diff options
| author | nfenwick <nfenwick@pglaf.org> | 2025-01-22 21:14:10 -0800 |
|---|---|---|
| committer | nfenwick <nfenwick@pglaf.org> | 2025-01-22 21:14:10 -0800 |
| commit | 263e3b6b2efd77a8a61598d04e701e400cb88338 (patch) | |
| tree | 79f92d5d4eb5e554ab0be579867b63186dbbcc2d | |
| parent | a4638d134e8d91f011cf86d56a1002d1dad27986 (diff) | |
| -rw-r--r-- | .gitattributes | 4 | ||||
| -rw-r--r-- | LICENSE.txt | 11 | ||||
| -rw-r--r-- | README.md | 2 | ||||
| -rw-r--r-- | old/65815-0.txt | 15836 | ||||
| -rw-r--r-- | old/65815-0.zip | bin | 328341 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h.zip | bin | 2303460 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/65815-h.htm | 20487 | ||||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/cover.jpg | bin | 250005 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p119ilo.jpg | bin | 82486 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p11ilo.jpg | bin | 77862 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p145ilo.jpg | bin | 66985 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p163ilo.jpg | bin | 94296 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p17ilo.jpg | bin | 79904 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p181ilo.jpg | bin | 69348 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p211ilo.jpg | bin | 75049 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p233ilo.jpg | bin | 69362 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p245ilo.jpg | bin | 73018 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p253ilo.jpg | bin | 75287 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p277ilo.jpg | bin | 116949 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p317ilo.jpg | bin | 61570 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p347ilo.jpg | bin | 81285 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p371ilo.jpg | bin | 64942 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p393ilo.jpg | bin | 63278 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p431ilo.jpg | bin | 71451 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p439ilo.jpg | bin | 7031 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p443ilo.jpg | bin | 39901 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p445ilo.jpg | bin | 8510 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p5ilo.jpg | bin | 68775 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p61ilo.jpg | bin | 153361 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p95ilo.jpg | bin | 84254 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p98ilo.jpg | bin | 2435 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p99ilo.jpg | bin | 84192 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/p9ilo.jpg | bin | 2351 -> 0 bytes | |||
| -rw-r--r-- | old/65815-h/images/tpage_ilo.jpg | bin | 15982 -> 0 bytes |
34 files changed, 17 insertions, 36323 deletions
diff --git a/.gitattributes b/.gitattributes new file mode 100644 index 0000000..d7b82bc --- /dev/null +++ b/.gitattributes @@ -0,0 +1,4 @@ +*.txt text eol=lf +*.htm text eol=lf +*.html text eol=lf +*.md text eol=lf diff --git a/LICENSE.txt b/LICENSE.txt new file mode 100644 index 0000000..6312041 --- /dev/null +++ b/LICENSE.txt @@ -0,0 +1,11 @@ +This eBook, including all associated images, markup, improvements, +metadata, and any other content or labor, has been confirmed to be +in the PUBLIC DOMAIN IN THE UNITED STATES. + +Procedures for determining public domain status are described in +the "Copyright How-To" at https://www.gutenberg.org. + +No investigation has been made concerning possible copyrights in +jurisdictions other than the United States. Anyone seeking to utilize +this eBook outside of the United States should confirm copyright +status under the laws that apply to them. diff --git a/README.md b/README.md new file mode 100644 index 0000000..d12ed72 --- /dev/null +++ b/README.md @@ -0,0 +1,2 @@ +Project Gutenberg (https://www.gutenberg.org) public repository for +eBook #65815 (https://www.gutenberg.org/ebooks/65815) diff --git a/old/65815-0.txt b/old/65815-0.txt deleted file mode 100644 index 888385f..0000000 --- a/old/65815-0.txt +++ /dev/null @@ -1,15836 +0,0 @@ -The Project Gutenberg eBook, Vidas Ejemplares, by Romain Rolland - - -This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most -other parts of the world at no cost and with almost no restrictions -whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of -the Project Gutenberg License included with this eBook or online at -www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have -to check the laws of the country where you are located before using this ebook. - - - - -Title: Vidas Ejemplares - Beethoven--Miguel Angel--Tolstoi - - -Author: Romain Rolland - - - -Release Date: July 10, 2021 [eBook #65815] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - - -***START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK VIDAS EJEMPLARES*** - - -E-text prepared by Andrés V. Galia, Sanly Bowitts, and the Online -Distributed Proofreading Team (http://www.pgdp.net) from page images -generously made available by Internet Archive (https://archive.org) - - - -Note: Project Gutenberg also has an HTML version of this - file which includes the original illustrations. - See 65815-h.htm or 65815-h.zip: - (http://www.gutenberg.org/files/65815/65815-h/65815-h.htm) - or - (http://www.gutenberg.org/files/65815/65815-h.zip) - - - Images of the original pages are available through - Internet Archive. See - https://archive.org/details/vidasejemplaresb00roll - - -NOTAS DEL TRANSCRIPTOR - -En la versión de texto sin formatear las palabras en itálicas están -indicadas con _guiones bajos_. - -La transcripción se llevó a cabo respetando preferentemente las reglas -gramaticales de la Real Academia Española (RAE), vigentes cuando la -obra se publicó en 1923, y el texto disponible de las imágenes. - -Por ejemplo, ciertas reglas de acentuación ortográfica del castellano, -cuando la presente edición de esta obra fue publicada eran diferentes a -las existentes cuando se realizó la transcripción. Palabras como vio, -fue, dio, por ejemplo, en esa época llevaban acento ortográfico. Eso -ha sido respetado de acuerdo con el criterio expresado en el párrafo -anterior. El lector interesado puede consultar el Mapa de Diccionarios -Académicos de la Real Academia Española. - -En la presente transcripción se decidió adecuar la ortografía de las -mayúsculas acentuadas a las reglas establecidas por la RAE. - -Errores evidentes de impresión y de puntuación han sido corregidos. - -Se observó durante el proceso de revisión que el texto de algunas -de las poesías de Miguel Ángel, publicadas en la lengua original en -el Apéndice correspondiente, tienen algunas palabras que difieren -ligeramente de otras versiones de la misma poesía. Así por ejemplo en -la presente obra se tiene: - -«La casta voglia, che 'l cor dentro infiamma». - -En otras publicaciones (Biblioteca Augustana) se encuentra: - -«La casta voglia che 'l cor dentro incende». - -También se hace notar que es posible que en las poesías que se -presentan en italiano en este trabajo, haya alguna diferencia en la -ortografía de alguna palabra cuando se compare con otras ediciones de -las mismas poesías. Esas diferencias, en parte se deben a que algunas -ediciones usan un italiano más actualizado que el que se usaba en la -época en que estas poesías fueron escritas. - -El Índice de capítulos, incluido en la publicación original al final, -ha sido trasladado al principio por el Transcriptor. - -La portada de libro fue modificada por el Transcriptor y fue depositada -en el dominio público. - - - - - -VIDAS EJEMPLARES - - -ROMAIN ROLLAND - -VIDAS EJEMPLARES - -_Beethoven--Miguel Ángel--Tolstoi_ - - -[Ilustración] - - - - - - -Universidad Nacional de México -1923 - - -[Ilustración] - - - - - NOTA PRELIMINAR - - -La presente obra forma parte de una serie que la Secretaría de -Educación Pública edita, con el propósito de difundir la cultura -clásica junto con los rasgos fundamentales del pensamiento moderno. -Lo escaso y lo incompleto de las ediciones castellanas de los libros -más importantes del mundo ha sido causa de que, entre nosotros, las -personas cultas tengan que dedicar gran atención al estudio de las -lenguas extranjeras, principalmente al inglés y al francés, y de que -la gran masa de la población desconozca los libros geniales. Publicar -en español ediciones clásicas es, por lo mismo, una doble necesidad de -patriotismo y de cultura. De patriotismo, porque ningún pueblo que se -respeta debe conformarse con que sea indispensable el uso de un idioma -extraño para conocer las cumbres del pensamiento; de cultura, porque -no se concibe una ilustración, ni siquiera mediocre, que carezca del -conocimiento indicado. - -Creemos que ha llegado para nuestra raza hispanoamericana un período -de renovación vigorosa y autónoma, que no puede asentarse en sólidas -bases si seguimos de siervos del pensamiento francés, o del pensamiento -inglés o de cualquiera otra tendencia extraña. Creemos que las -razas--caracterizadas muy particularmente por las lenguas--son el -órgano por el que la Historia expresa las distintas fases del espíritu -humano en su lucha por conquistar la verdad y el bien, y creemos que -sólo afirmando y depurando el concepto de la raza y el vigor de la raza -se logra ese poder que en seguida conduce a la universalidad, meta -suprema de la realización humana. Universalidad es nuestra aspiración; -mas, para lograrla, es menester que nos asentemos en las fuertes raíces -de nuestro tronco étnico y que en seguida exploremos el mundo y lo -expresemos conforme al ingenio y al temperamento nuestros, porque el -progreso del mundo exige de nosotros una interpretación personal y una -expresión característica y única de la vida que nosotros vivimos. Y el -primer paso para la elaboración de una cultura propia es traducir todo -el acervo de la cultura contemporánea a los moldes de nuestra lengua, -y en seguida difundir libros castellanos para que, sin menoscabo de la -ilustración general, se expulse el libro escrito en idioma extranjero. -En este sentido las ediciones de la Secretaría de Educación Pública -llegarán a ser útiles, no sólo para los mexicanos, sino también para -todos los hijos de la raza nuestra, desde el Bravo hasta el Plata, y -aun para la misma población de España, ya que muchas de las obras de -esta serie no han sido traducidas jamás a nuestra lengua común. - -Hacer llegar el libro excelso a las manos más humildes y lograr de -esta manera la regeneración espiritual, que debe preceder a toda otra -suerte de regeneración, es otro de los propósitos de estas ediciones, -que en su mayor parte se repartirán gratuitamente entre las bibliotecas -y escuelas que el Gobierno está abriendo por toda la República. La -divulgación de estas obras viene a constituir la segunda parte de la -campaña que estamos desarrollando contra el analfabetismo; pues de esta -manera, después de enseñar a leer, damos lo que debe leerse, seguros -de ofrecer lo mejor que existe, porque en la selección de las obras no -nos guía más criterio que el de la suprema excelencia, y el propósito -de formar una colección que abarque, hasta donde es posible, todos los -aspectos más nobles del pensamiento humano. - -En términos generales, y tal como lo dice el acuerdo respectivo, se han -escogido libros fundamentales, libros esenciales, y que tienen todos la -misma tendencia de ennoblecer la vida. Se comienza con “La Ilíada” de -Homero, que es la fuerte raíz de toda nuestra literatura, y se da lo -principal de los clásicos griegos, los eternos maestros. Se incorpora -después una noticia sobre la moral budista, que es como anunciación -de la moral cristiana, y se da en seguida el texto de los Evangelios, -que representan el más grande prodigio de la Historia y la suprema ley -entre todas las que norman el espíritu; más la Divina Comedia, que es -como una confirmación de los más importantes mensajes celestes. - -Se publicarán, también, algunos dramas de Shakespeare, por -condescendencia con la opinión corriente, y varios de Lope, el dulce, -el inspirado, el magnífico poeta de la lengua castellana, con algo de -Calderón y el Quijote, de Cervantes, libro sublime donde se revela el -temperamento de nuestra estirpe. Seguirán después algunos volúmenes de -poetas y prosistas hispanoamericanos y mexicanos; la Historia Universal -de Justo Sierra, que es un resumen elocuente y corto; la Geografía de -Reclus, obra llena de generosidad, y libros sobre la cuestión social -que ayuden a los oprimidos y que serán señalados por una comisión -técnica, junto con libros sobre artes o industrias, de aplicación -práctica. - -Finalmente se publicarán libros modernos y renovadores, como el Fausto -y los dramas de Ibsen y Bernard Shaw; libros redentores como los de -Galdós, los de Tolstoi y los de Rolland, y parte de la obra del excelso -Tagore. Como no se desea construir un índice exclusivo, la Secretaría -ha pedido al público que designe, entre las grandes obras de la -humanidad, otras diez para que entren a las prensas de la Editorial y -pasen, después, a germinar conceptos y a inspirar nobles acciones en el -ánimo de todos los habitantes de la República. - - El Secretario de Educación Pública - JOSÉ VASCONCELOS - - - - - ÍNDICE - - - Pág. - - Nota preliminar 5 - - Prefacio 11 - - Vida de Beethoven 15 - - Apéndice - - Beethoven.--Testamento de Heiligenstadt a mis hermanos - Carl y (Johann) Beethoven, Heiligenstadt, - a 6 de octubre de 1802 61 - - Cartas - - Al pastor Amenda, en Curlandia, probablemente escrita en 1801 65 - - Al doctor Franz Gerhard Wegeler, Viena, 29 de junio de 1801 68 - - A Wegeler, Viena, 16 de noviembre de 1801 71 - - - Cartas de Wegeler y de Eleonora von Breuning a Beethoven: - - Carta de Wegeler, Coblenza, 28 de diciembre de 1825 74 - - Carta de Eleonora Wegeler, Coblenza, 29 de diciembre de 1825 76 - - Beethoven a Wegeler, Viena, 7 de octubre de 1826 77 - - A Wegeler, Viena, 17 de febrero de 1827 79 - - A Moscheles, Viena, 14 de marzo de 1827 79 - - Pensamientos - - Sobre música 80 - - Sobre crítica 83 - - Bibliografía - - Sobre las cartas de Beethoven 84 - - Sobre la Vida de Beethoven 85 - - Sobre la obra de Beethoven 87 - - Retratos de Beethoven 88 - - - VIDA DE MIGUEL ÁNGEL - - Introducción 95 - - Miguel Ángel 99 - - La Lucha 117 - - I. La Fuerza 119 - - II. La Fuerza que se rompe 145 - - III. La Desesperación 163 - - La Abdicación 179 - - I. Amor. 181 - - II. Fe 211 - - III. Soledad 233 - - Epílogo - - La Muerte 245 - - Apéndice - - Poesías de Miguel Ángel 253 - - Bibliografía - - I. Escritos de Miguel Ángel 270 - - II. Obras relativas a la vida de Miguel Ángel 271 - - III. Vittoria Colonna 273 - - VIDA DE TOLSTOI - - La luz que acaba de extinguirse 277 - - Historia de mi infancia 292 - - Las narraciones del Cáucaso 295 - - Los Cosacos 296 - - Narraciones de Sebastopol 301 - - Tres muertes 312 - - La felicidad conyugal 314 - - La Guerra y la Paz 319 - - Ana Karenina 327 - - Las Confesiones y la crisis religiosa 335 - - La crisis social: ¿Qué debemos hacer? 347 - - La crítica del arte 358 - - Los Cuentos Populares 371 - - El Poder de las Tinieblas 375 - - La Muerte de Iván Ilich 378 - - La Sonata a Kreutzer 379 - - Resurrección 385 - - Las ideas sociales de Tolstoi 393 - - Su semblante había tomado los rasgos definitivos 407 - - Concluye la lucha 420 - - - Apéndice - - Las obras póstumas de Tolstoi 431 - - - [Ilustración] - - - - - PREFACIO - - - “_Quiero demostrar que todo el que - obra recta y noblemente, puede, por - ello mismo, sobrellevar el infortunio_”. - - - BEETHOVEN - - - Al Municipio de Viena, el 1.º de - febrero de 1819. - - -Un denso ambiente nos envuelve. La vieja Europa se adormece en una -atmósfera cargada y viciosa; un materialismo sin grandeza pesa sobre el -pensamiento y estorba la acción de los gobiernos y de los individuos; -el mundo muere de asfixia en su egoísmo prudente y vil, y al morir nos -ahoga. Abramos las ventanas para que entre el aire puro; respiremos el -aliento de los héroes. - -La vida es dura. Para los que no se resignan a la mediocridad del alma -es un combate diario, triste las más de las veces, librado sin grandeza -ni fortuna en la soledad y en el silencio. Oprimidos por la pobreza, -por los ásperos deberes domésticos, por los trabajos abrumadores y -estúpidos, en los que inútilmente se pierden las fuerzas, la mayor -parte de los hombres están separados los unos de los otros, sin una -esperanza, sin un rayo de alegría, sin tener siquiera el consuelo de -tender la mano a sus hermanos de infortunio, que nada saben de ellos y -de quienes ellos nada saben. Cada uno cuenta sólo consigo mismo; y hay -momentos en que los más fuertes flaquean bajo el peso de su pena, y -demandan socorro y amistad. - -Para ayudarlos me propongo reunir, en torno suyo, a los Amigos -heroicos, a las grandes almas que se sacrificaron por el bien. Estas -Vidas de Hombres Ilustres no se dirigen al orgullo de los ambiciosos, -sino que están consagradas a los desventurados. ¿Y quién, en el -fondo, no lo es? Ofrezcamos a quienes sufren el bálsamo del sagrado -sufrimiento. No estamos solos en el combate, pues alumbran la noche -del mundo luces divinas, y ahora mismo, cerca de nosotros, hemos -visto brillar dos de las más puras llamas, la de la Justicia y la de -la Libertad: el coronel Picquart y el pueblo boer. Si estas llamas -no han logrado abrasar las espesas tinieblas, nos han mostrado, en -un relámpago, el camino. Avancemos en pos de estos hombres, en pos -de todos los que como ellos lucharon, aislados, esparcidos en todos -los países y en todos los tiempos. Acabemos con los valladares de los -siglos y resucitemos el pueblo de los héroes. - -No llamo héroes a los que triunfaron por el pensamiento o por la -fuerza; llamo héroes sólo a aquéllos que fueron grandes por el corazón. -Como ha dicho, entre ellos, uno de los más altos, aquél cuya vida -contamos en estas páginas: “no reconozco otro signo de excelsitud que -la bondad”. Cuando no hay grandeza de carácter no hay grandes hombres, -ni siquiera grandes artistas, ni grandes hombres de acción; apenas -habrá ídolos exaltados por la multitud vil; pero los años destruyen -ídolos y multitud. Poco nos importa el éxito, ya que se trata de ser -grande y no de parecerlo. - -La vida de aquéllos cuya historia intentaremos narrar en estas páginas -fué casi siempre un martirio prolongado. Sea que un trágico destino -haya querido forjar sus almas en el yunque del dolor físico y moral, -de la enfermedad y de la miseria; o bien que asolara sus vidas y -desgarrara sus corazones el espectáculo de los sufrimientos y de las -vergüenzas sin nombre que torturaban a sus hermanos, todos comieron el -pan cotidiano de la prueba, y fueron grandes por la energía, porque lo -fueron también por la desgracia. Que no se quejen demasiado quienes -son desventurados, porque los mejores de entre los hombres están con -ellos. Nutrámonos del valor de estos hombres, y, si somos débiles, -reposemos por un instante nuestra cabeza sobre sus rodillas, que ellos -nos consolarán. Mana de estas almas sagradas un torrente de fuerza -serena y de bondad omnipotente: no es siquiera necesario interrogar -sus obras, ni escuchar sus palabras, para que leamos en sus ojos, en la -historia de su vida, que nunca la vida es más grande, más fecunda--ni -más dichosa--que en el dolor. - - * * * * * - -Al frente de esta legión heroica, vemos, en primer lugar, al fuerte y -puro Beethoven. Él mismo anhelaba, en medio de sus sufrimientos, que -su ejemplo pudiera ser un sostén para todos los desvalidos, _y que el -desventurado se consolase al encontrar otro desdichado como él, que, -a pesar de todos los obstáculos de la Naturaleza, había hecho cuanto -de él dependía para llegar a ser un hombre digno de este nombre_. -Triunfante de su pena, tras años de luchas y de esfuerzos sobrehumanos, -y cumplida su misión, que era, como él decía, la de infundir un poco de -valor a la pobre humanidad, este Prometeo vencedor respondía a un amigo -que invocaba a Dios: _¡Hombre, ayúdate a ti mismo!_ - -Inspirémonos en su valiente palabra. Reanimemos, con su ejemplo, la fe -del hombre en la vida y en el hombre. - - ROMAIN ROLLAND - -Enero de 1903. - - - - - VIDA DE BEETHOVEN - - - Woltuen, wo man kann, - Freiheit über alles lieben, - Wahrheit nie, auch sogar am - Throne nicht verleugnen. - - BEETHOVEN - - - (Hoja de Álbum, 1792). - - - (Hacer todo el bien que sea posible, - amar la libertad por encima de todo, y - aun cuando fuera por un trono, - no traicionar nunca a la Verdad). - - - [Ilustración] - -Era pequeño y gordo, de cuello robusto, de complexión atlética; tenía -una cara grande color de rojo ladrillo, menos al fin de su vida, que -se tornó su tono enfermizo y amarillento, en invierno sobre todo, -cuando permanecía encerrado y lejos del campo; una frente poderosa -y abultada; cabellos extremadamente negros, muy espesos, en los -cuales parecía que no había entrado nunca el peine, erizados por -todos lados, “las serpientes de Medusa”[1]; sus ojos brillaban con -una fuerza prodigiosa, que dominaba a cuantos los miraban; pero casi -todos se engañaron sobre el color de estos ojos. Como irradiaban -con fulgor salvaje, en un semblante obscuro y trágico, se les creía -generalmente negros, cuando eran de un azul gríseo[2]; pequeños y -muy hundidos, se abrían bruscamente en la pasión o en la cólera y -entonces giraban en sus órbitas, reflejando todos sus pensamientos con -verdad maravillosa[3]. Frecuentemente se volvían hacia el cielo con -una mirada melancólica. La nariz era chata y ancha, como un hocico de -león: la boca delicada, con el labio inferior saliente; mandíbulas -temibles que habrían podido cascar nueces; y un hoyuelo profundo en el -mentón, hacia el lado derecho, daba una extraña disimetría al rostro. -“Sonreía bondadosamente, dice Moscheles, y había en su conversación, a -menudo, un tono amable y alentador. En cambio su risa era desagradable, -violenta y gesticulante, rápida”,--la risa de un hombre que no está -acostumbrado a la alegría. Su expresión habitual era melancólica, de -“una tristeza incurable”. Rellstab, en 1825, decía que tenía necesidad -de todas sus fuerzas para no llorar al ver “sus ojos dulces y su dolor -penetrante”; Braun von Braunthal, un año después, lo encontró en una -cervecería: estaba sentado en un rincón, fumando una larga pipa y con -los ojos cerrados, como lo hacía más frecuentemente a medida que se -aproximaba a la muerte. Un amigo le dirigió la palabra; sonrió con -tristeza, sacó de su bolsillo una libreta de conversación, y, con la -voz aguda que adquieren a menudo los sordos, le dijo que escribiera -lo que quería preguntarle. Su semblante se transfiguraba, ora en los -accesos de inspiración súbita que lo acometían de improviso, aun en -la calle, y que llenaban de sorpresa a los transeúntes, ora cuando -se le sorprendía sentado al piano. “Los músculos de su rostro se le -saltaban, sus venas se hinchaban; los ojos salvajes se hacían dos veces -más terribles; le temblaba la boca, y tenía el aire de un encantador -vencido por los demonios que hubiera evocado”. Parecía una figura de -Shakespeare[4]; Julius Benedict dice: “El rey Lear”. - - * * * * * - -Ludwig van Beethoven nació el 16 de diciembre de 1770, en Bonn, cerca -de Colonia, en una mísera bohardilla de casa pobre. Era flamenco de -origen[5]; su padre, un tenor borracho y sin talento; su madre, una -criada, hija de un cocinero y viuda en primeras nupcias de un ayuda de -cámara. - -Su infancia severa no tuvo la familiar dulzura con que la de Mozart, -más feliz, estuvo rodeada. Desde el principio la vida se le reveló como -un combate triste y brutal; su padre quiso explotar sus disposiciones -musicales y exhibirlo como un niño prodigio; a los cuatro años de edad -lo sentaba, durante horas enteras, frente a su clave, o lo encerraba -con un violín y lo abrumaba de trabajo. Poco faltó para que por siempre -le hubiera hecho odioso el arte. Fué preciso usar de la violencia -para que Beethoven aprendiera la música. Su juventud fué entristecida -por las preocupaciones materiales, el cuidado de ganarse el pan, los -trabajos prematuros; a los once años formaba parte de la orquesta del -teatro, y a los trece era organista. En 1787 perdió a su madre, a quien -adoraba. “¡Era tan buena conmigo, tan digna de ser amada, mi mejor -amiga! ¡Oh, quién más feliz que yo cuando podía pronunciar el dulce -nombre de madre, y que ella podía escucharme!”[6]. Había muerto de -tisis, y el mismo Beethoven se creyó atacado de esa enfermedad; sufría -ya constantemente y unía a su dolencia una melancolía más cruel que el -propio mal[7]. A los diecisiete años era jefe de familia, encargado de -la educación de sus hermanos. Pasó la vergüenza de solicitar el retiro -de su padre, incapaz de dirigir la casa por borracho, y fué al hijo a -quien se entregó la pensión paterna para evitar que fuese disipada. -Semejantes sufrimientos dejaron en él una huella profunda. Tuvo la -fortuna de encontrar un cariñoso apoyo en una familia de Bonn, que le -fué siempre muy querida, los Breuning. La gentil “Lorchen”, Eleonora -de Breuning, tenía dos años menos: le enseñó él la música y ella lo -inició en la poesía; fué su compañera de infancia y acaso hubo entre -ellos algún sentimiento tierno. Eleonora casó más tarde con el doctor -Wegeler, que fué uno de los mejores amigos de Beethoven: hasta el -último día no cesó de reinar entre ellos una amistad apacible, de que -dan testimonio las cartas dignas y cariñosas de Wegeler y de Eleonora, -y las del viejo y fiel amigo (_alter treuer Freund_) al bueno y querido -Wegeler (_guter lieber Wegeler_); cariño más conmovedor todavía -cuando la vejez llegó para los tres sin enfriar la juventud de sus -corazones[8]. - -Por triste que haya sido la infancia de Beethoven, conservó siempre -de ella y de los lugares en que transcurrió un tierno y melancólico -recuerdo. Obligado a abandonar Bonn y a pasar casi toda su vida en -Viena, en la grande y frívola ciudad o en sus tristes barriadas, -no olvidó nunca el valle del Rhin, ni el gran río augusto y -paternal--_unser Vater Rhein_--como él lo llama, “nuestro padre el -Rhin”, tan viviente en verdad, casi humano, semejante a un alma -gigantesca por la cual pasan pensamientos y fuerzas innumerables; en -ninguna parte más bello, más poderoso y más dulce que en la deliciosa -Bonn, cuyas pendientes, sombreadas y florecidas, baña con la violencia -de una caricia. Allá vivió Beethoven sus veinte primeros años; allá se -formaron los ensueños de su corazón de adolescente, en estas praderas -que flotan lánguidas sobre el agua, con sus chopos envueltos por la -bruma, sus malezas, sus sauces, sus árboles frutales, que empapan -las raíces en la corriente silenciosa y rápida; y, sobre la orilla -inclinadas, muellemente curiosas, las aldeas, las iglesias, hasta los -cementerios, en tanto que en el horizonte las Siete Montañas azuladas -dibujan sobre el cielo sus perfiles atormentados, que coronan las -esbeltas y bizarras siluetas de los viejos castillos en ruinas. Su -corazón permaneció eternamente fiel a este país, y hasta el último -instante soñó en volver a verlo, sin que lo hubiese logrado nunca. “Mi -patria, la hermosa región en donde yo vi la luz primera, siempre tan -bella, tan clara delante de mis ojos, como cuando yo la dejé”[9]. - - * * * * * - -En noviembre de 1792 Beethoven se estableció en Viena, metrópoli -musical de Alemania[10]. La Revolución había estallado y comenzaba a -ahogar a Europa. Beethoven salió de Bonn en el momento preciso en que -la guerra llegaba, y en camino de Viena cruzó por entre los ejércitos -de Hesse, que avanzaban contra Francia. En 1796 y 1797 puso música a -las poesías bélicas de Friedberg, un _Canto de Partida_, y un Coro -Patriótico, _Somos un gran pueblo alemán_ (_Ein grosses deutsches Volk -sind wir_); pero en vano quiso cantar a los enemigos de la Revolución, -porque la Revolución conquistó al mundo y a Beethoven. Desde 1798, y -a pesar de la tirantez de relaciones entre Austria y Francia, entró -Beethoven en comunicación íntima con los franceses, con la embajada, -con el general Bernadotte, que acababa de llegar a Viena; y en sus -conversaciones con ellos comenzaron a formarse en él los sentimientos -republicanos, cuyo poderoso desarrollo se advierte en el resto de su -vida. - -Un dibujo que en esta época le hizo Stainhauser nos muestra una imagen -bastante clara de lo que era entonces Beethoven. Es con relación a sus -siguientes retratos, lo que el retrato de Buonaparte por Guérin--rostro -áspero, devorado por la fiebre de la ambición,--es a los otros retratos -de Napoleón. Aparece Beethoven más joven de lo que era, enjuto, -derecho, tieso dentro de su alto corbatín, con el mirar retador y -violento: sabe lo que vale, y confía en su fuerza. En 1796 escribe en -su cuaderno: “¡Valor! A pesar de todas las flaquezas del cuerpo, mi -genio triunfará... ¡Veinticinco años! Los tengo ya, y es necesario que -en este año el hombre se revele todo entero”[11]. La señora de Bernhard -y Gelinck dicen que es muy orgulloso, de modales rudos y huraños, y -habla con un acento marcadamente provinciano; pero sólo sus amigos -íntimos conocen la exquisita bondad que se oculta bajo ese orgulloso -encogimiento. Al escribir a Wegeler acerca de sus triunfos, el primer -pensamiento que le viene a la mente es: “Por ejemplo, cuando veo a un -amigo necesitado, si mi bolsillo no me permite acudir inmediatamente en -su ayuda, no tengo más que sentarme a la mesa de trabajo, y, en poco -tiempo, lo he sacado del apuro... Ya ves que esto es encantador”[12]. -Y un poco después agrega: “Mi arte debe consagrarse al bien de los -pobres”. (_Dann soll meine Kunst sich nur zum Besten der Armen zeigen._) - -Ya el dolor había llamado a su puerta; se había apoderado de él para -nunca más dejarlo. Entre 1796 y 1800 comenzaron los estragos de la -sordera[13]; las orejas le zumban noche y día; lo minan dolores en -las entrañas; su oído se debilita progresivamente. No lo confesará a -nadie durante muchos años, ni a sus amigos más queridos; evita toda -compañía para que su enfermedad no sea advertida, y este terrible -secreto es sólo suyo; pero en 1801 ya no lo puede callar, lo confía con -desesperación a dos de sus amigos: el doctor Wegeler y el pastor Amenda: - -“Mi querido, mi bueno, mi cariñoso Amenda... ¡qué a menudo he deseado -tenerte cerca de mí! Tu Beethoven es profundamente desventurado. Debes -saber que la parte más noble de mí mismo, mi oído, se ha debilitado -mucho. Ya en la época en que estábamos juntos, sentía síntomas del -mal, y lo ocultaba; pero después ha empeorado mucho... ¿Curaré? Lo -espero, naturalmente, pero muy poco, porque estas enfermedades son de -las más incurables. ¡Qué tristemente vivo, abandonando todo lo que -amo y me es más querido, y en un mundo tan miserable, tan egoísta!... -¡Triste resignación ésta en la cual debo refugiarme! Naturalmente que -me he propuesto sobreponerme a todos estos males. Pero ¿cómo me será -posible?”[14]. - -Y a Wegeler: “...Llevo una vida miserable; desde hace dos años eludo -toda compañía, porque no me es posible conversar con los demás: soy -sordo. Si tuviera cualquier otro oficio, esto sería llevadero; pero en -el mío mi situación es terrible. ¡Qué dirán mis enemigos, cuyo número -no es corto!... En el teatro debo colocarme muy cerca de la orquesta -para escuchar a los actores. Los sonidos altos de los instrumentos y -de las voces no los oigo si me coloco un poco lejos... Cuando se habla -suavemente, apenas entiendo... Y por otra parte, cuando se grita, -ello es para mí intolerable... Frecuentemente maldigo mi existencia. -Plutarco me ha llevado a la resignación. Quiero, si esto es posible, -desafiar mi destino; pero hay momentos de mi vida en los cuales soy la -más miserable de las criaturas... ¡Resignación! ¡Qué triste refugio, y -sin embargo es el único que me queda!”[15]. - -Esta tristeza trágica se externa en algunas obras de esta época, en -la _Sonata Patética_, op. 13 (1799), y sobre todo en el largo de la -_Tercera Sonata_ para piano, op. 10 (1798). Es extraño que no aparezca -todavía en tantas obras más, como el riente _Septimino_ (1800), y la -límpida _Primera Sinfonía_ (en do mayor, 1800), que reflejan todavía -una despreocupación juvenil. Indudablemente que el alma necesita tiempo -para acostumbrarse al dolor; siente tal necesidad de la alegría, que, -cuando no la tiene, es necesario que la cree; cuando el presente es -demasiado cruel, vive en el pasado; los días felices que fueron no se -borran de un solo golpe, pues su fulgor persiste largo tiempo después -de que pasaron. Solo y desventurado en Viena, Beethoven se refugió en -su nostalgia del país natal, y sus recuerdos de entonces están todos de -ella impregnados. El tema del andante con variaciones del _Septimino_, -es sólo un _lied_ riniano; la _Sinfonía en do mayor_ es también una -obra del Rhin, un poema de adolescencia que sonríe a sus ensueños; -es alegre, lánguida; se adivina en ella el deseo y la esperanza de -agradar; pero en algunos de sus pasajes, en la introducción, en el -claroscuro de algunos bajos sombríos, en el _scherzo_ fantástico, se -advierte ya, ¡con cuánta emoción! en este rostro de joven la mirada del -genio que está por venir. Son los ojos del _bambino_ de Botticelli, en -sus _Sagradas Familias_, estos ojos de niño en los cuales se adivina ya -la próxima tragedia. - -A los sufrimientos físicos se unían trastornos de otro orden. Wegeler -dice que no conoció nunca a Beethoven sin una pasión llevada al -paroxismo. Sus amores parece que siempre fueron de una gran pureza, -porque en ellos no hubo nunca ninguna relación entre la pasión y el -placer. La confusión que se establece en nuestro tiempo entre la una -y el otro, no prueba más que la ignorancia en que la mayoría de los -hombres están acerca de la pasión, y de su extrema rareza. En el -alma de Beethoven había algo de puritano; las conversaciones y los -pensamientos licenciosos le causaban horror; tenía sobre la santidad -del amor ideas intransigentes, y se dice que no perdonaba a Mozart -haber profanado su genio escribiendo un _Don Juan_. Schindler, que fué -su amigo íntimo, asegura que “cruzó por la vida con un pudor virginal, -sin haber tenido nunca que reprocharse una flaqueza”. Un hombre así -estaba hecho para ser engañado y ser víctima del amor, y lo fué. Sin -cesar se enamoraba locamente, sin cesar soñaba con la felicidad, que -en el acto fracasaba, y era seguida de amargos sufrimientos. En estas -alternativas de amor y de orgullosa rebeldía es preciso buscar el más -fecundo manantial de las inspiraciones de Beethoven, hasta la edad en -que su fogosa naturaleza se apacigua en una resignación melancólica. - -En 1801 el objeto de su pasión fué, a lo que parece, Giulietta -Guicciardi, a quien inmortalizó con la dedicatoria de su famosa -_sonata_ llamada del _Claro de Luna_, op. 27 (1802). “Vivo de una -manera muy dulce, escribía a Wegeler, y trato más con los hombres... -Esta mudanza es obra del encanto de una muchacha adorable, que me -ama y a quien yo amo. Son éstos los primeros momentos felices que -tengo desde hace dos años”[16]. Los pagó duramente. Desde luego este -amor le hizo sentir las miserias de su enfermedad y las condiciones -precarias de su vida, que le hacían imposible desposarse con la que -amaba. Además Giulietta era coqueta, infantil, egoísta; hizo sufrir -cruelmente a Beethoven, y en noviembre de 1803 casó con el conde -Gallenberg[17]. Semejantes pasiones arruinan el alma, y cuando el alma -está ya debilitada por la enfermedad como lo estaba la de Beethoven, -suelen aniquilarla. Y fué el único momento de la vida de Beethoven -en que parece haber estado a punto de sucumbir. Sufrió una crisis -desesperada, que nos hace conocer una de sus cartas: el _Testamento -de Heiligenstadt_ a sus hermanos Carlos y Juan, con esta indicación: -”_Para ser leída y cumplida después de mi muerte_“[18]. Es un grito -de rebeldía y de sufrimiento desgarrador, que no puede escucharse sin -sentirse penetrado de piedad. Estuvo entonces a punto de poner fin a su -vida, y sólo su inflexible sentimiento moral lo detuvo[19]. - -Sus esperanzas últimas de curación desaparecieron. “Hasta el valor que -me sostenía se ha desvanecido. ¡Oh, Providencia, concédeme una vez un -día, un solo día de alegría verdadera! ¡Hace tanto tiempo que el son -profundo de la perfecta alegría me es extraño! ¿Cuándo, cuándo, ¡Dios -mío!, podré encontrarla? ¿Nunca?... ¡No, porque eso sería demasiado -cruel!” - -Parece un lamento de agonía y, sin embargo, Beethoven vivirá aún -veinticinco años. Su vigorosa naturaleza no se podía resignar a -sucumbir en la prueba. “Mi fuerza física aumenta más que nunca, al -mismo tiempo que mi vigor intelectual... Mi juventud, sí, lo siento, -apenas ha comenzado; y cada día me acerca al fin que entreveo y que no -puedo definir... ¡Oh, si estuviera libre de este mal, abarcaría entre -mis brazos al mundo!... ¡Pero no tengo reposo! No conozco otro descanso -que el sueño, y soy tan desventurado que tengo que concederle más -tiempo que enantes. Si me viera libre de mi mal, aun cuando sólo fuese -a medias, entonces... No, no lo soportaré ya; quiero morder al destino, -que no ha de lograr doblegarme enteramente. ¡Es tan bello vivir mil -veces la vida!”[20]. - -Este amor, este dolor, esta voluntad, estas alternativas de postración -y orgullo, estas tragedias interiores aparecen en las grandes obras -escritas en 1802: la _Sonata con marcha fúnebre_, op. 26, la _Sonata -quasi una fantasía_ y la _Sonata_ llamada del _Claro de Luna_, op. 27; -la _Sonata segunda_, op. 31, con sus recitados dramáticos que semejan -un grandioso y desolado monólogo; la _Sonata en do menor_ para violín, -op. 30, que dedicó al emperador Alejandro; la _Sonata a Kreutzer_, -op. 47, y las seis heroicas y conmovedoras melodías religiosas sobre -palabras de Gellert, op. 48. La _Segunda Sinfonía_, que es de 1803, -refleja su amor juvenil con mayor intensidad, y en ella se advierte que -su voluntad se impone sobre todo; una fuerza irresistible barre los -tristes pensamientos y el _final_ se levanta en impetuoso borbotar de -vida. Beethoven quiere ser feliz; no quiere consentir en creer que es -irremediable su infortunio: anhela la curación, desea el amor; desborda -de esperanzas[21]. - - * * * * * - -En muchas de estas obras sorprende la energía y la insistencia de -los ritmos de marcha y de combate, que son muy sensibles, sobre todo -en el _allegro_ y en el _final_ de la _Segunda Sinfonía_, y todavía -más en el primer trozo, soberbiamente heroico, de la _Sonata al -Emperador Alejandro_. El carácter marcial, característico de esta -música, recuerda la época en que fué escrita: la revolución llegaba -a Viena, y Beethoven era arrastrado por ella. “Manifestaba de buena -gana en la intimidad--nos dice el caballero Seyfried--su aprobación -para los sucesos políticos, que juzgaba con una rara perspicacia, con -mirada clara y penetrante”. Todas sus simpatías lo llevaban hacia -las ideas revolucionarias; “amaba los principios republicanos”, -dice Schindler, el amigo que más lo conoció en el último período de -su vida. “Era partidario de la libertad sin limitaciones y de la -independencia nacional... Quería que todos cooperasen en el gobierno -del Estado... Deseaba para Francia el sufragio universal y confiaba -en que Bonaparte lo establecería, echando así los cimientos de la -felicidad del género humano”. Revolucionario romano, nutrido en -Plutarco, soñaba con una república heroica, fundada por el dios de la -Victoria: el Primer Cónsul; y golpe sobre golpe forjó la _Sinfonía -Heroica: Bonaparte_ (1804)[22], que es la “Ilíada” del Imperio; y -el final de la _Sinfonía en do menor_ (1805-1808), la epopeya de la -Gloria. Primera música verdaderamente revolucionaria, el espíritu de -la época revive en ella con la intensidad y la pureza que tienen los -grandes sucesos en las grandes almas solitarias, cuyas impresiones no -son debilitadas por el contacto de la realidad. La figura de Beethoven -se muestra en ella iluminada por los resplandores de estas épicas -guerras que están expresadas por doquiera, acaso sin quererlo, en -las obras de este período: en la _Obertura de Coriolano_ (1807), que -tiene soplo de tempestades; en el _Cuarto cuarteto_, op. 18, cuyo -primer trozo tiene tanto parecido con esa obertura; en la _Sonata -Appassionata_, op. 57 (1804), de la cual decía Bismarck: “Si la -escuchara yo a menudo, sería más valeroso”[23]; en la partitura de -_Egmont_, y hasta en sus conciertos para piano, en este _concierto -en mi bemol_, cuyo virtuosismo también se hace heroico y en el que -parece que pasan ejércitos. ¿Cómo sorprenderse de esto? Si Beethoven -ignoraba, al escribir la _Marcha fúnebre a la muerte de un héroe_ (de -la Sonata op. 26), que el héroe más digno de sus cantos, aquél que -se acercaba más que Bonaparte al modelo de la _Sinfonía Heroica_, -Hoche, acababa de morir cerca del Rhin--al cual domina su monumento -funerario, todavía ahora, desde lo alto de una pequeña colina entre -Coblenza y Bonn,--había visto en la misma Viena dos veces victoriosa -a la revolución. Fueron los oficiales franceses quienes asistieron -en noviembre de 1805 al estreno de _Fidelio_, y el general Hulin, el -vencedor de la Bastilla, que se instaló en la casa de Lobkowitz, amigo -éste y protector de Beethoven, a quien dedicó la _Heroica_ y la _en -do menor_. Y todavía el 10 de mayo de 1809, Napoleón se hospedó en -Schoenbrunn[24]. Bien pronto Beethoven odiará a los conquistadores -franceses; pero no por ello sintió menos el fervor de su epopeya, y -quien no la sienta como él sólo a medias comprenderá esta música de -acción y de imperiales triunfos. - - -Interrumpió Beethoven bruscamente la _Sinfonía en do menor_ para -escribir, de un golpe y sin sus bosquejos habituales, la _Cuarta -Sinfonía_. La felicidad se le había revelado: en mayo de 1806 entró -en relaciones con Teresa de Brunswick[25], quien lo amaba desde hacía -largo tiempo, porque siendo niña recibía de él lecciones de piano, en -los primeros tiempos que vivió éste en Viena. Beethoven era amigo de -su hermano el conde Francisco, de quien fué huésped en Mártonvásár, -Hungría, en 1806, y fué allá donde él y Teresa comenzaron a amarse. -El recuerdo de estos días felices se conserva en algunos relatos de -Teresa de Brunswick[26]. “Una noche de domingo, dice ella, después de -comer, Beethoven se sentó al piano, a la luz de la luna. Principió -por pasar su mano abierta sobre el teclado, que era su manera de -preludiar siempre, y que Francisco y yo conocíamos ya. Tocó después -algunos acordes en las notas bajas, y lentamente, con una solemnidad -misteriosa, ejecutó un canto de Sebastián Bach[27]: ‘_Si quieres, -darme tu corazón, que sea primero en secreto, y que nadie pueda -adivinar nuestro mutuo pensamiento_’. Mi madre y el cura se habían -dormido; mi hermano miraba en el vacío con gravedad; y yo, bajo el -influjo de su canto y de su mirada, sentía la vida en toda plenitud. -En la mañana del siguiente día nos encontramos en el jardín, y me -dijo: ‘Estoy escribiendo ahora una ópera cuya figura principal está -delante de mí, en todas partes por donde voy, en todas partes donde -estoy; nunca había alcanzado tal altura, en la que todo es luz, pureza, -claridad. Hasta hoy me parecía a ese niño de los cuentos de hadas, -entretenido en recoger guijarros, que no veía la flor espléndida que -sobre el camino florece...’. En el mes de mayo de 1806 era su novia, -sólo con el consentimiento de mi bienamado hermano Francisco”. - -_La Cuarta Sinfonía_, escrita ese año, es una flor pura que guarda -el perfume de aquellos días, los más tranquilos de su vida. En ella -se ha advertido justamente “la preocupación de Beethoven, entonces, -de conciliar, en tanto que fuera posible, su genio con la tradición -generalmente conocida y amada de las formas transmitidas por sus -predecesores”[28]. El mismo espíritu conciliador, nacido del amor, -obraba sobre sus modales y manera de vivir. Ignaz von Seyfried -y Grillparzer dicen que estaba pleno de ímpetus, ágil, alegre, -espiritual, cortés con los demás, paciente para con los importunos, -vestido con rebuscamiento; y los engaña al extremo de que no se dan -cuenta de su sordera y dicen que está sano, si no es de su vista, -muy debilitada[29]. Tal es la idea que de él nos da un retrato -de elegancia romántica y un poco amanerada que por entonces pintó -Maehler. Beethoven deseaba agradar, y sabía que agradaba. El león -está enamorado, y esconde sus garras; pero se adivina bajo estas -apariencias, bajo la fantasía y la ternura de la _Sinfonía en si -bemol_, la fuerza temible, el humor caprichoso y los coléricos -arranques. - -Esta paz profunda no debía durar; mas el influjo bienhechor del amor -se prolongó hasta 1810. Beethoven le debió sin duda su dominio de -sí mismo, que hizo entonces producir a su genio los más perfectos -frutos: esta tragedia clásica, la _Sinfonía en do menor_; y este -divino ensueño de un día de estío: la _Sinfonía Pastoral_ (1808)[30]. -_La Appassionata_, inspirada en la _Tempestad_ de Shakespeare[31], -considerada por él como la más vigorosa de sus sonatas apareció en -1807 y está dedicada al hermano de Teresa. La ensoñadora y fantástica -sonata, op. 78 (1809), la dedicó a Teresa. Una carta sin fecha[32] y -dirigida _A la Inmortal Amada_ expresa, no menos que la _Appassionata_, -la intensidad de su amor: - -“Ángel mío, mi todo, mi yo... tengo el corazón henchido de tantas cosas -que decirte... ¡Ah, en donde yo estoy, tú estás siempre conmigo!... -Lloro sólo de pensar que no recibirás antes del domingo, probablemente, -mis primeras noticias.--Te amo, como tú me amas; pero mucho más... -¡Oh, Dios! ¡Qué vida ésta sin ti! ¡Tan cerca, y tan lejos! Mis -pensamientos van hacia ti, mi inmortal amada (_Meine unsterbliche -Geliebte_), jocundos unas veces, tristes después, interrogando al -destino, demandándole si nos acogerá benignamente. No puedo vivir si -no es contigo, porque de otra manera no vivo... Nunca será de otra mi -corazón. ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Oh, Dios mío! ¿por qué es preciso que se -alejen los que se aman? Y sin embargo mi vida, como al presente, es una -vida de tristezas. Tu amor me ha hecho a un mismo tiempo el más feliz y -el más desdichado de los hombres... ¡Está tranquila... está tranquila, -y ámame! Ahora, ayer, cuán ardiente aspiración, ¡cuántas lágrimas mías -van hacia ti!... a ti... a ti... mi vida, mi todo! ¡Adiós! ¡Continúa -amándome, no olvides jamás el corazón de tu amado L. ¡Tuyo eternamente, -eternamente mía, por siempre el uno para el otro!”[33]. - -¿Cuál causa misteriosa impidió la felicidad de estos dos seres que -se amaban? Acaso la falta de fortuna, la desigualdad social; acaso -Beethoven se sublevó ante la larga espera que se le imponía, y ante la -humillación de mantener en secreto su amor indefinidamente; tal vez, -violento, enfermo y misántropo como era, hizo sufrir, sin quererlo, a -la que amaba, y esto lo desesperó. La promesa de unión se rompió, y, -sin embargo, ni el uno ni el otro parece que hayan olvidado nunca su -amor. Hasta su último día (murió en 1861), Teresa de Brunswick amó a -Beethoven. Y en 1816, Beethoven decía: “Al pensar en ella el corazón -me palpita con tanta violencia como en el día que la vi por la primera -vez”. De este mismo año son las melodías a la _Amada Lejana_ (_an die -ferne Geliebte_), op. 98, de un carácter tan conmovedor y tan profundo. -Escribió en sus notas: “Mi corazón desborda ante el espectáculo de esta -admirable naturaleza, y sin embargo Ella no está aquí, a mi lado”. -Teresa había dado su retrato a Beethoven con esta dedicatoria: “Al -genio extraordinario, al gran artista, al hombre bueno.--T. B.”[34]. En -el último año de su vida sorprendió un amigo a Beethoven, solo, besando -este retrato con lágrimas en los ojos y hablando en voz alta, como -era su costumbre: “¡Eras tan hermosa, tan grande, tan parecida a los -ángeles!” Y el amigo se retiró, y cuando regresó un poco más tarde lo -encontró sentado al piano y le dijo: “Hoy, mi viejo amigo, no hay nada -de diabólico en vuestro rostro”. Beethoven le respondió: “Es que hoy me -ha visitado mi ángel”. La herida fué profunda. “Pobre Beethoven, decía -él mismo, no es posible que para ti haya felicidad en este mundo. Sólo -en las regiones de lo ideal encontrarás amigos”[35]. - -Escribió en su libro de notas: “Sumisión, sumisión profunda a tu -destino: no puedes existir para ti, sino solamente para los demás; para -ti la única felicidad posible está en tu arte. ¡Oh, Dios mío, concédeme -la fuerza necesaria para vencer!” - - * * * * * - -Fué, pues, abandonado por el amor. En 1810 se halla de nuevo solo; pero -ha alcanzado la gloria y la conciencia de su poder. Está en la fuerza -de su edad; se abandona a su humor salvaje y violento, ya sin cuidarse -de nada, sin consideraciones al mundo, a las conveniencias sociales, -a los juicios de los demás. ¿A quién tiene que temer o agradar? Su -fuerza es lo único que le queda, la alegría de su fuerza y la necesidad -de emplearla, casi de abusar de ella. “La fuerza, he aquí la moral de -los hombres que se elevan por encima del común de los hombres”. Ha -reincidido en la negligencia de su vestir, y su libertad de modales -se ha hecho más audaz que antes; sabe que tiene el derecho de decirlo -todo hasta a los grandes. “No reconozco otro signo de superioridad -más que la bondad”, escribió el 17 de julio de 1812[36]. Bettina -Brentano, que lo vió entonces, dice que “ningún emperador, ningún rey -había tenido una conciencia tal de su fuerza”. Quedó fascinada por su -poder: “Cuando lo vi por la vez primera, escribía a Goethe, el universo -entero desapareció para mí. Beethoven me hizo olvidar al mundo, y aun -a ti mismo, ¡oh Goethe!... Creo no equivocarme al asegurar que este -hombre se ha adelantado mucho a la civilización moderna”. Goethe hizo -por conocer a Beethoven. Se encontraron en los baños de Bohemia, en -Toeplitz, el año de 1812, y no llegaron a comprenderse. Beethoven -admiraba apasionadamente el genio de Goethe[37]; pero era su carácter -demasiado libre y demasiado violento para acomodarse al de éste y para -no herirlo. Ha contado él mismo de un paseo que hicieron juntos, en el -cual el republicano orgulloso dió una lección de dignidad al consejero -áulico del gran duque de Weimar, quien no se lo perdonó. - -“Los reyes y los príncipes pueden muy bien hacer profesores y -consejeros privados; pueden muy bien colmarlos de títulos y de -condecoraciones; pero no pueden hacer a los grandes hombres, a los -espíritus que se elevan por encima del fango del mundo... Y cuando -están reunidos dos hombres tales como yo y Goethe, estos señores deben -sentir nuestra grandeza. Ayer encontramos en el camino, al regresar, -a toda la familia imperial: la vimos de lejos; Goethe se desprendió -de mi brazo para detenerse a la orilla de la carretera, y me habría -gustado decirle que yo querría no dejarlo dar un paso más. Me hundí -entonces el sombrero, me abotoné la levita, y avancé, con los brazos a -la espalda, por entre los grupos más espesos. Príncipes y cortesanos -formaron valla; el duque Rodolfo se quitó el sombrero delante de mí, -y la emperatriz fué la primera en saludarme. Los grandes me conocen. -Para mi entretenimiento, vi desfilar la procesión delante de Goethe, -que permanecía a la orilla del camino, profundamente inclinado y con el -sombrero en la mano. Se lo reprendí en seguida, y no le he perdonado -nada...”[38]. Goethe no lo olvidó tampoco[39]. - -De esta época son la _Séptima_ y la _Octava Sinfonías_, escritas en -pocos meses, en Toeplitz y en 1812; la Orgía del Ritmo y la Sinfonía -Humorística, las obras en que quizás se reveló más al natural, o como -él decía, más “desabrochado” (_aufgeknoepft_), con sus transportes -de alegría y de furor, sus contrastes imprevistos, sus arranques -desconcertantes y grandiosos, sus explosiones titánicas, que arrojaban -a Goethe y a Zelter en el espanto[40], y hacían decir de la _Sinfonía -en la_, en la Alemania del Norte, que era la obra de un borracho. Sí, -de un hombre ebrio en efecto, pero de fuerza y de genio. “Soy, dijo -él mismo, soy Baco, que extrae el delicioso néctar para la humanidad; -soy yo quien da a los hombres el divino frenesí del espíritu”. Ignoro -si, como lo ha dicho Wagner, quiso pintar en el final de su Sinfonía -una fiesta dionisíaca[41]. Reconozco principalmente en esta fogosa -“kermesse” la huella de su herencia flamenca, lo mismo que encuentro -mucho de su origen en su audaz libertad de lenguaje y de modales, que -detona soberbiamente en el país de la disciplina y de la obediencia. En -nada puede encontrarse más franqueza y más libertad de poder que en la -_Sinfonía en la_; es un loco despilfarro de energías sobrehumanas, sin -objeto, por placer, el placer de un río que desborda y que inunda. En -la _Octava Sinfonía_ la fuerza es menos grandiosa, pero más extraña aún -y más característica del hombre, porque mezcla la tragedia a la farsa, -y pone un vigor hercúleo en juegos y caprichos de niño[42]. - -El año de 1814 señala el apogeo de los triunfos de Beethoven. En el -Congreso de Viena fué considerado como una gloria europea. Tomó parte -activa en las fiestas; los príncipes le rendían homenaje, y él dejaba, -altivamente, que le hicieran la corte. De ello se alababa con Schindler. - -Se sintió enardecido por la guerra de Independencia[43]. En 1813 -escribió una sinfonía a la _Victoria_ de _Wellington_, y al principiar -el año de 1814, un coro guerrero, el _Renacimiento de Alemania_ -(_Germanias Wiedergeburt_). El 29 de noviembre de 1814 dirigió, ante -un público de reyes, una cantata patriótica: _El Momento glorioso_ -(_Der glorreiche Augenblick_), y compuso para la toma de París, en -1815, un coro: _¡Todo está consumado!_ (_Es ist vollbracht!_) Estas -obras ocasionales valieron más a su reputación que todo el resto de su -producción musical. - -El grabado de Blasius Hoefel, hecho según un dibujo del francés -Letronne, y la máscara feroz que en 1812 moldeó sobre su rostro Franz -Klein, dan una imagen viva de Beethoven en los tiempos del Congreso de -Viena. El rasgo dominante de esta cara de león, de recias mandíbulas -y de pliegues dolorosos y coléricos, es la voluntad, una voluntad -napoleónica. En ellos se reconoce al hombre que decía de Napoleón -después de Jena: “¡Qué desgracia que no sepa de la guerra como sé -de música! ¡Lo destruiría!” Pero su reino no era de este mundo. “Mi -imperio está en las nubes”, como escribía a Francisco de Brunswick. -(_Mein Reich ist in der Luft_)[44]. - - - * * * * * - -A esta hora de gloria sucedió el período más triste y miserable. -Nunca había sido Viena simpática a Beethoven. Un genio altivo y libre -como el suyo no podía sentirse a gusto en esta ciudad artificiosa, de -espíritu mundano y mediocre, a la cual Wagner señaló duramente con su -desprecio[45]. No perdía ninguna ocasión para alejarse de ella, y hacia -1808 había pensado seriamente en abandonar Austria para dirigirse a la -Corte de Jerónimo Bonaparte, rey de Westfalia[46]. Pero Viena abundaba -en recursos musicales, y hay que hacerle justicia en este punto, porque -hubo siempre en ella nobles _dilettanti_ para sentir la grandeza de -Beethoven y para ahorrar a su patria la vergüenza de perderlo. En -1809, tres de los más ricos señores de Viena: el archiduque Rodolfo, -alumno de Beethoven; el príncipe Lobkowitz y el príncipe Kinsky, se -comprometieron a darle anualmente una pensión de cuatro mil florines, -con la condición única de que permanecería en Austria: “Como ha -demostrado--decían--que no puede consagrarse enteramente a su arte si -no es a condición de verse libre de todo cuidado material, y que sólo -en estas circunstancias puede producir estas obras sublimes que son la -gloria del arte, los subscritos han tomado la resolución de poner a -Ludwig van Beethoven al abrigo de toda necesidad y de retirar así los -obstáculos miserables que se podrían oponer al vuelo de su genio”. - -Infortunadamente el efecto no correspondió a las promesas, porque esta -pensión fué pagada siempre sin puntualidad, y bien pronto dejaron por -completo de pagarla. Por otra parte, Viena había cambiado de carácter -después del Congreso de 1814; la política distraía del arte a la -sociedad, el gusto musical estaba echado a perder por el italianismo, y -la moda, que era la de Rossini, trataba de pedante a Beethoven[47]. Sus -amigos y protectores se dispersaron o murieron: el príncipe Kinsky, en -1812; Lichnowsky, en 1814, y Lobkowitz en 1816. Rasumowsky, para quien -había escrito sus admirables cuartetos, op. 59, dió su último concierto -en febrero de 1815. En ese mismo año Beethoven se disgustó con Stephan -von Breuning, su amigo de infancia, hermano de Eleonora[48], y, aislado -desde entonces, “no tengo amigos y soy solo en el mundo” escribía en -sus notas de 1816. - -La sordera había llegado a ser completa[49]. Desde el otoño de 1815 -ya no podía tener comunicación con los demás, a no ser por escrito. -Su cuaderno de conversación más antiguo es de 1816[50]. Conocido es -el doloroso relato de Schindler sobre la representación de _Fidelio_ -en 1822: “Pidió Beethoven dirigir el ensayo general... desde el dúo -del primer acto se evidenció que no oía nada de lo que pasaba en el -escenario. Retardaba considerablemente el movimiento, y en tanto -que la orquesta seguía su batuta, los cantantes, por su parte, se -adelantaban. Esto originó una confusión general. El director habitual -de la orquesta, Umlauf, propuso un momento de descanso sin dar ninguna -razón, y, después de haber cambiado algunas palabras con los cantantes, -se volvió a comenzar. El mismo desorden se produjo de nuevo, y fué -necesaria una segunda pausa. La imposibilidad de continuar bajo la -dirección de Beethoven era evidente; pero ¿cómo hacérselo comprender? -Nadie tenía valor de decirle: ‘Retírate, desventurado, porque no -puedes dirigir’. Beethoven, inquieto, agitado, se volvía a derecha -y a izquierda, se esforzaba por leer en la expresión de los rostros -que lo rodeaban y por comprender dónde estaba el obstáculo; pero por -todos lados era el mismo silencio. De pronto me llamó en una forma -imperiosa y, cuando estuve cerca de él, me presentó su cuaderno y me -hizo señales de que escribiera. Yo tracé estas palabras: ‘Os suplico -que no continuéis; en la casa os explicaré por qué’. De un brinco saltó -al patio, gritándome: ‘¡Salgamos!’ Corrió sin parar hasta la casa; -entró, y se dejó caer inerte en un sofá, cubriéndose el rostro con -las dos manos; y así permaneció hasta la hora de comer. En la mesa no -fué posible hacerle pronunciar palabra; conservaba la expresión del -abatimiento y del dolor más profundo; y cuando, al terminar la comida, -quise retirarme, me retuvo expresando el deseo de no quedar solo. En -el momento de separarnos me rogó que lo acompañase a la casa de su -médico, quien tenía una gran reputación para enfermedades del oído... -En todo el demás tiempo de mis relaciones con Beethoven no encuentro un -día que pueda ser comparado con este día fatal de noviembre... Había -sido herido en pleno corazón, y hasta el día de su muerte vivió con la -impresión de esta escena terrible”[51]. - -Dos años después, el 7 de mayo de 1824, al dirigir la _Sinfonía con -coros_ (o mejor, como decía el programa, “tomando parte en la dirección -del concierto”), no escuchó nada del tumulto de toda la sala que lo -aclamaba; y no se dió cuenta hasta que una de las cantantes le tomó de -la mano, lo hizo volverse de frente al público y pudo ver de pronto -a todos los espectadores de pie, agitando sus sombreros y batiendo -palmas. Un viajero inglés, Russel, que lo vió sentado al piano hacia -1825, dice que cuando quería tocar suavemente las teclas no resonaban, -y que era conmovedor observar en este silencio la emoción que lo -animaba, en su semblante y en sus dedos crispados. - -Recogido en sí mismo[52], separado de todos los demás hombres, sólo -podía hallar consuelo en la naturaleza. “Era su única confidente”, -decía Teresa de Brunswick; y fué su refugio. Carlos Neate, que lo -conoció en 1815, dice que no había visto nunca persona que amase tan -profundamente las flores, las nubes, la naturaleza[53]: parecía vivir -la vida de ellas. “Nadie en la tierra puede amar los campos tanto como -yo, escribía Beethoven... Amo a un árbol más que a un hombre...”. -Diariamente, en Viena, daba la vuelta a las fortificaciones. En el -campo, de la aurora a la noche, se paseaba solo, sin sombrero, bajo el -sol o bajo la lluvia. “¡Oh, Providencia! ¡En los bosques soy feliz, -feliz en los bosques en que cada árbol me habla de ti! ¡Dios mío, qué -esplendor! En estas florestas, sobre estas colinas, está la calma, la -calma necesaria para servirte...”. Su inquietud espiritual encontraba -en la naturaleza algún reposo[54]. Estaba asediado por los cuidados -de dinero; escribía en 1818: “Estoy casi reducido a la mendicidad, y -obligado a aparentar que no carezco de lo necesario”. Y en otra parte: -“La sonata op. 106 ha sido escrita en circunstancias agobiadoras. Dura -cosa es tener que trabajar para ganarse el pan”. Spohr dice que a -menudo no podía salir de casa por estar sus zapatos rotos. Tenía muchas -deudas con sus editores y sus obras no le producían nada. _La Misa -en re_, anunciada en subscripción, tuvo siete subscriptores (ninguno -músico de ellos)[55]. Apenas recibía treinta o cuarenta ducados por -sus admirables sonatas, y cada una le costaba tres meses de trabajo. -El príncipe Galitzin le hacía componer sus cuartetos, op. 127, 130, -132, sus obras acaso las más profundas y que parecen escritas con su -sangre, y no le pagaba nada. Se agotaba Beethoven en estas dificultades -domésticas, en estos procesos sin término, para obtener que se le -pagasen las pensiones que le debían, o para conservar la tutela de un -sobrino, hijo de su hermano Carlos, que había muerto de tisis en 1815. - -Consagraba a este niño toda la necesidad de abnegación que su -corazón desbordaba. Pero hasta este cariño le reservaba aún crueles -sufrimientos. Se diría que un hado cuidase de renovar incesantemente y -de aumentar sus miserias, para que su genio no careciese de alimento. -Tuvo que disputar, desde luego, el pequeño Carlos a la madre indigna, -que quería arrebatárselo. - -“¡Dios mío, escribía, mi amparo, mi defensa, mi único refugio!: lees en -las profundidades de mi alma y sabes los dolores que sufro cuando es -necesario que yo haga sufrir a quienes quieren disputarme a mi Carlos, -¡mi tesoro![56]. ¡Escúchame, Ser que no sé cómo nombrar; acoge la -ardiente plegaria de la más desventurada de tus criaturas! - -“¡Oh, Dios mío! ¡mi socorro! ¡Mírame abandonado de la humanidad entera -porque no quiero pactar con la injusticia! ¡Concédeme que pueda, para -lo por venir, vivir con mi Carlos!... ¡Oh, suerte cruel, implacable -destino! ¡No, no, mi desventura no terminará nunca!” - -Pues este sobrino, tan apasionadamente amado, se mostró indigno de la -confianza de su tío. La correspondencia de Beethoven con él es dolorosa -y colérica, como la de Miguel Ángel con sus hermanos, pero más ingenua -y más conmovedora: - -“¿Debo una vez más ser pagado con la más abominable ingratitud? Pues -bien, toda unión queda rota entre nosotros, ¡que sea así! Cuantas -personas imparciales lo sepan, te odiarán... si el pacto que nos une te -pesa ¡oh Dios! que sea según su voluntad: te abandono a la Providencia; -he hecho cuanto podía; puedo comparecer tranquilo ante el Juez -Supremo...”[57]. - -“Mimado como has sido, no te estará mal tratar al fin de ser sencillo -y franco; mi corazón ha sufrido mucho por tu conducta hipócrita para -conmigo, y me es difícil olvidar... Dios es testigo que sólo sueño -con estar a mil leguas de ti, y de este triste hermano, y de esta -abominable familia... ya no puedo tener confianza en ti”. Y firma: “Tu -padre, por desgracia; pero no, tu padre, nunca”[58]. - -Mas el perdón venía inmediatamente: - -“¡Mi querido hijo! No digamos una palabra más; ven a mis brazos y no -escucharás ningún duro reproche... te recibiré con el mismo amor; -y en cuanto a lo que haya que hacer por tu porvenir, hablaremos de -ello amistosamente. ¡Palabra de honor, no habrá un reproche! De -nada servirían y tú no tienes que esperar de mí más que solicitud -y ayuda las más cariñosas. Ven, ven hacia el corazón fiel de tu -padre.--_Beethoven_.