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+the "Copyright How-To" at https://www.gutenberg.org.
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+Project Gutenberg (https://www.gutenberg.org) public repository for
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-The Project Gutenberg eBook, Vidas Ejemplares, by Romain Rolland
-
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most
-other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of
-the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have
-to check the laws of the country where you are located before using this ebook.
-
-
-
-
-Title: Vidas Ejemplares
- Beethoven--Miguel Angel--Tolstoi
-
-
-Author: Romain Rolland
-
-
-
-Release Date: July 10, 2021 [eBook #65815]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-
-***START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK VIDAS EJEMPLARES***
-
-
-E-text prepared by Andrés V. Galia, Sanly Bowitts, and the Online
-Distributed Proofreading Team (http://www.pgdp.net) from page images
-generously made available by Internet Archive (https://archive.org)
-
-
-
-Note: Project Gutenberg also has an HTML version of this
- file which includes the original illustrations.
- See 65815-h.htm or 65815-h.zip:
- (http://www.gutenberg.org/files/65815/65815-h/65815-h.htm)
- or
- (http://www.gutenberg.org/files/65815/65815-h.zip)
-
-
- Images of the original pages are available through
- Internet Archive. See
- https://archive.org/details/vidasejemplaresb00roll
-
-
-NOTAS DEL TRANSCRIPTOR
-
-En la versión de texto sin formatear las palabras en itálicas están
-indicadas con _guiones bajos_.
-
-La transcripción se llevó a cabo respetando preferentemente las reglas
-gramaticales de la Real Academia Española (RAE), vigentes cuando la
-obra se publicó en 1923, y el texto disponible de las imágenes.
-
-Por ejemplo, ciertas reglas de acentuación ortográfica del castellano,
-cuando la presente edición de esta obra fue publicada eran diferentes a
-las existentes cuando se realizó la transcripción. Palabras como vio,
-fue, dio, por ejemplo, en esa época llevaban acento ortográfico. Eso
-ha sido respetado de acuerdo con el criterio expresado en el párrafo
-anterior. El lector interesado puede consultar el Mapa de Diccionarios
-Académicos de la Real Academia Española.
-
-En la presente transcripción se decidió adecuar la ortografía de las
-mayúsculas acentuadas a las reglas establecidas por la RAE.
-
-Errores evidentes de impresión y de puntuación han sido corregidos.
-
-Se observó durante el proceso de revisión que el texto de algunas
-de las poesías de Miguel Ángel, publicadas en la lengua original en
-el Apéndice correspondiente, tienen algunas palabras que difieren
-ligeramente de otras versiones de la misma poesía. Así por ejemplo en
-la presente obra se tiene:
-
-«La casta voglia, che 'l cor dentro infiamma».
-
-En otras publicaciones (Biblioteca Augustana) se encuentra:
-
-«La casta voglia che 'l cor dentro incende».
-
-También se hace notar que es posible que en las poesías que se
-presentan en italiano en este trabajo, haya alguna diferencia en la
-ortografía de alguna palabra cuando se compare con otras ediciones de
-las mismas poesías. Esas diferencias, en parte se deben a que algunas
-ediciones usan un italiano más actualizado que el que se usaba en la
-época en que estas poesías fueron escritas.
-
-El Índice de capítulos, incluido en la publicación original al final,
-ha sido trasladado al principio por el Transcriptor.
-
-La portada de libro fue modificada por el Transcriptor y fue depositada
-en el dominio público.
-
-
-
-
-
-VIDAS EJEMPLARES
-
-
-ROMAIN ROLLAND
-
-VIDAS EJEMPLARES
-
-_Beethoven--Miguel Ángel--Tolstoi_
-
-
-[Ilustración]
-
-
-
-
-
-
-Universidad Nacional de México
-1923
-
-
-[Ilustración]
-
-
-
-
- NOTA PRELIMINAR
-
-
-La presente obra forma parte de una serie que la Secretaría de
-Educación Pública edita, con el propósito de difundir la cultura
-clásica junto con los rasgos fundamentales del pensamiento moderno.
-Lo escaso y lo incompleto de las ediciones castellanas de los libros
-más importantes del mundo ha sido causa de que, entre nosotros, las
-personas cultas tengan que dedicar gran atención al estudio de las
-lenguas extranjeras, principalmente al inglés y al francés, y de que
-la gran masa de la población desconozca los libros geniales. Publicar
-en español ediciones clásicas es, por lo mismo, una doble necesidad de
-patriotismo y de cultura. De patriotismo, porque ningún pueblo que se
-respeta debe conformarse con que sea indispensable el uso de un idioma
-extraño para conocer las cumbres del pensamiento; de cultura, porque
-no se concibe una ilustración, ni siquiera mediocre, que carezca del
-conocimiento indicado.
-
-Creemos que ha llegado para nuestra raza hispanoamericana un período
-de renovación vigorosa y autónoma, que no puede asentarse en sólidas
-bases si seguimos de siervos del pensamiento francés, o del pensamiento
-inglés o de cualquiera otra tendencia extraña. Creemos que las
-razas--caracterizadas muy particularmente por las lenguas--son el
-órgano por el que la Historia expresa las distintas fases del espíritu
-humano en su lucha por conquistar la verdad y el bien, y creemos que
-sólo afirmando y depurando el concepto de la raza y el vigor de la raza
-se logra ese poder que en seguida conduce a la universalidad, meta
-suprema de la realización humana. Universalidad es nuestra aspiración;
-mas, para lograrla, es menester que nos asentemos en las fuertes raíces
-de nuestro tronco étnico y que en seguida exploremos el mundo y lo
-expresemos conforme al ingenio y al temperamento nuestros, porque el
-progreso del mundo exige de nosotros una interpretación personal y una
-expresión característica y única de la vida que nosotros vivimos. Y el
-primer paso para la elaboración de una cultura propia es traducir todo
-el acervo de la cultura contemporánea a los moldes de nuestra lengua,
-y en seguida difundir libros castellanos para que, sin menoscabo de la
-ilustración general, se expulse el libro escrito en idioma extranjero.
-En este sentido las ediciones de la Secretaría de Educación Pública
-llegarán a ser útiles, no sólo para los mexicanos, sino también para
-todos los hijos de la raza nuestra, desde el Bravo hasta el Plata, y
-aun para la misma población de España, ya que muchas de las obras de
-esta serie no han sido traducidas jamás a nuestra lengua común.
-
-Hacer llegar el libro excelso a las manos más humildes y lograr de
-esta manera la regeneración espiritual, que debe preceder a toda otra
-suerte de regeneración, es otro de los propósitos de estas ediciones,
-que en su mayor parte se repartirán gratuitamente entre las bibliotecas
-y escuelas que el Gobierno está abriendo por toda la República. La
-divulgación de estas obras viene a constituir la segunda parte de la
-campaña que estamos desarrollando contra el analfabetismo; pues de esta
-manera, después de enseñar a leer, damos lo que debe leerse, seguros
-de ofrecer lo mejor que existe, porque en la selección de las obras no
-nos guía más criterio que el de la suprema excelencia, y el propósito
-de formar una colección que abarque, hasta donde es posible, todos los
-aspectos más nobles del pensamiento humano.
-
-En términos generales, y tal como lo dice el acuerdo respectivo, se han
-escogido libros fundamentales, libros esenciales, y que tienen todos la
-misma tendencia de ennoblecer la vida. Se comienza con “La Ilíada” de
-Homero, que es la fuerte raíz de toda nuestra literatura, y se da lo
-principal de los clásicos griegos, los eternos maestros. Se incorpora
-después una noticia sobre la moral budista, que es como anunciación
-de la moral cristiana, y se da en seguida el texto de los Evangelios,
-que representan el más grande prodigio de la Historia y la suprema ley
-entre todas las que norman el espíritu; más la Divina Comedia, que es
-como una confirmación de los más importantes mensajes celestes.
-
-Se publicarán, también, algunos dramas de Shakespeare, por
-condescendencia con la opinión corriente, y varios de Lope, el dulce,
-el inspirado, el magnífico poeta de la lengua castellana, con algo de
-Calderón y el Quijote, de Cervantes, libro sublime donde se revela el
-temperamento de nuestra estirpe. Seguirán después algunos volúmenes de
-poetas y prosistas hispanoamericanos y mexicanos; la Historia Universal
-de Justo Sierra, que es un resumen elocuente y corto; la Geografía de
-Reclus, obra llena de generosidad, y libros sobre la cuestión social
-que ayuden a los oprimidos y que serán señalados por una comisión
-técnica, junto con libros sobre artes o industrias, de aplicación
-práctica.
-
-Finalmente se publicarán libros modernos y renovadores, como el Fausto
-y los dramas de Ibsen y Bernard Shaw; libros redentores como los de
-Galdós, los de Tolstoi y los de Rolland, y parte de la obra del excelso
-Tagore. Como no se desea construir un índice exclusivo, la Secretaría
-ha pedido al público que designe, entre las grandes obras de la
-humanidad, otras diez para que entren a las prensas de la Editorial y
-pasen, después, a germinar conceptos y a inspirar nobles acciones en el
-ánimo de todos los habitantes de la República.
-
- El Secretario de Educación Pública
- JOSÉ VASCONCELOS
-
-
-
-
- ÍNDICE
-
-
- Pág.
-
- Nota preliminar 5
-
- Prefacio 11
-
- Vida de Beethoven 15
-
- Apéndice
-
- Beethoven.--Testamento de Heiligenstadt a mis hermanos
- Carl y (Johann) Beethoven, Heiligenstadt,
- a 6 de octubre de 1802 61
-
- Cartas
-
- Al pastor Amenda, en Curlandia, probablemente escrita en 1801 65
-
- Al doctor Franz Gerhard Wegeler, Viena, 29 de junio de 1801 68
-
- A Wegeler, Viena, 16 de noviembre de 1801 71
-
-
- Cartas de Wegeler y de Eleonora von Breuning a Beethoven:
-
- Carta de Wegeler, Coblenza, 28 de diciembre de 1825 74
-
- Carta de Eleonora Wegeler, Coblenza, 29 de diciembre de 1825 76
-
- Beethoven a Wegeler, Viena, 7 de octubre de 1826 77
-
- A Wegeler, Viena, 17 de febrero de 1827 79
-
- A Moscheles, Viena, 14 de marzo de 1827 79
-
- Pensamientos
-
- Sobre música 80
-
- Sobre crítica 83
-
- Bibliografía
-
- Sobre las cartas de Beethoven 84
-
- Sobre la Vida de Beethoven 85
-
- Sobre la obra de Beethoven 87
-
- Retratos de Beethoven 88
-
-
- VIDA DE MIGUEL ÁNGEL
-
- Introducción 95
-
- Miguel Ángel 99
-
- La Lucha 117
-
- I. La Fuerza 119
-
- II. La Fuerza que se rompe 145
-
- III. La Desesperación 163
-
- La Abdicación 179
-
- I. Amor. 181
-
- II. Fe 211
-
- III. Soledad 233
-
- Epílogo
-
- La Muerte 245
-
- Apéndice
-
- Poesías de Miguel Ángel 253
-
- Bibliografía
-
- I. Escritos de Miguel Ángel 270
-
- II. Obras relativas a la vida de Miguel Ángel 271
-
- III. Vittoria Colonna 273
-
- VIDA DE TOLSTOI
-
- La luz que acaba de extinguirse 277
-
- Historia de mi infancia 292
-
- Las narraciones del Cáucaso 295
-
- Los Cosacos 296
-
- Narraciones de Sebastopol 301
-
- Tres muertes 312
-
- La felicidad conyugal 314
-
- La Guerra y la Paz 319
-
- Ana Karenina 327
-
- Las Confesiones y la crisis religiosa 335
-
- La crisis social: ¿Qué debemos hacer? 347
-
- La crítica del arte 358
-
- Los Cuentos Populares 371
-
- El Poder de las Tinieblas 375
-
- La Muerte de Iván Ilich 378
-
- La Sonata a Kreutzer 379
-
- Resurrección 385
-
- Las ideas sociales de Tolstoi 393
-
- Su semblante había tomado los rasgos definitivos 407
-
- Concluye la lucha 420
-
-
- Apéndice
-
- Las obras póstumas de Tolstoi 431
-
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- PREFACIO
-
-
- “_Quiero demostrar que todo el que
- obra recta y noblemente, puede, por
- ello mismo, sobrellevar el infortunio_”.
-
-
- BEETHOVEN
-
-
- Al Municipio de Viena, el 1.º de
- febrero de 1819.
-
-
-Un denso ambiente nos envuelve. La vieja Europa se adormece en una
-atmósfera cargada y viciosa; un materialismo sin grandeza pesa sobre el
-pensamiento y estorba la acción de los gobiernos y de los individuos;
-el mundo muere de asfixia en su egoísmo prudente y vil, y al morir nos
-ahoga. Abramos las ventanas para que entre el aire puro; respiremos el
-aliento de los héroes.
-
-La vida es dura. Para los que no se resignan a la mediocridad del alma
-es un combate diario, triste las más de las veces, librado sin grandeza
-ni fortuna en la soledad y en el silencio. Oprimidos por la pobreza,
-por los ásperos deberes domésticos, por los trabajos abrumadores y
-estúpidos, en los que inútilmente se pierden las fuerzas, la mayor
-parte de los hombres están separados los unos de los otros, sin una
-esperanza, sin un rayo de alegría, sin tener siquiera el consuelo de
-tender la mano a sus hermanos de infortunio, que nada saben de ellos y
-de quienes ellos nada saben. Cada uno cuenta sólo consigo mismo; y hay
-momentos en que los más fuertes flaquean bajo el peso de su pena, y
-demandan socorro y amistad.
-
-Para ayudarlos me propongo reunir, en torno suyo, a los Amigos
-heroicos, a las grandes almas que se sacrificaron por el bien. Estas
-Vidas de Hombres Ilustres no se dirigen al orgullo de los ambiciosos,
-sino que están consagradas a los desventurados. ¿Y quién, en el
-fondo, no lo es? Ofrezcamos a quienes sufren el bálsamo del sagrado
-sufrimiento. No estamos solos en el combate, pues alumbran la noche
-del mundo luces divinas, y ahora mismo, cerca de nosotros, hemos
-visto brillar dos de las más puras llamas, la de la Justicia y la de
-la Libertad: el coronel Picquart y el pueblo boer. Si estas llamas
-no han logrado abrasar las espesas tinieblas, nos han mostrado, en
-un relámpago, el camino. Avancemos en pos de estos hombres, en pos
-de todos los que como ellos lucharon, aislados, esparcidos en todos
-los países y en todos los tiempos. Acabemos con los valladares de los
-siglos y resucitemos el pueblo de los héroes.
-
-No llamo héroes a los que triunfaron por el pensamiento o por la
-fuerza; llamo héroes sólo a aquéllos que fueron grandes por el corazón.
-Como ha dicho, entre ellos, uno de los más altos, aquél cuya vida
-contamos en estas páginas: “no reconozco otro signo de excelsitud que
-la bondad”. Cuando no hay grandeza de carácter no hay grandes hombres,
-ni siquiera grandes artistas, ni grandes hombres de acción; apenas
-habrá ídolos exaltados por la multitud vil; pero los años destruyen
-ídolos y multitud. Poco nos importa el éxito, ya que se trata de ser
-grande y no de parecerlo.
-
-La vida de aquéllos cuya historia intentaremos narrar en estas páginas
-fué casi siempre un martirio prolongado. Sea que un trágico destino
-haya querido forjar sus almas en el yunque del dolor físico y moral,
-de la enfermedad y de la miseria; o bien que asolara sus vidas y
-desgarrara sus corazones el espectáculo de los sufrimientos y de las
-vergüenzas sin nombre que torturaban a sus hermanos, todos comieron el
-pan cotidiano de la prueba, y fueron grandes por la energía, porque lo
-fueron también por la desgracia. Que no se quejen demasiado quienes
-son desventurados, porque los mejores de entre los hombres están con
-ellos. Nutrámonos del valor de estos hombres, y, si somos débiles,
-reposemos por un instante nuestra cabeza sobre sus rodillas, que ellos
-nos consolarán. Mana de estas almas sagradas un torrente de fuerza
-serena y de bondad omnipotente: no es siquiera necesario interrogar
-sus obras, ni escuchar sus palabras, para que leamos en sus ojos, en la
-historia de su vida, que nunca la vida es más grande, más fecunda--ni
-más dichosa--que en el dolor.
-
- * * * * *
-
-Al frente de esta legión heroica, vemos, en primer lugar, al fuerte y
-puro Beethoven. Él mismo anhelaba, en medio de sus sufrimientos, que
-su ejemplo pudiera ser un sostén para todos los desvalidos, _y que el
-desventurado se consolase al encontrar otro desdichado como él, que,
-a pesar de todos los obstáculos de la Naturaleza, había hecho cuanto
-de él dependía para llegar a ser un hombre digno de este nombre_.
-Triunfante de su pena, tras años de luchas y de esfuerzos sobrehumanos,
-y cumplida su misión, que era, como él decía, la de infundir un poco de
-valor a la pobre humanidad, este Prometeo vencedor respondía a un amigo
-que invocaba a Dios: _¡Hombre, ayúdate a ti mismo!_
-
-Inspirémonos en su valiente palabra. Reanimemos, con su ejemplo, la fe
-del hombre en la vida y en el hombre.
-
- ROMAIN ROLLAND
-
-Enero de 1903.
-
-
-
-
- VIDA DE BEETHOVEN
-
-
- Woltuen, wo man kann,
- Freiheit über alles lieben,
- Wahrheit nie, auch sogar am
- Throne nicht verleugnen.
-
- BEETHOVEN
-
-
- (Hoja de Álbum, 1792).
-
-
- (Hacer todo el bien que sea posible,
- amar la libertad por encima de todo, y
- aun cuando fuera por un trono,
- no traicionar nunca a la Verdad).
-
-
- [Ilustración]
-
-Era pequeño y gordo, de cuello robusto, de complexión atlética; tenía
-una cara grande color de rojo ladrillo, menos al fin de su vida, que
-se tornó su tono enfermizo y amarillento, en invierno sobre todo,
-cuando permanecía encerrado y lejos del campo; una frente poderosa
-y abultada; cabellos extremadamente negros, muy espesos, en los
-cuales parecía que no había entrado nunca el peine, erizados por
-todos lados, “las serpientes de Medusa”[1]; sus ojos brillaban con
-una fuerza prodigiosa, que dominaba a cuantos los miraban; pero casi
-todos se engañaron sobre el color de estos ojos. Como irradiaban
-con fulgor salvaje, en un semblante obscuro y trágico, se les creía
-generalmente negros, cuando eran de un azul gríseo[2]; pequeños y
-muy hundidos, se abrían bruscamente en la pasión o en la cólera y
-entonces giraban en sus órbitas, reflejando todos sus pensamientos con
-verdad maravillosa[3]. Frecuentemente se volvían hacia el cielo con
-una mirada melancólica. La nariz era chata y ancha, como un hocico de
-león: la boca delicada, con el labio inferior saliente; mandíbulas
-temibles que habrían podido cascar nueces; y un hoyuelo profundo en el
-mentón, hacia el lado derecho, daba una extraña disimetría al rostro.
-“Sonreía bondadosamente, dice Moscheles, y había en su conversación, a
-menudo, un tono amable y alentador. En cambio su risa era desagradable,
-violenta y gesticulante, rápida”,--la risa de un hombre que no está
-acostumbrado a la alegría. Su expresión habitual era melancólica, de
-“una tristeza incurable”. Rellstab, en 1825, decía que tenía necesidad
-de todas sus fuerzas para no llorar al ver “sus ojos dulces y su dolor
-penetrante”; Braun von Braunthal, un año después, lo encontró en una
-cervecería: estaba sentado en un rincón, fumando una larga pipa y con
-los ojos cerrados, como lo hacía más frecuentemente a medida que se
-aproximaba a la muerte. Un amigo le dirigió la palabra; sonrió con
-tristeza, sacó de su bolsillo una libreta de conversación, y, con la
-voz aguda que adquieren a menudo los sordos, le dijo que escribiera
-lo que quería preguntarle. Su semblante se transfiguraba, ora en los
-accesos de inspiración súbita que lo acometían de improviso, aun en
-la calle, y que llenaban de sorpresa a los transeúntes, ora cuando
-se le sorprendía sentado al piano. “Los músculos de su rostro se le
-saltaban, sus venas se hinchaban; los ojos salvajes se hacían dos veces
-más terribles; le temblaba la boca, y tenía el aire de un encantador
-vencido por los demonios que hubiera evocado”. Parecía una figura de
-Shakespeare[4]; Julius Benedict dice: “El rey Lear”.
-
- * * * * *
-
-Ludwig van Beethoven nació el 16 de diciembre de 1770, en Bonn, cerca
-de Colonia, en una mísera bohardilla de casa pobre. Era flamenco de
-origen[5]; su padre, un tenor borracho y sin talento; su madre, una
-criada, hija de un cocinero y viuda en primeras nupcias de un ayuda de
-cámara.
-
-Su infancia severa no tuvo la familiar dulzura con que la de Mozart,
-más feliz, estuvo rodeada. Desde el principio la vida se le reveló como
-un combate triste y brutal; su padre quiso explotar sus disposiciones
-musicales y exhibirlo como un niño prodigio; a los cuatro años de edad
-lo sentaba, durante horas enteras, frente a su clave, o lo encerraba
-con un violín y lo abrumaba de trabajo. Poco faltó para que por siempre
-le hubiera hecho odioso el arte. Fué preciso usar de la violencia
-para que Beethoven aprendiera la música. Su juventud fué entristecida
-por las preocupaciones materiales, el cuidado de ganarse el pan, los
-trabajos prematuros; a los once años formaba parte de la orquesta del
-teatro, y a los trece era organista. En 1787 perdió a su madre, a quien
-adoraba. “¡Era tan buena conmigo, tan digna de ser amada, mi mejor
-amiga! ¡Oh, quién más feliz que yo cuando podía pronunciar el dulce
-nombre de madre, y que ella podía escucharme!”[6]. Había muerto de
-tisis, y el mismo Beethoven se creyó atacado de esa enfermedad; sufría
-ya constantemente y unía a su dolencia una melancolía más cruel que el
-propio mal[7]. A los diecisiete años era jefe de familia, encargado de
-la educación de sus hermanos. Pasó la vergüenza de solicitar el retiro
-de su padre, incapaz de dirigir la casa por borracho, y fué al hijo a
-quien se entregó la pensión paterna para evitar que fuese disipada.
-Semejantes sufrimientos dejaron en él una huella profunda. Tuvo la
-fortuna de encontrar un cariñoso apoyo en una familia de Bonn, que le
-fué siempre muy querida, los Breuning. La gentil “Lorchen”, Eleonora
-de Breuning, tenía dos años menos: le enseñó él la música y ella lo
-inició en la poesía; fué su compañera de infancia y acaso hubo entre
-ellos algún sentimiento tierno. Eleonora casó más tarde con el doctor
-Wegeler, que fué uno de los mejores amigos de Beethoven: hasta el
-último día no cesó de reinar entre ellos una amistad apacible, de que
-dan testimonio las cartas dignas y cariñosas de Wegeler y de Eleonora,
-y las del viejo y fiel amigo (_alter treuer Freund_) al bueno y querido
-Wegeler (_guter lieber Wegeler_); cariño más conmovedor todavía
-cuando la vejez llegó para los tres sin enfriar la juventud de sus
-corazones[8].
-
-Por triste que haya sido la infancia de Beethoven, conservó siempre
-de ella y de los lugares en que transcurrió un tierno y melancólico
-recuerdo. Obligado a abandonar Bonn y a pasar casi toda su vida en
-Viena, en la grande y frívola ciudad o en sus tristes barriadas,
-no olvidó nunca el valle del Rhin, ni el gran río augusto y
-paternal--_unser Vater Rhein_--como él lo llama, “nuestro padre el
-Rhin”, tan viviente en verdad, casi humano, semejante a un alma
-gigantesca por la cual pasan pensamientos y fuerzas innumerables; en
-ninguna parte más bello, más poderoso y más dulce que en la deliciosa
-Bonn, cuyas pendientes, sombreadas y florecidas, baña con la violencia
-de una caricia. Allá vivió Beethoven sus veinte primeros años; allá se
-formaron los ensueños de su corazón de adolescente, en estas praderas
-que flotan lánguidas sobre el agua, con sus chopos envueltos por la
-bruma, sus malezas, sus sauces, sus árboles frutales, que empapan
-las raíces en la corriente silenciosa y rápida; y, sobre la orilla
-inclinadas, muellemente curiosas, las aldeas, las iglesias, hasta los
-cementerios, en tanto que en el horizonte las Siete Montañas azuladas
-dibujan sobre el cielo sus perfiles atormentados, que coronan las
-esbeltas y bizarras siluetas de los viejos castillos en ruinas. Su
-corazón permaneció eternamente fiel a este país, y hasta el último
-instante soñó en volver a verlo, sin que lo hubiese logrado nunca. “Mi
-patria, la hermosa región en donde yo vi la luz primera, siempre tan
-bella, tan clara delante de mis ojos, como cuando yo la dejé”[9].
-
- * * * * *
-
-En noviembre de 1792 Beethoven se estableció en Viena, metrópoli
-musical de Alemania[10]. La Revolución había estallado y comenzaba a
-ahogar a Europa. Beethoven salió de Bonn en el momento preciso en que
-la guerra llegaba, y en camino de Viena cruzó por entre los ejércitos
-de Hesse, que avanzaban contra Francia. En 1796 y 1797 puso música a
-las poesías bélicas de Friedberg, un _Canto de Partida_, y un Coro
-Patriótico, _Somos un gran pueblo alemán_ (_Ein grosses deutsches Volk
-sind wir_); pero en vano quiso cantar a los enemigos de la Revolución,
-porque la Revolución conquistó al mundo y a Beethoven. Desde 1798, y
-a pesar de la tirantez de relaciones entre Austria y Francia, entró
-Beethoven en comunicación íntima con los franceses, con la embajada,
-con el general Bernadotte, que acababa de llegar a Viena; y en sus
-conversaciones con ellos comenzaron a formarse en él los sentimientos
-republicanos, cuyo poderoso desarrollo se advierte en el resto de su
-vida.
-
-Un dibujo que en esta época le hizo Stainhauser nos muestra una imagen
-bastante clara de lo que era entonces Beethoven. Es con relación a sus
-siguientes retratos, lo que el retrato de Buonaparte por Guérin--rostro
-áspero, devorado por la fiebre de la ambición,--es a los otros retratos
-de Napoleón. Aparece Beethoven más joven de lo que era, enjuto,
-derecho, tieso dentro de su alto corbatín, con el mirar retador y
-violento: sabe lo que vale, y confía en su fuerza. En 1796 escribe en
-su cuaderno: “¡Valor! A pesar de todas las flaquezas del cuerpo, mi
-genio triunfará... ¡Veinticinco años! Los tengo ya, y es necesario que
-en este año el hombre se revele todo entero”[11]. La señora de Bernhard
-y Gelinck dicen que es muy orgulloso, de modales rudos y huraños, y
-habla con un acento marcadamente provinciano; pero sólo sus amigos
-íntimos conocen la exquisita bondad que se oculta bajo ese orgulloso
-encogimiento. Al escribir a Wegeler acerca de sus triunfos, el primer
-pensamiento que le viene a la mente es: “Por ejemplo, cuando veo a un
-amigo necesitado, si mi bolsillo no me permite acudir inmediatamente en
-su ayuda, no tengo más que sentarme a la mesa de trabajo, y, en poco
-tiempo, lo he sacado del apuro... Ya ves que esto es encantador”[12].
-Y un poco después agrega: “Mi arte debe consagrarse al bien de los
-pobres”. (_Dann soll meine Kunst sich nur zum Besten der Armen zeigen._)
-
-Ya el dolor había llamado a su puerta; se había apoderado de él para
-nunca más dejarlo. Entre 1796 y 1800 comenzaron los estragos de la
-sordera[13]; las orejas le zumban noche y día; lo minan dolores en
-las entrañas; su oído se debilita progresivamente. No lo confesará a
-nadie durante muchos años, ni a sus amigos más queridos; evita toda
-compañía para que su enfermedad no sea advertida, y este terrible
-secreto es sólo suyo; pero en 1801 ya no lo puede callar, lo confía con
-desesperación a dos de sus amigos: el doctor Wegeler y el pastor Amenda:
-
-“Mi querido, mi bueno, mi cariñoso Amenda... ¡qué a menudo he deseado
-tenerte cerca de mí! Tu Beethoven es profundamente desventurado. Debes
-saber que la parte más noble de mí mismo, mi oído, se ha debilitado
-mucho. Ya en la época en que estábamos juntos, sentía síntomas del
-mal, y lo ocultaba; pero después ha empeorado mucho... ¿Curaré? Lo
-espero, naturalmente, pero muy poco, porque estas enfermedades son de
-las más incurables. ¡Qué tristemente vivo, abandonando todo lo que
-amo y me es más querido, y en un mundo tan miserable, tan egoísta!...
-¡Triste resignación ésta en la cual debo refugiarme! Naturalmente que
-me he propuesto sobreponerme a todos estos males. Pero ¿cómo me será
-posible?”[14].
-
-Y a Wegeler: “...Llevo una vida miserable; desde hace dos años eludo
-toda compañía, porque no me es posible conversar con los demás: soy
-sordo. Si tuviera cualquier otro oficio, esto sería llevadero; pero en
-el mío mi situación es terrible. ¡Qué dirán mis enemigos, cuyo número
-no es corto!... En el teatro debo colocarme muy cerca de la orquesta
-para escuchar a los actores. Los sonidos altos de los instrumentos y
-de las voces no los oigo si me coloco un poco lejos... Cuando se habla
-suavemente, apenas entiendo... Y por otra parte, cuando se grita,
-ello es para mí intolerable... Frecuentemente maldigo mi existencia.
-Plutarco me ha llevado a la resignación. Quiero, si esto es posible,
-desafiar mi destino; pero hay momentos de mi vida en los cuales soy la
-más miserable de las criaturas... ¡Resignación! ¡Qué triste refugio, y
-sin embargo es el único que me queda!”[15].
-
-Esta tristeza trágica se externa en algunas obras de esta época, en
-la _Sonata Patética_, op. 13 (1799), y sobre todo en el largo de la
-_Tercera Sonata_ para piano, op. 10 (1798). Es extraño que no aparezca
-todavía en tantas obras más, como el riente _Septimino_ (1800), y la
-límpida _Primera Sinfonía_ (en do mayor, 1800), que reflejan todavía
-una despreocupación juvenil. Indudablemente que el alma necesita tiempo
-para acostumbrarse al dolor; siente tal necesidad de la alegría, que,
-cuando no la tiene, es necesario que la cree; cuando el presente es
-demasiado cruel, vive en el pasado; los días felices que fueron no se
-borran de un solo golpe, pues su fulgor persiste largo tiempo después
-de que pasaron. Solo y desventurado en Viena, Beethoven se refugió en
-su nostalgia del país natal, y sus recuerdos de entonces están todos de
-ella impregnados. El tema del andante con variaciones del _Septimino_,
-es sólo un _lied_ riniano; la _Sinfonía en do mayor_ es también una
-obra del Rhin, un poema de adolescencia que sonríe a sus ensueños;
-es alegre, lánguida; se adivina en ella el deseo y la esperanza de
-agradar; pero en algunos de sus pasajes, en la introducción, en el
-claroscuro de algunos bajos sombríos, en el _scherzo_ fantástico, se
-advierte ya, ¡con cuánta emoción! en este rostro de joven la mirada del
-genio que está por venir. Son los ojos del _bambino_ de Botticelli, en
-sus _Sagradas Familias_, estos ojos de niño en los cuales se adivina ya
-la próxima tragedia.
-
-A los sufrimientos físicos se unían trastornos de otro orden. Wegeler
-dice que no conoció nunca a Beethoven sin una pasión llevada al
-paroxismo. Sus amores parece que siempre fueron de una gran pureza,
-porque en ellos no hubo nunca ninguna relación entre la pasión y el
-placer. La confusión que se establece en nuestro tiempo entre la una
-y el otro, no prueba más que la ignorancia en que la mayoría de los
-hombres están acerca de la pasión, y de su extrema rareza. En el
-alma de Beethoven había algo de puritano; las conversaciones y los
-pensamientos licenciosos le causaban horror; tenía sobre la santidad
-del amor ideas intransigentes, y se dice que no perdonaba a Mozart
-haber profanado su genio escribiendo un _Don Juan_. Schindler, que fué
-su amigo íntimo, asegura que “cruzó por la vida con un pudor virginal,
-sin haber tenido nunca que reprocharse una flaqueza”. Un hombre así
-estaba hecho para ser engañado y ser víctima del amor, y lo fué. Sin
-cesar se enamoraba locamente, sin cesar soñaba con la felicidad, que
-en el acto fracasaba, y era seguida de amargos sufrimientos. En estas
-alternativas de amor y de orgullosa rebeldía es preciso buscar el más
-fecundo manantial de las inspiraciones de Beethoven, hasta la edad en
-que su fogosa naturaleza se apacigua en una resignación melancólica.
-
-En 1801 el objeto de su pasión fué, a lo que parece, Giulietta
-Guicciardi, a quien inmortalizó con la dedicatoria de su famosa
-_sonata_ llamada del _Claro de Luna_, op. 27 (1802). “Vivo de una
-manera muy dulce, escribía a Wegeler, y trato más con los hombres...
-Esta mudanza es obra del encanto de una muchacha adorable, que me
-ama y a quien yo amo. Son éstos los primeros momentos felices que
-tengo desde hace dos años”[16]. Los pagó duramente. Desde luego este
-amor le hizo sentir las miserias de su enfermedad y las condiciones
-precarias de su vida, que le hacían imposible desposarse con la que
-amaba. Además Giulietta era coqueta, infantil, egoísta; hizo sufrir
-cruelmente a Beethoven, y en noviembre de 1803 casó con el conde
-Gallenberg[17]. Semejantes pasiones arruinan el alma, y cuando el alma
-está ya debilitada por la enfermedad como lo estaba la de Beethoven,
-suelen aniquilarla. Y fué el único momento de la vida de Beethoven
-en que parece haber estado a punto de sucumbir. Sufrió una crisis
-desesperada, que nos hace conocer una de sus cartas: el _Testamento
-de Heiligenstadt_ a sus hermanos Carlos y Juan, con esta indicación:
-”_Para ser leída y cumplida después de mi muerte_“[18]. Es un grito
-de rebeldía y de sufrimiento desgarrador, que no puede escucharse sin
-sentirse penetrado de piedad. Estuvo entonces a punto de poner fin a su
-vida, y sólo su inflexible sentimiento moral lo detuvo[19].
-
-Sus esperanzas últimas de curación desaparecieron. “Hasta el valor que
-me sostenía se ha desvanecido. ¡Oh, Providencia, concédeme una vez un
-día, un solo día de alegría verdadera! ¡Hace tanto tiempo que el son
-profundo de la perfecta alegría me es extraño! ¿Cuándo, cuándo, ¡Dios
-mío!, podré encontrarla? ¿Nunca?... ¡No, porque eso sería demasiado
-cruel!”
-
-Parece un lamento de agonía y, sin embargo, Beethoven vivirá aún
-veinticinco años. Su vigorosa naturaleza no se podía resignar a
-sucumbir en la prueba. “Mi fuerza física aumenta más que nunca, al
-mismo tiempo que mi vigor intelectual... Mi juventud, sí, lo siento,
-apenas ha comenzado; y cada día me acerca al fin que entreveo y que no
-puedo definir... ¡Oh, si estuviera libre de este mal, abarcaría entre
-mis brazos al mundo!... ¡Pero no tengo reposo! No conozco otro descanso
-que el sueño, y soy tan desventurado que tengo que concederle más
-tiempo que enantes. Si me viera libre de mi mal, aun cuando sólo fuese
-a medias, entonces... No, no lo soportaré ya; quiero morder al destino,
-que no ha de lograr doblegarme enteramente. ¡Es tan bello vivir mil
-veces la vida!”[20].
-
-Este amor, este dolor, esta voluntad, estas alternativas de postración
-y orgullo, estas tragedias interiores aparecen en las grandes obras
-escritas en 1802: la _Sonata con marcha fúnebre_, op. 26, la _Sonata
-quasi una fantasía_ y la _Sonata_ llamada del _Claro de Luna_, op. 27;
-la _Sonata segunda_, op. 31, con sus recitados dramáticos que semejan
-un grandioso y desolado monólogo; la _Sonata en do menor_ para violín,
-op. 30, que dedicó al emperador Alejandro; la _Sonata a Kreutzer_,
-op. 47, y las seis heroicas y conmovedoras melodías religiosas sobre
-palabras de Gellert, op. 48. La _Segunda Sinfonía_, que es de 1803,
-refleja su amor juvenil con mayor intensidad, y en ella se advierte que
-su voluntad se impone sobre todo; una fuerza irresistible barre los
-tristes pensamientos y el _final_ se levanta en impetuoso borbotar de
-vida. Beethoven quiere ser feliz; no quiere consentir en creer que es
-irremediable su infortunio: anhela la curación, desea el amor; desborda
-de esperanzas[21].
-
- * * * * *
-
-En muchas de estas obras sorprende la energía y la insistencia de
-los ritmos de marcha y de combate, que son muy sensibles, sobre todo
-en el _allegro_ y en el _final_ de la _Segunda Sinfonía_, y todavía
-más en el primer trozo, soberbiamente heroico, de la _Sonata al
-Emperador Alejandro_. El carácter marcial, característico de esta
-música, recuerda la época en que fué escrita: la revolución llegaba
-a Viena, y Beethoven era arrastrado por ella. “Manifestaba de buena
-gana en la intimidad--nos dice el caballero Seyfried--su aprobación
-para los sucesos políticos, que juzgaba con una rara perspicacia, con
-mirada clara y penetrante”. Todas sus simpatías lo llevaban hacia
-las ideas revolucionarias; “amaba los principios republicanos”,
-dice Schindler, el amigo que más lo conoció en el último período de
-su vida. “Era partidario de la libertad sin limitaciones y de la
-independencia nacional... Quería que todos cooperasen en el gobierno
-del Estado... Deseaba para Francia el sufragio universal y confiaba
-en que Bonaparte lo establecería, echando así los cimientos de la
-felicidad del género humano”. Revolucionario romano, nutrido en
-Plutarco, soñaba con una república heroica, fundada por el dios de la
-Victoria: el Primer Cónsul; y golpe sobre golpe forjó la _Sinfonía
-Heroica: Bonaparte_ (1804)[22], que es la “Ilíada” del Imperio; y
-el final de la _Sinfonía en do menor_ (1805-1808), la epopeya de la
-Gloria. Primera música verdaderamente revolucionaria, el espíritu de
-la época revive en ella con la intensidad y la pureza que tienen los
-grandes sucesos en las grandes almas solitarias, cuyas impresiones no
-son debilitadas por el contacto de la realidad. La figura de Beethoven
-se muestra en ella iluminada por los resplandores de estas épicas
-guerras que están expresadas por doquiera, acaso sin quererlo, en
-las obras de este período: en la _Obertura de Coriolano_ (1807), que
-tiene soplo de tempestades; en el _Cuarto cuarteto_, op. 18, cuyo
-primer trozo tiene tanto parecido con esa obertura; en la _Sonata
-Appassionata_, op. 57 (1804), de la cual decía Bismarck: “Si la
-escuchara yo a menudo, sería más valeroso”[23]; en la partitura de
-_Egmont_, y hasta en sus conciertos para piano, en este _concierto
-en mi bemol_, cuyo virtuosismo también se hace heroico y en el que
-parece que pasan ejércitos. ¿Cómo sorprenderse de esto? Si Beethoven
-ignoraba, al escribir la _Marcha fúnebre a la muerte de un héroe_ (de
-la Sonata op. 26), que el héroe más digno de sus cantos, aquél que
-se acercaba más que Bonaparte al modelo de la _Sinfonía Heroica_,
-Hoche, acababa de morir cerca del Rhin--al cual domina su monumento
-funerario, todavía ahora, desde lo alto de una pequeña colina entre
-Coblenza y Bonn,--había visto en la misma Viena dos veces victoriosa
-a la revolución. Fueron los oficiales franceses quienes asistieron
-en noviembre de 1805 al estreno de _Fidelio_, y el general Hulin, el
-vencedor de la Bastilla, que se instaló en la casa de Lobkowitz, amigo
-éste y protector de Beethoven, a quien dedicó la _Heroica_ y la _en
-do menor_. Y todavía el 10 de mayo de 1809, Napoleón se hospedó en
-Schoenbrunn[24]. Bien pronto Beethoven odiará a los conquistadores
-franceses; pero no por ello sintió menos el fervor de su epopeya, y
-quien no la sienta como él sólo a medias comprenderá esta música de
-acción y de imperiales triunfos.
-
-
-Interrumpió Beethoven bruscamente la _Sinfonía en do menor_ para
-escribir, de un golpe y sin sus bosquejos habituales, la _Cuarta
-Sinfonía_. La felicidad se le había revelado: en mayo de 1806 entró
-en relaciones con Teresa de Brunswick[25], quien lo amaba desde hacía
-largo tiempo, porque siendo niña recibía de él lecciones de piano, en
-los primeros tiempos que vivió éste en Viena. Beethoven era amigo de
-su hermano el conde Francisco, de quien fué huésped en Mártonvásár,
-Hungría, en 1806, y fué allá donde él y Teresa comenzaron a amarse.
-El recuerdo de estos días felices se conserva en algunos relatos de
-Teresa de Brunswick[26]. “Una noche de domingo, dice ella, después de
-comer, Beethoven se sentó al piano, a la luz de la luna. Principió
-por pasar su mano abierta sobre el teclado, que era su manera de
-preludiar siempre, y que Francisco y yo conocíamos ya. Tocó después
-algunos acordes en las notas bajas, y lentamente, con una solemnidad
-misteriosa, ejecutó un canto de Sebastián Bach[27]: ‘_Si quieres,
-darme tu corazón, que sea primero en secreto, y que nadie pueda
-adivinar nuestro mutuo pensamiento_’. Mi madre y el cura se habían
-dormido; mi hermano miraba en el vacío con gravedad; y yo, bajo el
-influjo de su canto y de su mirada, sentía la vida en toda plenitud.
-En la mañana del siguiente día nos encontramos en el jardín, y me
-dijo: ‘Estoy escribiendo ahora una ópera cuya figura principal está
-delante de mí, en todas partes por donde voy, en todas partes donde
-estoy; nunca había alcanzado tal altura, en la que todo es luz, pureza,
-claridad. Hasta hoy me parecía a ese niño de los cuentos de hadas,
-entretenido en recoger guijarros, que no veía la flor espléndida que
-sobre el camino florece...’. En el mes de mayo de 1806 era su novia,
-sólo con el consentimiento de mi bienamado hermano Francisco”.
-
-_La Cuarta Sinfonía_, escrita ese año, es una flor pura que guarda
-el perfume de aquellos días, los más tranquilos de su vida. En ella
-se ha advertido justamente “la preocupación de Beethoven, entonces,
-de conciliar, en tanto que fuera posible, su genio con la tradición
-generalmente conocida y amada de las formas transmitidas por sus
-predecesores”[28]. El mismo espíritu conciliador, nacido del amor,
-obraba sobre sus modales y manera de vivir. Ignaz von Seyfried
-y Grillparzer dicen que estaba pleno de ímpetus, ágil, alegre,
-espiritual, cortés con los demás, paciente para con los importunos,
-vestido con rebuscamiento; y los engaña al extremo de que no se dan
-cuenta de su sordera y dicen que está sano, si no es de su vista,
-muy debilitada[29]. Tal es la idea que de él nos da un retrato
-de elegancia romántica y un poco amanerada que por entonces pintó
-Maehler. Beethoven deseaba agradar, y sabía que agradaba. El león
-está enamorado, y esconde sus garras; pero se adivina bajo estas
-apariencias, bajo la fantasía y la ternura de la _Sinfonía en si
-bemol_, la fuerza temible, el humor caprichoso y los coléricos
-arranques.
-
-Esta paz profunda no debía durar; mas el influjo bienhechor del amor
-se prolongó hasta 1810. Beethoven le debió sin duda su dominio de
-sí mismo, que hizo entonces producir a su genio los más perfectos
-frutos: esta tragedia clásica, la _Sinfonía en do menor_; y este
-divino ensueño de un día de estío: la _Sinfonía Pastoral_ (1808)[30].
-_La Appassionata_, inspirada en la _Tempestad_ de Shakespeare[31],
-considerada por él como la más vigorosa de sus sonatas apareció en
-1807 y está dedicada al hermano de Teresa. La ensoñadora y fantástica
-sonata, op. 78 (1809), la dedicó a Teresa. Una carta sin fecha[32] y
-dirigida _A la Inmortal Amada_ expresa, no menos que la _Appassionata_,
-la intensidad de su amor:
-
-“Ángel mío, mi todo, mi yo... tengo el corazón henchido de tantas cosas
-que decirte... ¡Ah, en donde yo estoy, tú estás siempre conmigo!...
-Lloro sólo de pensar que no recibirás antes del domingo, probablemente,
-mis primeras noticias.--Te amo, como tú me amas; pero mucho más...
-¡Oh, Dios! ¡Qué vida ésta sin ti! ¡Tan cerca, y tan lejos! Mis
-pensamientos van hacia ti, mi inmortal amada (_Meine unsterbliche
-Geliebte_), jocundos unas veces, tristes después, interrogando al
-destino, demandándole si nos acogerá benignamente. No puedo vivir si
-no es contigo, porque de otra manera no vivo... Nunca será de otra mi
-corazón. ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Oh, Dios mío! ¿por qué es preciso que se
-alejen los que se aman? Y sin embargo mi vida, como al presente, es una
-vida de tristezas. Tu amor me ha hecho a un mismo tiempo el más feliz y
-el más desdichado de los hombres... ¡Está tranquila... está tranquila,
-y ámame! Ahora, ayer, cuán ardiente aspiración, ¡cuántas lágrimas mías
-van hacia ti!... a ti... a ti... mi vida, mi todo! ¡Adiós! ¡Continúa
-amándome, no olvides jamás el corazón de tu amado L. ¡Tuyo eternamente,
-eternamente mía, por siempre el uno para el otro!”[33].
-
-¿Cuál causa misteriosa impidió la felicidad de estos dos seres que
-se amaban? Acaso la falta de fortuna, la desigualdad social; acaso
-Beethoven se sublevó ante la larga espera que se le imponía, y ante la
-humillación de mantener en secreto su amor indefinidamente; tal vez,
-violento, enfermo y misántropo como era, hizo sufrir, sin quererlo, a
-la que amaba, y esto lo desesperó. La promesa de unión se rompió, y,
-sin embargo, ni el uno ni el otro parece que hayan olvidado nunca su
-amor. Hasta su último día (murió en 1861), Teresa de Brunswick amó a
-Beethoven. Y en 1816, Beethoven decía: “Al pensar en ella el corazón
-me palpita con tanta violencia como en el día que la vi por la primera
-vez”. De este mismo año son las melodías a la _Amada Lejana_ (_an die
-ferne Geliebte_), op. 98, de un carácter tan conmovedor y tan profundo.
-Escribió en sus notas: “Mi corazón desborda ante el espectáculo de esta
-admirable naturaleza, y sin embargo Ella no está aquí, a mi lado”.
-Teresa había dado su retrato a Beethoven con esta dedicatoria: “Al
-genio extraordinario, al gran artista, al hombre bueno.--T. B.”[34]. En
-el último año de su vida sorprendió un amigo a Beethoven, solo, besando
-este retrato con lágrimas en los ojos y hablando en voz alta, como
-era su costumbre: “¡Eras tan hermosa, tan grande, tan parecida a los
-ángeles!” Y el amigo se retiró, y cuando regresó un poco más tarde lo
-encontró sentado al piano y le dijo: “Hoy, mi viejo amigo, no hay nada
-de diabólico en vuestro rostro”. Beethoven le respondió: “Es que hoy me
-ha visitado mi ángel”. La herida fué profunda. “Pobre Beethoven, decía
-él mismo, no es posible que para ti haya felicidad en este mundo. Sólo
-en las regiones de lo ideal encontrarás amigos”[35].
-
-Escribió en su libro de notas: “Sumisión, sumisión profunda a tu
-destino: no puedes existir para ti, sino solamente para los demás; para
-ti la única felicidad posible está en tu arte. ¡Oh, Dios mío, concédeme
-la fuerza necesaria para vencer!”
-
- * * * * *
-
-Fué, pues, abandonado por el amor. En 1810 se halla de nuevo solo; pero
-ha alcanzado la gloria y la conciencia de su poder. Está en la fuerza
-de su edad; se abandona a su humor salvaje y violento, ya sin cuidarse
-de nada, sin consideraciones al mundo, a las conveniencias sociales,
-a los juicios de los demás. ¿A quién tiene que temer o agradar? Su
-fuerza es lo único que le queda, la alegría de su fuerza y la necesidad
-de emplearla, casi de abusar de ella. “La fuerza, he aquí la moral de
-los hombres que se elevan por encima del común de los hombres”. Ha
-reincidido en la negligencia de su vestir, y su libertad de modales
-se ha hecho más audaz que antes; sabe que tiene el derecho de decirlo
-todo hasta a los grandes. “No reconozco otro signo de superioridad
-más que la bondad”, escribió el 17 de julio de 1812[36]. Bettina
-Brentano, que lo vió entonces, dice que “ningún emperador, ningún rey
-había tenido una conciencia tal de su fuerza”. Quedó fascinada por su
-poder: “Cuando lo vi por la vez primera, escribía a Goethe, el universo
-entero desapareció para mí. Beethoven me hizo olvidar al mundo, y aun
-a ti mismo, ¡oh Goethe!... Creo no equivocarme al asegurar que este
-hombre se ha adelantado mucho a la civilización moderna”. Goethe hizo
-por conocer a Beethoven. Se encontraron en los baños de Bohemia, en
-Toeplitz, el año de 1812, y no llegaron a comprenderse. Beethoven
-admiraba apasionadamente el genio de Goethe[37]; pero era su carácter
-demasiado libre y demasiado violento para acomodarse al de éste y para
-no herirlo. Ha contado él mismo de un paseo que hicieron juntos, en el
-cual el republicano orgulloso dió una lección de dignidad al consejero
-áulico del gran duque de Weimar, quien no se lo perdonó.
-
-“Los reyes y los príncipes pueden muy bien hacer profesores y
-consejeros privados; pueden muy bien colmarlos de títulos y de
-condecoraciones; pero no pueden hacer a los grandes hombres, a los
-espíritus que se elevan por encima del fango del mundo... Y cuando
-están reunidos dos hombres tales como yo y Goethe, estos señores deben
-sentir nuestra grandeza. Ayer encontramos en el camino, al regresar,
-a toda la familia imperial: la vimos de lejos; Goethe se desprendió
-de mi brazo para detenerse a la orilla de la carretera, y me habría
-gustado decirle que yo querría no dejarlo dar un paso más. Me hundí
-entonces el sombrero, me abotoné la levita, y avancé, con los brazos a
-la espalda, por entre los grupos más espesos. Príncipes y cortesanos
-formaron valla; el duque Rodolfo se quitó el sombrero delante de mí,
-y la emperatriz fué la primera en saludarme. Los grandes me conocen.
-Para mi entretenimiento, vi desfilar la procesión delante de Goethe,
-que permanecía a la orilla del camino, profundamente inclinado y con el
-sombrero en la mano. Se lo reprendí en seguida, y no le he perdonado
-nada...”[38]. Goethe no lo olvidó tampoco[39].
-
-De esta época son la _Séptima_ y la _Octava Sinfonías_, escritas en
-pocos meses, en Toeplitz y en 1812; la Orgía del Ritmo y la Sinfonía
-Humorística, las obras en que quizás se reveló más al natural, o como
-él decía, más “desabrochado” (_aufgeknoepft_), con sus transportes
-de alegría y de furor, sus contrastes imprevistos, sus arranques
-desconcertantes y grandiosos, sus explosiones titánicas, que arrojaban
-a Goethe y a Zelter en el espanto[40], y hacían decir de la _Sinfonía
-en la_, en la Alemania del Norte, que era la obra de un borracho. Sí,
-de un hombre ebrio en efecto, pero de fuerza y de genio. “Soy, dijo
-él mismo, soy Baco, que extrae el delicioso néctar para la humanidad;
-soy yo quien da a los hombres el divino frenesí del espíritu”. Ignoro
-si, como lo ha dicho Wagner, quiso pintar en el final de su Sinfonía
-una fiesta dionisíaca[41]. Reconozco principalmente en esta fogosa
-“kermesse” la huella de su herencia flamenca, lo mismo que encuentro
-mucho de su origen en su audaz libertad de lenguaje y de modales, que
-detona soberbiamente en el país de la disciplina y de la obediencia. En
-nada puede encontrarse más franqueza y más libertad de poder que en la
-_Sinfonía en la_; es un loco despilfarro de energías sobrehumanas, sin
-objeto, por placer, el placer de un río que desborda y que inunda. En
-la _Octava Sinfonía_ la fuerza es menos grandiosa, pero más extraña aún
-y más característica del hombre, porque mezcla la tragedia a la farsa,
-y pone un vigor hercúleo en juegos y caprichos de niño[42].
-
-El año de 1814 señala el apogeo de los triunfos de Beethoven. En el
-Congreso de Viena fué considerado como una gloria europea. Tomó parte
-activa en las fiestas; los príncipes le rendían homenaje, y él dejaba,
-altivamente, que le hicieran la corte. De ello se alababa con Schindler.
-
-Se sintió enardecido por la guerra de Independencia[43]. En 1813
-escribió una sinfonía a la _Victoria_ de _Wellington_, y al principiar
-el año de 1814, un coro guerrero, el _Renacimiento de Alemania_
-(_Germanias Wiedergeburt_). El 29 de noviembre de 1814 dirigió, ante
-un público de reyes, una cantata patriótica: _El Momento glorioso_
-(_Der glorreiche Augenblick_), y compuso para la toma de París, en
-1815, un coro: _¡Todo está consumado!_ (_Es ist vollbracht!_) Estas
-obras ocasionales valieron más a su reputación que todo el resto de su
-producción musical.
-
-El grabado de Blasius Hoefel, hecho según un dibujo del francés
-Letronne, y la máscara feroz que en 1812 moldeó sobre su rostro Franz
-Klein, dan una imagen viva de Beethoven en los tiempos del Congreso de
-Viena. El rasgo dominante de esta cara de león, de recias mandíbulas
-y de pliegues dolorosos y coléricos, es la voluntad, una voluntad
-napoleónica. En ellos se reconoce al hombre que decía de Napoleón
-después de Jena: “¡Qué desgracia que no sepa de la guerra como sé
-de música! ¡Lo destruiría!” Pero su reino no era de este mundo. “Mi
-imperio está en las nubes”, como escribía a Francisco de Brunswick.
-(_Mein Reich ist in der Luft_)[44].
-
-
- * * * * *
-
-A esta hora de gloria sucedió el período más triste y miserable.
-Nunca había sido Viena simpática a Beethoven. Un genio altivo y libre
-como el suyo no podía sentirse a gusto en esta ciudad artificiosa, de
-espíritu mundano y mediocre, a la cual Wagner señaló duramente con su
-desprecio[45]. No perdía ninguna ocasión para alejarse de ella, y hacia
-1808 había pensado seriamente en abandonar Austria para dirigirse a la
-Corte de Jerónimo Bonaparte, rey de Westfalia[46]. Pero Viena abundaba
-en recursos musicales, y hay que hacerle justicia en este punto, porque
-hubo siempre en ella nobles _dilettanti_ para sentir la grandeza de
-Beethoven y para ahorrar a su patria la vergüenza de perderlo. En
-1809, tres de los más ricos señores de Viena: el archiduque Rodolfo,
-alumno de Beethoven; el príncipe Lobkowitz y el príncipe Kinsky, se
-comprometieron a darle anualmente una pensión de cuatro mil florines,
-con la condición única de que permanecería en Austria: “Como ha
-demostrado--decían--que no puede consagrarse enteramente a su arte si
-no es a condición de verse libre de todo cuidado material, y que sólo
-en estas circunstancias puede producir estas obras sublimes que son la
-gloria del arte, los subscritos han tomado la resolución de poner a
-Ludwig van Beethoven al abrigo de toda necesidad y de retirar así los
-obstáculos miserables que se podrían oponer al vuelo de su genio”.
-
-Infortunadamente el efecto no correspondió a las promesas, porque esta
-pensión fué pagada siempre sin puntualidad, y bien pronto dejaron por
-completo de pagarla. Por otra parte, Viena había cambiado de carácter
-después del Congreso de 1814; la política distraía del arte a la
-sociedad, el gusto musical estaba echado a perder por el italianismo, y
-la moda, que era la de Rossini, trataba de pedante a Beethoven[47]. Sus
-amigos y protectores se dispersaron o murieron: el príncipe Kinsky, en
-1812; Lichnowsky, en 1814, y Lobkowitz en 1816. Rasumowsky, para quien
-había escrito sus admirables cuartetos, op. 59, dió su último concierto
-en febrero de 1815. En ese mismo año Beethoven se disgustó con Stephan
-von Breuning, su amigo de infancia, hermano de Eleonora[48], y, aislado
-desde entonces, “no tengo amigos y soy solo en el mundo” escribía en
-sus notas de 1816.
-
-La sordera había llegado a ser completa[49]. Desde el otoño de 1815
-ya no podía tener comunicación con los demás, a no ser por escrito.
-Su cuaderno de conversación más antiguo es de 1816[50]. Conocido es
-el doloroso relato de Schindler sobre la representación de _Fidelio_
-en 1822: “Pidió Beethoven dirigir el ensayo general... desde el dúo
-del primer acto se evidenció que no oía nada de lo que pasaba en el
-escenario. Retardaba considerablemente el movimiento, y en tanto
-que la orquesta seguía su batuta, los cantantes, por su parte, se
-adelantaban. Esto originó una confusión general. El director habitual
-de la orquesta, Umlauf, propuso un momento de descanso sin dar ninguna
-razón, y, después de haber cambiado algunas palabras con los cantantes,
-se volvió a comenzar. El mismo desorden se produjo de nuevo, y fué
-necesaria una segunda pausa. La imposibilidad de continuar bajo la
-dirección de Beethoven era evidente; pero ¿cómo hacérselo comprender?
-Nadie tenía valor de decirle: ‘Retírate, desventurado, porque no
-puedes dirigir’. Beethoven, inquieto, agitado, se volvía a derecha
-y a izquierda, se esforzaba por leer en la expresión de los rostros
-que lo rodeaban y por comprender dónde estaba el obstáculo; pero por
-todos lados era el mismo silencio. De pronto me llamó en una forma
-imperiosa y, cuando estuve cerca de él, me presentó su cuaderno y me
-hizo señales de que escribiera. Yo tracé estas palabras: ‘Os suplico
-que no continuéis; en la casa os explicaré por qué’. De un brinco saltó
-al patio, gritándome: ‘¡Salgamos!’ Corrió sin parar hasta la casa;
-entró, y se dejó caer inerte en un sofá, cubriéndose el rostro con
-las dos manos; y así permaneció hasta la hora de comer. En la mesa no
-fué posible hacerle pronunciar palabra; conservaba la expresión del
-abatimiento y del dolor más profundo; y cuando, al terminar la comida,
-quise retirarme, me retuvo expresando el deseo de no quedar solo. En
-el momento de separarnos me rogó que lo acompañase a la casa de su
-médico, quien tenía una gran reputación para enfermedades del oído...
-En todo el demás tiempo de mis relaciones con Beethoven no encuentro un
-día que pueda ser comparado con este día fatal de noviembre... Había
-sido herido en pleno corazón, y hasta el día de su muerte vivió con la
-impresión de esta escena terrible”[51].
-
-Dos años después, el 7 de mayo de 1824, al dirigir la _Sinfonía con
-coros_ (o mejor, como decía el programa, “tomando parte en la dirección
-del concierto”), no escuchó nada del tumulto de toda la sala que lo
-aclamaba; y no se dió cuenta hasta que una de las cantantes le tomó de
-la mano, lo hizo volverse de frente al público y pudo ver de pronto
-a todos los espectadores de pie, agitando sus sombreros y batiendo
-palmas. Un viajero inglés, Russel, que lo vió sentado al piano hacia
-1825, dice que cuando quería tocar suavemente las teclas no resonaban,
-y que era conmovedor observar en este silencio la emoción que lo
-animaba, en su semblante y en sus dedos crispados.
-
-Recogido en sí mismo[52], separado de todos los demás hombres, sólo
-podía hallar consuelo en la naturaleza. “Era su única confidente”,
-decía Teresa de Brunswick; y fué su refugio. Carlos Neate, que lo
-conoció en 1815, dice que no había visto nunca persona que amase tan
-profundamente las flores, las nubes, la naturaleza[53]: parecía vivir
-la vida de ellas. “Nadie en la tierra puede amar los campos tanto como
-yo, escribía Beethoven... Amo a un árbol más que a un hombre...”.
-Diariamente, en Viena, daba la vuelta a las fortificaciones. En el
-campo, de la aurora a la noche, se paseaba solo, sin sombrero, bajo el
-sol o bajo la lluvia. “¡Oh, Providencia! ¡En los bosques soy feliz,
-feliz en los bosques en que cada árbol me habla de ti! ¡Dios mío, qué
-esplendor! En estas florestas, sobre estas colinas, está la calma, la
-calma necesaria para servirte...”. Su inquietud espiritual encontraba
-en la naturaleza algún reposo[54]. Estaba asediado por los cuidados
-de dinero; escribía en 1818: “Estoy casi reducido a la mendicidad, y
-obligado a aparentar que no carezco de lo necesario”. Y en otra parte:
-“La sonata op. 106 ha sido escrita en circunstancias agobiadoras. Dura
-cosa es tener que trabajar para ganarse el pan”. Spohr dice que a
-menudo no podía salir de casa por estar sus zapatos rotos. Tenía muchas
-deudas con sus editores y sus obras no le producían nada. _La Misa
-en re_, anunciada en subscripción, tuvo siete subscriptores (ninguno
-músico de ellos)[55]. Apenas recibía treinta o cuarenta ducados por
-sus admirables sonatas, y cada una le costaba tres meses de trabajo.
-El príncipe Galitzin le hacía componer sus cuartetos, op. 127, 130,
-132, sus obras acaso las más profundas y que parecen escritas con su
-sangre, y no le pagaba nada. Se agotaba Beethoven en estas dificultades
-domésticas, en estos procesos sin término, para obtener que se le
-pagasen las pensiones que le debían, o para conservar la tutela de un
-sobrino, hijo de su hermano Carlos, que había muerto de tisis en 1815.
-
-Consagraba a este niño toda la necesidad de abnegación que su
-corazón desbordaba. Pero hasta este cariño le reservaba aún crueles
-sufrimientos. Se diría que un hado cuidase de renovar incesantemente y
-de aumentar sus miserias, para que su genio no careciese de alimento.
-Tuvo que disputar, desde luego, el pequeño Carlos a la madre indigna,
-que quería arrebatárselo.
-
-“¡Dios mío, escribía, mi amparo, mi defensa, mi único refugio!: lees en
-las profundidades de mi alma y sabes los dolores que sufro cuando es
-necesario que yo haga sufrir a quienes quieren disputarme a mi Carlos,
-¡mi tesoro![56]. ¡Escúchame, Ser que no sé cómo nombrar; acoge la
-ardiente plegaria de la más desventurada de tus criaturas!
-
-“¡Oh, Dios mío! ¡mi socorro! ¡Mírame abandonado de la humanidad entera
-porque no quiero pactar con la injusticia! ¡Concédeme que pueda, para
-lo por venir, vivir con mi Carlos!... ¡Oh, suerte cruel, implacable
-destino! ¡No, no, mi desventura no terminará nunca!”
-
-Pues este sobrino, tan apasionadamente amado, se mostró indigno de la
-confianza de su tío. La correspondencia de Beethoven con él es dolorosa
-y colérica, como la de Miguel Ángel con sus hermanos, pero más ingenua
-y más conmovedora:
-
-“¿Debo una vez más ser pagado con la más abominable ingratitud? Pues
-bien, toda unión queda rota entre nosotros, ¡que sea así! Cuantas
-personas imparciales lo sepan, te odiarán... si el pacto que nos une te
-pesa ¡oh Dios! que sea según su voluntad: te abandono a la Providencia;
-he hecho cuanto podía; puedo comparecer tranquilo ante el Juez
-Supremo...”[57].
-
-“Mimado como has sido, no te estará mal tratar al fin de ser sencillo
-y franco; mi corazón ha sufrido mucho por tu conducta hipócrita para
-conmigo, y me es difícil olvidar... Dios es testigo que sólo sueño
-con estar a mil leguas de ti, y de este triste hermano, y de esta
-abominable familia... ya no puedo tener confianza en ti”. Y firma: “Tu
-padre, por desgracia; pero no, tu padre, nunca”[58].
-
-Mas el perdón venía inmediatamente:
-
-“¡Mi querido hijo! No digamos una palabra más; ven a mis brazos y no
-escucharás ningún duro reproche... te recibiré con el mismo amor;
-y en cuanto a lo que haya que hacer por tu porvenir, hablaremos de
-ello amistosamente. ¡Palabra de honor, no habrá un reproche! De
-nada servirían y tú no tienes que esperar de mí más que solicitud
-y ayuda las más cariñosas. Ven, ven hacia el corazón fiel de tu
-padre.--_Beethoven_.--Ven inmediatamente que hayas recibido esta carta,
-ven a la casa”. (Y en el sobre agregaba, en francés: “_Si no vinieres,
-me matarías seguramente_”)[59].
-
-“No mientas, le suplicaba, sigue siendo siempre mi hijo bienamado. ¡Qué
-horrible disonancia si tú me pagases con hipocresía, como se me quiere
-hacer creer! Adiós; quien no te ha dado la vida, pero que seguramente
-te la ha conservado y se ha tomado todos los cuidados posibles para
-velar por tu desarrollo moral, con un cariño más que paternal, te ruega
-desde el fondo de su corazón que sigas el único y verdadero camino del
-bien y de lo justo. Tu fiel y buen padre”[60].
-
-Tras de haber acariciado toda clase de sueños acerca del porvenir de
-este sobrino, que no carecía de inteligencia y a quien quería llevar
-hacia la carrera universitaria, Beethoven tuvo que consentir a la
-postre en que fuese un comerciante. Pero Carlos frecuentaba los garitos
-y se endeudaba.
-
-Por un triste fenómeno, más frecuente de lo que parece, la grandeza
-moral de su tío, en lugar de hacerle bien le hacía mal, lo exasperaba,
-lo empujaba a la rebeldía, como decía él mismo con estas palabras
-terribles, en las cuales a lo vivo se muestra su alma miserable: “He
-llegado a ser el más malvado, porque mi tío quería que fuese mejor”. En
-el estío de 1826 llegó a dispararse un tiro de pistola en la cabeza; y
-él no murió, pero Beethoven estuvo a punto de morir y nunca se le borró
-la huella de esta impresión espantosa[61]. Carlos curó, vivió hasta el
-fin, para hacer sufrir a su tío, en la muerte del cual alguna culpa
-tuvo y en cuya hora final no estuvo presente. “Dios no me ha abandonado
-nunca”, escribía Beethoven a su sobrino, algunos años antes. “Alguien
-estará junto a mí para cerrarme los ojos”. Mas este alguien no debía
-ser aquél a quien llamaba “su hijo”[62].
-
- * * * * *
-
-Desde el fondo de este abismo de tristeza Beethoven se levantó a
-exaltar la Alegría.
-
-Era el propósito de toda su vida, en el cual ya pensaba, desde 1793,
-en Bonn[63]. Durante toda su existencia ambicionó cantar la Alegría,
-y dar cima así a una de sus grandes obras; toda su vida vaciló acerca
-de la forma exacta que habría de tener el himno y la obra en la cual
-podría darle cabida. Aun en su _Novena Sinfonía_ estaba lejos de una
-resolución, y hasta el último instante pensó dejar la _Oda a la
-Alegría_ para una décima o undécima sinfonía. Se debe advertir bien
-que la Novena no se intitula, como se dice, _Sinfonía con coros_, sino
-_Sinfonía con un coro final de la Oda a la Alegría_. Pudo pues, debió
-tener otra conclusión. En julio de 1823 todavía pensaba Beethoven
-en darle un _finale_ instrumental, que aprovechó en seguida para el
-cuarteto op. 132. Czerny y Sonnleithner llegan a afirmar que, después
-de la ejecución (mayo de 1824), Beethoven no había abandonado esta idea.
-
-Grandes dificultades técnicas se le presentaron para la introducción
-del coro en una sinfonía, y de ello nos dan pruebas los cuadernos
-de Beethoven y sus ensayos numerosos para hacer entrar las voces de
-otra manera, y en otro momento de la obra. En los bosquejos de la
-segunda melodía del _adagio_[64] escribió: “Tal vez entraría aquí el
-coro en forma conveniente”. Pero no podía resolverse a separarse de
-su fiel orquesta: “cuando una idea me viene, decía, la escucho en un
-instrumento y nunca en las voces”. Por eso aplaza lo más posible el
-momento de emplearlas, y aun llega a dar a los instrumentos no sólo los
-recitados del _finale_[65], sino también el tema mismo de la Alegría.
-
-Pero es preciso ir más adelante en la explicación de estas vacilaciones
-y de estos aplazamientos, porque la causa es más profunda. Este hombre
-desventurado, atormentado siempre por la pena, aspiró siempre a cantar
-la excelsitud de la Alegría; y de año en año aplazaba su labor, sin
-cesar arrastrado por el torbellino de sus pasiones y por su melancolía.
-Sólo hasta el último día consiguió realizarlo. ¡Y con cuál grandeza!
-
-En el instante que el tema de la Alegría va a aparecer por la vez
-primera, la orquesta se detiene bruscamente, se hace un súbito
-silencio, que da a la entrada del canto un carácter misterioso y
-divino. Y esto es verdadero: el tema es propiamente un dios. La
-Alegría desciende del cielo, envuelta en una calma sobrenatural: con
-su hálito leve acaricia los sufrimientos, y la primera impresión que
-causa es tan tierna, cuando se desliza en el corazón convaleciente,
-que puede decirse con el amigo de Beethoven que “dan ganas de llorar
-al ver sus ojos dulces”. Cuando en seguida pasa el tema a las voces,
-es en las más bajas en las que primero aparece, con un carácter serio
-y un poco deprimido; pero poco a poco la alegría se apodera del ser.
-Es una conquista, una guerra contra el dolor. Y he aquí los ritmos de
-la marcha, los ejércitos en movimiento, el canto ardiente y anhelante
-del tenor, todas estas páginas estremecedoras en las cuales se cree
-percibir el aliento mismo de Beethoven, el ritmo de su respiración y
-de sus clamores inspirados, cuando recorría los campos componiendo
-su obra, transportado por un furor demoníaco, como un viejo rey Lear
-en medio de la tempestad. A la Alegría guerrera sucede el éxtasis
-religioso, y luego una orgía sagrada, un delirio de amor. Toda una
-humanidad palpitante que tiende los brazos al cielo levanta clamores
-poderosos, se lanza hacia la Alegría y la estrecha sobre su corazón.
-
-La obra del titán triunfó sobre la mediocridad pública. La frívola
-Viena se sintió un momento conmovida, cuando estaba enteramente de
-parte de Rossini y de las óperas italianas. Beethoven entonces,
-humillado y entristecido, iba a establecerse en Londres y pensaba
-hacer ejecutar allá la Novena Sinfonía. Por segunda vez, como en 1809,
-algunos nobles amigos le suplicaron que no abandonase la patria.
-“Sabemos, decían, que habéis escrito una nueva composición con música
-sagrada[66], en la cual expresáis los sentimientos que os inspira
-vuestra profunda fe”.
-
-“La _luz sobrenatural_ que inunda vuestra grande alma la ilumina.
-Sabemos, por otra parte, que la corona de vuestras grandes sinfonías
-se ha enriquecido con otra flor inmortal... Vuestra ausencia, durante
-estos últimos años, afligía a todos aquéllos que hacia vos tenían
-vueltas sus miradas[67]. Todos pensaban con tristeza que el hombre
-de genio, que tan alto se ha levantado sobre los humanos, permanecía
-silencioso, en tanto que una música extranjera trataba de arraigar en
-nuestra tierra, haciendo caer en el olvido las producciones del arte
-alemán... Sólo de vos la nación espera una vida nueva, nuevos laureles
-y un nuevo reino de la verdad y de lo bello, a despecho de la moda del
-día... Dadnos la esperanza de ver bien pronto satisfechos nuestros
-deseos... ¡Y pueda la primavera que se avecina florecer doblemente,
-gracias a vuestros dones, para nosotros y para el mundo!”[68]. Esta
-generosa carta demuestra cuál era el poderío no solamente artístico,
-sino también moral, de que gozaba Beethoven sobre la ”élite“ de
-Alemania. La primera palabra que acude a sus admiradores para loar su
-genio, no es la de ciencia, ni la de arte: es la de _fe_[69].
-
-Estas palabras conmovieron profundamente a Beethoven. No partió. El 7
-de mayo de 1824 tuvo lugar en Viena la primera audición de la _Misa
-en re_ y de la _Novena Sinfonía_. El éxito fué triunfal y casi tomó
-un carácter sedicioso. Cuando Beethoven se presentó, fué acogido con
-cinco salvas de aplausos; y la costumbre, en este país ceremonioso,
-imponía que sólo se hiciesen tres para saludar la entrada de la familia
-imperial. Tuvo la policía que poner fin a las manifestaciones. La
-sinfonía levantó un entusiasmo frenético; muchos lloraban; Beethoven
-se desvaneció por la emoción después del concierto, y se le llevó a
-casa de Schindler, donde permaneció amodorrado, vestido, sin comer ni
-beber, durante toda la noche y la mañana siguiente. Pero el triunfo
-fué pasajero y los resultados prácticos nulos para Beethoven; el
-concierto no produjo nada; las dificultades materiales de su vida no
-tuvieron cambio. Y continuó siendo pobre, enfermo[70] y solitario, pero
-vencedor[71]. Vencedor de la mediocridad de los hombres, vencedor de su
-propio destino, vencedor de su dolor.
-
-“¡Sacrifica, sacrifica siempre las naderías de la vida a tu arte! ¡Dios
-está por encima de todo!” (_O Gott über alles!_)
-
- * * * * *
-
-Había alcanzado al fin la meta deseada en toda su vida; había alcanzado
-la alegría. ¿Lograría permanecer en esta cima del alma que domina las
-tempestades? En realidad tuvo que recaer muchos días en las viejas
-angustias; en realidad sus últimos cuartetos están plenos de sombras
-extrañas; y sin embargo, parece que la victoria de la _Novena Sinfonía_
-hubiese dejado en él su gloriosa huella. Los proyectos que tenía para
-el porvenir[72]: la _Décima Sinfonía_[73], la _Obertura al nombre
-de Bach_, la música para la _Melusina_ de Grillparzer[74], para el
-_Odiseo_ de Korner y para el _Fausto_ de Goethe[75], y el oratorio
-bíblico sobre _Saúl_ y _David_, muestran cómo su espíritu era atraído
-hacia la vigorosa serenidad de los grandes y viejos maestros alemanes:
-de Bach y de Haendel, y, más aún, hacia la luz del Mediodía, hacia el
-Sur de Francia o hacia esa Italia que soñaba recorrer[76].
-
-El doctor Spiller, que lo vió en 1826, cuenta que su rostro se había
-tornado alegre y jovial; y en ese mismo año, cuando Grillparzer le
-habla por la vez última, es Beethoven quien alienta al poeta abrumado:
-“¡Ah, le decía éste, si yo tuviese la milésima parte de vuestra fuerza
-y de vuestra firmeza!” Los tiempos eran duros; la reacción monárquica
-oprimía a los espíritus. “La censura me ha sacrificado, gemía
-Grillparzer. Es preciso partir para la América del Norte si se quiere
-hablar, pensar libremente”. Mas ningún poder bastante fuerte para
-amordazar el pensamiento de Beethoven. “La palabra está encadenada;
-pero los sonidos por fortuna son libres todavía”, le escribía el
-poeta Kuffner. Beethoven es la gran voz libre, la única tal vez del
-pensamiento alemán de entonces. Y lo sentía así: habla a menudo del
-deber que tiene de obrar, por medio de su arte, “en favor de la pobre
-humanidad, de la humanidad del porvenir” (_der künftigen Menschheit_),
-de hacerle el bien, de alentarla, de sacudir su sueño, de flagelar su
-cobardía. “Nuestra época, escribía a su sobrino, tiene necesidad de
-robustos espíritus para azotar a estos miserables bribones de almas
-humanas”. El doctor Müller dice, en 1827, que “Beethoven se expresaba
-siempre con mucha libertad acerca del gobierno, la policía, la
-aristocracia y hasta el público. La policía lo sabía, pero toleraba sus
-críticas y sus sátiras como se toleran las ensoñaciones inofensivas,
-y dejaba tranquilo al hombre cuyo genio tenía tan extraordinario
-fulgor”[77].
-
-Nada era, pues, capaz de doblegar esta fuerza indomable, que parecía
-aceptar el dolor como un fuego. La música escrita en estos últimos
-años, a pesar de las circunstancias penosas en que fué compuesta[78],
-tiene a menudo un carácter irónico enteramente nuevo, de heroico y
-alegre desprecio. Cuatro meses antes de su muerte, el último trozo que
-terminó, en noviembre de 1826, el nuevo _finale_ para el cuarteto op.
-130, es alegre, y en verdad esta alegría no es la de todo el mundo. Ora
-es la risa áspera y entrecortada de que habla Moscheles, ora la sonrisa
-conmovedora hecha con tantos vencidos sufrimientos. No importa, es un
-vencedor; no cree en la muerte.
-
-Sin embargo, ella se acercaba. Hacia fines de noviembre de 1826 cogió
-un resfriado pleurético, y cayó enfermo, en Viena, al retornar de un
-viaje que emprendiera en invierno para asegurar el porvenir de su
-sobrino[79].
-
-Sus amigos estaban lejos; encargó a su sobrino que buscara un médico;
-pero el miserable olvidó la comisión y apenas se acordó de ella dos
-días después. El médico llegó tarde y atendió mal a Beethoven; durante
-tres meses su constitución atlética luchó contra el mal; y el 3 de
-enero de 1827 instituyó a su amado sobrino heredero universal. Se
-acordó de sus amigos queridos del Rhin; todavía escribía a Wegeler:
-“...¡Cuánto quisiera decirte! pero estoy demasiado débil. Ya no puedo
-más que abrazarte en mi corazón, a ti y a tu Lorchen”. La miseria
-habría ensombrecido sus últimos instantes a no ser la generosidad de
-algunos amigos ingleses. Se había vuelto muy dulce y muy paciente[80];
-en su lecho de agonía, el 17 de febrero de 1827, después de tres
-operaciones, y mientras esperaba la cuarta[81], escribía con
-serenidad: “Tengo paciencia y pienso que todo mal trae consigo algún
-bien”.
-
-El bien fué la liberación, “el fin de la comedia”, como dijo al morir.
-Digamos nosotros: de la tragedia de su vida.
-
-Murió durante una tempestad, una tempestad de nieve, al fulgor de un
-relámpago. Una mano extraña cerró sus ojos[82] el 26 de marzo de 1827.
-
- * * * * *
-
-¡Amado Beethoven! Muchos han alabado su grandeza artística; pero es,
-antes que el primero de los músicos, la fuerza más heroica del arte
-moderno: es el más grande y el mejor amigo de los que luchan y de
-los que sufren. Cuando las miserias del mundo nos entristecen, es él
-quien viene junto a nosotros, como llegaba a sentarse al piano de una
-madre en duelo, y, sin una palabra, consolaba a la que lloraba con el
-canto de su queja resignada. Y cuando se apodera de nosotros la fatiga
-del eterno combate, librado inútilmente contra la mediocridad de los
-vicios y de las virtudes, es un bien indecible reconfortarse en este
-océano de voluntad y de fe. Se desprende de él un contagio de valor, de
-felicidad por la lucha[83], embriaguez de una conciencia que siente en
-sí misma la presencia de un dios. Parece que en su comunión de todos
-los instantes con la naturaleza[84] hubiese acabado por asimilarse
-sus profundas energías. Grillparzer, que admiraba a Beethoven con un
-sentimiento mezclado de temor, dijo de él: “Fué hasta el punto temible
-en que el arte se funde con los elementos salvajes y caprichosos”.
-Lo mismo dice Schumann de la _Sinfonía en do menor_: “Mientras más
-se le escucha, ejerce sobre nosotros un influjo invariable, como
-esos fenómenos de la naturaleza que, por muy frecuentemente que se
-produzcan, nos llenan siempre de temor y de sorpresa”. Y Schindler,
-su confidente: “Se posesionó del espíritu de la naturaleza”. Esto
-es verdad, porque Beethoven es una fuerza de la naturaleza; y un
-espectáculo de grandeza homérica este combate de una potencia elemental
-contra todo el resto de la natura.
-
-Su vida toda es comparable a un día de tempestad: al principio, una
-joven y límpida mañana, con algunos hálitos de languidez apenas; pero
-ya, en el aire inmóvil, un amago secreto, un presentimiento abrumador.
-Y bruscamente pasan las grandes sombras, se oyen los trágicos truenos,
-los silencios zumbadores y temibles, los golpes de furioso viento de
-la _Heroica_ y de la _En do menor_. Sin embargo, la pureza del día no
-se ha perdido aún: la alegría sigue siendo la alegría; la tristeza
-conserva siempre una esperanza. Pero, después de 1810, el equilibrio
-del alma se destruye; la luz llega a ser extraña; de los pensamientos
-más claros se ve ascender como vapores, que se disipan, que de nuevo
-se concretan, que obscurecen el corazón con su turbación melancólica
-y caprichosa; algunas veces la idea musical parece que se pierde
-por completo, ahogada, después de haber emergido una o dos veces de
-la bruma; y no vuelve a surgir sino al fin del trozo, como en una
-borrasca. La alegría misma ha tomado un carácter áspero y salvaje;
-una fiebre, un veneno, se mezclan a todos los sentimientos[85]. La
-tempestad se prepara, a medida que la tarde desciende; y he aquí las
-pesadas nubes, henchidas de relámpagos, negras de sombra, preñadas de
-tempestades, del principio de la _Novena_. De pronto, en lo más fuerte
-del huracán, las tinieblas se desgarran, la noche es arrojada del cielo
-y vuelve la serenidad al día, por un acto de voluntad. ¡Cuál conquista
-vale como ésta, cuál batalla de Bonaparte, qué sol de Austerlitz
-alcanza la gloria de este esfuerzo sobrehumano, de este triunfo, el más
-brillante que haya jamás alcanzado el Espíritu: un desventurado, pobre,
-enfermo, solitario, el dolor hecho hombre, a quien el mundo rehúsa la
-alegría, crea la alegría él mismo para darla al mundo! Y la forja con
-su miseria, como él lo ha dicho con palabras altivas, en las cuales se
-resume su vida y que son el emblema de toda alma heroica:
-
- “LA ALEGRÍA POR EL SUFRIMIENTO.”
- _Durch Leiden Freude._
-
-
- NOTAS:
-
-[1] J. Russel (1822).--Carlos Czerny, que, siendo niño, lo vió en 1801
-con una barba de muchos días y una melena salvaje, con un chaquetón y
-un pantalón de pelo de cabra, creyó encontrar en él a Robinsón Crusoe.
-
-[2] Nota del pintor Kloeber, que hizo su retrato hacia 1818.
-
-[3] “Sus hermosos ojos que hablan, decía el doctor W. C. Müller, ora
-amables y tiernos, ora extraviados, amenazadores y terribles” (1820).
-
-[4] Kloeber decía: “De Ossian”. Todos estos detalles están tomados de
-noticias de los amigos de Beethoven, o de viajeros que lo visitaron,
-como Czerny, Moscheles, Kloeber, Daniel Amadeus Atterbohm, W. C.
-Müller, J. Russel, Julius Benedict, Rochlitz, etc.
-
-[5] El abuelo Ludwig, el hombre más notable de la familia y aquél
-a quien Beethoven se parecía más, nació en Amberes y se estableció
-hacia los veinte años de su edad en Bonn, donde llegó a ser maestro de
-capilla del príncipe elector. Es preciso no olvidar esto si se quiere
-comprender la fogosa independencia de la naturaleza de Beethoven y
-tantos otros rasgos de su carácter que no son propiamente alemanes.
-
-[6] Carta al doctor Schade, de Augsburgo, el 15 de septiembre de 1787.
-(Nohl, _Cartas de Beethoven_, II).
-
-[7] Decía más tarde (en 1816): “¡Es un pobre hombre aquél que no sabe
-morir! Cuando apenas tenía yo quince años, ya lo sabía”.
-
-[8] Reproducimos en el Apéndice algunas de estas cartas.--Beethoven
-encontró también un amigo y un consejero excelente en Christian-Gottlob
-Neefe, su maestro, cuya nobleza moral no tuvo menos influjo sobre él
-que la amplitud de su inteligencia artística.
-
-[9] A Wegeler, el 29 de junio de 1801. (Nohl, XIV).
-
-[10] Había hecho ya un corto viaje en la primavera de 1787. Visitó
-entonces a Mozart, quien parece que le concedió poca atención. Haydn,
-a quien había conocido en Bonn, en diciembre de 1790, le dió algunas
-lecciones. Tomó también Beethoven por maestros a Albrechtsberger y
-Salieri. El primero le enseñó el contrapunto y la fuga, y el segundo a
-escribir para las voces.
-
-[11] Apenas comenzaba a presentarse en público. Su primer concierto en
-Viena, como pianista, fué el 30 de marzo de 1795.
-
-[12] A Wegeler, el 29 de junio de 1801. (Nohl, XIV). “Ninguno de mis
-amigos debe carecer de nada, en tanto que yo tenga algo”, escribía a
-Ries, hacia 1801. (Nohl, XXIV).
-
-[13] En el _Testamento_ de 1802, Beethoven dice que hacía seis años que
-el mal había comenzado, o sea, por consecuencia, en 1796. Advirtamos
-de paso que, en el catálogo de sus obras, la op. 1 (tres tríos) es
-sólo anterior a 1796. La op. 2, las tres primeras sonatas para piano,
-aparecen en marzo de 1796. Se puede, por tanto, decir que toda la obra
-de Beethoven es del Beethoven sordo.
-
-Véase acerca de la sordera de Beethoven un artículo del doctor Klotz
-Forest, en la _Chronique Médicale_ de 15 de mayo de 1905. El autor
-del artículo cree que el mal tuvo origen en una afección general
-hereditaria (acaso en la tisis de la madre). Diagnostica un catarro en
-las trompas de Eustaquio, hacia 1796, que se transformó en 1799 en una
-otitis semiaguda; mal cuidada se convirtió en otitis catarral crónica,
-con todas sus consecuencias. La sordera aumenta sin llegar nunca a ser
-completa. Beethoven percibía los sonidos graves mejor que los sonidos
-agudos. En sus últimos años se servía, se dice, de una varilla de
-madera cuya extremidad colocaba sobre la caja de su piano, sujetándola
-por la otra con los dientes. Usaba de este procedimiento para oír
-cuando componía.
-
-Véase sobre la misma cuestión: C. G. Kunn: _Wiener medizinische
-Wochenschrift_, febrero-marzo de 1892; Wilibald Nagel: _Die Musik_
-(marzo de 1902).
-
-Se conservan en el museo Beethoven, de Bonn, los instrumentos acústicos
-que para él fabricó el mecánico Maelzel, hacia 1814.
-
-[14] Nohl, _Cartas de Beethoven_, XIII.
-
-[15] Nohl, _Cartas de Beethoven_, XIV. (Véase en el Apéndice).
-
-[16] A Wegeler, el 16 de noviembre de 1801. (Nohl, XVIII).
-
-[17] Ella no tuvo empacho, después, en aprovechar el antiguo amor de
-Beethoven en favor de su marido. Beethoven ayudó a Gallenberg. “Era mi
-enemigo, y justamente por esa razón le hice todo el bien que pude”,
-decía a Schindler en uno de sus cuadernos de conversación de 1821. Pero
-después la despreció: “Cuando llegué a Viena, escribía en francés, ella
-me fué a ver, llorando; pero yo la desprecié”.
-
-[18] 6 de octubre de 1802. (Nohl, XXVI). Véase en el Apéndice.
-
-[19] “Recomendad a vuestros hijos la virtud, porque sólo ella nos puede
-hacer felices, y no el dinero. Hablo por experiencia. Sólo ella me ha
-sostenido en la miseria y a ella debo, tanto como a mi arte, no haber
-terminado mi vida en el suicidio”. Y en otra carta del 2 de mayo de
-1810, a Wegeler: “Si no hubiese yo leído en alguna parte que el hombre
-no debe separarse voluntariamente de la vida, por todo el tiempo en que
-aún pueda realizar una buena acción, hace ya mucho tiempo que yo no
-existiría, y sin duda por mi propia voluntad”.
-
-[20] A Wegeler. (Nohl, XVIII).
-
-[21] La miniatura de Hornemann, que es de 1802 muestra a Beethoven
-a la moda de la época, con patillas, el cabello cortado a la Tito,
-el aire fatal de un héroe byroniano; pero con la tensión de voluntad
-_napoleónica_ que no cede nunca.
-
-[22] Se sabe que la _Sinfonía Heroica_ fué escrita sobre Bonaparte y
-para él, y que el primer manuscrito lleva aún el título: _Buonaparte_.
-Entretanto Beethoven tuvo noticia del coronamiento de Napoleón, y
-entró en furor: “¡No es más que un hombre ordinario”, clamó, y en su
-indignación hizo pedazos la dedicatoria y escribió este título vengador
-y conmovedor a la vez: “_Sinfonía Heroica... para celebrar el recuerdo
-de un gran hombre_”. (_Sinfonía eroica... composta per festeggiare
-il sovvenire di un grand'uomo._) Schindler cuenta que después se
-calmó un poco su desprecio hacia Napoleón; no vió ya en él más que un
-desventurado digno de compasión, un Ícaro precipitado del cielo. Cuando
-supo la catástrofe de Santa Elena, en 1821, dijo: “Hace diecisiete
-años que yo escribí la música que conviene a este triste suceso”.
-Se complacía en reconocer en la _Marcha Fúnebre_ de su Sinfonía un
-presentimiento del fin trágico del conquistador. Es, pues, muy probable
-que la _Sinfonía Heroica_, y sobre todo su primer trozo, era en el
-pensamiento de Beethoven una especie de Bonaparte, muy diferente del
-modelo, sin duda; pero tal como lo imaginaba y como lo habría querido:
-el genio de la revolución. Beethoven repite, por otra parte, en el
-final de la _Heroica_, una de las frases principales de la partitura
-que ya había escrito para el héroe revolucionario por excelencia, el
-dios de la libertad: _Prometeo_ (1801).
-
-[23] Roberto de Keudell, exembajador de Alemania en Roma: _Bismarck
-y su familia_, 1901, traducción francesa de E. B. Lang. Roberto de
-Keudell tocó esta sonata a Bismarck, en un mal piano, el 30 de octubre
-de 1870, en Versalles. Bismarck decía de la primera frase de la obra:
-“Son estas las luchas y los sollozos de toda una vida”. Prefería a
-Beethoven entre los músicos y más de una vez afirmó: “Beethoven es
-quien mejor conviene a mis nervios”.
-
-[24] La casa de Beethoven estaba cerca de las fortificaciones de Viena,
-que Napoleón quiso derribar después de la toma de la ciudad. “¡Qué vida
-salvaje, qué de ruinas en torno mío!--escribe Beethoven a los editores
-Breitkopf y Haertel, el 26 de junio de 1809:--sólo tambores, trompetas,
-miserias de todas clases!”
-
-Ha llegado hasta nosotros un retrato de Beethoven, de esta época, hecho
-por un francés que lo vió en Viena, en 1809: el barón de Trémont,
-auditor del Consejo de Estado. Hace una descripción pintoresca del
-desorden que reinaba en la habitación de Beethoven. Charlaron de
-filosofía, de religión, de política, “y sobre todo de Shakespeare, su
-ídolo”. Beethoven se mostraba muy dispuesto a seguir a Trémont a París,
-cuyo Conservatorio sabía que ejecutaba sus sinfonías y donde tenía
-admiradores entusiastas. (Véase en el _Mercure musical_ de 1.º de mayo
-de 1906, _Une visite a Beethoven_, por el barón de Trémont, publicada
-por J. Chantavoine).
-
-[25] O más exactamente Teresa Brunsvik. Beethoven había conocido a los
-Brunsvik en Viena, entre 1796 y 1799. Giulietta Guicciardi era prima
-de Teresa. Beethoven parece que también se enamoró, durante algún
-tiempo, de una hermana de Teresa, Josefina, que casó con el conde
-Deym y en segundas nupcias con el barón Stackelberg. Se encontrarán
-los detalles más vivos sobre la familia Brunsvik en un artículo de
-Andrés de Hevesy: _Beethoven et l’immortelle Bien-aimée._ (_Revue de
-Paris_, 1.º de mayo y 15 de marzo de 1910). Hevesy utilizó para este
-estudio las memorias manuscritas y los papeles de Teresa, conservados
-en Mártonvásár, Hungría. Al mostrar la afectuosa intimidad de Beethoven
-con los Brunsvik trae a discusión su amor a Teresa; pero sus argumentos
-no parecen convincentes, y me reservo a discutirlos algún día.
-
-[26] Mariam Tenger: _Beethoven’s unsterbliche Geliebte._ Bonn, 1890.
-
-[27] Es el aire admirable que figura en el Álbum de la mujer de J. S.
-Bach, Ana Magdalena (1725), con el título de _Aria di Giovannini_. Se
-ha discutido que se le atribuya a J. S. Bach.
-
-[28] Nohl, _Vie de Beethoven_.
-
-[29] Beethoven era miope en efecto. Ignaz von Seyfried dice que la
-debilidad de su vista la había originado la viruela y le obligaba,
-siendo muy joven, a usar anteojos. La miopía debió contribuir a dar el
-carácter de extravío de sus ojos. Sus cartas en 1823 y 1824 contienen
-quejas frecuentes acerca de sus ojos, que lo hacen sufrir. Véanse los
-artículos de Christian Külischer: _Beethovens Augens und Augenleiden_.
-(_Die Musik_ 15 de marzo y 1.º de abril de 1902).
-
-[30] La música de escena para el _Egmont_ de Goethe fué comenzada en
-1809. Beethoven habría querido escribir también la música de _Guillermo
-Tell_; pero se prefirió a Gyrowetz.
-
-[31] Conversación con Schindler.
-
-[32] Pero escrita, a lo que parece, en Korompa, en casa de los Brunsvik.
-
-[33] Nohl. _Cartas de Beethoven_, XV.
-
-[34] Este retrato se encuentra todavía ahora en la casa de Beethoven,
-en Bonn. Está reproducido en la _Vie de Beethoven_ por Frimmel, página
-29, y en el _Musical Times_, del 15 de diciembre de 1892.
-
-[35] A Gleichenstein. (Nohl, _Neue Briefe Beethovens_, XXXI).
-
-[36] “El corazón es la palanca para todo lo que hay de grande”. (A
-Giannatasio del Rio. Nohl, CLXXX).
-
-[37] “Las poesías de Goethe me hacen feliz”, escribía a Bettina
-Brentano el 19 de febrero de 1811. Y en otra parte: “Goethe y
-Schiller son mis poetas preferidos, con Ossian y Homero, a quienes
-desgraciadamente no puedo leer sino en traducciones”. (A Breitkopf
-y Haertel, 8 de agosto de 1809. Nohl, _Neue Briefe_, LIII). Debe
-advertirse cuánto, a pesar de lo descuidado de su educación, era
-seguro el gusto literario de Beethoven. Fuera de Goethe, de quien se
-ha dicho que se le parecía por “grande, majestuoso, siempre en _re
-mayor_”, y por encima de Goethe amaba a tres hombres: Homero, Plutarco
-y Shakespeare. De Homero prefería “La Odisea”. Leía continuamente a
-Shakespeare en la traducción alemana y ya se sabe con cuál trágica
-grandeza tradujo en música a _Coriolano_ y la _Tempestad_. En cuanto a
-Plutarco, se nutría en sus páginas como los hombres de la Revolución.
-Bruto era su héroe tal como lo fué de Miguel Ángel; tenía su estatuilla
-en su alcoba. Amaba a Platón y soñaba en establecer su República en el
-mundo entero. “Sócrates y Jesús han sido mis modelos”, dijo alguna vez.
-(Conversaciones de 1819 y 1820).
-
-[38] A Bettina von Arnim. (Nohl, XCI).
-
-[39] “Beethoven, decía Goethe a Zelter, es desgraciadamente una
-personalidad indomable; sin duda no se equivoca al hallar el mundo
-detestable; pero no es el medio de hacerlo agradable para él y para los
-demás. Es preciso excusarlo y compadecerlo, porque es sordo”. No hizo
-nada contra Beethoven después, pero tampoco nada en su favor, y guardó
-completo silencio sobre su obra y hasta sobre su nombre. En el fondo lo
-admiraba, pero temía su música, que le producía turbación; tenía miedo
-de que le hiciera perder la paz de su alma, que había conquistado a
-precio de tantas penas y que, contra la opinión corriente, nada tenía
-de natural. Una carta del joven Félix Mendelssohn, que pasó por Weimar
-en 1830, descubre inocentemente las profundidades de esta alma turbada
-y apasionada (_leidenschaftlicher Sturm und Verworrenheit_ como Goethe
-mismo decía, que una inteligencia vigorosa dominaba).
-
-“...Desde luego, escribía Mendelssohn, no quería hablar de Beethoven;
-pero le fué preciso pasar por ello y escuchar el primer trozo de la
-_Sinfonía en do menor_, que lo emocionó de modo extraño. Quería ocultar
-su emoción y se contentó con decirle: ‘Esto no conmueve y no hace
-más que sorprender’. Al cabo de algún tiempo, añadió: ‘Es grandioso,
-insensato; se diría que la casa va a derrumbarse’. Llegó la hora de
-comer, y durante la comida permaneció pensativo hasta el momento
-en que, volviendo de nuevo a Beethoven, se puso a interrogarme, a
-examinarme. Vi bien el efecto que le había producido...”. (Sobre las
-relaciones de Goethe y de Beethoven, véanse diversos artículos de
-Frimmel).
-
-[40] Carta de Goethe a Zelter, el 2 de septiembre de 1812. De Zelter
-a Goethe, de 14 de septiembre de 1812: “_Auch ich bewundere ihn mit
-Schrecken_”. “Yo también lo admiro con espanto”. Zelter escribió en
-1819 a Goethe: “Se dice que está loco”.
-
-[41] Es en todo caso un tema en el cual Beethoven había pensado, porque
-lo encontramos en sus notas, y, particularmente, en sus proyectos de
-una _Décima Sinfonía_.
-
-[42] Contemporánea, y acaso inspiradora, a las veces, de estas obras
-fué su intimidad, tan tierna, con la joven cantante berlinesa Amalia
-Sebald.
-
-[43] Muy distinto de él en esto, Schubert había escrito en 1807 una
-obra de ocasión “en honor de Napoleón el Grande”, y él mismo dirigió la
-ejecución ante el emperador.
-
-[44] “No os diré nada de nuestros monarcas y de sus monarquías”,
-escribía a Kauka durante el Congreso de Viena. “Para mí el imperio del
-espíritu es el más amado de todos; es el primero de todos los reinados
-temporales y espirituales”. (_Mir ist das geistige Reich das Liebste,
-und der Oberste aller geistlichen und weltlichen Monarchien._)
-
-[45] “¿Viena, no es decir todo? Toda huella del protestantismo alemán
-se borra aquí; hasta el acento nacional está perdido, italianizado. El
-espíritu alemán, las maneras y las costumbres alemanas, explicadas por
-los manuales de origen italiano y español... ¡Es el país de una historia
-falsificada, de una ciencia falsificada, de una religión falsificada...
-un escepticismo frívolo, que debía aniquilar y sepultar el amor a la
-verdad, al honor, a la independencia!” (_Wagner_, _Beethoven_, 1870).
-Grillparzer escribió que era una desgracia haber nacido austriaco. Los
-grandes compositores alemanes de fines del siglo XIX, que vivieron en
-Viena, sufrieron cruelmente por el espíritu de esta ciudad, abandonada
-al culto farisaico de Brahms. La vida de Bruckner allá fué un largo
-martirio; Hugo Wolf, que se debatía furiosamente antes de sucumbir,
-expresó sobre Viena juicios implacables.
-
-[46] El rey Jerónimo había ofrecido a Beethoven una pensión de
-seiscientos ducados de oro, vitalicia, y dietas de viaje por ciento
-cincuenta ducados de plata, a cambio del compromiso único de tocar
-algunas veces delante de él y de dirigir sus conciertos de música
-de cámara, que no debían ser ni largos ni frecuentes. (Nohl, XLIX).
-Beethoven estuvo a punto de partir.
-
-[47] El _Tancredo_ de Rossini bastó a conmover todo el edificio de la
-música alemana. Bauernfeld, citado por Ehrhard, anota en su _Diario_
-este juicio, que era corriente en los salones de Viena, en 1816:
-“Mozart y Beethoven son dos viejos pedantes; la tontería de la época
-precedente les gustaba; y sólo después de Rossini se sabe lo que es la
-melodía. _Fidelio_ es una inmundicia; no es posible comprender que se
-dé uno la pena de fastidiarse yendo a escucharlo”.
-
-Beethoven dió su último concierto, como pianista, en 1814.
-
-[48] En el mismo año Beethoven perdió a su hermano Carl: “Amaba tanto
-la vida, cuanto yo tendría placer en perder la mía”, escribía a Antonia
-Brentano.
-
-[49] Además de la sordera, su salud empeoraba de día en día. Desde
-octubre de 1816 estaba muy enfermo de un catarro inflamatorio; durante
-el estío de 1817 su médico le dijo que era una enfermedad del pecho;
-y durante el invierno de 1817-1818 se atormentaba con el temor de la
-tisis. Siguieron después los reumatismos agudos en 1820-1821, una
-ictericia en 1821 y una conjuntivitis en 1823. Beethoven escribió a
-Franz Brentano, el 12 de noviembre de 1821 (cuando estaba en plena
-composición de la _Misa en re_): “Desde el año pasado hasta hoy he
-estado siempre enfermo... Ahora estoy un poco mejor, a Dios gracias,
-y me parece que puedo vivir de nuevo para mi arte, lo que propiamente
-hablando no ha sido, desde hace dos años, por falta de buena salud,
-como también por tantos otros sufrimientos”.
-
-[50] Adviértase que de este año data, en su música, un cambio de
-estilo, inaugurado por la sonata op. 101. Los cuadernos de conversación
-de Beethoven, que forman más de once mil páginas manuscritas, se
-encuentran reunidos actualmente en la Biblioteca Real de Berlín.
-
-[51] Schindler, que llegó a ser desde 1819 amigo íntimo de Beethoven,
-había entrado en relaciones con él en 1814; pero había costado mucha
-pena a Beethoven concederle su amistad; lo trataba, además, con altivo
-menosprecio.
-
-[52] Véanse las admirables páginas de Wagner sobre la sordera de
-Beethoven. (_Beethoven_, 1870).
-
-[53] Amaba a los animales y tenía piedad de ellos. La madre del
-historiador Von Frimmel contaba que mucho tiempo sintió rencor
-involuntario contra Beethoven, porque cuando ella era pequeña él
-espantaba con su pañuelo las mariposas que quería coger.
-
-[54] Se encontraba siempre mal alojado. En treinta y cinco años cambió
-treinta veces de casa en Viena.
-
-[55] Beethoven se había dirigido personalmente a Cherubini, que era
-“de sus contemporáneos aquél a quien más estimaba”. (Nohl, _Cartas de
-Beethoven_, CCL). Cherubini no le contestó.
-
-[56] “Yo no me vengo nunca, escribía también a la señora Streicher.
-Cuando me veo obligado a obrar contra los demás, no hago sino lo
-estrictamente necesario para defenderme, o para impedirles hacer mal”.
-
-[57] Nohl, CCCXLIII.
-
-[58] Nohl, CCCXIV.
-
-[59] Nohl, CCCLXX.
-
-[60] Nohl, CCCLXII-LXVII. Una carta que acaba de encontrar en Berlín
-M. Kalischer, muestra con qué pasión Beethoven ambicionaba hacer de su
-sobrino “un ciudadano útil al Estado”. (De primero de febrero de 1819).
-
-[61] Schindler, que lo vió entonces, dice que se volvió súbitamente
-como un viejo de setenta años, gastado, sin fuerza, sin voluntad.
-Habría muerto si Carlos hubiera muerto. Murió pocos meses después.
-
-[62] El dilettantismo de nuestro tiempo no ha dejado de procurar la
-rehabilitación de este pillo. Esto no puede sorprender.
-
-[63] Carta de Fischenich a Charlotte Schiller (enero de 1803). La oda
-de Schiller había sido escrita en 1785. El tema actual aparece en 1808,
-en la _Fantasía para piano, orquesta y coro_, op. 80, y en 1810 en el
-_Lied_ sobre palabras de Goethe: _Kleine Blumen, kleine Blaetter_.
-He visto en un cuaderno de notas de 1812, propiedad del doctor Erich
-Prieger, en Bonn, entre los bosquejos de la _Séptima Sinfonía_ y un
-proyecto de _obertura de Macbeth_, un ensayo de adaptación de las
-palabras de Schiller al tema que utilizó más tarde en la obertura
-op. 115 (_Namensfeier_). Algunos de los motivos instrumentales de la
-_Novena Sinfonía_ aparecen antes de 1815; y en fin, el tema definitivo
-de la Alegría está anotado en 1822, así como todos los demás aires de
-la Sinfonía, salvo el trío, que viene después, en seguida del _andante
-moderato_, y por último el _adagio_ que aparece al final.--Sobre el
-poema de Schiller y sobre la falsa interpretación que acerca de él se
-ha querido dar, en nuestro tiempo, substituyendo la palabra _Freude_
-(Alegría) por la palabra _Freiheit_ (Libertad), véase un artículo de
-Carlos Andler en _Pages Libres_ (8 de julio de 1905).
-
-[64] Biblioteca de Berlín.
-
-[65] _Also ganz so als standen Worte darunter._ (“Enteramente como si
-hubiera en ellos palabras”).
-
-[66] _La Misa en re_, op. 123.
-
-[67] Beethoven, agobiado por los trajines domésticos, la miseria, los
-cuidados de todo género, no escribió en cinco años, de 1816 a 1821, más
-que tres obras para piano (op. 101, 102, 106). Sus enemigos decían que
-estaba agotado; se volvió a entregar al trabajo en 1821.
-
-[68] En febrero de 1824. Firmaron: Príncipe C. Lichnowski,
-conde Mauricio Lichnowski, conde Mauricio de Fries, conde M. de
-Dietrichstein, conde F. de Palfy, conde Czernin, Ignacio Edler de
-Mosel, Carlos Czerny, abate Stadler, A. Diabelli, Artaria y C., Steiner
-y C., A. Streicher, Zmeskall, Kiesewetter, etc.
-
-[69] “Mi carácter moral es conocido públicamente”, contestó con
-altivez Beethoven al municipio de Viena el 1.º de febrero de 1819,
-para reivindicar su derecho a la tutela de su sobrino. “Hasta los
-escritores distinguidos como Weissenbach, han juzgado que valía la pena
-consagrarle algunas páginas”.
-
-[70] En agosto de 1824 estaba asediado por el temor de morir
-bruscamente de un ataque, “como mi querido abuelo, a quien tanto me
-parezco”, escribió el 16 de agosto de 1824 al doctor Bach. Sufría mucho
-del estómago. Estuvo muy mal durante el invierno de 1824-1825. En mayo
-de 1825 tuvo expectoraciones de sangre y hemorragias de la nariz. El 9
-de junio de 1825 escribió a su sobrino: “Mi debilidad llega a menudo al
-extremo... La señora de la guadaña no tardará en venir”.
-
-[71] La _Novena Sinfonía_ fué ejecutada por la primera vez, en
-Alemania, en Francfort, el 1.º de abril de 1825; en Londres, el 25 de
-marzo de 1825; en París, el 27 de marzo de 1831, en el Conservatorio.
-Mendelssohn, a los 17 años, la ejecutó en una audición de piano
-en la Jaegerhalle de Berlín, el 14 de noviembre de 1826. Wagner,
-estudiante en Leipzig, la recogió entera de su mano; y, en una carta
-de 6 de octubre de 1830 al editor Schott, le ofreció una reducción
-de la sinfonía para piano a dos manos. Se puede decir que la _Novena
-Sinfonía_ decidió la vida de Wagner.
-
-[72] “Apolo y las Musas no querrán abandonarme aún a la muerte, ¡porque
-es tanto lo que les debo todavía! Es preciso que antes de mi partida
-para los Campos Elíseos deje tras de mí lo que el Espíritu me inspira y
-me ha ordenado cumplir. Me parece que apenas he escrito algunas notas”.
-(A los hermanos Schott, el 17 de septiembre de 1824. Nohl, _Neue
-Briefe_, CCLXXII).
-
-[73] Escribió Beethoven a Moscheles, el 18 de marzo de 1827: “Una
-sinfonía bosquejada por completo está en mi pupitre, con una nueva
-obertura”. Este bosquejo no ha sido encontrado nunca. Se lee únicamente
-en sus notas: “Adagio cántico. Canto religioso para una sinfonía a la
-manera antigua (_Herr Gott dich loben wir._--_Alleluja_), sea como
-trozo independiente, o como introducción a una fuga. Esta sinfonía
-podría ser caracterizada por la entrada de las voces, bien en el
-_finale_, bien desde el _adagio_. Los violines de la orquesta, etc.,
-decuplicados para los últimos movimientos. Hacer entrar las voces
-una a una, o repetir en cierta manera el _adagio_, en los últimos
-movimientos. Para texto del _adagio_ un mito griego, o un cántico
-eclesiástico; en el _allegro_, fiesta a Baco”. (1818). Como se ve la
-conclusión coral estaba entonces reservada para la _Décima_ y no para
-la _Novena Sinfonía_. Más tarde dijo que quería realizar en su _Décima
-Sinfonía_ “la reconciliación del mundo moderno con el mundo antiguo, lo
-mismo que Goethe había intentado en su _Segundo Fausto_”.
-
-[74] El tema es la leyenda de un caballero que está enamorado y cautivo
-de una hada, y que sufre la nostalgia de la libertad. Hay analogías
-entre el poema y el de _Tannhaüser_. Beethoven trabajó en ella de 1823
-a 1826. (Véase A. Ehrhard, _Franz Grillparzer_, 1900).
-
-[75] Tenía Beethoven desde 1808 el designio de escribir la música
-de _Fausto_. (La primera parte del _Fausto_ acababa de publicarse,
-con título de Tragedia, en el otoño de 1807). Era éste su más caro
-proyecto. (_Was mir und der Kunst das Hoechste ist._)
-
-[76] “¡El Mediodía de Francia! ¡Allá está! ¡Allá está!” (_Südliches
-Frankreich, dahin! dahin!_) (Cuaderno de la Biblioteca de Berlín)....
-“...Partir de aquí: sólo con esta condición podrás de nuevo elevarte a
-las altas regiones de tu arte... una sinfonía, después partir, partir,
-partir... En el estío, trabajar para el viaje... Recorrer Italia, la
-Sicilia, con algún otro artista”. (_Id._)
-
-[77] En 1819 estuvo a punto de ser perseguido por la policía, por haber
-dicho en voz alta, “que después de todo Cristo no había sido más que un
-judío crucificado”. Escribía entonces la _Misa en re_; y es bastante
-decir de la libertad de sus inspiraciones religiosas. En cuanto a sus
-opiniones políticas, Beethoven atacaba audazmente los prejuicios y los
-vicios del Gobierno; le reprochaba, entre otras cosas, la organización
-de la justicia, arbitraria y servil, llena de trabas por un largo
-procedimiento; la policía, que tendía constantemente a propasarse de
-sus atribuciones; la burocracia bizarra e inerte, que mataba toda
-iniciativa individual y paralizaba la acción; los privilegios de una
-aristocracia degenerada, tenaz en arrogarse exclusivamente los más
-altos puestos del Estado; la impotencia del soberano para proveer
-al bienestar de los ciudadanos. Parece que sus simpatías en materia
-política estaban entonces por Inglaterra.
-
-[78] El suicidio de su sobrino.
-
-[79] Véase sobre _La última enfermedad y la muerte de Beethoven_
-un artículo del doctor Klotz-Forest, en la _Chronique Médicale_ de
-1.º y 15 de abril de 1906. Se tienen informaciones muy precisas por
-los _Cuadernos de Conversación_, en los cuales están escritas las
-preguntas del doctor, y por el relato del médico mismo (Dr. Wawruch),
-publicado con el título de: _Aerztlicher Rückblick auf L. V. B. letzte
-Lebenstage_ en la _Wiener Zeitschrift_, en 1842 (fechado el 20 de
-mayo de 1827). Hubo dos fases en la enfermedad: primero, accidentes
-pulmonares, que parece fueron detenidos después de seis días; “el
-séptimo día se sintió suficientemente bien para levantarse, caminar,
-leer y escribir; y segundo, perturbaciones digestivas, complicadas con
-perturbaciones de la circulación.”
-
-“El octavo día lo encontré aniquilado, con el cuerpo todo amarillo. Un
-violento acceso de diarrea, complicado con vómitos, estuvo a punto de
-acabar con su vida en la noche. A partir de este momento, la hidropesía
-se desarrolló. Para esta recaída hubo causas morales que son mal
-conocidas. Una cólera violenta, un sufrimiento profundo, determinado
-por la ingratitud que había tenido que sufrir, y un ultraje inmerecido,
-habían determinado esta explosión”, dice el doctor Wawruch. “Temblando,
-con estremecimientos, estaba encorvado por el dolor que le desgarraba
-las entrañas”. Resumiendo estas diversas observaciones, el doctor
-Klotz-Forest diagnostica, tras de un ataque de congestión pulmonar, la
-cirrosis atrófica de Laennec (enfermedad del hígado), ascitis y edema
-de los miembros inferiores. Cree que el uso inmoderado de las bebidas
-espirituosas contribuyó a agravar el mal. Ésta era ya la opinión del
-doctor Malfatti: “_Sedebat et bibebat_”.
-
-[80] Los recuerdos del cantante Luis Cramolini, que acaban de ser
-publicados, cuentan una emocionante visita a Beethoven durante su
-última enfermedad, en la cual Beethoven se mostró con una serenidad
-y una bondad conmovedoras. (Véase la _Frankfurter Zeitung_, de 29 de
-septiembre de 1907).
-
-[81] Las operaciones se le hicieron el 20 de diciembre, el 8 de enero,
-el 2 y el 27 de febrero. El pobre hombre, en su lecho de muerte, estaba
-devorado por las chinches. (Carta de Gerhard von Breuning).
-
-[82] El joven músico Anselmo Hüttenbrenner.“¡Alabado sea
-Dios!”,--escribió Breuning.--“Démosle gracias por haber puesto fin a
-este prolongado y doloroso martirio”.--Todos los manuscritos, libros y
-muebles de Beethoven fueron vendidos en remate, en 1575 florines. El
-catálogo comprendía doscientos cincuenta y dos números de manuscritos
-y de libros musicales que no sobrepasaron la suma de novecientos
-ochenta y dos florines, treinta y siete kreutzer. Los _Cuadernos de
-Conversación_ y los _Tagebücher_ fueron vendidos en un florín, veinte
-kreutzer. Entre sus libros Beethoven poseía, de Kant, _Naturgeschichte
-und Theorie des Himmels_; de Bode, _Anleitung zur Kenntnis des
-gestirnten Himmels_; Thomas von Kempis, _Nachfolge Christi_. La censura
-se apoderó de: Seume, _Spaziergang nach Syrakus_; Kotzebue, _Ueber den
-Adel_; Fessler, _Ansichten von Religion und Kirchentum_.
-
-[83] “Soy feliz todas las veces que venzo alguna dificultad”. (Carta a
-la Inmortal Amada). “Querría vivir mil veces la vida... Yo no nací para
-una vida tranquila”. (A Wegeler, el 16 de noviembre de 1801).
-
-[84] “Beethoven me enseñó la ciencia de la naturaleza y me dirigió
-en este estudio como en el de la música. No eran las leyes de
-la naturaleza, sino su poder elemental, lo que lo maravillaba”.
-(_Schindler._)
-
-[85] “¡Oh, es tan bella la vida; pero la mía está para siempre
-envenenada!” (_vergiftet_). (Carta del 2 de mayo de 1810, a Wegeler).
-
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- APÉNDICE
-
- TESTAMENTO DE HEILIGENSTADT[86]
- A MIS HERMANOS CARL Y JOHANN[87] BEETHOVEN
-
-
-N. B.--Las palabras en cursivas están subrayadas en el manuscrito.
-
-¡Oh vosotros, hombres que me miráis y me juzgáis huraño, loco o
-misántropo, cuán injustos habéis sido conmigo! ¡Ignoráis la oculta
-razón de que os aparezca así! Mi corazón y mi espíritu se mostraron
-inclinados, desde la infancia, al dulce sentimiento de la bondad, y a
-realizar grandes acciones he estado siempre dispuesto; pero pensad tan
-sólo cuál es mi espantosa situación, desde hace seis años, agravada
-por médicos sin juicio, engañado de año en año con la esperanza de
-un mejoramiento, y al fin abandonado a la perspectiva de un _mal
-durable_, cuya curación demanda años tal vez, cuando no sea enteramente
-imposible. Dotado de un temperamento ardiente y activo, fácil a las
-distracciones de la sociedad, debí apartarme de los hombres en edad
-temprana, pasar mi vida solitario. ¡Si algunas veces quise sobreponerme
-a todo, oh, cuán duramente chocaba con la triste realidad renovada
-siempre de mi mal! Y sin embargo, no me era posible decir a los
-hombres: “¡Hablad más alto, gritad, porque soy sordo!” ¡Cómo me iba a
-ser posible ir revelando la debilidad de _un sentido_ que debería ser
-en mí más perfecto que en los demás, un sentido que en otro tiempo
-he poseído con la más grande perfección, con una perfección tal que
-indudablemente pocas personas de mi oficio han tenido nunca! ¡Oh, esto
-no puedo hacerlo! Perdonadme pues si me veis vivir separado cuando
-debería mezclarme en vuestra compañía. Mi desdicha es doblemente
-dolorosa, puesto que le debo también ser mal conocido. Me está
-prohibido encontrar un descanso en la sociedad de los hombres, en las
-conversaciones delicadas, en los mutuos esparcimientos. Solo, siempre
-solo. No puedo aventurarme en sociedad si no es impulsado de una
-necesidad imperiosa; debo vivir como un proscrito; si me acerco a los
-demás, soy presa de una angustia devoradora, de miedo de estar expuesto
-a que se den cuenta de mi estado.
-
-Ésta es la razón por la cual acabo de pasar seis meses en el campo.
-Mi sabio médico me obliga a cuidar mi oído tanto como sea posible,
-yendo más allá de mis propias intenciones; y sin embargo, muchas
-veces, recobrado por mi inclinación hacia la sociedad, me he dejado
-arrastrar de ella; pero ¡qué humillaciones cuando cerca de mí estaba
-alguien que escuchaba a lo lejos el sonido de una flauta y que yo
-_no oía nada_, o que _escuchaba el canto de un pastor_, ¡sin que yo
-pudiera oír nada![88]. La experiencia de estas cosas me puso pronto
-al borde de la desesperación, y poco faltó para que yo mismo hubiese
-puesto fin a mi vida. _Sólo el arte_ me ha detenido. ¡Ah! Me parecía
-imposible abandonar este mundo antes de haber realizado todo lo que
-me siento obligado a realizar. Y así prolongaba esta miserable vida,
-verdaderamente miserable, un cuerpo tan irritable que el menor cambio
-me puede arrojar del estado mejor en el peor. ¡Paciencia! se dice
-siempre; y debo tomarla a ella ahora por guía; la he tomado. Durable
-debe ser, lo espero, mi resolución de resistir hasta que plazca a las
-Parcas inexorables cortar el hilo de mi vida. Acaso será esto lo mejor,
-acaso no, pero yo estoy presto siempre. No es muy fácil ser filósofo
-por obligación a los veintiocho años, no es fácil; y es más duro aún
-para un artista que para cualquiera otro.
-
-¡Oh Dios, tú miras desde lo alto en el fondo de mi corazón, y lo
-conoces, sabes que en él moran el amor a los demás y el deseo de
-hacerles el bien! Vosotros, hombres, si leéis un día esto, pensad
-que habéis sido injustos conmigo, y que el desventurado se consuela
-al encontrar a otro desventurado como él que, a pesar de todos los
-obstáculos de la naturaleza, hizo cuanto estaba a su alcance para ser
-admitido en el rango de los artistas y de los hombres de elección.
-
-Vosotros, hermanos míos, (Carl y Johann) inmediatamente que yo haya
-muerto, si el profesor Schmidt vive aún, rogadle en mi nombre que
-describa mi enfermedad y a la historia de ella unid esta carta, a
-fin de que después de mi muerte, al menos en la medida que esto sea
-posible, la sociedad se reconcilie conmigo. Al mismo tiempo, a vosotros
-dos nombro herederos de mi pequeña fortuna, si se la puede llamar
-así, que la debéis partir lealmente, estando de acuerdo y ayudándoos
-el uno al otro. El mal que me habéis hecho, lo sabéis, os lo he
-perdonado desde hace mucho tiempo. A ti, hermano Carl, te doy gracias
-particularmente por la solicitud de que me has dado testimonio en los
-últimos tiempos. Hago votos porque tengáis una vida más feliz, más
-exenta de cuidados que la mía. Recomendad a vuestros hijos la virtud,
-porque sólo ella puede dar la felicidad, que no da el dinero. Hablo
-por experiencia. Ella me ha sostenido a mí mismo en mi miseria, y a
-ella debo, tanto como a mi arte, no haber puesto fin a mi vida por
-el suicidio. ¡Adiós, y amaos! Doy gracias a todos mis amigos, y en
-particular al _príncipe Lichnowski_ y al _profesor Schmidt_. Deseo
-que los instrumentos del príncipe L. puedan ser conservados en la
-casa de alguno de vosotros, pero que esto no provoque entre vosotros
-ninguna discusión. Si pueden seros útiles para algo mejor, vendedlos
-inmediatamente. ¡Cuán feliz seré si todavía puedo serviros desde la
-tumba!
-
-Si fuera así, con qué alegría volaría hacia la muerte. Pero si ésta
-llega antes de que haya tenido la ocasión de desarrollar todas mis
-facultades artísticas, a pesar de mi duro destino, llegará demasiado
-temprano para mí y desearía aplazarla. Mas aun así, estoy contento. ¿No
-va a librarme de un estado de sufrimiento sin término?--Venga cuando
-viniere, yo voy valerosamente hacia ella.--Adiós y no me olvidéis
-enteramente en la muerte; merezco que penséis en mí, porque a menudo he
-pensado en vosotros, durante mi vida, para haceros felices. ¡Sedlo!
-
- LUDWIG VAN BEETHOVEN.
-
-Heiligenstadt, 6 de octubre de 1802.
-
- A MIS HERMANOS CARL Y (JOHANN), PARA SER LEÍDA Y CUMPLIDA
- DESPUÉS DE MI MUERTE.
-
-El 10 de octubre de 1802.--¡Heiligenstadt, me despido así de ti, y en
-verdad tristemente!--Sí, la amada esperanza que traje, de ser curado,
-en parte al menos, debe abandonarme definitivamente. Como las hojas en
-el otoño se marchitan y caen, así también mi esperanza se ha secado.
-Poco más o menos como vine me voy; y hasta el alto valor que me
-sostenía a menudo en los bellos días de estío, se ha desvanecido. ¡Oh
-Providencia, has lucir para mí una vez un día puro de alegría! ¡Hace
-ya tanto tiempo que el sonido profundo de la verdadera alegría me es
-extraño! ¡Oh, cuándo, cuándo, oh Divinidad! ¿podría yo sentirla aún en
-el templo de la naturaleza y de los hombres? ¿Nunca? ¡No! ¡Oh, esto
-sería demasiado cruel!
-
-
- CARTAS
-
-
- AL PASTOR AMENDA, EN CURLANDE[89]
-
-Mi querido, mi buen Amenda, mi amigo de corazón: Con una profunda
-emoción, con una mezcla de dolor y de alegría he recibido y leído tu
-última carta. ¡A qué podría yo comparar tu fidelidad, tu solicitud
-hacia mí! ¡Oh, qué bueno es que tú hayas sido siempre mi amigo! Sí;
-he puesto a prueba tu consagración, y sé qué diferencia hay entre tú
-y los demás. Tú no eres un amigo de Viena, no; ¡tú eres como aquéllos
-que sólo existen sobre el suelo de mi patria! ¡Cómo he deseado tenerte
-cerca de mí, porque tu Beethoven es profundamente infeliz! Debes saber
-que la parte más noble de mí mismo, mi oído, se ha debilitado mucho.
-Ya en la época en que tú estabas a mi lado sentía síntomas del mal, y
-lo ocultaba; después ha ido empeorando. Si esto no puede ser curado, es
-preciso esperar para saberlo; creo que debe proceder de mi enfermedad
-del estómago. Respecto a ésta estoy casi restablecido; mas, en cuanto
-al oído ¿curaré? Naturalmente que lo espero así; pero es muy difícil
-porque estas enfermedades son las más incurables. ¡Qué triste debo
-vivir, evitando todo lo que me es más querido, y esto entre hombres
-tan miserables, tan egoístas!... Entre todos puedo decir que el amigo
-que más me ha ayudado ha sido Lichnowski; desde el año pasado me ha
-dado seiscientos florines, y esto y la venta fructuosa de mis obras me
-ponen en situación de vivir sin el cuidado de ganar el pan. Todo lo que
-escribo ahora puedo venderlo inmediatamente cinco veces, y bien pagado.
-He escrito algo regular, en estos últimos tiempos; y puesto que sé que
-has pedido pianos a... deseo enviarte algunas obras en el empaque de
-uno de ellos, para que te sea menos costoso.
-
-Ahora, para mi consuelo, ha llegado aquí un hombre con quien puedo
-gozar del placer de la conversación y de la amistad desinteresada; es
-uno de mis amigos de juventud[90]. Le he hablado frecuentemente de ti y
-le he dicho que, desde que abandoné mi patria, eres tú uno de aquéllos
-que ha elegido mi corazón.--Él tampoco ama a[91]... Es y continúa
-siendo muy débil para la amistad; yo lo miro, y... como los humildes
-instrumentos en que toco, cuando me place; pero que no pueden ser nunca
-testigos nobles de mi actividad, como tampoco pueden verdaderamente
-participar en mi vida, les doy valor sólo en la medida de los servicios
-que me proporcionan. ¡Oh, cómo sería feliz si tuviera el uso completo
-de mi oído! Correría entonces hacia ti; pero debo permanecer alejado
-de todo; mis años más hermosos transcurren sin que haya realizado todo
-lo que mi talento y mi fuerza me mandaran.--¡Triste resignación ésta
-en la cual debo refugiarme! Sin duda que me he propuesto sobreponerme
-a todos estos males; pero ¿cómo me será posible? Sí, Amenda, si en
-seis meses mi mal no está curado, exijo de ti que abandones todo y
-que vengas a mi lado; entonces viajaré (mi ejecución y mi composición
-sufren aún muy poco por mi enfermedad, pues es sólo en sociedad donde
-me es más sensible), y tú serás mi compañero, porque estoy convencido
-de que no me faltará la felicidad. ¡Con quién no podría yo compararme
-entonces! Desde que tú partiste he escrito de todo, hasta óperas y
-música sagrada.--Sí, tú no te rehusarás; tú ayudarás a tu amigo a
-soportar su mal y sus cuidados.--También he perfeccionado mi ejecución
-de pianista, y espero que este viaje podrá igualmente proporcionarte
-placer. Después, tú permanecerás para siempre cerca de mí.--He recibido
-con puntualidad todas tus cartas, y por poco que te haya contestado,
-has estado siempre presente para mí, y mi corazón palpita por ti con la
-misma ternura.--Lo que te he dicho de mi oído te ruego callarlo como un
-gran secreto, y no confiárselo a nadie, quienquiera que sea. Escríbeme
-con frecuencia. Tus cartas, hasta cuando son breves, me consuelan y me
-hacen mucho bien. Espero para muy pronto otra tuya, mi querido amigo.
-No te he enviado tu cuarteto[92] porque lo he rehecho enteramente,
-desde que he comenzado a saber escribir cuartetos en forma conveniente,
-como tú verás cuando lo recibas. Ahora, adiós mi querido y buen amigo.
-Si tú crees que yo pueda hacer por ti algo que te sea agradable, se
-entiende que debes decirlo a tu fiel L. v. Beethoven, que te ama
-sinceramente.
-
-
- AL DOCTOR FRANZ GERHARD WEGELER
-
- Viena, 29 de junio (1801).
-
-Mi bueno y querido Wegeler: ¡Cuánto te agradezco tu recuerdo! Lo
-merezco tan poco, tan poco he hecho para merecerlo; y sin embargo,
-eres tú tan bueno, no te dejas alejar por nada, ni por mi imperdonable
-negligencia; permaneces siendo siempre el fiel, el bueno, el leal
-amigo.--¡Que yo pudiese olvidarte, olvidar a todos vosotros, que habéis
-sido para mí tan caros y tan buenos, no, eso no lo creo! Hay momentos
-en que suspiro por estar cerca de vosotros para pasar algún tiempo.--Mi
-patria, la hermosa región donde yo vi la luz del mundo, también se
-me representa siempre con tanta claridad y nitidez como cuando os
-abandoné. Será uno de los más felices instantes de mi vida aquél en
-que pueda volver a veros y saludar a nuestro padre el Rhin.--Cuándo
-será esto, no puedo decirlo con exactitud. Por lo menos diré que me
-encontraréis más grande: no hablo del artista, sino del hombre, que os
-parecerá mejor, más hecho; y si el bienestar no ha aumentado un poco en
-nuestra patria, mi arte debe consagrarse al mejoramiento de la suerte
-de los pobres...
-
-Quieres saber algo acerca de mi situación; bien, pues no va del todo
-mal. Desde el año pasado, Lichnowski (por increíble que te parezca,
-aun cuando yo lo digo), quien ha sido siempre y es mi amigo el más
-fervoroso (bien es cierto que hubo pequeñas diferencias entre nosotros,
-pero ellas mismas han afirmado nuestra amistad); Lichnowski me ha
-concedido una pensión de seiscientos florines que yo debo recibir
-durante el tiempo en que carezca de una posición conveniente. Mis
-composiciones me producen mucho y puedo decir que se me pide más
-trabajo que el que puedo hacer. Para cada cosa tengo seis, siete
-editores, y aun más si quiero buscarlos. Nadie discute conmigo: fijo
-un precio y se me paga; ya ves que esto es delicioso. Por ejemplo, si
-veo a un amigo necesitado y mi bolsillo no me permite ir en su ayuda,
-no tengo más que sentarme a mi mesa de trabajo, y en poco tiempo lo he
-sacado del apuro.--Soy también más económico que antes...
-
-Por desgracia, un demonio celoso, mi mala salud, ha venido a obstruir
-mi camino. Desde hace tres años mi oído se ha hecho cada vez más débil.
-Debe haber originado esto mi enfermedad del estómago, que sufría ya
-desde antes, como tú sabes, pero que ha empeorado mucho, porque padezco
-continuamente de diarrea, y por consecuencia de una extraordinaria
-debilidad. Frank quería tonificarme con reconstituyentes, y curar mi
-oído por medio del aceite de almendras. Mas _¡prosit!_ esto no sirve
-para nada; mi oído está siempre cada vez peor y mi estómago sigue en
-el mismo estado. Así estuve hasta el otoño último, en el cual a menudo
-llegué a la desesperación. Un asno de médico me aconsejó los baños
-fríos; otro, más listo, los baños tibios del Danubio, y el efecto
-fué maravilloso; mi estómago mejoró, pero mi oído sigue lo mismo o
-va estando aún peor. Este invierno, mi situación fué verdaderamente
-deplorable, pues sufrí cólicos espantosos y una recaída completa. Así
-estuve hasta el mes último en que fuí a ver a Vering, porque pensé
-que mi mal reclamaba un cirujano y, desde luego, he tenido siempre
-confianza en él. Logró cortar casi por completo esta violenta diarrea;
-me ordenó tomar baños tibios del Danubio, haciéndome poner en el agua
-multitud de licores fortificantes; no me administró ninguna medicina, a
-no ser, por espacio de unos cuatro días, unas píldoras para el estómago
-y una especie de té para los oídos. Me encuentro mejor y más fuerte;
-sólo mis orejas zumban y mugen (_sausen und brausen_) noche y día.
-Puedo decir que llevo una vida miserable. Desde hace casi dos años
-evito toda compañía, porque no puedo decir a las gentes: “Soy sordo”.
-Si yo tuviera algún otro oficio, esto aun sería posible; pero en el mío
-es una situación espantosa. ¡Qué dirían mis enemigos, cuyo número no es
-corto!
-
-Para darte una idea de mi extraña sordera te diré que en el teatro debo
-colocarme muy cerca de la orquesta para entender a los actores. No
-oigo los sonidos altos de los instrumentos ni las voces, si me coloco
-un poco lejos; y en la conversación es sorprendente que haya personas
-que no lo hayan advertido nunca. Como sufro tantas distracciones, a
-ellas atribuyen todo. Cuando se habla suavemente, apenas entiendo; sí,
-entiendo bien los sonidos, mas no las palabras; y, por otra parte,
-cuando se grita eso me es insoportable. Lo que haya de venir sólo el
-cielo lo sabe. Vering dice que seguramente mejoraré, si no llego a
-curar del todo.--Frecuentemente he maldecido de mi existencia y del
-Creador[93]. Plutarco me ha llevado a la resignación. Quiero, si esto
-fuese posible, desafiar al destino; pero hay momentos de mi vida en que
-soy la más miserable de las criaturas.--Te suplico no decir nada de mi
-estado a nadie, ni aun a Lorchen[94]; te lo confió como un secreto. Me
-agradaría que tú escribieras a Vering acerca de este asunto; y si mi
-situación actual ha de durar, iré en la primavera próxima a visitarte,
-y tú me albergarás en alguna casa de campo, en cualquier hermoso lugar
-donde pueda hacerme campesino por seis meses. Acaso eso me producirá
-mucho bien. ¡Resignación! ¡Qué triste amparo, y sin embargo, es el
-único que me queda! Perdóname que te dé esta molestia de amistad, en
-tus tedios.
-
-Steffen Breuning está ahora aquí y pasamos casi todos los días juntos.
-¡Me produce tanto bien evocar sentimientos de tiempos pasados! Se ha
-convertido, en verdad, en un joven excelente, bueno, que sabe algo y
-que tiene (como todos nosotros más o menos) el corazón bien puesto.
-
-Quiero escribir también a la buena Lorchen. Nunca he olvidado a uno
-solo de vosotros, tan queridos y buenos, aun cuando no dé ningún signo
-de vida; porque escribir, tú lo sabes, no ha sido mi fuerte nunca; mis
-mejores amigos han estado años enteros sin recibir una carta de mí.
-Sólo vivo en mis notas, y apenas una obra queda terminada cuando está
-comenzada ya otra. En la forma en que trabajo ahora hago a menudo tres
-o cuatro cosas a un tiempo. Escríbeme con frecuencia, que yo trataré de
-disponer de tiempo para contestarte. Saluda a todos en mi nombre...
-
-¡Adiós, mi bueno, mi fiel Wegeler! Está seguro de la afección y de la
-amistad de tu Beethoven.
-
-
- A WEGELER
-
- Viena, 16 de noviembre de 1801.
-
-¡Mi buen Wegeler! Te doy gracias por tu nueva prueba de solicitud,
-tanto más cuanto la merezco muy poco.--Quieres saber cómo estoy y yo
-tengo necesidad de decírtelo, y, por poco agradable que me sea ocuparme
-de este asunto, lo haré sin embargo de buena gana contigo.
-
-Vering me está poniendo desde hace meses vejigatorios en los dos
-brazos... El tratamiento me es extremadamente desagradable; sin
-hablar de los dolores, estoy privado por completo del uso de mis
-brazos por uno o dos días. Debo convenir en que los zumbidos son un
-poco más débiles que antes, principalmente en la oreja izquierda,
-que fué en la que comenzó mi sordera; pero mi oído en verdad no ha
-mejorado nada hasta el presente, y no me atrevo a decir si está peor
-aún.--Mi estómago va mejor, y cuando me baño durante algunos días en
-agua tibia, me encuentro bastante bien por ocho o diez días más. De
-cuando en cuando tomo algún fortificante para el estómago, y también
-he comenzado, siguiendo tu consejo, la aplicación de yerbas contra el
-vientre.--Vering no quiere oír hablar de duchas; y por otra parte,
-no estoy muy contento con él, porque en verdad tiene pocos cuidados
-y atención para mi mal; si yo no fuera a su casa--y esto me es muy
-difícil--no lo vería nunca. ¿Qué piensas tú de Schmidt? No cambio
-médico de buena gana; pero me parece que Vering es demasiado práctico
-para renovar muchas de sus ideas por la lectura; y Schmidt en esto me
-parece un hombre distinto, que acaso no será tan negligente.--Se dicen
-maravillas del galvanismo. ¿Qué piensas tú de ello? Un médico me ha
-contado que vió a un niño sordomudo recobrar el oído, y a un hombre,
-que hacía siete años estaba sordo, también curado.--Precisamente acabo
-de saber que Schmidt está haciendo experiencias acerca de esto.
-
-De nuevo vivo en forma algo más agradable; frecuento el trato de los
-demás. Apenas podrías creer cuál vida de soledad y de tristeza he
-llevado desde hace dos años; mi enfermedad se levantaba por todas
-partes delante de mí como un espectro, y yo huía de los demás. ¡Debía
-parecer un misántropo, cuando lo soy tan poco!--Este cambio, una
-amada, una encantadora muchacha lo ha realizado; me ama y yo la amo:
-he aquí de nuevo algunos momentos felices, después de dos años; y es
-la primera vez que pienso que el matrimonio puede dar la felicidad.
-Desgraciadamente no es de mi condición; y ahora, a decir verdad, no
-podría casarme porque es necesario que trabaje valerosamente aún. Si
-no fuera por mi oído habría desde hace largo tiempo recorrido la mitad
-del mundo, y esto debo hacerlo. No hay mayor placer para mí que ejercer
-mi arte y mostrarlo.--No creo que fuera feliz en vuestra casa. ¡Quién
-podría darme la felicidad! Vuestra misma solicitud me pesaría, y a
-cada instante leería yo la compasión en vuestros rostros, para juzgarme
-más miserable todavía.--¿Qué me atraía hacia esos bellos lugares de mi
-patria? ¡Nada más que la esperanza de alcanzar una situación mejor, y
-que yo llegara a no tener este mal! ¡Oh, si estuviera libre de este
-mal tendría el mundo entre mis brazos! Mi juventud, sí, lo siento,
-apenas está comenzando; porque ¿no he estado siempre enfermo? Mi fuerza
-física crece más que nunca desde hace algún tiempo, junto con mi vigor
-intelectual. Cada día me acerco más al fin que entreveo sin poderlo
-definir. Pero sólo con estos pensamientos puede vivir tu Beethoven. ¡No
-es posible descansar! No conozco otro descanso que el sueño, y soy tan
-desventurado que tengo que concederle más tiempo que antes. Que esté
-sólo a medias libre de este mal, y entonces, como un hombre más dueño
-de sí mismo, más maduro, iré hacia vosotros y estrecharemos nuestros
-viejos lazos de amistad.
-
-Debéis verme tan feliz como me sea concedido serlo aquí abajo; pero no
-desventurado. ¡No, porque esto no lo podría soportar! Quiero morder al
-destino, que no me doblegará indudablemente por completo. ¡Oh, es tan
-bello vivir la vida mil veces!--Para una vida tranquila, no, lo siento,
-no nací.
-
-Muchos recuerdos buenos para Lorchen... ¿Tú me amas un poco, no es
-verdad? Pues está seguro de mi afección y de mi amistad. Tu
-
- BEETHOVEN.
-
-
- CARTA DE WEGELER Y DE ELEONORA VON BREUNING A BEETHOVEN.[95]
-
- Coblenza, 28 de diciembre de 1825.
-
-Mi querido Luis:
-
-No puedo dejar partir para Viena a uno de los diez hijos de Ries, sin
-que me venga a la mente tu recuerdo. Si después de veintiocho años que
-hace que abandoné Viena no has recibido una larga carta cada dos meses,
-puedes culpar de ello a tu silencio para las primeras que te envié.
-Esto no está bien, y menos ahora, porque nosotros, viejos como somos,
-vivimos sólo del pasado y encontramos placer, por encima de todo, en
-los recuerdos de nuestra juventud. Para mí, al menos, mi conocimiento y
-mi estrecha amistad contigo, gracias a tu buena madre que Dios bendiga,
-es un punto luminoso en mi vida hacia el cual me vuelvo con placer...
-Levanto los ojos hacia ti como hacia un héroe y me siento orgulloso
-de poder decir: “No he dejado de tener influjo sobre su desarrollo;
-me confiaba sus deseos y sus ensueños; y cuando, más tarde, fué tan
-mal comprendido a menudo, yo sabía lo que ambicionaba”. ¡Alabado
-sea Dios que me concedió hablar de ti con mi mujer, y ahora con mis
-hijos! La casa de mi suegra era tu casa más que tu propia casa, sobre
-todo después de la muerte de tu noble madre. Dinos una vez solamente:
-“Sí, pienso en vosotros, en la alegría y en la tristeza”. El hombre,
-hasta cuando se ha elevado tan alto como tú, sólo es feliz una vez en
-la vida, cuando es joven. A las piedras de Bonn, de Kreuzberg, de
-Godesberg, de la Pépinière, etc., deben volar alegremente tus ideas
-muchas veces.
-
-Ahora quiero hablarte de mí, de nosotros, para darte un ejemplo de la
-manera en que tú debes contestarme.
-
-Después de mi retorno de Viena, en 1796, todo iba bastante mal para
-mí; durante muchos años tuve que vivir sólo de mis consultas como
-médico; y esto duró largo tiempo en esta región miserable, antes de que
-tuviera lo necesario. Fuí después profesor, con un sueldo, y me casé
-en 1802. Un año más tarde tuve una hija, que vive aún y que está ya
-completamente formada; tiene, con un juicio muy recto, la serenidad de
-su padre, y toca hasta cansarse las sonatas de Beethoven; no es esto un
-mérito en ella, sino más bien un don innato. En 1807 nació un niño, que
-ahora estudia en Berlín medicina; y dentro de cuatro años lo enviaré a
-Viena. ¿Te encargarás de cuidarlo?... He festejado en el mes de agosto
-mi sexagésimo aniversario, en unión de unos sesenta amigos y conocidos,
-entre quienes estaban las personas principales de la ciudad. Desde 1807
-resido aquí, donde tengo ahora una casa hermosa y una buena posición;
-mis superiores están contentos de mí y el rey me ha dado algunas
-condecoraciones y medallas. Lorchen y yo estamos bastante bien.--Y
-ahora que te he hecho conocer nuestra situación, te toca tu turno...
-
-¿No querrás nunca apartar tus miradas de la torre de San Esteban? ¿No
-tiene el viaje ningún encanto para ti? ¿No querrás nunca volver a ver
-el Rhin?--Recibe de Madame Lore toda clase de recuerdos cordiales, así
-como de mí. Tu viejo amigo,
-
- WEGELER.
-
- Coblenza, 29 de diciembre de 1825.
-
-¡Caro Beethoven, tan querido desde hace tanto tiempo! Quería que
-Wegeler os escribiese de nuevo, y ahora que este deseo se ha cumplido
-creo que es mi deber agregar aún dos palabras, no solamente para avivar
-vuestro recuerdo, sino también para renovar la pregunta insistente
-sobre si no tenéis, pues, ningún deseo de volver a ver el Rhin y el
-lugar de vuestro nacimiento, y proporcionarnos a Wegeler y a mí la
-más grande de las alegrías. Nuestra Lenchen os da gracias por tantas
-horas felices; tiene tanto placer en oír hablar de vos; y como conoce
-todas las mínimas aventuras de nuestra alegre juventud en Bonn, del
-disgusto y de la reconciliación... ¡sería muy feliz de conoceros!--La
-niña, desgraciadamente, no tiene talento para la música; pero ha hecho
-tanto, con tanta aplicación y perseverancia que puede tocar vuestras
-sonatas, variaciones, etc.; y como la música es siempre el más grande
-de los alivios para Wegeler, ella le proporciona así muchas horas
-agradables. Julius tiene talento para la música, pero hasta la fecha
-ha sido negligente; desde hace seis meses está aprendiendo a tocar
-violoncello con alegría y placer, y como hay en Berlín un buen profesor
-creo que adelantará mucho.--Los dos niños son grandes y se parecen a
-su padre, tanto que el buen humor de Wegeler, a Dios gracias, no se
-ha perdido por completo... Tiene un gran placer en tocar los temas
-de vuestras variaciones; los primeros tienen su preferencia, pero a
-menudo toca algunos de los nuevos con una increíble paciencia.--Vuestro
-_Opferlied_ está colocado por encima de todo, y nunca va Wegeler a
-su alcoba sin sentarse al piano.--Así, querido Beethoven, podéis ver
-cuánto y qué durable y vivo es vuestro recuerdo en nosotros. Decidnos,
-pues, una vez siquiera, que esto tiene algún precio a vuestros ojos y
-que no hemos sido completamente olvidados.--Si no fuera tan difícil a
-veces realizar nuestros más caros deseos, habríamos ya ido a Viena a
-visitar a mi hermano, para tener el placer de veros; pero no es posible
-pensar en tal viaje ahora que nuestro hijo está en Berlín.--Wegeler os
-ha dicho cuál es nuestra situación, y seríamos injustos en quejarnos,
-porque aun los tiempos más difíciles han sido mejores para nosotros que
-para muchos de los demás.--La mayor felicidad está en que nos hallamos
-bien y que tenemos buenos hijos. Sí, ellos no nos han causado ninguna
-pena, y son alegres y buenos.--Sólo Lenchen ha tenido un gran dolor:
-cuando nuestro pobre Burscheid murió; fué una pérdida que nosotros no
-olvidaremos nunca. Adiós, querido Beethoven, y pensad en nosotros con
-toda lealtad y bondad.
-
- ELN. WEGELER.
-
-
- DE BEETHOVEN A WEGELER
-
- Viena, 7 de octubre de 1826[96].
-
-Mi viejo y amado amigo:
-
-El placer que me ha causado tu carta y la de tu Lorchen, no lo puedo
-expresar. En verdad debí haberte contestado inmediatamente; pero soy
-un poco perezoso, sobre todo para escribir, porque pienso que sin
-necesidad de hacerlo me conocen las mejores personas. En mi memoria he
-hecho a menudo la contestación; mas cuando quiero ponerme a escribir,
-frecuentemente arrojo lejos de mí la pluma, porque no estoy en aptitud
-de escribir lo que siento. Me acuerdo de todo el cariño que me has
-demostrado siempre, por ejemplo, de cuando hiciste blanquear mi alcoba
-dándome tan agradable sorpresa. Me acuerdo también de la familia
-Breuning. Que hayamos tenido que separarnos los unos de los otros, eso
-está en el curso natural de las cosas: cada uno debía seguir el fin
-que le estaba asignado, y tratar de alcanzarlo; y sólo los eternos
-principios inconmovibles del bien nos han mantenido siempre firmemente
-unidos. Por desgracia no puedo escribirte hoy tanto como quisiera,
-porque estoy en cama...
-
-Tengo presente siempre la silueta de tu Lorchen (ya se lo he dicho),
-para que veas como todo lo que ha sido de bueno y de amado en mi
-juventud es precioso para mí siempre.
-
-...En mi casa se dice: _Nulla dies sine linea_, y, sin embargo, dejo
-dormir a la Musa; pero es para que despierte más vigorosa en seguida.
-Espero dar aún al mundo algunas obras, y después, como un niño viejo,
-iré a terminar mi jornada terrestre entre las gentes sencillas[97].
-
-...Entre las honrosas distinciones que he recibido y que sé te causarán
-placer, te informo que acabo de recibir del difunto rey de Francia una
-medalla con esta inscripción: _Dada por el rey al señor Beethoven_,
-y que llegó a mis manos acompañada de un escrito muy afectuoso del
-_primer gentil hombre del rey, duque de Chatres_[98].
-
-Conténtate con esto por ahora, mi viejo y querido amigo. Los recuerdos
-del pasado se apoderaron de mí hoy y te envío esta carta con abundantes
-lágrimas; es apenas el principio, porque bien pronto recibirás
-otra; y mientras más me escribas mayor placer me proporcionarás. No
-hay necesidad de demandarlo, cuando se trata de amigos como somos
-nosotros. Adiós. Te ruego des un beso tiernamente en mi nombre a tu
-querida Lorchen y a tus niños, y que pienses en mí. ¡Que Dios sea con
-vosotros!
-
-Como siempre tu fiel y verdadero amigo, que te ama.
-
- BEETHOVEN.
-
-
- A WEGELER
-
- Viena, 17 de febrero de 1827.
-
-Mi viejo y digno amigo:
-
-Recibí de Breuning, para mi felicidad, tu segunda carta. Estoy muy
-débil todavía para contestarte; pero puedes pensar que todo lo que me
-dices ha sido en mi bien, y lo deseo. En cuanto a mi convalecencia,
-si puedo llamarla así, va mejor pero lentamente; se presume que será
-necesario esperar la cuarta operación, aun cuando los médicos no dicen
-nada de ella. Me revisto de paciencia y pienso que todo mal nos trae
-consigo algún bien... ¡Cuántas cosas querría decirte ahora! Pero estoy
-demasiado débil, no puedo más que abrazarte en mi corazón, a ti y a tu
-Lorchen. Con amistad verdadera y consagración a ti y a los tuyos, tu
-viejo y fiel amigo.
-
- BEETHOVEN.
-
-
- A MOSCHELES
-
- Viena, 14 de marzo de 1827.
-
-Mi querido Moscheles:
-
-El 27 de febrero fuí operado por cuarta vez, y ahora aparecen de
-nuevo indicios seguros de que debo esperar bien pronto una quinta
-operación. ¿En qué terminará todo esto? ¿qué será de mí si dura algún
-tiempo todavía?--En verdad que es dura la carga que me ha tocado;
-pero me conformo a la voluntad del destino, y ruego a Dios solamente
-que se digne decidir, en su voluntad divina, que para todo el largo
-tiempo en que yo deba sufrir en vida la muerte, esté al abrigo de las
-necesidades[99]. Así tendré fuerza para soportar mi carga, por dura y
-por terrible que pueda ser, resignándome a la voluntad del Altísimo.
-
-Vuestro amigo,
-
- L. V. BEETHOVEN.
-
-
- PENSAMIENTOS DE BEETHOVEN
-
- SOBRE MÚSICA.
-
-_No hay regla que no se pueda violar a causa de_ Schoner. (“Plus
-beau”)[100].
-
-La música debe hacer brotar el fuego en el espíritu de los hombres.
-
- * * * * *
-
-La música es una revelación más alta que la sabiduría y la filosofía.
-
- * * * * *
-
-No hay nada más bello que acercarse a la divinidad y derramar sus
-irradiaciones sobre la raza humana.
-
- * * * * *
-
-¿Por qué escribo?--Porque lo que tengo en mi corazón es preciso que
-salga fuera, y esto me hace escribir.
-
- * * * * *
-
-¿Creéis que pienso en un violín sagrado, cuando el Espíritu me habla y
-escribo lo que me dicta?
-
- (A Schuppanzigh).
-
- * * * * *
-
-Según mi manera habitual de componer, hasta cuando se trata de música
-instrumental tengo siempre el conjunto delante de mis ojos.
-
- (A Treitschke).
-
- * * * * *
-
-Escribir sin piano es necesario... Poco a poco va naciendo la facultad
-de representarnos lo que deseamos y sentimos, que es una necesidad tan
-esencial para los seres nobles.
-
- (Al archiduque Rodolfo).
-
- * * * * *
-
-La descripción pertenece a la pintura. Puede también la poesía, en
-esto, estimarse feliz (en comparación) con la música; su dominio no
-es tan limitado como el mío; pero, en desquite, el mío se extiende
-más lejos en otras regiones. Y no se puede tan fácilmente alcanzar mi
-imperio.
-
- (A Wilhelm Gerhard).
-
- * * * * *
-
-La libertad y el progreso son la finalidad del arte, como lo son de
-la vida entera. Si no tenemos nosotros la solidez de los maestros de
-antaño, por lo menos el refinamiento de la civilización ha ampliado
-muchos horizontes.
-
- (Al archiduque Rodolfo).
-
- * * * * *
-
-No tengo costumbre de retocar mis composiciones, una vez terminadas.
-No lo he hecho nunca porque estoy penetrado de esta verdad: que todo
-cambio parcial altera el carácter de la composición.
-
- (A Thomson).
-
- * * * * *
-
-La música pura de las iglesias debería ser ejecutada solamente por las
-voces, a excepción del _Gloria_, o de algún otro texto de este género.
-Prefiero por eso a Palestrina; pero es un absurdo imitarlo sin poseer
-su espíritu ni sus concepciones religiosas.
-
- (Al organista Freudenberg).
-
- * * * * *
-
-Cuando algún alumno vuestro tiene en el piano el juego de dedos
-conveniente, la justa medida, y que toca las notas muy exactamente,
-fijaos sólo en el estilo y no lo detengáis por pequeñas faltas, ni
-se las hagáis notar sino al fin del trozo.--Este método forma los
-_músicos_, lo cual es, después de todo, una de las primeras finalidades
-del arte musical... Para los pasajes (de virtuosismo) hacedle emplear a
-su turno todos los dedos... Sin duda, empleando menos dedos, se obtiene
-un efecto “perlado”, como se dice, o “como una perla”; pero a menudo
-son más amadas otras joyas[101].
-
- (A Czerny).
-
- * * * * *
-
-Entre los músicos de otros tiempos sólo Haendel, el alemán, y Sebastián
-Bach tenían genio.
-
- (Al archiduque Rodolfo, 1819).
-
- * * * * *
-
-Mi corazón palpita plenamente por el alto y grande arte de Sebastián
-Bach, este patriarca de la armonía (_dieses Urvaters der Harmonie_).
-
- (A Hofmeister, 1801).
-
- * * * * *
-
-En todo tiempo he sido de los más fervientes admiradores de Mozart, y
-seguiré siéndolo hasta el fin de mi vida.
-
- (Al abate Stadler, 1826).
-
- * * * * *
-
-Estimo vuestras obras por encima de todas las obras teatrales. Me
-encuentro en éxtasis cada vez que escucho una obra vuestra nueva, y en
-ella tomo más interés que en las mías propias: verdaderamente os estimo
-y os amo... _Seréis siempre de mis contemporáneos aquél a quien más
-estimo. Si queréis proporcionarme un placer extremo bastará sólo con
-que me escribáis algunas líneas, lo cual me aliviará mucho. El arte une
-a todas las personas_, y mucho más a los verdaderos artistas; _y tal
-vez os dignéis también contarme_ en el número de ellos[102].
-
- (A Cherubini, 1823).
-
-
- SOBRE CRÍTICA
-
-Por lo que a mí concierne como artista, no se ha podido decir nunca que
-yo haya hecho el menor caso de lo que se escriba acerca de mí.
-
- (A Schott, 1825).
-
- * * * * *
-
-Pienso con Voltaire “que algunos piquetes de moscas no pueden detener a
-un caballo en su fogosa carrera”.
-
- (1826).
-
- * * * * *
-
-En cuanto a estos imbéciles, no hay más que dejarlos hablar. Su
-charlatanería seguramente que no hará a nadie inmortal, como tampoco
-privará de la inmortalidad a ninguno de aquéllos a quienes Apolo la ha
-concedido.
-
- (1801).
-
-
- BIBLIOGRAFÍA
-
-Si se desea conocer mejor a Beethoven, se podrá recurrir a las obras y
-documentos principales, cuya lista sumaria es la siguiente:
-
- I.--SOBRE LAS CARTAS DE BEETHOVEN
-
-Ludwig Nohl.--_Briefe Beethovens_, 1865, Stuttgart.
-
-Ludwig Nohl.--_Neue Briefe Beethovens_, 1867, Stuttgart.
-
-Ludwig Ritter von Koechel.--_83 Original Briefe L. V. B. an den
-Erzherzog Rudolph._, 1865, Viena.
-
-Alfred Schoene.--_Briefe von Beethoven an Marie Graefin Erdoedy, geb.
-Graefin Niszky und Mag. Brauchle._ 1866, Leipzig.
-
-Theodor von Frimmel.--_Neue Beethoveniana_, 1886.
-
-_Katalog der mit der Beethoven-Feier zu Bonn, an 11-15 mai 1890
-verbundenen Ausstellung von Handschriften, Briefen, Bildnissen,
-Reliquien Ludwig van Beethoven’s._, 1890, Bonn.
-
-La Mara.--_Musikerbriefe aus fünf Jahrhunderten._, 1892, Leipzig.
-
-Dr. A. Christian Kalischer.--_Neue Beethoven-Briefe._ 1902, Berlín y
-Leipzig.
-
-Dr. A. Christian Kalischer.--_Beethoven’s Sammtliche Briefe_, Kritische
-Ausgabe mit Erlaüterungen. 1906, Berlín.
-
-Dr. Fritz Prelinger.--_Beethovens Sammtliche Briefe und
-Aufzeichnungen._ 1907, Viena y Leipzig, 3 vols.
-
-Una selección de las cartas de Beethoven fué publicada en traducción
-francesa, con introducción y notas de Juan Chantavoine, en 1904, en
-París.
-
-
- II--SOBRE LA VIDA DE BEETHOVEN.
-
-Gottfried Fischer.--_Manuscrit_ (Interesante principalmente para
-conocer la infancia de Beethoven.--Fischer murió en Bonn en 1864, y
-era propietario de la casa en que vivieron dos generaciones de la
-familia de Beethoven. Él y su hermana Cecilia conocieron íntimamente
-a Beethoven cuando era niño, y escribieron sus recuerdos, que son
-preciosos a condición de que se les use con alguna crítica).--El
-manuscrito está en la _Beethovenhaus_ de Bonn. Deiters (véase adelante)
-ha publicado algunos extractos de este manuscrito.
-
-F.-G. Wegeler und Ferdinand Ries.--_Biographische Notizen ueber Ludwig
-van Beethoven_ (precioso sobre todo para conocer la primera mitad
-de su vida). 1838, Coblenza. Traducción francesa de 1862, agotada;
-reimpresión por el Dr. Kalischer de 1905.
-
-Ludwig Nohl.--_Eine stille Liebe zu Beethoven._ 1857, Berlín.
-(Publicación del diario de la señorita Fanny Giannatasio del Rio, a
-quien conoció y amó Beethoven hacia 1816).
-
-Anton Schindler.--_Beethovens Biographie_, 1840.--Traducción francesa
-de 1866, agotada.--Importante para conocer la segunda mitad de su vida.
-
-Anton Schindler.--_Beethoven in París_ 1842. Münster.
-
-Gerhard von Breuning.--_Aus dem Schwarzspanierhause._ 1874. (La
-_Schwarzspanierhaus_ es la casa de Viena donde murió Beethoven. Fué
-destruida durante el invierno de 1903).
-
-Moscheles.--_The life of Beethoven._ 2 vols. 1841, Londres.
-
-Alexander Wheelock Thayer (traducido del inglés al alemán y
-continuado por Hermann Deiters).--_Ludwig van Beethovens Leben_, 3
-vols.--Comenzado en 1866 e interrumpido por la muerte del autor en
-1897, en Trieste, donde era Cónsul de los Estados Unidos; la obra se
-detiene en el año de 1816.--Deiters resolvió terminarla, completando
-los libros ya publicados; pero solamente el primer volumen de su
-traducción se ha publicado hasta hoy.--Es por muchas razones la
-obra más importante sobre Beethoven, desde el punto de vista de la
-documentación.
-
-Ludwig Nohl.--_Beethovens Leben_, 1864-1877. 4 vols.
-
-Ludwig Nohl.--_Beethoven nach den Schilderungen seiner Zeitgenossen._
-Stuttgart.
-
-A. B. Marx.--_L. van Beethovens Leben und Schaffen._ 1863, 2 vols. 5ª
-edición aumentada por G. Behncke, 1902, Berlín.
-
-Victor Wilder.--_Beethoven, sa vie et son oeuvre._ 1883.
-
-Mariam Tenger.--_Beethovens unsterbliche Geliebte._ 1890.--El valor
-histórico de este libro ha sido puesto en duda algunas veces; pero
-hasta la fecha no tenemos razones suficientes para negarle crédito.
-Mariam Tenger fué la confidente de los últimos años de Teresa; y es
-verosímil que Teresa, vieja ya, debió involuntariamente idealizar sus
-recuerdos; el fondo del relato parece exacto.
-
-A. Ehrhard.--_Franz Grillparzer._ 1900.
-
-Theodor von Frimmel.--_Ludwig van Beethoven_ (en la colección de
-_Berühmte Musiker_). 1901, Berlín.
-
-August Goellerich.--_Beethoven_ (en la colección Die Musik de R.
-Strauss), 1903.
-
-Jean Chantavoine.--_Beethoven_, 1907.
-
-Die Musik.--_Beethovenhefte_, Berlín.
-
-
- III.--SOBRE LA OBRA DE BEETHOVEN.
-
-Beethoven.--_Oeuvres complètes_, gran edición crítica, Breitkopf und
-Haertel, Leipzig, 38 vols.
-
-G. Nottebohm.--_Thematisches Verzeichniss der im Druck erschienenen
-Werke von Ludwig van Beethoven_, 1868, Leipzig.
-
-A.-W. Thayer.--_Chronologisches Verzeichniss der Werke v. B._ 1865,
-Berlín.
-
-G. Nottebohm.--_Ein Skizzenbuch von Beethoven._ 1865.
-
-Nottebohm.--_Ein Skizzenbuch von B. aus dem Jahre 1803._ 1880.
-
-Nottebohm.--_Beethovens Studien._ 1873.
-
-Nottebohm.--_Beethoveniana._--_Zweite Beethoveniana._ 1872-87.
-
-George Grove.--_Beethoven and his nine Symphonies_, 1896, Londres.
-
-J.-G. Prodhomme.--_Les symphonies de Beethoven_, 1906.
-
-Alfredo Colombani.--_Le Nove Sinfonie di Beethoven._ 1897. Turín.
-
-Ernst von Elterlein.--_B. Klaviersonaten._ 5ª edición, 1895.
-
-Willibald Nagel.--_B. und seine Klaviersonaten_, 2 vols. 1903-1905.
-
-Shedlock.--_The pianoforte sonata._ 1900, Londres.
-
-Ch. Czerny.--_Pianoforte-Schule_ (Cuarta parte, capítulos II y III).
-
-Theodor Helm.--_B. Streichquartette_, 1885.
-
-H. de Curzon.--_Les lieder et airs détachés de B._ 1906.
-
-Otto Jahn.--_Leonore_, Klavierauszug mit Text, nach der zweiten
-Bearbeitung, 1852.
-
-Dr. Erich Prieger.--_Fidelio_, Klavierauszug mit Text, nach der ersten
-Bearbeitung, 1906.
-
-Wilhelm Weber.--_B. Missa Solemnis._ 1897.
-
-Prof. Dr. Richard Sternfeld.--_Zur Einführung in L. v. B. Missa
-Solemnis._
-
-Ignaz von Seyfried.--_L. v. B. Studien im Generalbass, Kontrapunkt, und
-in der Kompositions Lehre._ 1832.
-
-W. de Lenz.--_Beethoven et ses trois styles._ (Análisis de sonatas para
-piano) (agotado). 1854.
-
-Oulibicheff.--_Beethoven, ses critiques et ses glossateurs_, 1857.
-
-Wasielewski.--_Beethoven._ 2 vols. 1886, Berlín.
-
-R. Schumann.--_Écrits sur la musique et les musiciens_, primera serie,
-traducción de H. de Curzon, 1894.
-
-Richard Wagner.--_Beethoven_, 1870, Leipzig.
-
-La obra musical de Friedrich Wilhelm Rust (1739-1796) de Dessau,
-recientemente encontrada gracias a la publicación que uno de sus nietos
-ha hecho de algunas de sus sonatas, es útil de conocer para quienes
-quieran estudiar la formación del genio musical de Beethoven. El hijo
-más joven de Rust, Wilhelm-Carl, vivió en Viena de 1807 a 1827 y
-estuvo en relaciones con Beethoven. Rust, Carlos Felipe Emmanuel Bach
-y los sinfonistas de Mannheim han sido los verdaderos precursores de
-Beethoven.--Véase _Beethoven und die Mannheimer_ por Hugo Riemann (_Die
-Musik_, 1907-8).
-
-Son también interesantes de conocer los _Lieder de Neefe_ (1748-1799),
-que son enteramente beethovianos ya, y nuestros músicos de la
-Revolución, principalmente Cherubini, cuyo estilo en algunas de sus
-composiciones religiosas y dramáticas sirvió a las veces de modelo a
-Beethoven.
-
-
- IV.--RETRATOS DE BEETHOVEN.
-
-1789.--_Silueta de Beethoven a los diez años de edad._ (En la casa de
-Beethoven, en Bonn; reproducido en la Biografía de Frimmel, página 16).
-
-1791-92.--_Miniatura de Beethoven_ por Gerhard von Kugelgen. (Propiedad
-de Georg Henschel, de Londres; reproducido en el _Musical Times_ de 15
-de diciembre de 1892, página 8).
-
-1801.--Dibujo de H. Stainhauser, grabado por Johann Neidl. (Reproducido
-en _Les Musiciens célébres_, 1878, página 267, por Félix Clément; y por
-Frimmel, página 28).
-
-1802.--_Grabado de Scheffner_, tomado de Stainhauser. (En la casa de
-Beethoven en Bonn, y reproducido en _Die Musik_ del 15 de marzo de 1902,
-página 1145).
-
-1802.--_Miniatura de Beethoven_ por Christian Hornemann. (Propiedad de
-la señora de Breuning, en Viena; y reproducido por Frimmel, página 31).
-
-1805.--_Retrato de Beethoven_ por W. J. Maehler. (Propiedad de Roberto
-Heimler, de Viena; reproducido en el _Musical Times_, página 7; y por
-Frimmel, página 34).
-
-1808.--_Dibujo de L. F. Schnorr de Carolsfeld_, litografiado por J.
-Bauer. (Casa de Beethoven en Bonn).
-
-1812.--_Mascarilla de Beethoven_, moldeada por Franz Klein.
-
-1812.--_Busto de Beethoven_, por Franz Klein, según la mascarilla.
-(Propiedad del fabricante de pianos E. Streicher, de Viena. Reproducido
-por Frimmel, página 46; y en el _Musical Times_, página 19).
-
-1814.--_Dibujo de L. Letronne_, grabado por Blasius Hoefel. (El más
-hermoso retrato de Beethoven; la casa de Beethoven, en Bonn, posee el
-ejemplar que él mismo regaló a Wegeler. Reproducido por Frimmel, página
-51, y por el _Musical Times_, página 21).
-
-1815.--_Dibujo de L. Letronne_, grabado por Riedel. (Reproducido en
-_Die Musik_, página 1147).
-
-1815.--_Segundo retrato de Beethoven_ por Maehler. (Propiedad de Ign.
-von Gleichenstein, de Fribourg-de-Brisgovia.--Hay una reproducción en
-la casa de Beethoven, en Bonn).
-
-1815.--_Retrato de Beethoven_ por Christian Heckel. (Propiedad de J.-F.
-Heckel, de Mannheim; y reproducción en la casa de Beethoven en Bonn).
-
-1818.--_Grabado según el dibujo de Beethoven_ por Aug. von Kloeber.
-(Reproducido en el _Musical Times_, página 25).--El dibujo original de
-Kloeber está en la colección del Dr. Erich Prieger, en Bonn.
-
-1819.--_Retrato de Beethoven_, por Ferdinand Schimon. (En la casa
-de Beethoven, en Bonn; reproducido en _Die Musik_, página 1149; por
-Frimmel, página 63; y por el _Musical Times_, página 29).
-
-1819.--_Retrato de Beethoven_ por K. Joseph Stieler. (Propiedad de
-Alex. Meyer Cohn, de Berlín, y reproducido por Frimmel en la página 71).
-
-1821.--_Busto de Beethoven_ por Anton Dietrich (Propiedad de Leopoldo
-Schroetter de Kristelli; reproducción en la casa de Beethoven en Bonn).
-
-1824-26.--_Dibujos-caricaturas de Beethoven paseando_, por J.-P. Lyser
-(Originales propiedad de la _Gesellschaft der Musikfreunde_, de Viena;
-reproducidos por Frimmel, página 67; y por el _Musical Times_, página
-15).
-
-1823.--_Dibujos-caricaturas de Beethoven paseando_, por Jos. van Boehm.
-(Reproducidos por Frimmel, página 70).
-
-1823.--_Retrato de Beethoven_ por Waldmueller. (Propiedad de Breitkopf
-y Haertel, de Leipzig; reproducido por Frimmel, página 72).
-
-1825-26.--_Dibujo de Beethoven_, por Stefan Decker. (Propiedad de Georg
-Decker, de Viena; reproducción en la casa de Beethoven, en Bonn).
-
-1826.--_Dibujo de B._ por A. Dietrich, litografiado por Jos. Kriehuber.
-(Reproducido por Frimmel, página 73).
-
-1826.--_Busto de Beethoven a la antigua_, por Schaller. (Propiedad de
-la Sociedad Filarmónica de Londres; copia en la casa de Beethoven, en
-Bonn; reproducido por Frimmel, página 74, y en el _Musical Times_).
-
-1827.--_Boceto de Beethoven en su lecho de muerte_, por Jos.
-Danhauser. (Propiedad de A. Artaria, de Viena; reproducido en la
-_Allgemeine Musik-Zeitung_, de 19 de abril de 1901).
-
-1827.--_Tres bocetos de Beethoven en su lecho de muerte_, por
-Teltscher. (Propiedad del Dr. Aug. Heymann; publicados por Frimmel;
-reproducidos en el _Courrier musical_, de 15 de noviembre de 1909).
-
-1827.--_Mascarilla de Beethoven muerto_, moldeada por Danhauser (Casa
-de Beethoven, en Bonn).
-
-Numerosos retratos de Beethoven han sido hechos después de su muerte.
-La obra más notable que se le ha consagrado es el monumento de Max
-Klinger (Viena, 1902).
-
-
- NOTAS:
-
-[86] Heiligenstadt es un barrio de Viena. Beethoven estaba allí por una
-temporada.
-
-[87] El nombre fué olvidado en el manuscrito.
-
-[88] A propósito de esta queja dolorosa, quiero hacer una observación,
-que creo no ha sido hecha antes nunca. Se sabe que, al final del
-segundo trozo de la _Sinfonía pastoral_, la orquesta hace escuchar el
-canto del ruiseñor, del cuco y de la codorniz; y puede decirse, además,
-que casi toda la sinfonía está tejida de cantos y de murmullos de la
-naturaleza. Los tratadistas de estética han discutido mucho acerca de
-la cuestión de saber si se debía o no aprobar estos ensayos de música
-imitativa. Ninguno de ellos advirtió que Beethoven no imitaba nada,
-puesto que nada oía: creaba en su espíritu un mundo que había muerto
-para él. Y esto es lo que hace más conmovedora esa evocación de los
-pájaros, puesto que el único modo que le quedaba de escucharlos era
-haciéndolos cantar dentro de sí mismo.
-
-[89] Probablemente escrita en 1801.
-
-[90] Stephan von Breuning.
-
-[91] Zmeskall (?). Era secretario áulico en Viena y fué siempre muy
-adicto a Beethoven.
-
-[92] Op. 18, número 1.
-
-[93] Nohl, en su edición de las _Lettres de Beethoven_, ha suprimido
-las palabras: _und den Schöpfer_ (y el Creador).
-
-[94] Eleonora.
-
-[95] Me ha parecido que no carece de interés reproducir las dos cartas
-siguientes, porque hacen conocer a estas excelentes personas, los más
-fieles amigos de Beethoven. Por los amigos se puede juzgar al hombre.
-
-[96] Se notará que los amigos de este tiempo, aun cuando se estimasen
-mucho, tenían afecciones menos impacientes que las nuestras. Beethoven
-contesta a Wegeler diez meses después de recibida su carta.
-
-[97] Beethoven no dudaba que escribía entonces su última obra: el
-segundo _finale_ de su cuarteto, op. 130. Estaba en la casa de su
-hermano, en Gneixendorf, cerca de Krems, en el Danubio.
-
-[98] Duque de Achat (?).
-
-[99] Beethoven, a punto de carecer de dinero, se había dirigido a la
-Sociedad Filarmónica de Londres y a Moscheles, que estaba por entonces
-en Inglaterra, tratando de organizar un concierto en su beneficio. La
-Sociedad tuvo la generosidad de enviarle inmediatamente cien libras
-esterlinas, a cuenta; y él se sintió conmovido hasta el fondo de su
-corazón. “Era un espectáculo desgarrador, dice un amigo, verlo cuando
-recibió esta carta unir las manos y sollozar de alegría y de gratitud”.
-En la emoción, la herida volvió a abrirse. Quiso todavía dictar una
-carta para dar gracias a los “nobles ingleses, que se habían interesado
-por su triste suerte”; les prometía una obra: su Décima Sinfonía, una
-obertura, todo lo que quisieran. “Nunca hasta hoy, decía, comenzaré una
-obra con tanto amor como la haré para ellos”. Esta carta es del 18 de
-marzo, y el 26 había muerto.
-
-[100] En francés en el texto, menos la última palabra.
-
-[101] “La ejecución de Beethoven, como pianista, no era correcta, y su
-digitación tenía a menudo faltas; la calidad del sonido era descuidada.
-Pero ¿quién iba a pensar en el ejecutante? Absorbían desde luego sus
-pensamientos, de cualquier manera que sus manos los expresaran”. (Barón
-de Trémont, 1809).
-
-[102] Las palabras subrayadas están en francés en el original.--Ya
-hemos dicho antes que esta carta Cherubini no la contestó nunca.
-
-
-
-
- VIDA DE MIGUEL ÁNGEL
-
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- INTRODUCCIÓN
-
-
-Hay en el _Museo Nazionale_ de Florencia una estatua de mármol que
-Miguel Ángel llamaba el Vencedor. Es un joven desnudo, de cuerpo
-hermoso y con los cabellos en bucles sobre la frente. De pie y erguido,
-apoya la rodilla sobre la espalda de un prisionero barbudo que estira
-la cabeza hacia adelante, como un buey. Pero el vencedor no lo mira.
-En el instante de ir a lanzar el golpe, se detiene, con expresión de
-tristeza en la boca y con los ojos indecisos. Su brazo se repliega
-hacia el hombro. Se echa hacia atrás; ya no quiere la victoria, como si
-le repugnara: Ha vencido y está vencido.
-
-Esta imagen de la Duda heroica, esta Victoria con las alas rotas, que
-de todas las obras de Miguel Ángel fué la única que permaneció hasta
-la muerte del artista en su taller de Florencia, y con la cual el
-confidente de sus pensamientos, Daniel de Volterra, quería decorar su
-catafalco, es el mismo Miguel Ángel y el símbolo de toda su vida.
-
- * * * * *
-
-El sufrimiento es infinito y asume todas las formas. Unas veces lo
-causa la tiranía ciega de las cosas: la miseria, las enfermedades, las
-injusticias de la suerte, la maldad de los hombres. Otras tiene su
-asiento en el mismo ser. No es entonces menos lastimoso ni menos fatal,
-porque nadie tiene la elección de su propio ser, nadie ha pedido vivir
-ni ser lo que es.
-
-Este último sufrimiento fué el de Miguel Ángel. Tuvo la fuerza, tuvo
-la rara fortuna de ser forjado para luchar y vencer, y venció.--Pero
-¿y qué? No quería la victoria. No era eso lo que quería.--¿Tragedia de
-Hamlet? ¡Terrible contradicción entre un genio heroico y una voluntad
-que no lo era, entre pasiones imperiosas y una voluntad que no quería!
-
-Nosotros no veremos en esto, como otros muchos, una grandeza más. Nunca
-diremos que porque un hombre es demasiado grande, el mundo no le basta.
-La inquietud de espíritu no es un signo de grandeza. Toda falta de
-armonía entre el ser y las cosas, entre la vida y sus leyes, aun en los
-grandes hombres, no se debe a su grandeza, sino a su debilidad. ¿Por
-qué tratar de ocultar esta debilidad? ¿El más débil es menos digno de
-amor? Al contrario, es más digno de amor, porque lo necesita. Yo no
-elevo estatuas a los héroes inaccesibles. Odio el idealismo cobarde que
-aparta las miradas de las miserias de la vida y de las debilidades del
-alma.
-
-Es preciso que el pueblo, tan sensible para las ilusiones falaces de
-las palabras sonoras, sepa que la mentira heroica es una cobardía. No
-hay más que un heroísmo en el mundo: verlo tal como es... y amarlo.
-
- * * * * *
-
-Lo trágico del destino que presento aquí, es que ofrece la imagen de
-un sufrimiento innato, que viene de lo más hondo del ser, que lo roe
-sin tregua y no lo abandona sino hasta haberlo destruido. Uno de los
-tipos más poderosos de esta gran raza humana, que desde hace diecinueve
-siglos llena el Occidente con sus gritos de dolor y de fe, es el
-cristiano.
-
-Un día, en lo futuro, en el fin de los siglos (si se conserva todavía
-el recuerdo de nuestra tierra), un día, los que entonces existan se
-inclinarán sobre el abismo de esta raza desaparecida, como Dante en
-la orilla de Malebolge, con una mezcla de admiración, de horror y de
-piedad.
-
-Pero nadie lo sentirá mejor que nosotros, los que sufrimos desde niños
-esas angustias, los que hemos visto debatirse en ellas a nuestros
-seres más queridos; nosotros, los que hemos sentido en la garganta el
-olor acre y embriagador del pesimismo cristiano, los que hemos tenido
-que hacer a veces esfuerzos para no ceder, como algunos otros, en los
-momentos de duda, ¡al vértigo de la Nada Divina!
-
-¡Dios! ¡Vida eterna! ¡Refugio de los que no logran vivir aquí abajo!
-¡Fe, que no es con frecuencia más que falta de fe en la vida, falta de
-fe en el porvenir, falta de fe en sí mismo, falta de valor y falta de
-alegría! ¡Nosotros sabemos sobre cuántas derrotas está fundada vuestra
-dolorosa victoria!...
-
-Por eso os amo, cristianos, porque os compadezco. Os compadezco y
-admiro vuestra melancolía. Vosotros entristecéis el mundo, pero lo
-embellecéis. El mundo sería más pobre sin vuestro dolor. ¡En esta época
-de cobardes, que tiemblan frente al dolor y reivindican ruidosamente
-su derecho a la felicidad, que no es a menudo más que el derecho a
-la desdicha de los demás, atrevámonos a ver de frente al dolor y a
-venerarlo! Alabada sea la alegría y alabado el dolor. La una y el otro
-son hermanos, y los dos son santos. Forjan el mundo e impulsan a las
-almas grandes. Son la fuerza, son la vida, son Dios. Quien no los ama a
-entrambos, no ama a ninguno de ellos. Y el que los ha probado, sabe el
-valor de la vida, y la dulzura de abandonarla.
-
- ROMAIN ROLLAND
-
- [Ilustración]
-
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- MIGUEL ÁNGEL
-
-
-Era un burgués florentino, de esa Florencia de palacios sombríos, de
-torres que surgen como lanzas, de colinas esbeltas y secas, finamente
-cinceladas sobre el cielo color de violeta, con los husos negros
-de sus cipreses pequeños y la banda de plata de los olivos que se
-estremecen como olas; de esa Florencia de aguda elegancia, donde el
-rostro pálido e irónico de Lorenzo de Médicis, y Maquiavelo, de boca
-grande y astuta, satirizaban la _Primavera_ y las Venus cloróticas
-de Botticelli, de cabelleras de oro pálido; de esa Florencia febril,
-orgullosa, neurótica, presa de todos los fanatismos, sacudida por todas
-las histerias religiosas o sociales, donde todos eran libres y todos
-eran tiranos, donde era tan dulce vivir y la vida era un infierno;
-de esa ciudad de ciudadanos inteligentes, intolerantes, entusiastas,
-rencorosos, de lengua acerada, de espíritu desconfiado, que se espiaban
-entre sí, tenían celos unos de otros y se devoraban mutuamente; de esa
-ciudad donde no cabía el espíritu libre de Leonardo; donde Botticelli
-terminaba en el misticismo alucinado de un puritano de Escocia; donde
-Savonarola, con su perfil cabrío y sus ojos ardientes, hacía bailar en
-ronda a los monjes, alrededor de la hoguera en que quemaba las obras
-de arte, y donde, tres años más tarde, se volvía a levantar la hoguera
-para quemar al profeta.
-
-Fué de esa ciudad y de ese tiempo con todos sus prejuicios, sus
-pasiones y su ardor.
-
-Con seguridad no era afectuoso para sus compatriotas. Su genio de
-anchos pulmones, hecho para el aire libre, despreciaba el arte de
-cenáculos, el estilo amanerado, el realismo vulgar, el sentimentalismo,
-la mórbida sutileza. Los trataba rudamente, pero los amaba; no tenía
-para su patria la indiferencia sonriente de Leonardo.
-
-Lejos de Florencia, lo devoraba la nostalgia[103]. Toda su vida agotó
-sus esfuerzos en vano para vivir en Florencia. Estuvo con Florencia en
-las horas trágicas de la guerra, y quiso “volver aunque fuera muerto,
-ya que no había podido vivo”[104].
-
-Como viejo florentino estaba orgulloso de su sangre y de su raza, más
-que de su mismo genio[105]. No permitía que se le considerase como a un
-artista:
-
-“Yo no soy el escultor Michelagniolo, soy Michelagniolo
-Buonarroti”[106].
-
-Espíritu aristocrático, tenía todos los prejuicios de casta y aun
-llegaba a decir que “el arte debería ser ejercido por los nobles y no
-por los plebeyos”[107].
-
-Tenía de la familia un concepto religioso, antiguo, casi bárbaro; le
-sacrificaba todo, y quería que los demás hicieran lo mismo. Habríase,
-decía, “vendido por ella como esclavo”[108]. El afecto intervenía muy
-poco en ello.
-
-En 1515, con motivo del viaje de León X a Florencia, Buonarroto,
-hermano de Miguel Ángel, fué nombrado _comes palatinus_ y los
-Buonarroti recibieron el privilegio de poner en sus armas la palla de
-los Médicis con tres flores de lis y la cifra del Papa.
-
-Despreciaba a sus hermanos, que bien lo merecían. Despreciaba a
-su sobrino, heredero suyo. Pero en éste, en ellos, respetaba a los
-representantes de su raza. Esta palabra aparece sin cesar en sus
-cartas: “...nuestra raza, _la nostra gente_... sostener nuestra raza...
-que nuestra raza no muera...”.
-
-Tuvo todas las supersticiones, todos los fanatismos de esta raza dura y
-fuerte, que fué la arcilla de que se formó su ser. Pero de esta arcilla
-surgió el fuego que todo lo purifica: el genio.
-
- * * * * *
-
-Quien no crea en el genio, quien no sepa qué es, que mire a Miguel
-Ángel. Ningún hombre ha sido dominado por el genio como él. Este genio
-no parecía que fuera de su misma naturaleza. Era un conquistador que se
-había arrojado sobre él y lo tenía sujeto. Su voluntad no intervenía
-allí para nada, y, casi se podría decir, tampoco su espíritu ni su
-corazón. Era una exaltación frenética, una vida formidable en un
-cuerpo y una alma demasiado débiles para contenerla. Vivía en un furor
-continuo. El sufrimiento de este exceso de fuerza lo llenaba y lo hacía
-trabajar, obrar sin descanso, sin una hora de reposo.
-
-“Me agoto trabajando, como ningún hombre lo ha hecho nunca, escribía;
-no pienso más que en trabajar día y noche”.
-
-Esta necesidad de actividad enfermiza no solamente lo hacía acumular
-las tareas y aceptar más trabajo del que podía ejecutar: degeneraba en
-manía; quería esculpir montañas. Si tenía que construir un monumento,
-perdía años enteros en las canteras, escogiendo los bloques y
-construyendo caminos para el transporte; quería ser todo: ingeniero,
-obrero, tallador de piedras; quería hacerlo todo por sí mismo, elevar
-palacios e iglesias él solo. Era una vida de forzado. No se concedía
-ni el tiempo necesario para comer y dormir. A cada instante, en sus
-cartas, aparece esta repetición lamentable:
-
-“Apenas tengo tiempo para comer... No tengo tiempo ni para comer...
-desde hace doce años la fatiga aniquila mi cuerpo, carezco de lo
-indispensable... No tengo ni un centavo, estoy desnudo, sufro
-penas innumerables... Vivo entre penas y miseria... lucho con la
-miseria...”[109].
-
-Esta miseria era imaginaria. Miguel Ángel era rico, se hizo rico, muy
-rico[110]. ¿Pero de qué le servía serlo? Vivía como pobre uncido a su
-tarea, como un caballo de molino. Nadie podía comprender por qué se
-torturaba así; nadie podía comprender que no estaba en su poder dejar
-de torturarse, que esto era una necesidad para él. Su mismo padre, que
-se le parecía en muchos rasgos, se lo reprochaba:
-
-“Tu hermano me ha dicho que vives con gran economía, y hasta de una
-manera miserable: La economía es buena, pero la miseria es mala; es
-un vicio que disgusta a Dios y a los hombres, y que perjudicará tu
-alma y tu cuerpo. Mientras seas joven, podrá pasar; pero cuando no lo
-seas, las enfermedades y los achaques que haya producido esta vida
-mala y miserable, saldrán todos a luz. Evita la miseria, vive con
-moderación, cuida de que no te falte lo necesario, guárdate del exceso
-de trabajo...”[111].
-
-Pero ningún consejo pudo nada. Nunca consintió en tratarse de una
-manera más humana. Se alimentaba con un poco de pan y de vino; dormía
-algunas horas apenas. Cuando estaba en Bolonia, trabajando en la
-estatua de bronce de Julio II, no tenía más que un lecho para él y sus
-tres ayudantes[112]. Se acostaba vestido y con las las botas puestas.
-Una vez se le hincharon las piernas, hubo que cortar las botas, y al
-quitárselas se le arrancaba la piel de las piernas.
-
-Esta higiene espantosa hizo que constantemente estuviera enfermo como
-su padre se lo había advertido. Se descubren en sus cartas indicios de
-catorce o quince enfermedades graves[113]. Tenía calenturas, que lo
-pusieron más de una vez al borde del sepulcro. Sufría de los ojos, de
-los dientes, de la cabeza y del corazón[114]. Lo roían las neuralgias,
-sobre todo cuando dormía; el sueño era para él un sufrimiento. Desde
-muy temprano fué un viejo. A los cuarenta y dos años, se sentía
-decrépito[115]. A los cuarenta y ocho años, escribe que si trabaja un
-día tiene que descansar cuatro[116]. Rehusaba obstinadamente dejarse
-atender por ningún médico.
-
-Todavía más que su cuerpo, su espíritu sufre las consecuencias de
-esta vida de trabajo de forzado. El pesimismo lo minaba. Era en
-él un mal hereditario. En su juventud se fatigaba tranquilizando
-a su padre, quien parece haber tenido a veces accesos de delirio
-de persecución[117]. Pero estaba él mismo más enfermo que aquél
-a quien pretendía tranquilizar. Esta actividad sin tregua, esta
-fatiga aplastante, sin descanso, lo entregaban indefenso a todas
-las aberraciones de su espíritu, que temblaba con toda clase de
-sospechas. Desconfiaba de sus enemigos. Desconfiaba de sus amigos[118].
-Desconfiaba de sus padres, de sus hermanos, de su hijo adoptivo, porque
-tenía sospechas de que esperaban con impaciencia su muerte.
-
-Todo le inquietaba[119]; su propia gente se burlaba de su eterna
-inquietud[120]. Vivía como él mismo dice “en un estado de melancolía
-o más bien de locura”[121]. A fuerza de sufrir había acabado por
-encontrar una especie de gusto en el sufrimiento, una amarga alegría:
-
- “Y más me gusta lo que más me daña”.
- _E più mi giova dove più mi nuoce_[122].
-
-Todo se había hecho para él un motivo de sufrimiento. Hasta el
-amor[123], hasta el bien[124].
-
- “Mi alegría es la melancolía”.
- _La mia allegrez’ è la maninconia_[125].
-
-Nadie fué menos hecho para la alegría y mejor conformado para el dolor.
-El dolor era lo único que veía, lo único que sentía en el inmenso
-universo. Todo el pesimismo del mundo se resume en este grito de
-desesperación, de una injusticia sublime:
-
- “Mil placeres no valen un tormento”.
- _Mille piacer non vaglion un tormento_[126].
-
- * * * * *
-
-“Su energía devoradora, dice Condivi, lo separó casi completamente de
-toda sociedad humana”.
-
-Vivió solo. Odió y fué odiado. Amó y no fué amado. Se le admiraba y se
-le temía. Al fin, llegó a inspirar un respeto religioso y a dominar a
-su siglo. Entonces se apacigua un poco. Ve a los hombres desde arriba
-y los hombres lo ven desde abajo. Mas nunca es uno de ellos; nunca
-alcanza el reposo, la dulzura que se concede al más humilde de los
-seres, de poder durante un minuto de su vida adormecerse en el afecto
-de otra persona, formar con dos almas distintas una sola personalidad.
-No le fué concedido el amor de una mujer; en este cielo desierto luce
-únicamente, por un instante, la estrella fría y pura de la amistad de
-Vittoria Colonna. En torno suyo es la noche que surcan los meteoros
-ardientes de sus pensamientos, sus deseos y sus sueños delirantes.
-Beethoven no conoció nunca una noche semejante. Es que esta noche
-estaba en el corazón mismo de Miguel Ángel. Beethoven triste por culpa
-del mundo, pero alegre por naturaleza, aspiraba a la alegría. Miguel
-Ángel tenía en sí mismo la tristeza que causa miedo a los hombres y de
-la cual todos huyen por instinto. Hacía el vacío a su alrededor.
-
-Y esto no era nada todavía. Lo peor no era estar solo: lo peor era
-estar solo consigo mismo y no poder vivir en esta compañía; no ser
-dueño de sí mismo, renegarse, combatirse y destruirse a sí mismo. Su
-genio estaba ligado con un alma que lo traicionaba. Se habla algunas
-veces de la fatalidad que se encarnizó en contra suya y le impidió
-realizar sus grandes designios. Esta fatalidad fué él mismo. Lo que
-explica toda la tragedia de su vida, la llave de su infortunio--lo que
-se ha visto menos, o menos se ha tenido el valor de ver--es su falta de
-voluntad y su debilidad de carácter.
-
-Era indeciso en arte, en política, en todas sus acciones y en todos
-sus pensamientos. Entre dos obras, dos proyectos o dos partidos, no
-podía decidirse a escoger, como lo demuestra la historia del monumento
-de Julio II, de la fachada de San Lorenzo, de los sepulcros de los
-Médicis. Comenzaba y no llegaba al fin. Quería y no quería. Apenas
-había hecho la elección comenzaba a dudar. Se extinguía su vida y él
-no terminaba nada. Todo le disgustaba. Se pretende que sus trabajos
-eran para él una imposición y se hace recaer sobre sus amos la
-responsabilidad de esta fluctuación perpetua de un proyecto a otro, sin
-considerar que sus amos no hubieran tenido ningún medio de imponerse si
-él se hubiera resistido. Pero no se atrevía.
-
-Era débil. Era débil de todos modos, por virtud y por timidez. Era
-débil por conciencia. Se atormentaba con mil escrúpulos que una
-naturaleza más enérgica hubiera rechazado. Se creía obligado, por
-un sentimiento exagerado de su responsabilidad, a cumplir trabajes
-mediocres, que cualquier contramaestre hubiera hecho mejor en lugar
-suyo[127]. No sabía ni cumplir sus compromisos ni olvidarlos[128].
-
-Era débil por prudencia y por temor. El mismo hombre a quien Julio
-II llamaba el terrible--_terribile_--era calificado por Vasari de
-prudente, demasiado prudente; y el que inspiraba miedo a todos,
-hasta a los Papas, tenía miedo de todos[129]. Era débil con los
-Príncipes. Y sin embargo nadie despreciaba tanto como él a los que
-eran débiles con ellos, “los asnos de albarda de los Príncipes”, como
-él mismo los llamaba[130]. Quería huir de los Papas, pero se quedaba
-y obedecía[131]. Toleraba las cartas injuriosas de sus amos y les
-respondía humildemente[132]. Se sublevaba por instantes, hablaba
-orgullosamente, pero siempre cedía; hasta su muerte se debatió, sin
-fuerza para luchar. Clemente VII, que contra la opinión corriente, fué
-de todos los papas el que tuvo más bondades para con él conocía sus
-debilidades y lo compadecía[133].
-
-Perdía toda dignidad en asuntos de amor. Se humillaba ante pícaros como
-Febo di Poggio[134]. Trataba de “poderoso genio” a un ser amable, pero
-mediocre, como Tommaso de Cavalieri[135].
-
-El amor hace cuando menos que sus debilidades sean conmovedoras. No
-son más que tristemente dolorosas: no es posible atreverse a decir
-vergonzosas, cuando el miedo es lo que las causa. Sufre bruscamente
-terrores pánicos. Entonces huye de un extremo a otro de Italia,
-perseguido por el miedo. Huye de Florencia, en 1494, aterrorizado
-por una visión. Huye de Florencia, en 1529, de Florencia, que estaba
-sitiada y a la cual estaba encargado de defender. Huye hasta Venecia.
-Está próximo a huir hasta Francia. Se avergüenza en seguida de tal
-extravío, y lo repara volviendo a la ciudad sitiada, donde cumple su
-deber hasta el fin del asedio. Pero después de la toma de Florencia,
-cuando comienzan las proscripciones, vuelve a sentirse débil y a
-temblar; llega hasta cortejar a Valori, el proscriptor, el que acababa
-de hacer morir a su amigo, el noble Battista della Palla; llega hasta
-renegar de sus amigos los desterrados florentinos[136].
-
-Tiene miedo. Se avergüenza mortalmente de su miedo. Se desprecia.
-Cae enfermo, disgustado de sí mismo, quiere morir. Se cree que va a
-morir[137].
-
-Pero no puede morir. Hay en él una fuerza rabiosa de vida que renace
-diariamente para sufrir más. ¡Si al menos pudiera desprenderse de la
-vida activa! Pero eso le está vedado. No puede dejar de obrar. Es
-preciso que obre. ¿Es realmente un sujeto activo? No, más bien es un
-sujeto pasivo, arrastrado en el ciclón de sus pasiones furiosas y
-contradictorias, como un condenado del Dante.
-
-¡Cuánto debió sufrir!
-
- _Oilmè, oilmè, pur riterando
- Vo’l mio passato tempo e non ritruovo
- In tutto un giorno che sie stato mio!_[138].
-
-“¡Ay de mí! ¡Ay de mí! En todo mi pasado no encuentro ni un solo día
-que haya sido mío!”
-
-Dirigía a Dios llamamientos desesperados:
-
- _O Dio, o Dio, o Dio,
- Chi più di me potessi, che poss’io?_[139].
-
-“¡Oh Dios, oh Dios, oh Dios! ¿quién puede más en mí que yo mismo?”
-
-Si estaba hambriento de morir, era que veía en la muerte el fin de esta
-esclavitud enloquecedora. ¡Con cuánta envidia habla de los muertos!
-“Vosotros no teméis ya los cambios del ser y del deseo... El curso de
-las horas no os inquieta; la necesidad o el azar no os impulsan...
-Apenas puedo escribirlo sin envidia”[140].
-
-¡Morir! ¡No ser ya nada! ¡No ser ya nadie! ¡Huir de la tiranía de las
-cosas! ¡Escapar a la alucinación de sí mismo!
-
- “¡Ah! Haced que yo no vuelva más a mí mismo”.
- _De fate, c’a me stesso più non torni!_[141].
-
- * * * * *
-
-Escucho este grito trágico como si surgiera del rostro doloroso cuyos
-ojos inquietos nos miran todavía en el Museo del Capitolio[142].
-
-Era de estatura mediana, ancho de hombros, reciamente construido,
-musculoso. Deformado su cuerpo por el trabajo, caminaba con la cabeza
-echada atrás, la espalda hundida y el vientre levantado. Así nos
-lo muestra un retrato de Francisco de Holanda: de pie, de perfil,
-vestido de negro; un manto romano sobre los hombros, en la cabeza una
-montera de tela y sobre ésta un gran sombrero de fieltro negro muy
-hundido[143]. Tenía el cráneo redondo, la frente cuadrada, levantada
-encima de los ojos y surcada con arrugas. Los cabellos eran negros,
-poco abundantes, desordenados y crespos. Los ojos pequeños[144],
-tristes y fuertes, eran color de cuerno, cambiantes y moteados con
-manchas amarillas y azulosas. La nariz larga, recta y con caballete,
-había sido aplastada por el puñetazo de Torrigiani[145]. Se marcaban
-pliegues profundos de la nariz a la comisura de los labios; la boca era
-fina; el labio inferior avanzaba un poco. Unas patillas escasas, y una
-barba de fauno, ganchuda, no muy espesa, de cuatro a cinco pulgadas de
-largo, encuadraban las mejillas enjutas y de pómulos salientes.
-
-En el conjunto de la fisonomía dominan la tristeza y la incertidumbre.
-Es una figura del tiempo del Tasso, ansiosa, roída por la duda. Sus
-ojos conmovedores inspiran y atraen la compasión.
-
- * * * * *
-
-Y ésta no se le debe regatear. Debemos darle el amor al cual aspiró
-toda su vida y que le fué rehusado. Conoció las más grandes desgracias
-que puede sufrir un hombre; vió a su patria sujeta a la servidumbre;
-vió a Italia entregada por siglos a los bárbaros; vió morir la
-libertad; vió desaparecer uno tras otro a todos los que amaba; vió
-extinguirse una tras otra todas las luces del arte.
-
-Se quedó solo, el último en la noche que venía. Y en el dintel de la
-muerte, cuando miraba hacia atrás, no tuvo el consuelo de decirse que
-había hecho todo lo que debía y todo lo que hubiera podido hacer. Su
-vida le pareció perdida, vana, porque había vivido sin alegría: la
-había sacrificado en vano al ídolo del arte[146].
-
-El trabajo monstruoso al cual él mismo se había condenado durante
-noventa años de vida, sin un día de reposo, sin un día de verdadera
-vida, no le había servido para ejecutar uno solo de sus grandes
-proyectos. Ni una de sus grandes obras, de aquéllas que más le
-importaban, había sido terminada. Una ironía de la suerte quiso que
-este escultor[147] no lograra terminar más que las pinturas que
-hizo a pesar suyo. De sus grandes trabajos, que le habían dado
-alternativamente tantas esperanzas orgullosas y tantos tormentos, unos,
-como el cartón de la guerra de Pisa y la estatua de bronce de Julio II,
-fueron destruidos durante su vida; otros, como la tumba de Julio II y
-la Capilla de los Médicis, abortaron lastimosamente: caricaturas de su
-pensamiento.
-
-El escultor Ghiberti, cuenta en sus _Comentarios_, la historia de
-un pobre orfebre alemán, servidor del Duque de Anjou, “que se podía
-comparar con los artistas antiguos de Grecia” y que al fin de su vida
-vió destruir la obra a la cual había consagrado toda su existencia.
-“Entonces supo que toda su fatiga había sido inútil y, arrodillándose,
-exclamó: ‘¡Oh Señor, dueño del Cielo y de la Tierra, tú que haces
-todas las cosas, no me dejes extraviar y seguir a nadie más que a
-ti; ten piedad de mí!’ E inmediatamente dió todo lo que tenía a los
-pobres y se retiró a un monasterio y allí murió”. Como el pobre orfebre
-alemán, Miguel Ángel, al llegar al fin de su existencia, contempló
-amargamente su vida vivida en vano, sus esfuerzos inútiles, sus obras
-no terminadas, destruidas, incompletas.
-
-Entonces abdicó. El orgullo del Renacimiento, el magnífico orgullo del
-alma libre y soberana del universo, se transformó dentro de él en “este
-amor divino que para acogernos, abre sus brazos en la Cruz”.
-
- _...Volta a quell’amor divino
- C’aperse a prender noi, ’n croce le braccia_[148].
-
-El grito fecundo de la _Oda a la Alegría_ no llegó a ser lanzado. Hasta
-su último aliento cantó la Oda al Dolor y a la Muerte liberadora. Fué
-totalmente vencido.
-
- * * * * *
-
-Tal fué uno de los vencedores del mundo. Nosotros gozamos con las
-obras de su genio, lo mismo que gozamos con la conquista de nuestros
-antepasados, sin pensar en la sangre vertida.
-
- _Non vi si pensa
- Quanto sangue costa_[149].
-
-Yo he procurado exponer esta sangre a la vista de todos, he querido
-hacer flotar por encima de nuestras cabezas el estandarte rojo de los
-héroes.
-
-
- NOTAS:
-
-[103] “Caigo de vez en cuando en una gran melancolía, como sucede a los
-que están lejos de su hogar”. (Carta del 19 de agosto de 1497. Roma).
-
-[104] Pensaba en sí mismo cuando hacía decir a su amigo Cecchino dei
-Bracci, uno de los desterrados florentinos que vivían en Roma: “La
-muerte me es grata, porque le debo la dicha de volver a mi patria que,
-viviendo, me estaba prohibida”. (_Poesías_ de Miguel Ángel, edición
-Carl Frey, LXXIII, 24).
-
-[105] Los Buonarroti Simoni, originarios de Settignano, son mencionados
-en las crónicas florentinas desde el siglo XII. Miguel Ángel no lo
-ignoraba; conocía su genealogía. “Somos burgueses de la más noble
-raza”. (Carta a su sobrino Lionardo, en diciembre 1546).--Le indignaba
-que su sobrino pensara en ennoblecerse: “Esto no es respetarse; todos
-saben que somos de la antigua burguesía florentina y tan nobles como
-el que más”. (Febrero 1549). Trató de rehabilitar a su raza, haciendo
-que sus gentes volvieran a tomar el antiguo nombre de los Simoni,
-y fundando en Florencia una casa patricia; pero chocó siempre con
-la mediocridad de sus hermanos: se avergonzaba al pensar que uno de
-ellos (Gismondo) era carrero y vivía como campesino. En 1520, el Conde
-Alejandro de Canossa le escribió que había encontrado en sus archivos
-de familia, una prueba de que eran parientes. La información era falsa;
-pero Miguel Ángel la creyó; quiso adquirir el Castillo de Canossa,
-pretendida cuna de su raza. Su biógrafo Condivi, de acuerdo con sus
-indicaciones, inscribió entre sus antepasados a Beatriz, hermana de
-Enrique II, y a la gran Condesa Matilde.
-
-[106] “Nunca he sido, continúa, un pintor, ni un escultor que hace
-comercio del arte. Yo siempre me he guardado de ello por el honor de mi
-raza”. (Carta a Lionardo, mayo 2, 1548).
-
-[107] Condivi.
-
-[108] Carta a su padre, el 19 de agosto de 1497. No fué “emancipado”
-por su padre sino hasta el 13 de marzo de 1508, a los 33 años. (Acta
-oficial, registrada el 28 de marzo siguiente).
-
-[109] _Cartas_, 1507, 1509, 1512, 1513, 1525, 1547.
-
-[110] Se encontraron después de su muerte, en su casa de Roma, de 7
-a 8,000 ducados de oro con un valor de 4 a 500,000 francos de ahora.
-Además, Vasari dice que ya había dado dos veces a su sobrino 7,000
-escudos y 2,000 a su servidor Urbino. Tenía grandes sumas invertidas en
-Florencia. La _Denunzia de’ beni_ de 1534 muestra que poseía entonces
-seis casas y siete terrenos en Florencia, Settignano, Rovezzano,
-Stradello, San Stefano de Pozzolatico, etc. Tenía pasión por la tierra,
-y compraba constantemente: en 1505, 1506, 1512, 1515, 1517, 1518,
-1519, 1520, etc. Era en él una herencia de campesino. Por lo demás, si
-ahorraba no era para él; gastaba para los otros y se privaba de todo.
-
-[111] Siguen algunos consejos de higiene que demuestran la barbarie
-del tiempo: “Antes que todo cuida tu cabeza, consérvate moderadamente
-caliente y no te laves nunca: puedes hacer que te limpien, pero no te
-laves nunca”. _Cartas_: 19 de diciembre de 1500.
-
-[112] _Cartas_, 1506.
-
-[113] En septiembre de 1517, en la época de la fachada de San Lorenzo
-y del _Cristo_ de la Minerva, “enfermó de muerte”. En septiembre de
-1518, en las canteras de Seravezza, cae enfermo de fatiga y disgustos.
-Nueva enfermedad en 1520, en la época de la muerte de Rafael. A fines
-de 1521 un amigo, Lionardo el sillero, lo felicita por haberse curado
-de una enfermedad “de la que muy pocos escapan”. En junio de 1531,
-después de la toma de Florencia, ya ni duerme ni come, está enfermo de
-la cabeza, del corazón; este estado se prolonga hasta el fin del año;
-sus amigos lo creen perdido; en 1539 cae de sus andamios en la Sixtina
-y se rompe una pierna. En junio de 1544, tiene una fiebre muy grave;
-lo cuida en la casa Strozzi, en Florencia, su amigo Luis del Riccio.
-En diciembre de 1545 y enero de 1546, tiene una peligrosa recaída de
-esta fiebre, que lo deja muy debilitado; lo cuida otra vez Riccio en la
-casa de los Strozzi. En marzo de 1549, sufre cruelmente del mal de la
-piedra. En julio de 1555, lo tortura la gota; en julio de 1559 sufre de
-nuevo por la piedra y dolores de todo género; está muy debilitado. En
-agosto de 1561, tiene un ataque, “cae sin conciencia, con movimientos
-convulsivos”.
-
-[114] “_Febbre, fianchi dolor, morbi occhi e denti_”. _Poesías_, LXXXII.
-
-[115] Julio, 1517. Carta escrita de Carrara a Domenico Buoninsegni.
-
-[116] Julio, 1523. Carta a Bart. Angiolini.
-
-[117] Constantemente en las cartas a su padre: “_No se atormente
-usted_” (primavera de 1509). “_Me apena que usted viva en semejante
-angustia, no piense usted en esto, se lo suplico_”. (27 de enero de
-1509). “_No se asuste usted, no tenga ni una onza de tristeza_”. (15 de
-septiembre de 1509).--El viejo Buonarroti parece haber tenido, como su
-hijo, crisis de terror pánico. En 1521, como se verá más adelante, huyó
-bruscamente de su propia casa gritando que su hijo lo había arrojado.
-
-[118] “En la dulzura de una perfecta amistad se oculta con frecuencia
-un agravio al honor y a la vida...”. (_Soneto_ LXXIV, a su amigo
-Luis del Riccio, que acababa de salvarlo de una enfermedad grave en
-1546).--Véase la hermosa carta de justificación que le escribió, en
-15 de noviembre de 1561, su fiel amigo Tommaso de Cavalieri, de quien
-sospechaba injustamente: “Estoy más que seguro de no haberos ofendido
-jamás; pero creéis demasiado fácilmente a los que menos deberíais
-creer...”.
-
-[119] “Vivo en continua desconfianza... No tengáis confianza en nadie,
-dormid con los ojos abiertos”.
-
-[120] Cartas de septiembre y octubre de 1515 a su hermano Buonarroto:
-“No te burles de lo que te escribo... No debe uno burlarse de nadie; y
-en estos tiempos, vivir en el temor y la inquietud no perjudica ni al
-cuerpo ni al alma... En cualquier tiempo es bueno inquietarse...”.
-
-[121] Con frecuencia en sus cartas se llama “melancólico y loco”,
-“viejo y loco”, “loco y malvado”. Por lo demás, se defiende de esta
-locura que se le reprocha, alegando que nunca ha hecho daño más que a
-sí mismo.
-
-[122] _Poesías_, XLII.
-
-[123]
-
- _Ché degli amanti è men felice stato
- Quello, ove ’l gran desir gran copia affrena,
- C’una miseria di speranza piena._
-
-“Es menor felicidad para el que ama, la plenitud del goce que extingue
-el deseo, que la miseria llena de esperanza”. (_Soneto_ CIX, 48).
-
-[124] “Todo me entristece, escribía... El bien mismo, a causa de su
-duración demasiado corta, aflije y oprime mi alma tanto como el mal”.
-
-[125] _Poesías_, LXXXI.
-
-[126] _Poesías_, LXXIV.
-
-[127] Deben recordarse los años que pasó en las canteras de Seravezza,
-para la fachada de San Lorenzo.
-
-[128] Por ejemplo, aceptó el encargo del _Cristo_ de la Minerva en
-1514, y en 1518 exclamaba desolado por no haber podido ni empezar:
-“muero de dolor... me parece que soy un ladrón”. Lo mismo por lo que se
-refiere a la Capilla Piccolomini, de Siena, para la cual había firmado
-un contrato, en 1501, estipulando que entregaría la obra en tres
-años. Sesenta años más tarde, en 1561, todavía se atormentaba por el
-compromiso no cumplido.
-
-[129] “_Facte paura a ognuno insino a’ papi_”, le escribía Sebastián del
-Piombo, el 27 de octubre de 1520.
-
-[130] Conversación con Vasari.
-
-[131] Así en 1534, cuando quiere huir de Pablo III y acaba por dejarse
-encadenar a la tarea.
-
-[132] Por ejemplo, la carta humillante del Cardenal Julio de Médicis,
-el futuro Clemente VII, del 2 de febrero de 1518, sospechando que
-Miguel Ángel se hubiera dejado comprar por los Carraras. Miguel
-Ángel se inclina, acepta y escribe “que sólo le importa en el mundo
-complacerlo”.
-
-[133] Véanse sus cartas y las que hizo que Sebastián del Piombo le
-escribiera después de la toma de Florencia. Se inquieta por su salud,
-por sus sufrimientos. En 1531 publica un breve para defenderlo contra
-las impertinencias de los que abusaban de su complacencia.
-
-[134] Compárese la humilde carta de Miguel Ángel a Febo en diciembre de
-1533, con la respuesta de Febo en enero de 1534, pedigüeña y vulgar.
-
-[135] “...Si yo no poseo el arte de navegar sobre el océano de vuestro
-poderoso genio, éste me excusará y no me despreciará, porque no puedo
-compararme a él. Quien es único en todo no puede nunca ser igualado”.
-(Miguel Ángel a Tommaso de Cavalieri, 1.º de enero de 1533).
-
-[136] “Hasta ahora me he cuidado de hablar con los desterrados y de
-tener trato con ellos y me cuidaré todavía más en lo futuro. No hablo
-con nadie; especialmente, no hablo con los florentinos. Si se me saluda
-en la calle tengo que responder amistosamente, pero no me detengo. Si
-yo supiera quiénes son los desterrados florentinos, no respondería de
-ninguna manera”. (Carta de Roma, en 1548, a su sobrino Lionardo, quien
-lo ha advertido de que en Florencia se le acusa de tener relaciones con
-los desterrados, contra los cuales Cosme II acababa de promulgar un
-edicto muy severo).
-
-Hace más todavía. Reniega de la hospitalidad que recibió estando
-enfermo, en la casa de los Strozzi:
-
-“En cuanto al reproche que se me hace de haber sido recibido y cuidado,
-durante mi enfermedad, en la casa de los Strozzi, considero que no
-estaba en su casa, sino en el cuarto de Luis del Riccio, quien me
-era muy adicto”.(Luis del Riccio estaba al servicio de los Strozzi).
-Hay tan pocas dudas de que Miguel Ángel hubiera sido huésped de los
-Strozzi y no de Riccio, que él mismo, dos años antes, había enviado los
-_Dos Esclavos_ (ahora en el Louvre) a Roberto Strozzi, para darle las
-gracias por su hospitalidad.
-
-[137] En 1531, después de la toma de Florencia, después de su sumisión
-a Clemente VII y de sus cortejos a Valori.
-
-[138] _Poesías_, XLIX. Probablemente por el año de 1532.
-
-[139] _Ibid._, VI. Entre 1504 y 1511.
-
-[140]
-
- _Né tem’or più cangiar vita né voglia,
- Che quasi senza invidia non lo scrivo...
- L’ore distinte a voi non fanno forza,
- Caso o necessità non vi conduce..._
-
-(_Poesías_, LVIII. Sobre la muerte de su padre; 1534).
-
-[141] _Ibid._, CXXXV.
-
-[142] La descripción que sigue se inspira en diversos retratos de
-Miguel Ángel: principalmente en el de Jacobo del Conte (1544-1545) que
-está en los Uffizi, y del cual Marcelo Venusti hizo una copia atenuada
-(Museo del Capitolio); en el grabado de Francisco de Holanda, que
-data de 1538-1539; en el de Julio Bonasoni que es de 1546, y en la
-descripción de Condivi, hecha en 1553. Su discípulo y amigo Daniel de
-Volterra hizo después de su muerte varios bustos de él. Leone Leoni
-grabó en 1561 una medalla con su efigie.
-
-[143] Así lo vieron todavía los que mandaron abrir su ataúd en 1564,
-cuando fué llevado su cuerpo de Roma a Florencia. Parecía dormido,
-con su sombrero de fieltro en la cabeza y en los pies sus botas con
-espuelas.
-
-[144] Condivi. El retrato de Venusti los representa bastante grandes.
-
-[145] Hacia 1490-1492.
-
-[146]
-
- _L’affectuosa fantasia,
- che l’arte mi fece idol’e monarca..._
-
- “La fantasía apasionada
- que me hizo del arte un ídolo y un monarca”.
-
- (_Poesías_, CXLVII. Entre 1555 y 1556).
-
-[147] Se llamaba a sí mismo _escultor_ y no _pintor_. “Ahora, escribe
-el 10 de marzo de 1508, yo, Miguel Ángel, _escultor_, he comenzado las
-pinturas de la Capilla (Sixtina)”. “Ése no es mi oficio, escribía un
-año después... pierdo mi tiempo sin utilidad”. (27 de enero de 1509).
-
-Nunca cambió de opinión sobre este punto.
-
-[148] _Poesías_, CXLVII.
-
-[149] Dante. _Paraíso_, XXIX, 91.
-
-
-
-
- LA LUCHA
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- I
- LA FUERZA
-
- _Davide cholla fromba
- e io choll’archo._
-
- Miguel Ángel[150].
-
-
-Nació el 6 de marzo de 1475 en Caprese, en el Casentino. País áspero,
-“aire fino”,[151] rocas y bosques de hayas dominando el espinazo
-del Apenino huesoso. No muy lejos Francisco de Asís vió aparecer al
-Crucificado sobre el Monte Alvernia.
-
-El padre[152], podestá de Caprese y Chiusi, era un hombre violento,
-inquieto, “temeroso de Dios”. La madre,[153] murió cuando Miguel
-Ángel tenía seis años[154]. Fueron cinco hermanos: Lionardo, Miguel
-Ángel, Buonarroto, Giovan Simone y Sigismondo[155]. Miguel Ángel fué
-enviado a la casa de su nodriza, la mujer de un tallador de piedras de
-Settignano; y más tarde, bromeando, atribuía a esta leche su vocación
-de escultor. Lo mandaron a la escuela y no se ocupó en ella más que de
-dibujo. “Fué mal visto por esta causa y a menudo cruelmente golpeado
-por su padre y los hermanos de su padre, que tenían odio para la
-profesión de artista y consideraban como una vergüenza tener un artista
-en casa”[156]. Así aprendió a conocer desde niño la brutalidad de la
-vida y la soledad del espíritu.
-
-Su obstinación venció a su padre. A los trece años entró como aprendiz
-en el taller de Domenico Ghirlandajo, el más grande, el más sano de los
-pintores florentinos. Sus primeros trabajos tuvieron tanto éxito que
-según se dice, el maestro sintió celos del alumno[157]. Se separaron al
-cabo de un año.
-
-La pintura lo había disgustado. Aspiraba a un arte más heroico. Pasó a
-la escuela de escultura que Lorenzo de Médicis sostenía en los jardines
-de San Marcos[158]. El príncipe se interesó por él; lo alojó en el
-Palacio y lo admitió en la mesa de sus hijos; el niño se encontró en el
-corazón del Renacimiento italiano, en medio de colecciones antiguas,
-en la atmósfera poética y erudita de los grandes Platónicos: Marsilio
-Ficino, Benivieni, Ángel Policiano. Miguel Ángel se exaltó con estos
-espíritus; viviendo en un mundo antiguo se hizo un alma antigua; fué
-un escultor griego. Guiado por Policiano, “quien lo quería mucho”,
-esculpió _El Combate de los Centauros y los Lapitas_[159].
-
-Este bajo relieve orgulloso, donde imperan únicamente la fuerza y la
-belleza impasibles, refleja el alma atlética del adolescente y sus
-juegos salvajes con sus rudos compañeros.
-
-Iba a la Iglesia del Carmine a dibujar los frescos de Masaccio, con
-Lorenzo di Credi, Bugiardini, Granacci y Torrigiano dei Torrigiani. Se
-burlaba de sus camaradas menos hábiles que él. Un día atacó al vanidoso
-Torrigiani; éste le aplastó la cara de un puñetazo y, más tarde, se
-alababa de ello contando a Benvenuto Cellini: “Cerré el puño y le di un
-golpe tan violento en la nariz que sentí los huesos y los cartílagos
-aplastarse como una oblea. Así lo dejé señalado para toda su vida”[160].
-
- * * * * *
-
-El paganismo no había extinguido la fe cristiana de Miguel Ángel. Los
-dos mundos enemigos se disputaban su alma.
-
-En 1490 el monje Savonarola comenzó sus inflamadas predicaciones sobre
-el Apocalipsis. Tenía treinta y siete años y Miguel Ángel quince.
-Vió al pequeño y endeble predicador devorado por el Espíritu de Dios;
-se sintió helado de espanto por la voz terrible que desde el púlpito
-del _Duomo_ lanzaba rayos sobre el Papa y suspendía sobre Italia la
-espada sangrienta de Dios; Florencia temblaba; la gente corría por las
-calles llorando y gritando como enloquecida; los más ricos ciudadanos,
-Ruccellai, Salviati, Albizzi, Strozzi, pedían ingresar en las órdenes
-monásticas; los sabios, los filósofos, hasta Policiano y Pico de la
-Mirandola, abdicaban de su razón[161]. El hermano mayor de Miguel
-Ángel, Lionardo, se hizo dominico[162].
-
-Miguel Ángel no se escapó del contagio del espanto. Cuando se aproximó
-aquél a quien el Profeta había anunciado, el nuevo Ciro, la espada de
-Dios, el pequeño monstruo deforme--Carlos VIII, Rey de Francia--fué
-presa del pánico. Un sueño lo enloqueció.
-
-Un amigo suyo, Cardiere, poeta y músico, vió que se le aparecía una
-noche la sombra de Lorenzo de Médicis, vestido de harapos, de duelo,
-semidesnudo; el muerto le ordenó previniese a su hijo Pedro que iba a
-ser arrojado de su patria y que no retornaría nunca a ella[163]; contó
-su visión a Miguel Ángel y éste lo convenció para que se la comunicara
-al Príncipe; pero Cardiere, que tenía miedo a Pedro, no se atrevió.
-Pocos días después, volvió una mañana a buscar a Miguel Ángel y le
-dijo, lleno de espanto, que el muerto se le había aparecido de nuevo,
-con el mismo vestido; y como Cardiere, acostado, lo mirara fijamente
-en silencio, el fantasma lo abofeteó para castigarlo por no haber
-obedecido. Miguel Ángel hizo violentos reproches a Cardiere y le obligó
-a que fuera inmediatamente a pie a la Villa de los Médicis, Careggi,
-cerca de Florencia. A la mitad del camino, Cardiere encontró a Pedro,
-lo detuvo e hizo su narración. Pedro se rió estrepitosamente y mandó a
-sus escuderos que lo apalearan. El Canciller del Príncipe, Bibbiena, le
-dijo: “Tú estás loco, ¿a quién crees que Lorenzo quiera más, a su hijo
-o a ti? Si hubiera querido aparecerse lo habría hecho a él y no a ti”.
-Cardiere, humillado y escarnecido, se volvió a Florencia; hizo saber a
-Miguel Ángel el fracaso de su intento y lo convenció tan bien de las
-desgracias que debían caer sobre Florencia, que Miguel Ángel huyó dos
-días después[164].
-
-Éste fué el primer acceso de los terrores supersticiosos que se
-reprodujeron más de una vez durante su vida y que se apoderaban de él a
-pesar de su propia vergüenza.
-
- * * * * *
-
-Huyó hasta Venecia.
-
-Apenas salió de la hornaza de Florencia su sobre-excitación se
-extinguió. De vuelta en Bolonia, donde pasó el invierno, olvidó
-totalmente al Profeta y sus profecías[165].
-
-Vuelve a sentir la belleza del mundo; lee a Petrarca, a Bocaccio y
-a Dante; regresa a Florencia, en la primavera de 1495, durante las
-fiestas religiosas del Carnaval y las luchas rabiosas de los partidos.
-Pero esta vez se mantiene tan alejado de las pasiones que en torno suyo
-se devoran que, a manera de desafío al fanatismo de los savonarolistas,
-esculpe su famoso _Cupido Dormido_, que sus contemporáneos tomaron por
-una obra antigua. No permanece más que algunos meses en Florencia;
-parte para Roma, y, hasta la muerte de Savonarola, es el más pagano
-de los artistas. Esculpe el _Baco ebrio_, el _Adonis moribundo_ y
-el _Cupido_ grande el mismo año en que Savonarola hace quemar “las
-Vanidades y los Anatemas”, libros, adornos, obras de arte[166]. Su
-hermano, el monje Lionardo, sufre persecuciones por su fe en el
-Profeta. Los peligros se acumulan sobre la cabeza de Savonarola; Miguel
-Ángel no vuelve a Florencia para defenderlo. Savonarola fué quemado y
-Miguel Ángel permaneció en silencio[167]. No se halla ninguna huella de
-este suceso en ninguna de sus cartas.
-
-Miguel Ángel calla, pero esculpe la _Piedad_: Sobre las rodillas de la
-Virgen inmortalmente joven, el Cristo muerto está recostado y parece
-dormir. La severidad del Olimpo flota sobre los rasgos de la diosa pura
-y del Dios del Calvario; mas hay también una indecible melancolía, que
-baña estos cuerpos hermosos. La tristeza ha tomado posesión del alma de
-Miguel Ángel[168].
-
- * * * * *
-
-Y no era únicamente el espectáculo de las miserias y de los crímenes
-lo que iba a ensombrecerlo. Una fuerza tiránica había entrado en él
-para no soltarlo ya. Era presa de un furor de genio que ya no le
-permitió respirar hasta su muerte. Sin ilusiones en la victoria, había
-jurado vencer para gloria suya y de sus gentes. Toda la carga de su
-familia pesaba sobre él solo. Lo asediaban con peticiones de dinero.
-No lo tenía, pero cifraba su orgullo en no rehusarlo jamás; se hubiera
-vendido él mismo para mandar a los suyos el dinero que reclamaban.
-Su salud comenzaba a perjudicarse; la mala alimentación, el frío, la
-humedad, el exceso de trabajo comenzaba a arruinarla, sufría de la
-cabeza y tenía hinchado un costado[169]. Su padre le reprochaba su
-manera de vivir, sin creerse él mismo responsable.
-
-“Todas las penas que he sufrido, las he sufrido por usted”, le escribía
-más tarde Miguel Ángel[170]...
-
-“Todas mis preocupaciones, todas, las tengo por mi amor para
-usted”[171].
-
- * * * * *
-
-En la primavera de 1501 volvió a Florencia.
-
-Cuarenta años antes se había confiado a Agostino di Duccio un bloque
-gigantesco de mármol para esculpir en él la figura de un profeta,
-para la _Obra de la Catedral_ (_Opera del Duomo_). El trabajo,
-apenas esbozado, se había quedado interrumpido. Nadie se atrevía a
-continuarlo. Miguel Ángel se encargó de ello, y de esta roca de mármol
-hizo surgir el _David_ colosal[172].
-
-Se cuenta que el gonfaloniero Pier Soderini fué a ver la estatua que
-había encargado a Miguel Ángel y le hizo algunas observaciones para
-exhibir su buen gusto. Criticó lo grueso de la nariz. Miguel Ángel se
-subió sobre el andamiaje, tomó un cincel y un poco de polvo de mármol
-y, moviendo ligeramente el cincel, hizo caer poco a poco el polvo; pero
-se cuidó muy bien de tocar la nariz y la dejó como estaba. Después,
-volviéndose hacia el gonfaloniero, le dijo:
-
---Mirad ahora.
-
---Ahora, dijo Soderini, me gusta mucho más. Le habéis dado vida.
-
-Entonces Miguel Ángel bajó y se rió silenciosamente[173]. Este mismo
-desprecio silencioso parece adivinarse en la obra. Es la fuerza
-tumultuosa en reposo. Está llena de desdén y de melancolía. Se ahoga
-entre las paredes de un museo. Necesita el aire libre, “la luz sobre
-el lugar de su colocación”, como decía Miguel Ángel[174].
-
-El 25 de enero de 1504 una comisión de artistas de la cual formaban
-parte Filippino Lippi, Botticelli, Perugino y Leonardo de Vinci,
-deliberaron sobre el sitio en que se debía colocar el _David_. A
-petición de Miguel Ángel decidieron instalarlo frente al Palacio de
-la Señoría[175]. El transporte de esta masa enorme fué confiado a los
-arquitectos de la Catedral. El 14 de mayo por la tarde se hizo salir
-del cobertizo de tablas donde estaba instalado al coloso de mármol,
-demoliendo la pared arriba de la puerta. En la noche, gente del pueblo
-arrojó piedras contra el _David_, con intenciones de romperlo. Hubo
-necesidad de vigilarlo. La estatua avanzaba lentamente, ligada, derecha
-y suspendida de tal manera que se balanceaba libremente sin chocar
-con el suelo. Se necesitaron cuatro días para llevarla del _Duomo_
-al Palacio Viejo. El 18, al medio día, llegó al sitio designado. Se
-continuó la vigilancia alrededor de la estatua por las noches, pero a
-pesar de todas las precauciones, una tarde fué lapidada[176].
-
-Así era ese pueblo florentino que algunas veces se presenta al nuestro
-como modelo[177].
-
- * * * * *
-
-En 1504 la Señoría de Florencia puso frente a frente a Miguel Ángel y a
-Leonardo de Vinci.
-
-No se amaban estos dos hombres. Su soledad común hubiera debido
-aproximarlos. Si se sentían alejados del resto de los hombres, lo
-estaban más todavía el uno del otro. El más aislado de los dos
-era Leonardo. Tenía 52 años, 20 más que Miguel Ángel. Desde la
-edad de 30 años había salido de Florencia, cuyas ásperas pasiones
-eran intolerables para su naturaleza delicada, un poco tímida, y
-su inteligencia serena y escéptica, abierta para todo y que todo
-comprendía. Este gran _dilettante_, este hombre absolutamente libre y
-absolutamente solo, estaba tan desligado de la patria, de la religión,
-del mundo entero, que no se hallaba bien más que cerca de los tiranos,
-libres de espíritu como él. Obligado a salir de Milán en 1499, por la
-caída de su protector Ludovico el Moro, había entrado al servicio de
-César Borgia en 1502; y el fin de la carrera política del Príncipe, en
-1503, lo hizo volver a Florencia. Allí, su sonrisa irónica se encontró
-en presencia del sombrío y febril Miguel Ángel y lo exasperó. Miguel
-Ángel, íntegro en sus pasiones y en su fe, odiaba a los enemigos de sus
-pasiones y de su fe, pero odiaba mucho más a los que no tenían nada
-de pasión ni eran de ninguna fe. Mientras más grande era Leonardo,
-más aversión sentía Miguel Ángel por él y no desperdiciaba ocasión de
-manifestársela.
-
-Leonardo era un hombre de bella figura, de modales atractivos y
-distinguidos. Vagaba un día con un amigo por las calles de Florencia;
-vestía una túnica rosa que le caía hasta las rodillas; sobre su pecho
-flotaba su barba bien peinada en bucles y arreglada con arte. Cerca de
-Santa Trinidad conversaban algunos burgueses; discutían unos versos del
-Dante. Llamaron a Leonardo y le pidieron que les explicara el sentido
-de dichos versos. Miguel Ángel pasaba en aquellos instantes. Leonardo
-dijo: “Miguel Ángel explicará los versos de que habláis”. Miguel Ángel,
-creyendo que quería burlarse, replicó amargamente: “Explícalos tú
-mismo, tú que has hecho el modelo de un caballo de bronce[178], y que
-no fuiste capaz de fundirlo, sino que para vergüenza tuya te detuviste
-en el camino”. Después de lo cual volvió la espalda al grupo y continuó
-su paseo. Leonardo se quedó allí mismo y enrojeció: y Miguel Ángel, no
-satisfecho todavía y ardiendo en deseos de ofenderlo, gritó: “¡Y esos
-tales de milaneses que te creían capaz de semejante obra!”[179].
-
-Así eran los dos hombres que el gonfaloniero Soderini puso en
-competencia en una obra común: la decoración de la Sala del Consejo en
-el Palacio de la Señoría. Fué un combate singular entre las dos más
-grandes fuerzas del Renacimiento. En mayo de 1504 Leonardo comenzó el
-cartón de la _Batalla de Anghiari_[180]. En agosto de 1504, Miguel
-Ángel recibió el encargo de pintar la _Batalla de Cascine_[181].
-Florencia se dividió en dos bandos, por el uno y el otro. El tiempo ha
-igualado todo y las dos obras han desaparecido[182].
-
- * * * * *
-
-En marzo de 1505, Miguel Ángel fué llamado a Roma por Julio II.
-Entonces comenzó el período heroico de su vida.
-
-Los dos violentos y grandiosos, el Papa y el artista, estaban hechos
-para entenderse, cuando no chocaban el uno contra el otro con furor.
-Sus cerebros hervían con proyectos gigantescos. Julio II quería
-mandarse construir una tumba digna de la Roma antigua. Miguel Ángel
-se inflamó con esta idea de orgullo imperial y concibió un proyecto
-babilónico, una montaña de arquitectura, con más de cuarenta estatuas
-de dimensiones colosales. El Papa, entusiasmado, lo envió a Carrara
-para hacer tallar en las canteras todo el mármol necesario. Miguel
-Ángel permaneció más de ocho meses en las montañas, presa de una
-exaltación sobrehumana. “Un día que viajaba por la región a caballo,
-vió un monte que dominaba la costa; lo asaltó el deseo de esculpirlo
-todo entero, de transformarlo en un coloso visible desde lejos para
-los navegantes. Y lo habría hecho si hubiera tenido tiempo y si se lo
-hubieran permitido”[183].
-
-En diciembre de 1505 volvió a Roma, donde comenzaron a llegar por mar
-los bloques de mármol que había escogido.
-
-Fueron transportados a la plaza de San Pedro, a espaldas de Santa
-Catarina, donde habitaba Miguel Ángel. “La masa de piedras era tan
-grande que provocaba el estupor de las gentes y la alegría del Papa”.
-
-Miguel Ángel se puso a trabajar. El Papa, en su impaciencia, iba a
-verlo sin cesar y “lo trataba tan familiarmente como si hubiera sido su
-hermano”. Para ir más cómodamente hizo construir un puente levadizo que
-le aseguraba un paso secreto, del corredor del Vaticano a la casa de
-Miguel Ángel.
-
-Pero este favor no duró. El carácter de Julio II, no era menos
-trepidante que el de Miguel Ángel. Se apasionaba sucesivamente por
-los proyectos más diversos. Le pareció más a propósito otro plan
-para eternizar su gloria; quiso reedificar la Catedral de San Pedro.
-Para ello lo impulsaban los enemigos de Miguel Ángel que eran muchos
-y poderosos; encabezados por un hombre de genio igual al de Miguel
-Ángel y de una voluntad más fuerte: Bramante de Urbino, arquitecto
-del Papa y amigo de Rafael. No podía existir simpatía entre la razón
-soberana de los dos grandes hijos de la Umbría y el genio salvaje del
-florentino; pero si se decidieron a combatirlo, fué sin duda porque
-él los había provocado[184]. Miguel Ángel criticaba imprudentemente a
-Bramante, y con razón o sin ella, lo acusaba de malversaciones en sus
-trabajos[185]. Bramante decidió inmediatamente arruinarlo.
-
-Lo privó del favor del Papa. Se aprovechó de las supersticiones
-de Julio II, recordándole la creencia popular según la cual es mal
-presagio mandarse construir en vida su propia tumba. Logró que ya no
-se interesara por los proyectos de su rival, substituyéndolos con
-los suyos. En enero de 1506, Julio II se decidió a reconstruir San
-Pedro; la tumba fué abandonada; Miguel Ángel se encontró no solamente
-humillado, sino con deudas por los gastos que había hecho para la
-obra[186]. Se quejó amargamente. El Papa le cerró sus puertas y como él
-volviera a la carga, Julio II lo mandó arrojar del Vaticano por uno de
-sus palafreneros.
-
-Un obispo de Lucques, que presenciaba la escena, dijo al palafrenero:
-
---Pero ¿no lo conoces?
-
-El palafrenero, dijo a Miguel Ángel:
-
---Perdonadme, señor, pero he recibido esta orden y tengo que ejecutarla.
-
-Miguel Ángel volvió a su casa y escribió al Papa: “Santo Padre, he sido
-arrojado del Palacio esta mañana por orden de Vuestra Santidad. Os hago
-saber que desde hoy, si tenéis necesidad de mí, podéis mandarme buscar
-en todas partes menos en Roma”.
-
-Envió la carta, llamó a un mercader y a un tallador de piedras que se
-alojaban en su casa, y les dijo:
-
-“Buscad un judío, vended todo lo que hay en mi casa y venid a
-Florencia”.
-
-Después montó a caballo y partió[187]. Cuando el Papa recibió la
-carta, despachó a cinco jinetes, que lo alcanzaron cerca de las once
-de la noche, en Poggibonsi, y le entregaron la orden siguiente:
-“Inmediatamente que recibas esta orden volverás a Roma, bajo pena de
-incurrir en nuestra desgracia”. Miguel Ángel replicó que volvería
-cuando el Papa cumpliera sus compromisos, porque si no, Julio II no
-debía esperar volver a verlo jamás[188].
-
-Dirigió al Papa este soneto:[189].
-
-“Señor, si algún proverbio antiguo es cierto, es el que dice que el
-que _puede nunca quiere_. Tú has creído fábulas y murmuraciones y has
-recompensado al enemigo de la verdad. ¡Yo soy y he sido tu bueno y
-viejo servidor, y te soy adicto como los rayos al sol!... ¡mi tiempo
-perdido no te aflija! que mientras más me esfuerzo menos te complazco.
-Yo había esperado engrandecerme con tu grandeza, y que mis únicos
-jueces fueran la balanza justa y la espada poderosa, y no el eco de la
-mentira. Pero el cielo se mofa de la virtud, cuando la coloca en este
-mundo, si debe la virtud coger los frutos de un árbol seco”[190].
-
-La afrenta que recibió de Julio II no fué la única razón que hizo a
-Miguel Ángel emprender la fuga. En una carta a Giuliano da San Gallo
-deja entender que Bramante quería mandarlo asesinar[191].
-
-Una vez que salió Miguel Ángel, Bramante se quedó dueño del campo, y
-al día siguiente de la fuga de su rival mandó poner la primera piedra
-de San Pedro[192]. Su rencor implacable se encarnizó contra la obra
-del escultor y procuró arruinarla para siempre. Hizo que el populacho
-saqueara los talleres de la plaza de San Pedro, donde estaban los
-bloques de mármol para la tumba de Julio II[193].
-
-Pero el Papa, rabioso por la rebelión de su escultor, enviaba una
-orden tras otra a la Señoría de Florencia, donde Miguel Ángel se había
-refugiado. La Señoría mandó comparecer a Miguel Ángel, y le dijo: “Has
-hecho al Papa una jugada como el mismo rey de Francia no se la hubiera
-hecho. No queremos comprometernos por causa tuya en una guerra con él;
-así es que debes volver a Roma. Nosotros te daremos unas cartas en tal
-forma, que cualquier injusticia en contra tuya sería también contra la
-Señoría”[194].
-
-Miguel Ángel se resistía tercamente y ponía condiciones. Exigía que
-Julio II lo dejara hacer la tumba, en la inteligencia de que ya no
-trabajaría en Roma, sino en Florencia. Cuando Julio II salió a la
-guerra contra Perusa y Bolonia[195], y sus intimaciones se hicieron más
-amenazadoras, Miguel Ángel pensó en irse a Turquía, donde el Sultán le
-ofreció, por conducto de los franciscanos, que fuera a Constantinopla
-para construir un puente en Pera[196].
-
-Al fin fué necesario ceder, y en los últimos días de noviembre de 1506
-fué, aunque de mala gana, a Bolonia, donde Julio II, vencedor, acababa
-de entrar por la brecha.
-
-“Miguel Ángel había ido una mañana a oír misa a San Petronio. El
-palafrenero del Papa advirtió su presencia, lo reconoció y lo condujo
-ante Julio II, quien estaba en la mesa en el Palacio de los Diez y
-Seis. El Papa, irritado le dijo:
-
-“Tú debías haber ido a buscarnos (a Roma) y has esperado que nosotros
-viniéramos a encontrarte (en Bolonia)”.
-
-Miguel Ángel se arrodilló y pidió perdón en voz alta, diciendo que no
-había obrado por malicia sino por irritación porque no había podido
-soportar ser arrojado como lo había sido. El Papa permanecía sentado
-con la cabeza baja y la cara inflamada de cólera, cuando un obispo
-a quien Soderini había enviado para que tomara la defensa de Miguel
-Ángel, quiso interponerse, y dijo: “Tenga a bien Vuestra Santidad no
-conceder atención a sus tonterías; ha pecado por ignorancia. Fuera de
-su arte, todos los pintores son lo mismo”. El Papa, furioso, exclamó:
-“Le estás diciendo una grosería que nosotros no hemos dicho. El
-ignorante eres tú... Vete y que el diablo te lleve”, y como no se iba,
-los servidores del Papa lo arrojaron a puñetazos. Entonces, habiendo
-descargado su cólera sobre el Obispo, el Papa mandó a Miguel Ángel que
-se acercara y lo perdonó[197].
-
-Desgraciadamente, para hacer las paces con Julio II fué necesario
-pasar por todos sus caprichos, y la voluntad todopoderosa había
-cambiado de nuevo. Ya no se trataba de la tumba, sino de una estatua
-colosal de bronce que quería mandarse construir en Bolonia. Miguel
-Ángel protestó en vano diciendo “que él no conocía nada de la fundición
-del bronce”. Fué necesario aprenderla mediante un trabajo encarnizado.
-Habitaba un mal cuarto con una sola cama donde se acostaba con sus dos
-ayudantes florentinos, Lapo y Ludovico, y con su fundidor, Bernardino.
-Quince meses se pasaron entre molestias de todos géneros. Tuvo que
-reñir con Lapo y Ludovico, quienes lo robaban.
-
-“Este pillo de Lapo, escribió a su padre, daba a entender a todos que
-él y Ludovico eran los que hacían toda la obra, o al menos que la
-hacían en colaboración conmigo. No le podía caber en la cabeza que
-él no era el amo hasta el instante en que lo despedí; entonces, por
-primera vez, advirtió que estaba a mi servicio. Lo arrojé como a un
-animal”[198].
-
-Lapo y Ludovico se lamentaron ruidosamente: propagaron en Florencia
-calumnias contra Miguel Ángel, y lograron sacarle dinero a su padre con
-el pretexto de que el escultor les había robado.
-
-Después fué el fundidor, cuya incapacidad se reveló.
-
-“Había creído que el maestro Bernardino era capaz de fundir hasta sin
-fuego; tanta fe tenía yo en él”.
-
-En junio de 1507 fracasó el trabajo de fundición. La figura no salió
-más que hasta la cintura. Fué necesario volver a empezarlo todo, Miguel
-Ángel permaneció ocupado en esta obra hasta febrero de 1508, y estuvo a
-punto de perder en ella la salud.
-
-“Apenas tengo tiempo de comer, escribe a su hermano... Vivo con la
-mayor incomodidad y con grandes penas; sólo pienso en trabajar día y
-noche; he tenido tales sufrimientos y los tengo todavía, que creo que
-si tuviera que hacer otra vez la estatua, no me alcanzaría la vida;
-éste ha sido un trabajo de gigante”[199].
