de las teorías, la fe -en los propósitos que le son más caros, y la sublime esperanza de que -pronto habrán de realizarse. De esta suerte, el poeta tiene, hasta donde -es posible en lo humano y en una edad tan descreída como la nuestra, -algo del profeta antiguo: es el vate. - -Ya se ve que debe ser difícil y delicado juzgar bien á Andrade; pero sin -creer en todas sus teorías y sin esperar el cumplimiento de todos sus -vaticinios, bien podemos celebrar el entusiasmo con que los expresa y -decir desde luego que por este entusiasmo le colocamos en el número de -aquellos poetas universales y sublimemente _didácticos_, entre los que -descuellan Schiller, Manzoni, Quintana y Víctor Hugo. - -Con lo dicho se explica la razón de tan extenso preámbulo. Para entrar -de lleno en materia tendré que escribir otras cartas. - -Ignoro si ésta alcanzará á Ud. en París, en Roma ó en Oriente; pero -donde quiera llega _El Imparcial_, á quien la confío. Con ella van mis -saludos afectuosos para el general D. Julio Roca, y para Ud. la -seguridad de que empiezo á cumplir mi promesa. - - * * * * * - - -_23 de Abril de 1888._ - -III - -Mi distinguido amigo: Cuando murió, poco há, Olegario Andrade, su muerte -dió ocasión para que se manifestase del modo más solemne el entusiasmo -que inspiraba á sus compatriotas. El gobierno nacional mandando publicar -á su costa, y con gran lujo, las obras del poeta; el general Roca -pronunciando la más sentida oración fúnebre; Benjamín Basualdo -escribiendo un prólogo altamente encomiástico, y la prensa periódica -aplaudiéndolo todo, vinieron á corroborar lo que ya era opinión del -público argentino, y había sido afirmado por los críticos de más -autoridad, como los doctores Wilde y D. Nicolás Avellaneda y el poeta -Carlos Guido Spano: que Andrade era un genio y que sus cantos tendrían -vida imperecedera y gloriosa. - -Yo quiero y debo, no obstante, prescindir de todo esto al dar mi -parecer; darle como si nada de esto supiera, y no ceder al influjo de -los que tal vez por patriotismo y por la contagiosa sobreexcitación de -un momento ponen desmedida hipérbole en su alabanza. - -Las poesías de Andrade son harto difíciles de juzgar con acierto y -suscitan multitud de dudas y cuestiones, supongo que en la mente de -todos, y de seguro en la mía, sobrado escéptica quizás, pues no sólo -halla muy sujeta á errores la aplicación de las reglas que sirven para -juzgar y apreciar las obras de un singular poeta, sino que, aun en las -reglas mismas, nota cierta confusión, contradicción é incertidumbre. - -Lo llano, lo cómodo para mí sería no mostrar mis vacilaciones, seguir la -corriente y aplaudir sin reparo, como los otros; pero mi sinceridad se -sobrepone á toda consideración. El diablillo crítico que me atormenta, y -por el que estoy no sé si obseso ó poseído, no consiente que diga yo -cuando escribo aquello que quiero decir, sino aquello que él quiere que -yo diga; y lo más que logro á veces, y esto es peor, es decir lo que él -quiere y lo que yo quiero; de donde resulta, en algo como diálogo, más -que discurso, una verdadera sarta ó ristra de _antinomias_, según las -llaman ahora. - -Yo he calificado á Andrade de poeta sublimemente didáctico, poniéndole -en el grupo en que pongo á Manzoni, á Quintana y á Víctor Hugo. - -Pero, apenas dicto mi primera sentencia, cuando interviene mi diablillo -é interpone su apelación. ¿Qué enseña, dice, la poesía en nuestro siglo? -¿Qué sistemas filosóficos, qué doctrinas políticas y sociales, qué -dogmas religiosos, qué problemas y qué teoremas de la ciencia de -naturaleza podrá nadie resolver ó enseñar en verso, que no estén mejor -enseñados ó resueltos, explicados y demostrados, en el más compendioso -manual, catecismo ó cartilla para los niños de la escuela? Y como aun -reconociendo en el poeta, en Dante, Goethe ó Leopardi, por ejemplo, -todas las prendas de un sabio de primera magnitud, y creyendo que su -cerebro fué ó es el archivo de todos los conocimientos divinos y humanos -que en su época podían penetrar y conservarse con orden en el cerebro de -una persona mortal, todavía dudo de la virtud docente de su poesía, mil -veces más tengo que dudar de que ocurra y obre esta virtud en quien, -lejos de haber estudiado y aprendido mucho, deja el colegio -prematuramente con algunas ligeras nociones de historia y noticias muy -elementales de literatura, y se lanza á la vida del periodismo, tan -agitada y laboriosa. - -Mirando este asunto bajo su aspecto prosaico, acude al pensamiento, al -ver cómo nos dedicamos muchos al magisterio de la prensa antes de saber -algo que enseñar, aquello del «Maestro Ciruela, que no sabía leer y -ponía escuela», ó el chistoso epígrafe de un capítulo de la novela del -Padre Isla que ha quedado como refrán: «Deja Fray Gerundio los estudios -y se mete á predicador.» - -Claro está que en este sentido, cuando ni los poetas que fueron también -grandes sabios pueden ser poetas didácticos en el siglo XIX, menos lo es -Olegario Andrade, cuyos estudios habían sido cortos y someros; pero hay -otro sentido, según el cual, como por ciencia infusa, puede un poeta ser -sublimemente didáctico en nuestros días. - -Las elevadas aspiraciones, el ideal cuya realización se columbra en el -porvenir, los planes, doctrinas y esperanzas que están en la mente -colectiva de un pueblo ó de la humanidad toda, por estilo vago, informe -y confuso, resplandecen con mayor luz en el alma del poeta, y merced á -la energía plástica que el poeta tiene, se revisten de forma -determinada, precisa y hermosa, en versos que muestran con claridad -aquello mismo que agitaba el centro oscuro del alma y que el vulgo -apenas comprendía. Para ser así poeta didáctico se requieren dos grandes -y raras condiciones, sin las cuales no se alcanza la perfección de la -forma en que estriba el misterio. Se requieren el entusiasmo y el buen -gusto. - -El entusiasmo, esto es, el sentimiento fervoroso y la imaginación -potente que le pone de manifiesto, habilitaban é ilustraban, sin duda, -el espíritu de Olegario Andrade: poseía esta primera condición para ser -gran poeta docente. Sobre la otra condición, sobre la del buen gusto, -hay reparos que poner. - -En mi sentir, es necesario dar á la forma extraordinaria belleza para -que este género de poesía transcendental y encumbrada penetre bien en -las inteligencias y en los corazones, y venga á ser como la fórmula -duradera de una tendencia general, de una aspiración nacional ó humana. - -No bastan las imágenes de que reviste y adorna el poeta su pensamiento, -ni el fuego de la pasión con que le presta calor y vida; son -indispensables, además, el esmero, la reflexión y el arte más exquisito. - -Acontece en ocasiones que un poeta, sin pensamientos muy por cima de lo -vulgar, pero con sentimiento delicado, cuando posee y emplea ese arte -exquisito, comunica al lector dicho sentimiento y le conmueve más que el -poeta desaliñado, aunque tenga ideas más hondas y nuevas. Así entre -nosotros, Moratín, hijo, es el más artista, el más primoroso cincelador -de versos. Gracias á aquel magistral arte suyo, lo más insignificante á -veces, por el fondo, nos penetra, interesa ó enternece. El pensamiento -expresado con nitidez y mesura no toca en lo ridículo por el empeño de -llegar á lo sublime; y el sentir, expresado con mesura también, aparece -sincero, y se apodera de nosotros, mientras que un sentir, más sincero -quizá, si está expresado con exageración, nos parece falso, y nos hace -reir cuando pretende hacer que lloremos. - -No es esto decir que lo primoroso y atildado de la forma salve nunca lo -que carece de fondo, lo que está vacío de pensamiento, y frío de -sentimiento, ó recalentado con sentimiento falso y postizo. Sean ejemplo -de esto los versos políticos de Monti: son un prodigio de _hechura_, -pero á mí me dejan helado: apenas tengo paciencia para leerlos. - -No hay arte con que disimule el poeta la falta de convicción. Lo que sí -puede ser es que por ampulosidad sobrada se estropee un sentimiento leal -y sincero, y aparezca falso y mentido. Esto se advierte á veces en -Víctor Hugo. No ha de extrañarse, pues, que también se advierta en -Olegario Andrade, que tomó á Víctor Hugo por ídolo y modelo. - -Víctor Hugo tenía mucho arte: ponía en la forma el mayor esmero y -estudio, como casi todos los poetas franceses; pero nuestros poetas -románticos, que no pueden imitar en la forma la poesía francesa, por ser -tan distinta, y que acaso se dejan engañar por lo que dice el poeta -extranjero de que la inspiración le arrebata y de que no reflexiona, ni -lima, ni pule, escriben sin arte y allá corren desbocados, dando rienda -suelta á su portentosa facilidad. - -Presupuestos, con todo, el sentir y el pensar con hondura, y la -sinceridad, y el brío en el estilo, que todo esto tiene Andrade, no se -puede negar que fué egregio poeta, por más que á veces le falten el -arte, la mesura, la nitidez y la elegancia. - -Contra los principios y doctrinas que sostiene y divulga, nada tiene que -decir el crítico que ama la poesía por la poesía. Lo que importa es la -nobleza del intento, la grandeza del fin, el valor de aquellas ideas y -aspiraciones generales en que estamos todos de acuerdo. Después, tan -gran poeta parece Schiller kantiano, como Manzoni católico-liberal, -como Whittier cuákero liberalísimo, como Quintana -enciclopedista-progresista. - -La historia, la filosofía, las religiones, todo puede ser asunto de -versos con tal de que el asunto se trate bien; pero yo no me cansaré de -repetir que en estos asuntos han de exigirse más que en nada la -perfección de la forma, lo limpio y hermoso de la dicción, la riqueza de -las imágenes y el buen gusto y el peregrino empleo de frases y giros. El -poeta que no labre con todo esto sus versos filosóficos y políticos, se -expone á que parezcan _artículos de fondo_ con rimas ó índices y -extractos del Bouillet ó de cualquier librejo de texto, puestos en -coplas. - -Con cuanto queda dicho se señalan y previenen los tropiezos á que se -expone el que se lanza á poeta _hierofante_, digámoslo así. Que Andrade -quería ser poeta de este género, y en lo posible lo era, se ve claro en -su composición á Víctor Hugo. Allí, al ensalzar al maestro, explica -Andrade el concepto que tuvo de la poesía y de la misión del poeta en -este mundo. - -Diremos, entre paréntesis, que Víctor Hugo, que recibió la composición, -no la leyó, ó si la leyó, no entendió ni chispa, y contestó dando las -gracias, con tres frases huecas y frías, en vil prosa. - -La composición á Víctor Hugo fué, pues, mal pagada, y, á mi juicio, fué -también despilfarrada. En este juicio no hay discrepancia entre mi -diablillo crítico y yo: estamos de acuerdo; pero el mal pago, y cuando -no el peor empleo, el derroche, no implican que sea mala la -composición. La composición, á pesar de las enormes alabanzas al poeta -francés, y á pesar de otros defectos, contiene, en mi sentir, bellezas -de primer orden. - -Los que versificaban en castellano en el siglo XVI no se curaban de -evitar las asonancias. - -En el día, nuestros oídos son más delicados y no las pueden sufrir; pero -Andrade se quedó con los antiguos y no cayó en esto. Sus versos están -plagados de asonancias que los desentonan y afean. Lo advierto, porque, -si bien procuraré citar versos en que no haya asonancias inoportunas, -será difícil. - -Para Andrade, analizando ya la composición á Víctor Hugo, el poeta es un -hierofante, es quien trae luz á la humanidad cuando se extravía en las -tinieblas y quien le enseña el camino que debe seguir: - - Así la humanidad despierta inquieta, - En la noche moral abrumadora, - Cuando surge el poeta, - Ave también de vuelo soberano, - Que en las horas sombrias - Canta al oído del linaje humano - Ignotas harmonías, - Misteriosos acordes celestiales, - Enseñando á los pueblos rezagados - El rumbo de las grandes travesías, - La senda de las cumbres inmortales. - -Hecha ya esta definición, la ilustra con varios ejemplos históricos: -pone como prototipos de estos poetas que enseñan á la humanidad y que la -sacan ó tratan de sacarla del atolladero y de las tinieblas en que se -ha hundido, á Isaías, á Esquilo, á Juvenal y á Dante; y, por último, -síntesis maravillosa de todos éstos, y superándolos á todos, suscita -Dios á Víctor Hugo, cuya misión es más alta que la de Isaías, que la de -Juvenal y que la de Dante, porque viene á renovar el linaje humano, nada -menos. - -Diré aquí con toda franqueza que si yo fuese Víctor Hugo, y alguien me -hubiera echado tanto incienso, y no tontamente, sino con gracia, y -moviendo bien el turíbulo, hubiera yo escrito una carta menos seca, -pagando al poeta sus alabanzas con otras iguales y no menos justas. La -carta de Víctor Hugo me da rabia, como si yo fuese Andrade. La única -disculpa que tiene la carta es que Víctor Hugo no sabía castellano y no -entendió los versos de su admirador. - -La verdad es que, ó debe uno callarse y dejar que le adoren como á un -Dios, ó contestar con algo mejor que tres frases hechas á requiebros -como los que siguen: - - Todo lo tienes tú, la voz de trueno - Del gran profeta hebreo, - Fulminador de crímenes y tronos! - El grito fragoroso del que un día - Encarnó, para ejemplo de los siglos, - La idea del derecho en Prometeo; - La cuerda de agrios tonos - De Juvenal, aquel Daniel latino, - Tremendo justiciero de su siglo, - Y el rumor de caverna de los cantos - Del viejo Ghibelino. - Todo lo tienes tú; por eso el cielo - Te dió tan vasto sin igual proscenio. - No hay notas que no vibren en tu lira, - Ni espacios que no se abran á tu genio. - Cantas al porvenir, y los que sufren, - Esclavos de la fuerza ó la mentira, - Sienten abrirse á sus llorosos ojos - De la esperanza las azules puertas. - Apostrofas al tiempo, y se levantan, - Mágico evocador de edades muertas, - Como viviente, inmenso torbellino, - Razas extintas, pueblos fenecidos, - Fantasmas y vestiglos, - Para contarte en misterioso idioma - La colosal _Leyenda de los siglos!_ - Todo lo tienes tú; todo lo fuiste: - Profeta, precursor, mártir, proscrito. - Gigante en el dolor te levantaste - Cuando en la noche lóbrega sentiste - Temblar los mares, vacilar la tierra, - Con pavorosa conmoción extraña, - Cual si un titán demente forcejease - Por arrancar de cuajo una montaña. - Era Francia, montaña en cuya cumbre - Anida el genio humano; - La Francia de tu amor, que tambaleaba - Herida por el hacha del germano; - Y arrojando la lira en que cantabas - La _Canción de los bosques y las calles_, - Fuiste á tocar llamada, - De París sobre el muro ennegrecido, - En el ronco clarín de Roncesvalles. - -Larga es la cita que acabo de hacer; pero ella muestra la excesiva, -candorosa y casi desdeñada adoración á Víctor Hugo; el concepto que -formaba Andrade de lo que era ó debía ser un poeta grande; y aun algunos -de sus sentimientos y creencias sobre el progreso y la libertad, y sobre -el alto destino de Francia, _cumbre donde anida el genio humano_. - -Las faltas de Andrade se ven también en los versos que acabo de citar. -Por ellos se puede afirmar que se le empieza á conocer; mas para -conocerle á fondo, es fuerza hablar de su _Prometeo_, de su _Atlántida_ -y de otras composiciones que piden más cartas. Por hoy añadiré sólo que -al terminar los versos á Víctor Hugo, muestra Andrade otro de sus -entusiasmos y sus creencias más poéticas: que el glorioso porvenir del -humano linaje está en el mundo que descubrió Colón. - - Desde aquí, teatro nuevo - Que Dios destina al drama del futuro, - Razas libres te admiran y se mezclan - Al coro de tu gloria, - Orfeo que bajaste - En busca de tu amante arrebatada, - La santa democracia, - A las más hondas simas de la historia! - Desde aquí te contemplan - Entre dos siglos batallando airado - Y arrancando á la lira - La vibración del porvenir rasgado - O el triste acento de la edad que espira! - Y al través de los mares, - Astro que bajas al ocaso, envuelto - En torrentes de llama brilladora, - Entonando tus cantos seculares, - Te saludan los hijos de la aurora. - -Este final es magnífico. - -No es más grandioso y arrogante nada de Víctor Hugo; pero, como el poeta -argentino, envolviendo á su ídolo en nubes de incienso y en nimbos y -aureolas de luz, le llama viejo y astro que baja al ocaso, ¿quién sabe -si Víctor Hugo lo entendería y se enojaría un poco? - -Basta ya, por ahora. Otro día veremos cómo entrevé y predice Andrade el -porvenir de su América, y cómo teje guirnaldas ó coronas poéticas con -las flores que toma en la filosofía de la historia; jardín público donde -cada cultivador planta y recoge las flores que le convienen ó le gustan; -ciencia que cada cual construye, entiende y explica según le place. - - * * * * * - - -_7 de Mayo de 1888._ - -IV - -Mi distinguido amigo: La última producción de Andrade, titulada -_Atlántida_, es el canto de cisne, donde su sentir patriótico y de raza -está expresado con mayor elegancia y brío. Premiado el canto en público -certamen, y siendo además la obra más encomiada del poeta, bien puede -afirmarse que las ideas y los sentimientos que contiene son de los más -populares en las orillas de La Plata. - -No pretendo yo negar que el canto es hermoso. No me propongo escatimar -las alabanzas, ni deslustrar los aciertos sacando á relucir faltas y -errores. Tampoco gusto, por lo común, de impugnar, con la fría -dialéctica de la prosa, lo que tal vez afirma un poeta arrebatado por el -estro; pero ¿cómo prescindir de mi propia manera de sentir, de mi ser de -español-peninsular, y no contradecir sentimientos é ideas que en la -_Atlántida_ se expresan y que en algo ó en mucho nos lastiman? - -El canto _Atlántida_ está dedicado al porvenir de _la raza latina en -América_, y esto de _raza latina_ ofende mi amor propio español. En -esto, para España, hay algo que hiere, como se sentiría herido un -anciano al saber que un hijo suyo, emancipado, rico, con gran porvenir, -establecido en remotos países y lleno de altas miras ambiciosas, justas -y fundadas, había renegado del apellido paterno, y en vez de llamarse -como se llamó su padre, había adoptado el apellido de un amo, á quien su -padre sirvió en la mocedad. - -Al llamarse latinos los americanos de origen español, se diría que lo -hacen por desdén ó desvío del ser que tienen y de la sangre que corre -por sus venas. Ellos se distinguen, entre sí y de nosotros, llamándose -argentinos, mexicanos, colombianos, peruanos, chilenos, etc. Pero si -buscan luego algo de común que enlace pueblos tan diversos é -independientes, me parece que el tronco de las distintas ramas no está -en el Lacio, sino en esta tierra española. Los Estados y las naciones -que han surgido en América de nuestras antiguas colonias son tan -españoles como fueron griegas las colonias independientes que los -griegos fundaron en Africa, en Asia, en Italia, en Sicilia, en España y -en las Galias. No se avergonzaron estos griegos independientes de seguir -llamándose griegos, y no imaginaron llamarse pelasgos ó arios para -borrar ó esfumar su helenismo en calificación más vasta y comprensiva. - -Y aunque se diga que los portugueses no son españoles y que hay un gran -imperio de origen portugués en América, el argumento no vale. Si hemos -de reducir á un común denominador á los luso-americanos y á los -hispano-americanos, á fin de sumarlos luego, más natural sería hacerlos -á todos, no latinos, sino ibéricos y hasta españoles. Los portugueses, -en los siglos de su mayor auge y florecimiento, cuando tenían -navegantes, héroes y poetas, como Gama, Cabral, Diego Correa, D. Juan de -Castro, Alburquerque y Camoens, no desdeñaban el ser españoles, por más -que dentro de este predicamento general pusieran la distinción -específica de portugueses. Ni sé yo que los austriacos, cuando no son -húngaros, bohemios ó croatas, así como tampoco otros pueblos germánicos, -que no dependen del imperio alemán, fundado por los prusianos, repugnen -el dictado de alemanes y pretendan llamarse de otra manera. Más derecho -sería negar al imperio flamante el exclusivo título de alemán. - -De esta suerte pudieran los portugueses, si hubiera tribunal con -jurisdicción para decidir y el negocio importase más, poner pleito á -España por haberse alzado con el nombre de España y pedir que este -Estado se llamase Reino Unido de Aragón y Castilla. - -Me parece, por otra parte, que el título de América latina disuena más -al promover la contraposición con la América _yankee_, que han dado en -apellidar _anglo-sajona_. Para que la contraposición fuese exacta, -convendría, si llamamos anglo-sajona á una América porque se apoderó de -Inglaterra un pueblo bárbaro llamado anglo-sajón, llamar visogótica á -la otra América, porque otro pueblo bárbaro, llamado visogodo, conquistó -la España. Igual razón habría para llamar á los Estados Unidos y al -Canadá América normanda, con tal de que la restante América se llamase -moruna ó berberisca. - -La verdadera contraposición, la innegable diferencia entre los _yankees_ -y los hispano-americanos de cualquier república que sean, no está en lo -germánico, ni en lo latino, ni en lo normando, ni en lo moruno, ni en lo -anglo-sajón, ni en lo visogótico, sino en que una América, civilizada -ya, procede de ingleses, y de españoles otra, cuando Inglaterra y España -eran al fin dos naciones perfectamente formadas y distintas, con -condiciones propias y con carácter peculiar y con sello de originalidad -indeleble. Y este sello tiene ó debe tener fuerza y virtud informante -para marcar y asimilar á la gente que entre por aluvión á ser parte de -la población de los nuevos Estados. Y así como no es de presumir que los -franceses del Canadá y de Nueva Orleans, y que los españoles de origen -de California, Texas y la Florida, y mucho menos los seis ó siete -millones de negros, ciudadanos libres hoy de la república que fundó -Washington, cambien el ser de aquella república y borren su origen, en -su mayor parte inglés, menos debe temerse que los italianos ó los -franceses que emigran ahora á la América, de origen, no en su mayor -parte, sino exclusivamente española ó ibérica, borren la filiación y las -señales de la procedencia y conviertan aquella América en latina. - -Hechas estas consideraciones para que quede en su punto la verdad, -severa y prosaicamente considerada, no debiéramos disputar más con el -poeta, sino repetir la sentencia de Horacio del _quidlibet audendi_, y -dejarle imaginar lo que se le antojara y convertir en latinos á todos -los hispano-americanos desde Nueva Méjico á Patagonia. - -En medio de todo no hay concepto generalizador que, aun pareciendo -absurdo por un lado, no tenga por otro cierto racional fundamento, el -cual estriba en nociones vagas, que se desprenden de ciencias nuevas, -como, en este caso, de la filosofía de la historia, de la etnografía y -de la filología comparativa, y pasan al dominio del vulgo. De aquí, sin -duda, que habiendo sido tan pocos los latinos, allá en un principio, nos -convirtamos ahora todos en latinos, con sorpresa y pasmo de los que no -están en el secreto y por obra y gracia de las mencionadas ciencias. - -Podemos llamarnos latinos, aunque no raza latina, como ya nos llamaron -latinos los griegos del Bajo Imperio, para quienes los alemanes y los -ingleses, y con sobrada razón, eran latinos, porque habíamos sido todos -civilizados por el latín y con el latín: por el Imperio latino de Roma y -después por la Iglesia latina, de Roma. Podemos llamarnos latinos, -porque nuestras lenguas proceden del latín, y, en este sentido, no son -latinos los alemanes; pero no sé yo por qué los ingleses han de ser más -germánicos que latinos ó celtas. Si es cuestión de vocablos, acaso, casi -de seguro, hay en un Diccionario inglés tantas palabras tomadas del -latín como tomadas de otro idioma. Y si nuestro latinismo se funda en -el influjo civilizador de la Iglesia romana, desde la caída del Imperio -hasta la Reforma, los ingleses y los irlandeses resultan más latinos que -los españoles, quienes, durante toda la edad media, estuvieron mucho más -separados que Inglaterra y que Irlanda del influjo de Roma. - -En resolución, y bajo cualquier aspecto que esto se mire, yo comprendo -que, con el andar de los siglos, desaparezca del todo entre los -_yankees_ la huella de su origen inglés, y entre los hispano-americanos -la huella de su origen español, para que _yankees_ é hispano-americanos -sean algo enteramente nuevo; pero no comprendo que _yankees_ é -hispano-americanos se borren el ser inglés ó español que tienen para que -aparezca por bajo un ser anglo-sajón ó latino, á la manera que se puede -borrar lo escrito recientemente en un palimpsesto, para que salga á -relucir por bajo alguna obra clásica de antigüedad remota. - -Si otro modo de transformación puede ó no ocurrir, misterio es profético -en el que no debo entrar. Sólo digo que esta transformación, por cuya -virtud quedasen _descastados_ los españoles ultramarinos, los vejaría -más á ellos que á los españoles peninsulares. ¿Carecerá la raza que -colonizó tan inmensa extensión de ambas Américas de vigor y de nervio -suficientes para imponer el sello característico que la distingue? -¿Cederá al empuje de la inmigración creciente, dejando, v. gr., -que los franceses ó los italianos se sobrepongan, y que las -nuevas nacionalidades y tal vez las lenguas sean un conjunto -italo-franco-hispano-lusitano, que venga á denominarse _latino_, para -que no sea tan largo el término de expresión? - -Me parece que, en todo caso, han de pasar centenares de años antes de -que esto ocurra. - -Lo más probable, así como lo más deseable, será que el Brasil, -prescindiendo de tupinambas y guaranies, y de negros bundas y minas, y -considerado como nación civilizada, siga siendo portugués de casta y -origen, y que sus habitantes sigan hablando y escribiendo la lengua -portuguesa, enriquecida ya por ellos con un tesoro de poesía épica y -lírica y con muy estimables libros de historia y de derecho; que todas -las repúblicas hispano-americanas, como pueblos civilizados, sigan -siendo de origen español, y que sus ciudadanos sigan hablando la lengua -de Castilla, en que han escrito Alarcón, Sor Juana Inés, Valbuena, -Gorostiza, Ventura de la Vega, Baralt, Bello y Olmedo; y que los sesenta -millones de _yankees_, que podrán dentro de poco pasar de ciento, sigan -siendo ingleses por su origen, como pueblo civilizado, y sigan hablando -la lengua inglesa. Las literaturas de estos pueblos seguirán siendo -también literaturas inglesa, portuguesa y española, lo cual no impide -que con el tiempo, ó tal vez mañana, ó ya salgan autores _yankees_ que -valgan más que cuanto ha habido hasta ahora en Inglaterra; ni impide -tampoco que nazcan en Río Janeiro, en Pernambuco ó en Bahía escritores -que valgan más que cuanto Portugal ha producido; ó que en Buenos Aires, -en Lima, en México, en Bogotá ó en Valparaíso lleguen á florecer las -ciencias, las letras y las artes con más lozanía y hermosura que en -Madrid, en Sevilla y en Barcelona. - -No niego yo la posibilidad de que los hispano-americanos nos superen; y -si no deseo que se nos adelanten, porque la caridad bien ordenada -empieza por uno mismo, deseo que nos igualen. Lo que niego es que, á no -ser por decadencia y no por primor ó por adelanto, se vuelvan latinos. -Afirmo la persistencia del españolismo, y en este sentido creo que la -sentencia del Duque de Frías no puede fallar. Durante muchos siglos aún -podremos exclamar con dicho poeta: - - Españoles seréis, no americanos, - -y podremos afirmar que el navegante que vaya por allí desde Europa, - - Al arrojar el áncora pesada - En las playas antípodas distantes, - Verá la Cruz del Gólgota plantada - Y escuchará la lengua de Cervantes. - -Bolívar pudo sacudir el yugo del tirano Fernando VII; pero el otro yugo, -suave y natural, del Manco de Lepanto y del ejército de escritores que -le sigue, es yugo que nadie quiere, ni debe, ni puede sacudir. - -Otro sentimiento, que no nos es favorable, se deja traslucir además en -el canto _Atlántida_. Es legítimo, sin duda, el deseo, y no deja de -tener fundamento la esperanza que anima á los americanos, esto es, á los -descendientes de europeos que fueron á colonizar á América, de que el -porvenir de la humanidad está allí: de que, si en Asia, cuna de la -civilización, hizo la humanidad grandes cosas, y de que, si más tarde, -tal vez desde las guerras médicas, Europa adquiere la hegemonía, -civiliza, domina el mundo y obra mil portentos, todavía América los -obrará mayores en lo futuro, eclipsando las glorias de las más ilustres -naciones de Asia y de Europa. Hasta este punto, el pensar y el aspirar -son razonables y nada tienen de odiosos. Nada hay que decir, pongo por -caso, de que un ciudadano de Chicago espere que el esplendor de su -ciudad anuble dentro de poco el esplendor de la memoria de Roma, ó de -que Nueva York haga olvidar á Sidón y á Tiro, ó de que por Boston se -venga á oscurecer la fama de Atenas. Pero ya es de censurar, si -traspasando este límite se advierte la impaciencia, que tiene algo de -antinatural, como cuando un hijo piensa en que se le muera pronto su -padre para heredarle, de que decaiga Europa, á fin de que se levanten -las naciones de América con superior y no disputada grandeza. - -De todos modos, yo no apruebo esta especie de naciente rivalidad entre -el mundo nuevo y el viejo, y creo compatible la grandeza de ambos mundos -y posible el florecimiento de las naciones de por allá y de las de por -acá; pero como de la emulación nacen los grandes hechos, y no hay éxito -dichoso donde no hay confianza, aplaudo el júbilo soberbio con que -Andrade parece que espera más de su raza que de Europa y que de los -_yankees_, asegurando que su raza va á cumplir las promesas de oro del -porvenir, el cual está reservado (en América se entiende) - - Á la raza fecunda - Cuyo seno engendró para la historia - Los Césares del genio y de la espada. - -Andrade quiere decir con esto, y yo me alegraría de que tuviese razón, -pues aunque quiero bien á los _yankees_, quiero más á la gente de mi -casta y sangre, que lo grande que tiene aún que hacer la humanidad lo -van á hacer los hispano-americanos. Ojalá, repito, que sea así. Pero -¿qué necesidad hay para ello de que nos considere ya muertos ó -arruinados? - -Andrade, profetizando en favor de su raza, que él llama latina, exclama: - - Aquí va á realizar lo que no pudo - Del mundo antiguo en los escombros yertos: - La más bella visión de las visiones: - Al himno colosal de los desiertos, - La eterna comunión de las naciones. - -Supongo que el poeta intenta decir, aunque, francamente, lo dice mal, -que, escuchando el himno colosal de los desiertos, esto es, en medio de -la magnífica, exuberante y hermosa naturaleza de aquel nuevo é inmenso -continente, la raza latina realizará al cabo - - La eterna comunión de las naciones, - -ó sea una confederación y consorcio de pueblos libres, prósperos, -fuertes, ricos y llenos de altísima cultura. - -A nada de esto debe oponerse, sino aplaudir, todo _latino_ de por acá. -Lo que yo no apruebo, y lo que no aprobará ningún _latino_ de los de -esta banda, es que los _latinos_ de la otra banda pongan como condición, -á lo que parece, el que se convierta en _escombros yertos_ este mundo -antiguo, en el que hemos nacido y en el que vivimos. - -En un porvenir remoto, todo, sin embargo, es posible. Tal vez dentro de -algunos siglos, en vez de venir los chilenos, peruanos, brasileños, -etc., á estudiar, á divertirse y á gozar, en escuelas, teatros y -bullicios de París, de Roma y hasta de Madrid y Sevilla, aunque decaídas -ya estas poblaciones, vengan á visitar sus ruinas como visitan ahora los -europeos las ruinas de Persépolis, Palmira, Nínive y Babilonia. Lo que -casi no es posible, y vuelvo á mi tema, es que los hispano-americanos, -aun después de ocurrido todo lo que dejo consignado, se conviertan en -_latinos_. ¡Cuidado que á mí me encantan Horacio y Virgilio, y los -Gracos y los Scipiones, y Paulo Emilio y Régulo, y los Fabios y los -Decios! Aunque propiamente no sean latinas, todas las grandes cosas de -la Italia moderna me maravillan también y me atraen. Yo reconozco y -bendigo el influjo civilizador de Italia, la cual, hasta el siglo XVI, y -desde siete siglos antes de Cristo, y aun desde más temprano si contamos -con el florecimiento de la Etruria y de la Magna Grecia, es la maestra -de las gentes; pero los discípulos no han perdido su ser y dejado de ser -lo que eran. Un cordobés, paisano de Lucano y de Séneca; un señorito de -Sevilla, paisano casi de Silio Itálico y de los emperadores Trajano, -Adriano y Teodosio el Grande, ó un natural de Cádiz, paisano de los -Balbos, me chocaría á mí que saliese con la tonada de que era latino, -cuando tal vez no supiese decir en latín sino el _Gloria Patri_ y el -_Sicut erat_. Hágase Ud. cargo si me chocará que un ciudadano de Buenos -Aires, ó de Montevideo, ó de Quito, salga con que es latino ó de raza -latina, como si tuviese á menos ó se avergonzase de ser de raza -española. - -Pero, en fin, nada de esto destruye el mérito de los versos de Andrade, -de que seguiré hablando otro día. - -Perdone Ud. que por hoy haya perdido yo tanto tiempo en mi inocente -desahogo contra esta _latinidad_ postiza que por moda científica nos han -colgado á todos. - - * * * * * - - -_14 de Mayo de 1888._ - -V - -Mi distinguido amigo: Confieso que el canto _Atlántida_ hace que me -asalten con vigor mis dudas y cavilaciones sobre la poesía _docente_ en -nuestra edad, en que todas las ciencias están metodizadas y ordenadas. - -Es de toda evidencia que existe aún sublime poesía _docente_, la cual, -no sólo enseña el camino del progreso al linaje humano, sino que habla -de Dios, revela los misterios del universo y de la historia, y mueve y -levanta los corazones para que realicen nobles y útiles empresas. El -influjo de esta poesía es hoy como nunca poderoso, y da un mentís á los -que afirman que vivimos en época positiva y prosaica. Más que Tirteo en -la antigua Grecia, influyen Whittier en la guerra civil de los Estados -Unidos para dar libertad á los esclavos, y Quintana, en España, -sosteniendo á la vez, con idéntico brío y en maravillosa y rica -combinación, las ideas y los sentimientos que habían producido la -revolución en Francia y el fervoroso patriotismo que abominaba de los -que, por fuerza y sometidos ya á un tirano, aparentaban divulgar esos -sentimientos y esas ideas á costa de la dignidad y de la independencia -de las otras naciones. - -Jamás como ahora, á pesar de la manía de afirmar que estamos en la edad -de la razón y que ha pasado la edad de la fe, ha sido el entusiasmo más -contagioso, ni ha tenido más eficacia, precediendo á la acción el -pensamiento, y revistiéndose para propagarse y transformarse en obras de -la palabra rítmica, sonora y alada. - -Pero todo esto no es porque los poetas patenticen los arcanos que antes -sabían sólo asociaciones secretas, ni hagan raros descubrimientos de que -nadie se hubiera enterado hasta que ellos lo dijeron, sino porque á lo -sentido, á lo imaginado y á lo pensado por muchos, tal vez informe y -confusamente, aciertan á dar forma divina, sintiéndolo con más energía, -imaginándolo con mayor lucidez, pensándolo con más limpia y pura -claridad y comunicándolo así á las muchedumbres. - -Todo depende, pues, de una feliz forma íntima, de la oportunidad y del -tino. - -Cierto escritor israelita ha compuesto un libro donde trata de probar -que no hay sentencia alguna en el _Sermón de la Montaña_ que no hubieran -pronunciado antes de Cristo estos ó aquellos doctores de la Sinagoga ó -de sectas judaicas en disidencia. Miremos el asunto con mirada -racionalista y profana, y concedamos por un instante que dice verdad el -autor del libro. El mérito de Jesús no se menoscabará por eso; antes -crece en nuestra mente y se magnifica. ¡Con qué inspiración -imperiosamente persuasiva, con qué soberano magisterio, con qué arte -prodigioso no diría Jesús su Sermón, cuando de un tejido de frases -olvidadas ó desdeñadas de rabinos obscuros, y de los que nadie hacía ya -caso, compuso una obra moral y social que ha renovado el mundo y que -hace cerca de dos mil años es como el fundamento ideal de la vida y de -las costumbres entre las naciones que gobiernan y dirigen los destinos -humanos! - -En escala inferior, así es toda obra de un gran poeta. Nada explica -mejor esto que dos palabras que no sé por qué han caído en desuso en -nuestra lengua: la virtud de la _concinidad_ y el poder del -_concionador_, en su acepción más elevada. - -Por una concinidad inspirada por el cielo, suponiendo fundada la crítica -del autor israelita, hizo Jesús ley de la humanidad de un centón de -máximas rabínicas; y por concinidad semejante, aunque en más baja -esfera, influye un poeta en el porvenir de su pueblo con otro centón de -lugares comunes. - -Todo estriba, más que en lo que se dice, en el modo de decirlo; pero -este modo no está sujeto á reglas, ni se aprende estudiando la poética y -la retórica, sino que brota del alma humana, altamente iluminada, -predestinada y escogida. Así se concibe que sea poeta docente, poeta -concionador, Olegario Andrade, que al cabo, en prosa, sabía poquísimo, y -no tenía, por consiguiente, mucho que enseñar. - -Dos terribles escollos tiene que evitar el poeta que se engolfa por este -mar de la poesía _docente_: el de mostrar enfático y falso sentimiento, -que en vez de entusiasmar mueve á risa, y en este escollo Andrade, que -es sincero, no tropieza jamás; y el de aspirar inocentemente á lo muy -didáctico y caer en el prosaísmo, en lo cual no he de ocultar que -Andrade alguna vez tropieza. - -Para enseñar de cierto modo, no vale ya ni sirve la verdadera poesía, -aunque el metro y los consonantes valgan aún como recurso mnemotécnico. -Cuando se apela á este recurso, en vez de crear versos áureos, como los -de Pitágoras, ó máximas solemnes, como las de los antiguos sabios y -poetas gnómicos, se suelen hacer versos, cuya utilidad yo no niego, pero -que hacen reir de puro ramplones. Menester fué de todo el talento y buen -gusto de Martínez de la Rosa para que sus dísticos del _Libro de los -Niños_ no parezcan ridículas aleluyas, y suenen bien como suena: - - La conciencia es á la vez - Testigo, fiscal y juez. - -Las máximas del barón de Andilla, por ejemplo, pueden ponerse en solfa, -aunque enseñan cosas útiles, como la que dice: - - Niña, en la iglesia la cabeza tapa: - San Lino lo ordenó, segundo Papa. - -Y en versitos, útiles también, viven en boca de las personas cultas las -diferentes formas del silogismo, los impedimentos dirimentes del -matrimonio, los requisitos que debe tener toda demanda de un abogado, -los pretéritos y supinos y otras reglas de la gramática latina, y no -pocos aforismos de medicina casera, como - - _Post prandium, dormire;_ - _Post cenam, mille passus ire._ - -Ya, con mayor amplitud, se ha escrito en verso la Historia; y de ello -nos da muestra notable el reverendo padre Isla, escribiendo la de -España, que aprendí yo cuando chiquillo, desde - - Libre España, feliz é independiente, - Se abrió al cartaginés incautamente, - -hasta - - Logre el cetro español años completos - En Felipe, en sus hijos y en sus nietos. - -El canto _Atlántida_, si bien realzado con vuelos filosóficos, tiene -algo de compendio de la historia de los pueblos latinos. Empieza el -poeta con Roma, cuyo origen, crecimiento y grandeza nos pinta. Luego -trae su decadencia y caída. Después de Roma, se levanta España, y el -poeta encarece con amor nuestros grandes actos en la vida de la -humanidad. Caemos también, y el poeta lamenta nuestra caída, y la -atribuye á que cayó sobre nuestro espíritu - - La sombra enervadora del Papado, - -lo cual me desagrada, no tanto porque dude yo de que el Papado tenga -_sombra enervadora_, ni de que esta sombra sea como la del manzanillo, -causa de perdición y muerte, cuanto por el feísimo vocablo _Papado_, que -hace pensar en la _papada_, y que se me resiste en verso heroico. - -En pos de España, que - -..... duerme acurrucada - Al pie de los altares, - Calentando su espíritu aterido - En la hoguera infernal de Torquemada, - -viene Francia, recoge el cetro de los latinos, produce á Voltaire, y nos -da en seguida su magnífica revolución, hoguera de efecto contrario al de -la hoguera inquisitorial: - - Hoguera en cuya lumbre soberana - Va a forjar, como en fragua ciclopea, - Su eterno cetro la razón humana. - -Francia cae también en Sedán, y ya le llega su turno á la América. -Andrade, con todo, no nos da por muertos aún. Cree que aun tenemos ser, -y lo expresa en estos versos generosos: - - Anteos de la historia, - Los pueblos que el espíritu y la sangre - Llevan de aquella tribu aventurera - Que encadenó á su carro la victoria, - Ya los postre ó abata - La corrupción ó la traición artera, - No mueren aunque caigan. Así Roma - En su tumba de mármol se endereza - Y renace en Italia, como planta - Que el polvo de los siglos fecundiza. - Así España sacude la cabeza - Tras largas horas de sopor profundo, - Y arroja los fragmentos - De su pasada lápida mortuoria, - Para anunciar al mundo - Que no ha roto su pacto con la gloria. - Y Francia, la ancha herida - Del pecho no cerrada, - En la sombra se agita cual si oyera - Rumores de alborada. - -Á pesar de todo, América se adelanta y se apercibe ya á hacer el primer -papel: - - Á celebrar las bodas del futuro - En sus campos de eterna primavera, - -y á dar - - Ámbito y luz en apartadas zonas - Al genio inquieto de la vieja raza, - Debelador de tronos y coronas. - -Nada falta ya en América á este genio latino. Allí va á realizar -prodigios que en balde hemos pugnado por realizar nosotros: el poeta -sueña hasta con una nueva religión más comprensiva y sublime que las -profesadas hasta ahora. - - Y el Andes, con sus gradas ciclopeas, - Con sus rojas antorchas de volcanes, - Será el altar de fulgurantes velos - En que el himno inmortal de las ideas - La tierra entera elevará á los cielos. - -En la descripción de esta América, ocupada por la _raza latina_, campo -abierto á su afán, pone Andrade rasgos brillantes y espléndidos colores. - -La enumeración y la calificación de las diversas repúblicas tienen -hermosos versos. - -Allí vemos á - -..... Colombia adormecida - Del Tequendama al retemblar profundo; - Colombia la opulenta, - Que parece llevar en las entrañas - La inagotable juventud del mundo; - -Á Venezuela, cuna de Bolívar; al Perú, aunque vencido, no humillado; á -Chile, el vencedor, que - -..... fuerte en la guerra, - Pero más fuerte en el trabajo, vuelve - A colgar en el techo - Las vengadoras armas, convencido - De que es estéril siempre la victoria - De la fuerza brutal sobre el derecho; - -al Brasil, - - Á quien sólo le falta - El ser más libre para ser más grande; - -y, por último, á la patria del poeta, á la rica y extensa patria -argentina: - - La patria, que ensanchó sus horizontes - Rompiendo las barreras - Que en otrora su espíritu aterraron, - Y á cuyo paso en los nevados montes - Del Génesis los ecos despertaron. - La patria, que, olvidada - De la civil querella, arrojó lejos - El fratricida acero, - Y que lleva orgullosa - La corona de espigas en la frente, - Menos pesada que el laurel guerrero. - ¡La patria! En ella cabe - Cuanto de grande el pensamiento alcanza: - En ella el sol de redención se enciende; - Ella al encuentro del futuro avanza, - Y su mano, del Plata desbordante - La inmensa copa á las naciones tiende. - -Los últimos versos, á pesar de las asonancias repetidas, y que ya no se -sufren, son un bellísimo y entusiasta llamamiento á los europeos, de -_raza latina_, para que vayan á colonizar en la Plata. - - ¡Ámbito inmenso, abierto - De la raza latina al hondo anhelo! - ¡El mar, el mar gigante, la montaña - En eterno coloquio con el cielo..... - Y más allá desierto! - ¡Acá ríos que corren desbordados; - Allá valles que ondean - Como ríos eternos de verdura, - Los bosques á los bosques enlazados; - Doquier la libertad, doquier la vida - Palpitando en el aire, en la pradera, - Y en explosión magnífica encendida! - -Por lo citado y expuesto, se ve que, á pesar de todo su desaliño y demás -faltas, era Andrade un inspirado y original poeta; pero tal vez -resplandecen más sus buenas cualidades cuando desecha la serenidad -didáctica, es lírico puro y se deja llevar de la pasión que le agita. -Habrá acaso en esta pasión algo de poco razonable; pero esto no importa -cuando la pasión no es singular, sino de muchas gentes, de las cuales el -poeta se hace eco y es órgano. - -Así, más que el patriotismo, el americanismo de Andrade. - -Justo es que todo Estado independiente ponga el mayor empeño en -conservar y hacer respetar su autonomía. Justa es también cierta -mancomunidad de intereses entre todas las repúblicas de origen español, -y así lamentamos las guerras, harto crueles con frecuencia, que se han -hecho entre sí estas repúblicas. Chile ha asolado y arruinado el Perú. -El Paraguay ha quedado medio desierto después de la última guerra. Justo -es que todas estas repúblicas, ya que se separaron de la metrópoli y de -los Estados de Europa, se enojen de toda tutela ó curatela que aspiremos -á imponerles. Nada más impolítico, absurdo y deplorable que nuestra -guerra del Pacífico y que la expedición á México, que puso al infeliz -Maximiliano sobre su instable y peligroso trono. - -Delirio fué, en mi sentir, el más ó menos vago proyecto, no nacional, -sino palaciego, que hubo, tiempo há, en España, ya de levantar en la -misma México, ya en Quito, un trono para algún príncipe ó semipríncipe -de nuestra dinastía. España, por dicha, no piensa ya, si es que pensó -alguna vez, en nada semejante, y hasta abomina de ello. - -Las demás naciones de Europa, escarmentadas con el cruelísimo ejemplo de -Maximiliano, y convencidas de que no es posible, ni conveniente, que -reine en América un príncipe europeo, no acometerán ya jamás tales -empresas, y no se dejarán seducir, y se taparán las orejas para no oir -las excitaciones, los ruegos y las promesas de los americanos -monárquicos, si aun los hubiere después del escarmiento último. Pero -concediendo esto, no podemos conceder que haya nada de juicioso en el -americanismo exagerado. ¿Dónde está, ni cómo puede concebirse este -antagonismo ó contraposición entre Europa y América, cuando la América -civilizada no es, ni puede ser, sino la prolongación, el complemento, -una parte del triunfo de la civilización europea y cristiana sobre la -naturaleza bravía y no domada aún por el hombre; y sobre las razas -bárbaras y salvajes, que, al contacto de los europeos, ó se mezclan con -ellos y se regeneran y levantan, ó perecen y se hunden? - -Alzar en América un reino ó imperio nuevo sería locura. Admirémonos de -la previsión astuta de D. Juan VI, ó de sus consejeros, que habilitó á -D. Pedro de Braganza para decir su famoso _fico, me quedo_, y quedar en -efecto de emperador del Brasil; pero lo que no se hizo en sazón no se -remedia cuando fuera de sazón quiere hacerse. La América española debe -ya ser, y es menester que siga siendo republicana y señora de sí misma. -No autoriza esto, con todo, ni menos justifica los arbitrarios asertos -de que la virtud, el desinterés y la libertad se fueron al Nuevo Mundo, -y el hablar con horror de la tiranía de los reyes y de la bajeza -lacayuna de los pueblos que los sufren, cuando en América se han -sufrido dictadores y tiranos más zafios, ruines, sanguinarios y -codiciosos que nuestros peores reyes. En ninguna nación civilizada de -Europa ha habido, desde hace un siglo, sobre ningún trono, más -aborrecible y cruel tirano que Rosas. Y, por otra parte, el sufrir los -desmanes, los vicios, los crímenes y las insolencias de un rey no -humilla tanto, ya que, en virtud de una ficción legal, aquel hombre -está, para bien de todos, colocado aparte, y como por cima de los demás, -y es monumento vivo de antiguos héroes y caudillos y de mil gloriosos -hechos; mientras que un tirano improvisado sale á veces de la hez, del -cieno, del más hondo sedimento de las cloacas sociales, y se encumbra, -por fuerza ó astucia, no en virtud de ley antigua y veneranda, sino -hollando todas las leyes, para plantar su rudo pie sobre el pescuezo de -sus iguales y de sus superiores. - -Pero, por cima de todas estas consideraciones, vienen á ponerse el brío -patriótico, la noble independencia, y el orgullo, para mí digno de -aplauso, que prefiere hasta la mayor infelicidad en casa, á un bien, á -una ventura, á una felicidad que acudan á traernos los extraños; por -todo lo cual aplaudo yo á Andrade, más que cuando adoctrina á todo el -humano linaje, cuando se revuelve contra nosotros los europeos y nos -injuria elegantemente, en el ardor de su lírica vehemencia, y nos llama -enflaquecidos, corrompidos, lacayos, esclavos y otras lindezas. - -Su poesía _La Libertad y la América_ es á la vez una diatriba contra -nosotros, un himno triunfal al Nuevo Mundo y un cartel de desafío á los -europeos. - -Y, sin embargo, ésta es la composición que más me agrada de Andrade. En -la facilidad, en la riqueza y en la fluidez, parece de Zorrilla; y -parece de Víctor Hugo en la crudeza y en el furor con que ensalza á los -suyos y á nosotros nos vilipendia y deprime. - - Aquí donde algún día vendrán las razas parias - A entrelazar sus brazos en fraternal unión, - A despertar acaso las selvas solitarias, - Con el sublime acento de místicas plegarias, - Cantando los esclavos su eterna redención. - Aquí la vieja Europa con mano enflaquecida, - Con la altanera audacia de la codicia vil, - Quiere injertar su sangre, su sangre corrompida, - Que se derrama á chorros por anchurosa herida, - En la caliente sangre de un pueblo varonil. - Y allá en la blanca cima do el cóndor aletea, - Clavar sobre los cielos su roto pabellón; - Y acá sobre su espalda robusta y gigantea - Colgar de sus lacayos la mísera librea, - Colgar de sus esclavos la insignia de baldón. - -Contra este supuesto propósito de Europa, el poeta se alza lleno de -indignación, y llama al combate, así á los héroes vivos, como á los -héroes muertos; á aquellos que, durante la guerra de emancipación, - - En el mar, en el valle, en las montañas, - Revolcaban al león de las Españas, - Que bramaba de rabia y de coraje. - -Volviendo luego al primer metro, continúa el cántico triunfal y -profético americano, vaticinando un porvenir glorioso para el Nuevo -Mundo, é implícitamente al menos, la ruina del Mundo Antiguo. - - ¡América! tus ríos te ofrecen ancha copa; - La túnica del iris, espléndido dosel; - Las selvas seculares son pliegues de tu ropa; - En tus desiertos cabe la vanidad de Europa: - Las razas del futuro te buscan en tropel. - ¡Ni siervos, ni señores, ni estúpido egoísmo! - Al Universo anuncia tu gigantesca voz. - En vez de las almenas del viejo feudalismo, - Con la frente en el cielo, la planta en el abismo, - Los Andes se levantan para tocar á Dios. - -Y, por último, el poeta asegura que la historia va á terminar allí; que -el _non plus ultra_ de todos los ideales está en su continente; que no -hay otro más allá de bello, de bueno, de noble, ni de santo, que lo que -su América realice: - - Tus Andes son el templo de cúpula de hielo, - En que, después de rudo y ardiente batallar, - Vendrá á colgar sus armas con religioso anhelo - La caravana humana para elevar al cielo - El himno sacrosanto de amor y libertad. - -Claro está que en todo esto hay mil parabienes agoreros que deben -lisonjear á los argentinos; justas aspiraciones y egregias esperanzas, y -además lirismo y pompa poética que á todos nos hechizan. Hay también -extravagancias, así en el fondo como en la forma, de cuyas tres cuartas -partes, lo menos, hago yo responsable á Víctor Hugo y á la manía que -inspira de imitarle. - -Veremos aún el _Prometeo_ y otros poemas. Temo cansar á Ud. con tan -largo examen crítico; pero Ud. lo ha querido, y ya no hay más sino -llevarlo con paciencia. - - * * * * * - - -_4 de Junio de 1888._ - -VI - -Mi distinguido amigo: Incompleto quedaría mi examen de las obras -poéticas de Andrade si no hablase yo de la más transcendental: de su -_Prometeo_, inspirado por el de Esquilo. - -La crítica literaria dictó en el siglo pasado sentencias tan contrarias -á las que dicta en el nuestro, que sería largo demostrar aquí que hoy es -cuando tenemos razón, y que los críticos de entonces se equivocaban. -Así, pues, suprimo pruebas en gracia de la brevedad, y doy por -demostrado que tenemos razón ahora: que ahora toda sentencia que recae -sobre libros de la clásica antigüedad es definitiva é irrevocable. - -El _Prometeo_ de Esquilo, por lo tanto, drama para los críticos -franceses pseudoclásicos, como Voltaire y La Harpe, bárbaro, sin acción -y sin caracteres, es para nosotros, y en realidad y para siempre, un -prodigio de poesía: una de las obras más sublimes que ha producido el -ingenio humano. Dicen que Esquilo consagró sus tragedias al Tiempo, y -tuvo razón, ya que el Tiempo agradecido le hace justicia. Hoy las -admiramos todas, y sobre todas la de _Prometeo_, aunque es la segunda -parte de su trilogia, de la cual, salvo cortos fragmentos, se han -perdido la primera parte y la tercera. En traducir el _Prometeo_, en -comentarle, en explicarle, en completarle ó en imitarle, se han empleado -los más egregios poetas, críticos, filólogos y pensadores de nuestra -edad: Shelley, Byron, Edgardo Quinet, Goethe, Bunsen, A. Maury, Patin y -mil otros. Unos han puesto en verso cuanto suponen que Esquilo dejó por -decir, ó cuanto dijo y se perdió; otros han dado sentido nuevo á la -fábula; otros han disertado largamente para desentrañar todos los -misterios que la fábula esconde. - -Tal vez esta fábula, entendida de cierto modo, se aviene con el prurito -de impiedad y de rebeldía blasfema que hoy atosiga muchos espíritus, y -que ha inspirado, por ejemplo, el himno á Satanás de Josué Carducci: tal -vez se aviene con la suposición de que en el Supremo Dispensador de los -destinos humanos hay tiranía y malevolencia, y de que la gloria y la -grandeza del audaz linaje de Japeto está en rebelarse contra esa tiranía -y su bienaventuranza en sacudir el yugo. - -Aun antes de nuestro siglo, entre los vates precursores, aparece Milton, -el cual, en medio de su fe cristiana, sentía ya ese espíritu de rebelión -y simpatizaba con él; por donde pone noble grandeza y egregia hermosura -en su Príncipe de los demonios, y aun toma para pintarle rasgos del -Prometeo del trágico griego. - -La sospecha ó la acusación contra la impiedad de Esquilo hubo de -mostrarse ya cuando él vivía, y dar origen á la historia de que le mató -el águila de Júpiter, dejando caer sobre su calva frente una tortuga que -llevaba entre sus garras por el aire. - -Críticos y comentadores hay, con todo, que, lejos de ver impiedad en -Esquilo, le consideran piadosísimo, y explican la trilogia de Prometeo -dándole significación profundamente religiosa. Si el poeta pecó en algo, -fué en divulgar doctrinas esotéricas, que se transmitían sólo á los -iniciados en los misterios y que se custodiaban en el seno de colegios -sacerdotales. - -Por lo demás, como todas las mitologías, y singularmente la griega, se -formaron por amalgama ó fusión de opuestas y encontradas creencias y -modos de sentir y entender, resulta que en esta fábula de Prometeo hay -varias y aun opuestas interpretaciones, según se la considere, y aun -según sea el autor de que se tome, pues también antes de Esquilo la -trató Hesíodo. - -De aquí que muchos, apoyándose en la idea de que hubo una revelación -primitiva, cuya luz aparece, aunque ofuscada, en el seno del paganismo, -ya ven en el Titán filántropo, que padece por amor de los hombres, una -confusa prefiguración del Redentor; y ya ven lo mismo en el hijo de -Júpiter, en Hércules, que mata el buitre ó el águila que devoraba el -renaciente hígado de Prometeo, y reconcilia á éste con Júpiter, á la -cual interpretación vienen á dar más fuerza las palabras en que explica -Hesíodo la buena voluntad con que Júpiter perdona; porque «así se -difundía con mayor gloria sobre la tierra la virtud de su Hijo muy -amado». - -En el poema de Andrade, más lírico que épico, donde se narra poco y hay -muchos versos en que habla el Titán, esta confusión, ó más bien -oscuridad entre lo impío y lo piadoso, persiste y no se disipa. - -¿Será á Júpiter, ó á Dios mismo, á quien por boca del Titán dice el -poeta todos estos insultos y amenazas? - - ¡Oh Dios caduco! grita - El titán impotente: - Como esta negra carne que renace - Bajo el pico voraz del cuervo inmundo, - Renacerá fulgente - Para alumbrar y fecundar el mundo - La chispa redentora - Que arrebaté á tu cielo despiadado. - Germen de eterna aurora - Del caos en las entrañas arraigado! - Desata, Dios caduco, - La turba ladradora de tus vientos; - Sacude los andrajos de tus nubes, - Y acuda á tus acentos - La noche con sus sombras, - Con montañas de espuma el Oceano: - No apagarán la luz inextinguible - Del pensamiento humano. - ¿Qué importa mi martirio, - Mi martirio de siglos, si aun atado, - Júpiter inmortal, yo te provoco, - Júpiter inmortal, yo te maldigo? - ¿Si el viejo Prometeo, el titán loco, - El mártir de tu encono, - Siente tronar la ráfaga tremenda - Que va á tumbar tu trono? - -Otro punto hay también, en el cual los opuestos y discordantes elementos -que entraron en la fábula, argumento de la tragedia de Prometeo, hacen -oscura su significación en Esquilo. Todavía, después de tantos siglos, -queda en el poema de Andrade la misma oscuridad, vaguedad ó indecisión, -la cual sería grave falta en cualquiera obra didáctica en prosa; pero en -verso está bien y tiene singular hechizo, pues pinta la indecisión, las -dudas, las contradicciones de la mente humana, así cinco ó seis siglos -antes de Cristo, como diez y nueve después. - -Entonces y ahora los hombres no estaban ni están contentos y satisfechos -de lo presente; y así, ya fingen la edad de oro en lo pasado, de la cual -hemos descendido por nuestra culpa hasta esta mísera edad de hierro; ya -pintan, en lo pasado, una humanidad bestial y feroz, que ha ido y va -levantándose, poco a poco, hacia el bien, la luz y la perfección; ya, -concertando la antinomia, aseguran la caída primera, creen en una -redención ulterior, y en pos de esta redención en el progreso. - -De todo esto hay vagamente en Esquilo; y de todo esto hay también -vagamente en Andrade. - -A la verdad, cuando el Prometeo de este último, atado siempre y -padeciendo su martirio, llega á descubrir sobre el Gólgota la Cruz del -Salvador, el poeta argentino nos alucina por un momento y nos parece -completamente cristiano. Se puede imaginar que la significación -profética que da Augusto Nicolás á Prometeo es la que le inspira. El -Prometeo de Andrade dice algo por el orden de las santas y hermosas -palabras del viejo Simeón: _Nunc dimittis servum tuum, Domine, in pace, -quia viderunt oculi mei salutare tuum._ - - «¡Al fin puedo morir--grita el gigante - Con sublime ademán y voz de trueno.-- - Aquella es la bandera de combate, - Que en el aire sereno - Ó al soplo de pujantes tempestades - Va á desplegar el pensamiento humano, - Teñida con la sangre de otro mártir, - Prometeo cristiano, - Para expulsar del orgulloso Olimpo - Las caducas deidades. - Es un nuevo planeta que aparece - Tras los montes salvajes de Judea - Para alumbrar un ancho derrotero - Á la conciencia humana: - El germen fulgurante de la idea - Que arrebaté al Olimpo despiadado; - La encarnación gigante de mi raza, - La raza prometeana. - ¡Al fin puedo morir! Hijo de Urano, - Llevo sangre de dioses en las venas. - ¡Sangre que al fin se hiela! - Aquel que me sucede, hijo del hombre, - Lleva el fuego sagrado, - Que eternamente riela, - Ya le azoten los siglos con sus alas, - Ó el viento furibundo; - El fuego del espíritu, heredero - Del imperio del mundo.» - -Sin embargo, después de la atenta lectura de estos versos, se nota harto -bien que el sentimiento cristiano ha entrado en ellos en pequeñísima -dosis. - -Cristo, según el poeta, vale más que Prometeo, no porque es Dios, sino -porque es menos Dios y más hombre que el titán. Para el poeta, Prometeo, -Cristo, Galileo, Sócrates, en suma, todo sabio que haya sido algo -perseguido ó muy perseguido por clérigos y frailes, por inquisidores ó -por dioses de cualquiera laya, viene á ser un titán, un Prometeo de -mayor ó menor calibre, la personificación ó la encarnación del -pensamiento humano, que es el verdadero Dios que inspira su poema y á -quien le dedica. - -El Prometeo de Andrade muere en cuanto ve morir á Jesús, y muere porque -mueren los dioses todos para que reine sin rival el espíritu del hombre. - -El poeta termina su obra entonando á este espíritu un cántico triunfal -muy entusiasta. Todos los pensadores futuros serán otros tantos -Prometeos, que es de suponer que no llegarán á padecer, ni con mucho, lo -que padeció el titán, ni serán crucificados como Cristo, ni beberán -cicuta como Sócrates, ni tendrán que sentir ninguna otra desazón -mayúscula, como no hagan alguna tunantería ó algún disparate. Estos -nuevos pensadores contribuirán á que amanezca pronto el claro día - - En que el error y el fanatismo espiren - Con doliente y confuso clamoreo. - -Los poetas harán también brillante papel en este drama del porvenir. -Andrade no cree, por dicha, como creen y sostienen ahora algunos -pensadores del Ateneo de Madrid, que la poesía, al menos la rimada ó -metrificada, va á morir por inútil. Los poetas serán las aves que -cantarán la venida de esa aurora mental y social, y que secarán con sus -alas la sangre y el sudor de los pensadores, perseguidos ó afanosos, si -ellos se afanan y si alguien los persigue. - -Para mí es evidentísimo que hay en todo este poema de Andrade portentoso -brío y gran vuelo de inspiración. Lo que se echa muy de menos, y ¿por -qué no decirlo con franqueza? es el estudio para prepararse á escribirle -y el estudio al escribirle. - -No quiero pararme en el desaliño ni en las rarezas del lenguaje. No -gusto de disputar, y alguien hallará bien quizás lo que yo hallo -deplorable; pero quede consignado, sin atreverme á decir que no está -bien, que no me suena el que Cristo sea _planeta_, y que preferiría que -fuese _estrella_ ó _sol_; que la raza _prometeana_ me choca y lastima -los oídos, y que celebraría yo que Prometeo viese la Cruz y no la -_silueta_ de la Cruz. La _silueta_ me hace pensar en seguida en -figurillas de papel recortadas con tijeras. - -Las fábulas gentílicas no merecen el respeto que merece la historia. El -poeta puede modificarlas á su antojo y bordar sobre ellas; pero aun en -esta licencia se han de poner condiciones: de no observarlas, surgirán -inconvenientes en daño del poema licencioso. Mientras más clara y -transparente sea en Prometeo la representación del genio del hombre ó -del pensamiento humano, menos vida poética tendrá el personaje: más se -acercará á la fría abstracción: más se esfumará como mera é insustancial -alegoría. Para Esquilo y para los atenienses, público de Esquilo, -Prometeo era persona de verdad; y Júpiter y las ninfas del Océano, y -todos los seres que aparecen en el drama, distan mucho de ser -abstracciones y vanas prosopopeyas. Por esto sólo, aunque no lo fuese -por más, sería el Prometeo de Esquilo superior á todos los Prometeos que -se han escrito más tarde. - -Los denuestos del poeta griego contra su Zeus ó Júpiter, vivo y -reinante, debían de pasmar por su audacia: eran la protesta hermosa del -derecho y de la razón contra la violencia y el poder. En el día nada -significa hablar mal de Júpiter. Y si Júpiter es la superstición, el -fanatismo, la idea de Dios ó un Dios en quien no se cree, y es como si -no fuera, todo elemento dramático y épico se desvanece, y se reduce el -poema á la lucha de una abstracción contra otra. - -Ya se entiende que digo esto como consideración general, que afecta poco -al mérito del poema de Andrade. El, ó reflexivamente ó por instinto, -pensó como yo, é hizo su poema lírico, y no epopeya ni drama. - -Y no es esto decir que, en nuestra edad moderna, no sea posible una -epopeya ó un drama sobre Prometeo; pero, á mi ver, ha de ser de uno de -estos tres modos: ya poniendo en parodia y en solfa el asunto, como en -las operetas de Offenbach; ya ciñéndose con inspiración erudita al -espíritu y pensar de los antiguos, sin bastardear ni mezclar las ideas -anacrónicamente. Por tal estilo, bien podría un poeta muy helenista y -muy sabio restaurar la trilogía, completando lo que de Esquilo nos -falta, así como Leopardi compuso el himno á Neptuno, que parece -traducción literal de uno de los himnos que se atribuyen á Homero. -Puede, por último, y más bien pudo hará doscientos ó más años, cuando la -filosofía de la historia no se había popularizado tanto, y cuando los -poetas no metafisiqueaban tanto como hoy á sabiendas y reflexivamente, -dar la fábula de Prometeo asunto para un drama, que no fuese bufo como -las operetas, ni arqueológico tampoco, sino con moderno significado. - -Calderón, á mi ver, nos dejó lindo ejemplo de esto en su precioso drama -_La estatua de Prometeo_. Su intento fué sólo escribir una gran comedia -de magia con mucha vistosa pompa, música y canto; pero la inspiración -fué más allá del intento. Informada é iluminada la fábula terrible por -la luz del cristianismo y por sus alegres esperanzas, toma el aspecto -más risueño y tiene el desenlace más dichoso. El coro canta, con razón, -al terminar: - - Feliz quien vió - El mal convertido en bien - Y el bien en mejor. - -Prometeo, así como Epimeteo su hermano, no son figuras alegóricas, sino -personajes reales. Prometeo, sabio; Epimeteo, guerrero. Representan, no -obstante, la lucha de las armas y las letras, de la razón y de la -pasión, de la ciencia y del instinto violento y ciego. Aunque rodeados -de personajes simbólicos y mitológicos, hay realidad y vida en ambos -protagonistas. - -La lucha que entre ellos estalla viene á parar en reconciliación -interviniendo Minerva, ó la sabiduría misma, y Apolo, ó el padre de la -luz, los cuales interceden con el sumo Jove, quien perdona antes de que -Prometeo padezca el suplicio á que estaba condenado. Pandora no es -causa de todos los males, como en Hesíodo, tan aborrecedor de las -mujeres. - -Para el galante Calderón, que rendía culto á la mujer, y para quien - -.....Si el hombre es breve mundo, - La mujer es breve cielo, - -Pandora, que representa á la mujer, completa la dicha del sabio, -casándose con él y amándole. Robar el fuego del cielo resulta chico -pecado y perdonable atrevimiento, en vista de los bienes que acarrea, y -sobre todo - - Porque nunca niega - Piedades un Dios. - -La maravillosa y estupenda fantasía de Calderón despliega toda su virtud -en el robo mismo del fuego, en la aparición de Prometeo, cuando ya le -trae del cielo, y en la repentina y milagrosa vivificación de la estatua -que se convierte en mujer, hermosa y sabia, hasta el punto de -confundirse con Minerva, cuando Prometeo le da la llama celestial, que -la penetra y la anima. - -Un crítico de buena voluntad y transcendente, como hoy se usan, pudiera -sacar de _La estatua de Prometeo_ mil deliciosas, amenas y hasta -profundas filosofías. - -No me incumbe á mí hacerlo ahora; y me vuelvo á Andrade. - -En éste no son tan atinadas como en Calderón las modificaciones ó -innovaciones. Algunas van contra todo razonable simbolismo y le truecan -en embolismo. El Titán, hijo de Japeto, es y quiere Andrade que sea el -pensamiento humano. ¿Por qué, pues, le hace pelear contra Júpiter, con -los otros titanes, que significan las fuerzas cósmicas, fatales é -ininteligentes, en las que Júpiter pone orden y ejerce imperio? Prometeo -aconsejó á los titanes que no se rebelasen contra Júpiter. - -También es raro que los titanes para escalar el cielo monten á caballo y -galopen como gauchos por la pampa, y en corceles de semoviente y animado -granito. Para subir al asalto de una fortaleza, á un monte enriscado ó -al cielo, no valen corceles si no tienen alas como el Pegaso. Además, yo -creo que la lucha de los titanes contra Júpiter es difícil de pintar sin -que el poeta moderno quede deslucido, cuando esta lucha inspiró en la -Teogonía los versos más sublimes y verdaderamente titánicos al vate de -Ascra. - -A pesar de todo lo expuesto, y para terminar sin cansar demasiado ni al -público ni á Ud., diré que, tanto por las composiciones de que he -hablado, como por _El nido de cóndores_, _A Paisandú_ y otras que no -cito, Andrade es uno de los más ilustres poetas que ha habido en -América, y valdría más que Olmedo ó que Bello, y tanto como Quintana, si -hubiese cursado más humanidades y hubiese tenido más y mejores lecturas. - -Andrade, por último, como otros poetas argentinos, como Mármol, -Echevarría y Obligado, tiene en su lira cuerdas que á Quintana le -faltan. Andrade siente, ve y comprende, con profundo sentimiento -poético, la naturaleza que le rodea. Si hubiera él olvidado ó -descuidado más á Víctor Hugo y engolfado menos su alma en la filosofía -de la historia, hubiera sido aún más notable poeta pintando la -naturaleza americana y cantando de amor y de hermosura, mejor que de -evoluciones y de progreso. - - - - -EL PARNASO COLOMBIANO - - -_13 de Agosto de 1888._ - -Á D. JOSÉ RIVAS GROOT - -I - -Muy distinguido señor mío: Vergüenza me da de no haber contestado aún á -la amabilísima carta de Ud. fecha en Bogotá el 29 de Octubre de 1887. -Pido á Ud. por ello mil perdones y le ruego que crea que en parte mi -desidia y en parte mil quehaceres y cuidados han tenido la culpa de mi -tardanza. - -La carta de Ud., que recibí á su debido tiempo, me alegró y lisonjeó -mucho. Con ella recibí el estimable presente que me hizo Ud. de un -ejemplar del _Parnaso Colombiano_. - -En la carta me pide Ud. ó muestra deseos de saber mi opinión sobre los -poetas cuyas composiciones contienen los dos tomos del _Parnaso_. Y -pensando yo en darla, después de reflexivo estudio, y con el mejor tino -que pudiese, he dejado hasta hoy correr el tiempo, sin hacer nada de la -tarea que me había prescrito. - -Pocos meses há empecé á escribir estas _Cartas americanas_, y claro -está que de uno de los libros de que yo más detenidamente deseaba hablar -en ellas era del que Ud. me había remitido; pero más fáciles asuntos me -han salido al paso, y todavía no he satisfecho mi deseo. - -Entre tanto, he recibido, sin saber quién me los envía, los números de -_La Nación_, de Bogotá, fechas 18 y 25 del último Mayo, donde contesta -usted muy discreta y amablemente á mi primera _Carta americana_, -defendiendo con gran calor y habilidad á Víctor Hugo é impugnando mi -crítica en lo que á Víctor Hugo es adversa. - -En la impugnación se muestra Ud. tan cortés, tan benigno y tan amable -conmigo, que la gratitud me desarma, y casi me siento capaz, á fin de -ser á Ud. grato, de confesar que me he equivocado: que la musa de Víctor -Hugo no tiene falta ni mácula, y que, si la tiene, la hermosea en vez de -afearla, como velloso lunar á una linda moza, haciendo resaltar más con -su negrura lo sonrosado de la mejilla ó la limpia candidez de la desnuda -espalda, donde el lunar campea y descuella como matita de bambúes en -prado de flores. - -Los artículos de Ud. me llevan además á hacer escrupuloso examen de -conciencia. ¿Señor--me digo,--habré yo pecado denigrando, ó rebajando al -menos, el mérito del gran poeta por odio y envidia de español contra lo -francés en particular, y en general contra todo lo extranjero? Raro es -el español que sintió jamás tal odio ni tal envidia, y no soy yo ese -español raro. - -Hasta cuando estábamos muy soberbios y engreídos y no cesábamos de -hablar de Pavía, Otumba, San Quintín y Lepanto, y de que el sol no se -ponía en nuestros dominios, no nos dió jamás por denigrar á nadie. - -Todo nos parecía mejor en tierra extranjera, ó porque era mejor, ó -porque el atractivo de la novedad hacía que así nos pareciese. Hasta los -poetas, que por lo común son arrogantes, eran humildes en España al -compararse con los extranjeros. Lope de Vega, por ejemplo, que no me -parece que era un poeta de tres al cuarto, decía, refiriéndose á los -italianos, que no se atrevía á competir con ellos, - - Que son solos y soles, - Él con sus rudos versos españoles. - -Lo que es en el día andamos tan abatidos, que no hay objeto que no nos -parezca mejor siendo extranjero que siendo español; y de cuanto -admiramos, es lo francés lo que admiramos más, por ser lo que menos mal -conocemos. Siguiendo esta regla y esta propensión nuestra, aseguro á -usted que mientras más hondamente lo considero, más me persuado de que, -lejos de escatimar á Víctor Hugo la alabanza, me he excedido en ella; y -llamando á Víctor Hugo rey de los poetas de nuestro siglo, he agraviado -á Byron, á Goethe y á no pocos otros, que tal vez tuvieran más derecho -que él á esa corona. - -¿Qué es, pues, lo que yo puedo y debo replicar á los artículos de Ud. -insertos en _La Nación_? Lo mejor es dar el punto por suficientemente -discutido. Dejemos á Víctor Hugo que descanse en paz sobre sus laureles, -y hablemos de los poetas que escriben en mi propio idioma, y cuyas -obras usted me envía, como me dice en su carta, desde un rincón de los -Andes. - -No puede Ud. imaginar cuánto me agrada y qué gran curiosidad me inspira -ese rincón, como usted le llama. - -Cuantas descripciones he leído de su tierra de usted, hechas por -Alejandro Humboldt, por García Mérou, por el barón de Japurá, padre de -una simpática marquesa, española por adopción, y mujer de un antiguo y -excelente amigo mío, y por Miguel Cané, discreto escritor y viajero -argentino, hoy ministro de su república en esta corte, todo me atrae y -cautiva; y aseguro á usted que, si yo no fuese ya y no estuviese ya tan -viejo, había aún de ir á Bogotá á hacer á Ud. una visita y á ver el -estupendo salto del Tequendama, de tan superior elevación al del -Niágara, que he visto. - -Lejos de parecerme Bogotá un rincón, se me figura que Bogotá va á ser el -centro del mundo en lo venidero, cuando el canal interoceánico acabe de -abrirse, y sea en el seno de esa república donde se celebre el gran -consorcio de la civilización, besándose y abrazándose, dentro de la -zona, - - Que el sol enamorado circunscribe, - -las ondas del Atlántico y del Pacífico. - -Y no crea Ud. que lo que más me encantaría ahí, aunque soy muy -apasionado á la hermosura y sublimidad de la naturaleza, serían los -fértiles y exuberantes valles y vegas por donde corren el Magdalena y -el Cauca; ni la riqueza y variedad de frutos, plantas y flores que hay -en la hermosa patria de Ud.; ni la misma catarata, vencedora del -Niágara, y una de las maravillas que hay que ver en este planeta, -catarata en que se derrumban las aguas del Bogotá desde una altura de -180 metros, y pasan por el aire, desde la tierra fría, desde un clima -como el del centro de España, á la tierra caliente, poblada de -naranjales y de palmas, y donde revolotean los loros y guacamayos. Todo -esto, con un poco de imaginación, se ve en espíritu, leyendo las -descripciones de los viajeros, casi como si se viese materialmente con -los ojos del cuerpo y se tocase con las manos. Lo que á mí me encantaría -más sería ver trasplantada, en esa meseta de los Andes, con hondas -raíces, lozana y llena de savia y de vida, la antigua civilización de la -metrópoli; sería ver en Bogotá como un foco de luz propia, como un -primer móvil de inteligencia castiza, que sin desechar, sino conociendo -y estimando todo el moderno saber de los demás pueblos de Europa, -imprime en cuanto hace el sello y el carácter de la raza española, con -algo además de singular y exclusivo que la determina y distingue como -colombiana. - -Es lástima que no lleguen por aquí ni leamos nosotros sino poquísimos de -los libros en prosa que Uds. escriben. Yo, lo confieso, aun no he leído -más que una novela de Bogotá: _Tránsito_, de Silvestre. Y aseguro á Ud. -que han quedado vivamente impresas en mi mente las escenas que describe, -en las fecundas márgenes del Magdalena; las fiestas populares, las -alegres cabalgatas, los apasionados amoríos, y el poético baile y tonada -y canto á la vez que llaman _bambuco_, y que se me figura que no ha de -ser inferior á nuestros fandangos, boleros, jotas y seguidillas. Todo lo -que leo de ahí me parece más que español. Tal vez nosotros vamos -degenerando, ó por decirlo así destiñéndonos y como perdiéndonos -modestamente en la cola de la cultura europea, mientras que Uds. -conservan mejor el individualismo, la autonomía de raza. Ahí puede -llamarse aún _cachaco_ un _dandy_ y _cachaquería_ la _high life_. Ahí -siguen los _coliches_ ó _asaltos_, como los había en mi mocedad en -nuestras ciudades de provincia cuando improvisábamos un baile en la casa -de algún amigo, invadida de repente. Y ahí se canta, se baila y se toca -el _bambuco_ en coro, por galanes y damas, que comprenden, estiman y -ejecutan, la música más sabia de Schubert, de Chopín y de Beethoven, y -aun compiten con ella, escribiéndola, como nos cuenta el Sr. Cané de la -señorita doña Teresa Tanco. - -El mismo Sr. Cané, en su precioso libro de impresiones titulado _En -viaje_, nos describe con tal entusiasmo la cultura, la hospitalidad y el -trato afable y discreto de la sociedad elegante de Bogotá, que pone -deseo de ir á gozar de ella y de ver en el riñón de América, en una -planicie ó extensa nava en el centro de los Andes, á la altura de 2.700 -metros sobre el nivel del mar, algo como un paraíso terrestre, de clima -apacible, de perenne primavera, donde existen todos los refinamientos -que la vida moderna puede dar al espíritu; y no pocos de los regalos, -comodidades y _conforts_, como dicen ahora, de que pueden disfrutar -nuestros cuerpos. - -Todo lo que el Sr. Cané cuenta de este paraíso lo creo yo á pie -juntillas; y no es exceso de fe, pues está confirmado por las relaciones -de otros viajeros, como el Sr. García Mérou, el barón de Japurá y el -mismo Humboldt, á quienes ya he citado, y sobre todo por los libros que -Uds. escriben, que son la mejor y más irrefragable prueba de dicha -cultura. - -En lo que yo creo descubrir cierta exageración es en los graves -peligros, dificultades enormes y rudas fatigas que hay que arrostrar, -superar y sufrir para llegar á esa ciudad, capital de los Estados Unidos -de Colombia, donde tan agradablemente se vive. Bien dijo el divino poeta -Ludovico Ariosto: - - _Chi va lontan dalla sua patria, vede_ - _Cose da quel, che già credea, lontane,_ - _Che, narrandole poi, non se gli crede_ - _E stimato bugiardo ne rimane,_ - _Ch’il vulgo sciocco non gil vuol dar fede_ - _Se non le vede e tocca chiare e piane._ - -Y así, si bien yo no quiero pasar por alguien del _volgo sciocco_, y -menos aún por poner en duda la exactitud de las noticias del Sr. Cané, y -no niego nada de lo que cuenta, todavía me atrevo á disminuir un poco en -mi mente de los calores infernales que pasó desde Barranquilla hasta -Honda; de la violencia de los chorros ó rápidos del Magdalena; de la -multitud de caimanes que se ven en el río y por las orillas del río, por -manadas á veces de sesenta, y cada uno con cinco ó seis metros de -longitud; de las feroces picaduras de los mosquitos, de que es víctima -quien sube en vapor contra la corriente del Magdalena, navegación que -dura doce ó catorce días; y de la expedición á caballo ó en mulas desde -Honda ó Bodegas, al borde del río, hasta la nava ó planicie de Bogotá, -pasando por espantosos desfiladeros, capaces de poner de punta los -cabellos del mismo Cid Campeador. - -A la verdad que á tanta costa, y exponiéndome á tanto percance, tal vez -ni aun cuando yo estuviese ahora en la flor de la juventud, me atrevería -á ir á Bogotá. El Sr. Cané pinta la empresa casi como sobrehumana para -un hombre civilizado. Hubo momentos en que dice que se apoderó de su -espíritu una desesperación infinita y en que sintió deseos de arrojarse -al río á pesar de los caimanes, ó de pegarse un tiro y acabar con aquel -martirio sin gloria, sin excitación moral, sin propósito alentador. - -Repito que todo esto me parece exagerado. Los argentinos deben de ser -más vivos de imaginación y más dados á ponderar que los andaluces. Pero -como quiera que sea, en vista de esos peligros, de ese abrasado país que -rodea el paraíso de Bogotá, y que es menester atravesar para penetrar en -él, me representaba yo á Bogotá, al leer el libro del Sr. Cané, como á -la hermosa Walquiria Brunequilda, á quien el dios su padre, á fin de que -nadie pudiese gozar de su gentil presencia, trato y afecto, sin mostrar -antes el ánimo más esforzado, circundó de un espantoso círculo de -voraces llamas, en cuyo centro ella quedó dormida durante siglos, como -puede verse en la bella ópera de Ricardo Wagner. - -Asimismo, representándome todo el cúmulo de obstáculos que para llegar á -Bogotá deben allanarse, y después lo agradable y ameno de la vida en -Bogotá, donde hay tanto músico y tanto poeta, recordaba yo la -antiquísima fábula griega del país de los Hiperbóreos, para llegar al -cual se necesita pasar más allá de las Montañas rifeas, donde Bóreas -vive y donde hay tremendos peligros y todo es inhospitable. Pero, -salvados la aspereza y el horror de las referidas montañas, hallábase el -viajero en medio de un pueblo excelente, predilecto del dios Apolo, -donde casi todos los habitantes cantaban y tocaban deliciosamente la -lira, y donde las lindas mujeres eran también cantoras, y bailaban con -rara gallardía, y cautivaban los corazones con su ingenio y con su -gracia. - -En resolución, yo acepto, sin rebajar un ápice y sin borrar un tilde, -todo lo bueno que en alabanza de Bogotá dice el Sr. Cané en su divertido -é interesante libro; pero si no borro, rebajo bastante de los trabajos y -de los casos peligrosos de la peregrinación hasta allí desde -Barranquilla. ¿Quién sabe si dentro de diez ó doce años, ó antes, ya -desde Barranquilla, ya desde un punto cualquiera de la costa, se subirá -por ferrocarril hasta Bogotá con la misma facilidad con que se va ahora -desde París á Bruselas? - -Por lo pronto, no podemos negar, aunque sí atenuar algo, las penalidades -de la ascensión. Y, por cierto, que lo que apenas puede concebir la -fantasía, y supone un valor sobrenatural, es la hazaña de llegar hasta -allí, y de descubrir y conquistar aquello, como lo hicieron en 1556 un -puñado de españoles, á las órdenes de D. Gonzalo Jiménez de Quesada. -Cerca de un año duró la peregrinación, y en ella murió la mitad de los -aventureros que mandaba D. Gonzalo, vencidos por el hambre, los animales -ponzoñosos, las fiebres y las inclemencias del cielo; pero, como dice el -Sr. Martín García Mérou en sus _Impresiones_, «al alcanzar la elevada -planicie, hallaron la recompensa de sus fatigas. Aquel era el país de -los chibchas, el más opulento y el más civilizado que habían encontrado -hasta entonces, con sus verdes sementeras, sus poblaciones indígenas, -los palacios de sus caciques, la fecundidad de sus campos y la -abundancia de sus aguas». - -La planicie de Bogotá fué, pues, desde antes que los españoles la -descubrieran, centro y foco de civilización. Los chibchas ó muiscas de -entonces no eran inferiores en cultura á los súbditos de Atahualpa y de -Moctezuma, así como los bogotanos de ahora son el pueblo más aficionado -á las letras, ciencias y artes de toda la América española. - -Desde que el Nuevo Reino de Granada se cristianizó y se españolizó han -abundado en él poetas é historiadores, que algo nos han descubierto de -su antigua manera de ser, de su mitología, leyendas y vida anterior á la -conquista. - -De todo esto quisiera yo hablar extensamente, porque todo esto es muy -curioso; pero si empiezo tan _ab ovo_, ¿qué infinidad de cartas no -tendré que escribir si he de llegar á decir algo del _Parnaso -Colombiano_ que Ud. me ha remitido? - -El _Parnaso Colombiano_ consta de dos tomos de cerca de 400 páginas cada -uno, impresos el tomo I en 1886 y el tomo II en 1887, y que contienen -composiciones de más de cien poetas y de quince ó diez y seis poetisas, -contemporáneos todos, ó sea posteriores á la independencia. Pero como -Ud. amplifica é ilustra la colección hecha por Julio Añez con un extenso -discurso preliminar, que puede considerarse como compendio de la -historia literaria de Colombia, por fuerza, aunque no quiera, tendré que -hablar de todo, si he de dar mi opinión á Ud.; y á los demás que leyeren -estas cartas, cierta idea de lo que es ese pueblo y de lo que importa y -vale su vida intelectual. - -Y ya se entiende que lo que yo diga ha de ser muy somero, por dos -razones: porque yo, de mío, soy muy poco profundo, y porque debo ser -breve para no cansar. - -Aseguro á Ud. que si no fuese por esta invencible _scribendi cacoethes_ -que me aqueja, la tal cuestión de lo profundo y de lo somero me hubiera -hecho arrojar la pluma lejos de mí desde hace años. Yo necesito un -público mediano en lo tocante á sabidurías: que sepa algo para que no le -parezca pesada mi corta erudición; que no sea muy desdeñoso é -indiferente para el saber, á fin de que el mío le interese; y que no -sepa mucho, á fin de que algo de lo que yo le diga le coja de nuevas, y -no lo considere como sabido y resabido, y que ya no se debe ni -recordar. Como aquí, ó el público es muy sabio, sobrado sabio, ó no se -le da un comino de todas las sabidurías, yo estoy perdido, y con las -cosas que he publicado me han ocurrido mil desengaños. - -Pondré ejemplos. - -Cuando traduje del alemán la obra de Schack titulada _Poesía y arte de -los árabes en España_, imaginaron muchos que todas aquellas coplas y -todos aquellos poetas eran creación mía, y como creación mía, los -desdeñaron; pero en cambio los profundos orientalistas españoles -despreciaron, no sólo la traducción, sino el original que yo había -traducido. Los versos todos estaban tomados por Schack, que no sabe -árabe, de no sé cuántas traducciones en lenguas modernas de Europa. En -suma, mi trabajo era superficialísimo y no enseñaba nada. - -Con mis cartas á D. Jesús Ceballos Dosamantes me ha pasado algo más -gracioso aún, si no fuese tan lamentable. Para muchos, yo soy el -inventor de D. Jesús Ceballos Dosamantes y de su _Perfeccionismo -absoluto_, imaginado adrede por mí para decir algunas burlas, como si -mil sistemas filosóficos europeos no se prestasen á más burlas, si está -uno de humor para hacerlas; pero en cambio el público re-sabio nada -halla nuevo ni peregrino en D. Jesús Ceballos Dosamantes, ni en su -impugnador ó expositor tampoco: todo lo han leído y releído, y casi se -lo tienen ya olvidado, por saberlo tan bien desde que tomaban papilla. - -Así, escribir para mí es como navegar entre dos escollos; pero yo he de -escribir sin remedio. No puedo curarme de mi afición á escribir. Lo que -procuro inculcar siempre en el ánimo de mis lectores es que no pretendo -enseñar, sino entretener un rato, si puedo, y además divulgar algunos -conocimientos que los sabios están ya hartos y aun tifos de saber, pero -que varias personas cándidas y de buena fe ignoran y no desdeñan que -lleguen á su noticia. - -En estas cartas, pues, nada trato yo de enseñar á los sabios; pero me -daré por pagado de que á Ud. contenten y de que esas varias y pocas -personas cándidas sepan por ellas que hay del otro lado del Atlántico, -en el corazón de la América meridional, sobre esa elevada meseta ó nava -de los Andes, cierta agrupación de españoles emancipados, nación nueva, -hija de la nuestra, donde nuestro idioma se cultiva y se habla y se -escribe con primor, elegancia y pureza, y donde brillan nuestras artes y -antigua cultura, transfiguradas y modificadas por otro cielo, por la -distancia y por diversas condiciones sociales. - -Con tan buen propósito seguiré escribiendo estas cartas, sin arredrarme -ni desanimarme, si bien procurando que no sean muy largas, ni muchas. - -Y aquí termino la primera, asegurando á usted que soy su agradecido -amigo. - - * * * * * - -_20 de Agosto de 1888._ - -II - -Muy estimado señor mío: En mi sentir, y ya lo he dicho no pocas veces, -sin que crea yo que mi aserto pueda ofender al colombiano más celoso de -su nacional autonomía, la literatura de su país de Ud. es parte de la -literatura española, y seguirá siéndolo, mientras Colombia sea lo que es -y no otra cosa. No quita esto que se dé diferencia dentro del género, -que en la unidad quepa la variedad con holgura; que sobre la condición -general de españolismo se note en toda obra del ingenio de Colombia un -sello especial y característico; y menos impide que, con el andar del -tiempo, pueda llegar lo que Colombia intelectualmente produzca á igualar -y aun á superar en mérito y en abundancia la producción literaria de -esta Península. - -Entendidas las cosas así, es doble falta por parte de España el -desconocimiento general (y no niego que hay excepciones y personas que -saben aquí cuanto de ahí hay que saber) del movimiento intelectual de -esa República. Ustedes nos leen, nos conocen, nos estudian, pero en -España se sabe poquísimo de los autores colombianos. A remediar esto ha -venido la creación de la Academia colombiana de la lengua, -correspondiente de nuestra Real Academia Española. Así la fraternidad se -restablece, y así revive la comunicación entre España y su antigua -colonia, hoy emancipada. De esperar es que este elevado comercio, -digámoslo así, se extienda y divulgue algo más, para honra y provecho de -los que escribimos, y que un libro de historia, una novela ó un poema de -un ingenio de Colombia halle su público en Madrid, sea objeto de nuestra -crítica, llame aquí la atención é interese, y se venda en nuestras -librerías, con relación á su mérito, como cualquiera obra de un escritor -peninsular. - -Mi deseo es que todo libro colombiano, de algún valer, deje de ser una -curiosidad bibliográfica en España, y naturalmente que también los -libros españoles lleguen á tener en Colombia más público del que tienen -hoy. - -Aun distamos mucho de que se logre esta harto modesta aspiración. Y casi -me atrevo á asegurar que en toda nuestra Península é islas adyacentes no -hay, ni en poder de los libreros, ni en manos de aficionados á versos, -más ejemplares del _Parnaso Colombiano_ que los que Ud. y el Sr. Añez -hayan enviado de presente, entre los cuales está el mío. - -Al dar yo cuenta aquí del _Parnaso Colombiano_ me parece, pues, que doy -cuenta de una rareza literaria. - -Toda literatura tiene sus precedentes, y la de ustedes, que puede -decirse que empieza con esta centuria, los tiene nobilísimos desde que -nació la Colonia. - -Ya anuncia y augura la vocación literaria de esa nación que el -descubridor, conquistador y fundador D. Gonzalo Jiménez de Quesada fuese -letrado á par que guerrero, que tomase _ora la espada, ora la pluma_, y -que dejase escritos un _Compendio historial_, y lo que peor parece que -se aviene con su carácter y condición de batallador y aventurero, una -obra devota: _Colección de sermones con destino á ser predicados en las -festividades de Nuestra Señora_. - -También fué aventurero y soldado el ilustre Juan de Castellanos, que -igualmente fué por ahí desde España. - -Después de larga vida militar, llena de azares y aventuras, se hizo -sacerdote, y retirado en Tunja, empleó los ocios de su sana y robusta -vejez en escribir todo cuanto sabía, ó por lectura, ó de oídas, ó por -haberlo presenciado, y aun representado en ello su papel, «de la -variedad y muchedumbre de cosas acontecidas en las islas y costas del -mar del Norte de estas Indias Occidentales, donde, añade él en su -dedicatoria á Felipe II, he gastado yo lo más y mejor del discurso de mi -vida,» etc. - -No diremos que Juan de Castellanos sea un Virgilio, ni llegue siquiera -en pasaje alguno á la alta é inspirada entonación de Ercilla; pero son -asombrosos y simpáticos su facilidad, el candor de su estilo, la frase -natural y castiza, y á veces la gracia y el primor con que lo va -refiriendo todo en octavas reales ó de versos endecasílabos. Su obra es -inmensa, pues no sólo compuso las _Elegías de varones ilustres de -Indias_, que llenan un tomo de 565 páginas de la compacta edición de -_Autores Españoles_ de Rivadeneira, y contienen muy cerca de noventa mil -versos, sino también una _Historia del Nuevo Reino de Granada_, que -andaba inédita y como perdida, y que há poco publicó por vez primera D. -Mariano Catalina en su _Colección de Escritores castellanos_. Todo esto -lo hacía el historiador-poeta sin esperar remuneración alguna, sino la -de su beneficio, y, como dice con cándida sencillez, «para no comer el -pan de balde». - -Y no se imagine que la lectura de las obras de Juan de Castellanos sea -fatigosa é inútil. Contienen las obras un precioso tesoro de noticias, y -no rara vez caen muy en gracia la inocente malicia, el desenfado y la -soltura con que refieren algunas cosas cómicas ó les ponen comentarios. -Así, al hablar de cierta fuente milagrosa que devolvía doncellez y vigor -á mujeres y á hombres, pondera Castellanos la multitud de gente que iría -en peregrinación allí, si el hecho fuera indudable, para recobrar _sus -antiguas gallardías_, y añade: - - Cierto, no se tomaran pena tanta - Por ir á visitar la Tierra Santa. - -Parece, á la verdad, un cuento de Lafontaine aquel episodio del -portugués, enamorado de la india, que no gustaba de él y quería -abandonarle. El portugués, para gala y como principio de civilización y -de púdico decoro, había revestido á la india de una camisa. Era de -noche: la india estaba al lado de su amigo, y para alejarse pretextó -cierto indispensable negocio. Como la india era ladina, pensó en que la -camisa blanqueaba en la obscuridad, y quitándosela á escape, se quedó -con el traje que fué de su crianza. Así se escapó de entre las manos -del portugués, el cual, contemplando siempre la camisa, que había dejado -ella tendida en unas matas, creía que allí estaba la señora de sus -pensamientos. Impaciente ya de que tardase tanto, el portugués decía: -_Ven ya á os brazos do galan que te deseia._ - - Viendo no responder, tomó consejo - De levantarse con ardiente brío, - Diciendo: _¿Cuidas tú que non te vejo?_ - _¡Vejot muyto ben pelo atavio...!