--Ven inmediatamente que hayas recibido esta carta, -ven a la casa”. (Y en el sobre agregaba, en francés: “_Si no vinieres, -me matarías seguramente_”)[59]. - -“No mientas, le suplicaba, sigue siendo siempre mi hijo bienamado. ¡Qué -horrible disonancia si tú me pagases con hipocresía, como se me quiere -hacer creer! Adiós; quien no te ha dado la vida, pero que seguramente -te la ha conservado y se ha tomado todos los cuidados posibles para -velar por tu desarrollo moral, con un cariño más que paternal, te ruega -desde el fondo de su corazón que sigas el único y verdadero camino del -bien y de lo justo. Tu fiel y buen padre”[60]. - -Tras de haber acariciado toda clase de sueños acerca del porvenir de -este sobrino, que no carecía de inteligencia y a quien quería llevar -hacia la carrera universitaria, Beethoven tuvo que consentir a la -postre en que fuese un comerciante. Pero Carlos frecuentaba los garitos -y se endeudaba. - -Por un triste fenómeno, más frecuente de lo que parece, la grandeza -moral de su tío, en lugar de hacerle bien le hacía mal, lo exasperaba, -lo empujaba a la rebeldía, como decía él mismo con estas palabras -terribles, en las cuales a lo vivo se muestra su alma miserable: “He -llegado a ser el más malvado, porque mi tío quería que fuese mejor”. En -el estío de 1826 llegó a dispararse un tiro de pistola en la cabeza; y -él no murió, pero Beethoven estuvo a punto de morir y nunca se le borró -la huella de esta impresión espantosa[61]. Carlos curó, vivió hasta el -fin, para hacer sufrir a su tío, en la muerte del cual alguna culpa -tuvo y en cuya hora final no estuvo presente. “Dios no me ha abandonado -nunca”, escribía Beethoven a su sobrino, algunos años antes. “Alguien -estará junto a mí para cerrarme los ojos”. Mas este alguien no debía -ser aquél a quien llamaba “su hijo”[62]. - - * * * * * - -Desde el fondo de este abismo de tristeza Beethoven se levantó a -exaltar la Alegría. - -Era el propósito de toda su vida, en el cual ya pensaba, desde 1793, -en Bonn[63]. Durante toda su existencia ambicionó cantar la Alegría, -y dar cima así a una de sus grandes obras; toda su vida vaciló acerca -de la forma exacta que habría de tener el himno y la obra en la cual -podría darle cabida. Aun en su _Novena Sinfonía_ estaba lejos de una -resolución, y hasta el último instante pensó dejar la _Oda a la -Alegría_ para una décima o undécima sinfonía. Se debe advertir bien -que la Novena no se intitula, como se dice, _Sinfonía con coros_, sino -_Sinfonía con un coro final de la Oda a la Alegría_. Pudo pues, debió -tener otra conclusión. En julio de 1823 todavía pensaba Beethoven -en darle un _finale_ instrumental, que aprovechó en seguida para el -cuarteto op. 132. Czerny y Sonnleithner llegan a afirmar que, después -de la ejecución (mayo de 1824), Beethoven no había abandonado esta idea. - -Grandes dificultades técnicas se le presentaron para la introducción -del coro en una sinfonía, y de ello nos dan pruebas los cuadernos -de Beethoven y sus ensayos numerosos para hacer entrar las voces de -otra manera, y en otro momento de la obra. En los bosquejos de la -segunda melodía del _adagio_[64] escribió: “Tal vez entraría aquí el -coro en forma conveniente”. Pero no podía resolverse a separarse de -su fiel orquesta: “cuando una idea me viene, decía, la escucho en un -instrumento y nunca en las voces”. Por eso aplaza lo más posible el -momento de emplearlas, y aun llega a dar a los instrumentos no sólo los -recitados del _finale_[65], sino también el tema mismo de la Alegría. - -Pero es preciso ir más adelante en la explicación de estas vacilaciones -y de estos aplazamientos, porque la causa es más profunda. Este hombre -desventurado, atormentado siempre por la pena, aspiró siempre a cantar -la excelsitud de la Alegría; y de año en año aplazaba su labor, sin -cesar arrastrado por el torbellino de sus pasiones y por su melancolía. -Sólo hasta el último día consiguió realizarlo. ¡Y con cuál grandeza! - -En el instante que el tema de la Alegría va a aparecer por la vez -primera, la orquesta se detiene bruscamente, se hace un súbito -silencio, que da a la entrada del canto un carácter misterioso y -divino. Y esto es verdadero: el tema es propiamente un dios. La -Alegría desciende del cielo, envuelta en una calma sobrenatural: con -su hálito leve acaricia los sufrimientos, y la primera impresión que -causa es tan tierna, cuando se desliza en el corazón convaleciente, -que puede decirse con el amigo de Beethoven que “dan ganas de llorar -al ver sus ojos dulces”. Cuando en seguida pasa el tema a las voces, -es en las más bajas en las que primero aparece, con un carácter serio -y un poco deprimido; pero poco a poco la alegría se apodera del ser. -Es una conquista, una guerra contra el dolor. Y he aquí los ritmos de -la marcha, los ejércitos en movimiento, el canto ardiente y anhelante -del tenor, todas estas páginas estremecedoras en las cuales se cree -percibir el aliento mismo de Beethoven, el ritmo de su respiración y -de sus clamores inspirados, cuando recorría los campos componiendo -su obra, transportado por un furor demoníaco, como un viejo rey Lear -en medio de la tempestad. A la Alegría guerrera sucede el éxtasis -religioso, y luego una orgía sagrada, un delirio de amor. Toda una -humanidad palpitante que tiende los brazos al cielo levanta clamores -poderosos, se lanza hacia la Alegría y la estrecha sobre su corazón. - -La obra del titán triunfó sobre la mediocridad pública. La frívola -Viena se sintió un momento conmovida, cuando estaba enteramente de -parte de Rossini y de las óperas italianas. Beethoven entonces, -humillado y entristecido, iba a establecerse en Londres y pensaba -hacer ejecutar allá la Novena Sinfonía. Por segunda vez, como en 1809, -algunos nobles amigos le suplicaron que no abandonase la patria. -“Sabemos, decían, que habéis escrito una nueva composición con música -sagrada[66], en la cual expresáis los sentimientos que os inspira -vuestra profunda fe”. - -“La _luz sobrenatural_ que inunda vuestra grande alma la ilumina. -Sabemos, por otra parte, que la corona de vuestras grandes sinfonías -se ha enriquecido con otra flor inmortal... Vuestra ausencia, durante -estos últimos años, afligía a todos aquéllos que hacia vos tenían -vueltas sus miradas[67]. Todos pensaban con tristeza que el hombre -de genio, que tan alto se ha levantado sobre los humanos, permanecía -silencioso, en tanto que una música extranjera trataba de arraigar en -nuestra tierra, haciendo caer en el olvido las producciones del arte -alemán... Sólo de vos la nación espera una vida nueva, nuevos laureles -y un nuevo reino de la verdad y de lo bello, a despecho de la moda del -día... Dadnos la esperanza de ver bien pronto satisfechos nuestros -deseos... ¡Y pueda la primavera que se avecina florecer doblemente, -gracias a vuestros dones, para nosotros y para el mundo!”[68]. Esta -generosa carta demuestra cuál era el poderío no solamente artístico, -sino también moral, de que gozaba Beethoven sobre la ”élite“ de -Alemania. La primera palabra que acude a sus admiradores para loar su -genio, no es la de ciencia, ni la de arte: es la de _fe_[69]. - -Estas palabras conmovieron profundamente a Beethoven. No partió. El 7 -de mayo de 1824 tuvo lugar en Viena la primera audición de la _Misa -en re_ y de la _Novena Sinfonía_. El éxito fué triunfal y casi tomó -un carácter sedicioso. Cuando Beethoven se presentó, fué acogido con -cinco salvas de aplausos; y la costumbre, en este país ceremonioso, -imponía que sólo se hiciesen tres para saludar la entrada de la familia -imperial. Tuvo la policía que poner fin a las manifestaciones. La -sinfonía levantó un entusiasmo frenético; muchos lloraban; Beethoven -se desvaneció por la emoción después del concierto, y se le llevó a -casa de Schindler, donde permaneció amodorrado, vestido, sin comer ni -beber, durante toda la noche y la mañana siguiente. Pero el triunfo -fué pasajero y los resultados prácticos nulos para Beethoven; el -concierto no produjo nada; las dificultades materiales de su vida no -tuvieron cambio. Y continuó siendo pobre, enfermo[70] y solitario, pero -vencedor[71]. Vencedor de la mediocridad de los hombres, vencedor de su -propio destino, vencedor de su dolor. - -“¡Sacrifica, sacrifica siempre las naderías de la vida a tu arte! ¡Dios -está por encima de todo!” (_O Gott über alles!_) - - * * * * * - -Había alcanzado al fin la meta deseada en toda su vida; había alcanzado -la alegría. ¿Lograría permanecer en esta cima del alma que domina las -tempestades? En realidad tuvo que recaer muchos días en las viejas -angustias; en realidad sus últimos cuartetos están plenos de sombras -extrañas; y sin embargo, parece que la victoria de la _Novena Sinfonía_ -hubiese dejado en él su gloriosa huella. Los proyectos que tenía para -el porvenir[72]: la _Décima Sinfonía_[73], la _Obertura al nombre -de Bach_, la música para la _Melusina_ de Grillparzer[74], para el -_Odiseo_ de Korner y para el _Fausto_ de Goethe[75], y el oratorio -bíblico sobre _Saúl_ y _David_, muestran cómo su espíritu era atraído -hacia la vigorosa serenidad de los grandes y viejos maestros alemanes: -de Bach y de Haendel, y, más aún, hacia la luz del Mediodía, hacia el -Sur de Francia o hacia esa Italia que soñaba recorrer[76]. - -El doctor Spiller, que lo vió en 1826, cuenta que su rostro se había -tornado alegre y jovial; y en ese mismo año, cuando Grillparzer le -habla por la vez última, es Beethoven quien alienta al poeta abrumado: -“¡Ah, le decía éste, si yo tuviese la milésima parte de vuestra fuerza -y de vuestra firmeza!” Los tiempos eran duros; la reacción monárquica -oprimía a los espíritus. “La censura me ha sacrificado, gemía -Grillparzer. Es preciso partir para la América del Norte si se quiere -hablar, pensar libremente”. Mas ningún poder bastante fuerte para -amordazar el pensamiento de Beethoven. “La palabra está encadenada; -pero los sonidos por fortuna son libres todavía”, le escribía el -poeta Kuffner. Beethoven es la gran voz libre, la única tal vez del -pensamiento alemán de entonces. Y lo sentía así: habla a menudo del -deber que tiene de obrar, por medio de su arte, “en favor de la pobre -humanidad, de la humanidad del porvenir” (_der künftigen Menschheit_), -de hacerle el bien, de alentarla, de sacudir su sueño, de flagelar su -cobardía. “Nuestra época, escribía a su sobrino, tiene necesidad de -robustos espíritus para azotar a estos miserables bribones de almas -humanas”. El doctor Müller dice, en 1827, que “Beethoven se expresaba -siempre con mucha libertad acerca del gobierno, la policía, la -aristocracia y hasta el público. La policía lo sabía, pero toleraba sus -críticas y sus sátiras como se toleran las ensoñaciones inofensivas, -y dejaba tranquilo al hombre cuyo genio tenía tan extraordinario -fulgor”[77]. - -Nada era, pues, capaz de doblegar esta fuerza indomable, que parecía -aceptar el dolor como un fuego. La música escrita en estos últimos -años, a pesar de las circunstancias penosas en que fué compuesta[78], -tiene a menudo un carácter irónico enteramente nuevo, de heroico y -alegre desprecio. Cuatro meses antes de su muerte, el último trozo que -terminó, en noviembre de 1826, el nuevo _finale_ para el cuarteto op. -130, es alegre, y en verdad esta alegría no es la de todo el mundo. Ora -es la risa áspera y entrecortada de que habla Moscheles, ora la sonrisa -conmovedora hecha con tantos vencidos sufrimientos. No importa, es un -vencedor; no cree en la muerte. - -Sin embargo, ella se acercaba. Hacia fines de noviembre de 1826 cogió -un resfriado pleurético, y cayó enfermo, en Viena, al retornar de un -viaje que emprendiera en invierno para asegurar el porvenir de su -sobrino[79]. - -Sus amigos estaban lejos; encargó a su sobrino que buscara un médico; -pero el miserable olvidó la comisión y apenas se acordó de ella dos -días después. El médico llegó tarde y atendió mal a Beethoven; durante -tres meses su constitución atlética luchó contra el mal; y el 3 de -enero de 1827 instituyó a su amado sobrino heredero universal. Se -acordó de sus amigos queridos del Rhin; todavía escribía a Wegeler: -“...¡Cuánto quisiera decirte! pero estoy demasiado débil. Ya no puedo -más que abrazarte en mi corazón, a ti y a tu Lorchen”. La miseria -habría ensombrecido sus últimos instantes a no ser la generosidad de -algunos amigos ingleses. Se había vuelto muy dulce y muy paciente[80]; -en su lecho de agonía, el 17 de febrero de 1827, después de tres -operaciones, y mientras esperaba la cuarta[81], escribía con -serenidad: “Tengo paciencia y pienso que todo mal trae consigo algún -bien”. - -El bien fué la liberación, “el fin de la comedia”, como dijo al morir. -Digamos nosotros: de la tragedia de su vida. - -Murió durante una tempestad, una tempestad de nieve, al fulgor de un -relámpago. Una mano extraña cerró sus ojos[82] el 26 de marzo de 1827. - - * * * * * - -¡Amado Beethoven! Muchos han alabado su grandeza artística; pero es, -antes que el primero de los músicos, la fuerza más heroica del arte -moderno: es el más grande y el mejor amigo de los que luchan y de -los que sufren. Cuando las miserias del mundo nos entristecen, es él -quien viene junto a nosotros, como llegaba a sentarse al piano de una -madre en duelo, y, sin una palabra, consolaba a la que lloraba con el -canto de su queja resignada. Y cuando se apodera de nosotros la fatiga -del eterno combate, librado inútilmente contra la mediocridad de los -vicios y de las virtudes, es un bien indecible reconfortarse en este -océano de voluntad y de fe. Se desprende de él un contagio de valor, de -felicidad por la lucha[83], embriaguez de una conciencia que siente en -sí misma la presencia de un dios. Parece que en su comunión de todos -los instantes con la naturaleza[84] hubiese acabado por asimilarse -sus profundas energías. Grillparzer, que admiraba a Beethoven con un -sentimiento mezclado de temor, dijo de él: “Fué hasta el punto temible -en que el arte se funde con los elementos salvajes y caprichosos”. -Lo mismo dice Schumann de la _Sinfonía en do menor_: “Mientras más -se le escucha, ejerce sobre nosotros un influjo invariable, como -esos fenómenos de la naturaleza que, por muy frecuentemente que se -produzcan, nos llenan siempre de temor y de sorpresa”. Y Schindler, -su confidente: “Se posesionó del espíritu de la naturaleza”. Esto -es verdad, porque Beethoven es una fuerza de la naturaleza; y un -espectáculo de grandeza homérica este combate de una potencia elemental -contra todo el resto de la natura. - -Su vida toda es comparable a un día de tempestad: al principio, una -joven y límpida mañana, con algunos hálitos de languidez apenas; pero -ya, en el aire inmóvil, un amago secreto, un presentimiento abrumador. -Y bruscamente pasan las grandes sombras, se oyen los trágicos truenos, -los silencios zumbadores y temibles, los golpes de furioso viento de -la _Heroica_ y de la _En do menor_. Sin embargo, la pureza del día no -se ha perdido aún: la alegría sigue siendo la alegría; la tristeza -conserva siempre una esperanza. Pero, después de 1810, el equilibrio -del alma se destruye; la luz llega a ser extraña; de los pensamientos -más claros se ve ascender como vapores, que se disipan, que de nuevo -se concretan, que obscurecen el corazón con su turbación melancólica -y caprichosa; algunas veces la idea musical parece que se pierde -por completo, ahogada, después de haber emergido una o dos veces de -la bruma; y no vuelve a surgir sino al fin del trozo, como en una -borrasca. La alegría misma ha tomado un carácter áspero y salvaje; -una fiebre, un veneno, se mezclan a todos los sentimientos[85]. La -tempestad se prepara, a medida que la tarde desciende; y he aquí las -pesadas nubes, henchidas de relámpagos, negras de sombra, preñadas de -tempestades, del principio de la _Novena_. De pronto, en lo más fuerte -del huracán, las tinieblas se desgarran, la noche es arrojada del cielo -y vuelve la serenidad al día, por un acto de voluntad. ¡Cuál conquista -vale como ésta, cuál batalla de Bonaparte, qué sol de Austerlitz -alcanza la gloria de este esfuerzo sobrehumano, de este triunfo, el más -brillante que haya jamás alcanzado el Espíritu: un desventurado, pobre, -enfermo, solitario, el dolor hecho hombre, a quien el mundo rehúsa la -alegría, crea la alegría él mismo para darla al mundo! Y la forja con -su miseria, como él lo ha dicho con palabras altivas, en las cuales se -resume su vida y que son el emblema de toda alma heroica: - - “LA ALEGRÍA POR EL SUFRIMIENTO.” - _Durch Leiden Freude._ - - - NOTAS: - -[1] J. Russel (1822).--Carlos Czerny, que, siendo niño, lo vió en 1801 -con una barba de muchos días y una melena salvaje, con un chaquetón y -un pantalón de pelo de cabra, creyó encontrar en él a Robinsón Crusoe. - -[2] Nota del pintor Kloeber, que hizo su retrato hacia 1818. - -[3] “Sus hermosos ojos que hablan, decía el doctor W. C. Müller, ora -amables y tiernos, ora extraviados, amenazadores y terribles” (1820). - -[4] Kloeber decía: “De Ossian”. Todos estos detalles están tomados de -noticias de los amigos de Beethoven, o de viajeros que lo visitaron, -como Czerny, Moscheles, Kloeber, Daniel Amadeus Atterbohm, W. C. -Müller, J. Russel, Julius Benedict, Rochlitz, etc. - -[5] El abuelo Ludwig, el hombre más notable de la familia y aquél -a quien Beethoven se parecía más, nació en Amberes y se estableció -hacia los veinte años de su edad en Bonn, donde llegó a ser maestro de -capilla del príncipe elector. Es preciso no olvidar esto si se quiere -comprender la fogosa independencia de la naturaleza de Beethoven y -tantos otros rasgos de su carácter que no son propiamente alemanes. - -[6] Carta al doctor Schade, de Augsburgo, el 15 de septiembre de 1787. -(Nohl, _Cartas de Beethoven_, II). - -[7] Decía más tarde (en 1816): “¡Es un pobre hombre aquél que no sabe -morir! Cuando apenas tenía yo quince años, ya lo sabía”. - -[8] Reproducimos en el Apéndice algunas de estas cartas.--Beethoven -encontró también un amigo y un consejero excelente en Christian-Gottlob -Neefe, su maestro, cuya nobleza moral no tuvo menos influjo sobre él -que la amplitud de su inteligencia artística. - -[9] A Wegeler, el 29 de junio de 1801. (Nohl, XIV). - -[10] Había hecho ya un corto viaje en la primavera de 1787. Visitó -entonces a Mozart, quien parece que le concedió poca atención. Haydn, -a quien había conocido en Bonn, en diciembre de 1790, le dió algunas -lecciones. Tomó también Beethoven por maestros a Albrechtsberger y -Salieri. El primero le enseñó el contrapunto y la fuga, y el segundo a -escribir para las voces. - -[11] Apenas comenzaba a presentarse en público. Su primer concierto en -Viena, como pianista, fué el 30 de marzo de 1795. - -[12] A Wegeler, el 29 de junio de 1801. (Nohl, XIV). “Ninguno de mis -amigos debe carecer de nada, en tanto que yo tenga algo”, escribía a -Ries, hacia 1801. (Nohl, XXIV). - -[13] En el _Testamento_ de 1802, Beethoven dice que hacía seis años que -el mal había comenzado, o sea, por consecuencia, en 1796. Advirtamos -de paso que, en el catálogo de sus obras, la op. 1 (tres tríos) es -sólo anterior a 1796. La op. 2, las tres primeras sonatas para piano, -aparecen en marzo de 1796. Se puede, por tanto, decir que toda la obra -de Beethoven es del Beethoven sordo. - -Véase acerca de la sordera de Beethoven un artículo del doctor Klotz -Forest, en la _Chronique Médicale_ de 15 de mayo de 1905. El autor -del artículo cree que el mal tuvo origen en una afección general -hereditaria (acaso en la tisis de la madre). Diagnostica un catarro en -las trompas de Eustaquio, hacia 1796, que se transformó en 1799 en una -otitis semiaguda; mal cuidada se convirtió en otitis catarral crónica, -con todas sus consecuencias. La sordera aumenta sin llegar nunca a ser -completa. Beethoven percibía los sonidos graves mejor que los sonidos -agudos. En sus últimos años se servía, se dice, de una varilla de -madera cuya extremidad colocaba sobre la caja de su piano, sujetándola -por la otra con los dientes. Usaba de este procedimiento para oír -cuando componía. - -Véase sobre la misma cuestión: C. G. Kunn: _Wiener medizinische -Wochenschrift_, febrero-marzo de 1892; Wilibald Nagel: _Die Musik_ -(marzo de 1902). - -Se conservan en el museo Beethoven, de Bonn, los instrumentos acústicos -que para él fabricó el mecánico Maelzel, hacia 1814. - -[14] Nohl, _Cartas de Beethoven_, XIII. - -[15] Nohl, _Cartas de Beethoven_, XIV. (Véase en el Apéndice). - -[16] A Wegeler, el 16 de noviembre de 1801. (Nohl, XVIII). - -[17] Ella no tuvo empacho, después, en aprovechar el antiguo amor de -Beethoven en favor de su marido. Beethoven ayudó a Gallenberg. “Era mi -enemigo, y justamente por esa razón le hice todo el bien que pude”, -decía a Schindler en uno de sus cuadernos de conversación de 1821. Pero -después la despreció: “Cuando llegué a Viena, escribía en francés, ella -me fué a ver, llorando; pero yo la desprecié”. - -[18] 6 de octubre de 1802. (Nohl, XXVI). Véase en el Apéndice. - -[19] “Recomendad a vuestros hijos la virtud, porque sólo ella nos puede -hacer felices, y no el dinero. Hablo por experiencia. Sólo ella me ha -sostenido en la miseria y a ella debo, tanto como a mi arte, no haber -terminado mi vida en el suicidio”. Y en otra carta del 2 de mayo de -1810, a Wegeler: “Si no hubiese yo leído en alguna parte que el hombre -no debe separarse voluntariamente de la vida, por todo el tiempo en que -aún pueda realizar una buena acción, hace ya mucho tiempo que yo no -existiría, y sin duda por mi propia voluntad”. - -[20] A Wegeler. (Nohl, XVIII). - -[21] La miniatura de Hornemann, que es de 1802 muestra a Beethoven -a la moda de la época, con patillas, el cabello cortado a la Tito, -el aire fatal de un héroe byroniano; pero con la tensión de voluntad -_napoleónica_ que no cede nunca. - -[22] Se sabe que la _Sinfonía Heroica_ fué escrita sobre Bonaparte y -para él, y que el primer manuscrito lleva aún el título: _Buonaparte_. -Entretanto Beethoven tuvo noticia del coronamiento de Napoleón, y -entró en furor: “¡No es más que un hombre ordinario”, clamó, y en su -indignación hizo pedazos la dedicatoria y escribió este título vengador -y conmovedor a la vez: “_Sinfonía Heroica... para celebrar el recuerdo -de un gran hombre_”. (_Sinfonía eroica... composta per festeggiare -il sovvenire di un grand'uomo._) Schindler cuenta que después se -calmó un poco su desprecio hacia Napoleón; no vió ya en él más que un -desventurado digno de compasión, un Ícaro precipitado del cielo. Cuando -supo la catástrofe de Santa Elena, en 1821, dijo: “Hace diecisiete -años que yo escribí la música que conviene a este triste suceso”. -Se complacía en reconocer en la _Marcha Fúnebre_ de su Sinfonía un -presentimiento del fin trágico del conquistador. Es, pues, muy probable -que la _Sinfonía Heroica_, y sobre todo su primer trozo, era en el -pensamiento de Beethoven una especie de Bonaparte, muy diferente del -modelo, sin duda; pero tal como lo imaginaba y como lo habría querido: -el genio de la revolución. Beethoven repite, por otra parte, en el -final de la _Heroica_, una de las frases principales de la partitura -que ya había escrito para el héroe revolucionario por excelencia, el -dios de la libertad: _Prometeo_ (1801). - -[23] Roberto de Keudell, exembajador de Alemania en Roma: _Bismarck -y su familia_, 1901, traducción francesa de E. B. Lang. Roberto de -Keudell tocó esta sonata a Bismarck, en un mal piano, el 30 de octubre -de 1870, en Versalles. Bismarck decía de la primera frase de la obra: -“Son estas las luchas y los sollozos de toda una vida”. Prefería a -Beethoven entre los músicos y más de una vez afirmó: “Beethoven es -quien mejor conviene a mis nervios”. - -[24] La casa de Beethoven estaba cerca de las fortificaciones de Viena, -que Napoleón quiso derribar después de la toma de la ciudad. “¡Qué vida -salvaje, qué de ruinas en torno mío!--escribe Beethoven a los editores -Breitkopf y Haertel, el 26 de junio de 1809:--sólo tambores, trompetas, -miserias de todas clases!” - -Ha llegado hasta nosotros un retrato de Beethoven, de esta época, hecho -por un francés que lo vió en Viena, en 1809: el barón de Trémont, -auditor del Consejo de Estado. Hace una descripción pintoresca del -desorden que reinaba en la habitación de Beethoven. Charlaron de -filosofía, de religión, de política, “y sobre todo de Shakespeare, su -ídolo”. Beethoven se mostraba muy dispuesto a seguir a Trémont a París, -cuyo Conservatorio sabía que ejecutaba sus sinfonías y donde tenía -admiradores entusiastas. (Véase en el _Mercure musical_ de 1.º de mayo -de 1906, _Une visite a Beethoven_, por el barón de Trémont, publicada -por J. Chantavoine). - -[25] O más exactamente Teresa Brunsvik. Beethoven había conocido a los -Brunsvik en Viena, entre 1796 y 1799. Giulietta Guicciardi era prima -de Teresa. Beethoven parece que también se enamoró, durante algún -tiempo, de una hermana de Teresa, Josefina, que casó con el conde -Deym y en segundas nupcias con el barón Stackelberg. Se encontrarán -los detalles más vivos sobre la familia Brunsvik en un artículo de -Andrés de Hevesy: _Beethoven et l’immortelle Bien-aimée._ (_Revue de -Paris_, 1.º de mayo y 15 de marzo de 1910). Hevesy utilizó para este -estudio las memorias manuscritas y los papeles de Teresa, conservados -en Mártonvásár, Hungría. Al mostrar la afectuosa intimidad de Beethoven -con los Brunsvik trae a discusión su amor a Teresa; pero sus argumentos -no parecen convincentes, y me reservo a discutirlos algún día. - -[26] Mariam Tenger: _Beethoven’s unsterbliche Geliebte._ Bonn, 1890. - -[27] Es el aire admirable que figura en el Álbum de la mujer de J. S. -Bach, Ana Magdalena (1725), con el título de _Aria di Giovannini_. Se -ha discutido que se le atribuya a J. S. Bach. - -[28] Nohl, _Vie de Beethoven_. - -[29] Beethoven era miope en efecto. Ignaz von Seyfried dice que la -debilidad de su vista la había originado la viruela y le obligaba, -siendo muy joven, a usar anteojos. La miopía debió contribuir a dar el -carácter de extravío de sus ojos. Sus cartas en 1823 y 1824 contienen -quejas frecuentes acerca de sus ojos, que lo hacen sufrir. Véanse los -artículos de Christian Külischer: _Beethovens Augens und Augenleiden_. -(_Die Musik_ 15 de marzo y 1.º de abril de 1902). - -[30] La música de escena para el _Egmont_ de Goethe fué comenzada en -1809. Beethoven habría querido escribir también la música de _Guillermo -Tell_; pero se prefirió a Gyrowetz. - -[31] Conversación con Schindler. - -[32] Pero escrita, a lo que parece, en Korompa, en casa de los Brunsvik. - -[33] Nohl. _Cartas de Beethoven_, XV. - -[34] Este retrato se encuentra todavía ahora en la casa de Beethoven, -en Bonn. Está reproducido en la _Vie de Beethoven_ por Frimmel, página -29, y en el _Musical Times_, del 15 de diciembre de 1892. - -[35] A Gleichenstein. (Nohl, _Neue Briefe Beethovens_, XXXI). - -[36] “El corazón es la palanca para todo lo que hay de grande”. (A -Giannatasio del Rio. Nohl, CLXXX). - -[37] “Las poesías de Goethe me hacen feliz”, escribía a Bettina -Brentano el 19 de febrero de 1811. Y en otra parte: “Goethe y -Schiller son mis poetas preferidos, con Ossian y Homero, a quienes -desgraciadamente no puedo leer sino en traducciones”. (A Breitkopf -y Haertel, 8 de agosto de 1809. Nohl, _Neue Briefe_, LIII). Debe -advertirse cuánto, a pesar de lo descuidado de su educación, era -seguro el gusto literario de Beethoven. Fuera de Goethe, de quien se -ha dicho que se le parecía por “grande, majestuoso, siempre en _re -mayor_”, y por encima de Goethe amaba a tres hombres: Homero, Plutarco -y Shakespeare. De Homero prefería “La Odisea”. Leía continuamente a -Shakespeare en la traducción alemana y ya se sabe con cuál trágica -grandeza tradujo en música a _Coriolano_ y la _Tempestad_. En cuanto a -Plutarco, se nutría en sus páginas como los hombres de la Revolución. -Bruto era su héroe tal como lo fué de Miguel Ángel; tenía su estatuilla -en su alcoba. Amaba a Platón y soñaba en establecer su República en el -mundo entero. “Sócrates y Jesús han sido mis modelos”, dijo alguna vez. -(Conversaciones de 1819 y 1820). - -[38] A Bettina von Arnim. (Nohl, XCI). - -[39] “Beethoven, decía Goethe a Zelter, es desgraciadamente una -personalidad indomable; sin duda no se equivoca al hallar el mundo -detestable; pero no es el medio de hacerlo agradable para él y para los -demás. Es preciso excusarlo y compadecerlo, porque es sordo”. No hizo -nada contra Beethoven después, pero tampoco nada en su favor, y guardó -completo silencio sobre su obra y hasta sobre su nombre. En el fondo lo -admiraba, pero temía su música, que le producía turbación; tenía miedo -de que le hiciera perder la paz de su alma, que había conquistado a -precio de tantas penas y que, contra la opinión corriente, nada tenía -de natural. Una carta del joven Félix Mendelssohn, que pasó por Weimar -en 1830, descubre inocentemente las profundidades de esta alma turbada -y apasionada (_leidenschaftlicher Sturm und Verworrenheit_ como Goethe -mismo decía, que una inteligencia vigorosa dominaba). - -“...Desde luego, escribía Mendelssohn, no quería hablar de Beethoven; -pero le fué preciso pasar por ello y escuchar el primer trozo de la -_Sinfonía en do menor_, que lo emocionó de modo extraño. Quería ocultar -su emoción y se contentó con decirle: ‘Esto no conmueve y no hace -más que sorprender’. Al cabo de algún tiempo, añadió: ‘Es grandioso, -insensato; se diría que la casa va a derrumbarse’. Llegó la hora de -comer, y durante la comida permaneció pensativo hasta el momento -en que, volviendo de nuevo a Beethoven, se puso a interrogarme, a -examinarme. Vi bien el efecto que le había producido...”. (Sobre las -relaciones de Goethe y de Beethoven, véanse diversos artículos de -Frimmel). - -[40] Carta de Goethe a Zelter, el 2 de septiembre de 1812. De Zelter -a Goethe, de 14 de septiembre de 1812: “_Auch ich bewundere ihn mit -Schrecken_”. “Yo también lo admiro con espanto”. Zelter escribió en -1819 a Goethe: “Se dice que está loco”. - -[41] Es en todo caso un tema en el cual Beethoven había pensado, porque -lo encontramos en sus notas, y, particularmente, en sus proyectos de -una _Décima Sinfonía_. - -[42] Contemporánea, y acaso inspiradora, a las veces, de estas obras -fué su intimidad, tan tierna, con la joven cantante berlinesa Amalia -Sebald. - -[43] Muy distinto de él en esto, Schubert había escrito en 1807 una -obra de ocasión “en honor de Napoleón el Grande”, y él mismo dirigió la -ejecución ante el emperador. - -[44] “No os diré nada de nuestros monarcas y de sus monarquías”, -escribía a Kauka durante el Congreso de Viena. “Para mí el imperio del -espíritu es el más amado de todos; es el primero de todos los reinados -temporales y espirituales”. (_Mir ist das geistige Reich das Liebste, -und der Oberste aller geistlichen und weltlichen Monarchien._) - -[45] “¿Viena, no es decir todo? Toda huella del protestantismo alemán -se borra aquí; hasta el acento nacional está perdido, italianizado. El -espíritu alemán, las maneras y las costumbres alemanas, explicadas por -los manuales de origen italiano y español... ¡Es el país de una historia -falsificada, de una ciencia falsificada, de una religión falsificada... -un escepticismo frívolo, que debía aniquilar y sepultar el amor a la -verdad, al honor, a la independencia!” (_Wagner_, _Beethoven_, 1870). -Grillparzer escribió que era una desgracia haber nacido austriaco. Los -grandes compositores alemanes de fines del siglo XIX, que vivieron en -Viena, sufrieron cruelmente por el espíritu de esta ciudad, abandonada -al culto farisaico de Brahms. La vida de Bruckner allá fué un largo -martirio; Hugo Wolf, que se debatía furiosamente antes de sucumbir, -expresó sobre Viena juicios implacables. - -[46] El rey Jerónimo había ofrecido a Beethoven una pensión de -seiscientos ducados de oro, vitalicia, y dietas de viaje por ciento -cincuenta ducados de plata, a cambio del compromiso único de tocar -algunas veces delante de él y de dirigir sus conciertos de música -de cámara, que no debían ser ni largos ni frecuentes. (Nohl, XLIX). -Beethoven estuvo a punto de partir. - -[47] El _Tancredo_ de Rossini bastó a conmover todo el edificio de la -música alemana. Bauernfeld, citado por Ehrhard, anota en su _Diario_ -este juicio, que era corriente en los salones de Viena, en 1816: -“Mozart y Beethoven son dos viejos pedantes; la tontería de la época -precedente les gustaba; y sólo después de Rossini se sabe lo que es la -melodía. _Fidelio_ es una inmundicia; no es posible comprender que se -dé uno la pena de fastidiarse yendo a escucharlo”. - -Beethoven dió su último concierto, como pianista, en 1814. - -[48] En el mismo año Beethoven perdió a su hermano Carl: “Amaba tanto -la vida, cuanto yo tendría placer en perder la mía”, escribía a Antonia -Brentano. - -[49] Además de la sordera, su salud empeoraba de día en día. Desde -octubre de 1816 estaba muy enfermo de un catarro inflamatorio; durante -el estío de 1817 su médico le dijo que era una enfermedad del pecho; -y durante el invierno de 1817-1818 se atormentaba con el temor de la -tisis. Siguieron después los reumatismos agudos en 1820-1821, una -ictericia en 1821 y una conjuntivitis en 1823. Beethoven escribió a -Franz Brentano, el 12 de noviembre de 1821 (cuando estaba en plena -composición de la _Misa en re_): “Desde el año pasado hasta hoy he -estado siempre enfermo... Ahora estoy un poco mejor, a Dios gracias, -y me parece que puedo vivir de nuevo para mi arte, lo que propiamente -hablando no ha sido, desde hace dos años, por falta de buena salud, -como también por tantos otros sufrimientos”. - -[50] Adviértase que de este año data, en su música, un cambio de -estilo, inaugurado por la sonata op. 101. Los cuadernos de conversación -de Beethoven, que forman más de once mil páginas manuscritas, se -encuentran reunidos actualmente en la Biblioteca Real de Berlín. - -[51] Schindler, que llegó a ser desde 1819 amigo íntimo de Beethoven, -había entrado en relaciones con él en 1814; pero había costado mucha -pena a Beethoven concederle su amistad; lo trataba, además, con altivo -menosprecio. - -[52] Véanse las admirables páginas de Wagner sobre la sordera de -Beethoven. (_Beethoven_, 1870). - -[53] Amaba a los animales y tenía piedad de ellos. La madre del -historiador Von Frimmel contaba que mucho tiempo sintió rencor -involuntario contra Beethoven, porque cuando ella era pequeña él -espantaba con su pañuelo las mariposas que quería coger. - -[54] Se encontraba siempre mal alojado. En treinta y cinco años cambió -treinta veces de casa en Viena. - -[55] Beethoven se había dirigido personalmente a Cherubini, que era -“de sus contemporáneos aquél a quien más estimaba”. (Nohl, _Cartas de -Beethoven_, CCL). Cherubini no le contestó. - -[56] “Yo no me vengo nunca, escribía también a la señora Streicher. -Cuando me veo obligado a obrar contra los demás, no hago sino lo -estrictamente necesario para defenderme, o para impedirles hacer mal”. - -[57] Nohl, CCCXLIII. - -[58] Nohl, CCCXIV. - -[59] Nohl, CCCLXX. - -[60] Nohl, CCCLXII-LXVII. Una carta que acaba de encontrar en Berlín -M. Kalischer, muestra con qué pasión Beethoven ambicionaba hacer de su -sobrino “un ciudadano útil al Estado”. (De primero de febrero de 1819). - -[61] Schindler, que lo vió entonces, dice que se volvió súbitamente -como un viejo de setenta años, gastado, sin fuerza, sin voluntad. -Habría muerto si Carlos hubiera muerto. Murió pocos meses después. - -[62] El dilettantismo de nuestro tiempo no ha dejado de procurar la -rehabilitación de este pillo. Esto no puede sorprender. - -[63] Carta de Fischenich a Charlotte Schiller (enero de 1803). La oda -de Schiller había sido escrita en 1785. El tema actual aparece en 1808, -en la _Fantasía para piano, orquesta y coro_, op. 80, y en 1810 en el -_Lied_ sobre palabras de Goethe: _Kleine Blumen, kleine Blaetter_. -He visto en un cuaderno de notas de 1812, propiedad del doctor Erich -Prieger, en Bonn, entre los bosquejos de la _Séptima Sinfonía_ y un -proyecto de _obertura de Macbeth_, un ensayo de adaptación de las -palabras de Schiller al tema que utilizó más tarde en la obertura -op. 115 (_Namensfeier_). Algunos de los motivos instrumentales de la -_Novena Sinfonía_ aparecen antes de 1815; y en fin, el tema definitivo -de la Alegría está anotado en 1822, así como todos los demás aires de -la Sinfonía, salvo el trío, que viene después, en seguida del _andante -moderato_, y por último el _adagio_ que aparece al final.--Sobre el -poema de Schiller y sobre la falsa interpretación que acerca de él se -ha querido dar, en nuestro tiempo, substituyendo la palabra _Freude_ -(Alegría) por la palabra _Freiheit_ (Libertad), véase un artículo de -Carlos Andler en _Pages Libres_ (8 de julio de 1905). - -[64] Biblioteca de Berlín. - -[65] _Also ganz so als standen Worte darunter._ (“Enteramente como si -hubiera en ellos palabras”). - -[66] _La Misa en re_, op. 123. - -[67] Beethoven, agobiado por los trajines domésticos, la miseria, los -cuidados de todo género, no escribió en cinco años, de 1816 a 1821, más -que tres obras para piano (op. 101, 102, 106). Sus enemigos decían que -estaba agotado; se volvió a entregar al trabajo en 1821. - -[68] En febrero de 1824. Firmaron: Príncipe C. Lichnowski, -conde Mauricio Lichnowski, conde Mauricio de Fries, conde M. de -Dietrichstein, conde F. de Palfy, conde Czernin, Ignacio Edler de -Mosel, Carlos Czerny, abate Stadler, A. Diabelli, Artaria y C., Steiner -y C., A. Streicher, Zmeskall, Kiesewetter, etc. - -[69] “Mi carácter moral es conocido públicamente”, contestó con -altivez Beethoven al municipio de Viena el 1.º de febrero de 1819, -para reivindicar su derecho a la tutela de su sobrino. “Hasta los -escritores distinguidos como Weissenbach, han juzgado que valía la pena -consagrarle algunas páginas”. - -[70] En agosto de 1824 estaba asediado por el temor de morir -bruscamente de un ataque, “como mi querido abuelo, a quien tanto me -parezco”, escribió el 16 de agosto de 1824 al doctor Bach. Sufría mucho -del estómago. Estuvo muy mal durante el invierno de 1824-1825. En mayo -de 1825 tuvo expectoraciones de sangre y hemorragias de la nariz. El 9 -de junio de 1825 escribió a su sobrino: “Mi debilidad llega a menudo al -extremo... La señora de la guadaña no tardará en venir”. - -[71] La _Novena Sinfonía_ fué ejecutada por la primera vez, en -Alemania, en Francfort, el 1.º de abril de 1825; en Londres, el 25 de -marzo de 1825; en París, el 27 de marzo de 1831, en el Conservatorio. -Mendelssohn, a los 17 años, la ejecutó en una audición de piano -en la Jaegerhalle de Berlín, el 14 de noviembre de 1826. Wagner, -estudiante en Leipzig, la recogió entera de su mano; y, en una carta -de 6 de octubre de 1830 al editor Schott, le ofreció una reducción -de la sinfonía para piano a dos manos. Se puede decir que la _Novena -Sinfonía_ decidió la vida de Wagner. - -[72] “Apolo y las Musas no querrán abandonarme aún a la muerte, ¡porque -es tanto lo que les debo todavía! Es preciso que antes de mi partida -para los Campos Elíseos deje tras de mí lo que el Espíritu me inspira y -me ha ordenado cumplir. Me parece que apenas he escrito algunas notas”. -(A los hermanos Schott, el 17 de septiembre de 1824. Nohl, _Neue -Briefe_, CCLXXII). - -[73] Escribió Beethoven a Moscheles, el 18 de marzo de 1827: “Una -sinfonía bosquejada por completo está en mi pupitre, con una nueva -obertura”. Este bosquejo no ha sido encontrado nunca. Se lee únicamente -en sus notas: “Adagio cántico. Canto religioso para una sinfonía a la -manera antigua (_Herr Gott dich loben wir._--_Alleluja_), sea como -trozo independiente, o como introducción a una fuga. Esta sinfonía -podría ser caracterizada por la entrada de las voces, bien en el -_finale_, bien desde el _adagio_. Los violines de la orquesta, etc., -decuplicados para los últimos movimientos. Hacer entrar las voces -una a una, o repetir en cierta manera el _adagio_, en los últimos -movimientos. Para texto del _adagio_ un mito griego, o un cántico -eclesiástico; en el _allegro_, fiesta a Baco”. (1818). Como se ve la -conclusión coral estaba entonces reservada para la _Décima_ y no para -la _Novena Sinfonía_. Más tarde dijo que quería realizar en su _Décima -Sinfonía_ “la reconciliación del mundo moderno con el mundo antiguo, lo -mismo que Goethe había intentado en su _Segundo Fausto_”. - -[74] El tema es la leyenda de un caballero que está enamorado y cautivo -de una hada, y que sufre la nostalgia de la libertad. Hay analogías -entre el poema y el de _Tannhaüser_. Beethoven trabajó en ella de 1823 -a 1826. (Véase A. Ehrhard, _Franz Grillparzer_, 1900). - -[75] Tenía Beethoven desde 1808 el designio de escribir la música -de _Fausto_. (La primera parte del _Fausto_ acababa de publicarse, -con título de Tragedia, en el otoño de 1807). Era éste su más caro -proyecto. (_Was mir und der Kunst das Hoechste ist._) - -[76] “¡El Mediodía de Francia! ¡Allá está! ¡Allá está!” (_Südliches -Frankreich, dahin! dahin!_) (Cuaderno de la Biblioteca de Berlín).... -“...Partir de aquí: sólo con esta condición podrás de nuevo elevarte a -las altas regiones de tu arte... una sinfonía, después partir, partir, -partir... En el estío, trabajar para el viaje... Recorrer Italia, la -Sicilia, con algún otro artista”. (_Id._) - -[77] En 1819 estuvo a punto de ser perseguido por la policía, por haber -dicho en voz alta, “que después de todo Cristo no había sido más que un -judío crucificado”. Escribía entonces la _Misa en re_; y es bastante -decir de la libertad de sus inspiraciones religiosas. En cuanto a sus -opiniones políticas, Beethoven atacaba audazmente los prejuicios y los -vicios del Gobierno; le reprochaba, entre otras cosas, la organización -de la justicia, arbitraria y servil, llena de trabas por un largo -procedimiento; la policía, que tendía constantemente a propasarse de -sus atribuciones; la burocracia bizarra e inerte, que mataba toda -iniciativa individual y paralizaba la acción; los privilegios de una -aristocracia degenerada, tenaz en arrogarse exclusivamente los más -altos puestos del Estado; la impotencia del soberano para proveer -al bienestar de los ciudadanos. Parece que sus simpatías en materia -política estaban entonces por Inglaterra. - -[78] El suicidio de su sobrino. - -[79] Véase sobre _La última enfermedad y la muerte de Beethoven_ -un artículo del doctor Klotz-Forest, en la _Chronique Médicale_ de -1.º y 15 de abril de 1906. Se tienen informaciones muy precisas por -los _Cuadernos de Conversación_, en los cuales están escritas las -preguntas del doctor, y por el relato del médico mismo (Dr. Wawruch), -publicado con el título de: _Aerztlicher Rückblick auf L. V. B. letzte -Lebenstage_ en la _Wiener Zeitschrift_, en 1842 (fechado el 20 de -mayo de 1827). Hubo dos fases en la enfermedad: primero, accidentes -pulmonares, que parece fueron detenidos después de seis días; “el -séptimo día se sintió suficientemente bien para levantarse, caminar, -leer y escribir; y segundo, perturbaciones digestivas, complicadas con -perturbaciones de la circulación.” - -“El octavo día lo encontré aniquilado, con el cuerpo todo amarillo. Un -violento acceso de diarrea, complicado con vómitos, estuvo a punto de -acabar con su vida en la noche. A partir de este momento, la hidropesía -se desarrolló. Para esta recaída hubo causas morales que son mal -conocidas. Una cólera violenta, un sufrimiento profundo, determinado -por la ingratitud que había tenido que sufrir, y un ultraje inmerecido, -habían determinado esta explosión”, dice el doctor Wawruch. “Temblando, -con estremecimientos, estaba encorvado por el dolor que le desgarraba -las entrañas”. Resumiendo estas diversas observaciones, el doctor -Klotz-Forest diagnostica, tras de un ataque de congestión pulmonar, la -cirrosis atrófica de Laennec (enfermedad del hígado), ascitis y edema -de los miembros inferiores. Cree que el uso inmoderado de las bebidas -espirituosas contribuyó a agravar el mal. Ésta era ya la opinión del -doctor Malfatti: “_Sedebat et bibebat_”. - -[80] Los recuerdos del cantante Luis Cramolini, que acaban de ser -publicados, cuentan una emocionante visita a Beethoven durante su -última enfermedad, en la cual Beethoven se mostró con una serenidad -y una bondad conmovedoras. (Véase la _Frankfurter Zeitung_, de 29 de -septiembre de 1907). - -[81] Las operaciones se le hicieron el 20 de diciembre, el 8 de enero, -el 2 y el 27 de febrero. El pobre hombre, en su lecho de muerte, estaba -devorado por las chinches. (Carta de Gerhard von Breuning). - -[82] El joven músico Anselmo Hüttenbrenner.“¡Alabado sea -Dios!”,--escribió Breuning.--“Démosle gracias por haber puesto fin a -este prolongado y doloroso martirio”.--Todos los manuscritos, libros y -muebles de Beethoven fueron vendidos en remate, en 1575 florines. El -catálogo comprendía doscientos cincuenta y dos números de manuscritos -y de libros musicales que no sobrepasaron la suma de novecientos -ochenta y dos florines, treinta y siete kreutzer. Los _Cuadernos de -Conversación_ y los _Tagebücher_ fueron vendidos en un florín, veinte -kreutzer. Entre sus libros Beethoven poseía, de Kant, _Naturgeschichte -und Theorie des Himmels_; de Bode, _Anleitung zur Kenntnis des -gestirnten Himmels_; Thomas von Kempis, _Nachfolge Christi_. La censura -se apoderó de: Seume, _Spaziergang nach Syrakus_; Kotzebue, _Ueber den -Adel_; Fessler, _Ansichten von Religion und Kirchentum_. - -[83] “Soy feliz todas las veces que venzo alguna dificultad”. (Carta a -la Inmortal Amada). “Querría vivir mil veces la vida... Yo no nací para -una vida tranquila”. (A Wegeler, el 16 de noviembre de 1801). - -[84] “Beethoven me enseñó la ciencia de la naturaleza y me dirigió -en este estudio como en el de la música. No eran las leyes de -la naturaleza, sino su poder elemental, lo que lo maravillaba”. -(_Schindler._) - -[85] “¡Oh, es tan bella la vida; pero la mía está para siempre -envenenada!” (_vergiftet_). (Carta del 2 de mayo de 1810, a Wegeler). - - - [Ilustración] - - - - - APÉNDICE - - TESTAMENTO DE HEILIGENSTADT[86] - A MIS HERMANOS CARL Y JOHANN[87] BEETHOVEN - - -N. B.--Las palabras en cursivas están subrayadas en el manuscrito. - -¡Oh vosotros, hombres que me miráis y me juzgáis huraño, loco o -misántropo, cuán injustos habéis sido conmigo! ¡Ignoráis la oculta -razón de que os aparezca así! Mi corazón y mi espíritu se mostraron -inclinados, desde la infancia, al dulce sentimiento de la bondad, y a -realizar grandes acciones he estado siempre dispuesto; pero pensad tan -sólo cuál es mi espantosa situación, desde hace seis años, agravada -por médicos sin juicio, engañado de año en año con la esperanza de -un mejoramiento, y al fin abandonado a la perspectiva de un _mal -durable_, cuya curación demanda años tal vez, cuando no sea enteramente -imposible. Dotado de un temperamento ardiente y activo, fácil a las -distracciones de la sociedad, debí apartarme de los hombres en edad -temprana, pasar mi vida solitario. ¡Si algunas veces quise sobreponerme -a todo, oh, cuán duramente chocaba con la triste realidad renovada -siempre de mi mal! Y sin embargo, no me era posible decir a los -hombres: “¡Hablad más alto, gritad, porque soy sordo!” ¡Cómo me iba a -ser posible ir revelando la debilidad de _un sentido_ que debería ser -en mí más perfecto que en los demás, un sentido que en otro tiempo -he poseído con la más grande perfección, con una perfección tal que -indudablemente pocas personas de mi oficio han tenido nunca! ¡Oh, esto -no puedo hacerlo! Perdonadme pues si me veis vivir separado cuando -debería mezclarme en vuestra compañía. Mi desdicha es doblemente -dolorosa, puesto que le debo también ser mal conocido. Me está -prohibido encontrar un descanso en la sociedad de los hombres, en las -conversaciones delicadas, en los mutuos esparcimientos. Solo, siempre -solo. No puedo aventurarme en sociedad si no es impulsado de una -necesidad imperiosa; debo vivir como un proscrito; si me acerco a los -demás, soy presa de una angustia devoradora, de miedo de estar expuesto -a que se den cuenta de mi estado. - -Ésta es la razón por la cual acabo de pasar seis meses en el campo. -Mi sabio médico me obliga a cuidar mi oído tanto como sea posible, -yendo más allá de mis propias intenciones; y sin embargo, muchas -veces, recobrado por mi inclinación hacia la sociedad, me he dejado -arrastrar de ella; pero ¡qué humillaciones cuando cerca de mí estaba -alguien que escuchaba a lo lejos el sonido de una flauta y que yo -_no oía nada_, o que _escuchaba el canto de un pastor_, ¡sin que yo -pudiera oír nada![88]. La experiencia de estas cosas me puso pronto -al borde de la desesperación, y poco faltó para que yo mismo hubiese -puesto fin a mi vida. _Sólo el arte_ me ha detenido. ¡Ah! Me parecía -imposible abandonar este mundo antes de haber realizado todo lo que -me siento obligado a realizar. Y así prolongaba esta miserable vida, -verdaderamente miserable, un cuerpo tan irritable que el menor cambio -me puede arrojar del estado mejor en el peor. ¡Paciencia! se dice -siempre; y debo tomarla a ella ahora por guía; la he tomado. Durable -debe ser, lo espero, mi resolución de resistir hasta que plazca a las -Parcas inexorables cortar el hilo de mi vida. Acaso será esto lo mejor, -acaso no, pero yo estoy presto siempre. No es muy fácil ser filósofo -por obligación a los veintiocho años, no es fácil; y es más duro aún -para un artista que para cualquiera otro. - -¡Oh Dios, tú miras desde lo alto en el fondo de mi corazón, y lo -conoces, sabes que en él moran el amor a los demás y el deseo de -hacerles el bien! Vosotros, hombres, si leéis un día esto, pensad -que habéis sido injustos conmigo, y que el desventurado se consuela -al encontrar a otro desventurado como él que, a pesar de todos los -obstáculos de la naturaleza, hizo cuanto estaba a su alcance para ser -admitido en el rango de los artistas y de los hombres de elección. - -Vosotros, hermanos míos, (Carl y Johann) inmediatamente que yo haya -muerto, si el profesor Schmidt vive aún, rogadle en mi nombre que -describa mi enfermedad y a la historia de ella unid esta carta, a -fin de que después de mi muerte, al menos en la medida que esto sea -posible, la sociedad se reconcilie conmigo. Al mismo tiempo, a vosotros -dos nombro herederos de mi pequeña fortuna, si se la puede llamar -así, que la debéis partir lealmente, estando de acuerdo y ayudándoos -el uno al otro. El mal que me habéis hecho, lo sabéis, os lo he -perdonado desde hace mucho tiempo. A ti, hermano Carl, te doy gracias -particularmente por la solicitud de que me has dado testimonio en los -últimos tiempos. Hago votos porque tengáis una vida más feliz, más -exenta de cuidados que la mía. Recomendad a vuestros hijos la virtud, -porque sólo ella puede dar la felicidad, que no da el dinero. Hablo -por experiencia. Ella me ha sostenido a mí mismo en mi miseria, y a -ella debo, tanto como a mi arte, no haber puesto fin a mi vida por -el suicidio. ¡Adiós, y amaos! Doy gracias a todos mis amigos, y en -particular al _príncipe Lichnowski_ y al _profesor Schmidt_. Deseo -que los instrumentos del príncipe L. puedan ser conservados en la -casa de alguno de vosotros, pero que esto no provoque entre vosotros -ninguna discusión. Si pueden seros útiles para algo mejor, vendedlos -inmediatamente. ¡Cuán feliz seré si todavía puedo serviros desde la -tumba! - -Si fuera así, con qué alegría volaría hacia la muerte. Pero si ésta -llega antes de que haya tenido la ocasión de desarrollar todas mis -facultades artísticas, a pesar de mi duro destino, llegará demasiado -temprano para mí y desearía aplazarla. Mas aun así, estoy contento. ¿No -va a librarme de un estado de sufrimiento sin término?--Venga cuando -viniere, yo voy valerosamente hacia ella.--Adiós y no me olvidéis -enteramente en la muerte; merezco que penséis en mí, porque a menudo he -pensado en vosotros, durante mi vida, para haceros felices. ¡Sedlo! - - LUDWIG VAN BEETHOVEN. - -Heiligenstadt, 6 de octubre de 1802. - - A MIS HERMANOS CARL Y (JOHANN), PARA SER LEÍDA Y CUMPLIDA - DESPUÉS DE MI MUERTE. - -El 10 de octubre de 1802.--¡Heiligenstadt, me despido así de ti, y en -verdad tristemente!--Sí, la amada esperanza que traje, de ser curado, -en parte al menos, debe abandonarme definitivamente. Como las hojas en -el otoño se marchitan y caen, así también mi esperanza se ha secado. -Poco más o menos como vine me voy; y hasta el alto valor que me -sostenía a menudo en los bellos días de estío, se ha desvanecido. ¡Oh -Providencia, has lucir para mí una vez un día puro de alegría! ¡Hace -ya tanto tiempo que el sonido profundo de la verdadera alegría me es -extraño! ¡Oh, cuándo, cuándo, oh Divinidad! ¿podría yo sentirla aún en -el templo de la naturaleza y de los hombres? ¿Nunca? ¡No! ¡Oh, esto -sería demasiado cruel! - - - CARTAS - - - AL PASTOR AMENDA, EN CURLANDE[89] - -Mi querido, mi buen Amenda, mi amigo de corazón: Con una profunda -emoción, con una mezcla de dolor y de alegría he recibido y leído tu -última carta. ¡A qué podría yo comparar tu fidelidad, tu solicitud -hacia mí! ¡Oh, qué bueno es que tú hayas sido siempre mi amigo! Sí; -he puesto a prueba tu consagración, y sé qué diferencia hay entre tú -y los demás. Tú no eres un amigo de Viena, no; ¡tú eres como aquéllos -que sólo existen sobre el suelo de mi patria! ¡Cómo he deseado tenerte -cerca de mí, porque tu Beethoven es profundamente infeliz! Debes saber -que la parte más noble de mí mismo, mi oído, se ha debilitado mucho. -Ya en la época en que tú estabas a mi lado sentía síntomas del mal, y -lo ocultaba; después ha ido empeorando. Si esto no puede ser curado, es -preciso esperar para saberlo; creo que debe proceder de mi enfermedad -del estómago. Respecto a ésta estoy casi restablecido; mas, en cuanto -al oído ¿curaré? Naturalmente que lo espero así; pero es muy difícil -porque estas enfermedades son las más incurables. ¡Qué triste debo -vivir, evitando todo lo que me es más querido, y esto entre hombres -tan miserables, tan egoístas!... Entre todos puedo decir que el amigo -que más me ha ayudado ha sido Lichnowski; desde el año pasado me ha -dado seiscientos florines, y esto y la venta fructuosa de mis obras me -ponen en situación de vivir sin el cuidado de ganar el pan. Todo lo que -escribo ahora puedo venderlo inmediatamente cinco veces, y bien pagado. -He escrito algo regular, en estos últimos tiempos; y puesto que sé que -has pedido pianos a... deseo enviarte algunas obras en el empaque de -uno de ellos, para que te sea menos costoso. - -Ahora, para mi consuelo, ha llegado aquí un hombre con quien puedo -gozar del placer de la conversación y de la amistad desinteresada; es -uno de mis amigos de juventud[90]. Le he hablado frecuentemente de ti y -le he dicho que, desde que abandoné mi patria, eres tú uno de aquéllos -que ha elegido mi corazón.--Él tampoco ama a[91]... Es y continúa -siendo muy débil para la amistad; yo lo miro, y... como los humildes -instrumentos en que toco, cuando me place; pero que no pueden ser nunca -testigos nobles de mi actividad, como tampoco pueden verdaderamente -participar en mi vida, les doy valor sólo en la medida de los servicios -que me proporcionan. ¡Oh, cómo sería feliz si tuviera el uso completo -de mi oído! Correría entonces hacia ti; pero debo permanecer alejado -de todo; mis años más hermosos transcurren sin que haya realizado todo -lo que mi talento y mi fuerza me mandaran.--¡Triste resignación ésta -en la cual debo refugiarme! Sin duda que me he propuesto sobreponerme -a todos estos males; pero ¿cómo me será posible? Sí, Amenda, si en -seis meses mi mal no está curado, exijo de ti que abandones todo y -que vengas a mi lado; entonces viajaré (mi ejecución y mi composición -sufren aún muy poco por mi enfermedad, pues es sólo en sociedad donde -me es más sensible), y tú serás mi compañero, porque estoy convencido -de que no me faltará la felicidad. ¡Con quién no podría yo compararme -entonces! Desde que tú partiste he escrito de todo, hasta óperas y -música sagrada.--Sí, tú no te rehusarás; tú ayudarás a tu amigo a -soportar su mal y sus cuidados.--También he perfeccionado mi ejecución -de pianista, y espero que este viaje podrá igualmente proporcionarte -placer. Después, tú permanecerás para siempre cerca de mí.--He recibido -con puntualidad todas tus cartas, y por poco que te haya contestado, -has estado siempre presente para mí, y mi corazón palpita por ti con la -misma ternura.--Lo que te he dicho de mi oído te ruego callarlo como un -gran secreto, y no confiárselo a nadie, quienquiera que sea. Escríbeme -con frecuencia. Tus cartas, hasta cuando son breves, me consuelan y me -hacen mucho bien. Espero para muy pronto otra tuya, mi querido amigo. -No te he enviado tu cuarteto[92] porque lo he rehecho enteramente, -desde que he comenzado a saber escribir cuartetos en forma conveniente, -como tú verás cuando lo recibas. Ahora, adiós mi querido y buen amigo. -Si tú crees que yo pueda hacer por ti algo que te sea agradable, se -entiende que debes decirlo a tu fiel L. v. Beethoven, que te ama -sinceramente. - - - AL DOCTOR FRANZ GERHARD WEGELER - - Viena, 29 de junio (1801). - -Mi bueno y querido Wegeler: ¡Cuánto te agradezco tu recuerdo! Lo -merezco tan poco, tan poco he hecho para merecerlo; y sin embargo, -eres tú tan bueno, no te dejas alejar por nada, ni por mi imperdonable -negligencia; permaneces siendo siempre el fiel, el bueno, el leal -amigo.--¡Que yo pudiese olvidarte, olvidar a todos vosotros, que habéis -sido para mí tan caros y tan buenos, no, eso no lo creo! Hay momentos -en que suspiro por estar cerca de vosotros para pasar algún tiempo.--Mi -patria, la hermosa región donde yo vi la luz del mundo, también se -me representa siempre con tanta claridad y nitidez como cuando os -abandoné. Será uno de los más felices instantes de mi vida aquél en -que pueda volver a veros y saludar a nuestro padre el Rhin.--Cuándo -será esto, no puedo decirlo con exactitud. Por lo menos diré que me -encontraréis más grande: no hablo del artista, sino del hombre, que os -parecerá mejor, más hecho; y si el bienestar no ha aumentado un poco en -nuestra patria, mi arte debe consagrarse al mejoramiento de la suerte -de los pobres... - -Quieres saber algo acerca de mi situación; bien, pues no va del todo -mal. Desde el año pasado, Lichnowski (por increíble que te parezca, -aun cuando yo lo digo), quien ha sido siempre y es mi amigo el más -fervoroso (bien es cierto que hubo pequeñas diferencias entre nosotros, -pero ellas mismas han afirmado nuestra amistad); Lichnowski me ha -concedido una pensión de seiscientos florines que yo debo recibir -durante el tiempo en que carezca de una posición conveniente. Mis -composiciones me producen mucho y puedo decir que se me pide más -trabajo que el que puedo hacer. Para cada cosa tengo seis, siete -editores, y aun más si quiero buscarlos. Nadie discute conmigo: fijo -un precio y se me paga; ya ves que esto es delicioso. Por ejemplo, si -veo a un amigo necesitado y mi bolsillo no me permite ir en su ayuda, -no tengo más que sentarme a mi mesa de trabajo, y en poco tiempo lo he -sacado del apuro.--Soy también más económico que antes... - -Por desgracia, un demonio celoso, mi mala salud, ha venido a obstruir -mi camino. Desde hace tres años mi oído se ha hecho cada vez más débil. -Debe haber originado esto mi enfermedad del estómago, que sufría ya -desde antes, como tú sabes, pero que ha empeorado mucho, porque padezco -continuamente de diarrea, y por consecuencia de una extraordinaria -debilidad. Frank quería tonificarme con reconstituyentes, y curar mi -oído por medio del aceite de almendras. Mas _¡prosit!_ esto no sirve -para nada; mi oído está siempre cada vez peor y mi estómago sigue en -el mismo estado. Así estuve hasta el otoño último, en el cual a menudo -llegué a la desesperación. Un asno de médico me aconsejó los baños -fríos; otro, más listo, los baños tibios del Danubio, y el efecto -fué maravilloso; mi estómago mejoró, pero mi oído sigue lo mismo o -va estando aún peor. Este invierno, mi situación fué verdaderamente -deplorable, pues sufrí cólicos espantosos y una recaída completa. Así -estuve hasta el mes último en que fuí a ver a Vering, porque pensé -que mi mal reclamaba un cirujano y, desde luego, he tenido siempre -confianza en él. Logró cortar casi por completo esta violenta diarrea; -me ordenó tomar baños tibios del Danubio, haciéndome poner en el agua -multitud de licores fortificantes; no me administró ninguna medicina, a -no ser, por espacio de unos cuatro días, unas píldoras para el estómago -y una especie de té para los oídos. Me encuentro mejor y más fuerte; -sólo mis orejas zumban y mugen (_sausen und brausen_) noche y día. -Puedo decir que llevo una vida miserable. Desde hace casi dos años -evito toda compañía, porque no puedo decir a las gentes: “Soy sordo”. -Si yo tuviera algún otro oficio, esto aun sería posible; pero en el mío -es una situación espantosa. ¡Qué dirían mis enemigos, cuyo número no es -corto! - -Para darte una idea de mi extraña sordera te diré que en el teatro debo -colocarme muy cerca de la orquesta para entender a los actores. No -oigo los sonidos altos de los instrumentos ni las voces, si me coloco -un poco lejos; y en la conversación es sorprendente que haya personas -que no lo hayan advertido nunca. Como sufro tantas distracciones, a -ellas atribuyen todo. Cuando se habla suavemente, apenas entiendo; sí, -entiendo bien los sonidos, mas no las palabras; y, por otra parte, -cuando se grita eso me es insoportable. Lo que haya de venir sólo el -cielo lo sabe. Vering dice que seguramente mejoraré, si no llego a -curar del todo.--Frecuentemente he maldecido de mi existencia y del -Creador[93]. Plutarco me ha llevado a la resignación. Quiero, si esto -fuese posible, desafiar al destino; pero hay momentos de mi vida en que -soy la más miserable de las criaturas.--Te suplico no decir nada de mi -estado a nadie, ni aun a Lorchen[94]; te lo confió como un secreto. Me -agradaría que tú escribieras a Vering acerca de este asunto; y si mi -situación actual ha de durar, iré en la primavera próxima a visitarte, -y tú me albergarás en alguna casa de campo, en cualquier hermoso lugar -donde pueda hacerme campesino por seis meses. Acaso eso me producirá -mucho bien. ¡Resignación! ¡Qué triste amparo, y sin embargo, es el -único que me queda! Perdóname que te dé esta molestia de amistad, en -tus tedios. - -Steffen Breuning está ahora aquí y pasamos casi todos los días juntos. -¡Me produce tanto bien evocar sentimientos de tiempos pasados! Se ha -convertido, en verdad, en un joven excelente, bueno, que sabe algo y -que tiene (como todos nosotros más o menos) el corazón bien puesto. - -Quiero escribir también a la buena Lorchen. Nunca he olvidado a uno -solo de vosotros, tan queridos y buenos, aun cuando no dé ningún signo -de vida; porque escribir, tú lo sabes, no ha sido mi fuerte nunca; mis -mejores amigos han estado años enteros sin recibir una carta de mí. -Sólo vivo en mis notas, y apenas una obra queda terminada cuando está -comenzada ya otra. En la forma en que trabajo ahora hago a menudo tres -o cuatro cosas a un tiempo. Escríbeme con frecuencia, que yo trataré de -disponer de tiempo para contestarte. Saluda a todos en mi nombre... - -¡Adiós, mi bueno, mi fiel Wegeler! Está seguro de la afección y de la -amistad de tu Beethoven. - - - A WEGELER - - Viena, 16 de noviembre de 1801. - -¡Mi buen Wegeler! Te doy gracias por tu nueva prueba de solicitud, -tanto más cuanto la merezco muy poco.--Quieres saber cómo estoy y yo -tengo necesidad de decírtelo, y, por poco agradable que me sea ocuparme -de este asunto, lo haré sin embargo de buena gana contigo. - -Vering me está poniendo desde hace meses vejigatorios en los dos -brazos... El tratamiento me es extremadamente desagradable; sin -hablar de los dolores, estoy privado por completo del uso de mis -brazos por uno o dos días. Debo convenir en que los zumbidos son un -poco más débiles que antes, principalmente en la oreja izquierda, -que fué en la que comenzó mi sordera; pero mi oído en verdad no ha -mejorado nada hasta el presente, y no me atrevo a decir si está peor -aún.--Mi estómago va mejor, y cuando me baño durante algunos días en -agua tibia, me encuentro bastante bien por ocho o diez días más. De -cuando en cuando tomo algún fortificante para el estómago, y también -he comenzado, siguiendo tu consejo, la aplicación de yerbas contra el -vientre.--Vering no quiere oír hablar de duchas; y por otra parte, -no estoy muy contento con él, porque en verdad tiene pocos cuidados -y atención para mi mal; si yo no fuera a su casa--y esto me es muy -difícil--no lo vería nunca. ¿Qué piensas tú de Schmidt? No cambio -médico de buena gana; pero me parece que Vering es demasiado práctico -para renovar muchas de sus ideas por la lectura; y Schmidt en esto me -parece un hombre distinto, que acaso no será tan negligente.--Se dicen -maravillas del galvanismo. ¿Qué piensas tú de ello? Un médico me ha -contado que vió a un niño sordomudo recobrar el oído, y a un hombre, -que hacía siete años estaba sordo, también curado.--Precisamente acabo -de saber que Schmidt está haciendo experiencias acerca de esto. - -De nuevo vivo en forma algo más agradable; frecuento el trato de los -demás. Apenas podrías creer cuál vida de soledad y de tristeza he -llevado desde hace dos años; mi enfermedad se levantaba por todas -partes delante de mí como un espectro, y yo huía de los demás. ¡Debía -parecer un misántropo, cuando lo soy tan poco!--Este cambio, una -amada, una encantadora muchacha lo ha realizado; me ama y yo la amo: -he aquí de nuevo algunos momentos felices, después de dos años; y es -la primera vez que pienso que el matrimonio puede dar la felicidad. -Desgraciadamente no es de mi condición; y ahora, a decir verdad, no -podría casarme porque es necesario que trabaje valerosamente aún. Si -no fuera por mi oído habría desde hace largo tiempo recorrido la mitad -del mundo, y esto debo hacerlo. No hay mayor placer para mí que ejercer -mi arte y mostrarlo.--No creo que fuera feliz en vuestra casa. ¡Quién -podría darme la felicidad! Vuestra misma solicitud me pesaría, y a -cada instante leería yo la compasión en vuestros rostros, para juzgarme -más miserable todavía.--¿Qué me atraía hacia esos bellos lugares de mi -patria? ¡Nada más que la esperanza de alcanzar una situación mejor, y -que yo llegara a no tener este mal! ¡Oh, si estuviera libre de este -mal tendría el mundo entre mis brazos! Mi juventud, sí, lo siento, -apenas está comenzando; porque ¿no he estado siempre enfermo? Mi fuerza -física crece más que nunca desde hace algún tiempo, junto con mi vigor -intelectual. Cada día me acerco más al fin que entreveo sin poderlo -definir. Pero sólo con estos pensamientos puede vivir tu Beethoven. ¡No -es posible descansar! No conozco otro descanso que el sueño, y soy tan -desventurado que tengo que concederle más tiempo que antes. Que esté -sólo a medias libre de este mal, y entonces, como un hombre más dueño -de sí mismo, más maduro, iré hacia vosotros y estrecharemos nuestros -viejos lazos de amistad. - -Debéis verme tan feliz como me sea concedido serlo aquí abajo; pero no -desventurado. ¡No, porque esto no lo podría soportar! Quiero morder al -destino, que no me doblegará indudablemente por completo. ¡Oh, es tan -bello vivir la vida mil veces!--Para una vida tranquila, no, lo siento, -no nací. - -Muchos recuerdos buenos para Lorchen... ¿Tú me amas un poco, no es -verdad? Pues está seguro de mi afección y de mi amistad. Tu - - BEETHOVEN. - - - CARTA DE WEGELER Y DE ELEONORA VON BREUNING A BEETHOVEN.[95] - - Coblenza, 28 de diciembre de 1825. - -Mi querido Luis: - -No puedo dejar partir para Viena a uno de los diez hijos de Ries, sin -que me venga a la mente tu recuerdo. Si después de veintiocho años que -hace que abandoné Viena no has recibido una larga carta cada dos meses, -puedes culpar de ello a tu silencio para las primeras que te envié. -Esto no está bien, y menos ahora, porque nosotros, viejos como somos, -vivimos sólo del pasado y encontramos placer, por encima de todo, en -los recuerdos de nuestra juventud. Para mí, al menos, mi conocimiento y -mi estrecha amistad contigo, gracias a tu buena madre que Dios bendiga, -es un punto luminoso en mi vida hacia el cual me vuelvo con placer... -Levanto los ojos hacia ti como hacia un héroe y me siento orgulloso -de poder decir: “No he dejado de tener influjo sobre su desarrollo; -me confiaba sus deseos y sus ensueños; y cuando, más tarde, fué tan -mal comprendido a menudo, yo sabía lo que ambicionaba”. ¡Alabado -sea Dios que me concedió hablar de ti con mi mujer, y ahora con mis -hijos! La casa de mi suegra era tu casa más que tu propia casa, sobre -todo después de la muerte de tu noble madre. Dinos una vez solamente: -“Sí, pienso en vosotros, en la alegría y en la tristeza”. El hombre, -hasta cuando se ha elevado tan alto como tú, sólo es feliz una vez en -la vida, cuando es joven. A las piedras de Bonn, de Kreuzberg, de -Godesberg, de la Pépinière, etc., deben volar alegremente tus ideas -muchas veces. - -Ahora quiero hablarte de mí, de nosotros, para darte un ejemplo de la -manera en que tú debes contestarme. - -Después de mi retorno de Viena, en 1796, todo iba bastante mal para -mí; durante muchos años tuve que vivir sólo de mis consultas como -médico; y esto duró largo tiempo en esta región miserable, antes de que -tuviera lo necesario. Fuí después profesor, con un sueldo, y me casé -en 1802. Un año más tarde tuve una hija, que vive aún y que está ya -completamente formada; tiene, con un juicio muy recto, la serenidad de -su padre, y toca hasta cansarse las sonatas de Beethoven; no es esto un -mérito en ella, sino más bien un don innato. En 1807 nació un niño, que -ahora estudia en Berlín medicina; y dentro de cuatro años lo enviaré a -Viena. ¿Te encargarás de cuidarlo?... He festejado en el mes de agosto -mi sexagésimo aniversario, en unión de unos sesenta amigos y conocidos, -entre quienes estaban las personas principales de la ciudad. Desde 1807 -resido aquí, donde tengo ahora una casa hermosa y una buena posición; -mis superiores están contentos de mí y el rey me ha dado algunas -condecoraciones y medallas. Lorchen y yo estamos bastante bien.--Y -ahora que te he hecho conocer nuestra situación, te toca tu turno... - -¿No querrás nunca apartar tus miradas de la torre de San Esteban? ¿No -tiene el viaje ningún encanto para ti? ¿No querrás nunca volver a ver -el Rhin?