-
-El resultado fué miserable, comparado con tales fatigas. La estatua
-de Julio II, elevada en febrero de 1508 frente a la fachada de San
-Petronio, no permaneció allí más que cuatro años. En diciembre de 1511
-fué destruida por el bando de los Bentivoglio, enemigos de Julio II; y
-Alfonso de Este compró los restos para hacer un cañón.
-
- * * * * *
-
-Miguel Ángel volvió a Roma. Julio II le imponía otra tarea, no menos
-inesperada y más peligrosa aún: al pintor, que no sabía nada de la
-técnica del fresco, le ordenaba pintar la bóveda de la Capilla Sixtina.
-Se hubiese dicho que se complacía ordenando lo imposible y Miguel Ángel
-ejecutándolo.
-
-Parece que fué Bramante quien, viendo que Miguel Ángel volvía a tener
-el favor papal, le colocó esta tarea donde pensaba que naufragaría su
-gloria[200]. La prueba era tanto más peligrosa para Miguel Ángel cuanto
-que en este mismo año de 1508, su rival Rafael comenzaba la pintura de
-las _Stanze_ del Vaticano con un éxito incomparable[201]. Hizo todo lo
-que pudo por rehusar este formidable honor; llegó hasta a proponer a
-Rafael en lugar suyo: decía que no era su arte y que no tendría éxito.
-Pero el Papa se obstinó y fué necesario ceder.
-
-Bramante construyó para Miguel Ángel un andamiaje en la Capilla
-Sixtina, y se mandaron traer de Florencia algunos pintores
-experimentados en el fresco, para que lo ayudaran algo. Pero estaba
-dicho que Miguel Ángel no podía tener ningún género de ayuda. Comenzó
-por declarar inútil el andamiaje de Bramante, construyendo otro. En
-cuanto a los pintores florentinos, les tomó mala voluntad y sin más
-explicaciones los puso a la puerta. “Mandó destruir una mañana todo lo
-que habían pintado; se encerró en la Capilla y no quiso abrirles ni
-apareció más por su propia casa. Cuando la burla les pareció que había
-durado bastante, se decidieron a volver a Florencia, profundamente
-humillados”[202].
-
-Miguel Ángel se quedó solo con algunos obreros[203]. Y en vez de que
-las dificultades mayores disminuyeran su atrevimiento, hizo más grande
-su plan y decidió pintar, no solamente la bóveda como se pretendía al
-principio, sino también los muros.
-
-El trabajo gigantesco comenzó el 10 de mayo de 1508. ¡Años sombríos,
-los más sombríos y más sublimes de toda esta vida! Éste es el Miguel
-Ángel legendario, el héroe de la Sixtina, aquél cuya imagen grandiosa
-está y debe quedar grabada en la memoria de la humanidad.
-
-Sufrió terriblemente. Sus cartas de entonces demuestran un desaliento
-apasionado, que no podía satisfacerse con sus divinos pensamientos:
-
-“Estoy en un gran abatimiento de espíritu; hace un año que no recibo
-nada del Papa; no le pido nada, porque mi obra no avanza bastante para
-que me parezca merecer una remuneración. Esto se debe a la dificultad
-del trabajo que no es de mi profesión. Así es que pierdo mi tiempo sin
-provecho. ¡Dios me asista!”[204].
-
-Apenas había acabado de pintar el _Diluvio_ cuando la pintura comenzó
-a enmohecerse; ya no se podían distinguir las figuras, y se rehusó a
-continuar. Pero el Papa no admitió ninguna excusa y tuvo que volver al
-trabajo.
-
-Sus gentes agregaban a las fatigas y las inquietudes impertinencias
-odiosas. Toda su familia vivía a sus expensas, abusaba de él, lo
-hostigaba mortalmente. Su padre no cesaba de gemir, de inquietarse por
-asuntos de dinero. Tenía que gastar su tiempo dándole valor, cuando él
-mismo estaba agotado.
-
-“No os agitéis, ésas no son cosas que importen fundamentalmente para la
-vida... yo no dejaré que os falte nada mientras yo mismo tenga algo...
-mientras que yo exista no os faltará nada, aunque os quiten todo lo que
-tenéis en el mundo... Prefiero ser pobre y saber que estáis vivo, a
-tener todo el oro del mundo y saber que estáis muerto... Si no podéis
-como otros tener los honores de este mundo, que os baste tener vuestro
-pan, y vivir como Cristo, bueno y pobre, como yo lo hago aquí; porque
-yo soy un miserable y no me atormento por la vida ni por el honor, es
-decir, por el mundo; y vivo entre grandes penas y con una desconfianza
-infinita. Desde hace quince años no tengo una hora buena; he hecho todo
-lo posible por sosteneros y nunca lo habéis reconocido ni creído. ¡Que
-Dios nos perdone a todos! ¡Estoy dispuesto en lo futuro y mientras viva
-a obrar siempre de la misma manera, con sólo que lo pueda hacer!”[205].
-
-Sus tres hermanos lo explotaban. Esperaban de él dinero y posición;
-agotaban sin escrúpulo el pequeño capital reunido por Miguel Ángel en
-Florencia; iban a hospedarse en su casa, en Roma; hacían que se les
-comprara, Buonarroto y Giovan Simone un pequeño comercio, y Gismondo
-algunas tierras cerca de Florencia. Y no agradecían nada, como si
-todo se lo merecieran. Miguel Ángel sabía que lo explotaban, pero era
-demasiado orgulloso para impedirlo. Los pícaros no se limitaban a esto,
-pues observaban mala conducta y maltrataban a su padre cuando Miguel
-Ángel estaba ausente. Entonces Miguel Ángel estallaba con amenazas
-furiosas; corregía a sus hermanos como si fueran pilluelos viciosos, a
-latigazos; los hubiera matado en caso necesario.
-
-“Giovan Simone:[206]
-
-“Se dice que quien hace bien al bueno, lo hace mejor, pero que los
-beneficios vuelven más malvado al malvado. Hace mucho que trato, con
-buenas palabras y con buenas maneras, de conducirte a una vida honrada,
-en paz con tu padre y con nosotros, y cada día eres peor... Podría
-hablarte muy largo, pero sólo serían palabras. Para terminar, sabe
-con certidumbre que no posees nada en el mundo, porque yo soy quien
-te da el sustento para vivir, por amor de Dios, porque creía que eras
-mi hermano como los otros; pero ahora estoy seguro de que no eres mi
-hermano, porque si lo fueras, no habrías amenazado a mi padre. Eres más
-bien una bestia, y te trataré como a una bestia. Debes saber que quien
-ve a su padre amenazado, debe exponer la vida por él... ¡Basta! Te digo
-que no posees nada en el mundo, y si oigo algo de ti, iré a enseñarte
-a dilapidar tu fortuna y a quemar la casa y los bienes que tú no has
-ganado. No estás donde tú crees. Si voy a tu lado, te mostraré algunas
-cosas que te harán llorar lágrimas ardientes y conocer en qué fundas
-tu arrogancia... Si quieres dedicarte a obrar bien, a honrar y venerar
-a tu padre, te ayudaré como a los otros y dentro de poco te procuraré
-una tienda. Pero si no lo haces así, iré y arreglaré tus asuntos de tal
-manera que conozcas quién eres y que sepas exactamente lo que tienes en
-el mundo... ¡Nada más! Donde me faltan palabras, las suplo con hechos”.
-
- _Michelagniolo_, en Roma.
-
-“Dos líneas más. Desde hace doce años arrastro una vida miserable por
-toda Italia, soporto todas las vergüenzas, sufro todas las penas,
-desgarro mi cuerpo con todas las fatigas, expongo mi vida a mil
-peligros, únicamente por ayudar a mi casa; y ahora que he comenzado a
-levantarla un poco, ¡te diviertes destruyendo en una hora lo que yo he
-edificado con tanto trabajo y en tantos años! ¡Cuerpo de Cristo! ¡Eso
-no será! Porque yo soy capaz de hacer pedazos a diez mil como tú, si es
-necesario. Por eso debes ser prudente, y no impulsar hasta el extremo a
-quien tiene pasiones muy distintas de las tuyas”[207].
-
-Después le toca el turno a Gismondo:
-
-“Vivo aquí en la miseria y con grandes fatigas corporales. No tengo
-amigo de ningún género, ni lo quiero. Hace muy poco tiempo que tengo
-recursos para comer a mi gusto. Dejad de causarme tormentos, porque ya
-no podría soportar ni una onza”[208].
-
-Finalmente, el tercer hermano, Buonarroto, empleado en la casa de
-comercio de los Strozzi, después de todos los préstamos de dinero que
-le hizo Miguel Ángel, lo molesta desvergonzadamente y se vanagloria de
-haber gastado por él más de lo que ha recibido.
-
-“Yo querría, le escribe Miguel Ángel, saber por tu ingratitud, de
-dónde tienes tú dinero; querría saber si tienes en cuenta los 228
-ducados míos que tomaste en el banco de Santa María la Nueva, y de
-otros muchos centenares de ducados que he enviado a la casa, y de las
-penas y preocupaciones que he tenido para sosteneros. Yo querría saber
-si tienes en cuenta todo esto. Si tuvieras bastante inteligencia para
-reconocer la verdad, no dirías: _He gastado tanto de lo mío_, y no
-te habrías vuelto contra mí para atormentarme con tus asuntos, sin
-acordarte de toda mi conducta pasada para vosotros. Te habrías dicho:
-_‘Miguel Ángel sabe lo que nos ha escrito; si no lo hace ahora, es
-porque se lo impide algo que no sabemos: seamos pacientes’._ Cuando
-un caballo corre todo lo que puede, no es bueno espolearlo, para que
-corra más de lo que puede. Pero ustedes nunca me han conocido ni me
-conocen. ¡Qué Dios los perdone! Él es quien me ha concedido la gracia
-de bastarme para todo lo que he hecho en ayuda de ustedes. Pero ustedes
-no lo reconocerán sino hasta que ya no me tengan”[209].
-
-Tal era la atmósfera de ingratitud y de envidia en la cual se debatía
-Miguel Ángel, entre una familia indigna que lo hostigaba y enemigos
-encarnizados que lo espiaban, contando con su fracaso. Y él ejecutaba
-entre tanto la obra heroica de la Sixtina, mediante esfuerzos
-desesperados. Poco faltó para que abandonara todo y huyera de nuevo.
-Creía que iba a morir[210]. Tal vez lo haya deseado.
-
-El Papa se irritaba con sus lentitudes y su obstinación para ocultar la
-obra. Sus caracteres orgullosos entrechocaban como nubes de tempestad.
-“Un día, dice Condivi, Julio II le preguntó cuándo terminaba la
-Capilla, y Miguel Ángel contestó, según su costumbre: ‘Cuando pueda’.
-Julio II, furioso, le dió un golpe con su bastón repitiendo: ‘¡Cuando
-pueda! ¡Cuando pueda!’ Miguel Ángel corrió a su casa e hizo sus
-preparativos para salir de Roma. Pero Julio II le despachó un enviado
-que le llevaba 500 ducados, lo apaciguó lo mejor que pudo y disculpó al
-Papa. Miguel Ángel aceptó las excusas. Pero al día siguiente volvían
-a empezar. El Papa llegó a decirle un día, coléricamente: ‘¿Quieres
-que mande tirar tus andamios?’ Miguel Ángel tuvo que ceder, quitó el
-andamiaje y descubrió la obra el día de Todos los Santos de 1512”.
-
-Esta festividad brillante, y al mismo tiempo sombría, por los reflejos
-que recibe del Día de Muertos, era bien apropiada para la inauguración
-de esta obra terrible, llena del Espíritu del Dios que crea y que
-mata--Dios devorador, por donde se precipita toda la fuerza de vivir,
-como un huracán[211].
-
-
- NOTAS:
-
-[150] _Poesías_, I. En una hoja suelta, en el Louvre, donde están los
-esbozos del _David_.
-
-[151] Miguel Ángel se complacía diciendo que debía su “genio al aire
-fino de la comarca de Arezzo”.
-
-[152] Ludovico di Lionardo Buonarroti Simoni. Porque el verdadero
-nombre de la familia era Simoni.
-
-[153] Francesca di Neri di Miniato del Sera.
-
-[154] El padre volvió a casar algunos años después, en 1485, con
-Lucrezia Ubaldini, quien murió en 1497.
-
-[155] Lionardo nació en 1473; Buonarroto, en 1477; Giovan Simone en
-1479; Sigismondo, en 1481. Leonardo se hizo monje y así Miguel Ángel
-fué el mayor, el jefe de la familia.
-
-[156] Condivi.
-
-[157] A decir verdad, apenas puede creerse esta envidia de un artista
-tan potente; de cualquier manera yo no creo que haya sido la causa de
-la partida precipitada de Miguel Ángel, quien conservó hasta su vejez
-respeto para su primer maestro.
-
-[158] El director de esta Escuela era Bertoldo, discípulo de Donatello.
-
-[159] _El Combate de los Centauros y los Lapitas_, está en la casa
-Buonarroti de Florencia. Del mismo tiempo es la _Máscara del fauno
-riendo_, que valió a Miguel Ángel la amistad de Lorenzo de Médicis, y
-la _Madona de la Escalera_, bajo relieve de la casa Buonarroti.
-
-[160] Esto fué como por 1491.
-
-[161] Murieron poco después, en 1494. Policiano pidió que se le
-enterrara como dominico en la Iglesia de San Marcos, la Iglesia de
-Savonarola; Pico de la Mirandola revistió para morir los hábitos
-dominicos.
-
-[162] En 1491.
-
-[163] Lorenzo de Médicis había muerto el 8 de abril de 1492; su hijo
-Pedro le había sucedido. Miguel Ángel abandonó el Palacio, volvió a la
-casa de su padre y permaneció algún tiempo sin empleo. Después Pedro
-lo volvió a tomar a su servicio, encargándolo de comprarle camafeos y
-piedras grabadas; entonces esculpió el _Hércules_ colosal, de mármol,
-que estuvo primero en el Palacio Strozzi, después fué comprado por
-Francisco I en 1529 y colocado en Fontainebleau, de donde desapareció
-en el siglo XVII. De este tiempo es también el _Crucifijo_ de madera,
-del convento de San Spirito, para el cual Miguel Ángel estudió la
-anatomía sobre cadáveres, con tal encarnizamiento que cayó enfermo
-(1494).
-
-[164] Condivi. La fuga de Miguel Ángel sucedió en octubre de 1494.
-Un mes más tarde Pedro de Médicis huyó a su vez por la rebelión del
-pueblo; y el Gobierno popular se instaló en Florencia con el apoyo de
-Savonarola, quien profetizaba que Florencia extendería la República
-por el mundo entero. Esta República reconocía sin embargo un rey:
-Jesucristo.
-
-[165] Fué huésped del noble Giovanni Francesco Aldovrandi, quien lo
-ayudó en ciertas dificultades con la policía de Bolonia. Trabajó
-entonces en la estatua de San Petronio y en una estatuita de ángel para
-el tabernáculo (_Arca_) de San Domenico; pero estas obras no tienen
-absolutamente ningún carácter religioso. Siempre es la misma fuerza
-orgullosa.
-
-[166] Miguel Ángel llegó a Roma en junio de 1496. El _Baco ebrio_,
-el _Adonis moribundo_ (Museo del Bargello), y el _Cupido_ (South
-Kensington), son de 1497. Parece que Miguel Ángel dibujó también en
-esta misma época, el cartón de la _Estigmatización de San Francisco_
-para San Pedro de Montorio.
-
-[167] 23 de mayo de 1498.
-
-[168] Se ha dicho siempre hasta ahora que la _Pietà_ fué ejecutada
-para el cardenal francés Juan de Groslaye de Villiers, abate de Saint
-Denis, embajador de Carlos VIII, quien la encargó a Miguel Ángel para
-la capilla de los Reyes de Francia en San Pedro. (Contrato de 27 de
-agosto de 1498). M. Charles Samaran, en un estudio sobre _La Casa de
-Armagnacen el siglo XV_, ha comprobado que el cardenal francés que
-mandó esculpir la _Pietà_, fué Juan de Bilhères, abate de Pessan,
-obispo de Lombez, abate de Saint Denis. Miguel Ángel trabajó en ella
-hasta 1501.
-
-Una conversación de Miguel Ángel con Condivi explica por un pensamiento
-de misticismo caballeresco la juventud de la Virgen, tan diferente
-de las _Mater Dolorosa_, salvajes, marchitas, convulsas de dolor, de
-Donatello, de Signorelli, de Mantegna y de Botticelli.
-
-[169] Carta de su padre, 19 de diciembre de 1500.
-
-[170] Carta a su padre. Primavera de 1500.
-
-[171] Carta a su padre, 1521.
-
-[172] En agosto de 1501. En los meses precedentes había firmado con el
-Cardenal Francesco Piccolomini un contrato, que no cumplió nunca, para
-la decoración del altar Piccolomini en la Catedral de Siena. Éste fué
-uno de los remordimientos de toda su vida.
-
-[173] Vasari.
-
-[174] Miguel Ángel decía a un escultor, que se esforzaba por arreglar
-la luz en su taller de tal manera que su obra resultara favorecida: “No
-te tomes tantos trabajos; lo que importa es la luz sobre el lugar de su
-colocación”.
-
-[175] Se ha conservado el detalle de estas deliberaciones. (Milanesi,
-_Contratti artistici_, páginas 620 y siguientes). El _David_ permaneció
-hasta 1873 en el lugar señalado por Miguel Ángel, frente al Palacio
-de la Señoría. Después, la estatua, que había sido perjudicada de una
-manera inquietante por la lluvia, fué llevada a la Academia de Bellas
-Artes de Florencia, a una rotonda especial (_Tribuna del David._) El
-_Circolo Artistico_ de Florencia propone ahora mandar hacer una copia
-en mármol blanco para elevarla en el sitio antiguo, frente al Palacio
-Viejo.
-
-[176] Relación contemporánea e _Historias Florentinas_ de Pietro di
-Marco Parenti.
-
-[177] Debemos agregar que la casta desnudez del _David_ ofendía
-el pudor de Florencia. El Aretino, reprochando a Miguel Ángel la
-indecencia de su _Juicio Final_, le escribía, en 1545: “Imitad la
-modestia de los florentinos, que ocultan con hojas de oro las partes
-vergonzosas de su bello _Coloso_”.
-
-[178] Alusión a la estatua ecuestre de Francesco Sforza, que Leonardo
-dejó sin terminar y con la cual los arqueros gascones de Luis XII se
-divirtieron tomando como blanco el modelo en yeso.
-
-[179] Relación de un contemporáneo. (_Anónimo de la Magliabecchiana._)
-
-[180] Se le impuso la humillación de pintar la victoria de los
-florentinos sobre sus amigos los milaneses.
-
-[181] O la _Guerra de Pisa_.
-
-[182] El cartón de Miguel Ángel que fué el único ejecutado desde
-1505, desapareció en 1512, cuando los motines provocados en Florencia
-por el regreso de los Médicis. Esta obra sólo es conocida por copias
-fragmentarias. La más famosa de estas copias es el grabado de Marco
-Antonio. (_Los Trepadores._) En cuanto al fresco de Leonardo, Leonardo
-mismo bastó para destruirlo. Quiso perfeccionar la técnica del fresco
-y ensayó una pintura de aceite que no se conservó; en 1506 abandonó
-desalentado este trabajo, que ya en 1550 no existía.
-
-De este período de la vida de Miguel Ángel (1501-1505) son también los
-dos bajo relieves circulares de la _Madona_ y del _Niño_ que están en
-la Royal Academy de Londres y en el Museo del Bargello de Florencia; la
-_Madona de Brujas_, adquirida en 1506 por unos comerciantes flamencos,
-y el gran cuadro al temple de la _Santa Familia_ de los Uffizi, el más
-bello y más cuidado de los de Miguel Ángel. Su austeridad puritana y su
-aspecto heroico, se oponen rudamente a las languideces afeminadas del
-arte leonardesco.
-
-[183] Condivi.
-
-[184] Cuando menos a Bramante. Rafael era demasiado amigo y estaba
-demasiado obligado con Bramante para no hacer causa común con él; pero
-no hay pruebas de que haya obrado personalmente contra Miguel Ángel.
-Sin embargo, éste lo acusa formalmente: “Todas las dificultades habidas
-entre el Papa Julio y yo fueron obra de los celos de Bramante y de
-Rafael. Trataban de perderme; y en verdad Rafael tenía motivos para
-ello, porque lo que sabía de arte, de mí lo había aprendido”. Carta
-de octubre de 1542 a un personaje desconocido. (_Cartas_, edición
-Milanesi, páginas 489-494).
-
-[185] Condivi, que por su ciega amistad con Miguel Ángel se hace un
-poco sospechoso, dice: “Bramante era impulsado a perjudicar a Miguel
-Ángel en primer lugar por sus celos y después por el temor que tenía
-de los juicios de Miguel Ángel, quien descubría sus faltas. Bramante,
-como todos saben, era muy dado al placer y muy disipador. El sueldo que
-recibía del Papa, por elevado que fuera, no le bastaba y trataba de
-ganar en sus obras, haciendo construir los muros con malos materiales,
-de solidez insuficiente. Cualquiera puede comprobarlo en sus
-construcciones de San Pedro, del corredor del Belvedere, del claustro
-de San Pedro Advíncula, etc. que ha sido necesario recientemente
-sostener por medio de garfios y puntales, porque habían caído o estaban
-para caer en poco tiempo”.
-
-[186] “Cuando el Papa cambió de idea, y llegaron los barcos con el
-mármol de Carrara, yo mismo tuve que pagar el flete. Al mismo tiempo,
-los talladores de piedras que yo había hecho venir de Florencia para la
-tumba, llegaron a Roma; y como yo había hecho instalar y amueblar para
-ellos la casa que Julio me había dado detrás de Santa Catarina, me vi
-sin dinero y con grandes dificultades”. (Carta ya citada, de octubre de
-1542).
-
-[187] El 17 de abril de 1506.
-
-[188] Toda esta relación está tomada textualmente de una carta de
-Miguel Ángel, de octubre de 1542.
-
-[189] Lo atribuyo a esta fecha, que me parece la más verosímil, aun
-cuando Frey, sin suficientes razones a mi juicio, cree que el soneto es
-de hacia 1511.
-
-[190] _Poesías_, III. Véanse Apéndice I, y al fin de la segunda parte
-de este libro. _El árbol seco_ es una alusión a la encina verde que
-figura en el escudo de los De la Rovere, familia de Julio II.
-
-[191] “Esta no fué la única causa de mi partida; había también otra
-cosa de la cual prefiero no hablar. Basta decir que me hizo pensar que
-si yo me quedaba en Roma, esta ciudad sería mi tumba, antes que la del
-Papa. Y ésta fué la causa de mi partida súbita”.
-
-[192] 18 de abril de 1506.
-
-[193] Carta de octubre de 1542.
-
-[194] _Ibid._
-
-[195] Fines de agosto de 1506.
-
-[196] Condivi. Miguel Ángel había tenido ya la idea de ir a Turquía en
-1504; y en 1519 estuvo en relaciones con “el Señor de Andrinópolis”,
-quien le pedía que fuera a ejecutar para él algunas pinturas. Es sabido
-que Leonardo de Vinci también había intentado ir a Turquía.
-
-[197] Condivi.
-
-[198] Carta a su padre, 8 de febrero de 1507.
-
-[199] Cartas a su hermano, del 29 de septiembre y del 10 de noviembre
-de 1507.
-
-[200] Esto es al menos lo que pretende Condivi. Hay que notar sin
-embargo, que desde antes de la fuga de Miguel Ángel a Bolonia, se
-había tratado de que pintara la Sixtina, y que entonces este proyecto
-agradaba poco a Bramante, quien quería alejar de Roma a su rival.
-(Carta de Pietro Rosselli a Miguel Ángel, en mayo de 1506).
-
-[201] Entre abril y septiembre de 1508, Rafael pintó el cuarto llamado
-_de la Firma_ (_Escuela de Atenas y Disputa del Santo Sacramento_).
-
-[202] Vasari.
-
-[203] En las cartas de 1510 a su padre, Miguel Ángel se lamenta
-respecto de uno de sus ayudantes, que no es bueno para nada más “que
-para hacerse servir... sin duda me faltaba este trabajo. No tenía ya
-suficiente... me hace sufrir como una bestia”.
-
-[204] Carta a su padre, 27 de enero de 1509.
-
-[205] Cartas a su padre, 1509-1512.
-
-[206] Giovan Simone había maltratado brutalmente a su padre. Miguel
-Ángel escribió a éste:
-
-“He visto por vuestra última carta cómo van las cosas y cómo se porta
-Giovan Simone. Hace diez años que no tenía una noticia tan mala. Si
-hubiera podido, el mismo día que recibí vuestra carta, habría montado
-a caballo para ir a arreglarlo todo. Pero puesto que me es imposible,
-ya le escribo, y si no cambia de conducta, si se lleva un solo
-limpiadientes de la casa o si hace cualquier cosa que os disguste, os
-suplico que me informéis; obtendré licencia del Papa e iré”. (Primavera
-de 1509).
-
-[207] Carta a Giovan Simone. Fechada según Henry Thode en la primavera
-de 1509 y en la edición Milanesi en julio de 1508.
-
-Adviértase que Giovan Simone era entonces un hombre de treinta años.
-Miguel Ángel sólo tenía cuatro más que aquél.
-
-[208] A Gismondo, 17 de octubre de 1509.
-
-[209] Carta a Buonarroto, julio 30 de 1513.
-
-[210] _Cartas_, agosto de 1512.
-
-[211] He analizado esta obra en el _Miguel Ángel_, de la colección
-“_Los Maestros del Arte_”. Por eso no la estudio aquí.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- II
- LA FUERZA QUE SE ROMPE
-
- _Roct’è l’alta colonna_[212].
-
-
-Miguel Ángel salió de este trabajo de Hércules, glorioso y aniquilado.
-Por haber tenido, durante varios meses, la cabeza hacia atrás, para
-pintar la bóveda de la Sixtina, “se había lastimado la vista de tal
-modo, que por mucho tiempo no pudo leer una carta, o mirar un objeto,
-sino levantándolos por encima de su cabeza, para verles mejor”[213].
-
-Él mismo se burlaba de sus achaques:
-
-“La fatiga me ha hinchado, como el agua a los gatos de Lombardía. Mi
-vientre apunta hacia la barba; la barba se endereza hacia el cielo; mi
-cráneo se apoya en la espalda y mi pecho parece de harpía; el pincel,
-chorreando sobre mi cara, le dejó una decoración muy pintoresca. Los
-lomos se me han hundido dentro del cuerpo y el trasero me sirve de
-contrapeso. Camino al azar, sin poder verme los pies. Mi piel se estira
-por delante y se arruga por detrás; estoy convertido en un arco sirio.
-Mi inteligencia es tan bizarra como mi cuerpo, porque no puede dar
-mucho de sí una caña torcida...”[214].
-
-Es preciso no engañarse con este buen humor. Miguel Ángel sufría por
-ser feo. Para un hombre como él, enamorado más que nadie de la belleza
-física, la fealdad era una vergüenza[215]. Se descubren indicios de
-esta humillación en algunos de sus madrigales[216]. Su pena era más
-profunda, porque toda su vida fué devorado por el amor; y no parece
-que alguna vez fuera correspondido. Por eso se replegaba en sí mismo y
-confiaba a la poesía su ternura y sus penas.
-
-Desde la infancia componía versos; esto era para él una necesidad
-imperiosa. Llenaba sus dibujos, sus cartas, sus hojas sueltas, con
-pensamientos escritos que reformaba sin cesar. Desgraciadamente, en
-1518, quemó la mayor parte de sus poesías de juventud; otras fueron
-destruidas antes de su muerte. Lo poco que nos queda, basta sin embargo
-para evocar sus pasiones[217].
-
-La más antigua de sus poesías parece haber sido escrita en Florencia,
-por el año de 1504[218].
-
-“¡Qué feliz vivía, mientras me fué dado resistir victoriosamente tus
-furores, oh amor! ¡Ahora, ay de mí, mi pecho está bañado de lágrimas!
-ya he conocido tu fuerza...”[219].
-
-Dos madrigales, escritos entre 1504 y 1511, probablemente dedicados a
-la misma mujer, tienen una expresión conmovedora:
-
-“¿Quién me arrastra por fuerza hacia ti... ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de
-mí!... ligado y encadenado, aunque sea libre y dueño de mí mismo!”
-
- _Chi è quel che per forza a te mi mena,
- Oilmè, oilmè, oilmè,
- Legato e strecto, e son libero e sciolto?_[220]
-
-“¿Cómo es posible que yo ya no sea mío? ¡Oh Dios, oh Dios, oh Dios!
-¿Quién me ha arrancado a mí mismo?... ¿Quién puede más en mí que yo
-mismo? ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! ¡Oh Dios!”
-
- _Come può esser, ch’io non sia più mio?
- O Dio, o Dio, o Dio!
- Chi m’ha tolto a me stesso,
- Ch’a me fusse più presso
- O più di me potessi, che poss’io?
- O Dio, o Dio, o Dio!..._[221].
-
-De Bolonia, en el reverso de una carta de diciembre, 1507, es este
-soneto juvenil, cuya preciosidad sensual evoca una visión de Botticelli:
-
-“¡Cuánto goza la guirnalda bien compuesta ciñendo su cabellera de
-oro! Todas las flores parecen luchar por ser las primeras en besar su
-frente... El traje que oprime y cubre su pecho es feliz todo el día.
-La tela de oro no se cansa de tocar sus mejillas y su cuello. Pero
-más feliz aún es el listón bordado de oro, que ciñe dulcemente y con
-ligera presión el blanco seno. El cinturón parece decir: ‘¡Quisiera
-estrecharla siempre!’ ¡Ah!... ¿y qué harían entonces mis brazos?”[222].
-
-En una larga poesía de carácter íntimo, una especie de confesión[223],
-que es difícil citar exactamente, Miguel Ángel describe, con una
-singular crudeza de expresión, sus angustias de amor.
-
-“Cuando estoy un día sin verte, no puedo hallar la paz en ningún sitio;
-cuando te veo, eres para mí como la comida para el hambriento... Cuando
-tú me sonríes o me saludas en la calle, ardo como pólvora... Cuando me
-hablas, mi rostro se enrojece, pierdo la voz y se apaga súbitamente mi
-gran deseo...”[224].
-
-Y después, estos gemidos de dolor:
-
-“¡Ah, qué pena infinita siente mi corazón cuando recuerdo que aquélla a
-quien yo amo no me ama...! ¿Cómo seguiré viviendo?...”.
-
- _...Ahi, che doglia ’nfinita
- Sente ’l mio cor, quando li torna a mente,
- Che quella ch’io tant’ amo amor non sente!
- Come restero ’n vita?..._[225].
-
-Y estas líneas escritas después de sus estudios para la Madona de la
-Capilla Médicis:
-
-“Me quedo solo, ardiendo entre la sombra, cuando el sol priva al mundo
-de sus rayos. Todos se regocijan, y yo sufro, postrado en tierra,
-gimiendo y llorando”[226].
-
-El amor no aparece en las poderosas esculturas y pinturas de Miguel
-Ángel; en ellas sólo expresa sus pensamientos heroicos, como si se
-avergonzara de manifestar ahí las debilidades de su corazón. Sólo a la
-poesía se ha confiado. Aquí es donde hay que buscar el secreto de este
-corazón, tímido y tierno bajo su ruda corteza:
-
- _Amando, a che son nato?_
-
- “Yo amo: ¿para qué he nacido?”[227].
-
- * * * * *
-
-Terminada la Sixtina y muerto Julio II[228], Miguel Ángel volvió a
-Florencia y reanudó el proyecto que tanto le interesaba: la tumba de
-Julio II. Se comprometió por contrato a hacerla en siete años[229].
-Durante tres años se consagró casi exclusivamente a este trabajo[230].
-En este período relativamente tranquilo--período de madurez melancólica
-y serena, en el cual se apaciguan las furias hirvientes de la Sixtina,
-como un océano que se calma y vuelve a su lecho--Miguel Ángel produjo
-sus obras más perfectas, las que realizan mejor el equilibrio de sus
-pasiones y de su voluntad: el _Moisés_ y los _Esclavos_ del Louvre[231].
-
-Pero no fué más que un instante: el curso tempestuoso de su vida
-continuó casi inmediatamente. Volvió a caer entre las sombras.
-
-El nuevo Papa, León X, quiso separar a Miguel Ángel de la tarea de
-glorificación de su predecesor, y dedicarlo al triunfo de su propia
-estirpe. Era para él una cuestión de orgullo más que de simpatía,
-porque su espíritu epicúreo no podía comprender el genio triste de
-Miguel Ángel[232]; todos sus favores eran para Rafael. Pero el hombre
-de la Sixtina era una gloria italiana; León X quiso domesticarlo.
-
-Ofreció a Miguel Ángel que construyera la fachada de San Lorenzo, la
-iglesia de los Médicis, en Florencia. Miguel Ángel, estimulado por su
-rivalidad con Rafael, quien se había aprovechado de su ausencia para
-llegar a ser en Roma el soberano del arte[233], se dejó arrastrar
-en esta nueva tarea, que le era materialmente imposible cumplir sin
-descuidar la anterior, y que debía ser para él una causa de tormentos
-sin fin. Trataba de convencerse de que podía seguir adelante con la
-tumba de Julio II y la fachada de San Lorenzo. Esperaba descargarse
-de la mayor parte del trabajo buscando un ayudante, para no ejecutar
-él mismo más que las estatuas principales. Pero, según su costumbre,
-se embriagó poco a poco con su proyecto, y muy pronto no soportó ya
-compartir con nadie este honor. Más aún, temía que el Papa quisiera
-retirarle la obra, y suplicó a León X que lo sujetara con esta nueva
-cadena[234].
-
-Naturalmente, le fué imposible continuar el monumento de Julio II.
-Pero lo más triste fué que tampoco llegó a elevar la fachada de San
-Lorenzo. No le bastaba con rechazar toda colaboración; por su terrible
-manía de hacerlo todo personalmente, en lugar de quedarse en Florencia
-y trabajar su obra, fué a Carrara para vigilar la extracción de los
-bloques. Allí tropezó con dificultades de toda clase. Los Médicis
-querían utilizar las canteras de Pietrasanta, recientemente adquiridas
-por Florencia, en vez de las de Carrara. Por haber tomado el partido de
-los de Carrara, Miguel Ángel fué acusado injuriosamente por el Papa de
-haberse vendido[235], y por haber tenido que obedecer las órdenes del
-Papa, fué perseguido por los Carraras, quienes se entendieron con los
-marineros ligures, y no encontró un solo barco de Génova a Pisa para
-transportar sus mármoles[236]. Tuvo que construir un camino, en parte
-sobre pilotes, a través de las montañas y de los llanos pantanosos. La
-gente de la comarca no quería contribuir para los gastos del camino.
-Los trabajadores no entendían absolutamente su cometido. Las canteras
-eran nuevas, los obreros eran nuevos. Miguel Ángel gemía:
-
-“He intentado resucitar muertos, queriendo domar estas montañas y
-traer el arte aquí”[237]. Se mantenía firme, sin embargo. “Lo que he
-prometido, lo cumpliré, a pesar de todo: haré la obra más bella que se
-haya hecho en Italia, si Dios me asiste”.
-
-¡Cuánta fuerza, entusiasmo y genio perdidos en vano! A fines de
-septiembre de 1518, cayó enfermo en Seravezza, de fatiga y de hastío.
-Comprendía que su salud y sus ensueños se gastaban en esta vida de
-obrero. Tenía la obsesión de comenzar al fin su trabajo y la angustia
-de no poder hacerlo. Estaba asediado por otros compromisos que no podía
-satisfacer[238].
-
-“Muero de impaciencia porque mi adverso destino no me permite hacer
-lo que quisiera. Muero de dolor, me siento como si fuera un tramposo,
-aunque no sea mía la culpa”[239]...
-
-De vuelta en Florencia, se consumía esperando la llegada de los
-cargamentos de mármol; pero el Arno estaba seco y los barcos no podían
-subir el río con los bloques.
-
-Al fin llegaron. ¿Podrá trabajar ahora?--No. Vuelve a las canteras.
-Se obstina en no comenzar antes de haber reunido, como antes para la
-tumba de Julio II, toda una montaña de mármol. Retrocede cuando llega
-el instante de empezar; parece que tiene miedo. ¿No habrá prometido
-demasiado? ¿No se habrá comprometido de una manera temeraria en este
-trabajo de arquitectura? Éste no es su oficio: ¿dónde pudo haberlo
-aprendido? Y ahora no puede avanzar ni retroceder.
-
-Todas sus fatigas no le bastan ni para asegurar el transporte de los
-mármoles. De seis columnas monolíticas enviadas a Florencia, cuatro se
-rompieron en el camino y otra en la misma Florencia. Sus obreros lo
-engañaban.
-
-Al fin, el Papa y el Cardenal de Médicis se impacientaron por tanto
-tiempo precioso, inútilmente perdido entre las canteras y los caminos
-fangosos. El 10 de marzo de 1520, un breve del Papa desligó a Miguel
-Ángel del contrato de 1518 para la fachada de San Lorenzo. Miguel Ángel
-no recibió más aviso que la llegada a Pietrasanta de los equipos de
-obreros enviados para reemplazarlo. Se sintió cruelmente agraviado.
-
-“No tomo en cuenta al cardenal, dijo, los tres años que he perdido
-aquí. No le tomo en cuenta que me he arruinado por esta obra de
-San Lorenzo. No le tomo en cuenta la gran afrenta que se me hace
-encargándome esta obra y retirándomela después sin saber siquiera por
-qué. No le tomo en cuenta todo lo que he perdido y todo lo que he
-gastado... Y ahora, el asunto puede resumirse así: el Papa se queda con
-la cantera y con los bloques tallados, y yo con el dinero que tengo en
-mano: ¡500 ducados, y se me devuelve mi libertad!”[240].
-
-No era a sus protectores a quienes Miguel Ángel debía acusar, sino a sí
-mismo, y él bien lo sabía. Éste era su mayor dolor. Luchaba en contra
-de sí mismo. De 1515 a 1520, en la plenitud de su fuerza y desbordante
-de genio, ¿qué había hecho?
-
-El insignificante _Cristo_ de la Minerva; ¡una obra de Miguel Ángel
-donde no está Miguel Ángel! Y ni esto siquiera pudo acabar[241].
-
-De 1515 a 1520, en estos últimos años del gran Renacimiento, antes de
-los cataclismos que iban a dar fin a la primavera de Italia, Rafael
-había pintado las _Loggias_, la _Sala del Incendio_, la _Farnesiana_,
-obras maestras de todos los géneros; había edificado la Villa Madame,
-dirigido la construcción de San Pedro, las exploraciones, las fiestas,
-los monumentos; había gobernado el arte, fundado una escuela numerosa y
-había muerto en medio de su trabajo y de su triunfo[242].
-
- * * * * *
-
-La amargura de sus desilusiones, la desesperación de los días perdidos,
-de las esperanzas arruinadas, de la voluntad rota, se reflejan en las
-obras del período siguiente: las tumbas de los Médicis y las nuevas
-estatuas del monumento de Julio II[243].
-
-El libre Miguel Ángel, que toda su vida no hizo más que pasar de un
-yugo a otro, había cambiado de amo. El cardenal Julio de Médicis, que
-llegó a ser Papa con el nombre de Clemente VII, reinó sobre él de 1520
-a 1534.
-
-Clemente VII ha sido juzgado con mucha severidad.
-
-Sin duda, como todos estos Papas, quiso hacer del arte y de los
-artistas unos servidores del orgullo de su familia. Pero Miguel
-Ángel no tuvo por qué quejarse de él; ningún Papa lo amó tanto;
-ninguno demostró un interés tan constante y apasionado por sus
-trabajos[244]. Nadie comprendió mejor las debilidades de su voluntad,
-hasta defendiéndolo contra él mismo e impidiendo que se dispersara
-en vano. Aun después de la sublevación de Florencia y la rebelión de
-Miguel Ángel, Clemente no cambió para él[245]. Pero no dependía de él
-apaciguar la inquietud, la fiebre, el pesimismo y la mortal melancolía
-que devoraban su gran corazón. ¡Qué importaba la bondad personal de un
-amo! De todos modos era un amo.
-
-“He servido a los Papas, decía Miguel Ángel, pero únicamente por
-fuerza”[246].
-
-¿Qué importaban un poco de gloria y una o dos obras bellas? ¡Estaba
-esto tan lejos de lo que él había soñado! Y la vejez ya venía. Todo
-se iba ensombreciendo a su alrededor. El Renacimiento terminaba. Roma
-iba a ser saqueada por los bárbaros. La sombra amenazadora de un Dios
-triste iba a pesar sobre el pensamiento de Italia. Miguel Ángel sentía
-venir la hora trágica, y sufría una angustia sofocante.
-
-Después de haber arrancado a Miguel Ángel de la enredada empresa en
-la cual se había comprometido, Clemente VII resolvió lanzarlo por un
-nuevo camino, donde tenía la intención de vigilarlo más de cerca. Le
-confió la construcción de la capilla y las tumbas de los Médicis.
-Esperaba retenerlo enteramente a su servicio[247]. Hasta le propuso que
-ingresara en las órdenes ofreciéndole un beneficio eclesiástico[248].
-Miguel Ángel rehusó: pero Clemente VII no dejó por eso de pagarle una
-pensión mensual triple de la que pedía, y le regaló una casa cerca de
-San Lorenzo.
-
-Todo parecía ir por buen camino y el trabajo para la capilla se
-iniciaba activamente, cuando de pronto Miguel Ángel abandonó su casa
-y rehusó la pensión de Clemente VII[249]. Sufría una nueva crisis de
-desaliento. Los herederos de Julio II no le perdonaban que hubiera
-abandonado la obra emprendida; lo amenazaban con persecuciones y ponían
-en duda su lealtad. Miguel Ángel se enloqueció con la idea de un
-proceso; su conciencia daba la razón a sus adversarios y lo acusaba de
-haber faltado a su compromiso; le parecía imposible aceptar el dinero
-de Clemente VII mientras no hubiera restituido el que recibió de Julio
-II.
-
-“No trabajo ni vivo”, escribía[250]. Suplicaba al Papa que
-interviniera con los herederos de Julio II y lo ayudara a restituir
-todo lo que les debía.
-
-“Venderé, haré lo que sea posible para llegar a esta restitución”. O
-bien que se le permitiera consagrarse enteramente al monumento de Julio
-II: “deseo más salir de esta obligación, que vivir”.
-
-Con el pensamiento de que sin Clemente VII, quedaría abandonado a la
-persecución de sus enemigos, lloraba y se desesperaba como un niño:
-
-“Si el Papa me deja así, no podré permanecer en este mundo... No sé lo
-que escribo, tengo la cabeza completamente perdida...”[251].
-
-Clemente VII que no tomaba muy en serio esta desesperación de artista,
-insistía para que no se interrumpiera el trabajo de la Capilla de los
-Médicis. Sus amigos no comprendían estos escrúpulos y le aconsejaban
-que no se pusiera en ridículo rehusando la pensión. Uno de ellos le
-reprochaba con viveza haber obrado irreflexivamente, y le rogaba que en
-lo futuro no se entregara a sus caprichos[252]. Otro le escribía:
-
-“Se me dice que habéis rehusado vuestra pensión, abandonado vuestra
-casa y suspendido vuestro trabajo; esto me parece un acto de locura.
-Amigo mío, compadre, de esta manera dais gusto a vuestros enemigos...
-no os ocupéis más de la tumba de Julio II, y tomad la pensión porque os
-la dan con buena voluntad”[253].
-
-Miguel Ángel se obstinaba. La Tesorería Pontificia le cogió la palabra
-y suprimió la pensión. El desgraciado, reducido a la desesperación,
-tuvo que volver a pedir algunos meses más tarde lo mismo que había
-rehusado. Primero lo hizo tímidamente, con vergüenza:
-
-“Mi querido Giovanni, puesto que la pluma es siempre más atrevida
-que la lengua, os escribo lo que he querido deciros varias veces en
-estos días y que no he tenido el valor de expresar de viva voz: ¿Puedo
-contar todavía con la pensión...? Si estuviera seguro de no recibirla
-no cambiaría por esto mi disposición, ni dejaría de trabajar para
-el Papa tanto como pudiera, pero arreglaría mis asuntos según esta
-situación”[254].
-
-Luego, obligado por la necesidad vuelve a la carga:
-
-“Después de haber reflexionado bien, he comprendido cuánto interesa al
-Papa esta obra de San Lorenzo; y puesto que S. S. me ha concedido una
-pensión con el designio de que yo tenga más comodidad para servirlo
-prontamente, sería retrasar el trabajo no aceptarla; así, pues, he
-cambiado de opinión y si hasta ahora no pedía esta pensión, ya la pido
-por más razones de las que puedo escribir... ¿Quiere usted dármela,
-haciéndola contar desde el día en que me fué concedida? Decidme desde
-qué momento preferís que la reciba”[255].
-
-Para darle una lección, no le hicieron caso. Dos meses más tarde no
-había recibido nada, y después tuvo que reclamar la pensión varias
-veces.
-
-Trabajaba en medio de sus tormentos. Se quejaba de que sus
-preocupaciones fueran estorbo para su imaginación...: “Los disgustos
-pueden mucho sobre mí... no se puede trabajar con las manos en una cosa
-y con la cabeza en otra; sobre todo en escultura. Se dice que todo esto
-sirve para aguijonearme; pero yo respondo que estos son malos aguijones
-que incitan a retroceder. Hace más de un año que no he recibido la
-pensión y lucho con la miseria; estoy muy solo en medio de mis penas,
-y tengo tantas que me ocupan más que el arte; no tengo recursos para
-buscar alguien que me ayude”[256].
-
-Clemente VII se manifestaba algunas veces conmovido por sus
-sufrimientos y le enviaba expresiones de afectuosa simpatía. Le
-aseguraba su favor mientras viviera[257]. Pero la incurable frivolidad
-de los Médicis era más poderosa, y en vez de aliviarlo de una parte
-de sus trabajos le hacía nuevos encargos; entre otros el de un
-absurdo Coloso cuyo cabeza debía ser un campanario, y el brazo una
-chimenea. Miguel Ángel tuvo que ocuparse algún tiempo en este proyecto
-extravagante[258].
-
-Tenía que estar en constantes dificultades con sus obreros, sus
-albañiles y sus carreteros, quienes intentaban hacerse apóstoles
-precursores de la jornada de ocho horas[259].
-
-Al mismo tiempo, sus disgustos domésticos no dejaban de aumentar. Su
-padre se hacía más irritable y más injusto con la edad; un día creyó
-conveniente escaparse de Florencia, acusando a su hijo de haberlo
-arrojado. Miguel Ángel le escribió esta carta admirable[260]:
-
-“Muy querido padre: Me ha sorprendido mucho ayer no encontraros en la
-casa, y ahora que sé que os quejáis de mí y que decís que yo os he
-arrojado, me sorprendo mucho más. Desde el día en que nací hasta ahora,
-estoy seguro de no haber tenido ninguna intención de hacer nunca cosa
-grande o pequeña que os disguste. Todas las penas que he soportado,
-las he soportado siempre por vuestro amor. Siempre he tomado vuestro
-partido... todavía hace pocos días os dije y os prometí consagraros
-todas mis fuerzas, y os lo prometo de nuevo. Estoy estupefacto de que
-hayáis olvidado esto tan pronto. Desde hace treinta años me habéis
-puesto a prueba, vos y vuestros hijos, y sabéis que siempre he sido
-bueno para vosotros, tanto como podía, en pensamiento y en acción.
-¿Cómo podéis andar diciendo en todas partes que yo os he arrojado?
-¿No comprendéis la mala reputación que esto me forma? No me faltaba
-más que esto, con todas las preocupaciones que tengo; y todas estas
-preocupaciones las tengo por vuestro amor. ¡Bien me recompensáis!...
-Pero de todos modos, quiero persuadirme de que nunca he dejado de
-causaros vergüenza y perjuicios, y os pido perdón como si lo hubiera
-hecho. Perdonadme como a un hijo que siempre ha tenido mala conducta y
-que os ha hecho todo el mal que puede hacerse en este mundo. Una vez
-más os lo suplico; perdonadme como a un miserable que soy: pero no
-me deis la reputación de que os he arrojado, porque mi reputación me
-importa más de lo que creéis. A pesar de todo, soy vuestro hijo”.
-
-Tanto amor y tanta humildad sólo desarmaban por un instante el agrio
-espíritu del viejo. Algún tiempo después, decía que su hijo lo robaba.
-Miguel Ángel, empujado hasta el extremo, le escribió[261]:
-
-“Ya no sé lo que queréis de mí. Si os pesa que yo viva, habéis
-encontrado un buen medio para libraros de mí y muy pronto os
-encontraréis en posesión de las llaves del tesoro que pretendéis que
-yo guardo. Y haréis bien, porque todos saben en Florencia que sois un
-hombre inmensamente rico, que yo siempre os he robado, y que merezco
-un castigo; recibiréis altas alabanzas... decid y gritad de mí todo lo
-que queráis, pero ya no me escribáis, porque así no puedo trabajar. Me
-obligáis a recordaros todo lo que habéis recibido de mí, desde hace
-veinticinco años. Yo no quería decirlo, pero al fin me veo obligado...
-tened cuidado... no se muere uno más que una vez y después ya no se
-vuelve para reparar las injusticias que se han hecho. Habéis esperado
-hasta la víspera de la muerte para hacerlas. ¡Que Dios os ayude!”
-
-Éste era el auxilio que encontraba entre los suyos.
-
-“¡Paciencia!”, escribía en una carta a un amigo. “Que Dios no permita
-que lo que a él no le disgusta me disguste a mí”[262].
-
-En medio de estas penas el trabajo no avanzaba. Cuando sobrevinieron
-los sucesos políticos que trastornaron Italia en 1527, no estaba
-terminada ni una estatua de la Capilla de los Médicis[263].
-
-Así, este nuevo período de 1520 a 1527, no había hecho más que agregar
-sus desilusiones y sus fatigas a las del período precedente, sin haber
-traído a Miguel Ángel la alegría de una sola obra acabada, de un solo
-designio realizado después de más de diez años.
-
-
- NOTAS:
-
-[212] _Poesías_, I.
-
-[213] Vasari.
-
-[214] _Poesías_, IX: Véase Apéndice, II.
-
-Esta poesía, escrita con el estilo burlesco de Francesco Berni y
-dirigida a Giovanni da Pistoja, tiene, según Frey, fecha junio-julio
-de 1510. En los últimos versos, Miguel Ángel alude a las dificultades
-de su trabajo, durante la ejecución de los frescos de la Sixtina, y se
-disculpa, alegando que ese no es su oficio:
-
-“Defiende, pues, Giovanni, mi obra muerta, y defiende mi honor, porque
-la pintura no es mi oficio. _Yo no soy pintor_”.
-
-[215] Henry Thode ha esclarecido exactamente este rasgo del carácter
-de Miguel Ángel en su primer volumen de _Michelangelo und das Ende der
-Renaissance, 1902_. _Berlín._
-
-[216] “...Puesto que el Señor devuelve a las almas sus cuerpos después
-de la muerte, para la paz o el tormento eternos, yo le pido que me deje
-el mío, aunque feo, lo mismo en el cielo que en la tierra, junto al
-tuyo, porque un corazón amante vale tanto como un bello rostro...”.
-
- _...Priego 'l mie benché bructo,
- Com’è qui teco, il voglia im paradiso:
- C’un cor pietoso val quant’un bel viso..._
-
- (_Poesías_, CIX, 12).
-
-“El cielo parece irritarse con justicia, porque yo, tan feo, me miro en
-tus ojos tan bellos”.
-
- _Ben par che ’l ciel s’adiri,
- Che ’n sì begli ochi i’ mi veggia sì bructo..._
-
- (_Ibid._, CIX, 93).
-
-[217] La primera edición completa de las poesías de Miguel Ángel fué
-publicada por su sobrino nieto, al principio del siglo XVII, con el
-título de _Rime di Michelangelo Buonarroti raccolte da M. A. suo
-nipote_, 1623, Florencia; está llena de errores. Cesare Guasti publicó
-la primera edición casi exacta, en 1863, en Florencia; pero la única
-verdaderamente científica y completa es la admirable edición de Carl
-Frey: _Die Dichtungen des Michelagniolo Buonarroti, herausgegeben und
-mit kritischem Apparate versehen von Dr. Carl Frey, 1897_. _Berlin._ A
-ella me refiero en esta biografía.
-
-[218] En la misma hoja están algunos dibujos de caballos y de hombres
-combatiendo.
-
-[219] _Poesías_, II. Véase Apéndice, III.
-
-[220] _Poesías_, V.
-
-[221] _Poesías_, VI.
-
-[222] _Poesías_, VII. Véase Apéndice IV.
-
-[223] Esta expresión es de Frey, quien atribuye a la poesía sin
-suficiente razón, a mi juicio, la fecha de 1531-32. Yo creo que es muy
-anterior.
-
-[224] _Poesías_, XXXVI. Véase Apéndice, V.
-
-[225] _Poesías_, XIII. Del mismo tiempo es un madrigal célebre que el
-compositor Bartolommeo Tromboncino puso en música, antes de 1518:
-
-“¿Cómo tendré valor para vivir sin ti, mi bien, si no puedo pedirte
-ayuda al partir? Estos sollozos, estos llantos y estos suspiros, con
-los cuales te acompaña mi pobre corazón, anuncian mi muerte próxima
-y mi martirio. Pero si es cierto que la ausencia no hará olvidar mi
-fiel esclavitud, te dejo mi corazón, que ya no es mío”. (Poesías, XI.
-Apéndice VI).
-
-[226]
-
- _Sol’ io ardendo all’ ombra mi rimango,
- Quand’ el sol de suo razi el mondo spoglia;
- Ogni altro per piacere, e io per doglia,
- Prostrato in terra, mi lamento e piangho._
-
- (_Ibid._, XXII).
-
-[227] _Poesías_, CIX, 35.--Comparad estos versos de amor, donde amor y
-dolor parecen ser sinónimos, con el éxtasis voluptuoso de los sonetos
-juveniles y desmañados de Rafael, escritos en el reverso de sus dibujos
-para la _Disputa del Santo Sacramento_.
-
-[228] Julio II murió el 21 de febrero de 1513, tres meses después de la
-inauguración de los frescos de la Sixtina.
-
-[229] Contrato de 6 de marzo de 1513. El nuevo proyecto, más grande que
-el proyecto primitivo, comprendía 32 grandes estatuas.
-
-[230] Parece que en este tiempo sólo aceptó Miguel Ángel un encargo: el
-del _Cristo de la Minerva_.
-
-[231] El _Moisés_ debía ser una de las seis figuras colosales para el
-coronamiento del piso superior de la tumba de Julio II. Miguel Ángel
-no dejó de trabajar en esta obra hasta 1545. Los _Esclavos_, en los
-cuales Miguel Ángel trabajaba en 1513, fueron enviados por él, en 1546,
-a Roberto Strozzi, el republicano florentino desterrado entonces en
-Francia, quien los obsequió a Francisco I.
-
-[232] No le escatimaba demostraciones de afecto; pero Miguel Ángel le
-producía miedo. Se sentía inquieto junto a él:
-
-“Cuando el Papa habla de vos, escribe Sebastián del Piombo a Miguel
-Ángel, parece que habla de uno de sus hermanos; tiene casi las lágrimas
-en los ojos. Me ha dicho que habéis sido educados juntos, y asegura que
-os comprende y os ama. Pero vos dais miedo a todos, hasta a los Papas”.
-(27 de octubre de 1520).
-
-Miguel Ángel era motivo de burlas en la corte de León X, por sus
-imprudencias de lenguaje. Una malhadada carta que escribió al Cardenal
-Bibbiena, protector de Rafael, fué un regocijo para sus enemigos.
-
-“No se habla de otra cosa en el palacio más que de vuestra carta, dice
-Sebastián a Miguel Ángel; hace reír a todos”. (Julio 3 de 1520).
-
-[233] Bramante había muerto en 1514. Rafael acababa de ser nombrado
-superintendente de la construcción de San Pedro.
-
-[234] “Quiero hacer de esta fachada una obra que sea espejo de la
-arquitectura y de la escultura para toda Italia. Es preciso que el Papa
-y el Cardenal (Julio de Médicis, el futuro Clemente VII) decidan pronto
-si quieren que la haga o no. Si quieren que yo la haga, es preciso
-firmar un contrato... Messer Domenico, dadme una contestación firme
-respecto a sus intenciones. Esto sería para mí una gran alegría”. (A
-Domenico Buoninsegni, julio de 1517).--El contrato fué firmado con León
-X el 19 de enero de 1518, y Miguel Ángel se comprometió a levantar la
-fachada en ocho años.
-
-[235] Carta del Cardenal Julio de Médicis a Miguel Ángel, de febrero 2
-de 1518: “Hemos tenido alguna sospecha de que seáis del partido de los
-Carraras por interés personal y que deseáis depreciar las canteras de
-Pietrasanta... Os hacemos saber, sin entrar en otras explicaciones, que
-Su Santidad quiere que todo el trabajo emprendido se ejecute con los
-bloques de mármol de Pietrasanta y no con otros... Si procedéis de otra
-manera, será contra los deseos expresos de Su Santidad y los nuestros,
-y tendríamos razón para irritarnos en contra vuestra... Alejad, pues,
-toda obstinación de vuestro espíritu”.
-
-[236] “Fuí hasta Génova en busca de barcos. Los de Carrara han comprado
-a todos los patrones... Tengo que ir a Pisa”... (Carta de Miguel
-Ángel a Urbano; abril 2 de 1518). “Los barcos que contraté en Pisa no
-vinieron. Creo que he sido burlado. ¡Esta es mi suerte en todo! ¡Oh,
-mil veces maldito el día en que salí de Carrara! Esta es la causa de mi
-ruina”. (Carta de abril 18 de 1518).
-
-[237] Carta de abril 18 de 1518. Y algunos meses más tarde: “La cantera
-es muy escarpada y la gente muy ignorante... ¡Paciencia! Hay que domar
-a las montañas e instruir a los hombres...”. (Carta de septiembre de
-1518, a Berto da Filicaja).
-
-[238] El _Cristo_ de la Minerva y la tumba de Julio II.
-
-[239] Carta de diciembre 21 de 1518 al Cardenal d’Agen. De este tiempo
-son tal vez las cuatro estatuas informes, apenas esbozadas, de las
-grutas Boboli. (Cuatro _Esclavos_, para la tumba de Julio II).
-
-[240] _Cartas_, 1520, edición Milanesi, página 415.
-
-[241] Miguel Ángel encargó que terminara este _Cristo_ a su inepto
-discípulo Pietro Urbano, quien “lo estropeó”. (Carta de Sebastián del
-Piombo a Miguel Ángel, septiembre 6 de 1521). El escultor Frizzi, de
-Roma, reparó como pudo las torpezas de Urbano.
-
-Todas estas contrariedades no impedían a Miguel Ángel buscar nuevas
-tareas para aumentar las que ya lo aplastaban. El 20 de octubre de
-1519, firmó la petición de los Académicos de Florencia a León X para
-llevar los restos de Dante, de Rávena a Florencia, y se ofreció a
-elevar al poeta divino un monumento digno de él.
-
-[242] El 6 de abril de 1520.
-
-[243] _El Vencedor_.
-
-[244] En 1526, Miguel Ángel tenía que escribirle semanalmente.
-
-[245] “Adora todo lo que hacéis, escribe Sebastián del Piombo a Miguel
-Ángel; lo ama tanto como es posible amar. Habla de vos tan honrosamente
-y con tanto afecto, que un padre no diría de su hijo lo que él dice
-de vos...”. (Abril 29 de 1531). “Si quisieseis venir a Roma, seriáis
-todo lo que quisierais, duque o rey... Tendríais una parte del Papado,
-seríais el amo, podríais tener y hacer lo que quisierais...”. Diciembre
-5 de 1531. (Es preciso, es verdad, tener en cuenta en este caso la
-charlatanería veneciana de Sebastián del Piombo).
-
-[246] Carta de Miguel Ángel a su sobrino Lionardo. (1548).
-
-[247] Los trabajos fueron comenzados desde marzo de 1521, pero no se
-impulsaron activamente sino desde la elección del Cardenal Julio de
-Médicis para el trono pontificio, bajo el nombre de Clemente VII, el 19
-de noviembre de 1523. León X había muerto el 6 de diciembre de 1521 y
-Adriano VI lo había sucedido de enero de 1522 a septiembre de 1523.
-
-El plan primitivo comprendía cuatro tumbas: las de Lorenzo el
-Magnífico, de Julián su hermano, de Julián duque de Nemours, su hijo,
-y de Lorenzo duque de Urbino, su nieto. En 1524, Clemente VII decidió
-agregar el sarcófago de León X y el suyo, atribuyéndoles los sitios
-de honor. Véase Marcel Reymond, “La Arquitectura de las tumbas de los
-Médicis”, _Gazette des Beaux Arts_, 1907.
-
-Al mismo tiempo Miguel Ángel fué encargado de construir la Biblioteca
-de San Lorenzo.
-
-[248] Se trataba de la orden de los Franciscanos. Carta de Fattucci a
-Miguel Ángel, en nombre de Clemente VII, el 2 de enero de 1524.
-
-[249] Marzo de 1524.
-
-[250] Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina, Agente del Papa (Abril 19
-de 1525).
-
-[251] Carta de Miguel Ángel a Fattucci (octubre 24 de 1525).
-
-[252] Carta de Fattucci a Miguel Ángel (marzo 22 de 1524).
-
-[253] Carta de Lionardo Sellajo a Miguel Ángel (marzo 24 de 1524).
-
-[254] Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina (1524, Edición Milanesi,
-página 425).
-
-[255] Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina (agosto 29 de 1525).
-
-[256] Carta de Miguel Ángel a Fattucci (octubre 24 de 1525).
-
-[257] Carta de Pier Paolo Marzi, de parte de Clemente VII, a Miguel
-Ángel (diciembre 23 de 1525).
-
-[258] Cartas de octubre a diciembre de 1525 (Edición Milanesi, páginas
-448-449). Véase en el _Miguel Ángel_ de la Colección de los _Maestros
-del Arte_ un resumen de este extraño asunto, y el proyecto de Miguel
-Ángel.
-
-[259] Carta de Miguel Ángel a Fattucci (junio 17 de 1526).
-
-[260] Según Henry Thode, esta carta es aproximadamente de 1521; en la
-recopilación de Milanesi, figura equivocadamente con fecha de 1516.
-
-[261] _Cartas_, junio de 1523.
-
-[262] Carta de Miguel Ángel a Fattucci, en junio 17 de 1526.
-
-[263] La misma carta, de junio de 1526, dice que estaba comenzada una
-estatua, lo mismo que cuatro alegorías de los sarcófagos y la Madona.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- III
- LA DESESPERACIÓN
-
- _Oilmè, Oilmè, ch’i’ son tradito..._[264].
-
-
-Una repugnancia de todas las cosas y de sí mismo lo empujó a la
-revolución, iniciada en Florencia en 1527.
-
-Miguel Ángel hasta entonces había puesto en los negocios políticos la
-misma indecisión de espíritu de que era víctima en su vida y en su
-arte. Nunca llegó a conciliar sus sentimientos personales con sus
-obligaciones para con los Médicis. Este genio violento fué siempre
-tímido en la acción; no se atrevía a luchar contra las potencias de
-este mundo en el terreno político ni en el religioso. Sus cartas
-lo muestran siempre inquieto por sí y por los suyos; temeroso de
-comprometerse, desmintiendo las palabras audaces que alguna vez
-pronunciara, en el primer movimiento de indignación contra cualquier
-acto de la tiranía[265]. Con frecuencia escribe a sus familiares que
-tengan cuidado, que guarden silencio y huyan a la primera alarma:
-
-“Obrad como en tiempo de peste, sed los primeros en huir... la vida
-vale más que la fortuna. Vivid en paz, no os forméis ni un enemigo ni
-os confiéis a nadie, excepto a Dios, y no habléis mal ni bien de nadie,
-porque no se conoce el fin de las cosas; ocupaos solamente de vuestros
-asuntos... no os mezcléis en nada”[266].
-
-Sus hermanos y sus amigos se burlaban de sus inquietudes y lo trataban
-de loco[267]. “No te burles de mí, respondía Miguel Ángel entristecido,
-no debe uno burlarse de nadie”[268]. En efecto, el temor perpetuo
-de este gran hombre no debe ser motivo de risa, sino más bien de
-compasión, por sus nervios miserables que lo hacían juguete de sus
-terrores, contra los cuales luchaba sin poder dominarlos. Más bien era
-meritorio salir de estos accesos humillantes, y obligar a su cuerpo
-y a su pensamiento enfermos, a afrontar el peligro, que en el primer
-impulso lo empujaba a huir. Por lo demás, tenía más razones para temer
-que ningún otro, porque era más inteligente y su pesimismo preveía con
-toda claridad las desgracias de Italia. Mas, para que con su timidez
-natural se dejara arrastrar en la revolución florentina, fué preciso
-que estuviera en una exaltación desesperada que lo obligó a descubrir
-el fondo de su alma. Esta alma tan tímidamente replegada sobre sí misma
-era ardientemente republicana. Esto se ve en las palabras llameantes
-que se le escaparon algunas veces en momentos de confianza o de fiebre,
-particularmente en las conversaciones que tuvo más tarde[269] con sus
-amigos Luigi del Riccio, Antonio Petreo y Donato Giannotti[270], y
-que este último reprodujo en sus _Diálogos sobre La Divina Comedia
-del Dante_[271]. Los amigos se admiraban de que Dante hubiera puesto
-a Bruto y a Casio en el último grado del infierno y a César encima.
-Interrogado Miguel Ángel, hizo la apología del tiranicidio:
-
-“Si habéis leído atentamente los primeros cantos, dice, habréis visto
-que Dante conocía muy bien la naturaleza de los tiranos y que ha sabido
-qué castigo merecen recibir de Dios y de los hombres. Los coloca
-entre los ‘violentos contra el prójimo’, castigados en el séptimo
-círculo, hundiéndolos en sangre hirviente. Si Dante ha reconocido
-esto, es imposible admitir que no haya reconocido que César fué tirano
-de su patria y que Bruto y Casio lo asesinaron con justicia, porque
-el que mata a un tirano no mata a un hombre sino a una bestia con
-figura humana. Todos los tiranos carecen del amor que debe sentirse
-naturalmente para el prójimo; están privados de inclinaciones humanas,
-no son, pues, hombres, sino bestias; que no tienen ningún amor para el
-prójimo, es la evidencia misma; de otro modo no habrían tomado lo que
-pertenece a los demás y no habrían llegado a ser tiranos que pisotean
-a los hombres. Es claro, por lo tanto, que quien mata a un tirano no
-comete un asesinato, porque no mata a un hombre sino a una bestia. Así,
-Bruto y Casio no cometieron un crimen asesinando a César. Primero,
-porque mataron a un hombre que todo ciudadano romano tenía obligación
-de matar según lo mandaban las leyes. Segundo, porque no mataron a un
-hombre sino a una bestia con figura humana”[272].
-
-Miguel Ángel se encontró en la primera fila de los rebeldes florentinos
-en los días del despertar nacional y republicano, después de la llegada
-a Florencia de las noticias de la toma de Roma por los ejércitos de
-Carlos V[273], y la expulsión de los Médicis[274]. El mismo hombre que
-en tiempo ordinario recomendaba a los suyos que huyeran de la política
-como de la peste, estaba en un estado de sobre-excitación que no temía
-ni a la una ni a la otra. Se quedó en Florencia, donde había peste y
-revolución. La epidemia atacó a su hermano Buonarroto, quien murió en
-sus brazos[275]. En octubre de 1528, tomó parte en la deliberación
-para la defensa de la ciudad; el 10 de enero de 1529, fué escogido
-en el _Collegium_ de los _Nove di milizia_ para los trabajos de las
-fortificaciones. El 6 de abril fué nombrado por un año _governatore
-generale_ y _procuratore_ de las fortificaciones de Florencia. En junio
-fué a inspeccionar la ciudadela de Pisa y los bastiones de Arezzo y de
-Liorna; y en julio y agosto fué enviado a Ferrara para examinar las
-famosas obras de defensa y conferenciar con el Duque, muy conocedor de
-fortificaciones.
-
-Miguel Ángel reconoció que el punto más importante de la defensa
-de Florencia era la colina de San Miniato, y decidió asegurar esta
-posesión por medio de bastiones. Pero no se sabe por qué se encontró
-con la oposición del gonfaloniero Capponi, quien trató de alejarlo de
-Florencia[276]. Miguel Ángel, sospechando que Capponi y el partido
-de los Médicis querían librarse de él, para impedir la defensa de
-la ciudad, se instaló en San Miniato y no se movió. Su desconfianza
-enfermiza acogía todos los rumores de traición que circulaban en una
-ciudad sitiada, y que en este caso eran demasiado fundados. Capponi,
-que se hizo sospechoso, había sido reemplazado como gonfaloniero por
-Francesco Carducci; pero se había nombrado _condottiere_ y gobernador
-general de las tropas florentinas al inquietante Malatesta Baglioni,
-quien más tarde había de entregar la ciudad al Papa. Miguel Ángel
-presentía el crimen. Participó sus temores a la Señoría. “El
-gonfaloniero Carducci, en vez de darle las gracias, le contestó
-injuriosamente, y le reprochó que fuera tan desconfiado y medroso”[277].
-
-Malatesta supo la denuncia de Miguel Ángel; un hombre de su temple
-no retrocedía ante nada para quitarse un adversario peligroso; y en
-Florencia era omnipotente como generalísimo. Miguel Ángel se creyó
-perdido. “Yo estaba resuelto, sin embargo--escribió--a esperar sin
-temor el fin de la guerra. Pero el martes por la mañana, 21 de
-septiembre, alguien vino fuera de la puerta de San Niccoló donde yo
-estaba en los bastiones, y me dijo al oído que si quería salvar mi
-vida, no podía permanecer más tiempo en Florencia. Esta misma persona
-me acompañó a mi casa, comió conmigo, me proporcionó caballos y no me
-dejó hasta verme fuera de Florencia”[278].
-
-Varchi, completando estos informes agrega que Miguel Ángel “mandó
-ocultar 12,000 florines de oro en tres camisas cosidas y prendidas en
-forma de jubones, y que huyó de Florencia no sin dificultad, por la
-puerta de la Justicia que era la menos custodiada, con Rinaldo Corsini
-y su discípulo Antonio Mini”.
-
-“Si era Dios o el diablo quien me empujaba, no lo sé”, escribió Miguel
-Ángel algunos días después. Era su demonio habitual de terror demente.
-¡Qué tal sería su espanto, si es cierto como se dice, que habiéndose
-detenido en su camino, en Castelnuovo, en la casa del antiguo
-gonfaloniero Capponi, le causó con sus relatos una emoción tan fuerte,
-que el pobre viejo murió algunos días después![279].
-
-El 23 de septiembre Miguel Ángel estaba en Ferrara. Por su excitación,
-rehusó la hospitalidad que el Duque le ofrecía en el castillo y
-continuó su fuga. Llegó el 25 de septiembre a Venecia. La Señoría,
-habiendo tenido aviso de su llegada, le envió dos gentiles hombres para
-poner a su disposición todo lo que necesitara. Pero él, vergonzoso y
-huraño, rehusó y se escondió en el barrio de la Giudecca. No se creía
-aún bastante lejos. Quería huir a Francia. El mismo día de su llegada a
-Venecia, dirige una carta ansiosa y trepidante a Battista della Palla,
-comisionado de Francisco I en Italia para la compra de obras de arte.
-
-“Battista, muy querido amigo, he salido de Florencia para ir a Francia;
-al llegar a Venecia me he informado del camino y se me ha dicho que
-era necesario pasar por los países alemanes, lo que es muy peligroso
-y difícil para mí. ¿Todavía tenéis intención de hacer el viaje? Os lo
-suplico, informadme y decidme dónde queréis que yo os espere; iremos
-juntos. Os lo suplico, respondedme al recibir esta carta, y tan pronto
-como os sea posible, porque me consumo en deseo de partir. Y si ya no
-deseáis hacer el viaje, hacédmelo saber para que yo me decida cueste lo
-que cueste, a irme solo...”[280].
-
-El Embajador de Francia en Venecia, Lázaro de Baif, se apresuró a
-escribir a Francisco I y al Condestable Montmorency, haciéndoles
-instancias para aprovechar la ocasión de que Miguel Ángel se
-estableciera en la Corte de Francia. El Rey mandó ofrecer
-inmediatamente a Miguel Ángel una pensión y una casa. Pero este cambio
-de cartas requirió naturalmente algún tiempo, y cuando llegó la oferta
-de Francisco I, Miguel Ángel ya había vuelto a Florencia. Su fiebre se
-había extinguido; en el silencio de la Giudecca había tenido tiempo
-para avergonzarse de su miedo. Su fuga había hecho mucho ruido en
-Florencia. El 30 de septiembre la Señoría decretó que todos los que
-habían huido serían proscriptos como rebeldes si no volvían antes del
-7 de octubre. En esta fecha, los fugitivos fueron declarados rebeldes
-y sus bienes confiscados. Sin embargo, el nombre de Miguel Ángel no
-figuraba todavía en la lista; la Señoría le otorgaba un nuevo plazo,
-y el embajador florentino en Ferrara, Galeotto Giugni, advirtió a la
-República que Miguel Ángel había conocido demasiado tarde el decreto, y
-que estaba dispuesto a volver si se le perdonaba. La Señoría prometió
-su perdón a Miguel Ángel y le envió a Venecia un salvoconducto con el
-tallador de piedras Bastiano di Francesco.
-
-Bastiano le entregó diez cartas de amigos que le conjuraban todos a
-regresar[281]. Entre ellos, el generoso Battista della Palla lo llamaba
-con palabras llenas de amor patrio:
-
-“Todos vuestros amigos, sin distinción de opiniones, sin vacilar, con
-una sola voz, os exhortan a volver para conservar vuestra vida, vuestra
-patria, vuestros amigos, vuestros bienes y vuestro honor, para gozar de
-los tiempos nuevos que tan ardientemente habéis deseado y esperado”.
-
-Creía que la edad de oro había vuelto para Florencia y no dudaba del
-triunfo de la buena causa. El infeliz debía ser una de las primeras
-víctimas de la reacción, después del retorno de los Médicis.
-
-Sus palabras decidieron a Miguel Ángel. Volvió lentamente: Battista
-della Palla que fué a encontrarlo a Lucca lo esperó muchos días y ya
-comenzaba a desesperar[282]. Al fin el 20 de noviembre Miguel Ángel
-volvió a Florencia[283]. El día 23 su sentencia de proscripción fué
-levantada por la Señoría, pero se decidió que el Gran Consejo estaría
-cerrado para él por tres años[284].
-
-Desde entonces Miguel Ángel cumplió bravamente con su deber hasta el
-fin. Volvió a su puesto en San Miniato, que los enemigos bombardeaban
-desde hacía un mes; hizo fortificar de nuevo la colina, e inventó
-máquinas nuevas, y se dice que salvó el _campanile_ cubriéndolo con
-bultos de lana y colchones colgados con cuerdas[285]. El último
-indicio que se tiene de su actividad durante el sitio, es una noticia
-de 22 de febrero de 1530, que nos lo muestra trepando sobre la cúpula
-de la catedral, para vigilar los movimientos del enemigo o para
-inspeccionar el estado de la misma cúpula.
-
-Sin embargo, la desgracia prevista se cumplió. El 2 de agosto de
-1530, Malatesta Baglioni defeccionó. El día 12 capituló Florencia,
-y el Emperador entregó la ciudad al Comisario del Papa, Baccio
-Valori. Entonces comenzaron las ejecuciones. Los primeros días nada
-detuvo la venganza de los vencedores. Los mejores amigos de Miguel
-Ángel--Battista della Palla entre ellos--fueron las primeras víctimas.
-Miguel Ángel se ocultó, según se cuenta, en el campanario de San
-Niccoló-oltr’Arno. Tenía motivos justos para temer, porque había
-circulado el rumor de que tuvo intenciones de destruir el Palacio
-de los Médicis. Pero Clemente VII no le había perdido su cariño. Si
-creemos a Sebastián del Piombo, se entristeció mucho por lo que supo de
-Miguel Ángel durante el sitio; pero se contentaba con alzar los hombros
-y decir:
-
-“Miguel Ángel no tiene razón; yo nunca le he hecho ningún mal”[286].
-Inmediatamente que se apagó la primera cólera de los proscriptores,
-Clemente VII escribió a Florencia; ordenaba que se buscara a Miguel
-Ángel, agregando que si quería continuar en el trabajo de las tumbas
-de los Médicis, debía ser tratado con todas las consideraciones que
-merecía[287].
-
-Miguel Ángel salió de su escondite y reanudó el trabajo destinado a
-glorificar a los mismos a quienes había combatido. Su desgracia lo
-obligó a más aún: consintió en esculpir el _Apolo tomando una flecha
-de su carcax_, para Baccio Valori, el instrumento de las más bajas
-comisiones del Papa, el asesino de su amigo Battista della Palla[288].
-Poco después tuvo que renegar de los proscriptos florentinos[289].
-¡Lamentable debilidad de un gran hombre, reducido a defender por medio
-de cobardías la vida de sus sueños artísticos contra la brutalidad
-asesina de la fuerza material, que podía impunemente aplastarlo! No
-sin razón debía consagrar todo el fin de su vida a elevar un monumento
-sobrehumano al Apóstol Pedro: más de una vez, como él, tuvo que llorar
-al oír el canto del gallo.
-
-Forzado a mentir, obligado a adular a un Valori, a celebrar a un
-Lorenzo, Duque de Urbino, estallaba de dolor y de vergüenza. Se
-entregó al trabajo y puso en él toda su rabia de aniquilamiento[290].
-No esculpió la estatua de los Médicis, sino la estatua de su
-desesperación. Cuando se le hacía notar la falta de parecido en los
-rostros de Juliano y Lorenzo de Médicis, respondía soberbiamente:
-“¿Quién los verá dentro de diez siglos?” Del uno hizo la Acción,
-del otro el Pensamiento, y las estatuas del zócalo que sirven
-como de comentario--_el Día_ y _la Noche_, _la Aurora_ y _el
-Crepúsculo_--expresan el sufrimiento de vivir y el desprecio de todo
-lo que existe. Estos inmortales símbolos del dolor humano, fueron
-terminados en 1531[291]. ¡Suprema ironía! nadie los comprendió. Un
-Giovanni Strozzi, contemplando la formidable _Noche_, hacía _concetti_:
-
-“La _Noche_ que tú ves dormir, tan graciosamente, fué esculpida por
-un Ángel en esta roca; y puesto que habla, vive. Si no lo crees,
-despiértala y te hablará”.
-
-Miguel Ángel respondió: “El sueño me es grato, y más todavía el ser de
-piedra mientras que duren el crimen y la vergüenza. No ver, no sentir,
-es para mí una gran ventura; por eso no me despiertes, habla en voz
-baja”.
-
- _Caro m’è ’l sonno et più l’esser di sasso,
- Mentre che ’l danno e la vergogna dura.
- Non veder, non sentir m’è gran ventura;
- Pero non mi destar, deh! parla basso._[292].
-
-Y en otra poesía exclamaba: “El cielo está dormido, puesto que uno solo
-se apropia los bienes de muchos hombres”.
-
-Y Florencia responde a sus gemidos[293]: “No interrumpáis vuestros
-santos pensamientos; el que cree haberos despojado de mí, no goza de
-su gran crimen por causa de su gran miedo. Menor alegría es para los
-amantes la plenitud del goce que extingue el deseo, que la miseria
-llena de esperanza”[294].
-
-Hay que pensar en lo que fué el saqueo de Roma y la caída de Florencia
-para los espíritus de entonces. Una quiebra espantosa de la razón, un
-derrumbamiento.
-
-Muchos ya no se volvieron a levantar. Un Sebastián del Piombo cae
-en un escepticismo despreocupado: “He llegado a tal extremo que el
-universo podría hundirse sin que a mí me importe, y me río de todo...
-No me parece que todavía sea yo el Bastiano de antes del saqueo, no
-puedo volver en mí”[295].
-
-Miguel Ángel piensa en matarse: “Si alguna vez es permitido darse la
-muerte, sería muy justo que este derecho perteneciera a quien, lleno
-de fe, vive esclavo y miserable”[296]. Estaba en una convulsión de
-espíritu. Cayó enfermo en junio de 1531. Clemente VII se esforzaba en
-vano por tranquilizarlo. Le mandaba decir por conducto de su Secretario
-y de Sebastián del Piombo, que no se excediera en el trabajo, que
-tuviera moderación para no fatigarse, que de vez en cuando diera un
-paseo, que no se redujera a la condición de un rudo operario[297]. En
-el otoño de 1531 se temía por su vida. Uno de sus amigos escribía a
-Valori: “Miguel Ángel está extenuado y enflaquecido. He hablado de ello
-últimamente con Bugiardini y Antonio Mini, y estamos de acuerdo en que
-no vivirá mucho si no se le cuida seriamente. Trabaja demasiado, come
-poco y mal, y duerme todavía menos. Desde hace un año sufre dolores
-de cabeza y de corazón”[298]. Clemente VII se preocupó; el 21 de
-noviembre de 1531 un Breve del Papa prohibió a Miguel Ángel, bajo pena
-de excomunión, trabajar en otra cosa más que en la tumba de Julio II y
-en la de los Médicis, para que pudiera conservar su salud “y glorificar
-por más tiempo a Roma, a su familia y a sí mismo”[299].
-
-Lo protegió contra las impertinencias de Valori y de los ricos
-pedigüeños que iban, según la costumbre, a mendigar obras de arte y a
-imponer a Miguel Ángel nuevos trabajos. “Cuando te pidan un cuadro,
-debes sujetarte en el pie tu pincel, pintar cuatro rasgos y decir:
-el cuadro está hecho”[300]. Se interpuso entre Miguel Ángel y los
-herederos de Julio II, que se hacían cada vez más amenazantes[301]. En
-1532 se firmó un cuarto contrato entre los representantes del duque
-de Urbino y Miguel Ángel, respecto a la tumba; Miguel Ángel prometió
-hacer un nuevo modelo del monumento, muy reducido[302], terminarlo en
-tres años y pagar todos los gastos, así como dos mil ducados por todo
-lo que había recibido ya de Julio II y de sus herederos. “Bastará con
-que se encuentre en la obra, escribe Sebastián del Piombo a Miguel,
-un poco de vuestro olor”. _Un poco del vostro odore_[303]. Tristes
-condiciones, porque lo que así firmaba Miguel Ángel era el fracaso de
-su gran proyecto y todavía tenía que pagar por esto. Pero en verdad lo
-que firmaba Miguel Ángel en cada una de sus obras desesperadas, era el
-fracaso de su vida, el fracaso de la Vida.
-
-Después del proyecto del monumento de Julio II se hundió el proyecto
-de las tumbas de los Médicis. Clemente VII murió el 25 de septiembre
-de 1534; y Miguel Ángel, por fortuna, estaba entonces ausente de
-Florencia. Desde hacía mucho tiempo vivía allí con inquietud porque el
-duque Alejandro de Médicis lo odiaba. Si no hubiera sido por el respeto
-del Papa, lo hubiera mandado matar[304]. Su enemitad había crecido aún,
-desde que Miguel Ángel se había rehusado a contribuir a la sujeción de
-Florencia elevando una fortaleza para dominar la ciudad; rasgo de valor
-que demuestra bastante en este hombre tímido la grandeza de su amor a
-la patria.
-
-Desde hacía mucho tiempo Miguel Ángel esperaba todo de parte del duque;
-y cuando Clemente VII murió no pudo salvarse más que por la casualidad
-que lo hizo estar en aquel momento fuera de Florencia, adonde no volvió
-ya más[305]. La Capilla de los Médicis no fué nunca terminada. Lo que
-conocemos con este nombre no tiene más que una lejana relación con lo
-que había soñado Miguel Ángel; apenas nos queda el esqueleto de la
-decoración mural. No solamente Miguel Ángel no había ejecutado ni la
-mitad de las estatuas[306], ni las pinturas que proyectaba[307]; pero
-cuando sus discípulos se esforzaron más tarde por descubrir y completar
-su pensamiento, él mismo no fué capaz de decirles cuál había sido[308];
-había renunciado tan absolutamente a todas sus empresas, que las había
-olvidado.
-
- * * * * *
-
-El 23 de septiembre de 1534, Miguel Ángel volvió a Roma, donde
-debía permanecer hasta su muerte[309]. Hacía veintiún años que la
-había dejado. En estos veintiún años, había hecho tres estatuas del
-monumento no terminado de Julio II, siete estatuas no terminadas del
-monumento no terminado de los Médicis, el Vestíbulo no terminado de la
-_Laurenziana_, el Cristo no terminado de Santa María de la Minerva, el
-_Apolo_ no terminado para Baccio Valori. Había perdido su salud, su
-energía, su fe en el arte y en la patria. Había perdido el hermano a
-quien quería más[310]. Había perdido a su padre que adoraba[311]. A la
-memoria del uno y del otro había elevado un poema de dolor, admirable,
-incompleto como todo lo que hacía, ardiendo por la pasión de morir:
-
-“...Ahora que el cielo te arrancó de nuestra miseria, ten compasión de
-mí que vivo muerto!... has matado a la muerte y te has hecho divino;
-no temes los cambios de la vida y del deseo; apenas puedo escribirlo
-sin envidia. La fortuna y el tiempo que nos traen únicamente la
-alegría dudosa y la desgracia segura, no se atreven a pasar vuestra
-puerta. Ninguna nube obscurece vuestra luz, el paso de las horas no os
-inquieta, la necesidad y el azar no os impulsan. La noche no amortigua
-vuestro esplendor, ni el día lo aumenta a pesar de su claridad. Por tu
-muerte aprendo a morir, mi querido padre. La muerte no es, como algunos
-creen, lo peor para aquél cuyo último día es el primero y eterno cerca
-del trono de Dios. Ahí espero y creo volver a verte, por la gracia de
-Dios, si mi razón arranca a mi corazón del fango terrestre y si el
-máximo amor entre el padre y el hijo crece en el cielo como todas las
-virtudes”[312].
-
-Nada lo retiene ya en la tierra: ni arte, ni ambiciones, ni ternura,
-ni esperanza de ninguna especie. Tiene sesenta años, su vida parece
-terminada; está solo, no cree en sus obras; tiene la nostalgia de la
-muerte, el deseo apasionado de escapar al fin, “del cambio del ser y
-del deseo, de la violencia de las horas, de la tiranía, de la necesidad
-y del azar”.
-
-“...¡Ay de mí! ¡Ay de mí! he sido traicionado por mis días fugaces...
-he esperado demasiado; el tiempo ha huido y yo me encuentro viejo. Ya
-no puedo arrepentirme ni recogerme con la muerte cerca de mí. Lloro en
-vano: no hay desgracia igual al tiempo perdido...”.
-
-“¡Ay de mí! ¡Ay de mí!... ¡cuando vuelvo los ojos hacia mi pasado no
-encuentro ni un solo día que haya sido mío! Las falsas esperanzas
-y el vano deseo, lo reconozco ahora, me han tenido llorando,
-amando, ardiendo y suspirando--porque ningún afecto mortal me es
-desconocido--lejos de la verdad... ¡Ay de mí!, ¡ay de mí! No sé adónde
-voy y tengo miedo, y si no me equivoco--¡oh!, Dios quiera que me
-equivoque--veo el castigo eterno, ¡oh Señor!, por el mal que he hecho
-conociendo el bien, y ya no sé qué esperar...”[313].
-
-
- NOTAS:
-
-[264] _Poesías_, XLIX.
-
-[265] Carta de septiembre de 1512, a propósito de lo que había dicho
-sobre el saqueo de Prato por los Imperiales, aliados de los Médicis.
-
-[266] Carta de Miguel Ángel a Buonarroto (septiembre de 1512).
-
-[267] “No soy un loco, como os imagináis...”. (Miguel Ángel a
-Buonarroto, septiembre de 1515).
-
-[268] Miguel Ángel a Buonarroto (septiembre y octubre de 1512).
-
-[269] En 1545.
-
-[270] Donato Giannotti fué para quien hizo Miguel Ángel el busto de
-_Brutus_. Algunos años antes de _El Diálogo_, en 1536, Alejandro de
-Médicis había sido asesinado por Lorenzino, quien fué celebrado como un
-nuevo Bruto.
-
-[271] _De’ giorni che Dante consumò nel cercare l’Inferno e ’l
-Purgatorio._ La cuestión que discuten los amigos es la de saber cuántos
-días pasó Dante en el infierno: ¿fué del viernes en la tarde al sábado
-en la tarde, o del jueves en la tarde al domingo por la mañana? Se
-recurre a Miguel Ángel, quien conocía la obra del Dante mejor que nadie.
-
-[272] Miguel Ángel, o Giannotti, que habla en nombre suyo, tiene
-cuidado de distinguir de los tiranos a los reyes hereditarios o
-príncipes constitucionales: “Yo no hablo aquí de los príncipes que
-poseen su poder por la autoridad de los siglos o por la voluntad del
-pueblo, y que gobiernan sus ciudades en perfecto acuerdo espiritual con
-el pueblo”.
-
-[273] Mayo 6 de 1527.
-
-[274] Expulsión de Hipólito y Alejandro de Médicis (mayo 17 de 1527).
-
-[275] Julio 2 de 1528.
-
-[276] Busini, según las confidencias de Miguel Ángel.
-
-[277] Condivi. “Y seguramente, agrega Condivi, hubiera hecho mejor
-escuchando el buen consejo; porque cuando los Médicis volvieron fué
-decapitado”.
-
-[278] Carta de Miguel Ángel a Battista della Palla (septiembre 25 de
-1529).
-
-[279] Segni.
-
-[280] Carta de Miguel Ángel a Battista della Palla (septiembre 25 de
-1529).
-
-[281] Octubre 22 de 1529.
-
-[282] Le escribió otras cartas conjurándolo para que volviera.
-
-[283] Cuatro días antes, su pensión le había sido retirada por decreto
-de la Señoría.
-
-[284] Según una carta de Miguel Ángel a Sebastián del Piombo, debía
-también pagar a la Comuna una multa de 1,500 ducados.
-
-[285] “Cuando el Papa Clemente y los españoles pusieron sitio a
-Florencia--cuenta Miguel Ángel a Francisco de Holanda--los enemigos
-fueron mucho tiempo detenidos por las máquinas que yo hice construir
-sobre la terraza. Una noche hacía yo que se cubriera el exterior de
-los muros con sacos de lana; otra, mandaba cavar fosos para llenarlos
-de pólvora y hacerlos estallar, quemando a los Castellanos de tal modo
-que saltaran por el aire sus miembros desgarrados... ¡Para eso sirve
-la pintura! para las máquinas y los instrumentos de guerra; para dar
-una forma conveniente a las bombardas y a los arcabuces; para construir
-puentes y confeccionar escalas, y sobre todo para los planos y las
-proporciones de las fortalezas, de los bastiones, de los fosos, de las
-minas y de las contraminas...”. (Francisco de Holanda: _Diálogo sobre
-la pintura en la ciudad de Roma_. Tercera parte, 1549).
-
-[286] Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel (abril 29 de 1531).
-
-[287] Condivi. Desde el 11 de diciembre de 1530, la pensión de Miguel
-Ángel fué restablecida por el Papa.
-
-[288] Otoño de 1530. La estatua está en el _Museo Nazionale_ de
-Florencia.
-
-[289] En 1544.
-
-[290] En estos mismos años, los más sombríos de su vida, Miguel Ángel,
-por una reacción salvaje de su naturaleza contra el pesimismo cristiano
-que lo ahogaba, ejecutó obras de un paganismo audaz, como la _Leda
-acariciada por el Cisne_--1529-1530--la cual, pintada para el duque de
-Ferrara, obsequiada después por Miguel Ángel a su discípulo Antonio
-Mini, fué llevada por este último a Francia donde se dice que fué
-destruida por el año de 1643, a causa de su aspecto lascivo, por Sublet
-des Noyers. Un poco más tarde, Miguel Ángel pintó para Bartolommeo
-Bettini, una _Venus acariciada por el amor_, de la cual Pontormo hizo
-un cuadro que está en los Uffizi. Otros dibujos de un impudor grandioso
-y severo son probablemente de la misma época. Carlos Blanc describe uno
-de ellos: “En él se ven los transportes de una mujer violada, que se
-defiende contra un robusto raptor, pero no sin expresar un involuntario
-sentimiento de dicha y orgullo”.
-
-[291] La _Noche_ fué esculpida probablemente en el otoño de 1530;
-estaba terminada en la primavera de 1531; la _Aurora_, en septiembre
-de 1531; el _Crepúsculo_ y el _Día_, un poco después. Véase doctor
-Ernst Steinmann: _Das Geheimnis der Medicigraber Michel Angelos_, 1907,
-Hiersemann. Leipzig.
-
-[292] _Poesías_, CIX, 16, 17. Según Frey de fecha de 1545.
-
-[293] Miguel Ángel imagina un diálogo entre Florencia y los florentinos
-desterrados.
-
-[294] _Poesías_, CIX, 48. Véase Apéndice VII.
-
-[295] Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel, de 24 de febrero de
-1531. Era la primera carta que le escribía después del saqueo de Roma:
-
-“Dios sabe cuán feliz he sido porque después de tantas miserias y
-peligros, el Todopoderoso nos haya dejado vivos y con buena salud por
-su misericordia y su piedad. Cuando pienso en ello me parece una cosa
-verdaderamente maravillosa... Ahora, compadre mío, que hemos pasado
-por el agua y por el fuego y hemos sufrido cosas inimaginables, demos
-gracias a Dios por todo, y pasemos al menos el resto de nuestra vida en
-el mayor reposo posible. Hay que contar muy poco con la Fortuna, porque
-es pérfida y dolorosa...”.
-
-En esta época se violaba la correspondencia. Sebastián recomendaba a
-Miguel Ángel, considerado como sospechoso, que desfigurara su escritura.
-
-[296] _Poesías_, XXXVIII. Véase Apéndice VIII.
-
-[297] “..._Non voria che ve fachinasti tanto_...”. Carta de Pier Paolo
-Marzi a Miguel Ángel, junio 20 de 1531. Véase carta de Sebastián del
-Piombo a Miguel Ángel (junio 16 de 1531).
-
-[298] Carta de Giovanni Battista di Paolo Mini a Valori, de 29 de
-septiembre de 1531.
-
-[299] “..._Né aliquo modo laborare debeas, nisi in sepultura et opera
-nostra, quam tibi commisimus_...”.
-
-[300] Carta de Benvenuto della Volpaja a Miguel Ángel. Noviembre 26 de
-1531.
-
-[301] “Si no tuvierais el escudo del Papa, le escribe Sebastián,
-saltarían como serpientes”. (_Saltariano come serpenti._) Marzo 5 de
-1532.
-
-[302] Ya no se trataba más que de entregar para la tumba, que debía
-ser levantada en San Pedro Ad Víncula, seis estatuas comenzadas y no
-terminadas:--sin duda el _Moisés_, la _Victoria_ y los _Esclavos_ y las
-figuras de la gruta Boboli.
-
-[303] Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel (abril 6 de 1532).
-
-[304] Muchas veces Clemente VII tuvo que tomar la defensa de Miguel
-Ángel, contra su sobrino Alejandro. Sebastián del Piombo cuenta a
-Miguel Ángel una escena de este género en la cual “el Papa habló con
-tanta vehemencia, furor, y resentimiento, en términos tan terribles,
-que no es permitido escribirlos”. (Agosto 16 de 1533).
-
-[305] Condivi.
-
-[306] Miguel Ángel había ejecutado parcialmente siete estatuas, y las
-dos tumbas de Lorenzo de Urbina y de Julián de Nemours y la Madona. No
-había comenzado las cuatro estatuas de los ríos, que quería hacer, y
-abandonó a otros las figuras para las tumbas de Lorenzo el Magnífico y
-de Julián, hermano de Lorenzo.
-
-[307] Vasari preguntó a Miguel Ángel en 17 de marzo de 1563, “que qué
-pensaba hacer respecto a las pinturas sobre los muros”.
-
-[308] No se supo siquiera dónde colocar las estatuas ya hechas, ni
-cuáles había querido hacer para los nichos que estaban vacíos. En
-vano Vasari y Ammanati, encargados por el duque Cosme I de acabar la
-obra emprendida por Miguel Ángel, se dirigieron a él: no se acordaba
-de nada. “La memoria y el espíritu se me han anticipado, escribía en
-agosto de 1557, para esperarme en el otro mundo”.
-
-[309] Miguel Ángel recibió los derechos de ciudadano romano el 20 de
-marzo de 1546.
-
-[310] Buonarroto, muerto de la peste en 1528.
-
-[311] En junio de 1534.
-
-[312] _Poesías_, LVIII. Véase Apéndice IX.
-
-[313] _Poesías_, XLIX. Véase Apéndice X.
-
-
-
-
- LA ABDICACIÓN
-
-
- [Ilustración]
-
-
- I
- AMOR
-
- _I’ me la morte, in te la vita mia._[314]
-
-
-Entonces, en este corazón despedazado, después de renunciar a todo
-lo que lo hacía vivir, se levantó una vida nueva, refloreció una
-primavera, el amor ardió con una llama más clara. Pero este amor no
-tenía casi nada de egoísta ni de sensual. Fué la adoración mística
-de la belleza de un Cavalieri; fué la religiosa amistad de Vittoria
-Colonna, comunión apasionada de dos almas en Dios; fué, en fin, la
-ternura paternal para sus sobrinos huérfanos, la piedad para los
-pobres y para los débiles, la santa caridad.
-
-El amor de Miguel Ángel para Tommaso dei Cavalieri es muy propio
-para desconcertar a la mayoría de los espíritus, ya sean bien o mal
-intencionados. Hasta en la Italia del fin del Renacimiento era muy a
-propósito para provocar interpretaciones desagradables; el Aretino
-lo comentaba injuriosamente[315]. Pero las injurias de los Aretinos,
-porque siempre los hay, no pueden alcanzar a un Miguel Ángel.
-“Se forman en su corazón un Miguel Ángel del género de su propio
-corazón”[316].
-
-Ninguna alma fué más pura que la de Miguel Ángel; nadie tuvo del amor
-un concepto más religioso.
-
-“Con frecuencia he oído--decía Condivi--a Miguel Ángel hablando del
-amor; y los que estaban presentes decían que Platón no hablaba de otro
-modo. Por mi parte, yo no sé lo que Platón dijo; pero sé muy bien que
-después de haber tenido por mucho tiempo amistad íntima con él, nunca
-oí salir de sus labios más que conceptos honorables que tenían fuerza
-para extinguir en los jóvenes los deseos desordenados que los agitan”.
-
-Pero este idealismo platónico, no tenía nada de literario ni de frío;
-se adunaba con una fuerza del pensamiento que hacía de Miguel Ángel una
-verdadera víctima de todo lo bello que veía. El propio Miguel Ángel no
-lo ignoraba y un día, al rehusar una invitación de su amigo Giannotti,
-dijo:
-
-“Cuando veo a un hombre que posee algún talento o algún don del
-espíritu, un hombre que logra hacer o decir algo mejor que el resto
-del mundo, me siento atraído hacia él y me entrego de tal modo que ya
-no me pertenezco a mí mismo... todos vosotros estáis tan bien dotados
-que si aceptara vuestra invitación, perdería mi libertad; cada uno
-de vosotros me robaría un pedazo de mí mismo. Hasta el bailarín y el
-tocador de laúd, si fueran eminentes en su arte, harían de mí lo que
-quisieran. En vez de descansar, fortificarme y recobrar la serenidad en
-vuestra compañía, quedaría mi alma desgarrada y dispersa a todos los
-vientos, de tal manera que durante muchos días después no sabría yo en
-qué mundo me muevo”[317].
-
-Si así lo conquistaban la belleza de los pensamientos de las palabras o
-de los sentidos, mucho más lo conmovía la belleza del cuerpo.
-
- _La forza d’un bel viso a che mi sprona!
- C’altro non è c’al mondo mi diletti_[318]...
-
-“La fuerza de un rostro hermoso es para mí un gran estímulo y no hay
-nada en el mundo que me produzca tanto deleite”.
-
-Para este creador de formas admirables, que era al mismo tiempo un gran
-creyente, un hermoso cuerpo era divino, un hermoso cuerpo era como
-Dios mismo, apareciendo bajo el velo de la carne. Como Moisés frente
-a la zarza ardiente, Miguel Ángel se aproximaba tembloroso. El objeto
-de su adoración era verdaderamente para él, como decía, un _Ídolo_. Se
-prosternaba a sus pies, y esta humillación voluntaria del gran hombre,
-penosa para el mismo Cavalieri, era tanto más extraña cuanto que con
-frecuencia el ídolo de bello rostro tenía un alma vulgar y despreciable
-como Febo di Poggio. Pero Miguel Ángel no veía nada... ¿No veía en
-verdad?--no quería ver nada;--en su corazón era donde modelaba la
-estatua apenas esbozada.
-
-El más antiguo de sus amantes ideales, de sus ensueños vivientes,
-fué Gherardo Perini, por el año de 1522[319]. Miguel Ángel se enamoró
-de Febo di Poggio en 1533, y de Cecchino dei Bracci en 1544[320]. Su
-amistad para Cavalieri no fué pues exclusiva y única, pero fué durable
-y alcanzó un grado de exaltación, justificada, hasta cierto punto, no
-solamente por la belleza sino por la nobleza moral de su amigo.
-
-Dice Vasari: “Por encima de todos, sin comparación, amó a Tommaso dei
-Cavalieri, gentilhombre romano, joven y apasionado por el arte; hizo de
-él un retrato de tamaño natural, el único retrato que dibujó, porque
-tenía horror de copiar a una persona viva a menos que no fuese de una
-incomparable belleza”.
-
-Varchi agrega:
-
-“Cuando vi en Roma a Messer Tommaso Cavalieri, tenía no solamente
-una incomparable belleza, sino maneras tan agraciadas, un espíritu
-tan distinguido y una conducta tan noble que bien merecía ser amado
-mientras más se le conocía”[321].
-
-Miguel Ángel lo conoció en Roma en el otoño de 1532. La primera carta
-que Cavalieri escribió contestando a las declaraciones inflamadas de
-Miguel Ángel, está llena de dignidad:
-
-“He recibido una carta vuestra que me ha sido tanto más grata cuanto
-era inesperada; digo inesperada, porque no me juzgo digno de que un
-hombre como vos me escriba. En cuanto a lo que decís en mi alabanza y
-de mis trabajos, por los cuales me aseguráis una simpatía no pequeña,
-os respondo que no son de naturaleza tal para que un hombre de genio
-como el vuestro, como no existe otro sobre la tierra, ya no digo igual,
-pero ni siquiera aproximado, escriba a un joven que principia apenas y
-que es tan ignorante. Yo no creo que me mintáis, pero sí creo, estoy
-seguro, de que el afecto que me tenéis no tiene otra causa más que el
-amor que un hombre como vos debe necesariamente tener para los que se
-consagran al arte y lo aman. Yo soy de éstos, y en este punto no cedo
-a nadie. Os devuelvo vuestro afecto, lo prometo; nunca he estimado a
-un hombre tanto como a vos, nunca he deseado una amistad tanto como
-la vuestra. Os suplico que me tengáis por vuestro servidor, cuando
-sea oportuno, y me recomiendo eternamente a vos. Vuestro muy adicto,
-Tommaso Cavalieri”[322].
-
-Cavalieri parece haber conservado siempre este tono de afecto
-respetuoso y reservado. Permaneció fiel a Miguel Ángel hasta su última
-hora, en la cual estuvo presente. Tuvo siempre su confianza, era el
-único que pasaba por tener influencia sobre él y tuvo el raro mérito
-de usarla siempre para el bien y la grandeza de su amigo; él fué el
-que decidió a Miguel Ángel a terminar el modelo en madera de la cúpula
-de San Pedro; él fué quien conservó los planos de Miguel Ángel para la
-construcción del Capitolio y quien trabajó para realizarlos; él fué, en
-fin, quien después de la muerte de Miguel Ángel vigiló el cumplimiento
-de su voluntad.
-
-Pero la amistad de Miguel Ángel para él era como una locura de amor.
-Le escribía cartas delirantes, se dirigía a su ídolo prosternando la
-frente en el polvo[323]. Lo llama un “genio poderoso... un milagro...
-la luz de nuestro siglo”; le suplica “que no lo desprecie porque no
-puede compararse a él, porque nadie puede igualarlo”. Le ofrece como un
-homenaje todo su presente y todo su porvenir, y agrega:
-
-“Es para mí un dolor infinito no poder daros también mi pasado para
-poder serviros por más tiempo; porque el porvenir será corto, ya estoy
-muy viejo[324]... No creo que nada pueda destruir nuestra amistad,
-aunque hablo de una manera muy presuntuosa porque estoy infinitamente
-por debajo de vos[325]... Tan fácilmente podría olvidar vuestra
-amistad como el alimento que me da la vida; sí, más bien olvidaría el
-alimento que sostiene únicamente mi cuerpo sin placer, que vuestro
-nombre que alimenta al cuerpo y el alma y los llena de una dulzura
-tal que mientras pienso en vos no siento ni sufrimiento ni temor de
-la muerte[326]. Mi alma está en las manos de aquél a quien yo se la
-he dado[327]... Si yo tuviera que dejar de pensar en él, creo que
-caería muerto inmediatamente”[328]. Hizo a Cavalieri regalos soberbios:
-“dibujos sorprendentes, cabezas maravillosas a lápiz rojo y negro que
-había hecho expresamente para enseñarlo a dibujar. Después dibujó para
-él un Ganímedes arrebatado al Cielo por el Águila de Zeus, un Tityos
-con el buitre devorándole el corazón, la Caída de Faetonte en el Pó con
-el carro del Sol y una Bacanal de niños; todas obras de la más rara
-belleza y de una perfección inimaginables”[329].
-
-Le dirigía también sonetos algunas veces admirables y muchas otras
-obscuros, de los cuales algunos fueron pronto recitados en los círculos
-literarios y conocidos por toda Italia[330]. Se ha dicho que el soneto
-siguiente era “la más hermosa poesía lírica de Italia en el siglo
-XVI”[331].
-
-“Con vuestros ojos veo una dulce luz que con mis ojos ciegos no puedo
-ver. Con vuestros pies soporto una carga pesada que con mis pies no
-podría sostener. Por vuestro espíritu me siento elevado al cielo.
-Según vuestra voluntad me pongo pálido o encendido, frío bajo el sol,
-caliente entre las brumas frías. En vuestra voluntad está mi voluntad.
-Mis pensamientos se forman en vuestro corazón y mis palabras en vuestro
-aliento. Abandonado a mí mismo, soy como la luna si el sol no la
-ilumina”[332].
-
-Más célebre es todavía este otro soneto, uno de los más hermosos cantos
-que se hayan escrito en honor de la perfecta amistad:
-
-“Si un casto amor, si una piedad suprema, si una fortuna igual existen
-entre dos amantes, si la suerte cruel hiere a uno lo mismo que al otro,
-si un solo espíritu y una sola voluntad gobierna dos corazones, si una
-alma se hace eterna en dos cuerpos llevándolos hacia el cielo con las
-mismas alas, si el amor hiere con su flecha dorada dos pechos a la
-vez, si el uno ama al otro y ninguno se ama a sí mismo, si los dos no
-tienen más placer ni más alegría que aspirar juntos al mismo fin, si
-mil y mil amores no serían más que la centésima parte de este amor y
-de esta fe que los une, ¿por un solo desdén se rompería este lazo para
-siempre?”[333].
-
-Este olvido de sí mismo, este don ardiente de todo el ser que se funde
-en el ser amado, no tenía siempre la misma serenidad. La tristeza
-triunfaba, y el alma poseída por el amor, se debatía gimiendo.
-
-“Lloro, ardo y me consumo y mi corazón con esto se alimenta...”.
-
- _I’ piango, i’ ardo, i’ mi consumo, e 'l core
- Di questo si nutrisce..._[334].
-
-“Tú, que me has quitado la alegría de vivir”, dice a Cavalieri[335].
-
-A estas poesías demasiado apasionadas, “el dulce y amado señor”[336]
-Cavalieri oponía su frialdad afectuosa y tranquila[337]. La exageración
-de esta amistad le chocaba en secreto. Miguel Ángel se disculpaba:
-
-“Mi querido señor, no te irrites por mi amor que se dirige solamente a
-lo que hay de mejor en ti[338]; porque el espíritu de uno debe sentirse
-atraído por el espíritu del otro. Lo que yo deseo, lo que yo encuentro
-en tu hermoso rostro, no puede ser comprendido por los hombres
-vulgares. Quien quiera comprenderlo tiene que morir antes”[339].
-
-Y seguramente esta pasión de la belleza no tenía nada que no fuera
-honesto[340]. Pero la esfinge de este amor ardiente y turbio[341], y
-casto a pesar de todo, no dejaba de ser inquietante y alucinada.
-
-Estas amistades mórbidas--esfuerzos desesperados para negar la nada
-de su vida y para crear el amor del cual estaba hambriento,--fueron
-substituidas afortunadamente por el cariño sereno de una mujer, que
-supo comprender a este niño viejo, solo y perdido en el mundo, y que
-devolvió a su alma lacerada un poco de paz, de confianza, de razón, y
-la aceptación melancólica de la vida y de la muerte.
-
- * * * * *
-
-En 1533 y 1534[342], fué cuando la amistad de Miguel Ángel por
-Cavalieri llegó a su paroxismo. En 1535 comenzó a conocer a Vittoria
-Colonna.
-
-Había nacido ella en 1492; su padre era Fabrizio Colonna, señor de
-Paliano, príncipe de Tagliacozzo. Su madre, Inés de Montefeltro, era
-hija del gran Federico, príncipe de Urbino. Su familia una de las más
-nobles de Italia, una de aquéllas en las cuales había encarnado mejor
-el luminoso espíritu del Renacimiento. A los diecisiete años se casó
-con el marqués de Pescara, Ferrante Francesco d’Avalos, gran General y
-vencedor de Pavía. Ella lo amó; él no la amó. No era hermosa[343].
-
-Las medallas que se conocen de ella muestran un semblante viril,
-voluntarioso y un poco duro; frente alta, nariz larga y recta, labio
-superior corto, y labio inferior un poco saliente; boca apretada y
-mentón enérgico[344].
-
-Filonico Alicarnasseo, que la conoció y escribió su vida, deja
-entender, a pesar de todas las reticencias que usa, que era fea:
-“cuando se casó con el marqués de Pescara--dice--se dedicó a
-desarrollar los dones de su espíritu, porque como no poseía gran
-belleza, se instruyó en las letras para asegurarse la belleza inmortal,
-que no pasa como la otra”. Era apasionadamente intelectual. En un
-soneto dice de sí misma que “los sentidos groseros, impotentes para
-formar la armonía que produce el puro amor de las almas nobles,
-no produjeron nunca en ella ni placer ni sufrimiento... Una llama
-clara--agrega--elevó tan alto mi corazón, que los pensamientos bajos
-lo ofenden”. No estaba hecha para ser amada por el brillante y sensual
-Pescara. Pero como lo dispone la sinrazón del amor, estaba hecha para
-amarlo y para sufrir por ello.
-
-Sufrió cruelmente, en efecto, las infidelidades de su marido, que la
-engañaba en su propia casa, a la vista de todo Nápoles. Sin embargo,
-cuando él murió, en 1525, no se consoló; se refugió en la religión
-y en la poesía; llevó una vida de claustro en Roma y después en
-Nápoles[345]; sin renunciar desde luego a los pensamientos del mundo,
-buscaba la soledad sólo para absorberse en el recuerdo de su amor
-y cantarlo en sus versos. Estaba relacionada con todos los grandes
-escritores de Italia, con Sadoletto, Bembo, Castiglioni, quien le
-confió el manuscrito de su _Cortegiano_; con el Ariosto, que la celebró
-en su Orlando; con Pablo Jovio, Bernardo Tasso, Ludovico Dolce. Después
-de 1530 sus sonetos circularon por toda Italia y le conquistaron una
-gloria única entre las mujeres de su tiempo. Retirada en Ischia,
-cantaba sin cansarse su amor transfigurado, en la soledad de la bella
-isla, en medio del mar armonioso.
-
-Pero desde el año de 1534 se dedicó a la religión por completo. El
-espíritu de reforma católica, el libre espíritu religioso que tendía
-entonces a regenerar a la Iglesia evitando el cisma, se apoderó de
-ella. No se sabe si conoció en Nápoles a Juan de Valdés[346]; pero la
-conmovieron profundamente las predicaciones de Bernardino Ochino, de
-Siena;[347] y fué amiga de Pietro Carnesecchi[348], de Giberti, de
-Sadoletto, del noble Reginaldo Pole, y del más grande de estos prelados
-reformadores que constituyeron en 1536 el _Collegium de emendanda
-Ecclesia_, el Cardenal Gaspare Contarini[349], quien intentó en vano
-establecer la unidad con los protestantes en la Dieta de Ratisbona y se
-atrevió a escribir estas valientes palabras[350]:
-
-“La ley de Cristo es una ley de libertad... no se puede llamar gobierno
-al que está regido por la voluntad de un hombre, inclinado por la
-naturaleza al mal e impulsado por innumerables pasiones. ¡No! Toda
-soberanía es una soberanía de la razón. Tiene por objeto conducir por
-caminos de justicia a todos aquéllos que le están sometidos a su justo
-fin: la felicidad. La autoridad del Papa es también una autoridad de
-la razón. Un Papa debe saber que ejerce esta autoridad sobre hombres
-libres. No debe a su arbitrio ordenar, prohibir o dispensar, sino
-únicamente según las reglas de la razón, de los divinos mandamientos y
-del amor. Esta regla conduce todo a Dios y al bien común”.
-
-Vittoria fué una de las almas más exaltadas de este pequeño grupo
-idealista, donde se unían las más puras conciencias de Italia. Tuvo
-correspondencia con Renato de Ferrara y con Margarita de Navarra;
-y Pier Paolo Vergerio, más tarde protestante, la llamaba “una de
-las luces de la verdad”. Pero cuando comenzó el movimiento de
-contrarreforma dirigido por el despiadado Caraffa[351], cayó en una
-duda mortal. Era, como Miguel Ángel, una alma apasionada pero débil;
-tenía necesidad de creer y era incapaz de resistir a la autoridad de la
-Iglesia. “Se mortificaba con ayunos y cilicios de tal manera que ya no
-le quedaba más que la piel sobre los huesos”[352]. Su amigo el Cardenal
-Pole[353] la tranquilizó obligándola a someterse, a humillar el orgullo
-de su inteligencia y a olvidarse en Dios, en una especie de embriaguez
-de sacrificio... Pero no se sacrificaba únicamente a sí misma sino a
-sus amigos, porque tuvo que renegar de Ochino y entregar sus escritos
-a la Inquisición de Roma. Como Miguel Ángel, este gran espíritu estaba
-aniquilado por el miedo. Ahogaba sus remordimientos en un misticismo
-desesperado:
-
-“Habréis visto el caos de ignorancia donde yo estaba, y el laberinto
-de errores hacia donde iba, con el cuerpo perpetuamente en movimiento
-para encontrar reposo y el alma siempre agitada para encontrar la paz.
-Dios ha querido que se me dijera ‘Fiat lux!’ y que se me mostrara que
-yo no era nada y que todo estaba en Cristo”[354].
-
-Deseaba la muerte como una liberación, y murió el 25 de febrero de 1547.
-
- * * * * *
-
-Conoció a Miguel Ángel cuando estaba más penetrada del libre misticismo
-de Valdés y de Ochino. Esta mujer triste y atormentada, que tenía
-siempre necesidad de un guía para apoyarse, no tenía menos necesidad de
-un ser más débil y más desgraciado que ella para dedicarle todo el amor
-maternal que llenaba su corazón.
-
-Procuró ocultar su turbación a Miguel Ángel; serena en apariencia,
-reservada, un poco fría, le trasmitió la paz que ella tenía que pedir
-a otro. Su amistad, iniciada por el año de 1535, fué íntima desde el
-otoño de 1538 y por completo fundada en Dios. Vittoria tenía cuarenta
-y seis años y él sesenta y tres; ella vivía en Roma, en el Claustro de
-San Silvestre in Capite, abajo del Monte Pincio.
-
-Miguel Ángel habitaba cerca del Monte Cavallo. Se reunían los domingos
-en la Iglesia de San Silvestre del Monte Cavallo. El hermano Ambrogio
-Caterino Politi les leía las Epístolas de San Pablo y ellos las
-discutían juntos. El pintor portugués Francisco de Holanda nos ha
-conservado el recuerdo de estas conversaciones en sus cuatro _Diálogos
-sobre la pintura_[355]. Son un cuadro vivo de esta amistad grave y
-tierna.
-
-La primera vez que Francisco de Holanda fué a la Iglesia de San
-Silvestre, encontró a la marquesa de Pescara con algunos amigos
-escuchando la lectura piadosa.
-
-Miguel Ángel no estaba ahí. Cuando terminó la Epístola la amable señora
-dijo sonriendo al extranjero:
-
---Francisco de Holanda habría oído sin duda con más gusto un discurso
-de Miguel Ángel que esta predicación.
-
-A lo cual Francisco, creyéndose tontamente ofendido, respondió:
-
---¿Qué, señora, le parece a Vuestra Excelencia que no entiendo otra
-cosa y sólo sirvo para pintar?
-
---No seáis tan quisquilloso, messer Francisc,--dijo Lattanzio
-Tolomei,--precisamente la marquesa está convencida de que un pintor
-sirve para todo. Así estimamos la pintura nosotros los italianos. Pero
-tal vez ella dijo esto para agregar al placer que habéis tenido, el de
-oír a Miguel Ángel.
-
-Francisco se confunde entonces, dando excusas, y la marquesa dice a
-uno de sus servidores: “Ve a la casa de Miguel Ángel y dile que yo y
-messer Lattanzio nos hemos quedado después del servicio religioso en
-esta Capilla, donde hace un fresco agradable; si quiere perder un poco
-su tiempo, sería con mucho provecho para nosotros... pero--agrega,
-conociendo el carácter huraño de Miguel Ángel--no le digas que
-Francisco de Holanda el español, está aquí”.
-
-Esperando el regreso del enviado se quedan charlando, buscando cómo
-harán que Miguel Ángel hable de pintura sin que advierta su intención,
-porque si la comprende se rehusaría inmediatamente a continuar la
-plática.
-
-“Hubo algunos instantes de silencio. Llamaron a la puerta; todos
-expresamos el temor de que el Maestro no viniera, porque la respuesta
-había sido muy repentina. Pero mi estrella quiso que Miguel Ángel,
-que habitaba muy cerca, fuera justamente de camino en la dirección de
-San Silvestre; iba por la vía Esquilina hacia las Termas, filosofando
-con su discípulo Urbino. Y como nuestro enviado lo había encontrado
-y conducido, él mismo en persona era quien estaba a la puerta. La
-marquesa se levantó y permaneció por mucho tiempo en conversación con
-él, de pie, aparte de los demás, antes de invitarlo a tomar asiento
-entre Lattanzio y ella. Francisco de Holanda se sentó al lado de él,
-pero Miguel Ángel no prestó ninguna atención a su vecino, lo cual chocó
-a éste vivamente. Francisco dijo con tono ofendido:
-
-“En verdad el medio más seguro de no ser visto por alguno, consiste en
-ponérsele enfrente de los ojos”.
-
-Miguel Ángel, sorprendido, lo miró y se disculpó inmediatamente con
-gran cortesía:
-
-“Perdonad, messer Francisco: no os había visto, en verdad, porque no
-tenía ojos más que para la marquesa”. Sin embargo, Vittoria, después de
-una breve pausa, comenzó a hablar de mil cosas con una habilidad que
-no puede elogiarse lo suficiente; de una manera diestra y discreta,
-sin referirse a la pintura. Se hubiera dicho que era como el asedio
-a una plaza fuerte, hecho con esfuerzo y arte, y que Miguel Ángel
-parecía un sitiado vigilante y desconfiado, que coloca en un punto
-centinelas, levanta puentes en otra parte, en otra pone minas y tiene a
-la guarnición alerta en las puertas y sobre las murallas.
-
-Al fin la marquesa venció, y verdaderamente nadie hubiera podido
-defenderse de ella.
-
-“Vamos--dijo--hay que reconocer que no puede triunfarse cuando se ataca
-a Miguel Ángel con sus propias armas, es decir, con la astucia. Será
-necesario, messer Lattanzio, que hablemos con él de procesos, de breves
-del Papa, o bien... de pintura, si queremos reducirlo al silencio y
-decir nosotros la última palabra”.
-
-Esta desviación ingeniosa llevó la conversación al terreno del arte.
-Vittoria habla a Miguel Ángel de una construcción piadosa que tenía
-el proyecto de levantar; e inmediatamente Miguel Ángel se ofrece para
-examinar el emplazamiento y esbozar un plan.
-
-“Yo no me habría atrevido a pediros un servicio tan grande--respondió
-la marquesa--aunque sepa que seguís en todo la enseñanza del Salvador,
-que abatía a los soberbios y exaltaba a los humildes... Los que os
-conocen estiman la persona de Miguel Ángel más todavía que sus obras,
-mientras los que no os conocen personalmente admiran la más débil
-parte de vos mismo, es decir las obras de vuestras manos. Pero yo no
-alabo menos que os apartéis con tanta frecuencia, huyendo de nuestras
-inútiles conversaciones, y que en lugar de pintar los retratos de todos
-los príncipes que vienen a rogaros, consagréis casi toda vuestra vida a
-una sola gran obra”.
-
-Miguel Ángel declina modestamente estos cumplimientos y expresa
-su aversión para los habladores y los ociosos--grandes señores o
-Papas--que se creen permitido imponer su sociedad a un artista que no
-tiene bastante vida para cumplir su tarea.
-
-Después la conversación pasa a los más altos temas de arte, que la
-marquesa trata con una gravedad religiosa. Una obra de arte, para ella,
-como para Miguel Ángel, es un acto de fe.--“La buena pintura--dice Miguel
-Ángel--se aproxima a Dios y se une a él: No es más que una copia de su
-perfección, una sombra de su pincel, de su música, de su melodía...”.
-
-“Por eso no basta que el pintor sea un maestro hábil y grande. Yo creo
-más bien que su vida debe ser pura y santa, lo más posible, para que el
-Espíritu Santo gobierne sus pensamientos...”[356].
-
-Y así transcurre el día, en estas conversaciones verdaderamente
-sagradas, de una serenidad majestuosa, en la Iglesia de San Silvestre,
-a no ser que los amigos prefieran continuar la plática en el jardín
-que nos describe Francisco de Holanda, “junto a la fuente, a la sombra
-de una fronda de laureles, sentados sobre un banco de piedra adosado a
-un muro que tapiza la yedra”, desde donde dominan Roma, tendida a sus
-pies[357].
-
-Desgraciadamente estas bellas conversaciones no duraron mucho. La
-crisis religiosa por la cual pasaba la marquesa de Pescara las rompió
-bruscamente. En 1541 salió ella de Roma para encerrarse en un claustro
-en Orvieto y después en Viterbo.
-
-“Pero con frecuencia salía de Viterbo, e iba a Roma únicamente para
-ver a Miguel Ángel. Él estaba enamorado de su divino espíritu y ella
-le correspondía. Él recibió de ella y conservó muchas cartas llenas
-de casto y muy dulce amor, tales como podía escribirlas esta alma
-noble[358]. A petición suya, agrega Condivi, ejecutó Miguel Ángel un
-Cristo desnudo que, desprendido de la Cruz, caería como un cadáver
-inerte a los pies de su santa Madre si dos ángeles no lo sostuvieran
-por los brazos. María está sentada bajo la Cruz; su rostro lloroso
-y dolorido, y, los dos brazos abiertos, levanta las manos al Cielo.
-En la madera de la Cruz, se leen estas palabras: _Non vi si pensa
-quanto sangue costa_[359]. Por amor a Vittoria, Miguel Ángel dibujó
-también un Jesucristo en la Cruz, no muerto, como se ha representado
-habitualmente, sino vivo, con la cara vuelta hacia su Padre y
-exclamando: ‘¡Eli, Eli!’ El cuerpo no se entrega sin voluntad, sino que
-se tuerce y se crispa en los últimos sufrimientos de la agonía”.
-
-Tal vez Vittoria inspiró igualmente los dos dibujos sublimes de la
-_Resurrección_, que están en el Louvre y en el British Museum. En el
-del Louvre, el hercúleo Cristo ha rechazado con furia la pesada losa
-de la tumba, tiene todavía una pierna en la fosa y, con la cabeza
-levantada, los brazos en alto, se precipita hacia el Cielo en un
-ímpetu de pasión, que recuerda el de uno de los Cautivos del Louvre.
-¡Volver a Dios! ¡Dejar este mundo, estos hombres que él no mira y que
-se arrastran a sus pies, estúpidos y espantados! ¡arrancarse al horror
-de esta vida! ¡al fin! ¡al fin!... El dibujo del British Museum tiene
-más serenidad. El Cristo salido de la tumba parece volar; su cuerpo
-vigoroso flota en el aire que lo acaricia; con los brazos cruzados, la
-cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, en éxtasis, sube en la cruz como
-un rayo de sol.
-
-Así Vittoria volvió a abrir para Miguel Ángel el mundo de la fe. Hizo
-más todavía: dió impulso a su genio poético que el amor de Cavalieri
-había despertado[360].
-
-No solamente lo iluminó sobre las revelaciones religiosas, de las
-cuales tenía obscuros presentimientos, sino que, como lo ha demostrado
-Thode, le dió el ejemplo de cantarlas en sus versos. En los primeros
-tiempos de su amistad fué cuando aparecieron los primeros _Sonetos
-espirituales_ de Vittoria[361]. Ella se los enviaba a su amigo a medida
-que los iba escribiendo[362].
-
-En ellos encontraba una dulzura consoladora, una vida nueva. Un hermoso
-soneto que él escribió en respuesta, da fe de su tierno agradecimiento.
-
-“Feliz espíritu, que con un ardiente amor mantiene vivo mi viejo
-corazón moribundo, y que entre tus bienes y tus placeres me distingues
-a mí solo entre tantos otros seres nobles. Tal como apareciste en otro
-tiempo a mis ojos apareces hoy a mi alma para consolarla; por esto al
-recibir de ti como beneficio tus atenciones, te escribo para darte las
-gracias. Sería una gran presunción y una gran vergüenza darte pinturas
-miserables en cambio de tus creaciones vivientes y bellas”[363].
-
-En el otoño de 1544 Vittoria fué a vivir en el Claustro de Santa Ana y
-ahí permaneció hasta su muerte. Miguel Ángel iba a verla. Ella pensaba
-apasionadamente en él y trataba de poner un poco de comodidad y de
-atractivo en su vida, haciéndole en secreto pequeños obsequios; pero el
-sombrío anciano “que no quería aceptar regalos de nadie”, ni de los que
-más amaba, no consintió en darle este gusto[364].
-
-Vittoria Colonna murió. Él la vió morir, y dijo esta frase conmovedora
-que demuestra la casta reserva de su gran amor:
-
-“Nada me duele tanto como pensar que la he visto muerta y no la he
-besado en la frente y en la cara como he besado su mano”[365].
-
-“Esta muerte--dice Condivi,--lo dejó como estúpido por mucho tiempo;
-parecía haber perdido el juicio”.
-
-“Me quería mucho, decía él tristemente más tarde, y yo lo mismo. (_Mi
-voleva grandissimo bene, e io non meno a lei._) La muerte me ha robado
-un gran amigo”.
-
-Escribió sobre su muerte dos sonetos, uno de ellos, impregnado del
-espíritu platónico, es de una rudeza preciosa, de un idealismo
-alucinado; parece una noche surcada de relámpagos. Miguel Ángel compara
-a Vittoria al martillo del escultor divino que hace brotar sublimes
-pensamientos de la materia.
-
-“Si mi rudo martillo forma con las duras rocas imágenes de aspecto
-humano, sólo tiene movimiento por la mano que lo sostiene, lo conduce
-y lo guía; una fuerza extraña lo impulsa. Pero el martillo divino que
-se levanta en el Cielo, crea su propia belleza y la belleza de los
-demás por su fuerza única. Ningún otro martillo puede crearse sin
-martillo; éste es el que hace vivir a los otros, y como el golpe sobre
-el yunque es más fuerte mientras viene de más alto, éste se ha elevado
-por encima de mí hasta el Cielo. Por eso llevará mi obra a buen fin, si
-la forja divina le presta ahora su ayuda. Hasta ahora estaba solo en el
-mundo”[366].
-
-El otro soneto es más tierno y proclama la victoria del amor sobre la
-muerte:
-
-“Cuando aquélla que me arrancó tantos suspiros se fué de este mundo,
-huyendo de mis ojos y de ella misma, la naturaleza que nos había
-juzgado dignos de ella se quedó avergonzada; y los que la habían visto,
-llorando. ¡Pero que la muerte no se alabe ahora de haber apagado este
-sol de los soles, como lo ha hecho con otros! Porque Amor ha vencido y
-la hace revivir en la tierra y en el cielo entre los santos. La muerte
-inicua y criminal cree sofocar el eco de sus virtudes y empañar la
-belleza de su alma. Sus escritos han hecho lo contrario; la iluminan
-con más vida de la que tuvo en su vida y con la muerte ha conquistado
-el Cielo que aún no tenía”[367].
-
- * * * * *
-
-Durante esta grave y serena amistad, Miguel Ángel ejecutó sus últimas
-grandes obras de pintura y de escultura, el _Juicio Final_, los
-frescos de la Capilla Paulina y--al fin--la tumba de Julio II[368].
-
-Cuando Miguel Ángel había salido de Florencia en 1534 para instalarse
-en Roma, pensaba, ya libre de todos sus otros trabajos por la muerte
-de Clemente VII, poder terminar en paz la tumba de Julio II, y después
-morir con la conciencia descargada del fardo que había pesado sobre su
-vida; pero apenas había llegado, se dejó encadenar otra vez por nuevos
-amos.
-
-Paulo III lo mandó llamar y le pidió que entrara a su servicio...
-Miguel Ángel rehusó diciendo que no podía, pues estaba obligado por
-contrato con el duque de Urbino hasta terminar la tumba de Julio II.
-Entonces el Papa se encolerizó y dijo: “desde hace treinta años que
-tengo este deseo y ahora que soy Papa, ¿no podría satisfacerlo?;
-desgarraré el contrato. Quiero que me sirvas a pesar de todo”[369].
-Miguel Ángel estuvo a punto de huir; pensó en refugiarse cerca de
-Génova en una Abadía del Obispo de Aleria que era amigo suyo y que lo
-había sido también de Julio II; ahí hubiera terminado cómodamente su
-obra, cerca de Carrara. También tuvo la idea de retirarse a Urbino,
-que era un lugar pacífico y donde esperaba ser bien recibido, por
-recuerdo de Julio II. Con este propósito ya había enviado a una de sus
-gentes para comprar una casa[370]. Pero en el instante de decidirse
-la voluntad le faltaba como siempre; temía las consecuencias de sus
-actos, se halagaba con la eterna ilusión eternamente fallida de que
-podría salvarse por medio de un compromiso. Se dejó de nuevo encadenar
-y continuó arrastrando su grillete hasta el fin. El 1.º de septiembre
-de 1535, un breve de Paulo III, le nombró arquitecto en Jefe, escultor
-y pintor del Palacio Apostólico. Desde el mes de abril precedente
-Miguel Ángel había aceptado trabajar en el _Juicio Final_[371]. Estuvo
-enteramente ocupado en esta obra, desde abril de 1536 hasta noviembre
-de 1541, es decir, durante la permanencia de Vittoria en Roma.
-
-En el curso de esta enorme tarea, sin duda en 1539, cayó de los
-andamios y se hirió gravemente una pierna. “Por el dolor y la cólera
-no quiso que lo atendiera ningún médico”[372]. Odiaba a los médicos y
-manifestaba en sus cartas una inquietud cómica cuando sabía que alguno
-de los suyos había tenido la imprudencia de solicitar auxilios médicos.
-
-Felizmente para él, después de su caída, el maestro Baccio Rontini,
-de Florencia, que era un médico de mucho talento y muy adicto a
-Miguel Ángel, tuvo piedad de él y fué un día a llamar a la puerta
-de su casa. Como nadie le respondiera, subió y buscó de cuarto en
-cuarto hasta que llegó adonde estaba Miguel Ángel acostado. Cuando
-éste lo vió se puso como un desesperado. Pero Baccio no quiso salir
-y no lo dejó hasta curarlo[373]. Como en otro tiempo Julio II, Paulo
-III quería ver pintar a Miguel Ángel y daba su opinión. Lo acompañaba
-su maestro de ceremonias Biagio da Cesena. Un día preguntó a este
-último lo que pensaba de la obra. Como Biagio era, dice Vasari, una
-persona muy escrupulosa, declaró que era una soberana inconveniencia
-haber representado en un sitio tan solemne tantas desnudeces; y agregó
-que aquélla era una pintura buena para decorar un baño o una posada.
-Miguel Ángel, indignado, retrató de memoria a Biagio cuando éste hubo
-salido. Lo representó en el infierno, bajo la forma de Minos, con una
-gran serpiente enrollada alrededor de las piernas, en medio de una
-montaña de diablos. Biagio se quejó con el Papa. Paulo III se burló
-de él, diciéndole: “todavía si Miguel Ángel te hubiera puesto en el
-purgatorio, habría podido hacer algo para salvarte, pero te puso en el
-infierno y ahí yo no puedo nada; en el infierno no hay redención”[374].
-
-Biagio no fué el único que encontró indecentes las pinturas de Miguel
-Ángel. Italia se iba haciendo mojigata y no estaba lejos el tiempo en
-el cual el Veronés tendría que presentarse ante la Inquisición por
-la inconveniencia de su _Cena en Casa de Simón_[375]. No faltaron
-quienes se escandalizaran con el _Juicio Final_. El que gritó más
-fuerte fué el Aretino. El maestro de pornografía pretendió dar
-lecciones de decencia al casto Miguel Ángel[376]. Le escribió una
-carta de Tartufo impúdico[377]. Lo acusaba de haber representado
-“cosas capaces de avergonzar a una casa de vicios”; lo denunciaba como
-impío ante la Inquisición naciente; “porque sería un crimen menor no
-creer, decía, que atentar así contra la fe de otro”. Pedía al Papa
-que destruyera el fresco; mezclaba sus denuncias de luteranismo con
-innobles insinuaciones contra las costumbres de Miguel Ángel[378];
-y para terminar lo acusaba de haber robado a Julio II. A esta carta
-infame de _chantage_[379], en la cual se manchaba y ofendía lo más
-profundo del espíritu de Miguel Ángel, su piedad, su amistad, su
-sentimiento del honor; a esta carta que Miguel Ángel no pudo leer sin
-reírse despectivamente y sin llorar de vergüenza, no respondió nada.
-Sin duda pensó lo que decía de ciertos enemigos, con su aplastante
-desdén: “que no valía la pena de combatirlos, porque la victoria sobre
-ellos no tiene ninguna importancia”. Y cuando las ideas del Aretino
-y de Biagio sobre su _Juicio Final_ ganaron terreno, no hizo nada
-para responder ni para detenerlas. No dijo nada cuando su obra fué
-tratada de “suciedad luterana”[380]. No dijo nada cuando Pablo IV
-quiso destruir el fresco[381]. No dijo nada cuando por orden del Papa,
-Daniel de Volterra vistió a sus héroes[382]. Se le preguntó su opinión
-y respondió sin cólera, con una mezcla de ironía y de piedad: “Decid al
-Papa que esta es una insignificancia muy fácil de arreglar. Que procure
-Su Santidad solamente poner el mundo en orden; arreglar una pintura no
-cuesta mucho trabajo”. Él sabía con qué ardiente fe había ejecutado
-esa obra en medio de las conversaciones religiosas de Vittoria Colonna
-y bajo la protección de esta alma inmaculada. Se hubiera avergonzado
-al defender la casta desnudez de sus pensamientos heroicos, contra las
-sucias sospechas y las malicias de los hipócritas y de los corazones
-bajos.
-
-Cuando el fresco de la Sixtina estuvo terminado[383] Miguel Ángel creyó
-al fin tener el derecho de acabar el monumento de Julio II. Pero el
-Papa, insaciable, exigió que aquel viejo de setenta años pintara los
-frescos de la Capilla Paulina[384]. Poco faltó para que se apoderara
-de algunas de las estatuas destinadas para la tumba de Julio II, con
-el objeto de adornar su propia Capilla. Miguel Ángel tuvo que darse
-por feliz cuando se le permitió firmar un quinto y último contrato,
-con los herederos de Julio II, mediante el cual entregaba las estatuas
-terminadas[385], y pagaba dos escultores para que terminaran el
-monumento, quedando libre de toda obligación para siempre.
-
-Mas no habían terminado sus penas: los herederos de Julio II
-continuaron reclamándole ásperamente el dinero que pretendían haberle
-anticipado. El Papa le mandaba decir que no se preocupara, que se
-dedicara enteramente a su trabajo de la Capilla Paulina:
-
-“Pero, respondía él, se pinta con la cabeza y no con las manos; quien
-no tiene sus pensamientos consigo se deshonra; por eso yo no hago
-nada bien mientras tenga estas preocupaciones. He estado encadenado
-a esta tumba toda mi vida; he perdido toda mi juventud tratando de
-justificarme ante León X y Clemente VII; me he arruinado por tener
-demasiada conciencia. ¡Así lo quiere mi triste destino! Veo a muchas
-gentes que se han formado rentas de dos o tres mil escudos, y yo,
-después de terribles esfuerzos, sólo he logrado llegar a ser pobre. Y
-se me trata de ladrón... Ante los hombres (no digo ante Dios) me tengo
-por un hombre honrado... yo no soy un ladrón, soy un burgués florentino
-de noble nacimiento e hijo de un hombre honorable ... Cuando tengo que
-defenderme contra pícaros, me vuelvo loco al fin[386]...”.
-
-Para calmar a sus adversarios terminó por su mano las estatuas de la
-_Vida activa_ y la _Vida contemplativa_, aunque no estuviera obligado a
-ello por su contrato. Al fin el monumento de Julio II fué inaugurado
-en San Pedro Ad Víncula, en enero de 1545. ¿Qué quedaba del hermoso
-proyecto primitivo? Solamente el _Moisés_, convertido en centro de la
-obra cuando al principio no era más que un detalle. ¡Caricatura de un
-gran proyecto!
-
-Pero siquiera estaba terminado. Miguel Ángel estaba ya libre de la
-pesadilla de toda su vida.
-
-
- NOTAS:
-
-[314] _Poesías_, LIX.
-
-[315] El sobrino nieto de Miguel Ángel, en su primera edición de las
-Rimas, en 1623, no se atrevió a publicar extensamente las poesías a
-Tommaso dei Cavalieri. Dejaba creer que habían sido dedicadas a una
-mujer. Hasta los recientes trabajos de Scheffler y Symmonds, Cavalieri
-pasaba por un nombre supuesto, que se suponía ocultaba el de Vittoria
-Colonna.
-
-[316] Carta de Miguel Ángel a un personaje desconocido (octubre de
-1542). _Cartas_, Edición Milanesi, CDXXXV.
-
-[317] Donato Giannotti. _Dialoghi_, 1545.
-
-[318] _Poesías_, CXLI.
-
-[319] Gherardo Perini sufrió muy especialmente los ataques del Aretino.
-Frey ha publicado algunas cartas muy tiernas de 1522: “..._che avendo
-di voi lettera, mi paia chon esso voi essere, che altro desiderio non
-o_”.--“Cuando leo en una carta vuestra, me parece estar con vos; éste
-es mi único deseo”.--Y firma: “_vostro come figliuolo_”--vuestro como
-un hijo--. Una hermosa poesía de Miguel Ángel sobre el dolor de la
-ausencia y del olvido, parece estarle dedicada: “Muy cerca de aquí mi
-amor me ha robado el corazón y la vida. Aquí sus bellos ojos me han
-prometido ayuda y después me la han retirado. Aquí él me ha ligado y me
-ha desligado. Aquí he llorado, y con dolor infinito he visto partir de
-este lugar el que me robó a mí mismo y después ya no me quiso”. (Véase
-Apéndice XII. _Poesías_, XXXV).
-
-[320] Henry Thode, que en su obra sobre _Michelangelo und das Ende der
-Renaissance_ no resiste al deseo de construir a su héroe del modo
-más bello, aunque sea algunas veces a expensas de la verdad, dice que
-la amistad para Gherardo Perini fué anterior a la de Febo di Poggio,
-de manera que estos afectos van elevándose por grados, hasta llegar
-a la amistad para Tommaso dei Cavalieri, porque no puede admitir que
-Miguel Ángel haya bajado desde el amor más perfecto hasta su amistad
-con Febo. Pero en realidad, Miguel Ángel estaba ya en relaciones
-desde más de un año con Cavalieri, cuando se enamoró de Febo y cuando
-escribió las humillantes cartas de diciembre de 1533, según Thode, o de
-septiembre de 1534 según Frey, y las poesías absurdas y delirantes en
-las cuales juega con los nombres de _Febo_ y de _Poggio_--Frey,
-CIII, CIV--cartas y poesías que el pícaro contestaba con peticiones
-de dinero. (Véase Frey, edición de las _Poesías_ de Miguel Ángel,
-página 526). En cuanto a Cecchino dei Bracci, el amigo de su amigo
-Luis del Riccio, Miguel Ángel no lo conoció sino diez años después que
-a Cavalieri. Cecchino era hijo de un desterrado florentino, y murió
-prematuramente en Roma, en 1544. Miguel Ángel escribió en memoria suya
-cuarenta y ocho epigramas funerarios de un idealismo idólatra, si así
-puede decirse, algunos de los cuales son de una sublime belleza. Estas
-son tal vez las poesías más sombrías que Miguel Ángel haya escrito.
-(Véase Apéndice XIII).
-
-[321] Benedetto Varchi: _Due lezzioni_, 1549.
-
-[322] Carta de Tommaso dei Cavalieri a Miguel Ángel (enero 1.º de 1533).
-
-[323] Véase sobre todo la respuesta que dió Miguel Ángel a la primera
-carta de Cavalieri, el mismo día que la recibió (enero 1.º de 1533). De
-esta carta existen tres borradores febriles. En una post-scriptum de
-uno de estos borradores, Miguel Ángel escribe:
-
-“Debería ser permitido llamar por su nombre a las cosas... pero por
-respeto a las conveniencias no es así en esta carta”. Es claro que se
-trata de la palabra amor.
-
-[324] Carta de Miguel Ángel a Cavalieri, de enero 1.º de 1533.
-
-[325] Borrador de una carta de Miguel Ángel a Cavalieri (julio 28 de
-1533).
-
-[326] Carta de Miguel Ángel a Cavalieri (julio 28 de 1533).
-
-[327] Carta de Miguel Ángel a Bartolommeo Angiolini.
-
-[328] Carta de Miguel Ángel a Sebastián del Piombo.
-
-[329] Vasari.
-
-[330] Varchi comentó dos de ellos en público, en sus Due Lezzioni.
-Miguel Ángel no hacía un misterio de su amor. Hablaba de él a
-Bartolommeo Angiolini, a Sebastián del Piombo. Estas amistades no
-sorprendían a nadie. Cuando murió Cecchino dei Bracci, Riccio gritaba
-su amor y su desesperación a todos: “¡Ah! mi amigo Donato, nuestro
-Cecchino ha muerto. Toda Roma llora. Miguel Ángel hace para mí el
-dibujo de un monumento. Escribidme el epitafio, os lo suplico, y
-enviadme una carta consoladora; mi dolor me ha robado el espíritu;
-¡paciencia! Vivo con mil y mil muertes en cada hora. ¡Oh Dios, cómo ha
-cambiado el aspecto de la fortuna!” Carta a Donato Giannotti (enero de
-1544). “En mi pecho tenía yo mil almas de amantes”, hace decir Miguel a
-Cecchino en uno de sus epigramas funerarios. (_Poesías_, edición Frey,
-LXXIII, 12).
-
-[331] Scheffler.
-
-[332] _Poesías_, CIX, 19. Véase Apéndice XIV.
-
-[333] _Poesías_, XLIV. Véase Apéndice XV.
-
-[334] _Poesías_, LII. Véase también LXXVI. Al fin del soneto, Miguel
-Ángel hace un juego de palabras con el nombre de Cavalieri: _Resto
-prigion d’un Cavalier armato_. (Soy prisionero de un caballero armado).
-
-[335] _Onde al mio viver lieto, che m’ha tolto..._ (_Poesías_, CIX. 18).
-
-[336] _Il desiato mie dolce signiore..._ (_Ibid._, L).
-
-[337] _Un freddo aspetto..._ (_Ibid._, CIX. 18).
-
-[338] El texto exacto, dice: “lo que tú mismo ames más en ti”.
-
-[339] Véase Apéndice, XVI.
-
-[340] _Il foco onesto, che m’arde..._ (_Poesías_, L). _La casta voglia,
-che 'l core dentro infiamma._ (_Ibid._, XLIII).
-
-[341] En un soneto Miguel Ángel deseaba que su piel pudiera servir de
-vestido para su amado. Quería ser como los zapatos que llevaban sus
-pies de nieve. (Véase Apéndice XVII).
-
-[342] Sobre todo entre junio y octubre de 1533, cuando Miguel Ángel de
-regreso en Florencia estaba alejado de Cavalieri.
-
-[343] Los bellos retratos donde se ha pretendido reconocerla no tienen
-ninguna autenticidad. Por ejemplo, el dibujo famoso de los Uffizi donde
-Miguel Ángel ha representado una mujer joven, con casco. Cuando más,
-habrá sufrido al hacerlo la influencia inconsciente del recuerdo de
-Vittoria, idealizada y rejuvenecida. Porque la figura de los Uffizi
-tiene los rasgos regulares de Vittoria y su expresión severa; los ojos
-preocupados y grandes y la mirada dura; el cuello desnudo, el pecho
-descubierto y la expresión de una violencia fría y concentrada.
-
-[344] Así la representa una medalla anónima reproducida en el
-_Carteggio di Vittoria Colonna_, publicado por Ermanno Ferrero y
-Giuseppe Müller. Así la vió Miguel Ángel sin duda. Sus cabellos
-están cubiertos con una gran cofia rayada y lleva un vestido cerrado
-severamente, con una abertura en el cuello.
-
-En otra medalla anónima aparece idealizada y joven. Reproducida por
-Müntz: _Historia del Arte durante el Renacimiento_, III, 248, y en
-_La obra y la vida de Miguel Ángel_, publicada por la _Gazette des
-Beaux-Arts_, tiene los cabellos levantados y sujetos con un listón por
-encima de la frente; un bucle cae sobre la mejilla y finas trenzas
-sobre la nuca. La frente es alta y recta; los ojos miran con una
-atención un poco pesada; la nariz, larga y regular, es gruesa; las
-mejillas llenas, las orejas bien hechas; el mentón, recto y fuerte,
-está levantado; el cuello desnudo, con un ligero velo alrededor; el
-pecho desnudo; la expresión es indiferente y mohina.
-
-Estas dos medallas hechas en edades diversas de su vida, presentan,
-como rasgos comunes, el fruncimiento de la nariz y del labio superior
-un poco mal humorado, y la boca pequeña, silenciosa y despectiva. El
-conjunto de la cara denota una calma sin ilusiones y sin alegría. Frey
-ha creído de una manera un poco aventurada, encontrar la imagen de
-Vittoria, en un extraño dibujo de Miguel Ángel, en el reverso de un
-soneto; hermoso y triste dibujo que Miguel Ángel no hubiera querido
-en este caso enseñar a nadie. La figura es de una mujer de edad,
-desnuda hasta la mitad del cuerpo; el pecho flácido; la cabeza no ha
-envejecido, recta, pensativa y fiera; un collar rodea el cuello largo
-y fino; los cabellos levantados están sujetos por una gorra que oculta
-las orejas y se anuda bajo la barba, en forma de casco. Enfrente de
-ella, una cabeza de viejo que se parece a Miguel Ángel, la mira... por
-última vez. Cuando hizo ese dibujo, ella acababa de morir. El soneto
-que lo acompaña es la hermosa poesía sobre la muerte de Vittoria:
-“_Quand’el ministro de’ sospir mie tanti..._”. Frey reprodujo el dibujo
-en su Edición de las _Poesías_ de Miguel Ángel, página 385.
-
-[345] Tenía entonces por consejero espiritual a Matteo Giberti, Obispo
-de Verona, que fué uno de los primeros que intentaron la renovación de
-la Iglesia Católica. El secretario de Giberti era el poeta Francesco
-Berni.
-
-[346] Juan de Valdés, hijo de un Secretario íntimo de Carlos V,
-establecido en Nápoles en 1534, fué ahí el jefe del movimiento
-reformador. Nobles y grandes damas se agruparon a su alrededor. Publicó
-numerosos escritos, siendo los principales las _Cento e dieci divine
-considerazioni_, Basilea, 1550; y un _Aviso sobre los intérpretes de
-la Sagrada Escritura_. Creía en la justificación únicamente por la fe,
-y subordinaba la instrucción por la Escritura a la iluminación por el
-Espíritu Santo. Murió en 1541. Se dice que tuvo en Nápoles más de tres
-mil prosélitos.
-
-[347] Bernardino Ochino, gran predicador y Vicario General de los
-Capuchinos, en 1539 llegó a ser amigo de Juan de Valdés, quien sufrió
-su influjo. A pesar de las denuncias, continuó sus predicaciones
-audaces en Nápoles, en Roma y en Venecia, sostenido por el pueblo
-contra las interdicciones de la Iglesia, hasta 1542 cuando, a punto de
-ser castigado como Luterano, huyó de Florencia a Ferrara y de ahí a
-Ginebra, donde se pasó al protestantismo. Era amigo íntimo de Vittoria
-Colonna y a punto de abandonar Italia, le anunció su resolución en una
-carta confidencial.
-
-[348] Pietro Carnesecchi de Florencia, protonotario de Clemente VII
-amigo y discípulo de Valdés, fué citado ante la Inquisición por primera
-vez en 1546 y quemado en Roma en 1567. Había continuado en relaciones
-con Vittoria Colonna, hasta la muerte de ésta.
-
-[349] Gaspare Contarini, de una gran familia veneciana, fué primero
-Embajador de Venecia en la corte de Carlos V, en los Países Bajos, en
-Alemania y en España, y después ante Clemente VII, de 1528 a 1530.
-Fué nombrado Cardenal por Pablo III en 1535, y legado en 1541 en la
-Dieta de Ratisbona. No logró entenderse con los protestantes y se hizo
-sospechoso a los católicos. Regresó desalentado y murió en Bolonia en
-agosto de 1542. Compuso numerosos escritos: _De inmortalitate animae_,
-_Compendium primae philosophiae_, y un tratado de la _Justification_,
-donde estaba muy cerca de las ideas protestantes sobre la gracia.
-
-[350] Citadas por Henri Thode.
-
-[351] Giampietro Caraffa, Obispo de Chieti, fundó en 1524 la Orden de
-los Teatinos, y desde 1528 comenzó en Venecia la obra de contrarreforma
-que debería continuar con implacable rigor como Cardenal y después como
-Papa, bajo el nombre de Pablo IV, desde 1555. En 1540 fué autorizada
-la Orden de los Jesuitas; en julio de 1542 fué instituido en Italia el
-Tribunal de la Inquisición, con plenos poderes contra los heréticos; y
-en 1545 se abrió el Concilio de Trento. Esto fué el fin del catolicismo
-libre, soñado por los Contarini, Giberti y Pole.
-
-[352] Declaración de Carnesecchi ante la Inquisición, en 1566.
-
-[353] Reginald Pole, de la Casa de York, había tenido que huir de
-Inglaterra por conflictos con Enrique VIII; estuvo en Venecia en 1532;
-se hizo amigo entusiasta de Contarini; fué hecho Cardenal por Pablo III
-y Legado del patrimonio de San Pedro. Tenía gran atractivo personal
-y un espíritu conciliador; se sometió a la contrarreforma y volvió a
-la obediencia a muchos espíritus libres del grupo de Contarini, que
-estaban dispuestos a pasarse al protestantismo. Vittoria Colonna se
-puso enteramente bajo su dirección en Viterbo, de 1541 a 1544. En
-1554, Pole volvió a Inglaterra, como Legado; llegó a ser Arzobispo de
-Canterbury y murió en 1558.
-
-[354] Carta de Vittoria Colonna al Cardenal Morone (22 de diciembre de
-1543). Véase sobre Vittoria Colonna la Obra de Alfred de Reumont y el
-segundo volumen del _Michelangelo_ de Thode.
-
-[355] Francisco de Holanda. _Cuatro Conversaciones sobre la Pintura_,
-tenidas en Roma en 1538-1539, compuestas en 1548, y publicadas
-por Joachim de Vasconcellos. Traducción francesa en “_Les Arts en
-Portugal_”, por el Conde A. Raczynski, 1846. París, Renouard.
-
-[356] Primera parte del _Diálogo sobre la Pintura en la ciudad de Roma_.
-
-[357] _Ibid._, Tercera Parte. El día de esta conversación Octavio
-Farnesio, sobrino de Pablo III, se casaba con Margarita, viuda de
-Alejandro de Médicis. Con este motivo, doce carros decorados a la
-antigua desfilaban en cortejo triunfal por la plaza Navona, donde la
-multitud se apiñaba. Miguel Ángel se había refugiado con sus amigos en
-la paz de San Silvestre, arriba de la ciudad.
-
-[358] Condivi. Estas no son en verdad las cartas que hemos conservado
-de Vittoria, que son nobles indudablemente, pero un poco frías. Hay que
-pensar que de toda la correspondencia no poseemos más que cinco cartas
-de Orvieto y de Viterbo, y tres cartas de Roma, entre 1539 y 1541.
-
-[359] Este dibujo, como lo ha demostrado M. A. Grenier, fué la primera
-imagen inspiradora de las diversas _Pietà_ que Miguel Ángel esculpió
-más tarde; la de Florencia--1550-1555,--la _Pietà_ Rondanini--1563--y
-la encontrada recientemente en Palestrina--entre 1555 y 1560.--También
-relacionan con esta concepción los esbozos de la Biblioteca de Oxford
-y el _Entierro_, de la National Gallery. Véase a A. Grenier: _Una Pietà
-desconocida de Miguel Ángel en Palestrina_, _Gazette des Beaux-Arts_,
-marzo de 1907. Se encontrarán en este artículo reproducciones de las
-diferentes _Pietà_.
-
-[360] Entonces fué cuando Miguel Ángel pensó en publicar sus poesías.
-Sus amigos Luigi del Riccio y Donato Giannotti le sugirieron esta
-idea. Hasta entonces no había dado gran importancia a lo que escribía.
-Giannotti se ocupó de esta publicación por el año de 1545. Miguel Ángel
-hizo una selección de sus versos, y sus amigos la copiaron. Pero la
-muerte de Riccio en 1546 y de Vittoria en 1547, lo desviaron de esta
-idea que le parecía una última vanidad.
-
-Sus poesías no se publicaron durante su vida, excepto un corto número
-que aparecieron en las obras de Varchi, Giannotti, Vasari, etc., pero
-circulaban de mano en mano. Los más grandes compositores, Archadelt,
-Tromboncino, Consilium, Costanzo Festa, les pusieron música. Varchi
-leyó y comentó uno de los sonetos en 1546 ante la Academia de
-Florencia, descubriendo en esta poesía la pureza antigua y la plenitud
-de pensamientos de Dante.
-
-Miguel Ángel se había nutrido de Dante. “Nadie lo comprendía mejor dice
-Giannotti, ni conocía con más perfección su obra”. Nadie le ha dedicado
-un homenaje tan magnífico como el bello soneto: “_Dal ciel discese...”_
-(_Poesías_, CIX, 37). Conocía igualmente a Petrarca, Cavalcanti, Cino
-da Pistoja y a todos los clásicos de la poesía italiana, conforme a los
-cuales modelaba su estilo; pero el sentimiento que vivificaba todo, era
-su ardiente idealismo platónico.
-
-[361] _Rime con giunta di XVI Sonetti spirituali_, 1539.--_Rime con
-giunta di XXIV Sonetti spirituali e Trionfo della Croce_, 1544. Venecia.
-
-[362] “Tengo un pequeño libro de pergamino que ella me regaló hace
-como diez años, escribe Miguel Ángel a Fattucci el 7 de marzo de 1551.
-Contiene ciento tres sonetos, sin contar los cuarenta escritos en papel
-que me mandó de Viterbo, que he mandado encuadernar con el mismo libro.
-También tengo muchas cartas que me escribió de Orvieto y de Viterbo.
-Eso es lo que poseo de ella”.
-
-[363] Véase Apéndice, XVIII. (_Poesías_, LXXXVIII).
-
-[364] Vasari. Se disgustó durante algún tiempo con uno de sus más
-queridos amigos, Luigi del Riccio, porque éste le hacía regalos a pesar
-suyo: “Me pesa más, le escribió, tu extrema bondad que si me robaras.
-Debe haber igualdad entre amigos; si uno da más que el otro, entonces
-comienza el conflicto y, si uno vence el otro no se lo perdona”.
-
-[365] Condivi.
-
-[366] Véase Apéndice, XIX. (_Poesías_, CI). Miguel Ángel agrega este
-comentario: “el martillo--es decir, Vittoria, estaba sola en el mundo
-para exaltar la virtud con sus grandes virtudes; no tenía aquí a nadie
-para mover el fuelle de la fragua. Ahora, en el Cielo, tendrá muchos
-auxiliadores, porque no hay nadie que no estime la virtud. Por eso, yo
-espero que de lo alto vendrá el perfeccionamiento de mi ser.--Ahora en
-el Cielo habrá alguno que mueva el fuelle; aquí abajo no tenía ninguna
-ayuda en la forja donde se forjan las virtudes”.
-
-[367] Véase Apéndice, XX. (_Poesías_, C).--En el reverso del manuscrito
-de este soneto se halla el dibujo a pluma en el cual se ha pretendido
-reconocer la imagen de Vittoria con el pecho marchito.
-
-[368] La amistad de Miguel Ángel para Vittoria Colonna no fué exclusiva
-de otras pasiones. No le bastaba para llenar su alma. Habíamos
-procurado no decirlo, por el escrúpulo ridículo de “idealizar” a Miguel
-Ángel ¡como si un Miguel Ángel tuviera necesidad de ser “idealizado!”
-Durante el tiempo de su amistad con Vittoria, entre 1535 y 1546, Miguel
-Ángel amó a una mujer bella y cruel, _donna aspra e bella_ (CIX, 89),
-_lucente e fiera stella, iniqua e fella, dolce pietà con dispietato
-core_ (CIX, 9), _cruda e fiera stella_, (CIX, 14), _bellezza e gratia
-equalmente infinita_ (CIX, 3), _mi dama enemiga_, como también la
-llama: _La donna mia nemica_ (CIX, 54). La amó apasionadamente, se
-humilló ante ella y casi le hubiera sacrificado su salvación eterna.
-
- _Godo gl’ inganni d’una donna bella..._ (CIX, 90).
- _Porgo umilmente al’ aspro giogo il collo..._ (CIX, 54).
- _Dolce mi saria l’inferno teco..._ (CIX, 55).
-
-Este amor fué su tortura. Ella se burlaba de él:
-
- _Questa mia donna è sì pronta e ardita,
- C’allor che la m’ancide, ogni mie bene
- Cogli occhi mi promecte e parte tiene
- Il crudel ferro dentro a la ferita..._ (CIX, 15).
-
-Ella excitaba sus celos y coqueteaba con otro. Acabó por odiarla. Le
-pedía al destino que la hiciera fea y enamorada de él para no poderla
-amar y hacerla sufrir a su vez: “Amor, ¿por qué permites que la belleza
-rehúse tu suprema cortesía a quien te desea y te aprecia y que la
-conceda a seres estúpidos? ¡Ah! haz que en otra ocasión ella sea de
-corazón amante y tan fea de cuerpo que yo no la ame y ella me ame”.
-(Véase Apéndice XXI. _Poesías_, CIX, 63).
-
-[369] Vasari.
-
-[370] Condivi.
-
-[371] La idea de este inmenso fresco que cubría el muro de la entrada
-de la Capilla Sixtina, encima del altar del Papa, remontaba a Clemente
-VII, desde 1533.
-
-[372] Vasari.
-
-[373] Vasari.
-
-[374] _Ibid._
-
-[375] Julio de 1573. Varonese no dejó de disculparse con el ejemplo del
-_Juicio Final_: “Convengo que es malo; pero vuelvo a lo que he dicho,
-que es un deber para mí seguir los ejemplos que mis maestros me han
-dado.”
-
-“¿Qué han hecho pues tus maestros? ¿algo parecido tal vez?”
-
-“Miguel Ángel, en Roma, en la Capilla del Papa, ha representado a
-Nuestro Señor, a Su madre, a San Juan, a San Pedro y a la Corte
-Celestial; y ha representado desnudos a todos los personajes, hasta
-a la Virgen María, y en actitudes que la más severa religión no ha
-inspirado...”. (A. Baschet: _Pablo Veronés ante el Santo Oficio_, 1880).
-
-[376] Esto fué una venganza. El Aretino había tratado de obtener de
-él, según su costumbre, algunas obras de arte; además había tenido el
-descaro de trazarle un programa para el _Juicio Final_. Miguel Ángel
-había rechazado cortésmente este ofrecimiento de colaboración extraña,
-y se había hecho sordo para las peticiones. El Aretino quiso demostrar
-a Miguel Ángel lo que podía costarle esta falta de consideraciones.
-
-[377] Una comedia del Aretino, _El Hipócrita_, fué el prototipo de
-Tartufo (P. Gauthiez: el Aretino, 1895).
-
-[378] Hacía una alusión injuriosa a “Gherardi y Tomai”, Gerardo Perini
-y Tommaso dei Cavalieri.
-
-[379] Este _chantage_ se exhibe descaradamente. Al fin de su carta
-amenazadora, después de haber recordado a Miguel Ángel lo que esperaba
-de él, es decir obsequios, el Aretino agrega este _post-scriptum_:
-“Ahora que he descargado un poco mi cólera, y que os he demostrado que
-si sois _divino_ yo no soy de _agua_, romped esta carta, como yo, y
-decidid”.
-
-[380] Por un florentino, en 1549. (Gaye, _Carteggio_, II, 500).
-
-[381] En 1596, Clemente VIII quiso también mandar borrar el _Juicio
-Final_.
-
-[382] En 1559. Daniel de Volterra conservó desde entonces el
-sobrenombre de _braghettone_. Daniel era amigo de Miguel Ángel. Otro
-de sus amigos, el escultor Ammanati, condenó el escándalo de estas
-representaciones desnudas. Miguel Ángel no fué pues sostenido en esta
-ocasión por sus discípulos.
-
-[383] La inauguración del _Juicio Final_ se hizo el 25 de diciembre de
-1541, con asistencia de gente de toda Italia, de Francia, de Alemania
-y de Flandes. Véase la descripción de esta obra en el libro de la
-colección de los _Maestros del Arte_, página 90-93.
-
-[384] Estos frescos, que son la _Conversión de San Pablo_ y el
-_Martirio de San Pedro_, en los cuales Miguel Ángel trabajó desde 1542,
-fueron interrumpidos por dos enfermedades en 1544 y 1546 y terminados
-penosamente en 1549-1550. Estas fueron “las últimas pinturas que
-ejecutó, escribe Vasari, y con grandes esfuerzos; porque la pintura, y
-en particular el fresco, no es un arte para los viejos”.
-
-[385] Debían ser el _Moisés_ y los dos _Esclavos_; pero le pareció
-a Miguel Ángel que los _Esclavos_ no convenían para la tumba así
-reducida, y esculpió otras dos figuras, la _Vida Activa_ y la _Vida
-Contemplativa_, (_Raquel y Lía_).
-
-[386] Carta a un _Monsignore_ desconocido (octubre 1542). _Cartas_,
-Edición Milanesi, CDXXXV.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- II
- FE
-
- _Signior mie caro, i’ te sol chiamo e 'nvoco
- contr’a l’inutil mie cieco tormento_[387].
-
-
-Su deseo hubiera sido después de la muerte de Vittoria volver a
-Florencia, para dejar ahí “sus huesos cansados junto a los de su
-padre”[388]. Pero después de haber servido toda su vida a los Papas,
-quiso consagrar sus últimos años a Dios. Tal vez había sido impulsado
-en este sentido por su amiga y cumplía en ello uno de sus últimos
-votos. Un mes antes de la muerte de Vittoria Colonna, el primero de
-enero de 1547, Miguel Ángel fué nombrado por breve de Pablo III
-prefecto y arquitecto de San Pedro, con plenos poderes para levantar el
-edificio.
-
-Aceptó con disgusto, y no fueron las instancias del Papa las que lo
-decidieron a cargar sus hombros de septuagenario con el fardo más
-pesado que hubiera llevado nunca; vió en ello un deber, una misión de
-Dios:
-
-“Muchos creen--y yo también creo--que he sido colocado en este puesto
-por Dios, escribía. Por viejo que sea no quiero abandonarlo, porque
-sirvo por amor a Dios y en Él pongo todas mis esperanzas”[389]. No
-aceptaba ninguna recompensa por esta sagrada tarea.
-
-Tuvo que contender con numerosos enemigos: “La secta de San
-Gallo”[390], como dice Vasari, y todos los administradores, proveedores
-y contratistas de la construcción, de quienes denunciaba los fraudes,
-para los cuales San Gallo había cerrado los ojos. “Miguel Ángel, dice
-Vasari, libró a San Pedro de los ladrones y de los bandidos”. Se formó
-una coalición contra él que tuvo por jefe al descarado Nanni di Baccio
-Bigio, arquitecto a quien Vasari acusa de haber robado a Miguel Ángel y
-que pretendía suplantarlo. Se propagó el rumor de que Miguel Ángel no
-entendía nada de arquitectura, que despilfarraba el dinero y no hacía
-más que destruir la obra de su predecesor. El Comité de administración
-de la obra tomó también partido contra su arquitecto, y aprobó en 1551
-una investigación solemne presidida por el Papa.
-
-Los inspectores y los obreros fueron a declarar contra Miguel Ángel,
-con el apoyo de los Cardenales Salviati y Cervini[391]. Miguel Ángel se
-dignó apenas justificarse y rehusó toda discusión. “No estoy obligado,
-dijo al Cardenal Cervini, a comunicar a nadie lo que yo debo o quiero
-hacer. Vuestra obligación es averiguar los gastos. Lo demás sólo me
-importa a mí”[392].
-
-Nunca consintió su inquebrantable orgullo en participar sus
-proyectos a nadie. A sus obreros, que se quejaban, les respondió:
-“vuestra obligación es cumplir como albañiles, como talladores, como
-carpinteros, hacer vuestro oficio y ejecutar mis órdenes. En cuanto
-a saber lo que yo tengo en la cabeza, no lo sabréis jamás porque eso
-sería contra mi dignidad”[393].
-
-Contra los odios que recurrían a tales procedimientos, no hubiera
-podido sostenerse un instante sin el favor de los Papas[394]. Así es
-que cuando murió Julio III[395] y el Cardenal Cervini fué electo Papa,
-Miguel Ángel estuvo a punto de salir de Roma. Pero Marcelo II no hizo
-más que pasar por el trono y Paulo IV lo sucedió. Seguro de nuevo de la
-protección soberana, Miguel Ángel continuó luchando. Se habría creído
-deshonrado y habría temido por su salvación si hubiera abandonado la
-obra.
-
-“Contra mi voluntad he sido encargado de ella”, dice.
-
-“Hace ocho años que me esfuerzo en vano, entre disgustos y fatigas.
-Ahora que la construcción está bastante avanzada para que se pueda
-comenzar la cúpula, mi partida de Roma sería la ruina de la obra, una
-gran afrenta para mí, y para mi alma un gran pecado”[396].
-
-Sus enemigos no dejaban las armas y la lucha tomó por instantes un
-carácter trágico. En 1563, el ayudante más adicto a Miguel Ángel en
-San Pedro, Pier Luigi Gaeta, fué encarcelado por una falsa acusación
-de robo; y el jefe de los trabajos, Cesare da Casteldurante, fué
-apuñaleado. Miguel Ángel respondió nombrando en lugar de Cesare a
-Gaeta. El Comité de administración arrojó a Gaeta y nombró al enemigo
-de Miguel Ángel, Nanni di Baccio Bigio; Miguel Ángel fuera de sí, no
-volvió a San Pedro. Se hizo correr el rumor de que abandonaba sus
-funciones y el Comité le dió por suplente a Nanni, quien se presentó
-desde luego como amo, esperando rendir por cansancio a aquel viejo de
-ochenta y ocho años, enfermo y moribundo. No conocía a su adversario;
-Miguel Ángel inmediatamente fué a buscar al Papa y amenazó con salir
-de Roma si no se le hacía justicia. Exigió una nueva investigación,
-dejó convicto a Nanni como incapaz y mentiroso y logró que lo
-despidieran[397]. Esto fué en septiembre de 1563, como cuatro meses
-antes de su muerte. Así es que hasta su última hora tuvo que luchar
-contra la envidia y contra el odio.
-
-No lo compadezcamos. Sabía defenderse y, aunque moribundo, era capaz
-él sólo, como decía en otro tiempo a su hermano Giovan Simone, “de
-despedazar a diez mil de aquella ralea”.
-
- * * * * *
-
-Además de la gran obra de San Pedro, otros trabajos de arquitectura
-ocuparon el final de su vida: el Capitolio[398], la Iglesia de
-Santa María de los Ángeles[399], la escalera de la _Laurenziana_ de
-Florencia[400], la Puerta Pía y, sobre todo, la Iglesia de San Juan
-de los Florentinos, el último de sus grandes proyectos, abortado como
-todos los demás.
-
-Los florentinos le habían rogado que construyera la Iglesia de
-su nación en Roma; el duque Cosme mismo, le escribió una carta
-halagadora con este objeto; Miguel Ángel, sostenido por su amor a
-Florencia, emprendió la obra con un entusiasmo juvenil[401]. Dijo a
-sus compatriotas “que si ejecutaban su plan, ni los romanos ni los
-griegos habrían tenido nunca nada semejante”; palabras, dice Vasari,
-“como nunca habían salido de su boca, ni antes ni después, porque era
-extremadamente modesto”. Los florentinos aceptaron el proyecto sin
-cambiar nada. Un amigo de Miguel Ángel, Tiberio Calcagni, ejecutó,
-bajo su dirección, un modelo en madera de la Iglesia; “era una obra
-de arte tan rara, que no se ha visto nunca una Iglesia semejante por
-la belleza, la riqueza y la variedad. Se inició la construcción y se
-gastaron cinco mil escudos. Después faltó el dinero, se suspendió la
-obra y Miguel Ángel sufrió con ello una gran pena”[402]. La Iglesia
-no fué construida nunca y hasta el modelo ha desaparecido. Tal fué
-la última decepción artística de Miguel Ángel. ¿Cómo había de tener
-la ilusión al morir de que San Pedro, apenas esbozado, llegara a
-terminarse, o de que alguna de sus obras le sobreviviera?
-
-Él mismo, si hubiera podido, tal vez las hubiera destruido. La historia
-de su última escultura, _El Descendimiento de la Cruz_, de la Catedral
-de Florencia, demuestra hasta dónde había llegado su desprendimiento
-del arte. Si continuaba todavía sus trabajos de escultor, no era ya por
-fe en el arte, sino por fe en Cristo, y porque “su espíritu y su fuerza
-no podían dejar de crear”[403]. Pero cuando había terminado su obra, la
-rompió[404]. “La hubiera destruido enteramente si su servidor Antonio
-no le hubiera suplicado que se la diera”[405].
-
-Tal era la indiferencia que Miguel Ángel, próximo a la muerte,
-demostraba para sus obras.
-
- * * * * *
-
-Desde la muerte de Vittoria ningún gran afecto iluminaba su vida. El
-amor había partido.
-
- _Fiamma d’amor nel cor non m’è rimasa;
- Se 'l maggior caccia sempre il minor duolo,
- Di penne l’ alm’ ho ben tarpat’ e rasa_[406].
-
-“La llama de amor no ha quedado en mi corazón; el peor mal--la
-vejez--eclipsa el mal menor; tengo recortadas las alas del alma”.
-
-Había perdido a su hermano y a sus mejores amigos. Luigi del Riccio
-había muerto en 1546, Sebastián del Piombo, en 1547; su hermano Giovan
-Simone en 1548. Nunca tuvo grandes relaciones con su último hermano,
-Gismondo, que murió en 1555. Había concentrado su necesidad de afecto
-familiar y brusco, en sus sobrinos huérfanos, los hijos de Buonarroto,
-su hermano más amado. Eran dos, una niña, Cecca (Francesca), y un niño,
-Lionardo.
-
-Miguel Ángel puso a Cecca en un convento. Le pagó su equipo y su
-pensión; iba a verla y cuando ella se casó[407], la dotó con una de
-sus propiedades[408]. Se encargó personalmente de la educación de
-Lionardo, que tenía nueve años a la muerte de su padre. Una larga
-correspondencia, que recuerda a menudo la de Beethoven con su sobrino,
-demuestra la seriedad con la cual cumplía su misión paternal[409]. No
-le faltaron por este motivo frecuentes disgustos. Lionardo ponía a
-prueba la paciencia de su tío y esta paciencia no era muy grande.
-
-La mala letra del muchacho era suficiente para poner a Miguel Ángel
-fuera de sí, porque creía que esto era una falta de respeto para él:
-
-“Nunca recibo una carta tuya sin que sienta calentura antes de poder
-leerla. No sé donde has aprendido tú a escribir. Será falta de amor.
-Creo que si tuvieras que escribir al mayor asno del mundo, pondrías más
-cuidado. He arrojado tu última carta al fuego porque no podía leerla.
-Así es que no puedo contestarte. Ya te he dicho y repetido hasta
-la saciedad, que siempre que recibo una carta tuya, me viene fiebre
-antes de que pueda leerla. Una vez por todas, no me escribas ya más.
-Si tienes algo que decirme busca alguien que sepa escribir, porque yo
-necesito mi cabeza para otras cosas y no para agotarme descifrando tus
-enigmas”[410].
-
-Desconfiado por naturaleza, y más aún por las dificultades que había
-tenido con sus hermanos, se hacía muy pocas ilusiones respecto al
-cariño humilde y zalamero de su sobrino; este cariño le parecía más
-bien dirigido hacia su caja fuerte, que el muchacho esperaba heredar.
-Miguel Ángel se lo decía francamente. Una vez estando enfermo y en
-peligro de muerte, supo que Lionardo había ido a Roma y había hecho
-algunas diligencias indiscretas, y le escribió, furioso:
-
-“¡Lionardo! Yo he estado enfermo y tú has ido a la casa de Ser Giovan
-Francesco para ver si no había dejado nada. ¿No te basta con mi dinero
-de Florencia? ¡No puedes desmentir tu raza, y dejar de parecerte a tu
-padre, quien me arrojó en Florencia de mi propia casa! Debes saber que
-he hecho un testamento de tal manera que no tengas nada que esperar de
-mí; así, pues, vete con Dios, y no te presentes más ante mi vista ni me
-escribas nunca”[411].
-
-Estas cóleras no preocupaban mucho a Lionardo, porque generalmente
-después seguían las cartas afectuosas y los obsequios[412]. Un año
-más tarde, se precipitaba de nuevo a Roma atraído por la promesa
-de un regalo de tres mil escudos. Miguel Ángel, ofendido por su
-apresuramiento interesado, le escribe:
-
-“Has venido a Roma con una prisa furiosa. No sé si habrías venido
-tan pronto si yo me encontrara en la miseria y me faltara el pan...
-Dices que era tu deber venir por amor para mí. ¡Sí, el amor de un
-taladro[413]! Si me tuvieras cariño, me hubieras escrito: ‘Miguel
-Ángel, guardad vuestros tres mil escudos y gastadlos en vos mismo,
-porque ya nos habéis dado bastante; vuestra vida nos es más cara que la
-fortuna’, pero desde hace cuarenta años habéis vivido de mí y nunca he
-recibido ni una buena palabra[414]...”.
-
-Una grave cuestión fué la del matrimonio de Lionardo, que ocupó al tío
-y al sobrino durante seis años[415]. Lionardo condescendía con su tío
-dócilmente; pensando en la herencia aceptaba todas sus observaciones,
-lo dejaba escoger, discutir, rechazar los partidos que se le ofrecían y
-él parecía indiferente.
-
-Miguel Ángel, al contrario, se apasionaba como si él tuviera que
-casarse. Consideraba el matrimonio como un asunto serio, para el cual
-el amor era la menor condición; la fortuna no entraba tampoco en
-cuenta, lo que importaba era la salud y la honorabilidad. Le daba rudos
-consejos, desprovistos de poesía, robustos y positivos:
-
-“Ésta es una gran decisión; acuérdate de que entre el hombre y la mujer
-debe haber siempre una diferencia de edad de diez años, y fíjate en
-que la que escojas no sea solamente buena, sino también sana. Se me ha
-hablado de varias personas; unas me gustan y otras no. Si piensas en
-ello, escríbeme si es que te gusta más una que otra, y yo te diré mi
-opinión. Eres libre para tomar a una o a otra, con tal que sea noble y
-bien educada, y más bien sin dote, que con una gran dote, para vivir
-en paz[416]... Un florentino me ha dicho que te han hablado de una
-muchacha de la casa Ginori, y que te gusta. A mí no me gusta que tomes
-por mujer una hija cuyo padre no te la daría si tuviera bastante para
-constituirle una dote conveniente. Yo deseo que el que quiera darte
-una mujer te la dé a ti y no a tu fortuna. Tú piensa únicamente en
-considerar la salud del alma y del cuerpo, la calidad de la sangre y de
-las costumbres, y además ver quiénes son sus parientes, porque esto es
-de gran importancia. Tómate el trabajo de buscar una mujer que no se
-avergüence de lavar los platos en caso necesario y de ocuparse de las
-cosas de la casa. En cuanto a la belleza, como tú no eres precisamente
-el joven más bello de Florencia, no te preocupes, con tal que no sea ni
-estropeada ni repugnante[417]...”.
-
-Después de mucho buscar parecía haberse hallado el ave rara. Pero a
-última hora he aquí que se le descubre un defecto de importancia:
-
-“He sabido que tiene la vista corta, lo cual no me parece un defecto
-pequeño; por eso no he prometido nada todavía; y puesto que tú tampoco
-has prometido nada, mi opinión es que te desprendas, si estás seguro de
-esta cosa”[418].
-
-Lionardo se desalienta. Se sorprende por la insistencia de su tío para
-casarlo, y éste responde:
-
-“Es verdad, lo deseo, para que nuestra raza no acabe con nosotros. Sé
-muy bien que el mundo no se trastornará por eso; pero de todos modos,
-cada animal se esfuerza por conservar su especie. Por eso deseo que tú
-te cases”[419].
-
-Al fin, el mismo Miguel Ángel se cansa; comienza a encontrar ridículo
-que él sea quien se ocupe siempre del matrimonio de Lionardo y que
-éste no se interese en ello. Declara su propósito de abstenerse en lo
-sucesivo:
-
-“Desde hace sesenta años me he ocupado de vuestros asuntos; ahora estoy
-viejo y tengo que pensar en los míos”.
-
-Precisamente entonces tiene noticias de que su sobrino tiene relaciones
-formales con Cassandra Ridolfi; se alegra de ello, lo felicita, y le
-promete una dote de mil quinientos ducados. Lionardo se casa[420].
-Miguel Ángel envía sus felicitaciones a los jóvenes esposos, y
-promete un collar de perlas a Cassandra. La alegría no le impide sin
-embargo advertir a su sobrino, “que aunque él no sea muy conocedor de
-esas cosas, le parece que Lionardo debió haber arreglado todas las
-cuestiones de dinero antes de conducir a la mujer a su casa; porque
-siempre hay en estas cuestiones un germen de desunión”. Y termina con
-esta recomendación burlesca:
-
-“¡Vamos! ahora procurar vivir, y piensa bien en ello, porque el número
-de las viudas es siempre más grande que el de los viudos”[421].
-
-Dos meses después, en lugar del collar prometido, envió dos anillos
-a Cassandra, uno adornado con un diamante y el otro con un rubí.
-Cassandra, como agradecimiento, le manda ocho camisas. Miguel Ángel
-escribe: “Son muy bonitas, sobre todo la tela, y me gustan mucho, pero
-me disgusta que hayáis hecho este gasto, porque no me falta nada; da
-las gracias a Cassandra por mí, y dile que estoy a su disposición para
-enviarle todo lo que pueda encontrar aquí de artículos romanos u otros.
-Esta vez sólo he mandado una insignificancia, otra vez haremos algo
-mejor con algún objeto que le agrade; adviérteme solamente”[422].
-
-Pronto vienen los hijos; el primero llamado Buonarroto[423], según el
-deseo de Miguel Ángel, y el segundo Michelangelo[424]. Y el viejo tío
-que invita a la joven pareja para que vaya a su casa de Roma, en 1556,
-no deja de tomar parte afectuosamente en la alegría y en los dolores de
-la familia, pero sin permitir nunca a los suyos que se ocupen de sus
-negocios, ni siquiera de su salud.
-
- * * * * *
-
-Fuera de sus relaciones de familia no faltaron a Miguel Ángel amistades
-ilustres o distinguidas[425]. A pesar de su humor salvaje sería
-completamente falso representarlo como un campesino del Danubio, a la
-manera de Beethoven. Fué un aristócrata italiano de alta cultura y de
-raza fina.
-
-Desde su adolescencia, que transcurrió en los jardines de San Marco,
-cerca de Lorenzo el Magnífico, estuvo en relaciones con todo lo que
-Italia tenía de más noble entre sus grandes señores, sus príncipes,
-sus prelados[426], los escritores[427], y los artistas[428]. Tenía
-contiendas de ingenio con el poeta Francesco Berni[429]; tenía
-correspondencia con Benedetto Varchi; se cambiaba poesías con Luigi
-del Riccio y con Donato Giannotti. Su conversación era muy buscada, lo
-mismo que sus profundas observaciones sobre el arte y sus opiniones
-sobre el Dante, que nadie conocía como él. Una dama romana[430],
-escribía que cuando él quería, era “un gentil hombre de modales finos
-y seductores, como apenas habría otro igual en Europa”. Los diálogos
-de Giannotti y de Francisco de Holanda muestran su exquisita cortesía
-y la costumbre que tenía del trato social. Y hasta se encuentra, en
-algunas de sus cartas a los príncipes[431], que le hubiera sido fácil
-ser un perfecto cortesano. El mundo nunca huyó de él, sino que él fué
-quien lo tuvo a distancia, y no dependió más que de él mismo llevar
-una vida triunfal. Era para Italia la encarnación del genio italiano.
-Al fin de su carrera personificaba el gran Renacimiento como último
-superviviente, y él sólo era todo un siglo de gloria.
-
-No solamente los artistas lo miraban como un ser sobrenatural[432]. Los
-príncipes se inclinaban ante él como si fuera un rey. Francisco I y
-Catalina de Médicis, le rendían homenaje[433]. Cosme de Médicis quiso
-nombrarlo senador[434]; y cuando fué a Roma[435], lo trató como a un
-igual, lo hizo sentar a su lado, y conversó con él confidencialmente.
-El hijo de Cosme, Francesco de Médicis, lo recibió con la gorra en
-la mano, “demostrando un respeto sin límites para aquel hombre
-extraordinario”[436]. En él no se honraba menos su genio que “su gran
-virtud”[437]. Su vejez fué tan gloriosa como la de Goethe o la de Hugo,
-pero él era un hombre distinto, no tenía ni la sed de popularidad del
-uno, ni el respeto burgués del otro, por libre que fuera para el mundo
-y para el orden establecido. Despreciaba la gloria y despreciaba al
-mundo, y si servía a los papas era por la fuerza; pero no ocultaba
-que “hasta los papas lo fastidiaban y lo enojaban algunas veces,
-conversando con él y mandándolo buscar”, y que, “a pesar de sus órdenes
-no iba a verlos cuando no tenía voluntad”[438].
-
-“Cuando un hombre está hecho así por la naturaleza y por la educación y
-odia las ceremonias y desprecia la hipocresía, lo racional es dejarlo
-vivir como le conviene. Si no pide nada ni busca vuestra sociedad, ¿por
-qué buscar la suya? ¿por qué quererlo rebajar a las vulgaridades que le
-repugnan y lo hacen alejarse del mundo? No es un hombre superior el que
-piensa complacer a los imbéciles más bien que a su genio”[439].
-
-No tenía pues con el mundo más que las relaciones indispensables o
-completamente intelectuales. No les permitía llegar hasta su intimidad;
-y los papas, los príncipes, la gente de letras y los artistas tenían
-poco lugar en su vida. Hasta con los muy pocos de entre ellos, para los
-cuales sentía una verdadera simpatía, era raro que se estableciera una
-amistad durable. Quería a sus amigos y era generoso con ellos; pero su
-violencia, su orgullo y su desconfianza, transformaban con frecuencia a
-los más favorecidos en enemigos mortales. Un día escribió esta bella y
-triste carta:
-
-“El pobre ingrato está hecho de tal manera que si lo ayudáis en su
-desgracia, dice que él mismo os presta lo que vos le dais. Si le dais
-trabajo para demostrarle vuestro interés, pretende que habéis tenido
-que buscarlo porque vos no podéis hacerlo. De todos los beneficios que
-recibe, dice que el benefactor se ha visto obligado a hacerlos, y si
-los beneficios recibidos son tan evidentes que es imposible negarlos,
-entonces el ingrato espera bastante tiempo para que aquél de quien
-ha recibido el beneficio, cometa una falta evidente; entonces tiene
-pretexto para hablar mal de él y librarse de todo reconocimiento. Así
-se ha obrado siempre contra mí; y sin embargo, ningún artista se ha
-dirigido a mí sin que yo no lo haya beneficiado con todo mi corazón.
-Y después toman como pretexto mi carácter raro o la locura que me
-atribuyen y que a nadie hace daño, para hablar mal de mí y ultrajarme.
-Ésta es la recompensa de los que son buenos”[440].
-
- * * * * *
-
-En su propia casa tenía ayudantes bastante adictos, pero en general
-mediocres. Se sospechaba que los escogía intencionalmente mediocres
-para tener instrumentos dóciles y no colaboradores, lo que, por lo
-demás, habría sido legítimo. Pero, dice Condivi: “...no era cierto,
-como muchos le reprochaban, que no quería enseñar; al contrario, lo
-hacía de buena gana. Desgraciadamente, la fatalidad quiso que le
-tocaran sujetos poco capaces, o capaces, pero poco perseverantes, que
-después de algunos meses de enseñanza se creían ya maestros”.
-
-Es indudable que la primera cualidad que exigía de sus ayudantes
-era una sumisión absoluta. Así como era despiadado para los que
-desplegaban hacia él una independencia orgullosa, tuvo siempre tesoros
-de indulgencia y de generosidad para los discípulos modestos y fieles.
-El perezoso Urbano, “que no quería trabajar”[441], y que tenía
-razón, porque cuando trabajaba, era para estropear irremediablemente
-por su torpeza el _Cristo_ de la Minerva, fué objeto de sus cuidados
-paternales durante una enfermedad[442]; llamaba a Miguel Ángel:
-“querido como el mejor padre”. Piero di Giannoto fué “amado como un
-hijo”. Silvio di Giovanni Cepparello, que salió de su casa para entrar
-al servicio de Andrés Doria, le suplica desoladamente que le permita
-volver con él. La historia conmovedora de Antonio Mini es un ejemplo
-de la generosidad de Miguel Ángel para con sus ayudantes. Mini,
-aquel discípulo que, según Vasari, “tenía buena voluntad pero no era
-inteligente”, amaba a la hija de una pobre viuda de Florencia. Según
-el deseo de sus padres, Miguel Ángel lo alejó de Florencia. Antonio
-quiso ir a Francia[443]. Miguel Ángel le hizo un obsequio regio: “todos
-los dibujos, todos los cartones, la pintura de _Leda_[444], todos los
-modelos que había hecho para ella, tanto en cera como en arcilla”.
-Provisto con esta fortuna, Antonio partió[445]. Pero la mala suerte que
-perseguía todos los proyectos de Miguel Ángel, fué más dura todavía
-con los de su humilde amigo. Fué a París para enseñar el cuadro de
-la _Leda_ al Rey. Francisco I estaba ausente; Antonio dejó la _Leda_
-guardada en la casa de un italiano amigo suyo, Giuliano Buonaccorsi,
-y volvió a Lyon, donde se había establecido. Cuando regresó a París
-algunos meses más tarde, la _Leda_ había desaparecido. Buonaccorsi la
-había vendido por su cuenta a Francisco I. Antonio, enloquecido y sin
-recursos, incapaz de defenderse, perdido en aquella ciudad extranjera,
-murió de aflicción a fines de 1533.
-
-Pero de todos sus ayudantes el más amado de Miguel Ángel y a quien
-su afecto aseguró la inmortalidad, fué Francesco d’Amadore, por
-sobrenombre Urbino, de Castel Durante. Desde 1530 estaba al servicio
-de Miguel Ángel, y trabajó bajo sus órdenes en la tumba de Julio II.
-Miguel Ángel se preocupaba por su porvenir.
-
-Le decía: “¿qué harás tú si yo muero?” Urbino respondió: “serviré a
-otro”.
-
---¡Oh infeliz! dijo Miguel Ángel, quiero remediar tu miseria.
-
-“Y le dió dos mil escudos juntos. Un obsequio como sólo los emperadores
-y los papas podían hacer”[446].
-
-Urbino fué quien murió primero[447]. Al día siguiente de su muerte,
-Miguel Ángel le escribió a su sobrino:
-
-“Urbino murió ayer en la tarde, a las cuatro. Me ha dejado tan afligido
-y turbado que me hubiera sido más dulce morir con él, por el cariño
-que yo le tenía; y bien lo merecía, porque era un hombre digno, leal y
-fiel. Su muerte hace que me parezca no vivir, y no puedo recobrar la
-tranquilidad”.
-
-Su dolor era tan profundo que tres meses después decía en una carta
-célebre, a Vasari:
-
-“Messer Giorgio, mi querido amigo, es posible que escriba mal; sin
-embargo, en respuesta a vuestra carta, escribiré algunas palabras. Ya
-sabéis que Urbino ha muerto, lo que es para mí una pena muy cruel, pero
-también una gracia muy grande que Dios me ha hecho. Esta gracia es que
-él, que viviendo guardó mi vida, muriendo me ha enseñado a morir,
-no con pesar, sino con el deseo de la muerte. Me sirvió veintiséis
-años y siempre lo encontré seguro y muy fiel. Yo lo había enriquecido
-y ahora que contaba con él para que fuera el sostén de mi vejez, me
-fué quitado; y no me queda otra esperanza más que volverlo a ver en
-el paraíso, donde Dios ha demostrado que debía estar, por la muerte
-muy feliz que le procuró. Lo que ha sido para él más duro que la
-muerte, fué dejarme vivo en este mundo engañador, y en medio de tantas
-inquietudes. La mejor parte de mí mismo se ha ido con él y no me queda
-ya nada más que una miseria infinita”[448].
-
-En su desolación, rogó a su sobrino que fuera a verlo a Roma. Lionardo
-y Cassandra, inquietos por su tristeza, fueron y lo encontraron muy
-debilitado. Tuvo que hacer nuevos esfuerzos, por la obligación que
-Urbino le había impuesto de encargarse de la tutela de sus hijos, de
-los cuales uno era su ahijado y llevaba su nombre[449].
-
- * * * * *
-
-Tenía otras amistades extrañas. Por la necesidad de reacción contra
-todas las imposiciones de la sociedad, que es tan fuerte en las
-naturalezas robustas, le gustaba rodearse de gentes sencillas de
-espíritu, que tenían salidas inesperadas y maneras libres, gentes que
-no fueran como todo el mundo: un tal Topolino, tallador de piedras en
-Carrara, “que se imaginaba ser un escultor distinguido y que nunca
-hubiera dejado partir para Roma un barco cargado con bloques de mármol,
-sin mandar tres o cuatro pequeñas figuras modeladas por él, que hacían
-morir de risa a Miguel Ángel”[450]. Un Menighella, pintor de Valdarno,
-“que iba de vez en cuando a la casa de Miguel Ángel, para que le
-dibujara un San Roque o un San Antonio que después iluminaba y vendía
-a los campesinos”. Y Miguel Ángel, con quien los reyes tenían tanto
-trabajo para obtener la obra más pequeña, dejaba todo para ejecutar
-estos dibujos según las indicaciones de Menighella, entre otros un
-_Crucifijo_ admirable[451]; un barbero que se ocupaba también de pintar
-y para quien dibujó un _San Francisco con los estigmas_; uno de sus
-obreros romanos que trabajó en la tumba de Julio II y que creyó haberse
-hecho un gran escultor, sin haberlo notado, porque siguiendo dócilmente
-las indicaciones de Miguel Ángel había hecho salir del mármol, con
-estupefacción suya, una hermosa estatua; el chistoso orfebre Piloto,
-apodado Lasca; el holgazán Indaco, pintor singular, “tan amante de
-la charla que despreciaba la pintura”, y que acostumbraba decir
-que “trabajar siempre sin tomarse algún placer era indigno de un
-cristiano”[452], y sobre todo el ridículo e inofensivo Giuliano
-Bugiardini, para quien Miguel Ángel tenía una simpatía especial.
-
-Giuliano tenía una bondad natural, una manera sencilla de vivir, sin
-maldad y sin envidia, que gustaba infinitamente a Miguel Ángel. No
-tenía más defecto que amar demasiado sus propias obras. Pero Miguel
-Ángel lo estimaba feliz precisamente por esto, porque él mismo era muy
-desgraciado no pudiendo satisfacerse plenamente con nada... Una vez
-messer Ottaviano de Médicis había pedido a Giuliano que le hiciera un
-retrato de Miguel Ángel.
-
-Giuliano se puso a trabajar; y después de haber tenido a Miguel Ángel
-sentado dos horas sin hablar, le dijo: “Miguel Ángel, ven a ver,
-levántate ya; he atrapado lo esencial de tu fisonomía”. Miguel Ángel
-se levantó, y cuando vió el retrato, le dijo riendo a Giuliano: “¿qué
-diablos has hecho? mira, me has hundido un ojo en la sien”. Giuliano,
-con estas palabras, se puso fuera de sí. Miró varias veces al retrato
-y a su modelo, alternativamente, y respondió con atrevimiento: “No me
-parece; pero vuelve a tu sitio y lo corregiré, si hay lugar”. Miguel
-Ángel, que sabía lo que pasaba, se volvió a poner, sonriendo, enfrente
-de Giuliano, quien lo miró varias veces lo mismo que a la pintura.
-Después se levantó, y dijo: “el ojo está tal como yo lo he dibujado, y
-la naturaleza así lo muestra”. “Pues bien, dijo Miguel Ángel riendo, es
-culpa de la naturaleza. Continúa y no ahorres los colores”[453].
-
-Tanta indulgencia, que Miguel Ángel no acostumbraba prodigar con otros
-hombres y que concedía a esta gente humilde, indica un humor burlón que
-se divierte con las ridiculeces humanas[454], al mismo tiempo que una
-piedad afectuosa para esos pobres locos que se creían grandes artistas
-y que le inspiraban tal vez un retorno hacia su propia locura. En esto
-había mucho de ironía melancólica y burlesca.
-
-
- NOTAS:
-
-[387] _Poesías_, CXXIII.
-
-[388] Carta de Miguel Ángel a Vasari (19 de septiembre de 1552).
-
-[389] Carta de Miguel Ángel a Lionardo su sobrino (julio de 1557).
-
-[390] Se trata aquí de Antonio da San Gallo, arquitecto en jefe de San
-Pedro desde 1537 hasta su muerte, en octubre de 1546. Siempre había
-sido enemigo de Miguel Ángel, quien lo trató sin consideraciones.
-Se pusieron en pugna el uno contra el otro a propósito de las
-fortificaciones del Borgo, barrio del Vaticano, para las cuales Miguel
-Ángel hizo que se rechazaran los planos de San Gallo, en 1545, y cuando
-la construcción del Palacio Farnesio que San Gallo había edificado
-hasta el segundo piso, y que Miguel Ángel terminó, imponiendo en 1549
-su modelo para la cornisa y eliminando el proyecto de su rival. (Véase
-el _Michelangelo_ de Thode).
-
-[391] El futuro Papa Marcelo II.
-
-[392] Vasari.
-
-[393] Bottari.
-
-[394] Al terminar la investigación de 1551, Miguel Ángel, dirigiéndose
-a Julio III que la presidía, le dijo: “Santo Padre, ya veis cuáles son
-mis ganancias; si las molestias que sufro no sirven a mi alma, pierdo
-mi tiempo y mi trabajo”. El Papa, que lo quería, le puso las manos en
-los hombros, y respondió: “Tú ganas para los dos, para tu cuerpo y para
-tu alma. No tengas temor”. (Vasari).
-
-[395] Paulo III había muerto el 10 de noviembre de 1549, y Julio III,
-que también amaba a Miguel Ángel, reinó del 8 de febrero de 1550 al 23
-de marzo de 1555. El Cardenal Cervini fué electo el 9 de abril de 1555
-bajo el nombre de Marcelo II; no reinó más que algunos días. Paulo IV
-Caraffa lo sucedió el 23 de mayo de 1555.
-
-[396] Carta de Miguel Ángel a Lionardo (mayo de 1555). Inquieto por las
-críticas de sus propios amigos, llegó a pedir sin embargo en 1560, “que
-se tuviera a bien descargarlo del fardo que llevaba gratuitamente desde
-hacía diecisiete años por orden de los Papas”. Pero su dimisión no fué
-aceptada y Pío IV renovó sus poderes, por medio de un breve. Entonces
-fué cuando se resolvió al fin a ejecutar, por instancias de Cavalieri,
-el modelo en madera de la cúpula. Hasta entonces se había reservado
-todos sus proyectos, rehusándose a dejar ver nada a quienquiera que
-fuese.
-
-[397] No por eso Nanni dejó de rogar al duque Cosme, al día siguiente
-de la muerte de Miguel Ángel, que se le diera la sucesión de éste en
-San Pedro.
-
-[398] Miguel Ángel no pudo ver construidas más que las escaleras y la
-plaza. Los edificios del Capitolio no fueron terminados hasta el siglo
-XVII.
-
-[399] De la Iglesia de Miguel Ángel no queda nada ahora. Fué
-reconstruida enteramente en el siglo XVIII.
-
-[400] Se ejecutó el modelo de Miguel Ángel en piedra y no en madera,
-como él quería.
-
-[401] En 1559-1560.
-
-[402] Vasari.
-
-[403] _Ibid._ En 1553 fué cuando comenzó esta obra, la más conmovedora
-de todas las suyas, porque es la más íntima. Se siente que ahí no habla
-más que por sí mismo, que sufre y se abandona a su sufrimiento. Y hasta
-parece que se representó a sí mismo en el viejo de cara dolorosa que
-sostiene el cuerpo de Cristo.
-
-[404] En 1555.
-
-[405] Tiberio Calcagni la compró a Antonio y pidió a Miguel Ángel
-permiso de repararla. Miguel Ángel consintió y Calcagni reajustó el
-grupo; pero murió y la obra quedó sin terminar.
-
-[406] _Poesías_, LXXXI, (por el año de 1550). Sin embargo, algunas
-poesías que también parecen de su extrema vejez, demuestran que la
-llama no estaba tan apagada como creía, y que como él decía, la vieja
-leña quemada levantaba llama de vez en cuando. (Véase Apéndice, XXII.
-_Poesías_, CX y CXIX).
-
-[407] Se casó en 1538 con Michele di Niccoló Guicciardini.
-
-[408] Una propiedad en Pozzolatico.
-
-[409] Esta correspondencia comienza en 1540.
-
-[410] ..._Stare a spasimare intorno alle tue lettere._ (_Cartas_,
-1536-1548).
-
-[411] Carta de 11 de julio de 1544.
-
-[412] Miguel Ángel fué el primero que advirtió a su sobrino, durante
-una enfermedad en 1549, que no lo había olvidado en su testamento. El
-testamento dice así: “A Gismondo y a ti les dejo todo lo que tengo;
-de manera que mi hermano Gismondo y tú, mi sobrino, tienen derechos
-iguales, y ninguno puede ejercer autoridad sobre mis bienes sin
-consentimiento del otro”.
-
-[413] _L’amore del tarlo!_
-
-[414] Febrero 6 de 1546. Y agrega: “Es cierto que el año pasado te he
-sermoneado tanto, que te dió vergüenza y me enviaste un barrilito de
-Trebbiano. ¡Lo que esto te habrá costado!”
-
-[415] De 1547 a 1553.
-
-[416] Y en otra parte decía: “no pienses en buscar dinero sino
-únicamente la bondad y la buena reputación. Tienes necesidad de una
-mujer que viva contigo y a quien puedas mandar, una mujer que no cause
-disgustos ni ande todos los días en bodas y en festines; porque donde
-hay cortejos es muy fácil perderse, (_diventar puttana_) sobre todo
-cuando no se tiene familia...”. _Cartas_, febrero 1.º de 1549.
-
-[417] _Storpiata o schifa_... (_Cartas_, 1547-1552).
-
-[418] _Ibid._ Diciembre 19 de 1551.
-
-[419] Sin embargo, agrega: “Pero si acaso no te sientes bastante sano,
-entonces es mejor resignarse a vivir, sin traer más desgraciados al
-mundo”. _Cartas_, junio 24 de 1552.
-
-[420] El 16 de mayo de 1553.
-
-[421] _Cartas_, mayo 20 de 1553.
-
-[422] _Cartas_, agosto 5 de 1553.
-
-[423] Nacido en 1554.
-
-[424] Nacido en 1555, que muere poco después de su nacimiento.
-
-[425] Hay que distinguir bien entre los períodos de su vida. Se
-encontrarán en esta larga carrera desiertos de soledad, pero también
-algunos períodos de amistades. Por el año de 1515, en Roma, tiene
-un pequeño círculo de florentinos libres y de buen vivir: Domenico
-Buoninsegni, Lionardo Sellajo, Giovanni Spetiale, Bartolommeo
-Verazzano, Giovanni Gellesi, Canigiani. Un poco más tarde, bajo el
-pontificado de Clemente VII, fué la espiritual sociedad de Francesco
-Berni y de Fra Sebastiano del Piombo, amigo adicto pero peligroso, que
-contaba a Miguel Ángel todos los rumores que circulaban acerca de él y
-atizaba su enemistad contra el partido de Rafael. Fué, sobre todo en
-tiempo de Vittoria Colonna, el círculo de Luigi del Riccio, mercader
-florentino que lo aconsejaba en sus negocios y fué su más íntimo amigo.
-En su casa encontraba a Donato Giannotti, al músico Arcadelt y al
-hermoso Cecchino. Todos ellos amaban la poesía, la música y los buenos
-platos. Para Riccio, desesperado por la muerte de Cecchino, escribió
-Miguel Ángel sus cuarenta y ocho epigramas funerarios; y Riccio por
-cada epigrama enviaba a Miguel Ángel, truchas, setas, trufas, melones,
-tórtolas, etc. Véase _Poesías_, Edición Frey, LXXIII.--Después de
-la muerte de Riccio, en 1546, Miguel Ángel ya no tuvo amigos, sino
-discípulos; Vasari, Condivi, Daniel de Volterra, Bronzino, Leone Leoni,
-Benvenuto Cellini. Les inspiraba un culto apasionado, y él por su parte
-les mostraba un afecto conmovedor.
-
-[426] Por sus funciones en el Vaticano no menos que por la grandeza de
-su espíritu religioso, Miguel Ángel estuvo particularmente relacionado
-con los altos dignatarios de la Iglesia.
-
-[427] Será tal vez curioso anotar, de paso, que Miguel Ángel conoció
-a Maquiavelo. Una carta de Biagio Buonaccorsi a Maquiavelo, del 6 de
-septiembre de 1508, le anuncia que ha enviado por conducto de Miguel
-Ángel, dinero a una mujer cuyo nombre no se menciona.
-
-[428] Entre los artistas fué sin duda donde tuvo menos amigos,
-excepto al fin de su vida, cuando estuvo rodeado de discípulos que
-lo adulaban. Tenía pocas simpatías para la mayor parte de ellos y no
-se los ocultaba. Estuvo en muy malos términos con Leonardo de Vinci,
-Perugino, Francia, Signorelli, Rafael, Bramante y San Gallo. “Maldito
-sea el día en que hayáis hablado bien de alguien” le escribió Jacopo
-Sansovino, el 30 de junio de 1517. Esto no impidió a Miguel Ángel hacer
-servicios más tarde a Sansovino, en 1524, y a otros muchos; pero tenía
-un genio demasiado apasionado para amar otro ideal más que el suyo, y
-era demasiado sincero para fingir amar lo que no amaba. Sin embargo, se
-mostró muy cortés con Ticiano cuando éste visitó Roma en 1545. Pero a
-la sociedad de los artistas, cuya cultura en general dejaba que desear,
-prefería la de los escritores y los hombres de acción.
-
-[429] Se cambiaron epístolas en verso, amistosas y burlescas.
-_Poesías_, LVII y CLXXII. Berni hizo de Miguel Ángel un elogio
-magnífico en su _Capitolo a Fra Sebastiano dei Piombo_. Dice “que él
-era la Idea en sí de la escultura y de la arquitectura, como Atrea era
-la Idea de la Justicia, toda bondad y toda inteligencia”. Lo llama un
-segundo Platón, y dirigiéndose a los otros poetas les dice esta frase
-admirable, citada con frecuencia: “¡Guardad silencio, instrumentos
-armoniosos! Él dice cosas y vosotros palabras”. _Ei dice cose, et voi
-dite parole_...
-
-[430] Dona Argentina Malaspina, en 1516.
-
-[431] Sobre todo su carta a Francisco I, de 26 de abril de 1546.
-
-[432] Condivi comienza así su vida de Miguel Ángel: “Desde la hora
-en que el Señor Dios, por su gracia todopoderosa, me juzgó digno no
-solamente de ver a Miguel Ángel Buonarroti, el escultor y pintor
-único, lo cual apenas habría tenido la audacia de esperar, sino
-también de gozar con su conversación, con su afecto y su confianza, en
-reconocimiento de tal beneficio, me dediqué a reunir todo lo que me
-parece en su vida digno de alabanza y de admiración, para ser útil a
-los demás con el ejemplo de tal hombre”.
-
-[433] Francisco I, en 1546. Catalina de Médicis, en 1559, le escribió
-desde Blois, “que sabiendo como todo el mundo, cuán superior era a
-cualquier otro en su siglo”, le suplicaba que él esculpiera la estatua
-ecuestre de Enrique II, o que a lo menos hiciera un dibujo de ella.
-Noviembre 14 de 1559.
-
-[434] En 1552. Miguel Ángel no respondió, lo cual ofendió al duque.
-Cuando Benvenuto Cellini volvió a hablar del asunto a Miguel Ángel,
-éste respondió de una manera sarcástica.
-
-[435] En noviembre de 1560.
-
-[436] En octubre de 1561.
-
-[437] Vasari. A propósito de la recepción que Cosme hizo a Miguel Ángel.
-
-[438] Francisco de Holanda. _Conversación sobre la pintura._
-
-[439] _Ibid._
-
-[440] A Piero Gondi. Enero 26 de 1524.
-
-[441] Vasari describe así a los ayudantes de Miguel Ángel: “Pietro
-Urbano de Pistoia era muy inteligente, pero nunca quiso trabajar.
-Antonio Mini hubiera querido, pero no era inteligente. Ascanio della
-Ripa Transone trabajaba, pero nunca llegó a hacer nada”.
-
-[442] Miguel Ángel se inquietaba por sus menores percances. Se preocupa
-cuando Urbano se corta un dedo. Cuida de que cumpla sus deberes
-religiosos: “Ve a confesarte, trabaja bien, cuida la casa...”. (Cartas,
-marzo 29 de 1518).
-
-[443] Ya Miguel Ángel había querido ir a Francia con Antonio Mini,
-después de la fuga de Florencia, en 1529.
-
-[444] El cuadro que había hecho durante el sitio para el duque de
-Ferrara, pero que no quiso entregar porque el Embajador de Ferrara le
-había faltado al respeto.
-
-[445] En 1531.
-
-[446] Vasari.
-
-[447] El 3 de diciembre de 1555, pocos días después de la muerte del
-último hermano de Miguel Ángel, Gismondo.
-
-[448] Febrero 25 de 1556.--Miguel Ángel termina así: “me recomiendo a
-vos y os ruego que me disculpéis con messer Benvenuto (Cellini) si no
-contesto su carta; porque estos pensamientos me causan tanto dolor que
-me siento incapaz de escribir”.
-
-Véase también la poesía CLXII:
-
- _E piango e parlo del mio morto Urbino..._
-
-[449] Escribió a la mujer de Urbino, Cornelia, cartas llenas de afecto,
-en las cuales le prometía llevarse consigo al pequeño Michelangelo,
-“quererlo más que a los hijos de su sobrino Lionardo y enseñarle todo
-lo que Urbino deseaba que aprendiese”. Marzo 28 de 1557.--No perdonó a
-Cornelia que se volviera a casar, en 1559.
-
-[450] Véase en Vasari la relación de estos chistes.
-
-[451] _Ibid._
-
-[452] _Ibid._
-
-[453] Vasari.
-
-[454] Como casi todas las almas sombrías, Miguel Ángel tenía a veces
-el humor burlón; escribió poesías burlescas del género de Berni. Pero
-su sátira es ruda y casi trágica, como la lúgubre caricatura de los
-achaques de la vejez. (_Poesías_ LXXXI). Véase también su parodia de
-una poesía del amor. (_Ibid._, XXXVII).
-
-
- [Ilustración]
-
-
- III
- SOLEDAD
-
- _L’anima mia, che chon la morte parla..._[455]
-
-
-Así vivía solo con sus humildes amigos, sus ayudantes y sus locos, y
-con otros amigos más humildes todavía, sus animales familiares, sus
-pollos y sus gatos[456].
-
-En el fondo estaba solo, y cada día más. “Estoy siempre solo, escribía
-a su sobrino en 1548, y no habló con nadie”. Se había separado poco a
-poco no solamente de la sociedad de los hombres, sino de sus intereses
-mismos, de sus necesidades, de sus placeres y de sus pensamientos.
-
-La última pasión que lo ligaba a los hombres de su tiempo, el fuego
-republicano, se había extinguido también. Todavía una vez había lanzado
-un último resplandor de tempestad, en la época de las dos graves
-enfermedades de 1544 y 1546, cuando Miguel Ángel fué recogido por su
-amigo Riccio en la casa de los Strozzi, republicanos y proscriptos.
-Miguel Ángel, convaleciente, mandó rogar a Roberto Strozzi, refugiado
-en Lyon, que recordara al Rey de Francia sus promesas, y agregaba
-que si Francisco I iba a restablecer la libertad en Florencia, se
-comprometía a elevarle por su cuenta una estatua ecuestre, de bronce,
-en la plaza de la Señoría[457]. En 1546 regaló a Strozzi, en señal de
-gratitud por la hospitalidad recibida, los _Dos Cautivos_ que Strozzi a
-su vez obsequió a Francisco I.
-
-Pero esto no era más que un acceso de la fiebre política, y el último.
-En algunos pasajes de sus Diálogos con Giannotti, en 1545, expresa casi
-los pensamientos de Tolstoi sobre la inutilidad de la lucha y la no
-resistencia al mal:
-
-“Es una gran presunción atreverse a matar a alguien, porque no se puede
-saber seguramente si de su muerte resultará algún bien o si de su vida
-lo hubiera resultado. Por eso yo no puedo soportar a esos hombres que
-creen que no es posible producir el bien si no se comienza por el
-mal, es decir, por el asesinato. Los tiempos cambian, nuevos sucesos
-sobrevienen, los deseos se transforman, los hombres se cansan... y al
-fin de cuentas sucede siempre lo que no se había previsto”.
-
-El mismo Miguel Ángel que había hecho la apología del tiranicidio,
-se irritaba contra los revolucionarios que se imaginan cambiar el
-mundo con un acto. Sabía bien que él había sido uno de ellos y se
-condenaba a sí mismo amargamente. Como Hamlet, dudaba ya de todo, de
-sus pensamientos, de sus odios, y de todo lo que había creído. Volvía
-la espalda a la acción. Y escribía: “El buen hombre que respondió a
-alguno:--Yo no soy un hombre de estado, yo soy un hombre honrado y un
-hombre de buen sentido--, ése decía la verdad. ¡Si mis trabajos de Roma
-me preocuparan tan poco como los negocios de los Estados!”[458].
-
-La verdad es que ya no odiaba. No podía ya odiar. Era demasiado tarde:
-
- _Ahimè, lasso chi pur tropp’ aspetta,
- Ch’ i’ gionga a suoi conforti tanto tardj!
- Ancor, se ben riguardj,
- Un generoso, alter’ e nobil core
- Perdon’ e porta a chi l’offend’ amore._
-
-“¡Ay de mí, cansado de una espera demasiado larga, llego demasiado
-tarde a lo que había deseado!... y ahora ¿no lo sabes? un corazón
-generoso, soberbio y noble perdona y ofrece su amor a quien lo
-ofende”[459].
-
- * * * * *
-
-Vivía en el Macel de’ Corvi, sobre el foro de Trajano. Tenía allí una
-casa con un jardinillo y la ocupaba con un criado, una criada y sus
-animales familiares[460]. No tenía buena mano para sus criados. “Eran
-todos negligentes y sucios”, dice Vasari. Los cambiaba a menudo y
-se quejaba de ellos amargamente[461]. Tuvo por esta causa tantos
-disgustos como Beethoven; y sus _Ricordi_ (recuerdos o notas) como los
-cuadernos y conversaciones de Beethoven, conservan todavía las huellas
-de sus trastornos domésticos. “¡Oh, más valía que no hubiera estado
-nunca aquí!” Escribía en 1560, después de haber despedido a una criada,
-Girolama.
-
-Su cuarto era sombrío como una tumba[462]. “En él las arañas hacían
-mil trabajos hilando con sus pequeños husos”[463]. A la mitad de
-la escalera había pintado a la Muerte llevando sobre el hombro un
-ataúd[464]. Vivía como un pobre y apenas comía[465], y “cuando no podía
-dormir se levantaba por la noche, para trabajar con el cincel. Se había
-fabricado un casco de cartón sobre el cual ponía una vela encendida,
-encima de su cabeza y de esta manera sin estorbo en las manos,
-iluminaba su trabajo”[466].
-
-Al hacerse más viejo se hacía más solitario; era para él una
-necesidad, cuando todo dormía en Roma, refugiarse en el trabajo
-nocturno. El silencio era para él un beneficio, y la noche una amiga:
-
-“¡Oh noche, oh tiempo dulce aunque sombrío, donde todo esfuerzo acaba
-por alcanzar la paz; quien te alaba ve bien y comprende bien, y quien
-te honra está en su pleno juicio. Tú cortas todos los pensamientos
-fatigados, con las sombras húmedas y el reposo; y de aquí abajo, a
-menudo, me llevas en sueños hasta las alturas adonde espero ir. ¡Oh
-sombra de la muerte, por la cual se evitan todas las miserias enemigas
-del alma y del corazón, supremo y buen remedio de los afligidos, tú
-devuelves la salud a nuestra carne enferma, tú secas nuestro llanto, tú
-nos descargas de nuestras fatigas, y limpias a los buenos del odio y
-del disgusto”[467].
-
-Vasari visitó una noche al viejo que estaba solo en su casa desierta,
-contemplando la trágica _Pietà_ y meditando:
-
-Cuando Vasari tocó, Miguel Ángel se levantó y fué a la puerta con
-un candelero en la mano. Vasari quiso contemplar la escultura, pero
-Miguel Ángel dejó caer y apagarse la luz para que no pudiera ver nada.
-Y mientras que Urbino iba a buscar otra, el Maestro se volvió hacia
-Vasari y le dijo: “Estoy tan viejo que con frecuencia la muerte me tira
-de las calzas para llevarme. Un día caerá mi cuerpo como esta antorcha
-y como ella se extinguirá la luz de mi vida”.
-
-La idea de la muerte lo absorbía, cada vez más próxima y llena de
-sombras.
-
-“No hay en mí ningún pensamiento, decía a Vasari, que no tenga en el
-fondo esculpida la muerte”[468].
-
-Le parecía ya como la única felicidad de la vida:
-
-“Cuando mi pasado se me hace presente, y esto me sucede a todas horas,
-¡oh mundo falso! entonces conozco bien el error y la culpa de la
-raza humana. El que llega a consentir en tus frivolidades y en sus
-vanas delicias, prepara para su alma penas dolorosas. Bien lo sabe
-el que hace la prueba; con cuánta frecuencia prometes paz y bienes
-que no tienes ni tendrás nunca. Por eso el menos favorecido es el
-que permanece por más tiempo aquí abajo, y el que vive menos, más
-fácilmente vuelve al cielo”[469].
-
-“Conducido por muchos años a mi última hora reconozco tarde ¡oh mundo!,
-tus delicias. Tú prometes la paz que no tienes; tú prometes el reposo
-que muere antes del nacimiento. Lo digo y lo sé por experiencia, los
-únicos elegidos del cielo son los que más pronto mueren después de
-nacer”[470].
-
-Como su sobrino Lionardo festejara el nacimiento de su hijo, Miguel
-Ángel lo reprimió severamente:
-
-“Esta pompa me disgusta. No hay que reírse cuando el mundo entero
-llora. Es una falta de sentido celebrar así una fiesta por alguien que
-acaba de nacer. Hay que reservar la alegría para el día en que muere un
-hombre que ha vivido bien”[471].
-
-Y al año siguiente lo felicitó por haber perdido a un segundo hijo de
-corta edad.
-
- * * * * *
-
-La naturaleza, que hasta entonces había desdeñado en su fiebre
-apasionada, y por su genio intelectual, fué en sus últimos años una
-consoladora para él[472]. En septiembre de 1556, huyendo de Roma,
-amenazado por las tropas del Duque de Alba, pasó por Spoleto y
-permaneció allí cinco semanas, en medio de los bosques de encinas y de
-olivos, dejándose penetrar por el esplendor cercano del otoño. Volvió
-a Roma con sentimiento, a fines de octubre, porque fué llamado. “He
-dejado allá más de la mitad de mí mismo, escribía a Vasari; porque
-verdaderamente la paz no se encuentra más que en los bosques”.
-
- _Pace non si trova se non nei boschi_[473].
-
-Y de regreso en Roma, el anciano de ochenta y dos años compuso una
-hermosa poesía a la gloria de los campos y de la vida campestre, en
-contraste con la mentira de las ciudades. Fué su última obra poética y
-tiene toda la frescura de la juventud[474].
-
-Pero en la naturaleza, lo mismo que en el arte y en el amor, era a
-Dios a quien buscaba y a quien se aproximaba cada día más. Siempre
-había sido creyente. Aunque no se dejara engañar por los sacerdotes
-ni por los monjes, ni por los devotos y las devotas, aunque a veces
-se burlara rudamente de ellos[475], nunca tuvo según parece la
-menor duda en su fe. Cuando la enfermedad o la muerte de su padre y
-de sus hermanos, su primer cuidado fué siempre que recibieran los
-sacramentos[476]. Tenía una confianza sin límites en la oración: creía
-más en ella que en todas las medicinas[477]. Atribuía a su intercesión
-todos los bienes recibidos y los males que no le habían llegado.
-Tenía en su soledad crisis de adoración mística. La casualidad nos ha
-conservado el recuerdo de una de ellas: Un relato contemporáneo nos
-muestra la cara extática del héroe de la Sixtina, solo, orando en la
-noche, en su jardín de Roma e implorando con sus ojos dolorosos al
-cielo estrellado[478].
-
-No es cierto, como se ha querido hacer creer, que su fe haya sido
-indiferente al culto de los Santos y de la Virgen[479]. Sería gracioso
-convertir en protestante al hombre que consagró los veinte últimos
-años de su vida a construir el templo del Apóstol Pedro y cuya última
-obra, interrumpida por la muerte, fué una estatua de San Pedro. No
-se puede olvidar que en diversas ocasiones quiso emprender grandes
-peregrinaciones, en 1545 a Santiago de Compostela, en 1556 a Loreto, y
-que formaba parte de la Hermandad de San Giovanni Decollato--San Juan
-Bautista--pero es cierto que, como todo gran cristiano, vivió y murió
-en Cristo[480]. “Vivo pobre con Cristo”, escribía a su padre desde
-1512, y al morir suplicaba que se le recordaran los sufrimientos de
-Cristo. Desde la amistad, y sobre todo después de la muerte de Vittoria
-Colonna, su fe tomó un carácter más exaltado. Al mismo tiempo que su
-arte, se consagraba casi exclusivamente a la gloria de la Pasión de
-Cristo[481], su poesía se abismaba en el misticismo. Renegaba del arte
-y se refugiaba en los grandes brazos abiertos del Crucificado:
-
-“El curso de mi vida ha llegado, sobre la mar tempestuosa, en un frágil
-barco, al puerto común donde se desembarca para dar cuenta y razón de
-toda obra pía e impía. La ilusión apasionada que me hizo del arte un
-ídolo y un monarca, me parece hoy cargada de errores y veo claramente
-lo que todo hombre desea para su mal. Los pensamientos amorosos, los
-pensamientos vanos y alegres, ¿qué son ahora que me aproximo a las
-dos muertes? de una de ellas estoy seguro y la otra me amenaza. Ni la
-pintura ni la escultura son capaces de apaciguar el alma, dirigida
-hacia el amor divino, que para recogernos, abre sus brazos sobre la
-Cruz”[482].
-
- * * * * *
-
-Pero la flor más pura que la fe y el sufrimiento hicieron brotar en
-aquel viejo corazón desgraciado, fué la divina caridad. Este hombre,
-a quien sus enemigos acusaban de avaricia[483], no dejó durante toda
-su vida de colmar con sus liberalidades a los infelices conocidos y
-desconocidos.
-
-No solamente demostró siempre el afecto más conmovedor para sus viejos
-servidores y para los de su padre, para una tal Mona Margherita, a
-quien recogió después de la muerte del viejo Buonarroti, y cuya muerte
-le causó “más pena que si hubiera sido una hermana”[484]; para un
-humilde carpintero que había trabajado en el andamiaje de la Capilla
-Sixtina, a cuya hija dotó[485]... sino que también daba constantemente
-a los pobres y sobre todo a los pobres vergonzantes. Le gustaba asociar
-en sus limosnas a su sobrino y a su nuera, les inspiraba la costumbre
-de hacerlo; los hacía que hicieran caridades por cuenta de él sin
-nombrarlo siquiera, porque quería que sus limosnas se conservaran
-secretas[486]. “Le gustaba más hacer el bien que parecer hacerlo”[487].
-Por un rasgo de exquisita delicadeza, pensaba sobre todo en las jóvenes
-pobres y procuraba darles ocultamente pequeñas dotes para que pudieran
-casarse o entrar en un convento.
-
-“Procura, pues, conocer a un burgués necesitado que tenga una hija por
-casarse o para entrar al convento”; le escribe a su sobrino, y agrega:
-“hablo de los que están necesitados y se avergüenzan de mendigar. Dales
-el dinero que te mando, pero en secreto, y de tal manera que no te
-dejes engañar”[488].
-
-Y en otra ocasión:
-
-“Infórmame si conoces algún otro noble burgués muy necesitado, y sobre
-todo si tiene hijas en su casa; me sería muy agradable hacerle algún
-beneficio por la salud de mi alma”[489].
-
-
- NOTAS:
-
-[455] _Poesías_, CX.
-
-[456] “Los pollos y el señor gallo triunfan, le escribe Angiolini en
-1553, durante una de sus ausencias; pero los gatos están desolados por
-no veros, aunque no les falta comida”.
-
-[457] Carta de Riccio a Roberto di Filippo Strozzi, (julio 21 de 1544).
-
-[458] Carta a Lionardo su sobrino (1547).
-
-[459] _Poesías_, CIX, 64. Miguel Ángel supone aquí un diálogo del poeta
-con un proscrito florentino. Es posible que haya escrito esta poesía
-después del asesinato de Alejandro de Médicis por Lorenzino, en 1536.
-(Se publicó por primera vez en 1543, con música de Giacomo Arcadelt).
-
-[460] Entre sus criados anoto a título de curiosidad a un francés,
-Richard, _Riccardo franzese_. (Junio 18 de 1552. Ricordi, página 606).
-
-[461] “Yo querría, escribe a Lionardo, una criada que fuera buena y
-limpia; pero es muy difícil, porque todas son sucias y perdidas. (_Son
-tutte puttane e porche._) Les doy diez julios al mes. Vivo pobremente,
-pero pago bien”. (_Cartas_, agosto 16 de 1550).
-
-[462] _La mia scura tomba..._ (_Poesías_, LXXXI).
-
-[463] _Dov’è Aragn’ e mill’opre et lavoranti._
- _E fan di lor filando fusaiuolo._ (_Ibid._)
-
-[464] Sobre el ataúd estaba este epitafio:
-
- _Io dico a voi, ch’al mondo avete dato
- L’anima e 'l corpo e lo spirito 'nsieme:
- In questa cassa oscura è 'l vostro lato._
-
-
- “Yo os digo, a vosotros, que habéis dado al mundo
- el alma, el cuerpo y el espíritu a la vez:
- en esta caja obscura tendréis todo”.
-
- (_Ibid._, CXXXVII).
-
-[465] “Era muy sobrio. Cuando joven se contentaba con un poco de pan y
-vino para poder consagrarse enteramente al trabajo. En su vejez, desde
-la época en que hizo el _Juicio Final_, se acostumbró a beber un poco,
-pero únicamente por las tardes, cuando había terminado su trabajo, y de
-la manera más moderada. Aunque fuera rico vivía como un pobre. Nunca
-o muy rara vez comía algún amigo con él; no quería aceptar obsequios
-de nadie, porque se creía así obligado para siempre con el donante. Su
-sobriedad fué causa de que siempre fuera muy despierto y tuviera poca
-necesidad de sueño”. (Vasari).
-
-[466] Vasari, observando que no usaba cera, sino candelas de sebo
-de cabra, le mandó cuarenta libras. El servidor de Miguel Ángel se
-las llevó, pero Miguel Ángel rehusó aceptarlas. El servidor dijo:
-“Amo, tengo los brazos deshechos por haberlas traído y no quisiera
-volvérmelas a llevar. Si no las queréis, voy a plantarlas en el lodazal
-seco que está frente a la casa y las encenderé todas”. Entonces Miguel
-Ángel replicó: “Déjalas pues allí, porque no quiero que hagas locuras
-ante mi puerta”. (Vasari).
-
-[467] Véase Apéndice, XXIII. (_Poesías_, LXXVIII). Frey fija para
-esta poesía la fecha aproximada de 1546, en la época del _Juicio Final_
-y de la Capilla Paulina. Grimm cree que sea un poco posterior, hacia
-1554. Otro soneto sobre la noche--_Poesías_, LXXVII--es de la más
-grande belleza poética, pero más literario y algo amanerado.
-
-[468] _Non nasce in me pensiero che non vi sia dentro sculpita la
-morte._ (_Cartas_, junio 22 de 1555)
-
-[469] Véase Apéndice, XXIV. (_Poesías_, CIX, 32).
-
-[470] Apéndice, XXV. (_Poesías_, CIX, 34).
-
-[471] Carta a Vasari, con esta fecha: “No se qué día de abril de 1554”.
-(_A di non so quanti d’aprile 1554)._
-
-[472] Siempre había prestado muy poca atención a la naturaleza, a
-pesar de los años que pasó fuera de las ciudades, en Carrara o en
-Seravezza. El paisaje tiene ínfimo lugar en su obra; se reduce a
-algunas indicaciones abreviadas, casi esquemáticas, en los frescos de
-la Sixtina. En esto, Miguel Ángel se aleja de sus contemporáneos, de
-Rafael, del Ticiano, del Perugino, de Francia, de Leonardo. Despreciaba
-los paisajes de los artistas flamencos, entonces muy a la moda:
-“Grupos--decía,--paredes, campos muy verdes sombreados con árboles,
-ríos y gentes, y muchas figuras por aquí y por allá, eso es lo que se
-llama paisajes”.--_Diálogos_ de Francisco de Holanda.
-
-[473] _Cartas_, diciembre 28 de 1556.
-
-[474] Quiero hablar de la larga poesía, no terminada, de 115 versos que
-comienzan así:
-
- _Nuovo piacere e di magiore stima
- Veder l’ardite capre sopr’un sasso
- Montar, pasciendo or questa or quella cima..._
-
-
- “Es un nuevo placer y siempre más estimado
- ver las cabras atrevidas sobre una roca pastando,
- ya en ésta o en aquella cima”.
-
- (_Poesías_, CLXIII, págs. 249-253 de Frey).
-
-Acepto aquí la interpretación de Frey, que señala para esta poesía la
-fecha de octubre a diciembre de 1556. Thode es de otra opinión, y la
-atribuye a la juventud de Miguel Ángel, pero no da a mi juicio ninguna
-razón suficiente.
-
-[475] En 1548, disuadiendo a su sobrino Lionardo de hacer una
-peregrinación a Loreto, le aconsejaba gastar más bien el dinero en
-limosnas, “porque si llevas tu dinero a los sacerdotes, ¡Dios sabe lo
-que harán!” (Abril 7 de 1548). Sebastián del Piombo iba a pintar un
-monje en San Pedro in Montorio; Miguel Ángel piensa que aquel monje
-echará todo a perder y dice: “Los monjes han perdido al mundo que es
-muy grande; no sería sorprendente que perdieran una capillita”. En la
-época en que Miguel Ángel trataba de casar a su sobrino, fué a verlo
-una devota, le dijo un sermón, lo exhortó a la piedad y le ofreció para
-Lionardo una muchacha piadosa y de buenos principios. “Yo le respondí,
-escribe Miguel Ángel, que haría mejor ocupándose de tejer y de hilar,
-que rondando así alrededor de la gente, comerciando con las cosas
-santas”. (_Cartas_, julio 19 de 1549).
-
-Escribió poesías ásperas de un sentimiento savonarolista contra los
-sacrilegios y las simonías de Roma. Por ejemplo, el soneto:
-
- _Qua si fa elmj di chalicj e spade,
- E ’l sangue di Christo si vend’a giumelle..._
-
- “Ahí se hacen con los cálices espadas y yelmos, y
- la sangre de Cristo se vende a dos manos...”.
-
-(_Poesías_, X, por el año de 1512).
-
-[476] Carta a Buonarroto respeto a una enfermedad de su padre.
-(Noviembre 23 de 1516). Carta a Lionardo, refiriéndose a la muerte de
-Giovan Simone. (Enero de 1548). “Me sería agradable saber si se ha
-confesado y si ha recibido bien los Sacramentos. Si supiera que es así
-sufriría menos”.
-
-[477] “_Più credo agli orazioni che alle medicine_”. (Cartas a
-Lionardo, abril 25 de 1549).
-
-[478] “En el año del Señor de 1513, el primer año del Pontificado
-de León X, Miguel Ángel que se encontraba entonces en Roma--y creo,
-si no me equivoco que era en Otoño--una noche, al aire libre, en un
-jardín de su casa, oraba y levantó los ojos al cielo. De repente vió
-un meteoro maravilloso, un signo triangular con tres rayos: uno, que
-iba hacia el Este, brillante y liso como una hoja de espada pulida y
-al fin terminaba en un gancho; el otro color de rubí azul rojizo, que
-se extendía sobre Roma; y el otro color de fuego, retorcido y de tal
-longitud que llegaba hasta Florencia. Cuando Miguel Ángel vió este
-signo divino fué a su casa a buscar un papel, pluma y colores y dibujó
-la aparición; y cuando hubo terminado, la señal desapareció”. (Fray
-Benedetto: _Vulnera diligentis_, tercera parte. Mss. Riccardianus 2985.
-Citado por Thode, según Villari).
-
-[479] Henry Thode.
-
-[480] Cuando Leone Leoni, en 1560, grabó una medalla con la efigie de
-Miguel Ángel, éste mandó dibujar en el anverso un ciego conducido por
-un perro, con esta inscripción: _Docebo iniquos vias tuas et impii ad
-te convertentur._ (Vasari).
-
-[481] _Crucifijo_, _Entierro de Cristo_, _Descendimiento de la Cruz_,
-_Pietà_.
-
-[482] Apéndice, XXVI. (_Poesías_, CXLVII). Este soneto, que Frey
-juzga con razón como el más hermoso de todos los de Miguel Ángel,
-es de 1555-1556. Muchas otras poesías expresan con menor belleza de
-forma, pero no con menos emoción y fe, un sentimiento análogo. Véase
-Apéndice XXVII.
-
-[483] Estos rumores eran puestos en circulación por el Aretino y por
-Bandinelli. El Embajador del duque de Urbino contaba a quien quería
-oírlo, en 1542, que Miguel Ángel se había hecho inmensamente rico
-prestando con usura el dinero que había recibido de Julio II, para el
-monumento que no había ejecutado. Miguel Ángel había dado pretexto
-hasta cierto punto, para esas acusaciones, por la dureza que mostró
-algunas veces en sus negocios (por ejemplo, con el viejo Signorelli,
-a quien persiguió en 1518, por un préstamo hecho en 1513) y por una
-rapacidad instintiva de campesino avaro que existía en él al mismo
-tiempo que una generosidad natural; pero esto era, por decirlo así,
-un gesto maquinal y hereditario. En realidad era de una extremada
-negligencia en sus negocios y no llevaba nunca cuentas. No sabía lo que
-tenía y daba a manos llenas. Su familia no dejó de aprovecharse de su
-capital.
-
-Hacía obsequios regios a sus amigos y a sus servidores. La mayor parte
-de sus obras fueron regaladas y no vendidas; trabajó gratuitamente en
-San Pedro. Nadie condenó tan severamente como él el amor al dinero. “La
-avidez de lucro es un gran pecado”, escribió a su hermano Buonarroto.
-Vasari protesta con indignación contra las calumnias de los enemigos de
-Miguel Ángel, recuerda todo lo que su maestro ha dado: a Tommaso dei
-Cavalieri, a Bindo Altoviti, a Sebastián del Piombo, a Gherardo Perini,
-dibujos inestimables; a Antonio Mini, la _Leda_ con todos los esbozos
-y los modelos; a Bartolommeo Bettini una admirable _Venus con Cupido
-que la besa_; al marqués del Vasto, un _Noli me tangere_; a Roberto
-Strozzi, los _Dos Esclavos_; a su servidor Antonio el _Descendimiento
-de la Cruz_, etc. “Yo no sé cómo, concluye, se puede tratar de avaro al
-hombre que prodigaba tales obras, que valían miles de escudos”.
-
-[484] Cartas a Giovan Simone (1533); y a Lionardo Buonarroti,
-(noviembre de 1540).
-
-[485] Vasari.
-
-[486] “Me parece que descuidas demasiado la caridad”, escribió a
-Lionardo en 1547.
-
-“Me escribes que quieres dar a esa mujer cuatro escudos de oro por el
-amor de Dios, y eso me gusta”. (Agosto de 1547).
-
-“Procura dar donde hay verdadera necesidad y no por amistad sino por
-amor de Dios. No digas de dónde viene el dinero”. (Marzo 29 de 1549).
-
-“No tienes que hacer ninguna mención de mí”. (Septiembre de 1547). “Me
-sería más agradable que consagres a limosnas por el amor de Dios, el
-dinero que gastas en regalos para mí; porque creo que hay mucha miseria
-entre vosotros”. (1558).
-
-“Viejo como soy, querría hacer algunos bienes con limosnas, porque no
-puedo ni sé hacer el bien de otra manera”. (Julio 18 de 1561).
-
-[487] Condivi.
-
-[488] Carta a Lionardo. (Agosto de 1547).
-
-[489] _Ibid._ (Diciembre 20 de 1550). También se informa de uno de los
-Cerretani, que tiene una hija para entrar al convento. (Marzo 29 de
-1549). Su sobrina Cecca intercede con él para una pobre muchacha que
-entra al convento y él envía con todo gusto la suma que le pide. (A
-Lionardo, mayo 31 de 1556). “Casarse con una joven pobre, decía en
-alguna parte, es también una manera de dar limosna”.
-
-
-
-
- EPÍLOGO
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- LA MUERTE
-
- ..._Et l’osteria
- È morte_[490]...
-
-
-La muerte, tan deseada y tan lenta para llegar, _c’a miseri la morte è
-pigra e tardi..._[491] llegó al fin.
-
-A pesar de su constitución que mantuvo con el rigor monástico de su
-vida, no lo habían perdonado las enfermedades. Jamás sanó enteramente
-de las fiebres perniciosas de 1544 y 1546; el mal de piedra[492], la
-gota[493], y sufrimientos de toda clase, acabaron de arruinarlo. En
-una poesía tristemente burlesca, de sus últimos años, pinta su cuerpo
-miserable roído por las enfermedades:
-
-“Vivo solo y miserable encerrado como la médula dentro de la corteza
-del árbol... Mi voz es como una avispa en un saco de piel y de huesos.
-Mis dientes parecen las teclas de un instrumento de música. Mi cara
-parece un espantajo... Mis oídos no dejan de zumbar; en una oreja una
-araña teje su tela y en la otra un grillo canta toda la noche... Mi
-catarro anhelante no me deja dormir. El arte que me dió la gloria me ha
-conducido a este fin. ...Soy un pobre viejo próximo a deshacerse si la
-muerte no llega pronto... Las fatigas me han descuartizado, desgarrado
-y roto, y la hostería que me espera es la muerte”[494].
-
-“Mi querido messer Giorgio, escribía a Vasari en junio de
-1555, conoceréis por mi escritura que he llegado a la hora
-vigésimacuarta...”[495].
-
-Vasari, que fué a verlo en la primavera de 1560, lo encontró muy
-debilitado. Apenas salía, casi no dormía y todo hacía presumir que no
-viviría por más tiempo. Al hacerse más débil se hacía más tierno y
-lloraba fácilmente.
-
-“He ido a ver a Miguel Ángel. No esperaba mi visita y se ha emocionado
-tanto como un padre que vuelve a ver a su hijo perdido. Me ha echado
-sus brazos alrededor del cuello y me ha besado mil veces, llorando
-dulcemente”. (_Lacrymando per dolcezza_)[496].
-
-No había perdido nada sin embargo de su lucidez de espíritu y de su
-energía. En esta misma visita que cuenta Vasari, habló largamente con
-él de diversos asuntos artísticos; le dió consejos para sus trabajos y
-lo acompañó a caballo a San Pedro[497].
-
-En el mes de agosto de 1561, tuvo un ataque. Había trabajado tres horas
-seguidas con los pies desnudos, cuando sintió súbitos dolores y cayó
-con convulsiones. Su servidor Antonio lo encontró sin conocimiento.
-Cavalieri, Bandini y Calcagni, acudieron. Cuando llegaron, Miguel Ángel
-había vuelto en sí. Algunos días después volvió a salir a caballo y a
-trabajar en los dibujos de la _porta Pia_[498].
-
-El intratable anciano no admitía bajo ningún pretexto que se ocuparan
-de él. Era un tormento continuo para sus amigos saber que estaba
-solo, con peligro de un nuevo ataque, con criados negligentes y poco
-escrupulosos.
-
-El heredero Lionardo había recibido antes tan ásperas demostraciones,
-cuando había querido ir a Roma por enterarse de la salud de su tío,
-que no se atrevía a presentarse. En julio de 1563, le mandó preguntar
-por conducto de Daniel de Volterra si le sería agradable verlo; y para
-prevenir las sospechas que su viaje hubiera podido inspirar al espíritu
-desconfiado de Miguel Ángel, le mandó agregar que sus negocios iban
-bien, que era rico y que no tenía necesidad de nada. El malicioso viejo
-le mandó responder que puesto que era así, él se complacía y daría a
-los pobres sus escasos bienes.
-
-Un mes más tarde, Lionardo, poco satisfecho por la respuesta, volvió
-a la carga y le mandó expresar las inquietudes que sentía respecto
-a su salud y a las personas que lo rodeaban. Entonces Miguel Ángel
-le contestó con una carta furibunda, que demuestra la sorprendente
-vitalidad de este hombre a los ochenta y ocho años, seis meses antes
-de su muerte:
-
-“Veo por tu carta que concedes crédito a ciertos pillos envidiosos, que
-porque no pueden robarme ni hacer de mí lo que quieren, escriben un
-montón de mentiras. Todos ellos son unos bellacos, y tú eres tan tonto
-que los crees, en lo que se refiere a mis negocios, como si yo fuera un
-niño. Mándalos a pasear; son gentes que no dan más que disgustos, que
-sólo son envidiosos y que viven como truhanes.