_ - Echóle mano, mas halló el pellejo - De la querida carne ya vacío: - Tornóse, pues, con sólo la camisa, - Y más lleno de lloro que de risa. - -A más de Juan de Castellanos habla Ud. en su _Estudio preliminar_ de -otros muchos escritores que hubo ahí durante el período colonial, -descollando entre los poetas Hernando Domínguez Camargo, autor de un -poema sobre San Ignacio de Loyola; D. Francisco Alvarez de Velasco y una -inspirada y mística monja llamada la Madre Castillo. - -Por lo demás, la historia literaria de ahí sigue un curso paralelo al de -la nuestra: idéntico culteranismo ó gongorismo en el siglo XVII; -idéntica decadencia prosaica hasta mediado el siglo XVIII, y hacia fin -del siglo XVIII y en el primer tercio del siglo XIX, cierto renacimiento -y gusto más puro y elevado, aunque debido al menoscabo de la -originalidad castiza y á la imitación, si no de las composiciones, de -los preceptos del pseudo-clasicismo francés. - -El romanticismo penetró ahí, como en España, por medio de la literatura -francesa. Y justo es confesar que si durante el imperio pseudo-clásico -seguimos los preceptos franceses, y nuestra poesía estuvo impregnada, -así como la política, de la ligera filosofía sensualista, liberalesca y -filantrópica ó humanitaria de Francia, la poesía era, en la forma, menos -imitadora que lo fué después de la francesa. El pseudo-clasicismo -francés no había tenido un Víctor Hugo que darnos por modelo. De aquí -que nuestros poetas peninsulares anteriores al romanticismo, aunque -estén inspirados por Rousseau ó por Voltaire ó por otros autores de -Francia, son castizos en la forma; y si á alguien imitan, es á los -clásicos griegos y latinos, á los italianos y á nuestros mismos clásicos -del siglo XVI. Lo propio puede decirse de los poetas hispano-americanos -del citado período. Con el romanticismo perdimos, sobre todo en América, -en la castiza originalidad de la forma. Y digo _sobre todo en América_, -porque ahí, como en tierra de menos recuerdos y que mira más al -porvenir, prevaleció el romanticismo de las ideas modernas sobre el -romanticismo retrospectivo é histórico, que nos dió en España al duque -de Rivas y á Zorrilla, y que prestó á Arolas, á Hartzenbusch, á García -Gutiérrez y á muchos otros un fondo y un color castizos y populares, los -cuales vinieron á extenderse hasta por las obras de los poetas más -cosmopolitas, como Espronceda. - -Pero pasó de moda el romanticismo, como el pseudo-clasicismo había -pasado, y tanto en España cuanto en Colombia, realizada esta revolución -literaria, indispensable y bienhechora, se sintieron sus saludables -efectos, y apareció una filosofía del arte, y por lo tanto una crítica, -más comprensiva y transcendente. - -En este punto, y guiado Ud. por esta más alta crítica, habla y juzga á -los autores, todos sus contemporáneos y compatricios, que el _Parnaso -Colombiano_ encierra. - -En el fondo de sus ideas, como en el fondo de las nuestras, ¿quién -negará que hay mucho elemento filosófico y científico, importado de -Francia, de Inglaterra y de Alemania? Vamos detrás de estas naciones, y -el abatimiento y la modestia nos inducen á creer que vamos aún más -rezagados. Pero el sentimiento y la forma, y el medio ambiente y los -recuerdos históricos salvan y dan realce á la propia originalidad, y -producen una poesía que no carece de ser y de índole peculiares. - -Aunque Uds., como nosotros, se dejan influir por poetas extranjeros, -siendo los que más han influído últimamente, tanto ahí cuanto aquí, -Byron, Víctor Hugo y Enrique Heine, yo noto con mucho gusto que, contra -esta corriente de extranjerismo, luchan en Colombia, no sin éxito, la -buena tradición española y el ejemplo y el modelo que ofrecen poetas -peninsulares del día, conocidos todos en América, y tal vez más -queridos, encomiados y estudiados que en España. - -Nuestros poetas, de los que veo más huella y sabor en los novísimos -colombianos, son Bécquer, Campoamor y Núñez de Arce. - -Los que Ud. más celebra y los que antes han tenido ahí más influjo son -Quintana, el duque de Rivas, Espronceda, García Gutiérrez, Tassara y -Bermúdez de Castro. Y al que Ud. pone por las nubes, como -contradiciéndonos, pero no á mí, que sigo casi su opinión, es á -Zorrilla, á quien Ud. llama _la primera figura poética de España en este -siglo_. - -Con lo dicho se empieza á formar idea de la fisonomía general del -_Parnaso Colombiano_. Hay que añadir ahora otros rasgos singulares. A -pesar de la extraordinaria facilidad con que en Colombia se versifica, y -aunque es Colombia una república democrática, su poesía es -aristocrática, culta y atildada. Se ve que es producto de algo como una -casta superior, dominadora aún, no por las leyes que á todos hacen -iguales, sino por la inteligencia, el saber y la cultura, que importó en -el país, sobre otra casta inferior, que no se ha extinguido ni ha -desaparecido casi, como en las que fueron colonias inglesas, sino que -vive en cierta subordinación patriarcal y suave. - -Las ideas, los sentimientos, el habla, la religión, las costumbres y -tradiciones importados de España por los que vinieron á fundar la -colonia, persisten, pues, y son tenidos en gran veneración. Son como los -dioses penates, que no ahuyentaron ni la revolución, ni la guerra de la -independencia contra la metrópoli, ni las ulteriores guerras civiles. - -De aquí que el hombre quizá más eminente en Colombia por el pensamiento, -en el vigor de su edad aún (nació en 1843), sea un ultraconservador, un -tradicionalista, lo que llamábamos pocos años há en España un -neocatólico; pero un neocatólico, un _retrógrado_, que, como dice el -liberal Sr. Cané, «ha leído cuanto es posible leer en treinta años de -vida intelectual. Su alta inteligencia ha entrado á fondo en la -literatura moderna, y pocos como él podrían hablar con tal autoridad de -lo que en materia de ciencias y letras se ha hecho en el mundo en los -últimos cien años.» - -Este hombre, además, es un sabio filólogo y humanista, muy versado en -los autores clásicos; griegos y latinos, como lo demuestra su hermosa -traducción de Virgilio. - -Ya se entiende que hablo de Miguel Antonio Caro, hijo de José Eusebio, -poeta ilustre también, y de cuyas poesías ha hecho linda edición, -agotada ya, el Sr. D. Mariano Catalina, en su _Colección de Escritores -castellanos_. - -Miguel Antonio ha escrito mucho en prosa, así de ciencias morales y -políticas como de filología. En pocos escritos modernos resplandece más -que en los de este autor lo que podemos llamar el españolismo. - -Por ello le censuran no pocos americanos, pero no hemos de ser los -españoles los que también le censuremos. Además que los mismos -americanos más liberales empiezan ya á calificar de injusta y de cansada -y de falsa tanta y tanta declamación contra los descubridores y -conquistadores de América. Sus culpas, si por herencia se transmiten, -más pesan sobre los americanos, si no son indios, que sobre nosotros, ya -que nuestros padres, salvo el caso de algunas familias históricas, como -Colón, Pizarro, Cortés y Orellana, se quedaron por acá, y no cometieron -las atrocidades feroces que á los conquistadores se atribuyen. - -Y aun dando por evidentes todas esas atrocidades, ¿es de presumir que á -fines del siglo XV y principios del siglo XVI hubieran sido más humanos, -más benignos y más generosos los ingleses ó los alemanes, por ejemplo, -si les hubiera tocado hacer nuestro papel, descubrir ese continente, y -el mar del Sur, y los Andes, y echar por tierra los imperios del Perú y -de Méjico? ¿Habría en Colombia tanto indio vivo si en vez del literato y -autor de sermones D. Gonzalo Jiménez de Quesada, y de los frailes, entre -los cuales hubo más Las Casas que Valverde, hubiera ido por ahí un -aventurero tudesco con buen golpe de _lasquenetes_? - -Estas y otras consideraciones por el estilo, que se le ocurren á -cualquiera, valen para disculpa, suponiendo que necesite disculpa el -_retrogradismo_ ó _tradicionalismo_ de D. Miguel Antonio Caro, y prueban -que no se puede acusar á este señor de que defiende hasta la -Inquisición, y de que su prurito de santificar lo pasado es -irreconciliable con la clara luz de su elevado entendimiento. - -Este entendimiento elevado brilla en todas las obras de D. Miguel -Antonio, le ha hecho célebre y muy estimado en toda América, y aun entre -nosotros, é ilumina singularmente sus poesías, de las que en el _Parnaso -Colombiano_ hay hermosísimas muestras. No sin motivo califica Ud. al -autor de gran poeta, y considera sus mejores versos _La vuelta á la -patria_. En lo que no estoy conforme con Ud. es en que no hay nada por -el estilo de esta composición en la poesía castellana y en colocarla en -el género de poesía inglesa. Ferviente admirador soy yo también de la -poesía inglesa, y la creo, por lo general, más concisa que la nuestra y -muy hondamente sentida. Para lo de la concisión hasta hay razones -materiales. En inglés bien se puede afirmar que la mitad ó menos de -sílabas que en castellano basta á expresar las mismas cosas. - -Y, sin embargo, yo nada veo de exótico en _La vuelta á la patria_ del -Sr. Caro. No es menester dejar de ser español para ser sencillo, sentido -y profundo. No eran ingleses, ni habían leído poesía inglesa, fray Luis -de León y Jorge Manrique. Dejando, no obstante, esta discusión á un -lado, convengo en que es preciosa _La vuelta á la patria_. Aquella dulce -y mística melancolía, aquella vaguedad esfumada con que percibimos como -verdadera patria la que está más allá de la muerte, y aquella pintura, -tan natural y verdadera, de la patria terrenal, de la casa de nuestros -padres, del valle tranquilo en que pasó nuestra niñez; y aquella mengua -y abatimiento del corazón enfermo, que vuelve á su antigua soledad, que -la desea y que ya no la halla, porque ya no existe sino en su mente como -ideal divino: todo, en suma, en esta composición, en que hay más -sentidos y más ideas que palabras, la hacen en mi opinión perfecto -dechado de poesía de sentimiento en cualquier idioma. No se puede citar -un solo verso sin citarlos todos. Nada huelga en la composición. Todo -está primorosamente enlazado y forma el más armonioso conjunto. - -Tampoco estoy conforme con Ud. en calificar de germánica _La flecha de -oro_. Aquello es original, es nuevo; pero ¿por qué no ha de haber nada -español que tenga algo de original y de nuevo, que no esté vaciado en -los antiguos moldes, y que no por eso sea germánico ó inglés? El asunto -de _La flecha de oro_, el _cuento_, es tan poco germánico, que está -tomado del principio de un _cuento_ de _Las mil y una noches_. Lo -inventado por Caro es el valor simbólico y transcendente, que adquiere -en su breve poesía la antigua leyenda india, persa ó arábiga. El -príncipe, en los versos de Caro, no vuelve á encontrar la flecha, como -la encuentra en el cuento de _Las mil y una noches_. No hubo hada -Parabanú, que, enamorada de él, la extraviase para atraerle. La _flecha_ -del antiguo cuento nada significa: la _flecha_ del poemita de Caro tiene -alta significación. Y la sobriedad artística con que esta significación -queda indeterminada, hace aún más poéticos los versos, abriendo la -puerta á la fantasía del lector, para que se lance volando por todos los -libres, infinitos espacios de las filosofías y de las religiones, en -busca de la perdida flecha, sin envidiar al hermano que, por apuntar más -bajo, tocó en el blanco y heredó el reino terrenal de su padre. - -De aquí que toda alma soñadora y entusiasta pueda creerse el héroe ó la -heroína de los versos, y decir: - - Yo busco una flecha de oro - Que, niño, de una hada adquirí, - Y «Guarda el sagrado tesoro», - Me dijo; «tu suerte está ahí.» - Mi padre fué un príncipe: quiere - Un día nombrar sucesor, - Y á aquel de dos hijos prefiere - Que al blanco tirare mejor. - A liza fraterna en el llano - Salimos con brío y con fe: - La punta que arroja mi hermano - Clavada en el blanco se ve. - En tanto mi loca saeta, - Lanzada con ciega ambición, - Por cima pasó de la meta - Cruzando la etérea región. - En vano en el bosque vecino, - En vano la busco doquier: - Tomó misterioso camino - Que nunca he logrado saber. - El cielo me ha visto horizontes - Salvando con ávido afan, - Y mísero á valles y á montes - Pidiendo mi infiel talismán. - Y escucho una voz ¡_Adelante_! - Que me hace incansable marchar: - Repítela el viento zumbante: - Me sigue en la tierra y el mar. - Yo busco la flecha de oro - Que, niño, de una hada adquirí, - Y «Guarda el sagrado tesoro», - Me dijo; «tu suerte está ahí.» - -No he sabido resistir á la tentación de poner aquí _La flecha de oro_, -aunque me acuse Ud. de impertinente y de copiarle lo que de memoria -sabe. - -Yo soy tardío, pero cierto. Hace cerca de un año que debo contestación á -la carta de Ud.; pero ahora voy á pagar con usura, escribiéndole una -serie de ellas, pues no se requieren menos para dar alguna idea de lo -que es el _Parnaso Colombiano_. - - * * * * * - - -_27 de Agosto de 1888._ - -III - -Muy estimado señor mío: Entre las varias dificultades con que tropiezo -al emitir mi juicio sobre el _Parnaso Colombiano_, cuenta por mucho (¿y -por qué no confesarlo?) mi corto saber de los hombres y las cosas de ese -país. En una recopilación de versos escogidos de varios sujetos, que son -además personajes políticos, y que han escrito en prosa, en periódicos, -y que han compuesto novelas, y libros de derecho, de filosofía, de -filología y de historia, que no conozco, es menester que yo adivine -mucho, y toda adivinación está sujeta á graves errores. - -La mayoría de los poetas, de quienes el señor Añez pone tres ó cuatro -composiciones en su _Parnaso_, han escrito tomos enteros. ¿Quién me -asegura que lo que inserta el Sr. Añez sea lo mejor y lo más -característico? ¿Y cómo, por las breves noticias biográficas que -preceden á las composiciones de cada autor, y por lo que él dice en -ellas, averiguar con plena certidumbre sus doctrinas y creencias y tasar -su valer en lo justo? - -Por todo esto, y porque no me es dable extenderme demasiado, mi crítica -tiene que ser incompleta: no será crítica; me limitaré á participar á -usted mis impresiones en general, sin detenerme á decir algo en -particular sobre tanto poeta. - -He empezado por Miguel Antonio Caro, porque es el más conocido entre -nosotros. Es fundador de la Academia Colombiana, correspondiente de la -Española; director de la Biblioteca Nacional en su país, y ahí y en -todas partes muy notable polígrafo y erudito, lo cual no impide que sea -también elegante, inspirado y entusiasta poeta. Las dos composiciones -suyas, que ya hemos citado, lo demuestran bien, y no lo desmienten otras -cuatro que inserta de él el _Parnaso_: una _A la estatua de Bolívar_, -obra admirable de Teneranni, que está en la Plaza Mayor de Bogotá, y -otra de ellas _A la gloria_, donde yo admiro y envidio el fervor amoroso -del poeta que la canta y la desea, exento de aquella mala vergüenza con -que por Europa tratamos de encubrir ese entusiasmo, si por acaso le -sentimos. Todos los que componen versos le sienten aún, pero con más -tibieza, y no todos se atreven á decir, ni dicen tan bien á la gloria: - - A cantar me obligaste con levantado aliento, - Y en premio me ofreciste tu divinal favor. - Hoy á buscarme vuelves. Yo conozco tu acento - Y sé de tus miradas el mágico fulgor. - - * * * * * - - ¡Oh! ¡cumple tus promesas: alza mi nombre al cielo: - Lleva los cantos míos al último confín, - Y dales, incansable en tu radioso vuelo, - La heroica resonancia de tu inmortal clarín! - -En casi todos los poetas de que hay obras en el _Parnaso Colombiano_ -debo decir, en honor de la verdad, que se advierte un sabor castizo, una -corrección y una elegancia sencilla, que, no en todos, sino sólo en -nuestros mejores y más cultos peninsulares se nota. Claro se ve que en -Colombia es cultivado con amor y con atinado ahinco nuestro patrio -idioma; que en Colombia ha nacido Rufino Cuervo. Todas las locuciones -vulgares, todas las adulteraciones que pueblo tan remoto de España ha -introducido en el lenguaje español, quedan tan estudiadas y corregidas -en las _Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano_ de Cuervo, que -no hay rastro de ello en la buena poesía. - -De este respeto general al idioma aun da Cuervo otra prueba más -brillante, viniendo á constituirse, como Ud. dice, desde un rincón de -los Andes, en maestro excelente y superior del habla de Castilla. Su -_Diccionario de construcción y régimen_ es un portento de erudición, de -buen gusto, de tenacidad y de paciencia. - -Imposible parece que, en medio de las faenas de una fábrica de cerveza, -donde Rufino, auxiliado por su hermano Angel, creó los bienes de fortuna -que no tenía, le sobrasen tiempo y medios para leer, conocer á fondo y -poder citar todo libro escrito en castellano desde la formación del -lenguaje hasta ahora. Así será su obra alto monumento literario, honra -de Colombia, de él y de la raza á que pertenece. Al mismo tiempo da -Rufino Cuervo noble ejemplo de vivir, cuando, hijo del que fué -presidente de la república, no se avergüenza de emplearse en bajos y -mecánicos menesteres para ganarse la vida, y, ya ganada, la consagra por -completo á competir con Littré, si no á vencerle, haciendo un -_Diccionario de autoridades_, con tal copia de ejemplos, que pasma y -aturde, y donde está la historia de cada palabra y de todas sus -acepciones, desde el siglo XII hasta el XIX. - -Hablo aquí de Cuervo para consagrarle este testimonio de mi admiración, -y para que sea como muestra y garantía de que en su tierra se sabe la -lengua castellana, lo cual importa mucho en la alabanza de sus poetas. -El crítico circunspecto, digan lo que digan los entusiastas y sublimes, -tiene que ir con pies de plomo en eso de conceder ó de negar patentes de -_genio_ y en disponer de la inmortalidad gloriosa para otorgarla ó -rehusarla, según su antojo; pero bien puede afirmar, y yo lo afirmo del -_Parnaso Colombiano_, que es un dechado de buen decir, y fehaciente -documento de la civilización del pueblo donde tales poetas hay, y del -arte, magisterio y esmerado tino con que manejan el habla, instrumento -de la poesía. - -Prestan además carácter á la poesía colombiana en general dos -condiciones, ó mejor diré circunstancias, que influyen mucho en que sea -buena y original. Es una el espectáculo de la magnífica naturaleza que -rodea al poeta y le inspira, y es otra la sencillez patriarcal de -costumbres, que transciende y da clara y dichosa muestra de sí en el -estilo, á pesar de ciertos refinamientos de cultura intelectual, y á -pesar de autores, grandes sí, pero enrevesados, ampulosos y gongorinos -á su manera, que á veces se toman por modelo, como Víctor Hugo por -ejemplo. - -Para citar algo que ponga de manifiesto lo que digo, tengo que ir muy á -la ventura y no respondo de que lo que yo cite sea siempre de lo mejor. -Los poetas citados tienen además que permanecer para nosotros medio -desconocidos. Por unos cuantos versos no es posible apreciar á los que -han escrito mucho. - -Hay; v. gr., un doctor Manuel María Madiedo que ha escrito tanto como el -Tostado. Ha escrito tragedias, dramas, sainetes, novelas y obras por -cuyos títulos, que es lo único que yo conozco, se calcula que han de ser -de filosofía, de religión y de política, como _La ciencia social_, -_Crítica general_, _Derecho de gentes_, _Nuestro siglo_ XIX, _El cáncer -de los siglos_, _La razón del hombre juzgada por sí misma_ y _La divina -profundidad de la filosofía del Evangelio_. - -El Sr. Madiedo ha escrito muchísimo en los periódicos; es de los que más -han hecho por la instrucción pública de su país: ha sido rector y -catedrático en varios colegios. En su misma casa ha puesto cátedra y ha -dado lecciones gratis. Es jurisconsulto, etc., etc. Y, sin embargo, no -hay en el _Parnaso Colombiano_ más que una sola composición del doctor -Madiedo, tal vez de su mocedad, tal vez de las más descuidadas. Es, -pues, evidente que yo no intento dar á conocer el mérito del doctor -Madiedo por un trozo de la susodicha composición. Cito sólo el trozo -para muestra del candor natural y sin aliño con que sin duda hace -versos en Colombia todo hombre de ingenio y de ciencia, fijando sus -fugitivas impresiones por medio de la palabra rítmica y procurando -transmitir y perpetuar la idea y el sentimiento que ha despertado en su -espíritu la naturaleza circunstante. - -Los versos del doctor son al río Magdalena, al que, entre otras mil -cosas que justifican no poco las que yo sospechaba que fuesen -ponderaciones de mi amigo el Sr. Cané, dice lo siguiente: - - No nadan rosas en tus aguas turbias, - Sino los brazos de la ceiba anciana, - Que desgarró con hórrido estampido - Tremendo rayo de feroz borrasca. - Yo veo serpientes que tus aguas surcan, - Cuyos matices á la vista encantan, - Y oigo el ronquido del hambriento tigre - Rodar sobre tu margen solitaria; - Mientras salvaje el grito de los bogas, - Que entre blasfemias sus trabajos cantan, - Vuela á perderse en tus sagradas selvas, - Que aun no conocen la presencia humana. - ¡Oh! ¡qué serían sátiros y faunos, - Bailando al son de femeniles flautas, - Sobre la arena que al caimán da vida - En tus ardientes y desiertas playas! - ¡Ah! ¡qué serían cerca de los bogas - Que, rebatiendo las callosas palmas, - En el silencio de solemne noche - En derredor de las hogueras danzan! - -Debe entenderse que estos _bogas_ son los indios briosos y sufridos, -aunque groseros y algo feroces, que se emplean en todas las faenas de la -navegación y tráfico por el gran río. Los sátiros y los faunos, el -doctor tiene razón, quedan chiquititos al lado de estos _bogas_, que -encienden las hogueras para ahuyentar á las bestias feroces, y que el -doctor ha visto - - Dando á los aires la robusta espalda - Sobre la arena que marcado habían - De las tortugas la penosa marcha, - Y del caimán la formidable cola, - Y de los tigres la temible garra. - Yo los he visto en derredor del fuego - Danzar al eco de sonora gaita, - Mientras silbaba el huracán del Norte - Sobre tus olas con sañuda rabia. - -El cuadro es completo en su sencillez y se ve que está tomado del -natural. Allí impera el hombre primitivo, libre, fuerte, luchando con -una naturaleza terriblemente poderosa, bella y rebelde. - - En vano busca en tu desierta margen - El hombre, que cual leve sombra pasa, - Palacios y ciudades de una hora - Que derrumban del tiempo las pisadas. - -Pero, en cambio, ¡cuánta poesía, cuánta libertad y cuánta hermosura, -apacible á veces, - - Cuando, en un cielo plácido y sin mancha, - Mira la luna en tus remansos bellos - Su faz rotunda de bruñido nácar! - -Entonces, al contemplar el poeta el Magdalena, - - En sus riberas vírgenes admira - La creación saliendo de la nada, - -y piensa que - - El hombre libre, que sus redes seca - En tu sublime margen solitaria, - Como en Edén nuestros primeros padres, - Sólo de Dios adora la palabra. - - * * * * * - - Cedros y flores ornan tu ribera - Y aves sin fin que con tus ondas hablan, - En sus variados armoniosos cantos - De tus desiertos la grandeza ensalzan. - -Si la pompa y la grandeza de estos desiertos han sido ensalzadas por los -poetas colombianos, natural es que lo haya sido más la útil y cómoda -beldad de la llanura elevada donde Bogotá se encuentra, y que, por -parecerse á Granada, con su Sierra Nevada y con su vega, valió á -aquellas regiones el nombre de Nueva Granada. - -El prodigioso salto del Tequendama debió ser y ha sido también asunto -adecuado y frecuente de la poesía, compitiendo con el Niágara. Ya los -indios habían poetizado el Tequendama en su mitología. Nemterequeteba es -uno de los nombres del ser sobrenatural, que, como Manco Capac con -relación á los peruanos, trajo la civilización á los chibchas, -apareciendo entre ellos, estableciendo religión y vida política, y -enseñándoles á tejer, á labrar la tierra y á fundir y esculpir el oro, -aunque no el hierro, que desconocían. - -El río Funca ó Bogotá se desbordó y cubrió la llanura toda. Los hombres, -para no morir ahogados, tuvieron que encaramarse y refugiarse en lo alto -de las montañas. Y entonces fué cuando Nemterequeteba, hiriendo con su -báculo una firmísima roca, abrió paso al agua, que se precipitó por allí -con estruendo y como en un abismo. Tal origen tuvo el salto del -Tequendama, en la imaginación de los chibchas. Los modernos colombianos -le celebran y describen en hermosos versos. - -Uno de los cantores del Tequendama es D. José Joaquín Ortiz, de quien -tengo que decir lo mismo que de Madiedo, y que de casi todos. Es autor -de multitud de obras que no hemos visto por aquí; de novelas, de -comedias, de _Lecciones de literatura castellana_, de muchas _Poesías_ y -de un libro titulado _Testimonio de la historia y de la filosofía acerca -de la divinidad de Jesucristo_. - -Sus versos al Tequendama son buenos, pero no los citaré para citar otros -que me parecen mucho mejores. Y no creo que el Sr. Ortiz se enoje ó se -aflija de esta preferencia, como dicen que una vez se enojó y afligió -mucho Píndaro de que, en los Juegos Olímpicos, Corina le venciese. En -tiempo de Píndaro no se usaba la galantería que ahora se usa, y que -tanto resplandece en otros versos del Sr. Ortiz, donde lindamente -encomia á sus paisanas. Yo, por otra parte, ya que no cite los versos -del Sr. Ortiz á la catarata, he de citar algo de estos otros de que -hablé, no sólo por el encomio de las damas colombianas y porque en ellos -se alude también al gigantesco salto, sino porque, escritos para una -fiesta nacional, y llenos del más ardiente afecto á Colombia, -manifiestan profundo amor filial á la antigua metrópoli, amor que nos -enorgullece, que procuramos pagar, y que muestran y sienten los -hispano-americanos, á pesar de los errores y torpezas en que han -incurrido con frecuencia nuestros gobiernos en sus relaciones con -aquellas repúblicas. - -El Sr. Ortiz quiere cantar á su patria, duda de su estro y dice: - - ¡Oh! ¡no! para cantarte dignamente - Poderosa no fuera - Del viejo Homero la robusta trompa, - Ni de Marón la lira lisonjera. - ¿Y yo he de alzar loándote mi acento, - De tu gran día en la solemne pompa? - ¿Qué es la humilde retama - Junto al baobab, patriarca de la selva, - Que su gigante mole saca al cielo? - ¿Qué el menguado arroyuelo - Que corre sin rüido, - En la callada soledad perdido. - En medio de los Andes, - Con nuestro poderoso Tequendama, - Que, al arrojarse en el abismo, brama - Atronando el desierto en voces grandes? - -Toda esta composición está llena de apasionado lírico arrebato. El -poeta, ya anciano, es uno de los últimos testigos de la gloriosa guerra -de la independencia, y lamenta las discordias civiles del día, mientras -que las hazañas de Bolívar y de los demás libertadores dan á su ánimo -afligido - - Consuelo celestial con su memoria. - -Bolívar es para él tan grande como Colón. Si éste descubre la América, -el otro la liberta. Si Colón, - -... el inmortal piloto, - Ve salir lentamente de la espuma, - Como alza el cáliz el fragante loto, - La americana tierra, - -y si Colón puede entonces exclamar, ebrio de gozo, - - ¡Gloria al Señor! ¡He descubierto un mundo! - -Bolívar también - - Al través de los campos de la muerte, - Llega por fin, de donde el mar recibe - Al Orinoco en amoroso abrazo, - A la cima en que eleva al firmamento - Su frente de granito el Chimborazo, - Y derrama la vista abajo, y mira - Cual salidas del báratro profundo - Cinco grandes naciones, - Y clamar puede al fin, ebrio de gozo, - ¡Gloria al Señor! ¡He libertado un mundo! - -Pero este mismo anciano poeta, que vió al libertador y que tanto le -ensalza, ama á España y nos asegura que no cesó de pensar en ella y de -desear la reconciliación. - - En esos años de la ausencia fiera, - El recuerdo de España - Seguíamos doquiera. - Todo nos es común: su Dios, el nuestro; - La sangre que circula por sus venas - Y el hermoso lenguaje; - Sus artes, nuestras artes; la armonía - De sus cantos, la nuestra; sus reveses, - Nuestros también, y nuestras - Las glorias de Bailén y de Pavía. - -Hasta las mujeres de su país traían al poeta, en su mocedad, el recuerdo -y el amor de España: - - En el porte elegante, - En el puro perfil de su semblante, - En su mirada ardiente y en el dejo - Meloso de la voz, eran retrato - De sus nobles abuelas; - Copia feliz de gracia soberana, - En que agradablemente se veía - El decoro y nobleza castellana - Y el donaire y la sal de Andalucía. - -Quien, á la edad de setenta años, echa aún tan bonitos requiebros á sus -paisanas, estoy seguro, repito, de que no ha de afligirse de que se dé á -una de ellas la preferencia en lo de cantar el Tequendama. Y no es esto -decir que el Sr. Ortiz no sienta y exprese bien la naturaleza, sino que, -ante la catarata, fué menos feliz que una poetisa. Ortiz, en su -composición _A una golondrina_, prueba que vale mucho en este género. No -me atrevo á decidir si es coincidencia ó imitación; pero, en el corte, -en el tono, en la serena melancolía de sus versos _A una golondrina_, se -recuerda á Leopardi, salvo siempre que la fe, que no abandona á Ortiz, -quita á sus versos la amarga desesperación que la incredulidad de -Leopardi prestaba siempre á cuanto escribía. Hay además en Ortiz no poco -de _quintanesco_ y clásico, al ver siempre al hombre y al pensar más en -su destino, en su progreso, en su libertad, en su infelicidad ó en su -dicha, que en todas las magnificencias de la tierra y de los cielos. -Todo esto es para él como el fondo que pinta ligeramente el artista en -un cuadro donde campea la figura humana. - -En cambio, la ilustre poetisa antioqueña Agripina Montes siente y -refleja con gran viveza y vigor la hermosura y sublimidad de los seres -inanimados ó inferiores al hombre. - -El sentimiento de la naturaleza es en su alma todo lo profundo que -puede ser en un alma católica y española; porque la idiosincrasia de -nuestra raza pone la propia individualidad por cima de todo, y jamás -hubo teósofo español que la disolviese en la inmensidad del Universo, ni -místico, y eso que los hemos tenido maravillosos, que la sepultase en el -abismo interior del centro del espíritu. - -Yo no aclamo, me limito á repetir el grito de admiración con que, en su -patria, saludan á doña Agripina, aclamándola _Musa del Tequendama_. -Añadiré además que, por las noticias que me da el colector Añez, D.ª -Agripina es una señora guapa, joven aún, que se casó, en muy temprana -edad, con D. Miguel del Valle, de quien tuvo numerosa prole, y de quien, -en 1886, quedó viuda. Vive consagrada á sus hijos, á par que da -lecciones en establecimientos de educación y en casas particulares. En -1887 ha sido nombrada directora de la Escuela normal de Santamarta. El -Sr. Añez la celebra por no menos hábil y activa en labores caseras que -con la pluma. - -Para muestra de esta última y superior habilidad quisiera yo poner aquí -toda la oda al Salto; pero no me atrevo á llenar mucho las columnas de -_El Imparcial_, y me limitaré á trasladar á ellas algunos fragmentos. - -Aun así, lo dejaré para otro día, porque va ya siendo demasiado extensa -esta carta. - - * * * * * - - -_3 de Septiembre de 1888._ - -IV - -Muy estimado señor mío: Yo hago muchos distingos y no afirmo ni niego -por completo sino rarísimas veces. Por esto me acusan de escéptico. -Pero, en fin, yo soy así, y no lo puedo remediar. La famosa sentencia -_ut pictura poesis_, que en Alemania y en Inglaterra ha sido fundamento -de sendas escuelas de poesía, me parece falsa como no se limite mucho. - -Hay, debe haber poesía descriptiva, como hay pintura de paisaje; pero la -poesía describe de un modo reflejo lo que la pintura pinta de un modo -más directo. La poesía vence á la pintura, cuando la poesía describe, no -el objeto que se ve, sino la impresión, el sentimiento y la idea que el -objeto que se ve produce en lo profundo del alma. En cambio, para -conocer bien el objeto, tal como es, ó al menos tal como aparece, la -pintura y hasta la fotografía valen más que la poesía más fiel y más -pintoresca. - -La palabra fría de la prosa, fórmulas aritméticas áridas, nomenclaturas -técnicas, dan más cumplido concepto de lo que es cualquier objeto ó -fenómeno del mundo exterior que los versos más elocuentes y sublimes. - -Heredia, poeta de Cuba; Pérez Bonalde, poeta de Venezuela, han compuesto -versos hermosísimos al Niágara. Mas para formar idea del Niágara dice -más el que dice: el río se precipita desde una altura de más de 50 -metros; contando con la isla de la Cabra, que está en medio, y divide la -catarata, la anchura del río, en el lugar en que se precipita, vendrá á -ser de 1.300 metros; y el volumen de agua que cae, cada hora, es de -noventa mil millones de pies cúbicos ingleses, según los cálculos de -Lyell. - -No hay oda, ni himno, que haga concebir mejor la grandeza del Niágara. -De donde yo infiero que la poesía realista ó naturalista vale poco, y -que el verdadero valor de la poesía está, no en lo real, sino en lo -ideal, en la pasión en el sentimiento que produce el objeto en el -espíritu de quien le contempla: en lo sobrenatural y en lo infinito, -cuyo volumen Lyell no calcula: en Dios ó en el diablo que al poeta se le -aparece, ó que surge evocado por él del seno agitado y estrepitoso de -aquellos noventa mil millones de pies cúbicos por hora, que, desde hace -tantos siglos, sin que disminuyan, se van derrumbando á un lado y á otro -de la isla de la Cabra. - -Siempre he leído con gusto el precioso libro de Víctor de Laprade sobre -_El sentimiento de la naturaleza_; y no porque me ha convencido, sino -porque ha corroborado, con todo su saber y su discreción, lo mismo que -yo pensaba y sentía. La poesía tiene por objeto al hombre, con todo lo -que hay en su espíritu. Su pensamiento, su acción es siempre el asunto. -Donde no hay acción humana, la poesía descriptiva se diría que está de -sobra; acuden á la memoria los versos de Lope: - - En este valle y líquida laguna, - Si he de decir verdad como hombre honrado, - Jamás me sucedió cosa ninguna. - -Así es que Homero, guiado por su instinto divino é infalible, no -describe, y si describe, la descripción se vuelve acción. No se para -Homero á describir las armas de Aquiles, sino que nos lleva á la fragua, -y vemos á Vulcano con el martillo y las tenazas; y vemos el oro y el -bronce que se derriten, y los fuelles que soplan, y el fuego que arde; y -vemos trabajar al dios, y salir de entre sus manos ágiles, y de su -maravillosa mente de artista, la fuerte coraza, el penachudo morrión y -el estupendo escudo, en cuyas cinco zonas el dios va esculpiendo á -nuestra vista, llena de grato asombro, cuanto hay de más hermoso en el -cielo y en la tierra. - -Con el Tequendama ocurre lo mismo que con el Niágara. Cualquiera -descripción en prosa, la de Humboldt, la del matemático Caldas, la del -barón de Japurá, dan más cumplida idea que los mejores versos. La masa -de agua que se precipita es muy inferior, pero cae de un lugar cerca de -cuatro veces más alto. El agua además choca primero contra un banco de -piedra, y allí revienta; hierve y se lanza de nuevo en plumas -divergentes hacia el abismo. En el fondo es más terrible el choque y no -puede mirarse sin horror. Las plumas de agua, las puntas de lanzas, que -tal parecen, se despeñan con increíble rapidez y se suceden unas á -otras. Al llegar al fondo, cuando no antes, en virtud de su vertiginoso -descenso, se desmenuza el agua y se pulveriza, y asciende luego en -forma de nubes, que el sol dora y adorna con el iris. Se diría que el -Bogotá, acostumbrado á correr por las regiones elevadas de los Andes, -baja á pesar suyo á aquella profundidad y quiere otra vez elevarse -orgulloso en difusos vapores. Estos vapores asegura Humboldt que se ven -desde la ciudad de Bogotá á cinco leguas de distancia. - -Después de esto, ¿qué podrá añadir la poetisa; qué ponderación realzará -en sus versos la pintura de la catarata? La impresión propia, el vuelo -de su espíritu, su humano pensamiento y su elevada fantasía, que entrevé -á Dios en el horrendo arco que forma el agua. - -Después prosigue la poetisa: - - ¿Qué buscas en lo ignoto? - ¿Cómo, adónde, por quién vas empujado? - Envuelto en los profusos torbellinos - De la hervidora tromba de tu espuma, - E irisado en fantástico espejismo - Con frenesí de ciego terremoto, - Entre tu aérea clámide de bruma, - Te lanzas despeñado, - Gigante volador, sobre el abismo. - Se irgue á tu paso murallón inmoble - Cual vigilante esfinge del Leteo; - Mas de tu ritmo bárbaro al redoble - Vacila con medroso bamboleo. - Y en tanto al pie del pavoroso salto, - Que desgarra sus senos al basalto, - Con tórrida opulencia - En el sonriente y pintoresco valle - Abren las palmas florecida calle. - - * * * * * - - La indiana piña de la ardiente vega, - Adorada del sol, de ámbar y de oro, - Sus amarillos búcaros despliega. - Sus ánforas de jugo nectarino - Te ofrece hospitalaria - La guanábana en traje campesino, - A la par que su rica vainillera - El tamarindo tropical desgrana, - Y la silvestre higuera - Reviste al alba su lujosa grana. - Bate del aura al caprichoso giro - Sus granadillas de oro mejicano - Con su plumaje de ópalo y zafiro - La pasionaria en el palmar del llano; - Y el cámbulo deshoja reverente - Sus cálices de fuego en tu corriente. - Miro á lo alto. En la sien de la montaña - Su penacho imperial gozosa baña - La noble águila fiera; - Y espejándose en tu arco de topacio, - Que adereza la luz de cien colores, - Se eleva majestuosa en el espacio - Llevándose un jirón de tus vapores. - Y las mil ignoradas resonancias - Del antro y la floresta, - Y místicas estancias - Do urden alados silfos blanda orquesta, - Como final tributo de reposo - ¡Oh émulo del destino! - Ofrece á tu suicidio de coloso - La tierra engalanada en tu camino. - -Todo esto es bello; pero en el fondo del cuadro, la figura principal es -la misma poetisa. El Tequendama es el pedestal ingente sobre el cual se -pone su espíritu - - A retocar sus desteñidos sueños. - -El desaliento que se apodera del espíritu en presencia de tan grande -escena, hace concebir mejor su magnificencia que la descripción más -atinada y exacta. - -Manzoni, cantando á Napoleón, que al fin era un hombre como él, y por la -elevación del pensamiento mucho menor que él, puede decir, sin que nos -ofenda la jactancia, que va á entonar un cántico que _forse non morrà_. -Simónides, reviviendo en los versos de Leopardi, puede pedir para sus -versos la misma inmortalidad que da la gloria á los trescientos héroes -que los versos celebran; pero ante el espectáculo solemne de aquella -fuerza ciega, fatal y sin término, el ánimo se apoca. Es además una -mujer la que canta, y yo veo algo de amable y de muy delicado en la -timidez y desconfianza con que la poetisa predice, engañada por su -modestia, que su canto va á morir; que - - Así como se pierden á lo lejos, - Blancos al alba y al morir bermejos, - En nívea blonda de la errante nube, - O en chal de la colina, - Los velos primorosos - De tu sutil neblina, - Va en tus ondas mi cántico arrollado - Bajo tu insigne mole confundido, - E, inermes ante el hado, - Canto y cantor sepultará el olvido. - -No es de recelar que tal suceda, porque los versos son hermosos y -muestran el arte de la poetisa, su viva imaginación y el buen gusto para -la dicción poética. Tal vez el _bamboleo_ con que, alucinada ella por un -momento, cree que se estremecen y vacilan las inmobles rocas al rudo -golpe del agua, parezca á alguien palabra sobrado vulgar; pero es -gráfica y está realzada por el epíteto _medroso_. - -La pintura de la vegetación tropical, que se extiende al pie del Salto, -no es inferior á la de D. Andrés Bello, que la poetisa recordó é imitó, -y aun se puede afirmar que hace más impresión que la de Bello, porque no -habla en general de las plantas y flores de la zona tórrida, sino que -describe lo que está viendo allí mismo. - -No es Agripina Montes la única poetisa de nota que el _Parnaso -Colombiano_ nos da á conocer. Hay otras que llaman mucho la atención y -se ganan el aprecio y las simpatías de los lectores. - -Yo me figuro que en Colombia no deben de ocurrir las varias causas que -en España, y sobre todo en Madrid, influyen para que las mujeres no -escriban versos. Nuestros padres y abuelos, hartos de los discreteos, -latines y tiquis-miquis de las damas de Calderón, condenaron el saber en -las mujeres, denigraron á las mujeres sabias con los apodos de licurgas -y marisabidillas, y pusieron el ideal femenino en la más crasa -ignorancia. Mas tarde, y ya bien entrado este siglo de las luces, volvió -la mujer á querer saber y á saber; pero en muchas partes, y sobre todo -en Madrid, en las clases elegantes y abastadas, la educación de la mujer -fué exótica: en colegios, ingleses ó franceses, con ayas inglesas ó -alemanas. De aquí que el castellano fuese en boca de muchas damas la -lengua del vulgo, sólo aristocratizada por la pronunciación gangosa de -las erres. Si la dama salía aficionada á leer, leía á Musset ó á -Lamartine ó á los poetas británicos, y lo español le parecía tonto y -cursi, aunque no lo dijese ella. Cuando la dama no salía muy aficionada -á leer, como esta vida de Madrid, la _high life_, es un torbellino de -fiestas, toros, bailes y paseos, no había para qué leer ni siquiera por -pasatiempo. Al teatro se iba á oir música, y de la dama _comm’il faut_, -si por acaso se allanaba á ir á la comedia, se podía decir lo que ya -Iriarte decía de las _currutacas_ de su tiempo: - - Aplauden cuando más al tramoyista; - Oyen tal cual chulada del sainete, - Y sirve lo demás de sonsonete, - Mientras que están haciendo una conquista. - -De aquí que, con relación á la gracia, chiste, despejo y portentosa -facundia de la mujer española, hayan sido muy pocas las que han escrito -y han ganado alta fama escribiendo. Y estas pocas han venido casi -siempre á este centro, desde el fondo de alguna apartada ciudad de -provincia. Así la Avellaneda, de Cuba; Carolina Coronado, de una villa -de Extremadura; María Mendoza y Josefa Barrientos, de Málaga; y de la -Coruña, doña Emilia Pardo Bazán. - -En toda mujer que se lanza en España á ser autora, hay que suponer una -valentía superior á la valentía de la Monja-Alférez ó á la de la propia -Pentesilea. Cada _dandy_, si por acaso la encuentra, será contra ella un -Aquiles, más para matarla, que para llorar su hermosura después de -haberla muerto. Quiero decir, dejando mitologías á un lado, que en la -literata suelen ver los solteros algo de anormal y de vitando, de -desordenado y de incorrecto, por donde crecen las dificultades para una -buena boda, etc., etc. De aquí que, si una jovencita sale aficionada á -literatear ó á versificar, ella misma lo oculta como un defecto ó -impedimento dirimente, cuando no es la propia familia la que procura -ocultarlo. Sólo la más ardiente y firme vocación y un extraordinario -mérito pueden sobreponerse á tanto cúmulo de inconvenientes. - -Una pícara sentencia de Horacio, cuya falsedad é injusticia, perdóneme -Horacio, ofenden al recto juicio, viene á hacer más penosa la situación -de toda poetisa: la medianía en versos no la sufren ni los postes. De -modo que sufrimos la medianía en la cocinera (y ojalá que la mía fuese -siquiera mediana), en la planchadora, en la que borda, en la que dibuja, -en la que canta, y sólo para versos es menester que los haga una mujer -mejor que Safo, ó que no los haga. Yo declaro esto absurdo. Yo declaro -que sufro mejor, no ya un mediano soneto, sino una oda mala, que una -camisa mal planchada, que un caldo mal hecho, que un aria mal cantada, ó -que una melodía de Chopin chapuceramente tocada en el piano ó en el -arpa. Si por temor de hacer mal una cosa no se ha de hacer, la misma -razón hay para que una mujer no haga versos, que para que no cante, ó -baile, ó toque el piano. En verso se pueden decir tonterías: esto es -verdad; pero ¿acaso hablando en prosa no pueden también decirse -tonterías? ¿Y hemos de anudar ó cortar la lengua de las mujeres para que -no las digan? No niego yo que una tontería, dicha en verso, adquiere -cierta consistencia, compromete más, es más solemne, resonante y -repercutiente, que en prosa; pero, en cambio, debemos convenir en que, -por facilidad que se tenga para hacer versos, y por malos y flojos que -los versos sean, no se improvisan tanto, ni salen, ni manan con tanta -fluidez y copiosa vena como las tonterías en prosa desatada. - -Otro argumento tengo yo en favor de los versos. Reflexiónese bien y no -se me rechace por sutil: es muy fundado. Todos, hombres y mujeres, -tenemos cierta dosis ó capital de tonterías, que gastamos ó difundimos -durante nuestra vida mortal. Ellas han de brotar de nosotros como la -flor de la planta. ¿No es mejor, pues, que se digan que no que se hagan? -Y al decirlas, ¿no es mejor decirlas con rima y con metro? No niego que -así subirá más alto, pero también será más delgada la tontería, como -cuando en el caño de la fuente que se desborda ponemos un apretado y más -angosto canuto, por donde sube más el surtidor, pero sale también menos -líquido. - -Es indudable que, en la mujer, el hacer versos presenta otra dificultad -más grave; pero yo la allano ó salto por cima. La poesía, la lírica -sobre todo, siendo sincera como debe ser para ser buena, es -_autobiografía_ del corazón y de la mente: es exhibir el alma al público -en su desnudez; y esto parece que lastima algo el pudor y la modestia. -¿Cómo enterar á todo el género humano de tus afectos y pasiones? Pues -peor es todavía que le engañes y que supongas lo que no eres. Entonces -harás una mala acción, y harás además, de seguro, muy malos versos. La -mentira del sentimiento es adversa á toda estética. - -No hay más remedio que decir la verdad. ¿Y por qué ha de ser tan costoso -é incómodo decirla? ¿A qué, en este punto, el misterio y el recato? -Seamos positivistas, como mi amigo Juan Enrique Lagarrigue, en cuya -_Religión de la Humanidad_ es el Mandamiento III ó IV, no lo recuerdo -bien, _vivre au grand jour_. - -No crea Ud. que es impertinente esta digresión. La traigo aquí para -hablar de la sinceridad, de la noble franqueza, de la verdadera poesía -íntima y honda que noto y admiro en algunos versos de sus paisanas de -Ud., y por cima de todos, en los de Mercedes Flórez. Dicen y afirman -cuantos la conocen que es hermosísima mujer; pero á mí, aunque fuese -fea, me sería simpática, por la limpia hermosura de su alma y por su -candidez generosa. Sus versos sí que son versos íntimos, sentidos y -_vividos_. La palabra _casera_, que aplicada á la poesía fué hasta hoy -despreciativa, tiene, por causa de la poesía de Mercedes Flórez, que -adquirir un valor encomiástico. - -Los versos caseros y la vida casera de Mercedes Flórez se confunden y -son un idilio de verdad. El mismo año que ella, el año de 1859, nació su -novio Leonidas. Ella y él se amaron mucho. Como eran pobres ambos, los -padres se oponían á la boda; pero ellos prescindieron de todo y se -casaron. - -Leonidas Flórez es también poeta, y compuso entonces unos lindos y -graciosos versos, que se titulan _Regalos de boda_, y que empiezan: - - Nos hemos de casar, pese al demonio. - Ya han agotado todos sus consejos - Nuestros padres contra este matrimonio. - Así son las chocheces de los viejos. - -Como toda la oposición se fundaba en la pobreza del novio, éste prueba -que es riquísimo, haciendo brillante enumeración de los espléndidos -regalos que trae á Mercedes. - -Nada falta allí: estrellas, perlas, diamantes, palacios y jardines que -brotan del tesoro inagotable de su fantasía. Y no contento con probar -que él es rico, prueba el novio además que es riquísima ella: - - Tú también eres rica y generosa; - Tu regalo es el colmo de mi anhelo: - Me entregas tu belleza, eres mi esposa: - Vale eso más que regalarme un cielo. - -Él matrimonio ha sido y es dichosísimo, á pesar de esta única riqueza, -que no se cotiza en la Bolsa. Y una de sus dichas ha sido la de inspirar -las sencillas y tiernas poesías de Mercedes, humilde Victoria Colonna -americana. - -Después de llamar esclavitud al matrimonio, exclama ella: - - Mas ¡oh bendita esclavitud que adoro, - En que se reina al par que se obedece! - Cadenas tiene, mas cadenas de oro..... - ¡Déjame en mi entusiasmo que las bese! - -Mercedes sólo tiene un pesar: tiene celos de la gloria y de la ambición -de su marido. - - La adoras, sí; lo leo en tu mirada; - En tus noches de insomnio lo confiesas, - Y quizá mientras duermo confiada, - Tú en tus sueños la abrazas y la besas. - -Entonces procura ella demostrar la vanidad de la gloria, ó bien se queja -diciendo: - - Ama á la gloria, pues. Vé hasta la altura; - Sube como el condor hasta los cielos, - En tanto que yo ahorro mi amargura - Amándote y muriéndome de celos. - -En otra ocasión se afana ella por disuadirle de que sea ambicioso, y le -dice: - - No busques oro y seda y pedrería, - Ni rico hogar ni deslumbrante coche; - Te bastarán tus libros en el día, - Te bastarán mis cuentos en la noche. - -Pero donde Mercedes Flórez es divina y despierta envidia de su marido en -todo corazón de hombre, es en unos versos que compuso en Diciembre de -1883, cuando ella tenía veinticuatro años y veinticuatro años él, y -cuando acababa su marido de salir de una enfermedad que le tuvo á la -muerte. Los versos se titulan _En la agonía_, y la refieren como si -estuviera pasando: son admirables de verdad y de afecto; son la poesía -natural del corazón que trae lágrimas á los ojos: - - ¡No, no! ¡Tú me amas mucho para dejarme sola! - ¡No, no! ¡Yo te amo mucho para dejarte ir! - Llévame en ese viaje pesado de ultratumba, - O quédate conmigo: aun somos harto jóvenes - Para poner, amándonos, á nuestra vida fin. - - Estréchame en tus brazos, amado mío, bésame; - Mis labios, nueva vida te volverán y ardor. - Lucha contra la muerte: véncela en el combate: - No me abandones, mi ídolo, que hoy te amo más que nunca..... - Conmuévante mis lágrimas..... ¡no lances ese adiós! - - * * * * * - - Aquí hay laureles muchos aún para tus sienes: - Yo con mis propias manos las tengo de adornar. - Amante de tu gloria, yo quiero que no trunques - Tu espléndida carrera, y de tu vida á lo último - El genio te dé aureolas haciéndote inmortal. - - ¡Dios mío! Mira tu obra: la flor abre sus pétalos; - El águila ya altiva levanta el vuelo audaz; - ¿Y tú permitir puedes que el cierzo la marchite, - Y que cobarde flecha alcance el nido íntimo - Y rompa las entrañas del águila real? - - ¡Dios mío, tu justicia es grande cual tú mismo, - Y mi esperanza toda de hoy más cifraré en ti! - ¡No arranques de mi cielo este lucero fúlgido - Que no hace falta al tuyo! Escucha..... En su delirio - Dice que me ama tanto..... ¡que no quiere morir! - -Dispense Ud. y dispense el público, á quien confío estas cartas, á Ud. -dirigidas, que sea yo largo en ésta. Ya abreviaré en adelante. - - * * * * * - - -_17 de Septiembre de 1888._ - -V - -Mi distinguido amigo: Por más que me amonesto y me excito á ser breve, -tengo aún tanto que decir, que, sobreponiéndome al temor de cansar, -acabaré por decirlo. La floreciente literatura _castellana_, ó en -castellano, de esa república, me complace tanto como si yo soñase que á -una persona querida, á quien antes del sueño le hubiesen cortado ó -tratasen de cortarle los brazos, le brotasen alas de repente. - -Diré á Ud., para que se entere de esta mi visión alegórica, que en gran -parte de España, por un lado en Cataluña y por otro en Galicia, ha -entrado la manía á no pocos valerosos y fecundos ingenios de privar de -sus frutos al habla de Castilla y de escribir sus mejores obras en prosa -ó en verso, en catalán ó en gallego. Á mí, que soy muy patriota, en -literatura como en todo, me aflige esto bastante; pero me consuela que -ustedes, desde tan lejos, nos den como rica compensación lo que dentro -de la Península nos quitan nuestros compatriotas. - -Tengo además otras razones para extenderme, aunque peque de prolijo. - -Los sabios está claro que lo saben todo, y yo no descubro ningún -palimpsesto para hablar de ustedes; pero al fin no faltan personas poco -sabias, entre las cuales nada se sabe de Uds., y yo puedo contarles -cosas casi tan interesantes y amenas como el crimen de la calle de -Fuencarral. - -Me remuerde la conciencia de haber elogiado sólo á Mercedes Flórez y á -Agripina Montes y de no mentar siquiera á otras poetisas. En muchas de -ellas noto el mismo candor, la misma sencillez y no menor pasión -delicada que la que tan simpática me hace á la hermosa Mercedes. - -Así, por ejemplo, Bertilda Samper, hija del doctor del mismo nombre y -de doña Soledad Acosta, ilustres escritores ambos. Esta poetisa se -complace en la solitaria vida del campo, donde se deleita su alma en la -contemplación de la naturaleza y en el devoto y ferviente amor de Dios. -Sus versos tienen singular dulzura religiosa. _La parábola del -sembrador_ es muy bella, y en las _Cartas de una campesina_ hay trozos -que no son inferiores. - -Citaré, por último, á otra notable poetisa y escritora colombiana, -aunque no lo es por nacimiento, sino por adopción. Hablo de la dama -irlandesa María Juana Christie, que casó con don Juan E. Serrano, á la -cual he tenido el gusto y la honra de tratar en Nueva York, y á la cual -Núñez de Arce y yo debemos estar y estamos muy agradecidos. La señora de -Serrano ha traducido al inglés, con singular maestría, venciendo á otros -traductores y satisfaciendo el gusto difícil de los críticos de la casa -de Appleton, mi novela _Pepita Jiménez_: ha traducido y publicado -también mi diálogo _Gopa_, y ha puesto en hermosos versos ingleses, con -general aplauso, no pocos de los que contienen los _Gritos del combate_. - -Esta señora, sobre su llaneza de buen tono y natural modestia, está -dotada de muy agudo ingenio y de elevado entendimiento, cuyo cultivo ha -sido esmeradísimo. Habla el castellano tan bien como el inglés, y posee -además el alemán, el italiano y las lenguas clásicas griega y latina. - -De obras originales no sé que haya publicado más la señora de Serrano -que un tomito de versos titulado _Destiny and other poems_, en Nueva -York, en 1883; pero este tomito, hasta donde yo soy capaz de comprender -el mérito de la poesía inglesa, me parece que no se perderá en el -inmenso cúmulo de dicha poesía, y que algo de lo que el tomito encierra -figurará como muestra, adorno y gala en las futuras Antologías -británicas. - -La señora de Serrano, á quien estiman y quieren mucho en la sociedad más -distinguida de Nueva York y de Washington; que es hermosa, y que tiene -una hija ya casadera, en quien ve renovarse su hermosura, no debiera -estar muy melancólica, ni tener _blue devils_; pero los males de su -patria, Irlanda, el ejemplo de Byron y de Shelley, y la filosofía -pesimista alemana, hoy tan en moda, influyen poderosamente en ella, en -lo teórico al menos, ó sea cuando toma la lira y canta. De ordinario, no -me parece la señora de Serrano ni desesperada ni siquiera cejijunta, -sino llena de afabilidad y de agrado. - -Sea como sea, no sé si lamentar su sombría tristeza, meramente -especulativa, como la supongo, y que produce tan magníficos versos. -Algunos, traducidos al español por D. Rafael Pombo, vienen insertos en -el _Parnaso Colombiano_; pero no bastan estos versos, y sería menester -estudiar con atención todo el tomo, en inglés, para penetrar bien en el -vacilante espíritu de la poetisa y determinar hasta qué extremo llega su -pesimismo, y cómo ella le contradice y vence por virtud de ciertas vagas -creencias en palingenesias en otros astros, donde la felicidad no es -tan difícil, ya que no imposible, como en este en que vivimos ahora. - -Necesitaría yo hacer especial estudio del extenso poema _Destiny_ para -aquilatar bien el mérito y la originalidad de la señora de Serrano, y -hasta qué punto se deja influir por la celebrada y eminente poetisa -Isabel Browning, su compatriota. En las obrillas cortas de la señora de -Serrano se nota la impresión del momento. En algunas, como en -_Despondency_, _Días de otoño é Invocación á la muerte_, hay la más -negra y completa desesperación; en otras brillan esperanzas vagas -ultramundanas, y en otras, por último, hay yo no sé qué enigmático -remedio de todos los males, que la poetisa posee y disfruta, aun en esta -vida mortal, pero que no sabe, ó no debe, ó no quiere descubrir en qué -consiste. Así es que habla de su panacea como proponiendo un acertijo y -ofreciendo premio al que le declare. Yo, aunque mal y torpemente, he -traducido, ó mejor diré, he adaptado al español este acertijo, _riddle_. -Allá va: adivínele quien pueda. - - Es mi tesoro una joya - Que en áureo cerco no brilla: - Me la dió Naturaleza - En su forma primitiva. - Mas quien de joyas entiende, - Si llega á mirar la mía, - Su inmenso valor pondera - Y palidece de envidia. - En clara noche de estío, - Del mundo en la edad florida, - Cuando la tierra con lágrimas - Regado el hombre no había, - Pues deslumbraba sus ojos - La luz de fáciles dichas, - Cayó mi joya del cielo - Sin que su luz fuese vista. - Vino más tarde el dolor, - Que sueños calman y alivian, - Y quien alivio buscaba - Mi joya en sueños veía. - Danzas entonces tejiendo - En una selva, á la tibia - Claridad de las estrellas, - Y en el césped escondida, - Encontró un hada mi joya - Y la puso en su varita. - Protectora se hizo el hada - De mucha inocente niña, - Y trocó en sedas y encajes - Los harapos que vestía, - Y se la llevó en volandas - A dar, en fiestas magníficas, - A los príncipes amor - Y á las princesas envidia. - Luego empeoró nuestra raza, - Y las hadas afligidas - Huyeron sin que se sepa - A qué región ni á qué clima. - Antes de huir sepultaron - La joya en profunda sima, - Porque no la profanase - Ninguna mirada indigna. - Sobre esta piedra preciosa - Harto los sabios cavilan, - Y filosofal la llaman - Y estudian por descubrirla. - Mas, como nunca penetran - Bastante en la esencia íntima - De naturaleza, en balde - Ver la joya solicitan. - Así permaneció siempre - Blanco oculto á toda mira, - Hasta que en una mañana - De primavera, yo misma - Con mis lisonjas la atraje - Por mis conjuros cautiva. - En mi seno, desde entonces, - La joya está, do mitiga - Toda pena, y donde todo - Vano deseo amortigua: - Que hay en su centro brillante - Misteriosa hechicería - Y recuerdos de aquel sitio - Que abandonó en su caída. - Al contemplarla mi alma, - Mi alma á los cielos aspira, - Sin que en afanes diarios - La joya no valga y sirva, - Pues humildad y pobreza - No la avergüenzan ni humillan: - Y con rosicler de aurora - Baña su luz peregrina - Mejor que el alcázar regio - Las modestas alquerías. - Al sabio que de esta joya - Sepa el nombre, y dé noticias - Y explicación del encanto - Que en su talismán se cifra, - Tendré yo por el más sabio - Mortal que en el mundo viva, - Y también por el más rico, - Y, aunque nada anhele y pida, - A mi muerte ha de ganar - Esta joya por albricias. - -Volviendo ahora á los poetas, que por admirar á las poetisas habíamos -abandonado, seré breve por varias razones. - -Hay tres ó cuatro poetas en el _Parnaso Colombiano_ de quienes es mejor -limitarse á citar los nombres que decir poco sin haber estudiado todas -sus obras y sin conocer bien su vida. - -Así, por ejemplo, Rafael Núñez, actual presidente de la república. -Núñez es autor de un libro titulado _Ensayos de crítica social_ y -también de muchas poesías, que no sé si ha publicado en tomo. Las que -inserta el _Parnaso_ son originalísimas por su fondo filosófico y por su -forma concisa, enérgica y sentenciosa. La primera, que es la más -encomiada y que merece serlo, deja pasmado á quien la lee, sobre todo al -considerar que es el autor un hombre político, presidente de la -república nada menos. Nosotros casi no podemos comprender la franqueza -de Núñez. Entre nosotros no diré yo que un jefe de partido, un eminente -hombre de Estado tenga por fuerza que creer en alguna cosa. Bien puede -no creer en ninguna; pero se guardará de decirlo. Decirlo sería -descarrilar: hacer mal su papel. Tendrá, pues, su _Credo_ ó _Símbolo_, -redactado por artículos; artículos de fe, de cada uno de los cuales no -renegará, aunque le descuarticen. Así serán ó aparecerán todos los -políticos. Este creerá en la soberanía del pueblo y en el sufragio -universal; aquel, en el derecho divino de los reyes y en la constitución -interna; uno será librecambista, proteccionista otro; pero todos se -mostrarán muy firmes en sus creencias y harán de las opiniones _dogmas_, -y de la profana política algo como _religión_ ultrasagrada, y llamarán -_comunión_ ó _iglesia_ á su bandería ó pandilla, y _correligionarios_ á -sus parciales, y pondrán en su _martirologio_ á cualquiera de estos -_correligionarios_, cuyo _suelto_ en los periódicos haya sido -denunciado. - -Acostumbrados nosotros á esta severidad dogmática, y dichosos poseedores -de una ciencia ó de una creencia, ¿cómo no maravillarnos de los versos -del Sr. Núñez, que se titulan, con la frase de Montaigne, _Que -sais-je?_, y donde el autor viene á declarar que no cree en nada y que -no sabe nada? El Sr. Núñez no está seguro de - - Si es la ciencia dudosa que aquí hallamos - Escala vacilante en que pasamos - De un error á otro error. - -Así es que termina exclamando: - - ¡Oh confusión! ¡Oh caos! ¡Quién pudiera - Del sol de la verdad la lumbre austera - Y pura en este limbo hacer brillar! - De lo cierto y lo incierto, ¡quién un día - Y del bien y del mal conseguiría - Los límites fijar! - -Otros varios poetas figuran en el _Parnaso Colombiano_, de quienes no se -debe aquí decir nada. Sería menester escribir un largo artículo sobre -cada uno. Hay que hacerse cargo de que el _Parnaso Colombiano_ es un -muestrario de toda una rica literatura contemporánea. - -Tal vez un día, si sigo yo escribiendo estas cartas, hable extensamente -y como ellos merecen, de José María Samper, poeta, novelista, -dramaturgo, filósofo, político y el más fecundo escritor de Colombia; de -Julio Arboleda, lírico famoso y autor de un poema ó leyenda cuyo título -es _Alvaro de Oyón_; de José María Marroquín, sabio filólogo y discreto -poeta, lleno á veces de chiste; de Gregorio Gutiérrez González, gran -pintor de la naturaleza de su tierra, y cuyo poema sobre el cultivo del -maíz acaso compite con la sublime _Destrucción de las florestas_ del -brasileño Araujo Porto-Alegre; de los Caros, padre é hijo, de quienes he -dicho tan poco, y de otros más. - -Por lo pronto, aunque no baste esta carta y tenga yo que escribir la -sexta para terminar mi trabajo, he de decir algo todavía de varios -poetas que me parecen muy originales, y de otros, jóvenes los más, que, -sin dejar de ser originales, siguen algo en la forma y en la manera, ya -á Campoamor, ya á Bécquer, que son, á par de Núñez de Arce, los poetas -españoles del día más populares y celebrados hoy en Colombia. - -Justo es decir que, entre estos jóvenes poetas, Bécquer es más seguido é -imitado que Campoamor, y que su escuela está también mejor representada. -Verdad es que Bécquer tiene á Heine por auxiliar, y el auxiliar de -Campoamor no acude ó no se ve tan claro. - -Como muestras de estos _becqueristas_ citaré de Emilio Antonio Escobar -las siguientes composiciones, que él llama _Rimas_, como llama Bécquer á -las suyas: - - Allá en el fondo de la tumba fría, - Del cadáver los átomos inertes - Se transforman, se buscan y palpitan - En las auroras de un eterno génesis..... - Y aquí en mi pecho un corazón vacila - Y el hielo horrible del sepulcro tiene..... - Allá se siente palpitar la vida, - Aquí se siente palpitar la muerte. - - Cada vez que tu mano, al despedirme, - Estrecho conmovido entre las mías; - Cada vez que me dices: «Hasta luego», - Fijando en mí tus húmedas pupilas, - Oigo un eco lejano que repite - Dolorosa y eterna despedida, - Y siento que una lágrima que oculto - Me cae al corazón pesada y fría. - - Ya en la iglesia de los cielos - Alguien enciende los cirios, - Y el órgano de los vientos - Suspira ya sus registros; - Largos nubarrones negros - Enlutan el infinito..... - Se va á cantar el entierro - De nuestro amor muerto niño. - -En todo esto hay lo más lastimoso de Bécquer y de Heine: olor de -cementerio y cancamurria de gori-gori. - -Muy superior me parece otro _becquerista_ de veintitrés años: Joaquín -González Camargo, médico y literato. Sus versos _Viaje de la luz son -becqueristas_; pero, ¿yo no sé?, me siento inclinado á decir que me -gustan más que los mejores de Bécquer y de Heine. Y dicen los versos: - - Empieza el sueño á acariciar mis sienes: - Vapor de adormideras en mi estancia; - Los informes recuerdos en la sombra - Cruzan como fantasmas. - Por la angosta rendija de la puerta - Rayo furtivo de la luna avanza, - Ilumina los átomos del aire: - Se detiene en mis armas. - Se cerraron mis ojos, y la mente, - Entre los sueños, á lo ignoto se alza: - Meciéndose en los rayos de la luna, - Da formas á la nada. - Y ve surgir las ondulantes costas, - Las eminencias de celeste Atlántida, - Donde viven los Genios y se anida - Del porvenir el águila. - Allí rima la luz y el canto alumbra, - Aire de eternidad alienta el alma, - Y los poetas del futuro templan - Las cristalinas harpas. - Auroras boreales de los siglos - Allí se encuentran, recogida el ala; - Como una antelia vese el pensamiento - Que gigantesco se alza. - Allí los Prometeos sin cadenas - Y de Jacob la luminosa escala; - Allí la fruta del Edén perdida, - La que el saber entraña. - Y el libro apocalíptico, sin sellos, - Suelta á la luz sus misteriosas páginas, - Y el Tabor del espíritu su cima - De entre la niebla saca. - Y allí el Horeb de donde brota puro - El casto amor que con lo eterno acaba: - Allá está lo ideal, allá boguemos..... - Dad impulso á la barca. - Despertéme azorado..... ¿Y ese mundo? - Para volar á él ¿en dónde hay alas? - Interrogué á las sombras del pasado, - Y las sombras callaban. - Pero el rayo de luna ya subía - Del viejo estante á las polvosas tablas, - Y lamiendo los lomos de los libros, - En sus títulos de oro se miraba. - -Y ahora que acabo de copiar los versos del señor Camargo, -comprendiéndolos bien, no vacilo ni dudo. Digo, parodiando al Duque de -Rivas, que, en esta ocasión, - - No el padre guardián, el lego - Tuvo la revelación. - -El discípulo Camargo se adelanta aquí á sus dos maestros, al español y -al alemán, y hace una linda poesía, sobria de palabras, rica de -pensamientos, llena de imágenes y de galanura. - -Y baste por hoy. Prometo que la próxima carta será mi última sobre este -asunto. - - * * * * * - - -_8 de Octubre de 1888._ - -VI - -Mi distinguido amigo: Ya habrá Ud. notado que en la rápida y poco -ordenada reseña que de los poetas de esa república voy haciendo, hay un -espíritu que, por lo mismo que es muy español, propende más á poner de -realce lo original que lo imitado. Sin duda que algo lisonjea el amor -propio nacional percibir en región tan remota la resonancia ó el eco de -Quintana, de Bécquer, de Campoamor y de Núñez de Arce, que son hoy los -poetas de esta Península más populares ahí; pero si todo es uno, según -mi teoría; si Uds. no han proclamado la independencia literaria, ni -nosotros la hemos reconocido tampoco; si no conviene además esta -independencia, y si toda la riqueza nuestra y de Uds. debe seguir _pro -indiviso_, creo yo que nos trae más cuenta que todo sea diverso dentro -de la grande unidad, que no tener _doublettes_ ó ejemplares dobles en -nuestro tesoro común intelectual ó biblioteca castellana. - -Por dicha, la realidad viene en Colombia á colmar la medida de mi deseo. -Son Uds. todo lo originales que deben ser, sin caer en la extravagancia, -buscando la originalidad, y sin imitar demasiado á los franceses é -ingleses por no imitar á los españoles. - -Poco hay que pueda calificarse en Colombia de _campoamoresco_ ó de -_quintanesco_. Sólo abunda el _becquerismo_; pero más bien el remedo es -en el corte ó traza, que no en el fondo y la esencia. - -Un cubano, Rafael Merchán, que ha ido á vivir y á escribir entre Uds., -ha emitido, en uno de sus más bellos artículos, un juicio de Bécquer, -atinadísimo, en mi sentir. Para Merchán, como para nosotros, Bécquer es -excelente poeta: de lo mejor que España ha tenido en el siglo XIX. El -fondo de su poesía es rico y vario; pero casi siempre están sus -composiciones como vaciadas en el mismo molde ó cortadas por el mismo -patrón. Esto es lo que constituye la manera, que no niego yo que induce -á la imitación. Cuando el poeta imitador adquiere, tal vez sin darse -cuenta de ello, la habilidad, el arte ó procedimiento de la manera, -hasta sin querer suele seguirla. - -Así es como se nota el sabor _becquerista_ en los ya citados versos de -Camargo y de Escobar, en otros que no citamos, y (¿por qué no -declararlo?) en los que de Ud. colecciona el Sr. Añez, aunque la -imitación en ellos es más indecisa y vaga. - -En los versos de Ud. se ve que el poeta, ilustrado su entendimiento por -no escasa doctrina y por el saber de varias literaturas, no se deja -llevar por determinado maestro, y la inspiración sacude todo yugo y se -levanta libre de remedo, mostrando su valer propio. Yo, por las pocas -muestras que de sus versos de Ud. da el señor Añez, y en vista de la -mocedad de Ud., me atrevo á saludarle como buen poeta, augurándole -brillantes triunfos en lo futuro. La composición de Ud. titulada _Lo que -es un nido_ suscita el recuerdo de _La iglesia perdida_, de Uhland, -aunque en la conclusión, la de Ud. es racionalista y algo panteísta, y -la de Uhland fervorosamente cristiana. Á veces, en los instantes de -mayor rapto lírico-filosófico, va Ud. más allá de lo justo en los -atrevimientos de expresión, influído acaso por Víctor Hugo. Así, por -ejemplo: - - Y ansiando apocalípticos asombros, - Subí de lo infinito las escalas, - Y asombrado sentí que en mis dos hombros - Se agitaban dos alas, - Y volé como fuera de mí mismo..... - Y crucé los espacios estelares..... - Y comulgué la luz en el abismo - De incógnitos altares. - -La peregrinación de su espíritu de Ud. por el éter, su comunión de luz -en el abismo, etc., nada está de sobra al considerar que Ud. se propone -descubrir dónde se oculta el _verbo_; pero á la verdad que es triste lo -infructuoso de la caminata y lo hondo de la caída, cuando, al volver Ud. -de su éxtasis, ve un nido de golondrinas, que será á lo más uno de los -mil millones de efectos del _verbo_, pero que no es el _verbo_, ni le -explica, ni explica nada. - -La composición de Ud., _Idea y forma_, está muy inspirada por Bécquer. -En la otra composición, que se titula _Confidencia_, hay cierta vaguedad -misteriosa, que podrá tener hechizo para algunos, pero que á otros los -podrá inducir en la creencia de que el poeta no está muy seguro de nada, -y de que nada le ha pasado, y de que todo es sueño ó dislate, cuando él -mismo ignora si se le ha muerto la novia ó si se le ha casado con otro. -Hay en estos versos anhelo de sencillez y naturalidad de lenguaje, que -yo apruebo, porque la sencillez y la naturalidad hacen que los versos de -amor parezcan más sentidos y _vividos_; pero, cuando en este estilo -sencillo viene á interpolarse alguna palabra ó frase, ó muy ambiciosa ó -muy técnica del tecnicismo filosófico, ocurren disonancias de efecto -pésimo. Así, por ejemplo, cuando dice Ud. que ella _sepulta_ la frente -en el pañuelo, y peor aún cuando pregunta usted si ella _le piensa_ aún -con amor. - - ¿Y cómo entonces con amor me piensas? - -Sin duda que, en lenguaje filosófico, las cosas se piensan ó son -pensadas; pero, en estilo sencillo y de amores, el amante piensa _en_ su -amada y la amada _en_ su amante, y si ambos piensan algún ser, este ser, -aunque utilísimo, es muy inferior al ser humano. - -Piénselo Ud. bien, y convendrá conmigo en que no debemos desear que las -muchachas bonitas _nos piensen_, sino que piensen en nosotros. - -A fin de no hacer interminables estas cartas, voy á prescindir de -multitud de poetas de quienes hay obras selectas en el _Parnaso_, y á -citar, como remate, á los cuatro ó cinco que me parecen más inspirados y -más llenos de originalidad. - -Empezaré por Rafael Pombo, cuyas obras completas siento no conocer. Mi -opinión acerca de Pombo tiene también que ser poco fundada; esto es, -tiene que fundarse sobre datos muy insuficientes. Hay mil cosas que -despiertan la curiosidad al leer sus poesías, y que yo no podría -averiguar á no escribir pidiendo noticias, ó á Colombia, ó á París, -donde hay muchos colombianos. La romanza del rey Asuero y el aria de don -Rodrigo, en las óperas _Ester_ y _Florinda_, implican que existen estas -óperas, y un compositor colombiano, que se llama el maestro Ponce de -León, é implican que Pombo ha escrito enteros ambos _librettos_. Yo sé, -porque lo dice el señor Añez, que Pombo ha publicado _Cuentos pintados_ -y _Cuentos morales_ para niños, y que son tan populares y famosos, que -se los saben de memoria casi todos los niños de la América española. Y -si esto es así, yo me pregunto: ¿cómo es que en España, donde tan pobre -es esta clase de literatura para niños, no han penetrado los tales -cuentos y no se ha hecho de ellos alguna edición? - -Colócase también á Rafael Pombo entre los mejores traductores de -Horacio. Dice Añez que el eminente Menéndez Pelayo da gran valer á su -traducción, pero no nos dice si es ó no completa. Yo lo ignoro, y -buscando además en el _Horacio en España_ lo que dice Menéndez de Pombo, -nada he hallado. Tal vez sea una edición posterior á la que yo tengo. -En la que yo tengo, aun no conocía Menéndez sino poquísimo de la poesía -hispano-americana contemporánea, lamentándose de que no exista historia -de la literatura de la América española, ni aun colección de poetas -americanos medianamente hecha. Se ve que entonces aún no había leído -Menéndez sino el tomito, publicado en Leipzig por Brockhaus, que -encierra, en su harto severo sentir, «piezas detestables que no pueden -pasar por buenas ni en América ni en parte alguna del mundo civilizado». - -Volviendo á Pombo, diré que, como otros varios americanos de nuestra -raza, ha ejercido muchas profesiones en su vida de acción, y en su vida -especulativa ha estudiado y escrito de todo. Pombo es ingeniero civil; -ha sido militar, y profesor, y diplomático, y periodista; y como -escritor, es polígrafo. Contraigámonos aquí á hablar de él sólo como -poeta. Su lira posee todas las cuerdas y todos los tonos: es mística, -erótica, elegíaca, jocosa, satírica y descriptiva; pero ni siquiera -conocemos una muestra de cada género. - -En lo que conocemos hay originalidad, naturalidad y gracia. Sus -redondillas al _bambuco_, que llegan á ochenta, muestran cuán fácil y -abundante es el autor, sin pecar de pesado ni de rastrero. La música y -la danza del _bambuco_ están muy bien calificadas, y ponderadas con -chiste todas sus excelencias y la desapoderada afición que le tienen los -colombianos: - - Porque ha fundido aquel aire - La indiana melancolía - Con la africana ardentía - Y el guapo andaluz donaire. - Su ritmo vago y traidor - Desespera á los maestros; - Pero acá nacemos diestros - Y con patente de autor. - - * * * * * - - Hay en él más poesía, - Riqueza, verdad, ternura, - Que en mucha docta obertura - Y mística sinfonía. - Y así respóndele fiel - El corazón donde llega: - Con él el alegre juega - Y el triste llora con él. - Mágico el más obediente, - Camaleón musical, - Siempre el mismo original, - Pero siempre diferente. - Eterna variación - En que hallamos por instinto - Acento propio y distinto - Para cada sensación. - - * * * * * - - Y si ordenase un tirano - La abolición del _bambuco_, - Pronto viera cuán caduco - Es todo poder humano. - -Aun es más linda, en la misma composición, la pintura de una fiesta -popular al aire libre, en que se baila el _bambuco_. - - Era una noche de aquellas - Noches de la patria mía - Que bien pudiera ser día - Donde no hay noches como ellas. - El terciopelo mejor - Al del cielo no igualaba; - Ni estrella alguna faltaba - A la gran cita de amor. - Oíanse los bramidos - Del Cauca y sus reventones - Como enjambre de leones - Celosos y mal dormidos. - Y el aura circunvolante - Embalsamaba el lugar - De albahaca y de azahar - Y de jazmín embriagante. - _Yapangas_ que por modelo - Las quisiera un escultor, - Giraban al resplandor - De las lámparas del cielo. - De indianas y de españolas - Las perfecciones lucían, - Tan lindas que parecían - Enamorarse ellas solas. - Bajo una gran cabellera - Un blanco busto imperial. - Y una forma amplia y cabal - Cuanto elástica y ligera. - Rica tez, mórbido pecho, - Nada de afeite ó falsía: - Que el arte no enmendaría - Lo que hizo Dios tan bien hecho. - -Los versos, bien hechos también y sin afeite ni falsía como las -_yapangas_, siguen adelante; pero yo no puedo citarlos todos. Dejemos, -pues, bailar á las _yapangas_, que - - Ya evitan á su mitad - Y ya le buscan festivas, - Provocadoras ó esquivas - Como la felicidad, - -y cambiemos de escena. Pasemos volando, desde las orillas del Cauca á -las del Hudson, y pongámonos en la Broadway ó Calle Ancha de Nueva -York. Nuestro poeta se entusiasma más aún, si cabe, que por las -_yapangas_, por todas las _misses yankees_ que por allí se pasean. -Verdad es que empieza por ensalzar á las españolas bonitas de Ambos -Mundos. Ni pueden quejarse las limeñas, en cuyos ojos dan aún los -hombres culto al astro de Manco Capac, ni las sirenas de Maracaibo, ni -las sílfides de Cuba, ni las huríes de Chile, de corazón volcánico; ni -las argentinas, tremendas en toda lid; ni otras muchas, de diversos -países, á quienes el poeta, con tino, gala y primor, va calificando. -Pero todo esto se olvida, porque el hombre es ingrato, y la sangre -española es pólvora, y las _yankees_, que pasean en la Broadway, forman -una legión fulminante, que prende fuego á los corazones, y se los -anexiona, y quema todos los títulos de propiedad, memorias, y demás -documentos y compromisos. - - Los que no me creáis, los que entre lágrimas - Eterno amor jurasteis al partir - A la que, ondeando el pañuelito, cándida - Desde la playa os quiso bendecir, - Venid, llegad, y bajo el níveo pórtico - Del imperial _Saint Nicholas Hotel_, - Donde se alivia el trovador nostálgico - Y se llora la ausencia última vez, - Ved desfilar el majestuoso ejército - Que anida en sus cuarteles Nueva York..... - -En la pintura del tal ejército, Pombo se muestra sinceramente inspirado. -Allá van algunas estrofas, aunque sea saltando: - - Para ataviar á esta legión seráfica, - Todo el mundo, Este, Oeste, Norte y Sur, - Viene á verter la copa de sus dádivas - Que puja el oro en arrogante albur. - Blondas que teje para reinas Bélgica - Realzando senos de alabastro van, - Y nido á cuellos de nevada tórtola - Da con sus chales la opulenta Iram. - Ondas de seda de Damasco espléndida, - Que el _musnud_ no ajaría en el harem, - Barren el polvo..... haciendo aquella música - Que suspiran las aguas del Zemzem. - Y para estos cabellos, á sus náyades - Robó tan ricas perlas Panamá, - Y á sus zafíreas mariposas fúlgidas - Sus lechos de esmeraldas Bogotá. - - * * * * * - - ¡Ah! cada hermosa es un amable autócrata, - Ley su sonrisa, sus palabras ley, - Y una marcha triunfal entre sus súbditos - Cada excursión por la imperial Broadway. - Los fieros amos de la Gran República - Son sus siervos humildes: ¡ya se ve! - ¿Quién no lo fuera de tan lindos déspotas? - ¿Y quién podrá decir no lo seré? - -Los versos serios de Pombo son aún más bellos que los ligeros y jocosos. -En _Preludio de primavera_, ni imita el poeta á nadie, ni parece que -lleva ninguna intención literaria. Se diría que canta sin querer, -excitado por sentimientos dulcísimos y por las primeras auras vernales, -después de un invierno rigoroso de Nueva York. - - ¡Oh qué brisa tan dulce! Va diciendo: - «Yo traeré miel al cáliz de las flores: - Y á su rico festín ya irán viniendo - Mis veraneros huéspedes cantores.» - ¡Qué luz tan deliciosa! Es cada rayo - Larga mirada intensa de cariño; - Sacude el cuerpo su letal desmayo, - Y el corazón se siente otra vez niño. - Esta es la luz que rompe generosa - Sus cadenas de hielo á los torrentes - Y devuelve su plática armoniosa - Y su alba espuma á las dormidas fuentes. - Esta es la luz que pinta los jardines - Y en ricas tintas la creación retoca; - La que devuelve al rostro los carmines - Y las francas sonrisas á la boca. - - * * * * * - - Al fin soltó su garra áspera y fría - El concentrado y taciturno invierno, - Y entran en comunión de simpatía - Nuestro mundo interior y el mundo externo. - Como ágil prisionero pajarillo - Se nos escapa el corazón cantando, - Y otro como él, y un verde bosquecillo - En alegre inquietud anda buscando. - - * * * * * - - Tú, que aun eres feliz; tú, en cuyo seno - Preludia el corazón su Abril florido, - Vaso edenal sin gota de veneno, - Alma que ignoras decepción y olvido; - Deja, oh paloma, el nido acostumbrado - Enfrente de la inútil chimenea; - Ven á mirar el sol resucitado - Y el milagro de luz que nos rodea. - Ven á ver cómo entre su blanca y pura - Nieve, imagen de ti resplandeciente, - También á par de ti la gran Natura - Su dulce Abril con júbilo presiente. - No verás flores. Tus hermanas bellas - Luego vendrán, cuando en el campo jueguen - Los niños coronándose con ellas; - Cuando á beber su miel las aves lleguen. - Verás un campo azul, limpio, infinito, - Y otro á sus pies de tornasol de plata, - Donde, como en tu frente, angel bendito, - La gloria de los cielos se retrata. - -En toda esta composición, de que citamos trozos, sería tan fácil cuanto -ingrata tarea señalar algunos defectos; pero todo se perdona en gracia -de la espontaneidad y del sincero, puro y profundo sentir con que está -el asunto comprendido y expresado. Lo que sobre todo es de admirar en -Pombo es la sencillez, al parecer al menos sin arte, con que dice cosas -muy bellas, que por lo mismo que están dichas tan sencillamente parecen -más bellas y penetran mejor y más hondo en el alma. En París, sin duda, -aunque el poeta no lo declara, compuso unos versos á una joven que se -suicidó arrojándose en el Sena. La sacan muerta del río y exclama el -poeta: - - ¡Ni una burla, ni un agravio - Le hagan mente, ó tacto, ó labio! - Pensad de ella como hermanos, - Como débiles humanos; - Pensad sólo en sus angustias - Y sus manchas olvidad. - ¿Qué hay en esas formas mustias - Que no implore caridad? - No hagáis honda, cruel pesquisa - Del conflicto que insumisa - La encontró con el deber: - Ya la muerte en su torrente - Llevó el fango, y solamente - Queda el oro de su ser. - -Es singular que otro poeta colombiano, Hermógenes Saravia, haya tratado -muy bien, aunque por diverso estilo, un asunto semejante. Es una actriz, -en su primera juventud, María Herrera, española tal vez, que va á -Colombia y allí se envenena. Allí, como le dice el poeta: - - De tu guirnalda destrozando el lazo, - Levantas ¡ay! la copa del suicida, - Y el don horrible de la amarga vida - Llorando vas á devolver á Dios. - -La composición está llena de bellos sentimientos e ideas briosamente -expresados: - - En el concierto de las leves auras, - En el rumor de la onda estremecida, - ¿No hubo un consuelo para tu alma herida? - ¿No hubo una nota para ti de amor? - ¡Cuando en la alegre y bulliciosa escena - De flores coronada aparecías, - En vano tus sollozos comprimías, - Pobre proscrita de un sonado Edén! - Del pecho herido por el vil engaño - Se adivinaba la honda pesadumbre - En tu mirada, triste cual la lumbre - Que deja el sol al esconder su sien. - - * * * * * - - Yo no te execro, niña infortunada, - Ya que cercada de siniestras brumas, - Cual ave herida, tus deshechas plumas - Viniste en los desiertos á dejar. - -Están, por último, noble y poéticamente exigidas á las mujeres honradas -y felices la piedad y la compasión hacia la pobre suicida: - - No condenéis á la infeliz criatura - Que de la muerte en el piadoso lecho, - Cruzando ya las manos sobre el pecho, - Como final recurso se adurmió. - Jamás pudierais sospechar siquiera - Todo el supremo horrible desencanto, - Todo el raudal de contenido llanto - Que amontonar su corazón debió. - -Aquí pensaba yo terminar esta carta y todo lo que había de decir sobre -el _Parnaso Colombiano_. Las tristes poesías sobre mujeres que mueren -víctimas de un amor desventurado, me recuerdan el admirable y tremendo -canto de Olivia, de Olivero Goldsmith: - - _The only art her guilt to cover,_ - _To hide her shame from every eye,_ - _To give repentance to her lover,_ - _And wring his bosom, is to die._ - -En la poesía colombiana, en la más original, en la más castiza, en la -más española, hay un vago perfume, un dejo sabroso de poesía inglesa, -que yo celebro, porque le da un gusto verdadera y naturalmente -sentimental y le conviene muy bien, refrenando la propensión á lo -redundante y á lo hueco. - -Pero esta consideración me trae á la mente á un poeta colombiano de -origen inglés, á Diego Fallon, del cual, si yo no hablase con elogio, -sería la mayor injusticia. - -De otros varios poetas pienso lo mismo, y los escrúpulos de mi -conciencia se sobreponen al miedo de cansar, y me deciden á escribir á -usted otra carta todavía, que será definitivamente la última. - - * * * * * - - -_15 de Octubre de 1888._ - -VII - -Mi distinguido amigo: Vuelvo á leer las dos únicas poesías que de Diego -Fallon inserta el _Parnaso Colombiano_, y reconozco más claro todavía -cuán indisculpable hubiera sido mi falta si no hubiese yo hablado de -ellas. No me atreveré á decir que sean las mejores de la Colección; pero -son sin duda las más originales, y cada una de ellas de muy extraña y -distinta originalidad. - -En la sangre, en el ser, en la educación de Fallon, hay cierta mezcla de -inglés y de hispano-americano que, á mi ver, se refleja en sus obras. -Nació Diego Fallon en el Estado de Tolima, se educó en Bogotá en el -Colegio de los Padres Jesuítas, y fué á terminar su educación en -Inglaterra, patria de su padre. Es gran matemático, músico é ingeniero. -Es profesor en la Escuela militar de Colombia. Se habla con mucho -encomio de un nuevo sistema de notación musical por él inventado. - -Sus poesías han sido publicadas en un tomo con prólogo del sabio D. -Miguel Antonio Caro; y si todas son como las dos que conocemos, las -alabanzas del Sr. Caro tienen fundamento razonable. - -En _Las rocas de Suesca_ vuela con gracia y tino la imaginación alegre y -caprichosa del poeta para describir un lugar alpestre, prestando vida, -palabra y animación á los peñascos enormes. Lo grotesco colosal de aquel -conjunto de gigantes petrificados, que recobran la vida conjurados por -el poeta, se infunde en el espíritu del lector, el cual se siente -transportado á un mundo fantástico, donde en lo esquivo y solitario de -las montañas, lejos de los hombres, hablan y discurren las piedras, y -refieren sus lances de amor y fortuna de hace muchísimos siglos, allá -en las edades primeras de este globo que habitamos. - -En mi sentir, las ciencias oscuras é informes, en que la conjetura y la -hipótesis entran por más que la observación y la experiencia, se prestan -aún á la poesía didáctica, si el poeta acierta á cifrar y sintetizar en -pocas palabras un sistema, y á explicarle con imágenes vivas y verdadera -dicción poética. Así es como el ilustre poeta y filósofo Terencio -Mamiani compuso su poema _De la Cosmogonia_. Meli, el gran poeta de -Sicilia, que escribió en dialecto siciliano, aparece en el poema de -Mamiani explicando el origen del mundo á un gracioso - - _Drappel di garzonetti e di fanciulle_ - _Che riserbo si fean d’ ogni suo verso_ - _Nella tacita mente._ - -Á la vista estaba Catania, enfrente los mares Jonio y Tirreno, y más -lejos, hacia el Sur, alzaba la cima majestuosa el Etna, que, humeante -aquel día, arrojaba de su cráter gran cantidad - - _Di roventi faville ed un muggito_ - _Di sotterranei tuoni che lunghesso_ - _Il mare e per le valli di Simete_ - _Con rombo interminabile correa._ - -La escena y la ocasión no podían ser más á propósito para que explicase -el origen y las transformaciones del globo terráqueo aquel vate y sabio -profundo - - _che il nome_ - _Tolse dai favi iblei, quelli che a grande_ - _Pastor di Siracusa avean l’agresti_ - _Labbra rigate d’inmortal dolcezza._ - -Pero si los versos de Mamiani son elegantísimos y sublimes, los de -Fallon, por otro camino, como desate portentoso de fantasía, tienen no -muy inferior valer. - -Los de Mamiani, más filosóficos y didácticos en el fondo, son más poesía -por la forma, por la elegancia de la dicción, mientras que en los de -Fallon, donde hay otra facilidad y tal vez cierto desaliño, hay poesía -de conceptos y de imágenes, aunque lo grotesco predomine. Y las cosas no -podían ser de otra suerte. En los versos del italiano es maestro de -geología un sabio, para quien otros más antiguos sabios y el propio -ingenio habían levantado gran parte del triple - - _Vel che nasconde a tutte ciglia umane_ - _D’Iside santa l’ineffabil volto;_ - -y en los versos de Fallon son los peñascos mismos los que hablan y -cuentan lo que les ha sucedido. Yo no entraré á discutir aquí si es más -verdad lo que dice Meli que lo que dicen los peñascos; pero lo que dice -Meli es más bello. El mérito de los versos de Fallon está más en lo -descriptivo y en el efecto total de la pintura que su fantasía anima. Es -aquello un aquelarre de brujas de pasmosa magnitud. La más anciana y la -más ilustre es la que da la lección de geología, aunque, en mi sentir, -la pintura vale más que la lección. - - Y de sus pergaminos no se puede - Dudosa hacer la antigüedad presunta, - Que, al herirlos, burlada retrocede - Del taladro tenaz la recia punta. - ¡Mas contempladla! ¡Sobre su ancha frente - En vano el sol sus dardos ha lanzado; - En vano, al par, la lluvia disolvente, - El rayo, el aquilón la han azotado! - ¡Ved! De sus cejas trazan la figura - Sendos cordones de erizadas pencas, - Y he visto fulgurar en noche oscura - Del cazador la hoguera entre sus cuencas. - Es de su alta nariz el bloque corvo - Atalaya del buitre carnicero, - Que desde allí condena, inmóvil, torvo, - Su presa á muerte en el lejano otero. - Su boca, agreste ermita donde vierten - Mortal sudor las piedras: do se llaman - A iglesia los conejos cuando advierten - Que los hambrientos galgos los reclaman; - Y es sacristán de aquella gruta pía - Un armadillo que á la mansa vieja - Le ha perforado interna galería - Que comunica oreja con oreja. - -Los otros versos de Fallon, _A la luna_, son mucho mejores que _Las -rocas de Suesca_, sin que ninguna extravagancia caprichosa contribuya á -su originalidad, que es grande, si bien más en la meditación, á que la -contemplación induce, que en la misma contemplación. Aun así, en la -parte descriptiva hay notables bellezas, y el poeta nos hace sentir la -calma magnífica de una noche de entre trópicos, á la falda de los Andes. - - ¡Cuán bella ¡oh luna! á lo alto del espacio - Por el turquí del éter lenta subes, - Con ricas tintas de ópalo y topacio - Franjando en torno tu dosel de nubes! - Cubre tu marcha grupo silencioso - De rizos copos, que tu lumbre tiñe; - Y de la noche el iris vaporoso - La regia pompa de tu trono ciñe - De allí desciende tu callada lumbre - Y en argentinas gasas se despliega - De la nevada sierra por la cumbre - Y por los senos de la umbrosa vega. - Con sesgo rayo por la falda oscura - A largos trechos el follaje tocas, - Y tu albo resplandor sobre la altura - En mármol trueca las desnudas rocas; - O al pie del cerro do la roza humea, - Con el matiz de la azucena bañas - La blanca torre de vecina aldea - En su nido de sauces y cabañas. - -Después, provocado el poeta por el silencio y reposo nocturnos, siente y -expresa más alta inspiración: es teósofo primero y luego místico. - - El que vistió de nieve la alta sierra, - De oscuridad las selvas seculares, - De hielo el polo, de verdor la tierra - Y de hondo azul los cielos y los mares, - Echó también sobre tu faz un velo, - Templando tu fulgor para que el hombre - Pueda los orbes numerar del cielo, - Tiemble ante Dios y su poder le asombre. - -Pero este Dios, que entrevé el poeta en el éter infinito, poblado de -estrellas, se deja ver mejor en el fondo del alma, hecha á su imagen. El -alma es más grande que el universo todo, y más capaz que el universo de -contener á Dios. - - Y si del polvo libre se lanzara - Esta que siento, imagen de Dios mismo, - Para tender su vuelo no bastara - Del firmamento el infinito abismo; - Porque esos astros, cuya luz desmaya - Ante el brillo del alma, hija del cielo, - No son siquiera arenas de la playa - Del mar que se abre á su futuro vuelo. - -Sin duda hay en la colección que voy examinando algunos poetas más de -los ya citados que merecerían alabanzas no muy inferiores á las que he -dado hasta ahora; pero mi revista va siendo sobrado larga, y conviene -terminar. - -No es justo callarse que hay también en el _Parnaso Colombiano_ -bastantes composiciones que sólo demuestran la cultura general de -Colombia y la extremada afición que tienen á la poesía los ciudadanos de -aquella república. Hay bastantes composiciones correctas, pero -insignificantes é incoloras, que todo joven ó todo viejo, de algunos -estudios, puede hacer si en ello se empeña. - -Tal vez será prevención mía; pero así como yo creo que el romance -octosílabo es propio para la poesía en nuestro idioma, así también, á -pesar de _El moro expósito_ y de otros ejemplos brillantes en contra de -mi opinión, yo entiendo que el romance endecasílabo se presta mucho al -prosaísmo más desmayado. En el _Parnaso Colombiano_ hay sobra de estos -romances. - -Noto además que las Musas justicieras se inclinan á ponerse foscas con -los poetas de Colombia, cuando, por mal entendido patriotismo, ofenden é -injurian á la antigua madre patria, España. Sus versos entonces son casi -siempre malos. El más patente ejemplo de esta verdad le dan unas -estrofas de D. José María Torres Caicedo _A Policarpa Salabarriela_, que -fué la Mariana Pineda de por allá. - -De lamentar es que, en el primer tercio de este siglo, así porque -Fernando VII no era rey muy blando ni muy amoroso, como porque la -enemistad y el furor entre liberales y absolutistas eran violentísimos, -y la lucha tremenda y desapiadada, hubiese tantas y tantas víctimas que -nos son simpáticas, y que hoy consideramos con razón como héroes ó -mártires. Mas no por eso está bien decir en pícaros versos: - - Torres, Cabal, Torices y Camacho, - Casa-Valencia, Mutis y Mejía, - Caldas, mil libres más á muerte impía - Condenólos _el bárbaro español_. - -Por desgracia, se podría llenar una hoja con los nombres de los -ajusticiados españoles que ajustició _el bárbaro español_, hacia la -misma época, aquí, en la Península, y con mucho menor motivo, pues al -cabo no es lo mismo querer cambiar la forma de gobierno de la patria que -deshacer y descuartizar la patria. Es indudable que de este -_descuartizamiento_ han nacido pueblos y Estados nuevos, por virtud de -una ley providencial ineludible: pueblos y Estados nuevos, por cuya -prosperidad y grandeza todo español peninsular hace hoy fervientes -votos, hasta por vanidad y amor propio de casta; pero entonces, cuando -se rebelaban ahí, ¿era posible que un rey absoluto y un gobierno -tiránico, de que los mismos peninsulares eran víctimas, no castigase con -dureza á los rebeldes? - -Todos los horrores, todas las crueldades de la guerra de la -independencia americana, que no fueron mayores que los de cualquiera -otra guerra civil en la Península, no justifican la condenación y la -injuria que lanza sobre los españoles el Sr. Torres Caicedo. El Sr. -Torres Caicedo se ofende á sí mismo y á todo su linaje, pues yo presumo -que será tan español como cualquiera de nosotros, y que, si él no lo es, -lo fué su padre ó lo fué su abuelo. - -No tiene la menor disculpa que el Sr. Caicedo califique todo el tiempo -que Colombia estuvo unida á España de - - Centurias de baldón y afrenta - En que yació la tierra americana. - -Eso estaría sólo bien en boca de los indios triunfantes, si se hubiesen -levantado contra el Sr. Torres Caicedo y contra todos los de origen -español y los hubiesen arrojado de la América que invadieron y -colonizaron. - -Esos improperios contra España quizá parecerían fundados en boca del -Zipa, del Zaque y del Pontífice de Iraca, restablecidos, desechadas -nuestra lengua y nuestra cultura, y adorando otra vez á Chibchacum y á -Chiminigagua. - -Por lo demás, no podemos perdonar al Sr. Torres Caicedo, diplomático -ilustre, hombre político, notable escritor en prosa sobre todas -materias, filosóficas, literarias, económicas, etc., que sea tan -desaforadamente encomiador de doña Policarpa. El encomio, por merecido -que sea, debe tener su medida. Pase que Leonidas y Temístocles no valgan -más que Bolívar y Sucre, y pase que Ayacucho y Junin equivalgan á -Maratón y á Salamina. Ojalá (y lo digo sin ironía, movido del amor de -raza, superior al amor de patria), ojalá que el porvenir justifique la -que es hoy exageración, dando á las batallas de Ayacucho y Junin la -transcendencia que Salamina y Maratón tuvieron, siendo como el punto de -partida, en el terreno político de la acción, de una cultura y de una -fuerza civilizadora más fecundas y más grandes que las conocidas hasta -entonces, fuera de Grecia, y que en Salamina y en Maratón fueron -vencidas. Pase, por último, que doña Policarpa valga tanto ó más que -Débora, Judith, Mad. Roland, Juana de Arco y Carlota Corday; pero no se -puede tolerar, aun sin ser buen católico, y siguiendo un criterio -racionalista, que el Sr. Torres Caicedo compare también á doña Policarpa -con la Virgen María, porque la Virgen María - - La muerto vió del Redentor divino, - Del que derechos, libertad trajera; - Del Hombre-Dios que al hombre enalteciera, - _Donando_ al mundo la igualdad, la luz. - -Precisamente porque Cristo _donó_ al mundo todas esas cosas y otras -muchas más, y puso con su doctrina la base de una civilización que ha -durado siglos y que comprende á la más noble parte del linaje humano, -Cristo no puede compararse con ninguno de los insurgentes, -revolucionarios y conspiradores, por gloriosos que hayan sido. Y en -cuanto á la Virgen María, aun mirado todo ello con impía mirada, negando -el ser real de la Virgen y suponiéndola semidiosa simbólica, supremo -ideal, en quien se cifran todas las excelencias de la mujer, la -maternidad, la pureza virgínea y la piedad compasiva, no veo paridad, ni -buen gusto en que la comparemos ni con Policarpa, ni con la Mariana -Pineda, ni con Carlota Corday, ni con ninguna otra heroína de armas -tomar ó de pelo en pecho. - -En general, en los versos patrióticos colombianos hay sobrada hipérbole, -así en alabar á los héroes de la independencia, como en denigrar á los -españoles y á España. No se considera bien que antes de la -independencia, los que más tiranizaron á la tierra y á la gente -americanas fueron los padres ó los abuelos de los que se sublevaron -contra esa tiranía, y que después ha habido un no corto período de -guerras civiles en que se ha derramado más sangre que la derramada por -los españoles, y ha habido tiranos en casi todas las repúblicas, que -nada tienen que envidiar en punto á crueldad, ni á Fernando VII, ni á -ningún otro rey, ni á ninguno de los virreyes ó generales y gobernadores -que los reyes enviaban. En varios poetas, á pesar del orgullo -patriótico, aparecen estas confesiones arrancadas por el dolor y el -enojo. Santiago Pérez dice: - - No resta acaso un punto - Do la sangre que vierte nuestra mano - No cubra ya la que vertió el hispano. - -Y en D. Miguel Antonio Caro llegan ya estos sentimientos de disgusto -hasta el extremo, que yo no puedo ni quiero aplaudir, de hacer que el -propio espíritu de Bolívar vacile entre si debe gloriarse ó arrepentirse -de haber dado á la América su independencia. Bolívar exclama: - - ¿Quién sabe - Si aré en la mar y edifiqué en el viento? - - * * * * * - - ¿Si caerán sobre mí las maldiciones - De cien generaciones? - -No. Es evidente que no caerán. Las repúblicas que de España nacieron -serán grandes también como la que nació de Inglaterra; y la gloria de -Bolívar no será inferior á la de Washington. Todo, si Dios quiere, y -Dios querrá, habrá de ser, sin que sea necesario para ello que se nos -trate mal en malas coplas. - -La gloria de Bolívar, por sus hechos, sin consideración á los últimos -resultados, y el crecimiento de esta gloria, en lo porvenir, cuando las -repúblicas hispano-americanas se engrandezcan, están en perfecta -consonancia con nuestro interés y con nuestra vanidad patriótica de -peninsulares. Mientras más se encomien el tino político, la pericia -militar, el valor y la actividad infatigable del Libertador, más -cohonestada y ennoblecida quedará nuestra derrota. - -No hay español, que sepa de Bolívar, que, movido de estos sentimientos, -no levante á Bolívar á la altura de Washington. Y aun le pondría por -cima, como lo desea, si no se midiese la magnitud de los héroes por el -producto de sus heroicidades. Es tan bella, tan simpática y tan generosa -la vida de Bolívar, sobre todo en sus últimos años, que Bolívar, que -murió joven aún, infundiéndonos admiración por sus proezas, por su -desprendimiento y por su amor sincerísimo á la libertad, é -infundiéndonos piedad sublime por la ingratitud que ulceró su pecho, -resplandecería por cima de Washington, si las repúblicas de la América -del Sur llegasen, como es probable que lleguen, á ser tan poderosas -como la república por Washington fundada. - -El liberalismo es hermosa doctrina. Yo soy, he sido y seré siempre muy -liberal; pero no desconozco que el liberalismo ha sido tan manoseado y -vulgarizado en discursos y peroratas, en brindis de comidas patrióticas -y en artículos para rellenar columnas de periódicos, que es difícil ser -_liberal_ en verso sin caer en la prosa más plebeya. Y si el poeta -liberal escribe en romance endecasílabo, peor que peor. Fiado en el -sonsonete de la continuada asonancia, descuida la dicción, y no sabe ó -no quiere saber que hay una forma ó una construcción propia de la -poesía. Lastimosa muestra de esto que digo dan los versos _Catón en -Utica_, de Luis Vargas Tejada. - -El pobre Catón larga, antes de matarse, un romance tan pedestre como los -de muchas tragedias clásicas españolas del siglo pasado. - - Inútiles han sido mis esfuerzos: - Al fin triunfar el despotismo logra, - Y delante del César abatida - Yace en el polvo la soberbia Roma. - Un hombre, un hombre solo usurpa el fruto - De tantos sacrificios y victorias. - -Y así continúa Catón ensartando cerca de doscientos versos, sin que haya -razón para que no ensarte dos ó tres mil: para que cese el aguacero y -escampe. - -Pero baste de censura. - -El _Parnaso Colombiano_ prueba que en la tierra de Ud. hay un rico y -hermoso florecimiento literario, y lo probaría muchísimo mejor si el -señor Añez hubiera suprimido acaso una tercera parte ó más de lo que -inserta; y no para que el _Parnaso_ contuviese menos, sino para -sustituir lo suprimido con muchísimas composiciones buenas, como yo sé -que las hay. - -Dispense Ud. que sea franco y que no todo lo que digo sea lisonjero, y -créame su amigo afectísimo. - - - - -AZUL..... - - -_22 