--Recibe de Madame Lore toda clase de recuerdos cordiales, así -como de mí. Tu viejo amigo, - - WEGELER. - - Coblenza, 29 de diciembre de 1825. - -¡Caro Beethoven, tan querido desde hace tanto tiempo! Quería que -Wegeler os escribiese de nuevo, y ahora que este deseo se ha cumplido -creo que es mi deber agregar aún dos palabras, no solamente para avivar -vuestro recuerdo, sino también para renovar la pregunta insistente -sobre si no tenéis, pues, ningún deseo de volver a ver el Rhin y el -lugar de vuestro nacimiento, y proporcionarnos a Wegeler y a mí la -más grande de las alegrías. Nuestra Lenchen os da gracias por tantas -horas felices; tiene tanto placer en oír hablar de vos; y como conoce -todas las mínimas aventuras de nuestra alegre juventud en Bonn, del -disgusto y de la reconciliación... ¡sería muy feliz de conoceros!--La -niña, desgraciadamente, no tiene talento para la música; pero ha hecho -tanto, con tanta aplicación y perseverancia que puede tocar vuestras -sonatas, variaciones, etc.; y como la música es siempre el más grande -de los alivios para Wegeler, ella le proporciona así muchas horas -agradables. Julius tiene talento para la música, pero hasta la fecha -ha sido negligente; desde hace seis meses está aprendiendo a tocar -violoncello con alegría y placer, y como hay en Berlín un buen profesor -creo que adelantará mucho.--Los dos niños son grandes y se parecen a -su padre, tanto que el buen humor de Wegeler, a Dios gracias, no se -ha perdido por completo... Tiene un gran placer en tocar los temas -de vuestras variaciones; los primeros tienen su preferencia, pero a -menudo toca algunos de los nuevos con una increíble paciencia.--Vuestro -_Opferlied_ está colocado por encima de todo, y nunca va Wegeler a -su alcoba sin sentarse al piano.--Así, querido Beethoven, podéis ver -cuánto y qué durable y vivo es vuestro recuerdo en nosotros. Decidnos, -pues, una vez siquiera, que esto tiene algún precio a vuestros ojos y -que no hemos sido completamente olvidados.--Si no fuera tan difícil a -veces realizar nuestros más caros deseos, habríamos ya ido a Viena a -visitar a mi hermano, para tener el placer de veros; pero no es posible -pensar en tal viaje ahora que nuestro hijo está en Berlín.--Wegeler os -ha dicho cuál es nuestra situación, y seríamos injustos en quejarnos, -porque aun los tiempos más difíciles han sido mejores para nosotros que -para muchos de los demás.--La mayor felicidad está en que nos hallamos -bien y que tenemos buenos hijos. Sí, ellos no nos han causado ninguna -pena, y son alegres y buenos.--Sólo Lenchen ha tenido un gran dolor: -cuando nuestro pobre Burscheid murió; fué una pérdida que nosotros no -olvidaremos nunca. Adiós, querido Beethoven, y pensad en nosotros con -toda lealtad y bondad. - - ELN. WEGELER. - - - DE BEETHOVEN A WEGELER - - Viena, 7 de octubre de 1826[96]. - -Mi viejo y amado amigo: - -El placer que me ha causado tu carta y la de tu Lorchen, no lo puedo -expresar. En verdad debí haberte contestado inmediatamente; pero soy -un poco perezoso, sobre todo para escribir, porque pienso que sin -necesidad de hacerlo me conocen las mejores personas. En mi memoria he -hecho a menudo la contestación; mas cuando quiero ponerme a escribir, -frecuentemente arrojo lejos de mí la pluma, porque no estoy en aptitud -de escribir lo que siento. Me acuerdo de todo el cariño que me has -demostrado siempre, por ejemplo, de cuando hiciste blanquear mi alcoba -dándome tan agradable sorpresa. Me acuerdo también de la familia -Breuning. Que hayamos tenido que separarnos los unos de los otros, eso -está en el curso natural de las cosas: cada uno debía seguir el fin -que le estaba asignado, y tratar de alcanzarlo; y sólo los eternos -principios inconmovibles del bien nos han mantenido siempre firmemente -unidos. Por desgracia no puedo escribirte hoy tanto como quisiera, -porque estoy en cama... - -Tengo presente siempre la silueta de tu Lorchen (ya se lo he dicho), -para que veas como todo lo que ha sido de bueno y de amado en mi -juventud es precioso para mí siempre. - -...En mi casa se dice: _Nulla dies sine linea_, y, sin embargo, dejo -dormir a la Musa; pero es para que despierte más vigorosa en seguida. -Espero dar aún al mundo algunas obras, y después, como un niño viejo, -iré a terminar mi jornada terrestre entre las gentes sencillas[97]. - -...Entre las honrosas distinciones que he recibido y que sé te causarán -placer, te informo que acabo de recibir del difunto rey de Francia una -medalla con esta inscripción: _Dada por el rey al señor Beethoven_, -y que llegó a mis manos acompañada de un escrito muy afectuoso del -_primer gentil hombre del rey, duque de Chatres_[98]. - -Conténtate con esto por ahora, mi viejo y querido amigo. Los recuerdos -del pasado se apoderaron de mí hoy y te envío esta carta con abundantes -lágrimas; es apenas el principio, porque bien pronto recibirás -otra; y mientras más me escribas mayor placer me proporcionarás. No -hay necesidad de demandarlo, cuando se trata de amigos como somos -nosotros. Adiós. Te ruego des un beso tiernamente en mi nombre a tu -querida Lorchen y a tus niños, y que pienses en mí. ¡Que Dios sea con -vosotros! - -Como siempre tu fiel y verdadero amigo, que te ama. - - BEETHOVEN. - - - A WEGELER - - Viena, 17 de febrero de 1827. - -Mi viejo y digno amigo: - -Recibí de Breuning, para mi felicidad, tu segunda carta. Estoy muy -débil todavía para contestarte; pero puedes pensar que todo lo que me -dices ha sido en mi bien, y lo deseo. En cuanto a mi convalecencia, -si puedo llamarla así, va mejor pero lentamente; se presume que será -necesario esperar la cuarta operación, aun cuando los médicos no dicen -nada de ella. Me revisto de paciencia y pienso que todo mal nos trae -consigo algún bien... ¡Cuántas cosas querría decirte ahora! Pero estoy -demasiado débil, no puedo más que abrazarte en mi corazón, a ti y a tu -Lorchen. Con amistad verdadera y consagración a ti y a los tuyos, tu -viejo y fiel amigo. - - BEETHOVEN. - - - A MOSCHELES - - Viena, 14 de marzo de 1827. - -Mi querido Moscheles: - -El 27 de febrero fuí operado por cuarta vez, y ahora aparecen de -nuevo indicios seguros de que debo esperar bien pronto una quinta -operación. ¿En qué terminará todo esto? ¿qué será de mí si dura algún -tiempo todavía?--En verdad que es dura la carga que me ha tocado; -pero me conformo a la voluntad del destino, y ruego a Dios solamente -que se digne decidir, en su voluntad divina, que para todo el largo -tiempo en que yo deba sufrir en vida la muerte, esté al abrigo de las -necesidades[99]. Así tendré fuerza para soportar mi carga, por dura y -por terrible que pueda ser, resignándome a la voluntad del Altísimo. - -Vuestro amigo, - - L. V. BEETHOVEN. - - - PENSAMIENTOS DE BEETHOVEN - - SOBRE MÚSICA. - -_No hay regla que no se pueda violar a causa de_ Schoner. (“Plus -beau”)[100]. - -La música debe hacer brotar el fuego en el espíritu de los hombres. - - * * * * * - -La música es una revelación más alta que la sabiduría y la filosofía. - - * * * * * - -No hay nada más bello que acercarse a la divinidad y derramar sus -irradiaciones sobre la raza humana. - - * * * * * - -¿Por qué escribo?--Porque lo que tengo en mi corazón es preciso que -salga fuera, y esto me hace escribir. - - * * * * * - -¿Creéis que pienso en un violín sagrado, cuando el Espíritu me habla y -escribo lo que me dicta? - - (A Schuppanzigh). - - * * * * * - -Según mi manera habitual de componer, hasta cuando se trata de música -instrumental tengo siempre el conjunto delante de mis ojos. - - (A Treitschke). - - * * * * * - -Escribir sin piano es necesario... Poco a poco va naciendo la facultad -de representarnos lo que deseamos y sentimos, que es una necesidad tan -esencial para los seres nobles. - - (Al archiduque Rodolfo). - - * * * * * - -La descripción pertenece a la pintura. Puede también la poesía, en -esto, estimarse feliz (en comparación) con la música; su dominio no -es tan limitado como el mío; pero, en desquite, el mío se extiende -más lejos en otras regiones. Y no se puede tan fácilmente alcanzar mi -imperio. - - (A Wilhelm Gerhard). - - * * * * * - -La libertad y el progreso son la finalidad del arte, como lo son de -la vida entera. Si no tenemos nosotros la solidez de los maestros de -antaño, por lo menos el refinamiento de la civilización ha ampliado -muchos horizontes. - - (Al archiduque Rodolfo). - - * * * * * - -No tengo costumbre de retocar mis composiciones, una vez terminadas. -No lo he hecho nunca porque estoy penetrado de esta verdad: que todo -cambio parcial altera el carácter de la composición. - - (A Thomson). - - * * * * * - -La música pura de las iglesias debería ser ejecutada solamente por las -voces, a excepción del _Gloria_, o de algún otro texto de este género. -Prefiero por eso a Palestrina; pero es un absurdo imitarlo sin poseer -su espíritu ni sus concepciones religiosas. - - (Al organista Freudenberg). - - * * * * * - -Cuando algún alumno vuestro tiene en el piano el juego de dedos -conveniente, la justa medida, y que toca las notas muy exactamente, -fijaos sólo en el estilo y no lo detengáis por pequeñas faltas, ni -se las hagáis notar sino al fin del trozo.--Este método forma los -_músicos_, lo cual es, después de todo, una de las primeras finalidades -del arte musical... Para los pasajes (de virtuosismo) hacedle emplear a -su turno todos los dedos... Sin duda, empleando menos dedos, se obtiene -un efecto “perlado”, como se dice, o “como una perla”; pero a menudo -son más amadas otras joyas[101]. - - (A Czerny). - - * * * * * - -Entre los músicos de otros tiempos sólo Haendel, el alemán, y Sebastián -Bach tenían genio. - - (Al archiduque Rodolfo, 1819). - - * * * * * - -Mi corazón palpita plenamente por el alto y grande arte de Sebastián -Bach, este patriarca de la armonía (_dieses Urvaters der Harmonie_). - - (A Hofmeister, 1801). - - * * * * * - -En todo tiempo he sido de los más fervientes admiradores de Mozart, y -seguiré siéndolo hasta el fin de mi vida. - - (Al abate Stadler, 1826). - - * * * * * - -Estimo vuestras obras por encima de todas las obras teatrales. Me -encuentro en éxtasis cada vez que escucho una obra vuestra nueva, y en -ella tomo más interés que en las mías propias: verdaderamente os estimo -y os amo... _Seréis siempre de mis contemporáneos aquél a quien más -estimo. Si queréis proporcionarme un placer extremo bastará sólo con -que me escribáis algunas líneas, lo cual me aliviará mucho. El arte une -a todas las personas_, y mucho más a los verdaderos artistas; _y tal -vez os dignéis también contarme_ en el número de ellos[102]. - - (A Cherubini, 1823). - - - SOBRE CRÍTICA - -Por lo que a mí concierne como artista, no se ha podido decir nunca que -yo haya hecho el menor caso de lo que se escriba acerca de mí. - - (A Schott, 1825). - - * * * * * - -Pienso con Voltaire “que algunos piquetes de moscas no pueden detener a -un caballo en su fogosa carrera”. - - (1826). - - * * * * * - -En cuanto a estos imbéciles, no hay más que dejarlos hablar. Su -charlatanería seguramente que no hará a nadie inmortal, como tampoco -privará de la inmortalidad a ninguno de aquéllos a quienes Apolo la ha -concedido. - - (1801). - - - BIBLIOGRAFÍA - -Si se desea conocer mejor a Beethoven, se podrá recurrir a las obras y -documentos principales, cuya lista sumaria es la siguiente: - - I.--SOBRE LAS CARTAS DE BEETHOVEN - -Ludwig Nohl.--_Briefe Beethovens_, 1865, Stuttgart. - -Ludwig Nohl.--_Neue Briefe Beethovens_, 1867, Stuttgart. - -Ludwig Ritter von Koechel.--_83 Original Briefe L. V. B. an den -Erzherzog Rudolph._, 1865, Viena. - -Alfred Schoene.--_Briefe von Beethoven an Marie Graefin Erdoedy, geb. -Graefin Niszky und Mag. Brauchle._ 1866, Leipzig. - -Theodor von Frimmel.--_Neue Beethoveniana_, 1886. - -_Katalog der mit der Beethoven-Feier zu Bonn, an 11-15 mai 1890 -verbundenen Ausstellung von Handschriften, Briefen, Bildnissen, -Reliquien Ludwig van Beethoven’s._, 1890, Bonn. - -La Mara.--_Musikerbriefe aus fünf Jahrhunderten._, 1892, Leipzig. - -Dr. A. Christian Kalischer.--_Neue Beethoven-Briefe._ 1902, Berlín y -Leipzig. - -Dr. A. Christian Kalischer.--_Beethoven’s Sammtliche Briefe_, Kritische -Ausgabe mit Erlaüterungen. 1906, Berlín. - -Dr. Fritz Prelinger.--_Beethovens Sammtliche Briefe und -Aufzeichnungen._ 1907, Viena y Leipzig, 3 vols. - -Una selección de las cartas de Beethoven fué publicada en traducción -francesa, con introducción y notas de Juan Chantavoine, en 1904, en -París. - - - II--SOBRE LA VIDA DE BEETHOVEN. - -Gottfried Fischer.--_Manuscrit_ (Interesante principalmente para -conocer la infancia de Beethoven.--Fischer murió en Bonn en 1864, y -era propietario de la casa en que vivieron dos generaciones de la -familia de Beethoven. Él y su hermana Cecilia conocieron íntimamente -a Beethoven cuando era niño, y escribieron sus recuerdos, que son -preciosos a condición de que se les use con alguna crítica).--El -manuscrito está en la _Beethovenhaus_ de Bonn. Deiters (véase adelante) -ha publicado algunos extractos de este manuscrito. - -F.-G. Wegeler und Ferdinand Ries.--_Biographische Notizen ueber Ludwig -van Beethoven_ (precioso sobre todo para conocer la primera mitad -de su vida). 1838, Coblenza. Traducción francesa de 1862, agotada; -reimpresión por el Dr. Kalischer de 1905. - -Ludwig Nohl.--_Eine stille Liebe zu Beethoven._ 1857, Berlín. -(Publicación del diario de la señorita Fanny Giannatasio del Rio, a -quien conoció y amó Beethoven hacia 1816). - -Anton Schindler.--_Beethovens Biographie_, 1840.--Traducción francesa -de 1866, agotada.--Importante para conocer la segunda mitad de su vida. - -Anton Schindler.--_Beethoven in París_ 1842. Münster. - -Gerhard von Breuning.--_Aus dem Schwarzspanierhause._ 1874. (La -_Schwarzspanierhaus_ es la casa de Viena donde murió Beethoven. Fué -destruida durante el invierno de 1903). - -Moscheles.--_The life of Beethoven._ 2 vols. 1841, Londres. - -Alexander Wheelock Thayer (traducido del inglés al alemán y -continuado por Hermann Deiters).--_Ludwig van Beethovens Leben_, 3 -vols.--Comenzado en 1866 e interrumpido por la muerte del autor en -1897, en Trieste, donde era Cónsul de los Estados Unidos; la obra se -detiene en el año de 1816.--Deiters resolvió terminarla, completando -los libros ya publicados; pero solamente el primer volumen de su -traducción se ha publicado hasta hoy.--Es por muchas razones la -obra más importante sobre Beethoven, desde el punto de vista de la -documentación. - -Ludwig Nohl.--_Beethovens Leben_, 1864-1877. 4 vols. - -Ludwig Nohl.--_Beethoven nach den Schilderungen seiner Zeitgenossen._ -Stuttgart. - -A. B. Marx.--_L. van Beethovens Leben und Schaffen._ 1863, 2 vols. 5ª -edición aumentada por G. Behncke, 1902, Berlín. - -Victor Wilder.--_Beethoven, sa vie et son oeuvre._ 1883. - -Mariam Tenger.--_Beethovens unsterbliche Geliebte._ 1890.--El valor -histórico de este libro ha sido puesto en duda algunas veces; pero -hasta la fecha no tenemos razones suficientes para negarle crédito. -Mariam Tenger fué la confidente de los últimos años de Teresa; y es -verosímil que Teresa, vieja ya, debió involuntariamente idealizar sus -recuerdos; el fondo del relato parece exacto. - -A. Ehrhard.--_Franz Grillparzer._ 1900. - -Theodor von Frimmel.--_Ludwig van Beethoven_ (en la colección de -_Berühmte Musiker_). 1901, Berlín. - -August Goellerich.--_Beethoven_ (en la colección Die Musik de R. -Strauss), 1903. - -Jean Chantavoine.--_Beethoven_, 1907. - -Die Musik.--_Beethovenhefte_, Berlín. - - - III.--SOBRE LA OBRA DE BEETHOVEN. - -Beethoven.--_Oeuvres complètes_, gran edición crítica, Breitkopf und -Haertel, Leipzig, 38 vols. - -G. Nottebohm.--_Thematisches Verzeichniss der im Druck erschienenen -Werke von Ludwig van Beethoven_, 1868, Leipzig. - -A.-W. Thayer.--_Chronologisches Verzeichniss der Werke v. B._ 1865, -Berlín. - -G. Nottebohm.--_Ein Skizzenbuch von Beethoven._ 1865. - -Nottebohm.--_Ein Skizzenbuch von B. aus dem Jahre 1803._ 1880. - -Nottebohm.--_Beethovens Studien._ 1873. - -Nottebohm.--_Beethoveniana._--_Zweite Beethoveniana._ 1872-87. - -George Grove.--_Beethoven and his nine Symphonies_, 1896, Londres. - -J.-G. Prodhomme.--_Les symphonies de Beethoven_, 1906. - -Alfredo Colombani.--_Le Nove Sinfonie di Beethoven._ 1897. Turín. - -Ernst von Elterlein.--_B. Klaviersonaten._ 5ª edición, 1895. - -Willibald Nagel.--_B. und seine Klaviersonaten_, 2 vols. 1903-1905. - -Shedlock.--_The pianoforte sonata._ 1900, Londres. - -Ch. Czerny.--_Pianoforte-Schule_ (Cuarta parte, capítulos II y III). - -Theodor Helm.--_B. Streichquartette_, 1885. - -H. de Curzon.--_Les lieder et airs détachés de B._ 1906. - -Otto Jahn.--_Leonore_, Klavierauszug mit Text, nach der zweiten -Bearbeitung, 1852. - -Dr. Erich Prieger.--_Fidelio_, Klavierauszug mit Text, nach der ersten -Bearbeitung, 1906. - -Wilhelm Weber.--_B. Missa Solemnis._ 1897. - -Prof. Dr. Richard Sternfeld.--_Zur Einführung in L. v. B. Missa -Solemnis._ - -Ignaz von Seyfried.--_L. v. B. Studien im Generalbass, Kontrapunkt, und -in der Kompositions Lehre._ 1832. - -W. de Lenz.--_Beethoven et ses trois styles._ (Análisis de sonatas para -piano) (agotado). 1854. - -Oulibicheff.--_Beethoven, ses critiques et ses glossateurs_, 1857. - -Wasielewski.--_Beethoven._ 2 vols. 1886, Berlín. - -R. Schumann.--_Écrits sur la musique et les musiciens_, primera serie, -traducción de H. de Curzon, 1894. - -Richard Wagner.--_Beethoven_, 1870, Leipzig. - -La obra musical de Friedrich Wilhelm Rust (1739-1796) de Dessau, -recientemente encontrada gracias a la publicación que uno de sus nietos -ha hecho de algunas de sus sonatas, es útil de conocer para quienes -quieran estudiar la formación del genio musical de Beethoven. El hijo -más joven de Rust, Wilhelm-Carl, vivió en Viena de 1807 a 1827 y -estuvo en relaciones con Beethoven. Rust, Carlos Felipe Emmanuel Bach -y los sinfonistas de Mannheim han sido los verdaderos precursores de -Beethoven.--Véase _Beethoven und die Mannheimer_ por Hugo Riemann (_Die -Musik_, 1907-8). - -Son también interesantes de conocer los _Lieder de Neefe_ (1748-1799), -que son enteramente beethovianos ya, y nuestros músicos de la -Revolución, principalmente Cherubini, cuyo estilo en algunas de sus -composiciones religiosas y dramáticas sirvió a las veces de modelo a -Beethoven. - - - IV.--RETRATOS DE BEETHOVEN. - -1789.--_Silueta de Beethoven a los diez años de edad._ (En la casa de -Beethoven, en Bonn; reproducido en la Biografía de Frimmel, página 16). - -1791-92.--_Miniatura de Beethoven_ por Gerhard von Kugelgen. (Propiedad -de Georg Henschel, de Londres; reproducido en el _Musical Times_ de 15 -de diciembre de 1892, página 8). - -1801.--Dibujo de H. Stainhauser, grabado por Johann Neidl. (Reproducido -en _Les Musiciens célébres_, 1878, página 267, por Félix Clément; y por -Frimmel, página 28). - -1802.--_Grabado de Scheffner_, tomado de Stainhauser. (En la casa de -Beethoven en Bonn, y reproducido en _Die Musik_ del 15 de marzo de 1902, -página 1145). - -1802.--_Miniatura de Beethoven_ por Christian Hornemann. (Propiedad de -la señora de Breuning, en Viena; y reproducido por Frimmel, página 31). - -1805.--_Retrato de Beethoven_ por W. J. Maehler. (Propiedad de Roberto -Heimler, de Viena; reproducido en el _Musical Times_, página 7; y por -Frimmel, página 34). - -1808.--_Dibujo de L. F. Schnorr de Carolsfeld_, litografiado por J. -Bauer. (Casa de Beethoven en Bonn). - -1812.--_Mascarilla de Beethoven_, moldeada por Franz Klein. - -1812.--_Busto de Beethoven_, por Franz Klein, según la mascarilla. -(Propiedad del fabricante de pianos E. Streicher, de Viena. Reproducido -por Frimmel, página 46; y en el _Musical Times_, página 19). - -1814.--_Dibujo de L. Letronne_, grabado por Blasius Hoefel. (El más -hermoso retrato de Beethoven; la casa de Beethoven, en Bonn, posee el -ejemplar que él mismo regaló a Wegeler. Reproducido por Frimmel, página -51, y por el _Musical Times_, página 21). - -1815.--_Dibujo de L. Letronne_, grabado por Riedel. (Reproducido en -_Die Musik_, página 1147). - -1815.--_Segundo retrato de Beethoven_ por Maehler. (Propiedad de Ign. -von Gleichenstein, de Fribourg-de-Brisgovia.--Hay una reproducción en -la casa de Beethoven, en Bonn). - -1815.--_Retrato de Beethoven_ por Christian Heckel. (Propiedad de J.-F. -Heckel, de Mannheim; y reproducción en la casa de Beethoven en Bonn). - -1818.--_Grabado según el dibujo de Beethoven_ por Aug. von Kloeber. -(Reproducido en el _Musical Times_, página 25).--El dibujo original de -Kloeber está en la colección del Dr. Erich Prieger, en Bonn. - -1819.--_Retrato de Beethoven_, por Ferdinand Schimon. (En la casa -de Beethoven, en Bonn; reproducido en _Die Musik_, página 1149; por -Frimmel, página 63; y por el _Musical Times_, página 29). - -1819.--_Retrato de Beethoven_ por K. Joseph Stieler. (Propiedad de -Alex. Meyer Cohn, de Berlín, y reproducido por Frimmel en la página 71). - -1821.--_Busto de Beethoven_ por Anton Dietrich (Propiedad de Leopoldo -Schroetter de Kristelli; reproducción en la casa de Beethoven en Bonn). - -1824-26.--_Dibujos-caricaturas de Beethoven paseando_, por J.-P. Lyser -(Originales propiedad de la _Gesellschaft der Musikfreunde_, de Viena; -reproducidos por Frimmel, página 67; y por el _Musical Times_, página -15). - -1823.--_Dibujos-caricaturas de Beethoven paseando_, por Jos. van Boehm. -(Reproducidos por Frimmel, página 70). - -1823.--_Retrato de Beethoven_ por Waldmueller. (Propiedad de Breitkopf -y Haertel, de Leipzig; reproducido por Frimmel, página 72). - -1825-26.--_Dibujo de Beethoven_, por Stefan Decker. (Propiedad de Georg -Decker, de Viena; reproducción en la casa de Beethoven, en Bonn). - -1826.--_Dibujo de B._ por A. Dietrich, litografiado por Jos. Kriehuber. -(Reproducido por Frimmel, página 73). - -1826.--_Busto de Beethoven a la antigua_, por Schaller. (Propiedad de -la Sociedad Filarmónica de Londres; copia en la casa de Beethoven, en -Bonn; reproducido por Frimmel, página 74, y en el _Musical Times_). - -1827.--_Boceto de Beethoven en su lecho de muerte_, por Jos. -Danhauser. (Propiedad de A. Artaria, de Viena; reproducido en la -_Allgemeine Musik-Zeitung_, de 19 de abril de 1901). - -1827.--_Tres bocetos de Beethoven en su lecho de muerte_, por -Teltscher. (Propiedad del Dr. Aug. Heymann; publicados por Frimmel; -reproducidos en el _Courrier musical_, de 15 de noviembre de 1909). - -1827.--_Mascarilla de Beethoven muerto_, moldeada por Danhauser (Casa -de Beethoven, en Bonn). - -Numerosos retratos de Beethoven han sido hechos después de su muerte. -La obra más notable que se le ha consagrado es el monumento de Max -Klinger (Viena, 1902). - - - NOTAS: - -[86] Heiligenstadt es un barrio de Viena. Beethoven estaba allí por una -temporada. - -[87] El nombre fué olvidado en el manuscrito. - -[88] A propósito de esta queja dolorosa, quiero hacer una observación, -que creo no ha sido hecha antes nunca. Se sabe que, al final del -segundo trozo de la _Sinfonía pastoral_, la orquesta hace escuchar el -canto del ruiseñor, del cuco y de la codorniz; y puede decirse, además, -que casi toda la sinfonía está tejida de cantos y de murmullos de la -naturaleza. Los tratadistas de estética han discutido mucho acerca de -la cuestión de saber si se debía o no aprobar estos ensayos de música -imitativa. Ninguno de ellos advirtió que Beethoven no imitaba nada, -puesto que nada oía: creaba en su espíritu un mundo que había muerto -para él. Y esto es lo que hace más conmovedora esa evocación de los -pájaros, puesto que el único modo que le quedaba de escucharlos era -haciéndolos cantar dentro de sí mismo. - -[89] Probablemente escrita en 1801. - -[90] Stephan von Breuning. - -[91] Zmeskall (?). Era secretario áulico en Viena y fué siempre muy -adicto a Beethoven. - -[92] Op. 18, número 1. - -[93] Nohl, en su edición de las _Lettres de Beethoven_, ha suprimido -las palabras: _und den Schöpfer_ (y el Creador). - -[94] Eleonora. - -[95] Me ha parecido que no carece de interés reproducir las dos cartas -siguientes, porque hacen conocer a estas excelentes personas, los más -fieles amigos de Beethoven. Por los amigos se puede juzgar al hombre. - -[96] Se notará que los amigos de este tiempo, aun cuando se estimasen -mucho, tenían afecciones menos impacientes que las nuestras. Beethoven -contesta a Wegeler diez meses después de recibida su carta. - -[97] Beethoven no dudaba que escribía entonces su última obra: el -segundo _finale_ de su cuarteto, op. 130. Estaba en la casa de su -hermano, en Gneixendorf, cerca de Krems, en el Danubio. - -[98] Duque de Achat (?). - -[99] Beethoven, a punto de carecer de dinero, se había dirigido a la -Sociedad Filarmónica de Londres y a Moscheles, que estaba por entonces -en Inglaterra, tratando de organizar un concierto en su beneficio. La -Sociedad tuvo la generosidad de enviarle inmediatamente cien libras -esterlinas, a cuenta; y él se sintió conmovido hasta el fondo de su -corazón. “Era un espectáculo desgarrador, dice un amigo, verlo cuando -recibió esta carta unir las manos y sollozar de alegría y de gratitud”. -En la emoción, la herida volvió a abrirse. Quiso todavía dictar una -carta para dar gracias a los “nobles ingleses, que se habían interesado -por su triste suerte”; les prometía una obra: su Décima Sinfonía, una -obertura, todo lo que quisieran. “Nunca hasta hoy, decía, comenzaré una -obra con tanto amor como la haré para ellos”. Esta carta es del 18 de -marzo, y el 26 había muerto. - -[100] En francés en el texto, menos la última palabra. - -[101] “La ejecución de Beethoven, como pianista, no era correcta, y su -digitación tenía a menudo faltas; la calidad del sonido era descuidada. -Pero ¿quién iba a pensar en el ejecutante? Absorbían desde luego sus -pensamientos, de cualquier manera que sus manos los expresaran”. (Barón -de Trémont, 1809). - -[102] Las palabras subrayadas están en francés en el original.--Ya -hemos dicho antes que esta carta Cherubini no la contestó nunca. - - - - - VIDA DE MIGUEL ÁNGEL - - - [Ilustración] - - - - - INTRODUCCIÓN - - -Hay en el _Museo Nazionale_ de Florencia una estatua de mármol que -Miguel Ángel llamaba el Vencedor. Es un joven desnudo, de cuerpo -hermoso y con los cabellos en bucles sobre la frente. De pie y erguido, -apoya la rodilla sobre la espalda de un prisionero barbudo que estira -la cabeza hacia adelante, como un buey. Pero el vencedor no lo mira. -En el instante de ir a lanzar el golpe, se detiene, con expresión de -tristeza en la boca y con los ojos indecisos. Su brazo se repliega -hacia el hombro. Se echa hacia atrás; ya no quiere la victoria, como si -le repugnara: Ha vencido y está vencido. - -Esta imagen de la Duda heroica, esta Victoria con las alas rotas, que -de todas las obras de Miguel Ángel fué la única que permaneció hasta -la muerte del artista en su taller de Florencia, y con la cual el -confidente de sus pensamientos, Daniel de Volterra, quería decorar su -catafalco, es el mismo Miguel Ángel y el símbolo de toda su vida. - - * * * * * - -El sufrimiento es infinito y asume todas las formas. Unas veces lo -causa la tiranía ciega de las cosas: la miseria, las enfermedades, las -injusticias de la suerte, la maldad de los hombres. Otras tiene su -asiento en el mismo ser. No es entonces menos lastimoso ni menos fatal, -porque nadie tiene la elección de su propio ser, nadie ha pedido vivir -ni ser lo que es. - -Este último sufrimiento fué el de Miguel Ángel. Tuvo la fuerza, tuvo -la rara fortuna de ser forjado para luchar y vencer, y venció.--Pero -¿y qué? No quería la victoria. No era eso lo que quería.--¿Tragedia de -Hamlet? ¡Terrible contradicción entre un genio heroico y una voluntad -que no lo era, entre pasiones imperiosas y una voluntad que no quería! - -Nosotros no veremos en esto, como otros muchos, una grandeza más. Nunca -diremos que porque un hombre es demasiado grande, el mundo no le basta. -La inquietud de espíritu no es un signo de grandeza. Toda falta de -armonía entre el ser y las cosas, entre la vida y sus leyes, aun en los -grandes hombres, no se debe a su grandeza, sino a su debilidad. ¿Por -qué tratar de ocultar esta debilidad? ¿El más débil es menos digno de -amor? Al contrario, es más digno de amor, porque lo necesita. Yo no -elevo estatuas a los héroes inaccesibles. Odio el idealismo cobarde que -aparta las miradas de las miserias de la vida y de las debilidades del -alma. - -Es preciso que el pueblo, tan sensible para las ilusiones falaces de -las palabras sonoras, sepa que la mentira heroica es una cobardía. No -hay más que un heroísmo en el mundo: verlo tal como es... y amarlo. - - * * * * * - -Lo trágico del destino que presento aquí, es que ofrece la imagen de -un sufrimiento innato, que viene de lo más hondo del ser, que lo roe -sin tregua y no lo abandona sino hasta haberlo destruido. Uno de los -tipos más poderosos de esta gran raza humana, que desde hace diecinueve -siglos llena el Occidente con sus gritos de dolor y de fe, es el -cristiano. - -Un día, en lo futuro, en el fin de los siglos (si se conserva todavía -el recuerdo de nuestra tierra), un día, los que entonces existan se -inclinarán sobre el abismo de esta raza desaparecida, como Dante en -la orilla de Malebolge, con una mezcla de admiración, de horror y de -piedad. - -Pero nadie lo sentirá mejor que nosotros, los que sufrimos desde niños -esas angustias, los que hemos visto debatirse en ellas a nuestros -seres más queridos; nosotros, los que hemos sentido en la garganta el -olor acre y embriagador del pesimismo cristiano, los que hemos tenido -que hacer a veces esfuerzos para no ceder, como algunos otros, en los -momentos de duda, ¡al vértigo de la Nada Divina! - -¡Dios! ¡Vida eterna! ¡Refugio de los que no logran vivir aquí abajo! -¡Fe, que no es con frecuencia más que falta de fe en la vida, falta de -fe en el porvenir, falta de fe en sí mismo, falta de valor y falta de -alegría! ¡Nosotros sabemos sobre cuántas derrotas está fundada vuestra -dolorosa victoria!... - -Por eso os amo, cristianos, porque os compadezco. Os compadezco y -admiro vuestra melancolía. Vosotros entristecéis el mundo, pero lo -embellecéis. El mundo sería más pobre sin vuestro dolor. ¡En esta época -de cobardes, que tiemblan frente al dolor y reivindican ruidosamente -su derecho a la felicidad, que no es a menudo más que el derecho a -la desdicha de los demás, atrevámonos a ver de frente al dolor y a -venerarlo! Alabada sea la alegría y alabado el dolor. La una y el otro -son hermanos, y los dos son santos. Forjan el mundo e impulsan a las -almas grandes. Son la fuerza, son la vida, son Dios. Quien no los ama a -entrambos, no ama a ninguno de ellos. Y el que los ha probado, sabe el -valor de la vida, y la dulzura de abandonarla. - - ROMAIN ROLLAND - - [Ilustración] - - - [Ilustración] - - - - - MIGUEL ÁNGEL - - -Era un burgués florentino, de esa Florencia de palacios sombríos, de -torres que surgen como lanzas, de colinas esbeltas y secas, finamente -cinceladas sobre el cielo color de violeta, con los husos negros -de sus cipreses pequeños y la banda de plata de los olivos que se -estremecen como olas; de esa Florencia de aguda elegancia, donde el -rostro pálido e irónico de Lorenzo de Médicis, y Maquiavelo, de boca -grande y astuta, satirizaban la _Primavera_ y las Venus cloróticas -de Botticelli, de cabelleras de oro pálido; de esa Florencia febril, -orgullosa, neurótica, presa de todos los fanatismos, sacudida por todas -las histerias religiosas o sociales, donde todos eran libres y todos -eran tiranos, donde era tan dulce vivir y la vida era un infierno; -de esa ciudad de ciudadanos inteligentes, intolerantes, entusiastas, -rencorosos, de lengua acerada, de espíritu desconfiado, que se espiaban -entre sí, tenían celos unos de otros y se devoraban mutuamente; de esa -ciudad donde no cabía el espíritu libre de Leonardo; donde Botticelli -terminaba en el misticismo alucinado de un puritano de Escocia; donde -Savonarola, con su perfil cabrío y sus ojos ardientes, hacía bailar en -ronda a los monjes, alrededor de la hoguera en que quemaba las obras -de arte, y donde, tres años más tarde, se volvía a levantar la hoguera -para quemar al profeta. - -Fué de esa ciudad y de ese tiempo con todos sus prejuicios, sus -pasiones y su ardor. - -Con seguridad no era afectuoso para sus compatriotas. Su genio de -anchos pulmones, hecho para el aire libre, despreciaba el arte de -cenáculos, el estilo amanerado, el realismo vulgar, el sentimentalismo, -la mórbida sutileza. Los trataba rudamente, pero los amaba; no tenía -para su patria la indiferencia sonriente de Leonardo. - -Lejos de Florencia, lo devoraba la nostalgia[103]. Toda su vida agotó -sus esfuerzos en vano para vivir en Florencia. Estuvo con Florencia en -las horas trágicas de la guerra, y quiso “volver aunque fuera muerto, -ya que no había podido vivo”[104]. - -Como viejo florentino estaba orgulloso de su sangre y de su raza, más -que de su mismo genio[105]. No permitía que se le considerase como a un -artista: - -“Yo no soy el escultor Michelagniolo, soy Michelagniolo -Buonarroti”[106]. - -Espíritu aristocrático, tenía todos los prejuicios de casta y aun -llegaba a decir que “el arte debería ser ejercido por los nobles y no -por los plebeyos”[107]. - -Tenía de la familia un concepto religioso, antiguo, casi bárbaro; le -sacrificaba todo, y quería que los demás hicieran lo mismo. Habríase, -decía, “vendido por ella como esclavo”[108]. El afecto intervenía muy -poco en ello. - -En 1515, con motivo del viaje de León X a Florencia, Buonarroto, -hermano de Miguel Ángel, fué nombrado _comes palatinus_ y los -Buonarroti recibieron el privilegio de poner en sus armas la palla de -los Médicis con tres flores de lis y la cifra del Papa. - -Despreciaba a sus hermanos, que bien lo merecían. Despreciaba a -su sobrino, heredero suyo. Pero en éste, en ellos, respetaba a los -representantes de su raza. Esta palabra aparece sin cesar en sus -cartas: “...nuestra raza, _la nostra gente_... sostener nuestra raza... -que nuestra raza no muera...”. - -Tuvo todas las supersticiones, todos los fanatismos de esta raza dura y -fuerte, que fué la arcilla de que se formó su ser. Pero de esta arcilla -surgió el fuego que todo lo purifica: el genio. - - * * * * * - -Quien no crea en el genio, quien no sepa qué es, que mire a Miguel -Ángel. Ningún hombre ha sido dominado por el genio como él. Este genio -no parecía que fuera de su misma naturaleza. Era un conquistador que se -había arrojado sobre él y lo tenía sujeto. Su voluntad no intervenía -allí para nada, y, casi se podría decir, tampoco su espíritu ni su -corazón. Era una exaltación frenética, una vida formidable en un -cuerpo y una alma demasiado débiles para contenerla. Vivía en un furor -continuo. El sufrimiento de este exceso de fuerza lo llenaba y lo hacía -trabajar, obrar sin descanso, sin una hora de reposo. - -“Me agoto trabajando, como ningún hombre lo ha hecho nunca, escribía; -no pienso más que en trabajar día y noche”. - -Esta necesidad de actividad enfermiza no solamente lo hacía acumular -las tareas y aceptar más trabajo del que podía ejecutar: degeneraba en -manía; quería esculpir montañas. Si tenía que construir un monumento, -perdía años enteros en las canteras, escogiendo los bloques y -construyendo caminos para el transporte; quería ser todo: ingeniero, -obrero, tallador de piedras; quería hacerlo todo por sí mismo, elevar -palacios e iglesias él solo. Era una vida de forzado. No se concedía -ni el tiempo necesario para comer y dormir. A cada instante, en sus -cartas, aparece esta repetición lamentable: - -“Apenas tengo tiempo para comer... No tengo tiempo ni para comer... -desde hace doce años la fatiga aniquila mi cuerpo, carezco de lo -indispensable... No tengo ni un centavo, estoy desnudo, sufro -penas innumerables... Vivo entre penas y miseria... lucho con la -miseria...”[109]. - -Esta miseria era imaginaria. Miguel Ángel era rico, se hizo rico, muy -rico[110]. ¿Pero de qué le servía serlo? Vivía como pobre uncido a su -tarea, como un caballo de molino. Nadie podía comprender por qué se -torturaba así; nadie podía comprender que no estaba en su poder dejar -de torturarse, que esto era una necesidad para él. Su mismo padre, que -se le parecía en muchos rasgos, se lo reprochaba: - -“Tu hermano me ha dicho que vives con gran economía, y hasta de una -manera miserable: La economía es buena, pero la miseria es mala; es -un vicio que disgusta a Dios y a los hombres, y que perjudicará tu -alma y tu cuerpo. Mientras seas joven, podrá pasar; pero cuando no lo -seas, las enfermedades y los achaques que haya producido esta vida -mala y miserable, saldrán todos a luz. Evita la miseria, vive con -moderación, cuida de que no te falte lo necesario, guárdate del exceso -de trabajo...”[111]. - -Pero ningún consejo pudo nada. Nunca consintió en tratarse de una -manera más humana. Se alimentaba con un poco de pan y de vino; dormía -algunas horas apenas. Cuando estaba en Bolonia, trabajando en la -estatua de bronce de Julio II, no tenía más que un lecho para él y sus -tres ayudantes[112]. Se acostaba vestido y con las las botas puestas. -Una vez se le hincharon las piernas, hubo que cortar las botas, y al -quitárselas se le arrancaba la piel de las piernas. - -Esta higiene espantosa hizo que constantemente estuviera enfermo como -su padre se lo había advertido. Se descubren en sus cartas indicios de -catorce o quince enfermedades graves[113]. Tenía calenturas, que lo -pusieron más de una vez al borde del sepulcro. Sufría de los ojos, de -los dientes, de la cabeza y del corazón[114]. Lo roían las neuralgias, -sobre todo cuando dormía; el sueño era para él un sufrimiento. Desde -muy temprano fué un viejo. A los cuarenta y dos años, se sentía -decrépito[115]. A los cuarenta y ocho años, escribe que si trabaja un -día tiene que descansar cuatro[116]. Rehusaba obstinadamente dejarse -atender por ningún médico. - -Todavía más que su cuerpo, su espíritu sufre las consecuencias de -esta vida de trabajo de forzado. El pesimismo lo minaba. Era en -él un mal hereditario. En su juventud se fatigaba tranquilizando -a su padre, quien parece haber tenido a veces accesos de delirio -de persecución[117]. Pero estaba él mismo más enfermo que aquél -a quien pretendía tranquilizar. Esta actividad sin tregua, esta -fatiga aplastante, sin descanso, lo entregaban indefenso a todas -las aberraciones de su espíritu, que temblaba con toda clase de -sospechas. Desconfiaba de sus enemigos. Desconfiaba de sus amigos[118]. -Desconfiaba de sus padres, de sus hermanos, de su hijo adoptivo, porque -tenía sospechas de que esperaban con impaciencia su muerte. - -Todo le inquietaba[119]; su propia gente se burlaba de su eterna -inquietud[120]. Vivía como él mismo dice “en un estado de melancolía -o más bien de locura”[121]. A fuerza de sufrir había acabado por -encontrar una especie de gusto en el sufrimiento, una amarga alegría: - - “Y más me gusta lo que más me daña”. - _E più mi giova dove più mi nuoce_[122]. - -Todo se había hecho para él un motivo de sufrimiento. Hasta el -amor[123], hasta el bien[124]. - - “Mi alegría es la melancolía”. - _La mia allegrez’ è la maninconia_[125]. - -Nadie fué menos hecho para la alegría y mejor conformado para el dolor. -El dolor era lo único que veía, lo único que sentía en el inmenso -universo. Todo el pesimismo del mundo se resume en este grito de -desesperación, de una injusticia sublime: - - “Mil placeres no valen un tormento”. - _Mille piacer non vaglion un tormento_[126]. - - * * * * * - -“Su energía devoradora, dice Condivi, lo separó casi completamente de -toda sociedad humana”. - -Vivió solo. Odió y fué odiado. Amó y no fué amado. Se le admiraba y se -le temía. Al fin, llegó a inspirar un respeto religioso y a dominar a -su siglo. Entonces se apacigua un poco. Ve a los hombres desde arriba -y los hombres lo ven desde abajo. Mas nunca es uno de ellos; nunca -alcanza el reposo, la dulzura que se concede al más humilde de los -seres, de poder durante un minuto de su vida adormecerse en el afecto -de otra persona, formar con dos almas distintas una sola personalidad. -No le fué concedido el amor de una mujer; en este cielo desierto luce -únicamente, por un instante, la estrella fría y pura de la amistad de -Vittoria Colonna. En torno suyo es la noche que surcan los meteoros -ardientes de sus pensamientos, sus deseos y sus sueños delirantes. -Beethoven no conoció nunca una noche semejante. Es que esta noche -estaba en el corazón mismo de Miguel Ángel. Beethoven triste por culpa -del mundo, pero alegre por naturaleza, aspiraba a la alegría. Miguel -Ángel tenía en sí mismo la tristeza que causa miedo a los hombres y de -la cual todos huyen por instinto. Hacía el vacío a su alrededor. - -Y esto no era nada todavía. Lo peor no era estar solo: lo peor era -estar solo consigo mismo y no poder vivir en esta compañía; no ser -dueño de sí mismo, renegarse, combatirse y destruirse a sí mismo. Su -genio estaba ligado con un alma que lo traicionaba. Se habla algunas -veces de la fatalidad que se encarnizó en contra suya y le impidió -realizar sus grandes designios. Esta fatalidad fué él mismo. Lo que -explica toda la tragedia de su vida, la llave de su infortunio--lo que -se ha visto menos, o menos se ha tenido el valor de ver--es su falta de -voluntad y su debilidad de carácter. - -Era indeciso en arte, en política, en todas sus acciones y en todos -sus pensamientos. Entre dos obras, dos proyectos o dos partidos, no -podía decidirse a escoger, como lo demuestra la historia del monumento -de Julio II, de la fachada de San Lorenzo, de los sepulcros de los -Médicis. Comenzaba y no llegaba al fin. Quería y no quería. Apenas -había hecho la elección comenzaba a dudar. Se extinguía su vida y él -no terminaba nada. Todo le disgustaba. Se pretende que sus trabajos -eran para él una imposición y se hace recaer sobre sus amos la -responsabilidad de esta fluctuación perpetua de un proyecto a otro, sin -considerar que sus amos no hubieran tenido ningún medio de imponerse si -él se hubiera resistido. Pero no se atrevía. - -Era débil. Era débil de todos modos, por virtud y por timidez. Era -débil por conciencia. Se atormentaba con mil escrúpulos que una -naturaleza más enérgica hubiera rechazado. Se creía obligado, por -un sentimiento exagerado de su responsabilidad, a cumplir trabajes -mediocres, que cualquier contramaestre hubiera hecho mejor en lugar -suyo[127]. No sabía ni cumplir sus compromisos ni olvidarlos[128]. - -Era débil por prudencia y por temor. El mismo hombre a quien Julio -II llamaba el terrible--_terribile_--era calificado por Vasari de -prudente, demasiado prudente; y el que inspiraba miedo a todos, -hasta a los Papas, tenía miedo de todos[129]. Era débil con los -Príncipes. Y sin embargo nadie despreciaba tanto como él a los que -eran débiles con ellos, “los asnos de albarda de los Príncipes”, como -él mismo los llamaba[130]. Quería huir de los Papas, pero se quedaba -y obedecía[131]. Toleraba las cartas injuriosas de sus amos y les -respondía humildemente[132]. Se sublevaba por instantes, hablaba -orgullosamente, pero siempre cedía; hasta su muerte se debatió, sin -fuerza para luchar. Clemente VII, que contra la opinión corriente, fué -de todos los papas el que tuvo más bondades para con él conocía sus -debilidades y lo compadecía[133]. - -Perdía toda dignidad en asuntos de amor. Se humillaba ante pícaros como -Febo di Poggio[134]. Trataba de “poderoso genio” a un ser amable, pero -mediocre, como Tommaso de Cavalieri[135]. - -El amor hace cuando menos que sus debilidades sean conmovedoras. No -son más que tristemente dolorosas: no es posible atreverse a decir -vergonzosas, cuando el miedo es lo que las causa. Sufre bruscamente -terrores pánicos. Entonces huye de un extremo a otro de Italia, -perseguido por el miedo. Huye de Florencia, en 1494, aterrorizado -por una visión. Huye de Florencia, en 1529, de Florencia, que estaba -sitiada y a la cual estaba encargado de defender. Huye hasta Venecia. -Está próximo a huir hasta Francia. Se avergüenza en seguida de tal -extravío, y lo repara volviendo a la ciudad sitiada, donde cumple su -deber hasta el fin del asedio. Pero después de la toma de Florencia, -cuando comienzan las proscripciones, vuelve a sentirse débil y a -temblar; llega hasta cortejar a Valori, el proscriptor, el que acababa -de hacer morir a su amigo, el noble Battista della Palla; llega hasta -renegar de sus amigos los desterrados florentinos[136]. - -Tiene miedo. Se avergüenza mortalmente de su miedo. Se desprecia. -Cae enfermo, disgustado de sí mismo, quiere morir. Se cree que va a -morir[137]. - -Pero no puede morir. Hay en él una fuerza rabiosa de vida que renace -diariamente para sufrir más. ¡Si al menos pudiera desprenderse de la -vida activa! Pero eso le está vedado. No puede dejar de obrar. Es -preciso que obre. ¿Es realmente un sujeto activo? No, más bien es un -sujeto pasivo, arrastrado en el ciclón de sus pasiones furiosas y -contradictorias, como un condenado del Dante. - -¡Cuánto debió sufrir! - - _Oilmè, oilmè, pur riterando - Vo’l mio passato tempo e non ritruovo - In tutto un giorno che sie stato mio!_[138]. - -“¡Ay de mí! ¡Ay de mí! En todo mi pasado no encuentro ni un solo día -que haya sido mío!” - -Dirigía a Dios llamamientos desesperados: - - _O Dio, o Dio, o Dio, - Chi più di me potessi, che poss’io?_[139]. - -“¡Oh Dios, oh Dios, oh Dios! ¿quién puede más en mí que yo mismo?” - -Si estaba hambriento de morir, era que veía en la muerte el fin de esta -esclavitud enloquecedora. ¡Con cuánta envidia habla de los muertos! -“Vosotros no teméis ya los cambios del ser y del deseo... El curso de -las horas no os inquieta; la necesidad o el azar no os impulsan... -Apenas puedo escribirlo sin envidia”[140]. - -¡Morir! ¡No ser ya nada! ¡No ser ya nadie! ¡Huir de la tiranía de las -cosas! ¡Escapar a la alucinación de sí mismo! - - “¡Ah! Haced que yo no vuelva más a mí mismo”. - _De fate, c’a me stesso più non torni!_[141]. - - * * * * * - -Escucho este grito trágico como si surgiera del rostro doloroso cuyos -ojos inquietos nos miran todavía en el Museo del Capitolio[142]. - -Era de estatura mediana, ancho de hombros, reciamente construido, -musculoso. Deformado su cuerpo por el trabajo, caminaba con la cabeza -echada atrás, la espalda hundida y el vientre levantado. Así nos -lo muestra un retrato de Francisco de Holanda: de pie, de perfil, -vestido de negro; un manto romano sobre los hombros, en la cabeza una -montera de tela y sobre ésta un gran sombrero de fieltro negro muy -hundido[143]. Tenía el cráneo redondo, la frente cuadrada, levantada -encima de los ojos y surcada con arrugas. Los cabellos eran negros, -poco abundantes, desordenados y crespos. Los ojos pequeños[144], -tristes y fuertes, eran color de cuerno, cambiantes y moteados con -manchas amarillas y azulosas. La nariz larga, recta y con caballete, -había sido aplastada por el puñetazo de Torrigiani[145]. Se marcaban -pliegues profundos de la nariz a la comisura de los labios; la boca era -fina; el labio inferior avanzaba un poco. Unas patillas escasas, y una -barba de fauno, ganchuda, no muy espesa, de cuatro a cinco pulgadas de -largo, encuadraban las mejillas enjutas y de pómulos salientes. - -En el conjunto de la fisonomía dominan la tristeza y la incertidumbre. -Es una figura del tiempo del Tasso, ansiosa, roída por la duda. Sus -ojos conmovedores inspiran y atraen la compasión. - - * * * * * - -Y ésta no se le debe regatear. Debemos darle el amor al cual aspiró -toda su vida y que le fué rehusado. Conoció las más grandes desgracias -que puede sufrir un hombre; vió a su patria sujeta a la servidumbre; -vió a Italia entregada por siglos a los bárbaros; vió morir la -libertad; vió desaparecer uno tras otro a todos los que amaba; vió -extinguirse una tras otra todas las luces del arte. - -Se quedó solo, el último en la noche que venía. Y en el dintel de la -muerte, cuando miraba hacia atrás, no tuvo el consuelo de decirse que -había hecho todo lo que debía y todo lo que hubiera podido hacer. Su -vida le pareció perdida, vana, porque había vivido sin alegría: la -había sacrificado en vano al ídolo del arte[146]. - -El trabajo monstruoso al cual él mismo se había condenado durante -noventa años de vida, sin un día de reposo, sin un día de verdadera -vida, no le había servido para ejecutar uno solo de sus grandes -proyectos. Ni una de sus grandes obras, de aquéllas que más le -importaban, había sido terminada. Una ironía de la suerte quiso que -este escultor[147] no lograra terminar más que las pinturas que -hizo a pesar suyo. De sus grandes trabajos, que le habían dado -alternativamente tantas esperanzas orgullosas y tantos tormentos, unos, -como el cartón de la guerra de Pisa y la estatua de bronce de Julio II, -fueron destruidos durante su vida; otros, como la tumba de Julio II y -la Capilla de los Médicis, abortaron lastimosamente: caricaturas de su -pensamiento. - -El escultor Ghiberti, cuenta en sus _Comentarios_, la historia de -un pobre orfebre alemán, servidor del Duque de Anjou, “que se podía -comparar con los artistas antiguos de Grecia” y que al fin de su vida -vió destruir la obra a la cual había consagrado toda su existencia. -“Entonces supo que toda su fatiga había sido inútil y, arrodillándose, -exclamó: ‘¡Oh Señor, dueño del Cielo y de la Tierra, tú que haces -todas las cosas, no me dejes extraviar y seguir a nadie más que a -ti; ten piedad de mí!’ E inmediatamente dió todo lo que tenía a los -pobres y se retiró a un monasterio y allí murió”. Como el pobre orfebre -alemán, Miguel Ángel, al llegar al fin de su existencia, contempló -amargamente su vida vivida en vano, sus esfuerzos inútiles, sus obras -no terminadas, destruidas, incompletas. - -Entonces abdicó. El orgullo del Renacimiento, el magnífico orgullo del -alma libre y soberana del universo, se transformó dentro de él en “este -amor divino que para acogernos, abre sus brazos en la Cruz”. - - _...Volta a quell’amor divino - C’aperse a prender noi, ’n croce le braccia_[148]. - -El grito fecundo de la _Oda a la Alegría_ no llegó a ser lanzado. Hasta -su último aliento cantó la Oda al Dolor y a la Muerte liberadora. Fué -totalmente vencido. - - * * * * * - -Tal fué uno de los vencedores del mundo. Nosotros gozamos con las -obras de su genio, lo mismo que gozamos con la conquista de nuestros -antepasados, sin pensar en la sangre vertida. - - _Non vi si pensa - Quanto sangue costa_[149]. - -Yo he procurado exponer esta sangre a la vista de todos, he querido -hacer flotar por encima de nuestras cabezas el estandarte rojo de los -héroes. - - - NOTAS: - -[103] “Caigo de vez en cuando en una gran melancolía, como sucede a los -que están lejos de su hogar”. (Carta del 19 de agosto de 1497. Roma). - -[104] Pensaba en sí mismo cuando hacía decir a su amigo Cecchino dei -Bracci, uno de los desterrados florentinos que vivían en Roma: “La -muerte me es grata, porque le debo la dicha de volver a mi patria que, -viviendo, me estaba prohibida”. (_Poesías_ de Miguel Ángel, edición -Carl Frey, LXXIII, 24). - -[105] Los Buonarroti Simoni, originarios de Settignano, son mencionados -en las crónicas florentinas desde el siglo XII. Miguel Ángel no lo -ignoraba; conocía su genealogía. “Somos burgueses de la más noble -raza”. (Carta a su sobrino Lionardo, en diciembre 1546).--Le indignaba -que su sobrino pensara en ennoblecerse: “Esto no es respetarse; todos -saben que somos de la antigua burguesía florentina y tan nobles como -el que más”. (Febrero 1549). Trató de rehabilitar a su raza, haciendo -que sus gentes volvieran a tomar el antiguo nombre de los Simoni, -y fundando en Florencia una casa patricia; pero chocó siempre con -la mediocridad de sus hermanos: se avergonzaba al pensar que uno de -ellos (Gismondo) era carrero y vivía como campesino. En 1520, el Conde -Alejandro de Canossa le escribió que había encontrado en sus archivos -de familia, una prueba de que eran parientes. La información era falsa; -pero Miguel Ángel la creyó; quiso adquirir el Castillo de Canossa, -pretendida cuna de su raza. Su biógrafo Condivi, de acuerdo con sus -indicaciones, inscribió entre sus antepasados a Beatriz, hermana de -Enrique II, y a la gran Condesa Matilde. - -[106] “Nunca he sido, continúa, un pintor, ni un escultor que hace -comercio del arte. Yo siempre me he guardado de ello por el honor de mi -raza”. (Carta a Lionardo, mayo 2, 1548). - -[107] Condivi. - -[108] Carta a su padre, el 19 de agosto de 1497. No fué “emancipado” -por su padre sino hasta el 13 de marzo de 1508, a los 33 años. (Acta -oficial, registrada el 28 de marzo siguiente). - -[109] _Cartas_, 1507, 1509, 1512, 1513, 1525, 1547. - -[110] Se encontraron después de su muerte, en su casa de Roma, de 7 -a 8,000 ducados de oro con un valor de 4 a 500,000 francos de ahora. -Además, Vasari dice que ya había dado dos veces a su sobrino 7,000 -escudos y 2,000 a su servidor Urbino. Tenía grandes sumas invertidas en -Florencia. La _Denunzia de’ beni_ de 1534 muestra que poseía entonces -seis casas y siete terrenos en Florencia, Settignano, Rovezzano, -Stradello, San Stefano de Pozzolatico, etc. Tenía pasión por la tierra, -y compraba constantemente: en 1505, 1506, 1512, 1515, 1517, 1518, -1519, 1520, etc. Era en él una herencia de campesino. Por lo demás, si -ahorraba no era para él; gastaba para los otros y se privaba de todo. - -[111] Siguen algunos consejos de higiene que demuestran la barbarie -del tiempo: “Antes que todo cuida tu cabeza, consérvate moderadamente -caliente y no te laves nunca: puedes hacer que te limpien, pero no te -laves nunca”. _Cartas_: 19 de diciembre de 1500. - -[112] _Cartas_, 1506. - -[113] En septiembre de 1517, en la época de la fachada de San Lorenzo -y del _Cristo_ de la Minerva, “enfermó de muerte”. En septiembre de -1518, en las canteras de Seravezza, cae enfermo de fatiga y disgustos. -Nueva enfermedad en 1520, en la época de la muerte de Rafael. A fines -de 1521 un amigo, Lionardo el sillero, lo felicita por haberse curado -de una enfermedad “de la que muy pocos escapan”. En junio de 1531, -después de la toma de Florencia, ya ni duerme ni come, está enfermo de -la cabeza, del corazón; este estado se prolonga hasta el fin del año; -sus amigos lo creen perdido; en 1539 cae de sus andamios en la Sixtina -y se rompe una pierna. En junio de 1544, tiene una fiebre muy grave; -lo cuida en la casa Strozzi, en Florencia, su amigo Luis del Riccio. -En diciembre de 1545 y enero de 1546, tiene una peligrosa recaída de -esta fiebre, que lo deja muy debilitado; lo cuida otra vez Riccio en la -casa de los Strozzi. En marzo de 1549, sufre cruelmente del mal de la -piedra. En julio de 1555, lo tortura la gota; en julio de 1559 sufre de -nuevo por la piedra y dolores de todo género; está muy debilitado. En -agosto de 1561, tiene un ataque, “cae sin conciencia, con movimientos -convulsivos”. - -[114] “_Febbre, fianchi dolor, morbi occhi e denti_”. _Poesías_, LXXXII. - -[115] Julio, 1517. Carta escrita de Carrara a Domenico Buoninsegni. - -[116] Julio, 1523. Carta a Bart. Angiolini. - -[117] Constantemente en las cartas a su padre: “_No se atormente -usted_” (primavera de 1509). “_Me apena que usted viva en semejante -angustia, no piense usted en esto, se lo suplico_”. (27 de enero de -1509). “_No se asuste usted, no tenga ni una onza de tristeza_”. (15 de -septiembre de 1509).--El viejo Buonarroti parece haber tenido, como su -hijo, crisis de terror pánico. En 1521, como se verá más adelante, huyó -bruscamente de su propia casa gritando que su hijo lo había arrojado. - -[118] “En la dulzura de una perfecta amistad se oculta con frecuencia -un agravio al honor y a la vida...”. (_Soneto_ LXXIV, a su amigo -Luis del Riccio, que acababa de salvarlo de una enfermedad grave en -1546).--Véase la hermosa carta de justificación que le escribió, en -15 de noviembre de 1561, su fiel amigo Tommaso de Cavalieri, de quien -sospechaba injustamente: “Estoy más que seguro de no haberos ofendido -jamás; pero creéis demasiado fácilmente a los que menos deberíais -creer...”. - -[119] “Vivo en continua desconfianza... No tengáis confianza en nadie, -dormid con los ojos abiertos”. - -[120] Cartas de septiembre y octubre de 1515 a su hermano Buonarroto: -“No te burles de lo que te escribo... No debe uno burlarse de nadie; y -en estos tiempos, vivir en el temor y la inquietud no perjudica ni al -cuerpo ni al alma... En cualquier tiempo es bueno inquietarse...”. - -[121] Con frecuencia en sus cartas se llama “melancólico y loco”, -“viejo y loco”, “loco y malvado”. Por lo demás, se defiende de esta -locura que se le reprocha, alegando que nunca ha hecho daño más que a -sí mismo. - -[122] _Poesías_, XLII. - -[123] - - _Ché degli amanti è men felice stato - Quello, ove ’l gran desir gran copia affrena, - C’una miseria di speranza piena._ - -“Es menor felicidad para el que ama, la plenitud del goce que extingue -el deseo, que la miseria llena de esperanza”. (_Soneto_ CIX, 48). - -[124] “Todo me entristece, escribía... El bien mismo, a causa de su -duración demasiado corta, aflije y oprime mi alma tanto como el mal”. - -[125] _Poesías_, LXXXI. - -[126] _Poesías_, LXXIV. - -[127] Deben recordarse los años que pasó en las canteras de Seravezza, -para la fachada de San Lorenzo. - -[128] Por ejemplo, aceptó el encargo del _Cristo_ de la Minerva en -1514, y en 1518 exclamaba desolado por no haber podido ni empezar: -“muero de dolor... me parece que soy un ladrón”. Lo mismo por lo que se -refiere a la Capilla Piccolomini, de Siena, para la cual había firmado -un contrato, en 1501, estipulando que entregaría la obra en tres -años. Sesenta años más tarde, en 1561, todavía se atormentaba por el -compromiso no cumplido. - -[129] “_Facte paura a ognuno insino a’ papi_”, le escribía Sebastián del -Piombo, el 27 de octubre de 1520. - -[130] Conversación con Vasari. - -[131] Así en 1534, cuando quiere huir de Pablo III y acaba por dejarse -encadenar a la tarea. - -[132] Por ejemplo, la carta humillante del Cardenal Julio de Médicis, -el futuro Clemente VII, del 2 de febrero de 1518, sospechando que -Miguel Ángel se hubiera dejado comprar por los Carraras. Miguel -Ángel se inclina, acepta y escribe “que sólo le importa en el mundo -complacerlo”. - -[133] Véanse sus cartas y las que hizo que Sebastián del Piombo le -escribiera después de la toma de Florencia. Se inquieta por su salud, -por sus sufrimientos. En 1531 publica un breve para defenderlo contra -las impertinencias de los que abusaban de su complacencia. - -[134] Compárese la humilde carta de Miguel Ángel a Febo en diciembre de -1533, con la respuesta de Febo en enero de 1534, pedigüeña y vulgar. - -[135] “...Si yo no poseo el arte de navegar sobre el océano de vuestro -poderoso genio, éste me excusará y no me despreciará, porque no puedo -compararme a él. Quien es único en todo no puede nunca ser igualado”. -(Miguel Ángel a Tommaso de Cavalieri, 1.º de enero de 1533). - -[136] “Hasta ahora me he cuidado de hablar con los desterrados y de -tener trato con ellos y me cuidaré todavía más en lo futuro. No hablo -con nadie; especialmente, no hablo con los florentinos. Si se me saluda -en la calle tengo que responder amistosamente, pero no me detengo. Si -yo supiera quiénes son los desterrados florentinos, no respondería de -ninguna manera”. (Carta de Roma, en 1548, a su sobrino Lionardo, quien -lo ha advertido de que en Florencia se le acusa de tener relaciones con -los desterrados, contra los cuales Cosme II acababa de promulgar un -edicto muy severo). - -Hace más todavía. Reniega de la hospitalidad que recibió estando -enfermo, en la casa de los Strozzi: - -“En cuanto al reproche que se me hace de haber sido recibido y cuidado, -durante mi enfermedad, en la casa de los Strozzi, considero que no -estaba en su casa, sino en el cuarto de Luis del Riccio, quien me -era muy adicto”.(Luis del Riccio estaba al servicio de los Strozzi). -Hay tan pocas dudas de que Miguel Ángel hubiera sido huésped de los -Strozzi y no de Riccio, que él mismo, dos años antes, había enviado los -_Dos Esclavos_ (ahora en el Louvre) a Roberto Strozzi, para darle las -gracias por su hospitalidad. - -[137] En 1531, después de la toma de Florencia, después de su sumisión -a Clemente VII y de sus cortejos a Valori. - -[138] _Poesías_, XLIX. Probablemente por el año de 1532. - -[139] _Ibid._, VI. Entre 1504 y 1511. - -[140] - - _Né tem’or più cangiar vita né voglia, - Che quasi senza invidia non lo scrivo... - L’ore distinte a voi non fanno forza, - Caso o necessità non vi conduce..._ - -(_Poesías_, LVIII. Sobre la muerte de su padre; 1534). - -[141] _Ibid._, CXXXV. - -[142] La descripción que sigue se inspira en diversos retratos de -Miguel Ángel: principalmente en el de Jacobo del Conte (1544-1545) que -está en los Uffizi, y del cual Marcelo Venusti hizo una copia atenuada -(Museo del Capitolio); en el grabado de Francisco de Holanda, que -data de 1538-1539; en el de Julio Bonasoni que es de 1546, y en la -descripción de Condivi, hecha en 1553. Su discípulo y amigo Daniel de -Volterra hizo después de su muerte varios bustos de él. Leone Leoni -grabó en 1561 una medalla con su efigie. - -[143] Así lo vieron todavía los que mandaron abrir su ataúd en 1564, -cuando fué llevado su cuerpo de Roma a Florencia. Parecía dormido, -con su sombrero de fieltro en la cabeza y en los pies sus botas con -espuelas. - -[144] Condivi. El retrato de Venusti los representa bastante grandes. - -[145] Hacia 1490-1492. - -[146] - - _L’affectuosa fantasia, - che l’arte mi fece idol’e monarca..._ - - “La fantasía apasionada - que me hizo del arte un ídolo y un monarca”. - - (_Poesías_, CXLVII. Entre 1555 y 1556). - -[147] Se llamaba a sí mismo _escultor_ y no _pintor_. “Ahora, escribe -el 10 de marzo de 1508, yo, Miguel Ángel, _escultor_, he comenzado las -pinturas de la Capilla (Sixtina)”. “Ése no es mi oficio, escribía un -año después... pierdo mi tiempo sin utilidad”. (27 de enero de 1509). - -Nunca cambió de opinión sobre este punto. - -[148] _Poesías_, CXLVII. - -[149] Dante. _Paraíso_, XXIX, 91. - - - - - LA LUCHA - - [Ilustración] - - - - - I - LA FUERZA - - _Davide cholla fromba - e io choll’archo._ - - Miguel Ángel[150]. - - -Nació el 6 de marzo de 1475 en Caprese, en el Casentino. País áspero, -“aire fino”,[151] rocas y bosques de hayas dominando el espinazo -del Apenino huesoso. No muy lejos Francisco de Asís vió aparecer al -Crucificado sobre el Monte Alvernia. - -El padre[152], podestá de Caprese y Chiusi, era un hombre violento, -inquieto, “temeroso de Dios”. La madre,[153] murió cuando Miguel -Ángel tenía seis años[154]. Fueron cinco hermanos: Lionardo, Miguel -Ángel, Buonarroto, Giovan Simone y Sigismondo[155]. Miguel Ángel fué -enviado a la casa de su nodriza, la mujer de un tallador de piedras de -Settignano; y más tarde, bromeando, atribuía a esta leche su vocación -de escultor. Lo mandaron a la escuela y no se ocupó en ella más que de -dibujo. “Fué mal visto por esta causa y a menudo cruelmente golpeado -por su padre y los hermanos de su padre, que tenían odio para la -profesión de artista y consideraban como una vergüenza tener un artista -en casa”[156]. Así aprendió a conocer desde niño la brutalidad de la -vida y la soledad del espíritu. - -Su obstinación venció a su padre. A los trece años entró como aprendiz -en el taller de Domenico Ghirlandajo, el más grande, el más sano de los -pintores florentinos. Sus primeros trabajos tuvieron tanto éxito que -según se dice, el maestro sintió celos del alumno[157]. Se separaron al -cabo de un año. - -La pintura lo había disgustado. Aspiraba a un arte más heroico. Pasó a -la escuela de escultura que Lorenzo de Médicis sostenía en los jardines -de San Marcos[158]. El príncipe se interesó por él; lo alojó en el -Palacio y lo admitió en la mesa de sus hijos; el niño se encontró en el -corazón del Renacimiento italiano, en medio de colecciones antiguas, -en la atmósfera poética y erudita de los grandes Platónicos: Marsilio -Ficino, Benivieni, Ángel Policiano. Miguel Ángel se exaltó con estos -espíritus; viviendo en un mundo antiguo se hizo un alma antigua; fué -un escultor griego. Guiado por Policiano, “quien lo quería mucho”, -esculpió _El Combate de los Centauros y los Lapitas_[159]. - -Este bajo relieve orgulloso, donde imperan únicamente la fuerza y la -belleza impasibles, refleja el alma atlética del adolescente y sus -juegos salvajes con sus rudos compañeros. - -Iba a la Iglesia del Carmine a dibujar los frescos de Masaccio, con -Lorenzo di Credi, Bugiardini, Granacci y Torrigiano dei Torrigiani. Se -burlaba de sus camaradas menos hábiles que él. Un día atacó al vanidoso -Torrigiani; éste le aplastó la cara de un puñetazo y, más tarde, se -alababa de ello contando a Benvenuto Cellini: “Cerré el puño y le di un -golpe tan violento en la nariz que sentí los huesos y los cartílagos -aplastarse como una oblea. Así lo dejé señalado para toda su vida”[160]. - - * * * * * - -El paganismo no había extinguido la fe cristiana de Miguel Ángel. Los -dos mundos enemigos se disputaban su alma. - -En 1490 el monje Savonarola comenzó sus inflamadas predicaciones sobre -el Apocalipsis. Tenía treinta y siete años y Miguel Ángel quince. -Vió al pequeño y endeble predicador devorado por el Espíritu de Dios; -se sintió helado de espanto por la voz terrible que desde el púlpito -del _Duomo_ lanzaba rayos sobre el Papa y suspendía sobre Italia la -espada sangrienta de Dios; Florencia temblaba; la gente corría por las -calles llorando y gritando como enloquecida; los más ricos ciudadanos, -Ruccellai, Salviati, Albizzi, Strozzi, pedían ingresar en las órdenes -monásticas; los sabios, los filósofos, hasta Policiano y Pico de la -Mirandola, abdicaban de su razón[161]. El hermano mayor de Miguel -Ángel, Lionardo, se hizo dominico[162]. - -Miguel Ángel no se escapó del contagio del espanto. Cuando se aproximó -aquél a quien el Profeta había anunciado, el nuevo Ciro, la espada de -Dios, el pequeño monstruo deforme--Carlos VIII, Rey de Francia--fué -presa del pánico. Un sueño lo enloqueció. - -Un amigo suyo, Cardiere, poeta y músico, vió que se le aparecía una -noche la sombra de Lorenzo de Médicis, vestido de harapos, de duelo, -semidesnudo; el muerto le ordenó previniese a su hijo Pedro que iba a -ser arrojado de su patria y que no retornaría nunca a ella[163]; contó -su visión a Miguel Ángel y éste lo convenció para que se la comunicara -al Príncipe; pero Cardiere, que tenía miedo a Pedro, no se atrevió. -Pocos días después, volvió una mañana a buscar a Miguel Ángel y le -dijo, lleno de espanto, que el muerto se le había aparecido de nuevo, -con el mismo vestido; y como Cardiere, acostado, lo mirara fijamente -en silencio, el fantasma lo abofeteó para castigarlo por no haber -obedecido. Miguel Ángel hizo violentos reproches a Cardiere y le obligó -a que fuera inmediatamente a pie a la Villa de los Médicis, Careggi, -cerca de Florencia. A la mitad del camino, Cardiere encontró a Pedro, -lo detuvo e hizo su narración. Pedro se rió estrepitosamente y mandó a -sus escuderos que lo apalearan. El Canciller del Príncipe, Bibbiena, le -dijo: “Tú estás loco, ¿a quién crees que Lorenzo quiera más, a su hijo -o a ti? Si hubiera querido aparecerse lo habría hecho a él y no a ti”. -Cardiere, humillado y escarnecido, se volvió a Florencia; hizo saber a -Miguel Ángel el fracaso de su intento y lo convenció tan bien de las -desgracias que debían caer sobre Florencia, que Miguel Ángel huyó dos -días después[164]. - -Éste fué el primer acceso de los terrores supersticiosos que se -reprodujeron más de una vez durante su vida y que se apoderaban de él a -pesar de su propia vergüenza. - - * * * * * - -Huyó hasta Venecia. - -Apenas salió de la hornaza de Florencia su sobre-excitación se -extinguió. De vuelta en Bolonia, donde pasó el invierno, olvidó -totalmente al Profeta y sus profecías[165]. - -Vuelve a sentir la belleza del mundo; lee a Petrarca, a Bocaccio y -a Dante; regresa a Florencia, en la primavera de 1495, durante las -fiestas religiosas del Carnaval y las luchas rabiosas de los partidos. -Pero esta vez se mantiene tan alejado de las pasiones que en torno suyo -se devoran que, a manera de desafío al fanatismo de los savonarolistas, -esculpe su famoso _Cupido Dormido_, que sus contemporáneos tomaron por -una obra antigua. No permanece más que algunos meses en Florencia; -parte para Roma, y, hasta la muerte de Savonarola, es el más pagano -de los artistas. Esculpe el _Baco ebrio_, el _Adonis moribundo_ y -el _Cupido_ grande el mismo año en que Savonarola hace quemar “las -Vanidades y los Anatemas”, libros, adornos, obras de arte[166]. Su -hermano, el monje Lionardo, sufre persecuciones por su fe en el -Profeta. Los peligros se acumulan sobre la cabeza de Savonarola; Miguel -Ángel no vuelve a Florencia para defenderlo. Savonarola fué quemado y -Miguel Ángel permaneció en silencio[167]. No se halla ninguna huella de -este suceso en ninguna de sus cartas. - -Miguel Ángel calla, pero esculpe la _Piedad_: Sobre las rodillas de la -Virgen inmortalmente joven, el Cristo muerto está recostado y parece -dormir. La severidad del Olimpo flota sobre los rasgos de la diosa pura -y del Dios del Calvario; mas hay también una indecible melancolía, que -baña estos cuerpos hermosos. La tristeza ha tomado posesión del alma de -Miguel Ángel[168]. - - * * * * * - -Y no era únicamente el espectáculo de las miserias y de los crímenes -lo que iba a ensombrecerlo. Una fuerza tiránica había entrado en él -para no soltarlo ya. Era presa de un furor de genio que ya no le -permitió respirar hasta su muerte. Sin ilusiones en la victoria, había -jurado vencer para gloria suya y de sus gentes. Toda la carga de su -familia pesaba sobre él solo. Lo asediaban con peticiones de dinero. -No lo tenía, pero cifraba su orgullo en no rehusarlo jamás; se hubiera -vendido él mismo para mandar a los suyos el dinero que reclamaban. -Su salud comenzaba a perjudicarse; la mala alimentación, el frío, la -humedad, el exceso de trabajo comenzaba a arruinarla, sufría de la -cabeza y tenía hinchado un costado[169]. Su padre le reprochaba su -manera de vivir, sin creerse él mismo responsable. - -“Todas las penas que he sufrido, las he sufrido por usted”, le escribía -más tarde Miguel Ángel[170]... - -“Todas mis preocupaciones, todas, las tengo por mi amor para -usted”[171]. - - * * * * * - -En la primavera de 1501 volvió a Florencia. - -Cuarenta años antes se había confiado a Agostino di Duccio un bloque -gigantesco de mármol para esculpir en él la figura de un profeta, -para la _Obra de la Catedral_ (_Opera del Duomo_). El trabajo, -apenas esbozado, se había quedado interrumpido. Nadie se atrevía a -continuarlo. Miguel Ángel se encargó de ello, y de esta roca de mármol -hizo surgir el _David_ colosal[172]. - -Se cuenta que el gonfaloniero Pier Soderini fué a ver la estatua que -había encargado a Miguel Ángel y le hizo algunas observaciones para -exhibir su buen gusto. Criticó lo grueso de la nariz. Miguel Ángel se -subió sobre el andamiaje, tomó un cincel y un poco de polvo de mármol -y, moviendo ligeramente el cincel, hizo caer poco a poco el polvo; pero -se cuidó muy bien de tocar la nariz y la dejó como estaba. Después, -volviéndose hacia el gonfaloniero, le dijo: - ---Mirad ahora. - ---Ahora, dijo Soderini, me gusta mucho más. Le habéis dado vida. - -Entonces Miguel Ángel bajó y se rió silenciosamente[173]. Este mismo -desprecio silencioso parece adivinarse en la obra. Es la fuerza -tumultuosa en reposo. Está llena de desdén y de melancolía. Se ahoga -entre las paredes de un museo. Necesita el aire libre, “la luz sobre -el lugar de su colocación”, como decía Miguel Ángel[174]. - -El 25 de enero de 1504 una comisión de artistas de la cual formaban -parte Filippino Lippi, Botticelli, Perugino y Leonardo de Vinci, -deliberaron sobre el sitio en que se debía colocar el _David_. A -petición de Miguel Ángel decidieron instalarlo frente al Palacio de -la Señoría[175]. El transporte de esta masa enorme fué confiado a los -arquitectos de la Catedral. El 14 de mayo por la tarde se hizo salir -del cobertizo de tablas donde estaba instalado al coloso de mármol, -demoliendo la pared arriba de la puerta. En la noche, gente del pueblo -arrojó piedras contra el _David_, con intenciones de romperlo. Hubo -necesidad de vigilarlo. La estatua avanzaba lentamente, ligada, derecha -y suspendida de tal manera que se balanceaba libremente sin chocar -con el suelo. Se necesitaron cuatro días para llevarla del _Duomo_ -al Palacio Viejo. El 18, al medio día, llegó al sitio designado. Se -continuó la vigilancia alrededor de la estatua por las noches, pero a -pesar de todas las precauciones, una tarde fué lapidada[176]. - -Así era ese pueblo florentino que algunas veces se presenta al nuestro -como modelo[177]. - - * * * * * - -En 1504 la Señoría de Florencia puso frente a frente a Miguel Ángel y a -Leonardo de Vinci. - -No se amaban estos dos hombres. Su soledad común hubiera debido -aproximarlos. Si se sentían alejados del resto de los hombres, lo -estaban más todavía el uno del otro. El más aislado de los dos -era Leonardo. Tenía 52 años, 20 más que Miguel Ángel. Desde la -edad de 30 años había salido de Florencia, cuyas ásperas pasiones -eran intolerables para su naturaleza delicada, un poco tímida, y -su inteligencia serena y escéptica, abierta para todo y que todo -comprendía. Este gran _dilettante_, este hombre absolutamente libre y -absolutamente solo, estaba tan desligado de la patria, de la religión, -del mundo entero, que no se hallaba bien más que cerca de los tiranos, -libres de espíritu como él. Obligado a salir de Milán en 1499, por la -caída de su protector Ludovico el Moro, había entrado al servicio de -César Borgia en 1502; y el fin de la carrera política del Príncipe, en -1503, lo hizo volver a Florencia. Allí, su sonrisa irónica se encontró -en presencia del sombrío y febril Miguel Ángel y lo exasperó. Miguel -Ángel, íntegro en sus pasiones y en su fe, odiaba a los enemigos de sus -pasiones y de su fe, pero odiaba mucho más a los que no tenían nada -de pasión ni eran de ninguna fe. Mientras más grande era Leonardo, -más aversión sentía Miguel Ángel por él y no desperdiciaba ocasión de -manifestársela. - -Leonardo era un hombre de bella figura, de modales atractivos y -distinguidos. Vagaba un día con un amigo por las calles de Florencia; -vestía una túnica rosa que le caía hasta las rodillas; sobre su pecho -flotaba su barba bien peinada en bucles y arreglada con arte. Cerca de -Santa Trinidad conversaban algunos burgueses; discutían unos versos del -Dante. Llamaron a Leonardo y le pidieron que les explicara el sentido -de dichos versos. Miguel Ángel pasaba en aquellos instantes. Leonardo -dijo: “Miguel Ángel explicará los versos de que habláis”. Miguel Ángel, -creyendo que quería burlarse, replicó amargamente: “Explícalos tú -mismo, tú que has hecho el modelo de un caballo de bronce[178], y que -no fuiste capaz de fundirlo, sino que para vergüenza tuya te detuviste -en el camino”. Después de lo cual volvió la espalda al grupo y continuó -su paseo. Leonardo se quedó allí mismo y enrojeció: y Miguel Ángel, no -satisfecho todavía y ardiendo en deseos de ofenderlo, gritó: “¡Y esos -tales de milaneses que te creían capaz de semejante obra!”