-
-“Me escribes que sufro por la servidumbre, y yo te digo que en lo
-que concierne al servicio no podría estar servido más fielmente ni
-mejor tratado en todos sentidos. En cuanto a los temores de robo que
-indicas, te digo que las gentes que están en mi casa son tales que me
-permiten vivir en paz y tener confianza en ellos. Así pues, piensa en
-ti mismo y no pienses en mis asuntos; porque yo sé defenderme en caso
-de necesidad; no soy un niño. Deseo que estés bien”[499].
-
-Lionardo no era el único que se inquietaba por la herencia. Toda Italia
-era la heredera de Miguel Ángel, sobre todo el duque de Toscana y el
-Papa, a quienes importaba no perder los dibujos y los planos relativos
-a la construcción de San Lorenzo y de San Pedro. En junio de 1563,
-por instigación de Vasari, el duque Cosme encargó a su Embajador
-Averardo Serristori, gestionara secretamente con el Papa que en vista
-del debilitamiento físico de Miguel Ángel se ejerciera una vigilancia
-atenta sobre sus criados y sobre todos los que frecuentaban su casa.
-En caso de muerte súbita se debía formar inmediatamente inventario de
-todos sus bienes: dibujos, cartones, papeles, dinero, y vigilar para
-que nada se perdiera en el primer desorden. A este efecto se tomaron
-precauciones. Es inútil decir que se procuró cuidadosamente que Miguel
-Ángel no supiera nada[500]. Estas precauciones no fueron inútiles. La
-hora había llegado.
-
-La última carta de Miguel Ángel es del 28 de diciembre de 1563. Desde
-hacía un año no escribía él mismo, sino que dictaba y firmaba; Daniel
-de Volterra llevaba la correspondencia.
-
-No dejaba de trabajar. El 12 de febrero de 1564 pasó todo el día de
-pie trabajando en la _Pietà_[501]. El 14 tuvo fiebre. Tiberio Calcagni
-fué avisado, acudió, y no lo encontró en su casa. A pesar de la lluvia
-había salido a pasearse a pie en la Campagna. Cuando volvió, Calcagni
-le dijo que aquello no era razonable, que no debió haber salido con
-semejante tiempo.
-
-“¡Qué quieres!, respondió Miguel Ángel, estoy enfermo y no puedo
-encontrar reposo en ninguna parte”.
-
-Su palabra incierta, sus miradas y el color de su rostro, inquietaron
-mucho a Calcagni. “El fin no vendrá inmediatamente, escribió desde
-luego a Lionardo; pero temo que no esté muy lejano”[502]. El mismo día,
-Miguel Ángel mandó suplicar a Daniel de Volterra que fuera a su casa y
-se quedara cerca de él. Daniel mandó al médico Federigo Donati; y el 15
-de febrero escribió a Lionardo, a petición de Miguel Ángel, que podía
-ir a verlo, “pero tomando todas las precauciones porque los caminos
-estaban muy malos”[503].
-
-Y agrega: “acabo de dejarlo un poco después de las ocho en plena
-posesión de sus facultades y con el espíritu tranquilo, pero agotado
-por un sopor tenaz. Se sentía tan incómodo, que esta tarde entre tres y
-cuatro, trató de salir a caballo como tenía costumbre de hacerlo cuando
-hacía buen tiempo. El tiempo frío y la debilidad de su cabeza y de sus
-piernas se lo impidieron. Tuvo que regresar y prefirió sentarse en un
-sillón cerca de la chimenea en vez de acostarse en su cama”.
-
-Junto a él estaba el fiel Cavalieri.
-
-Sólo consintió en quedarse en el lecho hasta la antevíspera de su
-muerte. Dictó su testamento, en plena conciencia, en medio de sus
-amigos y sus servidores.
-
-Ofreció “su alma a Dios y su cuerpo a la tierra”. Pidió volver a su
-querida Florencia aunque fuera muerto.
-
-Y después pasó
-
- _da l’orribil procella in dolce calma_,
-
-“de la horrible tempestad a la dulce calma”[504].
-
-Fué un viernes de febrero como a las cinco de la tarde[505]. El día
-terminaba... “último día de su vida y el primero en el reino de la
-paz”[506].
-
-Al fin descansaba. Había alcanzado el objeto de sus deseos, había
-salido del tiempo.
-
- _Beata l’alma, ove non corre tempo!_[507].
-
-
- NOTAS:
-
-[490] _Poesías_, LXXXI.
-
-[491] “Porque para los desgraciados la muerte es perezosa”. (_Poesías_,
-LXXIII, 30).
-
-[492] En marzo de 1549, le recomendaron las aguas de Viterbo, que le
-probaron bien. (Cartas a Lionardo). Volvió a sufrir de la piedra en
-julio de 1559.
-
-[493] En julio de 1555.
-
-[494] Traducción libre. Véase Apéndice, XXVIII, (_Poesías_, LXXXI).
-
-[495] Carta a Vasari, junio 22 de 1555. “No solamente estoy muy viejo,
-escribía a Vasari en 1549, sino que me encuentro entre los muertos”.
-(_Non solo son vecchio, ma quasi nel numero de’ morti_).
-
-[496] Carta de Vasari a Cosme de Médicis, abril 8 de 1560.
-
-[497] Tenía ochenta y cinco años.
-
-[498] Entonces fué cuando se acordó del contrato celebrado sesenta
-años antes con los herederos de Pío III, para el altar Piccolomini, de
-Siena, y quiso ejecutarlo.
-
-[499] Carta a Lionardo, en agosto 21 de 1563.
-
-[500] Vasari.
-
-[501] Se trata de la _Pietà_ no terminada del Palacio Rondanini. (Carta
-de Daniel de Volterra, a Lionardo, junio 11 de 1564).
-
-[502] Carta de Tiberio Calcagni a Lionardo. (Febrero 14 de 1564).
-
-[503] Carta de Daniel de Volterra a Vasari. (Marzo 17 de 1564).
-
-[504] _Poesías_, CLII.
-
-[505] El viernes 18 de febrero de 1564. Tommaso dei Cavalieri, Daniel
-de Volterra, Diomede Leoni, los dos médicos Federigo Donati y Gherardo
-Fidelissimi, y el servidor Antonio del Franzese asistían a su muerte.
-Lionardo no llegó a Roma más que tres días después.
-
-[506]
-
- _De giorni mie...
- L’ultimo, primo in più tranquilla corte..._ (_Poesías_, CIX, 41).
-
-
-[507] “Feliz el alma para la cual el tiempo ya no corre”. (_Poesías_,
-LIX).
-
-
- Tal fué esta vida de divino dolor.
-
- _Foss’ io pur lui! c’ a tal fortuna nato,
- Per l’aspro esilio suo con la virtute
- Dare’ del mondo il più felice stato!_[508].
-
- * * * * *
-
-Al terminar esta historia trágica me siento atormentado por un
-escrúpulo. Me pregunto si queriendo dar a los que sufren compañeros de
-dolor que los sostengan, no he hecho más que agregar el dolor de éstos
-al dolor de aquéllos. ¿He debido acaso como tantos otros no mostrar
-más que lo heroico de los héroes, ocultando con un velo el abismo de
-tristeza que hay en ellos?
-
-¡No! ¡La verdad! Yo no he prometido a mis amigos la felicidad a costa
-de la mentira, la felicidad a pesar de todo, a cualquier precio.
-
-Yo les he prometido la verdad aunque sea a costa de la felicidad, la
-verdad viril que cincela las almas eternas.
-
-El aliento de la verdad es duro, pero al mismo tiempo es límpido;
-bañemos en él nuestros corazones anémicos.
-
-Las grandes almas son como altas cimas. El viento las azota, las nubes
-las envuelven; pero ahí se respira mejor y con más fuerza que en otras
-partes. El aire tiene ahí una pureza que lava las manchas de los
-corazones; y cuando las nubes se retiran, desde ahí se domina al género
-humano.
-
-Así fué esta montaña colosal que se elevaba por encima de la Italia del
-Renacimiento, y cuyo perfil atormentado vemos a lo lejos perderse en el
-cielo.
-
-Yo no pretendo que la mayoría de los hombres puedan vivir en estas
-alturas. Pero que un día por año suban en peregrinación; ahí renovarán
-el aliento de sus pulmones y la sangre de sus venas.
-
-Allá arriba se sentirán más cerca del Eterno. Y después volverán a
-bajar hacia la llanura de la vida con el corazón templado para el
-combate diario.
-
- ROMAIN ROLLAND
-
-
- NOTAS:
-
-[508] _Poesías_, CIX, 37.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- APÉNDICE
-
-
- POESÍAS DE MIGUEL ÁNGEL
-
-
- I
- Véase página 133
-
- Signor, se vero è alcun proverbio antico,
- Questo è ben quel, che chi può mai non vuole.
- Tu hai creduto a favole e parole
- E premiato chi è del ver nimico.
- I’sono e fui già tuo buon servo antico,
- A te son dato come i raggi al sole,
- E del mio tempo non ti incresce o dole,
- E men ti piaccio, se più m’affatico.
- Già sperai ascender per la tua altezza,
- E ’l giusto peso e la potente spada
- Fosse al bisogno e non la voce d’eco.
- Ma ’l cielo è quel c’ogni virtù disprezza
- Locarla al mondo, se vuol c’altri vada
- A prender frutto d’un arbor ch’è secco.
-
- (Poesías, Ed. de Frey, III)
-
-
- II
- Véase página 146
-
- L’ho già fatto un gozzo in questo stento,
- Come fa l’acqua a’ gatti in Lombardia
- Ovver d’altro paese che si sia,
- C’a forza 'l ventre appicca sotto 'l mento.
- La barba al cielo, e la memoria sento
- In sullo scrigno, e ’l petto fo d’arpia,
- E 'l pennel sopra 'l viso tuttavia
- Mel fa, gocciando, un ricco pavimento.
- E ’lombi entrati mi son nella peccia,
- E fo del cul per contrappeso groppa,
- E’passi senza gli occhi muovo invano.
- Dinanzi mi s’allunga la corteccia,
- E per piegarsi addietro si raggroppa,
- E tendomi com’archo soriano.
- Peró fallace e strano
- Sorge il giudizio che la mente porta,
- Che mal si tra’ per cerbottana torta.
- La mia pittura morta
- Difendi orma’, Giovanni, e ’l mio onore,
- Non sendo in loco bon, né io pittore.
-
- (Poesías, IX)
-
-
- III
- Véase página 147
-
- Grato e felice, c’ a tuo’ feroci mali
- Istare e vincer mi fu già concesso;
- Or lasso, il petto vo bagnando spesso
- Contra mie voglie, e so quante tu vali.
- E se i dannosi e preteriti strali
- Al segno del mio cor non fur ma’presso,
- Or puoi a colpi vendicar te stesso
- Di que’ begli occhi, e sien tutti mortali.
- Da quanti lacci ancor, da quante rete
- Vago uccelletto per maligna sorte
- Campa molti anni per morire po’ peggio,
- Tal di me, Donne, amor, come vedete,
- Per darmi in questa età più crudel morte,
- Campato m’ha gran tempo, come veggio.
-
- (Poesías, II)
-
-
- IV
- Véase página 148
-
- Quanto si gode, lieta e ben contesta
- Di fior, sopra crin d’or d’una grillanda,
- Che l’altro innanzi l’uno all’altro manda,
- Come che’l primo sia a baciar la testa!
- Contenta é tutto il giorno quella vesta
- Che serra’l petto, e poi par che si spanda,
- E quel c’oro filato si domanda
- Le guance e ’l collo di toccar non resta.
- Ma più lieto quel nastro par che goda,
- Dorato in punta, con sí fatte tempre,
- Che preme e tocca il petto che’ gli allaccia.
- E la schietta cintura, che s’annoda,
- Mi par dir seco: qui vo’ stringier sempre!
- Or che farebbon dunque le mie braccia?
-
- (Poesías, VII)
-
- V
- Véase página 149
-
- ...............................................
-
- Quando un dì sto, che veder non ti posso,
- Non posso trovar pace in luogo ignuno;
- Se po’ ti veggo, mi s’appicca addosso,
- Come suole il mangiar far al digiuno.
-
- ......................................
-
- Com’ altri il ventre di votar si muore,
- Ch’ è più 'l conforto, po’ che pri’ è 'l dolore.
-
- ......................................
-
- S’ avien che la mi rida pure un poco
- O mi saluti in mezzo della via,
- Mi levo come polvere dal foco
- O di bombarda o d’altra artiglieria.
- Se mi domanda, subito m’affioco,
- Perdo la voce e la riposta mia,
- E subito s’arrende il gran desio,
- E la speranza cede al poter mio.
-
- ......................................
-
- Tu m’entrasti per gli occhi, ond’ io mi spargo,
- Come grappol d’agresto in un’ ampolla,
- Che doppo 'l collo cresce, ov’ è più largo.
- Così l’immagin tua, che fuor m’immolla,
- Dentro per gli occhi cresce, ond’ io m’ allargo,
- Come pelle ove gonfia la midolla.
- Entrando in me per sì stretto viaggio,
- Che tu mai n’ esca, ardir creder non aggio.
-
- (Poesías, XXXVI)
-
-
- VI
- Véase página 149, nota 2
-
- Com’arò dunque ardire
- Senza vo’ ma’, mio ben, tenermi’n vita,
- S’io non posso al partir chiedervi aita?
- Que’ singulti e que’ pianti e que’ sospiri,
- Che’l miser core voi accompagnorno,
- Madonna, duramente dimostrorno
- La mia propinqua morte e’ miei martiri.
- Ma se ver è, che per assenza mai
- Mia fedel servitù vada in obblio,
- Il cor lasso con voi, che non è mio.
-
- (Poesías, XI)
-
-
- VII
- Véase página 173
-
- Per molti, Donna, anzi per mille amanti,
- Creata fosti, e d’angelica forma;
- Or par che ’l ciel si dorma,
- S’un sol s’appropria quel ch’è dato a tanti.
- Ritorna a’ nostri pianti
- Il bel degli occhi tuo’, che par che schivi
- Chi del suo dono in tal miseria é nato.
- Dei! non turbate i vostri desir santi:
- Che chi di me par che vi spogli e privi,
- Col gran timor non gode il gran peccato;
- Che degli amanti é men felice stato
- Quello, ove ’l gran desir gran copia affrena,
- C’una miseria di speranza piena.
-
- (Poesías, CIX, 48)
-
-
- VIII
- Véase página 174
-
- S’alcun se stesso al mondo ancider lice,
- Po’ che per morte al ciel tornar si crede,
- Sarie ben giusto a chi con tanta fede
- Vive servendo miser’ e 'nfelice.
-
- ........................................
-
- (Poesías, XXXVIII)
-
-
- IX
- Véase página 177
-
- ......................................
-
- Or che nostra miseria il ciel ti tolle,
- Increscati di me, che morto vivo.
-
- ......................................
-
- Tu se’ del morir morto e fatto divo,
- Né tem’or più cangiar vita né voglia,
- Che quasi senza invidia non lo scrivo.
- Fortuna e 'l tempo dentro a vostra soglia
- Non tenta trapassar, per cui s’adduce
- Fra no’ dubbia letizia e certa doglia.
- Nube non è che scuri vostra luce,
- L’ore distinte a voi non fanno forza,
- Caso o necessità non vi conduce.
- Vostro splendor per notte non s’ammorza,
- Né cresce ma’ per giorno, benché chiaro.
-
- ......................................
-
- Nel tuo morire el mio morire imparo,
- Padre mio caro...
- Non è, com’alcun crede, morte il peggio
- A chi l’ultimo dì trascende al primo,
- Per grazia, eterno appresso al divin seggio;
- Dove, Die gratia, ti prossumo e stimo,
- E spero di veder, se 'l freddo core
- Mie ragion tragge dal terrestre limo.
- E se tra 'l padre e 'l figlio ottimo amore
- Cresce nel ciel, crescendo ogni virtute.
-
- (Poesías, LVIII)
-
-
- X
- Véase página 178
-
- Oilmè oilmè ch’i’ son tradito
- Da’ giorni mie’ fugaci e dallo specchio,
- Che 'l ver dice a ciascun, che fiso ’l guarda!
- Così n’avvien, chi troppo al fin ritarda,
- Com’ho fatt’io, che 'l tempo m’è fuggito,
- Si trova come me’n un giorno vecchio.
- Né mi posso pentir, né m’apparecchio,
- Né mi consiglio con la morte appresso.
- Nemico di me stesso,
- Inutilmente i pianti e’ sospir verso,
- Che non è danno pari al tempo perso.
- Oilmè, oilmè, pur reiterando
- Vo 'l mio passato tempo, e non ritrovo
- In tutto un giorno che sia stato mio!
- Le fallaci speranze e ’l van desio,
- Piangendo, amando, ardendo e sospirando
- (C’affetto alcun mortal non mi è più nuovo)
- M’hanno tenuto, ond’il conosco e provo:
- Lontan certo dal vero,
- Or con periglio pero;
- Che 'l breve tempo m’ è venuto manco,
- Né sarie ancor, se s’allungassi stanco.
- I’vo lasso, oilmè, né so ben dove;
- Anzi temo, ch’il veggio, e 'l tempo andato
- Me 'l mostra, né mi val che gli occhi chiuda.
- Or che 'l tempo la scorza cangia e muda,
- La morte e l’alma insieme ognor fan pruove,
- La prima e la seconda, del mio stato.
- E s’io non sono errato,
- (Che Dio 'l voglia ch’io sia!)
- L’etterna pena mia
- Nel mal libero inteso oprato vero
- Veggio, Signor, né so quel ch’io mi spero.
-
- (Poesías, XLIX)
-
-
- XII
- Véase página 184, nota 1.
-
- Oltre qui fu, dove 'l mie amor mi tolse,
- Sua mercè, il core e vie più là la vita.
- Qui co’ begli occhi mi promisse aita
- E co’ medesmi qui tor me la volse.
- Quinci oltre mi legò, quivi mi sciolse.
- Per me qui piansi, e con doglia infinita
- Da questo sasso vidi far partita
- Colui c’a me mi tolse e non mi volse.
-
- (Poesías, XXXV)
-
-
- XIII
- Véase página 184, nota 2.
-
- Per sempre a morte, e prima a voi fu’ dato
- Sol per un’ora, e con diletto tanto
- Porta’ bellezza, e po’ lasciai tal pianto,
- Che 'l me’ sarebbe non esser ma’ nato[509].
-
- (LXXIII, 29)
-
- S’ i’ fu’ già vivo, tu sol, pietra, il sai,
- Che qui mi serri, e s’alcun mi ricorda,
- Gli par sognar: sì morte è presta e 'ngorda,
- Che quel ch’è stato non par fusse mai[510].
-
- (LXXIII, 22)
-
- Chi qui morto mi piange, indarno spera,
- Bagnando l’ossa e 'l mio sepolcro, tutto
- Ritornarmi com’arbor secco al frutto;
- C’uom morto non risurge a primavera[511].
-
- (LXXIII, 21)
-
-
- XIV
- Véase página 187.
-
- Veggio co’ be’ vostr’occhi un dolce lume,
- Che co’ miei ciechi già veder non posso;
- Porto co’ vostri piedi un pondo addosso,
- Che de’ mie zoppi non è lor costume.
- Volo con le vostr’ ale e senza piume;
- Col vostro ingegno al ciel sempre son mosso;
- Dal vostro arbitrio son pallido e rosso;
- Freddo al sol, caldo alle più fredde brume.
- Nel voler vostro è sol la voglia mia,
- I miei pensier nel vostro cor si fanno,
- Nel vostro fiato son le mie parole.
- Come luna da sé sol par ch’io sia;
- Che gli occhi nostri in ciel veder non sanno,
- Se non quel tanto che n’accende il sole.
-
- (Poesías, CIX, 19)
-
-
- XV
- Véase página 188.
-
- S’un casto amor, s’una pietà superna,
- S’una fortuna infra due amanti eguale,
- S’un’aspra sorte all’un dell’altro cale,
- S’un spirto, s’un voler due cor governa;
- S’un’anima in due corpi è fatta eterna,
- Ambo levando al cielo e con pari ale;
- S’amor d’un colpo e d’un dorato strale
- Le viscer di due petti arda e discerna;
- S’amar l’un l’altro, e nessun se medesmo,
- D’un gusto e d’un diletto, a tal mercede,
- C’a un fin voglia l’uno e l’altro porre;
- Se mille e mille non sarien centesmo
- A tal nodo d’amore, a tanta fede,
- E sol l’isdegnio il può rompere e sciorre?
-
- (Poesías, XLIV)
-
-
- XVI
- Véase página 189.
-
- S’i’amo sol di te, Signor mio caro,
- Quel che di te più ami, non ti sdegni,
- Che l’un dell’altro spirto s’innamora.
- Quel che nel tuo bel volto bramo e’mparo,
- E mal compres’ è dagl’ umani ingegni,
- Chi 'l vuol saper, convien che prima mora.
-
- (Poesías, XLV)
-
-
- XVII
- Véase página 189, nota 5.
-
- ..................................
-
- O fusse sol la míe l’irsuta pelle,
- Che del suo pel contesta, fa tal gonna,
- Che con ventura stringe sì bel seno,
- Ch’ i’ l’are’ pure il giorno; o le pianelle,
- Che fanno a quel di lor basa e colonna,
- Ch’ i’ pur né porterei due nev’ almeno.
-
- (Poesías, LXVI)
-
-
- XVIII
- Véase página 201.
-
- Felice spirto, che con zelo ardente,
- Vecchio alla morte, in vita il mio cor tieni,
- E fra mill’ altri tuo’ diletti e beni
- Me sol saluti fra più nobil gente;
- Come mi fusti agli occhi, or alla mente,
- Per l’altru’ fiate, a consolar mi vieni:
- Onde la speme il duol par che raffreni,
- Che non men che 'l disio l’anima sente.
- Dunque trovando in te chi per me parla,
- Grazia di te per me fra tante cure,
- Tal grazia né ringrazia chi ti scrive.
- Che sconcia e grande usur saria a farla,
- Donandoti turpissime pitture
- Per riaver persone belle e vive.
-
- (Poesías, LXXXVIII)
-
-
- XIX
- Véase página 202-203.
-
- Se 'l mio rozzo martello i duri sassi
- Forma d’uman aspetto or questo or quello,
- Dal ministro, che ’l guida iscorge e tiello,
- Prendendo il moto va con gli altrui passi.
- Ma quel divin, che in cielo alberga e stassi,
- Altri, e sé più, col proprio andar fa bello;
- E se nessun martel senza martello
- Si può far, da quel vivo ogni altro fassi.
- E perchè 'l colpo è di valor più pieno
- Quant’ alza più se stesso alla fucina,
- Sopra 'l mio, questo al ciel n’è gito a volo.
- Onde a me non finito verrà meno,
- S’or non gli dà la fabbrica divina
- Aiuto a farlo, c’al mondo era solo.
-
- (Poesías, CI)
-
-
- XX
- Véase página 203.
-
- Quand’ el ministro de’ sospir mie tanti
- Al mondo, agli occhi mei, a se si tolse,
- Natura, che fra noi degnar lo volse,
- Restò in vergogna, e chi lo vide in pianti.
- Ma non come degli altri oggi si vanti
- Del sol del sol, c’allor ci spense e tolse,
- Morte, c’amor ne vinse, e farlo il tolse
- In terra vivo e 'n ciel fra gli altri santi.
- Così credette morte iniqua e rea
- Finir il suon delle virtute sparte,
- E l’alma, che men bella esser potea.
- Contrari effetti, alluminan le carte
- Di vita più che in vita non solea,
- E morto a’l ciel, c’allor non avea parte.
-
- (Poesías, C)
-
-
- XXI
- Véase página 204, en nota.
-
- ................................
-
- Amor, perché perdoni,
- Tua somma cortesia
- Sie di beltà qui tolta
- A chi gusta e desia
- E data a gente stolta?
- Deh! falla un 'altra volta
- Pietosa dentro e sì brutta di fori,
- C’a me dispiaccia, e di me s’innamori.
-
- (Poesías, CIX, 63)
-
-
- XXII
- Véase página 216-217, nota 5.
-
- Che fia di me? che vo’ tu far di nuovo
- D’un arso legno e d’un afflitto core?
- Dimmelo un poco, Amore,
- Acciò ch’ io sappi in che stato io mi truovo.
-
- (Poesías, CX)
-
- Amor...
- D’un vecchio stanco oma’ puo’ goder poco;
- Che l’alma, quasi giunta al’ altra riva,
- Fa scudo a’tuo’di più pietosi strali;
- E d’un legn’ arso fa vil prova il foco.
-
- (Poesías, CXIX)
-
-
- XXIII
- Véase página 237.
-
- O nott’, o dolce tempo, benché nero,
- Con pace ong’ opra sempre’al fin assalta.
- Ben ved’ e ben intende chi t’esalta,
- E chi t’ onor, ha l’intellet’ intero.
- Tu mozzi e tronchi ogni stanco pensiero,
- Che l’umid’ ombra e ogni quiet' appalta,
- E dall’ infima parte alla più alta
- In sogno spesso porti, ov’ire spero.
- O ombra del morir, per cui si ferma
- Ogni miseri’, a l’alma, al cor nemica,
- Ultimo delli afflitti e buon rimedio;
- Tu rendi sana nostra carn’inferma,
- Rasciug’ i pianti, e posi ogni fatica,
- E furi a chi ben vive ogn’ ir’ e tedio.
-
- (Poesías, LXXVIII)
-
-
- XXIV
- Véase página 238.
-
- Mentre che 'l mio passato m’ è presente,
- Sí come ogni or mi viene,
- O mondo falso, allor conosco bene
- L’errore e ’l danno dell’umana gente;
- Quel cor, c’ alfin consente
- A tuo’ lusingi e a tuo’ van diletti,
- Procaccia all’alma dolorosi guai:
- Ben lo sa chi lo sente,
- Come spesso prometti
- Altrui la pace e 'l ben che tu non hai,
- Né debbi aver già mai.
- Dunque ha men grazia chi più qua soggiorna;
- Che chi men vive, più lieve al ciel torna.
-
- (Poesías, CIX, 32)
-
-
- XXV
- Véase página 238.
-
- Condotto da molt’ anni all’ ultim’ ore,
- Tardi conosco, o mondo, i tuo’ diletti:
- La pace, che non hai, altrui prometti,
- E quel riposo c’anzi al nascer muore.
- La vergogna e 'l timore
- Degli anni, c’or prescrive
- Il ciel, non mi rinnova
- Che 'l vecchio e dolce errore,
- Nel qual chi troppo vive
- L’anima ancide, e nulla al corpo giova.
- Il dico, e so per prova
- Di me, che 'n ciel quel solo ha miglior sorte,
- Ch’ebbe al suo parto più presso la morte.
-
- (Poesías, CIX 34)
-
-
- XXVI
- Véase página 242.
-
- Giunto è già 'l corso della vita mia,
- Con tempestoso mar per fragil barca,
- Al comun porto, ov’a render si varca
- Conto e ragion d’ogni opra trista e pia.
- Onde l’affettuosa fantasia,
- Che l’arte mi fece idol’ e monarca,
- Conosco or ben, com’era d’error carca,
- E quel c’a mal suo grado ogn’ uom desia.
- Gli amorosi pensier, già vani e lieti,
- Che fien’ or, s’a due morti m’avvicino?
- D’una so 'l certo, e l’altra mi minaccia.
- Né pinger né scolpir fie più che quieti
- L’anima volta a quell’Amor divino
- C’aperse, a prender noi, 'n croce le braccia.
-
- (Poesías, CXLVII)
-
-
- XXVII
- Véase página 242, nota 2.
-
- Scarco d’un’ importuna e greve salma,
- Signor mio caro, e dal mondo disciolto,
- Qual fragil legno, a te stanco rivolto
- Da l’orribil procella in dolce calma[512]...
-
- (Poesías, CLII)
-
-
- Di giorno in giorno, insin da mie prim’ anni,
- Signor, soccorso tu mi fusti e guida[513]...
-
- (Poesías, CXLIX)
-
- Le favole del mondo m’hanno tolto
- Il tempo dato a contemplare Iddio.
-
- ......................................
-
- Ammezzami la strada c’al ciel sale,
- Signor mie caro...
- Mettimi in odio quanto 'l mondo vale,
- E quante suo bellezze onoro e colo,
- C’anzi morte caparri eterna vita[514].
-
- (Poesías, CL)
-
- Carico d’anni e di peccati pieno[515]...
-
- (Poesías, CLV)
-
- Di morte certo, ma non già dell’ora[516]...
-
- (Poesías, CLVII).
-
-
- XXVIII
- Véase página 246.
-
- I’ sto rinchiuso come la midolla
- Da la sua scorza, qua pover’ e solo.
-
- ......................................
-
- Io teng’ un calabron’ in un orciuolo,
- In un sacco di cuoio ossa e capresti,
- Tre pillole di pec’ in un bocciuolo[517].
- Gl’ occhi di biffa macinat’ e pesti,
- I denti come tasti di stormento,
- C’al moto lor, la voce suon’ e resti.
- La faccia mia ha forma di spavento;
-
- ......................................
-
- Mi cova in un orecchio un ragnatelo,
- Ne l’altro canta un grillo tutta notte;
- Né dormo e russo al catarroso anelo.
-
- ......................................
-
- L’arte pregiata, ov’ alcun tempo fui
- Di tant’ opinion, mi rec’ a questo;
- Povero, vecchio e serv’ in forz’ altrui;
- Ch’ i’ son disfatto, s’ i’ non muoio presto.
-
- ......................................
-
- Dilombato, crepat’, infrant’ e rotto
- Son già per le fatich’, e l’osteria
- È morte...
-
- (Poesías, LXXXI)
-
-
- NOTAS:
-
-[509] Yo que os he sido dado solamente por una hora, me he dado para
-siempre a la muerte. Mientras más ha encantado mi belleza, más lágrimas
-ha causado: hubiera sido mejor no haber nacido.
-
-[510] Si alguna vez viví, sólo tú lo sabes, piedra que aquí me guardas.
-Y si alguno se acuerda de mí, le parecerá soñar; tan rápida es la
-muerte, que al que ha sido, le parece como si nunca hubiera sido.
-
-[511] El que me llora muerto, espera en vano que al bañar mis huesos y
-mi tumba, refloreceré como árbol seco y sin frutos; el hombre muerto no
-renace en primavera.
-
-[512] Libre de un pesado e importuno despojo, oh mi querido Señor, y
-desprendido del mundo, como una barca frágil vuelvo a ti, cansado de la
-horrible tempestad a la dulce calma...
-
-[513] Día por día, desde mis primeros años, Señor, fuiste mi guiador y
-mi auxilio...
-
-[514] Las quimeras mundanas me robaron el tiempo, que se me había dado
-para contemplar a Dios...
-
-Mi querido Señor, redúceme a la mitad el camino que sube al cielo,
-hazme odiar todo lo que vale en el mundo, y todas sus bellezas a las
-cuales honro y sirvo, para ganar con la muerte la vida eterna.
-
-[515] Cargado de años y lleno de pecados...
-
-[516] Seguro de la muerte, pero no de su hora...
-
-[517] Alusión al mal de piedra del cual sufría. “Tre pietre nelle
-vesica”, según la explicación de Frey.
-
-
-
-
- BIBLIOGRAFÍA
-
-
- I.--ESCRITOS DE MIGUEL ÁNGEL
-
- A.--POESÍAS.
-
-_Rime di Michelagnolo Buonarroti, raccolte da Michelagnolo suo nipote_,
-Giunti, Florencia, 1623.
-
-(Primera edición--defectuosa--del conjunto de las poesías de Miguel
-Ángel, hecha por su sobrino nieto Miguel Ángel el joven).
-
-_Le Rime di M. A. B. cavate dagli autografi, e pubblicate da Cesare
-Guasti_, Florencia, 1863.
-
-(Primera edición de las poesías que tiene carácter verdaderamente
-histórico).
-
-_Die Dichtungen des Michelagniolo Buonarroti, herausgegeben und mit
-kritischem Apparate versehen von Dr. Carl Frey, Professor der neueren
-Kunstgeschichte an der Universitaet Berlin--mit einer Portraetradierung
-von Albert Krüger, und einer Heliographie nach Francesco da
-Hollanda_,--G. Grote’sche Verlagsbuchhandlung, Berlín, 1897.
-
-(Edición modelo, única exacta y completa, con un admirable comentario
-filológico e histórico, una selección de poesías dirigidas a Miguel
-Ángel, un cuadro cronológico, extractos de cartas relativas a las
-poesías y un índice alfabético).
-
- B.--CARTAS.
-
-_Le Lettere di Michel Angelo Buonarroti, pubblicate col Ricordi ed
-i Contratti artistici per cura di Gaetano Milanesi_, Le Monnier,
-Florencia, 1875.
-
-
- II.--OBRAS RELATIVAS A LA VIDA DE MIGUEL ÁNGEL
-
- A.--DOCUMENTOS CONTEMPORÁNEOS.
-
-Giorgio Vasari. _Vite degli architetti, pittori e scultori_, 1550
-(primera edición); 1568 (segunda edición).
-
-Ascanio Condivi. _Vita di Michel Angelo Buonarroti_, Antonio Blado,
-Roma, 1553.
-
-Francisco da Hollanda. _Cuatro conversaciones sobre la Pintura, tenidas
-en Roma, en 1538-1539_, arregladas en 1548 y publicadas por Joaquim de
-Vasconcellos, traducción francesa en las _Artes en Portugal_, por el
-conde A. Raczynski, Renouard, París, 1846.
-
-Donato Giannotti. _Dialoghi de’ giorni che Dante consumò nel cercare
-l’Inferno e 'l Purgatorio_, compuestos en 1545. Primera edición, 1859,
-Florencia.
-
-Paolo Giovio. _Michaelis Angeli Vita_, publicada primero por
-Tiraboschi; _Storia della lett. Ital._, tomo IX, 1781, Módena.
-
-Benvenuto Cellini. _La Vita_, escrita entre 1559 y 1562. Primera
-edición, 1728, Nápoles.
-
-Benedetto Varchi. _Due Lezzioni_, Florencia, 1549.
-
-Benedetto Varchi. _Orazione funerale recitata nelle esequie di Michel
-Angelo Buonarroti_, Giunti, Florencia, 1564.
-
-Francesco Berni. _Opere burlesche_, Giunti, Florencia, 1548.
-
-Los Corresponsales de Miguel Ángel: I. Sebastiano del Piombo, texto
-italiano publicado por primera vez por Gaetano Milanesi, con traducción
-francesa de A. le Pileur, librería de _El Arte_, París, 1890.
-
-_Sammlung ausgewaehlter Biographien Vasaris, herausgegeben von Carl
-Frey_, Tomo II. _Le Vite di M. A. B._ (Edición crítica de todas las
-biografías de Miguel Ángel, compuestas por sus contemporáneos).
-
-Giovanni Gaye. _Carteggio inedito d’artisti dei secoli_ XIV, XV, XVI,
-Florencia, 1840.
-
-Daelli. _Carte Michelangiolesche inedite_, Milán, 1865.
-
-_Sammlung ausgewaehlter Briefe an M. A. B., herausgegeben von_ Cari
-Frey, Berlín, 1899.
-
- B.--OBRAS MODERNAS.
-
-Richard Duppa. _The Life and literary works of M. A. B._, Londres,
-1806, 1807.
-
-Quatremère de Quincy. _Historia de la vida y las obras de M. A. B._,
-París, 1835.
-
-Hermann Grimm. _Das Leben Michelangelos_; primera edición, 1860,
-Hanover, séptima y última, 1900 (con ilustraciones).
-
-Aurelio Gotti. _Vita di M. A. B._, Florencia, 1875.
-
-_La obra y la vida de Miguel Ángel, dibujante, escultor, pintor,
-arquitecto y poeta_, por Charles Blanc, E. Guillaume, Paul Mantz,
-Charles Garnier, Méziéres, A. de Montaiglon, G. Duplessis y Louis
-Gonse, París, Gazette des Beaux-Arts, 1876.
-
-C. Heath Wilson. _Life and works of M. B._, Londres, 1876.
-
-Anton Springer. _Raffael und Michelangelo_, 1878, Leipzig.
-
-Ludwig von Scheffler. _Michelangelo, eine Renaissance Studie_, 1892,
-Altenburg.
-
-John Addington Symonds. _The Sonnets of M. A. B. and T. Campanella_,
-Londres, 1878.
-
-John Addington Symonds. _The Life of M. A. B._, Londres, 1893.
-
-Carl Just. _Michelangelo_, 1900, Leipzig.
-
-Corrado Ricci. _Michelangelo_, 1901, Florencia.
-
-Ernst Steinmann. _Die Sixtinische Kapelle_, 1905, Bruckmann, Munich,
-tomo II (para la iconografía de Miguel Ángel y de Vittoria Colonna).
-
-Dr. Paul Garnault. _Los retratos de Miguel Ángel_, 1913, París
-(Fontemoing).
-
-Henry Thode. _Michelangelo und das Ende der Renaissance_, tomo I.
-Grote, Berlín, 1902; tomo II, ibid, 1903. (Esta obra considerable,
-todavía no terminada, es el ensayo más importante que se haya hecho
-de un estudio psicológico de Miguel Ángel y de su tiempo. Es de
-lamentarse en esta obra, además de una obsesión wagneriana desagradable
-y un poco exagerada, el abuso de las categorías abstractas y de las
-divisiones escolásticas, que obscurecen el tema en lugar de aclararlo,
-y que aumentan el desorden de la composición, demasiado compacta. La
-he aprovechado con abundancia, así como las admirables ediciones y
-estudios de Carl Frey).
-
-
- III. VITTORIA COLONNA.
-
-_Rime_, primera edición, 1538, Parma; segunda edición, 1539; _con
-giunta di XVI Sonetti Spirituali_, 1539; _con giunta di XXIV Sonetti
-Spirituali, e Trionfo della Croce_, 1544, Venecia; numerosas ediciones
-del siglo XVI.
-
-_Carteggio_, publicado por Erm. Ferrero et Gius. Müller, Torchi, Turín,
-1892. (Recopilación de las cartas de, o a Vittoria Colonna, y de los
-documentos relativos a su vida, entre otras de la _Vita di V. C._ por
-Filonico Alicarnasseo).
-
-_Lettere inedite_, edición Salza, Florencia, 1898.
-
-_Il codice delle rime di V. C. appartenente a Margherita regina di
-Navarra_, scoperto ed illustrato da D. Tordi, Pistoia, 1900.
-
-Henry Roscoe.--_V. C., her Life and poems_, Londres, 1868.
-
-Giuseppe Campori.--_V. C. (Atti e Memorie delle R. R. Deputazioni di
-Storia Patria per le prov. dell’Emilia)_, tomo III, Módena, 1878.
-
-Alfred de Reumont. _Vittoria Colonna_, Friburgo, 1881; traducción
-italiana por Müller y Ferrero, 1892, Turín.
-
-Alessandro Luzio. _Vittoria Colonna (Riv. Storica Mantovana)_, tomo I,
-Mantua, 1885.
-
-
-
-
- VIDA DE TOLSTOI
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- LA LUZ QUE ACABA DE EXTINGUIRSE
-
-
-La luz que acaba de extinguirse ha sido, para quienes pertenecen a mi
-generación, la más pura que haya irradiado sobre nuestra juventud;
-porque en el sombrío crepúsculo del siglo XIX que termina, fué la
-estrella consoladora cuya mirada atraía y tranquilizaba nuestras almas
-de adolescentes. Entre todos aquéllos (que son muchos en Francia), para
-quienes Tolstoi fué más que un artista amado, un amigo, el mejor--y
-para muchos el único y verdadero amigo en todo el arte europeo--quiero
-rendir a su memoria sagrada un tributo de gratitud y amor.
-
-Los días en que yo aprendí a conocerlo no se borrarán nunca de mi
-memoria. Fué en 1886. Después de algunos años de muda germinación, las
-flores maravillosas del arte ruso acababan de abrirse sobre la tierra
-de Francia. Las traducciones de Tolstoi y Dostoievski se publicaban
-a la vez en todas las casas editoriales, con febril apresuramiento.
-De 1885 a 1887 fueron editadas en París _La Guerra y la Paz_, _Ana
-Karenina_, _Infancia y Adolescencia_, _Polikushka_, _La Muerte de
-Iván Ilich_, los cuentos del Cáucaso y los cuentos populares. En unos
-cuantos meses, en unas cuantas semanas, se descubría ante nuestros ojos
-toda la obra de una gran vida, en la cual se reflejaba un pueblo, un
-mundo nuevo.
-
-Acababa yo de entrar a la Escuela Normal. Éramos, mis camaradas y yo,
-muy distintos los unos de los otros. En nuestro pequeño grupo, en el
-cual se encontraban reunidos espíritus realistas e irónicos, como el
-filósofo Georges Dumas; poetas que se abrasaban en amor al Renacimiento
-italiano, como Suarés; fieles a la tradición clásica, stendhalianos y
-wagnerianos, ateos y místicos, se suscitaban frecuentes discusiones
-y había muchos puntos de desacuerdo. Mas durante algunos meses el
-amor a Tolstoi nos unió casi a todos. Indudablemente que cada uno de
-nosotros lo amaba por distintas razones; porque cada uno se reconocía
-a sí mismo en su obra, y porque para todos era una puerta que se abría
-sobre el inmenso universo, una revelación de la vida. En torno nuestro,
-en el seno de nuestras familias, en nuestras provincias, la gran voz
-que venía de los confines de Europa despertaba las mismas simpatías,
-algunas veces inesperadas. Me acuerdo de mi sorpresa una vez que
-escuché a unos burgueses, en mi Nivernais, a quienes no interesaba el
-arte y no leían casi nada, hablar de la muerte de Iván Ilich con una
-concentrada emoción.
-
-He leído en críticos eminentes la tesis que sustenta que Tolstoi debía
-lo mejor de sus ideas a nuestros escritores románticos, a Jorge Sand,
-a Víctor Hugo. Sin discutir la inverosimilitud que habría en hablar de
-una influencia de Jorge Sand sobre Tolstoi, que no la podría sufrir,
-y sin negar el influjo mucho más real que sobre él han tenido J.
-J. Rousseau y Stendhal, sería dudar de la grandeza de Tolstoi y del
-poder de su fascinación sobre nosotros, si lo atribuyésemos sólo a sus
-ideas. El círculo de ideas dentro del cual se mueve el arte es de los
-más limitados. La fuerza del arte no está en las ideas, sino en la
-expresión que les da, en el acento personal, en el sello del artista,
-en el aroma de su vida.
-
-Fuesen o no prestadas las ideas de Tolstoi (y esto lo veremos en
-seguida), jamás una voz semejante a la suya había resonado antes en
-Europa. ¿Cómo explicarnos, de otra suerte, el estremecimiento de
-emoción que experimentamos entonces, al escuchar esta música del alma,
-que esperábamos desde hacía largo tiempo y de la cual tanta necesidad
-teníamos? No entraba para nada la moda en nuestros sentimientos.
-La mayor parte de nosotros, como yo, no conocimos el libro de
-Eugène-Melchior de Vogüé sobre la _Novela Rusa_, sino después de haber
-leído a Tolstoi; y la admiración de Vogüé nos ha parecido demasiado
-pálida junto a la nuestra, porque él juzgaba, sobre todo, desde el
-punto de vista del literato. Mas para nosotros, poco era admirar
-la obra: la vivíamos, era nuestra. Nuestra por su pasión ardiente
-de la vida, por su juventud de corazón; nuestra por su desencanto
-irónico, por su clarividencia despiadada y su familiaridad con la
-muerte; nuestra por los ensueños de amor fraternal y de paz entre los
-hombres; nuestra por su requisitoria terrible contra las mentiras de
-la civilización. Y por su realismo, y por su misticismo. Por su vívido
-aliento de Naturaleza, por su sentido de las fuerzas invisibles y por
-su vértigo de lo infinito.
-
-Estos libros han sido para un gran número de nosotros lo que fué
-“Werther” para los de su tiempo: el espejo enigmático de nuestro
-poder de amor y de nuestras debilidades, de nuestras esperanzas, de
-nuestros terrores y nuestros desalientos. No nos preocupábamos por
-poner en acuerdo todas estas contradicciones, ni menos por hacer entrar
-esta alma múltiple--en la cual resonaba el universo--dentro de las
-estrechas categorías religiosas o políticas, como lo hacen la mayor
-parte de quienes en estos últimos tiempos han hablado de Tolstoi,
-incapaces de apartarse de las luchas de los partidos, trayéndolo
-al cauce de sus propias pasiones, a los límites de sus banderías
-socialistas o clericales. ¡Como si nuestras banderías pudieran ser la
-medida de un genio! ¡Y qué me importa a mí que Tolstoi sea o no de mi
-partido! ¿Me ha preocupado acaso cuáles fueron los partidos de Dante y
-Shakespeare, para respirar su soplo de vida y beber su luz?
-
-No digamos con estos críticos de ahora: “Hay dos Tolstoi, el de antes
-de la crisis y el de después de la crisis; el uno es bueno y el otro no
-lo es”. Para nosotros no ha habido más que uno, y lo hemos amado todo
-entero, porque sentimos por instinto que en almas como la suya todo
-cabe y todo se une.
-
- * * * * *
-
-Lo que nuestro instinto sentía, sin explicarlo, a nuestra razón toca
-comprobarlo ahora. Esto es posible hoy que esta larga vida, llegada a
-su término, se ofrece ante todos los ojos, sin velos, con un candor y
-una sinceridad únicos. Nos sorprende inmediatamente apreciar hasta qué
-punto permaneció siempre la misma, del principio al fin, a despecho
-de las barreras que se ha querido levantar contra ella, de trecho
-en trecho, y a despecho del mismo Tolstoi, quien como todo hombre
-apasionado, se inclinaba a creer cuando amaba, cuando creía, que amaba
-y creía por la vez primera y que de ahí databa el principio de su vida.
-Principiar, volver a principiar. ¡Cuántas veces la misma crisis, las
-mismas luchas, se produjeron en él! No se podría hablar de la unidad de
-su pensamiento (no tuvo nunca esta unidad), pero sí de la persistencia
-en sus ideas de los mismos elementos diversos, ora unidos, ora
-contrarios, contrarios más a menudo. La unidad no está en el espíritu
-ni en el corazón de Tolstoi, está en el combate de sus pasiones dentro
-de sí mismo; está en la tragedia de su arte y de su vida.
-
-Arte y vida están unidos. Nunca ha habido una obra más íntimamente
-ligada a la vida; casi tiene constantemente un carácter autobiográfico.
-Desde la edad de 25 años podemos seguir a Tolstoi, paso a paso, en
-las experiencias contradictorias de su carrera llena de aventuras.
-Su _Diario_, comenzado antes de los 20 años y continuado hasta su
-muerte,[518] y las noticias suministradas por él a M. Birukov[519],
-completan este conocimiento y no sólo permiten leer casi día por día
-en la conciencia de Tolstoi, sino también hacen revivir el mundo en el
-cual arraigó su genio y las almas de las cuales se nutrió su alma.
-
-Una rica herencia: la de una doble raza (los Tolstoi y los Volkonski)
-muy antigua y muy noble, que se vanagloriaba de remontar hasta Rurik
-y contaba en sus anales a compañeros de Pedro el Grande, a generales
-de la guerra de Siete Años, héroes de las luchas napoleónicas,
-“decembristas” y deportados políticos. A sus recuerdos de familia debió
-Tolstoi algunos de los tipos más originales de “_La Guerra y la Paz_”,
-como el viejo príncipe Volkonski, su abuelo materno, representante
-rezagado de la aristocracia de los tiempos de Catarina II, volteriano y
-despótico; el príncipe Nicolás Gregorevitch Volkonski, un primo hermano
-de su madre, herido en Austerlitz y recogido del campo de batalla bajo
-la mirada de Napoleón, como el príncipe Andrés; su padre, que tenía
-algunos rasgos de Nicolás de Rostov;[520] su madre, la princesa María,
-la fea dulcísima de ojos bellos, cuya bondad ilumina las páginas de
-“_La Guerra y la Paz_”.
-
-No conoció a sus padres. Las narraciones encantadoras de “_Infancia y
-Adolescencia_”, tienen, como es bien sabido, poco de realidad. Su madre
-murió cuando él no tenía aún dos años; y no pudo por lo tanto recordar
-el rostro amable que el pequeño Nicolás Irteniev evoca al través de un
-velo de lágrimas, el rostro de sonrisa luminosa, que derramaba en torno
-suyo la alegría...
-
-_¡Ah, si pudiera entrever esta sonrisa en los momentos aciagos, yo no
-sabría qué cosa es la pena...!_[521]
-
-Pero indudablemente que de ella heredó la perfecta franqueza, la
-indiferencia hacia la opinión y el don maravilloso que tuvo--según se
-asegura--de contar historias que ella misma inventaba.
-
-Al menos, de su padre sí pudo conservar algunos recuerdos. Era un
-hombre amable y burlón, de ojos tristes, que vivía en sus tierras una
-existencia independiente y desnuda de ambiciones. Nueve años de edad
-tenía Tolstoi cuando murió; y su muerte le hizo “comprender por la
-vez primera la amarga verdad, y llenó su alma de desesperación”[522].
-Primer encuentro de la infancia con el espectro del terror que una
-parte de su vida debía consagrar a combatir, y la otra a celebrarlo,
-transfigurándolo... La huella de esta angustia está contenida en
-algunas líneas inolvidables de los últimos capítulos de “_Infancia_”,
-en las cuales los recuerdos fueron aprovechados para la narración de la
-muerte y del entierro de la madre.
-
-Cinco niños quedaron en la vieja mansión de Yasnaia Poliana,[523]
-en donde León Nicolaievich nació el 28 de agosto de 1828, y la cual
-no debía abandonar sino para morir, 82 años más tarde. La menor, una
-niña, María, se hizo después religiosa (y con ella fué a refugiarse
-Tolstoi moribundo, cuando huyó de su casa y de los suyos). Eran cuatro
-hombres: Sergio, egoísta y agradable, “sincero hasta un grado que no he
-visto alcanzar jamás a otros”; Dmitri, apasionado, concentrado, quien
-después, siendo estudiante, también se entregó a prácticas religiosas
-con vehemencia, sin cuidarse de la opinión pública, ayunando, buscando
-a los pobres y dando albergue a los enfermos, para de pronto arrojarse
-en el desorden, con igual violencia; y, en seguida, roído por los
-remordimientos, rescatar y llevar a su casa a una muchacha que había
-conocido en una casa pública, para morir de tisis a los 29 años;[524]
-Nicolás, el mayor, el hermano más amado, quien heredó de la madre su
-imaginación para contar historias,[525] irónico, tímido y delicado,
-fué más tarde oficial en el Cáucaso y ahí adquirió la costumbre de
-alcoholizarse. De éste, que, lleno también de ternura cristiana, vivía
-en chozas compartiendo con los pobres cuanto poseía, decía Turguenef
-“que ponía en práctica la humildad en la vida que su hermano León se
-contentaba con desarrollar en teoría”.
-
-Junto a los huérfanos estaban dos mujeres de gran corazón.
-
-Una era la tía Tatiana,[526] “que tenía dos virtudes, dice Tolstoi:
-la paz y el amor”; y cuya vida toda sólo era amor. Se consagraba a los
-demás sin descanso...
-
-“_Ella me ha hecho conocer el placer moral de amar..._”.
-
-La otra, la tía Alejandra, servía siempre a los demás y evitaba que se
-la sirviera, se privaba de criados y tenía por ocupaciones favoritas la
-lectura de vidas de los santos y las charlas con los peregrinos y con
-los “inocentes”. Muchos de estos “inocentes” vivían en la casa, y uno
-de ellos, una vieja peregrina que recitaba salmos, era madrina de la
-hermana de Tolstoi; otro, el inocente Gricha, solamente sabía orar y
-llorar.
-
-_¡Oh, gran cristiano Gricha! Tu fe era tan fuerte que sentías la
-proximidad de Dios; tu amor era tan ardiente que las palabras brotaban
-de tus labios, sin que tu razón las ordenara. ¡Y cómo celebrabas su
-magnificencia cuando, no encontrando ya palabras para loarlo, bañado en
-lágrimas te prosternabas en el suelo!..._[527]
-
-¿Quién no advierte la parte que estas almas humildes tuvieron en la
-formación de Tolstoi? Parece que en alguna de ellas se insinuaba ya,
-se bosquejaba, el Tolstoi de los últimos días. Sus plegarias, su amor,
-arrojaron en el espíritu del niño las simientes de la fe, de las cuales
-debía el anciano coger los frutos.
-
-Aparte del inocente Gricha, en los relatos de _Infancia_, Tolstoi no
-habla de estos modestos colaboradores que lo ayudaron a edificar su
-alma. Pero, en cambio, ¡cuánto se transparenta en las páginas del libro
-esta alma de niño, “este corazón puro y amante, como un claro rayo de
-luz que descubría siempre en los otros sus cualidades mejores”; esta
-ternura infinita!... Siendo feliz, piensa en el único hombre que sabe
-es infortunado, llora y querría consagrarse a él; abraza a un viejo
-caballo, y le pide perdón por haberlo hecho sufrir; es feliz por amar,
-aun no siendo amado. Se perciben ya los gérmenes de su genio futuro: su
-imaginación que lo hace llorar con sus propias historias; su cerebro
-siempre en trabajo, que lucha siempre por saber qué piensan las gentes;
-su precoz facultad de observación, y de memoria;[528] la mirada atenta
-que escruta fisonomías, en medio de su duelo y de la verdad de su
-dolor. A los cinco años sintió, dice él, por la vez primera, “que la
-vida no es una diversión, sino una tarea demasiado ruda”[529].
-
-Felizmente lo olvidó. En aquel tiempo se arrullaba con los cuentos
-populares, con los _bylines_ rusos, esos ensueños típicos y
-legendarios; con narraciones de la Biblia,--sobre todo de la sublime
-Historia de José que, ya anciano, aun lo presentaba como un modelo de
-arte;--y de las _Mil y una Noches_ que en la casa de su abuela, cada
-velada, recitaba un narrador ciego, sentado en el umbral de la ventana.
-
- * * * * *
-
-Hizo sus estudios en Kazan[530]. Estudios tan mediocres que se decía
-de los tres hermanos:[531] “Sergio quiere y puede; Dmitri quiere y no
-puede, y León ni quiere ni puede”.
-
-Pasaba por lo que él llamó “el desierto de la adolescencia”, desierto
-de arena batido por ráfagas de un viento abrasador de locura. Acerca
-de este período los relatos de _Adolescencia_, y sobre todo los de
-_Juventud_, son ricos en confesiones íntimas. Estaba solo; su cerebro,
-en un estado de fiebre perpetua. Durante un año investiga por su
-propia cuenta y ensaya todos los sistemas[532]. Estoico, se martiriza
-con torturas físicas; epicúreo, se prostituye. Cree después en la
-metempsícosis; y acaba por caer en un nihilismo demente: le parecía que
-si se volviese con suma rapidez, podría ver la nada frente a frente. Se
-analiza, se analiza...
-
-“_No pensaba ya en una cosa, pensaba que pensaba en una cosa..._”[533].
-
-Este análisis perpetuo, este mecanismo de razonar que giraba en
-el vacío, le quedará como hábito peligroso que, decía él, “lo
-perjudicó a menudo en la vida”; pero del cual sacó su arte recursos
-inesperados[534].
-
-En este juego había perdido todas sus convicciones, o, al menos, así lo
-pensaba. A los dieciséis años dejó de orar y de ir a la iglesia[535];
-pero la fe no había muerto, estaba solamente germinando:
-
-“_Sin embargo, yo creía en algo. ¿En qué? No podría decirlo. Creía aún
-en Dios, o más bien, no lo negaba. Pero ¿en cuál Dios? Lo ignoraba.
-No negaba tampoco a Cristo y su doctrina; pero en qué consistía esta
-doctrina, no habría sabido decirlo_”[536].
-
-Se sentía poseído, por momentos, de ensueños de bondad. Quería vender
-su carruaje para dar el dinero a los pobres, hacerles el sacrificio
-de una décima parte de su fortuna, privarse de sirvientes... “Porque
-son ellos también hombres como yo”[537]. Escribió, durante una
-enfermedad[538], sus _Reglas de vida_. Ingenuamente se atribuyó el
-deber de “estudiar y profundizar todo: derecho, medicina, lenguas,
-agricultura, geografía, matemáticas, alcanzar el grado más alto de
-perfección en música y en pintura”, etc... Tenía “la convicción de que
-el destino del hombre está en su incesante perfeccionamiento”. Pero
-en modo insensible, al impulso de sus pasiones de adolescente, de una
-sensualidad violenta y de un amor propio inmenso,[539] esta fe, en
-ese extraviado perfeccionamiento, perdía su carácter desinteresado y
-se hacía práctica y material. Si deseaba perfeccionar su voluntad,
-su cuerpo y su espíritu, era para vencer al mundo e imponerle el
-amor[540]. Deseaba agradar.
-
-Esto no era fácil. Tenía entonces una fealdad simiesca: rostro brutal,
-largo y pesado, cabello corto y calzándole la frente, ojos pequeños
-que miraban con dureza, hundidos en sus órbitas sombrías; nariz larga,
-labios gruesos y salientes y grandes orejas[541]. No pudiendo hacerse
-ilusiones acerca de esta fealdad, que cuando era un niño ya le causaba
-crisis de desesperación[542], pretendió realizar el ideal del “hombre
-elegante”[543]. Este ideal lo llevó, para ser como los otros “hombres
-elegantes“, a entregarse al juego, a endeudarse estúpidamente y a hacer
-una vida de libertinaje[544].
-
-Una cosa le salvó siempre: su absoluta sinceridad.
-
---¿Sabéis por qué os amo más que a los demás?--decía Nekhludov a su
-amigo.--Porque tenéis una cualidad sorprendente y rara: la franqueza.
-
---Sí, digo siempre todo, aun aquellas cosas que tengo vergüenza de
-confesarme[545].
-
-Hasta en sus peores extravíos se juzgó siempre con una clarividencia
-despiadada.
-
-“De hecho vivo bestialmente, escribió en su Diario; estoy completamente
-deprimido”.
-
-Y fiel a su manía de analizarse, registra minuciosamente las causas de
-sus errores:
-
-1.º _Indecisión o falta de energía_; 2.º _Engaño de sí mismo_;
-3.º _Precipitación_; 4.º _Falsa vergüenza_; 5.º _Mal humor_; 6.º
-_Confusión_; 7.º _Espíritu de imitación_; 8.º _Volubilidad_; 9.º
-_Irreflexión_.
-
-Esta misma independencia de criterio aplica, aún siendo estudiante,
-a la crítica de las convenciones sociales y de las supersticiones
-intelectuales. Se mofa de la ciencia universitaria, niega toda seriedad
-a los estudios históricos y se expone a sufrir correctivos por sus
-audacias de pensamiento. En esta época descubrió a Rousseau, las
-_Confesiones_ y el _Emilio_, y fué para él como un golpe de rayo.
-
-“_Le rendí culto; llevaba al cuello su retrato, en una medalla, como
-si fuera una imagen santa_”[546].
-
-Sus primeros ensayos filosóficos no son sino comentarios sobre Rousseau
-(1846-1847).
-
-Sin embargo, disgustado de la Universidad y de los “hombres elegantes”,
-retornó a soterrarse en sus campos de Yasnaia Poliana (1847-1851),
-y volvió a ponerse en contacto con el pueblo. Intentó consagrarse
-entonces a ayudar al pueblo, convertirse en su benefactor y en su
-educador. Sus experiencias de este tiempo han sido referidas en
-una de sus primeras obras, _La Mañana de un Señor_ (1852), novela
-notable, de la cual es protagonista su personaje favorito, el príncipe
-Nekhludov[547].
-
-Nekhludov tiene veinte años, y acaba de abandonar la Universidad para
-consagrarse a sus campesinos. Un año hace que trabaja en hacerles
-el bien; y, en una visita a la aldea, lo vemos estrellarse contra
-la indiferencia burlona, la desconfianza arraigada, la rutina, la
-imprevisión, los vicios, la ingratitud. Todos sus esfuerzos son en
-vano. Regresa desalentado, pensando en sus ensueños de un año antes,
-en su generoso entusiasmo, en “sus ideas sobre que el amor y el bien
-constituían la felicidad y la verdad, las únicas verdad y bondad
-posibles en el mundo”. Se siente vencido, avergonzado y cansado.
-
-“_Se sienta ante el piano y su mano inconscientemente acaricia las
-teclas. Una armonía brota, luego una segunda, otra tercera... Se pone a
-tocar. Los acordes no eran completamente regulares; a menudo parecían
-ordinarios hasta la banalidad y no revelaban ningún talento musical;
-pero en ellos encontraba un placer indefinible, triste. A cada cambio
-de armonías, con una anhelante palpitación de corazón esperaba la que
-iba a surgir, y por la imaginación suplía vagamente lo que faltaba.
-Escuchaba el coro, la orquesta... Y su placer principal nacía de la
-obligada actividad de la imaginación, que le presentaba aisladas, pero
-con una sorprendente claridad, las imágenes y las escenas más variadas
-del pasado y del porvenir..._”.
-
-Reveía a los “mujiks”, viciosos, desconfiados, mentirosos, holgazanes y
-testarudos, con quienes charlaba hacía un instante; pero en esta vez se
-los representaba con todo lo que tienen de bueno, ya no con sus vicios;
-penetraba en sus corazones por la intuición del amor; leía en ellos su
-paciencia, su resignación con la suerte que los abruma, su perdón de
-los ultrajes, su consagración a la familia y las causas de su fidelidad
-rutinaria y piadosa al pasado; evocaba sus jornadas de fructuoso
-trabajo, fatigador y sano...
-
-“Esto es bello, murmuraba... ¿Por qué no soy yo uno de ellos?”[548].
-
-Todo Tolstoi está ya en el héroe de esta primera novela;[549] su visión
-clarísima y sus ilusiones persistentes. Observa a las gentes con un
-realismo sin desmayos; pero en el momento que cierra los ojos, vuelven
-a apoderarse de él sus ensueños y su amor a los hombres.
-
- * * * * *
-
-Tolstoi, en 1850, es menos paciente que Nekhludov; Yasnaia lo ha
-aniquilado; tan cansado está del pueblo como de la “élite”; su misión
-le pesa, y no tiene a qué consagrarse. Por otra parte, sus acreedores
-lo asediaban.
-
-En 1851 huye al Cáucaso, a unirse al Ejército, cerca de su hermano
-Nicolás, que era oficial.
-
-Y apenas llega a las serenas montañas, se tranquiliza, vuelve a
-encontrar a Dios.
-
-“_La última noche[550] apenas he dormido... Me puse a orar a Dios.
-Imposible es para mí describir la dulzura de sentimientos que
-experimentaba mientras estuve orando. Recité mis plegarias habituales y
-proseguí después largo tiempo en oración. Algo deseaba yo, muy grande,
-muy hermoso... ¿Qué era? no podría decirlo. Anhelaba confundirme en el
-Ser infinito, y le demandaba que me perdonase mis faltas... Pero no, yo
-no demandaba nada: sentía que, pues me había concedido aquel momento de
-ventura, me perdonaba. Pedía y sentía a un tiempo mismo que nada tenía
-yo qué pedir, ni podía ni sabía pedir. Y se lo agradecí, pero no con
-palabras, no con pensamientos... Una hora había transcurrido apenas
-cuando de nuevo escuchaba la voz del vicio. Me dormí soñando con la
-gloria, y con las mujeres: era esto más fuerte que yo. ¡No importa!
-He dado gracias a Dios por este momento de felicidad, porque me ha
-mostrado mi pequeñez y mi grandeza. Quiero orar, pero no sé; quiero
-comprender, pero no me atrevo... ¡Me abandono a tu Voluntad!_”[551].
-
-La carne no estaba vencida (no lo estuvo jamás); la lucha se proseguía
-en lo secreto del corazón, entre Dios y las pasiones. Tolstoi anota, en
-su Diario, cuáles son los tres demonios que lo devoran:
-
-1.º _La Pasión del juego._ Lucha posible.
-
-2.º _La Sensualidad._ Lucha muy difícil.
-
-3.º _La Vanidad._ La más terrible de todas.
-
-En el instante en que soñaba vivir para los otros y sacrificarse,
-sus pensamientos voluptuosos y fútiles lo asediaban: la imagen de
-alguna mujer cosaca, o “la desesperación que sufriría si su mostacho
-izquierdo se levantase más que el derecho”[552]. “¡No importa!” Dios
-estaba allí y no lo abandonaría. La efervescencia de la lucha misma era
-fecunda, porque todas las potencias de vida en ella se exaltaban.
-
-_Pienso que la idea tan frívola que tuve de hacer un viaje al Cáucaso,
-me fué de lo Alto inspirada. Me ha guiado la mano de Dios; y no ceso
-de darle gracias. Comprendo que he llegado a ser mejor aquí, y estoy
-firmemente persuadido que todo lo que pueda acontecerme no será sino
-para mi bien, puesto que Dios mismo es quien lo ha querido..._[553]
-
-Es el canto de acción de gracias de la tierra a la primavera. La tierra
-se cubre de flores; todo está bien en ella; todo es bello. En 1852 el
-genio de Tolstoi da sus primeras flores: _Infancia_, _La Mañana de un
-Señor_, _La Incursión_, _Adolescencia_; y él da gracias al Espíritu de
-Vida que lo ha fecundado[554].
-
-
- LA HISTORIA DE MI INFANCIA
-
-La _Historia de mi Infancia_ fué comenzada en el Otoño de 1851, en
-Tiflis, y concluida en Piatigorsk, en el Cáucaso, el 2 de julio
-de 1852. Es curioso observar que en el cuadro de esta naturaleza
-que lo embriagaba, en plena vida nueva y en medio de los peligros
-inquietantes de la guerra, ocupado en descubrir un mundo de caracteres
-y de pasiones que le eran completamente desconocidos, Tolstoi se haya
-vuelto hacia los recuerdos de su vida pasada en esta primera obra.
-Pero cuando escribió _Infancia_ se encontraba enfermo, su actividad
-militar bruscamente interrumpida; y durante los prolongados ocios de la
-convalecencia, dolorido y solo, estaba en una disposición sentimental
-de espíritu en la cual, ante sus ojos enternecidos, revivía lo
-pasado[555]. Después de la agotadora tensión de los últimos años, tan
-desagradables, era para él dulce de reanimar “el período maravilloso,
-inocente, poético y alegre” de la edad primera, y rehacerse un “corazón
-de niño, bueno, sensible y capaz de amor”. Por otra parte, con el ardor
-de la juventud y sus ilimitados proyectos, dado el carácter cíclico
-de su imaginación poética, que raramente concebía un tema aislado y
-para la cual las grandes novelas no eran sino eslabones de una larga
-cadena histórica, fragmentos de vastos conjuntos que no pudo nunca
-ejecutar[556], Tolstoi no podía ver en las narraciones de _Infancia_,
-en aquel momento, sino los primeros capítulos de una _Historia de
-cuatro épocas_, que también comprendería su vida en el Cáucaso y
-concluiría, sin duda, en la revelación de Dios por la Naturaleza.
-
-Más tarde, Tolstoi fué muy severo para las narraciones de _Infancia_, a
-las cuales debió una gran parte de su popularidad.
-
-“¡Es esto tan malo,--decía a Birukov;--está escrito con tan poca
-honestidad literaria!... De eso no se puede sacar nada”.
-
-En esta opinión estuvo solo. La obra manuscrita, enviada sin nombre
-de autor a la gran revista rusa _Sovremennik_ (El Contemporáneo), fué
-en el acto publicada (el 6 de septiembre de 1832) y tuvo un éxito
-unánime que después han confirmado todos los públicos de Europa; y sin
-embargo, no obstante su encanto poético, su finura de colorido, su
-emoción delicada, es fácil de comprender que más tarde haya desagradado
-a Tolstoi. Le desagradó por las mismas razones que gustaba a los demás;
-porque es necesario decirlo claramente: a excepción de la pintura de
-algunos tipos locales y en un pequeño número de páginas, que sorprenden
-por el sentimiento religioso o por el realismo en la emoción[557], la
-personalidad de Tolstoi se acusa débilmente en esta obra. Se extiende
-por sus páginas un dulce, un tierno sentimentalismo, que después
-siempre le fué antipático y que proscribió de sus demás novelas. Lo
-reconocemos, y reconocemos este “humor” y estas lágrimas, que vienen de
-Dickens. Entre sus lecturas favoritas, de los catorce a los veintiún
-años, Tolstoi señala en su Diario: “_Dickens_, _David Copperfield_.
-Influencia considerable”. Todavía en el Cáucaso releyó este libro.
-
-Otras dos influencias señala él mismo: Sterne y Toepffer. “Entonces
-estaba yo bajo la inspiración de ellos”[558].
-
-¿Quién habría pensado que las “_Nouvelles Genevoises_” fueron el primer
-modelo del autor de _La Guerra y la Paz_? Y basta, sin embargo, saberlo
-para descubrir en las narraciones de _Infancia_ la bonhomía afectuosa y
-zumbona de Toepffer, trasplantada a una naturaleza más aristocrática.
-
-Encontró Tolstoi, al principiar, que ya era conocido, y su personalidad
-no tardó mucho en afirmarse. _Adolescencia_ (1853), menos pura y menos
-perfecta que _Infancia_, descubre una psicología más original, un
-sentimiento de la naturaleza más vivo y un alma atormentada, alma con
-la cual Dickens y Toepffer se habrían sentido a disgusto. En _La Mañana
-de un Señor_ (octubre de 1852)[559], el carácter de Tolstoi aparece
-netamente formado, con la intrépida sinceridad de sus observaciones y
-su fe en el amor. Entre los notables retratos de campesinos que pinta
-en esta novela se encuentra ya el bosquejo de una de las más hermosas
-visiones de sus _Cuentos Populares_: el anciano en el colmenar,[560]
-aquel viejecito bajo el abedul, con las manos extendidas, los ojos en
-alto, su cabeza calva luciente al sol, y en torno de ella, las abejas
-doradas que revuelan sin picarle, formándole una corona...
-
-
- LAS NARRACIONES DEL CÁUCASO
-
-Pero las obras--tipo de este período son aquéllas que registran
-inmediatamente sus emociones actuales: las narraciones del Cáucaso.
-La primera, _La Incursión_, (concluida el 24 de diciembre de 1852),
-se impone por su magnificencia de paisajes: una salida de sol en las
-montañas, a la orilla de un arroyo; un sorprendente cuadro nocturno, en
-el cual sombras y ruidos están fijados con una conmovedora intensidad;
-y el retorno, en la tarde, mientras a lo lejos las cimas nivosas
-desaparecen en una bruma violeta y las voces hermosas de los soldados
-que cantan ascienden y se pierden en el aire transparente. Muchos de
-los personajes de _La Guerra y la Paz_ hacen allí su entrada en la
-vida, como el capitán Khlopov, héroe verdadero, que no se bate por
-placer sino para cumplir su deber, “una de esas fisonomías rusas,
-sencillas, tranquilas, que es tan fácil y tan agradable mirar de lleno
-a los ojos”. Pesado, torpe, un poco ridículo, indiferente a cuanto
-le rodea, no cambia en medio de la batalla, cuando todos cambian;
-“permanece exactamente como se le ha visto siempre, con los mismos
-movimientos tranquilos, la misma voz igual, la misma expresión de
-sinceridad en su rostro ingenuo y pesado”. Junto a él está el teniente
-que encarna a los héroes de Lermontov, y que, siendo bueno, pone
-semblante de sentimientos feroces; y el pobre pequeño subteniente,
-tan alegre por su primera salida, que desborda en ternura y, presto a
-saltarle al cuello a cualquiera, adorable y risible, se hace matar
-estúpidamente, como Petia Rostov. En medio del cuadro está la figura
-de Tolstoi que observa, sin mezclarse en los sentimientos de sus
-compañeros, y que hace ya escuchar su grito de protesta contra la
-guerra.
-
-_¿No pueden los hombres vivir con tranquilidad en este mundo tan
-hermoso, bajo el inmensurable cielo estrellado? ¿Cómo pueden conservar
-aquí tales sentimientos de maldad, de venganza, de rabia para destruir
-a sus semejantes? Cuanto de malo hay en el corazón del hombre había
-de desaparecer al contacto de la naturaleza, que es la más inmediata
-expresión de la belleza y del bien_[561].
-
-Otras narraciones del Cáucaso con observaciones de esta época no
-fueron escritas sino más tarde, en 1854-1855, como _La Tala en el
-Bosque_[562], de un realismo exacto y un poco frío, pero lleno de
-notas curiosas acerca de la psicología del soldado ruso, (notas para
-lo porvenir); en 1856 un _Encuentro en el destacamento con un conocido
-de Moscú_[563], un hombre de mundo, fracasado, suboficial degradado,
-haragán, ebrio y mentiroso que no puede acostumbrarse a la idea de
-que pueda ser muerto como cualquiera otro de sus soldados, a quienes
-desprecia, y de quienes el peor vale cien veces más que él.
-
-
- LOS COSACOS
-
-Y por encima de estas obras se levanta, cumbre la más alta de esa
-primera cadena de montañas, una de las más bellas novelas líricas que
-Tolstoi haya escrito, el canto de su juventud, el poema del Cáucaso,
-_Los Cosacos_[564]. El esplendor de las nevadas montañas que destacan
-sus nobles líneas sobre el cielo luminoso, llena con su música el libro
-entero. Y la obra es única por esta flor del genio, “el todopoderoso
-dios de la juventud, como dice Tolstoi: ese ímpetu que ya no se recobra
-más”. ¡Cuál torrente primaveral!... ¡Qué efusiones de amor!
-
-“_¡Yo amo, amo tanto!... ¡Bravo! ¡Bueno!... repetía y deseaba llorar.
-¿Por qué? ¿quién era bravo? ¿qué amaba? No lo sabía bien_”[565].
-
-Esta embriaguez del corazón se derrama desordenadamente. El héroe
-Olenine, que ha llegado como Tolstoi a sumergirse en el Cáucaso en
-una vida de aventuras, y que se ha enamorado de una joven cosaca, se
-abandona al torbellino de sus aspiraciones contradictorias. Ora piensa
-que “la felicidad está en vivir para los otros, en sacrificarse” ora
-que el “sacrificio de sí mismo no es más que una tontería”; entonces
-no está lejos de creer con el viejo cosaco Erochka, que “todo está
-permitido y que Dios ha hecho todo para placer del hombre. Nada es
-pecado. Gozar con una hermosa muchacha no es pecado, es la salud”.
-Pero, ¿qué necesidad tiene de pensar? Le basta con vivir. La vida es
-todo bien, toda felicidad, la vida todopoderosa, la vida universal:
-la Vida es Dios. Un naturalismo ardoroso enciende y devora al alma.
-Perdido en el bosque, en medio de “la vegetación salvaje, de la
-multitud de bestias y de aves, de nubes de moscos, entre la sombría
-verdura, en el aire cálido y perfumado, entre pequeños caños de
-agua turbia que espejean por doquiera bajo el follaje”, a dos pasos
-de las emboscadas del enemigo, Olenine “es embargado de pronto por
-un sentimiento tal de felicidad sin causa alguna, que, fiel a una
-costumbre de su infancia, se persigna y se pone a dar gracias a
-alguien”. Como un fakir indio goza al confesarse que está solo y
-perdido en este torbellino de vida que le envuelve, en el cual miríadas
-de seres invisibles acechan en este momento su muerte, ocultos por
-todas partes, en que millares de insectos zumban en torno suyo, se
-llaman:
-
-“_¡Por aquí, por aquí, compañeros! ¡Aquí hay alguien a quien picar!”_
-
-_Y era bien claro para él que allí ya no era un gentilhombre ruso,
-de la sociedad de Moscú, amigo y pariente de éstos y aquéllos, sino
-simplemente un ser cualquiera como el mosquito, el faisán, el ciervo;
-como aquéllos que vivían, que rondaban en torno suyo._
-
---_Como ellos, yo viviré y moriré. Y la yerba crecerá encima de mí..._
-
-Y su corazón se llena de alegría.
-
-Vive Tolstoi, en esta hora de juventud, en un delirio de fuerza y de
-amor a la vida. Se abraza a la Naturaleza y se funde en ella; en ella
-vierte, adormece y exalta sus penas, sus alegrías y sus amores[566];
-mas nunca esta embriaguez romántica afecta a la lucidez de su mirada.
-En ninguna otra página como en este ardiente poema los paisajes son
-pintados con tamaño vigor, ni los tipos con más verdad. La oposición
-entre la naturaleza y el mundo, que informa el fondo del libro y que
-será toda su vida uno de los temas favoritos en las ideas de Tolstoi,
-un artículo de su _Credo_, le hace encontrar ya, para fustigar la
-comedia del mundo, algunos de los ásperos acentos de la _Sonata a
-Kreutzer_[567]. Pero no es menos verídico con relación a quienes
-ama, y los seres de la naturaleza, la hermosa cosaca y sus amigos,
-son contemplados en plena luz, con sus egoísmos, sus avaricias, sus
-engaños, con todos sus vicios.
-
-Una ocasión iba a presentársele para poner a prueba esta veracidad
-heroica.
-
- * * * * *
-
-En noviembre de 1853 fué declarada la guerra a Turquía. Tolstoi
-entonces hizo que se le pasara al ejército de Rumania, del cual pasó
-después al de Crimea, y llegó a Sebastopol el 7 de noviembre de 1854.
-Ardía en entusiasmo y fe patriótica. Cumplió bravamente con su deber y
-a menudo estuvo en peligro, sobre todo en abril y mayo de 1855, meses
-durante los cuales cada tercer día estaba de servicio en la batería del
-cuarto baluarte.
-
-De vivir meses y meses en una exaltación y una agitación continua
-frente a frente con la muerte, su misticismo religioso se reavivó.
-Conversa con Dios. En abril de 1855 anota en su _Diario_ una plegaria a
-Dios, en acción de gracias por haberlo protegido en los peligros y para
-pedirle que continúe protegiéndolo, “a fin de alcanzar el objeto eterno
-y glorioso de la existencia, que me es aún desconocido...”. Este objeto
-de su vida no es ya el arte, sino la religión. El 5 de marzo de 1855
-escribía:
-
-“_He encontrado una gran idea, a cuya realización me siento capaz de
-consagrar toda mi vida. Es esta idea la fundación de una religión
-nueva, la religión de Cristo, pero purificada de dogmas y misterios...
-Obrar con límpida conciencia, a fin de unir a los hombres por la
-religión_”[568].
-
-Éste será el programa de su vejez.
-
-Sin embargo, para distraerse de los espectáculos que lo rodeaban, se
-entregó nuevamente a escribir. ¿Cómo pudo encontrar la libertad de
-espíritu necesaria para componer, bajo una lluvia de granadas, la
-tercera parte de sus Recuerdos, _Juventud_? El libro es caótico, y se
-puede atribuir su desorden a las condiciones en las cuales nació y a
-veces también a cierta sequedad de análisis abstractos, con divisiones
-y subdivisiones a la manera de Stendhal[569]. Pero se admira su
-tranquila penetración en el desorden de pensamientos y de ensueños
-confusos que se agolpan en un cerebro joven. La obra es de una rara
-franqueza consigo mismo; y por instantes, ¡cuánta frescura poética,
-en el hermoso cuadro de la primavera en la ciudad, en el relato de la
-confesión y del viaje al convento por el pecado olvidado! Un apasionado
-panteísmo presta a algunas páginas una belleza lírica cuyos acentos
-recuerdan las narraciones del Cáucaso, como la descripción de esta
-noche de Estío:
-
-_El brillo sereno del luminoso creciente. El estanque resplandeciendo.
-Los viejos abedules, cuyas ramas melenudas se argentan de un lado,
-al claro de luna, cubren con sus sombras negras la maleza y el
-camino. El grito de una codorniz detrás del estanque. El ruido apenas
-perceptible de dos viejos árboles que se rozan. El zumbido de los
-mosquitos y el golpe de una manzana que cae sobre las hojas secas;
-las ranas que saltan hasta los peldaños de la terraza y cuyos lomos
-verduzcos brillan en un rayo de luna... La luna asciende; suspensa
-en el claro cielo, llena el espacio; el soberbio fulgor del estanque
-se hace más brillante; las sombras se vuelven más negras, la luz más
-transparente... Y yo, humilde gusanillo, manchado ya con todas las
-pasiones humanas, pero con toda la inmensa fuerza del amor, pienso en
-este momento que la naturaleza, la luna y yo, somos sólo uno_[570].
-
-La realidad presente, empero, hablaba más alto que los sueños del
-pasado, y se imponía, imperiosa. Juventud quedó sin concluir, y el
-capitán segundo León Tolstoi, tras la protección de su baluarte, bajo
-el sordo ruido de los cañones, en medio de su compañía, observaba a los
-vivos y a los moribundos y recogía sus angustias y las suyas propias en
-las inolvidables narraciones de _Sebastopol_.
-
-
- LAS NARRACIONES DE SEBASTOPOL
-
-Estas tres narraciones, (_Sebastopol en diciembre de 1854, Sebastopol
-en mayo de 1855 y Sebastopol en agosto de 1855_), son de ordinario
-comprendidas en un mismo juicio; y sin embargo, son muy diferentes
-entre sí. Sobre todo la segunda se distingue de las otras dos por el
-sentimiento y por el arte. Están dominadas éstas por el patriotismo,
-mientras que sobre la segunda se extiende una implacable verdad.
-
-Se cuenta que después de haber leído la segunda narración[571] la
-zarina lloró, y que el zar ordenó, movido por su admiración, que
-fueran traducidas al francés estas páginas y que pusieran al autor a
-cubierto de peligros. Se comprende esto fácilmente. Nada hay en ellas
-que no exalte a la patria y a la guerra. Tolstoi acaba de llegar; su
-entusiasmo está intacto; se sumerge en el heroísmo. Aún no advierte
-entre los defensores de Sebastopol ni ambición ni amor propio, ni
-ningún otro sentimiento mezquino. Para él es aquélla una epopeya
-sublime, cuyos héroes “son dignos de la Grecia”. Por otra parte, sus
-notas no atestiguan ningún esfuerzo de imaginación, ningún ensayo de
-representación objetiva; el autor se pasea por la ciudad; mira con
-lucidez, pero narra en una forma que carece de libertad: “Veis...
-Entráis... Advertís...”. Todo esto es periodismo, con algunas hermosas
-impresiones del natural.
-
-Muy distinta es la escena segunda: _Sebastopol en mayo de 1855_. Desde
-las primeras líneas se lee:
-
-_El amor propio de millares de hombres ha luchado aquí, se ha apagado
-en la muerte..._
-
-Y más adelante:
-
-_...Y como había muchos hombres, había muchas vanidades... ¡Vanidad,
-vanidad, por todas partes vanidad, aun a las puertas de la tumba! Es
-la enfermedad particular de nuestro siglo... ¿Por qué los Homero y los
-Shakespeare hablan del amor, de la gloria, del dolor, y por qué la
-literatura de nuestro siglo no es más que la historia sin término de
-los vanidosos y de los advenedizos?_
-
-El relato, que no es una simple narración de sucesos, pone en escena
-directamente a los hombres y las pasiones, muestra todo lo que se
-oculta tras del heroísmo. La clara mirada desengañada de Tolstoi
-penetra en el fondo del corazón de sus compañeros de armas, y como en
-los corazones de ellos en el propio, para leer allí el orgullo, el
-miedo, toda la comedia del mundo que aún se continúa representando
-a un paso de la muerte. El miedo sobre todo es confesado, libre de
-sus velos, mostrado al desnudo. Estas zozobras perennes[572], esta
-obsesión de la muerte, son analizadas sin pudor, sin piedad, con una
-sinceridad terrible. En Sebastopol aprendió Tolstoi a perder todo
-sentimentalismo “esa compasión vaga, femenina, llorona”, como él decía
-con desdén. Y nunca su genio analizador, cuyo instinto se ha visto
-despertar durante sus años de adolescencia y que a menudo ha de tomar
-un carácter casi mórbido[573], alcanzó mayor intensidad sobreaguda,
-alucinada, que en el relato de la muerte de Praskhoukhine. Dos páginas
-enteras están consagradas en esta narración a describir lo que pasa en
-el alma del desventurado durante el segundo que la bomba ha tardado en
-silbar y caer, antes de estallar; y una página para decir las propias
-impresiones, después del estallido, y que “ha muerto al punto por un
-fragmento de casco que lo hirió en pleno pecho”[574].
-
-Como entreactos de orquesta en el drama, se abren en estas escenas de
-batalla amplios claros de naturaleza y de luz, la sinfonía del día que
-se levanta sobre el espléndido paisaje, donde agonizan millares de
-hombres. Y el cristiano Tolstoi, olvidando el patriotismo de su primera
-narración, maldice la impía guerra:
-
-_¡Y estos hombres, cristianos que profesan la misma gran ley de amor
-y de sacrificio, no caen de rodillas, al contemplar lo que han hecho,
-arrepentidos, delante de Aquél que al darles la vida ha puesto en el
-alma de cada uno, con el miedo a la muerte, el amor al bien y a la
-belleza! ¡No se abrazan, con lágrimas de alegría y de felicidad, como
-hermanos!_
-
-En el momento de concluir esta novela, cuyas páginas tienen una
-esperanza que antes ninguna de sus obras había mostrado, se siente
-Tolstoi asaltado por la duda, ¿ha hecho mal en hablar?
-
-_Una duda penosa me abruma; quizás no era conveniente decir todo esto;
-quizá lo que digo es una de esas verdades perversas que, ocultas
-inconscientemente en el fondo de cada alma, no deben de ser expresadas
-para que no lleguen a ser perjudiciales, como no debe agitarse la hez,
-so pena de echar a perder el vino. ¿Dónde está la expresión del mal que
-es necesario evitar? ¿Dónde la expresión de lo bello que sea preciso
-imitar? ¿Quién es el malhechor y quién el héroe? Todos son buenos y
-todos son malos..._
-
-Pero se recobra fieramente:
-
-_El héroe de mi novela, a quien amo con todas las fuerzas_ _de mi
-alma, a quien trato de mostrar en toda su belleza, que siempre fué, es
-y será hermoso, es la Verdad._
-
-Después de haber leído estas páginas[575], Nekrasov, el director de
-“Sovremennik”, escribió a Tolstoi:
-
-“Esto precisamente es lo que hace falta a la sociedad rusa de hoy:
-la verdad, la verdad, que, después de la muerte de Gogol, tampoco ha
-existido en la literatura rusa... Esta verdad que traéis a nuestro arte
-es algo enteramente nuevo entre nosotros; sólo de una cosa tengo miedo:
-que el tiempo y la cobardía de la vida, la sordera y el mutismo de
-cuanto nos rodea os hagan lo que a la mayor parte de nosotros, que os
-maten vuestra energía”[576].
-
-Nada de eso era de temerse. El tiempo, que consume la energía de los
-hombres ordinarios, no ha hecho sino templar la de Tolstoi; pero en
-aquellos momentos, las desventuras de la patria, la toma de Sebastopol,
-despertaron con un sentimiento de dolorosa piedad, el dolor de su
-franqueza demasiado ruda. En la tercera narración, (_Sebastopol en
-agosto de 1855_), al describir una escena de oficiales que juegan y
-riñen, se interrumpe y reflexiona:
-
-_Pero dejemos caer el telón sobre este cuadro. Mañana, acaso hoy mismo,
-cada uno de estos hombres irá alegremente al encuentro de la muerte.
-En el fondo de cada alma se recata la chispa que hará de cada uno un
-héroe._
-
-Y si este pudor no resta nada de vigor al realismo del relato, la
-elección de los personajes muestra suficientemente las simpatías del
-autor. La epopeya de Malakoff y su heroica caída quedan simbolizadas
-en dos figuras bravas y conmovedoras: dos hermanos, de los cuales
-uno, el mayor, el capitán Kozeltzov, tiene algunos de los rasgos de
-Tolstoi[577]; y el otro, el abanderado Volodia, tímido y entusiasta,
-con sus febriles monólogos y sus ensueños, las lágrimas que sin motivo
-le brotan a los ojos, lágrimas de ternura, lágrimas de humillación;
-sus angustias en las primeras horas que pasa en el baluarte (el pobre
-muchacho tiene aún el miedo a la obscuridad, y cuando está acostado
-oculta la cabeza bajo el capote), con la opresión que le causa el
-sentimiento de su soledad y la indiferencia de los otros, más tarde,
-cuando la hora es llegada, tiene la alegría del peligro. Pertenece
-éste al grupo de las figuras simpáticas de adolescentes, (Petia en
-_La Guerra y la Paz_ y el subteniente de _La Incursión_), que con el
-corazón lleno de amor, hacen la guerra riendo y se arrojan de pronto,
-sin comprenderlo, a la muerte. Los dos hermanos caen heridos, en el
-mismo día, el último día de la defensa. Y la novela concluye con estas
-líneas, en las cuales gruñe una rabia patriótica:
-
-“_El ejército salía de la ciudad; y cada soldado, al mirar abandonado
-a Sebastopol, con una indecible amargura en el corazón, suspiraba y
-mostraba el puño al enemigo_”[578].
-
- * * * * *
-
-Cuando al salir de este infierno, en el cual durante un año había
-penetrado hasta el fondo de las pasiones, de las vanidades y del
-dolor humano, Tolstoi se encontró, en noviembre de 1855, entre los
-hombres de letras de Petersburgo, experimentó por ellos un sentimiento
-de desencanto y de desprecio. Todo lo descubría en ellos mezquino y
-mentiroso. Estos hombres que de lejos le parecieron aureolados por el
-arte, (Turguenef, a quien había admirado y a quien acababa de dedicar
-_La Tala en el Bosque_), vistos de cerca le desilusionaron amargamente.
-Un retrato de 1856 lo presenta entre Turguenef, Gontcharov, Ostrovsky,
-Grigorovitch y Drujinine. Sorprende, entre el abandono de los otros,
-por su aire ascético y duro, su cabeza ósea, sus mejillas hundidas,
-los brazos cruzados con rigidez. De pie y de uniforme, detrás de estos
-literatos, “parece,--como escribe espiritualmente Suarés--que custodia
-a estas gentes y no que forma parte de su sociedad; se diría que está
-presto a conducirlos a prisión”[579].
-
-Sin embargo, todos se muestran solícitos alrededor del joven colega,
-que llega a ellos cubierto de la doble gloria del escritor y del héroe
-de Sebastopol. Turguenef, que había llorado y gritado “¡Hurra!” al
-leer las escenas de Sebastopol, le tendía la mano fraternalmente; mas
-estos dos hombres no podían entenderse. Si ambos veían el mundo con
-igual claridad de mirada, a su visión mezclaban el color de sus almas
-enemigas: irónica y vibrante la una, amorosa y desencantada, devota de
-la belleza; violenta la otra, orgullosa, atormentada de ideas morales,
-poseída por un Dios oculto.
-
-Lo que Tolstoi principalmente no perdonaba a estos literatos, era que
-se creyesen una casta elegida, cabeza de la humanidad. Entraba en su
-antipatía hacia ellos mucho del orgullo del gran señor y del oficial
-hacia burgueses escritorzuelos y liberales[580]. Era también un rasgo
-característico de su naturaleza (lo reconocía él mismo) “oponerse por
-instinto a todos los juicios generalmente aceptados”[581].
-
-Una desconfianza de los hombres, un desdén latente hacia la razón
-humana, le hacían olfatear por todas partes el engaño de sí mismo o de
-los otros, la mentira.
-
-_No creía nunca en la sinceridad de las gentes. Todo impulso moral le
-parecía falso, y tenía la costumbre de fijar con acritud su mirada
-extraordinariamente penetrante, en el hombre que sospechaba que no
-decía la verdad..._[582].
-
-_¡Cómo escuchaba! ¡Cómo miraba a su interlocutor desde el fondo de sus
-ojos grises, hundidos en sus órbitas! ¡Con qué ironía contraía los
-labios!_[583].
-
-_Decía Turguenef que nunca había sentido nada más penoso que esta
-mirada aguda que, junto con dos o tres palabras de alguna observación
-corrosiva, era capaz de despertar el furor_[584].
-
-Escenas violentas se suscitaron, desde sus primeros encuentros, entre
-Tolstoi y Turguenef[585]. De lejos, ambos se tranquilizaban y trataban
-de hacerse justicia. El tiempo no hizo sino agravar la repulsión que
-sentía Tolstoi hacia aquel medio literario, pues no podía perdonarles
-a estos artistas la mezcolanza de sus vidas depravadas y de sus
-pretensiones morales.
-
-“_Adquirí la convicción de que casi todos eran hombres inmorales,
-malos, sin carácter, muy inferiores a cuantos había conocido en mi vida
-de bohemia militar. Y en cambio, estaban tan seguros y contentos de
-ellos mismos, como lo puedan estar quienes en verdad sean santos. Me
-desagradaron_”[586].
-
-Se separó de ellos; y sin embargo, por algún tiempo conservó su fe
-interesada en el arte[587], porque se sentía halagado su orgullo,
-y era, además, una religión pingüemente retribuida, que “procuraba
-mujeres, dinero y gloria...”.
-
-_De esta religión yo era uno de los pontífices. Situación agradable y
-muy ventajosa..._
-
-Para mejor consagrarse a ella, presentó su dimisión en el ejército (en
-noviembre de 1856). Mas un hombre de su temple no podía cerrar los
-ojos por largo tiempo. Creía, deseaba creer en el progreso. Le parecía
-que “esta palabra significaba algo”. Un viaje por el extranjero (del
-29 de enero al 30 de julio de 1857), por Francia, Suiza y Alemania,
-derribó esta fe. En París, el 6 de abril de 1857, el espectáculo de
-la ejecución de un hombre “le mostró lo vano de la superstición del
-progreso...”.
-
-_Cuando vi desprenderse la cabeza del cuerpo y caer en el cesto,
-comprendí, con todas las fuerzas de mi alma, que ninguna teoría acerca
-de la razón del orden existente podía justificar semejante acto. Aun
-cuando todos los hombres del universo, apoyándose en alguna teoría,
-encontrasen esto necesario, yo sostendría que está mal, “porque no es
-lo_ _que dicen o hacen los hombres lo que decide entre lo bueno y lo
-malo, sino mi corazón_”[588].
-
-El 7 de julio de 1857, en Lucerna, el espectáculo de un pequeño
-cantador ambulante, a quien unos ricos ingleses, huéspedes de
-Schweizerhof, rehusaban dar una limosna, le hizo escribir en su _Diario
-del Príncipe D. Nekhludov_[589], su desprecio hacia todas las ilusiones
-caras a los liberales, esas gentes que “trazan líneas imaginarias sobre
-los mares del bien y del mal...”.
-
-_Para ellos la civilización es el bien; la barbarie, el mal; la
-libertad el bien, y la esclavitud el mal. Y este conocimiento
-imaginario destruye las necesidades instintivas, primordiales,
-las mejores. Mas ¿quién me definirá qué es la libertad, qué es el
-despotismo, qué es la civilización, qué es la barbarie? ¿Dónde, pues,
-no coexisten el bien y el mal? En nosotros hay solamente un guía
-infalible, el Espíritu universal, que nos empuja a unirnos los unos a
-los otros._
-
-De regreso en Rusia, en Yasnaia, nuevamente se ocupa de ayudar a los
-campesinos. Y no era que se hiciese ilusiones sobre el pueblo. Escribía:
-
-“_Los apologistas del pueblo y de su buen sentido hablan bellamente, y
-la multitud tal vez sea una unión de buenas personas; pero entonces,
-sólo se unen por sus lados bestiales, despreciables, que no expresan
-más que la debilidad y la crueldad de la naturaleza humana_”[590].
-
-No es, por tanto, a la multitud a quien se dirige, sino a la
-conciencia individual de cada hombre, de cada hijo del pueblo, porque
-en la conciencia de cada uno está la luz. Funda escuelas, sin saber
-claramente qué enseñar; y para aprenderlo, hace un segundo viaje a
-Europa, del 3 de julio de 1860 al 23 de abril de 1861[591].
-
-Estudia entonces los diversos sistemas pedagógicos. ¿Será preciso
-decir que rechaza todos? Dos estancias en Marsella le mostraron que
-la verdadera instrucción del pueblo se hace fuera de la escuela
-(que encuentra ridícula), por medio de los periódicos, los museos,
-las bibliotecas, la calle, la vida, lo que él llama “la escuela
-inconsciente” o “espontánea”. La escuela espontánea, por oposición a
-la escuela obligatoria, considerada por él como nefasta y perjudicial,
-es lo que quiere fundar, lo que ensaya, a su regreso, en Yasnaia
-Poliana[592]. Su principio es la libertad. No admite que una “élite”,
-la “sociedad privilegiada liberal”, imponga su ciencia y sus errores
-al pueblo, que le es extraño, porque esa “élite” no tiene para ello
-ningún derecho. Semejante método de educación forzada no ha podido
-producir nunca, en la Universidad, “hombres de aquéllos que la
-humanidad necesita, sino hombres de esos que son necesarios a la
-sociedad depravada: funcionarios, profesores oficiales, literatos
-oficiales, hombres arrancados sin ningún objeto a su medio anterior,
-cuya juventud fué echada a perder y que no encuentran ya lugar en la
-vida; liberales irritables, enfermizos”[593]. ¡Toca al pueblo decir lo
-que desea! Si no se inclina al “arte de leer y escribir que le imponen
-los intelectuales”, razones tiene para ello, porque otras son sus
-necesidades espirituales, más apremiantes y más legítimas. Tratad de
-comprenderlas y ayudadlo a satisfacerlas.
-
-Estas teorías libres de un conservador revolucionario, como lo fué
-entonces, trató Tolstoi de ponerlas en práctica, en Yasnaia, donde
-más era el condiscípulo que el maestro de sus alumnos[594]. Al mismo
-tiempo, se esforzaba por introducir en las explotaciones agrícolas
-un espíritu más humano. Nombrado árbitro territorial en 1861, en el
-Distrito de Krapivna, se constituyó en defensor del pueblo contra los
-abusos del poder de los propietarios y del Estado.
-
-No hay que creer sin embargo que esta actividad social le satisfacía
-y llenaba por completo, pues continuaba siendo presa de pasiones
-enemigas. A pesar suyo amaba a la sociedad, siempre, y tenía necesidad
-de ella. Por períodos, el placer lo recuperaba, y tenía también el
-gusto de la acción. Se ponía en peligros de muerte en la caza del oso;
-jugaba grandes sumas de dinero; aun llegó a sufrir la influencia del
-medio literario de San Petersburgo, que tanto despreciaba. Al salir de
-estas aberraciones, caía en crisis de disgusto. Las obras de esta época
-muestran lamentablemente las huellas de esta incertidumbre artística y
-moral. _Los dos húsares_, (1856)[595] tienen presunciones de elegancia,
-un aire fatuo y mundano que desagrada en Tolstoi. _Alberto_, escrito en
-Dijón en 1857[596], es débil y bizarro, carece de la profundidad y la
-precisión habituales en el autor. _El Diario de un Marcador_[597], más
-sorprendente, más prematuro, parece traducir el desaliento que Tolstoi
-se inspiraba a sí mismo. El príncipe Nekhludov, su _Doppelgánger_, su
-“doble”, se mata en un garito:
-
-_Lo tenía todo: riqueza, nombre, talento, aspiraciones levantadas; no
-había cometido ningún crimen, pero había hecho algo peor: había matado
-su corazón, su juventud; se había perdido, no teniendo siquiera una
-fuerte pasión por excusa, falto de voluntad._
-
-La misma proximidad de la muerte no lo hizo cambiar...
-
-_La misma extraña inconsecuencia, la misma vacilación, la misma
-ligereza de pensamiento..._
-
-
- TRES MUERTES
-
-La muerte... En esta época comienza a frecuentar el alma de Tolstoi.
-_Tres Muertos_, de 1858-1859[598], anuncia ya el sombrío análisis
-de la _Muerte de Iván Ilich_, la soledad del moribundo, su odio
-hacia los vivos, sus “¿por qués?” desesperados. El tríptico de estos
-tres muertos, (la dama rica, el viejo postillón tísico y la encina
-derribada), tiene grandeza; los retratos están bien dibujados, las
-imágenes atraen la atención, aun cuando la obra, bastante alabada, sea
-de argumento un poco flojo, y que la muerte del árbol carezca de la
-poesía necesaria, que tanto valor da a los bellos paisajes de Tolstoi.
-En su conjunto no se sabe claramente qué le arrastra más, si el arte
-por el arte o la intención moral.
-
-Tolstoi mismo lo ignoraba. El 4 de febrero de 1859, en su discurso de
-recepción de la _Sociedad Moscovita de Amantes de las Letras Rusas_,
-hacía la apología del arte por el arte[599]; y era precisamente el
-Presidente de esa Sociedad, Khomiakov, quien, después de haber saludado
-en Tolstoi al “representante de la literatura propiamente artística”,
-en su contra tomaba la defensa del arte social y moral[600].
-
-Un año más tarde, la muerte de su amado hermano Nicolás, arrebatado
-por la tisis[601], en Hyères, el 19 de septiembre de 1860, anonadaba a
-Tolstoi al punto de “quebrantar su fe en el bien, en todo”, y le hacía
-renegar del arte:
-
-_La verdad es horrible... Sin duda, mientras existe el deseo de
-conocerla y de decirla, se procura conocerla y decirla. Y es lo único
-que me ha quedado de mi concepción moral; y es la única cosa que haré,
-pero no bajo la forma de vuestro arte. El arte es la mentira, y yo no
-puedo ya amar las bellas mentiras_[602].
-
-Pero antes de seis meses retornaba a las “bellas mentiras” con
-_Polikuchka_[603], que es acaso su obra más desnuda de intenciones
-morales, a un lado la maldición latente que en ella pesa sobre el
-dinero y su poder nefasto; obra escrita puramente para el arte; obra
-maestra, desde luego, a la cual sólo es posible reprochar su riqueza
-excesiva de observación, su abundancia de materiales, que habrían
-alcanzado a desarrollar una gran novela, así como el contraste
-demasiado duro y un poco cruel, entre el atroz desenlace y el principio
-humorístico[604].
-
- [Ilustración]
-
-
- LA FELICIDAD CONYUGAL
-
-De esta época de transición, en la cual tantea el genio de Tolstoi, en
-la cual duda de sí mismo y parece enervarse, “sin fuerza de pasión, sin
-voluntad directora”, como el Nekhludov del _Diario de un Marcador_,
-nace en 1859 la obra más pura que haya producido, la _Felicidad
-Conyugal_[605]. Es el milagro del amor.
-
-Desde hacía largos años era amigo de la familia Bers; y estuvo
-enamorado sucesivamente de la madre y de las tres hijas[606]. Y fué
-en definitiva de la segunda de las hijas de quien se enamoró; pero
-no osaba confesarlo. Sofía Andreievna Bers era casi una niña, pues
-tenía diez y siete años, en tanto que él pasaba ya de treinta y se
-consideraba como un hombre viejo, que no tenía derecho para unir su
-vida gastada, manchada, con la de una muchacha inocente. Resistió tres
-años[607]; y más tarde ha contado, en su _Ana Karenina_, cómo hizo su
-declaración a Sofía Bers, y cómo le respondió ella, dibujando con gis
-rojo sobre una mesa las iniciales que no osaban decir. Como Levine, en
-_Ana Karenina_, tuvo la cruel lealtad de presentar su _Diario_ íntimo
-a su prometida, a fin de que ella no ignorase nada de sus pasadas
-vergüenzas; y como Kitty, en esa misma novela, Sofía tuvo con ello un
-amargo sufrimiento.
-
-El 23 de septiembre de 1862 fué el matrimonio. Pero tres años hacía
-ya que esta unión estaba realizada en el pensamiento del poeta al
-escribir la _Felicidad Conyugal_[608]. Desde hacía tres años que por
-adelantado había vivido los días inefables del amor que se ignora,
-y los días embriagadores del amor que se descubre, y la hora en la
-cual se murmuran las divinas palabras esperadas, las lágrimas de “una
-felicidad que se va para siempre y que no retornará jamás”; y la
-realidad triunfante de los primeros tiempos del matrimonio, el egoísmo
-amoroso, “la alegría incesante y sin causa”; después, la fatiga que
-llega, el descontento vago, el tedio de la vida monótona, las dos
-almas unidas que dulcemente se separan y se alejan la una de la otra;
-la embriaguez peligrosa para la joven señora, (coqueterías, celos,
-equivocaciones mortales), el amor que se va, que se pierde; al fin, el
-tierno y triste otoño del corazón, el fantasma del amor que renace,
-palidecido, envejecido, más conmovedor por sus lágrimas, sus arrugas;
-el recuerdo de los días de prueba, la pena por el mal que se ha hecho y
-por los años perdidos; serenidad de la tarde, tránsito augusto del amor
-a la amistad, de la novela de la pasión a la maternidad... Todo lo que
-debía de venir, todo, Tolstoi lo había soñado, gustado de antemano; y
-para vivirlo mejor, lo había vivido en ella, en la bienamada. Por la
-primera vez, (la única quizás en la obra de Tolstoi) la novela pasa en
-el corazón de una mujer y está contada por ella. ¡Con cuánta exquisita
-delicadeza! Belleza del alma que se cubre con un velo de pudor... El
-análisis de Tolstoi ha renunciado, por esta ocasión, a su luz un poco
-cruda; no se encarniza, febril, para poner al desnudo la verdad: los
-secretos de la vida interior se dejan adivinar, antes que entregarse.
-El corazón y el arte de Tolstoi están enternecidos. Armonioso
-equilibrio de la forma y del pensamiento, la _Felicidad Conyugal_ tiene
-la perfección de una obra raciniana.
-
-El matrimonio del cual presentía Tolstoi con una profunda claridad
-la dulzura y las inquietudes, debía de ser su salud. Estaba cansado,
-enfermo, disgustado de sí mismo y de sus esfuerzos. A los éxitos
-ruidosos que habían acogido sus primeras obras, sucedió el completo
-silencio de la crítica[609] y la indiferencia del público. De ello
-afectaba regocijarse altivamente.
-
-_Mi reputación ha perdido mucho de la popularidad que me entristecía.
-Ahora estoy tranquilo, porque sé que tengo algo que decir y la fuerza
-para decirlo en voz alta. En cuanto al público, ¡que piense lo que
-quiera!_[610]
-
-Se alababa, no estaba seguro él mismo de su arte. Era sin duda dueño
-de su instrumento artístico; pero no sabía cómo emplearlo. Como
-él lo decía, a propósito de _Polikuchka_, era una charla sobre el
-primer asunto que se presentaba, por un hombre que sabía manejar la
-pluma[611]. Sus obras sociales abortaban. En 1862 renunció a su cargo
-de árbitro territorial; y en ese mismo año la policía fué a catear
-Yasnaia Poliana, donde todo lo revolvió, y cerró la escuela. Tolstoi
-estaba entonces ausente, rendido de fatiga, temeroso de la tisis:
-
-_Las querellas de arbitraje habían llegado a ser para mí penosas; el
-trabajo de la escuela tan incierto, y mis dudas, que nacían del deseo
-de instruir a los demás, al ocultar mi ignorancia sobre lo que debía
-enseñar, eran tan desconsoladoras, que caí enfermo. Tal vez entonces
-hubiera llegado a la desesperación, en la cual habría perecido quince
-años más tarde, si no hubiera existido para mí un aspecto desconocido
-de la vida que me prometía la salud: la vida de familia_[612].
-
- * * * * *
-
-De ella gozó, desde luego, con el fuego de la pasión que ponía en
-todo[613]. La influencia personal de la condesa Tolstoi fué preciosa
-para el arte. Bien dotada literariamente[614], era, como ella decía,
-“una verdadera mujer de escritor”, que tan de corazón tomaba la obra
-de su marido. Trabajaba con él, escribía a su dictado, recopiaba sus
-borrones[615]. Trataba de defenderlo contra su demonio religioso, el
-terrible espíritu que ya, por momentos, le aconsejaba la muerte del
-arte; trataba de que estuviese cerrada su puerta para las utopías
-sociales[616]. Reanimaba en él al genio creador; hizo más aún: aportó
-a este genio la riqueza nueva de su alma femenina. A excepción de las
-joviales siluetas de _Infancia_ y _Adolescencia_, la mujer está ausente
-de las primeras obras de Tolstoi, o bien asoma apenas en segundo plano.
-Aparece ya en _Felicidad Conyugal_, escrita bajo el influjo del amor
-de Sofía Bers; y en las obras que siguen, los tipos de muchachas y
-de mujeres abundan y tienen una vida intensa, superior a las veces a
-la de los tipos masculinos. Queremos creer que la condesa Tolstoi no
-solamente sirvió a su marido de modelo para la Natacha de _La Guerra
-y la Paz_[617], y para Kitty, en _Ana Karenina_, sino que también por
-sus confidencias y por su propia visión, pudo ser para él una valiosa
-y discreta colaboradora. Algunas páginas de _Ana Karenina_[618], muy
-particularmente, me parece que descubren una mano de mujer.
-
-Gracias a los bienes de esta unión, Tolstoi gustó durante diez o quince
-años, de una paz y de una seguridad que le eran desconocidas desde
-hacía largo tiempo[619]. Pudo entonces, bajo las alas del amor, soñar
-y realizar en calma las obras maestras de su pensamiento, monumentos
-colosales que dominan toda la novela del siglo XIX: _La Guerra y la
-Paz_ (1864-1869) y _Ana Karenina_ (1873-1877).
-
-
- LA GUERRA Y LA PAZ
-
-_La Guerra y la Paz_ es la más vasta epopeya de nuestros tiempos, una
-Ilíada moderna. Un mundo de pasiones y de figuras se mueve en ella; y
-sobre este océano humano, de innumerables olas, priva un alma soberana,
-que levanta y refrena las tempestades con serenidad. Más de una vez, al
-contemplar esta obra, he pensado en Homero y en Goethe, no obstante las
-enormes diferencias así de carácter como de tiempo. Después he visto
-que efectivamente, en la época en que esto escribía, el pensamiento de
-Tolstoi se nutría en Homero y Goethe[620]. Más todavía: en sus notas
-de 1865, en las cuales clasifica los diversos géneros literarios,
-inscribía como de la misma familia a “La Odisea”, “La Ilíada” y
-“1805”[621]... El movimiento natural de su espíritu lo arrastraba de
-la novela de los destinos individuales a la novela de los ejércitos y
-de los pueblos, de los grandes rebaños humanos, en las cuales se funden
-las voluntades de millones de seres. Su trágica experiencia del sitio
-de Sebastopol lo llevaba a comprender el alma de la nación rusa y su
-vida secular. _La Guerra y la Paz_, tan inmensa, no debía de ser, según
-sus proyectos, sino el _panneau_ central de una serie de frescos épicos
-en los cuales se desarrollaría el poema de Rusia, desde Pedro el Grande
-hasta los “decembristas”[622].
-
-Para comprender bien el vigor de la obra, es necesario darse cuenta de
-su oculta unidad[623], pues la mayor parte de nuestros lectores no ven
-en ella, un poco miopes, sino los millares de detalles, cuya profusión
-los deslumbra y descamina. Se pierden en esta selva de vidas, cuando
-es necesario elevarse por encima de ella y abarcar con la mirada el
-horizonte libre, el círculo de los bosques y de los campos; pues sólo
-entonces se percibirá el espíritu homérico de la obra, la tranquilidad
-de las leyes eternas, el ritmo imponente del soplo del destino, el
-sentimiento del conjunto al cual todos los detalles están subordinados;
-y, dominando su obra, el genio del artista, como el Dios del Génesis
-que flota sobre las aguas.
-
-Desde luego, el mar está inmóvil; la paz, la sociedad rusa en vísperas
-de la guerra. Las cien primeras páginas reflejan, con una exactitud
-impasible y una ironía superiores, lo vano de las almas mundanas. Hacia
-la centésima página solamente se levanta el grito de uno de estos
-muertos vivientes, el peor de entre ellos, el príncipe Basilio:
-
-“Nosotros pecamos, engañamos, y todo esto ¿por qué? Yo he pasado de los
-cincuenta años, amigo mío... Todo acaba en la muerte... La muerte, ¡qué
-terror!”
-
-Entre estas almas insulsas, mentirosas y ociosas, capaces de todas las
-aberraciones y de todos los crímenes, se esbozan algunas naturalezas
-más sanas: las sinceras, por ingenuidad torpe, como en Pedro Besukhov;
-por independencia campesina, por sus viejos sentimientos rusos, como
-María Dmitrievna; por frescura juvenil, como en los pequeños Rostov;
-las almas buenas y resignadas, como la princesa María; y aquéllas que
-no son buenas, sino valientes, a quienes atormenta esta existencia
-malsana, como el príncipe Andrés.
-
-Pero aparece el primer estremecimiento en las ondas de aquel mar. La
-acción; el ejército ruso en Austria; la fatalidad reina, y en ninguna
-parte más dominadora que en el desencadenamiento de las fuerzas
-elementales, en la guerra. Los verdaderos jefes son quienes no tratan
-de dirigir, sino que, como Kutuzov o como Bagration, “dejan creer que
-sus intenciones personales están en concordancia perfecta con lo que
-en realidad es simple efecto de la fuerza de las circunstancias, de la
-voluntad de los subordinados y de los caprichos de azar”. ¡Beneficio de
-abandonarse en manos del Destino! Felicidad de la acción pura; estado
-moral y sano. Los espíritus conturbados recobran su equilibrio. El
-príncipe Andrés respira, comienza a vivir... Y en tanto que allá, lejos
-del soplo vivificador de estas tempestades sagradas, las dos mejores
-almas, Pedro y la princesa María, son amenazados por el contagio de su
-mundo, por la mentira de amor, Andrés herido en Austerlitz, tiene de
-pronto, en medio de la embriaguez de la acción, caído brutalmente, la
-revelación de la inmensidad serena. Tendido sobre la espalda, “no ve ya
-nada más que arriba, por encima de él, un cielo infinito, profundo, en
-el cual muellemente bogan ligeras nubes gríseas”.
-
-¡Qué calma! ¡Qué paz, se decía; cuál diferencia con mi desatentada
-carrera! ¿Cómo no había visto antes este alto cielo? ¡Qué feliz soy de
-haberlo al fin advertido! Sí; todo es vacío, todo es desengaño, menos
-él... ¡Nada hay fuera de él!... y que sea Dios alabado!
-
-Sin embargo, la vida lo recobra y la onda vuelve a caer. Abandonadas
-de nuevo a sí mismas, en la atmósfera desmoralizadora de las ciudades,
-las almas desalentadas, inquietas, vagan al azar en la noche.
-Algunas veces, al soplo envenenado del mundo se mezclan los efluvios
-inebriantes y enloquecedores de la naturaleza, de la primavera,
-del amor, las fuerzas ciegas que al príncipe Andrés acercan a la
-encantadora Natacha, y que, un instante después, la arrojan en los
-brazos del primer seductor que se presenta. ¡Cuánta poesía, ternura,
-pureza de corazón, que el mundo ha marchitado! Y siempre “el gran cielo
-que se extiende sobre la abyección ultrajante de la tierra!” Pero
-los hombres no lo ven, y aun el mismo Andrés ha olvidado la luz de
-Austerlitz, y para él ya no es más el cielo “que una bóveda sombría y
-brumosa” que cubre la nada.
-
-Es tiempo de que se levante de nuevo, sobre estas almas anémicas, el
-huracán de la guerra. La patria está invadida. Borodino. Grandeza
-solemne de esta jornada. Las enemistades se borran, y Dologhov abraza a
-su enemigo Pedro; y Andrés, herido, llora de ternura y de piedad sobre
-la desventura del hombre que más odiaba, Anatolio Kuraguine, su vecino
-de ambulancia. La unidad de los corazones se realiza, la unidad por el
-apasionado sacrificio a la patria y por la sumisión a las leyes divinas.
-
-“_Aceptar la espantosa necesidad de la guerra, seriamente, con
-austeridad... La prueba más difícil es la sumisión de la libertad
-humana a las leyes divinas. La sencillez de corazón consiste en la
-sumisión a la voluntad de Dios_”.
-
-El alma del pueblo ruso y su sumisión al destino se encarnan en el
-generalísimo Kutuzov:
-
-_Este anciano, que ya no tenía más, en cuanto a pasiones, que su
-experiencia resultante de las pasiones, y en quien la inteligencia
-destinada a agrupar hechos y a extraer conclusiones, estaba reemplazada
-por una contemplación filosófica de los sucesos, no inventaba nada, no
-emprendía nada; pero lo escuchaba todo y todo lo ordenaba, y sabría de
-ello sacar provecho llegado el momento; no pondría trabas a nada útil,
-ni permitiría nada que fuera perjudicial. Atisbaba en el semblante
-de sus tropas esa fuerza que no puede ser sujetada y que se llama la
-voluntad de vencer, la futura victoria. Aceptaba algo más fuerte que su
-voluntad: la marcha inevitable de los hechos que se desarrollaban ante
-sus ojos; los ve, los sigue, sabe hacer abstracción de su persona._
-
-Tiene, en fin, corazón ruso. Este fatalismo del pueblo ruso,
-tranquilamente heroico, se personifica también en el pobre mujik
-Platón Karataiev, que es sencillo, piadoso, resignado, con su sonrisa
-buena en los sufrimientos y en la muerte. A través de las pruebas,
-de la ruina de la patria, de la espantosa agonía, los dos héroes del
-libro, Pedro y Andrés, llegan a la liberación moral y a la alegría
-mística por el amor y la fe, que hacen que los vivientes puedan ver a
-Dios.
-
-No termina allí Tolstoi. El epílogo, que pasa en 1820, es una
-transición de una época a otra, de la época napoleónica a la de los
-“decembristas”; da el sentimiento de la continuidad y del principio de
-otra vida, pues en lugar de principiar y de concluir en plena crisis,
-Tolstoi acaba como ha comenzado, en el momento en que una gran ola se
-desvanece, y la ola siguiente se levanta. Se percibe ya a los héroes
-por venir, y los conflictos que se levantarán entre ellos, y los
-muertos que en los vivos resucitan[624].
-
-He tratado de destacar los grandes lineamientos de la novela, porque
-es raro que alguien se tome la molestia de hacerlo; pero ¡qué decir
-del extraordinario vigor de vida de estos centenares de héroes, todos
-individuales y pintados de inolvidable manera, soldados, campesinos,
-grandes señores, rusos, austriacos y franceses! Nada descubre la
-improvisación. Para esta galería de retratos, de la cual no hay otra
-análoga en toda la literatura europea, hizo Tolstoi bocetos sin cuento;
-“combinó, decía, millones de proyectos”; buscó en las bibliotecas, puso
-a contribución sus archivos de familia[625], sus notas anteriores, sus
-recuerdos personales. Esta minuciosa preparación asegura la solidez
-de la obra, pero no le resta nada de su espontaneidad. Trabajaba
-Tolstoi con un entusiasmo, con un ardor y una alegría que se comunican
-al lector; mas sobre todo, lo que constituye el mayor encanto de _La
-Guerra y la Paz_, es la juventud de corazón que revela. No hay ninguna
-otra obra de Tolstoi que ofrezca el espectáculo de esta riqueza de
-almas de niños y de adolescentes; y cada una es una música de pureza de
-origen y de gracia que penetra y enternece, como una melodía de Mozart:
-el joven Nicolás Rostov, Sonia, el pobrecito Petia.
-
-La más exquisita es Natacha, criatura amada, soñadora, risueña, de
-corazón amante; a quien de cerca se mira crecer, a quien se sigue en
-la vida con la casta ternura que se tendría por una hermana. ¿Quién
-no cree haberla conocido?... Admirable la noche de primavera en
-la cual Natacha, en su ventana que baña el claro de luna, sueña y
-habla locamente, por encima de la ventana del príncipe Andrés, que
-la escucha... Emociones del primer baile; amor, espera del amor,
-desordenada floración de deseos y de ensueños; carreras en trineo,
-de noche, por la floresta nevada, en la cual se encienden fuegos
-fantásticos; naturaleza que os oprime con su inquieta ternura; noche
-en la ópera, en el mundo extraño del arte, donde la razón se embriaga;
-locura del corazón, locura del cuerpo que languidece de amor; dolor que
-purifica el alma; piedad divina, que vela a la bienamada moribunda...
-No es posible evocar esos pobres recuerdos sin la emoción que se
-tendría al hablar de una amiga, la más cara y la más amada. ¡Ah, qué
-bien se aprecia, ante una creación semejante, la debilidad de los tipos
-femeninos en casi toda la novela y el teatro contemporáneos! La vida
-misma está copiada de manera tan flexible, tan fluida que, de una línea
-en otra parece que se la ve palpitar y cambiar. La princesa María,
-la fea, tan bella por la bondad, no es una pintura menos perfecta; y
-¡cómo se habría empurpurado, muchacha tímida y torpe, cómo enrojecerían
-cuantas se le asemejan, al mirar descubiertos todos los secretos de un
-corazón que se oculta medrosamente a las miradas!
-
-En general, los caracteres de mujeres son, como lo indicaba antes,
-muy superiores a los caracteres de hombres, sobre todo a los de ambos
-héroes en quienes Tolstoi puso su propio pensamiento: la naturaleza
-muelle y débil de Pedro Besukhov, y la ardiente y seca del príncipe
-Andrés Bolkonsky. Son éstas, dos almas que carecen de centro, que
-oscilan perpetuamente, más que evolucionar; van de un polo al otro,
-sin avanzar nunca. Se replicará que, sin duda, por ello mismo son
-muy rusas; y sin embargo, haría yo notar que algunos rusos han hecho
-de ellas iguales críticas. Con esta ocasión precisamente Turguenef
-reprochaba a la psicología de Tolstoi el permanecer estacionaria:
-“No hay verdadero desarrollo. Eternas vacilaciones, vibraciones de
-sentimientos”[626]. Tolstoi mismo convenía en haber sacrificado un
-poco, por momentos, los caracteres individuales[627] en bien del cuadro
-histórico.
-
-Y en efecto, la gloria de _La Guerra y la Paz_ está en la resurrección
-de toda una época histórica, de esas migraciones de pueblos, de la
-batalla de las naciones. Sus verdaderos héroes son esos pueblos; y
-detrás de ellos, como detrás de los héroes de Homero, los dioses que
-los mueven, las fuerzas invisibles, “lo infinitamente pequeño que
-dirige las masas”, el soplo de lo Infinito. Estos combates gigantescos,
-en los cuales un oculto destino hace chocar a las ciegas naciones,
-tienen una grandeza mítica. Más allá de la Ilíada, por ellos, se sueña
-en las epopeyas indias[628].
-
-
- ANA KARENINA
-
-Ana Karenina señala, con _La Guerra y la Paz_, la cima de este
-período de madurez[629]. Es una obra más perfecta, de un espíritu
-aún más seguro de sus procedimientos artísticos, más rico también
-de experiencia y para quien el mundo del corazón ya no tiene ningún
-secreto; pero le falta la llama de la juventud, la frescura del
-entusiasmo, las grandes alas de _La Guerra y la Paz_. La tranquilidad
-pasajera de los primeros días del matrimonio ha desaparecido; y en el
-círculo encantado del amor y del arte que la condesa Tolstoi había
-formado en torno suyo, volvían a deslizarse las inquietudes morales.
-
-Ya en los primeros capítulos de _La Guerra y la Paz_, un año después
-del casamiento, las confidencias que el príncipe Andrés hace a Pedro,
-a propósito del matrimonio, señalan el desencanto del hombre que ve
-en la mujer amada a una extraña, la inocente enemiga, el involuntario
-obstáculo para su desarrollo moral. Algunas cartas de 1865, anuncian
-el próximo retorno de los tormentos religiosos. No son todavía sino
-breves amenazas borradas por la dicha de vivir; pero he aquí que en los
-meses en que Tolstoi termina _La Guerra y la Paz_, hay una sacudida más
-grave: había abandonado a los suyos por algunos días, para visitar un
-dominio. Una noche, ya acostado, las dos de la madrugada acababan de
-sonar:
-
-“_Estaba yo terriblemente fatigado, tenía sueño y me sentía bastante
-bien, cuando de pronto fuí presa de tal angustia, de un terror tal,
-como antes nunca había experimentado nada parecido. Te contaré esto
-detalladamente_[630]_; era en verdad espantoso. Salté del lecho y
-ordené que se enganchara, y mientras se hacía esto me dormí, de suerte
-que, cuando me fueron a despertar me había recobrado por completo. Ayer
-se ha producido la misma cosa, mas en grado mucho menor..._”[631].
-
-El castillo de ilusiones tan laboriosamente construido por el amor de
-la condesa Tolstoi se agrietaba. En el vacío en que dejó al espíritu
-del artista la conclusión de _La Guerra y la Paz_, éste es nuevamente
-invadido por las preocupaciones filosóficas[632] y pedagógicas:
-quiere escribir un Silabario para el pueblo, y en él trabaja con
-encarnizamiento cuatro años; por él se siente más orgulloso que de _La
-Guerra y la Paz_, y cuando lo ha escrito (1872), se pone a escribir
-otro (1875). Después se consagra al estudio del griego; lo estudia de
-la mañana a la noche, abandona por él todo otro trabajo y descubre
-al “delicioso Xenofonte” y a Homero, al verdadero Homero, no el que
-ofrecen los traductores, “todos esos Jukhovski y esos Voss que cantan
-con una voz cualquiera, gutural, quejumbrosa, dulzona”, sino “este otro
-diablo, que canta a plena voz, sin que se le ocurra nunca que alguien
-puede escucharlo”[633].
-
-“_¡Sin el conocimiento del griego, no es posible ninguna
-instrucción!... Estoy convencido de que, de cuanto es verdaderamente
-bello, en el verbo humano, con una belleza simple, nada sabía hasta
-ahora_”[634].
-
-Era una locura, y en ello convenía. Se entrega a la escuela de nuevo
-y con tal pasión que cae enfermo y tiene que ir, en 1871, a Samara, a
-curarse con el “kumis” entre los bachkires. A excepción del griego, de
-todo está descontento. Después de un proceso, en 1872, habla seriamente
-de vender todo lo que tiene en Rusia para ir a instalarse a Inglaterra,
-con lo que la condesa Tolstoi se muestra desolada:
-
-“_Si te absorbes siempre en tus griegos, no curarás nunca. Ellos
-son quienes te causan esta angustia y esta indiferencia por la vida
-presente, pues no en vano se llama el griego una lengua muerta; pone en
-estado de espíritu muerto_”[635].
-
-Al fin, después de muchos proyectos abandonados apenas esbozados, el
-18 de marzo de 1873, con gran alegría de la condesa, comenzó a escribir
-_Ana Karenina_[636]. Mientras trabajaba en esta novela, su vida fué
-contristada por duelos domésticos[637]; y su esposa estuvo enferma. “La
-beatitud no reina en la casa...”[638].
-
-La obra conserva un poco huellas de esta experiencia entristecida, de
-estas pasiones desengañadas[639]. Salvo los hermosos capítulos de las
-bodas de Levine, el amor no tiene ya la poesía que iguala algunas de
-las páginas de _La Guerra y la Paz_ con las más bellas poesías líricas
-de todos los tiempos. En desquite, ha tomado un carácter áspero,
-sensual, imperioso; la fatalidad que reina sobre la novela ya no es,
-como en _La Guerra y la Paz_, una especie de dios Krishna, asesino y
-sereno, sino la locura de amar, “Venus toda entera...”. Es ella quien
-en la escena maravillosa del baile, en la cual la pasión--sin saberlo
-ellos--se apoderó a su vez de Ana y de Wronski, presta a la inocente
-belleza de Ana coronada de pensamientos y vestida de terciopelo, “una
-seducción casi infernal”[640]. Es Venus quien, cuando Wronski llega a
-declararse, hace irradiar el rostro de Ana, “no de alegría, sino con
-la tremenda irradiación de un incendio en una noche obscura”[641].
-Es Venus quien, en las venas de esta mujer leal y razonable, de esta
-joven madre amorosa, hace correr la fuerza de una savia voluptuosa y se
-instala en su corazón que no abandonará ya hasta haberlo destruido.
-Ninguno de cuantos se acercan a Ana deja de sufrir la atracción y
-el horror del oculto demonio. Kitty, la primera, lo descubrió con
-espanto. Un misterioso temor se mezcla a la alegría de Wronski cuando
-va a ver a Ana; Levine, en su presencia, pierde toda su voluntad; la
-misma Ana sabe bien que ya no se pertenece. A medida que la historia
-se desarrolla, la implacable pasión roe, pieza por pieza, todo el
-edificio moral de esta noble persona. Cuanto en ella hay de mejor, su
-alma brava y sincera, se desmorona y cae. No tiene ya la fuerza de
-sacrificar su vanidad mundana; su vida no tiene ya otro objeto que
-agradar a su amante; se prohíbe cobardemente, vergonzosamente, tener
-hijos; los celos la torturan; la fuerza sensual, que la esclaviza, la
-obliga a mentir con el gesto, con la voz, con la mirada; desciende al
-rango de las mujeres que no ambicionan más que hacer perder la cabeza a
-todo hombre, cualquiera que sea; recurre a la morfina para embrutecerse
-hasta el día en que los intolerables tormentos que la devoran la
-arrojan, con el amargo sentimiento de su fracaso moral, bajo las ruedas
-de un tren. “Y el pequeño mujik de barba hirsuta”, (la visión siniestra
-que se ha presentado frecuentemente en sus sueños y en los de Wronski),
-“se inclinaba del estribo del wagón sobre la vía”, y, según el sueño
-profético, “se curvaba en dos sobre un saco en el cual recogía los
-restos de alguna cosa que había tenido vida, con sus tormentos, sus
-traiciones y sus dolores...”.
-
-“Yo me he reservado la venganza”[642], dijo el Señor...
-
-En torno de esta tragedia de una alma que el amor consume y que
-abruma la Ley de Dios,--pintura de una pieza y de una profundidad
-espantosa--dispuso Tolstoi, como en _La Guerra y la Paz_, las novelas
-de otras vidas; pero, desgraciadamente, en esta vez, esas historias
-paralelas alternan de manera un poco rígida y artificial, sin llegar
-a la unidad orgánica de la sinfonía de _La Guerra y la Paz_. Es
-posible descubrir también que el perfecto realismo de algunos
-cuadros, (como de los círculos aristocráticos de Petersburgo y sus
-entretenimientos ociosos) llega hasta la inutilidad. Por último, más
-francamente todavía que en _La Guerra y la Paz_ ha yuxtapuesto Tolstoi
-su personalidad moral y sus ideas filosóficas al espectáculo de la
-vida; mas, por ello, no es menor la maravillosa riqueza de esta obra;
-hay la misma abundancia de tipos que en _La Guerra y la Paz_, y todos
-de una sorprendente exactitud. Los retratos de hombres me parecen aun
-superiores; se complació Tolstoi en pintar a Stepan Arcadievitch, el
-amable egoísta a quien nadie puede mirar sin contemplar su afectuosa
-sonrisa; y Karenine, el tipo perfecto del gran funcionario, el hombre
-de Estado distinguido y mediocre, con su manía de ocultar bajo una
-ironía constante, sus verdaderos pensamientos, mezcla de dignidad y de
-cobardía, de fariseísmo y de sentimientos cristianos; producto extraño
-de una sociedad artificial, de la cual le es imposible desprenderse
-nunca, a pesar de su inteligencia y de su real generosidad; y el
-que tiene mucha razón de desconfiar de su corazón, porque cuando se
-abandona es siempre para caer, a la postre, en una nadería mística.
-
-El interés principal de la novela, con la tragedia de Ana y sus
-cuadros varios de la sociedad rusa de 1860, (salones, círculos
-oficiales, bailes, teatros, carreras de caballos), está en su carácter
-autobiográfico. Más que ninguno otro de los personajes de Tolstoi,
-lo encarna Constantino Levine, y no solamente le ha prestado sus
-ideas a un tiempo democráticas y conservadoras, su antiliberalismo de
-aristócrata rural que desprecia a los intelectuales[643], sino que
-también le ha prestado su vida propia. El amor de Levine y de Kitty y
-sus primeros años de matrimonio son una translación de los propios
-recuerdos domésticos, al igual que la muerte del hermano de Levine no
-es más que una dolorosa evocación de la muerte de Dmitri, el hermano
-de Tolstoi. Toda la última parte, innecesaria para la novela, nos hace
-conocer las inquietudes que lo agitaban entonces; y si el epílogo
-de _La Guerra y la Paz_ era una transición artística a otra obra en
-proyecto, el epílogo de _Ana Karenina_ es una transición autobiográfica
-a la revolución moral que debía, dos años más tarde, externarse por las
-_Confesiones_. Y ya en el curso del libro continuamente asoma, bajo
-forma irónica o violenta, la crítica de la sociedad contemporánea a la
-que no cesará de combatir en sus obras futuras. ¡Guerra a la mentira, a
-todas las mentiras, así a las mentiras virtuosas como a las viciosas,
-a los charlatanismos liberales, a la caridad mundana, a la religión
-de los salones, a la filantropía! ¡Guerra al mundo que falsea los
-sentimientos verdaderos y que fatalmente anonada los ímpetus generosos
-del alma! La muerte arroja una luz súbita sobre las convenciones
-sociales: delante de Ana moribunda, el estirado Karenine se enternece;
-en esta alma sin vida, en la cual todo está hecho, penetra al fin un
-rayo de amor y de perdón cristiano; y los tres, el marido, la esposa
-y el amante, son transformados momentáneamente. Porque todo se hace
-simple y leal; pero a medida que Ana se restablece, sienten, los tres
-“frente a la fuerza moral, casi santa que los guiaba interiormente,
-la existencia de otra fuerza brutal de mayor omnipotencia, que dirige
-sus vidas a pesar suyo y que no les concederá ya la calma”; y saben,
-de antemano, que serán impotentes en esta lucha, en la cual “están
-obligados a hacer el mal, que el mundo juzgará necesario”[644].
-
-Si Levine, que encarna a Tolstoi, se ha purificado también en el
-epílogo del libro, es que también a él lo alcanza la muerte. Hasta
-allí, “incapaz de creer, era asimismo incapaz para dudar”[645].
-Después que ha visto morir a su hermano, el terror de su ignorancia lo
-posee; su matrimonio, por algún tiempo, ha ahogado sus angustias; pero
-al nacimiento de su primer hijo reaparecen. Alternativamente pasa por
-crisis de plegarias y de negaciones. Lee en vano a los filósofos. En
-su enloquecimiento llega a tener la tentación del suicidio. El trabajo
-físico lo alivia; y en esto no cabe duda, porque todo es claro. Charla
-Levine, con los campesinos, y uno de ellos le habla de los hombres
-“que viven no para sí mismos, sino para Dios”, lo que para él es una
-iluminación. Advierte entonces el antagonismo entre la razón y el
-corazón; la razón enseña la lucha feroz por la vida, y nada hay de
-razonable en amar al prójimo:
-
-_La razón no me ha enseñado nada; todo lo que yo sé me ha sido dado,
-revelado por el corazón_[646].
-
-A partir de entonces retorna la calma. Las palabras del humilde mujik,
-de quien es único guía su propio corazón, lo han traído hacia Dios...
-¿Cuál Dios? No trata de averiguarlo. Levine, en ese momento, como lo
-será Tolstoi largo tiempo, es humilde con respecto a la Iglesia y de
-ningún modo está en rebeldía con los dogmas.
-
-_Hay una verdad aun en la ilusión de la bóveda celeste y en los
-movimientos aparentes de los astros_[647].
-
-
- LAS CONFESIONES Y LA CRISIS RELIGIOSA
-
-Estas angustias de Levine, estas veleidades de suicidio que ocultaba a
-Kitty, las ocultaba Tolstoi en el mismo momento a su esposa; pero aún
-no había alcanzado él la calma que ponía en su héroe. A decir verdad,
-esta calma no era nada comunicativa; se siente que más era deseada
-que lograda, y que al instante Levine volverá a caer en sus dudas. En
-ello no se engañaba Tolstoi, pues había hecho un gran esfuerzo para
-llegar hasta el fin de su obra. _Ana Karenina_ lo aburría antes de que
-hubiese concluido[648]; no podía trabajar más; permanecía así, inerte,
-sin voluntad, presa del disgusto y del terror de sí mismo. Entonces,
-en el vacío de su vida, se levantó el gran soplo que salía del abismo,
-el vértigo de la muerte. Más tarde, Tolstoi ha contado estos años
-terribles, cuando acaba de escapar al abismo[649].
-
-“No tenía cincuenta años, dice[650]; amaba, era amado, tenía buenos
-hijos, un gran dominio, la gloria, la salud, el vigor físico y moral;
-trabajaba diez horas seguidas sin experimentar fatiga. Bruscamente, mi
-vida se detuvo: podía respirar, comer, beber, dormir; pero esto no era
-vivir; no podía ni desear siquiera conocer la verdad. La verdad era que
-la vida es una insania. Yo había llegado al abismo y veía claramente
-que delante de mí ya no había nada, sino la muerte; yo, hombre lleno
-de salud y feliz, sentía que no podía vivir más. Una fuerza invencible
-me arrastraba a desembarazarme de la vida... No diré que deseaba
-matarme. La fuerza que me empujaba fuera de la vida era más potente
-que yo; y era una aspiración semejante a mi antigua aspiración a la
-vida, solamente que obraba en sentido inverso. Debí de recurrir hasta
-al engaño para conmigo mismo a fin de no ceder demasiado pronto; y he
-aquí que yo, el hombre feliz, tenía que ocultar de mi mismo la cuerda,
-para no colgarme de una viga entre los armarios de mi alcoba, donde
-permanecía solo cada noche al desnudarme. No iba yo de caza con mi
-fusil, para no dejarme tentar[651]. Me parecía que mi vida era una
-farsa estúpida, que era representada por cualquiera. ¡Cuántos años de
-trabajo, de penas, de progreso, y ver al fin que no había nada! De mí
-no quedaría más que la podredumbre y los gusanos... Se puede vivir
-solamente durante el tiempo en que se está embriagado con la vida;
-pero inmediatamente que se disipa la embriaguez, se ve que todo es
-superchería, superchería estúpida... La familia y el arte no podían
-ya bastarme; los de mi familia no eran más que desventurados como yo;
-el arte, un espejo de la vida. Cuando la vida no tiene sentido, el
-juego del espejo no puede divertirnos ya. Y era lo peor que no podía
-resignarme. Me parecía a un hombre extraviado en un bosque, quien,
-presa del horror porque se ha extraviado, corre en todas direcciones y
-no puede detenerse, aun cuando sabe que a cada paso se pierde más...”.
-
-La salud le vino del pueblo. Tolstoi había tenido siempre por él “una
-afección extraña, enteramente física”[652], que no habían podido
-quebrantar las repetidas experiencias de sus desilusiones sociales. En
-sus últimos años, como Levine, se había acercado mucho al pueblo[653].
-Y se entregó a pensar en estos millares de seres colocados fuera
-del círculo estrecho de los sabios, de los ricos y de los ociosos
-que se matan, se aturden o arrastran cobardemente, como él, una vida
-desesperada; se preguntaba por qué estos millares de seres escapaban a
-esta desesperación, por qué no se mataban. Advirtió entonces que ellos
-vivían, no con la ayuda de la razón, sino antes, sin cuidarse de ella,
-sólo por la fe. ¿Qué era esta fe que ignoraba la razón?
-
-_La fe es la fuerza de la vida. No se puede vivir sin la fe. Las ideas
-religiosas han sido elaboradas en la lejanía infinita del pensamiento
-humano. Las respuestas dadas por la esfinge de la vida contienen la
-sabiduría más profunda de la humanidad._
-
-¿Basta, por tanto, conocer estas fórmulas de la sabiduría que tiene
-registradas el libro de las religiones? No, la fe no es una ciencia,
-la fe es una acción; no tiene sentido sino en tanto que es vivida.
-El disgusto que inspiraron a Tolstoi las gentes ricas y que _piensan
-bien_, para quienes la fe es sólo una especie de “consolación epicúrea
-de la vida”, lo arrojó decididamente entre los hombres sencillos que
-eran los únicos que ponían de acuerdo su vida con su fe.
-
-_Y comprendió que la vida del pueblo trabajador era la vida misma, y
-que el sentido que se atribuía a esa vida era verdad._
-
-¿Pero cómo convertirse al pueblo y compartir su fe? Es hermoso
-reconocer que los otros tienen razón, mas no depende de nosotros que
-seamos como ellos. En vano oramos a Dios, en vano tendemos hacia él
-nuestros ávidos brazos. Dios se aleja. ¿Dónde alcanzarlo?
-
-Un día la gracia llegó a él.
-
-_Un día de temprana primavera estaba yo solo en el bosque y escuchaba
-sus rumores. Pensaba en mis agitaciones de los tres últimos años, en
-cuánto había buscado a Dios, en mis perpetuos saltos de la alegría
-a la desesperación... Y bruscamente vi que yo no vivía sino cuando
-creía en Dios. A su solo pensamiento, las ondas jocundas de la vida
-se levantaban en mí. Todo se animaba en torno mío; todo adquiría un
-sentido. Mas, desde el momento que yo no creía en él, súbitamente
-cesaba la vida._
-
---_¿Qué es entonces, lo que yo busco?--gritaba dentro de mí una voz.
-¡Es ÉL, sin quien yo no puedo vivir! Conocer a Dios y vivir son una
-misma cosa; Dios es la vida..._
-
-_Desde entonces esta luz ya no me ha abandonado_[654].
-
-Estaba salvado. Dios se le había aparecido[655]. Mas como no era un
-místico de la India, para quien el éxtasis fuera suficiente, como en
-él se mezclaban a los sueños del asiático la manía de la razón y la
-necesidad de acción del hombre del Occidente, le era indispensable
-traducir su revelación a la fe práctica y desprender de esta vida
-divina las reglas para la vida cotidiana. Sin ninguna prevención,
-con el deseo sincero de creer en las creencias de los suyos, comenzó
-por estudiar la doctrina de la Iglesia ortodoxa, de la cual formaba
-parte[656]. Y con el propósito de estar más cerca de ella, durante
-tres años se sometió a todas las ceremonias, confesando, comulgando,
-no osando emitir juicio sobre lo que le repugnaba, inventando
-explicaciones para lo que encontraba obscuro o incomprensible;
-uniéndose en su fe a todos los que amaba, vivos y muertos, y siempre
-conservando la esperanza de que en algún momento “el amor le abriría
-las puertas de la verdad”. Pero tenía que luchar, porque su razón y su
-corazón se rebelaban. Algunos actos, como el bautizo y la comunión, le
-parecían escandalosos. Cuando se le obligaba a repetir que la hostia
-era el cuerpo verdadero y la sangre verdadera de Cristo, “sentía como
-una puñalada en el corazón”. Y no fueron, sin embargo, los dogmas los
-que levantaron entre la Iglesia y él un muro infranqueable, sino las
-cuestiones prácticas, dos sobre todo: la intolerancia rencorosa y mutua
-de las iglesias,[657] y la sanción, formal o tácita, dada al homicidio:
-la guerra y la pena de muerte.
-
-Entonces rompió Tolstoi abiertamente, y tanto más violenta fué la
-ruptura cuanto que hacía tres años que comprimía su pensamiento. No
-toleró ya nada más, y, con cólera, pisoteó esa religión que todavía
-la víspera se obstinaba en practicar. En su _Crítica de la Teología
-Dogmática_ (1879-1881) la trata no solamente de “locura, sino también
-de mentira interesada y consciente”[658]. A ella opuso el Evangelio,
-en su _Concordancia y Traducción de los cuatro Evangelios_ (1881-1883);
-y a la postre sobre el Evangelio edificó su fe. (_En qué consiste mi
-fe_, 1883). Está toda contenida en estas palabras:
-
-_Creo en la doctrina de Cristo. Creo que la felicidad no es posible en
-la tierra en tanto que no cumplan esta doctrina todos los hombres._
-
-Y tiene por piedra angular el Sermón de la Montaña, cuya enseñanza
-esencial fija Tolstoi en cinco mandamientos:
-
- I. No te dejes arrebatar por la cólera.
- II. No cometas adulterio.
- III. No prestes juramento en vano.
- IV. No devuelvas mal por mal.
- V. No seas enemigo de nadie.
-
-Es ésta la parte negativa de la doctrina, pues la parte positiva queda
-resumida en este único mandamiento: Ama a Dios y a tu prójimo como a ti
-mismo.
-
-_Cristo dice que quien hubiere violado el menor de estos mandamientos
-tendrá el más pequeño lugar en el reino de los cielos._
-
-Y agrega Tolstoi ingenuamente:
-
-_Por extraño que esto parezca, he debido descubrir estas reglas,
-después de dieciocho siglos, como una novedad._
-
-¿Creía, por tanto, Tolstoi en la divinidad de Cristo? De ninguna
-manera. ¿A qué título, entonces, lo invocaba? Como el más grande entre
-los sabios, (Brahma, Buda, Lao-Tsé, Confucio, Zoroastro, Isaías), que
-han mostrado a los hombres la felicidad verdadera a la cual aspiran y
-el camino que es necesario seguir para alcanzarla[659]. Tolstoi es el
-discípulo de estos grandes creadores de religiones, de estos semidioses
-y de estos profetas hindús, chinos y hebreos. Los defiende (como él
-sabe defender: atacando) contra aquéllos a quienes llama los “fariseos”
-y los “escribas:” contra las iglesias establecidas y contra los
-representantes de la ciencia orgullosa, o más bien, del “filosofismo
-científico”[660]. Y no es que haga llamamiento a la revelación contra
-la razón, pues desde que salió del período de inquietudes que refiere
-en las _Confesiones_, continúa siendo esencialmente un creyente de la
-Razón, o, podría decirse, un místico de la Razón.
-
-“_En el principio era el Verbo_, repite con San Juan; _el Verbo, Logos,
-es decir, la Razón_”[661].
-
-Su libro De la Vida (1887) lleva, como epígrafe, las palabras famosas
-de Pascal[662]:
-
-_El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza,
-pero una caña que piensa... Toda nuestra dignidad consiste en el
-pensamiento... Trabajemos pues para pensar bien, que esto es el
-principio de la moral._
-
-Y el libro entero no es más que un himno a la Razón. Pero su Razón
-no es la razón científica, razón restringida que “toma la parte por
-el todo, y la vida animal por la vida entera”, sino antes la ley
-soberana que rige la vida del hombre, “la ley según la cual deben vivir
-forzosamente los _seres razonables_, _es decir_, _los hombres_”.
-
-_Es una ley análoga a las que rigen la nutrición y la reproducción
-del animal, el crecimiento y la eflorescencia de la hierba y del
-árbol, y el movimiento de la tierra y de los astros. Y solamente en el
-cumplimiento de esta ley, en la sumisión de nuestra naturaleza animal
-a la ley de la razón, consiste nuestra vida... La razón no puede ser
-definida, y nosotros no tenemos necesidad de definirla, porque no
-solamente la conocemos todos, sino que es la única que conocemos...
-Todo lo que el hombre sabe lo conoce por medio de la razón, y no por
-la fe_[663]... _La verdadera vida no comienza hasta el momento en que se
-manifiesta la razón. La única vida verdadera es la vida de la razón._
-
-¿Qué es, pues, la existencia visible, nuestra vida individual? “No es
-vida nuestra”, dice Tolstoi, porque no depende de nosotros.
-
-_Nuestra actividad animal se realiza fuera de nosotros... La humanidad
-ha concluido ya con la idea de la vida considerada como existencia
-individual. La negación de la posibilidad del bien individual permanece
-como verdad inquebrantable para todo hombre, de nuestra época, que esté
-dotado de razón_[664].
-
-Hay en esto toda una serie de postulados, que no me detendré a discutir
-aquí, pero que muestran con qué pasión se había apoderado la razón de
-Tolstoi. En realidad, era una pasión no menos ciega y celosa que las
-otras pasiones que lo habían poseído durante la primera mitad de su
-vida. Un fuego se extingue, y otro se enciende; o mejor, es el mismo
-fuego, que sólo cambia de alimento. Añádase a la semejanza entre las
-pasiones “individuales” y esta pasión racional, que, la una como las
-otras, no encuentran satisfacción sólo en amar, pues quieren obrar,
-quieren realizarse.
-
-_No es necesario hablar, sino obrar, ha dicho Cristo._
-
-¿Y cuál es la actividad de la razón?--El amor.
-
-_El amor es la única actividad razonable del hombre, el amor es el
-estado de alma el más racional y el más luminoso. Tiene necesidad,
-no más, de que nada le oculte el sol de la razón, único que lo hace
-crecer... El amor es el bien real, el bien supremo, que resuelve
-todas las contradicciones de la vida, que no sólo hace desaparecer el
-espanto de la muerte, sino que mueve también al hombre a sacrificarse
-en bien de los otros. Porque no hay otro amor que el que da su vida por
-aquéllos a quienes se ama: y no es el amor digno de este nombre sino
-cuando es un sacrificio de sí mismo. El verdadero amor, por tanto,
-no es realizable sino cuando el hombre comprende que le es imposible
-alcanzar la felicidad individual. Entonces es cuando toda la savia de
-su vida viene a alimentar el noble injerto del amor verdadero; y este
-injerto toma para su desarrollo todo vigor del tronco de ese árbol
-salvaje, que es la individualidad animal..._[665].
-
-No llega Tolstoi, pues, a la fe como un río agotado que se pierde entre
-las arenas. Aporta a ella el torrente de fuerzas impetuosas acumuladas
-durante una vigorosa vida. De ello iba a darse cuenta.
-
-Esta fe apasionada, en la cual se reunían en ardiente abrazo la Razón y
-el Amor, ha encontrado su más augusta expresión en la célebre respuesta
-al Santo Sínodo que lo excomulgaba[666]:
-
-“_Creo en Dios, que es para mí el Espíritu, el Amor, el Principio de
-todo. Creo que él está en mí, como yo en él. Creo que la voluntad
-de Dios nunca se ha expresado más claramente que en la doctrina del
-Hombre-Dios; pero no se puede considerar a Cristo como Dios y dirigirle
-plegarias, sin cometer el más grande de los sacrilegios. Creo que
-la verdadera felicidad del hombre consiste en el cumplimiento de la
-voluntad de Dios; creo que la voluntad de Dios quiere que todo hombre
-ame a sus semejantes y obre siempre con respecto a ellos, como querría
-que los demás obrasen con respecto a él, que es lo que resume, dice
-el Evangelio, toda la ley y los profetas. Creo que el sentido de la
-vida, para cada uno de nosotros, está solamente en aumentar el amor en
-él: creo que este desarrollo de nuestra potencia de amar nos valdrá
-en esta vida una felicidad más perfecta; creo que este aumento del
-amor contribuirá, más que ninguna otra fuerza, a fundar el reino de
-Dios sobre la tierra, es decir, a reemplazar una organización de vida
-en la cual la división, la mentira y la violencia son todopoderosas,
-por otro orden nuevo en el cual reinarán la concordia, la verdad y la
-fraternidad. Creo que, para progresar en el amor, solamente disponemos
-de un medio: la plegaria. No la plegaria pública en los templos, que
-Cristo ha reprobado formalmente_ (Mateo, VI, 5-13), _sino aquella
-plegaria de que él mismo nos dió ejemplo, la plegaria solitaria que
-afirma en nosotros la conciencia del sentido de nuestra vida y el
-sentimiento de que dependemos solamente de la voluntad de Dios... Creo
-en la vida eterna, creo que el hombre es recompensado según sus actos,
-aquí y donde quiera, ahora y siempre. Creo esto tan firmemente que a
-mi edad, al borde de la tumba, debo a menudo hacer un esfuerzo para no
-llamar con mis votos la muerte de mi cuerpo, es decir, mi nacimiento a
-una nueva vida..._”[667].
-
- [Ilustración]
-
-
- LA CRISIS SOCIAL: ¿QUÉ DEBEMOS HACER?
-
-Pensaba haber llegado al puerto, haber alcanzado el refugio donde su
-alma inquieta podría reposarse; pero no estaba sino al principio de una
-actividad nueva.
-
-Un invierno pasado en Moscú (sus deberes de familia lo habían obligado
-a acompañar a los suyos)[668], y el censo de la población en el
-cual hubo de tomar parte, en enero de 1882, fueron ocasión para que
-viese de cerca la miseria de las grandes ciudades. La impresión
-que ese espectáculo le produjo fué espantosa. La noche del día en
-que por primera vez estuvo en contacto con esta llaga oculta de la
-civilización, al contar a un amigo lo que había visto, “se puso a
-clamar, a llorar, a crispar los puños”.
-
-“¡No se puede vivir así!” decía entre sollozos. “¡Esto no puede ser!
-¡Esto no puede ser!...”[669]. Y recayó durante algunos meses en una
-desesperación insoportable. La condesa Tolstoi le escribía, el 3 de
-marzo de 1882:
-
-_Antes decías: “A causa de la falta de fe, quisiera ahorcarme”; y
-ahora, que tienes la fe ¿por qué eres desventurado?_
-
-Porque no tenía la fe del fariseo, la fe beata y satisfecha de sí
-misma; porque no tenía el egoísmo del pensador místico, demasiado
-ocupado de su salud para pensar en la de los otros[670]; porque tenía
-el amor, y ahora ya no podía olvidar a los miserables que había visto,
-y en la bondad apasionada de su corazón, le parecía ser responsable
-de sus sufrimientos y de su abyección: eran las víctimas de esta
-civilización de cuyos privilegios disfrutaba, de este ídolo mostruoso
-al cual una casta elegida sacrificaba millones de hombres. Aceptar el
-beneficio de semejantes crímenes era asociarse a ellos. Su conciencia
-no tendría ya reposo hasta que no los hubiera denunciado.
-
-_¿Qué debemos hacer?_ obra escrita en 1884-1886[671], es la expresión
-de esta segunda crisis, mucho más trágica que la primera y más
-preñada todavía de consecuencias. ¿Qué eran las angustias religiosas,
-personales de Tolstoi, en este océano de miseria humana, de miseria
-real, no imaginada por el espíritu de un ocioso aburrido? Imposible era
-no verla; e imposible, habiéndola visto, no tratar de suprimirla a toda
-costa. ¿Era esto posible?...
-
-Un admirable retrato, que yo no puedo mirar sin emoción[672], dice
-suficientemente lo que Tolstoi sufrió entonces. Aparece de frente,
-sentado, cruzados los brazos, con blusa de mujik; tiene expresión de
-anonadamiento; sus cabellos son todavía negros, su bigote ya gris, su
-larga barba y sus patillas enteramente blancas; una noble arruga hunde
-en la hermosa amplia frente un surco armonioso. ¡Y hay tanta bondad en
-la ancha nariz de perro noble, y en los ojos que os miran tan francos,
-tan claros, tan tristes! ¡Seguramente que están leyendo en vosotros, y
-os compadecen o bien os imploran! Las mejillas están hundidas, con las
-huellas del sufrimiento, en grandes pliegues bajo los ojos. Ha llorado;
-pero es fuerte y está presto al combate.
-
-Tenía una lógica heroica:
-
-_Me sorprenden siempre estas palabras tan a menudo repetidas: “Sí,
-eso está bien en teoría, pero ¿cómo será en la práctica?” ¡Como si
-la teoría consistiese sólo en palabras hermosas, necesarias para la
-conversación, y no para conformar a ellas la práctica!... Cuando yo
-he comprendido una cosa en la cual he reflexionado, entonces no puedo
-obrar de otra manera que como he comprendido_[673].
-
-Comienza a describir con una exactitud fotográfica la miseria de
-Moscú, tal como la ha visto, en el curso de sus visitas a los barrios
-pobres y a los asilos nocturnos[674]. Se convence de que no es con el
-dinero, como en un principio lo había creído, como se podrá salvar a
-estos desgraciados, más o menos contaminados de la corrupción de las
-ciudades y entonces investiga resueltamente de dónde viene el mal, y,
-de eslabón en eslabón, se desarrolla ante sus ojos la cadena pavorosa
-de las responsabilidades. Los ricos, desde luego, y el contagio de su
-lujo maldito, que atrae y deprava[675]; la universal seducción de la
-vida sin trabajo; y el Estado después, esta entidad asesina, creada por
-los violentos para despojar y reducir a esclavitud, en su provecho, al
-resto de la humanidad. Y la Iglesia, asociada; la ciencia y el arte,
-cómplices... ¿Cómo combatir a todos estos ejércitos del mal? Desde
-luego, rehusándose a formar parte de ellos; rehusándose a participar en
-la explotación de la humanidad; renunciando al dinero y a la posesión
-de la tierra[676] y no sirviendo al Estado.
-
-Pero esto no es bastante; es necesario “no mentir”, no tener miedo a
-la verdad; es necesario “arrepentirse” y arrancarse el orgullo, tan
-arraigado con la instrucción. Es en fin necesario trabajar con las
-propias manos. “_Ganarás tu pan con el sudor de tu frente_”, ordena
-el primero de los mandamientos y el más esencial[677]. Y Tolstoi,
-contestando por adelantado a las mofas de la “élite”, afirma que el
-trabajo físico no estorba en nada al trabajo intelectual, puesto que
-por lo contrario lo aumenta y responde a las exigencias normales de la
-naturaleza. La salud no puede menos que ganar con él, y el arte más
-todavía. Sobre todo, restablece la unión entre los hombres.
-
-En sus siguientes obras Tolstoi completará estos preceptos de higiene
-moral. Se preocupará de completar la cura del alma, de rehacer
-la energía, proscribiendo los placeres viciosos que adormecen la
-conciencia[678], y los placeres crueles que la matan[679]. Da el
-ejemplo. En 1884 hace el sacrificio de su más arraigada pasión, la
-caza[680]; practica la abstinencia que forja la voluntad, como un
-atleta que se impone una disciplina para combatir y para vencer.
-
-_¿Qué debemos hacer?_ señala la primera etapa de la difícil ruta que
-Tolstoi va a seguir, abandonando la paz relativa de la meditación
-religiosa, por la lucha social; y desde entonces comienza esta guerra
-de veinte años que en nombre del Evangelio libra el viejo profeta de
-Yasnaia Poliana, solo, fuera de todos los partidos, antes condenándolos
-a todos, contra los crímenes y las mentiras de la civilización.
-
- * * * * *
-
-A su alrededor, la revolución moral que Tolstoi había iniciado
-encontraba pocas simpatías; desolaba a los suyos. Largo tiempo hacía
-ya que la condesa Tolstoi observaba, inquieta, los progresos de un mal
-que en vano combatía. Desde 1874 se indignaba de ver a su marido perder
-tanto tiempo y fuerzas en trabajos para las escuelas.
-
-_Este silabario, esta aritmética, esta gramática, las desprecio y no
-puedo fingir que me interesen._
-
-Otra cosa fué cuando a la pedagogía sucedió la religión; y tan hostil
-fué la acogida que tuvo en la condesa que a las primeras confidencias
-del nuevo convertido, Tolstoi tuvo necesidad de excusarse, cuando
-hablaba de Dios en sus cartas:
-
-_No te disgustes, como ocurre a las veces, cuando menciono a Dios, ya
-que no puedo evitarlo porque es la base misma de mi pensamiento_[681].
-
-La condesa se conmueve, sin duda, y trata de disimular su impaciencia;
-pero no comprende nada y observa a su marido con inquietud:
-
-_Sus ojos son extraños, fijos; no habla casi nada; parece que no
-pertenece ya a este mundo_[682].
-
-Piensa que está enfermo:
-
-_León trabaja siempre, como él dice. ¡Bueno! Escribe cualesquiera
-discusiones religiosas; lee y reflexiona, hasta dolerle la cabeza, y
-todo para demostrar que la Iglesia no está de acuerdo con la doctrina
-del Evangelio. Apenas si en Rusia se encontrará a una docena de
-personas a quienes eso pueda interesar; pero nada es posible hacer, y
-no deseo sino una cosa: que termine lo más pronto y que todo pase como
-una enfermedad_[683].
-
-La enfermedad no pasó, y la situación se hizo cada día más penosa
-entre los dos esposos. Se amaban; tenían, el uno por el otro, una
-estimación profunda; pero era para ellos imposible comprenderse.
-Trataban de hacerse mutuas concesiones, que llegaban a ser, como ocurre
-generalmente, mutuos tormentos. Tolstoi se impuso la obligación de
-seguir a los suyos a Moscú, y escribió entonces en su _Diario_:
-
-_El mes ha sido el más penoso de mi vida, por la instalación en
-Moscú. Todos se instalan. ¿Cuándo comenzarán, pues, a vivir? ¡Y todo
-esto, no para vivir, sino porque las demás gentes hacen lo mismo!
-¡Desventurados!..._[684].
-
-En estos mismos días escribía la condesa:
-
-_Moscú. Mañana hará un mes que estamos nosotros aquí. Durante las dos
-primeras semanas he llorado todos los días, porque León ha estado no
-solamente triste, sino abatido en verdad. No dormía, no comía y a
-menudo lloraba; he llegado a creer que me volvía loca_[685].
-
-Hubieron de alejarse el uno del otro, durante algún tiempo, hasta
-pedirse perdón por lo que se hacían sufrir. ¡Cuánto se amaban
-siempre!... Él le escribía:
-
-Me dices: “_te amo, y tú no tienes necesidad de ello_”, _cuando es lo
-único de que yo tengo necesidad... Tu amor me da la alegría más que
-nada en el mundo_[686].
-
-Pero en el instante que estaban juntos, el desacuerdo aparecía. La
-condesa no podía tomar partido en esta manía religiosa, que movía ahora
-a Tolstoi a aprender el hebreo con un rabino.
-
-_Nada, fuera de esto, le interesa ya. Consume todas sus fuerzas en
-tonterías, por lo que no puedo ocultar mi descontento_[687].
-
-Le escribía ella:
-
-_No puedo menos de entristecerme porque semejantes fuerzas
-intelectuales se derrochan en cortar leña, calentar el samovar y coser
-las botas._
-
-Y agrega, con la sonrisa cariñosa y burlona de una madre que mira jugar
-a su hijo, un poco alocado:
-
-_En fin, me tranquilizo con el proverbio ruso: “Que se divierta el niño
-y no importa cómo, con tal que no llore más!”_[688].
-
-Pero todavía no ha despachado la carta cuando se le aparece en su
-pensamiento su marido, leyendo estas líneas con sus nobles ojos
-cándidos, entristecidos por este tono de ironía; y reabre la carta
-nuevamente, en un impulso de amor:
-
-_¡De pronto te me has representado tan claramente que he sentido un
-acceso de ternura hacia ti! Hay en ti algo de tan sabio, de tan bueno,
-tan ingenuo y tan perseverante, todo iluminado por una luz de compasión
-hacia todos, y una mirada que va tan rectamente al alma... ¡Y esto sólo
-a ti te pertenece!_
-
-De tal manera estos dos seres que se amaban se torturaban el uno al
-otro y en seguida se lamentaban del mal que habían podido hacerse, sin
-poderlo remediar. Situación sin salida que dura cerca de treinta años y
-a la cual solamente debió poner fin, en una hora de extravío, la fuga
-del viejo rey Lear, moribundo, a través de la estepa.
-
-No se ha fijado bastante la atención en el llamamiento conmovedor a las
-mujeres con que termina _¿Qué debemos hacer?_ Ninguna simpatía siente
-Tolstoi por el feminismo moderno[689]; pero para aquélla que él llama
-“la mujer madre”, para aquélla que conoce el verdadero sentido de la
-vida, tiene palabras de piadosa adoración; hace un elogio magnífico
-de sus penas y de sus alegrías, de la preñez y de la maternidad, de
-esos sufrimientos terribles, de esos años sin reposo, de ese trabajo
-invisible, agotador, por el cual no se espera recompensa de nadie, y
-de esa beatitud que inunda el alma al salir del dolor, cuando se ha
-cumplido la Ley. Pinta el retrato de la esposa valiente, que es para
-su marido un auxiliar y un obstáculo; que sabe que “sólo el sacrificio
-obscuro, sin recompensa, en bien de la vida de los otros, es la
-vocación del hombre”.
-
-_Una mujer así no solamente no alentará a su marido para un trabajo
-falso y engañador, que no busque otro fin que disfrutar del trabajo
-de los demás; pues antes verá con disgusto y horror esa actividad,
-que sería una seducción para sus hijos. Exigirá de su compañero el
-verdadero trabajo que reclama la energía y no teme el peligro... Sabe
-que sus hijos, las generaciones por venir, constituyen cuanto es dable
-a los hombres ver de más santo, y que sólo vive para servir, con todo
-su ser, esta obra sagrada. Desarrollará en sus hijos y en su marido la
-fuerza de sacrificio... Son esas las mujeres que dominan a los hombres
-y les sirven de estrellas conductoras... ¡Oh, mujeres-madres! ¡En
-vuestras manos está la salud del mundo!_[690]
-
-Es el llamamiento de una voz que suplica, que todavía espera... ¿No
-será escuchada?
-
-Algunos años más tarde el último fulgor de la esperanza se había
-apagado:
-
-_No lo creeréis tal vez; pero no podríais imaginaros cuán aislado
-estoy, hasta qué punto mi yo verdadero es despreciado por todos los que
-me rodean_[691].
-
-Si los más amantes desconocían así la grandeza de la transformación
-moral de Tolstoi, no se podía esperar de los otros ni mayor penetración
-ni más respeto. Turguenev, con quien Tolstoi había tenido que
-reconciliarse, más por un sentimiento de humildad cristiana que
-porque hubiese cambiado de sentimientos con respecto a él[692], decía
-irónicamente: “Compadezco mucho a Tolstoi; pero por otra parte, como
-dicen los franceses, cada quien tiene su manera de matar pulgas”[693].
-Algunos años más tarde, próximo a la muerte, escribía a Tolstoi la
-carta tan conocida en la que suplicaba a “su amigo, el gran escritor de
-la tierra rusa”, que “volviese a la literatura”[694].
-
-Todos los artistas europeos se asociaban a la inquietud y a la súplica
-de Turguenev moribundo. Eugène-Melchior de Vogüé al final del estudio
-que en 1886 consagró a Tolstoi, tomaba de pretexto un retrato del
-escritor en traje de mujik, cosiendo como zapatero, para dirigirle un
-elocuente apóstrofe:
-
-_¡Artesano de obras maestras, no es esa vuestra herramienta!... Nuestro
-útil de trabajo es la pluma; nuestro campo, el alma humana, a la cual
-también es necesario abrigar y nutrir. Permitidme que os recuerde este
-grito de un campesino ruso, del primer impresor de Moscú, cuando se le
-hacía volver a empuñar el arado: “No me toca a mí sembrar el grano de
-trigo, sino esparcir por el mundo las simientes espirituales”._
-
-¡Como si alguna vez Tolstoi hubiese soñado en renegar de su papel de
-sembrador de la simiente del pensamiento!... Al fin de _En qué consiste
-mi fe_[695], escribía:
-
-_Creo que mi vida, mi razón, mi luz, me ha sido dada exclusivamente
-para alumbrar a los hombres. Creo que mi conciencia de la Verdad es un
-talento que se me ha prestado para este fin, y que este talento es un
-fuego, que sólo es fuego en tanto que arde. Creo que el único sentido
-de mi vida está en vivir en esta luz que es en mí, y en mantenerla en
-alto delante de los hombres para que ellos la vean_[696].
-
-Pero esta luz, este fuego “que sólo es fuego en tanto que arde”,
-inquietaba a la mayor parte de los artistas. Los más inteligentes no
-dejaban de prever que su arte estaba en gran peligro de ser la primera
-presa del incendio. Afectaban creer que el arte todo entero estaba
-amenazado y que, como Próspero, Tolstoi rompía para siempre su varita
-mágica de creadoras ilusiones.
-
-Ahora bien, nada era menos cierto, y yo intento demostrarlo, que lejos
-de arruinar al arte, Tolstoi suscitó en él energías que permanecían en
-barbecho, y que su fe religiosa, en lugar de matar su genio artístico,
-lo renovó.
-
- [Ilustración]
-
-
- LA CRÍTICA DEL ARTE
-
-Es singular que, cuando se habla de las ideas de Tolstoi sobre la
-ciencia y sobre el arte, se olvide generalmente el más importante de
-sus libros, aquél en que estas ideas están contenidas: _¿Qué debemos
-hacer?_ (1884-1886). En sus páginas, por primera vez, Tolstoi emprende
-la lucha contra la ciencia y el arte, y nunca, ninguna de sus luchas
-siguientes sobrepasó en violencia a este primer encuentro. Sorprende
-que, cuando en recientes asaltos librados entre nosotros contra la
-vanidad de la ciencia y de los intelectuales, nadie pensara en volver
-sobre estas páginas, que constituyen la requisitoria más terrible
-que se haya escrito contra “los eunucos de la ciencia” y contra “los
-piratas del arte”, contra estas castas espirituales que, después de
-haber destruido o sometido a las antiguas castas reinantes, Iglesia,
-Estado, Ejército, hanse instalado en su lugar, y, sin querer o sin
-poder hacer nada en provecho de los hombres, pretenden que se les
-admire y que se les sirva ciegamente, erigiendo como dogma una fe
-impudente en la ciencia por la ciencia y en el arte por el arte,
-máscara mentirosa con la cual se trata de cubrir su justificación
-personal, la apología de sus monstruosos egoísmos y de su nulidad.
-
-“No me hagáis decir, prosigue Tolstoi, que niego el arte y la ciencia.
-Porque no solamente no los niego, sino que antes en su nombre quiero
-arrojar a los mercaderes del templo”.
-
-_La ciencia y el arte son tan necesarios como el pan y el agua; y
-aún más necesarios... La verdadera ciencia es el conocimiento de la
-misión, y por consiguiente, del verdadero bien de todos los hombres.
-El verdadero arte es la expresión del conocimiento de la misión y del
-verdadero bien de todos los hombres._
-
-Y alaba a aquéllos que, “desde que los hombres existen, han expresado
-en las harpas y en los tímpanos, por las imágenes y por la palabra,
-su lucha contra la duplicidad, sus sufrimientos en esta lucha, su
-esperanza en el triunfo del bien, su desesperación por el triunfo del
-mal y sus entusiasmos ante los proféticos mirajes del porvenir”.
-
-Traza entonces la imagen del verdadero artista, en una página caldeada
-de místico y doloroso ardor:
-
-_La actividad de la ciencia y del arte da frutos únicamente cuando no
-se arroga ningún derecho y sólo reconoce deberes; y sólo por ser así
-esta actividad, porque su esencia es el sacrificio, la humanidad la
-venera. Los hombres que están llamados a servir a los demás por el
-trabajo espiritual, sufren siempre en el cumplimiento de esta labor,
-porque el mundo espiritual nace solamente de los sufrimientos y de las
-torturas. El sacrificio y el dolor llenan la suerte del pensador y del
-artista, porque su misión es el bien de los hombres. Los hombres son
-desventurados, sufren y mueren; no tienen tiempo de descansar ni de
-divertirse. El pensador o el artista no permanece nunca sentado en las
-olímpicas alturas, como estamos acostumbrados a creerlo, sino que está
-siempre en la inquietud y en la emoción. Debe resolver y decir lo que
-producirá el bien a los hombres, lo que los librará de los dolores,
-y no lo ha resuelto, no lo ha dicho; y mañana será demasiado tarde,
-morirá... No es aquél que ha sido educado en un establecimiento donde
-se forma a artistas y a sabios (a decir verdad solamente se forma en
-esos establecimientos a destructores de la ciencia y del arte); no es
-aquél que recibe diplomas y un tratamiento, quien será un pensador
-y un artista, sino aquél que sería dichoso con no pensar y con no
-expresar todo lo que se le ha metido en el alma, y que sin embargo no
-pueda dispensarse de hacerlo, porque es arrastrado por dos fuerzas
-invencibles: su necesidad interior y su amor a los hombres. No hay
-artistas gordos, dichosos y satisfechos de sí mismos_[697].
-
-Esta página espléndida, que alumbra trágicamente el genio de Tolstoi,
-fué escrita bajo la impresión inmediata del sufrimiento que le causaba
-el espectáculo de la miseria de Moscú, y con la convicción de que
-la ciencia y el arte eran cómplices de todo el sistema actual de
-desigualdad social y de violencia hipócrita. Esta convicción no la
-perdió nunca. Pero la impresión de su primer encuentro con la miseria
-del mundo se va atenuando, la herida sangra menos[698] y ya en ninguno
-de sus siguientes libros se volverá a encontrar el estremecimiento de
-dolor y de cólera vengadora que tiembla en aquél; en ninguna otra parte
-aparecerá esta profesión de fe del artista que crea con su sangre,
-esta exaltación del sacrificio y del dolor, “que son el patrimonio del
-pensador”, este desprecio por el arte olímpico, a la manera de Goethe.
-Las obras en que después reanudará la crítica del arte, tratarán la
-cuestión desde un punto de vista literario y menos místico, y el
-problema del arte estará en ellas separado del fondo de esta miseria
-humana, en la cual no puede pensar Tolstoi sin delirar, como en la
-noche de su visita al asilo nocturno, cuando de regreso a su casa,
-sollozaba y gritaba desesperadamente.
-
-No se crea por esto que alguna vez sus obras didácticas sean frías,
-porque le era imposible ser frío. Hasta el fin de su vida sentirá como
-lo escribía a Fet:
-
-_Si uno no ama a sus personajes, aun los más insignificantes, es
-necesario entonces insultarlos de manera que hasta el cielo arda, o
-burlarse de ellos hasta estallar de risa_[699].
-
-No se le puede reprochar esto en sus escritos sobre el arte. La parte
-negativa (injurias y sarcasmos) tiene tal vigor que es la única que
-ha sorprendido a los artistas; hería con demasiada violencia sus
-supersticiones y sus susceptibilidades para que no viesen, en aquel
-enemigo del arte de ellos, al enemigo del arte; pero nunca la crítica
-en Tolstoi, deja nada sin reconstruir, nunca destruye por destruir,
-sino para reedificar. Y en su modestia, ni siquiera pretende construir
-nada de nuevo: defiende el arte que fué y será siempre, contra los
-falsos artistas que lo explotan y lo deshonran:
-
-“_La ciencia verdadera y el arte verdadero siempre han existido y
-existirán siempre, y es imposible e inútil discutirlo_”, me escribía
-en 1887, en una carta que se anticipaba más de diez años a su famosa
-“Crítica del arte”[700]. “_Todo el mal actual viene de que las gentes
-que se dicen civilizadas, teniendo de su parte a los sabios y a los
-artistas constituyen una casta privilegiada, como los sacerdotes; y
-esta casta tiene todos los defectos de todas las castas. Degrada y
-rebaja el principio en virtud del cual se organiza. Lo que se llama en
-nuestro mundo las ciencias y las artes sólo es un inmenso ‘humbug’,
-una gran superstición en la cual caemos ordinariamente desde que nos
-emancipamos de la vieja superstición de la Iglesia. Para ver con
-claridad en la ruta que debemos seguir, es necesario comenzar por el
-principio,--es preciso levantar el capuchón que nos abriga, pero que
-cubre los ojos.--La tentación es grande. Nacemos y nos levantamos sobre
-los peldaños de la escala, y nos encontramos entre los privilegiados,
-los sacerdotes de la civilización, de la ‘Kultur’, como dicen los
-alemanes. Nos es necesario, como a los sacerdotes brahmanes o
-católicos, mucha sinceridad y un gran amor a la verdad para poner en
-duda los principios que nos aseguran esta posición ventajosa; pero un
-hombre serio, que se plantée la cuestión de la vida, no puede vacilar.
-Para comenzar a ver claro es preciso que se liberte de la superstición
-en que se encuentra, por mucho que le sea ventajosa. Es ésta una
-condición ‘sine qua non’... No tener superstición alguna: ponerse en el
-estado de un niño o de un Descartes..._”.
-
-Esta superstición del arte moderno, con la cual se complacen las castas
-interesadas, “este inmenso _humbug_”, lo denuncia rudamente Tolstoi en
-su libro _¿Qué es el arte?_, por cuanto radicalmente hay en ello de
-ridiculez, de pobreza, de hipocresía, de corrupción. Todo lo arrasa.
-Pone en esta demolición la alegría de un niño que rompe sus juguetes.
-Toda esta parte crítica está frecuentemente llena de humor y también
-de injusticia: es la guerra. Tolstoi se sirve en ella de toda clase de
-armas, y descarga golpes al azar, sin mirar al rostro de quien golpea.
-A menudo ocurre, como en todas las batallas, que hiere a algunos a
-quienes hubiera estado en su deber defenderlos, como Ibsen o Beethoven.
-Culpa es de su arrebato, que no le deja tiempo para reflexionar lo
-suficiente antes de obrar; de su pasión, que lo ciega frecuentemente
-sobre la debilidad de sus razones, y, confesémoslo, también es culpa de
-su cultura artística incompleta.
-
-Fuera de sus lecturas literarias, ¿qué podía conocer del arte
-contemporáneo? ¿Qué pudo ver de pintura, qué pudo escuchar de música
-europea este noble campesino que pasó las tres cuartas partes de su
-vida en su aldea moscovita; que no volvió más a Europa después de
-1860; y aun, qué pudo ver entonces fuera de las escuelas, puesto
-que sólo éstas le interesaban? Acerca de pintura habla de oídas,
-citando en revoltillo, entre los decadentes, a Puvis, Manet, Monet,
-Boecklin, Stuck, Klinger, admirando por confianza, a causa de sus
-buenos sentimientos, a Jules Breton y Lhermite, despreciando a Miguel
-Ángel, y, entre los pintores del alma, no citando sino una sola vez
-a Rembrandt. En cuanto a la música, se siente más seguro[701];
-pero tampoco la conoce, puesto que se detiene en sus impresiones de
-infancia y en aquellos músicos que eran ya clásicos hacia 1840, no
-habiendo llegado a conocer a ningún otro posterior, (a excepción de
-Tschaikovsky, cuya música lo hacía llorar); mide con el mismo rasero
-a Brahms y a Richard Strauss, enmienda la plana a Beethoven[702], y,
-para juzgar a Wagner, cree tener bastante con una sola representación
-de _Sigfrido_, a la cual llegó después de haberse levantado el telón
-y se marchó a mitad del segundo acto[703]. Respecto a la literatura,
-estaba (era natural) un poco mejor informado: pero, ¿por cuál extraña
-aberración evitaba emitir juicios sobre los escritores rusos que
-conocía bien, y se aventuraba a dictar leyes a los poetas extranjeros,
-cuyo espíritu estaba más lejos del suyo, y cuyos libros apenas hojeaba
-con una altiva negligencia?[704]
-
-Su intrépida suficiencia aumentaba todavía más con la edad, y llegó a
-escribir un libro para demostrar que Shakespeare “no era un artista”.
-
-_Podía ser cualquier cosa, pero no era un artista_[705].
-
-Admirad tamaña certidumbre. Tolstoi no duda, no discute: posee la
-verdad. Os dirá:
-
-_La Novena Sinfonía es una obra que divide a los hombres_[706].
-
-O bien:
-
-_Fuera del célebre aire para violín, de Bach, del Nocturno en do mayor,
-de Chopin y de una decena de trozos, no completos, escogidos entre las
-obras de Haydn, Mozart, Schubert, Beethoven y Chopin... todo lo demás
-debe ser rechazado y despreciado como un arte que divide a los hombres._
-
-O todavía:
-
-_Voy a probar que Shakespeare no debe ser tenido ni aun por escritor de
-cuarto orden. Y como pintor de caracteres es nulo._
-
-Y que el resto de la humanidad sea de otra opinión, eso no es para
-cohibirlo, antes lo contrario:
-
-_Mi opinión, escribe arrogantemente, es por completo distinta de la que
-se ha aceptado sobre Shakespeare en todo el mundo europeo._
-
-En su persecución de la mentira la olfatea por todas partes; y,
-mientras más una idea se ha generalizado, más se eriza contra ella,
-desconfía, sospecha, como dijo a propósito de la gloria de Shakespeare,
-“una de esas influencias epidémicas que siempre han sufrido los
-hombres, como las cruzadas de la Edad Media, la creencia en hechiceras,
-la investigación de la piedra filosofal, la pasión por los tulipanes.
-Los hombres no reconocen la locura de estos influjos sino hasta que se
-han librado de ellos. Con el desarrollo de la prensa estas epidemias
-han llegado a ser particularmente extraordinarias”. Y ofrece como
-ejemplar más reciente de tales enfermedades contagiosas el “Asunto
-Dreyfus”, del cual habla él, el enemigo de todas las injusticias, el
-defensor de todos los oprimidos, con una desdeñosa indiferencia[707].
-Ejemplo sorprendente de los excesos a que podía arrastrarlo su
-desconfianza de la mentira y su repulsión instintiva contra las
-“epidemias morales” de que se acusaba a sí mismo, sin poderlo remediar.
-Reverso de las virtudes humanas, inconcebible ceguedad que arrastra a
-este vidente de almas, a este evocador de las fuerzas apasionantes,
-a tratar al _Rey Lear_ de “obra inepta” y a la arrogante Cordelia de
-“criatura sin ningún carácter”[708].
-
-Debe advertirse que vió muy bien algunos defectos de Shakespeare,
-defectos que nosotros no hemos tenido la sinceridad de confesar, como
-el carácter artificial del lenguaje poético, uniformemente adjudicado
-a todos los personajes, la retórica de la pasión, del heroísmo y aún
-de la simplicidad. Comprendo perfectamente que un Tolstoi, que fué el
-menos literato de todos los escritores, haya carecido de simpatías
-para quien fué el más genial de los hombres de letras; mas, ¿para
-qué perder el tiempo en hablar de lo que no podía comprender, y qué
-valor pueden tener estos juicios sobre un mundo que le estaba vedado?
-Ninguno, si en ellos buscamos la llave de estos mundos extraños; pero
-valor inestimable si les demandamos la llave del arte de Tolstoi. No es
-posible reclamar de un genio creador la imparcialidad crítica. Cuando
-un Wagner, cuando un Tolstoi, hablan de Beethoven o de Shakespeare, no
-es ni de Beethoven ni de Shakespeare de quien hablan, sino de ellos
-mismos: exponen sus ideales. Ni siquiera tratan de sorprendernos.
-Para juzgar a Shakespeare, Tolstoi no trata de hacerse “objetivo”,
-pues antes reprocha a Shakespeare su arte objetivo. El pintor de _La
-Guerra y la Paz_, el maestro del arte impersonal, no tiene bastante
-desdén para esos críticos alemanes que, después de Goethe, “inventaron
-a Shakespeare” y “la teoría de que el arte debe de ser objetivo, es
-decir, representar los sucesos fuera de todo valor moral, lo cual es la
-negación deliberada del objeto religioso del arte”.
-
-De esta manera, desde lo alto de su fe, Tolstoi dicta sus juicios
-artísticos. No busquéis en sus críticas ninguna reserva personal. No se
-ofrece en ejemplo, y es tan despiadado para sus obras como para las de
-los otros[709]. ¿Qué ambiciona, pues, y qué vale para el arte el ideal
-religioso que propone?
-
-Este ideal es magnífico. La denominación “arte religioso” está
-expuesta a engañar sobre la amplitud de la concepción; porque muy lejos
-de reducir el campo del arte, Tolstoi lo dilata. El arte, dice, está en
-todas partes.
-
-_El arte penetra toda nuestra vida; lo que nosotros llamamos arte,
-teatros, conciertos, libros, exposiciones, no es más que una ínfima
-parte del arte: nuestra vida está llena de manifestaciones artísticas
-de todas suertes, desde los ojos del niño hasta los oficios religiosos.
-El arte y la palabra son los dos órganos del progreso humano. El uno
-hace la comunión de los corazones, y la otra la de los pensamientos. Si
-uno de los dos es falso, la sociedad está enferma. Y el arte actual ha
-sido falseado._
-
-Después del Renacimiento, no es posible hablar de un arte de las
-naciones cristianas. Las clases sociales se han separado. Los ricos,
-los privilegiados, han pretendido arrogarse el monopolio del arte, y
-han hecho de sus placeres el criterio de la belleza. Al alejarse de los
-pobres, el arte se ha empobrecido.
-
-_La categoría de las emociones experimentadas por aquéllos que no
-trabajan para vivir es más limitada que la de las emociones de aquéllos
-que sí trabajan. Los sentimientos de nuestra sociedad actual se reducen
-a tres: el orgullo, la sensualidad y el cansancio de vivir. Estos tres
-sentimientos y sus ramificaciones constituyen casi exclusivamente la
-materia del arte de los ricos._
-
-Infecta al mundo, pervierte al pueblo, propaga la depravación sexual,
-ha llegado a ser el peor de los obstáculos para la realización de
-la felicidad humana. Carente desde luego de verdadera belleza, de
-naturalidad, de sinceridad, es un arte afectado, artificioso, cerebral.
-
-Enfrente de esta mentira de los estetas, de este pasatiempo de los
-ricos, levantemos el arte viviente, el arte humano, aquél que une a
-los hombres de todas las clases, de todas las naciones. El pasado nos
-ofrece gloriosos modelos.
-
-_Siempre la mayoría de los hombres ha comprendido y ha amado lo que
-nosotros consideramos como el arte más elevado: la epopeya del
-Génesis, las parábolas del Evangelio, las leyendas, los cuentos, las
-canciones populares._
-
-El arte más grande es aquél que traduce la conciencia religiosa de la
-época. No entendáis por esto una doctrina de la Iglesia. “Cada sociedad
-tiene una concepción religiosa de la vida: es el ideal de la felicidad
-más grande, en pos de la cual va esta sociedad”. Todos tienen de ese
-ideal un sentimiento más o menos claro, y algunos hombres de las
-avanzadas lo expresan netamente.
-
-_Existe siempre una conciencia religiosa, que es el cauce sobre el cual
-corre el río_[710].
-
-La conciencia religiosa de nuestra época es la aspiración a la
-felicidad realizada por la fraternidad de los hombres. Y no habrá arte
-verdadero si no trabaja para esta unión; el más alto será aquél que la
-realice directamente por el poder del amor; pero hay otro que participa
-en esta tarea, al combatir con las armas de la indignación y del
-desprecio todo lo que se opone a la fraternidad. Así son las novelas de
-Dickens, las de Dostoievsky, _Los Miserables_ de Hugo, los cuadros de
-Millet. Sin alcanzar estas alturas, todo arte que represente la vida
-cotidiana con simpatía y verdad, acerca entre ellos a los hombres. De
-esta suerte _Don Quijote_ y el teatro de Molière. Es verdad que este
-último género de arte peca habitualmente por su realismo demasiado
-minucioso y por la pobreza de sus asuntos, “cuando se les compara con
-los modelos antiguos, como la sublime historia de José”. La precisión
-excesiva de los detalles perjudica a las obras, que no pueden, por esta
-razón, llegar a ser universales.
-
-_A las obras modernas las echa a perder un realismo que sería más justo
-tasar de provincialismo en arte._
-
-Por eso Tolstoi condena, sin vacilar, el principio de su propio genio.
-¿Qué le importa sacrificarse todo entero al porvenir y que nada de él
-quede después?
-
-_El arte del porvenir no continuará al del presente, sino que se
-sustentará sobre otras bases. No será ya el feudo de una casta. El
-arte no es un oficio, y sí la expresión de sentimientos verdaderos.
-Ahora bien, el artista sólo puede experimentar un sentimiento verdadero
-cuando no se aísla, cuando vive la existencia natural del hombre.
-Por esto, quien se encuentre alejado de la vida está en las peores
-condiciones para crear._
-
-En lo porvenir, “los artistas serán todos los hombres dotados”.
-La actividad artística llegará a ser accesible a todos, por “la
-introducción en las escuelas elementales de la enseñanza de la música y
-de la pintura, enseñanza que será dada al niño al mismo tiempo que los
-primeros elementos de la gramática”. Por otra parte, el arte no tendrá
-ya necesidad de una técnica complicada, como al presente; se encaminará
-hacia la simplicidad, la nitidez, la concisión, que son propias del
-arte clásico y sano, del arte homérico[711]. ¡Cuán bello será traducir
-en este arte los puros lineamientos de los sentimientos universales!
-Componer un cuento o una canción, dibujar una imagen para millares
-de seres, tiene más importancia y mayor dificultad que escribir una
-novela o una sinfonía[712]. Es éste un dominio inmenso y casi virgen. Y
-gracias a semejantes obras los hombres comprenderán la felicidad de la
-unión fraternal.
-
-_El arte debe de suprimir la violencia, y sólo él puede hacerlo. Su
-misión es hacer posible el reino de Dios, es decir, del Amor_[713].
-
-¿Quién de nosotros no patrocinaría estas palabras generosas? ¿Y quién
-no ve que, con muchas utopías y algunas puerilidades, la concepción de
-Tolstoi es viviente y fecunda? Sí; el conjunto de nuestro arte no es
-más que la expresión de una casta, que se subdivide a sí misma, de una
-nación a otra, en pequeños clanes enemigos. No hay en Europa una sola
-alma de artista que en sí misma realice la unión de los partidos y de
-las razas. La más universal, en nuestro tiempo, fué la de Tolstoi, y en
-ella nos hemos amado los hombres de todos los pueblos y de todas las
-clases. Y quien como nosotros ha gustado de la alegría vigorosa de este
-vasto amor, no podrá ya sentirse satisfecho con los jirones de la gran
-alma humana que nos ofrece el arte de los cenáculos europeos.
-
-
- LOS CUENTOS POPULARES
-
-Sólo por las obras en que se realiza tiene valor la más bella de las
-teorías. En Tolstoi teoría y creación están siempre unidas, como fe y
-acción. Al mismo tiempo que componía su _Crítica del Arte_, ofrecía
-modelos del arte nuevo que él ambicionaba--dos formas de arte: la una
-más elevada, la otra menos pura, pero ambas “religiosas”, en el sentido
-más humano;--la una trabajando en pro de la unión de los hombres por el
-amor, la otra librando combate al mundo, enemigo del amor.--Escribía
-entonces estas obras maestras: _La muerte de Iván Ilich_ (1884-86),
-_Las Narraciones y los Cuentos Populares_ (1881-86), _El Poder de las
-Tinieblas_ (1886), _La Sonata a Kreutzer_ (1889), y _Amo y Criado_
-(1895)[714]. En la cima y término de este período artístico, como una
-catedral de dos torres, simbolizando en la una el amor eterno y en la
-otra el odio al mundo, se levanta _Resurrección_ (1899).
-
-Todas estas obras se distinguen de las precedentes por sus caracteres
-artísticos nuevos. Las ideas de Tolstoi no solamente habían cambiado
-sobre el objeto del arte, sino también sobre la forma en arte.
-Sorprenden en _¿Qué es el Arte?_, o en el libro sobre Shakespeare,
-los principios de gusto y de expresión que anuncia. Están, en su
-mayor parte, en contradicción con sus más grandes obras anteriores.
-“Nitidez, sencillez, concisión”, leemos en _¿Qué es el Arte?_
-desprecio del efecto material; condenación del realismo minucioso.
-Y en Shakespeare: ideal absolutamente clásico de perfección y de
-medida. “Sin el sentimiento de la medida no podrían existir artistas”.
-Y si, en las obras nuevas, el hombre viejo no llega a desvanecerse
-completamente, con su genio de análisis y su salvajismo nativo, que,
-por ciertos aspectos aún se acusa de antemano, su arte se ha modificado
-profundamente por la nitidez del dibujo, más vigorosamente acentuado
-por los bocetos de almas, por la concentración del drama interior,
-recogido sobre él mismo como una bestia de presa que se contrae para
-atacar[715], por la universalidad de la emoción, apartado de los
-detalles pasajeros de un realismo local, en fin, por el lenguaje lleno
-de imágenes, sápido, que tiene el olor de la tierra.
-
-Su amor al pueblo le había hecho gustar, desde hacía tiempo, la belleza
-de la lengua popular. De niño, había sido arrullado por los relatos
-de los mendigos narradores de cuentos; de hombre ya hecho y escritor
-célebre, gozaba un placer artístico en charlar con los campesinos.
-
-_Estos hombres_, decía más tarde a M. Paul Boyer, _son maestros_[716].
-_En otro tiempo, cuando yo charlaba con ellos, o con esos otros,
-peregrinos, que van, la alforja a la espalda por nuestros campos,
-anotaba algunas de sus expresiones que escuchaba por primera vez, a
-menudo olvidadas en nuestra lengua literaria moderna, pero acuñadas
-siempre en el bueno y viejo solar ruso... Sí, el genio de la lengua
-vive entre estos hombres..._
-
-Tanto más sensible debía de ser para con ellos cuanto que su espíritu
-no estaba invadido de literatura[717]. A fuerza de vivir lejos de las
-ciudades, entre los campesinos, se había hecho un poco a la manera de
-pensar del pueblo. Tenía la dialéctica lenta, el buen sentido razonador
-que se arrastra paso a paso, con bruscas sacudidas que desconcertaban,
-la manía de repetir una idea de la cual se está convencido, de
-repetirla en los mismos términos, sin cansarse, indefinidamente.
-
-Pero esos eran más bien defectos que cualidades. Solamente a la larga
-llegó a tener cuidado del genio latente del lenguaje popular, del sabor
-de sus imágenes, de la rudeza poética, de la plenitud de la sabiduría
-legendaria. Desde la época de _La Guerra y la Paz_, había comenzado a
-sufrir esa influencia. En marzo de 1872 escribía a Strakov:
-
-_He cambiado de procedimientos en mi lenguaje y en mi manera de
-escribir. La lengua del pueblo tiene sonidos para expresar todo lo que
-puede decir el poeta, y me es muy grata. Es el mejor regulador poético.
-Si se quiere decir algo de más, por enfático o falso, la lengua no
-lo soporta; en tanto que en nuestro lenguaje literario, que carece de
-esqueleto, se puede trabajar en todos los sentidos, todo se vuelve
-literatura_[718].
-
-No solamente debió al pueblo muchos modelos de estilo, sino también
-le debió muchas inspiraciones. En 1877 un contador de “bylines” llegó
-a Yasnaia Poliana, y Tolstoi tomó nota de algunos de sus relatos. De
-éstos nacieron la leyenda _¿De qué viven los hombres?_ y _Los Tres
-Viejos_, que han venido a ser, como se sabe, de las más bellas páginas
-del volumen de _Narraciones y Cuentos Populares_, que Tolstoi publicó
-algunos años más tarde[719].
-
-Obra única en el arte moderno; obra más alta que el arte. ¿Quién,
-leyéndola, se acuerda de la literatura? El espíritu del Evangelio,
-el casto amor hacia todos los hombres hermanos, se une a la bonhomía
-sonriente de la sabiduría popular. Simplicidad, limpidez, bondad
-inefable de corazón, y este fulgor sobrenatural que, tan naturalmente,
-baña el cuadro por momentos y envuelve en una aureola la figura
-central, el viejo Elíseo[720], o flota en el ambiente de la tienda
-del zapatero Martín, aquél que, por su ventanillo a ras del suelo, ve
-pasar los pies de las gentes, y a quien el Señor visita en la figura
-de los pobres a quienes ha socorrido[721]. A menudo se mezcla en estas
-narraciones, con las parábolas evangélicas, no sé qué perfume de
-leyendas orientales, de esas _Mil y una Noches_ que tanto amaba Tolstoi
-desde su infancia[722]. A las veces, también, este fulgor se hace
-siniestro y da al cuento una grandeza de espanto, como en el cuento del
-_mujik Pakhom_[723], el hombre que se mata por adquirir mucha tierra,
-toda la tierra que pueda abarcar corriendo durante un día; y que, al
-llegar al final de la jornada, muere.
-
-_Sobre la colina, el starchina, sentado en el suelo, lo miraba correr,
-riendo a carcajadas y sosteniéndose el vientre con las manos. Pakhom
-cayó._
-
---_¡Ah! ¡Bravo! has adquirido mucha tierra._
-
-_El starchina se levantó, y arrojó al criado de Pakhom un zapapico:_
-
---_Toma y sepúltalo._
-
-_El criado quedó solo. Cavó a Pakhom una fosa, del largo justo de los
-pies a la cabeza--tres “archinas”,--y lo enterró._
-
-Casi todos estos cuentos encierran, bajo su poética envoltura, la misma
-moral evangélica de renunciación y de perdón:
-
-“_No te vengues nunca de quien te ofende_”[724].
-
-“_No respondas con la violencia a quien te hace mal_”[725].
-
-“_Sólo a mí me pertenece la venganza, dice el Señor_”[726].
-
-Y por todas partes y siempre, la misma conclusión: el amor. Tolstoi,
-que ambicionaba fundar un arte para todos los hombres, alcanzó desde el
-primer momento la universalidad. Su obra ha tenido, en el mundo entero,
-un éxito que no puede cesar nunca, porque está depurada de todos los
-elementos perecederos del arte; ya en ella no hay más que lo eterno.
-
-
- EL PODER DE LAS TINIEBLAS
-
-_El Poder de las Tinieblas_ no se levanta hasta esa augusta simplicidad
-de corazón; ni lo pretende, porque es el otro filo de la espada. A
-una parte, el ensueño del amor divino; a la otra, la atroz realidad.
-Se puede apreciar, al leer este drama, si la fe de Tolstoi y su amor
-al pueblo fueron alguna vez capaces de hacerlo idealizar al pueblo y
-traicionar la verdad.
-
-Tolstoi, tan torpe en la mayor parte de sus ensayos dramáticos[727],
-se levanta en esta ocasión a la maestría. Los caracteres y la acción
-están planteados con facilidad: el guapo Nikita, la pasión arrebatada y
-sensual de Anisia, la bonhomía cínica de la vieja Matrena, que oculta
-maternalmente el adulterio de su hijo, y la santidad del viejo Akim, el
-tartamudo, dios viviente en un cuerpo ridículo. Después, la caída de
-Nikita, débil y sin maldad, pero hundido en el pecado, rodando hasta
-el fondo del crimen, a pesar de sus esfuerzos para detenerse sobre la
-pendiente: su madre y su hermana lo arrastran.
-
-_Los mujiks no valen mucho; pero ¡las babas! ¡Bestias! Ellas no tienen
-miedo de nada... ¡Vosotras, hermanas, sois millones de rusas, y sois
-todas ciegas como los topos, no sabéis nada, no sabéis nada!... El
-mujik, por lo menos, puede aprender alguna cosa en la taberna, o ¿quién
-sabe? en la prisión o en el cuartel; pero la baba... ¿Cómo? Ella no
-ha visto nada ni oído nada. Muere lo mismo que ha crecido... Son como
-los perritos ciegos, que van corriendo y dan con la cabeza en las
-inmundicias. No saben más que sus tontas canciones: “Ho-ho”... ¡Y qué!
-¿Ho-ho?... No saben nada_[728].
-
-En seguida, la escena terrible del asesinato del niño recién nacido.
-Nikita no quiere matarlo. Anisia, que por él ha asesinado a su marido
-y cuyos nervios son desde entonces torturados por el crimen, se vuelve
-feroz, loca, lo amenaza con acusarlo; grita:
-
-_Al menos, ya no estaré sola. Él también será un asesino. ¡Qué sepa lo
-que es eso!_
-
-Nikita aplasta al niño entre dos leños. En medio de su crimen, huye
-espantado, amenaza de muerte a Anisia y a su madre, solloza, suplica:
-
-_¡Mamacita, ya no puedo más!_
-
-Cree oír que el niño asesinado grita.
-
-_¿Dónde salvarme?..._
-
-Es ésta una escena de Shakespeare. Menos salvaje y más angustiosa
-todavía es la variante del acto IV, el diálogo de la muchacha y del
-viejo criado, que solos en la casa, en la noche, oyen, adivinan el
-crimen que se consuma afuera.
-
-Al fin, la expiación voluntaria. Nikita, acompañado de su padre, el
-viejo Akim, se presenta descalzo, en una boda; se arrodilla, pide
-perdón a todos, se acusa de todos sus crímenes. El viejo Akim lo
-alienta, lo mira con una extática sonrisa de dolor:
-
-_¡Dios! ¡Oh, he aquí a Dios!_
-
-Lo que da al drama un sabor de arte muy especial es el lenguaje
-campesino.
-
-“He despojado mis cuadernos de apuntes de sus notas para escribir _El
-Poder de las Tinieblas_”, decía Tolstoi a Paul Boyer.
-
-Estas imágenes imprevistas, brotadas del alma lírica y burlona del
-pueblo ruso, tienen un numen y un vigor que, junto a ellas, todas las
-imágenes literarias palidecen. Tolstoi se deleitaba con ellas; se
-palpa que el artista se divertía, al escribir su drama, con anotar
-estas expresiones y estos pensamientos, cuyo lado cómico no podía
-escaparle[729] en tanto que se desolaba el apóstol ante las tinieblas
-del alma.
-
-
- LA MUERTE DE IVÁN ILICH
-
-Mientras observaba al pueblo y dejaba caer en su noche un rayo de luz
-de la altura, Tolstoi consagraba a la noche aun más sombría de las
-clases ricas y burguesas, dos novelas trágicas. Se advierte que la
-forma teatral domina en esta época su pensamiento artístico. _La Muerte
-de Iván Ilich_ y _La Sonata a Kreutzer_ son dos verdaderos dramas
-interiores ocultos, concentrados, y, en _La Sonata_, es el héroe mismo
-del drama quien lo narra.
-
-_La Muerte de Iván Ilich_ (1884-86) es una de las obras rusas que
-más hondamente han conmovido al público francés. Hacía yo notar, al
-principio de este estudio, cómo fuí testigo del pasmo causado por estas
-páginas en unos lectores burgueses, de provincia francesa, que parecían
-indiferentes al arte. Y es que la obra pone en escena, con una verdad
-inquietante, un tipo de esos hombres medios, funcionarios concienzudos,
-vacíos de sentimientos religiosos, de ideales y casi de pensamientos,
-que se absorben en sus funciones, en su vida maquinal, hasta la hora de
-la muerte, en la cual con espanto se dan cuenta de que no han vivido.
-Iván Ilich es el representante de esta burguesía europea de 1880 que
-leyó a Zolá, que va a escuchar a Sarah Bernhardt, y que, sin tener
-ninguna fe, no es ni siquiera irreligiosa, porque ni siquiera quiere
-darse la pena de creer o de no creer; no piensa nunca en eso.
-
-Por la violencia de la requisitoria, a la vez áspera y casi burlesca,
-contra el mundo y sobre todo contra el matrimonio, _La Muerte de Iván
-Ilich_, abre una serie de obras nuevas, anuncia las pinturas aun más
-feroces de _La Sonata a Kreutzer_ y de _Resurrección_. Vacío lamentable
-y risible de esta vida (como de ella hay millares y millares), con sus
-ambiciones grotescas, sus pobres ambiciones de amor propio, que no
-producen ningún placer, “nada más que pasar la velada frente a frente
-con su mujer”, los disgustos del oficio, las injusticias que agrian
-el humor, la verdadera felicidad: el whist. Y esta vida ridícula la
-pierde por una causa más ridícula todavía, al caer de una escalera,
-un día que Iván quiso colgar una cortina en la ventana del salón.
-Mentira de la vida, mentira de las enfermedades, mentira del médico
-lleno de salud que no se ocupa más que de sí mismo, mentira de la
-familia, a quien disgusta la enfermedad, mentira de la esposa que
-afecta consagración y calcula ya cómo vivirá cuando el marido haya
-muerto. Universal mentira, a la cual se opone, única, la verdad de un
-criado compasivo, que no trata de ocultar al moribundo su estado y que
-lo auxilia fraternalmente. Iván Ilich, “lleno de una infinita piedad
-hacia sí mismo”, llora su aislamiento y el egoísmo de los hombres;
-sufre horriblemente hasta el día en que se da cuenta que su vida pasada
-ha sido una mentira, y que esta mentira aún puede repararla. Al punto,
-todo se le ilumina, una hora antes de la muerte. No piensa más en
-sí mismo, piensa en los suyos y se apiada de ellos; él debe morir y
-librarlos de su carga.
-
---_¿Dónde estás, Dolor?--Vedle... Y bien, tú no tienes más que
-persistir.--Y la muerte, ¿dónde está?...--No la encontraba; en lugar de
-la muerte tenía la luz. “Todo ha concluido”, dijo alguien. Él escuchó
-estas palabras y las repetía. “La muerte no existe más”, se decía._
-
-
- LA SONATA A KREUTZER
-
-Este “rayo de luz” ya no refulge en _La Sonata a Kreutzer_[730]. Es
-una obra feroz, arrojada contra la sociedad como una bestia herida,
-que se venga de cuanto ha sufrido. No olvidemos que es la confesión de
-un bruto humano, que acaba de matar y que está infectado por el virus
-de los celos. Tolstoi se esfuma detrás de su personaje; pero sin duda
-se encuentran sus ideas exaltadas, en estas invectivas rabiosas contra
-la hipocresía general, hipocresía de la educación de la mujer, del
-amor, del matrimonio (esa “prostitución doméstica”), del mundo, de la
-ciencia, de los médicos (esos “sembradores de crímenes”). Y su héroe lo
-arrastra a una brutalidad de expresiones, a una violencia de imágenes
-carnales, todas las ardentías de un cuerpo lujurioso, y por reacción
-todos los furores del ascetismo, el miedo rencoroso de las pasiones,
-la maldición contra la vida lanzada por un monje de la edad media,
-encendido de sensualidad. Después de haber escrito su libro, Tolstoi
-mismo se espanta:
-
-_Yo no pude prever, dice en su Postfacio a La Sonata a Kreutzer[731],
-que una lógica rigurosa me conduciría, escribiendo esta obra, al
-punto a que he llegado. Mis propias conclusiones, desde luego, me
-han aterrado; quería no creerlas, pero no lo podía... He tenido que
-aceptarlas._
-
-Debía, en efecto, repetir, bajo una forma serena, los gritos feroces
-del asesino Posdnichef contra el amor y el matrimonio:
-
-_Quien mira a la mujer--sobre todo a su propia mujer--con sensualidad,
-comete por ese solo hecho adulterio con ella._
-
-_Cuando las pasiones hayan desparecido, entonces la humanidad ya no
-tendrá razón de ser, habrá cumplido la Ley, y la unión de todos los
-seres estará realizada._
-
-Mostrará, apoyándose en el Evangelio, según San Mateo, que “el ideal
-cristiano no es el matrimonio, que no puede existir matrimonio
-cristiano, que el matrimonio, desde el punto de vista cristiano, no es
-un elemento de progreso sino antes de decadencia; que el amor, así como
-todo lo que le precede y lo sigue, es un obstáculo para el verdadero
-ideal humano...”[732]
-
-Pero estas ideas no habían cristalizado en él con tanta nitidez sino
-hasta que brotaron de boca de Posdnichef. Como ocurre a menudo entre
-los grandes creadores, la obra arrastró al autor; el artista sobrepasó
-al pensador. No ha perdido nada con ello el arte. Por el vigor del
-efecto, por la concentración apasionada, por el relieve brutal de
-las visiones, por la plenitud y madurez de la forma, ninguna obra de
-Tolstoi iguala a _La Sonata a Kreutzer_.
-
-Me falta explicar su título, que, a decir verdad, es falso; engaña
-acerca de la obra. La música no desempeña en ella sino un papel
-accesorio. Suprimid la sonata, y nada habrá cambiado. Tolstoi ha
-cometido el error de mezclar dos cuestiones que tomaba muy a pecho: el
-poder depravador de la música y el del amor. El demonio de la música
-merecía una obra aparte; el lugar que Tolstoi le concede en esta obra
-es insuficiente para demostrar el peligro que denuncia. Debo detenerme
-un poco sobre este asunto, porque creo que nunca se ha comprendido cuál
-era la actitud de Tolstoi con respecto a la música.
-
-Será preciso considerar que la amaba. No se teme sino lo que se ama.
-Recuérdese el lugar que tienen los recuerdos musicales en _Infancia_,
-y principalmente en _La Felicidad Conyugal_, en donde todo el ciclo
-del amor, de su primavera a su otoño, se desarrolla entre frases de la
-_Sonata_, _cuasi una fantasía_, de Beethoven; recuérdense también las
-sinfonías maravillosas que escuchaban cantar dentro de ellos mismos
-Nekhludov[733] y el pequeño Petia, la noche anterior a su muerte[734].
-Si Tolstoi había aprendido muy medianamente la música[735], le conmovía
-hasta derramar lágrimas; a ella se entregó con pasión en algunas épocas
-de su vida. En 1858 fundó en Moscú una sociedad musical, que vino a ser
-más tarde el Conservatorio de Moscú.
-
-_Amaba mucho la música_, escribía su cuñado S. A. Bers. _Tocaba el
-piano y era apasionado de los maestros clásicos. A veces, antes de
-ponerse a trabajar_[736], _se sentaba al piano, y probablemente en él
-encontraba la inspiración. Acompañaba a menudo a mi hermana menor, cuya
-voz le gustaba. He advertido que las sensaciones provocadas en él por
-la música estaban acompañadas de una ligera palidez del rostro y de una
-mueca imperceptible que, parecía, expresaba el espanto._[737]
-
-Era, sin duda, el miedo que experimentaba al choque de estas fuerzas
-desconocidas que lo sacudían hasta las raíces de su ser. En este mundo
-de la música sentía que se fundían su voluntad moral, su razón, toda la
-realidad de la vida. Que se relea, en el volumen primero de _La Guerra
-y la Paz_, la escena en que Nicolás Rostov, que acaba de perder en el
-juego, entra desesperado. Oye que su hermana Natacha canta, y olvida
-todo.
-
-_Esperaba con una impaciencia febril la nota que iba a brotar, y
-durante un instante, para él no había en el mundo nada fuera del compás
-de tres tiempos:_ Oh mio crudele affetto!
-
-_¡Qué absurda existencia la nuestra, pensaba. La desventura, el dinero,
-el odio, el honor, todo eso no es nada... ¡Ved aquí la verdad!...
-¡Natacha, mi pequeña paloma!... Veamos si logra alcanzar el si... lo
-ha alcanzado, ¡gracias, Dios mío!_
-
-_Y él mismo, sin darse cuenta de que cantaba, para reforzar el si, la
-acompañaba en tercera._
-
-_¡Oh Dios mío, qué bello es esto! ¿Soy yo quien lo ha dado? ¡qué
-felicidad! pensaba; y la vibración de su canto despertaba en su alma
-todo lo que en ella había de mejor y de más puro. ¡Qué valían, junto
-a esta sensación sobrehumana, su pérdida en el juego y su palabra
-empeñada!... ¡Locuras! Era posible matar, robar, y sin embargo, ser
-feliz_[738].
-
-Nicolás no mata ni roba, y la música es apenas para él una turbación
-pasajera; pero Natacha está a punto de perderse. Precisamente después
-de una velada de Ópera, “en este mundo extraño, insensato, del arte, a
-mil leguas de la realidad, en donde el bien y el mal, lo extravagante
-y lo razonable, se mezclan y se confunden”, es cuando escucha la
-declaración de Anatolio Kuraguin, que la enloquece, y cuando ella
-consiente en el rapto.
-
-Mientras Tolstoi avanza más en edad, mayor es el miedo que tiene a la
-música[739]. Un hombre que tuvo influjo sobre él, Auerbach, a quien
-vió en Dresden en 1860, fortificó sin duda su prevención. “Hablaba de
-la música como de un _Pflichtloser Genuss_ (una alegría desarreglada).
-Según él, era una inclinación hacia la depravación”[740].
-
-Entre tantos músicos depravadores, ¿por qué, pregunta Camilo
-Bellaigue[741], haber escogido justamente al más puro y al más casto
-de todos, a Beethoven? Porque era el más fuerte. Tolstoi lo había
-amado y lo amaba todavía. Sus más lejanos recuerdos de _Infancia_
-estaban unidos a la _Sonata Patética_; y cuando Nekhludov, al final
-de _Resurrección_, escucha _andante_ de la _Sinfonía en do menor_,
-logra apenas retener las lágrimas; “se enternece dentro de sí mismo”.
-Sin embargo, se ha visto con qué animosidad se expresa Tolstoi en
-_¿Qué es el Arte?_[742] con respecto a las “obras enfermizas del sordo
-Beethoven”; y ya en 1876, el encarnizamiento con el cual “quería
-demoler a Beethoven y esparcir la duda acerca de su genio”, había
-sublevado a Tschaikovsky y enfriado la admiración que sentía hacia
-Tolstoi. _La Sonata a Kreutzer_ nos permite ver en el fondo de esta
-injusticia apasionada. ¿Qué reprocha Tolstoi a Beethoven? Su fuerza.
-Le ocurre como con Goethe, escuchando la _Sinfonía en do menor_, y,
-conturbado por ella, reacciona con rabia contra el maestro imperioso
-que lo somete a su voluntad[743].
-
-_Esta música, decía Tolstoi, me transporta inmediatamente al estado
-de alma en que se encontraba quien la escribió... La música debía de
-ser cosa del Estado, como en China. No se debía admitir que el primer
-recién llegado dispusiese de un poder hipnótico tan espantoso... Estas
-cosas (el primer Presto de la Sonata), no se debería de tener permiso
-de ejecutarlas sino en algunas circunstancias importantes..._
-
-Y ved cómo después de esta rebeldía, cede al poder de Beethoven,
-y cómo este poder es, según su propia confesión, ennoblecedor y
-puro. Al escuchar el trozo de música, Posdnichef cae en un estado
-indefinible, que él no puede analizar, pero cuya conciencia lo pone
-alegre; los celos no tienen ya lugar en él. La mujer no está menos
-transfigurada; tiene, en tanto que toca, “_una severidad de expresión
-majestuosa_”, después “_una sonrisa débil, compasiva, venturosa, cuando
-ha terminado_”... ¿Qué hay, en todo esto, de perverso?--Hay esto: que
-el espíritu es esclavo y que la fuerza desconocida de los sonidos puede
-hacer de él lo que quiera; destruirlo, si le place.
-
-Esto es verdad; pero Tolstoi olvida una cosa: la mediocridad o la
-ausencia de vida entre la mayor parte de quienes escuchan o ejecutan la
-música. La música no podrá ser peligrosa para quienes no la sienten.
-El espectáculo de la Sala de Ópera durante una representación de
-_Salomé_ es bastante para tranquilizar sobre la inmunidad del público
-a las emociones, las más malsanas, del arte de los sonidos. Es preciso
-ser rico de vida, como Tolstoi, para sufrir por esta causa. La verdad
-es que, a pesar de su injusticia hiriente para Beethoven, Tolstoi
-sentía más profundamente la música que la mayoría de aquéllos que
-hoy la exaltan. Él, por lo menos, conocía estas pasiones frenéticas,
-esta violencia salvaje que gruñe en el arte de “_Viejo Sordo_” y que
-no sienten los virtuosos, ni las orquestas de hoy. Beethoven habría
-estado acaso más contento con este rencor que con el amor de los
-beethovenianos.
-
-
- RESURRECCIÓN
-
-Diez años separan _Resurrección_ de _La Sonata a Kreutzer_;[744] diez
-años que absorbe de más en más la propaganda religiosa, y otros diez
-la separaron del término al cual aspiraba esta vida hambrienta de
-eternidad. En cierta manera es _Resurrección_ el testamento artístico
-de Tolstoi. Domina esta novela el fin de su vida, al igual que _La
-Guerra y la Paz_ coronó su madurez. Es la última montaña, tal vez la
-más alta--si no la más poderosa--cuya cumbre invisible[745] se pierde
-en medio de la bruma. Tenía Tolstoi setenta años. Contemplaba el mundo,
-su vida, sus errores pasados, su fe, sus iras santas, desde lo alto. Y
-es el mismo pensamiento que en las obras precedentes, la misma guerra
-a la hipocresía; pero el espíritu del artista, como en _La Guerra y
-la Paz_, se mantiene por encima del asunto; a la ironía sombría, a
-la tumultuosa alma de _La Sonata a Kreutzer_ y de _La Muerte de Iván
-Ilich_, mezcla una serenidad religiosa, desprendida del mundo, que se
-refleja en éste, exactamente. Se diría, por instantes, que se trata de
-un Goethe cristiano.
-
-Todos los caracteres de arte que hemos señalado en las obras del
-último período se encuentran aquí, y principalmente, la concentración
-del relato, más sorprendente todavía en una novela extensa que en un
-cuento. La obra es una, y en esto muy diferente de _La Guerra y la Paz_
-y de _Ana_ _Karenina_; casi no hay en ella digresiones episódicas:
-es una sola acción, proseguida con tenacidad, y escudriñada en todos
-sus detalles. El mismo vigor de retratos, pintados en su plena
-complexión, que en la _Sonata_; una observación que se va haciendo más
-y más lúcida, robusta, despiadadamente realista, que ve al animal en
-el hombre, “la terrible persistencia de la bestia en el hombre, más
-terrible esta animalidad cuanto menos se la descubre, cuanto más se
-oculta tras exterioridades que pretenden ser poéticas”[746]. Estas
-conversaciones de salón que tienen simplemente por objeto satisfacer
-una necesidad física, “la necesidad de activar la digestión, poniendo
-en movimiento los músculos de la lengua y de la garganta”[747].
-Una visión ruda de los seres que no exceptúan a nadie, ni a la
-hermosa Korchaguin, “con los huesos de los codos salientes, y las
-uñas largas de una pulgada”, y su escote que inspiraba a Nekhludov
-“vergüenza y disgusto, disgusto y vergüenza”; ni la heroína, la
-Maslova, cuya degradación para nada se recataba, su precoz usura,
-su expresión viciosa y baja, su sonrisa provocativa, su aliento
-alcohólico y su semblante inflamado y enrojecido. Una brutalidad de
-detalle naturalista: la mujer que charla, sentada sobre el bacín. La
-imaginación poética, la juventud, se han desvanecido, salvo en los
-recuerdos del primer amor, cuya música os zumba con una intensidad
-alucinante; la casta noche del Sábado Santo y la noche de Pascuas, el
-deshielo, la neblina blanca y tan espesa “que a cinco pasos de la casa
-no se veía nada, si no era una masa turbia de donde brotaba el fulgor
-rojo de una lámpara”; el canto de los gallos en la noche; el arroyo
-helado que estalla, zumba, se desploma y resuena como un cristal que
-se rompe, y el joven que, desde afuera, mira al través de los vidrios
-a la muchacha que no lo ve y está sentada cerca de la mesa, bajo el
-tembloroso fulgor de una pequeña lámpara, Katucha pensativa, que sonríe
-y sueña.
-
-El lirismo del autor no aparece. Su arte ha tomado traza más
-impersonal, más apartada de su propia vida. Ha hecho Tolstoi un
-esfuerzo para renovar el campo de sus observaciones. El mundo de los
-criminales y el de los revolucionarios, que estudia ahora, le era
-extraño;[748] penetra en él por un esfuerzo de simpatía voluntaria;
-hasta conviene en que, antes de mirarlos de cerca, los revolucionarios
-le inspiraban una aversión invencible[749]. Y es por ello tanto más
-admirable su observación verídica, este espejo sin defectos. ¡Cuál
-abundancia de tipos y de detalles precisos! ¡Y cómo todo es mirado,
-bajezas y virtudes, sin dureza, sin debilidad, con una inteligencia
-tranquila y una piedad fraternal!... ¡Lamentable cuadro el de las
-mujeres en la prisión! Ellas son despiadadas; pero el artista es el
-buen Dios, que ve, en el corazón de cada una, la ternura debajo de
-la abyección, y bajo la máscara de la desvergüenza, el rostro que
-llora. El puro y pálido rayo de luz que poco a poco se anuncia en el
-alma viciosa de la Maslova y la ilumina a la postre en una llamarada
-de sacrificios, adquiere la belleza conmovedora de uno de esos rayos
-de sol que transfiguran una humilde escena de Rembrandt. Ninguna
-severidad, ni aun para los verdugos. “_Perdónales, Señor, porque no
-saben lo que hacen_”...Lo peor es que frecuentemente sí saben lo
-que hacen, y tienen remordimientos de sus actos, y no pueden dejar
-de hacerlos. Se desprende del libro el sentimiento de la abrumadora
-fatalidad, que pesa sobre los que sufren tanto como sobre los que hacen
-sufrir, este director de prisión, lleno de bondad natural, cansado de
-su vida de carcelero, tanto como de los ejercicios de piano de su hija,
-flacucha y pálida, ojerosa, que machaca incansablemente una rapsodia de
-Liszt; este general, gobernador de una ciudad siberiana, inteligente
-y bueno que, para escapar al insoluble conflicto entre el bien que él
-quiere hacer y el mal que está obligado a hacer, se alcoholiza desde
-hace treinta y cinco años, pero que permanece siempre suficientemente
-dueño de sí mismo para guardar las apariencias, aun cuando esté ebrio;
-y la ternura familiar que reina entre estos seres, cuyo oficio los hace
-sin entrañas con respecto a los otros.
-
-El único de estos caracteres que no tiene una verosimilitud objetiva,
-es el del héroe Nekhludov, porque Tolstoi le ha prestado sus propias
-ideas. Y éste había sido ya el defecto, o el peligro, de varios de
-los tipos más célebres de _La Guerra y la Paz_ y de _Ana Karenina_:
-el príncipe Andrés, Pedro Besukhov, Levine, etc.; pero entonces fué
-menos grave, porque los personajes se encontraban, por su situación y
-su edad, más cerca del estado de espíritu de Tolstoi; mientras que en
-esta vez el autor aloja en el cuerpo de un hombre de treinta y cinco
-años, su alma desencarnada de anciano de setenta. No quiero decir que
-la crisis moral de un Nekhludov no pueda ser verdadera, ni aun que no
-pueda producirse tan súbitamente;[750] pero nada en el temperamento,
-en el carácter, en la vida anterior del personaje, tal como Tolstoi lo
-representa, anuncia ni explica esta crisis que, cuando ha comenzado, ya
-nada la interrumpe.
-
-Sin duda, Tolstoi ha señalado con profundidad la liga impura que se
-ha unido desde un principio a los pensamientos de sacrificio, esas
-lágrimas de enternecimiento y de admiración para sí mismo, después el
-espanto y la repugnancia que se apoderan de Nekhludov, al estar frente
-a la realidad, pero sin que lo hagan vacilar en su resolución. Esta
-crisis no tiene ninguna relación con sus crisis anteriores, violentas,
-pero momentáneas[751]. Ya nada puede detener a este hombre débil e
-indeciso; a este príncipe que, rico, considerado, muy sensible a las
-satisfacciones mundanas, a punto de unirse a una hermosa muchacha que
-lo ama y que a él no le desagrada, bruscamente resuelve abandonar
-todo, riquezas, mundo, posición social, y casarse con una prostituta,
-a fin de reparar una antigua falta; y su exaltación se sostiene, sin
-languidecer, durante meses, resistiendo todas las pruebas, aun la
-noticia de que aquélla que quiere hacer su mujer continúa su vida
-libertina[752]. Hay en esto una santidad cuyo origen la perspicacia
-psicológica de un Dostoievsky nos lo habría mostrado en las obscuras
-profundidades de la conciencia y hasta en el organismo de sus héroes;
-pero no tiene Nekhludov nada de un héroe de Dostoievsky. Es el tipo del
-hombre medio, mediocre y sano, el héroe habitual de Tolstoi. En verdad,
-se siente excesivamente la yuxtaposición de un personaje demasiado
-real[753] a una crisis moral que pertenece a otro hombre; y el hombre
-que sufre esta crisis es el anciano Tolstoi.
-
-La misma impresión de dualidad de elementos se advierte al fin del
-libro, donde yuxtapone a una tercera parte de observación estrictamente
-realista, una conclusión evangélica innecesaria, acto de fe personal,
-que no emana lógicamente de la vida observada. No es ésta la primera
-vez que la religión de Tolstoi se une a su realismo; pero en las obras
-anteriores, los dos elementos están mejor fundidos. Aquí coexisten,
-no se mezclan; y el contraste choca tanto más cuanto la fe de Tolstoi
-salva toda prueba y su realismo se hace de día en día más libre y más
-agudo. Hay allí rastros, no de fatiga sino de la edad; cierta rigidez,
-si puedo decirlo, en las articulaciones. La conclusión religiosa no
-está en el desarrollo orgánico de la obra. Es un _Deus ex machina_...
-Y yo estoy convencido de que, en lo más hondo del alma de Tolstoi y a
-despecho de sus afirmaciones, la fusión de sus dos diversas naturalezas
-no era perfecta; su verdad de artista y su verdad de creyente.
-
-Pero si no tiene _Resurrección_ la armoniosa plenitud de las obras de
-juventud, si por mi parte yo prefiero _La Guerra y la Paz_, no por eso
-deja de ser uno de los más hermosos poemas de la compasión humana, tal
-vez el más verídico. Más que al través de ninguna otra, percibo en esta
-obra los ojos claros de Tolstoi, los ojos gris pálido, penetrantes, “de
-mirada que va derecho al alma”[754] y que en cada alma veían a Dios.
-
- [Ilustración]
-
-
- LAS IDEAS SOCIALES DE TOLSTOI
-
-Tolstoi no renunció nunca al arte; un gran artista no puede, aunque lo
-quiera, abdicar de su razón de vivir. Puede, por causas de religión,
-renunciar a publicar, pero no a escribir. No interrumpió nunca su
-creación artística: Paul Boyer, que lo vió en Yasnaia Poliana en sus
-últimos años, dice que llevaba adelante sus obras de evangelización o
-de polémica, y las obras de imaginación; descansaba de las unas con
-las otras. Cuando había terminado cualquier tratado social, cualquier
-_Llamamiento a los Directores_, o a _los Dirigidos_, se concedía el
-derecho de proseguir alguna de las bellas historias que se contaba a
-sí mismo, como su _Hadji-Murad_, epopeya militar que canta un episodio
-de las guerras del Cáucaso y de la resistencia de los montañeses bajo
-Schamyl[755]. El arte continuaba siendo su descanso, su placer; pero
-habría considerado como una vanidad hacer de él ostentación. Además de
-su _Ciclo de Lecturas para todos los días del año_ (1904-1905)[756], en
-las que reunió los _Pensamientos de diversos escritores sobre la verdad
-y la vida_ (verdadera Antología de la sabiduría poética del mundo,
-desde los libros santos del Oriente hasta los artistas contemporáneos),
-casi todas sus obras, que propiamente es posible llamar artísticas,
-a partir de 1900, han quedado en manuscritos[757]. En cambio, audaz,
-ardientemente, lanzaba sus escritos polémicos y místicos a la batalla
-social. De 1900 a 1910, esta batalla absorbió lo mejor de sus fuerzas.
-Atravesaba Rusia por una crisis formidable, en la cual, por instantes,
-parecía que el imperio de los zares crujía en sus cimientos y estaba
-a punto de desplomarse. La guerra ruso-japonesa, el desastre que
-siguió, la agitación revolucionaria, los motines en el ejército y
-en la marina, los asesinatos, los disturbios agrarios, parecía que
-señalaban “el fin de un mundo”, como dice el título de una obra de
-Tolstoi. La culminación de la crisis ocurrió entre 1904 y 1905, y
-Tolstoi publicó entonces una serie de obras que tuvieron resonancia:
-_Guerra y Revolución_[758], el _Gran Crimen_, el _Fin de un Mundo_.
-Durante este último período de diez años ocupó una situación única,
-no solamente en Rusia, sino en todo el universo. Estaba solo, extraño
-a todos los partidos, a todas las patrias y arrojado de su Iglesia,
-que lo excomulgó[759]; la lógica de su razón, la intransigencia de su
-fe, “lo han constreñido a este dilema: separarse de los demás hombres
-o separarse de la verdad”. Recordó el proverbio ruso: “un viejo que
-miente es un rico que roba”, y se separó de los hombres para decir la
-verdad. La dijo toda entera y a todos. El viejo cazador de mentiras
-continuó batiendo infatigablemente todas las supersticiones religiosas
-o sociales, todos los fetichismos; no sólo estuvo contra los antiguos
-poderes malhechores, la Iglesia perseguidora y el zarismo autócrata;
-antes tal vez se suaviza un poco contra ellos, ya que todo el mundo
-les arrojaba piedras. ¡Ahora se les conocía: ya no eran tan temibles!
-Y después de todo ese era su oficio, no engañaban a nadie. La carta de
-Tolstoi al czar Nicolás II[760] está, en su verdad sin disfraces para
-el soberano, llena de dulzura para el hombre, a quien llama “su querido
-hermano” y a quien ruega “lo perdone si lo ha molestado sin querer”; y
-firmó: “Vuestro hermano que os desea la verdadera felicidad”.
-
-Lo que Tolstoi no perdonaba, lo que denunciaba con virulencia, eran las
-nuevas mentiras, no las antiguas que ya habían sido sacadas a la luz.
-Ya no el despotismo, sino la ilusión de la libertad; y no se sabe a
-quienes odiaba más, entre los sectarios de los nuevos ídolos, si a los
-socialistas o a los “liberales”.
-
-Tenía para los liberales una antipatía de fecha lejana. Repentinamente
-la había resentido cuando, oficial de Sebastopol, se encontró en el
-cenáculo de los hombres de letras de San Petersburgo. Esta había sido
-una de las causas de sus dificultades con Turguenef. El aristócrata
-orgulloso, el hombre de rancio linaje, no podía soportar a estos
-intelectuales y su pretensión de llegar a hacer, por voluntad o por
-fuerza, la felicidad de la nación, imponiéndole sus utopías. Muy ruso
-y de vieja cepa[761], desconfiaba de las novedades liberales, de las
-ideas constitucionales que llegaban del Occidente; y sus dos viajes a
-Europa no hicieron más que fortalecer su prevención. Al regreso del
-primer viaje escribía:
-
-_Evitar la ambición del liberalismo_[762].
-
-Y al retorno del segundo, anotaba que “la sociedad privilegiada” no
-tiene ningún derecho para educar a su manera al pueblo que le es
-extraño[763]...
-
-Ampliamente expone en _Ana Karenina_ su desdén hacia los liberales.
-Levine rehúsa asociarse a la obra de las instituciones provinciales
-para la instrucción del pueblo, y a las innovaciones que están a la
-orden del día. El cuadro de las elecciones para la asamblea provincial
-de los señores, muestra el comercio de engaños a que se entrega un
-país, al substituir su antigua administración conservadora por una
-administración liberal. Nada ha cambiado, pero hay una mentira más que
-no tiene ni la excusa ni la consagración de los siglos.
-
-“No valemos quizá gran cosa, dice el representante del antiguo régimen;
-pero hemos durado en el gobierno no menos de mil años”.
-
-Tolstoi se indigna contra el abuso que los liberales hacen de las
-palabras: “_Pueblo, Voluntad del Pueblo_...”. ¡Ah! ¿Qué saben ellos del
-pueblo? ¿Qué es el pueblo?
-
-Y fué sobre todo en las épocas en que el movimiento liberal parecía
-a punto de triunfar y se convocaba a la primera Duma, cuando Tolstoi
-expresó violentamente su reprobación de las ideas constitucionales:
-
-_En estos últimos tiempos la deformación del cristianismo ha dado
-lugar a una nueva superchería, que ha hundido más a nuestros pueblos
-en el servilismo. Con la ayuda de un sistema complejo de elecciones
-parlamentarias, se les ha sugerido que al elegir a sus representantes
-directamente, participan en el gobierno, y que, obedeciéndolos,
-obedecen a su propia voluntad, son libres. Esta es una trapacería. El
-pueblo no puede expresar su voluntad, ni aún con el sufragio universal:
-primero, porque semejante voluntad colectiva de una nación de varios
-millones de habitantes, no puede existir; y segundo porque aun cuando
-existiera, la mayoría de votos no sería su expresión. Sin insistir en
-el hecho de que los elegidos legislan y administran, no para el bien
-general, sino para mantenerse en el poder, sin hacer hincapié en el
-hecho de la depravación del pueblo debida a la presión y corrupción
-electorales, esta mentira es particularmente funesta, en razón de
-la presuntuosa esclavitud en que caen quienes a ella se someten...
-Estos hombres libres recuerdan a los prisioneros, que se imaginan
-gozar de libertad, cuando tienen el derecho de elegir entre ellos a
-los carceleros encargados de la policía interior de la prisión... Un
-miembro de un Estado despótico puede ser enteramente libre, aun entre
-las más crueles violencias; pero un miembro de un Estado constitucional
-es siempre esclavo, porque reconoce la legalidad de las violencias
-cometidas contra él... ¡Y he aquí que se querría llevar al pueblo ruso
-al mismo estado de esclavitud constitucional que los otros pueblos
-europeos!..._[764]
-
-Dominaba el desdén en su alejamiento del liberalismo. Frente al
-socialismo estaba o más bien estaría su odio, si Tolstoi no se hubiera
-prohibido todo sentimiento de odio. Lo detestaba doblemente, porque el
-socialismo amalgama en sí dos mentiras: la de la libertad y la de la
-ciencia, pues ¡no pretende fundarse en no sé cuál ciencia económica,
-cuyas leyes absolutas rigen el progreso del mundo!
-
-Tolstoi era muy severo para la ciencia. Tiene páginas de una ironía
-terrible sobre esta superstición moderna y “estos fútiles problemas:
-origen de las especies, análisis espectral, naturaleza del radio,
-teoría de los números, animales fósiles y otras fruslerías, a las
-cuales se atribuye ahora la misma importancia que se atribuyó, en
-la edad media, a la Inmaculada Concepción y a la Dualidad de la
-Substancia”. Se mofa de “estos servidores de la ciencia que, al igual
-que los servidores de la Iglesia, se persuaden y persuaden a los demás
-de que salvan a la humanidad; que, lo mismo que la Iglesia, creen en
-la propia infalibilidad, no están de acuerdo entre ellos mismos, se
-dividen en parroquias, y que, lo mismo que la Iglesia, son la principal
-causa de la grosería, de la ignorancia moral, del atraso que el hombre
-mismo pone para emanciparse del mal que sufre: porque han rechazado la
-única cosa que podía unir a la humanidad, la conciencia religiosa”[765].
-
-Pero su inquietud se redobló y su indignación estallaba al contemplar
-esta arma peligrosa del nuevo fanatismo en manos de aquéllos que
-pretenden regenerar a la humanidad. Todo revolucionario que recurre
-a la violencia, lo entristecía; pero el revolucionario intelectual y
-teórico le causaba horror, porque lo miraba como a un pedante asesino,
-una alma orgullosa y seca, que no ama a los hombres, que sólo ama sus
-ideas[766]. Bajas ideas, desde luego.
-
-_El socialismo se propone por fin la satisfacción de las necesidades
-más bajas del hombre: su bienestar material. Y aun este mismo fin es
-impotente para alcanzarlo por los medios que preconiza_[767].
-
-En el fondo, carece de amor. No tiene sino el odio para los opresores y
-“una envidia negra de la vida dulce y satisfecha de los ricos, avidez
-de las moscas que se reúnen alrededor de las deyecciones”[768]. Cuando
-el socialismo haya vencido, el aspecto del mundo será terrible. La
-horda europea se desencadenará sobre los pueblos débiles y salvajes con
-una fuerza temible, y de ellos hará esclavos, a fin de que los antiguos
-proletarios de Europa puedan tranquilamente depravarse por el lujo
-ocioso, como los romanos[769].
-
-Felizmente la parte mejor del socialismo se gastaba en humo, en
-discursos como los de M. Jaurés...
-
-_¡Qué admirable orador! De todo hay en sus discursos, y no hay nada...
-El socialismo es en parte como nuestra ortodoxia rusa: la apuráis,
-la arrojáis hasta sus últimas trincheras, creéis haberla apresado y,
-bruscamente, se vuelve y os dice: “¡Vamos! No soy quien creéis, soy
-otra” y se os desliza entre las manos... ¡Paciencia! Dejemos que el
-tiempo obre. Pasará con las teorías socialistas como con las modas de
-las mujeres, que van muy rápidamente del salón a la cocina_[770].
-
-Si Tolstoi hacía la guerra a los liberales y a los socialistas, no
-era, como pudiera creerse, para dejar el campo libre a la autocracia;
-sino por lo contrario, para que la batalla se librara en toda su
-amplitud entre el viejo mundo y el nuevo, después que se hayan
-eliminado de los ejércitos los elementos perniciosos y peligrosos.
-Porque también creía en la Revolución; pero su Revolución tiene
-envergadura muy distinta que la de los revolucionarios: es la de un
-creyente místico de la edad media que espera para mañana, tal vez para
-hoy, el reino del Espíritu Santo:
-
-_Creo que en esta hora precisa comienza la gran revolución que se
-prepara hace dos mil años en el mundo cristiano, la revolución que
-substituirá, al cristianismo corrompido y al régimen de dominación que
-de él se deriva, el verdadero cristianismo, base de la igualdad entre
-los hombres y de la verdadera libertad, a la cual aspiran todos los
-seres dotados de razón_[771].
-
-¿Cuál hora eligió el vidente profético, para anunciar la nueva era
-de felicidad y de amor? La hora más sombría de Rusia, la hora de los
-desastres y de las vergüenzas, ¡oh poder soberbio de la fe creadora!
-¡Todo es luz en torno de ella, hasta la noche! Tolstoi percibe en la
-muerte los signos de la renovación: en las calamidades de la guerra
-de Manchuria, en el desastre de los ejércitos rusos, en la horrible
-anarquía y en la sangrienta lucha de clases. Su lógica de ensueño
-extraía de la victoria del Japón esta conclusión sorprendente: que
-Rusia se desinteresará de toda guerra, porque los pueblos no cristianos
-tendrán siempre la ventaja, en la guerra, sobre los pueblos cristianos
-“que han franqueado ya la fase de sumisión servil”. ¿Es ésta una
-abdicación para su pueblo? No; es un orgullo supremo. Rusia debe
-desinteresarse de toda guerra, porque ella debe de realizar la _gran
-revolución_.
-
-_La Revolución de 1905, que emancipará a los hombres de la opresión
-brutal, ha de comenzar en Rusia. Ya comienza._
-
-¿Por qué la Rusia debe desempeñar este papel de pueblo elegido?
-Porque la nueva revolución debe, ante todo, reparar el _gran
-Crimen_, el monopolio del suelo en provecho de algunos millares de
-ricos, la esclavitud de millones de hombres, la más cruel de las
-esclavitudes[772]. Y porque ningún pueblo tiene conciencia de esta
-iniquidad tanto como el pueblo ruso[773].
-
-Y sobre todo, porque el pueblo ruso es, de todos los pueblos, el más
-penetrado por el verdadero cristianismo y porque la revolución que
-viene debe realizar, en nombre de Cristo, la ley de unión y de amor.
-Ahora bien, esta ley de amor no puede realizarse si no se apoya sobre
-la ley de la no-resistencia al mal[774]. Y esta no-resistencia al mal
-(fijémonos bien, nosotros que cometemos el error de ver en ella una
-utopía particular a Tolstoi y a algunos soñadores) es y ha sido siempre
-un rasgo esencial del pueblo ruso.
-
-_El pueblo ruso ha observado siempre, con respecto al poder, una
-actitud muy distinta que los otros pueblos europeos. Nunca ha entrado
-en lucha con el poder, y nunca, principalmente, ha participado en él.
-Por consecuencia, no ha podido mancharse con él; lo ha considerado
-como un mal que se puede evitar. Una antigua leyenda representa a los
-rusos haciendo un llamamiento a los “variagues” para que vinieran a
-gobernarlos. La mayoría del pueblo ruso ha preferido siempre soportar
-los actos de violencia que contestarlos violentamente o ser cómplice de
-ellos. Se ha sometido siempre..._
-
-Sumisión voluntaria, que ninguna relación tiene con la obediencia
-servil[775].
-
-_El verdadero cristiano puede someterse, hasta le es imposible no
-someterse sin lucha a toda violencia; pero no podrá obedecerla, es
-decir, reconocer en ella legitimidad_[776].
-
-En el momento en que Tolstoi escribía estas líneas, se encontraba bajo
-la emoción de uno de los más trágicos ejemplos de esta no-resistencia
-heroica de un pueblo, la sangrienta manifestación del 22 de enero de
-1905, en San Petersburgo, en la cual una multitud desarmada, conducida
-por el “pope” Gapon, se dejó fusilar, sin un grito de odio, sin un
-gesto de defensa.
-
-Desde hacía largo tiempo, en Rusia, los viejos creyentes, a quienes
-se llamaba sectarios, practicaban obstinadamente y a pesar de las
-persecuciones, la no-obediencia al Estado y rehusaban reconocer la
-legitimidad del poder[777]. Con lo absurdo de la guerra ruso-japonesa,
-no tuvo este estado de espíritu dificultad para propagarse entre
-el pueblo de los campos. Las negativas para el servicio militar se
-multiplicaron, y mientras más cruelmente fueron reprimidas, más aumentó
-la rebeldía en el fondo de los corazones. Por otra parte, provincias,
-razas enteras, que no conocían a Tolstoi, habían dado el ejemplo de una
-negativa absoluta y pasiva de obediencia al Estado: los “dukhobors”
-del Cáucaso, desde 1898; los georgianos de la Guría, hacia 1905. Menos
-acción tuvo Tolstoi sobre estos movimientos, que la que ellos tuvieron
-sobre él; y el interés de sus escritos está precisamente en que, a
-despecho de lo que han pretendido los escritores del partido de la
-revolución, como Gorki[778], él encarnó la voz del viejo pueblo ruso.