de Octubre de 1888._ - -Á D. RUBÉN DARÍO - -I - -Todo libro que desde América llega á mis manos excita mi interés y -despierta mi curiosidad; pero ninguno hasta hoy la ha despertado tan -viva como el de Ud., no bien comencé á leerle. - -Confieso que al principio, á pesar de la amable dedicatoria con que Ud. -me envía un ejemplar, miré el libro con indiferencia....., casi con -desvío. El título _Azul_..... tuvo la culpa. - -Víctor Hugo dice: _L’art c’est l’azur_; pero yo ni me conformo ni me -resigno con que tal dicho sea muy profundo y hermoso. Para mí tanto vale -decir que el arte es lo azul como decir que es lo verde, lo amarillo ó -lo rojo. ¿Por qué, en este caso, lo azul (aunque en francés no sea -_bleu_, sino _azur_, que es más poético) ha de ser cifra, símbolo y -superior predicamento que abarque lo ideal, lo etéreo, lo infinito, la -serenidad del cielo sin nubes, la luz difusa, la amplitud vaga y sin -límites, donde nacen, viven, brillan y se mueven los astros? Pero -aunque todo esto y más surja del fondo de nuestro ser y aparezca á los -ojos del espíritu, evocado por la palabra _azul_, ¿qué novedad hay en -decir que el arte es todo esto? Lo mismo es decir que el arte es -imitación de la naturaleza, como la definió Aristóteles: la percepción -de todo lo existente y de todo lo posible, y su reaparición ó -representación por el hombre en signos, letras, sonidos, colores ó -líneas. En suma, yo, por más vueltas que le doy, no veo en eso de que -_el arte es lo azul_ sino una frase enfática y vacía. - -Sea, no obstante, el arte azul, ó del color que se quiera. Como sea -bueno, el color es lo que menos importa. Lo que á mí me dió mala espina -fué el ser la frase de Víctor Hugo, y el que usted hubiese dado por -título á su libro la palabra fundamental de la frase. ¿Si será éste, me -dije, uno de tantos y tantos como por todas partes, y sobre todo en -Portugal y en la América española, han sido inficionados por Víctor -Hugo? La manía de imitarle ha hecho verdaderos estragos, porque la -atrevida juventud exagera sus defectos, y porque eso que se llama -_genio_, y que hace que los defectos se perdonen y tal vez se aplaudan, -no se imita cuando no se tiene. En resolución, yo sospeché que era Ud. -un Víctor Huguito, y estuve más de una semana sin leer el libro de Ud. - -No bien le he leído, he formado muy diferente concepto. Usted es Ud.: -con gran fondo de originalidad, y de originalidad muy extraña. Si el -libro, impreso en Valparaíso, en este año de 1888, no estuviese en muy -buen castellano, lo mismo pudiera ser de un autor francés, que de un -italiano, que de un turco ó de un griego. El libro está impregnado de -espíritu cosmopolita. Hasta el nombre y apellido del autor, verdaderos ó -contrahechos y fingidos, hacen que el cosmopolitismo resalte más. Rubén -es judaico, y persa es Darío: de suerte que, por los nombres, no parece -sino que Ud. quiere ser ó es de todos los países, castas y tribus. - -El libro _Azul....._ no es en realidad un libro; es un folleto de 132 -páginas; pero tan lleno de cosas y escrito por estilo tan conciso, que -da no poco en qué pensar y tiene bastante que leer. Desde luego se -conoce que el autor es muy joven: que no puede tener más de veinticinco -años, pero que los ha aprovechado maravillosamente. Ha aprendido -muchísimo, y en todo lo que sabe y expresa muestra singular talento -artístico ó poético. - -Sabe con amor la antigua literatura griega; sabe de todo lo moderno -europeo. Se entrevé, aunque no hace gala de ello, que tiene el concepto -cabal del mundo visible y del espíritu humano, tal como este concepto ha -venido á formarse por el conjunto de observaciones, experiencias, -hipótesis y teorías más recientes. Y se entrevé también que todo esto ha -penetrado en la mente del autor, no diré exclusivamente, pero sí -principalmente, á través de libros franceses. Es más: en los perfiles, -en los refinamientos, en las exquisiteces del pensar y del sentir del -autor, hay tanto de francés, que yo forjé una historia á mi antojo para -explicármelo. Supuse que el autor, nacido en Nicaragua, había ido á -París á estudiar para médico ó para ingeniero, ó para otra profesión; -que en París había vivido seis ó siete años, con artistas, literatos, -sabios y mujeres alegres de por allá; y que mucho de lo que sabe lo -había aprendido de viva voz, y empíricamente, con el trato y roce de -aquellas personas. Imposible me parecía que de tal manera se hubiese -impregnado el autor del espíritu parisiense novísimo, sin haber vivido -en París durante años. - -Extraordinaria ha sido mi sorpresa cuando he sabido que Ud., según me -aseguran sujetos bien informados, no ha salido de Nicaragua sino para ir -á Chile, en donde reside desde hace dos años á lo más. ¿Cómo, sin el -influjo del medio ambiente, ha podido Ud. asimilarse todos los elementos -del espíritu francés, si bien conservando española la forma que auna y -organiza estos elementos, convirtiéndolos en sustancia propia? - -Yo no creo que se ha dado jamás caso parecido con ningún español -peninsular. Todos tenemos un fondo de españolismo que nadie nos arranca -ni á veinticinco tirones. En el famoso abate Marchena, con haber -residido tanto tiempo en Francia, se ve el español: en Cienfuegos es -postizo el sentimentalismo empalagoso á lo Rousseau, y el español está -por bajo. Burgos y Reinoso son afrancesados y no franceses. La cultura -de Francia, buena y mala, no pasa nunca de la superficie. No es más que -un barniz transparente, detrás del cual se descubre la condición -española. - -Ninguno de los hombres de letras de esta Península, que he conocido yo, -con más espíritu cosmopolita, y que más largo tiempo han residido en -Francia, y que han hablado mejor el francés y otras lenguas extranjeras, -me ha parecido nunca tan compenetrado del espíritu de Francia como Ud. -me parece: ni Galiano, ni don Eugenio de Ochoa, ni Miguel de los Santos -Alvarez. En Galiano había como una mezcla de anglicismo y de filosofismo -francés del siglo pasado; pero todo sobrepuesto y no combinado con el -ser de su espíritu, que era castizo. Ochoa era y siguió siendo siempre -archi y ultraespañol, á pesar de sus entusiasmos por las cosas de -Francia. Y en Alvarez, en cuya mente bullen las ideas de nuestro siglo, -y que ha vivido años en París, está arraigado el ser del hombre de -Castilla, y en su prosa recuerda el lector á Cervantes y á Quevedo, y en -sus versos á Garcilaso y á León, aunque, así en versos como en prosa, -emita él siempre ideas más propias de nuestro siglo que de los que -pasaron. Su chiste no es el _esprit_ francés, sino el _humor_ español de -las novelas picarescas y de los autores cómicos de nuestra peculiar -literatura. - -Veo, pues, que no hay autor en castellano más francés que Ud. Y lo digo -para afirmar un hecho, sin elogio y sin censura. En todo caso, más bien -lo digo como elogio. Yo no quiero que los autores no tengan carácter -nacional; pero yo no puedo exigir de Ud. que sea nicaragüense, porque -ni hay ni puede haber aún historia literaria, escuela y tradiciones -literarias en Nicaragua. Ni puedo exigir de Ud. que sea literariamente -español, pues ya no lo es políticamente, y está además separado de la -madre patria por el Atlántico, y más lejos, en la república donde ha -nacido, de la influencia española, que en otras repúblicas -hispano-americanas. Estando así disculpado el galicismo de la mente, es -fuerza dar á Ud. alabanzas á manos llenas por lo perfecto y profundo de -ese galicismo; porque el lenguaje persiste español, legítimo y de buena -ley, y porque si no tiene Ud. carácter nacional, posee carácter -individual. - -En mi sentir, hay en Ud. una poderosa individualidad de escritor, ya -bien marcada, y que, si Dios da á Ud. la salud que yo le deseo y larga -vida, ha de desenvolverse y señalarse más con el tiempo en obras que -sean gloria de las letras hispano-americanas. - -Leídas las 132 páginas de _Azul_....., lo primero que se nota es que -está Ud. saturado de toda la más flamante literatura francesa. Hugo, -Lamartine, Musset, Baudelaire, Leconte de Lisle, Gauthier, Bourget, -Sully Proudhomme, Daudet, Zola, Barbey d’Aurevilly, Catulo Méndes, -Rollinat, Goncourt, Flaubert y todos los demás poetas y novelistas han -sido por Ud. bien estudiados y mejor comprendidos. Y Ud. no imita á -ninguno: ni es Ud. romántico, ni naturalista, ni _neurótico_, ni -decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha -puesto á cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una -rara quinta esencia. - -Resulta de aquí un autor nicaragüense, que jamás salió de Nicaragua sino -para ir á Chile, y que es autor tan á la moda de París y con tanto -_chic_ y distinción, que se adelanta á la moda y pudiera modificarla é -imponerla. - -En el libro hay _Cuentos en prosa_ y seis composiciones en verso. En los -cuentos y en las poesías, todo está cincelado, burilado, hecho para que -dure, con primor y esmero, como pudiera haberlo hecho Flaubert ó el -parnasiano más atildado. Y, sin embargo, no se nota el esfuerzo, ni el -trabajo de la lima, ni la fatiga del rebuscar: todo parece espontáneo y -fácil y escrito al correr de la pluma, sin mengua de la concisión, de la -precisión y de la extremada elegancia. Hasta las rarezas extravagantes y -las salidas de tono, que á mí me chocan, pero que acaso agraden en -general, están hechas adrede. Todo en el librito está meditado y -criticado por el autor, sin que esta su crítica previa ó simultánea de -la creación perjudique al brío apasionado y á la inspiración del que -crea. - -Si se me preguntase qué enseña su libro de usted y de qué trata, -respondería yo sin vacilar: no enseña nada, y trata de nada y de todo. -Es obra de artista, obra de pasatiempo, de mera imaginación. ¿Qué enseña -ó de qué trata un dije, un camafeo, un esmalte, una pintura ó una linda -copa esculpida? - -Hay, sin embargo, notable diferencia entre toda escultura, pintura, dije -y hasta música, y cualquier objeto de arte cuyo _material_ es la -palabra. El mármol, el bronce y el sonido no diré yo que sutilizando -mucho no puedan significar algo de por sí; pero la palabra, no sólo -puede significar, sino que forzosamente significa ideas, sentimientos, -creencias, doctrinas y todo el pensamiento humano. Nada más factible, á -mi ver (acaso porque yo soy poco agudo), que una bella estatua, un lindo -dije, un cuadro primoroso, sin transcendencia ó sin símbolo; pero ¿cómo -escribir un cuento ó unas coplas sin que deje ver el autor lo que niega, -lo que afirma, lo que piensa y lo que siente? El pensamiento en todas -las artes pasa con la forma desde la mente del artista á la sustancia ó -materia del arte; pero en el arte de la palabra, además del pensamiento -que pone el artista en la forma, la sustancia ó materia del arte es -pensamiento también, y pensamiento del artista. La única materia extraña -al artista es el Diccionario con las reglas gramaticales que siguen las -voces en su combinación; pero como ni palabras ni combinaciones de -palabras pueden darse ni deben darse sin sentido, de aquí que materia y -forma sean en poesía y en prosa creación del escritor ó del poeta: sólo -quedan fuera de él, digámoslo así, los signos hueros, ó sea abstrayendo -lo significado. - -De esta suerte se explica cómo, con ser su libro de Ud. de pasatiempo, y -sin propósito de enseñar nada, en él se ven patentes las tendencias y -los pensamientos del autor sobre las cuestiones más transcendentales. Y -justo es que confesemos que los dichos pensamientos no son ni muy -edificantes ni muy consoladores. - -La ciencia de experiencia y de observación ha clasificado cuanto hay, y -ha hecho de ello hábil inventario. La crítica histórica, la lingüística -y el estudio de las capas que forman la corteza del globo han -descubierto bastante de los pasados hechos humanos que antes se -ignoraban; de los astros que brillan en la extensión del éter se sabe -muchísimo; el mundo de lo imperceptiblemente pequeño se nos ha revelado -merced al microscopio: hemos averiguado cuántos ojos tiene tal insecto y -cuántas patitas tiene tal otro: sabemos ya de qué elementos se componen -los tejidos orgánicos, la sangre de los animales y el jugo de las -plantas: nos hemos aprovechado de agentes que antes se sustraían al -poder humano, como la electricidad; y gracias á la estadística, llevamos -minuciosa cuenta de cuanto se engendra y de cuanto se devora; y si ya no -se sabe, es de esperar que pronto se sepa, la cifra exacta de los -panecillos, del vino y de la carne que se come y se bebe la humanidad de -diario. - -No es menester acudir á sabios profundos: cualquiera sabio adocenado y -medianejo de nuestra edad conoce hoy, clasifica y ordena los fenómenos -que hieren los sentidos corporales, auxiliados estos sentidos por -instrumentos poderosos que aumentan su capacidad de percepción. Además -se han descubierto, á fuerza de paciencia y de agudeza, y por virtud de -la dialéctica y de las matemáticas, gran número de leyes que dichos -fenómenos siguen. - -Natural es que el linaje humano se haya ensoberbecido con tamaños -descubrimientos é invenciones; pero, no sólo en torno y fuera de la -esfera de lo conocido y circunscribiéndola, sino también llenándola, en -lo esencial y sustancial, queda un infinito inexplorado, una densa é -impenetrable oscuridad, que parece más tenebrosa por la misma -contraposición de la luz con que ha bañado la ciencia la pequeña suma de -cosas que conoce. Antes, ya las religiones con sus dogmas, que aceptaba -la fe, ya la especulación metafísica con la gigante máquina de sus -brillantes sistemas, encubrían esa inmensidad incognoscible, ó la -explicaban y la daban á conocer á su modo. Hoy priva el empeño de que no -haya ni metafísica ni religión. El abismo de lo incognoscible queda así -descubierto y abierto, y nos atrae y nos da vértigo, y nos comunica el -impulso, á veces irresistible, de arrojarnos en él. - -La situación, no obstante, no es incómoda para la gente sensata de -cierta ilustración y fuste. Prescinden de lo transcendente y de lo -sobrenatural para no calentarse la cabeza ni perder el tiempo en balde. -Esta eliminación les quita no pocas aprensiones y cierto miedo, aunque á -veces les infunde otro miedo y sobresalto fastidiosos. ¿Cómo contener á -la plebe, á los menesterosos, hambrientos é ignorantes, sin ese freno -que ellos han desechado con tanto placer? Fuera de este miedo que -experimentan algunos sensatos, en todo lo demás no ven sino motivo de -satisfacción y parabienes. - -Los insensatos, en cambio, no se aquietan con el goce del mundo, -hermoseado por la industria é inventiva humanas, ni con lo que se sabe, -ni con lo que se fabrica, y anhelan averiguar y gozar más. - -El conjunto de los seres, el universo todo, cuanto alcanzan á percibir -la vista y el oído, ha sido, como idea, coordinado metódicamente en una -anaquelería ó casillero para que se comprenda mejor; pero ni este orden -científico, ni el orden natural, tal como los insensatos le ven, los -satisface. La molicie y el regalo de la vida moderna los han hecho muy -descontentadizos. Y así, ni del mundo tal como es, ni del mundo tal como -le concebimos, se forma idea muy aventajada. Se ven en todo faltas, y no -se dice lo que dicen que dijo Dios: _que todo era bueno._ La gente se -lanza con más frecuencia que nunca á decir que todo es malo; y en vez de -atribuir la obra á un artífice inteligentísimo y supremo, la supone obra -de un prurito inconsciente de fabricar cosas que hay _ab aeterno_ en los -átomos, los cuales tampoco se sabe á punto fijo lo que sean. - -Los dos resultados principales de todo ello en la literatura de última -moda son: - -1.º Que se suprima á Dios ó que no se le miente sino para insolentarse -con él, ya con reniegos y maldiciones, ya con burlas y sarcasmos. - -Y 2.º Que en ese infinito tenebroso é incognoscible perciba la -imaginación, así como en el éter, nebulosas ó semilleros de astros, -fragmentos y escombros de religiones muertas, con los cuales procura -formar algo como ensayo de nuevas creencias y de renovadas mitologías. - -Estos dos rasgos van impresos en su librito de usted.--El pesimismo, -como remate de toda descripción de lo que conocemos, y la poderosa y -lozana producción de seres fantásticos, evocados ó sacados de las -tinieblas de lo incognoscible, donde vagan las ruinas de las destrozadas -creencias y supersticiones vetustas. - -Ahora será bien que yo cite muestras y pruebe que hay en su libro de -Ud., con notable elegancia, todo lo que afirmo; pero esto requiere -segunda carta. - - * * * * * - - -_29 de Octubre de 1888._ - -II - -En la cubierta del libro que me ha enviado usted, veo que ha publicado -Ud. ya ó anuncia la publicación de otros varios, cuyos títulos son: -_Epistolas y poemas_, _Rimas_, _Abrojos_, _Estudios críticos_, _Albumes -y abanicos_, _Mis conocidos_ y _Dos años en Chile_. Anuncia igualmente -dicha cubierta que prepara Ud. una novela, cuyo solo título nos da en -las narices del alma (pues si hay ojos del alma ó tiene el alma ojos, -bien puede tener narices) con un tufillo á pornografía. La novela se -titula _La carne_. - -Nada de esto, con todo, me sirve hoy para juzgar á Ud., pues yo nada de -esto conozco. Tengo que contraerme al libro _Azul_..... - -En este libro no sé qué debo preferir: si la prosa, ó los versos. Casi -me inclino á ver mérito igual en ambos modos de expresión del -pensamiento de Ud. En la prosa hay más riqueza de ideas; pero es más -afrancesada la forma. En los versos, la forma es más castiza. Los versos -de usted se parecen á los versos españoles de otros autores, y no por -eso dejan de ser originales: no recuerdan á ningún poeta español, ni -antiguo, ni de nuestros días. - -El sentimiento de la naturaleza raya en Ud. en adoración panteística. -Hay en las cuatro composiciones (_á_ _ó_ más bien _en_ las cuatro -estaciones del año) la más gentílica exuberancia de amor sensual, y en -este amor, algo de religioso. Cada composición parece un himno sagrado á -Eros, himno que, á veces, en la mayor explosión de entusiasmo, el -pesimismo viene á turbar con la disonancia, ya de un ay de dolor, ya de -una carcajada sarcástica. Aquel sabor amargo, que brota del centro mismo -de todo deleite, y que tan bien experimentó y expresó el ateo Lucrecio, - - _medio de fonte leporum_ - _Surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus angat,_ - -acude á menudo á interrumpir lo que Ud. llama - - La música triunfante de mis rimas. - -Pero, como en Ud. hay de todo, noto en los versos, además del ansia de -deleite y además de la amargura de que habla Lucrecio, la sed de lo -eterno, esa aspiración profunda é insaciable de las edades cristianas, -que el poeta pagano quizá no hubiera comprendido. - -Usted pide siempre más al hada, y..... - - El hada entonces me llevó hasta el velo - Que nos cubre las ansias infinitas, - La inspiración profunda - Y el alma de las liras. - Y lo rasgó. Y allí todo era aurora. - -Pero aun así, no se satisface el poeta, y pide más al hada. - -Tiene Ud. otra composición, la que lleva por título la palabra griega -_Anagke_, donde el cántico de amor acaba en un infortunio y en una -blasfemia. Suprimiendo la blasfemia final, que es burla contra Dios, voy -á poner aquí el cántico casi completo. - - Y dijo la paloma: - Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo, - En el árbol en flor, junto á la poma - Llena de miel, junto al retoño suave - Y húmedo por las gotas del rocío, - Tengo mi hogar. Y vuelo, - Con mis anhelos de ave, - Del amado árbol mío - Hasta el bosque lejano, - Cuando al himno jocundo - Del despertar de Oriente, - Sale el alba desnuda, y muestra al mundo - El pudor de la luz sobre su frente. - Mi ala es blanca y sedosa; - La luz la dora y baña - Y céfiro la peina. - Son mis pies como pétalos de rosa. - Yo soy la dulce reina - Que arrulla á su palomo en la montaña. - En el fondo del bosque pintoresco - Está el alerce en que formé mi nido; - Y tengo allí, bajo el follaje fresco, - Un polluelo sin par, recién nacido. - Soy la promesa alada. - El juramento vivo; - Soy quien lleva el recuerdo de la amada - Para el enamorado pensativo. - Yo soy la mensajera - De los tristes y ardientes soñadores, - Que va á revolotear diciendo amores - Junto á una perfumada cabellera. - Soy el lirio del viento. - Bajo el azul del hondo firmamento - Muestro de mi tesoro bello y rico - Las preseas y galas: - El arrullo en el pico. - La caricia en las alas. - Yo despierto á los pájaros parleros - Y entonan sus melódicos cantares: - Me poso en los floridos limoneros - Y derramo una lluvia de azahares. - Yo soy toda inocente, toda pura. - Yo me esponjo en las ansias del deseo, - Y me estremezco en la íntima ternura - De un roce, de un rumor, de un aleteo. - ¡Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque á Flora - Das la lluvia y el sol siempre encendido: - Porque, siendo el palacio de la Aurora, - También eres el techo de mi nido. - ¡Oh inmenso azul! Yo adoro - Tus celajes risueños, - Y esa niebla sutil de polvo de oro - Donde van los perfumes y los sueños. - Amo los velos tenues, vagarosos, - De las flotantes brumas, - Donde tiendo á los aires cariñosos - El sedeño abanico de mis plumas. - ¡Soy feliz! Porque es mía la floresta, - Donde el misterio de los nidos se halla; - Porque el alba es mi fiesta - Y el amor mi ejercicio y mi batalla. - Feliz, porque de dulces ansias llena, - Calentar mis polluelos es mi orgullo; - Porque en las selvas vírgenes resuena - La música celeste de mi arrullo; - Porque no hay una rosa que no me ame, - Ni pájaro gentil que no me escuche, - Ni garrido cantor que no me llame!..... - --¿Sí?--dijo entonces un gavilán infame, - Y con furor se la metió en el buche. - -Suprimo, como dije ya, los versos que siguen, y que no pasan de ocho, -donde se habla de la risa que le dió á Satanás de resultas del lance y -de lo pensativo que se quedó el Señor en su trono. - -Entre las cuatro composiciones en las estaciones del año, todas bellas y -raras, sobresale la del verano. Es un cuadro simbólico de los dos polos -sobre los que rueda el eje de la vida: el amor y la lucha; el prurito de -destrucción y el de reproducción. La tigre virgen en celo está -magistralmente pintada, y mejor aún acaso el tigre galán y robusto que -llega y la enamora. - - Al caminar se vía - Su cuerpo ondear con garbo y bizarría. - Se miraban los músculos hinchados - Debajo de la piel. Y se diría - Ser aquella alimaña - Un rudo gladiador de la montaña. - Los pelos erizados - Del labio relamía. Cuando andaba, - Con su peso chafaba - La hierba verde y muelle, - Y el ruido de su aliento semejaba - El resollar de un fuelle. - -Síguense la declaración de amor, el sí en lenguaje de tigres y los -primeros halagos y caricias. Después..... el amor en su plenitud, sin -los poco decentes pormenores en que entran Rollinat y otros en casos -semejantes. - - Después el misterioso - Tacto, las impulsivas - Fuerzas que arrastran con poder pasmoso, - Y ¡oh gran Pan! el idilio monstruoso - Bajo las vastas selvas primitivas. - -El príncipe de Gales, que andaba de caza por allí con gran séquito de -monteros y jauría de perros, viene á poner trágico fin al idilio. - -El príncipe mata á la tigre de un escopetazo. El tigre se salva, y luego -en su gruta tiene un extraño sueño: - - Que enterraba las garras y los dientes - En vientres sonrosados - Y pechos de mujer; y que engullía - Por postres delicados - De comidas y cenas, - Como tigre goloso entre golosos, - Unas cuantas docenas - De niños tiernos, rubios y sabrosos. - -No parece sino que, en sentir del poeta, tendría menos culpa el tigre, -aunque fuese ser responsable, devorando mujeres y niños, que el príncipe -matando tigres. El afecto del poeta se extiende casi por igual sobre -tigres y sobre príncipes, á quienes un determinismo fatal mueve á -matarse _recíprocamente_, como el ratón y el gato de la fábula de -Alvarez. - -Los cuentos en prosa son más singulares aún. Parecen escritos en París, -y no en Nicaragua ni en Chile. Todos son brevísimos. Usted hace gala de -laconismo. _La Ninfa_ es quizá el que más me gusta. La cena en la quinta -de la cortesana está bien descrita. El discurso del sabio prepara el -ánimo del lector. Los límites, que tal vez no existan, pero que todos -imaginamos, trazamos y ponemos entre lo natural y sobrenatural, se -esfuman y desaparecen. San Antonio vió en el yermo un hipocentauro y un -sátiro. Alberto Magno habla también de sátiros que hubo en su tiempo. -¿Por qué ha de ser esto falso? ¿Por qué no ha de haber sátiros, faunos y -ninfas? La cortesana anhela ver un sátiro vivo: el poeta, una ninfa. La -aparición de la ninfa desnuda al poeta, en el parque de la quinta, á la -mañana siguiente, en la umbría apartada y silenciosa, entre los blancos -cisnes del estanque, está pintada con tal arte que parece verdad. - -La ninfa huye y queda burlado el poeta; pero en el almuerzo, dice luego -la cortesana: - ---«El poeta ha visto ninfas.» - -«Todos la contemplaron asombrados, y ella me miraba como una gata y se -reía, se reía, como una chicuela á quien se le hiciesen cosquillas.» - -_El velo de la reina Mab_ es precioso. Empieza así: - -«La reina Mab, en su carro hecho de una sola perla, tirado por cuatro -coleópteros de petos dorados y alas de pedrería, caminando sobre un rayo -de sol, se coló un día por la ventana de una buhardilla, donde estaban -cuatro hombres flacos, barbudos é impertinentes, lamentándose como unos -desdichados.» - -Eran un pintor, un escultor, un músico y un poeta. Cada cual hace su -lastimoso discurso, exponiendo aspiraciones y desengaños. Todos terminan -en la desesperación. - -«Entonces la reina Mab, del fondo de su carro, hecho de una sola perla, -tomó un velo azul, casi impalpable, como formado de suspiros ó de -miradas de ángeles rubios y pensativos. Y aquel velo era el velo de los -sueños, de los dulces sueños que hacen ver la vida de color de rosa. Y -con él envolvió á los cuatro hombres flacos, barbudos é impertinentes. -Los cuales cesaron de estar tristes, porque penetró en su pecho la -esperanza, y en su cabeza el sol alegre, con el diablillo de la vanidad, -que consuela en sus profundas decepciones á los pobres artistas.» - -Hay en el libro otros varios cuentos, delicados y graciosos, donde se -notan las mismas calidades. Todos estos cuentos parecen escritos en -París. - -Voy á terminar hablando de los dos más transcendentales: _El rubí y La -canción del oro_. - -El químico Fremy ha descubierto, ó se jacta de haber descubierto, la -manera de hacer rubíes. Uno de los gnomos roba uno de estos rubíes -artificiales del medallón que pende del cuello de cierta cortesana, y le -lleva á la extensa y profunda caverna donde los gnomos se reunen en -conciliábulo. Las fuerzas vivas y creadoras de la naturaleza, la -infatigable inexhausta fecundidad de la alma tierra están simbolizadas -en aquellos activos y poderosos enanillos que se burlan del sabio y -demuestran la falsedad de su obra. «La piedra es falsa, dicen todos: -obra de hombre ó de sabio, que es peor.» - -Luego cuenta el gnomo más viejo la creación del verdadero primer rubí. -Es un hermoso _mito_, que redunda en alabanza de Amor y de la madre -Tierra, «de cuyo vientre moreno brota la savia de los troncos robustos, -y el oro y el agua diamantina y la casta flor de lis: lo puro, lo -fuerte, lo infalsificable». Y los gnomos tejen una danza frenética y -celebran una orgía sagrada, ensalzando á la mujer, de quien suelen -enamorarse, porque es espíritu y carne: toda Amor. - -_La canción del oro_ sería el mejor de los cuentos de Ud. si fuera -cuento, y sería el más elocuente de todos si no se emplease en él -demasiado una _ficelle_, de que se usa y de que se abusa muchísimo en el -día. - -En la calle de los palacios, donde todo es esplendor y opulencia, donde -se ven llegar á sus moradas, de vuelta de festines y bailes, á las -hermosas mujeres y á los hombres ricos, hay un mendigo extraño, -hambriento, tiritando de frío, mal cubierto de harapos. Este mendigo -tira un mordisco á un pequeño mendrugo de pan bazo: se inspira y canta -la canción del oro. - -Todo el sarcasmo, todo el furor, toda la codicia, todo el amor -desdeñado, todos los amargos celos, toda la envidia que el oro engendra -en los corazones de los hambrientos, de los menesterosos y de los -descamisados y perdidos, están expresados en aquel himno en prosa. - -Por esto afirmo que sería admirable la canción del oro si se viese menos -la _ficelle_: el método ó traza de la composición, que tanto siguen -ahora los prosistas, los poetas y los oradores. - -El método es crear algo por superposición ó aglutinación, y no por -organismo. - -El símil es la base de este método. Sencillo es no mentar nada sin -símil: todo es como algo. Luego se ha visto que salen de esta manera -muchísimos _comos_, y en vez de los _comos_ se han empleado los _eses_ y -las _esas_. Ejemplo: la tierra, esa madre fecunda de todos los -vivientes; el aire, ese manto azul que envuelve el seno de la tierra, y -cuyos flecos son las nubes; el cielo, ese campo sin límites por donde -giran las estrellas, etc. De este modo es fácil llenar mucho papel. A -veces los _eses_ y las _esas_ se suprimen, aunque es menos enfático y -menos francés, y sólo se dice: el pájaro, flor del aire; la luna, -lámpara nocturna, hostia que se eleva en el templo del espacio, -etcétera. - -Y, por último, para dar al discurso más animación y movimiento, se ha -discurrido hacer enumeración de todo aquello que se semeja en algo al -objeto de que queremos hablar. Y terminada la enumeración, ó cansado ya -el autor de enumerar, pues no hay otra razón para que termine, dice: eso -soy yo: eso es la poesía: eso es la crítica: eso es la mujer, etc. Puede -también el autor, para prestar mayor variedad y complicación á su obra, -decir lo que no es el objeto que describe antes de decir lo que es. Y -puede decir lo que no es como quien pregunta. Fórmula: ¿Será esto, será -aquello, será lo de más allá? No; no es nada de eso. Luego..... la -retahila de cosas que se ocurran. Y por remate. Eso es. - -Este género de retórica es natural, y todos le empleamos. No se critica -aquí el uso, sino el abuso. En el abuso hay algo parecido al juego -infantil de apurar una letra. «Ha venido un barco cargado de.....» Y se -va diciendo (si v. gr. la letra es b) de baños, de buzos, de bolos, de -berros, de bromas..... - -Las composiciones escritas según este método retórico tienen la ventaja -de que se pueden acortar y alargar _ad libitum_, y de que se pueden leer -al revés lo mismo que al derecho, sin que apenas varíe el sentido. - -En mis peregrinaciones por países extranjeros, y harto lejos de aquí, -conocí yo y traté á una señora muy entendida, cuyo marido era poeta; y -ella había descubierto en los versos de su marido que todos se leían y -hacían sentido empezando por el último verso y acabando por el primero. -Querían decir algunos maldicientes que ella había hecho el -descubrimiento para burlarse de los versos de la cosecha de casa; pero -yo siempre tuve por seguro que ella, cegada por el amor conyugal, ponía -en este sentido indestructible, léanse las composiciones como quiera que -se lean, un primor raro que realzaba el mérito de ellas. - -Me ha corroborado en esta opinión un reciente escrito de D. Adolfo de -Castro, quien descubre y aplaude en algunos versos de Santa Teresa, casi -como don celeste ó gracia divina, esa prenda de que se lean al revés y -al derecho, resultando idéntico sentido. - -La verdad del caso, considerado y ponderado todo con imparcial -circunspección, es que tal modo retórico es ridículo cuando se toma por -muletilla, ó sirve de pauta para escribir; pero si es espontáneo, está -muy bien: es el lenguaje propio de la pasión. - -Figurémonos á una madre, joven, linda y apasionada, con un niño rubito y -gordito y sonrosado de dos años que está en sus brazos. Mientras ella le -brinca y él le sonríe, ella le dará natural y sencillamente -interminable lista de nombres de objetos, algunos de ellos disparatados. -Le llamará angel, diablillo, mono, gatito, chuchumeco, corazón, alma, -vida, hechizo, regalo, rey, príncipe, y mil cosas más. Y todo estará -bien, y nos parecerá encantador, sea el que sea el orden en que se -ponga. Pues lo mismo puede ser toda composición, en prosa ó verso, por -el estilo, con tal de que no sea buscado ni frecuente este modo de -componer. - -El modelo más egregio del género, el ejemplar arquetipo, es la letanía. -La Virgen es puerta del cielo, estrella de la mañana, torre de David, -Arca de la Alianza, casa de oro, y mil cosas más, en el orden que se nos -antoje decirlas. - -La canción del oro es así: es una letanía, sólo que es infernal en vez -de ser célica. Es por el gusto de la letanía que Baudelaire compuso al -demonio; pero, conviniendo ya en que la canción del oro es letanía, y -letanía infernal, yo me complazco en sostener que es de las más -poéticas, ricas y enérgicas que he leído. Aquello es un diluvio de -imágenes, un desfilar tumultuoso de cuanto hay, para que encomie el oro -y predique sus excelencias. - -Citar algo es destruir el efecto que está en la abundancia de cosas que -en desorden se citan y acuden á cantar el oro, «misterioso y callado en -las entrañas de la tierra, y bullicioso cuando brota á pleno sol y á -toda vida; sonante como coro de tímpanos, feto de astros, residuo de -luz, encarnación de éter: hecho sol, se enamora de la noche, y, al darle -el último beso, riega su túnica con estrellas como con gran muchedumbre -de libras esterlinas. Despreciado por Jerónimo, arrojado por Antonio, -vilipendiado por Macario, humillado por Hilarión, es carne de ídolo, -dios becerro, tela de que Fidias hace el traje de Minerva. De él son las -cuerdas de la lira, las cabelleras de las más tiernas amadas, los granos -de la espiga, y el peplo que al levantarse viste la olímpica aurora». - -Me había propuesto no citar nada, y he citado algo, aunque poco. La -composición es una letanía inorgánica, y, sin embargo, ni la ironía, ni -el amor y el odio, ni el deseo y el desprecio simultáneos, que el oro -inspira al poeta en la inopia (achaque crónico y epidémico de los -poetas), resaltan bien sino de la plenitud de cosas que dice del oro, y -que se suprimen aquí por amor á la brevedad. - -En resolución, su librito de Ud., titulado _Azul_...., nos revela en Ud. -á un prosista y á un poeta de talento. - -Con el _galicismo mental_ de Ud. no he sido sólo indulgente, sino que -hasta le he aplaudido por lo perfecto. Con todo, yo aplaudiría muchísimo -más, si con esa ilustración francesa que en usted hay se combinase la -inglesa, la alemana, la italiana, y ¿por qué no la española también? Al -cabo, el árbol de nuestra ciencia no ha envejecido tanto que aun no -pueda prestar jugo, ni sus ramas son tan cortas ni están tan secas que -no puedan retoñar como mugrones del otro lado del Atlántico. De todos -modos, con la superior riqueza y con la mayor variedad de elementos, -saldría de su cerebro de Ud. algo menos exclusivo y con más altos, puros -y serenos ideales: algo más _azul_ que el azul de su libro de usted: -algo que tirase menos á lo _verde_ y á lo _negro_. Y por cima de todo, -se mostrarían más claras y más marcadas la originalidad de Ud. y su -individualidad de escritor. - - - - -EL TEATRO EN CHILE - - -_5 de Noviembre de 1888._ - -Á D. ANTONIO ALCALÁ GALIANO Y MIRANDA - -I - -Querido primo: Sin terminar han quedado las cartas que empecé á -escribirte sobre la vida de D. José Joaquín de Mora, escrita por D. -Miguel Luis Amunátegui. Yo no desisto, sin embargo, de terminar y -completar lo que deseo decir sobre Mora. Entre tanto me has enviado otro -libro, obra también póstuma de Amunátegui, cuyo interés más general me -atrae. Voy, pues, dejando para más tarde el continuar hablando de Mora, -á hablar hoy sobre el nuevo libro. Su modestísimo título no da idea de -su grande importancia. Se titula _Las primeras representaciones -dramáticas en Chile_; pero es, en realidad, una historia completa de la -literatura y del arte dramáticos en aquel país, desde los primeros -tiempos, después del descubrimiento y la conquista, hasta el día de hoy. - -Dice el mismo Amunátegui: «Chile es un fragmento de España transportado -al Pacífico por ese aluvión llamado la conquista de América.» - -La historia literaria de Chile forma, pues, parte de nuestra historia -literaria. - -El libro de Amunátegui, además, no es de mera literatura: está lleno de -anécdotas, pinta las costumbres, la cultura, las diversiones públicas, -la vida de los chilenos, y por todo esto debe interesarnos doblemente. - -Si yo no logro que interese, extractando aquí algo de su contenido, -culpa será de lo desmañado del extracto, y tal vez asimismo de la -profunda humildad que abate en el día el espíritu de los españoles, -sobre todo de los españoles más _elegantes_. - -Se les ha metido en la cabeza que en España todo es malo ahora. De donde -nace la sospecha de que todo fué malo en las edades pasadas. Nada es -bueno sino lo de París. Y entre todas las cosas buenas en París y malas -en España, nada es allí mejor y aquí peor que el teatro: actores y -autores. - -Y si actores y autores son malos en España, no es de presumir que en -Chile, prolongación de España en esto de literatura y de arte, sean -buenos tampoco. - -Aunque sea empezar por lo secundario, voy á empezar hablando de los -actores. - -Estos españoles _elegantes_, á que he aludido y que todo lo censuran, -rara vez se dignan escribir para el público; pero sus opiniones -desdeñosas se propagan en las tertulias, y en un país como el nuestro, -donde se lee poquísimo y donde se habla mucho, y se oye más que se lee, -las murmuraciones de viva voz tienen acaso más eco que lo que nosotros, -los que escribimos para el público, ponemos en letras de molde. - -Además, los que escribimos para el público, á fuerza de hipérboles -encomiásticas, hemos perdido crédito y autoridad, y se nos hace menos -caso que á la lluvia quien oye llover. Y, sin embargo, ya es difícil -dejar de ser magníficos en el encomio. Cuando queremos ser razonables, -ofendemos á los encomiados. Llamar distinguido á un literato equivale -hoy á llamarle adocenado ó de tres al cuarto, y llamar simpática á una -señora equivale á llamarla fea y tonta. - -Para remediar tanto mal importa restablecer el primitivo sentido de los -vocablos, y que toda alabanza valga lo que debe valer. Importa asimismo -no disimular los defectos, y aun reconocer algunos de los fundamentos y -razones en que se apoyan los que denigran. - -Convengamos en que los actores de París son excelentes; pero convengamos -también en que muchas de sus excelencias nacen de que son ellos de -París; y como los de Madrid no son de París, es equitativo perdonarles -la falta de esas excelencias que en ser de París estriban. - -En España, dicen, y acaso con razón, no hay actores para eso que llaman, -creo, la alta comedia, en que figuran personajes de la _high life_; -pero, por desgracia, todo es exótico en esta _high life_. ¿Cómo ha de -aprenderlo é imitarlo el actor ó la actriz que no ha salido de España? -¿Dónde están los amartelados lores ingleses, los ricos americanos, los -rusos tiernos y muníficos, que adiestren con su trato á nuestras -actrices en todos los primores del buen tono, y que les abran el camino -de las joyerías y de los talleres de los _modistos_ inspirados y -costosos? La actriz española, hablo en general, sólo conoce todo esto de -oídas. No lo ha _vivido_. Tal vez la actriz española, al pasar de su -casa á las tablas, pasa del mundo real á un mundo fantástico, mientras -la actriz francesa sigue en su elemento. - -Otro defecto de que son acusadas nuestras actrices es más verdadero aún -y tiene menos excusa: el del continuo lloriqueo ó gimoteo, del sollozo -incesante, de lo que, con voz familiar, se llama _hipido_. Depende esto -de gran fuerza de imaginación y de cierta _presciencia_ estética. -Figurémonos un drama en cinco actos. Durante los cuatro primeros, la -heroína es dichosa en amores, en bienes de fortuna, en todo; pero en el -último ocurre la catástrofe, y tiene la heroína que arrojarse por un -tajo, ó que morir envenenada, ó que parar en las Recogidas ó en el -manicomio. - -Como en la realidad la heroína no hubiera presentido ni sabido nada de -lo que le iba á suceder, lo natural es que hubiese estado más alegre que -unas castañuelas durante los cuatro primeros actos; pero, en la ficción, -como la actriz ha leído el drama, y sabe en qué va á parar todo aquello, -lo llora sin poderlo remediar, y lo lamenta mucho desde el principio. De -esto es menester corregirse, olvidando el actor y la actriz, al salir á -la escena, el tremendo fin que les aguarda. - -Otro defecto tienen, por lo común, nuestros actores, contra el cual se -pone el grito en el cielo: cantan los versos demasiado, y se -entusiasman tanto cantándolos, que, según aseguran los detractores, -parecen energúmenos, y rompen ó descomponen los tímpanos del auditorio. - -Además, como no hay garganta, aunque sea de bronce, que resista á tan -desaforados aullidos, el ó la que los da se enronquece, y se diría que -va á ahogarse, fatigándose con la carraspera é infundiendo en el público -el cansancio y el dolor que se apoderan de los órganos respiratorios. -Unese á este disgusto el de la monotonía, porque la música ó melopeya -con que el actor ó la actriz canta los versos es siempre la misma, y hay -quien supone que no se puede aguantar al cabo de un rato. - -Muchas de estas observaciones son justas, y no he de negar yo que -conviene corregirse de los defectos que delatan. - -Con lo que no me conformo es con que los actores franceses no tengan -semejantes defectos y aun peores. También ellos gastan tonillo para -recitar los versos, tonillo mil veces más inaguantable por lo monótono. -¿Cómo comparar el martilleo de los alejandrinos pareados, en una lengua -sin prosodia, con la variedad de acentos y cesuras que hay en el -endecasílabo español, por ejemplo? Si no fuera porque todo lo de París -nos hechiza, ¿qué oídos españoles habrían de sufrir un drama francés, -todo en verso? Por fortuna, se dice, los dramas franceses están hoy casi -siempre en prosa; contra lo cual nada he de decir, á fin de no entrar en -la cuestión de si debe á no desecharse el verso, porque en francés sea -cansado, sobre todo á la larga. Pero añaden algunos, y yo me pasmo de -oírlo, que no importa que haya verso, con tal de que suene como prosa y -parezca prosa cuando se recita. La verdad, no entiendo qué propósito ha -de tener una dificultad vencida, si no ha de nacer de ella efecto -sensible; si al espectador inocente y profano se le podrá decir al salir -del teatro: Pues mire Ud., eso que ha oído, y que le ha parecido prosa -tan natural y tan llana, es verso todo. - -Lo que sí confieso es que los actores franceses no chillan ni se -desgañitan como los nuestros: economizan más el resuello y el empuje de -los pulmones; pero en cambio tienen el _subrayado_ ó la _letra -bastardilla_, que, lo que es á mí, me encocora mucho más. Un actor ó una -actriz de Francia, de pretensiones y de fuste, no se contenta con -aprender bien su papel y declamarle con el sentido, y con el accionar, -el gesto y la expresión convenientes, realzando así su papel y -completándole. No, señor; ha de _crear el papel_. Y por culpa de la -perversa y soberbia aspiración que denota la frase, tan contraria á la -piadosa sentencia de Quevedo, de que el crear es un oficio - - Que sólo le sabe Dios - Con su poder infinito, - -apenas queda palabra del papel que el actor no _subraye_, procurando -poner en ella ideas y sentimientos que no se le ocurrieron al poeta al -escribir la obra. Yo había entendido siempre que el verdadero productor -ó inventor de los personajes de un drama es el poeta que le escribe; y -que el actor lo que hace es interpretar fiel y hábilmente la invención -ó producción del poeta, presentándola de bulto, viva y animada. Hacer -esto bien es grande arte y muy rara y laudable habilidad; pero en lo de -_crear el papel_, ó hay _filfa_, ó se da ocasión á la más monstruosa -discordancia. Si el actor recita y acciona interpretando bien la mente -del poeta, hará algo de sublime, de estupendo, de todo lo que se quiera, -pero no creará el papel; y si para crearle va torciendo las palabras que -repite de memoria, dándoles distinto valer y significado á fuerza de -_subrayar_, ó también con los adornos mímicos que les pone, tal vez -resultará que el personaje así representado sea fenómeno inaudito, caso -teratológico, ser doble: uno, según el sencillo valor gramatical de lo -que dice; y otro, según las _sublíneas_ del actor y sus ademanes y -muecas. - -Infiero yo de esta larga digresión, ó mejor diré preámbulo, que todo el -mundo es Popayán, que no es oro todo lo que reluce, y que, tanto aquí -como en París, el arte es difícil, los aciertos son raros, lo malo -abunda y lo bueno escasea. - -Sobre los autores, ó sea sobre la literatura dramática de España, diré -menos aún. Me parece tan evidente mi propia opinión y tan infundada la -contraria, que ésta no merece que se refute. - -No son muchas las naciones del mundo que han tenido ó tienen un gran -teatro; y entre estas naciones figuran como las primeras, Grecia en lo -antiguo, y en las modernas edades España é Inglaterra. Concedamos que -Francia tiene también un gran teatro, pero no le sobrepongamos al -nuestro. No se ha agotado el filón de la dramática española. Todavía -podemos contraponer los dramas de Echegaray á los de Sardou, y los -sainetes de Ricardo Vega y de otros á los más chistosos _vaudevilles_. - -Con este concepto elevado de nuestro teatro ya se puede prestar atención -y mirar sin desdén al teatro de Chile, que es retoño del nuestro. - -Como el Sr. Amunátegui cree también que es retoño del teatro español el -teatro chileno, lejos de deprimir, ensalza el árbol de que ha brotado el -retoño, y celebra su hermosura, fecundidad, constante florecimiento y -lozanía. Para él, Lope y Calderón, «gigantes de inmensa fama, han legado -á la posteridad obras maestras, cuya excelencia se ha proclamado por la -humanidad entera sin protesta ni discrepancia alguna. Tirso de Molina, -Alarcón, Moreto y otros, son capitanes capaces de igualar y aun de -superar á sus jefes, en tal cual ocasión». «Esta savia poderosa, añade, -no se ha agotado con el transcurso del tiempo.» Y luego celebra á -Martínez de la Rosa, á Bretón, al duque de Rivas, á López de Ayala, á -Gil y Zárate, á García Gutiérrez, á Hartzenbusch y á Zorrilla. De Tamayo -dice que «ha compuesto dramas que han dado la vuelta al mundo, que han -sido traducidos en todo idioma y que han sido representados en todo -país». Y en elogio de Echegaray, le llama «obrero poderoso del arte, -que, en medio de demasiados horrores y de muchas inverosimilitudes, -concibe escenas magníficas y pensamientos espléndidos, sin perjuicio de -haber dado á luz dos obras muy notables: _Locura ó santidad_ y _El gran -Galeoto_». - -Proclamando así el Sr. Amunátegui la fecunda y perenne vida del teatro -español, lo que extraña y deplora es que aun sea tan pobre el chileno. -«¿Cuál es la razón, exclama, de que nosotros no hayamos sido movidos por -igual impulso? ¿De qué depende que andemos rezagados en ese camino, á -cuyo término se divisa la gloria?» - -En mi sentir, es obvia la razón de este atraso. El teatro llega después -de otros géneros poéticos: en la plena madurez de la literatura -nacional; y Chile, como nación independiente, cuenta pocos años de vida. -No debe inferirse, por lo tanto, que la literatura chilena no será rica -en obras dramáticas porque ya no lo ha sido. - -El conocimiento de lo que Chile ha hecho hasta ahora, aunque sea poco, -es interesante, y voy á dar de ello una idea, recorriendo á largos pasos -el extenso campo que el Sr. Amunátegui recorre. - -Apenas había pasado un siglo desde el descubrimiento y la conquista, á -mediados del XVII, ya en Chile se representaban comedias. No había -teatros, y las representaciones se hacían en los cementerios, en las -fiestas religiosas y en los conventos de monjas y frailes. Claro está -que tales comedias se procuraba que fuesen _á lo divino_: de vidas de -santos y de otros asuntos devotos. - -El obispo de Santiago era á la sazón, por los años de 1657, un varón -piadosísimo, aunque tolerante y alegre, de aquella santa alegría que se -regula por la eutropelia cristiana. D. Fray Gaspar de Villarroel gustaba -muchísimo de las comedias, y hacía sabia y elocuentemente su defensa. -Para ello se valía de un medio ingenioso. Suponía que los padres y -doctores de la Iglesia han anatematizado el teatro, porque en lo antiguo -eran los dramas tan lascivos, tan deshonestos y tan indecentemente -representados, «que fué menester que los santos armasen contra ellos -todas sus plumas». Pero, en los días del señor obispo, los dramas nada -tenían ya de pecaminosos, y, por lo tanto, no había para qué -prohibirlos. - -Aducía el señor obispo como prueba que Lope escribió comedias á pesar de -haber vivido tan reformado en sus postreros años, ordenádose de -sacerdote y dado á Dios lo asentado y sesudo de su edad. El señor obispo -no podía haber leído el curioso libro del Sr. Asenjo Barbieri sobre los -_últimos amores_ del gran poeta; pues si no, ya hubiera visto con dolor -adónde fueron á parar el _asiento_ y el _seso_ de que habla. Pero de -todos modos, el razonamiento de D. Fray Gaspar de Villarroel era -irrefutable: Lope hizo comedias á vista del arzobispo de Toledo, del -nuncio de Su Santidad y del Consejo Supremo de Castilla, y no es de -suponer que personas tan santas lo hubieran sufrido si las comedias -fuesen pecado. Otro argumento más poderoso aún añade el señor obispo: -«Nuestros católicos reyes--dice--tienen en su salón comedias cada -martes.» _Ergo_ ni el componer, ni el representar, ni el oir comedias es -pecado. «Unos amores, honestamente referidos, concluye su señoría -ilustrísima, no inducen á pecar juicios cuerdos.» - -Sin embargo, el señor obispo, con cierta apariencia de contradicción, -gustando mucho de las comedias, aborrecía á los farsantes, y los llamaba -_canalla_ y _gente perdida_. No podía elogiarlos, aunque quisiese, y él -mismo cuenta que, en sus mocedades, hallándose en Madrid, predicó en la -iglesia de San Sebastián un sermón, en una función que los farsantes -costeaban, y que los trató tan mal, que los curas de la parroquia le -dieron por baldado para su púlpito y los de la cofradía estuvieron á -punto de apedrearle. - -Esta ojeriza contra los comediantes inclinaba además al señor obispo á -amonestar á los padres y á los maridos para que no llevasen al teatro á -sus hijas y mujeres: por donde el espectáculo debía ser para hombres -solos. Las mujeres se exponían mucho oyendo comedias. En apoyo de esto, -contaba el señor obispo un caso ocurrido, á lo que parece, en Lima, y en -que él había intervenido: «Una miserable tragedia de cierta doncella -principalísima. Crióse sin madre, y colgó su padre en ella grandes -esperanzas. Tenía cien mil ducados que darle en dote. Fué á una comedia -y aficionóse á un farsante. Desatóse el listón de una jervilla, y -enviósele con su criada. Y díjole de parte de su señora que en la -primera comedia que representara se le pusiera en la gorra. Estimó el -favor de la dama, pero temió por su vida. Perseguíale ella. Pidióme -consejo: di el que debía; pero vencieron la codicia y la hermosura.» - -Hazte cargo de lo que sucedería siendo joven y guapo el farsante, y la -doncella tan determinada y fogosa que le envió de buenas á primeras la -cinta de sus zapatos ó botines. - -De todos modos, yo hallo cruel que el obispo Villarroel condenase á las -mujeres á no oir comedias porque oyéndolas había pecado una; pero aun -así, Villarroel fué el menos severo de los obispos. Otro hubo, D. Manuel -de Aldai, cuya rigidez impidió que se fundase en Chile teatro -permanente, en el año de 1778. El Sr. Aldai afirmaba que, según la -mayoría de los teólogos, era pecado mortal el asistir á las comedias. - -Con tan firme oposición, y en una colonia sumisa y obediente á la tutela -de la autoridad eclesiástica, no era posible que el teatro floreciese. - -Aun así, hubo varias representaciones, con ocasión de grandes fiestas y -solemnidades, señalándose entre todas las que tuvieron lugar en 1693 -para celebrar el casamiento del nuevo presidente D. Tomás Marín de -Poveda con la señorita peruana D.ª Juana Urdánegui, hija del marqués de -Villa Fuerte. En esta ocasión se dió en Chile el primer drama escrito -allí, titulado _El Hércules chileno_. - -Con todo, la oposición, según hemos dicho, de la autoridad eclesiástica, -que hasta por motivos económicos prohibía las representaciones, á fin de -evitar gastos de trajes y galas, en un país entonces pobre, no permitió -que la afición al teatro creciera y diera fruto. Las representaciones -dramáticas siguieron haciéndose muy de tarde en tarde y con lamentable -pobreza y falta de medios: sin decoraciones, sin vestuario y con actores -improvisados. - -En 1777 hubo un empresario que formó compañía de actores para -representar autos. Y dice un autor, describiendo estas representaciones, -que «algunos mulatos notables por su desplante estaban vestidos de -casacas, como los oficiales de la guardia del gobierno, para representar -á los reyes magos, á Herodes y á Pilatos; y dos ó tres mujeres, más -recomendables por su locuacidad que por la cultura de sus maneras, se -habían cubierto de vistosas sayas para desempeñar los papeles de Santa -Ana, de Santa Isabel y de la Virgen María.» Ni es muy de extrañar esta -falta de exactitud histórica en la indumentaria. De principios de este -siglo he oído yo contar á testigos oculares haber asistido en ciudades -de esta Península á la representación de _El maestro de Alejandro_, y -haber visto á Aristóteles de abate, con traje negro, chupa y calzón -corto, zapato de hebilla de plata, capita y tricornio. - -Todavía se infiere de lo citado un no pequeño progreso en el arte -escénico de Chile en 1777. Ya entonces representaron mujeres, cuando era -lo común que para los papeles de mujeres sirviesen muchachos. - -En suma, durante casi todo el tiempo del régimen colonial, ni floreció -ni pudo florecer el teatro en Chile. Para divertir al público y -proporcionarle espectáculos había otras tres ó cuatro cosas más fáciles -de hacer, y que se hacían más á menudo á despecho casi siempre de los -obispos, en extremo celosos de la moral de sus ovejas. - -Estos otros espectáculos, que agradaban en Chile y á los que la gente -acudía con entusiasmo, eran las corridas de toros, que después de la -independencia prohibió perpetuamente el Congreso por ley de 1823: las -_chinganas_ y los retablos de nacimientos, contra los cuales, á pesar de -ser tan religioso el asunto, se estrelló también el obispo Aldai y los -prohibió bajo pena de excomunión mayor, porque aseguraba y lamentaba -que, merced al agolpamiento y apreturas de los muchos sujetos de ambos -sexos que acudían á ver los nacimientos, sobrevenían mil desmanes. Las -mismas corridas de toros habían dado motivo á quejas semejantes, porque -terminada la función y ya de noche, hombres y mujeres, ellos embozados y -tapadas ellas, se acogían debajo de los tablados provisorios con el -pretexto de tomar dulces, refrescos ó licores, de lo que resultaban -escenas poco edificantes. - -Las corridas de toros tenían además otro grave peligro, no habiendo -circo á propósito. Era frecuente que los toros bravos se escaparan, -causando no pocos males, pues no siempre hacía Dios un milagro para -salvar á la gente, como el milagro que se cuenta en la _Vida del -venerable siervo de Dios fray Pedro Bardesi_. Este fray Pedro detuvo un -toro que corría furioso por las calles de Santiago: se arrancó una manga -del hábito y se la puso al toro en el hocico, y el toro se hincó de -rodillas para venerarla y besarla, y entonces acudieron los de la plaza -y le ataron y se le llevaron sin resistencia como si fuese cordero. - -La otra gran diversión, que suplía el teatro, y que más tarde compitió -con él y pugnó por vencerle, fué la diversión de las _chinganas_. Eran -reuniones donde se bailaban los preciosos bailes del país, y -singularmente la _zamacueca_; pero el tratar de esto requiere detención, -y lo dejo para la carta siguiente. - - * * * * * - - -_3 de Diciembre de 1888._ - -II - -Querido primo: Siguiendo hoy en el ligero extracto del curioso y extenso -libro de Amunátegui, veo que las _chinganas_ fueron el obstáculo más -persistente contra el florecimiento del teatro; florecimiento que, más -que nadie, promovieron después de la independencia de Chile los dos -famosos literatos D. Andrés Bello y D. José Joaquín de Mora. - -La afición á las _chinganas_ persistió y aun se recrudeció pasado ya el -primer tercio del siglo presente. Por esta afición, los teatros quedaban -desiertos. - -Contribuía poderosamente á tal resultado la malevolencia contra el -teatro del clero y del partido clerical, malevolencia no infundada, ya -que el teatro, de que gustaban y que concebían los doctos de entonces, -era una escuela de moral, que reemplazaba al púlpito con ventaja, y -donde habían de enseñarse además virtudes cívicas y patrióticas, y odio -y desconfianza á la religión y á los sacerdotes. - -Resultaba asimismo de este prurito de doctrinar desde la escena que no -se podía dar en el teatro nada divertido, sino tragedias pesadas y -filosóficas, traducidas ó imitadas del francés, y donde todo se volvía -sermonear y despotricarse contra los tiranos sacros y profanos de todas -las edades. Era tal la tiramira de desvergüenzas con que los varones -libres y virtuosos atarazaban á los tiranos, que casi parecían ellos los -tiranos, y los tiranos las víctimas, hasta que á lo último perdían los -tiranos la paciencia y mandaban degollar á los otros. En suma: había -razones, hasta cierto punto plausibles, para justificar ó disculpar la -preferencia que se daba en general á las _chinganas_. - -Yo creo que éstas habían de ser, ó son, si subsisten aún, algo parecido -á nuestros cafés, en donde se canta y se baila á lo _flamenco_, por más -que las _chinganas_, si hemos de no ver exageración en lo que dice D. -Andrés Bello, eran más frecuentadas por toda clase de gentes, y daban -mayor pábulo á la deshonestidad y á la licencia. Yo presumo que Bello, -cegado y exaltado por el espíritu de partido, exagera mucho cuando -califica á las _chinganas_ de burdeles autorizados, «donde la confusión -de todo género de personas afloja los vínculos de la moral y abre la -puerta á la corrupción, donde los movimientos voluptuosos, las canciones -lascivas y los dicharachos insolentes hieren con vehemencia los sentidos -de la tierna joven, á quien los escrúpulos de sus padres ó las -amonestaciones del confesor han prohibido el teatro». - -Bello y Mora siguieron declamando contra las _chinganas_ y en favor del -teatro con poco fruto por lo pronto. Ellos mismos hubieron de entrever -que en gran parte tenían la culpa las tragedias pseudoclásicas, tan -cívicas y filosóficas, y las comedias docentes á la francesa; y ya -proponían que se representasen obrillas más alegres y de menos doctrina -y comedias del antiguo teatro español. - -Mora, calculando que no podía vencer á la Terpsícore chilena, trató de -adularla, de educarla y de hacer de ella una poderosa aliada. Para esto, -así como había redactado el Código fundamental ó Constitución de Chile, -quiso reglamentar el baile y convertir á los chilenos en un pueblo de -bailarines honestos y morigerados. Propuso que se organizasen por todo -Chile comparsas de danzantes de doce ó más parejas, de un solo sexo ó de -los dos, destinadas á bailar en los grandes días festivos, acordándose, -sin duda, de David y de los seises. Cada parroquia había de tener su -número completo de bailarines que bailasen con trajes airosos y decentes -al son del tamboril y de una gaita delante de la iglesia al concluirse -los oficios divinos, y luego, por la tarde. Asimismo se les había de -permitir ir á bailar en los días de cumpleaños y en los casamientos de -las personas más condecoradas del barrio, para de este modo mantener -trajes y músicos. Y, por último, en las grandes festividades nacionales -debían ir á la Plaza Mayor á tejer con arcos, guirnaldas y espadas, -varias danzas que entretuviesen á la muchedumbre. - -Mora se prometía de todo esto mil beneficios que elocuentemente expone. -Casi da lástima de que su proyecto no cuajase. Pero dejemos lo -coreográfico y volvamos á lo dramático. - -Cuando Chile era colonia aún, cabe la honra á España de haber fundado -allí un teatro, aunque provisional, menos efímero que los anteriores. El -último capitán general y presidente de la Audiencia, superintendente de -Hacienda, etc., que allí tuvo España, se llamaba D. Casimiro Marcó del -Pont, y era vehemente aficionado á comedias. A pesar, pues, de la -oposición del clero y de la gente devota, hubo teatro en su tiempo. En -él se representaban aún comedias españolas castizas, del gusto antiguo. - -Pronto vino la independencia, el ejército patriota triunfó en Maipo, y -en seguida empezaron á pedir los periódicos que hubiese un buen teatro -para la república, donde aprendiesen los ciudadanos á ser libres, á -odiar á los tiranos y á combatir por la patria. - -El general director D. Bernardo O’Higgins comprendió todo lo útil y -transcendental del teatro como escuela de costumbres y de virtudes -cívicas, y encargó á uno de sus ayudantes, D. Domingo Arteaga, para que -organizase una compañía de cómicos y construyese un _buen coliseo_ -permanente. - -Se construyó éste y se estrenó en 1820. - -En el telón se leía, en letras de oro, el siguiente dístico: - - Hé aquí el espejo de virtud y vicio: - Miraos en él y pronunciad el juicio. - -Lo grave y serio del público y de los actores no respondía aún á la -gravedad y seriedad del dístico citado. En el teatro, que era de madera, -y malo, reinaba chistosa franqueza patriarcal. En cierta ocasión, la -Lucía, actriz mimada del público, se enojó porque la silbaron, y lanzó á -los concurrentes, con ademán desdeñoso, «la palabra más puerca que puede -salir de la boca de una irritada verdulera». Otra vez, durante la -representación del _Otelo_, un inglés encendió un puro y se puso á -fumar, lo cual estaba prohibido. El soldado, que hacía cerca centinela, -le dijo que apagase, y el inglés se echó sobre él para quitarle el -fusil. Se armó brava pendencia entre el inglés y el soldado, y público y -actores prescindieron de la tragedia para contemplar la realidad. - -Entonces el general O’Higgins sacó el cuerpo fuera del palco y gritó: -«Muchacho, cuidado con que te quiten el fusil». Animado el militar con -esta voz de mando y aliento, logró desasir el arma de las garras -británicas, y aplicó un buen culatazo al inglés, tumbándole en el suelo. -Se le llevaron, y siguió la representación interrumpida. - -Visto que este primer teatro era peor que un corral de títeres é -infundía poco respeto, D. Domingo Arteaga siguió afanándose y logró -construir otro teatro, ya bueno y respetable, que se abrió al público en -1827. - -Por aquella época llegó á Chile el gran protector del teatro. - -D. José Joaquín de Mora llegó á Chile, llamado por el jefe del Estado, -D. Francisco Antonio Pinto, para que contribuyera «á derramar el -bautismo de la ilustración en una sociedad que acababa de nacer á la -vida del entendimiento». - -Se renovó en Mora aquello que se cuenta de antiguos sabios de la Grecia, -que eran llamados por las remotas colonias para darles Constitución y -leyes é iluminarlas con su sabiduría. - -Uno de los mil medios de que se valió Mora para mostrar su actividad -fecunda y cumplir su misión de sabio civilizador, fué componer -alocuciones en verso que se recitaban en el teatro. Claro está que estas -alocuciones, donde los españoles son pintados como tiranos, no se -insertaron en las colecciones que Mora hizo más tarde de sus poesías, en -Cádiz en 1836, y en Madrid en 1853. Por lo demás, así estas alocuciones -como otros versos chileno-patrióticos ó ultraliberales que hizo Mora en -Chile y que nos da á conocer é inserta Amunátegui, salvo el gusto -acendrado y la maestría en la lengua y en la metrificación que revelan, -no contienen bellezas por donde puedan ponerse muy por cima de lo -mediano. - -En lo satírico brilla más Mora en estos versos que sólo publicó en -Chile. Hay algunas letrillas, como la titulada _En tiempo de los -Borbones_, que le valieron en Chile el título de Beranger español. A -Mora, con todo, le ocurría lo que á Arquíloco: la rabia le armaba del -jambo; era más poeta cuando se revolvía furioso contra los que -personalmente le ofendían; y así, con ser injusto é ingrato cuando -insulta á los chilenos, al ver que los del nuevo partido no le protegen -ni quieren ya que siga _iluminándolos_, Mora es entonces mucho más -poeta. Admiremos la ironía cruel y el osado denostar de estos tercetos: - - Borrón es de la patria torpe y feo - Que á inocularnos venga un perro godo - En exótica charla y devaneo. - Raciocinemos, pues, á nuestro modo, - O más bien rebuznemos, que es lo mismo. - A uno gusta el almizcle y á otro el lodo. - Eso sí: guerra eterna al despotismo; - Sacudimos el yugo, por supuesto. - ¡Viva la patria! ¡Viva el patriotismo! - Ya de Castilla el pabellón funesto - No profana esta tierra venturosa. - Vengan de Londres los millones: presto. - ¡Qué ridícula farsa! ¡Qué afrentosa! - ¡Qué engañifa de bobos! ¡Qué miseria - Por término de lucha tan gloriosa! - De reir y llorar larga materia - Damos al universo: aquí está el llanto - Y suenan carcajadas en Iberia. - De libertad el nombre sacrosanto - En boca de un gaznápiro insolente - Sólo produce destrucción y espanto. - _Virgen del mundo_, _América inocente_, - Bien entiende de vírgenes Quintana: - Llámela vieja, estólida ó demente. - -No sólo contó en Chile el teatro con un gran promovedor español, como lo -fué Mora, sino que los primeros actores de más valía fueron españoles -también. - -Cuando recibió el encargo de formar compañía D. Domingo Arteaga, era -comandante del depósito de prisioneros, y tuvo la feliz ocurrencia de -sacar de entre dicha gente actores, comparsas y sirvientes para su -teatro. - -Al coronel Latorre, prisionero en la batalla de Maipo, le nombró -director, y de un sargento sevillano, llamado Francisco Cáceres, que se -rindió con la guarnición de Valdivia, cuando lord Cochrane se apoderó de -aquella plaza, hizo un primer galán celebérrimo y muy encomiado por su -arrogante figura, por su voz argentina y briosa, y por otras brillantes -prendas, que le convirtieron desde luego, y á pesar de su completa -carencia de instrucción, en el favorito del público. - -Como en el depósito no había prisioneras, tampoco pudo haber, por lo -pronto, damas españolas en la compañía. La primera dama fué la chilena -Lucía Rodriguez, muy querida del público, y que se desahogaba con él, -cuando se consideraba ofendida, con el desenfado que hemos dicho. - -No tardó, con todo, en aparecer en Santiago una _dama_ española, que -venía precedida de brillante reputación, y tenía las calidades que más -agradaban entonces. Se llamaba doña Teresa Samaniego, y era admirable -para expresar los sentimientos de heroicidad patriótica. En Barcelona, -cuando, con motivo de no sé qué guerra, salió á campaña un cuerpo de -ejército, se mostró la Samaniego, en las tablas, vestida de amazona, con -otras que con iguales trajes la seguían, é hizo á los militares una -alocución que terminaba: - - Nosotras con las manos delicadas - Ceñiremos al menos las espadas. - Id, hijos, os diremos; id, esposos: - Volved á nuestros brazos amorosos, - Si vencéis en la lid; - Pero, vencidos, no tornéis: morid. - -Se concibe que dicho esto con brío y gracia por una mujer guapa y -discreta, había de levantar en masa á un pueblo entusiasta y empeñado en -una lucha patriótica, y hacerle romper en aplausos frenéticos. - -Así es que la Teresa Samaniego fué muy aplaudida en Chile. - -Llegó allí con ella un gracioso, llamado don Francisco Villalba, que -hacía reir mucho y se ganó la voluntad del público. Tenía este gracioso -otras varias habilidades, y entre ellas la de ser pintor de -decoraciones, haciéndose aplaudir tanto ó más como pintor que como -actor. - -Otro forastero, D. Francisco Rivas, catalán, se unió con Villalba, y -haciendo de galán compitió con Cáceres, y casi venció á este rival. - -Entre tanto, como el teatro seguía siendo escuela de liberalismo, las -tragedias que más gustaban eran la _Jornada de Maratón_, _Roma libre_, -la _Muerte de César_ y _Catón en Utica_. - -Un crítico á la moda entonces, Camilo Henríquez, sostenía y divulgaba -que el teatro no era mero pasatiempo, sino institución social para -difundir máximas patrióticas y formar costumbres cívicas. «La sublime -majestad de Melpómene, decía, debe llenar la escena, inspirar odio á la -tiranía y desplegar toda la dignidad republicana.» - -Aspiraba Henríquez y otros revolucionarios vehementes á que, lograda la -independencia de la América española, no siguiese ésta siendo un remedo -de España, estancada ó retrógrada; y para lanzar á los pueblos -emancipados por la vía del progreso, encontrábase que era menester -vencer el espíritu clerical. Misión fué, pues, del teatro, á más de -infundir patriotismo heroico, propagar el odio á la hipocresía, á la -Inquisición y á las creencias fanáticas. - -Se reprobaba en el teatro todo lo que era fútil, enervante y afeminador. -Camilo Henríquez llegó á calificar de _bufonada inmoral El sí de las -niñas_. Cuando así se trataba á Moratin, ya imaginará cualquiera cómo -serían tratados nuestros autores dramáticos del siglo XVII: de -fanáticos, serviles, inquisitoriales, absurdos, supersticiosos y -ultramonárquicos. - -Es divertidísimo seguir paso á paso, en el libro de Amunátegui, todas -las peripecias de esta lucha entre clericales y anticlericales, ó más -bien entre librepensadores y católicos, que se dió en Chile en torno de -los teatros. - -El librepensamiento se había encastillado en los teatros para combatir -al clero desde allí. El clero propalaba que iba á caer fuego del cielo y -abrasar los teatros. Desde éstos, en cambio, se arrojaban contra el -clero tremendas diatribas. - -La más ruidosa fué el _Aristodemo_, no la tragedia de Monti, sino otra -compuesta por un poeta, creo que de Buenos Aires, llamado D. Miguel -Cabrera Nevares. El _Aristodemo_ estaba lleno de feroces declamaciones -contra el sacerdocio. Para que á nadie le cupiese duda de que se aludía -en la tragedia al clero católico, el _Boletín del Monitor_ interpretaba -las fuertes razones del filósofo Polignosto, que era quien llevaba la -voz docente en la tragedia, la cual, según dicho _Boletín_, «difundía -principios luminosísimos sobre el carácter de esos hombres viciosos, á -quienes la ignorancia ha deificado, ofuscada con sus intrigas -tenebrosas. El hombre ilustrado ve en el sumo sacerdote Cleofante al -obispo de Roma, y en sus secuaces, al clero fanático, enriqueciéndose á -costa de la necia credulidad.» - -Con el _Aristodemo_ hacía juego, por lo cómico, _El abate seductor_, -donde se pintaba á un clérigo libertino y taimado. Los periodistas -liberales excitaban á los padres de familia á llevar á sus muy caras -hijas á ver dicha comedia para que estudiasen las malas artes y supiesen -defenderse contra ellas, «pues son las mismas que han usado y usan los -presentes abates de nuestro suelo». - -No bastando estas representaciones, se hacían también peroratas -anticlericales en verso, desde la escena. En Santiago, el actor D. Luis -Ambrosio Morante, que era también poeta, aunque malo, recitó una, que -empezaba: - - ¿Por qué será que en la era de las luces - Se haya de introducir el fanatismo? - -Y en Valparaíso, la joven actriz española doña Emilia Hernández -pronunció, entre salvas de aplausos, otra alocución á los chilenos, que, -si bien detestable y pedestre como poesía, hemos de poner aquí por ser -curioso documento: - - El cielo os conceda ver - La libertad de conciencias. - Y á Chile vendrán las ciencias, - Como lo anunció _Voltér_. - Entonces ¡oh qué placer! - Las artes renacerán: - Todos á Dios amarán, - Aunque de diversos modos; - Pues siendo un Dios para todos, - Todos de un Dios gozarán. - Mas no quieras, suerte impía, - Que esta tierra fortunada, - Por el fanatismo hollada - Se encuentre como la mía; - En tal caso ¡ay! gemiría - En llanto y desolación, - Presa de la Inquisición, - De ese tribunal horrendo, - El más bárbaro y tremendo - Que inventara la opresión. - Mas yo, no estando en España, - Nada temo á los tiranos; - Y entre ilustres araucanos - Me burlaré de la saña - De ese hombre de fiera entraña, - De ese Fernando cruel, - De ese monstruo atroz é infiel, - Que causa mi mal eterno, - Y ha vomitado el Averno - Por ser aun peor que Luzbel. - -Entre el tumulto de estas contiendas civiles, político-religiosas, que -Bello y Mora procuraban moderar con más alta crítica, si bien -inficionada por las pasiones y el espíritu liberalesco de entonces, -nació y empezó á florecer la literatura dramática chilena. - -Fuerza es confesar que los primeros frutos y flores no fueron muy -sazonados ni hermosos. - -D. Juan Egaña, limeño, naturalizado en Chile y competidor con mala -suerte de Mora por querer ser el Solón de la nueva república, era, á par -de gran liberal, galante y enamorado caballero. La dama de sus -pensamientos, á quien llama Marfisa en sus versos, le inspiró hasta los -dramas que tradujo ó compuso, figurando entre ellos la _Cenobia_, de -Metastasio, su poeta predilecto. - -El notable personaje de la revolución, Camilo Henríquez, de quien ya -hemos hablado como crítico, escribió dos dramas, informados ambos por -sus ideas filosóficas á la Rousseau. Se titulaban _La patriota de Sud -América_ y _La inocencia en el asilo de las virtudes_, y eran, á lo que -parece, menos que medianejos. - -D. Bernardo Vera y Pintado es el tercer autor dramático chileno de que -habla nuestro libro. Sus composiciones fueron á modo de loas para -celebrar victorias contra los españoles, como la de Chacabuco. - -Naturalmente, los interlocutores de estas loas son araucanos, que -describen como funestísima la conquista de Chile y fantasean la -independencia como la reconquista que los araucanos hacen de su tierra -contra los españoles. - -Otro autor, D. Manuel Magallanes, fué silbado, á pesar de su fervor -patriótico y de su ilustre apellido. - -Resulta, pues, que hasta 1829 no se representa en Chile ninguna obra de -bastante valer literario escrita allí, y que esta obra es de D. José -Joaquín de Mora, si bien no toda suya, ya que en parte está tomada de -_Le mari ambitieux_, de Picard, y lleva el mismo título: _El marido -ambicioso_. Aunque peque de prolijo he de continuar haciendo este -extracto. Hasta otro día. - - * * * * * - - -_17 de Diciembre de 1888._ - -III - -Querido primo: Siguiendo en mi tarea de extractar, diré que, hasta el -instante en que aparece en Chile el romanticismo, se escribieron y -representaron allí estas obras dramáticas. - -Además de _El marido ambicioso_, dió Mora _El embrollón_. - -El poeta colombiano D. José Fernández Madrid dió _Atala_, tragedia en -verso. - -D. Ventura Blanco Encalada tradujo en verso la _Merope_, de Voltaire, y -en prosa _La marquesa de Seneterre_, de Menesville y Duvegrier. - -D. Gabriel Alejandro Real de Azúa, argentino, dió al teatro, en -Santiago, en 1834, una comedia de índole política y de escaso valer, -titulada _Los aspirantes_. - -Mora ejerció sobre esta comedia benignísima crítica. - -En el mismo año, el actor argentino Luis Ambrosio Morante, que, según he -dicho ya, era también poeta y había compuesto una tragedia, _La -revolución de Tupac-Amaru_, dió á la escena en la noche de su beneficio -una comedia titulada _Adulación y fingimiento, ó el intrigante_. - -Morante no puso su nombre en el cartel; pero se tiene por seguro que la -comedia era suya. Su mérito, por otra parte, debió de ser corto, cuando -nada se dice de ella. - -El primer poeta dramático chileno de alguna fecundidad y de cierto -mérito fué D. Salvador Sanfuentes. Escribió antes y después del -romanticismo, y sus obras marcan la transición de una escuela á otra. - -Tradujo la _Ifigenia_ y el _Británico_, de Racine; imitó _Le cocu -imaginaire_, bajo el título de _Los celos infundados_, y compuso los -siguientes dramas originales: _Caupolicán I_, _Caupolicán II_, _El mal -pagador_, _El castillo de Mazini_, _Carolina ó una venganza_, _Cora ó la -Virgen del Sol_, _Juana de Nápoles_ y _D. Francisco de Meneses_. - -Á lo que parece, Sanfuentes vino temprano, cuando en Chile había poco -público aún. Descorazonado, quemó parte de sus obras: otras quedaron por -terminar: otras, inéditas: sólo el drama _Juana de Nápoles_ se -representó con éxito creo que menos que mediano. - -D. Andrés Bello, que también tradujo dramas y los compuso originales, -ejerció durante años el magisterio de la crítica dramática en Chile. Son -curiosos y dignos de atención sus juicios sobre algunos de nuestros -autores dramáticos contemporáneos. Á Bretón de los Herreros, á quien -juzga con ocasión de la _Marcela_, le pone desde luego por cima de -Moratín, á quien califica de lánguido y descolorido. En Moratín halla -además falta de «aquel sabor poético que es propio aun de las -composiciones escritas en estilo familiar, y que tanto luce en los -fragmentos de Menandro y en los buenos pasajes de Terencio»; mientras -que en Bretón ve la gracia y el brillo en el estilo, y asimismo una _vis -cómica_ que falta algo á Terencio, y «en que tampoco es muy aventajado -Moratín». - -Ya se entiende que cito para narrar, y no para aprobar ni impugnar. - -Yo creo que, al menos, _El café_ tiene más _vis cómica_ y más durable -chiste que media docena de las más chistosas comedias de Bretón. - -Y esto á pesar de la pedantería grave de don Pedro, que eclipsa un poco -el resplandor de la graciosísima pedantería de D. Hermógenes. - -En cambio de este grande entusiasmo por Bretón, Bello es severo con -Hartzenbusch al juzgar _Los amantes de Teruel_, cuyos defectos señala y -pondera y cuyas bellezas no ve ó no encomia. - -La guerra promovida con ocasión del teatro entre timoratos y -desenfadados, librepensadores y clericales, devotos é impíos, se -enardeció más en Chile con el advenimiento del romanticismo. - -Aunque había censura previa de teatros, establecida en 1830, ésta no se -ejercía con severidad. Sin embargo, mucha parte del público, -cristianamente educada, repugnaba las impiedades y se rebelaba contra -ellas. - -En 1832 se representó en Santiago el _Aristodemo_, no ya el de Cabrera -Nevares, sino el de Monti, traducido, que es mucho mejor. El pasaje en -que Lisandro llama á los dioses - - Fútiles sombras del temor humano, - -escandalizó á gran número de los espectadores. - -Más tarde, en 1835, quiso la compañía dramática representar _El -fanatismo ó Mahoma_, tragedia de Voltaire, traducida al castellano por -D. Dionisio Solís; pero aunque esta obra había sido dedicada por su -autor al Papa Benedicto XIV, que la aceptó con gusto, el clero de Chile -se resistió con tal energía á que se representase, que la compañía -desistió de su propósito. - -La nueva escuela romántica, con todos sus apasionados atrevimientos de -expresión, no apareció triunfante en Chile hasta 1841, con la -representación del _Macías_, de Larra. - -Este drama fué aplaudido con entusiasmo; pero los escrupulosos le -hallaron gravemente perjudicial á las buenas costumbres; citaban escenas -corruptoras que atropellaban el recato, la moral y las leyes; y entre -ellas nada pareció peor que aquello que dice Macías á Elvira, ya casada: - - Ven á ser dichosa. - ¿En qué parte del mundo ha de faltarnos - Un albergue, mi bien? Rompe, aniquila - Esos que contrajiste horribles lazos. - Los amantes son sólo los esposos, - Su lazo es el amor: ¿cuál hay más santo? - Su templo, el universo: donde quiera - El Dios los oye que los ha juntado. - - * * * * * - - ......... Huyamos: ¿qué otro asilo - Pretendes más seguro que mis brazos? - Los tuyos bastáranme; y si en la tierra - Asilo no encontramos, juntos ambos - Moriremos de amor. - -Todavía, un año después de representado el _Macías_, se quejaban los -escritores clericales de su inmoralidad. «¿Qué impresión--decía uno -indignado--pueden hacer en el corazón de una joven versos tan -indecentes?» - -Vino á colmar el enojo la representación, pocos días después de la del -_Macías_, de otro drama, traducido del francés, titulado _La nona -sangrienta_. Se dejó adrede en el título la palabra _nona_, en vez de -_monja_, para no alarmar y para engañar á los incautos; pero no valió la -artimaña, y el arzobispo de Santiago dirigió al gobierno un oficio -quejándose de la impiedad é inmoralidad de los dramas. - -De este oficio no se hizo caso por lo pronto, y siguieron -representándose dramas inmorales é impíos. - -En 1841 había en Santiago una actriz limeña, idolatrada del público, y -que era una revolución andando. Se llamaba Toribia Miranda. Amunátegui -la pone por las nubes, y es tal su entusiasmo, que hace recelar que él, -allá en su mocedad, fué uno de los muchos admiradores de la Toribia: - -«Tenía, dice, un instinto artístico admirable. Se introducía -maravillosamente bajo la piel de la heroina á quien caracterizaba, y -procedía como tal. Sentía lo que hablaba y lo que accionaba. La pasión -palpitaba en sus labios. El llanto corría por sus mejillas. La belleza -de que estaba adornada, contribuía poderosamente á la influencia y -fascinación que ejercía en el auditorio. Tenía la tez pálida; los ojos -negros, rasgados, incendiarios; el cuerpo contorneado y voluptuoso; los -pies pequeños, y ese donaire que es la sal de su suelo nativo. Los mozos -se inflamaban con sus miradas. Los viejos perdían el seso con ellas. Los -sujetos más graves y doctos le componían sonetos y decían en prosa: -«Esta mujer tiene en su cuerpo todo el fuego de su patria.» - -Tal era la actriz destinada á trasplantar en Chile el romanticismo -vehemente, á pesar de las quejas del arzobispo y del escándalo de los -timoratos. - -La más tremenda batalla que se riñó en esta guerra fué en la -representación de _Angelo, tirano de Padua_, de Víctor Hugo. El drama -fué frenéticamente aplaudido, y no fué menos frenética la protesta que -se levantó entre los devotos, censurando duramente que la cortesana -brillase con mengua de la legítima esposa; que el amor impuro se -albergase en el corazón de todos los personajes, y que la mujer casada -muriese para el marido y viviese para el amante. El drama fué calificado -de inmoral en grado sumo por muy respetable porción de la sociedad. - -El gobierno tuvo al fin que ceder á las quejas del arzobispo y dirigir -severa amonestación al censor de teatros, que lo era D. Andrés Bello. - -Los dramas románticos siguieron, no obstante, representándose, pero -mutilados ó desfigurados por la censura. - -_El paje_, de García Gutiérrez, se representó con no pocas de estas -mutilaciones ó cambios. - -A veces se cambiaban, no sólo frases, sino los desenlaces, á fin de que -no fuesen tan tétricos. - -En el drama _Los hijos de Eduardo_, de Delavigne, traducción de Bretón -de los Herreros, aquellos interesantes niños lograban escapar de la -Torre de Londres, á despecho de la historia. - -Poco á poco fué haciéndose en Chile menos asustadizo el público. La -censura acabó por consunción; pero hasta más de mediado el siglo -presente se opusieron en Chile á las libertades del teatro un ardiente -espíritu religioso y lo que llama Amunátegui _la excesiva gazmoñería en -materia de amor_. - -El romanticismo tuvo en Chile un eco prodigioso. Los románticos se -diferenciaban de los demás hombres hasta en el vestido. Los cuatro -poetas de quienes más se admiraban, procurando imitarlos, eran Víctor -Hugo, Dumas, Espronceda y Zorrilla. Venía después D. Nicomedes Pastor -Díaz, cuya _Mariposa negra_ se sabía la juventud de memoria. - -Los poetas chilenos, con todo, apenas escribían para el teatro más que -arreglos y traducciones. - -D. Andrés Bello tradujo _Teresa_ y _Antony_, de Dumas. - -D. José Victorino Lastarria arregló _El proscrito_, de Federico Soulié. - -D. Santiago Urzúa tradujo _Pablo el marino_, de Dumas. - -Y D. Juan García del Río, _Pizarro_, tragedia en cinco actos, de -Sheridam. - -El primer drama romántico original que se representó en Chile, con éxito -muy lisonjero, fué producción de un hijo de D. Andrés Bello, llamado D. -Carlos. El drama se titulaba _Los amores del poeta_, y se representó en -1842. Era de lo más poético, exaltado y lleno de lirismo. - -D. Carlos Bello, que sin duda tenía notable talento de poeta, dejó por -concluir otro drama titulado _Inés de Mantua_, cuyo principal héroe era -César Borgia. D. Carlos Bello murió muy joven, y este segundo drama se -ha perdido. - -Poco después del estreno de _Los amores del poeta_ empieza á figurar en -la no larga lista de los autores dramáticos de Chile un español que, -como Mora, emigró á Chile, mal avenido con el gobierno absoluto de -Fernando VII, y contribuyó muchísimo al desenvolvimiento intelectual de -aquel país. Tuvo colegio, primero en Buenos Aires y después en Santiago, -y por él fueron educados no pocos personajes ilustres de aquellas -repúblicas. - -Este español, aunque hijo de francés, había nacido en San Felipe de -Játiva, y se llamaba D. Rafael Minvielle. - -Era gran matemático, á más de ser literato y poeta, y hablaba con igual -perfección el francés, idioma de su padre, y el castellano, lengua de su -madre y suya. - -Minvielle vivió en Chile hasta principios del año pasado de 1887, en que -ocurrió su muerte, siendo tan lamentada cuanto encomiado él por haber -sido de los que más cooperaron, durante medio siglo, al progreso -intelectual de aquella república, como maestro, como empleado en -administración y en Hacienda, y como escritor infatigable, ya -componiendo obras originales, ya traduciendo. - -Su drama _Ernesto_, representado en 1842, fué aplaudido y encomiado. En -su primera representación, la Toribia Miranda «arrancó muchas lágrimas á -las señoritas concurrentes». - -Aunque Minvielle era medio francés, se consideraba tan español, que -durante la última guerra de España con Chile no quiso permanecer en -aquella república, y se fué á Buenos Aires, de donde no volvió hasta que -se ajustó la tregua, que fué la paz sin el nombre. - -Aquí casi puede decirse que termina la historia de la literatura -dramática en Chile. - -La mojigatería, según el Sr. Amunátegui, ha sido causa de que el teatro -chileno, como fecundo ramo del español, no haya florecido todo lo que -debiera. - -Tres puntos toca el Sr. Amunátegui extensamente al terminar su libro, -que son como síntomas de que la mojigatería va á pasar y de que el -teatro va á florecer en Chile. - -Estos tres puntos no son en realidad tres puntos, sino tres personas -hechas y derechas, que han venido sucesivamente á prestar atractivo casi -irresistible á las representaciones teatrales chilenas, á vencer la -repugnancia de los timoratos, y á dar fuego á la inspiración dramática -de los autores. - -Fué la primera persona, en el tiempo aún del romanticismo, una gentil -bailarina de Chile, llamada Carmen Pinilla, á quien apellidaban la -Terpsícore araucana y la Sílfide de los Andes. Dicen que era el genio -alado de la _zamacueca_. - -Tenía otra hermana, notable también, aunque no tanto. Cuando se las -mentaba juntas, se las designaba con el nombre de las _Petorquinas_; -pero la Carmen era la que se llevaba la palma. - -Dos cosas consiguió esta Carmen: la primera suscitar aún una tremenda y -postrera lucha entre despreocupados y timoratos, horrorizados aquéllos y -entusiasmados éstos por la ágil, gallarda y hermosa bailarina, que -enviaba su retrato con el anuncio de su beneficio; «para quien vestirse -de gasa transparente era casi desnudarse, y que ostentaba su carne -juvenil á la luz de la batería escénica ante la vista de dos mil -espectadores». - -El segundo triunfo fué la sumisión del baile al teatro, y la -consiguiente decadencia de las _chinganas_, visto que el baile chileno -formaba estrecha alianza con el histrionismo. - -Después, ya en 1885, hay un momento solemne para el teatro de Chile. -Amunátegui se entusiasma y dice: que sus jóvenes compatriotas van á -sentir bullir en sus cabezas magníficas escenas; que un choque ligero -hará saltar la chispa eléctrica; que una frase va á revelar una vocación -ó á poner de manifiesto una aptitud; que el teatro va á florecer en -Chile, y que una semilla que el viento trae de tierras remotas va á -convertirse en árbol majestuoso ó en flor espléndida. - -Todo este alegre y entusiasta vaticinio le produjo la llegada á Chile -del actor D. Rafael Calvo con una compañía dramática en que figuraban su -hermano D. Ricardo, D. Donato Jiménez y las Sras. Contreras, Revilla, -Casa y Tobar. - -Fueron extraordinarios los aplausos y la simpatía que ganaron en Chile -los cómicos españoles. Amunátegui considera á la compañía como una de -las mejores y más completas que por allí habían ido, y á su director D. -Rafael Calvo le llama artista eminente. - -Por último, la tercera persona cuyo advenimiento á su país celebra -Amunátegui, como despertadora también del ingenio dramático de los -chilenos, es la célebre actriz francesa Sarah Bernhardt. - -Estuvo ésta en Chile en 1886 con una compañía de representantes -franceses. Las obras que representó fueron _Fedora_, _La Dama de las -camelias_, _Fedra_, _Frou-Frou_, y no sé si otras. - -A estas representaciones acudió muchísima gente, á pesar de ser en un -idioma extraño que no es razonable exigir que en Chile conozca un -numeroso público, hasta el extremo de comprender todos los primores y -matices de las palabras y frases. Debe de haber, no obstante, en Chile -muchos sujetos que sepan muy bien el francés, y no pocos tan aficionados -á la literatura y arte dramáticos, que para comprender á fondo á la -actriz leerían y estudiarían el drama antes de ir á verle representado. -Lo cierto es que Sarah Bernhardt fué muy aplaudida, y perfectamente -comprendida por el público y por los críticos chilenos. - -No se cumplió la profecía del elegante crítico francés Julio Lemaître, -quien, al despedir á la actriz, en el _Journal des Débats_, con la tan -acostumbrada _outrecuidance_ parisina, le dice: «Vais á exhibiros allí -ante hombres de poco arte y de poca literatura, que os estimarán mal, -que os mirarán con los mismos ojos que á un ternero de cinco patas, y -que no comprenderán vuestro talento sino porque pagarán caro el veros.» - -Sin duda que en Chile pagaron caro, pero comprendieron el talento de -Sarah Bernhardt sin apelar á consideraciones crematísticas y sin -calentarse demasiado la cabeza, pues al cabo el talento de Sarah -Bernhardt no es asunto tan embrollado y sublime que requiera cursar los -_boulevares_ de París para penetrar bien en todos sus misteriosos -abismos y remontar el espíritu á todas sus sobrehumanas elevaciones. - -Otro temor manifestó además Julio Lemaître, que por dicha no se ha -realizado: que Sarah Bernhardt se resabiase é inficionase para agradar á -los sudamericanos. Sarah Bernhardt ha vuelto á París sana y salva á -pesar de la tremenda prueba. Los sudamericanos se la han restituído á -Julio Lemaître artísticamente intacta y sin ningún resabio ni vicio -paladino. - -Julio Lemaître, lleno con esto de gratitud, casi elogia á los -sudamericanos, allá á su manera; los llama candorosos, sensuales, -bulliciosos y buenos; les ruega que no se enojen si los _vaudevillistas_ -parisienses los ponen á veces en caricatura. Y para consolarlos de que -en París los pinten grotescos, les dice: «Las pobres niñas que, entre -nosotros, viven del amor, tienen predilección hacia vosotros, porque -sois generosos, y os buscan cuando venís á París.» ¿Qué más pueden, -pues, desear los sudamericanos que ser buscados por estas _pobres -niñas_, que quieren traspasarles el epíteto de _pobres_ y quedarse sin -él? - -La suave longanimidad con que responde el señor Amunátegui á las -citadas impertinencias de Julio Lemaître, las pone más de realce y las -hace más ridículas. - -En resolución, el libro del Sr. Amunátegui, á más de ser muy ameno y de -demostrar, como todos los suyos, gran discreción, mucha diligencia para -allegar datos, y alta y serena imparcialidad en los juicios, nos da á -conocer algo que podemos considerar como parte de nuestra total historia -literaria y artística, y nos muestra y describe extensas regiones, de -donde pueden venir á esta Península riquezas que acrecienten el tesoro -intelectual de nuestra raza y lengua, y adonde pueden ir también -nuestros artistas y nuestras obras literarias, y aun nuestros autores, -como Mora y Minvielle, á ganar honra y provecho. - -El viaje á la América del Sur del actor Rafael Calvo, cuya reciente y -temprana muerte deploramos hoy, probó lo que valen para las artes y -letras de España aquellas repúblicas. Se cuenta un rasgo de Calvo, que -le honra mucho, y que voy á referir para excitar la emulación y para -corroborar mis asertos. Al volver de su excursión por América, y sin -ninguna obligación legal que cumplir, Calvo entregó á D. José Echegaray -una buena cantidad de dinero, como producto de los dramas suyos que en -aquel Nuevo Mundo español había representado, fijando para ello el mismo -tanto por ciento que cobran en Madrid los autores. - - - - -ÍNDICE - - - PÁGINAS - -CARTA-DEDICATORIA v - -Sobre Víctor Hugo 1 - -El perfeccionismo absoluto 11 - -Poesía argentina 51 - -El Parnaso Colombiano 121 - -Azul 213 - -El Teatro en Chile 239 - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of Cartas americanas, by Juan Valera - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK CARTAS AMERICANAS *** - -***** This file should be named 62984-0.txt or 62984-0.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/6/2/9/8/62984/ - -Produced by Chuck Greif and the Online Distributed -Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This file was -produced from images available at The Internet Archive) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions -will be renamed. - -Creating the works from public domain print editions means that no -one owns a United States copyright in these works, so the Foundation -(and you!) can copy and distribute it in the United States without -permission and without paying copyright royalties. Special rules, -set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to -copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to -protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project -Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you -charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you -do not charge anything for copies of this eBook, complying with the -rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose -such as creation of derivative works, reports, performances and -research. They may be modified and printed and given away--you may do -practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is -subject to the trademark license, especially commercial -redistribution. - - - -*** START: FULL LICENSE *** - -THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK - -To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase "Project -Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project -Gutenberg-tm License (available with this file or online at -http://gutenberg.org/license). - - -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm -electronic works - -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. 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There are a lot of things you can do with Project -Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement -and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic -works. See paragraph 1.E below. - -1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation" -or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project -Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the -collection are in the public domain in the United States. If an -individual work is in the public domain in the United States and you are -located in the United States, we do not claim a right to prevent you from -copying, distributing, performing, displaying or creating derivative -works based on the work as long as all references to Project Gutenberg -are removed. 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If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is derived -from the public domain (does not contain a notice indicating that it is -posted with permission of the copyright holder), the work can be copied -and distributed to anyone in the United States without paying any fees -or charges. If you are redistributing or providing access to a work -with the phrase "Project Gutenberg" associated with or appearing on the -work, you must comply either with the requirements of paragraphs 1.E.1 -through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the -Project Gutenberg-tm trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or -1.E.9. - -1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted -with the permission of the copyright holder, your use and distribution -must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional -terms imposed by the copyright holder. 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However, if you provide access to or -distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format other than -"Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official version -posted on the official Project Gutenberg-tm web site (www.gutenberg.org), -you must, at no additional cost, fee or expense to the user, provide a -copy, a means of exporting a copy, or a means of obtaining a copy upon -request, of the work in its original "Plain Vanilla ASCII" or other -form. Any alternate format must include the full Project Gutenberg-tm -License as specified in paragraph 1.E.1. - -1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying, -performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works -unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9. - -1.E.8. 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Except for the limited right of replacement or refund set forth -in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER -WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO -WARRANTIES OF MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE. - -1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied -warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages. -If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the -law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be -interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by -the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any -provision of this agreement shall not void the remaining provisions. - -1.F.6. 