[179]. - -Así eran los dos hombres que el gonfaloniero Soderini puso en -competencia en una obra común: la decoración de la Sala del Consejo en -el Palacio de la Señoría. Fué un combate singular entre las dos más -grandes fuerzas del Renacimiento. En mayo de 1504 Leonardo comenzó el -cartón de la _Batalla de Anghiari_[180]. En agosto de 1504, Miguel -Ángel recibió el encargo de pintar la _Batalla de Cascine_[181]. -Florencia se dividió en dos bandos, por el uno y el otro. El tiempo ha -igualado todo y las dos obras han desaparecido[182]. - - * * * * * - -En marzo de 1505, Miguel Ángel fué llamado a Roma por Julio II. -Entonces comenzó el período heroico de su vida. - -Los dos violentos y grandiosos, el Papa y el artista, estaban hechos -para entenderse, cuando no chocaban el uno contra el otro con furor. -Sus cerebros hervían con proyectos gigantescos. Julio II quería -mandarse construir una tumba digna de la Roma antigua. Miguel Ángel -se inflamó con esta idea de orgullo imperial y concibió un proyecto -babilónico, una montaña de arquitectura, con más de cuarenta estatuas -de dimensiones colosales. El Papa, entusiasmado, lo envió a Carrara -para hacer tallar en las canteras todo el mármol necesario. Miguel -Ángel permaneció más de ocho meses en las montañas, presa de una -exaltación sobrehumana. “Un día que viajaba por la región a caballo, -vió un monte que dominaba la costa; lo asaltó el deseo de esculpirlo -todo entero, de transformarlo en un coloso visible desde lejos para -los navegantes. Y lo habría hecho si hubiera tenido tiempo y si se lo -hubieran permitido”[183]. - -En diciembre de 1505 volvió a Roma, donde comenzaron a llegar por mar -los bloques de mármol que había escogido. - -Fueron transportados a la plaza de San Pedro, a espaldas de Santa -Catarina, donde habitaba Miguel Ángel. “La masa de piedras era tan -grande que provocaba el estupor de las gentes y la alegría del Papa”. - -Miguel Ángel se puso a trabajar. El Papa, en su impaciencia, iba a -verlo sin cesar y “lo trataba tan familiarmente como si hubiera sido su -hermano”. Para ir más cómodamente hizo construir un puente levadizo que -le aseguraba un paso secreto, del corredor del Vaticano a la casa de -Miguel Ángel. - -Pero este favor no duró. El carácter de Julio II, no era menos -trepidante que el de Miguel Ángel. Se apasionaba sucesivamente por -los proyectos más diversos. Le pareció más a propósito otro plan -para eternizar su gloria; quiso reedificar la Catedral de San Pedro. -Para ello lo impulsaban los enemigos de Miguel Ángel que eran muchos -y poderosos; encabezados por un hombre de genio igual al de Miguel -Ángel y de una voluntad más fuerte: Bramante de Urbino, arquitecto -del Papa y amigo de Rafael. No podía existir simpatía entre la razón -soberana de los dos grandes hijos de la Umbría y el genio salvaje del -florentino; pero si se decidieron a combatirlo, fué sin duda porque -él los había provocado[184]. Miguel Ángel criticaba imprudentemente a -Bramante, y con razón o sin ella, lo acusaba de malversaciones en sus -trabajos[185]. Bramante decidió inmediatamente arruinarlo. - -Lo privó del favor del Papa. Se aprovechó de las supersticiones -de Julio II, recordándole la creencia popular según la cual es mal -presagio mandarse construir en vida su propia tumba. Logró que ya no -se interesara por los proyectos de su rival, substituyéndolos con -los suyos. En enero de 1506, Julio II se decidió a reconstruir San -Pedro; la tumba fué abandonada; Miguel Ángel se encontró no solamente -humillado, sino con deudas por los gastos que había hecho para la -obra[186]. Se quejó amargamente. El Papa le cerró sus puertas y como él -volviera a la carga, Julio II lo mandó arrojar del Vaticano por uno de -sus palafreneros. - -Un obispo de Lucques, que presenciaba la escena, dijo al palafrenero: - ---Pero ¿no lo conoces? - -El palafrenero, dijo a Miguel Ángel: - ---Perdonadme, señor, pero he recibido esta orden y tengo que ejecutarla. - -Miguel Ángel volvió a su casa y escribió al Papa: “Santo Padre, he sido -arrojado del Palacio esta mañana por orden de Vuestra Santidad. Os hago -saber que desde hoy, si tenéis necesidad de mí, podéis mandarme buscar -en todas partes menos en Roma”. - -Envió la carta, llamó a un mercader y a un tallador de piedras que se -alojaban en su casa, y les dijo: - -“Buscad un judío, vended todo lo que hay en mi casa y venid a -Florencia”. - -Después montó a caballo y partió[187]. Cuando el Papa recibió la -carta, despachó a cinco jinetes, que lo alcanzaron cerca de las once -de la noche, en Poggibonsi, y le entregaron la orden siguiente: -“Inmediatamente que recibas esta orden volverás a Roma, bajo pena de -incurrir en nuestra desgracia”. Miguel Ángel replicó que volvería -cuando el Papa cumpliera sus compromisos, porque si no, Julio II no -debía esperar volver a verlo jamás[188]. - -Dirigió al Papa este soneto:[189]. - -“Señor, si algún proverbio antiguo es cierto, es el que dice que el -que _puede nunca quiere_. Tú has creído fábulas y murmuraciones y has -recompensado al enemigo de la verdad. ¡Yo soy y he sido tu bueno y -viejo servidor, y te soy adicto como los rayos al sol!... ¡mi tiempo -perdido no te aflija! que mientras más me esfuerzo menos te complazco. -Yo había esperado engrandecerme con tu grandeza, y que mis únicos -jueces fueran la balanza justa y la espada poderosa, y no el eco de la -mentira. Pero el cielo se mofa de la virtud, cuando la coloca en este -mundo, si debe la virtud coger los frutos de un árbol seco”[190]. - -La afrenta que recibió de Julio II no fué la única razón que hizo a -Miguel Ángel emprender la fuga. En una carta a Giuliano da San Gallo -deja entender que Bramante quería mandarlo asesinar[191]. - -Una vez que salió Miguel Ángel, Bramante se quedó dueño del campo, y -al día siguiente de la fuga de su rival mandó poner la primera piedra -de San Pedro[192]. Su rencor implacable se encarnizó contra la obra -del escultor y procuró arruinarla para siempre. Hizo que el populacho -saqueara los talleres de la plaza de San Pedro, donde estaban los -bloques de mármol para la tumba de Julio II[193]. - -Pero el Papa, rabioso por la rebelión de su escultor, enviaba una -orden tras otra a la Señoría de Florencia, donde Miguel Ángel se había -refugiado. La Señoría mandó comparecer a Miguel Ángel, y le dijo: “Has -hecho al Papa una jugada como el mismo rey de Francia no se la hubiera -hecho. No queremos comprometernos por causa tuya en una guerra con él; -así es que debes volver a Roma. Nosotros te daremos unas cartas en tal -forma, que cualquier injusticia en contra tuya sería también contra la -Señoría”[194]. - -Miguel Ángel se resistía tercamente y ponía condiciones. Exigía que -Julio II lo dejara hacer la tumba, en la inteligencia de que ya no -trabajaría en Roma, sino en Florencia. Cuando Julio II salió a la -guerra contra Perusa y Bolonia[195], y sus intimaciones se hicieron más -amenazadoras, Miguel Ángel pensó en irse a Turquía, donde el Sultán le -ofreció, por conducto de los franciscanos, que fuera a Constantinopla -para construir un puente en Pera[196]. - -Al fin fué necesario ceder, y en los últimos días de noviembre de 1506 -fué, aunque de mala gana, a Bolonia, donde Julio II, vencedor, acababa -de entrar por la brecha. - -“Miguel Ángel había ido una mañana a oír misa a San Petronio. El -palafrenero del Papa advirtió su presencia, lo reconoció y lo condujo -ante Julio II, quien estaba en la mesa en el Palacio de los Diez y -Seis. El Papa, irritado le dijo: - -“Tú debías haber ido a buscarnos (a Roma) y has esperado que nosotros -viniéramos a encontrarte (en Bolonia)”. - -Miguel Ángel se arrodilló y pidió perdón en voz alta, diciendo que no -había obrado por malicia sino por irritación porque no había podido -soportar ser arrojado como lo había sido. El Papa permanecía sentado -con la cabeza baja y la cara inflamada de cólera, cuando un obispo -a quien Soderini había enviado para que tomara la defensa de Miguel -Ángel, quiso interponerse, y dijo: “Tenga a bien Vuestra Santidad no -conceder atención a sus tonterías; ha pecado por ignorancia. Fuera de -su arte, todos los pintores son lo mismo”. El Papa, furioso, exclamó: -“Le estás diciendo una grosería que nosotros no hemos dicho. El -ignorante eres tú... Vete y que el diablo te lleve”, y como no se iba, -los servidores del Papa lo arrojaron a puñetazos. Entonces, habiendo -descargado su cólera sobre el Obispo, el Papa mandó a Miguel Ángel que -se acercara y lo perdonó[197]. - -Desgraciadamente, para hacer las paces con Julio II fué necesario -pasar por todos sus caprichos, y la voluntad todopoderosa había -cambiado de nuevo. Ya no se trataba de la tumba, sino de una estatua -colosal de bronce que quería mandarse construir en Bolonia. Miguel -Ángel protestó en vano diciendo “que él no conocía nada de la fundición -del bronce”. Fué necesario aprenderla mediante un trabajo encarnizado. -Habitaba un mal cuarto con una sola cama donde se acostaba con sus dos -ayudantes florentinos, Lapo y Ludovico, y con su fundidor, Bernardino. -Quince meses se pasaron entre molestias de todos géneros. Tuvo que -reñir con Lapo y Ludovico, quienes lo robaban. - -“Este pillo de Lapo, escribió a su padre, daba a entender a todos que -él y Ludovico eran los que hacían toda la obra, o al menos que la -hacían en colaboración conmigo. No le podía caber en la cabeza que -él no era el amo hasta el instante en que lo despedí; entonces, por -primera vez, advirtió que estaba a mi servicio. Lo arrojé como a un -animal”[198]. - -Lapo y Ludovico se lamentaron ruidosamente: propagaron en Florencia -calumnias contra Miguel Ángel, y lograron sacarle dinero a su padre con -el pretexto de que el escultor les había robado. - -Después fué el fundidor, cuya incapacidad se reveló. - -“Había creído que el maestro Bernardino era capaz de fundir hasta sin -fuego; tanta fe tenía yo en él”. - -En junio de 1507 fracasó el trabajo de fundición. La figura no salió -más que hasta la cintura. Fué necesario volver a empezarlo todo, Miguel -Ángel permaneció ocupado en esta obra hasta febrero de 1508, y estuvo a -punto de perder en ella la salud. - -“Apenas tengo tiempo de comer, escribe a su hermano... Vivo con la -mayor incomodidad y con grandes penas; sólo pienso en trabajar día y -noche; he tenido tales sufrimientos y los tengo todavía, que creo que -si tuviera que hacer otra vez la estatua, no me alcanzaría la vida; -éste ha sido un trabajo de gigante”[199]. - -El resultado fué miserable, comparado con tales fatigas. La estatua -de Julio II, elevada en febrero de 1508 frente a la fachada de San -Petronio, no permaneció allí más que cuatro años. En diciembre de 1511 -fué destruida por el bando de los Bentivoglio, enemigos de Julio II; y -Alfonso de Este compró los restos para hacer un cañón. - - * * * * * - -Miguel Ángel volvió a Roma. Julio II le imponía otra tarea, no menos -inesperada y más peligrosa aún: al pintor, que no sabía nada de la -técnica del fresco, le ordenaba pintar la bóveda de la Capilla Sixtina. -Se hubiese dicho que se complacía ordenando lo imposible y Miguel Ángel -ejecutándolo. - -Parece que fué Bramante quien, viendo que Miguel Ángel volvía a tener -el favor papal, le colocó esta tarea donde pensaba que naufragaría su -gloria[200]. La prueba era tanto más peligrosa para Miguel Ángel cuanto -que en este mismo año de 1508, su rival Rafael comenzaba la pintura de -las _Stanze_ del Vaticano con un éxito incomparable[201]. Hizo todo lo -que pudo por rehusar este formidable honor; llegó hasta a proponer a -Rafael en lugar suyo: decía que no era su arte y que no tendría éxito. -Pero el Papa se obstinó y fué necesario ceder. - -Bramante construyó para Miguel Ángel un andamiaje en la Capilla -Sixtina, y se mandaron traer de Florencia algunos pintores -experimentados en el fresco, para que lo ayudaran algo. Pero estaba -dicho que Miguel Ángel no podía tener ningún género de ayuda. Comenzó -por declarar inútil el andamiaje de Bramante, construyendo otro. En -cuanto a los pintores florentinos, les tomó mala voluntad y sin más -explicaciones los puso a la puerta. “Mandó destruir una mañana todo lo -que habían pintado; se encerró en la Capilla y no quiso abrirles ni -apareció más por su propia casa. Cuando la burla les pareció que había -durado bastante, se decidieron a volver a Florencia, profundamente -humillados”[202]. - -Miguel Ángel se quedó solo con algunos obreros[203]. Y en vez de que -las dificultades mayores disminuyeran su atrevimiento, hizo más grande -su plan y decidió pintar, no solamente la bóveda como se pretendía al -principio, sino también los muros. - -El trabajo gigantesco comenzó el 10 de mayo de 1508. ¡Años sombríos, -los más sombríos y más sublimes de toda esta vida! Éste es el Miguel -Ángel legendario, el héroe de la Sixtina, aquél cuya imagen grandiosa -está y debe quedar grabada en la memoria de la humanidad. - -Sufrió terriblemente. Sus cartas de entonces demuestran un desaliento -apasionado, que no podía satisfacerse con sus divinos pensamientos: - -“Estoy en un gran abatimiento de espíritu; hace un año que no recibo -nada del Papa; no le pido nada, porque mi obra no avanza bastante para -que me parezca merecer una remuneración. Esto se debe a la dificultad -del trabajo que no es de mi profesión. Así es que pierdo mi tiempo sin -provecho. ¡Dios me asista!”[204]. - -Apenas había acabado de pintar el _Diluvio_ cuando la pintura comenzó -a enmohecerse; ya no se podían distinguir las figuras, y se rehusó a -continuar. Pero el Papa no admitió ninguna excusa y tuvo que volver al -trabajo. - -Sus gentes agregaban a las fatigas y las inquietudes impertinencias -odiosas. Toda su familia vivía a sus expensas, abusaba de él, lo -hostigaba mortalmente. Su padre no cesaba de gemir, de inquietarse por -asuntos de dinero. Tenía que gastar su tiempo dándole valor, cuando él -mismo estaba agotado. - -“No os agitéis, ésas no son cosas que importen fundamentalmente para la -vida... yo no dejaré que os falte nada mientras yo mismo tenga algo... -mientras que yo exista no os faltará nada, aunque os quiten todo lo que -tenéis en el mundo... Prefiero ser pobre y saber que estáis vivo, a -tener todo el oro del mundo y saber que estáis muerto... Si no podéis -como otros tener los honores de este mundo, que os baste tener vuestro -pan, y vivir como Cristo, bueno y pobre, como yo lo hago aquí; porque -yo soy un miserable y no me atormento por la vida ni por el honor, es -decir, por el mundo; y vivo entre grandes penas y con una desconfianza -infinita. Desde hace quince años no tengo una hora buena; he hecho todo -lo posible por sosteneros y nunca lo habéis reconocido ni creído. ¡Que -Dios nos perdone a todos! ¡Estoy dispuesto en lo futuro y mientras viva -a obrar siempre de la misma manera, con sólo que lo pueda hacer!”[205]. - -Sus tres hermanos lo explotaban. Esperaban de él dinero y posición; -agotaban sin escrúpulo el pequeño capital reunido por Miguel Ángel en -Florencia; iban a hospedarse en su casa, en Roma; hacían que se les -comprara, Buonarroto y Giovan Simone un pequeño comercio, y Gismondo -algunas tierras cerca de Florencia. Y no agradecían nada, como si -todo se lo merecieran. Miguel Ángel sabía que lo explotaban, pero era -demasiado orgulloso para impedirlo. Los pícaros no se limitaban a esto, -pues observaban mala conducta y maltrataban a su padre cuando Miguel -Ángel estaba ausente. Entonces Miguel Ángel estallaba con amenazas -furiosas; corregía a sus hermanos como si fueran pilluelos viciosos, a -latigazos; los hubiera matado en caso necesario. - -“Giovan Simone:[206] - -“Se dice que quien hace bien al bueno, lo hace mejor, pero que los -beneficios vuelven más malvado al malvado. Hace mucho que trato, con -buenas palabras y con buenas maneras, de conducirte a una vida honrada, -en paz con tu padre y con nosotros, y cada día eres peor... Podría -hablarte muy largo, pero sólo serían palabras. Para terminar, sabe -con certidumbre que no posees nada en el mundo, porque yo soy quien -te da el sustento para vivir, por amor de Dios, porque creía que eras -mi hermano como los otros; pero ahora estoy seguro de que no eres mi -hermano, porque si lo fueras, no habrías amenazado a mi padre. Eres más -bien una bestia, y te trataré como a una bestia. Debes saber que quien -ve a su padre amenazado, debe exponer la vida por él... ¡Basta! Te digo -que no posees nada en el mundo, y si oigo algo de ti, iré a enseñarte -a dilapidar tu fortuna y a quemar la casa y los bienes que tú no has -ganado. No estás donde tú crees. Si voy a tu lado, te mostraré algunas -cosas que te harán llorar lágrimas ardientes y conocer en qué fundas -tu arrogancia... Si quieres dedicarte a obrar bien, a honrar y venerar -a tu padre, te ayudaré como a los otros y dentro de poco te procuraré -una tienda. Pero si no lo haces así, iré y arreglaré tus asuntos de tal -manera que conozcas quién eres y que sepas exactamente lo que tienes en -el mundo... ¡Nada más! Donde me faltan palabras, las suplo con hechos”. - - _Michelagniolo_, en Roma. - -“Dos líneas más. Desde hace doce años arrastro una vida miserable por -toda Italia, soporto todas las vergüenzas, sufro todas las penas, -desgarro mi cuerpo con todas las fatigas, expongo mi vida a mil -peligros, únicamente por ayudar a mi casa; y ahora que he comenzado a -levantarla un poco, ¡te diviertes destruyendo en una hora lo que yo he -edificado con tanto trabajo y en tantos años! ¡Cuerpo de Cristo! ¡Eso -no será! Porque yo soy capaz de hacer pedazos a diez mil como tú, si es -necesario. Por eso debes ser prudente, y no impulsar hasta el extremo a -quien tiene pasiones muy distintas de las tuyas”[207]. - -Después le toca el turno a Gismondo: - -“Vivo aquí en la miseria y con grandes fatigas corporales. No tengo -amigo de ningún género, ni lo quiero. Hace muy poco tiempo que tengo -recursos para comer a mi gusto. Dejad de causarme tormentos, porque ya -no podría soportar ni una onza”[208]. - -Finalmente, el tercer hermano, Buonarroto, empleado en la casa de -comercio de los Strozzi, después de todos los préstamos de dinero que -le hizo Miguel Ángel, lo molesta desvergonzadamente y se vanagloria de -haber gastado por él más de lo que ha recibido. - -“Yo querría, le escribe Miguel Ángel, saber por tu ingratitud, de -dónde tienes tú dinero; querría saber si tienes en cuenta los 228 -ducados míos que tomaste en el banco de Santa María la Nueva, y de -otros muchos centenares de ducados que he enviado a la casa, y de las -penas y preocupaciones que he tenido para sosteneros. Yo querría saber -si tienes en cuenta todo esto. Si tuvieras bastante inteligencia para -reconocer la verdad, no dirías: _He gastado tanto de lo mío_, y no -te habrías vuelto contra mí para atormentarme con tus asuntos, sin -acordarte de toda mi conducta pasada para vosotros. Te habrías dicho: -_‘Miguel Ángel sabe lo que nos ha escrito; si no lo hace ahora, es -porque se lo impide algo que no sabemos: seamos pacientes’._ Cuando -un caballo corre todo lo que puede, no es bueno espolearlo, para que -corra más de lo que puede. Pero ustedes nunca me han conocido ni me -conocen. ¡Qué Dios los perdone! Él es quien me ha concedido la gracia -de bastarme para todo lo que he hecho en ayuda de ustedes. Pero ustedes -no lo reconocerán sino hasta que ya no me tengan”[209]. - -Tal era la atmósfera de ingratitud y de envidia en la cual se debatía -Miguel Ángel, entre una familia indigna que lo hostigaba y enemigos -encarnizados que lo espiaban, contando con su fracaso. Y él ejecutaba -entre tanto la obra heroica de la Sixtina, mediante esfuerzos -desesperados. Poco faltó para que abandonara todo y huyera de nuevo. -Creía que iba a morir[210]. Tal vez lo haya deseado. - -El Papa se irritaba con sus lentitudes y su obstinación para ocultar la -obra. Sus caracteres orgullosos entrechocaban como nubes de tempestad. -“Un día, dice Condivi, Julio II le preguntó cuándo terminaba la -Capilla, y Miguel Ángel contestó, según su costumbre: ‘Cuando pueda’. -Julio II, furioso, le dió un golpe con su bastón repitiendo: ‘¡Cuando -pueda! ¡Cuando pueda!’ Miguel Ángel corrió a su casa e hizo sus -preparativos para salir de Roma. Pero Julio II le despachó un enviado -que le llevaba 500 ducados, lo apaciguó lo mejor que pudo y disculpó al -Papa. Miguel Ángel aceptó las excusas. Pero al día siguiente volvían -a empezar. El Papa llegó a decirle un día, coléricamente: ‘¿Quieres -que mande tirar tus andamios?’ Miguel Ángel tuvo que ceder, quitó el -andamiaje y descubrió la obra el día de Todos los Santos de 1512”. - -Esta festividad brillante, y al mismo tiempo sombría, por los reflejos -que recibe del Día de Muertos, era bien apropiada para la inauguración -de esta obra terrible, llena del Espíritu del Dios que crea y que -mata--Dios devorador, por donde se precipita toda la fuerza de vivir, -como un huracán[211]. - - - NOTAS: - -[150] _Poesías_, I. En una hoja suelta, en el Louvre, donde están los -esbozos del _David_. - -[151] Miguel Ángel se complacía diciendo que debía su “genio al aire -fino de la comarca de Arezzo”. - -[152] Ludovico di Lionardo Buonarroti Simoni. Porque el verdadero -nombre de la familia era Simoni. - -[153] Francesca di Neri di Miniato del Sera. - -[154] El padre volvió a casar algunos años después, en 1485, con -Lucrezia Ubaldini, quien murió en 1497. - -[155] Lionardo nació en 1473; Buonarroto, en 1477; Giovan Simone en -1479; Sigismondo, en 1481. Leonardo se hizo monje y así Miguel Ángel -fué el mayor, el jefe de la familia. - -[156] Condivi. - -[157] A decir verdad, apenas puede creerse esta envidia de un artista -tan potente; de cualquier manera yo no creo que haya sido la causa de -la partida precipitada de Miguel Ángel, quien conservó hasta su vejez -respeto para su primer maestro. - -[158] El director de esta Escuela era Bertoldo, discípulo de Donatello. - -[159] _El Combate de los Centauros y los Lapitas_, está en la casa -Buonarroti de Florencia. Del mismo tiempo es la _Máscara del fauno -riendo_, que valió a Miguel Ángel la amistad de Lorenzo de Médicis, y -la _Madona de la Escalera_, bajo relieve de la casa Buonarroti. - -[160] Esto fué como por 1491. - -[161] Murieron poco después, en 1494. Policiano pidió que se le -enterrara como dominico en la Iglesia de San Marcos, la Iglesia de -Savonarola; Pico de la Mirandola revistió para morir los hábitos -dominicos. - -[162] En 1491. - -[163] Lorenzo de Médicis había muerto el 8 de abril de 1492; su hijo -Pedro le había sucedido. Miguel Ángel abandonó el Palacio, volvió a la -casa de su padre y permaneció algún tiempo sin empleo. Después Pedro -lo volvió a tomar a su servicio, encargándolo de comprarle camafeos y -piedras grabadas; entonces esculpió el _Hércules_ colosal, de mármol, -que estuvo primero en el Palacio Strozzi, después fué comprado por -Francisco I en 1529 y colocado en Fontainebleau, de donde desapareció -en el siglo XVII. De este tiempo es también el _Crucifijo_ de madera, -del convento de San Spirito, para el cual Miguel Ángel estudió la -anatomía sobre cadáveres, con tal encarnizamiento que cayó enfermo -(1494). - -[164] Condivi. La fuga de Miguel Ángel sucedió en octubre de 1494. -Un mes más tarde Pedro de Médicis huyó a su vez por la rebelión del -pueblo; y el Gobierno popular se instaló en Florencia con el apoyo de -Savonarola, quien profetizaba que Florencia extendería la República -por el mundo entero. Esta República reconocía sin embargo un rey: -Jesucristo. - -[165] Fué huésped del noble Giovanni Francesco Aldovrandi, quien lo -ayudó en ciertas dificultades con la policía de Bolonia. Trabajó -entonces en la estatua de San Petronio y en una estatuita de ángel para -el tabernáculo (_Arca_) de San Domenico; pero estas obras no tienen -absolutamente ningún carácter religioso. Siempre es la misma fuerza -orgullosa. - -[166] Miguel Ángel llegó a Roma en junio de 1496. El _Baco ebrio_, -el _Adonis moribundo_ (Museo del Bargello), y el _Cupido_ (South -Kensington), son de 1497. Parece que Miguel Ángel dibujó también en -esta misma época, el cartón de la _Estigmatización de San Francisco_ -para San Pedro de Montorio. - -[167] 23 de mayo de 1498. - -[168] Se ha dicho siempre hasta ahora que la _Pietà_ fué ejecutada -para el cardenal francés Juan de Groslaye de Villiers, abate de Saint -Denis, embajador de Carlos VIII, quien la encargó a Miguel Ángel para -la capilla de los Reyes de Francia en San Pedro. (Contrato de 27 de -agosto de 1498). M. Charles Samaran, en un estudio sobre _La Casa de -Armagnacen el siglo XV_, ha comprobado que el cardenal francés que -mandó esculpir la _Pietà_, fué Juan de Bilhères, abate de Pessan, -obispo de Lombez, abate de Saint Denis. Miguel Ángel trabajó en ella -hasta 1501. - -Una conversación de Miguel Ángel con Condivi explica por un pensamiento -de misticismo caballeresco la juventud de la Virgen, tan diferente -de las _Mater Dolorosa_, salvajes, marchitas, convulsas de dolor, de -Donatello, de Signorelli, de Mantegna y de Botticelli. - -[169] Carta de su padre, 19 de diciembre de 1500. - -[170] Carta a su padre. Primavera de 1500. - -[171] Carta a su padre, 1521. - -[172] En agosto de 1501. En los meses precedentes había firmado con el -Cardenal Francesco Piccolomini un contrato, que no cumplió nunca, para -la decoración del altar Piccolomini en la Catedral de Siena. Éste fué -uno de los remordimientos de toda su vida. - -[173] Vasari. - -[174] Miguel Ángel decía a un escultor, que se esforzaba por arreglar -la luz en su taller de tal manera que su obra resultara favorecida: “No -te tomes tantos trabajos; lo que importa es la luz sobre el lugar de su -colocación”. - -[175] Se ha conservado el detalle de estas deliberaciones. (Milanesi, -_Contratti artistici_, páginas 620 y siguientes). El _David_ permaneció -hasta 1873 en el lugar señalado por Miguel Ángel, frente al Palacio -de la Señoría. Después, la estatua, que había sido perjudicada de una -manera inquietante por la lluvia, fué llevada a la Academia de Bellas -Artes de Florencia, a una rotonda especial (_Tribuna del David._) El -_Circolo Artistico_ de Florencia propone ahora mandar hacer una copia -en mármol blanco para elevarla en el sitio antiguo, frente al Palacio -Viejo. - -[176] Relación contemporánea e _Historias Florentinas_ de Pietro di -Marco Parenti. - -[177] Debemos agregar que la casta desnudez del _David_ ofendía -el pudor de Florencia. El Aretino, reprochando a Miguel Ángel la -indecencia de su _Juicio Final_, le escribía, en 1545: “Imitad la -modestia de los florentinos, que ocultan con hojas de oro las partes -vergonzosas de su bello _Coloso_”. - -[178] Alusión a la estatua ecuestre de Francesco Sforza, que Leonardo -dejó sin terminar y con la cual los arqueros gascones de Luis XII se -divirtieron tomando como blanco el modelo en yeso. - -[179] Relación de un contemporáneo. (_Anónimo de la Magliabecchiana._) - -[180] Se le impuso la humillación de pintar la victoria de los -florentinos sobre sus amigos los milaneses. - -[181] O la _Guerra de Pisa_. - -[182] El cartón de Miguel Ángel que fué el único ejecutado desde -1505, desapareció en 1512, cuando los motines provocados en Florencia -por el regreso de los Médicis. Esta obra sólo es conocida por copias -fragmentarias. La más famosa de estas copias es el grabado de Marco -Antonio. (_Los Trepadores._) En cuanto al fresco de Leonardo, Leonardo -mismo bastó para destruirlo. Quiso perfeccionar la técnica del fresco -y ensayó una pintura de aceite que no se conservó; en 1506 abandonó -desalentado este trabajo, que ya en 1550 no existía. - -De este período de la vida de Miguel Ángel (1501-1505) son también los -dos bajo relieves circulares de la _Madona_ y del _Niño_ que están en -la Royal Academy de Londres y en el Museo del Bargello de Florencia; la -_Madona de Brujas_, adquirida en 1506 por unos comerciantes flamencos, -y el gran cuadro al temple de la _Santa Familia_ de los Uffizi, el más -bello y más cuidado de los de Miguel Ángel. Su austeridad puritana y su -aspecto heroico, se oponen rudamente a las languideces afeminadas del -arte leonardesco. - -[183] Condivi. - -[184] Cuando menos a Bramante. Rafael era demasiado amigo y estaba -demasiado obligado con Bramante para no hacer causa común con él; pero -no hay pruebas de que haya obrado personalmente contra Miguel Ángel. -Sin embargo, éste lo acusa formalmente: “Todas las dificultades habidas -entre el Papa Julio y yo fueron obra de los celos de Bramante y de -Rafael. Trataban de perderme; y en verdad Rafael tenía motivos para -ello, porque lo que sabía de arte, de mí lo había aprendido”. Carta -de octubre de 1542 a un personaje desconocido. (_Cartas_, edición -Milanesi, páginas 489-494). - -[185] Condivi, que por su ciega amistad con Miguel Ángel se hace un -poco sospechoso, dice: “Bramante era impulsado a perjudicar a Miguel -Ángel en primer lugar por sus celos y después por el temor que tenía -de los juicios de Miguel Ángel, quien descubría sus faltas. Bramante, -como todos saben, era muy dado al placer y muy disipador. El sueldo que -recibía del Papa, por elevado que fuera, no le bastaba y trataba de -ganar en sus obras, haciendo construir los muros con malos materiales, -de solidez insuficiente. Cualquiera puede comprobarlo en sus -construcciones de San Pedro, del corredor del Belvedere, del claustro -de San Pedro Advíncula, etc. que ha sido necesario recientemente -sostener por medio de garfios y puntales, porque habían caído o estaban -para caer en poco tiempo”. - -[186] “Cuando el Papa cambió de idea, y llegaron los barcos con el -mármol de Carrara, yo mismo tuve que pagar el flete. Al mismo tiempo, -los talladores de piedras que yo había hecho venir de Florencia para la -tumba, llegaron a Roma; y como yo había hecho instalar y amueblar para -ellos la casa que Julio me había dado detrás de Santa Catarina, me vi -sin dinero y con grandes dificultades”. (Carta ya citada, de octubre de -1542). - -[187] El 17 de abril de 1506. - -[188] Toda esta relación está tomada textualmente de una carta de -Miguel Ángel, de octubre de 1542. - -[189] Lo atribuyo a esta fecha, que me parece la más verosímil, aun -cuando Frey, sin suficientes razones a mi juicio, cree que el soneto es -de hacia 1511. - -[190] _Poesías_, III. Véanse Apéndice I, y al fin de la segunda parte -de este libro. _El árbol seco_ es una alusión a la encina verde que -figura en el escudo de los De la Rovere, familia de Julio II. - -[191] “Esta no fué la única causa de mi partida; había también otra -cosa de la cual prefiero no hablar. Basta decir que me hizo pensar que -si yo me quedaba en Roma, esta ciudad sería mi tumba, antes que la del -Papa. Y ésta fué la causa de mi partida súbita”. - -[192] 18 de abril de 1506. - -[193] Carta de octubre de 1542. - -[194] _Ibid._ - -[195] Fines de agosto de 1506. - -[196] Condivi. Miguel Ángel había tenido ya la idea de ir a Turquía en -1504; y en 1519 estuvo en relaciones con “el Señor de Andrinópolis”, -quien le pedía que fuera a ejecutar para él algunas pinturas. Es sabido -que Leonardo de Vinci también había intentado ir a Turquía. - -[197] Condivi. - -[198] Carta a su padre, 8 de febrero de 1507. - -[199] Cartas a su hermano, del 29 de septiembre y del 10 de noviembre -de 1507. - -[200] Esto es al menos lo que pretende Condivi. Hay que notar sin -embargo, que desde antes de la fuga de Miguel Ángel a Bolonia, se -había tratado de que pintara la Sixtina, y que entonces este proyecto -agradaba poco a Bramante, quien quería alejar de Roma a su rival. -(Carta de Pietro Rosselli a Miguel Ángel, en mayo de 1506). - -[201] Entre abril y septiembre de 1508, Rafael pintó el cuarto llamado -_de la Firma_ (_Escuela de Atenas y Disputa del Santo Sacramento_). - -[202] Vasari. - -[203] En las cartas de 1510 a su padre, Miguel Ángel se lamenta -respecto de uno de sus ayudantes, que no es bueno para nada más “que -para hacerse servir... sin duda me faltaba este trabajo. No tenía ya -suficiente... me hace sufrir como una bestia”. - -[204] Carta a su padre, 27 de enero de 1509. - -[205] Cartas a su padre, 1509-1512. - -[206] Giovan Simone había maltratado brutalmente a su padre. Miguel -Ángel escribió a éste: - -“He visto por vuestra última carta cómo van las cosas y cómo se porta -Giovan Simone. Hace diez años que no tenía una noticia tan mala. Si -hubiera podido, el mismo día que recibí vuestra carta, habría montado -a caballo para ir a arreglarlo todo. Pero puesto que me es imposible, -ya le escribo, y si no cambia de conducta, si se lleva un solo -limpiadientes de la casa o si hace cualquier cosa que os disguste, os -suplico que me informéis; obtendré licencia del Papa e iré”. (Primavera -de 1509). - -[207] Carta a Giovan Simone. Fechada según Henry Thode en la primavera -de 1509 y en la edición Milanesi en julio de 1508. - -Adviértase que Giovan Simone era entonces un hombre de treinta años. -Miguel Ángel sólo tenía cuatro más que aquél. - -[208] A Gismondo, 17 de octubre de 1509. - -[209] Carta a Buonarroto, julio 30 de 1513. - -[210] _Cartas_, agosto de 1512. - -[211] He analizado esta obra en el _Miguel Ángel_, de la colección -“_Los Maestros del Arte_”. Por eso no la estudio aquí. - - [Ilustración] - - - - - II - LA FUERZA QUE SE ROMPE - - _Roct’è l’alta colonna_[212]. - - -Miguel Ángel salió de este trabajo de Hércules, glorioso y aniquilado. -Por haber tenido, durante varios meses, la cabeza hacia atrás, para -pintar la bóveda de la Sixtina, “se había lastimado la vista de tal -modo, que por mucho tiempo no pudo leer una carta, o mirar un objeto, -sino levantándolos por encima de su cabeza, para verles mejor”[213]. - -Él mismo se burlaba de sus achaques: - -“La fatiga me ha hinchado, como el agua a los gatos de Lombardía. Mi -vientre apunta hacia la barba; la barba se endereza hacia el cielo; mi -cráneo se apoya en la espalda y mi pecho parece de harpía; el pincel, -chorreando sobre mi cara, le dejó una decoración muy pintoresca. Los -lomos se me han hundido dentro del cuerpo y el trasero me sirve de -contrapeso. Camino al azar, sin poder verme los pies. Mi piel se estira -por delante y se arruga por detrás; estoy convertido en un arco sirio. -Mi inteligencia es tan bizarra como mi cuerpo, porque no puede dar -mucho de sí una caña torcida...”[214]. - -Es preciso no engañarse con este buen humor. Miguel Ángel sufría por -ser feo. Para un hombre como él, enamorado más que nadie de la belleza -física, la fealdad era una vergüenza[215]. Se descubren indicios de -esta humillación en algunos de sus madrigales[216]. Su pena era más -profunda, porque toda su vida fué devorado por el amor; y no parece -que alguna vez fuera correspondido. Por eso se replegaba en sí mismo y -confiaba a la poesía su ternura y sus penas. - -Desde la infancia componía versos; esto era para él una necesidad -imperiosa. Llenaba sus dibujos, sus cartas, sus hojas sueltas, con -pensamientos escritos que reformaba sin cesar. Desgraciadamente, en -1518, quemó la mayor parte de sus poesías de juventud; otras fueron -destruidas antes de su muerte. Lo poco que nos queda, basta sin embargo -para evocar sus pasiones[217]. - -La más antigua de sus poesías parece haber sido escrita en Florencia, -por el año de 1504[218]. - -“¡Qué feliz vivía, mientras me fué dado resistir victoriosamente tus -furores, oh amor! ¡Ahora, ay de mí, mi pecho está bañado de lágrimas! -ya he conocido tu fuerza...”[219]. - -Dos madrigales, escritos entre 1504 y 1511, probablemente dedicados a -la misma mujer, tienen una expresión conmovedora: - -“¿Quién me arrastra por fuerza hacia ti... ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de -mí!... ligado y encadenado, aunque sea libre y dueño de mí mismo!” - - _Chi è quel che per forza a te mi mena, - Oilmè, oilmè, oilmè, - Legato e strecto, e son libero e sciolto?_[220] - -“¿Cómo es posible que yo ya no sea mío? ¡Oh Dios, oh Dios, oh Dios! -¿Quién me ha arrancado a mí mismo?... ¿Quién puede más en mí que yo -mismo? ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! ¡Oh Dios!” - - _Come può esser, ch’io non sia più mio? - O Dio, o Dio, o Dio! - Chi m’ha tolto a me stesso, - Ch’a me fusse più presso - O più di me potessi, che poss’io? - O Dio, o Dio, o Dio!..._[221]. - -De Bolonia, en el reverso de una carta de diciembre, 1507, es este -soneto juvenil, cuya preciosidad sensual evoca una visión de Botticelli: - -“¡Cuánto goza la guirnalda bien compuesta ciñendo su cabellera de -oro! Todas las flores parecen luchar por ser las primeras en besar su -frente... El traje que oprime y cubre su pecho es feliz todo el día. -La tela de oro no se cansa de tocar sus mejillas y su cuello. Pero -más feliz aún es el listón bordado de oro, que ciñe dulcemente y con -ligera presión el blanco seno. El cinturón parece decir: ‘¡Quisiera -estrecharla siempre!’ ¡Ah!... ¿y qué harían entonces mis brazos?”[222]. - -En una larga poesía de carácter íntimo, una especie de confesión[223], -que es difícil citar exactamente, Miguel Ángel describe, con una -singular crudeza de expresión, sus angustias de amor. - -“Cuando estoy un día sin verte, no puedo hallar la paz en ningún sitio; -cuando te veo, eres para mí como la comida para el hambriento... Cuando -tú me sonríes o me saludas en la calle, ardo como pólvora... Cuando me -hablas, mi rostro se enrojece, pierdo la voz y se apaga súbitamente mi -gran deseo...”[224]. - -Y después, estos gemidos de dolor: - -“¡Ah, qué pena infinita siente mi corazón cuando recuerdo que aquélla a -quien yo amo no me ama...! ¿Cómo seguiré viviendo?...”. - - _...Ahi, che doglia ’nfinita - Sente ’l mio cor, quando li torna a mente, - Che quella ch’io tant’ amo amor non sente! - Come restero ’n vita?..._[225]. - -Y estas líneas escritas después de sus estudios para la Madona de la -Capilla Médicis: - -“Me quedo solo, ardiendo entre la sombra, cuando el sol priva al mundo -de sus rayos. Todos se regocijan, y yo sufro, postrado en tierra, -gimiendo y llorando”[226]. - -El amor no aparece en las poderosas esculturas y pinturas de Miguel -Ángel; en ellas sólo expresa sus pensamientos heroicos, como si se -avergonzara de manifestar ahí las debilidades de su corazón. Sólo a la -poesía se ha confiado. Aquí es donde hay que buscar el secreto de este -corazón, tímido y tierno bajo su ruda corteza: - - _Amando, a che son nato?_ - - “Yo amo: ¿para qué he nacido?”[227]. - - * * * * * - -Terminada la Sixtina y muerto Julio II[228], Miguel Ángel volvió a -Florencia y reanudó el proyecto que tanto le interesaba: la tumba de -Julio II. Se comprometió por contrato a hacerla en siete años[229]. -Durante tres años se consagró casi exclusivamente a este trabajo[230]. -En este período relativamente tranquilo--período de madurez melancólica -y serena, en el cual se apaciguan las furias hirvientes de la Sixtina, -como un océano que se calma y vuelve a su lecho--Miguel Ángel produjo -sus obras más perfectas, las que realizan mejor el equilibrio de sus -pasiones y de su voluntad: el _Moisés_ y los _Esclavos_ del Louvre[231]. - -Pero no fué más que un instante: el curso tempestuoso de su vida -continuó casi inmediatamente. Volvió a caer entre las sombras. - -El nuevo Papa, León X, quiso separar a Miguel Ángel de la tarea de -glorificación de su predecesor, y dedicarlo al triunfo de su propia -estirpe. Era para él una cuestión de orgullo más que de simpatía, -porque su espíritu epicúreo no podía comprender el genio triste de -Miguel Ángel[232]; todos sus favores eran para Rafael. Pero el hombre -de la Sixtina era una gloria italiana; León X quiso domesticarlo. - -Ofreció a Miguel Ángel que construyera la fachada de San Lorenzo, la -iglesia de los Médicis, en Florencia. Miguel Ángel, estimulado por su -rivalidad con Rafael, quien se había aprovechado de su ausencia para -llegar a ser en Roma el soberano del arte[233], se dejó arrastrar -en esta nueva tarea, que le era materialmente imposible cumplir sin -descuidar la anterior, y que debía ser para él una causa de tormentos -sin fin. Trataba de convencerse de que podía seguir adelante con la -tumba de Julio II y la fachada de San Lorenzo. Esperaba descargarse -de la mayor parte del trabajo buscando un ayudante, para no ejecutar -él mismo más que las estatuas principales. Pero, según su costumbre, -se embriagó poco a poco con su proyecto, y muy pronto no soportó ya -compartir con nadie este honor. Más aún, temía que el Papa quisiera -retirarle la obra, y suplicó a León X que lo sujetara con esta nueva -cadena[234]. - -Naturalmente, le fué imposible continuar el monumento de Julio II. -Pero lo más triste fué que tampoco llegó a elevar la fachada de San -Lorenzo. No le bastaba con rechazar toda colaboración; por su terrible -manía de hacerlo todo personalmente, en lugar de quedarse en Florencia -y trabajar su obra, fué a Carrara para vigilar la extracción de los -bloques. Allí tropezó con dificultades de toda clase. Los Médicis -querían utilizar las canteras de Pietrasanta, recientemente adquiridas -por Florencia, en vez de las de Carrara. Por haber tomado el partido de -los de Carrara, Miguel Ángel fué acusado injuriosamente por el Papa de -haberse vendido[235], y por haber tenido que obedecer las órdenes del -Papa, fué perseguido por los Carraras, quienes se entendieron con los -marineros ligures, y no encontró un solo barco de Génova a Pisa para -transportar sus mármoles[236]. Tuvo que construir un camino, en parte -sobre pilotes, a través de las montañas y de los llanos pantanosos. La -gente de la comarca no quería contribuir para los gastos del camino. -Los trabajadores no entendían absolutamente su cometido. Las canteras -eran nuevas, los obreros eran nuevos. Miguel Ángel gemía: - -“He intentado resucitar muertos, queriendo domar estas montañas y -traer el arte aquí”[237]. Se mantenía firme, sin embargo. “Lo que he -prometido, lo cumpliré, a pesar de todo: haré la obra más bella que se -haya hecho en Italia, si Dios me asiste”. - -¡Cuánta fuerza, entusiasmo y genio perdidos en vano! A fines de -septiembre de 1518, cayó enfermo en Seravezza, de fatiga y de hastío. -Comprendía que su salud y sus ensueños se gastaban en esta vida de -obrero. Tenía la obsesión de comenzar al fin su trabajo y la angustia -de no poder hacerlo. Estaba asediado por otros compromisos que no podía -satisfacer[238]. - -“Muero de impaciencia porque mi adverso destino no me permite hacer -lo que quisiera. Muero de dolor, me siento como si fuera un tramposo, -aunque no sea mía la culpa”[239]... - -De vuelta en Florencia, se consumía esperando la llegada de los -cargamentos de mármol; pero el Arno estaba seco y los barcos no podían -subir el río con los bloques. - -Al fin llegaron. ¿Podrá trabajar ahora?--No. Vuelve a las canteras. -Se obstina en no comenzar antes de haber reunido, como antes para la -tumba de Julio II, toda una montaña de mármol. Retrocede cuando llega -el instante de empezar; parece que tiene miedo. ¿No habrá prometido -demasiado? ¿No se habrá comprometido de una manera temeraria en este -trabajo de arquitectura? Éste no es su oficio: ¿dónde pudo haberlo -aprendido? Y ahora no puede avanzar ni retroceder. - -Todas sus fatigas no le bastan ni para asegurar el transporte de los -mármoles. De seis columnas monolíticas enviadas a Florencia, cuatro se -rompieron en el camino y otra en la misma Florencia. Sus obreros lo -engañaban. - -Al fin, el Papa y el Cardenal de Médicis se impacientaron por tanto -tiempo precioso, inútilmente perdido entre las canteras y los caminos -fangosos. El 10 de marzo de 1520, un breve del Papa desligó a Miguel -Ángel del contrato de 1518 para la fachada de San Lorenzo. Miguel Ángel -no recibió más aviso que la llegada a Pietrasanta de los equipos de -obreros enviados para reemplazarlo. Se sintió cruelmente agraviado. - -“No tomo en cuenta al cardenal, dijo, los tres años que he perdido -aquí. No le tomo en cuenta que me he arruinado por esta obra de -San Lorenzo. No le tomo en cuenta la gran afrenta que se me hace -encargándome esta obra y retirándomela después sin saber siquiera por -qué. No le tomo en cuenta todo lo que he perdido y todo lo que he -gastado... Y ahora, el asunto puede resumirse así: el Papa se queda con -la cantera y con los bloques tallados, y yo con el dinero que tengo en -mano: ¡500 ducados, y se me devuelve mi libertad!”[240]. - -No era a sus protectores a quienes Miguel Ángel debía acusar, sino a sí -mismo, y él bien lo sabía. Éste era su mayor dolor. Luchaba en contra -de sí mismo. De 1515 a 1520, en la plenitud de su fuerza y desbordante -de genio, ¿qué había hecho? - -El insignificante _Cristo_ de la Minerva; ¡una obra de Miguel Ángel -donde no está Miguel Ángel! Y ni esto siquiera pudo acabar[241]. - -De 1515 a 1520, en estos últimos años del gran Renacimiento, antes de -los cataclismos que iban a dar fin a la primavera de Italia, Rafael -había pintado las _Loggias_, la _Sala del Incendio_, la _Farnesiana_, -obras maestras de todos los géneros; había edificado la Villa Madame, -dirigido la construcción de San Pedro, las exploraciones, las fiestas, -los monumentos; había gobernado el arte, fundado una escuela numerosa y -había muerto en medio de su trabajo y de su triunfo[242]. - - * * * * * - -La amargura de sus desilusiones, la desesperación de los días perdidos, -de las esperanzas arruinadas, de la voluntad rota, se reflejan en las -obras del período siguiente: las tumbas de los Médicis y las nuevas -estatuas del monumento de Julio II[243]. - -El libre Miguel Ángel, que toda su vida no hizo más que pasar de un -yugo a otro, había cambiado de amo. El cardenal Julio de Médicis, que -llegó a ser Papa con el nombre de Clemente VII, reinó sobre él de 1520 -a 1534. - -Clemente VII ha sido juzgado con mucha severidad. - -Sin duda, como todos estos Papas, quiso hacer del arte y de los -artistas unos servidores del orgullo de su familia. Pero Miguel -Ángel no tuvo por qué quejarse de él; ningún Papa lo amó tanto; -ninguno demostró un interés tan constante y apasionado por sus -trabajos[244]. Nadie comprendió mejor las debilidades de su voluntad, -hasta defendiéndolo contra él mismo e impidiendo que se dispersara -en vano. Aun después de la sublevación de Florencia y la rebelión de -Miguel Ángel, Clemente no cambió para él[245]. Pero no dependía de él -apaciguar la inquietud, la fiebre, el pesimismo y la mortal melancolía -que devoraban su gran corazón. ¡Qué importaba la bondad personal de un -amo! De todos modos era un amo. - -“He servido a los Papas, decía Miguel Ángel, pero únicamente por -fuerza”[246]. - -¿Qué importaban un poco de gloria y una o dos obras bellas? ¡Estaba -esto tan lejos de lo que él había soñado! Y la vejez ya venía. Todo -se iba ensombreciendo a su alrededor. El Renacimiento terminaba. Roma -iba a ser saqueada por los bárbaros. La sombra amenazadora de un Dios -triste iba a pesar sobre el pensamiento de Italia. Miguel Ángel sentía -venir la hora trágica, y sufría una angustia sofocante. - -Después de haber arrancado a Miguel Ángel de la enredada empresa en -la cual se había comprometido, Clemente VII resolvió lanzarlo por un -nuevo camino, donde tenía la intención de vigilarlo más de cerca. Le -confió la construcción de la capilla y las tumbas de los Médicis. -Esperaba retenerlo enteramente a su servicio[247]. Hasta le propuso que -ingresara en las órdenes ofreciéndole un beneficio eclesiástico[248]. -Miguel Ángel rehusó: pero Clemente VII no dejó por eso de pagarle una -pensión mensual triple de la que pedía, y le regaló una casa cerca de -San Lorenzo. - -Todo parecía ir por buen camino y el trabajo para la capilla se -iniciaba activamente, cuando de pronto Miguel Ángel abandonó su casa -y rehusó la pensión de Clemente VII[249]. Sufría una nueva crisis de -desaliento. Los herederos de Julio II no le perdonaban que hubiera -abandonado la obra emprendida; lo amenazaban con persecuciones y ponían -en duda su lealtad. Miguel Ángel se enloqueció con la idea de un -proceso; su conciencia daba la razón a sus adversarios y lo acusaba de -haber faltado a su compromiso; le parecía imposible aceptar el dinero -de Clemente VII mientras no hubiera restituido el que recibió de Julio -II. - -“No trabajo ni vivo”, escribía[250]. Suplicaba al Papa que -interviniera con los herederos de Julio II y lo ayudara a restituir -todo lo que les debía. - -“Venderé, haré lo que sea posible para llegar a esta restitución”. O -bien que se le permitiera consagrarse enteramente al monumento de Julio -II: “deseo más salir de esta obligación, que vivir”. - -Con el pensamiento de que sin Clemente VII, quedaría abandonado a la -persecución de sus enemigos, lloraba y se desesperaba como un niño: - -“Si el Papa me deja así, no podré permanecer en este mundo... No sé lo -que escribo, tengo la cabeza completamente perdida...”[251]. - -Clemente VII que no tomaba muy en serio esta desesperación de artista, -insistía para que no se interrumpiera el trabajo de la Capilla de los -Médicis. Sus amigos no comprendían estos escrúpulos y le aconsejaban -que no se pusiera en ridículo rehusando la pensión. Uno de ellos le -reprochaba con viveza haber obrado irreflexivamente, y le rogaba que en -lo futuro no se entregara a sus caprichos[252]. Otro le escribía: - -“Se me dice que habéis rehusado vuestra pensión, abandonado vuestra -casa y suspendido vuestro trabajo; esto me parece un acto de locura. -Amigo mío, compadre, de esta manera dais gusto a vuestros enemigos... -no os ocupéis más de la tumba de Julio II, y tomad la pensión porque os -la dan con buena voluntad”[253]. - -Miguel Ángel se obstinaba. La Tesorería Pontificia le cogió la palabra -y suprimió la pensión. El desgraciado, reducido a la desesperación, -tuvo que volver a pedir algunos meses más tarde lo mismo que había -rehusado. Primero lo hizo tímidamente, con vergüenza: - -“Mi querido Giovanni, puesto que la pluma es siempre más atrevida -que la lengua, os escribo lo que he querido deciros varias veces en -estos días y que no he tenido el valor de expresar de viva voz: ¿Puedo -contar todavía con la pensión...? Si estuviera seguro de no recibirla -no cambiaría por esto mi disposición, ni dejaría de trabajar para -el Papa tanto como pudiera, pero arreglaría mis asuntos según esta -situación”[254]. - -Luego, obligado por la necesidad vuelve a la carga: - -“Después de haber reflexionado bien, he comprendido cuánto interesa al -Papa esta obra de San Lorenzo; y puesto que S. S. me ha concedido una -pensión con el designio de que yo tenga más comodidad para servirlo -prontamente, sería retrasar el trabajo no aceptarla; así, pues, he -cambiado de opinión y si hasta ahora no pedía esta pensión, ya la pido -por más razones de las que puedo escribir... ¿Quiere usted dármela, -haciéndola contar desde el día en que me fué concedida? Decidme desde -qué momento preferís que la reciba”[255]. - -Para darle una lección, no le hicieron caso. Dos meses más tarde no -había recibido nada, y después tuvo que reclamar la pensión varias -veces. - -Trabajaba en medio de sus tormentos. Se quejaba de que sus -preocupaciones fueran estorbo para su imaginación...: “Los disgustos -pueden mucho sobre mí... no se puede trabajar con las manos en una cosa -y con la cabeza en otra; sobre todo en escultura. Se dice que todo esto -sirve para aguijonearme; pero yo respondo que estos son malos aguijones -que incitan a retroceder. Hace más de un año que no he recibido la -pensión y lucho con la miseria; estoy muy solo en medio de mis penas, -y tengo tantas que me ocupan más que el arte; no tengo recursos para -buscar alguien que me ayude”[256]. - -Clemente VII se manifestaba algunas veces conmovido por sus -sufrimientos y le enviaba expresiones de afectuosa simpatía. Le -aseguraba su favor mientras viviera[257]. Pero la incurable frivolidad -de los Médicis era más poderosa, y en vez de aliviarlo de una parte -de sus trabajos le hacía nuevos encargos; entre otros el de un -absurdo Coloso cuyo cabeza debía ser un campanario, y el brazo una -chimenea. Miguel Ángel tuvo que ocuparse algún tiempo en este proyecto -extravagante[258]. - -Tenía que estar en constantes dificultades con sus obreros, sus -albañiles y sus carreteros, quienes intentaban hacerse apóstoles -precursores de la jornada de ocho horas[259]. - -Al mismo tiempo, sus disgustos domésticos no dejaban de aumentar. Su -padre se hacía más irritable y más injusto con la edad; un día creyó -conveniente escaparse de Florencia, acusando a su hijo de haberlo -arrojado. Miguel Ángel le escribió esta carta admirable[260]: - -“Muy querido padre: Me ha sorprendido mucho ayer no encontraros en la -casa, y ahora que sé que os quejáis de mí y que decís que yo os he -arrojado, me sorprendo mucho más. Desde el día en que nací hasta ahora, -estoy seguro de no haber tenido ninguna intención de hacer nunca cosa -grande o pequeña que os disguste. Todas las penas que he soportado, -las he soportado siempre por vuestro amor. Siempre he tomado vuestro -partido... todavía hace pocos días os dije y os prometí consagraros -todas mis fuerzas, y os lo prometo de nuevo. Estoy estupefacto de que -hayáis olvidado esto tan pronto. Desde hace treinta años me habéis -puesto a prueba, vos y vuestros hijos, y sabéis que siempre he sido -bueno para vosotros, tanto como podía, en pensamiento y en acción. -¿Cómo podéis andar diciendo en todas partes que yo os he arrojado? -¿No comprendéis la mala reputación que esto me forma? No me faltaba -más que esto, con todas las preocupaciones que tengo; y todas estas -preocupaciones las tengo por vuestro amor. ¡Bien me recompensáis!... -Pero de todos modos, quiero persuadirme de que nunca he dejado de -causaros vergüenza y perjuicios, y os pido perdón como si lo hubiera -hecho. Perdonadme como a un hijo que siempre ha tenido mala conducta y -que os ha hecho todo el mal que puede hacerse en este mundo. Una vez -más os lo suplico; perdonadme como a un miserable que soy: pero no -me deis la reputación de que os he arrojado, porque mi reputación me -importa más de lo que creéis. A pesar de todo, soy vuestro hijo”. - -Tanto amor y tanta humildad sólo desarmaban por un instante el agrio -espíritu del viejo. Algún tiempo después, decía que su hijo lo robaba. -Miguel Ángel, empujado hasta el extremo, le escribió[261]: - -“Ya no sé lo que queréis de mí. Si os pesa que yo viva, habéis -encontrado un buen medio para libraros de mí y muy pronto os -encontraréis en posesión de las llaves del tesoro que pretendéis que -yo guardo. Y haréis bien, porque todos saben en Florencia que sois un -hombre inmensamente rico, que yo siempre os he robado, y que merezco -un castigo; recibiréis altas alabanzas... decid y gritad de mí todo lo -que queráis, pero ya no me escribáis, porque así no puedo trabajar. Me -obligáis a recordaros todo lo que habéis recibido de mí, desde hace -veinticinco años. Yo no quería decirlo, pero al fin me veo obligado... -tened cuidado... no se muere uno más que una vez y después ya no se -vuelve para reparar las injusticias que se han hecho. Habéis esperado -hasta la víspera de la muerte para hacerlas. ¡Que Dios os ayude!” - -Éste era el auxilio que encontraba entre los suyos. - -“¡Paciencia!”, escribía en una carta a un amigo. “Que Dios no permita -que lo que a él no le disgusta me disguste a mí”[262]. - -En medio de estas penas el trabajo no avanzaba. Cuando sobrevinieron -los sucesos políticos que trastornaron Italia en 1527, no estaba -terminada ni una estatua de la Capilla de los Médicis[263]. - -Así, este nuevo período de 1520 a 1527, no había hecho más que agregar -sus desilusiones y sus fatigas a las del período precedente, sin haber -traído a Miguel Ángel la alegría de una sola obra acabada, de un solo -designio realizado después de más de diez años. - - - NOTAS: - -[212] _Poesías_, I. - -[213] Vasari. - -[214] _Poesías_, IX: Véase Apéndice, II. - -Esta poesía, escrita con el estilo burlesco de Francesco Berni y -dirigida a Giovanni da Pistoja, tiene, según Frey, fecha junio-julio -de 1510. En los últimos versos, Miguel Ángel alude a las dificultades -de su trabajo, durante la ejecución de los frescos de la Sixtina, y se -disculpa, alegando que ese no es su oficio: - -“Defiende, pues, Giovanni, mi obra muerta, y defiende mi honor, porque -la pintura no es mi oficio. _Yo no soy pintor_”. - -[215] Henry Thode ha esclarecido exactamente este rasgo del carácter -de Miguel Ángel en su primer volumen de _Michelangelo und das Ende der -Renaissance, 1902_. _Berlín._ - -[216] “...Puesto que el Señor devuelve a las almas sus cuerpos después -de la muerte, para la paz o el tormento eternos, yo le pido que me deje -el mío, aunque feo, lo mismo en el cielo que en la tierra, junto al -tuyo, porque un corazón amante vale tanto como un bello rostro...”. - - _...Priego 'l mie benché bructo, - Com’è qui teco, il voglia im paradiso: - C’un cor pietoso val quant’un bel viso..._ - - (_Poesías_, CIX, 12). - -“El cielo parece irritarse con justicia, porque yo, tan feo, me miro en -tus ojos tan bellos”. - - _Ben par che ’l ciel s’adiri, - Che ’n sì begli ochi i’ mi veggia sì bructo..._ - - (_Ibid._, CIX, 93). - -[217] La primera edición completa de las poesías de Miguel Ángel fué -publicada por su sobrino nieto, al principio del siglo XVII, con el -título de _Rime di Michelangelo Buonarroti raccolte da M. A. suo -nipote_, 1623, Florencia; está llena de errores. Cesare Guasti publicó -la primera edición casi exacta, en 1863, en Florencia; pero la única -verdaderamente científica y completa es la admirable edición de Carl -Frey: _Die Dichtungen des Michelagniolo Buonarroti, herausgegeben und -mit kritischem Apparate versehen von Dr. Carl Frey, 1897_. _Berlin._ A -ella me refiero en esta biografía. - -[218] En la misma hoja están algunos dibujos de caballos y de hombres -combatiendo. - -[219] _Poesías_, II. Véase Apéndice, III. - -[220] _Poesías_, V. - -[221] _Poesías_, VI. - -[222] _Poesías_, VII. Véase Apéndice IV. - -[223] Esta expresión es de Frey, quien atribuye a la poesía sin -suficiente razón, a mi juicio, la fecha de 1531-32. Yo creo que es muy -anterior. - -[224] _Poesías_, XXXVI. Véase Apéndice, V. - -[225] _Poesías_, XIII. Del mismo tiempo es un madrigal célebre que el -compositor Bartolommeo Tromboncino puso en música, antes de 1518: - -“¿Cómo tendré valor para vivir sin ti, mi bien, si no puedo pedirte -ayuda al partir? Estos sollozos, estos llantos y estos suspiros, con -los cuales te acompaña mi pobre corazón, anuncian mi muerte próxima -y mi martirio. Pero si es cierto que la ausencia no hará olvidar mi -fiel esclavitud, te dejo mi corazón, que ya no es mío”. (Poesías, XI. -Apéndice VI). - -[226] - - _Sol’ io ardendo all’ ombra mi rimango, - Quand’ el sol de suo razi el mondo spoglia; - Ogni altro per piacere, e io per doglia, - Prostrato in terra, mi lamento e piangho._ - - (_Ibid._, XXII). - -[227] _Poesías_, CIX, 35.--Comparad estos versos de amor, donde amor y -dolor parecen ser sinónimos, con el éxtasis voluptuoso de los sonetos -juveniles y desmañados de Rafael, escritos en el reverso de sus dibujos -para la _Disputa del Santo Sacramento_. - -[228] Julio II murió el 21 de febrero de 1513, tres meses después de la -inauguración de los frescos de la Sixtina. - -[229] Contrato de 6 de marzo de 1513. El nuevo proyecto, más grande que -el proyecto primitivo, comprendía 32 grandes estatuas. - -[230] Parece que en este tiempo sólo aceptó Miguel Ángel un encargo: el -del _Cristo de la Minerva_. - -[231] El _Moisés_ debía ser una de las seis figuras colosales para el -coronamiento del piso superior de la tumba de Julio II. Miguel Ángel -no dejó de trabajar en esta obra hasta 1545. Los _Esclavos_, en los -cuales Miguel Ángel trabajaba en 1513, fueron enviados por él, en 1546, -a Roberto Strozzi, el republicano florentino desterrado entonces en -Francia, quien los obsequió a Francisco I. - -[232] No le escatimaba demostraciones de afecto; pero Miguel Ángel le -producía miedo. Se sentía inquieto junto a él: - -“Cuando el Papa habla de vos, escribe Sebastián del Piombo a Miguel -Ángel, parece que habla de uno de sus hermanos; tiene casi las lágrimas -en los ojos. Me ha dicho que habéis sido educados juntos, y asegura que -os comprende y os ama. Pero vos dais miedo a todos, hasta a los Papas”. -(27 de octubre de 1520). - -Miguel Ángel era motivo de burlas en la corte de León X, por sus -imprudencias de lenguaje. Una malhadada carta que escribió al Cardenal -Bibbiena, protector de Rafael, fué un regocijo para sus enemigos. - -“No se habla de otra cosa en el palacio más que de vuestra carta, dice -Sebastián a Miguel Ángel; hace reír a todos”. (Julio 3 de 1520). - -[233] Bramante había muerto en 1514. Rafael acababa de ser nombrado -superintendente de la construcción de San Pedro. - -[234] “Quiero hacer de esta fachada una obra que sea espejo de la -arquitectura y de la escultura para toda Italia. Es preciso que el Papa -y el Cardenal (Julio de Médicis, el futuro Clemente VII) decidan pronto -si quieren que la haga o no. Si quieren que yo la haga, es preciso -firmar un contrato... Messer Domenico, dadme una contestación firme -respecto a sus intenciones. Esto sería para mí una gran alegría”. (A -Domenico Buoninsegni, julio de 1517).