-
-La actitud que guardó con respecto a los hombres que ponían
-en práctica, con peligro de sus vidas, los principios que él
-profesaba[779], fué muy modesta y muy digna. No pretendió presentarse
-como maestro que enseña ni ante los “dukhobors” y los “gurianos”, ni
-ante los soldados refractarios.
-
-_Aquél que no soporta ninguna prueba no puede enseñar nada a quien sí
-sabe soportarlas_[780].
-
-Imploró “el perdón de todos aquéllos a quienes sus palabras o sus
-escritos pudieron conducir al dolor”[781]. Nunca arrastró a nadie a
-rechazar el servicio militar, porque en esto toca a cada cual decidir
-por sí mismo. Si tropezó con alguno que vacilara “le aconsejó siempre
-entrar al servicio y no rehusar la obediencia, en tanto que esto no
-le fuera moralmente imposible”; porque si se vacila, es que no se ha
-alcanzado la madurez, y, “más vale que haya un soldado más y no un
-hipócrita o un renegado, que es el caso de quienes emprenden obras
-que están por encima de sus fuerzas”[782]. Desconfió de la resolución
-del refractario Gontcharenko; temía “que este joven hubiera sido
-arrastrado más bien por el amor propio y por la vanagloria que por
-el amor de Dios”[783]. A los “dukhobors” escribía que no persistieran
-en su resistencia a la obediencia, por orgullo y por respeto humanos;
-pero, “si son de ello capaces, que libren de los sufrimientos a sus
-débiles mujeres y a sus hijos. Nadie los condenará por esto”. No debían
-obstinarse, salvo el caso “que el espíritu de Cristo hubiese llegado a
-ellos, porque entonces serían felices de sufrir”[784]. Y en todo caso,
-suplicaba a aquéllos que se hacían perseguir, “no rompiesen, por ningún
-precio, sus relaciones afectuosas con quienes los perseguían”[785]. Es
-necesario, como dice en una hermosa carta a un amigo, amar a Herodes:
-
-_Decís: “No es posible amar a Herodes”. Lo ignoro, pero reconozco, y
-vos también, que es necesario amarlo. Sé, y vos lo sabéis, que si yo no
-amo, sufro, pues sin amar en mí no hay vida_[786].
-
-Divina pureza, ardor incansable de este amor, que acaba por no
-contentarse ya ni con las palabras mismas del Evangelio: “_Ama a tu
-prójimo como a ti mismo_”, porque todavía en esto encuentra un relente
-de egoísmo[787].
-
-¡Amor tan vasto--creen algunos--y tan desprendido de todo egoísmo
-humano se diluye en el vacío! Y sin embargo, ¿quién, más que Tolstoi,
-desconfía del _amor abstracto_?
-
-_El más grande pecado de hoy, el amor abstracto de los hombres, el amor
-impersonal hacia quienes existen en alguna parte, lejos... ¡Amar a los
-hombres a quienes no se conoce, a quienes no se verá nunca, es bien
-fácil! No impone necesidad de ningún sacrificio; y, al mismo tiempo,
-¡se siente uno tan contento de ello! La conciencia es burlada. No; es
-necesario amar al prójimo, aquél a quien vemos y que nos molesta_[788].
-
-Leo en la mayor parte de los estudios sobre Tolstoi que su filosofía y
-su fe no son originales. Es verdad: la belleza de estos pensamientos
-es demasiado eterna para que pueda parecer nunca como una novedad a la
-moda... Otros señalan su carácter utópico y esto también es verdad:
-son utópicos, como el Evangelio. Un profeta es un utopista; vive aquí
-abajo la vida eterna; y que esta aparición nos haya sido concedida, que
-hayamos visto entre nosotros al último profeta; que el más grande de
-nuestros artistas haya tenido esta aureola sobre la frente; esto, me
-parece, es un hecho más original y de importancia más grande para el
-mundo que una religión más o una filosofía nueva. ¡Ciegos quienes no
-ven el milagro de esta gran alma, encarnación del amor fraternal en un
-siglo y un pueblo ensangrentados por el odio!
-
-
- SU SEMBLANTE HABÍA TOMADO LOS RASGOS DEFINITIVOS
-
-Su semblante había tomado los rasgos definitivos con los cuales
-perdurará en la memoria de los hombres: la amplia frente surcada por
-el arco de una doble arruga, la blanca maleza de las cejas, la barba
-de patriarca que recuerda al Moisés de Dijón. El rostro envejecido
-se dulcificó, adquiriendo una expresión de ternura; tenía el sello
-de la enfermedad, de la melancolía, de la bondad afectuosa. ¡Qué
-diferencia de la brutalidad casi animal de cuando tuvo veinte años, y
-de la fealdad estirada del soldado de Sebastopol! Pero sus ojos claros
-conservaban siempre su profunda fijeza, la lealtad de mirada que no
-oculta nada de sí mismo y a la cual nada se le oculta.
-
-Nueve años antes de su muerte, en la respuesta al Santo Sínodo (17 de
-abril de 1901), Tolstoi decía:
-
-_Debo a mi fe vivir en la paz y la alegría, y también poder, en la
-alegría y la paz, encaminarme hacia la muerte._
-
-Pienso, escuchándolo, en la antigua sentencia:
-
-“_Que no se debe llamar feliz a ningún hombre antes de que haya
-muerto_”.
-
-Esta paz y esta alegría, que entonces se alababa de poseer, ¿le fueron
-fieles?
-
-Las esperanzas de la “gran Revolución” de 1905 se habían desvanecido.
-De las tinieblas acumuladas, no brotó la luz; a las convulsiones
-revolucionarias sucedió el agotamiento; no cambió nada de la antigua
-injusticia, sino era la miseria, todavía más recrudecida. Ya en 1905
-Tolstoi había perdido un poco la confianza en la vocación histórica del
-pueblo eslavo de Rusia; y su fe obstinada buscaba, a lo lejos, otros
-pueblos, a los cuales pudiese investir con esta misión. Pensó entonces
-en el “sabio y grande pueblo chino”; creía que “los pueblos del Oriente
-están llamados a recobrar la libertad que los pueblos de Occidente
-han perdido casi sin remedio”, y que la China, a la cabeza de los
-asiáticos, realizaría la transformación de la humanidad sobre la vía
-del _Tao_, de la Ley Eterna[789].
-
-Esperanza que pronto fracasó. La China de Lao-Tsé y de Confucio reniega
-de su pasada sabiduría, como ya antes que ella lo había hecho el Japón,
-para imitar a Europa[790]. Los “dukhobors”, perseguidos, han emigrado
-al Canadá, se han instalado allá, y bien pronto, con escándalo para
-Tolstoi, han restaurado la propiedad[791]. Los “gurianos”, apenas
-emancipados del yugo del Estado, se han entregado a matar a quienes
-no pensaban como ellos; y las tropas rusas, llamadas a intervenir,
-los han hecho volver al orden. Y hasta los judíos, ellos, “cuya
-patria hasta entonces, la más bella que pudo desear el hombre, era
-el Libro”[792], no dejan de caer en la enfermedad del sionismo, ese
-movimiento falsamente nacional “que es carne de la carne del europeísmo
-contemporáneo, su hijo raquítico”[793].
-
-Tolstoi estaba triste, pero no desalentado. Confiaba en Dios; creía en
-el porvenir:
-
-_Esto sería perfecto, si fuera posible hacer crecer un bosque en un
-abrir y cerrar de ojos. Desgraciadamente es imposible, es necesario
-esperar a que la simiente germine, que dé vástagos, luego las hojas y
-después el tallo, que se transforme al fin en árbol_[794].
-
-Pero se necesita de muchos árboles para hacer una floresta, y Tolstoi
-estaba solo. Glorioso, pero solo. Se le escribía del mundo entero,
-de los países mahometanos, de la China, del Japón, donde se tradujo
-_Resurrección_ y donde se propagaban sus ideas sobre la “restitución
-de la tierra al pueblo”[795]. Los periódicos americanos publicaban
-entrevistas con él; los franceses le consultaban sobre el arte, o
-sobre la separación de las iglesias y el Estado[796]. Pero no tenía
-siquiera trescientos discípulos, y en ello convenía, aparte de que no
-había cuidado de formarlos. Rechazaba las tentativas de sus amigos,
-para formar grupos tolstoianos:
-
-_No es necesario ir al encuentro el uno del otro, sino ir todos hacia
-Dios. Decís: “Reunidos, esto es más fácil...”. ¿Qué? Para sembrar, para
-cosechar, sí; pero sólo es dable acercarse a Dios aisladamente... Me
-represento al mundo como un inmenso templo en el cual la luz desciende
-de lo alto y en medio justamente. Para reunirse, todos deben ir
-hacia la luz. Allá, todos nosotros, venidos de diversas partes, nos
-encontramos reunidos con hombres que no esperábamos; en esto está la
-alegría_[797].
-
-¿Cuántos se encontraron juntos bajo el rayo de luz que cae de la
-cúpula? ¡qué importa! Basta uno solo, con Dios.
-
-_Lo mismo que una materia en combustión puede, sola, comunicar el fuego
-a otras materias, basta sólo con la verdadera fe y la verdadera vida de
-un hombre para comunicarse con otros hombres y esparcir la verdad_[798].
-
-Tal vez; pero ¿hasta qué punto esta fe aislada pudo asegurar la
-felicidad a Tolstoi? ¡Qué lejos estaba, en sus últimos días, de la
-serenidad voluntaria de un Goethe! Se diría que huía de la serenidad y
-que le era antipática.
-
-_Es necesario dar gracias a Dios de estar descontento con uno mismo.
-¡Ojalá pueda uno estarlo siempre! El desacuerdo de la vida con lo
-que debería ser, es precisamente el signo de la vida, el movimiento
-ascendente de lo más pequeño a lo más grande, de lo peor a lo mejor. Y
-este desacuerdo es la condición del bien. Cuando el hombre permanece
-tranquilo y satisfecho de sí mismo, esto es un mal_[799].
-
-E imaginaba este asunto de novela, que muestra curiosamente cómo la
-inquietud persistente de un Levine o de un Pedro Besukhov no había
-muerto en él.
-
-_Me represento a menudo a un hombre educado en los círculos
-revolucionarios, y, desde luego, revolucionario, después populista,
-socialista, ortodoxo, monje en Monte Athos, y en seguida ateo, buen
-padre de familia y a la postre “dukhobor”. Comienza todo, y sin cesar
-abandona todo: los hombres se burlan de él; no ha hecho nada y muere
-olvidado, en un hospicio. Al morir piensa que ha despilfarrado su
-vida... Y, sin embargo, es un santo_[800].
-
-¿Tenía, pues, aún dudas, él, tan lleno de su fe? ¿Quién lo sabe? En un
-hombre que ha permanecido robusto de cuerpo y de espíritu, hasta en
-su vejez, la vida no podía detenerse en un punto del pensamiento. Era
-necesario que avanzara.
-
-_El movimiento es la vida_[801].
-
-Muchas cosas debieron de haber cambiado en él, en el curso de los
-últimos años. ¿No se había modificado su opinión con respecto a los
-revolucionarios? ¿Quién puede decir si su fe en la no-resistencia
-al mal, no había sido un poco quebrantada?... Ya en _Resurrección_,
-las relaciones de Nekhludov con los condenados políticos cambian
-completamente sus ideas sobre el partido revolucionario ruso.
-
-_Hasta entonces sentía aversión por sus crueldades, su disimulo
-original, sus atentados, su suficiencia, la satisfacción que de sí
-mismos tenían y su insoportable vanidad. Pero cuando los ve de más
-cerca, cuando ve cómo eran tratados por la autoridad, comprende que no
-podían ser de otra manera._
-
-Y admiró su alta idea del deber, que implica el sacrificio total.
-
-Pero desde 1900 la ola revolucionaria se había extendido; habiendo
-partido de los intelectuales, ganaba al pueblo y removía obscuramente
-a millares de miserables. La vanguardia de su ejército amenazador
-desfilaba bajo la ventana de Tolstoi, en Yasnaia Poliana. Tres
-narraciones, publicadas en el _Mercure de France_[802], y que se
-cuentan entre las últimas páginas escritas por Tolstoi, dejan entrever
-el dolor y la inquietud que este espectáculo arrojaba en su espíritu.
-¿Dónde quedó el tiempo en el cual, por la campiña de Tula, pasaban
-los peregrinos, sencillos de espíritu y piadosos? Ahora, era una
-invasión de vagabundos hambrientos, que aumentaba cada día. Tolstoi,
-que conversaba con ellos, estaba sorprendido del odio que los animaba:
-ya no veían, como en otro tiempo, en los ricos, a “gentes que hacen
-la salud de sus almas, distribuyéndoles limosnas, sino a bandidos, a
-bandoleros que beben la sangre del pueblo trabajador”. Muchos de ellos
-son gentes instruidas, arruinadas, a dos dedos de la desesperación que
-hace al hombre capaz de todo.
-
-_Ya no es en los desiertos y los bosques, sino en los antros de las
-ciudades y en los grandes caminos donde se levantan los bárbaros que
-harán de la civilización moderna lo que los hunos y los vándalos
-hicieron de la antigua._
-
-Así hablaba Henry George; y Tolstoi agrega:
-
-_Los vándalos están ya prestos en Rusia, y serán particularmente
-terribles entre nuestro pueblo, profundamente religioso, porque
-nosotros no conocemos los frenos de las conveniencias y de la opinión
-pública, que tan desarrolladas están entre los pueblos europeos._
-
-Tolstoi recibía frecuentemente cartas de estos rebeldes, protestando
-contra sus doctrinas de la no-resistencia, y diciendo que a todo el
-mal que los gobernantes y los ricos hacían al pueblo sólo se podía
-responder: ¡venganza! ¡venganza! ¡venganza! ¿Los condenaba aún Tolstoi?
-Se ignora. Pero cuando veía, algunos días después, en su aldea,
-despojar a los pobres, que lloraban, del “samovar y de las ovejas”,
-delante de las autoridades indiferentes, sentía la necesidad, él
-también, de lanzar el grito de venganza contra los verdugos, contra
-“estos ministros y sus acólitos, que están entregados al comercio de
-aguardientes, o a enseñar a los hombres a asesinar, o a pronunciar
-sentencias de deportación, de presidio, trabajos forzados o de horca;
-estas gentes, perfectamente convencidas de que los ‘samovares’,
-las ovejas, los becerros, las telas que se quita a los miserables,
-encuentran su mejor empleo en la destilación del aguardiente que
-envenena al pueblo, en la fabricación de las armas asesinas, en
-la construcción de prisiones, de mazmorras, y sobre todo en la
-distribución de sueldos entre ellos y sus ayudantes”.
-
-Estaba triste, cuando había vivido toda su vida en la espera y
-anunciando el reinado del amor, de tener que cerrar los ojos entre esas
-visiones amenazadoras, sintiendo inquietud por ellas. Más todavía:
-cuando se tiene la verídica conciencia de un Tolstoi, debía confesarse
-que realmente no había puesto de acuerdo su vida con sus principios.
-
-Tocamos, en esta parte, al punto más doloroso de sus últimos años
-(¿será necesario decir, de sus últimos treinta años?), y apenas nos
-está permitido rozarles con una mano piadosa y tímida, porque este
-dolor, para el cual se esforzó Tolstoi en guardar secreto, no pertenece
-solamente a quien ha muerto, sino también a los que viven, que él amó y
-que lo amaban.
-
-No había llegado a comunicar su fe a aquéllos que le eran más amados,
-su mujer y sus hijos. Se ha visto que la fiel compañera, que compartía
-valientemente con él su vida y sus trabajos artísticos, sufría al mirar
-cómo había renegado de su fe en el arte por otra fe moral, que ella no
-comprendía. Tolstoi no dejaba de sufrir, sintiéndose incomprendido de
-su mejor amiga.
-
-_Siento en todo mi ser_, escribía a Teneromo, _la verdad de estas
-palabras: que el marido y la mujer no son seres distintos, pero tampoco
-forman uno solo... Querría ardientemente poder transmitir a mi mujer
-una parte de esta conciencia religiosa, que me da la posibilidad de
-poder elevarme frecuentemente por encima de los dolores de la vida.
-Espero que a ella le será transmitida, no por mí, sin duda, pero sí
-por Dios, aun cuando esta conciencia no sea nada accesible a las
-mujeres_[803].
-
-No parece que este voto haya sido escuchado. La condesa Tolstoi
-admiraba y amaba la pureza de corazón, el cándido heroísmo, la bondad
-de la gran alma “que formaba una” con ella; advertía que él “marchaba
-delante de la multitud y mostraba el camino que debían seguir los
-hombres”[804]; cuando el Santo Sínodo lo excomulgó, tomó valientemente
-su defensa y reclamó su parte en el peligro que lo amenazaba; pero ella
-no podía imponerse el creer lo que no creía; y Tolstoi era demasiado
-sincero para obligarla a fingir, él, que odiaba toda simulación en la
-fe y en el amor[805]. ¿Cómo hubiera podido obligarla, no creyendo, a
-que modificase su vida y sacrificase su fortuna y la de sus hijos?
-
-Con sus hijos, el desacuerdo era todavía mayor. A Leroy Beaulieu, que
-vió a Tolstoi en familia, en Yasnaia Poliana, dice que “en la mesa,
-cuando el padre hablaba, los hijos disimulaban mal su tedio y su
-incredulidad”[806]. Su fe apenas había tocado a sus tres hijas, de las
-cuales una, María, había muerto. Estaba moralmente aislado entre los
-suyos: “con él no estaban más que su última hija y su médico”[807],
-para comprenderlo.
-
-Sufría con este alejamiento de pensamiento, sufría por las relaciones
-mundanas que le eran impuestas, con los huéspedes enojosos, llegados
-del mundo entero, visitas de americanos y de “snobs” que lo aburrían;
-sufría el “lujo” en que su familia lo obligaba a vivir; modesto lujo,
-si se ha de creer a quienes lo vieron en su humilde casa, en medio
-de un moblaje casi austero, en su pequeña alcoba ¡con una cama de
-fierro, pobres sillas y muros desnudos! Pero estas comodidades le
-pesaban y eran para él un perpetuo remordimiento. En la segunda de las
-narraciones publicadas por el _Mercure de France_, amargamente opone al
-espectáculo de la miseria que lo rodeaba el del lujo de su propia casa.
-
-_Mi actividad_, escribía ya en 1903, _por útil que pueda parecer a
-algunos hombres, pierde la mayor parte de su importancia, porque mi
-vida no está enteramente de acuerdo con las ideas que yo profeso_[808].
-
-¡No pudo alcanzar este acuerdo! No podía obligar a los suyos a
-separarse del mundo, a menos que se hubiera separado de ellos y de su
-vida, para evitar así los sarcasmos y el reproche de la hipocresía que
-le lanzaron sus enemigos, felices de ampararse con el ejemplo para
-negar la doctrina.
-
-En ello había pensado él; desde hacía largo tiempo, su resolución
-estaba tomada. Se ha encontrado y publicado recientemente[809] una
-admirable carta que el 8 de julio de 1897 escribió a su mujer, y que
-será necesario reproducir casi por entero, porque nada descubre mejor
-el secreto de esta alma amante y atormentada:
-
-_Desde hace largo tiempo, amada Sofía, sufro por el desacuerdo que
-hay entre mi vida y mis creencias. No puedo obligaros a cambiar ni
-vuestra vida ni vuestras costumbres; no he podido tampoco abandonaros
-hasta hoy, porque pensaba que, por mi alejamiento, privaría a nuestros
-hijos, todavía muy jóvenes, de esta pequeña influencia que podría
-tener sobre ellos, y porque a todos os causaría yo mucho dolor. Pero
-no puedo continuar viviendo como he vivido durante estos últimos
-dieciséis años[810], ora luchando contra vosotros y provocando vuestra
-irritación, ora sucumbiendo yo mismo a los influjos y seducciones a
-que estoy habituado y que me rodean. He resuelto hacer ahora lo que
-quería hace mucho tiempo: marcharme... Como los hindús, que, cuando
-han llegado a los sesenta años, se van a un bosque, como cada hombre
-viejo y religioso que desea consagrar los últimos años de su vida a
-Dios y no a las bromas, a los juegos de palabras, a las habladurías,
-al “lawn-tennis”; así también yo, que he llegado a los setenta años,
-deseo con todas las fuerzas de mi alma la paz, la soledad y, si no
-una armonía completa, por lo menos no este desacuerdo que clama entre
-mi vida toda y mi conciencia. Si hubiera partido abiertamente, habría
-habido súplicas, discusiones, y yo habría cedido y tal vez no llevado
-a cabo mi resolución, cuando debe ser cumplida. Os suplico por tanto
-que me perdonéis, si este acto mío os entristece. Y tú principalmente,
-Sofía, déjame partir, no me busques, no te disgustes ni me censures.
-El hecho de que te haya abandonado no prueba que tenga yo motivos de
-queja contra ti... Sé que tú no podías, que no podías ver ni pensar
-como yo, y por esto no has podido cambiar tu vida y hacer un sacrificio
-a lo que no reconocías. Por eso no te censuro; antes por el contrario,
-me acuerdo con amor y gratitud de los treinta y cinco años largos
-de nuestra vida común, y principalmente de la primera mitad de este
-tiempo, cuando con el valor y la consagración de tu naturaleza de madre
-soportabas valientemente lo que considerabas tu misión. Me has dado a
-mí y al mundo cuanto nos podías dar. Has prodigado tu amor maternal
-y hecho grandes sacrificios... Pero, en el último período de nuestra
-vida, en los últimos quince años, nuestros caminos se han separado. No
-puedo creer que yo sea culpable de ello; sé que si he cambiado, no ha
-sido por mi gusto, ni por el mundo sino porque no podía obrar de otra
-manera. No puedo acusarte de no haberme seguido, y te doy gracias y
-me acordaré siempre con amor de cuanto me has dado. Adiós, mi querida
-Sofía. Te amo._
-
-“_El hecho de que te haya abandonado_”...Y no la abandonó ¡Pobre carta!
-Parece que le fué bastante escribirla, para que su resolución quedase
-cumplida... Cuando la hubo escrito había ya agotado toda la fuerza
-de su resolución. “_Si hubiera partido abiertamente, habría habido
-súplicas, habría cedido_”... No hubo necesidad de “_súplicas_”, ni de
-“_discusiones_:” le bastó mirar, un momento después, a quienes iba
-a abandonar, y sintió que no podía, que no podía abandonarlos; y la
-carta, que llevaba en el bolsillo, la guardó en un mueble, con esta
-indicación:
-
-_Entregar esto, después de mi muerte, a mi esposa Sofía Andreievna._
-
-Y a esto se redujo su proyecto de evasión. ¿Era ésa toda su fuerza? ¿No
-era capaz de sacrificar sus ternuras a su Dios? En verdad, no faltan en
-los fastos cristianos santos de más firme corazón, que nunca vacilaron
-para aplastar resueltamente bajo sus pies sus afecciones y las de los
-demás... ¿Qué hacer? Él no era como esos santos: era débil, era hombre;
-y por eso nosotros lo amamos.
-
-Más de quince años antes, en una página de un dolor desgarrador, se
-preguntaba a sí mismo:
-
-_¿Y bien, León Tolstoi, vives según los principios que predicas?_
-
-Y se respondía abrumado:
-
-_Muero de vergüenza; soy culpable, merezco el desprecio... Sin embargo,
-comparad mi vida de otro tiempo con la de ahora, y veréis que trato
-de vivir según la ley de Dios. No he hecho la milésima parte de lo
-que es necesario hacer, y por eso estoy confuso; pero no lo he hecho,
-no porque no lo haya deseado, sino porque no he podido hacerlo...
-Acusadme, pero no acuséis a la senda que yo sigo. Si conozco el
-camino que conduce a mi casa, y lo sigo titubeando, como un hombre
-ebrio ¿querrá esto decir que el camino sea malo? Indicadme otro, o
-sostenedme en el verdadero camino, como estoy yo pronto a sosteneros;
-pero no me rechacéis, ni os regocijéis con mi desventura; no gritéis
-con transporte de alegría: “¡Mirad: dice que va a su casa y cae en el
-fangal!” ¡No: no os regocijéis, ayudadme, sostenedme!... ¡Ayudadme! Mi
-corazón se desgarra de desesperación porque todos nos hemos extraviado,
-y cuando hago toda suerte de esfuerzos por salir, vosotros, cada vez
-que me aparto, en lugar de tener compasión, me señaláis con el dedo,
-gritando: “¡Ved cómo cae con nosotros en el fango!”_[811].
-
-Más cercano a la muerte, repetía:
-
-_No soy un santo, ni nunca me he ofrecido por tal. Soy un hombre que
-se deja arrastrar, y que a veces no dice todo lo que piensa y siente;
-no porque no lo desea, sino porque no lo puede, porque frecuentemente
-le sucede que exagera o que se equivoca. En mis acciones esto es aún
-peor. Soy de hecho un hombre débil, con hábitos viciosos, que anhela
-servir al Dios de la verdad, pero que tropieza constantemente. Si se me
-tiene por un hombre que no puede equivocarse, cada una de mis faltas
-debe parecer una mentira o una hipocresía; pero si se me tiene por
-un hombre débil, apareceré entonces como soy en realidad: un ser que
-inspira lástima, pero sincero, que constantemente y con toda su alma
-ha deseado y desea aún llegar a ser un hombre bueno, un buen servidor
-de Dios._
-
-Así permaneció, perseguido por el remordimiento, perseguido por el
-reproche mudo de los discípulos más enérgicos y menos humanos que
-él[812], desgarrado por su debilidad y su indecisión, dividido entre
-el amor a los suyos y el amor a Dios, hasta que un día un golpe de
-desesperación, y tal vez el soplo abrasador de fiebre que se levanta
-cuando se aproxima la muerte, lo arrojaron fuera de su casa, a los
-caminos, errante, fugitivo, llamando a las puertas de un convento para
-seguir luego su carrera, cayendo al fin en el camino, en un obscuro
-lugar, para ya no volver a levantarse[813]. Y en su lecho de muerte
-lloraba, no por sí mismo, sino por los desventurados, mientras decía en
-medio de sollozos:
-
-_Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren ¿por qué estáis
-aquí, todos, para ocuparos solamente de mí?_
-
-Y entonces llegó--era el domingo 20 de noviembre de 1910, poco después
-de las seis de la mañana,--“la liberación”, como él la llamaba, “la
-muerte, la muerte bendita...”.
-
-
- CONCLUYE LA LUCHA
-
-La lucha había terminado, lucha de ochenta y dos años para la cual
-había sido campo esta vida. Trágico y glorioso combate en que tomaron
-parte todas las fuerzas de la vida, todos los vicios y todas las
-virtudes. Todos los vicios menos uno, la mentira, que persiguió sin
-cesar y atacó hasta en sus últimos refugios.
-
-En primer término, la libertad embriagada, las pasiones que entrechocan
-en la noche tempestuosa, que iluminan, de trecho en trecho, con
-deslumbradores relámpagos, crisis de amor y de éxtasis, visiones del
-Eterno. Años del Cáucaso, de Sebastopol, años de juventud tumultuosa
-e inquieta. Luego, la gran tranquilidad de los primeros años del
-matrimonio. La felicidad del amor, del arte, de la naturaleza,--_La
-Guerra y la Paz_. El pleno día del genio, que abarca todo el horizonte
-humano y el espectáculo de estas luchas, que para el alma pertenecen ya
-a lo pasado. Las domina, es el amo de ellas, y ya no le bastan. Como
-el príncipe Andrés, tiene los ojos vueltos hacia el cielo inmenso que
-luce por encima de Austerlitz. Este cielo lo atrae:
-
-_Hay hombres de alas potentes, a quienes la voluptuosidad hace
-descender en medio de la multitud, donde sus alas se rompen: yo,
-por ejemplo. Después, baten sus alas rotas, remontan el vuelo
-vigorosamente, y de nuevo caen. Las alas serán curadas: y volaré muy
-alto. ¡Que Dios me ayude!_[814]
-
-Estas palabras fueron escritas en medio de la más terrible tempestad,
-cuyo recuerdo y eco son las _Confesiones_. Tolstoi fué arrojado más
-de una vez por el suelo, destrozadas las alas. Y siempre se obstinó;
-volvió a levantarse; y he aquí que flota en “el cielo inmenso y
-profundo” con sus dos grandes alas, que son una la razón y otra la
-fe. Pero no encontró la calma que buscaba, porque el cielo no está
-fuera de nosotros, el cielo está en nosotros. Allá Tolstoi respira
-sus tempestades de pasiones; y se distingue por eso de los apóstoles
-que renuncian, pues pone en su renunciación el mismo ardor que ponía
-en vivir. Y es siempre la fe a la que abraza, con una violencia de
-amante; está “loco de vida”; está “ebrio de vida”; no puede vivir sin
-esa embriaguez[815]. Embriagado de felicidad y de desventura, a la
-vez; embriagado de la muerte y de la inmortalidad[816]. Su renunciación
-a la vida individual no es más que un grito de pasión exaltada hacia
-la vida eterna. No; la paz que alcanzó, la paz del alma que él
-invocaba no es la de la muerte; es la de esos mundos inflamados que
-gravitan en el espacio infinito. En él la cólera es calma[817] y la
-calma es ardiente. La fe le ha dado armas nuevas para recomenzar, más
-implacable, el combate que desde sus primeras obras no cesó de librar
-contra las mentiras de la sociedad moderna. No se detiene ya en algunos
-tipos de novelas, sino que ataca a los grandes ídolos: hipocresías de
-la religión, del Estado, de la ciencia, del arte, del liberalismo,
-del socialismo, de la instrucción popular, de la beneficencia, del
-pacifismo,[818]... Los abofetea, se encarniza contra ellos.
-
-El mundo contempla, de lejos en lejos, la aparición de esos grandes
-espíritus rebeldes que, como Juan el Precursor, lanzan anatemas contra
-una civilización corrompida. La última de esas apariciones había sido
-Rousseau. Por su amor a la Naturaleza[819], por su odio a la sociedad
-moderna, por su celo de independencia, por su fervor de adoración al
-Evangelio y la moral cristiana, Rousseau anuncia a Tolstoi, que se
-juzga continuador de aquél:
-
-“Algunas de sus páginas me llegan al corazón, decía, y creo que yo las
-habría escrito”[820].
-
-Pero ¡cuánta diferencia entre las dos almas, y cómo la de Tolstoi
-es más puramente cristiana! ¡Qué falta de humildad, qué arrogancia
-farisaica, la de este grito insolente de las Confesiones del ginebrino!:
-
-_¡Ser Eterno! Que uno solo te diga, si osa decirlo: ¡fuí mejor que este
-hombre!_
-
-O en este reto al mundo:
-
-_Declaro arrogantemente y sin temor: quienquiera que me crea un hombre
-deshonesto, es él mismo un hombre que merece ser ahorcado._
-
-Tolstoi lloraba lágrimas de sangre sobre los “crímenes” de su vida
-pasada:
-
-_Sufro las torturas del infierno. Recuerdo toda mi cobardía pasada,
-y estos recuerdos no me abandonan, me envenenan la vida. Se lamenta
-de ordinario que no se conserven recuerdos después de la muerte ¡Qué
-felicidad que así sea! ¡Cuál sufrimiento sería, si, en esa otra vida,
-me acordase de todo el mal que he cometido aquí abajo!_[821]...
-
-No es él quien hubiera escrito sus _Confesiones_, como Rousseau, porque
-decía éste, “sintiendo que el bien sobrepasaba el mal, tenía yo interés
-en decirlo todo”[822]. Tolstoi, después de haber ensayado, renuncia a
-escribir sus _Memorias_: la pluma se le cae de las manos; no quiere ser
-objeto de escándalo para quienes lo habrán de leer:
-
-_Las gentes dirán: ¡Ved a este hombre que muchos colocan a tanta
-altura! ¡Y qué cobarde era! Luego, a nosotros, simples mortales, es
-Dios mismo quien nos ordena que seamos cobardes_[823].
-
-Nunca conoció Rousseau el bello pudor moral de la fe cristiana,
-la humildad que da al viejo Tolstoi un candor inefable. Detrás de
-Rousseau--encuadrando la estatura de la isla de los Cisnes--se ve la
-Roma de Calvino. En Tolstoi, encuentra uno a los peregrinos, a los
-inocentes, cuyas ingenuas confesiones y cuyas lágrimas habían conmovido
-su infancia.
-
-Pero mucho más aún que la lucha contra el mundo, que le es común con
-Rousseau, otra lucha llena los treinta últimos años de la vida de
-Tolstoi, un magnífico combate entre las dos más altas potencias de su
-alma: la Verdad y el Amor.
-
-La Verdad (“esta mirada que va derecho a las almas”), la luz penetrante
-de estos ojos grises que os traspasan... Era su fe más antigua, la
-reina de su arte.
-
-_La heroína de mis escritos, la que yo amo con todas las fuerzas de mi
-alma, la que fué, es y será siempre bella, es la verdad_[824].
-
-La verdad, único despojo que aún flotaba del naufragio, después de la
-muerte de su hermano[825]. La verdad, eje de su vida, roca en medio de
-la mar...
-
-Pero bien pronto, la “horrible verdad”[826] no le bastará, porque el
-Amor la había suplantado. Era la fuente viva de su infancia, “el estado
-natural de su alma”[827]. Cuando sobrevino la crisis moral de 1880, no
-abdicó de la verdad y la abrió al amor[828].
-
-El amor es “la base de la energía”[829]. El amor es “la razón de
-vivir”, la única, con la belleza[830]. El amor es la esencia del
-Tolstoi madurado por la vida, del autor de _La Guerra y la Paz_ y de la
-carta al Santo Sínodo[831].
-
-Esta penetración de la verdad por el amor forma el precio único de
-las obras maestras que escribió, al mediar su vida--_nel mezzo del
-cammin_--y que distingue su realismo del realismo de Flaubert. Éste
-pone su fuerza en no amar a sus personajes; y por grande que así sea,
-le falta el _¡Fiat lux!_
-
-La luz del sol no es suficiente, se necesita la del corazón. El
-realismo de Tolstoi se encarna en cada uno de los seres, y, viéndolos
-con sus ojos, encuentra, aun en el más vil, razones para amarlo y para
-hacernos sentir la cadena fraternal que nos une a todos[832]. Por el
-amor penetra hasta las raíces de la vida.
-
-Mas es difícil mantener esta unión. Hay horas en que el espectáculo de
-la vida y de sus dolores es tan amargo que parece un reto al amor, y
-que, para salvarlo, para salvar su fe, está uno obligado a levantarla
-tan alto por encima del mundo, que corre peligro de perder con él todo
-contacto. ¿Y qué hará quien ha recibido de la suerte el don soberbio y
-fatal de ver la verdad y no poder dejar de verla? ¡Quién dirá lo que
-Tolstoi sufrió con el continuo desacuerdo de sus últimos años, entre
-sus ojos despiadados que veían el horror de la realidad, y su corazón
-apasionado que insistía en esperar y afirmar el amor!
-
-Todos nosotros hemos conocido estos trágicos debates. ¡Cuántas veces
-nosotros mismos nos hemos encontrado en la alternativa de no ver o de
-odiar! ¡Y cuántas veces un artista--un artista digno de este nombre,
-un escritor que conozca el poder espléndido y temible de la palabra
-escrita--se siente oprimido de angustia cuando llega el momento en
-que tenga que escribir tal o cual verdad![833]. Esta verdad sana y
-viril, necesaria en medio de las mentiras modernas, mentiras de la
-civilización, esta verdad vital, podría decirse, como el aire que
-respiramos... Y después se advierte que este aire ¡cuántos pulmones
-no pueden soportarlo! ¡cuántos seres debilitados por la civilización,
-o simplemente débiles por la bondad de sus corazones! ¿Será preciso,
-pues, no tenerlos para nada en cuenta, y arrojarles implacablemente
-esta verdad que mata? ¿No hay, por encima de todo, una verdad que,
-como dice Tolstoi, “está abierta al amor”? ¡Pero qué! ¿es posible,
-sin embargo, consentir en arrullar a los hombres con mentiras
-consoladoras, como Peer Gynt arrullaba, con sus cuentos, a su vieja
-madre moribunda?... La sociedad se encuentra continuamente enfrente de
-este dilema: la verdad o el amor. De ordinario resuelve sacrificando a
-la vez la verdad y el amor.
-
-Nunca Tolstoi traicionó alguna de sus dos creencias. En sus obras de
-la madurez, el amor es antorcha de la verdad. En las obras de sus
-últimos tiempos, es una luz de lo alto, un rayo de la gracia que
-desciende sobre la vida, pero que no se mezcla con ella, como se
-ha visto en _Resurrección_, donde la fe domina a la realidad, que
-permanece exterior a ella. Aun el mismo pueblo que pinta Tolstoi como
-muy débil y mediocre, cada vez que mira a las figuras aisladamente,
-toma, desde el momento que piensa en él de una manera abstracta, una
-santidad divina[834]. En su vida de todos los días se acusaba el
-mismo desacuerdo que en su arte, y aun más cruelmente. Bien sabía
-lo que el amor reclamaba de él, pero obraba de otro modo; no vivía
-según Dios, vivía de acuerdo con el mundo. Y ¿el amor mismo, dónde
-encontrarlo? ¿Cómo distinguir entre sus rostros diversos y sus
-órdenes contradictorias? ¿Era el amor a su familia, o el amor a todos
-los hombres?... Hasta los últimos instantes se debatió entre estas
-alternativas.
-
-¿Dónde está la solución? Él no la encontró. Dejemos a los intelectuales
-orgullosos el derecho de juzgarlo con desdén. Ciertamente, ellos
-la han encontrado, ellos que poseen la verdad y que en ella con
-seguridad se apoyan. Para estos intelectuales, Tolstoi era un débil y
-un sentimental, cuya vida no puede ofrecerse de ejemplo. Y sin duda, no
-es un ejemplo que puedan seguir: no saben ellos vivir suficientemente.
-Tolstoi no pertenecía a la “élite” vanidosa, no era de ninguna iglesia,
-ni de la de los _escribas_, como los llamaba él mismo, ni de la de
-los _fariseos_, de la una o de la otra fe. Es el tipo más alto del
-cristiano libre, que se esfuerza, durante toda su vida, hacia un ideal
-que siempre se halla más lejano[835].
-
-No habla Tolstoi para los privilegiados del pensamiento, habla para
-los hombres ordinarios, _hominibus bonae voluntatis_. Es nuestra
-conciencia. Dice lo que todos nosotros pensamos, almas medianas, y lo
-que nosotros tememos leer en nosotros mismos; no es para nosotros un
-maestro pleno de orgullo, uno de esos genios arrogantes que reinan
-en su arte y su inteligencia por encima de la humanidad. Es “nuestro
-hermano”, como gustaba de llamarse a sí mismo en sus cartas, con el
-nombre más bello y más dulce de todos.
-
- Enero de 1911.
-
-
- NOTAS:
-
-[518] Salvo algunas interrupciones, principalmente una bastante larga
-entre 1865 y 1878.
-
-[519] En su notable biografía de _León Tolstoi: Vida y Obra, Memorias,
-Recuerdos, Cartas, Fragmentos del Diario íntimo, Notas y Documentos
-biográficos_, reunidos, coordinados y anotados por P. Birukov,
-revisados por León Tolstoi y traducidos del manuscrito por J. W.
-Bienstock. Esta publicación, comenzada en 1905, no se ha terminado aún.
-Tres volúmenes han aparecido, y el tercero llega al año de 1884. Es
-la recopilación de documentos más importantes sobre la vida y obra de
-Tolstoi y de ella he tomado abundantes datos.
-
-[520] Tomó parte también en las campañas napoleónicas, y estuvo
-prisionero en Francia durante los años de 1814 y 1815.
-
-[521] _Infancia_, Capítulo II. (Tomo I de las _Obras completas de León
-Tolstoi_, traducidas por J. W. Bienstock).
-
-[522] _Infancia_, Capítulo XXVII.
-
-[523] Yasnaia Poliana, cuyo nombre significa la “Clara claridad”, es
-una pequeña aldea situada al Sur de Moscú, a pocas leguas de Tula, “en
-una de las provincias rusas más agrícolas. Las dos grandes regiones de
-Rusia--dice M. A. Leroy-Beaulieu--la región de los bosques y la de las
-tierras de cultivo, allí se tocan y se confunden. En sus alrededores
-no se encuentran ni finlandeses, ni tártaros, ni poloneses, ni judíos,
-ni ukranos. Este país de Tula está en el corazón mismo de Rusia”. (A.
-Leroy-Beaulieu, _León Tolstoi_, Revue des Deux Mondes, 15 de diciembre
-de 1910).
-
-[524] Tolstoi lo retrató en _Ana Karenina_, en la figura del hermano de
-Levine.
-
-[525] Escribió el _Diario de un Cazador_.
-
-[526] En realidad era una parienta lejana. Había amado al padre de
-Tolstoi y había sido amada por él; pero como Sonia, en _La Guerra y la
-Paz_, se había sacrificado.
-
-[527] _Infancia_, Capítulo XII.
-
-[528] ¡No llega a afirmar en sus noticias autobiográficas (fechadas en
-1878), que se acordaba de sus sensaciones cuando lo fajaban en pañales
-y cuando lo bañaban en tina, recién nacido! (Véase los _Primeros
-Recuerdos_. Una traducción francesa fué publicada en el mismo volumen
-que _Amo y Criado_).
-
-[529] _Primeros Recuerdos._
-
-[530] De 1842 a 1847.
-
-[531] Nicolás, cinco años mayor que León, ya había terminado sus
-estudios en 1844.
-
-[532] Amaba las conversaciones sobre cuestiones metafísicas, “tanto
-más, decía, cuanto eran más abstractas y alcanzaban un grado tal de
-obscuridad que, creyendo decirse lo que se piensa, se dicen cosas muy
-distintas”. (_Adolescencia_, XXVII).
-
-[533] _Adolescencia_, XIX.
-
-[534] Sobre todo en sus primeras obras, en las _Narraciones de
-Sebastopol_.
-
-[535] Era el tiempo en que leía a Voltaire, complacido en su lectura.
-(_Confesiones_, I).
-
-[536] _Confesiones_, I. Traducción de J. W. Bienstock.
-
-[537] _Juventud_, III.
-
-[538] De marzo a abril de 1847.
-
-[539] “Cuanto hace un hombre lo hace por amor propio”, dice Nekhludov
-en _Adolescencia_.--En 1853, escribía Tolstoi en su Diario: “Mi más
-grave defecto es el orgullo. Un amor propio inmenso, irrazonable... Soy
-tan ambicioso que si tuviera que escoger entre la gloria y la virtud
-(que tanto amo), creo que seguramente me quedaría con la primera”.
-
-[540] “Quería que todos me conociesen y me amasen; deseaba que sólo
-al escuchar mi nombre todos se llenaran de admiración y me dieran
-gracias”. (_Juventud_, III).
-
-[541] Según un retrato de 1848, cuando tenía 20 años (reproducido en el
-primer volumen de _Vida y Obra)_.
-
-[542] “Me imaginaba que no había felicidad posible sobre la tierra
-para un hombre que tenía, como yo, la nariz tan grande, los labios tan
-gruesos y los ojos tan pequeños”. (_Infancia_, XVII). Habla además con
-desolación de “este rostro sin expresión, de rasgos flojos, blandos,
-indecisos, sin nobleza, que recuerdan a los simples mujiks; y estas
-manos y estos pies tan grandes”. (_Juventud_, I).
-
-[543] “Dividía yo a la humanidad en tres clases: los hombres elegantes,
-los únicos dignos de estimación; los hombros no elegantes, dignos de
-desprecio y de odio; y la plebe. Esta no existía”. (_Juventud_, XXXI).
-
-[544] Principalmente durante una estancia en San Petersburgo, en
-1847-48.
-
-[545] _Adolescencia_, XXVII.
-
-[546] Conversaciones con Paul Boyer, (_Le Temps_, 28 de agosto de 1901).
-
-[547] Nekhludov figura también en _Adolescencia_ y en _Juventud_
-(1854): en _Un encuentro en el destacamento_ (1856): en el _Diario de
-un Marcador_ (1856): en _Lucerna_ (1857), y en _Resurrección_ (1899).
-Debe advertirse que este nombre designa a personajes muy diferentes.
-Tolstoi no trató de conservarle el mismo aspecto físico, y Nekhludov
-se mata al final del _Diario de un Marcador_. Muestra las diversas
-encarnaciones de Tolstoi, en todo lo que tenía de mejor y de peor.
-
-[548] _La Mañana de un Señor._ Tomo II de las _Obras Completas_,
-traducción de J. W. Bienstock.
-
-[549] Es contemporánea de las narraciones de _Infancia_.
-
-[550] El 11 de junio de 1851, en el campo fortificado de Stari-Iurt en
-el Cáucaso.
-
-[551] _Diario_, traducción da J. W. Bienstock.
-
-[552] _Diario_. 2 de julio de 1851.
-
-[553] Carta a su tía Tatiana, en enero de 1852.
-
-[554] Un retrato de 1851 deja ver ya el cambio que se realiza en su
-alma. La cabeza erguida, el semblante se anima, las cavidades de los
-ojos son menos sombrías, mientras los ojos conservan todavía su severa
-fijeza, y la boca entreabierta, que sombrea un naciente mostacho, es
-huraña; tiene siempre algo de orgulloso y provocativo, pero mucha más
-juventud.
-
-[555] Las cartas que escribió entonces a su tía Tatiana están llenas
-de efusión y de lágrimas. Se decía _Liova-riova_, León el llorón (6 de
-enero de 1852).
-
-[556] _La Mañana de un Señor_ es fragmento de un proyecto de _Novela
-del propietario ruso_. _Los Cosacos_ son la primera parte de una
-gran novela del Cáucaso. La inmensa _Guerra y Paz_ no era, en el
-pensamiento del autor, más que una especie de preámbulo de una epopeya
-contemporánea, de la cual los _Decembristas_ debían constituir la parte
-central.
-
-[557] El peregrino Gricha, o la muerte de la madre.
-
-[558] En una carta a Birukov.
-
-[559] _La Mañana de un Señor_ no fué concluida hasta 1855-56.
-
-[560] _Los dos viejos_, (1885).
-
-[561] _La Incursión_, Tomo III de las _Obras Completas_, traducción de
-J. W. Bienstock.
-
-[562] Tomo III de las _Obras Completas_.
-
-[563] Tomo IV de las _Obras Completas_.
-
-[564] Aun cuando hayan sido terminadas mucho más tarde, en 1860 en
-Hyères (no fueron publicadas sino hasta 1863), la mayor parte de la
-obra es de esta época.
-
-[565] _Los Cosacos._ Tomo III de las _Obras Completas_.
-
-[566] “Tal vez--dice Olenine, enamorado de la joven cosaca,--amo en
-ella a la Naturaleza... Amándola siento que formo parte indivisa de la
-Naturaleza”. A menudo compara a la que ama con la Naturaleza. “Ella es,
-como la Naturaleza, igual, tranquila y taciturna”. Además, relaciona el
-aspecto de las montañas lejanas y el de “esta mujer majestuosa”.
-
-[567] Así también en la carta de Olenine a sus amigos de Rusia.
-
-[568] _Diario._ Traducción de J. W. Bienstock.
-
-[569] Se encuentra asimismo esta manera en _La Tala en el Bosque_
-concluida en la misma época. Por ejemplo: “Hay tres especies de amor:
-1.º, amor estético; 2.º, amor de consagración; 3.º, amor activo, etc.”.
-(_Juventud_). O bien “Hay tres clases de soldados: 1.º, los sumisos;
-2.º, los autoritarios; 3.º, los fanfarrones, que se subdividen al mismo
-tiempo en a, sumisos de sangre fría; b, sumisos obligados; c, sumisos
-borrachos, etc.”. (_La Tala del Bosque_).
-
-[570] _Juventud_, XXXII (Volumen II de las _Obras Completas_).
-
-[571] Enviada a la revista el “Sovremennik”, y publicada inmediatamente.
-
-[572] Tolstoi lo recordó, mucho más tarde, en sus conversaciones con
-su amigo Teneromo. Particularmente ha contado de una crisis de terror
-que le sobrevino una noche que ya estaba acostado, en el “dormitorio”
-cavado en plena trinchera. Se encontrará este _Episodio de la guerra de
-Sebastopol_ en el volumen intitulado los _Revolucionarios_, traducción
-de J. W. Bienstock.
-
-[573] Un poco más tarde, Droujinine amigablemente le pondrá en guardia
-contra este peligro: “Tenéis una tendencia excesiva a la delicadeza del
-análisis. A veces estáis a punto de decir: en fulano, las pantorrillas
-indicaban su deseo de viajar por las Indias... Debéis refrenar esta
-inclinación, pero no ahogarla por nada del mundo”. (Carta de 1856,
-citada por P. Birukov).
-
-[574] Tomo IV de las _Obras Completas_, páginas 82-85.
-
-[575] Que mutiló la censura.
-
-[576] 2 de septiembre de 1855. Traducción de J. W. Bienstock.
-
-[577] “Su amor propio se confundía con su vida; no encontraba otra
-alternativa: ser el primero, o perecer... Deseaba reconocerse superior
-a los hombres con quienes se comparaba”.
-
-[578] En 1889, Tolstoi, al escribir un Prefacio para los _Recuerdos
-de Sebastopol por un oficial de artillería_, de A. J. Erchov, retorna
-con el pensamiento a estas escenas. Todo recuerdo heroico había
-desaparecido en ellas. No recuerda sino es que el miedo duró siete
-meses, el doble miedo: de la muerte y de la vergüenza, horrible tortura
-moral. Todos los triunfos del sitio, para él, se resumían en esto:
-haber sido carne de cañón.
-
-[579] Suarés: _Tolstoi_, Edición de “_La Unión para la Acción Moral_”,
-1899, reeditada en los “_Cuadernos de la Quincena_”, con el título de
-_Tolstoi vivo_.
-
-[580] Turguenef se quejaba, en una conversación, del “estúpido orgullo
-nobiliario de Tolstoi, de sus fanfarronadas de Junker”.
-
-[581] “Un rasgo de mi carácter, bueno o malo, pero que me fué peculiar
-siempre, consiste en que, hasta a pesar mío, me oponía siempre a las
-influencias exteriores epidémicas... Sentía repulsión por la corriente
-general”. (Carta a P. Birukov).
-
-[582] Turguenef.
-
-[583] Grigorovitch.
-
-[584] Eugenio Garchine: _Recuerdos de Turguenef_, 1883. Véase _Vida y
-Obra de Tolstoi_, por Birukov.
-
-[585] La más violenta, que produjo una ruptura decisiva entre ellos,
-tuvo lugar en 1861. Turguenef gustaba de mostrar sus sentimientos
-filantrópicos y hablaba de las obras de beneficencia de que se ocupaba
-su hija, y nada irritaba más a Tolstoi que la caridad mundana.
-
-“Yo creo, dijo, que una muchacha elegantemente vestida que sostiene
-sobre sus rodillas unos harapos sucios y malolientes, representa una
-escena teatral que carece de sinceridad”.
-
-La discusión se acaloró. Turguenef, fuera de sí, amenazó a Tolstoi con
-abofetearlo; y éste exigió una reparación, al momento, en un duelo a
-fusil. Turguenef, que en el acto había lamentado su arrebato, le envió
-una carta de excusas; pero Tolstoi no perdonó aquello nunca. Cerca de
-veinte años después, como se verá adelante, fué él quien pidió perdón,
-en 1878, cuando abjuraba de toda su vida pasada y complacido humillaba
-su orgullo delante de Dios.
-
-[586] _Confesiones._ Tomo XIX de las _Obras Completas_, traducción de
-J. W. Bienstock.
-
-[587] “No había, dice, ninguna diferencia entre nosotros y un asilo de
-alienados. Aun en esta época yo lo sospechaba vagamente; pero, como
-lo hacen todos los locos, trataba de locos a los demás, excepto a mí
-mismo”. _Ibid._
-
-[588] _Confesiones._
-
-[589] _Diario del príncipe D. Nekhludov, Lucerna._ Tomo V de las _Obras
-Completas_.
-
-[590] _Diario del príncipe D. Nekhludov._
-
-[591] En este viaje conoció en Dresden a Auerbach, quien había sido
-su primer inspirador para la instrucción del pueblo; a Froebel, en
-Kissingen; en Londres, a Herzen; y en Bruselas a Proudhon, quien parece
-haberle producido una gran sorpresa.
-
-[592] Sobre todo en 1861 y 1862.
-
-[593] _La Educación y la Cultura._ Véase _Vida y Obra de Tolstoi_. Tomo
-II.
-
-[594] Tolstoi ha expuesto estas teorías en la revista _Yasnaia
-Poliana_, en 1862. (Tomo XIII de las _Obras Completas_).
-
-[595] Tomo IV de las _Obras Completas_.
-
-[596] Tomo V de las _Obras Completas_.
-
-[597] _Ibid._
-
-[598] Tomo VI de las _Obras Completas_.
-
-[599] Discurso acerca de la “_Superioridad del elemento artístico en la
-literatura sobre todas sus corrientes temporales_”.
-
-[600] Le oponía ejemplos de sus mismas obras, como el viejo postillón
-de _Tres Muertos_.
-
-[601] Se advertirá que ya otro hermano de Tolstoi, Dmitri, había muerto
-de tisis en 1856. Tolstoi mismo se creía atacado de esa enfermedad
-en 1856, en 1862 y en 1871. Era, como escribe, en 28 de octubre de
-1852, “de una complexión fuerte, pero débil de salud”. Constantemente
-sufría por enfriamientos, males de la garganta, de los dientes, de los
-ojos, reumatismos. En el Cáucaso, en 1852, debía, “al menos dos días
-por semana, recluirse en su casa”. La enfermedad lo detuvo por varios
-meses, en 1854, en el camino de Silistrie a Sebastopol. En octubre de
-1856 estuvo seriamente enfermo del pecho en Yasnaia Poliana, y en 1862,
-por temor a la tisis fué a ponerse en cura a Samara, por medio del
-“kumis”, entre los baskires, y volvió allá casi anualmente después de
-1870. Su correspondencia con Fet está llena de estas preocupaciones. Y
-tal estado de salud hace comprender mejor su obsesión de la idea de la
-muerte. Más tarde hablaba de la enfermedad como de su mejor amigo:
-
-“Cuando se está enfermo parece que se desciende una cuesta muy suave,
-que, en algún punto, está cerrada por una cortina, ligera cortina de
-tela a un lado de la cual está la vida, y al otro, la muerte. ¡Cuánto
-el estado de enfermedad supera, en valor moral, al estado de salud!
-¡No me habléis de esas gentes que no han estado nunca enfermas! Son
-terribles: las mujeres sobre todo; una mujer saludable no es más que
-una bestia feroz”. (Conversaciones con M. Paul Boyer, “Le Temps”, 27 de
-agosto de 1901).
-
-[602] El 17 de octubre de 1860, carta a Fet. (_Correspondencia
-inédita_, página 27-30).
-
-[603] Escrito en Bruselas, en 1861.
-
-[604] Otro cuento de esta época, un simple relato de viaje, que evoca
-recuerdos personales, _La Tormenta de nieve_, (1856), tiene una gran
-belleza por sus impresiones poéticas y casi musicales. Tolstoi volvió a
-emplear este cuadro, más tarde, para _Amo y Criado_ (1895).
-
-[605] Tomo V de las _Obras Completas_.
-
-[606] Cuando era niño, en un acceso de celos, había hecho caer de un
-balcón a la que debía de llegar a ser Mme. Bers, su pequeña compañera
-de juegos, entonces de nueve años. Ella estuvo por largo tiempo coja.
-
-[607] Véase en _La Felicidad Conyugal_ la declaración de Sergio:
-
-“Suponed a un señor A., un viejo hombre que ha vivido, y una dama B.,
-joven, feliz, que no conoce todavía ni a los hombres ni la vida. Por
-razón de diversas circunstancias de familia él la amaba como a una
-hija, y no pensaba que podría llegar a amarla de otra manera... etc.”.
-
-[608] Acaso ponía también en su obra los recuerdos de una novela de
-amor, bosquejada en Yasnaia Poliana en 1856, con una muchacha muy
-distinta de él, frívola y mundana, a quien acabó por cansar, aunque
-estaban sinceramente enamorados el uno del otro.
-
-[609] De 1857 a 1861.
-
-[610] _Diario_, octubre de 1857, traducción de Bienstock.
-
-[611] Carta a Fet, de 1863. (_Vida y Obra de Tolstoi._)
-
-[612] _Confesiones_, traducción de Bienstock.
-
-[613] “La felicidad de la vida de familia me absorbe por completo”. (5
-de enero de 1863).--“¡Soy tan feliz, tan feliz! ¡La amo tanto!” (8 de
-febrero de 1863.--Véase _Vida y Obra_).
-
-[614] Ella había escrito algunas novelas cortas.
-
-[615] Recopió, se asegura, siete veces _La Guerra y la Paz_.
-
-[616] Inmediatamente después de su matrimonio, Tolstoi suspendió sus
-trabajos pedagógicos, escuelas y revistas.
-
-[617] Tanto como su hermana Tatiana, inteligente y artista, de quien
-amaba mucho Tolstoi el talento y genio musical. Decía Tolstoi: “He
-tomado a Tania (Tatiana), la he fundido con Sonia (Sofía Bers, condesa
-de Tolstoi) y de allí ha salido Natacha”. (Citado por Birukov).
-
-[618] La instalación de Dolly en la casa de campo destartalada; Dolly
-y sus hijos; muchos detalles de tocador; sin hablar ya de algunos
-secretos del alma femenina, que la intuición de un hombre de genio
-acaso no habría bastado a penetrar si una mujer no se los hubiese
-descubierto.
-
-[619] Indicio característico de la intervención sobre el espíritu de
-Tolstoi por el genio creador: su _Diario_ se interrumpió trece años,
-desde el 1.º de noviembre de 1865, en plena composición de _La Guerra y
-la Paz_. El egoísmo artístico hizo callar el monólogo de la conciencia.
-Esta época de creación es también una época de intensa vida física.
-Tolstoi estaba loco por la caza. “En la caza olvido todo...”. (Carta
-de 1864). En una de estas cacerías a caballo se rompió el brazo (en
-septiembre de 1864) y precisamente durante su convalecencia dictó
-las primeras partes de _La Guerra y la Paz._ “Al volver en mí del
-desvanecimiento, me dije: yo soy un artista. Y lo soy, pero un artista
-aislado”. (Carta a Fet de 23 de enero de 1865). Todas sus cartas de
-esta época, escritas a Fet, exultan la alegría creadora. “Miro como
-ensayos de pluma, dice, todo lo que he publicado hasta hoy”. (_Ibid._)
-
-[620] Ya entre las obras que ejercieron influjo sobre él, entre los
-veinte y los treinta y cinco años, Tolstoi señala:
-
-“Goethe, _Hermann_ y _Dorotea_... Influencia muy grande”.
-
-“Homero, _Ilíada_ y _Odisea_ (en ruso)... Influencia muy grande”.
-
-En junio de 1863 anota en su _Diario_:
-
-“Leo a Goethe y numerosas ideas nacen en mí”.
-
-En la primavera de 1865 Tolstoi releyó a Goethe, y cita el _Fausto_,
-“la poesía del pensamiento, la poesía que expresa lo que no puede
-expresar ningún otro arte”.
-
-Más tarde sacrificó a Goethe, como a Shakespeare, a su Dios; pero
-permaneció fiel en su admiración a Homero. En agosto de 1857 leía, con
-igual pasmo, la _Ilíada_ y el _Evangelio_; y, en uno de sus últimos
-libros, el panfleto contra Shakespeare (1903), precisamente opone
-Homero a Shakespeare, como ejemplo de sinceridad, de mesura y de arte
-verdadero.
-
-[621] Las dos primeras partes de _La Guerra y la Paz_ fueron publicadas
-en 1865 y 1866, con el título de _El Año de 1805_.
-
-[622] Tolstoi comenzó la obra en 1863, con los _Decembristas_, de
-que escribió tres fragmentos (publicados en el Tomo IV de las _Obras
-Completas_). Pero advirtió que los cimientos de su edificio no eran
-suficientemente seguros, y cavando más adelante, llegó a la época
-de las guerras napoleónicas y escribió _La Guerra y la Paz_, cuya
-publicación principió en enero de 1865, en el “_Russki Viestnik_”.
-El sexto volumen fué terminado en el otoño de 1869. Entonces Tolstoi
-remontó el curso de la historia, y concibió el proyecto de una novela
-épica sobre Pedro el Grande; y después otra: _Mirovitch_, sobre el
-reinado de las emperatrices del siglo XVIII y sus favoritos. En ella
-trabajó, de 1870 a 1873, acopiando documentos, bosquejando varias
-escenas, pero sus escrúpulos realistas le hicieron renunciar: tenía la
-conciencia de que no llegaría a resucitar de manera verídica el alma
-de estos tiempos tan distantes. Más tarde, en enero de 1876, concibió
-la idea de una nueva novela sobre la época de Nicolás I; después
-volvió a los _Decembristas_ apasionadamente, en 1877, recogiendo
-testimonios de los supervivientes y visitando los lugares de la
-acción. En 1878 escribía a su tía, la condesa A. A. Tolstoi: “¡Es
-esta obra para mí tan importante! No podéis imaginaros cuánto me es
-importante, tan importante como para vos lo es vuestra fe. Quisiera
-decir que más todavía”. (_Correspondencia inédita_, página 9). Pero se
-alejó del asunto en la medida que lo profundizaba; ya su pensamiento
-estaba en otra parte. El 17 de abril de 1879, escribía a Fet: “_¿Los
-Decembristas?_ ¡Dios sabe dónde estarán!... Si me ocupé y escribí de
-ellos, me vanaglorio con la esperanza de que tan sólo el olor de mi
-espíritu sería insoportable para quienes sólo se interesan por los
-hombres, para bien de la humanidad”. (_Ibid._ página 132). En este
-momento de su vida la crisis religiosa había principiado, e iba a
-quemar a todos sus antiguos ídolos.
-
-[623] La primera traducción francesa de _La Guerra y la Paz_, hecha
-en San Petersburgo, data de 1879; pero la primera edición francesa es
-de 1885, en tres volúmenes, de la Casa Hachette. Una nueva traducción
-íntegra, en seis volúmenes, acaba de ser publicada en las _Obras
-Completas_ (Tomo VII-XII).
-
-[624] Pedro Besukhov, que se ha casado con Natacha, será un
-“decembrista”. Ha fundado una sociedad secreta para velar por el
-bien general, una especie de _Tugendbund_; y Natacha se asocia a
-sus proyectos con exaltación. Denissov no comprende una revolución
-pacífica, pero está pronto para una revolución armada. Nicolás Rostov
-ha guardado su lealtad ciega de soldado; él, que decía, después de
-Austerlitz: “Sólo una cosa tenemos que hacer nosotros: cumplir nuestro
-deber, batirnos y no pensar más”. Se irrita contra Pedro, y exclama:
-“¡Mi juramento ante todo! Si se me ordena marchar contra ti con mi
-escuadrón, marcharé y te batiré”. Su esposa, la princesa María, aprueba
-sus ideas. El hijo del príncipe Andrés, el pequeño Nicolás Bolkonsky,
-de quince años de edad, delicado, enfermizo y encantador, de grandes
-ojos, de cabellos de oro, escucha febrilmente la discusión; todo su
-amor es para Pedro y para Natacha; no ama ni a Nicolás ni a María, y
-tiene culto por la memoria de su padre, de quien apenas se acuerda;
-sueña con parecérsele, ser grande, realizar alguna gran hazaña. ¿Cuál?
-¡no lo sabe!... “Digan lo que digan, la haré... Sí, la haré. Él mismo
-me daría su aprobación”. Y la obra concluye en un juego de niño, que
-se mira en la forma de un gran hombre de Plutarco, con su tío Pedro,
-precedido de la gloria y seguido de un ejército. Si los _Decembristas_
-hubieran sido escritos entonces, no hay duda de que el pequeño
-Bolkonsky habría sido uno de los héroes.
-
-[625] He dicho que las dos familias Rostov y Bolkonsky, en _La Guerra
-y la Paz_ recuerdan muchos de los rasgos de las familias paterna y
-materna de Tolstoi. También hemos visto anunciarse en las narraciones
-del Cáucaso y de Sebastopol varios tipos de soldados de _La Guerra y la
-Paz_.
-
-[626] Carta del 2 de febrero de 1868, citada por Birukov.
-
-[627] Particularmente, decía, el del príncipe Andrés, en la primera
-parte.
-
-[628] Es de lamentarse que la belleza de la concepción poética esté
-algunas veces opacada por las charlas filosóficas, con las cuales
-Tolstoi recarga su obra, sobre todo en la última parte. Trata de
-exponer su teoría de la fatalidad de la historia, y el mal está en
-que se vuelve a esta teoría sin cesar y se repite obstinadamente.
-Flaubert, que “lanzaba gritos de admiración” mientras leía los dos
-primeros volúmenes, que declaraba “sublimes” y “llenos de cosas
-a lo Shakespeare”, arroja por fastidio el tercer volumen: “rueda
-horriblemente. Se repite, filosofa. Se ve allí al señor, al autor y al
-ruso, en tanto que hasta el segundo volumen no se había visto más que a
-la Naturaleza y a la humanidad”. (Carta a Turguenef de enero de 1880).
-
-[629] La primera traducción francesa de _Ana Karenina_ se publicó en
-dos volúmenes, en 1886, en la casa Hachette. En las _Obras Completas_
-la traducción íntegra ocupa cuatro volúmenes. (Tomo XV-XVIII).
-
-[630] Carta a su esposa (archivos de la condesa Tolstoi), citada por
-Birukov. (_Vida y Obra._)
-
-[631] El recuerdo de esta noche horrible se encuentra en el _Diario de
-un loco_, 1883. (Obras Póstumas).
-
-[632] Cuando está terminando _La Guerra y la Paz_, en el estío de 1869,
-descubre a Schopenhauer, que lo entusiasma: “Schopenhauer es el más
-genial de los hombres”. (Carta a Fet, 30 de agosto de 1869).
-
-[633] Existe aún, dice, entre Homero y sus traductores, la diferencia
-del “agua hervida y destilada y el agua de manantial, fría, hasta
-destemplar los dientes, cristalina, asoleada, que a menudo arrastra
-arenillas, pero que es más pura y más fresca”. (Carta a Fet, en
-diciembre de 1870).
-
-[634] _Correspondencia inédita._
-
-[635] Archivos de la condesa Tolstoi. (_Vida y Obra._)
-
-[636] La novela fué terminada en 1877. Apareció sin el epílogo en el
-_Russki Viestniki_.
-
-[637] La muerte de tres niños (18 de noviembre de 1873, febrero de 1875
-y fines de noviembre de 1875); de la tía Tatiana, su madre adoptiva (el
-20 de junio de 1874), y de la tía Pelagia (22 de diciembre de 1875).
-
-[638] Carta a Fet, de 1.º de marzo de 1876.
-
-[639] “La mujer es la piedra de toque de la carrera de un hombre.
-Difícil es amar a una mujer y no hacer nada bueno; y la única manera
-para no estar constantemente disgustado, inactivo por causa del amor,
-es casarse”. (Traducción Hachette, Tomo I, página 312).
-
-[640] Tomo I, página 86.
-
-[641] Tomo I, página 149.
-
-[642] Lema, al frente del libro.
-
-[643] Adviértase también, en el epílogo, el espíritu netamente hostil a
-la guerra, al nacionalismo y al paneslavismo.
-
-[644] “El mal es lo razonable para el mundo. El sacrificio, el amor, es
-locura”. (II, 344).
-
-[645] Tomo II, 79.
-
-[646] Tomo II, 346.
-
-[647] Tomo II, 358.
-
-[648] “Ahora me entrego de nuevo a la fastidiosa y vulgar _Ana
-Karenina_, con el único deseo de desembarazarme de ella cuanto
-antes...”. (Carta a Fet, 26 de agosto de 1875, _Correspondencia
-inédita_, página 95).
-
-“Me es indispensable terminar la novela que me fastidia”. (_Ibid._, 1.º
-de marzo de 1876).
-
-[649] En las _Confesiones_ (1879). Tomo XIX de las _Obras Completas_.
-
-[650] Hago aquí un resumen de varias páginas de _Confesiones_,
-conservando las expresiones de Tolstoi.
-
-[651] _Ana Karenina_, Cit: “Y Levine, amado, feliz, padre de familia,
-se aleja, el arma en la mano, como si hubiera temido ceder a la
-tentación de poner fin a su suplicio”. (II, 339). Este estado de
-espíritu no era particular a Tolstoi y a sus héroes. Estaba Tolstoi
-sorprendido con el creciente número de suicidios entre las clases
-acomodadas de toda Europa, y principalmente de Rusia; y a ello hace
-alusión a menudo en sus obras de este tiempo. Se diría que pasó sobre
-la Europa de 1880 una gran ola de neurastenia, que barrió a millares
-de seres. Quienes entonces eran adolescentes conservan de esa racha el
-recuerdo, y para ellos, la expresión de Tolstoi sobre esta crisis tiene
-un valor histórico. Escribió la oculta tragedia de una generación.
-
-[652] _Confesiones_, página 67.
-
-[653] Sus retratos de esta época acusan ese carácter popular. Una
-pintura de Kramskoi (1873) representa a Tolstoi en blusa de mujik, la
-cabeza inclinada, con un aire de Cristo alemán. La frente empieza a
-encalvecer hacia las sienes, las mejillas están hundidas y con barba.
-En otro retrato de 1881, tiene aspecto de contramaestre endomingado:
-los cabellos cortos, la barba y los bigotes extendidos, el rostro
-parece más ancho abajo que arriba; las cejas fruncidas, los ojos
-mansos; la nariz, de anchas ventanas como de perro; las orejas enormes.
-
-[654] _Confesiones_, páginas 93-95.
-
-[655] A decir verdad, no era ésta la primera vez. El joven voluntario
-del Cáucaso, el oficial de Sebastopol, Olenine de _Los Cosacos_, el
-príncipe Andrés y Pedro Besukhov en _La Guerra y la Paz_, habían tenido
-visiones semejantes. Pero Tolstoi era tan apasionado que, cada vez que
-encontraba a Dios creía que lo encontraba por la primera vez y que no
-había habido para él antes más que la noche y la nada. En su pasado
-no veía más que sombras y vergüenzas. Nosotros, que conocemos por su
-_Diario_, mejor que él, la historia de su corazón, sabemos cómo este
-corazón fué siempre, aun en sus extravíos, profundamente religioso.
-Por otra parte, él mismo conviene en ello en un pasaje del primer
-Prefacio a la _Crítica de la Teología Dogmática_: “¡Dios mío, Dios
-mío! ¡he errado, he buscado la verdad donde necesitaba buscarla! Yo
-sabía que erraba. Halagaba yo mismo mis malas pasiones, sabiéndolo;
-_pero yo no te olvidaba nunca. Te he sentido siempre cerca, hasta
-cuando me extraviaba_”. La crisis de 1878-79 fué sólo más violenta que
-las otras, acaso por influencia de los duelos repetidos y de la vejez
-que se acercaba; y su única novedad estuvo en que, en lugar de que la
-visión de Dios se desvaneciese sin dejar rastros, después que la llama
-del éxtasis se había extinguido, Tolstoi, advertido por la experiencia
-pasada, se apresuró a “avanzar, en tanto que la luz estuviera con él”
-y a deducir de su fe todo un sistema de vida. No es que no lo hubiera
-intentado antes (recuérdense las _Reglas de Vida_, concebidas cuando
-era estudiante); pero, a los cincuenta años, tenía menos ocasiones de
-dejarse distraer de su camino por las pasiones.
-
-[656] El subtítulo de las _Confesiones_ es: _Introducción a la Crítica
-de a la Teología dogmática y al Examen de la doctrina cristiana._
-
-[657] “Yo, que colocaba la verdad en la unidad del amor, me sorprendí
-de este hecho: que la religión destruía, ella misma, lo que deseaba
-producir”. (_Confesiones_, página 111).
-
-[658] “Y me he convencido de que la enseñanza de la Iglesia es,
-teóricamente, una mentira astuta y perniciosa; prácticamente, un
-compuesto de groseras supersticiones y de hechicerías, bajo el cual
-desaparece absolutamente el sentido de la doctrina cristiana”.
-(_Respuesta al Santo Sínodo_. 4-17 de abril de 1901). Véase también La
-_Iglesia y el Estado_ (1883). El crimen más grande que Tolstoi reprocha
-a la Iglesia en su “alianza impía” con el poder temporal, que la ha
-hecho afirmar la santidad del Estado, la santidad de la violencia, es
-“la unión de los bandoleros con los mentirosos”.
-
-[659] A medida que avanzaba en edad, este sentimiento de la unidad de
-la verdad religiosa a través de la historia humana, y del parentesco
-de Cristo con los otros sabios, desde Buda hasta Kant y Emerson, se
-fué acentuando, al extremo de que Tolstoi se defendía en los últimos
-años, de que tuviera “alguna predilección por el cristianismo”. Muy
-interesante es, en este sentido, una carta escrita en 27 de julio a
-9 de agosto de 1909, al pintor Jan Styka, y recientemente publicada
-en “El Teósofo” de 16 de enero de 1911. Fiel a su costumbre, Tolstoi,
-lleno de la convicción más reciente, tiene la tendencia de olvidar algo
-en exceso, su estado antiguo de alma y el punto de partida de su crisis
-religiosa, que era puramente cristiano:
-
-“La doctrina de Jesús, escribía, no es para mí más que una de las
-bellas doctrinas religiosas que hemos recibido de la antigüedad
-egipcia, judía, hindú, china, griega. Los dos grandes principios de
-Jesús: el amor de Dios, es decir de la perfección absoluta; y el amor
-del prójimo, es decir, de todos los hombres sin distinción, fueron
-predicados por todos los sabios del mundo, Krishna, Buda, Lao-Tsé,
-Confucio, Sócrates, Platón, Epicteto, Marco Aurelio, y entre los
-modernos Rousseau, Pascal, Kant, Emerson, Channing y muchos otros. La
-verdad religiosa y moral está en todas partes y siempre es la misma...
-No tengo ninguna predilección por el cristianismo. Si me he interesado
-particularmente por la doctrina de Jesús, es, primero, porque he nacido
-y he vivido entre los cristianos, y, segundo, porque encontré una gran
-alegría de espíritu en desprender la teoría pura de las sorprendentes
-falsificaciones realizadas por todas las Iglesias”.
-
-[660] Protesta Tolstoi que no ataca a la verdadera ciencia, que es
-modesta y que conoce su límite. (_De la Vida_, capítulo IV. Traducción
-francesa de la condesa Tolstoi).
-
-[661] _Ibid._ Capítulo X.
-
-[662] Tolstoi releyó frecuentemente los _Pensamientos_ de Pascal
-durante el período de crisis que precedió a las _Confesiones_. De ello
-habla en sus cartas a Fet (14 de abril de 1877 y 3 de agosto de 1879);
-y recomendaba a su amigo que los leyera.
-
-[663] En una carta sobre la razón, escrita el 26 de noviembre de 1894
-a la baronesa X... (carta reproducida en el volumen intitulado _Los
-Revolucionarios_, 1906), agrega Tolstoi:
-
-“El hombre ha recibido directamente de Dios un solo instrumento para el
-conocimiento de sí mismo y de sus relaciones con el mundo: y no tiene
-otros. Este instrumento es la razón. La razón nos viene de Dios; es no
-sólo la cualidad superior del hombre, sino también el único instrumento
-de conocimiento de la verdad”.
-
-[664] _De la vida_, capítulo X, XIV-XXI.
-
-[665] _De la Vida_, XXII-XXV. Como con la mayor parte de las citas,
-hago un resumen de varios capítulos en algunas frases características.
-
-[666] Me reservo para estudiar más tarde, cuando haya sido publicada
-la obra completa de Tolstoi, los diversos matices de este pensamiento
-religioso, que ciertamente evolucionó con respecto a varias cuestiones,
-particularmente en lo que toca a la concepción de la vida futura.
-
-[667] Cito la traducción publicada en _Le Temps_ de primero de mayo de
-1901.
-
-[668] “Hasta entonces había pasado toda mi vida fuera de la ciudad...”.
-(_¿Qué debemos hacer?_)
-
-[669] _Ibid._
-
-[670] Tolstoi declaró varias veces su antipatía hacia los “ascetas
-que obran para ellos solos, apartados de sus semejantes”. Los coloca
-en el mismo saco que a los revolucionarios ignorantes y orgullosos,
-“que pretenden hacer el bien a los demás, sin saber lo que a ellos
-mismos les hace falta... Amo con el mismo amor, decía, a los hombres
-de estas dos categorías; pero odio sus doctrinas con el mismo odio. La
-doctrina única es la que ordena una actividad constante, una existencia
-que responda a las necesidades del alma y que trate de realizar la
-felicidad de los otros. Tal es la doctrina cristiana. Igualmente
-alejada del quietismo religioso y de las pretensiones altivas de
-los revolucionarios, que sueñan transformar el mundo sin saber en
-qué consiste la verdadera felicidad”. (Carta a un amigo, publicada
-en el volumen intitulado _Placeres crueles_, 1895. Traducción de
-Halpérine-Kaminsky).
-
-[671] Tomo XXVI de las _Obras Completas_.
-
-[672] Retrato de 1885, en daguerrotipo, reproducido en la edición de
-_¿Qué debemos hacer?_, de las _Obras Completas_.
-
-[673] _¿Qué debemos hacer?_, página 213.
-
-[674] Toda esta primera parte (los quince primeros capítulos), que
-hormigueaba en tipos, fué suprimido por la censura rusa.
-
-[675] “La verdadera causa de la miseria son las riquezas acumuladas
-en manos de quienes nada producen y que se han concentrado en las
-ciudades. Los ricos se han reunido en las ciudades para divertirse
-y para defenderse, y los pobres vienen a ellas a nutrirse con las
-migajas de las riquezas. Es sorprendente que muchos de ellos continúen
-trabajando, y que no se consagren todos a la caza de un medro más
-fácil: comercio, acaparamiento, mendicidad, prostitución, estafas, en
-la delincuencia misma”.
-
-[676] “El eje del mal es la propiedad. La propiedad no es más que
-el medio de disfrutar del trabajo ajeno”. La propiedad, aún agrega
-Tolstoi, es lo que no es de nosotros, sino de los demás. “El hombre
-llama su propiedad a su mujer, sus hijos, sus esclavos, sus bienes;
-pero la realidad le demuestra su error, y debe de renunciar a esa
-propiedad o sufrir y hacer sufrir”. Tolstoi presiente ya la revolución
-rusa: “Desde hace tres o cuatro años, dice, se nos injuria en las
-calles, se nos llama holgazanes. El odio y el desprecio del pueblo
-oprimido aumentan”. (_¿Qué debemos hacer?_, página 419).
-
-[677] El campesino revolucionario Bondarov habría querido que esta ley
-fuese reconocida como una obligación universal. Tolstoi estaba entonces
-bajo su influjo, como también bajo el de otro campesino, Sutaiev.
-“Durante toda mi vida, dos pensadores rusos han ejercido sobre mí una
-gran acción moral, han enriquecido mi pensamiento, me han explicado
-mi propia concepción del mundo: han sido dos campesinos, Sutaiev y
-Bondarev”. (_¿Qué debemos hacer?_, página 404). En el mismo libro
-Tolstoi hace el retrato de Sutaiev, e inserta una conversación con él.
-
-[678] _El Alcohol y el Tabaco._ (Traducción de Halpérine-Kaminsky,
-publicada con el título de _Placeres viciosos_, 1895). El título ruso
-es: _Por qué las gentes se embriagan_.
-
-[679] _Placeres crueles_, 1895. (_Los comedores de carne_, _La Guerra_,
-_La Caza_). Traducción de Halpérine-Kaminsky. Títulos rusos: (de Los
-Comedores de Carne): _El Primer Grado_. _La Guerra_ es un extracto de
-una obra voluminosa. _El Reino de Dios está en nosotros_ (capítulo VI).
-
-[680] Sorprende que Tolstoi haya sufrido tanto para desprenderse de
-ella. En él era una pasión atávica, heredada de su padre. No era
-sentimental y parece que nunca tuvo mucha piedad hacia los animales;
-sus ojos penetrantes apenas se detenían en las miradas, tan elocuentes
-a menudo, de nuestros humildes hermanos, a excepción del caballo, para
-el cual, como gran señor, tuvo predilección siempre. No dejaba de
-tener un fondo de crueldad nativa. Después de narrar la lenta muerte
-de un lobo, al cual había matado, descargándole un garrotazo en el
-nacimiento de la nariz, dice: “Experimentaba un sentimiento voluptuoso,
-al recuerdo de los sufrimientos del animal moribundo”. El remordimiento
-despertó ya tarde.
-
-[681] Estío de 1878. Véase _Vida y Obra_.
-
-[682] 18 de noviembre de 1878. _Ibid._
-
-[683] Noviembre de 1879. _Ibid._ Traducción de Bienstock.
-
-[684] 5 de octubre de 1881. _Vida y Obra._
-
-[685] 14 de octubre de 1881. _Ibid._
-
-[686] Marzo de 1882.
-
-[687] 1882.
-
-[688] 23 de octubre de 1884. _Vida y Obra._
-
-[689] “El pretendido derecho de las mujeres ha nacido y no podía
-nacer sino en una sociedad de hombres que se apartaron de la ley del
-verdadero trabajo. Ninguna mujer de obrero cumplido reclama el derecho
-de compartir con el marido el trabajo en las minas o en los campos.
-Solamente demandan ese trabajo las mujeres que quieren compartir el
-trabajo imaginario de la clase rica”.
-
-[690] Son estas las últimas líneas de _¿Qué debemos hacer?_, y están
-fechadas el 14 de febrero de 1886.
-
-[691] Carta a un amigo, publicada con el título de _Profesión de
-fe_, en el volumen intitulado _Placeres crueles_, 1895. Traducción de
-Halpérine-Kaminsky.
-
-[692] La reconciliación tuvo lugar en la primavera de 1878. Tolstoi
-escribió a Turguenev, pidiéndole perdón y Turguenev vino a Yasnaia
-Poliana en agosto de 1878. Tolstoi le devolvió su visita en julio de
-1881. Todo el mundo se sorprendió con su cambio de maneras, su dulzura,
-su modestia. Estaba “como regenerado”.
-
-[693] Carta a Polonski (citada por Birukov).
-
-[694] Carta escrita en Bougival, el 28 de junio de 1883.
-
-[695] Capítulo XII de la edición rusa. El traductor francés hizo con
-ella la introducción.
-
-[696] Se advertirá que en el reproche que dirige a Tolstoi M. de Vogüé,
-a su vez emplea por propia cuenta las expresiones mismas de Tolstoi:
-“Justamente o por error, decía, y quizá para nuestro castigo hemos
-recibido del cielo este mal necesario y soberbio: el pensamiento...
-Arrojar lejos esta cruz es una rebelión impía” (_La Novela Rusa._,
-1886). Por otra parte, Tolstoi escribía a su tía la condesa A. A.
-Tolstoi, en 1883: “Cada uno debe de cargar su cruz... La mía está en
-el trabajo del pensamiento, malo, orgulloso, lleno de seducciones”.
-(_Correspondencia inédita_, página 4).
-
-[697] _¿Qué debemos hacer?_, página 378-9.
-
-[698] Aun llegará a justificar el sufrimiento, no solamente el
-sufrimiento personal, sino también el de los demás. “Porque en el
-alivio del sufrimiento de los otros está la esencia de la vida
-racional. ¿Cómo, pues, el instrumento de trabajo podría ser un objeto
-de sufrimiento para el trabajador? Es como si el labrador dijese que
-una tierra no labrada es un dolor para él”. (_De la Vida._ Capítulo
-XXXIV-XXXV).
-
-[699] 23 de febrero de 1860. _Correspondencia inédita_, páginas 19-20.
-En esto le desagradaba el arte “melancólico y dispéptico” de Turguenev.
-
-[700] Esta carta del 4 de octubre de 1887, fué publicada en los
-Cuadernos de la Quincena, 1902, y en la _Correspondencia inédita_, 1907.
-
-_¿Qué es el Arte?_ se publicó en 1897-1898; pero en esto pensaba ya
-desde hacía quince años, es decir, desde 1882.
-
-[701] Insistiré sobre este punto a propósito de la _Sonata a Kreutzer_.
-
-[702] Su intolerancia había aumentado desde 1886. En _¿Qué debemos
-hacer?_ no osa siquiera referirse a Beethoven (ni a Shakespeare); antes
-reprochaba a los artistas contemporáneos que osasen ampararse en estos
-hombres. “La actividad de los Galileo, de los Shakespeare, de los
-Beethoven, no tiene nada de común con la de los Tyndall, de los Víctor
-Hugo, de los Wagner. De la misma manera los Santos Padres negarían todo
-parentesco con los Papas” (_¿Qué debemos hacer?_ Página 375).
-
-[703] Y aun quiso marcharse antes de que terminase el primer acto.
-“Para mí la cuestión estaba resuelta; ya no tenía dudas. Nada había
-que esperar de un autor capaz de imaginar escenas como aquéllas. De
-antemano se podía afirmar que no escribía nada que no fuese malo”.
-
-[704] ¡Se sabe que, para hacer una selección de los poetas franceses
-de las escuelas modernas, tuvo esta idea admirable: “copiar, de cada
-volumen, la poesía que se encontrase en la página 28!”
-
-[705] _Shakespeare_, 1903. La obra fué escrita con motivo de un
-artículo de Ernesto Crosby sobre _Shakespeare y la clase obrera_.
-
-[706] Textualmente: “La Novena Sinfonía no une a todos los hombres,
-sino solamente a un pequeño número de ellos, a los cuales separa de los
-demás”.
-
-[707] “Era uno de esos hechos que se producen a menudo, sin atraer la
-atención de nadie, ni interesar, no digo ya al universo, pero ni aun al
-mundo militar francés”...
-
-Y más adelante:
-
-“Será necesario que pasen algunos años antes que los hombres despierten
-de su hipnotismo y comprendan que de ninguna manera podrían saber
-si Dreyfus era culpable o no, y que cada uno tiene otros intereses
-más importantes e inmediatos que el Asunto Dreyfus”. (_Shakespeare_,
-traducción de Bienstock, páginas 116-118).
-
-[708] “_El Rey Lear_ es un drama muy malo, muy negligentemente escrito,
-que no puede inspirar sino disgusto y fastidio”. _Otelo_, por el cual
-Tolstoi muestra algunas simpatías, sin duda porque la obra concuerda
-con sus pensamientos de entonces sobre el matrimonio y sobre los celos,
-“con ser el menos malo de los dramas de Shakespeare, no es más que un
-tejido de palabras enfáticas”. El personaje de Hamlet no tiene ningún
-carácter, “es un fonógrafo del autor, que repite todas sus ideas,
-al hilo”. En cuanto a _La Tempestad_, _Cymbelino_, _Troilus_, etc.,
-Tolstoi no los menciona si no es por su “inepcia”. El único personaje
-de Shakespeare que encuentra natural es el de Falstaff, “precisamente
-porque aquí el lenguaje de Shakespeare, lleno de frías bromas y juegos
-de palabras ineptas, concuerda con el carácter falso, vanidoso y
-libertino de este ebrio repugnante”.
-
-Tolstoi no siempre había pensado así. Entre 1860 y 1870 tenía placer
-en leer a Shakespeare, sobre todo en la época en que tuvo la idea de
-escribir un drama histórico sobre Pedro I. En sus notas de 1869 se ve
-que aún tomaba a _Hamlet_ por modelo y por guía. Después de citar sus
-trabajos concluidos, _La Guerra y la Paz_, que relacionaba con el ideal
-homérico, agregaba Tolstoi: “Hamlet y mis futuros trabajos: poesía del
-novelista en la pintura de caracteres”.
-
-[709] Coloca en “el arte malo” sus “obras de imaginación” (_¿Qué es el
-arte?_). Ni siquiera exceptúa de su condenación del arte moderno sus
-propias obras teatrales, “desnudas de esta concepción religiosa que
-debe formar la base del drama del porvenir”.
-
-[710] Más exactamente: “Es la dirección de la corriente del río”.
-
-[711] Desde 1873 escribía Tolstoi: “Pensad lo que queráis, pero de tal
-manera que cada palabra pueda ser comprendida por el carretero que
-transporta los libros de la imprenta. No es posible escribir nada malo
-en una lengua enteramente clara y sencilla”.
-
-[712] Tolstoi ha dado el ejemplo: Sus cuatro _Libros de Lectura_ para
-los niños campesinos, han sido adoptados en todas las escuelas de
-Rusia, laicas y eclesiásticas. _Sus Primeros Cuentos Populares_ son
-el alimento de millares de almas. “En el bajo pueblo, escribe Stephan
-Anikine, antiguo diputado a la Duma, el nombre de Tolstoi se confunde
-con la idea de ‘libro’. Se puede escuchar a menudo, a algún pequeño
-aldeano, pedir ingenuamente, en una biblioteca: ‘Dadme un buen libro,
-un Tolstoi’, es decir un libro grueso”. (_En memoria de Tolstoi_,
-lecturas hechas en el aula de la Universidad de Ginebra, el 7 de
-diciembre de 1910).
-
-[713] Este ideal de la unión fraternal entre los hombres no señala para
-Tolstoi el término de la actividad humana; su alma insaciable le hace
-concebir un ideal desconocido, más allá del amor. “Tal vez la ciencia
-descubrirá un día, para el arte, un ideal aún más elevado, y el arte lo
-realizará”.
-
-[714] A estos mismos años pertenece, según la fecha de la publicación
-y sin duda también de su conclusión, una obra que en realidad fué
-escrita en los tiempos felices del noviazgo y de los primeros años
-de matrimonio: la hermosa historia de un caballo, _Kholstomier_
-(1861-1886). Habla de ella Tolstoi en una carta a Fet, de 1863.
-(_Correspondencia inédita_, página 35). El arte de sus principios, con
-sus paisajes finos, su simpatía penetrante hacia las almas, su humor,
-su juventud tiene parentesco con las obras de su período de madurez.
-(_La felicidad conyugal_, _La Guerra y la Paz_). El final macabro,
-las últimas páginas sobre los cadáveres comparados del viejo caballo
-y de su amo, son de una brutalidad de realismo que recuerda los años
-siguientes a 1880.
-
-[715] _La Sonata a Kreutzer_, _El Poder de las Tinieblas_.
-
-[716] _Le Temps_, 29 de agosto de 1901.
-
-[717] “Por lo que toca al estilo, le decía su amigo Drujinin, en
-1856, sois muy ilustrado, a las veces tanto como un innovador y un
-gran poeta, a veces tanto como un oficial que escribe a un camarada.
-Lo que escribís con amor es admirable; pero inmediatamente que os
-mostráis indiferente, vuestro estilo se embrolla y se hace espantoso”.
-(Traducción de Bienstock, _Vida y Obra_).
-
-[718] _Vida y Obra._ Durante el estío de 1879, Tolstoi vivió en gran
-intimidad con los campesinos; y Strakov nos dice que, aparte de la
-religión, “se interesaba mucho por el lenguaje; comenzaba a sentir
-profundamente la belleza de la lengua del pueblo. Diariamente descubría
-nuevas palabras, y diariamente trataba en forma peor la lengua
-literaria”.
-
-[719] En sus notas sobre lecturas, Tolstoi ha escrito, entre 1860 y
-1870: “Los Bylines... Impresión muy grande”.
-
-[720] _Los dos viejos_ (1885).
-
-[721] _Donde está el amor está Dios_ (1885).
-
-[722] _De qué viven los hombres_ (1881). _Los tres viejos_ (1884). _El
-Ahijado_ (1886).
-
-[723] Este relato lleva el siguiente título: _¿Es mucha la tierra que
-necesita un hombre?_ (1886)
-
-[724] _Fuego que hace llama no se extingue ya_ (1885).
-
-[725] _El cirio_ (1885). _Historia de Iván el imbécil._
-
-[726] _El Ahijado_ (1886). Estas narraciones populares han sido
-publicadas en el tomo XIX de las _Obras Completas_.
-
-[727] Muy tardíamente adquirió el gusto por el teatro. Fué un
-descubrimiento que hizo en el invierno de 1869-1870, y, según su
-costumbre, se inflamó de entusiasmo. “Todo este invierno me he ocupado
-exclusivamente en el drama y, como ocurre siempre a los hombres que
-hasta la edad de cuarenta años no han reflexionado sobre algún asunto
-y que de pronto, en él fijan su atención, les parece que ven entonces
-muchas cosas nuevas... He leído a Shakespeare, a Goethe, Puchkin,
-Gogol y Molière... Quisiera leer a Sófocles y a Eurípides... He estado
-en cama largos días, enfermo; y cuando estoy así los personajes,
-dramáticos o cómicos, comienzan a moverse dentro de mí, y lo hacen
-muy bien...”. (Carta a Fet, 17-21 de febrero de 1870. _Correspondencia
-inédita_, páginas 63-65).
-
-[728] Variante del acto IV.
-
-[729] Es de considerar que la creación de este drama angustioso
-haya sido para Tolstoi una pena. Escribía a Teneromo: “Vivo bien y
-jovialmente. He trabajado todo este tiempo en mi drama _El Poder de
-las Tinieblas_, y está concluido”. (Enero de 1887. _Correspondencia
-inédita_, página 159).
-
-[730] La primera traducción, exacta, de esta obra, en francés, ha sido
-publicada por J. W. Bienstock, en el “_Mercure de France_” (marzo y
-abril de 1912). Bienstock ha denunciado las extrañas libertades que se
-tomaron en las traducciones anteriores de los textos de Tolstoi.
-
-[731] La traducción francesa de este _Postfacio_, por M.
-Halpérine-Kaminsky, se ha publicado con el título: _De las relaciones
-entre los sexos_, en el volumen intitulado _Placeres crueles_.
-
-[732] Adviértase bien que Tolstoi no tuvo jamás la ingenuidad de creer
-que el ideal del celibato y de la castidad absoluta sea realizable
-por la humanidad actual; pero, según él, un ideal es irrealizable por
-definición: es un llamamiento a las energías heroicas del alma.
-
-“La concepción del ideal cristiano, que es la unión de todas las
-criaturas vivientes en el amor fraternal, es inconciliable con la
-práctica de la vida que exige un esfuerzo continuo hacia un ideal
-inaccesible pero que no supone haberle alcanzado nunca”.
-
-[733] Al final de _La Mañana de un Señor_.
-
-[734] _La Guerra y la Paz._ No quiero recordar a _Alberto_ (1857), la
-historia de un músico de genio; esta novela es muy débil.
-
-[735] Véase en _Juventud_ el relato humorístico de las penas que sufrió
-para aprender a tocar el piano. “El piano era para mí un medio de
-encantar a las señoritas con mi sentimentalismo”.
-
-[736] Se trata de los años de 1876 y 1877.
-
-[737] S. A. Bers. _Recuerdos de Tolstoi_. (Véase _Vida y Obra._)
-
-[738] Tomo I, página 381. (Edición de Hachette).
-
-[739] Pero nunca dejó de amarla. Uno de los amigos de sus últimos
-días fué un músico, Goldenveiser, que pasó el estío de 1910 cerca de
-Yasnaia. Casi cada día iba a tocar trozos de música a Tolstoi, durante
-su última enfermedad. (_Journal des Débats_, 18 de noviembre de 1910).
-
-[740] Carta del 21 de abril de 1861.
-
-[741] Camilo Bellaigue, _Tolstoi y la música._ (_Le Gaulois_, 4 de
-enero de 1911).
-
-[742] Que no se diga que se trata aquí únicamente de las últimas
-obras de Beethoven. Aun a las primeras que consentía en mirar como
-“artísticas”, reprocha Tolstoi “su forma artificial”. En una carta a
-Tschaikovsky, opone asimismo a Mozart y Haydn “la manera artificial de
-Beethoven, Schumann y Berlioz, que calculan el efecto”.
-
-[743] Véase la escena contada por M. Paul Boyer: “Tolstoi hacía que le
-tocaran Chopin. Al final de la cuarta balada, sus ojos se llenaron de
-lágrimas--¡Ah! ¡animal! gritó; y bruscamente se levantó y se marchó”.
-(_Le Temps_, 2 de noviembre de 1920).
-
-[744] _Amo y Criado_ (1895) es como una transición entre las lúgubres
-novelas que la precedieron y _Resurrección_, en la cual se derrama
-la luz de la caridad divina. Pero más todavía se siente en ella la
-cercanía de _La Muerte de Iván Ilich_ y de los _Cuentos Populares_,
-que de _Resurrección_, que solamente anuncia, hacia el fin, la sublime
-transformación de un hombre egoísta y cobarde, por la acción de un
-ímpetu de sacrificio. La mayor parte de la historia es el cuadro, muy
-realista, de un amo desprovisto de bondad y de un criado resignado
-que son sorprendidos, en la estepa, de noche, por una tormenta de
-nieve y que pierden el camino. El amo, que trata desde luego de huir,
-abandonando a su compañero, regresa y, encontrándolo semihelado, se
-arroja sobre él, le cubre con su cuerpo, le calienta, sacrificándose
-por instinto; no sabe por qué, pero las lágrimas se agolpan a sus ojos;
-piensa que se ha convertido en aquél a quien salva, en Nikita, y que
-su vida ya no le pertenece a él, sino a Nikita. “Nikita vive, luego
-también yo vivo todavía”. Casi ha olvidado que él era él, Vasili.
-Piensa: “Vasili no sabía lo que debía de hacer... no lo sabía, y yo,
-yo sí lo sé ahora...”. Y escucha la voz de Aquél a quien esperaba,
-(en esta parte su sueño recuerda otro de los _Cuentos Populares_) de
-Aquél que, hacía un momento, le había dado la orden de acostarse sobre
-Nikita. Lleno de alegría clama: “¡Ya llego, Señor!” Y siente que ahora
-ya es libre, que nada lo retiene... ha muerto.
-
-[745] Tenía prevista Tolstoi una cuarta parte, que no escribió.
-
-[746] Tomo I, página 379. Cito la traducción de Teodoro de Wyzewa. Una
-traducción íntegra de _Resurrección_ debe formar los tomos XXXVI y
-XXXVII de las _Obras Completas_.
-
-[747] Tomo I, página 129.
-
-[748] Por lo contrario, estuvo ligado a todos los mundos que pintó en
-_La Guerra y la Paz_, _Ana Karenina_, _Los Cosacos_ y _Sebastopol_,
-salones aristocráticos, ejército, vida rural. No tenía para ello más
-que recordar.
-
-[749] Tomo II, página 20.
-
-[750] “Llevan los hombres en sí mismos el germen de todas las
-cualidades humanas, y ora se manifiesta una, ora se manifiesta otra,
-mostrándose a menudo los hombres como diferentes de ellos mismos, es
-decir, de como habitualmente han parecido. En algunos, estos cambios
-son particularmente rápidos. A esta clase de hombres pertenecía
-Nekhludov. Bajo la influencia de causas físicas y morales se producían
-en él cambios bruscos y completos”. (Tomo I, página 258).
-
-Quizá Tolstoi se haya acordado de su hermano Dmitri, que también se
-casó con una Maslova; pero el temperamento violento y desequilibrado de
-Dmitri era diferente del de Nekhludov.
-
-[751] “Muchas veces en su vida había hecho estos _lavados de
-conciencia_. De esta manera llamaba a las crisis morales en que,
-percibiendo de frente el aceleramiento o la paralización de su vida
-interior, se decidía a barrer las inmundicias que obstruían su alma. Al
-salir de estas crisis, no dejaba nunca de imponerse reglas que juraba
-observar siempre. Escribía un diario y comenzaba una nueva vida; pero
-en cada ocasión no tardaba en recaer en el mismo punto, o aun más abajo
-que antes de la crisis...”. (Tomo I, página 138).
-
-[752] Al saber que la Maslova de nuevo ha hecho una de las suyas con un
-enfermero, Nekhludov se siente más resuelto que nunca a “sacrificar su
-libertad para redimir el pecado de esta mujer”. (Tomo I, página 382).
-
-[753] Nunca dibujó Tolstoi un personaje con lápiz tan seguro y
-vigoroso como el Nekhludov de las primeras páginas. Véase la admirable
-descripción del momento de levantarse y de la mañana de Nekhludov,
-antes de la primera sesión en el Palacio de Justicia.
-
-[754] Carta de la Condesa Tolstoi, de 1884.
-
-[755] _Le Temps_, 2 de noviembre de 1902.
-
-[756] Tolstoi la consideraba como una de sus obras capitales: “Uno de
-mis libros, (_Para todos los días_) al cual he tenido la suficiencia de
-atribuir una gran importancia...”. (Carta a Jan Styka, 27 de julio y 9
-de agosto de 1909).
-
-[757] Estas obras fueron, en su mayor parte, publicadas después
-de la muerte de Tolstoi. M. J. W. Bienstock las ha publicado en
-una traducción francesa, (3 volúmenes de la colección Nelson). La
-lista de esas obras es bastante larga, y de ella elegimos, entre
-las principales: _El Diario póstumo del Feodor Kuzmitch_, _El Padre
-Sergio_, _Hadji-Murad_, _El Diablo_, _El Cadáver viviente_, drama en
-doce cuadros; _El falso cupón_, _Alexis el tonto_, _El Diario de un
-loco_, _La Luz luce en las tinieblas_, drama en cinco actos; _Todas
-las cualidades vienen de ella_, pequeña pieza popular, y una serie de
-excelentes novelas cortas: _Después del baile_, _Lo que yo he visto
-en sueños_, _Khodynka_, etc. Véase Apéndice, página 431. Pero la obra
-esencial que falta por publicar y que no se publicará en mucho tiempo,
-es el _Diario_ de Tolstoi. Abarca cuarenta años de su vida, desde
-la época del Cáucaso hasta la víspera de su muerte; es el libro de
-Confesiones más despiadadas que jamás haya escrito un gran hombre.
-
-[758] El título ruso de esta obra es: _Una sola cosa es necesaria_. (S.
-Luc. XI, 41).
-
-[759] La excomunión de Tolstoi por el Santo Sínodo es de 22 de febrero
-de 1901. Fué originada por un capítulo de _Resurrección_, relativo a la
-misa y a la Eucaristía. Este capítulo (lo lamentamos) ha sido suprimido
-en la traducción francesa.
-
-[760] Sobre la nacionalización del suelo. (Véase el _Gran Crimen_ 1905).
-
-[761] “Ruso puro de la vieja Moscovia, dice M. A. Leroy-Beaulieu, gran
-ruso de sangre eslava, mezclada de finlandés, físicamente un tipo del
-pueblo más que de la aristocracia”. (_Revue des Deux Mondes_, 15 de
-diciembre de 1910).
-
-[762] 1857.
-
-[763] 1862.
-
-[764] _El Fin de un Mundo_ (1905 y enero de 1906). Véase el telegrama
-dirigido por Tolstoi a un diario americano:
-
-“La agitación de los zemstvos tiene por objeto limitar el poder
-despótico y establecer un gobierno representativo. Que triunfen o no,
-el resultado seguro será el aplazamiento del verdadero mejoramiento
-social. La agitación política, al producir la ilusión funesta de este
-mejoramiento por medios exteriores, detiene al verdadero progreso,
-como es posible comprobarlo por el ejemplo de todos los Estados
-constitucionales: Francia, Inglaterra, América”. (_El movimiento social
-en Rusia_. M. Bienstock ha introducido este artículo en el Prefacio del
-_Gran Crimen_, traducción francesa, 1905). En una larga e interesante
-carta a una dama que le pedía formase parte de un _Comité para la
-propagación de la lectura y la escritura entre el pueblo_, Tolstoi
-expresa otros cargos contra los liberales: Han desempeñado el papel
-de engañados; se han hecho cómplices, por miedo, de la autocracia;
-su participación en el gobierno da a éste un prestigio moral, y los
-habitúa a compromisos que rápidamente los convierten en instrumentos
-del poder. Alejandro II decía que todos los liberales estaban prontos
-a venderse a cambio de honores cuando no de dinero. Alejandro III
-ha podido aniquilar sin peligros la obra liberal de su padre: “Los
-liberales cuchicheaban entre ellos, porque tal cosa no les agradaba,
-pero continuaban formando parte de los tribunales, seguían al servicio
-del Estado y en la prensa. En la prensa hacían alusión a cosas sobre
-las cuales la alusión estaba permitida; pero callaban sobre todo lo
-que estaba prohibido hablar, y publicaban cuanto se les ordenaba
-publicar”. Lo mismo hacen bajo Nicolás II: “¿Cuándo este joven que no
-sabe nada, que no comprende nada, responde con audacia y falta de tacto
-a los representantes del pueblo, protestan los liberales? De ninguna
-manera... De todas partes se envían al joven czar cobardes y aduladoras
-felicitaciones”. (_Correspondencia inédita_, páginas 283-306).
-
-[765] _Guerra y Revolución._
-
-En _Resurrección_, cuando el examen en casación del juicio de la
-Maslova, en el Senado, es un darwinista materialista quien más se opone
-a la revisión porque le choca, secretamente, que Nekhludov quiera
-casarse por deber con una prostituta: toda manifestación del deber, y,
-más todavía, del sentimiento religioso, le produce el efecto de una
-injuria personal. (Tomo I, página 359).
-
-[766] Véanse como tipos, en _Resurrección_, a Novodvorov, el agitador
-revolucionario, cuya vanidad y el egoísmo excesivo han esterilizado su
-gran inteligencia. Imaginación nula; “ausencia total de las cualidades
-morales y estéticas que producen la duda”. En seguida, unido a sus
-pasos, como su sombra, Markel, el obrero que se ha convertido en
-revolucionario por humillación y por deseo de venganza, adorador
-apasionado de la ciencia que no comprende, anticlerical con fanatismo,
-y asceta. Se encontrará también en _Aún tres muertos_, o en _Lo
-divino y lo humano_, (traducción francesa publicada en el volumen
-intitulado Los Revolucionarios, 1906) algunos especímenes de la nueva
-generación revolucionaria: Romana y sus amigos, que desprecian a los
-antiguos terroristas y pretenden llegar científicamente a los fines que
-persiguen, transformando al pueblo agricultor en pueblo industrial.
-
-[767] Carta al japonés Izo-Abe, de fines de 1904. (_Correspondencia
-inédita._)
-
-[768] _Las palabras vivientes_ de _L. N. Tolstoi_, notas de Teneromo,
-capítulo Socialismo, (publicado en traducción francesa en _Los
-Revolucionarios_, 1906).
-
-[769] _Ibid._
-
-[770] Conversación con Paul Boyer. (_Le Temps_, 4 de noviembre de 1902).
-
-[771] _El Fin de un Mundo_.
-
-[772] “La más cruel de las esclavitudes está en ser privado de la
-tierra; porque el esclavo que tiene un dueño, es esclavo de uno solo;
-pero el hombre privado del derecho de la tierra es el esclavo de todo
-el mundo”. (_El Fin de un Mundo_, capítulo VII).
-
-[773] Rusia estaba, en efecto, en una situación especial, y si el error
-de Tolstoi ha sido atribuir también esta situación al conjunto de los
-Estados europeos, no hay que sorprenderse de que se haya mostrado
-principalmente sensible para los sufrimientos que le tocaban más de
-cerca. Véase en _El Gran Crimen_, sus conversaciones en el camino de
-Tula, con los campesinos, que carecían todos de pan porque la tierra
-les faltaba, y que todos, en el fondo, esperaban que la tierra viniese
-a sus manos. La población agrícola de la nación forma el 80 por ciento.
-Un centenar de millares de hombres, dice Tolstoi, mueren de hambre a
-consecuencia del embargo de la tierra por los propietarios rurales.
-Cuando se llega a hablarles, como remedio de sus males, de la libertad
-de la prensa, de la separación de la iglesia y el Estado, de la
-representación nacional, y aun de la jornada de ocho horas, se burla
-uno de ellos impunemente.
-
-“Quienes aparentan buscar, por todos los medios, el mejoramiento de la
-situación de las masas populares, recuerdan lo que pasa en el teatro
-cuando todos los espectadores ven perfectamente al actor que está
-oculto, en tanto que los otros que toman parte en la representación
-y que también lo ven, fingen no verlo, y se esfuerzan por distraer
-mutuamente su atención”.
-
-No hay otro remedio que devolver la tierra al pueblo que trabaja; y,
-para la resolución de esta cuestión agraria, Tolstoi preconiza la
-doctrina de Henry George y su proyecto de un impuesto único sobre el
-valor del suelo. Éste es su Evangelio económico, y sobre él vuelve
-incansablemente, y tanto se lo ha asimilado que a menudo, en sus obras,
-emplea hasta frases enteras de Henry George.
-
-[774] “La ley de no-resistencia al mal es la clave de la bóveda de
-todo el edificio. Admitir la ley de la ayuda mutua, desconociendo el
-precepto de la no-resistencia, equivale a construir la bóveda sin
-cerrarla en su parte central”. (_El Fin de un Mundo._)
-
-[775] En una carta de 1900, a un amigo (_Correspondencia inédita_,
-página 312), Tolstoi se queja de la falsa interpretación dada a su
-principio de la no-resistencia. Se confunde, dice: _No te opongas al
-mal haciendo el mal_... con _No te opongas al mal_, es decir, con: “Sé
-indiferente al mal...”. “Cuando la lucha contra el mal es el único
-objeto del cristianismo y el mandamiento de la no-resistencia al mal se
-da como el medio de lucha más eficaz”.
-
-[776] _El Fin de un Mundo._
-
-[777] Tolstoi retrató dos tipos de estos “sectarios”, uno al final de
-_Resurrección_, otro en _Aún tres muertos_.
-
-[778] Después de que Tolstoi condenó la agitación de los zemstvos,
-Gorki interpretaba el descontento de sus amigos, escribiendo: “Este
-hombre se ha convertido en el esclavo de su idea. Largo tiempo hace que
-se aísla de la vida rusa y ya no escucha la voz del pueblo. Se coloca a
-demasiada altura, por encima de Rusia”.
-
-[779] Era para él un sufrimiento agobiador no poder ser perseguido.
-Tenía sed de martirio; pero el gobierno, muy prudente, se cuidaba bien
-de darle esa satisfacción. “En torno mío se persigue a mis amigos y
-se me deja tranquilo, aun cuando, si alguno hay perjudicial, soy yo.
-Evidentemente no valgo bastante para ser perseguido, y de ello tengo
-vergüenza”. (Carta a Teneromo, de 1892, _Correspondencia inédita_,
-página 184). “Es evidente que no soy digno de sufrir persecuciones,
-y me será preciso morir así, sin haber podido, por los sufrimientos
-físicos, dar testimonio de la verdad”. (A Teneromo, 16 de mayo de 1892.
-_Ibid._ Página 186). “Me es penoso estar en libertad”. (A Teneromo, 1.º
-de junio de 1894. _Ibid._ Página 188). ¡Dios sabe, sin embargo, que no
-daba motivo para eso! Insultaba a los czares, atacaba a la patria “este
-horrible fetiche al cual los hombres sacrifican su vida, y su libertad,
-y su razón”. (_El Fin de un Mundo_). Véase en _Guerra y Revolución_, el
-resumen que hace de la historia de Rusia. Es una galería de monstruos:
-“el chiflado Iván el Terrible, el borracho Pedro I, la ignorante
-cocinera Catarina I, la prostituida Elizabeth, el degenerado Pablo, el
-parricida Alejandro I” (el único para quien Tolstoi tuvo, sin embargo,
-alguna secreta ternura), “el cruel e ignorante Nicolás I, Alejandro II,
-poco inteligente, más malo que bueno, Alejandro III, seguramente un
-tonto, brutal e ignorante; Nicolás II, un inocente oficial de húsares;
-rodeado de bribones, un joven que no sabe nada, que no comprende nada”.
-
-[780] Carta a Gontcharenko, refractario, del 19 de enero de 1905.
-(_Correspondencia inédita_, página 264).
-
-[781] A los dukhobors del Cáucaso, 1897. (_Ibid._ Página 239).
-
-[782] Carta a un amigo, 1900. (_Ibid._ Páginas 308-309).
-
-[783] A Gontcharenko, 12 de febrero de 1905. (_Ibid._ Página 265).
-
-[784] A los dukhobors del Cáucaso, 1897. (_Ibid._ Página 240).
-
-[785] A Gontcharenko, 19 de enero de 1905. (_Ibid._ Página 264).
-
-[786] A un amigo, noviembre de 1901. (_Ibid._ Página 326).
-
-[787] “Es como una hendidura en la máquina neumática; todo el soplo
-de egoísmo que se quería aspirar del alma humana, vuelve a entrar a
-ella”. Y emplea todo su ingenio en demostrar que el texto original ha
-sido leído mal y que las palabras exactas del segundo Mandamiento eran:
-“Ama a tu prójimo como a _Él mismo_ (como a Dios”). (Conversaciones con
-Teneromo).
-
-[788] Conversaciones con Teneromo.
-
-[789] Carta a un chino, octubre de 1906. (_Correspondencia inédita_,
-página 381 y siguientes).
-
-[790] Tolstoi expresaba ya este temor en su carta de 1906.
-
-[791] “No vale la pena negarse al servicio militar y policíaco, para
-admitir la propiedad, que se sostiene solamente por el servicio militar
-y de policía. Los hombres que llenan este servicio y sacan provecho de
-la propiedad obran mejor que aquéllos que se niegan a todo servicio
-y gozan de la propiedad”. (Carta a los dukhobors del Canadá, 1899.
-_Correspondencia inédita_, páginas 248-260).
-
-[792] Léase en _Las Conversaciones con Teneromo_ la hermosa página
-“sobre el sabio judío que, sumergido en su libro, no ha visto los
-siglos derrumbarse sobre su cabeza y los pueblos que aparecían y
-desaparecían de la tierra”.
-
-[793] “Ver el progreso de Europa en los horrores del Estado moderno,
-el Estado sangrante, querer crear un nuevo _Judenstaat_, es un pecado
-abominable” (_Ibid._).
-
-[794] _Llamamiento a los políticos_, 1905.
-
-[795] Se encontrará en el Apéndice de _El Gran Crimen_ y en la
-traducción francesa de los _Consejos a los Dirigidos_ (título ruso: _Al
-pueblo trabajador_), un _Llamamiento_ de una sociedad japonesa _para el
-Restablecimiento de la Libertad de la Tierra_.
-
-[796] Carta a Paul Sabatier, 7 de noviembre de 1906. (_Correspondencia
-inédita_, página 375).
-
-[797] Cartas a un amigo, junio de 1892 y noviembre de 1901.
-
-[798] _Guerra y Revolución._
-
-[799] Carta a un amigo. (_Correspondencia inédita_, páginas 354-55).
-
-[800] _Ibid._ Acaso se trata aquí de la _Historia de un Dukhobor_, cuyo
-título figura en la lista de las obras inéditas de Tolstoi.
-
-[801] “Imaginad que todos los hombres que poseen la verdad se reuniesen
-para vivir juntos y se instalasen en una isla: ¿Sería esto la vida?” (A
-un amigo, marzo de 1901, _Correspondencia inédita_, página 325).
-
-[802] 1.º de diciembre de 1910.
-
-[803] 16 de mayo de 1892. Tolstoi veía entonces a su mujer sufrir por
-la muerte de un niño, y nada podía hacer para consolarla.
-
-[804] Carta de enero de 1883.
-
-[805] “No reprocharé jamás a nadie que no tenga religión. El mal está
-en que los hombres mienten, fingiendo tener esa religión”. Y más
-adelante: “Que Dios nos libre de fingir amor porque esto es peor que el
-odio”. (_Correspondencia inédita_, páginas 344 y 348).
-
-[806] _Revue des Deux Mondes_, 15 de diciembre de 1910.
-
-[807] _Revue des Deux Mondes_, 15 de diciembre de 1910.
-
-[808] A un amigo, 10 de diciembre de 1903.
-
-[809] _Le Figaro_, 27 de diciembre de 1910. La carta, después de la
-muerte de Tolstoi, fué entregada a la condesa por su yerno, el príncipe
-Obolensky, a quien Tolstoi la había confiado algunos años antes. A esta
-carta se unía otra, igualmente dirigida a la condesa y que trataba de
-asuntos íntimos de la vida conyugal. La condesa la destruyó después de
-haberla leído. (Nota comunicada por Taciana Sukhotin, hija mayor de
-Tolstoi).
-
-[810] Este estado de sufrimiento databa, pues, de 1881, es decir, del
-invierno pasado en Moscú y del descubrimiento que entonces hizo Tolstoi
-de la miseria social.
-
-[811] Carta a un amigo (la traducción francesa, hecha por M.
-Halpérine-Kaminsky, ha sido publicada con el título de _Profesión de
-fe_ en el volumen _Placeres Crueles_, 1895).
-
-[812] Parece que sufrió en sus últimos años y sobre todo en sus últimos
-meses, la influencia de Vladimir-Grigoritch Tchertkov, amigo devoto
-que, establecido largo tiempo en Inglaterra, había consagrado su
-fortuna a publicar y divulgar la obra íntegra de Tolstoi. Tchertkov fué
-atacado violentamente por uno de los hijos de Tolstoi, León; pero si se
-ha podido acusar su intransigencia de espíritu, nadie ha puesto en duda
-su absoluta consagración; y, sin aprobar la dureza, acaso inhumana,
-de algunos actos de los cuales se cree advertir su inspiración (como
-el testamento por el cual Tolstoi privó a su mujer de la propiedad de
-todos sus escritos, sin excepción, comprendidos en ellos sus cartas
-privadas), es posible creer que estuvo más enamorado de la gloria de su
-amigo que el mismo Tolstoi.
-
-[813] _La Correspondencia de La Unión para la Verdad_, en su número de
-1.º de enero de 1911, publicó una interesante relación de esta fuga.
-Tolstoi bruscamente partió de Yasnaia Poliana el 28 de octubre de
-1910 (10 de noviembre), hacia las cinco de la mañana. Lo acompañaba
-el doctor Makovitski. Su hija Alejandra, que Tchertkov llama su
-“colaboradora más íntima”, estaba en el secreto de la partida. Llegó
-el mismo día, a las seis de la tarde, al monasterio de Optina, uno de
-los más célebres santuarios de Rusia, donde había estado varias veces
-en peregrinación; allí pasó la noche y, a la mañana siguiente, escribió
-allí mismo un largo artículo sobre la pena de muerte. En la tarde del
-29 de octubre (11 de noviembre), fué al monasterio de Chamordino, donde
-su hermana María era monja; comió con ella y le comunicó el deseo que
-habría tenido de pasar el fin de su vida en Optina, “encargándose de
-desempeñar las más humildes labores, pero con la condición de que no
-se le obligase a ir a la iglesia”. Durmió en Chamordino; hizo, en la
-mañana siguiente, un paseo a la aldea vecina, donde pensaba tomar
-alojamiento, y volvió a ver a su hermana en la tarde. A las cinco llegó
-inopinadamente su hija Alejandra, quien sin duda le previno que su
-fuga era conocida y que habían salido en su seguimiento; y se pusieron
-en camino, en el acto, de noche. “Tolstoi, Alejandra y Makovitski se
-dirigieron hacia la estación de Koselsk, probablemente con la intención
-de ganar las provincias del Sur, quizás las colonias formadas por los
-dukhobors en el Cáucaso”. En el camino, Tolstoi enfermó y hubo de
-ponerse en cama en la estación de Astapovo. Fué allí donde murió.
-
-[814] _Diario_, fecha de 28 de octubre de 1879. (Traducción de
-Bienstock. Véase _Vida y Obra_). He aquí el pasaje entero, que es uno
-de los más bellos: “Hay en este mundo gentes pesadas, sin alas, que
-se agitan abajo. Entre ellas hay algunos fuertes como Napoleón. Dejan
-rastros terribles entre los hombres, siembran la discordia y arrasan
-siempre la tierra. Hay hombres que se dejan crecer las alas, se lanzan
-lentamente y flotan, como los monjes. Hay hombres ligeros, que se
-levantan fácilmente y vuelven a caer, los buenos idealistas. Y hay
-hombres de alas poderosas... Hay hombres celestes que, por amor a los
-hombres, descienden sobre la tierra replegando sus alas, y enseñan a
-los otros a volar. Después, cuando ya no son necesarios, remontan el
-vuelo, como Cristo”.
-
-[815] “Se puede vivir solamente mientras que se está ebrio de vida”
-(_Confesiones_ 1879). “Estoy loco de la vida... Es el estío, el estío
-delicioso. Este año he luchado por largo tiempo; pero la belleza de la
-Naturaleza me ha vencido. Me regocijo con la vida”. (Carta a Fet, julio
-de 1880). Estas líneas fueron escritas en plena crisis religiosa.
-
-[816] En su _Diario_, fechado en octubre de 1865: “El pensamiento de la
-muerte...”. “Yo quiero y amo la inmortalidad”.
-
-[817] “Me embriagaba con esta cólera hirviente de indignación, que
-amo en mí, que aun la excito cuando la siento, porque obra sobre
-mí de manera calmante, y me da, por algunos instantes al menos,
-una elasticidad extraordinaria, la energía y el fuego de todas las
-capacidades físicas y morales”. (_Diario del Príncipe D. Nekhludov,
-Lucerna,_ 1857).
-
-[818] Su artículo sobre la Guerra, a propósito del _Congreso Universal
-de la Paz_, en Londres, en 1891, es una ruda sátira contra los
-pacifistas, que creen en el arbitraje entre las naciones. “Es la
-historia del pájaro al cual se coge después de haberle puesto un
-grano de sal sobre la cola”. Es tan fácil de cogerlo después de todo.
-Equivale a burlarse de las gentes hablarles de arbitraje y de desarme
-consentido por los Estados. ¡Charlatanería todo eso! Naturalmente los
-gobiernos aprueban: ¡los buenos apóstoles! Saben bien que esto no les
-impedirá nunca enviar millones de gentes al matadero, cuando les plazca
-hacerlo. (_El reino de Dios está en nosotros_, capítulo VI).
-
-[819] La Naturaleza fué siempre “el mejor amigo” de Tolstoi, como se
-complacía en decirlo: “Un amigo, está bien; pero morirá, se irá a
-cualquier parte y no se le podrá seguir, en tanto que la naturaleza, a
-la cual estamos unidos por acto de venta y la poseemos por herencia, es
-mejor. Mi naturaleza es fría, repulsora, exigente, estorbosa; pero es
-un amigo que se conservará hasta la muerte, y cuando muramos entraremos
-en ella”. (Carta a Fet, de 19 de mayo de 1861. _Correspondencia
-inédita_, página 31). Participaba de la vida de la naturaleza,
-renacía en cada primavera: “Marzo y abril son mis mejores meses para
-el trabajo”. (A Fet, el 23 de marzo de 1877). Lo amodorraba el fin
-del otoño: “Es para mí la estación más muerta, no pienso en nada, no
-escribo nada, me siento agradablemente estúpido”. (A Fet, el 21 de
-octubre de 1869). Pero la naturaleza que hablaba íntimamente a su
-corazón, era la naturaleza que lo circundaba, la de Yasnaia Poliana.
-Aun cuando, en el curso de su viaje a Suiza, haya escrito notas muy
-hermosas sobre el lago de Ginebra, allí se sentía extranjero, y su
-unión con la tierra natal le parecía entonces más estrecha y más
-dulce: “Amo a la naturaleza, cuando por todas partes me rodea, cuando
-por todas partes me envuelve el aire cálido que se derrama hasta la
-lejanía infinita, cuando esta misma yerba jugosa que he chafado al
-sentarme viste de verdura los campos infinitos; cuando estas mismas
-hojas que, agitadas por el viento, brindan sombra a mi rostro, se unen
-para formar el sombrío azul de la floresta lejana; cuando este mismo
-aire que respiro forma el azul claro del cielo infinito: cuando estoy
-solo para gozar de la naturaleza, cuando, en torno mío, revuelan y
-zumban millones de insectos y cantan los pájaros. El gozo principal de
-la naturaleza está para mí en cuanto me siento formar parte de toda
-ella. Aquí (en Suiza) las infinitas lejanías son hermosas, pero estoy
-desligado de ellas”. (Mayo de 1857).
-
-[820] Conversaciones con Paul Boyer. (_Le Temps_, 28 de agosto de
-1901). De hecho podría uno confundirlas a menudo, como en esta
-profesión de fe de Julia moribunda:
-
-“Lo que me era imposible creer, nunca he podido decir que lo creía; y
-siempre he creído lo que decía creer. Era todo lo que podía hacer”.
-
-Que puede relacionarse con la carta de Tolstoi al Santo Sínodo:
-
-“Es posible que mis creencias molesten o desagraden; pero no me es
-posible cambiarlas, como no me es posible cambiar de cuerpo. No puedo
-creer otra cosa que lo que creo en esta hora en que me dispongo a
-volver hacia el Dios de quien procedo”.
-
-O bien con este pasaje de la _Respuesta a Cristóbal de Beaumont_, que
-nos parece ser toda Tolstoi:
-
-“Soy discípulo de Jesucristo, y mi Maestro ha dicho que quien ama a su
-hermano cumple la ley”.
-
-O todavía:
-
-“Toda la oración dominical, íntegra, está contenida en estas palabras:
-¡Cúmplase tu voluntad!” (_Tercera carta de la montaña._)
-
-En relación con:
-
-“Reemplazo todas mis plegarias con el _Pater Noster_. Todas las
-peticiones que yo puedo dirigir a Dios están expresadas con mayor
-altura moral por estas palabras: ¡Cúmplase tu voluntad!” (_Diario_ de
-Tolstoi, en el Cáucaso, 1852-53).
-
-La semejanza de pensamientos no es menos frecuente en el terreno del
-arte que en el de la religión:
-
-“La primera regla del arte de escribir, dice Rousseau, consiste en
-hablar con claridad y expresar con exactitud nuestro pensamiento”.
-
-Y Tolstoi:
-
-“Pensad lo que queráis, pero de tal manera que cada palabra pueda ser
-comprendida por todos. No es posible escribir nada mal en una lengua
-que sea perfectamente clara”.
-
-He demostrado antes que las descripciones satíricas de la Opera de
-París, en La Nueva Eloísa, tienen muchas relaciones con las críticas de
-Tolstoi en _¿Qué es el Arte?_
-
-[821] _Diario_, 6 de enero de 1903 (citado en el _Prefacio de Tolstoi a
-sus Recuerdos_, volumen primero de _Vida y Obra de Tolstoi_, publicados
-por Birukov).
-
-[822] _Cuarto Paseo._
-
-[823] Carta a Birukov.
-
-[824] _Sebastopol en mayo de 1855._
-
-[825] “La verdad... la única cosa que me ha quedado de mi concepción
-moral, la única cosa que cumpliré todavía”. (17 de octubre de 1860).
-
-[826] _Ibid._
-
-[827] “El amor a los hombres es el estado natural del alma, y nosotros
-no lo advertimos”. (_Diario_, en la época que fué estudiante en Kazan).
-
-[828] “La verdad se abrirá para el amor...”. (_Confesiones_, 1879-81).
-“Yo, que situaba a la verdad en la unidad del amor...”. (_Ibid._)
-
-[829] “¿Me habláis siempre de energía? Pero la base de la energía está
-en el amor, dijo Ana, y el amor no se da nunca a voluntad”. (_Ana
-Karenina_, II, página 270).
-
-[830] “La belleza y el amor, estas dos razones de vivir”. (_La Guerra y
-la Paz_, II, página 285).
-
-[831] “Creo en Dios, que es para mí el Amor”. (Carta al Santo Sínodo,
-1901). “¡Sí, el amor!... No el amor egoísta, sino el amor tal como yo lo
-he experimentado, por la primera vez en mi vida, cuando vi a mi lado a
-mi enemigo moribundo, y lo amé... Es la esencia misma del alma. Amar a
-su prójimo, amar a sus enemigos, amar a todos y cada uno, ¡eso es amar a
-Dios en todas sus manifestaciones!... Amar a un ser que nos es grato,
-es amor humano; pero amar al enemigo, ¡esto casi es amor divino!...”.
-(El Príncipe Andrés, moribundo, en _La Guerra y la Paz_, III, página
-176).
-
-[832] “El amor apasionado del artista por su asunto, es el corazón del
-arte. Sin amor no hay obra de arte posible”. (Carta de septiembre de
-1889. “_Leo Tolstois Briefe 1848 bis 1910_”, Berlín, 1911).
-
-[833] “Porque yo escribo libros, sé todo el mal que ellos hacen...”.
-(Carta de Tolstoi a P. V. Vériguine, jefe de los dukhobors, de 21 de
-noviembre de 1897. _Correspondencia inédita_, página 241).
-
-[834] Véase _La Mañana de un Señor_, o bien, en _Las Confesiones_,
-los retratos extremadamente idealizados de estos hombres sencillos,
-buenos, contentos de su suerte, tranquilos, que comprenden la vida; o
-bien, al fin de la segunda parte de _Resurrección_, esta visión “de
-una humanidad, de una tierra nueva”, que aparece a Nekhludov, cuando
-encuentra a los obreros que vuelven de su trabajo.
-
-[835] “Un cristiano no podría ser moralmente superior o inferior a
-otro; pero es más cristiano a medida que más rápidamente avanza en
-la vida de la perfección, cualquiera que sea el grado en el cual se
-encuentre, en un momento dado: de suerte que la virtud estacionaria
-del fariseo es menos cristiana que la del ladrón, cuya alma esté en
-pleno movimiento hacia lo ideal, y que se arrepiente sobre su cruz”.
-(_Placeres Crueles._ Traducción de Halpérine-Kaminsky).
-
-
-
-
- APÉNDICE
- (Nota a la página 394).
-
- [Ilustración]
-
-
- LAS OBRAS PÓSTUMAS DE TOLSTOI[836].
-
-Tolstoi dejaba al morir una gran cantidad de obras inéditas, de las
-cuales la mayor parte ha sido publicada después y forman tres volúmenes
-en la traducción francesa de J. W. Bienstock (Colección Nelson).
-
-Estas obras son de todas las épocas de su vida, habiendo algunas que
-remontan hasta 1883 (_Diario de un Loco_), y otras de los últimos años.
-Comprenden cuentos, novelas, obras teatrales y diálogos, y muchas que
-quedaron sin acabar. Yo las dividiría, de buena gana, en dos clases:
-las obras que Tolstoi escribió por voluntad moral y las que escribió
-por instinto artístico. En un corto número de ellas, armoniosamente se
-funden las dos tendencias.
-
-Por desgracia hay que deplorar que su desinterés de la gloria
-literaria--acaso también un secreto propósito de mortificación--hayan
-impedido a Tolstoi proseguir la composición de las obras que se
-anunciaban como las más hermosas. En este número citaremos _El Diario
-Póstumo del Viejo Feodor Kuzmitch_. Es ésta la famosa leyenda del
-Zar Alejandro I, que haciéndose pasar por muerto y marchándose, con
-un falso nombre, envejeció en Siberia por expiación voluntaria. Se
-advierte que Tolstoi estaba enamorado de este asunto e identificado
-con su héroe, y no podemos consolarnos con que sólo nos queden de
-este “diario” los primeros capítulos. Por el vigor y la frescura
-del relato, valen estos capítulos tanto como las mejores páginas de
-_Resurrección_. En ellos hay retratos inolvidables (la vieja Catarina
-II) y principalmente una primorosa pintura del Zar, místico y violento,
-cuya naturaleza orgullosa tiene todavía sobresaltos de despertar en el
-anciano tranquilo.
-
-_El padre Sergio_ (1891-1904) pertenece también a la mejor manera de
-Tolstoi; pero la narración está un poco cortada. Tiene por asunto la
-historia de un hombre que busca a Dios en la soledad y el ascetismo,
-por orgullo herido, que acaba por encontrarlo entre los hombres,
-viviendo para ellos. La salvaje violencia de algunas páginas conmueve
-hasta hacer un nudo en la garganta. Nada de más sobrio y trágico que la
-escena en que el héroe descubre la villanía de aquélla a quien amaba;
-su prometida, la mujer a quien adoraba como a una santa, ha sido amante
-del Zar, que era por él venerado apasionadamente. No menos conmovedora
-es la noche de tentación, en que el monje, para recobrar la paz del
-alma turbada, se corta un dedo con un hacha. A estos episodios feroces
-se opone la conversación melancólica del final, con la pobre viejecita
-amiga de la infancia, y las últimas páginas que son de un laconismo
-indiferente y sereno.
-
-El asunto de _La Madre_ es también emocionante. Una buena y razonable
-madre de familia, que después de haberse consagrado enteramente a los
-suyos durante cuarenta años, se encuentra sola, sin actividad, sin
-razón de vivir, y, aunque es librepensadora, se acoge al abrigo de un
-convento y escribe allí su Diario. Pero de esta obra solamente quedaron
-las primeras páginas.
-
-De un arte superior son una serie de pequeños relatos: _Alexis el
-Tonto_, que participa de la vena de los hermosos cuentos populares,
-es la historia de un espíritu simple, siempre sacrificado, siempre
-dulcemente satisfecho, y que así muere. _Después del Baile_ (20 de
-agosto de 1903), en que un anciano cuenta cómo amó a una muchacha y
-cómo cesó bruscamente de amarla, después de haber visto al padre de
-ella, un coronel, ordenar que fuera azotado un soldado; obra perfecta,
-primero, de un exquisito encanto de recuerdos juveniles y luego de una
-alucinante precisión. _Lo que yo he visto en sueños_ (13 de noviembre
-de 1906): Un príncipe no perdona a su hija, a quien adoraba, porque
-se ha escapado de la casa después de dejarse seducir; pero apenas
-vuelve a verle, es él quien le pide perdón; y sin embargo (la ternura
-de Tolstoi y su idealismo no lo engañan nunca), no puede alcanzar a
-vencer el sentimiento de disgusto que le causa la vista del hijo de
-su hija. _Khodynka_, novela corta cuya acción pasa en 1893: se trata
-de una joven princesa rusa que ha querido tomar parte en una fiesta
-popular de Moscú, y se encuentra, presa de un gran pánico, pisoteada,
-medio muerta, y reanimada por un obrero que ha sido él mismo rudamente
-atropellado. Por un instante un sentimiento de fraternidad afectuosa
-los une; se separan después y no volverán a verse más.
-
-De dimensiones más vastas y que anuncian una novela épica, es
-_Hadji-Mourad_ (diciembre de 1902), que refiere un episodio de
-las guerras del Cáucaso en 1851[837]. Tolstoi, al escribirla, se
-encontraba en la plena posesión de sus procedimientos artísticos. En
-ella la visión (de los ojos y del alma) es perfecta; pero, y esto es
-curioso, no llegamos a interesarnos verdaderamente en la historia,
-porque se advierte que Tolstoi mismo no se interesa en ella. Cada
-personaje que aparece en el curso de la narración, despierta en él la
-misma simpatía, y de cada uno, aunque no haga más que pasar delante de
-nuestros ojos, hace un retrato acabado; pero a fuerza de amar a todos
-no prefiere a ninguno. Parece que escribió este notable cuento sin
-ninguna necesidad interior y sólo por necesidad física; pues como otros
-ejercitan sus músculos, es necesario que él ejercitara su mecanismo
-intelectual; tenía necesidad de crear; creaba.
-
- * * * * *
-
-Otras obras tienen un acento personal que llega a menudo hasta la
-angustia. Algunas son autobiográficas, como el _Diario de un Loco_ (20
-de octubre de 1883), que contiene el recuerdo de las primeras noches
-de espanto de Tolstoi, antes de la crisis de 1869;[838] y como _El
-Diablo_ (19 de noviembre de 1889). Este último y largo cuento tiene
-dos partes, que son de primer orden sin duda y, por desgracia, un
-desenlace absurdo: un propietario rural que tiene relaciones con una
-joven campesina que vive en sus propiedades, se casa y cuida, porque
-es honesto y ama a su mujer, de alejar a esta campesina; pero ella
-se le ha metido por los ojos, y no puede mirarla sin desearla. La
-busca, y acaba por recobrarla; siente que no podrá ya separarse de
-ella, y se mata. Los retratos de este hombre, bueno, débil, robusto,
-miope, inteligente, sincero, trabajador y atormentado; de su joven
-mujer, romántica y enamorada, que lo idealiza, y de la hermosa y sana
-campesina, ardorosa y sin pudor, son obras maestras. Es chocante que
-Tolstoi haya puesto tanto de intención moral en el fin del cuento, como
-no lo puso en la historia vivida, porque él tuvo realmente una aventura
-análoga.
-
-_La luz brilla en las tinieblas_, drama en cinco actos, ofrece muchas
-debilidades artísticas; pero, cuando se conoce la tragedia oculta
-de la vejez de Tolstoi ¡qué conmovedora es esta obra que, con otros
-nombres, presenta en escena a Tolstoi y a los suyos! Nicolás Ivanovitch
-Sarintzeff llega a tener la misma fe que el autor de _¿Qué debemos
-hacer?_, y ensaya ponerla en práctica, lo cual no le está permitido.
-Las lágrimas de su mujer (¿sinceras o simuladas?) le impiden abandonar
-a los suyos; se queda en su casa, donde vive pobremente, trabajando
-en la carpintería; su mujer y sus hijos continúan haciendo vida de
-lujo y dando fiestas, y aunque él no toma parte en ellas, se le
-acusa de hipocresía. Sin embargo, por su influencia moral, por la
-simple radiación de su personalidad, hace en torno suyo prosélitos y
-desventurados. Un “pope”, convencido por sus doctrinas, abandona la
-iglesia; un joven de buena familia rehúsa prestar el servicio militar
-y se hace enviar al batallón de disciplina; y mientras tanto, el pobre
-Sarintzeff-Tolstoi es desgarrado por la duda. ¿Está en el error? ¿No
-arrastra inútilmente a los otros al sufrimiento y a la muerte? Al fin
-no encuentra otra solución a sus angustias que dejarse matar por el
-joven a quien sin querer condujo a la pérdida.
-
-Se encuentra también, en una breve narración de los últimos tiempos
-de la vida de Tolstoi, _No hay culpable_ (septiembre de 1910), la
-misma confesión dolorosa de un hombre que sufre horriblemente por su
-situación, de la cual no puede salir. A los ricos ociosos se oponen
-los pobres abrumados de trabajo, y ni los unos ni los otros sienten la
-inepcia monstruosa de semejante estado social.
-
-Dos obras de teatro tienen un alto valor; una es la obrita campesina
-que combate los daños del alcohol, intitulada _Todas las cualidades
-vienen de ella_ (probablemente de 1910). Los personajes son muy
-individuales y sus rasgos típicos y su ridículo lenguaje fueron
-sorprendidos de manera muy divertida; el campesino que, a la postre,
-perdona a un ladrón, es a la vez noble y cómico por su inconsciente
-grandeza moral y por su ingenuo amor propio. La segunda de estas
-piezas, de una importancia muy distinta, es un drama en doce cuadros,
-_El cadáver viviente_, que muestra a gentes débiles y buenas aplastadas
-por la estúpida máquina social. El héroe, Fedia, es un hombre que se
-ha perdido por su bondad misma y por el profundo sentimiento moral
-que oculta bajo una vida de libertino, porque sufre de una manera
-intolerable con la bajeza del mundo y con su propia indignidad; pero no
-tiene la fuerza necesaria para reaccionar. Tiene una mujer a quien ama,
-que es buena, tranquila, razonable, pero “sin la uva que se pone en la
-sidra para hacerla espumar”, “sin el burbujeo en la vida” que procura
-el olvido. Y el olvido le es indispensable.
-
-“_Nosotros todos, en nuestro medio, dice, tenemos delante tres caminos,
-y únicamente tres. Ser funcionario, ganar dinero y sumar más villanía
-a la del medio en el cual vivimos. Y esto me disgusta; tal vez yo no
-sería capaz de hacerlo... El segundo camino es aquél en el cual se
-combate esta villanía, pero para esto es necesario ser un héroe, y yo
-no lo soy. Queda el tercero: olvidarse, beber, engañarse en fiestas,
-cantar; este es el camino que yo he escogido, y ya veis vosotros a
-dónde me ha conducido..._”[839].
-
-Y en otro pasaje:
-
-“_¿Cómo he llegado a perderme? Desde luego, por el vino. No es que yo
-sienta placer en beber; pero he tenido siempre el sentimiento de que
-todo lo que se hace en torno mío no es lo que debía hacerse; y siento
-vergüenza... Y en cuanto a ser de la nobleza, o director de banco, ¡eso
-sí que es vergonzoso, muy vergonzoso!... Después de haber bebido ya
-no tiene uno vergüenza... Y luego, la música, pero no de ópera o de
-Beethoven, sino la de los zíngaros, esa que os derrama en el alma tanta
-vida, tanta energía... Luego, los bellos ojos negros, las sonrisas...
-Pero mientras más os encanta todo eso, más se siente la vergüenza, y
-después...”_.[840]
-
-Ha abandonado a su mujer porque comprende que él le hace mal a ella y
-que ella no le hace a él ningún bien; la deja con un amigo de quien
-ella es amada y al que también ella ama, sin confesárselo, y que se
-parecen. Desaparece en los bajos fondos de la bohemia, y todo así
-se resuelve bien; los otros dos son felices, y él, en la medida en
-que puede serlo. Pero la sociedad no permite que nadie obre sin su
-consentimiento, y reduce estúpidamente a Fedia al suicidio, si no
-quiere que sus dos amigos sean condenados por bigamia. Esta extraña
-obra, tan profundamente rusa y que refleja el desaliento de los
-mejores después de las grandes esperanzas de la revolución, que fueron
-destrozadas, es sencilla, sobria, sin ningún efecto declamatorio. Todos
-los caracteres son verdaderos y vivientes, aun los de los personajes
-que aparecen en segundo plano, como la joven hermana, intransigente y
-apasionada en su concepción moral del amor y del matrimonio; la buena
-figura acompasada del bravo Karenin, y la vieja mamá, petrificada en
-sus nobles prejuicios, conservadora, autoritaria en sus palabras,
-acomodaticia en sus actos; y aun podría decirse lo mismo de las
-siluetas fugitivas de los zíngaros y de los abogados.
-
- * * * * *
-
-No he citado algunas obras cuya intención dogmática y moral domina la
-vida libre del arte, aun cuando jamás haga tropezar a Tolstoi en su
-lucidez psicológica.
-
-_El falso cupón_ es un largo relato, casi una novela, que trata
-de demostrar el encadenamiento, en el mundo, de todos los actos
-individuales, buenos y malos. Una falsificación cometida por dos
-colegiales desencadena toda una serie de crímenes, de más en más
-horribles, hasta que el acto de la resignación santa de una pobre mujer
-asesinada por una salvaje, conmueve al asesino y, por ella, de uno
-en otro, se llega hasta los primeros autores de todo el mal, quienes
-por esta manera se encuentran así salvados por sus víctimas. El tema
-es soberbio y toca en epopeya; la obra habría podido levantarse hasta
-la fatal grandeza de las tragedias antiguas; pero la narración es
-demasiado larga, muy cortada, sin amplitud, y aun cuando cada personaje
-esté justamente caracterizado, todos resultan indiferentes.
-
-_La cordura infantil_ es una serie de veintiún diálogos entre niños
-sobre todos los grandes temas, religión, arte, ciencia, instrucción,
-patria, etc., que no carecen de vigor imaginativo, pero en los cuales
-el procedimiento seguido fatiga pronto por repetirse tan a menudo.
-
-_El joven zar_, que medita en las desventuras que causa a pesar
-suyo, es una de las obras más débiles de la recopilación. En fin, me
-contentaré con enumerar algunos de estos bosquejos fragmentarios: _Dos
-peregrinos_, _El pope Vasili_, _¿Quiénes son los asesinos?_, etc.
-
- * * * * *
-
-En el conjunto de estas obras sorprende el vigor intelectual conservado
-por Tolstoi hasta su último día[841]. Puede parecer verboso cuando
-expone sus ideas sociales; pero siempre que está frente a una acción,
-de algún personaje viviente, el soñador humanitario desaparece y no
-queda más que el artista de mirada de águila, de mirada que va recto al
-corazón. Nunca perdió esta lucidez soberana; el único empobrecimiento
-que yo advierto, en cuanto al arte, viene del lado de la pasión. Aparte
-de cortos instantes, se tiene la impresión de que ya no son para
-Tolstoi sus obras lo esencial en su vida, que son o bien un pasatiempo
-necesario, o bien un instrumento para la acción; porque es la acción su
-verdadero objeto, y ya no el arte. Cuando ocurre que se deja recobrar
-por esta ilusión apasionada, parece que de ella tuviera vergüenza;
-corta pronto por lo sano, o acaso, como en el _Diario póstumo del
-viejo Feodor Kusmitch_, abandona completamente la obra que lo ponía
-en peligro de volver a unir las cadenas que lo ligaban al arte...
-Ejemplo único de un gran artista, en plena fuerza creadora y por ella
-atormentado, que la resiste y que la inmola a su Dios.
-
- [Ilustración]
-
-
- NOTAS:
-
-[836] Mme. Tatiana Soukhotine, hija mayor de Tolstoi, me ha hecho
-observar que la verdadera ortografía del nombre de Tolstoi, en francés,
-es con una y. Así aparece efectivamente la firma de Tolstoi en una
-carta que recibí de él.
-
-[837] “Del cual fuí testigo, en parte”, escribía Tolstoi.
-
-[838] Véase en la página 328.
-
-[839] Acto V, cuadro I.
-
-[840] Acto III, cuadro II.
-
-[841] Esta salud de espíritu se manifiesta en las narraciones que
-fueron hechas por Tchertkov y por el testimonio de los médicos en la
-última enfermedad de Tolstoi. Casi hasta el fin continuó escribiendo o
-dictando su _Diario_.
-
-
- [Ilustración]
-
-
- SE ACABÓ DE IMPRIMIR EN LOS TALLERES
- DEL DEPARTAMENTO EDITORIAL
- DE LA SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA
- EL 13 DE SEPTBRE. DE 1923,
- EN MÉXICO.
-
-
- [Ilustración]
-
-
-
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-
-
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-<body>
-<h1 class="pgx" title="">The Project Gutenberg eBook, Vidas Ejemplares, by Romain Rolland</h1>
-<p>This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States
-and most other parts of the world at no cost and with almost no
-restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it
-under the terms of the Project Gutenberg License included with this
-eBook or online at <a
-href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you are not
-located in the United States, you'll have to check the laws of the
-country where you are located before using this ebook.</p>
-<p>Title: Vidas Ejemplares</p>
-<p> Beethoven--Miguel Angel--Tolstoi</p>
-<p>Author: Romain Rolland</p>
-<p>Release Date: July 10, 2021 [eBook #65815]</p>
-<p>Language: Spanish</p>
-<p>Character set encoding: UTF-8</p>
-<p>***START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK VIDAS EJEMPLARES***</p>
-<p>&nbsp;</p>
-<h4 class="pgx" title="">E-text prepared by Andrés V. Galia, Sanly Bowitts,<br />
- and the Online Distributed Proofreading Team<br />
- (https://www.pgdp.net)<br />
- from page images generously made available by<br />
- Internet Archive<br />
- (https://archive.org)</h4>
-<p>&nbsp;</p>
-<table border="0" style="background-color: #ccccff;margin: 0 auto;" cellpadding="10">
- <tr>
- <td valign="top">
- Note:
- </td>
- <td>
- Images of the original pages are available through
- Internet Archive. See
- https://archive.org/details/vidasejemplaresb00roll
- </td>
- </tr>
-</table>
-<p>&nbsp;</p>
-
-<div class="chapter">
-<div class="tnote">
-
- <p class="p2 center big1">NOTAS DEL TRANSCRIPTOR</p>
-
-<p>En la versión de texto sin formatear las palabras en itálicas están
-indicadas con _guiones bajos_.</p>
-
-<p>La transcripción se llevó a cabo respetando preferentemente las reglas
-gramaticales de la Real Academia Española (RAE), vigentes cuando la obra
-se publicó en 1923, y el texto disponible de las imágenes.</p>
-
-<p>Por ejemplo, ciertas reglas de acentuación ortográfica del
-castellano, cuando la presente edición de esta obra fue publicada
-eran diferentes a las existentes cuando se realizó la transcripción.
-Palabras como vio, fue, dio, por ejemplo, en esa época llevaban acento
-ortográfico. Eso ha sido respetado de acuerdo con el criterio expresado
-en el párrafo anterior. El lector interesado puede consultar el Mapa de
-Diccionarios Académicos de la Real Academia Española.</p>
-
-<p>En la presente transcripción se decidió adecuar la ortografía de las
-mayúsculas acentuadas a las reglas establecidas por la RAE.</p>
-
-<p>Errores evidentes de impresión y de puntuación han sido corregidos.</p>
-
-<p>Se observó durante el proceso de revisión que el texto de algunas
-de las poesías de Miguel Ángel, publicadas en la lengua original en
-el Apéndice correspondiente, tienen algunas palabras que difieren
-ligeramente de otras versiones de la misma poesía. Así por ejemplo en
-la presente obra se tiene:</p>
-
-<p>«La casta voglia, che 'l cor dentro infiamma».</p>
-
-<p>En otras publicaciones (Biblioteca Augustana) se encuentra:</p>
-
-<p>«La casta voglia che 'l cor dentro incende».</p>
-
-<p>También se hace notar que es posible que en las poesías que se
-presentan en italiano en este trabajo, haya alguna diferencia en la
-ortografía de alguna palabra cuando se compare con otras ediciones de
-las mismas poesías. Esas diferencias, en parte se deben a que algunas
-ediciones usan un italiano más actualizado que el que se usaba en la
-época en que estas poesías fueron escritas.</p>
-
-<p>El Índice de capítulos, incluido en la publicación original al final,
-ha sido trasladado al principio por el Transcriptor.</p>
-
-<p>La portada de libro fue modificada por el Transcriptor y fue depositada
-en el dominio público.</p>
-</div>
-</div>
-
-<hr class="pgx" />
-<p>&nbsp;</p>
-<p>&nbsp;</p>
-<p>&nbsp;</p>
-<p>&nbsp;</p>
-
-<div class="figcenter illowp46" id="cover" style="max-width: 58.625em;">
- <img class="w100" src="images/cover.jpg" alt="cover" />
-</div>
-<p>&nbsp;</p>
-<p>&nbsp;</p>
-<hr class="chap" />
-
-<div class="chapter">
-<p class="half-title">VIDAS EJEMPLARES </p>
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<p class="p2 center big3">ROMAIN ROLLAND</p>
-</div>
-
-<h1>Vidas Ejemplares<br />
-<em>Beethoven&mdash;Miguel Ángel&mdash;Tolstoi</em></h1>
-
-<div class="figcenter illowp53" id="tpageilo" style="max-width: 6.6875em;">
- <img class="w100" src="images/tpage_ilo.jpg" alt="title_pilo" />
-</div>
-
-<p class="center big1 p6">Universidad Nacional de México<br />
-1923</p>
-
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_5"></a>[Pg 5]</span></p>
-<div class="figcenter illowp100" id="p5ilo" style="max-width: 34.375em; margin-top: 4em;">
- <img class="w100" src="images/p5ilo.jpg" alt="p5ilo" />
-</div>
-</div>
-
-<h2 class="nobreak">NOTA PRELIMINAR</h2>
-
-
-<p class="p1">La presente obra forma parte de una serie que
-la Secretaría de Educación Pública edita,
-con el propósito de difundir la cultura clásica
-junto con los rasgos fundamentales del pensamiento
-moderno. Lo escaso y lo incompleto de
-las ediciones castellanas de los libros más importantes
-del mundo ha sido causa de que, entre nosotros,
-las personas cultas tengan que dedicar gran
-atención al estudio de las lenguas extranjeras,
-principalmente al inglés y al francés, y de que la
-gran masa de la población desconozca los libros
-geniales. Publicar en español ediciones clásicas es,
-por lo mismo, una doble necesidad de patriotismo
-y de cultura. De patriotismo, porque ningún pueblo
-que se respeta debe conformarse con que sea
-indispensable el uso de un idioma extraño para<span class="pagenum"><a id="Page_6"></a>[Pg 6]</span>
-conocer las cumbres del pensamiento; de cultura,
-porque no se concibe una ilustración, ni siquiera
-mediocre, que carezca del conocimiento indicado.</p>
-
-<p>Creemos que ha llegado para nuestra raza hispanoamericana
-un período de renovación vigorosa
-y autónoma, que no puede asentarse en sólidas
-bases si seguimos de siervos del pensamiento
-francés, o del pensamiento inglés o de cualquiera
-otra tendencia extraña. Creemos que las razas&mdash;caracterizadas
-muy particularmente por las lenguas&mdash;son
-el órgano por el que la Historia expresa
-las distintas fases del espíritu humano en su lucha
-por conquistar la verdad y el bien, y creemos que
-sólo afirmando y depurando el concepto de la raza
-y el vigor de la raza se logra ese poder que en seguida
-conduce a la universalidad, meta suprema
-de la realización humana. Universalidad es nuestra
-aspiración; mas, para lograrla, es menester
-que nos asentemos en las fuertes raíces de nuestro
-tronco étnico y que en seguida exploremos el mundo
-y lo expresemos conforme al ingenio y al temperamento
-nuestros, porque el progreso del mundo
-exige de nosotros una interpretación personal y
-una expresión característica y única de la vida
-que nosotros vivimos. Y el primer paso para la
-elaboración de una cultura propia es traducir todo
-el acervo de la cultura contemporánea a los moldes
-de nuestra lengua, y en seguida difundir libros
-castellanos para que, sin menoscabo de la ilustración
-general, se expulse el libro escrito en idioma<span class="pagenum"><a id="Page_7"></a>[Pg 7]</span>
-extranjero. En este sentido las ediciones de la
-Secretaría de Educación Pública llegarán a ser
-útiles, no sólo para los mexicanos, sino también
-para todos los hijos de la raza nuestra, desde el
-Bravo hasta el Plata, y aun para la misma población
-de España, ya que muchas de las obras de
-esta serie no han sido traducidas jamás a nuestra
-lengua común.</p>
-
-<p>Hacer llegar el libro excelso a las manos más
-humildes y lograr de esta manera la regeneración
-espiritual, que debe preceder a toda otra suerte
-de regeneración, es otro de los propósitos de estas
-ediciones, que en su mayor parte se repartirán
-gratuitamente entre las bibliotecas y escuelas que
-el Gobierno está abriendo por toda la República.
-La divulgación de estas obras viene a constituir
-la segunda parte de la campaña que estamos desarrollando
-contra el analfabetismo; pues de esta
-manera, después de enseñar a leer, damos lo que
-debe leerse, seguros de ofrecer lo mejor que existe,
-porque en la selección de las obras no nos guía
-más criterio que el de la suprema excelencia, y el
-propósito de formar una colección que abarque,
-hasta donde es posible, todos los aspectos más
-nobles del pensamiento humano.</p>
-
-<p>En términos generales, y tal como lo dice el
-acuerdo respectivo, se han escogido libros fundamentales,
-libros esenciales, y que tienen todos la
-misma tendencia de ennoblecer la vida. Se comienza
-con “La Ilíada” de Homero, que es la<span class="pagenum"><a id="Page_8"></a>[Pg 8]</span>
-fuerte raíz de toda nuestra literatura, y se da lo
-principal de los clásicos griegos, los eternos maestros.
-Se incorpora después una noticia sobre la
-moral budista, que es como anunciación de
-la moral cristiana, y se da en seguida el texto de los
-Evangelios, que representan el más grande prodigio
-de la Historia y la suprema ley entre todas
-las que norman el espíritu; más la Divina Comedia,
-que es como una confirmación de los más
-importantes mensajes celestes.</p>
-
-<p>Se publicarán, también, algunos dramas de
-Shakespeare, por condescendencia con la opinión
-corriente, y varios de Lope, el dulce, el inspirado,
-el magnífico poeta de la lengua castellana, con
-algo de Calderón y el Quijote, de Cervantes,
-libro sublime donde se revela el temperamento
-de nuestra estirpe. Seguirán después algunos volúmenes
-de poetas y prosistas hispanoamericanos
-y mexicanos; la Historia Universal de Justo
-Sierra, que es un resumen elocuente y corto; la
-Geografía de Reclus, obra llena de generosidad,
-y libros sobre la cuestión social que ayuden a los
-oprimidos y que serán señalados por una comisión
-técnica, junto con libros sobre artes o industrias,
-de aplicación práctica.</p>
-
-<p>Finalmente se publicarán libros modernos y
-renovadores, como el Fausto y los dramas de
-Ibsen y Bernard Shaw; libros redentores como
-los de Galdós, los de Tolstoi y los de Rolland, y
-parte de la obra del excelso Tagore. Como no se<span class="pagenum"><a id="Page_9"></a>[Pg 9]</span>
-desea construir un índice exclusivo, la Secretaría
-ha pedido al público que designe, entre las
-grandes obras de la humanidad, otras diez para
-que entren a las prensas de la Editorial y pasen,
-después, a germinar conceptos y a inspirar nobles
-acciones en el ánimo de todos los habitantes de
-la República.</p>
-
-<p class="right p1" style="padding-right: 2em;">El Secretario de Educación Pública<br />
- <span style="padding-right: 2em; ">J<small>OSÉ</small> V<small>ASCONCELOS</small></span></p>
-
-<div class="figcenter illowp100" id="p9ilo" style="max-width: 5.625em;">
- <img class="w100" src="images/p9ilo.jpg" alt="p9ilo" />
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_10"></a>[Pg 10]</span></p>
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-
-<p class="p4 center big2">ÍNDICE</p>
-</div>
-
-
-
-<table class="autotable" border="0" summary="indice">
-<tr>
-<td class="tdl"> &nbsp;</td>
-<td class="tdr">Pág.</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Nota preliminar</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_5">5</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Prefacio</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_11">11</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Vida de Beethoven</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_15">15</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">Apéndice</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Beethoven.&mdash;Testamento de Heiligenstadt a mis hermanos<br /> Carl y (Johann) Beethoven,
-Heiligenstadt, a 6 de octubre de 1802</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_61">61</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">Cartas</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Al pastor Amenda, en Curlandia, probablemente escrita en 1801</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_65">65</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Al doctor Franz Gerhard Wegeler, Viena, 29 de junio de 1801</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_68">68</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">A Wegeler, Viena, 16 de noviembre de 1801</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_71">71</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">Cartas de Wegeler y de Eleonora von Breuning a Beethoven:</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Carta de Wegeler, Coblenza, 28 de diciembre de 1825</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_74">74</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Carta de Eleonora Wegeler, Coblenza, 29 de diciembre de 1825</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_76">76</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Beethoven a Wegeler, Viena, 7 de octubre de 1826</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_77">77</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">A Wegeler, Viena, 17 de febrero de 1827</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_79">79</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">A Moscheles, Viena, 14 de marzo de 1827</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_79">79</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">Pensamientos</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Sobre música</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_80">80</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Sobre crítica</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_83">83</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">Bibliografía</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Sobre las cartas de Beethoven</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_84">84</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Sobre la Vida de Beethoven</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_85">85</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Sobre la obra de Beethoven</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_87">87</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Retratos de Beethoven</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_88">88</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">VIDA DE MIGUEL ÁNGEL</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Introducción</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_95">95</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Miguel Ángel</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_99">99</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La Lucha</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_117">117</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.8em;">I.</span> La Fuerza</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_119">119</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.4em;">II.</span> La Fuerza que se rompe</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_145">145</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">III. La Desesperación</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_163">163</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La Abdicación</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_179">179</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.8em;">I.</span> Amor.</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_181">181</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.4em;">II.</span> Fe</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_211">211</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">III. Soledad</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_233">233</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">Epílogo</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La Muerte</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_245">245</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">Apéndice</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Poesías de Miguel Ángel</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_253">253</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">Bibliografía</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.8em;">I.</span> Escritos de Miguel Ángel</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_270">270</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.4em;">II.</span> Obras relativas a la vida de Miguel Ángel</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_271">271</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">III. Vittoria Colonna</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_273">273</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">VIDA DE TOLSTOI</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La luz que acaba de extinguirse</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_277">277</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Historia de mi infancia</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_292">292</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Las narraciones del Cáucaso</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_295">295</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Los Cosacos</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_296">296</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Narraciones de Sebastopol</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_301">301</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Tres muertes</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_312">312</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La felicidad conyugal</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_314">314</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La Guerra y la Paz</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_319">319</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Ana Karenina</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_327">327</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Las Confesiones y la crisis religiosa</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_335">335</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La crisis social: ¿Qué debemos hacer?</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_347">347</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La crítica del arte</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_358">358</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Los Cuentos Populares</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_371">371</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">El Poder de las Tinieblas</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_375">375</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La Muerte de Iván Ilich</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_378">378</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">La Sonata a Kreutzer</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_379">379</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Resurrección</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_385">385</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Las ideas sociales de Tolstoi</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_393">393</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Su semblante había tomado los rasgos definitivos</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_407">407</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Concluye la lucha</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_420">420</a></td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdc">Apéndice</td>
-</tr>
-
-<tr>
-<td class="tdl">Las obras póstumas de Tolstoi</td>
-<td class="tdr"><a href="#Page_431">431</a></td>
-</tr>
-
-</table>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_11"></a>[Pg 11]</span></p>
-</div>
-
-<div class="figcenter illowp100" id="p11ilo" style="max-width: 34.375em; margin-top: 4em;">
- <img class="w100" src="images/p11ilo.jpg" alt="p11ilo" />
-</div>
-
-<h2 class="nobreak">PREFACIO</h2>
-
-<div class="blockquot">
-
-<p style="padding-left: 4em;">“<em>Quiero demostrar que todo el que<br />
-obra recta y noblemente, puede, por<br />
-ello mismo, sobrellevar el infortunio</em>”.</p>
-
-<p style="padding-left: 8em;">B<small>EETHOVEN</small></p>
-
-<p class="p1" style="padding-left: 4em;">Al Municipio de Viena,<br />
- el 1.º de febrero de 1819.</p></div>
-
-
-<p class="p1">Un denso ambiente nos envuelve. La vieja
-Europa se adormece en una atmósfera cargada
-y viciosa; un materialismo sin grandeza
-pesa sobre el pensamiento y estorba la acción
-de los gobiernos y de los individuos; el mundo
-muere de asfixia en su egoísmo prudente y vil, y
-al morir nos ahoga. Abramos las ventanas para
-que entre el aire puro; respiremos el aliento de
-los héroes.</p>
-
-<p>La vida es dura. Para los que no se resignan a
-la mediocridad del alma es un combate diario,
-triste las más de las veces, librado sin grandeza
-ni fortuna en la soledad y en el silencio. Oprimidos
-por la pobreza, por los ásperos deberes domés<span class="pagenum"><a id="Page_12"></a>[Pg 12]</span>ticos,
-por los trabajos abrumadores y estúpidos,
-en los que inútilmente se pierden las fuerzas, la
-mayor parte de los hombres están separados los
-unos de los otros, sin una esperanza, sin un rayo
-de alegría, sin tener siquiera el consuelo de tender
-la mano a sus hermanos de infortunio, que nada
-saben de ellos y de quienes ellos nada saben. Cada
-uno cuenta sólo consigo mismo; y hay momentos
-en que los más fuertes flaquean bajo el
-peso de su pena, y demandan socorro y amistad.</p>
-
-<p>Para ayudarlos me propongo reunir, en torno
-suyo, a los Amigos heroicos, a las grandes almas
-que se sacrificaron por el bien. Estas Vidas de
-Hombres Ilustres no se dirigen al orgullo de los
-ambiciosos, sino que están consagradas a los desventurados.
-¿Y quién, en el fondo, no lo es?
-Ofrezcamos a quienes sufren el bálsamo del sagrado
-sufrimiento. No estamos solos en el combate,
-pues alumbran la noche del mundo luces
-divinas, y ahora mismo, cerca de nosotros, hemos
-visto brillar dos de las más puras llamas, la de la
-Justicia y la de la Libertad: el coronel Picquart
-y el pueblo boer. Si estas llamas no han logrado
-abrasar las espesas tinieblas, nos han mostrado,
-en un relámpago, el camino. Avancemos en pos
-de estos hombres, en pos de todos los que como
-ellos lucharon, aislados, esparcidos en todos los
-países y en todos los tiempos. Acabemos con los
-valladares de los siglos y resucitemos el pueblo
-de los héroes.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_13"></a>[Pg 13]</span></p>
-
-<p>No llamo héroes a los que triunfaron por el pensamiento
-o por la fuerza; llamo héroes sólo a aquéllos
-que fueron grandes por el corazón. Como ha
-dicho, entre ellos, uno de los más altos, aquél cuya
-vida contamos en estas páginas: “no reconozco
-otro signo de excelsitud que la bondad”. Cuando no
-hay grandeza de carácter no hay grandes hombres,
-ni siquiera grandes artistas, ni grandes hombres
-de acción; apenas habrá ídolos exaltados por
-la multitud vil; pero los años destruyen ídolos y
-multitud. Poco nos importa el éxito, ya que se
-trata de ser grande y no de parecerlo.</p>
-
-<p>La vida de aquéllos cuya historia intentaremos
-narrar en estas páginas fué casi siempre un martirio
-prolongado. Sea que un trágico destino haya
-querido forjar sus almas en el yunque del dolor
-físico y moral, de la enfermedad y de la miseria;
-o bien que asolara sus vidas y desgarrara sus corazones
-el espectáculo de los sufrimientos y de las
-vergüenzas sin nombre que torturaban a sus hermanos,
-todos comieron el pan cotidiano de la prueba,
-y fueron grandes por la energía, porque lo fueron
-también por la desgracia. Que no se quejen
-demasiado quienes son desventurados, porque
-los mejores de entre los hombres están con ellos.
-Nutrámonos del valor de estos hombres, y, si somos
-débiles, reposemos por un instante nuestra
-cabeza sobre sus rodillas, que ellos nos consolarán.
-Mana de estas almas sagradas un torrente
-de fuerza serena y de bondad omnipotente: no es<span class="pagenum"><a id="Page_14"></a>[Pg 14]</span>
-siquiera necesario interrogar sus obras, ni escuchar
-sus palabras, para que leamos en sus ojos,
-en la historia de su vida, que nunca la vida es más
-grande, más fecunda&mdash;ni más dichosa&mdash;que en el
-dolor.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Al frente de esta legión heroica, vemos, en primer
-lugar, al fuerte y puro Beethoven. Él mismo
-anhelaba, en medio de sus sufrimientos, que su
-ejemplo pudiera ser un sostén para todos los desvalidos,
-<em>y que el desventurado se consolase al encontrar
-otro desdichado como él, que, a pesar de todos
-los obstáculos de la Naturaleza, había hecho cuanto
-de él dependía para llegar a ser un hombre digno
-de este nombre</em>. Triunfante de su pena, tras
-años de luchas y de esfuerzos sobrehumanos, y
-cumplida su misión, que era, como él decía, la de
-infundir un poco de valor a la pobre humanidad,
-este Prometeo vencedor respondía a un amigo
-que invocaba a Dios: <em>¡Hombre, ayúdate a ti mismo!</em></p>
-
-<p>Inspirémonos en su valiente palabra. Reanimemos,
-con su ejemplo, la fe del hombre en la
-vida y en el hombre.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em;">R<small>OMAIN</small> R<small>OLLAND</small></p>
-
-<p>Enero de 1903.</p>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_15"></a>[Pg 15]</span></p>
-<p class="half-title">VIDA DE BEETHOVEN</p>
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<div class="indent20 big2">
-<p>Woltuen, wo man kann,<br />
-Freiheit über alles lieben,<br />
-Wahrheit nie, auch sogar am<br />
-Throne nicht verleugnen.</p>
-
-<p><span style="padding-left: 4em;">B<small>EETHOVEN</small></span></p>
-
-
-<p>(Hoja de Álbum, 1792).</p>
-
-
-<p class="p4">(Hacer todo el bien que sea posible,<br />
-amar la libertad por encima de todo, y<br />
-aun cuando fuera por un trono,<br />
-no traicionar nunca a la Verdad).</p>
-</div>
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_16"></a>[Pg 16]</span></p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_17"></a>[Pg 17]</span></p>
-
-
-
-<div class="chapter">
-<div class="figcenter illowp66" id="p17ilo" style="max-width: 19.3125em; margin-top: 4em;">
- <img class="w100" src="images/p17ilo.jpg" alt="p17ilo" />
-</div>
-</div>
-
-<p>Era pequeño y gordo, de cuello robusto, de complexión
-atlética; tenía una cara grande color de
-rojo ladrillo, menos al fin de su vida, que se tornó
-su tono enfermizo y amarillento, en invierno sobre todo,
-cuando permanecía encerrado y lejos del campo; una
-frente poderosa y abultada; cabellos extremadamente
-negros, muy espesos, en los cuales parecía que no había
-entrado nunca el peine, erizados por todos lados, “las<span class="pagenum"><a id="Page_18"></a>[Pg 18]</span>
-serpientes de Medusa”<a id="FNanchor_1" href="#Footnote_1" class="fnanchor">[1]</a>; sus ojos brillaban con una
-fuerza prodigiosa, que dominaba a cuantos los miraban;
-pero casi todos se engañaron sobre el color de estos ojos.
-Como irradiaban con fulgor salvaje, en un semblante
-obscuro y trágico, se les creía generalmente negros,
-cuando eran de un azul gríseo<a id="FNanchor_2" href="#Footnote_2" class="fnanchor">[2]</a>; pequeños y muy
-hundidos, se abrían bruscamente en la pasión o en la cólera
-y entonces giraban en sus órbitas, reflejando todos sus
-pensamientos con verdad maravillosa<a id="FNanchor_3" href="#Footnote_3" class="fnanchor">[3]</a>. Frecuentemente
-se volvían hacia el cielo con una mirada melancólica.
-La nariz era chata y ancha, como un hocico de león:
-la boca delicada, con el labio inferior saliente; mandíbulas
-temibles que habrían podido cascar nueces; y un hoyuelo
-profundo en el mentón, hacia el lado derecho, daba una
-extraña disimetría al rostro. “Sonreía bondadosamente,
-dice Moscheles, y había en su conversación, a menudo, un
-tono amable y alentador. En cambio su risa era desagradable,
-violenta y gesticulante, rápida”,&mdash;la risa de un hombre
-que no está acostumbrado a la alegría. Su expresión
-habitual era melancólica, de “una tristeza incurable”.
-Rellstab, en 1825, decía que tenía necesidad de todas sus
-fuerzas para no llorar al ver “sus ojos dulces y su dolor penetrante”;
-Braun von Braunthal, un año después, lo encontró
-en una cervecería: estaba sentado en un rincón, fumando
-una larga pipa y con los ojos cerrados, como lo hacía
-más frecuentemente a medida que se aproximaba a la
-muerte. Un amigo le dirigió la palabra; sonrió con tristeza,
-<span class="pagenum"><a id="Page_19"></a>[Pg 19]</span>sacó de su bolsillo una libreta de conversación, y, con la
-voz aguda que adquieren a menudo los sordos, le dijo que
-escribiera lo que quería preguntarle. Su semblante se
-transfiguraba, ora en los accesos de inspiración súbita
-que lo acometían de improviso, aun en la calle, y que llenaban
-de sorpresa a los transeúntes, ora cuando se le sorprendía
-sentado al piano. “Los músculos de su rostro se le
-saltaban, sus venas se hinchaban; los ojos salvajes se hacían
-dos veces más terribles; le temblaba la boca, y tenía el aire
-de un encantador vencido por los demonios que hubiera
-evocado”. Parecía una figura de Shakespeare<a id="FNanchor_4" href="#Footnote_4" class="fnanchor">[4]</a>; Julius
-Benedict dice: “El rey Lear”.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Ludwig van Beethoven nació el 16 de diciembre de
-1770, en Bonn, cerca de Colonia, en una mísera
-bohardilla de casa pobre. Era flamenco de origen<a id="FNanchor_5" href="#Footnote_5" class="fnanchor">[5]</a>;
-su padre, un tenor borracho y sin talento; su madre,
-una criada, hija de un cocinero y viuda en primeras
-nupcias de un ayuda de cámara.</p>
-
-<p>Su infancia severa no tuvo la familiar dulzura con que
-la de Mozart, más feliz, estuvo rodeada. Desde el principio
-la vida se le reveló como un combate triste y brutal;
-<span class="pagenum"><a id="Page_20"></a>[Pg 20]</span>su padre quiso explotar sus disposiciones musicales y exhibirlo
-como un niño prodigio; a los cuatro años de edad lo
-sentaba, durante horas enteras, frente a su clave, o lo
-encerraba con un violín y lo abrumaba de trabajo. Poco
-faltó para que por siempre le hubiera hecho odioso el arte.
-Fué preciso usar de la violencia para que Beethoven
-aprendiera la música. Su juventud fué entristecida por las
-preocupaciones materiales, el cuidado de ganarse el pan,
-los trabajos prematuros; a los once años formaba parte
-de la orquesta del teatro, y a los trece era organista.
-En 1787 perdió a su madre, a quien adoraba. “¡Era tan
-buena conmigo, tan digna de ser amada, mi mejor amiga!
-¡Oh, quién más feliz que yo cuando podía pronunciar el
-dulce nombre de madre, y que ella podía escucharme!”<a id="FNanchor_6" href="#Footnote_6" class="fnanchor">[6]</a>.
-Había muerto de tisis, y el mismo Beethoven se creyó
-atacado de esa enfermedad; sufría ya constantemente y
-unía a su dolencia una melancolía más cruel que el propio
-mal<a id="FNanchor_7" href="#Footnote_7" class="fnanchor">[7]</a>. A los diecisiete años era jefe de familia, encargado
-de la educación de sus hermanos. Pasó la vergüenza de
-solicitar el retiro de su padre, incapaz de dirigir la casa por
-borracho, y fué al hijo a quien se entregó la pensión paterna
-para evitar que fuese disipada. Semejantes sufrimientos
-dejaron en él una huella profunda. Tuvo la fortuna de
-encontrar un cariñoso apoyo en una familia de Bonn, que
-le fué siempre muy querida, los Breuning. La gentil
-“Lorchen”, Eleonora de Breuning, tenía dos años menos:
-le enseñó él la música y ella lo inició en la poesía;
-fué su compañera de infancia y acaso hubo entre
-ellos algún sentimiento tierno. Eleonora casó más tarde
-con el doctor Wegeler, que fué uno de los mejores amigos
-de Beethoven: hasta el último día no cesó de reinar entre
-<span class="pagenum"><a id="Page_21"></a>[Pg 21]</span>ellos una amistad apacible, de que dan testimonio las cartas
-dignas y cariñosas de Wegeler y de Eleonora, y las
-del viejo y fiel amigo (<i lang="de" xml:lang="de">alter treuer Freund</i>) al bueno y querido
-Wegeler (<i lang="de" xml:lang="de">guter lieber Wegeler</i>); cariño más conmovedor
-todavía cuando la vejez llegó para los tres sin enfriar la
-juventud de sus corazones<a id="FNanchor_8" href="#Footnote_8" class="fnanchor">[8]</a>.</p>
-
-<p>Por triste que haya sido la infancia de Beethoven,
-conservó siempre de ella y de los lugares en que transcurrió
-un tierno y melancólico recuerdo. Obligado a abandonar
-Bonn y a pasar casi toda su vida en Viena, en la grande
-y frívola ciudad o en sus tristes barriadas, no olvidó nunca
-el valle del Rhin, ni el gran río augusto y paternal&mdash;<i lang="de" xml:lang="de">unser
-Vater Rhein</i>&mdash;como él lo llama, “nuestro padre el Rhin”,
-tan viviente en verdad, casi humano, semejante a un alma
-gigantesca por la cual pasan pensamientos y fuerzas
-innumerables; en ninguna parte más bello, más poderoso
-y más dulce que en la deliciosa Bonn, cuyas pendientes,
-sombreadas y florecidas, baña con la violencia de una caricia.
-Allá vivió Beethoven sus veinte primeros años; allá
-se formaron los ensueños de su corazón de adolescente, en
-estas praderas que flotan lánguidas sobre el agua, con sus
-chopos envueltos por la bruma, sus malezas, sus sauces,
-sus árboles frutales, que empapan las raíces en la corriente
-silenciosa y rápida; y, sobre la orilla inclinadas, muellemente
-curiosas, las aldeas, las iglesias, hasta los cementerios,
-en tanto que en el horizonte las Siete Montañas
-azuladas dibujan sobre el cielo sus perfiles atormentados,
-que coronan las esbeltas y bizarras siluetas de los viejos
-castillos en ruinas. Su corazón permaneció eternamente
-fiel a este país, y hasta el último instante soñó en volver
-<span class="pagenum"><a id="Page_22"></a>[Pg 22]</span>a verlo, sin que lo hubiese logrado nunca. “Mi patria, la
-hermosa región en donde yo vi la luz primera, siempre tan
-bella, tan clara delante de mis ojos, como cuando yo la
-dejé”<a id="FNanchor_9" href="#Footnote_9" class="fnanchor">[9]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>En noviembre de 1792 Beethoven se estableció en
-Viena, metrópoli musical de Alemania<a id="FNanchor_10" href="#Footnote_10" class="fnanchor">[10]</a>. La Revolución
-había estallado y comenzaba a ahogar a
-Europa. Beethoven salió de Bonn en el momento preciso
-en que la guerra llegaba, y en camino de Viena cruzó
-por entre los ejércitos de Hesse, que avanzaban contra
-Francia. En 1796 y 1797 puso música a las poesías bélicas
-de Friedberg, un <em>Canto de Partida</em>, y un Coro Patriótico,
-<em>Somos un gran pueblo alemán</em> (<i lang="de" xml:lang="de">Ein grosses deutsches Volk
-sind wir</i>); pero en vano quiso cantar a los enemigos de
-la Revolución, porque la Revolución conquistó al mundo
-y a Beethoven. Desde 1798, y a pesar de la tirantez de relaciones
-entre Austria y Francia, entró Beethoven en comunicación
-íntima con los franceses, con la embajada,
-con el general Bernadotte, que acababa de llegar a
-Viena; y en sus conversaciones con ellos comenzaron a formarse
-en él los sentimientos republicanos, cuyo poderoso
-desarrollo se advierte en el resto de su vida.</p>
-
-<p>Un dibujo que en esta época le hizo Stainhauser nos
-muestra una imagen bastante clara de lo que era entonces
-<span class="pagenum"><a id="Page_23"></a>[Pg 23]</span>Beethoven. Es con relación a sus siguientes retratos, lo
-que el retrato de Buonaparte por Guérin&mdash;rostro áspero,
-devorado por la fiebre de la ambición,&mdash;es a los otros retratos
-de Napoleón. Aparece Beethoven más joven de lo
-que era, enjuto, derecho, tieso dentro de su alto corbatín,
-con el mirar retador y violento: sabe lo que vale, y confía
-en su fuerza. En 1796 escribe en su cuaderno: “¡Valor!
-A pesar de todas las flaquezas del cuerpo, mi genio triunfará...
-¡Veinticinco años! Los tengo ya, y es necesario
-que en este año el hombre se revele todo entero”<a id="FNanchor_11" href="#Footnote_11" class="fnanchor">[11]</a>. La
-señora de Bernhard y Gelinck dicen que es muy orgulloso,
-de modales rudos y huraños, y habla con un acento marcadamente
-provinciano; pero sólo sus amigos íntimos
-conocen la exquisita bondad que se oculta bajo ese orgulloso
-encogimiento. Al escribir a Wegeler acerca de sus
-triunfos, el primer pensamiento que le viene a la mente es:
-“Por ejemplo, cuando veo a un amigo necesitado, si mi
-bolsillo no me permite acudir inmediatamente en su ayuda,
-no tengo más que sentarme a la mesa de trabajo, y, en
-poco tiempo, lo he sacado del apuro... Ya ves que esto
-es encantador”<a id="FNanchor_12" href="#Footnote_12" class="fnanchor">[12]</a>. Y un poco después agrega: “Mi arte
-debe consagrarse al bien de los pobres”. (<i lang="de" xml:lang="de">Dann soll meine
-Kunst sich nur zum Besten der Armen zeigen.</i>)</p>
-
-<p>Ya el dolor había llamado a su puerta; se había apoderado
-de él para nunca más dejarlo. Entre 1796 y 1800
-comenzaron los estragos de la sordera<a id="FNanchor_13" href="#Footnote_13" class="fnanchor">[13]</a>; las orejas le
-<span class="pagenum"><a id="Page_24"></a>[Pg 24]</span>zumban noche y día; lo minan dolores en las entrañas; su
-oído se debilita progresivamente. No lo confesará a nadie
-durante muchos años, ni a sus amigos más queridos; evita
-toda compañía para que su enfermedad no sea advertida,
-y este terrible secreto es sólo suyo; pero en 1801 ya no lo
-puede callar, lo confía con desesperación a dos de sus amigos:
-el doctor Wegeler y el pastor Amenda:</p>
-
-<p>“Mi querido, mi bueno, mi cariñoso Amenda... ¡qué
-a menudo he deseado tenerte cerca de mí! Tu Beethoven
-es profundamente desventurado. Debes saber que la
-parte más noble de mí mismo, mi oído, se ha debilitado
-mucho. Ya en la época en que estábamos juntos, sentía
-síntomas del mal, y lo ocultaba; pero después ha empeorado
-mucho... ¿Curaré? Lo espero, naturalmente, pero muy
-poco, porque estas enfermedades son de las más incurables.
-¡Qué tristemente vivo, abandonando todo lo que amo
-y me es más querido, y en un mundo tan miserable, tan
-egoísta!... ¡Triste resignación ésta en la cual debo refugiarme!
-Naturalmente que me he propuesto sobreponerme
-a todos estos males. Pero ¿cómo me será posible?”<a id="FNanchor_14" href="#Footnote_14" class="fnanchor">[14]</a>.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_25"></a>[Pg 25]</span></p>
-<p>Y a Wegeler: “...Llevo una vida miserable; desde
-hace dos años eludo toda compañía, porque no me es posible
-conversar con los demás: soy sordo. Si tuviera cualquier
-otro oficio, esto sería llevadero; pero en el mío mi
-situación es terrible. ¡Qué dirán mis enemigos, cuyo número
-no es corto!... En el teatro debo colocarme muy
-cerca de la orquesta para escuchar a los actores. Los sonidos
-altos de los instrumentos y de las voces no los oigo si
-me coloco un poco lejos... Cuando se habla suavemente,
-apenas entiendo... Y por otra parte, cuando se grita, ello
-es para mí intolerable... Frecuentemente maldigo mi
-existencia. Plutarco me ha llevado a la resignación. Quiero,
-si esto es posible, desafiar mi destino; pero hay momentos
-de mi vida en los cuales soy la más miserable de
-las criaturas... ¡Resignación! ¡Qué triste refugio, y sin
-embargo es el único que me queda!”<a id="FNanchor_15" href="#Footnote_15" class="fnanchor">[15]</a>.</p>
-
-<p>Esta tristeza trágica se externa en algunas obras de esta
-época, en la <cite>Sonata Patética</cite>, op. 13 (1799), y sobre todo en
-el largo de la <cite>Tercera Sonata</cite> para piano, op. 10 (1798). Es
-extraño que no aparezca todavía en tantas obras más,
-como el riente <cite>Septimino</cite> (1800), y la límpida <cite>Primera
-Sinfonía</cite> (en do mayor, 1800), que reflejan todavía una despreocupación
-juvenil. Indudablemente que el alma necesita
-tiempo para acostumbrarse al dolor; siente tal necesidad de
-la alegría, que, cuando no la tiene, es necesario que la
-cree; cuando el presente es demasiado cruel, vive en el
-pasado; los días felices que fueron no se borran de un solo
-golpe, pues su fulgor persiste largo tiempo después de que
-pasaron. Solo y desventurado en Viena, Beethoven se
-refugió en su nostalgia del país natal, y sus recuerdos de
-entonces están todos de ella impregnados. El tema del
-andante con variaciones del <cite>Septimino</cite>, es sólo un <i lang="de" xml:lang="de">lied</i>
-riniano; la <cite>Sinfonía en do mayor</cite> es también una obra del
-Rhin, un poema de adolescencia que sonríe a sus ensueños;
-<span class="pagenum"><a id="Page_26"></a>[Pg 26]</span>es alegre, lánguida; se adivina en ella el deseo y la esperanza
-de agradar; pero en algunos de sus pasajes, en la introducción,
-en el claroscuro de algunos bajos sombríos, en
-el <em>scherzo</em> fantástico, se advierte ya, ¡con cuánta emoción!
-en este rostro de joven la mirada del genio que está por
-venir. Son los ojos del <i lang="it" xml:lang="it">bambino</i> de Botticelli, en sus <em>Sagradas
-Familias</em>, estos ojos de niño en los cuales se adivina
-ya la próxima tragedia.</p>
-
-<p>A los sufrimientos físicos se unían trastornos de otro
-orden. Wegeler dice que no conoció nunca a Beethoven
-sin una pasión llevada al paroxismo. Sus amores parece
-que siempre fueron de una gran pureza, porque en ellos
-no hubo nunca ninguna relación entre la pasión y el placer.
-La confusión que se establece en nuestro tiempo entre
-la una y el otro, no prueba más que la ignorancia en que la
-mayoría de los hombres están acerca de la pasión, y de su
-extrema rareza. En el alma de Beethoven había algo de
-puritano; las conversaciones y los pensamientos licenciosos
-le causaban horror; tenía sobre la santidad del amor
-ideas intransigentes, y se dice que no perdonaba a Mozart
-haber profanado su genio escribiendo un <cite>Don Juan</cite>.
-Schindler, que fué su amigo íntimo, asegura que “cruzó
-por la vida con un pudor virginal, sin haber tenido nunca
-que reprocharse una flaqueza”. Un hombre así estaba
-hecho para ser engañado y ser víctima del amor, y lo fué.
-Sin cesar se enamoraba locamente, sin cesar soñaba con la
-felicidad, que en el acto fracasaba, y era seguida de amargos
-sufrimientos. En estas alternativas de amor y de orgullosa
-rebeldía es preciso buscar el más fecundo manantial de
-las inspiraciones de Beethoven, hasta la edad en que su
-fogosa naturaleza se apacigua en una resignación melancólica.</p>
-
-<p>En 1801 el objeto de su pasión fué, a lo que parece,
-Giulietta Guicciardi, a quien inmortalizó con la dedicatoria
-de su famosa <cite>sonata</cite> llamada del <cite>Claro de Luna</cite>, op. 27<span class="pagenum"><a id="Page_27"></a>[Pg 27]</span>
-(1802). “Vivo de una manera muy dulce, escribía a Wegeler,
-y trato más con los hombres... Esta mudanza es
-obra del encanto de una muchacha adorable, que me ama
-y a quien yo amo. Son éstos los primeros momentos felices
-que tengo desde hace dos años<a id="FNanchor_16" href="#Footnote_16" class="fnanchor">”[16]</a>. Los pagó duramente.
-Desde luego este amor le hizo sentir las miserias de su
-enfermedad y las condiciones precarias de su vida, que le
-hacían imposible desposarse con la que amaba. Además
-Giulietta era coqueta, infantil, egoísta; hizo sufrir cruelmente
-a Beethoven, y en noviembre de 1803 casó con el
-conde Gallenberg<a id="FNanchor_17" href="#Footnote_17" class="fnanchor">[17]</a>. Semejantes pasiones arruinan
-el alma, y cuando el alma está ya debilitada por la enfermedad
-como lo estaba la de Beethoven, suelen aniquilarla.
-Y fué el único momento de la vida de Beethoven en que
-parece haber estado a punto de sucumbir. Sufrió una crisis
-desesperada, que nos hace conocer una de sus cartas: el
-<em>Testamento de Heiligenstadt</em> a sus hermanos Carlos y Juan,
-con esta indicación: ”<em>Para ser leída y cumplida después de
-mi muerte</em>“<a id="FNanchor_18" href="#Footnote_18" class="fnanchor">[18]</a>. Es un grito de rebeldía y de sufrimiento
-desgarrador, que no puede escucharse sin sentirse penetrado
-de piedad. Estuvo entonces a punto de poner fin a su
-vida, y sólo su inflexible sentimiento moral lo detuvo<a id="FNanchor_19" href="#Footnote_19" class="fnanchor">[19]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_28"></a>[Pg 28]</span></p>
-
-<p>Sus esperanzas últimas de curación desaparecieron. “Hasta
-el valor que me sostenía se ha desvanecido. ¡Oh, Providencia,
-concédeme una vez un día, un solo día de alegría
-verdadera! ¡Hace tanto tiempo que el son profundo de la
-perfecta alegría me es extraño! ¿Cuándo, cuándo, ¡Dios
-mío!, podré encontrarla? ¿Nunca?... ¡No, porque eso
-sería demasiado cruel!”</p>
-
-<p>Parece un lamento de agonía y, sin embargo, Beethoven
-vivirá aún veinticinco años. Su vigorosa naturaleza no
-se podía resignar a sucumbir en la prueba. “Mi fuerza
-física aumenta más que nunca, al mismo tiempo que mi
-vigor intelectual... Mi juventud, sí, lo siento, apenas
-ha comenzado; y cada día me acerca al fin que entreveo y
-que no puedo definir... ¡Oh, si estuviera libre de este
-mal, abarcaría entre mis brazos al mundo!... ¡Pero no
-tengo reposo! No conozco otro descanso que el sueño, y
-soy tan desventurado que tengo que concederle más tiempo
-que enantes. Si me viera libre de mi mal, aun cuando sólo
-fuese a medias, entonces... No, no lo soportaré ya;
-quiero morder al destino, que no ha de lograr doblegarme
-enteramente. ¡Es tan bello vivir mil veces la vida!”<a id="FNanchor_20" href="#Footnote_20" class="fnanchor">[20]</a>.</p>
-
-<p>Este amor, este dolor, esta voluntad, estas alternativas
-de postración y orgullo, estas tragedias interiores aparecen
-en las grandes obras escritas en 1802: la <cite>Sonata con marcha
-fúnebre</cite>, op. 26, la <cite>Sonata quasi una fantasía</cite> y la <cite>Sonata</cite> llamada
-del <cite>Claro de Luna</cite>, op. 27; la <cite>Sonata segunda</cite>, op. 31,
-con sus recitados dramáticos que semejan un grandioso y
-desolado monólogo; la <cite>Sonata en do menor</cite> para violín, op.
-30, que dedicó al emperador Alejandro; la <cite>Sonata a Kreutzer</cite>,
-op. 47, y las seis heroicas y conmovedoras melodías religiosas
-sobre palabras de Gellert, op. 48. La <cite>Segunda Sinfonía</cite>,
-que es de 1803, refleja su amor juvenil con mayor intensidad,
-y en ella se advierte que su voluntad se impone sobre
-todo; una fuerza irresistible barre los tristes pensamientos
-<span class="pagenum"><a id="Page_29"></a>[Pg 29]</span>y el <em>final</em> se levanta en impetuoso borbotar de vida. Beethoven
-quiere ser feliz; no quiere consentir en creer que
-es irremediable su infortunio: anhela la curación, desea
-el amor; desborda de esperanzas<a id="FNanchor_21" href="#Footnote_21" class="fnanchor">[21]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>En muchas de estas obras sorprende la energía y la
-insistencia de los ritmos de marcha y de combate,
-que son muy sensibles, sobre todo en el <i lang="it" xml:lang="it">allegro</i> y en
-el <em>final</em> de la <cite>Segunda Sinfonía</cite>, y todavía más en el primer
-trozo, soberbiamente heroico, de la <cite>Sonata al Emperador
-Alejandro</cite>. El carácter marcial, característico de esta música,
-recuerda la época en que fué escrita: la revolución
-llegaba a Viena, y Beethoven era arrastrado por ella.
-“Manifestaba de buena gana en la intimidad&mdash;nos dice
-el caballero Seyfried&mdash;su aprobación para los sucesos
-políticos, que juzgaba con una rara perspicacia, con mirada
-clara y penetrante”. Todas sus simpatías lo llevaban
-hacia las ideas revolucionarias; “amaba los principios republicanos”,
-dice Schindler, el amigo que más lo conoció
-en el último período de su vida. “Era partidario de la
-libertad sin limitaciones y de la independencia nacional...
-Quería que todos cooperasen en el gobierno del Estado...
-Deseaba para Francia el sufragio universal y confiaba en
-que Bonaparte lo establecería, echando así los cimientos de
-la felicidad del género humano”. Revolucionario romano,
-nutrido en Plutarco, soñaba con una república heroica,
-fundada por el dios de la Victoria: el Primer Cónsul; y
-golpe sobre golpe forjó la <cite>Sinfonía Heroica: Bonaparte</cite>
-<span class="pagenum"><a id="Page_30"></a>[Pg 30]</span>(1804)<a id="FNanchor_22" href="#Footnote_22" class="fnanchor">[22]</a>, que es la “Ilíada” del Imperio; y el final de la
-<cite>Sinfonía en do menor</cite> (1805-1808), la epopeya de la Gloria.
-Primera música verdaderamente revolucionaria, el espíritu
-de la época revive en ella con la intensidad y la pureza que
-tienen los grandes sucesos en las grandes almas solitarias,
-cuyas impresiones no son debilitadas por el contacto de la
-realidad. La figura de Beethoven se muestra en ella iluminada
-por los resplandores de estas épicas guerras que están
-expresadas por doquiera, acaso sin quererlo, en las obras
-de este período: en la <cite>Obertura de Coriolano</cite> (1807), que
-tiene soplo de tempestades; en el <cite>Cuarto cuarteto</cite>, op. 18,
-cuyo primer trozo tiene tanto parecido con esa obertura;
-en la <cite>Sonata Appassionata</cite>, op. 57 (1804), de la cual decía
-Bismarck: “Si la escuchara yo a menudo, sería más valeroso”<a id="FNanchor_23" href="#Footnote_23" class="fnanchor">[23]</a>;
-en la partitura de <cite>Egmont</cite>, y hasta en sus conciertos
-<span class="pagenum"><a id="Page_31"></a>[Pg 31]</span>para piano, en este <em>concierto en mi bemol</em>, cuyo virtuosismo
-también se hace heroico y en el que parece que
-pasan ejércitos. ¿Cómo sorprenderse de esto? Si Beethoven
-ignoraba, al escribir la <em>Marcha fúnebre a la muerte de
-un héroe</em> (de la Sonata op. 26), que el héroe más digno de
-sus cantos, aquél que se acercaba más que Bonaparte al
-modelo de la <cite>Sinfonía Heroica</cite>, Hoche, acababa de morir
-cerca del Rhin&mdash;al cual domina su monumento funerario,
-todavía ahora, desde lo alto de una pequeña colina entre
-Coblenza y Bonn,&mdash;había visto en la misma Viena dos
-veces victoriosa a la revolución. Fueron los oficiales
-franceses quienes asistieron en noviembre de 1805 al estreno
-de <cite>Fidelio</cite>, y el general Hulin, el vencedor de la Bastilla,
-que se instaló en la casa de Lobkowitz, amigo éste y
-protector de Beethoven, a quien dedicó la <cite>Heroica</cite> y la <cite>en
-do menor</cite>. Y todavía el 10 de mayo de 1809, Napoleón se
-hospedó en Schoenbrunn<a id="FNanchor_24" href="#Footnote_24" class="fnanchor">[24]</a>. Bien pronto Beethoven
-odiará a los conquistadores franceses; pero no por ello
-<span class="pagenum"><a id="Page_32"></a>[Pg 32]</span>
-sintió menos el fervor de su epopeya, y quien no la sienta
-como él sólo a medias comprenderá esta música de acción
-y de imperiales triunfos.</p>
-
-
-<p>Interrumpió Beethoven bruscamente la <cite>Sinfonía en
-do menor</cite> para escribir, de un golpe y sin sus bosquejos
-habituales, la <cite>Cuarta Sinfonía</cite>. La felicidad se le había
-revelado: en mayo de 1806 entró en relaciones con Teresa de
-Brunswick<a id="FNanchor_25" href="#Footnote_25" class="fnanchor">[25]</a>, quien lo amaba desde hacía largo tiempo,
-porque siendo niña recibía de él lecciones de piano, en los
-primeros tiempos que vivió éste en Viena. Beethoven era
-amigo de su hermano el conde Francisco, de quien fué
-huésped en Mártonvásár, Hungría, en 1806, y fué allá donde
-él y Teresa comenzaron a amarse. El recuerdo de estos
-días felices se conserva en algunos relatos de Teresa de
-Brunswick<a id="FNanchor_26" href="#Footnote_26" class="fnanchor">[26]</a>. “Una noche de domingo, dice ella, después
-de comer, Beethoven se sentó al piano, a la luz de la
-luna. Principió por pasar su mano abierta sobre el teclado,
-que era su manera de preludiar siempre, y que Francisco
-y yo conocíamos ya. Tocó después algunos acordes en las
-notas bajas, y lentamente, con una solemnidad misteriosa,
-<span class="pagenum"><a id="Page_33"></a>[Pg 33]</span>
-ejecutó un canto de Sebastián Bach<a id="FNanchor_27" href="#Footnote_27" class="fnanchor">[27]</a>: ‘<em>Si quieres,
-darme tu corazón, que sea primero en secreto, y que nadie
-pueda adivinar nuestro mutuo pensamiento</em>’. Mi madre y
-el cura se habían dormido; mi hermano miraba en el vacío
-con gravedad; y yo, bajo el influjo de su canto y de su mirada,
-sentía la vida en toda plenitud. En la mañana del
-siguiente día nos encontramos en el jardín, y me dijo:
-‘Estoy escribiendo ahora una ópera cuya figura principal
-está delante de mí, en todas partes por donde voy, en todas
-partes donde estoy; nunca había alcanzado tal altura, en
-la que todo es luz, pureza, claridad. Hasta hoy me parecía
-a ese niño de los cuentos de hadas, entretenido en recoger
-guijarros, que no veía la flor espléndida que sobre el camino
-florece...’. En el mes de mayo de 1806 era su novia,
-sólo con el consentimiento de mi bienamado hermano
-Francisco”.</p>
-
-<p><cite>La Cuarta Sinfonía</cite>, escrita ese año, es una flor pura que
-guarda el perfume de aquellos días, los más tranquilos de
-su vida. En ella se ha advertido justamente “la preocupación
-de Beethoven, entonces, de conciliar, en tanto que
-fuera posible, su genio con la tradición generalmente
-conocida y amada de las formas transmitidas por sus
-predecesores”<a id="FNanchor_28" href="#Footnote_28" class="fnanchor">[28]</a>. El mismo espíritu conciliador, nacido
-del amor, obraba sobre sus modales y manera de vivir.
-Ignaz von Seyfried y Grillparzer dicen que estaba pleno
-de ímpetus, ágil, alegre, espiritual, cortés con los demás,
-paciente para con los importunos, vestido con rebuscamiento;
-y los engaña al extremo de que no se dan cuenta
-de su sordera y dicen que está sano, si no es de su
-vista, muy debilitada<a id="FNanchor_29" href="#Footnote_29" class="fnanchor">[29]</a>. Tal es la idea que de él nos
-<span class="pagenum"><a id="Page_34"></a>[Pg 34]</span>da un retrato de elegancia romántica y un poco amanerada
-que por entonces pintó Maehler. Beethoven deseaba
-agradar, y sabía que agradaba. El león está enamorado, y
-esconde sus garras; pero se adivina bajo estas apariencias,
-bajo la fantasía y la ternura de la <cite>Sinfonía en si bemol</cite>,
-la fuerza temible, el humor caprichoso y los coléricos
-arranques.</p>
-
-<p>Esta paz profunda no debía durar; mas el influjo
-bienhechor del amor se prolongó hasta 1810. Beethoven
-le debió sin duda su dominio de sí mismo, que hizo entonces
-producir a su genio los más perfectos frutos: esta tragedia
-clásica, la <cite>Sinfonía en do menor</cite>; y este divino ensueño
-de un día de estío: la <cite>Sinfonía Pastoral</cite> (1808)<a id="FNanchor_30" href="#Footnote_30" class="fnanchor">[30]</a>. <cite>La
-Appassionata</cite>, inspirada en la <cite>Tempestad</cite> de Shakespeare<a id="FNanchor_31" href="#Footnote_31" class="fnanchor">[31]</a>,
-considerada por él como la más vigorosa de sus sonatas
-apareció en 1807 y está dedicada al hermano de Teresa.
-La ensoñadora y fantástica sonata, op. 78 (1809), la dedicó
-a Teresa. Una carta sin fecha<a id="FNanchor_32" href="#Footnote_32" class="fnanchor">[32]</a> y dirigida <em>A la Inmortal
-Amada</em> expresa, no menos que la <cite>Appassionata</cite>, la intensidad
-de su amor:</p>
-
-<p>“Ángel mío, mi todo, mi yo... tengo el corazón henchido
-de tantas cosas que decirte... ¡Ah, en donde yo
-estoy, tú estás siempre conmigo!... Lloro sólo de pensar
-que no recibirás antes del domingo, probablemente, mis
-primeras noticias.&mdash;Te amo, como tú me amas; pero
-mucho más... ¡Oh, Dios! ¡Qué vida ésta sin ti! ¡Tan
-<span class="pagenum"><a id="Page_35"></a>[Pg 35]</span>cerca, y tan lejos! Mis pensamientos van hacia ti, mi
-inmortal amada (<em>Meine unsterbliche Geliebte</em>), jocundos
-unas veces, tristes después, interrogando al destino, demandándole
-si nos acogerá benignamente. No puedo
-vivir si no es contigo, porque de otra manera no vivo...
-Nunca será de otra mi corazón. ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Oh,
-Dios mío! ¿por qué es preciso que se alejen los que se
-aman? Y sin embargo mi vida, como al presente, es una
-vida de tristezas. Tu amor me ha hecho a un mismo
-tiempo el más feliz y el más desdichado de los hombres...
-¡Está tranquila... está tranquila, y ámame! Ahora,
-ayer, cuán ardiente aspiración, ¡cuántas lágrimas mías van
-hacia ti!... a ti... a ti... mi vida, mi todo! ¡Adiós!
-¡Continúa amándome, no olvides jamás el corazón de tu
-amado L. ¡Tuyo eternamente, eternamente mía, por
-siempre el uno para el otro!”<a id="FNanchor_33" href="#Footnote_33" class="fnanchor">[33]</a>.</p>
-
-<p>¿Cuál causa misteriosa impidió la felicidad de estos dos
-seres que se amaban? Acaso la falta de fortuna, la desigualdad
-social; acaso Beethoven se sublevó ante la larga
-espera que se le imponía, y ante la humillación de mantener
-en secreto su amor indefinidamente; tal vez, violento,
-enfermo y misántropo como era, hizo sufrir, sin quererlo,
-a la que amaba, y esto lo desesperó. La promesa de unión
-se rompió, y, sin embargo, ni el uno ni el otro parece que
-hayan olvidado nunca su amor. Hasta su último día
-(murió en 1861), Teresa de Brunswick amó a Beethoven.
-Y en 1816, Beethoven decía: “Al pensar en ella el corazón
-me palpita con tanta violencia como en el día que la vi por
-la primera vez”. De este mismo año son las melodías a la
-<em>Amada Lejana</em> (<em>an die ferne Geliebte</em>), op. 98, de un carácter
-tan conmovedor y tan profundo. Escribió en sus notas:
-“Mi corazón desborda ante el espectáculo de esta admirable
-naturaleza, y sin embargo Ella no está aquí, a mi lado”.
-Teresa había dado su retrato a Beethoven con esta
-<span class="pagenum"><a id="Page_36"></a>[Pg 36]</span>dedicatoria: “Al genio extraordinario, al gran artista, al
-hombre bueno.&mdash;T. B.”<a id="FNanchor_34" href="#Footnote_34" class="fnanchor">[34]</a>. En el último año de su vida
-sorprendió un amigo a Beethoven, solo, besando este retrato
-con lágrimas en los ojos y hablando en voz alta,
-como era su costumbre: “¡Eras tan hermosa, tan grande,
-tan parecida a los ángeles!” Y el amigo se retiró, y cuando
-regresó un poco más tarde lo encontró sentado al piano y
-le dijo: “Hoy, mi viejo amigo, no hay nada de diabólico
-en vuestro rostro”. Beethoven le respondió: “Es que
-hoy me ha visitado mi ángel”. La herida fué profunda.
-“Pobre Beethoven, decía él mismo, no es posible que para
-ti haya felicidad en este mundo. Sólo en las regiones de lo
-ideal encontrarás amigos”<a id="FNanchor_35" href="#Footnote_35" class="fnanchor">[35]</a>.</p>
-
-<p>Escribió en su libro de notas: “Sumisión, sumisión profunda
-a tu destino: no puedes existir para ti, sino solamente
-para los demás; para ti la única felicidad posible
-está en tu arte. ¡Oh, Dios mío, concédeme la fuerza necesaria
-para vencer!”</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Fué, pues, abandonado por el amor. En 1810 se halla de
-nuevo solo; pero ha alcanzado la gloria y la conciencia
-de su poder. Está en la fuerza de su edad; se
-abandona a su humor salvaje y violento, ya sin cuidarse
-de nada, sin consideraciones al mundo, a las conveniencias
-sociales, a los juicios de los demás. ¿A quién tiene que temer
-o agradar? Su fuerza es lo único que le queda, la alegría de
-su fuerza y la necesidad de emplearla, casi de abusar de
-ella. “La fuerza, he aquí la moral de los hombres que se
-<span class="pagenum"><a id="Page_37"></a>[Pg 37]</span>elevan por encima del común de los hombres”. Ha reincidido
-en la negligencia de su vestir, y su libertad de modales
-se ha hecho más audaz que antes; sabe que tiene el derecho
-de decirlo todo hasta a los grandes. “No reconozco otro
-signo de superioridad más que la bondad”, escribió el 17
-de julio de 1812<a id="FNanchor_36" href="#Footnote_36" class="fnanchor">[36]</a>. Bettina Brentano, que lo vió entonces,
-dice que “ningún emperador, ningún rey había tenido
-una conciencia tal de su fuerza”. Quedó fascinada
-por su poder: “Cuando lo vi por la vez primera, escribía a
-Goethe, el universo entero desapareció para mí. Beethoven
-me hizo olvidar al mundo, y aun a ti mismo, ¡oh Goethe!...
-Creo no equivocarme al asegurar que este hombre se ha
-adelantado mucho a la civilización moderna”. Goethe
-hizo por conocer a Beethoven. Se encontraron en los baños
-de Bohemia, en Toeplitz, el año de 1812, y no llegaron a
-comprenderse. Beethoven admiraba apasionadamente el
-genio de Goethe<a id="FNanchor_37" href="#Footnote_37" class="fnanchor">[37]</a>; pero era su carácter demasiado
-libre y demasiado violento para acomodarse al de éste y
-para no herirlo. Ha contado él mismo de un paseo que
-<span class="pagenum"><a id="Page_38"></a>[Pg 38]</span>hicieron juntos, en el cual el republicano orgulloso dió una
-lección de dignidad al consejero áulico del gran duque
-de Weimar, quien no se lo perdonó.</p>
-
-<p>“Los reyes y los príncipes pueden muy bien hacer profesores
-y consejeros privados; pueden muy bien colmarlos
-de títulos y de condecoraciones; pero no pueden hacer a
-los grandes hombres, a los espíritus que se elevan por
-encima del fango del mundo... Y cuando están reunidos
-dos hombres tales como yo y Goethe, estos señores deben
-sentir nuestra grandeza. Ayer encontramos en el camino,
-al regresar, a toda la familia imperial: la vimos de lejos;
-Goethe se desprendió de mi brazo para detenerse a la orilla
-de la carretera, y me habría gustado decirle que yo querría
-no dejarlo dar un paso más. Me hundí entonces el sombrero,
-me abotoné la levita, y avancé, con los brazos a la
-espalda, por entre los grupos más espesos. Príncipes y
-cortesanos formaron valla; el duque Rodolfo se quitó el
-sombrero delante de mí, y la emperatriz fué la primera en
-saludarme. Los grandes me conocen. Para mi entretenimiento,
-vi desfilar la procesión delante de Goethe, que
-permanecía a la orilla del camino, profundamente inclinado
-y con el sombrero en la mano. Se lo reprendí en
-seguida, y no le he perdonado nada...”<a id="FNanchor_38" href="#Footnote_38" class="fnanchor">[38]</a>. Goethe no
-lo olvidó tampoco<a id="FNanchor_39" href="#Footnote_39" class="fnanchor">[39]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_39"></a>[Pg 39]</span></p>
-
-<p>De esta época son la <cite>Séptima</cite> y la <cite>Octava Sinfonías</cite>,
-escritas en pocos meses, en Toeplitz y en 1812; la Orgía
-del Ritmo y la Sinfonía Humorística, las obras en que
-quizás se reveló más al natural, o como él decía, más “desabrochado”
-(<em>aufgeknoepft</em>), con sus transportes de alegría
-y de furor, sus contrastes imprevistos, sus arranques desconcertantes
-y grandiosos, sus explosiones titánicas, que
-arrojaban a Goethe y a Zelter en el espanto<a id="FNanchor_40" href="#Footnote_40" class="fnanchor">[40]</a>, y hacían
-decir de la <cite>Sinfonía en la</cite>, en la Alemania del Norte, que
-era la obra de un borracho. Sí, de un hombre ebrio en
-efecto, pero de fuerza y de genio. “Soy, dijo él mismo,
-soy Baco, que extrae el delicioso néctar para la humanidad;
-soy yo quien da a los hombres el divino frenesí del espíritu”.
-Ignoro si, como lo ha dicho Wagner, quiso pintar en el
-final de su Sinfonía una fiesta dionisíaca<a id="FNanchor_41" href="#Footnote_41" class="fnanchor">[41]</a>. Reconozco
-principalmente en esta fogosa “kermesse” la huella de su
-herencia flamenca, lo mismo que encuentro mucho de
-su origen en su audaz libertad de lenguaje y de modales,
-<span class="pagenum"><a id="Page_40"></a>[Pg 40]</span>que detona soberbiamente en el país de la disciplina y de
-la obediencia. En nada puede encontrarse más franqueza
-y más libertad de poder que en la <cite>Sinfonía en la</cite>; es un loco
-despilfarro de energías sobrehumanas, sin objeto, por
-placer, el placer de un río que desborda y que inunda. En
-la <cite>Octava Sinfonía</cite> la fuerza es menos grandiosa, pero más
-extraña aún y más característica del hombre, porque mezcla
-la tragedia a la farsa, y pone un vigor hercúleo en
-juegos y caprichos de niño<a id="FNanchor_42" href="#Footnote_42" class="fnanchor">[42]</a>.</p>
-
-<p>El año de 1814 señala el apogeo de los triunfos de Beethoven.
-En el Congreso de Viena fué considerado como una
-gloria europea. Tomó parte activa en las fiestas; los príncipes
-le rendían homenaje, y él dejaba, altivamente, que
-le hicieran la corte. De ello se alababa con Schindler.</p>
-
-<p>Se sintió enardecido por la guerra de Independencia<a id="FNanchor_43" href="#Footnote_43" class="fnanchor">[43]</a>.
-En 1813 escribió una sinfonía a la <cite>Victoria</cite> de
-<cite>Wellington</cite>, y al principiar el año de 1814, un coro guerrero,
-el <em>Renacimiento de Alemania</em> (<em>Germanias Wiedergeburt</em>).
-El 29 de noviembre de 1814 dirigió, ante un público de
-reyes, una cantata patriótica: <em>El Momento glorioso</em> (<i lang="de" xml:lang="de">Der
-glorreiche Augenblick</i>), y compuso para la toma de París,
-en 1815, un coro: <em>¡Todo está consumado!</em> (<i lang="de" xml:lang="de">Es ist vollbracht!</i>)
-Estas obras ocasionales valieron más a su reputación que
-todo el resto de su producción musical.</p>
-
-<p>El grabado de Blasius Hoefel, hecho según un dibujo
-del francés Letronne, y la máscara feroz que en 1812
-moldeó sobre su rostro Franz Klein, dan una imagen
-viva de Beethoven en los tiempos del Congreso de Viena.
-El rasgo dominante de esta cara de león, de recias mandíbulas
-y de pliegues dolorosos y coléricos, es la voluntad,
-<span class="pagenum"><a id="Page_41"></a>[Pg 41]</span>una voluntad napoleónica. En ellos se reconoce al hombre
-que decía de Napoleón después de Jena: “¡Qué desgracia
-que no sepa de la guerra como sé de música! ¡Lo destruiría!”
-Pero su reino no era de este mundo. “Mi imperio
-está en las nubes”, como escribía a Francisco de Brunswick.
-(<i lang="de" xml:lang="de">Mein Reich ist in der Luft</i>)<a id="FNanchor_44" href="#Footnote_44" class="fnanchor">[44]</a>.</p>
-
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>A esta hora de gloria sucedió el período más triste y
-miserable. Nunca había sido Viena simpática a
-Beethoven. Un genio altivo y libre como el suyo
-no podía sentirse a gusto en esta ciudad artificiosa, de
-espíritu mundano y mediocre, a la cual Wagner señaló
-duramente con su desprecio<a id="FNanchor_45" href="#Footnote_45" class="fnanchor">[45]</a>. No perdía ninguna
-ocasión para alejarse de ella, y hacia 1808 había pensado
-seriamente en abandonar Austria para dirigirse a la Cor<span class="pagenum"><a id="Page_42"></a>[Pg 42]</span>te
-de Jerónimo Bonaparte, rey de Westfalia<a id="FNanchor_46" href="#Footnote_46" class="fnanchor">[46]</a>. Pero
-Viena abundaba en recursos musicales, y hay que hacerle
-justicia en este punto, porque hubo siempre en ella nobles
-<i lang="it" xml:lang="it">dilettanti</i> para sentir la grandeza de Beethoven y para
-ahorrar a su patria la vergüenza de perderlo. En 1809,
-tres de los más ricos señores de Viena: el archiduque
-Rodolfo, alumno de Beethoven; el príncipe Lobkowitz
-y el príncipe Kinsky, se comprometieron a darle anualmente
-una pensión de cuatro mil florines, con la condición
-única de que permanecería en Austria: “Como ha
-demostrado&mdash;decían&mdash;que no puede consagrarse enteramente
-a su arte si no es a condición de verse libre de todo
-cuidado material, y que sólo en estas circunstancias
-puede producir estas obras sublimes que son la gloria
-del arte, los subscritos han tomado la resolución de poner
-a Ludwig van Beethoven al abrigo de toda necesidad y
-de retirar así los obstáculos miserables que se podrían
-oponer al vuelo de su genio”.</p>
-
-
-<p>Infortunadamente el efecto no correspondió a las promesas,
-porque esta pensión fué pagada siempre sin puntualidad,
-y bien pronto dejaron por completo de pagarla.
-Por otra parte, Viena había cambiado de carácter después
-del Congreso de 1814; la política distraía del arte a la
-sociedad, el gusto musical estaba echado a perder por
-el italianismo, y la moda, que era la de Rossini, trataba
-de pedante a Beethoven<a id="FNanchor_47" href="#Footnote_47" class="fnanchor">[47]</a>. Sus amigos y protectores
-<span class="pagenum"><a id="Page_43"></a>[Pg 43]</span>se dispersaron o murieron: el príncipe Kinsky, en 1812;
-Lichnowsky, en 1814, y Lobkowitz en 1816. Rasumowsky,
-para quien había escrito sus admirables cuartetos, op. 59,
-dió su último concierto en febrero de 1815. En ese mismo
-año Beethoven se disgustó con Stephan von Breuning,
-su amigo de infancia, hermano de Eleonora<a id="FNanchor_48" href="#Footnote_48" class="fnanchor">[48]</a>, y, aislado
-desde entonces, “no tengo amigos y soy solo en el
-mundo” escribía en sus notas de 1816.</p>
-
-
-<p>La sordera había llegado a ser completa<a id="FNanchor_49" href="#Footnote_49" class="fnanchor">[49]</a>. Desde el
-otoño de 1815 ya no podía tener comunicación con los
-demás, a no ser por escrito. Su cuaderno de conversación
-más antiguo es de 1816<a id="FNanchor_50" href="#Footnote_50" class="fnanchor">[50]</a>. Conocido es el doloroso
-relato de Schindler sobre la representación de <cite>Fidelio</cite> en
-1822: “Pidió Beethoven dirigir el ensayo general... desde
-el dúo del primer acto se evidenció que no oía nada de lo
-que pasaba en el escenario. Retardaba considerablemente
-el movimiento, y en tanto que la orquesta seguía su batuta,
-<span class="pagenum"><a id="Page_44"></a>[Pg 44]</span>los cantantes, por su parte, se adelantaban. Esto originó
-una confusión general. El director habitual de la orquesta,
-Umlauf, propuso un momento de descanso sin dar ninguna
-razón, y, después de haber cambiado algunas palabras con
-los cantantes, se volvió a comenzar. El mismo desorden
-se produjo de nuevo, y fué necesaria una segunda pausa. La
-imposibilidad de continuar bajo la dirección de Beethoven
-era evidente; pero ¿cómo hacérselo comprender? Nadie
-tenía valor de decirle: ‘Retírate, desventurado, porque
-no puedes dirigir’. Beethoven, inquieto, agitado, se volvía
-a derecha y a izquierda, se esforzaba por leer en la expresión
-de los rostros que lo rodeaban y por comprender dónde
-estaba el obstáculo; pero por todos lados era el mismo
-silencio. De pronto me llamó en una forma imperiosa y,
-cuando estuve cerca de él, me presentó su cuaderno y me
-hizo señales de que escribiera. Yo tracé estas palabras:
-‘Os suplico que no continuéis; en la casa os explicaré por
-qué’. De un brinco saltó al patio, gritándome: ‘¡Salgamos!’
-Corrió sin parar hasta la casa; entró, y se dejó
-caer inerte en un sofá, cubriéndose el rostro con las dos
-manos; y así permaneció hasta la hora de comer. En la
-mesa no fué posible hacerle pronunciar palabra; conservaba
-la expresión del abatimiento y del dolor más profundo;
-y cuando, al terminar la comida, quise retirarme, me retuvo
-expresando el deseo de no quedar solo. En el momento
-de separarnos me rogó que lo acompañase a la casa de su
-médico, quien tenía una gran reputación para enfermedades
-del oído... En todo el demás tiempo de mis relaciones
-con Beethoven no encuentro un día que pueda ser
-comparado con este día fatal de noviembre... Había sido
-herido en pleno corazón, y hasta el día de su muerte vivió
-con la impresión de esta escena terrible”<a id="FNanchor_51" href="#Footnote_51" class="fnanchor">[51]</a>.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_45"></a>[Pg 45]</span></p>
-<p>Dos años después, el 7 de mayo de 1824, al dirigir la
-<cite>Sinfonía con coros</cite> (o mejor, como decía el programa, “tomando
-parte en la dirección del concierto”), no escuchó
-nada del tumulto de toda la sala que lo aclamaba; y no se
-dió cuenta hasta que una de las cantantes le tomó de la
-mano, lo hizo volverse de frente al público y pudo ver de
-pronto a todos los espectadores de pie, agitando sus sombreros
-y batiendo palmas. Un viajero inglés, Russel, que
-lo vió sentado al piano hacia 1825, dice que cuando quería
-tocar suavemente las teclas no resonaban, y que era conmovedor
-observar en este silencio la emoción que lo animaba,
-en su semblante y en sus dedos crispados.</p>
-
-<p>Recogido en sí mismo<a id="FNanchor_52" href="#Footnote_52" class="fnanchor">[52]</a>, separado de todos los demás
-hombres, sólo podía hallar consuelo en la naturaleza. “Era
-su única confidente”, decía Teresa de Brunswick; y fué su
-refugio. Carlos Neate, que lo conoció en 1815, dice que no
-había visto nunca persona que amase tan profundamente
-las flores, las nubes, la naturaleza<a id="FNanchor_53" href="#Footnote_53" class="fnanchor">[53]</a>: parecía vivir la
-vida de ellas. “Nadie en la tierra puede amar los campos
-tanto como yo, escribía Beethoven... Amo a un árbol
-más que a un hombre...”. Diariamente, en Viena, daba
-la vuelta a las fortificaciones. En el campo, de la aurora
-a la noche, se paseaba solo, sin sombrero, bajo el sol o bajo
-la lluvia. “¡Oh, Providencia! ¡En los bosques soy feliz,
-feliz en los bosques en que cada árbol me habla de ti! ¡Dios
-mío, qué esplendor! En estas florestas, sobre estas colinas,
-está la calma, la calma necesaria para servirte...”. Su
-inquietud espiritual encontraba en la naturaleza algún
-reposo<a id="FNanchor_54" href="#Footnote_54" class="fnanchor">[54]</a>. Estaba asediado por los cuidados de dinero;
-<span class="pagenum"><a id="Page_46"></a>[Pg 46]</span>escribía en 1818: “Estoy casi reducido a la mendicidad,
-y obligado a aparentar que no carezco de lo necesario”.
-Y en otra parte: “La sonata op. 106 ha sido escrita en
-circunstancias agobiadoras. Dura cosa es tener que trabajar
-para ganarse el pan”. Spohr dice que a menudo no
-podía salir de casa por estar sus zapatos rotos. Tenía
-muchas deudas con sus editores y sus obras no le producían
-nada. <cite>La Misa en re</cite>, anunciada en subscripción, tuvo
-siete subscriptores (ninguno músico de ellos)<a id="FNanchor_55" href="#Footnote_55" class="fnanchor">[55]</a>. Apenas
-recibía treinta o cuarenta ducados por sus admirables
-sonatas, y cada una le costaba tres meses de trabajo. El
-príncipe Galitzin le hacía componer sus cuartetos, op. 127,
-130, 132, sus obras acaso las más profundas y que parecen
-escritas con su sangre, y no le pagaba nada. Se agotaba
-Beethoven en estas dificultades domésticas, en estos procesos
-sin término, para obtener que se le pagasen las pensiones
-que le debían, o para conservar la tutela de un sobrino,
-hijo de su hermano Carlos, que había muerto de tisis en
-1815.</p>
-
-<p>Consagraba a este niño toda la necesidad de abnegación
-que su corazón desbordaba. Pero hasta este cariño le reservaba
-aún crueles sufrimientos. Se diría que un hado
-cuidase de renovar incesantemente y de aumentar sus
-miserias, para que su genio no careciese de alimento. Tuvo
-que disputar, desde luego, el pequeño Carlos a la madre
-indigna, que quería arrebatárselo.</p>
-
-<p>“¡Dios mío, escribía, mi amparo, mi defensa, mi único
-refugio!: lees en las profundidades de mi alma y sabes los
-dolores que sufro cuando es necesario que yo haga sufrir
-a quienes quieren disputarme a mi Carlos, ¡mi tesoro!<a id="FNanchor_56" href="#Footnote_56" class="fnanchor">[56]</a>.
-<span class="pagenum"><a id="Page_47"></a>[Pg 47]</span>
-¡Escúchame, Ser que no sé cómo nombrar; acoge la ardiente
-plegaria de la más desventurada de tus criaturas!</p>
-
-<p>“¡Oh, Dios mío! ¡mi socorro! ¡Mírame abandonado de
-la humanidad entera porque no quiero pactar con la injusticia!
-¡Concédeme que pueda, para lo por venir, vivir con
-mi Carlos!... ¡Oh, suerte cruel, implacable destino! ¡No,
-no, mi desventura no terminará nunca!”</p>
-
-<p>Pues este sobrino, tan apasionadamente amado, se mostró
-indigno de la confianza de su tío. La correspondencia
-de Beethoven con él es dolorosa y colérica, como la de Miguel
-Ángel con sus hermanos, pero más ingenua y más
-conmovedora:</p>
-
-<p>“¿Debo una vez más ser pagado con la más abominable
-ingratitud? Pues bien, toda unión queda rota entre nosotros,
-¡que sea así! Cuantas personas imparciales lo sepan,
-te odiarán... si el pacto que nos une te pesa ¡oh Dios!
-que sea según su voluntad: te abandono a la Providencia;
-he hecho cuanto podía; puedo comparecer tranquilo ante
-el Juez Supremo...”<a id="FNanchor_57" href="#Footnote_57" class="fnanchor">[57]</a>.</p>
-
-<p>“Mimado como has sido, no te estará mal tratar al fin
-de ser sencillo y franco; mi corazón ha sufrido mucho por
-tu conducta hipócrita para conmigo, y me es difícil olvidar...
-Dios es testigo que sólo sueño con estar a mil
-leguas de ti, y de este triste hermano, y de esta abominable
-familia... ya no puedo tener confianza en ti”. Y firma:
-“Tu padre, por desgracia; pero no, tu padre, nunca”<a id="FNanchor_58" href="#Footnote_58" class="fnanchor">[58]</a>.</p>
-
-<p>Mas el perdón venía inmediatamente:</p>
-
-<p>“¡Mi querido hijo! No digamos una palabra más; ven
-a mis brazos y no escucharás ningún duro reproche... te
-recibiré con el mismo amor; y en cuanto a lo que haya que
-hacer por tu porvenir, hablaremos de ello amistosamente.
-¡Palabra de honor, no habrá un reproche! De nada servirían
-y tú no tienes que esperar de mí más que solicitud y
-<span class="pagenum"><a id="Page_48"></a>[Pg 48]</span>ayuda las más cariñosas. Ven, ven hacia el corazón fiel
-de tu padre.&mdash;<cite>Beethoven</cite>.&mdash;Ven inmediatamente que hayas
-recibido esta carta, ven a la casa”. (Y en el sobre agregaba,
-en francés: “<cite>Si no vinieres, me matarías seguramente</cite>”)<a id="FNanchor_59" href="#Footnote_59" class="fnanchor">[59]</a>.</p>
-
-<p>“No mientas, le suplicaba, sigue siendo siempre mi hijo
-bienamado. ¡Qué horrible disonancia si tú me pagases con
-hipocresía, como se me quiere hacer creer! Adiós; quien
-no te ha dado la vida, pero que seguramente te la ha conservado
-y se ha tomado todos los cuidados posibles para
-velar por tu desarrollo moral, con un cariño más que paternal,
-te ruega desde el fondo de su corazón que sigas el
-único y verdadero camino del bien y de lo justo. Tu fiel
-y buen padre”<a id="FNanchor_60" href="#Footnote_60" class="fnanchor">[60]</a>.</p>
-
-<p>Tras de haber acariciado toda clase de sueños acerca
-del porvenir de este sobrino, que no carecía de inteligencia
-y a quien quería llevar hacia la carrera universitaria, Beethoven
-tuvo que consentir a la postre en que fuese un comerciante.
-Pero Carlos frecuentaba los garitos y se
-endeudaba.</p>
-
-<p>Por un triste fenómeno, más frecuente de lo que parece,
-la grandeza moral de su tío, en lugar de hacerle bien le
-hacía mal, lo exasperaba, lo empujaba a la rebeldía, como
-decía él mismo con estas palabras terribles, en las cuales
-a lo vivo se muestra su alma miserable: “He llegado a ser
-el más malvado, porque mi tío quería que fuese mejor”.
-En el estío de 1826 llegó a dispararse un tiro de pistola en
-la cabeza; y él no murió, pero Beethoven estuvo a punto
-de morir y nunca se le borró la huella de esta impresión
-espantosa<a id="FNanchor_61" href="#Footnote_61" class="fnanchor">[61]</a>. Carlos curó, vivió hasta el fin, para hacer
-<span class="pagenum"><a id="Page_49"></a>[Pg 49]</span>sufrir a su tío, en la muerte del cual alguna culpa tuvo y
-en cuya hora final no estuvo presente. “Dios no me ha
-abandonado nunca”, escribía Beethoven a su sobrino, algunos
-años antes. “Alguien estará junto a mí para cerrarme
-los ojos”. Mas este alguien no debía ser aquél a quien
-llamaba “su hijo”<a id="FNanchor_62" href="#Footnote_62" class="fnanchor">[62]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Desde el fondo de este abismo de tristeza Beethoven
-se levantó a exaltar la Alegría.</p>
-
-<p>Era el propósito de toda su vida, en el cual ya pensaba,
-desde 1793, en Bonn<a id="FNanchor_63" href="#Footnote_63" class="fnanchor">[63]</a>. Durante toda su existencia
-ambicionó cantar la Alegría, y dar cima así a una
-de sus grandes obras; toda su vida vaciló acerca de la forma
-exacta que habría de tener el himno y la obra en la cual
-podría darle cabida. Aun en su <cite>Novena Sinfonía</cite> estaba
-lejos de una resolución, y hasta el último instante pensó
-<span class="pagenum"><a id="Page_50"></a>[Pg 50]</span>dejar la <cite>Oda a la Alegría</cite> para una décima o undécima
-sinfonía. Se debe advertir bien que la Novena no se intitula,
-como se dice, <cite>Sinfonía con coros</cite>, sino <cite>Sinfonía con un
-coro final de la Oda a la Alegría</cite>. Pudo pues, debió tener
-otra conclusión. En julio de 1823 todavía pensaba Beethoven
-en darle un <i lang="it" xml:lang="it">finale</i> instrumental, que aprovechó en seguida
-para el cuarteto op. 132. Czerny y Sonnleithner llegan
-a afirmar que, después de la ejecución (mayo de 1824),
-Beethoven no había abandonado esta idea.</p>
-
-<p>Grandes dificultades técnicas se le presentaron para la
-introducción del coro en una sinfonía, y de ello nos dan
-pruebas los cuadernos de Beethoven y sus ensayos numerosos
-para hacer entrar las voces de otra manera, y en otro
-momento de la obra. En los bosquejos de la segunda melodía
-del <i lang="it" xml:lang="it">adagio</i><a id="FNanchor_64" href="#Footnote_64" class="fnanchor">[64]</a> escribió: “Tal vez entraría aquí el
-coro en forma conveniente”. Pero no podía resolverse a separarse
-de su fiel orquesta: “cuando una idea me viene,
-decía, la escucho en un instrumento y nunca en las voces”.
-Por eso aplaza lo más posible el momento de emplearlas,
-y aun llega a dar a los instrumentos no sólo los recitados
-del <i lang="it" xml:lang="it">finale</i><a id="FNanchor_65" href="#Footnote_65" class="fnanchor">[65]</a>, sino también el tema mismo de la
-Alegría.</p>
-
-<p>Pero es preciso ir más adelante en la explicación de estas
-vacilaciones y de estos aplazamientos, porque la causa es
-más profunda. Este hombre desventurado, atormentado
-siempre por la pena, aspiró siempre a cantar la excelsitud
-de la Alegría; y de año en año aplazaba su labor, sin cesar
-arrastrado por el torbellino de sus pasiones y por su melancolía.
-Sólo hasta el último día consiguió realizarlo. ¡Y
-con cuál grandeza!</p>
-
-<p>En el instante que el tema de la Alegría va a aparecer
-por la vez primera, la orquesta se detiene bruscamente,
-<span class="pagenum"><a id="Page_51"></a>[Pg 51]</span>se hace un súbito silencio, que da a la entrada del canto
-un carácter misterioso y divino. Y esto es verdadero: el
-tema es propiamente un dios. La Alegría desciende del
-cielo, envuelta en una calma sobrenatural: con su hálito
-leve acaricia los sufrimientos, y la primera impresión que
-causa es tan tierna, cuando se desliza en el corazón convaleciente,
-que puede decirse con el amigo de Beethoven
-que “dan ganas de llorar al ver sus ojos dulces”. Cuando
-en seguida pasa el tema a las voces, es en las más bajas en
-las que primero aparece, con un carácter serio y un poco
-deprimido; pero poco a poco la alegría se apodera del ser.
-Es una conquista, una guerra contra el dolor. Y he aquí
-los ritmos de la marcha, los ejércitos en movimiento, el
-canto ardiente y anhelante del tenor, todas estas páginas
-estremecedoras en las cuales se cree percibir el aliento mismo
-de Beethoven, el ritmo de su respiración y de sus clamores
-inspirados, cuando recorría los campos componiendo
-su obra, transportado por un furor demoníaco, como un
-viejo rey Lear en medio de la tempestad. A la Alegría
-guerrera sucede el éxtasis religioso, y luego una orgía
-sagrada, un delirio de amor. Toda una humanidad palpitante
-que tiende los brazos al cielo levanta clamores
-poderosos, se lanza hacia la Alegría y la estrecha sobre su
-corazón.</p>
-
-<p>La obra del titán triunfó sobre la mediocridad pública.
-La frívola Viena se sintió un momento conmovida, cuando
-estaba enteramente de parte de Rossini y de las óperas
-italianas. Beethoven entonces, humillado y entristecido,
-iba a establecerse en Londres y pensaba hacer ejecutar
-allá la Novena Sinfonía. Por segunda vez, como en 1809,
-algunos nobles amigos le suplicaron que no abandonase la
-patria. “Sabemos, decían, que habéis escrito una nueva
-composición con música sagrada<a id="FNanchor_66" href="#Footnote_66" class="fnanchor">[66]</a>, en la cual expresáis
-los sentimientos que os inspira vuestra profunda fe”.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_52"></a>[Pg 52]</span></p>
-<p>“La <em>luz sobrenatural</em> que inunda vuestra grande alma
-la ilumina. Sabemos, por otra parte, que la corona de
-vuestras grandes sinfonías se ha enriquecido con otra flor
-inmortal... Vuestra ausencia, durante estos últimos
-años, afligía a todos aquéllos que hacia vos tenían vueltas
-sus miradas<a id="FNanchor_67" href="#Footnote_67" class="fnanchor">[67]</a>. Todos pensaban con tristeza que el
-hombre de genio, que tan alto se ha levantado sobre los
-humanos, permanecía silencioso, en tanto que una música
-extranjera trataba de arraigar en nuestra tierra, haciendo
-caer en el olvido las producciones del arte alemán...
-Sólo de vos la nación espera una vida nueva, nuevos laureles
-y un nuevo reino de la verdad y de lo bello, a despecho
-de la moda del día... Dadnos la esperanza de ver
-bien pronto satisfechos nuestros deseos... ¡Y pueda la
-primavera que se avecina florecer doblemente, gracias a
-vuestros dones, para nosotros y para el mundo!”<a id="FNanchor_68" href="#Footnote_68" class="fnanchor">[68]</a>.
-Esta generosa carta demuestra cuál era el poderío no solamente
-artístico, sino también moral, de que gozaba
-Beethoven sobre la ”élite“ de Alemania. La primera
-palabra que acude a sus admiradores para loar su genio,
-no es la de ciencia, ni la de arte: es la de <em>fe</em><a id="FNanchor_69" href="#Footnote_69" class="fnanchor">[69]</a>.</p>
-
-<p>Estas palabras conmovieron profundamente a Beethoven.
-No partió. El 7 de mayo de 1824 tuvo lugar en Viena
-<span class="pagenum"><a id="Page_53"></a>[Pg 53]</span>la primera audición de la <em>Misa en re</em> y de la <em>Novena Sinfonía</em>.
-El éxito fué triunfal y casi tomó un carácter sedicioso.
-Cuando Beethoven se presentó, fué acogido con
-cinco salvas de aplausos; y la costumbre, en este país ceremonioso,
-imponía que sólo se hiciesen tres para saludar
-la entrada de la familia imperial. Tuvo la policía que
-poner fin a las manifestaciones. La sinfonía levantó un
-entusiasmo frenético; muchos lloraban; Beethoven se
-desvaneció por la emoción después del concierto, y se le
-llevó a casa de Schindler, donde permaneció amodorrado,
-vestido, sin comer ni beber, durante toda la noche y la
-mañana siguiente. Pero el triunfo fué pasajero y los resultados
-prácticos nulos para Beethoven; el concierto no
-produjo nada; las dificultades materiales de su vida
-no tuvieron cambio. Y continuó siendo pobre, enfermo<a id="FNanchor_70" href="#Footnote_70" class="fnanchor">[70]</a>
-y solitario, pero vencedor<a id="FNanchor_71" href="#Footnote_71" class="fnanchor">[71]</a>. Vencedor de la mediocridad
-de los hombres, vencedor de su propio destino, vencedor
-de su dolor.</p>
-
-<p>“¡Sacrifica, sacrifica siempre las naderías de la vida a tu
-arte! ¡Dios está por encima de todo!” (<i>O Gott über alles!</i>)</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_54"></a>[Pg 54]</span></p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Había alcanzado al fin la meta deseada en toda su
-vida; había alcanzado la alegría. ¿Lograría permanecer
-en esta cima del alma que domina las tempestades?
-En realidad tuvo que recaer muchos días en las
-viejas angustias; en realidad sus últimos cuartetos están
-plenos de sombras extrañas; y sin embargo, parece que la
-victoria de la <em>Novena Sinfonía</em> hubiese dejado en él su
-gloriosa huella. Los proyectos que tenía para el porvenir<a id="FNanchor_72" href="#Footnote_72" class="fnanchor">[72]</a>:
-la <em>Décima Sinfonía</em><a id="FNanchor_73" href="#Footnote_73" class="fnanchor">[73]</a>, la <em>Obertura al nombre
-de Bach</em>, la música para la <em>Melusina</em> de Grillparzer<a id="FNanchor_74" href="#Footnote_74" class="fnanchor">[74]</a>,
-para el <em>Odiseo</em> de Korner y para el <em>Fausto</em> de Goethe<a id="FNanchor_75" href="#Footnote_75" class="fnanchor">[75]</a>,
-<span class="pagenum"><a id="Page_55"></a>[Pg 55]</span>y el oratorio bíblico sobre <em>Saúl</em> y <em>David</em>, muestran
-cómo su espíritu era atraído hacia la vigorosa serenidad
-de los grandes y viejos maestros alemanes: de Bach y de
-Haendel, y, más aún, hacia la luz del Mediodía, hacia el
-Sur de Francia o hacia esa Italia que soñaba recorrer<a id="FNanchor_76" href="#Footnote_76" class="fnanchor">[76]</a>.</p>
-
-<p>El doctor Spiller, que lo vió en 1826, cuenta que su
-rostro se había tornado alegre y jovial; y en ese mismo
-año, cuando Grillparzer le habla por la vez última, es
-Beethoven quien alienta al poeta abrumado: “¡Ah, le
-decía éste, si yo tuviese la milésima parte de vuestra
-fuerza y de vuestra firmeza!” Los tiempos eran duros;
-la reacción monárquica oprimía a los espíritus. “La censura
-me ha sacrificado, gemía Grillparzer. Es preciso
-partir para la América del Norte si se quiere hablar,
-pensar libremente”. Mas ningún poder bastante fuerte
-para amordazar el pensamiento de Beethoven. “La palabra
-está encadenada; pero los sonidos por fortuna son
-libres todavía”, le escribía el poeta Kuffner. Beethoven
-es la gran voz libre, la única tal vez del pensamiento alemán
-de entonces. Y lo sentía así: habla a menudo del
-deber que tiene de obrar, por medio de su arte, “en favor
-de la pobre humanidad, de la humanidad del porvenir”
-(<em>der künftigen Menschheit</em>), de hacerle el bien, de alentarla,
-de sacudir su sueño, de flagelar su cobardía. “Nuestra
-época, escribía a su sobrino, tiene necesidad de robustos
-espíritus para azotar a estos miserables bribones de almas
-humanas”. El doctor Müller dice, en 1827, que “Beethoven
-<span class="pagenum"><a id="Page_56"></a>[Pg 56]</span>se expresaba siempre con mucha libertad acerca del gobierno,
-la policía, la aristocracia y hasta el público. La
-policía lo sabía, pero toleraba sus críticas y sus sátiras
-como se toleran las ensoñaciones inofensivas, y dejaba
-tranquilo al hombre cuyo genio tenía tan extraordinario
-fulgor”<a id="FNanchor_77" href="#Footnote_77" class="fnanchor">[77]</a>.</p>
-
-<p>Nada era, pues, capaz de doblegar esta fuerza indomable,
-que parecía aceptar el dolor como un fuego. La música
-escrita en estos últimos años, a pesar de las circunstancias
-penosas en que fué compuesta<a id="FNanchor_78" href="#Footnote_78" class="fnanchor">[78]</a>, tiene a menudo
-un carácter irónico enteramente nuevo, de heroico y alegre
-desprecio. Cuatro meses antes de su muerte, el último
-trozo que terminó, en noviembre de 1826, el nuevo <em>finale</em>
-para el cuarteto op. 130, es alegre, y en verdad esta alegría
-no es la de todo el mundo. Ora es la risa áspera y entrecortada
-de que habla Moscheles, ora la sonrisa conmovedora
-hecha con tantos vencidos sufrimientos. No importa,
-es un vencedor; no cree en la muerte.</p>
-
-<p>Sin embargo, ella se acercaba. Hacia fines de noviembre
-de 1826 cogió un resfriado pleurético, y cayó enfermo,
-en Viena, al retornar de un viaje que emprendiera
-en invierno para asegurar el porvenir de su sobrino<a id="FNanchor_79" href="#Footnote_79" class="fnanchor">[79]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_57"></a>[Pg 57]</span></p>
-
-<p>Sus amigos estaban lejos; encargó a su sobrino que buscara
-un médico; pero el miserable olvidó la comisión y
-apenas se acordó de ella dos días después. El médico
-llegó tarde y atendió mal a Beethoven; durante tres meses
-su constitución atlética luchó contra el mal; y el 3 de
-enero de 1827 instituyó a su amado sobrino heredero
-universal. Se acordó de sus amigos queridos del Rhin;
-todavía escribía a Wegeler: “...¡Cuánto quisiera
-decirte! pero estoy demasiado débil. Ya no puedo más
-que abrazarte en mi corazón, a ti y a tu Lorchen”. La
-miseria habría ensombrecido sus últimos instantes a no
-ser la generosidad de algunos amigos ingleses. Se había
-vuelto muy dulce y muy paciente<a id="FNanchor_80" href="#Footnote_80" class="fnanchor">[80]</a>; en su lecho de
-agonía, el 17 de febrero de 1827, después de tres operaciones,
-<span class="pagenum"><a id="Page_58"></a>[Pg 58]</span>y mientras esperaba la cuarta<a id="FNanchor_81" href="#Footnote_81" class="fnanchor">[81]</a>, escribía con serenidad:
-“Tengo paciencia y pienso que todo mal trae consigo
-algún bien”.</p>
-
-<p>El bien fué la liberación, “el fin de la comedia”, como
-dijo al morir. Digamos nosotros: de la tragedia de su
-vida.</p>
-
-<p>Murió durante una tempestad, una tempestad de nieve,
-al fulgor de un relámpago. Una mano extraña cerró sus
-ojos<a id="FNanchor_82" href="#Footnote_82" class="fnanchor">[82]</a> el 26 de marzo de 1827.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>¡Amado Beethoven! Muchos han alabado su grandeza
-artística; pero es, antes que el primero de
-los músicos, la fuerza más heroica del arte
-moderno: es el más grande y el mejor amigo de los
-que luchan y de los que sufren. Cuando las miserias
-del mundo nos entristecen, es él quien viene
-junto a nosotros, como llegaba a sentarse al piano de
-<span class="pagenum"><a id="Page_59"></a>[Pg 59]</span>una madre en duelo, y, sin una palabra, consolaba a la
-que lloraba con el canto de su queja resignada. Y
-cuando se apodera de nosotros la fatiga del eterno
-combate, librado inútilmente contra la mediocridad de
-los vicios y de las virtudes, es un bien indecible reconfortarse
-en este océano de voluntad y de fe. Se desprende
-de él un contagio de valor, de felicidad por la lucha<a id="FNanchor_83" href="#Footnote_83" class="fnanchor">[83]</a>,
-embriaguez de una conciencia que siente en sí misma
-la presencia de un dios. Parece que en su comunión de todos
-los instantes con la naturaleza<a id="FNanchor_84" href="#Footnote_84" class="fnanchor">[84]</a> hubiese acabado
-por asimilarse sus profundas energías. Grillparzer, que
-admiraba a Beethoven con un sentimiento mezclado de
-temor, dijo de él: “Fué hasta el punto temible en que el
-arte se funde con los elementos salvajes y caprichosos”.