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It exists -because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from -people in all walks of life. - -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's -goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. -To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 -and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. - - -Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive -Foundation - -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at -http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent -permitted by U.S. federal laws and your state's laws. - -The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. -Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered -throughout numerous locations. Its business office is located at -809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email -business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact -information can be found at the Foundation's web site and official -page at http://pglaf.org - -For additional contact information: - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. We do not solicit donations in locations -where we have not received written confirmation of compliance. To -SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any -particular state visit http://pglaf.org - -While we cannot and do not solicit contributions from states where we -have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition -against accepting unsolicited donations from donors in such states who -approach us with offers to donate. - -International donations are gratefully accepted, but we cannot make -any statements concerning tax treatment of donations received from -outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. - -Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation -methods and addresses. Donations are accepted in a number of other -ways including checks, online payments and credit card donations. -To donate, please visit: http://pglaf.org/donate - - -Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic -works. - -Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm -concept of a library of electronic works that could be freely shared -with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project -Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support. - - -Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S. -unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily -keep eBooks in compliance with any particular paper edition. - - -Most people start at our Web site which has the main PG search facility: - - http://www.gutenberg.org - -This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. diff --git a/old/62984-0.zip b/old/62984-0.zip Binary files differdeleted file mode 100644 index 7f38c16..0000000 --- a/old/62984-0.zip +++ /dev/null diff --git a/old/62984-h.zip b/old/62984-h.zip Binary files differdeleted file mode 100644 index 3465ec8..0000000 --- a/old/62984-h.zip +++ /dev/null diff --git a/old/62984-h/62984-h.htm b/old/62984-h/62984-h.htm deleted file mode 100644 index 56b25b9..0000000 --- a/old/62984-h/62984-h.htm +++ /dev/null @@ -1,8924 +0,0 @@ -<!DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN" -"http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd"> - -<html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" lang="es" xml:lang="es"> - <head> <link rel="coverpage" href="images/cover.jpg" /> -<meta http-equiv="Content-Type" content="text/html;charset=utf-8" /> -<title> - The Project Gutenberg eBook of Cartas Americanas, -por Juan Valera. -</title> -<style type="text/css"> - -a:link {background-color:#ffffff;color:blue;text-decoration:none;} - - link {background-color:#ffffff;color:blue;text-decoration:none;} - -a:visited {background-color:#ffffff;color:purple;text-decoration:none;} - -a:hover {background-color:#ffffff;color:#FF0000;text-decoration:underline;} - -big {font-size: 130%;} - -body{margin-left:4%;margin-right:6%;background:#ffffff;color:black;font-family:"Times New Roman", serif;font-size:medium;} - -.c {text-align:center;text-indent:0%;} - -.castr {text-align:center;text-indent:0%;font-weight:bold; -margin:1em auto;} - -.cb {text-align:center;text-indent:0%;font-weight:bold;} - -.chead {text-align:center;text-indent:0%;font-weight:normal; -margin:1em auto;} - -.figcenter {margin:3% auto 3% auto;clear:both; -text-align:center;text-indent:0%;} - - h1 {margin-top:5%;text-align:center;clear:both; -font-weight:normal;color:red;} - - h2 {margin-top:4%;margin-bottom:2%;text-align:center;clear:both; - font-size:150%;font-weight:normal;font-family:sans-serif, serif;} - -.regg {margin-top:4%;margin-bottom:2%;text-align:center;clear:both; - font-size:130%;font-weight:bold;font-family:serif;} - - h3 {margin:4% auto 2% auto;text-align:center;clear:both; -font-size:130%;font-weight:normal;} - - hr {width:90%;margin:2em auto 2em auto;clear:both;color:black;} - - hr.full {width: 60%;margin:2% auto 2% auto;border-top:1px solid black; -padding:.1em;border-bottom:1px solid black;border-left:none;border-right:none;} - - img {border:none;} - -.nind {text-indent:0%;} - - p {margin-top:.2em;text-align:justify;margin-bottom:.2em;text-indent:4%;} - -.pagenum {font-style:normal;position:absolute; -left:95%;font-size:55%;text-align:right;color:gray; -background-color:#ffffff;font-variant:normal;font-style:normal;font-weight:normal;text-decoration:none;text-indent:0em;} -@media print, handheld -{.pagenum - {display: none;} - } - -.pdd {padding-left:2em;text-indent:-1em;} - -.r {text-align:right;margin-right: 5%;} - -.rt {text-align:right;} - -small {font-size: 70%;} - -.smcap {font-variant:small-caps;font-size:100%;} - -table {margin-top:2%;margin-bottom:2%;margin-left:auto;margin-right:auto;border:none;} - -div.poetry {text-align:center;} -div.poem {font-size:90%;margin:auto auto;text-indent:0%; -display: inline-block; text-align: left;} -.poem .stanza {margin-top: 1em;margin-bottom:1em;} -.poem span.i0 {display: block; margin-left: 0em; padding-left: 3em; text-indent: -3em;} -.poem span.i2 {display: block; margin-left: 1em; padding-left: 3em; text-indent: -3em;} -.poem span.i3 {display: block; margin-left: 2em; padding-left: 3em; text-indent: -3em;} -.poem span.i4 {display: block; margin-left: 3em; padding-left: 3em; text-indent: -3em;} -.poem span.i6 {display: block; margin-left: 4em; padding-left: 3em; text-indent: -3em;} -</style> - </head> -<body> - - -<pre> - -The Project Gutenberg EBook of Cartas americanas, by Juan Valera - -This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with -almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or -re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included -with this eBook or online at www.gutenberg.org/license - - -Title: Cartas americanas - -Author: Juan Valera - -Release Date: August 20, 2020 [EBook #62984] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK CARTAS AMERICANAS *** - - - - -Produced by Chuck Greif and the Online Distributed -Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This file was -produced from images available at The Internet Archive) - - - - - - -</pre> - -<hr class="full" /> - -<div class="figcenter"> -<img src="images/cover.jpg" height="550" alt="[Image of the bookcover unavailable." /> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="page_i" id="page_i">{i}</a></span></p> - -<p class="cb">BIBLIOTECA DE AUTORES CÉLEBRES<br /><br /><br />I -</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="page_ii" id="page_ii">{ii}</a></span> </p> - -<p class="c">OBRAS DE DON JUAN VALERA</p> - -<p class="c">DE VENTA EN ESTA CASA</p> - -<table border="0" cellpadding="2" cellspacing="0" summary=""> -<tr><td class="pdd">PEPITA JIMÉNEZ; octava edición; un volumen en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">ptas.</td></tr> -<tr><td class="pdd">LAS ILUSIONES DEL DOCTOR FAUSTINO; dos volúmenes en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">DAFNIS Y CLOE (traducción del griego); un volumen en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">3</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">ESTUDIOS CRÍTICOS; segunda edición; tres volúmenes en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">9</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">DISERTACIONES Y JUICIOS LITERARIOS; dos volúmenes en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">6</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">CUENTOS Y DIÁLOGOS; un volumen en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">ALGO DE TODO: un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">PASARSE DE LISTO; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">POESÍA Y ARTE DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA Y SICILIA (traducción del alemán); tres volúmenes en 12.º</td><td class="rt" valign="bottom">9</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">DOÑA LUZ; un volumen en 8.º</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">TENTATIVAS DRAMÁTICAS; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">2,50</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">CANCIONES, ROMANCES Y POEMAS; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">CUENTOS, DIÁLOGOS Y FANTASÍAS; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">NUEVOS ESTUDIOS CRÍTICOS; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">PEPITA JIMÉNEZ y EL COMENDADOR MENDOZA; un ídem íd.</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">DOÑA LUZ y PASARSE DE LISTO; un ídem íd</td><td class="rt" valign="bottom">5</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -<tr><td class="pdd">APUNTES SOBRE EL NUEVO ARTE DE ESCRIBIR NOVELAS; un tomo en 8.º de 263 páginas</td><td class="rt" valign="bottom">3</td><td class="c" valign="bottom">»</td></tr> -</table> - -<hr style="width: 45%;" /> - -<p>Á la primera serie de las <b>Cartas americanas</b> de D. Juan Valera seguirá -muy en breve un tomo conteniendo poesias inéditas del gran poeta D. José -Zorrilla.</p> - -<p>Para los tomos sucesivos de esta <i>Biblioteca</i> contamos con obras de los -Sres. D. José Zorrilla, don Juan Facundo Riaño, D. Gaspar Núñez de Arce, -don Manuel del Palacio, D. Ramón Rodriguez Correa, D. Jacinto Octavio -Picón, D. Salvador Rueda y otros.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="page_iii" id="page_iii">{iii}</a></span> </p> - -<hr style="width: 45%;" /> - -<p class="cb">BIBLIOTECA DE AUTORES CÉLEBRES</p> - -<h1>CARTAS AMERICANAS</h1> - -<p class="cb"><big>DON JUAN VALERA</big><br /> -<br /> -PRIMERA SERIE<br /> -<br /> -<img src="images/colo.png" -width="80" -alt="" -/><br /> -<br /> -MADRID<br /> -FUENTES Y CAPDEVILLE<br /> -——<br /> -M DCCC LXXXIX<br /><br /><br /> - -<span class="pagenum"><a name="page_iv" id="page_iv">{iv}</a></span><br /> -<br /> -ES PROPIEDAD<br /> -<br /> -<small>MANUEL MINUESA DE LOS RÍOS, IMPRESOR<br /> -Miguel Servet, 13—Teléfono 651<br /></small> -<span class="pagenum"><a name="page_v" id="page_v">{v}</a></span></p> - -<table border="1" cellpadding="5" cellspacing="0" summary=""> -<tr><td align="left"><a href="#INDICE">AL ÍNDICE</a></td></tr> -</table> - -<hr style="width: 45%;" /> - -<h2 class="regg"><span class="smcap">Al Excmo. Señor</span><br /><br /> -Don Antonio Cánovas del Castillo</h2> - -<p>Mi querido amigo: Como pobre muestra de la buena amistad que, desde hace -años, me une á Ud., y de la gratitud que le debo por el benigno prólogo -que escribió para mis novelas, dedico á Ud. este librito, donde van -reunidas algunas de mis cartas sobre literatura de la América española.</p> - -<p>Espero que sea Ud. indulgente conmigo y que acepte gustoso la ofrenda, á -pesar de su corta ó ninguna importancia.</p> - -<p>Yo entiendo, sin afectación de modestia, que mi trabajo es ligerísimo; -pero la intención que me mueve y el asunto de que trato le prestan -interés, del cual Ud., que con tanto fruto cultiva la historia política -de nuestra nación, sabrá estimar el atractivo.</p> - -<p>Breve fué la preponderancia de los hombres de nuestra Península en el -concierto de las cinco ó seis naciones europeas que crearon la moderna -civilización y por toda la tie<span class="pagenum"><a name="page_vi" id="page_vi">{vi}</a></span>rra la difundieron; mas, á pesar de la -brevedad, la preponderancia fué gloriosa y fecunda. Completamos casi, -gracias á navegantes y descubridores atrevidos y dichosos, el -conocimiento del planeta en que vivimos; ampliando el concepto de lo -creado, despertamos é hicimos racional el anhelo de explorarlo y de -explicarlo por la ciencia; abrimos y entregamos á la civilización -inmensos continentes é islas; y luchamos con fe y con ahinco, ya que no -con buena fortuna, porque la excelsa y sacra unidad de esa civilización -no se rompiera.</p> - -<p>Nuestra caída fué tan rápida y triste como portentosa fué nuestra -elevación por su prontitud y magnificencia. Tiempo há que usted, con -tanto saber como ingenio crítico, procura investigar las causas. Yo, por -mi parte, ora me inclino á imaginar que lo colosal del empeño nos agotó -las fuerzas; ora que por combatir en favor de principios que iban á -sucumbir, sucumbimos con ellos; ora que la perseverante energia de la -voluntad nos dió el imperio, en momento propicio, cuando por la -invención de la pólvora y de la imprenta prevalecieron las calidades del -espíritu sobre la fuerza material y bruta; imperio, que perdimos pronto, -cuando vino á prevalecer otra fuerza, también material, aunque más -alambicada: la que nace de las riquezas, creadas por la industria y por -el trabajo metódico, bien ordenado, y combinado con el ahorro, en todo -lo cual no descollamos nunca.<span class="pagenum"><a name="page_vii" id="page_vii">{vii}</a></span></p> - -<p>No son mías, sino en muy pequeña parte, esta atrevida opinión y esta más -atrevida explicación de tan alto punto histórico: son de aquel -discretísimo fraile dominicano Tomás Campanella, que dice: <i>At postquam -astutia plus valuit fortitudine, inventaeque typographiae et tormenta -bellica, rerum summa rediit ad hispanos, homines sane impigros, fortes -et astutos.</i></p> - -<p>Como quiera que sea, nuestra decadencia llegó, á mi ver, á su colmo, en -el primer tercio de este siglo, cuando acabó de desbaratarse el imperio -que habíamos fundado, naciendo de la separación de las colonias muchas -independientes Repúblicas.</p> - -<p>Continuas guerras civiles, y estériles y sangrientas revoluciones, aquí -y allí, nos trajeron á tan mísero estado, que nuestros corazones se -abatieron, y del abatimiento nació la recriminación desdeñosa.</p> - -<p>Los americanos supusieron que cuanto malo les ocurría era transmisión -hereditaria de nuestra sangre, de nuestra cultura y de nuestras -instituciones. Algunos llegaron al extremo de sostener que, si no -hubiéramos ido á América y atajado, en su marcha ascendente, la cultura -de Méjico y del Perú, hubiera habido en América una gran cultura -original y propia. Nosotros, en cambio, imaginamos, ya que las razas -indígenas y la sangre africana, mezclándose con la raza y sangre -españolas, las viciaron é incapacitaron; ya que bastó á los criollos el -pecado<span class="pagenum"><a name="page_viii" id="page_viii">{viii}</a></span> original del españolismo para que, en virtud de ineludible ley -histórica, estuviesen condenados á desaparecer y perderse en otras razas -europeas, más briosas y entendidas.</p> - -<p>El mal concepto que formamos unos de otros, al transcender de la -desunión política, estuvo á punto de consumar el divorcio mental, -cimentado en el odio y hasta en el injusto menosprecio.</p> - -<p>Miras y proyectos ambiciosos, renacidos en España, en ocasiones en que -esperábamos salir de la postración, como los conatos de erigir un trono, -en el Ecuador ó en Méjico, para un príncipe ó semipríncipe español, y -empresas y actos impremeditados, como la anexión de Santo Domingo, la -guerra contra Chile y el Perú y la expedición á Méjico, aumentaron la -malquerencia de la metrópoli y de las que fueron sus colonias.</p> - -<p>Durante este período, si la cultura inglesa hubiese sido más -comunicativa, hubiera penetrado en las repúblicas hispano-americanas; -pero no lo es, y así apenas se sintió su influjo. Francia, por el -contrario, ejerció poderosamente el suyo, que es tan invasor, é informó -el movimiento intelectual y fomentó el progreso de la América española, -aunque sin borrar, por dicha, ni desfigurar su ser castizo y las -condiciones esenciales de su origen.</p> - -<p>Hoy parecen ó terminados ó mitigados, tanto en América como en España, -aquella fiebre de motines y disturbios, y aquel desa<span class="pagenum"><a name="page_ix" id="page_ix">{ix}</a></span>sosiego incesante -de la soldadesca, movida por caudillos ambiciosos, no siempre ilustrados -y capaces, y aquel malestar que era consiguiente.</p> - -<p>Más sosegados y menos miserables, así los pueblos de la América española -como los de esta Península, se observan con simpática curiosidad, -deponen los rencores, confían en el porvenir que les aguarda; y, sin -pensar en alianzas ni confederaciones que tengan fin político práctico, -pues la suma de tantas flaquezas nada produciría equivalente á los -medios y recursos de cualquiera de los cuatro ó cinco Estados que -predominan, piensan en reanudar sus antiguas relaciones, en estrechar y -acrecentar su comercio intelectual, y en hacer ver que hay en todos los -países de lengua española cierta unidad de civilización que la falta de -unidad política no ha destruído.</p> - -<p>Así va concertándose algo á modo de liga pacífica. Para los -circunspectos y juiciosos es resultado satisfactorio el reconocer que la -literatura española y la hispano-americana son lo mismo. Contamos y -sumamos los espíritus, y no el poder material, y nos consolamos de no -tenerle. Todavía, después de la raza inglesa, es la española la más -numerosa y la más extendida por el mundo, entre las razas europeas.</p> - -<p>A restablecer y conservar esta unidad superior de la raza no puede -desconocerse que ha contribuído como nadie la Academia Es<span class="pagenum"><a name="page_x" id="page_x">{x}</a></span>pañola. Las -Academias correspondientes, establecidas ya en varias Repúblicas, forman -como una confederación literaria, donde el centro académico de Madrid, -en nombre de España, ejerce cierta hegemonía, tan natural y suave, que -ni engendra sospechas, ni suscita celos ó enojos.</p> - -<p>En esta situación, se diría que nos hemos acercado y tratado. Apenas hay -libro, que se escriba y se publique en América, que no nos le envíe el -autor á los que en España nos dedicamos á escribir para el público. Yo, -desdo hace seis ó siete años, recibo muchos de estos libros, pocos de -los cuales entran aún en el comercio de librería, aquí desgraciadamente -inactivo.</p> - -<p>Cualquiera que procure darlos á conocer entre nosotros, creo yo que -presta un servicio á las letras, y contribuye á la confirmación de la -idea de unidad, que persiste, á pesar de la división política.</p> - -<p>La América española dista mucho de ser mentalmente infecunda.</p> - -<p>Desde antes de la independencia compite con la metrópoli en fecundidad -mental. En algunos países, como en Méjico, se cuentan los escritores por -miles, antes de que la República se proclamase. Después, y hasta hoy, la -afición á escribir y la fecundidad han crecido. En ciencias naturales y -exactas, y en industria y comercio, la América inglesa, ya -independiente, ha florecido más; pero en letras es lícito decir sin -jactancia que, así<span class="pagenum"><a name="page_xi" id="page_xi">{xi}</a></span> por la cantidad como por la calidad, vence la -América española á la América inglesa.</p> - -<p>Tal vez se acuse á la América española de exuberancia en la poesía -lírica; pero ya se advierten síntomas de que esto habrá de remediarse, -yendo parte de la savia que hoy absorbe el lirismo á emplearse en -vivificar otras ramas del árbol del saber y del ingenio. La crítica, la -jurisprudencia, la historia, la geografía, la lingüística, la filosofía -y otras severas disciplinas cuentan ya en América con hábiles, -laboriosos y afortunados cultivadores. Baste citar, en prueba, y según -acuden á mi memoria, los nombres de Alamán, Calvo, García Icazbalceta, -Bello, Montes de Oca, Rufino Cuervo, Miguel Antonio Caro, Arango y -Escandón, Francisco Pimentel, Liborio Cerda y Juan Montalvo.</p> - -<p>Mis cartas carecen de verdadera unidad. Son un conato de dar á conocer -pequeñísima parte de tan extenso asunto. Las dirijo á autores que me han -enviado sus libros. No son obra completa, sino muestra de lo que he de -seguir escribiendo, si el público no me falta. Como noticias y juicios -aislados, sólo podrán ser un día un documento más para escribir la -historia literaria de <i>las Españas</i> en el siglo presente. Porque las -literaturas de Méjico, Colombia, Chile, Perú y demás repúblicas, si bien -se conciben separadas, no cobran unidad superior y no son literatura -general hispano-americana, sino en virtud<span class="pagenum"><a name="page_xii" id="page_xii">{xii}</a></span> de un lazo, para cuya -formación es menester contar con la metrópoli.</p> - -<p>En fin, tal cual es este librito, yo tengo verdadera satisfacción en -dedicársele á Ud., aprovechando esta ocasión de reiterarle el testimonio -de la gratitud que le debo y de la amistad que siempre le he -consagrado.<span class="pagenum"><a name="page_1" id="page_1">{1}</a></span></p> - -<h1><a name="CARTAS_AMERICANAS" id="CARTAS_AMERICANAS"></a>CARTAS AMERICANAS</h1> - -<h2><a name="SOBRE_VICTOR_HUGO" id="SOBRE_VICTOR_HUGO"></a>SOBRE VÍCTOR HUGO</h2> - -<p class="r"> -<i>27 de Febrero de 1888.</i><br /> -</p> - -<p class="chead">Á UN DESCONOCIDO</p> - -<p>Muy señor mío: La carta que Ud. me dirige, ocultando su nombre, llegó á -mi poder pocos días há con el periódico en que viene inserta, <i>La -Miscelánea</i>, revista literaria y científica que se publica en Medellín, -república de Colombia. A pesar de lo indulgente, fino y hasta cariñoso -que está Ud. conmigo, lo cual me lisonjea en extremo, no he de negar, -aunque lo achaque Ud. á soberbia, que me han dolido sus impugnaciones y -que me siento picado y estimulado á replicar á ellas. Ya hace meses que -recibí otra revista colombiana, que también me impugnaba y por el mismo -motivo. El que escribió este otro artículo en contra mía y le publicó en -la revista de Bogotá titulada <i>El Telegrama</i>, daba su nombre: era el Sr. -Rivas Groot, á quien debe Ud. de conocer.</p> - -<p>A él y á Ud. voy á contestar en esta carta, á ver si logro justificarme.</p> - -<p>No es posible que Ud. se figure bien cuánto nos halaga, á los que en -esta Península, donde<span class="pagenum"><a name="page_2" id="page_2">{2}</a></span> se lee poquísimo, nos dedicamos á la literatura, -que por esas regiones transatlánticas nos lean ustedes y nos hagan algún -caso.</p> - -<p>Así es que deseamos conservar el buen concepto en que Uds. tan -generosamente nos tienen, y defendernos de cualquiera inculpación que -tire á menoscabarle.</p> - -<p>Usted y el Sr. Rivas Groot me acusan de Zoilo; de que procuro rebajar el -mérito de Víctor Hugo. Pero aunque fuera así, ¿es Víctor Hugo -inexpugnable y está por cima de toda crítica? Los fallos que se han dado -en su favor, ¿son tan sin apelación que le dejen más á salvo de todo -ataque que á Calderón ó á Shakspeare, pongo por caso? Pues bien: el -valor de estos dos insignes poetas ha sido de harto distinta manera -ponderado y tasado. ¿Qué distancia no hay entre el mediano aprecio que -concede Sismondi á Calderón y la idolatría con que le veneran Schack y -ambos Schlegel? ¿Seguiremos á Voltaire y á Moratín, ó á Emerson y á -Carlyle, para marcar los grados de entusiasmo que debe inspirarnos el -autor de <i>Hamlet</i>?</p> - -<p>La verdad es que si hay una inconcusa filosofía del arte, una estética -perenne, no se funda en ella hasta ahora ningún inalterable código -universal, ó sea ordenada recopilación de reglas con sujeción á las -cuales se ejerza la crítica. Y aun dado que el código exista, yo creo -que ha de ser difícil de interpretar y de aplicar, cuando tanta -discrepancia se nota en los juicios, no ya sobre un singular autor, sino -sobre siglos enteros de la literatura de todas las naciones.<span class="pagenum"><a name="page_3" id="page_3">{3}</a></span></p> - -<p>Hasta hace pocos años la critica ilustrada afirmaba que casi toda -literatura era bárbara é insufrible, salvo en los cuatro siglos de -Pericles, Augusto, León X y Luis XIV, á los cuales correspondían las -cuatro Poéticas de Aristóteles, Horacio, Vida y Boileau. Ahora hemos -venido á dar en el extremo contrario. El <i>Mahabarata</i>, el <i>Ramayana</i>, -los <i>Edas</i> y el <i>Nibelungenlied</i>, parecen á muchos mejor que la -<i>Eneida</i>, y el <i>Minnegesang</i> mejor que las Odas de Píndaro y del -Venusino.</p> - -<p>Sin duda que se ha adelantado mucho en Estética. Sin duda que la -erudición ha traído de remotos países ó ha desenterrado del polvo de las -Bibliotecas ignorados tesoros literarios. Idiomas, civilizaciones -enteras, himnos, dramas, epoyeyas, todo ha vuelto á la luz. Ha habido y -hay renacimiento universal y cosmopolita. Pero ¿no recela Ud. que tanta -novedad nos deslumbre y atolondre? ¿No podremos decir, citando lo del -antiguo romance,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Con la grande polvareda<br /></span> -<span class="i0">Perdimos á don Beltrane?<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Y este don Beltrane, en el caso presente, ¿no será quizás el sentido -común, ó, mejor dicho, el recto y reposado juicio?</p> - -<p>La crítica antes no era tan profunda: no se fundaba en filosofías, que -el crítico á menudo no entiende, sino que se fundaba en cualquiera de -las cuatro ya citadas Poéticas, ó en todas ellas, á cuyos preceptos, -convengo en que muy literalmente interpretados, solía ceñirse el que -critica<span class="pagenum"><a name="page_4" id="page_4">{4}</a></span>ba; pero hoy se va éste por los cerros de Úbeda, arma un -caramillo de sutilezas, abre abismos rellenos de inefables sentimientos -y pensamientos, y se empeña en convencernos de todo lo que se le antoja, -haciéndonos tragar como sublimidades mil rarezas y como maravillas del -<i>genio</i> mil extravagancias.</p> - -<p>Contra estas extravagancias y rarezas, que yo no quiero tragar, y de -cuya bondad no logra nadie convencerme, es contra lo que yo voy. A -Víctor Hugo, aunque abunda en ellas como el conjunto de mil autores de -los más extravagantes, yo le celebro, tal vez en demasía. Yo he llegado -á decir que pongo á Víctor Hugo en el trono como rey de los poetas de -nuestro siglo por su fecundidad, por su pujanza de imaginación y por -otras prendas, si bien Goethe era más profundo y más sabio; y Leopardi, -que también sabía más, era más elegante, y más sentido, y más limpio y -hermoso en la forma; y Manzoni y Whittier y Quintana, más firmes, -constantes, fieles y sinceramente convencidos en sus opiniones y -doctrinas; y Zorrilla, más espontáneo, más rico de frescura y menos dado -á rebuscar pomposidades enormes para llamar la atención.</p> - -<p>Sin rayar en delirio no se puede hacer mayor elogio de Víctor Hugo, á -pesar de las cortapisas. Ni Ud. ni el Sr. Rivas Groot debieran ponerme -pleito, sino los aficionados de Espronceda, de Heine, de Shelley, de -Byron, de Moore, de Tennyson, de Garrett, de Miskiewicz, de Lermontoff, -de Puschkin y de tantos otros á quienes dejo tamañitos.<span class="pagenum"><a name="page_5" id="page_5">{5}</a></span></p> - -<p>Y no hay contradicción en mí, como supone el Sr. Rivas Groot. Si hay -contradicción, está en la misma naturaleza de las cosas. Ni yo me -contradigo elogiando en general y tratando luego, en los pormenores, de -hacer añicos el ídolo que he levantado. El ídolo quedaría en pie, aunque -de mi voluntad dependiese derribarle; pero lo que hay en él de feo y de -deforme no se lo quitarán de encima sus más elocuentes adoradores.</p> - -<p>¿Fué ó no fué Góngora un excelente é inspirado poeta? ¿Quién se atreverá -á negar que lo fué? Sus romances, sus letrillas, algunos sonetos, la -canción á la Invencible Armada, dan de ello claro é irrefragable -testimonio. Hasta en el <i>Polifemo</i> y en las <i>Soledades</i> su ingenio -resplandece. Pero ¿será menester, á fin de no incurrir en contradicción, -cerrar los ojos y no ver los desatinos, las extravagancias y el perverso -gusto que afean las <i>Soledades</i>, el <i>Polifemo</i> y otras obras de mi -egregio paisano?</p> - -<p>Hágase Ud. cuenta de que Víctor Hugo es algo semejante: es un Góngora -francés de nuestros días. Ha escrito más que Góngora, y ha tenido más -aciertos, y ha creado más bellezas que Góngora; pero también ha dicho -muchísimos más disparates. Si me pusiera yo á sacarlos á relucir, ni en -cuatro ó cinco tomos gordos lo conseguiría. Me remito, por lo tanto, y -para abreviar, á los que ya puse en mis <i>Apuntes sobre el nuevo arte de -escribir novelas</i>. Si todo lo citado allí no es desatinado, por la forma -ó por el fondo, ó por forma y fondo á la vez, sin duda que soy yo el -desatinado, y no discuto y me doy por vencido.<span class="pagenum"><a name="page_6" id="page_6">{6}</a></span> Al público imparcial y -juicioso apelo. Aquí sólo voy á replicar á las razones que da Ud. para -demostrar que dos ó tres de esas frases, que cito yo como grotescas, -encierran pensamientos profundos y son como un pozo de insondables -filosofías.</p> - -<p>Á Nuestro Señor Jesucristo se le representa simbólicamente bajo el -nombre de <i>león</i> y bajo la figura de <i>cordero</i>. Es el León de Judá, es -el Cordero de Dios, que lleva los pecados del mundo; pero ambos nombres -están ya consagrados: por cerca de veinte siglos el de <i>cordero</i>, y el -de <i>león</i> por mucho más: lo menos desde los tiempos de Isaías. Ambos -nombres de <i>león</i> y de <i>cordero</i> responden á un simbolismo propio de las -lenguas y costumbres del antiguo Oriente. Y en el día de hoy no chocan, -antes gustan, bien empleados, aunque no se apliquen á Cristo. De un -militar animoso y fuerte se dice que es un león, y de un joven inocente -y manso se puede decir, en son de elogio, que es un cordero. Pero, señor -desconocido, por las ánimas benditas, ¿habilita esto y faculta á nadie -para llamar también á Cristo <i>inmensa lechuza de luz y de amor</i>, aunque -en francés sea más eufónico que en castellano el nombre de lechuza? Las -comparaciones de dioses, de héroes, de semidioses y hasta de hombres con -animales no se aguantan hoy, ni se oyen sin risa, como no sean de las ya -consagradas por miles de años, ó de las que se hacen con suma habilidad, -entre las cuales no es posible poner la de lechuza aplicada á Cristo, -aunque la lechuza sea emblema de vigilancia, de sabiduría y de otras -cosas muy esti<span class="pagenum"><a name="page_7" id="page_7">{7}</a></span>mables. En lo antiguo había cierta candidez que consentía -esto; pero ¿cómo tomar hoy la misma venia? Homero compara á los -guerreros á las moscas, que acuden á un tarro de leche, y á las grullas, -que van á combatir á los pigmeos, y compara á Ulises con un carnero -lanudo, y á Ayax, defendiendo el cuerpo de Patroclo, á pesar de tanto -troyano como embiste y cae sobre él, á un burro terco y hambriento, que -sigue pastando, á pesar de los muchos villanos armados de estacas que le -sacuden para alejarle del pasto. Todo esto es precioso, y nos hace -muchísima gracia en Homero; pero ¿quién no se burlaría ó se indignaría -si comparásemos hoy á Napoleón I á un carnero lanudo, y á Daoiz y á -Velarde, que se defienden con igual obstinación que Ayax, á lo mismo que -Homero compara á Ayax?</p> - -<p>Además, Víctor Hugo no se limita á comparar. Con su estilo enfático hace -más: transforma. No es Cristo como una lechuza ó semejante á una -lechuza, sino que es lechuza.</p> - -<p>Sobre otra de mis citas trata Ud. de darme una lección, pero sin motivo. -El vocablo francés <i>crachat</i> significa vulgarmente placa de comendador ó -de caballero gran cruz. Convenido. ¿Cómo he de ignorar yo esto, por -poquísimo francés que sepa? Lo que me sucedió es que al traducir</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0"><i>L’univers étoilé est un crachat de Dieu</i>,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">hallé más grotesca aún la traducción que usted hace que la que yo hice.<span class="pagenum"><a name="page_8" id="page_8">{8}</a></span></p> - -<p>Yo no podía figurarme al Padre Eterno de uniforme, con sus grandes -cruces colgando, y hasta con espadín y sombrero de tres picos. Vea usted -por qué no traduje que el cielo estrellado era la placa de Dios. Pase -porque sea el cielo estrellado el manto de Dios, su vestidura, su -túnica; pero su <i>crachat</i>....., vamos, esto es ya demasiado. Todavía, á -pesar del alto concepto metafísico y todo espiritual que hoy tenemos de -Dios, se consiente que, por la larga costumbre, nos le representemos, -valiéndonos de imagen material, como un anciano venerable, con luengas y -flotantes vestiduras. Lo que no se puede sufrir es representarle con -uniforme de ministro y con placas, aunque sean estas placas soles. Sin -duda que uniforme y placas tan desmedidos tienen cierta sublimidad -matemática, y corresponden á la inmensidad de Dios por lo extenso; pero -hay bastante grosería materialista y risible en figurarse á Dios así, -como un ser excesivamente corpulento y vestido á la moda de nuestros -días.</p> - -<p>Además, habiendo en francés la palabra <i>placa</i>, valerse de la palabra -<i>crachat</i>, más innoble y muy anfibológica, me pareció tan fuera de lo -que se usa, que no quise yo persuadirme de que Víctor Hugo hacía de Dios -un <i>Monsieur décoré</i>. Entendí, pues, que la intención de Víctor Hugo era -la de buscar, no la sublimidad matemática extensa, sino la sublimidad -dinámica, y traduje suavizando, y aun creo que no traduje mal, <i>El cielo -estrellado es un esputo de Dios</i>. La imagen tiene de esta suerte sabor á -poema indio, y hace más grande y poderoso á Dios escupiendo el mundo<span class="pagenum"><a name="page_9" id="page_9">{9}</a></span> -que llevándole colgado en el uniforme como una venera.</p> - -<p>Más natural que llevar colgado el universo, es en un Dios creador -lanzarle de su boca. Algo, aunque al revés, recuerdo yo haber leído en -el <i>Ramayana</i>. Siva, el dios destructor, se encoleriza contra los -sesenta mil hijos del rey Sagara y de su legitima esposa Sumatis, -hermana de Garuda, rey de los pájaros, porque estos príncipes han hecho -doscientas mil insolencias y travesuras, y, sin respeto ni consideración -á las tortugas y elefantes colosales que sostienen la pesadumbre del -mundo, han bajado al abismo. Entonces Siva da un resoplido con las -narices, y los sesenta mil héroes quedan reducidos á ceniza.</p> - -<p>En edades primitivas, cuando, para el vulgo al menos, la idea de la -Divinidad tenía no poco de infantil, es esto extremadamente sublime; -pero en nuestra edad, el poeta que nos quiera representar á Dios -valiéndose de imágenes materiales, por gigantescas que sean, se expone, -á mi ver, á dar en lo ridículo al ir á buscar lo sublime.</p> - -<p>En resolución, y como Ud. mismo declara, yo elogio mucho á Víctor Hugo. -La diferencia entre usted y el Sr. Rivas Groot por un lado, y yo por -otro, está en que yo le elogio á pesar de sus pecados, y Ud. y su -compatriota encarecen el elogio hasta declararle impecable.</p> - -<p>Acaso consista esta diferencia en que Ud. se deja guiar en sus juicios -por una estética muy encumbrada, mientras que yo, aunque gusto de la -estética, y creo que para cierta crítica afirmativa es indispensable, -todavía estimo los anti<span class="pagenum"><a name="page_10" id="page_10">{10}</a></span>guos preceptos de las Poéticas, fundadas sólo -acaso en el sentido común, en el buen gusto y en la observación y el -estudio, y creo que dichos preceptos, si no valen para descubrir -bellezas y sublimidades, son infalibles y seguros en lo tocante á -señalar los verdaderos defectos. Y es indudable que estos defectos deben -señalarse, sobre todo en los autores famosos, á quienes suelen imitar -los que empiezan, imitando con más frecuencia los extravíos, porque son -más fáciles de imitar.</p> - -<p>Sólo me queda por decir que agradezco á usted mucho las muestras de -afecto y de estimación que me da en su carta, la cual, aunque no sea -sino por esto, no he querido dejar sin contestación.<span class="pagenum"><a name="page_11" id="page_11">{11}</a></span></p> - -<h2><a name="EL_PERFECCIONISMO_ABSOLUTO" id="EL_PERFECCIONISMO_ABSOLUTO"></a>EL PERFECCIONISMO ABSOLUTO</h2> - -<p class="r"> -<i>12 de Marzo de 1888.</i><br /> -</p> - -<p class="chead"> -<span class="smcap">Á D. Jesús Ceballos Dosamantes</span><br /> -</p> - -<h3>I</h3> - -<p>Muy estimado señor mío: Con grande contento y satisfacción de amor -propio he recibido la carta de Ud. y el ejemplar, que la acompañaba, del -interesante libro que Ud. acaba de publicar en esa ciudad de México, y -cuyo título es <i>El perfeccionismo absoluto. Bases fundamentales de un -nuevo sistema filosófico.</i></p> - -<p>Harto bien comprendo el enorme disgusto de usted, después de haber -condenado todas las creencias de sus mayores, renegado de ellas y -quedándose sin fe en nada, sin religión y sin filosofía. Pero si lo que -Ud. piensa ahora no es ilusión, nunca el refrán <i>no hay mal que por bien -no venga</i> pudo ser traído más á cuento. Lícito es afirmar entonces que -la tristísima situación de ánimo en que Ud. se puso, sus dudas y -negaciones ultracartesianas, y el vago y vacilante punto de apoyo que -sólo sostenía, al borde de un abismo el inseguro ingenio de Ud., fueron -á modo de<span class="pagenum"><a name="page_12" id="page_12">{12}</a></span> trampolín, que dió empuje á dicho ingenio para brincar y -encaramarse á una altura adonde en balde han aspirado á subir los -sabios, desde Pitágoras, ó desde mucho antes, hasta nuestros días.</p> - -<p>El triunfo de que Ud. se jacta es tan estupendo, es tan soberbio el -<i>eureka</i> de Ud., y es tan precioso el hallazgo, que no ha de extrañar -Ud. ni tomar á mal que yo dude de todo y no acepte nada sin examen. -Usted me honra y me lisonjea mucho consultándome; pero me consulta á -titulo de escéptico, y yo desempeñaría pérfidamente mi papel si no -mostrase mi escepticismo, en lo esencial al menos.</p> - -<p>En lo restante, para no pecar de prolijo, voy á convenir con Ud., y aun -voy á ir más allá: voy á dar por demostrado é innegable, así lo que Ud. -supone descubierto ya por la ciencia experimental, como las hipótesis -plausibles que Ud. aventura.</p> - -<p>De esta suerte, Ud. y yo coincidiremos en la idea que de todo el -universo formamos, y en la marcha que siguen cuantas cosas hay en él, y -principalmente el humano linaje, aproximándose cada vez más á la -perfección.</p> - -<p>Yo sé poquísimo de ciencias naturales y exactas; pero el saber de los -otros suplirá mi saber, y yo me fiaré de lo que Ud. y otros aseguren, y -lo tomaré por cierto.</p> - -<p>No es del caso entrar en pormenores. Voy á decir, en resumen, lo que -tenemos averiguado.</p> - -<p>En el espacio infinito hay innumerable muchedumbre de soles. Poco nos -importa determinar aquí si estos soles giran en torno de otros soles<span class="pagenum"><a name="page_13" id="page_13">{13}</a></span> -centrales, se están quietos, ó qué es lo que hacen. Nuestro sol, que es -medianejo, no ha de ser privilegiado ni el único que gaste el lujo de -tener planetas y cometas. Luego habrá de fijo planetas y cometas en -otros soles, y cada uno de ellos formará un sistema solar. Como el globo -en que vivimos, con ser bastante ruin, tiene plantas, animales y -hombres, no podemos negar, sin injusticia y sin soberbia, plantas, -animales y hombres á los otros planetas de nuestro sol, y á los planetas -de otros soles, y á los soles mismos. El modo de vivir, los usos y -costumbres y el ser orgánico de los vivientes serán muy diversos en cada -astro, porque el clima debe de serlo también; pero en cuanto á entender -y á discurrir, por todas partes habrá identidad. En todas partes, tres y -dos serán cinco; dos cosas iguales á una tercera, serán iguales entre -sí; nada podrá ser y no ser al mismo tiempo, etc.</p> - -<p>En lo que nos diferenciaremos será en la cantidad y no en la calidad del -entendimiento. Podemos presumir que en tal planeta están más atrasados -que en éste, y en tal otro están más adelantados. Y podemos presumir -también que hay castas de animales racionales, en otros planetas, -superiores por naturaleza á los que aquí hay; ya que, aun aquí mismo, en -la tierra, hay castas de hombres más listos y capaces que otros, pues no -hemos de negar que los ingleses, por ejemplo, son, hasta por naturaleza, -y no sólo por educación, superiores á los zulúes.</p> - -<p>Dadas ya esta variedad y abundancia de seres que vemos, columbramos ó -suponemos, y con<span class="pagenum"><a name="page_14" id="page_14">{14}</a></span> asiento nosotros en este teatro, donde asistimos á un -espectáculo que no tiene fin, ni en el espacio, ni en el tiempo, ó, si -le tiene, va más allá ese fin de la más audaz imaginación y no sólo de -los ojos, tratemos de explicar el origen del espectáculo mismo, si -origen tuvo, y cuál podrá ser su término ó su desenlace, si alguna vez -le tiene. Si hacemos bien esto, construiremos, sin duda, una filosofía -verdadera, y por lo tanto perenne, lo cual no será sólo para mera -curiosidad, sino será asunto de inmenso interés para todos los hombres, -ya que nos hará ver claro cuál es nuestro destino futuro y las causas y -propósitos de cuanto existe.</p> - -<p>Yo creo que, á pesar del telescopio y del espectroscopio, no estamos aún -muy al corriente de lo que pasa en el universo, y que, por arte -experimental ó de observación, sólo conocemos del universo un mezquino -rinconcillo, y éste mal y de modo somero. Me allano, no obstante, á -aceptar con Ud. lo que Ud., no por experiencia, sino por analogía -infiere, y doy por verdad el progreso como ley cósmica.</p> - -<p>Dice Ud. que nada sale de la nada, y que la sustancia, la materia prima, -lo que es, llámese como se llame, existe <i>ab aeterno</i>. Sea así. Aunque -se me ocurre una grave dificultad, no quiero reparar en ella. Toda la -sustancia ha estado en el caos hasta que el universo empezó á formarse. -Salió del caos el calor, salió la luz y empezó el progreso. Si -supusiésemos ó imaginásemos que antes de este universo progresivo, y -antes del caos, hubo algún otro universo que volvió á di<span class="pagenum"><a name="page_15" id="page_15">{15}</a></span>cho caos, todo -nuestro sistema se hundiría. Adiós, progreso seguro, infalible y sin -fin. Así como pudo destruirse otro universo anterior, podría éste -destruirse también, y entonces todas nuestras esperanzas de inmortalidad -saldrian hueras. Volveríamos al caos todos. Decidamos, pues, que no ha -habido ni podido haber otro universo sino el presente, y que antes de él -sólo hubo caos eterno, hasta que, hará un millón, un billón ó más de -años, se le antojó al caos organizarse, convertirse en universo y ser -progresista.</p> - -<p>Aquí tropiezo con otra dificultad; pero voy á dar un rodeo para pasar -adelante y no quedarme atascado en medio del camino.</p> - -<p>En el caos estaban, en potencia, en germen, el calor, la luz, la vida, -la inteligencia, la conciencia, etc.; pero desde el germen al -desarrollo, desde la potencia al acto, hay una distancia, hay un abismo -que no se rellena con el tiempo sólo. Por muchísimos siglos que pongamos -entre un ser que casi es no ser, entre el caos ó la materia prima y el -universo de ahora, no pondremos puente, y será menester dar un salto -audaz é inexplicable.</p> - -<p>En el caos estaba el germen de todo, como en la bellota está el germen -de la encina; pero, así como la bellota se quedará bellota y no llegará -á ser encina nunca si no le dan jugos la tierra, el agua y el aire, y -luz y calor el sol, así también el caos se hubiera quedado caos sin algo -extraño que moviese sus gérmenes. Ponga Ud. el caos como quien pone un -huevo; pero, si alguien no le empolla, huevo se quedará y no saldrá de -él<span class="pagenum"><a name="page_16" id="page_16">{16}</a></span> pajarillo. Repito, con todo, que yo soy de buen componer, y hago la -vista gorda, y paso porque el caos, por sí y ante sí, sin nada de fuera -que lo sacuda, tiene en un momento memorable el capricho de organizarse -y de dejar de ser caos.</p> - -<p>Lo primero que el caos saca entonces de sí mismo es una cosa que Ud. -llama <i>agente cósmico</i> ó <i>causa creadora</i>, como si dijéramos, un -<i>demiurgo</i>.</p> - -<p>Raro é inexplicable ser es este <i>demiurgo</i>. Tiene poder é inteligencia, -y no es persona. Desde que aparece hasta hoy, su inteligencia y su poder -van creciendo, pero sin llegar nunca á la personalidad y á la -conciencia. La conciencia y la personalidad sólo aparecen en nosotros y -sólo están en nosotros: los hombres.</p> - -<p>Mucho queda que andar al caos y al <i>demiurgo</i> ó agente cósmico, que en -él reside, para llegar á producirnos, á nosotros, seres humanos. Dejo de -señalar aquí los pasos que dan caos y <i>demiurgo</i>; y si alguien quiere -saberlos, le remito á la <i>Historia de la creación de los seres -organizados</i>, donde Ernesto Haeckel lo explica todo con tanta -puntualidad y exactitud como si hubiera seguido la pista al <i>demiurgo</i> y -hubiera presenciado sus hábiles é inteligentes, aunque inconscientes, -operaciones.</p> - -<p>Baste saber en compendio que, allá en la edad primordial, nuestro padre -común fué el <i>protoplasma</i>, organismo sin órganos: un moco, con perdón -sea dicho. Este moco, que no era moco de pavo, va progresando, á través -de las edades, y llega á ser gusano, con forma de saco. A fuer<span class="pagenum"><a name="page_17" id="page_17">{17}</a></span>za de -trabajar y luchar por la vida, consigue luego el gusano tener vértebras, -pero sin cráneo ni sesos aún. Luego se proporciona cráneo y sesos. Más -tarde adquiere mamas ó tetas. En seguida vienen los marsupiales, -transición entre el ovíparo y el vivíparo. Síguese el animal que ya pare -de veras, y de aquí el mono, y luego el mono catarrinio y con cola, -durante el período eoceno; el catarrinio pierde, en el mioceno, la cola; -y, por último, en el periodo plioceno, surge el hombre pitecoide, -<i>alalo</i> ó sin palabra. De este hombre pitecoide nacen luego, siguiendo -el progreso, los <i>ulotrixos</i>, ó gente de pelo crespo, y los -<i>lisotrixos</i>, ó gente de pelo liso; y de éstos, todas las razas humanas, -de las cuales las más bien dotadas, hasta hoy, parecen ser las -<i>euplocamas</i>, ó de cabello suave y con bucles; y de estas gentes -<i>euplocamas</i>, las más nobles son las que vinieron á establecerse á -orillas del Mar Mediterráneo, á saber: semitas, vascos, indo-europeos y -caucásicos.</p> - -<p>Yo acepto todo esto como si no hubiese la menor objeción que hacer.</p> - -<p>Tenemos, pues, los datos para nuestra filosofía. Filosofemos.</p> - -<p>El progreso es evidente y constante.</p> - -<p>Desde la monera, desde el protoplasma, desde el moco, hemos llegado á un -organismo tan complicado como el de nuestro cuerpo, y en él, por vez -primera, ha aparecido la persona, la conciencia y la reflexión, por cuya -virtud nos entendemos á nosotros mismos y á todo lo que es ó puede ser -fuera de nosotros.<span class="pagenum"><a name="page_18" id="page_18">{18}</a></span></p> - -<p>¿Acabará aquí el progreso, ó seguirá adelante? Seguirá adelante. La -historia de la humanidad lo demuestra. Ahí están todos los primores, -lindezas, galas y artefactos, leyes, vestimentas, casas y música, que -hemos inventado, desde que dejamos de ser <i>alalos</i> y rompimos á hablar, -hasta hoy, que tenemos telégrafo, teléfono, fotografía, torpedos y -dinamita.</p> - -<p>Lo extraño es, y vuelvo á uno de mis temas, que el <i>agente cósmico</i>, la -<i>causa creadora</i>, como usted la llama también, haga todo esto con -sabiduría estúpida, y sin saber lo que hace; pues si lo supiera, diría -con más razón que Virgilio: <i>Sic vos non vobis</i>. Da inteligencia, da -personalidad, da mil cosas más, y se queda sin nada. La antigua -sentencia que reza, <i>nemo dat quod in se non habet</i>, pierde aquí todo su -valor.</p> - -<p>Pero si la conciencia y la personalidad no están en el <i>agente cósmico</i> -y están sólo en cada uno de nosotros, seres humanos, como quiera que -nosotros vivimos unos cuantos años y nos morimos luego, la ley del -progreso se realizará en todo, menos en la conciencia y en la -personalidad individuales.</p> - -<p>Usted quiere que dicha ley se cumpla en todo, y para ello afirma que una -vez que tenemos persona y conciencia, y aun antes, en la sustancia donde -la conciencia y la persona están en preparación, hay inmortalidad. Según -Ud., de la materia más sutil y etérea se forman concreciones y -organismos sutilísimos, y éstas son las almas de todo; las cuales almas -van progresando, educándose y pasando de unos cuerpos en otros,<span class="pagenum"><a name="page_19" id="page_19">{19}</a></span> desde -el helecho, por ejemplo, hasta el cuerpo de Darwin. Así este ser sutil -logra aprenderlo todo por experiencia y desenvuelve sus facultades.</p> - -<p>Si estos cuerpos fluidos y etéreos son indestructibles, equivalen á lo -que antes llamábamos almas. Así se destruye el dualismo que se ponía -entre espíritu y materia. Y á la verdad, como ni de la materia ni del -espíritu conocemos la esencia, y sólo sabemos de ellos por los atributos -y efectos, yo no quiero, ni debo por lo pronto, suscitar disputa.</p> - -<p>Si Ud. da al alma humana todos los caracteres y atributos que al -espíritu dábamos antes; si usted reconoce que es una, indivisible, -sutilísima é inmortal, nada importa el nombre. Llamémosla, pues, cuerpo -fluido, ya que este cuerpo ha de correr con más que eléctrica velocidad, -por donde venga á ser como ubicuo, y ha de sustraerse á la corrupción y -á la muerte, y ha de cruzar el éter y toda la amplitud de los cielos, y -ha de conocer y ha de amar cuanto en ellos se contiene de bueno, -verdadero y hermoso.</p> - -<p>Muy bien me parece además que estas almas, para ir ascendiendo á la -perfección, necesiten de más de una vida, y hasta considero razonable la -sospecha que tiene Ud. de que el Flammarión de ahora sea Giordano Bruno -redivivo, y de que el benemérito repúblico Benito Juárez, á quien tanto -debe la democracia y autonomía mexicanas, no haya sido otro sino el rey -ó emperador Cuauhtemoc, de gloriosa memoria.</p> - -<p>Lo que se me resiste bastante es eso de que<span class="pagenum"><a name="page_20" id="page_20">{20}</a></span> nuestra alma sea neutra, y -ora se encarne en cuerpo de mujer, ora en cuerpo de hombre. Alguna -fuerza tiene el raciocinio que Ud. hace de que, si fuéramos hombres ó -mujeres siempre, no sabríamos por experiencia sino la mitad de lo que -hay que saber; pero, ¿qué quiere Ud.?....., á pesar de todo, me repugnan -esos cambalaches.</p> - -<p>Noto ahora que mi carta va siendo demasiado larga; y como tengo -muchísimo que decir aún sobre su libro de Ud., lo dejo para otras, y -termino ésta asegurando á Ud. que ha de quedar menos disgustado de lo -que me queda por decir que de lo que he dicho hasta ahora. De todos -modos soy su atento y seguro servidor y deseo ser su amigo.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>19 de Marzo de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>II</h3> - -<p>Muy estimado señor mío: Á pesar de todo mi escepticismo, es tanto lo que -me agrada y consuela eso que Ud. asegura de que tenemos un cuerpo fluido -inmortal, que me inclino muchísimo á darlo por probado.</p> - -<p>No se contenta Ud. con aducir argumentos teóricos en favor de tal -aserto, sino que sostiene que la existencia de dichos cuerpos fluidos, -sutiles é indivisibles (que, si Ud. me permite, segui<span class="pagenum"><a name="page_21" id="page_21">{21}</a></span>remos llamando -almas, por ser más breve), se sabe por experiencia; esto es, que desde -muy antiguo estamos en comunicación con las almas, y que no es delirio, -sino realidad, la <i>psicogogia</i> ó nigromancia: el arte de evocar á los -muertos y de traerlos á que hablen con los vivos. Las historias profanas -y sagradas están llenas de casos semejantes. Saúl evoca, por medio de la -Pitonisa de Endor, la sombra ó alma de Samuel; Pausanias de Bizancio, la -de su querida Cleonice; y Periandro, la de su esposa Melisa. Con el -andar del tiempo, parece que este arte ha adelantado mucho, y hoy se -llama <i>espiritismo</i>.</p> - -<p>Yo no he de negar aquí el <i>espiritismo</i>; pero he de apuntar ciertas -dudas que me asaltan.</p> - -<p>Esos espíritus ó cuerpos tenues, imperceptibles á nuestros sentidos, en -el estado normal de éstos, ¿por qué han de ser precisamente almas -humanas separadas de sus cuerpos? ¿No podrán ser otro linaje de seres? -Como Ud. desecha toda religión positiva, yo me guardaré bien de suponer, -ni por medio minuto, que puedan ser diablos ó ángeles; pero ¿por qué no -serán duendes, ondinas, sílfides, driadas, gnomos, ó algo así? Ya que -Ud. da por segura la existencia de esos cuerpos orgánicos, tenues y -etéreos, debe Ud. ser consecuente y no creer que los tales cuerpos sólo -se crían para envainarse en cuerpos sólidos humanos y animarlos. ¿Por -qué no los ha de haber que vaguen por el aire, ó penetren en las -entrañas de la tierra, ó vivan en el seno de los mares, y hasta en la -luz y en el fuego, y desdeñen encerrarse en ese forro ó guardapolvo de -nuestros<span class="pagenum"><a name="page_22" id="page_22">{22}</a></span> cuerpos sólidos y visibles? Ello es que las historias están -llenas también de amores, amistades y tratos de estos seres con personas -de nuestra especie, que han tenido bastante perspicacia y agudeza en los -ojos ó en los oídos para verlos ó para hablar con ellos.</p> - -<p>El padre Fuente la Peña ha escrito con buen tino sobre estas relaciones -de hombres y de mujeres con entes racionales no humanos, y por lo común -invisibles, que viven en nuestro planeta. Y más singular y luminosamente -ha tratado el asunto, en una obra eruditísima, el reverendo padre -Sinistrari del Ameno. Aseguro á Ud. que son divertidísimos los verídicos -amoríos que refiere este último padre de mujeres con duendes y de -hombres con sílfides y salamandras. ¿Quién sabe si el precioso cuento de -Carlos Nodier, del duende escocés enamorado de la joven casada, será un -sucedido?</p> - -<p>Pero, en fin, para facilitar nuestra filosofía, demos por de ningún -valer las objeciones anteriores, y declaremos que los tales cuerpos -fluidos, inteligentes y con conciencia, sólo se crían para informar -nuestros cuerpos sólidos; y que dichos cuerpos fluidos, que son -inmortales, ó están cesantes y de bureo y huelga hasta colarse en un -cuerpo nuevo, ó están empaquetados, <i>incorporados</i> y en activo servicio.</p> - -<p>Da Ud. tales señas y tales pruebas sobre dichos cuerpos fluidos, que es -menester creer ó reventar, como vulgarmente se dice.</p> - -<p>El gran sabio inglés Guillermo Crookes, de la Sociedad Real de Londres, -acude muy á tiempo<span class="pagenum"><a name="page_23" id="page_23">{23}</a></span> en auxilio de Ud. con su <i>radiómetro</i>. La sustancia -contenida en el tubo de vidrio del aparato llega al más asombroso estado -de rarefacción, y despliega entonces sus propiedades y su energía. Esto -es lo que llaman <i>materia radiante</i>, pero inorgánica. Y Ud. raciocina -con excelente lógica al suponer que hay otra <i>materia radiante</i> -orgánica, y que de ella están confeccionadas nuestras almas. Esta -<i>materia radiante</i> orgánica ha de ser más difícil de estudiar, á causa -de su extrema sutileza; pero, á lo que Ud. asegura, el citado sabio -Guillermo Crookes, que rarifica la materia, acertó á condensar un -espíritu que iba de tapadillo á oir sus lecciones, y logró hacerle -patente á los ojos de todos sus discípulos. Siete fotógrafos que estaban -allí, con sendas máquinas ó cámaras oscuras, sacaron retratos del -espíritu desde diversos puntos de vista.</p> - -<p>Ya, pues, no cabe duda. Hay seres <i>monocorpóreos</i>, como Ud. los llama, -organismos sutiles inteligentes, cuerpos fluidos vivos, que se han visto -y que hasta se han fotografiado.</p> - -<p>Con estos cuerpos se explica todo, y el progreso individual no es -quimera. Hasta se me pasa el susto, que yo había tenido á veces, de que -todo este trabajo que estamos dando los hombres, fuese inútil para -nosotros, porque pudiese sobrevenir otra raza que fuera con relación á -nosotros lo que nosotros somos con relación al gorila, y que nos mandase -á paseo ó tal vez nos destruyese. Ahora ya importa poco esto. Nuestros -cuerpos fluidos inmortales saldrán ganando siempre, y tendrán por -estuche ó envoltura, si nueva raza<span class="pagenum"><a name="page_24" id="page_24">{24}</a></span> aparece, cuerpos sólidos más -gallardos y primorosos.</p> - -<p>En el movimiento ascensional y en la transformación de las especies, lo -que hay en nosotros de individual (el cuerpo fluido) saldrá siempre -mejorado.</p> - -<p>Me parece que Ud. sabrá, como yo, que no fué Darwin el primero á quien -se le ocurrió el transformismo. Ya desde muy antiguo le habían imaginado -otros sabios. Algo indica de ello el ilustre Juan Bautista Porta en su -<i>Magia natural</i>; y todavía es más explícito, aunque vivió mucho antes, -en tiempo de León X, el elegante y docto poeta Fracastoro, el cual -expresamente predice que aun han de aparecer en su día y sazón nuevos -seres.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2"><i>Certa dies animalia terris</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Mostrabit nova: nascentur pecudesque feracque,</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Sponte sua, primaque animas ab origine sument.</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Y para salvar la dificultad y quitarnos el recelo de que si los seres -nuevos son de naturaleza superior y titánica, nos dejen vencidos, -acoquinados y humillados, Fracastoro tiene cuidado de advertir que las -almas de estos titanes serán las mismas que ya informaron ó que informan -hoy seres de orden inferior, pues no es otra la interpretación que -debemos dar al <i>primaque animas ab origine sument</i>.</p> - -<p>Vengan en hora buena nuevas castas más briosas y adelantadas. Nuestros -cuerpos fluidos las animarán, y cada día irán haciéndose más listos y -aprendiendo más habilidades. Lo que hasta<span class="pagenum"><a name="page_25" id="page_25">{25}</a></span> hoy no ha logrado hacer sino -tal cual sujeto muy aventajado, lo hará en las venideras edades -cualquiera niño de la doctrina.</p> - -<p>Hasta hoy, y va de ejemplo, sólo sabios de primera magnitud, como -Pitágoras, Apolonio de Tyana, Hermotimo de Clazomene, Miss Wilkinson, -profetisa <i>yankee</i>, y ciertos anacoretas del Tibet, aciertan á -desprenderse de sus cuerpos sólidos cuando se les antoja, y van á -millares de leguas de distancia para saber lo que sucede allí, ó para -hacer una visita á un amigo, ó para acudir á algún negocio urgente y -volverse al cuerpo sólido. En lo futuro, hasta las personas menos -distinguidas y más ignorantes harán esto con la misma facilidad con que -se beben ahora un vaso de agua. Así es que, á primera vista, como todo -se hará con maravillosa rapidez, parecerá que habremos adquirido el don -de la ubicuidad.</p> - -<p>Otra de las gracias que luciremos, una vez desprendidos ya del cuerpo -sólido, será la de la compenetrabilidad. Nos meteremos por el ojo de una -aguja, nos filtraremos al través de un muro, podremos celebrar un -<i>meeting</i> de miles de personas en el hueco de una cáscara de avellana.</p> - -<p>Nuestras conversaciones ó conferencias con los cuerpos fluidos cesantes, -ó dígase con lo que vulgarmente se ha llamado hasta hoy almas de los -muertos, sombras ó manes, serán más frecuentes, fáciles y luminosas. Nos -instruiremos más de este modo; no nos costará fatiga ninguna la -evocación, y no nos aterrará la vista del espectro del difunto, como -ahora suele aterrar á los más valerosos. Sea testigo de esta verdad el<span class="pagenum"><a name="page_26" id="page_26">{26}</a></span> -ilustre Eliphax Levi, que no pudo resistir la presencia de Apolonio, á -quien había evocado, y perdió la voz, y sintió un frío horrible, y no -pudo hacer nada de provecho, según él mismo confiesa.</p> - -<p>Es verdad, sin embargo, que lo terrorífico de la aparición tal vez -consista en que ésta se hace por medios reprobados, apelando á la magia -y valiéndose de conjuros, á los que las sombras ó manes no pueden -desobedecer, pero que las traen harto enojadas y aun furiosas. Cuando la -evocación es natural, cortés y lícita, las sombras ó cuerpos fluidos -acuden de buen talante y de apacible humor; y hay ya bastantes hombres -de mérito que han tenido así entrevistas y conferencias amenas é -instructivas.</p> - -<p>Usted cita muchos libros en que los señores que han tenido -conversaciones con espíritus las han redactado y publicado. Confieso -modestamente mi ignorancia: no he leído ninguno de esos libros que Ud. -cita; pero deseo leerlos, porque deben de contener mucha y alta -doctrina. No habían de molestarse los muertos en venir á hablar con los -vivos para decir tonterías y vulgaridades. Y no las dirá de seguro ese -libro, titulado <i>Ley de amor</i>, recogido por el doctor Chaves Aparicio, y -publicado por el Círculo de estudios psicológicos de San Luis de Potosí, -ya que está lleno, según Ud., de pensamientos profundos y es prueba -palmaria de la inmortalidad de nuestro ser.</p> - -<p>Siguiendo ahora por el camino de perfección que nuestro ser lleva, creo -que, después de estas<span class="pagenum"><a name="page_27" id="page_27">{27}</a></span> comunicaciones con los cuerpos fluidos ó -espíritus, viene, como grado superior, el adquirir la memoria y la clara -percepción de cuanto nos sucedió en las vidas pasadas, desde que -empezamos á tener conciencia, tal vez desde que fuimos hombres -pitecoides.</p> - -<p>Los sujetos de mediano valer sólo tienen hasta hoy vaguísimos y confusos -recuerdos de sus vidas pasadas, los cuales recuerdos dan á veces cierta -luz de sí en sueños, y nos acuden y ayudan también en el estudio, ya que -hay ciencias y artes que aprendemos á escape, como si antes las -hubiéramos sabido, y otras, acaso más fáciles en absoluto, que se nos -hacen más difíciles, por la novedad completa que para nosotros tienen. -Pero si tal es el grado de progreso al que, en este punto, se ha llegado -por lo general, ya, desde muy antiguo, empezando por el Sabio de Samos, -hubo y hay hombres que recuerdan todas sus vidas, y están dotados, por -lo tanto, de la sublime prudencia y del profundo saber que da la -experiencia de miles de años.</p> - -<p>Lo que más me encanta y seduce, como resultado útil de este saber -profundo á que todos hemos de llegar, es eso de que Ud. habla sobre la -transformación del dolor en placer. Ahora somos tan torpes, que no -sabemos hacer que no nos duela, sino que nos dé gusto cuando nos duela. -En lo futuro no será así. Y en vez de quejarnos, por ejemplo, de que á -media noche nos despertemos con un dolor de muelas, exclamaremos muy -satisfechos: «He tenido un regalado <i>placer de muelas</i> á media noche.» Y -esto no porque la<span class="pagenum"><a name="page_28" id="page_28">{28}</a></span> impresión recibida en los nervios deje de ser la -misma, sino porque el cuerpo fluido, no lerdo ya, sino ágil y muy -instruído, sabrá recibir la impresión por el lado que conviene, -aprendiéndola con tal arte que, en vez de serle ingrata, le sea grata y -aun deleitosa.</p> - -<p>No teniendo ya necesidad de sufrir dolor, y siendo placer todo, seremos -todos bonísimos; medraremos en inteligencia y amor, según usted augura.</p> - -<p>Pero como tanto bien se encerraría en muy ruin vivienda si jamás -pudiésemos salir de este globo, Ud. afirma que otro paso más de la -educación del cuerpo fluido es el adiestrarse en salir de la tierra, y -volar por los espacios interplanetarios é intersiderales, visitando á -los habitadores de los demás mundos que pueblan el éter. A fin de -alcanzar esta virtud es menester tanto requisito, que apenas hay hombre, -en el estado actual de la cultura humana terrestre, que valga para ello. -Lo que sí es indudable es que en otros soles ó planetas están ya más -adelantados que aquí, y hay cuerpos fluidos vivos que viajan de mundo en -mundo cuando quieren.</p> - -<p>De estos viajantes ha habido no pocos que se han quedado en la tierra -por larga temporada, y nos han hecho inmensos beneficios, promoviendo -nuestra ilustración y enseñándonos artes, virtudes y disciplinas de -subido precio. Yo no puedo menos de convenir con Ud. en que Sócrates, -Zoroastro, Sakiamuni, Confucio, Merlín, Numa y otros sabios, profetas y -fundadores de religiones, tuvieron por almas cuerpos fluidos, -descendidos<span class="pagenum"><a name="page_29" id="page_29">{29}</a></span> de algún astro, donde se había progresado más que entre -nosotros; y dichos cuerpos fluidos, encarnando aquí en el seno de alguna -joven honrada, hermosa y pura, cumplieron benéfica misión. Provino de -estos hechos repetidos la creencia, persistente entre todos los pueblos, -de que hay ó hubo semidioses, <i>avatares</i>, ó hijos del cielo, venidos á -la tierra. Y así, cuando los poetas querían adular á algún soberano ó -poderoso magnate, le decían, aunque no fuese verdad, que era hijo de -este ó del otro dios, como dijeron de Rama ó de Alejandro de Macedonia; -y como cantó Virgilio del hijo del cónsul Polión, suponiendo que bajó -del cielo:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0"><i>Jam nova progenies coelo demittitur alto.</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Esta habilidad de escaparse de la tierra é irse por el éter, de mundo en -mundo, es aún rarísima en nuestro globo. Lo que es yo no sé sino de un -hombre de quien se pueda creer que la ha tenido: el famoso filósofo -sueco Manuel Swedenborg. Sabido es, no obstante, que este varón -admirable no acertó á pasar de nuestro sistema planetario; y si bien le -recorrió casi todo, sus visitas más frecuentes fueron á Mercurio, que -está cerca, y cuyos habitantes están más adelantados que nosotros, -aunque por lo mismo ni nos estiman, ni nos quieren bien. En cambio, en -Venus, donde Swedenborg también estuvo, es cosa de no poder vivir siendo -persona decente, porque Venus está poblada de una raza descomedida y -grosera de gigantes, que no piensan en nada ele<span class="pagenum"><a name="page_30" id="page_30">{30}</a></span>vado y bueno, sino en -holgarse por manera bestial y sucia.</p> - -<p>Como quiera que ello sea, lo que sí es lícito afirmar es que dentro de -pocos siglos hará cualquiera ser humano de esta tierra lo que hizo -Swedenborg pocos años há, con general asombro de los nacidos. Es más: la -mayoría de los seres humanos nos adelantaremos á Swedenborg, y -dispararemos nuestros cuerpos fluidos mucho más allá de la órbita de -Urano á través de los frigidísimos espacios intersiderales, é iremos á -parar en planetas de mil soles remotos.</p> - -<p>Creo que Ud. ha de confesar que me muestro enterado de su doctrina, y -que voy llegando bien á las últimas consecuencias, sobre las cuales he -de dar mi opinión. Hoy ya no es posible, porque se ha hecho larguísima -esta carta. El lunes que viene escribirá á Ud. de nuevo su afectísimo -amigo y admirador.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>2 de Abril de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>III</h3> - -<p>Según lo que va expuesto, se cumple por arte indefectible hasta hoy, y -es de esperar que siga cumpliéndose en lo futuro, la ley del progreso -que Ud. afirma y que nos lleva hacia la perfección.</p> - -<p>Todos los problemas que Ud. procura resolver<span class="pagenum"><a name="page_31" id="page_31">{31}</a></span> en su libro tienen el -mayor interés para mí y me atraen y me encantan. El libro de Ud. me -gusta. Lo digo sin la menor ironía.</p> - -<p>Entre gustar de un sistema, admirando el saber y el esfuerzo de -imaginación con que fué construído, y creer en él y darle por cierto, -hay enorme diferencia. De esta distinción, que me parece que no se -quiebra de sutil, no se han hecho cargo muchas personas que han leído -las dos primeras cartas que he escrito á Ud., y han supuesto que yo me -burlaba.</p> - -<p>Me ha dolido tanto dicha suposición, que he estado á punto de no -continuar escribiendo á Ud., á pesar de lo mucho que tengo que decir -aún. Si su libro de Ud. fuese un trabajo de ningún valer, sería necio -emplear en él la crítica y hasta la sátira para impugnarle. Y de todos -modos, habría en mí algo de moralmente censurable y poco digno en tratar -mal á Ud., que me honra y me lisonjea escribiéndome, consultándome y -enviándome su libro desde tan lejos. Pero, bien mirado el asunto, yo -creo que los lectores de las cartas han ido más allá de mi intención y -han puesto en estas cartas una malicia de que carecen y que yo nunca -tuve. Nada hay de común entre mi escéptico buen humor y la mofa -ofensiva. ¿Cabe, acaso, en el entendimiento de nadie que sea yo tan -presumido y tan soberbio que considere mentecatos á Darwin, á Haeckel, á -Swendenborg, y á otros sabios y filósofos de quienes hablé ya en mis -cartas, examinando sus doctrinas con no menor desenfado y broma que las -de Ud.? Yo no poseo el entusiasmo, la fe, la fan<span class="pagenum"><a name="page_32" id="page_32">{32}</a></span>tasía poderosa que -tuvieron ó tienen ellos, y me resisto á dar por demostrado lo que ellos -dan por demostrado; y así, en nombre de cierto sentido común, tal vez -burdo y rastrero, y en virtud de mi corta ciencia, y con la autoridad -que nos tomamos hoy todos, pues hay libre examen, tiro á invalidar esas -doctrinas, á par que me deleita contarlas, en resumen, como quien cuenta -un cuento ingenioso.</p> - -<p>Desde Aristóteles hasta nuestros días no hubo, en mi sentir, -entendimiento más extraordinario y creador que el de Hégel. Su sistema, -para mí y hasta donde yo acierto á comprenderle, es pasmoso de -sublimidad y hermosura. Supongamos que mi sentido común me diese á -entender que todo el dicho sistema fuese un conjunto de disparates: -¿impediría esto que yo admirase y celebrase el arte, la dialéctica, la -maestría con que los disparates se coordinan para formar un todo -armónico? ¿No me será lícito maravillarme de la belleza de un poema, sin -dar por verdad lo que el poema refiere? ¿He de creer que Homero era -tonto, y he de despreciar la <i>Odisea</i> porque no creo en los encantos de -Circe ni en la colosal estatura de Antifates?</p> - -<p>Además, aunque yo sea escéptico á veces, no siempre ni en todo lo soy. -También yo tengo mis dogmas. Ríase de ellos quien quiera, y si lo hace -con mesura, no me enojaré ni entenderé que se burla de mí. Y desde luego -diré aquí que, en virtud de estos dogmas, yo no creo aceptable ningún -sistema de filosofía fundado sólo en ciencia empírica. Pero no es Ud. el -único que tiene hoy<span class="pagenum"><a name="page_33" id="page_33">{33}</a></span> esta pretensión. Son muchos los que han levantado -sistemas del mismo modo, y de algunos de ellos he de hablar aún en estas -cartas. Y si al hablar de ellos río y dudo, ¿se ha de creer que maltrato -ú ofendo á sus autores, cuando, por el contrario, me enamora el saber, y -me atraen y me cautivan la voluntad, el talento y la fantasía que -despliegan? Yo no voy tan lejos como Lessing, el cual decía que si le -diesen la verdad en una mano y en otra el ingenio, la agudeza y la -fantasía que se emplean á veces en buscarla, desdeñaría la verdad y se -quedaría con las otras prendas. Yo no: yo me quedaría con la verdad; -pero, á falta de verdad, todas esas otras prendas susodichas encierran -para mi gusto un preciadísimo tesoro. Permítaseme, pues, que con buen -humor y sin burla siga yo mostrando algo de ese tesoro al exponer su -sistema de Ud., cuyas premisas, ó hechos científicos en que se funda, ni -niego ni afirmo.</p> - -<p>Siguiendo mi tarea, y desechando los escrúpulos de conciencia, empezaré -por decir que no me explico ese odio que muestra Ud. á lo sobrenatural. -A mi ver, si por naturaleza ha de entenderse todo lo existente y todo lo -posible, lo que es y la fuerza que da ser á lo que es, Ud. tiene razón: -lo sobrenatural es un pleonasmo. Nada más natural que el mismo Dios. La -ley de naturaleza será la razón y la voluntad de Dios, que manda y -quiere que haya orden y prohibe turbarle. Por este camino vendremos á -parar á la definición que da San Agustín de la ley eterna, y estaremos -en plena ortodoxia. La diferencia<span class="pagenum"><a name="page_34" id="page_34">{34}</a></span> consistirá en que lo que llamo yo -Dios, será llamado por otros fuerza eterna, <i>natura naturans</i>, agente -cósmico, alma del mundo, y otros mil nombres, que, si vienen á probar lo -poco que sabemos de esta <i>cosa en sí</i>, no prueban que la cosa no exista -y que no sea naturalísima.</p> - -<p>Pero si por naturaleza entendemos otra cosa, tendremos que conceder que -todo es natural ó sobrenatural, según se mire. Para una piedra, la -planta más sencilla, que crece, se desenvuelve, se nutre y tiene vida, -es ya sobrenatural. Y para la planta, arraigada en el suelo, y que ni -ve, ni oye, ni se representa el mundo exterior, el más ruin animalejo, -un lagarto ó un sapo, es sobrenatural. Y con relación á los brutos, que -carecen de consciencia ó la tienen oscura y vaga, es sobrenaturalísimo -el hombre, que se reconoce, <i>se sabe</i>, y habla, y discurre, y -reflexiona. Y desde el salvaje hasta las personas cultas de hoy, las -<i>sobrenaturalidades</i> se van acumulando y creciendo por estilo -prodigioso. Sobrepuesto á la naturaleza, añadido nuestro, obra de -nuestro ingenio y de nuestra voluntad, son las ciudades, los caminos, -los campos cultivados, las máquinas, las telas de que nos vestimos, los -objetos de arte y hasta, si se considera bien, la hermosura corporal, -hija del esmero, del aseo y del cuidado que pusimos para crearla. Una -linda muchacha de ahora, no lo dude Ud., es un ente sobrenatural. Lo -natural es la mona ó la <i>antropisca</i>, y casi casi no lo es ya la -hotentota.</p> - -<p>Cuando uno está en Bélgica, por ejemplo, y piensa que, en estado -natural, apenas podría<span class="pagenum"><a name="page_35" id="page_35">{35}</a></span> contener y alimentar aquel terreno medio millón -de hombres, y ve que contiene y alimenta seis, confiesa que, no ya el -tranvía que la electricidad mueve, ni el teléfono, ni el telégrafo, sino -cinco millones y medio de seres humanos son en Bélgica sobrenaturales: -han sido criados por arte y sobrepuestos á lo que la naturaleza, -abandonada á sí misma, hubiera podido criar y conservar.</p> - -<p>Si á esto añadimos, por último, todas esas habilidades de entenderse con -los muertos, de recordar vidas pasadas y de salirnos del cuerpo sólido é -irnos con el cuerpo fluido por soles y planetas, lo sobrenatural cunde y -promete encumbrarse á una altura pasmosa con el andar de los siglos.</p> - -<p>Aceptado ó aprobado por Ud. lo de que tenemos cuerpos fluidos -inmortales, no se ve término á nuestro progreso. Sólo hay un peligro, -aunque lejano: la fin del mundo. Las religiones y las mitologías tienen -profetizada esta fin. La ciencia también, en todos tiempos y contra su -costumbre de armar conflictos con las religiones, ha coincidido y -coincide en hacer tan triste pronóstico. Sólo lo que no tuvo principio -no tiene fin. Lo que nace muere. De aquí que el mundo ha de acabar de -una manera ó de otra. Y así como los sabios han inventado mil hipótesis -sobre su nacimiento, también sobre su muerte total ó parcial las han -inventado. Lucrecio la explica en sus hermosos versos. Leopardi atribuye -á Straton de Lampsaco una curiosa explicación de la muerte de nuestra -tierra, la cual explicación puede hacerse extensiva á todos los demás<span class="pagenum"><a name="page_36" id="page_36">{36}</a></span> -astros. La fuerza de rotación va poco á poco comprimiendo los polos y -aumentando por el Ecuador el radio de la tierra. Así seguirá hasta que -la tierra se agujeree y venga á ser como un gordo buñuelo. Luego se hará -el agujero mayor, y la masa sólida vendrá á parecer un anillo. Y el -anillo, por último, se hará pedazos, y cada uno de los pedazos vagará -suelto por el espacio, ó irá á caer en nuestro sol ó en otro, ó tal vez -en algún planeta, como caen en la tierra los aerolitos.</p> - -<p>Sabio hay que afirma que el sol puede pararse. El movimiento, ó sea la -fuerza con que gira hoy sobre su eje y con que va probablemente -caminando por el espacio en rápida traslación, se convertirá en calor, -si el sol se para. Entonces habrá una expansión espantosa de toda la -materia del sol, dilatándose hasta más allá de la órbita de su más -distante cometa. Todos volveremos así al estado de nebulosa. Podrá -también ocurrir que el sol se apague, y sobrevendrán las tinieblas y la -muerte. Pero aun sin tamaños cataclismos, nuestra tierra irá perdiendo -la fuerza que la hace girar en torno del sol; pues como no va por el -vacío, y como el éter le opone alguna resistencia, su fuerza centrífuga -se gasta. Hasta hay quien asegura que ya vamos caminando con más -lentitud y acercándonos al sol. La atracción del sol será así mayor á -cada momento, y podrá llegar uno, harto desdichado, en que la tierra se -caiga en el sol y allí se abrase y se consuma. Aun sin esto, la tierra -puede morirse, como la luna está ya muerta. Los metales se irán -oxidando. En esto el oxígeno se consumirá, y se acaba<span class="pagenum"><a name="page_37" id="page_37">{37}</a></span>rá el aire -respirable. El agua se gastará, entre tanto, en formar rocas -<i>hidratadas</i> y en entrar en otras composiciones. Sin aire y sin agua, se -extinguirá la vida. Plantas, animales y hombres, todo fenecerá. Pero no -hay que afligirnos. Para entonces ya todos los cuerpos fluidos vivos -sabrán hacer lo que hacía el cuerpo fluido de Swedenborg: sabrán salirse -de los cuerpos sólidos é irse á otros mundos. Y con tiempo, para que no -nos coja aquí la mala hora, nos escaparemos de la tierra y nos iremos á -fundar colonia en otro planeta más capaz y cómodo, donde seguiremos -progresando é inventando primores que ni siquiera concebimos en el -estado actual de nuestra cultura.</p> - -<p>De esta suerte no será en balde y trabajo perdido todo lo que hemos -hecho hasta hoy por adelantar é instruirnos. Nuestros monumentos, -cuadros, estatuas, museos y bibliotecas, todo acabará al acabar la -tierra que habitamos; pero lo sustancial del saber adquirido se quedará -en nuestra memoria, y se salvará con los cuerpos fluidos vivos, que -otros llaman espíritus. Estos, más perfectos cada día, irán teniendo -nuevas prendas y llegarán á vivir como en la eternidad; como si no -hubiera para ellos pasado y todo fuera presente. Deberáse esto á lo -agudo y vivo de nuestra imaginación, que nos lo representará todo como -si acabase de suceder ó estuviese sucediendo. Y deberáse también á lo -penetrante y extenso de nuestra vista y á la rapidez más que eléctrica -con que nuestros cuerpos fluidos recorrerán el éter. Así podremos -llegar, por ejemplo, en me<span class="pagenum"><a name="page_38" id="page_38">{38}</a></span>nos de un minuto, á un sitio del espacio -adonde un rayo de luz de la tierra tarde cuatro siglos en llegar, y ese -rayo de luz traerá pintada la entrada triunfante de los reyes católicos -D. Fernando y D.ª Isabel en Granada, ó la vuelta de Colón á España y su -presentación á los mismos reyes en Barcelona. En suma: podremos verlo -todo, como si estuviera todo pasando en la actualidad y de veras.</p> - -<p>Abreviando ahora, á fin de no hacer mis cartas á Ud. interminables, diré -que nuestra vida inmortal de cuerpos fluidos irá de bien en mejor, sin -cejar y aun sin parar. Porvenir tan risueño y venturoso me seduce. -Cuénteme Ud., pues, en el número de sus adeptos. Lo que yo no puedo es -aceptar su sistema sin algunas modificaciones y cambios, que voy á -proponer aquí.</p> - -<p>La existencia de los cuerpos fluidos ó etéreos, en que se funda toda la -doctrina de Ud., me parece muy de acuerdo con la ciencia antigua y con -la ciencia moderna. ¿Qué otra cosa es ese cuerpo fluido sino el cuerpo -de la resurrección de la carne que algunas religiones afirman? ¿No -equivalen esos cuerpos fluidos á las sombras, á los manes de los -gentiles? Y en cuanto á la ciencia moderna, yo veo claro que se puede -bien apoyar la afirmación de Ud. en los <i>Principios de Biología</i>, tan -celebrados, de Herbert Spencer. Para este gran sabio, la vida consiste -en la correspondencia del organismo con el medio ambiente, ó sea -<i>environment</i>. La vida inmortal estriba, pues, en la perfecta -correspondencia con ese medio. Herbert Spencer dice: «Si no hubiera -cambios<span class="pagenum"><a name="page_39" id="page_39">{39}</a></span> en el <i>environment</i> sino aquellos que el organismo previó, -preparándose para encontrarlos y para que no le falte la eficacia con -que los encuentra, lograríamos eterna existencia y eterno conocimiento.»</p> - -<p>Apoyado en estas palabras de Herbert Spencer, un sobresaliente discípulo -suyo, no sé si inglés ó <i>yankee</i>, el Sr. Enrique Drummond, ha escrito un -libro muy leído y celebrado en los Estados Unidos, <i>Ley natural en el -mundo espiritual</i>, y ha hecho allí muchos prosélitos. La teoría de -Drummond coincide en algo con la de Ud. y en mucho difiere. Yo me -inclino á adoptar parte de la teoría de Drummond para modificar la de -usted y aceptarla luego, hasta donde yo puedo aceptar lo transcendental, -fundado, no en metafísica y ciencia <i>a priori</i>, ni siquiera en estudio -del propio <i>yo</i>, sino en ciencia empírica y de observación del mundo que -nos rodea: en noticias adquiridas por los sentidos, aun suponiéndolos -aguzados por instrumentos ingeniosísimos, como microscopios, -telescopios, espectroscopios y radiómetros, y auxiliados por otros -sentidos sutilísimos y casi ubicuos, que poseen los cuerpos fluidos, y -por cuya virtud parece que nos entendemos con los espíritus ó con lo que -Ud. llama cuerpos fluidos, que vienen á ser lo mismo.</p> - -<p>Es indudable que aceptada la existencia de dichos sentidos <i>fluidos</i>, el -campo de la observación y los lindes de la ciencia empírica se extienden -extraordinariamente. Con dichos sentidos llegamos á percibir lo más -etéreo y alcanzamos á columbrar lo más remoto, aunque lo sólido, maci<span class="pagenum"><a name="page_40" id="page_40">{40}</a></span>zo -y opaco se interponga. Para dichos sentidos no hay solidez ni opacidad -que valgan: un muro espesísimo de argamasa es más diáfano que el -cristal, y la grosera y ruda sustancia de que están amasados los Andes, -hasta sus raíces, goza de la transparencia del aire sereno y puro y aun -del mismo éter.</p> - -<p>A lo que yo saco en claro de la atenta lectura de las obras de Allan -Kardec y de otros espiritistas, también ellos coinciden con Ud., sólo -que llaman á los cuerpos fluidos <i>periespíritus</i>, los cuales -<i>periespíritus</i>, aunque son cuerpos, son tan leves, tan volátiles y -vaporosos, que van por donde quieren y ven cuanto se les antoja. Aunque -viven envainados en los cuerpos sólidos, cuando llegan á cierto grado de -elevación en los estudios pueden salirse del cuerpo sólido, dejándole -dormido, en éxtasis y hasta cataléptico, é irse de bureo ó parranda por -los espacios infinitos. Sólo que los espiritistas ponen una condición -que Ud. no pone: dan por averiguado que, hasta el día de la muerte, el -<i>periespíritu</i> está atado al cuerpo sólido por una cinta, guita ó cordón -etéreo y luminoso, cuya longitud ó elasticidad es enorme.</p> - -<p>Si consideramos el cuerpo sólido como una placenta, este cordón etéreo -viene á ser como el cordón umbilical que une al <i>periespíritu</i> con el -cuerpo en que se cria. La ruptura de este cordón umbilical y la vida -independiente ya del periespíritu son los fenómenos que el vulgo llama -muerte. Mientras dura la vida terrena, el <i>periespíritu</i> está, pues, -como el jilguero que hace de<span class="pagenum"><a name="page_41" id="page_41">{41}</a></span> cimbel, atado por un hilo, más ó menos -largo, al palillo en que se posa cuando vuelve de haber revoloteado.</p> - -<p>Hallo todo esto tan sencillo, tan natural y tan llano, que no trasluzco -la más ligera objeción que lo invalide. La dificultad y la discrepancia -están en otros puntos.</p> - -<p>Pero estos otros puntos son tan difíciles de tocar, que exigen nueva -carta. Termino ésta aquí, y créame Ud. su amigo.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>9 de Abril de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>IV</h3> - -<p>Muy estimado señor mío: No pocas veces he hablado yo con risa de la -propensión de cierto amigo mío, á quien, sin embargo, respetaba y amaba, -á quejarse de que se lo sabía todo y de que no leía libro, por celebrado -que fuese, que le enseñara algo nuevo; pero, considerando esto como debe -considerarse, no hay fundamento para la risa. Mi amigo no se declaraba -omniscio, ni mucho menos. Lo que quería decir, lo que decía, tal vez con -razón, es que, prescindiendo de datos menudos, si despojamos de su -aparato magistral más de un tratado científico, casi siempre<span class="pagenum"><a name="page_42" id="page_42">{42}</a></span> hallamos -que nos sabíamos todo aquello: que ya, más ó menos vagamente, lo -habíamos pensado. El autor del tratado no pierde por esto en nuestra -opinión. Lo que se pierde es la fe, lo que se pierde es la esperanza en -la ciencia. De aquí se origina muy aflictivo desconsuelo.</p> - -<p>¿Quién ha de negar lo ingenioso de las palabras de Herbert Spencer que -hemos citado? En ellas se ve patente la posibilidad teórica de la vida -inmortal en un organismo. No ya un cuerpo etéreo, como el de que Ud. -trata, sino un cuerpo sólido humano puede teóricamente ser inmortal, -dadas ciertas condiciones. La vida es equilibrio movible. Mientras se -conserve éste, se conservará la vida. Las fuerzas que han de -equilibrarse son las internas ó del organismo, y las externas ó del -medio ambiente ó <i>environment</i>. El vivir estriba en esta -correspondencia.</p> - -<p>Despoje Ud. de su majestad y método la Biología de Herbert Spencer, y -casi parece, con perdón sea dicho, que la ha compuesto Pero Grullo. -Claro está que si una persona adapta bien su organismo al medio -ambiente, ni se morirá de frío, ni de calor, ni cogerá un tabardillo -pintado. Si, por otra parte, dicha persona repone, con alimentos -exquisitos y haciendo digestiones inmejorables, las fuerzas que consume -en el trabajo ó ejercicio mecánico de los músculos, ó en el trabajo -mental de los nervios y del encéfalo, no hay razón para que estas -fuerzas se gasten. Seguirán siendo las mismas, ó irán en aumento. Y si -van en aumento, las empleará en crecer, y, cuando ya no crezca, á fin de -no reventar, dejará que se escapen las<span class="pagenum"><a name="page_43" id="page_43">{43}</a></span> fuerzas que sobren por la -válvula de seguridad, predispuesta para el caso.</p> - -<p>El sabio biólogo compara el cuerpo humano á una máquina de vapor. El -vientre es la caldera, el carbón el alimento, y el vapor la sangre que -mueve los músculos ó los nervios, ya para sacudir puñetazos, ya para -escribir poemas ó resolver ecuaciones. Lo que sobra de este trabajo sale -silbando de la máquina de hierro ó sale procreando del cuerpo del -hombre. Cuando éste no anda bien, ora se gastan en títeres las fuerzas, -y el hombre es un Hércules estúpido; ora se gastan en discurrir, y -tenemos un sabio enclenque, anémico y cacoquimio; ora se consume todo en -sabidurías y lucubraciones mentales, y el doctor tiene que contentarse -con la posteridad espiritual: con adeptos y discípulos en vez de hijos. -Herbert Spencer no se resigna, con todo, á que se pierdan ó se -menoscaben unas aptitudes para que otras se desenvuelvan, y juzga -posible, con hábil higiene, que todo vaya á la par y que sirvamos para -todo, y hasta que progresemos.</p> - -<p>El único progreso á que pone límites, y que sin pena se conforma con que -no siga, es el de la fuerza muscular. Con la maquinaria la supliremos. -Herbert Spencer se contentará con que seamos más ágiles, con que -bailemos y brinquemos mejor, y no tropecemos, ni nos caigamos. En cuanto -á las otras facultades más altas, el discurso y el sentimiento, el -pensar y el amar, casi debemos decir como Júpiter:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0"><i>His ego nec metas rerum nec tempora pono;</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Imperium sine fine dedi.</i><br /></span> -<span class="pagenum"><a name="page_44" id="page_44">{44}</a></span></div></div> -</div> - -<p>Nuestros sesos irán pesando más cada día, y cada día habrá en ellos más -enmarañado laberinto de circunvoluciones y mayor cantidad, consumo y -despilfarro de fósforo.</p> - -<p>Y ¡ay infeliz del que no adquiera todo esto! Carecerá del esencial -requisito para vivir. Sucumbirá en la lucha por la vida. Sólo quedará en -la tierra una raza humana superior y archilista, extinguiéndose las -demás razas.</p> - -<p>Pero esta raza humana superior, como sabrá adaptarse cada vez más al -medio ambiente, si no logra la inmortalidad, logrará ser <i>macrobiótica</i>; -esto es, tendrá vida grande y más completa, por la intensidad, por la -duración y por las nuevas, variadas y numerosas correspondencias con el -medio ambiente ó <i>environment</i>.</p> - -<p>Lo que será difícil, hasta rayar en lo imposible, será la inmortalidad -del individuo, en este sistema <i>spencerino</i>. El medio ambiente sufrirá -tan radicales mudanzas, que aun sin contar con la fin del mundo, -ocurrirán cosas que nos maten á todos, y no sabremos, por mucho que -estudiemos, adaptarnos al medio ambiente.</p> - -<p>Cada veinte mil y pico de años, v. gr., sobrevendrán períodos glaciales, -y luego surgirán nuevas floras y nuevas faunas. ¡Vaya Ud., pues, á -precaverse contra todo esto, por mucho que sepa! No habrá más remedio -que morir, en lo tocante al cuerpo sólido; pero á bien que tenemos el -cuerpo fluido. Yo me refugio en él y en el sistema de usted, y vengan -períodos glaciales y estíos abrasadores:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0"><i>Ast insueti aestus, insuetaque frigora mundo</i>,<br /></span> -<span class="pagenum"><a name="page_45" id="page_45">{45}</a></span></div></div> -</div> - -<p class="nind">como ya anunciaba el divino y precitado Fracastoro; y truéquese la -tierra en mar y el mar truéquese en tierra, y con el ardor del sol quede -todo agostado y sin vida, ó bien salgan, del removido y fecundo cieno, -inauditos monstruos, bichos rarísimos y ponzoñosos, y una caterva de -desaforados gigantes,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0"><i>Ausuros patrio superos detrudere coelo,</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Convulsumque Ossum nemoroso imponere Olympo.</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>De todo esto me reiré, de todo esto no se me importará un ardite, -teniendo el cuerpo fluido bien adiestrado ya.</p> - -<p>Como quiera que sea, por el sistema de Herbert Spencer, si no se prueba -la posibilidad práctica de nuestra inmortalidad, á causa de estos -grandes trastornos que él pronostica, queda probada la posibilidad -teórica ó especulativa de la inmortalidad en una combinación de materia; -y por el sistema de Ud., la realidad práctica de esa inmortalidad en -dicha combinación, cuando es de una materia sutil, pura, activísima y -ligera. Yo no quiero ni debo poner objeción á esto. Sólo siento tener -que decir que no es muy nuevo. Los cuerpos gloriosos, la resurrección de -la carne, son lo que Ud. dice. Israelitas, cristianos y muslimes apoyan -su teoría de Ud., y creen por fe que Henoch y Elías, sin morir, -<i>eterizaron</i> ó <i>fluidificaron</i> sus cuerpos, y llegaron á la inmortalidad -sin pasar por la muerte.</p> - -<p>Queda, pues, como inconcuso que puede haber y que hay combinación de -moléculas tan sabiamente organizadas, que ya ni en la eternidad se<span class="pagenum"><a name="page_46" id="page_46">{46}</a></span> -separen, y que resistan, para conservar su forma, á toda externa -violencia. Pero ¿cómo se da esta combinación? Se da, sin duda, por obra -de una fuerza individua, indivisible, <i>organizante</i> é <i>individuante</i>, -que no está en ninguna de las moléculas de la combinación, sino que se -extiende por todas, y está toda en cada una de ellas. Sin esta fuerza, -una, verdaderamente una, <i>insecable</i>, <i>átomo</i> real y no imaginario, -mónada sencillísima y no extensa, <i>entelechia</i>, en fin, ó cifra de todas -las perfecciones en cierne, ¿cómo quiere ni puede usted concebir la -existencia, la organización y la animación de un cuerpo fluido?</p> - -<p>Viene á corroborar este pensamiento la consideración de que apenas hay -molécula en un organismo que no se separe ó que no se conciba que puede -separarse sin que el organismo padezca, con tal de que otra molécula de -igual valer la reemplace. No es, por consiguiente, la confederación de -cierto número de moléculas lo que constituye la vida. Es casi seguro que -en un tiempo marcado desaparecen en todo cuerpo orgánico cuantas -moléculas le compusieron, y vienen á componerle otras. Un hombre, por -ejemplo, de cuarenta años, es lo probable que no tenga en su organismo -ni un solo átomo de la materia que tuvo á los diez años, á los quince ó -á los veinte. Este hombre, sin embargo, sigue siendo el mismo y tiene la -conciencia de que sigue siendo el mismo; guarda en la memoria los -sucesos de su vida y lo que ha estudiado y aprendido. Si es buena -persona, ha progresado en ciencia y en virtud; y como muestra aún la -fisonomía y traza<span class="pagenum"><a name="page_47" id="page_47">{47}</a></span> de antes, aunque un poco deteriorada ó alterada, -porque los años no pasan en balde, todo el mundo le reconoce y le da el -nombre que le dió cuando muchacho, y persiste en creer que es el mismo -sujeto, cuando le ve en calles y plazas, tertulias y reuniones. ¿Qué es, -pues, lo que persiste en este señor para que siga siendo siempre él y no -otro? Usted dirá que persiste la forma, pero la forma no tiene nada de -sustantivo: es un adjetivo, es una calidad que cae sobre la sustancia. -Luego si la sustancia varía y la forma persiste, por fuerza hemos de -conceder un principio informante que va amoldando y sujetando á -determinada forma la sustancia que llama á sí para constituir un -organismo.</p> - -<p>Claro está que, según el sistema de Ud., el cuerpo fluido es quien tiene -esta habilidad y hace esta operación en el cuerpo sólido. Pero con el -cuerpo fluido, con toda combinación, por tenue y etérea que sea, ha de -ocurrir idéntica dificultad. Un cuerpo fluido, una sombra, una -aglomeración orgánica de las más alambicadas chispas de éter, tendrá -también pérdidas sensibles é insensibles, sudará á su modo, se -alimentará de purísimos efluvios y de refinadísimos aromas, y en suma -hará también sus digestiones y sus secreciones, de suerte que al cabo de -cierto tiempo ocurrirá al cuerpo fluido orgánico lo que al sólido: ni un -solo átomo tendrá ya de los que antes tenía, si bien persistirán su -individualidad y su forma. Luego, no ya la inmortalidad, sino la -duración y la persistencia, no residen en la cohesión ó agrupamiento de -las moléculas, sino en<span class="pagenum"><a name="page_48" id="page_48">{48}</a></span> una virtud plasmante ó informante, la cual atrae -y colecciona los átomos, concertándolos para fines prescritos y -prefijadas operaciones. Y como esta virtud es calidad, y no sustancia, -menester es que supongamos sustancia en que resida y que sea sujeto de -este atributo.</p> - -<p>Y como si esta sustancia fuese corporal ó extensa, volveríamos á las -andadas, y meteríamos en el cuerpo fluido otro más fluido y más sutil, y -así hasta lo infinito, ha sido menester poner, como hipótesis para -explicar esto, una sustancia incorpórea ó sin extensión, á la cual hemos -llamado <i>archea</i>, <i>entelechia</i>, alma ó espíritu, sustancia, en suma, que -ha tenido mil nombres y de cuya esencia convengo en que no se sabe nada; -pero como de la esencia de la materia no se sabe más, me parece que por -este lado espíritu y materia quedan iguales y nada tienen que echarse en -cara en cuanto al concepto oscurísimo que de ambos formamos. Por lo -cual, si hemos de negar el espíritu porque no sabemos lo que es, bien -podemos con el mismo fundamento negar la materia; y ya Ud. sabe que casi -ó sin casi la negaba Berkeley. Hasta se puede ir más allá y asegurar que -procedemos menos de ligero afirmando la existencia del espíritu, que -afirmando la existencia de la materia, porque la percepción del espíritu -es inmediata y la de la materia no.</p> - -<p>Para percibir la materia necesita uno de ojos, de oídos ó de otro -sentido; y si no los tiene muy agudos, de lentes ó de trompetillas -acústicas; y si la materia es muy menuda, de microscopios; y si está muy -distante, de catalejos; mientras<span class="pagenum"><a name="page_49" id="page_49">{49}</a></span> que para percibirse uno á sí mismo, no -tiene más que pensar y no necesita más medio ni más instrumento que el -pensamiento mismo.</p> - -<p>De todo lo cual se infiere, y tengo que decirlo con la franqueza que me -es propia, que sus cuerpos fluidos de Ud. no explican nada como no les -prestemos alma inmortal que los informe y habilite. Hecho este préstamo, -su sistema de Ud. me agrada. Estamos de acuerdo, y hasta estamos de -acuerdo también con Allan Kardec y los espiritistas. Y si no reparamos -en pelillos, ni entramos en menudencias, y damos á nuestros asertos una -interpretación amplísima, generosa y conciliante, hasta estamos de -acuerdo con todo buen cristiano, que cree en la inmortalidad del alma -espiritual y en el cuerpo glorioso informado por ella.</p> - -<p>Lástima es que no acepte Ud. también para todo el universo, que es -unidad á par que conjunto de cosas varias, cierta fuerza unitiva é -inteligente que lo ordene, enlace y una todo; algo, en suma, que se -parezca al Dios en que nosotros creemos; pero Ud. se muestra enojadísimo -contra Dios y le suprime, lo cual me apesadumbra de veras.