--El contrato fué firmado con León -X el 19 de enero de 1518, y Miguel Ángel se comprometió a levantar la -fachada en ocho años. - -[235] Carta del Cardenal Julio de Médicis a Miguel Ángel, de febrero 2 -de 1518: “Hemos tenido alguna sospecha de que seáis del partido de los -Carraras por interés personal y que deseáis depreciar las canteras de -Pietrasanta... Os hacemos saber, sin entrar en otras explicaciones, que -Su Santidad quiere que todo el trabajo emprendido se ejecute con los -bloques de mármol de Pietrasanta y no con otros... Si procedéis de otra -manera, será contra los deseos expresos de Su Santidad y los nuestros, -y tendríamos razón para irritarnos en contra vuestra... Alejad, pues, -toda obstinación de vuestro espíritu”. - -[236] “Fuí hasta Génova en busca de barcos. Los de Carrara han comprado -a todos los patrones... Tengo que ir a Pisa”... (Carta de Miguel -Ángel a Urbano; abril 2 de 1518). “Los barcos que contraté en Pisa no -vinieron. Creo que he sido burlado. ¡Esta es mi suerte en todo! ¡Oh, -mil veces maldito el día en que salí de Carrara! Esta es la causa de mi -ruina”. (Carta de abril 18 de 1518). - -[237] Carta de abril 18 de 1518. Y algunos meses más tarde: “La cantera -es muy escarpada y la gente muy ignorante... ¡Paciencia! Hay que domar -a las montañas e instruir a los hombres...”. (Carta de septiembre de -1518, a Berto da Filicaja). - -[238] El _Cristo_ de la Minerva y la tumba de Julio II. - -[239] Carta de diciembre 21 de 1518 al Cardenal d’Agen. De este tiempo -son tal vez las cuatro estatuas informes, apenas esbozadas, de las -grutas Boboli. (Cuatro _Esclavos_, para la tumba de Julio II). - -[240] _Cartas_, 1520, edición Milanesi, página 415. - -[241] Miguel Ángel encargó que terminara este _Cristo_ a su inepto -discípulo Pietro Urbano, quien “lo estropeó”. (Carta de Sebastián del -Piombo a Miguel Ángel, septiembre 6 de 1521). El escultor Frizzi, de -Roma, reparó como pudo las torpezas de Urbano. - -Todas estas contrariedades no impedían a Miguel Ángel buscar nuevas -tareas para aumentar las que ya lo aplastaban. El 20 de octubre de -1519, firmó la petición de los Académicos de Florencia a León X para -llevar los restos de Dante, de Rávena a Florencia, y se ofreció a -elevar al poeta divino un monumento digno de él. - -[242] El 6 de abril de 1520. - -[243] _El Vencedor_. - -[244] En 1526, Miguel Ángel tenía que escribirle semanalmente. - -[245] “Adora todo lo que hacéis, escribe Sebastián del Piombo a Miguel -Ángel; lo ama tanto como es posible amar. Habla de vos tan honrosamente -y con tanto afecto, que un padre no diría de su hijo lo que él dice -de vos...”. (Abril 29 de 1531). “Si quisieseis venir a Roma, seriáis -todo lo que quisierais, duque o rey... Tendríais una parte del Papado, -seríais el amo, podríais tener y hacer lo que quisierais...”. Diciembre -5 de 1531. (Es preciso, es verdad, tener en cuenta en este caso la -charlatanería veneciana de Sebastián del Piombo). - -[246] Carta de Miguel Ángel a su sobrino Lionardo. (1548). - -[247] Los trabajos fueron comenzados desde marzo de 1521, pero no se -impulsaron activamente sino desde la elección del Cardenal Julio de -Médicis para el trono pontificio, bajo el nombre de Clemente VII, el 19 -de noviembre de 1523. León X había muerto el 6 de diciembre de 1521 y -Adriano VI lo había sucedido de enero de 1522 a septiembre de 1523. - -El plan primitivo comprendía cuatro tumbas: las de Lorenzo el -Magnífico, de Julián su hermano, de Julián duque de Nemours, su hijo, -y de Lorenzo duque de Urbino, su nieto. En 1524, Clemente VII decidió -agregar el sarcófago de León X y el suyo, atribuyéndoles los sitios -de honor. Véase Marcel Reymond, “La Arquitectura de las tumbas de los -Médicis”, _Gazette des Beaux Arts_, 1907. - -Al mismo tiempo Miguel Ángel fué encargado de construir la Biblioteca -de San Lorenzo. - -[248] Se trataba de la orden de los Franciscanos. Carta de Fattucci a -Miguel Ángel, en nombre de Clemente VII, el 2 de enero de 1524. - -[249] Marzo de 1524. - -[250] Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina, Agente del Papa (Abril 19 -de 1525). - -[251] Carta de Miguel Ángel a Fattucci (octubre 24 de 1525). - -[252] Carta de Fattucci a Miguel Ángel (marzo 22 de 1524). - -[253] Carta de Lionardo Sellajo a Miguel Ángel (marzo 24 de 1524). - -[254] Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina (1524, Edición Milanesi, -página 425). - -[255] Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina (agosto 29 de 1525). - -[256] Carta de Miguel Ángel a Fattucci (octubre 24 de 1525). - -[257] Carta de Pier Paolo Marzi, de parte de Clemente VII, a Miguel -Ángel (diciembre 23 de 1525). - -[258] Cartas de octubre a diciembre de 1525 (Edición Milanesi, páginas -448-449). Véase en el _Miguel Ángel_ de la Colección de los _Maestros -del Arte_ un resumen de este extraño asunto, y el proyecto de Miguel -Ángel. - -[259] Carta de Miguel Ángel a Fattucci (junio 17 de 1526). - -[260] Según Henry Thode, esta carta es aproximadamente de 1521; en la -recopilación de Milanesi, figura equivocadamente con fecha de 1516. - -[261] _Cartas_, junio de 1523. - -[262] Carta de Miguel Ángel a Fattucci, en junio 17 de 1526. - -[263] La misma carta, de junio de 1526, dice que estaba comenzada una -estatua, lo mismo que cuatro alegorías de los sarcófagos y la Madona. - - [Ilustración] - - - - - III - LA DESESPERACIÓN - - _Oilmè, Oilmè, ch’i’ son tradito..._[264]. - - -Una repugnancia de todas las cosas y de sí mismo lo empujó a la -revolución, iniciada en Florencia en 1527. - -Miguel Ángel hasta entonces había puesto en los negocios políticos la -misma indecisión de espíritu de que era víctima en su vida y en su -arte. Nunca llegó a conciliar sus sentimientos personales con sus -obligaciones para con los Médicis. Este genio violento fué siempre -tímido en la acción; no se atrevía a luchar contra las potencias de -este mundo en el terreno político ni en el religioso. Sus cartas -lo muestran siempre inquieto por sí y por los suyos; temeroso de -comprometerse, desmintiendo las palabras audaces que alguna vez -pronunciara, en el primer movimiento de indignación contra cualquier -acto de la tiranía[265]. Con frecuencia escribe a sus familiares que -tengan cuidado, que guarden silencio y huyan a la primera alarma: - -“Obrad como en tiempo de peste, sed los primeros en huir... la vida -vale más que la fortuna. Vivid en paz, no os forméis ni un enemigo ni -os confiéis a nadie, excepto a Dios, y no habléis mal ni bien de nadie, -porque no se conoce el fin de las cosas; ocupaos solamente de vuestros -asuntos... no os mezcléis en nada”[266]. - -Sus hermanos y sus amigos se burlaban de sus inquietudes y lo trataban -de loco[267]. “No te burles de mí, respondía Miguel Ángel entristecido, -no debe uno burlarse de nadie”[268]. En efecto, el temor perpetuo -de este gran hombre no debe ser motivo de risa, sino más bien de -compasión, por sus nervios miserables que lo hacían juguete de sus -terrores, contra los cuales luchaba sin poder dominarlos. Más bien era -meritorio salir de estos accesos humillantes, y obligar a su cuerpo -y a su pensamiento enfermos, a afrontar el peligro, que en el primer -impulso lo empujaba a huir. Por lo demás, tenía más razones para temer -que ningún otro, porque era más inteligente y su pesimismo preveía con -toda claridad las desgracias de Italia. Mas, para que con su timidez -natural se dejara arrastrar en la revolución florentina, fué preciso -que estuviera en una exaltación desesperada que lo obligó a descubrir -el fondo de su alma. Esta alma tan tímidamente replegada sobre sí misma -era ardientemente republicana. Esto se ve en las palabras llameantes -que se le escaparon algunas veces en momentos de confianza o de fiebre, -particularmente en las conversaciones que tuvo más tarde[269] con sus -amigos Luigi del Riccio, Antonio Petreo y Donato Giannotti[270], y -que este último reprodujo en sus _Diálogos sobre La Divina Comedia -del Dante_[271]. Los amigos se admiraban de que Dante hubiera puesto -a Bruto y a Casio en el último grado del infierno y a César encima. -Interrogado Miguel Ángel, hizo la apología del tiranicidio: - -“Si habéis leído atentamente los primeros cantos, dice, habréis visto -que Dante conocía muy bien la naturaleza de los tiranos y que ha sabido -qué castigo merecen recibir de Dios y de los hombres. Los coloca -entre los ‘violentos contra el prójimo’, castigados en el séptimo -círculo, hundiéndolos en sangre hirviente. Si Dante ha reconocido -esto, es imposible admitir que no haya reconocido que César fué tirano -de su patria y que Bruto y Casio lo asesinaron con justicia, porque -el que mata a un tirano no mata a un hombre sino a una bestia con -figura humana. Todos los tiranos carecen del amor que debe sentirse -naturalmente para el prójimo; están privados de inclinaciones humanas, -no son, pues, hombres, sino bestias; que no tienen ningún amor para el -prójimo, es la evidencia misma; de otro modo no habrían tomado lo que -pertenece a los demás y no habrían llegado a ser tiranos que pisotean -a los hombres. Es claro, por lo tanto, que quien mata a un tirano no -comete un asesinato, porque no mata a un hombre sino a una bestia. Así, -Bruto y Casio no cometieron un crimen asesinando a César. Primero, -porque mataron a un hombre que todo ciudadano romano tenía obligación -de matar según lo mandaban las leyes. Segundo, porque no mataron a un -hombre sino a una bestia con figura humana”[272]. - -Miguel Ángel se encontró en la primera fila de los rebeldes florentinos -en los días del despertar nacional y republicano, después de la llegada -a Florencia de las noticias de la toma de Roma por los ejércitos de -Carlos V[273], y la expulsión de los Médicis[274]. El mismo hombre que -en tiempo ordinario recomendaba a los suyos que huyeran de la política -como de la peste, estaba en un estado de sobre-excitación que no temía -ni a la una ni a la otra. Se quedó en Florencia, donde había peste y -revolución. La epidemia atacó a su hermano Buonarroto, quien murió en -sus brazos[275]. En octubre de 1528, tomó parte en la deliberación -para la defensa de la ciudad; el 10 de enero de 1529, fué escogido -en el _Collegium_ de los _Nove di milizia_ para los trabajos de las -fortificaciones. El 6 de abril fué nombrado por un año _governatore -generale_ y _procuratore_ de las fortificaciones de Florencia. En junio -fué a inspeccionar la ciudadela de Pisa y los bastiones de Arezzo y de -Liorna; y en julio y agosto fué enviado a Ferrara para examinar las -famosas obras de defensa y conferenciar con el Duque, muy conocedor de -fortificaciones. - -Miguel Ángel reconoció que el punto más importante de la defensa -de Florencia era la colina de San Miniato, y decidió asegurar esta -posesión por medio de bastiones. Pero no se sabe por qué se encontró -con la oposición del gonfaloniero Capponi, quien trató de alejarlo de -Florencia[276]. Miguel Ángel, sospechando que Capponi y el partido -de los Médicis querían librarse de él, para impedir la defensa de -la ciudad, se instaló en San Miniato y no se movió. Su desconfianza -enfermiza acogía todos los rumores de traición que circulaban en una -ciudad sitiada, y que en este caso eran demasiado fundados. Capponi, -que se hizo sospechoso, había sido reemplazado como gonfaloniero por -Francesco Carducci; pero se había nombrado _condottiere_ y gobernador -general de las tropas florentinas al inquietante Malatesta Baglioni, -quien más tarde había de entregar la ciudad al Papa. Miguel Ángel -presentía el crimen. Participó sus temores a la Señoría. “El -gonfaloniero Carducci, en vez de darle las gracias, le contestó -injuriosamente, y le reprochó que fuera tan desconfiado y medroso”[277]. - -Malatesta supo la denuncia de Miguel Ángel; un hombre de su temple -no retrocedía ante nada para quitarse un adversario peligroso; y en -Florencia era omnipotente como generalísimo. Miguel Ángel se creyó -perdido. “Yo estaba resuelto, sin embargo--escribió--a esperar sin -temor el fin de la guerra. Pero el martes por la mañana, 21 de -septiembre, alguien vino fuera de la puerta de San Niccoló donde yo -estaba en los bastiones, y me dijo al oído que si quería salvar mi -vida, no podía permanecer más tiempo en Florencia. Esta misma persona -me acompañó a mi casa, comió conmigo, me proporcionó caballos y no me -dejó hasta verme fuera de Florencia”[278]. - -Varchi, completando estos informes agrega que Miguel Ángel “mandó -ocultar 12,000 florines de oro en tres camisas cosidas y prendidas en -forma de jubones, y que huyó de Florencia no sin dificultad, por la -puerta de la Justicia que era la menos custodiada, con Rinaldo Corsini -y su discípulo Antonio Mini”. - -“Si era Dios o el diablo quien me empujaba, no lo sé”, escribió Miguel -Ángel algunos días después. Era su demonio habitual de terror demente. -¡Qué tal sería su espanto, si es cierto como se dice, que habiéndose -detenido en su camino, en Castelnuovo, en la casa del antiguo -gonfaloniero Capponi, le causó con sus relatos una emoción tan fuerte, -que el pobre viejo murió algunos días después![279]. - -El 23 de septiembre Miguel Ángel estaba en Ferrara. Por su excitación, -rehusó la hospitalidad que el Duque le ofrecía en el castillo y -continuó su fuga. Llegó el 25 de septiembre a Venecia. La Señoría, -habiendo tenido aviso de su llegada, le envió dos gentiles hombres para -poner a su disposición todo lo que necesitara. Pero él, vergonzoso y -huraño, rehusó y se escondió en el barrio de la Giudecca. No se creía -aún bastante lejos. Quería huir a Francia. El mismo día de su llegada a -Venecia, dirige una carta ansiosa y trepidante a Battista della Palla, -comisionado de Francisco I en Italia para la compra de obras de arte. - -“Battista, muy querido amigo, he salido de Florencia para ir a Francia; -al llegar a Venecia me he informado del camino y se me ha dicho que -era necesario pasar por los países alemanes, lo que es muy peligroso -y difícil para mí. ¿Todavía tenéis intención de hacer el viaje? Os lo -suplico, informadme y decidme dónde queréis que yo os espere; iremos -juntos. Os lo suplico, respondedme al recibir esta carta, y tan pronto -como os sea posible, porque me consumo en deseo de partir. Y si ya no -deseáis hacer el viaje, hacédmelo saber para que yo me decida cueste lo -que cueste, a irme solo...”[280]. - -El Embajador de Francia en Venecia, Lázaro de Baif, se apresuró a -escribir a Francisco I y al Condestable Montmorency, haciéndoles -instancias para aprovechar la ocasión de que Miguel Ángel se -estableciera en la Corte de Francia. El Rey mandó ofrecer -inmediatamente a Miguel Ángel una pensión y una casa. Pero este cambio -de cartas requirió naturalmente algún tiempo, y cuando llegó la oferta -de Francisco I, Miguel Ángel ya había vuelto a Florencia. Su fiebre se -había extinguido; en el silencio de la Giudecca había tenido tiempo -para avergonzarse de su miedo. Su fuga había hecho mucho ruido en -Florencia. El 30 de septiembre la Señoría decretó que todos los que -habían huido serían proscriptos como rebeldes si no volvían antes del -7 de octubre. En esta fecha, los fugitivos fueron declarados rebeldes -y sus bienes confiscados. Sin embargo, el nombre de Miguel Ángel no -figuraba todavía en la lista; la Señoría le otorgaba un nuevo plazo, -y el embajador florentino en Ferrara, Galeotto Giugni, advirtió a la -República que Miguel Ángel había conocido demasiado tarde el decreto, y -que estaba dispuesto a volver si se le perdonaba. La Señoría prometió -su perdón a Miguel Ángel y le envió a Venecia un salvoconducto con el -tallador de piedras Bastiano di Francesco. - -Bastiano le entregó diez cartas de amigos que le conjuraban todos a -regresar[281]. Entre ellos, el generoso Battista della Palla lo llamaba -con palabras llenas de amor patrio: - -“Todos vuestros amigos, sin distinción de opiniones, sin vacilar, con -una sola voz, os exhortan a volver para conservar vuestra vida, vuestra -patria, vuestros amigos, vuestros bienes y vuestro honor, para gozar de -los tiempos nuevos que tan ardientemente habéis deseado y esperado”. - -Creía que la edad de oro había vuelto para Florencia y no dudaba del -triunfo de la buena causa. El infeliz debía ser una de las primeras -víctimas de la reacción, después del retorno de los Médicis. - -Sus palabras decidieron a Miguel Ángel. Volvió lentamente: Battista -della Palla que fué a encontrarlo a Lucca lo esperó muchos días y ya -comenzaba a desesperar[282]. Al fin el 20 de noviembre Miguel Ángel -volvió a Florencia[283]. El día 23 su sentencia de proscripción fué -levantada por la Señoría, pero se decidió que el Gran Consejo estaría -cerrado para él por tres años[284]. - -Desde entonces Miguel Ángel cumplió bravamente con su deber hasta el -fin. Volvió a su puesto en San Miniato, que los enemigos bombardeaban -desde hacía un mes; hizo fortificar de nuevo la colina, e inventó -máquinas nuevas, y se dice que salvó el _campanile_ cubriéndolo con -bultos de lana y colchones colgados con cuerdas[285]. El último -indicio que se tiene de su actividad durante el sitio, es una noticia -de 22 de febrero de 1530, que nos lo muestra trepando sobre la cúpula -de la catedral, para vigilar los movimientos del enemigo o para -inspeccionar el estado de la misma cúpula. - -Sin embargo, la desgracia prevista se cumplió. El 2 de agosto de -1530, Malatesta Baglioni defeccionó. El día 12 capituló Florencia, -y el Emperador entregó la ciudad al Comisario del Papa, Baccio -Valori. Entonces comenzaron las ejecuciones. Los primeros días nada -detuvo la venganza de los vencedores. Los mejores amigos de Miguel -Ángel--Battista della Palla entre ellos--fueron las primeras víctimas. -Miguel Ángel se ocultó, según se cuenta, en el campanario de San -Niccoló-oltr’Arno. Tenía motivos justos para temer, porque había -circulado el rumor de que tuvo intenciones de destruir el Palacio -de los Médicis. Pero Clemente VII no le había perdido su cariño. Si -creemos a Sebastián del Piombo, se entristeció mucho por lo que supo de -Miguel Ángel durante el sitio; pero se contentaba con alzar los hombros -y decir: - -“Miguel Ángel no tiene razón; yo nunca le he hecho ningún mal”[286]. -Inmediatamente que se apagó la primera cólera de los proscriptores, -Clemente VII escribió a Florencia; ordenaba que se buscara a Miguel -Ángel, agregando que si quería continuar en el trabajo de las tumbas -de los Médicis, debía ser tratado con todas las consideraciones que -merecía[287]. - -Miguel Ángel salió de su escondite y reanudó el trabajo destinado a -glorificar a los mismos a quienes había combatido. Su desgracia lo -obligó a más aún: consintió en esculpir el _Apolo tomando una flecha -de su carcax_, para Baccio Valori, el instrumento de las más bajas -comisiones del Papa, el asesino de su amigo Battista della Palla[288]. -Poco después tuvo que renegar de los proscriptos florentinos[289]. -¡Lamentable debilidad de un gran hombre, reducido a defender por medio -de cobardías la vida de sus sueños artísticos contra la brutalidad -asesina de la fuerza material, que podía impunemente aplastarlo! No -sin razón debía consagrar todo el fin de su vida a elevar un monumento -sobrehumano al Apóstol Pedro: más de una vez, como él, tuvo que llorar -al oír el canto del gallo. - -Forzado a mentir, obligado a adular a un Valori, a celebrar a un -Lorenzo, Duque de Urbino, estallaba de dolor y de vergüenza. Se -entregó al trabajo y puso en él toda su rabia de aniquilamiento[290]. -No esculpió la estatua de los Médicis, sino la estatua de su -desesperación. Cuando se le hacía notar la falta de parecido en los -rostros de Juliano y Lorenzo de Médicis, respondía soberbiamente: -“¿Quién los verá dentro de diez siglos?” Del uno hizo la Acción, -del otro el Pensamiento, y las estatuas del zócalo que sirven -como de comentario--_el Día_ y _la Noche_, _la Aurora_ y _el -Crepúsculo_--expresan el sufrimiento de vivir y el desprecio de todo -lo que existe. Estos inmortales símbolos del dolor humano, fueron -terminados en 1531[291]. ¡Suprema ironía! nadie los comprendió. Un -Giovanni Strozzi, contemplando la formidable _Noche_, hacía _concetti_: - -“La _Noche_ que tú ves dormir, tan graciosamente, fué esculpida por -un Ángel en esta roca; y puesto que habla, vive. Si no lo crees, -despiértala y te hablará”. - -Miguel Ángel respondió: “El sueño me es grato, y más todavía el ser de -piedra mientras que duren el crimen y la vergüenza. No ver, no sentir, -es para mí una gran ventura; por eso no me despiertes, habla en voz -baja”. - - _Caro m’è ’l sonno et più l’esser di sasso, - Mentre che ’l danno e la vergogna dura. - Non veder, non sentir m’è gran ventura; - Pero non mi destar, deh! parla basso._[292]. - -Y en otra poesía exclamaba: “El cielo está dormido, puesto que uno solo -se apropia los bienes de muchos hombres”. - -Y Florencia responde a sus gemidos[293]: “No interrumpáis vuestros -santos pensamientos; el que cree haberos despojado de mí, no goza de -su gran crimen por causa de su gran miedo. Menor alegría es para los -amantes la plenitud del goce que extingue el deseo, que la miseria -llena de esperanza”[294]. - -Hay que pensar en lo que fué el saqueo de Roma y la caída de Florencia -para los espíritus de entonces. Una quiebra espantosa de la razón, un -derrumbamiento. - -Muchos ya no se volvieron a levantar. Un Sebastián del Piombo cae -en un escepticismo despreocupado: “He llegado a tal extremo que el -universo podría hundirse sin que a mí me importe, y me río de todo... -No me parece que todavía sea yo el Bastiano de antes del saqueo, no -puedo volver en mí”[295]. - -Miguel Ángel piensa en matarse: “Si alguna vez es permitido darse la -muerte, sería muy justo que este derecho perteneciera a quien, lleno -de fe, vive esclavo y miserable”[296]. Estaba en una convulsión de -espíritu. Cayó enfermo en junio de 1531. Clemente VII se esforzaba en -vano por tranquilizarlo. Le mandaba decir por conducto de su Secretario -y de Sebastián del Piombo, que no se excediera en el trabajo, que -tuviera moderación para no fatigarse, que de vez en cuando diera un -paseo, que no se redujera a la condición de un rudo operario[297]. En -el otoño de 1531 se temía por su vida. Uno de sus amigos escribía a -Valori: “Miguel Ángel está extenuado y enflaquecido. He hablado de ello -últimamente con Bugiardini y Antonio Mini, y estamos de acuerdo en que -no vivirá mucho si no se le cuida seriamente. Trabaja demasiado, come -poco y mal, y duerme todavía menos. Desde hace un año sufre dolores -de cabeza y de corazón”[298]. Clemente VII se preocupó; el 21 de -noviembre de 1531 un Breve del Papa prohibió a Miguel Ángel, bajo pena -de excomunión, trabajar en otra cosa más que en la tumba de Julio II y -en la de los Médicis, para que pudiera conservar su salud “y glorificar -por más tiempo a Roma, a su familia y a sí mismo”[299]. - -Lo protegió contra las impertinencias de Valori y de los ricos -pedigüeños que iban, según la costumbre, a mendigar obras de arte y a -imponer a Miguel Ángel nuevos trabajos. “Cuando te pidan un cuadro, -debes sujetarte en el pie tu pincel, pintar cuatro rasgos y decir: -el cuadro está hecho”[300]. Se interpuso entre Miguel Ángel y los -herederos de Julio II, que se hacían cada vez más amenazantes[301]. En -1532 se firmó un cuarto contrato entre los representantes del duque -de Urbino y Miguel Ángel, respecto a la tumba; Miguel Ángel prometió -hacer un nuevo modelo del monumento, muy reducido[302], terminarlo en -tres años y pagar todos los gastos, así como dos mil ducados por todo -lo que había recibido ya de Julio II y de sus herederos. “Bastará con -que se encuentre en la obra, escribe Sebastián del Piombo a Miguel, -un poco de vuestro olor”. _Un poco del vostro odore_[303]. Tristes -condiciones, porque lo que así firmaba Miguel Ángel era el fracaso de -su gran proyecto y todavía tenía que pagar por esto. Pero en verdad lo -que firmaba Miguel Ángel en cada una de sus obras desesperadas, era el -fracaso de su vida, el fracaso de la Vida. - -Después del proyecto del monumento de Julio II se hundió el proyecto -de las tumbas de los Médicis. Clemente VII murió el 25 de septiembre -de 1534; y Miguel Ángel, por fortuna, estaba entonces ausente de -Florencia. Desde hacía mucho tiempo vivía allí con inquietud porque el -duque Alejandro de Médicis lo odiaba. Si no hubiera sido por el respeto -del Papa, lo hubiera mandado matar[304]. Su enemitad había crecido aún, -desde que Miguel Ángel se había rehusado a contribuir a la sujeción de -Florencia elevando una fortaleza para dominar la ciudad; rasgo de valor -que demuestra bastante en este hombre tímido la grandeza de su amor a -la patria. - -Desde hacía mucho tiempo Miguel Ángel esperaba todo de parte del duque; -y cuando Clemente VII murió no pudo salvarse más que por la casualidad -que lo hizo estar en aquel momento fuera de Florencia, adonde no volvió -ya más[305]. La Capilla de los Médicis no fué nunca terminada. Lo que -conocemos con este nombre no tiene más que una lejana relación con lo -que había soñado Miguel Ángel; apenas nos queda el esqueleto de la -decoración mural. No solamente Miguel Ángel no había ejecutado ni la -mitad de las estatuas[306], ni las pinturas que proyectaba[307]; pero -cuando sus discípulos se esforzaron más tarde por descubrir y completar -su pensamiento, él mismo no fué capaz de decirles cuál había sido[308]; -había renunciado tan absolutamente a todas sus empresas, que las había -olvidado. - - * * * * * - -El 23 de septiembre de 1534, Miguel Ángel volvió a Roma, donde -debía permanecer hasta su muerte[309]. Hacía veintiún años que la -había dejado. En estos veintiún años, había hecho tres estatuas del -monumento no terminado de Julio II, siete estatuas no terminadas del -monumento no terminado de los Médicis, el Vestíbulo no terminado de la -_Laurenziana_, el Cristo no terminado de Santa María de la Minerva, el -_Apolo_ no terminado para Baccio Valori. Había perdido su salud, su -energía, su fe en el arte y en la patria. Había perdido el hermano a -quien quería más[310]. Había perdido a su padre que adoraba[311]. A la -memoria del uno y del otro había elevado un poema de dolor, admirable, -incompleto como todo lo que hacía, ardiendo por la pasión de morir: - -“...Ahora que el cielo te arrancó de nuestra miseria, ten compasión de -mí que vivo muerto!... has matado a la muerte y te has hecho divino; -no temes los cambios de la vida y del deseo; apenas puedo escribirlo -sin envidia. La fortuna y el tiempo que nos traen únicamente la -alegría dudosa y la desgracia segura, no se atreven a pasar vuestra -puerta. Ninguna nube obscurece vuestra luz, el paso de las horas no os -inquieta, la necesidad y el azar no os impulsan. La noche no amortigua -vuestro esplendor, ni el día lo aumenta a pesar de su claridad. Por tu -muerte aprendo a morir, mi querido padre. La muerte no es, como algunos -creen, lo peor para aquél cuyo último día es el primero y eterno cerca -del trono de Dios. Ahí espero y creo volver a verte, por la gracia de -Dios, si mi razón arranca a mi corazón del fango terrestre y si el -máximo amor entre el padre y el hijo crece en el cielo como todas las -virtudes”[312]. - -Nada lo retiene ya en la tierra: ni arte, ni ambiciones, ni ternura, -ni esperanza de ninguna especie. Tiene sesenta años, su vida parece -terminada; está solo, no cree en sus obras; tiene la nostalgia de la -muerte, el deseo apasionado de escapar al fin, “del cambio del ser y -del deseo, de la violencia de las horas, de la tiranía, de la necesidad -y del azar”. - -“...¡Ay de mí! ¡Ay de mí! he sido traicionado por mis días fugaces... -he esperado demasiado; el tiempo ha huido y yo me encuentro viejo. Ya -no puedo arrepentirme ni recogerme con la muerte cerca de mí. Lloro en -vano: no hay desgracia igual al tiempo perdido...”. - -“¡Ay de mí! ¡Ay de mí!... ¡cuando vuelvo los ojos hacia mi pasado no -encuentro ni un solo día que haya sido mío! Las falsas esperanzas -y el vano deseo, lo reconozco ahora, me han tenido llorando, -amando, ardiendo y suspirando--porque ningún afecto mortal me es -desconocido--lejos de la verdad... ¡Ay de mí!, ¡ay de mí! No sé adónde -voy y tengo miedo, y si no me equivoco--¡oh!, Dios quiera que me -equivoque--veo el castigo eterno, ¡oh Señor!, por el mal que he hecho -conociendo el bien, y ya no sé qué esperar...”[313]. - - - NOTAS: - -[264] _Poesías_, XLIX. - -[265] Carta de septiembre de 1512, a propósito de lo que había dicho -sobre el saqueo de Prato por los Imperiales, aliados de los Médicis. - -[266] Carta de Miguel Ángel a Buonarroto (septiembre de 1512). - -[267] “No soy un loco, como os imagináis...”. (Miguel Ángel a -Buonarroto, septiembre de 1515). - -[268] Miguel Ángel a Buonarroto (septiembre y octubre de 1512). - -[269] En 1545. - -[270] Donato Giannotti fué para quien hizo Miguel Ángel el busto de -_Brutus_. Algunos años antes de _El Diálogo_, en 1536, Alejandro de -Médicis había sido asesinado por Lorenzino, quien fué celebrado como un -nuevo Bruto. - -[271] _De’ giorni che Dante consumò nel cercare l’Inferno e ’l -Purgatorio._ La cuestión que discuten los amigos es la de saber cuántos -días pasó Dante en el infierno: ¿fué del viernes en la tarde al sábado -en la tarde, o del jueves en la tarde al domingo por la mañana? Se -recurre a Miguel Ángel, quien conocía la obra del Dante mejor que nadie. - -[272] Miguel Ángel, o Giannotti, que habla en nombre suyo, tiene -cuidado de distinguir de los tiranos a los reyes hereditarios o -príncipes constitucionales: “Yo no hablo aquí de los príncipes que -poseen su poder por la autoridad de los siglos o por la voluntad del -pueblo, y que gobiernan sus ciudades en perfecto acuerdo espiritual con -el pueblo”. - -[273] Mayo 6 de 1527. - -[274] Expulsión de Hipólito y Alejandro de Médicis (mayo 17 de 1527). - -[275] Julio 2 de 1528. - -[276] Busini, según las confidencias de Miguel Ángel. - -[277] Condivi. “Y seguramente, agrega Condivi, hubiera hecho mejor -escuchando el buen consejo; porque cuando los Médicis volvieron fué -decapitado”. - -[278] Carta de Miguel Ángel a Battista della Palla (septiembre 25 de -1529). - -[279] Segni. - -[280] Carta de Miguel Ángel a Battista della Palla (septiembre 25 de -1529). - -[281] Octubre 22 de 1529. - -[282] Le escribió otras cartas conjurándolo para que volviera. - -[283] Cuatro días antes, su pensión le había sido retirada por decreto -de la Señoría. - -[284] Según una carta de Miguel Ángel a Sebastián del Piombo, debía -también pagar a la Comuna una multa de 1,500 ducados. - -[285] “Cuando el Papa Clemente y los españoles pusieron sitio a -Florencia--cuenta Miguel Ángel a Francisco de Holanda--los enemigos -fueron mucho tiempo detenidos por las máquinas que yo hice construir -sobre la terraza. Una noche hacía yo que se cubriera el exterior de -los muros con sacos de lana; otra, mandaba cavar fosos para llenarlos -de pólvora y hacerlos estallar, quemando a los Castellanos de tal modo -que saltaran por el aire sus miembros desgarrados... ¡Para eso sirve -la pintura! para las máquinas y los instrumentos de guerra; para dar -una forma conveniente a las bombardas y a los arcabuces; para construir -puentes y confeccionar escalas, y sobre todo para los planos y las -proporciones de las fortalezas, de los bastiones, de los fosos, de las -minas y de las contraminas...”. (Francisco de Holanda: _Diálogo sobre -la pintura en la ciudad de Roma_. Tercera parte, 1549). - -[286] Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel (abril 29 de 1531). - -[287] Condivi. Desde el 11 de diciembre de 1530, la pensión de Miguel -Ángel fué restablecida por el Papa. - -[288] Otoño de 1530. La estatua está en el _Museo Nazionale_ de -Florencia. - -[289] En 1544. - -[290] En estos mismos años, los más sombríos de su vida, Miguel Ángel, -por una reacción salvaje de su naturaleza contra el pesimismo cristiano -que lo ahogaba, ejecutó obras de un paganismo audaz, como la _Leda -acariciada por el Cisne_--1529-1530--la cual, pintada para el duque de -Ferrara, obsequiada después por Miguel Ángel a su discípulo Antonio -Mini, fué llevada por este último a Francia donde se dice que fué -destruida por el año de 1643, a causa de su aspecto lascivo, por Sublet -des Noyers. Un poco más tarde, Miguel Ángel pintó para Bartolommeo -Bettini, una _Venus acariciada por el amor_, de la cual Pontormo hizo -un cuadro que está en los Uffizi. Otros dibujos de un impudor grandioso -y severo son probablemente de la misma época. Carlos Blanc describe uno -de ellos: “En él se ven los transportes de una mujer violada, que se -defiende contra un robusto raptor, pero no sin expresar un involuntario -sentimiento de dicha y orgullo”. - -[291] La _Noche_ fué esculpida probablemente en el otoño de 1530; -estaba terminada en la primavera de 1531; la _Aurora_, en septiembre -de 1531; el _Crepúsculo_ y el _Día_, un poco después. Véase doctor -Ernst Steinmann: _Das Geheimnis der Medicigraber Michel Angelos_, 1907, -Hiersemann. Leipzig. - -[292] _Poesías_, CIX, 16, 17. Según Frey de fecha de 1545. - -[293] Miguel Ángel imagina un diálogo entre Florencia y los florentinos -desterrados. - -[294] _Poesías_, CIX, 48. Véase Apéndice VII. - -[295] Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel, de 24 de febrero de -1531. Era la primera carta que le escribía después del saqueo de Roma: - -“Dios sabe cuán feliz he sido porque después de tantas miserias y -peligros, el Todopoderoso nos haya dejado vivos y con buena salud por -su misericordia y su piedad. Cuando pienso en ello me parece una cosa -verdaderamente maravillosa... Ahora, compadre mío, que hemos pasado -por el agua y por el fuego y hemos sufrido cosas inimaginables, demos -gracias a Dios por todo, y pasemos al menos el resto de nuestra vida en -el mayor reposo posible. Hay que contar muy poco con la Fortuna, porque -es pérfida y dolorosa...”. - -En esta época se violaba la correspondencia. Sebastián recomendaba a -Miguel Ángel, considerado como sospechoso, que desfigurara su escritura. - -[296] _Poesías_, XXXVIII. Véase Apéndice VIII. - -[297] “..._Non voria che ve fachinasti tanto_...”. Carta de Pier Paolo -Marzi a Miguel Ángel, junio 20 de 1531. Véase carta de Sebastián del -Piombo a Miguel Ángel (junio 16 de 1531). - -[298] Carta de Giovanni Battista di Paolo Mini a Valori, de 29 de -septiembre de 1531. - -[299] “..._Né aliquo modo laborare debeas, nisi in sepultura et opera -nostra, quam tibi commisimus_...”. - -[300] Carta de Benvenuto della Volpaja a Miguel Ángel. Noviembre 26 de -1531. - -[301] “Si no tuvierais el escudo del Papa, le escribe Sebastián, -saltarían como serpientes”. (_Saltariano come serpenti._) Marzo 5 de -1532. - -[302] Ya no se trataba más que de entregar para la tumba, que debía -ser levantada en San Pedro Ad Víncula, seis estatuas comenzadas y no -terminadas:--sin duda el _Moisés_, la _Victoria_ y los _Esclavos_ y las -figuras de la gruta Boboli. - -[303] Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel (abril 6 de 1532). - -[304] Muchas veces Clemente VII tuvo que tomar la defensa de Miguel -Ángel, contra su sobrino Alejandro. Sebastián del Piombo cuenta a -Miguel Ángel una escena de este género en la cual “el Papa habló con -tanta vehemencia, furor, y resentimiento, en términos tan terribles, -que no es permitido escribirlos”. (Agosto 16 de 1533). - -[305] Condivi. - -[306] Miguel Ángel había ejecutado parcialmente siete estatuas, y las -dos tumbas de Lorenzo de Urbina y de Julián de Nemours y la Madona. No -había comenzado las cuatro estatuas de los ríos, que quería hacer, y -abandonó a otros las figuras para las tumbas de Lorenzo el Magnífico y -de Julián, hermano de Lorenzo. - -[307] Vasari preguntó a Miguel Ángel en 17 de marzo de 1563, “que qué -pensaba hacer respecto a las pinturas sobre los muros”. - -[308] No se supo siquiera dónde colocar las estatuas ya hechas, ni -cuáles había querido hacer para los nichos que estaban vacíos. En -vano Vasari y Ammanati, encargados por el duque Cosme I de acabar la -obra emprendida por Miguel Ángel, se dirigieron a él: no se acordaba -de nada. “La memoria y el espíritu se me han anticipado, escribía en -agosto de 1557, para esperarme en el otro mundo”. - -[309] Miguel Ángel recibió los derechos de ciudadano romano el 20 de -marzo de 1546. - -[310] Buonarroto, muerto de la peste en 1528. - -[311] En junio de 1534. - -[312] _Poesías_, LVIII. Véase Apéndice IX. - -[313] _Poesías_, XLIX. Véase Apéndice X. - - - - - LA ABDICACIÓN - - - [Ilustración] - - - I - AMOR - - _I’ me la morte, in te la vita mia._[314] - - -Entonces, en este corazón despedazado, después de renunciar a todo -lo que lo hacía vivir, se levantó una vida nueva, refloreció una -primavera, el amor ardió con una llama más clara. Pero este amor no -tenía casi nada de egoísta ni de sensual. Fué la adoración mística -de la belleza de un Cavalieri; fué la religiosa amistad de Vittoria -Colonna, comunión apasionada de dos almas en Dios; fué, en fin, la -ternura paternal para sus sobrinos huérfanos, la piedad para los -pobres y para los débiles, la santa caridad. - -El amor de Miguel Ángel para Tommaso dei Cavalieri es muy propio -para desconcertar a la mayoría de los espíritus, ya sean bien o mal -intencionados. Hasta en la Italia del fin del Renacimiento era muy a -propósito para provocar interpretaciones desagradables; el Aretino -lo comentaba injuriosamente[315]. Pero las injurias de los Aretinos, -porque siempre los hay, no pueden alcanzar a un Miguel Ángel. -“Se forman en su corazón un Miguel Ángel del género de su propio -corazón”[316]. - -Ninguna alma fué más pura que la de Miguel Ángel; nadie tuvo del amor -un concepto más religioso. - -“Con frecuencia he oído--decía Condivi--a Miguel Ángel hablando del -amor; y los que estaban presentes decían que Platón no hablaba de otro -modo. Por mi parte, yo no sé lo que Platón dijo; pero sé muy bien que -después de haber tenido por mucho tiempo amistad íntima con él, nunca -oí salir de sus labios más que conceptos honorables que tenían fuerza -para extinguir en los jóvenes los deseos desordenados que los agitan”. - -Pero este idealismo platónico, no tenía nada de literario ni de frío; -se adunaba con una fuerza del pensamiento que hacía de Miguel Ángel una -verdadera víctima de todo lo bello que veía. El propio Miguel Ángel no -lo ignoraba y un día, al rehusar una invitación de su amigo Giannotti, -dijo: - -“Cuando veo a un hombre que posee algún talento o algún don del -espíritu, un hombre que logra hacer o decir algo mejor que el resto -del mundo, me siento atraído hacia él y me entrego de tal modo que ya -no me pertenezco a mí mismo... todos vosotros estáis tan bien dotados -que si aceptara vuestra invitación, perdería mi libertad; cada uno -de vosotros me robaría un pedazo de mí mismo. Hasta el bailarín y el -tocador de laúd, si fueran eminentes en su arte, harían de mí lo que -quisieran. En vez de descansar, fortificarme y recobrar la serenidad en -vuestra compañía, quedaría mi alma desgarrada y dispersa a todos los -vientos, de tal manera que durante muchos días después no sabría yo en -qué mundo me muevo”[317]. - -Si así lo conquistaban la belleza de los pensamientos de las palabras o -de los sentidos, mucho más lo conmovía la belleza del cuerpo. - - _La forza d’un bel viso a che mi sprona! - C’altro non è c’al mondo mi diletti_[318]... - -“La fuerza de un rostro hermoso es para mí un gran estímulo y no hay -nada en el mundo que me produzca tanto deleite”. - -Para este creador de formas admirables, que era al mismo tiempo un gran -creyente, un hermoso cuerpo era divino, un hermoso cuerpo era como -Dios mismo, apareciendo bajo el velo de la carne. Como Moisés frente -a la zarza ardiente, Miguel Ángel se aproximaba tembloroso. El objeto -de su adoración era verdaderamente para él, como decía, un _Ídolo_. Se -prosternaba a sus pies, y esta humillación voluntaria del gran hombre, -penosa para el mismo Cavalieri, era tanto más extraña cuanto que con -frecuencia el ídolo de bello rostro tenía un alma vulgar y despreciable -como Febo di Poggio. Pero Miguel Ángel no veía nada... ¿No veía en -verdad?--no quería ver nada;--en su corazón era donde modelaba la -estatua apenas esbozada. - -El más antiguo de sus amantes ideales, de sus ensueños vivientes, -fué Gherardo Perini, por el año de 1522[319]. Miguel Ángel se enamoró -de Febo di Poggio en 1533, y de Cecchino dei Bracci en 1544[320]. Su -amistad para Cavalieri no fué pues exclusiva y única, pero fué durable -y alcanzó un grado de exaltación, justificada, hasta cierto punto, no -solamente por la belleza sino por la nobleza moral de su amigo. - -Dice Vasari: “Por encima de todos, sin comparación, amó a Tommaso dei -Cavalieri, gentilhombre romano, joven y apasionado por el arte; hizo de -él un retrato de tamaño natural, el único retrato que dibujó, porque -tenía horror de copiar a una persona viva a menos que no fuese de una -incomparable belleza”. - -Varchi agrega: - -“Cuando vi en Roma a Messer Tommaso Cavalieri, tenía no solamente -una incomparable belleza, sino maneras tan agraciadas, un espíritu -tan distinguido y una conducta tan noble que bien merecía ser amado -mientras más se le conocía”[321]. - -Miguel Ángel lo conoció en Roma en el otoño de 1532. La primera carta -que Cavalieri escribió contestando a las declaraciones inflamadas de -Miguel Ángel, está llena de dignidad: - -“He recibido una carta vuestra que me ha sido tanto más grata cuanto -era inesperada; digo inesperada, porque no me juzgo digno de que un -hombre como vos me escriba. En cuanto a lo que decís en mi alabanza y -de mis trabajos, por los cuales me aseguráis una simpatía no pequeña, -os respondo que no son de naturaleza tal para que un hombre de genio -como el vuestro, como no existe otro sobre la tierra, ya no digo igual, -pero ni siquiera aproximado, escriba a un joven que principia apenas y -que es tan ignorante. Yo no creo que me mintáis, pero sí creo, estoy -seguro, de que el afecto que me tenéis no tiene otra causa más que el -amor que un hombre como vos debe necesariamente tener para los que se -consagran al arte y lo aman. Yo soy de éstos, y en este punto no cedo -a nadie. Os devuelvo vuestro afecto, lo prometo; nunca he estimado a -un hombre tanto como a vos, nunca he deseado una amistad tanto como -la vuestra. Os suplico que me tengáis por vuestro servidor, cuando -sea oportuno, y me recomiendo eternamente a vos. Vuestro muy adicto, -Tommaso Cavalieri”[322]. - -Cavalieri parece haber conservado siempre este tono de afecto -respetuoso y reservado. Permaneció fiel a Miguel Ángel hasta su última -hora, en la cual estuvo presente. Tuvo siempre su confianza, era el -único que pasaba por tener influencia sobre él y tuvo el raro mérito -de usarla siempre para el bien y la grandeza de su amigo; él fué el -que decidió a Miguel Ángel a terminar el modelo en madera de la cúpula -de San Pedro; él fué quien conservó los planos de Miguel Ángel para la -construcción del Capitolio y quien trabajó para realizarlos; él fué, en -fin, quien después de la muerte de Miguel Ángel vigiló el cumplimiento -de su voluntad. - -Pero la amistad de Miguel Ángel para él era como una locura de amor. -Le escribía cartas delirantes, se dirigía a su ídolo prosternando la -frente en el polvo[323]. Lo llama un “genio poderoso... un milagro... -la luz de nuestro siglo”; le suplica “que no lo desprecie porque no -puede compararse a él, porque nadie puede igualarlo”. Le ofrece como un -homenaje todo su presente y todo su porvenir, y agrega: - -“Es para mí un dolor infinito no poder daros también mi pasado para -poder serviros por más tiempo; porque el porvenir será corto, ya estoy -muy viejo[324]... No creo que nada pueda destruir nuestra amistad, -aunque hablo de una manera muy presuntuosa porque estoy infinitamente -por debajo de vos[325]... Tan fácilmente podría olvidar vuestra -amistad como el alimento que me da la vida; sí, más bien olvidaría el -alimento que sostiene únicamente mi cuerpo sin placer, que vuestro -nombre que alimenta al cuerpo y el alma y los llena de una dulzura -tal que mientras pienso en vos no siento ni sufrimiento ni temor de -la muerte[326]. Mi alma está en las manos de aquél a quien yo se la -he dado[327]... Si yo tuviera que dejar de pensar en él, creo que -caería muerto inmediatamente”[328]. Hizo a Cavalieri regalos soberbios: -“dibujos sorprendentes, cabezas maravillosas a lápiz rojo y negro que -había hecho expresamente para enseñarlo a dibujar. Después dibujó para -él un Ganímedes arrebatado al Cielo por el Águila de Zeus, un Tityos -con el buitre devorándole el corazón, la Caída de Faetonte en el Pó con -el carro del Sol y una Bacanal de niños; todas obras de la más rara -belleza y de una perfección inimaginables”[329]. - -Le dirigía también sonetos algunas veces admirables y muchas otras -obscuros, de los cuales algunos fueron pronto recitados en los círculos -literarios y conocidos por toda Italia[330]. Se ha dicho que el soneto -siguiente era “la más hermosa poesía lírica de Italia en el siglo -XVI”[331]. - -“Con vuestros ojos veo una dulce luz que con mis ojos ciegos no puedo -ver. Con vuestros pies soporto una carga pesada que con mis pies no -podría sostener. Por vuestro espíritu me siento elevado al cielo. -Según vuestra voluntad me pongo pálido o encendido, frío bajo el sol, -caliente entre las brumas frías. En vuestra voluntad está mi voluntad. -Mis pensamientos se forman en vuestro corazón y mis palabras en vuestro -aliento. Abandonado a mí mismo, soy como la luna si el sol no la -ilumina”[332]. - -Más célebre es todavía este otro soneto, uno de los más hermosos cantos -que se hayan escrito en honor de la perfecta amistad: - -“Si un casto amor, si una piedad suprema, si una fortuna igual existen -entre dos amantes, si la suerte cruel hiere a uno lo mismo que al otro, -si un solo espíritu y una sola voluntad gobierna dos corazones, si una -alma se hace eterna en dos cuerpos llevándolos hacia el cielo con las -mismas alas, si el amor hiere con su flecha dorada dos pechos a la -vez, si el uno ama al otro y ninguno se ama a sí mismo, si los dos no -tienen más placer ni más alegría que aspirar juntos al mismo fin, si -mil y mil amores no serían más que la centésima parte de este amor y -de esta fe que los une, ¿por un solo desdén se rompería este lazo para -siempre?”[333]. - -Este olvido de sí mismo, este don ardiente de todo el ser que se funde -en el ser amado, no tenía siempre la misma serenidad. La tristeza -triunfaba, y el alma poseída por el amor, se debatía gimiendo. - -“Lloro, ardo y me consumo y mi corazón con esto se alimenta...”. - - _I’ piango, i’ ardo, i’ mi consumo, e 'l core - Di questo si nutrisce..._[334]. - -“Tú, que me has quitado la alegría de vivir”, dice a Cavalieri[335]. - -A estas poesías demasiado apasionadas, “el dulce y amado señor”[336] -Cavalieri oponía su frialdad afectuosa y tranquila[337]. La exageración -de esta amistad le chocaba en secreto. Miguel Ángel se disculpaba: - -“Mi querido señor, no te irrites por mi amor que se dirige solamente a -lo que hay de mejor en ti[338]; porque el espíritu de uno debe sentirse -atraído por el espíritu del otro. Lo que yo deseo, lo que yo encuentro -en tu hermoso rostro, no puede ser comprendido por los hombres -vulgares. Quien quiera comprenderlo tiene que morir antes”[339]. - -Y seguramente esta pasión de la belleza no tenía nada que no fuera -honesto[340]. Pero la esfinge de este amor ardiente y turbio[341], y -casto a pesar de todo, no dejaba de ser inquietante y alucinada. - -Estas amistades mórbidas--esfuerzos desesperados para negar la nada -de su vida y para crear el amor del cual estaba hambriento,--fueron -substituidas afortunadamente por el cariño sereno de una mujer, que -supo comprender a este niño viejo, solo y perdido en el mundo, y que -devolvió a su alma lacerada un poco de paz, de confianza, de razón, y -la aceptación melancólica de la vida y de la muerte. - - * * * * * - -En 1533 y 1534[342], fué cuando la amistad de Miguel Ángel por -Cavalieri llegó a su paroxismo. En 1535 comenzó a conocer a Vittoria -Colonna. - -Había nacido ella en 1492; su padre era Fabrizio Colonna, señor de -Paliano, príncipe de Tagliacozzo. Su madre, Inés de Montefeltro, era -hija del gran Federico, príncipe de Urbino. Su familia una de las más -nobles de Italia, una de aquéllas en las cuales había encarnado mejor -el luminoso espíritu del Renacimiento. A los diecisiete años se casó -con el marqués de Pescara, Ferrante Francesco d’Avalos, gran General y -vencedor de Pavía. Ella lo amó; él no la amó. No era hermosa[343]. - -Las medallas que se conocen de ella muestran un semblante viril, -voluntarioso y un poco duro; frente alta, nariz larga y recta, labio -superior corto, y labio inferior un poco saliente; boca apretada y -mentón enérgico[344]. - -Filonico Alicarnasseo, que la conoció y escribió su vida, deja -entender, a pesar de todas las reticencias que usa, que era fea: -“cuando se casó con el marqués de Pescara--dice--se dedicó a -desarrollar los dones de su espíritu, porque como no poseía gran -belleza, se instruyó en las letras para asegurarse la belleza inmortal, -que no pasa como la otra”. Era apasionadamente intelectual. En un -soneto dice de sí misma que “los sentidos groseros, impotentes para -formar la armonía que produce el puro amor de las almas nobles, -no produjeron nunca en ella ni placer ni sufrimiento... Una llama -clara--agrega--elevó tan alto mi corazón, que los pensamientos bajos -lo ofenden”. No estaba hecha para ser amada por el brillante y sensual -Pescara. Pero como lo dispone la sinrazón del amor, estaba hecha para -amarlo y para sufrir por ello. - -Sufrió cruelmente, en efecto, las infidelidades de su marido, que la -engañaba en su propia casa, a la vista de todo Nápoles. Sin embargo, -cuando él murió, en 1525, no se consoló; se refugió en la religión -y en la poesía; llevó una vida de claustro en Roma y después en -Nápoles[345]; sin renunciar desde luego a los pensamientos del mundo, -buscaba la soledad sólo para absorberse en el recuerdo de su amor -y cantarlo en sus versos. Estaba relacionada con todos los grandes -escritores de Italia, con Sadoletto, Bembo, Castiglioni, quien le -confió el manuscrito de su _Cortegiano_; con el Ariosto, que la celebró -en su Orlando; con Pablo Jovio, Bernardo Tasso, Ludovico Dolce. Después -de 1530 sus sonetos circularon por toda Italia y le conquistaron una -gloria única entre las mujeres de su tiempo. Retirada en Ischia, -cantaba sin cansarse su amor transfigurado, en la soledad de la bella -isla, en medio del mar armonioso. - -Pero desde el año de 1534 se dedicó a la religión por completo. El -espíritu de reforma católica, el libre espíritu religioso que tendía -entonces a regenerar a la Iglesia evitando el cisma, se apoderó de -ella. No se sabe si conoció en Nápoles a Juan de Valdés[346]; pero la -conmovieron profundamente las predicaciones de Bernardino Ochino, de -Siena;[347] y fué amiga de Pietro Carnesecchi[348], de Giberti, de -Sadoletto, del noble Reginaldo Pole, y del más grande de estos prelados -reformadores que constituyeron en 1536 el _Collegium de emendanda -Ecclesia_, el Cardenal Gaspare Contarini[349], quien intentó en vano -establecer la unidad con los protestantes en la Dieta de Ratisbona y se -atrevió a escribir estas valientes palabras[350]: - -“La ley de Cristo es una ley de libertad... no se puede llamar gobierno -al que está regido por la voluntad de un hombre, inclinado por la -naturaleza al mal e impulsado por innumerables pasiones. ¡No! Toda -soberanía es una soberanía de la razón. Tiene por objeto conducir por -caminos de justicia a todos aquéllos que le están sometidos a su justo -fin: la felicidad. La autoridad del Papa es también una autoridad de -la razón. Un Papa debe saber que ejerce esta autoridad sobre hombres -libres. No debe a su arbitrio ordenar, prohibir o dispensar, sino -únicamente según las reglas de la razón, de los divinos mandamientos y -del amor. Esta regla conduce todo a Dios y al bien común”. - -Vittoria fué una de las almas más exaltadas de este pequeño grupo -idealista, donde se unían las más puras conciencias de Italia. Tuvo -correspondencia con Renato de Ferrara y con Margarita de Navarra; -y Pier Paolo Vergerio, más tarde protestante, la llamaba “una de -las luces de la verdad”. Pero cuando comenzó el movimiento de -contrarreforma dirigido por el despiadado Caraffa[351], cayó en una -duda mortal. Era, como Miguel Ángel, una alma apasionada pero débil; -tenía necesidad de creer y era incapaz de resistir a la autoridad de la -Iglesia. “Se mortificaba con ayunos y cilicios de tal manera que ya no -le quedaba más que la piel sobre los huesos”[352]. Su amigo el Cardenal -Pole[353] la tranquilizó obligándola a someterse, a humillar el orgullo -de su inteligencia y a olvidarse en Dios, en una especie de embriaguez -de sacrificio... Pero no se sacrificaba únicamente a sí misma sino a -sus amigos, porque tuvo que renegar de Ochino y entregar sus escritos -a la Inquisición de Roma. Como Miguel Ángel, este gran espíritu estaba -aniquilado por el miedo. Ahogaba sus remordimientos en un misticismo -desesperado: - -“Habréis visto el caos de ignorancia donde yo estaba, y el laberinto -de errores hacia donde iba, con el cuerpo perpetuamente en movimiento -para encontrar reposo y el alma siempre agitada para encontrar la paz. -Dios ha querido que se me dijera ‘Fiat lux!’ y que se me mostrara que -yo no era nada y que todo estaba en Cristo”[354]. - -Deseaba la muerte como una liberación, y murió el 25 de febrero de 1547. - - * * * * * - -Conoció a Miguel Ángel cuando estaba más penetrada del libre misticismo -de Valdés y de Ochino. Esta mujer triste y atormentada, que tenía -siempre necesidad de un guía para apoyarse, no tenía menos necesidad de -un ser más débil y más desgraciado que ella para dedicarle todo el amor -maternal que llenaba su corazón. - -Procuró ocultar su turbación a Miguel Ángel; serena en apariencia, -reservada, un poco fría, le trasmitió la paz que ella tenía que pedir -a otro. Su amistad, iniciada por el año de 1535, fué íntima desde el -otoño de 1538 y por completo fundada en Dios. Vittoria tenía cuarenta -y seis años y él sesenta y tres; ella vivía en Roma, en el Claustro de -San Silvestre in Capite, abajo del Monte Pincio. - -Miguel Ángel habitaba cerca del Monte Cavallo. Se reunían los domingos -en la Iglesia de San Silvestre del Monte Cavallo. El hermano Ambrogio -Caterino Politi les leía las Epístolas de San Pablo y ellos las -discutían juntos. El pintor portugués Francisco de Holanda nos ha -conservado el recuerdo de estas conversaciones en sus cuatro _Diálogos -sobre la pintura_[355]. Son un cuadro vivo de esta amistad grave y -tierna. - -La primera vez que Francisco de Holanda fué a la Iglesia de San -Silvestre, encontró a la marquesa de Pescara con algunos amigos -escuchando la lectura piadosa. - -Miguel Ángel no estaba ahí. Cuando terminó la Epístola la amable señora -dijo sonriendo al extranjero: - ---Francisco de Holanda habría oído sin duda con más gusto un discurso -de Miguel Ángel que esta predicación. - -A lo cual Francisco, creyéndose tontamente ofendido, respondió: - ---¿Qué, señora, le parece a Vuestra Excelencia que no entiendo otra -cosa y sólo sirvo para pintar? - ---No seáis tan quisquilloso, messer Francisc,--dijo Lattanzio -Tolomei,--precisamente la marquesa está convencida de que un pintor -sirve para todo. Así estimamos la pintura nosotros los italianos. Pero -tal vez ella dijo esto para agregar al placer que habéis tenido, el de -oír a Miguel Ángel. - -Francisco se confunde entonces, dando excusas, y la marquesa dice a -uno de sus servidores: “Ve a la casa de Miguel Ángel y dile que yo y -messer Lattanzio nos hemos quedado después del servicio religioso en -esta Capilla, donde hace un fresco agradable; si quiere perder un poco -su tiempo, sería con mucho provecho para nosotros... pero--agrega, -conociendo el carácter huraño de Miguel Ángel--no le digas que -Francisco de Holanda el español, está aquí”. - -Esperando el regreso del enviado se quedan charlando, buscando cómo -harán que Miguel Ángel hable de pintura sin que advierta su intención, -porque si la comprende se rehusaría inmediatamente a continuar la -plática. - -“Hubo algunos instantes de silencio. Llamaron a la puerta; todos -expresamos el temor de que el Maestro no viniera, porque la respuesta -había sido muy repentina. Pero mi estrella quiso que Miguel Ángel, -que habitaba muy cerca, fuera justamente de camino en la dirección de -San Silvestre; iba por la vía Esquilina hacia las Termas, filosofando -con su discípulo Urbino. Y como nuestro enviado lo había encontrado -y conducido, él mismo en persona era quien estaba a la puerta. La -marquesa se levantó y permaneció por mucho tiempo en conversación con -él, de pie, aparte de los demás, antes de invitarlo a tomar asiento -entre Lattanzio y ella. Francisco de Holanda se sentó al lado de él, -pero Miguel Ángel no prestó ninguna atención a su vecino, lo cual chocó -a éste vivamente. Francisco dijo con tono ofendido: - -“En verdad el medio más seguro de no ser visto por alguno, consiste en -ponérsele enfrente de los ojos”. - -Miguel Ángel, sorprendido, lo miró y se disculpó inmediatamente con -gran cortesía: - -“Perdonad, messer Francisco: no os había visto, en verdad, porque no -tenía ojos más que para la marquesa”. Sin embargo, Vittoria, después de -una breve pausa, comenzó a hablar de mil cosas con una habilidad que -no puede elogiarse lo suficiente; de una manera diestra y discreta, -sin referirse a la pintura. Se hubiera dicho que era como el asedio -a una plaza fuerte, hecho con esfuerzo y arte, y que Miguel Ángel -parecía un sitiado vigilante y desconfiado, que coloca en un punto -centinelas, levanta puentes en otra parte, en otra pone minas y tiene a -la guarnición alerta en las puertas y sobre las murallas. - -Al fin la marquesa venció, y verdaderamente nadie hubiera podido -defenderse de ella. - -“Vamos--dijo--hay que reconocer que no puede triunfarse cuando se ataca -a Miguel Ángel con sus propias armas, es decir, con la astucia. Será -necesario, messer Lattanzio, que hablemos con él de procesos, de breves -del Papa, o bien... de pintura, si queremos reducirlo al silencio y -decir nosotros la última palabra”. - -Esta desviación ingeniosa llevó la conversación al terreno del arte. -Vittoria habla a Miguel Ángel de una construcción piadosa que tenía -el proyecto de levantar; e inmediatamente Miguel Ángel se ofrece para -examinar el emplazamiento y esbozar un plan. - -“Yo no me habría atrevido a pediros un servicio tan grande--respondió -la marquesa--aunque sepa que seguís en todo la enseñanza del Salvador, -que abatía a los soberbios y exaltaba a los humildes... Los que os -conocen estiman la persona de Miguel Ángel más todavía que sus obras, -mientras los que no os conocen personalmente admiran la más débil -parte de vos mismo, es decir las obras de vuestras manos. Pero yo no -alabo menos que os apartéis con tanta frecuencia, huyendo de nuestras -inútiles conversaciones, y que en lugar de pintar los retratos de todos -los príncipes que vienen a rogaros, consagréis casi toda vuestra vida a -una sola gran obra”. - -Miguel Ángel declina modestamente estos cumplimientos y expresa -su aversión para los habladores y los ociosos--grandes señores o -Papas--que se creen permitido imponer su sociedad a un artista que no -tiene bastante vida para cumplir su tarea. - -Después la conversación pasa a los más altos temas de arte, que la -marquesa trata con una gravedad religiosa. Una obra de arte, para ella, -como para Miguel Ángel, es un acto de fe.--“La buena pintura--dice Miguel -Ángel--se aproxima a Dios y se une a él: No es más que una copia de su -perfección, una sombra de su pincel, de su música, de su melodía...”. - -“Por eso no basta que el pintor sea un maestro hábil y grande. Yo creo -más bien que su vida debe ser pura y santa, lo más posible, para que el -Espíritu Santo gobierne sus pensamientos...”[356]. - -Y así transcurre el día, en estas conversaciones verdaderamente -sagradas, de una serenidad majestuosa, en la Iglesia de San Silvestre, -a no ser que los amigos prefieran continuar la plática en el jardín -que nos describe Francisco de Holanda, “junto a la fuente, a la sombra -de una fronda de laureles, sentados sobre un banco de piedra adosado a -un muro que tapiza la yedra”, desde donde dominan Roma, tendida a sus -pies[357]. - -Desgraciadamente estas bellas conversaciones no duraron mucho. La -crisis religiosa por la cual pasaba la marquesa de Pescara las rompió -bruscamente. En 1541 salió ella de Roma para encerrarse en un claustro -en Orvieto y después en Viterbo. - -“Pero con frecuencia salía de Viterbo, e iba a Roma únicamente para -ver a Miguel Ángel. Él estaba enamorado de su divino espíritu y ella -le correspondía. Él recibió de ella y conservó muchas cartas llenas -de casto y muy dulce amor, tales como podía escribirlas esta alma -noble[358]. A petición suya, agrega Condivi, ejecutó Miguel Ángel un -Cristo desnudo que, desprendido de la Cruz, caería como un cadáver -inerte a los pies de su santa Madre si dos ángeles no lo sostuvieran -por los brazos. María está sentada bajo la Cruz; su rostro lloroso -y dolorido, y, los dos brazos abiertos, levanta las manos al Cielo. -En la madera de la Cruz, se leen estas palabras: _Non vi si pensa -quanto sangue costa_[359]. Por amor a Vittoria, Miguel Ángel dibujó -también un Jesucristo en la Cruz, no muerto, como se ha representado -habitualmente, sino vivo, con la cara vuelta hacia su Padre y -exclamando: ‘¡Eli, Eli!’ El cuerpo no se entrega sin voluntad, sino que -se tuerce y se crispa en los últimos sufrimientos de la agonía”. - -Tal vez Vittoria inspiró igualmente los dos dibujos sublimes de la -_Resurrección_, que están en el Louvre y en el British Museum. En el -del Louvre, el hercúleo Cristo ha rechazado con furia la pesada losa -de la tumba, tiene todavía una pierna en la fosa y, con la cabeza -levantada, los brazos en alto, se precipita hacia el Cielo en un -ímpetu de pasión, que recuerda el de uno de los Cautivos del Louvre. -¡Volver a Dios! ¡Dejar este mundo, estos hombres que él no mira y que -se arrastran a sus pies, estúpidos y espantados! ¡arrancarse al horror -de esta vida! ¡al fin! ¡al fin!... El dibujo del British Museum tiene -más serenidad. El Cristo salido de la tumba parece volar; su cuerpo -vigoroso flota en el aire que lo acaricia; con los brazos cruzados, la -cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, en éxtasis, sube en la cruz como -un rayo de sol. - -Así Vittoria volvió a abrir para Miguel Ángel el mundo de la fe. Hizo -más todavía: dió impulso a su genio poético que el amor de Cavalieri -había despertado[360]. - -No solamente lo iluminó sobre las revelaciones religiosas, de las -cuales tenía obscuros presentimientos, sino que, como lo ha demostrado -Thode, le dió el ejemplo de cantarlas en sus versos. En los primeros -tiempos de su amistad fué cuando aparecieron los primeros _Sonetos -espirituales_ de Vittoria[361]. Ella se los enviaba a su amigo a medida -que los iba escribiendo[362]. - -En ellos encontraba una dulzura consoladora, una vida nueva. Un hermoso -soneto que él escribió en respuesta, da fe de su tierno agradecimiento. - -“Feliz espíritu, que con un ardiente amor mantiene vivo mi viejo -corazón moribundo, y que entre tus bienes y tus placeres me distingues -a mí solo entre tantos otros seres nobles. Tal como apareciste en otro -tiempo a mis ojos apareces hoy a mi alma para consolarla; por esto al -recibir de ti como beneficio tus atenciones, te escribo para darte las -gracias. Sería una gran presunción y una gran vergüenza darte pinturas -miserables en cambio de tus creaciones vivientes y bellas”[363]. - -En el otoño de 1544 Vittoria fué a vivir en el Claustro de Santa Ana y -ahí permaneció hasta su muerte. Miguel Ángel iba a verla. Ella pensaba -apasionadamente en él y trataba de poner un poco de comodidad y de -atractivo en su vida, haciéndole en secreto pequeños obsequios; pero el -sombrío anciano “que no quería aceptar regalos de nadie”, ni de los que -más amaba, no consintió en darle este gusto[364]. - -Vittoria Colonna murió. Él la vió morir, y dijo esta frase conmovedora -que demuestra la casta reserva de su gran amor: - -“Nada me duele tanto como pensar que la he visto muerta y no la he -besado en la frente y en la cara como he besado su mano”[365]. - -“Esta muerte--dice Condivi,--lo dejó como estúpido por mucho tiempo; -parecía haber perdido el juicio”. - -“Me quería mucho, decía él tristemente más tarde, y yo lo mismo. (_Mi -voleva grandissimo bene, e io non meno a lei._) La muerte me ha robado -un gran amigo”. - -Escribió sobre su muerte dos sonetos, uno de ellos, impregnado del -espíritu platónico, es de una rudeza preciosa, de un idealismo -alucinado; parece una noche surcada de relámpagos. Miguel Ángel compara -a Vittoria al martillo del escultor divino que hace brotar sublimes -pensamientos de la materia. - -“Si mi rudo martillo forma con las duras rocas imágenes de aspecto -humano, sólo tiene movimiento por la mano que lo sostiene, lo conduce -y lo guía; una fuerza extraña lo impulsa. Pero el martillo divino que -se levanta en el Cielo, crea su propia belleza y la belleza de los -demás por su fuerza única. Ningún otro martillo puede crearse sin -martillo; éste es el que hace vivir a los otros, y como el golpe sobre -el yunque es más fuerte mientras viene de más alto, éste se ha elevado -por encima de mí hasta el Cielo. Por eso llevará mi obra a buen fin, si -la forja divina le presta ahora su ayuda. Hasta ahora estaba solo en el -mundo”[366]. - -El otro soneto es más tierno y proclama la victoria del amor sobre la -muerte: - -“Cuando aquélla que me arrancó tantos suspiros se fué de este mundo, -huyendo de mis ojos y de ella misma, la naturaleza que nos había -juzgado dignos de ella se quedó avergonzada; y los que la habían visto, -llorando. ¡Pero que la muerte no se alabe ahora de haber apagado este -sol de los soles, como lo ha hecho con otros! Porque Amor ha vencido y -la hace revivir en la tierra y en el cielo entre los santos. La muerte -inicua y criminal cree sofocar el eco de sus virtudes y empañar la -belleza de su alma. Sus escritos han hecho lo contrario; la iluminan -con más vida de la que tuvo en su vida y con la muerte ha conquistado -el Cielo que aún no tenía”[367]. - - * * * * * - -Durante esta grave y serena amistad, Miguel Ángel ejecutó sus últimas -grandes obras de pintura y de escultura, el _Juicio Final_, los -frescos de la Capilla Paulina y--al fin--la tumba de Julio II[368]. - -Cuando Miguel Ángel había salido de Florencia en 1534 para instalarse -en Roma, pensaba, ya libre de todos sus otros trabajos por la muerte -de Clemente VII, poder terminar en paz la tumba de Julio II, y después -morir con la conciencia descargada del fardo que había pesado sobre su -vida; pero apenas había llegado, se dejó encadenar otra vez por nuevos -amos. - -Paulo III lo mandó llamar y le pidió que entrara a su servicio... -Miguel Ángel rehusó diciendo que no podía, pues estaba obligado por -contrato con el duque de Urbino hasta terminar la tumba de Julio II. -Entonces el Papa se encolerizó y dijo: “desde hace treinta años que -tengo este deseo y ahora que soy Papa, ¿no podría satisfacerlo?; -desgarraré el contrato. Quiero que me sirvas a pesar de todo”[369]. -Miguel Ángel estuvo a punto de huir; pensó en refugiarse cerca de -Génova en una Abadía del Obispo de Aleria que era amigo suyo y que lo -había sido también de Julio II; ahí hubiera terminado cómodamente su -obra, cerca de Carrara. También tuvo la idea de retirarse a Urbino, -que era un lugar pacífico y donde esperaba ser bien recibido, por -recuerdo de Julio II. Con este propósito ya había enviado a una de sus -gentes para comprar una casa[370]. Pero en el instante de decidirse -la voluntad le faltaba como siempre; temía las consecuencias de sus -actos, se halagaba con la eterna ilusión eternamente fallida de que -podría salvarse por medio de un compromiso. Se dejó de nuevo encadenar -y continuó arrastrando su grillete hasta el fin. El 1.