-Lo mismo dice Schumann de la <em>Sinfonía en do menor</em>:
-“Mientras más se le escucha, ejerce sobre nosotros un influjo
-invariable, como esos fenómenos de la naturaleza
-que, por muy frecuentemente que se produzcan, nos llenan
-siempre de temor y de sorpresa”. Y Schindler, su confidente:
-“Se posesionó del espíritu de la naturaleza”.
-Esto es verdad, porque Beethoven es una fuerza de la
-naturaleza; y un espectáculo de grandeza homérica este
-combate de una potencia elemental contra todo el resto
-de la natura.</p>
-
-<p>Su vida toda es comparable a un día de tempestad: al
-principio, una joven y límpida mañana, con algunos hálitos
-de languidez apenas; pero ya, en el aire inmóvil, un
-amago secreto, un presentimiento abrumador. Y bruscamente
-pasan las grandes sombras, se oyen los trágicos
-truenos, los silencios zumbadores y temibles, los golpes
-<span class="pagenum"><a id="Page_60"></a>[Pg 60]</span>de furioso viento de la <em>Heroica</em> y de la <em>En do menor</em>. Sin
-embargo, la pureza del día no se ha perdido aún: la alegría
-sigue siendo la alegría; la tristeza conserva siempre
-una esperanza. Pero, después de 1810, el equilibrio del
-alma se destruye; la luz llega a ser extraña; de los pensamientos
-más claros se ve ascender como vapores, que se
-disipan, que de nuevo se concretan, que obscurecen el
-corazón con su turbación melancólica y caprichosa; algunas
-veces la idea musical parece que se pierde por completo,
-ahogada, después de haber emergido una o dos veces de
-la bruma; y no vuelve a surgir sino al fin del trozo, como
-en una borrasca. La alegría misma ha tomado un carácter
-áspero y salvaje; una fiebre, un veneno, se mezclan a
-todos los sentimientos<a id="FNanchor_85" href="#Footnote_85" class="fnanchor">[85]</a>. La tempestad se prepara,
-a medida que la tarde desciende; y he aquí las pesadas
-nubes, henchidas de relámpagos, negras de sombra, preñadas
-de tempestades, del principio de la <em>Novena</em>. De pronto,
-en lo más fuerte del huracán, las tinieblas se desgarran,
-la noche es arrojada del cielo y vuelve la serenidad al
-día, por un acto de voluntad. ¡Cuál conquista vale como
-ésta, cuál batalla de Bonaparte, qué sol de Austerlitz
-alcanza la gloria de este esfuerzo sobrehumano, de este
-triunfo, el más brillante que haya jamás alcanzado el
-Espíritu: un desventurado, pobre, enfermo, solitario,
-el dolor hecho hombre, a quien el mundo rehúsa la alegría,
-crea la alegría él mismo para darla al mundo! Y la forja
-con su miseria, como él lo ha dicho con palabras altivas,
-en las cuales se resume su vida y que son el emblema de
-toda alma heroica:</p>
-
-<p class="center p1">“L<small>A</small> A<small>LEGRÍA POR EL</small> S<small>UFRIMIENTO</small>.”<br />
-<em>Durch Leiden Freude.</em></p>
-
-<div class="chapter">
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_1" href="#FNanchor_1" class="label">[1]</a> J. Russel (1822).&mdash;Carlos Czerny, que, siendo niño, lo vió en
-1801 con una barba de muchos días y una melena salvaje, con un chaquetón
-y un pantalón de pelo de cabra, creyó encontrar en él a Robinsón
-Crusoe.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_2" href="#FNanchor_2" class="label">[2]</a> Nota del pintor Kloeber, que hizo su retrato hacia 1818.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_3" href="#FNanchor_3" class="label">[3]</a> “Sus hermosos ojos que hablan, decía el doctor W. C. Müller,
-ora amables y tiernos, ora extraviados, amenazadores y terribles”
-(1820).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_4" href="#FNanchor_4" class="label">[4]</a> Kloeber decía: “De Ossian”. Todos estos detalles están tomados
-de noticias de los amigos de Beethoven, o de viajeros que lo visitaron,
-como Czerny, Moscheles, Kloeber, Daniel Amadeus Atterbohm,
-W. C. Müller, J. Russel, Julius Benedict, Rochlitz, etc.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_5" href="#FNanchor_5" class="label">[5]</a> El abuelo Ludwig, el hombre más notable de la familia y aquél
-a quien Beethoven se parecía más, nació en Amberes y se estableció
-hacia los veinte años de su edad en Bonn, donde llegó a ser maestro de
-capilla del príncipe elector. Es preciso no olvidar esto si se quiere comprender
-la fogosa independencia de la naturaleza de Beethoven y tantos
-otros rasgos de su carácter que no son propiamente alemanes.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_6" href="#FNanchor_6" class="label">[6]</a> Carta al doctor Schade, de Augsburgo, el 15 de septiembre de
-1787. (Nohl, <em>Cartas de Beethoven</em>, II).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_7" href="#FNanchor_7" class="label">[7]</a> Decía más tarde (en 1816): “¡Es un pobre hombre aquél que no
-sabe morir! Cuando apenas tenía yo quince años, ya lo sabía”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_8" href="#FNanchor_8" class="label">[8]</a> Reproducimos en el Apéndice algunas de estas cartas.&mdash;Beethoven
-encontró también un amigo y un consejero excelente en Christian-Gottlob
-Neefe, su maestro, cuya nobleza moral no tuvo menos influjo
-sobre él que la amplitud de su inteligencia artística.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_9" href="#FNanchor_9" class="label">[9]</a> A Wegeler, el 29 de junio de 1801. (Nohl, XIV).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_10" href="#FNanchor_10" class="label">[10]</a> Había hecho ya un corto viaje en la primavera de 1787. Visitó
-entonces a Mozart, quien parece que le concedió poca atención. Haydn,
-a quien había conocido en Bonn, en diciembre de 1790, le dió algunas
-lecciones. Tomó también Beethoven por maestros a Albrechtsberger
-y Salieri. El primero le enseñó el contrapunto y la fuga, y el segundo
-a escribir para las voces.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_11" href="#FNanchor_11" class="label">[11]</a> Apenas comenzaba a presentarse en público. Su primer concierto
-en Viena, como pianista, fué el 30 de marzo de 1795.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_12" href="#FNanchor_12" class="label">[12]</a> A Wegeler, el 29 de junio de 1801. (Nohl, XIV). “Ninguno
-de mis amigos debe carecer de nada, en tanto que yo tenga algo”, escribía
-a Ries, hacia 1801. (Nohl, XXIV).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_13" href="#FNanchor_13" class="label">[13]</a> En el <em>Testamento</em> de 1802, Beethoven dice que hacía seis años
-que el mal había comenzado, o sea, por consecuencia, en 1796. Advirtamos
-de paso que, en el catálogo de sus obras, la op. 1 (tres tríos) es
-sólo anterior a 1796. La op. 2, las tres primeras sonatas para piano,
-aparecen en marzo de 1796. Se puede, por tanto, decir que toda la obra
-de Beethoven es del Beethoven sordo.
-</p>
-
-<p>Véase acerca de la sordera de Beethoven un artículo del doctor Klotz
-Forest, en la <em>Chronique Médicale</em> de 15 de mayo de 1905. El autor del
-artículo cree que el mal tuvo origen en una afección general hereditaria
-(acaso en la tisis de la madre). Diagnostica un catarro en las trompas
-de Eustaquio, hacia 1796, que se transformó en 1799 en una otitis semiaguda;
-mal cuidada se convirtió en otitis catarral crónica, con todas
-sus consecuencias. La sordera aumenta sin llegar nunca a ser completa.
-Beethoven percibía los sonidos graves mejor que los sonidos agudos.
-En sus últimos años se servía, se dice, de una varilla de madera cuya
-extremidad colocaba sobre la caja de su piano, sujetándola por la otra
-con los dientes. Usaba de este procedimiento para oír cuando componía.</p>
-
-<p>Véase sobre la misma cuestión: C. G. Kunn: <em>Wiener medizinische
-Wochenschrift</em>, febrero-marzo de 1892; Wilibald Nagel: <em>Die Musik</em>
-(marzo de 1902).
-</p>
-
-<p>Se conservan en el museo Beethoven, de Bonn, los instrumentos
-acústicos que para él fabricó el mecánico Maelzel, hacia 1814.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_14" href="#FNanchor_14" class="label">[14]</a> Nohl, <em>Cartas de Beethoven</em>, XIII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_15" href="#FNanchor_15" class="label">[15]</a> Nohl, <em>Cartas de Beethoven</em>, XIV. (Véase en el Apéndice).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_16" href="#FNanchor_16" class="label">[16]</a> A Wegeler, el 16 de noviembre de 1801. (Nohl, XVIII).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_17" href="#FNanchor_17" class="label">[17]</a> Ella no tuvo empacho, después, en aprovechar el antiguo amor
-de Beethoven en favor de su marido. Beethoven ayudó a Gallenberg.
-“Era mi enemigo, y justamente por esa razón le hice todo el bien que
-pude”, decía a Schindler en uno de sus cuadernos de conversación de
-1821. Pero después la despreció: “Cuando llegué a Viena, escribía en
-francés, ella me fué a ver, llorando; pero yo la desprecié”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_18" href="#FNanchor_18" class="label">[18]</a> 6 de octubre de 1802. (Nohl, XXVI). Véase en el Apéndice.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_19" href="#FNanchor_19" class="label">[19]</a> “Recomendad a vuestros hijos la virtud, porque sólo ella nos
-puede hacer felices, y no el dinero. Hablo por experiencia. Sólo ella
-me ha sostenido en la miseria y a ella debo, tanto como a mi arte, no
-haber terminado mi vida en el suicidio”. Y en otra carta del 2 de mayo
-de 1810, a Wegeler: “Si no hubiese yo leído en alguna parte que el
-hombre no debe separarse voluntariamente de la vida, por todo el tiempo
-en que aún pueda realizar una buena acción, hace ya mucho tiempo
-que yo no existiría, y sin duda por mi propia voluntad”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_20" href="#FNanchor_20" class="label">[20]</a> A Wegeler. (Nohl, XVIII).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_21" href="#FNanchor_21" class="label">[21]</a> La miniatura de Hornemann, que es de 1802 muestra a Beethoven
-a la moda de la época, con patillas, el cabello cortado a la Tito, el
-aire fatal de un héroe byroniano; pero con la tensión de voluntad <em>napoleónica</em>
-que no cede nunca.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_22" href="#FNanchor_22" class="label">[22]</a> Se sabe que la <em>Sinfonía Heroica</em> fué escrita sobre Bonaparte
-y para él, y que el primer manuscrito lleva aún el título: <em>Buonaparte</em>.
-Entretanto Beethoven tuvo noticia del coronamiento de Napoleón, y
-entró en furor: “¡No es más que un hombre ordinario”, clamó, y en su
-indignación hizo pedazos la dedicatoria y escribió este título vengador
-y conmovedor a la vez: “<em>Sinfonía Heroica... para celebrar el recuerdo de
-un gran hombre</em>”. (<em>Sinfonía eroica... composta per festeggiare il sovvenire
-di un grand' uomo.</em>) Schindler cuenta que después se calmó un poco su
-desprecio hacia Napoleón; no vió ya en él más que un desventurado
-digno de compasión, un Ícaro precipitado del cielo. Cuando supo la catástrofe
-de Santa Elena, en 1821, dijo: “Hace diecisiete años que yo
-escribí la música que conviene a este triste suceso”. Se complacía en
-reconocer en la <em>Marcha Fúnebre</em> de su Sinfonía un presentimiento del
-fin trágico del conquistador. Es, pues, muy probable que la <em>Sinfonía
-Heroica</em>, y sobre todo su primer trozo, era en el pensamiento de Beethoven
-una especie de Bonaparte, muy diferente del modelo, sin duda;
-pero tal como lo imaginaba y como lo habría querido: el genio de la
-revolución. Beethoven repite, por otra parte, en el final de la <em>Heroica</em>,
-una de las frases principales de la partitura que ya había escrito para
-el héroe revolucionario por excelencia, el dios de la libertad: <em>Prometeo</em>
-(1801).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_23" href="#FNanchor_23" class="label">[23]</a> Roberto de Keudell, exembajador de Alemania en Roma: <em>Bismarck
-y su familia</em>, 1901, traducción francesa de E. B. Lang.
-Roberto de Keudell tocó esta sonata a Bismarck, en un mal piano,
-el 30 de octubre de 1870, en Versalles. Bismarck decía de la primera
-frase de la obra: “Son estas las luchas y los sollozos de toda una vida”.
-Prefería a Beethoven entre los músicos y más de una vez afirmó: “Beethoven
-es quien mejor conviene a mis nervios”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_24" href="#FNanchor_24" class="label">[24]</a> La casa de Beethoven estaba cerca de las fortificaciones de Viena,
-que Napoleón quiso derribar después de la toma de la ciudad. “¡Qué
-vida salvaje, qué de ruinas en torno mío!&mdash;escribe Beethoven a los editores
-Breitkopf y Haertel, el 26 de junio de 1809:&mdash;sólo tambores, trompetas,
-miserias de todas clases!”
-</p>
-
-<p>Ha llegado hasta nosotros un retrato de Beethoven, de esta época,
-hecho por un francés que lo vió en Viena, en 1809: el barón de Trémont,
-auditor del Consejo de Estado. Hace una descripción pintoresca del
-desorden que reinaba en la habitación de Beethoven. Charlaron de
-filosofía, de religión, de política, “y sobre todo de Shakespeare, su ídolo”.
-Beethoven se mostraba muy dispuesto a seguir a Trémont a París,
-cuyo Conservatorio sabía que ejecutaba sus sinfonías y donde tenía
-admiradores entusiastas. (Véase en el <em>Mercure musical</em> de 1.º de mayo
-de 1906, <em>Une visite a Beethoven</em>, por el barón de Trémont, publicada
-por J. Chantavoine).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_25" href="#FNanchor_25" class="label">[25]</a> O más exactamente Teresa Brunsvik. Beethoven había conocido
-a los Brunsvik en Viena, entre 1796 y 1799. Giulietta Guicciardi
-era prima de Teresa. Beethoven parece que también se enamoró, durante
-algún tiempo, de una hermana de Teresa, Josefina, que casó con
-el conde Deym y en segundas nupcias con el barón Stackelberg. Se encontrarán
-los detalles más vivos sobre la familia Brunsvik en un artículo
-de Andrés de Hevesy: <em>Beethoven et l’immortelle Bien-aimée.</em> (<em>Revue
-de Paris</em>, 1.º de mayo y 15 de marzo de 1910). Hevesy utilizó para
-este estudio las memorias manuscritas y los papeles de Teresa, conservados
-en Mártonvásár, Hungría. Al mostrar la afectuosa intimidad
-de Beethoven con los Brunsvik trae a discusión su amor a Teresa; pero
-sus argumentos no parecen convincentes, y me reservo a discutirlos
-algún día.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_26" href="#FNanchor_26" class="label">[26]</a> Mariam Tenger: <em>Beethoven’s unsterbliche Geliebte.</em> Bonn, 1890.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_27" href="#FNanchor_27" class="label">[27]</a> Es el aire admirable que figura en el Álbum de la mujer de J.
-S. Bach, Ana Magdalena (1725), con el título de <em>Aria di Giovannini</em>.
-Se ha discutido que se le atribuya a J. S. Bach.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_28" href="#FNanchor_28" class="label">[28]</a> Nohl, <em>Vie de Beethoven</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_29" href="#FNanchor_29" class="label">[29]</a> Beethoven era miope en efecto. Ignaz von Seyfried dice que la
-debilidad de su vista la había originado la viruela y le obligaba, siendo
-muy joven, a usar anteojos. La miopía debió contribuir a dar el carácter
-de extravío de sus ojos. Sus cartas en 1823 y 1824 contienen quejas
-frecuentes acerca de sus ojos, que lo hacen sufrir. Véanse los artículos
-de Christian Külischer: <em>Beethovens Augens und Augenleiden</em>. (<em>Die Musik</em>
-15 de marzo y 1.º de abril de 1902).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_30" href="#FNanchor_30" class="label">[30]</a> La música de escena para el <em>Egmont</em> de Goethe fué comenzada
-en 1809. Beethoven habría querido escribir también la música de <em>Guillermo
-Tell</em>; pero se prefirió a Gyrowetz.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_31" href="#FNanchor_31" class="label">[31]</a> Conversación con Schindler.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_32" href="#FNanchor_32" class="label">[32]</a> Pero escrita, a lo que parece, en Korompa, en casa de los Brunsvik.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_33" href="#FNanchor_33" class="label">[33]</a> Nohl. <em>Cartas de Beethoven</em>, XV.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_34" href="#FNanchor_34" class="label">[34]</a> Este retrato se encuentra todavía ahora en la casa de Beethoven,
-en Bonn. Está reproducido en la <em>Vie de Beethoven</em> por Frimmel,
-página 29, y en el <em>Musical Times</em>, del 15 de diciembre de 1892.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_35" href="#FNanchor_35" class="label">[35]</a> A Gleichenstein. (Nohl, <em>Neue Briefe Beethovens</em>, XXXI).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_36" href="#FNanchor_36" class="label">[36]</a> “El corazón es la palanca para todo lo que hay de grande”. (A
-Giannatasio del Rio. Nohl, CLXXX).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_37" href="#FNanchor_37" class="label">[37]</a> “Las poesías de Goethe me hacen feliz”, escribía a Bettina
-Brentano el 19 de febrero de 1811. Y en otra parte: “Goethe y Schiller
-son mis poetas preferidos, con Ossian y Homero, a quienes desgraciadamente
-no puedo leer sino en traducciones”. (A Breitkopf y Haertel,
-8 de agosto de 1809. Nohl, <em>Neue Briefe</em>, LIII). Debe advertirse
-cuánto, a pesar de lo descuidado de su educación, era seguro el gusto
-literario de Beethoven. Fuera de Goethe, de quien se ha dicho que se
-le parecía por “grande, majestuoso, siempre en <em>re mayor</em>”, y por encima
-de Goethe amaba a tres hombres: Homero, Plutarco y Shakespeare.
-De Homero prefería “La Odisea”. Leía continuamente a Shakespeare
-en la traducción alemana y ya se sabe con cuál trágica grandeza tradujo
-en música a <em>Coriolano</em> y la <em>Tempestad</em>. En cuanto a Plutarco, se nutría
-en sus páginas como los hombres de la Revolución. Bruto era su
-héroe tal como lo fué de Miguel Ángel; tenía su estatuilla en su alcoba.
-Amaba a Platón y soñaba en establecer su República en el mundo entero.
-“Sócrates y Jesús han sido mis modelos”, dijo alguna vez. (Conversaciones
-de 1819 y 1820).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_38" href="#FNanchor_38" class="label">[38]</a> A Bettina von Arnim. (Nohl, XCI).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_39" href="#FNanchor_39" class="label">[39]</a> “Beethoven, decía Goethe a Zelter, es desgraciadamente una
-personalidad indomable; sin duda no se equivoca al hallar el mundo
-detestable; pero no es el medio de hacerlo agradable para él y para los
-demás. Es preciso excusarlo y compadecerlo, porque es sordo”. No
-hizo nada contra Beethoven después, pero tampoco nada en su favor,
-y guardó completo silencio sobre su obra y hasta sobre su nombre. En
-el fondo lo admiraba, pero temía su música, que le producía turbación;
-tenía miedo de que le hiciera perder la paz de su alma, que había conquistado
-a precio de tantas penas y que, contra la opinión corriente,
-nada tenía de natural. Una carta del joven Félix Mendelssohn, que pasó
-por Weimar en 1830, descubre inocentemente las profundidades de esta
-alma turbada y apasionada (<em>leidenschaftlicher Sturm und Verworrenheit</em>
-como Goethe mismo decía, que una inteligencia vigorosa dominaba).
-</p>
-
-<p>“...Desde luego, escribía Mendelssohn, no quería hablar de Beethoven;
-pero le fué preciso pasar por ello y escuchar el primer trozo de la
-<em>Sinfonía en do menor</em>, que lo emocionó de modo extraño. Quería ocultar
-su emoción y se contentó con decirle: ‘Esto no conmueve y no hace
-más que sorprender’. Al cabo de algún tiempo, añadió: ‘Es grandioso,
-insensato; se diría que la casa va a derrumbarse’. Llegó la hora
-de comer, y durante la comida permaneció pensativo hasta el momento
-en que, volviendo de nuevo a Beethoven, se puso a interrogarme, a
-examinarme. Vi bien el efecto que le había producido...”. (Sobre las
-relaciones de Goethe y de Beethoven, véanse diversos artículos de
-Frimmel).</p></div>
-
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_40" href="#FNanchor_40" class="label">[40]</a> Carta de Goethe a Zelter, el 2 de septiembre de 1812. De Zelter
-a Goethe, de 14 de septiembre de 1812: “<em>Auch ich bewundere ihn
-mit Schrecken</em>”. “Yo también lo admiro con espanto”. Zelter escribió en
-1819 a Goethe: “Se dice que está loco”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_41" href="#FNanchor_41" class="label">[41]</a> Es en todo caso un tema en el cual Beethoven había pensado,
-porque lo encontramos en sus notas, y, particularmente, en sus proyectos
-de una <em>Décima Sinfonía</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_42" href="#FNanchor_42" class="label">[42]</a> Contemporánea, y acaso inspiradora, a las veces, de estas obras
-fué su intimidad, tan tierna, con la joven cantante berlinesa Amalia
-Sebald.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_43" href="#FNanchor_43" class="label">[43]</a> Muy distinto de él en esto, Schubert había escrito en 1807 una
-obra de ocasión “en honor de Napoleón el Grande”, y él mismo dirigió
-la ejecución ante el emperador.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_44" href="#FNanchor_44" class="label">[44]</a> “No os diré nada de nuestros monarcas y de sus monarquías”,
-escribía a Kauka durante el Congreso de Viena. “Para mí el imperio
-del espíritu es el más amado de todos; es el primero de todos los reinados
-temporales y espirituales”. (<em>Mir ist das geistige Reich das Liebste,
-und der Oberste aller geistlichen und weltlichen Monarchien.</em>)</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_45" href="#FNanchor_45" class="label">[45]</a> “¿Viena, no es decir todo? Toda huella del protestantismo alemán
-se borra aquí; hasta el acento nacional está perdido, italianizado.
-El espíritu alemán, las maneras y las costumbres alemanas, explicadas
-por los manuales de origen italiano y español... ¡Es el país de una historia
-falsificada, de una ciencia falsificada, de una religión falsificada...
-un escepticismo frívolo, que debía aniquilar y sepultar el amor a la
-verdad, al honor, a la independencia!” (<em>Wagner</em>, <em>Beethoven</em>, 1870).
-Grillparzer escribió que era una desgracia haber nacido austriaco.
-Los grandes compositores alemanes de fines del siglo XIX, que vivieron
-en Viena, sufrieron cruelmente por el espíritu de esta ciudad, abandonada
-al culto farisaico de Brahms. La vida de Bruckner allá fué un
-largo martirio; Hugo Wolf, que se debatía furiosamente antes de sucumbir,
-expresó sobre Viena juicios implacables.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_46" href="#FNanchor_46" class="label">[46]</a> El rey Jerónimo había ofrecido a Beethoven una pensión de
-seiscientos ducados de oro, vitalicia, y dietas de viaje por ciento cincuenta
-ducados de plata, a cambio del compromiso único de tocar algunas
-veces delante de él y de dirigir sus conciertos de música de cámara, que
-no debían ser ni largos ni frecuentes. (Nohl, XLIX). Beethoven estuvo
-a punto de partir.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_47" href="#FNanchor_47" class="label">[47]</a> El <em>Tancredo</em> de Rossini bastó a conmover todo el edificio de la
-música alemana. Bauernfeld, citado por Ehrhard, anota en su <em>Diario</em>
-este juicio, que era corriente en los salones de Viena, en 1816: “Mozart
-y Beethoven son dos viejos pedantes; la tontería de la época precedente
-les gustaba; y sólo después de Rossini se sabe lo que es la melodía.
-<em>Fidelio</em> es una inmundicia; no es posible comprender que se dé uno la
-pena de fastidiarse yendo a escucharlo”.
-</p>
-
-<p>Beethoven dió su último concierto, como pianista, en 1814.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_48" href="#FNanchor_48" class="label">[48]</a> En el mismo año Beethoven perdió a su hermano Carl: “Amaba
-tanto la vida, cuanto yo tendría placer en perder la mía”, escribía a
-Antonia Brentano.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_49" href="#FNanchor_49" class="label">[49]</a> Además de la sordera, su salud empeoraba de día en día. Desde
-octubre de 1816 estaba muy enfermo de un catarro inflamatorio; durante
-el estío de 1817 su médico le dijo que era una enfermedad del pecho;
-y durante el invierno de 1817-1818 se atormentaba con el temor
-de la tisis. Siguieron después los reumatismos agudos en 1820-1821,
-una ictericia en 1821 y una conjuntivitis en 1823. Beethoven escribió
-a Franz Brentano, el 12 de noviembre de 1821 (cuando estaba en plena
-composición de la <em>Misa en re</em>): “Desde el año pasado hasta hoy he estado
-siempre enfermo... Ahora estoy un poco mejor, a Dios gracias, y
-me parece que puedo vivir de nuevo para mi arte, lo que propiamente
-hablando no ha sido, desde hace dos años, por falta de buena salud,
-como también por tantos otros sufrimientos”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_50" href="#FNanchor_50" class="label">[50]</a> Adviértase que de este año data, en su música, un cambio de
-estilo, inaugurado por la sonata op. 101. Los cuadernos de conversación
-de Beethoven, que forman más de once mil páginas manuscritas,
-se encuentran reunidos actualmente en la Biblioteca Real de Berlín.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_51" href="#FNanchor_51" class="label">[51]</a> Schindler, que llegó a ser desde 1819 amigo íntimo de Beethoven,
-había entrado en relaciones con él en 1814; pero había costado mucha
-pena a Beethoven concederle su amistad; lo trataba, además, con
-altivo menosprecio.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_52" href="#FNanchor_52" class="label">[52]</a> Véanse las admirables páginas de Wagner sobre la sordera de
-Beethoven. (<em>Beethoven</em>, 1870).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_53" href="#FNanchor_53" class="label">[53]</a> Amaba a los animales y tenía piedad de ellos. La madre del
-historiador Von Frimmel contaba que mucho tiempo sintió rencor involuntario
-contra Beethoven, porque cuando ella era pequeña él espantaba
-con su pañuelo las mariposas que quería coger.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_54" href="#FNanchor_54" class="label">[54]</a> Se encontraba siempre mal alojado. En treinta y cinco años
-cambió treinta veces de casa en Viena.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_55" href="#FNanchor_55" class="label">[55]</a> Beethoven se había dirigido personalmente a Cherubini, que
-era “de sus contemporáneos aquél a quien más estimaba”. (Nohl, <em>Cartas
-de Beethoven</em>, CCL). Cherubini no le contestó.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_56" href="#FNanchor_56" class="label">[56]</a> “Yo no me vengo nunca, escribía también a la señora Streicher.
-Cuando me veo obligado a obrar contra los demás, no hago sino lo estrictamente
-necesario para defenderme, o para impedirles hacer mal”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_57" href="#FNanchor_57" class="label">[57]</a> Nohl, CCCXLIII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_58" href="#FNanchor_58" class="label">[58]</a> Nohl, CCCXIV.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_59" href="#FNanchor_59" class="label">[59]</a> Nohl, CCCLXX.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_60" href="#FNanchor_60" class="label">[60]</a> Nohl, CCCLXII-LXVII. Una carta que acaba de encontrar
-en Berlín M. Kalischer, muestra con qué pasión Beethoven ambicionaba
-hacer de su sobrino “un ciudadano útil al Estado”. (De primero de
-febrero de 1819).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_61" href="#FNanchor_61" class="label">[61]</a> Schindler, que lo vió entonces, dice que se volvió súbitamente
-como un viejo de setenta años, gastado, sin fuerza, sin voluntad. Habría
-muerto si Carlos hubiera muerto. Murió pocos meses después.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_62" href="#FNanchor_62" class="label">[62]</a> El dilettantismo de nuestro tiempo no ha dejado de procurar la
-rehabilitación de este pillo. Esto no puede sorprender.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_63" href="#FNanchor_63" class="label">[63]</a> Carta de Fischenich a Charlotte Schiller (enero de 1803). La
-oda de Schiller había sido escrita en 1785. El tema actual aparece en
-1808, en la <em>Fantasía para piano, orquesta y coro</em>, op. 80, y en 1810 en el
-<em>Lied</em> sobre palabras de Goethe: <em>Kleine Blumen, kleine Blaetter</em>. He
-visto en un cuaderno de notas de 1812, propiedad del doctor Erich Prieger,
-en Bonn, entre los bosquejos de la <em>Séptima Sinfonía</em> y un proyecto
-de <em>obertura de Macbeth</em>, un ensayo de adaptación de las palabras de
-Schiller al tema que utilizó más tarde en la obertura op. 115 (<em>Namensfeier</em>).
-Algunos de los motivos instrumentales de la <em>Novena Sinfonía</em>
-aparecen antes de 1815; y en fin, el tema definitivo de la Alegría está
-anotado en 1822, así como todos los demás aires de la Sinfonía, salvo
-el trío, que viene después, en seguida del <em>andante moderato</em>, y por último
-el <em>adagio</em> que aparece al final.&mdash;Sobre el poema de Schiller y sobre la
-falsa interpretación que acerca de él se ha querido dar, en nuestro tiempo,
-substituyendo la palabra <em>Freude</em> (Alegría) por la palabra <em>Freiheit</em>
-(Libertad), véase un artículo de Carlos Andler en <em>Pages Libres</em> (8 de
-julio de 1905).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_64" href="#FNanchor_64" class="label">[64]</a> Biblioteca de Berlín.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_65" href="#FNanchor_65" class="label">[65]</a> <em>Also ganz so als standen Worte darunter.</em> (“Enteramente como
-si hubiera en ellos palabras”).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_66" href="#FNanchor_66" class="label">[66]</a> <em>La Misa en re</em>, op. 123.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_67" href="#FNanchor_67" class="label">[67]</a> Beethoven, agobiado por los trajines domésticos, la miseria,
-los cuidados de todo género, no escribió en cinco años, de 1816 a 1821,
-más que tres obras para piano (op. 101, 102, 106). Sus enemigos decían
-que estaba agotado; se volvió a entregar al trabajo en 1821.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_68" href="#FNanchor_68" class="label">[68]</a> En febrero de 1824. Firmaron: Príncipe C. Lichnowski, conde
-Mauricio Lichnowski, conde Mauricio de Fries, conde M. de Dietrichstein,
-conde F. de Palfy, conde Czernin, Ignacio Edler de Mosel, Carlos
-Czerny, abate Stadler, A. Diabelli, Artaria y C., Steiner y C., A. Streicher,
-Zmeskall, Kiesewetter, etc.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_69" href="#FNanchor_69" class="label">[69]</a> “Mi carácter moral es conocido públicamente”, contestó con
-altivez Beethoven al municipio de Viena el 1.º de febrero de 1819, para
-reivindicar su derecho a la tutela de su sobrino. “Hasta los escritores
-distinguidos como Weissenbach, han juzgado que valía la pena consagrarle
-algunas páginas”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_70" href="#FNanchor_70" class="label">[70]</a> En agosto de 1824 estaba asediado por el temor de morir bruscamente
-de un ataque, “como mi querido abuelo, a quien tanto me
-parezco”, escribió el 16 de agosto de 1824 al doctor Bach. Sufría mucho
-del estómago. Estuvo muy mal durante el invierno de 1824-1825. En
-mayo de 1825 tuvo expectoraciones de sangre y hemorragias de la nariz.
-El 9 de junio de 1825 escribió a su sobrino: “Mi debilidad llega a
-menudo al extremo... La señora de la guadaña no tardará en venir”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_71" href="#FNanchor_71" class="label">[71]</a> La <em>Novena Sinfonía</em> fué ejecutada por la primera vez, en Alemania,
-en Francfort, el 1.º de abril de 1825; en Londres, el 25 de marzo
-de 1825; en París, el 27 de marzo de 1831, en el Conservatorio. Mendelssohn,
-a los 17 años, la ejecutó en una audición de piano en la Jaegerhalle
-de Berlín, el 14 de noviembre de 1826. Wagner, estudiante en
-Leipzig, la recogió entera de su mano; y, en una carta de 6 de octubre
-de 1830 al editor Schott, le ofreció una reducción de la sinfonía para
-piano a dos manos. Se puede decir que la <em>Novena Sinfonía</em> decidió
-la vida de Wagner.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_72" href="#FNanchor_72" class="label">[72]</a> “Apolo y las Musas no querrán abandonarme aún a la muerte,
-¡porque es tanto lo que les debo todavía! Es preciso que antes de mi
-partida para los Campos Elíseos deje tras de mí lo que el Espíritu me
-inspira y me ha ordenado cumplir. Me parece que apenas he escrito
-algunas notas”. (A los hermanos Schott, el 17 de septiembre de 1824.
-Nohl, <em>Neue Briefe</em>, CCLXXII).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_73" href="#FNanchor_73" class="label">[73]</a> Escribió Beethoven a Moscheles, el 18 de marzo de 1827: “Una
-sinfonía bosquejada por completo está en mi pupitre, con una nueva
-obertura”. Este bosquejo no ha sido encontrado nunca. Se lee únicamente
-en sus notas: “Adagio cántico. Canto religioso para una sinfonía
-a la manera antigua (<em>Herr Gott dich loben wir.</em>&mdash;<em>Alleluja</em>), sea
-como trozo independiente, o como introducción a una fuga. Esta sinfonía
-podría ser caracterizada por la entrada de las voces, bien en el
-<em>finale</em>, bien desde el <em>adagio</em>. Los violines de la orquesta, etc., decuplicados
-para los últimos movimientos. Hacer entrar las voces una a una,
-o repetir en cierta manera el <em>adagio</em>, en los últimos movimientos. Para
-texto del <em>adagio</em> un mito griego, o un cántico eclesiástico; en el <em>allegro</em>,
-fiesta a Baco”. (1818). Como se ve la conclusión coral estaba entonces
-reservada para la <em>Décima</em> y no para la <em>Novena Sinfonía</em>. Más tarde
-dijo que quería realizar en su <em>Décima Sinfonía</em> “la reconciliación del
-mundo moderno con el mundo antiguo, lo mismo que Goethe había intentado
-en su <em>Segundo Fausto</em>”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_74" href="#FNanchor_74" class="label">[74]</a> El tema es la leyenda de un caballero que está enamorado y
-cautivo de una hada, y que sufre la nostalgia de la libertad. Hay analogías
-entre el poema y el de <em>Tannhaüser</em>. Beethoven trabajó en ella
-de 1823 a 1826. (Véase A. Ehrhard, <em>Franz Grillparzer</em>, 1900).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_75" href="#FNanchor_75" class="label">[75]</a> Tenía Beethoven desde 1808 el designio de escribir la música
-de <em>Fausto</em>. (La primera parte del <em>Fausto</em> acababa de publicarse, con
-título de Tragedia, en el otoño de 1807). Era éste su más caro proyecto.
-(<em>Was mir und der Kunst das Hoechste ist.</em>)</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_76" href="#FNanchor_76" class="label">[76]</a> “¡El Mediodía de Francia! ¡Allá está! ¡Allá está!” (<em>Südliches
-Frankreich, dahin! dahin!</em>) (Cuaderno de la Biblioteca de Berlín)....
-“...Partir de aquí: sólo con esta condición podrás de nuevo elevarte a
-las altas regiones de tu arte... una sinfonía, después partir, partir, partir...
-En el estío, trabajar para el viaje... Recorrer Italia, la Sicilia, con
-algún otro artista”. (<em>Id.</em>)</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_77" href="#FNanchor_77" class="label">[77]</a> En 1819 estuvo a punto de ser perseguido por la policía, por
-haber dicho en voz alta, “que después de todo Cristo no había sido más
-que un judío crucificado”. Escribía entonces la <em>Misa en re</em>; y es bastante
-decir de la libertad de sus inspiraciones religiosas. En cuanto a
-sus opiniones políticas, Beethoven atacaba audazmente los prejuicios
-y los vicios del Gobierno; le reprochaba, entre otras cosas, la organización
-de la justicia, arbitraria y servil, llena de trabas por un largo
-procedimiento; la policía, que tendía constantemente a propasarse de
-sus atribuciones; la burocracia bizarra e inerte, que mataba toda iniciativa
-individual y paralizaba la acción; los privilegios de una aristocracia
-degenerada, tenaz en arrogarse exclusivamente los más altos
-puestos del Estado; la impotencia del soberano para proveer al bienestar
-de los ciudadanos. Parece que sus simpatías en materia política
-estaban entonces por Inglaterra.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_78" href="#FNanchor_78" class="label">[78]</a> El suicidio de su sobrino.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_79" href="#FNanchor_79" class="label">[79]</a> Véase sobre <em>La última enfermedad y la muerte de Beethoven</em> un
-artículo del doctor Klotz-Forest, en la <em>Chronique Médicale</em> de 1.º y 15
-de abril de 1906. Se tienen informaciones muy precisas por los <em>Cuadernos
-de Conversación</em>, en los cuales están escritas las preguntas del doctor,
-y por el relato del médico mismo (Dr. Wawruch), publicado con el
-título de: <em>Aerztlicher Rückblick auf L. V. B. letzte Lebenstage</em> en la <em>Wiener
-Zeitschrift</em>, en 1842 (fechado el 20 de mayo de 1827). Hubo dos fases
-en la enfermedad: primero, accidentes pulmonares, que parece fueron
-detenidos después de seis días; “el séptimo día se sintió suficientemente
-bien para levantarse, caminar, leer y escribir; y segundo, perturbaciones
-digestivas, complicadas con perturbaciones de la circulación.”
-</p>
-
-<p>“El octavo día lo encontré aniquilado, con el cuerpo todo amarillo. Un
-violento acceso de diarrea, complicado con vómitos, estuvo a punto de
-acabar con su vida en la noche. A partir de este momento, la hidropesía
-se desarrolló. Para esta recaída hubo causas morales que son mal
-conocidas. Una cólera violenta, un sufrimiento profundo, determinado
-por la ingratitud que había tenido que sufrir, y un ultraje inmerecido,
-habían determinado esta explosión”, dice el doctor Wawruch. “Temblando,
-con estremecimientos, estaba encorvado por el dolor que le
-desgarraba las entrañas”. Resumiendo estas diversas observaciones,
-el doctor Klotz-Forest diagnostica, tras de un ataque de congestión
-pulmonar, la cirrosis atrófica de Laennec (enfermedad del hígado), ascitis
-y edema de los miembros inferiores. Cree que el uso inmoderado
-de las bebidas espirituosas contribuyó a agravar el mal. Ésta era ya
-la opinión del doctor Malfatti: “<em>Sedebat et bibebat</em>”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_80" href="#FNanchor_80" class="label">[80]</a> Los recuerdos del cantante Luis Cramolini, que acaban de ser
-publicados, cuentan una emocionante visita a Beethoven durante su
-última enfermedad, en la cual Beethoven se mostró con una serenidad
-y una bondad conmovedoras. (Véase la <em>Frankfurter Zeitung</em>, de 29 de
-septiembre de 1907).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_81" href="#FNanchor_81" class="label">[81]</a> Las operaciones se le hicieron el 20 de diciembre, el 8 de enero, el
-2 y el 27 de febrero. El pobre hombre, en su lecho de muerte, estaba
-devorado por las chinches. (Carta de Gerhard von Breuning).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_82" href="#FNanchor_82" class="label">[82]</a> El joven músico Anselmo Hüttenbrenner.“¡Alabado sea Dios!”,&mdash;escribió
-Breuning.&mdash;“Démosle gracias por haber puesto fin a este prolongado
-y doloroso martirio”.&mdash;Todos los manuscritos, libros y muebles
-de Beethoven fueron vendidos en remate, en 1575 florines. El catálogo
-comprendía doscientos cincuenta y dos números de manuscritos y de libros
-musicales que no sobrepasaron la suma de novecientos ochenta y
-dos florines, treinta y siete kreutzer. Los <em>Cuadernos de Conversación</em>
-y los <em>Tagebücher</em> fueron vendidos en un florín, veinte kreutzer. Entre
-sus libros Beethoven poseía, de Kant, <em>Naturgeschichte und Theorie
-des Himmels</em>; de Bode, <em>Anleitung zur Kenntnis des gestirnten Himmels</em>;
-Thomas von Kempis, <em>Nachfolge Christi</em>. La censura se apoderó de:
-Seume, <em>Spaziergang nach Syrakus</em>; Kotzebue, <em>Ueber den Adel</em>; Fessler,
-<em>Ansichten von Religion und Kirchentum</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_83" href="#FNanchor_83" class="label">[83]</a> “Soy feliz todas las veces que venzo alguna dificultad”. (Carta
-a la Inmortal Amada). “Querría vivir mil veces la vida... Yo no nací
-para una vida tranquila”. (A Wegeler, el 16 de noviembre de 1801).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_84" href="#FNanchor_84" class="label">[84]</a> “Beethoven me enseñó la ciencia de la naturaleza y me dirigió
-en este estudio como en el de la música. No eran las leyes de la naturaleza,
-sino su poder elemental, lo que lo maravillaba”. (<em>Schindler.</em>)</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_85" href="#FNanchor_85" class="label">[85]</a> “¡Oh, es tan bella la vida; pero la mía está para siempre envenenada!”
-(<em>vergiftet</em>). (Carta del 2 de mayo de 1810, a Wegeler).</p></div></div>
-</div>
-
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_61"></a>[Pg 61]</span></p>
-<div class="figcenter illowp100" id="p61ilo" style="max-width: 34.375em;">
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-</div>
-</div>
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-<h2 class="nobreak">APÉNDICE</h2>
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-<h2 class="nobreak">TESTAMENTO DE HEILIGENSTADT<a id="FNanchor_86" href="#Footnote_86" class="fnanchor">[86]</a></h2>
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-<p class="center">A <small>MIS HERMANOS</small> C<small>ARL Y</small> J<small>OHANN</small><a id="FNanchor_87" href="#Footnote_87" class="fnanchor">[87]</a> B<small>EETHOVEN</small></p>
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-<p>N. B.&mdash;Las palabras en cursivas están subrayadas en el manuscrito.</p>
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-<p class="p1">¡Oh vosotros, hombres que me miráis y me juzgáis huraño,
-loco o misántropo, cuán injustos habéis sido
-conmigo! ¡Ignoráis la oculta razón de que os aparezca
-así! Mi corazón y mi espíritu se mostraron inclinados,
-desde la infancia, al dulce sentimiento de la bondad, y a
-realizar grandes acciones he estado siempre dispuesto;
-pero pensad tan sólo cuál es mi espantosa situación, desde
-hace seis años, agravada por médicos sin juicio, engañado
-de año en año con la esperanza de un mejoramiento, y al
-fin abandonado a la perspectiva de un <em>mal durable</em>, cuya
-curación demanda años tal vez, cuando no sea enteramente
-<span class="pagenum"><a id="Page_62"></a>[Pg 62]</span>imposible. Dotado de un temperamento ardiente y activo,
-fácil a las distracciones de la sociedad, debí apartarme de
-los hombres en edad temprana, pasar mi vida solitario.
-¡Si algunas veces quise sobreponerme a todo, oh, cuán
-duramente chocaba con la triste realidad renovada siempre
-de mi mal! Y sin embargo, no me era posible decir a los
-hombres: “¡Hablad más alto, gritad, porque soy sordo!”
-¡Cómo me iba a ser posible ir revelando la debilidad de
-<em>un sentido</em> que debería ser en mí más perfecto que en los demás,
-un sentido que en otro tiempo he poseído con la más
-grande perfección, con una perfección tal que indudablemente
-pocas personas de mi oficio han tenido nunca!
-¡Oh, esto no puedo hacerlo! Perdonadme pues si me veis
-vivir separado cuando debería mezclarme en vuestra
-compañía. Mi desdicha es doblemente dolorosa, puesto
-que le debo también ser mal conocido. Me está prohibido
-encontrar un descanso en la sociedad de los hombres,
-en las conversaciones delicadas, en los mutuos esparcimientos.
-Solo, siempre solo. No puedo aventurarme en
-sociedad si no es impulsado de una necesidad imperiosa;
-debo vivir como un proscrito; si me acerco a los demás,
-soy presa de una angustia devoradora, de miedo de estar
-expuesto a que se den cuenta de mi estado.</p>
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-<p>Ésta es la razón por la cual acabo de pasar seis meses
-en el campo. Mi sabio médico me obliga a cuidar mi oído
-tanto como sea posible, yendo más allá de mis propias
-intenciones; y sin embargo, muchas veces, recobrado por
-mi inclinación hacia la sociedad, me he dejado arrastrar
-de ella; pero ¡qué humillaciones cuando cerca de mí estaba
-alguien que escuchaba a lo lejos el sonido de una flauta
-y que yo <em>no oía nada</em>, o que <em>escuchaba el canto de un pastor</em>,
-¡sin que yo pudiera oír nada!<a id="FNanchor_88" href="#Footnote_88" class="fnanchor">[88]</a>. La experiencia de estas
-<span class="pagenum"><a id="Page_63"></a>[Pg 63]</span>cosas me puso pronto al borde de la desesperación, y poco
-faltó para que yo mismo hubiese puesto fin a mi vida.
-<em>Sólo el arte</em> me ha detenido. ¡Ah! Me parecía imposible
-abandonar este mundo antes de haber realizado todo lo
-que me siento obligado a realizar. Y así prolongaba esta
-miserable vida, verdaderamente miserable, un cuerpo
-tan irritable que el menor cambio me puede arrojar del
-estado mejor en el peor. ¡Paciencia! se dice siempre; y
-debo tomarla a ella ahora por guía; la he tomado. Durable
-debe ser, lo espero, mi resolución de resistir hasta que
-plazca a las Parcas inexorables cortar el hilo de mi vida.
-Acaso será esto lo mejor, acaso no, pero yo estoy presto
-siempre. No es muy fácil ser filósofo por obligación a los
-veintiocho años, no es fácil; y es más duro aún para un
-artista que para cualquiera otro.</p>
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-<p>¡Oh Dios, tú miras desde lo alto en el fondo de mi corazón,
-y lo conoces, sabes que en él moran el amor a los
-demás y el deseo de hacerles el bien! Vosotros, hombres,
-si leéis un día esto, pensad que habéis sido injustos conmigo,
-y que el desventurado se consuela al encontrar a otro
-desventurado como él que, a pesar de todos los obstáculos
-de la naturaleza, hizo cuanto estaba a su alcance para
-ser admitido en el rango de los artistas y de los hombres
-de elección.</p>
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-<p>Vosotros, hermanos míos, (Carl y Johann) inmediatamente
-que yo haya muerto, si el profesor Schmidt vive aún,
-rogadle en mi nombre que describa mi enfermedad y a la
-<span class="pagenum"><a id="Page_64"></a>[Pg 64]</span>historia de ella unid esta carta, a fin de que después de mi
-muerte, al menos en la medida que esto sea posible, la
-sociedad se reconcilie conmigo. Al mismo tiempo, a vosotros
-dos nombro herederos de mi pequeña fortuna, si se la
-puede llamar así, que la debéis partir lealmente, estando
-de acuerdo y ayudándoos el uno al otro. El mal que me
-habéis hecho, lo sabéis, os lo he perdonado desde hace
-mucho tiempo. A ti, hermano Carl, te doy gracias
-particularmente por la solicitud de que me has dado testimonio
-en los últimos tiempos. Hago votos porque
-tengáis una vida más feliz, más exenta de cuidados que
-la mía. Recomendad a vuestros hijos la virtud, porque
-sólo ella puede dar la felicidad, que no da el dinero. Hablo
-por experiencia. Ella me ha sostenido a mí mismo en mi
-miseria, y a ella debo, tanto como a mi arte, no haber
-puesto fin a mi vida por el suicidio. ¡Adiós, y amaos!
-Doy gracias a todos mis amigos, y en particular al <em>príncipe
-Lichnowski</em> y al <em>profesor Schmidt</em>. Deseo que los instrumentos
-del príncipe L. puedan ser conservados en la casa
-de alguno de vosotros, pero que esto no provoque entre
-vosotros ninguna discusión. Si pueden seros útiles para
-algo mejor, vendedlos inmediatamente. ¡Cuán feliz seré
-si todavía puedo serviros desde la tumba!</p>
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-<p>Si fuera así, con qué alegría volaría hacia la muerte.
-Pero si ésta llega antes de que haya tenido la ocasión de
-desarrollar todas mis facultades artísticas, a pesar de mi
-duro destino, llegará demasiado temprano para mí y
-desearía aplazarla. Mas aun así, estoy contento. ¿No va
-a librarme de un estado de sufrimiento sin término?&mdash;Venga
-cuando viniere, yo voy valerosamente hacia ella.&mdash;Adiós
-y no me olvidéis enteramente en la muerte; merezco
-que penséis en mí, porque a menudo he pensado en vosotros,
-durante mi vida, para haceros felices. ¡Sedlo!</p>
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-<p class="right" style="padding-right: 2em;">L<small>UDWIG VAN</small> B<small>EETHOVEN</small>.</p>
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-<p>Heiligenstadt, 6 de octubre de 1802.</p>
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-<p class="center p1 big1"><span class="smcap">A mis hermanos Carl y (Johann), para ser leída
-y cumplida después de mi muerte.</span></p>
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-<p class="p1">El 10 de octubre de 1802.&mdash;¡Heiligenstadt, me despido
-así de ti, y en verdad tristemente!&mdash;Sí, la amada esperanza
-que traje, de ser curado, en parte al menos, debe abandonarme
-definitivamente. Como las hojas en el otoño se
-marchitan y caen, así también mi esperanza se ha secado.
-Poco más o menos como vine me voy; y hasta el alto
-valor que me sostenía a menudo en los bellos días de estío,
-se ha desvanecido. ¡Oh Providencia, has lucir para mí
-una vez un día puro de alegría! ¡Hace ya tanto tiempo
-que el sonido profundo de la verdadera alegría me es
-extraño! ¡Oh, cuándo, cuándo, oh Divinidad! ¿podría yo
-sentirla aún en el templo de la naturaleza y de los hombres?
-¿Nunca? ¡No! ¡Oh, esto sería demasiado cruel!</p>
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-<h3>CARTAS</h3>
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-<p><span class="pagenum"><a id="Page_65"></a>[Pg 65]</span></p>
-<p class="center big1"><span class="smcap">Al Pastor Amenda, en Curlande</span><a id="FNanchor_89" href="#Footnote_89" class="fnanchor">[89]</a></p>
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-<p>Mi querido, mi buen Amenda, mi amigo de corazón:
-Con una profunda emoción, con una mezcla de dolor y de
-alegría he recibido y leído tu última carta. ¡A qué podría
-yo comparar tu fidelidad, tu solicitud hacia mí! ¡Oh, qué
-bueno es que tú hayas sido siempre mi amigo! Sí; he
-puesto a prueba tu consagración, y sé qué diferencia hay
-entre tú y los demás. Tú no eres un amigo de Viena, no;
-¡tú eres como aquéllos que sólo existen sobre el suelo de mi
-patria! ¡Cómo he deseado tenerte cerca de mí, porque
-tu Beethoven es profundamente infeliz! Debes saber que
-<span class="pagenum"><a id="Page_66"></a>[Pg 66]</span>la parte más noble de mí mismo, mi oído, se ha debilitado
-mucho. Ya en la época en que tú estabas a mi lado
-sentía síntomas del mal, y lo ocultaba; después ha ido
-empeorando. Si esto no puede ser curado, es preciso
-esperar para saberlo; creo que debe proceder de mi enfermedad
-del estómago. Respecto a ésta estoy casi restablecido;
-mas, en cuanto al oído ¿curaré? Naturalmente que
-lo espero así; pero es muy difícil porque estas enfermedades
-son las más incurables. ¡Qué triste debo vivir, evitando
-todo lo que me es más querido, y esto entre hombres
-tan miserables, tan egoístas!... Entre todos puedo
-decir que el amigo que más me ha ayudado ha sido
-Lichnowski; desde el año pasado me ha dado seiscientos
-florines, y esto y la venta fructuosa de mis obras me
-ponen en situación de vivir sin el cuidado de ganar el pan.
-Todo lo que escribo ahora puedo venderlo inmediatamente
-cinco veces, y bien pagado. He escrito algo regular, en
-estos últimos tiempos; y puesto que sé que has pedido
-pianos a... deseo enviarte algunas obras en el empaque
-de uno de ellos, para que te sea menos costoso.</p>
-
-<p>Ahora, para mi consuelo, ha llegado aquí un hombre
-con quien puedo gozar del placer de la conversación y de
-la amistad desinteresada; es uno de mis amigos de juventud<a id="FNanchor_90" href="#Footnote_90" class="fnanchor">[90]</a>.
-Le he hablado frecuentemente de ti y le he dicho
-que, desde que abandoné mi patria, eres tú uno de aquéllos
-que ha elegido mi corazón.&mdash;Él tampoco ama a<a id="FNanchor_91" href="#Footnote_91" class="fnanchor">[91]</a>...
-Es y continúa siendo muy débil para la amistad; yo lo
-miro, y... como los humildes instrumentos en que toco,
-cuando me place; pero que no pueden ser nunca testigos
-nobles de mi actividad, como tampoco pueden verdaderamente
-participar en mi vida, les doy valor sólo en la
-medida de los servicios que me proporcionan. ¡Oh, cómo
-<span class="pagenum"><a id="Page_67"></a>[Pg 67]</span>sería feliz si tuviera el uso completo de mi oído! Correría
-entonces hacia ti; pero debo permanecer alejado de todo;
-mis años más hermosos transcurren sin que haya realizado
-todo lo que mi talento y mi fuerza me mandaran.&mdash;¡Triste
-resignación ésta en la cual debo refugiarme! Sin duda que
-me he propuesto sobreponerme a todos estos males; pero
-¿cómo me será posible? Sí, Amenda, si en seis meses mi
-mal no está curado, exijo de ti que abandones todo y que
-vengas a mi lado; entonces viajaré (mi ejecución y mi
-composición sufren aún muy poco por mi enfermedad,
-pues es sólo en sociedad donde me es más sensible), y tú
-serás mi compañero, porque estoy convencido de que no
-me faltará la felicidad. ¡Con quién no podría yo compararme
-entonces! Desde que tú partiste he escrito de todo,
-hasta óperas y música sagrada.&mdash;Sí, tú no te rehusarás;
-tú ayudarás a tu amigo a soportar su mal y sus cuidados.&mdash;También
-he perfeccionado mi ejecución de pianista, y
-espero que este viaje podrá igualmente proporcionarte
-placer. Después, tú permanecerás para siempre cerca de
-mí.&mdash;He recibido con puntualidad todas tus cartas, y
-por poco que te haya contestado, has estado siempre
-presente para mí, y mi corazón palpita por ti con la misma
-ternura.&mdash;Lo que te he dicho de mi oído te ruego callarlo
-como un gran secreto, y no confiárselo a nadie, quienquiera
-que sea. Escríbeme con frecuencia. Tus cartas, hasta
-cuando son breves, me consuelan y me hacen mucho bien.
-Espero para muy pronto otra tuya, mi querido amigo. No
-te he enviado tu cuarteto<a id="FNanchor_92" href="#Footnote_92" class="fnanchor">[92]</a> porque lo he rehecho enteramente,
-desde que he comenzado a saber escribir cuartetos
-en forma conveniente, como tú verás cuando lo recibas.
-Ahora, adiós mi querido y buen amigo. Si tú crees que yo
-pueda hacer por ti algo que te sea agradable, se entiende
-que debes decirlo a tu fiel L. v. Beethoven, que te ama
-sinceramente.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_68"></a>[Pg 68]</span></p>
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-<p class="center big1 p1"><span class="smcap">Al Doctor Franz Gerhard Wegeler</span></p>
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-<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 29 de junio (1801).</p>
-
-<p>Mi bueno y querido Wegeler: ¡Cuánto te agradezco
-tu recuerdo! Lo merezco tan poco, tan poco he hecho
-para merecerlo; y sin embargo, eres tú tan bueno, no te
-dejas alejar por nada, ni por mi imperdonable negligencia;
-permaneces siendo siempre el fiel, el bueno, el leal amigo.&mdash;¡Que
-yo pudiese olvidarte, olvidar a todos vosotros, que
-habéis sido para mí tan caros y tan buenos, no, eso no lo
-creo! Hay momentos en que suspiro por estar cerca de
-vosotros para pasar algún tiempo.&mdash;Mi patria, la hermosa
-región donde yo vi la luz del mundo, también se me representa
-siempre con tanta claridad y nitidez como cuando os
-abandoné. Será uno de los más felices instantes de mi vida
-aquél en que pueda volver a veros y saludar a nuestro
-padre el Rhin.&mdash;Cuándo será esto, no puedo decirlo con
-exactitud. Por lo menos diré que me encontraréis más
-grande: no hablo del artista, sino del hombre, que os parecerá
-mejor, más hecho; y si el bienestar no ha aumentado
-un poco en nuestra patria, mi arte debe consagrarse al
-mejoramiento de la suerte de los pobres...</p>
-
-<p>Quieres saber algo acerca de mi situación; bien, pues no
-va del todo mal. Desde el año pasado, Lichnowski (por
-increíble que te parezca, aun cuando yo lo digo), quien ha
-sido siempre y es mi amigo el más fervoroso (bien es
-cierto que hubo pequeñas diferencias entre nosotros,
-pero ellas mismas han afirmado nuestra amistad);
-Lichnowski me ha concedido una pensión de seiscientos
-florines que yo debo recibir durante el tiempo en que
-carezca de una posición conveniente. Mis composiciones
-me producen mucho y puedo decir que se me pide más
-trabajo que el que puedo hacer. Para cada cosa tengo<span class="pagenum"><a id="Page_69"></a>[Pg 69]</span>
-seis, siete editores, y aun más si quiero buscarlos. Nadie
-discute conmigo: fijo un precio y se me paga; ya ves que
-esto es delicioso. Por ejemplo, si veo a un amigo necesitado
-y mi bolsillo no me permite ir en su ayuda, no tengo
-más que sentarme a mi mesa de trabajo, y en poco tiempo
-lo he sacado del apuro.&mdash;Soy también más económico que
-antes...</p>
-
-<p>Por desgracia, un demonio celoso, mi mala salud, ha
-venido a obstruir mi camino. Desde hace tres años mi
-oído se ha hecho cada vez más débil. Debe haber originado
-esto mi enfermedad del estómago, que sufría ya desde
-antes, como tú sabes, pero que ha empeorado mucho,
-porque padezco continuamente de diarrea, y por consecuencia
-de una extraordinaria debilidad. Frank quería
-tonificarme con reconstituyentes, y curar mi oído por
-medio del aceite de almendras. Mas <em>¡prosit!</em> esto no sirve
-para nada; mi oído está siempre cada vez peor y mi estómago
-sigue en el mismo estado. Así estuve hasta el
-otoño último, en el cual a menudo llegué a la desesperación.
-Un asno de médico me aconsejó los baños fríos; otro, más
-listo, los baños tibios del Danubio, y el efecto fué maravilloso;
-mi estómago mejoró, pero mi oído sigue lo mismo
-o va estando aún peor. Este invierno, mi situación fué
-verdaderamente deplorable, pues sufrí cólicos espantosos
-y una recaída completa. Así estuve hasta el mes último
-en que fuí a ver a Vering, porque pensé que mi mal reclamaba
-un cirujano y, desde luego, he tenido siempre confianza
-en él. Logró cortar casi por completo esta violenta
-diarrea; me ordenó tomar baños tibios del Danubio,
-haciéndome poner en el agua multitud de licores fortificantes;
-no me administró ninguna medicina, a no ser,
-por espacio de unos cuatro días, unas píldoras para el
-estómago y una especie de té para los oídos. Me encuentro
-mejor y más fuerte; sólo mis orejas zumban y mugen
-(<em>sausen und brausen</em>) noche y día. Puedo decir que llevo<span class="pagenum"><a id="Page_70"></a>[Pg 70]</span>
-una vida miserable. Desde hace casi dos años evito toda
-compañía, porque no puedo decir a las gentes: “Soy
-sordo”. Si yo tuviera algún otro oficio, esto aun sería
-posible; pero en el mío es una situación espantosa. ¡Qué
-dirían mis enemigos, cuyo número no es corto!</p>
-
-<p>Para darte una idea de mi extraña sordera te diré que
-en el teatro debo colocarme muy cerca de la orquesta
-para entender a los actores. No oigo los sonidos altos de
-los instrumentos ni las voces, si me coloco un poco lejos;
-y en la conversación es sorprendente que haya personas
-que no lo hayan advertido nunca. Como sufro tantas
-distracciones, a ellas atribuyen todo. Cuando se habla
-suavemente, apenas entiendo; sí, entiendo bien los sonidos,
-mas no las palabras; y, por otra parte, cuando se grita eso
-me es insoportable. Lo que haya de venir sólo el cielo lo
-sabe. Vering dice que seguramente mejoraré, si no llego
-a curar del todo.&mdash;Frecuentemente he maldecido de mi
-existencia y del Creador<a id="FNanchor_93" href="#Footnote_93" class="fnanchor">[93]</a>. Plutarco me ha llevado
-a la resignación. Quiero, si esto fuese posible, desafiar al
-destino; pero hay momentos de mi vida en que soy la
-más miserable de las criaturas.&mdash;Te suplico no decir nada
-de mi estado a nadie, ni aun a Lorchen<a id="FNanchor_94" href="#Footnote_94" class="fnanchor">[94]</a>; te lo confió
-como un secreto. Me agradaría que tú escribieras a Vering
-acerca de este asunto; y si mi situación actual ha de
-durar, iré en la primavera próxima a visitarte, y tú me
-albergarás en alguna casa de campo, en cualquier hermoso
-lugar donde pueda hacerme campesino por seis meses.
-Acaso eso me producirá mucho bien. ¡Resignación!
-¡Qué triste amparo, y sin embargo, es el único que me
-queda! Perdóname que te dé esta molestia de amistad,
-en tus tedios.</p>
-
-<p>Steffen Breuning está ahora aquí y pasamos casi todos
-los días juntos. ¡Me produce tanto bien evocar sentimientos
-de tiempos pasados! Se ha convertido, en verdad,
-en un joven excelente, bueno, que sabe algo y que tiene
-(como todos nosotros más o menos) el corazón bien puesto.</p>
-
-<p>Quiero escribir también a la buena Lorchen. Nunca
-he olvidado a uno solo de vosotros, tan queridos y buenos,
-aun cuando no dé ningún signo de vida; porque escribir,
-tú lo sabes, no ha sido mi fuerte nunca; mis mejores
-amigos han estado años enteros sin recibir una carta de
-mí. Sólo vivo en mis notas, y apenas una obra queda
-terminada cuando está comenzada ya otra. En la forma
-en que trabajo ahora hago a menudo tres o cuatro cosas
-a un tiempo. Escríbeme con frecuencia, que yo trataré
-de disponer de tiempo para contestarte. Saluda a todos en
-mi nombre...</p>
-
-<p>¡Adiós, mi bueno, mi fiel Wegeler! Está seguro de la
-afección y de la amistad de tu Beethoven.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_71"></a>[Pg 71]</span></p>
-<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">A Wegeler</span></p>
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-<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 16 de noviembre de 1801.</p>
-
-<p>¡Mi buen Wegeler! Te doy gracias por tu nueva prueba
-de solicitud, tanto más cuanto la merezco muy poco.&mdash;Quieres
-saber cómo estoy y yo tengo necesidad de decírtelo,
-y, por poco agradable que me sea ocuparme de este
-asunto, lo haré sin embargo de buena gana contigo.</p>
-
-<p>Vering me está poniendo desde hace meses vejigatorios
-en los dos brazos... El tratamiento me es extremadamente
-desagradable; sin hablar de los dolores, estoy
-privado por completo del uso de mis brazos por uno o dos
-días. Debo convenir en que los zumbidos son un poco
-más débiles que antes, principalmente en la oreja izquierda,
-que fué en la que comenzó mi sordera; pero mi oído en
-verdad no ha mejorado nada hasta el presente, y no
-me atrevo a decir si está peor aún.&mdash;Mi estómago va mejor,<span class="pagenum"><a id="Page_72"></a>[Pg 72]</span>
-y cuando me baño durante algunos días en agua tibia, me
-encuentro bastante bien por ocho o diez días más. De
-cuando en cuando tomo algún fortificante para el estómago,
-y también he comenzado, siguiendo tu consejo, la
-aplicación de yerbas contra el vientre.&mdash;Vering no quiere
-oír hablar de duchas; y por otra parte, no estoy muy
-contento con él, porque en verdad tiene pocos cuidados y
-atención para mi mal; si yo no fuera a su casa&mdash;y esto me
-es muy difícil&mdash;no lo vería nunca. ¿Qué piensas tú de
-Schmidt? No cambio médico de buena gana; pero me parece
-que Vering es demasiado práctico para renovar muchas
-de sus ideas por la lectura; y Schmidt en esto me parece
-un hombre distinto, que acaso no será tan negligente.&mdash;Se
-dicen maravillas del galvanismo. ¿Qué piensas tú de ello?
-Un médico me ha contado que vió a un niño sordomudo
-recobrar el oído, y a un hombre, que hacía siete años estaba
-sordo, también curado.&mdash;Precisamente acabo de saber
-que Schmidt está haciendo experiencias acerca de esto.</p>
-
-<p>De nuevo vivo en forma algo más agradable; frecuento
-el trato de los demás. Apenas podrías creer cuál vida de
-soledad y de tristeza he llevado desde hace dos años; mi
-enfermedad se levantaba por todas partes delante de mí
-como un espectro, y yo huía de los demás. ¡Debía parecer
-un misántropo, cuando lo soy tan poco!&mdash;Este cambio,
-una amada, una encantadora muchacha lo ha realizado;
-me ama y yo la amo: he aquí de nuevo algunos momentos
-felices, después de dos años; y es la primera vez que pienso
-que el matrimonio puede dar la felicidad. Desgraciadamente
-no es de mi condición; y ahora, a decir verdad, no
-podría casarme porque es necesario que trabaje valerosamente
-aún. Si no fuera por mi oído habría desde hace
-largo tiempo recorrido la mitad del mundo, y esto debo
-hacerlo. No hay mayor placer para mí que ejercer mi
-arte y mostrarlo.&mdash;No creo que fuera feliz en vuestra
-casa. ¡Quién podría darme la felicidad! Vuestra misma<span class="pagenum"><a id="Page_73"></a>[Pg 73]</span>
-solicitud me pesaría, y a cada instante leería yo la compasión
-en vuestros rostros, para juzgarme más miserable
-todavía.&mdash;¿Qué me atraía hacia esos bellos lugares de mi
-patria? ¡Nada más que la esperanza de alcanzar una situación
-mejor, y que yo llegara a no tener este mal! ¡Oh,
-si estuviera libre de este mal tendría el mundo entre mis
-brazos! Mi juventud, sí, lo siento, apenas está comenzando;
-porque ¿no he estado siempre enfermo? Mi
-fuerza física crece más que nunca desde hace algún tiempo,
-junto con mi vigor intelectual. Cada día me acerco más
-al fin que entreveo sin poderlo definir. Pero sólo con estos
-pensamientos puede vivir tu Beethoven. ¡No es posible
-descansar! No conozco otro descanso que el sueño, y soy
-tan desventurado que tengo que concederle más tiempo que
-antes. Que esté sólo a medias libre de este mal, y entonces,
-como un hombre más dueño de sí mismo, más maduro,
-iré hacia vosotros y estrecharemos nuestros viejos lazos
-de amistad.</p>
-
-<p>Debéis verme tan feliz como me sea concedido serlo
-aquí abajo; pero no desventurado. ¡No, porque esto no
-lo podría soportar! Quiero morder al destino, que no me
-doblegará indudablemente por completo. ¡Oh, es tan
-bello vivir la vida mil veces!&mdash;Para una vida tranquila,
-no, lo siento, no nací.</p>
-
-<p>Muchos recuerdos buenos para Lorchen... ¿Tú me
-amas un poco, no es verdad? Pues está seguro de mi
-afección y de mi amistad. Tu</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">B<small>EETHOVEN</small>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_74"></a>[Pg 74]</span></p>
-
-
-<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">Carta de Wegeler y de Eleonora von Breuning
-a Beethoven.</span><a id="FNanchor_95" href="#Footnote_95" class="fnanchor">[95]</a></p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em; ">Coblenza, 28 de diciembre de 1825.</p>
-
-<p>Mi querido Luis:</p>
-
-<p>No puedo dejar partir para Viena a uno de los diez
-hijos de Ries, sin que me venga a la mente tu recuerdo.
-Si después de veintiocho años que hace que abandoné
-Viena no has recibido una larga carta cada dos meses,
-puedes culpar de ello a tu silencio para las primeras que
-te envié. Esto no está bien, y menos ahora, porque nosotros,
-viejos como somos, vivimos sólo del pasado y encontramos
-placer, por encima de todo, en los recuerdos de nuestra
-juventud. Para mí, al menos, mi conocimiento y mi estrecha
-amistad contigo, gracias a tu buena madre que
-Dios bendiga, es un punto luminoso en mi vida hacia el
-cual me vuelvo con placer... Levanto los ojos hacia
-ti como hacia un héroe y me siento orgulloso de poder
-decir: “No he dejado de tener influjo sobre su desarrollo;
-me confiaba sus deseos y sus ensueños; y cuando, más
-tarde, fué tan mal comprendido a menudo, yo sabía lo
-que ambicionaba”. ¡Alabado sea Dios que me concedió
-hablar de ti con mi mujer, y ahora con mis hijos! La casa
-de mi suegra era tu casa más que tu propia casa, sobre
-todo después de la muerte de tu noble madre. Dinos una
-vez solamente: “Sí, pienso en vosotros, en la alegría y en
-la tristeza”. El hombre, hasta cuando se ha elevado tan
-alto como tú, sólo es feliz una vez en la vida, cuando es
-<span class="pagenum"><a id="Page_75"></a>[Pg 75]</span>joven. A las piedras de Bonn, de Kreuzberg, de Godesberg,
-de la Pépinière, etc., deben volar alegremente tus ideas
-muchas veces.</p>
-
-<p>Ahora quiero hablarte de mí, de nosotros, para darte
-un ejemplo de la manera en que tú debes contestarme.</p>
-
-<p>Después de mi retorno de Viena, en 1796, todo iba
-bastante mal para mí; durante muchos años tuve que
-vivir sólo de mis consultas como médico; y esto duró
-largo tiempo en esta región miserable, antes de que tuviera
-lo necesario. Fuí después profesor, con un sueldo,
-y me casé en 1802. Un año más tarde tuve una hija, que
-vive aún y que está ya completamente formada; tiene,
-con un juicio muy recto, la serenidad de su padre, y toca
-hasta cansarse las sonatas de Beethoven; no es esto un
-mérito en ella, sino más bien un don innato. En 1807 nació
-un niño, que ahora estudia en Berlín medicina; y dentro
-de cuatro años lo enviaré a Viena. ¿Te encargarás de
-cuidarlo?... He festejado en el mes de agosto mi sexagésimo
-aniversario, en unión de unos sesenta amigos y
-conocidos, entre quienes estaban las personas principales
-de la ciudad. Desde 1807 resido aquí, donde tengo ahora
-una casa hermosa y una buena posición; mis superiores
-están contentos de mí y el rey me ha dado algunas condecoraciones
-y medallas. Lorchen y yo estamos bastante
-bien.&mdash;Y ahora que te he hecho conocer nuestra situación,
-te toca tu turno...</p>
-
-<p>¿No querrás nunca apartar tus miradas de la torre de
-San Esteban? ¿No tiene el viaje ningún encanto para ti?
-¿No querrás nunca volver a ver el Rhin?&mdash;Recibe de
-Madame Lore toda clase de recuerdos cordiales, así como
-de mí. Tu viejo amigo,</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">W<small>EGELER</small>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_76"></a>[Pg 76]</span></p>
-
-<p class="p1 right" style="padding-right: 3em;">Coblenza, 29 de diciembre de 1825.</p>
-
-<p>¡Caro Beethoven, tan querido desde hace tanto tiempo!
-Quería que Wegeler os escribiese de nuevo, y ahora que
-este deseo se ha cumplido creo que es mi deber agregar
-aún dos palabras, no solamente para avivar vuestro
-recuerdo, sino también para renovar la pregunta insistente
-sobre si no tenéis, pues, ningún deseo de volver a ver el
-Rhin y el lugar de vuestro nacimiento, y proporcionarnos
-a Wegeler y a mí la más grande de las alegrías. Nuestra
-Lenchen os da gracias por tantas horas felices; tiene
-tanto placer en oír hablar de vos; y como conoce todas
-las mínimas aventuras de nuestra alegre juventud en
-Bonn, del disgusto y de la reconciliación... ¡sería muy
-feliz de conoceros!&mdash;La niña, desgraciadamente, no tiene
-talento para la música; pero ha hecho tanto, con tanta
-aplicación y perseverancia que puede tocar vuestras
-sonatas, variaciones, etc.; y como la música es siempre
-el más grande de los alivios para Wegeler, ella le proporciona
-así muchas horas agradables. Julius tiene talento
-para la música, pero hasta la fecha ha sido negligente;
-desde hace seis meses está aprendiendo a tocar violoncello
-con alegría y placer, y como hay en Berlín un buen profesor
-creo que adelantará mucho.&mdash;Los dos niños son grandes
-y se parecen a su padre, tanto que el buen humor de
-Wegeler, a Dios gracias, no se ha perdido por completo...
-Tiene un gran placer en tocar los temas de vuestras
-variaciones; los primeros tienen su preferencia, pero a
-menudo toca algunos de los nuevos con una increíble
-paciencia.&mdash;Vuestro <em>Opferlied</em> está colocado por encima de
-todo, y nunca va Wegeler a su alcoba sin sentarse al
-piano.&mdash;Así, querido Beethoven, podéis ver cuánto y
-qué durable y vivo es vuestro recuerdo en nosotros. Decidnos,
-pues, una vez siquiera, que esto tiene algún precio
-a vuestros ojos y que no hemos sido completamente olvi<span class="pagenum"><a id="Page_77"></a>[Pg 77]</span>dados.&mdash;Si
-no fuera tan difícil a veces realizar nuestros
-más caros deseos, habríamos ya ido a Viena a visitar a mi
-hermano, para tener el placer de veros; pero no es
-posible pensar en tal viaje ahora que nuestro hijo está
-en Berlín.&mdash;Wegeler os ha dicho cuál es nuestra situación,
-y seríamos injustos en quejarnos, porque aun los tiempos
-más difíciles han sido mejores para nosotros que para
-muchos de los demás.&mdash;La mayor felicidad está en que
-nos hallamos bien y que tenemos buenos hijos. Sí, ellos
-no nos han causado ninguna pena, y son alegres y buenos.&mdash;Sólo
-Lenchen ha tenido un gran dolor: cuando nuestro
-pobre Burscheid murió; fué una pérdida que nosotros
-no olvidaremos nunca. Adiós, querido Beethoven, y
-pensad en nosotros con toda lealtad y bondad.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">E<small>LN.</small> W<small>EGELER.</small></p>
-
-
-<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">De Beethoven a Wegeler</span></p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 7 de octubre de 1826<a id="FNanchor_96" href="#Footnote_96" class="fnanchor">[96]</a>.</p>
-
-<p>Mi viejo y amado amigo:</p>
-
-<p>El placer que me ha causado tu carta y la de tu Lorchen,
-no lo puedo expresar. En verdad debí haberte contestado
-inmediatamente; pero soy un poco perezoso, sobre todo
-para escribir, porque pienso que sin necesidad de hacerlo
-me conocen las mejores personas. En mi memoria he
-hecho a menudo la contestación; mas cuando quiero
-ponerme a escribir, frecuentemente arrojo lejos de mí la
-pluma, porque no estoy en aptitud de escribir lo que
-<span class="pagenum"><a id="Page_78"></a>[Pg 78]</span>siento. Me acuerdo de todo el cariño que me has demostrado
-siempre, por ejemplo, de cuando hiciste blanquear
-mi alcoba dándome tan agradable sorpresa. Me acuerdo
-también de la familia Breuning. Que hayamos tenido
-que separarnos los unos de los otros, eso está en el curso
-natural de las cosas: cada uno debía seguir el fin que le
-estaba asignado, y tratar de alcanzarlo; y sólo los eternos
-principios inconmovibles del bien nos han mantenido siempre
-firmemente unidos. Por desgracia no puedo escribirte
-hoy tanto como quisiera, porque estoy en cama...</p>
-
-<p>Tengo presente siempre la silueta de tu Lorchen (ya
-se lo he dicho), para que veas como todo lo que ha sido
-de bueno y de amado en mi juventud es precioso para mí
-siempre.</p>
-
-<p>...En mi casa se dice: <em>Nulla dies sine linea</em>, y, sin
-embargo, dejo dormir a la Musa; pero es para que despierte
-más vigorosa en seguida. Espero dar aún al mundo
-algunas obras, y después, como un niño viejo, iré a terminar
-mi jornada terrestre entre las gentes sencillas<a id="FNanchor_97" href="#Footnote_97" class="fnanchor">[97]</a>.</p>
-
-<p>...Entre las honrosas distinciones que he recibido
-y que sé te causarán placer, te informo que acabo de recibir
-del difunto rey de Francia una medalla con esta inscripción:
-<em>Dada por el rey al señor Beethoven</em>, y que llegó
-a mis manos acompañada de un escrito muy afectuoso
-del <em>primer gentil hombre del rey, duque de Chatres</em><a id="FNanchor_98" href="#Footnote_98" class="fnanchor">[98]</a>.</p>
-
-<p>Conténtate con esto por ahora, mi viejo y querido
-amigo. Los recuerdos del pasado se apoderaron de mí
-hoy y te envío esta carta con abundantes lágrimas; es
-apenas el principio, porque bien pronto recibirás otra; y
-mientras más me escribas mayor placer me proporcionarás.
-No hay necesidad de demandarlo, cuando se trata de
-<span class="pagenum"><a id="Page_79"></a>[Pg 79]</span>
-amigos como somos nosotros. Adiós. Te ruego des un
-beso tiernamente en mi nombre a tu querida Lorchen
-y a tus niños, y que pienses en mí. ¡Que Dios sea con
-vosotros!</p>
-
-<p>Como siempre tu fiel y verdadero amigo, que te ama.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">B<small>EETHOVEN</small>.</p>
-
-
-<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">A Wegeler</span></p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 17 de febrero de 1827.</p>
-
-<p>Mi viejo y digno amigo:</p>
-
-<p>Recibí de Breuning, para mi felicidad, tu segunda carta.
-Estoy muy débil todavía para contestarte; pero puedes
-pensar que todo lo que me dices ha sido en mi bien, y lo
-deseo. En cuanto a mi convalecencia, si puedo llamarla
-así, va mejor pero lentamente; se presume que será necesario
-esperar la cuarta operación, aun cuando los médicos
-no dicen nada de ella. Me revisto de paciencia y pienso
-que todo mal nos trae consigo algún bien... ¡Cuántas
-cosas querría decirte ahora! Pero estoy demasiado débil,
-no puedo más que abrazarte en mi corazón, a ti y a tu
-Lorchen. Con amistad verdadera y consagración a ti
-y a los tuyos, tu viejo y fiel amigo.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">B<small>EETHOVEN</small>.</p>
-
-
-
-<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">A Moscheles</span></p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 14 de marzo de 1827.</p>
-
-<p>Mi querido Moscheles:</p>
-
-<p>El 27 de febrero fuí operado por cuarta vez, y ahora
-aparecen de nuevo indicios seguros de que debo esperar
-bien pronto una quinta operación. ¿En qué terminará
-todo esto? ¿qué será de mí si dura algún tiempo todavía?&mdash;En
-verdad que es dura la carga que me ha tocado; pero
-me conformo a la voluntad del destino, y ruego a Dios
-solamente que se digne decidir, en su voluntad divina,
-que para todo el largo tiempo en que yo deba sufrir en
-vida la muerte, esté al abrigo de las necesidades<a id="FNanchor_99" href="#Footnote_99" class="fnanchor">[99]</a>.
-Así tendré fuerza para soportar mi carga, por dura y por
-terrible que pueda ser, resignándome a la voluntad del
-Altísimo.</p>
-
-<p>Vuestro amigo,</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">L. <small>V.</small> B<small>EETHOVEN</small>.</p>
-
-
-
-
-<h3>PENSAMIENTOS DE BEETHOVEN</h3>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_80"></a>[Pg 80]</span></p>
-
-<p class="p1 center big1">SOBRE MÚSICA.</p>
-
-<p><em>No hay regla que no se pueda violar a causa de</em> Schoner.
-(“Plus beau”)<a id="FNanchor_100" href="#Footnote_100" class="fnanchor">[100]</a>.</p>
-
-<p>La música debe hacer brotar el fuego en el espíritu de
-los hombres.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_81"></a>[Pg 81]</span></p>
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>La música es una revelación más alta que la sabiduría
-y la filosofía.</p>
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>No hay nada más bello que acercarse a la divinidad y
-derramar sus irradiaciones sobre la raza humana.</p>
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>¿Por qué escribo?&mdash;Porque lo que tengo en mi corazón
-es preciso que salga fuera, y esto me hace escribir.</p>
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>¿Creéis que pienso en un violín sagrado, cuando el Espíritu
-me habla y escribo lo que me dicta?</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">(A Schuppanzigh).</p>
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>Según mi manera habitual de componer, hasta cuando
-se trata de música instrumental tengo siempre el conjunto
-delante de mis ojos.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(A Treitschke).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>Escribir sin piano es necesario... Poco a poco va
-naciendo la facultad de representarnos lo que deseamos
-y sentimos, que es una necesidad tan esencial para los
-seres nobles.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(Al archiduque Rodolfo).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>La descripción pertenece a la pintura. Puede también
-la poesía, en esto, estimarse feliz (en comparación) con la
-música; su dominio no es tan limitado como el mío;
-pero, en desquite, el mío se extiende más lejos en otras
-regiones. Y no se puede tan fácilmente alcanzar mi
-imperio.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(A Wilhelm Gerhard).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>La libertad y el progreso son la finalidad del arte, como
-lo son de la vida entera. Si no tenemos nosotros la solidez<span class="pagenum"><a id="Page_82"></a>[Pg 82]</span>
-de los maestros de antaño, por lo menos el refinamiento de
-la civilización ha ampliado muchos horizontes.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(Al archiduque Rodolfo).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>No tengo costumbre de retocar mis composiciones,
-una vez terminadas. No lo he hecho nunca porque estoy
-penetrado de esta verdad: que todo cambio parcial
-altera el carácter de la composición.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(A Thomson).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>La música pura de las iglesias debería ser ejecutada
-solamente por las voces, a excepción del <em>Gloria</em>, o de
-algún otro texto de este género. Prefiero por eso a Palestrina;
-pero es un absurdo imitarlo sin poseer su espíritu
-ni sus concepciones religiosas.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(Al organista Freudenberg).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>Cuando algún alumno vuestro tiene en el piano el juego
-de dedos conveniente, la justa medida, y que toca las
-notas muy exactamente, fijaos sólo en el estilo y no lo
-detengáis por pequeñas faltas, ni se las hagáis notar sino al
-fin del trozo.&mdash;Este método forma los <em>músicos</em>, lo cual es,
-después de todo, una de las primeras finalidades del arte
-musical... Para los pasajes (de virtuosismo) hacedle
-emplear a su turno todos los dedos... Sin duda, empleando
-menos dedos, se obtiene un efecto “perlado”,
-como se dice, o “como una perla”; pero a menudo son
-más amadas otras joyas<a id="FNanchor_101" href="#Footnote_101" class="fnanchor">[101]</a>.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(A Czerny).</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_83"></a>[Pg 83]</span></p>
-<hr class="r5" />
-
-<p>Entre los músicos de otros tiempos sólo Haendel, el
-alemán, y Sebastián Bach tenían genio.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(Al archiduque Rodolfo, 1819).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>Mi corazón palpita plenamente por el alto y grande
-arte de Sebastián Bach, este patriarca de la armonía
-(<em>dieses Urvaters der Harmonie</em>).</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(A Hofmeister, 1801).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>En todo tiempo he sido de los más fervientes admiradores
-de Mozart, y seguiré siéndolo hasta el fin de mi
-vida.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(Al abate Stadler, 1826).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>Estimo vuestras obras por encima de todas las obras
-teatrales. Me encuentro en éxtasis cada vez que escucho
-una obra vuestra nueva, y en ella tomo más interés
-que en las mías propias: verdaderamente os estimo y os
-amo... <em>Seréis siempre de mis contemporáneos aquél a
-quien más estimo. Si queréis proporcionarme un placer
-extremo bastará sólo con que me escribáis algunas líneas, lo
-cual me aliviará mucho. El arte une a todas las personas</em>,
-y mucho más a los verdaderos artistas; <em>y tal vez os dignéis
-también contarme</em> en el número de ellos<a id="FNanchor_102" href="#Footnote_102" class="fnanchor">[102]</a>.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(A Cherubini, 1823).</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">SOBRE CRÍTICA</p>
-
-<p>Por lo que a mí concierne como artista, no se ha podido
-decir nunca que yo haya hecho el menor caso de lo que
-se escriba acerca de mí.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(A Schott, 1825).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>Pienso con Voltaire “que algunos piquetes de moscas
-no pueden detener a un caballo en su fogosa carrera”.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">
-(1826).</p>
-
-
-<hr class="r5" />
-
-<p>En cuanto a estos imbéciles, no hay más que dejarlos
-hablar. Su charlatanería seguramente que no hará a
-nadie inmortal, como tampoco privará de la inmortalidad
-a ninguno de aquéllos a quienes Apolo la ha concedido.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 3em;">(1801).</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_84"></a>[Pg 84]</span></p>
-
-
-<h3>BIBLIOGRAFÍA</h3>
-
-<p>Si se desea conocer mejor a Beethoven, se podrá recurrir
-a las obras y documentos principales, cuya lista sumaria
-es la siguiente:</p>
-
-
-<p class="p1 center big1">I.&mdash;SOBRE LAS CARTAS DE BEETHOVEN</p>
-
-<p>Ludwig Nohl.&mdash;<em>Briefe Beethovens</em>, 1865, Stuttgart.</p>
-
-<p>Ludwig Nohl.&mdash;<em>Neue Briefe Beethovens</em>, 1867, Stuttgart.</p>
-
-<p>Ludwig Ritter von Koechel.&mdash;<em>83 Original Briefe L. V. B.
-an den Erzherzog Rudolph.</em>, 1865, Viena.</p>
-
-<p>Alfred Schoene.&mdash;<em>Briefe von Beethoven an Marie Graefin
-Erdoedy, geb. Graefin Niszky und Mag. Brauchle.</em> 1866,
-Leipzig.</p>
-
-<p>Theodor von Frimmel.&mdash;<em>Neue Beethoveniana</em>, 1886.</p>
-
-<p><em>Katalog der mit der Beethoven-Feier zu Bonn, an 11-15
-mai 1890 verbundenen Ausstellung von Handschriften,
-Briefen, Bildnissen, Reliquien Ludwig van Beethoven’s.</em>, 1890,
-Bonn.</p>
-
-<p>La Mara.&mdash;<em>Musikerbriefe aus fünf Jahrhunderten.</em>,
-1892, Leipzig.</p>
-
-<p>Dr. A. Christian Kalischer.&mdash;<em>Neue Beethoven-Briefe.</em>
-1902, Berlín y Leipzig.</p>
-
-<p>Dr. A. Christian Kalischer.&mdash;<em>Beethoven’s Sammtliche
-Briefe</em>, Kritische Ausgabe mit Erlaüterungen. 1906, Berlín.</p>
-
-<p>Dr. Fritz Prelinger.&mdash;<em>Beethovens Sammtliche Briefe
-und Aufzeichnungen.</em> 1907, Viena y Leipzig, 3 vols.</p>
-
-<p>Una selección de las cartas de Beethoven fué publicada
-en traducción francesa, con introducción y notas de Juan
-Chantavoine, en 1904, en París.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_85"></a>[Pg 85]</span></p>
-
-<p class="p1 center big1">II&mdash;SOBRE LA VIDA DE BEETHOVEN.</p>
-
-<p>Gottfried Fischer.&mdash;<em>Manuscrit</em> (Interesante principalmente
-para conocer la infancia de Beethoven.&mdash;Fischer
-murió en Bonn en 1864, y era propietario de la casa en
-que vivieron dos generaciones de la familia de Beethoven.
-Él y su hermana Cecilia conocieron íntimamente a Beethoven
-cuando era niño, y escribieron sus recuerdos, que son
-preciosos a condición de que se les use con alguna crítica).&mdash;El
-manuscrito está en la <em>Beethovenhaus</em> de Bonn. Deiters
-(véase adelante) ha publicado algunos extractos de
-este manuscrito.</p>
-
-<p>F.-G. Wegeler und Ferdinand Ries.&mdash;<em>Biographische
-Notizen ueber Ludwig van Beethoven</em> (precioso sobre todo para
-conocer la primera mitad de su vida). 1838, Coblenza.
-Traducción francesa de 1862, agotada; reimpresión por
-el Dr. Kalischer de 1905.</p>
-
-<p>Ludwig Nohl.&mdash;<em>Eine stille Liebe zu Beethoven.</em> 1857,
-Berlín. (Publicación del diario de la señorita Fanny
-Giannatasio del Rio, a quien conoció y amó Beethoven
-hacia 1816).</p>
-
-<p>Anton Schindler.&mdash;<em>Beethovens Biographie</em>, 1840.&mdash;Traducción
-francesa de 1866, agotada.&mdash;Importante para conocer
-la segunda mitad de su vida.</p>
-
-<p>Anton Schindler.&mdash;<em>Beethoven in París</em> 1842. Münster.</p>
-
-<p>Gerhard von Breuning.&mdash;<em>Aus dem Schwarzspanierhause.</em>
-1874. (La <em>Schwarzspanierhaus</em> es la casa de Viena donde<span class="pagenum"><a id="Page_86"></a>[Pg 86]</span>
-murió Beethoven. Fué destruida durante el invierno
-de 1903).</p>
-
-<p>Moscheles.&mdash;<em>The life of Beethoven.</em> 2 vols. 1841, Londres.</p>
-
-<p>Alexander Wheelock Thayer (traducido del inglés al
-alemán y continuado por Hermann Deiters).&mdash;<em>Ludwig
-van Beethovens Leben</em>, 3 vols.&mdash;Comenzado en 1866 e
-interrumpido por la muerte del autor en 1897, en Trieste,
-donde era Cónsul de los Estados Unidos; la obra
-se detiene en el año de 1816.&mdash;Deiters resolvió terminarla,
-completando los libros ya publicados; pero
-solamente el primer volumen de su traducción se ha
-publicado hasta hoy.&mdash;Es por muchas razones la obra más
-importante sobre Beethoven, desde el punto de vista de
-la documentación.</p>
-
-<p>Ludwig Nohl.&mdash;<em>Beethovens Leben</em>, 1864-1877. 4 vols.</p>
-
-<p>Ludwig Nohl.&mdash;<em>Beethoven nach den Schilderungen
-seiner Zeitgenossen.</em> Stuttgart.</p>
-
-<p>A. B. Marx.&mdash;<em>L. van Beethovens Leben und Schaffen.</em>
-1863, 2 vols. 5ª edición aumentada por G. Behncke, 1902,
-Berlín.</p>
-
-<p>Victor Wilder.&mdash;<em>Beethoven, sa vie et son oeuvre.</em> 1883.</p>
-
-<p>Mariam Tenger.&mdash;<em>Beethovens unsterbliche Geliebte.</em> 1890.&mdash;El
-valor histórico de este libro ha sido puesto en duda
-algunas veces; pero hasta la fecha no tenemos razones
-suficientes para negarle crédito. Mariam Tenger fué la
-confidente de los últimos años de Teresa; y es verosímil
-que Teresa, vieja ya, debió involuntariamente idealizar
-sus recuerdos; el fondo del relato parece exacto.</p>
-
-<p>A. Ehrhard.&mdash;<em>Franz Grillparzer.</em> 1900.</p>
-
-<p>Theodor von Frimmel.&mdash;<em>Ludwig van Beethoven</em> (en la
-colección de <em>Berühmte Musiker</em>). 1901, Berlín.</p>
-
-<p>August Goellerich.&mdash;<em>Beethoven</em> (en la colección Die
-Musik de R. Strauss), 1903.</p>
-
-<p>Jean Chantavoine.&mdash;<em>Beethoven</em>, 1907.</p>
-
-<p>Die Musik.&mdash;<em>Beethovenhefte</em>, Berlín.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_87"></a>[Pg 87]</span></p>
-
-
-<p class="p1 center big1">III.&mdash;SOBRE LA OBRA DE BEETHOVEN.</p>
-
-<p>Beethoven.&mdash;<em>Oeuvres complètes</em>, gran edición crítica,
-Breitkopf und Haertel, Leipzig, 38 vols.</p>
-
-<p>G. Nottebohm.&mdash;<em>Thematisches Verzeichniss der im
-Druck erschienenen Werke von Ludwig van Beethoven</em>,
-1868, Leipzig.</p>
-
-<p>A.-W. Thayer.&mdash;<em>Chronologisches Verzeichniss der Werke
-v. B.</em> 1865, Berlín.</p>
-
-<p>G. Nottebohm.&mdash;<em>Ein Skizzenbuch von Beethoven.</em> 1865.</p>
-
-<p>Nottebohm.&mdash;<em>Ein Skizzenbuch von B. aus dem Jahre
-1803.</em> 1880.</p>
-
-<p>Nottebohm.&mdash;<em>Beethovens Studien.</em> 1873.</p>
-
-<p>Nottebohm.&mdash;<em>Beethoveniana.</em>&mdash;<em>Zweite Beethoveniana.</em>
-1872-87.</p>
-
-<p>George Grove.&mdash;<em>Beethoven and his nine Symphonies</em>,
-1896, Londres.</p>
-
-<p>J.-G. Prodhomme.&mdash;<em>Les symphonies de Beethoven</em>, 1906.</p>
-
-<p>Alfredo Colombani.&mdash;<em>Le Nove Sinfonie di Beethoven.</em>
-1897. Turín.</p>
-
-<p>Ernst von Elterlein.&mdash;<em>B. Klaviersonaten.</em> 5ª edición,
-1895.</p>
-
-<p>Willibald Nagel.&mdash;<em>B. und seine Klaviersonaten</em>, 2 vols.
-1903-1905.</p>
-
-<p>Shedlock.&mdash;<em>The pianoforte sonata.</em> 1900, Londres.</p>
-
-<p>Ch. Czerny.&mdash;<em>Pianoforte-Schule</em> (Cuarta parte, capítulos
-II y III).</p>
-
-<p>Theodor Helm.&mdash;<em>B. Streichquartette</em>, 1885.</p>
-
-<p>H. de Curzon.&mdash;<em>Les lieder et airs détachés de B.</em> 1906.</p>
-
-<p>Otto Jahn.&mdash;<em>Leonore</em>, Klavierauszug mit Text, nach
-der zweiten Bearbeitung, 1852.</p>
-
-<p>Dr. Erich Prieger.&mdash;<em>Fidelio</em>, Klavierauszug mit Text,
-nach der ersten Bearbeitung, 1906.</p>
-
-<p>Wilhelm Weber.&mdash;<em>B. Missa Solemnis.</em> 1897.</p>
-
-<p>Prof. Dr. Richard Sternfeld.&mdash;<em>Zur Einführung in L. v.
-B. Missa Solemnis.</em></p>
-
-<p>Ignaz von Seyfried.&mdash;<em>L. v. B. Studien im Generalbass,
-Kontrapunkt, und in der Kompositions Lehre.</em> 1832.</p>
-
-<p>W. de Lenz.&mdash;<em>Beethoven et ses trois styles.</em> (Análisis de
-sonatas para piano) (agotado). 1854.</p>
-
-<p>Oulibicheff.&mdash;<em>Beethoven, ses critiques et ses glossateurs</em>,
-1857.</p>
-
-<p>Wasielewski.&mdash;<em>Beethoven.</em> 2 vols. 1886, Berlín.</p>
-
-<p>R. Schumann.&mdash;<em>Écrits sur la musique et les musiciens</em>,
-primera serie, traducción de H. de Curzon, 1894.</p>
-
-<p>Richard Wagner.&mdash;<em>Beethoven</em>, 1870, Leipzig.</p>
-
-<p class="p1">La obra musical de Friedrich Wilhelm Rust (1739-1796)
-de Dessau, recientemente encontrada gracias a la publicación
-que uno de sus nietos ha hecho de algunas de sus
-sonatas, es útil de conocer para quienes quieran estudiar
-la formación del genio musical de Beethoven. El hijo
-más joven de Rust, Wilhelm-Carl, vivió en Viena de
-1807 a 1827 y estuvo en relaciones con Beethoven. Rust,
-Carlos Felipe Emmanuel Bach y los sinfonistas de Mannheim
-han sido los verdaderos precursores de Beethoven.&mdash;Véase
-<em>Beethoven und die Mannheimer</em> por Hugo Riemann
-(<em>Die Musik</em>, 1907-8).</p>
-
-<p>Son también interesantes de conocer los <em>Lieder de
-Neefe</em> (1748-1799), que son enteramente beethovianos
-ya, y nuestros músicos de la Revolución, principalmente
-Cherubini, cuyo estilo en algunas de sus composiciones
-religiosas y dramáticas sirvió a las veces de modelo a
-Beethoven.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_88"></a>[Pg 88]</span></p>
-
-<p class="p1 center big1">IV.&mdash;RETRATOS DE BEETHOVEN.</p>
-
-<p>1789.&mdash;<em>Silueta de Beethoven a los diez años de edad.</em>
-(En la casa de Beethoven, en Bonn; reproducido en la
-Biografía de Frimmel, página 16).</p>
-
-<p>1791-92.&mdash;<em>Miniatura de Beethoven</em> por Gerhard von
-Kugelgen. (Propiedad de Georg Henschel, de Londres;<span class="pagenum"><a id="Page_89"></a>[Pg 89]</span>
-reproducido en el <em>Musical Times</em> de 15 de diciembre de
-1892, página 8).</p>
-
-<p>1801.&mdash;Dibujo de H. Stainhauser, grabado por Johann
-Neidl. (Reproducido en <em>Les Musiciens célébres</em>, 1878,
-página 267, por Félix Clément; y por Frimmel, página 28).</p>
-
-<p>1802.&mdash;<em>Grabado de Scheffner</em>, tomado de Stainhauser.
-(En la casa de Beethoven en Bonn, y reproducido en
-<em>Die Musik</em> del 15 de marzo de 1902, página 1145).</p>
-
-<p>1802.&mdash;<em>Miniatura de Beethoven</em> por Christian Hornemann.
-(Propiedad de la señora de Breuning, en Viena;
-y reproducido por Frimmel, página 31).</p>
-
-<p>1805.&mdash;<em>Retrato de Beethoven</em> por W. J. Maehler. (Propiedad
-de Roberto Heimler, de Viena; reproducido en el
-<em>Musical Times</em>, página 7; y por Frimmel, página 34).</p>
-
-<p>1808.&mdash;<em>Dibujo de L. F. Schnorr de Carolsfeld</em>, litografiado
-por J. Bauer. (Casa de Beethoven en Bonn).</p>
-
-<p>1812.&mdash;<em>Mascarilla de Beethoven</em>, moldeada por Franz
-Klein.</p>
-
-<p>1812.&mdash;<em>Busto de Beethoven</em>, por Franz Klein, según la
-mascarilla. (Propiedad del fabricante de pianos E. Streicher,
-de Viena. Reproducido por Frimmel, página 46; y en el
-<em>Musical Times</em>, página 19).</p>
-
-<p>1814.&mdash;<em>Dibujo de L. Letronne</em>, grabado por Blasius
-Hoefel. (El más hermoso retrato de Beethoven; la casa
-de Beethoven, en Bonn, posee el ejemplar que él mismo
-regaló a Wegeler. Reproducido por Frimmel, página 51,
-y por el <em>Musical Times</em>, página 21).</p>
-
-<p>1815.&mdash;<em>Dibujo de L. Letronne</em>, grabado por Riedel.
-(Reproducido en <em>Die Musik</em>, página 1147).</p>
-
-<p>1815.&mdash;<em>Segundo retrato de Beethoven</em> por Maehler.
-(Propiedad de Ign. von Gleichenstein, de Fribourg-de-Brisgovia.&mdash;Hay
-una reproducción en la casa de Beethoven,
-en Bonn).</p>
-
-<p>1815.&mdash;<em>Retrato de Beethoven</em> por Christian Heckel.(Pro<span class="pagenum"><a id="Page_90"></a>[Pg 90]</span>piedad
-de J.-F. Heckel, de Mannheim; y reproducción
-en la casa de Beethoven en Bonn).</p>
-
-<p>1818.&mdash;<em>Grabado según el dibujo de Beethoven</em> por Aug.
-von Kloeber. (Reproducido en el <em>Musical Times</em>, página
-25).&mdash;El dibujo original de Kloeber está en la colección
-del Dr. Erich Prieger, en Bonn.</p>
-
-<p>1819.&mdash;<em>Retrato de Beethoven</em>, por Ferdinand Schimon.
-(En la casa de Beethoven, en Bonn; reproducido en <em>Die
-Musik</em>, página 1149; por Frimmel, página 63; y por el
-<em>Musical Times</em>, página 29).</p>
-
-<p>1819.&mdash;<em>Retrato de Beethoven</em> por K. Joseph Stieler.
-(Propiedad de Alex. Meyer Cohn, de Berlín, y reproducido
-por Frimmel en la página 71).</p>
-
-<p>1821.&mdash;<em>Busto de Beethoven</em> por Anton Dietrich (Propiedad
-de Leopoldo Schroetter de Kristelli; reproducción
-en la casa de Beethoven en Bonn).</p>
-
-<p>1824-26.&mdash;<em>Dibujos-caricaturas de Beethoven paseando</em>,
-por J.-P. Lyser (Originales propiedad de la <em>Gesellschaft
-der Musikfreunde</em>, de Viena; reproducidos por Frimmel,
-página 67; y por el <em>Musical Times</em>, página 15).</p>
-
-<p>1823.&mdash;<em>Dibujos-caricaturas de Beethoven paseando</em>, por
-Jos. van Boehm. (Reproducidos por Frimmel, página 70).</p>
-
-<p>1823.&mdash;<em>Retrato de Beethoven</em> por Waldmueller. (Propiedad
-de Breitkopf y Haertel, de Leipzig; reproducido
-por Frimmel, página 72).</p>
-
-<p>1825-26.&mdash;<em>Dibujo de Beethoven</em>, por Stefan Decker.
-(Propiedad de Georg Decker, de Viena; reproducción en la
-casa de Beethoven, en Bonn).</p>
-
-<p>1826.&mdash;<em>Dibujo de B.</em> por A. Dietrich, litografiado por
-Jos. Kriehuber. (Reproducido por Frimmel, página 73).</p>
-
-<p>1826.&mdash;<em>Busto de Beethoven a la antigua</em>, por Schaller.
-(Propiedad de la Sociedad Filarmónica de Londres;
-copia en la casa de Beethoven, en Bonn; reproducido
-por Frimmel, página 74, y en el <em>Musical Times</em>).</p>
-
-<p>1827.&mdash;<em>Boceto de Beethoven en su lecho de muerte</em>, por<span class="pagenum"><a id="Page_91"></a>[Pg 91]</span>
-Jos. Danhauser. (Propiedad de A. Artaria, de Viena;
-reproducido en la <em>Allgemeine Musik-Zeitung</em>, de 19 de
-abril de 1901).</p>
-
-<p>1827.&mdash;<em>Tres bocetos de Beethoven en su lecho de muerte</em>,
-por Teltscher. (Propiedad del Dr. Aug. Heymann; publicados
-por Frimmel; reproducidos en el <em>Courrier musical</em>,
-de 15 de noviembre de 1909).</p>
-
-<p>1827.&mdash;<em>Mascarilla de Beethoven muerto</em>, moldeada por
-Danhauser (Casa de Beethoven, en Bonn).</p>
-
-<p>Numerosos retratos de Beethoven han sido hechos después
-de su muerte. La obra más notable que se le ha
-consagrado es el monumento de Max Klinger (Viena, 1902).</p>
-
-<div class="chapter">
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_86" href="#FNanchor_86" class="label">[86]</a> Heiligenstadt es un barrio de Viena. Beethoven estaba allí por
-una temporada.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_87" href="#FNanchor_87" class="label">[87]</a> El nombre fué olvidado en el manuscrito.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_88" href="#FNanchor_88" class="label">[88]</a> A propósito de esta queja dolorosa, quiero hacer una observación,
-que creo no ha sido hecha antes nunca. Se sabe que, al final del segundo
-trozo de la <em>Sinfonía pastoral</em>, la orquesta hace escuchar el canto
-del ruiseñor, del cuco y de la codorniz; y puede decirse, además, que
-casi toda la sinfonía está tejida de cantos y de murmullos de la naturaleza.
-Los tratadistas de estética han discutido mucho acerca de la
-cuestión de saber si se debía o no aprobar estos ensayos de música
-imitativa. Ninguno de ellos advirtió que Beethoven no imitaba nada,
-puesto que nada oía: creaba en su espíritu un mundo que había muerto
-para él. Y esto es lo que hace más conmovedora esa evocación de
-los pájaros, puesto que el único modo que le quedaba de escucharlos
-era haciéndolos cantar dentro de sí mismo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_89" href="#FNanchor_89" class="label">[89]</a> Probablemente escrita en 1801.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_90" href="#FNanchor_90" class="label">[90]</a> Stephan von Breuning.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_91" href="#FNanchor_91" class="label">[91]</a> Zmeskall (?). Era secretario áulico en Viena y fué siempre muy
-adicto a Beethoven.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_92" href="#FNanchor_92" class="label">[92]</a> Op. 18, número 1.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_93" href="#FNanchor_93" class="label">[93]</a> Nohl, en su edición de las <em>Lettres de Beethoven</em>, ha suprimido las
-palabras: <em>und den Schöpfer</em> (y el Creador).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_94" href="#FNanchor_94" class="label">[94]</a> Eleonora.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_95" href="#FNanchor_95" class="label">[95]</a> Me ha parecido que no carece de interés reproducir las dos cartas
-siguientes, porque hacen conocer a estas excelentes personas, los
-más fieles amigos de Beethoven. Por los amigos se puede juzgar al
-hombre.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_96" href="#FNanchor_96" class="label">[96]</a> Se notará que los amigos de este tiempo, aun cuando se estimasen
-mucho, tenían afecciones menos impacientes que las nuestras.
-Beethoven contesta a Wegeler diez meses después de recibida su carta.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_97" href="#FNanchor_97" class="label">[97]</a> Beethoven no dudaba que escribía entonces su última obra:
-el segundo <em>finale</em> de su cuarteto, op. 130. Estaba en la casa de su hermano,
-en Gneixendorf, cerca de Krems, en el Danubio.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_98" href="#FNanchor_98" class="label">[98]</a> Duque de Achat (?).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_99" href="#FNanchor_99" class="label">[99]</a> Beethoven, a punto de carecer de dinero, se había dirigido a la
-Sociedad Filarmónica de Londres y a Moscheles, que estaba por entonces
-en Inglaterra, tratando de organizar un concierto en su beneficio.
-La Sociedad tuvo la generosidad de enviarle inmediatamente cien libras
-esterlinas, a cuenta; y él se sintió conmovido hasta el fondo de
-su corazón. “Era un espectáculo desgarrador, dice un amigo, verlo
-cuando recibió esta carta unir las manos y sollozar de alegría y de gratitud”.
-En la emoción, la herida volvió a abrirse. Quiso todavía dictar
-una carta para dar gracias a los “nobles ingleses, que se habían interesado
-por su triste suerte”; les prometía una obra: su Décima Sinfonía,
-una obertura, todo lo que quisieran. “Nunca hasta hoy, decía, comenzaré
-una obra con tanto amor como la haré para ellos”. Esta carta es
-del 18 de marzo, y el 26 había muerto.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_100" href="#FNanchor_100" class="label">[100]</a> En francés en el texto, menos la última palabra.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_101" href="#FNanchor_101" class="label">[101]</a> “La ejecución de Beethoven, como pianista, no era correcta,
-y su digitación tenía a menudo faltas; la calidad del sonido era descuidada.
-Pero ¿quién iba a pensar en el ejecutante? Absorbían desde
-luego sus pensamientos, de cualquier manera que sus manos los expresaran”.
-(Barón de Trémont, 1809).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_102" href="#FNanchor_102" class="label">[102]</a> Las palabras subrayadas están en francés en el original.&mdash;Ya
-hemos dicho antes que esta carta Cherubini no la contestó nunca.</p></div>
-</div>
-</div>
-
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_92"></a>[Pg 92]<br /><a id="Page_93"></a>[Pg 93]</span></p>
-<p class="half-title">VIDA DE MIGUEL ÁNGEL</p>
-</div>
-
-
-<div class="chapter">
-<div class="figcenter illowp53" id="p95ilo" style="max-width: 15.6875em;">
- <img class="w100" src="images/p95ilo.jpg" alt="p95ilo" />
-</div>
-</div>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_94"></a>[Pg 94]<br /><a id="Page_95"></a>[Pg 95]</span></p>
-<h2 class="nobreak">INTRODUCCIÓN</h2>
-
-<p>Hay en el <em>Museo Nazionale</em> de Florencia una estatua
-de mármol que Miguel Ángel llamaba el Vencedor.
-Es un joven desnudo, de cuerpo hermoso y con los
-cabellos en bucles sobre la frente. De pie y erguido, apoya la
-rodilla sobre la espalda de un prisionero barbudo que estira
-la cabeza hacia adelante, como un buey. Pero el vencedor
-no lo mira. En el instante de ir a lanzar el golpe, se
-detiene, con expresión de tristeza en la boca y con los ojos
-indecisos. Su brazo se repliega hacia el hombro. Se echa
-hacia atrás; ya no quiere la victoria, como si le repugnara:
-Ha vencido y está vencido.</p>
-
-<p>Esta imagen de la Duda heroica, esta Victoria con las<span class="pagenum"><a id="Page_96"></a>[Pg 96]</span>
-alas rotas, que de todas las obras de Miguel Ángel fué la
-única que permaneció hasta la muerte del artista en su
-taller de Florencia, y con la cual el confidente de sus pensamientos,
-Daniel de Volterra, quería decorar su catafalco,
-es el mismo Miguel Ángel y el símbolo de toda su vida.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>El sufrimiento es infinito y asume todas las formas.
-Unas veces lo causa la tiranía ciega de las cosas: la miseria,
-las enfermedades, las injusticias de la suerte, la maldad
-de los hombres. Otras tiene su asiento en el mismo ser.
-No es entonces menos lastimoso ni menos fatal, porque
-nadie tiene la elección de su propio ser, nadie ha pedido
-vivir ni ser lo que es.</p>
-
-<p>Este último sufrimiento fué el de Miguel Ángel. Tuvo
-la fuerza, tuvo la rara fortuna de ser forjado para luchar
-y vencer, y venció.&mdash;Pero ¿y qué? No quería la victoria.
-No era eso lo que quería.&mdash;¿Tragedia de Hamlet? ¡Terrible
-contradicción entre un genio heroico y una voluntad que
-no lo era, entre pasiones imperiosas y una voluntad que no
-quería!</p>
-
-<p>Nosotros no veremos en esto, como otros muchos, una
-grandeza más. Nunca diremos que porque un hombre
-es demasiado grande, el mundo no le basta. La inquietud
-de espíritu no es un signo de grandeza. Toda falta de
-armonía entre el ser y las cosas, entre la vida y sus leyes,
-aun en los grandes hombres, no se debe a su grandeza,
-sino a su debilidad. ¿Por qué tratar de ocultar esta debilidad?
-¿El más débil es menos digno de amor? Al contrario,
-es más digno de amor, porque lo necesita. Yo no elevo
-estatuas a los héroes inaccesibles. Odio el idealismo cobarde
-que aparta las miradas de las miserias de la vida y de
-las debilidades del alma.</p>
-
-<p>Es preciso que el pueblo, tan sensible para las ilusiones<span class="pagenum"><a id="Page_97"></a>[Pg 97]</span>
-falaces de las palabras sonoras, sepa que la mentira heroica
-es una cobardía. No hay más que un heroísmo en el mundo:
-verlo tal como es... y amarlo.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Lo trágico del destino que presento aquí, es que ofrece
-la imagen de un sufrimiento innato, que viene de lo más
-hondo del ser, que lo roe sin tregua y no lo abandona
-sino hasta haberlo destruido. Uno de los tipos más poderosos
-de esta gran raza humana, que desde hace diecinueve
-siglos llena el Occidente con sus gritos de dolor
-y de fe, es el cristiano.</p>
-
-<p>Un día, en lo futuro, en el fin de los siglos (si se conserva
-todavía el recuerdo de nuestra tierra), un día, los que
-entonces existan se inclinarán sobre el abismo de esta
-raza desaparecida, como Dante en la orilla de Malebolge,
-con una mezcla de admiración, de horror y de piedad.</p>
-
-<p>Pero nadie lo sentirá mejor que nosotros, los que sufrimos
-desde niños esas angustias, los que hemos visto debatirse
-en ellas a nuestros seres más queridos; nosotros, los
-que hemos sentido en la garganta el olor acre y embriagador
-del pesimismo cristiano, los que hemos tenido que hacer
-a veces esfuerzos para no ceder, como algunos otros, en
-los momentos de duda, ¡al vértigo de la Nada Divina!</p>
-
-<p>¡Dios! ¡Vida eterna! ¡Refugio de los que no logran vivir
-aquí abajo! ¡Fe, que no es con frecuencia más que falta
-de fe en la vida, falta de fe en el porvenir, falta de fe en sí
-mismo, falta de valor y falta de alegría! ¡Nosotros sabemos
-sobre cuántas derrotas está fundada vuestra dolorosa
-victoria!...</p>
-
-<p>Por eso os amo, cristianos, porque os compadezco. Os
-compadezco y admiro vuestra melancolía. Vosotros
-entristecéis el mundo, pero lo embellecéis. El mundo
-sería más pobre sin vuestro dolor. ¡En esta época de co<span class="pagenum"><a id="Page_98"></a>[Pg 98]</span>bardes,
-que tiemblan frente al dolor y reivindican ruidosamente
-su derecho a la felicidad, que no es a menudo
-más que el derecho a la desdicha de los demás, atrevámonos
-a ver de frente al dolor y a venerarlo! Alabada sea la
-alegría y alabado el dolor. La una y el otro son hermanos,
-y los dos son santos. Forjan el mundo e impulsan a las
-almas grandes. Son la fuerza, son la vida, son Dios. Quien
-no los ama a entrambos, no ama a ninguno de ellos. Y el
-que los ha probado, sabe el valor de la vida, y la dulzura
-de abandonarla.</p>
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em;">R<small>OMAIN</small> R<small>OLLAND</small></p>
-
-<div class="figcenter illowp100" id="p98ilo" style="max-width: 5.625em;">
- <img class="w100" src="images/p98ilo.jpg" alt="p98ilo" />
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_99"></a>[Pg 99]</span></p>
-
-<div class="figcenter illowp61" id="p99ilo" style="max-width: 17.8125em; margin-top: 4em;">
- <img class="w100" src="images/p99ilo.jpg" alt="p99ilo" />
-</div>
-</div>
-
-<h2 class="nobreak">MIGUEL ÁNGEL</h2>
-
-
-<p class="p1">Era un burgués florentino, de esa Florencia de palacios
-sombríos, de torres que surgen como lanzas, de colinas
-esbeltas y secas, finamente cinceladas sobre el cielo
-color de violeta, con los husos negros de sus cipreses pequeños
-y la banda de plata de los olivos que se estremecen como
-olas; de esa Florencia de aguda elegancia, donde el rostro
-pálido e irónico de Lorenzo de Médicis, y Maquiavelo,
-de boca grande y astuta, satirizaban la <em>Primavera</em> y las
-Venus cloróticas de Botticelli, de cabelleras de oro pálido;
-de esa Florencia febril, orgullosa, neurótica, presa de todos
-los fanatismos, sacudida por todas las histerias religiosas<span class="pagenum"><a id="Page_100"></a>[Pg 100]</span>
-o sociales, donde todos eran libres y todos eran tiranos,
-donde era tan dulce vivir y la vida era un infierno; de
-esa ciudad de ciudadanos inteligentes, intolerantes, entusiastas,
-rencorosos, de lengua acerada, de espíritu desconfiado,
-que se espiaban entre sí, tenían celos unos de otros
-y se devoraban mutuamente; de esa ciudad donde no cabía
-el espíritu libre de Leonardo; donde Botticelli terminaba
-en el misticismo alucinado de un puritano de Escocia;
-donde Savonarola, con su perfil cabrío y sus ojos ardientes,
-hacía bailar en ronda a los monjes, alrededor de la hoguera
-en que quemaba las obras de arte, y donde, tres años más
-tarde, se volvía a levantar la hoguera para quemar al
-profeta.</p>
-
-<p>Fué de esa ciudad y de ese tiempo con todos sus prejuicios,
-sus pasiones y su ardor.</p>
-
-<p>Con seguridad no era afectuoso para sus compatriotas.
-Su genio de anchos pulmones, hecho para el aire libre,
-despreciaba el arte de cenáculos, el estilo amanerado, el
-realismo vulgar, el sentimentalismo, la mórbida sutileza.
-Los trataba rudamente, pero los amaba; no tenía para su
-patria la indiferencia sonriente de Leonardo.</p>
-
-<p>Lejos de Florencia, lo devoraba la nostalgia<a id="FNanchor_103" href="#Footnote_103" class="fnanchor">[103]</a>. Toda
-su vida agotó sus esfuerzos en vano para vivir en Florencia.
-Estuvo con Florencia en las horas trágicas de la guerra,
-y quiso “volver aunque fuera muerto, ya que no había
-podido vivo”<a id="FNanchor_104" href="#Footnote_104" class="fnanchor">[104]</a>.</p>
-
-<p>Como viejo florentino estaba orgulloso de su sangre y
-<span class="pagenum"><a id="Page_101"></a>[Pg 101]</span>de su raza, más que de su mismo genio<a id="FNanchor_105" href="#Footnote_105" class="fnanchor">[105]</a>. No permitía
-que se le considerase como a un artista:</p>
-
-<p>“Yo no soy el escultor Michelagniolo, soy Michelagniolo
-Buonarroti”<a id="FNanchor_106" href="#Footnote_106" class="fnanchor">[106]</a>.</p>
-
-<p>Espíritu aristocrático, tenía todos los prejuicios de casta
-y aun llegaba a decir que “el arte debería ser ejercido
-por los nobles y no por los plebeyos”<a id="FNanchor_107" href="#Footnote_107" class="fnanchor">[107]</a>.</p>
-
-<p>Tenía de la familia un concepto religioso, antiguo, casi
-bárbaro; le sacrificaba todo, y quería que los demás
-hicieran lo mismo. Habríase, decía, “vendido por ella como
-esclavo”<a id="FNanchor_108" href="#Footnote_108" class="fnanchor">[108]</a>. El afecto intervenía muy poco en ello.</p>
-
-<p>En 1515, con motivo del viaje de León X a Florencia, Buonarroto,
-hermano de Miguel Ángel, fué nombrado <em>comes palatinus</em> y los Buonarroti
-recibieron el privilegio de poner en sus armas la palla de los Médicis
-con tres flores de lis y la cifra del Papa.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_102"></a>[Pg 102]</span></p>
-
-<p>Despreciaba a sus hermanos, que bien lo merecían. Despreciaba
-a su sobrino, heredero suyo. Pero en éste, en ellos,
-respetaba a los representantes de su raza. Esta palabra
-aparece sin cesar en sus cartas: “...nuestra raza,
-<em>la nostra gente</em>... sostener nuestra raza... que nuestra
-raza no muera...”.</p>
-
-<p>Tuvo todas las supersticiones, todos los fanatismos de
-esta raza dura y fuerte, que fué la arcilla de que se formó
-su ser. Pero de esta arcilla surgió el fuego que todo lo
-purifica: el genio.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Quien no crea en el genio, quien no sepa qué es, que
-mire a Miguel Ángel. Ningún hombre ha sido dominado
-por el genio como él. Este genio no parecía que fuera de
-su misma naturaleza. Era un conquistador que se había
-arrojado sobre él y lo tenía sujeto. Su voluntad no intervenía
-allí para nada, y, casi se podría decir, tampoco su
-espíritu ni su corazón. Era una exaltación frenética, una
-vida formidable en un cuerpo y una alma demasiado débiles
-para contenerla. Vivía en un furor continuo. El sufrimiento
-de este exceso de fuerza lo llenaba y lo hacía trabajar,
-obrar sin descanso, sin una hora de reposo.</p>
-
-<p>“Me agoto trabajando, como ningún hombre lo ha hecho
-nunca, escribía; no pienso más que en trabajar día y noche”.</p>
-
-<p>Esta necesidad de actividad enfermiza no solamente lo
-hacía acumular las tareas y aceptar más trabajo del que
-podía ejecutar: degeneraba en manía; quería esculpir
-montañas. Si tenía que construir un monumento, perdía
-años enteros en las canteras, escogiendo los bloques y construyendo
-caminos para el transporte; quería ser todo: ingeniero,
-obrero, tallador de piedras; quería hacerlo todo
-por sí mismo, elevar palacios e iglesias él solo. Era una
-vida de forzado. No se concedía ni el tiempo necesario<span class="pagenum"><a id="Page_103"></a>[Pg 103]</span>
-para comer y dormir. A cada instante, en sus cartas,
-aparece esta repetición lamentable:</p>
-
-<p>“Apenas tengo tiempo para comer... No tengo tiempo
-ni para comer... desde hace doce años la fatiga aniquila
-mi cuerpo, carezco de lo indispensable... No tengo ni
-un centavo, estoy desnudo, sufro penas innumerables...
-Vivo entre penas y miseria... lucho con la miseria...”<a id="FNanchor_109" href="#Footnote_109" class="fnanchor">[109]</a>.</p>
-
-<p>Esta miseria era imaginaria. Miguel Ángel era rico, se
-hizo rico, muy rico<a id="FNanchor_110" href="#Footnote_110" class="fnanchor">[110]</a>. ¿Pero de qué le servía serlo? Vivía
-como pobre uncido a su tarea, como un caballo de
-molino. Nadie podía comprender por qué se torturaba
-así; nadie podía comprender que no estaba en su poder
-dejar de torturarse, que esto era una necesidad para él.
-Su mismo padre, que se le parecía en muchos rasgos, se lo
-reprochaba:</p>
-
-<p>“Tu hermano me ha dicho que vives con gran economía,
-y hasta de una manera miserable: La economía es buena,
-pero la miseria es mala; es un vicio que disgusta a Dios
-y a los hombres, y que perjudicará tu alma y tu cuerpo.
-Mientras seas joven, podrá pasar; pero cuando no lo seas,
-las enfermedades y los achaques que haya producido esta
-vida mala y miserable, saldrán todos a luz. Evita la
-miseria, vive con moderación, cuida de que no te falte
-lo necesario, guárdate del exceso de trabajo...”<a id="FNanchor_111" href="#Footnote_111" class="fnanchor">[111]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_104"></a>[Pg 104]</span></p>
-
-<p>Pero ningún consejo pudo nada. Nunca consintió en
-tratarse de una manera más humana. Se alimentaba con
-un poco de pan y de vino; dormía algunas horas apenas.
-Cuando estaba en Bolonia, trabajando en la estatua de
-bronce de Julio II, no tenía más que un lecho para él
-y sus tres ayudantes<a id="FNanchor_112" href="#Footnote_112" class="fnanchor">[112]</a>. Se acostaba vestido y con las
-las botas puestas. Una vez se le hincharon las piernas,
-hubo que cortar las botas, y al quitárselas se le arrancaba
-la piel de las piernas.</p>
-
-<p>Esta higiene espantosa hizo que constantemente estuviera
-enfermo como su padre se lo había advertido. Se
-descubren en sus cartas indicios de catorce o quince enfermedades
-graves<a id="FNanchor_113" href="#Footnote_113" class="fnanchor">[113]</a>. Tenía calenturas, que lo pusieron
-más de una vez al borde del sepulcro. Sufría de los ojos,
-de los dientes, de la cabeza y del corazón<a id="FNanchor_114" href="#Footnote_114" class="fnanchor">[114]</a>. Lo roían
-las neuralgias, sobre todo cuando dormía; el sueño era
-<span class="pagenum"><a id="Page_105"></a>[Pg 105]</span>para él un sufrimiento. Desde muy temprano fué un viejo.
-A los cuarenta y dos años, se sentía decrépito<a id="FNanchor_115" href="#Footnote_115" class="fnanchor">[115]</a>. A los
-cuarenta y ocho años, escribe que si trabaja un día tiene
-que descansar cuatro<a id="FNanchor_116" href="#Footnote_116" class="fnanchor">[116]</a>. Rehusaba obstinadamente
-dejarse atender por ningún médico.</p>
-
-<p>Todavía más que su cuerpo, su espíritu sufre las consecuencias
-de esta vida de trabajo de forzado. El pesimismo
-lo minaba. Era en él un mal hereditario. En su juventud
-se fatigaba tranquilizando a su padre, quien parece
-haber tenido a veces accesos de delirio de persecución<a id="FNanchor_117" href="#Footnote_117" class="fnanchor">[117]</a>.
-Pero estaba él mismo más enfermo que aquél a quien
-pretendía tranquilizar. Esta actividad sin tregua, esta
-fatiga aplastante, sin descanso, lo entregaban indefenso
-a todas las aberraciones de su espíritu, que temblaba con
-toda clase de sospechas. Desconfiaba de sus enemigos.
-Desconfiaba de sus amigos<a id="FNanchor_118" href="#Footnote_118" class="fnanchor">[118]</a>. Desconfiaba de sus padres,
-de sus hermanos, de su hijo adoptivo, porque tenía sospechas
-de que esperaban con impaciencia su muerte.</p>
-
-<p>Todo le inquietaba<a id="FNanchor_119" href="#Footnote_119" class="fnanchor">[119]</a>; su propia gente se burlaba de
-<span class="pagenum"><a id="Page_106"></a>[Pg 106]</span>su eterna inquietud<a id="FNanchor_120" href="#Footnote_120" class="fnanchor">[120]</a>. Vivía como él mismo dice
-“en un estado de melancolía o más bien de locura”<a id="FNanchor_121" href="#Footnote_121" class="fnanchor">[121]</a>.
-A fuerza de sufrir había acabado por encontrar una especie
-de gusto en el sufrimiento, una amarga alegría:</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1">“Y más me gusta lo que más me daña”.<br />
-<em>E più mi giova dove più mi nuoce</em><a id="FNanchor_122" href="#Footnote_122" class="fnanchor">[122]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p>Todo se había hecho para él un motivo de sufrimiento.
-Hasta el amor<a id="FNanchor_123" href="#Footnote_123" class="fnanchor">[123]</a>, hasta el bien<a id="FNanchor_124" href="#Footnote_124" class="fnanchor">[124]</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1">“Mi alegría es la melancolía”.<br />
-<em>La mia allegrez’ è la maninconia</em><a id="FNanchor_125" href="#Footnote_125" class="fnanchor">[125]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p>Nadie fué menos hecho para la alegría y mejor conformado
-para el dolor. El dolor era lo único que veía, lo único
-que sentía en el inmenso universo. Todo el pesimismo del
-mundo se resume en este grito de desesperación, de una
-injusticia sublime:</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1">“Mil placeres no valen un tormento”.<br />
-<em>Mille piacer non vaglion un tormento</em><a id="FNanchor_126" href="#Footnote_126" class="fnanchor">[126]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_107"></a>[Pg 107]</span></p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>“Su energía devoradora, dice Condivi, lo separó casi
-completamente de toda sociedad humana”.</p>
-
-<p>Vivió solo. Odió y fué odiado. Amó y no fué amado.
-Se le admiraba y se le temía. Al fin, llegó a inspirar un
-respeto religioso y a dominar a su siglo. Entonces se
-apacigua un poco. Ve a los hombres desde arriba y los
-hombres lo ven desde abajo. Mas nunca es uno de ellos;
-nunca alcanza el reposo, la dulzura que se concede al más
-humilde de los seres, de poder durante un minuto de su
-vida adormecerse en el afecto de otra persona, formar
-con dos almas distintas una sola personalidad. No le fué
-concedido el amor de una mujer; en este cielo desierto
-luce únicamente, por un instante, la estrella fría y pura de
-la amistad de Vittoria Colonna. En torno suyo es la noche
-que surcan los meteoros ardientes de sus pensamientos,
-sus deseos y sus sueños delirantes. Beethoven no conoció
-nunca una noche semejante. Es que esta noche estaba
-en el corazón mismo de Miguel Ángel. Beethoven triste por
-culpa del mundo, pero alegre por naturaleza, aspiraba
-a la alegría. Miguel Ángel tenía en sí mismo la tristeza
-que causa miedo a los hombres y de la cual todos huyen
-por instinto. Hacía el vacío a su alrededor.</p>
-
-<p>Y esto no era nada todavía. Lo peor no era estar solo:
-lo peor era estar solo consigo mismo y no poder vivir en
-esta compañía; no ser dueño de sí mismo, renegarse,
-combatirse y destruirse a sí mismo. Su genio estaba ligado
-con un alma que lo traicionaba. Se habla algunas veces
-de la fatalidad que se encarnizó en contra suya y le impidió
-realizar sus grandes designios. Esta fatalidad fué él mismo.
-Lo que explica toda la tragedia de su vida, la llave de su
-infortunio&mdash;lo que se ha visto menos, o menos se ha tenido
-el valor de ver&mdash;es su falta de voluntad y su debilidad de
-carácter.</p>
-
-<p>Era indeciso en arte, en política, en todas sus acciones<span class="pagenum"><a id="Page_108"></a>[Pg 108]</span>
-y en todos sus pensamientos. Entre dos obras, dos proyectos
-o dos partidos, no podía decidirse a escoger, como
-lo demuestra la historia del monumento de Julio II, de la
-fachada de San Lorenzo, de los sepulcros de los Médicis.
-Comenzaba y no llegaba al fin. Quería y no quería. Apenas
-había hecho la elección comenzaba a dudar. Se
-extinguía su vida y él no terminaba nada. Todo le disgustaba.
-Se pretende que sus trabajos eran para él una
-imposición y se hace recaer sobre sus amos la responsabilidad
-de esta fluctuación perpetua de un proyecto a otro,
-sin considerar que sus amos no hubieran tenido ningún
-medio de imponerse si él se hubiera resistido. Pero no
-se atrevía.</p>
-
-<p>Era débil. Era débil de todos modos, por virtud y por
-timidez. Era débil por conciencia. Se atormentaba con
-mil escrúpulos que una naturaleza más enérgica hubiera
-rechazado. Se creía obligado, por un sentimiento exagerado
-de su responsabilidad, a cumplir trabajes mediocres, que
-cualquier contramaestre hubiera hecho mejor en lugar
-suyo<a id="FNanchor_127" href="#Footnote_127" class="fnanchor">[127]</a>. No sabía ni cumplir sus compromisos ni
-olvidarlos<a id="FNanchor_128" href="#Footnote_128" class="fnanchor">[128]</a>.</p>
-
-<p>Era débil por prudencia y por temor. El mismo hombre
-a quien Julio II llamaba el terrible&mdash;<em>terribile</em>&mdash;era calificado
-por Vasari de prudente, demasiado prudente; y el que
-inspiraba miedo a todos, hasta a los Papas, tenía miedo de
-todos<a id="FNanchor_129" href="#Footnote_129" class="fnanchor">[129]</a>. Era débil con los Príncipes. Y sin embargo
-<span class="pagenum"><a id="Page_109"></a>[Pg 109]</span>nadie despreciaba tanto como él a los que eran débiles con
-ellos, “los asnos de albarda de los Príncipes”, como él
-mismo los llamaba<a id="FNanchor_130" href="#Footnote_130" class="fnanchor">[130]</a>. Quería huir de los Papas, pero
-se quedaba y obedecía<a id="FNanchor_131" href="#Footnote_131" class="fnanchor">[131]</a>. Toleraba las cartas injuriosas
-de sus amos y les respondía humildemente<a id="FNanchor_132" href="#Footnote_132" class="fnanchor">[132]</a>. Se sublevaba
-por instantes, hablaba orgullosamente, pero
-siempre cedía; hasta su muerte se debatió, sin fuerza
-para luchar. Clemente VII, que contra la opinión corriente,
-fué de todos los papas el que tuvo más bondades para
-con él conocía sus debilidades y lo compadecía<a id="FNanchor_133" href="#Footnote_133" class="fnanchor">[133]</a>.</p>
-
-<p>Perdía toda dignidad en asuntos de amor. Se humillaba
-ante pícaros como Febo di Poggio<a id="FNanchor_134" href="#Footnote_134" class="fnanchor">[134]</a>. Trataba
-de “poderoso genio” a un ser amable, pero mediocre, como
-Tommaso de Cavalieri<a id="FNanchor_135" href="#Footnote_135" class="fnanchor">[135]</a>.</p>
-
-<p>El amor hace cuando menos que sus debilidades sean
-conmovedoras. No son más que tristemente dolorosas:
-no es posible atreverse a decir vergonzosas, cuando el
-miedo es lo que las causa. Sufre bruscamente terrores
-pánicos. Entonces huye de un extremo a otro de Italia,
-<span class="pagenum"><a id="Page_110"></a>[Pg 110]</span>perseguido por el miedo. Huye de Florencia, en 1494,
-aterrorizado por una visión. Huye de Florencia, en 1529,
-de Florencia, que estaba sitiada y a la cual estaba encargado
-de defender. Huye hasta Venecia. Está próximo
-a huir hasta Francia. Se avergüenza en seguida de tal
-extravío, y lo repara volviendo a la ciudad sitiada, donde
-cumple su deber hasta el fin del asedio. Pero después
-de la toma de Florencia, cuando comienzan las proscripciones,
-vuelve a sentirse débil y a temblar; llega hasta
-cortejar a Valori, el proscriptor, el que acababa de hacer
-morir a su amigo, el noble Battista della Palla; llega hasta
-renegar de sus amigos los desterrados florentinos<a id="FNanchor_136" href="#Footnote_136" class="fnanchor">[136]</a>.</p>
-
-<p>Tiene miedo. Se avergüenza mortalmente de su miedo.
-Se desprecia. Cae enfermo, disgustado de sí mismo, quiere
-morir. Se cree que va a morir<a id="FNanchor_137" href="#Footnote_137" class="fnanchor">[137]</a>.</p>
-
-<p>Pero no puede morir. Hay en él una fuerza rabiosa de
-vida que renace diariamente para sufrir más. ¡Si al menos
-pudiera desprenderse de la vida activa! Pero eso le está
-<span class="pagenum"><a id="Page_111"></a>[Pg 111]</span>vedado. No puede dejar de obrar. Es preciso que obre.
-¿Es realmente un sujeto activo? No, más bien es un sujeto
-pasivo, arrastrado en el ciclón de sus pasiones furiosas y
-contradictorias, como un condenado del Dante.</p>
-
-<p>¡Cuánto debió sufrir!</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>Oilmè, oilmè, pur riterando<br />
-Vo’l mio passato tempo e non ritruovo<br />
-In tutto un giorno che sie stato mio!</em><a id="FNanchor_138" href="#Footnote_138" class="fnanchor">[138]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="indent5">“¡Ay de mí! ¡Ay de mí!<br />
-En todo mi pasado no encuentro<br />
-ni un solo día que haya sido mío!”</p>
-
-<p class="p1">Dirigía a Dios llamamientos desesperados:</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>O Dio, o Dio, o Dio,<br />
-Chi più di me potessi, che poss’io?</em><a id="FNanchor_139" href="#Footnote_139" class="fnanchor">[139]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="indent5">“¡Oh Dios, oh Dios, oh Dios!<br />
-¿quién puede más en mí que yo mismo?”</p>
-
-<p class="p1">Si estaba hambriento de morir, era que veía en la muerte
-el fin de esta esclavitud enloquecedora. ¡Con cuánta
-envidia habla de los muertos! “Vosotros no teméis ya
-los cambios del ser y del deseo... El curso de las horas
-no os inquieta; la necesidad o el azar no os impulsan...
-Apenas puedo escribirlo sin envidia”<a id="FNanchor_140" href="#Footnote_140" class="fnanchor">[140]</a>.</p>
-
-<p>¡Morir! ¡No ser ya nada! ¡No ser ya nadie! ¡Huir de la
-tiranía de las cosas! ¡Escapar a la alucinación de sí mismo!</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1">“¡Ah! Haced que yo no vuelva más a mí mismo”.<br />
-<em>De fate, c’a me stesso più non torni!</em><a id="FNanchor_141" href="#Footnote_141" class="fnanchor">[141]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_112"></a>[Pg 112]</span></p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Escucho este grito trágico como si surgiera del rostro
-doloroso cuyos ojos inquietos nos miran todavía en el
-Museo del Capitolio<a id="FNanchor_142" href="#Footnote_142" class="fnanchor">[142]</a>.</p>
-
-<p>Era de estatura mediana, ancho de hombros, reciamente
-construido, musculoso. Deformado su cuerpo por el
-trabajo, caminaba con la cabeza echada atrás, la espalda
-hundida y el vientre levantado. Así nos lo muestra un
-retrato de Francisco de Holanda: de pie, de perfil, vestido
-de negro; un manto romano sobre los hombros, en la
-cabeza una montera de tela y sobre ésta un gran sombrero
-de fieltro negro muy hundido<a id="FNanchor_143" href="#Footnote_143" class="fnanchor">[143]</a>. Tenía el cráneo redondo,
-la frente cuadrada, levantada encima de los ojos y
-surcada con arrugas. Los cabellos eran negros, poco
-abundantes, desordenados y crespos. Los ojos pequeños<a id="FNanchor_144" href="#Footnote_144" class="fnanchor">[144]</a>,
-tristes y fuertes, eran color de cuerno, cambiantes y
-moteados con manchas amarillas y azulosas. La nariz
-larga, recta y con caballete, había sido aplastada por el
-puñetazo de Torrigiani<a id="FNanchor_145" href="#Footnote_145" class="fnanchor">[145]</a>. Se marcaban pliegues profundos
-de la nariz a la comisura de los labios; la boca era
-fina; el labio inferior avanzaba un poco. Unas patillas
-<span class="pagenum"><a id="Page_113"></a>[Pg 113]</span>escasas, y una barba de fauno, ganchuda, no muy espesa,
-de cuatro a cinco pulgadas de largo, encuadraban las mejillas
-enjutas y de pómulos salientes.</p>
-
-<p>En el conjunto de la fisonomía dominan la tristeza y la
-incertidumbre. Es una figura del tiempo del Tasso, ansiosa,
-roída por la duda. Sus ojos conmovedores inspiran y
-atraen la compasión.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Y ésta no se le debe regatear. Debemos darle el amor
-al cual aspiró toda su vida y que le fué rehusado. Conoció
-las más grandes desgracias que puede sufrir un hombre;
-vió a su patria sujeta a la servidumbre; vió a Italia entregada
-por siglos a los bárbaros; vió morir la libertad;
-vió desaparecer uno tras otro a todos los que amaba; vió
-extinguirse una tras otra todas las luces del arte.</p>
-
-<p>Se quedó solo, el último en la noche que venía. Y en el
-dintel de la muerte, cuando miraba hacia atrás, no tuvo
-el consuelo de decirse que había hecho todo lo que debía
-y todo lo que hubiera podido hacer. Su vida le pareció
-<span class="pagenum"><a id="Page_114"></a>[Pg 114]</span>
-perdida, vana, porque había vivido sin alegría: la había
-sacrificado en vano al ídolo del arte<a id="FNanchor_146" href="#Footnote_146" class="fnanchor">[146]</a>.</p>
-
-<p>El trabajo monstruoso al cual él mismo se había condenado
-durante noventa años de vida, sin un día de reposo,
-sin un día de verdadera vida, no le había servido para
-ejecutar uno solo de sus grandes proyectos. Ni una de sus
-grandes obras, de aquéllas que más le importaban, había
-sido terminada. Una ironía de la suerte quiso que este
-escultor<a id="FNanchor_147" href="#Footnote_147" class="fnanchor">[147]</a> no lograra terminar más que las pinturas
-<span class="pagenum"><a id="Page_115"></a>[Pg 115]</span>
-que hizo a pesar suyo. De sus grandes trabajos, que le
-habían dado alternativamente tantas esperanzas orgullosas
-y tantos tormentos, unos, como el cartón de la guerra
-de Pisa y la estatua de bronce de Julio II, fueron destruidos
-durante su vida; otros, como la tumba de Julio II y la
-Capilla de los Médicis, abortaron lastimosamente: caricaturas
-de su pensamiento.</p>
-
-<p>El escultor Ghiberti, cuenta en sus <em>Comentarios</em>, la historia
-de un pobre orfebre alemán, servidor del Duque de
-Anjou, “que se podía comparar con los artistas antiguos
-de Grecia” y que al fin de su vida vió destruir la obra a la
-cual había consagrado toda su existencia. “Entonces supo
-que toda su fatiga había sido inútil y, arrodillándose,
-exclamó: ‘¡Oh Señor, dueño del Cielo y de la Tierra, tú
-que haces todas las cosas, no me dejes extraviar y seguir
-a nadie más que a ti; ten piedad de mí!’ E inmediatamente
-dió todo lo que tenía a los pobres y se retiró a un
-monasterio y allí murió”. Como el pobre orfebre alemán,
-Miguel Ángel, al llegar al fin de su existencia, contempló
-amargamente su vida vivida en vano, sus esfuerzos inútiles,
-sus obras no terminadas, destruidas, incompletas.</p>
-
-<p>Entonces abdicó. El orgullo del Renacimiento, el
-magnífico orgullo del alma libre y soberana del universo,
-se transformó dentro de él en “este amor divino que para
-acogernos, abre sus brazos en la Cruz”.</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>...Volta a quell’ amor divino<br />
-C’aperse a prender noi, ’n croce le braccia</em><a id="FNanchor_148" href="#Footnote_148" class="fnanchor">[148]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p>El grito fecundo de la <em>Oda a la Alegría</em> no llegó a ser
-lanzado. Hasta su último aliento cantó la Oda al Dolor
-y a la Muerte liberadora. Fué totalmente vencido.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Tal fué uno de los vencedores del mundo. Nosotros
-gozamos con las obras de su genio, lo mismo que gozamos
-con la conquista de nuestros antepasados, sin pensar en la
-sangre vertida.</p>
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>Non vi si pensa<br />
-Quanto sangue costa</em><a id="FNanchor_149" href="#Footnote_149" class="fnanchor">[149]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p>Yo he procurado exponer esta sangre a la vista de todos,
-he querido hacer flotar por encima de nuestras cabezas el
-estandarte rojo de los héroes.</p>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_116"></a>[Pg 116]</span></p>
-</div>
-
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_103" href="#FNanchor_103" class="label">[103]</a> “Caigo de vez en cuando en una gran melancolía, como sucede a
-los que están lejos de su hogar”. (Carta del 19 de agosto de 1497. Roma).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_104" href="#FNanchor_104" class="label">[104]</a> Pensaba en sí mismo cuando hacía decir a su amigo Cecchino
-dei Bracci, uno de los desterrados florentinos que vivían en Roma:
-“La muerte me es grata, porque le debo la dicha de volver a mi
-patria que, viviendo, me estaba prohibida”. (<em>Poesías</em> de Miguel Ángel,
-edición Carl Frey, LXXIII, 24).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_105" href="#FNanchor_105" class="label">[105]</a> Los Buonarroti Simoni, originarios de Settignano, son mencionados
-en las crónicas florentinas desde el siglo XII. Miguel Ángel
-no lo ignoraba; conocía su genealogía. “Somos burgueses de la más
-noble raza”. (Carta a su sobrino Lionardo, en diciembre 1546).&mdash;Le indignaba
-que su sobrino pensara en ennoblecerse: “Esto no es respetarse;
-todos saben que somos de la antigua burguesía florentina y
-tan nobles como el que más”. (Febrero 1549). Trató de rehabilitar
-a su raza, haciendo que sus gentes volvieran a tomar el antiguo nombre
-de los Simoni, y fundando en Florencia una casa patricia; pero
-chocó siempre con la mediocridad de sus hermanos: se avergonzaba
-al pensar que uno de ellos (Gismondo) era carrero y vivía como
-campesino. En 1520, el Conde Alejandro de Canossa le escribió
-que había encontrado en sus archivos de familia, una prueba de que
-eran parientes. La información era falsa; pero Miguel Ángel la creyó;
-quiso adquirir el Castillo de Canossa, pretendida cuna de su raza. Su
-biógrafo Condivi, de acuerdo con sus indicaciones, inscribió entre
-sus antepasados a Beatriz, hermana de Enrique II, y a la gran Condesa
-Matilde.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_106" href="#FNanchor_106" class="label">[106]</a> “Nunca he sido, continúa, un pintor, ni un escultor que hace
-comercio del arte. Yo siempre me he guardado de ello por el honor
-de mi raza”. (Carta a Lionardo, mayo 2, 1548).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_107" href="#FNanchor_107" class="label">[107]</a> Condivi.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_108" href="#FNanchor_108" class="label">[108]</a> Carta a su padre, el 19 de agosto de 1497. No fué “emancipado”
-por su padre sino hasta el 13 de marzo de 1508, a los 33 años. (Acta
-oficial, registrada el 28 de marzo siguiente).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_109" href="#FNanchor_109" class="label">[109]</a> <em>Cartas</em>, 1507, 1509, 1512, 1513, 1525, 1547.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_110" href="#FNanchor_110" class="label">[110]</a> Se encontraron después de su muerte, en su casa de Roma, de
-7 a 8,000 ducados de oro con un valor de 4 a 500,000 francos de ahora.
-Además, Vasari dice que ya había dado dos veces a su sobrino 7,000
-escudos y 2,000 a su servidor Urbino. Tenía grandes sumas invertidas
-en Florencia. La <em>Denunzia de’ beni</em> de 1534 muestra que poseía
-entonces seis casas y siete terrenos en Florencia, Settignano, Rovezzano,
-Stradello, San Stefano de Pozzolatico, etc. Tenía pasión por la
-tierra, y compraba constantemente: en 1505, 1506, 1512, 1515, 1517,
-1518, 1519, 1520, etc. Era en él una herencia de campesino. Por lo
-demás, si ahorraba no era para él; gastaba para los otros y se privaba
-de todo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_111" href="#FNanchor_111" class="label">[111]</a> Siguen algunos consejos de higiene que demuestran la barbarie
-del tiempo: “Antes que todo cuida tu cabeza, consérvate moderadamente
-caliente y no te laves nunca: puedes hacer que te limpien, pero
-no te laves nunca”. <em>Cartas</em>: 19 de diciembre de 1500.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_112" href="#FNanchor_112" class="label">[112]</a> <em>Cartas</em>, 1506.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_113" href="#FNanchor_113" class="label">[113]</a> En septiembre de 1517, en la época de la fachada de San Lorenzo
-y del <em>Cristo</em> de la Minerva, “enfermó de muerte”. En septiembre
-de 1518, en las canteras de Seravezza, cae enfermo de fatiga y disgustos.
-Nueva enfermedad en 1520, en la época de la muerte de Rafael.
-A fines de 1521 un amigo, Lionardo el sillero, lo felicita por haberse
-curado de una enfermedad “de la que muy pocos escapan”. En junio
-de 1531, después de la toma de Florencia, ya ni duerme ni come, está
-enfermo de la cabeza, del corazón; este estado se prolonga hasta el
-fin del año; sus amigos lo creen perdido; en 1539 cae de sus andamios
-en la Sixtina y se rompe una pierna. En junio de 1544, tiene una fiebre
-muy grave; lo cuida en la casa Strozzi, en Florencia, su amigo Luis
-del Riccio. En diciembre de 1545 y enero de 1546, tiene una peligrosa
-recaída de esta fiebre, que lo deja muy debilitado; lo cuida otra vez
-Riccio en la casa de los Strozzi. En marzo de 1549, sufre cruelmente
-del mal de la piedra. En julio de 1555, lo tortura la gota; en julio de
-1559 sufre de nuevo por la piedra y dolores de todo género; está muy
-debilitado. En agosto de 1561, tiene un ataque, “cae sin conciencia,
-con movimientos convulsivos”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_114" href="#FNanchor_114" class="label">[114]</a> “<em>Febbre, fianchi dolor, morbi occhi e denti</em>”. <em>Poesías</em>, LXXXII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_115" href="#FNanchor_115" class="label">[115]</a> Julio, 1517. Carta escrita de Carrara a Domenico Buoninsegni.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_116" href="#FNanchor_116" class="label">[116]</a> Julio, 1523. Carta a Bart. Angiolini.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_117" href="#FNanchor_117" class="label">[117]</a> Constantemente en las cartas a su padre: “<em>No se atormente
-usted</em>” (primavera de 1509). “<em>Me apena que usted viva en semejante
-angustia, no piense usted en esto, se lo suplico</em>”. (27 de enero de 1509).
-“<em>No se asuste usted, no tenga ni una onza de tristeza</em>”. (15 de septiembre
-de 1509).&mdash;El viejo Buonarroti parece haber tenido, como su hijo,
-crisis de terror pánico. En 1521, como se verá más adelante, huyó
-bruscamente de su propia casa gritando que su hijo lo había arrojado.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_118" href="#FNanchor_118" class="label">[118]</a> “En la dulzura de una perfecta amistad se oculta con frecuencia
-un agravio al honor y a la vida...”. (<em>Soneto</em> LXXIV, a su amigo Luis
-del Riccio, que acababa de salvarlo de una enfermedad grave en
-1546).&mdash;Véase la hermosa carta de justificación que le escribió, en 15
-de noviembre de 1561, su fiel amigo Tommaso de Cavalieri, de quien
-sospechaba injustamente: “Estoy más que seguro de no haberos
-ofendido jamás; pero creéis demasiado fácilmente a los que menos
-deberíais creer...”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_119" href="#FNanchor_119" class="label">[119]</a> “Vivo en continua desconfianza... No tengáis confianza
-en nadie, dormid con los ojos abiertos”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_120" href="#FNanchor_120" class="label">[120]</a> Cartas de septiembre y octubre de 1515 a su hermano Buonarroto:
-“No te burles de lo que te escribo... No debe uno burlarse
-de nadie; y en estos tiempos, vivir en el temor y la inquietud no perjudica
-ni al cuerpo ni al alma... En cualquier tiempo es bueno
-inquietarse...”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_121" href="#FNanchor_121" class="label">[121]</a> Con frecuencia en sus cartas se llama “melancólico y loco”,
-“viejo y loco”, “loco y malvado”. Por lo demás, se defiende de esta
-locura que se le reprocha, alegando que nunca ha hecho daño más
-que a sí mismo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_122" href="#FNanchor_122" class="label">[122]</a> <em>Poesías</em>, XLII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_123" href="#FNanchor_123" class="label">[123]</a></p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p><em>Ché degli amanti è men felice stato<br />
-<span style="margin-left: 1em;">Quello, ove’l gran desir gran copia affrena,</span><br />
-<span style="margin-left: 1em;">C’una miseria di speranza piena.</span></em></p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="indent5">“Es menor felicidad para el que ama,<br />
- la plenitud del goce que extingue el deseo,<br />
- que la miseria llena de esperanza”.</p>
-<p class="indent5"> (<em>Soneto</em> CIX, 48).</p>
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_124" href="#FNanchor_124" class="label">[124]</a> “Todo me entristece, escribía... El bien mismo, a causa
-de su duración demasiado corta, aflije y oprime mi alma tanto como
-el mal”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_125" href="#FNanchor_125" class="label">[125]</a> <em>Poesías</em>, LXXXI.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_126" href="#FNanchor_126" class="label">[126]</a> <em>Poesías</em>, LXXIV.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_127" href="#FNanchor_127" class="label">[127]</a> Deben recordarse los años que pasó en las canteras de Seravezza,
-para la fachada de San Lorenzo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_128" href="#FNanchor_128" class="label">[128]</a> Por ejemplo, aceptó el encargo del <em>Cristo</em> de la Minerva en
-1514, y en 1518 exclamaba desolado por no haber podido ni empezar:
-“muero de dolor... me parece que soy un ladrón”. Lo mismo por
-lo que se refiere a la Capilla Piccolomini, de Siena, para la cual había
-firmado un contrato, en 1501, estipulando que entregaría la obra en
-tres años. Sesenta años más tarde, en 1561, todavía se atormentaba
-por el compromiso no cumplido.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_129" href="#FNanchor_129" class="label">[129]</a> “<em>Facte paura a ognuno insino a’papi</em>”, le escribía Sebastián
-del Piombo, el 27 de octubre de 1520.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_130" href="#FNanchor_130" class="label">[130]</a> Conversación con Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_131" href="#FNanchor_131" class="label">[131]</a> Así en 1534, cuando quiere huir de Pablo III y acaba por
-dejarse encadenar a la tarea.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_132" href="#FNanchor_132" class="label">[132]</a> Por ejemplo, la carta humillante del Cardenal Julio de Médicis,
-el futuro Clemente VII, del 2 de febrero de 1518, sospechando
-que Miguel Ángel se hubiera dejado comprar por los Carraras. Miguel
-Ángel se inclina, acepta y escribe “que sólo le importa en el mundo
-complacerlo”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_133" href="#FNanchor_133" class="label">[133]</a> Véanse sus cartas y las que hizo que Sebastián del Piombo le
-escribiera después de la toma de Florencia. Se inquieta por su salud,
-por sus sufrimientos. En 1531 publica un breve para defenderlo
-contra las impertinencias de los que abusaban de su complacencia.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_134" href="#FNanchor_134" class="label">[134]</a> Compárese la humilde carta de Miguel Ángel a Febo en diciembre
-de 1533, con la respuesta de Febo en enero de 1534, pedigüeña y
-vulgar.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_135" href="#FNanchor_135" class="label">[135]</a> “...Si yo no poseo el arte de navegar sobre el océano de
-vuestro poderoso genio, éste me excusará y no me despreciará, porque
-no puedo compararme a él. Quien es único en todo no puede nunca
-ser igualado”. (Miguel Ángel a Tommaso de Cavalieri, 1.º de enero de
-1533).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_136" href="#FNanchor_136" class="label">[136]</a> “Hasta ahora me he cuidado de hablar con los desterrados y
-de tener trato con ellos y me cuidaré todavía más en lo futuro. No
-hablo con nadie; especialmente, no hablo con los florentinos. Si se me
-saluda en la calle tengo que responder amistosamente, pero no me
-detengo. Si yo supiera quiénes son los desterrados florentinos, no
-respondería de ninguna manera”. (Carta de Roma, en 1548, a su sobrino
-Lionardo, quien lo ha advertido de que en Florencia se le acusa
-de tener relaciones con los desterrados, contra los cuales Cosme II
-acababa de promulgar un edicto muy severo).
-</p>
-
-<p>Hace más todavía. Reniega de la hospitalidad que recibió estando
-enfermo, en la casa de los Strozzi:
-</p>
-
-<p>“En cuanto al reproche que se me hace de haber sido recibido y
-cuidado, durante mi enfermedad, en la casa de los Strozzi, considero
-que no estaba en su casa, sino en el cuarto de Luis del Riccio,
-quien me era muy adicto”.(Luis del Riccio estaba al servicio de los
-Strozzi). Hay tan pocas dudas de que Miguel Ángel hubiera sido
-huésped de los Strozzi y no de Riccio, que él mismo, dos años antes,
-había enviado los <em>Dos Esclavos</em> (ahora en el Louvre) a Roberto Strozzi,
-para darle las gracias por su hospitalidad.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_137" href="#FNanchor_137" class="label">[137]</a> En 1531, después de la toma de Florencia, después de su sumisión
-a Clemente VII y de sus cortejos a Valori.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_138" href="#FNanchor_138" class="label">[138]</a> <em>Poesías</em>, XLIX. Probablemente por el año de 1532.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_139" href="#FNanchor_139" class="label">[139]</a> <em>Ibid.</em>, VI. Entre 1504 y 1511.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_140" href="#FNanchor_140" class="label">[140]</a></p>
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-<p><em>Né tem’or più cangiar vita né voglia,<br />
-<span style="margin-left: 1em;">Che quasi senza invidia non lo scrivo...</span><br />
-<span style="margin-left: 1em;">L’ore distinte a voi non fanno forza,</span><br />
-<span style="margin-left: 1em;">Caso o necessità non vi conduce...</span></em></p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="indent5">(<em>Poesías</em>, LVIII. Sobre la muerte de su padre; 1534).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_141" href="#FNanchor_141" class="label">[141]</a> <em>Ibid.</em>, CXXXV.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_142" href="#FNanchor_142" class="label">[142]</a> La descripción que sigue se inspira en diversos retratos de
-Miguel Ángel: principalmente en el de Jacobo del Conte (1544-1545)
-que está en los Uffizi, y del cual Marcelo Venusti hizo una copia
-atenuada (Museo del Capitolio); en el grabado de Francisco de Holanda,
-que data de 1538-1539; en el de Julio Bonasoni que es de 1546,
-y en la descripción de Condivi, hecha en 1553. Su discípulo y amigo
-Daniel de Volterra hizo después de su muerte varios bustos de él.
-Leone Leoni grabó en 1561 una medalla con su efigie.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_143" href="#FNanchor_143" class="label">[143]</a> Así lo vieron todavía los que mandaron abrir su ataúd en
-1564, cuando fué llevado su cuerpo de Roma a Florencia. Parecía
-dormido, con su sombrero de fieltro en la cabeza y en los pies sus botas
-con espuelas.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_144" href="#FNanchor_144" class="label">[144]</a> Condivi. El retrato de Venusti los representa bastante grandes.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_145" href="#FNanchor_145" class="label">[145]</a> Hacia 1490-1492.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_146" href="#FNanchor_146" class="label">[146]</a></p>
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-<p><em>L’affectuosa fantasia,<br />
-che l’arte mi fece idol’e monarca...</em></p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="indent5">“La fantasía apasionada<br />
-que me hizo del arte un ídolo y un monarca”.</p>
-
-<p class="indent5">(<em>Poesías</em>, CXLVII. Entre 1555 y 1556).</p>
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_147" href="#FNanchor_147" class="label">[147]</a> Se llamaba a sí mismo <em>escultor</em> y no <em>pintor</em>. “Ahora, escribe
-el 10 de marzo de 1508, yo, Miguel Ángel, <em>escultor</em>, he comenzado las
-pinturas de la Capilla (Sixtina)”. “Ése no es mi oficio, escribía un
-año después... pierdo mi tiempo sin utilidad”. (27 de enero de 1509).
-</p>
-
-<p>Nunca cambió de opinión sobre este punto.</p></div>
-
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_148" href="#FNanchor_148" class="label">[148]</a> <em>Poesías</em>, CXLVII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_149" href="#FNanchor_149" class="label">[149]</a> Dante. <em>Paraíso</em>, XXIX, 91.</p></div></div>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_117"></a>[Pg 117]</span></p>
-
-<div class="chapter">
-<p class="half-page">LA LUCHA</p>
-</div>
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_118"></a>[Pg 118]<br /><a id="Page_119"></a>[Pg 119]</span></p>
-<div class="figcenter illowp56" id="p119ilo" style="max-width: 16.375em;">
- <img class="w100" src="images/p119ilo.jpg" alt="p119ilo" />
-</div>
-</div>
-
-
-<h2 class="nobreak">I<br />LA FUERZA</h2>
-
-
-<div class="blockquot">
-<p><em>Davide cholla fromba<br />
-e io choll’archo.</em></p>
-
-<p class="p1" style="padding-left: 2em;">Miguel Ángel<a id="FNanchor_150" href="#Footnote_150" class="fnanchor">[150]</a>.</p>
-</div>
-
-
-<p>Nació el 6 de marzo de 1475 en Caprese, en el Casentino.
-País áspero, “aire fino”,<a id="FNanchor_151" href="#Footnote_151" class="fnanchor">[151]</a> rocas y bosques
-de hayas dominando el espinazo del Apenino huesoso.
-No muy lejos Francisco de Asís vió aparecer al Crucificado
-sobre el Monte Alvernia.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_120"></a>[Pg 120]</span></p>
-
-<p>El padre<a id="FNanchor_152" href="#Footnote_152" class="fnanchor">[152]</a>, podestá de Caprese y Chiusi, era un hombre
-violento, inquieto, “temeroso de Dios”. La madre,<a id="FNanchor_153" href="#Footnote_153" class="fnanchor">[153]</a>
-murió cuando Miguel Ángel tenía seis años<a id="FNanchor_154" href="#Footnote_154" class="fnanchor">[154]</a>. Fueron
-cinco hermanos: Lionardo, Miguel Ángel, Buonarroto, Giovan
-Simone y Sigismondo<a id="FNanchor_155" href="#Footnote_155" class="fnanchor">[155]</a>. Miguel Ángel fué enviado
-a la casa de su nodriza, la mujer de un tallador de piedras
-de Settignano; y más tarde, bromeando, atribuía a esta leche
-su vocación de escultor. Lo mandaron a la escuela y
-no se ocupó en ella más que de dibujo. “Fué mal visto por
-esta causa y a menudo cruelmente golpeado por su padre y
-los hermanos de su padre, que tenían odio para la profesión
-de artista y consideraban como una vergüenza tener
-un artista en casa<a id="FNanchor_156" href="#Footnote_156" class="fnanchor">”[156]</a>. Así aprendió a conocer desde niño
-la brutalidad de la vida y la soledad del espíritu.</p>
-
-<p>Su obstinación venció a su padre. A los trece años entró
-como aprendiz en el taller de Domenico Ghirlandajo,
-el más grande, el más sano de los pintores florentinos. Sus
-primeros trabajos tuvieron tanto éxito que según se dice,
-el maestro sintió celos del alumno<a id="FNanchor_157" href="#Footnote_157" class="fnanchor">[157]</a>. Se separaron al
-cabo de un año.</p>
-
-<p>La pintura lo había disgustado. Aspiraba a un arte más
-heroico. Pasó a la escuela de escultura que Lorenzo de
-Médicis sostenía en los jardines de San Marcos<a id="FNanchor_158" href="#Footnote_158" class="fnanchor">[158]</a>. El
-<span class="pagenum"><a id="Page_121"></a>[Pg 121]</span>príncipe se interesó por él; lo alojó en el Palacio y lo
-admitió en la mesa de sus hijos; el niño se encontró en el
-corazón del Renacimiento italiano, en medio de colecciones
-antiguas, en la atmósfera poética y erudita de los grandes
-Platónicos: Marsilio Ficino, Benivieni, Ángel Policiano.
-Miguel Ángel se exaltó con estos espíritus; viviendo en
-un mundo antiguo se hizo un alma antigua; fué un escultor
-griego. Guiado por Policiano, “quien lo quería mucho”,
-esculpió <em>El Combate de los Centauros y los Lapitas</em><a id="FNanchor_159" href="#Footnote_159" class="fnanchor">[159]</a>.</p>
-
-<p>Este bajo relieve orgulloso, donde imperan únicamente
-la fuerza y la belleza impasibles, refleja el alma atlética
-del adolescente y sus juegos salvajes con sus rudos compañeros.</p>
-
-<p>Iba a la Iglesia del Carmine a dibujar los frescos de
-Masaccio, con Lorenzo di Credi, Bugiardini, Granacci y
-Torrigiano dei Torrigiani. Se burlaba de sus camaradas
-menos hábiles que él. Un día atacó al vanidoso Torrigiani;
-éste le aplastó la cara de un puñetazo y, más tarde, se
-alababa de ello contando a Benvenuto Cellini: “Cerré
-el puño y le di un golpe tan violento en la nariz que sentí
-los huesos y los cartílagos aplastarse como una oblea. Así
-lo dejé señalado para toda su vida”<a id="FNanchor_160" href="#Footnote_160" class="fnanchor">[160]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>El paganismo no había extinguido la fe cristiana de
-Miguel Ángel. Los dos mundos enemigos se disputaban
-su alma.</p>
-
-<p>En 1490 el monje Savonarola comenzó sus inflamadas
-predicaciones sobre el Apocalipsis. Tenía treinta y siete
-<span class="pagenum"><a id="Page_122"></a>[Pg 122]</span>años y Miguel Ángel quince. Vió al pequeño y endeble
-predicador devorado por el Espíritu de Dios; se sintió
-helado de espanto por la voz terrible que desde el púlpito
-del <em>Duomo</em> lanzaba rayos sobre el Papa y suspendía sobre
-Italia la espada sangrienta de Dios; Florencia temblaba;
-la gente corría por las calles llorando y gritando como
-enloquecida; los más ricos ciudadanos, Ruccellai, Salviati,
-Albizzi, Strozzi, pedían ingresar en las órdenes monásticas;
-los sabios, los filósofos, hasta Policiano y Pico de la Mirandola,
-abdicaban de su razón<a id="FNanchor_161" href="#Footnote_161" class="fnanchor">[161]</a>. El hermano mayor de Miguel
-Ángel, Lionardo, se hizo dominico<a id="FNanchor_162" href="#Footnote_162" class="fnanchor">[162]</a>.</p>
-
-<p>Miguel Ángel no se escapó del contagio del espanto.
-Cuando se aproximó aquél a quien el Profeta había anunciado,
-el nuevo Ciro, la espada de Dios, el pequeño monstruo
-deforme&mdash;Carlos VIII, Rey de Francia&mdash;fué presa del
-pánico. Un sueño lo enloqueció.</p>
-
-<p>Un amigo suyo, Cardiere, poeta y músico, vió que se le
-aparecía una noche la sombra de Lorenzo de Médicis,
-vestido de harapos, de duelo, semidesnudo; el muerto le
-ordenó previniese a su hijo Pedro que iba a ser arrojado
-de su patria y que no retornaría nunca a ella<a id="FNanchor_163" href="#Footnote_163" class="fnanchor">[163]</a>; contó
-su visión a Miguel Ángel y éste lo convenció para que se la
-<span class="pagenum"><a id="Page_123"></a>[Pg 123]</span>comunicara al Príncipe; pero Cardiere, que tenía miedo
-a Pedro, no se atrevió. Pocos días después, volvió una mañana
-a buscar a Miguel Ángel y le dijo, lleno de espanto,
-que el muerto se le había aparecido de nuevo, con el
-mismo vestido; y como Cardiere, acostado, lo mirara
-fijamente en silencio, el fantasma lo abofeteó para castigarlo
-por no haber obedecido. Miguel Ángel hizo violentos
-reproches a Cardiere y le obligó a que fuera inmediatamente
-a pie a la Villa de los Médicis, Careggi, cerca de Florencia.
-A la mitad del camino, Cardiere encontró a Pedro, lo
-detuvo e hizo su narración. Pedro se rió estrepitosamente
-y mandó a sus escuderos que lo apalearan. El Canciller
-del Príncipe, Bibbiena, le dijo: “Tú estás loco, ¿a quién
-crees que Lorenzo quiera más, a su hijo o a ti? Si hubiera
-querido aparecerse lo habría hecho a él y no a ti”. Cardiere,
-humillado y escarnecido, se volvió a Florencia; hizo saber
-a Miguel Ángel el fracaso de su intento y lo convenció
-tan bien de las desgracias que debían caer sobre Florencia,
-que Miguel Ángel huyó dos días después<a id="FNanchor_164" href="#Footnote_164" class="fnanchor">[164]</a>.</p>
-
-<p>Éste fué el primer acceso de los terrores supersticiosos
-que se reprodujeron más de una vez durante su vida y
-que se apoderaban de él a pesar de su propia vergüenza.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Huyó hasta Venecia.</p>
-
-<p>Apenas salió de la hornaza de Florencia su sobre-excitación
-se extinguió. De vuelta en Bolonia, donde pasó el
-invierno, olvidó totalmente al Profeta y sus profecías<a id="FNanchor_165" href="#Footnote_165" class="fnanchor">[165]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_124"></a>[Pg 124]</span></p>
-
-<p>Vuelve a sentir la belleza del mundo; lee a Petrarca, a
-Bocaccio y a Dante; regresa a Florencia, en la primavera
-de 1495, durante las fiestas religiosas del Carnaval y las
-luchas rabiosas de los partidos. Pero esta vez se mantiene
-tan alejado de las pasiones que en torno suyo se devoran
-que, a manera de desafío al fanatismo de los savonarolistas,
-esculpe su famoso <em>Cupido Dormido</em>, que sus contemporáneos
-tomaron por una obra antigua. No permanece más
-que algunos meses en Florencia; parte para Roma, y,
-hasta la muerte de Savonarola, es el más pagano de los
-artistas. Esculpe el <em>Baco ebrio</em>, el <em>Adonis moribundo</em> y el
-<em>Cupido</em> grande el mismo año en que Savonarola hace
-quemar “las Vanidades y los Anatemas”, libros, adornos,
-obras de arte<a id="FNanchor_166" href="#Footnote_166" class="fnanchor">[166]</a>. Su hermano, el monje Lionardo, sufre
-persecuciones por su fe en el Profeta. Los peligros se
-acumulan sobre la cabeza de Savonarola; Miguel Ángel
-no vuelve a Florencia para defenderlo. Savonarola fué
-quemado y Miguel Ángel permaneció en silencio<a id="FNanchor_167" href="#Footnote_167" class="fnanchor">[167]</a>. No
-se halla ninguna huella de este suceso en ninguna de sus
-cartas.</p>
-
-<p>Miguel Ángel calla, pero esculpe la <em>Piedad</em>: Sobre las
-rodillas de la Virgen inmortalmente joven, el Cristo
-muerto está recostado y parece dormir. La severidad del
-Olimpo flota sobre los rasgos de la diosa pura y del Dios
-del Calvario; mas hay también una indecible melancolía,
-<span class="pagenum"><a id="Page_125"></a>[Pg 125]</span>que baña estos cuerpos hermosos. La tristeza ha tomado
-posesión del alma de Miguel Ángel<a id="FNanchor_168" href="#Footnote_168" class="fnanchor">[168]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Y no era únicamente el espectáculo de las miserias y de
-los crímenes lo que iba a ensombrecerlo. Una fuerza
-tiránica había entrado en él para no soltarlo ya. Era presa
-de un furor de genio que ya no le permitió respirar hasta
-su muerte. Sin ilusiones en la victoria, había jurado
-vencer para gloria suya y de sus gentes. Toda la carga
-de su familia pesaba sobre él solo. Lo asediaban con
-peticiones de dinero. No lo tenía, pero cifraba su orgullo
-en no rehusarlo jamás; se hubiera vendido él mismo para
-mandar a los suyos el dinero que reclamaban. Su salud
-comenzaba a perjudicarse; la mala alimentación, el frío,
-la humedad, el exceso de trabajo comenzaba a arruinarla,
-sufría de la cabeza y tenía hinchado un costado<a id="FNanchor_169" href="#Footnote_169" class="fnanchor">[169]</a>. Su
-padre le reprochaba su manera de vivir, sin creerse él mismo
-responsable.</p>
-
-<p>“Todas las penas que he sufrido, las he sufrido por
-usted”, le escribía más tarde Miguel Ángel<a id="FNanchor_170" href="#Footnote_170" class="fnanchor">[170]</a>...</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_126"></a>[Pg 126]</span></p>
-
-<p>“Todas mis preocupaciones, todas, las tengo por mi amor
-para usted”<a id="FNanchor_171" href="#Footnote_171" class="fnanchor">[171]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>En la primavera de 1501 volvió a Florencia.</p>
-
-<p>Cuarenta años antes se había confiado a Agostino di
-Duccio un bloque gigantesco de mármol para esculpir
-en él la figura de un profeta, para la <em>Obra de la Catedral</em>
-(<em>Opera del Duomo</em>). El trabajo, apenas esbozado, se había
-quedado interrumpido. Nadie se atrevía a continuarlo.
-Miguel Ángel se encargó de ello, y de esta roca de mármol
-hizo surgir el <em>David</em> colosal<a id="FNanchor_172" href="#Footnote_172" class="fnanchor">[172]</a>.</p>
-
-<p>Se cuenta que el gonfaloniero Pier Soderini fué a ver la
-estatua que había encargado a Miguel Ángel y le hizo
-algunas observaciones para exhibir su buen gusto. Criticó
-lo grueso de la nariz. Miguel Ángel se subió sobre
-el andamiaje, tomó un cincel y un poco de polvo de mármol
-y, moviendo ligeramente el cincel, hizo caer poco a
-poco el polvo; pero se cuidó muy bien de tocar la nariz
-y la dejó como estaba. Después, volviéndose hacia el
-gonfaloniero, le dijo:</p>
-
-<p>&mdash;Mirad ahora.</p>
-
-<p>&mdash;Ahora, dijo Soderini, me gusta mucho más. Le habéis
-dado vida.</p>
-
-<p>Entonces Miguel Ángel bajó y se rió silenciosamente<a id="FNanchor_173" href="#Footnote_173" class="fnanchor">[173]</a>.
-Este mismo desprecio silencioso parece adivinarse en la
-obra. Es la fuerza tumultuosa en reposo. Está llena de desdén
-y de melancolía. Se ahoga entre las paredes de un
-<span class="pagenum"><a id="Page_127"></a>[Pg 127]</span>museo. Necesita el aire libre, “la luz sobre el lugar de
-su colocación”, como decía Miguel Ángel<a id="FNanchor_174" href="#Footnote_174" class="fnanchor">[174]</a>.</p>
-
-<p>El 25 de enero de 1504 una comisión de artistas de la
-cual formaban parte Filippino Lippi, Botticelli, Perugino
-y Leonardo de Vinci, deliberaron sobre el sitio en que se
-debía colocar el <em>David</em>. A petición de Miguel Ángel
-decidieron instalarlo frente al Palacio de la Señoría<a id="FNanchor_175" href="#Footnote_175" class="fnanchor">[175]</a>.
-El transporte de esta masa enorme fué confiado a los
-arquitectos de la Catedral. El 14 de mayo por la tarde
-se hizo salir del cobertizo de tablas donde estaba instalado
-al coloso de mármol, demoliendo la pared arriba de la
-puerta. En la noche, gente del pueblo arrojó piedras
-contra el <em>David</em>, con intenciones de romperlo. Hubo
-necesidad de vigilarlo. La estatua avanzaba lentamente,
-ligada, derecha y suspendida de tal manera que se balanceaba
-libremente sin chocar con el suelo. Se necesitaron
-cuatro días para llevarla del <em>Duomo</em> al Palacio Viejo. El
-18, al medio día, llegó al sitio designado. Se continuó la
-vigilancia alrededor de la estatua por las noches, pero a
-pesar de todas las precauciones, una tarde fué lapidada<a id="FNanchor_176" href="#Footnote_176" class="fnanchor">[176]</a>.</p>
-
-<p>Así era ese pueblo florentino que algunas veces se
-presenta al nuestro como modelo<a id="FNanchor_177" href="#Footnote_177" class="fnanchor">[177]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_128"></a>[Pg 128]</span></p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>En 1504 la Señoría de Florencia puso frente a frente a
-Miguel Ángel y a Leonardo de Vinci.</p>
-
-<p>No se amaban estos dos hombres. Su soledad común hubiera
-debido aproximarlos. Si se sentían alejados del resto
-de los hombres, lo estaban más todavía el uno del
-otro. El más aislado de los dos era Leonardo. Tenía 52
-años, 20 más que Miguel Ángel. Desde la edad de 30 años
-había salido de Florencia, cuyas ásperas pasiones eran intolerables
-para su naturaleza delicada, un poco tímida, y su
-inteligencia serena y escéptica, abierta para todo y que
-todo comprendía. Este gran <em>dilettante</em>, este hombre absolutamente
-libre y absolutamente solo, estaba tan desligado de
-la patria, de la religión, del mundo entero, que no se hallaba
-bien más que cerca de los tiranos, libres de espíritu como él.
-Obligado a salir de Milán en 1499, por la caída de su protector
-Ludovico el Moro, había entrado al servicio de César
-Borgia en 1502; y el fin de la carrera política del Príncipe,
-en 1503, lo hizo volver a Florencia. Allí, su sonrisa irónica
-se encontró en presencia del sombrío y febril Miguel
-Ángel y lo exasperó. Miguel Ángel, íntegro en sus pasiones
-y en su fe, odiaba a los enemigos de sus pasiones y de su fe,
-pero odiaba mucho más a los que no tenían nada de pasión
-ni eran de ninguna fe. Mientras más grande era Leonardo,
-más aversión sentía Miguel Ángel por él y no desperdiciaba
-ocasión de manifestársela.</p>
-
-<p>Leonardo era un hombre de bella figura, de modales
-atractivos y distinguidos. Vagaba un día con un amigo
-por las calles de Florencia; vestía una túnica rosa que le
-caía hasta las rodillas; sobre su pecho flotaba su barba
-<span class="pagenum"><a id="Page_129"></a>[Pg 129]</span>bien peinada en bucles y arreglada con arte. Cerca de
-Santa Trinidad conversaban algunos burgueses; discutían
-unos versos del Dante. Llamaron a Leonardo y le pidieron
-que les explicara el sentido de dichos versos. Miguel
-Ángel pasaba en aquellos instantes. Leonardo dijo:
-“Miguel Ángel explicará los versos de que habláis”.
-Miguel Ángel, creyendo que quería burlarse, replicó
-amargamente: “Explícalos tú mismo, tú que has hecho
-el modelo de un caballo de bronce<a id="FNanchor_178" href="#Footnote_178" class="fnanchor">[178]</a>, y que no fuiste
-capaz de fundirlo, sino que para vergüenza tuya te detuviste
-en el camino”. Después de lo cual volvió la espalda
-al grupo y continuó su paseo. Leonardo se quedó allí
-mismo y enrojeció: y Miguel Ángel, no satisfecho todavía
-y ardiendo en deseos de ofenderlo, gritó: “¡Y esos tales
-de milaneses que te creían capaz de semejante obra!”<a id="FNanchor_179" href="#Footnote_179" class="fnanchor">[179]</a>.</p>
-
-<p>Así eran los dos hombres que el gonfaloniero Soderini
-puso en competencia en una obra común: la decoración
-de la Sala del Consejo en el Palacio de la Señoría. Fué
-un combate singular entre las dos más grandes fuerzas del
-Renacimiento. En mayo de 1504 Leonardo comenzó el
-cartón de la <em>Batalla de Anghiari</em><a id="FNanchor_180" href="#Footnote_180" class="fnanchor">[180]</a>. En agosto de 1504,
-Miguel Ángel recibió el encargo de pintar la <em>Batalla de
-Cascine</em><a id="FNanchor_181" href="#Footnote_181" class="fnanchor">[181]</a>. Florencia se dividió en dos bandos, por el
-uno y el otro. El tiempo ha igualado todo y las dos obras
-han desaparecido<a id="FNanchor_182" href="#Footnote_182" class="fnanchor">[182]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_130"></a>[Pg 130]</span></p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>En marzo de 1505, Miguel Ángel fué llamado a Roma
-por Julio II. Entonces comenzó el período heroico de su
-vida.</p>
-
-<p>Los dos violentos y grandiosos, el Papa y el artista,
-estaban hechos para entenderse, cuando no chocaban el
-uno contra el otro con furor. Sus cerebros hervían con
-proyectos gigantescos. Julio II quería mandarse construir
-una tumba digna de la Roma antigua. Miguel Ángel se
-inflamó con esta idea de orgullo imperial y concibió un
-proyecto babilónico, una montaña de arquitectura, con
-más de cuarenta estatuas de dimensiones colosales. El Papa,
-entusiasmado, lo envió a Carrara para hacer tallar en las
-canteras todo el mármol necesario. Miguel Ángel permaneció
-más de ocho meses en las montañas, presa de una exaltación
-sobrehumana. “Un día que viajaba por la región
-a caballo, vió un monte que dominaba la costa; lo asaltó
-el deseo de esculpirlo todo entero, de transformarlo en un
-coloso visible desde lejos para los navegantes. Y lo habría
-hecho si hubiera tenido tiempo y si se lo hubieran permitido”<a id="FNanchor_183" href="#Footnote_183" class="fnanchor">[183]</a>.</p>
-
-<p>En diciembre de 1505 volvió a Roma, donde comenzaron
-a llegar por mar los bloques de mármol que había escogido.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_131"></a>[Pg 131]</span></p>
-<p>Fueron transportados a la plaza de San Pedro, a espaldas
-de Santa Catarina, donde habitaba Miguel Ángel. “La
-masa de piedras era tan grande que provocaba el estupor
-de las gentes y la alegría del Papa”.</p>
-
-<p>Miguel Ángel se puso a trabajar. El Papa, en su impaciencia,
-iba a verlo sin cesar y “lo trataba tan familiarmente
-como si hubiera sido su hermano”. Para ir más cómodamente
-hizo construir un puente levadizo que le aseguraba
-un paso secreto, del corredor del Vaticano a la casa de
-Miguel Ángel.</p>
-
-<p>Pero este favor no duró. El carácter de Julio II, no era
-menos trepidante que el de Miguel Ángel. Se apasionaba
-sucesivamente por los proyectos más diversos. Le pareció
-más a propósito otro plan para eternizar su gloria; quiso
-reedificar la Catedral de San Pedro. Para ello lo impulsaban
-los enemigos de Miguel Ángel que eran muchos y
-poderosos; encabezados por un hombre de genio igual
-al de Miguel Ángel y de una voluntad más fuerte: Bramante
-de Urbino, arquitecto del Papa y amigo de Rafael.
-No podía existir simpatía entre la razón soberana de los
-dos grandes hijos de la Umbría y el genio salvaje del
-florentino; pero si se decidieron a combatirlo, fué sin duda
-porque él los había provocado<a id="FNanchor_184" href="#Footnote_184" class="fnanchor">[184]</a>. Miguel Ángel criticaba
-imprudentemente a Bramante, y con razón o sin ella,
-lo acusaba de malversaciones en sus trabajos<a id="FNanchor_185" href="#Footnote_185" class="fnanchor">[185]</a>. Bramante
-decidió inmediatamente arruinarlo.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_132"></a>[Pg 132]</span></p>
-
-<p>Lo privó del favor del Papa. Se aprovechó de las supersticiones
-de Julio II, recordándole la creencia popular según
-la cual es mal presagio mandarse construir en vida su
-propia tumba. Logró que ya no se interesara por los
-proyectos de su rival, substituyéndolos con los suyos. En
-enero de 1506, Julio II se decidió a reconstruir San Pedro;
-la tumba fué abandonada; Miguel Ángel se encontró
-no solamente humillado, sino con deudas por los gastos
-que había hecho para la obra<a id="FNanchor_186" href="#Footnote_186" class="fnanchor">[186]</a>. Se quejó amargamente.
-El Papa le cerró sus puertas y como él volviera a la carga,
-Julio II lo mandó arrojar del Vaticano por uno de sus palafreneros.</p>
-
-<p>Un obispo de Lucques, que presenciaba la escena, dijo
-al palafrenero:</p>
-
-<p>&mdash;Pero ¿no lo conoces?</p>
-
-<p>El palafrenero, dijo a Miguel Ángel:</p>
-
-<p>&mdash;Perdonadme, señor, pero he recibido esta orden y
-tengo que ejecutarla.</p>
-
-<p>Miguel Ángel volvió a su casa y escribió al Papa: “Santo
-Padre, he sido arrojado del Palacio esta mañana por orden
-de Vuestra Santidad. Os hago saber que desde hoy, si
-<span class="pagenum"><a id="Page_133"></a>[Pg 133]</span>tenéis necesidad de mí, podéis mandarme buscar en todas
-partes menos en Roma”.</p>
-
-<p>Envió la carta, llamó a un mercader y a un tallador de
-piedras que se alojaban en su casa, y les dijo:</p>
-
-<p>“Buscad un judío, vended todo lo que hay en mi casa
-y venid a Florencia”.</p>
-
-<p>Después montó a caballo y partió<a id="FNanchor_187" href="#Footnote_187" class="fnanchor">[187]</a>. Cuando el Papa
-recibió la carta, despachó a cinco jinetes, que lo alcanzaron
-cerca de las once de la noche, en Poggibonsi, y le entregaron
-la orden siguiente: “Inmediatamente que recibas
-esta orden volverás a Roma, bajo pena de incurrir en
-nuestra desgracia”. Miguel Ángel replicó que volvería
-cuando el Papa cumpliera sus compromisos, porque si no,
-Julio II no debía esperar volver a verlo jamás<a id="FNanchor_188" href="#Footnote_188" class="fnanchor">[188]</a>.</p>
-
-<p>Dirigió al Papa este soneto:<a id="FNanchor_189" href="#Footnote_189" class="fnanchor">[189]</a>.</p>
-
-<p>“Señor, si algún proverbio antiguo es cierto, es el que
-dice que el que <em>puede nunca quiere</em>. Tú has creído fábulas
-y murmuraciones y has recompensado al enemigo de la
-verdad. ¡Yo soy y he sido tu bueno y viejo servidor, y te
-soy adicto como los rayos al sol!... ¡mi tiempo perdido
-no te aflija! que mientras más me esfuerzo menos te
-complazco. Yo había esperado engrandecerme con tu
-grandeza, y que mis únicos jueces fueran la balanza justa
-y la espada poderosa, y no el eco de la mentira. Pero el
-cielo se mofa de la virtud, cuando la coloca en este mundo,
-si debe la virtud coger los frutos de un árbol seco”<a id="FNanchor_190" href="#Footnote_190" class="fnanchor">[190]</a>.</p>
-
-<p>La afrenta que recibió de Julio II no fué la única razón
-<span class="pagenum"><a id="Page_134"></a>[Pg 134]</span>que hizo a Miguel Ángel emprender la fuga. En una carta
-a Giuliano da San Gallo deja entender que Bramante quería
-mandarlo asesinar<a id="FNanchor_191" href="#Footnote_191" class="fnanchor">[191]</a>.</p>
-
-<p>Una vez que salió Miguel Ángel, Bramante se quedó
-dueño del campo, y al día siguiente de la fuga de su rival
-mandó poner la primera piedra de San Pedro<a id="FNanchor_192" href="#Footnote_192" class="fnanchor">[192]</a>. Su
-rencor implacable se encarnizó contra la obra del escultor
-y procuró arruinarla para siempre. Hizo que el populacho
-saqueara los talleres de la plaza de San Pedro, donde
-estaban los bloques de mármol para la tumba de Julio
-II<a id="FNanchor_193" href="#Footnote_193" class="fnanchor">[193]</a>.</p>
-
-<p>Pero el Papa, rabioso por la rebelión de su escultor,
-enviaba una orden tras otra a la Señoría de Florencia,
-donde Miguel Ángel se había refugiado. La Señoría mandó
-comparecer a Miguel Ángel, y le dijo: “Has hecho al
-Papa una jugada como el mismo rey de Francia no se la
-hubiera hecho. No queremos comprometernos por causa
-tuya en una guerra con él; así es que debes volver a Roma.
-Nosotros te daremos unas cartas en tal forma, que cualquier
-injusticia en contra tuya sería también contra
-la Señoría”<a id="FNanchor_194" href="#Footnote_194" class="fnanchor">[194]</a>.</p>
-
-<p>Miguel Ángel se resistía tercamente y ponía condiciones.
-Exigía que Julio II lo dejara hacer la tumba, en la inteligencia
-de que ya no trabajaría en Roma, sino en Florencia.
-Cuando Julio II salió a la guerra contra Perusa y Bolonia<a id="FNanchor_195" href="#Footnote_195" class="fnanchor">[195]</a>,
-y sus intimaciones se hicieron más amenazadoras,
-Miguel Ángel pensó en irse a Turquía, donde el Sultán
-<span class="pagenum"><a id="Page_135"></a>[Pg 135]</span>le ofreció, por conducto de los franciscanos, que fuera a
-Constantinopla para construir un puente en Pera<a id="FNanchor_196" href="#Footnote_196" class="fnanchor">[196]</a>.</p>
-
-<p>Al fin fué necesario ceder, y en los últimos días de
-noviembre de 1506 fué, aunque de mala gana, a Bolonia,
-donde Julio II, vencedor, acababa de entrar por la brecha.</p>
-
-<p>“Miguel Ángel había ido una mañana a oír misa a San
-Petronio. El palafrenero del Papa advirtió su presencia,
-lo reconoció y lo condujo ante Julio II, quien estaba en la
-mesa en el Palacio de los Diez y Seis. El Papa, irritado
-le dijo:</p>
-
-<p>“Tú debías haber ido a buscarnos (a Roma) y has
-esperado que nosotros viniéramos a encontrarte (en
-Bolonia)”.</p>
-
-<p>Miguel Ángel se arrodilló y pidió perdón en voz alta,
-diciendo que no había obrado por malicia sino por irritación
-porque no había podido soportar ser arrojado como lo
-había sido. El Papa permanecía sentado con la cabeza
-baja y la cara inflamada de cólera, cuando un obispo a
-quien Soderini había enviado para que tomara la defensa
-de Miguel Ángel, quiso interponerse, y dijo: “Tenga a bien
-Vuestra Santidad no conceder atención a sus tonterías;
-ha pecado por ignorancia. Fuera de su arte, todos los
-pintores son lo mismo”. El Papa, furioso, exclamó:
-“Le estás diciendo una grosería que nosotros no hemos
-dicho. El ignorante eres tú... Vete y que el diablo te
-lleve”, y como no se iba, los servidores del Papa lo arrojaron
-a puñetazos. Entonces, habiendo descargado su
-cólera sobre el Obispo, el Papa mandó a Miguel Ángel
-que se acercara y lo perdonó<a id="FNanchor_197" href="#Footnote_197" class="fnanchor">[197]</a>.</p>
-
-<p>Desgraciadamente, para hacer las paces con Julio II
-<span class="pagenum"><a id="Page_136"></a>[Pg 136]</span>fué necesario pasar por todos sus caprichos, y la voluntad
-todopoderosa había cambiado de nuevo. Ya no se trataba
-de la tumba, sino de una estatua colosal de bronce que
-quería mandarse construir en Bolonia. Miguel Ángel
-protestó en vano diciendo “que él no conocía nada de la
-fundición del bronce”. Fué necesario aprenderla mediante
-un trabajo encarnizado. Habitaba un mal cuarto con una
-sola cama donde se acostaba con sus dos ayudantes
-florentinos, Lapo y Ludovico, y con su fundidor, Bernardino.
-Quince meses se pasaron entre molestias de todos
-géneros. Tuvo que reñir con Lapo y Ludovico, quienes
-lo robaban.</p>
-
-<p>“Este pillo de Lapo, escribió a su padre, daba a entender
-a todos que él y Ludovico eran los que hacían toda la
-obra, o al menos que la hacían en colaboración conmigo.
-No le podía caber en la cabeza que él no era el amo hasta
-el instante en que lo despedí; entonces, por primera vez,
-advirtió que estaba a mi servicio. Lo arrojé como a un
-animal”<a id="FNanchor_198" href="#Footnote_198" class="fnanchor">[198]</a>.</p>
-
-<p>Lapo y Ludovico se lamentaron ruidosamente: propagaron
-en Florencia calumnias contra Miguel Ángel, y lograron
-sacarle dinero a su padre con el pretexto de que
-el escultor les había robado.</p>
-
-<p>Después fué el fundidor, cuya incapacidad se reveló.</p>
-
-<p>“Había creído que el maestro Bernardino era capaz de
-fundir hasta sin fuego; tanta fe tenía yo en él”.</p>
-
-<p>En junio de 1507 fracasó el trabajo de fundición. La
-figura no salió más que hasta la cintura. Fué necesario
-volver a empezarlo todo, Miguel Ángel permaneció ocupado
-en esta obra hasta febrero de 1508, y estuvo a punto de
-perder en ella la salud.</p>
-
-<p>“Apenas tengo tiempo de comer, escribe a su hermano...
-Vivo con la mayor incomodidad y con grandes penas;
-sólo pienso en trabajar día y noche; he tenido tales sufrimientos
-<span class="pagenum"><a id="Page_137"></a>[Pg 137]</span>y los tengo todavía, que creo que si tuviera que
-hacer otra vez la estatua, no me alcanzaría la vida; éste
-ha sido un trabajo de gigante”<a id="FNanchor_199" href="#Footnote_199" class="fnanchor">[199]</a>.</p>
-
-<p>El resultado fué miserable, comparado con tales fatigas.
-La estatua de Julio II, elevada en febrero de 1508 frente
-a la fachada de San Petronio, no permaneció allí más que
-cuatro años. En diciembre de 1511 fué destruida por el
-bando de los Bentivoglio, enemigos de Julio II; y Alfonso
-de Este compró los restos para hacer un cañón.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Miguel Ángel volvió a Roma. Julio II le imponía otra
-tarea, no menos inesperada y más peligrosa aún: al
-pintor, que no sabía nada de la técnica del fresco, le ordenaba
-pintar la bóveda de la Capilla Sixtina. Se hubiese
-dicho que se complacía ordenando lo imposible y Miguel
-Ángel ejecutándolo.</p>
-
-<p>Parece que fué Bramante quien, viendo que Miguel
-Ángel volvía a tener el favor papal, le colocó esta tarea
-donde pensaba que naufragaría su gloria<a id="FNanchor_200" href="#Footnote_200" class="fnanchor">[200]</a>. La prueba
-era tanto más peligrosa para Miguel Ángel cuanto que
-en este mismo año de 1508, su rival Rafael comenzaba la
-pintura de las <em>Stanze</em> del Vaticano con un éxito incomparable<a id="FNanchor_201" href="#Footnote_201" class="fnanchor">[201]</a>.
-Hizo todo lo que pudo por rehusar este formidable
-honor; llegó hasta a proponer a Rafael en lugar
-<span class="pagenum"><a id="Page_138"></a>[Pg 138]</span>suyo: decía que no era su arte y que no tendría éxito.
-Pero el Papa se obstinó y fué necesario ceder.</p>
-
-<p>Bramante construyó para Miguel Ángel un andamiaje
-en la Capilla Sixtina, y se mandaron traer de Florencia
-algunos pintores experimentados en el fresco, para que lo
-ayudaran algo. Pero estaba dicho que Miguel Ángel no
-podía tener ningún género de ayuda. Comenzó por declarar
-inútil el andamiaje de Bramante, construyendo otro.
-En cuanto a los pintores florentinos, les tomó mala voluntad
-y sin más explicaciones los puso a la puerta. “Mandó
-destruir una mañana todo lo que habían pintado; se
-encerró en la Capilla y no quiso abrirles ni apareció más
-por su propia casa. Cuando la burla les pareció que había
-durado bastante, se decidieron a volver a Florencia, profundamente
-humillados”<a id="FNanchor_202" href="#Footnote_202" class="fnanchor">[202]</a>.</p>
-
-<p>Miguel Ángel se quedó solo con algunos obreros<a id="FNanchor_203" href="#Footnote_203" class="fnanchor">[203]</a>.
-Y en vez de que las dificultades mayores disminuyeran su
-atrevimiento, hizo más grande su plan y decidió pintar,
-no solamente la bóveda como se pretendía al principio,
-sino también los muros.</p>
-
-<p>El trabajo gigantesco comenzó el 10 de mayo de 1508.
-¡Años sombríos, los más sombríos y más sublimes de toda
-esta vida! Éste es el Miguel Ángel legendario, el héroe
-de la Sixtina, aquél cuya imagen grandiosa está y debe
-quedar grabada en la memoria de la humanidad.</p>
-
-<p>Sufrió terriblemente. Sus cartas de entonces demuestran
-un desaliento apasionado, que no podía satisfacerse con sus
-divinos pensamientos:</p>
-
-<p>“Estoy en un gran abatimiento de espíritu; hace un año
-que no recibo nada del Papa; no le pido nada, porque
-mi obra no avanza bastante para que me parezca merecer
-<span class="pagenum"><a id="Page_139"></a>[Pg 139]</span>una remuneración. Esto se debe a la dificultad del trabajo
-que no es de mi profesión. Así es que pierdo mi tiempo
-sin provecho. ¡Dios me asista!”<a id="FNanchor_204" href="#Footnote_204" class="fnanchor">[204]</a>.</p>
-
-<p>Apenas había acabado de pintar el <em>Diluvio</em> cuando la
-pintura comenzó a enmohecerse; ya no se podían distinguir
-las figuras, y se rehusó a continuar. Pero el Papa no
-admitió ninguna excusa y tuvo que volver al trabajo.</p>
-
-<p>Sus gentes agregaban a las fatigas y las inquietudes
-impertinencias odiosas. Toda su familia vivía a sus
-expensas, abusaba de él, lo hostigaba mortalmente. Su
-padre no cesaba de gemir, de inquietarse por asuntos
-de dinero. Tenía que gastar su tiempo dándole valor,
-cuando él mismo estaba agotado.</p>
-
-<p>“No os agitéis, ésas no son cosas que importen fundamentalmente
-para la vida... yo no dejaré que os falte
-nada mientras yo mismo tenga algo... mientras que yo
-exista no os faltará nada, aunque os quiten todo lo que
-tenéis en el mundo... Prefiero ser pobre y saber que estáis
-vivo, a tener todo el oro del mundo y saber que
-estáis muerto... Si no podéis como otros tener los honores
-de este mundo, que os baste tener vuestro pan, y vivir
-como Cristo, bueno y pobre, como yo lo hago aquí; porque
-yo soy un miserable y no me atormento por la vida ni por
-el honor, es decir, por el mundo; y vivo entre grandes penas
-y con una desconfianza infinita. Desde hace quince años
-no tengo una hora buena; he hecho todo lo posible por
-sosteneros y nunca lo habéis reconocido ni creído. ¡Que
-Dios nos perdone a todos! ¡Estoy dispuesto en lo futuro
-y mientras viva a obrar siempre de la misma manera, con
-sólo que lo pueda hacer!”<a id="FNanchor_205" href="#Footnote_205" class="fnanchor">[205]</a>.</p>
-
-<p>Sus tres hermanos lo explotaban. Esperaban de él
-dinero y posición; agotaban sin escrúpulo el pequeño
-capital reunido por Miguel Ángel en Florencia; iban a
-<span class="pagenum"><a id="Page_140"></a>[Pg 140]</span>hospedarse en su casa, en Roma; hacían que se les comprara,
-Buonarroto y Giovan Simone un pequeño comercio,
-y Gismondo algunas tierras cerca de Florencia. Y no
-agradecían nada, como si todo se lo merecieran. Miguel
-Ángel sabía que lo explotaban, pero era demasiado orgulloso
-para impedirlo. Los pícaros no se limitaban a esto,
-pues observaban mala conducta y maltrataban a su padre
-cuando Miguel Ángel estaba ausente. Entonces Miguel
-Ángel estallaba con amenazas furiosas; corregía a sus
-hermanos como si fueran pilluelos viciosos, a latigazos;
-los hubiera matado en caso necesario.</p>
-
-<p>“Giovan Simone:<a id="FNanchor_206" href="#Footnote_206" class="fnanchor">[206]</a></p>
-
-<p>“Se dice que quien hace bien al bueno, lo hace mejor,
-pero que los beneficios vuelven más malvado al malvado.
-Hace mucho que trato, con buenas palabras y con buenas
-maneras, de conducirte a una vida honrada, en paz con
-tu padre y con nosotros, y cada día eres peor... Podría
-hablarte muy largo, pero sólo serían palabras. Para terminar,
-sabe con certidumbre que no posees nada en el mundo,
-porque yo soy quien te da el sustento para vivir, por
-amor de Dios, porque creía que eras mi hermano como los
-otros; pero ahora estoy seguro de que no eres mi hermano,
-porque si lo fueras, no habrías amenazado a mi padre.
-Eres más bien una bestia, y te trataré como a una bestia.
-Debes saber que quien ve a su padre amenazado, debe
-exponer la vida por él... ¡Basta! Te digo que no
-posees nada en el mundo, y si oigo algo de ti, iré a enseñarte
-<span class="pagenum"><a id="Page_141"></a>[Pg 141]</span>a dilapidar tu fortuna y a quemar la casa y los bienes
-que tú no has ganado. No estás donde tú crees. Si voy
-a tu lado, te mostraré algunas cosas que te harán llorar
-lágrimas ardientes y conocer en qué fundas tu arrogancia...
-Si quieres dedicarte a obrar bien, a honrar y venerar a tu
-padre, te ayudaré como a los otros y dentro de poco te
-procuraré una tienda. Pero si no lo haces así, iré y arreglaré
-tus asuntos de tal manera que conozcas quién eres y
-que sepas exactamente lo que tienes en el mundo...
-¡Nada más! Donde me faltan palabras, las suplo con
-hechos”.</p>
-
-
-<p class="center p1"><em>Michelagniolo</em>, en Roma.</p>
-
-<p class="p1">“Dos líneas más. Desde hace doce años arrastro una
-vida miserable por toda Italia, soporto todas las vergüenzas,
-sufro todas las penas, desgarro mi cuerpo con todas
-las fatigas, expongo mi vida a mil peligros, únicamente
-por ayudar a mi casa; y ahora que he comenzado a levantarla
-un poco, ¡te diviertes destruyendo en una hora
-lo que yo he edificado con tanto trabajo y en tantos años!
-¡Cuerpo de Cristo! ¡Eso no será! Porque yo soy capaz
-de hacer pedazos a diez mil como tú, si es necesario. Por
-eso debes ser prudente, y no impulsar hasta el extremo
-a quien tiene pasiones muy distintas de las tuyas”<a id="FNanchor_207" href="#Footnote_207" class="fnanchor">[207]</a>.</p>
-
-<p>Después le toca el turno a Gismondo:</p>
-
-<p>“Vivo aquí en la miseria y con grandes fatigas corporales.
-No tengo amigo de ningún género, ni lo quiero.
-Hace muy poco tiempo que tengo recursos para comer
-a mi gusto. Dejad de causarme tormentos, porque ya no
-podría soportar ni una onza”<a id="FNanchor_208" href="#Footnote_208" class="fnanchor">[208]</a>.</p>
-
-<p>Finalmente, el tercer hermano, Buonarroto, empleado
-<span class="pagenum"><a id="Page_142"></a>[Pg 142]</span>en la casa de comercio de los Strozzi, después de todos
-los préstamos de dinero que le hizo Miguel Ángel, lo molesta
-desvergonzadamente y se vanagloria de haber gastado
-por él más de lo que ha recibido.</p>
-
-<p>“Yo querría, le escribe Miguel Ángel, saber por tu
-ingratitud, de dónde tienes tú dinero; querría saber si
-tienes en cuenta los 228 ducados míos que tomaste en el
-banco de Santa María la Nueva, y de otros muchos centenares
-de ducados que he enviado a la casa, y de las
-penas y preocupaciones que he tenido para sosteneros.
-Yo querría saber si tienes en cuenta todo esto. Si tuvieras
-bastante inteligencia para reconocer la verdad, no dirías:
-<em>He gastado tanto de lo mío</em>, y no te habrías vuelto contra mí
-para atormentarme con tus asuntos, sin acordarte de toda
-mi conducta pasada para vosotros. Te habrías dicho:
-<em>‘Miguel Ángel sabe lo que nos ha escrito; si no lo hace ahora,
-es porque se lo impide algo que no sabemos: seamos pacientes’.</em>
-Cuando un caballo corre todo lo que puede, no es bueno
-espolearlo, para que corra más de lo que puede. Pero ustedes
-nunca me han conocido ni me conocen. ¡Qué Dios
-los perdone! Él es quien me ha concedido la gracia de
-bastarme para todo lo que he hecho en ayuda de ustedes.
-Pero ustedes no lo reconocerán sino hasta que ya no me
-tengan”<a id="FNanchor_209" href="#Footnote_209" class="fnanchor">[209]</a>.</p>
-
-<p>Tal era la atmósfera de ingratitud y de envidia en la
-cual se debatía Miguel Ángel, entre una familia indigna
-que lo hostigaba y enemigos encarnizados que lo espiaban,
-contando con su fracaso. Y él ejecutaba entre tanto la
-obra heroica de la Sixtina, mediante esfuerzos desesperados.
-Poco faltó para que abandonara todo y huyera de nuevo.
-Creía que iba a morir<a id="FNanchor_210" href="#Footnote_210" class="fnanchor">[210]</a>. Tal vez lo haya deseado.</p>
-
-<p>El Papa se irritaba con sus lentitudes y su obstinación
-para ocultar la obra. Sus caracteres orgullosos entrechocaban
-<span class="pagenum"><a id="Page_143"></a>[Pg 143]</span>como nubes de tempestad. “Un día, dice Condivi,
-Julio II le preguntó cuándo terminaba la Capilla, y Miguel
-Ángel contestó, según su costumbre: ‘Cuando pueda’.
-Julio II, furioso, le dió un golpe con su bastón repitiendo:
-‘¡Cuando pueda! ¡Cuando pueda!’ Miguel Ángel corrió
-a su casa e hizo sus preparativos para salir de Roma.
-Pero Julio II le despachó un enviado que le llevaba 500
-ducados, lo apaciguó lo mejor que pudo y disculpó al Papa.
-Miguel Ángel aceptó las excusas. Pero al día siguiente
-volvían a empezar. El Papa llegó a decirle un día, coléricamente:
-‘¿Quieres que mande tirar tus andamios?’
-Miguel Ángel tuvo que ceder, quitó el andamiaje y descubrió
-la obra el día de Todos los Santos de 1512”.</p>
-
-<p>Esta festividad brillante, y al mismo tiempo sombría,
-por los reflejos que recibe del Día de Muertos, era bien
-apropiada para la inauguración de esta obra terrible, llena
-del Espíritu del Dios que crea y que mata&mdash;Dios devorador,
-por donde se precipita toda la fuerza de vivir, como un
-huracán<a id="FNanchor_211" href="#Footnote_211" class="fnanchor">[211]</a>.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_144"></a>[Pg 144]</span></p>
-
-<div class="chapter">
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_150" href="#FNanchor_150" class="label">[150]</a> <em>Poesías</em>, I. En una hoja suelta, en el Louvre, donde están los
-esbozos del <em>David</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_151" href="#FNanchor_151" class="label">[151]</a> Miguel Ángel se complacía diciendo que debía su “genio al
-aire fino de la comarca de Arezzo”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_152" href="#FNanchor_152" class="label">[152]</a> Ludovico di Lionardo Buonarroti Simoni. Porque el verdadero
-nombre de la familia era Simoni.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_153" href="#FNanchor_153" class="label">[153]</a> Francesca di Neri di Miniato del Sera.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_154" href="#FNanchor_154" class="label">[154]</a> El padre volvió a casar algunos años después, en 1485, con
-Lucrezia Ubaldini, quien murió en 1497.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_155" href="#FNanchor_155" class="label">[155]</a> Lionardo nació en 1473; Buonarroto, en 1477; Giovan Simone
-en 1479; Sigismondo, en 1481. Leonardo se hizo monje y así Miguel
-Ángel fué el mayor, el jefe de la familia.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_156" href="#FNanchor_156" class="label">[156]</a> Condivi.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_157" href="#FNanchor_157" class="label">[157]</a> A decir verdad, apenas puede creerse esta envidia de un artista
-tan potente; de cualquier manera yo no creo que haya sido la causa
-de la partida precipitada de Miguel Ángel, quien conservó hasta su
-vejez respeto para su primer maestro.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_158" href="#FNanchor_158" class="label">[158]</a> El director de esta Escuela era Bertoldo, discípulo de Donatello.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_159" href="#FNanchor_159" class="label">[159]</a> <em>El Combate de los Centauros y los Lapitas</em>, está en la casa Buonarroti
-de Florencia. Del mismo tiempo es la <em>Máscara del fauno
-riendo</em>, que valió a Miguel Ángel la amistad de Lorenzo de Médicis,
-y la <em>Madona de la Escalera</em>, bajo relieve de la casa Buonarroti.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_160" href="#FNanchor_160" class="label">[160]</a> Esto fué como por 1491.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_161" href="#FNanchor_161" class="label">[161]</a> Murieron poco después, en 1494. Policiano pidió que se le
-enterrara como dominico en la Iglesia de San Marcos, la Iglesia de
-Savonarola; Pico de la Mirandola revistió para morir los hábitos dominicos.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_162" href="#FNanchor_162" class="label">[162]</a> En 1491.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_163" href="#FNanchor_163" class="label">[163]</a> Lorenzo de Médicis había muerto el 8 de abril de 1492; su
-hijo Pedro le había sucedido. Miguel Ángel abandonó el Palacio,
-volvió a la casa de su padre y permaneció algún tiempo sin empleo.
-Después Pedro lo volvió a tomar a su servicio, encargándolo de comprarle
-camafeos y piedras grabadas; entonces esculpió el <em>Hércules</em> colosal,
-de mármol, que estuvo primero en el Palacio Strozzi, después
-fué comprado por Francisco I en 1529 y colocado en Fontainebleau,
-de donde desapareció en el siglo XVII. De este tiempo es también el
-<em>Crucifijo</em> de madera, del convento de San Spirito, para el cual Miguel
-Ángel estudió la anatomía sobre cadáveres, con tal encarnizamiento
-que cayó enfermo (1494).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_164" href="#FNanchor_164" class="label">[164]</a> Condivi. La fuga de Miguel Ángel sucedió en octubre de 1494.
-Un mes más tarde Pedro de Médicis huyó a su vez por la rebelión del
-pueblo; y el Gobierno popular se instaló en Florencia con el apoyo
-de Savonarola, quien profetizaba que Florencia extendería la República
-por el mundo entero. Esta República reconocía sin embargo
-un rey: Jesucristo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_165" href="#FNanchor_165" class="label">[165]</a> Fué huésped del noble Giovanni Francesco Aldovrandi, quien lo
-ayudó en ciertas dificultades con la policía de Bolonia. Trabajó
-entonces en la estatua de San Petronio y en una estatuita de ángel
-para el tabernáculo (<em>Arca</em>) de San Domenico; pero estas obras no
-tienen absolutamente ningún carácter religioso. Siempre es la misma
-fuerza orgullosa.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_166" href="#FNanchor_166" class="label">[166]</a> Miguel Ángel llegó a Roma en junio de 1496. El <em>Baco ebrio</em>,
-el <em>Adonis moribundo</em> (Museo del Bargello), y el <em>Cupido</em> (South
-Kensington), son de 1497. Parece que Miguel Ángel dibujó también
-en esta misma época, el cartón de la <em>Estigmatización de San Francisco</em>
-para San Pedro de Montorio.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_167" href="#FNanchor_167" class="label">[167]</a> 23 de mayo de 1498.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_168" href="#FNanchor_168" class="label">[168]</a> Se ha dicho siempre hasta ahora que la <em>Pietà</em> fué ejecutada
-para el cardenal francés Juan de Groslaye de Villiers, abate de Saint
-Denis, embajador de Carlos VIII, quien la encargó a Miguel Ángel
-para la capilla de los Reyes de Francia en San Pedro. (Contrato de
-27 de agosto de 1498). M. Charles Samaran, en un estudio sobre
-<em>La Casa de Armagnacen el siglo XV</em>, ha comprobado que el cardenal
-francés que mandó esculpir la <em>Pietà</em>, fué Juan de Bilhères, abate de
-Pessan, obispo de Lombez, abate de Saint Denis. Miguel Ángel trabajó
-en ella hasta 1501.
-</p>
-
-<p>Una conversación de Miguel Ángel con Condivi explica por un
-pensamiento de misticismo caballeresco la juventud de la Virgen,
-tan diferente de las <em>Mater Dolorosa</em>, salvajes, marchitas, convulsas
-de dolor, de Donatello, de Signorelli, de Mantegna y de Botticelli.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_169" href="#FNanchor_169" class="label">[169]</a> Carta de su padre, 19 de diciembre de 1500.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_170" href="#FNanchor_170" class="label">[170]</a> Carta a su padre. Primavera de 1500.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_171" href="#FNanchor_171" class="label">[171]</a> Carta a su padre, 1521.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_172" href="#FNanchor_172" class="label">[172]</a> En agosto de 1501. En los meses precedentes había firmado
-con el Cardenal Francesco Piccolomini un contrato, que no cumplió
-nunca, para la decoración del altar Piccolomini en la Catedral de
-Siena. Éste fué uno de los remordimientos de toda su vida.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_173" href="#FNanchor_173" class="label">[173]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_174" href="#FNanchor_174" class="label">[174]</a> Miguel Ángel decía a un escultor, que se esforzaba por arreglar
-la luz en su taller de tal manera que su obra resultara favorecida:
-“No te tomes tantos trabajos; lo que importa es la luz sobre el lugar
-de su colocación”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_175" href="#FNanchor_175" class="label">[175]</a> Se ha conservado el detalle de estas deliberaciones. (Milanesi,
-<em>Contratti artistici</em>, páginas 620 y siguientes). El <em>David</em> permaneció
-hasta 1873 en el lugar señalado por Miguel Ángel, frente al Palacio
-de la Señoría. Después, la estatua, que había sido perjudicada de una
-manera inquietante por la lluvia, fué llevada a la Academia de Bellas
-Artes de Florencia, a una rotonda especial (<em>Tribuna del David.</em>) El
-<em>Circolo Artistico</em> de Florencia propone ahora mandar hacer una copia
-en mármol blanco para elevarla en el sitio antiguo, frente al Palacio
-Viejo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_176" href="#FNanchor_176" class="label">[176]</a> Relación contemporánea e <em>Historias Florentinas</em> de Pietro di
-Marco Parenti.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_177" href="#FNanchor_177" class="label">[177]</a> Debemos agregar que la casta desnudez del <em>David</em> ofendía el
-pudor de Florencia. El Aretino, reprochando a Miguel Ángel la indecencia
-de su <em>Juicio Final</em>, le escribía, en 1545: “Imitad la modestia
-de los florentinos, que ocultan con hojas de oro las partes vergonzosas
-de su bello <em>Coloso</em>”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_178" href="#FNanchor_178" class="label">[178]</a> Alusión a la estatua ecuestre de Francesco Sforza, que Leonardo
-dejó sin terminar y con la cual los arqueros gascones de Luis XII
-se divirtieron tomando como blanco el modelo en yeso.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_179" href="#FNanchor_179" class="label">[179]</a> Relación de un contemporáneo. (<em>Anónimo de la Magliabecchiana.</em>)</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_180" href="#FNanchor_180" class="label">[180]</a> Se le impuso la humillación de pintar la victoria de los florentinos
-sobre sus amigos los milaneses.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_181" href="#FNanchor_181" class="label">[181]</a> O la <em>Guerra de Pisa</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_182" href="#FNanchor_182" class="label">[182]</a> El cartón de Miguel Ángel que fué el único ejecutado desde
-1505, desapareció en 1512, cuando los motines provocados en Florencia
-por el regreso de los Médicis. Esta obra sólo es conocida por copias
-fragmentarias. La más famosa de estas copias es el grabado de Marco
-Antonio. (<em>Los Trepadores.</em>) En cuanto al fresco de Leonardo, Leonardo
-mismo bastó para destruirlo. Quiso perfeccionar la técnica del
-fresco y ensayó una pintura de aceite que no se conservó; en 1506
-abandonó desalentado este trabajo, que ya en 1550 no existía.
-</p>
-
-<p>De este período de la vida de Miguel Ángel (1501-1505) son también
-los dos bajo relieves circulares de la <em>Madona</em> y del <em>Niño</em> que están
-en la Royal Academy de Londres y en el Museo del Bargello de Florencia;
-la <em>Madona de Brujas</em>, adquirida en 1506 por unos comerciantes
-flamencos, y el gran cuadro al temple de la <em>Santa Familia</em> de los
-Uffizi, el más bello y más cuidado de los de Miguel Ángel. Su austeridad
-puritana y su aspecto heroico, se oponen rudamente a las
-languideces afeminadas del arte leonardesco.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_183" href="#FNanchor_183" class="label">[183]</a> Condivi.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_184" href="#FNanchor_184" class="label">[184]</a> Cuando menos a Bramante. Rafael era demasiado amigo y
-estaba demasiado obligado con Bramante para no hacer causa común
-con él; pero no hay pruebas de que haya obrado personalmente
-contra Miguel Ángel. Sin embargo, éste lo acusa formalmente:
-“Todas las dificultades habidas entre el Papa Julio y yo fueron obra
-de los celos de Bramante y de Rafael. Trataban de perderme; y en
-verdad Rafael tenía motivos para ello, porque lo que sabía de arte,
-de mí lo había aprendido”. Carta de octubre de 1542 a un personaje
-desconocido. (<em>Cartas</em>, edición Milanesi, páginas 489-494).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_185" href="#FNanchor_185" class="label">[185]</a> Condivi, que por su ciega amistad con Miguel Ángel se hace
-un poco sospechoso, dice: “Bramante era impulsado a perjudicar a
-Miguel Ángel en primer lugar por sus celos y después por el temor que
-tenía de los juicios de Miguel Ángel, quien descubría sus faltas. Bramante,
-como todos saben, era muy dado al placer y muy disipador.
-El sueldo que recibía del Papa, por elevado que fuera, no le bastaba
-y trataba de ganar en sus obras, haciendo construir los muros con
-malos materiales, de solidez insuficiente. Cualquiera puede comprobarlo
-en sus construcciones de San Pedro, del corredor del Belvedere,
-del claustro de San Pedro Advíncula, etc. que ha sido necesario recientemente
-sostener por medio de garfios y puntales, porque habían
-caído o estaban para caer en poco tiempo”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_186" href="#FNanchor_186" class="label">[186]</a> “Cuando el Papa cambió de idea, y llegaron los barcos con el
-mármol de Carrara, yo mismo tuve que pagar el flete. Al mismo tiempo,
-los talladores de piedras que yo había hecho venir de Florencia
-para la tumba, llegaron a Roma; y como yo había hecho instalar
-y amueblar para ellos la casa que Julio me había dado detrás de Santa
-Catarina, me vi sin dinero y con grandes dificultades”. (Carta ya
-citada, de octubre de 1542).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_187" href="#FNanchor_187" class="label">[187]</a> El 17 de abril de 1506.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_188" href="#FNanchor_188" class="label">[188]</a> Toda esta relación está tomada textualmente de una carta de
-Miguel Ángel, de octubre de 1542.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_189" href="#FNanchor_189" class="label">[189]</a> Lo atribuyo a esta fecha, que me parece la más verosímil,
-aun cuando Frey, sin suficientes razones a mi juicio, cree que el soneto
-es de hacia 1511.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_190" href="#FNanchor_190" class="label">[190]</a> <em>Poesías</em>, III. Véanse Apéndice I, y al fin de la segunda parte
-de este libro. <em>El árbol seco</em> es una alusión a la encina verde que figura
-en el escudo de los De la Rovere, familia de Julio II.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_191" href="#FNanchor_191" class="label">[191]</a> “Esta no fué la única causa de mi partida; había también
-otra cosa de la cual prefiero no hablar. Basta decir que me hizo pensar
-que si yo me quedaba en Roma, esta ciudad sería mi tumba, antes
-que la del Papa. Y ésta fué la causa de mi partida súbita”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_192" href="#FNanchor_192" class="label">[192]</a> 18 de abril de 1506.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_193" href="#FNanchor_193" class="label">[193]</a> Carta de octubre de 1542.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_194" href="#FNanchor_194" class="label">[194]</a> <em>Ibid.</em></p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_195" href="#FNanchor_195" class="label">[195]</a> Fines de agosto de 1506.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_196" href="#FNanchor_196" class="label">[196]</a> Condivi. Miguel Ángel había tenido ya la idea de ir a Turquía
-en 1504; y en 1519 estuvo en relaciones con “el Señor de Andrinópolis”,
-quien le pedía que fuera a ejecutar para él algunas pinturas.
-Es sabido que Leonardo de Vinci también había intentado ir a Turquía.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_197" href="#FNanchor_197" class="label">[197]</a> Condivi.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_198" href="#FNanchor_198" class="label">[198]</a> Carta a su padre, 8 de febrero de 1507.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_199" href="#FNanchor_199" class="label">[199]</a> Cartas a su hermano, del 29 de septiembre y del 10 de noviembre
-de 1507.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_200" href="#FNanchor_200" class="label">[200]</a> Esto es al menos lo que pretende Condivi. Hay que notar
-sin embargo, que desde antes de la fuga de Miguel Ángel a Bolonia,
-se había tratado de que pintara la Sixtina, y que entonces este proyecto
-agradaba poco a Bramante, quien quería alejar de Roma a su rival.
-(Carta de Pietro Rosselli a Miguel Ángel, en mayo de 1506).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_201" href="#FNanchor_201" class="label">[201]</a> Entre abril y septiembre de 1508, Rafael pintó el cuarto
-llamado <em>de la Firma</em> (<em>Escuela de Atenas y Disputa del Santo Sacramento</em>).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_202" href="#FNanchor_202" class="label">[202]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_203" href="#FNanchor_203" class="label">[203]</a> En las cartas de 1510 a su padre, Miguel Ángel se lamenta
-respecto de uno de sus ayudantes, que no es bueno para nada más
-“que para hacerse servir... sin duda me faltaba este trabajo. No
-tenía ya suficiente... me hace sufrir como una bestia”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_204" href="#FNanchor_204" class="label">[204]</a> Carta a su padre, 27 de enero de 1509.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_205" href="#FNanchor_205" class="label">[205]</a> Cartas a su padre, 1509-1512.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_206" href="#FNanchor_206" class="label">[206]</a> Giovan Simone había maltratado brutalmente a su padre.
-Miguel Ángel escribió a éste:
-</p>
-
-<p>“He visto por vuestra última carta cómo van las cosas y cómo se
-porta Giovan Simone. Hace diez años que no tenía una noticia tan
-mala. Si hubiera podido, el mismo día que recibí vuestra carta, habría
-montado a caballo para ir a arreglarlo todo. Pero puesto que me es
-imposible, ya le escribo, y si no cambia de conducta, si se lleva un solo
-limpiadientes de la casa o si hace cualquier cosa que os disguste, os
-suplico que me informéis; obtendré licencia del Papa e iré”. (Primavera
-de 1509).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_207" href="#FNanchor_207" class="label">[207]</a> Carta a Giovan Simone. Fechada según Henry Thode en la primavera
-de 1509 y en la edición Milanesi en julio de 1508.
-</p>
-
-<p>Adviértase que Giovan Simone era entonces un hombre de treinta
-años. Miguel Ángel sólo tenía cuatro más que aquél.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_208" href="#FNanchor_208" class="label">[208]</a> A Gismondo, 17 de octubre de 1509.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_209" href="#FNanchor_209" class="label">[209]</a> Carta a Buonarroto, julio 30 de 1513.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_210" href="#FNanchor_210" class="label">[210]</a> <em>Cartas</em>, agosto de 1512.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_211" href="#FNanchor_211" class="label">[211]</a> He analizado esta obra en el <em>Miguel Ángel</em>, de la colección
-“<em>Los Maestros del Arte</em>”. Por eso no la estudio aquí.</p></div></div>
-</div>
-
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_145"></a>[Pg 145]</span></p>
-<div class="figcenter illowp52" id="p145ilo" style="max-width: 13.1875em;">
- <img class="w100" src="images/p145ilo.jpg" alt="p145ilo" />
-</div>
-
-
-<h2 class="nobreak">II<br />
- LA FUERZA QUE SE ROMPE</h2>
-</div>
-
-<div class="blockquot">
-<p><em>Roct’è l’alta colonna</em><a id="FNanchor_212" href="#Footnote_212" class="fnanchor">[212]</a>.</p>
-</div>
-
-
-<p class="p1">Miguel Ángel salió de este trabajo de Hércules,
-glorioso y aniquilado. Por haber tenido, durante
-varios meses, la cabeza hacia atrás, para pintar la
-bóveda de la Sixtina, “se había lastimado la vista de tal
-modo, que por mucho tiempo no pudo leer una carta, o
-mirar un objeto, sino levantándolos por encima de su cabeza,
-para verles mejor”<a id="FNanchor_213" href="#Footnote_213" class="fnanchor">[213]</a>.</p>
-
-<p>Él mismo se burlaba de sus achaques:</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_146"></a>[Pg 146]</span></p>
-
-<p>“La fatiga me ha hinchado, como el agua a los gatos
-de Lombardía. Mi vientre apunta hacia la barba; la barba
-se endereza hacia el cielo; mi cráneo se apoya en la espalda
-y mi pecho parece de harpía; el pincel, chorreando sobre mi
-cara, le dejó una decoración muy pintoresca. Los lomos
-se me han hundido dentro del cuerpo y el trasero me sirve
-de contrapeso. Camino al azar, sin poder verme los pies.
-Mi piel se estira por delante y se arruga por detrás; estoy
-convertido en un arco sirio. Mi inteligencia es tan
-bizarra como mi cuerpo, porque no puede dar mucho de sí
-una caña torcida...”<a id="FNanchor_214" href="#Footnote_214" class="fnanchor">[214]</a>.</p>
-
-<p>Es preciso no engañarse con este buen humor. Miguel
-Ángel sufría por ser feo. Para un hombre como él, enamorado
-más que nadie de la belleza física, la fealdad era una
-vergüenza<a id="FNanchor_215" href="#Footnote_215" class="fnanchor">[215]</a>. Se descubren indicios de esta humillación
-en algunos de sus madrigales<a id="FNanchor_216" href="#Footnote_216" class="fnanchor">[216]</a>. Su pena era más profunda,
-<span class="pagenum"><a id="Page_147"></a>[Pg 147]</span>porque toda su vida fué devorado por el amor; y
-no parece que alguna vez fuera correspondido. Por eso se
-replegaba en sí mismo y confiaba a la poesía su ternura
-y sus penas.</p>
-
-<p>Desde la infancia componía versos; esto era para él
-una necesidad imperiosa. Llenaba sus dibujos, sus cartas,
-sus hojas sueltas, con pensamientos escritos que reformaba
-sin cesar. Desgraciadamente, en 1518, quemó la mayor
-parte de sus poesías de juventud; otras fueron destruidas
-antes de su muerte. Lo poco que nos queda, basta sin
-embargo para evocar sus pasiones<a id="FNanchor_217" href="#Footnote_217" class="fnanchor">[217]</a>.</p>
-
-<p>La más antigua de sus poesías parece haber sido escrita
-en Florencia, por el año de 1504<a id="FNanchor_218" href="#Footnote_218" class="fnanchor">[218]</a>.</p>
-
-<p>“¡Qué feliz vivía, mientras me fué dado resistir victoriosamente
-tus furores, oh amor! ¡Ahora, ay de mí,
-mi pecho está bañado de lágrimas! ya he conocido tu
-fuerza...”<a id="FNanchor_219" href="#Footnote_219" class="fnanchor">[219]</a>.</p>
-
-<p>Dos madrigales, escritos entre 1504 y 1511, probablemente
-dedicados a la misma mujer, tienen una expresión
-conmovedora:</p>
-
-<p>“¿Quién me arrastra por fuerza hacia ti... ¡Ay de mí!
-¡Ay de mí! ¡Ay de mí!... ligado y encadenado, aunque
-sea libre y dueño de mí mismo!”</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_148"></a>[Pg 148]</span></p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>Chi è quel che per forza a te mi mena,<br />
-Oilmè, oilmè, oilmè,<br />
-Legato e strecto, e son libero e sciolto?</em><a id="FNanchor_220" href="#Footnote_220" class="fnanchor">[220]</a></p>
-</div>
-</div>
-
-<p>“¿Cómo es posible que yo ya no sea mío? ¡Oh Dios, oh
-Dios, oh Dios! ¿Quién me ha arrancado a mí mismo?...
-¿Quién puede más en mí que yo mismo? ¡Oh Dios! ¡Oh
-Dios! ¡Oh Dios!”</p>
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>Come può esser, ch’io non sia più mio?<br />
-O Dio, o Dio, o Dio!<br />
-Chi m’ha tolto a me stesso,<br />
-Ch’a me fusse più presso<br />
-O più di me potessi, che poss’io?<br />
-O Dio, o Dio, o Dio!...</em><a id="FNanchor_221" href="#Footnote_221" class="fnanchor">[221]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p>De Bolonia, en el reverso de una carta de diciembre,
-1507, es este soneto juvenil, cuya preciosidad sensual
-evoca una visión de Botticelli:</p>
-
-<p>“¡Cuánto goza la guirnalda bien compuesta ciñendo su
-cabellera de oro! Todas las flores parecen luchar por ser
-las primeras en besar su frente... El traje que oprime y
-cubre su pecho es feliz todo el día. La tela de oro no se
-cansa de tocar sus mejillas y su cuello. Pero más feliz
-aún es el listón bordado de oro, que ciñe dulcemente y
-con ligera presión el blanco seno. El cinturón parece decir:
-‘¡Quisiera estrecharla siempre!’ ¡Ah!... ¿y qué harían
-entonces mis brazos?”<a id="FNanchor_222" href="#Footnote_222" class="fnanchor">[222]</a>.</p>
-
-<p>En una larga poesía de carácter íntimo, una especie de
-confesión<a id="FNanchor_223" href="#Footnote_223" class="fnanchor">[223]</a>, que es difícil citar exactamente, Miguel
-<span class="pagenum"><a id="Page_149"></a>[Pg 149]</span>Ángel describe, con una singular crudeza de expresión, sus
-angustias de amor.</p>
-
-<p>“Cuando estoy un día sin verte, no puedo hallar la paz
-en ningún sitio; cuando te veo, eres para mí como la
-comida para el hambriento... Cuando tú me sonríes o
-me saludas en la calle, ardo como pólvora... Cuando me
-hablas, mi rostro se enrojece, pierdo la voz y se apaga
-súbitamente mi gran deseo...”<a id="FNanchor_224" href="#Footnote_224" class="fnanchor">[224]</a>.</p>
-
-<p>Y después, estos gemidos de dolor:</p>
-
-<p>“¡Ah, qué pena infinita siente mi corazón cuando recuerdo
-que aquélla a quien yo amo no me ama...!
-¿Cómo seguiré viviendo?...”.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em><span style="padding-left: 1em;">...Ahi, che doglia’nfinita</span><br />
-<span style="padding-left: 1em;">Sente’l mio cor, quando li torna a mente,</span><br />
-<span style="padding-left: 1em;">Che quella ch’io tant’amo amor non sente!</span><br />
-Come restero’n vita?...</em><a id="FNanchor_225" href="#Footnote_225" class="fnanchor">[225]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="p1">Y estas líneas escritas después de sus estudios para la
-Madona de la Capilla Médicis:</p>
-
-<p>“Me quedo solo, ardiendo entre la sombra, cuando el
-sol priva al mundo de sus rayos. Todos se regocijan, y yo
-sufro, postrado en tierra, gimiendo y llorando”<a id="FNanchor_226" href="#Footnote_226" class="fnanchor">[226]</a>.</p>
-
-<p>El amor no aparece en las poderosas esculturas y pinturas
-<span class="pagenum"><a id="Page_150"></a>[Pg 150]</span>de Miguel Ángel; en ellas sólo expresa sus pensamientos
-heroicos, como si se avergonzara de manifestar ahí las
-debilidades de su corazón. Sólo a la poesía se ha confiado.
-Aquí es donde hay que buscar el secreto de este corazón,
-tímido y tierno bajo su ruda corteza:</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>Amando, a che son nato?</em></p>
-<p>“Yo amo: ¿para qué he nacido?”<a id="FNanchor_227" href="#Footnote_227" class="fnanchor">[227]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Terminada la Sixtina y muerto Julio II<a id="FNanchor_228" href="#Footnote_228" class="fnanchor">[228]</a>, Miguel
-Ángel volvió a Florencia y reanudó el proyecto que tanto
-le interesaba: la tumba de Julio II. Se comprometió por
-contrato a hacerla en siete años<a id="FNanchor_229" href="#Footnote_229" class="fnanchor">[229]</a>. Durante tres años
-se consagró casi exclusivamente a este trabajo<a id="FNanchor_230" href="#Footnote_230" class="fnanchor">[230]</a>. En este
-período relativamente tranquilo&mdash;período de madurez
-melancólica y serena, en el cual se apaciguan las furias
-hirvientes de la Sixtina, como un océano que se calma y
-vuelve a su lecho&mdash;Miguel Ángel produjo sus obras más
-perfectas, las que realizan mejor el equilibrio de sus pasiones
-y de su voluntad: el <em>Moisés</em> y los <em>Esclavos</em> del Louvre<a id="FNanchor_231" href="#Footnote_231" class="fnanchor">[231]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_151"></a>[Pg 151]</span></p>
-
-<p>Pero no fué más que un instante: el curso tempestuoso
-de su vida continuó casi inmediatamente. Volvió a caer
-entre las sombras.</p>
-
-<p>El nuevo Papa, León X, quiso separar a Miguel Ángel
-de la tarea de glorificación de su predecesor, y dedicarlo
-al triunfo de su propia estirpe. Era para él una cuestión
-de orgullo más que de simpatía, porque su espíritu epicúreo
-no podía comprender el genio triste de Miguel Ángel<a id="FNanchor_232" href="#Footnote_232" class="fnanchor">[232]</a>;
-todos sus favores eran para Rafael. Pero el hombre de la
-Sixtina era una gloria italiana; León X quiso domesticarlo.</p>
-
-<p>Ofreció a Miguel Ángel que construyera la fachada de
-San Lorenzo, la iglesia de los Médicis, en Florencia. Miguel
-Ángel, estimulado por su rivalidad con Rafael, quien se
-había aprovechado de su ausencia para llegar a ser en Roma
-el soberano del arte<a id="FNanchor_233" href="#Footnote_233" class="fnanchor">[233]</a>, se dejó arrastrar en esta nueva
-tarea, que le era materialmente imposible cumplir sin
-descuidar la anterior, y que debía ser para él una causa de
-tormentos sin fin. Trataba de convencerse de que podía
-seguir adelante con la tumba de Julio II y la fachada de
-San Lorenzo. Esperaba descargarse de la mayor parte del
-trabajo buscando un ayudante, para no ejecutar él mismo
-más que las estatuas principales. Pero, según su costumbre,
-se embriagó poco a poco con su proyecto, y muy
-<span class="pagenum"><a id="Page_152"></a>[Pg 152]</span>pronto no soportó ya compartir con nadie este honor. Más
-aún, temía que el Papa quisiera retirarle la obra, y suplicó
-a León X que lo sujetara con esta nueva cadena<a id="FNanchor_234" href="#Footnote_234" class="fnanchor">[234]</a>.</p>
-
-<p>Naturalmente, le fué imposible continuar el monumento
-de Julio II. Pero lo más triste fué que tampoco llegó a
-elevar la fachada de San Lorenzo. No le bastaba con rechazar
-toda colaboración; por su terrible manía de hacerlo
-todo personalmente, en lugar de quedarse en Florencia
-y trabajar su obra, fué a Carrara para vigilar la extracción
-de los bloques. Allí tropezó con dificultades de toda clase.
-Los Médicis querían utilizar las canteras de Pietrasanta,
-recientemente adquiridas por Florencia, en vez de las de
-Carrara. Por haber tomado el partido de los de Carrara,
-Miguel Ángel fué acusado injuriosamente por el Papa de
-haberse vendido<a id="FNanchor_235" href="#Footnote_235" class="fnanchor">[235]</a>, y por haber tenido que obedecer las
-órdenes del Papa, fué perseguido por los Carraras, quienes
-se entendieron con los marineros ligures, y no encontró un
-solo barco de Génova a Pisa para transportar sus mármoles<a id="FNanchor_236" href="#Footnote_236" class="fnanchor">[236]</a>.
-Tuvo que construir un camino, en parte sobre pilotes,
-<span class="pagenum"><a id="Page_153"></a>[Pg 153]</span>a través de las montañas y de los llanos pantanosos.
-La gente de la comarca no quería contribuir para los gastos
-del camino. Los trabajadores no entendían absolutamente
-su cometido. Las canteras eran nuevas, los obreros eran
-nuevos. Miguel Ángel gemía:</p>
-
-<p>“He intentado resucitar muertos, queriendo domar estas
-montañas y traer el arte aquí”<a id="FNanchor_237" href="#Footnote_237" class="fnanchor">[237]</a>. Se mantenía firme, sin
-embargo. “Lo que he prometido, lo cumpliré, a pesar de
-todo: haré la obra más bella que se haya hecho en Italia,
-si Dios me asiste”.</p>
-
-<p>¡Cuánta fuerza, entusiasmo y genio perdidos en vano!