</p> - -<p>Y es lo más extraño que en el proceder de usted hay una inconsecuencia -capital que salta á la vista. Tal vez el motivo más fundamental que -tiene Ud. para suprimir á Dios es la existencia del mal moral y físico, -que, siendo Dios todopoderoso, inteligente y bueno, no consentiría. -Pero, como en seguida se pone Ud. á cavilar, á trabajar y á arreglar el -mundo, y resulta que todo<span class="pagenum"><a name="page_50" id="page_50">{50}</a></span> está á pedir de boca, y que no podemos -quejarnos, no comprendo cómo no vuelve Ud. á Dios el crédito que ha -querido quitarle, y ya que lo halla todo tan bien y tan enderezado á -nuestro progreso físico, intelectual y moral, no vuelve á dar á Dios la -gobernación de todas las cosas, y aun á celebrar en su honor una función -eucarística y de desagravios.</p> - -<p>La verdad es que acerca de todo eso, así como acerca de cuanto en su -sistema de Ud. tiene que ver con la moral y con las ciencias sociales y -políticas, hay muchísimo que decir todavía, y más importante que lo -dicho hasta ahora; pero yo estoy cansado de escribir sobre tan arduas -cuestiones, y Ud., y el público, á quien comunico las cartas que á Ud. -escribo, recelo yo que estén cansados de estas filosofías que voy -enjaretando. Dejémoslas, pues, al menos por ahora, y ya veremos si más -adelante vuelvo á escribir á usted sobre su libro con más serenidad y -reposo. Entre tanto, aunque disto mucho de haber expuesto aquí toda la -doctrina que el libro contiene, y de haberla juzgado, ya creo que doy -alguna idea, así de la doctrina como de lo que pienso acerca de ella. -Sólo añadiré hoy cierta alabanza, que lo es para un escéptico como yo, -aunque para usted no lo sea. Su libro de Ud. no convence, pero -entretiene. Luce Ud. en él su brillante imaginación, y llena no pocas de -sus páginas de elocuentísimas frases. Ya esto es mucho, y yo le doy por -ello mi más cumplida y cordial enhorabuena.<span class="pagenum"><a name="page_51" id="page_51">{51}</a></span></p> - -<h2><a name="POESIA_ARGENTINA" id="POESIA_ARGENTINA"></a>POESÍA ARGENTINA</h2> - -<p class="r"> -<i>26 de Marzo de 1888.</i><br /> -</p> - -<p class="chead"><span class="smcap">Á D. Rafael Obligado</span></p> - -<h3>I</h3> - -<p>Muy señor mío: Hace ya más de dos años que tuvo Ud. la bondad de -enviarme un ejemplar de su precioso tomo de poesías, impreso en 1885. El -ejemplar ha estado, como otros muchos libros y cartas, aguardándome en -mi casa de Madrid, mientras que andaba yo por esos mundos, sin saber que -tal obsequio me había Ud. hecho. No extrañe Ud., pues, y perdone que yo -acuda tan tarde á darle las gracias.</p> - -<p>El libro de Ud. agrada antes de leerle. El libro de Ud. excitaría, -además, cierta envidia en mi alma, si yo fuese propenso á sentir tan -mala pasión. Nunca hubo poeta en España que lograse ó soñase siquiera -con tener tan elegante edición de sus versos. El magnífico retrato de -Ud. y los demás grabados y viñetas son modelo de buen gusto y de gracia. -El papel, la impresión, todo es bellísimo.</p> - -<p>Declaro mi ignorancia cándidamente. Yo no<span class="pagenum"><a name="page_52" id="page_52">{52}</a></span> había oído hablar de Ud. -hasta que recibí el tomo. Y, al verle, en lo material tan lindo, pues no -creo que exagero si digo que no vi tomo de versos de ningún país que -esté mejor impreso que el de Ud., me entró desazón y recelo de que los -versos fuesen malos y de que todo el valor del libro estuviese en la -estampa. Por fortuna, recelo y desazón pasaron pronto. Leí los versos, y -hallé que merecen estar tan bien impresos y tan ricamente adornados de -primorosas láminas.</p> - -<p>Al escribir á Ud. hoy, agradeciéndole el presente, me he de permitir -también poner aquí mi juicio sobre los versos y darlos á conocer á la -generalidad de los españoles que no saben de usted sin duda.</p> - -<p>Gran satisfacción es para todos nosotros cualquiera gloria literaria que -adquieran en América los ciudadanos de las repúblicas que salieron de -nuestras antiguas colonias. Es algo que viene á acrecentar el tesoro de -nuestra civilización castiza y á probar su vitalidad fecunda. Tan -nuestras, tan españolas considero yo las poesías de usted, que me -avergüenzo de no entender por completo aquellos vocablos que significan -objetos de por ahí, como <i>aberemoa</i>, <i>guayacán</i>, <i>pacará</i>, <i>quinchar</i>, -<i>burucuyá</i>, <i>seibo</i>, <i>ombú</i>, <i>payador</i>, <i>chaja</i>, <i>ñandubay</i>, <i>molle</i>, -<i>chañar</i>, <i>achiras</i>, <i>totoral</i>, <i>camalote</i>, <i>quena</i> y otros; y si no -están en nuestro Diccionario, como sospecho, quisiera definirlos bien é -incluirlos en él.</p> - -<p>La lisonjera impresión que recibe un natural de esta Península, -aficionado á las letras, al recibir poesías tan bellas como las de Ud., -venidas<span class="pagenum"><a name="page_53" id="page_53">{53}</a></span> de tierra tan remota, es como la que recibiría un ciudadano de -Atenas cuando llegasen á su noticia las obras en griego de algún insigne -sabio, poeta ó historiador de su casta que viviese en el Asia central, -en Egipto, en Libia ó en alguna ciudad helénica de la misma Hesperia, -hasta donde la civilización, el habla y todo el ser de Grecia habían -penetrado, creando nuevas repúblicas y Estados independientes, si bien -conservando la unidad superior de la sangre, del lenguaje y de la -cultura.</p> - -<p>Así también, cuanto se escriba en América, salvo en el Canadá y en los -Estados Unidos, es de esperar que siga siendo literatura española. Y -mientras más adelanten los ingenios de ahí y superen en lo futuro á los -ingenios de la antigua metrópoli, más sello castizo, más aire de -parentesco, más color y sabor españoles tendrán sus obras. Sólo por -decadencia podrá ocurrir que se borre ó esfume en Uds. el ser propio -nuestro, y que sean Uds. otros de los que son. Y no es de temer que las -razas indígenas prevalezcan, ni que las lenguas guarani ó quichua -destierren la castellana, ni tampoco se ha de presumir y pronosticar que -los primitivos colonizadores pierdan ahí su virtud asimilante y -plástica, y se fundan en los nuevos colonos é inmigrados, en vez de -fundir en sí á cuantos acudan á esas regiones, desde Alemania, Francia, -Bélgica é Italia.</p> - -<p>Gran dolor sería esto para nosotros. Esto daría indicio de que somos de -raza inferior, y quitaría fundamento al orgullo legítimo con que, -después de la gente inglesa, nos consideramos<span class="pagenum"><a name="page_54" id="page_54">{54}</a></span> como la primera de todas -las gentes civilizadas en haber difundido sobre la faz de este planeta -su lenguaje, sus creencias, su saber, sus artes y todas las demás -manifestaciones de su espíritu. Esto nos quitaría la esperanza que hoy -tenemos de nuestra inmortalidad colectiva, aun cuando ocurriese el -grande infortunio de que se hundiera España ó quedase desierta, ya que -ahí, ó del otro lado de los Andes, ó en el rico Anahuac, renacería -España, joven, poderosa y lozana, y pondría los recuerdos de nuestra -gloria como digno principio de la que nuestros hijos hubiesen ya -adquirido ó adquiriesen en lo futuro.</p> - -<p>A pesar de cierto americanismo, que tal vez á algunos de los habitantes -de esta vieja España nos parezca sobrado, veo yo con viva satisfacción -que el espíritu de Ud. y el de su crítico, encomiador é intérprete D. -Calixto Oyuela, poeta asimismo de mucho mérito, coinciden en esto que -afirmo. Poco importa, como el Sr. Oyuela confiesa y deplora, que su -patria esté aquejada de cosmopolitismo. El medio millón de italianos á -que ascenderá pronto la inmigración, los ciento cincuenta mil franceses -y los demás hombres llegados ahí de distintas partes de Europa para -aumentar la riqueza, la industria y el comercio de esa república, -tendrán que españolizarse, ó, si usted quiere mejor, que <i>argentinarse</i>. -La vitalidad de nuestra raza debe salir triunfante de esta prueba. -Libros como el de Ud. vienen en corroboración de mi pronóstico. Dejemos -hablar al señor Oyuela, cuyas palabras hago mías: «Los nobles -sentimientos é ideas que Ud. expresa son<span class="pagenum"><a name="page_55" id="page_55">{55}</a></span> tales como deben ser, y son -naturalmente imaginados y sentidos por un argentino de raza española. La -lengua en que están es pura lengua española. Aunque Ud. conoce y estima, -como toda persona de buen gusto, la literatura francesa, no se deja -dominar por su influjo. Ni el más leve soplo francés corre por las -delicadas páginas de su libro. Tampoco hay en él nada italiano, nada -inglés ni nada alemán. En cambio, sin que Ud. lo haya solicitado, quizá -desconociéndolo, y con sólo dar rienda suelta á su naturaleza americana -y á su carácter argentino, tiene el libro de Ud. no poco de andaluz. De -ahí que maneje Ud. el castellano con tanta pureza, soltura y gallardía.»</p> - -<p>El mismo Sr. Oyuela añade: «Somos, es cierto, un país colonizador, y -necesitamos de la inmigración para engrandecernos; pero á condición de -asimilárnosla y de fundirla en nuestra nacionalidad propia. Las -naciones, como los individuos, sólo valen y significan algo por su -carácter, por su personalidad. Un país sin sello propio es como un -escritor sin estilo: no es nadie. El cosmopolitismo no ha engendrado ni -engendrará jamás nada fecundo, ni en política, ni en literatura.»</p> - -<p>El Sr. Oyuela, pues, comentando los versos de usted, y Ud. -escribiéndolos, reniegan de ese cosmopolitismo estéril y procuran que -brote de la raíz española, trasplantada á ese suelo, la originalidad -nacional que anhelan, y que ya tienen sin duda.</p> - -<p>A este fin, además, se puede ir por muy dis<span class="pagenum"><a name="page_56" id="page_56">{56}</a></span>tintos caminos, y tanto Ud. -como el Sr. Oyuela siguen, á mi ver, el más seguro, recto y hermoso. -Dentro de la afición á lo castizo desechan Uds. la equivocada distinción -entre el arte gentílico y el arte cristiano. No hay verdaderamente más -que un arte bueno y legítimo, en cuya forma pagana ó griega no cabe hoy -sólo el espíritu racionalista de Goethe, de Leopardi, de Chénier, de -Fóscolo y de Carducci, sino que puede también vivir y vive el espíritu -español y católico. Así lo entendió y lo realizó fray Luis de León, á -quien usted y su amigo ensalzan y siguen; y así lo proclama hoy Menéndez -Pelayo, á quien el señor Oyuela llama «<i>el gran ortodoxo</i>, griego en -arte hasta la medula de los huesos»: Ni se opone esto á lo popular y -castizo; porque, como su crítico de usted dice muy bien, los buenos -poetas griegos hubieran sido en América tan americanos como usted; y -Echevarría, que señala el punto de partida de la literatura nacional -argentina, es en sus aciertos clásico sin saberlo; y más lo hubiera sido -si, al libertarse del pseudo-clasicismo francés, no hubiera imitado el -romanticismo francés, no hubiera pensado en francés y no hubiera escrito -en castellano de baja ley.</p> - -<p>Por dicha, Ud. tiene lo que faltó á Echevarría. Como él, posee Ud. la -facultad de reflejar, á modo de claro y mágico espejo, la naturaleza -circunstante, hermoseándola y depurándola en la imagen; pero Ud. posee -además el arte y la forma adecuada para que esta imagen pase, sin -disiparse ni afearse al pasar, desde la mente de Ud. á las mentes de los -demás hombres, hiriéndolas y<span class="pagenum"><a name="page_57" id="page_57">{57}</a></span> penetrándolas. Se diría que todo el -concierto, toda la magnificencia y toda la hermosura de la tierra de -Ud., aunque conocidos por la geografía y por la estadística, eran -ignorados por el sentimiento, ya que no habían llegado á reflejarse en -el alma de un poeta, ni habían aparecido en sus cantos. Así es que mucha -parte del elogio que hace Ud. de Echevarría, podemos nosotros con más -razón aplicarle á Ud., y repetir:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Como surgiendo de silente abismo,<br /></span> -<span class="i0">El mundo americano<br /></span> -<span class="i0">Alborozado se escuchó á sí mismo:<br /></span> -<span class="i0">El Plata oyó su trueno;<br /></span> -<span class="i0">La Pampa, sus rumores;<br /></span> -<span class="i0">Y el verjel tucumano,<br /></span> -<span class="i0">Prestando oído á su agitado seno,<br /></span> -<span class="i0">Sobre el poeta derramó sus flores.<br /></span> -<span class="i0">Desde la hierba humilde<br /></span> -<span class="i0">Hasta el ombú de copa gigantea;<br /></span> -<span class="i0">Desde el ave rastrera que no alcanza<br /></span> -<span class="i0">De los cielos la altura,<br /></span> -<span class="i0">Hasta el chajá que allí se balancea,<br /></span> -<span class="i0">Y á cada nube oscura<br /></span> -<span class="i0">A grito herido sus alertas lanza;<br /></span> -<span class="i0">Todo tiene un acento<br /></span> -<span class="i0">En su estrofa divina,<br /></span> -<span class="i0">Pues no hay soplo, latido, movimiento,<br /></span> -<span class="i0">Que no traiga á sus versos el aliento<br /></span> -<span class="i0">De la tierra argentina.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>En todos los versos de Ud. hay inspiración propia, por donde, sin buscar -la originalidad, Ud. la tiene. Se conoce que ha leído Ud. los poetas -españoles, hasta los más recientes, como Campoamor, Núñez de Arce y -Velarde. En trozos descriptivos, sobre todo en décimas, creo notar -cierto confuso recuerdo del estilo de los dos últimos.<span class="pagenum"><a name="page_58" id="page_58">{58}</a></span> En varias -composiciones amorosas de Ud. hay también algo del modo de Bécquer. -Siempre, no obstante, la imitación ó la coincidencia es tan vaga, que no -está uno seguro de que no sea ilusión.</p> - -<p>Por lo demás, nada tan opuesto como su espíritu de Ud., sano, optimista, -lleno de esperanzas en el progreso y en la grandeza de la patria, y de -todo el humano linaje, al espíritu de Bécquer, pesimista y hondamente -herido. Hasta en las poesías más melancólicas de Ud. hay consuelo, hay -bálsamo, hay luz celestial que lo alegra é ilumina todo. Así, por -ejemplo, en <i>El hogar vacío</i>, donde tan sentida y tiernamente llora Ud. -la muerte de una joven, dulce compañera de su niñez acaso, termina Ud. -con esta estrofa, cuya sencillez no deja comprender bien el efecto que -produce al terminar la composición, si antes no se ha leído la -composición toda:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Así mi lira llorará tu ausencia.<br /></span> -<span class="i0">Tu cándida existencia<br /></span> -<span class="i0">Cual blanca nube se elevó del suelo<br /></span> -<span class="i0">Y en lo infinito desplegó sus galas.....<br /></span> -<span class="i0">Los que nacen con alas,<br /></span> -<span class="i0">¡Cuán pronto suben de la tierra al cielo!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Tal vez cuando, en mi sentir, recuerda Ud. más á Bécquer por la forma, -es cuando por el fondo dista Ud. más de él; cuando hay en Ud., no ya la -luz y la gloria del <i>amor que pasa</i>, sino el júbilo y el dulce contento -del amor que vive y queda en el alma para siempre, haciéndola dichosa:<span class="pagenum"><a name="page_59" id="page_59">{59}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Porque el amor es dueño<br /></span> -<span class="i0">De todo Paraíso;<br /></span> -<span class="i0">Porque toda belleza de la tierra<br /></span> -<span class="i0">Es un fragmento del Edén perdido.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Por eso, sin duda, hay más alegría, más resplandores beatificantes que -en la aparición momentánea del amor de Bécquer, en la aparición, en el -bosque, que se mostraba mustio, de la mujer por Ud. amada:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Pero llegas....., y el agua,<br /></span> -<span class="i0">El bosque, el cielo mismo,<br /></span> -<span class="i0">Es como una explosión de mil colores,<br /></span> -<span class="i0">Y el aire rompe en sonorosos himnos.<br /></span> -<span class="i2">Así la primavera<br /></span> -<span class="i0">Del trópico vecino<br /></span> -<span class="i0">Desciende, y canta repartiendo flores<br /></span> -<span class="i0">Y colgando en las vides los racimos.<br /></span> -<span class="i2">¡Cuán suenan gratamente<br /></span> -<span class="i0">Acordes, en un ritmo,<br /></span> -<span class="i0">Del agua el melancólico murmullo<br /></span> -<span class="i0">Y el leve susurrar de tu vestido!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Difícil es dar á conocer á un poeta citando así trozos arrancados de sus -obras. Más que darle á conocer es esto despedazarle. Por eso no gusto yo -de hacer muchas citas.</p> - -<p>A más de excelente poeta lírico me parece Ud. buen poeta narrativo, -según el testimonio brillante que de ello da en la leyenda de Santos -Vega. Las décimas en que está escrita esta leyenda son no menos fluidas, -bien hechas y ricas de rimas que las décimas empleadas por Núñez de Arce -y por Velarde en descripciones y narraciones. Las de Ud. tienen además -para mí algo<span class="pagenum"><a name="page_60" id="page_60">{60}</a></span> de peregrino y nuevo: me pintan, con el colorido y la -precisión de la verdad, la pampa y la vida primitiva de sus habitantes; -me traen como un aroma sutil de sus flores y un eco suave y adormido de -sus músicas y de sus rumores misteriosos.</p> - -<p>Santos Vega es el <i>payador de larga fama</i>: el más celebrado poeta, -cantor y tocador de guitarra que ha habitado en la pampa entre los -gauchos. Su contienda con otro trovador exótico, medio hechicero, que -aparece obrando prodigios, y el triunfo de este nuevo trovador sobre el -antiguo, que muere de pesar del vencimiento, todo es sin duda simbólico: -es el triunfo de la vida moderna, y de la industria, y de los -ferrocarriles, y de las ciudades, sobre el modo agreste de vivir en lo -antiguo, en aquel florido y verde desierto, en aquella extensa llanura -que los Andes limitan; pero si bien Ud., como poeta, lamenta la pérdida -de un poco de poesía, harto deja conocer que sobre esa poesía perdida, -si es que se pierde, ha de florecer otra, y ya florece en la mente y en -el libro de Ud., que vale muchísimo más que la del <i>payador</i> Santos -Vega.</p> - -<p>Justo es, no obstante, que Ud. dé á Santos Vega las alabanzas que -merece, por más que, al dárselas, se las dé escribiendo tan preciosa -leyenda, y dándole envidia de la que el pobre Santos Vega sería capaz de -morirse, si ya en la lucha con el trovador y mago intruso no hubiera -muerto.</p> - -<p>Como por el retrato veo que es Ud. joven, espero que seguirá escribiendo -poesías líricas y le<span class="pagenum"><a name="page_61" id="page_61">{61}</a></span>yendas no menos bonitas que las que aquí con tanta -justicia he celebrado.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>16 de Abril de 1888.</i><br /> -</p> - -<p class="chead"><span class="smcap">Á D. Enrique García Mérou</span></p> - -<h3>II</h3> - -<p>Muy señor mío y distinguido amigo: Cuando en el verano pasado de 1887 -tuve el gusto de conocer y de tratar en Spa á Ud. y al general don Julio -Roca, hablamos mucho de la patria de usted, de su próspera situación y -del brillante porvenir que todo el mundo le augura.</p> - -<p>Bien puede afirmarse que el general D. Julio Roca ha sido quien más ha -contribuído á disipar las nubes que oscurecían y velaban el horizonte, y -quien así nos ha dejado ver el cielo de ese porvenir despejado y claro.</p> - -<p>Dicho general, venciendo definitivamente á los indios, errantes por la -inmensa soledad de la Pampa, aumentó el territorio de la república con -muchos millones de hectáreas, preparó todos aquellos campos para el -advenimiento de la civilización y de la colonización europea, y, -libertándolos de las invasiones y rapiñas de los sal<span class="pagenum"><a name="page_62" id="page_62">{62}</a></span>vajes, les dió un -valor que sólo puede significarse por centenares de millones de pesetas.</p> - -<p>Todo esto se hizo humana y hábilmente, sin disparar un tiro, sin -derramar una gota de sangre. Los indios fueron perseguidos, cazados y -confinados en sitios donde tendrán que reducirse á la vida civil, ó -morir y extinguirse como raza. Quichuas, guaranies, tehuelches, -pehuenches y araucanos, todo va á desaparecer y á ceder por completo la -tierra, desde el límite occidental de la dilatada provincia de Buenos -Aires y los límites meridionales de las de Córdoba, San Luis y Mendoza, -á fin de que por allí se explaye y se difunda la civilización -americano-española, hasta el estrecho de Magallanes.</p> - -<p>¿Debemos recelar que amenace ahora cierto peligro á esta civilización, y -á la raza que la representa, y al lenguaje que la expresa? Yo creo que -no, á pesar de lo que sostienen y pronostican autores de nota, entre los -cuales sobresale el francés Emilio Daireaux, cuya obra, <i>Vida y -costumbres en la Plata</i>, Ud. mismo me ha dado á leer.</p> - -<p>Suponiendo que en el día cuenta la República Argentina con una población -de cerca de cuatro millones de hombres, sólo podremos considerar la -cuarta parte, un millón, como inmigrados extranjeros, y aun en este -número habrá que contar más de 160.000 españoles. Los italianos son los -más numerosos entre estos inmigrados. Los franceses vienen después, casi -en el mismo número que los españoles. Y hay, por último, ingleses, -alemanes y de otros países de Europa.</p> - -<p>A la verdad que no es corta esta inmigración.<span class="pagenum"><a name="page_63" id="page_63">{63}</a></span> Para el pronto -crecimiento y grandeza de la República se ha de presumir que irá la -inmigración en aumento constante, pues hay tanto terreno desierto que -poblar y que cultivar; pero ni aun así creo yo que deba pronosticarse -que ha de fallecer la virtud absorbente de la raza española criolla, que -forma ya una nación perfecta y entera, y que del aluvión y conjunto de -gentes que acuden y acudirán de todas partes, habrá de surgir una -nacionalidad nueva y distinta, con otro idioma, con otra manera de ser y -con otros rasgos y caracteres que los que tienen hoy los argentinos y -llevaron allí los primeros colonos que fueron de España.</p> - -<p>Para dar por seguro ó por probable lo contrario es menester suponer, -como sin duda supone Daireaux, que en la Plata no hay verdaderamente -nación todavía, sino gérmenes de nación, cuya elaboración definitiva -dice él que ha empezado, si bien se ignora qué elemento prevalecerá, y -qué lenguaje y qué modo de ser tendrán ustedes. Por lo pronto, afirma el -Sr. Daireaux que la raza, que era española en un principio, aunque con -mucha mezcla de judíos y de moros (lo cual pongo yo en duda, y si lo -concediese, no concedería que esos moros y esos judíos no fuesen ya al -ir á la Plata enteramente españoles), ha dejado de ser española y se ha -hecho latina, y afirma también que la lengua va sufriendo allí rápidas -modificaciones. Dentro de poco no podremos entendernos. Hablarán Uds. en -latín, ya que son ustedes latinos, ó en francés, que es la lengua más de -moda entre las neolatinas, ó tal vez en una len<span class="pagenum"><a name="page_64" id="page_64">{64}</a></span>gua franca y flamante, -que saldrá de la mezcla de los diversos idiomas que hablen los que vayan -allí de inmigrados.</p> - -<p>De nada de esto veo yo, por dicha, ni señales. Y digo por dicha, ya que, -si para nosotros, habitantes de esta Península ibérica, sería terrible -mortificación de amor propio que desapareciese hasta la huella de que -esa república es hija de España, para Uds. la mortificación sería mayor -al quedar tan absorbidos y tan desaparecidos como tendrán que quedar los -pehuenches ú otras tribus así.</p> - -<p>La actividad, la energía y la riqueza que muestran hoy los argentinos, -hasta en empresas que parecen aventuradas y de inseguro buen éxito, nos -quitan todo recelo de esa á modo de desnaturalización con que el autor -francés amenaza á Uds. Sola la provincia de Buenos Aires, privada de su -capital, que se ha hecho neutra para ser capital de toda la república, -se ha creado en cinco años una nueva y magnífica capital, La Plata, -llena de soberbios edificios, monumentos y palacios, y poblada ya de -50.000 ciudadanos.</p> - -<p>Pero ni esta bizarría y alarde de poder material, ni el comercio -floreciente, ni los adelantos en las varias industrias, prueban tanto el -arraigo en aquella tierra del ser argentino, español de origen, que -conservan y conservarán Uds., como el movimiento intelectual, cada día -más castizo, rico y fecundo, en todas las provincias de la república, y -en Buenos Aires sobre todo. El mismo Sr. Daireaux da testimonio del -valer é importan<span class="pagenum"><a name="page_65" id="page_65">{65}</a></span>cia de este movimiento, encomiando las obras del -general Mitre y del doctor V. F. López, que trazan la historia de la -independencia sudamericana; las de otros autores, como los doctores -Vicente Quesada, Navarro Viola y Trelles, que publican documentos sobre -los orígenes y la vida social; las de los estadistas y economistas -Agote, Latzina, Coni y Navarro; las de los antropólogos, etnógrafos y -exploradores Moreno, Ceballos, Lista y Fontana, y las de los -jurisconsultos Alcorta, Montes de Oca, Tejedor, Obarrio, Segovia, y -Carlos Calvo singularmente, «cuyo tratado de Derecho internacional -público y privado resume los progresos de esta ciencia oscura, en la -época moderna, figura entre las obras maestras de esta clase, y es -consultado por todas las cancillerías y por todos los diplomáticos».</p> - -<p>Teatro, á lo que parece, no tienen Uds. aún.</p> - -<p>De novelas, yo sólo conozco la <i>Amalia</i>, de Mármol; pero el Sr. Daireaux -cita <i>Pablo ó el hijo de las Pampas</i>, de doña Eduarda García, y varias -otras novelas de D. Eduardo Gutiérrez, como <i>Juan Moreira</i> y <i>El tigre -de Quequen</i>, cuyos lances tremendos, crímenes y horrores, compara á los -de Eugenio Sue.</p> - -<p>Donde, á la verdad, así en la República Argentina como en los demás -Estados de la América del Sur, se muestra más el genio castizo ó español -de origen, es en la poesía lírica y narrativa. Varias causas contribuyen -á esto. Las generales son las que en el siglo presente, aunque se llama -<i>positivo</i>, hacen que florezca la poesía en todas las regiones de la -tierra, como no ha florecido nun<span class="pagenum"><a name="page_66" id="page_66">{66}</a></span>ca. Y en cuanto á lo castizo y propio, -las causas son especiales. Ya sea porque nuestro lenguaje poético está -más trabajado y formado, ya sea porque nuestra prosodia es tan distinta -de la francesa, ello es que, aun queriendo, el poeta español más -entusiasta de los franceses no acertará á imitarlos en la forma si -escribe en castellano. Los galicismos de toda clase son más frecuentes -en prosa que en verso. Y en cuanto á los galicismos de fondo ó de -pensamiento, también en verso tienen que ser más raros; porque aun -cuando el poeta siga ó adopte sistemas ó doctrinas que estén de moda en -París, como en la poesía entra por mucho el sentimiento nacional y el -individual, éstos se combinan con lo que tal vez se aceptó por moda y le -presta fisonomía y valer castizos.</p> - -<p>En cierto sentido no hay sabios <i>populares</i>; pero hay y hubo siempre -poetas populares que llevan la voz del pueblo y hacen oir con grata -resonancia y ritmo adecuado las palpitaciones del grande corazón -colectivo. De aquí que la ciencia sea cosmopolita y la poesía no.</p> - -<p>En la República Argentina ha existido y existe esta poesía del pueblo ó -del vulgo al lado de la poesía sabia. Desde muy antiguo, desde que hubo -gauchos en la Pampa, los cuales no me puedo persuadir—á pesar de cuanto -dice Daireaux—de que sean más árabes ó más moros que cualquier -habitante de mi lugar ó de otro cualquier lugar de Andalucía ó de -Extremadura, hubo entre dichos gauchos cantadores y tocadores de -guitarra, músicos y poetas á la vez, que<span class="pagenum"><a name="page_67" id="page_67">{67}</a></span> han lucido y nos han dejado en -sus coplas y canciones tesoros de inspiración original y fieles pinturas -de la vida nómada que en aquellos campos se hacía. Los poetas de esta -clase eran llamados ó se llaman <i>payadores</i>, y se citan como los más -ilustres entre ellos á Estanislao del Campo, á José Hernández y á -Ascasubi. Ignoro si el famoso payador simbólico Santos Vega, de quien -escribió Rafael Obligado leyenda tan preciosa, es personaje histórico ó -mítico; pero esto importa poco á mi propósito. Basta con que haya habido -otros <i>payadores</i>.</p> - -<p>Coincidiendo con su poesía popular y agreste, produjo la tierra -argentina, como el resto de la América española, aun antes de la -independencia, otra poesía erudita y clásica, la cual siguió siempre la -manera de ser de la poesía de la metrópoli; y yo creo que esta poesía, -sobre todo la lírica, apenas se dejó influir por el gusto francés en -tiempo del <i>clasicismo</i>, ni en España, ni en sus colonias, ni en los -Estados independientes que de ellas nacieron. Hasta los poetas más -ajustados, en la teórica, á los preceptos de Boileau, que al cabo no -eran exclusivos de Francia, son muy españoles cuando escriben versos. -Meléndez, Jovellanos, Lista, Gallego, Quintana, todo el estol de líricos -españoles del siglo pasado y de principios del presente, no se parecen -más á los poetas franceses que fray Luis de León, Garcilaso, Herrera y -Rioja, de quienes son dignos sucesores. Lo mismo se puede afirmar de los -líricos hispano-americanos de aquella escuela y período: de Olmedo y de -Bello, por ejemplo.<span class="pagenum"><a name="page_68" id="page_68">{68}</a></span></p> - -<p>Menor fué la independencia y mayor fué el remedo de lo francés cuando -vino el romanticismo. En la vieja España fué más fácil que algunos -poetas se libertasen de este remedo, refugiándose en lo pasado; en la -edad media, en nuestros romances, en nuestras tradiciones y en nuestro -teatro del siglo <small>XVII</small>; pero en América hubo menos reparo y defensa, y la -imitación de lo francés tuvo que ser mayor entre los románticos.</p> - -<p>José Mármol es excepción de la regla. La vehemente energía de su odio -contra el tirano Rosas presta robusta entonación á sus versos, é imprime -en los mejores un sello característico y original, que les da grandísimo -valor á pesar de las incorrecciones y desaliños.</p> - -<p>En cuanto á Echevarría, ¿cómo negar que malogró en parte sus no comunes -prendas? No lo digo yo: lo dice su compatriota de Ud. D. Calixto Oyuela: -«precisamente por haberse apartado de lo español y castizo más de lo que -nuestra propia naturaleza consiente, no pudo ser bastante americano.» Y -Oyuela añade luego: «Si Echevarría quiso renegar de esta índole y de -estas afinidades naturales, debió ser lógico, y renegar también del -idioma, que es su consecuencia necesaria, proponiendo que hablásemos en -francés ó en quichua.»—«Y no se alegue la quimera de formar nuevo -dialecto, desprendido del castellano: la historia nos enseña que de los -idiomas formados y fijados sólo pueden salir jergas informes.»</p> - -<p>A pesar del pesimismo que muestra el señor<span class="pagenum"><a name="page_69" id="page_69">{69}</a></span> Oyuela en este punto, bien -podemos afirmar, y más aún poniéndole á él y á su amigo Rafael Obligado -por claros y vivos testimonios, que en la Plata no se hablará jerga -nueva, ni francés, ni quichua, sino castellano puro y limpio.</p> - -<p>Ni siquiera valdrá para torcerle, italianizándole, la gran colonia -italiana; porque si el influjo de la rica y noble literatura clásica de -Italia se deja sentir en la literatura argentina, será de modo benéfico, -como se dejó siempre sentir en la triple literatura española, en -Portugal, en Cataluña y en Castilla, tanto en los siglos <small>XV</small> y <small>XVI</small>, -cuanto en el <small>XVIII</small> y en el <small>XIX</small>.</p> - -<p>Dispense Ud. que me valga de tan largos preámbulos y rodeos para llegar -al verdadero asunto.</p> - -<p>Me pidió Ud., y yo prometí, un juicio franco sobre el poeta argentino -Olegario Andrade.</p> - -<p>Sus obras, reunidas en un tomo elegantísimo, fueron impresas en el año -pasado (1887) en Buenos Aires, á expensas del Tesoro nacional, que -consignó por ley 16.000 pesos para la adquisición de los originales y -6.000 para su impresión. Tan espléndido favor á este poeta y á sus obras -hace patente la altísima estimación de que gozan en su país de Ud. Yo he -prometido decir sin disimulo mi parecer sobre estas obras, que bien se -ve, por lo que queda expuesto, que son el reflejo más popular y el eco -más vivo del sentir y del pensar argentino en este momento y del gusto -literario que allí prevalece.</p> - -<p>Como prenda y señal de lo prometido, el general D. Julio Roca me dió el -mismo ejemplar que<span class="pagenum"><a name="page_70" id="page_70">{70}</a></span> él tenía por no haber otro á mano. No puedo, pues, -excusarme.</p> - -<p>Mi empeño es ineludible y muy arduo y comprometido. Confieso que lo que -más temo es que no parezca mi crítica bastante encomiástica. Por la -incorrección, por el descuido á veces de la forma, tendré que censurar -no poco en las poesías de Olegario Andrade; pero me consuela y anima que -mis alabanzas han de ser grandes, sinceras y fervorosas, y muy -superiores á las que tributé ya á D. Rafael Obligado, poeta sin duda más -elegante y correcto, pero que jamás se remontó hasta ahora tan alto en -sus canciones como Andrade se remonta, ni tomó para ellas, como toma -Andrade, asuntos que mueven ó deben mover el ánimo de toda la nación -para quien canta. Andrade, á veces, movido por el asunto mismo que trata -y por su elevada inspiración, es más que un poeta nacional, es uno de -aquellos pocos poetas que aciertan á dirigir la voz dignamente á todo el -linaje de los hombres, excitando en ellos el amor de las teorías, la fe -en los propósitos que le son más caros, y la sublime esperanza de que -pronto habrán de realizarse. De esta suerte, el poeta tiene, hasta donde -es posible en lo humano y en una edad tan descreída como la nuestra, -algo del profeta antiguo: es el vate.</p> - -<p>Ya se ve que debe ser difícil y delicado juzgar bien á Andrade; pero sin -creer en todas sus teorías y sin esperar el cumplimiento de todos sus -vaticinios, bien podemos celebrar el entusiasmo con que los expresa y -decir desde luego que por este entusiasmo le colocamos en el número de<span class="pagenum"><a name="page_71" id="page_71">{71}</a></span> -aquellos poetas universales y sublimemente <i>didácticos</i>, entre los que -descuellan Schiller, Manzoni, Quintana y Víctor Hugo.</p> - -<p>Con lo dicho se explica la razón de tan extenso preámbulo. Para entrar -de lleno en materia tendré que escribir otras cartas.</p> - -<p>Ignoro si ésta alcanzará á Ud. en París, en Roma ó en Oriente; pero -donde quiera llega <i>El Imparcial</i>, á quien la confío. Con ella van mis -saludos afectuosos para el general D. Julio Roca, y para Ud. la -seguridad de que empiezo á cumplir mi promesa.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>23 de Abril de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>III</h3> - -<p>Mi distinguido amigo: Cuando murió, poco há, Olegario Andrade, su muerte -dió ocasión para que se manifestase del modo más solemne el entusiasmo -que inspiraba á sus compatriotas. El gobierno nacional mandando publicar -á su costa, y con gran lujo, las obras del poeta; el general Roca -pronunciando la más sentida oración fúnebre; Benjamín Basualdo -escribiendo un prólogo altamente encomiástico, y la prensa periódica -aplaudiéndolo todo, vinieron á corroborar lo que ya era opinión del -público argentino, y había sido afirmado por los críticos de más -autoridad,<span class="pagenum"><a name="page_72" id="page_72">{72}</a></span> como los doctores Wilde y D. Nicolás Avellaneda y el poeta -Carlos Guido Spano: que Andrade era un genio y que sus cantos tendrían -vida imperecedera y gloriosa.</p> - -<p>Yo quiero y debo, no obstante, prescindir de todo esto al dar mi -parecer; darle como si nada de esto supiera, y no ceder al influjo de -los que tal vez por patriotismo y por la contagiosa sobreexcitación de -un momento ponen desmedida hipérbole en su alabanza.</p> - -<p>Las poesías de Andrade son harto difíciles de juzgar con acierto y -suscitan multitud de dudas y cuestiones, supongo que en la mente de -todos, y de seguro en la mía, sobrado escéptica quizás, pues no sólo -halla muy sujeta á errores la aplicación de las reglas que sirven para -juzgar y apreciar las obras de un singular poeta, sino que, aun en las -reglas mismas, nota cierta confusión, contradicción é incertidumbre.</p> - -<p>Lo llano, lo cómodo para mí sería no mostrar mis vacilaciones, seguir la -corriente y aplaudir sin reparo, como los otros; pero mi sinceridad se -sobrepone á toda consideración. El diablillo crítico que me atormenta, y -por el que estoy no sé si obseso ó poseído, no consiente que diga yo -cuando escribo aquello que quiero decir, sino aquello que él quiere que -yo diga; y lo más que logro á veces, y esto es peor, es decir lo que él -quiere y lo que yo quiero; de donde resulta, en algo como diálogo, más -que discurso, una verdadera sarta ó ristra de <i>antinomias</i>, según las -llaman ahora.</p> - -<p>Yo he calificado á Andrade de poeta sublime<span class="pagenum"><a name="page_73" id="page_73">{73}</a></span>mente didáctico, poniéndole -en el grupo en que pongo á Manzoni, á Quintana y á Víctor Hugo.</p> - -<p>Pero, apenas dicto mi primera sentencia, cuando interviene mi diablillo -é interpone su apelación. ¿Qué enseña, dice, la poesía en nuestro siglo? -¿Qué sistemas filosóficos, qué doctrinas políticas y sociales, qué -dogmas religiosos, qué problemas y qué teoremas de la ciencia de -naturaleza podrá nadie resolver ó enseñar en verso, que no estén mejor -enseñados ó resueltos, explicados y demostrados, en el más compendioso -manual, catecismo ó cartilla para los niños de la escuela? Y como aun -reconociendo en el poeta, en Dante, Goethe ó Leopardi, por ejemplo, -todas las prendas de un sabio de primera magnitud, y creyendo que su -cerebro fué ó es el archivo de todos los conocimientos divinos y humanos -que en su época podían penetrar y conservarse con orden en el cerebro de -una persona mortal, todavía dudo de la virtud docente de su poesía, mil -veces más tengo que dudar de que ocurra y obre esta virtud en quien, -lejos de haber estudiado y aprendido mucho, deja el colegio -prematuramente con algunas ligeras nociones de historia y noticias muy -elementales de literatura, y se lanza á la vida del periodismo, tan -agitada y laboriosa.</p> - -<p>Mirando este asunto bajo su aspecto prosaico, acude al pensamiento, al -ver cómo nos dedicamos muchos al magisterio de la prensa antes de saber -algo que enseñar, aquello del «Maestro Ciruela, que no sabía leer y -ponía escuela», ó el chistoso epígrafe de un capítulo de la novela del -Padre Isla que ha quedado como refrán: «Deja<span class="pagenum"><a name="page_74" id="page_74">{74}</a></span> Fray Gerundio los estudios -y se mete á predicador.»</p> - -<p>Claro está que en este sentido, cuando ni los poetas que fueron también -grandes sabios pueden ser poetas didácticos en el siglo <small>XIX</small>, menos lo es -Olegario Andrade, cuyos estudios habían sido cortos y someros; pero hay -otro sentido, según el cual, como por ciencia infusa, puede un poeta ser -sublimemente didáctico en nuestros días.</p> - -<p>Las elevadas aspiraciones, el ideal cuya realización se columbra en el -porvenir, los planes, doctrinas y esperanzas que están en la mente -colectiva de un pueblo ó de la humanidad toda, por estilo vago, informe -y confuso, resplandecen con mayor luz en el alma del poeta, y merced á -la energía plástica que el poeta tiene, se revisten de forma -determinada, precisa y hermosa, en versos que muestran con claridad -aquello mismo que agitaba el centro oscuro del alma y que el vulgo -apenas comprendía. Para ser así poeta didáctico se requieren dos grandes -y raras condiciones, sin las cuales no se alcanza la perfección de la -forma en que estriba el misterio. Se requieren el entusiasmo y el buen -gusto.</p> - -<p>El entusiasmo, esto es, el sentimiento fervoroso y la imaginación -potente que le pone de manifiesto, habilitaban é ilustraban, sin duda, -el espíritu de Olegario Andrade: poseía esta primera condición para ser -gran poeta docente. Sobre la otra condición, sobre la del buen gusto, -hay reparos que poner.</p> - -<p>En mi sentir, es necesario dar á la forma extraordinaria belleza para -que este género de poe<span class="pagenum"><a name="page_75" id="page_75">{75}</a></span>sía transcendental y encumbrada penetre bien en -las inteligencias y en los corazones, y venga á ser como la fórmula -duradera de una tendencia general, de una aspiración nacional ó humana.</p> - -<p>No bastan las imágenes de que reviste y adorna el poeta su pensamiento, -ni el fuego de la pasión con que le presta calor y vida; son -indispensables, además, el esmero, la reflexión y el arte más exquisito.</p> - -<p>Acontece en ocasiones que un poeta, sin pensamientos muy por cima de lo -vulgar, pero con sentimiento delicado, cuando posee y emplea ese arte -exquisito, comunica al lector dicho sentimiento y le conmueve más que el -poeta desaliñado, aunque tenga ideas más hondas y nuevas. Así entre -nosotros, Moratín, hijo, es el más artista, el más primoroso cincelador -de versos. Gracias á aquel magistral arte suyo, lo más insignificante á -veces, por el fondo, nos penetra, interesa ó enternece. El pensamiento -expresado con nitidez y mesura no toca en lo ridículo por el empeño de -llegar á lo sublime; y el sentir, expresado con mesura también, aparece -sincero, y se apodera de nosotros, mientras que un sentir, más sincero -quizá, si está expresado con exageración, nos parece falso, y nos hace -reir cuando pretende hacer que lloremos.</p> - -<p>No es esto decir que lo primoroso y atildado de la forma salve nunca lo -que carece de fondo, lo que está vacío de pensamiento, y frío de -sentimiento, ó recalentado con sentimiento falso y postizo. Sean ejemplo -de esto los versos políticos de Monti: son un prodigio de <i>hechura</i>, -pero á mí<span class="pagenum"><a name="page_76" id="page_76">{76}</a></span> me dejan helado: apenas tengo paciencia para leerlos.</p> - -<p>No hay arte con que disimule el poeta la falta de convicción. Lo que sí -puede ser es que por ampulosidad sobrada se estropee un sentimiento leal -y sincero, y aparezca falso y mentido. Esto se advierte á veces en -Víctor Hugo. No ha de extrañarse, pues, que también se advierta en -Olegario Andrade, que tomó á Víctor Hugo por ídolo y modelo.</p> - -<p>Víctor Hugo tenía mucho arte: ponía en la forma el mayor esmero y -estudio, como casi todos los poetas franceses; pero nuestros poetas -románticos, que no pueden imitar en la forma la poesía francesa, por ser -tan distinta, y que acaso se dejan engañar por lo que dice el poeta -extranjero de que la inspiración le arrebata y de que no reflexiona, ni -lima, ni pule, escriben sin arte y allá corren desbocados, dando rienda -suelta á su portentosa facilidad.</p> - -<p>Presupuestos, con todo, el sentir y el pensar con hondura, y la -sinceridad, y el brío en el estilo, que todo esto tiene Andrade, no se -puede negar que fué egregio poeta, por más que á veces le falten el -arte, la mesura, la nitidez y la elegancia.</p> - -<p>Contra los principios y doctrinas que sostiene y divulga, nada tiene que -decir el crítico que ama la poesía por la poesía. Lo que importa es la -nobleza del intento, la grandeza del fin, el valor de aquellas ideas y -aspiraciones generales en que estamos todos de acuerdo. Después, tan -gran poeta parece Schiller kantiano, como Manzoni<span class="pagenum"><a name="page_77" id="page_77">{77}</a></span> católico-liberal, -como Whittier cuákero liberalísimo, como Quintana -enciclopedista-progresista.</p> - -<p>La historia, la filosofía, las religiones, todo puede ser asunto de -versos con tal de que el asunto se trate bien; pero yo no me cansaré de -repetir que en estos asuntos han de exigirse más que en nada la -perfección de la forma, lo limpio y hermoso de la dicción, la riqueza de -las imágenes y el buen gusto y el peregrino empleo de frases y giros. El -poeta que no labre con todo esto sus versos filosóficos y políticos, se -expone á que parezcan <i>artículos de fondo</i> con rimas ó índices y -extractos del Bouillet ó de cualquier librejo de texto, puestos en -coplas.</p> - -<p>Con cuanto queda dicho se señalan y previenen los tropiezos á que se -expone el que se lanza á poeta <i>hierofante</i>, digámoslo así. Que Andrade -quería ser poeta de este género, y en lo posible lo era, se ve claro en -su composición á Víctor Hugo. Allí, al ensalzar al maestro, explica -Andrade el concepto que tuvo de la poesía y de la misión del poeta en -este mundo.</p> - -<p>Diremos, entre paréntesis, que Víctor Hugo, que recibió la composición, -no la leyó, ó si la leyó, no entendió ni chispa, y contestó dando las -gracias, con tres frases huecas y frías, en vil prosa.</p> - -<p>La composición á Víctor Hugo fué, pues, mal pagada, y, á mi juicio, fué -también despilfarrada. En este juicio no hay discrepancia entre mi -diablillo crítico y yo: estamos de acuerdo; pero el mal pago, y cuando -no el peor empleo, el derroche, no implican que sea mala la -composi<span class="pagenum"><a name="page_78" id="page_78">{78}</a></span>ción. La composición, á pesar de las enormes alabanzas al poeta -francés, y á pesar de otros defectos, contiene, en mi sentir, bellezas -de primer orden.</p> - -<p>Los que versificaban en castellano en el siglo <small>XVI</small> no se curaban de -evitar las asonancias.</p> - -<p>En el día, nuestros oídos son más delicados y no las pueden sufrir; pero -Andrade se quedó con los antiguos y no cayó en esto. Sus versos están -plagados de asonancias que los desentonan y afean. Lo advierto, porque, -si bien procuraré citar versos en que no haya asonancias inoportunas, -será difícil.</p> - -<p>Para Andrade, analizando ya la composición á Víctor Hugo, el poeta es un -hierofante, es quien trae luz á la humanidad cuando se extravía en las -tinieblas y quien le enseña el camino que debe seguir:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Así la humanidad despierta inquieta,<br /></span> -<span class="i0">En la noche moral abrumadora,<br /></span> -<span class="i0">Cuando surge el poeta,<br /></span> -<span class="i0">Ave también de vuelo soberano,<br /></span> -<span class="i0">Que en las horas sombrias<br /></span> -<span class="i0">Canta al oído del linaje humano<br /></span> -<span class="i0">Ignotas harmonías,<br /></span> -<span class="i0">Misteriosos acordes celestiales,<br /></span> -<span class="i0">Enseñando á los pueblos rezagados<br /></span> -<span class="i0">El rumbo de las grandes travesías,<br /></span> -<span class="i0">La senda de las cumbres inmortales.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Hecha ya esta definición, la ilustra con varios ejemplos históricos: -pone como prototipos de estos poetas que enseñan á la humanidad y que la -sacan ó tratan de sacarla del atolladero y de las<span class="pagenum"><a name="page_79" id="page_79">{79}</a></span> tinieblas en que se -ha hundido, á Isaías, á Esquilo, á Juvenal y á Dante; y, por último, -síntesis maravillosa de todos éstos, y superándolos á todos, suscita -Dios á Víctor Hugo, cuya misión es más alta que la de Isaías, que la de -Juvenal y que la de Dante, porque viene á renovar el linaje humano, nada -menos.</p> - -<p>Diré aquí con toda franqueza que si yo fuese Víctor Hugo, y alguien me -hubiera echado tanto incienso, y no tontamente, sino con gracia, y -moviendo bien el turíbulo, hubiera yo escrito una carta menos seca, -pagando al poeta sus alabanzas con otras iguales y no menos justas. La -carta de Víctor Hugo me da rabia, como si yo fuese Andrade. La única -disculpa que tiene la carta es que Víctor Hugo no sabía castellano y no -entendió los versos de su admirador.</p> - -<p>La verdad es que, ó debe uno callarse y dejar que le adoren como á un -Dios, ó contestar con algo mejor que tres frases hechas á requiebros -como los que siguen:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Todo lo tienes tú, la voz de trueno<br /></span> -<span class="i0">Del gran profeta hebreo,<br /></span> -<span class="i0">Fulminador de crímenes y tronos!<br /></span> -<span class="i0">El grito fragoroso del que un día<br /></span> -<span class="i0">Encarnó, para ejemplo de los siglos,<br /></span> -<span class="i0">La idea del derecho en Prometeo;<br /></span> -<span class="i0">La cuerda de agrios tonos<br /></span> -<span class="i0">De Juvenal, aquel Daniel latino,<br /></span> -<span class="i0">Tremendo justiciero de su siglo,<br /></span> -<span class="i0">Y el rumor de caverna de los cantos<br /></span> -<span class="i0">Del viejo Ghibelino.<br /></span> -<span class="i0">Todo lo tienes tú; por eso el cielo<br /></span> -<span class="i0">Te dió tan vasto sin igual proscenio.<br /></span> -<span class="i0">No hay notas que no vibren en tu lira,<span class="pagenum"><a name="page_80" id="page_80">{80}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Ni espacios que no se abran á tu genio.<br /></span> -<span class="i0">Cantas al porvenir, y los que sufren,<br /></span> -<span class="i0">Esclavos de la fuerza ó la mentira,<br /></span> -<span class="i0">Sienten abrirse á sus llorosos ojos<br /></span> -<span class="i0">De la esperanza las azules puertas.<br /></span> -<span class="i0">Apostrofas al tiempo, y se levantan,<br /></span> -<span class="i0">Mágico evocador de edades muertas,<br /></span> -<span class="i0">Como viviente, inmenso torbellino,<br /></span> -<span class="i0">Razas extintas, pueblos fenecidos,<br /></span> -<span class="i0">Fantasmas y vestiglos,<br /></span> -<span class="i0">Para contarte en misterioso idioma<br /></span> -<span class="i0">La colosal <i>Leyenda de los siglos!</i><br /></span> -<span class="i0">Todo lo tienes tú; todo lo fuiste:<br /></span> -<span class="i0">Profeta, precursor, mártir, proscrito.<br /></span> -<span class="i0">Gigante en el dolor te levantaste<br /></span> -<span class="i0">Cuando en la noche lóbrega sentiste<br /></span> -<span class="i0">Temblar los mares, vacilar la tierra,<br /></span> -<span class="i0">Con pavorosa conmoción extraña,<br /></span> -<span class="i0">Cual si un titán demente forcejease<br /></span> -<span class="i0">Por arrancar de cuajo una montaña.<br /></span> -<span class="i0">Era Francia, montaña en cuya cumbre<br /></span> -<span class="i0">Anida el genio humano;<br /></span> -<span class="i0">La Francia de tu amor, que tambaleaba<br /></span> -<span class="i0">Herida por el hacha del germano;<br /></span> -<span class="i0">Y arrojando la lira en que cantabas<br /></span> -<span class="i0">La <i>Canción de los bosques y las calles</i>,<br /></span> -<span class="i0">Fuiste á tocar llamada,<br /></span> -<span class="i0">De París sobre el muro ennegrecido,<br /></span> -<span class="i0">En el ronco clarín de Roncesvalles.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Larga es la cita que acabo de hacer; pero ella muestra la excesiva, -candorosa y casi desdeñada adoración á Víctor Hugo; el concepto que -formaba Andrade de lo que era ó debía ser un poeta grande; y aun algunos -de sus sentimientos y creencias sobre el progreso y la libertad, y sobre -el alto destino de Francia, <i>cumbre donde anida el genio humano</i>.</p> - -<p>Las faltas de Andrade se ven también en los<span class="pagenum"><a name="page_81" id="page_81">{81}</a></span> versos que acabo de citar. -Por ellos se puede afirmar que se le empieza á conocer; mas para -conocerle á fondo, es fuerza hablar de su <i>Prometeo</i>, de su <i>Atlántida</i> -y de otras composiciones que piden más cartas. Por hoy añadiré sólo que -al terminar los versos á Víctor Hugo, muestra Andrade otro de sus -entusiasmos y sus creencias más poéticas: que el glorioso porvenir del -humano linaje está en el mundo que descubrió Colón.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Desde aquí, teatro nuevo<br /></span> -<span class="i0">Que Dios destina al drama del futuro,<br /></span> -<span class="i0">Razas libres te admiran y se mezclan<br /></span> -<span class="i0">Al coro de tu gloria,<br /></span> -<span class="i0">Orfeo que bajaste<br /></span> -<span class="i0">En busca de tu amante arrebatada,<br /></span> -<span class="i0">La santa democracia,<br /></span> -<span class="i0">A las más hondas simas de la historia!<br /></span> -<span class="i0">Desde aquí te contemplan<br /></span> -<span class="i0">Entre dos siglos batallando airado<br /></span> -<span class="i0">Y arrancando á la lira<br /></span> -<span class="i0">La vibración del porvenir rasgado<br /></span> -<span class="i0">O el triste acento de la edad que espira!<br /></span> -<span class="i0">Y al través de los mares,<br /></span> -<span class="i0">Astro que bajas al ocaso, envuelto<br /></span> -<span class="i0">En torrentes de llama brilladora,<br /></span> -<span class="i0">Entonando tus cantos seculares,<br /></span> -<span class="i0">Te saludan los hijos de la aurora.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Este final es magnífico.</p> - -<p>No es más grandioso y arrogante nada de Víctor Hugo; pero, como el poeta -argentino, envolviendo á su ídolo en nubes de incienso y en nimbos y -aureolas de luz, le llama viejo y astro que baja al ocaso, ¿quién sabe -si Víctor Hugo lo entendería y se enojaría un poco?</p> - -<p>Basta ya, por ahora. Otro día veremos cómo<span class="pagenum"><a name="page_82" id="page_82">{82}</a></span> entrevé y predice Andrade el -porvenir de su América, y cómo teje guirnaldas ó coronas poéticas con -las flores que toma en la filosofía de la historia; jardín público donde -cada cultivador planta y recoge las flores que le convienen ó le gustan; -ciencia que cada cual construye, entiende y explica según le place.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>7 de Mayo de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>IV</h3> - -<p>Mi distinguido amigo: La última producción de Andrade, titulada -<i>Atlántida</i>, es el canto de cisne, donde su sentir patriótico y de raza -está expresado con mayor elegancia y brío. Premiado el canto en público -certamen, y siendo además la obra más encomiada del poeta, bien puede -afirmarse que las ideas y los sentimientos que contiene son de los más -populares en las orillas de La Plata.</p> - -<p>No pretendo yo negar que el canto es hermoso. No me propongo escatimar -las alabanzas, ni deslustrar los aciertos sacando á relucir faltas y -errores. Tampoco gusto, por lo común, de impugnar, con la fría -dialéctica de la prosa, lo que tal vez afirma un poeta arrebatado por el -estro; pero ¿cómo prescindir de mi propia manera de sentir, de mi ser de -español-peninsular, y no<span class="pagenum"><a name="page_83" id="page_83">{83}</a></span> contradecir sentimientos é ideas que en la -<i>Atlántida</i> se expresan y que en algo ó en mucho nos lastiman?</p> - -<p>El canto <i>Atlántida</i> está dedicado al porvenir de <i>la raza latina en -América</i>, y esto de <i>raza latina</i> ofende mi amor propio español. En -esto, para España, hay algo que hiere, como se sentiría herido un -anciano al saber que un hijo suyo, emancipado, rico, con gran porvenir, -establecido en remotos países y lleno de altas miras ambiciosas, justas -y fundadas, había renegado del apellido paterno, y en vez de llamarse -como se llamó su padre, había adoptado el apellido de un amo, á quien su -padre sirvió en la mocedad.</p> - -<p>Al llamarse latinos los americanos de origen español, se diría que lo -hacen por desdén ó desvío del ser que tienen y de la sangre que corre -por sus venas. Ellos se distinguen, entre sí y de nosotros, llamándose -argentinos, mexicanos, colombianos, peruanos, chilenos, etc. Pero si -buscan luego algo de común que enlace pueblos tan diversos é -independientes, me parece que el tronco de las distintas ramas no está -en el Lacio, sino en esta tierra española. Los Estados y las naciones -que han surgido en América de nuestras antiguas colonias son tan -españoles como fueron griegas las colonias independientes que los -griegos fundaron en Africa, en Asia, en Italia, en Sicilia, en España y -en las Galias. No se avergonzaron estos griegos independientes de seguir -llamándose griegos, y no imaginaron llamarse pelasgos ó arios para -borrar ó esfumar su helenismo en calificación más vasta y comprensiva.<span class="pagenum"><a name="page_84" id="page_84">{84}</a></span></p> - -<p>Y aunque se diga que los portugueses no son españoles y que hay un gran -imperio de origen portugués en América, el argumento no vale. Si hemos -de reducir á un común denominador á los luso-americanos y á los -hispano-americanos, á fin de sumarlos luego, más natural sería hacerlos -á todos, no latinos, sino ibéricos y hasta españoles. Los portugueses, -en los siglos de su mayor auge y florecimiento, cuando tenían -navegantes, héroes y poetas, como Gama, Cabral, Diego Correa, D. Juan de -Castro, Alburquerque y Camoens, no desdeñaban el ser españoles, por más -que dentro de este predicamento general pusieran la distinción -específica de portugueses. Ni sé yo que los austriacos, cuando no son -húngaros, bohemios ó croatas, así como tampoco otros pueblos germánicos, -que no dependen del imperio alemán, fundado por los prusianos, repugnen -el dictado de alemanes y pretendan llamarse de otra manera. Más derecho -sería negar al imperio flamante el exclusivo título de alemán.</p> - -<p>De esta suerte pudieran los portugueses, si hubiera tribunal con -jurisdicción para decidir y el negocio importase más, poner pleito á -España por haberse alzado con el nombre de España y pedir que este -Estado se llamase Reino Unido de Aragón y Castilla.</p> - -<p>Me parece, por otra parte, que el título de América latina disuena más -al promover la contraposición con la América <i>yankee</i>, que han dado en -apellidar <i>anglo-sajona</i>. Para que la contraposición fuese exacta, -convendría, si llamamos anglo-sajona á una América porque se apoderó de -In<span class="pagenum"><a name="page_85" id="page_85">{85}</a></span>glaterra un pueblo bárbaro llamado anglo-sajón, llamar visogótica á -la otra América, porque otro pueblo bárbaro, llamado visogodo, conquistó -la España. Igual razón habría para llamar á los Estados Unidos y al -Canadá América normanda, con tal de que la restante América se llamase -moruna ó berberisca.</p> - -<p>La verdadera contraposición, la innegable diferencia entre los <i>yankees</i> -y los hispano-americanos de cualquier república que sean, no está en lo -germánico, ni en lo latino, ni en lo normando, ni en lo moruno, ni en lo -anglo-sajón, ni en lo visogótico, sino en que una América, civilizada -ya, procede de ingleses, y de españoles otra, cuando Inglaterra y España -eran al fin dos naciones perfectamente formadas y distintas, con -condiciones propias y con carácter peculiar y con sello de originalidad -indeleble. Y este sello tiene ó debe tener fuerza y virtud informante -para marcar y asimilar á la gente que entre por aluvión á ser parte de -la población de los nuevos Estados. Y así como no es de presumir que los -franceses del Canadá y de Nueva Orleans, y que los españoles de origen -de California, Texas y la Florida, y mucho menos los seis ó siete -millones de negros, ciudadanos libres hoy de la república que fundó -Washington, cambien el ser de aquella república y borren su origen, en -su mayor parte inglés, menos debe temerse que los italianos ó los -franceses que emigran ahora á la América, de origen, no en su mayor -parte, sino exclusivamente española ó ibérica, borren la filiación y las -señales de la procedencia y conviertan aquella América en latina.<span class="pagenum"><a name="page_86" id="page_86">{86}</a></span></p> - -<p>Hechas estas consideraciones para que quede en su punto la verdad, -severa y prosaicamente considerada, no debiéramos disputar más con el -poeta, sino repetir la sentencia de Horacio del <i>quidlibet audendi</i>, y -dejarle imaginar lo que se le antojara y convertir en latinos á todos -los hispano-americanos desde Nueva Méjico á Patagonia.</p> - -<p>En medio de todo no hay concepto generalizador que, aun pareciendo -absurdo por un lado, no tenga por otro cierto racional fundamento, el -cual estriba en nociones vagas, que se desprenden de ciencias nuevas, -como, en este caso, de la filosofía de la historia, de la etnografía y -de la filología comparativa, y pasan al dominio del vulgo. De aquí, sin -duda, que habiendo sido tan pocos los latinos, allá en un principio, nos -convirtamos ahora todos en latinos, con sorpresa y pasmo de los que no -están en el secreto y por obra y gracia de las mencionadas ciencias.</p> - -<p>Podemos llamarnos latinos, aunque no raza latina, como ya nos llamaron -latinos los griegos del Bajo Imperio, para quienes los alemanes y los -ingleses, y con sobrada razón, eran latinos, porque habíamos sido todos -civilizados por el latín y con el latín: por el Imperio latino de Roma y -después por la Iglesia latina, de Roma. Podemos llamarnos latinos, -porque nuestras lenguas proceden del latín, y, en este sentido, no son -latinos los alemanes; pero no sé yo por qué los ingleses han de ser más -germánicos que latinos ó celtas. Si es cuestión de vocablos, acaso, casi -de seguro, hay en un Diccionario inglés tantas palabras tomadas del -latín como tomadas de otro<span class="pagenum"><a name="page_87" id="page_87">{87}</a></span> idioma. Y si nuestro latinismo se funda en -el influjo civilizador de la Iglesia romana, desde la caída del Imperio -hasta la Reforma, los ingleses y los irlandeses resultan más latinos que -los españoles, quienes, durante toda la edad media, estuvieron mucho más -separados que Inglaterra y que Irlanda del influjo de Roma.</p> - -<p>En resolución, y bajo cualquier aspecto que esto se mire, yo comprendo -que, con el andar de los siglos, desaparezca del todo entre los -<i>yankees</i> la huella de su origen inglés, y entre los hispano-americanos -la huella de su origen español, para que <i>yankees</i> é hispano-americanos -sean algo enteramente nuevo; pero no comprendo que <i>yankees</i> é -hispano-americanos se borren el ser inglés ó español que tienen para que -aparezca por bajo un ser anglo-sajón ó latino, á la manera que se puede -borrar lo escrito recientemente en un palimpsesto, para que salga á -relucir por bajo alguna obra clásica de antigüedad remota.</p> - -<p>Si otro modo de transformación puede ó no ocurrir, misterio es profético -en el que no debo entrar. Sólo digo que esta transformación, por cuya -virtud quedasen <i>descastados</i> los españoles ultramarinos, los vejaría -más á ellos que á los españoles peninsulares. ¿Carecerá la raza que -colonizó tan inmensa extensión de ambas Américas de vigor y de nervio -suficientes para imponer el sello característico que la distingue? -¿Cederá al empuje de la inmigración creciente, dejando, v. gr., que los -franceses ó los italianos se sobrepongan, y que las nuevas -nacionalidades y tal vez las lenguas sean un conjunto -italo-franco-<span class="pagenum"><a name="page_88" id="page_88">{88}</a></span>hispano-lusitano, que venga á denominarse <i>latino</i>, para -que no sea tan largo el término de expresión?</p> - -<p>Me parece que, en todo caso, han de pasar centenares de años antes de -que esto ocurra.</p> - -<p>Lo más probable, así como lo más deseable, será que el Brasil, -prescindiendo de tupinambas y guaranies, y de negros bundas y minas, y -considerado como nación civilizada, siga siendo portugués de casta y -origen, y que sus habitantes sigan hablando y escribiendo la lengua -portuguesa, enriquecida ya por ellos con un tesoro de poesía épica y -lírica y con muy estimables libros de historia y de derecho; que todas -las repúblicas hispano-americanas, como pueblos civilizados, sigan -siendo de origen español, y que sus ciudadanos sigan hablando la lengua -de Castilla, en que han escrito Alarcón, Sor Juana Inés, Valbuena, -Gorostiza, Ventura de la Vega, Baralt, Bello y Olmedo; y que los sesenta -millones de <i>yankees</i>, que podrán dentro de poco pasar de ciento, sigan -siendo ingleses por su origen, como pueblo civilizado, y sigan hablando -la lengua inglesa. Las literaturas de estos pueblos seguirán siendo -también literaturas inglesa, portuguesa y española, lo cual no impide -que con el tiempo, ó tal vez mañana, ó ya salgan autores <i>yankees</i> que -valgan más que cuanto ha habido hasta ahora en Inglaterra; ni impide -tampoco que nazcan en Río Janeiro, en Pernambuco ó en Bahía escritores -que valgan más que cuanto Portugal ha producido; ó que en Buenos Aires, -en Lima, en México, en Bogotá ó en Valparaíso lleguen á flore<span class="pagenum"><a name="page_89" id="page_89">{89}</a></span>cer las -ciencias, las letras y las artes con más lozanía y hermosura que en -Madrid, en Sevilla y en Barcelona.</p> - -<p>No niego yo la posibilidad de que los hispano-americanos nos superen; y -si no deseo que se nos adelanten, porque la caridad bien ordenada -empieza por uno mismo, deseo que nos igualen. Lo que niego es que, á no -ser por decadencia y no por primor ó por adelanto, se vuelvan latinos. -Afirmo la persistencia del españolismo, y en este sentido creo que la -sentencia del Duque de Frías no puede fallar. Durante muchos siglos aún -podremos exclamar con dicho poeta:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Españoles seréis, no americanos,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">y podremos afirmar que el navegante que vaya por allí desde Europa,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Al arrojar el áncora pesada<br /></span> -<span class="i0">En las playas antípodas distantes,<br /></span> -<span class="i0">Verá la Cruz del Gólgota plantada<br /></span> -<span class="i0">Y escuchará la lengua de Cervantes.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Bolívar pudo sacudir el yugo del tirano Fernando VII; pero el otro yugo, -suave y natural, del Manco de Lepanto y del ejército de escritores que -le sigue, es yugo que nadie quiere, ni debe, ni puede sacudir.</p> - -<p>Otro sentimiento, que no nos es favorable, se deja traslucir además en -el canto <i>Atlántida</i>. Es legítimo, sin duda, el deseo, y no deja de -tener fundamento la esperanza que anima á los americanos, esto es, á los -descendientes de europeos<span class="pagenum"><a name="page_90" id="page_90">{90}</a></span> que fueron á colonizar á América, de que el -porvenir de la humanidad está allí: de que, si en Asia, cuna de la -civilización, hizo la humanidad grandes cosas, y de que, si más tarde, -tal vez desde las guerras médicas, Europa adquiere la hegemonía, -civiliza, domina el mundo y obra mil portentos, todavía América los -obrará mayores en lo futuro, eclipsando las glorias de las más ilustres -naciones de Asia y de Europa. Hasta este punto, el pensar y el aspirar -son razonables y nada tienen de odiosos. Nada hay que decir, pongo por -caso, de que un ciudadano de Chicago espere que el esplendor de su -ciudad anuble dentro de poco el esplendor de la memoria de Roma, ó de -que Nueva York haga olvidar á Sidón y á Tiro, ó de que por Boston se -venga á oscurecer la fama de Atenas. Pero ya es de censurar, si -traspasando este límite se advierte la impaciencia, que tiene algo de -antinatural, como cuando un hijo piensa en que se le muera pronto su -padre para heredarle, de que decaiga Europa, á fin de que se levanten -las naciones de América con superior y no disputada grandeza.</p> - -<p>De todos modos, yo no apruebo esta especie de naciente rivalidad entre -el mundo nuevo y el viejo, y creo compatible la grandeza de ambos mundos -y posible el florecimiento de las naciones de por allá y de las de por -acá; pero como de la emulación nacen los grandes hechos, y no hay éxito -dichoso donde no hay confianza, aplaudo el júbilo soberbio con que -Andrade parece que espera más de su raza que de Europa y que de los -<i>yankees</i>, asegurando que su raza va á cumplir las<span class="pagenum"><a name="page_91" id="page_91">{91}</a></span> promesas de oro del -porvenir, el cual está reservado (en América se entiende)</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Á la raza fecunda<br /></span> -<span class="i0">Cuyo seno engendró para la historia<br /></span> -<span class="i0">Los Césares del genio y de la espada.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Andrade quiere decir con esto, y yo me alegraría de que tuviese razón, -pues aunque quiero bien á los <i>yankees</i>, quiero más á la gente de mi -casta y sangre, que lo grande que tiene aún que hacer la humanidad lo -van á hacer los hispano-americanos. Ojalá, repito, que sea así. Pero -¿qué necesidad hay para ello de que nos considere ya muertos ó -arruinados?</p> - -<p>Andrade, profetizando en favor de su raza, que él llama latina, exclama:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Aquí va á realizar lo que no pudo<br /></span> -<span class="i0">Del mundo antiguo en los escombros yertos:<br /></span> -<span class="i0">La más bella visión de las visiones:<br /></span> -<span class="i0">Al himno colosal de los desiertos,<br /></span> -<span class="i0">La eterna comunión de las naciones.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Supongo que el poeta intenta decir, aunque, francamente, lo dice mal, -que, escuchando el himno colosal de los desiertos, esto es, en medio de -la magnífica, exuberante y hermosa naturaleza de aquel nuevo é inmenso -continente, la raza latina realizará al cabo</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">La eterna comunión de las naciones,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">ó sea una confederación y consorcio de pueblos libres, prósperos, -fuertes, ricos y llenos de altísima cultura.<span class="pagenum"><a name="page_92" id="page_92">{92}</a></span></p> - -<p>A nada de esto debe oponerse, sino aplaudir, todo <i>latino</i> de por acá. -Lo que yo no apruebo, y lo que no aprobará ningún <i>latino</i> de los de -esta banda, es que los <i>latinos</i> de la otra banda pongan como condición, -á lo que parece, el que se convierta en <i>escombros yertos</i> este mundo -antiguo, en el que hemos nacido y en el que vivimos.</p> - -<p>En un porvenir remoto, todo, sin embargo, es posible. Tal vez dentro de -algunos siglos, en vez de venir los chilenos, peruanos, brasileños, -etc., á estudiar, á divertirse y á gozar, en escuelas, teatros y -bullicios de París, de Roma y hasta de Madrid y Sevilla, aunque decaídas -ya estas poblaciones, vengan á visitar sus ruinas como visitan ahora los -europeos las ruinas de Persépolis, Palmira, Nínive y Babilonia. Lo que -casi no es posible, y vuelvo á mi tema, es que los hispano-americanos, -aun después de ocurrido todo lo que dejo consignado, se conviertan en -<i>latinos</i>. ¡Cuidado que á mí me encantan Horacio y Virgilio, y los -Gracos y los Scipiones, y Paulo Emilio y Régulo, y los Fabios y los -Decios! Aunque propiamente no sean latinas, todas las grandes cosas de -la Italia moderna me maravillan también y me atraen. Yo reconozco y -bendigo el influjo civilizador de Italia, la cual, hasta el siglo <small>XVI</small>, y -desde siete siglos antes de Cristo, y aun desde más temprano si contamos -con el florecimiento de la Etruria y de la Magna Grecia, es la maestra -de las gentes; pero los discípulos no han perdido su ser y dejado de ser -lo que eran. Un cordobés, paisano de Lucano y de Séneca; un señorito de -Sevilla, paisano casi de Silio Itálico y de los empe<span class="pagenum"><a name="page_93" id="page_93">{93}</a></span>radores Trajano, -Adriano y Teodosio el Grande, ó un natural de Cádiz, paisano de los -Balbos, me chocaría á mí que saliese con la tonada de que era latino, -cuando tal vez no supiese decir en latín sino el <i>Gloria Patri</i> y el -<i>Sicut erat</i>. Hágase Ud. cargo si me chocará que un ciudadano de Buenos -Aires, ó de Montevideo, ó de Quito, salga con que es latino ó de raza -latina, como si tuviese á menos ó se avergonzase de ser de raza -española.</p> - -<p>Pero, en fin, nada de esto destruye el mérito de los versos de Andrade, -de que seguiré hablando otro día.</p> - -<p>Perdone Ud. que por hoy haya perdido yo tanto tiempo en mi inocente -desahogo contra esta <i>latinidad</i> postiza que por moda científica nos han -colgado á todos.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>14 de Mayo de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>V</h3> - -<p>Mi distinguido amigo: Confieso que el canto <i>Atlántida</i> hace que me -asalten con vigor mis dudas y cavilaciones sobre la poesía <i>docente</i> en -nuestra edad, en que todas las ciencias están metodizadas y ordenadas.</p> - -<p>Es de toda evidencia que existe aún sublime poesía <i>docente</i>, la cual, -no sólo enseña el camino del progreso al linaje humano, sino que habla<span class="pagenum"><a name="page_94" id="page_94">{94}</a></span> -de Dios, revela los misterios del universo y de la historia, y mueve y -levanta los corazones para que realicen nobles y útiles empresas. El -influjo de esta poesía es hoy como nunca poderoso, y da un mentís á los -que afirman que vivimos en época positiva y prosaica. Más que Tirteo en -la antigua Grecia, influyen Whittier en la guerra civil de los Estados -Unidos para dar libertad á los esclavos, y Quintana, en España, -sosteniendo á la vez, con idéntico brío y en maravillosa y rica -combinación, las ideas y los sentimientos que habían producido la -revolución en Francia y el fervoroso patriotismo que abominaba de los -que, por fuerza y sometidos ya á un tirano, aparentaban divulgar esos -sentimientos y esas ideas á costa de la dignidad y de la independencia -de las otras naciones.</p> - -<p>Jamás como ahora, á pesar de la manía de afirmar que estamos en la edad -de la razón y que ha pasado la edad de la fe, ha sido el entusiasmo más -contagioso, ni ha tenido más eficacia, precediendo á la acción el -pensamiento, y revistiéndose para propagarse y transformarse en obras de -la palabra rítmica, sonora y alada.</p> - -<p>Pero todo esto no es porque los poetas patenticen los arcanos que antes -sabían sólo asociaciones secretas, ni hagan raros descubrimientos de que -nadie se hubiera enterado hasta que ellos lo dijeron, sino porque á lo -sentido, á lo imaginado y á lo pensado por muchos, tal vez informe y -confusamente, aciertan á dar forma divina, sintiéndolo con más energía, -imaginándolo con mayor lucidez, pensándolo con más limpia y pura<span class="pagenum"><a name="page_95" id="page_95">{95}</a></span> -claridad y comunicándolo así á las muchedumbres.</p> - -<p>Todo depende, pues, de una feliz forma íntima, de la oportunidad y del -tino.</p> - -<p>Cierto escritor israelita ha compuesto un libro donde trata de probar -que no hay sentencia alguna en el <i>Sermón de la Montaña</i> que no hubieran -pronunciado antes de Cristo estos ó aquellos doctores de la Sinagoga ó -de sectas judaicas en disidencia. Miremos el asunto con mirada -racionalista y profana, y concedamos por un instante que dice verdad el -autor del libro. El mérito de Jesús no se menoscabará por eso; antes -crece en nuestra mente y se magnifica. ¡Con qué inspiración -imperiosamente persuasiva, con qué soberano magisterio, con qué arte -prodigioso no diría Jesús su Sermón, cuando de un tejido de frases -olvidadas ó desdeñadas de rabinos obscuros, y de los que nadie hacía ya -caso, compuso una obra moral y social que ha renovado el mundo y que -hace cerca de dos mil años es como el fundamento ideal de la vida y de -las costumbres entre las naciones que gobiernan y dirigen los destinos -humanos!</p> - -<p>En escala inferior, así es toda obra de un gran poeta. Nada explica -mejor esto que dos palabras que no sé por qué han caído en desuso en -nuestra lengua: la virtud de la <i>concinidad</i> y el poder del -<i>concionador</i>, en su acepción más elevada.</p> - -<p>Por una concinidad inspirada por el cielo, suponiendo fundada la crítica -del autor israelita, hizo Jesús ley de la humanidad de un centón de -máximas rabínicas; y por concinidad semejante,<span class="pagenum"><a name="page_96" id="page_96">{96}</a></span> aunque en más baja -esfera, influye un poeta en el porvenir de su pueblo con otro centón de -lugares comunes.</p> - -<p>Todo estriba, más que en lo que se dice, en el modo de decirlo; pero -este modo no está sujeto á reglas, ni se aprende estudiando la poética y -la retórica, sino que brota del alma humana, altamente iluminada, -predestinada y escogida. Así se concibe que sea poeta docente, poeta -concionador, Olegario Andrade, que al cabo, en prosa, sabía poquísimo, y -no tenía, por consiguiente, mucho que enseñar.</p> - -<p>Dos terribles escollos tiene que evitar el poeta que se engolfa por este -mar de la poesía <i>docente</i>: el de mostrar enfático y falso sentimiento, -que en vez de entusiasmar mueve á risa, y en este escollo Andrade, que -es sincero, no tropieza jamás; y el de aspirar inocentemente á lo muy -didáctico y caer en el prosaísmo, en lo cual no he de ocultar que -Andrade alguna vez tropieza.</p> - -<p>Para enseñar de cierto modo, no vale ya ni sirve la verdadera poesía, -aunque el metro y los consonantes valgan aún como recurso mnemotécnico. -Cuando se apela á este recurso, en vez de crear versos áureos, como los -de Pitágoras, ó máximas solemnes, como las de los antiguos sabios y -poetas gnómicos, se suelen hacer versos, cuya utilidad yo no niego, pero -que hacen reir de puro ramplones. Menester fué de todo el talento y buen -gusto de Martínez de la Rosa para que sus dísticos del <i>Libro de los -Niños</i> no parezcan ridículas aleluyas, y suenen bien como suena:<span class="pagenum"><a name="page_97" id="page_97">{97}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">La conciencia es á la vez<br /></span> -<span class="i0">Testigo, fiscal y juez.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Las máximas del barón de Andilla, por ejemplo, pueden ponerse en solfa, -aunque enseñan cosas útiles, como la que dice:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Niña, en la iglesia la cabeza tapa:<br /></span> -<span class="i0">San Lino lo ordenó, segundo Papa.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Y en versitos, útiles también, viven en boca de las personas cultas las -diferentes formas del silogismo, los impedimentos dirimentes del -matrimonio, los requisitos que debe tener toda demanda de un abogado, -los pretéritos y supinos y otras reglas de la gramática latina, y no -pocos aforismos de medicina casera, como</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0"><i>Post prandium, dormire;</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Post cenam, mille passus ire.</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Ya, con mayor amplitud, se ha escrito en verso la Historia; y de ello -nos da muestra notable el reverendo padre Isla, escribiendo la de -España, que aprendí yo cuando chiquillo, desde</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Libre España, feliz é independiente,<br /></span> -<span class="i0">Se abrió al cartaginés incautamente,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">hasta</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Logre el cetro español años completos<br /></span> -<span class="i0">En Felipe, en sus hijos y en sus nietos.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>El canto <i>Atlántida</i>, si bien realzado con vuelos filosóficos, tiene -algo de compendio de la historia de los pueblos latinos. Empieza el -poeta con Roma, cuyo origen, crecimiento y grandeza nos<span class="pagenum"><a name="page_98" id="page_98">{98}</a></span> pinta. Luego -trae su decadencia y caída. Después de Roma, se levanta España, y el -poeta encarece con amor nuestros grandes actos en la vida de la -humanidad. Caemos también, y el poeta lamenta nuestra caída, y la -atribuye á que cayó sobre nuestro espíritu</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">La sombra enervadora del Papado,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">lo cual me desagrada, no tanto porque dude yo de que el Papado tenga -<i>sombra enervadora</i>, ni de que esta sombra sea como la del manzanillo, -causa de perdición y muerte, cuanto por el feísimo vocablo <i>Papado</i>, que -hace pensar en la <i>papada</i>, y que se me resiste en verso heroico.</p> - -<p>En pos de España, que</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">..... duerme acurrucada<br /></span> -<span class="i0">Al pie de los altares,<br /></span> -<span class="i0">Calentando su espíritu aterido<br /></span> -<span class="i0">En la hoguera infernal de Torquemada,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">viene Francia, recoge el cetro de los latinos, produce á Voltaire, y nos -da en seguida su magnífica revolución, hoguera de efecto contrario al de -la hoguera inquisitorial:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Hoguera en cuya lumbre soberana<br /></span> -<span class="i0">Va a forjar, como en fragua ciclopea,<br /></span> -<span class="i0">Su eterno cetro la razón humana.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Francia cae también en Sedán, y ya le llega su turno á la América. -Andrade, con todo, no nos da por muertos aún. Cree que aun tenemos ser, -y lo expresa en estos versos generosos:<span class="pagenum"><a name="page_99" id="page_99">{99}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Anteos de la historia,<br /></span> -<span class="i0">Los pueblos que el espíritu y la sangre<br /></span> -<span class="i0">Llevan de aquella tribu aventurera<br /></span> -<span class="i0">Que encadenó á su carro la victoria,<br /></span> -<span class="i0">Ya los postre ó abata<br /></span> -<span class="i0">La corrupción ó la traición artera,<br /></span> -<span class="i0">No mueren aunque caigan. Así Roma<br /></span> -<span class="i0">En su tumba de mármol se endereza<br /></span> -<span class="i0">Y renace en Italia, como planta<br /></span> -<span class="i0">Que el polvo de los siglos fecundiza.<br /></span> -<span class="i0">Así España sacude la cabeza<br /></span> -<span class="i0">Tras largas horas de sopor profundo,<br /></span> -<span class="i0">Y arroja los fragmentos<br /></span> -<span class="i0">De su pasada lápida mortuoria,<br /></span> -<span class="i0">Para anunciar al mundo<br /></span> -<span class="i0">Que no ha roto su pacto con la gloria.<br /></span> -<span class="i0">Y Francia, la ancha herida<br /></span> -<span class="i0">Del pecho no cerrada,<br /></span> -<span class="i0">En la sombra se agita cual si oyera<br /></span> -<span class="i0">Rumores de alborada.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Á pesar de todo, América se adelanta y se apercibe ya á hacer el primer -papel:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Á celebrar las bodas del futuro<br /></span> -<span class="i0">En sus campos de eterna primavera,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">y á dar</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Ámbito y luz en apartadas zonas<br /></span> -<span class="i0">Al genio inquieto de la vieja raza,<br /></span> -<span class="i0">Debelador de tronos y coronas.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Nada falta ya en América á este genio latino. Allí va á realizar -prodigios que en balde hemos pugnado por realizar nosotros: el poeta -sueña hasta con una nueva religión más comprensiva y sublime que las -profesadas hasta ahora.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Y el Andes, con sus gradas ciclopeas,<br /></span> -<span class="i0">Con sus rojas antorchas de volcanes,<span class="pagenum"><a name="page_100" id="page_100">{100}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Será el altar de fulgurantes velos<br /></span> -<span class="i0">En que el himno inmortal de las ideas<br /></span> -<span class="i0">La tierra entera elevará á los cielos.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>En la descripción de esta América, ocupada por la <i>raza latina</i>, campo -abierto á su afán, pone Andrade rasgos brillantes y espléndidos colores.</p> - -<p>La enumeración y la calificación de las diversas repúblicas tienen -hermosos versos.</p> - -<p>Allí vemos á</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">..... Colombia adormecida<br /></span> -<span class="i0">Del Tequendama al retemblar profundo;<br /></span> -<span class="i0">Colombia la opulenta,<br /></span> -<span class="i0">Que parece llevar en las entrañas<br /></span> -<span class="i0">La inagotable juventud del mundo;<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Á Venezuela, cuna de Bolívar; al Perú, aunque vencido, no humillado; á -Chile, el vencedor, que</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">..... fuerte en la guerra,<br /></span> -<span class="i0">Pero más fuerte en el trabajo, vuelve<br /></span> -<span class="i0">A colgar en el techo<br /></span> -<span class="i0">Las vengadoras armas, convencido<br /></span> -<span class="i0">De que es estéril siempre la victoria<br /></span> -<span class="i0">De la fuerza brutal sobre el derecho;<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">al Brasil,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Á quien sólo le falta<br /></span> -<span class="i0">El ser más libre para ser más grande;<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">y, por último, á la patria del poeta, á la rica y extensa patria -argentina:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">La patria, que ensanchó sus horizontes<br /></span> -<span class="i0">Rompiendo las barreras<br /></span> -<span class="i0">Que en otrora su espíritu aterraron,<br /></span> -<span class="i0">Y á cuyo paso en los nevados montes<br /></span> -<span class="i0">Del Génesis los ecos despertaron.<span class="pagenum"><a name="page_101" id="page_101">{101}</a></span><br /></span> -<span class="i2">La patria, que, olvidada<br /></span> -<span class="i0">De la civil querella, arrojó lejos<br /></span> -<span class="i0">El fratricida acero,<br /></span> -<span class="i0">Y que lleva orgullosa<br /></span> -<span class="i0">La corona de espigas en la frente,<br /></span> -<span class="i0">Menos pesada que el laurel guerrero.<br /></span> -<span class="i2">¡La patria! En ella cabe<br /></span> -<span class="i0">Cuanto de grande el pensamiento alcanza:<br /></span> -<span class="i0">En ella el sol de redención se enciende;<br /></span> -<span class="i0">Ella al encuentro del futuro avanza,<br /></span> -<span class="i0">Y su mano, del Plata desbordante<br /></span> -<span class="i0">La inmensa copa á las naciones tiende.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Los últimos versos, á pesar de las asonancias repetidas, y que ya no se -sufren, son un bellísimo y entusiasta llamamiento á los europeos, de -<i>raza latina</i>, para que vayan á colonizar en la Plata.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¡Ámbito inmenso, abierto<br /></span> -<span class="i0">De la raza latina al hondo anhelo!<br /></span> -<span class="i0">¡El mar, el mar gigante, la montaña<br /></span> -<span class="i0">En eterno coloquio con el cielo.....<br /></span> -<span class="i0">Y más allá desierto!<br /></span> -<span class="i2">¡Acá ríos que corren desbordados;<br /></span> -<span class="i0">Allá valles que ondean<br /></span> -<span class="i0">Como ríos eternos de verdura,<br /></span> -<span class="i0">Los bosques á los bosques enlazados;<br /></span> -<span class="i0">Doquier la libertad, doquier la vida<br /></span> -<span class="i0">Palpitando en el aire, en la pradera,<br /></span> -<span class="i0">Y en explosión magnífica encendida!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Por lo citado y expuesto, se ve que, á pesar de todo su desaliño y demás -faltas, era Andrade un inspirado y original poeta; pero tal vez -resplandecen más sus buenas cualidades cuando desecha la serenidad -didáctica, es lírico puro y se deja llevar de la pasión que le agita. -Habrá acaso en esta pasión algo de poco razonable; pero esto<span class="pagenum"><a name="page_102" id="page_102">{102}</a></span> no importa -cuando la pasión no es singular, sino de muchas gentes, de las cuales el -poeta se hace eco y es órgano.</p> - -<p>Así, más que el patriotismo, el americanismo de Andrade.</p> - -<p>Justo es que todo Estado independiente ponga el mayor empeño en -conservar y hacer respetar su autonomía. Justa es también cierta -mancomunidad de intereses entre todas las repúblicas de origen español, -y así lamentamos las guerras, harto crueles con frecuencia, que se han -hecho entre sí estas repúblicas. Chile ha asolado y arruinado el Perú. -El Paraguay ha quedado medio desierto después de la última guerra. Justo -es que todas estas repúblicas, ya que se separaron de la metrópoli y de -los Estados de Europa, se enojen de toda tutela ó curatela que aspiremos -á imponerles. Nada más impolítico, absurdo y deplorable que nuestra -guerra del Pacífico y que la expedición á México, que puso al infeliz -Maximiliano sobre su instable y peligroso trono.</p> - -<p>Delirio fué, en mi sentir, el más ó menos vago proyecto, no nacional, -sino palaciego, que hubo, tiempo há, en España, ya de levantar en la -misma México, ya en Quito, un trono para algún príncipe ó semipríncipe -de nuestra dinastía. España, por dicha, no piensa ya, si es que pensó -alguna vez, en nada semejante, y hasta abomina de ello.</p> - -<p>Las demás naciones de Europa, escarmentadas con el cruelísimo ejemplo de -Maximiliano, y convencidas de que no es posible, ni convenien<span class="pagenum"><a name="page_103" id="page_103">{103}</a></span>te, que -reine en América un príncipe europeo, no acometerán ya jamás tales -empresas, y no se dejarán seducir, y se taparán las orejas para no oir -las excitaciones, los ruegos y las promesas de los americanos -monárquicos, si aun los hubiere después del escarmiento último. Pero -concediendo esto, no podemos conceder que haya nada de juicioso en el -americanismo exagerado. ¿Dónde está, ni cómo puede concebirse este -antagonismo ó contraposición entre Europa y América, cuando la América -civilizada no es, ni puede ser, sino la prolongación, el complemento, -una parte del triunfo de la civilización europea y cristiana sobre la -naturaleza bravía y no domada aún por el hombre; y sobre las razas -bárbaras y salvajes, que, al contacto de los europeos, ó se mezclan con -ellos y se regeneran y levantan, ó perecen y se hunden?</p> - -<p>Alzar en América un reino ó imperio nuevo sería locura. Admirémonos de -la previsión astuta de D. Juan VI, ó de sus consejeros, que habilitó á -D. Pedro de Braganza para decir su famoso <i>fico, me quedo</i>, y quedar en -efecto de emperador del Brasil; pero lo que no se hizo en sazón no se -remedia cuando fuera de sazón quiere hacerse. La América española debe -ya ser, y es menester que siga siendo republicana y señora de sí misma. -No autoriza esto, con todo, ni menos justifica los arbitrarios asertos -de que la virtud, el desinterés y la libertad se fueron al Nuevo Mundo, -y el hablar con horror de la tiranía de los reyes y de la bajeza -lacayuna de los pueblos que los sufren, cuando en América se han<span class="pagenum"><a name="page_104" id="page_104">{104}</a></span> -sufrido dictadores y tiranos más zafios, ruines, sanguinarios y -codiciosos que nuestros peores reyes. En ninguna nación civilizada de -Europa ha habido, desde hace un siglo, sobre ningún trono, más -aborrecible y cruel tirano que Rosas. Y, por otra parte, el sufrir los -desmanes, los vicios, los crímenes y las insolencias de un rey no -humilla tanto, ya que, en virtud de una ficción legal, aquel hombre -está, para bien de todos, colocado aparte, y como por cima de los demás, -y es monumento vivo de antiguos héroes y caudillos y de mil gloriosos -hechos; mientras que un tirano improvisado sale á veces de la hez, del -cieno, del más hondo sedimento de las cloacas sociales, y se encumbra, -por fuerza ó astucia, no en virtud de ley antigua y veneranda, sino -hollando todas las leyes, para plantar su rudo pie sobre el pescuezo de -sus iguales y de sus superiores.</p> - -<p>Pero, por cima de todas estas consideraciones, vienen á ponerse el brío -patriótico, la noble independencia, y el orgullo, para mí digno de -aplauso, que prefiere hasta la mayor infelicidad en casa, á un bien, á -una ventura, á una felicidad que acudan á traernos los extraños; por -todo lo cual aplaudo yo á Andrade, más que cuando adoctrina á todo el -humano linaje, cuando se revuelve contra nosotros los europeos y nos -injuria elegantemente, en el ardor de su lírica vehemencia, y nos llama -enflaquecidos, corrompidos, lacayos, esclavos y otras lindezas.</p> - -<p>Su poesía <i>La Libertad y la América</i> es á la vez una diatriba contra -nosotros, un himno triunfal<span class="pagenum"><a name="page_105" id="page_105">{105}</a></span> al Nuevo Mundo y un cartel de desafío á los -europeos.</p> - -<p>Y, sin embargo, ésta es la composición que más me agrada de Andrade. En -la facilidad, en la riqueza y en la fluidez, parece de Zorrilla; y -parece de Víctor Hugo en la crudeza y en el furor con que ensalza á los -suyos y á nosotros nos vilipendia y deprime.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Aquí donde algún día vendrán las razas parias<br /></span> -<span class="i0">A entrelazar sus brazos en fraternal unión,<br /></span> -<span class="i0">A despertar acaso las selvas solitarias,<br /></span> -<span class="i0">Con el sublime acento de místicas plegarias,<br /></span> -<span class="i0">Cantando los esclavos su eterna redención.<br /></span> -<span class="i2">Aquí la vieja Europa con mano enflaquecida,<br /></span> -<span class="i0">Con la altanera audacia de la codicia vil,<br /></span> -<span class="i0">Quiere injertar su sangre, su sangre corrompida,<br /></span> -<span class="i0">Que se derrama á chorros por anchurosa herida,<br /></span> -<span class="i0">En la caliente sangre de un pueblo varonil.<br /></span> -<span class="i2">Y allá en la blanca cima do el cóndor aletea,<br /></span> -<span class="i0">Clavar sobre los cielos su roto pabellón;<br /></span> -<span class="i0">Y acá sobre su espalda robusta y gigantea<br /></span> -<span class="i0">Colgar de sus lacayos la mísera librea,<br /></span> -<span class="i0">Colgar de sus esclavos la insignia de baldón.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Contra este supuesto propósito de Europa, el poeta se alza lleno de -indignación, y llama al combate, así á los héroes vivos, como á los -héroes muertos; á aquellos que, durante la guerra de emancipación,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">En el mar, en el valle, en las montañas,<br /></span> -<span class="i0">Revolcaban al león de las Españas,<br /></span> -<span class="i0">Que bramaba de rabia y de coraje.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Volviendo luego al primer metro, continúa el cántico triunfal y -profético americano, vaticinando un porvenir glorioso para el Nuevo -Mun<span class="pagenum"><a name="page_106" id="page_106">{106}</a></span>do, é implícitamente al menos, la ruina del Mundo Antiguo.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¡América! tus ríos te ofrecen ancha copa;<br /></span> -<span class="i0">La túnica del iris, espléndido dosel;<br /></span> -<span class="i0">Las selvas seculares son pliegues de tu ropa;<br /></span> -<span class="i0">En tus desiertos cabe la vanidad de Europa:<br /></span> -<span class="i0">Las razas del futuro te buscan en tropel.<br /></span> -<span class="i2">¡Ni siervos, ni señores, ni estúpido egoísmo!<br /></span> -<span class="i0">Al Universo anuncia tu gigantesca voz.<br /></span> -<span class="i0">En vez de las almenas del viejo feudalismo,<br /></span> -<span class="i0">Con la frente en el cielo, la planta en el abismo,<br /></span> -<span class="i0">Los Andes se levantan para tocar á Dios.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Y, por último, el poeta asegura que la historia va á terminar allí; que -el <i>non plus ultra</i> de todos los ideales está en su continente; que no -hay otro más allá de bello, de bueno, de noble, ni de santo, que lo que -su América realice:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Tus Andes son el templo de cúpula de hielo,<br /></span> -<span class="i0">En que, después de rudo y ardiente batallar,<br /></span> -<span class="i0">Vendrá á colgar sus armas con religioso anhelo<br /></span> -<span class="i0">La caravana humana para elevar al cielo<br /></span> -<span class="i0">El himno sacrosanto de amor y libertad.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Claro está que en todo esto hay mil parabienes agoreros que deben -lisonjear á los argentinos; justas aspiraciones y egregias esperanzas, y -además lirismo y pompa poética que á todos nos hechizan. Hay también -extravagancias, así en el fondo como en la forma, de cuyas tres cuartas -partes, lo menos, hago yo responsable á Víctor Hugo y á la manía que -inspira de imitarle.</p> - -<p>Veremos aún el <i>Prometeo</i> y otros poemas. Temo cansar á Ud. con tan -largo examen crítico;<span class="pagenum"><a name="page_107" id="page_107">{107}</a></span> pero Ud. lo ha querido, y ya no hay más sino -llevarlo con paciencia.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>4 de Junio de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>VI</h3> - -<p>Mi distinguido amigo: Incompleto quedaría mi examen de las obras -poéticas de Andrade si no hablase yo de la más transcendental: de su -<i>Prometeo</i>, inspirado por el de Esquilo.</p> - -<p>La crítica literaria dictó en el siglo pasado sentencias tan contrarias -á las que dicta en el nuestro, que sería largo demostrar aquí que hoy es -cuando tenemos razón, y que los críticos de entonces se equivocaban. -Así, pues, suprimo pruebas en gracia de la brevedad, y doy por -demostrado que tenemos razón ahora: que ahora toda sentencia que recae -sobre libros de la clásica antigüedad es definitiva é irrevocable.