º de septiembre -de 1535, un breve de Paulo III, le nombró arquitecto en Jefe, escultor -y pintor del Palacio Apostólico. Desde el mes de abril precedente -Miguel Ángel había aceptado trabajar en el _Juicio Final_[371]. Estuvo -enteramente ocupado en esta obra, desde abril de 1536 hasta noviembre -de 1541, es decir, durante la permanencia de Vittoria en Roma. - -En el curso de esta enorme tarea, sin duda en 1539, cayó de los -andamios y se hirió gravemente una pierna. “Por el dolor y la cólera -no quiso que lo atendiera ningún médico”[372]. Odiaba a los médicos y -manifestaba en sus cartas una inquietud cómica cuando sabía que alguno -de los suyos había tenido la imprudencia de solicitar auxilios médicos. - -Felizmente para él, después de su caída, el maestro Baccio Rontini, -de Florencia, que era un médico de mucho talento y muy adicto a -Miguel Ángel, tuvo piedad de él y fué un día a llamar a la puerta -de su casa. Como nadie le respondiera, subió y buscó de cuarto en -cuarto hasta que llegó adonde estaba Miguel Ángel acostado. Cuando -éste lo vió se puso como un desesperado. Pero Baccio no quiso salir -y no lo dejó hasta curarlo[373]. Como en otro tiempo Julio II, Paulo -III quería ver pintar a Miguel Ángel y daba su opinión. Lo acompañaba -su maestro de ceremonias Biagio da Cesena. Un día preguntó a este -último lo que pensaba de la obra. Como Biagio era, dice Vasari, una -persona muy escrupulosa, declaró que era una soberana inconveniencia -haber representado en un sitio tan solemne tantas desnudeces; y agregó -que aquélla era una pintura buena para decorar un baño o una posada. -Miguel Ángel, indignado, retrató de memoria a Biagio cuando éste hubo -salido. Lo representó en el infierno, bajo la forma de Minos, con una -gran serpiente enrollada alrededor de las piernas, en medio de una -montaña de diablos. Biagio se quejó con el Papa. Paulo III se burló -de él, diciéndole: “todavía si Miguel Ángel te hubiera puesto en el -purgatorio, habría podido hacer algo para salvarte, pero te puso en el -infierno y ahí yo no puedo nada; en el infierno no hay redención”[374]. - -Biagio no fué el único que encontró indecentes las pinturas de Miguel -Ángel. Italia se iba haciendo mojigata y no estaba lejos el tiempo en -el cual el Veronés tendría que presentarse ante la Inquisición por -la inconveniencia de su _Cena en Casa de Simón_[375]. No faltaron -quienes se escandalizaran con el _Juicio Final_. El que gritó más -fuerte fué el Aretino. El maestro de pornografía pretendió dar -lecciones de decencia al casto Miguel Ángel[376]. Le escribió una -carta de Tartufo impúdico[377]. Lo acusaba de haber representado -“cosas capaces de avergonzar a una casa de vicios”; lo denunciaba como -impío ante la Inquisición naciente; “porque sería un crimen menor no -creer, decía, que atentar así contra la fe de otro”. Pedía al Papa -que destruyera el fresco; mezclaba sus denuncias de luteranismo con -innobles insinuaciones contra las costumbres de Miguel Ángel[378]; -y para terminar lo acusaba de haber robado a Julio II. A esta carta -infame de _chantage_[379], en la cual se manchaba y ofendía lo más -profundo del espíritu de Miguel Ángel, su piedad, su amistad, su -sentimiento del honor; a esta carta que Miguel Ángel no pudo leer sin -reírse despectivamente y sin llorar de vergüenza, no respondió nada. -Sin duda pensó lo que decía de ciertos enemigos, con su aplastante -desdén: “que no valía la pena de combatirlos, porque la victoria sobre -ellos no tiene ninguna importancia”. Y cuando las ideas del Aretino -y de Biagio sobre su _Juicio Final_ ganaron terreno, no hizo nada -para responder ni para detenerlas. No dijo nada cuando su obra fué -tratada de “suciedad luterana”[380]. No dijo nada cuando Pablo IV -quiso destruir el fresco[381]. No dijo nada cuando por orden del Papa, -Daniel de Volterra vistió a sus héroes[382]. Se le preguntó su opinión -y respondió sin cólera, con una mezcla de ironía y de piedad: “Decid al -Papa que esta es una insignificancia muy fácil de arreglar. Que procure -Su Santidad solamente poner el mundo en orden; arreglar una pintura no -cuesta mucho trabajo”. Él sabía con qué ardiente fe había ejecutado -esa obra en medio de las conversaciones religiosas de Vittoria Colonna -y bajo la protección de esta alma inmaculada. Se hubiera avergonzado -al defender la casta desnudez de sus pensamientos heroicos, contra las -sucias sospechas y las malicias de los hipócritas y de los corazones -bajos. - -Cuando el fresco de la Sixtina estuvo terminado[383] Miguel Ángel creyó -al fin tener el derecho de acabar el monumento de Julio II. Pero el -Papa, insaciable, exigió que aquel viejo de setenta años pintara los -frescos de la Capilla Paulina[384]. Poco faltó para que se apoderara -de algunas de las estatuas destinadas para la tumba de Julio II, con -el objeto de adornar su propia Capilla. Miguel Ángel tuvo que darse -por feliz cuando se le permitió firmar un quinto y último contrato, -con los herederos de Julio II, mediante el cual entregaba las estatuas -terminadas[385], y pagaba dos escultores para que terminaran el -monumento, quedando libre de toda obligación para siempre. - -Mas no habían terminado sus penas: los herederos de Julio II -continuaron reclamándole ásperamente el dinero que pretendían haberle -anticipado. El Papa le mandaba decir que no se preocupara, que se -dedicara enteramente a su trabajo de la Capilla Paulina: - -“Pero, respondía él, se pinta con la cabeza y no con las manos; quien -no tiene sus pensamientos consigo se deshonra; por eso yo no hago -nada bien mientras tenga estas preocupaciones. He estado encadenado -a esta tumba toda mi vida; he perdido toda mi juventud tratando de -justificarme ante León X y Clemente VII; me he arruinado por tener -demasiada conciencia. ¡Así lo quiere mi triste destino! Veo a muchas -gentes que se han formado rentas de dos o tres mil escudos, y yo, -después de terribles esfuerzos, sólo he logrado llegar a ser pobre. Y -se me trata de ladrón... Ante los hombres (no digo ante Dios) me tengo -por un hombre honrado... yo no soy un ladrón, soy un burgués florentino -de noble nacimiento e hijo de un hombre honorable ... Cuando tengo que -defenderme contra pícaros, me vuelvo loco al fin[386]...”. - -Para calmar a sus adversarios terminó por su mano las estatuas de la -_Vida activa_ y la _Vida contemplativa_, aunque no estuviera obligado a -ello por su contrato. Al fin el monumento de Julio II fué inaugurado -en San Pedro Ad Víncula, en enero de 1545. ¿Qué quedaba del hermoso -proyecto primitivo? Solamente el _Moisés_, convertido en centro de la -obra cuando al principio no era más que un detalle. ¡Caricatura de un -gran proyecto! - -Pero siquiera estaba terminado. Miguel Ángel estaba ya libre de la -pesadilla de toda su vida. - - - NOTAS: - -[314] _Poesías_, LIX. - -[315] El sobrino nieto de Miguel Ángel, en su primera edición de las -Rimas, en 1623, no se atrevió a publicar extensamente las poesías a -Tommaso dei Cavalieri. Dejaba creer que habían sido dedicadas a una -mujer. Hasta los recientes trabajos de Scheffler y Symmonds, Cavalieri -pasaba por un nombre supuesto, que se suponía ocultaba el de Vittoria -Colonna. - -[316] Carta de Miguel Ángel a un personaje desconocido (octubre de -1542). _Cartas_, Edición Milanesi, CDXXXV. - -[317] Donato Giannotti. _Dialoghi_, 1545. - -[318] _Poesías_, CXLI. - -[319] Gherardo Perini sufrió muy especialmente los ataques del Aretino. -Frey ha publicado algunas cartas muy tiernas de 1522: “..._che avendo -di voi lettera, mi paia chon esso voi essere, che altro desiderio non -o_”.--“Cuando leo en una carta vuestra, me parece estar con vos; éste -es mi único deseo”.--Y firma: “_vostro come figliuolo_”--vuestro como -un hijo--. Una hermosa poesía de Miguel Ángel sobre el dolor de la -ausencia y del olvido, parece estarle dedicada: “Muy cerca de aquí mi -amor me ha robado el corazón y la vida. Aquí sus bellos ojos me han -prometido ayuda y después me la han retirado. Aquí él me ha ligado y me -ha desligado. Aquí he llorado, y con dolor infinito he visto partir de -este lugar el que me robó a mí mismo y después ya no me quiso”. (Véase -Apéndice XII. _Poesías_, XXXV). - -[320] Henry Thode, que en su obra sobre _Michelangelo und das Ende der -Renaissance_ no resiste al deseo de construir a su héroe del modo -más bello, aunque sea algunas veces a expensas de la verdad, dice que -la amistad para Gherardo Perini fué anterior a la de Febo di Poggio, -de manera que estos afectos van elevándose por grados, hasta llegar -a la amistad para Tommaso dei Cavalieri, porque no puede admitir que -Miguel Ángel haya bajado desde el amor más perfecto hasta su amistad -con Febo. Pero en realidad, Miguel Ángel estaba ya en relaciones -desde más de un año con Cavalieri, cuando se enamoró de Febo y cuando -escribió las humillantes cartas de diciembre de 1533, según Thode, o de -septiembre de 1534 según Frey, y las poesías absurdas y delirantes en -las cuales juega con los nombres de _Febo_ y de _Poggio_--Frey, -CIII, CIV--cartas y poesías que el pícaro contestaba con peticiones -de dinero. (Véase Frey, edición de las _Poesías_ de Miguel Ángel, -página 526). En cuanto a Cecchino dei Bracci, el amigo de su amigo -Luis del Riccio, Miguel Ángel no lo conoció sino diez años después que -a Cavalieri. Cecchino era hijo de un desterrado florentino, y murió -prematuramente en Roma, en 1544. Miguel Ángel escribió en memoria suya -cuarenta y ocho epigramas funerarios de un idealismo idólatra, si así -puede decirse, algunos de los cuales son de una sublime belleza. Estas -son tal vez las poesías más sombrías que Miguel Ángel haya escrito. -(Véase Apéndice XIII). - -[321] Benedetto Varchi: _Due lezzioni_, 1549. - -[322] Carta de Tommaso dei Cavalieri a Miguel Ángel (enero 1.º de 1533). - -[323] Véase sobre todo la respuesta que dió Miguel Ángel a la primera -carta de Cavalieri, el mismo día que la recibió (enero 1.º de 1533). De -esta carta existen tres borradores febriles. En una post-scriptum de -uno de estos borradores, Miguel Ángel escribe: - -“Debería ser permitido llamar por su nombre a las cosas... pero por -respeto a las conveniencias no es así en esta carta”. Es claro que se -trata de la palabra amor. - -[324] Carta de Miguel Ángel a Cavalieri, de enero 1.º de 1533. - -[325] Borrador de una carta de Miguel Ángel a Cavalieri (julio 28 de -1533). - -[326] Carta de Miguel Ángel a Cavalieri (julio 28 de 1533). - -[327] Carta de Miguel Ángel a Bartolommeo Angiolini. - -[328] Carta de Miguel Ángel a Sebastián del Piombo. - -[329] Vasari. - -[330] Varchi comentó dos de ellos en público, en sus Due Lezzioni. -Miguel Ángel no hacía un misterio de su amor. Hablaba de él a -Bartolommeo Angiolini, a Sebastián del Piombo. Estas amistades no -sorprendían a nadie. Cuando murió Cecchino dei Bracci, Riccio gritaba -su amor y su desesperación a todos: “¡Ah! mi amigo Donato, nuestro -Cecchino ha muerto. Toda Roma llora. Miguel Ángel hace para mí el -dibujo de un monumento. Escribidme el epitafio, os lo suplico, y -enviadme una carta consoladora; mi dolor me ha robado el espíritu; -¡paciencia! Vivo con mil y mil muertes en cada hora. ¡Oh Dios, cómo ha -cambiado el aspecto de la fortuna!” Carta a Donato Giannotti (enero de -1544). “En mi pecho tenía yo mil almas de amantes”, hace decir Miguel a -Cecchino en uno de sus epigramas funerarios. (_Poesías_, edición Frey, -LXXIII, 12). - -[331] Scheffler. - -[332] _Poesías_, CIX, 19. Véase Apéndice XIV. - -[333] _Poesías_, XLIV. Véase Apéndice XV. - -[334] _Poesías_, LII. Véase también LXXVI. Al fin del soneto, Miguel -Ángel hace un juego de palabras con el nombre de Cavalieri: _Resto -prigion d’un Cavalier armato_. (Soy prisionero de un caballero armado). - -[335] _Onde al mio viver lieto, che m’ha tolto..._ (_Poesías_, CIX. 18). - -[336] _Il desiato mie dolce signiore..._ (_Ibid._, L). - -[337] _Un freddo aspetto..._ (_Ibid._, CIX. 18). - -[338] El texto exacto, dice: “lo que tú mismo ames más en ti”. - -[339] Véase Apéndice, XVI. - -[340] _Il foco onesto, che m’arde..._ (_Poesías_, L). _La casta voglia, -che 'l core dentro infiamma._ (_Ibid._, XLIII). - -[341] En un soneto Miguel Ángel deseaba que su piel pudiera servir de -vestido para su amado. Quería ser como los zapatos que llevaban sus -pies de nieve. (Véase Apéndice XVII). - -[342] Sobre todo entre junio y octubre de 1533, cuando Miguel Ángel de -regreso en Florencia estaba alejado de Cavalieri. - -[343] Los bellos retratos donde se ha pretendido reconocerla no tienen -ninguna autenticidad. Por ejemplo, el dibujo famoso de los Uffizi donde -Miguel Ángel ha representado una mujer joven, con casco. Cuando más, -habrá sufrido al hacerlo la influencia inconsciente del recuerdo de -Vittoria, idealizada y rejuvenecida. Porque la figura de los Uffizi -tiene los rasgos regulares de Vittoria y su expresión severa; los ojos -preocupados y grandes y la mirada dura; el cuello desnudo, el pecho -descubierto y la expresión de una violencia fría y concentrada. - -[344] Así la representa una medalla anónima reproducida en el -_Carteggio di Vittoria Colonna_, publicado por Ermanno Ferrero y -Giuseppe Müller. Así la vió Miguel Ángel sin duda. Sus cabellos -están cubiertos con una gran cofia rayada y lleva un vestido cerrado -severamente, con una abertura en el cuello. - -En otra medalla anónima aparece idealizada y joven. Reproducida por -Müntz: _Historia del Arte durante el Renacimiento_, III, 248, y en -_La obra y la vida de Miguel Ángel_, publicada por la _Gazette des -Beaux-Arts_, tiene los cabellos levantados y sujetos con un listón por -encima de la frente; un bucle cae sobre la mejilla y finas trenzas -sobre la nuca. La frente es alta y recta; los ojos miran con una -atención un poco pesada; la nariz, larga y regular, es gruesa; las -mejillas llenas, las orejas bien hechas; el mentón, recto y fuerte, -está levantado; el cuello desnudo, con un ligero velo alrededor; el -pecho desnudo; la expresión es indiferente y mohina. - -Estas dos medallas hechas en edades diversas de su vida, presentan, -como rasgos comunes, el fruncimiento de la nariz y del labio superior -un poco mal humorado, y la boca pequeña, silenciosa y despectiva. El -conjunto de la cara denota una calma sin ilusiones y sin alegría. Frey -ha creído de una manera un poco aventurada, encontrar la imagen de -Vittoria, en un extraño dibujo de Miguel Ángel, en el reverso de un -soneto; hermoso y triste dibujo que Miguel Ángel no hubiera querido -en este caso enseñar a nadie. La figura es de una mujer de edad, -desnuda hasta la mitad del cuerpo; el pecho flácido; la cabeza no ha -envejecido, recta, pensativa y fiera; un collar rodea el cuello largo -y fino; los cabellos levantados están sujetos por una gorra que oculta -las orejas y se anuda bajo la barba, en forma de casco. Enfrente de -ella, una cabeza de viejo que se parece a Miguel Ángel, la mira... por -última vez. Cuando hizo ese dibujo, ella acababa de morir. El soneto -que lo acompaña es la hermosa poesía sobre la muerte de Vittoria: -“_Quand’el ministro de’ sospir mie tanti..._”. Frey reprodujo el dibujo -en su Edición de las _Poesías_ de Miguel Ángel, página 385. - -[345] Tenía entonces por consejero espiritual a Matteo Giberti, Obispo -de Verona, que fué uno de los primeros que intentaron la renovación de -la Iglesia Católica. El secretario de Giberti era el poeta Francesco -Berni. - -[346] Juan de Valdés, hijo de un Secretario íntimo de Carlos V, -establecido en Nápoles en 1534, fué ahí el jefe del movimiento -reformador. Nobles y grandes damas se agruparon a su alrededor. Publicó -numerosos escritos, siendo los principales las _Cento e dieci divine -considerazioni_, Basilea, 1550; y un _Aviso sobre los intérpretes de -la Sagrada Escritura_. Creía en la justificación únicamente por la fe, -y subordinaba la instrucción por la Escritura a la iluminación por el -Espíritu Santo. Murió en 1541. Se dice que tuvo en Nápoles más de tres -mil prosélitos. - -[347] Bernardino Ochino, gran predicador y Vicario General de los -Capuchinos, en 1539 llegó a ser amigo de Juan de Valdés, quien sufrió -su influjo. A pesar de las denuncias, continuó sus predicaciones -audaces en Nápoles, en Roma y en Venecia, sostenido por el pueblo -contra las interdicciones de la Iglesia, hasta 1542 cuando, a punto de -ser castigado como Luterano, huyó de Florencia a Ferrara y de ahí a -Ginebra, donde se pasó al protestantismo. Era amigo íntimo de Vittoria -Colonna y a punto de abandonar Italia, le anunció su resolución en una -carta confidencial. - -[348] Pietro Carnesecchi de Florencia, protonotario de Clemente VII -amigo y discípulo de Valdés, fué citado ante la Inquisición por primera -vez en 1546 y quemado en Roma en 1567. Había continuado en relaciones -con Vittoria Colonna, hasta la muerte de ésta. - -[349] Gaspare Contarini, de una gran familia veneciana, fué primero -Embajador de Venecia en la corte de Carlos V, en los Países Bajos, en -Alemania y en España, y después ante Clemente VII, de 1528 a 1530. -Fué nombrado Cardenal por Pablo III en 1535, y legado en 1541 en la -Dieta de Ratisbona. No logró entenderse con los protestantes y se hizo -sospechoso a los católicos. Regresó desalentado y murió en Bolonia en -agosto de 1542. Compuso numerosos escritos: _De inmortalitate animae_, -_Compendium primae philosophiae_, y un tratado de la _Justification_, -donde estaba muy cerca de las ideas protestantes sobre la gracia. - -[350] Citadas por Henri Thode. - -[351] Giampietro Caraffa, Obispo de Chieti, fundó en 1524 la Orden de -los Teatinos, y desde 1528 comenzó en Venecia la obra de contrarreforma -que debería continuar con implacable rigor como Cardenal y después como -Papa, bajo el nombre de Pablo IV, desde 1555. En 1540 fué autorizada -la Orden de los Jesuitas; en julio de 1542 fué instituido en Italia el -Tribunal de la Inquisición, con plenos poderes contra los heréticos; y -en 1545 se abrió el Concilio de Trento. Esto fué el fin del catolicismo -libre, soñado por los Contarini, Giberti y Pole. - -[352] Declaración de Carnesecchi ante la Inquisición, en 1566. - -[353] Reginald Pole, de la Casa de York, había tenido que huir de -Inglaterra por conflictos con Enrique VIII; estuvo en Venecia en 1532; -se hizo amigo entusiasta de Contarini; fué hecho Cardenal por Pablo III -y Legado del patrimonio de San Pedro. Tenía gran atractivo personal -y un espíritu conciliador; se sometió a la contrarreforma y volvió a -la obediencia a muchos espíritus libres del grupo de Contarini, que -estaban dispuestos a pasarse al protestantismo. Vittoria Colonna se -puso enteramente bajo su dirección en Viterbo, de 1541 a 1544. En -1554, Pole volvió a Inglaterra, como Legado; llegó a ser Arzobispo de -Canterbury y murió en 1558. - -[354] Carta de Vittoria Colonna al Cardenal Morone (22 de diciembre de -1543). Véase sobre Vittoria Colonna la Obra de Alfred de Reumont y el -segundo volumen del _Michelangelo_ de Thode. - -[355] Francisco de Holanda. _Cuatro Conversaciones sobre la Pintura_, -tenidas en Roma en 1538-1539, compuestas en 1548, y publicadas -por Joachim de Vasconcellos. Traducción francesa en “_Les Arts en -Portugal_”, por el Conde A. Raczynski, 1846. París, Renouard. - -[356] Primera parte del _Diálogo sobre la Pintura en la ciudad de Roma_. - -[357] _Ibid._, Tercera Parte. El día de esta conversación Octavio -Farnesio, sobrino de Pablo III, se casaba con Margarita, viuda de -Alejandro de Médicis. Con este motivo, doce carros decorados a la -antigua desfilaban en cortejo triunfal por la plaza Navona, donde la -multitud se apiñaba. Miguel Ángel se había refugiado con sus amigos en -la paz de San Silvestre, arriba de la ciudad. - -[358] Condivi. Estas no son en verdad las cartas que hemos conservado -de Vittoria, que son nobles indudablemente, pero un poco frías. Hay que -pensar que de toda la correspondencia no poseemos más que cinco cartas -de Orvieto y de Viterbo, y tres cartas de Roma, entre 1539 y 1541. - -[359] Este dibujo, como lo ha demostrado M. A. Grenier, fué la primera -imagen inspiradora de las diversas _Pietà_ que Miguel Ángel esculpió -más tarde; la de Florencia--1550-1555,--la _Pietà_ Rondanini--1563--y -la encontrada recientemente en Palestrina--entre 1555 y 1560.--También -relacionan con esta concepción los esbozos de la Biblioteca de Oxford -y el _Entierro_, de la National Gallery. Véase a A. Grenier: _Una Pietà -desconocida de Miguel Ángel en Palestrina_, _Gazette des Beaux-Arts_, -marzo de 1907. Se encontrarán en este artículo reproducciones de las -diferentes _Pietà_. - -[360] Entonces fué cuando Miguel Ángel pensó en publicar sus poesías. -Sus amigos Luigi del Riccio y Donato Giannotti le sugirieron esta -idea. Hasta entonces no había dado gran importancia a lo que escribía. -Giannotti se ocupó de esta publicación por el año de 1545. Miguel Ángel -hizo una selección de sus versos, y sus amigos la copiaron. Pero la -muerte de Riccio en 1546 y de Vittoria en 1547, lo desviaron de esta -idea que le parecía una última vanidad. - -Sus poesías no se publicaron durante su vida, excepto un corto número -que aparecieron en las obras de Varchi, Giannotti, Vasari, etc., pero -circulaban de mano en mano. Los más grandes compositores, Archadelt, -Tromboncino, Consilium, Costanzo Festa, les pusieron música. Varchi -leyó y comentó uno de los sonetos en 1546 ante la Academia de -Florencia, descubriendo en esta poesía la pureza antigua y la plenitud -de pensamientos de Dante. - -Miguel Ángel se había nutrido de Dante. “Nadie lo comprendía mejor dice -Giannotti, ni conocía con más perfección su obra”. Nadie le ha dedicado -un homenaje tan magnífico como el bello soneto: “_Dal ciel discese...”_ -(_Poesías_, CIX, 37). Conocía igualmente a Petrarca, Cavalcanti, Cino -da Pistoja y a todos los clásicos de la poesía italiana, conforme a los -cuales modelaba su estilo; pero el sentimiento que vivificaba todo, era -su ardiente idealismo platónico. - -[361] _Rime con giunta di XVI Sonetti spirituali_, 1539.--_Rime con -giunta di XXIV Sonetti spirituali e Trionfo della Croce_, 1544. Venecia. - -[362] “Tengo un pequeño libro de pergamino que ella me regaló hace -como diez años, escribe Miguel Ángel a Fattucci el 7 de marzo de 1551. -Contiene ciento tres sonetos, sin contar los cuarenta escritos en papel -que me mandó de Viterbo, que he mandado encuadernar con el mismo libro. -También tengo muchas cartas que me escribió de Orvieto y de Viterbo. -Eso es lo que poseo de ella”. - -[363] Véase Apéndice, XVIII. (_Poesías_, LXXXVIII). - -[364] Vasari. Se disgustó durante algún tiempo con uno de sus más -queridos amigos, Luigi del Riccio, porque éste le hacía regalos a pesar -suyo: “Me pesa más, le escribió, tu extrema bondad que si me robaras. -Debe haber igualdad entre amigos; si uno da más que el otro, entonces -comienza el conflicto y, si uno vence el otro no se lo perdona”. - -[365] Condivi. - -[366] Véase Apéndice, XIX. (_Poesías_, CI). Miguel Ángel agrega este -comentario: “el martillo--es decir, Vittoria, estaba sola en el mundo -para exaltar la virtud con sus grandes virtudes; no tenía aquí a nadie -para mover el fuelle de la fragua. Ahora, en el Cielo, tendrá muchos -auxiliadores, porque no hay nadie que no estime la virtud. Por eso, yo -espero que de lo alto vendrá el perfeccionamiento de mi ser.--Ahora en -el Cielo habrá alguno que mueva el fuelle; aquí abajo no tenía ninguna -ayuda en la forja donde se forjan las virtudes”. - -[367] Véase Apéndice, XX. (_Poesías_, C).--En el reverso del manuscrito -de este soneto se halla el dibujo a pluma en el cual se ha pretendido -reconocer la imagen de Vittoria con el pecho marchito. - -[368] La amistad de Miguel Ángel para Vittoria Colonna no fué exclusiva -de otras pasiones. No le bastaba para llenar su alma. Habíamos -procurado no decirlo, por el escrúpulo ridículo de “idealizar” a Miguel -Ángel ¡como si un Miguel Ángel tuviera necesidad de ser “idealizado!” -Durante el tiempo de su amistad con Vittoria, entre 1535 y 1546, Miguel -Ángel amó a una mujer bella y cruel, _donna aspra e bella_ (CIX, 89), -_lucente e fiera stella, iniqua e fella, dolce pietà con dispietato -core_ (CIX, 9), _cruda e fiera stella_, (CIX, 14), _bellezza e gratia -equalmente infinita_ (CIX, 3), _mi dama enemiga_, como también la -llama: _La donna mia nemica_ (CIX, 54). La amó apasionadamente, se -humilló ante ella y casi le hubiera sacrificado su salvación eterna. - - _Godo gl’ inganni d’una donna bella..._ (CIX, 90). - _Porgo umilmente al’ aspro giogo il collo..._ (CIX, 54). - _Dolce mi saria l’inferno teco..._ (CIX, 55). - -Este amor fué su tortura. Ella se burlaba de él: - - _Questa mia donna è sì pronta e ardita, - C’allor che la m’ancide, ogni mie bene - Cogli occhi mi promecte e parte tiene - Il crudel ferro dentro a la ferita..._ (CIX, 15). - -Ella excitaba sus celos y coqueteaba con otro. Acabó por odiarla. Le -pedía al destino que la hiciera fea y enamorada de él para no poderla -amar y hacerla sufrir a su vez: “Amor, ¿por qué permites que la belleza -rehúse tu suprema cortesía a quien te desea y te aprecia y que la -conceda a seres estúpidos? ¡Ah! haz que en otra ocasión ella sea de -corazón amante y tan fea de cuerpo que yo no la ame y ella me ame”. -(Véase Apéndice XXI. _Poesías_, CIX, 63). - -[369] Vasari. - -[370] Condivi. - -[371] La idea de este inmenso fresco que cubría el muro de la entrada -de la Capilla Sixtina, encima del altar del Papa, remontaba a Clemente -VII, desde 1533. - -[372] Vasari. - -[373] Vasari. - -[374] _Ibid._ - -[375] Julio de 1573. Varonese no dejó de disculparse con el ejemplo del -_Juicio Final_: “Convengo que es malo; pero vuelvo a lo que he dicho, -que es un deber para mí seguir los ejemplos que mis maestros me han -dado.” - -“¿Qué han hecho pues tus maestros? ¿algo parecido tal vez?” - -“Miguel Ángel, en Roma, en la Capilla del Papa, ha representado a -Nuestro Señor, a Su madre, a San Juan, a San Pedro y a la Corte -Celestial; y ha representado desnudos a todos los personajes, hasta -a la Virgen María, y en actitudes que la más severa religión no ha -inspirado...”. (A. Baschet: _Pablo Veronés ante el Santo Oficio_, 1880). - -[376] Esto fué una venganza. El Aretino había tratado de obtener de -él, según su costumbre, algunas obras de arte; además había tenido el -descaro de trazarle un programa para el _Juicio Final_. Miguel Ángel -había rechazado cortésmente este ofrecimiento de colaboración extraña, -y se había hecho sordo para las peticiones. El Aretino quiso demostrar -a Miguel Ángel lo que podía costarle esta falta de consideraciones. - -[377] Una comedia del Aretino, _El Hipócrita_, fué el prototipo de -Tartufo (P. Gauthiez: el Aretino, 1895). - -[378] Hacía una alusión injuriosa a “Gherardi y Tomai”, Gerardo Perini -y Tommaso dei Cavalieri. - -[379] Este _chantage_ se exhibe descaradamente. Al fin de su carta -amenazadora, después de haber recordado a Miguel Ángel lo que esperaba -de él, es decir obsequios, el Aretino agrega este _post-scriptum_: -“Ahora que he descargado un poco mi cólera, y que os he demostrado que -si sois _divino_ yo no soy de _agua_, romped esta carta, como yo, y -decidid”. - -[380] Por un florentino, en 1549. (Gaye, _Carteggio_, II, 500). - -[381] En 1596, Clemente VIII quiso también mandar borrar el _Juicio -Final_. - -[382] En 1559. Daniel de Volterra conservó desde entonces el -sobrenombre de _braghettone_. Daniel era amigo de Miguel Ángel. Otro -de sus amigos, el escultor Ammanati, condenó el escándalo de estas -representaciones desnudas. Miguel Ángel no fué pues sostenido en esta -ocasión por sus discípulos. - -[383] La inauguración del _Juicio Final_ se hizo el 25 de diciembre de -1541, con asistencia de gente de toda Italia, de Francia, de Alemania -y de Flandes. Véase la descripción de esta obra en el libro de la -colección de los _Maestros del Arte_, página 90-93. - -[384] Estos frescos, que son la _Conversión de San Pablo_ y el -_Martirio de San Pedro_, en los cuales Miguel Ángel trabajó desde 1542, -fueron interrumpidos por dos enfermedades en 1544 y 1546 y terminados -penosamente en 1549-1550. Estas fueron “las últimas pinturas que -ejecutó, escribe Vasari, y con grandes esfuerzos; porque la pintura, y -en particular el fresco, no es un arte para los viejos”. - -[385] Debían ser el _Moisés_ y los dos _Esclavos_; pero le pareció -a Miguel Ángel que los _Esclavos_ no convenían para la tumba así -reducida, y esculpió otras dos figuras, la _Vida Activa_ y la _Vida -Contemplativa_, (_Raquel y Lía_). - -[386] Carta a un _Monsignore_ desconocido (octubre 1542). _Cartas_, -Edición Milanesi, CDXXXV. - - [Ilustración] - - - - - II - FE - - _Signior mie caro, i’ te sol chiamo e 'nvoco - contr’a l’inutil mie cieco tormento_[387]. - - -Su deseo hubiera sido después de la muerte de Vittoria volver a -Florencia, para dejar ahí “sus huesos cansados junto a los de su -padre”[388]. Pero después de haber servido toda su vida a los Papas, -quiso consagrar sus últimos años a Dios. Tal vez había sido impulsado -en este sentido por su amiga y cumplía en ello uno de sus últimos -votos. Un mes antes de la muerte de Vittoria Colonna, el primero de -enero de 1547, Miguel Ángel fué nombrado por breve de Pablo III -prefecto y arquitecto de San Pedro, con plenos poderes para levantar el -edificio. - -Aceptó con disgusto, y no fueron las instancias del Papa las que lo -decidieron a cargar sus hombros de septuagenario con el fardo más -pesado que hubiera llevado nunca; vió en ello un deber, una misión de -Dios: - -“Muchos creen--y yo también creo--que he sido colocado en este puesto -por Dios, escribía. Por viejo que sea no quiero abandonarlo, porque -sirvo por amor a Dios y en Él pongo todas mis esperanzas”[389]. No -aceptaba ninguna recompensa por esta sagrada tarea. - -Tuvo que contender con numerosos enemigos: “La secta de San -Gallo”[390], como dice Vasari, y todos los administradores, proveedores -y contratistas de la construcción, de quienes denunciaba los fraudes, -para los cuales San Gallo había cerrado los ojos. “Miguel Ángel, dice -Vasari, libró a San Pedro de los ladrones y de los bandidos”. Se formó -una coalición contra él que tuvo por jefe al descarado Nanni di Baccio -Bigio, arquitecto a quien Vasari acusa de haber robado a Miguel Ángel y -que pretendía suplantarlo. Se propagó el rumor de que Miguel Ángel no -entendía nada de arquitectura, que despilfarraba el dinero y no hacía -más que destruir la obra de su predecesor. El Comité de administración -de la obra tomó también partido contra su arquitecto, y aprobó en 1551 -una investigación solemne presidida por el Papa. - -Los inspectores y los obreros fueron a declarar contra Miguel Ángel, -con el apoyo de los Cardenales Salviati y Cervini[391]. Miguel Ángel se -dignó apenas justificarse y rehusó toda discusión. “No estoy obligado, -dijo al Cardenal Cervini, a comunicar a nadie lo que yo debo o quiero -hacer. Vuestra obligación es averiguar los gastos. Lo demás sólo me -importa a mí”[392]. - -Nunca consintió su inquebrantable orgullo en participar sus -proyectos a nadie. A sus obreros, que se quejaban, les respondió: -“vuestra obligación es cumplir como albañiles, como talladores, como -carpinteros, hacer vuestro oficio y ejecutar mis órdenes. En cuanto -a saber lo que yo tengo en la cabeza, no lo sabréis jamás porque eso -sería contra mi dignidad”[393]. - -Contra los odios que recurrían a tales procedimientos, no hubiera -podido sostenerse un instante sin el favor de los Papas[394]. Así es -que cuando murió Julio III[395] y el Cardenal Cervini fué electo Papa, -Miguel Ángel estuvo a punto de salir de Roma. Pero Marcelo II no hizo -más que pasar por el trono y Paulo IV lo sucedió. Seguro de nuevo de la -protección soberana, Miguel Ángel continuó luchando. Se habría creído -deshonrado y habría temido por su salvación si hubiera abandonado la -obra. - -“Contra mi voluntad he sido encargado de ella”, dice. - -“Hace ocho años que me esfuerzo en vano, entre disgustos y fatigas. -Ahora que la construcción está bastante avanzada para que se pueda -comenzar la cúpula, mi partida de Roma sería la ruina de la obra, una -gran afrenta para mí, y para mi alma un gran pecado”[396]. - -Sus enemigos no dejaban las armas y la lucha tomó por instantes un -carácter trágico. En 1563, el ayudante más adicto a Miguel Ángel en -San Pedro, Pier Luigi Gaeta, fué encarcelado por una falsa acusación -de robo; y el jefe de los trabajos, Cesare da Casteldurante, fué -apuñaleado. Miguel Ángel respondió nombrando en lugar de Cesare a -Gaeta. El Comité de administración arrojó a Gaeta y nombró al enemigo -de Miguel Ángel, Nanni di Baccio Bigio; Miguel Ángel fuera de sí, no -volvió a San Pedro. Se hizo correr el rumor de que abandonaba sus -funciones y el Comité le dió por suplente a Nanni, quien se presentó -desde luego como amo, esperando rendir por cansancio a aquel viejo de -ochenta y ocho años, enfermo y moribundo. No conocía a su adversario; -Miguel Ángel inmediatamente fué a buscar al Papa y amenazó con salir -de Roma si no se le hacía justicia. Exigió una nueva investigación, -dejó convicto a Nanni como incapaz y mentiroso y logró que lo -despidieran[397]. Esto fué en septiembre de 1563, como cuatro meses -antes de su muerte. Así es que hasta su última hora tuvo que luchar -contra la envidia y contra el odio. - -No lo compadezcamos. Sabía defenderse y, aunque moribundo, era capaz -él sólo, como decía en otro tiempo a su hermano Giovan Simone, “de -despedazar a diez mil de aquella ralea”. - - * * * * * - -Además de la gran obra de San Pedro, otros trabajos de arquitectura -ocuparon el final de su vida: el Capitolio[398], la Iglesia de -Santa María de los Ángeles[399], la escalera de la _Laurenziana_ de -Florencia[400], la Puerta Pía y, sobre todo, la Iglesia de San Juan -de los Florentinos, el último de sus grandes proyectos, abortado como -todos los demás. - -Los florentinos le habían rogado que construyera la Iglesia de -su nación en Roma; el duque Cosme mismo, le escribió una carta -halagadora con este objeto; Miguel Ángel, sostenido por su amor a -Florencia, emprendió la obra con un entusiasmo juvenil[401]. Dijo a -sus compatriotas “que si ejecutaban su plan, ni los romanos ni los -griegos habrían tenido nunca nada semejante”; palabras, dice Vasari, -“como nunca habían salido de su boca, ni antes ni después, porque era -extremadamente modesto”. Los florentinos aceptaron el proyecto sin -cambiar nada. Un amigo de Miguel Ángel, Tiberio Calcagni, ejecutó, -bajo su dirección, un modelo en madera de la Iglesia; “era una obra -de arte tan rara, que no se ha visto nunca una Iglesia semejante por -la belleza, la riqueza y la variedad. Se inició la construcción y se -gastaron cinco mil escudos. Después faltó el dinero, se suspendió la -obra y Miguel Ángel sufrió con ello una gran pena”[402]. La Iglesia -no fué construida nunca y hasta el modelo ha desaparecido. Tal fué -la última decepción artística de Miguel Ángel. ¿Cómo había de tener -la ilusión al morir de que San Pedro, apenas esbozado, llegara a -terminarse, o de que alguna de sus obras le sobreviviera? - -Él mismo, si hubiera podido, tal vez las hubiera destruido. La historia -de su última escultura, _El Descendimiento de la Cruz_, de la Catedral -de Florencia, demuestra hasta dónde había llegado su desprendimiento -del arte. Si continuaba todavía sus trabajos de escultor, no era ya por -fe en el arte, sino por fe en Cristo, y porque “su espíritu y su fuerza -no podían dejar de crear”[403]. Pero cuando había terminado su obra, la -rompió[404]. “La hubiera destruido enteramente si su servidor Antonio -no le hubiera suplicado que se la diera”[405]. - -Tal era la indiferencia que Miguel Ángel, próximo a la muerte, -demostraba para sus obras. - - * * * * * - -Desde la muerte de Vittoria ningún gran afecto iluminaba su vida. El -amor había partido. - - _Fiamma d’amor nel cor non m’è rimasa; - Se 'l maggior caccia sempre il minor duolo, - Di penne l’ alm’ ho ben tarpat’ e rasa_[406]. - -“La llama de amor no ha quedado en mi corazón; el peor mal--la -vejez--eclipsa el mal menor; tengo recortadas las alas del alma”. - -Había perdido a su hermano y a sus mejores amigos. Luigi del Riccio -había muerto en 1546, Sebastián del Piombo, en 1547; su hermano Giovan -Simone en 1548. Nunca tuvo grandes relaciones con su último hermano, -Gismondo, que murió en 1555. Había concentrado su necesidad de afecto -familiar y brusco, en sus sobrinos huérfanos, los hijos de Buonarroto, -su hermano más amado. Eran dos, una niña, Cecca (Francesca), y un niño, -Lionardo. - -Miguel Ángel puso a Cecca en un convento. Le pagó su equipo y su -pensión; iba a verla y cuando ella se casó[407], la dotó con una de -sus propiedades[408]. Se encargó personalmente de la educación de -Lionardo, que tenía nueve años a la muerte de su padre. Una larga -correspondencia, que recuerda a menudo la de Beethoven con su sobrino, -demuestra la seriedad con la cual cumplía su misión paternal[409]. No -le faltaron por este motivo frecuentes disgustos. Lionardo ponía a -prueba la paciencia de su tío y esta paciencia no era muy grande. - -La mala letra del muchacho era suficiente para poner a Miguel Ángel -fuera de sí, porque creía que esto era una falta de respeto para él: - -“Nunca recibo una carta tuya sin que sienta calentura antes de poder -leerla. No sé donde has aprendido tú a escribir. Será falta de amor. -Creo que si tuvieras que escribir al mayor asno del mundo, pondrías más -cuidado. He arrojado tu última carta al fuego porque no podía leerla. -Así es que no puedo contestarte. Ya te he dicho y repetido hasta -la saciedad, que siempre que recibo una carta tuya, me viene fiebre -antes de que pueda leerla. Una vez por todas, no me escribas ya más. -Si tienes algo que decirme busca alguien que sepa escribir, porque yo -necesito mi cabeza para otras cosas y no para agotarme descifrando tus -enigmas”[410]. - -Desconfiado por naturaleza, y más aún por las dificultades que había -tenido con sus hermanos, se hacía muy pocas ilusiones respecto al -cariño humilde y zalamero de su sobrino; este cariño le parecía más -bien dirigido hacia su caja fuerte, que el muchacho esperaba heredar. -Miguel Ángel se lo decía francamente. Una vez estando enfermo y en -peligro de muerte, supo que Lionardo había ido a Roma y había hecho -algunas diligencias indiscretas, y le escribió, furioso: - -“¡Lionardo! Yo he estado enfermo y tú has ido a la casa de Ser Giovan -Francesco para ver si no había dejado nada. ¿No te basta con mi dinero -de Florencia? ¡No puedes desmentir tu raza, y dejar de parecerte a tu -padre, quien me arrojó en Florencia de mi propia casa! Debes saber que -he hecho un testamento de tal manera que no tengas nada que esperar de -mí; así, pues, vete con Dios, y no te presentes más ante mi vista ni me -escribas nunca”[411]. - -Estas cóleras no preocupaban mucho a Lionardo, porque generalmente -después seguían las cartas afectuosas y los obsequios[412]. Un año -más tarde, se precipitaba de nuevo a Roma atraído por la promesa -de un regalo de tres mil escudos. Miguel Ángel, ofendido por su -apresuramiento interesado, le escribe: - -“Has venido a Roma con una prisa furiosa. No sé si habrías venido -tan pronto si yo me encontrara en la miseria y me faltara el pan... -Dices que era tu deber venir por amor para mí. ¡Sí, el amor de un -taladro[413]! Si me tuvieras cariño, me hubieras escrito: ‘Miguel -Ángel, guardad vuestros tres mil escudos y gastadlos en vos mismo, -porque ya nos habéis dado bastante; vuestra vida nos es más cara que la -fortuna’, pero desde hace cuarenta años habéis vivido de mí y nunca he -recibido ni una buena palabra[414]...”. - -Una grave cuestión fué la del matrimonio de Lionardo, que ocupó al tío -y al sobrino durante seis años[415]. Lionardo condescendía con su tío -dócilmente; pensando en la herencia aceptaba todas sus observaciones, -lo dejaba escoger, discutir, rechazar los partidos que se le ofrecían y -él parecía indiferente. - -Miguel Ángel, al contrario, se apasionaba como si él tuviera que -casarse. Consideraba el matrimonio como un asunto serio, para el cual -el amor era la menor condición; la fortuna no entraba tampoco en -cuenta, lo que importaba era la salud y la honorabilidad. Le daba rudos -consejos, desprovistos de poesía, robustos y positivos: - -“Ésta es una gran decisión; acuérdate de que entre el hombre y la mujer -debe haber siempre una diferencia de edad de diez años, y fíjate en -que la que escojas no sea solamente buena, sino también sana. Se me ha -hablado de varias personas; unas me gustan y otras no. Si piensas en -ello, escríbeme si es que te gusta más una que otra, y yo te diré mi -opinión. Eres libre para tomar a una o a otra, con tal que sea noble y -bien educada, y más bien sin dote, que con una gran dote, para vivir -en paz[416]... Un florentino me ha dicho que te han hablado de una -muchacha de la casa Ginori, y que te gusta. A mí no me gusta que tomes -por mujer una hija cuyo padre no te la daría si tuviera bastante para -constituirle una dote conveniente. Yo deseo que el que quiera darte -una mujer te la dé a ti y no a tu fortuna. Tú piensa únicamente en -considerar la salud del alma y del cuerpo, la calidad de la sangre y de -las costumbres, y además ver quiénes son sus parientes, porque esto es -de gran importancia. Tómate el trabajo de buscar una mujer que no se -avergüence de lavar los platos en caso necesario y de ocuparse de las -cosas de la casa. En cuanto a la belleza, como tú no eres precisamente -el joven más bello de Florencia, no te preocupes, con tal que no sea ni -estropeada ni repugnante[417]...”. - -Después de mucho buscar parecía haberse hallado el ave rara. Pero a -última hora he aquí que se le descubre un defecto de importancia: - -“He sabido que tiene la vista corta, lo cual no me parece un defecto -pequeño; por eso no he prometido nada todavía; y puesto que tú tampoco -has prometido nada, mi opinión es que te desprendas, si estás seguro de -esta cosa”[418]. - -Lionardo se desalienta. Se sorprende por la insistencia de su tío para -casarlo, y éste responde: - -“Es verdad, lo deseo, para que nuestra raza no acabe con nosotros. Sé -muy bien que el mundo no se trastornará por eso; pero de todos modos, -cada animal se esfuerza por conservar su especie. Por eso deseo que tú -te cases”[419]. - -Al fin, el mismo Miguel Ángel se cansa; comienza a encontrar ridículo -que él sea quien se ocupe siempre del matrimonio de Lionardo y que -éste no se interese en ello. Declara su propósito de abstenerse en lo -sucesivo: - -“Desde hace sesenta años me he ocupado de vuestros asuntos; ahora estoy -viejo y tengo que pensar en los míos”. - -Precisamente entonces tiene noticias de que su sobrino tiene relaciones -formales con Cassandra Ridolfi; se alegra de ello, lo felicita, y le -promete una dote de mil quinientos ducados. Lionardo se casa[420]. -Miguel Ángel envía sus felicitaciones a los jóvenes esposos, y -promete un collar de perlas a Cassandra. La alegría no le impide sin -embargo advertir a su sobrino, “que aunque él no sea muy conocedor de -esas cosas, le parece que Lionardo debió haber arreglado todas las -cuestiones de dinero antes de conducir a la mujer a su casa; porque -siempre hay en estas cuestiones un germen de desunión”. Y termina con -esta recomendación burlesca: - -“¡Vamos! ahora procurar vivir, y piensa bien en ello, porque el número -de las viudas es siempre más grande que el de los viudos”[421]. - -Dos meses después, en lugar del collar prometido, envió dos anillos -a Cassandra, uno adornado con un diamante y el otro con un rubí. -Cassandra, como agradecimiento, le manda ocho camisas. Miguel Ángel -escribe: “Son muy bonitas, sobre todo la tela, y me gustan mucho, pero -me disgusta que hayáis hecho este gasto, porque no me falta nada; da -las gracias a Cassandra por mí, y dile que estoy a su disposición para -enviarle todo lo que pueda encontrar aquí de artículos romanos u otros. -Esta vez sólo he mandado una insignificancia, otra vez haremos algo -mejor con algún objeto que le agrade; adviérteme solamente”[422]. - -Pronto vienen los hijos; el primero llamado Buonarroto[423], según el -deseo de Miguel Ángel, y el segundo Michelangelo[424]. Y el viejo tío -que invita a la joven pareja para que vaya a su casa de Roma, en 1556, -no deja de tomar parte afectuosamente en la alegría y en los dolores de -la familia, pero sin permitir nunca a los suyos que se ocupen de sus -negocios, ni siquiera de su salud. - - * * * * * - -Fuera de sus relaciones de familia no faltaron a Miguel Ángel amistades -ilustres o distinguidas[425]. A pesar de su humor salvaje sería -completamente falso representarlo como un campesino del Danubio, a la -manera de Beethoven. Fué un aristócrata italiano de alta cultura y de -raza fina. - -Desde su adolescencia, que transcurrió en los jardines de San Marco, -cerca de Lorenzo el Magnífico, estuvo en relaciones con todo lo que -Italia tenía de más noble entre sus grandes señores, sus príncipes, -sus prelados[426], los escritores[427], y los artistas[428]. Tenía -contiendas de ingenio con el poeta Francesco Berni[429]; tenía -correspondencia con Benedetto Varchi; se cambiaba poesías con Luigi -del Riccio y con Donato Giannotti. Su conversación era muy buscada, lo -mismo que sus profundas observaciones sobre el arte y sus opiniones -sobre el Dante, que nadie conocía como él. Una dama romana[430], -escribía que cuando él quería, era “un gentil hombre de modales finos -y seductores, como apenas habría otro igual en Europa”. Los diálogos -de Giannotti y de Francisco de Holanda muestran su exquisita cortesía -y la costumbre que tenía del trato social. Y hasta se encuentra, en -algunas de sus cartas a los príncipes[431], que le hubiera sido fácil -ser un perfecto cortesano. El mundo nunca huyó de él, sino que él fué -quien lo tuvo a distancia, y no dependió más que de él mismo llevar -una vida triunfal. Era para Italia la encarnación del genio italiano. -Al fin de su carrera personificaba el gran Renacimiento como último -superviviente, y él sólo era todo un siglo de gloria. - -No solamente los artistas lo miraban como un ser sobrenatural[432]. Los -príncipes se inclinaban ante él como si fuera un rey. Francisco I y -Catalina de Médicis, le rendían homenaje[433]. Cosme de Médicis quiso -nombrarlo senador[434]; y cuando fué a Roma[435], lo trató como a un -igual, lo hizo sentar a su lado, y conversó con él confidencialmente. -El hijo de Cosme, Francesco de Médicis, lo recibió con la gorra en -la mano, “demostrando un respeto sin límites para aquel hombre -extraordinario”[436]. En él no se honraba menos su genio que “su gran -virtud”[437]. Su vejez fué tan gloriosa como la de Goethe o la de Hugo, -pero él era un hombre distinto, no tenía ni la sed de popularidad del -uno, ni el respeto burgués del otro, por libre que fuera para el mundo -y para el orden establecido. Despreciaba la gloria y despreciaba al -mundo, y si servía a los papas era por la fuerza; pero no ocultaba -que “hasta los papas lo fastidiaban y lo enojaban algunas veces, -conversando con él y mandándolo buscar”, y que, “a pesar de sus órdenes -no iba a verlos cuando no tenía voluntad”[438]. - -“Cuando un hombre está hecho así por la naturaleza y por la educación y -odia las ceremonias y desprecia la hipocresía, lo racional es dejarlo -vivir como le conviene. Si no pide nada ni busca vuestra sociedad, ¿por -qué buscar la suya? ¿por qué quererlo rebajar a las vulgaridades que le -repugnan y lo hacen alejarse del mundo? No es un hombre superior el que -piensa complacer a los imbéciles más bien que a su genio”[439]. - -No tenía pues con el mundo más que las relaciones indispensables o -completamente intelectuales. No les permitía llegar hasta su intimidad; -y los papas, los príncipes, la gente de letras y los artistas tenían -poco lugar en su vida. Hasta con los muy pocos de entre ellos, para los -cuales sentía una verdadera simpatía, era raro que se estableciera una -amistad durable. Quería a sus amigos y era generoso con ellos; pero su -violencia, su orgullo y su desconfianza, transformaban con frecuencia a -los más favorecidos en enemigos mortales. Un día escribió esta bella y -triste carta: - -“El pobre ingrato está hecho de tal manera que si lo ayudáis en su -desgracia, dice que él mismo os presta lo que vos le dais. Si le dais -trabajo para demostrarle vuestro interés, pretende que habéis tenido -que buscarlo porque vos no podéis hacerlo. De todos los beneficios que -recibe, dice que el benefactor se ha visto obligado a hacerlos, y si -los beneficios recibidos son tan evidentes que es imposible negarlos, -entonces el ingrato espera bastante tiempo para que aquél de quien -ha recibido el beneficio, cometa una falta evidente; entonces tiene -pretexto para hablar mal de él y librarse de todo reconocimiento. Así -se ha obrado siempre contra mí; y sin embargo, ningún artista se ha -dirigido a mí sin que yo no lo haya beneficiado con todo mi corazón. -Y después toman como pretexto mi carácter raro o la locura que me -atribuyen y que a nadie hace daño, para hablar mal de mí y ultrajarme. -Ésta es la recompensa de los que son buenos”[440]. - - * * * * * - -En su propia casa tenía ayudantes bastante adictos, pero en general -mediocres. Se sospechaba que los escogía intencionalmente mediocres -para tener instrumentos dóciles y no colaboradores, lo que, por lo -demás, habría sido legítimo. Pero, dice Condivi: “...no era cierto, -como muchos le reprochaban, que no quería enseñar; al contrario, lo -hacía de buena gana. Desgraciadamente, la fatalidad quiso que le -tocaran sujetos poco capaces, o capaces, pero poco perseverantes, que -después de algunos meses de enseñanza se creían ya maestros”. - -Es indudable que la primera cualidad que exigía de sus ayudantes -era una sumisión absoluta. Así como era despiadado para los que -desplegaban hacia él una independencia orgullosa, tuvo siempre tesoros -de indulgencia y de generosidad para los discípulos modestos y fieles. -El perezoso Urbano, “que no quería trabajar”[441], y que tenía -razón, porque cuando trabajaba, era para estropear irremediablemente -por su torpeza el _Cristo_ de la Minerva, fué objeto de sus cuidados -paternales durante una enfermedad[442]; llamaba a Miguel Ángel: -“querido como el mejor padre”. Piero di Giannoto fué “amado como un -hijo”. Silvio di Giovanni Cepparello, que salió de su casa para entrar -al servicio de Andrés Doria, le suplica desoladamente que le permita -volver con él. La historia conmovedora de Antonio Mini es un ejemplo -de la generosidad de Miguel Ángel para con sus ayudantes. Mini, -aquel discípulo que, según Vasari, “tenía buena voluntad pero no era -inteligente”, amaba a la hija de una pobre viuda de Florencia. Según -el deseo de sus padres, Miguel Ángel lo alejó de Florencia. Antonio -quiso ir a Francia[443]. Miguel Ángel le hizo un obsequio regio: “todos -los dibujos, todos los cartones, la pintura de _Leda_[444], todos los -modelos que había hecho para ella, tanto en cera como en arcilla”. -Provisto con esta fortuna, Antonio partió[445]. Pero la mala suerte que -perseguía todos los proyectos de Miguel Ángel, fué más dura todavía -con los de su humilde amigo. Fué a París para enseñar el cuadro de -la _Leda_ al Rey. Francisco I estaba ausente; Antonio dejó la _Leda_ -guardada en la casa de un italiano amigo suyo, Giuliano Buonaccorsi, -y volvió a Lyon, donde se había establecido. Cuando regresó a París -algunos meses más tarde, la _Leda_ había desaparecido. Buonaccorsi la -había vendido por su cuenta a Francisco I. Antonio, enloquecido y sin -recursos, incapaz de defenderse, perdido en aquella ciudad extranjera, -murió de aflicción a fines de 1533. - -Pero de todos sus ayudantes el más amado de Miguel Ángel y a quien -su afecto aseguró la inmortalidad, fué Francesco d’Amadore, por -sobrenombre Urbino, de Castel Durante. Desde 1530 estaba al servicio -de Miguel Ángel, y trabajó bajo sus órdenes en la tumba de Julio II. -Miguel Ángel se preocupaba por su porvenir. - -Le decía: “¿qué harás tú si yo muero?” Urbino respondió: “serviré a -otro”. - ---¡Oh infeliz! dijo Miguel Ángel, quiero remediar tu miseria. - -“Y le dió dos mil escudos juntos. Un obsequio como sólo los emperadores -y los papas podían hacer”[446]. - -Urbino fué quien murió primero[447]. Al día siguiente de su muerte, -Miguel Ángel le escribió a su sobrino: - -“Urbino murió ayer en la tarde, a las cuatro. Me ha dejado tan afligido -y turbado que me hubiera sido más dulce morir con él, por el cariño -que yo le tenía; y bien lo merecía, porque era un hombre digno, leal y -fiel. Su muerte hace que me parezca no vivir, y no puedo recobrar la -tranquilidad”. - -Su dolor era tan profundo que tres meses después decía en una carta -célebre, a Vasari: - -“Messer Giorgio, mi querido amigo, es posible que escriba mal; sin -embargo, en respuesta a vuestra carta, escribiré algunas palabras. Ya -sabéis que Urbino ha muerto, lo que es para mí una pena muy cruel, pero -también una gracia muy grande que Dios me ha hecho. Esta gracia es que -él, que viviendo guardó mi vida, muriendo me ha enseñado a morir, -no con pesar, sino con el deseo de la muerte. Me sirvió veintiséis -años y siempre lo encontré seguro y muy fiel. Yo lo había enriquecido -y ahora que contaba con él para que fuera el sostén de mi vejez, me -fué quitado; y no me queda otra esperanza más que volverlo a ver en -el paraíso, donde Dios ha demostrado que debía estar, por la muerte -muy feliz que le procuró. Lo que ha sido para él más duro que la -muerte, fué dejarme vivo en este mundo engañador, y en medio de tantas -inquietudes. La mejor parte de mí mismo se ha ido con él y no me queda -ya nada más que una miseria infinita”[448]. - -En su desolación, rogó a su sobrino que fuera a verlo a Roma. Lionardo -y Cassandra, inquietos por su tristeza, fueron y lo encontraron muy -debilitado. Tuvo que hacer nuevos esfuerzos, por la obligación que -Urbino le había impuesto de encargarse de la tutela de sus hijos, de -los cuales uno era su ahijado y llevaba su nombre[449]. - - * * * * * - -Tenía otras amistades extrañas. Por la necesidad de reacción contra -todas las imposiciones de la sociedad, que es tan fuerte en las -naturalezas robustas, le gustaba rodearse de gentes sencillas de -espíritu, que tenían salidas inesperadas y maneras libres, gentes que -no fueran como todo el mundo: un tal Topolino, tallador de piedras en -Carrara, “que se imaginaba ser un escultor distinguido y que nunca -hubiera dejado partir para Roma un barco cargado con bloques de mármol, -sin mandar tres o cuatro pequeñas figuras modeladas por él, que hacían -morir de risa a Miguel Ángel”[450]. Un Menighella, pintor de Valdarno, -“que iba de vez en cuando a la casa de Miguel Ángel, para que le -dibujara un San Roque o un San Antonio que después iluminaba y vendía -a los campesinos”. Y Miguel Ángel, con quien los reyes tenían tanto -trabajo para obtener la obra más pequeña, dejaba todo para ejecutar -estos dibujos según las indicaciones de Menighella, entre otros un -_Crucifijo_ admirable[451]; un barbero que se ocupaba también de pintar -y para quien dibujó un _San Francisco con los estigmas_; uno de sus -obreros romanos que trabajó en la tumba de Julio II y que creyó haberse -hecho un gran escultor, sin haberlo notado, porque siguiendo dócilmente -las indicaciones de Miguel Ángel había hecho salir del mármol, con -estupefacción suya, una hermosa estatua; el chistoso orfebre Piloto, -apodado Lasca; el holgazán Indaco, pintor singular, “tan amante de -la charla que despreciaba la pintura”, y que acostumbraba decir -que “trabajar siempre sin tomarse algún placer era indigno de un -cristiano”[452], y sobre todo el ridículo e inofensivo Giuliano -Bugiardini, para quien Miguel Ángel tenía una simpatía especial. - -Giuliano tenía una bondad natural, una manera sencilla de vivir, sin -maldad y sin envidia, que gustaba infinitamente a Miguel Ángel. No -tenía más defecto que amar demasiado sus propias obras. Pero Miguel -Ángel lo estimaba feliz precisamente por esto, porque él mismo era muy -desgraciado no pudiendo satisfacerse plenamente con nada... Una vez -messer Ottaviano de Médicis había pedido a Giuliano que le hiciera un -retrato de Miguel Ángel. - -Giuliano se puso a trabajar; y después de haber tenido a Miguel Ángel -sentado dos horas sin hablar, le dijo: “Miguel Ángel, ven a ver, -levántate ya; he atrapado lo esencial de tu fisonomía”. Miguel Ángel -se levantó, y cuando vió el retrato, le dijo riendo a Giuliano: “¿qué -diablos has hecho? mira, me has hundido un ojo en la sien”. Giuliano, -con estas palabras, se puso fuera de sí. Miró varias veces al retrato -y a su modelo, alternativamente, y respondió con atrevimiento: “No me -parece; pero vuelve a tu sitio y lo corregiré, si hay lugar”. Miguel -Ángel, que sabía lo que pasaba, se volvió a poner, sonriendo, enfrente -de Giuliano, quien lo miró varias veces lo mismo que a la pintura. -Después se levantó, y dijo: “el ojo está tal como yo lo he dibujado, y -la naturaleza así lo muestra”. “Pues bien, dijo Miguel Ángel riendo, es -culpa de la naturaleza. Continúa y no ahorres los colores”[453]. - -Tanta indulgencia, que Miguel Ángel no acostumbraba prodigar con otros -hombres y que concedía a esta gente humilde, indica un humor burlón que -se divierte con las ridiculeces humanas[454], al mismo tiempo que una -piedad afectuosa para esos pobres locos que se creían grandes artistas -y que le inspiraban tal vez un retorno hacia su propia locura. En esto -había mucho de ironía melancólica y burlesca. - - - NOTAS: - -[387] _Poesías_, CXXIII. - -[388] Carta de Miguel Ángel a Vasari (19 de septiembre de 1552). - -[389] Carta de Miguel Ángel a Lionardo su sobrino (julio de 1557). - -[390] Se trata aquí de Antonio da San Gallo, arquitecto en jefe de San -Pedro desde 1537 hasta su muerte, en octubre de 1546. Siempre había -sido enemigo de Miguel Ángel, quien lo trató sin consideraciones. -Se pusieron en pugna el uno contra el otro a propósito de las -fortificaciones del Borgo, barrio del Vaticano, para las cuales Miguel -Ángel hizo que se rechazaran los planos de San Gallo, en 1545, y cuando -la construcción del Palacio Farnesio que San Gallo había edificado -hasta el segundo piso, y que Miguel Ángel terminó, imponiendo en 1549 -su modelo para la cornisa y eliminando el proyecto de su rival. (Véase -el _Michelangelo_ de Thode). - -[391] El futuro Papa Marcelo II. - -[392] Vasari. - -[393] Bottari. - -[394] Al terminar la investigación de 1551, Miguel Ángel, dirigiéndose -a Julio III que la presidía, le dijo: “Santo Padre, ya veis cuáles son -mis ganancias; si las molestias que sufro no sirven a mi alma, pierdo -mi tiempo y mi trabajo”. El Papa, que lo quería, le puso las manos en -los hombros, y respondió: “Tú ganas para los dos, para tu cuerpo y para -tu alma. No tengas temor”. (Vasari). - -[395] Paulo III había muerto el 10 de noviembre de 1549, y Julio III, -que también amaba a Miguel Ángel, reinó del 8 de febrero de 1550 al 23 -de marzo de 1555. El Cardenal Cervini fué electo el 9 de abril de 1555 -bajo el nombre de Marcelo II; no reinó más que algunos días. Paulo IV -Caraffa lo sucedió el 23 de mayo de 1555. - -[396] Carta de Miguel Ángel a Lionardo (mayo de 1555). Inquieto por las -críticas de sus propios amigos, llegó a pedir sin embargo en 1560, “que -se tuviera a bien descargarlo del fardo que llevaba gratuitamente desde -hacía diecisiete años por orden de los Papas”. Pero su dimisión no fué -aceptada y Pío IV renovó sus poderes, por medio de un breve. Entonces -fué cuando se resolvió al fin a ejecutar, por instancias de Cavalieri, -el modelo en madera de la cúpula. Hasta entonces se había reservado -todos sus proyectos, rehusándose a dejar ver nada a quienquiera que -fuese. - -[397] No por eso Nanni dejó de rogar al duque Cosme, al día siguiente -de la muerte de Miguel Ángel, que se le diera la sucesión de éste en -San Pedro. - -[398] Miguel Ángel no pudo ver construidas más que las escaleras y la -plaza. Los edificios del Capitolio no fueron terminados hasta el siglo -XVII. - -[399] De la Iglesia de Miguel Ángel no queda nada ahora. Fué -reconstruida enteramente en el siglo XVIII. - -[400] Se ejecutó el modelo de Miguel Ángel en piedra y no en madera, -como él quería. - -[401] En 1559-1560. - -[402] Vasari. - -[403] _Ibid._ En 1553 fué cuando comenzó esta obra, la más conmovedora -de todas las suyas, porque es la más íntima. Se siente que ahí no habla -más que por sí mismo, que sufre y se abandona a su sufrimiento. Y hasta -parece que se representó a sí mismo en el viejo de cara dolorosa que -sostiene el cuerpo de Cristo. - -[404] En 1555. - -[405] Tiberio Calcagni la compró a Antonio y pidió a Miguel Ángel -permiso de repararla. Miguel Ángel consintió y Calcagni reajustó el -grupo; pero murió y la obra quedó sin terminar. - -[406] _Poesías_, LXXXI, (por el año de 1550). Sin embargo, algunas -poesías que también parecen de su extrema vejez, demuestran que la -llama no estaba tan apagada como creía, y que como él decía, la vieja -leña quemada levantaba llama de vez en cuando. (Véase Apéndice, XXII. -_Poesías_, CX y CXIX). - -[407] Se casó en 1538 con Michele di Niccoló Guicciardini. - -[408] Una propiedad en Pozzolatico. - -[409] Esta correspondencia comienza en 1540. - -[410] ..._Stare a spasimare intorno alle tue lettere._ (_Cartas_, -1536-1548). - -[411] Carta de 11 de julio de 1544. - -[412] Miguel Ángel fué el primero que advirtió a su sobrino, durante -una enfermedad en 1549, que no lo había olvidado en su testamento. El -testamento dice así: “A Gismondo y a ti les dejo todo lo que tengo; -de manera que mi hermano Gismondo y tú, mi sobrino, tienen derechos -iguales, y ninguno puede ejercer autoridad sobre mis bienes sin -consentimiento del otro”. - -[413] _L’amore del tarlo!_ - -[414] Febrero 6 de 1546. Y agrega: “Es cierto que el año pasado te he -sermoneado tanto, que te dió vergüenza y me enviaste un barrilito de -Trebbiano. ¡Lo que esto te habrá costado!” - -[415] De 1547 a 1553. - -[416] Y en otra parte decía: “no pienses en buscar dinero sino -únicamente la bondad y la buena reputación. Tienes necesidad de una -mujer que viva contigo y a quien puedas mandar, una mujer que no cause -disgustos ni ande todos los días en bodas y en festines; porque donde -hay cortejos es muy fácil perderse, (_diventar puttana_) sobre todo -cuando no se tiene familia...”. _Cartas_, febrero 1.º de 1549. - -[417] _Storpiata o schifa_... (_Cartas_, 1547-1552). - -[418] _Ibid._ Diciembre 19 de 1551. - -[419] Sin embargo, agrega: “Pero si acaso no te sientes bastante sano, -entonces es mejor resignarse a vivir, sin traer más desgraciados al -mundo”. _Cartas_, junio 24 de 1552. - -[420] El 16 de mayo de 1553. - -[421] _Cartas_, mayo 20 de 1553. - -[422] _Cartas_, agosto 5 de 1553. - -[423] Nacido en 1554. - -[424] Nacido en 1555, que muere poco después de su nacimiento. - -[425] Hay que distinguir bien entre los períodos de su vida. Se -encontrarán en esta larga carrera desiertos de soledad, pero también -algunos períodos de amistades. Por el año de 1515, en Roma, tiene -un pequeño círculo de florentinos libres y de buen vivir: Domenico -Buoninsegni, Lionardo Sellajo, Giovanni Spetiale, Bartolommeo -Verazzano, Giovanni Gellesi, Canigiani. Un poco más tarde, bajo el -pontificado de Clemente VII, fué la espiritual sociedad de Francesco -Berni y de Fra Sebastiano del Piombo, amigo adicto pero peligroso, que -contaba a Miguel Ángel todos los rumores que circulaban acerca de él y -atizaba su enemistad contra el partido de Rafael. Fué, sobre todo en -tiempo de Vittoria Colonna, el círculo de Luigi del Riccio, mercader -florentino que lo aconsejaba en sus negocios y fué su más íntimo amigo. -En su casa encontraba a Donato Giannotti, al músico Arcadelt y al -hermoso Cecchino. Todos ellos amaban la poesía, la música y los buenos -platos. Para Riccio, desesperado por la muerte de Cecchino, escribió -Miguel Ángel sus cuarenta y ocho epigramas funerarios; y Riccio por -cada epigrama enviaba a Miguel Ángel, truchas, setas, trufas, melones, -tórtolas, etc. Véase _Poesías_, Edición Frey, LXXIII.