-A fines de septiembre de 1518, cayó enfermo en Seravezza,
-de fatiga y de hastío. Comprendía que su salud y sus ensueños
-se gastaban en esta vida de obrero. Tenía la obsesión
-de comenzar al fin su trabajo y la angustia de no poder
-hacerlo. Estaba asediado por otros compromisos que
-no podía satisfacer<a id="FNanchor_238" href="#Footnote_238" class="fnanchor">[238]</a>.</p>
-
-<p>“Muero de impaciencia porque mi adverso destino no me
-permite hacer lo que quisiera. Muero de dolor, me siento como
-si fuera un tramposo, aunque no sea mía la culpa”<a id="FNanchor_239" href="#Footnote_239" class="fnanchor">[239]</a>...</p>
-
-<p>De vuelta en Florencia, se consumía esperando la llegada
-de los cargamentos de mármol; pero el Arno estaba seco
-y los barcos no podían subir el río con los bloques.</p>
-
-<p>Al fin llegaron. ¿Podrá trabajar ahora?&mdash;No. Vuelve
-a las canteras. Se obstina en no comenzar antes de haber
-<span class="pagenum"><a id="Page_154"></a>[Pg 154]</span>reunido, como antes para la tumba de Julio II, toda una
-montaña de mármol. Retrocede cuando llega el instante
-de empezar; parece que tiene miedo. ¿No habrá prometido
-demasiado? ¿No se habrá comprometido de una manera
-temeraria en este trabajo de arquitectura? Éste no
-es su oficio: ¿dónde pudo haberlo aprendido? Y ahora
-no puede avanzar ni retroceder.</p>
-
-<p>Todas sus fatigas no le bastan ni para asegurar el transporte
-de los mármoles. De seis columnas monolíticas
-enviadas a Florencia, cuatro se rompieron en el camino y
-otra en la misma Florencia. Sus obreros lo engañaban.</p>
-
-<p>Al fin, el Papa y el Cardenal de Médicis se impacientaron
-por tanto tiempo precioso, inútilmente perdido entre las
-canteras y los caminos fangosos. El 10 de marzo de 1520,
-un breve del Papa desligó a Miguel Ángel del contrato de
-1518 para la fachada de San Lorenzo. Miguel Ángel no
-recibió más aviso que la llegada a Pietrasanta de los equipos
-de obreros enviados para reemplazarlo. Se sintió cruelmente
-agraviado.</p>
-
-<p>“No tomo en cuenta al cardenal, dijo, los tres años que
-he perdido aquí. No le tomo en cuenta que me he arruinado
-por esta obra de San Lorenzo. No le tomo en cuenta
-la gran afrenta que se me hace encargándome esta obra
-y retirándomela después sin saber siquiera por qué. No le
-tomo en cuenta todo lo que he perdido y todo lo que he
-gastado... Y ahora, el asunto puede resumirse así: el
-Papa se queda con la cantera y con los bloques tallados,
-y yo con el dinero que tengo en mano: ¡500 ducados, y se
-me devuelve mi libertad!”<a id="FNanchor_240" href="#Footnote_240" class="fnanchor">[240]</a>.</p>
-
-<p>No era a sus protectores a quienes Miguel Ángel debía
-acusar, sino a sí mismo, y él bien lo sabía. Éste era su mayor
-dolor. Luchaba en contra de sí mismo. De 1515 a 1520,
-en la plenitud de su fuerza y desbordante de genio, ¿qué
-había hecho?</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_155"></a>[Pg 155]</span></p>
-<p>El insignificante <em>Cristo</em> de la Minerva; ¡una obra de Miguel
-Ángel donde no está Miguel Ángel! Y ni esto siquiera
-pudo acabar<a id="FNanchor_241" href="#Footnote_241" class="fnanchor">[241]</a>.</p>
-
-<p>De 1515 a 1520, en estos últimos años del gran Renacimiento,
-antes de los cataclismos que iban a dar fin a la
-primavera de Italia, Rafael había pintado las <em>Loggias</em>,
-la <em>Sala del Incendio</em>, la <em>Farnesiana</em>, obras maestras de
-todos los géneros; había edificado la Villa Madame, dirigido
-la construcción de San Pedro, las exploraciones, las
-fiestas, los monumentos; había gobernado el arte, fundado
-una escuela numerosa y había muerto en medio de su trabajo
-y de su triunfo<a id="FNanchor_242" href="#Footnote_242" class="fnanchor">[242]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>La amargura de sus desilusiones, la desesperación de los
-días perdidos, de las esperanzas arruinadas, de la voluntad
-rota, se reflejan en las obras del período siguiente: las
-tumbas de los Médicis y las nuevas estatuas del monumento
-de Julio II<a id="FNanchor_243" href="#Footnote_243" class="fnanchor">[243]</a>.</p>
-
-<p>El libre Miguel Ángel, que toda su vida no hizo más que
-pasar de un yugo a otro, había cambiado de amo. El cardenal
-Julio de Médicis, que llegó a ser Papa con el nombre
-de Clemente VII, reinó sobre él de 1520 a 1534.</p>
-
-<p>Clemente VII ha sido juzgado con mucha severidad.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_156"></a>[Pg 156]</span></p>
-
-<p>Sin duda, como todos estos Papas, quiso hacer del arte y de
-los artistas unos servidores del orgullo de su familia. Pero
-Miguel Ángel no tuvo por qué quejarse de él; ningún Papa
-lo amó tanto; ninguno demostró un interés tan constante
-y apasionado por sus trabajos<a id="FNanchor_244" href="#Footnote_244" class="fnanchor">[244]</a>. Nadie comprendió mejor
-las debilidades de su voluntad, hasta defendiéndolo
-contra él mismo e impidiendo que se dispersara en vano.
-Aun después de la sublevación de Florencia y la rebelión
-de Miguel Ángel, Clemente no cambió para él<a id="FNanchor_245" href="#Footnote_245" class="fnanchor">[245]</a>. Pero
-no dependía de él apaciguar la inquietud, la fiebre, el pesimismo
-y la mortal melancolía que devoraban su gran
-corazón. ¡Qué importaba la bondad personal de un amo!
-De todos modos era un amo.</p>
-
-<p>“He servido a los Papas, decía Miguel Ángel, pero únicamente
-por fuerza”<a id="FNanchor_246" href="#Footnote_246" class="fnanchor">[246]</a>.</p>
-
-<p>¿Qué importaban un poco de gloria y una o dos obras
-bellas? ¡Estaba esto tan lejos de lo que él había soñado!
-Y la vejez ya venía. Todo se iba ensombreciendo a su
-alrededor. El Renacimiento terminaba. Roma iba a ser
-saqueada por los bárbaros. La sombra amenazadora de un
-Dios triste iba a pesar sobre el pensamiento de Italia.
-Miguel Ángel sentía venir la hora trágica, y sufría una
-angustia sofocante.</p>
-
-<p>Después de haber arrancado a Miguel Ángel de la enredada
-empresa en la cual se había comprometido, Clemente
-VII resolvió lanzarlo por un nuevo camino, donde tenía la
-intención de vigilarlo más de cerca. Le confió la construcción
-<span class="pagenum"><a id="Page_157"></a>[Pg 157]</span>de la capilla y las tumbas de los Médicis. Esperaba retenerlo
-enteramente a su servicio<a id="FNanchor_247" href="#Footnote_247" class="fnanchor">[247]</a>. Hasta le propuso que
-ingresara en las órdenes ofreciéndole un beneficio eclesiástico<a id="FNanchor_248" href="#Footnote_248" class="fnanchor">[248]</a>.
-Miguel Ángel rehusó: pero Clemente VII no dejó
-por eso de pagarle una pensión mensual triple de la que
-pedía, y le regaló una casa cerca de San Lorenzo.</p>
-
-<p>Todo parecía ir por buen camino y el trabajo para la
-capilla se iniciaba activamente, cuando de pronto Miguel
-Ángel abandonó su casa y rehusó la pensión de Clemente
-VII<a id="FNanchor_249" href="#Footnote_249" class="fnanchor">[249]</a>. Sufría una nueva crisis de desaliento. Los herederos
-de Julio II no le perdonaban que hubiera abandonado
-la obra emprendida; lo amenazaban con persecuciones
-y ponían en duda su lealtad. Miguel Ángel se enloqueció
-con la idea de un proceso; su conciencia daba la razón a sus
-adversarios y lo acusaba de haber faltado a su compromiso;
-le parecía imposible aceptar el dinero de Clemente VII
-mientras no hubiera restituido el que recibió de Julio II.</p>
-
-<p>“No trabajo ni vivo”, escribía<a id="FNanchor_250" href="#Footnote_250" class="fnanchor">[250]</a>. Suplicaba al Papa
-<span class="pagenum"><a id="Page_158"></a>[Pg 158]</span>que interviniera con los herederos de Julio II y lo ayudara
-a restituir todo lo que les debía.</p>
-
-<p>“Venderé, haré lo que sea posible para llegar a esta
-restitución”. O bien que se le permitiera consagrarse enteramente
-al monumento de Julio II: “deseo más salir de
-esta obligación, que vivir”.</p>
-
-<p>Con el pensamiento de que sin Clemente VII, quedaría
-abandonado a la persecución de sus enemigos, lloraba y se
-desesperaba como un niño:</p>
-
-<p>“Si el Papa me deja así, no podré permanecer en este
-mundo... No sé lo que escribo, tengo la cabeza completamente
-perdida...”<a id="FNanchor_251" href="#Footnote_251" class="fnanchor">[251]</a>.</p>
-
-<p>Clemente VII que no tomaba muy en serio esta desesperación
-de artista, insistía para que no se interrumpiera
-el trabajo de la Capilla de los Médicis. Sus amigos no
-comprendían estos escrúpulos y le aconsejaban que no se
-pusiera en ridículo rehusando la pensión. Uno de ellos le
-reprochaba con viveza haber obrado irreflexivamente, y
-le rogaba que en lo futuro no se entregara a sus caprichos<a id="FNanchor_252" href="#Footnote_252" class="fnanchor">[252]</a>.
-Otro le escribía:</p>
-
-<p>“Se me dice que habéis rehusado vuestra pensión, abandonado
-vuestra casa y suspendido vuestro trabajo; esto
-me parece un acto de locura. Amigo mío, compadre, de
-esta manera dais gusto a vuestros enemigos... no os ocupéis
-más de la tumba de Julio II, y tomad la pensión porque
-os la dan con buena voluntad”<a id="FNanchor_253" href="#Footnote_253" class="fnanchor">[253]</a>.</p>
-
-<p>Miguel Ángel se obstinaba. La Tesorería Pontificia le
-cogió la palabra y suprimió la pensión. El desgraciado,
-reducido a la desesperación, tuvo que volver a pedir algunos
-meses más tarde lo mismo que había rehusado. Primero
-lo hizo tímidamente, con vergüenza:</p>
-
-<p>“Mi querido Giovanni, puesto que la pluma es siempre
-<span class="pagenum"><a id="Page_159"></a>[Pg 159]</span>más atrevida que la lengua, os escribo lo que he querido
-deciros varias veces en estos días y que no he tenido el
-valor de expresar de viva voz: ¿Puedo contar todavía con
-la pensión...? Si estuviera seguro de no recibirla no cambiaría
-por esto mi disposición, ni dejaría de trabajar para
-el Papa tanto como pudiera, pero arreglaría mis asuntos
-según esta situación”<a id="FNanchor_254" href="#Footnote_254" class="fnanchor">[254]</a>.</p>
-
-<p>Luego, obligado por la necesidad vuelve a la carga:</p>
-
-<p>“Después de haber reflexionado bien, he comprendido
-cuánto interesa al Papa esta obra de San Lorenzo; y puesto
-que S. S. me ha concedido una pensión con el designio
-de que yo tenga más comodidad para servirlo prontamente,
-sería retrasar el trabajo no aceptarla; así, pues, he
-cambiado de opinión y si hasta ahora no pedía esta pensión,
-ya la pido por más razones de las que puedo escribir...
-¿Quiere usted dármela, haciéndola contar desde el día en
-que me fué concedida? Decidme desde qué momento preferís
-que la reciba”<a id="FNanchor_255" href="#Footnote_255" class="fnanchor">[255]</a>.</p>
-
-<p>Para darle una lección, no le hicieron caso. Dos meses
-más tarde no había recibido nada, y después tuvo que
-reclamar la pensión varias veces.</p>
-
-<p>Trabajaba en medio de sus tormentos. Se quejaba de
-que sus preocupaciones fueran estorbo para su imaginación...:
-“Los disgustos pueden mucho sobre mí... no
-se puede trabajar con las manos en una cosa y con la cabeza
-en otra; sobre todo en escultura. Se dice que todo
-esto sirve para aguijonearme; pero yo respondo que estos
-son malos aguijones que incitan a retroceder. Hace más de
-un año que no he recibido la pensión y lucho con la miseria;
-estoy muy solo en medio de mis penas, y tengo tantas que
-me ocupan más que el arte; no tengo recursos para buscar
-alguien que me ayude”<a id="FNanchor_256" href="#Footnote_256" class="fnanchor">[256]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_160"></a>[Pg 160]</span></p>
-
-<p>Clemente VII se manifestaba algunas veces conmovido
-por sus sufrimientos y le enviaba expresiones de afectuosa
-simpatía. Le aseguraba su favor mientras viviera<a id="FNanchor_257" href="#Footnote_257" class="fnanchor">[257]</a>.
-Pero la incurable frivolidad de los Médicis era más poderosa,
-y en vez de aliviarlo de una parte de sus trabajos le
-hacía nuevos encargos; entre otros el de un absurdo Coloso
-cuyo cabeza debía ser un campanario, y el brazo una
-chimenea. Miguel Ángel tuvo que ocuparse algún tiempo
-en este proyecto extravagante<a id="FNanchor_258" href="#Footnote_258" class="fnanchor">[258]</a>.</p>
-
-<p>Tenía que estar en constantes dificultades con sus obreros,
-sus albañiles y sus carreteros, quienes intentaban
-hacerse apóstoles precursores de la jornada de ocho horas<a id="FNanchor_259" href="#Footnote_259" class="fnanchor">[259]</a>.</p>
-
-<p>Al mismo tiempo, sus disgustos domésticos no dejaban
-de aumentar. Su padre se hacía más irritable y más injusto
-con la edad; un día creyó conveniente escaparse de Florencia,
-acusando a su hijo de haberlo arrojado. Miguel Ángel
-le escribió esta carta admirable<a id="FNanchor_260" href="#Footnote_260" class="fnanchor">[260]</a>:</p>
-
-<p>“Muy querido padre: Me ha sorprendido mucho ayer
-no encontraros en la casa, y ahora que sé que os quejáis
-de mí y que decís que yo os he arrojado, me sorprendo mucho
-más. Desde el día en que nací hasta ahora, estoy seguro
-de no haber tenido ninguna intención de hacer nunca
-cosa grande o pequeña que os disguste. Todas las penas
-que he soportado, las he soportado siempre por vuestro
-amor. Siempre he tomado vuestro partido... todavía
-hace pocos días os dije y os prometí consagraros todas mis
-fuerzas, y os lo prometo de nuevo. Estoy estupefacto de
-<span class="pagenum"><a id="Page_161"></a>[Pg 161]</span>que hayáis olvidado esto tan pronto. Desde hace treinta
-años me habéis puesto a prueba, vos y vuestros hijos, y
-sabéis que siempre he sido bueno para vosotros, tanto como
-podía, en pensamiento y en acción. ¿Cómo podéis andar
-diciendo en todas partes que yo os he arrojado? ¿No comprendéis
-la mala reputación que esto me forma? No me
-faltaba más que esto, con todas las preocupaciones que
-tengo; y todas estas preocupaciones las tengo por vuestro
-amor. ¡Bien me recompensáis!... Pero de todos modos,
-quiero persuadirme de que nunca he dejado de causaros
-vergüenza y perjuicios, y os pido perdón como si lo hubiera
-hecho. Perdonadme como a un hijo que siempre ha tenido
-mala conducta y que os ha hecho todo el mal que puede
-hacerse en este mundo. Una vez más os lo suplico; perdonadme
-como a un miserable que soy: pero no me deis la
-reputación de que os he arrojado, porque mi reputación
-me importa más de lo que creéis. A pesar de todo, soy vuestro
-hijo”.</p>
-
-<p>Tanto amor y tanta humildad sólo desarmaban por un
-instante el agrio espíritu del viejo. Algún tiempo después,
-decía que su hijo lo robaba. Miguel Ángel, empujado
-hasta el extremo, le escribió<a id="FNanchor_261" href="#Footnote_261" class="fnanchor">[261]</a>:</p>
-
-<p>“Ya no sé lo que queréis de mí. Si os pesa que yo viva,
-habéis encontrado un buen medio para libraros de mí y
-muy pronto os encontraréis en posesión de las llaves del
-tesoro que pretendéis que yo guardo. Y haréis bien, porque
-todos saben en Florencia que sois un hombre inmensamente
-rico, que yo siempre os he robado, y que merezco
-un castigo; recibiréis altas alabanzas... decid y gritad
-de mí todo lo que queráis, pero ya no me escribáis, porque
-así no puedo trabajar. Me obligáis a recordaros todo lo que
-habéis recibido de mí, desde hace veinticinco años. Yo no
-quería decirlo, pero al fin me veo obligado... tened cuidado...
-no se muere uno más que una vez y después ya no se
-<span class="pagenum"><a id="Page_162"></a>[Pg 162]</span>vuelve para reparar las injusticias que se han hecho. Habéis
-esperado hasta la víspera de la muerte para hacerlas.
-¡Que Dios os ayude!”</p>
-
-<p>Éste era el auxilio que encontraba entre los suyos.</p>
-
-<p>“¡Paciencia!”, escribía en una carta a un amigo. “Que
-Dios no permita que lo que a él no le disgusta me disguste
-a mí”<a id="FNanchor_262" href="#Footnote_262" class="fnanchor">[262]</a>.</p>
-
-<p>En medio de estas penas el trabajo no avanzaba. Cuando
-sobrevinieron los sucesos políticos que trastornaron
-Italia en 1527, no estaba terminada ni una estatua de la
-Capilla de los Médicis<a id="FNanchor_263" href="#Footnote_263" class="fnanchor">[263]</a>.</p>
-
-<p>Así, este nuevo período de 1520 a 1527, no había hecho
-más que agregar sus desilusiones y sus fatigas a las del
-período precedente, sin haber traído a Miguel Ángel la
-alegría de una sola obra acabada, de un solo designio
-realizado después de más de diez años.</p>
-
-
-<div class="chapter">
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_212" href="#FNanchor_212" class="label">[212]</a> <em>Poesías</em>, I.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_213" href="#FNanchor_213" class="label">[213]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_214" href="#FNanchor_214" class="label">[214]</a> <em>Poesías</em>, IX: Véase Apéndice, II.
-</p>
-
-<p>Esta poesía, escrita con el estilo burlesco de Francesco Berni y dirigida
-a Giovanni da Pistoja, tiene, según Frey, fecha junio-julio de 1510.
-En los últimos versos, Miguel Ángel alude a las dificultades de su trabajo,
-durante la ejecución de los frescos de la Sixtina, y se disculpa,
-alegando que ese no es su oficio:</p>
-
-<p>“Defiende, pues, Giovanni, mi obra muerta, y defiende mi honor,
-porque la pintura no es mi oficio. <em>Yo no soy pintor</em>”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_215" href="#FNanchor_215" class="label">[215]</a> Henry Thode ha esclarecido exactamente este rasgo del carácter
-de Miguel Ángel en su primer volumen de <em>Michelangelo und das Ende
-der Renaissance, 1902</em>. <em>Berlín.</em></p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_216" href="#FNanchor_216" class="label">[216]</a> “...Puesto que el Señor devuelve a las almas sus cuerpos después
-de la muerte, para la paz o el tormento eternos, yo le pido que me
-deje el mío, aunque feo, lo mismo en el cielo que en la tierra, junto al
-tuyo, porque un corazón amante vale tanto como un bello rostro...”.</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p><em>...Priego 'l mie benché bructo,<br />
-Com’è qui teco, il voglia im paradiso:<br />
-C’un cor pietoso val quant’un bel viso...</em></p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="p1 indent5">(<em>Poesías</em>, CIX, 12).</p>
-
-<p>“El cielo parece irritarse con justicia, porque yo, tan feo, me miro
-en tus ojos tan bellos”.</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p><em>Ben par che’l ciel s’adiri,<br />
-Che’n sì begli ochi i’mi veggia sì bructo...</em></p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="p1 indent5">(<em>Ibid.</em>, CIX, 93).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_217" href="#FNanchor_217" class="label">[217]</a> La primera edición completa de las poesías de Miguel Ángel fué
-publicada por su sobrino nieto, al principio del siglo XVII, con el
-título de <em>Rime di Michelangelo Buonarroti raccolte da M. A. suo nipote</em>,
-1623, Florencia; está llena de errores. Cesare Guasti publicó la primera
-edición casi exacta, en 1863, en Florencia; pero la única verdaderamente
-científica y completa es la admirable edición de Carl Frey:
-<em>Die Dichtungen des Michelagniolo Buonarroti, herausgegeben und mit
-kritischem Apparate versehen von Dr. Carl Frey, 1897</em>. <em>Berlin.</em> A ella
-me refiero en esta biografía.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_218" href="#FNanchor_218" class="label">[218]</a> En la misma hoja están algunos dibujos de caballos y de hombres
-combatiendo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_219" href="#FNanchor_219" class="label">[219]</a> <em>Poesías</em>, II. Véase Apéndice, III.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_220" href="#FNanchor_220" class="label">[220]</a> <em>Poesías</em>, V.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_221" href="#FNanchor_221" class="label">[221]</a> <em>Poesías</em>, VI.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_222" href="#FNanchor_222" class="label">[222]</a> <em>Poesías</em>, VII. Véase Apéndice IV.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_223" href="#FNanchor_223" class="label">[223]</a> Esta expresión es de Frey, quien atribuye a la poesía sin suficiente
-razón, a mi juicio, la fecha de 1531-32. Yo creo que es muy
-anterior.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_224" href="#FNanchor_224" class="label">[224]</a> <em>Poesías</em>, XXXVI. Véase Apéndice, V.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_225" href="#FNanchor_225" class="label">[225]</a> <em>Poesías</em>, XIII. Del mismo tiempo es un madrigal célebre que el
-compositor Bartolommeo Tromboncino puso en música, antes de 1518:
-</p>
-
-<p>“¿Cómo tendré valor para vivir sin ti, mi bien, si no puedo pedirte
-ayuda al partir? Estos sollozos, estos llantos y estos suspiros, con los
-cuales te acompaña mi pobre corazón, anuncian mi muerte próxima
-y mi martirio. Pero si es cierto que la ausencia no hará olvidar mi fiel
-esclavitud, te dejo mi corazón, que ya no es mío”. (Poesías, XI. Apéndice
-VI).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_226" href="#FNanchor_226" class="label">[226]</a>
-</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p><em>Sol’io ardendo all’ ombra mi rimango,<br />
-Quand’el sol de suo razi el mondo spoglia;<br />
-Ogni altro per piacere, e io per doglia,<br />
-Prostrato in terra, mi lamento e piangho.</em></p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="p1 indent5">(<em>Ibid.</em>, XXII).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_227" href="#FNanchor_227" class="label">[227]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 35.&mdash;Comparad estos versos de amor, donde amor
-y dolor parecen ser sinónimos, con el éxtasis voluptuoso de los sonetos
-juveniles y desmañados de Rafael, escritos en el reverso de sus dibujos
-para la <em>Disputa del Santo Sacramento</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_228" href="#FNanchor_228" class="label">[228]</a> Julio II murió el 21 de febrero de 1513, tres meses después de
-la inauguración de los frescos de la Sixtina.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_229" href="#FNanchor_229" class="label">[229]</a> Contrato de 6 de marzo de 1513. El nuevo proyecto, más
-grande que el proyecto primitivo, comprendía 32 grandes estatuas.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_230" href="#FNanchor_230" class="label">[230]</a> Parece que en este tiempo sólo aceptó Miguel Ángel un encargo:
-el del <em>Cristo de la Minerva</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_231" href="#FNanchor_231" class="label">[231]</a> El <em>Moisés</em> debía ser una de las seis figuras colosales para el
-coronamiento del piso superior de la tumba de Julio II. Miguel Ángel
-no dejó de trabajar en esta obra hasta 1545. Los <em>Esclavos</em>, en los cuales
-Miguel Ángel trabajaba en 1513, fueron enviados por él, en 1546, a Roberto
-Strozzi, el republicano florentino desterrado entonces en Francia,
-quien los obsequió a Francisco I.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_232" href="#FNanchor_232" class="label">[232]</a> No le escatimaba demostraciones de afecto; pero Miguel Ángel
-le producía miedo. Se sentía inquieto junto a él:
-</p>
-
-<p>“Cuando el Papa habla de vos, escribe Sebastián del Piombo a Miguel
-Ángel, parece que habla de uno de sus hermanos; tiene casi las
-lágrimas en los ojos. Me ha dicho que habéis sido educados juntos,
-y asegura que os comprende y os ama. Pero vos dais miedo a todos,
-hasta a los Papas”. (27 de octubre de 1520).
-</p>
-
-<p>Miguel Ángel era motivo de burlas en la corte de León X, por sus
-imprudencias de lenguaje. Una malhadada carta que escribió al Cardenal
-Bibbiena, protector de Rafael, fué un regocijo para sus enemigos.
-</p>
-
-<p>“No se habla de otra cosa en el palacio más que de vuestra carta,
-dice Sebastián a Miguel Ángel; hace reír a todos”. (Julio 3 de 1520).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_233" href="#FNanchor_233" class="label">[233]</a> Bramante había muerto en 1514. Rafael acababa de ser nombrado
-superintendente de la construcción de San Pedro.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_234" href="#FNanchor_234" class="label">[234]</a> “Quiero hacer de esta fachada una obra que sea espejo de la
-arquitectura y de la escultura para toda Italia. Es preciso que el Papa
-y el Cardenal (Julio de Médicis, el futuro Clemente VII) decidan
-pronto si quieren que la haga o no. Si quieren que yo la haga, es preciso
-firmar un contrato... Messer Domenico, dadme una contestación
-firme respecto a sus intenciones. Esto sería para mí una gran alegría”.
-(A Domenico Buoninsegni, julio de 1517).&mdash;El contrato fué firmado
-con León X el 19 de enero de 1518, y Miguel Ángel se comprometió
-a levantar la fachada en ocho años.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_235" href="#FNanchor_235" class="label">[235]</a> Carta del Cardenal Julio de Médicis a Miguel Ángel, de febrero
-2 de 1518: “Hemos tenido alguna sospecha de que seáis del partido de
-los Carraras por interés personal y que deseáis depreciar las canteras
-de Pietrasanta... Os hacemos saber, sin entrar en otras explicaciones,
-que Su Santidad quiere que todo el trabajo emprendido se ejecute con
-los bloques de mármol de Pietrasanta y no con otros... Si procedéis
-de otra manera, será contra los deseos expresos de Su Santidad
-y los nuestros, y tendríamos razón para irritarnos en contra vuestra...
-Alejad, pues, toda obstinación de vuestro espíritu”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_236" href="#FNanchor_236" class="label">[236]</a> “Fuí hasta Génova en busca de barcos. Los de Carrara han
-comprado a todos los patrones... Tengo que ir a Pisa”... (Carta
-de Miguel Ángel a Urbano; abril 2 de 1518). “Los barcos que contraté
-en Pisa no vinieron. Creo que he sido burlado. ¡Esta es mi suerte en
-todo! ¡Oh, mil veces maldito el día en que salí de Carrara! Esta es la
-causa de mi ruina”. (Carta de abril 18 de 1518).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_237" href="#FNanchor_237" class="label">[237]</a> Carta de abril 18 de 1518. Y algunos meses más tarde: “La
-cantera es muy escarpada y la gente muy ignorante... ¡Paciencia!
-Hay que domar a las montañas e instruir a los hombres...”. (Carta
-de septiembre de 1518, a Berto da Filicaja).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_238" href="#FNanchor_238" class="label">[238]</a> El <em>Cristo</em> de la Minerva y la tumba de Julio II.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_239" href="#FNanchor_239" class="label">[239]</a> Carta de diciembre 21 de 1518 al Cardenal d’Agen. De este
-tiempo son tal vez las cuatro estatuas informes, apenas esbozadas, de
-las grutas Boboli. (Cuatro <em>Esclavos</em>, para la tumba de Julio II).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_240" href="#FNanchor_240" class="label">[240]</a> <em>Cartas</em>, 1520, edición Milanesi, página 415.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_241" href="#FNanchor_241" class="label">[241]</a> Miguel Ángel encargó que terminara este <em>Cristo</em> a su inepto
-discípulo Pietro Urbano, quien “lo estropeó”. (Carta de Sebastián del
-Piombo a Miguel Ángel, septiembre 6 de 1521). El escultor Frizzi, de
-Roma, reparó como pudo las torpezas de Urbano.
-</p>
-
-<p>Todas estas contrariedades no impedían a Miguel Ángel buscar
-nuevas tareas para aumentar las que ya lo aplastaban. El 20 de octubre
-de 1519, firmó la petición de los Académicos de Florencia a León X
-para llevar los restos de Dante, de Rávena a Florencia, y se ofreció
-a elevar al poeta divino un monumento digno de él.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_242" href="#FNanchor_242" class="label">[242]</a> El 6 de abril de 1520.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_243" href="#FNanchor_243" class="label">[243]</a> <em>El Vencedor</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_244" href="#FNanchor_244" class="label">[244]</a> En 1526, Miguel Ángel tenía que escribirle semanalmente.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_245" href="#FNanchor_245" class="label">[245]</a> “Adora todo lo que hacéis, escribe Sebastián del Piombo a
-Miguel Ángel; lo ama tanto como es posible amar. Habla de vos tan
-honrosamente y con tanto afecto, que un padre no diría de su hijo lo
-que él dice de vos...”. (Abril 29 de 1531). “Si quisieseis venir a Roma,
-seriáis todo lo que quisierais, duque o rey... Tendríais una parte
-del Papado, seríais el amo, podríais tener y hacer lo que quisierais...”.
-Diciembre 5 de 1531. (Es preciso, es verdad, tener en cuenta en este
-caso la charlatanería veneciana de Sebastián del Piombo).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_246" href="#FNanchor_246" class="label">[246]</a> Carta de Miguel Ángel a su sobrino Lionardo. (1548).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_247" href="#FNanchor_247" class="label">[247]</a> Los trabajos fueron comenzados desde marzo de 1521, pero no
-se impulsaron activamente sino desde la elección del Cardenal Julio
-de Médicis para el trono pontificio, bajo el nombre de Clemente VII, el
-19 de noviembre de 1523. León X había muerto el 6 de diciembre de
-1521 y Adriano VI lo había sucedido de enero de 1522 a septiembre
-de 1523.
-</p>
-
-<p>El plan primitivo comprendía cuatro tumbas: las de Lorenzo el
-Magnífico, de Julián su hermano, de Julián duque de Nemours, su hijo,
-y de Lorenzo duque de Urbino, su nieto. En 1524, Clemente VII
-decidió agregar el sarcófago de León X y el suyo, atribuyéndoles los
-sitios de honor. Véase Marcel Reymond, “La Arquitectura de las
-tumbas de los Médicis”, <em>Gazette des Beaux Arts</em>, 1907.
-</p>
-
-<p>Al mismo tiempo Miguel Ángel fué encargado de construir la Biblioteca
-de San Lorenzo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_248" href="#FNanchor_248" class="label">[248]</a> Se trataba de la orden de los Franciscanos. Carta de Fattucci
-a Miguel Ángel, en nombre de Clemente VII, el 2 de enero de 1524.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_249" href="#FNanchor_249" class="label">[249]</a> Marzo de 1524.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_250" href="#FNanchor_250" class="label">[250]</a> Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina, Agente del Papa
-(Abril 19 de 1525).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_251" href="#FNanchor_251" class="label">[251]</a> Carta de Miguel Ángel a Fattucci (octubre 24 de 1525).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_252" href="#FNanchor_252" class="label">[252]</a> Carta de Fattucci a Miguel Ángel (marzo 22 de 1524).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_253" href="#FNanchor_253" class="label">[253]</a> Carta de Lionardo Sellajo a Miguel Ángel (marzo 24 de 1524).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_254" href="#FNanchor_254" class="label">[254]</a> Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina (1524, Edición Milanesi,
-página 425).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_255" href="#FNanchor_255" class="label">[255]</a> Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina (agosto 29 de 1525).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_256" href="#FNanchor_256" class="label">[256]</a> Carta de Miguel Ángel a Fattucci (octubre 24 de 1525).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_257" href="#FNanchor_257" class="label">[257]</a> Carta de Pier Paolo Marzi, de parte de Clemente VII, a Miguel
-Ángel (diciembre 23 de 1525).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_258" href="#FNanchor_258" class="label">[258]</a> Cartas de octubre a diciembre de 1525 (Edición Milanesi, páginas
-448-449). Véase en el <em>Miguel Ángel</em> de la Colección de los <em>Maestros
-del Arte</em> un resumen de este extraño asunto, y el proyecto de Miguel
-Ángel.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_259" href="#FNanchor_259" class="label">[259]</a> Carta de Miguel Ángel a Fattucci (junio 17 de 1526).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_260" href="#FNanchor_260" class="label">[260]</a> Según Henry Thode, esta carta es aproximadamente de 1521;
-en la recopilación de Milanesi, figura equivocadamente con fecha de
-1516.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_261" href="#FNanchor_261" class="label">[261]</a> <em>Cartas</em>, junio de 1523.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_262" href="#FNanchor_262" class="label">[262]</a> Carta de Miguel Ángel a Fattucci, en junio 17 de 1526.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_263" href="#FNanchor_263" class="label">[263]</a> La misma carta, de junio de 1526, dice que estaba comenzada
-una estatua, lo mismo que cuatro alegorías de los sarcófagos y la
-Madona.</p></div></div>
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_163"></a>[Pg 163]</span></p>
-<div class="figcenter illowp56" id="p163ilo" style="max-width: 16.4375em;">
- <img class="w100" src="images/p163ilo.jpg" alt="p163ilo" />
-</div>
-
-<h2 class="nobreak">III<br />
-LA DESESPERACIÓN</h2>
-</div>
-
-<div class="blockquot">
-<p><em>Oilmè, Oilmè, ch’i’ son tradito...</em><a id="FNanchor_264" href="#Footnote_264" class="fnanchor">[264]</a>.</p>
-</div>
-
-
-<p>Una repugnancia de todas las cosas y de sí mismo
-lo empujó a la revolución, iniciada en Florencia
-en 1527.</p>
-
-<p>Miguel Ángel hasta entonces había puesto en los negocios
-políticos la misma indecisión de espíritu de que era víctima
-en su vida y en su arte. Nunca llegó a conciliar sus senti<span class="pagenum"><a id="Page_164"></a>[Pg 164]</span>mientos
-personales con sus obligaciones para con los Médicis.
-Este genio violento fué siempre tímido en la acción;
-no se atrevía a luchar contra las potencias de este mundo
-en el terreno político ni en el religioso. Sus cartas lo muestran
-siempre inquieto por sí y por los suyos; temeroso de
-comprometerse, desmintiendo las palabras audaces que
-alguna vez pronunciara, en el primer movimiento de indignación
-contra cualquier acto de la tiranía<a id="FNanchor_265" href="#Footnote_265" class="fnanchor">[265]</a>. Con frecuencia
-escribe a sus familiares que tengan cuidado, que
-guarden silencio y huyan a la primera alarma:</p>
-
-<p>“Obrad como en tiempo de peste, sed los primeros en
-huir... la vida vale más que la fortuna. Vivid en paz, no
-os forméis ni un enemigo ni os confiéis a nadie, excepto a
-Dios, y no habléis mal ni bien de nadie, porque no se conoce
-el fin de las cosas; ocupaos solamente de vuestros asuntos...
-no os mezcléis en nada”<a id="FNanchor_266" href="#Footnote_266" class="fnanchor">[266]</a>.</p>
-
-<p>Sus hermanos y sus amigos se burlaban de sus inquietudes
-y lo trataban de loco<a id="FNanchor_267" href="#Footnote_267" class="fnanchor">[267]</a>. “No te burles de mí, respondía
-Miguel Ángel entristecido, no debe uno burlarse
-de nadie”<a id="FNanchor_268" href="#Footnote_268" class="fnanchor">[268]</a>. En efecto, el temor perpetuo de este gran
-hombre no debe ser motivo de risa, sino más bien de compasión,
-por sus nervios miserables que lo hacían juguete
-de sus terrores, contra los cuales luchaba sin poder dominarlos.
-Más bien era meritorio salir de estos accesos humillantes,
-y obligar a su cuerpo y a su pensamiento enfermos,
-a afrontar el peligro, que en el primer impulso lo empujaba
-a huir. Por lo demás, tenía más razones para temer que
-ningún otro, porque era más inteligente y su pesimismo
-preveía con toda claridad las desgracias de Italia. Mas,
-para que con su timidez natural se dejara arrastrar en la
-<span class="pagenum"><a id="Page_165"></a>[Pg 165]</span>revolución florentina, fué preciso que estuviera en una
-exaltación desesperada que lo obligó a descubrir el fondo
-de su alma. Esta alma tan tímidamente replegada sobre
-sí misma era ardientemente republicana. Esto se ve en las
-palabras llameantes que se le escaparon algunas veces en
-momentos de confianza o de fiebre, particularmente en las
-conversaciones que tuvo más tarde<a id="FNanchor_269" href="#Footnote_269" class="fnanchor">[269]</a> con sus amigos
-Luigi del Riccio, Antonio Petreo y Donato Giannotti<a id="FNanchor_270" href="#Footnote_270" class="fnanchor">[270]</a>,
-y que este último reprodujo en sus <em>Diálogos sobre La Divina
-Comedia del Dante</em><a id="FNanchor_271" href="#Footnote_271" class="fnanchor">[271]</a>. Los amigos se admiraban de
-que Dante hubiera puesto a Bruto y a Casio en el último
-grado del infierno y a César encima. Interrogado Miguel
-Ángel, hizo la apología del tiranicidio:</p>
-
-<p>“Si habéis leído atentamente los primeros cantos, dice,
-habréis visto que Dante conocía muy bien la naturaleza de
-los tiranos y que ha sabido qué castigo merecen recibir
-de Dios y de los hombres. Los coloca entre los ‘violentos
-contra el prójimo’, castigados en el séptimo círculo, hundiéndolos
-en sangre hirviente. Si Dante ha reconocido
-esto, es imposible admitir que no haya reconocido que
-César fué tirano de su patria y que Bruto y Casio lo asesinaron
-con justicia, porque el que mata a un tirano no mata
-a un hombre sino a una bestia con figura humana. Todos
-los tiranos carecen del amor que debe sentirse naturalmente
-para el prójimo; están privados de inclinaciones humanas,
-no son, pues, hombres, sino bestias; que no tienen ningún
-amor para el prójimo, es la evidencia misma; de otro
-<span class="pagenum"><a id="Page_166"></a>[Pg 166]</span>modo no habrían tomado lo que pertenece a los demás y no
-habrían llegado a ser tiranos que pisotean a los hombres.
-Es claro, por lo tanto, que quien mata a un tirano no comete
-un asesinato, porque no mata a un hombre sino a una
-bestia. Así, Bruto y Casio no cometieron un crimen asesinando
-a César. Primero, porque mataron a un hombre
-que todo ciudadano romano tenía obligación de matar
-según lo mandaban las leyes. Segundo, porque no mataron
-a un hombre sino a una bestia con figura humana”<a id="FNanchor_272" href="#Footnote_272" class="fnanchor">[272]</a>.</p>
-
-<p>Miguel Ángel se encontró en la primera fila de los rebeldes
-florentinos en los días del despertar nacional y republicano,
-después de la llegada a Florencia de las noticias
-de la toma de Roma por los ejércitos de Carlos V<a id="FNanchor_273" href="#Footnote_273" class="fnanchor">[273]</a>, y la
-expulsión de los Médicis<a id="FNanchor_274" href="#Footnote_274" class="fnanchor">[274]</a>. El mismo hombre que en
-tiempo ordinario recomendaba a los suyos que huyeran de
-la política como de la peste, estaba en un estado de sobre-excitación
-que no temía ni a la una ni a la otra. Se quedó
-en Florencia, donde había peste y revolución. La epidemia
-atacó a su hermano Buonarroto, quien murió en sus brazos<a id="FNanchor_275" href="#Footnote_275" class="fnanchor">[275]</a>.
-En octubre de 1528, tomó parte en la deliberación
-para la defensa de la ciudad; el 10 de enero de 1529, fué
-escogido en el <em>Collegium</em> de los <em>Nove di milizia</em> para los trabajos
-de las fortificaciones. El 6 de abril fué nombrado
-por un año <em>governatore generale</em> y <em>procuratore</em> de las fortificaciones
-de Florencia. En junio fué a inspeccionar la
-ciudadela de Pisa y los bastiones de Arezzo y de Liorna;
-y en julio y agosto fué enviado a Ferrara para examinar las
-<span class="pagenum"><a id="Page_167"></a>[Pg 167]</span>famosas obras de defensa y conferenciar con el Duque,
-muy conocedor de fortificaciones.</p>
-
-<p>Miguel Ángel reconoció que el punto más importante de
-la defensa de Florencia era la colina de San Miniato, y decidió
-asegurar esta posesión por medio de bastiones. Pero
-no se sabe por qué se encontró con la oposición del gonfaloniero
-Capponi, quien trató de alejarlo de Florencia<a id="FNanchor_276" href="#Footnote_276" class="fnanchor">[276]</a>.
-Miguel Ángel, sospechando que Capponi y el partido de los
-Médicis querían librarse de él, para impedir la defensa de
-la ciudad, se instaló en San Miniato y no se movió. Su
-desconfianza enfermiza acogía todos los rumores de traición
-que circulaban en una ciudad sitiada, y que en
-este caso eran demasiado fundados. Capponi, que se hizo
-sospechoso, había sido reemplazado como gonfaloniero por
-Francesco Carducci; pero se había nombrado <em>condottiere</em>
-y gobernador general de las tropas florentinas al inquietante
-Malatesta Baglioni, quien más tarde había de entregar
-la ciudad al Papa. Miguel Ángel presentía el crimen.
-Participó sus temores a la Señoría. “El gonfaloniero Carducci,
-en vez de darle las gracias, le contestó injuriosamente,
-y le reprochó que fuera tan desconfiado y medroso”<a id="FNanchor_277" href="#Footnote_277" class="fnanchor">[277]</a>.</p>
-
-<p>Malatesta supo la denuncia de Miguel Ángel; un hombre
-de su temple no retrocedía ante nada para quitarse un
-adversario peligroso; y en Florencia era omnipotente
-como generalísimo. Miguel Ángel se creyó perdido. “Yo
-estaba resuelto, sin embargo&mdash;escribió&mdash;a esperar sin
-temor el fin de la guerra. Pero el martes por la mañana,
-21 de septiembre, alguien vino fuera de la puerta de San
-Niccoló donde yo estaba en los bastiones, y me dijo al oído
-que si quería salvar mi vida, no podía permanecer más
-tiempo en Florencia. Esta misma persona me acompañó
-<span class="pagenum"><a id="Page_168"></a>[Pg 168]</span>a mi casa, comió conmigo, me proporcionó caballos y no
-me dejó hasta verme fuera de Florencia”<a id="FNanchor_278" href="#Footnote_278" class="fnanchor">[278]</a>.</p>
-
-<p>Varchi, completando estos informes agrega que Miguel
-Ángel “mandó ocultar 12,000 florines de oro en tres camisas
-cosidas y prendidas en forma de jubones, y que huyó de
-Florencia no sin dificultad, por la puerta de la Justicia que
-era la menos custodiada, con Rinaldo Corsini y su discípulo
-Antonio Mini”.</p>
-
-<p>“Si era Dios o el diablo quien me empujaba, no lo sé”,
-escribió Miguel Ángel algunos días después. Era su demonio
-habitual de terror demente. ¡Qué tal sería su espanto,
-si es cierto como se dice, que habiéndose detenido en su
-camino, en Castelnuovo, en la casa del antiguo gonfaloniero
-Capponi, le causó con sus relatos una emoción tan fuerte,
-que el pobre viejo murió algunos días después!<a id="FNanchor_279" href="#Footnote_279" class="fnanchor">[279]</a>.</p>
-
-<p>El 23 de septiembre Miguel Ángel estaba en Ferrara.
-Por su excitación, rehusó la hospitalidad que el Duque le
-ofrecía en el castillo y continuó su fuga. Llegó el 25 de
-septiembre a Venecia. La Señoría, habiendo tenido aviso
-de su llegada, le envió dos gentiles hombres para poner a su
-disposición todo lo que necesitara. Pero él, vergonzoso y huraño,
-rehusó y se escondió en el barrio de la Giudecca. No
-se creía aún bastante lejos. Quería huir a Francia. El mismo
-día de su llegada a Venecia, dirige una carta ansiosa y trepidante
-a Battista della Palla, comisionado de Francisco I
-en Italia para la compra de obras de arte.</p>
-
-<p>“Battista, muy querido amigo, he salido de Florencia
-para ir a Francia; al llegar a Venecia me he informado del
-camino y se me ha dicho que era necesario pasar por los
-países alemanes, lo que es muy peligroso y difícil para mí.
-¿Todavía tenéis intención de hacer el viaje? Os lo suplico,
-informadme y decidme dónde queréis que yo os espere; iremos
-<span class="pagenum"><a id="Page_169"></a>[Pg 169]</span>juntos. Os lo suplico, respondedme al recibir esta carta,
-y tan pronto como os sea posible, porque me consumo
-en deseo de partir. Y si ya no deseáis hacer el viaje, hacédmelo
-saber para que yo me decida cueste lo que cueste, a
-irme solo...”<a id="FNanchor_280" href="#Footnote_280" class="fnanchor">[280]</a>.</p>
-
-<p>El Embajador de Francia en Venecia, Lázaro de Baif, se
-apresuró a escribir a Francisco I y al Condestable Montmorency,
-haciéndoles instancias para aprovechar la ocasión
-de que Miguel Ángel se estableciera en la Corte de
-Francia. El Rey mandó ofrecer inmediatamente a Miguel
-Ángel una pensión y una casa. Pero este cambio de cartas
-requirió naturalmente algún tiempo, y cuando llegó la
-oferta de Francisco I, Miguel Ángel ya había vuelto a Florencia.
-Su fiebre se había extinguido; en el silencio de la
-Giudecca había tenido tiempo para avergonzarse de su miedo.
-Su fuga había hecho mucho ruido en Florencia. El
-30 de septiembre la Señoría decretó que todos los que habían
-huido serían proscriptos como rebeldes si no volvían
-antes del 7 de octubre. En esta fecha, los fugitivos fueron
-declarados rebeldes y sus bienes confiscados. Sin embargo,
-el nombre de Miguel Ángel no figuraba todavía en la lista;
-la Señoría le otorgaba un nuevo plazo, y el embajador florentino
-en Ferrara, Galeotto Giugni, advirtió a la República
-que Miguel Ángel había conocido demasiado tarde el
-decreto, y que estaba dispuesto a volver si se le perdonaba.
-La Señoría prometió su perdón a Miguel Ángel y le envió a
-Venecia un salvoconducto con el tallador de piedras Bastiano
-di Francesco.</p>
-
-<p>Bastiano le entregó diez cartas de amigos que le conjuraban
-todos a regresar<a id="FNanchor_281" href="#Footnote_281" class="fnanchor">[281]</a>. Entre ellos, el generoso Battista
-della Palla lo llamaba con palabras llenas de amor patrio:</p>
-
-<p>“Todos vuestros amigos, sin distinción de opiniones, sin
-<span class="pagenum"><a id="Page_170"></a>[Pg 170]</span>vacilar, con una sola voz, os exhortan a volver para conservar
-vuestra vida, vuestra patria, vuestros amigos,
-vuestros bienes y vuestro honor, para gozar de los tiempos
-nuevos que tan ardientemente habéis deseado y esperado”.</p>
-
-<p>Creía que la edad de oro había vuelto para Florencia y
-no dudaba del triunfo de la buena causa. El infeliz debía
-ser una de las primeras víctimas de la reacción, después del
-retorno de los Médicis.</p>
-
-<p>Sus palabras decidieron a Miguel Ángel. Volvió lentamente:
-Battista della Palla que fué a encontrarlo a Lucca
-lo esperó muchos días y ya comenzaba a desesperar<a id="FNanchor_282" href="#Footnote_282" class="fnanchor">[282]</a>.
-Al fin el 20 de noviembre Miguel Ángel volvió a
-Florencia<a id="FNanchor_283" href="#Footnote_283" class="fnanchor">[283]</a>. El día 23 su sentencia de proscripción fué
-levantada por la Señoría, pero se decidió que el Gran Consejo
-estaría cerrado para él por tres años<a id="FNanchor_284" href="#Footnote_284" class="fnanchor">[284]</a>.</p>
-
-<p>Desde entonces Miguel Ángel cumplió bravamente con
-su deber hasta el fin. Volvió a su puesto en San Miniato,
-que los enemigos bombardeaban desde hacía un mes; hizo
-fortificar de nuevo la colina, e inventó máquinas nuevas,
-y se dice que salvó el <em>campanile</em> cubriéndolo con bultos de
-lana y colchones colgados con cuerdas<a id="FNanchor_285" href="#Footnote_285" class="fnanchor">[285]</a>. El último
-<span class="pagenum"><a id="Page_171"></a>[Pg 171]</span>indicio que se tiene de su actividad durante el sitio, es
-una noticia de 22 de febrero de 1530, que nos lo muestra
-trepando sobre la cúpula de la catedral, para vigilar los
-movimientos del enemigo o para inspeccionar el estado de
-la misma cúpula.</p>
-
-<p>Sin embargo, la desgracia prevista se cumplió. El 2 de
-agosto de 1530, Malatesta Baglioni defeccionó. El día
-12 capituló Florencia, y el Emperador entregó la ciudad
-al Comisario del Papa, Baccio Valori. Entonces comenzaron
-las ejecuciones. Los primeros días nada detuvo la
-venganza de los vencedores. Los mejores amigos de Miguel
-Ángel&mdash;Battista della Palla entre ellos&mdash;fueron las
-primeras víctimas. Miguel Ángel se ocultó, según se cuenta,
-en el campanario de San Niccoló-oltr’Arno. Tenía motivos
-justos para temer, porque había circulado el rumor de que
-tuvo intenciones de destruir el Palacio de los Médicis.
-Pero Clemente VII no le había perdido su cariño. Si
-creemos a Sebastián del Piombo, se entristeció mucho por
-lo que supo de Miguel Ángel durante el sitio; pero se contentaba
-con alzar los hombros y decir:</p>
-
-<p>“Miguel Ángel no tiene razón; yo nunca le he hecho
-ningún mal”<a id="FNanchor_286" href="#Footnote_286" class="fnanchor">[286]</a>. Inmediatamente que se apagó la primera
-cólera de los proscriptores, Clemente VII escribió a
-Florencia; ordenaba que se buscara a Miguel Ángel, agregando
-que si quería continuar en el trabajo de las tumbas
-de los Médicis, debía ser tratado con todas las consideraciones
-que merecía<a id="FNanchor_287" href="#Footnote_287" class="fnanchor">[287]</a>.</p>
-
-<p>Miguel Ángel salió de su escondite y reanudó el trabajo
-destinado a glorificar a los mismos a quienes había combatido.
-Su desgracia lo obligó a más aún: consintió en
-esculpir el <em>Apolo tomando una flecha de su carcax</em>, para
-Baccio Valori, el instrumento de las más bajas comisiones
-<span class="pagenum"><a id="Page_172"></a>[Pg 172]</span>del Papa, el asesino de su amigo Battista della Palla<a id="FNanchor_288" href="#Footnote_288" class="fnanchor">[288]</a>.
-Poco después tuvo que renegar de los proscriptos florentinos<a id="FNanchor_289" href="#Footnote_289" class="fnanchor">[289]</a>.
-¡Lamentable debilidad de un gran hombre,
-reducido a defender por medio de cobardías la vida de sus
-sueños artísticos contra la brutalidad asesina de la fuerza
-material, que podía impunemente aplastarlo! No sin razón
-debía consagrar todo el fin de su vida a elevar un monumento
-sobrehumano al Apóstol Pedro: más de una vez,
-como él, tuvo que llorar al oír el canto del gallo.</p>
-
-<p>Forzado a mentir, obligado a adular a un Valori, a celebrar
-a un Lorenzo, Duque de Urbino, estallaba de dolor
-y de vergüenza. Se entregó al trabajo y puso en él toda su
-rabia de aniquilamiento<a id="FNanchor_290" href="#Footnote_290" class="fnanchor">[290]</a>. No esculpió la estatua de
-los Médicis, sino la estatua de su desesperación. Cuando
-se le hacía notar la falta de parecido en los rostros de Juliano
-y Lorenzo de Médicis, respondía soberbiamente:
-“¿Quién los verá dentro de diez siglos?” Del uno hizo la
-Acción, del otro el Pensamiento, y las estatuas del zócalo
-que sirven como de comentario&mdash;<em>el Día</em> y <em>la Noche</em>, <em>la
-Aurora</em> y <em>el Crepúsculo</em>&mdash;expresan el sufrimiento de vivir
-y el desprecio de todo lo que existe. Estos inmortales
-<span class="pagenum"><a id="Page_173"></a>[Pg 173]</span>símbolos del dolor humano, fueron terminados en 1531<a id="FNanchor_291" href="#Footnote_291" class="fnanchor">[291]</a>.
-¡Suprema ironía! nadie los comprendió. Un Giovanni
-Strozzi, contemplando la formidable <em>Noche</em>, hacía <em>concetti</em>:</p>
-
-<p>“La <em>Noche</em> que tú ves dormir, tan graciosamente, fué
-esculpida por un Ángel en esta roca; y puesto que habla,
-vive. Si no lo crees, despiértala y te hablará”.</p>
-
-<p>Miguel Ángel respondió: “El sueño me es grato, y
-más todavía el ser de piedra mientras que duren el crimen
-y la vergüenza. No ver, no sentir, es para mí una gran
-ventura; por eso no me despiertes, habla en voz baja”.</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>Caro m’è’l sonno et più l’esser di sasso,<br />
-Mentre che’l danno e la vergogna dura.<br />
-Non veder, non sentir m’è gran ventura;<br />
-Pero non mi destar, deh! parla basso.</em><a id="FNanchor_292" href="#Footnote_292" class="fnanchor">[292]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="p1">Y en otra poesía exclamaba: “El cielo está dormido,
-puesto que uno solo se apropia los bienes de muchos
-hombres”.</p>
-
-<p>Y Florencia responde a sus gemidos<a id="FNanchor_293" href="#Footnote_293" class="fnanchor">[293]</a>: “No interrumpáis
-vuestros santos pensamientos; el que cree haberos
-despojado de mí, no goza de su gran crimen por causa
-de su gran miedo. Menor alegría es para los amantes
-la plenitud del goce que extingue el deseo, que la miseria
-llena de esperanza”<a id="FNanchor_294" href="#Footnote_294" class="fnanchor">[294]</a>.</p>
-
-<p>Hay que pensar en lo que fué el saqueo de Roma y la
-caída de Florencia para los espíritus de entonces. Una
-quiebra espantosa de la razón, un derrumbamiento.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_174"></a>[Pg 174]</span></p>
-
-<p>Muchos ya no se volvieron a levantar. Un Sebastián
-del Piombo cae en un escepticismo despreocupado: “He
-llegado a tal extremo que el universo podría hundirse sin
-que a mí me importe, y me río de todo... No me parece
-que todavía sea yo el Bastiano de antes del saqueo, no
-puedo volver en mí”<a id="FNanchor_295" href="#Footnote_295" class="fnanchor">[295]</a>.</p>
-
-<p>Miguel Ángel piensa en matarse: “Si alguna vez es
-permitido darse la muerte, sería muy justo que este derecho
-perteneciera a quien, lleno de fe, vive esclavo y miserable”<a id="FNanchor_296" href="#Footnote_296" class="fnanchor">[296]</a>.
-Estaba en una convulsión de espíritu. Cayó
-enfermo en junio de 1531. Clemente VII se esforzaba
-en vano por tranquilizarlo. Le mandaba decir por conducto
-de su Secretario y de Sebastián del Piombo, que no
-se excediera en el trabajo, que tuviera moderación para
-no fatigarse, que de vez en cuando diera un paseo, que no
-se redujera a la condición de un rudo operario<a id="FNanchor_297" href="#Footnote_297" class="fnanchor">[297]</a>. En el
-otoño de 1531 se temía por su vida. Uno de sus amigos
-escribía a Valori: “Miguel Ángel está extenuado y enflaquecido.
-He hablado de ello últimamente con Bugiardini
-y Antonio Mini, y estamos de acuerdo en que no vivirá
-<span class="pagenum"><a id="Page_175"></a>[Pg 175]</span>mucho si no se le cuida seriamente. Trabaja demasiado,
-come poco y mal, y duerme todavía menos. Desde hace
-un año sufre dolores de cabeza y de corazón”<a id="FNanchor_298" href="#Footnote_298" class="fnanchor">[298]</a>. Clemente
-VII se preocupó; el 21 de noviembre de 1531 un
-Breve del Papa prohibió a Miguel Ángel, bajo pena de
-excomunión, trabajar en otra cosa más que en la tumba de
-Julio II y en la de los Médicis, para que pudiera conservar
-su salud “y glorificar por más tiempo a Roma, a su familia
-y a sí mismo”<a id="FNanchor_299" href="#Footnote_299" class="fnanchor">[299]</a>.</p>
-
-<p>Lo protegió contra las impertinencias de Valori y de los
-ricos pedigüeños que iban, según la costumbre, a mendigar
-obras de arte y a imponer a Miguel Ángel nuevos trabajos.
-“Cuando te pidan un cuadro, debes sujetarte en el pie tu
-pincel, pintar cuatro rasgos y decir: el cuadro está hecho”<a id="FNanchor_300" href="#Footnote_300" class="fnanchor">[300]</a>.
-Se interpuso entre Miguel Ángel y los herederos
-de Julio II, que se hacían cada vez más amenazantes<a id="FNanchor_301" href="#Footnote_301" class="fnanchor">[301]</a>.
-En 1532 se firmó un cuarto contrato entre los representantes
-del duque de Urbino y Miguel Ángel, respecto a
-la tumba; Miguel Ángel prometió hacer un nuevo modelo
-del monumento, muy reducido<a id="FNanchor_302" href="#Footnote_302" class="fnanchor">[302]</a>, terminarlo en tres
-años y pagar todos los gastos, así como dos mil ducados
-por todo lo que había recibido ya de Julio II y de sus herederos.
-“Bastará con que se encuentre en la obra, escribe
-Sebastián del Piombo a Miguel, un poco de vuestro
-olor”. <em>Un poco del vostro odore</em><a id="FNanchor_303" href="#Footnote_303" class="fnanchor">[303]</a>. Tristes condiciones,
-<span class="pagenum"><a id="Page_176"></a>[Pg 176]</span>porque lo que así firmaba Miguel Ángel era el fracaso de
-su gran proyecto y todavía tenía que pagar por esto. Pero
-en verdad lo que firmaba Miguel Ángel en cada una de
-sus obras desesperadas, era el fracaso de su vida, el fracaso
-de la Vida.</p>
-
-<p>Después del proyecto del monumento de Julio II se
-hundió el proyecto de las tumbas de los Médicis. Clemente
-VII murió el 25 de septiembre de 1534; y Miguel Ángel,
-por fortuna, estaba entonces ausente de Florencia. Desde
-hacía mucho tiempo vivía allí con inquietud porque el duque
-Alejandro de Médicis lo odiaba. Si no hubiera sido por
-el respeto del Papa, lo hubiera mandado matar<a id="FNanchor_304" href="#Footnote_304" class="fnanchor">[304]</a>. Su
-enemitad había crecido aún, desde que Miguel Ángel
-se había rehusado a contribuir a la sujeción de Florencia
-elevando una fortaleza para dominar la ciudad; rasgo
-de valor que demuestra bastante en este hombre tímido
-la grandeza de su amor a la patria.</p>
-
-<p>Desde hacía mucho tiempo Miguel Ángel esperaba todo
-de parte del duque; y cuando Clemente VII murió no
-pudo salvarse más que por la casualidad que lo hizo estar
-en aquel momento fuera de Florencia, adonde no volvió
-ya más<a id="FNanchor_305" href="#Footnote_305" class="fnanchor">[305]</a>. La Capilla de los Médicis no fué nunca terminada.
-Lo que conocemos con este nombre no tiene
-más que una lejana relación con lo que había soñado
-Miguel Ángel; apenas nos queda el esqueleto de la decoración
-mural. No solamente Miguel Ángel no había ejecutado
-ni la mitad de las estatuas<a id="FNanchor_306" href="#Footnote_306" class="fnanchor">[306]</a>, ni las pinturas que
-<span class="pagenum"><a id="Page_177"></a>[Pg 177]</span>proyectaba<a id="FNanchor_307" href="#Footnote_307" class="fnanchor">[307]</a>; pero cuando sus discípulos se esforzaron
-más tarde por descubrir y completar su pensamiento, él
-mismo no fué capaz de decirles cuál había sido<a id="FNanchor_308" href="#Footnote_308" class="fnanchor">[308]</a>; había
-renunciado tan absolutamente a todas sus empresas, que
-las había olvidado.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>El 23 de septiembre de 1534, Miguel Ángel volvió a
-Roma, donde debía permanecer hasta su muerte<a id="FNanchor_309" href="#Footnote_309" class="fnanchor">[309]</a>. Hacía
-veintiún años que la había dejado. En estos veintiún
-años, había hecho tres estatuas del monumento no terminado
-de Julio II, siete estatuas no terminadas del monumento
-no terminado de los Médicis, el Vestíbulo no terminado
-de la <em>Laurenziana</em>, el Cristo no terminado de Santa
-María de la Minerva, el <em>Apolo</em> no terminado para Baccio
-Valori. Había perdido su salud, su energía, su fe en el
-arte y en la patria. Había perdido el hermano a quien
-quería más<a id="FNanchor_310" href="#Footnote_310" class="fnanchor">[310]</a>. Había perdido a su padre que adoraba<a id="FNanchor_311" href="#Footnote_311" class="fnanchor">[311]</a>.
-A la memoria del uno y del otro había elevado un poema
-de dolor, admirable, incompleto como todo lo que hacía,
-ardiendo por la pasión de morir:</p>
-
-<p>“...Ahora que el cielo te arrancó de nuestra miseria,
-ten compasión de mí que vivo muerto!... has matado a
-la muerte y te has hecho divino; no temes los cambios de
-la vida y del deseo; apenas puedo escribirlo sin envidia. La
-<span class="pagenum"><a id="Page_178"></a>[Pg 178]</span>fortuna y el tiempo que nos traen únicamente la alegría
-dudosa y la desgracia segura, no se atreven a pasar vuestra
-puerta. Ninguna nube obscurece vuestra luz, el paso de
-las horas no os inquieta, la necesidad y el azar no os impulsan.
-La noche no amortigua vuestro esplendor, ni el
-día lo aumenta a pesar de su claridad. Por tu muerte
-aprendo a morir, mi querido padre. La muerte no es, como
-algunos creen, lo peor para aquél cuyo último día es el
-primero y eterno cerca del trono de Dios. Ahí espero y
-creo volver a verte, por la gracia de Dios, si mi razón arranca
-a mi corazón del fango terrestre y si el máximo amor
-entre el padre y el hijo crece en el cielo como todas las
-virtudes”<a id="FNanchor_312" href="#Footnote_312" class="fnanchor">[312]</a>.</p>
-
-<p>Nada lo retiene ya en la tierra: ni arte, ni ambiciones,
-ni ternura, ni esperanza de ninguna especie. Tiene sesenta
-años, su vida parece terminada; está solo, no cree en sus
-obras; tiene la nostalgia de la muerte, el deseo apasionado
-de escapar al fin, “del cambio del ser y del deseo, de la
-violencia de las horas, de la tiranía, de la necesidad y del
-azar”.</p>
-
-<p>“...¡Ay de mí! ¡Ay de mí! he sido traicionado por mis
-días fugaces... he esperado demasiado; el tiempo ha
-huido y yo me encuentro viejo. Ya no puedo arrepentirme
-ni recogerme con la muerte cerca de mí. Lloro en vano:
-no hay desgracia igual al tiempo perdido...”.</p>
-
-<p>“¡Ay de mí! ¡Ay de mí!... ¡cuando vuelvo los ojos hacia
-mi pasado no encuentro ni un solo día que haya sido mío!
-Las falsas esperanzas y el vano deseo, lo reconozco ahora,
-me han tenido llorando, amando, ardiendo y suspirando&mdash;porque
-ningún afecto mortal me es desconocido&mdash;lejos de
-la verdad... ¡Ay de mí!, ¡ay de mí! No sé adónde voy y
-tengo miedo, y si no me equivoco&mdash;¡oh!, Dios quiera que
-me equivoque&mdash;veo el castigo eterno, ¡oh Señor!, por el mal
-que he hecho conociendo el bien, y ya no sé qué esperar...”<a id="FNanchor_313" href="#Footnote_313" class="fnanchor">[313]</a>.</p>
-
-<div class="chapter">
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_264" href="#FNanchor_264" class="label">[264]</a> <em>Poesías</em>, XLIX.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_265" href="#FNanchor_265" class="label">[265]</a> Carta de septiembre de 1512, a propósito de lo que había dicho
-sobre el saqueo de Prato por los Imperiales, aliados de los Médicis.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_266" href="#FNanchor_266" class="label">[266]</a> Carta de Miguel Ángel a Buonarroto (septiembre de 1512).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_267" href="#FNanchor_267" class="label">[267]</a> “No soy un loco, como os imagináis...”. (Miguel Ángel a Buonarroto,
-septiembre de 1515).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_268" href="#FNanchor_268" class="label">[268]</a> Miguel Ángel a Buonarroto (septiembre y octubre de 1512).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_269" href="#FNanchor_269" class="label">[269]</a> En 1545.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_270" href="#FNanchor_270" class="label">[270]</a> Donato Giannotti fué para quien hizo Miguel Ángel el busto de
-<em>Brutus</em>. Algunos años antes de <em>El Diálogo</em>, en 1536, Alejandro de Médicis
-había sido asesinado por Lorenzino, quien fué celebrado como un
-nuevo Bruto.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_271" href="#FNanchor_271" class="label">[271]</a> <em>De’giorni che Dante consumò nel cercare l’Inferno e’l Purgatorio.</em>
-La cuestión que discuten los amigos es la de saber cuántos días pasó
-Dante en el infierno: ¿fué del viernes en la tarde al sábado en la tarde,
-o del jueves en la tarde al domingo por la mañana? Se recurre a Miguel
-Ángel, quien conocía la obra del Dante mejor que nadie.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_272" href="#FNanchor_272" class="label">[272]</a> Miguel Ángel, o Giannotti, que habla en nombre suyo, tiene
-cuidado de distinguir de los tiranos a los reyes hereditarios o príncipes
-constitucionales: “Yo no hablo aquí de los príncipes que poseen su
-poder por la autoridad de los siglos o por la voluntad del pueblo, y que
-gobiernan sus ciudades en perfecto acuerdo espiritual con el pueblo”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_273" href="#FNanchor_273" class="label">[273]</a> Mayo 6 de 1527.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_274" href="#FNanchor_274" class="label">[274]</a> Expulsión de Hipólito y Alejandro de Médicis (mayo 17 de
-1527).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_275" href="#FNanchor_275" class="label">[275]</a> Julio 2 de 1528.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_276" href="#FNanchor_276" class="label">[276]</a> Busini, según las confidencias de Miguel Ángel.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_277" href="#FNanchor_277" class="label">[277]</a> Condivi. “Y seguramente, agrega Condivi, hubiera hecho mejor
-escuchando el buen consejo; porque cuando los Médicis volvieron
-fué decapitado”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_278" href="#FNanchor_278" class="label">[278]</a> Carta de Miguel Ángel a Battista della Palla (septiembre 25
-de 1529).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_279" href="#FNanchor_279" class="label">[279]</a> Segni.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_280" href="#FNanchor_280" class="label">[280]</a> Carta de Miguel Ángel a Battista della Palla (septiembre 25
-de 1529).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_281" href="#FNanchor_281" class="label">[281]</a> Octubre 22 de 1529.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_282" href="#FNanchor_282" class="label">[282]</a> Le escribió otras cartas conjurándolo para que volviera.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_283" href="#FNanchor_283" class="label">[283]</a> Cuatro días antes, su pensión le había sido retirada por decreto
-de la Señoría.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_284" href="#FNanchor_284" class="label">[284]</a> Según una carta de Miguel Ángel a Sebastián del Piombo, debía
-también pagar a la Comuna una multa de 1,500 ducados.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_285" href="#FNanchor_285" class="label">[285]</a> “Cuando el Papa Clemente y los españoles pusieron sitio a
-Florencia&mdash;cuenta Miguel Ángel a Francisco de Holanda&mdash;los enemigos
-fueron mucho tiempo detenidos por las máquinas que yo hice
-construir sobre la terraza. Una noche hacía yo que se cubriera el exterior
-de los muros con sacos de lana; otra, mandaba cavar fosos para llenarlos
-de pólvora y hacerlos estallar, quemando a los Castellanos de
-tal modo que saltaran por el aire sus miembros desgarrados... ¡Para
-eso sirve la pintura! para las máquinas y los instrumentos de guerra;
-para dar una forma conveniente a las bombardas y a los arcabuces; para
-construir puentes y confeccionar escalas, y sobre todo para los planos
-y las proporciones de las fortalezas, de los bastiones, de los fosos,
-de las minas y de las contraminas...”. (Francisco de Holanda:
-<em>Diálogo sobre la pintura en la ciudad de Roma</em>. Tercera parte, 1549).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_286" href="#FNanchor_286" class="label">[286]</a> Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel (abril 29 de
-1531).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_287" href="#FNanchor_287" class="label">[287]</a> Condivi. Desde el 11 de diciembre de 1530, la pensión de Miguel
-Ángel fué restablecida por el Papa.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_288" href="#FNanchor_288" class="label">[288]</a> Otoño de 1530. La estatua está en el <em>Museo Nazionale</em> de
-Florencia.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_289" href="#FNanchor_289" class="label">[289]</a> En 1544.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_290" href="#FNanchor_290" class="label">[290]</a> En estos mismos años, los más sombríos de su vida, Miguel
-Ángel, por una reacción salvaje de su naturaleza contra el pesimismo
-cristiano que lo ahogaba, ejecutó obras de un paganismo audaz, como
-la <em>Leda acariciada por el Cisne</em>&mdash;1529-1530&mdash;la cual, pintada para el
-duque de Ferrara, obsequiada después por Miguel Ángel a su discípulo
-Antonio Mini, fué llevada por este último a Francia donde se dice que
-fué destruida por el año de 1643, a causa de su aspecto lascivo, por
-Sublet des Noyers. Un poco más tarde, Miguel Ángel pintó para Bartolommeo
-Bettini, una <em>Venus acariciada por el amor</em>, de la cual Pontormo
-hizo un cuadro que está en los Uffizi. Otros dibujos de un impudor
-grandioso y severo son probablemente de la misma época. Carlos
-Blanc describe uno de ellos: “En él se ven los transportes de una mujer
-violada, que se defiende contra un robusto raptor, pero no sin expresar
-un involuntario sentimiento de dicha y orgullo”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_291" href="#FNanchor_291" class="label">[291]</a> La <em>Noche</em> fué esculpida probablemente en el otoño de 1530;
-estaba terminada en la primavera de 1531; la <em>Aurora</em>, en septiembre
-de 1531; el <em>Crepúsculo</em> y el <em>Día</em>, un poco después. Véase doctor Ernst
-Steinmann: <em>Das Geheimnis der Medicigraber Michel Angelos</em>, 1907,
-Hiersemann. Leipzig.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_292" href="#FNanchor_292" class="label">[292]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 16, 17. Según Frey de fecha de 1545.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_293" href="#FNanchor_293" class="label">[293]</a> Miguel Ángel imagina un diálogo entre Florencia y los florentinos
-desterrados.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_294" href="#FNanchor_294" class="label">[294]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 48. Véase Apéndice VII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_295" href="#FNanchor_295" class="label">[295]</a> Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel, de 24 de febrero
-de 1531. Era la primera carta que le escribía después del saqueo de
-Roma:
-</p>
-
-<p>“Dios sabe cuán feliz he sido porque después de tantas miserias y
-peligros, el Todopoderoso nos haya dejado vivos y con buena salud
-por su misericordia y su piedad. Cuando pienso en ello me parece una
-cosa verdaderamente maravillosa... Ahora, compadre mío, que
-hemos pasado por el agua y por el fuego y hemos sufrido cosas inimaginables,
-demos gracias a Dios por todo, y pasemos al menos el resto
-de nuestra vida en el mayor reposo posible. Hay que contar muy poco
-con la Fortuna, porque es pérfida y dolorosa...”.
-</p>
-
-<p>En esta época se violaba la correspondencia. Sebastián recomendaba
-a Miguel Ángel, considerado como sospechoso, que desfigurara su escritura.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_296" href="#FNanchor_296" class="label">[296]</a> <em>Poesías</em>, XXXVIII. Véase Apéndice VIII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_297" href="#FNanchor_297" class="label">[297]</a> “...<em>Non voria che ve fachinasti tanto</em>...”. Carta de Pier
-Paolo Marzi a Miguel Ángel, junio 20 de 1531. Véase carta de Sebastián
-del Piombo a Miguel Ángel (junio 16 de 1531).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_298" href="#FNanchor_298" class="label">[298]</a> Carta de Giovanni Battista di Paolo Mini a Valori, de 29 de
-septiembre de 1531.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_299" href="#FNanchor_299" class="label">[299]</a> “...<em>Né aliquo modo laborare debeas, nisi in sepultura et opera
-nostra, quam tibi commisimus</em>...”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_300" href="#FNanchor_300" class="label">[300]</a> Carta de Benvenuto della Volpaja a Miguel Ángel. Noviembre
-26 de 1531.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_301" href="#FNanchor_301" class="label">[301]</a> “Si no tuvierais el escudo del Papa, le escribe Sebastián, saltarían
-como serpientes”. (<em>Saltariano come serpenti.</em>) Marzo 5 de 1532.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_302" href="#FNanchor_302" class="label">[302]</a> Ya no se trataba más que de entregar para la tumba, que debía
-ser levantada en San Pedro Ad Víncula, seis estatuas comenzadas y
-no terminadas:&mdash;sin duda el <em>Moisés</em>, la <em>Victoria</em> y los <em>Esclavos</em> y las
-figuras de la gruta Boboli.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_303" href="#FNanchor_303" class="label">[303]</a> Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel (abril 6 de 1532).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_304" href="#FNanchor_304" class="label">[304]</a> Muchas veces Clemente VII tuvo que tomar la defensa de
-Miguel Ángel, contra su sobrino Alejandro. Sebastián del Piombo
-cuenta a Miguel Ángel una escena de este género en la cual “el Papa
-habló con tanta vehemencia, furor, y resentimiento, en términos tan
-terribles, que no es permitido escribirlos”. (Agosto 16 de 1533).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_305" href="#FNanchor_305" class="label">[305]</a> Condivi.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_306" href="#FNanchor_306" class="label">[306]</a> Miguel Ángel había ejecutado parcialmente siete estatuas, y
-las dos tumbas de Lorenzo de Urbina y de Julián de Nemours y la
-Madona. No había comenzado las cuatro estatuas de los ríos, que
-quería hacer, y abandonó a otros las figuras para las tumbas de Lorenzo
-el Magnífico y de Julián, hermano de Lorenzo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_307" href="#FNanchor_307" class="label">[307]</a> Vasari preguntó a Miguel Ángel en 17 de marzo de 1563, “que
-qué pensaba hacer respecto a las pinturas sobre los muros”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_308" href="#FNanchor_308" class="label">[308]</a> No se supo siquiera dónde colocar las estatuas ya hechas, ni
-cuáles había querido hacer para los nichos que estaban vacíos. En
-vano Vasari y Ammanati, encargados por el duque Cosme I de acabar
-la obra emprendida por Miguel Ángel, se dirigieron a él: no se acordaba
-de nada. “La memoria y el espíritu se me han anticipado, escribía en
-agosto de 1557, para esperarme en el otro mundo”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_309" href="#FNanchor_309" class="label">[309]</a> Miguel Ángel recibió los derechos de ciudadano romano el 20
-de marzo de 1546.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_310" href="#FNanchor_310" class="label">[310]</a> Buonarroto, muerto de la peste en 1528.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_311" href="#FNanchor_311" class="label">[311]</a> En junio de 1534.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_312" href="#FNanchor_312" class="label">[312]</a> <em>Poesías</em>, LVIII. Véase Apéndice IX.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_313" href="#FNanchor_313" class="label">[313]</a> <em>Poesías</em>, XLIX. Véase Apéndice X.</p></div></div>
-</div>
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_179"></a>[Pg 179]</span></p>
-<p class="half-page">LA ABDICACIÓN</p>
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<div class="figcenter illowp48" id="p181ilo" style="max-width: 14.25em;">
- <img class="w100" src="images/p181ilo.jpg" alt="p179ilo" />
-</div>
-</div>
-
-<h2 class="nobreak">I<br />
- AMOR</h2>
-
-
-<div class="blockquot">
-<p><em>I’me la morte, in te la vita mia.</em><a id="FNanchor_314" href="#Footnote_314" class="fnanchor">[314]</a></p>
-</div>
-
-
-<p class="p1">Entonces, en este corazón despedazado, después
-de renunciar a todo lo que lo hacía vivir, se levantó
-una vida nueva, refloreció una primavera, el
-amor ardió con una llama más clara. Pero este amor no
-<span class="pagenum"><a id="Page_180"></a></span>
-<span class="pagenum"><a id="Page_181"></a></span>
-tenía casi nada de egoísta ni de sensual. Fué la adoración
-mística de la belleza de un Cavalieri; fué la religiosa amistad
-de Vittoria Colonna, comunión apasionada de dos
-almas en Dios; fué, en fin, la ternura paternal para sus
-<span class="pagenum"><a id="Page_182"></a>[Pg 182]</span>sobrinos huérfanos, la piedad para los pobres y para los
-débiles, la santa caridad.</p>
-
-<p>El amor de Miguel Ángel para Tommaso dei Cavalieri es
-muy propio para desconcertar a la mayoría de los espíritus,
-ya sean bien o mal intencionados. Hasta en la Italia del
-fin del Renacimiento era muy a propósito para provocar
-interpretaciones desagradables; el Aretino lo comentaba
-injuriosamente<a id="FNanchor_315" href="#Footnote_315" class="fnanchor">[315]</a>. Pero las injurias de los Aretinos, porque
-siempre los hay, no pueden alcanzar a un Miguel Ángel.
-“Se forman en su corazón un Miguel Ángel del género de su
-propio corazón”<a id="FNanchor_316" href="#Footnote_316" class="fnanchor">[316]</a>.</p>
-
-<p>Ninguna alma fué más pura que la de Miguel Ángel;
-nadie tuvo del amor un concepto más religioso.</p>
-
-<p>“Con frecuencia he oído&mdash;decía Condivi&mdash;a Miguel Ángel
-hablando del amor; y los que estaban presentes decían
-que Platón no hablaba de otro modo. Por mi parte, yo no sé
-lo que Platón dijo; pero sé muy bien que después de haber
-tenido por mucho tiempo amistad íntima con él, nunca oí
-salir de sus labios más que conceptos honorables que tenían
-fuerza para extinguir en los jóvenes los deseos desordenados
-que los agitan”.</p>
-
-<p>Pero este idealismo platónico, no tenía nada de literario
-ni de frío; se adunaba con una fuerza del pensamiento que
-hacía de Miguel Ángel una verdadera víctima de todo lo
-bello que veía. El propio Miguel Ángel no lo ignoraba y
-un día, al rehusar una invitación de su amigo Giannotti,
-dijo:</p>
-
-<p>“Cuando veo a un hombre que posee algún talento o algún
-don del espíritu, un hombre que logra hacer o decir
-<span class="pagenum"><a id="Page_183"></a>[Pg 183]</span>algo mejor que el resto del mundo, me siento atraído
-hacia él y me entrego de tal modo que ya no me pertenezco
-a mí mismo... todos vosotros estáis tan bien dotados que
-si aceptara vuestra invitación, perdería mi libertad; cada
-uno de vosotros me robaría un pedazo de mí mismo. Hasta
-el bailarín y el tocador de laúd, si fueran eminentes en su
-arte, harían de mí lo que quisieran. En vez de descansar,
-fortificarme y recobrar la serenidad en vuestra compañía,
-quedaría mi alma desgarrada y dispersa a todos los vientos,
-de tal manera que durante muchos días después no sabría
-yo en qué mundo me muevo”<a id="FNanchor_317" href="#Footnote_317" class="fnanchor">[317]</a>.</p>
-
-<p>Si así lo conquistaban la belleza de los pensamientos de
-las palabras o de los sentidos, mucho más lo conmovía la
-belleza del cuerpo.</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>La forza d’un bel viso a che mi sprona!<br />
-C’altro non è c’al mondo mi diletti</em><a id="FNanchor_318" href="#Footnote_318" class="fnanchor">[318]</a>...</p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="indent5 p1">“La fuerza de un rostro hermoso es para mí un gran estímulo<br />
-y no hay nada en el mundo que me produzca tanto deleite”.</p>
-
-<p class="p1">Para este creador de formas admirables, que era al mismo
-tiempo un gran creyente, un hermoso cuerpo era divino,
-un hermoso cuerpo era como Dios mismo, apareciendo bajo
-el velo de la carne. Como Moisés frente a la zarza ardiente,
-Miguel Ángel se aproximaba tembloroso. El
-objeto de su adoración era verdaderamente para él, como
-decía, un <em>Ídolo</em>. Se prosternaba a sus pies, y esta humillación
-voluntaria del gran hombre, penosa para el mismo
-Cavalieri, era tanto más extraña cuanto que con frecuencia
-el ídolo de bello rostro tenía un alma vulgar y despreciable
-como Febo di Poggio. Pero Miguel Ángel no veía nada...
-¿No veía en verdad?&mdash;no quería ver nada;&mdash;en su corazón
-era donde modelaba la estatua apenas esbozada.</p>
-
-<p>El más antiguo de sus amantes ideales, de sus ensueños
-<span class="pagenum"><a id="Page_184"></a>[Pg 184]</span>vivientes, fué Gherardo Perini, por el año de 1522<a id="FNanchor_319" href="#Footnote_319" class="fnanchor">[319]</a>. Miguel
-Ángel se enamoró de Febo di Poggio en 1533, y de Cecchino
-dei Bracci en 1544<a id="FNanchor_320" href="#Footnote_320" class="fnanchor">[320]</a>. Su amistad para Cavalieri no
-fué pues exclusiva y única, pero fué durable y alcanzó un
-grado de exaltación, justificada, hasta cierto punto, no solamente
-por la belleza sino por la nobleza moral de su amigo.</p>
-
-<p>Dice Vasari: “Por encima de todos, sin comparación,
-<span class="pagenum"><a id="Page_185"></a>[Pg 185]</span>amó a Tommaso dei Cavalieri, gentilhombre romano, joven
-y apasionado por el arte; hizo de él un retrato de tamaño
-natural, el único retrato que dibujó, porque tenía horror de
-copiar a una persona viva a menos que no fuese de una
-incomparable belleza”.</p>
-
-<p>Varchi agrega:</p>
-
-<p>“Cuando vi en Roma a Messer Tommaso Cavalieri, tenía
-no solamente una incomparable belleza, sino maneras tan
-agraciadas, un espíritu tan distinguido y una conducta
-tan noble que bien merecía ser amado mientras más se le
-conocía”<a id="FNanchor_321" href="#Footnote_321" class="fnanchor">[321]</a>.</p>
-
-<p>Miguel Ángel lo conoció en Roma en el otoño de 1532.
-La primera carta que Cavalieri escribió contestando a las
-declaraciones inflamadas de Miguel Ángel, está llena de
-dignidad:</p>
-
-<p>“He recibido una carta vuestra que me ha sido tanto más
-grata cuanto era inesperada; digo inesperada, porque no
-me juzgo digno de que un hombre como vos me escriba.
-En cuanto a lo que decís en mi alabanza y de mis trabajos,
-por los cuales me aseguráis una simpatía no pequeña, os
-respondo que no son de naturaleza tal para que un hombre
-de genio como el vuestro, como no existe otro sobre la tierra,
-ya no digo igual, pero ni siquiera aproximado, escriba a un
-joven que principia apenas y que es tan ignorante. Yo no
-creo que me mintáis, pero sí creo, estoy seguro, de que el
-afecto que me tenéis no tiene otra causa más que el amor que
-un hombre como vos debe necesariamente tener para los
-que se consagran al arte y lo aman. Yo soy de éstos, y en este
-punto no cedo a nadie. Os devuelvo vuestro afecto, lo prometo;
-nunca he estimado a un hombre tanto como a vos,
-nunca he deseado una amistad tanto como la vuestra. Os
-suplico que me tengáis por vuestro servidor, cuando sea
-oportuno, y me recomiendo eternamente a vos. Vuestro
-muy adicto, Tommaso Cavalieri”<a id="FNanchor_322" href="#Footnote_322" class="fnanchor">[322]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_186"></a>[Pg 186]</span></p>
-
-<p>Cavalieri parece haber conservado siempre este tono de
-afecto respetuoso y reservado. Permaneció fiel a Miguel
-Ángel hasta su última hora, en la cual estuvo presente.
-Tuvo siempre su confianza, era el único que pasaba por
-tener influencia sobre él y tuvo el raro mérito de usarla siempre
-para el bien y la grandeza de su amigo; él fué el que
-decidió a Miguel Ángel a terminar el modelo en madera de
-la cúpula de San Pedro; él fué quien conservó los planos
-de Miguel Ángel para la construcción del Capitolio y quien
-trabajó para realizarlos; él fué, en fin, quien después de la
-muerte de Miguel Ángel vigiló el cumplimiento de su voluntad.</p>
-
-<p>Pero la amistad de Miguel Ángel para él era como una
-locura de amor. Le escribía cartas delirantes, se dirigía a su
-ídolo prosternando la frente en el polvo<a id="FNanchor_323" href="#Footnote_323" class="fnanchor">[323]</a>. Lo llama un
-“genio poderoso... un milagro... la luz de nuestro siglo”;
-le suplica “que no lo desprecie porque no puede compararse
-a él, porque nadie puede igualarlo”. Le ofrece como un
-homenaje todo su presente y todo su porvenir, y agrega:</p>
-
-<p>“Es para mí un dolor infinito no poder daros también mi
-pasado para poder serviros por más tiempo; porque el porvenir
-será corto, ya estoy muy viejo<a id="FNanchor_324" href="#Footnote_324" class="fnanchor">[324]</a>... No creo que
-nada pueda destruir nuestra amistad, aunque hablo de una
-manera muy presuntuosa porque estoy infinitamente por
-debajo de vos<a id="FNanchor_325" href="#Footnote_325" class="fnanchor">[325]</a>... Tan fácilmente podría olvidar vuestra
-amistad como el alimento que me da la vida; sí, más bien
-olvidaría el alimento que sostiene únicamente mi cuerpo sin
-<span class="pagenum"><a id="Page_187"></a>[Pg 187]</span>placer, que vuestro nombre que alimenta al cuerpo y el alma
-y los llena de una dulzura tal que mientras pienso en vos no
-siento ni sufrimiento ni temor de la muerte<a id="FNanchor_326" href="#Footnote_326" class="fnanchor">[326]</a>. Mi alma
-está en las manos de aquél a quien yo se la he dado<a id="FNanchor_327" href="#Footnote_327" class="fnanchor">[327]</a>...
-Si yo tuviera que dejar de pensar en él, creo que caería muerto
-inmediatamente”<a id="FNanchor_328" href="#Footnote_328" class="fnanchor">[328]</a>. Hizo a Cavalieri regalos soberbios:
-“dibujos sorprendentes, cabezas maravillosas a lápiz
-rojo y negro que había hecho expresamente para enseñarlo
-a dibujar. Después dibujó para él un Ganímedes arrebatado
-al Cielo por el Águila de Zeus, un Tityos con el buitre devorándole
-el corazón, la Caída de Faetonte en el Pó con el
-carro del Sol y una Bacanal de niños; todas obras de la más
-rara belleza y de una perfección inimaginables”<a id="FNanchor_329" href="#Footnote_329" class="fnanchor">[329]</a>.</p>
-
-<p>Le dirigía también sonetos algunas veces admirables y
-muchas otras obscuros, de los cuales algunos fueron pronto
-recitados en los círculos literarios y conocidos por toda Italia<a id="FNanchor_330" href="#Footnote_330" class="fnanchor">[330]</a>.
-Se ha dicho que el soneto siguiente era “la más
-hermosa poesía lírica de Italia en el siglo XVI”<a id="FNanchor_331" href="#Footnote_331" class="fnanchor">[331]</a>.</p>
-
-<p>“Con vuestros ojos veo una dulce luz que con mis ojos
-ciegos no puedo ver. Con vuestros pies soporto una carga
-<span class="pagenum"><a id="Page_188"></a>[Pg 188]</span>pesada que con mis pies no podría sostener. Por vuestro
-espíritu me siento elevado al cielo. Según vuestra voluntad
-me pongo pálido o encendido, frío bajo el sol, caliente entre
-las brumas frías. En vuestra voluntad está mi voluntad.
-Mis pensamientos se forman en vuestro corazón y mis palabras
-en vuestro aliento. Abandonado a mí mismo, soy
-como la luna si el sol no la ilumina”<a id="FNanchor_332" href="#Footnote_332" class="fnanchor">[332]</a>.</p>
-
-<p>Más célebre es todavía este otro soneto, uno de los más
-hermosos cantos que se hayan escrito en honor de la perfecta
-amistad:</p>
-
-<p>“Si un casto amor, si una piedad suprema, si una fortuna
-igual existen entre dos amantes, si la suerte cruel hiere a
-uno lo mismo que al otro, si un solo espíritu y una sola voluntad
-gobierna dos corazones, si una alma se hace eterna
-en dos cuerpos llevándolos hacia el cielo con las mismas alas,
-si el amor hiere con su flecha dorada dos pechos a la vez, si el
-uno ama al otro y ninguno se ama a sí mismo, si los dos no
-tienen más placer ni más alegría que aspirar juntos al mismo
-fin, si mil y mil amores no serían más que la centésima
-parte de este amor y de esta fe que los une, ¿por un solo
-desdén se rompería este lazo para siempre?”<a id="FNanchor_333" href="#Footnote_333" class="fnanchor">[333]</a>.</p>
-
-<p>Este olvido de sí mismo, este don ardiente de todo el ser
-que se funde en el ser amado, no tenía siempre la misma
-serenidad. La tristeza triunfaba, y el alma poseída por el
-amor, se debatía gimiendo.</p>
-
-<p>“Lloro, ardo y me consumo y mi corazón con esto se
-alimenta...”.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>I’ piango, i’ ardo, i’ mi consumo, e 'l core<br />
-Di questo si nutrisce...</em><a id="FNanchor_334" href="#Footnote_334" class="fnanchor">[334]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_189"></a>[Pg 189]</span></p>
-
-<p class="p1">“Tú, que me has quitado la alegría de vivir”, dice a Cavalieri<a id="FNanchor_335" href="#Footnote_335" class="fnanchor">[335]</a>.</p>
-
-<p>A estas poesías demasiado apasionadas, “el dulce y amado
-señor”<a id="FNanchor_336" href="#Footnote_336" class="fnanchor">[336]</a> Cavalieri oponía su frialdad afectuosa y tranquila<a id="FNanchor_337" href="#Footnote_337" class="fnanchor">[337]</a>.
-La exageración de esta amistad le chocaba en
-secreto. Miguel Ángel se disculpaba:</p>
-
-<p>“Mi querido señor, no te irrites por mi amor que se dirige
-solamente a lo que hay de mejor en ti<a id="FNanchor_338" href="#Footnote_338" class="fnanchor">[338]</a>; porque el espíritu
-de uno debe sentirse atraído por el espíritu del otro. Lo que
-yo deseo, lo que yo encuentro en tu hermoso rostro, no
-puede ser comprendido por los hombres vulgares. Quien
-quiera comprenderlo tiene que morir antes”<a id="FNanchor_339" href="#Footnote_339" class="fnanchor">[339]</a>.</p>
-
-<p>Y seguramente esta pasión de la belleza no tenía nada
-que no fuera honesto<a id="FNanchor_340" href="#Footnote_340" class="fnanchor">[340]</a>. Pero la esfinge de este amor ardiente
-y turbio<a id="FNanchor_341" href="#Footnote_341" class="fnanchor">[341]</a>, y casto a pesar de todo, no dejaba de ser
-inquietante y alucinada.</p>
-
-<p>Estas amistades mórbidas&mdash;esfuerzos desesperados para
-negar la nada de su vida y para crear el amor del cual estaba
-hambriento,&mdash;fueron substituidas afortunadamente por el
-cariño sereno de una mujer, que supo comprender a este
-niño viejo, solo y perdido en el mundo, y que devolvió a su
-alma lacerada un poco de paz, de confianza, de razón, y la
-aceptación melancólica de la vida y de la muerte.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_190"></a>[Pg 190]</span></p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>En 1533 y 1534<a id="FNanchor_342" href="#Footnote_342" class="fnanchor">[342]</a>, fué cuando la amistad de Miguel
-Ángel por Cavalieri llegó a su paroxismo. En 1535 comenzó
-a conocer a Vittoria Colonna.</p>
-
-<p>Había nacido ella en 1492; su padre era Fabrizio Colonna,
-señor de Paliano, príncipe de Tagliacozzo. Su madre,
-Inés de Montefeltro, era hija del gran Federico, príncipe
-de Urbino. Su familia una de las más nobles de Italia, una de
-aquéllas en las cuales había encarnado mejor el luminoso
-espíritu del Renacimiento. A los diecisiete años se casó
-con el marqués de Pescara, Ferrante Francesco d’Avalos,
-gran General y vencedor de Pavía. Ella lo amó; él no la
-amó. No era hermosa<a id="FNanchor_343" href="#Footnote_343" class="fnanchor">[343]</a>.</p>
-
-<p>Las medallas que se conocen de ella muestran un
-semblante viril, voluntarioso y un poco duro; frente
-alta, nariz larga y recta, labio superior corto, y labio inferior
-un poco saliente; boca apretada y mentón enérgico<a id="FNanchor_344" href="#Footnote_344" class="fnanchor">[344]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_191"></a>[Pg 191]</span></p>
-
-<p>Filonico Alicarnasseo, que la conoció y escribió su vida,
-deja entender, a pesar de todas las reticencias que usa, que
-era fea: “cuando se casó con el marqués de Pescara&mdash;dice&mdash;se
-dedicó a desarrollar los dones de su espíritu, porque
-como no poseía gran belleza, se instruyó en las letras para
-asegurarse la belleza inmortal, que no pasa como la otra”.
-Era apasionadamente intelectual. En un soneto dice de sí
-misma que “los sentidos groseros, impotentes para formar
-la armonía que produce el puro amor de las almas nobles,
-no produjeron nunca en ella ni placer ni sufrimiento...
-Una llama clara&mdash;agrega&mdash;elevó tan alto mi corazón, que
-los pensamientos bajos lo ofenden”. No estaba hecha para
-ser amada por el brillante y sensual Pescara. Pero como
-lo dispone la sinrazón del amor, estaba hecha para amarlo
-y para sufrir por ello.</p>
-
-<p>Sufrió cruelmente, en efecto, las infidelidades de su marido,
-que la engañaba en su propia casa, a la vista de todo
-<span class="pagenum"><a id="Page_192"></a>[Pg 192]</span>Nápoles. Sin embargo, cuando él murió, en 1525, no se
-consoló; se refugió en la religión y en la poesía; llevó una
-vida de claustro en Roma y después en Nápoles<a id="FNanchor_345" href="#Footnote_345" class="fnanchor">[345]</a>; sin
-renunciar desde luego a los pensamientos del mundo, buscaba
-la soledad sólo para absorberse en el recuerdo de su
-amor y cantarlo en sus versos. Estaba relacionada con
-todos los grandes escritores de Italia, con Sadoletto, Bembo,
-Castiglioni, quien le confió el manuscrito de su <em>Cortegiano</em>;
-con el Ariosto, que la celebró en su Orlando; con Pablo
-Jovio, Bernardo Tasso, Ludovico Dolce. Después de 1530
-sus sonetos circularon por toda Italia y le conquistaron una
-gloria única entre las mujeres de su tiempo. Retirada en
-Ischia, cantaba sin cansarse su amor transfigurado, en la
-soledad de la bella isla, en medio del mar armonioso.</p>
-
-<p>Pero desde el año de 1534 se dedicó a la religión por completo.
-El espíritu de reforma católica, el libre espíritu religioso
-que tendía entonces a regenerar a la Iglesia evitando
-el cisma, se apoderó de ella. No se sabe si conoció en Nápoles
-a Juan de Valdés<a id="FNanchor_346" href="#Footnote_346" class="fnanchor">[346]</a>; pero la conmovieron profundamente
-las predicaciones de Bernardino Ochino, de Siena;<a id="FNanchor_347" href="#Footnote_347" class="fnanchor">[347]</a>
-<span class="pagenum"><a id="Page_193"></a>[Pg 193]</span>y fué amiga de Pietro Carnesecchi<a id="FNanchor_348" href="#Footnote_348" class="fnanchor">[348]</a>, de Giberti, de
-Sadoletto, del noble Reginaldo Pole, y del más grande de
-estos prelados reformadores que constituyeron en 1536 el
-<em>Collegium de emendanda Ecclesia</em>, el Cardenal Gaspare
-Contarini<a id="FNanchor_349" href="#Footnote_349" class="fnanchor">[349]</a>, quien intentó en vano establecer la unidad
-con los protestantes en la Dieta de Ratisbona y se atrevió
-a escribir estas valientes palabras<a id="FNanchor_350" href="#Footnote_350" class="fnanchor">[350]</a>:</p>
-
-<p>“La ley de Cristo es una ley de libertad... no se puede
-llamar gobierno al que está regido por la voluntad de un
-hombre, inclinado por la naturaleza al mal e impulsado por
-innumerables pasiones. ¡No! Toda soberanía es una soberanía
-de la razón. Tiene por objeto conducir por caminos
-de justicia a todos aquéllos que le están sometidos a su justo
-fin: la felicidad. La autoridad del Papa es también una
-autoridad de la razón. Un Papa debe saber que ejerce esta
-autoridad sobre hombres libres. No debe a su arbitrio ordenar,
-prohibir o dispensar, sino únicamente según las reglas
-de la razón, de los divinos mandamientos y del amor. Esta
-regla conduce todo a Dios y al bien común”.</p>
-
-<p>Vittoria fué una de las almas más exaltadas de este pequeño
-grupo idealista, donde se unían las más puras conciencias
-<span class="pagenum"><a id="Page_194"></a>[Pg 194]</span>de Italia. Tuvo correspondencia con Renato de
-Ferrara y con Margarita de Navarra; y Pier Paolo Vergerio,
-más tarde protestante, la llamaba “una de las luces de la
-verdad”. Pero cuando comenzó el movimiento de contrarreforma
-dirigido por el despiadado Caraffa<a id="FNanchor_351" href="#Footnote_351" class="fnanchor">[351]</a>, cayó en
-una duda mortal. Era, como Miguel Ángel, una alma
-apasionada pero débil; tenía necesidad de creer y era incapaz
-de resistir a la autoridad de la Iglesia. “Se mortificaba
-con ayunos y cilicios de tal manera que ya no le quedaba
-más que la piel sobre los huesos”<a id="FNanchor_352" href="#Footnote_352" class="fnanchor">[352]</a>. Su amigo el Cardenal
-Pole<a id="FNanchor_353" href="#Footnote_353" class="fnanchor">[353]</a> la tranquilizó obligándola a someterse, a humillar
-el orgullo de su inteligencia y a olvidarse en Dios, en una
-especie de embriaguez de sacrificio... Pero no se sacrificaba
-únicamente a sí misma sino a sus amigos, porque tuvo
-que renegar de Ochino y entregar sus escritos a la Inquisición
-de Roma. Como Miguel Ángel, este gran espíritu
-estaba aniquilado por el miedo. Ahogaba sus remordimientos
-en un misticismo desesperado:</p>
-
-<p>“Habréis visto el caos de ignorancia donde yo estaba, y
-el laberinto de errores hacia donde iba, con el cuerpo perpetuamente
-<span class="pagenum"><a id="Page_195"></a>[Pg 195]</span>en movimiento para encontrar reposo y el alma
-siempre agitada para encontrar la paz. Dios ha querido
-que se me dijera ‘Fiat lux!’ y que se me mostrara que yo
-no era nada y que todo estaba en Cristo”<a id="FNanchor_354" href="#Footnote_354" class="fnanchor">[354]</a>.</p>
-
-<p>Deseaba la muerte como una liberación, y murió el 25
-de febrero de 1547.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Conoció a Miguel Ángel cuando estaba más penetrada
-del libre misticismo de Valdés y de Ochino. Esta mujer
-triste y atormentada, que tenía siempre necesidad de un
-guía para apoyarse, no tenía menos necesidad de un ser más
-débil y más desgraciado que ella para dedicarle todo el amor
-maternal que llenaba su corazón.</p>
-
-<p>Procuró ocultar su turbación a Miguel Ángel; serena
-en apariencia, reservada, un poco fría, le trasmitió la paz
-que ella tenía que pedir a otro. Su amistad, iniciada por el
-año de 1535, fué íntima desde el otoño de 1538 y por completo
-fundada en Dios. Vittoria tenía cuarenta y seis años
-y él sesenta y tres; ella vivía en Roma, en el Claustro de
-San Silvestre in Capite, abajo del Monte Pincio.</p>
-
-<p>Miguel Ángel habitaba cerca del Monte Cavallo. Se
-reunían los domingos en la Iglesia de San Silvestre del Monte
-Cavallo. El hermano Ambrogio Caterino Politi les leía
-las Epístolas de San Pablo y ellos las discutían juntos. El
-pintor portugués Francisco de Holanda nos ha conservado
-el recuerdo de estas conversaciones en sus cuatro <em>Diálogos
-sobre la pintura</em><a id="FNanchor_355" href="#Footnote_355" class="fnanchor">[355]</a>. Son un cuadro vivo de esta amistad
-grave y tierna.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_196"></a>[Pg 196]</span></p>
-
-<p>La primera vez que Francisco de Holanda fué a la Iglesia
-de San Silvestre, encontró a la marquesa de Pescara con
-algunos amigos escuchando la lectura piadosa.</p>
-
-<p>Miguel Ángel no estaba ahí. Cuando terminó la Epístola
-la amable señora dijo sonriendo al extranjero:</p>
-
-<p>&mdash;Francisco de Holanda habría oído sin duda con más
-gusto un discurso de Miguel Ángel que esta predicación.</p>
-
-<p>A lo cual Francisco, creyéndose tontamente ofendido,
-respondió:</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué, señora, le parece a Vuestra Excelencia que no
-entiendo otra cosa y sólo sirvo para pintar?</p>
-
-<p>&mdash;No seáis tan quisquilloso, messer Francisc,&mdash;dijo
-Lattanzio Tolomei,&mdash;precisamente la marquesa está convencida
-de que un pintor sirve para todo. Así estimamos
-la pintura nosotros los italianos. Pero tal vez ella dijo esto
-para agregar al placer que habéis tenido, el de oír a Miguel
-Ángel.</p>
-
-<p>Francisco se confunde entonces, dando excusas, y la
-marquesa dice a uno de sus servidores: “Ve a la casa de
-Miguel Ángel y dile que yo y messer Lattanzio nos hemos
-quedado después del servicio religioso en esta Capilla, donde
-hace un fresco agradable; si quiere perder un poco su tiempo,
-sería con mucho provecho para nosotros... pero&mdash;agrega,
-conociendo el carácter huraño de Miguel Ángel&mdash;no
-le digas que Francisco de Holanda el español, está
-aquí”.</p>
-
-<p>Esperando el regreso del enviado se quedan charlando,
-buscando cómo harán que Miguel Ángel hable de pintura
-sin que advierta su intención, porque si la comprende se
-rehusaría inmediatamente a continuar la plática.</p>
-
-<p>“Hubo algunos instantes de silencio. Llamaron a la
-puerta; todos expresamos el temor de que el Maestro no
-viniera, porque la respuesta había sido muy repentina. Pero
-mi estrella quiso que Miguel Ángel, que habitaba muy
-cerca, fuera justamente de camino en la dirección de San<span class="pagenum"><a id="Page_197"></a>[Pg 197]</span>
-Silvestre; iba por la vía Esquilina hacia las Termas, filosofando
-con su discípulo Urbino. Y como nuestro enviado
-lo había encontrado y conducido, él mismo en persona era
-quien estaba a la puerta. La marquesa se levantó y permaneció
-por mucho tiempo en conversación con él, de pie,
-aparte de los demás, antes de invitarlo a tomar asiento
-entre Lattanzio y ella. Francisco de Holanda se sentó al
-lado de él, pero Miguel Ángel no prestó ninguna atención
-a su vecino, lo cual chocó a éste vivamente. Francisco dijo
-con tono ofendido:</p>
-
-<p>“En verdad el medio más seguro de no ser visto por
-alguno, consiste en ponérsele enfrente de los ojos”.</p>
-
-<p>Miguel Ángel, sorprendido, lo miró y se disculpó inmediatamente
-con gran cortesía:</p>
-
-<p>“Perdonad, messer Francisco: no os había visto, en verdad,
-porque no tenía ojos más que para la marquesa”. Sin
-embargo, Vittoria, después de una breve pausa, comenzó
-a hablar de mil cosas con una habilidad que no puede
-elogiarse lo suficiente; de una manera diestra y discreta,
-sin referirse a la pintura. Se hubiera dicho que era como el
-asedio a una plaza fuerte, hecho con esfuerzo y arte, y que
-Miguel Ángel parecía un sitiado vigilante y desconfiado,
-que coloca en un punto centinelas, levanta puentes en otra
-parte, en otra pone minas y tiene a la guarnición alerta en
-las puertas y sobre las murallas.</p>
-
-<p>Al fin la marquesa venció, y verdaderamente nadie hubiera
-podido defenderse de ella.</p>
-
-<p>“Vamos&mdash;dijo&mdash;hay que reconocer que no puede triunfarse
-cuando se ataca a Miguel Ángel con sus propias armas,
-es decir, con la astucia. Será necesario, messer Lattanzio,
-que hablemos con él de procesos, de breves del Papa, o bien...
-de pintura, si queremos reducirlo al silencio y decir
-nosotros la última palabra”.</p>
-
-<p>Esta desviación ingeniosa llevó la conversación al terreno
-del arte. Vittoria habla a Miguel Ángel de una construc<span class="pagenum"><a id="Page_198"></a>[Pg 198]</span>ción
-piadosa que tenía el proyecto de levantar; e inmediatamente
-Miguel Ángel se ofrece para examinar el emplazamiento
-y esbozar un plan.</p>
-
-<p>“Yo no me habría atrevido a pediros un servicio tan
-grande&mdash;respondió la marquesa&mdash;aunque sepa que seguís
-en todo la enseñanza del Salvador, que abatía a los soberbios
-y exaltaba a los humildes... Los que os conocen
-estiman la persona de Miguel Ángel más todavía que sus
-obras, mientras los que no os conocen personalmente
-admiran la más débil parte de vos mismo, es decir las obras
-de vuestras manos. Pero yo no alabo menos que os apartéis
-con tanta frecuencia, huyendo de nuestras inútiles
-conversaciones, y que en lugar de pintar los retratos de todos
-los príncipes que vienen a rogaros, consagréis casi toda
-vuestra vida a una sola gran obra”.</p>
-
-<p>Miguel Ángel declina modestamente estos cumplimientos
-y expresa su aversión para los habladores y los ociosos&mdash;grandes
-señores o Papas&mdash;que se creen permitido imponer
-su sociedad a un artista que no tiene bastante vida para
-cumplir su tarea.</p>
-
-<p>Después la conversación pasa a los más altos temas de
-arte, que la marquesa trata con una gravedad religiosa.
-Una obra de arte, para ella, como para Miguel Ángel, es un
-acto de fe.&mdash;“La buena pintura&mdash;dice Miguel Ángel&mdash;se
-aproxima a Dios y se une a él: No es más que una copia de
-su perfección, una sombra de su pincel, de su música, de su
-melodía...”.</p>
-
-<p>“Por eso no basta que el pintor sea un maestro hábil y
-grande. Yo creo más bien que su vida debe ser pura y santa,
-lo más posible, para que el Espíritu Santo gobierne
-sus pensamientos...”<a id="FNanchor_356" href="#Footnote_356" class="fnanchor">[356]</a>.</p>
-
-<p>Y así transcurre el día, en estas conversaciones verdaderamente
-sagradas, de una serenidad majestuosa, en la
-Iglesia de San Silvestre, a no ser que los amigos prefieran
-<span class="pagenum"><a id="Page_199"></a>[Pg 199]</span>continuar la plática en el jardín que nos describe Francisco
-de Holanda, “junto a la fuente, a la sombra de una
-fronda de laureles, sentados sobre un banco de piedra adosado
-a un muro que tapiza la yedra”, desde donde dominan
-Roma, tendida a sus pies<a id="FNanchor_357" href="#Footnote_357" class="fnanchor">[357]</a>.</p>
-
-<p>Desgraciadamente estas bellas conversaciones no duraron
-mucho. La crisis religiosa por la cual pasaba la marquesa
-de Pescara las rompió bruscamente. En 1541 salió
-ella de Roma para encerrarse en un claustro en Orvieto y
-después en Viterbo.</p>
-
-<p>“Pero con frecuencia salía de Viterbo, e iba a Roma
-únicamente para ver a Miguel Ángel. Él estaba enamorado
-de su divino espíritu y ella le correspondía. Él recibió de
-ella y conservó muchas cartas llenas de casto y muy dulce
-amor, tales como podía escribirlas esta alma noble<a id="FNanchor_358" href="#Footnote_358" class="fnanchor">[358]</a>. A
-petición suya, agrega Condivi, ejecutó Miguel Ángel un
-Cristo desnudo que, desprendido de la Cruz, caería como
-un cadáver inerte a los pies de su santa Madre si dos ángeles
-no lo sostuvieran por los brazos. María está sentada bajo
-la Cruz; su rostro lloroso y dolorido, y, los dos brazos abiertos,
-levanta las manos al Cielo. En la madera de la Cruz,
-se leen estas palabras: <em>Non vi si pensa quanto sangue costa</em><a id="FNanchor_359" href="#Footnote_359" class="fnanchor">[359]</a>.
-Por amor a Vittoria, Miguel Ángel dibujó también
-<span class="pagenum"><a id="Page_200"></a>[Pg 200]</span>un Jesucristo en la Cruz, no muerto, como se ha representado
-habitualmente, sino vivo, con la cara vuelta hacia su
-Padre y exclamando: ‘¡Eli, Eli!’ El cuerpo no se entrega sin
-voluntad, sino que se tuerce y se crispa en los últimos
-sufrimientos de la agonía”.</p>
-
-<p>Tal vez Vittoria inspiró igualmente los dos dibujos sublimes
-de la <em>Resurrección</em>, que están en el Louvre y en el
-British Museum. En el del Louvre, el hercúleo Cristo ha
-rechazado con furia la pesada losa de la tumba, tiene todavía
-una pierna en la fosa y, con la cabeza levantada, los
-brazos en alto, se precipita hacia el Cielo en un ímpetu de
-pasión, que recuerda el de uno de los Cautivos del Louvre.
-¡Volver a Dios! ¡Dejar este mundo, estos hombres que él
-no mira y que se arrastran a sus pies, estúpidos y espantados!
-¡arrancarse al horror de esta vida! ¡al fin! ¡al fin!...
-El dibujo del British Museum tiene más serenidad. El
-Cristo salido de la tumba parece volar; su cuerpo vigoroso
-flota en el aire que lo acaricia; con los brazos cruzados, la
-cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, en éxtasis, sube en
-la cruz como un rayo de sol.</p>
-
-<p>Así Vittoria volvió a abrir para Miguel Ángel el mundo
-de la fe. Hizo más todavía: dió impulso a su genio poético
-que el amor de Cavalieri había despertado<a id="FNanchor_360" href="#Footnote_360" class="fnanchor">[360]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_201"></a>[Pg 201]</span></p>
-
-<p>No solamente lo iluminó sobre las revelaciones religiosas,
-de las cuales tenía obscuros presentimientos, sino que,
-como lo ha demostrado Thode, le dió el ejemplo de cantarlas
-en sus versos. En los primeros tiempos de su amistad fué
-cuando aparecieron los primeros <em>Sonetos espirituales</em> de
-Vittoria<a id="FNanchor_361" href="#Footnote_361" class="fnanchor">[361]</a>. Ella se los enviaba a su amigo a medida que
-los iba escribiendo<a id="FNanchor_362" href="#Footnote_362" class="fnanchor">[362]</a>.</p>
-
-<p>En ellos encontraba una dulzura consoladora, una vida
-nueva. Un hermoso soneto que él escribió en respuesta, da
-fe de su tierno agradecimiento.</p>
-
-<p>“Feliz espíritu, que con un ardiente amor mantiene vivo
-mi viejo corazón moribundo, y que entre tus bienes y tus
-placeres me distingues a mí solo entre tantos otros seres
-nobles. Tal como apareciste en otro tiempo a mis ojos
-apareces hoy a mi alma para consolarla; por esto al recibir
-de ti como beneficio tus atenciones, te escribo para darte
-las gracias. Sería una gran presunción y una gran vergüenza
-darte pinturas miserables en cambio de tus creaciones
-vivientes y bellas”<a id="FNanchor_363" href="#Footnote_363" class="fnanchor">[363]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_202"></a>[Pg 202]</span></p>
-
-<p>En el otoño de 1544 Vittoria fué a vivir en el Claustro
-de Santa Ana y ahí permaneció hasta su muerte. Miguel
-Ángel iba a verla. Ella pensaba apasionadamente en él y
-trataba de poner un poco de comodidad y de atractivo en
-su vida, haciéndole en secreto pequeños obsequios; pero
-el sombrío anciano “que no quería aceptar regalos de nadie”,
-ni de los que más amaba, no consintió en darle este gusto<a id="FNanchor_364" href="#Footnote_364" class="fnanchor">[364]</a>.</p>
-
-<p>Vittoria Colonna murió. Él la vió morir, y dijo esta
-frase conmovedora que demuestra la casta reserva de su
-gran amor:</p>
-
-<p>“Nada me duele tanto como pensar que la he visto
-muerta y no la he besado en la frente y en la cara como he
-besado su mano”<a id="FNanchor_365" href="#Footnote_365" class="fnanchor">[365]</a>.</p>
-
-<p>“Esta muerte&mdash;dice Condivi,&mdash;lo dejó como estúpido
-por mucho tiempo; parecía haber perdido el juicio”.</p>
-
-<p>“Me quería mucho, decía él tristemente más tarde, y yo
-lo mismo. (<em>Mi voleva grandissimo bene, e io non meno a lei.</em>)
-La muerte me ha robado un gran amigo”.</p>
-
-<p>Escribió sobre su muerte dos sonetos, uno de ellos,
-impregnado del espíritu platónico, es de una rudeza preciosa,
-de un idealismo alucinado; parece una noche surcada
-de relámpagos. Miguel Ángel compara a Vittoria al martillo
-del escultor divino que hace brotar sublimes pensamientos
-de la materia.</p>
-
-<p>“Si mi rudo martillo forma con las duras rocas imágenes
-de aspecto humano, sólo tiene movimiento por la mano que
-lo sostiene, lo conduce y lo guía; una fuerza extraña lo
-impulsa. Pero el martillo divino que se levanta en el Cielo,
-crea su propia belleza y la belleza de los demás por su fuerza
-<span class="pagenum"><a id="Page_203"></a>[Pg 203]</span>única. Ningún otro martillo puede crearse sin martillo;
-éste es el que hace vivir a los otros, y como el golpe sobre el
-yunque es más fuerte mientras viene de más alto, éste se
-ha elevado por encima de mí hasta el Cielo. Por eso llevará
-mi obra a buen fin, si la forja divina le presta ahora su
-ayuda. Hasta ahora estaba solo en el mundo”<a id="FNanchor_366" href="#Footnote_366" class="fnanchor">[366]</a>.</p>
-
-<p>El otro soneto es más tierno y proclama la victoria del
-amor sobre la muerte:</p>
-
-<p>“Cuando aquélla que me arrancó tantos suspiros se fué
-de este mundo, huyendo de mis ojos y de ella misma, la
-naturaleza que nos había juzgado dignos de ella se quedó
-avergonzada; y los que la habían visto, llorando. ¡Pero
-que la muerte no se alabe ahora de haber apagado este sol
-de los soles, como lo ha hecho con otros! Porque Amor ha
-vencido y la hace revivir en la tierra y en el cielo entre los
-santos. La muerte inicua y criminal cree sofocar el eco de
-sus virtudes y empañar la belleza de su alma. Sus escritos
-han hecho lo contrario; la iluminan con más vida de la
-que tuvo en su vida y con la muerte ha conquistado el
-Cielo que aún no tenía”<a id="FNanchor_367" href="#Footnote_367" class="fnanchor">[367]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Durante esta grave y serena amistad, Miguel Ángel ejecutó
-sus últimas grandes obras de pintura y de escultura,
-<span class="pagenum"><a id="Page_204"></a>[Pg 204]</span>el <em>Juicio Final</em>, los frescos de la Capilla Paulina y&mdash;al fin&mdash;la
-tumba de Julio II<a id="FNanchor_368" href="#Footnote_368" class="fnanchor">[368]</a>.</p>
-
-<p>Cuando Miguel Ángel había salido de Florencia en 1534
-para instalarse en Roma, pensaba, ya libre de todos sus
-otros trabajos por la muerte de Clemente VII, poder terminar
-en paz la tumba de Julio II, y después morir con la
-conciencia descargada del fardo que había pesado sobre su
-vida; pero apenas había llegado, se dejó encadenar otra
-vez por nuevos amos.</p>
-
-<p>Paulo III lo mandó llamar y le pidió que entrara a su
-servicio... Miguel Ángel rehusó diciendo que no podía,
-pues estaba obligado por contrato con el duque de Urbino
-hasta terminar la tumba de Julio II. Entonces el Papa se
-encolerizó y dijo: “desde hace treinta años que tengo este
-<span class="pagenum"><a id="Page_205"></a>[Pg 205]</span>deseo y ahora que soy Papa, ¿no podría satisfacerlo?; desgarraré
-el contrato. Quiero que me sirvas a pesar de todo”<a id="FNanchor_369" href="#Footnote_369" class="fnanchor">[369]</a>.
-Miguel Ángel estuvo a punto de huir; pensó en refugiarse
-cerca de Génova en una Abadía del Obispo de Aleria que
-era amigo suyo y que lo había sido también de Julio II;
-ahí hubiera terminado cómodamente su obra, cerca de
-Carrara. También tuvo la idea de retirarse a Urbino, que
-era un lugar pacífico y donde esperaba ser bien recibido,
-por recuerdo de Julio II. Con este propósito ya había enviado
-a una de sus gentes para comprar una casa<a id="FNanchor_370" href="#Footnote_370" class="fnanchor">[370]</a>. Pero
-en el instante de decidirse la voluntad le faltaba como siempre;
-temía las consecuencias de sus actos, se halagaba con
-la eterna ilusión eternamente fallida de que podría salvarse
-por medio de un compromiso. Se dejó de nuevo encadenar
-y continuó arrastrando su grillete hasta el fin. El 1.º de
-septiembre de 1535, un breve de Paulo III, le nombró arquitecto
-en Jefe, escultor y pintor del Palacio Apostólico.
-Desde el mes de abril precedente Miguel Ángel había aceptado
-trabajar en el <em>Juicio Final</em><a id="FNanchor_371" href="#Footnote_371" class="fnanchor">[371]</a>. Estuvo enteramente
-ocupado en esta obra, desde abril de 1536 hasta noviembre
-de 1541, es decir, durante la permanencia de Vittoria en
-Roma.</p>
-
-<p>En el curso de esta enorme tarea, sin duda en 1539, cayó
-de los andamios y se hirió gravemente una pierna. “Por el
-dolor y la cólera no quiso que lo atendiera ningún médico”<a id="FNanchor_372" href="#Footnote_372" class="fnanchor">[372]</a>.
-Odiaba a los médicos y manifestaba en sus cartas
-una inquietud cómica cuando sabía que alguno de los suyos
-había tenido la imprudencia de solicitar auxilios médicos.</p>
-
-<p>Felizmente para él, después de su caída, el maestro
-Baccio Rontini, de Florencia, que era un médico de mucho
-<span class="pagenum"><a id="Page_206"></a>[Pg 206]</span>talento y muy adicto a Miguel Ángel, tuvo piedad de él y
-fué un día a llamar a la puerta de su casa. Como nadie le
-respondiera, subió y buscó de cuarto en cuarto hasta que
-llegó adonde estaba Miguel Ángel acostado. Cuando éste
-lo vió se puso como un desesperado. Pero Baccio no quiso
-salir y no lo dejó hasta curarlo<a id="FNanchor_373" href="#Footnote_373" class="fnanchor">[373]</a>. Como en otro tiempo
-Julio II, Paulo III quería ver pintar a Miguel Ángel y daba
-su opinión. Lo acompañaba su maestro de ceremonias
-Biagio da Cesena. Un día preguntó a este último lo que
-pensaba de la obra. Como Biagio era, dice Vasari, una
-persona muy escrupulosa, declaró que era una soberana
-inconveniencia haber representado en un sitio tan solemne
-tantas desnudeces; y agregó que aquélla era una pintura
-buena para decorar un baño o una posada. Miguel Ángel,
-indignado, retrató de memoria a Biagio cuando éste hubo
-salido. Lo representó en el infierno, bajo la forma de Minos,
-con una gran serpiente enrollada alrededor de las piernas,
-en medio de una montaña de diablos. Biagio se quejó con
-el Papa. Paulo III se burló de él, diciéndole: “todavía si
-Miguel Ángel te hubiera puesto en el purgatorio, habría
-podido hacer algo para salvarte, pero te puso en el infierno
-y ahí yo no puedo nada; en el infierno no hay redención”<a id="FNanchor_374" href="#Footnote_374" class="fnanchor">[374]</a>.</p>
-
-<p>Biagio no fué el único que encontró indecentes las pinturas
-de Miguel Ángel. Italia se iba haciendo mojigata y no
-estaba lejos el tiempo en el cual el Veronés tendría que
-presentarse ante la Inquisición por la inconveniencia de su
-<em>Cena en Casa de Simón</em><a id="FNanchor_375" href="#Footnote_375" class="fnanchor">[375]</a>. No faltaron quienes se escandalizaran
-<span class="pagenum"><a id="Page_207"></a>[Pg 207]</span>con el <em>Juicio Final</em>. El que gritó más fuerte fué el Aretino.
-El maestro de pornografía pretendió dar lecciones de
-decencia al casto Miguel Ángel<a id="FNanchor_376" href="#Footnote_376" class="fnanchor">[376]</a>. Le escribió una carta
-de Tartufo impúdico<a id="FNanchor_377" href="#Footnote_377" class="fnanchor">[377]</a>. Lo acusaba de haber representado
-“cosas capaces de avergonzar a una casa de vicios”; lo
-denunciaba como impío ante la Inquisición naciente;
-“porque sería un crimen menor no creer, decía, que atentar
-así contra la fe de otro”. Pedía al Papa que destruyera el
-fresco; mezclaba sus denuncias de luteranismo con innobles
-insinuaciones contra las costumbres de Miguel Ángel<a id="FNanchor_378" href="#Footnote_378" class="fnanchor">[378]</a>;
-y para terminar lo acusaba de haber robado a Julio II. A
-esta carta infame de <em>chantage</em><a id="FNanchor_379" href="#Footnote_379" class="fnanchor">[379]</a>, en la cual se manchaba
-y ofendía lo más profundo del espíritu de Miguel Ángel, su
-piedad, su amistad, su sentimiento del honor; a esta carta
-que Miguel Ángel no pudo leer sin reírse despectivamente
-y sin llorar de vergüenza, no respondió nada. Sin duda
-pensó lo que decía de ciertos enemigos, con su aplastante
-desdén: “que no valía la pena de combatirlos, porque la
-victoria sobre ellos no tiene ninguna importancia”. Y
-cuando las ideas del Aretino y de Biagio sobre su <em>Juicio
-<span class="pagenum"><a id="Page_208"></a>[Pg 208]</span>Final</em> ganaron terreno, no hizo nada para responder ni para
-detenerlas. No dijo nada cuando su obra fué tratada de
-“suciedad luterana”<a id="FNanchor_380" href="#Footnote_380" class="fnanchor">[380]</a>. No dijo nada cuando Pablo IV
-quiso destruir el fresco<a id="FNanchor_381" href="#Footnote_381" class="fnanchor">[381]</a>. No dijo nada cuando por orden
-del Papa, Daniel de Volterra vistió a sus héroes<a id="FNanchor_382" href="#Footnote_382" class="fnanchor">[382]</a>. Se le
-preguntó su opinión y respondió sin cólera, con una mezcla
-de ironía y de piedad: “Decid al Papa que esta es una
-insignificancia muy fácil de arreglar. Que procure Su
-Santidad solamente poner el mundo en orden; arreglar
-una pintura no cuesta mucho trabajo”. Él sabía con qué
-ardiente fe había ejecutado esa obra en medio de las conversaciones
-religiosas de Vittoria Colonna y bajo la protección
-de esta alma inmaculada. Se hubiera avergonzado al defender
-la casta desnudez de sus pensamientos heroicos,
-contra las sucias sospechas y las malicias de los hipócritas
-y de los corazones bajos.</p>
-
-<p>Cuando el fresco de la Sixtina estuvo terminado<a id="FNanchor_383" href="#Footnote_383" class="fnanchor">[383]</a>
-Miguel Ángel creyó al fin tener el derecho de acabar el monumento
-de Julio II. Pero el Papa, insaciable, exigió que
-aquel viejo de setenta años pintara los frescos de la Capilla
-Paulina<a id="FNanchor_384" href="#Footnote_384" class="fnanchor">[384]</a>. Poco faltó para que se apoderara de algunas
-<span class="pagenum"><a id="Page_209"></a>[Pg 209]</span>de las estatuas destinadas para la tumba de Julio II, con el
-objeto de adornar su propia Capilla. Miguel Ángel tuvo
-que darse por feliz cuando se le permitió firmar un quinto
-y último contrato, con los herederos de Julio II, mediante
-el cual entregaba las estatuas terminadas<a id="FNanchor_385" href="#Footnote_385" class="fnanchor">[385]</a>, y pagaba dos
-escultores para que terminaran el monumento, quedando
-libre de toda obligación para siempre.</p>
-
-<p>Mas no habían terminado sus penas: los herederos de
-Julio II continuaron reclamándole ásperamente el dinero
-que pretendían haberle anticipado. El Papa le mandaba
-decir que no se preocupara, que se dedicara enteramente
-a su trabajo de la Capilla Paulina:</p>
-
-<p>“Pero, respondía él, se pinta con la cabeza y no con las
-manos; quien no tiene sus pensamientos consigo se deshonra;
-por eso yo no hago nada bien mientras tenga estas
-preocupaciones. He estado encadenado a esta tumba toda
-mi vida; he perdido toda mi juventud tratando de justificarme
-ante León X y Clemente VII; me he arruinado por
-tener demasiada conciencia. ¡Así lo quiere mi triste destino!
-Veo a muchas gentes que se han formado rentas de dos o
-tres mil escudos, y yo, después de terribles esfuerzos, sólo he
-logrado llegar a ser pobre. Y se me trata de ladrón...
-Ante los hombres (no digo ante Dios) me tengo por un hombre
-honrado... yo no soy un ladrón, soy un burgués
-florentino de noble nacimiento e hijo de un hombre honorable ...
-Cuando tengo que defenderme contra pícaros, me
-vuelvo loco al fin<a id="FNanchor_386" href="#Footnote_386" class="fnanchor">[386]</a>...”.</p>
-
-<p>Para calmar a sus adversarios terminó por su mano las
-estatuas de la <em>Vida activa</em> y la <em>Vida contemplativa</em>, aunque
-no estuviera obligado a ello por su contrato. Al fin el monumento
-<span class="pagenum"><a id="Page_210"></a>[Pg 210]</span>de Julio II fué inaugurado en San Pedro Ad Víncula,
-en enero de 1545. ¿Qué quedaba del hermoso proyecto
-primitivo? Solamente el <em>Moisés</em>, convertido en centro de la
-obra cuando al principio no era más que un detalle. ¡Caricatura
-de un gran proyecto!</p>
-
-<p>Pero siquiera estaba terminado. Miguel Ángel estaba
-ya libre de la pesadilla de toda su vida.</p>
-
-
-<div class="chapter">
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_314" href="#FNanchor_314" class="label">[314]</a> <em>Poesías</em>, LIX.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_315" href="#FNanchor_315" class="label">[315]</a> El sobrino nieto de Miguel Ángel, en su primera edición de las
-Rimas, en 1623, no se atrevió a publicar extensamente las poesías a
-Tommaso dei Cavalieri. Dejaba creer que habían sido dedicadas a una
-mujer. Hasta los recientes trabajos de Scheffler y Symmonds, Cavalieri
-pasaba por un nombre supuesto, que se suponía ocultaba el de
-Vittoria Colonna.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_316" href="#FNanchor_316" class="label">[316]</a> Carta de Miguel Ángel a un personaje desconocido (octubre de
-1542). <em>Cartas</em>, Edición Milanesi, CDXXXV.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_317" href="#FNanchor_317" class="label">[317]</a> Donato Giannotti. <em>Dialoghi</em>, 1545.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_318" href="#FNanchor_318" class="label">[318]</a> <em>Poesías</em>, CXLI.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_319" href="#FNanchor_319" class="label">[319]</a> Gherardo Perini sufrió muy especialmente los ataques del Aretino.
-Frey ha publicado algunas cartas muy tiernas de 1522: “...<em>che avendo
-di voi lettera, mi paia chon esso voi essere, che altro desiderio non o</em>”.&mdash;“Cuando
-leo en una carta vuestra, me parece estar con vos; éste es mi
-único deseo”.&mdash;Y firma: “<em>vostro come figliuolo</em>”&mdash;vuestro como un hijo&mdash;.
-Una hermosa poesía de Miguel Ángel sobre el dolor de la ausencia y del
-olvido, parece estarle dedicada: “Muy cerca de aquí mi amor me ha
-robado el corazón y la vida. Aquí sus bellos ojos me han prometido
-ayuda y después me la han retirado. Aquí él me ha ligado y me ha desligado.
-Aquí he llorado, y con dolor infinito he visto partir de este lugar el
-que me robó a mí mismo y después ya no me quiso”. (Véase Apéndice
-XII. <em>Poesías</em>, XXXV).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_320" href="#FNanchor_320" class="label">[320]</a> Henry Thode, que en su obra sobre <em>Michelangelo und das Ende
-der Renaissance</em> no resiste al deseo de construir a su héroe del modo más
-bello, aunque sea algunas veces a expensas de la verdad, dice que la
-amistad para Gherardo Perini fué anterior a la de Febo di Poggio, de
-manera que estos afectos van elevándose por grados, hasta llegar a la
-amistad para Tommaso dei Cavalieri, porque no puede admitir que
-Miguel Ángel haya bajado desde el amor más perfecto hasta su amistad
-con Febo. Pero en realidad, Miguel Ángel estaba ya en relaciones desde
-más de un año con Cavalieri, cuando se enamoró de Febo y cuando escribió
-las humillantes cartas de diciembre de 1533, según Thode, o de
-septiembre de 1534 según Frey, y las poesías absurdas y delirantes en
-las cuales juega con los nombres de <em>Febo</em> y de <em>Poggio</em>&mdash;Frey, CIII, CIV&mdash;cartas
-y poesías que el pícaro contestaba con peticiones de dinero.
-(Véase Frey, edición de las <em>Poesías</em> de Miguel Ángel, página 526). En
-cuanto a Cecchino dei Bracci, el amigo de su amigo Luis del Riccio,
-Miguel Ángel no lo conoció sino diez años después que a Cavalieri. Cecchino
-era hijo de un desterrado florentino, y murió prematuramente en
-Roma, en 1544. Miguel Ángel escribió en memoria suya cuarenta y
-ocho epigramas funerarios de un idealismo idólatra, si así puede decirse,
-algunos de los cuales son de una sublime belleza. Estas son tal vez las
-poesías más sombrías que Miguel Ángel haya escrito. (Véase Apéndice
-XIII).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_321" href="#FNanchor_321" class="label">[321]</a> Benedetto Varchi: <em>Due lezzioni</em>, 1549.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_322" href="#FNanchor_322" class="label">[322]</a> Carta de Tommaso dei Cavalieri a Miguel Ángel (enero 1.º de 1533).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_323" href="#FNanchor_323" class="label">[323]</a> Véase sobre todo la respuesta que dió Miguel Ángel a la primera
-carta de Cavalieri, el mismo día que la recibió (enero 1.º de 1533). De
-esta carta existen tres borradores febriles. En una post-scriptum de uno
-de estos borradores, Miguel Ángel escribe:
-</p>
-
-<p>“Debería ser permitido llamar por su nombre a las cosas... pero
-por respeto a las conveniencias no es así en esta carta”. Es claro que se
-trata de la palabra amor.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_324" href="#FNanchor_324" class="label">[324]</a> Carta de Miguel Ángel a Cavalieri, de enero 1.º de 1533.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_325" href="#FNanchor_325" class="label">[325]</a> Borrador de una carta de Miguel Ángel a Cavalieri (julio 28 de
-1533).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_326" href="#FNanchor_326" class="label">[326]</a> Carta de Miguel Ángel a Cavalieri (julio 28 de 1533).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_327" href="#FNanchor_327" class="label">[327]</a> Carta de Miguel Ángel a Bartolommeo Angiolini.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_328" href="#FNanchor_328" class="label">[328]</a> Carta de Miguel Ángel a Sebastián del Piombo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_329" href="#FNanchor_329" class="label">[329]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_330" href="#FNanchor_330" class="label">[330]</a> Varchi comentó dos de ellos en público, en sus Due Lezzioni. Miguel
-Ángel no hacía un misterio de su amor. Hablaba de él a Bartolommeo
-Angiolini, a Sebastián del Piombo. Estas amistades no sorprendían
-a nadie. Cuando murió Cecchino dei Bracci, Riccio gritaba su
-amor y su desesperación a todos: “¡Ah! mi amigo Donato, nuestro Cecchino
-ha muerto. Toda Roma llora. Miguel Ángel hace para mí el dibujo
-de un monumento. Escribidme el epitafio, os lo suplico, y enviadme
-una carta consoladora; mi dolor me ha robado el espíritu; ¡paciencia!
-Vivo con mil y mil muertes en cada hora. ¡Oh Dios, cómo ha cambiado
-el aspecto de la fortuna!” Carta a Donato Giannotti (enero de 1544).
-“En mi pecho tenía yo mil almas de amantes”, hace decir Miguel a Cecchino
-en uno de sus epigramas funerarios. (<em>Poesías</em>, edición Frey,
-LXXIII, 12).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_331" href="#FNanchor_331" class="label">[331]</a> Scheffler.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_332" href="#FNanchor_332" class="label">[332]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 19. Véase Apéndice XIV.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_333" href="#FNanchor_333" class="label">[333]</a> <em>Poesías</em>, XLIV. Véase Apéndice XV.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_334" href="#FNanchor_334" class="label">[334]</a> <em>Poesías</em>, LII. Véase también LXXVI. Al fin del soneto, Miguel
-Ángel hace un juego de palabras con el nombre de Cavalieri: <em>Resto
-prigion d’ un Cavalier armato</em>. (Soy prisionero de un caballero armado).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_335" href="#FNanchor_335" class="label">[335]</a> <em>Onde al mio viver lieto, che m’ha tolto...</em> (<em>Poesías</em>, CIX. 18).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_336" href="#FNanchor_336" class="label">[336]</a> <em>Il desiato mie dolce signiore...</em> (<em>Ibid.</em>, L).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_337" href="#FNanchor_337" class="label">[337]</a> <em>Un freddo aspetto...</em> (<em>Ibid.</em>, CIX. 18).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_338" href="#FNanchor_338" class="label">[338]</a> El texto exacto, dice: “lo que tú mismo ames más en ti”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_339" href="#FNanchor_339" class="label">[339]</a> Véase Apéndice, XVI.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_340" href="#FNanchor_340" class="label">[340]</a> <em>Il foco onesto, che m’arde...</em> (<em>Poesías</em>, L). <em>La casta voglia, che 'l
-core dentro infiamma.</em> (<em>Ibid.</em>, XLIII).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_341" href="#FNanchor_341" class="label">[341]</a> En un soneto Miguel Ángel deseaba que su piel pudiera servir de
-vestido para su amado. Quería ser como los zapatos que llevaban sus
-pies de nieve. (Véase Apéndice XVII).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_342" href="#FNanchor_342" class="label">[342]</a> Sobre todo entre junio y octubre de 1533, cuando Miguel Ángel
-de regreso en Florencia estaba alejado de Cavalieri.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_343" href="#FNanchor_343" class="label">[343]</a> Los bellos retratos donde se ha pretendido reconocerla no tienen
-ninguna autenticidad. Por ejemplo, el dibujo famoso de los Uffizi donde
-Miguel Ángel ha representado una mujer joven, con casco. Cuando más,
-habrá sufrido al hacerlo la influencia inconsciente del recuerdo de
-Vittoria, idealizada y rejuvenecida. Porque la figura de los Uffizi
-tiene los rasgos regulares de Vittoria y su expresión severa; los ojos
-preocupados y grandes y la mirada dura; el cuello desnudo, el pecho
-descubierto y la expresión de una violencia fría y concentrada.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_344" href="#FNanchor_344" class="label">[344]</a> Así la representa una medalla anónima reproducida en el <em>Carteggio
-di Vittoria Colonna</em>, publicado por Ermanno Ferrero y Giuseppe
-Müller. Así la vió Miguel Ángel sin duda. Sus cabellos están cubiertos
-con una gran cofia rayada y lleva un vestido cerrado severamente, con
-una abertura en el cuello.
-</p>
-
-<p>En otra medalla anónima aparece idealizada y joven. Reproducida
-por Müntz: <em>Historia del Arte durante el Renacimiento</em>, III, 248, y en
-<em>La obra y la vida de Miguel Ángel</em>, publicada por la <em>Gazette des Beaux-Arts</em>,
-tiene los cabellos levantados y sujetos con un listón por encima de la
-frente; un bucle cae sobre la mejilla y finas trenzas sobre la nuca. La
-frente es alta y recta; los ojos miran con una atención un poco pesada;
-la nariz, larga y regular, es gruesa; las mejillas llenas, las orejas bien
-hechas; el mentón, recto y fuerte, está levantado; el cuello desnudo, con
-un ligero velo alrededor; el pecho desnudo; la expresión es indiferente
-y mohina.
-</p>
-
-<p>Estas dos medallas hechas en edades diversas de su vida, presentan,
-como rasgos comunes, el fruncimiento de la nariz y del labio superior un
-poco mal humorado, y la boca pequeña, silenciosa y despectiva. El conjunto
-de la cara denota una calma sin ilusiones y sin alegría. Frey ha
-creído de una manera un poco aventurada, encontrar la imagen de
-Vittoria, en un extraño dibujo de Miguel Ángel, en el reverso de un soneto;
-hermoso y triste dibujo que Miguel Ángel no hubiera querido en
-este caso enseñar a nadie. La figura es de una mujer de edad, desnuda
-hasta la mitad del cuerpo; el pecho flácido; la cabeza no ha envejecido,
-recta, pensativa y fiera; un collar rodea el cuello largo y fino;
-los cabellos levantados están sujetos por una gorra que oculta las orejas
-y se anuda bajo la barba, en forma de casco. Enfrente de ella, una cabeza
-de viejo que se parece a Miguel Ángel, la mira... por última
-vez. Cuando hizo ese dibujo, ella acababa de morir. El soneto que lo
-acompaña es la hermosa poesía sobre la muerte de Vittoria: “<em>Quand’el
-ministro de’ sospir mie tanti...</em>”. Frey reprodujo el dibujo en su
-Edición de las <em>Poesías</em> de Miguel Ángel, página 385.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_345" href="#FNanchor_345" class="label">[345]</a> Tenía entonces por consejero espiritual a Matteo Giberti, Obispo
-de Verona, que fué uno de los primeros que intentaron la renovación
-de la Iglesia Católica. El secretario de Giberti era el poeta Francesco
-Berni.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_346" href="#FNanchor_346" class="label">[346]</a> Juan de Valdés, hijo de un Secretario íntimo de Carlos V, establecido
-en Nápoles en 1534, fué ahí el jefe del movimiento reformador.
-Nobles y grandes damas se agruparon a su alrededor. Publicó numerosos
-escritos, siendo los principales las <em>Cento e dieci divine considerazioni</em>,
-Basilea, 1550; y un <em>Aviso sobre los intérpretes de la Sagrada Escritura</em>.
-Creía en la justificación únicamente por la fe, y subordinaba la instrucción
-por la Escritura a la iluminación por el Espíritu Santo. Murió en
-1541. Se dice que tuvo en Nápoles más de tres mil prosélitos.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_347" href="#FNanchor_347" class="label">[347]</a> Bernardino Ochino, gran predicador y Vicario General de los
-Capuchinos, en 1539 llegó a ser amigo de Juan de Valdés, quien sufrió
-su influjo. A pesar de las denuncias, continuó sus predicaciones audaces
-en Nápoles, en Roma y en Venecia, sostenido por el pueblo contra las
-interdicciones de la Iglesia, hasta 1542 cuando, a punto de ser castigado
-como Luterano, huyó de Florencia a Ferrara y de ahí a Ginebra, donde
-se pasó al protestantismo. Era amigo íntimo de Vittoria Colonna y a
-punto de abandonar Italia, le anunció su resolución en una carta confidencial.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_348" href="#FNanchor_348" class="label">[348]</a> Pietro Carnesecchi de Florencia, protonotario de Clemente VII
-amigo y discípulo de Valdés, fué citado ante la Inquisición por primera
-vez en 1546 y quemado en Roma en 1567. Había continuado en relaciones
-con Vittoria Colonna, hasta la muerte de ésta.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_349" href="#FNanchor_349" class="label">[349]</a> Gaspare Contarini, de una gran familia veneciana, fué primero
-Embajador de Venecia en la corte de Carlos V, en los Países Bajos, en
-Alemania y en España, y después ante Clemente VII, de 1528 a 1530.
-Fué nombrado Cardenal por Pablo III en 1535, y legado en 1541 en la
-Dieta de Ratisbona. No logró entenderse con los protestantes y se hizo
-sospechoso a los católicos. Regresó desalentado y murió en Bolonia en
-agosto de 1542. Compuso numerosos escritos: <em>De inmortalitate animae</em>,
-<em>Compendium primae philosophiae</em>, y un tratado de la <em>Justification</em>, donde
-estaba muy cerca de las ideas protestantes sobre la gracia.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_350" href="#FNanchor_350" class="label">[350]</a> Citadas por Henri Thode.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_351" href="#FNanchor_351" class="label">[351]</a> Giampietro Caraffa, Obispo de Chieti, fundó en 1524 la Orden
-de los Teatinos, y desde 1528 comenzó en Venecia la obra de contrarreforma
-que debería continuar con implacable rigor como Cardenal y
-después como Papa, bajo el nombre de Pablo IV, desde 1555. En 1540
-fué autorizada la Orden de los Jesuitas; en julio de 1542 fué instituido
-en Italia el Tribunal de la Inquisición, con plenos poderes contra los
-heréticos; y en 1545 se abrió el Concilio de Trento. Esto fué el fin del
-catolicismo libre, soñado por los Contarini, Giberti y Pole.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_352" href="#FNanchor_352" class="label">[352]</a> Declaración de Carnesecchi ante la Inquisición, en 1566.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_353" href="#FNanchor_353" class="label">[353]</a> Reginald Pole, de la Casa de York, había tenido que huir de
-Inglaterra por conflictos con Enrique VIII; estuvo en Venecia en 1532;
-se hizo amigo entusiasta de Contarini; fué hecho Cardenal por Pablo
-III y Legado del patrimonio de San Pedro. Tenía gran atractivo personal
-y un espíritu conciliador; se sometió a la contrarreforma y volvió a la
-obediencia a muchos espíritus libres del grupo de Contarini, que estaban
-dispuestos a pasarse al protestantismo. Vittoria Colonna se puso enteramente
-bajo su dirección en Viterbo, de 1541 a 1544. En 1554, Pole
-volvió a Inglaterra, como Legado; llegó a ser Arzobispo de Canterbury
-y murió en 1558.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_354" href="#FNanchor_354" class="label">[354]</a> Carta de Vittoria Colonna al Cardenal Morone (22 de diciembre
-de 1543). Véase sobre Vittoria Colonna la Obra de Alfred de Reumont
-y el segundo volumen del <em>Michelangelo</em> de Thode.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_355" href="#FNanchor_355" class="label">[355]</a> Francisco de Holanda. <em>Cuatro Conversaciones sobre la Pintura</em>,
-tenidas en Roma en 1538-1539, compuestas en 1548, y publicadas por
-Joachim de Vasconcellos. Traducción francesa en “<em>Les Arts en Portugal</em>”,
-por el Conde A. Raczynski, 1846. París, Renouard.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_356" href="#FNanchor_356" class="label">[356]</a> Primera parte del <em>Diálogo sobre la Pintura en la ciudad de Roma</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_357" href="#FNanchor_357" class="label">[357]</a> <em>Ibid.</em>, Tercera Parte. El día de esta conversación Octavio Farnesio,
-sobrino de Pablo III, se casaba con Margarita, viuda de Alejandro
-de Médicis. Con este motivo, doce carros decorados a la antigua desfilaban
-en cortejo triunfal por la plaza Navona, donde la multitud se
-apiñaba. Miguel Ángel se había refugiado con sus amigos en la paz de
-San Silvestre, arriba de la ciudad.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_358" href="#FNanchor_358" class="label">[358]</a> Condivi. Estas no son en verdad las cartas que hemos conservado
-de Vittoria, que son nobles indudablemente, pero un poco frías.
-Hay que pensar que de toda la correspondencia no poseemos más que
-cinco cartas de Orvieto y de Viterbo, y tres cartas de Roma, entre 1539
-y 1541.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_359" href="#FNanchor_359" class="label">[359]</a> Este dibujo, como lo ha demostrado M. A. Grenier, fué la primera
-imagen inspiradora de las diversas <em>Pietà</em> que Miguel Ángel esculpió
-más tarde; la de Florencia&mdash;1550-1555,&mdash;la <em>Pietà</em> Rondanini&mdash;1563&mdash;y
-la encontrada recientemente en Palestrina&mdash;entre 1555 y 1560.&mdash;También
-relacionan con esta concepción los esbozos de la Biblioteca de
-Oxford y el <em>Entierro</em>, de la National Gallery. Véase a A. Grenier: <em>Una
-Pietà desconocida de Miguel Ángel en Palestrina</em>, <em>Gazette des Beaux-Arts</em>,
-marzo de 1907. Se encontrarán en este artículo reproducciones de las
-diferentes <em>Pietà</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_360" href="#FNanchor_360" class="label">[360]</a> Entonces fué cuando Miguel Ángel pensó en publicar sus poesías.
-Sus amigos Luigi del Riccio y Donato Giannotti le sugirieron esta
-idea. Hasta entonces no había dado gran importancia a lo que escribía.
-Giannotti se ocupó de esta publicación por el año de 1545. Miguel Ángel
-hizo una selección de sus versos, y sus amigos la copiaron. Pero la muerte
-de Riccio en 1546 y de Vittoria en 1547, lo desviaron de esta idea que
-le parecía una última vanidad.</p>
-
-<p>Sus poesías no se publicaron durante su vida, excepto un corto número
-que aparecieron en las obras de Varchi, Giannotti, Vasari, etc., pero
-circulaban de mano en mano. Los más grandes compositores, Archadelt,
-Tromboncino, Consilium, Costanzo Festa, les pusieron música. Varchi
-leyó y comentó uno de los sonetos en 1546 ante la Academia de Florencia,
-descubriendo en esta poesía la pureza antigua y la plenitud de
-pensamientos de Dante.</p>
-
-<p>Miguel Ángel se había nutrido de Dante. “Nadie lo comprendía mejor
-dice Giannotti, ni conocía con más perfección su obra”. Nadie le ha
-dedicado un homenaje tan magnífico como el bello soneto: “<em>Dal ciel
-discese...”</em> (<em>Poesías</em>, CIX, 37). Conocía igualmente a Petrarca, Cavalcanti,
-Cino da Pistoja y a todos los clásicos de la poesía italiana, conforme
-a los cuales modelaba su estilo; pero el sentimiento que vivificaba
-todo, era su ardiente idealismo platónico.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_361" href="#FNanchor_361" class="label">[361]</a> <em>Rime con giunta di XVI Sonetti spirituali</em>, 1539.&mdash;<em>Rime con giunta
-di XXIV Sonetti spirituali e Trionfo della Croce</em>, 1544. Venecia.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_362" href="#FNanchor_362" class="label">[362]</a> “Tengo un pequeño libro de pergamino que ella me regaló
-hace como diez años, escribe Miguel Ángel a Fattucci el 7 de marzo de
-1551. Contiene ciento tres sonetos, sin contar los cuarenta escritos en
-papel que me mandó de Viterbo, que he mandado encuadernar con el
-mismo libro. También tengo muchas cartas que me escribió de Orvieto
-y de Viterbo. Eso es lo que poseo de ella”. </p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_363" href="#FNanchor_363" class="label">[363]</a> Véase Apéndice, XVIII. (<em>Poesías</em>, LXXXVIII).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_364" href="#FNanchor_364" class="label">[364]</a> Vasari. Se disgustó durante algún tiempo con uno de sus más
-queridos amigos, Luigi del Riccio, porque éste le hacía regalos a pesar
-suyo: “Me pesa más, le escribió, tu extrema bondad que si me robaras.
-Debe haber igualdad entre amigos; si uno da más que el otro, entonces
-comienza el conflicto y, si uno vence el otro no se lo perdona”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_365" href="#FNanchor_365" class="label">[365]</a> Condivi.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_366" href="#FNanchor_366" class="label">[366]</a> Véase Apéndice, XIX. (<em>Poesías</em>, CI). Miguel Ángel agrega este
-comentario: “el martillo&mdash;es decir, Vittoria, estaba sola en el mundo
-para exaltar la virtud con sus grandes virtudes; no tenía aquí a nadie
-para mover el fuelle de la fragua. Ahora, en el Cielo, tendrá muchos
-auxiliadores, porque no hay nadie que no estime la virtud. Por eso, yo
-espero que de lo alto vendrá el perfeccionamiento de mi ser.&mdash;Ahora en
-el Cielo habrá alguno que mueva el fuelle; aquí abajo no tenía ninguna
-ayuda en la forja donde se forjan las virtudes”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_367" href="#FNanchor_367" class="label">[367]</a> Véase Apéndice, XX. (<em>Poesías</em>, C).&mdash;En el reverso del manuscrito
-de este soneto se halla el dibujo a pluma en el cual se ha pretendido
-reconocer la imagen de Vittoria con el pecho marchito.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_368" href="#FNanchor_368" class="label">[368]</a> La amistad de Miguel Ángel para Vittoria Colonna no fué exclusiva
-de otras pasiones. No le bastaba para llenar su alma. Habíamos
-procurado no decirlo, por el escrúpulo ridículo de “idealizar” a Miguel
-Ángel ¡como si un Miguel Ángel tuviera necesidad de ser “idealizado!”
-Durante el tiempo de su amistad con Vittoria, entre 1535 y 1546, Miguel
-Ángel amó a una mujer bella y cruel, <em>donna aspra e bella</em> (CIX, 89),
-<em>lucente e fiera stella, iniqua e fella, dolce pietà con dispietato core</em> (CIX, 9),
-<em>cruda e fiera stella</em>, (CIX, 14), <em>bellezza e gratia equalmente infinita</em> (CIX, 3),
-<em>mi dama enemiga</em>, como también la llama: <em>La donna mia nemica</em>
-(CIX, 54). La amó apasionadamente, se humilló ante ella y casi le hubiera
-sacrificado su salvación eterna.</p>
-
-<p><em>Godo gl’inganni d’una donna bella...</em> (CIX, 90).<br />
-<em>Porgo umilmente al’aspro giogo il collo...</em> (CIX, 54).<br />
-<em>Dolce mi saria l’inferno teco...</em> (CIX, 55).</p>
-
-<p>Este amor fué su tortura. Ella se burlaba de él:</p>
-
-<p><em>Questa mia donna è sì pronta e ardita,<br />
-C’allor che la m’ancide, ogni mie bene<br />
-Cogli occhi mi promecte e parte tiene<br />
-Il crudel ferro dentro a la ferita...</em> (CIX, 15).</p>
-
-
-<p>Ella excitaba sus celos y coqueteaba con otro. Acabó por odiarla.
-Le pedía al destino que la hiciera fea y enamorada de él para no poderla
-amar y hacerla sufrir a su vez: “Amor, ¿por qué permites que la belleza
-rehúse tu suprema cortesía a quien te desea y te aprecia y que la conceda
-a seres estúpidos? ¡Ah! haz que en otra ocasión ella sea de corazón
-amante y tan fea de cuerpo que yo no la ame y ella me ame”. (Véase
-Apéndice XXI. <em>Poesías</em>, CIX, 63).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_369" href="#FNanchor_369" class="label">[369]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_370" href="#FNanchor_370" class="label">[370]</a> Condivi.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_371" href="#FNanchor_371" class="label">[371]</a> La idea de este inmenso fresco que cubría el muro de la entrada
-de la Capilla Sixtina, encima del altar del Papa, remontaba a Clemente
-VII, desde 1533.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_372" href="#FNanchor_372" class="label">[372]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_373" href="#FNanchor_373" class="label">[373]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_374" href="#FNanchor_374" class="label">[374]</a> <em>Ibid.</em></p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_375" href="#FNanchor_375" class="label">[375]</a> Julio de 1573. Varonese no dejó de disculparse con el ejemplo
-del <em>Juicio Final</em>: “Convengo que es malo; pero vuelvo a lo que he dicho,
-que es un deber para mí seguir los ejemplos que mis maestros me han
-dado.”
-</p>
-
-<p>“¿Qué han hecho pues tus maestros? ¿algo parecido tal vez?”
-</p>
-
-<p>“Miguel Ángel, en Roma, en la Capilla del Papa, ha representado a
-Nuestro Señor, a Su madre, a San Juan, a San Pedro y a la Corte Celestial;
-y ha representado desnudos a todos los personajes, hasta a la
-Virgen María, y en actitudes que la más severa religión no ha inspirado...”.
-(A. Baschet: <em>Pablo Veronés ante el Santo Oficio</em>, 1880).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_376" href="#FNanchor_376" class="label">[376]</a> Esto fué una venganza. El Aretino había tratado de obtener de él,
-según su costumbre, algunas obras de arte; además había tenido el descaro
-de trazarle un programa para el <em>Juicio Final</em>. Miguel Ángel había
-rechazado cortésmente este ofrecimiento de colaboración extraña, y se
-había hecho sordo para las peticiones. El Aretino quiso demostrar a
-Miguel Ángel lo que podía costarle esta falta de consideraciones.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_377" href="#FNanchor_377" class="label">[377]</a> Una comedia del Aretino, <em>El Hipócrita</em>, fué el prototipo de
-Tartufo (P. Gauthiez: el Aretino, 1895).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_378" href="#FNanchor_378" class="label">[378]</a> Hacía una alusión injuriosa a “Gherardi y Tomai”, Gerardo
-Perini y Tommaso dei Cavalieri.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_379" href="#FNanchor_379" class="label">[379]</a> Este <em>chantage</em> se exhibe descaradamente. Al fin de su carta amenazadora,
-después de haber recordado a Miguel Ángel lo que esperaba
-de él, es decir obsequios, el Aretino agrega este <em>post-scriptum</em>: “Ahora
-que he descargado un poco mi cólera, y que os he demostrado que si
-sois <em>divino</em> yo no soy de <em>agua</em>, romped esta carta, como yo, y decidid”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_380" href="#FNanchor_380" class="label">[380]</a> Por un florentino, en 1549. (Gaye, <em>Carteggio</em>, II, 500).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_381" href="#FNanchor_381" class="label">[381]</a> En 1596, Clemente VIII quiso también mandar borrar el <em>Juicio
-Final</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_382" href="#FNanchor_382" class="label">[382]</a> En 1559. Daniel de Volterra conservó desde entonces el sobrenombre
-de <em>braghettone</em>. Daniel era amigo de Miguel Ángel. Otro de sus
-amigos, el escultor Ammanati, condenó el escándalo de estas representaciones
-desnudas. Miguel Ángel no fué pues sostenido en esta ocasión
-por sus discípulos.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_383" href="#FNanchor_383" class="label">[383]</a> La inauguración del <em>Juicio Final</em> se hizo el 25 de diciembre de
-1541, con asistencia de gente de toda Italia, de Francia, de Alemania
-y de Flandes. Véase la descripción de esta obra en el libro de la colección
-de los <em>Maestros del Arte</em>, página 90-93.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_384" href="#FNanchor_384" class="label">[384]</a> Estos frescos, que son la <em>Conversión de San Pablo</em> y el <em>Martirio
-de San Pedro</em>, en los cuales Miguel Ángel trabajó desde 1542, fueron
-interrumpidos por dos enfermedades en 1544 y 1546 y terminados penosamente
-en 1549-1550. Estas fueron “las últimas pinturas que ejecutó,
-escribe Vasari, y con grandes esfuerzos; porque la pintura, y en particular
-el fresco, no es un arte para los viejos”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_385" href="#FNanchor_385" class="label">[385]</a> Debían ser el <em>Moisés</em> y los dos <em>Esclavos</em>; pero le pareció a Miguel
-Ángel que los <em>Esclavos</em> no convenían para la tumba así reducida, y esculpió
-otras dos figuras, la <em>Vida Activa</em> y la <em>Vida Contemplativa</em>, (<em>Raquel y
-Lía</em>).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_386" href="#FNanchor_386" class="label">[386]</a> Carta a un <em>Monsignore</em> desconocido (octubre 1542). <em>Cartas</em>,
-Edición Milanesi, CDXXXV.</p></div></div>
-</div>
-
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_211"></a>[Pg 211]</span></p>
-<div class="figcenter illowp58" id="p211ilo" style="max-width: 17em;">
- <img class="w100" src="images/p211ilo.jpg" alt="p211ilo" />
-</div>
-</div>
-
-
-<h2 class="nobreak">II<br />
- FE</h2>
-
-<div class="blockquot1">
-<p><em>Signior mie caro, i’ te sol chiamo e 'nvoco<br />
-contr’a l’inutil mie cieco tormento</em><a id="FNanchor_387" href="#Footnote_387" class="fnanchor">[387]</a>.</p>
-</div>
-
-
-<p class="p1">Su deseo hubiera sido después de la muerte de Vittoria
-volver a Florencia, para dejar ahí “sus huesos cansados
-junto a los de su padre”<a id="FNanchor_388" href="#Footnote_388" class="fnanchor">[388]</a>. Pero después de haber servido
-toda su vida a los Papas, quiso consagrar sus últimos
-años a Dios. Tal vez había sido impulsado en este sentido
-por su amiga y cumplía en ello uno de sus últimos votos. Un
-mes antes de la muerte de Vittoria Colonna, el primero de
-enero de 1547, Miguel Ángel fué nombrado por breve de Pablo
-<span class="pagenum"><a id="Page_212"></a>[Pg 212]</span>III prefecto y arquitecto de San Pedro, con plenos
-poderes para levantar el edificio.</p>
-
-<p>Aceptó con disgusto, y no fueron las instancias del Papa
-las que lo decidieron a cargar sus hombros de septuagenario
-con el fardo más pesado que hubiera llevado nunca; vió
-en ello un deber, una misión de Dios:</p>
-
-<p>“Muchos creen&mdash;y yo también creo&mdash;que he sido colocado
-en este puesto por Dios, escribía. Por viejo que sea
-no quiero abandonarlo, porque sirvo por amor a Dios y en
-Él pongo todas mis esperanzas”<a id="FNanchor_389" href="#Footnote_389" class="fnanchor">[389]</a>. No aceptaba ninguna
-recompensa por esta sagrada tarea.</p>
-
-<p>Tuvo que contender con numerosos enemigos: “La
-secta de San Gallo”<a id="FNanchor_390" href="#Footnote_390" class="fnanchor">[390]</a>, como dice Vasari, y todos los administradores,
-proveedores y contratistas de la construcción,
-de quienes denunciaba los fraudes, para los cuales San Gallo
-había cerrado los ojos. “Miguel Ángel, dice Vasari, libró a
-San Pedro de los ladrones y de los bandidos”. Se formó
-una coalición contra él que tuvo por jefe al descarado Nanni
-di Baccio Bigio, arquitecto a quien Vasari acusa de haber
-robado a Miguel Ángel y que pretendía suplantarlo. Se
-propagó el rumor de que Miguel Ángel no entendía nada de
-arquitectura, que despilfarraba el dinero y no hacía más
-que destruir la obra de su predecesor. El Comité de administración
-de la obra tomó también partido contra su arquitecto,
-y aprobó en 1551 una investigación solemne
-presidida por el Papa.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_213"></a>[Pg 213]</span></p>
-
-<p>Los inspectores y los obreros fueron a declarar contra
-Miguel Ángel, con el apoyo de los Cardenales Salviati y
-Cervini<a id="FNanchor_391" href="#Footnote_391" class="fnanchor">[391]</a>. Miguel Ángel se dignó apenas justificarse y rehusó
-toda discusión. “No estoy obligado, dijo al Cardenal
-Cervini, a comunicar a nadie lo que yo debo o quiero hacer.
-Vuestra obligación es averiguar los gastos. Lo demás sólo
-me importa a mí”<a id="FNanchor_392" href="#Footnote_392" class="fnanchor">[392]</a>.</p>
-
-<p>Nunca consintió su inquebrantable orgullo en participar
-sus proyectos a nadie. A sus obreros, que se quejaban, les
-respondió: “vuestra obligación es cumplir como albañiles,
-como talladores, como carpinteros, hacer vuestro oficio y
-ejecutar mis órdenes. En cuanto a saber lo que yo tengo
-en la cabeza, no lo sabréis jamás porque eso sería contra
-mi dignidad”<a id="FNanchor_393" href="#Footnote_393" class="fnanchor">[393]</a>.</p>
-
-<p>Contra los odios que recurrían a tales procedimientos, no
-hubiera podido sostenerse un instante sin el favor de los
-Papas<a id="FNanchor_394" href="#Footnote_394" class="fnanchor">[394]</a>. Así es que cuando murió Julio III<a id="FNanchor_395" href="#Footnote_395" class="fnanchor">[395]</a> y el Cardenal
-Cervini fué electo Papa, Miguel Ángel estuvo a punto
-de salir de Roma. Pero Marcelo II no hizo más que pasar
-por el trono y Paulo IV lo sucedió. Seguro de nuevo de la
-protección soberana, Miguel Ángel continuó luchando. Se
-habría creído deshonrado y habría temido por su salvación
-si hubiera abandonado la obra.</p>
-
-<p>“Contra mi voluntad he sido encargado de ella”, dice.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_214"></a>[Pg 214]</span></p>
-
-<p>“Hace ocho años que me esfuerzo en vano, entre disgustos
-y fatigas. Ahora que la construcción está bastante avanzada
-para que se pueda comenzar la cúpula, mi partida de
-Roma sería la ruina de la obra, una gran afrenta para mí,
-y para mi alma un gran pecado”<a id="FNanchor_396" href="#Footnote_396" class="fnanchor">[396]</a>.</p>
-
-<p>Sus enemigos no dejaban las armas y la lucha tomó
-por instantes un carácter trágico. En 1563, el ayudante
-más adicto a Miguel Ángel en San Pedro, Pier Luigi Gaeta,
-fué encarcelado por una falsa acusación de robo; y el jefe
-de los trabajos, Cesare da Casteldurante, fué apuñaleado.
-Miguel Ángel respondió nombrando en lugar de Cesare a
-Gaeta. El Comité de administración arrojó a Gaeta y nombró
-al enemigo de Miguel Ángel, Nanni di Baccio Bigio;
-Miguel Ángel fuera de sí, no volvió a San Pedro. Se hizo correr
-el rumor de que abandonaba sus funciones y el Comité
-le dió por suplente a Nanni, quien se presentó desde luego
-como amo, esperando rendir por cansancio a aquel viejo
-de ochenta y ocho años, enfermo y moribundo. No conocía
-a su adversario; Miguel Ángel inmediatamente fué a buscar
-al Papa y amenazó con salir de Roma si no se le hacía
-justicia. Exigió una nueva investigación, dejó convicto a
-Nanni como incapaz y mentiroso y logró que lo despidieran<a id="FNanchor_397" href="#Footnote_397" class="fnanchor">[397]</a>.
-Esto fué en septiembre de 1563, como cuatro meses
-antes de su muerte. Así es que hasta su última hora tuvo
-que luchar contra la envidia y contra el odio.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_215"></a>[Pg 215]</span></p>
-
-<p>No lo compadezcamos. Sabía defenderse y, aunque
-moribundo, era capaz él sólo, como decía en otro tiempo a
-su hermano Giovan Simone, “de despedazar a diez mil de
-aquella ralea”.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Además de la gran obra de San Pedro, otros trabajos de
-arquitectura ocuparon el final de su vida: el Capitolio<a id="FNanchor_398" href="#Footnote_398" class="fnanchor">[398]</a>,
-la Iglesia de Santa María de los Ángeles<a id="FNanchor_399" href="#Footnote_399" class="fnanchor">[399]</a>, la escalera de la
-<em>Laurenziana</em> de Florencia<a id="FNanchor_400" href="#Footnote_400" class="fnanchor">[400]</a>, la Puerta Pía y, sobre todo,
-la Iglesia de San Juan de los Florentinos, el último de sus
-grandes proyectos, abortado como todos los demás.</p>
-
-<p>Los florentinos le habían rogado que construyera la
-Iglesia de su nación en Roma; el duque Cosme mismo, le
-escribió una carta halagadora con este objeto; Miguel
-Ángel, sostenido por su amor a Florencia, emprendió la
-obra con un entusiasmo juvenil<a id="FNanchor_401" href="#Footnote_401" class="fnanchor">[401]</a>. Dijo a sus compatriotas
-“que si ejecutaban su plan, ni los romanos ni los
-griegos habrían tenido nunca nada semejante”; palabras,
-dice Vasari, “como nunca habían salido de su boca, ni antes
-ni después, porque era extremadamente modesto”. Los
-florentinos aceptaron el proyecto sin cambiar nada. Un
-amigo de Miguel Ángel, Tiberio Calcagni, ejecutó, bajo su
-dirección, un modelo en madera de la Iglesia; “era una
-obra de arte tan rara, que no se ha visto nunca una Iglesia
-semejante por la belleza, la riqueza y la variedad. Se inició
-la construcción y se gastaron cinco mil escudos. Después
-faltó el dinero, se suspendió la obra y Miguel Ángel sufrió
-<span class="pagenum"><a id="Page_216"></a>[Pg 216]</span>con ello una gran pena”<a id="FNanchor_402" href="#Footnote_402" class="fnanchor">[402]</a>. La Iglesia no fué construida
-nunca y hasta el modelo ha desaparecido. Tal fué la última
-decepción artística de Miguel Ángel. ¿Cómo había de tener
-la ilusión al morir de que San Pedro, apenas esbozado, llegara
-a terminarse, o de que alguna de sus obras le sobreviviera?</p>
-
-<p>Él mismo, si hubiera podido, tal vez las hubiera destruido.
-La historia de su última escultura, <em>El Descendimiento de la
-Cruz</em>, de la Catedral de Florencia, demuestra hasta dónde
-había llegado su desprendimiento del arte. Si continuaba
-todavía sus trabajos de escultor, no era ya por fe en el arte,
-sino por fe en Cristo, y porque “su espíritu y su fuerza no
-podían dejar de crear”<a id="FNanchor_403" href="#Footnote_403" class="fnanchor">[403]</a>. Pero cuando había terminado
-su obra, la rompió<a id="FNanchor_404" href="#Footnote_404" class="fnanchor">[404]</a>. “La hubiera destruido enteramente
-si su servidor Antonio no le hubiera suplicado que se la
-diera”<a id="FNanchor_405" href="#Footnote_405" class="fnanchor">[405]</a>.</p>
-
-<p>Tal era la indiferencia que Miguel Ángel, próximo a la
-muerte, demostraba para sus obras.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Desde la muerte de Vittoria ningún gran afecto iluminaba
-su vida. El amor había partido.</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>Fiamma d’amor nel cor non m’è rimasa;<br />
-Se 'l maggior caccia sempre il minor duolo,<br />
-Di penne l’ alm’ ho ben tarpat’ e rasa</em><a id="FNanchor_406" href="#Footnote_406" class="fnanchor">[406]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_217"></a>[Pg 217]</span></p>
-
-<p class="p1 indent5">“La llama de amor no ha quedado en mi corazón;<br />
-el peor mal&mdash;la vejez&mdash;eclipsa el mal menor;<br />
-tengo recortadas las alas del alma”.</p>
-
-<p class="p1">Había perdido a su hermano y a sus mejores amigos.
-Luigi del Riccio había muerto en 1546, Sebastián del Piombo,
-en 1547; su hermano Giovan Simone en 1548. Nunca
-tuvo grandes relaciones con su último hermano, Gismondo,
-que murió en 1555. Había concentrado su necesidad de
-afecto familiar y brusco, en sus sobrinos huérfanos, los hijos
-de Buonarroto, su hermano más amado. Eran dos, una
-niña, Cecca (Francesca), y un niño, Lionardo.</p>
-
-<p>Miguel Ángel puso a Cecca en un convento. Le pagó
-su equipo y su pensión; iba a verla y cuando ella se casó<a id="FNanchor_407" href="#Footnote_407" class="fnanchor">[407]</a>,
-la dotó con una de sus propiedades<a id="FNanchor_408" href="#Footnote_408" class="fnanchor">[408]</a>. Se encargó personalmente
-de la educación de Lionardo, que tenía nueve años
-a la muerte de su padre. Una larga correspondencia, que
-recuerda a menudo la de Beethoven con su sobrino, demuestra
-la seriedad con la cual cumplía su misión paternal<a id="FNanchor_409" href="#Footnote_409" class="fnanchor">[409]</a>.
-No le faltaron por este motivo frecuentes disgustos.
-Lionardo ponía a prueba la paciencia de su tío y esta paciencia
-no era muy grande.</p>
-
-<p>La mala letra del muchacho era suficiente para poner
-a Miguel Ángel fuera de sí, porque creía que esto era una
-falta de respeto para él:</p>
-
-<p>“Nunca recibo una carta tuya sin que sienta calentura
-antes de poder leerla. No sé donde has aprendido tú a
-escribir. Será falta de amor. Creo que si tuvieras que escribir
-al mayor asno del mundo, pondrías más cuidado.
-He arrojado tu última carta al fuego porque no podía leerla.
-Así es que no puedo contestarte. Ya te he dicho y repetido
-<span class="pagenum"><a id="Page_218"></a>[Pg 218]</span>hasta la saciedad, que siempre que recibo una carta tuya,
-me viene fiebre antes de que pueda leerla. Una vez por
-todas, no me escribas ya más. Si tienes algo que decirme
-busca alguien que sepa escribir, porque yo necesito mi cabeza
-para otras cosas y no para agotarme descifrando tus
-enigmas”<a id="FNanchor_410" href="#Footnote_410" class="fnanchor">[410]</a>.</p>
-
-<p>Desconfiado por naturaleza, y más aún por las dificultades
-que había tenido con sus hermanos, se hacía muy pocas
-ilusiones respecto al cariño humilde y zalamero de su sobrino;
-este cariño le parecía más bien dirigido hacia su caja
-fuerte, que el muchacho esperaba heredar. Miguel Ángel
-se lo decía francamente. Una vez estando enfermo y en
-peligro de muerte, supo que Lionardo había ido a Roma y
-había hecho algunas diligencias indiscretas, y le escribió,
-furioso:</p>
-
-<p>“¡Lionardo! Yo he estado enfermo y tú has ido a la casa
-de Ser Giovan Francesco para ver si no había dejado nada.
-¿No te basta con mi dinero de Florencia? ¡No puedes desmentir
-tu raza, y dejar de parecerte a tu padre, quien me
-arrojó en Florencia de mi propia casa! Debes saber que he
-hecho un testamento de tal manera que no tengas nada que
-esperar de mí; así, pues, vete con Dios, y no te presentes
-más ante mi vista ni me escribas nunca”<a id="FNanchor_411" href="#Footnote_411" class="fnanchor">[411]</a>.</p>
-
-<p>Estas cóleras no preocupaban mucho a Lionardo, porque
-generalmente después seguían las cartas afectuosas y los
-obsequios<a id="FNanchor_412" href="#Footnote_412" class="fnanchor">[412]</a>. Un año más tarde, se precipitaba de nuevo
-a Roma atraído por la promesa de un regalo de tres mil
-<span class="pagenum"><a id="Page_219"></a>[Pg 219]</span>escudos. Miguel Ángel, ofendido por su apresuramiento
-interesado, le escribe:</p>
-
-<p>“Has venido a Roma con una prisa furiosa. No sé si
-habrías venido tan pronto si yo me encontrara en la miseria
-y me faltara el pan... Dices que era tu deber venir por
-amor para mí. ¡Sí, el amor de un taladro<a id="FNanchor_413" href="#Footnote_413" class="fnanchor">[413]</a>! Si me tuvieras
-cariño, me hubieras escrito: ‘Miguel Ángel, guardad
-vuestros tres mil escudos y gastadlos en vos mismo, porque
-ya nos habéis dado bastante; vuestra vida nos es más cara
-que la fortuna’, pero desde hace cuarenta años habéis vivido
-de mí y nunca he recibido ni una buena palabra<a id="FNanchor_414" href="#Footnote_414" class="fnanchor">[414]</a>...”.</p>
-
-<p>Una grave cuestión fué la del matrimonio de Lionardo,
-que ocupó al tío y al sobrino durante seis años<a id="FNanchor_415" href="#Footnote_415" class="fnanchor">[415]</a>. Lionardo
-condescendía con su tío dócilmente; pensando en la herencia
-aceptaba todas sus observaciones, lo dejaba escoger,
-discutir, rechazar los partidos que se le ofrecían y él
-parecía indiferente.</p>
-
-<p>Miguel Ángel, al contrario, se apasionaba como si él tuviera
-que casarse. Consideraba el matrimonio como un
-asunto serio, para el cual el amor era la menor condición;
-la fortuna no entraba tampoco en cuenta, lo que importaba
-era la salud y la honorabilidad. Le daba rudos consejos,
-desprovistos de poesía, robustos y positivos:</p>
-
-<p>“Ésta es una gran decisión; acuérdate de que entre el
-hombre y la mujer debe haber siempre una diferencia de
-edad de diez años, y fíjate en que la que escojas no sea
-solamente buena, sino también sana. Se me ha hablado
-de varias personas; unas me gustan y otras no. Si piensas
-en ello, escríbeme si es que te gusta más una que otra, y yo
-te diré mi opinión. Eres libre para tomar a una o a otra,
-con tal que sea noble y bien educada, y más bien sin dote,
-<span class="pagenum"><a id="Page_220"></a>[Pg 220]</span>que con una gran dote, para vivir en paz<a id="FNanchor_416" href="#Footnote_416" class="fnanchor">[416]</a>... Un florentino
-me ha dicho que te han hablado de una muchacha
-de la casa Ginori, y que te gusta. A mí no me gusta que
-tomes por mujer una hija cuyo padre no te la daría si tuviera
-bastante para constituirle una dote conveniente. Yo
-deseo que el que quiera darte una mujer te la dé a ti y no
-a tu fortuna. Tú piensa únicamente en considerar la salud
-del alma y del cuerpo, la calidad de la sangre y de las costumbres,
-y además ver quiénes son sus parientes, porque
-esto es de gran importancia. Tómate el trabajo de buscar
-una mujer que no se avergüence de lavar los platos en caso
-necesario y de ocuparse de las cosas de la casa. En cuanto
-a la belleza, como tú no eres precisamente el joven más
-bello de Florencia, no te preocupes, con tal que no sea ni
-estropeada ni repugnante<a id="FNanchor_417" href="#Footnote_417" class="fnanchor">[417]</a>...”.</p>
-
-<p>Después de mucho buscar parecía haberse hallado el
-ave rara. Pero a última hora he aquí que se le descubre
-un defecto de importancia:</p>
-
-<p>“He sabido que tiene la vista corta, lo cual no me parece
-un defecto pequeño; por eso no he prometido nada todavía;
-y puesto que tú tampoco has prometido nada, mi opinión es
-que te desprendas, si estás seguro de esta cosa”<a id="FNanchor_418" href="#Footnote_418" class="fnanchor">[418]</a>.</p>
-
-<p>Lionardo se desalienta. Se sorprende por la insistencia
-de su tío para casarlo, y éste responde:</p>
-
-<p>“Es verdad, lo deseo, para que nuestra raza no acabe
-con nosotros. Sé muy bien que el mundo no se trastornará
-por eso; pero de todos modos, cada animal se esfuerza por
-conservar su especie. Por eso deseo que tú te cases”<a id="FNanchor_419" href="#Footnote_419" class="fnanchor">[419]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_221"></a>[Pg 221]</span></p>
-
-<p>Al fin, el mismo Miguel Ángel se cansa; comienza a encontrar
-ridículo que él sea quien se ocupe siempre del matrimonio
-de Lionardo y que éste no se interese en ello.
-Declara su propósito de abstenerse en lo sucesivo:</p>
-
-<p>“Desde hace sesenta años me he ocupado de vuestros
-asuntos; ahora estoy viejo y tengo que pensar en los míos”.</p>
-
-<p>Precisamente entonces tiene noticias de que su sobrino
-tiene relaciones formales con Cassandra Ridolfi; se alegra
-de ello, lo felicita, y le promete una dote de mil quinientos
-ducados. Lionardo se casa<a id="FNanchor_420" href="#Footnote_420" class="fnanchor">[420]</a>. Miguel Ángel envía sus
-felicitaciones a los jóvenes esposos, y promete un collar de
-perlas a Cassandra. La alegría no le impide sin embargo
-advertir a su sobrino, “que aunque él no sea muy conocedor
-de esas cosas, le parece que Lionardo debió haber
-arreglado todas las cuestiones de dinero antes de conducir
-a la mujer a su casa; porque siempre hay en estas cuestiones
-un germen de desunión”. Y termina con esta recomendación
-burlesca:</p>
-
-<p>“¡Vamos! ahora procurar vivir, y piensa bien en ello, porque
-el número de las viudas es siempre más grande que el
-de los viudos”<a id="FNanchor_421" href="#Footnote_421" class="fnanchor">[421]</a>.</p>
-
-<p>Dos meses después, en lugar del collar prometido, envió
-dos anillos a Cassandra, uno adornado con un diamante y
-el otro con un rubí. Cassandra, como agradecimiento, le
-manda ocho camisas. Miguel Ángel escribe: “Son muy
-bonitas, sobre todo la tela, y me gustan mucho, pero me
-disgusta que hayáis hecho este gasto, porque no me falta
-nada; da las gracias a Cassandra por mí, y dile que estoy a
-su disposición para enviarle todo lo que pueda encontrar
-aquí de artículos romanos u otros. Esta vez sólo he mandado
-una insignificancia, otra vez haremos algo mejor con
-algún objeto que le agrade; adviérteme solamente”<a id="FNanchor_422" href="#Footnote_422" class="fnanchor">[422]</a>.</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_222"></a>[Pg 222]</span></p>
-
-<p>Pronto vienen los hijos; el primero llamado Buonarroto<a id="FNanchor_423" href="#Footnote_423" class="fnanchor">[423]</a>,
-según el deseo de Miguel Ángel, y el segundo Michelangelo<a id="FNanchor_424" href="#Footnote_424" class="fnanchor">[424]</a>.
-Y el viejo tío que invita a la joven pareja para
-que vaya a su casa de Roma, en 1556, no deja de tomar
-parte afectuosamente en la alegría y en los dolores de la
-familia, pero sin permitir nunca a los suyos que se ocupen
-de sus negocios, ni siquiera de su salud.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Fuera de sus relaciones de familia no faltaron a Miguel
-Ángel amistades ilustres o distinguidas<a id="FNanchor_425" href="#Footnote_425" class="fnanchor">[425]</a>. A pesar de su
-humor salvaje sería completamente falso representarlo
-como un campesino del Danubio, a la manera de Beethoven.
-Fué un aristócrata italiano de alta cultura y de raza fina.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_223"></a>[Pg 223]</span></p>
-
-<p>Desde su adolescencia, que transcurrió en los jardines de
-San Marco, cerca de Lorenzo el Magnífico, estuvo en relaciones
-con todo lo que Italia tenía de más noble entre sus
-grandes señores, sus príncipes, sus prelados<a id="FNanchor_426" href="#Footnote_426" class="fnanchor">[426]</a>, los escritores<a id="FNanchor_427" href="#Footnote_427" class="fnanchor">[427]</a>,
-y los artistas<a id="FNanchor_428" href="#Footnote_428" class="fnanchor">[428]</a>. Tenía contiendas de ingenio con
-el poeta Francesco Berni<a id="FNanchor_429" href="#Footnote_429" class="fnanchor">[429]</a>; tenía correspondencia con
-Benedetto Varchi; se cambiaba poesías con Luigi del Riccio
-y con Donato Giannotti. Su conversación era muy buscada,
-lo mismo que sus profundas observaciones sobre el
-arte y sus opiniones sobre el Dante, que nadie conocía como
-él. Una dama romana<a id="FNanchor_430" href="#Footnote_430" class="fnanchor">[430]</a>, escribía que cuando él quería, era
-<span class="pagenum"><a id="Page_224"></a>[Pg 224]</span>“un gentil hombre de modales finos y seductores, como
-apenas habría otro igual en Europa”. Los diálogos de
-Giannotti y de Francisco de Holanda muestran su exquisita
-cortesía y la costumbre que tenía del trato social. Y hasta
-se encuentra, en algunas de sus cartas a los príncipes<a id="FNanchor_431" href="#Footnote_431" class="fnanchor">[431]</a>,
-que le hubiera sido fácil ser un perfecto cortesano. El mundo
-nunca huyó de él, sino que él fué quien lo tuvo a distancia,
-y no dependió más que de él mismo llevar una vida
-triunfal. Era para Italia la encarnación del genio italiano.
-Al fin de su carrera personificaba el gran Renacimiento
-como último superviviente, y él sólo era todo un siglo de
-gloria.</p>
-
-<p>No solamente los artistas lo miraban como un ser sobrenatural<a id="FNanchor_432" href="#Footnote_432" class="fnanchor">[432]</a>.
-Los príncipes se inclinaban ante él como si
-fuera un rey. Francisco I y Catalina de Médicis, le rendían
-homenaje<a id="FNanchor_433" href="#Footnote_433" class="fnanchor">[433]</a>. Cosme de Médicis quiso nombrarlo senador<a id="FNanchor_434" href="#Footnote_434" class="fnanchor">[434]</a>;
-y cuando fué a Roma<a id="FNanchor_435" href="#Footnote_435" class="fnanchor">[435]</a>, lo trató como a un igual,
-lo hizo sentar a su lado, y conversó con él confidencialmente.
-El hijo de Cosme, Francesco de Médicis, lo recibió con la
-gorra en la mano, “demostrando un respeto sin límites para
-<span class="pagenum"><a id="Page_225"></a>[Pg 225]</span>aquel hombre extraordinario”<a id="FNanchor_436" href="#Footnote_436" class="fnanchor">[436]</a>. En él no se honraba menos
-su genio que “su gran virtud”<a id="FNanchor_437" href="#Footnote_437" class="fnanchor">[437]</a>. Su vejez fué tan gloriosa
-como la de Goethe o la de Hugo, pero él era un hombre
-distinto, no tenía ni la sed de popularidad del uno, ni el
-respeto burgués del otro, por libre que fuera para el mundo
-y para el orden establecido. Despreciaba la gloria y despreciaba
-al mundo, y si servía a los papas era por la fuerza;
-pero no ocultaba que “hasta los papas lo fastidiaban y lo
-enojaban algunas veces, conversando con él y mandándolo
-buscar”, y que, “a pesar de sus órdenes no iba a verlos
-cuando no tenía voluntad”<a id="FNanchor_438" href="#Footnote_438" class="fnanchor">[438]</a>.</p>
-
-<p>“Cuando un hombre está hecho así por la naturaleza y
-por la educación y odia las ceremonias y desprecia la hipocresía,
-lo racional es dejarlo vivir como le conviene. Si no
-pide nada ni busca vuestra sociedad, ¿por qué buscar la
-suya? ¿por qué quererlo rebajar a las vulgaridades que le
-repugnan y lo hacen alejarse del mundo? No es un hombre
-superior el que piensa complacer a los imbéciles más bien
-que a su genio”<a id="FNanchor_439" href="#Footnote_439" class="fnanchor">[439]</a>.</p>
-
-<p>No tenía pues con el mundo más que las relaciones indispensables
-o completamente intelectuales. No les permitía
-llegar hasta su intimidad; y los papas, los príncipes, la
-gente de letras y los artistas tenían poco lugar en su vida.
-Hasta con los muy pocos de entre ellos, para los cuales sentía
-una verdadera simpatía, era raro que se estableciera
-una amistad durable. Quería a sus amigos y era generoso
-con ellos; pero su violencia, su orgullo y su desconfianza,
-transformaban con frecuencia a los más favorecidos en
-enemigos mortales. Un día escribió esta bella y triste carta:</p>
-
-<p>“El pobre ingrato está hecho de tal manera que si lo
-ayudáis en su desgracia, dice que él mismo os presta lo que
-<span class="pagenum"><a id="Page_226"></a>[Pg 226]</span>vos le dais. Si le dais trabajo para demostrarle vuestro interés,
-pretende que habéis tenido que buscarlo porque vos
-no podéis hacerlo. De todos los beneficios que recibe, dice
-que el benefactor se ha visto obligado a hacerlos, y si los
-beneficios recibidos son tan evidentes que es imposible
-negarlos, entonces el ingrato espera bastante tiempo para
-que aquél de quien ha recibido el beneficio, cometa una
-falta evidente; entonces tiene pretexto para hablar mal de
-él y librarse de todo reconocimiento. Así se ha obrado siempre
-contra mí; y sin embargo, ningún artista se ha dirigido
-a mí sin que yo no lo haya beneficiado con todo mi corazón.
-Y después toman como pretexto mi carácter raro o la locura
-que me atribuyen y que a nadie hace daño, para hablar mal
-de mí y ultrajarme. Ésta es la recompensa de los que son
-buenos<a id="FNanchor_440" href="#Footnote_440" class="fnanchor">”[440]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>En su propia casa tenía ayudantes bastante adictos, pero
-en general mediocres. Se sospechaba que los escogía intencionalmente
-mediocres para tener instrumentos dóciles y
-no colaboradores, lo que, por lo demás, habría sido legítimo.
-Pero, dice Condivi: “...no era cierto, como muchos le
-reprochaban, que no quería enseñar; al contrario, lo hacía
-de buena gana. Desgraciadamente, la fatalidad quiso que
-le tocaran sujetos poco capaces, o capaces, pero poco perseverantes,
-que después de algunos meses de enseñanza se
-creían ya maestros”.</p>
-
-<p>Es indudable que la primera cualidad que exigía de sus
-ayudantes era una sumisión absoluta. Así como era despiadado
-para los que desplegaban hacia él una independencia
-orgullosa, tuvo siempre tesoros de indulgencia y de
-generosidad para los discípulos modestos y fieles. El perezoso
-<span class="pagenum"><a id="Page_227"></a>[Pg 227]</span>Urbano, “que no quería trabajar”<a id="FNanchor_441" href="#Footnote_441" class="fnanchor">[441]</a>, y que tenía razón,
-porque cuando trabajaba, era para estropear irremediablemente
-por su torpeza el <em>Cristo</em> de la Minerva, fué objeto
-de sus cuidados paternales durante una enfermedad<a id="FNanchor_442" href="#Footnote_442" class="fnanchor">[442]</a>;
-llamaba a Miguel Ángel: “querido como el mejor padre”.
-Piero di Giannoto fué “amado como un hijo”. Silvio di
-Giovanni Cepparello, que salió de su casa para entrar al
-servicio de Andrés Doria, le suplica desoladamente que le
-permita volver con él. La historia conmovedora de Antonio
-Mini es un ejemplo de la generosidad de Miguel Ángel
-para con sus ayudantes. Mini, aquel discípulo que, según
-Vasari, “tenía buena voluntad pero no era inteligente”,
-amaba a la hija de una pobre viuda de Florencia. Según el
-deseo de sus padres, Miguel Ángel lo alejó de Florencia.
-Antonio quiso ir a Francia<a id="FNanchor_443" href="#Footnote_443" class="fnanchor">[443]</a>. Miguel Ángel le hizo un
-obsequio regio: “todos los dibujos, todos los cartones, la
-pintura de <em>Leda</em><a id="FNanchor_444" href="#Footnote_444" class="fnanchor">[444]</a>, todos los modelos que había hecho
-para ella, tanto en cera como en arcilla”. Provisto con esta
-fortuna, Antonio partió<a id="FNanchor_445" href="#Footnote_445" class="fnanchor">[445]</a>. Pero la mala suerte que perseguía
-todos los proyectos de Miguel Ángel, fué más dura
-todavía con los de su humilde amigo. Fué a París para
-enseñar el cuadro de la <em>Leda</em> al Rey. Francisco I estaba
-ausente; Antonio dejó la <em>Leda</em> guardada en la casa de un
-italiano amigo suyo, Giuliano Buonaccorsi, y volvió a
-<span class="pagenum"><a id="Page_228"></a>[Pg 228]</span>Lyon, donde se había establecido. Cuando regresó a París
-algunos meses más tarde, la <em>Leda</em> había desaparecido.
-Buonaccorsi la había vendido por su cuenta a Francisco I.
-Antonio, enloquecido y sin recursos, incapaz de defenderse,
-perdido en aquella ciudad extranjera, murió de aflicción a
-fines de 1533.</p>
-
-<p>Pero de todos sus ayudantes el más amado de Miguel
-Ángel y a quien su afecto aseguró la inmortalidad, fué
-Francesco d’Amadore, por sobrenombre Urbino, de Castel
-Durante. Desde 1530 estaba al servicio de Miguel Ángel,
-y trabajó bajo sus órdenes en la tumba de Julio II. Miguel
-Ángel se preocupaba por su porvenir.</p>
-
-<p>Le decía: “¿qué harás tú si yo muero?” Urbino respondió:
-“serviré a otro”.</p>
-
-<p>&mdash;¡Oh infeliz! dijo Miguel Ángel, quiero remediar tu
-miseria.</p>
-
-<p>“Y le dió dos mil escudos juntos. Un obsequio como
-sólo los emperadores y los papas podían hacer”<a id="FNanchor_446" href="#Footnote_446" class="fnanchor">[446]</a>.</p>
-
-<p>Urbino fué quien murió primero<a id="FNanchor_447" href="#Footnote_447" class="fnanchor">[447]</a>. Al día siguiente de
-su muerte, Miguel Ángel le escribió a su sobrino:</p>
-
-<p>“Urbino murió ayer en la tarde, a las cuatro. Me ha
-dejado tan afligido y turbado que me hubiera sido más
-dulce morir con él, por el cariño que yo le tenía; y bien lo
-merecía, porque era un hombre digno, leal y fiel. Su muerte
-hace que me parezca no vivir, y no puedo recobrar la tranquilidad”.</p>
-
-<p>Su dolor era tan profundo que tres meses después decía
-en una carta célebre, a Vasari:</p>
-
-<p>“Messer Giorgio, mi querido amigo, es posible que escriba
-mal; sin embargo, en respuesta a vuestra carta, escribiré
-algunas palabras. Ya sabéis que Urbino ha muerto, lo que
-es para mí una pena muy cruel, pero también una gracia
-muy grande que Dios me ha hecho. Esta gracia es que él,
-<span class="pagenum"><a id="Page_229"></a>[Pg 229]</span>que viviendo guardó mi vida, muriendo me ha enseñado a
-morir, no con pesar, sino con el deseo de la muerte. Me
-sirvió veintiséis años y siempre lo encontré seguro y muy
-fiel. Yo lo había enriquecido y ahora que contaba con él
-para que fuera el sostén de mi vejez, me fué quitado; y no
-me queda otra esperanza más que volverlo a ver en el paraíso,
-donde Dios ha demostrado que debía estar, por la muerte
-muy feliz que le procuró. Lo que ha sido para él más
-duro que la muerte, fué dejarme vivo en este mundo engañador,
-y en medio de tantas inquietudes. La mejor parte de
-mí mismo se ha ido con él y no me queda ya nada más que
-una miseria infinita”<a id="FNanchor_448" href="#Footnote_448" class="fnanchor">[448]</a>.</p>
-
-<p>En su desolación, rogó a su sobrino que fuera a verlo a
-Roma. Lionardo y Cassandra, inquietos por su tristeza,
-fueron y lo encontraron muy debilitado. Tuvo que hacer
-nuevos esfuerzos, por la obligación que Urbino le había
-impuesto de encargarse de la tutela de sus hijos, de los
-cuales uno era su ahijado y llevaba su nombre<a id="FNanchor_449" href="#Footnote_449" class="fnanchor">[449]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Tenía otras amistades extrañas. Por la necesidad de
-reacción contra todas las imposiciones de la sociedad, que
-es tan fuerte en las naturalezas robustas, le gustaba rodearse
-de gentes sencillas de espíritu, que tenían salidas inesperadas
-y maneras libres, gentes que no fueran como todo el
-mundo: un tal Topolino, tallador de piedras en Carrara,
-<span class="pagenum"><a id="Page_230"></a>[Pg 230]</span>“que se imaginaba ser un escultor distinguido y que nunca
-hubiera dejado partir para Roma un barco cargado con
-bloques de mármol, sin mandar tres o cuatro pequeñas
-figuras modeladas por él, que hacían morir de risa a Miguel
-Ángel”<a id="FNanchor_450" href="#Footnote_450" class="fnanchor">[450]</a>. Un Menighella, pintor de Valdarno, “que iba
-de vez en cuando a la casa de Miguel Ángel, para que le
-dibujara un San Roque o un San Antonio que después iluminaba
-y vendía a los campesinos”. Y Miguel Ángel, con
-quien los reyes tenían tanto trabajo para obtener la obra
-más pequeña, dejaba todo para ejecutar estos dibujos según
-las indicaciones de Menighella, entre otros un <em>Crucifijo</em>
-admirable<a id="FNanchor_451" href="#Footnote_451" class="fnanchor">[451]</a>; un barbero que se ocupaba también de
-pintar y para quien dibujó un <em>San Francisco con los estigmas</em>;
-uno de sus obreros romanos que trabajó en la
-tumba de Julio II y que creyó haberse hecho un gran escultor,
-sin haberlo notado, porque siguiendo dócilmente las
-indicaciones de Miguel Ángel había hecho salir del mármol,
-con estupefacción suya, una hermosa estatua; el chistoso
-orfebre Piloto, apodado Lasca; el holgazán Indaco, pintor
-singular, “tan amante de la charla que despreciaba la pintura”,
-y que acostumbraba decir que “trabajar siempre sin
-tomarse algún placer era indigno de un cristiano”<a id="FNanchor_452" href="#Footnote_452" class="fnanchor">[452]</a>, y
-sobre todo el ridículo e inofensivo Giuliano Bugiardini,
-para quien Miguel Ángel tenía una simpatía especial.</p>
-
-<p>Giuliano tenía una bondad natural, una manera sencilla
-de vivir, sin maldad y sin envidia, que gustaba infinitamente
-a Miguel Ángel. No tenía más defecto que amar
-demasiado sus propias obras. Pero Miguel Ángel lo estimaba
-feliz precisamente por esto, porque él mismo era muy
-desgraciado no pudiendo satisfacerse plenamente con
-nada... Una vez messer Ottaviano de Médicis había
-pedido a Giuliano que le hiciera un retrato de Miguel Ángel.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_231"></a>[Pg 231]</span></p>
-
-<p>Giuliano se puso a trabajar; y después de haber tenido a
-Miguel Ángel sentado dos horas sin hablar, le dijo: “Miguel
-Ángel, ven a ver, levántate ya; he atrapado lo esencial
-de tu fisonomía”. Miguel Ángel se levantó, y cuando vió
-el retrato, le dijo riendo a Giuliano: “¿qué diablos has
-hecho? mira, me has hundido un ojo en la sien”. Giuliano,
-con estas palabras, se puso fuera de sí. Miró varias veces
-al retrato y a su modelo, alternativamente, y respondió con
-atrevimiento: “No me parece; pero vuelve a tu sitio y lo
-corregiré, si hay lugar”. Miguel Ángel, que sabía lo que
-pasaba, se volvió a poner, sonriendo, enfrente de Giuliano,
-quien lo miró varias veces lo mismo que a la pintura. Después
-se levantó, y dijo: “el ojo está tal como yo lo he dibujado,
-y la naturaleza así lo muestra”. “Pues bien, dijo
-Miguel Ángel riendo, es culpa de la naturaleza. Continúa
-y no ahorres los colores”<a id="FNanchor_453" href="#Footnote_453" class="fnanchor">[453]</a>.</p>
-
-<p>Tanta indulgencia, que Miguel Ángel no acostumbraba
-prodigar con otros hombres y que concedía a esta gente
-humilde, indica un humor burlón que se divierte con las
-ridiculeces humanas<a id="FNanchor_454" href="#Footnote_454" class="fnanchor">[454]</a>, al mismo tiempo que una piedad
-afectuosa para esos pobres locos que se creían grandes
-artistas y que le inspiraban tal vez un retorno hacia su
-propia locura. En esto había mucho de ironía melancólica
-y burlesca.</p>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_232"></a>[Pg 232]</span></p>
-</div>
-
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_387" href="#FNanchor_387" class="label">[387]</a> <em>Poesías</em>, CXXIII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_388" href="#FNanchor_388" class="label">[388]</a> Carta de Miguel Ángel a Vasari (19 de septiembre de 1552).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_389" href="#FNanchor_389" class="label">[389]</a> Carta de Miguel Ángel a Lionardo su sobrino (julio de 1557).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_390" href="#FNanchor_390" class="label">[390]</a> Se trata aquí de Antonio da San Gallo, arquitecto en jefe de San
-Pedro desde 1537 hasta su muerte, en octubre de 1546. Siempre había
-sido enemigo de Miguel Ángel, quien lo trató sin consideraciones. Se
-pusieron en pugna el uno contra el otro a propósito de las fortificaciones
-del Borgo, barrio del Vaticano, para las cuales Miguel Ángel hizo que se
-rechazaran los planos de San Gallo, en 1545, y cuando la construcción
-del Palacio Farnesio que San Gallo había edificado hasta el segundo
-piso, y que Miguel Ángel terminó, imponiendo en 1549 su modelo para
-la cornisa y eliminando el proyecto de su rival. (Véase el <em>Michelangelo</em>
-de Thode).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_391" href="#FNanchor_391" class="label">[391]</a> El futuro Papa Marcelo II.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_392" href="#FNanchor_392" class="label">[392]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_393" href="#FNanchor_393" class="label">[393]</a> Bottari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_394" href="#FNanchor_394" class="label">[394]</a> Al terminar la investigación de 1551, Miguel Ángel, dirigiéndose
-a Julio III que la presidía, le dijo: “Santo Padre, ya veis cuáles son mis
-ganancias; si las molestias que sufro no sirven a mi alma, pierdo mi
-tiempo y mi trabajo”. El Papa, que lo quería, le puso las manos en los
-hombros, y respondió: “Tú ganas para los dos, para tu cuerpo y para tu
-alma. No tengas temor”. (Vasari).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_395" href="#FNanchor_395" class="label">[395]</a> Paulo III había muerto el 10 de noviembre de 1549, y Julio III,
-que también amaba a Miguel Ángel, reinó del 8 de febrero de 1550 al 23
-de marzo de 1555. El Cardenal Cervini fué electo el 9 de abril de 1555
-bajo el nombre de Marcelo II; no reinó más que algunos días. Paulo IV
-Caraffa lo sucedió el 23 de mayo de 1555.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_396" href="#FNanchor_396" class="label">[396]</a> Carta de Miguel Ángel a Lionardo (mayo de 1555). Inquieto
-por las críticas de sus propios amigos, llegó a pedir sin embargo en 1560,
-“que se tuviera a bien descargarlo del fardo que llevaba gratuitamente
-desde hacía diecisiete años por orden de los Papas”. Pero su dimisión
-no fué aceptada y Pío IV renovó sus poderes, por medio de un breve.
-Entonces fué cuando se resolvió al fin a ejecutar, por instancias de
-Cavalieri, el modelo en madera de la cúpula. Hasta entonces se había
-reservado todos sus proyectos, rehusándose a dejar ver nada a quienquiera
-que fuese.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_397" href="#FNanchor_397" class="label">[397]</a> No por eso Nanni dejó de rogar al duque Cosme, al día siguiente
-de la muerte de Miguel Ángel, que se le diera la sucesión de éste en San
-Pedro.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_398" href="#FNanchor_398" class="label">[398]</a> Miguel Ángel no pudo ver construidas más que las escaleras
-y la plaza. Los edificios del Capitolio no fueron terminados hasta
-el siglo XVII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_399" href="#FNanchor_399" class="label">[399]</a> De la Iglesia de Miguel Ángel no queda nada ahora. Fué reconstruida
-enteramente en el siglo XVIII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_400" href="#FNanchor_400" class="label">[400]</a> Se ejecutó el modelo de Miguel Ángel en piedra y no en madera,
-como él quería.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_401" href="#FNanchor_401" class="label">[401]</a> En 1559-1560.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_402" href="#FNanchor_402" class="label">[402]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_403" href="#FNanchor_403" class="label">[403]</a> <em>Ibid.</em> En 1553 fué cuando comenzó esta obra, la más conmovedora
-de todas las suyas, porque es la más íntima. Se siente que ahí no habla
-más que por sí mismo, que sufre y se abandona a su sufrimiento. Y hasta
-parece que se representó a sí mismo en el viejo de cara dolorosa que
-sostiene el cuerpo de Cristo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_404" href="#FNanchor_404" class="label">[404]</a> En 1555.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_405" href="#FNanchor_405" class="label">[405]</a> Tiberio Calcagni la compró a Antonio y pidió a Miguel Ángel
-permiso de repararla. Miguel Ángel consintió y Calcagni reajustó el
-grupo; pero murió y la obra quedó sin terminar.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_406" href="#FNanchor_406" class="label">[406]</a> <em>Poesías</em>, LXXXI, (por el año de 1550). Sin embargo, algunas
-poesías que también parecen de su extrema vejez, demuestran que la
-llama no estaba tan apagada como creía, y que como él decía, la vieja
-leña quemada levantaba llama de vez en cuando. (Véase Apéndice,
-XXII. <em>Poesías</em>, CX y CXIX).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_407" href="#FNanchor_407" class="label">[407]</a> Se casó en 1538 con Michele di Niccoló Guicciardini.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_408" href="#FNanchor_408" class="label">[408]</a> Una propiedad en Pozzolatico.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_409" href="#FNanchor_409" class="label">[409]</a> Esta correspondencia comienza en 1540.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_410" href="#FNanchor_410" class="label">[410]</a> ...<em>Stare a spasimare intorno alle tue lettere.</em> (<em>Cartas</em>, 1536-1548).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_411" href="#FNanchor_411" class="label">[411]</a> Carta de 11 de julio de 1544.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_412" href="#FNanchor_412" class="label">[412]</a> Miguel Ángel fué el primero que advirtió a su sobrino, durante
-una enfermedad en 1549, que no lo había olvidado en su testamento.
-El testamento dice así: “A Gismondo y a ti les dejo todo lo que tengo;
-de manera que mi hermano Gismondo y tú, mi sobrino, tienen derechos
-iguales, y ninguno puede ejercer autoridad sobre mis bienes sin consentimiento
-del otro”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_413" href="#FNanchor_413" class="label">[413]</a> <em>L’amore del tarlo!</em></p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_414" href="#FNanchor_414" class="label">[414]</a> Febrero 6 de 1546. Y agrega: “Es cierto que el año pasado
-te he sermoneado tanto, que te dió vergüenza y me enviaste un barrilito
-de Trebbiano. ¡Lo que esto te habrá costado!”</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_415" href="#FNanchor_415" class="label">[415]</a> De 1547 a 1553.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_416" href="#FNanchor_416" class="label">[416]</a> Y en otra parte decía: “no pienses en buscar dinero sino únicamente
-la bondad y la buena reputación. Tienes necesidad de una mujer
-que viva contigo y a quien puedas mandar, una mujer que no cause
-disgustos ni ande todos los días en bodas y en festines; porque donde
-hay cortejos es muy fácil perderse, (<em>diventar puttana</em>) sobre todo cuando
-no se tiene familia...”. <em>Cartas</em>, febrero 1.º de 1549.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_417" href="#FNanchor_417" class="label">[417]</a> <em>Storpiata o schifa</em>... (<em>Cartas</em>, 1547-1552).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_418" href="#FNanchor_418" class="label">[418]</a> <em>Ibid.</em> Diciembre 19 de 1551.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_419" href="#FNanchor_419" class="label">[419]</a> Sin embargo, agrega: “Pero si acaso no te sientes bastante
-sano, entonces es mejor resignarse a vivir, sin traer más desgraciados
-al mundo”. <em>Cartas</em>, junio 24 de 1552.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_420" href="#FNanchor_420" class="label">[420]</a> El 16 de mayo de 1553.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_421" href="#FNanchor_421" class="label">[421]</a> <em>Cartas</em>, mayo 20 de 1553.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_422" href="#FNanchor_422" class="label">[422]</a> <em>Cartas</em>, agosto 5 de 1553.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_423" href="#FNanchor_423" class="label">[423]</a> Nacido en 1554.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_424" href="#FNanchor_424" class="label">[424]</a> Nacido en 1555, que muere poco después de su nacimiento.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_425" href="#FNanchor_425" class="label">[425]</a> Hay que distinguir bien entre los períodos de su vida. Se encontrarán
-en esta larga carrera desiertos de soledad, pero también
-algunos períodos de amistades. Por el año de 1515, en Roma, tiene un
-pequeño círculo de florentinos libres y de buen vivir: Domenico Buoninsegni,
-Lionardo Sellajo, Giovanni Spetiale, Bartolommeo Verazzano,
-Giovanni Gellesi, Canigiani. Un poco más tarde, bajo el pontificado de
-Clemente VII, fué la espiritual sociedad de Francesco Berni y de Fra
-Sebastiano del Piombo, amigo adicto pero peligroso, que contaba a
-Miguel Ángel todos los rumores que circulaban acerca de él y atizaba su
-enemistad contra el partido de Rafael. Fué, sobre todo en tiempo de
-Vittoria Colonna, el círculo de Luigi del Riccio, mercader florentino
-que lo aconsejaba en sus negocios y fué su más íntimo amigo. En su
-casa encontraba a Donato Giannotti, al músico Arcadelt y al hermoso
-Cecchino. Todos ellos amaban la poesía, la música y los buenos platos.
-Para Riccio, desesperado por la muerte de Cecchino, escribió Miguel
-Ángel sus cuarenta y ocho epigramas funerarios; y Riccio por cada
-epigrama enviaba a Miguel Ángel, truchas, setas, trufas, melones, tórtolas,
-etc. Véase <em>Poesías</em>, Edición Frey, LXXIII.&mdash;Después de la muerte
-de Riccio, en 1546, Miguel Ángel ya no tuvo amigos, sino discípulos;
-Vasari, Condivi, Daniel de Volterra, Bronzino, Leone Leoni, Benvenuto
-Cellini. Les inspiraba un culto apasionado, y él por su parte les
-mostraba un afecto conmovedor.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_426" href="#FNanchor_426" class="label">[426]</a> Por sus funciones en el Vaticano no menos que por la grandeza
-de su espíritu religioso, Miguel Ángel estuvo particularmente relacionado
-con los altos dignatarios de la Iglesia.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_427" href="#FNanchor_427" class="label">[427]</a> Será tal vez curioso anotar, de paso, que Miguel Ángel conoció
-a Maquiavelo. Una carta de Biagio Buonaccorsi a Maquiavelo, del 6
-de septiembre de 1508, le anuncia que ha enviado por conducto de
-Miguel Ángel, dinero a una mujer cuyo nombre no se menciona.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_428" href="#FNanchor_428" class="label">[428]</a> Entre los artistas fué sin duda donde tuvo menos amigos, excepto
-al fin de su vida, cuando estuvo rodeado de discípulos que lo adulaban.
-Tenía pocas simpatías para la mayor parte de ellos y no se los ocultaba.
-Estuvo en muy malos términos con Leonardo de Vinci, Perugino, Francia,
-Signorelli, Rafael, Bramante y San Gallo. “Maldito sea el día en
-que hayáis hablado bien de alguien” le escribió Jacopo Sansovino, el 30
-de junio de 1517. Esto no impidió a Miguel Ángel hacer servicios más
-tarde a Sansovino, en 1524, y a otros muchos; pero tenía un genio
-demasiado apasionado para amar otro ideal más que el suyo, y era demasiado
-sincero para fingir amar lo que no amaba. Sin embargo, se
-mostró muy cortés con Ticiano cuando éste visitó Roma en 1545. Pero
-a la sociedad de los artistas, cuya cultura en general dejaba que desear,
-prefería la de los escritores y los hombres de acción.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_429" href="#FNanchor_429" class="label">[429]</a> Se cambiaron epístolas en verso, amistosas y burlescas. <em>Poesías</em>,
-LVII y CLXXII. Berni hizo de Miguel Ángel un elogio magnífico en su
-<em>Capitolo a Fra Sebastiano dei Piombo</em>. Dice “que él era la Idea en sí
-de la escultura y de la arquitectura, como Atrea era la Idea de la Justicia,
-toda bondad y toda inteligencia”. Lo llama un segundo Platón,
-y dirigiéndose a los otros poetas les dice esta frase admirable, citada con
-frecuencia: “¡Guardad silencio, instrumentos armoniosos! Él dice cosas
-y vosotros palabras”. <em>Ei dice cose, et voi dite parole</em>...</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_430" href="#FNanchor_430" class="label">[430]</a> Dona Argentina Malaspina, en 1516.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_431" href="#FNanchor_431" class="label">[431]</a> Sobre todo su carta a Francisco I, de 26 de abril de 1546.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_432" href="#FNanchor_432" class="label">[432]</a> Condivi comienza así su vida de Miguel Ángel: “Desde la hora
-en que el Señor Dios, por su gracia todopoderosa, me juzgó digno no
-solamente de ver a Miguel Ángel Buonarroti, el escultor y pintor único,
-lo cual apenas habría tenido la audacia de esperar, sino también de
-gozar con su conversación, con su afecto y su confianza, en reconocimiento
-de tal beneficio, me dediqué a reunir todo lo que me parece en su
-vida digno de alabanza y de admiración, para ser útil a los demás con el
-ejemplo de tal hombre”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_433" href="#FNanchor_433" class="label">[433]</a> Francisco I, en 1546. Catalina de Médicis, en 1559, le escribió
-desde Blois, “que sabiendo como todo el mundo, cuán superior era a
-cualquier otro en su siglo”, le suplicaba que él esculpiera la estatua
-ecuestre de Enrique II, o que a lo menos hiciera un dibujo de ella. Noviembre
-14 de 1559.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_434" href="#FNanchor_434" class="label">[434]</a> En 1552. Miguel Ángel no respondió, lo cual ofendió al duque.
-Cuando Benvenuto Cellini volvió a hablar del asunto a Miguel Ángel,
-éste respondió de una manera sarcástica.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_435" href="#FNanchor_435" class="label">[435]</a> En noviembre de 1560.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_436" href="#FNanchor_436" class="label">[436]</a> En octubre de 1561.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_437" href="#FNanchor_437" class="label">[437]</a> Vasari. A propósito de la recepción que Cosme hizo a Miguel
-Ángel.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_438" href="#FNanchor_438" class="label">[438]</a> Francisco de Holanda. <em>Conversación sobre la pintura.</em></p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_439" href="#FNanchor_439" class="label">[439]</a> <em>Ibid.</em></p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_440" href="#FNanchor_440" class="label">[440]</a> A Piero Gondi. Enero 26 de 1524.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_441" href="#FNanchor_441" class="label">[441]</a> Vasari describe así a los ayudantes de Miguel Ángel: “Pietro
-Urbano de Pistoia era muy inteligente, pero nunca quiso trabajar.
-Antonio Mini hubiera querido, pero no era inteligente. Ascanio della
-Ripa Transone trabajaba, pero nunca llegó a hacer nada”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_442" href="#FNanchor_442" class="label">[442]</a> Miguel Ángel se inquietaba por sus menores percances. Se
-preocupa cuando Urbano se corta un dedo. Cuida de que cumpla sus
-deberes religiosos: “Ve a confesarte, trabaja bien, cuida la casa...”.
-(Cartas, marzo 29 de 1518).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_443" href="#FNanchor_443" class="label">[443]</a> Ya Miguel Ángel había querido ir a Francia con Antonio Mini,
-después de la fuga de Florencia, en 1529.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_444" href="#FNanchor_444" class="label">[444]</a> El cuadro que había hecho durante el sitio para el duque de
-Ferrara, pero que no quiso entregar porque el Embajador de Ferrara
-le había faltado al respeto.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_445" href="#FNanchor_445" class="label">[445]</a> En 1531.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_446" href="#FNanchor_446" class="label">[446]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_447" href="#FNanchor_447" class="label">[447]</a> El 3 de diciembre de 1555, pocos días después de la muerte del
-último hermano de Miguel Ángel, Gismondo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_448" href="#FNanchor_448" class="label">[448]</a> Febrero 25 de 1556.&mdash;Miguel Ángel termina así: “me recomiendo
-a vos y os ruego que me disculpéis con messer Benvenuto (Cellini)
-si no contesto su carta; porque estos pensamientos me causan
-tanto dolor que me siento incapaz de escribir”.</p>
-
-<p>Véase también la poesía CLXII:</p>
-
-<p><em>E piango e parlo del mio morto Urbino...</em></p>
- </div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_449" href="#FNanchor_449" class="label">[449]</a> Escribió a la mujer de Urbino, Cornelia, cartas llenas de afecto,
-en las cuales le prometía llevarse consigo al pequeño Michelangelo,
-“quererlo más que a los hijos de su sobrino Lionardo y enseñarle todo lo
-que Urbino deseaba que aprendiese”. Marzo 28 de 1557.&mdash;No perdonó
-a Cornelia que se volviera a casar, en 1559.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_450" href="#FNanchor_450" class="label">[450]</a> Véase en Vasari la relación de estos chistes.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_451" href="#FNanchor_451" class="label">[451]</a> <em>Ibid.</em></p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_452" href="#FNanchor_452" class="label">[452]</a> <em>Ibid.</em></p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_453" href="#FNanchor_453" class="label">[453]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_454" href="#FNanchor_454" class="label">[454]</a> Como casi todas las almas sombrías, Miguel Ángel tenía a veces
-el humor burlón; escribió poesías burlescas del género de Berni. Pero
-su sátira es ruda y casi trágica, como la lúgubre caricatura de los achaques
-de la vejez. (<em>Poesías</em> LXXXI). Véase también su parodia de una
-poesía del amor. (<em>Ibid.</em>, XXXVII).</p></div></div>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_233"></a>[Pg 233]</span></p>
-<div class="figcenter illowp46" id="p233ilo" style="max-width: 13.6875em;">
- <img class="w100" src="images/p233ilo.jpg" alt="p233ilo" />
-</div>
-</div>
-
-
-
-
-<h2 class="nobreak">III<br />
- SOLEDAD</h2>
-
-
-<div class="blockquot">
-<p><em>L’anima mia, che chon la morte parla...</em><a id="FNanchor_455" href="#Footnote_455" class="fnanchor">[455]</a></p>
-</div>
-
-
-<p class="p1">Así vivía solo con sus humildes amigos, sus ayudantes
-y sus locos, y con otros amigos más humildes
-todavía, sus animales familiares, sus pollos y sus
-gatos<a id="FNanchor_456" href="#Footnote_456" class="fnanchor">[456]</a>.</p>
-
-<p>En el fondo estaba solo, y cada día más. “Estoy siempre
-<span class="pagenum"><a id="Page_234"></a>[Pg 234]</span>solo, escribía a su sobrino en 1548, y no habló con nadie”.
-Se había separado poco a poco no solamente de la sociedad
-de los hombres, sino de sus intereses mismos, de sus necesidades,
-de sus placeres y de sus pensamientos.</p>
-
-<p>La última pasión que lo ligaba a los hombres de su tiempo,
-el fuego republicano, se había extinguido también. Todavía
-una vez había lanzado un último resplandor de tempestad,
-en la época de las dos graves enfermedades de 1544
-y 1546, cuando Miguel Ángel fué recogido por su amigo
-Riccio en la casa de los Strozzi, republicanos y proscriptos.
-Miguel Ángel, convaleciente, mandó rogar a Roberto Strozzi,
-refugiado en Lyon, que recordara al Rey de Francia sus
-promesas, y agregaba que si Francisco I iba a restablecer
-la libertad en Florencia, se comprometía a elevarle por su
-cuenta una estatua ecuestre, de bronce, en la plaza de la
-Señoría<a id="FNanchor_457" href="#Footnote_457" class="fnanchor">[457]</a>. En 1546 regaló a Strozzi, en señal de gratitud
-por la hospitalidad recibida, los <em>Dos Cautivos</em> que Strozzi a
-su vez obsequió a Francisco I.</p>
-
-<p>Pero esto no era más que un acceso de la fiebre política,
-y el último. En algunos pasajes de sus Diálogos con Giannotti,
-en 1545, expresa casi los pensamientos de Tolstoi sobre
-la inutilidad de la lucha y la no resistencia al mal:</p>
-
-<p>“Es una gran presunción atreverse a matar a alguien,
-porque no se puede saber seguramente si de su muerte resultará
-algún bien o si de su vida lo hubiera resultado. Por
-eso yo no puedo soportar a esos hombres que creen que no
-es posible producir el bien si no se comienza por el mal, es
-decir, por el asesinato. Los tiempos cambian, nuevos
-sucesos sobrevienen, los deseos se transforman, los hombres
-se cansan... y al fin de cuentas sucede siempre lo que
-no se había previsto”.</p>
-
-<p>El mismo Miguel Ángel que había hecho la apología del
-tiranicidio, se irritaba contra los revolucionarios que se
-imaginan cambiar el mundo con un acto. Sabía bien que
-<span class="pagenum"><a id="Page_235"></a>[Pg 235]</span>él había sido uno de ellos y se condenaba a sí mismo amargamente.
-Como Hamlet, dudaba ya de todo, de sus
-pensamientos, de sus odios, y de todo lo que había creído.
-Volvía la espalda a la acción. Y escribía: “El buen hombre
-que respondió a alguno:&mdash;Yo no soy un hombre de estado,
-yo soy un hombre honrado y un hombre de buen sentido&mdash;,
-ése decía la verdad. ¡Si mis trabajos de Roma me preocuparan
-tan poco como los negocios de los Estados!”<a id="FNanchor_458" href="#Footnote_458" class="fnanchor">[458]</a>.</p>
-
-<p>La verdad es que ya no odiaba. No podía ya odiar. Era
-demasiado tarde:</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1"><em>Ahimè, lasso chi pur tropp’ aspetta,<br />
-Ch’i’ gionga a suoi conforti tanto tardj!<br />
-Ancor, se ben riguardj,<br />
-Un generoso, alter’ e nobil core<br />
-Perdon’ e porta a chi l’offend’amore.</em></p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="p1 indent5">“¡Ay de mí, cansado de una espera demasiado larga,<br />
-llego demasiado tarde a lo que había deseado!...<br />
-y ahora ¿no lo sabes?<br />
-un corazón generoso, soberbio y noble<br />
-perdona y ofrece su amor a quien lo ofende”<a id="FNanchor_459" href="#Footnote_459" class="fnanchor">[459]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Vivía en el Macel de’Corvi, sobre el foro de Trajano. Tenía
-allí una casa con un jardinillo y la ocupaba con un
-criado, una criada y sus animales familiares<a id="FNanchor_460" href="#Footnote_460" class="fnanchor">[460]</a>. No tenía
-buena mano para sus criados. “Eran todos negligentes y
-sucios”, dice Vasari. Los cambiaba a menudo y se quejaba
-<span class="pagenum"><a id="Page_236"></a>[Pg 236]</span>de ellos amargamente<a id="FNanchor_461" href="#Footnote_461" class="fnanchor">[461]</a>. Tuvo por esta causa tantos
-disgustos como Beethoven; y sus <em>Ricordi</em> (recuerdos o notas)
-como los cuadernos y conversaciones de Beethoven,
-conservan todavía las huellas de sus trastornos domésticos.
-“¡Oh, más valía que no hubiera estado nunca aquí!” Escribía
-en 1560, después de haber despedido a una criada,
-Girolama.</p>
-
-<p>Su cuarto era sombrío como una tumba<a id="FNanchor_462" href="#Footnote_462" class="fnanchor">[462]</a>. “En él las arañas
-hacían mil trabajos hilando con sus pequeños husos”<a id="FNanchor_463" href="#Footnote_463" class="fnanchor">[463]</a>.
-A la mitad de la escalera había pintado a la Muerte llevando
-sobre el hombro un ataúd<a id="FNanchor_464" href="#Footnote_464" class="fnanchor">[464]</a>. Vivía como un pobre y
-apenas comía<a id="FNanchor_465" href="#Footnote_465" class="fnanchor">[465]</a>, y “cuando no podía dormir se levantaba
-por la noche, para trabajar con el cincel. Se había fabricado
-un casco de cartón sobre el cual ponía una vela encendida,
-encima de su cabeza y de esta manera sin estorbo en las
-manos, iluminaba su trabajo”<a id="FNanchor_466" href="#Footnote_466" class="fnanchor">[466]</a>.
-</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_237"></a>[Pg 237]</span></p>
-
-<p>Al hacerse más viejo se hacía más solitario; era para él
-una necesidad, cuando todo dormía en Roma, refugiarse
-en el trabajo nocturno. El silencio era para él un beneficio,
-y la noche una amiga:</p>
-
-<p>“¡Oh noche, oh tiempo dulce aunque sombrío, donde
-todo esfuerzo acaba por alcanzar la paz; quien te alaba
-ve bien y comprende bien, y quien te honra está en su pleno
-juicio. Tú cortas todos los pensamientos fatigados, con las
-sombras húmedas y el reposo; y de aquí abajo, a menudo,
-me llevas en sueños hasta las alturas adonde espero ir. ¡Oh
-sombra de la muerte, por la cual se evitan todas las miserias
-enemigas del alma y del corazón, supremo y buen remedio
-de los afligidos, tú devuelves la salud a nuestra carne enferma,
-tú secas nuestro llanto, tú nos descargas de nuestras
-fatigas, y limpias a los buenos del odio y del disgusto<a id="FNanchor_467" href="#Footnote_467" class="fnanchor">”[467]</a>.</p>
-
-<p>Vasari visitó una noche al viejo que estaba solo en su casa
-desierta, contemplando la trágica <em>Pietà</em> y meditando:</p>
-
-<p>Cuando Vasari tocó, Miguel Ángel se levantó y fué a
-la puerta con un candelero en la mano. Vasari quiso contemplar
-la escultura, pero Miguel Ángel dejó caer y apagarse
-la luz para que no pudiera ver nada. Y mientras que
-Urbino iba a buscar otra, el Maestro se volvió hacia Vasari
-y le dijo: “Estoy tan viejo que con frecuencia la
-muerte me tira de las calzas para llevarme. Un día caerá
-mi cuerpo como esta antorcha y como ella se extinguirá
-la luz de mi vida”.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_238"></a>[Pg 238]</span></p>
-<p>La idea de la muerte lo absorbía, cada vez más próxima
-y llena de sombras.</p>
-
-<p>“No hay en mí ningún pensamiento, decía a Vasari, que
-no tenga en el fondo esculpida la muerte<a id="FNanchor_468" href="#Footnote_468" class="fnanchor">”[468]</a>.</p>
-
-<p>Le parecía ya como la única felicidad de la vida:</p>
-
-<p>“Cuando mi pasado se me hace presente, y esto me sucede
-a todas horas, ¡oh mundo falso! entonces conozco bien el
-error y la culpa de la raza humana. El que llega a consentir
-en tus frivolidades y en sus vanas delicias, prepara para su
-alma penas dolorosas. Bien lo sabe el que hace la prueba;
-con cuánta frecuencia prometes paz y bienes que no tienes
-ni tendrás nunca. Por eso el menos favorecido es el que
-permanece por más tiempo aquí abajo, y el que vive menos,
-más fácilmente vuelve al cielo<a id="FNanchor_469" href="#Footnote_469" class="fnanchor">”[469]</a>.</p>
-
-<p>“Conducido por muchos años a mi última hora reconozco
-tarde ¡oh mundo!, tus delicias. Tú prometes la paz que no
-tienes; tú prometes el reposo que muere antes del nacimiento.
-Lo digo y lo sé por experiencia, los únicos elegidos
-del cielo son los que más pronto mueren después de nacer<a id="FNanchor_470" href="#Footnote_470" class="fnanchor">”[470]</a>. </p>
-
-<p>Como su sobrino Lionardo festejara el nacimiento de su
-hijo, Miguel Ángel lo reprimió severamente:</p>
-
-<p>“Esta pompa me disgusta. No hay que reírse cuando el
-mundo entero llora. Es una falta de sentido celebrar así
-una fiesta por alguien que acaba de nacer. Hay que reservar
-la alegría para el día en que muere un hombre que ha
-vivido bien<a id="FNanchor_471" href="#Footnote_471" class="fnanchor">”[471]</a>.</p>
-
-<p>Y al año siguiente lo felicitó por haber perdido a un
-segundo hijo de corta edad.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_239"></a>[Pg 239]</span></p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>La naturaleza, que hasta entonces había desdeñado en su
-fiebre apasionada, y por su genio intelectual, fué en sus
-últimos años una consoladora para él<a id="FNanchor_472" href="#Footnote_472" class="fnanchor">[472]</a>. En septiembre
-de 1556, huyendo de Roma, amenazado por las tropas del
-Duque de Alba, pasó por Spoleto y permaneció allí cinco
-semanas, en medio de los bosques de encinas y de olivos,
-dejándose penetrar por el esplendor cercano del otoño.
-Volvió a Roma con sentimiento, a fines de octubre, porque
-fué llamado. “He dejado allá más de la mitad de mí mismo,
-escribía a Vasari; porque verdaderamente la paz no se
-encuentra más que en los bosques”.</p>
-
-
-<p class="p1 center"><em>Pace non si trova se non nei boschi</em><a id="FNanchor_473" href="#Footnote_473" class="fnanchor">[473]</a>.</p>
-
-
-<p class="p1">Y de regreso en Roma, el anciano de ochenta y dos años
-compuso una hermosa poesía a la gloria de los campos y de
-la vida campestre, en contraste con la mentira de las ciudades.
-Fué su última obra poética y tiene toda la frescura
-de la juventud<a id="FNanchor_474" href="#Footnote_474" class="fnanchor">[474]</a>.</p>
-
-<p>Pero en la naturaleza, lo mismo que en el arte y en el
-<span class="pagenum"><a id="Page_240"></a>[Pg 240]</span>amor, era a Dios a quien buscaba y a quien se aproximaba
-cada día más. Siempre había sido creyente. Aunque no se
-dejara engañar por los sacerdotes ni por los monjes, ni por
-los devotos y las devotas, aunque a veces se burlara rudamente
-de ellos<a id="FNanchor_475" href="#Footnote_475" class="fnanchor">[475]</a>, nunca tuvo según parece la menor duda
-en su fe. Cuando la enfermedad o la muerte de su padre
-y de sus hermanos, su primer cuidado fué siempre que
-recibieran los sacramentos<a id="FNanchor_476" href="#Footnote_476" class="fnanchor">[476]</a>. Tenía una confianza sin
-límites en la oración: creía más en ella que en todas las
-<span class="pagenum"><a id="Page_241"></a>[Pg 241]</span>medicinas<a id="FNanchor_477" href="#Footnote_477" class="fnanchor">[477]</a>. Atribuía a su intercesión todos los bienes
-recibidos y los males que no le habían llegado. Tenía en
-su soledad crisis de adoración mística. La casualidad nos
-ha conservado el recuerdo de una de ellas: Un relato contemporáneo
-nos muestra la cara extática del héroe de la
-Sixtina, solo, orando en la noche, en su jardín de Roma e
-implorando con sus ojos dolorosos al cielo estrellado<a id="FNanchor_478" href="#Footnote_478" class="fnanchor">[478]</a>.</p>
-
-<p>No es cierto, como se ha querido hacer creer, que su fe
-haya sido indiferente al culto de los Santos y de la Virgen<a id="FNanchor_479" href="#Footnote_479" class="fnanchor">[479]</a>.
-Sería gracioso convertir en protestante al hombre
-que consagró los veinte últimos años de su vida a construir
-el templo del Apóstol Pedro y cuya última obra, interrumpida
-por la muerte, fué una estatua de San Pedro. No se
-puede olvidar que en diversas ocasiones quiso emprender
-grandes peregrinaciones, en 1545 a Santiago de Compostela,
-en 1556 a Loreto, y que formaba parte de la Hermandad
-de San Giovanni Decollato&mdash;San Juan Bautista&mdash;pero es
-cierto que, como todo gran cristiano, vivió y murió en
-Cristo<a id="FNanchor_480" href="#Footnote_480" class="fnanchor">[480]</a>. “Vivo pobre con Cristo”, escribía a su padre
-<span class="pagenum"><a id="Page_242"></a>[Pg 242]</span>desde 1512, y al morir suplicaba que se le recordaran los
-sufrimientos de Cristo. Desde la amistad, y sobre todo
-después de la muerte de Vittoria Colonna, su fe tomó un
-carácter más exaltado. Al mismo tiempo que su arte, se
-consagraba casi exclusivamente a la gloria de la Pasión de
-Cristo<a id="FNanchor_481" href="#Footnote_481" class="fnanchor">[481]</a>, su poesía se abismaba en el misticismo. Renegaba
-del arte y se refugiaba en los grandes brazos abiertos
-del Crucificado:</p>
-
-<p>“El curso de mi vida ha llegado, sobre la mar tempestuosa,
-en un frágil barco, al puerto común donde se desembarca
-para dar cuenta y razón de toda obra pía e impía. La ilusión
-apasionada que me hizo del arte un ídolo y un monarca,
-me parece hoy cargada de errores y veo claramente lo que
-todo hombre desea para su mal. Los pensamientos amorosos,
-los pensamientos vanos y alegres, ¿qué son ahora
-que me aproximo a las dos muertes? de una de ellas estoy
-seguro y la otra me amenaza. Ni la pintura ni la escultura
-son capaces de apaciguar el alma, dirigida hacia el amor
-divino, que para recogernos, abre sus brazos sobre la
-Cruz”<a id="FNanchor_482" href="#Footnote_482" class="fnanchor">[482]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Pero la flor más pura que la fe y el sufrimiento hicieron
-brotar en aquel viejo corazón desgraciado, fué la divina
-caridad. Este hombre, a quien sus enemigos acusaban de
-avaricia<a id="FNanchor_483" href="#Footnote_483" class="fnanchor">[483]</a>, no dejó durante toda su vida de colmar con
-sus liberalidades a los infelices conocidos y desconocidos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_243"></a>[Pg 243]</span></p>
-
-<p>No solamente demostró siempre el afecto más conmovedor
-para sus viejos servidores y para los de su padre,
-para una tal Mona Margherita, a quien recogió después
-de la muerte del viejo Buonarroti, y cuya muerte le causó
-“más pena que si hubiera sido una hermana”<a id="FNanchor_484" href="#Footnote_484" class="fnanchor">[484]</a>; para un
-humilde carpintero que había trabajado en el andamiaje
-de la Capilla Sixtina, a cuya hija dotó<a id="FNanchor_485" href="#Footnote_485" class="fnanchor">[485]</a>... sino que
-también daba constantemente a los pobres y sobre todo a
-los pobres vergonzantes. Le gustaba asociar en sus limosnas
-a su sobrino y a su nuera, les inspiraba la costumbre
-de hacerlo; los hacía que hicieran caridades por cuenta de
-él sin nombrarlo siquiera, porque quería que sus limosnas
-<span class="pagenum"><a id="Page_244"></a>[Pg 244]</span>se conservaran secretas<a id="FNanchor_486" href="#Footnote_486" class="fnanchor">[486]</a>. “Le gustaba más hacer el bien
-que parecer hacerlo”<a id="FNanchor_487" href="#Footnote_487" class="fnanchor">[487]</a>. Por un rasgo de exquisita delicadeza,
-pensaba sobre todo en las jóvenes pobres y procuraba
-darles ocultamente pequeñas dotes para que pudieran
-casarse o entrar en un convento.</p>
-
-<p>“Procura, pues, conocer a un burgués necesitado que tenga
-una hija por casarse o para entrar al convento”; le escribe
-a su sobrino, y agrega: “hablo de los que están necesitados
-y se avergüenzan de mendigar. Dales el dinero
-que te mando, pero en secreto, y de tal manera que no te
-dejes engañar”<a id="FNanchor_488" href="#Footnote_488" class="fnanchor">[488]</a>.</p>
-
-<p>Y en otra ocasión:</p>
-
-<p>“Infórmame si conoces algún otro noble burgués muy necesitado,
-y sobre todo si tiene hijas en su casa; me sería
-muy agradable hacerle algún beneficio por la salud de mi
-alma”<a id="FNanchor_489" href="#Footnote_489" class="fnanchor">[489]</a>.</p>
-
-
-<div class="chapter">
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_455" href="#FNanchor_455" class="label">[455]</a> <em>Poesías</em>, CX.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_456" href="#FNanchor_456" class="label">[456]</a> “Los pollos y el señor gallo triunfan, le escribe Angiolini en 1553,
-durante una de sus ausencias; pero los gatos están desolados por no
-veros, aunque no les falta comida”. </p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_457" href="#FNanchor_457" class="label">[457]</a> Carta de Riccio a Roberto di Filippo Strozzi, (julio 21 de 1544).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_458" href="#FNanchor_458" class="label">[458]</a> Carta a Lionardo su sobrino (1547).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_459" href="#FNanchor_459" class="label">[459]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 64. Miguel Ángel supone aquí un diálogo del poeta
-con un proscrito florentino. Es posible que haya escrito esta poesía
-después del asesinato de Alejandro de Médicis por Lorenzino, en 1536.
-(Se publicó por primera vez en 1543, con música de Giacomo Arcadelt).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_460" href="#FNanchor_460" class="label">[460]</a> Entre sus criados anoto a título de curiosidad a un francés, Richard,
-<em>Riccardo franzese</em>. (Junio 18 de 1552. Ricordi, página 606).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_461" href="#FNanchor_461" class="label">[461]</a> “Yo querría, escribe a Lionardo, una criada que fuera buena y
-limpia; pero es muy difícil, porque todas son sucias y perdidas. (<em>Son
-tutte puttane e porche.</em>) Les doy diez julios al mes. Vivo pobremente,
-pero pago bien”. (<em>Cartas</em>, agosto 16 de 1550).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_462" href="#FNanchor_462" class="label">[462]</a> <em>La mia scura tomba...</em> (<em>Poesías</em>, LXXXI).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_463" href="#FNanchor_463" class="label">[463]</a> <em>Dov’è Aragn’ e mill’opre et lavoranti.</em>
-</p>
-
-<p>
-<em>E fan di lor filando fusaiuolo.</em> (<em>Ibid.</em>)</p></div><br />
-<br />
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_464" href="#FNanchor_464" class="label">[464]</a> Sobre el ataúd estaba este epitafio:</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p><em>Io dico a voi, ch’al mondo avete dato<br />
-L’anima e 'l corpo e lo spirito 'nsieme:<br />
-In questa cassa oscura è 'l vostro lato.</em></p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="p1 indent5">“Yo os digo, a vosotros, que habéis dado al mundo<br />
-el alma, el cuerpo y el espíritu a la vez:<br />
-en esta caja obscura tendréis todo”.</p>
-
-<p class="p1 indent5">(<em>Ibid.</em>, CXXXVII).</p>
-</div>
-
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_465" href="#FNanchor_465" class="label">[465]</a> “Era muy sobrio. Cuando joven se contentaba con un poco de pan
-y vino para poder consagrarse enteramente al trabajo. En su vejez,
-desde la época en que hizo el <em>Juicio Final</em>, se acostumbró a beber un
-poco, pero únicamente por las tardes, cuando había terminado su trabajo,
-y de la manera más moderada. Aunque fuera rico vivía como un
-pobre. Nunca o muy rara vez comía algún amigo con él; no quería
-aceptar obsequios de nadie, porque se creía así obligado para siempre
-con el donante. Su sobriedad fué causa de que siempre fuera muy despierto
-y tuviera poca necesidad de sueño”. (Vasari).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_466" href="#FNanchor_466" class="label">[466]</a> Vasari, observando que no usaba cera, sino candelas de sebo de
-cabra, le mandó cuarenta libras. El servidor de Miguel Ángel se las llevó,
-pero Miguel Ángel rehusó aceptarlas. El servidor dijo: “Amo, tengo
-los brazos deshechos por haberlas traído y no quisiera volvérmelas a
-llevar. Si no las queréis, voy a plantarlas en el lodazal seco que está
-frente a la casa y las encenderé todas”. Entonces Miguel Ángel replicó:
-“Déjalas pues allí, porque no quiero que hagas locuras ante mi puerta”.
-(Vasari).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_467" href="#FNanchor_467" class="label">[467]</a> Véase Apéndice, XXIII. (<em>Poesías</em>, LXXVIII). Frey fija para
-esta poesía la fecha aproximada de 1546, en la época del <em>Juicio Final</em>
-y de la Capilla Paulina. Grimm cree que sea un poco posterior, hacia
-1554. Otro soneto sobre la noche&mdash;<em>Poesías</em>, LXXVII&mdash;es de la más
-grande belleza poética, pero más literario y algo amanerado.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_468" href="#FNanchor_468" class="label">[468]</a> <em>Non nasce in me pensiero che non vi sia dentro sculpita la morte.</em>
-(<em>Cartas</em>, junio 22 de 1555)</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_469" href="#FNanchor_469" class="label">[469]</a> Véase Apéndice, XXIV. (<em>Poesías</em>, CIX, 32).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_470" href="#FNanchor_470" class="label">[470]</a> Apéndice, XXV. (<em>Poesías</em>, CIX, 34).</p></div>
-
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_471" href="#FNanchor_471" class="label">[471]</a> Carta a Vasari, con esta fecha: “No se qué día de abril de
-1554”. (<em>A di non so quanti d’aprile 1554).</em></p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_472" href="#FNanchor_472" class="label">[472]</a> Siempre había prestado muy poca atención a la naturaleza, a
-pesar de los años que pasó fuera de las ciudades, en Carrara o en Seravezza.
-El paisaje tiene ínfimo lugar en su obra; se reduce a algunas
-indicaciones abreviadas, casi esquemáticas, en los frescos de la Sixtina.
-En esto, Miguel Ángel se aleja de sus contemporáneos, de Rafael, del
-Ticiano, del Perugino, de Francia, de Leonardo. Despreciaba los paisajes
-de los artistas flamencos, entonces muy a la moda: “Grupos&mdash;decía,&mdash;paredes,
-campos muy verdes sombreados con árboles, ríos y gentes, y
-muchas figuras por aquí y por allá, eso es lo que se llama paisajes”.&mdash;<em>Diálogos</em>
-de Francisco de Holanda.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_473" href="#FNanchor_473" class="label">[473]</a> <em>Cartas</em>, diciembre 28 de 1556.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_474" href="#FNanchor_474" class="label">[474]</a> Quiero hablar de la larga poesía, no terminada, de 115 versos
-que comienzan así:</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p><em>Nuovo piacere e di magiore stima<br />
-Veder l’ardite capre sopr’un sasso<br />
-Montar, pasciendo or questa or quella cima...</em></p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="p1 indent5">“Es un nuevo placer y siempre más estimado<br />
-ver las cabras atrevidas sobre una roca pastando,<br />
-ya en ésta o en aquella cima”.</p>
-
-<p class="indent5">(<em>Poesías</em>, CLXIII, págs. 249-253 de Frey).</p>
-
-<p class="p1">Acepto aquí la interpretación de Frey, que señala para esta poesía
-la fecha de octubre a diciembre de 1556. Thode es de otra opinión, y
-la atribuye a la juventud de Miguel Ángel, pero no da a mi juicio ninguna
-razón suficiente.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_475" href="#FNanchor_475" class="label">[475]</a> En 1548, disuadiendo a su sobrino Lionardo de hacer una peregrinación
-a Loreto, le aconsejaba gastar más bien el dinero en limosnas,
-“porque si llevas tu dinero a los sacerdotes, ¡Dios sabe lo que harán!”
-(Abril 7 de 1548). Sebastián del Piombo iba a pintar un monje en San
-Pedro in Montorio; Miguel Ángel piensa que aquel monje echará todo
-a perder y dice: “Los monjes han perdido al mundo que es muy grande;
-no sería sorprendente que perdieran una capillita”. En la época en que
-Miguel Ángel trataba de casar a su sobrino, fué a verlo una devota, le
-dijo un sermón, lo exhortó a la piedad y le ofreció para Lionardo una
-muchacha piadosa y de buenos principios. “Yo le respondí, escribe
-Miguel Ángel, que haría mejor ocupándose de tejer y de hilar, que
-rondando así alrededor de la gente, comerciando con las cosas santas”.
-(<em>Cartas</em>, julio 19 de 1549).
-</p>
-
-<p>Escribió poesías ásperas de un sentimiento savonarolista contra
-los sacrilegios y las simonías de Roma. Por ejemplo, el soneto:
-</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p><em>Qua si fa elmj di chalicj e spade,<br />
-E’l sangue di Christo si vend’a giumelle...</em></p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="p1 indent5">“Ahí se hacen con los cálices espadas y yelmos, y<br />
-la sangre de Cristo se vende a dos manos...”.</p>
-
-<p class="p1 indent5">(<em>Poesías</em>, X, por el año de 1512).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_476" href="#FNanchor_476" class="label">[476]</a> Carta a Buonarroto respeto a una enfermedad de su padre.