</p> - -<p>El <i>Prometeo</i> de Esquilo, por lo tanto, drama para los críticos -franceses pseudoclásicos, como Voltaire y La Harpe, bárbaro, sin acción -y sin caracteres, es para nosotros, y en realidad y para siempre, un -prodigio de poesía: una de las obras más sublimes que ha producido el -ingenio humano. Dicen que Esquilo consagró sus tragedias al Tiempo, y -tuvo razón, ya que el Tiempo agradecido le hace justicia. Hoy las -admiramos todas,<span class="pagenum"><a name="page_108" id="page_108">{108}</a></span> y sobre todas la de <i>Prometeo</i>, aunque es la segunda -parte de su trilogia, de la cual, salvo cortos fragmentos, se han -perdido la primera parte y la tercera. En traducir el <i>Prometeo</i>, en -comentarle, en explicarle, en completarle ó en imitarle, se han empleado -los más egregios poetas, críticos, filólogos y pensadores de nuestra -edad: Shelley, Byron, Edgardo Quinet, Goethe, Bunsen, A. Maury, Patin y -mil otros. Unos han puesto en verso cuanto suponen que Esquilo dejó por -decir, ó cuanto dijo y se perdió; otros han dado sentido nuevo á la -fábula; otros han disertado largamente para desentrañar todos los -misterios que la fábula esconde.</p> - -<p>Tal vez esta fábula, entendida de cierto modo, se aviene con el prurito -de impiedad y de rebeldía blasfema que hoy atosiga muchos espíritus, y -que ha inspirado, por ejemplo, el himno á Satanás de Josué Carducci: tal -vez se aviene con la suposición de que en el Supremo Dispensador de los -destinos humanos hay tiranía y malevolencia, y de que la gloria y la -grandeza del audaz linaje de Japeto está en rebelarse contra esa tiranía -y su bienaventuranza en sacudir el yugo.</p> - -<p>Aun antes de nuestro siglo, entre los vates precursores, aparece Milton, -el cual, en medio de su fe cristiana, sentía ya ese espíritu de rebelión -y simpatizaba con él; por donde pone noble grandeza y egregia hermosura -en su Príncipe de los demonios, y aun toma para pintarle rasgos del -Prometeo del trágico griego.</p> - -<p>La sospecha ó la acusación contra la impiedad de Esquilo hubo de -mostrarse ya cuando él vivía,<span class="pagenum"><a name="page_109" id="page_109">{109}</a></span> y dar origen á la historia de que le mató -el águila de Júpiter, dejando caer sobre su calva frente una tortuga que -llevaba entre sus garras por el aire.</p> - -<p>Críticos y comentadores hay, con todo, que, lejos de ver impiedad en -Esquilo, le consideran piadosísimo, y explican la trilogia de Prometeo -dándole significación profundamente religiosa. Si el poeta pecó en algo, -fué en divulgar doctrinas esotéricas, que se transmitían sólo á los -iniciados en los misterios y que se custodiaban en el seno de colegios -sacerdotales.</p> - -<p>Por lo demás, como todas las mitologías, y singularmente la griega, se -formaron por amalgama ó fusión de opuestas y encontradas creencias y -modos de sentir y entender, resulta que en esta fábula de Prometeo hay -varias y aun opuestas interpretaciones, según se la considere, y aun -según sea el autor de que se tome, pues también antes de Esquilo la -trató Hesíodo.</p> - -<p>De aquí que muchos, apoyándose en la idea de que hubo una revelación -primitiva, cuya luz aparece, aunque ofuscada, en el seno del paganismo, -ya ven en el Titán filántropo, que padece por amor de los hombres, una -confusa prefiguración del Redentor; y ya ven lo mismo en el hijo de -Júpiter, en Hércules, que mata el buitre ó el águila que devoraba el -renaciente hígado de Prometeo, y reconcilia á éste con Júpiter, á la -cual interpretación vienen á dar más fuerza las palabras en que explica -Hesíodo la buena voluntad con que Júpiter perdona; porque «así se -difundía con mayor gloria sobre la tierra la virtud de su Hijo muy -amado».<span class="pagenum"><a name="page_110" id="page_110">{110}</a></span></p> - -<p>En el poema de Andrade, más lírico que épico, donde se narra poco y hay -muchos versos en que habla el Titán, esta confusión, ó más bien -oscuridad entre lo impío y lo piadoso, persiste y no se disipa.</p> - -<p>¿Será á Júpiter, ó á Dios mismo, á quien por boca del Titán dice el -poeta todos estos insultos y amenazas?</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¡Oh Dios caduco! grita<br /></span> -<span class="i0">El titán impotente:<br /></span> -<span class="i0">Como esta negra carne que renace<br /></span> -<span class="i0">Bajo el pico voraz del cuervo inmundo,<br /></span> -<span class="i0">Renacerá fulgente<br /></span> -<span class="i0">Para alumbrar y fecundar el mundo<br /></span> -<span class="i0">La chispa redentora<br /></span> -<span class="i0">Que arrebaté á tu cielo despiadado.<br /></span> -<span class="i0">Germen de eterna aurora<br /></span> -<span class="i0">Del caos en las entrañas arraigado!<br /></span> -<span class="i0">Desata, Dios caduco,<br /></span> -<span class="i0">La turba ladradora de tus vientos;<br /></span> -<span class="i0">Sacude los andrajos de tus nubes,<br /></span> -<span class="i0">Y acuda á tus acentos<br /></span> -<span class="i0">La noche con sus sombras,<br /></span> -<span class="i0">Con montañas de espuma el Oceano:<br /></span> -<span class="i0">No apagarán la luz inextinguible<br /></span> -<span class="i0">Del pensamiento humano.<br /></span> -<span class="i0">¿Qué importa mi martirio,<br /></span> -<span class="i0">Mi martirio de siglos, si aun atado,<br /></span> -<span class="i0">Júpiter inmortal, yo te provoco,<br /></span> -<span class="i0">Júpiter inmortal, yo te maldigo?<br /></span> -<span class="i0">¿Si el viejo Prometeo, el titán loco,<br /></span> -<span class="i0">El mártir de tu encono,<br /></span> -<span class="i0">Siente tronar la ráfaga tremenda<br /></span> -<span class="i0">Que va á tumbar tu trono?<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Otro punto hay también, en el cual los opuestos y discordantes elementos -que entraron en la fábula, argumento de la tragedia de Prometeo,<span class="pagenum"><a name="page_111" id="page_111">{111}</a></span> hacen -oscura su significación en Esquilo. Todavía, después de tantos siglos, -queda en el poema de Andrade la misma oscuridad, vaguedad ó indecisión, -la cual sería grave falta en cualquiera obra didáctica en prosa; pero en -verso está bien y tiene singular hechizo, pues pinta la indecisión, las -dudas, las contradicciones de la mente humana, así cinco ó seis siglos -antes de Cristo, como diez y nueve después.</p> - -<p>Entonces y ahora los hombres no estaban ni están contentos y satisfechos -de lo presente; y así, ya fingen la edad de oro en lo pasado, de la cual -hemos descendido por nuestra culpa hasta esta mísera edad de hierro; ya -pintan, en lo pasado, una humanidad bestial y feroz, que ha ido y va -levantándose, poco a poco, hacia el bien, la luz y la perfección; ya, -concertando la antinomia, aseguran la caída primera, creen en una -redención ulterior, y en pos de esta redención en el progreso.</p> - -<p>De todo esto hay vagamente en Esquilo; y de todo esto hay también -vagamente en Andrade.</p> - -<p>A la verdad, cuando el Prometeo de este último, atado siempre y -padeciendo su martirio, llega á descubrir sobre el Gólgota la Cruz del -Salvador, el poeta argentino nos alucina por un momento y nos parece -completamente cristiano. Se puede imaginar que la significación -profética que da Augusto Nicolás á Prometeo es la que le inspira. El -Prometeo de Andrade dice algo por el orden de las santas y hermosas -palabras del viejo Simeón: <i>Nunc dimittis servum tuum, Domine, in pace, -quia viderunt oculi mei salutare tuum.</i><span class="pagenum"><a name="page_112" id="page_112">{112}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">«¡Al fin puedo morir—grita el gigante<br /></span> -<span class="i0">Con sublime ademán y voz de trueno.—<br /></span> -<span class="i0">Aquella es la bandera de combate,<br /></span> -<span class="i0">Que en el aire sereno<br /></span> -<span class="i0">Ó al soplo de pujantes tempestades<br /></span> -<span class="i0">Va á desplegar el pensamiento humano,<br /></span> -<span class="i0">Teñida con la sangre de otro mártir,<br /></span> -<span class="i0">Prometeo cristiano,<br /></span> -<span class="i0">Para expulsar del orgulloso Olimpo<br /></span> -<span class="i0">Las caducas deidades.<br /></span> -<span class="i0">Es un nuevo planeta que aparece<br /></span> -<span class="i0">Tras los montes salvajes de Judea<br /></span> -<span class="i0">Para alumbrar un ancho derrotero<br /></span> -<span class="i0">Á la conciencia humana:<br /></span> -<span class="i0">El germen fulgurante de la idea<br /></span> -<span class="i0">Que arrebaté al Olimpo despiadado;<br /></span> -<span class="i0">La encarnación gigante de mi raza,<br /></span> -<span class="i0">La raza prometeana.<br /></span> -<span class="i0">¡Al fin puedo morir! Hijo de Urano,<br /></span> -<span class="i0">Llevo sangre de dioses en las venas.<br /></span> -<span class="i0">¡Sangre que al fin se hiela!<br /></span> -<span class="i0">Aquel que me sucede, hijo del hombre,<br /></span> -<span class="i0">Lleva el fuego sagrado,<br /></span> -<span class="i0">Que eternamente riela,<br /></span> -<span class="i0">Ya le azoten los siglos con sus alas,<br /></span> -<span class="i0">Ó el viento furibundo;<br /></span> -<span class="i0">El fuego del espíritu, heredero<br /></span> -<span class="i0">Del imperio del mundo.»<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Sin embargo, después de la atenta lectura de estos versos, se nota harto -bien que el sentimiento cristiano ha entrado en ellos en pequeñísima -dosis.</p> - -<p>Cristo, según el poeta, vale más que Prometeo, no porque es Dios, sino -porque es menos Dios y más hombre que el titán. Para el poeta, Prometeo, -Cristo, Galileo, Sócrates, en suma, todo sabio que haya sido algo -perseguido ó muy perseguido por clérigos y frailes, por inquisido<span class="pagenum"><a name="page_113" id="page_113">{113}</a></span>res ó -por dioses de cualquiera laya, viene á ser un titán, un Prometeo de -mayor ó menor calibre, la personificación ó la encarnación del -pensamiento humano, que es el verdadero Dios que inspira su poema y á -quien le dedica.</p> - -<p>El Prometeo de Andrade muere en cuanto ve morir á Jesús, y muere porque -mueren los dioses todos para que reine sin rival el espíritu del hombre.</p> - -<p>El poeta termina su obra entonando á este espíritu un cántico triunfal -muy entusiasta. Todos los pensadores futuros serán otros tantos -Prometeos, que es de suponer que no llegarán á padecer, ni con mucho, lo -que padeció el titán, ni serán crucificados como Cristo, ni beberán -cicuta como Sócrates, ni tendrán que sentir ninguna otra desazón -mayúscula, como no hagan alguna tunantería ó algún disparate. Estos -nuevos pensadores contribuirán á que amanezca pronto el claro día</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">En que el error y el fanatismo espiren<br /></span> -<span class="i0">Con doliente y confuso clamoreo.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Los poetas harán también brillante papel en este drama del porvenir. -Andrade no cree, por dicha, como creen y sostienen ahora algunos -pensadores del Ateneo de Madrid, que la poesía, al menos la rimada ó -metrificada, va á morir por inútil. Los poetas serán las aves que -cantarán la venida de esa aurora mental y social, y que secarán con sus -alas la sangre y el sudor de los pensadores, perseguidos ó afanosos, si -ellos se afanan y si alguien los persigue.<span class="pagenum"><a name="page_114" id="page_114">{114}</a></span></p> - -<p>Para mí es evidentísimo que hay en todo este poema de Andrade portentoso -brío y gran vuelo de inspiración. Lo que se echa muy de menos, y ¿por -qué no decirlo con franqueza? es el estudio para prepararse á escribirle -y el estudio al escribirle.</p> - -<p>No quiero pararme en el desaliño ni en las rarezas del lenguaje. No -gusto de disputar, y alguien hallará bien quizás lo que yo hallo -deplorable; pero quede consignado, sin atreverme á decir que no está -bien, que no me suena el que Cristo sea <i>planeta</i>, y que preferiría que -fuese <i>estrella</i> ó <i>sol</i>; que la raza <i>prometeana</i> me choca y lastima -los oídos, y que celebraría yo que Prometeo viese la Cruz y no la -<i>silueta</i> de la Cruz. La <i>silueta</i> me hace pensar en seguida en -figurillas de papel recortadas con tijeras.</p> - -<p>Las fábulas gentílicas no merecen el respeto que merece la historia. El -poeta puede modificarlas á su antojo y bordar sobre ellas; pero aun en -esta licencia se han de poner condiciones: de no observarlas, surgirán -inconvenientes en daño del poema licencioso. Mientras más clara y -transparente sea en Prometeo la representación del genio del hombre ó -del pensamiento humano, menos vida poética tendrá el personaje: más se -acercará á la fría abstracción: más se esfumará como mera é insustancial -alegoría. Para Esquilo y para los atenienses, público de Esquilo, -Prometeo era persona de verdad; y Júpiter y las ninfas del Océano, y -todos los seres que aparecen en el drama, distan mucho de ser -abstracciones y vanas prosopopeyas. Por esto sólo, aun<span class="pagenum"><a name="page_115" id="page_115">{115}</a></span>que no lo fuese -por más, sería el Prometeo de Esquilo superior á todos los Prometeos que -se han escrito más tarde.</p> - -<p>Los denuestos del poeta griego contra su Zeus ó Júpiter, vivo y -reinante, debían de pasmar por su audacia: eran la protesta hermosa del -derecho y de la razón contra la violencia y el poder. En el día nada -significa hablar mal de Júpiter. Y si Júpiter es la superstición, el -fanatismo, la idea de Dios ó un Dios en quien no se cree, y es como si -no fuera, todo elemento dramático y épico se desvanece, y se reduce el -poema á la lucha de una abstracción contra otra.</p> - -<p>Ya se entiende que digo esto como consideración general, que afecta poco -al mérito del poema de Andrade. El, ó reflexivamente ó por instinto, -pensó como yo, é hizo su poema lírico, y no epopeya ni drama.</p> - -<p>Y no es esto decir que, en nuestra edad moderna, no sea posible una -epopeya ó un drama sobre Prometeo; pero, á mi ver, ha de ser de uno de -estos tres modos: ya poniendo en parodia y en solfa el asunto, como en -las operetas de Offenbach; ya ciñéndose con inspiración erudita al -espíritu y pensar de los antiguos, sin bastardear ni mezclar las ideas -anacrónicamente. Por tal estilo, bien podría un poeta muy helenista y -muy sabio restaurar la trilogía, completando lo que de Esquilo nos -falta, así como Leopardi compuso el himno á Neptuno, que parece -traducción literal de uno de los himnos que se atribuyen á Homero. -Puede, por último, y más bien pudo hará doscientos ó más años, cuando la -filosofía<span class="pagenum"><a name="page_116" id="page_116">{116}</a></span> de la historia no se había popularizado tanto, y cuando los -poetas no metafisiqueaban tanto como hoy á sabiendas y reflexivamente, -dar la fábula de Prometeo asunto para un drama, que no fuese bufo como -las operetas, ni arqueológico tampoco, sino con moderno significado.</p> - -<p>Calderón, á mi ver, nos dejó lindo ejemplo de esto en su precioso drama -<i>La estatua de Prometeo</i>. Su intento fué sólo escribir una gran comedia -de magia con mucha vistosa pompa, música y canto; pero la inspiración -fué más allá del intento. Informada é iluminada la fábula terrible por -la luz del cristianismo y por sus alegres esperanzas, toma el aspecto -más risueño y tiene el desenlace más dichoso. El coro canta, con razón, -al terminar:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Feliz quien vió<br /></span> -<span class="i0">El mal convertido en bien<br /></span> -<span class="i0">Y el bien en mejor.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Prometeo, así como Epimeteo su hermano, no son figuras alegóricas, sino -personajes reales. Prometeo, sabio; Epimeteo, guerrero. Representan, no -obstante, la lucha de las armas y las letras, de la razón y de la -pasión, de la ciencia y del instinto violento y ciego. Aunque rodeados -de personajes simbólicos y mitológicos, hay realidad y vida en ambos -protagonistas.</p> - -<p>La lucha que entre ellos estalla viene á parar en reconciliación -interviniendo Minerva, ó la sabiduría misma, y Apolo, ó el padre de la -luz, los cuales interceden con el sumo Jove, quien perdona antes de que -Prometeo padezca el suplicio<span class="pagenum"><a name="page_117" id="page_117">{117}</a></span> á que estaba condenado. Pandora no es -causa de todos los males, como en Hesíodo, tan aborrecedor de las -mujeres.</p> - -<p>Para el galante Calderón, que rendía culto á la mujer, y para quien</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">.....Si el hombre es breve mundo,<br /></span> -<span class="i0">La mujer es breve cielo,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">Pandora, que representa á la mujer, completa la dicha del sabio, -casándose con él y amándole. Robar el fuego del cielo resulta chico -pecado y perdonable atrevimiento, en vista de los bienes que acarrea, y -sobre todo</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Porque nunca niega<br /></span> -<span class="i0">Piedades un Dios.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>La maravillosa y estupenda fantasía de Calderón despliega toda su virtud -en el robo mismo del fuego, en la aparición de Prometeo, cuando ya le -trae del cielo, y en la repentina y milagrosa vivificación de la estatua -que se convierte en mujer, hermosa y sabia, hasta el punto de -confundirse con Minerva, cuando Prometeo le da la llama celestial, que -la penetra y la anima.</p> - -<p>Un crítico de buena voluntad y transcendente, como hoy se usan, pudiera -sacar de <i>La estatua de Prometeo</i> mil deliciosas, amenas y hasta -profundas filosofías.</p> - -<p>No me incumbe á mí hacerlo ahora; y me vuelvo á Andrade.</p> - -<p>En éste no son tan atinadas como en Calderón las modificaciones ó -innovaciones. Algunas van contra todo razonable simbolismo y le truecan<span class="pagenum"><a name="page_118" id="page_118">{118}</a></span> -en embolismo. El Titán, hijo de Japeto, es y quiere Andrade que sea el -pensamiento humano. ¿Por qué, pues, le hace pelear contra Júpiter, con -los otros titanes, que significan las fuerzas cósmicas, fatales é -ininteligentes, en las que Júpiter pone orden y ejerce imperio? Prometeo -aconsejó á los titanes que no se rebelasen contra Júpiter.</p> - -<p>También es raro que los titanes para escalar el cielo monten á caballo y -galopen como gauchos por la pampa, y en corceles de semoviente y animado -granito. Para subir al asalto de una fortaleza, á un monte enriscado ó -al cielo, no valen corceles si no tienen alas como el Pegaso. Además, yo -creo que la lucha de los titanes contra Júpiter es difícil de pintar sin -que el poeta moderno quede deslucido, cuando esta lucha inspiró en la -Teogonía los versos más sublimes y verdaderamente titánicos al vate de -Ascra.</p> - -<p>A pesar de todo lo expuesto, y para terminar sin cansar demasiado ni al -público ni á Ud., diré que, tanto por las composiciones de que he -hablado, como por <i>El nido de cóndores</i>, <i>A Paisandú</i> y otras que no -cito, Andrade es uno de los más ilustres poetas que ha habido en -América, y valdría más que Olmedo ó que Bello, y tanto como Quintana, si -hubiese cursado más humanidades y hubiese tenido más y mejores lecturas.</p> - -<p>Andrade, por último, como otros poetas argentinos, como Mármol, -Echevarría y Obligado, tiene en su lira cuerdas que á Quintana le -faltan. Andrade siente, ve y comprende, con profundo sentimiento -poético, la naturaleza que le rodea.<span class="pagenum"><a name="page_119" id="page_119">{119}</a></span> Si hubiera él olvidado ó -descuidado más á Víctor Hugo y engolfado menos su alma en la filosofía -de la historia, hubiera sido aún más notable poeta pintando la -naturaleza americana y cantando de amor y de hermosura, mejor que de -evoluciones y de progreso.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="page_120" id="page_120">{120}</a></span> </p> - -<p><span class="pagenum"><a name="page_121" id="page_121">{121}</a></span> </p> - -<h2><a name="EL_PARNASO_COLOMBIANO" id="EL_PARNASO_COLOMBIANO"></a>EL PARNASO COLOMBIANO</h2> - -<p class="r"> -<i>13 de Agosto de 1888.</i><br /> -</p> - -<p class="chead"><span class="smcap">Á D. José Rivas Groot</span></p> - -<h3>I</h3> - -<p>Muy distinguido señor mío: Vergüenza me da de no haber contestado aún á -la amabilísima carta de Ud. fecha en Bogotá el 29 de Octubre de 1887. -Pido á Ud. por ello mil perdones y le ruego que crea que en parte mi -desidia y en parte mil quehaceres y cuidados han tenido la culpa de mi -tardanza.</p> - -<p>La carta de Ud., que recibí á su debido tiempo, me alegró y lisonjeó -mucho. Con ella recibí el estimable presente que me hizo Ud. de un -ejemplar del <i>Parnaso Colombiano</i>.</p> - -<p>En la carta me pide Ud. ó muestra deseos de saber mi opinión sobre los -poetas cuyas composiciones contienen los dos tomos del <i>Parnaso</i>. Y -pensando yo en darla, después de reflexivo estudio, y con el mejor tino -que pudiese, he dejado hasta hoy correr el tiempo, sin hacer nada de la -tarea que me había prescrito.</p> - -<p>Pocos meses há empecé á escribir estas <i>Car<span class="pagenum"><a name="page_122" id="page_122">{122}</a></span>tas americanas</i>, y claro -está que de uno de los libros de que yo más detenidamente deseaba hablar -en ellas era del que Ud. me había remitido; pero más fáciles asuntos me -han salido al paso, y todavía no he satisfecho mi deseo.</p> - -<p>Entre tanto, he recibido, sin saber quién me los envía, los números de -<i>La Nación</i>, de Bogotá, fechas 18 y 25 del último Mayo, donde contesta -usted muy discreta y amablemente á mi primera <i>Carta americana</i>, -defendiendo con gran calor y habilidad á Víctor Hugo é impugnando mi -crítica en lo que á Víctor Hugo es adversa.</p> - -<p>En la impugnación se muestra Ud. tan cortés, tan benigno y tan amable -conmigo, que la gratitud me desarma, y casi me siento capaz, á fin de -ser á Ud. grato, de confesar que me he equivocado: que la musa de Víctor -Hugo no tiene falta ni mácula, y que, si la tiene, la hermosea en vez de -afearla, como velloso lunar á una linda moza, haciendo resaltar más con -su negrura lo sonrosado de la mejilla ó la limpia candidez de la desnuda -espalda, donde el lunar campea y descuella como matita de bambúes en -prado de flores.</p> - -<p>Los artículos de Ud. me llevan además á hacer escrupuloso examen de -conciencia. ¿Señor—me digo,—habré yo pecado denigrando, ó rebajando al -menos, el mérito del gran poeta por odio y envidia de español contra lo -francés en particular, y en general contra todo lo extranjero? Raro es -el español que sintió jamás tal odio ni tal envidia, y no soy yo ese -español raro.</p> - -<p>Hasta cuando estábamos muy soberbios y engreídos y no cesábamos de -hablar de Pavía,<span class="pagenum"><a name="page_123" id="page_123">{123}</a></span> Otumba, San Quintín y Lepanto, y de que el sol no se -ponía en nuestros dominios, no nos dió jamás por denigrar á nadie.</p> - -<p>Todo nos parecía mejor en tierra extranjera, ó porque era mejor, ó -porque el atractivo de la novedad hacía que así nos pareciese. Hasta los -poetas, que por lo común son arrogantes, eran humildes en España al -compararse con los extranjeros. Lope de Vega, por ejemplo, que no me -parece que era un poeta de tres al cuarto, decía, refiriéndose á los -italianos, que no se atrevía á competir con ellos,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Que son solos y soles,<br /></span> -<span class="i0">Él con sus rudos versos españoles.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Lo que es en el día andamos tan abatidos, que no hay objeto que no nos -parezca mejor siendo extranjero que siendo español; y de cuanto -admiramos, es lo francés lo que admiramos más, por ser lo que menos mal -conocemos. Siguiendo esta regla y esta propensión nuestra, aseguro á -usted que mientras más hondamente lo considero, más me persuado de que, -lejos de escatimar á Víctor Hugo la alabanza, me he excedido en ella; y -llamando á Víctor Hugo rey de los poetas de nuestro siglo, he agraviado -á Byron, á Goethe y á no pocos otros, que tal vez tuvieran más derecho -que él á esa corona.</p> - -<p>¿Qué es, pues, lo que yo puedo y debo replicar á los artículos de Ud. -insertos en <i>La Nación</i>? Lo mejor es dar el punto por suficientemente -discutido. Dejemos á Víctor Hugo que descanse en paz sobre sus laureles, -y hablemos de los poetas<span class="pagenum"><a name="page_124" id="page_124">{124}</a></span> que escriben en mi propio idioma, y cuyas -obras usted me envía, como me dice en su carta, desde un rincón de los -Andes.</p> - -<p>No puede Ud. imaginar cuánto me agrada y qué gran curiosidad me inspira -ese rincón, como usted le llama.</p> - -<p>Cuantas descripciones he leído de su tierra de usted, hechas por -Alejandro Humboldt, por García Mérou, por el barón de Japurá, padre de -una simpática marquesa, española por adopción, y mujer de un antiguo y -excelente amigo mío, y por Miguel Cané, discreto escritor y viajero -argentino, hoy ministro de su república en esta corte, todo me atrae y -cautiva; y aseguro á usted que, si yo no fuese ya y no estuviese ya tan -viejo, había aún de ir á Bogotá á hacer á Ud. una visita y á ver el -estupendo salto del Tequendama, de tan superior elevación al del -Niágara, que he visto.</p> - -<p>Lejos de parecerme Bogotá un rincón, se me figura que Bogotá va á ser el -centro del mundo en lo venidero, cuando el canal interoceánico acabe de -abrirse, y sea en el seno de esa república donde se celebre el gran -consorcio de la civilización, besándose y abrazándose, dentro de la -zona,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Que el sol enamorado circunscribe,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">las ondas del Atlántico y del Pacífico.</p> - -<p>Y no crea Ud. que lo que más me encantaría ahí, aunque soy muy -apasionado á la hermosura y sublimidad de la naturaleza, serían los -fértiles y exuberantes valles y vegas por donde corren<span class="pagenum"><a name="page_125" id="page_125">{125}</a></span> el Magdalena y -el Cauca; ni la riqueza y variedad de frutos, plantas y flores que hay -en la hermosa patria de Ud.; ni la misma catarata, vencedora del -Niágara, y una de las maravillas que hay que ver en este planeta, -catarata en que se derrumban las aguas del Bogotá desde una altura de -180 metros, y pasan por el aire, desde la tierra fría, desde un clima -como el del centro de España, á la tierra caliente, poblada de -naranjales y de palmas, y donde revolotean los loros y guacamayos. Todo -esto, con un poco de imaginación, se ve en espíritu, leyendo las -descripciones de los viajeros, casi como si se viese materialmente con -los ojos del cuerpo y se tocase con las manos. Lo que á mí me encantaría -más sería ver trasplantada, en esa meseta de los Andes, con hondas -raíces, lozana y llena de savia y de vida, la antigua civilización de la -metrópoli; sería ver en Bogotá como un foco de luz propia, como un -primer móvil de inteligencia castiza, que sin desechar, sino conociendo -y estimando todo el moderno saber de los demás pueblos de Europa, -imprime en cuanto hace el sello y el carácter de la raza española, con -algo además de singular y exclusivo que la determina y distingue como -colombiana.</p> - -<p>Es lástima que no lleguen por aquí ni leamos nosotros sino poquísimos de -los libros en prosa que Uds. escriben. Yo, lo confieso, aun no he leído -más que una novela de Bogotá: <i>Tránsito</i>, de Silvestre. Y aseguro á Ud. -que han quedado vivamente impresas en mi mente las escenas que describe, -en las fecundas márgenes del Mag<span class="pagenum"><a name="page_126" id="page_126">{126}</a></span>dalena; las fiestas populares, las -alegres cabalgatas, los apasionados amoríos, y el poético baile y tonada -y canto á la vez que llaman <i>bambuco</i>, y que se me figura que no ha de -ser inferior á nuestros fandangos, boleros, jotas y seguidillas. Todo lo -que leo de ahí me parece más que español. Tal vez nosotros vamos -degenerando, ó por decirlo así destiñéndonos y como perdiéndonos -modestamente en la cola de la cultura europea, mientras que Uds. -conservan mejor el individualismo, la autonomía de raza. Ahí puede -llamarse aún <i>cachaco</i> un <i>dandy</i> y <i>cachaquería</i> la <i>high life</i>. Ahí -siguen los <i>coliches</i> ó <i>asaltos</i>, como los había en mi mocedad en -nuestras ciudades de provincia cuando improvisábamos un baile en la casa -de algún amigo, invadida de repente. Y ahí se canta, se baila y se toca -el <i>bambuco</i> en coro, por galanes y damas, que comprenden, estiman y -ejecutan, la música más sabia de Schubert, de Chopín y de Beethoven, y -aun compiten con ella, escribiéndola, como nos cuenta el Sr. Cané de la -señorita doña Teresa Tanco.</p> - -<p>El mismo Sr. Cané, en su precioso libro de impresiones titulado <i>En -viaje</i>, nos describe con tal entusiasmo la cultura, la hospitalidad y el -trato afable y discreto de la sociedad elegante de Bogotá, que pone -deseo de ir á gozar de ella y de ver en el riñón de América, en una -planicie ó extensa nava en el centro de los Andes, á la altura de 2.700 -metros sobre el nivel del mar, algo como un paraíso terrestre, de clima -apacible, de perenne primavera, donde existen todos los refinamientos -que la vida moderna puede dar al es<span class="pagenum"><a name="page_127" id="page_127">{127}</a></span>píritu; y no pocos de los regalos, -comodidades y <i>conforts</i>, como dicen ahora, de que pueden disfrutar -nuestros cuerpos.</p> - -<p>Todo lo que el Sr. Cané cuenta de este paraíso lo creo yo á pie -juntillas; y no es exceso de fe, pues está confirmado por las relaciones -de otros viajeros, como el Sr. García Mérou, el barón de Japurá y el -mismo Humboldt, á quienes ya he citado, y sobre todo por los libros que -Uds. escriben, que son la mejor y más irrefragable prueba de dicha -cultura.</p> - -<p>En lo que yo creo descubrir cierta exageración es en los graves -peligros, dificultades enormes y rudas fatigas que hay que arrostrar, -superar y sufrir para llegar á esa ciudad, capital de los Estados Unidos -de Colombia, donde tan agradablemente se vive. Bien dijo el divino poeta -Ludovico Ariosto:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2"><i>Chi va lontan dalla sua patria, vede</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Cose da quel, che già credea, lontane,</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Che, narrandole poi, non se gli crede</i><br /></span> -<span class="i0"><i>E stimato bugiardo ne rimane,</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Ch’il vulgo sciocco non gil vuol dar fede</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Se non le vede e tocca chiare e piane.</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Y así, si bien yo no quiero pasar por alguien del <i>volgo sciocco</i>, y -menos aún por poner en duda la exactitud de las noticias del Sr. Cané, y -no niego nada de lo que cuenta, todavía me atrevo á disminuir un poco en -mi mente de los calores infernales que pasó desde Barranquilla hasta -Honda; de la violencia de los chorros ó rápidos del Magdalena; de la -multitud de caimanes que se ven en el río y por las orillas del río, por -ma<span class="pagenum"><a name="page_128" id="page_128">{128}</a></span>nadas á veces de sesenta, y cada uno con cinco ó seis metros de -longitud; de las feroces picaduras de los mosquitos, de que es víctima -quien sube en vapor contra la corriente del Magdalena, navegación que -dura doce ó catorce días; y de la expedición á caballo ó en mulas desde -Honda ó Bodegas, al borde del río, hasta la nava ó planicie de Bogotá, -pasando por espantosos desfiladeros, capaces de poner de punta los -cabellos del mismo Cid Campeador.</p> - -<p>A la verdad que á tanta costa, y exponiéndome á tanto percance, tal vez -ni aun cuando yo estuviese ahora en la flor de la juventud, me atrevería -á ir á Bogotá. El Sr. Cané pinta la empresa casi como sobrehumana para -un hombre civilizado. Hubo momentos en que dice que se apoderó de su -espíritu una desesperación infinita y en que sintió deseos de arrojarse -al río á pesar de los caimanes, ó de pegarse un tiro y acabar con aquel -martirio sin gloria, sin excitación moral, sin propósito alentador.</p> - -<p>Repito que todo esto me parece exagerado. Los argentinos deben de ser -más vivos de imaginación y más dados á ponderar que los andaluces. Pero -como quiera que sea, en vista de esos peligros, de ese abrasado país que -rodea el paraíso de Bogotá, y que es menester atravesar para penetrar en -él, me representaba yo á Bogotá, al leer el libro del Sr. Cané, como á -la hermosa Walquiria Brunequilda, á quien el dios su padre, á fin de que -nadie pudiese gozar de su gentil presencia, trato y afecto, sin mostrar -antes el ánimo más esforzado, circundó de un espantoso círculo<span class="pagenum"><a name="page_129" id="page_129">{129}</a></span> de -voraces llamas, en cuyo centro ella quedó dormida durante siglos, como -puede verse en la bella ópera de Ricardo Wagner.</p> - -<p>Asimismo, representándome todo el cúmulo de obstáculos que para llegar á -Bogotá deben allanarse, y después lo agradable y ameno de la vida en -Bogotá, donde hay tanto músico y tanto poeta, recordaba yo la -antiquísima fábula griega del país de los Hiperbóreos, para llegar al -cual se necesita pasar más allá de las Montañas rifeas, donde Bóreas -vive y donde hay tremendos peligros y todo es inhospitable. Pero, -salvados la aspereza y el horror de las referidas montañas, hallábase el -viajero en medio de un pueblo excelente, predilecto del dios Apolo, -donde casi todos los habitantes cantaban y tocaban deliciosamente la -lira, y donde las lindas mujeres eran también cantoras, y bailaban con -rara gallardía, y cautivaban los corazones con su ingenio y con su -gracia.</p> - -<p>En resolución, yo acepto, sin rebajar un ápice y sin borrar un tilde, -todo lo bueno que en alabanza de Bogotá dice el Sr. Cané en su divertido -é interesante libro; pero si no borro, rebajo bastante de los trabajos y -de los casos peligrosos de la peregrinación hasta allí desde -Barranquilla. ¿Quién sabe si dentro de diez ó doce años, ó antes, ya -desde Barranquilla, ya desde un punto cualquiera de la costa, se subirá -por ferrocarril hasta Bogotá con la misma facilidad con que se va ahora -desde París á Bruselas?</p> - -<p>Por lo pronto, no podemos negar, aunque sí atenuar algo, las penalidades -de la ascensión. Y,<span class="pagenum"><a name="page_130" id="page_130">{130}</a></span> por cierto, que lo que apenas puede concebir la -fantasía, y supone un valor sobrenatural, es la hazaña de llegar hasta -allí, y de descubrir y conquistar aquello, como lo hicieron en 1556 un -puñado de españoles, á las órdenes de D. Gonzalo Jiménez de Quesada. -Cerca de un año duró la peregrinación, y en ella murió la mitad de los -aventureros que mandaba D. Gonzalo, vencidos por el hambre, los animales -ponzoñosos, las fiebres y las inclemencias del cielo; pero, como dice el -Sr. Martín García Mérou en sus <i>Impresiones</i>, «al alcanzar la elevada -planicie, hallaron la recompensa de sus fatigas. Aquel era el país de -los chibchas, el más opulento y el más civilizado que habían encontrado -hasta entonces, con sus verdes sementeras, sus poblaciones indígenas, -los palacios de sus caciques, la fecundidad de sus campos y la -abundancia de sus aguas».</p> - -<p>La planicie de Bogotá fué, pues, desde antes que los españoles la -descubrieran, centro y foco de civilización. Los chibchas ó muiscas de -entonces no eran inferiores en cultura á los súbditos de Atahualpa y de -Moctezuma, así como los bogotanos de ahora son el pueblo más aficionado -á las letras, ciencias y artes de toda la América española.</p> - -<p>Desde que el Nuevo Reino de Granada se cristianizó y se españolizó han -abundado en él poetas é historiadores, que algo nos han descubierto de -su antigua manera de ser, de su mitología, leyendas y vida anterior á la -conquista.</p> - -<p>De todo esto quisiera yo hablar extensamente, porque todo esto es muy -curioso; pero si empie<span class="pagenum"><a name="page_131" id="page_131">{131}</a></span>zo tan <i>ab ovo</i>, ¿qué infinidad de cartas no -tendré que escribir si he de llegar á decir algo del <i>Parnaso -Colombiano</i> que Ud. me ha remitido?</p> - -<p>El <i>Parnaso Colombiano</i> consta de dos tomos de cerca de 400 páginas cada -uno, impresos el tomo I en 1886 y el tomo II en 1887, y que contienen -composiciones de más de cien poetas y de quince ó diez y seis poetisas, -contemporáneos todos, ó sea posteriores á la independencia. Pero como -Ud. amplifica é ilustra la colección hecha por Julio Añez con un extenso -discurso preliminar, que puede considerarse como compendio de la -historia literaria de Colombia, por fuerza, aunque no quiera, tendré que -hablar de todo, si he de dar mi opinión á Ud.; y á los demás que leyeren -estas cartas, cierta idea de lo que es ese pueblo y de lo que importa y -vale su vida intelectual.</p> - -<p>Y ya se entiende que lo que yo diga ha de ser muy somero, por dos -razones: porque yo, de mío, soy muy poco profundo, y porque debo ser -breve para no cansar.</p> - -<p>Aseguro á Ud. que si no fuese por esta invencible <i>scribendi cacoethes</i> -que me aqueja, la tal cuestión de lo profundo y de lo somero me hubiera -hecho arrojar la pluma lejos de mí desde hace años. Yo necesito un -público mediano en lo tocante á sabidurías: que sepa algo para que no le -parezca pesada mi corta erudición; que no sea muy desdeñoso é -indiferente para el saber, á fin de que el mío le interese; y que no -sepa mucho, á fin de que algo de lo que yo le diga le coja de nuevas, y -no lo considere como sabido y resabi<span class="pagenum"><a name="page_132" id="page_132">{132}</a></span>do, y que ya no se debe ni -recordar. Como aquí, ó el público es muy sabio, sobrado sabio, ó no se -le da un comino de todas las sabidurías, yo estoy perdido, y con las -cosas que he publicado me han ocurrido mil desengaños.</p> - -<p>Pondré ejemplos.</p> - -<p>Cuando traduje del alemán la obra de Schack titulada <i>Poesía y arte de -los árabes en España</i>, imaginaron muchos que todas aquellas coplas y -todos aquellos poetas eran creación mía, y como creación mía, los -desdeñaron; pero en cambio los profundos orientalistas españoles -despreciaron, no sólo la traducción, sino el original que yo había -traducido. Los versos todos estaban tomados por Schack, que no sabe -árabe, de no sé cuántas traducciones en lenguas modernas de Europa. En -suma, mi trabajo era superficialísimo y no enseñaba nada.</p> - -<p>Con mis cartas á D. Jesús Ceballos Dosamantes me ha pasado algo más -gracioso aún, si no fuese tan lamentable. Para muchos, yo soy el -inventor de D. Jesús Ceballos Dosamantes y de su <i>Perfeccionismo -absoluto</i>, imaginado adrede por mí para decir algunas burlas, como si -mil sistemas filosóficos europeos no se prestasen á más burlas, si está -uno de humor para hacerlas; pero en cambio el público re-sabio nada -halla nuevo ni peregrino en D. Jesús Ceballos Dosamantes, ni en su -impugnador ó expositor tampoco: todo lo han leído y releído, y casi se -lo tienen ya olvidado, por saberlo tan bien desde que tomaban papilla.</p> - -<p>Así, escribir para mí es como navegar entre<span class="pagenum"><a name="page_133" id="page_133">{133}</a></span> dos escollos; pero yo he de -escribir sin remedio. No puedo curarme de mi afición á escribir. Lo que -procuro inculcar siempre en el ánimo de mis lectores es que no pretendo -enseñar, sino entretener un rato, si puedo, y además divulgar algunos -conocimientos que los sabios están ya hartos y aun tifos de saber, pero -que varias personas cándidas y de buena fe ignoran y no desdeñan que -lleguen á su noticia.</p> - -<p>En estas cartas, pues, nada trato yo de enseñar á los sabios; pero me -daré por pagado de que á Ud. contenten y de que esas varias y pocas -personas cándidas sepan por ellas que hay del otro lado del Atlántico, -en el corazón de la América meridional, sobre esa elevada meseta ó nava -de los Andes, cierta agrupación de españoles emancipados, nación nueva, -hija de la nuestra, donde nuestro idioma se cultiva y se habla y se -escribe con primor, elegancia y pureza, y donde brillan nuestras artes y -antigua cultura, transfiguradas y modificadas por otro cielo, por la -distancia y por diversas condiciones sociales.</p> - -<p>Con tan buen propósito seguiré escribiendo estas cartas, sin arredrarme -ni desanimarme, si bien procurando que no sean muy largas, ni muchas.</p> - -<p>Y aquí termino la primera, asegurando á usted que soy su agradecido -amigo.<span class="pagenum"><a name="page_134" id="page_134">{134}</a></span></p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>20 de Agosto de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>II</h3> - -<p>Muy estimado señor mío: En mi sentir, y ya lo he dicho no pocas veces, -sin que crea yo que mi aserto pueda ofender al colombiano más celoso de -su nacional autonomía, la literatura de su país de Ud. es parte de la -literatura española, y seguirá siéndolo, mientras Colombia sea lo que es -y no otra cosa. No quita esto que se dé diferencia dentro del género, -que en la unidad quepa la variedad con holgura; que sobre la condición -general de españolismo se note en toda obra del ingenio de Colombia un -sello especial y característico; y menos impide que, con el andar del -tiempo, pueda llegar lo que Colombia intelectualmente produzca á igualar -y aun á superar en mérito y en abundancia la producción literaria de -esta Península.</p> - -<p>Entendidas las cosas así, es doble falta por parte de España el -desconocimiento general (y no niego que hay excepciones y personas que -saben aquí cuanto de ahí hay que saber) del movimiento intelectual de -esa República. Ustedes nos leen, nos conocen, nos estudian, pero en -España se sabe poquísimo de los autores colombianos. A remediar esto ha -venido la creación de la Academia colombiana de la lengua, -correspondiente de nuestra Real Academia Española. Así la fraternidad se -restablece, y así revive la comunicación entre España y su antigua -colonia, hoy<span class="pagenum"><a name="page_135" id="page_135">{135}</a></span> emancipada. De esperar es que este elevado comercio, -digámoslo así, se extienda y divulgue algo más, para honra y provecho de -los que escribimos, y que un libro de historia, una novela ó un poema de -un ingenio de Colombia halle su público en Madrid, sea objeto de nuestra -crítica, llame aquí la atención é interese, y se venda en nuestras -librerías, con relación á su mérito, como cualquiera obra de un escritor -peninsular.</p> - -<p>Mi deseo es que todo libro colombiano, de algún valer, deje de ser una -curiosidad bibliográfica en España, y naturalmente que también los -libros españoles lleguen á tener en Colombia más público del que tienen -hoy.</p> - -<p>Aun distamos mucho de que se logre esta harto modesta aspiración. Y casi -me atrevo á asegurar que en toda nuestra Península é islas adyacentes no -hay, ni en poder de los libreros, ni en manos de aficionados á versos, -más ejemplares del <i>Parnaso Colombiano</i> que los que Ud. y el Sr. Añez -hayan enviado de presente, entre los cuales está el mío.</p> - -<p>Al dar yo cuenta aquí del <i>Parnaso Colombiano</i> me parece, pues, que doy -cuenta de una rareza literaria.</p> - -<p>Toda literatura tiene sus precedentes, y la de ustedes, que puede -decirse que empieza con esta centuria, los tiene nobilísimos desde que -nació la Colonia.</p> - -<p>Ya anuncia y augura la vocación literaria de esa nación que el -descubridor, conquistador y fundador D. Gonzalo Jiménez de Quesada fuese -letrado á par que guerrero, que tomase <i>ora la es<span class="pagenum"><a name="page_136" id="page_136">{136}</a></span>pada, ora la pluma</i>, y -que dejase escritos un <i>Compendio historial</i>, y lo que peor parece que -se aviene con su carácter y condición de batallador y aventurero, una -obra devota: <i>Colección de sermones con destino á ser predicados en las -festividades de Nuestra Señora</i>.</p> - -<p>También fué aventurero y soldado el ilustre Juan de Castellanos, que -igualmente fué por ahí desde España.</p> - -<p>Después de larga vida militar, llena de azares y aventuras, se hizo -sacerdote, y retirado en Tunja, empleó los ocios de su sana y robusta -vejez en escribir todo cuanto sabía, ó por lectura, ó de oídas, ó por -haberlo presenciado, y aun representado en ello su papel, «de la -variedad y muchedumbre de cosas acontecidas en las islas y costas del -mar del Norte de estas Indias Occidentales, donde, añade él en su -dedicatoria á Felipe II, he gastado yo lo más y mejor del discurso de mi -vida,» etc.</p> - -<p>No diremos que Juan de Castellanos sea un Virgilio, ni llegue siquiera -en pasaje alguno á la alta é inspirada entonación de Ercilla; pero son -asombrosos y simpáticos su facilidad, el candor de su estilo, la frase -natural y castiza, y á veces la gracia y el primor con que lo va -refiriendo todo en octavas reales ó de versos endecasílabos. Su obra es -inmensa, pues no sólo compuso las <i>Elegías de varones ilustres de -Indias</i>, que llenan un tomo de 565 páginas de la compacta edición de -<i>Autores Españoles</i> de Rivadeneira, y contienen muy cerca de noventa mil -versos, sino también una <i>Historia del Nuevo Reino de Granada</i>,<span class="pagenum"><a name="page_137" id="page_137">{137}</a></span> que -andaba inédita y como perdida, y que há poco publicó por vez primera D. -Mariano Catalina en su <i>Colección de Escritores castellanos</i>. Todo esto -lo hacía el historiador-poeta sin esperar remuneración alguna, sino la -de su beneficio, y, como dice con cándida sencillez, «para no comer el -pan de balde».</p> - -<p>Y no se imagine que la lectura de las obras de Juan de Castellanos sea -fatigosa é inútil. Contienen las obras un precioso tesoro de noticias, y -no rara vez caen muy en gracia la inocente malicia, el desenfado y la -soltura con que refieren algunas cosas cómicas ó les ponen comentarios. -Así, al hablar de cierta fuente milagrosa que devolvía doncellez y vigor -á mujeres y á hombres, pondera Castellanos la multitud de gente que iría -en peregrinación allí, si el hecho fuera indudable, para recobrar <i>sus -antiguas gallardías</i>, y añade:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Cierto, no se tomaran pena tanta<br /></span> -<span class="i0">Por ir á visitar la Tierra Santa.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Parece, á la verdad, un cuento de Lafontaine aquel episodio del -portugués, enamorado de la india, que no gustaba de él y quería -abandonarle. El portugués, para gala y como principio de civilización y -de púdico decoro, había revestido á la india de una camisa. Era de -noche: la india estaba al lado de su amigo, y para alejarse pretextó -cierto indispensable negocio. Como la india era ladina, pensó en que la -camisa blanqueaba en la obscuridad, y quitándosela á escape, se quedó -con el traje que fué de su crianza. Así se<span class="pagenum"><a name="page_138" id="page_138">{138}</a></span> escapó de entre las manos -del portugués, el cual, contemplando siempre la camisa, que había dejado -ella tendida en unas matas, creía que allí estaba la señora de sus -pensamientos. Impaciente ya de que tardase tanto, el portugués decía: -<i>Ven ya á os brazos do galan que te deseia.</i></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Viendo no responder, tomó consejo<br /></span> -<span class="i0">De levantarse con ardiente brío,<br /></span> -<span class="i0">Diciendo: <i>¿Cuidas tú que non te vejo?</i><br /></span> -<span class="i0"><i>¡Vejot muyto ben pelo atavio...!</i><br /></span> -<span class="i0">Echóle mano, mas halló el pellejo<br /></span> -<span class="i0">De la querida carne ya vacío:<br /></span> -<span class="i0">Tornóse, pues, con sólo la camisa,<br /></span> -<span class="i0">Y más lleno de lloro que de risa.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>A más de Juan de Castellanos habla Ud. en su <i>Estudio preliminar</i> de -otros muchos escritores que hubo ahí durante el período colonial, -descollando entre los poetas Hernando Domínguez Camargo, autor de un -poema sobre San Ignacio de Loyola; D. Francisco Alvarez de Velasco y una -inspirada y mística monja llamada la Madre Castillo.</p> - -<p>Por lo demás, la historia literaria de ahí sigue un curso paralelo al de -la nuestra: idéntico culteranismo ó gongorismo en el siglo <small>XVII</small>; -idéntica decadencia prosaica hasta mediado el siglo <small>XVIII</small>, y hacia fin -del siglo <small>XVIII</small> y en el primer tercio del siglo <small>XIX</small>, cierto renacimiento -y gusto más puro y elevado, aunque debido al menoscabo de la -originalidad castiza y á la imitación, si no de las composiciones, de -los preceptos del pseudo-clasicismo francés.</p> - -<p>El romanticismo penetró ahí, como en España,<span class="pagenum"><a name="page_139" id="page_139">{139}</a></span> por medio de la literatura -francesa. Y justo es confesar que si durante el imperio pseudo-clásico -seguimos los preceptos franceses, y nuestra poesía estuvo impregnada, -así como la política, de la ligera filosofía sensualista, liberalesca y -filantrópica ó humanitaria de Francia, la poesía era, en la forma, menos -imitadora que lo fué después de la francesa. El pseudo-clasicismo -francés no había tenido un Víctor Hugo que darnos por modelo. De aquí -que nuestros poetas peninsulares anteriores al romanticismo, aunque -estén inspirados por Rousseau ó por Voltaire ó por otros autores de -Francia, son castizos en la forma; y si á alguien imitan, es á los -clásicos griegos y latinos, á los italianos y á nuestros mismos clásicos -del siglo <small>XVI</small>. Lo propio puede decirse de los poetas hispano-americanos -del citado período. Con el romanticismo perdimos, sobre todo en América, -en la castiza originalidad de la forma. Y digo <i>sobre todo en América</i>, -porque ahí, como en tierra de menos recuerdos y que mira más al -porvenir, prevaleció el romanticismo de las ideas modernas sobre el -romanticismo retrospectivo é histórico, que nos dió en España al duque -de Rivas y á Zorrilla, y que prestó á Arolas, á Hartzenbusch, á García -Gutiérrez y á muchos otros un fondo y un color castizos y populares, los -cuales vinieron á extenderse hasta por las obras de los poetas más -cosmopolitas, como Espronceda.</p> - -<p>Pero pasó de moda el romanticismo, como el pseudo-clasicismo había -pasado, y tanto en España cuanto en Colombia, realizada esta revolu<span class="pagenum"><a name="page_140" id="page_140">{140}</a></span>ción -literaria, indispensable y bienhechora, se sintieron sus saludables -efectos, y apareció una filosofía del arte, y por lo tanto una crítica, -más comprensiva y transcendente.</p> - -<p>En este punto, y guiado Ud. por esta más alta crítica, habla y juzga á -los autores, todos sus contemporáneos y compatricios, que el <i>Parnaso -Colombiano</i> encierra.</p> - -<p>En el fondo de sus ideas, como en el fondo de las nuestras, ¿quién -negará que hay mucho elemento filosófico y científico, importado de -Francia, de Inglaterra y de Alemania? Vamos detrás de estas naciones, y -el abatimiento y la modestia nos inducen á creer que vamos aún más -rezagados. Pero el sentimiento y la forma, y el medio ambiente y los -recuerdos históricos salvan y dan realce á la propia originalidad, y -producen una poesía que no carece de ser y de índole peculiares.</p> - -<p>Aunque Uds., como nosotros, se dejan influir por poetas extranjeros, -siendo los que más han influído últimamente, tanto ahí cuanto aquí, -Byron, Víctor Hugo y Enrique Heine, yo noto con mucho gusto que, contra -esta corriente de extranjerismo, luchan en Colombia, no sin éxito, la -buena tradición española y el ejemplo y el modelo que ofrecen poetas -peninsulares del día, conocidos todos en América, y tal vez más -queridos, encomiados y estudiados que en España.</p> - -<p>Nuestros poetas, de los que veo más huella y sabor en los novísimos -colombianos, son Bécquer, Campoamor y Núñez de Arce.</p> - -<p>Los que Ud. más celebra y los que antes han<span class="pagenum"><a name="page_141" id="page_141">{141}</a></span> tenido ahí más influjo son -Quintana, el duque de Rivas, Espronceda, García Gutiérrez, Tassara y -Bermúdez de Castro. Y al que Ud. pone por las nubes, como -contradiciéndonos, pero no á mí, que sigo casi su opinión, es á -Zorrilla, á quien Ud. llama <i>la primera figura poética de España en este -siglo</i>.</p> - -<p>Con lo dicho se empieza á formar idea de la fisonomía general del -<i>Parnaso Colombiano</i>. Hay que añadir ahora otros rasgos singulares. A -pesar de la extraordinaria facilidad con que en Colombia se versifica, y -aunque es Colombia una república democrática, su poesía es -aristocrática, culta y atildada. Se ve que es producto de algo como una -casta superior, dominadora aún, no por las leyes que á todos hacen -iguales, sino por la inteligencia, el saber y la cultura, que importó en -el país, sobre otra casta inferior, que no se ha extinguido ni ha -desaparecido casi, como en las que fueron colonias inglesas, sino que -vive en cierta subordinación patriarcal y suave.</p> - -<p>Las ideas, los sentimientos, el habla, la religión, las costumbres y -tradiciones importados de España por los que vinieron á fundar la -colonia, persisten, pues, y son tenidos en gran veneración. Son como los -dioses penates, que no ahuyentaron ni la revolución, ni la guerra de la -independencia contra la metrópoli, ni las ulteriores guerras civiles.</p> - -<p>De aquí que el hombre quizá más eminente en Colombia por el pensamiento, -en el vigor de su edad aún (nació en 1843), sea un ultraconservador, un -tradicionalista, lo que llamábamos pocos<span class="pagenum"><a name="page_142" id="page_142">{142}</a></span> años há en España un -neocatólico; pero un neocatólico, un <i>retrógrado</i>, que, como dice el -liberal Sr. Cané, «ha leído cuanto es posible leer en treinta años de -vida intelectual. Su alta inteligencia ha entrado á fondo en la -literatura moderna, y pocos como él podrían hablar con tal autoridad de -lo que en materia de ciencias y letras se ha hecho en el mundo en los -últimos cien años.»</p> - -<p>Este hombre, además, es un sabio filólogo y humanista, muy versado en -los autores clásicos; griegos y latinos, como lo demuestra su hermosa -traducción de Virgilio.</p> - -<p>Ya se entiende que hablo de Miguel Antonio Caro, hijo de José Eusebio, -poeta ilustre también, y de cuyas poesías ha hecho linda edición, -agotada ya, el Sr. D. Mariano Catalina, en su <i>Colección de Escritores -castellanos</i>.</p> - -<p>Miguel Antonio ha escrito mucho en prosa, así de ciencias morales y -políticas como de filología. En pocos escritos modernos resplandece más -que en los de este autor lo que podemos llamar el españolismo.</p> - -<p>Por ello le censuran no pocos americanos, pero no hemos de ser los -españoles los que también le censuremos. Además que los mismos -americanos más liberales empiezan ya á calificar de injusta y de cansada -y de falsa tanta y tanta declamación contra los descubridores y -conquistadores de América. Sus culpas, si por herencia se transmiten, -más pesan sobre los americanos, si no son indios, que sobre nosotros, ya -que nuestros padres, salvo el caso de algunas familias<span class="pagenum"><a name="page_143" id="page_143">{143}</a></span> históricas, como -Colón, Pizarro, Cortés y Orellana, se quedaron por acá, y no cometieron -las atrocidades feroces que á los conquistadores se atribuyen.</p> - -<p>Y aun dando por evidentes todas esas atrocidades, ¿es de presumir que á -fines del siglo <small>XV</small> y principios del siglo <small>XVI</small> hubieran sido más humanos, -más benignos y más generosos los ingleses ó los alemanes, por ejemplo, -si les hubiera tocado hacer nuestro papel, descubrir ese continente, y -el mar del Sur, y los Andes, y echar por tierra los imperios del Perú y -de Méjico? ¿Habría en Colombia tanto indio vivo si en vez del literato y -autor de sermones D. Gonzalo Jiménez de Quesada, y de los frailes, entre -los cuales hubo más Las Casas que Valverde, hubiera ido por ahí un -aventurero tudesco con buen golpe de <i>lasquenetes</i>?</p> - -<p>Estas y otras consideraciones por el estilo, que se le ocurren á -cualquiera, valen para disculpa, suponiendo que necesite disculpa el -<i>retrogradismo</i> ó <i>tradicionalismo</i> de D. Miguel Antonio Caro, y prueban -que no se puede acusar á este señor de que defiende hasta la -Inquisición, y de que su prurito de santificar lo pasado es -irreconciliable con la clara luz de su elevado entendimiento.</p> - -<p>Este entendimiento elevado brilla en todas las obras de D. Miguel -Antonio, le ha hecho célebre y muy estimado en toda América, y aun entre -nosotros, é ilumina singularmente sus poesías, de las que en el <i>Parnaso -Colombiano</i> hay hermosísimas muestras. No sin motivo califica Ud. al<span class="pagenum"><a name="page_144" id="page_144">{144}</a></span> -autor de gran poeta, y considera sus mejores versos <i>La vuelta á la -patria</i>. En lo que no estoy conforme con Ud. es en que no hay nada por -el estilo de esta composición en la poesía castellana y en colocarla en -el género de poesía inglesa. Ferviente admirador soy yo también de la -poesía inglesa, y la creo, por lo general, más concisa que la nuestra y -muy hondamente sentida. Para lo de la concisión hasta hay razones -materiales. En inglés bien se puede afirmar que la mitad ó menos de -sílabas que en castellano basta á expresar las mismas cosas.</p> - -<p>Y, sin embargo, yo nada veo de exótico en <i>La vuelta á la patria</i> del -Sr. Caro. No es menester dejar de ser español para ser sencillo, sentido -y profundo. No eran ingleses, ni habían leído poesía inglesa, fray Luis -de León y Jorge Manrique. Dejando, no obstante, esta discusión á un -lado, convengo en que es preciosa <i>La vuelta á la patria</i>. Aquella dulce -y mística melancolía, aquella vaguedad esfumada con que percibimos como -verdadera patria la que está más allá de la muerte, y aquella pintura, -tan natural y verdadera, de la patria terrenal, de la casa de nuestros -padres, del valle tranquilo en que pasó nuestra niñez; y aquella mengua -y abatimiento del corazón enfermo, que vuelve á su antigua soledad, que -la desea y que ya no la halla, porque ya no existe sino en su mente como -ideal divino: todo, en suma, en esta composición, en que hay más -sentidos y más ideas que palabras, la hacen en mi opinión perfecto -dechado de poesía de sentimiento en cualquier idioma. No se puede citar<span class="pagenum"><a name="page_145" id="page_145">{145}</a></span> -un solo verso sin citarlos todos. Nada huelga en la composición. Todo -está primorosamente enlazado y forma el más armonioso conjunto.</p> - -<p>Tampoco estoy conforme con Ud. en calificar de germánica <i>La flecha de -oro</i>. Aquello es original, es nuevo; pero ¿por qué no ha de haber nada -español que tenga algo de original y de nuevo, que no esté vaciado en -los antiguos moldes, y que no por eso sea germánico ó inglés? El asunto -de <i>La flecha de oro</i>, el <i>cuento</i>, es tan poco germánico, que está -tomado del principio de un <i>cuento</i> de <i>Las mil y una noches</i>. Lo -inventado por Caro es el valor simbólico y transcendente, que adquiere -en su breve poesía la antigua leyenda india, persa ó arábiga. El -príncipe, en los versos de Caro, no vuelve á encontrar la flecha, como -la encuentra en el cuento de <i>Las mil y una noches</i>. No hubo hada -Parabanú, que, enamorada de él, la extraviase para atraerle. La <i>flecha</i> -del antiguo cuento nada significa: la <i>flecha</i> del poemita de Caro tiene -alta significación. Y la sobriedad artística con que esta significación -queda indeterminada, hace aún más poéticos los versos, abriendo la -puerta á la fantasía del lector, para que se lance volando por todos los -libres, infinitos espacios de las filosofías y de las religiones, en -busca de la perdida flecha, sin envidiar al hermano que, por apuntar más -bajo, tocó en el blanco y heredó el reino terrenal de su padre.</p> - -<p>De aquí que toda alma soñadora y entusiasta pueda creerse el héroe ó la -heroína de los versos, y decir:<span class="pagenum"><a name="page_146" id="page_146">{146}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Yo busco una flecha de oro<br /></span> -<span class="i0">Que, niño, de una hada adquirí,<br /></span> -<span class="i0">Y «Guarda el sagrado tesoro»,<br /></span> -<span class="i0">Me dijo; «tu suerte está ahí.»<br /></span> -<span class="i0">Mi padre fué un príncipe: quiere<br /></span> -<span class="i0">Un día nombrar sucesor,<br /></span> -<span class="i0">Y á aquel de dos hijos prefiere<br /></span> -<span class="i0">Que al blanco tirare mejor.<br /></span> -<span class="i0">A liza fraterna en el llano<br /></span> -<span class="i0">Salimos con brío y con fe:<br /></span> -<span class="i0">La punta que arroja mi hermano<br /></span> -<span class="i0">Clavada en el blanco se ve.<br /></span> -<span class="i0">En tanto mi loca saeta,<br /></span> -<span class="i0">Lanzada con ciega ambición,<br /></span> -<span class="i0">Por cima pasó de la meta<br /></span> -<span class="i0">Cruzando la etérea región.<br /></span> -<span class="i0">En vano en el bosque vecino,<br /></span> -<span class="i0">En vano la busco doquier:<br /></span> -<span class="i0">Tomó misterioso camino<br /></span> -<span class="i0">Que nunca he logrado saber.<br /></span> -<span class="i0">El cielo me ha visto horizontes<br /></span> -<span class="i0">Salvando con ávido afan,<br /></span> -<span class="i0">Y mísero á valles y á montes<br /></span> -<span class="i0">Pidiendo mi infiel talismán.<br /></span> -<span class="i0">Y escucho una voz ¡<i>Adelante</i>!<br /></span> -<span class="i0">Que me hace incansable marchar:<br /></span> -<span class="i0">Repítela el viento zumbante:<br /></span> -<span class="i0">Me sigue en la tierra y el mar.<br /></span> -<span class="i0">Yo busco la flecha de oro<br /></span> -<span class="i0">Que, niño, de una hada adquirí,<br /></span> -<span class="i0">Y «Guarda el sagrado tesoro»,<br /></span> -<span class="i0">Me dijo; «tu suerte está ahí.»<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>No he sabido resistir á la tentación de poner aquí <i>La flecha de oro</i>, -aunque me acuse Ud. de impertinente y de copiarle lo que de memoria -sabe.</p> - -<p>Yo soy tardío, pero cierto. Hace cerca de un año que debo contestación á -la carta de Ud.; pero ahora voy á pagar con usura, escribiéndole una<span class="pagenum"><a name="page_147" id="page_147">{147}</a></span> -serie de ellas, pues no se requieren menos para dar alguna idea de lo -que es el <i>Parnaso Colombiano</i>.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>27 de Agosto de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>III</h3> - -<p>Muy estimado señor mío: Entre las varias dificultades con que tropiezo -al emitir mi juicio sobre el <i>Parnaso Colombiano</i>, cuenta por mucho (¿y -por qué no confesarlo?) mi corto saber de los hombres y las cosas de ese -país. En una recopilación de versos escogidos de varios sujetos, que son -además personajes políticos, y que han escrito en prosa, en periódicos, -y que han compuesto novelas, y libros de derecho, de filosofía, de -filología y de historia, que no conozco, es menester que yo adivine -mucho, y toda adivinación está sujeta á graves errores.</p> - -<p>La mayoría de los poetas, de quienes el señor Añez pone tres ó cuatro -composiciones en su <i>Parnaso</i>, han escrito tomos enteros. ¿Quién me -asegura que lo que inserta el Sr. Añez sea lo mejor y lo más -característico? ¿Y cómo, por las breves noticias biográficas que -preceden á las composiciones de cada autor, y por lo que él dice en -ellas, averiguar con plena certidumbre sus doctrinas y creencias y tasar -su valer en lo justo?<span class="pagenum"><a name="page_148" id="page_148">{148}</a></span></p> - -<p>Por todo esto, y porque no me es dable extenderme demasiado, mi crítica -tiene que ser incompleta: no será crítica; me limitaré á participar á -usted mis impresiones en general, sin detenerme á decir algo en -particular sobre tanto poeta.</p> - -<p>He empezado por Miguel Antonio Caro, porque es el más conocido entre -nosotros. Es fundador de la Academia Colombiana, correspondiente de la -Española; director de la Biblioteca Nacional en su país, y ahí y en -todas partes muy notable polígrafo y erudito, lo cual no impide que sea -también elegante, inspirado y entusiasta poeta. Las dos composiciones -suyas, que ya hemos citado, lo demuestran bien, y no lo desmienten otras -cuatro que inserta de él el <i>Parnaso</i>: una <i>A la estatua de Bolívar</i>, -obra admirable de Teneranni, que está en la Plaza Mayor de Bogotá, y -otra de ellas <i>A la gloria</i>, donde yo admiro y envidio el fervor amoroso -del poeta que la canta y la desea, exento de aquella mala vergüenza con -que por Europa tratamos de encubrir ese entusiasmo, si por acaso le -sentimos. Todos los que componen versos le sienten aún, pero con más -tibieza, y no todos se atreven á decir, ni dicen tan bien á la gloria:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">A cantar me obligaste con levantado aliento,<br /></span> -<span class="i0">Y en premio me ofreciste tu divinal favor.<br /></span> -<span class="i0">Hoy á buscarme vuelves. Yo conozco tu acento<br /></span> -<span class="i0">Y sé de tus miradas el mágico fulgor.<br /></span> -<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i0">¡Oh! ¡cumple tus promesas: alza mi nombre al cielo:<br /></span> -<span class="i0">Lleva los cantos míos al último confín,<br /></span> -<span class="i0">Y dales, incansable en tu radioso vuelo,<br /></span> -<span class="i0">La heroica resonancia de tu inmortal clarín!<br /></span> -<span class="pagenum"><a name="page_149" id="page_149">{149}</a></span></div></div> -</div> - -<p>En casi todos los poetas de que hay obras en el <i>Parnaso Colombiano</i> -debo decir, en honor de la verdad, que se advierte un sabor castizo, una -corrección y una elegancia sencilla, que, no en todos, sino sólo en -nuestros mejores y más cultos peninsulares se nota. Claro se ve que en -Colombia es cultivado con amor y con atinado ahinco nuestro patrio -idioma; que en Colombia ha nacido Rufino Cuervo. Todas las locuciones -vulgares, todas las adulteraciones que pueblo tan remoto de España ha -introducido en el lenguaje español, quedan tan estudiadas y corregidas -en las <i>Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano</i> de Cuervo, que -no hay rastro de ello en la buena poesía.</p> - -<p>De este respeto general al idioma aun da Cuervo otra prueba más -brillante, viniendo á constituirse, como Ud. dice, desde un rincón de -los Andes, en maestro excelente y superior del habla de Castilla. Su -<i>Diccionario de construcción y régimen</i> es un portento de erudición, de -buen gusto, de tenacidad y de paciencia.</p> - -<p>Imposible parece que, en medio de las faenas de una fábrica de cerveza, -donde Rufino, auxiliado por su hermano Angel, creó los bienes de fortuna -que no tenía, le sobrasen tiempo y medios para leer, conocer á fondo y -poder citar todo libro escrito en castellano desde la formación del -lenguaje hasta ahora. Así será su obra alto monumento literario, honra -de Colombia, de él y de la raza á que pertenece. Al mismo tiempo da -Rufino Cuervo noble ejemplo de vivir, cuando, hijo del que fué -presidente de la república, no se<span class="pagenum"><a name="page_150" id="page_150">{150}</a></span> avergüenza de emplearse en bajos y -mecánicos menesteres para ganarse la vida, y, ya ganada, la consagra por -completo á competir con Littré, si no á vencerle, haciendo un -<i>Diccionario de autoridades</i>, con tal copia de ejemplos, que pasma y -aturde, y donde está la historia de cada palabra y de todas sus -acepciones, desde el siglo <small>XII</small> hasta el <small>XIX</small>.</p> - -<p>Hablo aquí de Cuervo para consagrarle este testimonio de mi admiración, -y para que sea como muestra y garantía de que en su tierra se sabe la -lengua castellana, lo cual importa mucho en la alabanza de sus poetas. -El crítico circunspecto, digan lo que digan los entusiastas y sublimes, -tiene que ir con pies de plomo en eso de conceder ó de negar patentes de -<i>genio</i> y en disponer de la inmortalidad gloriosa para otorgarla ó -rehusarla, según su antojo; pero bien puede afirmar, y yo lo afirmo del -<i>Parnaso Colombiano</i>, que es un dechado de buen decir, y fehaciente -documento de la civilización del pueblo donde tales poetas hay, y del -arte, magisterio y esmerado tino con que manejan el habla, instrumento -de la poesía.</p> - -<p>Prestan además carácter á la poesía colombiana en general dos -condiciones, ó mejor diré circunstancias, que influyen mucho en que sea -buena y original. Es una el espectáculo de la magnífica naturaleza que -rodea al poeta y le inspira, y es otra la sencillez patriarcal de -costumbres, que transciende y da clara y dichosa muestra de sí en el -estilo, á pesar de ciertos refinamientos de cultura intelectual, y á -pesar de autores, grandes<span class="pagenum"><a name="page_151" id="page_151">{151}</a></span> sí, pero enrevesados, ampulosos y gongorinos -á su manera, que á veces se toman por modelo, como Víctor Hugo por -ejemplo.</p> - -<p>Para citar algo que ponga de manifiesto lo que digo, tengo que ir muy á -la ventura y no respondo de que lo que yo cite sea siempre de lo mejor. -Los poetas citados tienen además que permanecer para nosotros medio -desconocidos. Por unos cuantos versos no es posible apreciar á los que -han escrito mucho.</p> - -<p>Hay; v. gr., un doctor Manuel María Madiedo que ha escrito tanto como el -Tostado. Ha escrito tragedias, dramas, sainetes, novelas y obras por -cuyos títulos, que es lo único que yo conozco, se calcula que han de ser -de filosofía, de religión y de política, como <i>La ciencia social</i>, -<i>Crítica general</i>, <i>Derecho de gentes</i>, <i>Nuestro siglo</i> <small>XIX</small>, <i>El cáncer -de los siglos</i>, <i>La razón del hombre juzgada por sí misma</i> y <i>La divina -profundidad de la filosofía del Evangelio</i>.</p> - -<p>El Sr. Madiedo ha escrito muchísimo en los periódicos; es de los que más -han hecho por la instrucción pública de su país: ha sido rector y -catedrático en varios colegios. En su misma casa ha puesto cátedra y ha -dado lecciones gratis. Es jurisconsulto, etc., etc. Y, sin embargo, no -hay en el <i>Parnaso Colombiano</i> más que una sola composición del doctor -Madiedo, tal vez de su mocedad, tal vez de las más descuidadas. Es, -pues, evidente que yo no intento dar á conocer el mérito del doctor -Madiedo por un trozo de la susodicha composición. Cito sólo el trozo -para muestra del candor natural y sin aliño con que sin duda hace<span class="pagenum"><a name="page_152" id="page_152">{152}</a></span> -versos en Colombia todo hombre de ingenio y de ciencia, fijando sus -fugitivas impresiones por medio de la palabra rítmica y procurando -transmitir y perpetuar la idea y el sentimiento que ha despertado en su -espíritu la naturaleza circunstante.</p> - -<p>Los versos del doctor son al río Magdalena, al que, entre otras mil -cosas que justifican no poco las que yo sospechaba que fuesen -ponderaciones de mi amigo el Sr. Cané, dice lo siguiente:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">No nadan rosas en tus aguas turbias,<br /></span> -<span class="i0">Sino los brazos de la ceiba anciana,<br /></span> -<span class="i0">Que desgarró con hórrido estampido<br /></span> -<span class="i0">Tremendo rayo de feroz borrasca.<br /></span> -<span class="i0">Yo veo serpientes que tus aguas surcan,<br /></span> -<span class="i0">Cuyos matices á la vista encantan,<br /></span> -<span class="i0">Y oigo el ronquido del hambriento tigre<br /></span> -<span class="i0">Rodar sobre tu margen solitaria;<br /></span> -<span class="i0">Mientras salvaje el grito de los bogas,<br /></span> -<span class="i0">Que entre blasfemias sus trabajos cantan,<br /></span> -<span class="i0">Vuela á perderse en tus sagradas selvas,<br /></span> -<span class="i0">Que aun no conocen la presencia humana.<br /></span> -<span class="i0">¡Oh! ¡qué serían sátiros y faunos,<br /></span> -<span class="i0">Bailando al son de femeniles flautas,<br /></span> -<span class="i0">Sobre la arena que al caimán da vida<br /></span> -<span class="i0">En tus ardientes y desiertas playas!<br /></span> -<span class="i0">¡Ah! ¡qué serían cerca de los bogas<br /></span> -<span class="i0">Que, rebatiendo las callosas palmas,<br /></span> -<span class="i0">En el silencio de solemne noche<br /></span> -<span class="i0">En derredor de las hogueras danzan!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Debe entenderse que estos <i>bogas</i> son los indios briosos y sufridos, -aunque groseros y algo feroces, que se emplean en todas las faenas de la -navegación y tráfico por el gran río. Los sátiros y los faunos, el -doctor tiene razón, quedan chiquititos al lado de estos <i>bogas</i>, que -encienden las ho<span class="pagenum"><a name="page_153" id="page_153">{153}</a></span>gueras para ahuyentar á las bestias feroces, y que el -doctor ha visto</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Dando á los aires la robusta espalda<br /></span> -<span class="i0">Sobre la arena que marcado habían<br /></span> -<span class="i0">De las tortugas la penosa marcha,<br /></span> -<span class="i0">Y del caimán la formidable cola,<br /></span> -<span class="i0">Y de los tigres la temible garra.<br /></span> -<span class="i0">Yo los he visto en derredor del fuego<br /></span> -<span class="i0">Danzar al eco de sonora gaita,<br /></span> -<span class="i0">Mientras silbaba el huracán del Norte<br /></span> -<span class="i0">Sobre tus olas con sañuda rabia.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>El cuadro es completo en su sencillez y se ve que está tomado del -natural. Allí impera el hombre primitivo, libre, fuerte, luchando con -una naturaleza terriblemente poderosa, bella y rebelde.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">En vano busca en tu desierta margen<br /></span> -<span class="i0">El hombre, que cual leve sombra pasa,<br /></span> -<span class="i0">Palacios y ciudades de una hora<br /></span> -<span class="i0">Que derrumban del tiempo las pisadas.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Pero, en cambio, ¡cuánta poesía, cuánta libertad y cuánta hermosura, -apacible á veces,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Cuando, en un cielo plácido y sin mancha,<br /></span> -<span class="i0">Mira la luna en tus remansos bellos<br /></span> -<span class="i0">Su faz rotunda de bruñido nácar!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Entonces, al contemplar el poeta el Magdalena,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">En sus riberas vírgenes admira<br /></span> -<span class="i0">La creación saliendo de la nada,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">y piensa que</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">El hombre libre, que sus redes seca<br /></span> -<span class="i0">En tu sublime margen solitaria,<span class="pagenum"><a name="page_154" id="page_154">{154}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Como en Edén nuestros primeros padres,<br /></span> -<span class="i0">Sólo de Dios adora la palabra.<br /></span> -<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i0">Cedros y flores ornan tu ribera<br /></span> -<span class="i0">Y aves sin fin que con tus ondas hablan,<br /></span> -<span class="i0">En sus variados armoniosos cantos<br /></span> -<span class="i0">De tus desiertos la grandeza ensalzan.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Si la pompa y la grandeza de estos desiertos han sido ensalzadas por los -poetas colombianos, natural es que lo haya sido más la útil y cómoda -beldad de la llanura elevada donde Bogotá se encuentra, y que, por -parecerse á Granada, con su Sierra Nevada y con su vega, valió á -aquellas regiones el nombre de Nueva Granada.</p> - -<p>El prodigioso salto del Tequendama debió ser y ha sido también asunto -adecuado y frecuente de la poesía, compitiendo con el Niágara. Ya los -indios habían poetizado el Tequendama en su mitología. Nemterequeteba es -uno de los nombres del ser sobrenatural, que, como Manco Capac con -relación á los peruanos, trajo la civilización á los chibchas, -apareciendo entre ellos, estableciendo religión y vida política, y -enseñándoles á tejer, á labrar la tierra y á fundir y esculpir el oro, -aunque no el hierro, que desconocían.</p> - -<p>El río Funca ó Bogotá se desbordó y cubrió la llanura toda. Los hombres, -para no morir ahogados, tuvieron que encaramarse y refugiarse en lo alto -de las montañas. Y entonces fué cuando Nemterequeteba, hiriendo con su -báculo una firmísima roca, abrió paso al agua, que se precipitó por allí -con estruendo y como en un abismo. Tal origen tuvo el salto del -Tequendama, en la imaginación de los chibchas. Los modernos co<span class="pagenum"><a name="page_155" id="page_155">{155}</a></span>lombianos -le celebran y describen en hermosos versos.</p> - -<p>Uno de los cantores del Tequendama es D. José Joaquín Ortiz, de quien -tengo que decir lo mismo que de Madiedo, y que de casi todos. Es autor -de multitud de obras que no hemos visto por aquí; de novelas, de -comedias, de <i>Lecciones de literatura castellana</i>, de muchas <i>Poesías</i> y -de un libro titulado <i>Testimonio de la historia y de la filosofía acerca -de la divinidad de Jesucristo</i>.</p> - -<p>Sus versos al Tequendama son buenos, pero no los citaré para citar otros -que me parecen mucho mejores. Y no creo que el Sr. Ortiz se enoje ó se -aflija de esta preferencia, como dicen que una vez se enojó y afligió -mucho Píndaro de que, en los Juegos Olímpicos, Corina le venciese. En -tiempo de Píndaro no se usaba la galantería que ahora se usa, y que -tanto resplandece en otros versos del Sr. Ortiz, donde lindamente -encomia á sus paisanas. Yo, por otra parte, ya que no cite los versos -del Sr. Ortiz á la catarata, he de citar algo de estos otros de que -hablé, no sólo por el encomio de las damas colombianas y porque en ellos -se alude también al gigantesco salto, sino porque, escritos para una -fiesta nacional, y llenos del más ardiente afecto á Colombia, -manifiestan profundo amor filial á la antigua metrópoli, amor que nos -enorgullece, que procuramos pagar, y que muestran y sienten los -hispano-americanos, á pesar de los errores y torpezas en que han -incurrido con frecuencia nuestros gobiernos en sus relaciones con -aquellas repúblicas.<span class="pagenum"><a name="page_156" id="page_156">{156}</a></span></p> - -<p>El Sr. Ortiz quiere cantar á su patria, duda de su estro y dice:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¡Oh! ¡no! para cantarte dignamente<br /></span> -<span class="i0">Poderosa no fuera<br /></span> -<span class="i0">Del viejo Homero la robusta trompa,<br /></span> -<span class="i0">Ni de Marón la lira lisonjera.<br /></span> -<span class="i0">¿Y yo he de alzar loándote mi acento,<br /></span> -<span class="i0">De tu gran día en la solemne pompa?<br /></span> -<span class="i0">¿Qué es la humilde retama<br /></span> -<span class="i0">Junto al baobab, patriarca de la selva,<br /></span> -<span class="i0">Que su gigante mole saca al cielo?<br /></span> -<span class="i0">¿Qué el menguado arroyuelo<br /></span> -<span class="i0">Que corre sin rüido,<br /></span> -<span class="i0">En la callada soledad perdido.<br /></span> -<span class="i0">En medio de los Andes,<br /></span> -<span class="i0">Con nuestro poderoso Tequendama,<br /></span> -<span class="i0">Que, al arrojarse en el abismo, brama<br /></span> -<span class="i0">Atronando el desierto en voces grandes?<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Toda esta composición está llena de apasionado lírico arrebato. El -poeta, ya anciano, es uno de los últimos testigos de la gloriosa guerra -de la independencia, y lamenta las discordias civiles del día, mientras -que las hazañas de Bolívar y de los demás libertadores dan á su ánimo -afligido</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Consuelo celestial con su memoria.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Bolívar es para él tan grande como Colón. Si éste descubre la América, -el otro la liberta. Si Colón,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">....... el inmortal piloto,<br /></span> -<span class="i0">Ve salir lentamente de la espuma,<br /></span> -<span class="i0">Como alza el cáliz el fragante loto,<br /></span> -<span class="i0">La americana tierra,<br /></span> -<span class="pagenum"><a name="page_157" id="page_157">{157}</a></span></div></div> -</div> - -<p class="nind">y si Colón puede entonces exclamar, ebrio de gozo,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">¡Gloria al Señor! ¡He descubierto un mundo!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">Bolívar también</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Al través de los campos de la muerte,<br /></span> -<span class="i0">Llega por fin, de donde el mar recibe<br /></span> -<span class="i0">Al Orinoco en amoroso abrazo,<br /></span> -<span class="i0">A la cima en que eleva al firmamento<br /></span> -<span class="i0">Su frente de granito el Chimborazo,<br /></span> -<span class="i0">Y derrama la vista abajo, y mira<br /></span> -<span class="i0">Cual salidas del báratro profundo<br /></span> -<span class="i0">Cinco grandes naciones,<br /></span> -<span class="i0">Y clamar puede al fin, ebrio de gozo,<br /></span> -<span class="i0">¡Gloria al Señor! ¡He libertado un mundo!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Pero este mismo anciano poeta, que vió al libertador y que tanto le -ensalza, ama á España y nos asegura que no cesó de pensar en ella y de -desear la reconciliación.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">En esos años de la ausencia fiera,<br /></span> -<span class="i0">El recuerdo de España<br /></span> -<span class="i0">Seguíamos doquiera.<br /></span> -<span class="i0">Todo nos es común: su Dios, el nuestro;<br /></span> -<span class="i0">La sangre que circula por sus venas<br /></span> -<span class="i0">Y el hermoso lenguaje;<br /></span> -<span class="i0">Sus artes, nuestras artes; la armonía<br /></span> -<span class="i0">De sus cantos, la nuestra; sus reveses,<br /></span> -<span class="i0">Nuestros también, y nuestras<br /></span> -<span class="i0">Las glorias de Bailén y de Pavía.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Hasta las mujeres de su país traían al poeta, en su mocedad, el recuerdo -y el amor de España:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">En el porte elegante,<br /></span> -<span class="i0">En el puro perfil de su semblante,<br /></span> -<span class="i0">En su mirada ardiente y en el dejo<br /></span> -<span class="i0">Meloso de la voz, eran retrato<span class="pagenum"><a name="page_158" id="page_158">{158}</a></span><br /></span> -<span class="i0">De sus nobles abuelas;<br /></span> -<span class="i0">Copia feliz de gracia soberana,<br /></span> -<span class="i0">En que agradablemente se veía<br /></span> -<span class="i0">El decoro y nobleza castellana<br /></span> -<span class="i0">Y el donaire y la sal de Andalucía.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Quien, á la edad de setenta años, echa aún tan bonitos requiebros á sus -paisanas, estoy seguro, repito, de que no ha de afligirse de que se dé á -una de ellas la preferencia en lo de cantar el Tequendama. Y no es esto -decir que el Sr. Ortiz no sienta y exprese bien la naturaleza, sino que, -ante la catarata, fué menos feliz que una poetisa. Ortiz, en su -composición <i>A una golondrina</i>, prueba que vale mucho en este género. No -me atrevo á decidir si es coincidencia ó imitación; pero, en el corte, -en el tono, en la serena melancolía de sus versos <i>A una golondrina</i>, se -recuerda á Leopardi, salvo siempre que la fe, que no abandona á Ortiz, -quita á sus versos la amarga desesperación que la incredulidad de -Leopardi prestaba siempre á cuanto escribía. Hay además en Ortiz no poco -de <i>quintanesco</i> y clásico, al ver siempre al hombre y al pensar más en -su destino, en su progreso, en su libertad, en su infelicidad ó en su -dicha, que en todas las magnificencias de la tierra y de los cielos. -Todo esto es para él como el fondo que pinta ligeramente el artista en -un cuadro donde campea la figura humana.</p> - -<p>En cambio, la ilustre poetisa antioqueña Agripina Montes siente y -refleja con gran viveza y vigor la hermosura y sublimidad de los seres -inanimados ó inferiores al hombre.</p> - -<p>El sentimiento de la naturaleza es en su alma<span class="pagenum"><a name="page_159" id="page_159">{159}</a></span> todo lo profundo que -puede ser en un alma católica y española; porque la idiosincrasia de -nuestra raza pone la propia individualidad por cima de todo, y jamás -hubo teósofo español que la disolviese en la inmensidad del Universo, ni -místico, y eso que los hemos tenido maravillosos, que la sepultase en el -abismo interior del centro del espíritu.</p> - -<p>Yo no aclamo, me limito á repetir el grito de admiración con que, en su -patria, saludan á doña Agripina, aclamándola <i>Musa del Tequendama</i>. -Añadiré además que, por las noticias que me da el colector Añez, D.ª -Agripina es una señora guapa, joven aún, que se casó, en muy temprana -edad, con D. Miguel del Valle, de quien tuvo numerosa prole, y de quien, -en 1886, quedó viuda. Vive consagrada á sus hijos, á par que da -lecciones en establecimientos de educación y en casas particulares. En -1887 ha sido nombrada directora de la Escuela normal de Santamarta. El -Sr. Añez la celebra por no menos hábil y activa en labores caseras que -con la pluma.</p> - -<p>Para muestra de esta última y superior habilidad quisiera yo poner aquí -toda la oda al Salto; pero no me atrevo á llenar mucho las columnas de -<i>El Imparcial</i>, y me limitaré á trasladar á ellas algunos fragmentos.</p> - -<p>Aun así, lo dejaré para otro día, porque va ya siendo demasiado extensa -esta carta.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="page_160" id="page_160">{160}</a></span></p><hr style="width: 45%;" /> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>3 de Septiembre de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>IV</h3> - -<p>Muy estimado señor mío: Yo hago muchos distingos y no afirmo ni niego -por completo sino rarísimas veces. Por esto me acusan de escéptico. -Pero, en fin, yo soy así, y no lo puedo remediar. La famosa sentencia -<i>ut pictura poesis</i>, que en Alemania y en Inglaterra ha sido fundamento -de sendas escuelas de poesía, me parece falsa como no se limite mucho.</p> - -<p>Hay, debe haber poesía descriptiva, como hay pintura de paisaje; pero la -poesía describe de un modo reflejo lo que la pintura pinta de un modo -más directo. La poesía vence á la pintura, cuando la poesía describe, no -el objeto que se ve, sino la impresión, el sentimiento y la idea que el -objeto que se ve produce en lo profundo del alma. En cambio, para -conocer bien el objeto, tal como es, ó al menos tal como aparece, la -pintura y hasta la fotografía valen más que la poesía más fiel y más -pintoresca.</p> - -<p>La palabra fría de la prosa, fórmulas aritméticas áridas, nomenclaturas -técnicas, dan más cumplido concepto de lo que es cualquier objeto ó -fenómeno del mundo exterior que los versos más elocuentes y sublimes.</p> - -<p>Heredia, poeta de Cuba; Pérez Bonalde, poeta de Venezuela, han compuesto -versos hermosísimos al Niágara. Mas para formar idea del Niágara dice -más el que dice: el río se precipita desde<span class="pagenum"><a name="page_161" id="page_161">{161}</a></span> una altura de más de 50 -metros; contando con la isla de la Cabra, que está en medio, y divide la -catarata, la anchura del río, en el lugar en que se precipita, vendrá á -ser de 1.300 metros; y el volumen de agua que cae, cada hora, es de -noventa mil millones de pies cúbicos ingleses, según los cálculos de -Lyell.</p> - -<p>No hay oda, ni himno, que haga concebir mejor la grandeza del Niágara. -De donde yo infiero que la poesía realista ó naturalista vale poco, y -que el verdadero valor de la poesía está, no en lo real, sino en lo -ideal, en la pasión en el sentimiento que produce el objeto en el -espíritu de quien le contempla: en lo sobrenatural y en lo infinito, -cuyo volumen Lyell no calcula: en Dios ó en el diablo que al poeta se le -aparece, ó que surge evocado por él del seno agitado y estrepitoso de -aquellos noventa mil millones de pies cúbicos por hora, que, desde hace -tantos siglos, sin que disminuyan, se van derrumbando á un lado y á otro -de la isla de la Cabra.</p> - -<p>Siempre he leído con gusto el precioso libro de Víctor de Laprade sobre -<i>El sentimiento de la naturaleza</i>; y no porque me ha convencido, sino -porque ha corroborado, con todo su saber y su discreción, lo mismo que -yo pensaba y sentía. La poesía tiene por objeto al hombre, con todo lo -que hay en su espíritu. Su pensamiento, su acción es siempre el asunto. -Donde no hay acción humana, la poesía descriptiva se diría que está de -sobra; acuden á la memoria los versos de Lope:<span class="pagenum"><a name="page_162" id="page_162">{162}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">En este valle y líquida laguna,<br /></span> -<span class="i0">Si he de decir verdad como hombre honrado,<br /></span> -<span class="i0">Jamás me sucedió cosa ninguna.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Así es que Homero, guiado por su instinto divino é infalible, no -describe, y si describe, la descripción se vuelve acción. No se para -Homero á describir las armas de Aquiles, sino que nos lleva á la fragua, -y vemos á Vulcano con el martillo y las tenazas; y vemos el oro y el -bronce que se derriten, y los fuelles que soplan, y el fuego que arde; y -vemos trabajar al dios, y salir de entre sus manos ágiles, y de su -maravillosa mente de artista, la fuerte coraza, el penachudo morrión y -el estupendo escudo, en cuyas cinco zonas el dios va esculpiendo á -nuestra vista, llena de grato asombro, cuanto hay de más hermoso en el -cielo y en la tierra.</p> - -<p>Con el Tequendama ocurre lo mismo que con el Niágara. Cualquiera -descripción en prosa, la de Humboldt, la del matemático Caldas, la del -barón de Japurá, dan más cumplida idea que los mejores versos. La masa -de agua que se precipita es muy inferior, pero cae de un lugar cerca de -cuatro veces más alto. El agua además choca primero contra un banco de -piedra, y allí revienta; hierve y se lanza de nuevo en plumas -divergentes hacia el abismo. En el fondo es más terrible el choque y no -puede mirarse sin horror. Las plumas de agua, las puntas de lanzas, que -tal parecen, se despeñan con increíble rapidez y se suceden unas á -otras. Al llegar al fondo, cuando no antes, en virtud de su vertiginoso -descenso, se desmenuza el agua y se pulveriza, y asciende<span class="pagenum"><a name="page_163" id="page_163">{163}</a></span> luego en -forma de nubes, que el sol dora y adorna con el iris. Se diría que el -Bogotá, acostumbrado á correr por las regiones elevadas de los Andes, -baja á pesar suyo á aquella profundidad y quiere otra vez elevarse -orgulloso en difusos vapores. Estos vapores asegura Humboldt que se ven -desde la ciudad de Bogotá á cinco leguas de distancia.</p> - -<p>Después de esto, ¿qué podrá añadir la poetisa; qué ponderación realzará -en sus versos la pintura de la catarata? La impresión propia, el vuelo -de su espíritu, su humano pensamiento y su elevada fantasía, que entrevé -á Dios en el horrendo arco que forma el agua.</p> - -<p>Después prosigue la poetisa:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¿Qué buscas en lo ignoto?<br /></span> -<span class="i0">¿Cómo, adónde, por quién vas empujado?<br /></span> -<span class="i0">Envuelto en los profusos torbellinos<br /></span> -<span class="i0">De la hervidora tromba de tu espuma,<br /></span> -<span class="i0">E irisado en fantástico espejismo<br /></span> -<span class="i0">Con frenesí de ciego terremoto,<br /></span> -<span class="i0">Entre tu aérea clámide de bruma,<br /></span> -<span class="i0">Te lanzas despeñado,<br /></span> -<span class="i0">Gigante volador, sobre el abismo.<br /></span> -<span class="i0">Se irgue á tu paso murallón inmoble<br /></span> -<span class="i0">Cual vigilante esfinge del Leteo;<br /></span> -<span class="i0">Mas de tu ritmo bárbaro al redoble<br /></span> -<span class="i0">Vacila con medroso bamboleo.<br /></span> -<span class="i0">Y en tanto al pie del pavoroso salto,<br /></span> -<span class="i0">Que desgarra sus senos al basalto,<br /></span> -<span class="i0">Con tórrida opulencia<br /></span> -<span class="i0">En el sonriente y pintoresco valle<br /></span> -<span class="i0">Abren las palmas florecida calle.<br /></span> -<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i0">La indiana piña de la ardiente vega,<br /></span> -<span class="i0">Adorada del sol, de ámbar y de oro,<span class="pagenum"><a name="page_164" id="page_164">{164}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Sus amarillos búcaros despliega.<br /></span> -<span class="i0">Sus ánforas de jugo nectarino<br /></span> -<span class="i0">Te ofrece hospitalaria<br /></span> -<span class="i0">La guanábana en traje campesino,<br /></span> -<span class="i0">A la par que su rica vainillera<br /></span> -<span class="i0">El tamarindo tropical desgrana,<br /></span> -<span class="i0">Y la silvestre higuera<br /></span> -<span class="i0">Reviste al alba su lujosa grana.<br /></span> -<span class="i0">Bate del aura al caprichoso giro<br /></span> -<span class="i0">Sus granadillas de oro mejicano<br /></span> -<span class="i0">Con su plumaje de ópalo y zafiro<br /></span> -<span class="i0">La pasionaria en el palmar del llano;<br /></span> -<span class="i0">Y el cámbulo deshoja reverente<br /></span> -<span class="i0">Sus cálices de fuego en tu corriente.<br /></span> -<span class="i0">Miro á lo alto. En la sien de la montaña<br /></span> -<span class="i0">Su penacho imperial gozosa baña<br /></span> -<span class="i0">La noble águila fiera;<br /></span> -<span class="i0">Y espejándose en tu arco de topacio,<br /></span> -<span class="i0">Que adereza la luz de cien colores,<br /></span> -<span class="i0">Se eleva majestuosa en el espacio<br /></span> -<span class="i0">Llevándose un jirón de tus vapores.<br /></span> -<span class="i0">Y las mil ignoradas resonancias<br /></span> -<span class="i0">Del antro y la floresta,<br /></span> -<span class="i0">Y místicas estancias<br /></span> -<span class="i0">Do urden alados silfos blanda orquesta,<br /></span> -<span class="i0">Como final tributo de reposo<br /></span> -<span class="i0">¡Oh émulo del destino!<br /></span> -<span class="i0">Ofrece á tu suicidio de coloso<br /></span> -<span class="i0">La tierra engalanada en tu camino.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Todo esto es bello; pero en el fondo del cuadro, la figura principal es -la misma poetisa. El Tequendama es el pedestal ingente sobre el cual se -pone su espíritu</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">A retocar sus desteñidos sueños.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>El desaliento que se apodera del espíritu en presencia de tan grande -escena, hace concebir<span class="pagenum"><a name="page_165" id="page_165">{165}</a></span> mejor su magnificencia que la descripción más -atinada y exacta.</p> - -<p>Manzoni, cantando á Napoleón, que al fin era un hombre como él, y por la -elevación del pensamiento mucho menor que él, puede decir, sin que nos -ofenda la jactancia, que va á entonar un cántico que <i>forse non morrà</i>. -Simónides, reviviendo en los versos de Leopardi, puede pedir para sus -versos la misma inmortalidad que da la gloria á los trescientos héroes -que los versos celebran; pero ante el espectáculo solemne de aquella -fuerza ciega, fatal y sin término, el ánimo se apoca. Es además una -mujer la que canta, y yo veo algo de amable y de muy delicado en la -timidez y desconfianza con que la poetisa predice, engañada por su -modestia, que su canto va á morir; que</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Así como se pierden á lo lejos,<br /></span> -<span class="i0">Blancos al alba y al morir bermejos,<br /></span> -<span class="i0">En nívea blonda de la errante nube,<br /></span> -<span class="i0">O en chal de la colina,<br /></span> -<span class="i0">Los velos primorosos<br /></span> -<span class="i0">De tu sutil neblina,<br /></span> -<span class="i0">Va en tus ondas mi cántico arrollado<br /></span> -<span class="i0">Bajo tu insigne mole confundido,<br /></span> -<span class="i0">E, inermes ante el hado,<br /></span> -<span class="i0">Canto y cantor sepultará el olvido.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>No es de recelar que tal suceda, porque los versos son hermosos y -muestran el arte de la poetisa, su viva imaginación y el buen gusto para -la dicción poética. Tal vez el <i>bamboleo</i> con que, alucinada ella por un -momento, cree que se estremecen y vacilan las inmobles rocas al rudo<span class="pagenum"><a name="page_166" id="page_166">{166}</a></span> -golpe del agua, parezca á alguien palabra sobrado vulgar; pero es -gráfica y está realzada por el epíteto <i>medroso</i>.</p> - -<p>La pintura de la vegetación tropical, que se extiende al pie del Salto, -no es inferior á la de D. Andrés Bello, que la poetisa recordó é imitó, -y aun se puede afirmar que hace más impresión que la de Bello, porque no -habla en general de las plantas y flores de la zona tórrida, sino que -describe lo que está viendo allí mismo.</p> - -<p>No es Agripina Montes la única poetisa de nota que el <i>Parnaso -Colombiano</i> nos da á conocer. Hay otras que llaman mucho la atención y -se ganan el aprecio y las simpatías de los lectores.