--Después de -la muerte de Riccio, en 1546, Miguel Ángel ya no tuvo amigos, sino -discípulos; Vasari, Condivi, Daniel de Volterra, Bronzino, Leone Leoni, -Benvenuto Cellini. Les inspiraba un culto apasionado, y él por su parte -les mostraba un afecto conmovedor. - -[426] Por sus funciones en el Vaticano no menos que por la grandeza de -su espíritu religioso, Miguel Ángel estuvo particularmente relacionado -con los altos dignatarios de la Iglesia. - -[427] Será tal vez curioso anotar, de paso, que Miguel Ángel conoció -a Maquiavelo. Una carta de Biagio Buonaccorsi a Maquiavelo, del 6 de -septiembre de 1508, le anuncia que ha enviado por conducto de Miguel -Ángel, dinero a una mujer cuyo nombre no se menciona. - -[428] Entre los artistas fué sin duda donde tuvo menos amigos, -excepto al fin de su vida, cuando estuvo rodeado de discípulos que -lo adulaban. Tenía pocas simpatías para la mayor parte de ellos y no -se los ocultaba. Estuvo en muy malos términos con Leonardo de Vinci, -Perugino, Francia, Signorelli, Rafael, Bramante y San Gallo. “Maldito -sea el día en que hayáis hablado bien de alguien” le escribió Jacopo -Sansovino, el 30 de junio de 1517. Esto no impidió a Miguel Ángel hacer -servicios más tarde a Sansovino, en 1524, y a otros muchos; pero tenía -un genio demasiado apasionado para amar otro ideal más que el suyo, y -era demasiado sincero para fingir amar lo que no amaba. Sin embargo, se -mostró muy cortés con Ticiano cuando éste visitó Roma en 1545. Pero a -la sociedad de los artistas, cuya cultura en general dejaba que desear, -prefería la de los escritores y los hombres de acción. - -[429] Se cambiaron epístolas en verso, amistosas y burlescas. -_Poesías_, LVII y CLXXII. Berni hizo de Miguel Ángel un elogio -magnífico en su _Capitolo a Fra Sebastiano dei Piombo_. Dice “que él -era la Idea en sí de la escultura y de la arquitectura, como Atrea era -la Idea de la Justicia, toda bondad y toda inteligencia”. Lo llama un -segundo Platón, y dirigiéndose a los otros poetas les dice esta frase -admirable, citada con frecuencia: “¡Guardad silencio, instrumentos -armoniosos! Él dice cosas y vosotros palabras”. _Ei dice cose, et voi -dite parole_... - -[430] Dona Argentina Malaspina, en 1516. - -[431] Sobre todo su carta a Francisco I, de 26 de abril de 1546. - -[432] Condivi comienza así su vida de Miguel Ángel: “Desde la hora -en que el Señor Dios, por su gracia todopoderosa, me juzgó digno no -solamente de ver a Miguel Ángel Buonarroti, el escultor y pintor -único, lo cual apenas habría tenido la audacia de esperar, sino -también de gozar con su conversación, con su afecto y su confianza, en -reconocimiento de tal beneficio, me dediqué a reunir todo lo que me -parece en su vida digno de alabanza y de admiración, para ser útil a -los demás con el ejemplo de tal hombre”. - -[433] Francisco I, en 1546. Catalina de Médicis, en 1559, le escribió -desde Blois, “que sabiendo como todo el mundo, cuán superior era a -cualquier otro en su siglo”, le suplicaba que él esculpiera la estatua -ecuestre de Enrique II, o que a lo menos hiciera un dibujo de ella. -Noviembre 14 de 1559. - -[434] En 1552. Miguel Ángel no respondió, lo cual ofendió al duque. -Cuando Benvenuto Cellini volvió a hablar del asunto a Miguel Ángel, -éste respondió de una manera sarcástica. - -[435] En noviembre de 1560. - -[436] En octubre de 1561. - -[437] Vasari. A propósito de la recepción que Cosme hizo a Miguel Ángel. - -[438] Francisco de Holanda. _Conversación sobre la pintura._ - -[439] _Ibid._ - -[440] A Piero Gondi. Enero 26 de 1524. - -[441] Vasari describe así a los ayudantes de Miguel Ángel: “Pietro -Urbano de Pistoia era muy inteligente, pero nunca quiso trabajar. -Antonio Mini hubiera querido, pero no era inteligente. Ascanio della -Ripa Transone trabajaba, pero nunca llegó a hacer nada”. - -[442] Miguel Ángel se inquietaba por sus menores percances. Se preocupa -cuando Urbano se corta un dedo. Cuida de que cumpla sus deberes -religiosos: “Ve a confesarte, trabaja bien, cuida la casa...”. (Cartas, -marzo 29 de 1518). - -[443] Ya Miguel Ángel había querido ir a Francia con Antonio Mini, -después de la fuga de Florencia, en 1529. - -[444] El cuadro que había hecho durante el sitio para el duque de -Ferrara, pero que no quiso entregar porque el Embajador de Ferrara le -había faltado al respeto. - -[445] En 1531. - -[446] Vasari. - -[447] El 3 de diciembre de 1555, pocos días después de la muerte del -último hermano de Miguel Ángel, Gismondo. - -[448] Febrero 25 de 1556.--Miguel Ángel termina así: “me recomiendo a -vos y os ruego que me disculpéis con messer Benvenuto (Cellini) si no -contesto su carta; porque estos pensamientos me causan tanto dolor que -me siento incapaz de escribir”. - -Véase también la poesía CLXII: - - _E piango e parlo del mio morto Urbino..._ - -[449] Escribió a la mujer de Urbino, Cornelia, cartas llenas de afecto, -en las cuales le prometía llevarse consigo al pequeño Michelangelo, -“quererlo más que a los hijos de su sobrino Lionardo y enseñarle todo -lo que Urbino deseaba que aprendiese”. Marzo 28 de 1557.--No perdonó a -Cornelia que se volviera a casar, en 1559. - -[450] Véase en Vasari la relación de estos chistes. - -[451] _Ibid._ - -[452] _Ibid._ - -[453] Vasari. - -[454] Como casi todas las almas sombrías, Miguel Ángel tenía a veces -el humor burlón; escribió poesías burlescas del género de Berni. Pero -su sátira es ruda y casi trágica, como la lúgubre caricatura de los -achaques de la vejez. (_Poesías_ LXXXI). Véase también su parodia de -una poesía del amor. (_Ibid._, XXXVII). - - - [Ilustración] - - - III - SOLEDAD - - _L’anima mia, che chon la morte parla..._[455] - - -Así vivía solo con sus humildes amigos, sus ayudantes y sus locos, y -con otros amigos más humildes todavía, sus animales familiares, sus -pollos y sus gatos[456]. - -En el fondo estaba solo, y cada día más. “Estoy siempre solo, escribía -a su sobrino en 1548, y no habló con nadie”. Se había separado poco a -poco no solamente de la sociedad de los hombres, sino de sus intereses -mismos, de sus necesidades, de sus placeres y de sus pensamientos. - -La última pasión que lo ligaba a los hombres de su tiempo, el fuego -republicano, se había extinguido también. Todavía una vez había lanzado -un último resplandor de tempestad, en la época de las dos graves -enfermedades de 1544 y 1546, cuando Miguel Ángel fué recogido por su -amigo Riccio en la casa de los Strozzi, republicanos y proscriptos. -Miguel Ángel, convaleciente, mandó rogar a Roberto Strozzi, refugiado -en Lyon, que recordara al Rey de Francia sus promesas, y agregaba -que si Francisco I iba a restablecer la libertad en Florencia, se -comprometía a elevarle por su cuenta una estatua ecuestre, de bronce, -en la plaza de la Señoría[457]. En 1546 regaló a Strozzi, en señal de -gratitud por la hospitalidad recibida, los _Dos Cautivos_ que Strozzi a -su vez obsequió a Francisco I. - -Pero esto no era más que un acceso de la fiebre política, y el último. -En algunos pasajes de sus Diálogos con Giannotti, en 1545, expresa casi -los pensamientos de Tolstoi sobre la inutilidad de la lucha y la no -resistencia al mal: - -“Es una gran presunción atreverse a matar a alguien, porque no se puede -saber seguramente si de su muerte resultará algún bien o si de su vida -lo hubiera resultado. Por eso yo no puedo soportar a esos hombres que -creen que no es posible producir el bien si no se comienza por el -mal, es decir, por el asesinato. Los tiempos cambian, nuevos sucesos -sobrevienen, los deseos se transforman, los hombres se cansan... y al -fin de cuentas sucede siempre lo que no se había previsto”. - -El mismo Miguel Ángel que había hecho la apología del tiranicidio, -se irritaba contra los revolucionarios que se imaginan cambiar el -mundo con un acto. Sabía bien que él había sido uno de ellos y se -condenaba a sí mismo amargamente. Como Hamlet, dudaba ya de todo, de -sus pensamientos, de sus odios, y de todo lo que había creído. Volvía -la espalda a la acción. Y escribía: “El buen hombre que respondió a -alguno:--Yo no soy un hombre de estado, yo soy un hombre honrado y un -hombre de buen sentido--, ése decía la verdad. ¡Si mis trabajos de Roma -me preocuparan tan poco como los negocios de los Estados!”[458]. - -La verdad es que ya no odiaba. No podía ya odiar. Era demasiado tarde: - - _Ahimè, lasso chi pur tropp’ aspetta, - Ch’ i’ gionga a suoi conforti tanto tardj! - Ancor, se ben riguardj, - Un generoso, alter’ e nobil core - Perdon’ e porta a chi l’offend’ amore._ - -“¡Ay de mí, cansado de una espera demasiado larga, llego demasiado -tarde a lo que había deseado!... y ahora ¿no lo sabes? un corazón -generoso, soberbio y noble perdona y ofrece su amor a quien lo -ofende”[459]. - - * * * * * - -Vivía en el Macel de’ Corvi, sobre el foro de Trajano. Tenía allí una -casa con un jardinillo y la ocupaba con un criado, una criada y sus -animales familiares[460]. No tenía buena mano para sus criados. “Eran -todos negligentes y sucios”, dice Vasari. Los cambiaba a menudo y -se quejaba de ellos amargamente[461]. Tuvo por esta causa tantos -disgustos como Beethoven; y sus _Ricordi_ (recuerdos o notas) como los -cuadernos y conversaciones de Beethoven, conservan todavía las huellas -de sus trastornos domésticos. “¡Oh, más valía que no hubiera estado -nunca aquí!” Escribía en 1560, después de haber despedido a una criada, -Girolama. - -Su cuarto era sombrío como una tumba[462]. “En él las arañas hacían -mil trabajos hilando con sus pequeños husos”[463]. A la mitad de -la escalera había pintado a la Muerte llevando sobre el hombro un -ataúd[464]. Vivía como un pobre y apenas comía[465], y “cuando no podía -dormir se levantaba por la noche, para trabajar con el cincel. Se había -fabricado un casco de cartón sobre el cual ponía una vela encendida, -encima de su cabeza y de esta manera sin estorbo en las manos, -iluminaba su trabajo”[466]. - -Al hacerse más viejo se hacía más solitario; era para él una -necesidad, cuando todo dormía en Roma, refugiarse en el trabajo -nocturno. El silencio era para él un beneficio, y la noche una amiga: - -“¡Oh noche, oh tiempo dulce aunque sombrío, donde todo esfuerzo acaba -por alcanzar la paz; quien te alaba ve bien y comprende bien, y quien -te honra está en su pleno juicio. Tú cortas todos los pensamientos -fatigados, con las sombras húmedas y el reposo; y de aquí abajo, a -menudo, me llevas en sueños hasta las alturas adonde espero ir. ¡Oh -sombra de la muerte, por la cual se evitan todas las miserias enemigas -del alma y del corazón, supremo y buen remedio de los afligidos, tú -devuelves la salud a nuestra carne enferma, tú secas nuestro llanto, tú -nos descargas de nuestras fatigas, y limpias a los buenos del odio y -del disgusto”[467]. - -Vasari visitó una noche al viejo que estaba solo en su casa desierta, -contemplando la trágica _Pietà_ y meditando: - -Cuando Vasari tocó, Miguel Ángel se levantó y fué a la puerta con -un candelero en la mano. Vasari quiso contemplar la escultura, pero -Miguel Ángel dejó caer y apagarse la luz para que no pudiera ver nada. -Y mientras que Urbino iba a buscar otra, el Maestro se volvió hacia -Vasari y le dijo: “Estoy tan viejo que con frecuencia la muerte me tira -de las calzas para llevarme. Un día caerá mi cuerpo como esta antorcha -y como ella se extinguirá la luz de mi vida”. - -La idea de la muerte lo absorbía, cada vez más próxima y llena de -sombras. - -“No hay en mí ningún pensamiento, decía a Vasari, que no tenga en el -fondo esculpida la muerte”[468]. - -Le parecía ya como la única felicidad de la vida: - -“Cuando mi pasado se me hace presente, y esto me sucede a todas horas, -¡oh mundo falso! entonces conozco bien el error y la culpa de la -raza humana. El que llega a consentir en tus frivolidades y en sus -vanas delicias, prepara para su alma penas dolorosas. Bien lo sabe -el que hace la prueba; con cuánta frecuencia prometes paz y bienes -que no tienes ni tendrás nunca. Por eso el menos favorecido es el -que permanece por más tiempo aquí abajo, y el que vive menos, más -fácilmente vuelve al cielo”[469]. - -“Conducido por muchos años a mi última hora reconozco tarde ¡oh mundo!, -tus delicias. Tú prometes la paz que no tienes; tú prometes el reposo -que muere antes del nacimiento. Lo digo y lo sé por experiencia, los -únicos elegidos del cielo son los que más pronto mueren después de -nacer”[470]. - -Como su sobrino Lionardo festejara el nacimiento de su hijo, Miguel -Ángel lo reprimió severamente: - -“Esta pompa me disgusta. No hay que reírse cuando el mundo entero -llora. Es una falta de sentido celebrar así una fiesta por alguien que -acaba de nacer. Hay que reservar la alegría para el día en que muere un -hombre que ha vivido bien”[471]. - -Y al año siguiente lo felicitó por haber perdido a un segundo hijo de -corta edad. - - * * * * * - -La naturaleza, que hasta entonces había desdeñado en su fiebre -apasionada, y por su genio intelectual, fué en sus últimos años una -consoladora para él[472]. En septiembre de 1556, huyendo de Roma, -amenazado por las tropas del Duque de Alba, pasó por Spoleto y -permaneció allí cinco semanas, en medio de los bosques de encinas y de -olivos, dejándose penetrar por el esplendor cercano del otoño. Volvió -a Roma con sentimiento, a fines de octubre, porque fué llamado. “He -dejado allá más de la mitad de mí mismo, escribía a Vasari; porque -verdaderamente la paz no se encuentra más que en los bosques”. - - _Pace non si trova se non nei boschi_[473]. - -Y de regreso en Roma, el anciano de ochenta y dos años compuso una -hermosa poesía a la gloria de los campos y de la vida campestre, en -contraste con la mentira de las ciudades. Fué su última obra poética y -tiene toda la frescura de la juventud[474]. - -Pero en la naturaleza, lo mismo que en el arte y en el amor, era a -Dios a quien buscaba y a quien se aproximaba cada día más. Siempre -había sido creyente. Aunque no se dejara engañar por los sacerdotes -ni por los monjes, ni por los devotos y las devotas, aunque a veces -se burlara rudamente de ellos[475], nunca tuvo según parece la -menor duda en su fe. Cuando la enfermedad o la muerte de su padre y -de sus hermanos, su primer cuidado fué siempre que recibieran los -sacramentos[476]. Tenía una confianza sin límites en la oración: creía -más en ella que en todas las medicinas[477]. Atribuía a su intercesión -todos los bienes recibidos y los males que no le habían llegado. -Tenía en su soledad crisis de adoración mística. La casualidad nos ha -conservado el recuerdo de una de ellas: Un relato contemporáneo nos -muestra la cara extática del héroe de la Sixtina, solo, orando en la -noche, en su jardín de Roma e implorando con sus ojos dolorosos al -cielo estrellado[478]. - -No es cierto, como se ha querido hacer creer, que su fe haya sido -indiferente al culto de los Santos y de la Virgen[479]. Sería gracioso -convertir en protestante al hombre que consagró los veinte últimos -años de su vida a construir el templo del Apóstol Pedro y cuya última -obra, interrumpida por la muerte, fué una estatua de San Pedro. No -se puede olvidar que en diversas ocasiones quiso emprender grandes -peregrinaciones, en 1545 a Santiago de Compostela, en 1556 a Loreto, y -que formaba parte de la Hermandad de San Giovanni Decollato--San Juan -Bautista--pero es cierto que, como todo gran cristiano, vivió y murió -en Cristo[480]. “Vivo pobre con Cristo”, escribía a su padre desde -1512, y al morir suplicaba que se le recordaran los sufrimientos de -Cristo. Desde la amistad, y sobre todo después de la muerte de Vittoria -Colonna, su fe tomó un carácter más exaltado. Al mismo tiempo que su -arte, se consagraba casi exclusivamente a la gloria de la Pasión de -Cristo[481], su poesía se abismaba en el misticismo. Renegaba del arte -y se refugiaba en los grandes brazos abiertos del Crucificado: - -“El curso de mi vida ha llegado, sobre la mar tempestuosa, en un frágil -barco, al puerto común donde se desembarca para dar cuenta y razón de -toda obra pía e impía. La ilusión apasionada que me hizo del arte un -ídolo y un monarca, me parece hoy cargada de errores y veo claramente -lo que todo hombre desea para su mal. Los pensamientos amorosos, los -pensamientos vanos y alegres, ¿qué son ahora que me aproximo a las -dos muertes? de una de ellas estoy seguro y la otra me amenaza. Ni la -pintura ni la escultura son capaces de apaciguar el alma, dirigida -hacia el amor divino, que para recogernos, abre sus brazos sobre la -Cruz”[482]. - - * * * * * - -Pero la flor más pura que la fe y el sufrimiento hicieron brotar en -aquel viejo corazón desgraciado, fué la divina caridad. Este hombre, -a quien sus enemigos acusaban de avaricia[483], no dejó durante toda -su vida de colmar con sus liberalidades a los infelices conocidos y -desconocidos. - -No solamente demostró siempre el afecto más conmovedor para sus viejos -servidores y para los de su padre, para una tal Mona Margherita, a -quien recogió después de la muerte del viejo Buonarroti, y cuya muerte -le causó “más pena que si hubiera sido una hermana”[484]; para un -humilde carpintero que había trabajado en el andamiaje de la Capilla -Sixtina, a cuya hija dotó[485]... sino que también daba constantemente -a los pobres y sobre todo a los pobres vergonzantes. Le gustaba asociar -en sus limosnas a su sobrino y a su nuera, les inspiraba la costumbre -de hacerlo; los hacía que hicieran caridades por cuenta de él sin -nombrarlo siquiera, porque quería que sus limosnas se conservaran -secretas[486]. “Le gustaba más hacer el bien que parecer hacerlo”[487]. -Por un rasgo de exquisita delicadeza, pensaba sobre todo en las jóvenes -pobres y procuraba darles ocultamente pequeñas dotes para que pudieran -casarse o entrar en un convento. - -“Procura, pues, conocer a un burgués necesitado que tenga una hija por -casarse o para entrar al convento”; le escribe a su sobrino, y agrega: -“hablo de los que están necesitados y se avergüenzan de mendigar. Dales -el dinero que te mando, pero en secreto, y de tal manera que no te -dejes engañar”[488]. - -Y en otra ocasión: - -“Infórmame si conoces algún otro noble burgués muy necesitado, y sobre -todo si tiene hijas en su casa; me sería muy agradable hacerle algún -beneficio por la salud de mi alma”[489]. - - - NOTAS: - -[455] _Poesías_, CX. - -[456] “Los pollos y el señor gallo triunfan, le escribe Angiolini en -1553, durante una de sus ausencias; pero los gatos están desolados por -no veros, aunque no les falta comida”. - -[457] Carta de Riccio a Roberto di Filippo Strozzi, (julio 21 de 1544). - -[458] Carta a Lionardo su sobrino (1547). - -[459] _Poesías_, CIX, 64. Miguel Ángel supone aquí un diálogo del poeta -con un proscrito florentino. Es posible que haya escrito esta poesía -después del asesinato de Alejandro de Médicis por Lorenzino, en 1536. -(Se publicó por primera vez en 1543, con música de Giacomo Arcadelt). - -[460] Entre sus criados anoto a título de curiosidad a un francés, -Richard, _Riccardo franzese_. (Junio 18 de 1552. Ricordi, página 606). - -[461] “Yo querría, escribe a Lionardo, una criada que fuera buena y -limpia; pero es muy difícil, porque todas son sucias y perdidas. (_Son -tutte puttane e porche._) Les doy diez julios al mes. Vivo pobremente, -pero pago bien”. (_Cartas_, agosto 16 de 1550). - -[462] _La mia scura tomba..._ (_Poesías_, LXXXI). - -[463] _Dov’è Aragn’ e mill’opre et lavoranti._ - _E fan di lor filando fusaiuolo._ (_Ibid._) - -[464] Sobre el ataúd estaba este epitafio: - - _Io dico a voi, ch’al mondo avete dato - L’anima e 'l corpo e lo spirito 'nsieme: - In questa cassa oscura è 'l vostro lato._ - - - “Yo os digo, a vosotros, que habéis dado al mundo - el alma, el cuerpo y el espíritu a la vez: - en esta caja obscura tendréis todo”. - - (_Ibid._, CXXXVII). - -[465] “Era muy sobrio. Cuando joven se contentaba con un poco de pan y -vino para poder consagrarse enteramente al trabajo. En su vejez, desde -la época en que hizo el _Juicio Final_, se acostumbró a beber un poco, -pero únicamente por las tardes, cuando había terminado su trabajo, y de -la manera más moderada. Aunque fuera rico vivía como un pobre. Nunca -o muy rara vez comía algún amigo con él; no quería aceptar obsequios -de nadie, porque se creía así obligado para siempre con el donante. Su -sobriedad fué causa de que siempre fuera muy despierto y tuviera poca -necesidad de sueño”. (Vasari). - -[466] Vasari, observando que no usaba cera, sino candelas de sebo -de cabra, le mandó cuarenta libras. El servidor de Miguel Ángel se -las llevó, pero Miguel Ángel rehusó aceptarlas. El servidor dijo: -“Amo, tengo los brazos deshechos por haberlas traído y no quisiera -volvérmelas a llevar. Si no las queréis, voy a plantarlas en el lodazal -seco que está frente a la casa y las encenderé todas”. Entonces Miguel -Ángel replicó: “Déjalas pues allí, porque no quiero que hagas locuras -ante mi puerta”. (Vasari). - -[467] Véase Apéndice, XXIII. (_Poesías_, LXXVIII). Frey fija para -esta poesía la fecha aproximada de 1546, en la época del _Juicio Final_ -y de la Capilla Paulina. Grimm cree que sea un poco posterior, hacia -1554. Otro soneto sobre la noche--_Poesías_, LXXVII--es de la más -grande belleza poética, pero más literario y algo amanerado. - -[468] _Non nasce in me pensiero che non vi sia dentro sculpita la -morte._ (_Cartas_, junio 22 de 1555) - -[469] Véase Apéndice, XXIV. (_Poesías_, CIX, 32). - -[470] Apéndice, XXV. (_Poesías_, CIX, 34). - -[471] Carta a Vasari, con esta fecha: “No se qué día de abril de 1554”. -(_A di non so quanti d’aprile 1554)._ - -[472] Siempre había prestado muy poca atención a la naturaleza, a -pesar de los años que pasó fuera de las ciudades, en Carrara o en -Seravezza. El paisaje tiene ínfimo lugar en su obra; se reduce a -algunas indicaciones abreviadas, casi esquemáticas, en los frescos de -la Sixtina. En esto, Miguel Ángel se aleja de sus contemporáneos, de -Rafael, del Ticiano, del Perugino, de Francia, de Leonardo. Despreciaba -los paisajes de los artistas flamencos, entonces muy a la moda: -“Grupos--decía,--paredes, campos muy verdes sombreados con árboles, -ríos y gentes, y muchas figuras por aquí y por allá, eso es lo que se -llama paisajes”.--_Diálogos_ de Francisco de Holanda. - -[473] _Cartas_, diciembre 28 de 1556. - -[474] Quiero hablar de la larga poesía, no terminada, de 115 versos que -comienzan así: - - _Nuovo piacere e di magiore stima - Veder l’ardite capre sopr’un sasso - Montar, pasciendo or questa or quella cima..._ - - - “Es un nuevo placer y siempre más estimado - ver las cabras atrevidas sobre una roca pastando, - ya en ésta o en aquella cima”. - - (_Poesías_, CLXIII, págs. 249-253 de Frey). - -Acepto aquí la interpretación de Frey, que señala para esta poesía la -fecha de octubre a diciembre de 1556. Thode es de otra opinión, y la -atribuye a la juventud de Miguel Ángel, pero no da a mi juicio ninguna -razón suficiente. - -[475] En 1548, disuadiendo a su sobrino Lionardo de hacer una -peregrinación a Loreto, le aconsejaba gastar más bien el dinero en -limosnas, “porque si llevas tu dinero a los sacerdotes, ¡Dios sabe lo -que harán!” (Abril 7 de 1548). Sebastián del Piombo iba a pintar un -monje en San Pedro in Montorio; Miguel Ángel piensa que aquel monje -echará todo a perder y dice: “Los monjes han perdido al mundo que es -muy grande; no sería sorprendente que perdieran una capillita”. En la -época en que Miguel Ángel trataba de casar a su sobrino, fué a verlo -una devota, le dijo un sermón, lo exhortó a la piedad y le ofreció para -Lionardo una muchacha piadosa y de buenos principios. “Yo le respondí, -escribe Miguel Ángel, que haría mejor ocupándose de tejer y de hilar, -que rondando así alrededor de la gente, comerciando con las cosas -santas”. (_Cartas_, julio 19 de 1549). - -Escribió poesías ásperas de un sentimiento savonarolista contra los -sacrilegios y las simonías de Roma. Por ejemplo, el soneto: - - _Qua si fa elmj di chalicj e spade, - E ’l sangue di Christo si vend’a giumelle..._ - - “Ahí se hacen con los cálices espadas y yelmos, y - la sangre de Cristo se vende a dos manos...”. - -(_Poesías_, X, por el año de 1512). - -[476] Carta a Buonarroto respeto a una enfermedad de su padre. -(Noviembre 23 de 1516). Carta a Lionardo, refiriéndose a la muerte de -Giovan Simone. (Enero de 1548). “Me sería agradable saber si se ha -confesado y si ha recibido bien los Sacramentos. Si supiera que es así -sufriría menos”. - -[477] “_Più credo agli orazioni che alle medicine_”. (Cartas a -Lionardo, abril 25 de 1549). - -[478] “En el año del Señor de 1513, el primer año del Pontificado -de León X, Miguel Ángel que se encontraba entonces en Roma--y creo, -si no me equivoco que era en Otoño--una noche, al aire libre, en un -jardín de su casa, oraba y levantó los ojos al cielo. De repente vió -un meteoro maravilloso, un signo triangular con tres rayos: uno, que -iba hacia el Este, brillante y liso como una hoja de espada pulida y -al fin terminaba en un gancho; el otro color de rubí azul rojizo, que -se extendía sobre Roma; y el otro color de fuego, retorcido y de tal -longitud que llegaba hasta Florencia. Cuando Miguel Ángel vió este -signo divino fué a su casa a buscar un papel, pluma y colores y dibujó -la aparición; y cuando hubo terminado, la señal desapareció”. (Fray -Benedetto: _Vulnera diligentis_, tercera parte. Mss. Riccardianus 2985. -Citado por Thode, según Villari). - -[479] Henry Thode. - -[480] Cuando Leone Leoni, en 1560, grabó una medalla con la efigie de -Miguel Ángel, éste mandó dibujar en el anverso un ciego conducido por -un perro, con esta inscripción: _Docebo iniquos vias tuas et impii ad -te convertentur._ (Vasari). - -[481] _Crucifijo_, _Entierro de Cristo_, _Descendimiento de la Cruz_, -_Pietà_. - -[482] Apéndice, XXVI. (_Poesías_, CXLVII). Este soneto, que Frey -juzga con razón como el más hermoso de todos los de Miguel Ángel, -es de 1555-1556. Muchas otras poesías expresan con menor belleza de -forma, pero no con menos emoción y fe, un sentimiento análogo. Véase -Apéndice XXVII. - -[483] Estos rumores eran puestos en circulación por el Aretino y por -Bandinelli. El Embajador del duque de Urbino contaba a quien quería -oírlo, en 1542, que Miguel Ángel se había hecho inmensamente rico -prestando con usura el dinero que había recibido de Julio II, para el -monumento que no había ejecutado. Miguel Ángel había dado pretexto -hasta cierto punto, para esas acusaciones, por la dureza que mostró -algunas veces en sus negocios (por ejemplo, con el viejo Signorelli, -a quien persiguió en 1518, por un préstamo hecho en 1513) y por una -rapacidad instintiva de campesino avaro que existía en él al mismo -tiempo que una generosidad natural; pero esto era, por decirlo así, -un gesto maquinal y hereditario. En realidad era de una extremada -negligencia en sus negocios y no llevaba nunca cuentas. No sabía lo que -tenía y daba a manos llenas. Su familia no dejó de aprovecharse de su -capital. - -Hacía obsequios regios a sus amigos y a sus servidores. La mayor parte -de sus obras fueron regaladas y no vendidas; trabajó gratuitamente en -San Pedro. Nadie condenó tan severamente como él el amor al dinero. “La -avidez de lucro es un gran pecado”, escribió a su hermano Buonarroto. -Vasari protesta con indignación contra las calumnias de los enemigos de -Miguel Ángel, recuerda todo lo que su maestro ha dado: a Tommaso dei -Cavalieri, a Bindo Altoviti, a Sebastián del Piombo, a Gherardo Perini, -dibujos inestimables; a Antonio Mini, la _Leda_ con todos los esbozos -y los modelos; a Bartolommeo Bettini una admirable _Venus con Cupido -que la besa_; al marqués del Vasto, un _Noli me tangere_; a Roberto -Strozzi, los _Dos Esclavos_; a su servidor Antonio el _Descendimiento -de la Cruz_, etc. “Yo no sé cómo, concluye, se puede tratar de avaro al -hombre que prodigaba tales obras, que valían miles de escudos”. - -[484] Cartas a Giovan Simone (1533); y a Lionardo Buonarroti, -(noviembre de 1540). - -[485] Vasari. - -[486] “Me parece que descuidas demasiado la caridad”, escribió a -Lionardo en 1547. - -“Me escribes que quieres dar a esa mujer cuatro escudos de oro por el -amor de Dios, y eso me gusta”. (Agosto de 1547). - -“Procura dar donde hay verdadera necesidad y no por amistad sino por -amor de Dios. No digas de dónde viene el dinero”. (Marzo 29 de 1549). - -“No tienes que hacer ninguna mención de mí”. (Septiembre de 1547). “Me -sería más agradable que consagres a limosnas por el amor de Dios, el -dinero que gastas en regalos para mí; porque creo que hay mucha miseria -entre vosotros”. (1558). - -“Viejo como soy, querría hacer algunos bienes con limosnas, porque no -puedo ni sé hacer el bien de otra manera”. (Julio 18 de 1561). - -[487] Condivi. - -[488] Carta a Lionardo. (Agosto de 1547). - -[489] _Ibid._ (Diciembre 20 de 1550). También se informa de uno de los -Cerretani, que tiene una hija para entrar al convento. (Marzo 29 de -1549). Su sobrina Cecca intercede con él para una pobre muchacha que -entra al convento y él envía con todo gusto la suma que le pide. (A -Lionardo, mayo 31 de 1556). “Casarse con una joven pobre, decía en -alguna parte, es también una manera de dar limosna”. - - - - - EPÍLOGO - - [Ilustración] - - - - - LA MUERTE - - ..._Et l’osteria - È morte_[490]... - - -La muerte, tan deseada y tan lenta para llegar, _c’a miseri la morte è -pigra e tardi..._[491] llegó al fin. - -A pesar de su constitución que mantuvo con el rigor monástico de su -vida, no lo habían perdonado las enfermedades. Jamás sanó enteramente -de las fiebres perniciosas de 1544 y 1546; el mal de piedra[492], la -gota[493], y sufrimientos de toda clase, acabaron de arruinarlo. En -una poesía tristemente burlesca, de sus últimos años, pinta su cuerpo -miserable roído por las enfermedades: - -“Vivo solo y miserable encerrado como la médula dentro de la corteza -del árbol... Mi voz es como una avispa en un saco de piel y de huesos. -Mis dientes parecen las teclas de un instrumento de música. Mi cara -parece un espantajo... Mis oídos no dejan de zumbar; en una oreja una -araña teje su tela y en la otra un grillo canta toda la noche... Mi -catarro anhelante no me deja dormir. El arte que me dió la gloria me ha -conducido a este fin. ...Soy un pobre viejo próximo a deshacerse si la -muerte no llega pronto... Las fatigas me han descuartizado, desgarrado -y roto, y la hostería que me espera es la muerte”[494]. - -“Mi querido messer Giorgio, escribía a Vasari en junio de -1555, conoceréis por mi escritura que he llegado a la hora -vigésimacuarta...”[495]. - -Vasari, que fué a verlo en la primavera de 1560, lo encontró muy -debilitado. Apenas salía, casi no dormía y todo hacía presumir que no -viviría por más tiempo. Al hacerse más débil se hacía más tierno y -lloraba fácilmente. - -“He ido a ver a Miguel Ángel. No esperaba mi visita y se ha emocionado -tanto como un padre que vuelve a ver a su hijo perdido. Me ha echado -sus brazos alrededor del cuello y me ha besado mil veces, llorando -dulcemente”. (_Lacrymando per dolcezza_)[496]. - -No había perdido nada sin embargo de su lucidez de espíritu y de su -energía. En esta misma visita que cuenta Vasari, habló largamente con -él de diversos asuntos artísticos; le dió consejos para sus trabajos y -lo acompañó a caballo a San Pedro[497]. - -En el mes de agosto de 1561, tuvo un ataque. Había trabajado tres horas -seguidas con los pies desnudos, cuando sintió súbitos dolores y cayó -con convulsiones. Su servidor Antonio lo encontró sin conocimiento. -Cavalieri, Bandini y Calcagni, acudieron. Cuando llegaron, Miguel Ángel -había vuelto en sí. Algunos días después volvió a salir a caballo y a -trabajar en los dibujos de la _porta Pia_[498]. - -El intratable anciano no admitía bajo ningún pretexto que se ocuparan -de él. Era un tormento continuo para sus amigos saber que estaba -solo, con peligro de un nuevo ataque, con criados negligentes y poco -escrupulosos. - -El heredero Lionardo había recibido antes tan ásperas demostraciones, -cuando había querido ir a Roma por enterarse de la salud de su tío, -que no se atrevía a presentarse. En julio de 1563, le mandó preguntar -por conducto de Daniel de Volterra si le sería agradable verlo; y para -prevenir las sospechas que su viaje hubiera podido inspirar al espíritu -desconfiado de Miguel Ángel, le mandó agregar que sus negocios iban -bien, que era rico y que no tenía necesidad de nada. El malicioso viejo -le mandó responder que puesto que era así, él se complacía y daría a -los pobres sus escasos bienes. - -Un mes más tarde, Lionardo, poco satisfecho por la respuesta, volvió -a la carga y le mandó expresar las inquietudes que sentía respecto -a su salud y a las personas que lo rodeaban. Entonces Miguel Ángel -le contestó con una carta furibunda, que demuestra la sorprendente -vitalidad de este hombre a los ochenta y ocho años, seis meses antes -de su muerte: - -“Veo por tu carta que concedes crédito a ciertos pillos envidiosos, que -porque no pueden robarme ni hacer de mí lo que quieren, escriben un -montón de mentiras. Todos ellos son unos bellacos, y tú eres tan tonto -que los crees, en lo que se refiere a mis negocios, como si yo fuera un -niño. Mándalos a pasear; son gentes que no dan más que disgustos, que -sólo son envidiosos y que viven como truhanes. - -“Me escribes que sufro por la servidumbre, y yo te digo que en lo -que concierne al servicio no podría estar servido más fielmente ni -mejor tratado en todos sentidos. En cuanto a los temores de robo que -indicas, te digo que las gentes que están en mi casa son tales que me -permiten vivir en paz y tener confianza en ellos. Así pues, piensa en -ti mismo y no pienses en mis asuntos; porque yo sé defenderme en caso -de necesidad; no soy un niño. Deseo que estés bien”[499]. - -Lionardo no era el único que se inquietaba por la herencia. Toda Italia -era la heredera de Miguel Ángel, sobre todo el duque de Toscana y el -Papa, a quienes importaba no perder los dibujos y los planos relativos -a la construcción de San Lorenzo y de San Pedro. En junio de 1563, -por instigación de Vasari, el duque Cosme encargó a su Embajador -Averardo Serristori, gestionara secretamente con el Papa que en vista -del debilitamiento físico de Miguel Ángel se ejerciera una vigilancia -atenta sobre sus criados y sobre todos los que frecuentaban su casa. -En caso de muerte súbita se debía formar inmediatamente inventario de -todos sus bienes: dibujos, cartones, papeles, dinero, y vigilar para -que nada se perdiera en el primer desorden. A este efecto se tomaron -precauciones. Es inútil decir que se procuró cuidadosamente que Miguel -Ángel no supiera nada[500]. Estas precauciones no fueron inútiles. La -hora había llegado. - -La última carta de Miguel Ángel es del 28 de diciembre de 1563. Desde -hacía un año no escribía él mismo, sino que dictaba y firmaba; Daniel -de Volterra llevaba la correspondencia. - -No dejaba de trabajar. El 12 de febrero de 1564 pasó todo el día de -pie trabajando en la _Pietà_[501]. El 14 tuvo fiebre. Tiberio Calcagni -fué avisado, acudió, y no lo encontró en su casa. A pesar de la lluvia -había salido a pasearse a pie en la Campagna. Cuando volvió, Calcagni -le dijo que aquello no era razonable, que no debió haber salido con -semejante tiempo. - -“¡Qué quieres!, respondió Miguel Ángel, estoy enfermo y no puedo -encontrar reposo en ninguna parte”. - -Su palabra incierta, sus miradas y el color de su rostro, inquietaron -mucho a Calcagni. “El fin no vendrá inmediatamente, escribió desde -luego a Lionardo; pero temo que no esté muy lejano”[502]. El mismo día, -Miguel Ángel mandó suplicar a Daniel de Volterra que fuera a su casa y -se quedara cerca de él. Daniel mandó al médico Federigo Donati; y el 15 -de febrero escribió a Lionardo, a petición de Miguel Ángel, que podía -ir a verlo, “pero tomando todas las precauciones porque los caminos -estaban muy malos”[503]. - -Y agrega: “acabo de dejarlo un poco después de las ocho en plena -posesión de sus facultades y con el espíritu tranquilo, pero agotado -por un sopor tenaz. Se sentía tan incómodo, que esta tarde entre tres y -cuatro, trató de salir a caballo como tenía costumbre de hacerlo cuando -hacía buen tiempo. El tiempo frío y la debilidad de su cabeza y de sus -piernas se lo impidieron. Tuvo que regresar y prefirió sentarse en un -sillón cerca de la chimenea en vez de acostarse en su cama”. - -Junto a él estaba el fiel Cavalieri. - -Sólo consintió en quedarse en el lecho hasta la antevíspera de su -muerte. Dictó su testamento, en plena conciencia, en medio de sus -amigos y sus servidores. - -Ofreció “su alma a Dios y su cuerpo a la tierra”. Pidió volver a su -querida Florencia aunque fuera muerto. - -Y después pasó - - _da l’orribil procella in dolce calma_, - -“de la horrible tempestad a la dulce calma”[504]. - -Fué un viernes de febrero como a las cinco de la tarde[505]. El día -terminaba... “último día de su vida y el primero en el reino de la -paz”[506]. - -Al fin descansaba. Había alcanzado el objeto de sus deseos, había -salido del tiempo. - - _Beata l’alma, ove non corre tempo!_[507]. - - - NOTAS: - -[490] _Poesías_, LXXXI. - -[491] “Porque para los desgraciados la muerte es perezosa”. (_Poesías_, -LXXIII, 30). - -[492] En marzo de 1549, le recomendaron las aguas de Viterbo, que le -probaron bien. (Cartas a Lionardo). Volvió a sufrir de la piedra en -julio de 1559. - -[493] En julio de 1555. - -[494] Traducción libre. Véase Apéndice, XXVIII, (_Poesías_, LXXXI). - -[495] Carta a Vasari, junio 22 de 1555. “No solamente estoy muy viejo, -escribía a Vasari en 1549, sino que me encuentro entre los muertos”. -(_Non solo son vecchio, ma quasi nel numero de’ morti_). - -[496] Carta de Vasari a Cosme de Médicis, abril 8 de 1560. - -[497] Tenía ochenta y cinco años. - -[498] Entonces fué cuando se acordó del contrato celebrado sesenta -años antes con los herederos de Pío III, para el altar Piccolomini, de -Siena, y quiso ejecutarlo. - -[499] Carta a Lionardo, en agosto 21 de 1563. - -[500] Vasari. - -[501] Se trata de la _Pietà_ no terminada del Palacio Rondanini. (Carta -de Daniel de Volterra, a Lionardo, junio 11 de 1564). - -[502] Carta de Tiberio Calcagni a Lionardo. (Febrero 14 de 1564). - -[503] Carta de Daniel de Volterra a Vasari. (Marzo 17 de 1564). - -[504] _Poesías_, CLII. - -[505] El viernes 18 de febrero de 1564. Tommaso dei Cavalieri, Daniel -de Volterra, Diomede Leoni, los dos médicos Federigo Donati y Gherardo -Fidelissimi, y el servidor Antonio del Franzese asistían a su muerte. -Lionardo no llegó a Roma más que tres días después. - -[506] - - _De giorni mie... - L’ultimo, primo in più tranquilla corte..._ (_Poesías_, CIX, 41). - - -[507] “Feliz el alma para la cual el tiempo ya no corre”. (_Poesías_, -LIX). - - - Tal fué esta vida de divino dolor. - - _Foss’ io pur lui! c’ a tal fortuna nato, - Per l’aspro esilio suo con la virtute - Dare’ del mondo il più felice stato!_[508]. - - * * * * * - -Al terminar esta historia trágica me siento atormentado por un -escrúpulo. Me pregunto si queriendo dar a los que sufren compañeros de -dolor que los sostengan, no he hecho más que agregar el dolor de éstos -al dolor de aquéllos. ¿He debido acaso como tantos otros no mostrar -más que lo heroico de los héroes, ocultando con un velo el abismo de -tristeza que hay en ellos? - -¡No! ¡La verdad! Yo no he prometido a mis amigos la felicidad a costa -de la mentira, la felicidad a pesar de todo, a cualquier precio. - -Yo les he prometido la verdad aunque sea a costa de la felicidad, la -verdad viril que cincela las almas eternas. - -El aliento de la verdad es duro, pero al mismo tiempo es límpido; -bañemos en él nuestros corazones anémicos. - -Las grandes almas son como altas cimas. El viento las azota, las nubes -las envuelven; pero ahí se respira mejor y con más fuerza que en otras -partes. El aire tiene ahí una pureza que lava las manchas de los -corazones; y cuando las nubes se retiran, desde ahí se domina al género -humano. - -Así fué esta montaña colosal que se elevaba por encima de la Italia del -Renacimiento, y cuyo perfil atormentado vemos a lo lejos perderse en el -cielo. - -Yo no pretendo que la mayoría de los hombres puedan vivir en estas -alturas. Pero que un día por año suban en peregrinación; ahí renovarán -el aliento de sus pulmones y la sangre de sus venas. - -Allá arriba se sentirán más cerca del Eterno. Y después volverán a -bajar hacia la llanura de la vida con el corazón templado para el -combate diario. - - ROMAIN ROLLAND - - - NOTAS: - -[508] _Poesías_, CIX, 37. - - [Ilustración] - - - - - APÉNDICE - - - POESÍAS DE MIGUEL ÁNGEL - - - I - Véase página 133 - - Signor, se vero è alcun proverbio antico, - Questo è ben quel, che chi può mai non vuole. - Tu hai creduto a favole e parole - E premiato chi è del ver nimico. - I’sono e fui già tuo buon servo antico, - A te son dato come i raggi al sole, - E del mio tempo non ti incresce o dole, - E men ti piaccio, se più m’affatico. - Già sperai ascender per la tua altezza, - E ’l giusto peso e la potente spada - Fosse al bisogno e non la voce d’eco. - Ma ’l cielo è quel c’ogni virtù disprezza - Locarla al mondo, se vuol c’altri vada - A prender frutto d’un arbor ch’è secco. - - (Poesías, Ed. de Frey, III) - - - II - Véase página 146 - - L’ho già fatto un gozzo in questo stento, - Come fa l’acqua a’ gatti in Lombardia - Ovver d’altro paese che si sia, - C’a forza 'l ventre appicca sotto 'l mento. - La barba al cielo, e la memoria sento - In sullo scrigno, e ’l petto fo d’arpia, - E 'l pennel sopra 'l viso tuttavia - Mel fa, gocciando, un ricco pavimento. - E ’lombi entrati mi son nella peccia, - E fo del cul per contrappeso groppa, - E’passi senza gli occhi muovo invano. - Dinanzi mi s’allunga la corteccia, - E per piegarsi addietro si raggroppa, - E tendomi com’archo soriano. - Peró fallace e strano - Sorge il giudizio che la mente porta, - Che mal si tra’ per cerbottana torta. - La mia pittura morta - Difendi orma’, Giovanni, e ’l mio onore, - Non sendo in loco bon, né io pittore. - - (Poesías, IX) - - - III - Véase página 147 - - Grato e felice, c’ a tuo’ feroci mali - Istare e vincer mi fu già concesso; - Or lasso, il petto vo bagnando spesso - Contra mie voglie, e so quante tu vali. - E se i dannosi e preteriti strali - Al segno del mio cor non fur ma’presso, - Or puoi a colpi vendicar te stesso - Di que’ begli occhi, e sien tutti mortali. - Da quanti lacci ancor, da quante rete - Vago uccelletto per maligna sorte - Campa molti anni per morire po’ peggio, - Tal di me, Donne, amor, come vedete, - Per darmi in questa età più crudel morte, - Campato m’ha gran tempo, come veggio. - - (Poesías, II) - - - IV - Véase página 148 - - Quanto si gode, lieta e ben contesta - Di fior, sopra crin d’or d’una grillanda, - Che l’altro innanzi l’uno all’altro manda, - Come che’l primo sia a baciar la testa! - Contenta é tutto il giorno quella vesta - Che serra’l petto, e poi par che si spanda, - E quel c’oro filato si domanda - Le guance e ’l collo di toccar non resta. - Ma più lieto quel nastro par che goda, - Dorato in punta, con sí fatte tempre, - Che preme e tocca il petto che’ gli allaccia. - E la schietta cintura, che s’annoda, - Mi par dir seco: qui vo’ stringier sempre! - Or che farebbon dunque le mie braccia? - - (Poesías, VII) - - V - Véase página 149 - - ............................................... - - Quando un dì sto, che veder non ti posso, - Non posso trovar pace in luogo ignuno; - Se po’ ti veggo, mi s’appicca addosso, - Come suole il mangiar far al digiuno. - - ...................................... - - Com’ altri il ventre di votar si muore, - Ch’ è più 'l conforto, po’ che pri’ è 'l dolore. - - ...................................... - - S’ avien che la mi rida pure un poco - O mi saluti in mezzo della via, - Mi levo come polvere dal foco - O di bombarda o d’altra artiglieria. - Se mi domanda, subito m’affioco, - Perdo la voce e la riposta mia, - E subito s’arrende il gran desio, - E la speranza cede al poter mio. - - ...................................... - - Tu m’entrasti per gli occhi, ond’ io mi spargo, - Come grappol d’agresto in un’ ampolla, - Che doppo 'l collo cresce, ov’ è più largo. - Così l’immagin tua, che fuor m’immolla, - Dentro per gli occhi cresce, ond’ io m’ allargo, - Come pelle ove gonfia la midolla. - Entrando in me per sì stretto viaggio, - Che tu mai n’ esca, ardir creder non aggio. - - (Poesías, XXXVI) - - - VI - Véase página 149, nota 2 - - Com’arò dunque ardire - Senza vo’ ma’, mio ben, tenermi’n vita, - S’io non posso al partir chiedervi aita? - Que’ singulti e que’ pianti e que’ sospiri, - Che’l miser core voi accompagnorno, - Madonna, duramente dimostrorno - La mia propinqua morte e’ miei martiri. - Ma se ver è, che per assenza mai - Mia fedel servitù vada in obblio, - Il cor lasso con voi, che non è mio. - - (Poesías, XI) - - - VII - Véase página 173 - - Per molti, Donna, anzi per mille amanti, - Creata fosti, e d’angelica forma; - Or par che ’l ciel si dorma, - S’un sol s’appropria quel ch’è dato a tanti. - Ritorna a’ nostri pianti - Il bel degli occhi tuo’, che par che schivi - Chi del suo dono in tal miseria é nato. - Dei! non turbate i vostri desir santi: - Che chi di me par che vi spogli e privi, - Col gran timor non gode il gran peccato; - Che degli amanti é men felice stato - Quello, ove ’l gran desir gran copia affrena, - C’una miseria di speranza piena. - - (Poesías, CIX, 48) - - - VIII - Véase página 174 - - S’alcun se stesso al mondo ancider lice, - Po’ che per morte al ciel tornar si crede, - Sarie ben giusto a chi con tanta fede - Vive servendo miser’ e 'nfelice. - - ........................................ - - (Poesías, XXXVIII) - - - IX - Véase página 177 - - ...................................... - - Or che nostra miseria il ciel ti tolle, - Increscati di me, che morto vivo. - - ...................................... - - Tu se’ del morir morto e fatto divo, - Né tem’or più cangiar vita né voglia, - Che quasi senza invidia non lo scrivo. - Fortuna e 'l tempo dentro a vostra soglia - Non tenta trapassar, per cui s’adduce - Fra no’ dubbia letizia e certa doglia. - Nube non è che scuri vostra luce, - L’ore distinte a voi non fanno forza, - Caso o necessità non vi conduce. - Vostro splendor per notte non s’ammorza, - Né cresce ma’ per giorno, benché chiaro. - - ...................................... - - Nel tuo morire el mio morire imparo, - Padre mio caro... - Non è, com’alcun crede, morte il peggio - A chi l’ultimo dì trascende al primo, - Per grazia, eterno appresso al divin seggio; - Dove, Die gratia, ti prossumo e stimo, - E spero di veder, se 'l freddo core - Mie ragion tragge dal terrestre limo. - E se tra 'l padre e 'l figlio ottimo amore - Cresce nel ciel, crescendo ogni virtute. - - (Poesías, LVIII) - - - X - Véase página 178 - - Oilmè oilmè ch’i’ son tradito - Da’ giorni mie’ fugaci e dallo specchio, - Che 'l ver dice a ciascun, che fiso ’l guarda! - Così n’avvien, chi troppo al fin ritarda, - Com’ho fatt’io, che 'l tempo m’è fuggito, - Si trova come me’n un giorno vecchio. - Né mi posso pentir, né m’apparecchio, - Né mi consiglio con la morte appresso. - Nemico di me stesso, - Inutilmente i pianti e’ sospir verso, - Che non è danno pari al tempo perso. - Oilmè, oilmè, pur reiterando - Vo 'l mio passato tempo, e non ritrovo - In tutto un giorno che sia stato mio! - Le fallaci speranze e ’l van desio, - Piangendo, amando, ardendo e sospirando - (C’affetto alcun mortal non mi è più nuovo) - M’hanno tenuto, ond’il conosco e provo: - Lontan certo dal vero, - Or con periglio pero; - Che 'l breve tempo m’ è venuto manco, - Né sarie ancor, se s’allungassi stanco. - I’vo lasso, oilmè, né so ben dove; - Anzi temo, ch’il veggio, e 'l tempo andato - Me 'l mostra, né mi val che gli occhi chiuda. - Or che 'l tempo la scorza cangia e muda, - La morte e l’alma insieme ognor fan pruove, - La prima e la seconda, del mio stato. - E s’io non sono errato, - (Che Dio 'l voglia ch’io sia!) - L’etterna pena mia - Nel mal libero inteso oprato vero - Veggio, Signor, né so quel ch’io mi spero. - - (Poesías, XLIX) - - - XII - Véase página 184, nota 1. - - Oltre qui fu, dove 'l mie amor mi tolse, - Sua mercè, il core e vie più là la vita. - Qui co’ begli occhi mi promisse aita - E co’ medesmi qui tor me la volse. - Quinci oltre mi legò, quivi mi sciolse. - Per me qui piansi, e con doglia infinita - Da questo sasso vidi far partita - Colui c’a me mi tolse e non mi volse. - - (Poesías, XXXV) - - - XIII - Véase página 184, nota 2. - - Per sempre a morte, e prima a voi fu’ dato - Sol per un’ora, e con diletto tanto - Porta’ bellezza, e po’ lasciai tal pianto, - Che 'l me’ sarebbe non esser ma’ nato[509]. - - (LXXIII, 29) - - S’ i’ fu’ già vivo, tu sol, pietra, il sai, - Che qui mi serri, e s’alcun mi ricorda, - Gli par sognar: sì morte è presta e 'ngorda, - Che quel ch’è stato non par fusse mai[510]. - - (LXXIII, 22) - - Chi qui morto mi piange, indarno spera, - Bagnando l’ossa e 'l mio sepolcro, tutto - Ritornarmi com’arbor secco al frutto; - C’uom morto non risurge a primavera[511]. - - (LXXIII, 21) - - - XIV - Véase página 187. - - Veggio co’ be’ vostr’occhi un dolce lume, - Che co’ miei ciechi già veder non posso; - Porto co’ vostri piedi un pondo addosso, - Che de’ mie zoppi non è lor costume. - Volo con le vostr’ ale e senza piume; - Col vostro ingegno al ciel sempre son mosso; - Dal vostro arbitrio son pallido e rosso; - Freddo al sol, caldo alle più fredde brume. - Nel voler vostro è sol la voglia mia, - I miei pensier nel vostro cor si fanno, - Nel vostro fiato son le mie parole. - Come luna da sé sol par ch’io sia; - Che gli occhi nostri in ciel veder non sanno, - Se non quel tanto che n’accende il sole. - - (Poesías, CIX, 19) - - - XV - Véase página 188. - - S’un casto amor, s’una pietà superna, - S’una fortuna infra due amanti eguale, - S’un’aspra sorte all’un dell’altro cale, - S’un spirto, s’un voler due cor governa; - S’un’anima in due corpi è fatta eterna, - Ambo levando al cielo e con pari ale; - S’amor d’un colpo e d’un dorato strale - Le viscer di due petti arda e discerna; - S’amar l’un l’altro, e nessun se medesmo, - D’un gusto e d’un diletto, a tal mercede, - C’a un fin voglia l’uno e l’altro porre; - Se mille e mille non sarien centesmo - A tal nodo d’amore, a tanta fede, - E sol l’isdegnio il può rompere e sciorre? - - (Poesías, XLIV) - - - XVI - Véase página 189. - - S’i’amo sol di te, Signor mio caro, - Quel che di te più ami, non ti sdegni, - Che l’un dell’altro spirto s’innamora. - Quel che nel tuo bel volto bramo e’mparo, - E mal compres’ è dagl’ umani ingegni, - Chi 'l vuol saper, convien che prima mora. - - (Poesías, XLV) - - - XVII - Véase página 189, nota 5. - - .................................. - - O fusse sol la míe l’irsuta pelle, - Che del suo pel contesta, fa tal gonna, - Che con ventura stringe sì bel seno, - Ch’ i’ l’are’ pure il giorno; o le pianelle, - Che fanno a quel di lor basa e colonna, - Ch’ i’ pur né porterei due nev’ almeno. - - (Poesías, LXVI) - - - XVIII - Véase página 201. - - Felice spirto, che con zelo ardente, - Vecchio alla morte, in vita il mio cor tieni, - E fra mill’ altri tuo’ diletti e beni - Me sol saluti fra più nobil gente; - Come mi fusti agli occhi, or alla mente, - Per l’altru’ fiate, a consolar mi vieni: - Onde la speme il duol par che raffreni, - Che non men che 'l disio l’anima sente. - Dunque trovando in te chi per me parla, - Grazia di te per me fra tante cure, - Tal grazia né ringrazia chi ti scrive. - Che sconcia e grande usur saria a farla, - Donandoti turpissime pitture - Per riaver persone belle e vive. - - (Poesías, LXXXVIII) - - - XIX - Véase página 202-203. - - Se 'l mio rozzo martello i duri sassi - Forma d’uman aspetto or questo or quello, - Dal ministro, che ’l guida iscorge e tiello, - Prendendo il moto va con gli altrui passi. - Ma quel divin, che in cielo alberga e stassi, - Altri, e sé più, col proprio andar fa bello; - E se nessun martel senza martello - Si può far, da quel vivo ogni altro fassi. - E perchè 'l colpo è di valor più pieno - Quant’ alza più se stesso alla fucina, - Sopra 'l mio, questo al ciel n’è gito a volo. - Onde a me non finito verrà meno, - S’or non gli dà la fabbrica divina - Aiuto a farlo, c’al mondo era solo. - - (Poesías, CI) - - - XX - Véase página 203. - - Quand’ el ministro de’ sospir mie tanti - Al mondo, agli occhi mei, a se si tolse, - Natura, che fra noi degnar lo volse, - Restò in vergogna, e chi lo vide in pianti. - Ma non come degli altri oggi si vanti - Del sol del sol, c’allor ci spense e tolse, - Morte, c’amor ne vinse, e farlo il tolse - In terra vivo e 'n ciel fra gli altri santi. - Così credette morte iniqua e rea - Finir il suon delle virtute sparte, - E l’alma, che men bella esser potea. - Contrari effetti, alluminan le carte - Di vita più che in vita non solea, - E morto a’l ciel, c’allor non avea parte. - - (Poesías, C) - - - XXI - Véase página 204, en nota. - - ................................ - - Amor, perché perdoni, - Tua somma cortesia - Sie di beltà qui tolta - A chi gusta e desia - E data a gente stolta? - Deh! falla un 'altra volta - Pietosa dentro e sì brutta di fori, - C’a me dispiaccia, e di me s’innamori. - - (Poesías, CIX, 63) - - - XXII - Véase página 216-217, nota 5. - - Che fia di me? che vo’ tu far di nuovo - D’un arso legno e d’un afflitto core? - Dimmelo un poco, Amore, - Acciò ch’ io sappi in che stato io mi truovo. - - (Poesías, CX) - - Amor... - D’un vecchio stanco oma’ puo’ goder poco; - Che l’alma, quasi giunta al’ altra riva, - Fa scudo a’tuo’di più pietosi strali; - E d’un legn’ arso fa vil prova il foco. - - (Poesías, CXIX) - - - XXIII - Véase página 237. - - O nott’, o dolce tempo, benché nero, - Con pace ong’ opra sempre’al fin assalta. - Ben ved’ e ben intende chi t’esalta, - E chi t’ onor, ha l’intellet’ intero. - Tu mozzi e tronchi ogni stanco pensiero, - Che l’umid’ ombra e ogni quiet' appalta, - E dall’ infima parte alla più alta - In sogno spesso porti, ov’ire spero. - O ombra del morir, per cui si ferma - Ogni miseri’, a l’alma, al cor nemica, - Ultimo delli afflitti e buon rimedio; - Tu rendi sana nostra carn’inferma, - Rasciug’ i pianti, e posi ogni fatica, - E furi a chi ben vive ogn’ ir’ e tedio. - - (Poesías, LXXVIII) - - - XXIV - Véase página 238. - - Mentre che 'l mio passato m’ è presente, - Sí come ogni or mi viene, - O mondo falso, allor conosco bene - L’errore e ’l danno dell’umana gente; - Quel cor, c’ alfin consente - A tuo’ lusingi e a tuo’ van diletti, - Procaccia all’alma dolorosi guai: - Ben lo sa chi lo sente, - Come spesso prometti - Altrui la pace e 'l ben che tu non hai, - Né debbi aver già mai. - Dunque ha men grazia chi più qua soggiorna; - Che chi men vive, più lieve al ciel torna. - - (Poesías, CIX, 32) - - - XXV - Véase página 238. - - Condotto da molt’ anni all’ ultim’ ore, - Tardi conosco, o mondo, i tuo’ diletti: - La pace, che non hai, altrui prometti, - E quel riposo c’anzi al nascer muore. - La vergogna e 'l timore - Degli anni, c’or prescrive - Il ciel, non mi rinnova - Che 'l vecchio e dolce errore, - Nel qual chi troppo vive - L’anima ancide, e nulla al corpo giova. - Il dico, e so per prova - Di me, che 'n ciel quel solo ha miglior sorte, - Ch’ebbe al suo parto più presso la morte. - - (Poesías, CIX 34) - - - XXVI - Véase página 242. - - Giunto è già 'l corso della vita mia, - Con tempestoso mar per fragil barca, - Al comun porto, ov’a render si varca - Conto e ragion d’ogni opra trista e pia. - Onde l’affettuosa fantasia, - Che l’arte mi fece idol’ e monarca, - Conosco or ben, com’era d’error carca, - E quel c’a mal suo grado ogn’ uom desia. - Gli amorosi pensier, già vani e lieti, - Che fien’ or, s’a due morti m’avvicino? - D’una so 'l certo, e l’altra mi minaccia. - Né pinger né scolpir fie più che quieti - L’anima volta a quell’Amor divino - C’aperse, a prender noi, 'n croce le braccia. - - (Poesías, CXLVII) - - - XXVII - Véase página 242, nota 2. - - Scarco d’un’ importuna e greve salma, - Signor mio caro, e dal mondo disciolto, - Qual fragil legno, a te stanco rivolto - Da l’orribil procella in dolce calma[512]... - - (Poesías, CLII) - - - Di giorno in giorno, insin da mie prim’ anni, - Signor, soccorso tu mi fusti e guida[513]... - - (Poesías, CXLIX) - - Le favole del mondo m’hanno tolto - Il tempo dato a contemplare Iddio. - - ...................................... - - Ammezzami la strada c’al ciel sale, - Signor mie caro... - Mettimi in odio quanto 'l mondo vale, - E quante suo bellezze onoro e colo, - C’anzi morte caparri eterna vita[514]. - - (Poesías, CL) - - Carico d’anni e di peccati pieno[515]... - - (Poesías, CLV) - - Di morte certo, ma non già dell’ora[516]... - - (Poesías, CLVII). - - - XXVIII - Véase página 246. - - I’ sto rinchiuso come la midolla - Da la sua scorza, qua pover’ e solo. - - ...................................... - - Io teng’ un calabron’ in un orciuolo, - In un sacco di cuoio ossa e capresti, - Tre pillole di pec’ in un bocciuolo[517]. - Gl’ occhi di biffa macinat’ e pesti, - I denti come tasti di stormento, - C’al moto lor, la voce suon’ e resti. - La faccia mia ha forma di spavento; - - ...................................... - - Mi cova in un orecchio un ragnatelo, - Ne l’altro canta un grillo tutta notte; - Né dormo e russo al catarroso anelo. - - ...................................... - - L’arte pregiata, ov’ alcun tempo fui - Di tant’ opinion, mi rec’ a questo; - Povero, vecchio e serv’ in forz’ altrui; - Ch’ i’ son disfatto, s’ i’ non muoio presto. - - ...................................... - - Dilombato, crepat’, infrant’ e rotto - Son già per le fatich’, e l’osteria - È morte... - - (Poesías, LXXXI) - - - NOTAS: - -[509] Yo que os he sido dado solamente por una hora, me he dado para -siempre a la muerte. Mientras más ha encantado mi belleza, más lágrimas -ha causado: hubiera sido mejor no haber nacido. - -[510] Si alguna vez viví, sólo tú lo sabes, piedra que aquí me guardas. -Y si alguno se acuerda de mí, le parecerá soñar; tan rápida es la -muerte, que al que ha sido, le parece como si nunca hubiera sido. - -[511] El que me llora muerto, espera en vano que al bañar mis huesos y -mi tumba, refloreceré como árbol seco y sin frutos; el hombre muerto no -renace en primavera. - -[512] Libre de un pesado e importuno despojo, oh mi querido Señor, y -desprendido del mundo, como una barca frágil vuelvo a ti, cansado de la -horrible tempestad a la dulce calma... - -[513] Día por día, desde mis primeros años, Señor, fuiste mi guiador y -mi auxilio... - -[514] Las quimeras mundanas me robaron el tiempo, que se me había dado -para contemplar a Dios... - -Mi querido Señor, redúceme a la mitad el camino que sube al cielo, -hazme odiar todo lo que vale en el mundo, y todas sus bellezas a las -cuales honro y sirvo, para ganar con la muerte la vida eterna. - -[515] Cargado de años y lleno de pecados... - -[516] Seguro de la muerte, pero no de su hora... - -[517] Alusión al mal de piedra del cual sufría. “Tre pietre nelle -vesica”, según la explicación de Frey. - - - - - BIBLIOGRAFÍA - - - I.--ESCRITOS DE MIGUEL ÁNGEL - - A.--POESÍAS. - -_Rime di Michelagnolo Buonarroti, raccolte da Michelagnolo suo nipote_, -Giunti, Florencia, 1623. - -(Primera edición--defectuosa--del conjunto de las poesías de Miguel -Ángel, hecha por su sobrino nieto Miguel Ángel el joven). - -_Le Rime di M. A. B. cavate dagli autografi, e pubblicate da Cesare -Guasti_, Florencia, 1863. - -(Primera edición de las poesías que tiene carácter verdaderamente -histórico). - -_Die Dichtungen des Michelagniolo Buonarroti, herausgegeben und mit -kritischem Apparate versehen von Dr. Carl Frey, Professor der neueren -Kunstgeschichte an der Universitaet Berlin--mit einer Portraetradierung -von Albert Krüger, und einer Heliographie nach Francesco da -Hollanda_,--G. Grote’sche Verlagsbuchhandlung, Berlín, 1897. - -(Edición modelo, única exacta y completa, con un admirable comentario -filológico e histórico, una selección de poesías dirigidas a Miguel -Ángel, un cuadro cronológico, extractos de cartas relativas a las -poesías y un índice alfabético). - - B.--CARTAS. - -_Le Lettere di Michel Angelo Buonarroti, pubblicate col Ricordi ed -i Contratti artistici per cura di Gaetano Milanesi_, Le Monnier, -Florencia, 1875. - - - II.--OBRAS RELATIVAS A LA VIDA DE MIGUEL ÁNGEL - - A.--DOCUMENTOS CONTEMPORÁNEOS. - -Giorgio Vasari. _Vite degli architetti, pittori e scultori_, 1550 -(primera edición); 1568 (segunda edición). - -Ascanio Condivi. _Vita di Michel Angelo Buonarroti_, Antonio Blado, -Roma, 1553. - -Francisco da Hollanda. _Cuatro conversaciones sobre la Pintura, tenidas -en Roma, en 1538-1539_, arregladas en 1548 y publicadas por Joaquim de -Vasconcellos, traducción francesa en las _Artes en Portugal_, por el -conde A. Raczynski, Renouard, París, 1846. - -Donato Giannotti. _Dialoghi de’ giorni che Dante consumò nel cercare -l’Inferno e 'l Purgatorio_, compuestos en 1545. Primera edición, 1859, -Florencia. - -Paolo Giovio. _Michaelis Angeli Vita_, publicada primero por -Tiraboschi; _Storia della lett. Ital._, tomo IX, 1781, Módena. - -Benvenuto Cellini. _La Vita_, escrita entre 1559 y 1562. Primera -edición, 1728, Nápoles. - -Benedetto Varchi. _Due Lezzioni_, Florencia, 1549. - -Benedetto Varchi. _Orazione funerale recitata nelle esequie di Michel -Angelo Buonarroti_, Giunti, Florencia, 1564. - -Francesco Berni. _Opere burlesche_, Giunti, Florencia, 1548. - -Los Corresponsales de Miguel Ángel: I. Sebastiano del Piombo, texto -italiano publicado por primera vez por Gaetano Milanesi, con traducción -francesa de A. le Pileur, librería de _El Arte_, París, 1890. - -_Sammlung ausgewaehlter Biographien Vasaris, herausgegeben von Carl -Frey_, Tomo II. _Le Vite di M. A. B._ (Edición crítica de todas las -biografías de Miguel Ángel, compuestas por sus contemporáneos). - -Giovanni Gaye. _Carteggio inedito d’artisti dei secoli_ XIV, XV, XVI, -Florencia, 1840. - -Daelli. _Carte Michelangiolesche inedite_, Milán, 1865. - -_Sammlung ausgewaehlter Briefe an M. A. B., herausgegeben von_ Cari -Frey, Berlín, 1899. - - B.--OBRAS MODERNAS. - -Richard Duppa. _The Life and literary works of M. A. B._, Londres, -1806, 1807. - -Quatremère de Quincy. _Historia de la vida y las obras de M. A. B._, -París, 1835. - -Hermann Grimm. _Das Leben Michelangelos_; primera edición, 1860, -Hanover, séptima y última, 1900 (con ilustraciones). - -Aurelio Gotti. _Vita di M. A. B._, Florencia, 1875. - -_La obra y la vida de Miguel Ángel, dibujante, escultor, pintor, -arquitecto y poeta_, por Charles Blanc, E. Guillaume, Paul Mantz, -Charles Garnier, Méziéres, A. de Montaiglon, G. Duplessis y Louis -Gonse, París, Gazette des Beaux-Arts, 1876. - -C. Heath Wilson. _Life and works of M. B._, Londres, 1876. - -Anton Springer. _Raffael und Michelangelo_, 1878, Leipzig. - -Ludwig von Scheffler. _Michelangelo, eine Renaissance Studie_, 1892, -Altenburg. - -John Addington Symonds. _The Sonnets of M. A. B. and T. Campanella_, -Londres, 1878. - -John Addington Symonds. _The Life of M. A. B._, Londres, 1893. - -Carl Just. _Michelangelo_, 1900, Leipzig. - -Corrado Ricci. _Michelangelo_, 1901, Florencia. - -Ernst Steinmann. _Die Sixtinische Kapelle_, 1905, Bruckmann, Munich, -tomo II (para la iconografía de Miguel Ángel y de Vittoria Colonna). - -Dr. Paul Garnault. _Los retratos de Miguel Ángel_, 1913, París -(Fontemoing). - -Henry Thode. _Michelangelo und das Ende der Renaissance_, tomo I. -Grote, Berlín, 1902; tomo II, ibid, 1903. (Esta obra considerable, -todavía no terminada, es el ensayo más importante que se haya hecho -de un estudio psicológico de Miguel Ángel y de su tiempo. Es de -lamentarse en esta obra, además de una obsesión wagneriana desagradable -y un poco exagerada, el abuso de las categorías abstractas y de las -divisiones escolásticas, que obscurecen el tema en lugar de aclararlo, -y que aumentan el desorden de la composición, demasiado compacta. La -he aprovechado con abundancia, así como las admirables ediciones y -estudios de Carl Frey). - - - III. VITTORIA COLONNA. - -_Rime_, primera edición, 1538, Parma; segunda edición, 1539; _con -giunta di XVI Sonetti Spirituali_, 1539; _con giunta di XXIV Sonetti -Spirituali, e Trionfo della Croce_, 1544, Venecia; numerosas ediciones -del siglo XVI. - -_Carteggio_, publicado por Erm. Ferrero et Gius. Müller, Torchi, Turín, -1892. (Recopilación de las cartas de, o a Vittoria Colonna, y de los -documentos relativos a su vida, entre otras de la _Vita di V. C._ por -Filonico Alicarnasseo). - -_Lettere inedite_, edición Salza, Florencia, 1898. - -_Il codice delle rime di V. C. appartenente a Margherita regina di -Navarra_, scoperto ed illustrato da D. Tordi, Pistoia, 1900. - -Henry Roscoe.--_V. C., her Life and poems_, Londres, 1868. - -Giuseppe Campori.