-(Noviembre 23 de 1516). Carta a Lionardo, refiriéndose a la muerte de
-Giovan Simone. (Enero de 1548). “Me sería agradable saber si se ha
-confesado y si ha recibido bien los Sacramentos. Si supiera que es así
-sufriría menos”. </p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_477" href="#FNanchor_477" class="label">[477]</a> “<em>Più credo agli orazioni che alle medicine</em>”. (Cartas a Lionardo,
-abril 25 de 1549).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_478" href="#FNanchor_478" class="label">[478]</a> “En el año del Señor de 1513, el primer año del Pontificado de
-León X, Miguel Ángel que se encontraba entonces en Roma&mdash;y creo,
-si no me equivoco que era en Otoño&mdash;una noche, al aire libre, en un jardín
-de su casa, oraba y levantó los ojos al cielo. De repente vió un meteoro
-maravilloso, un signo triangular con tres rayos: uno, que iba
-hacia el Este, brillante y liso como una hoja de espada pulida y al fin
-terminaba en un gancho; el otro color de rubí azul rojizo, que se extendía
-sobre Roma; y el otro color de fuego, retorcido y de tal longitud
-que llegaba hasta Florencia. Cuando Miguel Ángel vió este signo divino
-fué a su casa a buscar un papel, pluma y colores y dibujó la aparición;
-y cuando hubo terminado, la señal desapareció”. (Fray Benedetto:
-<em>Vulnera diligentis</em>, tercera parte. Mss. Riccardianus 2985. Citado por
-Thode, según Villari).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_479" href="#FNanchor_479" class="label">[479]</a> Henry Thode.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_480" href="#FNanchor_480" class="label">[480]</a> Cuando Leone Leoni, en 1560, grabó una medalla con la efigie
-de Miguel Ángel, éste mandó dibujar en el anverso un ciego conducido
-por un perro, con esta inscripción: <em>Docebo iniquos vias tuas et impii ad
-te convertentur.</em> (Vasari).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_481" href="#FNanchor_481" class="label">[481]</a> <em>Crucifijo</em>, <em>Entierro de Cristo</em>, <em>Descendimiento de la Cruz</em>, <em>Pietà</em>.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_482" href="#FNanchor_482" class="label">[482]</a> Apéndice, XXVI. (<em>Poesías</em>, CXLVII). Este soneto, que Frey
-juzga con razón como el más hermoso de todos los de Miguel Ángel, es
-de 1555-1556. Muchas otras poesías expresan con menor belleza de
-forma, pero no con menos emoción y fe, un sentimiento análogo. Véase
-Apéndice XXVII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_483" href="#FNanchor_483" class="label">[483]</a> Estos rumores eran puestos en circulación por el Aretino y por
-Bandinelli. El Embajador del duque de Urbino contaba a quien quería
-oírlo, en 1542, que Miguel Ángel se había hecho inmensamente rico
-prestando con usura el dinero que había recibido de Julio II, para el
-monumento que no había ejecutado. Miguel Ángel había dado pretexto
-hasta cierto punto, para esas acusaciones, por la dureza que mostró
-algunas veces en sus negocios (por ejemplo, con el viejo Signorelli, a
-quien persiguió en 1518, por un préstamo hecho en 1513) y por una
-rapacidad instintiva de campesino avaro que existía en él al mismo
-tiempo que una generosidad natural; pero esto era, por decirlo así, un
-gesto maquinal y hereditario. En realidad era de una extremada negligencia
-en sus negocios y no llevaba nunca cuentas. No sabía lo que tenía
-y daba a manos llenas. Su familia no dejó de aprovecharse de su capital.</p>
-
-<p>Hacía obsequios regios a sus amigos y a sus servidores. La mayor
-parte de sus obras fueron regaladas y no vendidas; trabajó gratuitamente
-en San Pedro. Nadie condenó tan severamente como él el amor
-al dinero. “La avidez de lucro es un gran pecado”, escribió a su hermano
-Buonarroto. Vasari protesta con indignación contra las calumnias
-de los enemigos de Miguel Ángel, recuerda todo lo que su maestro ha
-dado: a Tommaso dei Cavalieri, a Bindo Altoviti, a Sebastián del
-Piombo, a Gherardo Perini, dibujos inestimables; a Antonio Mini, la
-<em>Leda</em> con todos los esbozos y los modelos; a Bartolommeo Bettini una
-admirable <em>Venus con Cupido que la besa</em>; al marqués del Vasto, un <em>Noli
-me tangere</em>; a Roberto Strozzi, los <em>Dos Esclavos</em>; a su servidor Antonio
-el <em>Descendimiento de la Cruz</em>, etc. “Yo no sé cómo, concluye, se puede
-tratar de avaro al hombre que prodigaba tales obras, que valían miles
-de escudos”.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_484" href="#FNanchor_484" class="label">[484]</a> Cartas a Giovan Simone (1533); y a Lionardo Buonarroti,
-(noviembre de 1540).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_485" href="#FNanchor_485" class="label">[485]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_486" href="#FNanchor_486" class="label">[486]</a> “Me parece que descuidas demasiado la caridad”, escribió a
-Lionardo en 1547.</p>
-
-<p>“Me escribes que quieres dar a esa mujer cuatro escudos de oro por
-el amor de Dios, y eso me gusta”. (Agosto de 1547).
-</p>
-
-<p>“Procura dar donde hay verdadera necesidad y no por amistad sino
-por amor de Dios. No digas de dónde viene el dinero”. (Marzo 29 de 1549).
-</p>
-
-<p>“No tienes que hacer ninguna mención de mí”. (Septiembre de 1547).
-“Me sería más agradable que consagres a limosnas por el amor de
-Dios, el dinero que gastas en regalos para mí; porque creo que hay
-mucha miseria entre vosotros”. (1558).
-</p>
-
-<p>“Viejo como soy, querría hacer algunos bienes con limosnas, porque
-no puedo ni sé hacer el bien de otra manera”. (Julio 18 de 1561).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_487" href="#FNanchor_487" class="label">[487]</a> Condivi.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_488" href="#FNanchor_488" class="label">[488]</a> Carta a Lionardo. (Agosto de 1547).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_489" href="#FNanchor_489" class="label">[489]</a> <em>Ibid.</em> (Diciembre 20 de 1550). También se informa de uno de
-los Cerretani, que tiene una hija para entrar al convento. (Marzo 29 de
-1549). Su sobrina Cecca intercede con él para una pobre muchacha
-que entra al convento y él envía con todo gusto la suma que le pide.
-(A Lionardo, mayo 31 de 1556). “Casarse con una joven pobre, decía en
-alguna parte, es también una manera de dar limosna”. </p></div></div>
-</div>
-
-
-<div class="chapter">
-<p class="half-page">EPÍLOGO</p>
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_245"></a>[Pg 245]</span></p>
-<div class="figcenter illowp61" id="p245ilo" style="max-width: 17.875em;">
- <img class="w100" src="images/p245ilo.jpg" alt="p245ilo" />
-</div>
-</div>
-
-
-
-<h2 class="nobreak">LA MUERTE</h2>
-
-
-<div class="blockquot">
-<p>...<em>Et l’osteria<br />
-È morte</em><a id="FNanchor_490" href="#Footnote_490" class="fnanchor">[490]</a>...</p>
-</div>
-
-
-<p>La muerte, tan deseada y tan lenta para llegar,
-<em>c’a miseri la morte è pigra e tardi...</em><a id="FNanchor_491" href="#Footnote_491" class="fnanchor">[491]</a>
-llegó al fin.</p>
-
-
-<p>A pesar de su constitución que mantuvo con el rigor
-monástico de su vida, no lo habían perdonado las enfermedades.
-Jamás sanó enteramente de las fiebres per<span class="pagenum"><a id="Page_246"></a>[Pg 246]</span>niciosas
-de 1544 y 1546; el mal de piedra<a id="FNanchor_492" href="#Footnote_492" class="fnanchor">[492]</a>, la gota<a id="FNanchor_493" href="#Footnote_493" class="fnanchor">[493]</a>, y
-sufrimientos de toda clase, acabaron de arruinarlo. En
-una poesía tristemente burlesca, de sus últimos años, pinta
-su cuerpo miserable roído por las enfermedades:</p>
-
-<p>“Vivo solo y miserable encerrado como la médula dentro
-de la corteza del árbol... Mi voz es como una avispa en
-un saco de piel y de huesos. Mis dientes parecen las teclas
-de un instrumento de música. Mi cara parece un espantajo...
-Mis oídos no dejan de zumbar; en una oreja una
-araña teje su tela y en la otra un grillo canta toda la noche...
-Mi catarro anhelante no me deja dormir. El arte que me
-dió la gloria me ha conducido a este fin. ...Soy un pobre
-viejo próximo a deshacerse si la muerte no llega pronto...
-Las fatigas me han descuartizado, desgarrado y roto, y la
-hostería que me espera es la muerte”<a id="FNanchor_494" href="#Footnote_494" class="fnanchor">[494]</a>.</p>
-
-<p>“Mi querido messer Giorgio, escribía a Vasari en junio
-de 1555, conoceréis por mi escritura que he llegado a la hora
-vigésimacuarta...”<a id="FNanchor_495" href="#Footnote_495" class="fnanchor">[495]</a>.</p>
-
-<p>Vasari, que fué a verlo en la primavera de 1560, lo encontró
-muy debilitado. Apenas salía, casi no dormía y todo
-hacía presumir que no viviría por más tiempo. Al hacerse
-más débil se hacía más tierno y lloraba fácilmente.</p>
-
-<p>“He ido a ver a Miguel Ángel. No esperaba mi visita
-y se ha emocionado tanto como un padre que vuelve a ver
-a su hijo perdido. Me ha echado sus brazos alrededor del
-cuello y me ha besado mil veces, llorando dulcemente”.
-(<em>Lacrymando per dolcezza</em>)<a id="FNanchor_496" href="#Footnote_496" class="fnanchor">[496]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_247"></a>[Pg 247]</span></p>
-
-<p>No había perdido nada sin embargo de su lucidez de espíritu
-y de su energía. En esta misma visita que cuenta
-Vasari, habló largamente con él de diversos asuntos artísticos;
-le dió consejos para sus trabajos y lo acompañó a caballo
-a San Pedro<a id="FNanchor_497" href="#Footnote_497" class="fnanchor">[497]</a>.</p>
-
-<p>En el mes de agosto de 1561, tuvo un ataque. Había
-trabajado tres horas seguidas con los pies desnudos, cuando
-sintió súbitos dolores y cayó con convulsiones. Su servidor
-Antonio lo encontró sin conocimiento. Cavalieri, Bandini
-y Calcagni, acudieron. Cuando llegaron, Miguel Ángel
-había vuelto en sí. Algunos días después volvió a salir a
-caballo y a trabajar en los dibujos de la <em>porta Pia</em><a id="FNanchor_498" href="#Footnote_498" class="fnanchor">[498]</a>.</p>
-
-<p>El intratable anciano no admitía bajo ningún pretexto
-que se ocuparan de él. Era un tormento continuo para sus
-amigos saber que estaba solo, con peligro de un nuevo ataque,
-con criados negligentes y poco escrupulosos.</p>
-
-<p>El heredero Lionardo había recibido antes tan ásperas
-demostraciones, cuando había querido ir a Roma por enterarse
-de la salud de su tío, que no se atrevía a presentarse.
-En julio de 1563, le mandó preguntar por conducto de
-Daniel de Volterra si le sería agradable verlo; y para prevenir
-las sospechas que su viaje hubiera podido inspirar al
-espíritu desconfiado de Miguel Ángel, le mandó agregar
-que sus negocios iban bien, que era rico y que no tenía
-necesidad de nada. El malicioso viejo le mandó responder
-que puesto que era así, él se complacía y daría a los pobres
-sus escasos bienes.</p>
-
-<p>Un mes más tarde, Lionardo, poco satisfecho por la respuesta,
-volvió a la carga y le mandó expresar las inquietudes
-que sentía respecto a su salud y a las personas que lo
-rodeaban. Entonces Miguel Ángel le contestó con una
-carta furibunda, que demuestra la sorprendente vitalidad
-<span class="pagenum"><a id="Page_248"></a>[Pg 248]</span>de este hombre a los ochenta y ocho años, seis meses antes
-de su muerte:</p>
-
-<p>“Veo por tu carta que concedes crédito a ciertos pillos
-envidiosos, que porque no pueden robarme ni hacer de mí
-lo que quieren, escriben un montón de mentiras. Todos
-ellos son unos bellacos, y tú eres tan tonto que los crees, en
-lo que se refiere a mis negocios, como si yo fuera un niño.
-Mándalos a pasear; son gentes que no dan más que disgustos,
-que sólo son envidiosos y que viven como truhanes.</p>
-
-<p>“Me escribes que sufro por la servidumbre, y yo te digo
-que en lo que concierne al servicio no podría estar servido
-más fielmente ni mejor tratado en todos sentidos. En cuanto
-a los temores de robo que indicas, te digo que las gentes
-que están en mi casa son tales que me permiten vivir en paz
-y tener confianza en ellos. Así pues, piensa en ti mismo y
-no pienses en mis asuntos; porque yo sé defenderme en
-caso de necesidad; no soy un niño. Deseo que estés bien”<a id="FNanchor_499" href="#Footnote_499" class="fnanchor">[499]</a>.</p>
-
-<p>Lionardo no era el único que se inquietaba por la herencia.
-Toda Italia era la heredera de Miguel Ángel, sobre
-todo el duque de Toscana y el Papa, a quienes importaba
-no perder los dibujos y los planos relativos a la construcción
-de San Lorenzo y de San Pedro. En junio de 1563, por instigación
-de Vasari, el duque Cosme encargó a su Embajador
-Averardo Serristori, gestionara secretamente con el Papa
-que en vista del debilitamiento físico de Miguel Ángel se
-ejerciera una vigilancia atenta sobre sus criados y sobre
-todos los que frecuentaban su casa. En caso de muerte
-súbita se debía formar inmediatamente inventario de todos
-sus bienes: dibujos, cartones, papeles, dinero, y vigilar para
-que nada se perdiera en el primer desorden. A este efecto
-se tomaron precauciones. Es inútil decir que se procuró
-cuidadosamente que Miguel Ángel no supiera nada<a id="FNanchor_500" href="#Footnote_500" class="fnanchor">[500]</a>.
-Estas precauciones no fueron inútiles. La hora había
-llegado.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_249"></a>[Pg 249]</span></p>
-
-<p>La última carta de Miguel Ángel es del 28 de diciembre
-de 1563. Desde hacía un año no escribía él mismo, sino que
-dictaba y firmaba; Daniel de Volterra llevaba la correspondencia.</p>
-
-<p>No dejaba de trabajar. El 12 de febrero de 1564 pasó
-todo el día de pie trabajando en la <em>Pietà</em><a id="FNanchor_501" href="#Footnote_501" class="fnanchor">[501]</a>. El 14 tuvo
-fiebre. Tiberio Calcagni fué avisado, acudió, y no lo encontró
-en su casa. A pesar de la lluvia había salido a pasearse
-a pie en la Campagna. Cuando volvió, Calcagni le dijo que
-aquello no era razonable, que no debió haber salido con
-semejante tiempo.</p>
-
-<p>“¡Qué quieres!, respondió Miguel Ángel, estoy enfermo
-y no puedo encontrar reposo en ninguna parte”.</p>
-
-<p>Su palabra incierta, sus miradas y el color de su rostro,
-inquietaron mucho a Calcagni. “El fin no vendrá inmediatamente,
-escribió desde luego a Lionardo; pero temo que
-no esté muy lejano”<a id="FNanchor_502" href="#Footnote_502" class="fnanchor">[502]</a>. El mismo día, Miguel Ángel
-mandó suplicar a Daniel de Volterra que fuera a su casa y
-se quedara cerca de él. Daniel mandó al médico Federigo
-Donati; y el 15 de febrero escribió a Lionardo, a petición
-de Miguel Ángel, que podía ir a verlo, “pero tomando todas
-las precauciones porque los caminos estaban muy malos”<a id="FNanchor_503" href="#Footnote_503" class="fnanchor">[503]</a>.</p>
-
-<p>Y agrega: “acabo de dejarlo un poco después de las ocho
-en plena posesión de sus facultades y con el espíritu tranquilo,
-pero agotado por un sopor tenaz. Se sentía tan incómodo,
-que esta tarde entre tres y cuatro, trató de salir a caballo
-como tenía costumbre de hacerlo cuando hacía buen
-tiempo. El tiempo frío y la debilidad de su cabeza y de sus
-piernas se lo impidieron. Tuvo que regresar y prefirió sentarse
-en un sillón cerca de la chimenea en vez de acostarse
-en su cama”.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_250"></a>[Pg 250]</span></p>
-
-<p>Junto a él estaba el fiel Cavalieri.</p>
-
-<p>Sólo consintió en quedarse en el lecho hasta la antevíspera
-de su muerte. Dictó su testamento, en plena conciencia,
-en medio de sus amigos y sus servidores.</p>
-
-<p>Ofreció “su alma a Dios y su cuerpo a la tierra”. Pidió
-volver a su querida Florencia aunque fuera muerto.</p>
-
-<p>Y después pasó</p>
-
-
-<p class="center"><em>da l’orribil procella in dolce calma</em>,</p>
-
-
-<p>“de la horrible tempestad a la dulce calma”<a id="FNanchor_504" href="#Footnote_504" class="fnanchor">[504]</a>.</p>
-
-<p>Fué un viernes de febrero como a las cinco de la tarde<a id="FNanchor_505" href="#Footnote_505" class="fnanchor">[505]</a>.
-El día terminaba... “último día de su vida y el primero
-en el reino de la paz”<a id="FNanchor_506" href="#Footnote_506" class="fnanchor">[506]</a>.</p>
-
-<p>Al fin descansaba. Había alcanzado el objeto de sus
-deseos, había salido del tiempo.</p>
-
-
-<p class="p1 center"><em>Beata l’alma, ove non corre tempo!</em><a id="FNanchor_507" href="#Footnote_507" class="fnanchor">[507]</a>.</p>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_251"></a>[Pg 251]</span></p>
-</div>
-
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_490" href="#FNanchor_490" class="label">[490]</a> <em>Poesías</em>, LXXXI.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_491" href="#FNanchor_491" class="label">[491]</a> “Porque para los desgraciados la muerte es perezosa”. (<em>Poesías</em>,
-LXXIII, 30).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_492" href="#FNanchor_492" class="label">[492]</a> En marzo de 1549, le recomendaron las aguas de Viterbo, que le
-probaron bien. (Cartas a Lionardo). Volvió a sufrir de la piedra en julio
-de 1559.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_493" href="#FNanchor_493" class="label">[493]</a> En julio de 1555.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_494" href="#FNanchor_494" class="label">[494]</a> Traducción libre. Véase Apéndice, XXVIII, (<em>Poesías</em>, LXXXI).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_495" href="#FNanchor_495" class="label">[495]</a> Carta a Vasari, junio 22 de 1555. “No solamente estoy muy viejo,
-escribía a Vasari en 1549, sino que me encuentro entre los muertos”.
-(<em>Non solo son vecchio, ma quasi nel numero de’ morti</em>).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_496" href="#FNanchor_496" class="label">[496]</a> Carta de Vasari a Cosme de Médicis, abril 8 de 1560.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_497" href="#FNanchor_497" class="label">[497]</a> Tenía ochenta y cinco años.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_498" href="#FNanchor_498" class="label">[498]</a> Entonces fué cuando se acordó del contrato celebrado sesenta
-años antes con los herederos de Pío III, para el altar Piccolomini, de
-Siena, y quiso ejecutarlo.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_499" href="#FNanchor_499" class="label">[499]</a> Carta a Lionardo, en agosto 21 de 1563.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_500" href="#FNanchor_500" class="label">[500]</a> Vasari.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_501" href="#FNanchor_501" class="label">[501]</a> Se trata de la <em>Pietà</em> no terminada del Palacio Rondanini. (Carta
-de Daniel de Volterra, a Lionardo, junio 11 de 1564).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_502" href="#FNanchor_502" class="label">[502]</a> Carta de Tiberio Calcagni a Lionardo. (Febrero 14 de 1564).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_503" href="#FNanchor_503" class="label">[503]</a> Carta de Daniel de Volterra a Vasari. (Marzo 17 de 1564).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_504" href="#FNanchor_504" class="label">[504]</a> <em>Poesías</em>, CLII.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_505" href="#FNanchor_505" class="label">[505]</a> El viernes 18 de febrero de 1564. Tommaso dei Cavalieri, Daniel
-de Volterra, Diomede Leoni, los dos médicos Federigo Donati y Gherardo
-Fidelissimi, y el servidor Antonio del Franzese asistían a su muerte.
-Lionardo no llegó a Roma más que tres días después.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_506" href="#FNanchor_506" class="label">[506]</a></p>
-
-<p><em>De giorni mie... L’ultimo, primo in più tranquilla corte...</em> (<em>Poesías</em>, CIX, 41).</p>
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_507" href="#FNanchor_507" class="label">[507]</a> “Feliz el alma para la cual el tiempo ya no corre”. (<em>Poesías</em>, LIX).</p>
-</div></div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-<p class="p6 center big2">Tal fué esta vida de divino dolor.</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-<p class="p1 big2 p6b"><em>Foss’io pur lui! c’a tal fortuna nato,<br />
-Per l’aspro esilio suo con la virtute<br />
-Dare’ del mondo il più felice stato!</em><a id="FNanchor_508" href="#Footnote_508" class="fnanchor">[508]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_252"></a>[Pg 252]</span></p>
-</div>
-
-<p class="p1">Al terminar esta historia trágica me siento atormentado
-por un escrúpulo. Me pregunto si queriendo dar a los que
-sufren compañeros de dolor que los sostengan, no he hecho
-más que agregar el dolor de éstos al dolor de aquéllos. ¿He
-debido acaso como tantos otros no mostrar más que lo
-heroico de los héroes, ocultando con un velo el abismo de
-tristeza que hay en ellos?</p>
-
-<p>¡No! ¡La verdad! Yo no he prometido a mis amigos la
-felicidad a costa de la mentira, la felicidad a pesar de todo,
-a cualquier precio.</p>
-
-<p>Yo les he prometido la verdad aunque sea a costa de la
-felicidad, la verdad viril que cincela las almas eternas.</p>
-
-<p>El aliento de la verdad es duro, pero al mismo tiempo es
-límpido; bañemos en él nuestros corazones anémicos.</p>
-
-<p>Las grandes almas son como altas cimas. El viento las
-azota, las nubes las envuelven; pero ahí se respira mejor y
-con más fuerza que en otras partes. El aire tiene ahí una
-pureza que lava las manchas de los corazones; y cuando las
-nubes se retiran, desde ahí se domina al género humano.</p>
-
-<p>Así fué esta montaña colosal que se elevaba por encima
-de la Italia del Renacimiento, y cuyo perfil atormentado
-vemos a lo lejos perderse en el cielo.</p>
-
-<p>Yo no pretendo que la mayoría de los hombres puedan
-vivir en estas alturas. Pero que un día por año suban en
-peregrinación; ahí renovarán el aliento de sus pulmones y
-la sangre de sus venas.</p>
-
-<p>Allá arriba se sentirán más cerca del Eterno. Y después
-volverán a bajar hacia la llanura de la vida con el corazón
-templado para el combate diario.</p>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em;"> R<small>OMAIN</small> R<small>OLLAND</small> </p>
-
-
-
-<div class="chapter">
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_508" href="#FNanchor_508" class="label">[508]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 37.</p></div></div>
-
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_253"></a>[Pg 253]</span></p>
-</div>
-
-<div class="figcenter illowp100" id="p253ilo" style="max-width: 34.375em;">
- <img class="w100" src="images/p253ilo.jpg" alt="p253ilo" />
-</div>
-
-
-
-
-
-<h2 class="nobreak">APÉNDICE<br />
-POESÍAS DE MIGUEL ÁNGEL</h2>
-
-<p class="p1 center big1">I</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_133">133</a></p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Signor, se vero è alcun proverbio antico,<br />
-Questo è ben quel, che chi può mai non vuole.<br />
-Tu hai creduto a favole e parole<br />
-E premiato chi è del ver nimico.<br />
-I’sono e fui già tuo buon servo antico,<br />
-A te son dato come i raggi al sole,<br />
-E del mio tempo non ti incresce o dole,<br />
-E men ti piaccio, se più m’affatico.<br />
-Già sperai ascender per la tua altezza,<br />
-E’l giusto peso e la potente spada<br />
-Fosse al bisogno e non la voce d’eco.<br />
-Ma’l cielo è quel c’ogni virtù disprezza<br />
-Locarla al mondo, se vuol c’altri vada<br />
-A prender frutto d’un arbor ch’è secco.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, Ed. de Frey, III)</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_254"></a>[Pg 254]</span></p>
-
-
-<p class="p1 center big1">II</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_146">146</a></p>
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">L’ho già fatto un gozzo in questo stento,<br />
-Come fa l’acqua a’ gatti in Lombardia<br />
-Ovver d’altro paese che si sia,<br />
-C’a forza 'l ventre appicca sotto 'l mento.<br />
-La barba al cielo, e la memoria sento<br />
-In sullo scrigno, e’l petto fo d’arpia,<br />
-E 'l pennel sopra 'l viso tuttavia<br />
-Mel fa, gocciando, un ricco pavimento.<br />
-E’lombi entrati mi son nella peccia,<br />
-E fo del cul per contrappeso groppa,<br />
-E’passi senza gli occhi muovo invano.<br />
-Dinanzi mi s’allunga la corteccia,<br />
-E per piegarsi addietro si raggroppa,<br />
-E tendomi com’archo soriano.<br />
-Peró fallace e strano<br />
-Sorge il giudizio che la mente porta,<br />
-Che mal si tra’ per cerbottana torta.<br />
-La mia pittura morta<br />
-Difendi orma’, Giovanni, e’l mio onore,<br />
-Non sendo in loco bon, né io pittore.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, IX)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">III</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_147">147</a></p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Grato e felice, c’a tuo’ feroci mali<br />
-Istare e vincer mi fu già concesso;<br />
-Or lasso, il petto vo bagnando spesso<br />
-Contra mie voglie, e so quante tu vali.<br />
-E se i dannosi e preteriti strali<br />
-Al segno del mio cor non fur ma’presso,<br />
-<span class="pagenum"><a id="Page_255"></a>[Pg 255]</span>
-Or puoi a colpi vendicar te stesso<br />
-Di que’ begli occhi, e sien tutti mortali.<br />
-Da quanti lacci ancor, da quante rete<br />
-Vago uccelletto per maligna sorte<br />
-Campa molti anni per morire po’ peggio,<br />
-Tal di me, Donne, amor, come vedete,<br />
-Per darmi in questa età più crudel morte,<br />
-Campato m’ha gran tempo, come veggio.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, II)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">IV</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_148">148</a></p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Quanto si gode, lieta e ben contesta<br />
-Di fior, sopra crin d’or d’una grillanda,<br />
-Che l’altro innanzi l’uno all’altro manda,<br />
-Come che’l primo sia a baciar la testa!<br />
-Contenta é tutto il giorno quella vesta<br />
-Che serra’l petto, e poi par che si spanda,<br />
-E quel c’oro filato si domanda<br />
-Le guance e ’l collo di toccar non resta.<br />
-Ma più lieto quel nastro par che goda,<br />
-Dorato in punta, con sí fatte tempre,<br />
-Che preme e tocca il petto che’ gli allaccia.<br />
-E la schietta cintura, che s’annoda,<br />
-Mi par dir seco: qui vo’stringier sempre!<br />
-Or che farebbon dunque le mie braccia?</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, VII)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">V</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_149">149</a></p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1"><span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-<span class="pagenum"><a id="Page_256"></a>[Pg 256]</span>
-Quando un dì sto, che veder non ti posso,<br />
-Non posso trovar pace in luogo ignuno;<br />
-Se po’ ti veggo, mi s’appicca addosso,<br />
-Come suole il mangiar far al digiuno.<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-Com’altri il ventre di votar si muore,<br />
-Ch’è più 'l conforto, po’che pri’ è 'l dolore.<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-S’avien che la mi rida pure un poco<br />
-O mi saluti in mezzo della via,<br />
-Mi levo come polvere dal foco<br />
-O di bombarda o d’altra artiglieria.<br />
-Se mi domanda, subito m’affioco,<br />
-Perdo la voce e la riposta mia,<br />
-E subito s’arrende il gran desio,<br />
-E la speranza cede al poter mio.<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-Tu m’entrasti per gli occhi, ond’ io mi spargo,<br />
-Come grappol d’agresto in un’ ampolla,<br />
-Che doppo 'l collo cresce, ov’ è più largo.<br />
-Così l’immagin tua, che fuor m’immolla,<br />
-Dentro per gli occhi cresce, ond’io m’allargo,<br />
-Come pelle ove gonfia la midolla.<br />
-Entrando in me per sì stretto viaggio,<br />
-Che tu mai n’esca, ardir creder non aggio.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XXXVI)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">VI</p>
-
-<p class="center">Véase página 149, <a href="#Footnote_225">nota 2</a></p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Com’arò dunque ardire<br />
-Senza vo’ ma’, mio ben, tenermi’n vita,<br />
-S’io non posso al partir chiedervi aita?<br />
-Que’ singulti e que’ pianti e que’ sospiri,<br />
-Che’l miser core voi accompagnorno,<br />
-Madonna, duramente dimostrorno<br />
-La mia propinqua morte e’ miei martiri.<span class="pagenum"><a id="Page_257"></a>[Pg 257]</span><br />
-Ma se ver è, che per assenza mai<br />
-Mia fedel servitù vada in obblio,<br />
-Il cor lasso con voi, che non è mio.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XI)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">VII</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_173">173</a></p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Per molti, Donna, anzi per mille amanti,<br />
-Creata fosti, e d’angelica forma;<br />
-Or par che’l ciel si dorma,<br />
-S’un sol s’appropria quel ch’è dato a tanti.<br />
-Ritorna a’ nostri pianti<br />
-Il bel degli occhi tuo’, che par che schivi<br />
-Chi del suo dono in tal miseria é nato.<br />
-Dei! non turbate i vostri desir santi:<br />
-Che chi di me par che vi spogli e privi,<br />
-Col gran timor non gode il gran peccato;<br />
-Che degli amanti é men felice stato<br />
-Quello, ove’l gran desir gran copia affrena,<br />
-C’una miseria di speranza piena.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX, 48)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">VIII</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_174">174</a></p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">S’alcun se stesso al mondo ancider lice,<br />
-Po’ che per morte al ciel tornar si crede,<br />
-Sarie ben giusto a chi con tanta fede<br />
-Vive servendo miser’ e 'nfelice.<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span></p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XXXVIII)</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_258"></a>[Pg 258]</span></p>
-
-
-<p class="p1 center big1">IX</p>
-
-<p class="p1 center big1">Véase página <a href="#Page_177">177</a></p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1"><span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-Or che nostra miseria il ciel ti tolle,<br />
-Increscati di me, che morto vivo.<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-Tu se’ del morir morto e fatto divo,<br />
-Né tem’or più cangiar vita né voglia,<br />
-Che quasi senza invidia non lo scrivo.<br />
-Fortuna e 'l tempo dentro a vostra soglia<br />
-Non tenta trapassar, per cui s’adduce<br />
-Fra no’ dubbia letizia e certa doglia.<br />
-Nube non è che scuri vostra luce,<br />
-L’ore distinte a voi non fanno forza,<br />
-Caso o necessità non vi conduce.<br />
-Vostro splendor per notte non s’ammorza,<br />
-Né cresce ma’ per giorno, benché chiaro.<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-Nel tuo morire el mio morire imparo,<br />
-Padre mio caro...<br />
-Non è, com’alcun crede, morte il peggio<br />
-A chi l’ultimo dì trascende al primo,<br />
-Per grazia, eterno appresso al divin seggio;<br />
-Dove, Die gratia, ti prossumo e stimo,<br />
-E spero di veder, se 'l freddo core<br />
-Mie ragion tragge dal terrestre limo.<br />
-E se tra 'l padre e 'l figlio ottimo amore<br />
-Cresce nel ciel, crescendo ogni virtute.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LVIII)</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_259"></a>[Pg 259]</span></p>
-
-
-<p class="p1 center big1">X</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_178">178</a></p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Oilmè oilmè ch’i’ son tradito<br />
-Da’ giorni mie’ fugaci e dallo specchio,<br />
-Che 'l ver dice a ciascun, che fiso’l guarda!<br />
-Così n’avvien, chi troppo al fin ritarda,<br />
-Com’ho fatt’io, che 'l tempo m’è fuggito,<br />
-Si trova come me’n un giorno vecchio.<br />
-Né mi posso pentir, né m’apparecchio,<br />
-Né mi consiglio con la morte appresso.<br />
-Nemico di me stesso,<br />
-Inutilmente i pianti e’ sospir verso,<br />
-Che non è danno pari al tempo perso.<br />
-Oilmè, oilmè, pur reiterando<br />
-Vo 'l mio passato tempo, e non ritrovo<br />
-In tutto un giorno che sia stato mio!<br />
-Le fallaci speranze e’l van desio,<br />
-Piangendo, amando, ardendo e sospirando<br />
-(C’affetto alcun mortal non mi è più nuovo)<br />
-M’hanno tenuto, ond’il conosco e provo:<br />
-Lontan certo dal vero,<br />
-Or con periglio pero;<br />
-Che 'l breve tempo m’ è venuto manco,<br />
-Né sarie ancor, se s’allungassi stanco.<br />
-I’vo lasso, oilmè, né so ben dove;<br />
-Anzi temo, ch’il veggio, e 'l tempo andato<br />
-Me 'l mostra, né mi val che gli occhi chiuda.<br />
-Or che 'l tempo la scorza cangia e muda,<br />
-La morte e l’alma insieme ognor fan pruove,<br />
-La prima e la seconda, del mio stato.<br />
-E s’io non sono errato,<span class="pagenum"><a id="Page_260"></a>[Pg 260]</span><br />
-(Che Dio 'l voglia ch’io sia!)<br />
-L’etterna pena mia<br />
-Nel mal libero inteso oprato vero<br />
-Veggio, Signor, né so quel ch’io mi spero.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XLIX)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XII</p>
-
-<p class="center">Véase página 184, <a href="#Footnote_319">nota 1</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Oltre qui fu, dove 'l mie amor mi tolse,<br />
-Sua mercè, il core e vie più là la vita.<br />
-Qui co’ begli occhi mi promisse aita<br />
-E co’ medesmi qui tor me la volse.<br />
-Quinci oltre mi legò, quivi mi sciolse.<br />
-Per me qui piansi, e con doglia infinita<br />
-Da questo sasso vidi far partita<br />
-Colui c’a me mi tolse e non mi volse.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XXXV)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XIII</p>
-
-<p class="center">Véase página 184, <a href="#Footnote_320">nota 2</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Per sempre a morte, e prima a voi fu’ dato<br />
-Sol per un’ora, e con diletto tanto<br />
-Porta’ bellezza, e po’ lasciai tal pianto,<br />
-Che 'l me’ sarebbe non esser ma’ nato<a id="FNanchor_509" href="#Footnote_509" class="fnanchor">[509]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(LXXIII, 29)</p>
-
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">S’i’ fu’ già vivo, tu sol, pietra, il sai,<br />
-Che qui mi serri, e s’alcun mi ricorda,<br />
-<span class="pagenum"><a id="Page_261"></a>[Pg 261]</span>
-Gli par sognar: sì morte è presta e 'ngorda,<br />
-Che quel ch’è stato non par fusse mai<a id="FNanchor_510" href="#Footnote_510" class="fnanchor">[510]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(LXXIII, 22)</p>
-
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Chi qui morto mi piange, indarno spera,<br />
-Bagnando l’ossa e 'l mio sepolcro, tutto<br />
-Ritornarmi com’arbor secco al frutto;<br />
-C’uom morto non risurge a primavera<a id="FNanchor_511" href="#Footnote_511" class="fnanchor">[511]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(LXXIII, 21)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XIV</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_187">187</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Veggio co’ be’ vostr’occhi un dolce lume,<br />
-Che co’ miei ciechi già veder non posso;<br />
-Porto co’ vostri piedi un pondo addosso,<br />
-Che de’ mie zoppi non è lor costume.<br />
-Volo con le vostr’ale e senza piume;<br />
-Col vostro ingegno al ciel sempre son mosso;<br />
-Dal vostro arbitrio son pallido e rosso;<br />
-Freddo al sol, caldo alle più fredde brume.<br />
-Nel voler vostro è sol la voglia mia,<br />
-I miei pensier nel vostro cor si fanno,<br />
-Nel vostro fiato son le mie parole.<br />
-Come luna da sé sol par ch’io sia;<br />
-Che gli occhi nostri in ciel veder non sanno,<br />
-Se non quel tanto che n’accende il sole.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX, 19)</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_262"></a>[Pg 262]</span></p>
-<p class="p1 center big1">XV</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_188">188</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">S’un casto amor, s’una pietà superna,<br />
-S’una fortuna infra due amanti eguale,<br />
-S’un’aspra sorte all’un dell’altro cale,<br />
-S’un spirto, s’un voler due cor governa;<br />
-S’un’anima in due corpi è fatta eterna,<br />
-Ambo levando al cielo e con pari ale;<br />
-S’amor d’un colpo e d’un dorato strale<br />
-Le viscer di due petti arda e discerna;<br />
-S’amar l’un l’altro, e nessun se medesmo,<br />
-D’un gusto e d’un diletto, a tal mercede,<br />
-C’a un fin voglia l’uno e l’altro porre;<br />
-Se mille e mille non sarien centesmo<br />
-A tal nodo d’amore, a tanta fede,<br />
-E sol l’isdegnio il può rompere e sciorre?</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XLIV)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XVI</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_189">189</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">S’i’amo sol di te, Signor mio caro,<br />
-Quel che di te più ami, non ti sdegni,<br />
-Che l’un dell’altro spirto s’innamora.<br />
-Quel che nel tuo bel volto bramo e’mparo,<br />
-E mal compres’ è dagl’umani ingegni,<br />
-Chi 'l vuol saper, convien che prima mora.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XLV)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XVII</p>
-
-<p class="center">Véase página 189, <a href="#Footnote_339">nota 5</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1"><span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-<span class="pagenum"><a id="Page_263"></a>[Pg 263]</span>
-O fusse sol la míe l’irsuta pelle,<br />
-Che del suo pel contesta, fa tal gonna,<br />
-Che con ventura stringe sì bel seno,<br />
-Ch’ i’ l’are’ pure il giorno; o le pianelle,<br />
-Che fanno a quel di lor basa e colonna,<br />
-Ch’ i’ pur né porterei due nev’ almeno.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LXVI)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XVIII</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_201">201</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Felice spirto, che con zelo ardente,<br />
-Vecchio alla morte, in vita il mio cor tieni,<br />
-E fra mill’ altri tuo’ diletti e beni<br />
-Me sol saluti fra più nobil gente;<br />
-Come mi fusti agli occhi, or alla mente,<br />
-Per l’altru’fiate, a consolar mi vieni:<br />
-Onde la speme il duol par che raffreni,<br />
-Che non men che 'l disio l’anima sente.<br />
-Dunque trovando in te chi per me parla,<br />
-Grazia di te per me fra tante cure,<br />
-Tal grazia né ringrazia chi ti scrive.<br />
-Che sconcia e grande usur saria a farla,<br />
-Donandoti turpissime pitture<br />
-Per riaver persone belle e vive.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LXXXVIII)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XIX</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_202">202-203</a>.</p>
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Se 'l mio rozzo martello i duri sassi<br />
-Forma d’uman aspetto or questo or quello,<br />
-Dal ministro, che’l guida iscorge e tiello,<br />
-Prendendo il moto va con gli altrui passi.<br />
-Ma quel divin, che in cielo alberga e stassi,<br />
-Altri, e sé più, col proprio andar fa bello;<span class="pagenum"><a id="Page_264"></a>[Pg 264]</span><br />
-E se nessun martel senza martello<br />
-Si può far, da quel vivo ogni altro fassi.<br />
-E perchè 'l colpo è di valor più pieno<br />
-Quant’ alza più se stesso alla fucina,<br />
-Sopra 'l mio, questo al ciel n’è gito a volo.<br />
-Onde a me non finito verrà meno,<br />
-S’or non gli dà la fabbrica divina<br />
-Aiuto a farlo, c’al mondo era solo.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CI)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XX</p>
-
-<p class="center">Véase página<a href="#Page_203"> 203</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Quand’ el ministro de’ sospir mie tanti<br />
-Al mondo, agli occhi mei, a se si tolse,<br />
-Natura, che fra noi degnar lo volse,<br />
-Restò in vergogna, e chi lo vide in pianti.<br />
-Ma non come degli altri oggi si vanti<br />
-Del sol del sol, c’allor ci spense e tolse,<br />
-Morte, c’amor ne vinse, e farlo il tolse<br />
-In terra vivo e 'n ciel fra gli altri santi.<br />
-Così credette morte iniqua e rea<br />
-Finir il suon delle virtute sparte,<br />
-E l’alma, che men bella esser potea.<br />
-Contrari effetti, alluminan le carte<br />
-Di vita più che in vita non solea,<br />
-E morto a’l ciel, c’allor non avea parte.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, C)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XXI</p>
-
-<p class="center">Véase página 204, en <a href="#Footnote_368">nota</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1"><span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-Amor, perché perdoni,<br />
-Tua somma cortesia<span class="pagenum"><a id="Page_265"></a>[Pg 265]</span><br />
-Sie di beltà qui tolta<br />
-A chi gusta e desia<br />
-E data a gente stolta?<br />
-Deh! falla un 'altra volta<br />
-Pietosa dentro e sì brutta di fori,<br />
-C’a me dispiaccia, e di me s’innamori.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX, 63)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XXII</p>
-
-<p class="center">Véase página 216-217, <a href="#Footnote_406">nota 5</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Che fia di me? che vo’tu far di nuovo<br />
-D’un arso legno e d’un afflitto core?<br />
-Dimmelo un poco, Amore,<br />
-Acciò ch’ io sappi in che stato io mi truovo.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CX)</p>
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Amor...<br />
-D’un vecchio stanco oma’puo’goder poco;<br />
-Che l’alma, quasi giunta al’ altra riva,<br />
-Fa scudo a’tuo’di più pietosi strali;<br />
-E d’un legn’arso fa vil prova il foco.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CXIX)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XXIII</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_237">237</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">O nott’, o dolce tempo, benché nero,<br />
-Con pace ong’ opra sempre’al fin assalta.<br />
-Ben ved’ e ben intende chi t’esalta,<br />
-E chi t’ onor, ha l’intellet’ intero.<br />
-Tu mozzi e tronchi ogni stanco pensiero,<br />
-Che l’umid’ ombra e ogni quiet' appalta,<br />
-E dall’ infima parte alla più alta<br />
-<span class="pagenum"><a id="Page_266"></a>[Pg 266]</span>
-In sogno spesso porti, ov’ire spero.<br />
-O ombra del morir, per cui si ferma<br />
-Ogni miseri’, a l’alma, al cor nemica,<br />
-Ultimo delli afflitti e buon rimedio;<br />
-Tu rendi sana nostra carn’inferma,<br />
-Rasciug’ i pianti, e posi ogni fatica,<br />
-E furi a chi ben vive ogn’ ir’ e tedio.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LXXVIII)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XXIV</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_238">238</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Mentre che 'l mio passato m’ è presente,<br />
-Sí come ogni or mi viene,<br />
-O mondo falso, allor conosco bene<br />
-L’errore e’l danno dell’umana gente;<br />
-Quel cor, c’alfin consente<br />
-A tuo’lusingi e a tuo’van diletti,<br />
-Procaccia all’alma dolorosi guai:<br />
-Ben lo sa chi lo sente,<br />
-Come spesso prometti<br />
-Altrui la pace e 'l ben che tu non hai,<br />
-Né debbi aver già mai.<br />
-Dunque ha men grazia chi più qua soggiorna;<br />
-Che chi men vive, più lieve al ciel torna.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX, 32)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XXV</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_238">238</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Condotto da molt’ anni all’ultim’ore,<br />
-Tardi conosco, o mondo, i tuo’diletti:<br />
-La pace, che non hai, altrui prometti,<br />
-E quel riposo c’anzi al nascer muore.<br />
-La vergogna e 'l timore<span class="pagenum"><a id="Page_267"></a>[Pg 267]</span><br />
-Degli anni, c’or prescrive<br />
-Il ciel, non mi rinnova<br />
-Che 'l vecchio e dolce errore,<br />
-Nel qual chi troppo vive<br />
-L’anima ancide, e nulla al corpo giova.<br />
-Il dico, e so per prova<br />
-Di me, che 'n ciel quel solo ha miglior sorte,<br />
-Ch’ebbe al suo parto più presso la morte.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX 34)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XXVI</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_242">242</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw25">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Giunto è già 'l corso della vita mia,<br />
-Con tempestoso mar per fragil barca,<br />
-Al comun porto, ov’a render si varca<br />
-Conto e ragion d’ogni opra trista e pia.<br />
-Onde l’affettuosa fantasia,<br />
-Che l’arte mi fece idol’ e monarca,<br />
-Conosco or ben, com’era d’error carca,<br />
-E quel c’a mal suo grado ogn’ uom desia.<br />
-Gli amorosi pensier, già vani e lieti,<br />
-Che fien’ or, s’a due morti m’avvicino?<br />
-D’una so 'l certo, e l’altra mi minaccia.<br />
-Né pinger né scolpir fie più che quieti<br />
-L’anima volta a quell’Amor divino<br />
-C’aperse, a prender noi, 'n croce le braccia.</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CXLVII)</p>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">XXVII</p>
-
-<p class="center">Véase página 242, <a href="#Footnote_482">nota 2</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Scarco d’un’ importuna e greve salma,<br />
-Signor mio caro, e dal mondo disciolto,<span class="pagenum"><a id="Page_268"></a>[Pg 268]</span><br />
-Qual fragil legno, a te stanco rivolto<br />
-Da l’orribil procella in dolce calma<a id="FNanchor_512" href="#Footnote_512" class="fnanchor">[512]</a>...</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CLII)</p>
-
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Di giorno in giorno, insin da mie prim’ anni,<br />
-Signor, soccorso tu mi fusti e guida<a id="FNanchor_513" href="#Footnote_513" class="fnanchor">[513]</a>...</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CXLIX)</p>
-
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Le favole del mondo m’hanno tolto<br />
-Il tempo dato a contemplare Iddio.<br />
-<br />
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-<br />
-Ammezzami la strada c’al ciel sale,<br />
-Signor mie caro...<br />
-Mettimi in odio quanto 'l mondo vale,<br />
-E quante suo bellezze onoro e colo,<br />
-C’anzi morte caparri eterna vita<a id="FNanchor_514" href="#Footnote_514" class="fnanchor">[514]</a>.</p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CL)</p>
-
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Carico d’anni e di peccati pieno<a id="FNanchor_515" href="#Footnote_515" class="fnanchor">[515]</a>...</p>
-</div>
-</div>
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CLV)</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">Di morte certo, ma non già dell’ora<a id="FNanchor_516" href="#Footnote_516" class="fnanchor">[516]</a>...</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CLVII).</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_269"></a>[Pg 269]</span></p>
-
-<p class="p1 center big1">XXVIII</p>
-
-<p class="center">Véase página <a href="#Page_246">246</a>.</p>
-
-
-<div class="poetry-container pw20">
-<div class="poetry">
-
-<p class="p1">I’sto rinchiuso come la midolla<br />
-Da la sua scorza, qua pover’e solo.<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-Io teng’un calabron’in un orciuolo,<br />
-In un sacco di cuoio ossa e capresti,<br />
-Tre pillole di pec’in un bocciuolo<a id="FNanchor_517" href="#Footnote_517" class="fnanchor">[517]</a>.<br />
-Gl’occhi di biffa macinat’ e pesti,<br />
-I denti come tasti di stormento,<br />
-C’al moto lor, la voce suon’e resti.<br />
-La faccia mia ha forma di spavento;<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-Mi cova in un orecchio un ragnatelo,<br />
-Ne l’altro canta un grillo tutta notte;<br />
-Né dormo e russo al catarroso anelo.<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-L’arte pregiata, ov’alcun tempo fui<br />
-Di tant’opinion, mi rec’a questo;<br />
-Povero, vecchio e serv’in forz’altrui;<br />
-Ch’i’ son disfatto, s’i’non muoio presto.<br />
-
-<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br />
-
-Dilombato, crepat’, infrant’e rotto<br />
-Son già per le fatich’, e l’osteria<br />
-È morte...</p>
-</div>
-</div>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LXXXI)</p>
-
-
-<div class="chapter">
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_509" href="#FNanchor_509" class="label">[509]</a> Yo que os he sido dado solamente por una hora, me he dado
-para siempre a la muerte. Mientras más ha encantado mi belleza, más
-lágrimas ha causado: hubiera sido mejor no haber nacido.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_510" href="#FNanchor_510" class="label">[510]</a> Si alguna vez viví, sólo tú lo sabes, piedra que aquí me guardas.
-Y si alguno se acuerda de mí, le parecerá soñar; tan rápida es la muerte,
-que al que ha sido, le parece como si nunca hubiera sido.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_511" href="#FNanchor_511" class="label">[511]</a> El que me llora muerto, espera en vano que al bañar mis huesos
-y mi tumba, refloreceré como árbol seco y sin frutos; el hombre muerto
-no renace en primavera.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_512" href="#FNanchor_512" class="label">[512]</a> Libre de un pesado e importuno despojo, oh mi querido Señor,
-y desprendido del mundo, como una barca frágil vuelvo a ti, cansado
-de la horrible tempestad a la dulce calma...</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_513" href="#FNanchor_513" class="label">[513]</a> Día por día, desde mis primeros años, Señor, fuiste mi guiador
-y mi auxilio...</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_514" href="#FNanchor_514" class="label">[514]</a> Las quimeras mundanas me robaron el tiempo, que se me había
-dado para contemplar a Dios...
-</p>
-
-<p>Mi querido Señor, redúceme a la mitad el camino que sube al cielo,
-hazme odiar todo lo que vale en el mundo, y todas sus bellezas a las
-cuales honro y sirvo, para ganar con la muerte la vida eterna.</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_515" href="#FNanchor_515" class="label">[515]</a> Cargado de años y lleno de pecados...</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_516" href="#FNanchor_516" class="label">[516]</a> Seguro de la muerte, pero no de su hora...</p></div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_517" href="#FNanchor_517" class="label">[517]</a> Alusión al mal de piedra del cual sufría. “Tre pietre nelle vesica”,
-según la explicación de Frey.</p></div></div>
-
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_270"></a>[Pg 270]</span></p>
-<h2 class="nobreak">BIBLIOGRAFÍA</h2>
-</div>
-
-<h3>I.&mdash;ESCRITOS DE MIGUEL ÁNGEL</h3>
-
-
-
-<p class="p1 center big1">A.&mdash;P<small>OESÍAS</small>.</p>
-
-<p><em>Rime di Michelagnolo Buonarroti, raccolte da Michelagnolo
-suo nipote</em>, Giunti, Florencia, 1623.</p>
-
-<p>(Primera edición&mdash;defectuosa&mdash;del conjunto de las poesías
-de Miguel Ángel, hecha por su sobrino nieto Miguel
-Ángel el joven).</p>
-
-<p><em>Le Rime di M. A. B. cavate dagli autografi, e pubblicate
-da Cesare Guasti</em>, Florencia, 1863.</p>
-
-<p>(Primera edición de las poesías que tiene carácter verdaderamente
-histórico).</p>
-
-<p><em>Die Dichtungen des Michelagniolo Buonarroti, herausgegeben
-und mit kritischem Apparate versehen von Dr. Carl
-Frey, Professor der neueren Kunstgeschichte an der Universitaet
-Berlin&mdash;mit einer Portraetradierung von Albert Krüger,
-und einer Heliographie nach Francesco da Hollanda</em>,&mdash;G.
-Grote’sche Verlagsbuchhandlung, Berlín, 1897.</p>
-
-<p>(Edición modelo, única exacta y completa, con un admirable
-comentario filológico e histórico, una selección de
-poesías dirigidas a Miguel Ángel, un cuadro cronológico,
-extractos de cartas relativas a las poesías y un índice alfabético).</p>
-
-
-<p class="p1 center big1">B.&mdash;C<small>ARTAS</small>.</p>
-
-<p><em>Le Lettere di Michel Angelo Buonarroti, pubblicate col
-Ricordi ed i Contratti artistici per cura di Gaetano Milanesi</em>,
-Le Monnier, Florencia, 1875.</p>
-
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_271"></a>[Pg 271]</span></p>
-
-<h3>II.&mdash;OBRAS RELATIVAS A LA VIDA DE MIGUEL ÁNGEL</h3>
-
-
-<p class="p1 center big1">A.&mdash;D<small>OCUMENTOS</small> C<small>ONTEMPORÁNEOS</small>.</p>
-
-<p>Giorgio Vasari. <em>Vite degli architetti, pittori e scultori</em>,
-1550 (primera edición); 1568 (segunda edición).</p>
-
-<p>Ascanio Condivi. <em>Vita di Michel Angelo Buonarroti</em>, Antonio
-Blado, Roma, 1553.</p>
-
-<p>Francisco da Hollanda. <em>Cuatro conversaciones sobre la
-Pintura, tenidas en Roma, en 1538-1539</em>, arregladas en 1548
-y publicadas por Joaquim de Vasconcellos, traducción francesa
-en las <em>Artes en Portugal</em>, por el conde A. Raczynski,
-Renouard, París, 1846.</p>
-
-<p>Donato Giannotti. <em>Dialoghi de’ giorni che Dante consumò
-nel cercare l’Inferno e 'l Purgatorio</em>, compuestos en 1545.
-Primera edición, 1859, Florencia.</p>
-
-<p>Paolo Giovio. <em>Michaelis Angeli Vita</em>, publicada primero
-por Tiraboschi; <em>Storia della lett. Ital.</em>, tomo IX, 1781,
-Módena.</p>
-
-<p>Benvenuto Cellini. <em>La Vita</em>, escrita entre 1559 y 1562.
-Primera edición, 1728, Nápoles.</p>
-
-<p>Benedetto Varchi. <em>Due Lezzioni</em>, Florencia, 1549.</p>
-
-<p>Benedetto Varchi. <em>Orazione funerale recitata nelle esequie
-di Michel Angelo Buonarroti</em>, Giunti, Florencia, 1564.</p>
-
-<p>Francesco Berni. <em>Opere burlesche</em>, Giunti, Florencia, 1548.</p>
-
-<p>Los Corresponsales de Miguel Ángel: I. Sebastiano del
-Piombo, texto italiano publicado por primera vez por Gaetano
-Milanesi, con traducción francesa de A. le Pileur, librería
-de <em>El Arte</em>, París, 1890.</p>
-
-<p><em>Sammlung ausgewaehlter Biographien Vasaris, herausgegeben
-von Carl Frey</em>, Tomo II. <em>Le Vite di M. A. B.</em> (Edición
-crítica de todas las biografías de Miguel Ángel, compuestas
-por sus contemporáneos).</p>
-
-<p>Giovanni Gaye. <em>Carteggio inedito d’artisti dei secoli</em>
-XIV, XV, XVI, Florencia, 1840.</p>
-
-<p>Daelli. <em>Carte Michelangiolesche inedite</em>, Milán, 1865.</p>
-
-<p><em>Sammlung ausgewaehlter Briefe an M. A. B., herausgegeben
-von</em> Cari Frey, Berlín, 1899.</p>
-
-
-<p class="p1 center big1">B.&mdash;O<small>BRAS</small> M<small>ODERNAS</small>.</p>
-
-<p>Richard Duppa. <em>The Life and literary works of M. A. B.</em>,
-Londres, 1806, 1807.</p>
-
-<p>Quatremère de Quincy. <em>Historia de la vida y las obras
-de M. A. B.</em>, París, 1835.</p>
-
-<p>Hermann Grimm. <em>Das Leben Michelangelos</em>; primera
-edición, 1860, Hanover, séptima y última, 1900 (con ilustraciones).</p>
-
-<p>Aurelio Gotti. <em>Vita di M. A. B.</em>, Florencia, 1875.</p>
-
-<p><em>La obra y la vida de Miguel Ángel, dibujante, escultor,
-pintor, arquitecto y poeta</em>, por Charles Blanc, E. Guillaume,
-Paul Mantz, Charles Garnier, Méziéres, A. de Montaiglon,
-G. Duplessis y Louis Gonse, París, Gazette des
-Beaux-Arts, 1876.</p>
-
-<p>C. Heath Wilson. <em>Life and works of M. B.</em>, Londres, 1876.</p>
-
-<p>Anton Springer. <em>Raffael und Michelangelo</em>, 1878, Leipzig.</p>
-
-<p>Ludwig von Scheffler. <em>Michelangelo, eine Renaissance
-Studie</em>, 1892, Altenburg.</p>
-
-<p>John Addington Symonds. <em>The Sonnets of M. A. B.
-and T. Campanella</em>, Londres, 1878.</p>
-
-<p>John Addington Symonds. <em>The Life of M. A. B.</em>, Londres,
-1893.</p>
-
-<p>Carl Just. <em>Michelangelo</em>, 1900, Leipzig.</p>
-
-<p>Corrado Ricci. <em>Michelangelo</em>, 1901, Florencia.</p>
-
-<p>Ernst Steinmann. <em>Die Sixtinische Kapelle</em>, 1905, Bruckmann,
-Munich, tomo II (para la iconografía de Miguel
-Ángel y de Vittoria Colonna).</p>
-
-<p>Dr. Paul Garnault. <em>Los retratos de Miguel Ángel</em>, 1913,
-París (Fontemoing).</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_272"></a>[Pg 272]</span></p>
-
-<p>Henry Thode. <em>Michelangelo und das Ende der Renaissance</em>,
-tomo I. Grote, Berlín, 1902; tomo II, ibid, 1903. (Esta
-obra considerable, todavía no terminada, es el ensayo más
-importante que se haya hecho de un estudio psicológico
-de Miguel Ángel y de su tiempo. Es de lamentarse en esta
-obra, además de una obsesión wagneriana desagradable y
-un poco exagerada, el abuso de las categorías abstractas
-y de las divisiones escolásticas, que obscurecen el tema en
-lugar de aclararlo, y que aumentan el desorden de la composición,
-demasiado compacta. La he aprovechado con
-abundancia, así como las admirables ediciones y estudios
-de Carl Frey).</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_273"></a>[Pg 273]</span></p>
-
-<h3>III. VITTORIA COLONNA.</h3>
-
-<p><em>Rime</em>, primera edición, 1538, Parma; segunda edición,
-1539; <em>con giunta di XVI Sonetti Spirituali</em>, 1539; <em>con
-giunta di XXIV Sonetti Spirituali, e Trionfo della Croce</em>,
-1544, Venecia; numerosas ediciones del siglo XVI.</p>
-
-<p><em>Carteggio</em>, publicado por Erm. Ferrero et Gius. Müller,
-Torchi, Turín, 1892. (Recopilación de las cartas de, o a
-Vittoria Colonna, y de los documentos relativos a su vida,
-entre otras de la <em>Vita di V. C.</em> por Filonico Alicarnasseo).</p>
-
-<p><em>Lettere inedite</em>, edición Salza, Florencia, 1898.</p>
-
-<p><em>Il codice delle rime di V. C. appartenente a Margherita
-regina di Navarra</em>, scoperto ed illustrato da D. Tordi, Pistoia,
-1900.</p>
-
-<p>Henry Roscoe.&mdash;<em>V. C., her Life and poems</em>, Londres, 1868.</p>
-
-<p>Giuseppe Campori.&mdash;<em>V. C. (Atti e Memorie delle R. R.
-Deputazioni di Storia Patria per le prov. dell’Emilia)</em>, tomo
-III, Módena, 1878.</p>
-
-<p>Alfred de Reumont. <em>Vittoria Colonna</em>, Friburgo, 1881;
-traducción italiana por Müller y Ferrero, 1892, Turín.</p>
-
-<p>Alessandro Luzio. <em>Vittoria Colonna (Riv. Storica Mantovana)</em>,
-tomo I, Mantua, 1885.</p>
-
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_274"></a>[Pg 274]<br /><a id="Page_275"></a>[Pg 275]</span></p>
-<p class="half-page">VIDA DE TOLSTOI</p>
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_276"></a>[Pg 276]</span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_277"></a>[Pg 277]</span></p>
-
-<div class="figcenter illowp81" id="p277ilo" style="max-width: 23.875em;">
- <img class="w100" src="images/p277ilo.jpg" alt="" />
-</div>
-</div>
-
-
-<h2 class="nobreak">LA LUZ QUE ACABA DE EXTINGUIRSE</h2>
-
-
-<p class="p1">La luz que acaba de extinguirse ha sido, para quienes
-pertenecen a mi generación, la más pura que haya
-irradiado sobre nuestra juventud; porque en el
-sombrío crepúsculo del siglo XIX que termina, fué la estrella
-consoladora cuya mirada atraía y tranquilizaba
-nuestras almas de adolescentes. Entre todos aquéllos (que
-son muchos en Francia), para quienes Tolstoi fué más
-que un artista amado, un amigo, el mejor&mdash;y para muchos
-el único y verdadero amigo en todo el arte europeo&mdash;quiero
-rendir a su memoria sagrada un tributo de gratitud
-y amor.</p>
-
-<p>Los días en que yo aprendí a conocerlo no se borrarán
-nunca de mi memoria. Fué en 1886. Después de algunos
-años de muda germinación, las flores maravillosas del arte<span class="pagenum"><a id="Page_278"></a>[Pg 278]</span>
-ruso acababan de abrirse sobre la tierra de Francia. Las
-traducciones de Tolstoi y Dostoievski se publicaban a la
-vez en todas las casas editoriales, con febril apresuramiento.
-De 1885 a 1887 fueron editadas en París <em>La Guerra y la
-Paz</em>, <em>Ana Karenina</em>, <em>Infancia y Adolescencia</em>, <em>Polikushka</em>,
-<em>La Muerte de Iván Ilich</em>, los cuentos del Cáucaso
-y los cuentos populares. En unos cuantos meses, en unas
-cuantas semanas, se descubría ante nuestros ojos toda la
-obra de una gran vida, en la cual se reflejaba un pueblo,
-un mundo nuevo.</p>
-
-<p>Acababa yo de entrar a la Escuela Normal. Éramos,
-mis camaradas y yo, muy distintos los unos de los otros.
-En nuestro pequeño grupo, en el cual se encontraban reunidos
-espíritus realistas e irónicos, como el filósofo Georges
-Dumas; poetas que se abrasaban en amor al Renacimiento
-italiano, como Suarés; fieles a la tradición clásica, stendhalianos
-y wagnerianos, ateos y místicos, se suscitaban
-frecuentes discusiones y había muchos puntos de desacuerdo.
-Mas durante algunos meses el amor a Tolstoi nos unió
-casi a todos. Indudablemente que cada uno de nosotros
-lo amaba por distintas razones; porque cada uno se reconocía
-a sí mismo en su obra, y porque para todos era una
-puerta que se abría sobre el inmenso universo, una revelación
-de la vida. En torno nuestro, en el seno de nuestras
-familias, en nuestras provincias, la gran voz que venía de
-los confines de Europa despertaba las mismas simpatías,
-algunas veces inesperadas. Me acuerdo de mi sorpresa una
-vez que escuché a unos burgueses, en mi Nivernais, a quienes
-no interesaba el arte y no leían casi nada, hablar de la
-muerte de Iván Ilich con una concentrada emoción.</p>
-
-<p>He leído en críticos eminentes la tesis que sustenta que
-Tolstoi debía lo mejor de sus ideas a nuestros escritores
-románticos, a Jorge Sand, a Víctor Hugo. Sin discutir la
-inverosimilitud que habría en hablar de una influencia de
-Jorge Sand sobre Tolstoi, que no la podría sufrir, y sin
-negar el influjo mucho más real que sobre él han tenido<span class="pagenum"><a id="Page_279"></a>[Pg 279]</span>
-J. J. Rousseau y Stendhal, sería dudar de la grandeza de
-Tolstoi y del poder de su fascinación sobre nosotros, si
-lo atribuyésemos sólo a sus ideas. El círculo de ideas dentro
-del cual se mueve el arte es de los más limitados. La
-fuerza del arte no está en las ideas, sino en la expresión
-que les da, en el acento personal, en el sello del artista,
-en el aroma de su vida.</p>
-
-<p>Fuesen o no prestadas las ideas de Tolstoi (y esto lo
-veremos en seguida), jamás una voz semejante a la suya
-había resonado antes en Europa. ¿Cómo explicarnos, de
-otra suerte, el estremecimiento de emoción que experimentamos
-entonces, al escuchar esta música del alma, que
-esperábamos desde hacía largo tiempo y de la cual tanta
-necesidad teníamos? No entraba para nada la moda en
-nuestros sentimientos. La mayor parte de nosotros, como
-yo, no conocimos el libro de Eugène-Melchior de Vogüé
-sobre la <em>Novela Rusa</em>, sino después de haber leído a Tolstoi;
-y la admiración de Vogüé nos ha parecido demasiado
-pálida junto a la nuestra, porque él juzgaba, sobre todo,
-desde el punto de vista del literato. Mas para nosotros,
-poco era admirar la obra: la vivíamos, era nuestra.
-Nuestra por su pasión ardiente de la vida, por su juventud
-de corazón; nuestra por su desencanto irónico, por su
-clarividencia despiadada y su familiaridad con la muerte;
-nuestra por los ensueños de amor fraternal y de paz entre
-los hombres; nuestra por su requisitoria terrible contra
-las mentiras de la civilización. Y por su realismo, y por su
-misticismo. Por su vívido aliento de Naturaleza, por su sentido
-de las fuerzas invisibles y por su vértigo de lo infinito.</p>
-
-<p>Estos libros han sido para un gran número de nosotros
-lo que fué “Werther” para los de su tiempo: el espejo
-enigmático de nuestro poder de amor y de nuestras debilidades,
-de nuestras esperanzas, de nuestros terrores y
-nuestros desalientos. No nos preocupábamos por poner en
-acuerdo todas estas contradicciones, ni menos por hacer
-entrar esta alma múltiple&mdash;en la cual resonaba el universo&mdash;<span class="pagenum"><a id="Page_280"></a>[Pg 280]</span>dentro
-de las estrechas categorías religiosas o políticas,
-como lo hacen la mayor parte de quienes en estos últimos
-tiempos han hablado de Tolstoi, incapaces de apartarse
-de las luchas de los partidos, trayéndolo al cauce de sus
-propias pasiones, a los límites de sus banderías socialistas
-o clericales. ¡Como si nuestras banderías pudieran ser la
-medida de un genio! ¡Y qué me importa a mí que Tolstoi
-sea o no de mi partido! ¿Me ha preocupado acaso
-cuáles fueron los partidos de Dante y Shakespeare, para
-respirar su soplo de vida y beber su luz?</p>
-
-<p>No digamos con estos críticos de ahora: “Hay dos Tolstoi,
-el de antes de la crisis y el de después de la crisis; el
-uno es bueno y el otro no lo es”. Para nosotros no ha habido
-más que uno, y lo hemos amado todo entero, porque
-sentimos por instinto que en almas como la suya todo cabe
-y todo se une.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Lo que nuestro instinto sentía, sin explicarlo, a nuestra
-razón toca comprobarlo ahora. Esto es posible hoy
-que esta larga vida, llegada a su término, se ofrece
-ante todos los ojos, sin velos, con un candor y una sinceridad
-únicos. Nos sorprende inmediatamente apreciar hasta
-qué punto permaneció siempre la misma, del principio
-al fin, a despecho de las barreras que se ha querido levantar
-contra ella, de trecho en trecho, y a despecho del
-mismo Tolstoi, quien como todo hombre apasionado, se
-inclinaba a creer cuando amaba, cuando creía, que amaba
-y creía por la vez primera y que de ahí databa el principio
-de su vida. Principiar, volver a principiar. ¡Cuántas veces
-la misma crisis, las mismas luchas, se produjeron en él! No
-se podría hablar de la unidad de su pensamiento (no tuvo
-nunca esta unidad), pero sí de la persistencia en sus ideas
-de los mismos elementos diversos, ora unidos, ora contra<span class="pagenum"><a id="Page_281"></a>[Pg 281]</span>rios,
-contrarios más a menudo. La unidad no está en el
-espíritu ni en el corazón de Tolstoi, está en el combate
-de sus pasiones dentro de sí mismo; está en la tragedia de
-su arte y de su vida.</p>
-
-<p>Arte y vida están unidos. Nunca ha habido una obra
-más íntimamente ligada a la vida; casi tiene constantemente
-un carácter autobiográfico. Desde la edad de 25
-años podemos seguir a Tolstoi, paso a paso, en las experiencias
-contradictorias de su carrera llena de aventuras.
-Su <em>Diario</em>, comenzado antes de los 20 años y continuado
-hasta su muerte,<a id="FNanchor_518" href="#Footnote_518" class="fnanchor">[518]</a> y las noticias suministradas por él a
-M. Birukov<a id="FNanchor_519" href="#Footnote_519" class="fnanchor">[519]</a>, completan este conocimiento y no sólo
-permiten leer casi día por día en la conciencia de Tolstoi,
-sino también hacen revivir el mundo en el cual arraigó
-su genio y las almas de las cuales se nutrió su alma.</p>
-
-<p>Una rica herencia: la de una doble raza (los Tolstoi y
-los Volkonski) muy antigua y muy noble, que se vanagloriaba
-de remontar hasta Rurik y contaba en sus anales a
-compañeros de Pedro el Grande, a generales de la guerra
-de Siete Años, héroes de las luchas napoleónicas, “decembristas”
-y deportados políticos. A sus recuerdos de familia
-debió Tolstoi algunos de los tipos más originales de “<em>La
-Guerra y la Paz</em>”, como el viejo príncipe Volkonski, su
-abuelo materno, representante rezagado de la aristocracia
-de los tiempos de Catarina II, volteriano y despótico;
-el príncipe Nicolás Gregorevitch Volkonski, un primo
-hermano de su madre, herido en Austerlitz y recogido del
-<span class="pagenum"><a id="Page_282"></a>[Pg 282]</span>campo de batalla bajo la mirada de Napoleón, como el
-príncipe Andrés; su padre, que tenía algunos rasgos de
-Nicolás de Rostov;<a id="FNanchor_520" href="#Footnote_520" class="fnanchor">[520]</a> su madre, la princesa María, la
-fea dulcísima de ojos bellos, cuya bondad ilumina las páginas
-de “<em>La Guerra y la Paz</em>”.</p>
-
-<p>No conoció a sus padres. Las narraciones encantadoras
-de “<em>Infancia y Adolescencia</em>”, tienen, como es bien sabido,
-poco de realidad. Su madre murió cuando él no tenía aún
-dos años; y no pudo por lo tanto recordar el rostro amable
-que el pequeño Nicolás Irteniev evoca al través de un velo
-de lágrimas, el rostro de sonrisa luminosa, que derramaba
-en torno suyo la alegría...</p>
-
-<p><em>¡Ah, si pudiera entrever esta sonrisa en los momentos
-aciagos, yo no sabría qué cosa es la pena...!</em><a id="FNanchor_521" href="#Footnote_521" class="fnanchor">[521]</a></p>
-
-<p>Pero indudablemente que de ella heredó la perfecta
-franqueza, la indiferencia hacia la opinión y el don maravilloso
-que tuvo&mdash;según se asegura&mdash;de contar historias
-que ella misma inventaba.</p>
-
-<p>Al menos, de su padre sí pudo conservar algunos recuerdos.
-Era un hombre amable y burlón, de ojos tristes, que
-vivía en sus tierras una existencia independiente y desnuda
-de ambiciones. Nueve años de edad tenía Tolstoi cuando
-murió; y su muerte le hizo “comprender por la vez primera
-la amarga verdad, y llenó su alma de desesperación”<a id="FNanchor_522" href="#Footnote_522" class="fnanchor">[522]</a>.
-Primer encuentro de la infancia con el espectro del terror
-que una parte de su vida debía consagrar a combatir, y la
-otra a celebrarlo, transfigurándolo... La huella de esta
-angustia está contenida en algunas líneas inolvidables de
-los últimos capítulos de “<em>Infancia</em>”, en las cuales los recuerdos
-fueron aprovechados para la narración de la muerte y
-del entierro de la madre.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_283"></a>[Pg 283]</span></p>
-
-<p>Cinco niños quedaron en la vieja mansión de Yasnaia
-Poliana,<a id="FNanchor_523" href="#Footnote_523" class="fnanchor">[523]</a> en donde León Nicolaievich nació el 28 de
-agosto de 1828, y la cual no debía abandonar sino para
-morir, 82 años más tarde. La menor, una niña, María, se
-hizo después religiosa (y con ella fué a refugiarse Tolstoi
-moribundo, cuando huyó de su casa y de los suyos). Eran
-cuatro hombres: Sergio, egoísta y agradable, “sincero
-hasta un grado que no he visto alcanzar jamás a otros”;
-Dmitri, apasionado, concentrado, quien después, siendo
-estudiante, también se entregó a prácticas religiosas con
-vehemencia, sin cuidarse de la opinión pública, ayunando,
-buscando a los pobres y dando albergue a los enfermos,
-para de pronto arrojarse en el desorden, con igual violencia;
-y, en seguida, roído por los remordimientos, rescatar y
-llevar a su casa a una muchacha que había conocido en
-una casa pública, para morir de tisis a los 29 años;<a id="FNanchor_524" href="#Footnote_524" class="fnanchor">[524]</a>
-Nicolás, el mayor, el hermano más amado, quien heredó
-de la madre su imaginación para contar historias,<a id="FNanchor_525" href="#Footnote_525" class="fnanchor">[525]</a> irónico,
-tímido y delicado, fué más tarde oficial en el Cáucaso y
-ahí adquirió la costumbre de alcoholizarse. De éste, que,
-lleno también de ternura cristiana, vivía en chozas compartiendo
-con los pobres cuanto poseía, decía Turguenef “que
-ponía en práctica la humildad en la vida que su hermano
-León se contentaba con desarrollar en teoría”.</p>
-
-<p>Junto a los huérfanos estaban dos mujeres de gran corazón.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_284"></a>[Pg 284]</span></p>
-
-<p>Una era la tía Tatiana,<a id="FNanchor_526" href="#Footnote_526" class="fnanchor">[526]</a> “que tenía dos virtudes,
-dice Tolstoi: la paz y el amor”; y cuya vida toda sólo
-era amor. Se consagraba a los demás sin descanso...</p>
-
-<p>“<em>Ella me ha hecho conocer el placer moral de amar...</em>”.</p>
-
-<p>La otra, la tía Alejandra, servía siempre a los demás y
-evitaba que se la sirviera, se privaba de criados y tenía por
-ocupaciones favoritas la lectura de vidas de los santos y las
-charlas con los peregrinos y con los “inocentes”. Muchos
-de estos “inocentes” vivían en la casa, y uno de ellos, una
-vieja peregrina que recitaba salmos, era madrina de la
-hermana de Tolstoi; otro, el inocente Gricha, solamente
-sabía orar y llorar.</p>
-
-<p><em>¡Oh, gran cristiano Gricha! Tu fe era tan fuerte que sentías
-la proximidad de Dios; tu amor era tan ardiente que las
-palabras brotaban de tus labios, sin que tu razón las ordenara.
-¡Y cómo celebrabas su magnificencia cuando, no encontrando
-ya palabras para loarlo, bañado en lágrimas te prosternabas
-en el suelo!...</em><a id="FNanchor_527" href="#Footnote_527" class="fnanchor">[527]</a></p>
-
-<p>¿Quién no advierte la parte que estas almas humildes
-tuvieron en la formación de Tolstoi? Parece que en alguna
-de ellas se insinuaba ya, se bosquejaba, el Tolstoi de los
-últimos días. Sus plegarias, su amor, arrojaron en el espíritu
-del niño las simientes de la fe, de las cuales debía el
-anciano coger los frutos.</p>
-
-<p>Aparte del inocente Gricha, en los relatos de <em>Infancia</em>,
-Tolstoi no habla de estos modestos colaboradores que lo
-ayudaron a edificar su alma. Pero, en cambio, ¡cuánto se
-transparenta en las páginas del libro esta alma de niño,
-“este corazón puro y amante, como un claro rayo de luz que
-descubría siempre en los otros sus cualidades mejores”;
-esta ternura infinita!... Siendo feliz, piensa en el único
-hombre que sabe es infortunado, llora y querría consagrarse
-<span class="pagenum"><a id="Page_285"></a>[Pg 285]</span>a él; abraza a un viejo caballo, y le pide perdón por haberlo
-hecho sufrir; es feliz por amar, aun no siendo amado.
-Se perciben ya los gérmenes de su genio futuro: su imaginación
-que lo hace llorar con sus propias historias; su cerebro
-siempre en trabajo, que lucha siempre por saber qué piensan
-las gentes; su precoz facultad de observación, y de memoria;<a id="FNanchor_528" href="#Footnote_528" class="fnanchor">[528]</a>
-la mirada atenta que escruta fisonomías, en
-medio de su duelo y de la verdad de su dolor. A los cinco
-años sintió, dice él, por la vez primera, “que la vida no es
-una diversión, sino una tarea demasiado ruda”<a id="FNanchor_529" href="#Footnote_529" class="fnanchor">[529]</a>.</p>
-
-<p>Felizmente lo olvidó. En aquel tiempo se arrullaba con
-los cuentos populares, con los <em>bylines</em> rusos, esos ensueños
-típicos y legendarios; con narraciones de la Biblia,&mdash;sobre
-todo de la sublime Historia de José que, ya anciano, aun
-lo presentaba como un modelo de arte;&mdash;y de las <em>Mil y una
-Noches</em> que en la casa de su abuela, cada velada, recitaba
-un narrador ciego, sentado en el umbral de la ventana.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Hizo sus estudios en Kazan<a id="FNanchor_530" href="#Footnote_530" class="fnanchor">[530]</a>. Estudios tan mediocres
-que se decía de los tres hermanos:<a id="FNanchor_531" href="#Footnote_531" class="fnanchor">[531]</a> “Sergio
-quiere y puede; Dmitri quiere y no puede, y León
-ni quiere ni puede”.</p>
-
-<p>Pasaba por lo que él llamó “el desierto de la adolescencia”,
-desierto de arena batido por ráfagas de un viento
-abrasador de locura. Acerca de este período los relatos de
-<span class="pagenum"><a id="Page_286"></a>[Pg 286]</span><em>Adolescencia</em>, y sobre todo los de <em>Juventud</em>, son ricos en
-confesiones íntimas. Estaba solo; su cerebro, en un estado
-de fiebre perpetua. Durante un año investiga por su propia
-cuenta y ensaya todos los sistemas<a id="FNanchor_532" href="#Footnote_532" class="fnanchor">[532]</a>. Estoico, se martiriza
-con torturas físicas; epicúreo, se prostituye. Cree
-después en la metempsícosis; y acaba por caer en un nihilismo
-demente: le parecía que si se volviese con suma rapidez,
-podría ver la nada frente a frente. Se analiza, se
-analiza...</p>
-
-<p>“<em>No pensaba ya en una cosa, pensaba que pensaba en una
-cosa...</em>”<a id="FNanchor_533" href="#Footnote_533" class="fnanchor">[533]</a>.</p>
-
-<p>Este análisis perpetuo, este mecanismo de razonar que
-giraba en el vacío, le quedará como hábito peligroso que,
-decía él, “lo perjudicó a menudo en la vida”; pero del
-cual sacó su arte recursos inesperados<a id="FNanchor_534" href="#Footnote_534" class="fnanchor">[534]</a>.</p>
-
-<p>En este juego había perdido todas sus convicciones, o, al
-menos, así lo pensaba. A los dieciséis años dejó de orar y
-de ir a la iglesia<a id="FNanchor_535" href="#Footnote_535" class="fnanchor">[535]</a>; pero la fe no había muerto, estaba
-solamente germinando:</p>
-
-<p>“<em>Sin embargo, yo creía en algo. ¿En qué? No podría
-decirlo. Creía aún en Dios, o más bien, no lo negaba. Pero
-¿en cuál Dios? Lo ignoraba. No negaba tampoco a Cristo y su
-doctrina; pero en qué consistía esta doctrina, no habría
-sabido decirlo</em>”<a id="FNanchor_536" href="#Footnote_536" class="fnanchor">[536]</a>.</p>
-
-<p>Se sentía poseído, por momentos, de ensueños de bondad.
-Quería vender su carruaje para dar el dinero a los pobres,
-hacerles el sacrificio de una décima parte de su fortuna,
-<span class="pagenum"><a id="Page_287"></a>[Pg 287]</span>privarse de sirvientes... “Porque son ellos también
-hombres como yo”<a id="FNanchor_537" href="#Footnote_537" class="fnanchor">[537]</a>. Escribió, durante una enfermedad<a id="FNanchor_538" href="#Footnote_538" class="fnanchor">[538]</a>,
-sus <em>Reglas de vida</em>. Ingenuamente se atribuyó el deber
-de “estudiar y profundizar todo: derecho, medicina, lenguas,
-agricultura, geografía, matemáticas, alcanzar el
-grado más alto de perfección en música y en pintura”,
-etc... Tenía “la convicción de que el destino del hombre
-está en su incesante perfeccionamiento”. Pero en modo
-insensible, al impulso de sus pasiones de adolescente, de
-una sensualidad violenta y de un amor propio inmenso,<a id="FNanchor_539" href="#Footnote_539" class="fnanchor">[539]</a>
-esta fe, en ese extraviado perfeccionamiento, perdía su carácter
-desinteresado y se hacía práctica y material. Si
-deseaba perfeccionar su voluntad, su cuerpo y su espíritu,
-era para vencer al mundo e imponerle el amor<a id="FNanchor_540" href="#Footnote_540" class="fnanchor">[540]</a>. Deseaba
-agradar.</p>
-
-<p>Esto no era fácil. Tenía entonces una fealdad simiesca:
-rostro brutal, largo y pesado, cabello corto y calzándole la
-frente, ojos pequeños que miraban con dureza, hundidos
-en sus órbitas sombrías; nariz larga, labios gruesos y salientes
-y grandes orejas<a id="FNanchor_541" href="#Footnote_541" class="fnanchor">[541]</a>. No pudiendo hacerse ilusiones
-acerca de esta fealdad, que cuando era un niño ya le causaba
-crisis de desesperación<a id="FNanchor_542" href="#Footnote_542" class="fnanchor">[542]</a>, pretendió realizar el ideal del
-<span class="pagenum"><a id="Page_288"></a>[Pg 288]</span>“hombre elegante”<a id="FNanchor_543" href="#Footnote_543" class="fnanchor">[543]</a>. Este ideal lo llevó, para ser como
-los otros “hombres elegantes“, a entregarse al juego, a
-endeudarse estúpidamente y a hacer una vida de libertinaje<a id="FNanchor_544" href="#Footnote_544" class="fnanchor">[544]</a>.</p>
-
-<p>Una cosa le salvó siempre: su absoluta sinceridad.</p>
-
-<p>&mdash;¿Sabéis por qué os amo más que a los demás?&mdash;decía
-Nekhludov a su amigo.&mdash;Porque tenéis una cualidad sorprendente
-y rara: la franqueza.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, digo siempre todo, aun aquellas cosas que tengo
-vergüenza de confesarme<a id="FNanchor_545" href="#Footnote_545" class="fnanchor">[545]</a>.</p>
-
-<p>Hasta en sus peores extravíos se juzgó siempre con una
-clarividencia despiadada.</p>
-
-<p>“De hecho vivo bestialmente, escribió en su Diario;
-estoy completamente deprimido”.</p>
-
-<p>Y fiel a su manía de analizarse, registra minuciosamente
-las causas de sus errores:</p>
-
-<p>1.º <em>Indecisión o falta de energía</em>; 2.º <em>Engaño de sí mismo</em>;
-3.º <em>Precipitación</em>; 4.º <em>Falsa vergüenza</em>; 5.º <em>Mal humor</em>; 6.º
-<em>Confusión</em>; 7.º <em>Espíritu de imitación</em>; 8.º <em>Volubilidad</em>;
-9.º <em>Irreflexión</em>.</p>
-
-<p>Esta misma independencia de criterio aplica, aún siendo
-estudiante, a la crítica de las convenciones sociales y de las
-supersticiones intelectuales. Se mofa de la ciencia universitaria,
-niega toda seriedad a los estudios históricos y se
-expone a sufrir correctivos por sus audacias de pensamiento.
-En esta época descubrió a Rousseau, las <em>Confesiones</em> y el
-<em>Emilio</em>, y fué para él como un golpe de rayo.</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_289"></a>[Pg 289]</span></p>
-
-<p>“<em>Le rendí culto; llevaba al cuello su retrato, en una medalla,
-como si fuera una imagen santa</em>”<a id="FNanchor_546" href="#Footnote_546" class="fnanchor">[546]</a>.</p>
-
-<p>Sus primeros ensayos filosóficos no son sino comentarios
-sobre Rousseau (1846-1847).</p>
-
-<p>Sin embargo, disgustado de la Universidad y de los “hombres
-elegantes”, retornó a soterrarse en sus campos de Yasnaia
-Poliana (1847-1851), y volvió a ponerse en contacto
-con el pueblo. Intentó consagrarse entonces a ayudar al
-pueblo, convertirse en su benefactor y en su educador. Sus
-experiencias de este tiempo han sido referidas en una de
-sus primeras obras, <em>La Mañana de un Señor</em> (1852), novela
-notable, de la cual es protagonista su personaje favorito,
-el príncipe Nekhludov<a id="FNanchor_547" href="#Footnote_547" class="fnanchor">[547]</a>.</p>
-
-<p>Nekhludov tiene veinte años, y acaba de abandonar la
-Universidad para consagrarse a sus campesinos. Un año
-hace que trabaja en hacerles el bien; y, en una visita a la
-aldea, lo vemos estrellarse contra la indiferencia burlona,
-la desconfianza arraigada, la rutina, la imprevisión, los
-vicios, la ingratitud. Todos sus esfuerzos son en vano.
-Regresa desalentado, pensando en sus ensueños de un año
-antes, en su generoso entusiasmo, en “sus ideas sobre que
-el amor y el bien constituían la felicidad y la verdad, las
-únicas verdad y bondad posibles en el mundo”. Se siente
-vencido, avergonzado y cansado.</p>
-
-<p>“<em>Se sienta ante el piano y su mano inconscientemente acaricia
-las teclas. Una armonía brota, luego una segunda, otra
-tercera... Se pone a tocar. Los acordes no eran completamente
-regulares; a menudo parecían ordinarios hasta la
-<span class="pagenum"><a id="Page_290"></a>[Pg 290]</span>banalidad y no revelaban ningún talento musical; pero en
-ellos encontraba un placer indefinible, triste. A cada cambio
-de armonías, con una anhelante palpitación de corazón esperaba
-la que iba a surgir, y por la imaginación suplía vagamente
-lo que faltaba. Escuchaba el coro, la orquesta... Y su
-placer principal nacía de la obligada actividad de la imaginación,
-que le presentaba aisladas, pero con una sorprendente
-claridad, las imágenes y las escenas más variadas del pasado y
-del porvenir...</em>”.</p>
-
-<p>Reveía a los “mujiks”, viciosos, desconfiados, mentirosos,
-holgazanes y testarudos, con quienes charlaba hacía
-un instante; pero en esta vez se los representaba con todo
-lo que tienen de bueno, ya no con sus vicios; penetraba en
-sus corazones por la intuición del amor; leía en ellos su
-paciencia, su resignación con la suerte que los abruma,
-su perdón de los ultrajes, su consagración a la familia y las
-causas de su fidelidad rutinaria y piadosa al pasado; evocaba
-sus jornadas de fructuoso trabajo, fatigador y sano...</p>
-
-<p>“Esto es bello, murmuraba... ¿Por qué no soy yo uno
-de ellos?”<a id="FNanchor_548" href="#Footnote_548" class="fnanchor">[548]</a>.</p>
-
-<p>Todo Tolstoi está ya en el héroe de esta primera novela;<a id="FNanchor_549" href="#Footnote_549" class="fnanchor">[549]</a>
-su visión clarísima y sus ilusiones persistentes. Observa
-a las gentes con un realismo sin desmayos; pero en el
-momento que cierra los ojos, vuelven a apoderarse de él sus
-ensueños y su amor a los hombres.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Tolstoi, en 1850, es menos paciente que Nekhludov;
-Yasnaia lo ha aniquilado; tan cansado está del pueblo
-como de la “élite”; su misión le pesa, y no tiene a qué
-consagrarse. Por otra parte, sus acreedores lo asediaban.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_291"></a>[Pg 291]</span></p>
-
-<p>En 1851 huye al Cáucaso, a unirse al Ejército, cerca de su
-hermano Nicolás, que era oficial.</p>
-
-<p>Y apenas llega a las serenas montañas, se tranquiliza,
-vuelve a encontrar a Dios.</p>
-
-<p>“<em>La última noche<a id="FNanchor_550" href="#Footnote_550" class="fnanchor">[550]</a> apenas he dormido... Me puse
-a orar a Dios. Imposible es para mí describir la dulzura de
-sentimientos que experimentaba mientras estuve orando. Recité
-mis plegarias habituales y proseguí después largo tiempo
-en oración. Algo deseaba yo, muy grande, muy hermoso...
-¿Qué era? no podría decirlo. Anhelaba confundirme en el Ser
-infinito, y le demandaba que me perdonase mis faltas...
-Pero no, yo no demandaba nada: sentía que, pues me había
-concedido aquel momento de ventura, me perdonaba. Pedía y
-sentía a un tiempo mismo que nada tenía yo qué pedir, ni
-podía ni sabía pedir. Y se lo agradecí, pero no con palabras,
-no con pensamientos... Una hora había transcurrido
-apenas cuando de nuevo escuchaba la voz del vicio. Me dormí
-soñando con la gloria, y con las mujeres: era esto más fuerte
-que yo. ¡No importa! He dado gracias a Dios por este momento
-de felicidad, porque me ha mostrado mi pequeñez y mi
-grandeza. Quiero orar, pero no sé; quiero comprender, pero
-no me atrevo... ¡Me abandono a tu Voluntad!</em>”<a id="FNanchor_551" href="#Footnote_551" class="fnanchor">[551]</a>.</p>
-
-<p>La carne no estaba vencida (no lo estuvo jamás); la lucha
-se proseguía en lo secreto del corazón, entre Dios y las pasiones.
-Tolstoi anota, en su Diario, cuáles son los tres
-demonios que lo devoran:</p>
-
-<p>1.º <em>La Pasión del juego.</em> Lucha posible.</p>
-
-<p>2.º <em>La Sensualidad.</em> Lucha muy difícil.</p>
-
-<p>3.º <em>La Vanidad.</em> La más terrible de todas.</p>
-
-<p>En el instante en que soñaba vivir para los otros y sacrificarse,
-sus pensamientos voluptuosos y fútiles lo asediaban:
-la imagen de alguna mujer cosaca, o “la desesperación que
-sufriría si su mostacho izquierdo se levantase más que el
-derecho”<a id="FNanchor_552" href="#Footnote_552" class="fnanchor">[552]</a>. “¡No importa!” Dios estaba allí y no lo
-abandonaría. La efervescencia de la lucha misma era fecunda,
-porque todas las potencias de vida en ella se exaltaban.</p>
-
-<p><em>Pienso que la idea tan frívola que tuve de hacer un viaje
-al Cáucaso, me fué de lo Alto inspirada. Me ha guiado la
-mano de Dios; y no ceso de darle gracias. Comprendo que
-he llegado a ser mejor aquí, y estoy firmemente persuadido
-que todo lo que pueda acontecerme no será sino para mi bien,
-puesto que Dios mismo es quien lo ha querido...</em><a id="FNanchor_553" href="#Footnote_553" class="fnanchor">[553]</a></p>
-
-<p>Es el canto de acción de gracias de la tierra a la primavera.
-La tierra se cubre de flores; todo está bien en ella;
-todo es bello. En 1852 el genio de Tolstoi da sus primeras
-flores: <em>Infancia</em>, <em>La Mañana de un Señor</em>, <em>La Incursión</em>,
-<em>Adolescencia</em>; y él da gracias al Espíritu de Vida que lo ha
-fecundado<a id="FNanchor_554" href="#Footnote_554" class="fnanchor">[554]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_292"></a>[Pg 292]</span></p>
-
-<h3>LA HISTORIA DE MI INFANCIA</h3>
-
-<p>La <em>Historia de mi Infancia</em> fué comenzada en el Otoño
-de 1851, en Tiflis, y concluida en Piatigorsk, en el Cáucaso,
-el 2 de julio de 1852. Es curioso observar que en
-el cuadro de esta naturaleza que lo embriagaba, en plena vida
-nueva y en medio de los peligros inquietantes de la guerra,
-ocupado en descubrir un mundo de caracteres y de pasiones
-que le eran completamente desconocidos, Tolstoi se haya
-vuelto hacia los recuerdos de su vida pasada en esta primera
-<span class="pagenum"><a id="Page_293"></a>[Pg 293]</span>obra. Pero cuando escribió <em>Infancia</em> se encontraba enfermo,
-su actividad militar bruscamente interrumpida; y
-durante los prolongados ocios de la convalecencia, dolorido
-y solo, estaba en una disposición sentimental de espíritu
-en la cual, ante sus ojos enternecidos, revivía lo pasado<a id="FNanchor_555" href="#Footnote_555" class="fnanchor">[555]</a>.
-Después de la agotadora tensión de los últimos años, tan
-desagradables, era para él dulce de reanimar “el período
-maravilloso, inocente, poético y alegre” de la edad primera,
-y rehacerse un “corazón de niño, bueno, sensible y capaz
-de amor”. Por otra parte, con el ardor de la juventud y sus
-ilimitados proyectos, dado el carácter cíclico de su imaginación
-poética, que raramente concebía un tema aislado y
-para la cual las grandes novelas no eran sino eslabones de
-una larga cadena histórica, fragmentos de vastos conjuntos
-que no pudo nunca ejecutar<a id="FNanchor_556" href="#Footnote_556" class="fnanchor">[556]</a>, Tolstoi no podía ver
-en las narraciones de <em>Infancia</em>, en aquel momento, sino los
-primeros capítulos de una <em>Historia de cuatro épocas</em>, que
-también comprendería su vida en el Cáucaso y concluiría,
-sin duda, en la revelación de Dios por la Naturaleza.</p>
-
-<p>Más tarde, Tolstoi fué muy severo para las narraciones
-de <em>Infancia</em>, a las cuales debió una gran parte de su popularidad.</p>
-
-<p>“¡Es esto tan malo,&mdash;decía a Birukov;&mdash;está escrito
-con tan poca honestidad literaria!... De eso no se puede
-sacar nada”.</p>
-
-<p>En esta opinión estuvo solo. La obra manuscrita, enviada
-sin nombre de autor a la gran revista rusa <em>Sovremennik</em>
-(El Contemporáneo), fué en el acto publicada (el 6
-<span class="pagenum"><a id="Page_294"></a>[Pg 294]</span>de septiembre de 1832) y tuvo un éxito unánime que después
-han confirmado todos los públicos de Europa; y sin
-embargo, no obstante su encanto poético, su finura de colorido,
-su emoción delicada, es fácil de comprender que más
-tarde haya desagradado a Tolstoi. Le desagradó por las
-mismas razones que gustaba a los demás; porque es necesario
-decirlo claramente: a excepción de la pintura de algunos
-tipos locales y en un pequeño número de páginas,
-que sorprenden por el sentimiento religioso o por el realismo
-en la emoción<a id="FNanchor_557" href="#Footnote_557" class="fnanchor">[557]</a>, la personalidad de Tolstoi se acusa
-débilmente en esta obra. Se extiende por sus páginas un
-dulce, un tierno sentimentalismo, que después siempre le
-fué antipático y que proscribió de sus demás novelas. Lo
-reconocemos, y reconocemos este “humor” y estas lágrimas,
-que vienen de Dickens. Entre sus lecturas favoritas,
-de los catorce a los veintiún años, Tolstoi señala en su
-Diario: “<em>Dickens</em>, <em>David Copperfield</em>. Influencia considerable”.
-Todavía en el Cáucaso releyó este libro.</p>
-
-<p>Otras dos influencias señala él mismo: Sterne y Toepffer.
-“Entonces estaba yo bajo la inspiración de ellos”<a id="FNanchor_558" href="#Footnote_558" class="fnanchor">[558]</a>.</p>
-
-<p>¿Quién habría pensado que las “<em>Nouvelles Genevoises</em>”
-fueron el primer modelo del autor de <em>La Guerra y la Paz</em>?
-Y basta, sin embargo, saberlo para descubrir en las narraciones
-de <em>Infancia</em> la bonhomía afectuosa y zumbona de
-Toepffer, trasplantada a una naturaleza más aristocrática.</p>
-
-<p>Encontró Tolstoi, al principiar, que ya era conocido,
-y su personalidad no tardó mucho en afirmarse. <em>Adolescencia</em>
-(1853), menos pura y menos perfecta que <em>Infancia</em>,
-descubre una psicología más original, un sentimiento de la
-naturaleza más vivo y un alma atormentada, alma con la
-cual Dickens y Toepffer se habrían sentido a disgusto. En
-<em>La Mañana de un Señor</em> (octubre de 1852)<a id="FNanchor_559" href="#Footnote_559" class="fnanchor">[559]</a>, el carácter
-de Tolstoi aparece netamente formado, con la intrépida
-sinceridad de sus observaciones y su fe en el amor. Entre
-los notables retratos de campesinos que pinta en esta novela
-se encuentra ya el bosquejo de una de las más hermosas
-visiones de sus <em>Cuentos Populares</em>: el anciano en el colmenar,<a id="FNanchor_560" href="#Footnote_560" class="fnanchor">[560]</a>
-aquel viejecito bajo el abedul, con las manos extendidas,
-los ojos en alto, su cabeza calva luciente al sol, y en torno
-de ella, las abejas doradas que revuelan sin picarle, formándole
-una corona...</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_295"></a>[Pg 295]</span></p>
-
-<h3>LAS NARRACIONES DEL CÁUCASO</h3>
-
-<p>Pero las obras&mdash;tipo de este período son aquéllas que
-registran inmediatamente sus emociones actuales: las
-narraciones del Cáucaso. La primera, <em>La Incursión</em>, (concluida
-el 24 de diciembre de 1852), se impone por su magnificencia
-de paisajes: una salida de sol en las montañas, a
-la orilla de un arroyo; un sorprendente cuadro nocturno,
-en el cual sombras y ruidos están fijados con una conmovedora
-intensidad; y el retorno, en la tarde, mientras a lo
-lejos las cimas nivosas desaparecen en una bruma violeta y
-las voces hermosas de los soldados que cantan ascienden
-y se pierden en el aire transparente. Muchos de los personajes
-de <em>La Guerra y la Paz</em> hacen allí su entrada en la
-vida, como el capitán Khlopov, héroe verdadero, que no
-se bate por placer sino para cumplir su deber, “una de esas
-fisonomías rusas, sencillas, tranquilas, que es tan fácil y tan
-agradable mirar de lleno a los ojos”. Pesado, torpe, un poco
-ridículo, indiferente a cuanto le rodea, no cambia en
-medio de la batalla, cuando todos cambian; “permanece
-exactamente como se le ha visto siempre, con los mismos
-movimientos tranquilos, la misma voz igual, la misma expresión
-de sinceridad en su rostro ingenuo y pesado”. Junto
-a él está el teniente que encarna a los héroes de Lermontov,
-y que, siendo bueno, pone semblante de sentimientos feroces;
-y el pobre pequeño subteniente, tan alegre por su
-primera salida, que desborda en ternura y, presto a saltarle
-al cuello a cualquiera, adorable y risible, se hace matar
-estúpidamente, como Petia Rostov. En medio del cuadro
-está la figura de Tolstoi que observa, sin mezclarse en los
-sentimientos de sus compañeros, y que hace ya escuchar
-su grito de protesta contra la guerra.</p>
-
-<p><em>¿No pueden los hombres vivir con tranquilidad en este
-mundo tan hermoso, bajo el inmensurable cielo estrellado?
-¿Cómo pueden conservar aquí tales sentimientos de maldad,
-de venganza, de rabia para destruir a sus semejantes? Cuanto
-de malo hay en el corazón del hombre había de desaparecer
-al contacto de la naturaleza, que es la más inmediata expresión
-de la belleza y del bien</em><a id="FNanchor_561" href="#Footnote_561" class="fnanchor">[561]</a>.</p>
-
-<p>Otras narraciones del Cáucaso con observaciones de esta
-época no fueron escritas sino más tarde, en 1854-1855, como
-<em>La Tala en el Bosque</em><a id="FNanchor_562" href="#Footnote_562" class="fnanchor">[562]</a>, de un realismo exacto y un poco
-frío, pero lleno de notas curiosas acerca de la psicología del
-soldado ruso, (notas para lo porvenir); en 1856 un <em>Encuentro
-en el destacamento con un conocido de Moscú</em><a id="FNanchor_563" href="#Footnote_563" class="fnanchor">[563]</a>, un
-hombre de mundo, fracasado, suboficial degradado, haragán,
-ebrio y mentiroso que no puede acostumbrarse a la
-idea de que pueda ser muerto como cualquiera otro de sus
-soldados, a quienes desprecia, y de quienes el peor vale
-cien veces más que él.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_296"></a>[Pg 296]</span></p>
-
-<h3>LOS COSACOS</h3>
-
-<p>Y por encima de estas obras se levanta, cumbre la más
-alta de esa primera cadena de montañas, una de las más bellas
-novelas líricas que Tolstoi haya escrito, el canto de su
-juventud, el poema del Cáucaso, <em>Los Cosacos</em><a id="FNanchor_564" href="#Footnote_564" class="fnanchor">[564]</a>. El esplendor
-de las nevadas montañas que destacan sus nobles
-líneas sobre el cielo luminoso, llena con su música el libro
-<span class="pagenum"><a id="Page_297"></a>[Pg 297]</span>entero. Y la obra es única por esta flor del genio, “el todopoderoso
-dios de la juventud, como dice Tolstoi: ese ímpetu
-que ya no se recobra más”. ¡Cuál torrente primaveral!...
-¡Qué efusiones de amor!</p>
-
-<p>“<em>¡Yo amo, amo tanto!... ¡Bravo! ¡Bueno!... repetía
-y deseaba llorar. ¿Por qué? ¿quién era bravo? ¿qué amaba?
-No lo sabía bien</em>”<a id="FNanchor_565" href="#Footnote_565" class="fnanchor">[565]</a>.</p>
-
-<p>Esta embriaguez del corazón se derrama desordenadamente.
-El héroe Olenine, que ha llegado como Tolstoi a
-sumergirse en el Cáucaso en una vida de aventuras, y que
-se ha enamorado de una joven cosaca, se abandona al torbellino
-de sus aspiraciones contradictorias. Ora piensa que
-“la felicidad está en vivir para los otros, en sacrificarse” ora
-que el “sacrificio de sí mismo no es más que una tontería”;
-entonces no está lejos de creer con el viejo cosaco Erochka,
-que “todo está permitido y que Dios ha hecho todo para
-placer del hombre. Nada es pecado. Gozar con una
-hermosa muchacha no es pecado, es la salud”. Pero,
-¿qué necesidad tiene de pensar? Le basta con vivir. La vida
-es todo bien, toda felicidad, la vida todopoderosa, la
-vida universal: la Vida es Dios. Un naturalismo ardoroso
-enciende y devora al alma. Perdido en el bosque, en medio
-de “la vegetación salvaje, de la multitud de bestias y de
-aves, de nubes de moscos, entre la sombría verdura, en el
-aire cálido y perfumado, entre pequeños caños de agua
-turbia que espejean por doquiera bajo el follaje”, a dos pasos
-de las emboscadas del enemigo, Olenine “es embargado
-de pronto por un sentimiento tal de felicidad sin causa
-alguna, que, fiel a una costumbre de su infancia, se persigna
-y se pone a dar gracias a alguien”. Como un fakir indio
-goza al confesarse que está solo y perdido en este torbellino
-de vida que le envuelve, en el cual miríadas de seres invisibles
-acechan en este momento su muerte, ocultos por todas
-partes, en que millares de insectos zumban en torno suyo,
-se llaman:</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_298"></a>[Pg 298]</span></p>
-<p>“<em>¡Por aquí, por aquí, compañeros! ¡Aquí hay alguien
-a quien picar!”</em></p>
-
-<p><em>Y era bien claro para él que allí ya no era un gentilhombre
-ruso, de la sociedad de Moscú, amigo y pariente de éstos y
-aquéllos, sino simplemente un ser cualquiera como el mosquito,
-el faisán, el ciervo; como aquéllos que vivían, que rondaban
-en torno suyo.</em></p>
-
-<p>&mdash;<em>Como ellos, yo viviré y moriré. Y la yerba crecerá encima
-de mí...</em></p>
-
-<p>Y su corazón se llena de alegría.</p>
-
-<p>Vive Tolstoi, en esta hora de juventud, en un delirio de
-fuerza y de amor a la vida. Se abraza a la Naturaleza y
-se funde en ella; en ella vierte, adormece y exalta sus penas,
-sus alegrías y sus amores<a id="FNanchor_566" href="#Footnote_566" class="fnanchor">[566]</a>; mas nunca esta embriaguez
-romántica afecta a la lucidez de su mirada. En ninguna
-otra página como en este ardiente poema los paisajes son
-pintados con tamaño vigor, ni los tipos con más verdad. La
-oposición entre la naturaleza y el mundo, que informa el
-fondo del libro y que será toda su vida uno de los temas
-favoritos en las ideas de Tolstoi, un artículo de su <em>Credo</em>,
-le hace encontrar ya, para fustigar la comedia del mundo,
-algunos de los ásperos acentos de la <em>Sonata a Kreutzer</em><a id="FNanchor_567" href="#Footnote_567" class="fnanchor">[567]</a>.
-Pero no es menos verídico con relación a quienes ama, y
-los seres de la naturaleza, la hermosa cosaca y sus amigos,
-son contemplados en plena luz, con sus egoísmos, sus avaricias,
-sus engaños, con todos sus vicios.</p>
-
-<p>Una ocasión iba a presentársele para poner a prueba
-esta veracidad heroica.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_299"></a>[Pg 299]</span></p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>En noviembre de 1853 fué declarada la guerra a Turquía.
-Tolstoi entonces hizo que se le pasara al ejército de
-Rumania, del cual pasó después al de Crimea, y llegó a
-Sebastopol el 7 de noviembre de 1854. Ardía en entusiasmo
-y fe patriótica. Cumplió bravamente con su deber y a
-menudo estuvo en peligro, sobre todo en abril y mayo de
-1855, meses durante los cuales cada tercer día estaba de servicio
-en la batería del cuarto baluarte.</p>
-
-<p>De vivir meses y meses en una exaltación y una agitación
-continua frente a frente con la muerte, su misticismo religioso
-se reavivó. Conversa con Dios. En abril de 1855
-anota en su <em>Diario</em> una plegaria a Dios, en acción de gracias
-por haberlo protegido en los peligros y para pedirle
-que continúe protegiéndolo, “a fin de alcanzar el objeto
-eterno y glorioso de la existencia, que me es aún desconocido...”.
-Este objeto de su vida no es ya el arte, sino la religión.
-El 5 de marzo de 1855 escribía:</p>
-
-<p>“<em>He encontrado una gran idea, a cuya realización me
-siento capaz de consagrar toda mi vida. Es esta idea la fundación
-de una religión nueva, la religión de Cristo, pero
-purificada de dogmas y misterios... Obrar con límpida
-conciencia, a fin de unir a los hombres por la religión</em>”<a id="FNanchor_568" href="#Footnote_568" class="fnanchor">[568]</a>.</p>
-
-<p>Éste será el programa de su vejez.</p>
-
-<p>Sin embargo, para distraerse de los espectáculos que lo
-rodeaban, se entregó nuevamente a escribir. ¿Cómo pudo
-encontrar la libertad de espíritu necesaria para componer,
-bajo una lluvia de granadas, la tercera parte de sus Recuerdos,
-<em>Juventud</em>? El libro es caótico, y se puede atribuir
-su desorden a las condiciones en las cuales nació y a veces
-también a cierta sequedad de análisis abstractos, con
-<span class="pagenum"><a id="Page_300"></a>[Pg 300]</span>divisiones y subdivisiones a la manera de Stendhal<a id="FNanchor_569" href="#Footnote_569" class="fnanchor">[569]</a>.
-Pero se admira su tranquila penetración en el desorden de
-pensamientos y de ensueños confusos que se agolpan en un
-cerebro joven. La obra es de una rara franqueza consigo
-mismo; y por instantes, ¡cuánta frescura poética, en el
-hermoso cuadro de la primavera en la ciudad, en el relato
-de la confesión y del viaje al convento por el pecado olvidado!
-Un apasionado panteísmo presta a algunas páginas
-una belleza lírica cuyos acentos recuerdan las narraciones
-del Cáucaso, como la descripción de esta noche de Estío:</p>
-
-<p><em>El brillo sereno del luminoso creciente. El estanque resplandeciendo.
-Los viejos abedules, cuyas ramas melenudas
-se argentan de un lado, al claro de luna, cubren con sus sombras
-negras la maleza y el camino. El grito de una codorniz
-detrás del estanque. El ruido apenas perceptible de dos viejos
-árboles que se rozan. El zumbido de los mosquitos y el golpe
-de una manzana que cae sobre las hojas secas; las ranas que
-saltan hasta los peldaños de la terraza y cuyos lomos verduzcos
-brillan en un rayo de luna... La luna asciende; suspensa
-en el claro cielo, llena el espacio; el soberbio fulgor del
-estanque se hace más brillante; las sombras se vuelven más
-negras, la luz más transparente... Y yo, humilde gusanillo,
-manchado ya con todas las pasiones humanas, pero con
-toda la inmensa fuerza del amor, pienso en este momento que
-la naturaleza, la luna y yo, somos sólo uno</em><a id="FNanchor_570" href="#Footnote_570" class="fnanchor">[570]</a>.</p>
-
-<p>La realidad presente, empero, hablaba más alto que los
-sueños del pasado, y se imponía, imperiosa. Juventud quedó
-sin concluir, y el capitán segundo León Tolstoi, tras la
-protección de su baluarte, bajo el sordo ruido de los cañones,
-en medio de su compañía, observaba a los vivos y a los
-moribundos y recogía sus angustias y las suyas propias en
-las inolvidables narraciones de <em>Sebastopol</em>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_301"></a>[Pg 301]</span></p>
-
-<h3>LAS NARRACIONES DE SEBASTOPOL</h3>
-
-<p>Estas tres narraciones, (<em>Sebastopol en diciembre de 1854,
-Sebastopol en mayo de 1855 y Sebastopol en agosto de 1855</em>),
-son de ordinario comprendidas en un mismo juicio; y sin
-embargo, son muy diferentes entre sí. Sobre todo la
-segunda se distingue de las otras dos por el sentimiento y
-por el arte. Están dominadas éstas por el patriotismo,
-mientras que sobre la segunda se extiende una implacable
-verdad.</p>
-
-<p>Se cuenta que después de haber leído la segunda narración<a id="FNanchor_571" href="#Footnote_571" class="fnanchor">[571]</a>
-la zarina lloró, y que el zar ordenó, movido por su
-admiración, que fueran traducidas al francés estas páginas
-y que pusieran al autor a cubierto de peligros. Se comprende
-esto fácilmente. Nada hay en ellas que no exalte a la
-patria y a la guerra. Tolstoi acaba de llegar; su entusiasmo
-está intacto; se sumerge en el heroísmo. Aún no advierte
-entre los defensores de Sebastopol ni ambición ni amor
-propio, ni ningún otro sentimiento mezquino. Para él es
-aquélla una epopeya sublime, cuyos héroes “son dignos de
-la Grecia”. Por otra parte, sus notas no atestiguan ningún
-esfuerzo de imaginación, ningún ensayo de representación
-objetiva; el autor se pasea por la ciudad; mira con lucidez,
-pero narra en una forma que carece de libertad: “Veis...
-Entráis... Advertís...”. Todo esto es periodismo, con
-algunas hermosas impresiones del natural.</p>
-
-<p>Muy distinta es la escena segunda: <em>Sebastopol en mayo
-de 1855</em>. Desde las primeras líneas se lee:</p>
-
-<p><em>El amor propio de millares de hombres ha luchado aquí,
-se ha apagado en la muerte...</em></p>
-
-<p>Y más adelante:</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_302"></a>[Pg 302]</span></p>
-<p><em>...Y como había muchos hombres, había muchas vanidades...
-¡Vanidad, vanidad, por todas partes vanidad, aun
-a las puertas de la tumba! Es la enfermedad particular de
-nuestro siglo... ¿Por qué los Homero y los Shakespeare
-hablan del amor, de la gloria, del dolor, y por qué la literatura
-de nuestro siglo no es más que la historia sin término de los
-vanidosos y de los advenedizos?</em></p>
-
-<p>El relato, que no es una simple narración de sucesos,
-pone en escena directamente a los hombres y las pasiones,
-muestra todo lo que se oculta tras del heroísmo. La clara
-mirada desengañada de Tolstoi penetra en el fondo del
-corazón de sus compañeros de armas, y como en los corazones
-de ellos en el propio, para leer allí el orgullo, el miedo,
-toda la comedia del mundo que aún se continúa representando
-a un paso de la muerte. El miedo sobre todo es confesado,
-libre de sus velos, mostrado al desnudo. Estas zozobras
-perennes<a id="FNanchor_572" href="#Footnote_572" class="fnanchor">[572]</a>, esta obsesión de la muerte, son analizadas
-sin pudor, sin piedad, con una sinceridad terrible. En
-Sebastopol aprendió Tolstoi a perder todo sentimentalismo
-“esa compasión vaga, femenina, llorona”, como él decía con
-desdén. Y nunca su genio analizador, cuyo instinto se ha
-visto despertar durante sus años de adolescencia y que a
-menudo ha de tomar un carácter casi mórbido<a id="FNanchor_573" href="#Footnote_573" class="fnanchor">[573]</a>, alcanzó
-mayor intensidad sobreaguda, alucinada, que en el relato
-de la muerte de Praskhoukhine. Dos páginas enteras están
-<span class="pagenum"><a id="Page_303"></a>[Pg 303]</span>consagradas en esta narración a describir lo que pasa en el
-alma del desventurado durante el segundo que la bomba ha
-tardado en silbar y caer, antes de estallar; y una página
-para decir las propias impresiones, después del estallido,
-y que “ha muerto al punto por un fragmento de casco que
-lo hirió en pleno pecho”<a id="FNanchor_574" href="#Footnote_574" class="fnanchor">[574]</a>.</p>
-
-<p>Como entreactos de orquesta en el drama, se abren en
-estas escenas de batalla amplios claros de naturaleza y de
-luz, la sinfonía del día que se levanta sobre el espléndido
-paisaje, donde agonizan millares de hombres. Y el cristiano
-Tolstoi, olvidando el patriotismo de su primera narración,
-maldice la impía guerra:</p>
-
-<p><em>¡Y estos hombres, cristianos que profesan la misma gran
-ley de amor y de sacrificio, no caen de rodillas, al contemplar
-lo que han hecho, arrepentidos, delante de Aquél que al darles
-la vida ha puesto en el alma de cada uno, con el miedo a la
-muerte, el amor al bien y a la belleza! ¡No se abrazan, con
-lágrimas de alegría y de felicidad, como hermanos!</em></p>
-
-<p>En el momento de concluir esta novela, cuyas páginas
-tienen una esperanza que antes ninguna de sus obras había
-mostrado, se siente Tolstoi asaltado por la duda, ¿ha hecho
-mal en hablar?</p>
-
-<p><em>Una duda penosa me abruma; quizás no era conveniente
-decir todo esto; quizá lo que digo es una de esas verdades perversas
-que, ocultas inconscientemente en el fondo de cada alma,
-no deben de ser expresadas para que no lleguen a ser perjudiciales,
-como no debe agitarse la hez, so pena de echar a perder
-el vino. ¿Dónde está la expresión del mal que es necesario
-evitar? ¿Dónde la expresión de lo bello que sea preciso imitar?
-¿Quién es el malhechor y quién el héroe? Todos son buenos
-y todos son malos...</em></p>
-
-<p>Pero se recobra fieramente:</p>
-
-<p><em>El héroe de mi novela, a quien amo con todas las fuerzas</em>
-<span class="pagenum"><a id="Page_304"></a>[Pg 304]</span><em>de mi alma, a quien trato de mostrar en toda su belleza, que
-siempre fué, es y será hermoso, es la Verdad.</em></p>
-
-<p>Después de haber leído estas páginas<a id="FNanchor_575" href="#Footnote_575" class="fnanchor">[575]</a>, Nekrasov, el director
-de “Sovremennik”, escribió a Tolstoi:</p>
-
-<p>“Esto precisamente es lo que hace falta a la sociedad
-rusa de hoy: la verdad, la verdad, que, después de la muerte
-de Gogol, tampoco ha existido en la literatura rusa...
-Esta verdad que traéis a nuestro arte es algo enteramente
-nuevo entre nosotros; sólo de una cosa tengo miedo: que
-el tiempo y la cobardía de la vida, la sordera y el mutismo
-de cuanto nos rodea os hagan lo que a la mayor parte de
-nosotros, que os maten vuestra energía”<a id="FNanchor_576" href="#Footnote_576" class="fnanchor">[576]</a>.</p>
-
-<p>Nada de eso era de temerse. El tiempo, que consume la
-energía de los hombres ordinarios, no ha hecho sino templar
-la de Tolstoi; pero en aquellos momentos, las desventuras
-de la patria, la toma de Sebastopol, despertaron con un
-sentimiento de dolorosa piedad, el dolor de su franqueza
-demasiado ruda. En la tercera narración, (<em>Sebastopol en
-agosto de 1855</em>), al describir una escena de oficiales que
-juegan y riñen, se interrumpe y reflexiona:</p>
-
-<p><em>Pero dejemos caer el telón sobre este cuadro. Mañana, acaso
-hoy mismo, cada uno de estos hombres irá alegremente al
-encuentro de la muerte. En el fondo de cada alma se recata
-la chispa que hará de cada uno un héroe.</em></p>
-
-<p>Y si este pudor no resta nada de vigor al realismo del
-relato, la elección de los personajes muestra suficientemente
-las simpatías del autor. La epopeya de Malakoff y su
-heroica caída quedan simbolizadas en dos figuras bravas
-y conmovedoras: dos hermanos, de los cuales uno, el mayor,
-el capitán Kozeltzov, tiene algunos de los rasgos de
-Tolstoi<a id="FNanchor_577" href="#Footnote_577" class="fnanchor">[577]</a>; y el otro, el abanderado Volodia, tímido y
-<span class="pagenum"><a id="Page_305"></a>[Pg 305]</span>entusiasta, con sus febriles monólogos y sus ensueños, las
-lágrimas que sin motivo le brotan a los ojos, lágrimas de
-ternura, lágrimas de humillación; sus angustias en las primeras
-horas que pasa en el baluarte (el pobre muchacho
-tiene aún el miedo a la obscuridad, y cuando está acostado
-oculta la cabeza bajo el capote), con la opresión que le
-causa el sentimiento de su soledad y la indiferencia de los
-otros, más tarde, cuando la hora es llegada, tiene la alegría
-del peligro. Pertenece éste al grupo de las figuras simpáticas
-de adolescentes, (Petia en <em>La Guerra y la Paz</em> y el subteniente
-de <em>La Incursión</em>), que con el corazón lleno de amor,
-hacen la guerra riendo y se arrojan de pronto, sin comprenderlo,
-a la muerte. Los dos hermanos caen heridos, en el
-mismo día, el último día de la defensa. Y la novela concluye
-con estas líneas, en las cuales gruñe una rabia patriótica:</p>
-
-<p>“<em>El ejército salía de la ciudad; y cada soldado, al mirar
-abandonado a Sebastopol, con una indecible amargura en el
-corazón, suspiraba y mostraba el puño al enemigo</em>”<a id="FNanchor_578" href="#Footnote_578" class="fnanchor">[578]</a>.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Cuando al salir de este infierno, en el cual durante
-un año había penetrado hasta el fondo de las pasiones,
-de las vanidades y del dolor humano, Tolstoi
-se encontró, en noviembre de 1855, entre los hombres
-de letras de Petersburgo, experimentó por ellos un
-sentimiento de desencanto y de desprecio. Todo lo descubría
-en ellos mezquino y mentiroso. Estos hombres
-<span class="pagenum"><a id="Page_306"></a>[Pg 306]</span>que de lejos le parecieron aureolados por el arte, (Turguenef,
-a quien había admirado y a quien acababa de
-dedicar <em>La Tala en el Bosque</em>), vistos de cerca le desilusionaron
-amargamente. Un retrato de 1856 lo presenta
-entre Turguenef, Gontcharov, Ostrovsky, Grigorovitch y
-Drujinine. Sorprende, entre el abandono de los otros,
-por su aire ascético y duro, su cabeza ósea, sus mejillas
-hundidas, los brazos cruzados con rigidez. De pie y de
-uniforme, detrás de estos literatos, “parece,&mdash;como escribe
-espiritualmente Suarés&mdash;que custodia a estas gentes y
-no que forma parte de su sociedad; se diría que está presto
-a conducirlos a prisión”<a id="FNanchor_579" href="#Footnote_579" class="fnanchor">[579]</a>.</p>
-
-<p>Sin embargo, todos se muestran solícitos alrededor del
-joven colega, que llega a ellos cubierto de la doble gloria
-del escritor y del héroe de Sebastopol. Turguenef, que
-había llorado y gritado “¡Hurra!” al leer las escenas de
-Sebastopol, le tendía la mano fraternalmente; mas estos
-dos hombres no podían entenderse. Si ambos veían el
-mundo con igual claridad de mirada, a su visión mezclaban
-el color de sus almas enemigas: irónica y vibrante la una,
-amorosa y desencantada, devota de la belleza; violenta la
-otra, orgullosa, atormentada de ideas morales, poseída por
-un Dios oculto.</p>
-
-<p>Lo que Tolstoi principalmente no perdonaba a estos
-literatos, era que se creyesen una casta elegida, cabeza de
-la humanidad. Entraba en su antipatía hacia ellos mucho
-del orgullo del gran señor y del oficial hacia burgueses
-escritorzuelos y liberales<a id="FNanchor_580" href="#Footnote_580" class="fnanchor">[580]</a>. Era también un rasgo característico
-de su naturaleza (lo reconocía él mismo) “oponerse
-por instinto a todos los juicios generalmente aceptados”<a id="FNanchor_581" href="#Footnote_581" class="fnanchor">[581]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_307"></a>[Pg 307]</span></p>
-
-<p>Una desconfianza de los hombres, un desdén
-latente hacia la razón humana, le hacían olfatear por todas
-partes el engaño de sí mismo o de los otros, la mentira.</p>
-
-<p><em>No creía nunca en la sinceridad de las gentes. Todo impulso
-moral le parecía falso, y tenía la costumbre de fijar con
-acritud su mirada extraordinariamente penetrante, en el
-hombre que sospechaba que no decía la verdad...</em><a id="FNanchor_582" href="#Footnote_582" class="fnanchor">[582]</a>.</p>
-
-<p><em>¡Cómo escuchaba! ¡Cómo miraba a su interlocutor desde el
-fondo de sus ojos grises, hundidos en sus órbitas! ¡Con qué
-ironía contraía los labios!</em><a id="FNanchor_583" href="#Footnote_583" class="fnanchor">[583]</a>.</p>
-
-<p><em>Decía Turguenef que nunca había sentido nada más penoso
-que esta mirada aguda que, junto con dos o tres palabras de
-alguna observación corrosiva, era capaz de despertar el furor</em><a id="FNanchor_584" href="#Footnote_584" class="fnanchor">[584]</a>.</p>
-
-<p>Escenas violentas se suscitaron, desde sus primeros encuentros,
-entre Tolstoi y Turguenef<a id="FNanchor_585" href="#Footnote_585" class="fnanchor">[585]</a>. De lejos, ambos
-se tranquilizaban y trataban de hacerse justicia. El tiempo
-<span class="pagenum"><a id="Page_308"></a>[Pg 308]</span>no hizo sino agravar la repulsión que sentía Tolstoi hacia
-aquel medio literario, pues no podía perdonarles a estos
-artistas la mezcolanza de sus vidas depravadas y de sus
-pretensiones morales.</p>
-
-<p>“<em>Adquirí la convicción de que casi todos eran hombres inmorales,
-malos, sin carácter, muy inferiores a cuantos había
-conocido en mi vida de bohemia militar. Y en cambio, estaban
-tan seguros y contentos de ellos mismos, como lo puedan estar
-quienes en verdad sean santos. Me desagradaron</em>”<a id="FNanchor_586" href="#Footnote_586" class="fnanchor">[586]</a>.</p>
-
-<p>Se separó de ellos; y sin embargo, por algún tiempo conservó
-su fe interesada en el arte<a id="FNanchor_587" href="#Footnote_587" class="fnanchor">[587]</a>, porque se sentía halagado
-su orgullo, y era, además, una religión pingüemente retribuida,
-que “procuraba mujeres, dinero y gloria...”.</p>
-
-<p><em>De esta religión yo era uno de los pontífices. Situación agradable
-y muy ventajosa...</em></p>
-
-<p>Para mejor consagrarse a ella, presentó su dimisión en el
-ejército (en noviembre de 1856). Mas un hombre de su
-temple no podía cerrar los ojos por largo tiempo. Creía,
-deseaba creer en el progreso. Le parecía que “esta palabra
-significaba algo”. Un viaje por el extranjero (del 29 de enero
-al 30 de julio de 1857), por Francia, Suiza y Alemania,
-derribó esta fe. En París, el 6 de abril de 1857, el espectáculo
-de la ejecución de un hombre “le mostró lo vano de la
-superstición del progreso...”.</p>
-
-<p><em>Cuando vi desprenderse la cabeza del cuerpo y caer en
-el cesto, comprendí, con todas las fuerzas de mi alma, que
-ninguna teoría acerca de la razón del orden existente podía
-justificar semejante acto. Aun cuando todos los hombres
-del universo, apoyándose en alguna teoría, encontrasen
-esto necesario, yo sostendría que está mal, “porque no es lo</em>
-<span class="pagenum"><a id="Page_309"></a>[Pg 309]</span><em>que dicen o hacen los hombres lo que decide entre lo bueno
-y lo malo, sino mi corazón</em>”<a id="FNanchor_588" href="#Footnote_588" class="fnanchor">[588]</a>.</p>
-
-<p>El 7 de julio de 1857, en Lucerna, el espectáculo de un
-pequeño cantador ambulante, a quien unos ricos ingleses,
-huéspedes de Schweizerhof, rehusaban dar una limosna, le
-hizo escribir en su <em>Diario del Príncipe D. Nekhludov</em><a id="FNanchor_589" href="#Footnote_589" class="fnanchor">[589]</a>, su
-desprecio hacia todas las ilusiones caras a los liberales, esas
-gentes que “trazan líneas imaginarias sobre los mares del
-bien y del mal...”.</p>
-
-<p><em>Para ellos la civilización es el bien; la barbarie, el mal; la
-libertad el bien, y la esclavitud el mal. Y este conocimiento
-imaginario destruye las necesidades instintivas, primordiales,
-las mejores. Mas ¿quién me definirá qué es la libertad, qué es
-el despotismo, qué es la civilización, qué es la barbarie? ¿Dónde,
-pues, no coexisten el bien y el mal? En nosotros hay solamente
-un guía infalible, el Espíritu universal, que nos empuja
-a unirnos los unos a los otros.</em></p>
-
-<p>De regreso en Rusia, en Yasnaia, nuevamente se ocupa
-de ayudar a los campesinos. Y no era que se hiciese ilusiones
-sobre el pueblo. Escribía:</p>
-
-<p>“<em>Los apologistas del pueblo y de su buen sentido hablan bellamente,
-y la multitud tal vez sea una unión de buenas personas;
-pero entonces, sólo se unen por sus lados bestiales, despreciables,
-que no expresan más que la debilidad y la crueldad
-de la naturaleza humana</em>”<a id="FNanchor_590" href="#Footnote_590" class="fnanchor">[590]</a>.</p>
-
-<p>No es, por tanto, a la multitud a quien se dirige, sino a
-la conciencia individual de cada hombre, de cada hijo del
-pueblo, porque en la conciencia de cada uno está la luz.
-Funda escuelas, sin saber claramente qué enseñar; y para
-aprenderlo, hace un segundo viaje a Europa, del 3 de julio
-de 1860 al 23 de abril de 1861<a id="FNanchor_591" href="#Footnote_591" class="fnanchor">[591]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_310"></a>[Pg 310]</span></p>
-
-<p>Estudia entonces los diversos sistemas pedagógicos.
-¿Será preciso decir que rechaza todos? Dos estancias en
-Marsella le mostraron que la verdadera instrucción del
-pueblo se hace fuera de la escuela (que encuentra ridícula),
-por medio de los periódicos, los museos, las bibliotecas, la
-calle, la vida, lo que él llama “la escuela inconsciente” o
-“espontánea”. La escuela espontánea, por oposición a la
-escuela obligatoria, considerada por él como nefasta y perjudicial,
-es lo que quiere fundar, lo que ensaya, a su regreso,
-en Yasnaia Poliana<a id="FNanchor_592" href="#Footnote_592" class="fnanchor">[592]</a>. Su principio es la libertad. No
-admite que una “élite”, la “sociedad privilegiada liberal”,
-imponga su ciencia y sus errores al pueblo, que le es extraño,
-porque esa “élite” no tiene para ello ningún derecho. Semejante
-método de educación forzada no ha podido producir
-nunca, en la Universidad, “hombres de aquéllos que la
-humanidad necesita, sino hombres de esos que son necesarios
-a la sociedad depravada: funcionarios, profesores
-oficiales, literatos oficiales, hombres arrancados sin ningún
-objeto a su medio anterior, cuya juventud fué echada a
-perder y que no encuentran ya lugar en la vida; liberales
-irritables, enfermizos”<a id="FNanchor_593" href="#Footnote_593" class="fnanchor">[593]</a>. ¡Toca al pueblo decir lo que
-desea! Si no se inclina al “arte de leer y escribir que le imponen
-los intelectuales”, razones tiene para ello, porque
-otras son sus necesidades espirituales, más apremiantes y
-más legítimas. Tratad de comprenderlas y ayudadlo a
-satisfacerlas.</p>
-
-<p>Estas teorías libres de un conservador revolucionario,
-como lo fué entonces, trató Tolstoi de ponerlas en práctica,
-en Yasnaia, donde más era el condiscípulo que el maestro
-de sus alumnos<a id="FNanchor_594" href="#Footnote_594" class="fnanchor">[594]</a>. Al mismo tiempo, se esforzaba por
-<span class="pagenum"><a id="Page_311"></a>[Pg 311]</span>introducir en las explotaciones agrícolas un espíritu más
-humano. Nombrado árbitro territorial en 1861, en el
-Distrito de Krapivna, se constituyó en defensor del pueblo
-contra los abusos del poder de los propietarios y del Estado.</p>
-
-<p>No hay que creer sin embargo que esta actividad social
-le satisfacía y llenaba por completo, pues continuaba siendo
-presa de pasiones enemigas. A pesar suyo amaba a la sociedad,
-siempre, y tenía necesidad de ella. Por períodos, el
-placer lo recuperaba, y tenía también el gusto de la acción.
-Se ponía en peligros de muerte en la caza del oso; jugaba
-grandes sumas de dinero; aun llegó a sufrir la influencia del
-medio literario de San Petersburgo, que tanto despreciaba.
-Al salir de estas aberraciones, caía en crisis de disgusto.
-Las obras de esta época muestran lamentablemente las
-huellas de esta incertidumbre artística y moral. <em>Los dos
-húsares</em>, (1856)<a id="FNanchor_595" href="#Footnote_595" class="fnanchor">[595]</a> tienen presunciones de elegancia, un
-aire fatuo y mundano que desagrada en Tolstoi. <em>Alberto</em>,
-escrito en Dijón en 1857<a id="FNanchor_596" href="#Footnote_596" class="fnanchor">[596]</a>, es débil y bizarro, carece de la
-profundidad y la precisión habituales en el autor. <em>El Diario
-de un Marcador</em><a id="FNanchor_597" href="#Footnote_597" class="fnanchor">[597]</a>, más sorprendente, más prematuro,
-parece traducir el desaliento que Tolstoi se inspiraba a sí
-mismo. El príncipe Nekhludov, su <em>Doppelgánger</em>, su “doble”,
-se mata en un garito:</p>
-
-<p><em>Lo tenía todo: riqueza, nombre, talento, aspiraciones levantadas;
-no había cometido ningún crimen, pero había hecho
-algo peor: había matado su corazón, su juventud; se había
-perdido, no teniendo siquiera una fuerte pasión por excusa,
-falto de voluntad.</em></p>
-
-<p>La misma proximidad de la muerte no lo hizo cambiar...</p>
-
-<p><em>La misma extraña inconsecuencia, la misma vacilación,
-la misma ligereza de pensamiento...</em></p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_312"></a>[Pg 312]</span></p>
-
-<h3>TRES MUERTES</h3>
-
-<p>La muerte... En esta época comienza a frecuentar
-el alma de Tolstoi. <em>Tres Muertos</em>, de 1858-1859<a id="FNanchor_598" href="#Footnote_598" class="fnanchor">[598]</a>, anuncia
-ya el sombrío análisis de la <em>Muerte de Iván Ilich</em>, la soledad
-del moribundo, su odio hacia los vivos, sus “¿por qués?”
-desesperados. El tríptico de estos tres muertos, (la dama
-rica, el viejo postillón tísico y la encina derribada), tiene
-grandeza; los retratos están bien dibujados, las imágenes
-atraen la atención, aun cuando la obra, bastante alabada,
-sea de argumento un poco flojo, y que la muerte del árbol
-carezca de la poesía necesaria, que tanto valor da a los bellos
-paisajes de Tolstoi. En su conjunto no se sabe claramente
-qué le arrastra más, si el arte por el arte o la intención
-moral.</p>
-
-<p>Tolstoi mismo lo ignoraba. El 4 de febrero de 1859, en su
-discurso de recepción de la <em>Sociedad Moscovita de Amantes
-de las Letras Rusas</em>, hacía la apología del arte por el arte<a id="FNanchor_599" href="#Footnote_599" class="fnanchor">[599]</a>;
-y era precisamente el Presidente de esa Sociedad, Khomiakov,
-quien, después de haber saludado en Tolstoi al “representante
-de la literatura propiamente artística”, en su
-contra tomaba la defensa del arte social y moral<a id="FNanchor_600" href="#Footnote_600" class="fnanchor">[600]</a>.</p>
-
-<p>Un año más tarde, la muerte de su amado hermano
-Nicolás, arrebatado por la tisis<a id="FNanchor_601" href="#Footnote_601" class="fnanchor">[601]</a>, en Hyères, el 19 de
-septiembre de 1860, anonadaba a Tolstoi al punto de “quebrantar
-su fe en el bien, en todo”, y le hacía renegar del
-arte:</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_313"></a>[Pg 313]</span></p>
-
-<p><em>La verdad es horrible... Sin duda, mientras existe el
-deseo de conocerla y de decirla, se procura conocerla y decirla.
-Y es lo único que me ha quedado de mi concepción moral; y es
-la única cosa que haré, pero no bajo la forma de vuestro arte.
-El arte es la mentira, y yo no puedo ya amar las bellas mentiras</em><a id="FNanchor_602" href="#Footnote_602" class="fnanchor">[602]</a>.</p>
-
-<p>Pero antes de seis meses retornaba a las “bellas mentiras”
-con <em>Polikuchka</em><a id="FNanchor_603" href="#Footnote_603" class="fnanchor">[603]</a>, que es acaso su obra más desnuda de
-intenciones morales, a un lado la maldición latente que en ella
-pesa sobre el dinero y su poder nefasto; obra escrita puramente
-para el arte; obra maestra, desde luego, a la cual
-sólo es posible reprochar su riqueza excesiva de observación,
-su abundancia de materiales, que habrían alcanzado a
-desarrollar una gran novela, así como el contraste demasiado
-duro y un poco cruel, entre el atroz desenlace y el principio
-humorístico<a id="FNanchor_604" href="#Footnote_604" class="fnanchor">[604]</a>.</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_314"></a>[Pg 314]</span></p>
-
-<h3>LA FELICIDAD CONYUGAL</h3>
-
-<p>De esta época de transición, en la cual tantea el genio
-de Tolstoi, en la cual duda de sí mismo y parece
-enervarse, “sin fuerza de pasión, sin voluntad directora”,
-como el Nekhludov del <em>Diario de un Marcador</em>,
-nace en 1859 la obra más pura que haya producido, la
-<em>Felicidad Conyugal</em><a id="FNanchor_605" href="#Footnote_605" class="fnanchor">[605]</a>. Es el milagro del amor.</p>
-
-<p>Desde hacía largos años era amigo de la familia Bers; y
-estuvo enamorado sucesivamente de la madre y de las tres
-hijas<a id="FNanchor_606" href="#Footnote_606" class="fnanchor">[606]</a>. Y fué en definitiva de la segunda de las hijas de
-quien se enamoró; pero no osaba confesarlo. Sofía Andreievna
-Bers era casi una niña, pues tenía diez y siete años,
-en tanto que él pasaba ya de treinta y se consideraba como
-un hombre viejo, que no tenía derecho para unir su vida
-gastada, manchada, con la de una muchacha inocente.
-Resistió tres años<a id="FNanchor_607" href="#Footnote_607" class="fnanchor">[607]</a>; y más tarde ha contado, en su <em>Ana
-Karenina</em>, cómo hizo su declaración a Sofía Bers, y cómo le
-respondió ella, dibujando con gis rojo sobre una mesa las
-iniciales que no osaban decir. Como Levine, en <em>Ana Karenina</em>,
-tuvo la cruel lealtad de presentar su <em>Diario</em> íntimo a
-su prometida, a fin de que ella no ignorase nada de sus pasadas
-vergüenzas; y como Kitty, en esa misma novela,
-Sofía tuvo con ello un amargo sufrimiento.</p>
-
-<p>El 23 de septiembre de 1862 fué el matrimonio. Pero tres
-años hacía ya que esta unión estaba realizada en el pensamiento
-<span class="pagenum"><a id="Page_315"></a>[Pg 315]</span>del poeta al escribir la <em>Felicidad Conyugal</em><a id="FNanchor_608" href="#Footnote_608" class="fnanchor">[608]</a>. Desde
-hacía tres años que por adelantado había vivido los días
-inefables del amor que se ignora, y los días embriagadores
-del amor que se descubre, y la hora en la cual se murmuran
-las divinas palabras esperadas, las lágrimas de “una felicidad
-que se va para siempre y que no retornará jamás”;
-y la realidad triunfante de los primeros tiempos del matrimonio,
-el egoísmo amoroso, “la alegría incesante y sin
-causa”; después, la fatiga que llega, el descontento vago,
-el tedio de la vida monótona, las dos almas unidas que
-dulcemente se separan y se alejan la una de la otra; la
-embriaguez peligrosa para la joven señora, (coqueterías,
-celos, equivocaciones mortales), el amor que se va, que se
-pierde; al fin, el tierno y triste otoño del corazón, el fantasma
-del amor que renace, palidecido, envejecido, más
-conmovedor por sus lágrimas, sus arrugas; el recuerdo de
-los días de prueba, la pena por el mal que se ha hecho y
-por los años perdidos; serenidad de la tarde, tránsito augusto
-del amor a la amistad, de la novela de la pasión a la maternidad...
-Todo lo que debía de venir, todo, Tolstoi lo
-había soñado, gustado de antemano; y para vivirlo mejor,
-lo había vivido en ella, en la bienamada. Por la primera
-vez, (la única quizás en la obra de Tolstoi) la novela pasa
-en el corazón de una mujer y está contada por ella. ¡Con
-cuánta exquisita delicadeza! Belleza del alma que se cubre
-con un velo de pudor... El análisis de Tolstoi ha renunciado,
-por esta ocasión, a su luz un poco cruda; no se
-encarniza, febril, para poner al desnudo la verdad: los
-secretos de la vida interior se dejan adivinar, antes que entregarse.
-El corazón y el arte de Tolstoi están enternecidos.
-Armonioso equilibrio de la forma y del pensamiento, la
-<em>Felicidad Conyugal</em> tiene la perfección de una obra raciniana.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_316"></a>[Pg 316]</span></p>
-<p>El matrimonio del cual presentía Tolstoi con una profunda
-claridad la dulzura y las inquietudes, debía de ser su
-salud. Estaba cansado, enfermo, disgustado de sí mismo
-y de sus esfuerzos. A los éxitos ruidosos que habían acogido
-sus primeras obras, sucedió el completo silencio de la crítica<a id="FNanchor_609" href="#Footnote_609" class="fnanchor">[609]</a>
-y la indiferencia del público. De ello afectaba regocijarse
-altivamente.</p>
-
-<p><em>Mi reputación ha perdido mucho de la popularidad que me
-entristecía. Ahora estoy tranquilo, porque sé que tengo algo
-que decir y la fuerza para decirlo en voz alta. En cuanto al
-público, ¡que piense lo que quiera!</em><a id="FNanchor_610" href="#Footnote_610" class="fnanchor">[610]</a></p>
-
-<p>Se alababa, no estaba seguro él mismo de su arte. Era
-sin duda dueño de su instrumento artístico; pero no sabía
-cómo emplearlo. Como él lo decía, a propósito de <em>Polikuchka</em>,
-era una charla sobre el primer asunto que se presentaba,
-por un hombre que sabía manejar la pluma<a id="FNanchor_611" href="#Footnote_611" class="fnanchor">[611]</a>. Sus
-obras sociales abortaban. En 1862 renunció a su cargo de
-árbitro territorial; y en ese mismo año la policía fué a
-catear Yasnaia Poliana, donde todo lo revolvió, y cerró la
-escuela. Tolstoi estaba entonces ausente, rendido de fatiga,
-temeroso de la tisis:</p>
-
-<p><em>Las querellas de arbitraje habían llegado a ser para mí
-penosas; el trabajo de la escuela tan incierto, y mis dudas,
-que nacían del deseo de instruir a los demás, al ocultar mi
-ignorancia sobre lo que debía enseñar, eran tan desconsoladoras,
-que caí enfermo. Tal vez entonces hubiera llegado a la
-desesperación, en la cual habría perecido quince años más
-tarde, si no hubiera existido para mí un aspecto desconocido
-de la vida que me prometía la salud: la vida de familia</em><a id="FNanchor_612" href="#Footnote_612" class="fnanchor">[612]</a>.</p>
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_317"></a>[Pg 317]</span></p>
-</div>
-
-
-<div class="figcenter illowp41" id="p317ilo" style="max-width: 12.125em;">
- <img class="w100" src="images/p317ilo.jpg" alt="p317ilo" />
-</div>
-
-<p>De ella gozó, desde luego, con el fuego de la pasión que
-ponía en todo<a id="FNanchor_613" href="#Footnote_613" class="fnanchor">[613]</a>. La influencia personal de la condesa
-Tolstoi fué preciosa para el arte. Bien dotada literariamente<a id="FNanchor_614" href="#Footnote_614" class="fnanchor">[614]</a>,
-era, como ella decía, “una verdadera mujer
-de escritor”, que tan de corazón tomaba la obra de su marido.
-Trabajaba con él, escribía a su dictado, recopiaba sus borrones<a id="FNanchor_615" href="#Footnote_615" class="fnanchor">[615]</a>.
-Trataba de defenderlo contra su demonio religioso,
-el terrible espíritu que ya, por momentos, le aconsejaba
-<span class="pagenum"><a id="Page_318"></a>[Pg 318]</span>la muerte del arte; trataba de que estuviese cerrada su puerta
-para las utopías sociales<a id="FNanchor_616" href="#Footnote_616" class="fnanchor">[616]</a>. Reanimaba en él al genio
-creador; hizo más aún: aportó a este genio la riqueza
-nueva de su alma femenina. A excepción de las joviales
-siluetas de <em>Infancia</em> y <em>Adolescencia</em>, la mujer está ausente
-de las primeras obras de Tolstoi, o bien asoma apenas en
-segundo plano. Aparece ya en <em>Felicidad Conyugal</em>, escrita
-bajo el influjo del amor de Sofía Bers; y en las obras que
-siguen, los tipos de muchachas y de mujeres abundan y
-tienen una vida intensa, superior a las veces a la de los tipos
-masculinos. Queremos creer que la condesa Tolstoi no
-solamente sirvió a su marido de modelo para la Natacha de
-<em>La Guerra y la Paz</em><a id="FNanchor_617" href="#Footnote_617" class="fnanchor">[617]</a>, y para Kitty, en <em>Ana Karenina</em>, sino
-que también por sus confidencias y por su propia visión,
-pudo ser para él una valiosa y discreta colaboradora.
-Algunas páginas de <em>Ana Karenina</em><a id="FNanchor_618" href="#Footnote_618" class="fnanchor">[618]</a>, muy particularmente,
-me parece que descubren una mano de mujer.</p>
-
-<p>Gracias a los bienes de esta unión, Tolstoi gustó durante
-diez o quince años, de una paz y de una seguridad que
-le eran desconocidas desde hacía largo tiempo<a id="FNanchor_619" href="#Footnote_619" class="fnanchor">[619]</a>. Pudo
-entonces, bajo las alas del amor, soñar y realizar en
-calma las obras maestras de su pensamiento, monumentos
-colosales que dominan toda la novela del siglo XIX: <em>La
-Guerra y la Paz</em> (1864-1869) y <em>Ana Karenina</em> (1873-1877).</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_319"></a>[Pg 319]</span></p>
-
-<h3>LA GUERRA Y LA PAZ</h3>
-
-<p><em>La Guerra y la Paz</em> es la más vasta epopeya de nuestros
-tiempos, una Ilíada moderna. Un mundo de pasiones y
-de figuras se mueve en ella; y sobre este océano humano, de
-innumerables olas, priva un alma soberana, que levanta
-y refrena las tempestades con serenidad. Más de una vez,
-al contemplar esta obra, he pensado en Homero y en Goethe,
-no obstante las enormes diferencias así de carácter como
-de tiempo. Después he visto que efectivamente, en la
-época en que esto escribía, el pensamiento de Tolstoi se
-nutría en Homero y Goethe<a id="FNanchor_620" href="#Footnote_620" class="fnanchor">[620]</a>. Más todavía: en sus notas
-de 1865, en las cuales clasifica los diversos géneros literarios,
-inscribía como de la misma familia a “La Odisea”,
-“La Ilíada” y “1805”<a id="FNanchor_621" href="#Footnote_621" class="fnanchor">[621]</a>... El movimiento natural de su
-<span class="pagenum"><a id="Page_320"></a>[Pg 320]</span>espíritu lo arrastraba de la novela de los destinos individuales
-a la novela de los ejércitos y de los pueblos, de los
-grandes rebaños humanos, en las cuales se funden las voluntades
-de millones de seres. Su trágica experiencia del
-sitio de Sebastopol lo llevaba a comprender el alma de la
-nación rusa y su vida secular. <em>La Guerra y la Paz</em>, tan
-inmensa, no debía de ser, según sus proyectos, sino el <em>panneau</em>
-central de una serie de frescos épicos en los cuales se
-desarrollaría el poema de Rusia, desde Pedro el Grande
-hasta los “decembristas”<a id="FNanchor_622" href="#Footnote_622" class="fnanchor">[622]</a>.</p>
-
-<p>Para comprender bien el vigor de la obra, es necesario
-<span class="pagenum"><a id="Page_321"></a>[Pg 321]</span>darse cuenta de su oculta unidad<a id="FNanchor_623" href="#Footnote_623" class="fnanchor">[623]</a>, pues la mayor parte
-de nuestros lectores no ven en ella, un poco miopes, sino
-los millares de detalles, cuya profusión los deslumbra y
-descamina. Se pierden en esta selva de vidas, cuando es
-necesario elevarse por encima de ella y abarcar con la
-mirada el horizonte libre, el círculo de los bosques y de los
-campos; pues sólo entonces se percibirá el espíritu homérico
-de la obra, la tranquilidad de las leyes eternas, el ritmo
-imponente del soplo del destino, el sentimiento del conjunto
-al cual todos los detalles están subordinados; y, dominando
-su obra, el genio del artista, como el Dios del Génesis
-que flota sobre las aguas.</p>
-
-<p>Desde luego, el mar está inmóvil; la paz, la sociedad
-rusa en vísperas de la guerra. Las cien primeras páginas
-reflejan, con una exactitud impasible y una ironía superiores,
-lo vano de las almas mundanas. Hacia la centésima
-página solamente se levanta el grito de uno de estos muertos
-vivientes, el peor de entre ellos, el príncipe Basilio:</p>
-
-<p>“Nosotros pecamos, engañamos, y todo esto ¿por qué?
-Yo he pasado de los cincuenta años, amigo mío... Todo
-acaba en la muerte... La muerte, ¡qué terror!”</p>
-
-<p>Entre estas almas insulsas, mentirosas y ociosas, capaces
-de todas las aberraciones y de todos los crímenes, se esbozan
-algunas naturalezas más sanas: las sinceras, por ingenuidad
-torpe, como en Pedro Besukhov; por independencia
-campesina, por sus viejos sentimientos rusos, como
-María Dmitrievna; por frescura juvenil, como en los pequeños
-Rostov; las almas buenas y resignadas, como la
-princesa María; y aquéllas que no son buenas, sino valientes,
-a quienes atormenta esta existencia malsana, como el
-príncipe Andrés.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_322"></a>[Pg 322]</span></p>
-<p>Pero aparece el primer estremecimiento en las ondas de
-aquel mar. La acción; el ejército ruso en Austria; la
-fatalidad reina, y en ninguna parte más dominadora que en
-el desencadenamiento de las fuerzas elementales, en la
-guerra. Los verdaderos jefes son quienes no tratan de dirigir,
-sino que, como Kutuzov o como Bagration, “dejan
-creer que sus intenciones personales están en concordancia
-perfecta con lo que en realidad es simple efecto de la fuerza
-de las circunstancias, de la voluntad de los subordinados y de
-los caprichos de azar”. ¡Beneficio de abandonarse en manos
-del Destino! Felicidad de la acción pura; estado moral y
-sano. Los espíritus conturbados recobran su equilibrio.
-El príncipe Andrés respira, comienza a vivir... Y en tanto
-que allá, lejos del soplo vivificador de estas tempestades
-sagradas, las dos mejores almas, Pedro y la princesa María,
-son amenazados por el contagio de su mundo, por la mentira
-de amor, Andrés herido en Austerlitz, tiene de pronto,
-en medio de la embriaguez de la acción, caído brutalmente,
-la revelación de la inmensidad serena. Tendido sobre la
-espalda, “no ve ya nada más que arriba, por encima de él,
-un cielo infinito, profundo, en el cual muellemente bogan
-ligeras nubes gríseas”.</p>
-
-<p>¡Qué calma! ¡Qué paz, se decía; cuál diferencia con mi
-desatentada carrera! ¿Cómo no había visto antes este alto
-cielo? ¡Qué feliz soy de haberlo al fin advertido! Sí; todo
-es vacío, todo es desengaño, menos él... ¡Nada hay fuera
-de él!... y que sea Dios alabado!</p>
-
-<p>Sin embargo, la vida lo recobra y la onda vuelve a caer.
-Abandonadas de nuevo a sí mismas, en la atmósfera desmoralizadora
-de las ciudades, las almas desalentadas, inquietas,
-vagan al azar en la noche. Algunas veces, al soplo
-envenenado del mundo se mezclan los efluvios inebriantes
-y enloquecedores de la naturaleza, de la primavera, del
-amor, las fuerzas ciegas que al príncipe Andrés acercan a
-la encantadora Natacha, y que, un instante después, la
-arrojan en los brazos del primer seductor que se presenta<span class="pagenum"><a id="Page_323"></a>[Pg 323]</span>.
-¡Cuánta poesía, ternura, pureza de corazón, que el mundo
-ha marchitado! Y siempre “el gran cielo que se extiende
-sobre la abyección ultrajante de la tierra!” Pero los hombres
-no lo ven, y aun el mismo Andrés ha olvidado la luz de
-Austerlitz, y para él ya no es más el cielo “que una bóveda
-sombría y brumosa” que cubre la nada.</p>
-
-<p>Es tiempo de que se levante de nuevo, sobre estas almas
-anémicas, el huracán de la guerra. La patria está invadida.
-Borodino. Grandeza solemne de esta jornada. Las enemistades
-se borran, y Dologhov abraza a su enemigo Pedro; y
-Andrés, herido, llora de ternura y de piedad sobre la desventura
-del hombre que más odiaba, Anatolio Kuraguine,
-su vecino de ambulancia. La unidad de los corazones se
-realiza, la unidad por el apasionado sacrificio a la patria y
-por la sumisión a las leyes divinas.</p>
-
-<p>“<em>Aceptar la espantosa necesidad de la guerra, seriamente,
-con austeridad... La prueba más difícil es la sumisión de
-la libertad humana a las leyes divinas. La sencillez de corazón
-consiste en la sumisión a la voluntad de Dios</em>”.</p>
-
-<p>El alma del pueblo ruso y su sumisión al destino se encarnan
-en el generalísimo Kutuzov:</p>
-
-<p><em>Este anciano, que ya no tenía más, en cuanto a pasiones,
-que su experiencia resultante de las pasiones, y en quien la
-inteligencia destinada a agrupar hechos y a extraer conclusiones,
-estaba reemplazada por una contemplación filosófica de
-los sucesos, no inventaba nada, no emprendía nada; pero lo
-escuchaba todo y todo lo ordenaba, y sabría de ello sacar provecho
-llegado el momento; no pondría trabas a nada útil, ni
-permitiría nada que fuera perjudicial. Atisbaba en el semblante
-de sus tropas esa fuerza que no puede ser sujetada y que
-se llama la voluntad de vencer, la futura victoria. Aceptaba
-algo más fuerte que su voluntad: la marcha inevitable de los
-hechos que se desarrollaban ante sus ojos; los ve, los sigue, sabe
-hacer abstracción de su persona.</em></p>
-
-<p>Tiene, en fin, corazón ruso. Este fatalismo del pueblo
-ruso, tranquilamente heroico, se personifica también en el<span class="pagenum"><a id="Page_324"></a>[Pg 324]</span>
-pobre mujik Platón Karataiev, que es sencillo, piadoso,
-resignado, con su sonrisa buena en los sufrimientos y en
-la muerte. A través de las pruebas, de la ruina de la patria,
-de la espantosa agonía, los dos héroes del libro, Pedro y
-Andrés, llegan a la liberación moral y a la alegría mística
-por el amor y la fe, que hacen que los vivientes puedan
-ver a Dios.</p>
-
-<p>No termina allí Tolstoi. El epílogo, que pasa en 1820,
-es una transición de una época a otra, de la época napoleónica
-a la de los “decembristas”; da el sentimiento de la
-continuidad y del principio de otra vida, pues en lugar de
-principiar y de concluir en plena crisis, Tolstoi acaba como
-ha comenzado, en el momento en que una gran ola se desvanece,
-y la ola siguiente se levanta. Se percibe ya a los
-héroes por venir, y los conflictos que se levantarán entre
-ellos, y los muertos que en los vivos resucitan<a id="FNanchor_624" href="#Footnote_624" class="fnanchor">[624]</a>.</p>
-
-<p>He tratado de destacar los grandes lineamientos de la
-<span class="pagenum"><a id="Page_325"></a>[Pg 325]</span>novela, porque es raro que alguien se tome la molestia de
-hacerlo; pero ¡qué decir del extraordinario vigor de vida de
-estos centenares de héroes, todos individuales y pintados
-de inolvidable manera, soldados, campesinos, grandes señores,
-rusos, austriacos y franceses! Nada descubre la improvisación.
-Para esta galería de retratos, de la cual no hay
-otra análoga en toda la literatura europea, hizo Tolstoi
-bocetos sin cuento; “combinó, decía, millones de proyectos”;
-buscó en las bibliotecas, puso a contribución sus
-archivos de familia<a id="FNanchor_625" href="#Footnote_625" class="fnanchor">[625]</a>, sus notas anteriores, sus recuerdos
-personales. Esta minuciosa preparación asegura la solidez
-de la obra, pero no le resta nada de su espontaneidad. Trabajaba
-Tolstoi con un entusiasmo, con un ardor y una
-alegría que se comunican al lector; mas sobre todo, lo que
-constituye el mayor encanto de <em>La Guerra y la Paz</em>, es la
-juventud de corazón que revela. No hay ninguna otra obra
-de Tolstoi que ofrezca el espectáculo de esta riqueza de
-almas de niños y de adolescentes; y cada una es una música
-de pureza de origen y de gracia que penetra y enternece,
-como una melodía de Mozart: el joven Nicolás Rostov,
-Sonia, el pobrecito Petia.</p>
-
-<p>La más exquisita es Natacha, criatura amada, soñadora,
-risueña, de corazón amante; a quien de cerca se mira
-crecer, a quien se sigue en la vida con la casta ternura que
-se tendría por una hermana. ¿Quién no cree haberla conocido?...
-Admirable la noche de primavera en la cual
-Natacha, en su ventana que baña el claro de luna, sueña y
-habla locamente, por encima de la ventana del príncipe
-Andrés, que la escucha... Emociones del primer baile;
-amor, espera del amor, desordenada floración de deseos y
-de ensueños; carreras en trineo, de noche, por la floresta
-<span class="pagenum"><a id="Page_326"></a>[Pg 326]</span>nevada, en la cual se encienden fuegos fantásticos; naturaleza
-que os oprime con su inquieta ternura; noche en la ópera,
-en el mundo extraño del arte, donde la razón se embriaga;
-locura del corazón, locura del cuerpo que languidece de
-amor; dolor que purifica el alma; piedad divina, que vela a
-la bienamada moribunda... No es posible evocar esos pobres
-recuerdos sin la emoción que se tendría al hablar de
-una amiga, la más cara y la más amada. ¡Ah, qué bien se
-aprecia, ante una creación semejante, la debilidad de los
-tipos femeninos en casi toda la novela y el teatro contemporáneos!
-La vida misma está copiada de manera tan
-flexible, tan fluida que, de una línea en otra parece que se
-la ve palpitar y cambiar. La princesa María, la fea, tan
-bella por la bondad, no es una pintura menos perfecta; y
-¡cómo se habría empurpurado, muchacha tímida y torpe,
-cómo enrojecerían cuantas se le asemejan, al mirar descubiertos
-todos los secretos de un corazón que se oculta medrosamente
-a las miradas!</p>
-
-<p>En general, los caracteres de mujeres son, como lo indicaba
-antes, muy superiores a los caracteres de hombres, sobre
-todo a los de ambos héroes en quienes Tolstoi puso su propio
-pensamiento: la naturaleza muelle y débil de Pedro
-Besukhov, y la ardiente y seca del príncipe Andrés Bolkonsky.
-Son éstas, dos almas que carecen de centro, que
-oscilan perpetuamente, más que evolucionar; van de un
-polo al otro, sin avanzar nunca. Se replicará que, sin duda,
-por ello mismo son muy rusas; y sin embargo, haría yo
-notar que algunos rusos han hecho de ellas iguales críticas.
-Con esta ocasión precisamente Turguenef reprochaba a la
-psicología de Tolstoi el permanecer estacionaria: “No hay
-verdadero desarrollo. Eternas vacilaciones, vibraciones
-de sentimientos”<a id="FNanchor_626" href="#Footnote_626" class="fnanchor">[626]</a>. Tolstoi mismo convenía en haber
-sacrificado un poco, por momentos, los caracteres individuales<a id="FNanchor_627" href="#Footnote_627" class="fnanchor">[627]</a>
-en bien del cuadro histórico.</p>
-
-<p>Y en efecto, la gloria de <em>La Guerra y la Paz</em> está en la
-resurrección de toda una época histórica, de esas migraciones
-de pueblos, de la batalla de las naciones. Sus verdaderos
-héroes son esos pueblos; y detrás de ellos, como detrás
-de los héroes de Homero, los dioses que los mueven, las
-fuerzas invisibles, “lo infinitamente pequeño que dirige
-las masas”, el soplo de lo Infinito. Estos combates gigantescos,
-en los cuales un oculto destino hace chocar a las ciegas
-naciones, tienen una grandeza mítica. Más allá de la Ilíada,
-por ellos, se sueña en las epopeyas indias<a id="FNanchor_628" href="#Footnote_628" class="fnanchor">[628]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_327"></a>[Pg 327]</span></p>
-
-<h3>ANA KARENINA</h3>
-
-<p>Ana Karenina señala, con <em>La Guerra y la Paz</em>, la
-cima de este período de madurez<a id="FNanchor_629" href="#Footnote_629" class="fnanchor">[629]</a>. Es una obra
-más perfecta, de un espíritu aún más seguro de sus
-procedimientos artísticos, más rico también de experiencia
-y para quien el mundo del corazón ya no tiene ningún secreto;
-pero le falta la llama de la juventud, la frescura del
-entusiasmo, las grandes alas de <em>La Guerra y la Paz</em>. La
-tranquilidad pasajera de los primeros días del matrimonio
-ha desaparecido; y en el círculo encantado del amor y del
-arte que la condesa Tolstoi había formado en torno suyo,
-volvían a deslizarse las inquietudes morales.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_328"></a>[Pg 328]</span></p>
-<p>Ya en los primeros capítulos de <em>La Guerra y la Paz</em>, un
-año después del casamiento, las confidencias que el príncipe
-Andrés hace a Pedro, a propósito del matrimonio, señalan
-el desencanto del hombre que ve en la mujer amada a una
-extraña, la inocente enemiga, el involuntario obstáculo
-para su desarrollo moral. Algunas cartas de 1865, anuncian
-el próximo retorno de los tormentos religiosos. No son
-todavía sino breves amenazas borradas por la dicha de vivir;
-pero he aquí que en los meses en que Tolstoi termina <em>La
-Guerra y la Paz</em>, hay una sacudida más grave: había abandonado
-a los suyos por algunos días, para visitar un dominio.
-Una noche, ya acostado, las dos de la madrugada acababan
-de sonar:</p>
-
-<p>“<em>Estaba yo terriblemente fatigado, tenía sueño y me sentía
-bastante bien, cuando de pronto fuí presa de tal angustia,
-de un terror tal, como antes nunca había experimentado nada
-parecido. Te contaré esto detalladamente</em><a id="FNanchor_630" href="#Footnote_630" class="fnanchor">[630]</a><em>; era en verdad
-espantoso. Salté del lecho y ordené que se enganchara, y mientras
-se hacía esto me dormí, de suerte que, cuando me fueron
-a despertar me había recobrado por completo. Ayer se ha
-producido la misma cosa, mas en grado mucho menor...</em>”<a id="FNanchor_631" href="#Footnote_631" class="fnanchor">[631]</a>.</p>
-
-<p>El castillo de ilusiones tan laboriosamente construido por
-el amor de la condesa Tolstoi se agrietaba. En el vacío en
-que dejó al espíritu del artista la conclusión de <em>La Guerra y la
-Paz</em>, éste es nuevamente invadido por las preocupaciones
-<span class="pagenum"><a id="Page_329"></a>[Pg 329]</span>filosóficas<a id="FNanchor_632" href="#Footnote_632" class="fnanchor">[632]</a> y pedagógicas: quiere escribir un Silabario para
-el pueblo, y en él trabaja con encarnizamiento cuatro años;
-por él se siente más orgulloso que de <em>La Guerra y la Paz</em>, y
-cuando lo ha escrito (1872), se pone a escribir otro (1875).
-Después se consagra al estudio del griego; lo estudia de la
-mañana a la noche, abandona por él todo otro trabajo y descubre
-al “delicioso Xenofonte” y a Homero, al verdadero
-Homero, no el que ofrecen los traductores, “todos esos
-Jukhovski y esos Voss que cantan con una voz cualquiera,
-gutural, quejumbrosa, dulzona”, sino “este otro diablo,
-que canta a plena voz, sin que se le ocurra nunca que alguien
-puede escucharlo”<a id="FNanchor_633" href="#Footnote_633" class="fnanchor">[633]</a>.</p>
-
-<p>“<em>¡Sin el conocimiento del griego, no es posible ninguna instrucción!...
-Estoy convencido de que, de cuanto es verdaderamente
-bello, en el verbo humano, con una belleza simple, nada sabía
-hasta ahora</em>”<a id="FNanchor_634" href="#Footnote_634" class="fnanchor">[634]</a>.</p>
-
-<p>Era una locura, y en ello convenía. Se entrega a la escuela
-de nuevo y con tal pasión que cae enfermo y tiene que ir,
-en 1871, a Samara, a curarse con el “kumis” entre los bachkires.
-A excepción del griego, de todo está descontento.
-Después de un proceso, en 1872, habla seriamente de vender
-todo lo que tiene en Rusia para ir a instalarse a Inglaterra,
-con lo que la condesa Tolstoi se muestra desolada:</p>
-
-<p>“<em>Si te absorbes siempre en tus griegos, no curarás nunca.
-Ellos son quienes te causan esta angustia y esta indiferencia
-por la vida presente, pues no en vano se llama el griego una
-lengua muerta; pone en estado de espíritu muerto</em>”<a id="FNanchor_635" href="#Footnote_635" class="fnanchor">[635]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_330"></a>[Pg 330]</span></p>
-
-<p>Al fin, después de muchos proyectos abandonados apenas
-esbozados, el 18 de marzo de 1873, con gran alegría de la
-condesa, comenzó a escribir <em>Ana Karenina</em><a id="FNanchor_636" href="#Footnote_636" class="fnanchor">[636]</a>. Mientras
-trabajaba en esta novela, su vida fué contristada por duelos
-domésticos<a id="FNanchor_637" href="#Footnote_637" class="fnanchor">[637]</a>; y su esposa estuvo enferma. “La beatitud
-no reina en la casa...”<a id="FNanchor_638" href="#Footnote_638" class="fnanchor">[638]</a>.</p>
-
-<p>La obra conserva un poco huellas de esta experiencia
-entristecida, de estas pasiones desengañadas<a id="FNanchor_639" href="#Footnote_639" class="fnanchor">[639]</a>. Salvo los
-hermosos capítulos de las bodas de Levine, el amor no tiene
-ya la poesía que iguala algunas de las páginas de <em>La Guerra
-y la Paz</em> con las más bellas poesías líricas de todos los tiempos.
-En desquite, ha tomado un carácter áspero, sensual,
-imperioso; la fatalidad que reina sobre la novela ya no es,
-como en <em>La Guerra y la Paz</em>, una especie de dios Krishna,
-asesino y sereno, sino la locura de amar, “Venus toda entera...”.
-Es ella quien en la escena maravillosa del baile,
-en la cual la pasión&mdash;sin saberlo ellos&mdash;se apoderó a su vez
-de Ana y de Wronski, presta a la inocente belleza de Ana
-coronada de pensamientos y vestida de terciopelo, “una
-seducción casi infernal”<a id="FNanchor_640" href="#Footnote_640" class="fnanchor">[640]</a>. Es Venus quien, cuando
-Wronski llega a declararse, hace irradiar el rostro de Ana,
-“no de alegría, sino con la tremenda irradiación de un incendio
-en una noche obscura”<a id="FNanchor_641" href="#Footnote_641" class="fnanchor">[641]</a>. Es Venus quien, en las
-venas de esta mujer leal y razonable, de esta joven madre
-amorosa, hace correr la fuerza de una savia voluptuosa y se
-<span class="pagenum"><a id="Page_331"></a>[Pg 331]</span>instala en su corazón que no abandonará ya hasta haberlo
-destruido. Ninguno de cuantos se acercan a Ana deja de
-sufrir la atracción y el horror del oculto demonio. Kitty, la
-primera, lo descubrió con espanto. Un misterioso temor
-se mezcla a la alegría de Wronski cuando va a ver a Ana;
-Levine, en su presencia, pierde toda su voluntad; la misma
-Ana sabe bien que ya no se pertenece. A medida que la
-historia se desarrolla, la implacable pasión roe, pieza por
-pieza, todo el edificio moral de esta noble persona. Cuanto
-en ella hay de mejor, su alma brava y sincera, se desmorona
-y cae. No tiene ya la fuerza de sacrificar su vanidad
-mundana; su vida no tiene ya otro objeto que agradar a su
-amante; se prohíbe cobardemente, vergonzosamente, tener
-hijos; los celos la torturan; la fuerza sensual, que la
-esclaviza, la obliga a mentir con el gesto, con la voz, con la
-mirada; desciende al rango de las mujeres que no ambicionan
-más que hacer perder la cabeza a todo hombre,
-cualquiera que sea; recurre a la morfina para embrutecerse
-hasta el día en que los intolerables tormentos que la devoran
-la arrojan, con el amargo sentimiento de su fracaso
-moral, bajo las ruedas de un tren. “Y el pequeño mujik de
-barba hirsuta”, (la visión siniestra que se ha presentado
-frecuentemente en sus sueños y en los de Wronski), “se
-inclinaba del estribo del wagón sobre la vía”, y, según el
-sueño profético, “se curvaba en dos sobre un saco en el
-cual recogía los restos de alguna cosa que había tenido vida,
-con sus tormentos, sus traiciones y sus dolores...”.</p>
-
-<p>“Yo me he reservado la venganza”<a id="FNanchor_642" href="#Footnote_642" class="fnanchor">[642]</a>, dijo el Señor...</p>
-
-<p>En torno de esta tragedia de una alma que el amor consume
-y que abruma la Ley de Dios,&mdash;pintura de una pieza
-y de una profundidad espantosa&mdash;dispuso Tolstoi, como
-en <em>La Guerra y la Paz</em>, las novelas de otras vidas; pero,
-desgraciadamente, en esta vez, esas historias paralelas alternan
-de manera un poco rígida y artificial, sin llegar a la
-<span class="pagenum"><a id="Page_332"></a>[Pg 332]</span>unidad orgánica de la sinfonía de <em>La Guerra y la Paz</em>. Es
-posible descubrir también que el perfecto realismo de
-algunos cuadros, (como de los círculos aristocráticos de Petersburgo
-y sus entretenimientos ociosos) llega hasta la
-inutilidad. Por último, más francamente todavía que en
-<em>La Guerra y la Paz</em> ha yuxtapuesto Tolstoi su personalidad
-moral y sus ideas filosóficas al espectáculo de la vida; mas,
-por ello, no es menor la maravillosa riqueza de esta obra;
-hay la misma abundancia de tipos que en <em>La Guerra y la
-Paz</em>, y todos de una sorprendente exactitud. Los retratos
-de hombres me parecen aun superiores; se complació Tolstoi
-en pintar a Stepan Arcadievitch, el amable egoísta a
-quien nadie puede mirar sin contemplar su afectuosa sonrisa;
-y Karenine, el tipo perfecto del gran funcionario, el
-hombre de Estado distinguido y mediocre, con su manía
-de ocultar bajo una ironía constante, sus verdaderos pensamientos,
-mezcla de dignidad y de cobardía, de fariseísmo
-y de sentimientos cristianos; producto extraño de una
-sociedad artificial, de la cual le es imposible desprenderse
-nunca, a pesar de su inteligencia y de su real generosidad;
-y el que tiene mucha razón de desconfiar de su corazón,
-porque cuando se abandona es siempre para caer, a la postre,
-en una nadería mística.</p>
-
-<p>El interés principal de la novela, con la tragedia de Ana
-y sus cuadros varios de la sociedad rusa de 1860, (salones,
-círculos oficiales, bailes, teatros, carreras de caballos), está
-en su carácter autobiográfico. Más que ninguno otro de los
-personajes de Tolstoi, lo encarna Constantino Levine, y no
-solamente le ha prestado sus ideas a un tiempo democráticas
-y conservadoras, su antiliberalismo de aristócrata rural
-que desprecia a los intelectuales<a id="FNanchor_643" href="#Footnote_643" class="fnanchor">[643]</a>, sino que también le
-ha prestado su vida propia. El amor de Levine y de Kitty y
-sus primeros años de matrimonio son una translación de los
-<span class="pagenum"><a id="Page_333"></a>[Pg 333]</span>propios recuerdos domésticos, al igual que la muerte del
-hermano de Levine no es más que una dolorosa evocación
-de la muerte de Dmitri, el hermano de Tolstoi. Toda la
-última parte, innecesaria para la novela, nos hace conocer
-las inquietudes que lo agitaban entonces; y si el epílogo de
-<em>La Guerra y la Paz</em> era una transición artística a otra obra
-en proyecto, el epílogo de <em>Ana Karenina</em> es una transición
-autobiográfica a la revolución moral que debía, dos años
-más tarde, externarse por las <em>Confesiones</em>. Y ya en el curso
-del libro continuamente asoma, bajo forma irónica o violenta,
-la crítica de la sociedad contemporánea a la que no cesará
-de combatir en sus obras futuras. ¡Guerra a la mentira,
-a todas las mentiras, así a las mentiras virtuosas como a las
-viciosas, a los charlatanismos liberales, a la caridad mundana,
-a la religión de los salones, a la filantropía! ¡Guerra al
-mundo que falsea los sentimientos verdaderos y que fatalmente
-anonada los ímpetus generosos del alma! La muerte
-arroja una luz súbita sobre las convenciones sociales: delante
-de Ana moribunda, el estirado Karenine se enternece;
-en esta alma sin vida, en la cual todo está hecho, penetra
-al fin un rayo de amor y de perdón cristiano; y los tres, el
-marido, la esposa y el amante, son transformados momentáneamente.
-Porque todo se hace simple y leal; pero a
-medida que Ana se restablece, sienten, los tres “frente a la
-fuerza moral, casi santa que los guiaba interiormente, la
-existencia de otra fuerza brutal de mayor omnipotencia,
-que dirige sus vidas a pesar suyo y que no les concederá ya
-la calma”; y saben, de antemano, que serán impotentes en
-esta lucha, en la cual “están obligados a hacer el mal, que
-el mundo juzgará necesario”<a id="FNanchor_644" href="#Footnote_644" class="fnanchor">[644]</a>.</p>
-
-
-<p>Si Levine, que encarna a Tolstoi, se ha purificado también
-en el epílogo del libro, es que también a él lo alcanza
-la muerte. Hasta allí, “incapaz de creer, era asimismo incapaz
-<span class="pagenum"><a id="Page_334"></a>[Pg 334]</span>para dudar”<a id="FNanchor_645" href="#Footnote_645" class="fnanchor">[645]</a>. Después que ha visto morir a su
-hermano, el terror de su ignorancia lo posee; su matrimonio,
-por algún tiempo, ha ahogado sus angustias; pero al
-nacimiento de su primer hijo reaparecen. Alternativamente
-pasa por crisis de plegarias y de negaciones. Lee en vano
-a los filósofos. En su enloquecimiento llega a tener la tentación
-del suicidio. El trabajo físico lo alivia; y en esto
-no cabe duda, porque todo es claro. Charla Levine, con
-los campesinos, y uno de ellos le habla de los hombres “que
-viven no para sí mismos, sino para Dios”, lo que para él es
-una iluminación. Advierte entonces el antagonismo entre
-la razón y el corazón; la razón enseña la lucha feroz por la
-vida, y nada hay de razonable en amar al prójimo:</p>
-
-<p><em>La razón no me ha enseñado nada; todo lo que yo sé me ha
-sido dado, revelado por el corazón</em><a id="FNanchor_646" href="#Footnote_646" class="fnanchor">[646]</a>.</p>
-
-<p>A partir de entonces retorna la calma. Las palabras del
-humilde mujik, de quien es único guía su propio corazón,
-lo han traído hacia Dios... ¿Cuál Dios? No trata de
-averiguarlo. Levine, en ese momento, como lo será Tolstoi
-largo tiempo, es humilde con respecto a la Iglesia y de
-ningún modo está en rebeldía con los dogmas.</p>
-
-<p><em>Hay una verdad aun en la ilusión de la bóveda celeste y en
-los movimientos aparentes de los astros</em><a id="FNanchor_647" href="#Footnote_647" class="fnanchor">[647]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_335"></a>[Pg 335]</span></p>
-
-<h3>LAS CONFESIONES Y LA CRISIS RELIGIOSA</h3>
-
-<p>Estas angustias de Levine, estas veleidades de suicidio
-que ocultaba a Kitty, las ocultaba Tolstoi en
-el mismo momento a su esposa; pero aún no había
-alcanzado él la calma que ponía en su héroe. A decir verdad,
-esta calma no era nada comunicativa; se siente que
-más era deseada que lograda, y que al instante Levine volverá
-a caer en sus dudas. En ello no se engañaba Tolstoi,
-pues había hecho un gran esfuerzo para llegar hasta el fin
-de su obra. <em>Ana Karenina</em> lo aburría antes de que hubiese
-concluido<a id="FNanchor_648" href="#Footnote_648" class="fnanchor">[648]</a>; no podía trabajar más; permanecía así,
-inerte, sin voluntad, presa del disgusto y del terror de sí
-mismo. Entonces, en el vacío de su vida, se levantó el
-gran soplo que salía del abismo, el vértigo de la muerte.
-Más tarde, Tolstoi ha contado estos años terribles, cuando
-acaba de escapar al abismo<a id="FNanchor_649" href="#Footnote_649" class="fnanchor">[649]</a>.</p>
-
-<p>“No tenía cincuenta años, dice<a id="FNanchor_650" href="#Footnote_650" class="fnanchor">[650]</a>; amaba, era amado,
-tenía buenos hijos, un gran dominio, la gloria, la salud, el
-vigor físico y moral; trabajaba diez horas seguidas sin
-experimentar fatiga. Bruscamente, mi vida se detuvo:
-podía respirar, comer, beber, dormir; pero esto no era
-vivir; no podía ni desear siquiera conocer la verdad. La
-verdad era que la vida es una insania. Yo había llegado al
-abismo y veía claramente que delante de mí ya no había
-nada, sino la muerte; yo, hombre lleno de salud y feliz,
-sentía que no podía vivir más. Una fuerza invencible me
-arrastraba a desembarazarme de la vida... No diré que
-deseaba matarme. La fuerza que me empujaba fuera de la
-vida era más potente que yo; y era una aspiración semejante
-a mi antigua aspiración a la vida, solamente que
-obraba en sentido inverso. Debí de recurrir hasta al engaño
-para conmigo mismo a fin de no ceder demasiado pronto;
-y he aquí que yo, el hombre feliz, tenía que ocultar de mi
-mismo la cuerda, para no colgarme de una viga entre los
-<span class="pagenum"><a id="Page_336"></a>[Pg 336]</span>armarios de mi alcoba, donde permanecía solo cada noche
-al desnudarme. No iba yo de caza con mi fusil, para no
-dejarme tentar<a id="FNanchor_651" href="#Footnote_651" class="fnanchor">[651]</a>. Me parecía que mi vida era una farsa
-estúpida, que era representada por cualquiera. ¡Cuántos
-años de trabajo, de penas, de progreso, y ver al fin que no
-había nada! De mí no quedaría más que la podredumbre
-y los gusanos... Se puede vivir solamente durante el
-tiempo en que se está embriagado con la vida; pero inmediatamente
-que se disipa la embriaguez, se ve que todo es
-superchería, superchería estúpida... La familia y el arte
-no podían ya bastarme; los de mi familia no eran más que
-desventurados como yo; el arte, un espejo de la vida. Cuando
-la vida no tiene sentido, el juego del espejo no puede
-divertirnos ya. Y era lo peor que no podía resignarme. Me
-parecía a un hombre extraviado en un bosque, quien, presa
-del horror porque se ha extraviado, corre en todas direcciones
-y no puede detenerse, aun cuando sabe que a cada paso se
-pierde más...”.</p>
-
-<p>La salud le vino del pueblo. Tolstoi había tenido siempre
-por él “una afección extraña, enteramente física”<a id="FNanchor_652" href="#Footnote_652" class="fnanchor">[652]</a>,
-que no habían podido quebrantar las repetidas experiencias
-de sus desilusiones sociales. En sus últimos años, como
-Levine, se había acercado mucho al pueblo<a id="FNanchor_653" href="#Footnote_653" class="fnanchor">[653]</a>. Y se entregó
-<span class="pagenum"><a id="Page_337"></a>[Pg 337]</span>a pensar en estos millares de seres colocados fuera del círculo
-estrecho de los sabios, de los ricos y de los ociosos que se
-matan, se aturden o arrastran cobardemente, como él, una
-vida desesperada; se preguntaba por qué estos millares
-de seres escapaban a esta desesperación, por qué no se
-mataban. Advirtió entonces que ellos vivían, no con la
-ayuda de la razón, sino antes, sin cuidarse de ella, sólo por
-la fe. ¿Qué era esta fe que ignoraba la razón?</p>
-
-<p><em>La fe es la fuerza de la vida. No se puede vivir sin la fe.
-Las ideas religiosas han sido elaboradas en la lejanía infinita
-del pensamiento humano. Las respuestas dadas por la esfinge
-de la vida contienen la sabiduría más profunda de la humanidad.</em></p>
-
-<p>¿Basta, por tanto, conocer estas fórmulas de la sabiduría
-que tiene registradas el libro de las religiones? No, la fe
-no es una ciencia, la fe es una acción; no tiene sentido sino
-en tanto que es vivida. El disgusto que inspiraron a Tolstoi
-las gentes ricas y que <em>piensan bien</em>, para quienes la fe es
-sólo una especie de “consolación epicúrea de la vida”, lo
-arrojó decididamente entre los hombres sencillos que eran
-los únicos que ponían de acuerdo su vida con su fe.</p>
-
-<p><em>Y comprendió que la vida del pueblo trabajador era la vida
-misma, y que el sentido que se atribuía a esa vida era verdad.</em></p>
-
-<p>¿Pero cómo convertirse al pueblo y compartir su fe? Es
-hermoso reconocer que los otros tienen razón, mas no depende
-de nosotros que seamos como ellos. En vano oramos
-a Dios, en vano tendemos hacia él nuestros ávidos brazos.
-Dios se aleja. ¿Dónde alcanzarlo?</p>
-
-<p>Un día la gracia llegó a él.</p>
-
-<p><em>Un día de temprana primavera estaba yo solo en el bosque<span class="pagenum"><a id="Page_338"></a>[Pg 338]</span>
-y escuchaba sus rumores. Pensaba en mis agitaciones de los
-tres últimos años, en cuánto había buscado a Dios, en mis
-perpetuos saltos de la alegría a la desesperación... Y bruscamente
-vi que yo no vivía sino cuando creía en Dios. A su solo
-pensamiento, las ondas jocundas de la vida se levantaban en
-mí. Todo se animaba en torno mío; todo adquiría un sentido.
-Mas, desde el momento que yo no creía en él, súbitamente
-cesaba la vida.</em></p>
-
-<p>&mdash;<em>¿Qué es entonces, lo que yo busco?&mdash;gritaba dentro de mí
-una voz. ¡Es ÉL, sin quien yo no puedo vivir! Conocer a
-Dios y vivir son una misma cosa; Dios es la vida...</em></p>
-
-<p><em>Desde entonces esta luz ya no me ha abandonado</em><a id="FNanchor_654" href="#Footnote_654" class="fnanchor">[654]</a>.</p>
-
-<p>Estaba salvado. Dios se le había aparecido<a id="FNanchor_655" href="#Footnote_655" class="fnanchor">[655]</a>. Mas como
-no era un místico de la India, para quien el éxtasis fuera
-suficiente, como en él se mezclaban a los sueños del asiático
-<span class="pagenum"><a id="Page_339"></a>[Pg 339]</span>la manía de la razón y la necesidad de acción del
-hombre del Occidente, le era indispensable traducir su revelación
-a la fe práctica y desprender de esta vida divina
-las reglas para la vida cotidiana. Sin ninguna prevención,
-con el deseo sincero de creer en las creencias de los suyos,
-comenzó por estudiar la doctrina de la Iglesia ortodoxa, de
-la cual formaba parte<a id="FNanchor_656" href="#Footnote_656" class="fnanchor">[656]</a>. Y con el propósito de estar más
-cerca de ella, durante tres años se sometió a todas las ceremonias,
-confesando, comulgando, no osando emitir juicio
-sobre lo que le repugnaba, inventando explicaciones para lo
-que encontraba obscuro o incomprensible; uniéndose en su
-fe a todos los que amaba, vivos y muertos, y siempre conservando
-la esperanza de que en algún momento “el amor le
-abriría las puertas de la verdad”. Pero tenía que luchar,
-porque su razón y su corazón se rebelaban. Algunos actos,
-como el bautizo y la comunión, le parecían escandalosos.
-Cuando se le obligaba a repetir que la hostia era el cuerpo
-verdadero y la sangre verdadera de Cristo, “sentía como
-una puñalada en el corazón”. Y no fueron, sin embargo,
-los dogmas los que levantaron entre la Iglesia y él un muro
-infranqueable, sino las cuestiones prácticas, dos sobre todo:
-la intolerancia rencorosa y mutua de las iglesias,<a id="FNanchor_657" href="#Footnote_657" class="fnanchor">[657]</a> y la
-sanción, formal o tácita, dada al homicidio: la guerra y
-la pena de muerte.</p>
-
-<p>Entonces rompió Tolstoi abiertamente, y tanto más
-violenta fué la ruptura cuanto que hacía tres años que comprimía
-su pensamiento. No toleró ya nada más, y, con
-cólera, pisoteó esa religión que todavía la víspera se obstinaba
-en practicar. En su <em>Crítica de la Teología Dogmática</em>
-(1879-1881) la trata no solamente de “locura, sino también
-<span class="pagenum"><a id="Page_340"></a>[Pg 340]</span>de mentira interesada y consciente”<a id="FNanchor_658" href="#Footnote_658" class="fnanchor">[658]</a>. A ella opuso el
-Evangelio, en su <em>Concordancia y Traducción de los cuatro
-Evangelios</em> (1881-1883); y a la postre sobre el Evangelio
-edificó su fe. (<em>En qué consiste mi fe</em>, 1883). Está toda
-contenida en estas palabras:</p>
-
-<p><em>Creo en la doctrina de Cristo. Creo que la felicidad no es
-posible en la tierra en tanto que no cumplan esta doctrina todos
-los hombres.</em></p>
-
-<p>Y tiene por piedra angular el Sermón de la Montaña,
-cuya enseñanza esencial fija Tolstoi en cinco mandamientos:</p>
-
-
-<p class="indent5"><span style="margin-left: 1.2em;">I. No te dejes arrebatar por la cólera.</span><br />
-<span style="margin-left: 1.0em;">II. No cometas adulterio.</span><br />
-<span style="margin-left: 0.6em;">III. No prestes juramento en vano.</span><br />
-<span style="margin-left: 0.7em;">IV. No devuelvas mal por mal.</span><br />
-<span style="margin-left: 1em;">V. No seas enemigo de nadie.</span></p>
-
-
-<p>Es ésta la parte negativa de la doctrina, pues la parte
-positiva queda resumida en este único mandamiento:
-Ama a Dios y a tu prójimo como a ti mismo.</p>
-
-<p><em>Cristo dice que quien hubiere violado el menor de estos mandamientos
-tendrá el más pequeño lugar en el reino de los
-cielos.</em></p>
-
-<p>Y agrega Tolstoi ingenuamente:</p>
-
-<p><em>Por extraño que esto parezca, he debido descubrir estas reglas,
-después de dieciocho siglos, como una novedad.</em></p>
-
-<p>¿Creía, por tanto, Tolstoi en la divinidad de Cristo?
-De ninguna manera. ¿A qué título, entonces, lo invocaba?
-Como el más grande entre los sabios, (Brahma, Buda,
-<span class="pagenum"><a id="Page_341"></a>[Pg 341]</span>Lao-Tsé, Confucio, Zoroastro, Isaías), que han mostrado
-a los hombres la felicidad verdadera a la cual aspiran y el
-camino que es necesario seguir para alcanzarla<a id="FNanchor_659" href="#Footnote_659" class="fnanchor">[659]</a>. Tolstoi
-es el discípulo de estos grandes creadores de religiones, de
-estos semidioses y de estos profetas hindús, chinos y hebreos.
-Los defiende (como él sabe defender: atacando) contra
-aquéllos a quienes llama los “fariseos” y los “escribas:”
-contra las iglesias establecidas y contra los representantes
-de la ciencia orgullosa, o más bien, del “filosofismo científico”<a id="FNanchor_660" href="#Footnote_660" class="fnanchor">[660]</a>.
-Y no es que haga llamamiento a la revelación
-contra la razón, pues desde que salió del período de inquietudes
-que refiere en las <em>Confesiones</em>, continúa siendo esencialmente
-<span class="pagenum"><a id="Page_342"></a>[Pg 342]</span>un creyente de la Razón, o, podría decirse, un
-místico de la Razón.</p>
-
-<p>“<em>En el principio era el Verbo</em>, repite con San Juan; <em>el Verbo,
-Logos, es decir, la Razón</em>”<a id="FNanchor_661" href="#Footnote_661" class="fnanchor">[661]</a>.</p>
-
-<p>Su libro De la Vida (1887) lleva, como epígrafe, las palabras
-famosas de Pascal<a id="FNanchor_662" href="#Footnote_662" class="fnanchor">[662]</a>:</p>
-
-<p><em>El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza,
-pero una caña que piensa... Toda nuestra dignidad
-consiste en el pensamiento... Trabajemos pues para pensar
-bien, que esto es el principio de la moral.</em></p>
-
-<p>Y el libro entero no es más que un himno a la Razón.
-Pero su Razón no es la razón científica, razón restringida
-que “toma la parte por el todo, y la vida animal por la vida
-entera”, sino antes la ley soberana que rige la vida del
-hombre, “la ley según la cual deben vivir forzosamente
-los <em>seres razonables</em>, <em>es decir</em>, <em>los hombres</em>”.</p>
-
-<p><em>Es una ley análoga a las que rigen la nutrición y la reproducción
-del animal, el crecimiento y la eflorescencia de la
-hierba y del árbol, y el movimiento de la tierra y de los astros.
-Y solamente en el cumplimiento de esta ley, en la sumisión de
-nuestra naturaleza animal a la ley de la razón, consiste nuestra
-vida... La razón no puede ser definida, y nosotros no
-tenemos necesidad de definirla, porque no solamente la conocemos
-todos, sino que es la única que conocemos... Todo lo
-que el hombre sabe lo conoce por medio de la razón, y no por
-la fe</em><a id="FNanchor_663" href="#Footnote_663" class="fnanchor">[663]</a>... <em>La verdadera vida no comienza hasta el momento
-<span class="pagenum"><a id="Page_343"></a>[Pg 343]</span>en que se manifiesta la razón. La única vida verdadera es la
-vida de la razón.</em></p>
-
-<p>¿Qué es, pues, la existencia visible, nuestra vida individual?
-“No es vida nuestra”, dice Tolstoi, porque no depende
-de nosotros.</p>
-
-<p><em>Nuestra actividad animal se realiza fuera de nosotros...
-La humanidad ha concluido ya con la idea de la vida considerada
-como existencia individual. La negación de la posibilidad
-del bien individual permanece como verdad inquebrantable
-para todo hombre, de nuestra época, que esté dotado de razón</em><a id="FNanchor_664" href="#Footnote_664" class="fnanchor">[664]</a>.</p>
-
-<p>Hay en esto toda una serie de postulados, que no me
-detendré a discutir aquí, pero que muestran con qué pasión
-se había apoderado la razón de Tolstoi. En realidad, era
-una pasión no menos ciega y celosa que las otras pasiones
-que lo habían poseído durante la primera mitad de su vida.
-Un fuego se extingue, y otro se enciende; o mejor, es el
-mismo fuego, que sólo cambia de alimento. Añádase a la
-semejanza entre las pasiones “individuales” y esta pasión
-racional, que, la una como las otras, no encuentran
-satisfacción sólo en amar, pues quieren obrar, quieren realizarse.</p>
-
-<p><em>No es necesario hablar, sino obrar, ha dicho Cristo.</em></p>
-
-<p>¿Y cuál es la actividad de la razón?&mdash;El amor.</p>
-
-<p><em>El amor es la única actividad razonable del hombre, el amor
-es el estado de alma el más racional y el más luminoso. Tiene
-necesidad, no más, de que nada le oculte el sol de la razón, único
-que lo hace crecer... El amor es el bien real, el bien supremo,
-que resuelve todas las contradicciones de la vida, que no sólo
-hace desaparecer el espanto de la muerte, sino que mueve también
-al hombre a sacrificarse en bien de los otros. Porque no
-hay otro amor que el que da su vida por aquéllos a quienes se
-ama: y no es el amor digno de este nombre sino cuando es un<span class="pagenum"><a id="Page_344"></a>[Pg 344]</span>
-sacrificio de sí mismo. El verdadero amor, por tanto, no es
-realizable sino cuando el hombre comprende que le es imposible
-alcanzar la felicidad individual. Entonces es cuando
-toda la savia de su vida viene a alimentar el noble injerto del
-amor verdadero; y este injerto toma para su desarrollo todo
-vigor del tronco de ese árbol salvaje, que es la individualidad
-animal...</em><a id="FNanchor_665" href="#Footnote_665" class="fnanchor">[665]</a>.</p>
-
-<p>No llega Tolstoi, pues, a la fe como un río agotado que
-se pierde entre las arenas. Aporta a ella el torrente de
-fuerzas impetuosas acumuladas durante una vigorosa vida.
-De ello iba a darse cuenta.</p>
-
-<p>Esta fe apasionada, en la cual se reunían en ardiente
-abrazo la Razón y el Amor, ha encontrado su más augusta
-expresión en la célebre respuesta al Santo Sínodo que lo
-excomulgaba<a id="FNanchor_666" href="#Footnote_666" class="fnanchor">[666]</a>:</p>
-
-<p>“<em>Creo en Dios, que es para mí el Espíritu, el Amor, el Principio
-de todo. Creo que él está en mí, como yo en él. Creo que
-la voluntad de Dios nunca se ha expresado más claramente
-que en la doctrina del Hombre-Dios; pero no se puede considerar
-a Cristo como Dios y dirigirle plegarias, sin cometer
-el más grande de los sacrilegios. Creo que la verdadera felicidad
-del hombre consiste en el cumplimiento de la voluntad de
-Dios; creo que la voluntad de Dios quiere que todo hombre ame
-a sus semejantes y obre siempre con respecto a ellos, como
-querría que los demás obrasen con respecto a él, que es lo que
-resume, dice el Evangelio, toda la ley y los profetas. Creo que
-el sentido de la vida, para cada uno de nosotros, está solamente
-en aumentar el amor en él: creo que este desarrollo de nuestra
-potencia de amar nos valdrá en esta vida una felicidad más
-perfecta; creo que este aumento del amor contribuirá, más que
-<span class="pagenum"><a id="Page_345"></a>[Pg 345]</span>ninguna otra fuerza, a fundar el reino de Dios sobre la tierra,
-es decir, a reemplazar una organización de vida en la cual la
-división, la mentira y la violencia son todopoderosas, por otro
-orden nuevo en el cual reinarán la concordia, la verdad y la
-fraternidad. Creo que, para progresar en el amor, solamente
-disponemos de un medio: la plegaria. No la plegaria pública
-en los templos, que Cristo ha reprobado formalmente</em> (Mateo,
-VI, 5-13), <em>sino aquella plegaria de que él mismo nos dió
-ejemplo, la plegaria solitaria que afirma en nosotros la conciencia
-del sentido de nuestra vida y el sentimiento de que dependemos
-solamente de la voluntad de Dios... Creo en la
-vida eterna, creo que el hombre es recompensado según sus actos,
-aquí y donde quiera, ahora y siempre. Creo esto tan firmemente
-que a mi edad, al borde de la tumba, debo a menudo hacer
-un esfuerzo para no llamar con mis votos la muerte de mi
-cuerpo, es decir, mi nacimiento a una nueva vida...</em>”<a id="FNanchor_667" href="#Footnote_667" class="fnanchor">[667]</a>.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_346"></a>[Pg 346]</span></p>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_347"></a>[Pg 347]</span></p>
-</div>
-<div class="figcenter illowp53" id="p347ilo" style="max-width: 15.6875em; margin-top: 4em;">
- <img class="w100" src="images/p347ilo.jpg" alt="p347ilo" />
-</div>
-
-
-<h2 class="nobreak">LA CRISIS SOCIAL: ¿QUÉ DEBEMOS HACER?</h2>
-
-<p>Pensaba haber llegado al puerto, haber alcanzado el
-refugio donde su alma inquieta podría reposarse; pero
-no estaba sino al principio de una actividad
-nueva.</p>
-
-<p>Un invierno pasado en Moscú (sus deberes de familia lo
-habían obligado a acompañar a los suyos)<a id="FNanchor_668" href="#Footnote_668" class="fnanchor">[668]</a>, y el censo de
-la población en el cual hubo de tomar parte, en enero
-de 1882, fueron ocasión para que viese de cerca la miseria de
-las grandes ciudades. La impresión que ese espectáculo le
-produjo fué espantosa. La noche del día en que por primera
-vez estuvo en contacto con esta llaga oculta de la civilización,
-al contar a un amigo lo que había visto, “se puso a clamar,
-a llorar, a crispar los puños”.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_348"></a>[Pg 348]</span></p>
-<p>“¡No se puede vivir así!” decía entre sollozos. “¡Esto no
-puede ser! ¡Esto no puede ser!...”<a id="FNanchor_669" href="#Footnote_669" class="fnanchor">[669]</a>. Y recayó durante
-algunos meses en una desesperación insoportable. La condesa
-Tolstoi le escribía, el 3 de marzo de 1882:</p>
-
-<p><em>Antes decías: “A causa de la falta de fe, quisiera ahorcarme”;
-y ahora, que tienes la fe ¿por qué eres desventurado?</em></p>
-
-<p>Porque no tenía la fe del fariseo, la fe beata y satisfecha
-de sí misma; porque no tenía el egoísmo del pensador
-místico, demasiado ocupado de su salud para pensar en la
-de los otros<a id="FNanchor_670" href="#Footnote_670" class="fnanchor">[670]</a>; porque tenía el amor, y ahora ya no podía
-olvidar a los miserables que había visto, y en la bondad
-apasionada de su corazón, le parecía ser responsable de sus
-sufrimientos y de su abyección: eran las víctimas de esta
-civilización de cuyos privilegios disfrutaba, de este ídolo
-mostruoso al cual una casta elegida sacrificaba millones de
-hombres. Aceptar el beneficio de semejantes crímenes era
-asociarse a ellos. Su conciencia no tendría ya reposo hasta
-que no los hubiera denunciado.</p>
-
-<p><em>¿Qué debemos hacer?</em> obra escrita en 1884-1886<a id="FNanchor_671" href="#Footnote_671" class="fnanchor">[671]</a>, es la
-expresión de esta segunda crisis, mucho más trágica que la
-primera y más preñada todavía de consecuencias. ¿Qué
-eran las angustias religiosas, personales de Tolstoi, en este
-<span class="pagenum"><a id="Page_349"></a>[Pg 349]</span>océano de miseria humana, de miseria real, no imaginada
-por el espíritu de un ocioso aburrido? Imposible era no
-verla; e imposible, habiéndola visto, no tratar de suprimirla
-a toda costa. ¿Era esto posible?...</p>
-
-<p>Un admirable retrato, que yo no puedo mirar sin emoción<a id="FNanchor_672" href="#Footnote_672" class="fnanchor">[672]</a>,
-dice suficientemente lo que Tolstoi sufrió entonces.
-Aparece de frente, sentado, cruzados los brazos, con blusa
-de mujik; tiene expresión de anonadamiento; sus cabellos
-son todavía negros, su bigote ya gris, su larga barba y sus
-patillas enteramente blancas; una noble arruga hunde en
-la hermosa amplia frente un surco armonioso. ¡Y hay tanta
-bondad en la ancha nariz de perro noble, y en los ojos que
-os miran tan francos, tan claros, tan tristes! ¡Seguramente
-que están leyendo en vosotros, y os compadecen o bien os
-imploran! Las mejillas están hundidas, con las huellas del
-sufrimiento, en grandes pliegues bajo los ojos. Ha llorado;
-pero es fuerte y está presto al combate.</p>
-
-<p>Tenía una lógica heroica:</p>
-
-<p><em>Me sorprenden siempre estas palabras tan a menudo repetidas:
-“Sí, eso está bien en teoría, pero ¿cómo será en la práctica?”
-¡Como si la teoría consistiese sólo en palabras hermosas,
-necesarias para la conversación, y no para conformar a
-ellas la práctica!... Cuando yo he comprendido una cosa en
-la cual he reflexionado, entonces no puedo obrar de otra manera
-que como he comprendido</em><a id="FNanchor_673" href="#Footnote_673" class="fnanchor">[673]</a>.</p>
-
-<p>Comienza a describir con una exactitud fotográfica la
-miseria de Moscú, tal como la ha visto, en el curso de sus
-visitas a los barrios pobres y a los asilos nocturnos<a id="FNanchor_674" href="#Footnote_674" class="fnanchor">[674]</a>. Se
-convence de que no es con el dinero, como en un principio
-lo había creído, como se podrá salvar a estos desgraciados,
-más o menos contaminados de la corrupción de las ciudades
-<span class="pagenum"><a id="Page_350"></a>[Pg 350]</span>y entonces investiga resueltamente de dónde viene el mal, y,
-de eslabón en eslabón, se desarrolla ante sus ojos la cadena
-pavorosa de las responsabilidades. Los ricos, desde luego,
-y el contagio de su lujo maldito, que atrae y deprava<a id="FNanchor_675" href="#Footnote_675" class="fnanchor">[675]</a>;
-la universal seducción de la vida sin trabajo; y el Estado
-después, esta entidad asesina, creada por los violentos para
-despojar y reducir a esclavitud, en su provecho, al resto de
-la humanidad. Y la Iglesia, asociada; la ciencia y el arte,
-cómplices... ¿Cómo combatir a todos estos ejércitos del
-mal? Desde luego, rehusándose a formar parte de ellos;
-rehusándose a participar en la explotación de la humanidad;
-renunciando al dinero y a la posesión de la tierra<a id="FNanchor_676" href="#Footnote_676" class="fnanchor">[676]</a> y no
-sirviendo al Estado.</p>
-
-<p>Pero esto no es bastante; es necesario “no mentir”, no
-tener miedo a la verdad; es necesario “arrepentirse” y
-arrancarse el orgullo, tan arraigado con la instrucción. Es
-en fin necesario trabajar con las propias manos. “<em>Ganarás
-tu pan con el sudor de tu frente</em>”, ordena el primero de los
-mandamientos y el más esencial<a id="FNanchor_677" href="#Footnote_677" class="fnanchor">[677]</a>. Y Tolstoi, contestando
-<span class="pagenum"><a id="Page_351"></a>[Pg 351]</span>por adelantado a las mofas de la “élite”, afirma que
-el trabajo físico no estorba en nada al trabajo intelectual,
-puesto que por lo contrario lo aumenta y responde a las
-exigencias normales de la naturaleza. La salud no puede
-menos que ganar con él, y el arte más todavía. Sobre todo,
-restablece la unión entre los hombres.</p>
-
-<p>En sus siguientes obras Tolstoi completará estos preceptos
-de higiene moral. Se preocupará de completar la cura
-del alma, de rehacer la energía, proscribiendo los placeres
-viciosos que adormecen la conciencia<a id="FNanchor_678" href="#Footnote_678" class="fnanchor">[678]</a>, y los placeres
-crueles que la matan<a id="FNanchor_679" href="#Footnote_679" class="fnanchor">[679]</a>. Da el ejemplo. En 1884 hace el
-sacrificio de su más arraigada pasión, la caza<a id="FNanchor_680" href="#Footnote_680" class="fnanchor">[680]</a>; practica
-la abstinencia que forja la voluntad, como un atleta que se
-impone una disciplina para combatir y para vencer.</p>
-
-<p><em>¿Qué debemos hacer?</em> señala la primera etapa de la difícil
-<span class="pagenum"><a id="Page_352"></a>[Pg 352]</span>ruta que Tolstoi va a seguir, abandonando la paz relativa
-de la meditación religiosa, por la lucha social; y desde
-entonces comienza esta guerra de veinte años que en nombre
-del Evangelio libra el viejo profeta de Yasnaia Poliana,
-solo, fuera de todos los partidos, antes condenándolos a
-todos, contra los crímenes y las mentiras de la civilización.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>A su alrededor, la revolución moral que Tolstoi había
-iniciado encontraba pocas simpatías; desolaba
-a los suyos. Largo tiempo hacía ya que la condesa
-Tolstoi observaba, inquieta, los progresos de un mal que
-en vano combatía. Desde 1874 se indignaba de ver a su
-marido perder tanto tiempo y fuerzas en trabajos para las
-escuelas.</p>
-
-<p><em>Este silabario, esta aritmética, esta gramática, las desprecio
-y no puedo fingir que me interesen.</em></p>
-
-<p>Otra cosa fué cuando a la pedagogía sucedió la religión;
-y tan hostil fué la acogida que tuvo en la condesa que a las
-primeras confidencias del nuevo convertido, Tolstoi tuvo
-necesidad de excusarse, cuando hablaba de Dios en sus
-cartas:</p>
-
-<p><em>No te disgustes, como ocurre a las veces, cuando menciono
-a Dios, ya que no puedo evitarlo porque es la base misma de
-mi pensamiento</em><a id="FNanchor_681" href="#Footnote_681" class="fnanchor">[681]</a>.</p>
-
-<p>La condesa se conmueve, sin duda, y trata de disimular
-su impaciencia; pero no comprende nada y observa a su
-marido con inquietud:</p>
-
-<p><em>Sus ojos son extraños, fijos; no habla casi nada; parece que
-no pertenece ya a este mundo</em><a id="FNanchor_682" href="#Footnote_682" class="fnanchor">[682]</a>.</p>
-
-<p>Piensa que está enfermo:</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_353"></a>[Pg 353]</span></p>
-
-<p><em>León trabaja siempre, como él dice. ¡Bueno! Escribe
-cualesquiera discusiones religiosas; lee y reflexiona, hasta
-dolerle la cabeza, y todo para demostrar que la Iglesia no está
-de acuerdo con la doctrina del Evangelio. Apenas si en Rusia
-se encontrará a una docena de personas a quienes eso pueda
-interesar; pero nada es posible hacer, y no deseo sino una
-cosa: que termine lo más pronto y que todo pase como una
-enfermedad</em><a id="FNanchor_683" href="#Footnote_683" class="fnanchor">[683]</a>.</p>
-
-<p>La enfermedad no pasó, y la situación se hizo cada día
-más penosa entre los dos esposos. Se amaban; tenían, el
-uno por el otro, una estimación profunda; pero era para
-ellos imposible comprenderse. Trataban de hacerse mutuas
-concesiones, que llegaban a ser, como ocurre generalmente,
-mutuos tormentos. Tolstoi se impuso la obligación
-de seguir a los suyos a Moscú, y escribió entonces en su
-<em>Diario</em>:</p>
-
-<p><em>El mes ha sido el más penoso de mi vida, por la instalación
-en Moscú. Todos se instalan. ¿Cuándo comenzarán, pues, a
-vivir? ¡Y todo esto, no para vivir, sino porque las demás
-gentes hacen lo mismo! ¡Desventurados!...</em><a id="FNanchor_684" href="#Footnote_684" class="fnanchor">[684]</a>.</p>
-
-<p>En estos mismos días escribía la condesa:</p>
-
-<p><em>Moscú. Mañana hará un mes que estamos nosotros aquí.
-Durante las dos primeras semanas he llorado todos los días,
-porque León ha estado no solamente triste, sino abatido en verdad.
-No dormía, no comía y a menudo lloraba; he llegado a
-creer que me volvía loca</em><a id="FNanchor_685" href="#Footnote_685" class="fnanchor">[685]</a>.</p>
-
-<p>Hubieron de alejarse el uno del otro, durante algún tiempo,
-hasta pedirse perdón por lo que se hacían sufrir. ¡Cuánto
-se amaban siempre!... Él le escribía:</p>
-
-<p>Me dices: “<em>te amo, y tú no tienes necesidad de ello</em>”, <em>cuando
-es lo único de que yo tengo necesidad... Tu amor me da
-la alegría más que nada en el mundo</em><a id="FNanchor_686" href="#Footnote_686" class="fnanchor">[686]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_354"></a>[Pg 354]</span></p>
-
-<p>Pero en el instante que estaban juntos, el desacuerdo
-aparecía. La condesa no podía tomar partido en esta manía
-religiosa, que movía ahora a Tolstoi a aprender el hebreo
-con un rabino.</p>
-
-<p><em>Nada, fuera de esto, le interesa ya. Consume todas sus
-fuerzas en tonterías, por lo que no puedo ocultar mi descontento</em><a id="FNanchor_687" href="#Footnote_687" class="fnanchor">[687]</a>.</p>
-
-<p>Le escribía ella:</p>
-
-<p><em>No puedo menos de entristecerme porque semejantes fuerzas
-intelectuales se derrochan en cortar leña, calentar el samovar
-y coser las botas.</em></p>
-
-<p>Y agrega, con la sonrisa cariñosa y burlona de una madre
-que mira jugar a su hijo, un poco alocado:</p>
-
-<p><em>En fin, me tranquilizo con el proverbio ruso: “Que se divierta
-el niño y no importa cómo, con tal que no llore más!”</em><a id="FNanchor_688" href="#Footnote_688" class="fnanchor">[688]</a>.</p>
-
-<p>Pero todavía no ha despachado la carta cuando se le aparece
-en su pensamiento su marido, leyendo estas líneas con
-sus nobles ojos cándidos, entristecidos por este tono de
-ironía; y reabre la carta nuevamente, en un impulso de
-amor:</p>
-
-<p><em>¡De pronto te me has representado tan claramente que he sentido
-un acceso de ternura hacia ti! Hay en ti algo de tan sabio,
-de tan bueno, tan ingenuo y tan perseverante, todo iluminado
-por una luz de compasión hacia todos, y una mirada que va
-tan rectamente al alma... ¡Y esto sólo a ti te pertenece!</em></p>
-
-<p>De tal manera estos dos seres que se amaban se torturaban
-el uno al otro y en seguida se lamentaban del mal que
-habían podido hacerse, sin poderlo remediar. Situación
-sin salida que dura cerca de treinta años y a la cual solamente
-debió poner fin, en una hora de extravío, la fuga del
-viejo rey Lear, moribundo, a través de la estepa.</p>
-
-<p>No se ha fijado bastante la atención en el llamamiento
-conmovedor a las mujeres con que termina <em>¿Qué debemos
-<span class="pagenum"><a id="Page_355"></a>[Pg 355]</span>hacer?</em> Ninguna simpatía siente Tolstoi por el feminismo
-moderno<a id="FNanchor_689" href="#Footnote_689" class="fnanchor">[689]</a>; pero para aquélla que él llama “la mujer
-madre”, para aquélla que conoce el verdadero sentido de la
-vida, tiene palabras de piadosa adoración; hace un elogio
-magnífico de sus penas y de sus alegrías, de la preñez y de
-la maternidad, de esos sufrimientos terribles, de esos años
-sin reposo, de ese trabajo invisible, agotador, por el cual no
-se espera recompensa de nadie, y de esa beatitud que inunda
-el alma al salir del dolor, cuando se ha cumplido la Ley.
-Pinta el retrato de la esposa valiente, que es para su marido
-un auxiliar y un obstáculo; que sabe que “sólo el sacrificio
-obscuro, sin recompensa, en bien de la vida de los otros, es
-la vocación del hombre”.</p>
-
-<p><em>Una mujer así no solamente no alentará a su marido para
-un trabajo falso y engañador, que no busque otro fin que disfrutar
-del trabajo de los demás; pues antes verá con disgusto y
-horror esa actividad, que sería una seducción para sus hijos.
-Exigirá de su compañero el verdadero trabajo que reclama la
-energía y no teme el peligro... Sabe que sus hijos, las generaciones
-por venir, constituyen cuanto es dable a los hombres
-ver de más santo, y que sólo vive para servir, con todo su ser,
-esta obra sagrada. Desarrollará en sus hijos y en su marido
-la fuerza de sacrificio... Son esas las mujeres que dominan
-a los hombres y les sirven de estrellas conductoras... ¡Oh, mujeres-madres!
-¡En vuestras manos está la salud del mundo!</em><a id="FNanchor_690" href="#Footnote_690" class="fnanchor">[690]</a></p>
-
-<p>Es el llamamiento de una voz que suplica, que todavía
-espera... ¿No será escuchada?</p>
-
-<p>Algunos años más tarde el último fulgor de la esperanza
-se había apagado:</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_356"></a>[Pg 356]</span></p>
-
-<p><em>No lo creeréis tal vez; pero no podríais imaginaros cuán
-aislado estoy, hasta qué punto mi yo verdadero es despreciado
-por todos los que me rodean</em><a id="FNanchor_691" href="#Footnote_691" class="fnanchor">[691]</a>.</p>
-
-<p>Si los más amantes desconocían así la grandeza de la
-transformación moral de Tolstoi, no se podía esperar de los
-otros ni mayor penetración ni más respeto. Turguenev,
-con quien Tolstoi había tenido que reconciliarse, más por
-un sentimiento de humildad cristiana que porque hubiese
-cambiado de sentimientos con respecto a él<a id="FNanchor_692" href="#Footnote_692" class="fnanchor">[692]</a>, decía irónicamente:
-“Compadezco mucho a Tolstoi; pero por otra
-parte, como dicen los franceses, cada quien tiene su manera
-de matar pulgas”<a id="FNanchor_693" href="#Footnote_693" class="fnanchor">[693]</a>. Algunos años más tarde, próximo a
-la muerte, escribía a Tolstoi la carta tan conocida en la que
-suplicaba a “su amigo, el gran escritor de la tierra rusa”,
-que “volviese a la literatura”<a id="FNanchor_694" href="#Footnote_694" class="fnanchor">[694]</a>.</p>
-
-<p>Todos los artistas europeos se asociaban a la inquietud
-y a la súplica de Turguenev moribundo. Eugène-Melchior
-de Vogüé al final del estudio que en 1886 consagró a Tolstoi,
-tomaba de pretexto un retrato del escritor en traje de mujik,
-cosiendo como zapatero, para dirigirle un elocuente apóstrofe:</p>
-
-<p><em>¡Artesano de obras maestras, no es esa vuestra herramienta!...
-Nuestro útil de trabajo es la pluma; nuestro campo, el alma
-humana, a la cual también es necesario abrigar y nutrir. Permitidme
-que os recuerde este grito de un campesino ruso, del
-primer impresor de Moscú, cuando se le hacía volver a empuñar
-<span class="pagenum"><a id="Page_357"></a>[Pg 357]</span>el arado: “No me toca a mí sembrar el grano de trigo, sino
-esparcir por el mundo las simientes espirituales”.</em></p>
-
-<p>¡Como si alguna vez Tolstoi hubiese soñado en renegar
-de su papel de sembrador de la simiente del pensamiento!...
-Al fin de <em>En qué consiste mi fe</em><a id="FNanchor_695" href="#Footnote_695" class="fnanchor">[695]</a>, escribía:</p>
-
-<p><em>Creo que mi vida, mi razón, mi luz, me ha sido dada exclusivamente
-para alumbrar a los hombres. Creo que mi conciencia
-de la Verdad es un talento que se me ha prestado para
-este fin, y que este talento es un fuego, que sólo es fuego en tanto
-que arde. Creo que el único sentido de mi vida está en vivir
-en esta luz que es en mí, y en mantenerla en alto delante de los
-hombres para que ellos la vean</em><a id="FNanchor_696" href="#Footnote_696" class="fnanchor">[696]</a>.</p>
-
-<p>Pero esta luz, este fuego “que sólo es fuego en tanto que
-arde”, inquietaba a la mayor parte de los artistas. Los más
-inteligentes no dejaban de prever que su arte estaba en gran
-peligro de ser la primera presa del incendio. Afectaban
-creer que el arte todo entero estaba amenazado y que, como
-Próspero, Tolstoi rompía para siempre su varita mágica de
-creadoras ilusiones.</p>
-
-<p>Ahora bien, nada era menos cierto, y yo intento demostrarlo,
-que lejos de arruinar al arte, Tolstoi suscitó en él
-energías que permanecían en barbecho, y que su fe religiosa,
-en lugar de matar su genio artístico, lo renovó.</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_358"></a>[Pg 358]</span></p>
-
-
-<h3>LA CRÍTICA DEL ARTE</h3>
-
-<p>Es singular que, cuando se habla de las ideas de Tolstoi
-sobre la ciencia y sobre el arte, se olvide generalmente
-el más importante de sus libros, aquél en
-que estas ideas están contenidas: <em>¿Qué debemos hacer?</em>
-(1884-1886). En sus páginas, por primera vez, Tolstoi
-emprende la lucha contra la ciencia y el arte, y nunca,
-ninguna de sus luchas siguientes sobrepasó en violencia
-a este primer encuentro. Sorprende que, cuando en recientes
-asaltos librados entre nosotros contra la vanidad
-de la ciencia y de los intelectuales, nadie pensara en volver
-sobre estas páginas, que constituyen la requisitoria
-más terrible que se haya escrito contra “los eunucos de la
-ciencia” y contra “los piratas del arte”, contra estas castas
-espirituales que, después de haber destruido o sometido a
-las antiguas castas reinantes, Iglesia, Estado, Ejército,
-hanse instalado en su lugar, y, sin querer o sin poder hacer
-nada en provecho de los hombres, pretenden que se les
-admire y que se les sirva ciegamente, erigiendo como
-dogma una fe impudente en la ciencia por la ciencia y
-en el arte por el arte, máscara mentirosa con la cual se
-trata de cubrir su justificación personal, la apología de
-sus monstruosos egoísmos y de su nulidad.</p>
-
-<p>“No me hagáis decir, prosigue Tolstoi, que niego el arte
-y la ciencia. Porque no solamente no los niego, sino que
-antes en su nombre quiero arrojar a los mercaderes del
-templo”.</p>
-
-<p><em>La ciencia y el arte son tan necesarios como el pan y el agua;
-y aún más necesarios... La verdadera ciencia es el conocimiento
-de la misión, y por consiguiente, del verdadero bien de
-todos los hombres. El verdadero arte es la expresión del conocimiento
-de la misión y del verdadero bien de todos los hombres.</em></p>
-
-<p>Y alaba a aquéllos que, “desde que los hombres existen,<span class="pagenum"><a id="Page_359"></a>[Pg 359]</span>
-han expresado en las harpas y en los tímpanos, por las
-imágenes y por la palabra, su lucha contra la duplicidad,
-sus sufrimientos en esta lucha, su esperanza en el triunfo
-del bien, su desesperación por el triunfo del mal y sus entusiasmos
-ante los proféticos mirajes del porvenir”.</p>
-
-<p>Traza entonces la imagen del verdadero artista, en una
-página caldeada de místico y doloroso ardor:</p>
-
-<p><em>La actividad de la ciencia y del arte da frutos únicamente
-cuando no se arroga ningún derecho y sólo reconoce deberes; y
-sólo por ser así esta actividad, porque su esencia es el sacrificio,
-la humanidad la venera. Los hombres que están llamados a
-servir a los demás por el trabajo espiritual, sufren siempre en
-el cumplimiento de esta labor, porque el mundo espiritual nace
-solamente de los sufrimientos y de las torturas. El sacrificio y
-el dolor llenan la suerte del pensador y del artista, porque su
-misión es el bien de los hombres. Los hombres son desventurados,
-sufren y mueren; no tienen tiempo de descansar ni
-de divertirse. El pensador o el artista no permanece nunca
-sentado en las olímpicas alturas, como estamos acostumbrados
-a creerlo, sino que está siempre en la inquietud y en la emoción.
-Debe resolver y decir lo que producirá el bien a los hombres,
-lo que los librará de los dolores, y no lo ha resuelto, no lo
-ha dicho; y mañana será demasiado tarde, morirá... No
-es aquél que ha sido educado en un establecimiento donde se
-forma a artistas y a sabios (a decir verdad solamente se forma
-en esos establecimientos a destructores de la ciencia y del arte);
-no es aquél que recibe diplomas y un tratamiento, quien será
-un pensador y un artista, sino aquél que sería dichoso con no
-pensar y con no expresar todo lo que se le ha metido en el alma,
-y que sin embargo no pueda dispensarse de hacerlo, porque es
-arrastrado por dos fuerzas invencibles: su necesidad interior y
-su amor a los hombres. No hay artistas gordos, dichosos
-y satisfechos de sí mismos</em><a id="FNanchor_697" href="#Footnote_697" class="fnanchor">[697]</a>.</p>
-
-<p>Esta página espléndida, que alumbra trágicamente el
-<span class="pagenum"><a id="Page_360"></a>[Pg 360]</span>genio de Tolstoi, fué escrita bajo la impresión inmediata
-del sufrimiento que le causaba el espectáculo de la miseria
-de Moscú, y con la convicción de que la ciencia y el arte
-eran cómplices de todo el sistema actual de desigualdad
-social y de violencia hipócrita. Esta convicción no la perdió
-nunca. Pero la impresión de su primer encuentro con la miseria
-del mundo se va atenuando, la herida sangra menos<a id="FNanchor_698" href="#Footnote_698" class="fnanchor">[698]</a>
-y ya en ninguno de sus siguientes libros se volverá a encontrar
-el estremecimiento de dolor y de cólera vengadora
-que tiembla en aquél; en ninguna otra parte aparecerá esta
-profesión de fe del artista que crea con su sangre, esta exaltación
-del sacrificio y del dolor, “que son el patrimonio del
-pensador”, este desprecio por el arte olímpico, a la manera
-de Goethe. Las obras en que después reanudará la crítica
-del arte, tratarán la cuestión desde un punto de vista literario
-y menos místico, y el problema del arte estará en ellas
-separado del fondo de esta miseria humana, en la cual no
-puede pensar Tolstoi sin delirar, como en la noche de su
-visita al asilo nocturno, cuando de regreso a su casa, sollozaba
-y gritaba desesperadamente.</p>
-
-<p>No se crea por esto que alguna vez sus obras didácticas
-sean frías, porque le era imposible ser frío. Hasta el fin de
-su vida sentirá como lo escribía a Fet:</p>
-
-<p><em>Si uno no ama a sus personajes, aun los más insignificantes,
-es necesario entonces insultarlos de manera que hasta el
-cielo arda, o burlarse de ellos hasta estallar de risa</em><a id="FNanchor_699" href="#Footnote_699" class="fnanchor">[699]</a>.</p>
-
-<p>No se le puede reprochar esto en sus escritos sobre el arte.
-La parte negativa (injurias y sarcasmos) tiene tal vigor
-<span class="pagenum"><a id="Page_361"></a>[Pg 361]</span>que es la única que ha sorprendido a los artistas;
-hería con demasiada violencia sus supersticiones y sus
-susceptibilidades para que no viesen, en aquel enemigo del
-arte de ellos, al enemigo del arte; pero nunca la crítica en
-Tolstoi, deja nada sin reconstruir, nunca destruye por destruir,
-sino para reedificar. Y en su modestia, ni siquiera
-pretende construir nada de nuevo: defiende el arte que
-fué y será siempre, contra los falsos artistas que lo explotan
-y lo deshonran:</p>
-
-
-<p>“<em>La ciencia verdadera y el arte verdadero siempre han existido
-y existirán siempre, y es imposible e inútil discutirlo</em>”,
-me escribía en 1887, en una carta que se anticipaba más
-de diez años a su famosa “Crítica del arte”<a id="FNanchor_700" href="#Footnote_700" class="fnanchor">[700]</a>. “<em>Todo el
-mal actual viene de que las gentes que se dicen civilizadas, teniendo
-de su parte a los sabios y a los artistas constituyen
-una casta privilegiada, como los sacerdotes; y esta casta tiene
-todos los defectos de todas las castas. Degrada y rebaja el
-principio en virtud del cual se organiza. Lo que se llama
-en nuestro mundo las ciencias y las artes sólo es un inmenso
-‘humbug’, una gran superstición en la cual caemos ordinariamente
-desde que nos emancipamos de la vieja superstición
-de la Iglesia. Para ver con claridad en la ruta que debemos
-seguir, es necesario comenzar por el principio,&mdash;es preciso
-levantar el capuchón que nos abriga, pero que cubre los ojos.&mdash;La
-tentación es grande. Nacemos y nos levantamos sobre
-los peldaños de la escala, y nos encontramos entre los privilegiados,
-los sacerdotes de la civilización, de la ‘Kultur’, como
-dicen los alemanes. Nos es necesario, como a los sacerdotes
-brahmanes o católicos, mucha sinceridad y un
-gran amor a la verdad para poner en duda los principios
-que nos aseguran esta posición ventajosa; pero un hombre
-<span class="pagenum"><a id="Page_362"></a>[Pg 362]</span>serio, que se plantée la cuestión de la vida, no puede vacilar.
-Para comenzar a ver claro es preciso que se liberte de la
-superstición en que se encuentra, por mucho que le sea ventajosa.
-Es ésta una condición ‘sine qua non’... No tener
-superstición alguna: ponerse en el estado de un niño o de un
-Descartes...</em>”.</p>
-
-<p>Esta superstición del arte moderno, con la cual se complacen
-las castas interesadas, “este inmenso <em>humbug</em>”, lo
-denuncia rudamente Tolstoi en su libro <em>¿Qué es el arte?</em>,
-por cuanto radicalmente hay en ello de ridiculez, de pobreza,
-de hipocresía, de corrupción. Todo lo arrasa. Pone en
-esta demolición la alegría de un niño que rompe sus juguetes.
-Toda esta parte crítica está frecuentemente llena de
-humor y también de injusticia: es la guerra. Tolstoi se sirve
-en ella de toda clase de armas, y descarga golpes al azar, sin
-mirar al rostro de quien golpea. A menudo ocurre, como en
-todas las batallas, que hiere a algunos a quienes hubiera
-estado en su deber defenderlos, como Ibsen o Beethoven.
-Culpa es de su arrebato, que no le deja tiempo para reflexionar
-lo suficiente antes de obrar; de su pasión, que lo ciega
-frecuentemente sobre la debilidad de sus razones, y, confesémoslo,
-también es culpa de su cultura artística incompleta.</p>
-
-<p>Fuera de sus lecturas literarias, ¿qué podía conocer del
-arte contemporáneo? ¿Qué pudo ver de pintura, qué pudo
-escuchar de música europea este noble campesino que pasó
-las tres cuartas partes de su vida en su aldea moscovita;
-que no volvió más a Europa después de 1860; y aun, qué
-pudo ver entonces fuera de las escuelas, puesto que sólo
-éstas le interesaban? Acerca de pintura habla de oídas,
-citando en revoltillo, entre los decadentes, a Puvis, Manet,
-Monet, Boecklin, Stuck, Klinger, admirando por confianza,
-a causa de sus buenos sentimientos, a Jules Breton y
-Lhermite, despreciando a Miguel Ángel, y, entre los pintores
-del alma, no citando sino una sola vez a Rembrandt. En<span class="pagenum"><a id="Page_363"></a>[Pg 363]</span>
-cuanto a la música, se siente más seguro<a id="FNanchor_701" href="#Footnote_701" class="fnanchor">[701]</a>; pero tampoco
-la conoce, puesto que se detiene en sus impresiones de infancia
-y en aquellos músicos que eran ya clásicos hacia 1840,
-no habiendo llegado a conocer a ningún otro posterior, (a
-excepción de Tschaikovsky, cuya música lo hacía llorar);
-mide con el mismo rasero a Brahms y a Richard Strauss,
-enmienda la plana a Beethoven<a id="FNanchor_702" href="#Footnote_702" class="fnanchor">[702]</a>, y, para juzgar a
-Wagner, cree tener bastante con una sola representación de
-<em>Sigfrido</em>, a la cual llegó después de haberse levantado el telón
-y se marchó a mitad del segundo acto<a id="FNanchor_703" href="#Footnote_703" class="fnanchor">[703]</a>. Respecto a
-la literatura, estaba (era natural) un poco mejor informado:
-pero, ¿por cuál extraña aberración evitaba emitir juicios
-sobre los escritores rusos que conocía bien, y se aventuraba
-a dictar leyes a los poetas extranjeros, cuyo espíritu estaba
-más lejos del suyo, y cuyos libros apenas hojeaba
-con una altiva negligencia?<a id="FNanchor_704" href="#Footnote_704" class="fnanchor">[704]</a></p>
-
-<p>Su intrépida suficiencia aumentaba todavía más con la
-edad, y llegó a escribir un libro para demostrar que Shakespeare
-“no era un artista”.</p>
-
-<p><em>Podía ser cualquier cosa, pero no era un artista</em><a id="FNanchor_705" href="#Footnote_705" class="fnanchor">[705]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_364"></a>[Pg 364]</span></p>
-
-<p>Admirad tamaña certidumbre. Tolstoi no duda, no
-discute: posee la verdad. Os dirá:</p>
-
-<p><em>La Novena Sinfonía es una obra que divide a los hombres</em><a id="FNanchor_706" href="#Footnote_706" class="fnanchor">[706]</a>.</p>
-
-<p>O bien:</p>
-
-<p><em>Fuera del célebre aire para violín, de Bach, del Nocturno en
-do mayor, de Chopin y de una decena de trozos, no completos,
-escogidos entre las obras de Haydn, Mozart, Schubert, Beethoven
-y Chopin... todo lo demás debe ser rechazado y despreciado
-como un arte que divide a los hombres.</em></p>
-
-<p>O todavía:</p>
-
-<p><em>Voy a probar que Shakespeare no debe ser tenido ni aun
-por escritor de cuarto orden. Y como pintor de caracteres es
-nulo.</em></p>
-
-<p>Y que el resto de la humanidad sea de otra opinión, eso
-no es para cohibirlo, antes lo contrario:</p>
-
-<p><em>Mi opinión, escribe arrogantemente, es por completo distinta
-de la que se ha aceptado sobre Shakespeare en todo el mundo
-europeo.</em></p>
-
-<p>En su persecución de la mentira la olfatea por todas partes;
-y, mientras más una idea se ha generalizado, más se
-eriza contra ella, desconfía, sospecha, como dijo a propósito
-de la gloria de Shakespeare, “una de esas influencias
-epidémicas que siempre han sufrido los hombres, como
-las cruzadas de la Edad Media, la creencia en hechiceras,
-la investigación de la piedra filosofal, la pasión por los tulipanes.
-Los hombres no reconocen la locura de estos influjos
-sino hasta que se han librado de ellos. Con el desarrollo
-de la prensa estas epidemias han llegado a ser particularmente
-extraordinarias”. Y ofrece como ejemplar más
-reciente de tales enfermedades contagiosas el “Asunto
-Dreyfus”, del cual habla él, el enemigo de todas las injusticias,
-el defensor de todos los oprimidos, con una desdeñosa
-<span class="pagenum"><a id="Page_365"></a>[Pg 365]</span>indiferencia<a id="FNanchor_707" href="#Footnote_707" class="fnanchor">[707]</a>. Ejemplo sorprendente de los excesos
-a que podía arrastrarlo su desconfianza de la mentira y
-su repulsión instintiva contra las “epidemias morales” de
-que se acusaba a sí mismo, sin poderlo remediar. Reverso
-de las virtudes humanas, inconcebible ceguedad que arrastra
-a este vidente de almas, a este evocador de las fuerzas
-apasionantes, a tratar al <em>Rey Lear</em> de “obra inepta” y a la
-arrogante Cordelia de “criatura sin ningún carácter”<a id="FNanchor_708" href="#Footnote_708" class="fnanchor">[708]</a>.</p>
-
-<p>Debe advertirse que vió muy bien algunos defectos de
-Shakespeare, defectos que nosotros no hemos tenido la
-sinceridad de confesar, como el carácter artificial del lenguaje
-<span class="pagenum"><a id="Page_366"></a>[Pg 366]</span>poético, uniformemente adjudicado a todos los personajes,
-la retórica de la pasión, del heroísmo y aún de la simplicidad.
-Comprendo perfectamente que un Tolstoi, que
-fué el menos literato de todos los escritores, haya carecido
-de simpatías para quien fué el más genial de los hombres de
-letras; mas, ¿para qué perder el tiempo en hablar de lo
-que no podía comprender, y qué valor pueden tener estos
-juicios sobre un mundo que le estaba vedado? Ninguno,
-si en ellos buscamos la llave de estos mundos extraños; pero
-valor inestimable si les demandamos la llave del arte de
-Tolstoi. No es posible reclamar de un genio creador la
-imparcialidad crítica. Cuando un Wagner, cuando un
-Tolstoi, hablan de Beethoven o de Shakespeare, no es ni
-de Beethoven ni de Shakespeare de quien hablan, sino
-de ellos mismos: exponen sus ideales. Ni siquiera tratan de
-sorprendernos. Para juzgar a Shakespeare, Tolstoi no
-trata de hacerse “objetivo”, pues antes reprocha a Shakespeare
-su arte objetivo. El pintor de <em>La Guerra y la Paz</em>,
-el maestro del arte impersonal, no tiene bastante desdén
-para esos críticos alemanes que, después de Goethe, “inventaron
-a Shakespeare” y “la teoría de que el arte debe de ser
-objetivo, es decir, representar los sucesos fuera de todo
-valor moral, lo cual es la negación deliberada del objeto
-religioso del arte”.</p>
-
-<p>De esta manera, desde lo alto de su fe, Tolstoi dicta sus
-juicios artísticos. No busquéis en sus críticas ninguna reserva
-personal. No se ofrece en ejemplo, y es tan despiadado
-para sus obras como para las de los otros<a id="FNanchor_709" href="#Footnote_709" class="fnanchor">[709]</a>. ¿Qué
-ambiciona, pues, y qué vale para el arte el ideal religioso
-que propone?</p>
-
-<p>Este ideal es magnífico. La denominación “arte religioso”
-<span class="pagenum"><a id="Page_367"></a>[Pg 367]</span>está expuesta a engañar sobre la amplitud de la concepción;
-porque muy lejos de reducir el campo del arte, Tolstoi lo
-dilata. El arte, dice, está en todas partes.</p>
-
-<p><em>El arte penetra toda nuestra vida; lo que nosotros llamamos
-arte, teatros, conciertos, libros, exposiciones, no es más que una
-ínfima parte del arte: nuestra vida está llena de manifestaciones
-artísticas de todas suertes, desde los ojos del niño hasta
-los oficios religiosos. El arte y la palabra son los dos órganos
-del progreso humano. El uno hace la comunión de los
-corazones, y la otra la de los pensamientos. Si uno de los dos
-es falso, la sociedad está enferma. Y el arte actual ha sido
-falseado.</em></p>
-
-<p>Después del Renacimiento, no es posible hablar de un
-arte de las naciones cristianas. Las clases sociales se han
-separado. Los ricos, los privilegiados, han pretendido
-arrogarse el monopolio del arte, y han hecho de sus placeres
-el criterio de la belleza. Al alejarse de los pobres, el arte se
-ha empobrecido.</p>
-
-<p><em>La categoría de las emociones experimentadas por aquéllos
-que no trabajan para vivir es más limitada que la de las emociones
-de aquéllos que sí trabajan. Los sentimientos de nuestra
-sociedad actual se reducen a tres: el orgullo, la sensualidad y
-el cansancio de vivir. Estos tres sentimientos y sus ramificaciones
-constituyen casi exclusivamente la materia del arte de
-los ricos.</em></p>
-
-<p>Infecta al mundo, pervierte al pueblo, propaga la depravación
-sexual, ha llegado a ser el peor de los obstáculos
-para la realización de la felicidad humana. Carente desde
-luego de verdadera belleza, de naturalidad, de sinceridad,
-es un arte afectado, artificioso, cerebral.</p>
-
-<p>Enfrente de esta mentira de los estetas, de este pasatiempo
-de los ricos, levantemos el arte viviente, el arte humano,
-aquél que une a los hombres de todas las clases, de todas
-las naciones. El pasado nos ofrece gloriosos modelos.</p>
-
-<p><em>Siempre la mayoría de los hombres ha comprendido y ha
-amado lo que nosotros consideramos como el arte más elevado:<span class="pagenum"><a id="Page_368"></a>[Pg 368]</span>
-la epopeya del Génesis, las parábolas del Evangelio, las leyendas,
-los cuentos, las canciones populares.</em></p>
-
-<p>El arte más grande es aquél que traduce la conciencia
-religiosa de la época. No entendáis por esto una doctrina
-de la Iglesia. “Cada sociedad tiene una concepción religiosa
-de la vida: es el ideal de la felicidad más grande, en pos
-de la cual va esta sociedad”. Todos tienen de ese ideal un
-sentimiento más o menos claro, y algunos hombres de las
-avanzadas lo expresan netamente.</p>
-
-<p><em>Existe siempre una conciencia religiosa, que es el cauce
-sobre el cual corre el río</em><a id="FNanchor_710" href="#Footnote_710" class="fnanchor">[710]</a>.</p>
-
-<p>La conciencia religiosa de nuestra época es la aspiración a
-la felicidad realizada por la fraternidad de los hombres. Y
-no habrá arte verdadero si no trabaja para esta unión; el
-más alto será aquél que la realice directamente por el poder
-del amor; pero hay otro que participa en esta tarea, al combatir
-con las armas de la indignación y del desprecio todo
-lo que se opone a la fraternidad. Así son las novelas de Dickens,
-las de Dostoievsky, <em>Los Miserables</em> de Hugo, los cuadros
-de Millet. Sin alcanzar estas alturas, todo arte que
-represente la vida cotidiana con simpatía y verdad, acerca
-entre ellos a los hombres. De esta suerte <em>Don Quijote</em>
-y el teatro de Molière. Es verdad que este último género
-de arte peca habitualmente por su realismo demasiado
-minucioso y por la pobreza de sus asuntos, “cuando se les
-compara con los modelos antiguos, como la sublime historia
-de José”. La precisión excesiva de los detalles perjudica
-a las obras, que no pueden, por esta razón, llegar a ser
-universales.</p>
-
-<p><em>A las obras modernas las echa a perder un realismo que
-sería más justo tasar de provincialismo en arte.</em></p>
-
-<p>Por eso Tolstoi condena, sin vacilar, el principio de su
-propio genio. ¿Qué le importa sacrificarse todo entero al
-porvenir y que nada de él quede después?</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_369"></a>[Pg 369]</span></p>
-<p><em>El arte del porvenir no continuará al del presente, sino que
-se sustentará sobre otras bases. No será ya el feudo de una
-casta. El arte no es un oficio, y sí la expresión de sentimientos
-verdaderos. Ahora bien, el artista sólo puede experimentar
-un sentimiento verdadero cuando no se aísla, cuando vive la
-existencia natural del hombre. Por esto, quien se encuentre
-alejado de la vida está en las peores condiciones para crear.</em></p>
-
-<p>En lo porvenir, “los artistas serán todos los hombres
-dotados”. La actividad artística llegará a ser accesible a
-todos, por “la introducción en las escuelas elementales de la
-enseñanza de la música y de la pintura, enseñanza que
-será dada al niño al mismo tiempo que los primeros elementos
-de la gramática”. Por otra parte, el arte no tendrá ya
-necesidad de una técnica complicada, como al presente; se
-encaminará hacia la simplicidad, la nitidez, la concisión,
-que son propias del arte clásico y sano, del arte homérico<a id="FNanchor_711" href="#Footnote_711" class="fnanchor">[711]</a>.
-¡Cuán bello será traducir en este arte los puros lineamientos
-de los sentimientos universales! Componer un cuento
-o una canción, dibujar una imagen para millares de seres,
-tiene más importancia y mayor dificultad que escribir una
-novela o una sinfonía<a id="FNanchor_712" href="#Footnote_712" class="fnanchor">[712]</a>. Es éste un dominio inmenso y
-casi virgen. Y gracias a semejantes obras los hombres
-comprenderán la felicidad de la unión fraternal.</p>
-
-<p><em>El arte debe de suprimir la violencia, y sólo él puede hacerlo.
-<span class="pagenum"><a id="Page_370"></a>[Pg 370]</span>Su misión es hacer posible el reino de Dios, es decir, del
-Amor</em><a id="FNanchor_713" href="#Footnote_713" class="fnanchor">[713]</a>.</p>
-
-<p>¿Quién de nosotros no patrocinaría estas palabras generosas?
-¿Y quién no ve que, con muchas utopías y algunas
-puerilidades, la concepción de Tolstoi es viviente y fecunda?