</p> - -<p>Yo me figuro que en Colombia no deben de ocurrir las varias causas que -en España, y sobre todo en Madrid, influyen para que las mujeres no -escriban versos. Nuestros padres y abuelos, hartos de los discreteos, -latines y tiquis-miquis de las damas de Calderón, condenaron el saber en -las mujeres, denigraron á las mujeres sabias con los apodos de licurgas -y marisabidillas, y pusieron el ideal femenino en la más crasa -ignorancia. Mas tarde, y ya bien entrado este siglo de las luces, volvió -la mujer á querer saber y á saber; pero en muchas partes, y sobre todo -en Madrid, en las clases elegantes y abastadas, la educación de la mujer -fué exótica: en colegios, ingleses ó franceses, con ayas inglesas ó -alemanas. De aquí que el castellano fuese en boca de muchas damas la -lengua del vulgo, sólo aristocratizada por la pronunciación gangosa de -las erres. Si la dama salía aficionada á leer, leía á<span class="pagenum"><a name="page_167" id="page_167">{167}</a></span> Musset ó á -Lamartine ó á los poetas británicos, y lo español le parecía tonto y -cursi, aunque no lo dijese ella. Cuando la dama no salía muy aficionada -á leer, como esta vida de Madrid, la <i>high life</i>, es un torbellino de -fiestas, toros, bailes y paseos, no había para qué leer ni siquiera por -pasatiempo. Al teatro se iba á oir música, y de la dama <i>comm’il faut</i>, -si por acaso se allanaba á ir á la comedia, se podía decir lo que ya -Iriarte decía de las <i>currutacas</i> de su tiempo:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Aplauden cuando más al tramoyista;<br /></span> -<span class="i0">Oyen tal cual chulada del sainete,<br /></span> -<span class="i0">Y sirve lo demás de sonsonete,<br /></span> -<span class="i0">Mientras que están haciendo una conquista.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>De aquí que, con relación á la gracia, chiste, despejo y portentosa -facundia de la mujer española, hayan sido muy pocas las que han escrito -y han ganado alta fama escribiendo. Y estas pocas han venido casi -siempre á este centro, desde el fondo de alguna apartada ciudad de -provincia. Así la Avellaneda, de Cuba; Carolina Coronado, de una villa -de Extremadura; María Mendoza y Josefa Barrientos, de Málaga; y de la -Coruña, doña Emilia Pardo Bazán.</p> - -<p>En toda mujer que se lanza en España á ser autora, hay que suponer una -valentía superior á la valentía de la Monja-Alférez ó á la de la propia -Pentesilea. Cada <i>dandy</i>, si por acaso la encuentra, será contra ella un -Aquiles, más para matarla, que para llorar su hermosura después de -haberla muerto. Quiero decir, dejando mitologías á un lado, que en la -literata suelen ver los<span class="pagenum"><a name="page_168" id="page_168">{168}</a></span> solteros algo de anormal y de vitando, de -desordenado y de incorrecto, por donde crecen las dificultades para una -buena boda, etc., etc. De aquí que, si una jovencita sale aficionada á -literatear ó á versificar, ella misma lo oculta como un defecto ó -impedimento dirimente, cuando no es la propia familia la que procura -ocultarlo. Sólo la más ardiente y firme vocación y un extraordinario -mérito pueden sobreponerse á tanto cúmulo de inconvenientes.</p> - -<p>Una pícara sentencia de Horacio, cuya falsedad é injusticia, perdóneme -Horacio, ofenden al recto juicio, viene á hacer más penosa la situación -de toda poetisa: la medianía en versos no la sufren ni los postes. De -modo que sufrimos la medianía en la cocinera (y ojalá que la mía fuese -siquiera mediana), en la planchadora, en la que borda, en la que dibuja, -en la que canta, y sólo para versos es menester que los haga una mujer -mejor que Safo, ó que no los haga. Yo declaro esto absurdo. Yo declaro -que sufro mejor, no ya un mediano soneto, sino una oda mala, que una -camisa mal planchada, que un caldo mal hecho, que un aria mal cantada, ó -que una melodía de Chopin chapuceramente tocada en el piano ó en el -arpa. Si por temor de hacer mal una cosa no se ha de hacer, la misma -razón hay para que una mujer no haga versos, que para que no cante, ó -baile, ó toque el piano. En verso se pueden decir tonterías: esto es -verdad; pero ¿acaso hablando en prosa no pueden también decirse -tonterías? ¿Y hemos de anudar ó cortar la lengua de las mujeres para que -no las digan? No niego yo que<span class="pagenum"><a name="page_169" id="page_169">{169}</a></span> una tontería, dicha en verso, adquiere -cierta consistencia, compromete más, es más solemne, resonante y -repercutiente, que en prosa; pero, en cambio, debemos convenir en que, -por facilidad que se tenga para hacer versos, y por malos y flojos que -los versos sean, no se improvisan tanto, ni salen, ni manan con tanta -fluidez y copiosa vena como las tonterías en prosa desatada.</p> - -<p>Otro argumento tengo yo en favor de los versos. Reflexiónese bien y no -se me rechace por sutil: es muy fundado. Todos, hombres y mujeres, -tenemos cierta dosis ó capital de tonterías, que gastamos ó difundimos -durante nuestra vida mortal. Ellas han de brotar de nosotros como la -flor de la planta. ¿No es mejor, pues, que se digan que no que se hagan? -Y al decirlas, ¿no es mejor decirlas con rima y con metro? No niego que -así subirá más alto, pero también será más delgada la tontería, como -cuando en el caño de la fuente que se desborda ponemos un apretado y más -angosto canuto, por donde sube más el surtidor, pero sale también menos -líquido.</p> - -<p>Es indudable que, en la mujer, el hacer versos presenta otra dificultad -más grave; pero yo la allano ó salto por cima. La poesía, la lírica -sobre todo, siendo sincera como debe ser para ser buena, es -<i>autobiografía</i> del corazón y de la mente: es exhibir el alma al público -en su desnudez; y esto parece que lastima algo el pudor y la modestia. -¿Cómo enterar á todo el género humano de tus afectos y pasiones? Pues -peor es todavía que le engañes y que supongas lo que no eres. Entonces -harás una mala acción, y harás además,<span class="pagenum"><a name="page_170" id="page_170">{170}</a></span> de seguro, muy malos versos. La -mentira del sentimiento es adversa á toda estética.</p> - -<p>No hay más remedio que decir la verdad. ¿Y por qué ha de ser tan costoso -é incómodo decirla? ¿A qué, en este punto, el misterio y el recato? -Seamos positivistas, como mi amigo Juan Enrique Lagarrigue, en cuya -<i>Religión de la Humanidad</i> es el Mandamiento III ó IV, no lo recuerdo -bien, <i>vivre au grand jour</i>.</p> - -<p>No crea Ud. que es impertinente esta digresión. La traigo aquí para -hablar de la sinceridad, de la noble franqueza, de la verdadera poesía -íntima y honda que noto y admiro en algunos versos de sus paisanas de -Ud., y por cima de todos, en los de Mercedes Flórez. Dicen y afirman -cuantos la conocen que es hermosísima mujer; pero á mí, aunque fuese -fea, me sería simpática, por la limpia hermosura de su alma y por su -candidez generosa. Sus versos sí que son versos íntimos, sentidos y -<i>vividos</i>. La palabra <i>casera</i>, que aplicada á la poesía fué hasta hoy -despreciativa, tiene, por causa de la poesía de Mercedes Flórez, que -adquirir un valor encomiástico.</p> - -<p>Los versos caseros y la vida casera de Mercedes Flórez se confunden y -son un idilio de verdad. El mismo año que ella, el año de 1859, nació su -novio Leonidas. Ella y él se amaron mucho. Como eran pobres ambos, los -padres se oponían á la boda; pero ellos prescindieron de todo y se -casaron.</p> - -<p>Leonidas Flórez es también poeta, y compuso entonces unos lindos y -graciosos versos, que se titulan <i>Regalos de boda</i>, y que empiezan:<span class="pagenum"><a name="page_171" id="page_171">{171}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Nos hemos de casar, pese al demonio.<br /></span> -<span class="i0">Ya han agotado todos sus consejos<br /></span> -<span class="i0">Nuestros padres contra este matrimonio.<br /></span> -<span class="i0">Así son las chocheces de los viejos.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Como toda la oposición se fundaba en la pobreza del novio, éste prueba -que es riquísimo, haciendo brillante enumeración de los espléndidos -regalos que trae á Mercedes.</p> - -<p>Nada falta allí: estrellas, perlas, diamantes, palacios y jardines que -brotan del tesoro inagotable de su fantasía. Y no contento con probar -que él es rico, prueba el novio además que es riquísima ella:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Tú también eres rica y generosa;<br /></span> -<span class="i0">Tu regalo es el colmo de mi anhelo:<br /></span> -<span class="i0">Me entregas tu belleza, eres mi esposa:<br /></span> -<span class="i0">Vale eso más que regalarme un cielo.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Él matrimonio ha sido y es dichosísimo, á pesar de esta única riqueza, -que no se cotiza en la Bolsa. Y una de sus dichas ha sido la de inspirar -las sencillas y tiernas poesías de Mercedes, humilde Victoria Colonna -americana.</p> - -<p>Después de llamar esclavitud al matrimonio, exclama ella:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Mas ¡oh bendita esclavitud que adoro,<br /></span> -<span class="i0">En que se reina al par que se obedece!<br /></span> -<span class="i0">Cadenas tiene, mas cadenas de oro.....<br /></span> -<span class="i0">¡Déjame en mi entusiasmo que las bese!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Mercedes sólo tiene un pesar: tiene celos de la gloria y de la ambición -de su marido.<span class="pagenum"><a name="page_172" id="page_172">{172}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">La adoras, sí; lo leo en tu mirada;<br /></span> -<span class="i0">En tus noches de insomnio lo confiesas,<br /></span> -<span class="i0">Y quizá mientras duermo confiada,<br /></span> -<span class="i0">Tú en tus sueños la abrazas y la besas.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Entonces procura ella demostrar la vanidad de la gloria, ó bien se queja -diciendo:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Ama á la gloria, pues. Vé hasta la altura;<br /></span> -<span class="i0">Sube como el condor hasta los cielos,<br /></span> -<span class="i0">En tanto que yo ahorro mi amargura<br /></span> -<span class="i0">Amándote y muriéndome de celos.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>En otra ocasión se afana ella por disuadirle de que sea ambicioso, y le -dice:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">No busques oro y seda y pedrería,<br /></span> -<span class="i0">Ni rico hogar ni deslumbrante coche;<br /></span> -<span class="i0">Te bastarán tus libros en el día,<br /></span> -<span class="i0">Te bastarán mis cuentos en la noche.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Pero donde Mercedes Flórez es divina y despierta envidia de su marido en -todo corazón de hombre, es en unos versos que compuso en Diciembre de -1883, cuando ella tenía veinticuatro años y veinticuatro años él, y -cuando acababa su marido de salir de una enfermedad que le tuvo á la -muerte. Los versos se titulan <i>En la agonía</i>, y la refieren como si -estuviera pasando: son admirables de verdad y de afecto; son la poesía -natural del corazón que trae lágrimas á los ojos:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¡No, no! ¡Tú me amas mucho para dejarme sola!<br /></span> -<span class="i0">¡No, no! ¡Yo te amo mucho para dejarte ir!<br /></span> -<span class="i0">Llévame en ese viaje pesado de ultratumba,<br /></span> -<span class="i0">O quédate conmigo: aun somos harto jóvenes<br /></span> -<span class="i0">Para poner, amándonos, á nuestra vida fin.<span class="pagenum"><a name="page_173" id="page_173">{173}</a></span><br /></span> -</div><div class="stanza"> -<span class="i2">Estréchame en tus brazos, amado mío, bésame;<br /></span> -<span class="i0">Mis labios, nueva vida te volverán y ardor.<br /></span> -<span class="i0">Lucha contra la muerte: véncela en el combate:<br /></span> -<span class="i0">No me abandones, mi ídolo, que hoy te amo más que nunca.....<br /></span> -<span class="i0">Conmuévante mis lágrimas..... ¡no lances ese adiós!<br /></span> -<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i2">Aquí hay laureles muchos aún para tus sienes:<br /></span> -<span class="i0">Yo con mis propias manos las tengo de adornar.<br /></span> -<span class="i0">Amante de tu gloria, yo quiero que no trunques<br /></span> -<span class="i0">Tu espléndida carrera, y de tu vida á lo último<br /></span> -<span class="i0">El genio te dé aureolas haciéndote inmortal.<br /></span> -</div><div class="stanza"> -<span class="i2">¡Dios mío! Mira tu obra: la flor abre sus pétalos;<br /></span> -<span class="i0">El águila ya altiva levanta el vuelo audaz;<br /></span> -<span class="i0">¿Y tú permitir puedes que el cierzo la marchite,<br /></span> -<span class="i0">Y que cobarde flecha alcance el nido íntimo<br /></span> -<span class="i0">Y rompa las entrañas del águila real?<br /></span> -</div><div class="stanza"> -<span class="i2">¡Dios mío, tu justicia es grande cual tú mismo,<br /></span> -<span class="i0">Y mi esperanza toda de hoy más cifraré en ti!<br /></span> -<span class="i0">¡No arranques de mi cielo este lucero fúlgido<br /></span> -<span class="i0">Que no hace falta al tuyo! Escucha..... En su delirio<br /></span> -<span class="i0">Dice que me ama tanto..... ¡que no quiere morir!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Dispense Ud. y dispense el público, á quien confío estas cartas, á Ud. -dirigidas, que sea yo largo en ésta. Ya abreviaré en adelante.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>17 de Septiembre de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>V</h3> - -<p>Mi distinguido amigo: Por más que me amonesto y me excito á ser breve, -tengo aún tanto que decir, que, sobreponiéndome al temor de cansar, -acabaré por decirlo. La floreciente litera<span class="pagenum"><a name="page_174" id="page_174">{174}</a></span>tura <i>castellana</i>, ó en -castellano, de esa república, me complace tanto como si yo soñase que á -una persona querida, á quien antes del sueño le hubiesen cortado ó -tratasen de cortarle los brazos, le brotasen alas de repente.</p> - -<p>Diré á Ud., para que se entere de esta mi visión alegórica, que en gran -parte de España, por un lado en Cataluña y por otro en Galicia, ha -entrado la manía á no pocos valerosos y fecundos ingenios de privar de -sus frutos al habla de Castilla y de escribir sus mejores obras en prosa -ó en verso, en catalán ó en gallego. Á mí, que soy muy patriota, en -literatura como en todo, me aflige esto bastante; pero me consuela que -ustedes, desde tan lejos, nos den como rica compensación lo que dentro -de la Península nos quitan nuestros compatriotas.</p> - -<p>Tengo además otras razones para extenderme, aunque peque de prolijo.</p> - -<p>Los sabios está claro que lo saben todo, y yo no descubro ningún -palimpsesto para hablar de ustedes; pero al fin no faltan personas poco -sabias, entre las cuales nada se sabe de Uds., y yo puedo contarles -cosas casi tan interesantes y amenas como el crimen de la calle de -Fuencarral.</p> - -<p>Me remuerde la conciencia de haber elogiado sólo á Mercedes Flórez y á -Agripina Montes y de no mentar siquiera á otras poetisas. En muchas de -ellas noto el mismo candor, la misma sencillez y no menor pasión -delicada que la que tan simpática me hace á la hermosa Mercedes.</p> - -<p>Así, por ejemplo, Bertilda Samper, hija del<span class="pagenum"><a name="page_175" id="page_175">{175}</a></span> doctor del mismo nombre y -de doña Soledad Acosta, ilustres escritores ambos. Esta poetisa se -complace en la solitaria vida del campo, donde se deleita su alma en la -contemplación de la naturaleza y en el devoto y ferviente amor de Dios. -Sus versos tienen singular dulzura religiosa. <i>La parábola del -sembrador</i> es muy bella, y en las <i>Cartas de una campesina</i> hay trozos -que no son inferiores.</p> - -<p>Citaré, por último, á otra notable poetisa y escritora colombiana, -aunque no lo es por nacimiento, sino por adopción. Hablo de la dama -irlandesa María Juana Christie, que casó con don Juan E. Serrano, á la -cual he tenido el gusto y la honra de tratar en Nueva York, y á la cual -Núñez de Arce y yo debemos estar y estamos muy agradecidos. La señora de -Serrano ha traducido al inglés, con singular maestría, venciendo á otros -traductores y satisfaciendo el gusto difícil de los críticos de la casa -de Appleton, mi novela <i>Pepita Jiménez</i>: ha traducido y publicado -también mi diálogo <i>Gopa</i>, y ha puesto en hermosos versos ingleses, con -general aplauso, no pocos de los que contienen los <i>Gritos del combate</i>.</p> - -<p>Esta señora, sobre su llaneza de buen tono y natural modestia, está -dotada de muy agudo ingenio y de elevado entendimiento, cuyo cultivo ha -sido esmeradísimo. Habla el castellano tan bien como el inglés, y posee -además el alemán, el italiano y las lenguas clásicas griega y latina.</p> - -<p>De obras originales no sé que haya publicado más la señora de Serrano -que un tomito de ver<span class="pagenum"><a name="page_176" id="page_176">{176}</a></span>sos titulado <i>Destiny and other poems</i>, en Nueva -York, en 1883; pero este tomito, hasta donde yo soy capaz de comprender -el mérito de la poesía inglesa, me parece que no se perderá en el -inmenso cúmulo de dicha poesía, y que algo de lo que el tomito encierra -figurará como muestra, adorno y gala en las futuras Antologías -británicas.</p> - -<p>La señora de Serrano, á quien estiman y quieren mucho en la sociedad más -distinguida de Nueva York y de Washington; que es hermosa, y que tiene -una hija ya casadera, en quien ve renovarse su hermosura, no debiera -estar muy melancólica, ni tener <i>blue devils</i>; pero los males de su -patria, Irlanda, el ejemplo de Byron y de Shelley, y la filosofía -pesimista alemana, hoy tan en moda, influyen poderosamente en ella, en -lo teórico al menos, ó sea cuando toma la lira y canta. De ordinario, no -me parece la señora de Serrano ni desesperada ni siquiera cejijunta, -sino llena de afabilidad y de agrado.</p> - -<p>Sea como sea, no sé si lamentar su sombría tristeza, meramente -especulativa, como la supongo, y que produce tan magníficos versos. -Algunos, traducidos al español por D. Rafael Pombo, vienen insertos en -el <i>Parnaso Colombiano</i>; pero no bastan estos versos, y sería menester -estudiar con atención todo el tomo, en inglés, para penetrar bien en el -vacilante espíritu de la poetisa y determinar hasta qué extremo llega su -pesimismo, y cómo ella le contradice y vence por virtud de ciertas vagas -creencias en palingenesias en otros astros, donde la felicidad no es<span class="pagenum"><a name="page_177" id="page_177">{177}</a></span> -tan difícil, ya que no imposible, como en este en que vivimos ahora.</p> - -<p>Necesitaría yo hacer especial estudio del extenso poema <i>Destiny</i> para -aquilatar bien el mérito y la originalidad de la señora de Serrano, y -hasta qué punto se deja influir por la celebrada y eminente poetisa -Isabel Browning, su compatriota. En las obrillas cortas de la señora de -Serrano se nota la impresión del momento. En algunas, como en -<i>Despondency</i>, <i>Días de otoño é Invocación á la muerte</i>, hay la más -negra y completa desesperación; en otras brillan esperanzas vagas -ultramundanas, y en otras, por último, hay yo no sé qué enigmático -remedio de todos los males, que la poetisa posee y disfruta, aun en esta -vida mortal, pero que no sabe, ó no debe, ó no quiere descubrir en qué -consiste. Así es que habla de su panacea como proponiendo un acertijo y -ofreciendo premio al que le declare. Yo, aunque mal y torpemente, he -traducido, ó mejor diré, he adaptado al español este acertijo, <i>riddle</i>. -Allá va: adivínele quien pueda.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Es mi tesoro una joya<br /></span> -<span class="i0">Que en áureo cerco no brilla:<br /></span> -<span class="i0">Me la dió Naturaleza<br /></span> -<span class="i0">En su forma primitiva.<br /></span> -<span class="i0">Mas quien de joyas entiende,<br /></span> -<span class="i0">Si llega á mirar la mía,<br /></span> -<span class="i0">Su inmenso valor pondera<br /></span> -<span class="i0">Y palidece de envidia.<br /></span> -<span class="i0">En clara noche de estío,<br /></span> -<span class="i0">Del mundo en la edad florida,<br /></span> -<span class="i0">Cuando la tierra con lágrimas<br /></span> -<span class="i0">Regado el hombre no había,<span class="pagenum"><a name="page_178" id="page_178">{178}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Pues deslumbraba sus ojos<br /></span> -<span class="i0">La luz de fáciles dichas,<br /></span> -<span class="i0">Cayó mi joya del cielo<br /></span> -<span class="i0">Sin que su luz fuese vista.<br /></span> -<span class="i0">Vino más tarde el dolor,<br /></span> -<span class="i0">Que sueños calman y alivian,<br /></span> -<span class="i0">Y quien alivio buscaba<br /></span> -<span class="i0">Mi joya en sueños veía.<br /></span> -<span class="i0">Danzas entonces tejiendo<br /></span> -<span class="i0">En una selva, á la tibia<br /></span> -<span class="i0">Claridad de las estrellas,<br /></span> -<span class="i0">Y en el césped escondida,<br /></span> -<span class="i0">Encontró un hada mi joya<br /></span> -<span class="i0">Y la puso en su varita.<br /></span> -<span class="i0">Protectora se hizo el hada<br /></span> -<span class="i0">De mucha inocente niña,<br /></span> -<span class="i0">Y trocó en sedas y encajes<br /></span> -<span class="i0">Los harapos que vestía,<br /></span> -<span class="i0">Y se la llevó en volandas<br /></span> -<span class="i0">A dar, en fiestas magníficas,<br /></span> -<span class="i0">A los príncipes amor<br /></span> -<span class="i0">Y á las princesas envidia.<br /></span> -<span class="i0">Luego empeoró nuestra raza,<br /></span> -<span class="i0">Y las hadas afligidas<br /></span> -<span class="i0">Huyeron sin que se sepa<br /></span> -<span class="i0">A qué región ni á qué clima.<br /></span> -<span class="i0">Antes de huir sepultaron<br /></span> -<span class="i0">La joya en profunda sima,<br /></span> -<span class="i0">Porque no la profanase<br /></span> -<span class="i0">Ninguna mirada indigna.<br /></span> -<span class="i0">Sobre esta piedra preciosa<br /></span> -<span class="i0">Harto los sabios cavilan,<br /></span> -<span class="i0">Y filosofal la llaman<br /></span> -<span class="i0">Y estudian por descubrirla.<br /></span> -<span class="i0">Mas, como nunca penetran<br /></span> -<span class="i0">Bastante en la esencia íntima<br /></span> -<span class="i0">De naturaleza, en balde<br /></span> -<span class="i0">Ver la joya solicitan.<br /></span> -<span class="i0">Así permaneció siempre<br /></span> -<span class="i0">Blanco oculto á toda mira,<br /></span> -<span class="i0">Hasta que en una mañana<br /></span> -<span class="i0">De primavera, yo misma<span class="pagenum"><a name="page_179" id="page_179">{179}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Con mis lisonjas la atraje<br /></span> -<span class="i0">Por mis conjuros cautiva.<br /></span> -<span class="i0">En mi seno, desde entonces,<br /></span> -<span class="i0">La joya está, do mitiga<br /></span> -<span class="i0">Toda pena, y donde todo<br /></span> -<span class="i0">Vano deseo amortigua:<br /></span> -<span class="i0">Que hay en su centro brillante<br /></span> -<span class="i0">Misteriosa hechicería<br /></span> -<span class="i0">Y recuerdos de aquel sitio<br /></span> -<span class="i0">Que abandonó en su caída.<br /></span> -<span class="i0">Al contemplarla mi alma,<br /></span> -<span class="i0">Mi alma á los cielos aspira,<br /></span> -<span class="i0">Sin que en afanes diarios<br /></span> -<span class="i0">La joya no valga y sirva,<br /></span> -<span class="i0">Pues humildad y pobreza<br /></span> -<span class="i0">No la avergüenzan ni humillan:<br /></span> -<span class="i0">Y con rosicler de aurora<br /></span> -<span class="i0">Baña su luz peregrina<br /></span> -<span class="i0">Mejor que el alcázar regio<br /></span> -<span class="i0">Las modestas alquerías.<br /></span> -<span class="i0">Al sabio que de esta joya<br /></span> -<span class="i0">Sepa el nombre, y dé noticias<br /></span> -<span class="i0">Y explicación del encanto<br /></span> -<span class="i0">Que en su talismán se cifra,<br /></span> -<span class="i0">Tendré yo por el más sabio<br /></span> -<span class="i0">Mortal que en el mundo viva,<br /></span> -<span class="i0">Y también por el más rico,<br /></span> -<span class="i0">Y, aunque nada anhele y pida,<br /></span> -<span class="i0">A mi muerte ha de ganar<br /></span> -<span class="i0">Esta joya por albricias.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Volviendo ahora á los poetas, que por admirar á las poetisas habíamos -abandonado, seré breve por varias razones.</p> - -<p>Hay tres ó cuatro poetas en el <i>Parnaso Colombiano</i> de quienes es mejor -limitarse á citar los nombres que decir poco sin haber estudiado todas -sus obras y sin conocer bien su vida.</p> - -<p>Así, por ejemplo, Rafael Núñez, actual presi<span class="pagenum"><a name="page_180" id="page_180">{180}</a></span>dente de la república. -Núñez es autor de un libro titulado <i>Ensayos de crítica social</i> y -también de muchas poesías, que no sé si ha publicado en tomo. Las que -inserta el <i>Parnaso</i> son originalísimas por su fondo filosófico y por su -forma concisa, enérgica y sentenciosa. La primera, que es la más -encomiada y que merece serlo, deja pasmado á quien la lee, sobre todo al -considerar que es el autor un hombre político, presidente de la -república nada menos. Nosotros casi no podemos comprender la franqueza -de Núñez. Entre nosotros no diré yo que un jefe de partido, un eminente -hombre de Estado tenga por fuerza que creer en alguna cosa. Bien puede -no creer en ninguna; pero se guardará de decirlo. Decirlo sería -descarrilar: hacer mal su papel. Tendrá, pues, su <i>Credo</i> ó <i>Símbolo</i>, -redactado por artículos; artículos de fe, de cada uno de los cuales no -renegará, aunque le descuarticen. Así serán ó aparecerán todos los -políticos. Este creerá en la soberanía del pueblo y en el sufragio -universal; aquel, en el derecho divino de los reyes y en la constitución -interna; uno será librecambista, proteccionista otro; pero todos se -mostrarán muy firmes en sus creencias y harán de las opiniones <i>dogmas</i>, -y de la profana política algo como <i>religión</i> ultrasagrada, y llamarán -<i>comunión</i> ó <i>iglesia</i> á su bandería ó pandilla, y <i>correligionarios</i> á -sus parciales, y pondrán en su <i>martirologio</i> á cualquiera de estos -<i>correligionarios</i>, cuyo <i>suelto</i> en los periódicos haya sido -denunciado.</p> - -<p>Acostumbrados nosotros á esta severidad dogmática, y dichosos poseedores -de una ciencia ó<span class="pagenum"><a name="page_181" id="page_181">{181}</a></span> de una creencia, ¿cómo no maravillarnos de los versos -del Sr. Núñez, que se titulan, con la frase de Montaigne, <i>Que -sais-je?</i>, y donde el autor viene á declarar que no cree en nada y que -no sabe nada? El Sr. Núñez no está seguro de</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Si es la ciencia dudosa que aquí hallamos<br /></span> -<span class="i0">Escala vacilante en que pasamos<br /></span> -<span class="i0">De un error á otro error.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Así es que termina exclamando:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¡Oh confusión! ¡Oh caos! ¡Quién pudiera<br /></span> -<span class="i0">Del sol de la verdad la lumbre austera<br /></span> -<span class="i0">Y pura en este limbo hacer brillar!<br /></span> -<span class="i0">De lo cierto y lo incierto, ¡quién un día<br /></span> -<span class="i0">Y del bien y del mal conseguiría<br /></span> -<span class="i0">Los límites fijar!<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Otros varios poetas figuran en el <i>Parnaso Colombiano</i>, de quienes no se -debe aquí decir nada. Sería menester escribir un largo artículo sobre -cada uno. Hay que hacerse cargo de que el <i>Parnaso Colombiano</i> es un -muestrario de toda una rica literatura contemporánea.</p> - -<p>Tal vez un día, si sigo yo escribiendo estas cartas, hable extensamente -y como ellos merecen, de José María Samper, poeta, novelista, -dramaturgo, filósofo, político y el más fecundo escritor de Colombia; de -Julio Arboleda, lírico famoso y autor de un poema ó leyenda cuyo título -es <i>Alvaro de Oyón</i>; de José María Marroquín, sabio filólogo y discreto -poeta, lleno á veces de chiste; de Gregorio Gutiérrez González, gran -pintor de la naturaleza de su tierra, y cuyo poema sobre el cultivo del -maíz acaso compite con la sublime<span class="pagenum"><a name="page_182" id="page_182">{182}</a></span> <i>Destrucción de las florestas</i> del -brasileño Araujo Porto-Alegre; de los Caros, padre é hijo, de quienes he -dicho tan poco, y de otros más.</p> - -<p>Por lo pronto, aunque no baste esta carta y tenga yo que escribir la -sexta para terminar mi trabajo, he de decir algo todavía de varios -poetas que me parecen muy originales, y de otros, jóvenes los más, que, -sin dejar de ser originales, siguen algo en la forma y en la manera, ya -á Campoamor, ya á Bécquer, que son, á par de Núñez de Arce, los poetas -españoles del día más populares y celebrados hoy en Colombia.</p> - -<p>Justo es decir que, entre estos jóvenes poetas, Bécquer es más seguido é -imitado que Campoamor, y que su escuela está también mejor representada. -Verdad es que Bécquer tiene á Heine por auxiliar, y el auxiliar de -Campoamor no acude ó no se ve tan claro.</p> - -<p>Como muestras de estos <i>becqueristas</i> citaré de Emilio Antonio Escobar -las siguientes composiciones, que él llama <i>Rimas</i>, como llama Bécquer á -las suyas:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Allá en el fondo de la tumba fría,<br /></span> -<span class="i0">Del cadáver los átomos inertes<br /></span> -<span class="i0">Se transforman, se buscan y palpitan<br /></span> -<span class="i0">En las auroras de un eterno génesis.....<br /></span> -<span class="i0">Y aquí en mi pecho un corazón vacila<br /></span> -<span class="i0">Y el hielo horrible del sepulcro tiene.....<br /></span> -<span class="i0">Allá se siente palpitar la vida,<br /></span> -<span class="i0">Aquí se siente palpitar la muerte.<br /></span> -<span class="i6">—<br /></span> -<span class="i2">Cada vez que tu mano, al despedirme,<br /></span> -<span class="i0">Estrecho conmovido entre las mías;<br /></span> -<span class="i0">Cada vez que me dices: «Hasta luego»,<br /></span> -<span class="i0">Fijando en mí tus húmedas pupilas,<span class="pagenum"><a name="page_183" id="page_183">{183}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Oigo un eco lejano que repite<br /></span> -<span class="i0">Dolorosa y eterna despedida,<br /></span> -<span class="i0">Y siento que una lágrima que oculto<br /></span> -<span class="i0">Me cae al corazón pesada y fría.<br /></span> -<span class="i6">—<br /></span> -<span class="i2">Ya en la iglesia de los cielos<br /></span> -<span class="i0">Alguien enciende los cirios,<br /></span> -<span class="i0">Y el órgano de los vientos<br /></span> -<span class="i0">Suspira ya sus registros;<br /></span> -<span class="i0">Largos nubarrones negros<br /></span> -<span class="i0">Enlutan el infinito.....<br /></span> -<span class="i0">Se va á cantar el entierro<br /></span> -<span class="i0">De nuestro amor muerto niño.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>En todo esto hay lo más lastimoso de Bécquer y de Heine: olor de -cementerio y cancamurria de gori-gori.</p> - -<p>Muy superior me parece otro <i>becquerista</i> de veintitrés años: Joaquín -González Camargo, médico y literato. Sus versos <i>Viaje de la luz son -becqueristas</i>; pero, ¿yo no sé?, me siento inclinado á decir que me -gustan más que los mejores de Bécquer y de Heine. Y dicen los versos:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Empieza el sueño á acariciar mis sienes:<br /></span> -<span class="i0">Vapor de adormideras en mi estancia;<br /></span> -<span class="i0">Los informes recuerdos en la sombra<br /></span> -<span class="i0">Cruzan como fantasmas.<br /></span> -<span class="i0">Por la angosta rendija de la puerta<br /></span> -<span class="i0">Rayo furtivo de la luna avanza,<br /></span> -<span class="i0">Ilumina los átomos del aire:<br /></span> -<span class="i0">Se detiene en mis armas.<br /></span> -<span class="i0">Se cerraron mis ojos, y la mente,<br /></span> -<span class="i0">Entre los sueños, á lo ignoto se alza:<br /></span> -<span class="i0">Meciéndose en los rayos de la luna,<br /></span> -<span class="i0">Da formas á la nada.<br /></span> -<span class="i0">Y ve surgir las ondulantes costas,<br /></span> -<span class="i0">Las eminencias de celeste Atlántida,<br /></span> -<span class="i0">Donde viven los Genios y se anida<span class="pagenum"><a name="page_184" id="page_184">{184}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Del porvenir el águila.<br /></span> -<span class="i0">Allí rima la luz y el canto alumbra,<br /></span> -<span class="i0">Aire de eternidad alienta el alma,<br /></span> -<span class="i0">Y los poetas del futuro templan<br /></span> -<span class="i0">Las cristalinas harpas.<br /></span> -<span class="i0">Auroras boreales de los siglos<br /></span> -<span class="i0">Allí se encuentran, recogida el ala;<br /></span> -<span class="i0">Como una antelia vese el pensamiento<br /></span> -<span class="i0">Que gigantesco se alza.<br /></span> -<span class="i0">Allí los Prometeos sin cadenas<br /></span> -<span class="i0">Y de Jacob la luminosa escala;<br /></span> -<span class="i0">Allí la fruta del Edén perdida,<br /></span> -<span class="i0">La que el saber entraña.<br /></span> -<span class="i0">Y el libro apocalíptico, sin sellos,<br /></span> -<span class="i0">Suelta á la luz sus misteriosas páginas,<br /></span> -<span class="i0">Y el Tabor del espíritu su cima<br /></span> -<span class="i0">De entre la niebla saca.<br /></span> -<span class="i0">Y allí el Horeb de donde brota puro<br /></span> -<span class="i0">El casto amor que con lo eterno acaba:<br /></span> -<span class="i0">Allá está lo ideal, allá boguemos.....<br /></span> -<span class="i0">Dad impulso á la barca.<br /></span> -<span class="i0">Despertéme azorado..... ¿Y ese mundo?<br /></span> -<span class="i0">Para volar á él ¿en dónde hay alas?<br /></span> -<span class="i0">Interrogué á las sombras del pasado,<br /></span> -<span class="i0">Y las sombras callaban.<br /></span> -<span class="i0">Pero el rayo de luna ya subía<br /></span> -<span class="i0">Del viejo estante á las polvosas tablas,<br /></span> -<span class="i0">Y lamiendo los lomos de los libros,<br /></span> -<span class="i0">En sus títulos de oro se miraba.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Y ahora que acabo de copiar los versos del señor Camargo, -comprendiéndolos bien, no vacilo ni dudo. Digo, parodiando al Duque de -Rivas, que, en esta ocasión,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">No el padre guardián, el lego<br /></span> -<span class="i0">Tuvo la revelación.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>El discípulo Camargo se adelanta aquí á sus dos maestros, al español y -al alemán, y hace una<span class="pagenum"><a name="page_185" id="page_185">{185}</a></span> linda poesía, sobria de palabras, rica de -pensamientos, llena de imágenes y de galanura.</p> - -<p>Y baste por hoy. Prometo que la próxima carta será mi última sobre este -asunto.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="rt"><i>8 de Octubre de 1888.</i></p> - -<h3>VI</h3> - -<p>Mi distinguido amigo: Ya habrá Ud. notado que en la rápida y poco -ordenada reseña que de los poetas de esa república voy haciendo, hay un -espíritu que, por lo mismo que es muy español, propende más á poner de -realce lo original que lo imitado. Sin duda que algo lisonjea el amor -propio nacional percibir en región tan remota la resonancia ó el eco de -Quintana, de Bécquer, de Campoamor y de Núñez de Arce, que son hoy los -poetas de esta Península más populares ahí; pero si todo es uno, según -mi teoría; si Uds. no han proclamado la independencia literaria, ni -nosotros la hemos reconocido tampoco; si no conviene además esta -independencia, y si toda la riqueza nuestra y de Uds. debe seguir <i>pro -indiviso</i>, creo yo que nos trae más cuenta que todo sea diverso dentro -de la grande unidad, que no tener <i>doublettes</i> ó ejemplares dobles en -nuestro tesoro común intelectual ó biblioteca castellana.<span class="pagenum"><a name="page_186" id="page_186">{186}</a></span></p> - -<p>Por dicha, la realidad viene en Colombia á colmar la medida de mi deseo. -Son Uds. todo lo originales que deben ser, sin caer en la extravagancia, -buscando la originalidad, y sin imitar demasiado á los franceses é -ingleses por no imitar á los españoles.</p> - -<p>Poco hay que pueda calificarse en Colombia de <i>campoamoresco</i> ó de -<i>quintanesco</i>. Sólo abunda el <i>becquerismo</i>; pero más bien el remedo es -en el corte ó traza, que no en el fondo y la esencia.</p> - -<p>Un cubano, Rafael Merchán, que ha ido á vivir y á escribir entre Uds., -ha emitido, en uno de sus más bellos artículos, un juicio de Bécquer, -atinadísimo, en mi sentir. Para Merchán, como para nosotros, Bécquer es -excelente poeta: de lo mejor que España ha tenido en el siglo XIX. El -fondo de su poesía es rico y vario; pero casi siempre están sus -composiciones como vaciadas en el mismo molde ó cortadas por el mismo -patrón. Esto es lo que constituye la manera, que no niego yo que induce -á la imitación. Cuando el poeta imitador adquiere, tal vez sin darse -cuenta de ello, la habilidad, el arte ó procedimiento de la manera, -hasta sin querer suele seguirla.</p> - -<p>Así es como se nota el sabor <i>becquerista</i> en los ya citados versos de -Camargo y de Escobar, en otros que no citamos, y (¿por qué no -declararlo?) en los que de Ud. colecciona el Sr. Añez, aunque la -imitación en ellos es más indecisa y vaga.</p> - -<p>En los versos de Ud. se ve que el poeta, ilustrado su entendimiento por -no escasa doctrina y por el saber de varias literaturas, no se deja -llevar por determinado maestro, y la inspiración<span class="pagenum"><a name="page_187" id="page_187">{187}</a></span> sacude todo yugo y se -levanta libre de remedo, mostrando su valer propio. Yo, por las pocas -muestras que de sus versos de Ud. da el señor Añez, y en vista de la -mocedad de Ud., me atrevo á saludarle como buen poeta, augurándole -brillantes triunfos en lo futuro. La composición de Ud. titulada <i>Lo que -es un nido</i> suscita el recuerdo de <i>La iglesia perdida</i>, de Uhland, -aunque en la conclusión, la de Ud. es racionalista y algo panteísta, y -la de Uhland fervorosamente cristiana. Á veces, en los instantes de -mayor rapto lírico-filosófico, va Ud. más allá de lo justo en los -atrevimientos de expresión, influído acaso por Víctor Hugo. Así, por -ejemplo:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Y ansiando apocalípticos asombros,<br /></span> -<span class="i0">Subí de lo infinito las escalas,<br /></span> -<span class="i0">Y asombrado sentí que en mis dos hombros<br /></span> -<span class="i0">Se agitaban dos alas,<br /></span> -<span class="i0">Y volé como fuera de mí mismo.....<br /></span> -<span class="i0">Y crucé los espacios estelares.....<br /></span> -<span class="i0">Y comulgué la luz en el abismo<br /></span> -<span class="i0">De incógnitos altares.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>La peregrinación de su espíritu de Ud. por el éter, su comunión de luz -en el abismo, etc., nada está de sobra al considerar que Ud. se propone -descubrir dónde se oculta el <i>verbo</i>; pero á la verdad que es triste lo -infructuoso de la caminata y lo hondo de la caída, cuando, al volver Ud. -de su éxtasis, ve un nido de golondrinas, que será á lo más uno de los -mil millones de efectos del <i>verbo</i>, pero que no es el <i>verbo</i>, ni le -explica, ni explica nada.<span class="pagenum"><a name="page_188" id="page_188">{188}</a></span></p> - -<p>La composición de Ud., <i>Idea y forma</i>, está muy inspirada por Bécquer. -En la otra composición, que se titula <i>Confidencia</i>, hay cierta vaguedad -misteriosa, que podrá tener hechizo para algunos, pero que á otros los -podrá inducir en la creencia de que el poeta no está muy seguro de nada, -y de que nada le ha pasado, y de que todo es sueño ó dislate, cuando él -mismo ignora si se le ha muerto la novia ó si se le ha casado con otro. -Hay en estos versos anhelo de sencillez y naturalidad de lenguaje, que -yo apruebo, porque la sencillez y la naturalidad hacen que los versos de -amor parezcan más sentidos y <i>vividos</i>; pero, cuando en este estilo -sencillo viene á interpolarse alguna palabra ó frase, ó muy ambiciosa ó -muy técnica del tecnicismo filosófico, ocurren disonancias de efecto -pésimo. Así, por ejemplo, cuando dice Ud. que ella <i>sepulta</i> la frente -en el pañuelo, y peor aún cuando pregunta usted si ella <i>le piensa</i> aún -con amor.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">¿Y cómo entonces con amor me piensas?<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Sin duda que, en lenguaje filosófico, las cosas se piensan ó son -pensadas; pero, en estilo sencillo y de amores, el amante piensa <i>en</i> su -amada y la amada <i>en</i> su amante, y si ambos piensan algún ser, este ser, -aunque utilísimo, es muy inferior al ser humano.</p> - -<p>Piénselo Ud. bien, y convendrá conmigo en que no debemos desear que las -muchachas bonitas <i>nos piensen</i>, sino que piensen en nosotros.</p> - -<p>A fin de no hacer interminables estas cartas,<span class="pagenum"><a name="page_189" id="page_189">{189}</a></span> voy á prescindir de -multitud de poetas de quienes hay obras selectas en el <i>Parnaso</i>, y á -citar, como remate, á los cuatro ó cinco que me parecen más inspirados y -más llenos de originalidad.</p> - -<p>Empezaré por Rafael Pombo, cuyas obras completas siento no conocer. Mi -opinión acerca de Pombo tiene también que ser poco fundada; esto es, -tiene que fundarse sobre datos muy insuficientes. Hay mil cosas que -despiertan la curiosidad al leer sus poesías, y que yo no podría -averiguar á no escribir pidiendo noticias, ó á Colombia, ó á París, -donde hay muchos colombianos. La romanza del rey Asuero y el aria de don -Rodrigo, en las óperas <i>Ester</i> y <i>Florinda</i>, implican que existen estas -óperas, y un compositor colombiano, que se llama el maestro Ponce de -León, é implican que Pombo ha escrito enteros ambos <i>librettos</i>. Yo sé, -porque lo dice el señor Añez, que Pombo ha publicado <i>Cuentos pintados</i> -y <i>Cuentos morales</i> para niños, y que son tan populares y famosos, que -se los saben de memoria casi todos los niños de la América española. Y -si esto es así, yo me pregunto: ¿cómo es que en España, donde tan pobre -es esta clase de literatura para niños, no han penetrado los tales -cuentos y no se ha hecho de ellos alguna edición?</p> - -<p>Colócase también á Rafael Pombo entre los mejores traductores de -Horacio. Dice Añez que el eminente Menéndez Pelayo da gran valer á su -traducción, pero no nos dice si es ó no completa. Yo lo ignoro, y -buscando además en el <i>Horacio en España</i> lo que dice Menéndez de Pombo, -nada<span class="pagenum"><a name="page_190" id="page_190">{190}</a></span> he hallado. Tal vez sea una edición posterior á la que yo tengo. -En la que yo tengo, aun no conocía Menéndez sino poquísimo de la poesía -hispano-americana contemporánea, lamentándose de que no exista historia -de la literatura de la América española, ni aun colección de poetas -americanos medianamente hecha. Se ve que entonces aún no había leído -Menéndez sino el tomito, publicado en Leipzig por Brockhaus, que -encierra, en su harto severo sentir, «piezas detestables que no pueden -pasar por buenas ni en América ni en parte alguna del mundo civilizado».</p> - -<p>Volviendo á Pombo, diré que, como otros varios americanos de nuestra -raza, ha ejercido muchas profesiones en su vida de acción, y en su vida -especulativa ha estudiado y escrito de todo. Pombo es ingeniero civil; -ha sido militar, y profesor, y diplomático, y periodista; y como -escritor, es polígrafo. Contraigámonos aquí á hablar de él sólo como -poeta. Su lira posee todas las cuerdas y todos los tonos: es mística, -erótica, elegíaca, jocosa, satírica y descriptiva; pero ni siquiera -conocemos una muestra de cada género.</p> - -<p>En lo que conocemos hay originalidad, naturalidad y gracia. Sus -redondillas al <i>bambuco</i>, que llegan á ochenta, muestran cuán fácil y -abundante es el autor, sin pecar de pesado ni de rastrero. La música y -la danza del <i>bambuco</i> están muy bien calificadas, y ponderadas con -chiste todas sus excelencias y la desapoderada afición que le tienen los -colombianos:<span class="pagenum"><a name="page_191" id="page_191">{191}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Porque ha fundido aquel aire<br /></span> -<span class="i0">La indiana melancolía<br /></span> -<span class="i0">Con la africana ardentía<br /></span> -<span class="i0">Y el guapo andaluz donaire.<br /></span> -<span class="i0">Su ritmo vago y traidor<br /></span> -<span class="i0">Desespera á los maestros;<br /></span> -<span class="i0">Pero acá nacemos diestros<br /></span> -<span class="i0">Y con patente de autor.<br /></span> -<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i0">Hay en él más poesía,<br /></span> -<span class="i0">Riqueza, verdad, ternura,<br /></span> -<span class="i0">Que en mucha docta obertura<br /></span> -<span class="i0">Y mística sinfonía.<br /></span> -<span class="i0">Y así respóndele fiel<br /></span> -<span class="i0">El corazón donde llega:<br /></span> -<span class="i0">Con él el alegre juega<br /></span> -<span class="i0">Y el triste llora con él.<br /></span> -<span class="i0">Mágico el más obediente,<br /></span> -<span class="i0">Camaleón musical,<br /></span> -<span class="i0">Siempre el mismo original,<br /></span> -<span class="i0">Pero siempre diferente.<br /></span> -<span class="i0">Eterna variación<br /></span> -<span class="i0">En que hallamos por instinto<br /></span> -<span class="i0">Acento propio y distinto<br /></span> -<span class="i0">Para cada sensación.<br /></span> -<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i0">Y si ordenase un tirano<br /></span> -<span class="i0">La abolición del <i>bambuco</i>,<br /></span> -<span class="i0">Pronto viera cuán caduco<br /></span> -<span class="i0">Es todo poder humano.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Aun es más linda, en la misma composición, la pintura de una fiesta -popular al aire libre, en que se baila el <i>bambuco</i>.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Era una noche de aquellas<br /></span> -<span class="i0">Noches de la patria mía<br /></span> -<span class="i0">Que bien pudiera ser día<br /></span> -<span class="i0">Donde no hay noches como ellas.<br /></span> -<span class="i0">El terciopelo mejor<br /></span> -<span class="i0">Al del cielo no igualaba;<span class="pagenum"><a name="page_192" id="page_192">{192}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Ni estrella alguna faltaba<br /></span> -<span class="i0">A la gran cita de amor.<br /></span> -<span class="i0">Oíanse los bramidos<br /></span> -<span class="i0">Del Cauca y sus reventones<br /></span> -<span class="i0">Como enjambre de leones<br /></span> -<span class="i0">Celosos y mal dormidos.<br /></span> -<span class="i0">Y el aura circunvolante<br /></span> -<span class="i0">Embalsamaba el lugar<br /></span> -<span class="i0">De albahaca y de azahar<br /></span> -<span class="i0">Y de jazmín embriagante.<br /></span> -<span class="i0"><i>Yapangas</i> que por modelo<br /></span> -<span class="i0">Las quisiera un escultor,<br /></span> -<span class="i0">Giraban al resplandor<br /></span> -<span class="i0">De las lámparas del cielo.<br /></span> -<span class="i0">De indianas y de españolas<br /></span> -<span class="i0">Las perfecciones lucían,<br /></span> -<span class="i0">Tan lindas que parecían<br /></span> -<span class="i0">Enamorarse ellas solas.<br /></span> -<span class="i0">Bajo una gran cabellera<br /></span> -<span class="i0">Un blanco busto imperial.<br /></span> -<span class="i0">Y una forma amplia y cabal<br /></span> -<span class="i0">Cuanto elástica y ligera.<br /></span> -<span class="i0">Rica tez, mórbido pecho,<br /></span> -<span class="i0">Nada de afeite ó falsía:<br /></span> -<span class="i0">Que el arte no enmendaría<br /></span> -<span class="i0">Lo que hizo Dios tan bien hecho.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Los versos, bien hechos también y sin afeite ni falsía como las -<i>yapangas</i>, siguen adelante; pero yo no puedo citarlos todos. Dejemos, -pues, bailar á las <i>yapangas</i>, que</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Ya evitan á su mitad<br /></span> -<span class="i0">Y ya le buscan festivas,<br /></span> -<span class="i0">Provocadoras ó esquivas<br /></span> -<span class="i0">Como la felicidad,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">y cambiemos de escena. Pasemos volando, desde las orillas del Cauca á -las del Hudson, y pongámonos en la Broadway ó Calle Ancha de Nue<span class="pagenum"><a name="page_193" id="page_193">{193}</a></span>va -York. Nuestro poeta se entusiasma más aún, si cabe, que por las -<i>yapangas</i>, por todas las <i>misses yankees</i> que por allí se pasean. -Verdad es que empieza por ensalzar á las españolas bonitas de Ambos -Mundos. Ni pueden quejarse las limeñas, en cuyos ojos dan aún los -hombres culto al astro de Manco Capac, ni las sirenas de Maracaibo, ni -las sílfides de Cuba, ni las huríes de Chile, de corazón volcánico; ni -las argentinas, tremendas en toda lid; ni otras muchas, de diversos -países, á quienes el poeta, con tino, gala y primor, va calificando. -Pero todo esto se olvida, porque el hombre es ingrato, y la sangre -española es pólvora, y las <i>yankees</i>, que pasean en la Broadway, forman -una legión fulminante, que prende fuego á los corazones, y se los -anexiona, y quema todos los títulos de propiedad, memorias, y demás -documentos y compromisos.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Los que no me creáis, los que entre lágrimas<br /></span> -<span class="i0">Eterno amor jurasteis al partir<br /></span> -<span class="i0">A la que, ondeando el pañuelito, cándida<br /></span> -<span class="i0">Desde la playa os quiso bendecir,<br /></span> -<span class="i0">Venid, llegad, y bajo el níveo pórtico<br /></span> -<span class="i0">Del imperial <i>Saint Nicholas Hotel</i>,<br /></span> -<span class="i0">Donde se alivia el trovador nostálgico<br /></span> -<span class="i0">Y se llora la ausencia última vez,<br /></span> -<span class="i0">Ved desfilar el majestuoso ejército<br /></span> -<span class="i0">Que anida en sus cuarteles Nueva York.....<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>En la pintura del tal ejército, Pombo se muestra sinceramente inspirado. -Allá van algunas estrofas, aunque sea saltando:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Para ataviar á esta legión seráfica,<br /></span> -<span class="i0">Todo el mundo, Este, Oeste, Norte y Sur,<span class="pagenum"><a name="page_194" id="page_194">{194}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Viene á verter la copa de sus dádivas<br /></span> -<span class="i0">Que puja el oro en arrogante albur.<br /></span> -<span class="i0">Blondas que teje para reinas Bélgica<br /></span> -<span class="i0">Realzando senos de alabastro van,<br /></span> -<span class="i0">Y nido á cuellos de nevada tórtola<br /></span> -<span class="i0">Da con sus chales la opulenta Iram.<br /></span> -<span class="i0">Ondas de seda de Damasco espléndida,<br /></span> -<span class="i0">Que el <i>musnud</i> no ajaría en el harem,<br /></span> -<span class="i0">Barren el polvo..... haciendo aquella música<br /></span> -<span class="i0">Que suspiran las aguas del Zemzem.<br /></span> -<span class="i0">Y para estos cabellos, á sus náyades<br /></span> -<span class="i0">Robó tan ricas perlas Panamá,<br /></span> -<span class="i0">Y á sus zafíreas mariposas fúlgidas<br /></span> -<span class="i0">Sus lechos de esmeraldas Bogotá.<br /></span> -<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i0">¡Ah! cada hermosa es un amable autócrata,<br /></span> -<span class="i0">Ley su sonrisa, sus palabras ley,<br /></span> -<span class="i0">Y una marcha triunfal entre sus súbditos<br /></span> -<span class="i0">Cada excursión por la imperial Broadway.<br /></span> -<span class="i0">Los fieros amos de la Gran República<br /></span> -<span class="i0">Son sus siervos humildes: ¡ya se ve!<br /></span> -<span class="i0">¿Quién no lo fuera de tan lindos déspotas?<br /></span> -<span class="i0">¿Y quién podrá decir no lo seré?<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Los versos serios de Pombo son aún más bellos que los ligeros y jocosos. -En <i>Preludio de primavera</i>, ni imita el poeta á nadie, ni parece que -lleva ninguna intención literaria. Se diría que canta sin querer, -excitado por sentimientos dulcísimos y por las primeras auras vernales, -después de un invierno rigoroso de Nueva York.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¡Oh qué brisa tan dulce! Va diciendo:<br /></span> -<span class="i0">«Yo traeré miel al cáliz de las flores:<br /></span> -<span class="i0">Y á su rico festín ya irán viniendo<br /></span> -<span class="i0">Mis veraneros huéspedes cantores.»<br /></span> -<span class="i0">¡Qué luz tan deliciosa! Es cada rayo<br /></span> -<span class="i0">Larga mirada intensa de cariño;<br /></span> -<span class="i0">Sacude el cuerpo su letal desmayo,<br /></span> -<span class="i0">Y el corazón se siente otra vez niño.<span class="pagenum"><a name="page_195" id="page_195">{195}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Esta es la luz que rompe generosa<br /></span> -<span class="i0">Sus cadenas de hielo á los torrentes<br /></span> -<span class="i0">Y devuelve su plática armoniosa<br /></span> -<span class="i0">Y su alba espuma á las dormidas fuentes.<br /></span> -<span class="i0">Esta es la luz que pinta los jardines<br /></span> -<span class="i0">Y en ricas tintas la creación retoca;<br /></span> -<span class="i0">La que devuelve al rostro los carmines<br /></span> -<span class="i0">Y las francas sonrisas á la boca.<br /></span> -<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span> - -<span class="i0">Al fin soltó su garra áspera y fría<br /></span> -<span class="i0">El concentrado y taciturno invierno,<br /></span> -<span class="i0">Y entran en comunión de simpatía<br /></span> -<span class="i0">Nuestro mundo interior y el mundo externo.<br /></span> -<span class="i0">Como ágil prisionero pajarillo<br /></span> -<span class="i0">Se nos escapa el corazón cantando,<br /></span> -<span class="i0">Y otro como él, y un verde bosquecillo<br /></span> -<span class="i0">En alegre inquietud anda buscando.<br /></span> -<span class="i3">. . . . . . . . . . . . .<br /></span> - -<span class="i0">Tú, que aun eres feliz; tú, en cuyo seno<br /></span> -<span class="i0">Preludia el corazón su Abril florido,<br /></span> -<span class="i0">Vaso edenal sin gota de veneno,<br /></span> -<span class="i0">Alma que ignoras decepción y olvido;<br /></span> -<span class="i0">Deja, oh paloma, el nido acostumbrado<br /></span> -<span class="i0">Enfrente de la inútil chimenea;<br /></span> -<span class="i0">Ven á mirar el sol resucitado<br /></span> -<span class="i0">Y el milagro de luz que nos rodea.<br /></span> -<span class="i0">Ven á ver cómo entre su blanca y pura<br /></span> -<span class="i0">Nieve, imagen de ti resplandeciente,<br /></span> -<span class="i0">También á par de ti la gran Natura<br /></span> -<span class="i0">Su dulce Abril con júbilo presiente.<br /></span> -<span class="i0">No verás flores. Tus hermanas bellas<br /></span> -<span class="i0">Luego vendrán, cuando en el campo jueguen<br /></span> -<span class="i0">Los niños coronándose con ellas;<br /></span> -<span class="i0">Cuando á beber su miel las aves lleguen.<br /></span> -<span class="i0">Verás un campo azul, limpio, infinito,<br /></span> -<span class="i0">Y otro á sus pies de tornasol de plata,<br /></span> -<span class="i0">Donde, como en tu frente, angel bendito,<br /></span> -<span class="i0">La gloria de los cielos se retrata.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>En toda esta composición, de que citamos trozos, sería tan fácil cuanto -ingrata tarea señalar<span class="pagenum"><a name="page_196" id="page_196">{196}</a></span> algunos defectos; pero todo se perdona en gracia -de la espontaneidad y del sincero, puro y profundo sentir con que está -el asunto comprendido y expresado. Lo que sobre todo es de admirar en -Pombo es la sencillez, al parecer al menos sin arte, con que dice cosas -muy bellas, que por lo mismo que están dichas tan sencillamente parecen -más bellas y penetran mejor y más hondo en el alma. En París, sin duda, -aunque el poeta no lo declara, compuso unos versos á una joven que se -suicidó arrojándose en el Sena. La sacan muerta del río y exclama el -poeta:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¡Ni una burla, ni un agravio<br /></span> -<span class="i0">Le hagan mente, ó tacto, ó labio!<br /></span> -<span class="i0">Pensad de ella como hermanos,<br /></span> -<span class="i0">Como débiles humanos;<br /></span> -<span class="i0">Pensad sólo en sus angustias<br /></span> -<span class="i0">Y sus manchas olvidad.<br /></span> -<span class="i0">¿Qué hay en esas formas mustias<br /></span> -<span class="i0">Que no implore caridad?<br /></span> -<span class="i0">No hagáis honda, cruel pesquisa<br /></span> -<span class="i0">Del conflicto que insumisa<br /></span> -<span class="i0">La encontró con el deber:<br /></span> -<span class="i0">Ya la muerte en su torrente<br /></span> -<span class="i0">Llevó el fango, y solamente<br /></span> -<span class="i0">Queda el oro de su ser.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Es singular que otro poeta colombiano, Hermógenes Saravia, haya tratado -muy bien, aunque por diverso estilo, un asunto semejante. Es una actriz, -en su primera juventud, María Herrera, española tal vez, que va á -Colombia y allí se envenena. Allí, como le dice el poeta:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">De tu guirnalda destrozando el lazo,<br /></span> -<span class="i0">Levantas ¡ay! la copa del suicida,<span class="pagenum"><a name="page_197" id="page_197">{197}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Y el don horrible de la amarga vida<br /></span> -<span class="i0">Llorando vas á devolver á Dios.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>La composición está llena de bellos sentimientos e ideas briosamente -expresados:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">En el concierto de las leves auras,<br /></span> -<span class="i0">En el rumor de la onda estremecida,<br /></span> -<span class="i0">¿No hubo un consuelo para tu alma herida?<br /></span> -<span class="i0">¿No hubo una nota para ti de amor?<br /></span> -<span class="i0">¡Cuando en la alegre y bulliciosa escena<br /></span> -<span class="i0">De flores coronada aparecías,<br /></span> -<span class="i0">En vano tus sollozos comprimías,<br /></span> -<span class="i0">Pobre proscrita de un sonado Edén!<br /></span> -<span class="i0">Del pecho herido por el vil engaño<br /></span> -<span class="i0">Se adivinaba la honda pesadumbre<br /></span> -<span class="i0">En tu mirada, triste cual la lumbre<br /></span> -<span class="i0">Que deja el sol al esconder su sien.<br /></span> -<span class="i4">. . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i0">Yo no te execro, niña infortunada,<br /></span> -<span class="i0">Ya que cercada de siniestras brumas,<br /></span> -<span class="i0">Cual ave herida, tus deshechas plumas<br /></span> -<span class="i0">Viniste en los desiertos á dejar.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Están, por último, noble y poéticamente exigidas á las mujeres honradas -y felices la piedad y la compasión hacia la pobre suicida:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">No condenéis á la infeliz criatura<br /></span> -<span class="i0">Que de la muerte en el piadoso lecho,<br /></span> -<span class="i0">Cruzando ya las manos sobre el pecho,<br /></span> -<span class="i0">Como final recurso se adurmió.<br /></span> -<span class="i0">Jamás pudierais sospechar siquiera<br /></span> -<span class="i0">Todo el supremo horrible desencanto,<br /></span> -<span class="i0">Todo el raudal de contenido llanto<br /></span> -<span class="i0">Que amontonar su corazón debió.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Aquí pensaba yo terminar esta carta y todo lo que había de decir sobre -el <i>Parnaso Colombiano</i>. Las tristes poesías sobre mujeres que mueren<span class="pagenum"><a name="page_198" id="page_198">{198}</a></span> -víctimas de un amor desventurado, me recuerdan el admirable y tremendo -canto de Olivia, de Olivero Goldsmith:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2"><i>The only art her guilt to cover,</i><br /></span> -<span class="i0"><i>To hide her shame from every eye,</i><br /></span> -<span class="i0"><i>To give repentance to her lover,</i><br /></span> -<span class="i0"><i>And wring his bosom, is to die.</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>En la poesía colombiana, en la más original, en la más castiza, en la -más española, hay un vago perfume, un dejo sabroso de poesía inglesa, -que yo celebro, porque le da un gusto verdadera y naturalmente -sentimental y le conviene muy bien, refrenando la propensión á lo -redundante y á lo hueco.</p> - -<p>Pero esta consideración me trae á la mente á un poeta colombiano de -origen inglés, á Diego Fallon, del cual, si yo no hablase con elogio, -sería la mayor injusticia.</p> - -<p>De otros varios poetas pienso lo mismo, y los escrúpulos de mi -conciencia se sobreponen al miedo de cansar, y me deciden á escribir á -usted otra carta todavía, que será definitivamente la última.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>15 de Octubre de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>VII</h3> - -<p>Mi distinguido amigo: Vuelvo á leer las dos únicas poesías que de Diego -Fallon inserta el<span class="pagenum"><a name="page_199" id="page_199">{199}</a></span> <i>Parnaso Colombiano</i>, y reconozco más claro todavía -cuán indisculpable hubiera sido mi falta si no hubiese yo hablado de -ellas. No me atreveré á decir que sean las mejores de la Colección; pero -son sin duda las más originales, y cada una de ellas de muy extraña y -distinta originalidad.</p> - -<p>En la sangre, en el ser, en la educación de Fallon, hay cierta mezcla de -inglés y de hispano-americano que, á mi ver, se refleja en sus obras. -Nació Diego Fallon en el Estado de Tolima, se educó en Bogotá en el -Colegio de los Padres Jesuítas, y fué á terminar su educación en -Inglaterra, patria de su padre. Es gran matemático, músico é ingeniero. -Es profesor en la Escuela militar de Colombia. Se habla con mucho -encomio de un nuevo sistema de notación musical por él inventado.</p> - -<p>Sus poesías han sido publicadas en un tomo con prólogo del sabio D. -Miguel Antonio Caro; y si todas son como las dos que conocemos, las -alabanzas del Sr. Caro tienen fundamento razonable.</p> - -<p>En <i>Las rocas de Suesca</i> vuela con gracia y tino la imaginación alegre y -caprichosa del poeta para describir un lugar alpestre, prestando vida, -palabra y animación á los peñascos enormes. Lo grotesco colosal de aquel -conjunto de gigantes petrificados, que recobran la vida conjurados por -el poeta, se infunde en el espíritu del lector, el cual se siente -transportado á un mundo fantástico, donde en lo esquivo y solitario de -las montañas, lejos de los hombres, hablan y discurren las piedras, y -refieren sus lances de amor y for<span class="pagenum"><a name="page_200" id="page_200">{200}</a></span>tuna de hace muchísimos siglos, allá -en las edades primeras de este globo que habitamos.</p> - -<p>En mi sentir, las ciencias oscuras é informes, en que la conjetura y la -hipótesis entran por más que la observación y la experiencia, se prestan -aún á la poesía didáctica, si el poeta acierta á cifrar y sintetizar en -pocas palabras un sistema, y á explicarle con imágenes vivas y verdadera -dicción poética. Así es como el ilustre poeta y filósofo Terencio -Mamiani compuso su poema <i>De la Cosmogonia</i>. Meli, el gran poeta de -Sicilia, que escribió en dialecto siciliano, aparece en el poema de -Mamiani explicando el origen del mundo á un gracioso</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2"><i>Drappel di garzonetti e di fanciulle</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Che riserbo si fean d’ ogni suo verso</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Nella tacita mente.</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Á la vista estaba Catania, enfrente los mares Jonio y Tirreno, y más -lejos, hacia el Sur, alzaba la cima majestuosa el Etna, que, humeante -aquel día, arrojaba de su cráter gran cantidad</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2"><i>Di roventi faville ed un muggito</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Di sotterranei tuoni che lunghesso</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Il mare e per le valli di Simete</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Con rombo interminabile correa.</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>La escena y la ocasión no podían ser más á propósito para que explicase -el origen y las transformaciones del globo terráqueo aquel vate y sabio -profundo</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i6"><i>che il nome</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Tolse dai favi iblei, quelli che a grande</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Pastor di Siracusa avean l’agresti</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Labbra rigate d’inmortal dolcezza.</i><br /></span> -<span class="pagenum"><a name="page_201" id="page_201">{201}</a></span></div></div> -</div> - -<p>Pero si los versos de Mamiani son elegantísimos y sublimes, los de -Fallon, por otro camino, como desate portentoso de fantasía, tienen no -muy inferior valer.</p> - -<p>Los de Mamiani, más filosóficos y didácticos en el fondo, son más poesía -por la forma, por la elegancia de la dicción, mientras que en los de -Fallon, donde hay otra facilidad y tal vez cierto desaliño, hay poesía -de conceptos y de imágenes, aunque lo grotesco predomine. Y las cosas no -podían ser de otra suerte. En los versos del italiano es maestro de -geología un sabio, para quien otros más antiguos sabios y el propio -ingenio habían levantado gran parte del triple</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0"><i>Vel che nasconde a tutte ciglia umane</i><br /></span> -<span class="i0"><i>D’Iside santa l’ineffabil volto;</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">y en los versos de Fallon son los peñascos mismos los que hablan y -cuentan lo que les ha sucedido. Yo no entraré á discutir aquí si es más -verdad lo que dice Meli que lo que dicen los peñascos; pero lo que dice -Meli es más bello. El mérito de los versos de Fallon está más en lo -descriptivo y en el efecto total de la pintura que su fantasía anima. Es -aquello un aquelarre de brujas de pasmosa magnitud. La más anciana y la -más ilustre es la que da la lección de geología, aunque, en mi sentir, -la pintura vale más que la lección.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Y de sus pergaminos no se puede<br /></span> -<span class="i0">Dudosa hacer la antigüedad presunta,<br /></span> -<span class="i0">Que, al herirlos, burlada retrocede<br /></span> -<span class="i0">Del taladro tenaz la recia punta.<br /></span> -<span class="i0">¡Mas contempladla! ¡Sobre su ancha frente<span class="pagenum"><a name="page_202" id="page_202">{202}</a></span><br /></span> -<span class="i0">En vano el sol sus dardos ha lanzado;<br /></span> -<span class="i0">En vano, al par, la lluvia disolvente,<br /></span> -<span class="i0">El rayo, el aquilón la han azotado!<br /></span> -<span class="i0">¡Ved! De sus cejas trazan la figura<br /></span> -<span class="i0">Sendos cordones de erizadas pencas,<br /></span> -<span class="i0">Y he visto fulgurar en noche oscura<br /></span> -<span class="i0">Del cazador la hoguera entre sus cuencas.<br /></span> -<span class="i0">Es de su alta nariz el bloque corvo<br /></span> -<span class="i0">Atalaya del buitre carnicero,<br /></span> -<span class="i0">Que desde allí condena, inmóvil, torvo,<br /></span> -<span class="i0">Su presa á muerte en el lejano otero.<br /></span> -<span class="i0">Su boca, agreste ermita donde vierten<br /></span> -<span class="i0">Mortal sudor las piedras: do se llaman<br /></span> -<span class="i0">A iglesia los conejos cuando advierten<br /></span> -<span class="i0">Que los hambrientos galgos los reclaman;<br /></span> -<span class="i0">Y es sacristán de aquella gruta pía<br /></span> -<span class="i0">Un armadillo que á la mansa vieja<br /></span> -<span class="i0">Le ha perforado interna galería<br /></span> -<span class="i0">Que comunica oreja con oreja.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Los otros versos de Fallon, <i>A la luna</i>, son mucho mejores que <i>Las -rocas de Suesca</i>, sin que ninguna extravagancia caprichosa contribuya á -su originalidad, que es grande, si bien más en la meditación, á que la -contemplación induce, que en la misma contemplación. Aun así, en la -parte descriptiva hay notables bellezas, y el poeta nos hace sentir la -calma magnífica de una noche de entre trópicos, á la falda de los Andes.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">¡Cuán bella ¡oh luna! á lo alto del espacio<br /></span> -<span class="i0">Por el turquí del éter lenta subes,<br /></span> -<span class="i0">Con ricas tintas de ópalo y topacio<br /></span> -<span class="i0">Franjando en torno tu dosel de nubes!<br /></span> -<span class="i0">Cubre tu marcha grupo silencioso<br /></span> -<span class="i0">De rizos copos, que tu lumbre tiñe;<br /></span> -<span class="i0">Y de la noche el iris vaporoso<br /></span> -<span class="i0">La regia pompa de tu trono ciñe<br /></span> -<span class="i0">De allí desciende tu callada lumbre<span class="pagenum"><a name="page_203" id="page_203">{203}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Y en argentinas gasas se despliega<br /></span> -<span class="i0">De la nevada sierra por la cumbre<br /></span> -<span class="i0">Y por los senos de la umbrosa vega.<br /></span> -<span class="i0">Con sesgo rayo por la falda oscura<br /></span> -<span class="i0">A largos trechos el follaje tocas,<br /></span> -<span class="i0">Y tu albo resplandor sobre la altura<br /></span> -<span class="i0">En mármol trueca las desnudas rocas;<br /></span> -<span class="i0">O al pie del cerro do la roza humea,<br /></span> -<span class="i0">Con el matiz de la azucena bañas<br /></span> -<span class="i0">La blanca torre de vecina aldea<br /></span> -<span class="i0">En su nido de sauces y cabañas.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Después, provocado el poeta por el silencio y reposo nocturnos, siente y -expresa más alta inspiración: es teósofo primero y luego místico.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">El que vistió de nieve la alta sierra,<br /></span> -<span class="i0">De oscuridad las selvas seculares,<br /></span> -<span class="i0">De hielo el polo, de verdor la tierra<br /></span> -<span class="i0">Y de hondo azul los cielos y los mares,<br /></span> -<span class="i0">Echó también sobre tu faz un velo,<br /></span> -<span class="i0">Templando tu fulgor para que el hombre<br /></span> -<span class="i0">Pueda los orbes numerar del cielo,<br /></span> -<span class="i0">Tiemble ante Dios y su poder le asombre.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Pero este Dios, que entrevé el poeta en el éter infinito, poblado de -estrellas, se deja ver mejor en el fondo del alma, hecha á su imagen. El -alma es más grande que el universo todo, y más capaz que el universo de -contener á Dios.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Y si del polvo libre se lanzara<br /></span> -<span class="i0">Esta que siento, imagen de Dios mismo,<br /></span> -<span class="i0">Para tender su vuelo no bastara<br /></span> -<span class="i0">Del firmamento el infinito abismo;<br /></span> -<span class="i0">Porque esos astros, cuya luz desmaya<br /></span> -<span class="i0">Ante el brillo del alma, hija del cielo,<br /></span> -<span class="i0">No son siquiera arenas de la playa<br /></span> -<span class="i0">Del mar que se abre á su futuro vuelo.<br /></span> -<span class="pagenum"><a name="page_204" id="page_204">{204}</a></span></div></div> -</div> - -<p>Sin duda hay en la colección que voy examinando algunos poetas más de -los ya citados que merecerían alabanzas no muy inferiores á las que he -dado hasta ahora; pero mi revista va siendo sobrado larga, y conviene -terminar.</p> - -<p>No es justo callarse que hay también en el <i>Parnaso Colombiano</i> -bastantes composiciones que sólo demuestran la cultura general de -Colombia y la extremada afición que tienen á la poesía los ciudadanos de -aquella república. Hay bastantes composiciones correctas, pero -insignificantes é incoloras, que todo joven ó todo viejo, de algunos -estudios, puede hacer si en ello se empeña.</p> - -<p>Tal vez será prevención mía; pero así como yo creo que el romance -octosílabo es propio para la poesía en nuestro idioma, así también, á -pesar de <i>El moro expósito</i> y de otros ejemplos brillantes en contra de -mi opinión, yo entiendo que el romance endecasílabo se presta mucho al -prosaísmo más desmayado. En el <i>Parnaso Colombiano</i> hay sobra de estos -romances.</p> - -<p>Noto además que las Musas justicieras se inclinan á ponerse foscas con -los poetas de Colombia, cuando, por mal entendido patriotismo, ofenden é -injurian á la antigua madre patria, España. Sus versos entonces son casi -siempre malos. El más patente ejemplo de esta verdad le dan unas -estrofas de D. José María Torres Caicedo <i>A Policarpa Salabarriela</i>, que -fué la Mariana Pineda de por allá.</p> - -<p>De lamentar es que, en el primer tercio de este siglo, así porque -Fernando VII no era rey muy blando ni muy amoroso, como porque la<span class="pagenum"><a name="page_205" id="page_205">{205}</a></span> -enemistad y el furor entre liberales y absolutistas eran violentísimos, -y la lucha tremenda y desapiadada, hubiese tantas y tantas víctimas que -nos son simpáticas, y que hoy consideramos con razón como héroes ó -mártires. Mas no por eso está bien decir en pícaros versos:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Torres, Cabal, Torices y Camacho,<br /></span> -<span class="i0">Casa-Valencia, Mutis y Mejía,<br /></span> -<span class="i0">Caldas, mil libres más á muerte impía<br /></span> -<span class="i0">Condenólos <i>el bárbaro español</i>.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Por desgracia, se podría llenar una hoja con los nombres de los -ajusticiados españoles que ajustició <i>el bárbaro español</i>, hacia la -misma época, aquí, en la Península, y con mucho menor motivo, pues al -cabo no es lo mismo querer cambiar la forma de gobierno de la patria que -deshacer y descuartizar la patria. Es indudable que de este -<i>descuartizamiento</i> han nacido pueblos y Estados nuevos, por virtud de -una ley providencial ineludible: pueblos y Estados nuevos, por cuya -prosperidad y grandeza todo español peninsular hace hoy fervientes -votos, hasta por vanidad y amor propio de casta; pero entonces, cuando -se rebelaban ahí, ¿era posible que un rey absoluto y un gobierno -tiránico, de que los mismos peninsulares eran víctimas, no castigase con -dureza á los rebeldes?</p> - -<p>Todos los horrores, todas las crueldades de la guerra de la -independencia americana, que no fueron mayores que los de cualquiera -otra guerra civil en la Península, no justifican la condenación y la -injuria que lanza sobre los españoles<span class="pagenum"><a name="page_206" id="page_206">{206}</a></span> el Sr. Torres Caicedo. El Sr. -Torres Caicedo se ofende á sí mismo y á todo su linaje, pues yo presumo -que será tan español como cualquiera de nosotros, y que, si él no lo es, -lo fué su padre ó lo fué su abuelo.</p> - -<p>No tiene la menor disculpa que el Sr. Caicedo califique todo el tiempo -que Colombia estuvo unida á España de</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Centurias de baldón y afrenta<br /></span> -<span class="i0">En que yació la tierra americana.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Eso estaría sólo bien en boca de los indios triunfantes, si se hubiesen -levantado contra el Sr. Torres Caicedo y contra todos los de origen -español y los hubiesen arrojado de la América que invadieron y -colonizaron.</p> - -<p>Esos improperios contra España quizá parecerían fundados en boca del -Zipa, del Zaque y del Pontífice de Iraca, restablecidos, desechadas -nuestra lengua y nuestra cultura, y adorando otra vez á Chibchacum y á -Chiminigagua.</p> - -<p>Por lo demás, no podemos perdonar al Sr. Torres Caicedo, diplomático -ilustre, hombre político, notable escritor en prosa sobre todas -materias, filosóficas, literarias, económicas, etc., que sea tan -desaforadamente encomiador de doña Policarpa. El encomio, por merecido -que sea, debe tener su medida. Pase que Leonidas y Temístocles no valgan -más que Bolívar y Sucre, y pase que Ayacucho y Junin equivalgan á -Maratón y á Salamina. Ojalá (y lo digo sin ironía, movido del amor de -raza, superior al amor de patria), ojalá que el porvenir justifique la -que es hoy exagera<span class="pagenum"><a name="page_207" id="page_207">{207}</a></span>ción, dando á las batallas de Ayacucho y Junin la -transcendencia que Salamina y Maratón tuvieron, siendo como el punto de -partida, en el terreno político de la acción, de una cultura y de una -fuerza civilizadora más fecundas y más grandes que las conocidas hasta -entonces, fuera de Grecia, y que en Salamina y en Maratón fueron -vencidas. Pase, por último, que doña Policarpa valga tanto ó más que -Débora, Judith, Mad. Roland, Juana de Arco y Carlota Corday; pero no se -puede tolerar, aun sin ser buen católico, y siguiendo un criterio -racionalista, que el Sr. Torres Caicedo compare también á doña Policarpa -con la Virgen María, porque la Virgen María</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">La muerto vió del Redentor divino,<br /></span> -<span class="i0">Del que derechos, libertad trajera;<br /></span> -<span class="i0">Del Hombre-Dios que al hombre enalteciera,<br /></span> -<span class="i0"><i>Donando</i> al mundo la igualdad, la luz.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Precisamente porque Cristo <i>donó</i> al mundo todas esas cosas y otras -muchas más, y puso con su doctrina la base de una civilización que ha -durado siglos y que comprende á la más noble parte del linaje humano, -Cristo no puede compararse con ninguno de los insurgentes, -revolucionarios y conspiradores, por gloriosos que hayan sido. Y en -cuanto á la Virgen María, aun mirado todo ello con impía mirada, negando -el ser real de la Virgen y suponiéndola semidiosa simbólica, supremo -ideal, en quien se cifran todas las excelencias de la mujer, la -maternidad, la pureza virgínea y la piedad compasiva, no veo paridad, ni -buen gusto en que la comparemos ni con Policarpa, ni con la Mariana -Pineda, ni con Carlota<span class="pagenum"><a name="page_208" id="page_208">{208}</a></span> Corday, ni con ninguna otra heroína de armas -tomar ó de pelo en pecho.</p> - -<p>En general, en los versos patrióticos colombianos hay sobrada hipérbole, -así en alabar á los héroes de la independencia, como en denigrar á los -españoles y á España. No se considera bien que antes de la -independencia, los que más tiranizaron á la tierra y á la gente -americanas fueron los padres ó los abuelos de los que se sublevaron -contra esa tiranía, y que después ha habido un no corto período de -guerras civiles en que se ha derramado más sangre que la derramada por -los españoles, y ha habido tiranos en casi todas las repúblicas, que -nada tienen que envidiar en punto á crueldad, ni á Fernando VII, ni á -ningún otro rey, ni á ninguno de los virreyes ó generales y gobernadores -que los reyes enviaban. En varios poetas, á pesar del orgullo -patriótico, aparecen estas confesiones arrancadas por el dolor y el -enojo. Santiago Pérez dice:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">No resta acaso un punto<br /></span> -<span class="i0">Do la sangre que vierte nuestra mano<br /></span> -<span class="i0">No cubra ya la que vertió el hispano.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Y en D. Miguel Antonio Caro llegan ya estos sentimientos de disgusto -hasta el extremo, que yo no puedo ni quiero aplaudir, de hacer que el -propio espíritu de Bolívar vacile entre si debe gloriarse ó arrepentirse -de haber dado á la América su independencia. Bolívar exclama:</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="page_209" id="page_209">{209}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i6">¿Quién sabe<br /></span> -<span class="i0">Si aré en la mar y edifiqué en el viento?<br /></span> -<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i0">¿Si caerán sobre mí las maldiciones<br /></span> -<span class="i4">De cien generaciones?<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>No. Es evidente que no caerán. Las repúblicas que de España nacieron -serán grandes también como la que nació de Inglaterra; y la gloria de -Bolívar no será inferior á la de Washington. Todo, si Dios quiere, y -Dios querrá, habrá de ser, sin que sea necesario para ello que se nos -trate mal en malas coplas.</p> - -<p>La gloria de Bolívar, por sus hechos, sin consideración á los últimos -resultados, y el crecimiento de esta gloria, en lo porvenir, cuando las -repúblicas hispano-americanas se engrandezcan, están en perfecta -consonancia con nuestro interés y con nuestra vanidad patriótica de -peninsulares. Mientras más se encomien el tino político, la pericia -militar, el valor y la actividad infatigable del Libertador, más -cohonestada y ennoblecida quedará nuestra derrota.</p> - -<p>No hay español, que sepa de Bolívar, que, movido de estos sentimientos, -no levante á Bolívar á la altura de Washington. Y aun le pondría por -cima, como lo desea, si no se midiese la magnitud de los héroes por el -producto de sus heroicidades. Es tan bella, tan simpática y tan generosa -la vida de Bolívar, sobre todo en sus últimos años, que Bolívar, que -murió joven aún, infundiéndonos admiración por sus proezas, por su -desprendimiento y por su amor sincerísimo á la libertad, é -infundiéndonos piedad sublime por la ingratitud que ulceró su pecho, -resplandecería por cima de Washington, si las repúblicas de la América -del Sur llegasen, como es probable que<span class="pagenum"><a name="page_210" id="page_210">{210}</a></span> lleguen, á ser tan poderosas -como la república por Washington fundada.</p> - -<p>El liberalismo es hermosa doctrina. Yo soy, he sido y seré siempre muy -liberal; pero no desconozco que el liberalismo ha sido tan manoseado y -vulgarizado en discursos y peroratas, en brindis de comidas patrióticas -y en artículos para rellenar columnas de periódicos, que es difícil ser -<i>liberal</i> en verso sin caer en la prosa más plebeya. Y si el poeta -liberal escribe en romance endecasílabo, peor que peor. Fiado en el -sonsonete de la continuada asonancia, descuida la dicción, y no sabe ó -no quiere saber que hay una forma ó una construcción propia de la -poesía. Lastimosa muestra de esto que digo dan los versos <i>Catón en -Utica</i>, de Luis Vargas Tejada.</p> - -<p>El pobre Catón larga, antes de matarse, un romance tan pedestre como los -de muchas tragedias clásicas españolas del siglo pasado.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Inútiles han sido mis esfuerzos:<br /></span> -<span class="i0">Al fin triunfar el despotismo logra,<br /></span> -<span class="i0">Y delante del César abatida<br /></span> -<span class="i0">Yace en el polvo la soberbia Roma.<br /></span> -<span class="i0">Un hombre, un hombre solo usurpa el fruto<br /></span> -<span class="i0">De tantos sacrificios y victorias.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Y así continúa Catón ensartando cerca de doscientos versos, sin que haya -razón para que no ensarte dos ó tres mil: para que cese el aguacero y -escampe.</p> - -<p>Pero baste de censura.</p> - -<p>El <i>Parnaso Colombiano</i> prueba que en la tierra de Ud. hay un rico y -hermoso florecimiento literario, y lo probaría muchísimo mejor si el -señor<span class="pagenum"><a name="page_211" id="page_211">{211}</a></span> Añez hubiera suprimido acaso una tercera parte ó más de lo que -inserta; y no para que el <i>Parnaso</i> contuviese menos, sino para -sustituir lo suprimido con muchísimas composiciones buenas, como yo sé -que las hay.</p> - -<p>Dispense Ud. que sea franco y que no todo lo que digo sea lisonjero, y -créame su amigo afectísimo.<span class="pagenum"><a name="page_213" id="page_213">{213}</a></span><span class="pagenum"><a name="page_212" id="page_212">{212}</a></span></p> - -<h2><a name="AZUL" id="AZUL"></a>AZUL.....</h2> - -<p class="r"> -<i>22 de Octubre de 1888.</i><br /> -</p> - -<p class="chead"><span class="smcap">Á D. Rubén Darío</span></p> - -<h3>I</h3> - -<p>Todo libro que desde América llega á mis manos excita mi interés y -despierta mi curiosidad; pero ninguno hasta hoy la ha despertado tan -viva como el de Ud., no bien comencé á leerle.</p> - -<p>Confieso que al principio, á pesar de la amable dedicatoria con que Ud. -me envía un ejemplar, miré el libro con indiferencia....., casi con -desvío. El título <i>Azul</i>..... tuvo la culpa.</p> - -<p>Víctor Hugo dice: <i>L’art c’est l’azur</i>; pero yo ni me conformo ni me -resigno con que tal dicho sea muy profundo y hermoso. Para mí tanto vale -decir que el arte es lo azul como decir que es lo verde, lo amarillo ó -lo rojo. ¿Por qué, en este caso, lo azul (aunque en francés no sea -<i>bleu</i>, sino <i>azur</i>, que es más poético) ha de ser cifra, símbolo y -superior predicamento que abarque lo ideal, lo etéreo, lo infinito, la -serenidad del cielo sin nubes, la luz difusa, la amplitud vaga y sin -límites, donde nacen, viven, brillan y se mueven<span class="pagenum"><a name="page_214" id="page_214">{214}</a></span> los astros? Pero -aunque todo esto y más surja del fondo de nuestro ser y aparezca á los -ojos del espíritu, evocado por la palabra <i>azul</i>, ¿qué novedad hay en -decir que el arte es todo esto? Lo mismo es decir que el arte es -imitación de la naturaleza, como la definió Aristóteles: la percepción -de todo lo existente y de todo lo posible, y su reaparición ó -representación por el hombre en signos, letras, sonidos, colores ó -líneas. En suma, yo, por más vueltas que le doy, no veo en eso de que -<i>el arte es lo azul</i> sino una frase enfática y vacía.</p> - -<p>Sea, no obstante, el arte azul, ó del color que se quiera. Como sea -bueno, el color es lo que menos importa. Lo que á mí me dió mala espina -fué el ser la frase de Víctor Hugo, y el que usted hubiese dado por -título á su libro la palabra fundamental de la frase. ¿Si será éste, me -dije, uno de tantos y tantos como por todas partes, y sobre todo en -Portugal y en la América española, han sido inficionados por Víctor -Hugo? La manía de imitarle ha hecho verdaderos estragos, porque la -atrevida juventud exagera sus defectos, y porque eso que se llama -<i>genio</i>, y que hace que los defectos se perdonen y tal vez se aplaudan, -no se imita cuando no se tiene. En resolución, yo sospeché que era Ud. -un Víctor Huguito, y estuve más de una semana sin leer el libro de Ud.</p> - -<p>No bien le he leído, he formado muy diferente concepto. Usted es Ud.: -con gran fondo de originalidad, y de originalidad muy extraña. Si el -libro, impreso en Valparaíso, en este año de 1888,<span class="pagenum"><a name="page_215" id="page_215">{215}</a></span> no estuviese en muy -buen castellano, lo mismo pudiera ser de un autor francés, que de un -italiano, que de un turco ó de un griego. El libro está impregnado de -espíritu cosmopolita. Hasta el nombre y apellido del autor, verdaderos ó -contrahechos y fingidos, hacen que el cosmopolitismo resalte más. Rubén -es judaico, y persa es Darío: de suerte que, por los nombres, no parece -sino que Ud. quiere ser ó es de todos los países, castas y tribus.</p> - -<p>El libro <i>Azul.....</i> no es en realidad un libro; es un folleto de 132 -páginas; pero tan lleno de cosas y escrito por estilo tan conciso, que -da no poco en qué pensar y tiene bastante que leer. Desde luego se -conoce que el autor es muy joven: que no puede tener más de veinticinco -años, pero que los ha aprovechado maravillosamente. Ha aprendido -muchísimo, y en todo lo que sabe y expresa muestra singular talento -artístico ó poético.</p> - -<p>Sabe con amor la antigua literatura griega; sabe de todo lo moderno -europeo. Se entrevé, aunque no hace gala de ello, que tiene el concepto -cabal del mundo visible y del espíritu humano, tal como este concepto ha -venido á formarse por el conjunto de observaciones, experiencias, -hipótesis y teorías más recientes. Y se entrevé también que todo esto ha -penetrado en la mente del autor, no diré exclusivamente, pero sí -principalmente, á través de libros franceses. Es más: en los perfiles, -en los refinamientos, en las exquisiteces del pensar y del sentir del -autor, hay tanto de francés, que yo<span class="pagenum"><a name="page_216" id="page_216">{216}</a></span> forjé una historia á mi antojo para -explicármelo. Supuse que el autor, nacido en Nicaragua, había ido á -París á estudiar para médico ó para ingeniero, ó para otra profesión; -que en París había vivido seis ó siete años, con artistas, literatos, -sabios y mujeres alegres de por allá; y que mucho de lo que sabe lo -había aprendido de viva voz, y empíricamente, con el trato y roce de -aquellas personas. Imposible me parecía que de tal manera se hubiese -impregnado el autor del espíritu parisiense novísimo, sin haber vivido -en París durante años.</p> - -<p>Extraordinaria ha sido mi sorpresa cuando he sabido que Ud., según me -aseguran sujetos bien informados, no ha salido de Nicaragua sino para ir -á Chile, en donde reside desde hace dos años á lo más. ¿Cómo, sin el -influjo del medio ambiente, ha podido Ud. asimilarse todos los elementos -del espíritu francés, si bien conservando española la forma que auna y -organiza estos elementos, convirtiéndolos en sustancia propia?</p> - -<p>Yo no creo que se ha dado jamás caso parecido con ningún español -peninsular. Todos tenemos un fondo de españolismo que nadie nos arranca -ni á veinticinco tirones. En el famoso abate Marchena, con haber -residido tanto tiempo en Francia, se ve el español: en Cienfuegos es -postizo el sentimentalismo empalagoso á lo Rousseau, y el español está -por bajo. Burgos y Reinoso son afrancesados y no franceses. La cultura -de Francia, buena y mala, no pasa nunca de la superficie. No es más que -un barniz<span class="pagenum"><a name="page_217" id="page_217">{217}</a></span> transparente, detrás del cual se descubre la condición -española.</p> - -<p>Ninguno de los hombres de letras de esta Península, que he conocido yo, -con más espíritu cosmopolita, y que más largo tiempo han residido en -Francia, y que han hablado mejor el francés y otras lenguas extranjeras, -me ha parecido nunca tan compenetrado del espíritu de Francia como Ud. -me parece: ni Galiano, ni don Eugenio de Ochoa, ni Miguel de los Santos -Alvarez. En Galiano había como una mezcla de anglicismo y de filosofismo -francés del siglo pasado; pero todo sobrepuesto y no combinado con el -ser de su espíritu, que era castizo. Ochoa era y siguió siendo siempre -archi y ultraespañol, á pesar de sus entusiasmos por las cosas de -Francia. Y en Alvarez, en cuya mente bullen las ideas de nuestro siglo, -y que ha vivido años en París, está arraigado el ser del hombre de -Castilla, y en su prosa recuerda el lector á Cervantes y á Quevedo, y en -sus versos á Garcilaso y á León, aunque, así en versos como en prosa, -emita él siempre ideas más propias de nuestro siglo que de los que -pasaron. Su chiste no es el <i>esprit</i> francés, sino el <i>humor</i> español de -las novelas picarescas y de los autores cómicos de nuestra peculiar -literatura.</p> - -<p>Veo, pues, que no hay autor en castellano más francés que Ud. Y lo digo -para afirmar un hecho, sin elogio y sin censura. En todo caso, más bien -lo digo como elogio. Yo no quiero que los autores no tengan carácter -nacional; pero yo no puedo exigir de Ud. que sea nicaragüense, porque -ni<span class="pagenum"><a name="page_218" id="page_218">{218}</a></span> hay ni puede haber aún historia literaria, escuela y tradiciones -literarias en Nicaragua. Ni puedo exigir de Ud. que sea literariamente -español, pues ya no lo es políticamente, y está además separado de la -madre patria por el Atlántico, y más lejos, en la república donde ha -nacido, de la influencia española, que en otras repúblicas -hispano-americanas. Estando así disculpado el galicismo de la mente, es -fuerza dar á Ud. alabanzas á manos llenas por lo perfecto y profundo de -ese galicismo; porque el lenguaje persiste español, legítimo y de buena -ley, y porque si no tiene Ud. carácter nacional, posee carácter -individual.</p> - -<p>En mi sentir, hay en Ud. una poderosa individualidad de escritor, ya -bien marcada, y que, si Dios da á Ud. la salud que yo le deseo y larga -vida, ha de desenvolverse y señalarse más con el tiempo en obras que -sean gloria de las letras hispano-americanas.</p> - -<p>Leídas las 132 páginas de <i>Azul</i>....., lo primero que se nota es que -está Ud. saturado de toda la más flamante literatura francesa. Hugo, -Lamartine, Musset, Baudelaire, Leconte de Lisle, Gauthier, Bourget, -Sully Proudhomme, Daudet, Zola, Barbey d’Aurevilly, Catulo Méndes, -Rollinat, Goncourt, Flaubert y todos los demás poetas y novelistas han -sido por Ud. bien estudiados y mejor comprendidos. Y Ud. no imita á -ninguno: ni es Ud. romántico, ni naturalista, ni <i>neurótico</i>, ni -decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha -puesto á cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una -rara quinta esencia.<span class="pagenum"><a name="page_219" id="page_219">{219}</a></span></p> - -<p>Resulta de aquí un autor nicaragüense, que jamás salió de Nicaragua sino -para ir á Chile, y que es autor tan á la moda de París y con tanto -<i>chic</i> y distinción, que se adelanta á la moda y pudiera modificarla é -imponerla.</p> - -<p>En el libro hay <i>Cuentos en prosa</i> y seis composiciones en verso. En los -cuentos y en las poesías, todo está cincelado, burilado, hecho para que -dure, con primor y esmero, como pudiera haberlo hecho Flaubert ó el -parnasiano más atildado. Y, sin embargo, no se nota el esfuerzo, ni el -trabajo de la lima, ni la fatiga del rebuscar: todo parece espontáneo y -fácil y escrito al correr de la pluma, sin mengua de la concisión, de la -precisión y de la extremada elegancia. Hasta las rarezas extravagantes y -las salidas de tono, que á mí me chocan, pero que acaso agraden en -general, están hechas adrede. Todo en el librito está meditado y -criticado por el autor, sin que esta su crítica previa ó simultánea de -la creación perjudique al brío apasionado y á la inspiración del que -crea.</p> - -<p>Si se me preguntase qué enseña su libro de usted y de qué trata, -respondería yo sin vacilar: no enseña nada, y trata de nada y de todo. -Es obra de artista, obra de pasatiempo, de mera imaginación. ¿Qué enseña -ó de qué trata un dije, un camafeo, un esmalte, una pintura ó una linda -copa esculpida?</p> - -<p>Hay, sin embargo, notable diferencia entre toda escultura, pintura, dije -y hasta música, y cualquier objeto de arte cuyo <i>material</i> es la -palabra. El mármol, el bronce y el sonido no diré yo que sutilizando -mucho no puedan significar<span class="pagenum"><a name="page_220" id="page_220">{220}</a></span> algo de por sí; pero la palabra, no sólo -puede significar, sino que forzosamente significa ideas, sentimientos, -creencias, doctrinas y todo el pensamiento humano. Nada más factible, á -mi ver (acaso porque yo soy poco agudo), que una bella estatua, un lindo -dije, un cuadro primoroso, sin transcendencia ó sin símbolo; pero ¿cómo -escribir un cuento ó unas coplas sin que deje ver el autor lo que niega, -lo que afirma, lo que piensa y lo que siente? El pensamiento en todas -las artes pasa con la forma desde la mente del artista á la sustancia ó -materia del arte; pero en el arte de la palabra, además del pensamiento -que pone el artista en la forma, la sustancia ó materia del arte es -pensamiento también, y pensamiento del artista. La única materia extraña -al artista es el Diccionario con las reglas gramaticales que siguen las -voces en su combinación; pero como ni palabras ni combinaciones de -palabras pueden darse ni deben darse sin sentido, de aquí que materia y -forma sean en poesía y en prosa creación del escritor ó del poeta: sólo -quedan fuera de él, digámoslo así, los signos hueros, ó sea abstrayendo -lo significado.</p> - -<p>De esta suerte se explica cómo, con ser su libro de Ud. de pasatiempo, y -sin propósito de enseñar nada, en él se ven patentes las tendencias y -los pensamientos del autor sobre las cuestiones más transcendentales. Y -justo es que confesemos que los dichos pensamientos no son ni muy -edificantes ni muy consoladores.</p> - -<p>La ciencia de experiencia y de observación ha clasificado cuanto hay, y -ha hecho de ello hábil<span class="pagenum"><a name="page_221" id="page_221">{221}</a></span> inventario. La crítica histórica, la lingüística -y el estudio de las capas que forman la corteza del globo han -descubierto bastante de los pasados hechos humanos que antes se -ignoraban; de los astros que brillan en la extensión del éter se sabe -muchísimo; el mundo de lo imperceptiblemente pequeño se nos ha revelado -merced al microscopio: hemos averiguado cuántos ojos tiene tal insecto y -cuántas patitas tiene tal otro: sabemos ya de qué elementos se componen -los tejidos orgánicos, la sangre de los animales y el jugo de las -plantas: nos hemos aprovechado de agentes que antes se sustraían al -poder humano, como la electricidad; y gracias á la estadística, llevamos -minuciosa cuenta de cuanto se engendra y de cuanto se devora; y si ya no -se sabe, es de esperar que pronto se sepa, la cifra exacta de los -panecillos, del vino y de la carne que se come y se bebe la humanidad de -diario.