-Sí; el conjunto de nuestro arte no es más que la expresión
-de una casta, que se subdivide a sí misma, de una nación a
-otra, en pequeños clanes enemigos. No hay en Europa una
-sola alma de artista que en sí misma realice la unión de los
-partidos y de las razas. La más universal, en nuestro tiempo,
-fué la de Tolstoi, y en ella nos hemos amado los hombres
-de todos los pueblos y de todas las clases. Y quien como
-nosotros ha gustado de la alegría vigorosa de este vasto
-amor, no podrá ya sentirse satisfecho con los jirones de la
-gran alma humana que nos ofrece el arte de los cenáculos
-europeos.</p>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_371"></a>[Pg 371]</span></p>
-</div>
-
-<div class="figcenter illowp49" id="p371ilo" style="max-width: 14.3125em;">
- <img class="w100" src="images/p371ilo.jpg" alt="p371ilo" />
-</div>
-
-<h3>LOS CUENTOS POPULARES</h3>
-
-<p>Sólo por las obras en que se realiza tiene valor la más
-bella de las teorías. En Tolstoi teoría y creación
-están siempre unidas, como fe y acción. Al mismo
-tiempo que componía su <em>Crítica del Arte</em>, ofrecía modelos
-del arte nuevo que él ambicionaba&mdash;dos formas de arte:
-la una más elevada, la otra menos pura, pero ambas “religiosas”,
-en el sentido más humano;&mdash;la una trabajando
-en pro de la unión de los hombres por el amor, la otra librando
-combate al mundo, enemigo del amor.&mdash;Escribía
-entonces estas obras maestras: <em>La muerte de Iván Ilich</em>
-(1884-86), <em>Las Narraciones y los Cuentos Populares</em> (1881-86),
-<em>El Poder de las Tinieblas</em> (1886), <em>La Sonata a Kreutzer</em>
-(1889), y <em>Amo y Criado</em> (1895)<a id="FNanchor_714" href="#Footnote_714" class="fnanchor">[714]</a>. En la cima y término
-<span class="pagenum"><a id="Page_372"></a>[Pg 372]</span>de este período artístico, como una catedral de dos
-torres, simbolizando en la una el amor eterno y en la otra
-el odio al mundo, se levanta <em>Resurrección</em> (1899).</p>
-
-<p>Todas estas obras se distinguen de las precedentes por
-sus caracteres artísticos nuevos. Las ideas de Tolstoi no
-solamente habían cambiado sobre el objeto del arte, sino
-también sobre la forma en arte. Sorprenden en <em>¿Qué es el
-Arte?</em>, o en el libro sobre Shakespeare, los principios de
-gusto y de expresión que anuncia. Están, en su mayor parte,
-en contradicción con sus más grandes obras anteriores.
-“Nitidez, sencillez, concisión”, leemos en <em>¿Qué es el Arte?</em>
-desprecio del efecto material; condenación del realismo
-minucioso. Y en Shakespeare: ideal absolutamente clásico
-de perfección y de medida. “Sin el sentimiento de la medida
-no podrían existir artistas”. Y si, en las obras nuevas,
-el hombre viejo no llega a desvanecerse completamente,
-con su genio de análisis y su salvajismo nativo, que, por
-ciertos aspectos aún se acusa de antemano, su arte se ha
-modificado profundamente por la nitidez del dibujo, más
-vigorosamente acentuado por los bocetos de almas, por la
-concentración del drama interior, recogido sobre él mismo
-como una bestia de presa que se contrae para atacar<a id="FNanchor_715" href="#Footnote_715" class="fnanchor">[715]</a>,
-por la universalidad de la emoción, apartado de los detalles
-pasajeros de un realismo local, en fin, por el lenguaje lleno de
-imágenes, sápido, que tiene el olor de la tierra.</p>
-
-<p>Su amor al pueblo le había hecho gustar, desde hacía
-tiempo, la belleza de la lengua popular. De niño, había sido
-arrullado por los relatos de los mendigos narradores de
-<span class="pagenum"><a id="Page_373"></a>[Pg 373]</span>cuentos; de hombre ya hecho y escritor célebre, gozaba un
-placer artístico en charlar con los campesinos.</p>
-
-<p><em>Estos hombres</em>, decía más tarde a M. Paul Boyer, <em>son
-maestros</em><a id="FNanchor_716" href="#Footnote_716" class="fnanchor">[716]</a>. <em>En otro tiempo, cuando yo charlaba con ellos,
-o con esos otros, peregrinos, que van, la alforja a la espalda
-por nuestros campos, anotaba algunas de sus expresiones que
-escuchaba por primera vez, a menudo olvidadas en nuestra
-lengua literaria moderna, pero acuñadas siempre en el bueno
-y viejo solar ruso... Sí, el genio de la lengua vive entre
-estos hombres...</em></p>
-
-<p>Tanto más sensible debía de ser para con ellos cuanto
-que su espíritu no estaba invadido de literatura<a id="FNanchor_717" href="#Footnote_717" class="fnanchor">[717]</a>. A
-fuerza de vivir lejos de las ciudades, entre los campesinos,
-se había hecho un poco a la manera de pensar del pueblo.
-Tenía la dialéctica lenta, el buen sentido razonador que se
-arrastra paso a paso, con bruscas sacudidas que desconcertaban,
-la manía de repetir una idea de la cual se está convencido,
-de repetirla en los mismos términos, sin cansarse,
-indefinidamente.</p>
-
-<p>Pero esos eran más bien defectos que cualidades. Solamente
-a la larga llegó a tener cuidado del genio latente del
-lenguaje popular, del sabor de sus imágenes, de la rudeza
-poética, de la plenitud de la sabiduría legendaria. Desde la
-época de <em>La Guerra y la Paz</em>, había comenzado a sufrir esa
-influencia. En marzo de 1872 escribía a Strakov:</p>
-
-<p><em>He cambiado de procedimientos en mi lenguaje y en mi manera
-de escribir. La lengua del pueblo tiene sonidos para
-expresar todo lo que puede decir el poeta, y me es muy grata.
-Es el mejor regulador poético. Si se quiere decir algo de más,
-<span class="pagenum"><a id="Page_374"></a>[Pg 374]</span>por enfático o falso, la lengua no lo soporta; en tanto que en
-nuestro lenguaje literario, que carece de esqueleto, se puede
-trabajar en todos los sentidos, todo se vuelve literatura</em><a id="FNanchor_718" href="#Footnote_718" class="fnanchor">[718]</a>.</p>
-
-<p>No solamente debió al pueblo muchos modelos de estilo,
-sino también le debió muchas inspiraciones. En 1877 un
-contador de “bylines” llegó a Yasnaia Poliana, y Tolstoi
-tomó nota de algunos de sus relatos. De éstos nacieron la
-leyenda <em>¿De qué viven los hombres?</em> y <em>Los Tres Viejos</em>, que
-han venido a ser, como se sabe, de las más bellas páginas del
-volumen de <em>Narraciones y Cuentos Populares</em>, que Tolstoi
-publicó algunos años más tarde<a id="FNanchor_719" href="#Footnote_719" class="fnanchor">[719]</a>.</p>
-
-<p>Obra única en el arte moderno; obra más alta que el arte.
-¿Quién, leyéndola, se acuerda de la literatura? El espíritu
-del Evangelio, el casto amor hacia todos los hombres hermanos,
-se une a la bonhomía sonriente de la sabiduría popular.
-Simplicidad, limpidez, bondad inefable de corazón,
-y este fulgor sobrenatural que, tan naturalmente, baña el
-cuadro por momentos y envuelve en una aureola la figura
-central, el viejo Elíseo<a id="FNanchor_720" href="#Footnote_720" class="fnanchor">[720]</a>, o flota en el ambiente de la
-tienda del zapatero Martín, aquél que, por su ventanillo a
-ras del suelo, ve pasar los pies de las gentes, y a quien el
-Señor visita en la figura de los pobres a quienes ha socorrido<a id="FNanchor_721" href="#Footnote_721" class="fnanchor">[721]</a>.
-A menudo se mezcla en estas narraciones, con las
-parábolas evangélicas, no sé qué perfume de leyendas orientales,
-de esas <em>Mil y una Noches</em> que tanto amaba Tolstoi
-desde su infancia<a id="FNanchor_722" href="#Footnote_722" class="fnanchor">[722]</a>. A las veces, también, este fulgor se
-hace siniestro y da al cuento una grandeza de espanto, como
-en el cuento del <em>mujik Pakhom</em><a id="FNanchor_723" href="#Footnote_723" class="fnanchor">[723]</a>, el hombre que se mata
-por adquirir mucha tierra, toda la tierra que pueda abarcar
-corriendo durante un día; y que, al llegar al final de la
-jornada, muere.</p>
-
-<p><em>Sobre la colina, el starchina, sentado en el suelo, lo miraba
-correr, riendo a carcajadas y sosteniéndose el vientre con las
-manos. Pakhom cayó.</em></p>
-
-<p>&mdash;<em>¡Ah! ¡Bravo! has adquirido mucha tierra.</em></p>
-
-<p><em>El starchina se levantó, y arrojó al criado de Pakhom un
-zapapico:</em></p>
-
-<p>&mdash;<em>Toma y sepúltalo.</em></p>
-
-<p><em>El criado quedó solo. Cavó a Pakhom una fosa, del largo
-justo de los pies a la cabeza&mdash;tres “archinas”,&mdash;y lo enterró.</em></p>
-
-<p>Casi todos estos cuentos encierran, bajo su poética envoltura,
-la misma moral evangélica de renunciación y de perdón:</p>
-
-<p>“<em>No te vengues nunca de quien te ofende</em>”<a id="FNanchor_724" href="#Footnote_724" class="fnanchor">[724]</a>.</p>
-
-<p>“<em>No respondas con la violencia a quien te hace mal</em>”<a id="FNanchor_725" href="#Footnote_725" class="fnanchor">[725]</a>.</p>
-
-<p>“<em>Sólo a mí me pertenece la venganza, dice el Señor</em>”<a id="FNanchor_726" href="#Footnote_726" class="fnanchor">[726]</a>.</p>
-
-<p>Y por todas partes y siempre, la misma conclusión: el
-amor. Tolstoi, que ambicionaba fundar un arte para todos
-los hombres, alcanzó desde el primer momento la universalidad.
-Su obra ha tenido, en el mundo entero, un éxito que
-no puede cesar nunca, porque está depurada de todos los
-elementos perecederos del arte; ya en ella no hay más que
-lo eterno.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_375"></a>[Pg 375]</span></p>
-
-<h3>EL PODER DE LAS TINIEBLAS</h3>
-
-<p><em>El Poder de las Tinieblas</em> no se levanta hasta esa augusta
-simplicidad de corazón; ni lo pretende, porque es el otro
-filo de la espada. A una parte, el ensueño del amor divino;
-<span class="pagenum"><a id="Page_376"></a>[Pg 376]</span>a la otra, la atroz realidad. Se puede apreciar, al leer este
-drama, si la fe de Tolstoi y su amor al pueblo fueron alguna
-vez capaces de hacerlo idealizar al pueblo y traicionar la
-verdad.</p>
-
-<p>Tolstoi, tan torpe en la mayor parte de sus ensayos
-dramáticos<a id="FNanchor_727" href="#Footnote_727" class="fnanchor">[727]</a>, se levanta en esta ocasión a la maestría.
-Los caracteres y la acción están planteados con facilidad:
-el guapo Nikita, la pasión arrebatada y sensual de Anisia,
-la bonhomía cínica de la vieja Matrena, que oculta maternalmente
-el adulterio de su hijo, y la santidad del viejo
-Akim, el tartamudo, dios viviente en un cuerpo ridículo.
-Después, la caída de Nikita, débil y sin maldad, pero hundido
-en el pecado, rodando hasta el fondo del crimen, a
-pesar de sus esfuerzos para detenerse sobre la pendiente:
-su madre y su hermana lo arrastran.</p>
-
-<p><em>Los mujiks no valen mucho; pero ¡las babas! ¡Bestias!
-Ellas no tienen miedo de nada... ¡Vosotras, hermanas, sois
-millones de rusas, y sois todas ciegas como los topos, no sabéis
-nada, no sabéis nada!... El mujik, por lo menos, puede
-aprender alguna cosa en la taberna, o ¿quién sabe? en la prisión
-o en el cuartel; pero la baba... ¿Cómo? Ella no ha visto
-nada ni oído nada. Muere lo mismo que ha crecido...
-Son como los perritos ciegos, que van corriendo y dan con la
-cabeza en las inmundicias. No saben más que sus tontas
-<span class="pagenum"><a id="Page_377"></a>[Pg 377]</span>canciones: “Ho-ho”... ¡Y qué! ¿Ho-ho?... No saben
-nada</em><a id="FNanchor_728" href="#Footnote_728" class="fnanchor">[728]</a>.</p>
-
-<p>En seguida, la escena terrible del asesinato del niño recién
-nacido. Nikita no quiere matarlo. Anisia, que por él ha
-asesinado a su marido y cuyos nervios son desde entonces
-torturados por el crimen, se vuelve feroz, loca, lo amenaza
-con acusarlo; grita:</p>
-
-<p><em>Al menos, ya no estaré sola. Él también será un asesino. ¡Qué
-sepa lo que es eso!</em></p>
-
-<p>Nikita aplasta al niño entre dos leños. En medio de su
-crimen, huye espantado, amenaza de muerte a Anisia y a su
-madre, solloza, suplica:</p>
-
-<p><em>¡Mamacita, ya no puedo más!</em></p>
-
-<p>Cree oír que el niño asesinado grita.</p>
-
-<p><em>¿Dónde salvarme?...</em></p>
-
-<p>Es ésta una escena de Shakespeare. Menos salvaje y más
-angustiosa todavía es la variante del acto IV, el diálogo de
-la muchacha y del viejo criado, que solos en la casa, en la
-noche, oyen, adivinan el crimen que se consuma afuera.</p>
-
-<p>Al fin, la expiación voluntaria. Nikita, acompañado de su
-padre, el viejo Akim, se presenta descalzo, en una boda;
-se arrodilla, pide perdón a todos, se acusa de todos sus crímenes.
-El viejo Akim lo alienta, lo mira con una extática
-sonrisa de dolor:</p>
-
-<p><em>¡Dios! ¡Oh, he aquí a Dios!</em></p>
-
-<p>Lo que da al drama un sabor de arte muy especial es el
-lenguaje campesino.</p>
-
-<p>“He despojado mis cuadernos de apuntes de sus notas
-para escribir <em>El Poder de las Tinieblas</em>”, decía Tolstoi a
-Paul Boyer.</p>
-
-
-<p>Estas imágenes imprevistas, brotadas del alma lírica y
-burlona del pueblo ruso, tienen un numen y un vigor que,
-junto a ellas, todas las imágenes literarias palidecen. Tolstoi
-se deleitaba con ellas; se palpa que el artista se divertía,
-al escribir su drama, con anotar estas expresiones y
-estos pensamientos, cuyo lado cómico no podía escaparle<a id="FNanchor_729" href="#Footnote_729" class="fnanchor">[729]</a>
-en tanto que se desolaba el apóstol ante las tinieblas del
-alma.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_378"></a>[Pg 378]</span></p>
-
-<h3>LA MUERTE DE IVÁN ILICH</h3>
-
-<p>Mientras observaba al pueblo y dejaba caer en su noche
-un rayo de luz de la altura, Tolstoi consagraba a la noche
-aun más sombría de las clases ricas y burguesas, dos novelas
-trágicas. Se advierte que la forma teatral domina en esta
-época su pensamiento artístico. <em>La Muerte de Iván Ilich</em> y
-<em>La Sonata a Kreutzer</em> son dos verdaderos dramas interiores
-ocultos, concentrados, y, en <em>La Sonata</em>, es el héroe mismo
-del drama quien lo narra.</p>
-
-<p><em>La Muerte de Iván Ilich</em> (1884-86) es una de las obras
-rusas que más hondamente han conmovido al público francés.
-Hacía yo notar, al principio de este estudio, cómo fuí
-testigo del pasmo causado por estas páginas en unos lectores
-burgueses, de provincia francesa, que parecían indiferentes
-al arte. Y es que la obra pone en escena, con una
-verdad inquietante, un tipo de esos hombres medios, funcionarios
-concienzudos, vacíos de sentimientos religiosos,
-de ideales y casi de pensamientos, que se absorben en sus
-funciones, en su vida maquinal, hasta la hora de la muerte,
-en la cual con espanto se dan cuenta de que no han vivido.
-Iván Ilich es el representante de esta burguesía europea de
-1880 que leyó a Zolá, que va a escuchar a Sarah Bernhardt,
-y que, sin tener ninguna fe, no es ni siquiera irreligiosa,
-porque ni siquiera quiere darse la pena de creer o de no
-creer; no piensa nunca en eso.</p>
-
-<p>Por la violencia de la requisitoria, a la vez áspera y casi
-burlesca, contra el mundo y sobre todo contra el matrimonio,
-<em>La Muerte de Iván Ilich</em>, abre una serie de obras nuevas,
-anuncia las pinturas aun más feroces de <em>La Sonata a Kreutzer</em>
-y de <em>Resurrección</em>. Vacío lamentable y risible de esta
-vida (como de ella hay millares y millares), con sus ambiciones
-grotescas, sus pobres ambiciones de amor propio, que
-no producen ningún placer, “nada más que pasar la velada
-frente a frente con su mujer”, los disgustos del oficio, las
-injusticias que agrian el humor, la verdadera felicidad: el
-whist. Y esta vida ridícula la pierde por una causa más
-ridícula todavía, al caer de una escalera, un día que Iván
-quiso colgar una cortina en la ventana del salón. Mentira
-de la vida, mentira de las enfermedades, mentira del médico
-lleno de salud que no se ocupa más que de sí mismo,
-mentira de la familia, a quien disgusta la enfermedad,
-mentira de la esposa que afecta consagración y calcula ya
-cómo vivirá cuando el marido haya muerto. Universal
-mentira, a la cual se opone, única, la verdad de un criado
-compasivo, que no trata de ocultar al moribundo su estado
-y que lo auxilia fraternalmente. Iván Ilich, “lleno de una
-infinita piedad hacia sí mismo”, llora su aislamiento y el
-egoísmo de los hombres; sufre horriblemente hasta el día
-en que se da cuenta que su vida pasada ha sido una mentira,
-y que esta mentira aún puede repararla. Al punto, todo
-se le ilumina, una hora antes de la muerte. No piensa más
-en sí mismo, piensa en los suyos y se apiada de ellos; él
-debe morir y librarlos de su carga.</p>
-
-<p>&mdash;<em>¿Dónde estás, Dolor?&mdash;Vedle... Y bien, tú no tienes
-más que persistir.&mdash;Y la muerte, ¿dónde está?...&mdash;No la
-encontraba; en lugar de la muerte tenía la luz. “Todo ha concluido”,
-dijo alguien. Él escuchó estas palabras y las repetía.
-“La muerte no existe más”, se decía.</em></p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_379"></a>[Pg 379]</span></p>
-
-<h3>LA SONATA A KREUTZER</h3>
-
-<p>Este “rayo de luz” ya no refulge en <em>La Sonata a Kreutzer</em><a id="FNanchor_730" href="#Footnote_730" class="fnanchor">[730]</a>.
-Es una obra feroz, arrojada contra la sociedad como
-<span class="pagenum"><a id="Page_380"></a>[Pg 380]</span>una bestia herida, que se venga de cuanto ha sufrido. No
-olvidemos que es la confesión de un bruto humano, que
-acaba de matar y que está infectado por el virus de los celos.
-Tolstoi se esfuma detrás de su personaje; pero sin duda se
-encuentran sus ideas exaltadas, en estas invectivas rabiosas
-contra la hipocresía general, hipocresía de la educación
-de la mujer, del amor, del matrimonio (esa “prostitución
-doméstica”), del mundo, de la ciencia, de los médicos (esos
-“sembradores de crímenes”). Y su héroe lo arrastra a una
-brutalidad de expresiones, a una violencia de imágenes
-carnales, todas las ardentías de un cuerpo lujurioso, y por
-reacción todos los furores del ascetismo, el miedo rencoroso
-de las pasiones, la maldición contra la vida lanzada por un
-monje de la edad media, encendido de sensualidad. Después
-de haber escrito su libro, Tolstoi mismo se espanta:</p>
-
-<p><em>Yo no pude prever, dice en su Postfacio a La Sonata a
-Kreutzer<a id="FNanchor_731" href="#Footnote_731" class="fnanchor">[731]</a>, que una lógica rigurosa me conduciría, escribiendo
-esta obra, al punto a que he llegado. Mis propias conclusiones,
-desde luego, me han aterrado; quería no creerlas,
-pero no lo podía... He tenido que aceptarlas.</em></p>
-
-<p>Debía, en efecto, repetir, bajo una forma serena, los
-gritos feroces del asesino Posdnichef contra el amor y el
-matrimonio:</p>
-
-<p><em>Quien mira a la mujer&mdash;sobre todo a su propia mujer&mdash;con
-sensualidad, comete por ese solo hecho adulterio con ella.</em></p>
-
-<p><em>Cuando las pasiones hayan desparecido, entonces la humanidad
-ya no tendrá razón de ser, habrá cumplido la Ley, y la
-unión de todos los seres estará realizada.</em></p>
-
-<p>Mostrará, apoyándose en el Evangelio, según San Mateo,
-que “el ideal cristiano no es el matrimonio, que no puede
-existir matrimonio cristiano, que el matrimonio, desde el
-punto de vista cristiano, no es un elemento de progreso sino
-antes de decadencia; que el amor, así como todo lo que
-<span class="pagenum"><a id="Page_381"></a>[Pg 381]</span>le precede y lo sigue, es un obstáculo para el verdadero
-ideal humano...”<a id="FNanchor_732" href="#Footnote_732" class="fnanchor">[732]</a></p>
-
-<p>Pero estas ideas no habían cristalizado en él con tanta
-nitidez sino hasta que brotaron de boca de Posdnichef. Como
-ocurre a menudo entre los grandes creadores, la obra
-arrastró al autor; el artista sobrepasó al pensador. No ha
-perdido nada con ello el arte. Por el vigor del efecto, por
-la concentración apasionada, por el relieve brutal de las
-visiones, por la plenitud y madurez de la forma, ninguna
-obra de Tolstoi iguala a <em>La Sonata a Kreutzer</em>.</p>
-
-<p>Me falta explicar su título, que, a decir verdad, es falso;
-engaña acerca de la obra. La música no desempeña en ella
-sino un papel accesorio. Suprimid la sonata, y nada habrá
-cambiado. Tolstoi ha cometido el error de mezclar dos
-cuestiones que tomaba muy a pecho: el poder depravador
-de la música y el del amor. El demonio de la música merecía
-una obra aparte; el lugar que Tolstoi le concede en
-esta obra es insuficiente para demostrar el peligro que
-denuncia. Debo detenerme un poco sobre este asunto,
-porque creo que nunca se ha comprendido cuál era la actitud
-de Tolstoi con respecto a la música.</p>
-
-<p>Será preciso considerar que la amaba. No se teme sino
-lo que se ama. Recuérdese el lugar que tienen los recuerdos
-musicales en <em>Infancia</em>, y principalmente en <em>La Felicidad
-Conyugal</em>, en donde todo el ciclo del amor, de su primavera
-a su otoño, se desarrolla entre frases de la <em>Sonata</em>, <em>cuasi una
-fantasía</em>, de Beethoven; recuérdense también las sinfonías
-maravillosas que escuchaban cantar dentro de ellos mismos
-<span class="pagenum"><a id="Page_382"></a>[Pg 382]</span>Nekhludov<a id="FNanchor_733" href="#Footnote_733" class="fnanchor">[733]</a> y el pequeño Petia, la noche anterior a su
-muerte<a id="FNanchor_734" href="#Footnote_734" class="fnanchor">[734]</a>. Si Tolstoi había aprendido muy medianamente
-la música<a id="FNanchor_735" href="#Footnote_735" class="fnanchor">[735]</a>, le conmovía hasta derramar lágrimas; a ella se
-entregó con pasión en algunas épocas de su vida. En 1858
-fundó en Moscú una sociedad musical, que vino a ser más
-tarde el Conservatorio de Moscú.</p>
-
-<p><em>Amaba mucho la música</em>, escribía su cuñado S. A. Bers.
-<em>Tocaba el piano y era apasionado de los maestros clásicos.
-A veces, antes de ponerse a trabajar</em><a id="FNanchor_736" href="#Footnote_736" class="fnanchor">[736]</a>, <em>se sentaba al piano,
-y probablemente en él encontraba la inspiración. Acompañaba
-a menudo a mi hermana menor, cuya voz le gustaba.
-He advertido que las sensaciones provocadas en él por la música
-estaban acompañadas de una ligera palidez del rostro y de
-una mueca imperceptible que, parecía, expresaba el espanto.</em><a id="FNanchor_737" href="#Footnote_737" class="fnanchor">[737]</a></p>
-
-<p>Era, sin duda, el miedo que experimentaba al choque de
-estas fuerzas desconocidas que lo sacudían hasta las raíces
-de su ser. En este mundo de la música sentía que se fundían
-su voluntad moral, su razón, toda la realidad de la vida.
-Que se relea, en el volumen primero de <em>La Guerra y la Paz</em>,
-la escena en que Nicolás Rostov, que acaba de perder en el
-juego, entra desesperado. Oye que su hermana Natacha
-canta, y olvida todo.</p>
-
-<p><em>Esperaba con una impaciencia febril la nota que iba a brotar,
-y durante un instante, para él no había en el mundo nada
-fuera del compás de tres tiempos:</em> Oh mio crudele affetto!</p>
-
-<p><em>¡Qué absurda existencia la nuestra, pensaba. La desventura,
-el dinero, el odio, el honor, todo eso no es nada... ¡Ved aquí
-la verdad!... ¡Natacha, mi pequeña paloma!... Veamos<span class="pagenum"><a id="Page_383"></a>[Pg 383]</span>
-si logra alcanzar el si... lo ha alcanzado, ¡gracias, Dios
-mío!</em></p>
-
-<p><em>Y él mismo, sin darse cuenta de que cantaba, para reforzar
-el si, la acompañaba en tercera.</em></p>
-
-<p><em>¡Oh Dios mío, qué bello es esto! ¿Soy yo quien lo ha dado?
-¡qué felicidad! pensaba; y la vibración de su canto despertaba
-en su alma todo lo que en ella había de mejor y de más puro.
-¡Qué valían, junto a esta sensación sobrehumana, su pérdida
-en el juego y su palabra empeñada!... ¡Locuras! Era posible
-matar, robar, y sin embargo, ser feliz</em><a id="FNanchor_738" href="#Footnote_738" class="fnanchor">[738]</a>.</p>
-
-<p>Nicolás no mata ni roba, y la música es apenas para él una
-turbación pasajera; pero Natacha está a punto de perderse.
-Precisamente después de una velada de Ópera, “en este
-mundo extraño, insensato, del arte, a mil leguas de la realidad,
-en donde el bien y el mal, lo extravagante y lo razonable,
-se mezclan y se confunden”, es cuando escucha la
-declaración de Anatolio Kuraguin, que la enloquece, y
-cuando ella consiente en el rapto.</p>
-
-<p>Mientras Tolstoi avanza más en edad, mayor es el miedo
-que tiene a la música<a id="FNanchor_739" href="#Footnote_739" class="fnanchor">[739]</a>. Un hombre que tuvo influjo sobre
-él, Auerbach, a quien vió en Dresden en 1860, fortificó
-sin duda su prevención. “Hablaba de la música como de
-un <em>Pflichtloser Genuss</em> (una alegría desarreglada). Según
-él, era una inclinación hacia la depravación”<a id="FNanchor_740" href="#Footnote_740" class="fnanchor">[740]</a>.</p>
-
-<p>Entre tantos músicos depravadores, ¿por qué, pregunta
-Camilo Bellaigue<a id="FNanchor_741" href="#Footnote_741" class="fnanchor">[741]</a>, haber escogido justamente al más puro
-y al más casto de todos, a Beethoven? Porque era el más
-fuerte. Tolstoi lo había amado y lo amaba todavía. Sus
-<span class="pagenum"><a id="Page_384"></a>[Pg 384]</span>más lejanos recuerdos de <em>Infancia</em> estaban unidos a la <em>Sonata
-Patética</em>; y cuando Nekhludov, al final de <em>Resurrección</em>,
-escucha <em>andante</em> de la <em>Sinfonía en do menor</em>, logra apenas
-retener las lágrimas; “se enternece dentro de sí mismo”.
-Sin embargo, se ha visto con qué animosidad se expresa
-Tolstoi en <em>¿Qué es el Arte?</em><a id="FNanchor_742" href="#Footnote_742" class="fnanchor">[742]</a> con respecto a las “obras
-enfermizas del sordo Beethoven”; y ya en 1876, el encarnizamiento
-con el cual “quería demoler a Beethoven y esparcir
-la duda acerca de su genio”, había sublevado a Tschaikovsky
-y enfriado la admiración que sentía hacia Tolstoi.
-<em>La Sonata a Kreutzer</em> nos permite ver en el fondo de esta
-injusticia apasionada. ¿Qué reprocha Tolstoi a Beethoven?
-Su fuerza. Le ocurre como con Goethe, escuchando la <em>Sinfonía
-en do menor</em>, y, conturbado por ella, reacciona con
-rabia contra el maestro imperioso que lo somete a su voluntad<a id="FNanchor_743" href="#Footnote_743" class="fnanchor">[743]</a>.</p>
-
-<p><em>Esta música, decía Tolstoi, me transporta inmediatamente
-al estado de alma en que se encontraba quien la escribió...
-La música debía de ser cosa del Estado, como en China. No
-se debía admitir que el primer recién llegado dispusiese de un
-poder hipnótico tan espantoso... Estas cosas (el primer
-Presto de la Sonata), no se debería de tener permiso de ejecutarlas
-sino en algunas circunstancias importantes...</em></p>
-
-<p>Y ved cómo después de esta rebeldía, cede al poder de
-Beethoven, y cómo este poder es, según su propia confesión,
-ennoblecedor y puro. Al escuchar el trozo de música,
-Posdnichef cae en un estado indefinible, que él no puede
-analizar, pero cuya conciencia lo pone alegre; los celos no
-tienen ya lugar en él. La mujer no está menos transfigurada;
-tiene, en tanto que toca, “<em>una severidad de expresión
-majestuosa</em>”, después “<em>una sonrisa débil, compasiva,
-venturosa, cuando ha terminado</em>”... ¿Qué hay, en todo
-esto, de perverso?&mdash;Hay esto: que el espíritu es esclavo
-y que la fuerza desconocida de los sonidos puede hacer de
-él lo que quiera; destruirlo, si le place.</p>
-
-<p>Esto es verdad; pero Tolstoi olvida una cosa: la mediocridad
-o la ausencia de vida entre la mayor parte de quienes
-escuchan o ejecutan la música. La música no podrá ser
-peligrosa para quienes no la sienten. El espectáculo de la
-Sala de Ópera durante una representación de <em>Salomé</em> es
-bastante para tranquilizar sobre la inmunidad del público
-a las emociones, las más malsanas, del arte de los sonidos.
-Es preciso ser rico de vida, como Tolstoi, para sufrir por
-esta causa. La verdad es que, a pesar de su injusticia hiriente
-para Beethoven, Tolstoi sentía más profundamente
-la música que la mayoría de aquéllos que hoy la exaltan.
-Él, por lo menos, conocía estas pasiones frenéticas, esta
-violencia salvaje que gruñe en el arte de “<em>Viejo Sordo</em>” y que
-no sienten los virtuosos, ni las orquestas de hoy. Beethoven
-habría estado acaso más contento con este rencor que
-con el amor de los beethovenianos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_385"></a>[Pg 385]</span></p>
-
-<h3>RESURRECCIÓN</h3>
-
-<p>Diez años separan <em>Resurrección</em> de <em>La Sonata a
-Kreutzer</em>;<a id="FNanchor_744" href="#Footnote_744" class="fnanchor">[744]</a> diez años que absorbe de más en más
-la propaganda religiosa, y otros diez la separaron
-del término al cual aspiraba esta vida hambrienta de
-eternidad. En cierta manera es <em>Resurrección</em> el testamento
-<span class="pagenum"><a id="Page_386"></a>[Pg 386]</span>artístico de Tolstoi. Domina esta novela el fin de su
-vida, al igual que <em>La Guerra y la Paz</em> coronó su madurez.
-Es la última montaña, tal vez la más alta&mdash;si no la más
-poderosa&mdash;cuya cumbre invisible<a id="FNanchor_745" href="#Footnote_745" class="fnanchor">[745]</a> se pierde en medio
-de la bruma. Tenía Tolstoi setenta años. Contemplaba
-el mundo, su vida, sus errores pasados, su fe, sus iras santas,
-desde lo alto. Y es el mismo pensamiento que en las
-obras precedentes, la misma guerra a la hipocresía; pero el
-espíritu del artista, como en <em>La Guerra y la Paz</em>, se mantiene
-por encima del asunto; a la ironía sombría, a la
-tumultuosa alma de <em>La Sonata a Kreutzer</em> y de <em>La Muerte
-de Iván Ilich</em>, mezcla una serenidad religiosa, desprendida
-del mundo, que se refleja en éste, exactamente. Se diría,
-por instantes, que se trata de un Goethe cristiano.</p>
-
-<p>Todos los caracteres de arte que hemos señalado en las
-obras del último período se encuentran aquí, y principalmente,
-la concentración del relato, más sorprendente todavía
-en una novela extensa que en un cuento. La obra es una,
-y en esto muy diferente de <em>La Guerra y la Paz</em> y de <em>Ana</em>
-<span class="pagenum"><a id="Page_387"></a>[Pg 387]</span><em>Karenina</em>; casi no hay en ella digresiones episódicas: es
-una sola acción, proseguida con tenacidad, y escudriñada
-en todos sus detalles. El mismo vigor de retratos, pintados en
-su plena complexión, que en la <em>Sonata</em>; una observación
-que se va haciendo más y más lúcida, robusta, despiadadamente
-realista, que ve al animal en el hombre, “la terrible
-persistencia de la bestia en el hombre, más terrible esta
-animalidad cuanto menos se la descubre, cuanto más se
-oculta tras exterioridades que pretenden ser poéticas”<a id="FNanchor_746" href="#Footnote_746" class="fnanchor">[746]</a>.
-Estas conversaciones de salón que tienen simplemente por
-objeto satisfacer una necesidad física, “la necesidad de
-activar la digestión, poniendo en movimiento los músculos
-de la lengua y de la garganta”<a id="FNanchor_747" href="#Footnote_747" class="fnanchor">[747]</a>. Una visión ruda de los
-seres que no exceptúan a nadie, ni a la hermosa Korchaguin,
-“con los huesos de los codos salientes, y las uñas largas
-de una pulgada”, y su escote que inspiraba a Nekhludov
-“vergüenza y disgusto, disgusto y vergüenza”; ni la heroína,
-la Maslova, cuya degradación para nada se recataba, su
-precoz usura, su expresión viciosa y baja, su sonrisa provocativa,
-su aliento alcohólico y su semblante inflamado y
-enrojecido. Una brutalidad de detalle naturalista: la mujer
-que charla, sentada sobre el bacín. La imaginación
-poética, la juventud, se han desvanecido, salvo en los recuerdos
-del primer amor, cuya música os zumba con una
-intensidad alucinante; la casta noche del Sábado Santo y
-la noche de Pascuas, el deshielo, la neblina blanca y tan
-espesa “que a cinco pasos de la casa no se veía nada, si no
-era una masa turbia de donde brotaba el fulgor rojo de una
-lámpara”; el canto de los gallos en la noche; el arroyo
-helado que estalla, zumba, se desploma y resuena como un
-cristal que se rompe, y el joven que, desde afuera, mira al
-<span class="pagenum"><a id="Page_388"></a>[Pg 388]</span>través de los vidrios a la muchacha que no lo ve y está sentada
-cerca de la mesa, bajo el tembloroso fulgor de una
-pequeña lámpara, Katucha pensativa, que sonríe y sueña.</p>
-
-<p>El lirismo del autor no aparece. Su arte ha tomado traza
-más impersonal, más apartada de su propia vida. Ha hecho
-Tolstoi un esfuerzo para renovar el campo de sus observaciones.
-El mundo de los criminales y el de los revolucionarios,
-que estudia ahora, le era extraño;<a id="FNanchor_748" href="#Footnote_748" class="fnanchor">[748]</a> penetra en él
-por un esfuerzo de simpatía voluntaria; hasta conviene en
-que, antes de mirarlos de cerca, los revolucionarios le inspiraban
-una aversión invencible<a id="FNanchor_749" href="#Footnote_749" class="fnanchor">[749]</a>. Y es por ello tanto
-más admirable su observación verídica, este espejo sin
-defectos. ¡Cuál abundancia de tipos y de detalles precisos!
-¡Y cómo todo es mirado, bajezas y virtudes, sin dureza, sin
-debilidad, con una inteligencia tranquila y una piedad
-fraternal!... ¡Lamentable cuadro el de las mujeres en la
-prisión! Ellas son despiadadas; pero el artista es el buen
-Dios, que ve, en el corazón de cada una, la ternura debajo
-de la abyección, y bajo la máscara de la desvergüenza, el
-rostro que llora. El puro y pálido rayo de luz que poco a
-poco se anuncia en el alma viciosa de la Maslova y la ilumina
-a la postre en una llamarada de sacrificios, adquiere
-la belleza conmovedora de uno de esos rayos de sol que
-transfiguran una humilde escena de Rembrandt. Ninguna
-severidad, ni aun para los verdugos. “<em>Perdónales, Señor,
-porque no saben lo que hacen</em>”...Lo peor es que frecuentemente
-sí saben lo que hacen, y tienen remordimientos de
-sus actos, y no pueden dejar de hacerlos. Se desprende del
-libro el sentimiento de la abrumadora fatalidad, que
-pesa sobre los que sufren tanto como sobre los que hacen
-sufrir, este director de prisión, lleno de bondad natural,
-<span class="pagenum"><a id="Page_389"></a>[Pg 389]</span>cansado de su vida de carcelero, tanto como de los ejercicios
-de piano de su hija, flacucha y pálida, ojerosa, que machaca
-incansablemente una rapsodia de Liszt; este general, gobernador
-de una ciudad siberiana, inteligente y bueno que,
-para escapar al insoluble conflicto entre el bien que él quiere
-hacer y el mal que está obligado a hacer, se alcoholiza desde
-hace treinta y cinco años, pero que permanece siempre
-suficientemente dueño de sí mismo para guardar las apariencias,
-aun cuando esté ebrio; y la ternura familiar que
-reina entre estos seres, cuyo oficio los hace sin entrañas con
-respecto a los otros.</p>
-
-<p>El único de estos caracteres que no tiene una verosimilitud
-objetiva, es el del héroe Nekhludov, porque Tolstoi
-le ha prestado sus propias ideas. Y éste había sido ya el
-defecto, o el peligro, de varios de los tipos más célebres de
-<em>La Guerra y la Paz</em> y de <em>Ana Karenina</em>: el príncipe Andrés,
-Pedro Besukhov, Levine, etc.; pero entonces fué menos
-grave, porque los personajes se encontraban, por su situación
-y su edad, más cerca del estado de espíritu de Tolstoi;
-mientras que en esta vez el autor aloja en el cuerpo de un
-hombre de treinta y cinco años, su alma desencarnada de
-anciano de setenta. No quiero decir que la crisis moral
-de un Nekhludov no pueda ser verdadera, ni aun que no
-pueda producirse tan súbitamente;<a id="FNanchor_750" href="#Footnote_750" class="fnanchor">[750]</a> pero nada en el
-temperamento, en el carácter, en la vida anterior del personaje,
-tal como Tolstoi lo representa, anuncia ni explica
-esta crisis que, cuando ha comenzado, ya nada la interrumpe.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_390"></a>[Pg 390]</span></p>
-<p>Sin duda, Tolstoi ha señalado con profundidad la liga
-impura que se ha unido desde un principio a los pensamientos
-de sacrificio, esas lágrimas de enternecimiento y de
-admiración para sí mismo, después el espanto y la repugnancia
-que se apoderan de Nekhludov, al estar frente a la
-realidad, pero sin que lo hagan vacilar en su resolución.
-Esta crisis no tiene ninguna relación con sus crisis anteriores,
-violentas, pero momentáneas<a id="FNanchor_751" href="#Footnote_751" class="fnanchor">[751]</a>. Ya nada puede detener
-a este hombre débil e indeciso; a este príncipe que,
-rico, considerado, muy sensible a las satisfacciones mundanas,
-a punto de unirse a una hermosa muchacha que lo
-ama y que a él no le desagrada, bruscamente resuelve abandonar
-todo, riquezas, mundo, posición social, y casarse con
-una prostituta, a fin de reparar una antigua falta; y su
-exaltación se sostiene, sin languidecer, durante meses,
-resistiendo todas las pruebas, aun la noticia de que aquélla
-que quiere hacer su mujer continúa su vida libertina<a id="FNanchor_752" href="#Footnote_752" class="fnanchor">[752]</a>.
-Hay en esto una santidad cuyo origen la perspicacia psicológica
-de un Dostoievsky nos lo habría mostrado en las
-obscuras profundidades de la conciencia y hasta en el organismo
-de sus héroes; pero no tiene Nekhludov nada de
-un héroe de Dostoievsky. Es el tipo del hombre medio,
-mediocre y sano, el héroe habitual de Tolstoi. En verdad,
-se siente excesivamente la yuxtaposición de un personaje
-<span class="pagenum"><a id="Page_391"></a>[Pg 391]</span>demasiado real<a id="FNanchor_753" href="#Footnote_753" class="fnanchor">[753]</a> a una crisis moral que pertenece a otro
-hombre; y el hombre que sufre esta crisis es el anciano
-Tolstoi.</p>
-
-<p>La misma impresión de dualidad de elementos se advierte
-al fin del libro, donde yuxtapone a una tercera parte de
-observación estrictamente realista, una conclusión evangélica
-innecesaria, acto de fe personal, que no emana lógicamente
-de la vida observada. No es ésta la primera vez
-que la religión de Tolstoi se une a su realismo; pero en las
-obras anteriores, los dos elementos están mejor fundidos.
-Aquí coexisten, no se mezclan; y el contraste choca tanto
-más cuanto la fe de Tolstoi salva toda prueba y su realismo
-se hace de día en día más libre y más agudo. Hay allí rastros,
-no de fatiga sino de la edad; cierta rigidez, si puedo
-decirlo, en las articulaciones. La conclusión religiosa no
-está en el desarrollo orgánico de la obra. Es un <em>Deus ex
-machina</em>... Y yo estoy convencido de que, en lo más
-hondo del alma de Tolstoi y a despecho de sus afirmaciones,
-la fusión de sus dos diversas naturalezas no era perfecta;
-su verdad de artista y su verdad de creyente.</p>
-
-<p>Pero si no tiene <em>Resurrección</em> la armoniosa plenitud de
-las obras de juventud, si por mi parte yo prefiero <em>La Guerra
-y la Paz</em>, no por eso deja de ser uno de los más hermosos
-poemas de la compasión humana, tal vez el más verídico.
-Más que al través de ninguna otra, percibo en esta obra
-los ojos claros de Tolstoi, los ojos gris pálido, penetrantes,
-“de mirada que va derecho al alma”<a id="FNanchor_754" href="#Footnote_754" class="fnanchor">[754]</a> y que en cada alma
-veían a Dios.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_392"></a>[Pg 392]</span></p>
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_393"></a>[Pg 393]</span></p>
-
-<div class="figcenter illowp39" id="p393ilo" style="max-width: 11.375em;">
- <img class="w100" src="images/p393ilo.jpg" alt="p393ilo" />
-</div>
-</div>
-
-
-<h3>LAS IDEAS SOCIALES DE TOLSTOI</h3>
-
-<p>Tolstoi no renunció nunca al arte; un gran artista
-no puede, aunque lo quiera, abdicar de su razón de
-vivir. Puede, por causas de religión, renunciar a
-publicar, pero no a escribir. No interrumpió nunca su
-creación artística: Paul Boyer, que lo vió en Yasnaia Poliana
-en sus últimos años, dice que llevaba adelante sus
-obras de evangelización o de polémica, y las obras de imaginación;
-descansaba de las unas con las otras. Cuando
-había terminado cualquier tratado social, cualquier <em>Llamamiento
-a los Directores</em>, o a <em>los Dirigidos</em>, se concedía el
-derecho de proseguir alguna de las bellas historias que se
-contaba a sí mismo, como su <em>Hadji-Murad</em>, epopeya militar
-que canta un episodio de las guerras del Cáucaso y de<span class="pagenum"><a id="Page_394"></a>[Pg 394]</span>
-la resistencia de los montañeses bajo Schamyl<a id="FNanchor_755" href="#Footnote_755" class="fnanchor">[755]</a>. El arte
-continuaba siendo su descanso, su placer; pero habría
-considerado como una vanidad hacer de él ostentación.
-Además de su <em>Ciclo de Lecturas para todos los días del año</em>
-(1904-1905)<a id="FNanchor_756" href="#Footnote_756" class="fnanchor">[756]</a>, en las que reunió los <em>Pensamientos de diversos
-escritores sobre la verdad y la vida</em> (verdadera Antología
-de la sabiduría poética del mundo, desde los libros
-santos del Oriente hasta los artistas contemporáneos),
-casi todas sus obras, que propiamente es posible llamar
-artísticas, a partir de 1900, han quedado en manuscritos<a id="FNanchor_757" href="#Footnote_757" class="fnanchor">[757]</a>.
-En cambio, audaz, ardientemente, lanzaba sus escritos
-polémicos y místicos a la batalla social. De 1900 a 1910,
-esta batalla absorbió lo mejor de sus fuerzas. Atravesaba
-Rusia por una crisis formidable, en la cual, por instantes,
-parecía que el imperio de los zares crujía en sus cimientos
-y estaba a punto de desplomarse. La guerra ruso-japonesa,
-el desastre que siguió, la agitación revolucionaria, los motines
-en el ejército y en la marina, los asesinatos, los disturbios
-agrarios, parecía que señalaban “el fin de un mundo”,
-<span class="pagenum"><a id="Page_395"></a>[Pg 395]</span>como dice el título de una obra de Tolstoi. La culminación
-de la crisis ocurrió entre 1904 y 1905, y Tolstoi publicó
-entonces una serie de obras que tuvieron resonancia: <em>Guerra
-y Revolución</em><a id="FNanchor_758" href="#Footnote_758" class="fnanchor">[758]</a>, el <em>Gran Crimen</em>, el <em>Fin de un Mundo</em>.
-Durante este último período de diez años ocupó una situación
-única, no solamente en Rusia, sino en todo el universo.
-Estaba solo, extraño a todos los partidos, a todas las patrias
-y arrojado de su Iglesia, que lo excomulgó<a id="FNanchor_759" href="#Footnote_759" class="fnanchor">[759]</a>; la lógica de
-su razón, la intransigencia de su fe, “lo han constreñido a
-este dilema: separarse de los demás hombres o separarse
-de la verdad”. Recordó el proverbio ruso: “un viejo que
-miente es un rico que roba”, y se separó de los hombres
-para decir la verdad. La dijo toda entera y a todos. El
-viejo cazador de mentiras continuó batiendo infatigablemente
-todas las supersticiones religiosas o sociales, todos los
-fetichismos; no sólo estuvo contra los antiguos poderes malhechores,
-la Iglesia perseguidora y el zarismo autócrata; antes
-tal vez se suaviza un poco contra ellos, ya que todo el
-mundo les arrojaba piedras. ¡Ahora se les conocía: ya no
-eran tan temibles! Y después de todo ese era su oficio,
-no engañaban a nadie. La carta de Tolstoi al czar Nicolás II<a id="FNanchor_760" href="#Footnote_760" class="fnanchor">[760]</a>
-está, en su verdad sin disfraces para el soberano, llena
-de dulzura para el hombre, a quien llama “su querido hermano”
-y a quien ruega “lo perdone si lo ha molestado sin
-querer”; y firmó: “Vuestro hermano que os desea la verdadera
-felicidad”.</p>
-
-<p>Lo que Tolstoi no perdonaba, lo que denunciaba con
-virulencia, eran las nuevas mentiras, no las antiguas que ya
-<span class="pagenum"><a id="Page_396"></a>[Pg 396]</span>habían sido sacadas a la luz. Ya no el despotismo, sino la
-ilusión de la libertad; y no se sabe a quienes odiaba más,
-entre los sectarios de los nuevos ídolos, si a los socialistas o
-a los “liberales”.</p>
-
-<p>Tenía para los liberales una antipatía de fecha lejana.
-Repentinamente la había resentido cuando, oficial de Sebastopol,
-se encontró en el cenáculo de los hombres de letras
-de San Petersburgo. Esta había sido una de las causas de
-sus dificultades con Turguenef. El aristócrata orgulloso,
-el hombre de rancio linaje, no podía soportar a estos intelectuales
-y su pretensión de llegar a hacer, por voluntad o
-por fuerza, la felicidad de la nación, imponiéndole sus
-utopías. Muy ruso y de vieja cepa<a id="FNanchor_761" href="#Footnote_761" class="fnanchor">[761]</a>, desconfiaba de las
-novedades liberales, de las ideas constitucionales que llegaban
-del Occidente; y sus dos viajes a Europa no hicieron
-más que fortalecer su prevención. Al regreso del primer
-viaje escribía:</p>
-
-<p><em>Evitar la ambición del liberalismo</em><a id="FNanchor_762" href="#Footnote_762" class="fnanchor">[762]</a>.</p>
-
-<p>Y al retorno del segundo, anotaba que “la sociedad privilegiada”
-no tiene ningún derecho para educar a su manera
-al pueblo que le es extraño<a id="FNanchor_763" href="#Footnote_763" class="fnanchor">[763]</a>...</p>
-
-<p>Ampliamente expone en <em>Ana Karenina</em> su desdén hacia
-los liberales. Levine rehúsa asociarse a la obra de las instituciones
-provinciales para la instrucción del pueblo, y a las innovaciones
-que están a la orden del día. El cuadro de las
-elecciones para la asamblea provincial de los señores, muestra
-el comercio de engaños a que se entrega un país, al
-substituir su antigua administración conservadora por una
-administración liberal. Nada ha cambiado, pero hay una
-<span class="pagenum"><a id="Page_397"></a>[Pg 397]</span>mentira más que no tiene ni la excusa ni la consagración
-de los siglos.</p>
-
-<p>“No valemos quizá gran cosa, dice el representante del
-antiguo régimen; pero hemos durado en el gobierno no menos
-de mil años”.</p>
-
-<p>Tolstoi se indigna contra el abuso que los liberales hacen
-de las palabras: “<em>Pueblo, Voluntad del Pueblo</em>...”. ¡Ah!
-¿Qué saben ellos del pueblo? ¿Qué es el pueblo?</p>
-
-<p>Y fué sobre todo en las épocas en que el movimiento
-liberal parecía a punto de triunfar y se convocaba a la
-primera Duma, cuando Tolstoi expresó violentamente su
-reprobación de las ideas constitucionales:</p>
-
-<p><em>En estos últimos tiempos la deformación del cristianismo
-ha dado lugar a una nueva superchería, que ha hundido más
-a nuestros pueblos en el servilismo. Con la ayuda de un sistema
-complejo de elecciones parlamentarias, se les ha sugerido
-que al elegir a sus representantes directamente, participan en el
-gobierno, y que, obedeciéndolos, obedecen a su propia voluntad,
-son libres. Esta es una trapacería. El pueblo no puede expresar
-su voluntad, ni aún con el sufragio universal: primero,
-porque semejante voluntad colectiva de una nación de varios
-millones de habitantes, no puede existir; y segundo porque aun
-cuando existiera, la mayoría de votos no sería su expresión. Sin
-insistir en el hecho de que los elegidos legislan y administran,
-no para el bien general, sino para mantenerse en el poder, sin
-hacer hincapié en el hecho de la depravación del pueblo debida
-a la presión y corrupción electorales, esta mentira es particularmente
-funesta, en razón de la presuntuosa esclavitud en que
-caen quienes a ella se someten... Estos hombres libres recuerdan
-a los prisioneros, que se imaginan gozar de libertad, cuando
-tienen el derecho de elegir entre ellos a los carceleros encargados
-de la policía interior de la prisión... Un miembro de un Estado
-despótico puede ser enteramente libre, aun entre las más
-crueles violencias; pero un miembro de un Estado constitucional
-es siempre esclavo, porque reconoce la legalidad de las violencias
-cometidas contra él... ¡Y he aquí que se querría llevar<span class="pagenum"><a id="Page_398"></a>[Pg 398]</span>
-al pueblo ruso al mismo estado de esclavitud constitucional
-que los otros pueblos europeos!...</em><a id="FNanchor_764" href="#Footnote_764" class="fnanchor">[764]</a></p>
-
-<p>Dominaba el desdén en su alejamiento del liberalismo.
-Frente al socialismo estaba o más bien estaría su odio, si
-Tolstoi no se hubiera prohibido todo sentimiento de odio.
-Lo detestaba doblemente, porque el socialismo amalgama
-en sí dos mentiras: la de la libertad y la de la ciencia, pues
-¡no pretende fundarse en no sé cuál ciencia económica,
-cuyas leyes absolutas rigen el progreso del mundo!</p>
-
-<p>Tolstoi era muy severo para la ciencia. Tiene páginas
-<span class="pagenum"><a id="Page_399"></a>[Pg 399]</span>de una ironía terrible sobre esta superstición moderna y
-“estos fútiles problemas: origen de las especies, análisis
-espectral, naturaleza del radio, teoría de los números,
-animales fósiles y otras fruslerías, a las cuales se atribuye
-ahora la misma importancia que se atribuyó, en la edad
-media, a la Inmaculada Concepción y a la Dualidad de la
-Substancia”. Se mofa de “estos servidores de la ciencia
-que, al igual que los servidores de la Iglesia, se persuaden
-y persuaden a los demás de que salvan a la humanidad;
-que, lo mismo que la Iglesia, creen en la propia infalibilidad,
-no están de acuerdo entre ellos mismos, se dividen en parroquias,
-y que, lo mismo que la Iglesia, son la principal causa
-de la grosería, de la ignorancia moral, del atraso que el
-hombre mismo pone para emanciparse del mal que sufre:
-porque han rechazado la única cosa que podía unir a la
-humanidad, la conciencia religiosa”<a id="FNanchor_765" href="#Footnote_765" class="fnanchor">[765]</a>.</p>
-
-<p>Pero su inquietud se redobló y su indignación estallaba
-al contemplar esta arma peligrosa del nuevo fanatismo en
-manos de aquéllos que pretenden regenerar a la humanidad.
-Todo revolucionario que recurre a la violencia, lo entristecía;
-pero el revolucionario intelectual y teórico le causaba
-horror, porque lo miraba como a un pedante asesino, una
-alma orgullosa y seca, que no ama a los hombres, que sólo
-ama sus ideas<a id="FNanchor_766" href="#Footnote_766" class="fnanchor">[766]</a>. Bajas ideas, desde luego.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_400"></a>[Pg 400]</span></p>
-
-<p><em>El socialismo se propone por fin la satisfacción de las necesidades
-más bajas del hombre: su bienestar material. Y aun
-este mismo fin es impotente para alcanzarlo por los medios
-que preconiza</em><a id="FNanchor_767" href="#Footnote_767" class="fnanchor">[767]</a>.</p>
-
-<p>En el fondo, carece de amor. No tiene sino el odio para
-los opresores y “una envidia negra de la vida dulce y satisfecha
-de los ricos, avidez de las moscas que se reúnen alrededor
-de las deyecciones”<a id="FNanchor_768" href="#Footnote_768" class="fnanchor">[768]</a>. Cuando el socialismo haya
-vencido, el aspecto del mundo será terrible. La horda
-europea se desencadenará sobre los pueblos débiles y salvajes
-con una fuerza temible, y de ellos hará esclavos, a fin
-de que los antiguos proletarios de Europa puedan tranquilamente
-depravarse por el lujo ocioso, como los romanos<a id="FNanchor_769" href="#Footnote_769" class="fnanchor">[769]</a>.</p>
-
-<p>Felizmente la parte mejor del socialismo se gastaba en
-humo, en discursos como los de M. Jaurés...</p>
-
-<p><em>¡Qué admirable orador! De todo hay en sus discursos, y no
-hay nada... El socialismo es en parte como nuestra ortodoxia
-rusa: la apuráis, la arrojáis hasta sus últimas trincheras,
-creéis haberla apresado y, bruscamente, se vuelve y os dice:
-“¡Vamos! No soy quien creéis, soy otra” y se os desliza entre
-las manos... ¡Paciencia! Dejemos que el tiempo obre.
-Pasará con las teorías socialistas como con las modas de las
-mujeres, que van muy rápidamente del salón a la cocina</em><a id="FNanchor_770" href="#Footnote_770" class="fnanchor">[770]</a>.</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_401"></a>[Pg 401]</span></p>
-
-<p>Si Tolstoi hacía la guerra a los liberales y a los socialistas,
-no era, como pudiera creerse, para dejar el campo libre a
-la autocracia; sino por lo contrario, para que la batalla se
-librara en toda su amplitud entre el viejo mundo y el nuevo,
-después que se hayan eliminado de los ejércitos los elementos
-perniciosos y peligrosos. Porque también creía en la
-Revolución; pero su Revolución tiene envergadura muy
-distinta que la de los revolucionarios: es la de un creyente
-místico de la edad media que espera para mañana, tal vez
-para hoy, el reino del Espíritu Santo:</p>
-
-<p><em>Creo que en esta hora precisa comienza la gran revolución
-que se prepara hace dos mil años en el mundo cristiano, la
-revolución que substituirá, al cristianismo corrompido y al
-régimen de dominación que de él se deriva, el verdadero cristianismo,
-base de la igualdad entre los hombres y de la verdadera
-libertad, a la cual aspiran todos los seres dotados de razón</em><a id="FNanchor_771" href="#Footnote_771" class="fnanchor">[771]</a>.</p>
-
-<p>¿Cuál hora eligió el vidente profético, para anunciar la
-nueva era de felicidad y de amor? La hora más sombría de
-Rusia, la hora de los desastres y de las vergüenzas, ¡oh poder
-soberbio de la fe creadora! ¡Todo es luz en torno de ella,
-hasta la noche! Tolstoi percibe en la muerte los signos de
-la renovación: en las calamidades de la guerra de Manchuria,
-en el desastre de los ejércitos rusos, en la horrible anarquía
-y en la sangrienta lucha de clases. Su lógica de ensueño
-extraía de la victoria del Japón esta conclusión sorprendente:
-que Rusia se desinteresará de toda guerra, porque
-los pueblos no cristianos tendrán siempre la ventaja, en la
-guerra, sobre los pueblos cristianos “que han franqueado
-ya la fase de sumisión servil”. ¿Es ésta una abdicación para
-su pueblo? No; es un orgullo supremo. Rusia debe desinteresarse
-de toda guerra, porque ella debe de realizar la <em>gran
-revolución</em>.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_402"></a>[Pg 402]</span></p>
-<p><em>La Revolución de 1905, que emancipará a los hombres de la
-opresión brutal, ha de comenzar en Rusia. Ya comienza.</em></p>
-
-<p>¿Por qué la Rusia debe desempeñar este papel de pueblo
-elegido? Porque la nueva revolución debe, ante todo, reparar
-el <em>gran Crimen</em>, el monopolio del suelo en provecho
-de algunos millares de ricos, la esclavitud de millones de
-hombres, la más cruel de las esclavitudes<a id="FNanchor_772" href="#Footnote_772" class="fnanchor">[772]</a>. Y porque
-ningún pueblo tiene conciencia de esta iniquidad tanto como
-el pueblo ruso<a id="FNanchor_773" href="#Footnote_773" class="fnanchor">[773]</a>.</p>
-
-
-<p>Y sobre todo, porque el pueblo ruso es, de todos los pueblos,
-<span class="pagenum"><a id="Page_403"></a>[Pg 403]</span>el más penetrado por el verdadero cristianismo y
-porque la revolución que viene debe realizar, en nombre
-de Cristo, la ley de unión y de amor. Ahora bien, esta ley de
-amor no puede realizarse si no se apoya sobre la ley de la
-no-resistencia al mal<a id="FNanchor_774" href="#Footnote_774" class="fnanchor">[774]</a>. Y esta no-resistencia al mal
-(fijémonos bien, nosotros que cometemos el error de ver en
-ella una utopía particular a Tolstoi y a algunos soñadores)
-es y ha sido siempre un rasgo esencial del pueblo ruso.</p>
-
-<p><em>El pueblo ruso ha observado siempre, con respecto al poder,
-una actitud muy distinta que los otros pueblos europeos. Nunca
-ha entrado en lucha con el poder, y nunca, principalmente,
-ha participado en él. Por consecuencia, no ha podido mancharse
-con él; lo ha considerado como un mal que se puede
-evitar. Una antigua leyenda representa a los rusos haciendo
-un llamamiento a los “variagues” para que vinieran a gobernarlos.
-La mayoría del pueblo ruso ha preferido siempre
-soportar los actos de violencia que contestarlos violentamente
-o ser cómplice de ellos. Se ha sometido siempre...</em></p>
-
-<p>Sumisión voluntaria, que ninguna relación tiene con la
-obediencia servil<a id="FNanchor_775" href="#Footnote_775" class="fnanchor">[775]</a>.</p>
-
-<p><em>El verdadero cristiano puede someterse, hasta le es imposible
-no someterse sin lucha a toda violencia; pero no podrá
-obedecerla, es decir, reconocer en ella legitimidad</em><a id="FNanchor_776" href="#Footnote_776" class="fnanchor">[776]</a>.</p>
-
-<p>En el momento en que Tolstoi escribía estas líneas, se
-encontraba bajo la emoción de uno de los más trágicos
-<span class="pagenum"><a id="Page_404"></a>[Pg 404]</span>ejemplos de esta no-resistencia heroica de un pueblo, la
-sangrienta manifestación del 22 de enero de 1905, en San
-Petersburgo, en la cual una multitud desarmada, conducida
-por el “pope” Gapon, se dejó fusilar, sin un grito de odio,
-sin un gesto de defensa.</p>
-
-<p>Desde hacía largo tiempo, en Rusia, los viejos creyentes,
-a quienes se llamaba sectarios, practicaban obstinadamente
-y a pesar de las persecuciones, la no-obediencia al
-Estado y rehusaban reconocer la legitimidad del poder<a id="FNanchor_777" href="#Footnote_777" class="fnanchor">[777]</a>.
-Con lo absurdo de la guerra ruso-japonesa, no tuvo este
-estado de espíritu dificultad para propagarse entre el pueblo
-de los campos. Las negativas para el servicio militar se
-multiplicaron, y mientras más cruelmente fueron reprimidas,
-más aumentó la rebeldía en el fondo de los corazones.
-Por otra parte, provincias, razas enteras, que no conocían
-a Tolstoi, habían dado el ejemplo de una negativa
-absoluta y pasiva de obediencia al Estado: los “dukhobors”
-del Cáucaso, desde 1898; los georgianos de la Guría,
-hacia 1905. Menos acción tuvo Tolstoi sobre estos movimientos,
-que la que ellos tuvieron sobre él; y el interés de
-sus escritos está precisamente en que, a despecho de lo que
-han pretendido los escritores del partido de la revolución,
-como Gorki<a id="FNanchor_778" href="#Footnote_778" class="fnanchor">[778]</a>, él encarnó la voz del viejo pueblo ruso.</p>
-
-<p>La actitud que guardó con respecto a los hombres que
-ponían en práctica, con peligro de sus vidas, los principios
-que él profesaba<a id="FNanchor_779" href="#Footnote_779" class="fnanchor">[779]</a>, fué muy modesta y muy digna. No
-<span class="pagenum"><a id="Page_405"></a>[Pg 405]</span>pretendió presentarse como maestro que enseña ni ante los
-“dukhobors” y los “gurianos”, ni ante los soldados refractarios.</p>
-
-<p><em>Aquél que no soporta ninguna prueba no puede enseñar
-nada a quien sí sabe soportarlas</em><a id="FNanchor_780" href="#Footnote_780" class="fnanchor">[780]</a>.</p>
-
-<p>Imploró “el perdón de todos aquéllos a quienes sus palabras
-o sus escritos pudieron conducir al dolor”<a id="FNanchor_781" href="#Footnote_781" class="fnanchor">[781]</a>. Nunca
-arrastró a nadie a rechazar el servicio militar, porque en esto
-toca a cada cual decidir por sí mismo. Si tropezó con alguno
-que vacilara “le aconsejó siempre entrar al servicio y no
-rehusar la obediencia, en tanto que esto no le fuera moralmente
-imposible”; porque si se vacila, es que no se ha alcanzado
-la madurez, y, “más vale que haya un soldado más y
-no un hipócrita o un renegado, que es el caso de quienes emprenden
-obras que están por encima de sus fuerzas”<a id="FNanchor_782" href="#Footnote_782" class="fnanchor">[782]</a>.
-Desconfió de la resolución del refractario Gontcharenko;
-temía “que este joven hubiera sido arrastrado más bien por
-<span class="pagenum"><a id="Page_406"></a>[Pg 406]</span>el amor propio y por la vanagloria que por el amor de
-Dios”<a id="FNanchor_783" href="#Footnote_783" class="fnanchor">[783]</a>. A los “dukhobors” escribía que no persistieran
-en su resistencia a la obediencia, por orgullo y por respeto
-humanos; pero, “si son de ello capaces, que libren de los
-sufrimientos a sus débiles mujeres y a sus hijos. Nadie
-los condenará por esto”. No debían obstinarse, salvo el caso
-“que el espíritu de Cristo hubiese llegado a ellos, porque
-entonces serían felices de sufrir”<a id="FNanchor_784" href="#Footnote_784" class="fnanchor">[784]</a>. Y en todo caso, suplicaba
-a aquéllos que se hacían perseguir, “no rompiesen,
-por ningún precio, sus relaciones afectuosas con quienes
-los perseguían”<a id="FNanchor_785" href="#Footnote_785" class="fnanchor">[785]</a>. Es necesario, como dice en una hermosa
-carta a un amigo, amar a Herodes:</p>
-
-<p><em>Decís: “No es posible amar a Herodes”. Lo ignoro, pero
-reconozco, y vos también, que es necesario amarlo. Sé, y vos
-lo sabéis, que si yo no amo, sufro, pues sin amar en mí no hay
-vida</em><a id="FNanchor_786" href="#Footnote_786" class="fnanchor">[786]</a>.</p>
-
-<p>Divina pureza, ardor incansable de este amor, que acaba
-por no contentarse ya ni con las palabras mismas del Evangelio:
-“<em>Ama a tu prójimo como a ti mismo</em>”, porque todavía
-en esto encuentra un relente de egoísmo<a id="FNanchor_787" href="#Footnote_787" class="fnanchor">[787]</a>.</p>
-
-<p>¡Amor tan vasto&mdash;creen algunos&mdash;y tan desprendido de
-todo egoísmo humano se diluye en el vacío! Y sin embargo,
-¿quién, más que Tolstoi, desconfía del <em>amor abstracto</em>?</p>
-
-<p><em>El más grande pecado de hoy, el amor abstracto de los hombres,
-el amor impersonal hacia quienes existen en alguna
-parte, lejos... ¡Amar a los hombres a quienes no se conoce,
-a quienes no se verá nunca, es bien fácil! No impone necesidad
-de ningún sacrificio; y, al mismo tiempo, ¡se siente uno tan
-contento de ello! La conciencia es burlada. No; es necesario
-amar al prójimo, aquél a quien vemos y que nos molesta</em><a id="FNanchor_788" href="#Footnote_788" class="fnanchor">[788]</a>.</p>
-
-<p>Leo en la mayor parte de los estudios sobre Tolstoi que
-su filosofía y su fe no son originales. Es verdad: la belleza
-de estos pensamientos es demasiado eterna para que pueda
-parecer nunca como una novedad a la moda... Otros
-señalan su carácter utópico y esto también es verdad:
-son utópicos, como el Evangelio. Un profeta es un utopista;
-vive aquí abajo la vida eterna; y que esta aparición nos
-haya sido concedida, que hayamos visto entre nosotros
-al último profeta; que el más grande de nuestros artistas
-haya tenido esta aureola sobre la frente; esto, me parece,
-es un hecho más original y de importancia más grande para
-el mundo que una religión más o una filosofía nueva.
-¡Ciegos quienes no ven el milagro de esta gran alma, encarnación
-del amor fraternal en un siglo y un pueblo ensangrentados
-por el odio!</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_407"></a>[Pg 407]</span></p>
-
-<h3>SU SEMBLANTE HABÍA TOMADO LOS RASGOS DEFINITIVOS</h3>
-
-<p>Su semblante había tomado los rasgos definitivos con
-los cuales perdurará en la memoria de los hombres: la
-amplia frente surcada por el arco de una doble arruga,
-la blanca maleza de las cejas, la barba de patriarca
-que recuerda al Moisés de Dijón. El rostro envejecido se
-dulcificó, adquiriendo una expresión de ternura; tenía el
-sello de la enfermedad, de la melancolía, de la bondad afectuosa.
-¡Qué diferencia de la brutalidad casi animal de
-cuando tuvo veinte años, y de la fealdad estirada del soldado
-de Sebastopol! Pero sus ojos claros conservaban
-siempre su profunda fijeza, la lealtad de mirada que no
-oculta nada de sí mismo y a la cual nada se le oculta.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_408"></a>[Pg 408]</span></p>
-<p>Nueve años antes de su muerte, en la respuesta al Santo
-Sínodo (17 de abril de 1901), Tolstoi decía:</p>
-
-<p><em>Debo a mi fe vivir en la paz y la alegría, y también poder,
-en la alegría y la paz, encaminarme hacia la muerte.</em></p>
-
-<p>Pienso, escuchándolo, en la antigua sentencia:</p>
-
-<p>“<em>Que no se debe llamar feliz a ningún hombre antes de que
-haya muerto</em>”.</p>
-
-<p>Esta paz y esta alegría, que entonces se alababa de poseer,
-¿le fueron fieles?</p>
-
-<p>Las esperanzas de la “gran Revolución” de 1905 se
-habían desvanecido. De las tinieblas acumuladas, no brotó
-la luz; a las convulsiones revolucionarias sucedió el agotamiento;
-no cambió nada de la antigua injusticia, sino
-era la miseria, todavía más recrudecida. Ya en 1905 Tolstoi
-había perdido un poco la confianza en la vocación
-histórica del pueblo eslavo de Rusia; y su fe obstinada
-buscaba, a lo lejos, otros pueblos, a los cuales pudiese
-investir con esta misión. Pensó entonces en el “sabio y
-grande pueblo chino”; creía que “los pueblos del Oriente
-están llamados a recobrar la libertad que los pueblos de
-Occidente han perdido casi sin remedio”, y que la China,
-a la cabeza de los asiáticos, realizaría la transformación de la
-humanidad sobre la vía del <em>Tao</em>, de la Ley Eterna<a id="FNanchor_789" href="#Footnote_789" class="fnanchor">[789]</a>.</p>
-
-<p>Esperanza que pronto fracasó. La China de Lao-Tsé y
-de Confucio reniega de su pasada sabiduría, como ya antes
-que ella lo había hecho el Japón, para imitar a Europa<a id="FNanchor_790" href="#Footnote_790" class="fnanchor">[790]</a>.
-Los “dukhobors”, perseguidos, han emigrado al Canadá,
-se han instalado allá, y bien pronto, con escándalo para
-Tolstoi, han restaurado la propiedad<a id="FNanchor_791" href="#Footnote_791" class="fnanchor">[791]</a>. Los “gurianos”,
-<span class="pagenum"><a id="Page_409"></a>[Pg 409]</span>apenas emancipados del yugo del Estado, se han entregado
-a matar a quienes no pensaban como ellos; y las tropas
-rusas, llamadas a intervenir, los han hecho volver al orden.
-Y hasta los judíos, ellos, “cuya patria hasta entonces, la más
-bella que pudo desear el hombre, era el Libro”<a id="FNanchor_792" href="#Footnote_792" class="fnanchor">[792]</a>, no dejan
-de caer en la enfermedad del sionismo, ese movimiento
-falsamente nacional “que es carne de la carne del europeísmo
-contemporáneo, su hijo raquítico”<a id="FNanchor_793" href="#Footnote_793" class="fnanchor">[793]</a>.</p>
-
-<p>Tolstoi estaba triste, pero no desalentado. Confiaba en
-Dios; creía en el porvenir:</p>
-
-<p><em>Esto sería perfecto, si fuera posible hacer crecer un bosque
-en un abrir y cerrar de ojos. Desgraciadamente es imposible,
-es necesario esperar a que la simiente germine, que dé vástagos,
-luego las hojas y después el tallo, que se transforme al fin en
-árbol</em><a id="FNanchor_794" href="#Footnote_794" class="fnanchor">[794]</a>.</p>
-
-<p>Pero se necesita de muchos árboles para hacer una floresta,
-y Tolstoi estaba solo. Glorioso, pero solo. Se le
-escribía del mundo entero, de los países mahometanos, de
-la China, del Japón, donde se tradujo <em>Resurrección</em> y donde
-se propagaban sus ideas sobre la “restitución de la tierra
-al pueblo”<a id="FNanchor_795" href="#Footnote_795" class="fnanchor">[795]</a>. Los periódicos americanos publicaban
-entrevistas con él; los franceses le consultaban sobre el
-<span class="pagenum"><a id="Page_410"></a>[Pg 410]</span>arte, o sobre la separación de las iglesias y el Estado<a id="FNanchor_796" href="#Footnote_796" class="fnanchor">[796]</a>.
-Pero no tenía siquiera trescientos discípulos, y en ello convenía,
-aparte de que no había cuidado de formarlos. Rechazaba
-las tentativas de sus amigos, para formar grupos
-tolstoianos:</p>
-
-<p><em>No es necesario ir al encuentro el uno del otro, sino ir todos
-hacia Dios. Decís: “Reunidos, esto es más fácil...”. ¿Qué?
-Para sembrar, para cosechar, sí; pero sólo es dable acercarse
-a Dios aisladamente... Me represento al mundo como un
-inmenso templo en el cual la luz desciende de lo alto y en medio
-justamente. Para reunirse, todos deben ir hacia la luz.
-Allá, todos nosotros, venidos de diversas partes, nos encontramos
-reunidos con hombres que no esperábamos; en esto está
-la alegría</em><a id="FNanchor_797" href="#Footnote_797" class="fnanchor">[797]</a>.</p>
-
-<p>¿Cuántos se encontraron juntos bajo el rayo de luz que
-cae de la cúpula? ¡qué importa! Basta uno solo, con Dios.</p>
-
-<p><em>Lo mismo que una materia en combustión puede, sola,
-comunicar el fuego a otras materias, basta sólo con la verdadera
-fe y la verdadera vida de un hombre para comunicarse con
-otros hombres y esparcir la verdad</em><a id="FNanchor_798" href="#Footnote_798" class="fnanchor">[798]</a>.</p>
-
-<p>Tal vez; pero ¿hasta qué punto esta fe aislada pudo
-asegurar la felicidad a Tolstoi? ¡Qué lejos estaba, en sus
-últimos días, de la serenidad voluntaria de un Goethe! Se
-diría que huía de la serenidad y que le era antipática.</p>
-
-<p><em>Es necesario dar gracias a Dios de estar descontento con uno
-mismo. ¡Ojalá pueda uno estarlo siempre! El desacuerdo de la
-vida con lo que debería ser, es precisamente el signo de la vida,
-el movimiento ascendente de lo más pequeño a lo más grande,
-de lo peor a lo mejor. Y este desacuerdo es la condición del
-bien. Cuando el hombre permanece tranquilo y satisfecho de
-sí mismo, esto es un mal</em><a id="FNanchor_799" href="#Footnote_799" class="fnanchor">[799]</a>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_411"></a>[Pg 411]</span></p>
-
-<p>E imaginaba este asunto de novela, que muestra curiosamente
-cómo la inquietud persistente de un Levine o de un
-Pedro Besukhov no había muerto en él.</p>
-
-<p><em>Me represento a menudo a un hombre educado en los círculos
-revolucionarios, y, desde luego, revolucionario, después populista,
-socialista, ortodoxo, monje en Monte Athos, y en seguida
-ateo, buen padre de familia y a la postre “dukhobor”. Comienza
-todo, y sin cesar abandona todo: los hombres se burlan
-de él; no ha hecho nada y muere olvidado, en un hospicio.
-Al morir piensa que ha despilfarrado su vida... Y, sin embargo,
-es un santo</em><a id="FNanchor_800" href="#Footnote_800" class="fnanchor">[800]</a>.</p>
-
-<p>¿Tenía, pues, aún dudas, él, tan lleno de su fe? ¿Quién
-lo sabe? En un hombre que ha permanecido robusto de
-cuerpo y de espíritu, hasta en su vejez, la vida no podía
-detenerse en un punto del pensamiento. Era necesario
-que avanzara.</p>
-
-<p><em>El movimiento es la vida</em><a id="FNanchor_801" href="#Footnote_801" class="fnanchor">[801]</a>.</p>
-
-<p>Muchas cosas debieron de haber cambiado en él, en el curso de
-los últimos años. ¿No se había modificado su opinión
-con respecto a los revolucionarios? ¿Quién puede decir si
-su fe en la no-resistencia al mal, no había sido un poco
-quebrantada?... Ya en <em>Resurrección</em>, las relaciones de
-Nekhludov con los condenados políticos cambian completamente
-sus ideas sobre el partido revolucionario ruso.</p>
-
-<p><em>Hasta entonces sentía aversión por sus crueldades, su disimulo
-original, sus atentados, su suficiencia, la satisfacción
-que de sí mismos tenían y su insoportable vanidad. Pero cuando
-los ve de más cerca, cuando ve cómo eran tratados por la
-autoridad, comprende que no podían ser de otra manera.</em></p>
-
-<p>Y admiró su alta idea del deber, que implica el sacrificio
-total.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_412"></a>[Pg 412]</span></p>
-
-<p>Pero desde 1900 la ola revolucionaria se había extendido;
-habiendo partido de los intelectuales, ganaba al pueblo y
-removía obscuramente a millares de miserables. La
-vanguardia de su ejército amenazador desfilaba bajo la
-ventana de Tolstoi, en Yasnaia Poliana. Tres narraciones,
-publicadas en el <em>Mercure de France</em><a id="FNanchor_802" href="#Footnote_802" class="fnanchor">[802]</a>, y que se cuentan
-entre las últimas páginas escritas por Tolstoi, dejan entrever
-el dolor y la inquietud que este espectáculo arrojaba en
-su espíritu. ¿Dónde quedó el tiempo en el cual, por la
-campiña de Tula, pasaban los peregrinos, sencillos de espíritu
-y piadosos? Ahora, era una invasión de vagabundos
-hambrientos, que aumentaba cada día. Tolstoi, que conversaba
-con ellos, estaba sorprendido del odio que los animaba:
-ya no veían, como en otro tiempo, en los ricos, a
-“gentes que hacen la salud de sus almas, distribuyéndoles
-limosnas, sino a bandidos, a bandoleros que beben la sangre
-del pueblo trabajador”. Muchos de ellos son gentes instruidas,
-arruinadas, a dos dedos de la desesperación que hace
-al hombre capaz de todo.</p>
-
-<p><em>Ya no es en los desiertos y los bosques, sino en los antros de
-las ciudades y en los grandes caminos donde se levantan los
-bárbaros que harán de la civilización moderna lo que los hunos
-y los vándalos hicieron de la antigua.</em></p>
-
-<p>Así hablaba Henry George; y Tolstoi agrega:</p>
-
-<p><em>Los vándalos están ya prestos en Rusia, y serán particularmente
-terribles entre nuestro pueblo, profundamente religioso,
-porque nosotros no conocemos los frenos de las conveniencias
-y de la opinión pública, que tan desarrolladas están entre los
-pueblos europeos.</em></p>
-
-<p>Tolstoi recibía frecuentemente cartas de estos rebeldes,
-protestando contra sus doctrinas de la no-resistencia, y
-diciendo que a todo el mal que los gobernantes y los ricos hacían
-al pueblo sólo se podía responder: ¡venganza! ¡venganza!
-¡venganza! ¿Los condenaba aún Tolstoi? Se ignora. Pero
-<span class="pagenum"><a id="Page_413"></a>[Pg 413]</span>cuando veía, algunos días después, en su aldea, despojar a
-los pobres, que lloraban, del “samovar y de las ovejas”,
-delante de las autoridades indiferentes, sentía la necesidad,
-él también, de lanzar el grito de venganza contra los verdugos,
-contra “estos ministros y sus acólitos, que están entregados
-al comercio de aguardientes, o a enseñar a los hombres
-a asesinar, o a pronunciar sentencias de deportación,
-de presidio, trabajos forzados o de horca; estas gentes,
-perfectamente convencidas de que los ‘samovares’, las
-ovejas, los becerros, las telas que se quita a los miserables,
-encuentran su mejor empleo en la destilación del aguardiente
-que envenena al pueblo, en la fabricación de las armas
-asesinas, en la construcción de prisiones, de mazmorras, y
-sobre todo en la distribución de sueldos entre ellos y sus
-ayudantes”.</p>
-
-<p>Estaba triste, cuando había vivido toda su vida en la
-espera y anunciando el reinado del amor, de tener que cerrar
-los ojos entre esas visiones amenazadoras, sintiendo inquietud
-por ellas. Más todavía: cuando se tiene la verídica
-conciencia de un Tolstoi, debía confesarse que realmente
-no había puesto de acuerdo su vida con sus principios.</p>
-
-<p>Tocamos, en esta parte, al punto más doloroso de sus
-últimos años (¿será necesario decir, de sus últimos treinta
-años?), y apenas nos está permitido rozarles con una mano
-piadosa y tímida, porque este dolor, para el cual se esforzó
-Tolstoi en guardar secreto, no pertenece solamente a quien
-ha muerto, sino también a los que viven, que él amó y que
-lo amaban.</p>
-
-<p>No había llegado a comunicar su fe a aquéllos que le eran
-más amados, su mujer y sus hijos. Se ha visto que la fiel
-compañera, que compartía valientemente con él su vida y
-sus trabajos artísticos, sufría al mirar cómo había renegado
-de su fe en el arte por otra fe moral, que ella no comprendía.
-Tolstoi no dejaba de sufrir, sintiéndose incomprendido de
-su mejor amiga.</p>
-
-<p><em>Siento en todo mi ser</em>, escribía a Teneromo, <em>la verdad de<span class="pagenum"><a id="Page_414"></a>[Pg 414]</span>
-estas palabras: que el marido y la mujer no son seres distintos,
-pero tampoco forman uno solo... Querría ardientemente
-poder transmitir a mi mujer una parte de esta conciencia
-religiosa, que me da la posibilidad de poder elevarme frecuentemente
-por encima de los dolores de la vida. Espero que a ella
-le será transmitida, no por mí, sin duda, pero sí por Dios,
-aun cuando esta conciencia no sea nada accesible a las mujeres</em><a id="FNanchor_803" href="#Footnote_803" class="fnanchor">[803]</a>.</p>
-
-<p>No parece que este voto haya sido escuchado. La condesa
-Tolstoi admiraba y amaba la pureza de corazón, el
-cándido heroísmo, la bondad de la gran alma “que formaba
-una” con ella; advertía que él “marchaba delante de la
-multitud y mostraba el camino que debían seguir los hombres”<a id="FNanchor_804" href="#Footnote_804" class="fnanchor">[804]</a>;
-cuando el Santo Sínodo lo excomulgó, tomó valientemente
-su defensa y reclamó su parte en el peligro que
-lo amenazaba; pero ella no podía imponerse el creer lo
-que no creía; y Tolstoi era demasiado sincero para obligarla
-a fingir, él, que odiaba toda simulación en la fe y en
-el amor<a id="FNanchor_805" href="#Footnote_805" class="fnanchor">[805]</a>. ¿Cómo hubiera podido obligarla, no creyendo,
-a que modificase su vida y sacrificase su fortuna y la de sus
-hijos?</p>
-
-<p>Con sus hijos, el desacuerdo era todavía mayor. A Leroy
-Beaulieu, que vió a Tolstoi en familia, en Yasnaia Poliana,
-dice que “en la mesa, cuando el padre hablaba, los hijos
-disimulaban mal su tedio y su incredulidad”<a id="FNanchor_806" href="#Footnote_806" class="fnanchor">[806]</a>. Su fe
-apenas había tocado a sus tres hijas, de las cuales una,
-María, había muerto. Estaba moralmente aislado entre
-<span class="pagenum"><a id="Page_415"></a>[Pg 415]</span>los suyos: “con él no estaban más que su última hija y su
-médico”<a id="FNanchor_807" href="#Footnote_807" class="fnanchor">[807]</a>, para comprenderlo.</p>
-
-<p>Sufría con este alejamiento de pensamiento, sufría por
-las relaciones mundanas que le eran impuestas, con los
-huéspedes enojosos, llegados del mundo entero, visitas de
-americanos y de “snobs” que lo aburrían; sufría el “lujo”
-en que su familia lo obligaba a vivir; modesto lujo, si se
-ha de creer a quienes lo vieron en su humilde casa, en medio
-de un moblaje casi austero, en su pequeña alcoba ¡con una
-cama de fierro, pobres sillas y muros desnudos! Pero estas
-comodidades le pesaban y eran para él un perpetuo remordimiento.
-En la segunda de las narraciones publicadas por
-el <em>Mercure de France</em>, amargamente opone al espectáculo
-de la miseria que lo rodeaba el del lujo de su propia casa.</p>
-
-<p><em>Mi actividad</em>, escribía ya en 1903, <em>por útil que pueda parecer
-a algunos hombres, pierde la mayor parte de su importancia,
-porque mi vida no está enteramente de acuerdo con las
-ideas que yo profeso</em><a id="FNanchor_808" href="#Footnote_808" class="fnanchor">[808]</a>.</p>
-
-<p>¡No pudo alcanzar este acuerdo! No podía obligar a los
-suyos a separarse del mundo, a menos que se hubiera separado
-de ellos y de su vida, para evitar así los sarcasmos y
-el reproche de la hipocresía que le lanzaron sus enemigos,
-felices de ampararse con el ejemplo para negar la doctrina.</p>
-
-<p>En ello había pensado él; desde hacía largo tiempo, su
-resolución estaba tomada. Se ha encontrado y publicado
-recientemente<a id="FNanchor_809" href="#Footnote_809" class="fnanchor">[809]</a> una admirable carta que el 8 de julio de
-1897 escribió a su mujer, y que será necesario reproducir
-<span class="pagenum"><a id="Page_416"></a>[Pg 416]</span>casi por entero, porque nada descubre mejor el secreto de
-esta alma amante y atormentada:</p>
-
-<p><em>Desde hace largo tiempo, amada Sofía, sufro por el desacuerdo
-que hay entre mi vida y mis creencias. No puedo obligaros
-a cambiar ni vuestra vida ni vuestras costumbres; no he
-podido tampoco abandonaros hasta hoy, porque pensaba que,
-por mi alejamiento, privaría a nuestros hijos, todavía muy
-jóvenes, de esta pequeña influencia que podría tener sobre ellos,
-y porque a todos os causaría yo mucho dolor. Pero no puedo
-continuar viviendo como he vivido durante estos últimos dieciséis
-años<a id="FNanchor_810" href="#Footnote_810" class="fnanchor">[810]</a>, ora luchando contra vosotros y provocando
-vuestra irritación, ora sucumbiendo yo mismo a los influjos y
-seducciones a que estoy habituado y que me rodean. He resuelto
-hacer ahora lo que quería hace mucho tiempo: marcharme...
-Como los hindús, que, cuando han llegado a los sesenta años,
-se van a un bosque, como cada hombre viejo y religioso que
-desea consagrar los últimos años de su vida a Dios y no a las
-bromas, a los juegos de palabras, a las habladurías, al “lawn-tennis”;
-así también yo, que he llegado a los setenta años, deseo
-con todas las fuerzas de mi alma la paz, la soledad y, si no una
-armonía completa, por lo menos no este desacuerdo que clama
-entre mi vida toda y mi conciencia. Si hubiera partido abiertamente,
-habría habido súplicas, discusiones, y yo habría cedido
-y tal vez no llevado a cabo mi resolución, cuando debe ser cumplida.
-Os suplico por tanto que me perdonéis, si este acto mío
-os entristece. Y tú principalmente, Sofía, déjame partir, no
-me busques, no te disgustes ni me censures. El hecho de que
-te haya abandonado no prueba que tenga yo motivos de queja
-contra ti... Sé que tú no podías, que no podías ver ni pensar
-como yo, y por esto no has podido cambiar tu vida y hacer un
-sacrificio a lo que no reconocías. Por eso no te censuro; antes
-por el contrario, me acuerdo con amor y gratitud de los treinta
-<span class="pagenum"><a id="Page_417"></a>[Pg 417]</span>y cinco años largos de nuestra vida común, y principalmente
-de la primera mitad de este tiempo, cuando con el valor y la
-consagración de tu naturaleza de madre soportabas valientemente
-lo que considerabas tu misión. Me has dado a mí y al
-mundo cuanto nos podías dar. Has prodigado tu amor maternal
-y hecho grandes sacrificios... Pero, en el último período
-de nuestra vida, en los últimos quince años, nuestros caminos
-se han separado. No puedo creer que yo sea culpable de ello;
-sé que si he cambiado, no ha sido por mi gusto, ni por el mundo
-sino porque no podía obrar de otra manera. No puedo acusarte
-de no haberme seguido, y te doy gracias y me acordaré siempre
-con amor de cuanto me has dado. Adiós, mi querida Sofía.
-Te amo.</em></p>
-
-<p>“<em>El hecho de que te haya abandonado</em>”...Y no la abandonó
-¡Pobre carta! Parece que le fué bastante escribirla,
-para que su resolución quedase cumplida... Cuando la
-hubo escrito había ya agotado toda la fuerza de su resolución.
-“<em>Si hubiera partido abiertamente, habría habido súplicas,
-habría cedido</em>”...No hubo necesidad de “<em>súplicas</em>”,
-ni de “<em>discusiones</em>:” le bastó mirar, un momento después,
-a quienes iba a abandonar, y sintió que no podía, que no
-podía abandonarlos; y la carta, que llevaba en el bolsillo,
-la guardó en un mueble, con esta indicación:</p>
-
-<p><em>Entregar esto, después de mi muerte, a mi esposa Sofía
-Andreievna.</em></p>
-
-<p>Y a esto se redujo su proyecto de evasión. ¿Era ésa toda
-su fuerza? ¿No era capaz de sacrificar sus ternuras a su
-Dios? En verdad, no faltan en los fastos cristianos santos
-de más firme corazón, que nunca vacilaron para aplastar
-resueltamente bajo sus pies sus afecciones y las de los demás...
-¿Qué hacer? Él no era como esos santos: era
-débil, era hombre; y por eso nosotros lo amamos.</p>
-
-<p>Más de quince años antes, en una página de un dolor
-desgarrador, se preguntaba a sí mismo:</p>
-
-<p><em>¿Y bien, León Tolstoi, vives según los principios que predicas?</em></p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_418"></a>[Pg 418]</span></p>
-
-<p>Y se respondía abrumado:</p>
-
-<p><em>Muero de vergüenza; soy culpable, merezco el desprecio...
-Sin embargo, comparad mi vida de otro tiempo con la de ahora,
-y veréis que trato de vivir según la ley de Dios. No he hecho la
-milésima parte de lo que es necesario hacer, y por eso estoy
-confuso; pero no lo he hecho, no porque no lo haya deseado,
-sino porque no he podido hacerlo... Acusadme, pero no
-acuséis a la senda que yo sigo. Si conozco el camino que conduce
-a mi casa, y lo sigo titubeando, como un hombre ebrio
-¿querrá esto decir que el camino sea malo? Indicadme otro, o
-sostenedme en el verdadero camino, como estoy yo pronto a sosteneros;
-pero no me rechacéis, ni os regocijéis con mi desventura;
-no gritéis con transporte de alegría: “¡Mirad: dice que va
-a su casa y cae en el fangal!” ¡No: no os regocijéis, ayudadme,
-sostenedme!... ¡Ayudadme! Mi corazón se desgarra de
-desesperación porque todos nos hemos extraviado, y cuando
-hago toda suerte de esfuerzos por salir, vosotros, cada vez que
-me aparto, en lugar de tener compasión, me señaláis con el
-dedo, gritando: “¡Ved cómo cae con nosotros en el fango!”</em><a id="FNanchor_811" href="#Footnote_811" class="fnanchor">[811]</a>.</p>
-
-<p>Más cercano a la muerte, repetía:</p>
-
-<p><em>No soy un santo, ni nunca me he ofrecido por tal. Soy un
-hombre que se deja arrastrar, y que a veces no dice todo lo que
-piensa y siente; no porque no lo desea, sino porque no lo puede,
-porque frecuentemente le sucede que exagera o que se equivoca.
-En mis acciones esto es aún peor. Soy de hecho un hombre
-débil, con hábitos viciosos, que anhela servir al Dios de la verdad,
-pero que tropieza constantemente. Si se me tiene por un
-hombre que no puede equivocarse, cada una de mis faltas
-debe parecer una mentira o una hipocresía; pero si se me tiene
-por un hombre débil, apareceré entonces como soy en realidad:
-un ser que inspira lástima, pero sincero, que constantemente
-<span class="pagenum"><a id="Page_419"></a>[Pg 419]</span>y con toda su alma ha deseado y desea aún llegar a ser un hombre
-bueno, un buen servidor de Dios.</em></p>
-
-<p>Así permaneció, perseguido por el remordimiento, perseguido
-por el reproche mudo de los discípulos más enérgicos
-y menos humanos que él<a id="FNanchor_812" href="#Footnote_812" class="fnanchor">[812]</a>, desgarrado por su debilidad y
-su indecisión, dividido entre el amor a los suyos y el amor
-a Dios, hasta que un día un golpe de desesperación, y tal
-vez el soplo abrasador de fiebre que se levanta cuando se
-aproxima la muerte, lo arrojaron fuera de su casa, a los
-caminos, errante, fugitivo, llamando a las puertas de un
-convento para seguir luego su carrera, cayendo al fin en el
-camino, en un obscuro lugar, para ya no volver a levantarse<a id="FNanchor_813" href="#Footnote_813" class="fnanchor">[813]</a>.
-Y en su lecho de muerte lloraba, no por sí mismo,
-sino por los desventurados, mientras decía en medio de
-sollozos:</p>
-
-<p><em>Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren ¿por qué
-estáis aquí, todos, para ocuparos solamente de mí?</em></p>
-
-<p>Y entonces llegó&mdash;era el domingo 20 de noviembre de
-1910, poco después de las seis de la mañana,&mdash;“la liberación”,
-como él la llamaba, “la muerte, la muerte bendita...”.</p>
-
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_420"></a>[Pg 420]</span></p>
-
-<h3>CONCLUYE LA LUCHA</h3>
-
-<p>La lucha había terminado, lucha de ochenta y dos años
-para la cual había sido campo esta vida. Trágico y
-glorioso combate en que tomaron parte todas las
-fuerzas de la vida, todos los vicios y todas las virtudes. Todos
-los vicios menos uno, la mentira, que persiguió sin cesar
-y atacó hasta en sus últimos refugios.</p>
-
-<p>En primer término, la libertad embriagada, las pasiones
-que entrechocan en la noche tempestuosa, que iluminan,
-de trecho en trecho, con deslumbradores relámpagos, crisis
-de amor y de éxtasis, visiones del Eterno. Años del Cáucaso, de
-Sebastopol, años de juventud tumultuosa e inquieta. Luego,
-la gran tranquilidad de los primeros años del matrimonio.
-La felicidad del amor, del arte, de la naturaleza,&mdash;<em>La
-Guerra y la Paz</em>. El pleno día del genio, que abarca todo
-el horizonte humano y el espectáculo de estas luchas, que
-para el alma pertenecen ya a lo pasado. Las domina, es el
-amo de ellas, y ya no le bastan. Como el príncipe Andrés,
-<span class="pagenum"><a id="Page_421"></a>[Pg 421]</span>tiene los ojos vueltos hacia el cielo inmenso que luce por
-encima de Austerlitz. Este cielo lo atrae:</p>
-
-<p><em>Hay hombres de alas potentes, a quienes la voluptuosidad
-hace descender en medio de la multitud, donde sus alas se rompen:
-yo, por ejemplo. Después, baten sus alas rotas, remontan
-el vuelo vigorosamente, y de nuevo caen. Las alas serán
-curadas: y volaré muy alto. ¡Que Dios me ayude!</em><a id="FNanchor_814" href="#Footnote_814" class="fnanchor">[814]</a></p>
-
-<p>Estas palabras fueron escritas en medio de la más terrible
-tempestad, cuyo recuerdo y eco son las <em>Confesiones</em>. Tolstoi
-fué arrojado más de una vez por el suelo, destrozadas
-las alas. Y siempre se obstinó; volvió a levantarse; y he
-aquí que flota en “el cielo inmenso y profundo” con sus
-dos grandes alas, que son una la razón y otra la fe. Pero
-no encontró la calma que buscaba, porque el cielo no
-está fuera de nosotros, el cielo está en nosotros. Allá
-Tolstoi respira sus tempestades de pasiones; y se distingue
-por eso de los apóstoles que renuncian, pues pone en
-su renunciación el mismo ardor que ponía en vivir. Y es
-siempre la fe a la que abraza, con una violencia de amante;
-está “loco de vida”; está “ebrio de vida”; no puede
-vivir sin esa embriaguez<a id="FNanchor_815" href="#Footnote_815" class="fnanchor">[815]</a>. Embriagado de felicidad
-<span class="pagenum"><a id="Page_422"></a>[Pg 422]</span>y de desventura, a la vez; embriagado de la muerte y
-de la inmortalidad<a id="FNanchor_816" href="#Footnote_816" class="fnanchor">[816]</a>. Su renunciación a la vida individual
-no es más que un grito de pasión exaltada hacia
-la vida eterna. No; la paz que alcanzó, la paz del alma
-que él invocaba no es la de la muerte; es la de esos mundos
-inflamados que gravitan en el espacio infinito. En él
-la cólera es calma<a id="FNanchor_817" href="#Footnote_817" class="fnanchor">[817]</a> y la calma es ardiente. La fe le
-ha dado armas nuevas para recomenzar, más implacable,
-el combate que desde sus primeras obras no cesó de librar
-contra las mentiras de la sociedad moderna. No se detiene
-ya en algunos tipos de novelas, sino que ataca a los
-grandes ídolos: hipocresías de la religión, del Estado, de
-la ciencia, del arte, del liberalismo, del socialismo, de la
-instrucción popular, de la beneficencia, del pacifismo,<a id="FNanchor_818" href="#Footnote_818" class="fnanchor">[818]</a>...
-Los abofetea, se encarniza contra ellos.</p>
-
-<p>El mundo contempla, de lejos en lejos, la aparición de
-esos grandes espíritus rebeldes que, como Juan el Precursor,
-lanzan anatemas contra una civilización corrompida.
-La última de esas apariciones había sido Rousseau. Por
-su amor a la Naturaleza<a id="FNanchor_819" href="#Footnote_819" class="fnanchor">[819]</a>, por su odio a la sociedad
-<span class="pagenum"><a id="Page_423"></a>[Pg 423]</span>moderna, por su celo de independencia, por su fervor de
-adoración al Evangelio y la moral cristiana, Rousseau
-anuncia a Tolstoi, que se juzga continuador de aquél:</p>
-
-<p>“Algunas de sus páginas me llegan al corazón, decía,
-y creo que yo las habría escrito”<a id="FNanchor_820" href="#Footnote_820" class="fnanchor">[820]</a>.</p>
-
-<p>Pero ¡cuánta diferencia entre las dos almas, y cómo la de
-Tolstoi es más puramente cristiana! ¡Qué falta de humildad,
-qué arrogancia farisaica, la de este grito insolente de
-las Confesiones del ginebrino!:</p>
-
-<p><em>¡Ser Eterno! Que uno solo te diga, si osa decirlo: ¡fuí mejor
-que este hombre!</em></p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_424"></a>[Pg 424]</span></p>
-<p>O en este reto al mundo:</p>
-
-<p><em>Declaro arrogantemente y sin temor: quienquiera que me
-crea un hombre deshonesto, es él mismo un hombre que merece
-ser ahorcado.</em></p>
-
-<p>Tolstoi lloraba lágrimas de sangre sobre los “crímenes”
-de su vida pasada:</p>
-
-<p><em>Sufro las torturas del infierno. Recuerdo toda mi cobardía
-pasada, y estos recuerdos no me abandonan, me envenenan la
-vida. Se lamenta de ordinario que no se conserven recuerdos
-después de la muerte ¡Qué felicidad que así sea! ¡Cuál su<span class="pagenum"><a id="Page_425"></a>[Pg 425]</span>frimiento
-sería, si, en esa otra vida, me acordase de todo el
-mal que he cometido aquí abajo!</em><a id="FNanchor_821" href="#Footnote_821" class="fnanchor">[821]</a>...</p>
-
-<p>No es él quien hubiera escrito sus <em>Confesiones</em>, como
-Rousseau, porque decía éste, “sintiendo que el bien sobrepasaba
-el mal, tenía yo interés en decirlo todo”<a id="FNanchor_822" href="#Footnote_822" class="fnanchor">[822]</a>. Tolstoi,
-después de haber ensayado, renuncia a escribir sus <em>Memorias</em>:
-la pluma se le cae de las manos; no quiere ser objeto
-de escándalo para quienes lo habrán de leer:</p>
-
-<p><em>Las gentes dirán: ¡Ved a este hombre que muchos colocan a
-tanta altura! ¡Y qué cobarde era! Luego, a nosotros, simples
-mortales, es Dios mismo quien nos ordena que seamos cobardes</em><a id="FNanchor_823" href="#Footnote_823" class="fnanchor">[823]</a>.</p>
-
-<p>Nunca conoció Rousseau el bello pudor moral de la fe
-cristiana, la humildad que da al viejo Tolstoi un candor
-inefable. Detrás de Rousseau&mdash;encuadrando la estatura
-de la isla de los Cisnes&mdash;se ve la Roma de Calvino. En
-Tolstoi, encuentra uno a los peregrinos, a los inocentes,
-cuyas ingenuas confesiones y cuyas lágrimas habían conmovido
-su infancia.</p>
-
-<p>Pero mucho más aún que la lucha contra el mundo, que
-le es común con Rousseau, otra lucha llena los treinta últimos
-años de la vida de Tolstoi, un magnífico combate entre
-las dos más altas potencias de su alma: la Verdad y el Amor.</p>
-
-<p>La Verdad (“esta mirada que va derecho a las almas”),
-la luz penetrante de estos ojos grises que os traspasan...
-Era su fe más antigua, la reina de su arte.</p>
-
-<p><em>La heroína de mis escritos, la que yo amo con todas las fuerzas
-de mi alma, la que fué, es y será siempre bella, es la verdad</em><a id="FNanchor_824" href="#Footnote_824" class="fnanchor">[824]</a>.</p>
-
-<p>La verdad, único despojo que aún flotaba del naufragio,
-<span class="pagenum"><a id="Page_426"></a>[Pg 426]</span>después de la muerte de su hermano<a id="FNanchor_825" href="#Footnote_825" class="fnanchor">[825]</a>. La verdad, eje de
-su vida, roca en medio de la mar...</p>
-
-<p>Pero bien pronto, la “horrible verdad”<a id="FNanchor_826" href="#Footnote_826" class="fnanchor">[826]</a> no le bastará,
-porque el Amor la había suplantado. Era la fuente viva de
-su infancia, “el estado natural de su alma”<a id="FNanchor_827" href="#Footnote_827" class="fnanchor">[827]</a>. Cuando
-sobrevino la crisis moral de 1880, no abdicó de la verdad y
-la abrió al amor<a id="FNanchor_828" href="#Footnote_828" class="fnanchor">[828]</a>.</p>
-
-<p>El amor es “la base de la energía”<a id="FNanchor_829" href="#Footnote_829" class="fnanchor">[829]</a>. El amor es “la
-razón de vivir”, la única, con la belleza<a id="FNanchor_830" href="#Footnote_830" class="fnanchor">[830]</a>. El amor es
-la esencia del Tolstoi madurado por la vida, del autor de
-<em>La Guerra y la Paz</em> y de la carta al Santo Sínodo<a id="FNanchor_831" href="#Footnote_831" class="fnanchor">[831]</a>.</p>
-
-<p>Esta penetración de la verdad por el amor forma el precio
-único de las obras maestras que escribió, al mediar su vida&mdash;<em>nel
-mezzo del cammin</em>&mdash;y que distingue su realismo del realismo
-de Flaubert. Éste pone su fuerza en no amar a sus
-personajes; y por grande que así sea, le falta el <em>¡Fiat lux!</em></p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_427"></a>[Pg 427]</span></p>
-
-<p>La luz del sol no es suficiente, se necesita la del corazón.
-El realismo de Tolstoi se encarna en cada uno de los seres,
-y, viéndolos con sus ojos, encuentra, aun en el más vil,
-razones para amarlo y para hacernos sentir la cadena fraternal
-que nos une a todos<a id="FNanchor_832" href="#Footnote_832" class="fnanchor">[832]</a>. Por el amor penetra hasta
-las raíces de la vida.</p>
-
-<p>Mas es difícil mantener esta unión. Hay horas en que el
-espectáculo de la vida y de sus dolores es tan amargo que
-parece un reto al amor, y que, para salvarlo, para salvar su
-fe, está uno obligado a levantarla tan alto por encima del
-mundo, que corre peligro de perder con él todo contacto.
-¿Y qué hará quien ha recibido de la suerte el don soberbio
-y fatal de ver la verdad y no poder dejar de verla? ¡Quién
-dirá lo que Tolstoi sufrió con el continuo desacuerdo de sus
-últimos años, entre sus ojos despiadados que veían el horror
-de la realidad, y su corazón apasionado que insistía en esperar
-y afirmar el amor!</p>
-
-<p>Todos nosotros hemos conocido estos trágicos debates.
-¡Cuántas veces nosotros mismos nos hemos encontrado en
-la alternativa de no ver o de odiar! ¡Y cuántas veces un
-artista&mdash;un artista digno de este nombre, un escritor que
-conozca el poder espléndido y temible de la palabra escrita&mdash;se
-siente oprimido de angustia cuando llega el momento en
-que tenga que escribir tal o cual verdad!<a id="FNanchor_833" href="#Footnote_833" class="fnanchor">[833]</a>. Esta verdad
-sana y viril, necesaria en medio de las mentiras modernas,
-mentiras de la civilización, esta verdad vital, podría decirse,
-como el aire que respiramos... Y después se advierte
-que este aire ¡cuántos pulmones no pueden soportarlo!
-¡cuántos seres debilitados por la civilización, o simplemente
-débiles por la bondad de sus corazones! ¿Será preciso, pues,
-<span class="pagenum"><a id="Page_428"></a>[Pg 428]</span>no tenerlos para nada en cuenta, y arrojarles implacablemente
-esta verdad que mata? ¿No hay, por encima de todo,
-una verdad que, como dice Tolstoi, “está abierta al amor”?
-¡Pero qué! ¿es posible, sin embargo, consentir en arrullar
-a los hombres con mentiras consoladoras, como Peer Gynt
-arrullaba, con sus cuentos, a su vieja madre moribunda?...
-La sociedad se encuentra continuamente enfrente de este
-dilema: la verdad o el amor. De ordinario resuelve sacrificando
-a la vez la verdad y el amor.</p>
-
-<p>Nunca Tolstoi traicionó alguna de sus dos creencias. En
-sus obras de la madurez, el amor es antorcha de la verdad.
-En las obras de sus últimos tiempos, es una luz de lo alto,
-un rayo de la gracia que desciende sobre la vida, pero que
-no se mezcla con ella, como se ha visto en <em>Resurrección</em>,
-donde la fe domina a la realidad, que permanece exterior a
-ella. Aun el mismo pueblo que pinta Tolstoi como muy
-débil y mediocre, cada vez que mira a las figuras aisladamente,
-toma, desde el momento que piensa en él de una
-manera abstracta, una santidad divina<a id="FNanchor_834" href="#Footnote_834" class="fnanchor">[834]</a>. En su vida de
-todos los días se acusaba el mismo desacuerdo que en su arte,
-y aun más cruelmente. Bien sabía lo que el amor reclamaba
-de él, pero obraba de otro modo; no vivía según Dios, vivía
-de acuerdo con el mundo. Y ¿el amor mismo, dónde
-encontrarlo? ¿Cómo distinguir entre sus rostros diversos
-y sus órdenes contradictorias? ¿Era el amor a su familia,
-o el amor a todos los hombres?... Hasta los últimos instantes
-se debatió entre estas alternativas.</p>
-
-<p>¿Dónde está la solución? Él no la encontró. Dejemos
-a los intelectuales orgullosos el derecho de juzgarlo con
-desdén. Ciertamente, ellos la han encontrado, ellos que
-<span class="pagenum"><a id="Page_429"></a>[Pg 429]</span>poseen la verdad y que en ella con seguridad se apoyan.
-Para estos intelectuales, Tolstoi era un débil y un sentimental,
-cuya vida no puede ofrecerse de ejemplo. Y sin
-duda, no es un ejemplo que puedan seguir: no saben ellos
-vivir suficientemente. Tolstoi no pertenecía a la “élite”
-vanidosa, no era de ninguna iglesia, ni de la de los <em>escribas</em>,
-como los llamaba él mismo, ni de la de los <em>fariseos</em>, de la
-una o de la otra fe. Es el tipo más alto del cristiano libre,
-que se esfuerza, durante toda su vida, hacia un ideal que
-siempre se halla más lejano<a id="FNanchor_835" href="#Footnote_835" class="fnanchor">[835]</a>.</p>
-
-<p>No habla Tolstoi para los privilegiados del pensamiento,
-habla para los hombres ordinarios, <em>hominibus bonae voluntatis</em>.
-Es nuestra conciencia. Dice lo que todos nosotros
-pensamos, almas medianas, y lo que nosotros tememos
-leer en nosotros mismos; no es para nosotros un maestro
-pleno de orgullo, uno de esos genios arrogantes que reinan
-en su arte y su inteligencia por encima de la humanidad.
-Es “nuestro hermano”, como gustaba de llamarse a sí mismo
-en sus cartas, con el nombre más bello y más dulce de todos.</p>
-
-
-<p class="right" style="padding-right: 2em;">Enero de 1911.</p>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_430"></a>[Pg 430]</span></p>
-</div>
-
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_518" href="#FNanchor_518" class="label">[518]</a> Salvo algunas interrupciones, principalmente una bastante larga
-entre 1865 y 1878.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_519" href="#FNanchor_519" class="label">[519]</a> En su notable biografía de <em>León Tolstoi: Vida y Obra, Memorias,
-Recuerdos, Cartas, Fragmentos del Diario íntimo, Notas y Documentos
-biográficos</em>, reunidos, coordinados y anotados por P. Birukov, revisados
-por León Tolstoi y traducidos del manuscrito por J. W. Bienstock.
-Esta publicación, comenzada en 1905, no se ha terminado aún. Tres
-volúmenes han aparecido, y el tercero llega al año de 1884. Es la recopilación
-de documentos más importantes sobre la vida y obra de Tolstoi
-y de ella he tomado abundantes datos.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_520" href="#FNanchor_520" class="label">[520]</a> Tomó parte también en las campañas napoleónicas, y estuvo
-prisionero en Francia durante los años de 1814 y 1815.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_521" href="#FNanchor_521" class="label">[521]</a> <em>Infancia</em>, Capítulo II. (Tomo I de las <em>Obras completas de León
-Tolstoi</em>, traducidas por J. W. Bienstock).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_522" href="#FNanchor_522" class="label">[522]</a> <em>Infancia</em>, Capítulo XXVII.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_523" href="#FNanchor_523" class="label">[523]</a> Yasnaia Poliana, cuyo nombre significa la “Clara claridad”, es
-una pequeña aldea situada al Sur de Moscú, a pocas leguas de Tula,
-“en una de las provincias rusas más agrícolas. Las dos grandes regiones
-de Rusia&mdash;dice M. A. Leroy-Beaulieu&mdash;la región de los bosques y la de
-las tierras de cultivo, allí se tocan y se confunden. En sus alrededores no
-se encuentran ni finlandeses, ni tártaros, ni poloneses, ni judíos, ni ukranos.
-Este país de Tula está en el corazón mismo de Rusia”. (A. Leroy-Beaulieu,
-<em>León Tolstoi</em>, Revue des Deux Mondes, 15 de diciembre de
-1910).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_524" href="#FNanchor_524" class="label">[524]</a> Tolstoi lo retrató en <em>Ana Karenina</em>, en la figura del hermano de
-Levine.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_525" href="#FNanchor_525" class="label">[525]</a> Escribió el <em>Diario de un Cazador</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_526" href="#FNanchor_526" class="label">[526]</a> En realidad era una parienta lejana. Había amado al padre de
-Tolstoi y había sido amada por él; pero como Sonia, en <em>La Guerra y la
-Paz</em>, se había sacrificado.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_527" href="#FNanchor_527" class="label">[527]</a> <em>Infancia</em>, Capítulo XII.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_528" href="#FNanchor_528" class="label">[528]</a> ¡No llega a afirmar en sus noticias autobiográficas (fechadas en
-1878), que se acordaba de sus sensaciones cuando lo fajaban en pañales
-y cuando lo bañaban en tina, recién nacido! (Véase los <em>Primeros
-Recuerdos</em>. Una traducción francesa fué publicada en el mismo volumen
-que <em>Amo y Criado</em>).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_529" href="#FNanchor_529" class="label">[529]</a> <em>Primeros Recuerdos.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_530" href="#FNanchor_530" class="label">[530]</a> De 1842 a 1847.</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_531" href="#FNanchor_531" class="label">[531]</a> Nicolás, cinco años mayor que León, ya había terminado sus
-estudios en 1844.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_532" href="#FNanchor_532" class="label">[532]</a> Amaba las conversaciones sobre cuestiones metafísicas, “tanto
-más, decía, cuanto eran más abstractas y alcanzaban un grado tal de
-obscuridad que, creyendo decirse lo que se piensa, se dicen cosas muy
-distintas”. (<em>Adolescencia</em>, XXVII).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_533" href="#FNanchor_533" class="label">[533]</a> <em>Adolescencia</em>, XIX.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_534" href="#FNanchor_534" class="label">[534]</a> Sobre todo en sus primeras obras, en las <em>Narraciones de Sebastopol</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_535" href="#FNanchor_535" class="label">[535]</a> Era el tiempo en que leía a Voltaire, complacido en su lectura.
-(<em>Confesiones</em>, I).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_536" href="#FNanchor_536" class="label">[536]</a> <em>Confesiones</em>, I. Traducción de J. W. Bienstock.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_537" href="#FNanchor_537" class="label">[537]</a> <em>Juventud</em>, III.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_538" href="#FNanchor_538" class="label">[538]</a> De marzo a abril de 1847.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_539" href="#FNanchor_539" class="label">[539]</a> “Cuanto hace un hombre lo hace por amor propio”, dice Nekhludov
-en <em>Adolescencia</em>.&mdash;En 1853, escribía Tolstoi en su Diario: “Mi
-más grave defecto es el orgullo. Un amor propio inmenso, irrazonable...
-Soy tan ambicioso que si tuviera que escoger entre la gloria y la virtud
-(que tanto amo), creo que seguramente me quedaría con la primera”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_540" href="#FNanchor_540" class="label">[540]</a> “Quería que todos me conociesen y me amasen; deseaba que
-sólo al escuchar mi nombre todos se llenaran de admiración y me dieran
-gracias”. (<em>Juventud</em>, III).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_541" href="#FNanchor_541" class="label">[541]</a> Según un retrato de 1848, cuando tenía 20 años (reproducido en
-el primer volumen de <em>Vida y Obra)</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_542" href="#FNanchor_542" class="label">[542]</a> “Me imaginaba que no había felicidad posible sobre la tierra
-para un hombre que tenía, como yo, la nariz tan grande, los labios tan
-gruesos y los ojos tan pequeños”. (<em>Infancia</em>, XVII). Habla además
-con desolación de “este rostro sin expresión, de rasgos flojos, blandos,
-indecisos, sin nobleza, que recuerdan a los simples mujiks; y estas manos
-y estos pies tan grandes”. (<em>Juventud</em>, I).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_543" href="#FNanchor_543" class="label">[543]</a> “Dividía yo a la humanidad en tres clases: los hombres elegantes,
-los únicos dignos de estimación; los hombros no elegantes, dignos
-de desprecio y de odio; y la plebe. Esta no existía”. (<em>Juventud</em>, XXXI).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_544" href="#FNanchor_544" class="label">[544]</a> Principalmente durante una estancia en San Petersburgo, en
-1847-48.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_545" href="#FNanchor_545" class="label">[545]</a> <em>Adolescencia</em>, XXVII.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_546" href="#FNanchor_546" class="label">[546]</a> Conversaciones con Paul Boyer, (<em>Le Temps</em>, 28 de agosto de
-1901).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_547" href="#FNanchor_547" class="label">[547]</a> Nekhludov figura también en <em>Adolescencia</em> y en <em>Juventud</em> (1854):
-en <em>Un encuentro en el destacamento</em> (1856): en el <em>Diario de un Marcador</em>
-(1856): en <em>Lucerna</em> (1857), y en <em>Resurrección</em> (1899). Debe advertirse
-que este nombre designa a personajes muy diferentes. Tolstoi
-no trató de conservarle el mismo aspecto físico, y Nekhludov se mata
-al final del <em>Diario de un Marcador</em>. Muestra las diversas encarnaciones
-de Tolstoi, en todo lo que tenía de mejor y de peor.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_548" href="#FNanchor_548" class="label">[548]</a> <em>La Mañana de un Señor.</em> Tomo II de las <em>Obras Completas</em>, traducción
-de J. W. Bienstock.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_549" href="#FNanchor_549" class="label">[549]</a> Es contemporánea de las narraciones de <em>Infancia</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_550" href="#FNanchor_550" class="label">[550]</a> El 11 de junio de 1851, en el campo fortificado de Stari-Iurt
-en el Cáucaso.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_551" href="#FNanchor_551" class="label">[551]</a> <em>Diario</em>, traducción da J. W. Bienstock.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_552" href="#FNanchor_552" class="label">[552]</a> <em>Diario</em>. 2 de julio de 1851.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_553" href="#FNanchor_553" class="label">[553]</a> Carta a su tía Tatiana, en enero de 1852.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_554" href="#FNanchor_554" class="label">[554]</a> Un retrato de 1851 deja ver ya el cambio que se realiza en su alma.
-La cabeza erguida, el semblante se anima, las cavidades de los
-ojos son menos sombrías, mientras los ojos conservan todavía su severa
-fijeza, y la boca entreabierta, que sombrea un naciente mostacho, es
-huraña; tiene siempre algo de orgulloso y provocativo, pero mucha
-más juventud.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_555" href="#FNanchor_555" class="label">[555]</a> Las cartas que escribió entonces a su tía Tatiana están llenas
-de efusión y de lágrimas. Se decía <em>Liova-riova</em>, León el llorón (6 de
-enero de 1852).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_556" href="#FNanchor_556" class="label">[556]</a> <em>La Mañana de un Señor</em> es fragmento de un proyecto de <em>Novela
-del propietario ruso</em>. <em>Los Cosacos</em> son la primera parte de una gran novela
-del Cáucaso. La inmensa <em>Guerra y Paz</em> no era, en el pensamiento
-del autor, más que una especie de preámbulo de una epopeya contemporánea,
-de la cual los <em>Decembristas</em> debían constituir la parte central.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_557" href="#FNanchor_557" class="label">[557]</a> El peregrino Gricha, o la muerte de la madre.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_558" href="#FNanchor_558" class="label">[558]</a> En una carta a Birukov.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_559" href="#FNanchor_559" class="label">[559]</a> <em>La Mañana de un Señor</em> no fué concluida hasta 1855-56.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_560" href="#FNanchor_560" class="label">[560]</a> <em>Los dos viejos</em>, (1885).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_561" href="#FNanchor_561" class="label">[561]</a> <em>La Incursión</em>, Tomo III de las <em>Obras Completas</em>, traducción de
-J. W. Bienstock.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_562" href="#FNanchor_562" class="label">[562]</a> Tomo III de las <em>Obras Completas</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_563" href="#FNanchor_563" class="label">[563]</a> Tomo IV de las <em>Obras Completas</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_564" href="#FNanchor_564" class="label">[564]</a> Aun cuando hayan sido terminadas mucho más tarde, en 1860
-en Hyères (no fueron publicadas sino hasta 1863), la mayor parte de la
-obra es de esta época.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_565" href="#FNanchor_565" class="label">[565]</a> <em>Los Cosacos.</em> Tomo III de las <em>Obras Completas</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_566" href="#FNanchor_566" class="label">[566]</a> “Tal vez&mdash;dice Olenine, enamorado de la joven cosaca,&mdash;amo
-en ella a la Naturaleza... Amándola siento que formo parte indivisa
-de la Naturaleza”. A menudo compara a la que ama con la Naturaleza.
-“Ella es, como la Naturaleza, igual, tranquila y taciturna”. Además,
-relaciona el aspecto de las montañas lejanas y el de “esta mujer majestuosa”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_567" href="#FNanchor_567" class="label">[567]</a> Así también en la carta de Olenine a sus amigos de Rusia.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_568" href="#FNanchor_568" class="label">[568]</a> <em>Diario.</em> Traducción de J. W. Bienstock.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_569" href="#FNanchor_569" class="label">[569]</a> Se encuentra asimismo esta manera en <em>La Tala en el Bosque</em>
-concluida en la misma época. Por ejemplo: “Hay tres especies de amor:
-1.º, amor estético; 2.º, amor de consagración; 3.º, amor activo, etc.”. (<em>Juventud</em>).
-O bien “Hay tres clases de soldados: 1.º, los sumisos; 2.º, los
-autoritarios; 3.º, los fanfarrones, que se subdividen al mismo tiempo en
-a, sumisos de sangre fría; b, sumisos obligados; c, sumisos borrachos,
-etc.”. (<em>La Tala del Bosque</em>).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_570" href="#FNanchor_570" class="label">[570]</a> <em>Juventud</em>, XXXII (Volumen II de las <em>Obras Completas</em>).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_571" href="#FNanchor_571" class="label">[571]</a> Enviada a la revista el “Sovremennik”, y publicada inmediatamente.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_572" href="#FNanchor_572" class="label">[572]</a> Tolstoi lo recordó, mucho más tarde, en sus conversaciones
-con su amigo Teneromo. Particularmente ha contado de una crisis de
-terror que le sobrevino una noche que ya estaba acostado, en el “dormitorio”
-cavado en plena trinchera. Se encontrará este <em>Episodio de la
-guerra de Sebastopol</em> en el volumen intitulado los <em>Revolucionarios</em>, traducción
-de J. W. Bienstock.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_573" href="#FNanchor_573" class="label">[573]</a> Un poco más tarde, Droujinine amigablemente le pondrá en
-guardia contra este peligro: “Tenéis una tendencia excesiva a la delicadeza
-del análisis. A veces estáis a punto de decir: en fulano, las pantorrillas
-indicaban su deseo de viajar por las Indias... Debéis refrenar
-esta inclinación, pero no ahogarla por nada del mundo”. (Carta de
-1856, citada por P. Birukov).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_574" href="#FNanchor_574" class="label">[574]</a> Tomo IV de las <em>Obras Completas</em>, páginas 82-85.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_575" href="#FNanchor_575" class="label">[575]</a> Que mutiló la censura.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_576" href="#FNanchor_576" class="label">[576]</a> 2 de septiembre de 1855. Traducción de J. W. Bienstock.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_577" href="#FNanchor_577" class="label">[577]</a> “Su amor propio se confundía con su vida; no encontraba otra
-alternativa: ser el primero, o perecer... Deseaba reconocerse superior
-a los hombres con quienes se comparaba”.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_578" href="#FNanchor_578" class="label">[578]</a> En 1889, Tolstoi, al escribir un Prefacio para los <em>Recuerdos de
-Sebastopol por un oficial de artillería</em>, de A. J. Erchov, retorna con el
-pensamiento a estas escenas. Todo recuerdo heroico había desaparecido
-en ellas. No recuerda sino es que el miedo duró siete meses, el doble
-miedo: de la muerte y de la vergüenza, horrible tortura moral. Todos
-los triunfos del sitio, para él, se resumían en esto: haber sido carne de
-cañón.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_579" href="#FNanchor_579" class="label">[579]</a> Suarés: <em>Tolstoi</em>, Edición de “<em>La Unión para la Acción Moral</em>”,
-1899, reeditada en los “<em>Cuadernos de la Quincena</em>”, con el título de
-<em>Tolstoi vivo</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_580" href="#FNanchor_580" class="label">[580]</a> Turguenef se quejaba, en una conversación, del “estúpido orgullo
-nobiliario de Tolstoi, de sus fanfarronadas de Junker”.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_581" href="#FNanchor_581" class="label">[581]</a> “Un rasgo de mi carácter, bueno o malo, pero que me fué peculiar
-siempre, consiste en que, hasta a pesar mío, me oponía siempre a
-las influencias exteriores epidémicas... Sentía repulsión por la corriente
-general”. (Carta a P. Birukov).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_582" href="#FNanchor_582" class="label">[582]</a> Turguenef.</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_583" href="#FNanchor_583" class="label">[583]</a> Grigorovitch.</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_584" href="#FNanchor_584" class="label">[584]</a> Eugenio Garchine: <em>Recuerdos de Turguenef</em>, 1883. Véase <em>Vida
-y Obra de Tolstoi</em>, por Birukov.</p>
-
-
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_585" href="#FNanchor_585" class="label">[585]</a> La más violenta, que produjo una ruptura decisiva entre ellos,
-tuvo lugar en 1861. Turguenef gustaba de mostrar sus sentimientos
-filantrópicos y hablaba de las obras de beneficencia de que se ocupaba
-su hija, y nada irritaba más a Tolstoi que la caridad mundana.
-</p>
-
-<p>“Yo creo, dijo, que una muchacha elegantemente vestida que sostiene
-sobre sus rodillas unos harapos sucios y malolientes, representa
-una escena teatral que carece de sinceridad”.
-</p>
-
-<p>La discusión se acaloró. Turguenef, fuera de sí, amenazó a Tolstoi
-con abofetearlo; y éste exigió una reparación, al momento, en un duelo
-a fusil. Turguenef, que en el acto había lamentado su arrebato, le envió
-una carta de excusas; pero Tolstoi no perdonó aquello nunca. Cerca
-de veinte años después, como se verá adelante, fué él quien pidió perdón,
-en 1878, cuando abjuraba de toda su vida pasada y complacido humillaba
-su orgullo delante de Dios.</p></div>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_586" href="#FNanchor_586" class="label">[586]</a> <em>Confesiones.</em> Tomo XIX de las <em>Obras Completas</em>, traducción de
-J. W. Bienstock.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_587" href="#FNanchor_587" class="label">[587]</a> “No había, dice, ninguna diferencia entre nosotros y un asilo de
-alienados. Aun en esta época yo lo sospechaba vagamente; pero, como
-lo hacen todos los locos, trataba de locos a los demás, excepto a mí
-mismo”. <em>Ibid.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_588" href="#FNanchor_588" class="label">[588]</a> <em>Confesiones.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_589" href="#FNanchor_589" class="label">[589]</a> <em>Diario del príncipe D. Nekhludov, Lucerna.</em> Tomo V de las <em>Obras
-Completas</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_590" href="#FNanchor_590" class="label">[590]</a> <em>Diario del príncipe D. Nekhludov.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_591" href="#FNanchor_591" class="label">[591]</a> En este viaje conoció en Dresden a Auerbach, quien había sido
-su primer inspirador para la instrucción del pueblo; a Froebel, en Kissingen;
-en Londres, a Herzen; y en Bruselas a Proudhon, quien parece
-haberle producido una gran sorpresa.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_592" href="#FNanchor_592" class="label">[592]</a> Sobre todo en 1861 y 1862.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_593" href="#FNanchor_593" class="label">[593]</a> <em>La Educación y la Cultura.</em> Véase <em>Vida y Obra de Tolstoi</em>. Tomo II.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_594" href="#FNanchor_594" class="label">[594]</a> Tolstoi ha expuesto estas teorías en la revista <em>Yasnaia Poliana</em>,
-en 1862. (Tomo XIII de las <em>Obras Completas</em>).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_595" href="#FNanchor_595" class="label">[595]</a> Tomo IV de las <em>Obras Completas</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_596" href="#FNanchor_596" class="label">[596]</a> Tomo V de las <em>Obras Completas</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_597" href="#FNanchor_597" class="label">[597]</a> <em>Ibid.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_598" href="#FNanchor_598" class="label">[598]</a> Tomo VI de las <em>Obras Completas</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_599" href="#FNanchor_599" class="label">[599]</a> Discurso acerca de la “<em>Superioridad del elemento artístico en la
-literatura sobre todas sus corrientes temporales</em>”.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_600" href="#FNanchor_600" class="label">[600]</a> Le oponía ejemplos de sus mismas obras, como el viejo postillón
-de <em>Tres Muertos</em>.</p>
-
-
-
-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_601" href="#FNanchor_601" class="label">[601]</a> Se advertirá que ya otro hermano de Tolstoi, Dmitri, había
-muerto de tisis en 1856. Tolstoi mismo se creía atacado de esa enfermedad
-en 1856, en 1862 y en 1871. Era, como escribe, en 28 de octubre
-de 1852, “de una complexión fuerte, pero débil de salud”. Constantemente
-sufría por enfriamientos, males de la garganta, de los dientes,
-de los ojos, reumatismos. En el Cáucaso, en 1852, debía, “al menos dos
-días por semana, recluirse en su casa”. La enfermedad lo detuvo por
-varios meses, en 1854, en el camino de Silistrie a Sebastopol. En octubre
-de 1856 estuvo seriamente enfermo del pecho en Yasnaia Poliana, y
-en 1862, por temor a la tisis fué a ponerse en cura a Samara, por medio
-del “kumis”, entre los baskires, y volvió allá casi anualmente
-después de 1870. Su correspondencia con Fet está llena de estas preocupaciones.
-Y tal estado de salud hace comprender mejor su obsesión
-de la idea de la muerte. Más tarde hablaba de la enfermedad como de
-su mejor amigo:
-</p>
-
-<p>“Cuando se está enfermo parece que se desciende una cuesta muy
-suave, que, en algún punto, está cerrada por una cortina, ligera cortina
-de tela a un lado de la cual está la vida, y al otro, la muerte. ¡Cuánto
-el estado de enfermedad supera, en valor moral, al estado de salud! ¡No
-me habléis de esas gentes que no han estado nunca enfermas! Son terribles:
-las mujeres sobre todo; una mujer saludable no es más que una
-bestia feroz”. (Conversaciones con M. Paul Boyer, “Le Temps”, 27 de
-agosto de 1901).</p></div>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_602" href="#FNanchor_602" class="label">[602]</a> El 17 de octubre de 1860, carta a Fet. (<em>Correspondencia inédita</em>,
-página 27-30).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_603" href="#FNanchor_603" class="label">[603]</a> Escrito en Bruselas, en 1861.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_604" href="#FNanchor_604" class="label">[604]</a> Otro cuento de esta época, un simple relato de viaje, que evoca
-recuerdos personales, <em>La Tormenta de nieve</em>, (1856), tiene una gran belleza
-por sus impresiones poéticas y casi musicales. Tolstoi volvió a emplear
-este cuadro, más tarde, para <em>Amo y Criado</em> (1895).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_605" href="#FNanchor_605" class="label">[605]</a> Tomo V de las <em>Obras Completas</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_606" href="#FNanchor_606" class="label">[606]</a> Cuando era niño, en un acceso de celos, había hecho caer de un
-balcón a la que debía de llegar a ser Mme. Bers, su pequeña compañera
-de juegos, entonces de nueve años. Ella estuvo por largo tiempo coja.</p>
-
-
-
-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_607" href="#FNanchor_607" class="label">[607]</a> Véase en <em>La Felicidad Conyugal</em> la declaración de Sergio:
-</p>
-
-<p>“Suponed a un señor A., un viejo hombre que ha vivido, y una dama
-B., joven, feliz, que no conoce todavía ni a los hombres ni la vida. Por
-razón de diversas circunstancias de familia él la amaba como a una hija,
-y no pensaba que podría llegar a amarla de otra manera... etc.”.</p></div>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_608" href="#FNanchor_608" class="label">[608]</a> Acaso ponía también en su obra los recuerdos de una novela de
-amor, bosquejada en Yasnaia Poliana en 1856, con una muchacha muy
-distinta de él, frívola y mundana, a quien acabó por cansar, aunque
-estaban sinceramente enamorados el uno del otro.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_609" href="#FNanchor_609" class="label">[609]</a> De 1857 a 1861.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_610" href="#FNanchor_610" class="label">[610]</a> <em>Diario</em>, octubre de 1857, traducción de Bienstock.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_611" href="#FNanchor_611" class="label">[611]</a> Carta a Fet, de 1863. (<em>Vida y Obra de Tolstoi.</em>)</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_612" href="#FNanchor_612" class="label">[612]</a> <em>Confesiones</em>, traducción de Bienstock.</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_613" href="#FNanchor_613" class="label">[613]</a> “La felicidad de la vida de familia me absorbe por completo”.
-(5 de enero de 1863).&mdash;“¡Soy tan feliz, tan feliz! ¡La amo tanto!” (8 de
-febrero de 1863.&mdash;Véase <em>Vida y Obra</em>).</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_614" href="#FNanchor_614" class="label">[614]</a> Ella había escrito algunas novelas cortas.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_615" href="#FNanchor_615" class="label">[615]</a> Recopió, se asegura, siete veces <em>La Guerra y la Paz</em>.</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_616" href="#FNanchor_616" class="label">[616]</a> Inmediatamente después de su matrimonio, Tolstoi suspendió
-sus trabajos pedagógicos, escuelas y revistas.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_617" href="#FNanchor_617" class="label">[617]</a> Tanto como su hermana Tatiana, inteligente y artista, de
-quien amaba mucho Tolstoi el talento y genio musical. Decía Tolstoi:
-“He tomado a Tania (Tatiana), la he fundido con Sonia (Sofía Bers,
-condesa de Tolstoi) y de allí ha salido Natacha”. (Citado por Birukov).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_618" href="#FNanchor_618" class="label">[618]</a> La instalación de Dolly en la casa de campo destartalada;
-Dolly y sus hijos; muchos detalles de tocador; sin hablar ya de algunos
-secretos del alma femenina, que la intuición de un hombre de genio
-acaso no habría bastado a penetrar si una mujer no se los hubiese descubierto.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_619" href="#FNanchor_619" class="label">[619]</a> Indicio característico de la intervención sobre el espíritu de
-Tolstoi por el genio creador: su <em>Diario</em> se interrumpió trece años, desde
-el 1.º de noviembre de 1865, en plena composición de <em>La Guerra y la
-Paz</em>. El egoísmo artístico hizo callar el monólogo de la conciencia.
-Esta época de creación es también una época de intensa vida física.
-Tolstoi estaba loco por la caza. “En la caza olvido todo...”. (Carta
-de 1864). En una de estas cacerías a caballo se rompió el brazo (en
-septiembre de 1864) y precisamente durante su convalecencia dictó las
-primeras partes de <em>La Guerra y la Paz.</em> “Al volver en mí del desvanecimiento,
-me dije: yo soy un artista. Y lo soy, pero un artista aislado”.
-(Carta a Fet de 23 de enero de 1865). Todas sus cartas de esta época,
-escritas a Fet, exultan la alegría creadora. “Miro como ensayos de
-pluma, dice, todo lo que he publicado hasta hoy”. (<em>Ibid.</em>)</p>
-
-
-
-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_620" href="#FNanchor_620" class="label">[620]</a> Ya entre las obras que ejercieron influjo sobre él, entre los
-veinte y los treinta y cinco años, Tolstoi señala:
-</p>
-
-<p>“Goethe, <em>Hermann</em> y <em>Dorotea</em>... Influencia muy grande”.
-</p>
-
-<p>“Homero, <em>Ilíada</em> y <em>Odisea</em> (en ruso)... Influencia muy grande”.
-</p>
-
-<p>En junio de 1863 anota en su <em>Diario</em>:
-</p>
-
-<p>“Leo a Goethe y numerosas ideas nacen en mí”.
-</p>
-
-<p>En la primavera de 1865 Tolstoi releyó a Goethe, y cita el <em>Fausto</em>,
-“la poesía del pensamiento, la poesía que expresa lo que no puede expresar
-ningún otro arte”.
-</p>
-
-<p>Más tarde sacrificó a Goethe, como a Shakespeare, a su Dios; pero
-permaneció fiel en su admiración a Homero. En agosto de 1857 leía,
-con igual pasmo, la <em>Ilíada</em> y el <em>Evangelio</em>; y, en uno de sus últimos
-libros, el panfleto contra Shakespeare (1903), precisamente opone
-Homero a Shakespeare, como ejemplo de sinceridad, de mesura y de
-arte verdadero.</p></div>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_621" href="#FNanchor_621" class="label">[621]</a> Las dos primeras partes de <em>La Guerra y la Paz</em> fueron publicadas
-en 1865 y 1866, con el título de <em>El Año de 1805</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_622" href="#FNanchor_622" class="label">[622]</a> Tolstoi comenzó la obra en 1863, con los <em>Decembristas</em>, de
-que escribió tres fragmentos (publicados en el Tomo IV de las <em>Obras
-Completas</em>). Pero advirtió que los cimientos de su edificio no eran suficientemente
-seguros, y cavando más adelante, llegó a la época de las
-guerras napoleónicas y escribió <em>La Guerra y la Paz</em>, cuya publicación
-principió en enero de 1865, en el “<em>Russki Viestnik</em>”. El sexto volumen
-fué terminado en el otoño de 1869. Entonces Tolstoi remontó el curso
-de la historia, y concibió el proyecto de una novela épica sobre Pedro
-el Grande; y después otra: <em>Mirovitch</em>, sobre el reinado de las emperatrices
-del siglo XVIII y sus favoritos. En ella trabajó, de 1870 a 1873,
-acopiando documentos, bosquejando varias escenas, pero sus escrúpulos
-realistas le hicieron renunciar: tenía la conciencia de que no llegaría a
-resucitar de manera verídica el alma de estos tiempos tan distantes.
-Más tarde, en enero de 1876, concibió la idea de una nueva novela sobre
-la época de Nicolás I; después volvió a los <em>Decembristas</em> apasionadamente,
-en 1877, recogiendo testimonios de los supervivientes y visitando
-los lugares de la acción. En 1878 escribía a su tía, la condesa
-A. A. Tolstoi: “¡Es esta obra para mí tan importante! No podéis imaginaros
-cuánto me es importante, tan importante como para vos lo es
-vuestra fe. Quisiera decir que más todavía”. (<em>Correspondencia inédita</em>,
-página 9). Pero se alejó del asunto en la medida que lo profundizaba;
-ya su pensamiento estaba en otra parte. El 17 de abril de 1879, escribía
-a Fet: “<em>¿Los Decembristas?</em> ¡Dios sabe dónde estarán!... Si
-me ocupé y escribí de ellos, me vanaglorio con la esperanza de que tan
-sólo el olor de mi espíritu sería insoportable para quienes sólo se interesan
-por los hombres, para bien de la humanidad”. (<em>Ibid.</em> página 132).
-En este momento de su vida la crisis religiosa había principiado, e iba a
-quemar a todos sus antiguos ídolos.</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_623" href="#FNanchor_623" class="label">[623]</a> La primera traducción francesa de <em>La Guerra y la Paz</em>, hecha
-en San Petersburgo, data de 1879; pero la primera edición francesa es
-de 1885, en tres volúmenes, de la Casa Hachette. Una nueva traducción
-íntegra, en seis volúmenes, acaba de ser publicada en las <em>Obras Completas</em>
-(Tomo VII-XII).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_624" href="#FNanchor_624" class="label">[624]</a> Pedro Besukhov, que se ha casado con Natacha, será un
-“decembrista”. Ha fundado una sociedad secreta para velar por el
-bien general, una especie de <em>Tugendbund</em>; y Natacha se asocia a sus
-proyectos con exaltación. Denissov no comprende una revolución
-pacífica, pero está pronto para una revolución armada. Nicolás Rostov
-ha guardado su lealtad ciega de soldado; él, que decía, después de
-Austerlitz: “Sólo una cosa tenemos que hacer nosotros: cumplir nuestro
-deber, batirnos y no pensar más”. Se irrita contra Pedro, y exclama:
-“¡Mi juramento ante todo! Si se me ordena marchar contra ti con mi
-escuadrón, marcharé y te batiré”. Su esposa, la princesa María, aprueba
-sus ideas. El hijo del príncipe Andrés, el pequeño Nicolás Bolkonsky,
-de quince años de edad, delicado, enfermizo y encantador, de grandes
-ojos, de cabellos de oro, escucha febrilmente la discusión; todo su
-amor es para Pedro y para Natacha; no ama ni a Nicolás ni a María, y
-tiene culto por la memoria de su padre, de quien apenas se acuerda;
-sueña con parecérsele, ser grande, realizar alguna gran hazaña. ¿Cuál?
-¡no lo sabe!... “Digan lo que digan, la haré... Sí, la haré. Él mismo
-me daría su aprobación”. Y la obra concluye en un juego de niño,
-que se mira en la forma de un gran hombre de Plutarco, con su tío Pedro,
-precedido de la gloria y seguido de un ejército. Si los <em>Decembristas</em>
-hubieran sido escritos entonces, no hay duda de que el pequeño Bolkonsky
-habría sido uno de los héroes.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_625" href="#FNanchor_625" class="label">[625]</a> He dicho que las dos familias Rostov y Bolkonsky, en <em>La Guerra
-y la Paz</em> recuerdan muchos de los rasgos de las familias paterna y
-materna de Tolstoi. También hemos visto anunciarse en las narraciones
-del Cáucaso y de Sebastopol varios tipos de soldados de <em>La Guerra
-y la Paz</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_626" href="#FNanchor_626" class="label">[626]</a> Carta del 2 de febrero de 1868, citada por Birukov.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_627" href="#FNanchor_627" class="label">[627]</a> Particularmente, decía, el del príncipe Andrés, en la primera
-parte.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_628" href="#FNanchor_628" class="label">[628]</a> Es de lamentarse que la belleza de la concepción poética esté
-algunas veces opacada por las charlas filosóficas, con las cuales Tolstoi
-recarga su obra, sobre todo en la última parte. Trata de exponer su
-teoría de la fatalidad de la historia, y el mal está en que se vuelve a esta
-teoría sin cesar y se repite obstinadamente. Flaubert, que “lanzaba
-gritos de admiración” mientras leía los dos primeros volúmenes, que
-declaraba “sublimes” y “llenos de cosas a lo Shakespeare”, arroja por
-fastidio el tercer volumen: “rueda horriblemente. Se repite, filosofa.
-Se ve allí al señor, al autor y al ruso, en tanto que hasta el segundo volumen
-no se había visto más que a la Naturaleza y a la humanidad”. (Carta
-a Turguenef de enero de 1880).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_629" href="#FNanchor_629" class="label">[629]</a> La primera traducción francesa de <em>Ana Karenina</em> se publicó
-en dos volúmenes, en 1886, en la casa Hachette. En las <em>Obras Completas</em>
-la traducción íntegra ocupa cuatro volúmenes. (Tomo XV-XVIII).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_630" href="#FNanchor_630" class="label">[630]</a> Carta a su esposa (archivos de la condesa Tolstoi), citada por
-Birukov. (<em>Vida y Obra.</em>)</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_631" href="#FNanchor_631" class="label">[631]</a> El recuerdo de esta noche horrible se encuentra en el <em>Diario
-de un loco</em>, 1883. (Obras Póstumas).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_632" href="#FNanchor_632" class="label">[632]</a> Cuando está terminando <em>La Guerra y la Paz</em>, en el estío de 1869,
-descubre a Schopenhauer, que lo entusiasma: “Schopenhauer es el más
-genial de los hombres”. (Carta a Fet, 30 de agosto de 1869).</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_633" href="#FNanchor_633" class="label">[633]</a> Existe aún, dice, entre Homero y sus traductores, la diferencia
-del “agua hervida y destilada y el agua de manantial, fría, hasta destemplar
-los dientes, cristalina, asoleada, que a menudo arrastra arenillas,
-pero que es más pura y más fresca”. (Carta a Fet, en diciembre de 1870).</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_634" href="#FNanchor_634" class="label">[634]</a> <em>Correspondencia inédita.</em></p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_635" href="#FNanchor_635" class="label">[635]</a> Archivos de la condesa Tolstoi. (<em>Vida y Obra.</em>)</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_636" href="#FNanchor_636" class="label">[636]</a> La novela fué terminada en 1877. Apareció sin el epílogo en el
-<em>Russki Viestniki</em>.</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_637" href="#FNanchor_637" class="label">[637]</a> La muerte de tres niños (18 de noviembre de 1873, febrero de
-1875 y fines de noviembre de 1875); de la tía Tatiana, su madre adoptiva
-(el 20 de junio de 1874), y de la tía Pelagia (22 de diciembre de 1875).</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_638" href="#FNanchor_638" class="label">[638]</a> Carta a Fet, de 1.º de marzo de 1876.</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_639" href="#FNanchor_639" class="label">[639]</a> “La mujer es la piedra de toque de la carrera de un hombre.
-Difícil es amar a una mujer y no hacer nada bueno; y la única manera
-para no estar constantemente disgustado, inactivo por causa del amor,
-es casarse”. (Traducción Hachette, Tomo I, página 312).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_640" href="#FNanchor_640" class="label">[640]</a> Tomo I, página 86.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_641" href="#FNanchor_641" class="label">[641]</a> Tomo I, página 149.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_642" href="#FNanchor_642" class="label">[642]</a> Lema, al frente del libro.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_643" href="#FNanchor_643" class="label">[643]</a> Adviértase también, en el epílogo, el espíritu netamente hostil
-a la guerra, al nacionalismo y al paneslavismo.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_644" href="#FNanchor_644" class="label">[644]</a> “El mal es lo razonable para el mundo. El sacrificio, el amor,
-es locura”. (II, 344).</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_645" href="#FNanchor_645" class="label">[645]</a> Tomo II, 79.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_646" href="#FNanchor_646" class="label">[646]</a> Tomo II, 346.</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_647" href="#FNanchor_647" class="label">[647]</a> Tomo II, 358.</p>
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-
-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_648" href="#FNanchor_648" class="label">[648]</a> “Ahora me entrego de nuevo a la fastidiosa y vulgar <em>Ana
-Karenina</em>, con el único deseo de desembarazarme de ella cuanto antes...”.
-(Carta a Fet, 26 de agosto de 1875, <em>Correspondencia inédita</em>, página 95).
-</p>
-
-<p>“Me es indispensable terminar la novela que me fastidia”. (<em>Ibid.</em>, 1.º
-de marzo de 1876).</p></div>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_649" href="#FNanchor_649" class="label">[649]</a> En las <em>Confesiones</em> (1879). Tomo XIX de las <em>Obras Completas</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_650" href="#FNanchor_650" class="label">[650]</a> Hago aquí un resumen de varias páginas de <em>Confesiones</em>, conservando
-las expresiones de Tolstoi.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_651" href="#FNanchor_651" class="label">[651]</a> <em>Ana Karenina</em>, Cit: “Y Levine, amado, feliz, padre de familia,
-se aleja, el arma en la mano, como si hubiera temido ceder a la tentación
-de poner fin a su suplicio”. (II, 339). Este estado de espíritu
-no era particular a Tolstoi y a sus héroes. Estaba Tolstoi sorprendido
-con el creciente número de suicidios entre las clases acomodadas de toda
-Europa, y principalmente de Rusia; y a ello hace alusión a menudo en
-sus obras de este tiempo. Se diría que pasó sobre la Europa de 1880 una
-gran ola de neurastenia, que barrió a millares de seres. Quienes entonces
-eran adolescentes conservan de esa racha el recuerdo, y para ellos,
-la expresión de Tolstoi sobre esta crisis tiene un valor histórico. Escribió
-la oculta tragedia de una generación.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_652" href="#FNanchor_652" class="label">[652]</a> <em>Confesiones</em>, página 67.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_653" href="#FNanchor_653" class="label">[653]</a> Sus retratos de esta época acusan ese carácter popular. Una
-pintura de Kramskoi (1873) representa a Tolstoi en blusa de mujik, la
-cabeza inclinada, con un aire de Cristo alemán. La frente empieza a
-encalvecer hacia las sienes, las mejillas están hundidas y con barba.
-En otro retrato de 1881, tiene aspecto de contramaestre endomingado:
-los cabellos cortos, la barba y los bigotes extendidos, el rostro parece
-más ancho abajo que arriba; las cejas fruncidas, los ojos mansos; la
-nariz, de anchas ventanas como de perro; las orejas enormes.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_654" href="#FNanchor_654" class="label">[654]</a> <em>Confesiones</em>, páginas 93-95.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_655" href="#FNanchor_655" class="label">[655]</a> A decir verdad, no era ésta la primera vez. El joven voluntario
-del Cáucaso, el oficial de Sebastopol, Olenine de <em>Los Cosacos</em>, el príncipe
-Andrés y Pedro Besukhov en <em>La Guerra y la Paz</em>, habían tenido visiones
-semejantes. Pero Tolstoi era tan apasionado que, cada vez que
-encontraba a Dios creía que lo encontraba por la primera vez y que no
-había habido para él antes más que la noche y la nada. En su pasado no
-veía más que sombras y vergüenzas. Nosotros, que conocemos por su
-<em>Diario</em>, mejor que él, la historia de su corazón, sabemos cómo este corazón
-fué siempre, aun en sus extravíos, profundamente religioso. Por
-otra parte, él mismo conviene en ello en un pasaje del primer Prefacio
-a la <em>Crítica de la Teología Dogmática</em>: “¡Dios mío, Dios mío! ¡he errado,
-he buscado la verdad donde necesitaba buscarla! Yo sabía que erraba.
-Halagaba yo mismo mis malas pasiones, sabiéndolo; <em>pero yo no te olvidaba
-nunca. Te he sentido siempre cerca, hasta cuando me extraviaba</em>”.
-La crisis de 1878-79 fué sólo más violenta que las otras, acaso por influencia
-de los duelos repetidos y de la vejez que se acercaba; y su única novedad
-estuvo en que, en lugar de que la visión de Dios se desvaneciese sin
-dejar rastros, después que la llama del éxtasis se había extinguido,
-Tolstoi, advertido por la experiencia pasada, se apresuró a “avanzar,
-en tanto que la luz estuviera con él” y a deducir de su fe todo un sistema
-de vida. No es que no lo hubiera intentado antes (recuérdense las <em>Reglas
-de Vida</em>, concebidas cuando era estudiante); pero, a los cincuenta
-años, tenía menos ocasiones de dejarse distraer de su camino por las
-pasiones.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_656" href="#FNanchor_656" class="label">[656]</a> El subtítulo de las <em>Confesiones</em> es: <em>Introducción a la Crítica de
-a la Teología dogmática y al Examen de la doctrina cristiana.</em></p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_657" href="#FNanchor_657" class="label">[657]</a> “Yo, que colocaba la verdad en la unidad del amor, me sorprendí
-de este hecho: que la religión destruía, ella misma, lo que deseaba
-producir”. (<em>Confesiones</em>, página 111).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_658" href="#FNanchor_658" class="label">[658]</a> “Y me he convencido de que la enseñanza de la Iglesia es, teóricamente,
-una mentira astuta y perniciosa; prácticamente, un compuesto
-de groseras supersticiones y de hechicerías, bajo el cual desaparece
-absolutamente el sentido de la doctrina cristiana”. (<em>Respuesta al Santo
-Sínodo</em>. 4-17 de abril de 1901). Véase también La <em>Iglesia y el Estado</em>
-(1883). El crimen más grande que Tolstoi reprocha a la Iglesia en su
-“alianza impía” con el poder temporal, que la ha hecho afirmar la santidad
-del Estado, la santidad de la violencia, es “la unión de los bandoleros
-con los mentirosos”.</p>
-
-
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_659" href="#FNanchor_659" class="label">[659]</a> A medida que avanzaba en edad, este sentimiento de la unidad
-de la verdad religiosa a través de la historia humana, y del parentesco de
-Cristo con los otros sabios, desde Buda hasta Kant y Emerson, se fué
-acentuando, al extremo de que Tolstoi se defendía en los últimos años,
-de que tuviera “alguna predilección por el cristianismo”. Muy interesante
-es, en este sentido, una carta escrita en 27 de julio a 9 de agosto de
-1909, al pintor Jan Styka, y recientemente publicada en “El Teósofo”
-de 16 de enero de 1911. Fiel a su costumbre, Tolstoi, lleno de la convicción
-más reciente, tiene la tendencia de olvidar algo en exceso, su estado
-antiguo de alma y el punto de partida de su crisis religiosa, que era
-puramente cristiano:
-</p>
-
-<p>“La doctrina de Jesús, escribía, no es para mí más que una de las
-bellas doctrinas religiosas que hemos recibido de la antigüedad egipcia,
-judía, hindú, china, griega. Los dos grandes principios de Jesús: el amor
-de Dios, es decir de la perfección absoluta; y el amor del prójimo, es
-decir, de todos los hombres sin distinción, fueron predicados por todos
-los sabios del mundo, Krishna, Buda, Lao-Tsé, Confucio, Sócrates,
-Platón, Epicteto, Marco Aurelio, y entre los modernos Rousseau, Pascal,
-Kant, Emerson, Channing y muchos otros. La verdad religiosa y
-moral está en todas partes y siempre es la misma... No tengo ninguna
-predilección por el cristianismo. Si me he interesado particularmente
-por la doctrina de Jesús, es, primero, porque he nacido y he vivido
-entre los cristianos, y, segundo, porque encontré una gran alegría de
-espíritu en desprender la teoría pura de las sorprendentes falsificaciones
-realizadas por todas las Iglesias”.</p></div>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_660" href="#FNanchor_660" class="label">[660]</a> Protesta Tolstoi que no ataca a la verdadera ciencia, que es
-modesta y que conoce su límite. (<em>De la Vida</em>, capítulo IV. Traducción
-francesa de la condesa Tolstoi).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_661" href="#FNanchor_661" class="label">[661]</a> <em>Ibid.</em> Capítulo X.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_662" href="#FNanchor_662" class="label">[662]</a> Tolstoi releyó frecuentemente los <em>Pensamientos</em> de Pascal
-durante el período de crisis que precedió a las <em>Confesiones</em>. De ello habla
-en sus cartas a Fet (14 de abril de 1877 y 3 de agosto de 1879); y
-recomendaba a su amigo que los leyera.</p>
-
-
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_663" href="#FNanchor_663" class="label">[663]</a> En una carta sobre la razón, escrita el 26 de noviembre de 1894
-a la baronesa X... (carta reproducida en el volumen intitulado <em>Los
-Revolucionarios</em>, 1906), agrega Tolstoi:
-</p>
-
-<p>“El hombre ha recibido directamente de Dios un solo instrumento
-para el conocimiento de sí mismo y de sus relaciones con el mundo: y no
-tiene otros. Este instrumento es la razón. La razón nos viene de Dios;
-es no sólo la cualidad superior del hombre, sino también el único instrumento
-de conocimiento de la verdad”.</p></div>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_664" href="#FNanchor_664" class="label">[664]</a> <em>De la vida</em>, capítulo X, XIV-XXI.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_665" href="#FNanchor_665" class="label">[665]</a> <em>De la Vida</em>, XXII-XXV. Como con la mayor parte de las citas,
-hago un resumen de varios capítulos en algunas frases características.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_666" href="#FNanchor_666" class="label">[666]</a> Me reservo para estudiar más tarde, cuando haya sido publicada
-la obra completa de Tolstoi, los diversos matices de este pensamiento
-religioso, que ciertamente evolucionó con respecto a varias cuestiones,
-particularmente en lo que toca a la concepción de la vida futura.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_667" href="#FNanchor_667" class="label">[667]</a> Cito la traducción publicada en <em>Le Temps</em> de primero de mayo
-de 1901.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_668" href="#FNanchor_668" class="label">[668]</a> “Hasta entonces había pasado toda mi vida fuera de la ciudad...”.
-<span style="margin-left: 0.5em;">(<em>¿Qué debemos hacer?</em>)</span></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_669" href="#FNanchor_669" class="label">[669]</a> <em>Ibid.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_670" href="#FNanchor_670" class="label">[670]</a> Tolstoi declaró varias veces su antipatía hacia los “ascetas
-que obran para ellos solos, apartados de sus semejantes”. Los coloca en
-el mismo saco que a los revolucionarios ignorantes y orgullosos, “que
-pretenden hacer el bien a los demás, sin saber lo que a ellos mismos les
-hace falta... Amo con el mismo amor, decía, a los hombres de estas
-dos categorías; pero odio sus doctrinas con el mismo odio. La doctrina
-única es la que ordena una actividad constante, una existencia que responda
-a las necesidades del alma y que trate de realizar la felicidad de
-los otros. Tal es la doctrina cristiana. Igualmente alejada del quietismo
-religioso y de las pretensiones altivas de los revolucionarios, que
-sueñan transformar el mundo sin saber en qué consiste la verdadera
-felicidad”. (Carta a un amigo, publicada en el volumen intitulado
-<em>Placeres crueles</em>, 1895. Traducción de Halpérine-Kaminsky).</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_671" href="#FNanchor_671" class="label">[671]</a> Tomo XXVI de las <em>Obras Completas</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_672" href="#FNanchor_672" class="label">[672]</a> Retrato de 1885, en daguerrotipo, reproducido en la edición de
-<em>¿Qué debemos hacer?</em>, de las <em>Obras Completas</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_673" href="#FNanchor_673" class="label">[673]</a> <em>¿Qué debemos hacer?</em>, página 213.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_674" href="#FNanchor_674" class="label">[674]</a> Toda esta primera parte (los quince primeros capítulos), que
-hormigueaba en tipos, fué suprimido por la censura rusa.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_675" href="#FNanchor_675" class="label">[675]</a> “La verdadera causa de la miseria son las riquezas acumuladas
-en manos de quienes nada producen y que se han concentrado en las
-ciudades. Los ricos se han reunido en las ciudades para divertirse y para
-defenderse, y los pobres vienen a ellas a nutrirse con las migajas de
-las riquezas. Es sorprendente que muchos de ellos continúen trabajando,
-y que no se consagren todos a la caza de un medro más fácil: comercio,
-acaparamiento, mendicidad, prostitución, estafas, en la delincuencia
-misma”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_676" href="#FNanchor_676" class="label">[676]</a> “El eje del mal es la propiedad. La propiedad no es más que el
-medio de disfrutar del trabajo ajeno”. La propiedad, aún agrega Tolstoi,
-es lo que no es de nosotros, sino de los demás. “El hombre llama su
-propiedad a su mujer, sus hijos, sus esclavos, sus bienes; pero la realidad
-le demuestra su error, y debe de renunciar a esa propiedad o sufrir y
-hacer sufrir”. Tolstoi presiente ya la revolución rusa: “Desde hace
-tres o cuatro años, dice, se nos injuria en las calles, se nos llama holgazanes.
-El odio y el desprecio del pueblo oprimido aumentan”. (<em>¿Qué debemos
-hacer?</em>, página 419).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_677" href="#FNanchor_677" class="label">[677]</a> El campesino revolucionario Bondarov habría querido que
-esta ley fuese reconocida como una obligación universal. Tolstoi estaba
-entonces bajo su influjo, como también bajo el de otro campesino,
-Sutaiev. “Durante toda mi vida, dos pensadores rusos han ejercido
-sobre mí una gran acción moral, han enriquecido mi pensamiento, me
-han explicado mi propia concepción del mundo: han sido dos campesinos,
-Sutaiev y Bondarev”. (<em>¿Qué debemos hacer?</em>, página 404). En el
-mismo libro Tolstoi hace el retrato de Sutaiev, e inserta una conversación
-con él.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_678" href="#FNanchor_678" class="label">[678]</a> <em>El Alcohol y el Tabaco.</em> (Traducción de Halpérine-Kaminsky,
-publicada con el título de <em>Placeres viciosos</em>, 1895). El título ruso es:
-<em>Por qué las gentes se embriagan</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_679" href="#FNanchor_679" class="label">[679]</a> <em>Placeres crueles</em>, 1895. (<em>Los comedores de carne</em>, <em>La Guerra</em>, <em>La
-Caza</em>). Traducción de Halpérine-Kaminsky. Títulos rusos: (de Los
-Comedores de Carne): <em>El Primer Grado</em>. <em>La Guerra</em> es un extracto de
-una obra voluminosa. <em>El Reino de Dios está en nosotros</em> (capítulo VI).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_680" href="#FNanchor_680" class="label">[680]</a> Sorprende que Tolstoi haya sufrido tanto para desprenderse
-de ella. En él era una pasión atávica, heredada de su padre. No era
-sentimental y parece que nunca tuvo mucha piedad hacia los animales;
-sus ojos penetrantes apenas se detenían en las miradas, tan elocuentes
-a menudo, de nuestros humildes hermanos, a excepción del caballo, para
-el cual, como gran señor, tuvo predilección siempre. No dejaba de
-tener un fondo de crueldad nativa. Después de narrar la lenta muerte
-de un lobo, al cual había matado, descargándole un garrotazo en el nacimiento
-de la nariz, dice: “Experimentaba un sentimiento voluptuoso,
-al recuerdo de los sufrimientos del animal moribundo”. El remordimiento
-despertó ya tarde.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_681" href="#FNanchor_681" class="label">[681]</a> Estío de 1878. Véase <em>Vida y Obra</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_682" href="#FNanchor_682" class="label">[682]</a> 18 de noviembre de 1878. <em>Ibid.</em></p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_683" href="#FNanchor_683" class="label">[683]</a> Noviembre de 1879. <em>Ibid.</em> Traducción de Bienstock.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_684" href="#FNanchor_684" class="label">[684]</a> 5 de octubre de 1881. <em>Vida y Obra.</em></p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_685" href="#FNanchor_685" class="label">[685]</a> 14 de octubre de 1881. <em>Ibid.</em></p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_686" href="#FNanchor_686" class="label">[686]</a> Marzo de 1882.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_687" href="#FNanchor_687" class="label">[687]</a> 1882.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_688" href="#FNanchor_688" class="label">[688]</a> 23 de octubre de 1884. <em>Vida y Obra.</em></p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_689" href="#FNanchor_689" class="label">[689]</a> “El pretendido derecho de las mujeres ha nacido y no podía
-nacer sino en una sociedad de hombres que se apartaron de la ley del
-verdadero trabajo. Ninguna mujer de obrero cumplido reclama el derecho
-de compartir con el marido el trabajo en las minas o en los campos.
-Solamente demandan ese trabajo las mujeres que quieren compartir el
-trabajo imaginario de la clase rica”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_690" href="#FNanchor_690" class="label">[690]</a> Son estas las últimas líneas de <em>¿Qué debemos hacer?</em>, y están
-fechadas el 14 de febrero de 1886.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_691" href="#FNanchor_691" class="label">[691]</a> Carta a un amigo, publicada con el título de <em>Profesión de fe</em>,
-en el volumen intitulado <em>Placeres crueles</em>, 1895. Traducción de Halpérine-Kaminsky.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_692" href="#FNanchor_692" class="label">[692]</a> La reconciliación tuvo lugar en la primavera de 1878. Tolstoi
-escribió a Turguenev, pidiéndole perdón y Turguenev vino a Yasnaia
-Poliana en agosto de 1878. Tolstoi le devolvió su visita en julio de
-1881. Todo el mundo se sorprendió con su cambio de maneras, su dulzura,
-su modestia. Estaba “como regenerado”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_693" href="#FNanchor_693" class="label">[693]</a> Carta a Polonski (citada por Birukov).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_694" href="#FNanchor_694" class="label">[694]</a> Carta escrita en Bougival, el 28 de junio de 1883.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_695" href="#FNanchor_695" class="label">[695]</a> Capítulo XII de la edición rusa. El traductor francés hizo con
-ella la introducción.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_696" href="#FNanchor_696" class="label">[696]</a> Se advertirá que en el reproche que dirige a Tolstoi M. de
-Vogüé, a su vez emplea por propia cuenta las expresiones mismas de
-Tolstoi: “Justamente o por error, decía, y quizá para nuestro castigo
-hemos recibido del cielo este mal necesario y soberbio: el pensamiento...
-Arrojar lejos esta cruz es una rebelión impía” (<em>La Novela Rusa.</em>, 1886).
-Por otra parte, Tolstoi escribía a su tía la condesa A. A. Tolstoi, en
-1883: “Cada uno debe de cargar su cruz... La mía está en el trabajo
-del pensamiento, malo, orgulloso, lleno de seducciones”. (<em>Correspondencia
-inédita</em>, página 4).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_697" href="#FNanchor_697" class="label">[697]</a> <em>¿Qué debemos hacer?</em>, página 378-9.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_698" href="#FNanchor_698" class="label">[698]</a> Aun llegará a justificar el sufrimiento, no solamente el sufrimiento
-personal, sino también el de los demás. “Porque en el alivio del
-sufrimiento de los otros está la esencia de la vida racional. ¿Cómo,
-pues, el instrumento de trabajo podría ser un objeto de sufrimiento
-para el trabajador? Es como si el labrador dijese que una tierra no
-labrada es un dolor para él”. (<em>De la Vida.</em> Capítulo XXXIV-XXXV).</p>
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_699" href="#FNanchor_699" class="label">[699]</a> 23 de febrero de 1860. <em>Correspondencia inédita</em>, páginas 19-20.
-En esto le desagradaba el arte “melancólico y dispéptico” de Turguenev.</p>
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-<div class="footnote">
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-<p><a id="Footnote_700" href="#FNanchor_700" class="label">[700]</a> Esta carta del 4 de octubre de 1887, fué publicada en los Cuadernos
-de la Quincena, 1902, y en la <em>Correspondencia inédita</em>, 1907.
-</p>
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-<p><em>¿Qué es el Arte?</em> se publicó en 1897-1898; pero en esto pensaba ya
-desde hacía quince años, es decir, desde 1882.</p></div>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_701" href="#FNanchor_701" class="label">[701]</a> Insistiré sobre este punto a propósito de la <em>Sonata a Kreutzer</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_702" href="#FNanchor_702" class="label">[702]</a> Su intolerancia había aumentado desde 1886. En <em>¿Qué debemos
-hacer?</em> no osa siquiera referirse a Beethoven (ni a Shakespeare);
-antes reprochaba a los artistas contemporáneos que osasen ampararse
-en estos hombres. “La actividad de los Galileo, de los Shakespeare,
-de los Beethoven, no tiene nada de común con la de los Tyndall, de los
-Víctor Hugo, de los Wagner. De la misma manera los Santos Padres
-negarían todo parentesco con los Papas” (<em>¿Qué debemos hacer?</em> Página
-375).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_703" href="#FNanchor_703" class="label">[703]</a> Y aun quiso marcharse antes de que terminase el primer acto.
-“Para mí la cuestión estaba resuelta; ya no tenía dudas. Nada había
-que esperar de un autor capaz de imaginar escenas como aquéllas. De
-antemano se podía afirmar que no escribía nada que no fuese malo”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_704" href="#FNanchor_704" class="label">[704]</a> ¡Se sabe que, para hacer una selección de los poetas franceses
-de las escuelas modernas, tuvo esta idea admirable: “copiar, de cada
-volumen, la poesía que se encontrase en la página 28!”</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_705" href="#FNanchor_705" class="label">[705]</a> <em>Shakespeare</em>, 1903. La obra fué escrita con motivo de un artículo
-de Ernesto Crosby sobre <em>Shakespeare y la clase obrera</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_706" href="#FNanchor_706" class="label">[706]</a> Textualmente: “La Novena Sinfonía no une a todos los hombres,
-sino solamente a un pequeño número de ellos, a los cuales separa
-de los demás”.</p>
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-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_707" href="#FNanchor_707" class="label">[707]</a> “Era uno de esos hechos que se producen a menudo, sin atraer
-la atención de nadie, ni interesar, no digo ya al universo, pero ni aun al
-mundo militar francés”...</p>
-
-<p>Y más adelante:</p>
-
-<p>“Será necesario que pasen algunos años antes que los hombres despierten
-de su hipnotismo y comprendan que de ninguna manera podrían
-saber si Dreyfus era culpable o no, y que cada uno tiene otros intereses
-más importantes e inmediatos que el Asunto Dreyfus”. (<em>Shakespeare</em>,
-traducción de Bienstock, páginas 116-118).</p></div>
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-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_708" href="#FNanchor_708" class="label">[708]</a> “<em>El Rey Lear</em> es un drama muy malo, muy negligentemente
-escrito, que no puede inspirar sino disgusto y fastidio”. <em>Otelo</em>, por el
-cual Tolstoi muestra algunas simpatías, sin duda porque la obra concuerda
-con sus pensamientos de entonces sobre el matrimonio y sobre
-los celos, “con ser el menos malo de los dramas de Shakespeare, no es
-más que un tejido de palabras enfáticas”. El personaje de Hamlet no
-tiene ningún carácter, “es un fonógrafo del autor, que repite todas sus
-ideas, al hilo”. En cuanto a <em>La Tempestad</em>, <em>Cymbelino</em>, <em>Troilus</em>, etc., Tolstoi
-no los menciona si no es por su “inepcia”. El único personaje de Shakespeare
-que encuentra natural es el de Falstaff, “precisamente porque
-aquí el lenguaje de Shakespeare, lleno de frías bromas y juegos de
-palabras ineptas, concuerda con el carácter falso, vanidoso y libertino
-de este ebrio repugnante”.</p>
-
-<p>Tolstoi no siempre había pensado así. Entre 1860 y 1870 tenía placer
-en leer a Shakespeare, sobre todo en la época en que tuvo la idea de
-escribir un drama histórico sobre Pedro I. En sus notas de 1869 se ve
-que aún tomaba a <em>Hamlet</em> por modelo y por guía. Después de citar sus
-trabajos concluidos, <em>La Guerra y la Paz</em>, que relacionaba con el ideal
-homérico, agregaba Tolstoi: “Hamlet y mis futuros trabajos: poesía
-del novelista en la pintura de caracteres”.</p></div>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_709" href="#FNanchor_709" class="label">[709]</a> Coloca en “el arte malo” sus “obras de imaginación” (<em>¿Qué
-es el arte?</em>). Ni siquiera exceptúa de su condenación del arte moderno
-sus propias obras teatrales, “desnudas de esta concepción religiosa que
-debe formar la base del drama del porvenir”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_710" href="#FNanchor_710" class="label">[710]</a> Más exactamente: “Es la dirección de la corriente del río”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_711" href="#FNanchor_711" class="label">[711]</a> Desde 1873 escribía Tolstoi: “Pensad lo que queráis, pero de
-tal manera que cada palabra pueda ser comprendida por el carretero
-que transporta los libros de la imprenta. No es posible escribir nada
-malo en una lengua enteramente clara y sencilla”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_712" href="#FNanchor_712" class="label">[712]</a> Tolstoi ha dado el ejemplo: Sus cuatro <em>Libros de Lectura</em> para
-los niños campesinos, han sido adoptados en todas las escuelas de Rusia,
-laicas y eclesiásticas. <em>Sus Primeros Cuentos Populares</em> son el alimento
-de millares de almas. “En el bajo pueblo, escribe Stephan Anikine,
-antiguo diputado a la Duma, el nombre de Tolstoi se confunde con la
-idea de ‘libro’. Se puede escuchar a menudo, a algún pequeño aldeano,
-pedir ingenuamente, en una biblioteca: ‘Dadme un buen libro, un Tolstoi’,
-es decir un libro grueso”. (<em>En memoria de Tolstoi</em>, lecturas hechas
-en el aula de la Universidad de Ginebra, el 7 de diciembre de 1910).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_713" href="#FNanchor_713" class="label">[713]</a> Este ideal de la unión fraternal entre los hombres no señala
-para Tolstoi el término de la actividad humana; su alma insaciable le
-hace concebir un ideal desconocido, más allá del amor. “Tal vez la
-ciencia descubrirá un día, para el arte, un ideal aún más elevado, y el
-arte lo realizará”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_714" href="#FNanchor_714" class="label">[714]</a> A estos mismos años pertenece, según la fecha de la publicación
-y sin duda también de su conclusión, una obra que en realidad fué
-escrita en los tiempos felices del noviazgo y de los primeros años de matrimonio:
-la hermosa historia de un caballo, <em>Kholstomier</em> (1861-1886).
-Habla de ella Tolstoi en una carta a Fet, de 1863. (<em>Correspondencia
-inédita</em>, página 35). El arte de sus principios, con sus paisajes finos, su
-simpatía penetrante hacia las almas, su humor, su juventud tiene parentesco
-con las obras de su período de madurez. (<em>La felicidad conyugal</em>,
-<em>La Guerra y la Paz</em>). El final macabro, las últimas páginas sobre los
-cadáveres comparados del viejo caballo y de su amo, son de una brutalidad
-de realismo que recuerda los años siguientes a 1880.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_715" href="#FNanchor_715" class="label">[715]</a> <em>La Sonata a Kreutzer</em>, <em>El Poder de las Tinieblas</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_716" href="#FNanchor_716" class="label">[716]</a> <em>Le Temps</em>, 29 de agosto de 1901.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_717" href="#FNanchor_717" class="label">[717]</a> “Por lo que toca al estilo, le decía su amigo Drujinin, en 1856,
-sois muy ilustrado, a las veces tanto como un innovador y un gran poeta,
-a veces tanto como un oficial que escribe a un camarada. Lo que escribís
-con amor es admirable; pero inmediatamente que os mostráis
-indiferente, vuestro estilo se embrolla y se hace espantoso”. (Traducción
-de Bienstock, <em>Vida y Obra</em>).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_718" href="#FNanchor_718" class="label">[718]</a> <em>Vida y Obra.</em> Durante el estío de 1879, Tolstoi vivió en gran
-intimidad con los campesinos; y Strakov nos dice que, aparte de la
-religión, “se interesaba mucho por el lenguaje; comenzaba a sentir profundamente
-la belleza de la lengua del pueblo. Diariamente descubría
-nuevas palabras, y diariamente trataba en forma peor la lengua literaria”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_719" href="#FNanchor_719" class="label">[719]</a> En sus notas sobre lecturas, Tolstoi ha escrito, entre 1860 y
-1870: “Los Bylines... Impresión muy grande”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_720" href="#FNanchor_720" class="label">[720]</a> <em>Los dos viejos</em> (1885).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_721" href="#FNanchor_721" class="label">[721]</a> <em>Donde está el amor está Dios</em> (1885).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_722" href="#FNanchor_722" class="label">[722]</a> <em>De qué viven los hombres</em> (1881). <em>Los tres viejos</em> (1884). <em>El
-Ahijado</em> (1886).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_723" href="#FNanchor_723" class="label">[723]</a> Este relato lleva el siguiente título: <em>¿Es mucha la tierra que
-necesita un hombre?</em> (1886)</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_724" href="#FNanchor_724" class="label">[724]</a> <em>Fuego que hace llama no se extingue ya</em> (1885).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_725" href="#FNanchor_725" class="label">[725]</a> <em>El cirio</em> (1885). <em>Historia de Iván el imbécil.</em></p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_726" href="#FNanchor_726" class="label">[726]</a> <em>El Ahijado</em> (1886). Estas narraciones populares han sido
-publicadas en el tomo XIX de las <em>Obras Completas</em>.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_727" href="#FNanchor_727" class="label">[727]</a> Muy tardíamente adquirió el gusto por el teatro. Fué un
-descubrimiento que hizo en el invierno de 1869-1870, y, según su costumbre,
-se inflamó de entusiasmo. “Todo este invierno me he ocupado
-exclusivamente en el drama y, como ocurre siempre a los hombres que
-hasta la edad de cuarenta años no han reflexionado sobre algún asunto
-y que de pronto, en él fijan su atención, les parece que ven entonces
-muchas cosas nuevas... He leído a Shakespeare, a Goethe, Puchkin,
-Gogol y Molière... Quisiera leer a Sófocles y a Eurípides... He
-estado en cama largos días, enfermo; y cuando estoy así los personajes,
-dramáticos o cómicos, comienzan a moverse dentro de mí, y lo hacen
-muy bien...”. (Carta a Fet, 17-21 de febrero de 1870. <em>Correspondencia
-inédita</em>, páginas 63-65).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_728" href="#FNanchor_728" class="label">[728]</a> Variante del acto IV.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_729" href="#FNanchor_729" class="label">[729]</a> Es de considerar que la creación de este drama angustioso haya
-sido para Tolstoi una pena. Escribía a Teneromo: “Vivo bien y jovialmente.
-He trabajado todo este tiempo en mi drama <em>El Poder de las
-Tinieblas</em>, y está concluido”. (Enero de 1887. <em>Correspondencia inédita</em>,
-página 159).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_730" href="#FNanchor_730" class="label">[730]</a> La primera traducción, exacta, de esta obra, en francés, ha sido
-publicada por J. W. Bienstock, en el “<em>Mercure de France</em>” (marzo y
-abril de 1912). Bienstock ha denunciado las extrañas libertades que se
-tomaron en las traducciones anteriores de los textos de Tolstoi.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_731" href="#FNanchor_731" class="label">[731]</a> La traducción francesa de este <em>Postfacio</em>, por M. Halpérine-Kaminsky,
-se ha publicado con el título: <em>De las relaciones entre los
-sexos</em>, en el volumen intitulado <em>Placeres crueles</em>.</p>
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-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_732" href="#FNanchor_732" class="label">[732]</a> Adviértase bien que Tolstoi no tuvo jamás la ingenuidad de
-creer que el ideal del celibato y de la castidad absoluta sea realizable
-por la humanidad actual; pero, según él, un ideal es irrealizable por
-definición: es un llamamiento a las energías heroicas del alma.
-</p>
-
-<p>“La concepción del ideal cristiano, que es la unión de todas las criaturas
-vivientes en el amor fraternal, es inconciliable con la práctica de la
-vida que exige un esfuerzo continuo hacia un ideal inaccesible pero que
-no supone haberle alcanzado nunca”.</p></div>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_733" href="#FNanchor_733" class="label">[733]</a> Al final de <em>La Mañana de un Señor</em>.</p>
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_734" href="#FNanchor_734" class="label">[734]</a> <em>La Guerra y la Paz.</em> No quiero recordar a <em>Alberto</em> (1857), la
-historia de un músico de genio; esta novela es muy débil.</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_735" href="#FNanchor_735" class="label">[735]</a> Véase en <em>Juventud</em> el relato humorístico de las penas que sufrió
-para aprender a tocar el piano. “El piano era para mí un medio de
-encantar a las señoritas con mi sentimentalismo”.</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_736" href="#FNanchor_736" class="label">[736]</a> Se trata de los años de 1876 y 1877.</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_737" href="#FNanchor_737" class="label">[737]</a> S. A. Bers. <em>Recuerdos de Tolstoi</em>. (Véase <em>Vida y Obra.</em>)</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_738" href="#FNanchor_738" class="label">[738]</a> Tomo I, página 381. (Edición de Hachette).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_739" href="#FNanchor_739" class="label">[739]</a> Pero nunca dejó de amarla. Uno de los amigos de sus últimos
-días fué un músico, Goldenveiser, que pasó el estío de 1910 cerca de
-Yasnaia. Casi cada día iba a tocar trozos de música a Tolstoi, durante
-su última enfermedad. (<em>Journal des Débats</em>, 18 de noviembre de 1910).</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_740" href="#FNanchor_740" class="label">[740]</a> Carta del 21 de abril de 1861.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_741" href="#FNanchor_741" class="label">[741]</a> Camilo Bellaigue, <em>Tolstoi y la música.</em> (<em>Le Gaulois</em>, 4 de enero
-de 1911).</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_742" href="#FNanchor_742" class="label">[742]</a> Que no se diga que se trata aquí únicamente de las últimas obras
-de Beethoven. Aun a las primeras que consentía en mirar como “artísticas”,
-reprocha Tolstoi “su forma artificial”. En una carta a Tschaikovsky,
-opone asimismo a Mozart y Haydn “la manera artificial de
-Beethoven, Schumann y Berlioz, que calculan el efecto”.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_743" href="#FNanchor_743" class="label">[743]</a> Véase la escena contada por M. Paul Boyer: “Tolstoi hacía
-que le tocaran Chopin. Al final de la cuarta balada, sus ojos se llenaron
-de lágrimas&mdash;¡Ah! ¡animal! gritó; y bruscamente se levantó y se marchó”.
-(<em>Le Temps</em>, 2 de noviembre de 1920).</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_744" href="#FNanchor_744" class="label">[744]</a> <em>Amo y Criado</em> (1895) es como una transición entre las lúgubres
-novelas que la precedieron y <em>Resurrección</em>, en la cual se derrama la luz
-de la caridad divina. Pero más todavía se siente en ella la cercanía de
-<em>La Muerte de Iván Ilich</em> y de los <em>Cuentos Populares</em>, que de <em>Resurrección</em>,
-que solamente anuncia, hacia el fin, la sublime transformación de un
-hombre egoísta y cobarde, por la acción de un ímpetu de sacrificio. La
-mayor parte de la historia es el cuadro, muy realista, de un amo desprovisto
-de bondad y de un criado resignado que son sorprendidos, en la
-estepa, de noche, por una tormenta de nieve y que pierden el camino.
-El amo, que trata desde luego de huir, abandonando a su compañero,
-regresa y, encontrándolo semihelado, se arroja sobre él, le cubre con su
-cuerpo, le calienta, sacrificándose por instinto; no sabe por qué, pero
-las lágrimas se agolpan a sus ojos; piensa que se ha convertido en aquél
-a quien salva, en Nikita, y que su vida ya no le pertenece a él, sino a
-Nikita. “Nikita vive, luego también yo vivo todavía”. Casi ha olvidado
-que él era él, Vasili. Piensa: “Vasili no sabía lo que debía de hacer...
-no lo sabía, y yo, yo sí lo sé ahora...”. Y escucha la voz de
-Aquél a quien esperaba, (en esta parte su sueño recuerda otro de los
-<em>Cuentos Populares</em>) de Aquél que, hacía un momento, le había dado la
-orden de acostarse sobre Nikita. Lleno de alegría clama: “¡Ya llego,
-Señor!” Y siente que ahora ya es libre, que nada lo retiene... ha
-muerto.</p>
-
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_745" href="#FNanchor_745" class="label">[745]</a> Tenía prevista Tolstoi una cuarta parte, que no escribió.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_746" href="#FNanchor_746" class="label">[746]</a> Tomo I, página 379. Cito la traducción de Teodoro de Wyzewa.
-Una traducción íntegra de <em>Resurrección</em> debe formar los tomos
-XXXVI y XXXVII de las <em>Obras Completas</em>.</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_747" href="#FNanchor_747" class="label">[747]</a> Tomo I, página 129.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_748" href="#FNanchor_748" class="label">[748]</a> Por lo contrario, estuvo ligado a todos los mundos que pintó
-en <em>La Guerra y la Paz</em>, <em>Ana Karenina</em>, <em>Los Cosacos</em> y <em>Sebastopol</em>, salones
-aristocráticos, ejército, vida rural. No tenía para ello más que recordar.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_749" href="#FNanchor_749" class="label">[749]</a> Tomo II, página 20.</p>
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-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_750" href="#FNanchor_750" class="label">[750]</a> “Llevan los hombres en sí mismos el germen de todas las
-cualidades humanas, y ora se manifiesta una, ora se manifiesta otra,
-mostrándose a menudo los hombres como diferentes de ellos mismos, es
-decir, de como habitualmente han parecido. En algunos, estos cambios
-son particularmente rápidos. A esta clase de hombres pertenecía Nekhludov.
-Bajo la influencia de causas físicas y morales se producían en él
-cambios bruscos y completos”. (Tomo I, página 258).
-</p>
-
-<p>Quizá Tolstoi se haya acordado de su hermano Dmitri, que también
-se casó con una Maslova; pero el temperamento violento y desequilibrado
-de Dmitri era diferente del de Nekhludov.</p></div>
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_751" href="#FNanchor_751" class="label">[751]</a> “Muchas veces en su vida había hecho estos <em>lavados de conciencia</em>.
-De esta manera llamaba a las crisis morales en que, percibiendo
-de frente el aceleramiento o la paralización de su vida interior, se decidía
-a barrer las inmundicias que obstruían su alma. Al salir de estas crisis,
-no dejaba nunca de imponerse reglas que juraba observar siempre.
-Escribía un diario y comenzaba una nueva vida; pero en cada ocasión
-no tardaba en recaer en el mismo punto, o aun más abajo que antes de
-la crisis...”. (Tomo I, página 138).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_752" href="#FNanchor_752" class="label">[752]</a> Al saber que la Maslova de nuevo ha hecho una de las suyas
-con un enfermero, Nekhludov se siente más resuelto que nunca a “sacrificar
-su libertad para redimir el pecado de esta mujer”. (Tomo I,
-página 382).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_753" href="#FNanchor_753" class="label">[753]</a> Nunca dibujó Tolstoi un personaje con lápiz tan seguro y vigoroso
-como el Nekhludov de las primeras páginas. Véase la admirable
-descripción del momento de levantarse y de la mañana de Nekhludov,
-antes de la primera sesión en el Palacio de Justicia.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_754" href="#FNanchor_754" class="label">[754]</a> Carta de la Condesa Tolstoi, de 1884.</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_755" href="#FNanchor_755" class="label">[755]</a> <em>Le Temps</em>, 2 de noviembre de 1902.</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_756" href="#FNanchor_756" class="label">[756]</a> Tolstoi la consideraba como una de sus obras capitales: “Uno
-de mis libros, (<em>Para todos los días</em>) al cual he tenido la suficiencia de atribuir
-una gran importancia...”. (Carta a Jan Styka, 27 de julio y 9 de
-agosto de 1909).</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_757" href="#FNanchor_757" class="label">[757]</a> Estas obras fueron, en su mayor parte, publicadas después de
-la muerte de Tolstoi. M. J. W. Bienstock las ha publicado en una traducción
-francesa, (3 volúmenes de la colección Nelson). La lista de
-esas obras es bastante larga, y de ella elegimos, entre las principales:
-<em>El Diario póstumo del Feodor Kuzmitch</em>, <em>El Padre Sergio</em>, <em>Hadji-Murad</em>,
-<em>El Diablo</em>, <em>El Cadáver viviente</em>, drama en doce cuadros; <em>El falso cupón</em>,
-<em>Alexis el tonto</em>, <em>El Diario de un loco</em>, <em>La Luz luce en las tinieblas</em>, drama
-en cinco actos; <em>Todas las cualidades vienen de ella</em>, pequeña pieza
-popular, y una serie de excelentes novelas cortas: <em>Después del baile</em>,
-<em>Lo que yo he visto en sueños</em>, <em>Khodynka</em>, etc. Véase Apéndice, página 431.
-Pero la obra esencial que falta por publicar y que no se publicará en
-mucho tiempo, es el <em>Diario</em> de Tolstoi. Abarca cuarenta años de su
-vida, desde la época del Cáucaso hasta la víspera de su muerte; es el
-libro de Confesiones más despiadadas que jamás haya escrito un gran
-hombre.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_758" href="#FNanchor_758" class="label">[758]</a> El título ruso de esta obra es: <em>Una sola cosa es necesaria</em>. (S.
-Luc. XI, 41).</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_759" href="#FNanchor_759" class="label">[759]</a> La excomunión de Tolstoi por el Santo Sínodo es de 22 de
-febrero de 1901. Fué originada por un capítulo de <em>Resurrección</em>, relativo
-a la misa y a la Eucaristía. Este capítulo (lo lamentamos) ha sido
-suprimido en la traducción francesa.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_760" href="#FNanchor_760" class="label">[760]</a> Sobre la nacionalización del suelo. (Véase el <em>Gran Crimen</em>
-1905).</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_761" href="#FNanchor_761" class="label">[761]</a> “Ruso puro de la vieja Moscovia, dice M. A. Leroy-Beaulieu,
-gran ruso de sangre eslava, mezclada de finlandés, físicamente un tipo
-del pueblo más que de la aristocracia”. (<em>Revue des Deux Mondes</em>, 15 de
-diciembre de 1910).</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_762" href="#FNanchor_762" class="label">[762]</a> 1857.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_763" href="#FNanchor_763" class="label">[763]</a> 1862.</p>
-
-
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-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_764" href="#FNanchor_764" class="label">[764]</a> <em>El Fin de un Mundo</em> (1905 y enero de 1906). Véase el telegrama
-dirigido por Tolstoi a un diario americano:</p>
-
-<p>“La agitación de los zemstvos tiene por objeto limitar el poder despótico
-y establecer un gobierno representativo. Que triunfen o no, el
-resultado seguro será el aplazamiento del verdadero mejoramiento
-social. La agitación política, al producir la ilusión funesta de este mejoramiento
-por medios exteriores, detiene al verdadero progreso, como
-es posible comprobarlo por el ejemplo de todos los Estados constitucionales:
-Francia, Inglaterra, América”. (<em>El movimiento social en
-Rusia</em>. M. Bienstock ha introducido este artículo en el Prefacio del
-<em>Gran Crimen</em>, traducción francesa, 1905). En una larga e interesante
-carta a una dama que le pedía formase parte de un <em>Comité para la propagación
-de la lectura y la escritura entre el pueblo</em>, Tolstoi expresa otros
-cargos contra los liberales: Han desempeñado el papel de engañados;
-se han hecho cómplices, por miedo, de la autocracia; su participación
-en el gobierno da a éste un prestigio moral, y los habitúa a compromisos
-que rápidamente los convierten en instrumentos del poder. Alejandro
-II decía que todos los liberales estaban prontos a venderse a cambio de
-honores cuando no de dinero. Alejandro III ha podido aniquilar sin
-peligros la obra liberal de su padre: “Los liberales cuchicheaban entre
-ellos, porque tal cosa no les agradaba, pero continuaban formando
-parte de los tribunales, seguían al servicio del Estado y en la prensa.
-En la prensa hacían alusión a cosas sobre las cuales la alusión estaba
-permitida; pero callaban sobre todo lo que estaba prohibido hablar,
-y publicaban cuanto se les ordenaba publicar”. Lo mismo hacen bajo
-Nicolás II: “¿Cuándo este joven que no sabe nada, que no comprende
-nada, responde con audacia y falta de tacto a los representantes del
-pueblo, protestan los liberales? De ninguna manera... De todas
-partes se envían al joven czar cobardes y aduladoras felicitaciones”.
-(<em>Correspondencia inédita</em>, páginas 283-306).</p></div>
-
-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_765" href="#FNanchor_765" class="label">[765]</a> <em>Guerra y Revolución.</em>
-</p>
-
-<p>En <em>Resurrección</em>, cuando el examen en casación del juicio de la Maslova,
-en el Senado, es un darwinista materialista quien más se opone a
-la revisión porque le choca, secretamente, que Nekhludov quiera casarse
-por deber con una prostituta: toda manifestación del deber, y, más
-todavía, del sentimiento religioso, le produce el efecto de una injuria
-personal. (Tomo I, página 359).</p></div>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_766" href="#FNanchor_766" class="label">[766]</a> Véanse como tipos, en <em>Resurrección</em>, a Novodvorov, el agitador
-revolucionario, cuya vanidad y el egoísmo excesivo han esterilizado su
-gran inteligencia. Imaginación nula; “ausencia total de las cualidades
-morales y estéticas que producen la duda”. En seguida, unido a sus
-pasos, como su sombra, Markel, el obrero que se ha convertido en revolucionario
-por humillación y por deseo de venganza, adorador apasionado
-de la ciencia que no comprende, anticlerical con fanatismo, y
-asceta. Se encontrará también en <em>Aún tres muertos</em>, o en <em>Lo divino y lo
-humano</em>, (traducción francesa publicada en el volumen intitulado Los
-Revolucionarios, 1906) algunos especímenes de la nueva generación revolucionaria:
-Romana y sus amigos, que desprecian a los antiguos
-terroristas y pretenden llegar científicamente a los fines que persiguen,
-transformando al pueblo agricultor en pueblo industrial.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_767" href="#FNanchor_767" class="label">[767]</a> Carta al japonés Izo-Abe, de fines de 1904. (<em>Correspondencia
-inédita.</em>)</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_768" href="#FNanchor_768" class="label">[768]</a> <em>Las palabras vivientes</em> de <em>L. N. Tolstoi</em>, notas de Teneromo,
-capítulo Socialismo, (publicado en traducción francesa en <em>Los Revolucionarios</em>,
-1906).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_769" href="#FNanchor_769" class="label">[769]</a> <em>Ibid.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_770" href="#FNanchor_770" class="label">[770]</a> Conversación con Paul Boyer. (<em>Le Temps</em>, 4 de noviembre de
-1902).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_771" href="#FNanchor_771" class="label">[771]</a> <em>El Fin de un Mundo</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_772" href="#FNanchor_772" class="label">[772]</a> “La más cruel de las esclavitudes está en ser privado de la
-tierra; porque el esclavo que tiene un dueño, es esclavo de uno solo;
-pero el hombre privado del derecho de la tierra es el esclavo de todo el
-mundo”. (<em>El Fin de un Mundo</em>, capítulo VII).</p>
-
-
-
-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_773" href="#FNanchor_773" class="label">[773]</a> Rusia estaba, en efecto, en una situación especial, y si el error
-de Tolstoi ha sido atribuir también esta situación al conjunto de los
-Estados europeos, no hay que sorprenderse de que se haya mostrado
-principalmente sensible para los sufrimientos que le tocaban más de cerca.
-Véase en <em>El Gran Crimen</em>, sus conversaciones en el camino de
-Tula, con los campesinos, que carecían todos de pan porque la tierra
-les faltaba, y que todos, en el fondo, esperaban que la tierra viniese a
-sus manos. La población agrícola de la nación forma el 80 por ciento.
-Un centenar de millares de hombres, dice Tolstoi, mueren de hambre
-a consecuencia del embargo de la tierra por los propietarios rurales.
-Cuando se llega a hablarles, como remedio de sus males, de la libertad
-de la prensa, de la separación de la iglesia y el Estado, de la representación
-nacional, y aun de la jornada de ocho horas, se burla uno de ellos
-impunemente.</p>
-
-<p>“Quienes aparentan buscar, por todos los medios, el mejoramiento
-de la situación de las masas populares, recuerdan lo que pasa en el teatro
-cuando todos los espectadores ven perfectamente al actor que está
-oculto, en tanto que los otros que toman parte en la representación y
-que también lo ven, fingen no verlo, y se esfuerzan por distraer mutuamente
-su atención”.</p>
-
-<p>No hay otro remedio que devolver la tierra al pueblo que trabaja; y,
-para la resolución de esta cuestión agraria, Tolstoi preconiza la doctrina
-de Henry George y su proyecto de un impuesto único sobre el valor del
-suelo. Éste es su Evangelio económico, y sobre él vuelve incansablemente,
-y tanto se lo ha asimilado que a menudo, en sus obras, emplea
-hasta frases enteras de Henry George.</p></div>
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_774" href="#FNanchor_774" class="label">[774]</a> “La ley de no-resistencia al mal es la clave de la bóveda de
-todo el edificio. Admitir la ley de la ayuda mutua, desconociendo el
-precepto de la no-resistencia, equivale a construir la bóveda sin cerrarla
-en su parte central”. (<em>El Fin de un Mundo.</em>)</p>
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_775" href="#FNanchor_775" class="label">[775]</a> En una carta de 1900, a un amigo (<em>Correspondencia inédita</em>,
-página 312), Tolstoi se queja de la falsa interpretación dada a su principio
-de la no-resistencia. Se confunde, dice: <em>No te opongas al mal haciendo
-el mal</em>... con <em>No te opongas al mal</em>, es decir, con: “Sé indiferente
-al mal...”. “Cuando la lucha contra el mal es el único objeto
-del cristianismo y el mandamiento de la no-resistencia al mal se da como
-el medio de lucha más eficaz”.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_776" href="#FNanchor_776" class="label">[776]</a> <em>El Fin de un Mundo.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_777" href="#FNanchor_777" class="label">[777]</a> Tolstoi retrató dos tipos de estos “sectarios”, uno al final de
-<em>Resurrección</em>, otro en <em>Aún tres muertos</em>.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_778" href="#FNanchor_778" class="label">[778]</a> Después de que Tolstoi condenó la agitación de los zemstvos,
-Gorki interpretaba el descontento de sus amigos, escribiendo: “Este
-hombre se ha convertido en el esclavo de su idea. Largo tiempo hace
-que se aísla de la vida rusa y ya no escucha la voz del pueblo. Se coloca
-a demasiada altura, por encima de Rusia”.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_779" href="#FNanchor_779" class="label">[779]</a> Era para él un sufrimiento agobiador no poder ser perseguido.
-Tenía sed de martirio; pero el gobierno, muy prudente, se cuidaba
-bien de darle esa satisfacción. “En torno mío se persigue a mis amigos
-y se me deja tranquilo, aun cuando, si alguno hay perjudicial, soy yo.
-Evidentemente no valgo bastante para ser perseguido, y de ello tengo
-vergüenza”. (Carta a Teneromo, de 1892, <em>Correspondencia inédita</em>,
-página 184). “Es evidente que no soy digno de sufrir persecuciones, y
-me será preciso morir así, sin haber podido, por los sufrimientos físicos,
-dar testimonio de la verdad”. (A Teneromo, 16 de mayo de 1892. <em>Ibid.</em>
-Página 186). “Me es penoso estar en libertad”. (A Teneromo, 1.º de
-junio de 1894. <em>Ibid.</em> Página 188). ¡Dios sabe, sin embargo, que no
-daba motivo para eso! Insultaba a los czares, atacaba a la patria “este
-horrible fetiche al cual los hombres sacrifican su vida, y su libertad, y
-su razón”. (<em>El Fin de un Mundo</em>). Véase en <em>Guerra y Revolución</em>, el
-resumen que hace de la historia de Rusia. Es una galería de monstruos:
-“el chiflado Iván el Terrible, el borracho Pedro I, la ignorante cocinera
-Catarina I, la prostituida Elizabeth, el degenerado Pablo, el parricida
-Alejandro I” (el único para quien Tolstoi tuvo, sin embargo, alguna
-secreta ternura), “el cruel e ignorante Nicolás I, Alejandro II, poco
-inteligente, más malo que bueno, Alejandro III, seguramente un tonto,
-brutal e ignorante; Nicolás II, un inocente oficial de húsares; rodeado
-de bribones, un joven que no sabe nada, que no comprende nada”.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_780" href="#FNanchor_780" class="label">[780]</a> Carta a Gontcharenko, refractario, del 19 de enero de 1905.
-(<em>Correspondencia inédita</em>, página 264).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_781" href="#FNanchor_781" class="label">[781]</a> A los dukhobors del Cáucaso, 1897. (<em>Ibid.</em> Página 239).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_782" href="#FNanchor_782" class="label">[782]</a> Carta a un amigo, 1900. (<em>Ibid.</em> Páginas 308-309).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_783" href="#FNanchor_783" class="label">[783]</a> A Gontcharenko, 12 de febrero de 1905. (<em>Ibid.</em> Página 265).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_784" href="#FNanchor_784" class="label">[784]</a> A los dukhobors del Cáucaso, 1897. (<em>Ibid.</em> Página 240).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_785" href="#FNanchor_785" class="label">[785]</a> A Gontcharenko, 19 de enero de 1905. (<em>Ibid.</em> Página 264).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_786" href="#FNanchor_786" class="label">[786]</a> A un amigo, noviembre de 1901. (<em>Ibid.</em> Página 326).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_787" href="#FNanchor_787" class="label">[787]</a> “Es como una hendidura en la máquina neumática; todo el
-soplo de egoísmo que se quería aspirar del alma humana, vuelve a entrar
-a ella”. Y emplea todo su ingenio en demostrar que el texto original ha
-sido leído mal y que las palabras exactas del segundo Mandamiento
-eran: “Ama a tu prójimo como a <em>Él mismo</em> (como a Dios”). (Conversaciones
-con Teneromo).</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_788" href="#FNanchor_788" class="label">[788]</a> Conversaciones con Teneromo.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_789" href="#FNanchor_789" class="label">[789]</a> Carta a un chino, octubre de 1906. (<em>Correspondencia inédita</em>,
-página 381 y siguientes).</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_790" href="#FNanchor_790" class="label">[790]</a> Tolstoi expresaba ya este temor en su carta de 1906.</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_791" href="#FNanchor_791" class="label">[791]</a> “No vale la pena negarse al servicio militar y policíaco, para
-admitir la propiedad, que se sostiene solamente por el servicio militar y
-de policía. Los hombres que llenan este servicio y sacan provecho de la
-propiedad obran mejor que aquéllos que se niegan a todo servicio y gozan
-de la propiedad”. (Carta a los dukhobors del Canadá, 1899. <em>Correspondencia
-inédita</em>, páginas 248-260).</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_792" href="#FNanchor_792" class="label">[792]</a> Léase en <em>Las Conversaciones con Teneromo</em> la hermosa página
-“sobre el sabio judío que, sumergido en su libro, no ha visto los siglos derrumbarse
-sobre su cabeza y los pueblos que aparecían y desaparecían
-de la tierra”.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_793" href="#FNanchor_793" class="label">[793]</a> “Ver el progreso de Europa en los horrores del Estado moderno,
-el Estado sangrante, querer crear un nuevo <em>Judenstaat</em>, es un pecado
-abominable” (<em>Ibid.</em>).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_794" href="#FNanchor_794" class="label">[794]</a> <em>Llamamiento a los políticos</em>, 1905.</p>
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-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_795" href="#FNanchor_795" class="label">[795]</a> Se encontrará en el Apéndice de <em>El Gran Crimen</em> y en la traducción
-francesa de los <em>Consejos a los Dirigidos</em> (título ruso: <em>Al pueblo
-trabajador</em>), un <em>Llamamiento</em> de una sociedad japonesa <em>para el Restablecimiento
-de la Libertad de la Tierra</em>.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_796" href="#FNanchor_796" class="label">[796]</a> Carta a Paul Sabatier, 7 de noviembre de 1906. (<em>Correspondencia
-inédita</em>, página 375).</p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_797" href="#FNanchor_797" class="label">[797]</a> Cartas a un amigo, junio de 1892 y noviembre de 1901.</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_798" href="#FNanchor_798" class="label">[798]</a> <em>Guerra y Revolución.</em></p>
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_799" href="#FNanchor_799" class="label">[799]</a> Carta a un amigo. (<em>Correspondencia inédita</em>, páginas 354-55).</p>
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-<p class="footnote"><a id="Footnote_800" href="#FNanchor_800" class="label">[800]</a> <em>Ibid.</em> Acaso se trata aquí de la <em>Historia de un Dukhobor</em>, cuyo
-título figura en la lista de las obras inéditas de Tolstoi.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_801" href="#FNanchor_801" class="label">[801]</a> “Imaginad que todos los hombres que poseen la verdad se
-reuniesen para vivir juntos y se instalasen en una isla: ¿Sería esto la vida?”
-(A un amigo, marzo de 1901, <em>Correspondencia inédita</em>, página 325).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_802" href="#FNanchor_802" class="label">[802]</a> 1.º de diciembre de 1910.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_803" href="#FNanchor_803" class="label">[803]</a> 16 de mayo de 1892. Tolstoi veía entonces a su mujer sufrir
-por la muerte de un niño, y nada podía hacer para consolarla.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_804" href="#FNanchor_804" class="label">[804]</a> Carta de enero de 1883.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_805" href="#FNanchor_805" class="label">[805]</a> “No reprocharé jamás a nadie que no tenga religión. El mal
-está en que los hombres mienten, fingiendo tener esa religión”. Y más
-adelante: “Que Dios nos libre de fingir amor porque esto es peor que
-el odio”. (<em>Correspondencia inédita</em>, páginas 344 y 348).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_806" href="#FNanchor_806" class="label">[806]</a> <em>Revue des Deux Mondes</em>, 15 de diciembre de 1910.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_807" href="#FNanchor_807" class="label">[807]</a> <em>Revue des Deux Mondes</em>, 15 de diciembre de 1910.</p>
-
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-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_808" href="#FNanchor_808" class="label">[808]</a> A un amigo, 10 de diciembre de 1903.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_809" href="#FNanchor_809" class="label">[809]</a> <em>Le Figaro</em>, 27 de diciembre de 1910. La carta, después de la
-muerte de Tolstoi, fué entregada a la condesa por su yerno, el príncipe
-Obolensky, a quien Tolstoi la había confiado algunos años antes. A
-esta carta se unía otra, igualmente dirigida a la condesa y que trataba de
-asuntos íntimos de la vida conyugal. La condesa la destruyó después
-de haberla leído. (Nota comunicada por Taciana Sukhotin, hija mayor
-de Tolstoi).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_810" href="#FNanchor_810" class="label">[810]</a> Este estado de sufrimiento databa, pues, de 1881, es decir, del
-invierno pasado en Moscú y del descubrimiento que entonces hizo
-Tolstoi de la miseria social.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_811" href="#FNanchor_811" class="label">[811]</a> Carta a un amigo (la traducción francesa, hecha por M. Halpérine-Kaminsky,
-ha sido publicada con el título de <em>Profesión de fe</em> en el
-volumen <em>Placeres Crueles</em>, 1895).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_812" href="#FNanchor_812" class="label">[812]</a> Parece que sufrió en sus últimos años y sobre todo en sus últimos
-meses, la influencia de Vladimir-Grigoritch Tchertkov, amigo
-devoto que, establecido largo tiempo en Inglaterra, había consagrado
-su fortuna a publicar y divulgar la obra íntegra de Tolstoi. Tchertkov
-fué atacado violentamente por uno de los hijos de Tolstoi, León; pero
-si se ha podido acusar su intransigencia de espíritu, nadie ha puesto en
-duda su absoluta consagración; y, sin aprobar la dureza, acaso inhumana,
-de algunos actos de los cuales se cree advertir su inspiración (como
-el testamento por el cual Tolstoi privó a su mujer de la propiedad de
-todos sus escritos, sin excepción, comprendidos en ellos sus cartas
-privadas), es posible creer que estuvo más enamorado de la gloria de
-su amigo que el mismo Tolstoi.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_813" href="#FNanchor_813" class="label">[813]</a> <em>La Correspondencia de La Unión para la Verdad</em>, en su número
-de 1.º de enero de 1911, publicó una interesante relación de esta fuga.
-Tolstoi bruscamente partió de Yasnaia Poliana el 28 de octubre de 1910
-(10 de noviembre), hacia las cinco de la mañana. Lo acompañaba el doctor
-Makovitski. Su hija Alejandra, que Tchertkov llama su “colaboradora
-más íntima”, estaba en el secreto de la partida. Llegó el mismo día, a
-las seis de la tarde, al monasterio de Optina, uno de los más célebres
-santuarios de Rusia, donde había estado varias veces en peregrinación;
-allí pasó la noche y, a la mañana siguiente, escribió allí mismo un
-largo artículo sobre la pena de muerte. En la tarde del 29 de octubre
-(11 de noviembre), fué al monasterio de Chamordino, donde su hermana
-María era monja; comió con ella y le comunicó el deseo que habría
-tenido de pasar el fin de su vida en Optina, “encargándose de desempeñar
-las más humildes labores, pero con la condición de que no se le obligase
-a ir a la iglesia”. Durmió en Chamordino; hizo, en la mañana
-siguiente, un paseo a la aldea vecina, donde pensaba tomar alojamiento,
-y volvió a ver a su hermana en la tarde. A las cinco llegó inopinadamente
-su hija Alejandra, quien sin duda le previno que su fuga era conocida
-y que habían salido en su seguimiento; y se pusieron en camino, en el
-acto, de noche. “Tolstoi, Alejandra y Makovitski se dirigieron hacia
-la estación de Koselsk, probablemente con la intención de ganar las
-provincias del Sur, quizás las colonias formadas por los dukhobors en el
-Cáucaso”. En el camino, Tolstoi enfermó y hubo de ponerse en cama
-en la estación de Astapovo. Fué allí donde murió.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_814" href="#FNanchor_814" class="label">[814]</a> <em>Diario</em>, fecha de 28 de octubre de 1879. (Traducción de Bienstock.
-Véase <em>Vida y Obra</em>). He aquí el pasaje entero, que es uno de los
-más bellos: “Hay en este mundo gentes pesadas, sin alas, que se agitan
-abajo. Entre ellas hay algunos fuertes como Napoleón. Dejan rastros
-terribles entre los hombres, siembran la discordia y arrasan siempre la
-tierra. Hay hombres que se dejan crecer las alas, se lanzan lentamente
-y flotan, como los monjes. Hay hombres ligeros, que se levantan fácilmente
-y vuelven a caer, los buenos idealistas. Y hay hombres de alas
-poderosas... Hay hombres celestes que, por amor a los hombres,
-descienden sobre la tierra replegando sus alas, y enseñan a los otros a
-volar. Después, cuando ya no son necesarios, remontan el vuelo, como
-Cristo”.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_815" href="#FNanchor_815" class="label">[815]</a> “Se puede vivir solamente mientras que se está ebrio de
-vida” (<em>Confesiones</em> 1879). “Estoy loco de la vida... Es el estío, el
-estío delicioso. Este año he luchado por largo tiempo; pero la belleza
-de la Naturaleza me ha vencido. Me regocijo con la vida”. (Carta a
-Fet, julio de 1880). Estas líneas fueron escritas en plena crisis religiosa.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_816" href="#FNanchor_816" class="label">[816]</a> En su <em>Diario</em>, fechado en octubre de 1865: “El pensamiento
-de la muerte...”. “Yo quiero y amo la inmortalidad”.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_817" href="#FNanchor_817" class="label">[817]</a> “Me embriagaba con esta cólera hirviente de indignación, que
-amo en mí, que aun la excito cuando la siento, porque obra sobre mí
-de manera calmante, y me da, por algunos instantes al menos, una
-elasticidad extraordinaria, la energía y el fuego de todas las capacidades
-físicas y morales”. (<em>Diario del Príncipe D. Nekhludov, Lucerna,</em> 1857).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_818" href="#FNanchor_818" class="label">[818]</a> Su artículo sobre la Guerra, a propósito del <em>Congreso Universal
-de la Paz</em>, en Londres, en 1891, es una ruda sátira contra los pacifistas,
-que creen en el arbitraje entre las naciones. “Es la historia del pájaro
-al cual se coge después de haberle puesto un grano de sal sobre la cola”.
-Es tan fácil de cogerlo después de todo. Equivale a burlarse de las
-gentes hablarles de arbitraje y de desarme consentido por los Estados.
-¡Charlatanería todo eso! Naturalmente los gobiernos aprueban: ¡los
-buenos apóstoles! Saben bien que esto no les impedirá nunca enviar
-millones de gentes al matadero, cuando les plazca hacerlo. (<em>El reino
-de Dios está en nosotros</em>, capítulo VI).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_819" href="#FNanchor_819" class="label">[819]</a> La Naturaleza fué siempre “el mejor amigo” de Tolstoi, como
-se complacía en decirlo: “Un amigo, está bien; pero morirá, se irá a
-cualquier parte y no se le podrá seguir, en tanto que la naturaleza, a la
-cual estamos unidos por acto de venta y la poseemos por herencia, es
-mejor. Mi naturaleza es fría, repulsora, exigente, estorbosa; pero es
-un amigo que se conservará hasta la muerte, y cuando muramos entraremos
-en ella”. (Carta a Fet, de 19 de mayo de 1861. <em>Correspondencia
-inédita</em>, página 31). Participaba de la vida de la naturaleza, renacía en
-cada primavera: “Marzo y abril son mis mejores meses para el trabajo”.
-(A Fet, el 23 de marzo de 1877). Lo amodorraba el fin del otoño: “Es
-para mí la estación más muerta, no pienso en nada, no escribo nada,
-me siento agradablemente estúpido”. (A Fet, el 21 de octubre de 1869).
-Pero la naturaleza que hablaba íntimamente a su corazón, era la naturaleza
-que lo circundaba, la de Yasnaia Poliana. Aun cuando, en el curso
-de su viaje a Suiza, haya escrito notas muy hermosas sobre el lago de
-Ginebra, allí se sentía extranjero, y su unión con la tierra natal le parecía
-entonces más estrecha y más dulce: “Amo a la naturaleza, cuando
-por todas partes me rodea, cuando por todas partes me envuelve el
-aire cálido que se derrama hasta la lejanía infinita, cuando esta misma
-yerba jugosa que he chafado al sentarme viste de verdura los campos
-infinitos; cuando estas mismas hojas que, agitadas por el viento, brindan
-sombra a mi rostro, se unen para formar el sombrío azul de la floresta
-lejana; cuando este mismo aire que respiro forma el azul claro del
-cielo infinito: cuando estoy solo para gozar de la naturaleza, cuando,
-en torno mío, revuelan y zumban millones de insectos y cantan los
-pájaros. El gozo principal de la naturaleza está para mí en cuanto me
-siento formar parte de toda ella. Aquí (en Suiza) las infinitas lejanías
-son hermosas, pero estoy desligado de ellas”. (Mayo de 1857).</p>
-
-
-
-<div class="footnote">
-<p><a id="Footnote_820" href="#FNanchor_820" class="label">[820]</a> Conversaciones con Paul Boyer. (<em>Le Temps</em>, 28 de agosto
-de 1901). De hecho podría uno confundirlas a menudo, como en esta
-profesión de fe de Julia moribunda:</p>
-
-<p>“Lo que me era imposible creer, nunca he podido decir que lo creía; y
-siempre he creído lo que decía creer. Era todo lo que podía hacer”.
-</p>
-
-<p>Que puede relacionarse con la carta de Tolstoi al Santo Sínodo:
-</p>
-
-<p>“Es posible que mis creencias molesten o desagraden; pero no me es
-posible cambiarlas, como no me es posible cambiar de cuerpo. No puedo
-creer otra cosa que lo que creo en esta hora en que me dispongo a volver
-hacia el Dios de quien procedo”.
-</p>
-
-<p>O bien con este pasaje de la <em>Respuesta a Cristóbal de Beaumont</em>, que nos
-parece ser toda Tolstoi:
-</p>
-
-<p>“Soy discípulo de Jesucristo, y mi Maestro ha dicho que quien ama a
-su hermano cumple la ley”.
-</p>
-
-<p>O todavía:
-</p>
-
-<p>“Toda la oración dominical, íntegra, está contenida en estas palabras:
-¡Cúmplase tu voluntad!” (<em>Tercera carta de la montaña.</em>)
-</p>
-
-<p>En relación con:
-</p>
-
-<p>“Reemplazo todas mis plegarias con el <em>Pater Noster</em>. Todas las peticiones
-que yo puedo dirigir a Dios están expresadas con mayor altura
-moral por estas palabras: ¡Cúmplase tu voluntad!” (<em>Diario</em> de Tolstoi,
-en el Cáucaso, 1852-53).
-</p>
-
-<p>La semejanza de pensamientos no es menos frecuente en el terreno
-del arte que en el de la religión:
-</p>
-
-<p>“La primera regla del arte de escribir, dice Rousseau, consiste en
-hablar con claridad y expresar con exactitud nuestro pensamiento”.
-</p>
-
-<p>Y Tolstoi:
-</p>
-
-<p>“Pensad lo que queráis, pero de tal manera que cada palabra pueda
-ser comprendida por todos. No es posible escribir nada mal en una
-lengua que sea perfectamente clara”.
-</p>
-
-<p>He demostrado antes que las descripciones satíricas de la Opera de
-París, en La Nueva Eloísa, tienen muchas relaciones con las críticas de
-Tolstoi en <em>¿Qué es el Arte?</em></p></div>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_821" href="#FNanchor_821" class="label">[821]</a> <em>Diario</em>, 6 de enero de 1903 (citado en el <em>Prefacio de Tolstoi a
-sus Recuerdos</em>, volumen primero de <em>Vida y Obra de Tolstoi</em>, publicados
-por Birukov).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_822" href="#FNanchor_822" class="label">[822]</a> <em>Cuarto Paseo.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_823" href="#FNanchor_823" class="label">[823]</a> Carta a Birukov.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_824" href="#FNanchor_824" class="label">[824]</a> <em>Sebastopol en mayo de 1855.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_825" href="#FNanchor_825" class="label">[825]</a> “La verdad... la única cosa que me ha quedado de mi concepción
-moral, la única cosa que cumpliré todavía”. (17 de octubre de
-1860).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_826" href="#FNanchor_826" class="label">[826]</a> <em>Ibid.</em></p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_827" href="#FNanchor_827" class="label">[827]</a> “El amor a los hombres es el estado natural del alma, y nosotros
-no lo advertimos”. (<em>Diario</em>, en la época que fué estudiante en
-Kazan).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_828" href="#FNanchor_828" class="label">[828]</a> “La verdad se abrirá para el amor...”. (<em>Confesiones</em>, 1879-81).
-“Yo, que situaba a la verdad en la unidad del amor...”. (<em>Ibid.</em>)</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_829" href="#FNanchor_829" class="label">[829]</a> “¿Me habláis siempre de energía? Pero la base de la energía
-está en el amor, dijo Ana, y el amor no se da nunca a voluntad”. (<em>Ana
-Karenina</em>, II, página 270).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_830" href="#FNanchor_830" class="label">[830]</a> “La belleza y el amor, estas dos razones de vivir”. (<em>La Guerra
-y la Paz</em>, II, página 285).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_831" href="#FNanchor_831" class="label">[831]</a> “Creo en Dios, que es para mí el Amor”. (Carta al Santo Sínodo,
-1901). “¡Sí, el amor!... No el amor egoísta, sino el amor tal
-como yo lo he experimentado, por la primera vez en mi vida, cuando vi
-a mi lado a mi enemigo moribundo, y lo amé... Es la esencia misma del
-alma. Amar a su prójimo, amar a sus enemigos, amar a todos y cada uno,
-¡eso es amar a Dios en todas sus manifestaciones!... Amar a un ser que
-nos es grato, es amor humano; pero amar al enemigo, ¡esto casi es amor
-divino!...”. (El Príncipe Andrés, moribundo, en <em>La Guerra y la Paz</em>,
-III, página 176).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_832" href="#FNanchor_832" class="label">[832]</a> “El amor apasionado del artista por su asunto, es el corazón
-del arte. Sin amor no hay obra de arte posible”. (Carta de septiembre
-de 1889. “<em>Leo Tolstois Briefe 1848 bis 1910</em>”, Berlín, 1911).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_833" href="#FNanchor_833" class="label">[833]</a> “Porque yo escribo libros, sé todo el mal que ellos hacen...”.
-(Carta de Tolstoi a P. V. Vériguine, jefe de los dukhobors, de 21 de
-noviembre de 1897. <em>Correspondencia inédita</em>, página 241).</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_834" href="#FNanchor_834" class="label">[834]</a> Véase <em>La Mañana de un Señor</em>, o bien, en <em>Las Confesiones</em>, los
-retratos extremadamente idealizados de estos hombres sencillos, buenos,
-contentos de su suerte, tranquilos, que comprenden la vida; o bien,
-al fin de la segunda parte de <em>Resurrección</em>, esta visión “de una humanidad,
-de una tierra nueva”, que aparece a Nekhludov, cuando encuentra
-a los obreros que vuelven de su trabajo.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_835" href="#FNanchor_835" class="label">[835]</a> “Un cristiano no podría ser moralmente superior o inferior a
-otro; pero es más cristiano a medida que más rápidamente avanza en
-la vida de la perfección, cualquiera que sea el grado en el cual se encuentre,
-en un momento dado: de suerte que la virtud estacionaria del fariseo
-es menos cristiana que la del ladrón, cuya alma esté en pleno movimiento
-hacia lo ideal, y que se arrepiente sobre su cruz”. (<em>Placeres Crueles.</em>
-Traducción de Halpérine-Kaminsky).</p></div>
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_431"></a>[Pg 431]</span></p>
-<div class="figcenter illowp100" id="p431ilo" style="max-width: 31.25em; margin-top: 4em;">
- <img class="w100" src="images/p431ilo.jpg" alt="p431ilo" />
-</div>
-</div>
-
-<h2 class="nobreak">APÉNDICE</h2>
-
-<p class="center p1">(Nota a la página <a href="#Footnote_757">394</a>).</p>
-
-<h3>LAS OBRAS PÓSTUMAS DE TOLSTOI<a id="FNanchor_836" href="#Footnote_836" class="fnanchor">[836]</a>.</h3>
-
-<p>Tolstoi dejaba al morir una gran cantidad de obras inéditas,
-de las cuales la mayor parte ha sido publicada después
-y forman tres volúmenes en la traducción francesa de J. W.
-Bienstock (Colección Nelson).</p>
-
-<p>Estas obras son de todas las épocas de su vida, habiendo
-algunas que remontan hasta 1883 (<em>Diario de un Loco</em>), y
-otras de los últimos años. Comprenden cuentos, novelas,
-obras teatrales y diálogos, y muchas que quedaron sin
-acabar. Yo las dividiría, de buena gana, en dos clases: las
-obras que Tolstoi escribió por voluntad moral y las que
-<span class="pagenum"><a id="Page_432"></a>[Pg 432]</span>escribió por instinto artístico. En un corto número de ellas,
-armoniosamente se funden las dos tendencias.</p>
-
-<p>Por desgracia hay que deplorar que su desinterés de la
-gloria literaria&mdash;acaso también un secreto propósito de mortificación&mdash;hayan
-impedido a Tolstoi proseguir la composición
-de las obras que se anunciaban como las más hermosas.
-En este número citaremos <em>El Diario Póstumo del Viejo
-Feodor Kuzmitch</em>. Es ésta la famosa leyenda del Zar Alejandro
-I, que haciéndose pasar por muerto y marchándose,
-con un falso nombre, envejeció en Siberia por expiación
-voluntaria. Se advierte que Tolstoi estaba enamorado de
-este asunto e identificado con su héroe, y no podemos consolarnos
-con que sólo nos queden de este “diario” los primeros
-capítulos. Por el vigor y la frescura del relato, valen
-estos capítulos tanto como las mejores páginas de <em>Resurrección</em>.
-En ellos hay retratos inolvidables (la vieja Catarina
-II) y principalmente una primorosa pintura del Zar, místico
-y violento, cuya naturaleza orgullosa tiene todavía
-sobresaltos de despertar en el anciano tranquilo.</p>
-
-<p><em>El padre Sergio</em> (1891-1904) pertenece también a la mejor
-manera de Tolstoi; pero la narración está un poco cortada.
-Tiene por asunto la historia de un hombre que busca
-a Dios en la soledad y el ascetismo, por orgullo herido,
-que acaba por encontrarlo entre los hombres, viviendo para
-ellos. La salvaje violencia de algunas páginas conmueve
-hasta hacer un nudo en la garganta. Nada de más sobrio
-y trágico que la escena en que el héroe descubre la villanía
-de aquélla a quien amaba; su prometida, la mujer a quien
-adoraba como a una santa, ha sido amante del Zar, que era
-por él venerado apasionadamente. No menos conmovedora
-es la noche de tentación, en que el monje, para recobrar
-la paz del alma turbada, se corta un dedo con un hacha. A
-estos episodios feroces se opone la conversación melancólica
-del final, con la pobre viejecita amiga de la infancia, y las
-últimas páginas que son de un laconismo indiferente y sereno.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_433"></a>[Pg 433]</span></p>
-
-<p>El asunto de <em>La Madre</em> es también emocionante. Una
-buena y razonable madre de familia, que después de haberse
-consagrado enteramente a los suyos durante cuarenta
-años, se encuentra sola, sin actividad, sin razón de vivir, y,
-aunque es librepensadora, se acoge al abrigo de un convento
-y escribe allí su Diario. Pero de esta obra solamente quedaron
-las primeras páginas.</p>
-
-<p>De un arte superior son una serie de pequeños relatos:
-<em>Alexis el Tonto</em>, que participa de la vena de los hermosos
-cuentos populares, es la historia de un espíritu simple,
-siempre sacrificado, siempre dulcemente satisfecho, y que
-así muere. <em>Después del Baile</em> (20 de agosto de 1903), en que
-un anciano cuenta cómo amó a una muchacha y cómo cesó
-bruscamente de amarla, después de haber visto al padre de
-ella, un coronel, ordenar que fuera azotado un soldado;
-obra perfecta, primero, de un exquisito encanto de recuerdos
-juveniles y luego de una alucinante precisión.
-<em>Lo que yo he visto en sueños</em> (13 de noviembre de 1906):
-Un príncipe no perdona a su hija, a quien adoraba, porque
-se ha escapado de la casa después de dejarse seducir; pero
-apenas vuelve a verle, es él quien le pide perdón; y sin
-embargo (la ternura de Tolstoi y su idealismo no lo engañan
-nunca), no puede alcanzar a vencer el sentimiento de
-disgusto que le causa la vista del hijo de su hija. <em>Khodynka</em>,
-novela corta cuya acción pasa en 1893: se trata de una
-joven princesa rusa que ha querido tomar parte en una
-fiesta popular de Moscú, y se encuentra, presa de un gran
-pánico, pisoteada, medio muerta, y reanimada por un
-obrero que ha sido él mismo rudamente atropellado. Por
-un instante un sentimiento de fraternidad afectuosa los une;
-se separan después y no volverán a verse más.</p>
-
-<p>De dimensiones más vastas y que anuncian una novela
-épica, es <em>Hadji-Mourad</em> (diciembre de 1902), que refiere
-un episodio de las guerras del Cáucaso en 1851<a id="FNanchor_837" href="#Footnote_837" class="fnanchor">[837]</a>. Tolstoi,
-<span class="pagenum"><a id="Page_434"></a>[Pg 434]</span>al escribirla, se encontraba en la plena posesión de sus procedimientos
-artísticos. En ella la visión (de los ojos y del
-alma) es perfecta; pero, y esto es curioso, no llegamos a
-interesarnos verdaderamente en la historia, porque se advierte
-que Tolstoi mismo no se interesa en ella. Cada personaje
-que aparece en el curso de la narración, despierta
-en él la misma simpatía, y de cada uno, aunque no haga más
-que pasar delante de nuestros ojos, hace un retrato acabado;
-pero a fuerza de amar a todos no prefiere a ninguno. Parece
-que escribió este notable cuento sin ninguna necesidad
-interior y sólo por necesidad física; pues como otros ejercitan
-sus músculos, es necesario que él ejercitara su mecanismo
-intelectual; tenía necesidad de crear; creaba.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>Otras obras tienen un acento personal que llega a menudo
-hasta la angustia. Algunas son autobiográficas, como el
-<em>Diario de un Loco</em> (20 de octubre de 1883), que contiene el
-recuerdo de las primeras noches de espanto de Tolstoi, antes
-de la crisis de 1869;<a id="FNanchor_838" href="#Footnote_838" class="fnanchor">[838]</a> y como <em>El Diablo</em> (19 de noviembre de
-1889). Este último y largo cuento tiene dos partes, que
-son de primer orden sin duda y, por desgracia, un desenlace
-absurdo: un propietario rural que tiene relaciones con una
-joven campesina que vive en sus propiedades, se casa y
-cuida, porque es honesto y ama a su mujer, de alejar a esta
-campesina; pero ella se le ha metido por los ojos, y
-no puede mirarla sin desearla. La busca, y acaba por recobrarla;
-siente que no podrá ya separarse de ella, y se mata.
-Los retratos de este hombre, bueno, débil, robusto, miope,
-inteligente, sincero, trabajador y atormentado; de su joven
-mujer, romántica y enamorada, que lo idealiza, y de la
-hermosa y sana campesina, ardorosa y sin pudor, son obras
-<span class="pagenum"><a id="Page_435"></a>[Pg 435]</span>maestras. Es chocante que Tolstoi haya puesto tanto de
-intención moral en el fin del cuento, como no lo puso en la
-historia vivida, porque él tuvo realmente una aventura
-análoga.</p>
-
-<p><em>La luz brilla en las tinieblas</em>, drama en cinco actos,
-ofrece muchas debilidades artísticas; pero, cuando se conoce
-la tragedia oculta de la vejez de Tolstoi ¡qué conmovedora
-es esta obra que, con otros nombres, presenta en
-escena a Tolstoi y a los suyos! Nicolás Ivanovitch Sarintzeff
-llega a tener la misma fe que el autor de <em>¿Qué debemos
-hacer?</em>, y ensaya ponerla en práctica, lo cual no le está
-permitido. Las lágrimas de su mujer (¿sinceras o simuladas?)
-le impiden abandonar a los suyos; se queda en su
-casa, donde vive pobremente, trabajando en la carpintería;
-su mujer y sus hijos continúan haciendo vida de lujo y dando
-fiestas, y aunque él no toma parte en ellas, se le acusa de
-hipocresía. Sin embargo, por su influencia moral, por la
-simple radiación de su personalidad, hace en torno suyo
-prosélitos y desventurados. Un “pope”, convencido por
-sus doctrinas, abandona la iglesia; un joven de buena familia
-rehúsa prestar el servicio militar y se hace enviar al
-batallón de disciplina; y mientras tanto, el pobre Sarintzeff-Tolstoi
-es desgarrado por la duda. ¿Está en el error? ¿No
-arrastra inútilmente a los otros al sufrimiento y a la muerte?
-Al fin no encuentra otra solución a sus angustias que dejarse
-matar por el joven a quien sin querer condujo a la pérdida.</p>
-
-<p>Se encuentra también, en una breve narración de los
-últimos tiempos de la vida de Tolstoi, <em>No hay culpable</em>
-(septiembre de 1910), la misma confesión dolorosa de un
-hombre que sufre horriblemente por su situación, de la cual
-no puede salir. A los ricos ociosos se oponen los pobres
-abrumados de trabajo, y ni los unos ni los otros sienten
-la inepcia monstruosa de semejante estado social.</p>
-
-<p>Dos obras de teatro tienen un alto valor; una es la obrita
-campesina que combate los daños del alcohol, intitulada<span class="pagenum"><a id="Page_436"></a>[Pg 436]</span>
-<em>Todas las cualidades vienen de ella</em> (probablemente de 1910).
-Los personajes son muy individuales y sus rasgos típicos
-y su ridículo lenguaje fueron sorprendidos de manera muy
-divertida; el campesino que, a la postre, perdona a un
-ladrón, es a la vez noble y cómico por su inconsciente grandeza
-moral y por su ingenuo amor propio. La segunda de
-estas piezas, de una importancia muy distinta, es un drama
-en doce cuadros, <em>El cadáver viviente</em>, que muestra a gentes
-débiles y buenas aplastadas por la estúpida máquina social.
-El héroe, Fedia, es un hombre que se ha perdido por su
-bondad misma y por el profundo sentimiento moral que
-oculta bajo una vida de libertino, porque sufre de una manera
-intolerable con la bajeza del mundo y con su propia
-indignidad; pero no tiene la fuerza necesaria para reaccionar.
-Tiene una mujer a quien ama, que es buena, tranquila,
-razonable, pero “sin la uva que se pone en la sidra para
-hacerla espumar”, “sin el burbujeo en la vida” que procura
-el olvido. Y el olvido le es indispensable.</p>
-
-<p>“<em>Nosotros todos, en nuestro medio, dice, tenemos delante
-tres caminos, y únicamente tres. Ser funcionario, ganar dinero
-y sumar más villanía a la del medio en el cual vivimos. Y
-esto me disgusta; tal vez yo no sería capaz de hacerlo... El
-segundo camino es aquél en el cual se combate esta villanía,
-pero para esto es necesario ser un héroe, y yo no lo soy. Queda
-el tercero: olvidarse, beber, engañarse en fiestas, cantar; este
-es el camino que yo he escogido, y ya veis vosotros a dónde me
-ha conducido...</em>”<a id="FNanchor_839" href="#Footnote_839" class="fnanchor">[839]</a>.</p>
-
-<p>Y en otro pasaje:</p>
-
-<p>“<em>¿Cómo he llegado a perderme? Desde luego, por el vino.
-No es que yo sienta placer en beber; pero he tenido siempre
-el sentimiento de que todo lo que se hace en torno mío no es lo
-que debía hacerse; y siento vergüenza... Y en cuanto a ser
-de la nobleza, o director de banco, ¡eso sí que es vergonzoso, muy
-vergonzoso!... Después de haber bebido ya no tiene uno
-<span class="pagenum"><a id="Page_437"></a>[Pg 437]</span>vergüenza... Y luego, la música, pero no de ópera o de Beethoven,
-sino la de los zíngaros, esa que os derrama en el alma
-tanta vida, tanta energía... Luego, los bellos ojos negros, las
-sonrisas... Pero mientras más os encanta todo eso, más se
-siente la vergüenza, y después...”</em>.<a id="FNanchor_840" href="#Footnote_840" class="fnanchor">[840]</a></p>
-
-<p>Ha abandonado a su mujer porque comprende que él le
-hace mal a ella y que ella no le hace a él ningún bien; la deja
-con un amigo de quien ella es amada y al que también ella
-ama, sin confesárselo, y que se parecen. Desaparece en los
-bajos fondos de la bohemia, y todo así se resuelve bien; los
-otros dos son felices, y él, en la medida en que puede serlo.
-Pero la sociedad no permite que nadie obre sin su consentimiento,
-y reduce estúpidamente a Fedia al suicidio, si no
-quiere que sus dos amigos sean condenados por bigamia.
-Esta extraña obra, tan profundamente rusa y que refleja
-el desaliento de los mejores después de las grandes esperanzas
-de la revolución, que fueron destrozadas, es sencilla,
-sobria, sin ningún efecto declamatorio. Todos los caracteres
-son verdaderos y vivientes, aun los de los personajes
-que aparecen en segundo plano, como la joven hermana,
-intransigente y apasionada en su concepción moral del amor
-y del matrimonio; la buena figura acompasada del bravo
-Karenin, y la vieja mamá, petrificada en sus nobles prejuicios,
-conservadora, autoritaria en sus palabras, acomodaticia
-en sus actos; y aun podría decirse lo mismo de las
-siluetas fugitivas de los zíngaros y de los abogados.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>No he citado algunas obras cuya intención dogmática y
-moral domina la vida libre del arte, aun cuando jamás haga
-tropezar a Tolstoi en su lucidez psicológica.</p>
-
-<p><em>El falso cupón</em> es un largo relato, casi una novela, que
-<span class="pagenum"><a id="Page_438"></a>[Pg 438]</span>trata de demostrar el encadenamiento, en el mundo, de
-todos los actos individuales, buenos y malos. Una falsificación
-cometida por dos colegiales desencadena toda una
-serie de crímenes, de más en más horribles, hasta que el acto
-de la resignación santa de una pobre mujer asesinada por
-una salvaje, conmueve al asesino y, por ella, de uno en otro,
-se llega hasta los primeros autores de todo el mal, quienes
-por esta manera se encuentran así salvados por sus
-víctimas. El tema es soberbio y toca en epopeya; la obra
-habría podido levantarse hasta la fatal grandeza de las tragedias
-antiguas; pero la narración es demasiado larga, muy
-cortada, sin amplitud, y aun cuando cada personaje esté
-justamente caracterizado, todos resultan indiferentes.</p>
-
-<p><em>La cordura infantil</em> es una serie de veintiún diálogos entre
-niños sobre todos los grandes temas, religión, arte, ciencia,
-instrucción, patria, etc., que no carecen de vigor imaginativo,
-pero en los cuales el procedimiento seguido fatiga
-pronto por repetirse tan a menudo.</p>
-
-<p><em>El joven zar</em>, que medita en las desventuras que causa a
-pesar suyo, es una de las obras más débiles de la recopilación.
-En fin, me contentaré con enumerar algunos de estos bosquejos
-fragmentarios: <em>Dos peregrinos</em>, <em>El pope Vasili</em>,
-<em>¿Quiénes son los asesinos?</em>, etc.</p>
-
-<hr class="tb" />
-
-<p>En el conjunto de estas obras sorprende el vigor intelectual
-conservado por Tolstoi hasta su último día<a id="FNanchor_841" href="#Footnote_841" class="fnanchor">[841]</a>. Puede
-parecer verboso cuando expone sus ideas sociales; pero
-siempre que está frente a una acción, de algún personaje
-<span class="pagenum"><a id="Page_439"></a>[Pg 439]</span>viviente, el soñador humanitario desaparece y no queda
-más que el artista de mirada de águila, de mirada que va
-recto al corazón. Nunca perdió esta lucidez soberana; el
-único empobrecimiento que yo advierto, en cuanto al arte,
-viene del lado de la pasión. Aparte de cortos instantes, se
-tiene la impresión de que ya no son para Tolstoi sus obras
-lo esencial en su vida, que son o bien un pasatiempo necesario,
-o bien un instrumento para la acción; porque es la
-acción su verdadero objeto, y ya no el arte. Cuando
-ocurre que se deja recobrar por esta ilusión apasionada,
-parece que de ella tuviera vergüenza; corta pronto por lo
-sano, o acaso, como en el <em>Diario póstumo del viejo Feodor
-Kusmitch</em>, abandona completamente la obra que lo ponía
-en peligro de volver a unir las cadenas que lo ligaban al
-arte... Ejemplo único de un gran artista, en plena fuerza
-creadora y por ella atormentado, que la resiste y que la
-inmola a su Dios.</p>
-
-<div class="figcenter illowp79" id="p439ilo" style="max-width: 6.25em; margin-top: 4em;">
- <img class="w100" src="images/p439ilo.jpg" alt="p439ilo" />
-</div>
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_440"></a>[Pg 440]<br /><a id="Page_441"></a>[Pg 441]</span></p>
-</div>
-
-<div class="footnotes">
-<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_836" href="#FNanchor_836" class="label">[836]</a> Mme. Tatiana Soukhotine, hija mayor de Tolstoi, me ha hecho
-observar que la verdadera ortografía del nombre de Tolstoi, en
-francés, es con una y. Así aparece efectivamente la firma de Tolstoi
-en una carta que recibí de él.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_837" href="#FNanchor_837" class="label">[837]</a> “Del cual fuí testigo, en parte”, escribía Tolstoi.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_838" href="#FNanchor_838" class="label">[838]</a> Véase en la página 328.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_839" href="#FNanchor_839" class="label">[839]</a> Acto V, cuadro I.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_840" href="#FNanchor_840" class="label">[840]</a> Acto III, cuadro II.</p>
-
-
-
-<p class="footnote"><a id="Footnote_841" href="#FNanchor_841" class="label">[841]</a> Esta salud de espíritu se manifiesta en las narraciones que
-fueron hechas por Tchertkov y por el testimonio de los médicos en la
-última enfermedad de Tolstoi. Casi hasta el fin continuó escribiendo
-o dictando su <em>Diario</em>.</p></div>
-
-
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_442"></a>[Pg 442]<br /><a id="Page_443"></a>[Pg 443]<br /><a id="Page_444"></a>[Pg 444]<br /><a id="Page_445"></a>[Pg 445]</span></p>
-</div>
-
-<div class="figcenter illowp70" id="p443ilo" style="max-width: 8.75em;">
- <img class="w100" src="images/p443ilo.jpg" alt="ilop442" />
-</div>
-
-<p class="center p6">SE ACABÓ DE IMPRIMIR EN LOS TALLERES<br />
-<span style="margin-left: 0.8em;">DEL DEPARTAMENTO EDITORIAL</span><br />
-<span style="margin-left: 0.1em;">DE LA SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA</span><br />
-<span style="margin-left: 0.4em;"> EL 13 DE SEPTBRE. DE 1923,</span><br />
-<span style="margin-left: 0.3em;">EN MÉXICO.</span></p>
-
-<div class="figcenter illowp76" id="p445ilo" style="max-width: 3.75em;">
- <img class="w100" src="images/p445ilo.jpg" alt="ilop445" />
-</div>
-
-<p>&nbsp;</p>
-<p>&nbsp;</p>
-<hr class="pgx" />
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-
-<h3 class="pgx" title="">Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm</h3>
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-
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-Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see
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-
-<h3 class="pgx" title="">Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation</h3>
-
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-501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
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-locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt
-Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up to
-date contact information can be found at the Foundation's web site and
-official page at www.gutenberg.org/contact</p>
-
-<p>For additional contact information:</p>
-
-<p> Dr. Gregory B. Newby<br />
- Chief Executive and Director<br />
- gbnewby@pglaf.org</p>
-
-<h3 class="pgx" title="">Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation</h3>
-
-<p>Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
-spread public support and donations to carry out its mission of
-increasing the number of public domain and licensed works that can be
-freely distributed in machine readable form accessible by the widest
-array of equipment including outdated equipment. Many small donations
-($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
-status with the IRS.</p>
-
-<p>The Foundation is committed to complying with the laws regulating
-charities and charitable donations in all 50 states of the United
-States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
-considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
-with these requirements. We do not solicit donations in locations
-where we have not received written confirmation of compliance. To SEND
-DONATIONS or determine the status of compliance for any particular
-state visit <a href="https://www.gutenberg.org/donate">www.gutenberg.org/donate</a>.</p>
-
-<p>While we cannot and do not solicit contributions from states where we
-have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
-against accepting unsolicited donations from donors in such states who
-approach us with offers to donate.</p>
-
-<p>International donations are gratefully accepted, but we cannot make
-any statements concerning tax treatment of donations received from
-outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.</p>
-
-<p>Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
-methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
-ways including checks, online payments and credit card donations. To
-donate, please visit: www.gutenberg.org/donate</p>
-
-<h3 class="pgx" title="">Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic works.</h3>
-
-<p>Professor Michael S. Hart was the originator of the Project
-Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be
-freely shared with anyone. For forty years, he produced and
-distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of
-volunteer support.</p>
-
-<p>Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
-editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in
-the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not
-necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper
-edition.</p>
-
-<p>Most people start at our Web site which has the main PG search
-facility: www.gutenberg.org</p>
-
-<p>This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
-including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
-subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.</p>
-
-</body>
-</html>
-
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