</p> - -<p>No es menester acudir á sabios profundos: cualquiera sabio adocenado y -medianejo de nuestra edad conoce hoy, clasifica y ordena los fenómenos -que hieren los sentidos corporales, auxiliados estos sentidos por -instrumentos poderosos que aumentan su capacidad de percepción. Además -se han descubierto, á fuerza de paciencia y de agudeza, y por virtud de -la dialéctica y de las matemáticas, gran número de leyes que dichos -fenómenos siguen.</p> - -<p>Natural es que el linaje humano se haya ensoberbecido con tamaños -descubrimientos é invenciones; pero, no sólo en torno y fuera de la -esfera de lo conocido y circunscribiéndola, sino tam<span class="pagenum"><a name="page_222" id="page_222">{222}</a></span>bién llenándola, en -lo esencial y sustancial, queda un infinito inexplorado, una densa é -impenetrable oscuridad, que parece más tenebrosa por la misma -contraposición de la luz con que ha bañado la ciencia la pequeña suma de -cosas que conoce. Antes, ya las religiones con sus dogmas, que aceptaba -la fe, ya la especulación metafísica con la gigante máquina de sus -brillantes sistemas, encubrían esa inmensidad incognoscible, ó la -explicaban y la daban á conocer á su modo. Hoy priva el empeño de que no -haya ni metafísica ni religión. El abismo de lo incognoscible queda así -descubierto y abierto, y nos atrae y nos da vértigo, y nos comunica el -impulso, á veces irresistible, de arrojarnos en él.</p> - -<p>La situación, no obstante, no es incómoda para la gente sensata de -cierta ilustración y fuste. Prescinden de lo transcendente y de lo -sobrenatural para no calentarse la cabeza ni perder el tiempo en balde. -Esta eliminación les quita no pocas aprensiones y cierto miedo, aunque á -veces les infunde otro miedo y sobresalto fastidiosos. ¿Cómo contener á -la plebe, á los menesterosos, hambrientos é ignorantes, sin ese freno -que ellos han desechado con tanto placer? Fuera de este miedo que -experimentan algunos sensatos, en todo lo demás no ven sino motivo de -satisfacción y parabienes.</p> - -<p>Los insensatos, en cambio, no se aquietan con el goce del mundo, -hermoseado por la industria é inventiva humanas, ni con lo que se sabe, -ni con lo que se fabrica, y anhelan averiguar y gozar más.<span class="pagenum"><a name="page_223" id="page_223">{223}</a></span></p> - -<p>El conjunto de los seres, el universo todo, cuanto alcanzan á percibir -la vista y el oído, ha sido, como idea, coordinado metódicamente en una -anaquelería ó casillero para que se comprenda mejor; pero ni este orden -científico, ni el orden natural, tal como los insensatos le ven, los -satisface. La molicie y el regalo de la vida moderna los han hecho muy -descontentadizos. Y así, ni del mundo tal como es, ni del mundo tal como -le concebimos, se forma idea muy aventajada. Se ven en todo faltas, y no -se dice lo que dicen que dijo Dios: <i>que todo era bueno.</i> La gente se -lanza con más frecuencia que nunca á decir que todo es malo; y en vez de -atribuir la obra á un artífice inteligentísimo y supremo, la supone obra -de un prurito inconsciente de fabricar cosas que hay <i>ab aeterno</i> en los -átomos, los cuales tampoco se sabe á punto fijo lo que sean.</p> - -<p>Los dos resultados principales de todo ello en la literatura de última -moda son:</p> - -<p>1.º Que se suprima á Dios ó que no se le miente sino para insolentarse -con él, ya con reniegos y maldiciones, ya con burlas y sarcasmos.</p> - -<p>Y 2.º Que en ese infinito tenebroso é incognoscible perciba la -imaginación, así como en el éter, nebulosas ó semilleros de astros, -fragmentos y escombros de religiones muertas, con los cuales procura -formar algo como ensayo de nuevas creencias y de renovadas mitologías.</p> - -<p>Estos dos rasgos van impresos en su librito de usted.—El pesimismo, -como remate de toda descripción de lo que conocemos, y la poderosa y -lozana producción de seres fantásticos, evocados ó<span class="pagenum"><a name="page_224" id="page_224">{224}</a></span> sacados de las -tinieblas de lo incognoscible, donde vagan las ruinas de las destrozadas -creencias y supersticiones vetustas.</p> - -<p>Ahora será bien que yo cite muestras y pruebe que hay en su libro de -Ud., con notable elegancia, todo lo que afirmo; pero esto requiere -segunda carta.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>29 de Octubre de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>II</h3> - -<p>En la cubierta del libro que me ha enviado usted, veo que ha publicado -Ud. ya ó anuncia la publicación de otros varios, cuyos títulos son: -<i>Epistolas y poemas</i>, <i>Rimas</i>, <i>Abrojos</i>, <i>Estudios críticos</i>, <i>Albumes -y abanicos</i>, <i>Mis conocidos</i> y <i>Dos años en Chile</i>. Anuncia igualmente -dicha cubierta que prepara Ud. una novela, cuyo solo título nos da en -las narices del alma (pues si hay ojos del alma ó tiene el alma ojos, -bien puede tener narices) con un tufillo á pornografía. La novela se -titula <i>La carne</i>.</p> - -<p>Nada de esto, con todo, me sirve hoy para juzgar á Ud., pues yo nada de -esto conozco. Tengo que contraerme al libro <i>Azul</i>.....</p> - -<p>En este libro no sé qué debo preferir: si la prosa, ó los versos. Casi -me inclino á ver mérito igual en ambos modos de expresión del -pensa<span class="pagenum"><a name="page_225" id="page_225">{225}</a></span>miento de Ud. En la prosa hay más riqueza de ideas; pero es más -afrancesada la forma. En los versos, la forma es más castiza. Los versos -de usted se parecen á los versos españoles de otros autores, y no por -eso dejan de ser originales: no recuerdan á ningún poeta español, ni -antiguo, ni de nuestros días.</p> - -<p>El sentimiento de la naturaleza raya en Ud. en adoración panteística. -Hay en las cuatro composiciones (<i>á</i> <i>ó</i> más bien <i>en</i> las cuatro -estaciones del año) la más gentílica exuberancia de amor sensual, y en -este amor, algo de religioso. Cada composición parece un himno sagrado á -Eros, himno que, á veces, en la mayor explosión de entusiasmo, el -pesimismo viene á turbar con la disonancia, ya de un ay de dolor, ya de -una carcajada sarcástica. Aquel sabor amargo, que brota del centro mismo -de todo deleite, y que tan bien experimentó y expresó el ateo Lucrecio,</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i6"><i>medio de fonte leporum</i><br /></span> -<span class="i0"><i>Surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus angat,</i><br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">acude á menudo á interrumpir lo que Ud. llama</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">La música triunfante de mis rimas.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Pero, como en Ud. hay de todo, noto en los versos, además del ansia de -deleite y además de la amargura de que habla Lucrecio, la sed de lo -eterno, esa aspiración profunda é insaciable de las edades cristianas, -que el poeta pagano quizá no hubiera comprendido.</p> - -<p>Usted pide siempre más al hada, y.....</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">El hada entonces me llevó hasta el velo<br /></span> -<span class="i0">Que nos cubre las ansias infinitas,<span class="pagenum"><a name="page_226" id="page_226">{226}</a></span><br /></span> -<span class="i0">La inspiración profunda<br /></span> -<span class="i0">Y el alma de las liras.<br /></span> -<span class="i0">Y lo rasgó. Y allí todo era aurora.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Pero aun así, no se satisface el poeta, y pide más al hada.</p> - -<p>Tiene Ud. otra composición, la que lleva por título la palabra griega -<i>Anagke</i>, donde el cántico de amor acaba en un infortunio y en una -blasfemia. Suprimiendo la blasfemia final, que es burla contra Dios, voy -á poner aquí el cántico casi completo.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Y dijo la paloma:<br /></span> -<span class="i0">Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,<br /></span> -<span class="i0">En el árbol en flor, junto á la poma<br /></span> -<span class="i0">Llena de miel, junto al retoño suave<br /></span> -<span class="i0">Y húmedo por las gotas del rocío,<br /></span> -<span class="i0">Tengo mi hogar. Y vuelo,<br /></span> -<span class="i0">Con mis anhelos de ave,<br /></span> -<span class="i0">Del amado árbol mío<br /></span> -<span class="i0">Hasta el bosque lejano,<br /></span> -<span class="i0">Cuando al himno jocundo<br /></span> -<span class="i0">Del despertar de Oriente,<br /></span> -<span class="i0">Sale el alba desnuda, y muestra al mundo<br /></span> -<span class="i0">El pudor de la luz sobre su frente.<br /></span> -<span class="i0">Mi ala es blanca y sedosa;<br /></span> -<span class="i0">La luz la dora y baña<br /></span> -<span class="i0">Y céfiro la peina.<br /></span> -<span class="i0">Son mis pies como pétalos de rosa.<br /></span> -<span class="i0">Yo soy la dulce reina<br /></span> -<span class="i0">Que arrulla á su palomo en la montaña.<br /></span> -<span class="i0">En el fondo del bosque pintoresco<br /></span> -<span class="i0">Está el alerce en que formé mi nido;<br /></span> -<span class="i0">Y tengo allí, bajo el follaje fresco,<br /></span> -<span class="i0">Un polluelo sin par, recién nacido.<br /></span> -<span class="i0">Soy la promesa alada.<br /></span> -<span class="i0">El juramento vivo;<br /></span> -<span class="i0">Soy quien lleva el recuerdo de la amada<br /></span> -<span class="i0">Para el enamorado pensativo.<br /></span> -<span class="i0">Yo soy la mensajera<span class="pagenum"><a name="page_227" id="page_227">{227}</a></span><br /></span> -<span class="i0">De los tristes y ardientes soñadores,<br /></span> -<span class="i0">Que va á revolotear diciendo amores<br /></span> -<span class="i0">Junto á una perfumada cabellera.<br /></span> -<span class="i0">Soy el lirio del viento.<br /></span> -<span class="i0">Bajo el azul del hondo firmamento<br /></span> -<span class="i0">Muestro de mi tesoro bello y rico<br /></span> -<span class="i0">Las preseas y galas:<br /></span> -<span class="i0">El arrullo en el pico.<br /></span> -<span class="i0">La caricia en las alas.<br /></span> -<span class="i0">Yo despierto á los pájaros parleros<br /></span> -<span class="i0">Y entonan sus melódicos cantares:<br /></span> -<span class="i0">Me poso en los floridos limoneros<br /></span> -<span class="i0">Y derramo una lluvia de azahares.<br /></span> -<span class="i0">Yo soy toda inocente, toda pura.<br /></span> -<span class="i0">Yo me esponjo en las ansias del deseo,<br /></span> -<span class="i0">Y me estremezco en la íntima ternura<br /></span> -<span class="i0">De un roce, de un rumor, de un aleteo.<br /></span> -<span class="i0">¡Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque á Flora<br /></span> -<span class="i0">Das la lluvia y el sol siempre encendido:<br /></span> -<span class="i0">Porque, siendo el palacio de la Aurora,<br /></span> -<span class="i0">También eres el techo de mi nido.<br /></span> -<span class="i0">¡Oh inmenso azul! Yo adoro<br /></span> -<span class="i0">Tus celajes risueños,<br /></span> -<span class="i0">Y esa niebla sutil de polvo de oro<br /></span> -<span class="i0">Donde van los perfumes y los sueños.<br /></span> -<span class="i0">Amo los velos tenues, vagarosos,<br /></span> -<span class="i0">De las flotantes brumas,<br /></span> -<span class="i0">Donde tiendo á los aires cariñosos<br /></span> -<span class="i0">El sedeño abanico de mis plumas.<br /></span> -<span class="i0">¡Soy feliz! Porque es mía la floresta,<br /></span> -<span class="i0">Donde el misterio de los nidos se halla;<br /></span> -<span class="i0">Porque el alba es mi fiesta<br /></span> -<span class="i0">Y el amor mi ejercicio y mi batalla.<br /></span> -<span class="i0">Feliz, porque de dulces ansias llena,<br /></span> -<span class="i0">Calentar mis polluelos es mi orgullo;<br /></span> -<span class="i0">Porque en las selvas vírgenes resuena<br /></span> -<span class="i0">La música celeste de mi arrullo;<br /></span> -<span class="i0">Porque no hay una rosa que no me ame,<br /></span> -<span class="i0">Ni pájaro gentil que no me escuche,<br /></span> -<span class="i0">Ni garrido cantor que no me llame!.....<br /></span> -<span class="i0">—¿Sí?—dijo entonces un gavilán infame,<br /></span> -<span class="i0">Y con furor se la metió en el buche.<br /></span> -<span class="pagenum"><a name="page_228" id="page_228">{228}</a></span></div></div> -</div> - -<p>Suprimo, como dije ya, los versos que siguen, y que no pasan de ocho, -donde se habla de la risa que le dió á Satanás de resultas del lance y -de lo pensativo que se quedó el Señor en su trono.</p> - -<p>Entre las cuatro composiciones en las estaciones del año, todas bellas y -raras, sobresale la del verano. Es un cuadro simbólico de los dos polos -sobre los que rueda el eje de la vida: el amor y la lucha; el prurito de -destrucción y el de reproducción. La tigre virgen en celo está -magistralmente pintada, y mejor aún acaso el tigre galán y robusto que -llega y la enamora.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Al caminar se vía<br /></span> -<span class="i0">Su cuerpo ondear con garbo y bizarría.<br /></span> -<span class="i0">Se miraban los músculos hinchados<br /></span> -<span class="i0">Debajo de la piel. Y se diría<br /></span> -<span class="i0">Ser aquella alimaña<br /></span> -<span class="i0">Un rudo gladiador de la montaña.<br /></span> -<span class="i0">Los pelos erizados<br /></span> -<span class="i0">Del labio relamía. Cuando andaba,<br /></span> -<span class="i0">Con su peso chafaba<br /></span> -<span class="i0">La hierba verde y muelle,<br /></span> -<span class="i0">Y el ruido de su aliento semejaba<br /></span> -<span class="i0">El resollar de un fuelle.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Síguense la declaración de amor, el sí en lenguaje de tigres y los -primeros halagos y caricias. Después..... el amor en su plenitud, sin -los poco decentes pormenores en que entran Rollinat y otros en casos -semejantes.</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Después el misterioso<br /></span> -<span class="i0">Tacto, las impulsivas<br /></span> -<span class="i0">Fuerzas que arrastran con poder pasmoso,<br /></span> -<span class="i0">Y ¡oh gran Pan! el idilio monstruoso<br /></span> -<span class="i0">Bajo las vastas selvas primitivas.<br /></span> -<span class="pagenum"><a name="page_229" id="page_229">{229}</a></span></div></div> -</div> - -<p>El príncipe de Gales, que andaba de caza por allí con gran séquito de -monteros y jauría de perros, viene á poner trágico fin al idilio.</p> - -<p>El príncipe mata á la tigre de un escopetazo. El tigre se salva, y luego -en su gruta tiene un extraño sueño:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Que enterraba las garras y los dientes<br /></span> -<span class="i0">En vientres sonrosados<br /></span> -<span class="i0">Y pechos de mujer; y que engullía<br /></span> -<span class="i0">Por postres delicados<br /></span> -<span class="i0">De comidas y cenas,<br /></span> -<span class="i0">Como tigre goloso entre golosos,<br /></span> -<span class="i0">Unas cuantas docenas<br /></span> -<span class="i0">De niños tiernos, rubios y sabrosos.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>No parece sino que, en sentir del poeta, tendría menos culpa el tigre, -aunque fuese ser responsable, devorando mujeres y niños, que el príncipe -matando tigres. El afecto del poeta se extiende casi por igual sobre -tigres y sobre príncipes, á quienes un determinismo fatal mueve á -matarse <i>recíprocamente</i>, como el ratón y el gato de la fábula de -Alvarez.</p> - -<p>Los cuentos en prosa son más singulares aún. Parecen escritos en París, -y no en Nicaragua ni en Chile. Todos son brevísimos. Usted hace gala de -laconismo. <i>La Ninfa</i> es quizá el que más me gusta. La cena en la quinta -de la cortesana está bien descrita. El discurso del sabio prepara el -ánimo del lector. Los límites, que tal vez no existan, pero que todos -imaginamos, trazamos y ponemos entre lo natural y sobrenatural, se -esfuman y desaparecen. San Antonio vió en el yermo un hipocentauro y un -sátiro. Alberto Magno<span class="pagenum"><a name="page_230" id="page_230">{230}</a></span> habla también de sátiros que hubo en su tiempo. -¿Por qué ha de ser esto falso? ¿Por qué no ha de haber sátiros, faunos y -ninfas? La cortesana anhela ver un sátiro vivo: el poeta, una ninfa. La -aparición de la ninfa desnuda al poeta, en el parque de la quinta, á la -mañana siguiente, en la umbría apartada y silenciosa, entre los blancos -cisnes del estanque, está pintada con tal arte que parece verdad.</p> - -<p>La ninfa huye y queda burlado el poeta; pero en el almuerzo, dice luego -la cortesana:</p> - -<p>—«El poeta ha visto ninfas.»</p> - -<p>«Todos la contemplaron asombrados, y ella me miraba como una gata y se -reía, se reía, como una chicuela á quien se le hiciesen cosquillas.»</p> - -<p><i>El velo de la reina Mab</i> es precioso. Empieza así:</p> - -<p>«La reina Mab, en su carro hecho de una sola perla, tirado por cuatro -coleópteros de petos dorados y alas de pedrería, caminando sobre un rayo -de sol, se coló un día por la ventana de una buhardilla, donde estaban -cuatro hombres flacos, barbudos é impertinentes, lamentándose como unos -desdichados.»</p> - -<p>Eran un pintor, un escultor, un músico y un poeta. Cada cual hace su -lastimoso discurso, exponiendo aspiraciones y desengaños. Todos terminan -en la desesperación.</p> - -<p>«Entonces la reina Mab, del fondo de su carro, hecho de una sola perla, -tomó un velo azul, casi impalpable, como formado de suspiros ó de -miradas de ángeles rubios y pensativos. Y aquel velo era el velo de los -sueños, de los dulces sue<span class="pagenum"><a name="page_231" id="page_231">{231}</a></span>ños que hacen ver la vida de color de rosa. Y -con él envolvió á los cuatro hombres flacos, barbudos é impertinentes. -Los cuales cesaron de estar tristes, porque penetró en su pecho la -esperanza, y en su cabeza el sol alegre, con el diablillo de la vanidad, -que consuela en sus profundas decepciones á los pobres artistas.»</p> - -<p>Hay en el libro otros varios cuentos, delicados y graciosos, donde se -notan las mismas calidades. Todos estos cuentos parecen escritos en -París.</p> - -<p>Voy á terminar hablando de los dos más transcendentales: <i>El rubí y La -canción del oro</i>.</p> - -<p>El químico Fremy ha descubierto, ó se jacta de haber descubierto, la -manera de hacer rubíes. Uno de los gnomos roba uno de estos rubíes -artificiales del medallón que pende del cuello de cierta cortesana, y le -lleva á la extensa y profunda caverna donde los gnomos se reunen en -conciliábulo. Las fuerzas vivas y creadoras de la naturaleza, la -infatigable inexhausta fecundidad de la alma tierra están simbolizadas -en aquellos activos y poderosos enanillos que se burlan del sabio y -demuestran la falsedad de su obra. «La piedra es falsa, dicen todos: -obra de hombre ó de sabio, que es peor.»</p> - -<p>Luego cuenta el gnomo más viejo la creación del verdadero primer rubí. -Es un hermoso <i>mito</i>, que redunda en alabanza de Amor y de la madre -Tierra, «de cuyo vientre moreno brota la savia de los troncos robustos, -y el oro y el agua diamantina y la casta flor de lis: lo puro, lo -fuerte, lo infalsificable». Y los gnomos tejen una danza<span class="pagenum"><a name="page_232" id="page_232">{232}</a></span> frenética y -celebran una orgía sagrada, ensalzando á la mujer, de quien suelen -enamorarse, porque es espíritu y carne: toda Amor.</p> - -<p><i>La canción del oro</i> sería el mejor de los cuentos de Ud. si fuera -cuento, y sería el más elocuente de todos si no se emplease en él -demasiado una <i>ficelle</i>, de que se usa y de que se abusa muchísimo en el -día.</p> - -<p>En la calle de los palacios, donde todo es esplendor y opulencia, donde -se ven llegar á sus moradas, de vuelta de festines y bailes, á las -hermosas mujeres y á los hombres ricos, hay un mendigo extraño, -hambriento, tiritando de frío, mal cubierto de harapos. Este mendigo -tira un mordisco á un pequeño mendrugo de pan bazo: se inspira y canta -la canción del oro.</p> - -<p>Todo el sarcasmo, todo el furor, toda la codicia, todo el amor -desdeñado, todos los amargos celos, toda la envidia que el oro engendra -en los corazones de los hambrientos, de los menesterosos y de los -descamisados y perdidos, están expresados en aquel himno en prosa.</p> - -<p>Por esto afirmo que sería admirable la canción del oro si se viese menos -la <i>ficelle</i>: el método ó traza de la composición, que tanto siguen -ahora los prosistas, los poetas y los oradores.</p> - -<p>El método es crear algo por superposición ó aglutinación, y no por -organismo.</p> - -<p>El símil es la base de este método. Sencillo es no mentar nada sin -símil: todo es como algo. Luego se ha visto que salen de esta manera -muchísimos <i>comos</i>, y en vez de los <i>comos</i> se han empleado los <i>eses</i> y -las <i>esas</i>. Ejemplo: la tierra, esa<span class="pagenum"><a name="page_233" id="page_233">{233}</a></span> madre fecunda de todos los -vivientes; el aire, ese manto azul que envuelve el seno de la tierra, y -cuyos flecos son las nubes; el cielo, ese campo sin límites por donde -giran las estrellas, etc. De este modo es fácil llenar mucho papel. A -veces los <i>eses</i> y las <i>esas</i> se suprimen, aunque es menos enfático y -menos francés, y sólo se dice: el pájaro, flor del aire; la luna, -lámpara nocturna, hostia que se eleva en el templo del espacio, -etcétera.</p> - -<p>Y, por último, para dar al discurso más animación y movimiento, se ha -discurrido hacer enumeración de todo aquello que se semeja en algo al -objeto de que queremos hablar. Y terminada la enumeración, ó cansado ya -el autor de enumerar, pues no hay otra razón para que termine, dice: eso -soy yo: eso es la poesía: eso es la crítica: eso es la mujer, etc. Puede -también el autor, para prestar mayor variedad y complicación á su obra, -decir lo que no es el objeto que describe antes de decir lo que es. Y -puede decir lo que no es como quien pregunta. Fórmula: ¿Será esto, será -aquello, será lo de más allá? No; no es nada de eso. Luego..... la -retahila de cosas que se ocurran. Y por remate. Eso es.</p> - -<p>Este género de retórica es natural, y todos le empleamos. No se critica -aquí el uso, sino el abuso. En el abuso hay algo parecido al juego -infantil de apurar una letra. «Ha venido un barco cargado de.....» Y se -va diciendo (si v. gr. la letra es b) de baños, de buzos, de bolos, de -berros, de bromas.....</p> - -<p>Las composiciones escritas según este método<span class="pagenum"><a name="page_234" id="page_234">{234}</a></span> retórico tienen la ventaja -de que se pueden acortar y alargar <i>ad libitum</i>, y de que se pueden leer -al revés lo mismo que al derecho, sin que apenas varíe el sentido.</p> - -<p>En mis peregrinaciones por países extranjeros, y harto lejos de aquí, -conocí yo y traté á una señora muy entendida, cuyo marido era poeta; y -ella había descubierto en los versos de su marido que todos se leían y -hacían sentido empezando por el último verso y acabando por el primero. -Querían decir algunos maldicientes que ella había hecho el -descubrimiento para burlarse de los versos de la cosecha de casa; pero -yo siempre tuve por seguro que ella, cegada por el amor conyugal, ponía -en este sentido indestructible, léanse las composiciones como quiera que -se lean, un primor raro que realzaba el mérito de ellas.</p> - -<p>Me ha corroborado en esta opinión un reciente escrito de D. Adolfo de -Castro, quien descubre y aplaude en algunos versos de Santa Teresa, casi -como don celeste ó gracia divina, esa prenda de que se lean al revés y -al derecho, resultando idéntico sentido.</p> - -<p>La verdad del caso, considerado y ponderado todo con imparcial -circunspección, es que tal modo retórico es ridículo cuando se toma por -muletilla, ó sirve de pauta para escribir; pero si es espontáneo, está -muy bien: es el lenguaje propio de la pasión.</p> - -<p>Figurémonos á una madre, joven, linda y apasionada, con un niño rubito y -gordito y sonrosado de dos años que está en sus brazos. Mientras ella le -brinca y él le sonríe, ella le dará natural<span class="pagenum"><a name="page_235" id="page_235">{235}</a></span> y sencillamente -interminable lista de nombres de objetos, algunos de ellos disparatados. -Le llamará angel, diablillo, mono, gatito, chuchumeco, corazón, alma, -vida, hechizo, regalo, rey, príncipe, y mil cosas más. Y todo estará -bien, y nos parecerá encantador, sea el que sea el orden en que se -ponga. Pues lo mismo puede ser toda composición, en prosa ó verso, por -el estilo, con tal de que no sea buscado ni frecuente este modo de -componer.</p> - -<p>El modelo más egregio del género, el ejemplar arquetipo, es la letanía. -La Virgen es puerta del cielo, estrella de la mañana, torre de David, -Arca de la Alianza, casa de oro, y mil cosas más, en el orden que se nos -antoje decirlas.</p> - -<p>La canción del oro es así: es una letanía, sólo que es infernal en vez -de ser célica. Es por el gusto de la letanía que Baudelaire compuso al -demonio; pero, conviniendo ya en que la canción del oro es letanía, y -letanía infernal, yo me complazco en sostener que es de las más -poéticas, ricas y enérgicas que he leído. Aquello es un diluvio de -imágenes, un desfilar tumultuoso de cuanto hay, para que encomie el oro -y predique sus excelencias.</p> - -<p>Citar algo es destruir el efecto que está en la abundancia de cosas que -en desorden se citan y acuden á cantar el oro, «misterioso y callado en -las entrañas de la tierra, y bullicioso cuando brota á pleno sol y á -toda vida; sonante como coro de tímpanos, feto de astros, residuo de -luz, encarnación de éter: hecho sol, se enamora de la noche, y, al darle -el último beso, riega su túnica<span class="pagenum"><a name="page_236" id="page_236">{236}</a></span> con estrellas como con gran muchedumbre -de libras esterlinas. Despreciado por Jerónimo, arrojado por Antonio, -vilipendiado por Macario, humillado por Hilarión, es carne de ídolo, -dios becerro, tela de que Fidias hace el traje de Minerva. De él son las -cuerdas de la lira, las cabelleras de las más tiernas amadas, los granos -de la espiga, y el peplo que al levantarse viste la olímpica aurora».</p> - -<p>Me había propuesto no citar nada, y he citado algo, aunque poco. La -composición es una letanía inorgánica, y, sin embargo, ni la ironía, ni -el amor y el odio, ni el deseo y el desprecio simultáneos, que el oro -inspira al poeta en la inopia (achaque crónico y epidémico de los -poetas), resaltan bien sino de la plenitud de cosas que dice del oro, y -que se suprimen aquí por amor á la brevedad.</p> - -<p>En resolución, su librito de Ud., titulado <i>Azul</i>...., nos revela en Ud. -á un prosista y á un poeta de talento.</p> - -<p>Con el <i>galicismo mental</i> de Ud. no he sido sólo indulgente, sino que -hasta le he aplaudido por lo perfecto. Con todo, yo aplaudiría muchísimo -más, si con esa ilustración francesa que en usted hay se combinase la -inglesa, la alemana, la italiana, y ¿por qué no la española también? Al -cabo, el árbol de nuestra ciencia no ha envejecido tanto que aun no -pueda prestar jugo, ni sus ramas son tan cortas ni están tan secas que -no puedan retoñar como mugrones del otro lado del Atlántico. De todos -modos, con la superior riqueza y con la mayor variedad de elementos,<span class="pagenum"><a name="page_237" id="page_237">{237}</a></span> -saldría de su cerebro de Ud. algo menos exclusivo y con más altos, puros -y serenos ideales: algo más <i>azul</i> que el azul de su libro de usted: -algo que tirase menos á lo <i>verde</i> y á lo <i>negro</i>. Y por cima de todo, -se mostrarían más claras y más marcadas la originalidad de Ud. y su -individualidad de escritor.<span class="pagenum"><a name="page_239" id="page_239">{239}</a></span><span class="pagenum"><a name="page_238" id="page_238">{238}</a></span></p> - -<h2><a name="EL_TEATRO_EN_CHILE" id="EL_TEATRO_EN_CHILE"></a>EL TEATRO EN CHILE</h2> - -<p class="r"> -<i>5 de Noviembre de 1888.</i><br /> -</p> - -<p class="chead"><span class="smcap">Á D. Antonio Alcalá Galiano y Miranda</span></p> - -<h3>I</h3> - -<p>Querido primo: Sin terminar han quedado las cartas que empecé á -escribirte sobre la vida de D. José Joaquín de Mora, escrita por D. -Miguel Luis Amunátegui. Yo no desisto, sin embargo, de terminar y -completar lo que deseo decir sobre Mora. Entre tanto me has enviado otro -libro, obra también póstuma de Amunátegui, cuyo interés más general me -atrae. Voy, pues, dejando para más tarde el continuar hablando de Mora, -á hablar hoy sobre el nuevo libro. Su modestísimo título no da idea de -su grande importancia. Se titula <i>Las primeras representaciones -dramáticas en Chile</i>; pero es, en realidad, una historia completa de la -literatura y del arte dramáticos en aquel país, desde los primeros -tiempos, después del descubrimiento y la conquista, hasta el día de hoy.</p> - -<p>Dice el mismo Amunátegui: «Chile es un fragmento de España transportado -al Pacífico por<span class="pagenum"><a name="page_240" id="page_240">{240}</a></span> ese aluvión llamado la conquista de América.»</p> - -<p>La historia literaria de Chile forma, pues, parte de nuestra historia -literaria.</p> - -<p>El libro de Amunátegui, además, no es de mera literatura: está lleno de -anécdotas, pinta las costumbres, la cultura, las diversiones públicas, -la vida de los chilenos, y por todo esto debe interesarnos doblemente.</p> - -<p>Si yo no logro que interese, extractando aquí algo de su contenido, -culpa será de lo desmañado del extracto, y tal vez asimismo de la -profunda humildad que abate en el día el espíritu de los españoles, -sobre todo de los españoles más <i>elegantes</i>.</p> - -<p>Se les ha metido en la cabeza que en España todo es malo ahora. De donde -nace la sospecha de que todo fué malo en las edades pasadas. Nada es -bueno sino lo de París. Y entre todas las cosas buenas en París y malas -en España, nada es allí mejor y aquí peor que el teatro: actores y -autores.</p> - -<p>Y si actores y autores son malos en España, no es de presumir que en -Chile, prolongación de España en esto de literatura y de arte, sean -buenos tampoco.</p> - -<p>Aunque sea empezar por lo secundario, voy á empezar hablando de los -actores.</p> - -<p>Estos españoles <i>elegantes</i>, á que he aludido y que todo lo censuran, -rara vez se dignan escribir para el público; pero sus opiniones -desdeñosas se propagan en las tertulias, y en un país como el nuestro, -donde se lee poquísimo y donde se habla mucho, y se oye más que se lee, -las murmuraciones de viva voz tienen acaso más eco que<span class="pagenum"><a name="page_241" id="page_241">{241}</a></span> lo que nosotros, -los que escribimos para el público, ponemos en letras de molde.</p> - -<p>Además, los que escribimos para el público, á fuerza de hipérboles -encomiásticas, hemos perdido crédito y autoridad, y se nos hace menos -caso que á la lluvia quien oye llover. Y, sin embargo, ya es difícil -dejar de ser magníficos en el encomio. Cuando queremos ser razonables, -ofendemos á los encomiados. Llamar distinguido á un literato equivale -hoy á llamarle adocenado ó de tres al cuarto, y llamar simpática á una -señora equivale á llamarla fea y tonta.</p> - -<p>Para remediar tanto mal importa restablecer el primitivo sentido de los -vocablos, y que toda alabanza valga lo que debe valer. Importa asimismo -no disimular los defectos, y aun reconocer algunos de los fundamentos y -razones en que se apoyan los que denigran.</p> - -<p>Convengamos en que los actores de París son excelentes; pero convengamos -también en que muchas de sus excelencias nacen de que son ellos de -París; y como los de Madrid no son de París, es equitativo perdonarles -la falta de esas excelencias que en ser de París estriban.</p> - -<p>En España, dicen, y acaso con razón, no hay actores para eso que llaman, -creo, la alta comedia, en que figuran personajes de la <i>high life</i>; -pero, por desgracia, todo es exótico en esta <i>high life</i>. ¿Cómo ha de -aprenderlo é imitarlo el actor ó la actriz que no ha salido de España? -¿Dónde están los amartelados lores ingleses, los ricos americanos, los -rusos tiernos y muníficos, que adiestren con su trato á nuestras -actrices en<span class="pagenum"><a name="page_242" id="page_242">{242}</a></span> todos los primores del buen tono, y que les abran el camino -de las joyerías y de los talleres de los <i>modistos</i> inspirados y -costosos? La actriz española, hablo en general, sólo conoce todo esto de -oídas. No lo ha <i>vivido</i>. Tal vez la actriz española, al pasar de su -casa á las tablas, pasa del mundo real á un mundo fantástico, mientras -la actriz francesa sigue en su elemento.</p> - -<p>Otro defecto de que son acusadas nuestras actrices es más verdadero aún -y tiene menos excusa: el del continuo lloriqueo ó gimoteo, del sollozo -incesante, de lo que, con voz familiar, se llama <i>hipido</i>. Depende esto -de gran fuerza de imaginación y de cierta <i>presciencia</i> estética. -Figurémonos un drama en cinco actos. Durante los cuatro primeros, la -heroína es dichosa en amores, en bienes de fortuna, en todo; pero en el -último ocurre la catástrofe, y tiene la heroína que arrojarse por un -tajo, ó que morir envenenada, ó que parar en las Recogidas ó en el -manicomio.</p> - -<p>Como en la realidad la heroína no hubiera presentido ni sabido nada de -lo que le iba á suceder, lo natural es que hubiese estado más alegre que -unas castañuelas durante los cuatro primeros actos; pero, en la ficción, -como la actriz ha leído el drama, y sabe en qué va á parar todo aquello, -lo llora sin poderlo remediar, y lo lamenta mucho desde el principio. De -esto es menester corregirse, olvidando el actor y la actriz, al salir á -la escena, el tremendo fin que les aguarda.</p> - -<p>Otro defecto tienen, por lo común, nuestros actores, contra el cual se -pone el grito en el cielo: cantan los versos demasiado, y se -entusias<span class="pagenum"><a name="page_243" id="page_243">{243}</a></span>man tanto cantándolos, que, según aseguran los detractores, -parecen energúmenos, y rompen ó descomponen los tímpanos del auditorio.</p> - -<p>Además, como no hay garganta, aunque sea de bronce, que resista á tan -desaforados aullidos, el ó la que los da se enronquece, y se diría que -va á ahogarse, fatigándose con la carraspera é infundiendo en el público -el cansancio y el dolor que se apoderan de los órganos respiratorios. -Unese á este disgusto el de la monotonía, porque la música ó melopeya -con que el actor ó la actriz canta los versos es siempre la misma, y hay -quien supone que no se puede aguantar al cabo de un rato.</p> - -<p>Muchas de estas observaciones son justas, y no he de negar yo que -conviene corregirse de los defectos que delatan.</p> - -<p>Con lo que no me conformo es con que los actores franceses no tengan -semejantes defectos y aun peores. También ellos gastan tonillo para -recitar los versos, tonillo mil veces más inaguantable por lo monótono. -¿Cómo comparar el martilleo de los alejandrinos pareados, en una lengua -sin prosodia, con la variedad de acentos y cesuras que hay en el -endecasílabo español, por ejemplo? Si no fuera porque todo lo de París -nos hechiza, ¿qué oídos españoles habrían de sufrir un drama francés, -todo en verso? Por fortuna, se dice, los dramas franceses están hoy casi -siempre en prosa; contra lo cual nada he de decir, á fin de no entrar en -la cuestión de si debe á no desecharse el verso, porque en francés sea -cansado, sobre todo á la larga. Pero añaden al<span class="pagenum"><a name="page_244" id="page_244">{244}</a></span>gunos, y yo me pasmo de -oírlo, que no importa que haya verso, con tal de que suene como prosa y -parezca prosa cuando se recita. La verdad, no entiendo qué propósito ha -de tener una dificultad vencida, si no ha de nacer de ella efecto -sensible; si al espectador inocente y profano se le podrá decir al salir -del teatro: Pues mire Ud., eso que ha oído, y que le ha parecido prosa -tan natural y tan llana, es verso todo.</p> - -<p>Lo que sí confieso es que los actores franceses no chillan ni se -desgañitan como los nuestros: economizan más el resuello y el empuje de -los pulmones; pero en cambio tienen el <i>subrayado</i> ó la <i>letra -bastardilla</i>, que, lo que es á mí, me encocora mucho más. Un actor ó una -actriz de Francia, de pretensiones y de fuste, no se contenta con -aprender bien su papel y declamarle con el sentido, y con el accionar, -el gesto y la expresión convenientes, realzando así su papel y -completándole. No, señor; ha de <i>crear el papel</i>. Y por culpa de la -perversa y soberbia aspiración que denota la frase, tan contraria á la -piadosa sentencia de Quevedo, de que el crear es un oficio</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Que sólo le sabe Dios<br /></span> -<span class="i0">Con su poder infinito,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">apenas queda palabra del papel que el actor no <i>subraye</i>, procurando -poner en ella ideas y sentimientos que no se le ocurrieron al poeta al -escribir la obra. Yo había entendido siempre que el verdadero productor -ó inventor de los personajes de un drama es el poeta que le escribe; y -que el actor lo que hace es interpretar fiel y há<span class="pagenum"><a name="page_245" id="page_245">{245}</a></span>bilmente la invención -ó producción del poeta, presentándola de bulto, viva y animada. Hacer -esto bien es grande arte y muy rara y laudable habilidad; pero en lo de -<i>crear el papel</i>, ó hay <i>filfa</i>, ó se da ocasión á la más monstruosa -discordancia. Si el actor recita y acciona interpretando bien la mente -del poeta, hará algo de sublime, de estupendo, de todo lo que se quiera, -pero no creará el papel; y si para crearle va torciendo las palabras que -repite de memoria, dándoles distinto valer y significado á fuerza de -<i>subrayar</i>, ó también con los adornos mímicos que les pone, tal vez -resultará que el personaje así representado sea fenómeno inaudito, caso -teratológico, ser doble: uno, según el sencillo valor gramatical de lo -que dice; y otro, según las <i>sublíneas</i> del actor y sus ademanes y -muecas.</p> - -<p>Infiero yo de esta larga digresión, ó mejor diré preámbulo, que todo el -mundo es Popayán, que no es oro todo lo que reluce, y que, tanto aquí -como en París, el arte es difícil, los aciertos son raros, lo malo -abunda y lo bueno escasea.</p> - -<p>Sobre los autores, ó sea sobre la literatura dramática de España, diré -menos aún. Me parece tan evidente mi propia opinión y tan infundada la -contraria, que ésta no merece que se refute.</p> - -<p>No son muchas las naciones del mundo que han tenido ó tienen un gran -teatro; y entre estas naciones figuran como las primeras, Grecia en lo -antiguo, y en las modernas edades España é Inglaterra. Concedamos que -Francia tiene también un gran teatro, pero no le sobreponga<span class="pagenum"><a name="page_246" id="page_246">{246}</a></span>mos al -nuestro. No se ha agotado el filón de la dramática española. Todavía -podemos contraponer los dramas de Echegaray á los de Sardou, y los -sainetes de Ricardo Vega y de otros á los más chistosos <i>vaudevilles</i>.</p> - -<p>Con este concepto elevado de nuestro teatro ya se puede prestar atención -y mirar sin desdén al teatro de Chile, que es retoño del nuestro.</p> - -<p>Como el Sr. Amunátegui cree también que es retoño del teatro español el -teatro chileno, lejos de deprimir, ensalza el árbol de que ha brotado el -retoño, y celebra su hermosura, fecundidad, constante florecimiento y -lozanía. Para él, Lope y Calderón, «gigantes de inmensa fama, han legado -á la posteridad obras maestras, cuya excelencia se ha proclamado por la -humanidad entera sin protesta ni discrepancia alguna. Tirso de Molina, -Alarcón, Moreto y otros, son capitanes capaces de igualar y aun de -superar á sus jefes, en tal cual ocasión». «Esta savia poderosa, añade, -no se ha agotado con el transcurso del tiempo.» Y luego celebra á -Martínez de la Rosa, á Bretón, al duque de Rivas, á López de Ayala, á -Gil y Zárate, á García Gutiérrez, á Hartzenbusch y á Zorrilla. De Tamayo -dice que «ha compuesto dramas que han dado la vuelta al mundo, que han -sido traducidos en todo idioma y que han sido representados en todo -país». Y en elogio de Echegaray, le llama «obrero poderoso del arte, -que, en medio de demasiados horrores y de muchas inverosimilitudes, -concibe escenas magníficas y pensamientos espléndidos, sin perjuicio de -haber dado á luz dos obras muy<span class="pagenum"><a name="page_247" id="page_247">{247}</a></span> notables: <i>Locura ó santidad</i> y <i>El gran -Galeoto</i>».</p> - -<p>Proclamando así el Sr. Amunátegui la fecunda y perenne vida del teatro -español, lo que extraña y deplora es que aun sea tan pobre el chileno. -«¿Cuál es la razón, exclama, de que nosotros no hayamos sido movidos por -igual impulso? ¿De qué depende que andemos rezagados en ese camino, á -cuyo término se divisa la gloria?»</p> - -<p>En mi sentir, es obvia la razón de este atraso. El teatro llega después -de otros géneros poéticos: en la plena madurez de la literatura -nacional; y Chile, como nación independiente, cuenta pocos años de vida. -No debe inferirse, por lo tanto, que la literatura chilena no será rica -en obras dramáticas porque ya no lo ha sido.</p> - -<p>El conocimiento de lo que Chile ha hecho hasta ahora, aunque sea poco, -es interesante, y voy á dar de ello una idea, recorriendo á largos pasos -el extenso campo que el Sr. Amunátegui recorre.</p> - -<p>Apenas había pasado un siglo desde el descubrimiento y la conquista, á -mediados del <small>XVII</small>, ya en Chile se representaban comedias. No había -teatros, y las representaciones se hacían en los cementerios, en las -fiestas religiosas y en los conventos de monjas y frailes. Claro está -que tales comedias se procuraba que fuesen <i>á lo divino</i>: de vidas de -santos y de otros asuntos devotos.</p> - -<p>El obispo de Santiago era á la sazón, por los años de 1657, un varón -piadosísimo, aunque tolerante y alegre, de aquella santa alegría que se -regula por la eutropelia cristiana. D. Fray Gaspar de Villarroel gustaba -muchísimo de las co<span class="pagenum"><a name="page_248" id="page_248">{248}</a></span>medias, y hacía sabia y elocuentemente su defensa. -Para ello se valía de un medio ingenioso. Suponía que los padres y -doctores de la Iglesia han anatematizado el teatro, porque en lo antiguo -eran los dramas tan lascivos, tan deshonestos y tan indecentemente -representados, «que fué menester que los santos armasen contra ellos -todas sus plumas». Pero, en los días del señor obispo, los dramas nada -tenían ya de pecaminosos, y, por lo tanto, no había para qué -prohibirlos.</p> - -<p>Aducía el señor obispo como prueba que Lope escribió comedias á pesar de -haber vivido tan reformado en sus postreros años, ordenádose de -sacerdote y dado á Dios lo asentado y sesudo de su edad. El señor obispo -no podía haber leído el curioso libro del Sr. Asenjo Barbieri sobre los -<i>últimos amores</i> del gran poeta; pues si no, ya hubiera visto con dolor -adónde fueron á parar el <i>asiento</i> y el <i>seso</i> de que habla. Pero de -todos modos, el razonamiento de D. Fray Gaspar de Villarroel era -irrefutable: Lope hizo comedias á vista del arzobispo de Toledo, del -nuncio de Su Santidad y del Consejo Supremo de Castilla, y no es de -suponer que personas tan santas lo hubieran sufrido si las comedias -fuesen pecado. Otro argumento más poderoso aún añade el señor obispo: -«Nuestros católicos reyes—dice—tienen en su salón comedias cada -martes.» <i>Ergo</i> ni el componer, ni el representar, ni el oir comedias es -pecado. «Unos amores, honestamente referidos, concluye su señoría -ilustrísima, no inducen á pecar juicios cuerdos.»<span class="pagenum"><a name="page_249" id="page_249">{249}</a></span></p> - -<p>Sin embargo, el señor obispo, con cierta apariencia de contradicción, -gustando mucho de las comedias, aborrecía á los farsantes, y los llamaba -<i>canalla</i> y <i>gente perdida</i>. No podía elogiarlos, aunque quisiese, y él -mismo cuenta que, en sus mocedades, hallándose en Madrid, predicó en la -iglesia de San Sebastián un sermón, en una función que los farsantes -costeaban, y que los trató tan mal, que los curas de la parroquia le -dieron por baldado para su púlpito y los de la cofradía estuvieron á -punto de apedrearle.</p> - -<p>Esta ojeriza contra los comediantes inclinaba además al señor obispo á -amonestar á los padres y á los maridos para que no llevasen al teatro á -sus hijas y mujeres: por donde el espectáculo debía ser para hombres -solos. Las mujeres se exponían mucho oyendo comedias. En apoyo de esto, -contaba el señor obispo un caso ocurrido, á lo que parece, en Lima, y en -que él había intervenido: «Una miserable tragedia de cierta doncella -principalísima. Crióse sin madre, y colgó su padre en ella grandes -esperanzas. Tenía cien mil ducados que darle en dote. Fué á una comedia -y aficionóse á un farsante. Desatóse el listón de una jervilla, y -enviósele con su criada. Y díjole de parte de su señora que en la -primera comedia que representara se le pusiera en la gorra. Estimó el -favor de la dama, pero temió por su vida. Perseguíale ella. Pidióme -consejo: di el que debía; pero vencieron la codicia y la hermosura.»</p> - -<p>Hazte cargo de lo que sucedería siendo joven y guapo el farsante, y la -doncella tan determinada<span class="pagenum"><a name="page_250" id="page_250">{250}</a></span> y fogosa que le envió de buenas á primeras la -cinta de sus zapatos ó botines.</p> - -<p>De todos modos, yo hallo cruel que el obispo Villarroel condenase á las -mujeres á no oir comedias porque oyéndolas había pecado una; pero aun -así, Villarroel fué el menos severo de los obispos. Otro hubo, D. Manuel -de Aldai, cuya rigidez impidió que se fundase en Chile teatro -permanente, en el año de 1778. El Sr. Aldai afirmaba que, según la -mayoría de los teólogos, era pecado mortal el asistir á las comedias.</p> - -<p>Con tan firme oposición, y en una colonia sumisa y obediente á la tutela -de la autoridad eclesiástica, no era posible que el teatro floreciese.</p> - -<p>Aun así, hubo varias representaciones, con ocasión de grandes fiestas y -solemnidades, señalándose entre todas las que tuvieron lugar en 1693 -para celebrar el casamiento del nuevo presidente D. Tomás Marín de -Poveda con la señorita peruana D.ª Juana Urdánegui, hija del marqués de -Villa Fuerte. En esta ocasión se dió en Chile el primer drama escrito -allí, titulado <i>El Hércules chileno</i>.</p> - -<p>Con todo, la oposición, según hemos dicho, de la autoridad eclesiástica, -que hasta por motivos económicos prohibía las representaciones, á fin de -evitar gastos de trajes y galas, en un país entonces pobre, no permitió -que la afición al teatro creciera y diera fruto. Las representaciones -dramáticas siguieron haciéndose muy de tarde en tarde y con lamentable -pobreza y falta de medios: sin decoraciones, sin vestuario y con actores -improvisados.<span class="pagenum"><a name="page_251" id="page_251">{251}</a></span></p> - -<p>En 1777 hubo un empresario que formó compañía de actores para -representar autos. Y dice un autor, describiendo estas representaciones, -que «algunos mulatos notables por su desplante estaban vestidos de -casacas, como los oficiales de la guardia del gobierno, para representar -á los reyes magos, á Herodes y á Pilatos; y dos ó tres mujeres, más -recomendables por su locuacidad que por la cultura de sus maneras, se -habían cubierto de vistosas sayas para desempeñar los papeles de Santa -Ana, de Santa Isabel y de la Virgen María.» Ni es muy de extrañar esta -falta de exactitud histórica en la indumentaria. De principios de este -siglo he oído yo contar á testigos oculares haber asistido en ciudades -de esta Península á la representación de <i>El maestro de Alejandro</i>, y -haber visto á Aristóteles de abate, con traje negro, chupa y calzón -corto, zapato de hebilla de plata, capita y tricornio.</p> - -<p>Todavía se infiere de lo citado un no pequeño progreso en el arte -escénico de Chile en 1777. Ya entonces representaron mujeres, cuando era -lo común que para los papeles de mujeres sirviesen muchachos.</p> - -<p>En suma, durante casi todo el tiempo del régimen colonial, ni floreció -ni pudo florecer el teatro en Chile. Para divertir al público y -proporcionarle espectáculos había otras tres ó cuatro cosas más fáciles -de hacer, y que se hacían más á menudo á despecho casi siempre de los -obispos, en extremo celosos de la moral de sus ovejas.</p> - -<p>Estos otros espectáculos, que agradaban en<span class="pagenum"><a name="page_252" id="page_252">{252}</a></span> Chile y á los que la gente -acudía con entusiasmo, eran las corridas de toros, que después de la -independencia prohibió perpetuamente el Congreso por ley de 1823: las -<i>chinganas</i> y los retablos de nacimientos, contra los cuales, á pesar de -ser tan religioso el asunto, se estrelló también el obispo Aldai y los -prohibió bajo pena de excomunión mayor, porque aseguraba y lamentaba -que, merced al agolpamiento y apreturas de los muchos sujetos de ambos -sexos que acudían á ver los nacimientos, sobrevenían mil desmanes. Las -mismas corridas de toros habían dado motivo á quejas semejantes, porque -terminada la función y ya de noche, hombres y mujeres, ellos embozados y -tapadas ellas, se acogían debajo de los tablados provisorios con el -pretexto de tomar dulces, refrescos ó licores, de lo que resultaban -escenas poco edificantes.</p> - -<p>Las corridas de toros tenían además otro grave peligro, no habiendo -circo á propósito. Era frecuente que los toros bravos se escaparan, -causando no pocos males, pues no siempre hacía Dios un milagro para -salvar á la gente, como el milagro que se cuenta en la <i>Vida del -venerable siervo de Dios fray Pedro Bardesi</i>. Este fray Pedro detuvo un -toro que corría furioso por las calles de Santiago: se arrancó una manga -del hábito y se la puso al toro en el hocico, y el toro se hincó de -rodillas para venerarla y besarla, y entonces acudieron los de la plaza -y le ataron y se le llevaron sin resistencia como si fuese cordero.</p> - -<p>La otra gran diversión, que suplía el teatro, y que más tarde compitió -con él y pugnó por ven<span class="pagenum"><a name="page_253" id="page_253">{253}</a></span>cerle, fué la diversión de las <i>chinganas</i>. Eran -reuniones donde se bailaban los preciosos bailes del país, y -singularmente la <i>zamacueca</i>; pero el tratar de esto requiere detención, -y lo dejo para la carta siguiente.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>3 de Diciembre de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>II</h3> - -<p>Querido primo: Siguiendo hoy en el ligero extracto del curioso y extenso -libro de Amunátegui, veo que las <i>chinganas</i> fueron el obstáculo más -persistente contra el florecimiento del teatro; florecimiento que, más -que nadie, promovieron después de la independencia de Chile los dos -famosos literatos D. Andrés Bello y D. José Joaquín de Mora.</p> - -<p>La afición á las <i>chinganas</i> persistió y aun se recrudeció pasado ya el -primer tercio del siglo presente. Por esta afición, los teatros quedaban -desiertos.</p> - -<p>Contribuía poderosamente á tal resultado la malevolencia contra el -teatro del clero y del partido clerical, malevolencia no infundada, ya -que el teatro, de que gustaban y que concebían los doctos de entonces, -era una escuela de moral, que reemplazaba al púlpito con ventaja, y -donde habían de enseñarse además virtudes cívicas y pa<span class="pagenum"><a name="page_254" id="page_254">{254}</a></span>trióticas, y odio -y desconfianza á la religión y á los sacerdotes.</p> - -<p>Resultaba asimismo de este prurito de doctrinar desde la escena que no -se podía dar en el teatro nada divertido, sino tragedias pesadas y -filosóficas, traducidas ó imitadas del francés, y donde todo se volvía -sermonear y despotricarse contra los tiranos sacros y profanos de todas -las edades. Era tal la tiramira de desvergüenzas con que los varones -libres y virtuosos atarazaban á los tiranos, que casi parecían ellos los -tiranos, y los tiranos las víctimas, hasta que á lo último perdían los -tiranos la paciencia y mandaban degollar á los otros. En suma: había -razones, hasta cierto punto plausibles, para justificar ó disculpar la -preferencia que se daba en general á las <i>chinganas</i>.</p> - -<p>Yo creo que éstas habían de ser, ó son, si subsisten aún, algo parecido -á nuestros cafés, en donde se canta y se baila á lo <i>flamenco</i>, por más -que las <i>chinganas</i>, si hemos de no ver exageración en lo que dice D. -Andrés Bello, eran más frecuentadas por toda clase de gentes, y daban -mayor pábulo á la deshonestidad y á la licencia. Yo presumo que Bello, -cegado y exaltado por el espíritu de partido, exagera mucho cuando -califica á las <i>chinganas</i> de burdeles autorizados, «donde la confusión -de todo género de personas afloja los vínculos de la moral y abre la -puerta á la corrupción, donde los movimientos voluptuosos, las canciones -lascivas y los dicharachos insolentes hieren con vehemencia los sentidos -de la tierna joven, á quien los escrúpulos de sus padres ó las<span class="pagenum"><a name="page_255" id="page_255">{255}</a></span> -amonestaciones del confesor han prohibido el teatro».</p> - -<p>Bello y Mora siguieron declamando contra las <i>chinganas</i> y en favor del -teatro con poco fruto por lo pronto. Ellos mismos hubieron de entrever -que en gran parte tenían la culpa las tragedias pseudoclásicas, tan -cívicas y filosóficas, y las comedias docentes á la francesa; y ya -proponían que se representasen obrillas más alegres y de menos doctrina -y comedias del antiguo teatro español.</p> - -<p>Mora, calculando que no podía vencer á la Terpsícore chilena, trató de -adularla, de educarla y de hacer de ella una poderosa aliada. Para esto, -así como había redactado el Código fundamental ó Constitución de Chile, -quiso reglamentar el baile y convertir á los chilenos en un pueblo de -bailarines honestos y morigerados. Propuso que se organizasen por todo -Chile comparsas de danzantes de doce ó más parejas, de un solo sexo ó de -los dos, destinadas á bailar en los grandes días festivos, acordándose, -sin duda, de David y de los seises. Cada parroquia había de tener su -número completo de bailarines que bailasen con trajes airosos y decentes -al son del tamboril y de una gaita delante de la iglesia al concluirse -los oficios divinos, y luego, por la tarde. Asimismo se les había de -permitir ir á bailar en los días de cumpleaños y en los casamientos de -las personas más condecoradas del barrio, para de este modo mantener -trajes y músicos. Y, por último, en las grandes festividades nacionales -debían ir á la Plaza Mayor á tejer con arcos,<span class="pagenum"><a name="page_256" id="page_256">{256}</a></span> guirnaldas y espadas, -varias danzas que entretuviesen á la muchedumbre.</p> - -<p>Mora se prometía de todo esto mil beneficios que elocuentemente expone. -Casi da lástima de que su proyecto no cuajase. Pero dejemos lo -coreográfico y volvamos á lo dramático.</p> - -<p>Cuando Chile era colonia aún, cabe la honra á España de haber fundado -allí un teatro, aunque provisional, menos efímero que los anteriores. El -último capitán general y presidente de la Audiencia, superintendente de -Hacienda, etc., que allí tuvo España, se llamaba D. Casimiro Marcó del -Pont, y era vehemente aficionado á comedias. A pesar, pues, de la -oposición del clero y de la gente devota, hubo teatro en su tiempo. En -él se representaban aún comedias españolas castizas, del gusto antiguo.</p> - -<p>Pronto vino la independencia, el ejército patriota triunfó en Maipo, y -en seguida empezaron á pedir los periódicos que hubiese un buen teatro -para la república, donde aprendiesen los ciudadanos á ser libres, á -odiar á los tiranos y á combatir por la patria.</p> - -<p>El general director D. Bernardo O’Higgins comprendió todo lo útil y -transcendental del teatro como escuela de costumbres y de virtudes -cívicas, y encargó á uno de sus ayudantes, D. Domingo Arteaga, para que -organizase una compañía de cómicos y construyese un <i>buen coliseo</i> -permanente.</p> - -<p>Se construyó éste y se estrenó en 1820.</p> - -<p>En el telón se leía, en letras de oro, el siguiente dístico:<span class="pagenum"><a name="page_257" id="page_257">{257}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Hé aquí el espejo de virtud y vicio:<br /></span> -<span class="i0">Miraos en él y pronunciad el juicio.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Lo grave y serio del público y de los actores no respondía aún á la -gravedad y seriedad del dístico citado. En el teatro, que era de madera, -y malo, reinaba chistosa franqueza patriarcal. En cierta ocasión, la -Lucía, actriz mimada del público, se enojó porque la silbaron, y lanzó á -los concurrentes, con ademán desdeñoso, «la palabra más puerca que puede -salir de la boca de una irritada verdulera». Otra vez, durante la -representación del <i>Otelo</i>, un inglés encendió un puro y se puso á -fumar, lo cual estaba prohibido. El soldado, que hacía cerca centinela, -le dijo que apagase, y el inglés se echó sobre él para quitarle el -fusil. Se armó brava pendencia entre el inglés y el soldado, y público y -actores prescindieron de la tragedia para contemplar la realidad.</p> - -<p>Entonces el general O’Higgins sacó el cuerpo fuera del palco y gritó: -«Muchacho, cuidado con que te quiten el fusil». Animado el militar con -esta voz de mando y aliento, logró desasir el arma de las garras -británicas, y aplicó un buen culatazo al inglés, tumbándole en el suelo. -Se le llevaron, y siguió la representación interrumpida.</p> - -<p>Visto que este primer teatro era peor que un corral de títeres é -infundía poco respeto, D. Domingo Arteaga siguió afanándose y logró -construir otro teatro, ya bueno y respetable, que se abrió al público en -1827.</p> - -<p>Por aquella época llegó á Chile el gran protector del teatro.<span class="pagenum"><a name="page_258" id="page_258">{258}</a></span></p> - -<p>D. José Joaquín de Mora llegó á Chile, llamado por el jefe del Estado, -D. Francisco Antonio Pinto, para que contribuyera «á derramar el -bautismo de la ilustración en una sociedad que acababa de nacer á la -vida del entendimiento».</p> - -<p>Se renovó en Mora aquello que se cuenta de antiguos sabios de la Grecia, -que eran llamados por las remotas colonias para darles Constitución y -leyes é iluminarlas con su sabiduría.</p> - -<p>Uno de los mil medios de que se valió Mora para mostrar su actividad -fecunda y cumplir su misión de sabio civilizador, fué componer -alocuciones en verso que se recitaban en el teatro. Claro está que estas -alocuciones, donde los españoles son pintados como tiranos, no se -insertaron en las colecciones que Mora hizo más tarde de sus poesías, en -Cádiz en 1836, y en Madrid en 1853. Por lo demás, así estas alocuciones -como otros versos chileno-patrióticos ó ultraliberales que hizo Mora en -Chile y que nos da á conocer é inserta Amunátegui, salvo el gusto -acendrado y la maestría en la lengua y en la metrificación que revelan, -no contienen bellezas por donde puedan ponerse muy por cima de lo -mediano.</p> - -<p>En lo satírico brilla más Mora en estos versos que sólo publicó en -Chile. Hay algunas letrillas, como la titulada <i>En tiempo de los -Borbones</i>, que le valieron en Chile el título de Beranger español. A -Mora, con todo, le ocurría lo que á Arquíloco: la rabia le armaba del -jambo; era más poeta cuando se revolvía furioso contra los que -personalmente le ofendían; y así, con ser injusto é<span class="pagenum"><a name="page_259" id="page_259">{259}</a></span> ingrato cuando -insulta á los chilenos, al ver que los del nuevo partido no le protegen -ni quieren ya que siga <i>iluminándolos</i>, Mora es entonces mucho más -poeta. Admiremos la ironía cruel y el osado denostar de estos tercetos:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Borrón es de la patria torpe y feo<br /></span> -<span class="i0">Que á inocularnos venga un perro godo<br /></span> -<span class="i0">En exótica charla y devaneo.<br /></span> -<span class="i0">Raciocinemos, pues, á nuestro modo,<br /></span> -<span class="i0">O más bien rebuznemos, que es lo mismo.<br /></span> -<span class="i0">A uno gusta el almizcle y á otro el lodo.<br /></span> -<span class="i0">Eso sí: guerra eterna al despotismo;<br /></span> -<span class="i0">Sacudimos el yugo, por supuesto.<br /></span> -<span class="i0">¡Viva la patria! ¡Viva el patriotismo!<br /></span> -<span class="i0">Ya de Castilla el pabellón funesto<br /></span> -<span class="i0">No profana esta tierra venturosa.<br /></span> -<span class="i0">Vengan de Londres los millones: presto.<br /></span> -<span class="i0">¡Qué ridícula farsa! ¡Qué afrentosa!<br /></span> -<span class="i0">¡Qué engañifa de bobos! ¡Qué miseria<br /></span> -<span class="i0">Por término de lucha tan gloriosa!<br /></span> -<span class="i0">De reir y llorar larga materia<br /></span> -<span class="i0">Damos al universo: aquí está el llanto<br /></span> -<span class="i0">Y suenan carcajadas en Iberia.<br /></span> -<span class="i0">De libertad el nombre sacrosanto<br /></span> -<span class="i0">En boca de un gaznápiro insolente<br /></span> -<span class="i0">Sólo produce destrucción y espanto.<br /></span> -<span class="i0"><i>Virgen del mundo</i>, <i>América inocente</i>,<br /></span> -<span class="i0">Bien entiende de vírgenes Quintana:<br /></span> -<span class="i0">Llámela vieja, estólida ó demente.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>No sólo contó en Chile el teatro con un gran promovedor español, como lo -fué Mora, sino que los primeros actores de más valía fueron españoles -también.</p> - -<p>Cuando recibió el encargo de formar compañía D. Domingo Arteaga, era -comandante del depósito de prisioneros, y tuvo la feliz ocurren<span class="pagenum"><a name="page_260" id="page_260">{260}</a></span>cia de -sacar de entre dicha gente actores, comparsas y sirvientes para su -teatro.</p> - -<p>Al coronel Latorre, prisionero en la batalla de Maipo, le nombró -director, y de un sargento sevillano, llamado Francisco Cáceres, que se -rindió con la guarnición de Valdivia, cuando lord Cochrane se apoderó de -aquella plaza, hizo un primer galán celebérrimo y muy encomiado por su -arrogante figura, por su voz argentina y briosa, y por otras brillantes -prendas, que le convirtieron desde luego, y á pesar de su completa -carencia de instrucción, en el favorito del público.</p> - -<p>Como en el depósito no había prisioneras, tampoco pudo haber, por lo -pronto, damas españolas en la compañía. La primera dama fué la chilena -Lucía Rodriguez, muy querida del público, y que se desahogaba con él, -cuando se consideraba ofendida, con el desenfado que hemos dicho.</p> - -<p>No tardó, con todo, en aparecer en Santiago una <i>dama</i> española, que -venía precedida de brillante reputación, y tenía las calidades que más -agradaban entonces. Se llamaba doña Teresa Samaniego, y era admirable -para expresar los sentimientos de heroicidad patriótica. En Barcelona, -cuando, con motivo de no sé qué guerra, salió á campaña un cuerpo de -ejército, se mostró la Samaniego, en las tablas, vestida de amazona, con -otras que con iguales trajes la seguían, é hizo á los militares una -alocución que terminaba:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i2">Nosotras con las manos delicadas<br /></span> -<span class="i0">Ceñiremos al menos las espadas.<span class="pagenum"><a name="page_261" id="page_261">{261}</a></span><br /></span> -<span class="i0">Id, hijos, os diremos; id, esposos:<br /></span> -<span class="i0">Volved á nuestros brazos amorosos,<br /></span> -<span class="i0">Si vencéis en la lid;<br /></span> -<span class="i0">Pero, vencidos, no tornéis: morid.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Se concibe que dicho esto con brío y gracia por una mujer guapa y -discreta, había de levantar en masa á un pueblo entusiasta y empeñado en -una lucha patriótica, y hacerle romper en aplausos frenéticos.</p> - -<p>Así es que la Teresa Samaniego fué muy aplaudida en Chile.</p> - -<p>Llegó allí con ella un gracioso, llamado don Francisco Villalba, que -hacía reir mucho y se ganó la voluntad del público. Tenía este gracioso -otras varias habilidades, y entre ellas la de ser pintor de -decoraciones, haciéndose aplaudir tanto ó más como pintor que como -actor.</p> - -<p>Otro forastero, D. Francisco Rivas, catalán, se unió con Villalba, y -haciendo de galán compitió con Cáceres, y casi venció á este rival.</p> - -<p>Entre tanto, como el teatro seguía siendo escuela de liberalismo, las -tragedias que más gustaban eran la <i>Jornada de Maratón</i>, <i>Roma libre</i>, -la <i>Muerte de César</i> y <i>Catón en Utica</i>.</p> - -<p>Un crítico á la moda entonces, Camilo Henríquez, sostenía y divulgaba -que el teatro no era mero pasatiempo, sino institución social para -difundir máximas patrióticas y formar costumbres cívicas. «La sublime -majestad de Melpómene, decía, debe llenar la escena, inspirar odio á la -tiranía y desplegar toda la dignidad republicana.»</p> - -<p>Aspiraba Henríquez y otros revolucionarios<span class="pagenum"><a name="page_262" id="page_262">{262}</a></span> vehementes á que, lograda la -independencia de la América española, no siguiese ésta siendo un remedo -de España, estancada ó retrógrada; y para lanzar á los pueblos -emancipados por la vía del progreso, encontrábase que era menester -vencer el espíritu clerical. Misión fué, pues, del teatro, á más de -infundir patriotismo heroico, propagar el odio á la hipocresía, á la -Inquisición y á las creencias fanáticas.</p> - -<p>Se reprobaba en el teatro todo lo que era fútil, enervante y afeminador. -Camilo Henríquez llegó á calificar de <i>bufonada inmoral El sí de las -niñas</i>. Cuando así se trataba á Moratin, ya imaginará cualquiera cómo -serían tratados nuestros autores dramáticos del siglo <small>XVII</small>: de -fanáticos, serviles, inquisitoriales, absurdos, supersticiosos y -ultramonárquicos.</p> - -<p>Es divertidísimo seguir paso á paso, en el libro de Amunátegui, todas -las peripecias de esta lucha entre clericales y anticlericales, ó más -bien entre librepensadores y católicos, que se dió en Chile en torno de -los teatros.</p> - -<p>El librepensamiento se había encastillado en los teatros para combatir -al clero desde allí. El clero propalaba que iba á caer fuego del cielo y -abrasar los teatros. Desde éstos, en cambio, se arrojaban contra el -clero tremendas diatribas.</p> - -<p>La más ruidosa fué el <i>Aristodemo</i>, no la tragedia de Monti, sino otra -compuesta por un poeta, creo que de Buenos Aires, llamado D. Miguel -Cabrera Nevares. El <i>Aristodemo</i> estaba lleno de feroces declamaciones -contra el sacerdocio. Para que á nadie le cupiese duda de que se aludía -en<span class="pagenum"><a name="page_263" id="page_263">{263}</a></span> la tragedia al clero católico, el <i>Boletín del Monitor</i> interpretaba -las fuertes razones del filósofo Polignosto, que era quien llevaba la -voz docente en la tragedia, la cual, según dicho <i>Boletín</i>, «difundía -principios luminosísimos sobre el carácter de esos hombres viciosos, á -quienes la ignorancia ha deificado, ofuscada con sus intrigas -tenebrosas. El hombre ilustrado ve en el sumo sacerdote Cleofante al -obispo de Roma, y en sus secuaces, al clero fanático, enriqueciéndose á -costa de la necia credulidad.»</p> - -<p>Con el <i>Aristodemo</i> hacía juego, por lo cómico, <i>El abate seductor</i>, -donde se pintaba á un clérigo libertino y taimado. Los periodistas -liberales excitaban á los padres de familia á llevar á sus muy caras -hijas á ver dicha comedia para que estudiasen las malas artes y supiesen -defenderse contra ellas, «pues son las mismas que han usado y usan los -presentes abates de nuestro suelo».</p> - -<p>No bastando estas representaciones, se hacían también peroratas -anticlericales en verso, desde la escena. En Santiago, el actor D. Luis -Ambrosio Morante, que era también poeta, aunque malo, recitó una, que -empezaba:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">¿Por qué será que en la era de las luces<br /></span> -<span class="i0">Se haya de introducir el fanatismo?<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Y en Valparaíso, la joven actriz española doña Emilia Hernández -pronunció, entre salvas de aplausos, otra alocución á los chilenos, que, -si bien detestable y pedestre como poesía, hemos de poner aquí por ser -curioso documento:<span class="pagenum"><a name="page_264" id="page_264">{264}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">El cielo os conceda ver<br /></span> -<span class="i0">La libertad de conciencias.<br /></span> -<span class="i0">Y á Chile vendrán las ciencias,<br /></span> -<span class="i0">Como lo anunció <i>Voltér</i>.<br /></span> -<span class="i0">Entonces ¡oh qué placer!<br /></span> -<span class="i0">Las artes renacerán:<br /></span> -<span class="i0">Todos á Dios amarán,<br /></span> -<span class="i0">Aunque de diversos modos;<br /></span> -<span class="i0">Pues siendo un Dios para todos,<br /></span> -<span class="i0">Todos de un Dios gozarán.<br /></span> -<span class="i0">Mas no quieras, suerte impía,<br /></span> -<span class="i0">Que esta tierra fortunada,<br /></span> -<span class="i0">Por el fanatismo hollada<br /></span> -<span class="i0">Se encuentre como la mía;<br /></span> -<span class="i0">En tal caso ¡ay! gemiría<br /></span> -<span class="i0">En llanto y desolación,<br /></span> -<span class="i0">Presa de la Inquisición,<br /></span> -<span class="i0">De ese tribunal horrendo,<br /></span> -<span class="i0">El más bárbaro y tremendo<br /></span> -<span class="i0">Que inventara la opresión.<br /></span> -<span class="i0">Mas yo, no estando en España,<br /></span> -<span class="i0">Nada temo á los tiranos;<br /></span> -<span class="i0">Y entre ilustres araucanos<br /></span> -<span class="i0">Me burlaré de la saña<br /></span> -<span class="i0">De ese hombre de fiera entraña,<br /></span> -<span class="i0">De ese Fernando cruel,<br /></span> -<span class="i0">De ese monstruo atroz é infiel,<br /></span> -<span class="i0">Que causa mi mal eterno,<br /></span> -<span class="i0">Y ha vomitado el Averno<br /></span> -<span class="i0">Por ser aun peor que Luzbel.<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p>Entre el tumulto de estas contiendas civiles, político-religiosas, que -Bello y Mora procuraban moderar con más alta crítica, si bien -inficionada por las pasiones y el espíritu liberalesco de entonces, -nació y empezó á florecer la literatura dramática chilena.</p> - -<p>Fuerza es confesar que los primeros frutos y flores no fueron muy -sazonados ni hermosos.</p> - -<p>D. Juan Egaña, limeño, naturalizado en Chile<span class="pagenum"><a name="page_265" id="page_265">{265}</a></span> y competidor con mala -suerte de Mora por querer ser el Solón de la nueva república, era, á par -de gran liberal, galante y enamorado caballero. La dama de sus -pensamientos, á quien llama Marfisa en sus versos, le inspiró hasta los -dramas que tradujo ó compuso, figurando entre ellos la <i>Cenobia</i>, de -Metastasio, su poeta predilecto.</p> - -<p>El notable personaje de la revolución, Camilo Henríquez, de quien ya -hemos hablado como crítico, escribió dos dramas, informados ambos por -sus ideas filosóficas á la Rousseau. Se titulaban <i>La patriota de Sud -América</i> y <i>La inocencia en el asilo de las virtudes</i>, y eran, á lo que -parece, menos que medianejos.</p> - -<p>D. Bernardo Vera y Pintado es el tercer autor dramático chileno de que -habla nuestro libro. Sus composiciones fueron á modo de loas para -celebrar victorias contra los españoles, como la de Chacabuco.</p> - -<p>Naturalmente, los interlocutores de estas loas son araucanos, que -describen como funestísima la conquista de Chile y fantasean la -independencia como la reconquista que los araucanos hacen de su tierra -contra los españoles.</p> - -<p>Otro autor, D. Manuel Magallanes, fué silbado, á pesar de su fervor -patriótico y de su ilustre apellido.</p> - -<p>Resulta, pues, que hasta 1829 no se representa en Chile ninguna obra de -bastante valer literario escrita allí, y que esta obra es de D. José -Joaquín de Mora, si bien no toda suya, ya que en parte está tomada de -<i>Le mari ambitieux</i>, de Picard, y lleva el mismo título: <i>El marido -ambicioso</i>.<span class="pagenum"><a name="page_266" id="page_266">{266}</a></span> Aunque peque de prolijo he de continuar haciendo este -extracto. Hasta otro día.</p> - -<p class="castr">*<br />* *</p> - -<p class="r"> -<i>17 de Diciembre de 1888.</i><br /> -</p> - -<h3>III</h3> - -<p>Querido primo: Siguiendo en mi tarea de extractar, diré que, hasta el -instante en que aparece en Chile el romanticismo, se escribieron y -representaron allí estas obras dramáticas.</p> - -<p>Además de <i>El marido ambicioso</i>, dió Mora <i>El embrollón</i>.</p> - -<p>El poeta colombiano D. José Fernández Madrid dió <i>Atala</i>, tragedia en -verso.</p> - -<p>D. Ventura Blanco Encalada tradujo en verso la <i>Merope</i>, de Voltaire, y -en prosa <i>La marquesa de Seneterre</i>, de Menesville y Duvegrier.</p> - -<p>D. Gabriel Alejandro Real de Azúa, argentino, dió al teatro, en -Santiago, en 1834, una comedia de índole política y de escaso valer, -titulada <i>Los aspirantes</i>.</p> - -<p>Mora ejerció sobre esta comedia benignísima crítica.</p> - -<p>En el mismo año, el actor argentino Luis Ambrosio Morante, que, según he -dicho ya, era también poeta y había compuesto una tragedia, <i>La -revolución de Tupac-Amaru</i>, dió á la escena en<span class="pagenum"><a name="page_267" id="page_267">{267}</a></span> la noche de su beneficio -una comedia titulada <i>Adulación y fingimiento, ó el intrigante</i>.</p> - -<p>Morante no puso su nombre en el cartel; pero se tiene por seguro que la -comedia era suya. Su mérito, por otra parte, debió de ser corto, cuando -nada se dice de ella.</p> - -<p>El primer poeta dramático chileno de alguna fecundidad y de cierto -mérito fué D. Salvador Sanfuentes. Escribió antes y después del -romanticismo, y sus obras marcan la transición de una escuela á otra.</p> - -<p>Tradujo la <i>Ifigenia</i> y el <i>Británico</i>, de Racine; imitó <i>Le cocu -imaginaire</i>, bajo el título de <i>Los celos infundados</i>, y compuso los -siguientes dramas originales: <i>Caupolicán I</i>, <i>Caupolicán II</i>, <i>El mal -pagador</i>, <i>El castillo de Mazini</i>, <i>Carolina ó una venganza</i>, <i>Cora ó la -Virgen del Sol</i>, <i>Juana de Nápoles</i> y <i>D. Francisco de Meneses</i>.</p> - -<p>Á lo que parece, Sanfuentes vino temprano, cuando en Chile había poco -público aún. Descorazonado, quemó parte de sus obras: otras quedaron por -terminar: otras, inéditas: sólo el drama <i>Juana de Nápoles</i> se -representó con éxito creo que menos que mediano.</p> - -<p>D. Andrés Bello, que también tradujo dramas y los compuso originales, -ejerció durante años el magisterio de la crítica dramática en Chile. Son -curiosos y dignos de atención sus juicios sobre algunos de nuestros -autores dramáticos contemporáneos. Á Bretón de los Herreros, á quien -juzga con ocasión de la <i>Marcela</i>, le pone desde luego por cima de -Moratín, á quien califica de lánguido y descolorido. En Moratín halla<span class="pagenum"><a name="page_268" id="page_268">{268}</a></span> -además falta de «aquel sabor poético que es propio aun de las -composiciones escritas en estilo familiar, y que tanto luce en los -fragmentos de Menandro y en los buenos pasajes de Terencio»; mientras -que en Bretón ve la gracia y el brillo en el estilo, y asimismo una <i>vis -cómica</i> que falta algo á Terencio, y «en que tampoco es muy aventajado -Moratín».</p> - -<p>Ya se entiende que cito para narrar, y no para aprobar ni impugnar.</p> - -<p>Yo creo que, al menos, <i>El café</i> tiene más <i>vis cómica</i> y más durable -chiste que media docena de las más chistosas comedias de Bretón.</p> - -<p>Y esto á pesar de la pedantería grave de don Pedro, que eclipsa un poco -el resplandor de la graciosísima pedantería de D. Hermógenes.</p> - -<p>En cambio de este grande entusiasmo por Bretón, Bello es severo con -Hartzenbusch al juzgar <i>Los amantes de Teruel</i>, cuyos defectos señala y -pondera y cuyas bellezas no ve ó no encomia.</p> - -<p>La guerra promovida con ocasión del teatro entre timoratos y -desenfadados, librepensadores y clericales, devotos é impíos, se -enardeció más en Chile con el advenimiento del romanticismo.</p> - -<p>Aunque había censura previa de teatros, establecida en 1830, ésta no se -ejercía con severidad. Sin embargo, mucha parte del público, -cristianamente educada, repugnaba las impiedades y se rebelaba contra -ellas.</p> - -<p>En 1832 se representó en Santiago el <i>Aristodemo</i>, no ya el de Cabrera -Nevares, sino el de Monti, traducido, que es mucho mejor. El pasaje en -que Lisandro llama á los dioses<span class="pagenum"><a name="page_269" id="page_269">{269}</a></span></p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i0">Fútiles sombras del temor humano,<br /></span> -</div></div> -</div> - -<p class="nind">escandalizó á gran número de los espectadores.</p> - -<p>Más tarde, en 1835, quiso la compañía dramática representar <i>El -fanatismo ó Mahoma</i>, tragedia de Voltaire, traducida al castellano por -D. Dionisio Solís; pero aunque esta obra había sido dedicada por su -autor al Papa Benedicto XIV, que la aceptó con gusto, el clero de Chile -se resistió con tal energía á que se representase, que la compañía -desistió de su propósito.</p> - -<p>La nueva escuela romántica, con todos sus apasionados atrevimientos de -expresión, no apareció triunfante en Chile hasta 1841, con la -representación del <i>Macías</i>, de Larra.</p> - -<p>Este drama fué aplaudido con entusiasmo; pero los escrupulosos le -hallaron gravemente perjudicial á las buenas costumbres; citaban escenas -corruptoras que atropellaban el recato, la moral y las leyes; y entre -ellas nada pareció peor que aquello que dice Macías á Elvira, ya casada:</p> - -<div class="poetry"> -<div class="poem"><div class="stanza"> -<span class="i6">Ven á ser dichosa.<br /></span> -<span class="i0">¿En qué parte del mundo ha de faltarnos<br /></span> -<span class="i0">Un albergue, mi bien? Rompe, aniquila<br /></span> -<span class="i0">Esos que contrajiste horribles lazos.<br /></span> -<span class="i0">Los amantes son sólo los esposos,<br /></span> -<span class="i0">Su lazo es el amor: ¿cuál hay más santo?<br /></span> -<span class="i0">Su templo, el universo: donde quiera<br /></span> -<span class="i0">El Dios los oye que los ha juntado.<br /></span> -<span class="i4">. . . . . . . . . . . . . . . . . .<br /></span> -<span class="i0">. . . . . . . Huyamos: ¿qué otro asilo<br /></span> -<span class="i0">Pretendes más seguro que mis brazos?<br /></span> -<span class="i0">Los tuyos bastáranme; y si en la tierra<br /></span> -<span class="i0">Asilo no encontramos, juntos ambos<br /></span> -<span class="i0">Moriremos de amor.<br /></span> -<span class="pagenum"><a name="page_270" id="page_270">{270}</a></span></div></div> -</div> - -<p>Todavía, un año después de representado el <i>Macías</i>, se quejaban los -escritores clericales de su inmoralidad. «¿Qué impresión—decía uno -indignado—pueden hacer en el corazón de una joven versos tan -indecentes?»</p> - -<p>Vino á colmar el enojo la representación, pocos días después de la del -<i>Macías</i>, de otro drama, traducido del francés, titulado <i>La nona -sangrienta</i>. Se dejó adrede en el título la palabra <i>nona</i>, en vez de -<i>monja</i>, para no alarmar y para engañar á los incautos; pero no valió la -artimaña, y el arzobispo de Santiago dirigió al gobierno un oficio -quejándose de la impiedad é inmoralidad de los dramas.</p> - -<p>De este oficio no se hizo caso por lo pronto, y siguieron -representándose dramas inmorales é impíos.</p> - -<p>En 1841 había en Santiago una actriz limeña, idolatrada del público, y -que era una revolución andando. Se llamaba Toribia Miranda. Amunátegui -la pone por las nubes, y es tal su entusiasmo, que hace recelar que él, -allá en su mocedad, fué uno de los muchos admiradores de la Toribia:</p> - -<p>«Tenía, dice, un instinto artístico admirable. Se introducía -maravillosamente bajo la piel de la heroina á quien caracterizaba, y -procedía como tal. Sentía lo que hablaba y lo que accionaba. La pasión -palpitaba en sus labios. El llanto corría por sus mejillas. La belleza -de que estaba adornada, contribuía poderosamente á la influencia y -fascinación que ejercía en el auditorio. Tenía la tez pálida; los ojos -negros, rasgados, incen<span class="pagenum"><a name="page_271" id="page_271">{271}</a></span>diarios; el cuerpo contorneado y voluptuoso; los -pies pequeños, y ese donaire que es la sal de su suelo nativo. Los mozos -se inflamaban con sus miradas. Los viejos perdían el seso con ellas. Los -sujetos más graves y doctos le componían sonetos y decían en prosa: -«Esta mujer tiene en su cuerpo todo el fuego de su patria.»</p> - -<p>Tal era la actriz destinada á trasplantar en Chile el romanticismo -vehemente, á pesar de las quejas del arzobispo y del escándalo de los -timoratos.</p> - -<p>La más tremenda batalla que se riñó en esta guerra fué en la -representación de <i>Angelo, tirano de Padua</i>, de Víctor Hugo. El drama -fué frenéticamente aplaudido, y no fué menos frenética la protesta que -se levantó entre los devotos, censurando duramente que la cortesana -brillase con mengua de la legítima esposa; que el amor impuro se -albergase en el corazón de todos los personajes, y que la mujer casada -muriese para el marido y viviese para el amante. El drama fué calificado -de inmoral en grado sumo por muy respetable porción de la sociedad.</p> - -<p>El gobierno tuvo al fin que ceder á las quejas del arzobispo y dirigir -severa amonestación al censor de teatros, que lo era D. Andrés Bello.</p> - -<p>Los dramas románticos siguieron, no obstante, representándose, pero -mutilados ó desfigurados por la censura.</p> - -<p><i>El paje</i>, de García Gutiérrez, se representó con no pocas de estas -mutilaciones ó cambios.</p> - -<p>A veces se cambiaban, no sólo frases, sino los desenlaces, á fin de que -no fuesen tan tétricos.<span class="pagenum"><a name="page_272" id="page_272">{272}</a></span></p> - -<p>En el drama <i>Los hijos de Eduardo</i>, de Delavigne, traducción de Bretón -de los Herreros, aquellos interesantes niños lograban escapar de la -Torre de Londres, á despecho de la historia.</p> - -<p>Poco á poco fué haciéndose en Chile menos asustadizo el público. La -censura acabó por consunción; pero hasta más de mediado el siglo -presente se opusieron en Chile á las libertades del teatro un ardiente -espíritu religioso y lo que llama Amunátegui <i>la excesiva gazmoñería en -materia de amor</i>.</p> - -<p>El romanticismo tuvo en Chile un eco prodigioso. Los románticos se -diferenciaban de los demás hombres hasta en el vestido. Los cuatro -poetas de quienes más se admiraban, procurando imitarlos, eran Víctor -Hugo, Dumas, Espronceda y Zorrilla. Venía después D. Nicomedes Pastor -Díaz, cuya <i>Mariposa negra</i> se sabía la juventud de memoria.</p> - -<p>Los poetas chilenos, con todo, apenas escribían para el teatro más que -arreglos y traducciones.</p> - -<p>D. Andrés Bello tradujo <i>Teresa</i> y <i>Antony</i>, de Dumas.</p> - -<p>D. José Victorino Lastarria arregló <i>El proscrito</i>, de Federico Soulié.</p> - -<p>D. Santiago Urzúa tradujo <i>Pablo el marino</i>, de Dumas.</p> - -<p>Y D. Juan García del Río, <i>Pizarro</i>, tragedia en cinco actos, de -Sheridam.</p> - -<p>El primer drama romántico original que se representó en Chile, con éxito -muy lisonjero, fué producción de un hijo de D. Andrés Bello, llamado D. -Carlos. El drama se titulaba <i>Los amores<span class="pagenum"><a name="page_273" id="page_273">{273}</a></span> del poeta</i>, y se representó en -1842. Era de lo más poético, exaltado y lleno de lirismo.</p> - -<p>D. Carlos Bello, que sin duda tenía notable talento de poeta, dejó por -concluir otro drama titulado <i>Inés de Mantua</i>, cuyo principal héroe era -César Borgia. D. Carlos Bello murió muy joven, y este segundo drama se -ha perdido.</p> - -<p>Poco después del estreno de <i>Los amores del poeta</i> empieza á figurar en -la no larga lista de los autores dramáticos de Chile un español que, -como Mora, emigró á Chile, mal avenido con el gobierno absoluto de -Fernando VII, y contribuyó muchísimo al desenvolvimiento intelectual de -aquel país. Tuvo colegio, primero en Buenos Aires y después en Santiago, -y por él fueron educados no pocos personajes ilustres de aquellas -repúblicas.</p> - -<p>Este español, aunque hijo de francés, había nacido en San Felipe de -Játiva, y se llamaba D. Rafael Minvielle.</p> - -<p>Era gran matemático, á más de ser literato y poeta, y hablaba con igual -perfección el francés, idioma de su padre, y el castellano, lengua de su -madre y suya.</p> - -<p>Minvielle vivió en Chile hasta principios del año pasado de 1887, en que -ocurrió su muerte, siendo tan lamentada cuanto encomiado él por haber -sido de los que más cooperaron, durante medio siglo, al progreso -intelectual de aquella república, como maestro, como empleado en -administración y en Hacienda, y como escritor infatigable, ya -componiendo obras originales, ya traduciendo.<span class="pagenum"><a name="page_274" id="page_274">{274}</a></span></p> - -<p>Su drama <i>Ernesto</i>, representado en 1842, fué aplaudido y encomiado. En -su primera representación, la Toribia Miranda «arrancó muchas lágrimas á -las señoritas concurrentes».</p> - -<p>Aunque Minvielle era medio francés, se consideraba tan español, que -durante la última guerra de España con Chile no quiso permanecer en -aquella república, y se fué á Buenos Aires, de donde no volvió hasta que -se ajustó la tregua, que fué la paz sin el nombre.</p> - -<p>Aquí casi puede decirse que termina la historia de la literatura -dramática en Chile.</p> - -<p>La mojigatería, según el Sr. Amunátegui, ha sido causa de que el teatro -chileno, como fecundo ramo del español, no haya florecido todo lo que -debiera.</p> - -<p>Tres puntos toca el Sr. Amunátegui extensamente al terminar su libro, -que son como síntomas de que la mojigatería va á pasar y de que el -teatro va á florecer en Chile.</p> - -<p>Estos tres puntos no son en realidad tres puntos, sino tres personas -hechas y derechas, que han venido sucesivamente á prestar atractivo casi -irresistible á las representaciones teatrales chilenas, á vencer la -repugnancia de los timoratos, y á dar fuego á la inspiración dramática -de los autores.</p> - -<p>Fué la primera persona, en el tiempo aún del romanticismo, una gentil -bailarina de Chile, llamada Carmen Pinilla, á quien apellidaban la -Terpsícore araucana y la Sílfide de los Andes. Dicen que era el genio -alado de la <i>zamacueca</i>.</p> - -<p>Tenía otra hermana, notable también, aunque<span class="pagenum"><a name="page_275" id="page_275">{275}</a></span> no tanto. Cuando se las -mentaba juntas, se las designaba con el nombre de las <i>Petorquinas</i>; -pero la Carmen era la que se llevaba la palma.</p> - -<p>Dos cosas consiguió esta Carmen: la primera suscitar aún una tremenda y -postrera lucha entre despreocupados y timoratos, horrorizados aquéllos y -entusiasmados éstos por la ágil, gallarda y hermosa bailarina, que -enviaba su retrato con el anuncio de su beneficio; «para quien vestirse -de gasa transparente era casi desnudarse, y que ostentaba su carne -juvenil á la luz de la batería escénica ante la vista de dos mil -espectadores».</p> - -<p>El segundo triunfo fué la sumisión del baile al teatro, y la -consiguiente decadencia de las <i>chinganas</i>, visto que el baile chileno -formaba estrecha alianza con el histrionismo.</p> - -<p>Después, ya en 1885, hay un momento solemne para el teatro de Chile. -Amunátegui se entusiasma y dice: que sus jóvenes compatriotas van á -sentir bullir en sus cabezas magníficas escenas; que un choque ligero -hará saltar la chispa eléctrica; que una frase va á revelar una vocación -ó á poner de manifiesto una aptitud; que el teatro va á florecer en -Chile, y que una semilla que el viento trae de tierras remotas va á -convertirse en árbol majestuoso ó en flor espléndida.</p> - -<p>Todo este alegre y entusiasta vaticinio le produjo la llegada á Chile -del actor D. Rafael Calvo con una compañía dramática en que figuraban su -hermano D. Ricardo, D. Donato Jiménez y las Sras. Contreras, Revilla, -Casa y Tobar.</p> - -<p>Fueron extraordinarios los aplausos y la simpatía que ganaron en Chile -los cómicos españo<span class="pagenum"><a name="page_276" id="page_276">{276}</a></span>les. Amunátegui considera á la compañía como una de -las mejores y más completas que por allí habían ido, y á su director D. -Rafael Calvo le llama artista eminente.</p> - -<p>Por último, la tercera persona cuyo advenimiento á su país celebra -Amunátegui, como despertadora también del ingenio dramático de los -chilenos, es la célebre actriz francesa Sarah Bernhardt.</p> - -<p>Estuvo ésta en Chile en 1886 con una compañía de representantes -franceses. Las obras que representó fueron <i>Fedora</i>, <i>La Dama de las -camelias</i>, <i>Fedra</i>, <i>Frou-Frou</i>, y no sé si otras.</p> - -<p>A estas representaciones acudió muchísima gente, á pesar de ser en un -idioma extraño que no es razonable exigir que en Chile conozca un -numeroso público, hasta el extremo de comprender todos los primores y -matices de las palabras y frases. Debe de haber, no obstante, en Chile -muchos sujetos que sepan muy bien el francés, y no pocos tan aficionados -á la literatura y arte dramáticos, que para comprender á fondo á la -actriz leerían y estudiarían el drama antes de ir á verle representado. -Lo cierto es que Sarah Bernhardt fué muy aplaudida, y perfectamente -comprendida por el público y por los críticos chilenos.</p> - -<p>No se cumplió la profecía del elegante crítico francés Julio Lemaître, -quien, al despedir á la actriz, en el <i>Journal des Débats</i>, con la tan -acostumbrada <i>outrecuidance</i> parisina, le dice: «Vais á exhibiros allí -ante hombres de poco arte y de poca literatura, que os estimarán mal, -que os mirarán con los mismos ojos que á un ternero<span class="pagenum"><a name="page_277" id="page_277">{277}</a></span> de cinco patas, y -que no comprenderán vuestro talento sino porque pagarán caro el veros.»</p> - -<p>Sin duda que en Chile pagaron caro, pero comprendieron el talento de -Sarah Bernhardt sin apelar á consideraciones crematísticas y sin -calentarse demasiado la cabeza, pues al cabo el talento de Sarah -Bernhardt no es asunto tan embrollado y sublime que requiera cursar los -<i>boulevares</i> de París para penetrar bien en todos sus misteriosos -abismos y remontar el espíritu á todas sus sobrehumanas elevaciones.</p> - -<p>Otro temor manifestó además Julio Lemaître, que por dicha no se ha -realizado: que Sarah Bernhardt se resabiase é inficionase para agradar á -los sudamericanos. Sarah Bernhardt ha vuelto á París sana y salva á -pesar de la tremenda prueba. Los sudamericanos se la han restituído á -Julio Lemaître artísticamente intacta y sin ningún resabio ni vicio -paladino.</p> - -<p>Julio Lemaître, lleno con esto de gratitud, casi elogia á los -sudamericanos, allá á su manera; los llama candorosos, sensuales, -bulliciosos y buenos; les ruega que no se enojen si los <i>vaudevillistas</i> -parisienses los ponen á veces en caricatura. Y para consolarlos de que -en París los pinten grotescos, les dice: «Las pobres niñas que, entre -nosotros, viven del amor, tienen predilección hacia vosotros, porque -sois generosos, y os buscan cuando venís á París.» ¿Qué más pueden, -pues, desear los sudamericanos que ser buscados por estas <i>pobres -niñas</i>, que quieren traspasarles el epíteto de <i>pobres</i> y quedarse sin -él?</p> - -<p>La suave longanimidad con que responde el se<span class="pagenum"><a name="page_278" id="page_278">{278}</a></span>ñor Amunátegui á las -citadas impertinencias de Julio Lemaître, las pone más de realce y las -hace más ridículas.</p> - -<p>En resolución, el libro del Sr. Amunátegui, á más de ser muy ameno y de -demostrar, como todos los suyos, gran discreción, mucha diligencia para -allegar datos, y alta y serena imparcialidad en los juicios, nos da á -conocer algo que podemos considerar como parte de nuestra total historia -literaria y artística, y nos muestra y describe extensas regiones, de -donde pueden venir á esta Península riquezas que acrecienten el tesoro -intelectual de nuestra raza y lengua, y adonde pueden ir también -nuestros artistas y nuestras obras literarias, y aun nuestros autores, -como Mora y Minvielle, á ganar honra y provecho.</p> - -<p>El viaje á la América del Sur del actor Rafael Calvo, cuya reciente y -temprana muerte deploramos hoy, probó lo que valen para las artes y -letras de España aquellas repúblicas. Se cuenta un rasgo de Calvo, que -le honra mucho, y que voy á referir para excitar la emulación y para -corroborar mis asertos. Al volver de su excursión por América, y sin -ninguna obligación legal que cumplir, Calvo entregó á D. José Echegaray -una buena cantidad de dinero, como producto de los dramas suyos que en -aquel Nuevo Mundo español había representado, fijando para ello el mismo -tanto por ciento que cobran en Madrid los autores.<span class="pagenum"><a name="page_279" id="page_279">{279}</a></span></p> - -<h2><a name="INDICE" id="INDICE"></a>ÍNDICE</h2> - -<table border="0" cellpadding="4" cellspacing="0" summary=""> - -<tr><td> </td><td class="rt"><small>PÁGINAS</small></td></tr> -<tr><td valign="top"><span class="smcap"><a href="#CARTAS_AMERICANAS">Carta-dedicatoria</a></span></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_v">v</a></td></tr> - -<tr><td valign="top"><a href="#SOBRE_VICTOR_HUGO">Sobre Víctor Hugo</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_1">1</a></td></tr> - -<tr><td valign="top"><a href="#EL_PERFECCIONISMO_ABSOLUTO">El perfeccionismo absoluto</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_11">11</a></td></tr> - -<tr><td valign="top"><a href="#POESIA_ARGENTINA">Poesía argentina</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_51">51</a></td></tr> - -<tr><td valign="top"><a href="#EL_PARNASO_COLOMBIANO">El Parnaso Colombiano</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_121">121</a></td></tr> - -<tr><td valign="top"><a href="#AZUL">Azul</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_213">213</a></td></tr> - -<tr><td valign="top"><a href="#EL_TEATRO_EN_CHILE">El Teatro en Chile</a></td><td class="rt" valign="bottom"><a href="#page_239">239</a></td></tr> -</table> - -<hr class="full" /> - - - - - - - -<pre> - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of Cartas americanas, by Juan Valera - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK CARTAS AMERICANAS *** - -***** This file should be named 62984-h.htm or 62984-h.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/6/2/9/8/62984/ - -Produced by Chuck Greif and the Online Distributed -Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This file was -produced from images available at The Internet Archive) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions -will be renamed. - -Creating the works from public domain print editions means that no -one owns a United States copyright in these works, so the Foundation -(and you!) can copy and distribute it in the United States without -permission and without paying copyright royalties. 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It exists -because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from -people in all walks of life. - -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's -goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. -To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 -and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. - - -Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive -Foundation - -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at -http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent -permitted by U.S. federal laws and your state's laws. - -The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. -Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered -throughout numerous locations. Its business office is located at -809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email -business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact -information can be found at the Foundation's web site and official -page at http://pglaf.org - -For additional contact information: - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. We do not solicit donations in locations -where we have not received written confirmation of compliance. To -SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any -particular state visit http://pglaf.org - -While we cannot and do not solicit contributions from states where we -have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition -against accepting unsolicited donations from donors in such states who -approach us with offers to donate. - -International donations are gratefully accepted, but we cannot make -any statements concerning tax treatment of donations received from -outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. - -Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation -methods and addresses. 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Thus, we do not necessarily -keep eBooks in compliance with any particular paper edition. - - -Most people start at our Web site which has the main PG search facility: - - http://www.gutenberg.org - -This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. - - -</pre> - -</body> -</html> diff --git a/old/62984-h/images/colo.png b/old/62984-h/images/colo.png Binary files differdeleted file mode 100644 index ffdb76c..0000000 --- a/old/62984-h/images/colo.png +++ /dev/null diff --git a/old/62984-h/images/cover.jpg b/old/62984-h/images/cover.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 13de88f..0000000 --- a/old/62984-h/images/cover.jpg +++ /dev/null |