--_V. C. (Atti e Memorie delle R. R. Deputazioni di -Storia Patria per le prov. dell’Emilia)_, tomo III, Módena, 1878. - -Alfred de Reumont. _Vittoria Colonna_, Friburgo, 1881; traducción -italiana por Müller y Ferrero, 1892, Turín. - -Alessandro Luzio. _Vittoria Colonna (Riv. Storica Mantovana)_, tomo I, -Mantua, 1885. - - - - - VIDA DE TOLSTOI - - [Ilustración] - - - - - LA LUZ QUE ACABA DE EXTINGUIRSE - - -La luz que acaba de extinguirse ha sido, para quienes pertenecen a mi -generación, la más pura que haya irradiado sobre nuestra juventud; -porque en el sombrío crepúsculo del siglo XIX que termina, fué la -estrella consoladora cuya mirada atraía y tranquilizaba nuestras almas -de adolescentes. Entre todos aquéllos (que son muchos en Francia), para -quienes Tolstoi fué más que un artista amado, un amigo, el mejor--y -para muchos el único y verdadero amigo en todo el arte europeo--quiero -rendir a su memoria sagrada un tributo de gratitud y amor. - -Los días en que yo aprendí a conocerlo no se borrarán nunca de mi -memoria. Fué en 1886. Después de algunos años de muda germinación, las -flores maravillosas del arte ruso acababan de abrirse sobre la tierra -de Francia. Las traducciones de Tolstoi y Dostoievski se publicaban -a la vez en todas las casas editoriales, con febril apresuramiento. -De 1885 a 1887 fueron editadas en París _La Guerra y la Paz_, _Ana -Karenina_, _Infancia y Adolescencia_, _Polikushka_, _La Muerte de -Iván Ilich_, los cuentos del Cáucaso y los cuentos populares. En unos -cuantos meses, en unas cuantas semanas, se descubría ante nuestros ojos -toda la obra de una gran vida, en la cual se reflejaba un pueblo, un -mundo nuevo. - -Acababa yo de entrar a la Escuela Normal. Éramos, mis camaradas y yo, -muy distintos los unos de los otros. En nuestro pequeño grupo, en el -cual se encontraban reunidos espíritus realistas e irónicos, como el -filósofo Georges Dumas; poetas que se abrasaban en amor al Renacimiento -italiano, como Suarés; fieles a la tradición clásica, stendhalianos y -wagnerianos, ateos y místicos, se suscitaban frecuentes discusiones -y había muchos puntos de desacuerdo. Mas durante algunos meses el -amor a Tolstoi nos unió casi a todos. Indudablemente que cada uno de -nosotros lo amaba por distintas razones; porque cada uno se reconocía -a sí mismo en su obra, y porque para todos era una puerta que se abría -sobre el inmenso universo, una revelación de la vida. En torno nuestro, -en el seno de nuestras familias, en nuestras provincias, la gran voz -que venía de los confines de Europa despertaba las mismas simpatías, -algunas veces inesperadas. Me acuerdo de mi sorpresa una vez que -escuché a unos burgueses, en mi Nivernais, a quienes no interesaba el -arte y no leían casi nada, hablar de la muerte de Iván Ilich con una -concentrada emoción. - -He leído en críticos eminentes la tesis que sustenta que Tolstoi debía -lo mejor de sus ideas a nuestros escritores románticos, a Jorge Sand, -a Víctor Hugo. Sin discutir la inverosimilitud que habría en hablar de -una influencia de Jorge Sand sobre Tolstoi, que no la podría sufrir, -y sin negar el influjo mucho más real que sobre él han tenido J. -J. Rousseau y Stendhal, sería dudar de la grandeza de Tolstoi y del -poder de su fascinación sobre nosotros, si lo atribuyésemos sólo a sus -ideas. El círculo de ideas dentro del cual se mueve el arte es de los -más limitados. La fuerza del arte no está en las ideas, sino en la -expresión que les da, en el acento personal, en el sello del artista, -en el aroma de su vida. - -Fuesen o no prestadas las ideas de Tolstoi (y esto lo veremos en -seguida), jamás una voz semejante a la suya había resonado antes en -Europa. ¿Cómo explicarnos, de otra suerte, el estremecimiento de -emoción que experimentamos entonces, al escuchar esta música del alma, -que esperábamos desde hacía largo tiempo y de la cual tanta necesidad -teníamos? No entraba para nada la moda en nuestros sentimientos. -La mayor parte de nosotros, como yo, no conocimos el libro de -Eugène-Melchior de Vogüé sobre la _Novela Rusa_, sino después de haber -leído a Tolstoi; y la admiración de Vogüé nos ha parecido demasiado -pálida junto a la nuestra, porque él juzgaba, sobre todo, desde el -punto de vista del literato. Mas para nosotros, poco era admirar -la obra: la vivíamos, era nuestra. Nuestra por su pasión ardiente -de la vida, por su juventud de corazón; nuestra por su desencanto -irónico, por su clarividencia despiadada y su familiaridad con la -muerte; nuestra por los ensueños de amor fraternal y de paz entre los -hombres; nuestra por su requisitoria terrible contra las mentiras de -la civilización. Y por su realismo, y por su misticismo. Por su vívido -aliento de Naturaleza, por su sentido de las fuerzas invisibles y por -su vértigo de lo infinito. - -Estos libros han sido para un gran número de nosotros lo que fué -“Werther” para los de su tiempo: el espejo enigmático de nuestro -poder de amor y de nuestras debilidades, de nuestras esperanzas, de -nuestros terrores y nuestros desalientos. No nos preocupábamos por -poner en acuerdo todas estas contradicciones, ni menos por hacer entrar -esta alma múltiple--en la cual resonaba el universo--dentro de las -estrechas categorías religiosas o políticas, como lo hacen la mayor -parte de quienes en estos últimos tiempos han hablado de Tolstoi, -incapaces de apartarse de las luchas de los partidos, trayéndolo -al cauce de sus propias pasiones, a los límites de sus banderías -socialistas o clericales. ¡Como si nuestras banderías pudieran ser la -medida de un genio! ¡Y qué me importa a mí que Tolstoi sea o no de mi -partido! ¿Me ha preocupado acaso cuáles fueron los partidos de Dante y -Shakespeare, para respirar su soplo de vida y beber su luz? - -No digamos con estos críticos de ahora: “Hay dos Tolstoi, el de antes -de la crisis y el de después de la crisis; el uno es bueno y el otro no -lo es”. Para nosotros no ha habido más que uno, y lo hemos amado todo -entero, porque sentimos por instinto que en almas como la suya todo -cabe y todo se une. - - * * * * * - -Lo que nuestro instinto sentía, sin explicarlo, a nuestra razón toca -comprobarlo ahora. Esto es posible hoy que esta larga vida, llegada a -su término, se ofrece ante todos los ojos, sin velos, con un candor y -una sinceridad únicos. Nos sorprende inmediatamente apreciar hasta qué -punto permaneció siempre la misma, del principio al fin, a despecho -de las barreras que se ha querido levantar contra ella, de trecho -en trecho, y a despecho del mismo Tolstoi, quien como todo hombre -apasionado, se inclinaba a creer cuando amaba, cuando creía, que amaba -y creía por la vez primera y que de ahí databa el principio de su vida. -Principiar, volver a principiar. ¡Cuántas veces la misma crisis, las -mismas luchas, se produjeron en él! No se podría hablar de la unidad de -su pensamiento (no tuvo nunca esta unidad), pero sí de la persistencia -en sus ideas de los mismos elementos diversos, ora unidos, ora -contrarios, contrarios más a menudo. La unidad no está en el espíritu -ni en el corazón de Tolstoi, está en el combate de sus pasiones dentro -de sí mismo; está en la tragedia de su arte y de su vida. - -Arte y vida están unidos. Nunca ha habido una obra más íntimamente -ligada a la vida; casi tiene constantemente un carácter autobiográfico. -Desde la edad de 25 años podemos seguir a Tolstoi, paso a paso, en -las experiencias contradictorias de su carrera llena de aventuras. -Su _Diario_, comenzado antes de los 20 años y continuado hasta su -muerte,[518] y las noticias suministradas por él a M. Birukov[519], -completan este conocimiento y no sólo permiten leer casi día por día -en la conciencia de Tolstoi, sino también hacen revivir el mundo en el -cual arraigó su genio y las almas de las cuales se nutrió su alma. - -Una rica herencia: la de una doble raza (los Tolstoi y los Volkonski) -muy antigua y muy noble, que se vanagloriaba de remontar hasta Rurik -y contaba en sus anales a compañeros de Pedro el Grande, a generales -de la guerra de Siete Años, héroes de las luchas napoleónicas, -“decembristas” y deportados políticos. A sus recuerdos de familia debió -Tolstoi algunos de los tipos más originales de “_La Guerra y la Paz_”, -como el viejo príncipe Volkonski, su abuelo materno, representante -rezagado de la aristocracia de los tiempos de Catarina II, volteriano y -despótico; el príncipe Nicolás Gregorevitch Volkonski, un primo hermano -de su madre, herido en Austerlitz y recogido del campo de batalla bajo -la mirada de Napoleón, como el príncipe Andrés; su padre, que tenía -algunos rasgos de Nicolás de Rostov;[520] su madre, la princesa María, -la fea dulcísima de ojos bellos, cuya bondad ilumina las páginas de -“_La Guerra y la Paz_”. - -No conoció a sus padres. Las narraciones encantadoras de “_Infancia y -Adolescencia_”, tienen, como es bien sabido, poco de realidad. Su madre -murió cuando él no tenía aún dos años; y no pudo por lo tanto recordar -el rostro amable que el pequeño Nicolás Irteniev evoca al través de un -velo de lágrimas, el rostro de sonrisa luminosa, que derramaba en torno -suyo la alegría... - -_¡Ah, si pudiera entrever esta sonrisa en los momentos aciagos, yo no -sabría qué cosa es la pena...!_[521] - -Pero indudablemente que de ella heredó la perfecta franqueza, la -indiferencia hacia la opinión y el don maravilloso que tuvo--según se -asegura--de contar historias que ella misma inventaba. - -Al menos, de su padre sí pudo conservar algunos recuerdos. Era un -hombre amable y burlón, de ojos tristes, que vivía en sus tierras una -existencia independiente y desnuda de ambiciones. Nueve años de edad -tenía Tolstoi cuando murió; y su muerte le hizo “comprender por la -vez primera la amarga verdad, y llenó su alma de desesperación”[522]. -Primer encuentro de la infancia con el espectro del terror que una -parte de su vida debía consagrar a combatir, y la otra a celebrarlo, -transfigurándolo... La huella de esta angustia está contenida en -algunas líneas inolvidables de los últimos capítulos de “_Infancia_”, -en las cuales los recuerdos fueron aprovechados para la narración de la -muerte y del entierro de la madre. - -Cinco niños quedaron en la vieja mansión de Yasnaia Poliana,[523] -en donde León Nicolaievich nació el 28 de agosto de 1828, y la cual -no debía abandonar sino para morir, 82 años más tarde. La menor, una -niña, María, se hizo después religiosa (y con ella fué a refugiarse -Tolstoi moribundo, cuando huyó de su casa y de los suyos). Eran cuatro -hombres: Sergio, egoísta y agradable, “sincero hasta un grado que no he -visto alcanzar jamás a otros”; Dmitri, apasionado, concentrado, quien -después, siendo estudiante, también se entregó a prácticas religiosas -con vehemencia, sin cuidarse de la opinión pública, ayunando, buscando -a los pobres y dando albergue a los enfermos, para de pronto arrojarse -en el desorden, con igual violencia; y, en seguida, roído por los -remordimientos, rescatar y llevar a su casa a una muchacha que había -conocido en una casa pública, para morir de tisis a los 29 años;[524] -Nicolás, el mayor, el hermano más amado, quien heredó de la madre su -imaginación para contar historias,[525] irónico, tímido y delicado, -fué más tarde oficial en el Cáucaso y ahí adquirió la costumbre de -alcoholizarse. De éste, que, lleno también de ternura cristiana, vivía -en chozas compartiendo con los pobres cuanto poseía, decía Turguenef -“que ponía en práctica la humildad en la vida que su hermano León se -contentaba con desarrollar en teoría”. - -Junto a los huérfanos estaban dos mujeres de gran corazón. - -Una era la tía Tatiana,[526] “que tenía dos virtudes, dice Tolstoi: -la paz y el amor”; y cuya vida toda sólo era amor. Se consagraba a los -demás sin descanso... - -“_Ella me ha hecho conocer el placer moral de amar..._”. - -La otra, la tía Alejandra, servía siempre a los demás y evitaba que se -la sirviera, se privaba de criados y tenía por ocupaciones favoritas la -lectura de vidas de los santos y las charlas con los peregrinos y con -los “inocentes”. Muchos de estos “inocentes” vivían en la casa, y uno -de ellos, una vieja peregrina que recitaba salmos, era madrina de la -hermana de Tolstoi; otro, el inocente Gricha, solamente sabía orar y -llorar. - -_¡Oh, gran cristiano Gricha! Tu fe era tan fuerte que sentías la -proximidad de Dios; tu amor era tan ardiente que las palabras brotaban -de tus labios, sin que tu razón las ordenara. ¡Y cómo celebrabas su -magnificencia cuando, no encontrando ya palabras para loarlo, bañado en -lágrimas te prosternabas en el suelo!..._[527] - -¿Quién no advierte la parte que estas almas humildes tuvieron en la -formación de Tolstoi? Parece que en alguna de ellas se insinuaba ya, -se bosquejaba, el Tolstoi de los últimos días. Sus plegarias, su amor, -arrojaron en el espíritu del niño las simientes de la fe, de las cuales -debía el anciano coger los frutos. - -Aparte del inocente Gricha, en los relatos de _Infancia_, Tolstoi no -habla de estos modestos colaboradores que lo ayudaron a edificar su -alma. Pero, en cambio, ¡cuánto se transparenta en las páginas del libro -esta alma de niño, “este corazón puro y amante, como un claro rayo de -luz que descubría siempre en los otros sus cualidades mejores”; esta -ternura infinita!... Siendo feliz, piensa en el único hombre que sabe -es infortunado, llora y querría consagrarse a él; abraza a un viejo -caballo, y le pide perdón por haberlo hecho sufrir; es feliz por amar, -aun no siendo amado. Se perciben ya los gérmenes de su genio futuro: su -imaginación que lo hace llorar con sus propias historias; su cerebro -siempre en trabajo, que lucha siempre por saber qué piensan las gentes; -su precoz facultad de observación, y de memoria;[528] la mirada atenta -que escruta fisonomías, en medio de su duelo y de la verdad de su -dolor. A los cinco años sintió, dice él, por la vez primera, “que la -vida no es una diversión, sino una tarea demasiado ruda”[529]. - -Felizmente lo olvidó. En aquel tiempo se arrullaba con los cuentos -populares, con los _bylines_ rusos, esos ensueños típicos y -legendarios; con narraciones de la Biblia,--sobre todo de la sublime -Historia de José que, ya anciano, aun lo presentaba como un modelo de -arte;--y de las _Mil y una Noches_ que en la casa de su abuela, cada -velada, recitaba un narrador ciego, sentado en el umbral de la ventana. - - * * * * * - -Hizo sus estudios en Kazan[530]. Estudios tan mediocres que se decía -de los tres hermanos:[531] “Sergio quiere y puede; Dmitri quiere y no -puede, y León ni quiere ni puede”. - -Pasaba por lo que él llamó “el desierto de la adolescencia”, desierto -de arena batido por ráfagas de un viento abrasador de locura. Acerca -de este período los relatos de _Adolescencia_, y sobre todo los de -_Juventud_, son ricos en confesiones íntimas. Estaba solo; su cerebro, -en un estado de fiebre perpetua. Durante un año investiga por su -propia cuenta y ensaya todos los sistemas[532]. Estoico, se martiriza -con torturas físicas; epicúreo, se prostituye. Cree después en la -metempsícosis; y acaba por caer en un nihilismo demente: le parecía que -si se volviese con suma rapidez, podría ver la nada frente a frente. Se -analiza, se analiza... - -“_No pensaba ya en una cosa, pensaba que pensaba en una cosa..._”[533]. - -Este análisis perpetuo, este mecanismo de razonar que giraba en -el vacío, le quedará como hábito peligroso que, decía él, “lo -perjudicó a menudo en la vida”; pero del cual sacó su arte recursos -inesperados[534]. - -En este juego había perdido todas sus convicciones, o, al menos, así lo -pensaba. A los dieciséis años dejó de orar y de ir a la iglesia[535]; -pero la fe no había muerto, estaba solamente germinando: - -“_Sin embargo, yo creía en algo. ¿En qué? No podría decirlo. Creía aún -en Dios, o más bien, no lo negaba. Pero ¿en cuál Dios? Lo ignoraba. -No negaba tampoco a Cristo y su doctrina; pero en qué consistía esta -doctrina, no habría sabido decirlo_”[536]. - -Se sentía poseído, por momentos, de ensueños de bondad. Quería vender -su carruaje para dar el dinero a los pobres, hacerles el sacrificio -de una décima parte de su fortuna, privarse de sirvientes... “Porque -son ellos también hombres como yo”[537]. Escribió, durante una -enfermedad[538], sus _Reglas de vida_. Ingenuamente se atribuyó el -deber de “estudiar y profundizar todo: derecho, medicina, lenguas, -agricultura, geografía, matemáticas, alcanzar el grado más alto de -perfección en música y en pintura”, etc... Tenía “la convicción de que -el destino del hombre está en su incesante perfeccionamiento”. Pero -en modo insensible, al impulso de sus pasiones de adolescente, de una -sensualidad violenta y de un amor propio inmenso,[539] esta fe, en -ese extraviado perfeccionamiento, perdía su carácter desinteresado y -se hacía práctica y material. Si deseaba perfeccionar su voluntad, -su cuerpo y su espíritu, era para vencer al mundo e imponerle el -amor[540]. Deseaba agradar. - -Esto no era fácil. Tenía entonces una fealdad simiesca: rostro brutal, -largo y pesado, cabello corto y calzándole la frente, ojos pequeños -que miraban con dureza, hundidos en sus órbitas sombrías; nariz larga, -labios gruesos y salientes y grandes orejas[541]. No pudiendo hacerse -ilusiones acerca de esta fealdad, que cuando era un niño ya le causaba -crisis de desesperación[542], pretendió realizar el ideal del “hombre -elegante”[543]. Este ideal lo llevó, para ser como los otros “hombres -elegantes“, a entregarse al juego, a endeudarse estúpidamente y a hacer -una vida de libertinaje[544]. - -Una cosa le salvó siempre: su absoluta sinceridad. - ---¿Sabéis por qué os amo más que a los demás?--decía Nekhludov a su -amigo.--Porque tenéis una cualidad sorprendente y rara: la franqueza. - ---Sí, digo siempre todo, aun aquellas cosas que tengo vergüenza de -confesarme[545]. - -Hasta en sus peores extravíos se juzgó siempre con una clarividencia -despiadada. - -“De hecho vivo bestialmente, escribió en su Diario; estoy completamente -deprimido”. - -Y fiel a su manía de analizarse, registra minuciosamente las causas de -sus errores: - -1.º _Indecisión o falta de energía_; 2.º _Engaño de sí mismo_; -3.º _Precipitación_; 4.º _Falsa vergüenza_; 5.º _Mal humor_; 6.º -_Confusión_; 7.º _Espíritu de imitación_; 8.º _Volubilidad_; 9.º -_Irreflexión_. - -Esta misma independencia de criterio aplica, aún siendo estudiante, -a la crítica de las convenciones sociales y de las supersticiones -intelectuales. Se mofa de la ciencia universitaria, niega toda seriedad -a los estudios históricos y se expone a sufrir correctivos por sus -audacias de pensamiento. En esta época descubrió a Rousseau, las -_Confesiones_ y el _Emilio_, y fué para él como un golpe de rayo. - -“_Le rendí culto; llevaba al cuello su retrato, en una medalla, como -si fuera una imagen santa_”[546]. - -Sus primeros ensayos filosóficos no son sino comentarios sobre Rousseau -(1846-1847). - -Sin embargo, disgustado de la Universidad y de los “hombres elegantes”, -retornó a soterrarse en sus campos de Yasnaia Poliana (1847-1851), -y volvió a ponerse en contacto con el pueblo. Intentó consagrarse -entonces a ayudar al pueblo, convertirse en su benefactor y en su -educador. Sus experiencias de este tiempo han sido referidas en -una de sus primeras obras, _La Mañana de un Señor_ (1852), novela -notable, de la cual es protagonista su personaje favorito, el príncipe -Nekhludov[547]. - -Nekhludov tiene veinte años, y acaba de abandonar la Universidad para -consagrarse a sus campesinos. Un año hace que trabaja en hacerles -el bien; y, en una visita a la aldea, lo vemos estrellarse contra -la indiferencia burlona, la desconfianza arraigada, la rutina, la -imprevisión, los vicios, la ingratitud. Todos sus esfuerzos son en -vano. Regresa desalentado, pensando en sus ensueños de un año antes, -en su generoso entusiasmo, en “sus ideas sobre que el amor y el bien -constituían la felicidad y la verdad, las únicas verdad y bondad -posibles en el mundo”. Se siente vencido, avergonzado y cansado. - -“_Se sienta ante el piano y su mano inconscientemente acaricia las -teclas. Una armonía brota, luego una segunda, otra tercera... Se pone a -tocar. Los acordes no eran completamente regulares; a menudo parecían -ordinarios hasta la banalidad y no revelaban ningún talento musical; -pero en ellos encontraba un placer indefinible, triste. A cada cambio -de armonías, con una anhelante palpitación de corazón esperaba la que -iba a surgir, y por la imaginación suplía vagamente lo que faltaba. -Escuchaba el coro, la orquesta... Y su placer principal nacía de la -obligada actividad de la imaginación, que le presentaba aisladas, pero -con una sorprendente claridad, las imágenes y las escenas más variadas -del pasado y del porvenir..._”. - -Reveía a los “mujiks”, viciosos, desconfiados, mentirosos, holgazanes y -testarudos, con quienes charlaba hacía un instante; pero en esta vez se -los representaba con todo lo que tienen de bueno, ya no con sus vicios; -penetraba en sus corazones por la intuición del amor; leía en ellos su -paciencia, su resignación con la suerte que los abruma, su perdón de -los ultrajes, su consagración a la familia y las causas de su fidelidad -rutinaria y piadosa al pasado; evocaba sus jornadas de fructuoso -trabajo, fatigador y sano... - -“Esto es bello, murmuraba... ¿Por qué no soy yo uno de ellos?”[548]. - -Todo Tolstoi está ya en el héroe de esta primera novela;[549] su visión -clarísima y sus ilusiones persistentes. Observa a las gentes con un -realismo sin desmayos; pero en el momento que cierra los ojos, vuelven -a apoderarse de él sus ensueños y su amor a los hombres. - - * * * * * - -Tolstoi, en 1850, es menos paciente que Nekhludov; Yasnaia lo ha -aniquilado; tan cansado está del pueblo como de la “élite”; su misión -le pesa, y no tiene a qué consagrarse. Por otra parte, sus acreedores -lo asediaban. - -En 1851 huye al Cáucaso, a unirse al Ejército, cerca de su hermano -Nicolás, que era oficial. - -Y apenas llega a las serenas montañas, se tranquiliza, vuelve a -encontrar a Dios. - -“_La última noche[550] apenas he dormido... Me puse a orar a Dios. -Imposible es para mí describir la dulzura de sentimientos que -experimentaba mientras estuve orando. Recité mis plegarias habituales y -proseguí después largo tiempo en oración. Algo deseaba yo, muy grande, -muy hermoso... ¿Qué era? no podría decirlo. Anhelaba confundirme en el -Ser infinito, y le demandaba que me perdonase mis faltas... Pero no, yo -no demandaba nada: sentía que, pues me había concedido aquel momento de -ventura, me perdonaba. Pedía y sentía a un tiempo mismo que nada tenía -yo qué pedir, ni podía ni sabía pedir. Y se lo agradecí, pero no con -palabras, no con pensamientos... Una hora había transcurrido apenas -cuando de nuevo escuchaba la voz del vicio. Me dormí soñando con la -gloria, y con las mujeres: era esto más fuerte que yo. ¡No importa! -He dado gracias a Dios por este momento de felicidad, porque me ha -mostrado mi pequeñez y mi grandeza. Quiero orar, pero no sé; quiero -comprender, pero no me atrevo... ¡Me abandono a tu Voluntad!_”[551]. - -La carne no estaba vencida (no lo estuvo jamás); la lucha se proseguía -en lo secreto del corazón, entre Dios y las pasiones. Tolstoi anota, en -su Diario, cuáles son los tres demonios que lo devoran: - -1.º _La Pasión del juego._ Lucha posible. - -2.º _La Sensualidad._ Lucha muy difícil. - -3.º _La Vanidad._ La más terrible de todas. - -En el instante en que soñaba vivir para los otros y sacrificarse, -sus pensamientos voluptuosos y fútiles lo asediaban: la imagen de -alguna mujer cosaca, o “la desesperación que sufriría si su mostacho -izquierdo se levantase más que el derecho”[552]. “¡No importa!” Dios -estaba allí y no lo abandonaría. La efervescencia de la lucha misma era -fecunda, porque todas las potencias de vida en ella se exaltaban. - -_Pienso que la idea tan frívola que tuve de hacer un viaje al Cáucaso, -me fué de lo Alto inspirada. Me ha guiado la mano de Dios; y no ceso -de darle gracias. Comprendo que he llegado a ser mejor aquí, y estoy -firmemente persuadido que todo lo que pueda acontecerme no será sino -para mi bien, puesto que Dios mismo es quien lo ha querido..._[553] - -Es el canto de acción de gracias de la tierra a la primavera. La tierra -se cubre de flores; todo está bien en ella; todo es bello. En 1852 el -genio de Tolstoi da sus primeras flores: _Infancia_, _La Mañana de un -Señor_, _La Incursión_, _Adolescencia_; y él da gracias al Espíritu de -Vida que lo ha fecundado[554]. - - - LA HISTORIA DE MI INFANCIA - -La _Historia de mi Infancia_ fué comenzada en el Otoño de 1851, en -Tiflis, y concluida en Piatigorsk, en el Cáucaso, el 2 de julio -de 1852. Es curioso observar que en el cuadro de esta naturaleza -que lo embriagaba, en plena vida nueva y en medio de los peligros -inquietantes de la guerra, ocupado en descubrir un mundo de caracteres -y de pasiones que le eran completamente desconocidos, Tolstoi se haya -vuelto hacia los recuerdos de su vida pasada en esta primera obra. -Pero cuando escribió _Infancia_ se encontraba enfermo, su actividad -militar bruscamente interrumpida; y durante los prolongados ocios de la -convalecencia, dolorido y solo, estaba en una disposición sentimental -de espíritu en la cual, ante sus ojos enternecidos, revivía lo -pasado[555]. Después de la agotadora tensión de los últimos años, tan -desagradables, era para él dulce de reanimar “el período maravilloso, -inocente, poético y alegre” de la edad primera, y rehacerse un “corazón -de niño, bueno, sensible y capaz de amor”. Por otra parte, con el ardor -de la juventud y sus ilimitados proyectos, dado el carácter cíclico -de su imaginación poética, que raramente concebía un tema aislado y -para la cual las grandes novelas no eran sino eslabones de una larga -cadena histórica, fragmentos de vastos conjuntos que no pudo nunca -ejecutar[556], Tolstoi no podía ver en las narraciones de _Infancia_, -en aquel momento, sino los primeros capítulos de una _Historia de -cuatro épocas_, que también comprendería su vida en el Cáucaso y -concluiría, sin duda, en la revelación de Dios por la Naturaleza. - -Más tarde, Tolstoi fué muy severo para las narraciones de _Infancia_, a -las cuales debió una gran parte de su popularidad. - -“¡Es esto tan malo,--decía a Birukov;--está escrito con tan poca -honestidad literaria!... De eso no se puede sacar nada”. - -En esta opinión estuvo solo. La obra manuscrita, enviada sin nombre -de autor a la gran revista rusa _Sovremennik_ (El Contemporáneo), fué -en el acto publicada (el 6 de septiembre de 1832) y tuvo un éxito -unánime que después han confirmado todos los públicos de Europa; y sin -embargo, no obstante su encanto poético, su finura de colorido, su -emoción delicada, es fácil de comprender que más tarde haya desagradado -a Tolstoi. Le desagradó por las mismas razones que gustaba a los demás; -porque es necesario decirlo claramente: a excepción de la pintura de -algunos tipos locales y en un pequeño número de páginas, que sorprenden -por el sentimiento religioso o por el realismo en la emoción[557], la -personalidad de Tolstoi se acusa débilmente en esta obra. Se extiende -por sus páginas un dulce, un tierno sentimentalismo, que después -siempre le fué antipático y que proscribió de sus demás novelas. Lo -reconocemos, y reconocemos este “humor” y estas lágrimas, que vienen de -Dickens. Entre sus lecturas favoritas, de los catorce a los veintiún -años, Tolstoi señala en su Diario: “_Dickens_, _David Copperfield_. -Influencia considerable”. Todavía en el Cáucaso releyó este libro. - -Otras dos influencias señala él mismo: Sterne y Toepffer. “Entonces -estaba yo bajo la inspiración de ellos”[558]. - -¿Quién habría pensado que las “_Nouvelles Genevoises_” fueron el primer -modelo del autor de _La Guerra y la Paz_? Y basta, sin embargo, saberlo -para descubrir en las narraciones de _Infancia_ la bonhomía afectuosa y -zumbona de Toepffer, trasplantada a una naturaleza más aristocrática. - -Encontró Tolstoi, al principiar, que ya era conocido, y su personalidad -no tardó mucho en afirmarse. _Adolescencia_ (1853), menos pura y menos -perfecta que _Infancia_, descubre una psicología más original, un -sentimiento de la naturaleza más vivo y un alma atormentada, alma con -la cual Dickens y Toepffer se habrían sentido a disgusto. En _La Mañana -de un Señor_ (octubre de 1852)[559], el carácter de Tolstoi aparece -netamente formado, con la intrépida sinceridad de sus observaciones y -su fe en el amor. Entre los notables retratos de campesinos que pinta -en esta novela se encuentra ya el bosquejo de una de las más hermosas -visiones de sus _Cuentos Populares_: el anciano en el colmenar,[560] -aquel viejecito bajo el abedul, con las manos extendidas, los ojos en -alto, su cabeza calva luciente al sol, y en torno de ella, las abejas -doradas que revuelan sin picarle, formándole una corona... - - - LAS NARRACIONES DEL CÁUCASO - -Pero las obras--tipo de este período son aquéllas que registran -inmediatamente sus emociones actuales: las narraciones del Cáucaso. -La primera, _La Incursión_, (concluida el 24 de diciembre de 1852), -se impone por su magnificencia de paisajes: una salida de sol en las -montañas, a la orilla de un arroyo; un sorprendente cuadro nocturno, en -el cual sombras y ruidos están fijados con una conmovedora intensidad; -y el retorno, en la tarde, mientras a lo lejos las cimas nivosas -desaparecen en una bruma violeta y las voces hermosas de los soldados -que cantan ascienden y se pierden en el aire transparente. Muchos de -los personajes de _La Guerra y la Paz_ hacen allí su entrada en la -vida, como el capitán Khlopov, héroe verdadero, que no se bate por -placer sino para cumplir su deber, “una de esas fisonomías rusas, -sencillas, tranquilas, que es tan fácil y tan agradable mirar de lleno -a los ojos”. Pesado, torpe, un poco ridículo, indiferente a cuanto -le rodea, no cambia en medio de la batalla, cuando todos cambian; -“permanece exactamente como se le ha visto siempre, con los mismos -movimientos tranquilos, la misma voz igual, la misma expresión de -sinceridad en su rostro ingenuo y pesado”. Junto a él está el teniente -que encarna a los héroes de Lermontov, y que, siendo bueno, pone -semblante de sentimientos feroces; y el pobre pequeño subteniente, -tan alegre por su primera salida, que desborda en ternura y, presto a -saltarle al cuello a cualquiera, adorable y risible, se hace matar -estúpidamente, como Petia Rostov. En medio del cuadro está la figura -de Tolstoi que observa, sin mezclarse en los sentimientos de sus -compañeros, y que hace ya escuchar su grito de protesta contra la -guerra. - -_¿No pueden los hombres vivir con tranquilidad en este mundo tan -hermoso, bajo el inmensurable cielo estrellado? ¿Cómo pueden conservar -aquí tales sentimientos de maldad, de venganza, de rabia para destruir -a sus semejantes? Cuanto de malo hay en el corazón del hombre había -de desaparecer al contacto de la naturaleza, que es la más inmediata -expresión de la belleza y del bien_[561]. - -Otras narraciones del Cáucaso con observaciones de esta época no -fueron escritas sino más tarde, en 1854-1855, como _La Tala en el -Bosque_[562], de un realismo exacto y un poco frío, pero lleno de -notas curiosas acerca de la psicología del soldado ruso, (notas para -lo porvenir); en 1856 un _Encuentro en el destacamento con un conocido -de Moscú_[563], un hombre de mundo, fracasado, suboficial degradado, -haragán, ebrio y mentiroso que no puede acostumbrarse a la idea de -que pueda ser muerto como cualquiera otro de sus soldados, a quienes -desprecia, y de quienes el peor vale cien veces más que él. - - - LOS COSACOS - -Y por encima de estas obras se levanta, cumbre la más alta de esa -primera cadena de montañas, una de las más bellas novelas líricas que -Tolstoi haya escrito, el canto de su juventud, el poema del Cáucaso, -_Los Cosacos_[564]. El esplendor de las nevadas montañas que destacan -sus nobles líneas sobre el cielo luminoso, llena con su música el libro -entero. Y la obra es única por esta flor del genio, “el todopoderoso -dios de la juventud, como dice Tolstoi: ese ímpetu que ya no se recobra -más”. ¡Cuál torrente primaveral!... ¡Qué efusiones de amor! - -“_¡Yo amo, amo tanto!... ¡Bravo! ¡Bueno!... repetía y deseaba llorar. -¿Por qué? ¿quién era bravo? ¿qué amaba? No lo sabía bien_”[565]. - -Esta embriaguez del corazón se derrama desordenadamente. El héroe -Olenine, que ha llegado como Tolstoi a sumergirse en el Cáucaso en -una vida de aventuras, y que se ha enamorado de una joven cosaca, se -abandona al torbellino de sus aspiraciones contradictorias. Ora piensa -que “la felicidad está en vivir para los otros, en sacrificarse” ora -que el “sacrificio de sí mismo no es más que una tontería”; entonces -no está lejos de creer con el viejo cosaco Erochka, que “todo está -permitido y que Dios ha hecho todo para placer del hombre. Nada es -pecado. Gozar con una hermosa muchacha no es pecado, es la salud”. -Pero, ¿qué necesidad tiene de pensar? Le basta con vivir. La vida es -todo bien, toda felicidad, la vida todopoderosa, la vida universal: -la Vida es Dios. Un naturalismo ardoroso enciende y devora al alma. -Perdido en el bosque, en medio de “la vegetación salvaje, de la -multitud de bestias y de aves, de nubes de moscos, entre la sombría -verdura, en el aire cálido y perfumado, entre pequeños caños de -agua turbia que espejean por doquiera bajo el follaje”, a dos pasos -de las emboscadas del enemigo, Olenine “es embargado de pronto por -un sentimiento tal de felicidad sin causa alguna, que, fiel a una -costumbre de su infancia, se persigna y se pone a dar gracias a -alguien”. Como un fakir indio goza al confesarse que está solo y -perdido en este torbellino de vida que le envuelve, en el cual miríadas -de seres invisibles acechan en este momento su muerte, ocultos por -todas partes, en que millares de insectos zumban en torno suyo, se -llaman: - -“_¡Por aquí, por aquí, compañeros! ¡Aquí hay alguien a quien picar!”_ - -_Y era bien claro para él que allí ya no era un gentilhombre ruso, -de la sociedad de Moscú, amigo y pariente de éstos y aquéllos, sino -simplemente un ser cualquiera como el mosquito, el faisán, el ciervo; -como aquéllos que vivían, que rondaban en torno suyo._ - ---_Como ellos, yo viviré y moriré. Y la yerba crecerá encima de mí..._ - -Y su corazón se llena de alegría. - -Vive Tolstoi, en esta hora de juventud, en un delirio de fuerza y de -amor a la vida. Se abraza a la Naturaleza y se funde en ella; en ella -vierte, adormece y exalta sus penas, sus alegrías y sus amores[566]; -mas nunca esta embriaguez romántica afecta a la lucidez de su mirada. -En ninguna otra página como en este ardiente poema los paisajes son -pintados con tamaño vigor, ni los tipos con más verdad. La oposición -entre la naturaleza y el mundo, que informa el fondo del libro y que -será toda su vida uno de los temas favoritos en las ideas de Tolstoi, -un artículo de su _Credo_, le hace encontrar ya, para fustigar la -comedia del mundo, algunos de los ásperos acentos de la _Sonata a -Kreutzer_[567]. Pero no es menos verídico con relación a quienes -ama, y los seres de la naturaleza, la hermosa cosaca y sus amigos, -son contemplados en plena luz, con sus egoísmos, sus avaricias, sus -engaños, con todos sus vicios. - -Una ocasión iba a presentársele para poner a prueba esta veracidad -heroica. - - * * * * * - -En noviembre de 1853 fué declarada la guerra a Turquía. Tolstoi -entonces hizo que se le pasara al ejército de Rumania, del cual pasó -después al de Crimea, y llegó a Sebastopol el 7 de noviembre de 1854. -Ardía en entusiasmo y fe patriótica. Cumplió bravamente con su deber y -a menudo estuvo en peligro, sobre todo en abril y mayo de 1855, meses -durante los cuales cada tercer día estaba de servicio en la batería del -cuarto baluarte. - -De vivir meses y meses en una exaltación y una agitación continua -frente a frente con la muerte, su misticismo religioso se reavivó. -Conversa con Dios. En abril de 1855 anota en su _Diario_ una plegaria a -Dios, en acción de gracias por haberlo protegido en los peligros y para -pedirle que continúe protegiéndolo, “a fin de alcanzar el objeto eterno -y glorioso de la existencia, que me es aún desconocido...”. Este objeto -de su vida no es ya el arte, sino la religión. El 5 de marzo de 1855 -escribía: - -“_He encontrado una gran idea, a cuya realización me siento capaz de -consagrar toda mi vida. Es esta idea la fundación de una religión -nueva, la religión de Cristo, pero purificada de dogmas y misterios... -Obrar con límpida conciencia, a fin de unir a los hombres por la -religión_”[568]. - -Éste será el programa de su vejez. - -Sin embargo, para distraerse de los espectáculos que lo rodeaban, se -entregó nuevamente a escribir. ¿Cómo pudo encontrar la libertad de -espíritu necesaria para componer, bajo una lluvia de granadas, la -tercera parte de sus Recuerdos, _Juventud_? El libro es caótico, y se -puede atribuir su desorden a las condiciones en las cuales nació y a -veces también a cierta sequedad de análisis abstractos, con divisiones -y subdivisiones a la manera de Stendhal[569]. Pero se admira su -tranquila penetración en el desorden de pensamientos y de ensueños -confusos que se agolpan en un cerebro joven. La obra es de una rara -franqueza consigo mismo; y por instantes, ¡cuánta frescura poética, -en el hermoso cuadro de la primavera en la ciudad, en el relato de la -confesión y del viaje al convento por el pecado olvidado! Un apasionado -panteísmo presta a algunas páginas una belleza lírica cuyos acentos -recuerdan las narraciones del Cáucaso, como la descripción de esta -noche de Estío: - -_El brillo sereno del luminoso creciente. El estanque resplandeciendo. -Los viejos abedules, cuyas ramas melenudas se argentan de un lado, -al claro de luna, cubren con sus sombras negras la maleza y el -camino. El grito de una codorniz detrás del estanque. El ruido apenas -perceptible de dos viejos árboles que se rozan. El zumbido de los -mosquitos y el golpe de una manzana que cae sobre las hojas secas; -las ranas que saltan hasta los peldaños de la terraza y cuyos lomos -verduzcos brillan en un rayo de luna... La luna asciende; suspensa -en el claro cielo, llena el espacio; el soberbio fulgor del estanque -se hace más brillante; las sombras se vuelven más negras, la luz más -transparente... Y yo, humilde gusanillo, manchado ya con todas las -pasiones humanas, pero con toda la inmensa fuerza del amor, pienso en -este momento que la naturaleza, la luna y yo, somos sólo uno_[570]. - -La realidad presente, empero, hablaba más alto que los sueños del -pasado, y se imponía, imperiosa. Juventud quedó sin concluir, y el -capitán segundo León Tolstoi, tras la protección de su baluarte, bajo -el sordo ruido de los cañones, en medio de su compañía, observaba a los -vivos y a los moribundos y recogía sus angustias y las suyas propias en -las inolvidables narraciones de _Sebastopol_. - - - LAS NARRACIONES DE SEBASTOPOL - -Estas tres narraciones, (_Sebastopol en diciembre de 1854, Sebastopol -en mayo de 1855 y Sebastopol en agosto de 1855_), son de ordinario -comprendidas en un mismo juicio; y sin embargo, son muy diferentes -entre sí. Sobre todo la segunda se distingue de las otras dos por el -sentimiento y por el arte. Están dominadas éstas por el patriotismo, -mientras que sobre la segunda se extiende una implacable verdad. - -Se cuenta que después de haber leído la segunda narración[571] la -zarina lloró, y que el zar ordenó, movido por su admiración, que -fueran traducidas al francés estas páginas y que pusieran al autor a -cubierto de peligros. Se comprende esto fácilmente. Nada hay en ellas -que no exalte a la patria y a la guerra. Tolstoi acaba de llegar; su -entusiasmo está intacto; se sumerge en el heroísmo. Aún no advierte -entre los defensores de Sebastopol ni ambición ni amor propio, ni -ningún otro sentimiento mezquino. Para él es aquélla una epopeya -sublime, cuyos héroes “son dignos de la Grecia”. Por otra parte, sus -notas no atestiguan ningún esfuerzo de imaginación, ningún ensayo de -representación objetiva; el autor se pasea por la ciudad; mira con -lucidez, pero narra en una forma que carece de libertad: “Veis... -Entráis... Advertís...”. Todo esto es periodismo, con algunas hermosas -impresiones del natural. - -Muy distinta es la escena segunda: _Sebastopol en mayo de 1855_. Desde -las primeras líneas se lee: - -_El amor propio de millares de hombres ha luchado aquí, se ha apagado -en la muerte..._ - -Y más adelante: - -_...Y como había muchos hombres, había muchas vanidades... ¡Vanidad, -vanidad, por todas partes vanidad, aun a las puertas de la tumba! Es -la enfermedad particular de nuestro siglo... ¿Por qué los Homero y los -Shakespeare hablan del amor, de la gloria, del dolor, y por qué la -literatura de nuestro siglo no es más que la historia sin término de -los vanidosos y de los advenedizos?_ - -El relato, que no es una simple narración de sucesos, pone en escena -directamente a los hombres y las pasiones, muestra todo lo que se -oculta tras del heroísmo. La clara mirada desengañada de Tolstoi -penetra en el fondo del corazón de sus compañeros de armas, y como en -los corazones de ellos en el propio, para leer allí el orgullo, el -miedo, toda la comedia del mundo que aún se continúa representando -a un paso de la muerte. El miedo sobre todo es confesado, libre de -sus velos, mostrado al desnudo. Estas zozobras perennes[572], esta -obsesión de la muerte, son analizadas sin pudor, sin piedad, con una -sinceridad terrible. En Sebastopol aprendió Tolstoi a perder todo -sentimentalismo “esa compasión vaga, femenina, llorona”, como él decía -con desdén. Y nunca su genio analizador, cuyo instinto se ha visto -despertar durante sus años de adolescencia y que a menudo ha de tomar -un carácter casi mórbido[573], alcanzó mayor intensidad sobreaguda, -alucinada, que en el relato de la muerte de Praskhoukhine. Dos páginas -enteras están consagradas en esta narración a describir lo que pasa en -el alma del desventurado durante el segundo que la bomba ha tardado en -silbar y caer, antes de estallar; y una página para decir las propias -impresiones, después del estallido, y que “ha muerto al punto por un -fragmento de casco que lo hirió en pleno pecho”[574]. - -Como entreactos de orquesta en el drama, se abren en estas escenas de -batalla amplios claros de naturaleza y de luz, la sinfonía del día que -se levanta sobre el espléndido paisaje, donde agonizan millares de -hombres. Y el cristiano Tolstoi, olvidando el patriotismo de su primera -narración, maldice la impía guerra: - -_¡Y estos hombres, cristianos que profesan la misma gran ley de amor -y de sacrificio, no caen de rodillas, al contemplar lo que han hecho, -arrepentidos, delante de Aquél que al darles la vida ha puesto en el -alma de cada uno, con el miedo a la muerte, el amor al bien y a la -belleza! ¡No se abrazan, con lágrimas de alegría y de felicidad, como -hermanos!_ - -En el momento de concluir esta novela, cuyas páginas tienen una -esperanza que antes ninguna de sus obras había mostrado, se siente -Tolstoi asaltado por la duda, ¿ha hecho mal en hablar? - -_Una duda penosa me abruma; quizás no era conveniente decir todo esto; -quizá lo que digo es una de esas verdades perversas que, ocultas -inconscientemente en el fondo de cada alma, no deben de ser expresadas -para que no lleguen a ser perjudiciales, como no debe agitarse la hez, -so pena de echar a perder el vino. ¿Dónde está la expresión del mal que -es necesario evitar? ¿Dónde la expresión de lo bello que sea preciso -imitar? ¿Quién es el malhechor y quién el héroe? Todos son buenos y -todos son malos..._ - -Pero se recobra fieramente: - -_El héroe de mi novela, a quien amo con todas las fuerzas_ _de mi -alma, a quien trato de mostrar en toda su belleza, que siempre fué, es -y será hermoso, es la Verdad._ - -Después de haber leído estas páginas[575], Nekrasov, el director de -“Sovremennik”, escribió a Tolstoi: - -“Esto precisamente es lo que hace falta a la sociedad rusa de hoy: -la verdad, la verdad, que, después de la muerte de Gogol, tampoco ha -existido en la literatura rusa... Esta verdad que traéis a nuestro arte -es algo enteramente nuevo entre nosotros; sólo de una cosa tengo miedo: -que el tiempo y la cobardía de la vida, la sordera y el mutismo de -cuanto nos rodea os hagan lo que a la mayor parte de nosotros, que os -maten vuestra energía”[576]. - -Nada de eso era de temerse. El tiempo, que consume la energía de los -hombres ordinarios, no ha hecho sino templar la de Tolstoi; pero en -aquellos momentos, las desventuras de la patria, la toma de Sebastopol, -despertaron con un sentimiento de dolorosa piedad, el dolor de su -franqueza demasiado ruda. En la tercera narración, (_Sebastopol en -agosto de 1855_), al describir una escena de oficiales que juegan y -riñen, se interrumpe y reflexiona: - -_Pero dejemos caer el telón sobre este cuadro. Mañana, acaso hoy mismo, -cada uno de estos hombres irá alegremente al encuentro de la muerte. -En el fondo de cada alma se recata la chispa que hará de cada uno un -héroe._ - -Y si este pudor no resta nada de vigor al realismo del relato, la -elección de los personajes muestra suficientemente las simpatías del -autor. La epopeya de Malakoff y su heroica caída quedan simbolizadas -en dos figuras bravas y conmovedoras: dos hermanos, de los cuales -uno, el mayor, el capitán Kozeltzov, tiene algunos de los rasgos de -Tolstoi[577]; y el otro, el abanderado Volodia, tímido y entusiasta, -con sus febriles monólogos y sus ensueños, las lágrimas que sin motivo -le brotan a los ojos, lágrimas de ternura, lágrimas de humillación; -sus angustias en las primeras horas que pasa en el baluarte (el pobre -muchacho tiene aún el miedo a la obscuridad, y cuando está acostado -oculta la cabeza bajo el capote), con la opresión que le causa el -sentimiento de su soledad y la indiferencia de los otros, más tarde, -cuando la hora es llegada, tiene la alegría del peligro. Pertenece -éste al grupo de las figuras simpáticas de adolescentes, (Petia en -_La Guerra y la Paz_ y el subteniente de _La Incursión_), que con el -corazón lleno de amor, hacen la guerra riendo y se arrojan de pronto, -sin comprenderlo, a la muerte. Los dos hermanos caen heridos, en el -mismo día, el último día de la defensa. Y la novela concluye con estas -líneas, en las cuales gruñe una rabia patriótica: - -“_El ejército salía de la ciudad; y cada soldado, al mirar abandonado -a Sebastopol, con una indecible amargura en el corazón, suspiraba y -mostraba el puño al enemigo_”[578]. - - * * * * * - -Cuando al salir de este infierno, en el cual durante un año había -penetrado hasta el fondo de las pasiones, de las vanidades y del -dolor humano, Tolstoi se encontró, en noviembre de 1855, entre los -hombres de letras de Petersburgo, experimentó por ellos un sentimiento -de desencanto y de desprecio. Todo lo descubría en ellos mezquino y -mentiroso. Estos hombres que de lejos le parecieron aureolados por el -arte, (Turguenef, a quien había admirado y a quien acababa de dedicar -_La Tala en el Bosque_), vistos de cerca le desilusionaron amargamente. -Un retrato de 1856 lo presenta entre Turguenef, Gontcharov, Ostrovsky, -Grigorovitch y Drujinine. Sorprende, entre el abandono de los otros, -por su aire ascético y duro, su cabeza ósea, sus mejillas hundidas, -los brazos cruzados con rigidez. De pie y de uniforme, detrás de estos -literatos, “parece,--como escribe espiritualmente Suarés--que custodia -a estas gentes y no que forma parte de su sociedad; se diría que está -presto a conducirlos a prisión”[579]. - -Sin embargo, todos se muestran solícitos alrededor del joven colega, -que llega a ellos cubierto de la doble gloria del escritor y del héroe -de Sebastopol. Turguenef, que había llorado y gritado “¡Hurra!” al -leer las escenas de Sebastopol, le tendía la mano fraternalmente; mas -estos dos hombres no podían entenderse. Si ambos veían el mundo con -igual claridad de mirada, a su visión mezclaban el color de sus almas -enemigas: irónica y vibrante la una, amorosa y desencantada, devota de -la belleza; violenta la otra, orgullosa, atormentada de ideas morales, -poseída por un Dios oculto. - -Lo que Tolstoi principalmente no perdonaba a estos literatos, era que -se creyesen una casta elegida, cabeza de la humanidad. Entraba en su -antipatía hacia ellos mucho del orgullo del gran señor y del oficial -hacia burgueses escritorzuelos y liberales[580]. Era también un rasgo -característico de su naturaleza (lo reconocía él mismo) “oponerse por -instinto a todos los juicios generalmente aceptados”[581]. - -Una desconfianza de los hombres, un desdén latente hacia la razón -humana, le hacían olfatear por todas partes el engaño de sí mismo o de -los otros, la mentira. - -_No creía nunca en la sinceridad de las gentes. Todo impulso moral le -parecía falso, y tenía la costumbre de fijar con acritud su mirada -extraordinariamente penetrante, en el hombre que sospechaba que no -decía la verdad..._[582]. - -_¡Cómo escuchaba! ¡Cómo miraba a su interlocutor desde el fondo de sus -ojos grises, hundidos en sus órbitas! ¡Con qué ironía contraía los -labios!_[583]. - -_Decía Turguenef que nunca había sentido nada más penoso que esta -mirada aguda que, junto con dos o tres palabras de alguna observación -corrosiva, era capaz de despertar el furor_[584]. - -Escenas violentas se suscitaron, desde sus primeros encuentros, entre -Tolstoi y Turguenef[585]. De lejos, ambos se tranquilizaban y trataban -de hacerse justicia. El tiempo no hizo sino agravar la repulsión que -sentía Tolstoi hacia aquel medio literario, pues no podía perdonarles -a estos artistas la mezcolanza de sus vidas depravadas y de sus -pretensiones morales. - -“_Adquirí la convicción de que casi todos eran hombres inmorales, -malos, sin carácter, muy inferiores a cuantos había conocido en mi vida -de bohemia militar. Y en cambio, estaban tan seguros y contentos de -ellos mismos, como lo puedan estar quienes en verdad sean santos. Me -desagradaron_”[586]. - -Se separó de ellos; y sin embargo, por algún tiempo conservó su fe -interesada en el arte[587], porque se sentía halagado su orgullo, -y era, además, una religión pingüemente retribuida, que “procuraba -mujeres, dinero y gloria...”. - -_De esta religión yo era uno de los pontífices. Situación agradable y -muy ventajosa..._ - -Para mejor consagrarse a ella, presentó su dimisión en el ejército (en -noviembre de 1856). Mas un hombre de su temple no podía cerrar los -ojos por largo tiempo. Creía, deseaba creer en el progreso. Le parecía -que “esta palabra significaba algo”. Un viaje por el extranjero (del -29 de enero al 30 de julio de 1857), por Francia, Suiza y Alemania, -derribó esta fe. En París, el 6 de abril de 1857, el espectáculo de -la ejecución de un hombre “le mostró lo vano de la superstición del -progreso...”. - -_Cuando vi desprenderse la cabeza del cuerpo y caer en el cesto, -comprendí, con todas las fuerzas de mi alma, que ninguna teoría acerca -de la razón del orden existente podía justificar semejante acto. Aun -cuando todos los hombres del universo, apoyándose en alguna teoría, -encontrasen esto necesario, yo sostendría que está mal, “porque no es -lo_ _que dicen o hacen los hombres lo que decide entre lo bueno y lo -malo, sino mi corazón_”[588]. - -El 7 de julio de 1857, en Lucerna, el espectáculo de un pequeño -cantador ambulante, a quien unos ricos ingleses, huéspedes de -Schweizerhof, rehusaban dar una limosna, le hizo escribir en su _Diario -del Príncipe D. Nekhludov_[589], su desprecio hacia todas las ilusiones -caras a los liberales, esas gentes que “trazan líneas imaginarias sobre -los mares del bien y del mal...”. - -_Para ellos la civilización es el bien; la barbarie, el mal; la -libertad el bien, y la esclavitud el mal. Y este conocimiento -imaginario destruye las necesidades instintivas, primordiales, -las mejores. Mas ¿quién me definirá qué es la libertad, qué es el -despotismo, qué es la civilización, qué es la barbarie? ¿Dónde, pues, -no coexisten el bien y el mal? En nosotros hay solamente un guía -infalible, el Espíritu universal, que nos empuja a unirnos los unos a -los otros._ - -De regreso en Rusia, en Yasnaia, nuevamente se ocupa de ayudar a los -campesinos. Y no era que se hiciese ilusiones sobre el pueblo. Escribía: - -“_Los apologistas del pueblo y de su buen sentido hablan bellamente, y -la multitud tal vez sea una unión de buenas personas; pero entonces, -sólo se unen por sus lados bestiales, despreciables, que no expresan -más que la debilidad y la crueldad de la naturaleza humana_”[590]. - -No es, por tanto, a la multitud a quien se dirige, sino a la -conciencia individual de cada hombre, de cada hijo del pueblo, porque -en la conciencia de cada uno está la luz. Funda escuelas, sin saber -claramente qué enseñar; y para aprenderlo, hace un segundo viaje a -Europa, del 3 de julio de 1860 al 23 de abril de 1861[591]. - -Estudia entonces los diversos sistemas pedagógicos. ¿Será preciso -decir que rechaza todos? Dos estancias en Marsella le mostraron que -la verdadera instrucción del pueblo se hace fuera de la escuela -(que encuentra ridícula), por medio de los periódicos, los museos, -las bibliotecas, la calle, la vida, lo que él llama “la escuela -inconsciente” o “espontánea”. La escuela espontánea, por oposición a -la escuela obligatoria, considerada por él como nefasta y perjudicial, -es lo que quiere fundar, lo que ensaya, a su regreso, en Yasnaia -Poliana[592]. Su principio es la libertad. No admite que una “élite”, -la “sociedad privilegiada liberal”, imponga su ciencia y sus errores -al pueblo, que le es extraño, porque esa “élite” no tiene para ello -ningún derecho. Semejante método de educación forzada no ha podido -producir nunca, en la Universidad, “hombres de aquéllos que la -humanidad necesita, sino hombres de esos que son necesarios a la -sociedad depravada: funcionarios, profesores oficiales, literatos -oficiales, hombres arrancados sin ningún objeto a su medio anterior, -cuya juventud fué echada a perder y que no encuentran ya lugar en la -vida; liberales irritables, enfermizos”[593]. ¡Toca al pueblo decir lo -que desea! Si no se inclina al “arte de leer y escribir que le imponen -los intelectuales”, razones tiene para ello, porque otras son sus -necesidades espirituales, más apremiantes y más legítimas. Tratad de -comprenderlas y ayudadlo a satisfacerlas. - -Estas teorías libres de un conservador revolucionario, como lo fué -entonces, trató Tolstoi de ponerlas en práctica, en Yasnaia, donde -más era el condiscípulo que el maestro de sus alumnos[594]. Al mismo -tiempo, se esforzaba por introducir en las explotaciones agrícolas -un espíritu más humano. Nombrado árbitro territorial en 1861, en el -Distrito de Krapivna, se constituyó en defensor del pueblo contra los -abusos del poder de los propietarios y del Estado. - -No hay que creer sin embargo que esta actividad social le satisfacía -y llenaba por completo, pues continuaba siendo presa de pasiones -enemigas. A pesar suyo amaba a la sociedad, siempre, y tenía necesidad -de ella. Por períodos, el placer lo recuperaba, y tenía también el -gusto de la acción. Se ponía en peligros de muerte en la caza del oso; -jugaba grandes sumas de dinero; aun llegó a sufrir la influencia del -medio literario de San Petersburgo, que tanto despreciaba. Al salir de -estas aberraciones, caía en crisis de disgusto. Las obras de esta época -muestran lamentablemente las huellas de esta incertidumbre artística y -moral. _Los dos húsares_, (1856)[595] tienen presunciones de elegancia, -un aire fatuo y mundano que desagrada en Tolstoi. _Alberto_, escrito en -Dijón en 1857[596], es débil y bizarro, carece de la profundidad y la -precisión habituales en el autor. _El Diario de un Marcador_[597], más -sorprendente, más prematuro, parece traducir el desaliento que Tolstoi -se inspiraba a sí mismo. El príncipe Nekhludov, su _Doppelgánger_, su -“doble”, se mata en un garito: - -_Lo tenía todo: riqueza, nombre, talento, aspiraciones levantadas; no -había cometido ningún crimen, pero había hecho algo peor: había matado -su corazón, su juventud; se había perdido, no teniendo siquiera una -fuerte pasión por excusa, falto de voluntad._ - -La misma proximidad de la muerte no lo hizo cambiar... - -_La misma extraña inconsecuencia, la misma vacilación, la misma -ligereza de pensamiento..._ - - - TRES MUERTES - -La muerte... En esta época comienza a frecuentar el alma de Tolstoi. -_Tres Muertos_, de 1858-1859[598], anuncia ya el sombrío análisis -de la _Muerte de Iván Ilich_, la soledad del moribundo, su odio -hacia los vivos, sus “¿por qués?” desesperados. El tríptico de estos -tres muertos, (la dama rica, el viejo postillón tísico y la encina -derribada), tiene grandeza; los retratos están bien dibujados, las -imágenes atraen la atención, aun cuando la obra, bastante alabada, sea -de argumento un poco flojo, y que la muerte del árbol carezca de la -poesía necesaria, que tanto valor da a los bellos paisajes de Tolstoi. -En su conjunto no se sabe claramente qué le arrastra más, si el arte -por el arte o la intención moral. - -Tolstoi mismo lo ignoraba. El 4 de febrero de 1859, en su discurso de -recepción de la _Sociedad Moscovita de Amantes de las Letras Rusas_, -hacía la apología del arte por el arte[599]; y era precisamente el -Presidente de esa Sociedad, Khomiakov, quien, después de haber saludado -en Tolstoi al “representante de la literatura propiamente artística”, -en su contra tomaba la defensa del arte social y moral[600]. - -Un año más tarde, la muerte de su amado hermano Nicolás, arrebatado -por la tisis[601], en Hyères, el 19 de septiembre de 1860, anonadaba a -Tolstoi al punto de “quebrantar su fe en el bien, en todo”, y le hacía -renegar del arte: - -_La verdad es horrible... Sin duda, mientras existe el deseo de -conocerla y de decirla, se procura conocerla y decirla. Y es lo único -que me ha quedado de mi concepción moral; y es la única cosa que haré, -pero no bajo la forma de vuestro arte. El arte es la mentira, y yo no -puedo ya amar las bellas mentiras_[602]. - -Pero antes de seis meses retornaba a las “bellas mentiras” con -_Polikuchka_[603], que es acaso su obra más desnuda de intenciones -morales, a un lado la maldición latente que en ella pesa sobre el -dinero y su poder nefasto; obra escrita puramente para el arte; obra -maestra, desde luego, a la cual sólo es posible reprochar su riqueza -excesiva de observación, su abundancia de materiales, que habrían -alcanzado a desarrollar una gran novela, así como el contraste -demasiado duro y un poco cruel, entre el atroz desenlace y el principio -humorístico[604]. - - [Ilustración] - - - LA FELICIDAD CONYUGAL - -De esta época de transición, en la cual tantea el genio de Tolstoi, en -la cual duda de sí mismo y parece enervarse, “sin fuerza de pasión, sin -voluntad directora”, como el Nekhludov del _Diario de un Marcador_, -nace en 1859 la obra más pura que haya producido, la _Felicidad -Conyugal_[605]. Es el milagro del amor. - -Desde hacía largos años era amigo de la familia Bers; y estuvo -enamorado sucesivamente de la madre y de las tres hijas[606]. Y fué -en definitiva de la segunda de las hijas de quien se enamoró; pero -no osaba confesarlo. Sofía Andreievna Bers era casi una niña, pues -tenía diez y siete años, en tanto que él pasaba ya de treinta y se -consideraba como un hombre viejo, que no tenía derecho para unir su -vida gastada, manchada, con la de una muchacha inocente. Resistió tres -años[607]; y más tarde ha contado, en su _Ana Karenina_, cómo hizo su -declaración a Sofía Bers, y cómo le respondió ella, dibujando con gis -rojo sobre una mesa las iniciales que no osaban decir. Como Levine, en -_Ana Karenina_, tuvo la cruel lealtad de presentar su _Diario_ íntimo -a su prometida, a fin de que ella no ignorase nada de sus pasadas -vergüenzas; y como Kitty, en esa misma novela, Sofía tuvo con ello un -amargo sufrimiento. - -El 23 de septiembre de 1862 fué el matrimonio. Pero tres años hacía -ya que esta unión estaba realizada en el pensamiento del poeta al -escribir la _Felicidad Conyugal_[608]. Desde hacía tres años que por -adelantado había vivido los días inefables del amor que se ignora, -y los días embriagadores del amor que se descubre, y la hora en la -cual se murmuran las divinas palabras esperadas, las lágrimas de “una -felicidad que se va para siempre y que no retornará jamás”; y la -realidad triunfante de los primeros tiempos del matrimonio, el egoísmo -amoroso, “la alegría incesante y sin causa”; después, la fatiga que -llega, el descontento vago, el tedio de la vida monótona, las dos -almas unidas que dulcemente se separan y se alejan la una de la otra; -la embriaguez peligrosa para la joven señora, (coqueterías, celos, -equivocaciones mortales), el amor que se va, que se pierde; al fin, el -tierno y triste otoño del corazón, el fantasma del amor que renace, -palidecido, envejecido, más conmovedor por sus lágrimas, sus arrugas; -el recuerdo de los días de prueba, la pena por el mal que se ha hecho y -por los años perdidos; serenidad de la tarde, tránsito augusto del amor -a la amistad, de la novela de la pasión a la maternidad... Todo lo que -debía de venir, todo, Tolstoi lo había soñado, gustado de antemano; y -para vivirlo mejor, lo había vivido en ella, en la bienamada. Por la -primera vez, (la única quizás en la obra de Tolstoi) la novela pasa en -el corazón de una mujer y está contada por ella. ¡Con cuánta exquisita -delicadeza! Belleza del alma que se cubre con un velo de pudor... El -análisis de Tolstoi ha renunciado, por esta ocasión, a su luz un poco -cruda; no se encarniza, febril, para poner al desnudo la verdad: los -secretos de la vida interior se dejan adivinar, antes que entregarse. -El corazón y el arte de Tolstoi están enternecidos. Armonioso -equilibrio de la forma y del pensamiento, la _Felicidad Conyugal_ tiene -la perfección de una obra raciniana. - -El matrimonio del cual presentía Tolstoi con una profunda claridad -la dulzura y las inquietudes, debía de ser su salud. Estaba cansado, -enfermo, disgustado de sí mismo y de sus esfuerzos. A los éxitos -ruidosos que habían acogido sus primeras obras, sucedió el completo -silencio de la crítica[609] y la indiferencia del público. De ello -afectaba regocijarse altivamente. - -_Mi reputación ha perdido mucho de la popularidad que me entristecía. -Ahora estoy tranquilo, porque sé que tengo algo que decir y la fuerza -para decirlo en voz alta. En cuanto al público, ¡que piense lo que -quiera!_[610] - -Se alababa, no estaba seguro él mismo de su arte. Era sin duda dueño -de su instrumento artístico; pero no sabía cómo emplearlo. Como -él lo decía, a propósito de _Polikuchka_, era una charla sobre el -primer asunto que se presentaba, por un hombre que sabía manejar la -pluma[611]. Sus obras sociales abortaban. En 1862 renunció a su cargo -de árbitro territorial; y en ese mismo año la policía fué a catear -Yasnaia Poliana, donde todo lo revolvió, y cerró la escuela. Tolstoi -estaba entonces ausente, rendido de fatiga, temeroso de la tisis: - -_Las querellas de arbitraje habían llegado a ser para mí penosas; el -trabajo de la escuela tan incierto, y mis dudas, que nacían del deseo -de instruir a los demás, al ocultar mi ignorancia sobre lo que debía -enseñar, eran tan desconsoladoras, que caí enfermo. Tal vez entonces -hubiera llegado a la desesperación, en la cual habría perecido quince -años más tarde, si no hubiera existido para mí un aspecto desconocido -de la vida que me prometía la salud: la vida de familia_[612]. - - * * * * * - -De ella gozó, desde luego, con el fuego de la pasión que ponía en -todo[613]. La influencia personal de la condesa Tolstoi fué preciosa -para el arte. Bien dotada literariamente[614], era, como ella decía, -“una verdadera mujer de escritor”, que tan de corazón tomaba la obra -de su marido. Trabajaba con él, escribía a su dictado, recopiaba sus -borrones[615]. Trataba de defenderlo contra su demonio religioso, el -terrible espíritu que ya, por momentos, le aconsejaba la muerte del -arte; trataba de que estuviese cerrada su puerta para las utopías -sociales[616]. Reanimaba en él al genio creador; hizo más aún: aportó -a este genio la riqueza nueva de su alma femenina. A excepción de las -joviales siluetas de _Infancia_ y _Adolescencia_, la mujer está ausente -de las primeras obras de Tolstoi, o bien asoma apenas en segundo plano. -Aparece ya en _Felicidad Conyugal_, escrita bajo el influjo del amor -de Sofía Bers; y en las obras que siguen, los tipos de muchachas y -de mujeres abundan y tienen una vida intensa, superior a las veces a -la de los tipos masculinos. Queremos creer que la condesa Tolstoi no -solamente sirvió a su marido de modelo para la Natacha de _La Guerra -y la Paz_[617], y para Kitty, en _Ana Karenina_, sino que también por -sus confidencias y por su propia visión, pudo ser para él una valiosa -y discreta colaboradora. Algunas páginas de _Ana Karenina_[618], muy -particularmente, me parece que descubren una mano de mujer. - -Gracias a los bienes de esta unión, Tolstoi gustó durante diez o quince -años, de una paz y de una seguridad que le eran desconocidas desde -hacía largo tiempo[619]. Pudo entonces, bajo las alas del amor, soñar -y realizar en calma las obras maestras de su pensamiento, monumentos -colosales que dominan toda la novela del siglo XIX: _La Guerra y la -Paz_ (1864-1869) y _Ana Karenina_ (1873-1877). - - - LA GUERRA Y LA PAZ - -_La Guerra y la Paz_ es la más vasta epopeya de nuestros tiempos, una -Ilíada moderna. Un mundo de pasiones y de figuras se mueve en ella; y -sobre este océano humano, de innumerables olas, priva un alma soberana, -que levanta y refrena las tempestades con serenidad. Más de una vez, al -contemplar esta obra, he pensado en Homero y en Goethe, no obstante las -enormes diferencias así de carácter como de tiempo. Después he visto -que efectivamente, en la época en que esto escribía, el pensamiento de -Tolstoi se nutría en Homero y Goethe[620]. Más todavía: en sus notas -de 1865, en las cuales clasifica los diversos géneros literarios, -inscribía como de la misma familia a “La Odisea”, “La Ilíada” y -“1805”[621]... El movimiento natural de su espíritu lo arrastraba de -la novela de los destinos individuales a la novela de los ejércitos y -de los pueblos, de los grandes rebaños humanos, en las cuales se funden -las voluntades de millones de seres. Su trágica experiencia del sitio -de Sebastopol lo llevaba a comprender el alma de la nación rusa y su -vida secular. _La Guerra y la Paz_, tan inmensa, no debía de ser, según -sus proyectos, sino el _panneau_ central de una serie de frescos épicos -en los cuales se desarrollaría el poema de Rusia, desde Pedro el Grande -hasta los “decembristas”[622]. - -Para comprender bien el vigor de la obra, es necesario darse cuenta de -su oculta unidad[623], pues la mayor parte de nuestros lectores no ven -en ella, un poco miopes, sino los millares de detalles, cuya profusión -los deslumbra y descamina. Se pierden en esta selva de vidas, cuando -es necesario elevarse por encima de ella y abarcar con la mirada el -horizonte libre, el círculo de los bosques y de los campos; pues sólo -entonces se percibirá el espíritu homérico de la obra, la tranquilidad -de las leyes eternas, el ritmo imponente del soplo del destino, el -sentimiento del conjunto al cual todos los detalles están subordinados; -y, dominando su obra, el genio del artista, como el Dios del Génesis -que flota sobre las aguas. - -Desde luego, el mar está inmóvil; la paz, la sociedad rusa en vísperas -de la guerra. Las cien primeras páginas reflejan, con una exactitud -impasible y una ironía superiores, lo vano de las almas mundanas. Hacia -la centésima página solamente se levanta el grito de uno de estos -muertos vivientes, el peor de entre ellos, el príncipe Basilio: - -“Nosotros pecamos, engañamos, y todo esto ¿por qué? Yo he pasado de los -cincuenta años, amigo mío... Todo acaba en la muerte... La muerte, ¡qué -terror!” - -Entre estas almas insulsas, mentirosas y ociosas, capaces de todas las -aberraciones y de todos los crímenes, se esbozan algunas naturalezas -más sanas: las sinceras, por ingenuidad torpe, como en Pedro Besukhov; -por independencia campesina, por sus viejos sentimientos rusos, como -María Dmitrievna; por frescura juvenil, como en los pequeños Rostov; -las almas buenas y resignadas, como la princesa María; y aquéllas que -no son buenas, sino valientes, a quienes atormenta esta existencia -malsana, como el príncipe Andrés. - -Pero aparece el primer estremecimiento en las ondas de aquel mar. La -acción; el ejército ruso en Austria; la fatalidad reina, y en ninguna -parte más dominadora que en el desencadenamiento de las fuerzas -elementales, en la guerra. Los verdaderos jefes son quienes no tratan -de dirigir, sino que, como Kutuzov o como Bagration, “dejan creer que -sus intenciones personales están en concordancia perfecta con lo que -en realidad es simple efecto de la fuerza de las circunstancias, de la -voluntad de los subordinados y de los caprichos de azar”. ¡Beneficio de -abandonarse en manos del Destino! Felicidad de la acción pura; estado -moral y sano. Los espíritus conturbados recobran su equilibrio. El -príncipe Andrés respira, comienza a vivir... Y en tanto que allá, lejos -del soplo vivificador de estas tempestades sagradas, las dos mejores -almas, Pedro y la princesa María, son amenazados por el contagio de su -mundo, por la mentira de amor, Andrés herido en Austerlitz, tiene de -pronto, en medio de la embriaguez de la acción, caído brutalmente, la -revelación de la inmensidad serena. Tendido sobre la espalda, “no ve ya -nada más que arriba, por encima de él, un cielo infinito, profundo, en -el cual muellemente bogan ligeras nubes gríseas”. - -¡Qué calma! ¡Qué paz, se decía; cuál diferencia con mi desatentada -carrera! ¿Cómo no había visto antes este alto cielo? ¡Qué feliz soy de -haberlo al fin advertido! Sí; todo es vacío, todo es desengaño, menos -él... ¡Nada hay fuera de él!... y que sea Dios alabado! - -Sin embargo, la vida lo recobra y la onda vuelve a caer. Abandonadas -de nuevo a sí mismas, en la atmósfera desmoralizadora de las ciudades, -las almas desalentadas, inquietas, vagan al azar en la noche. -Algunas veces, al soplo envenenado del mundo se mezclan los efluvios -inebriantes y enloquecedores de la naturaleza, de la primavera, -del amor, las fuerzas ciegas que al príncipe Andrés acercan a la -encantadora Natacha, y que, un instante después, la arrojan en los -brazos del primer seductor que se presenta. ¡Cuánta poesía, ternura, -pureza de corazón, que el mundo ha marchitado! Y siempre “el gran cielo -que se extiende sobre la abyección ultrajante de la tierra!” Pero -los hombres no lo ven, y aun el mismo Andrés ha olvidado la luz de -Austerlitz, y para él ya no es más el cielo “que una bóveda sombría y -brumosa” que cubre la nada. - -Es tiempo de que se levante de nuevo, sobre estas almas anémicas, el -huracán de la guerra. La patria está invadida. Borodino. Grandeza -solemne de esta jornada. Las enemistades se borran, y Dologhov abraza a -su enemigo Pedro; y Andrés, herido, llora de ternura y de piedad sobre -la desventura del hombre que más odiaba, Anatolio Kuraguine, su vecino -de ambulancia. La unidad de los corazones se realiza, la unidad por el -apasionado sacrificio a la patria y por la sumisión a las leyes divinas. - -“_Aceptar la espantosa necesidad de la guerra, seriamente, con -austeridad... La prueba más difícil es la sumisión de la libertad -humana a las leyes divinas. La sencillez de corazón consiste en la -sumisión a la voluntad de Dios_”. - -El alma del pueblo ruso y su sumisión al destino se encarnan en el -generalísimo Kutuzov: - -_Este anciano, que ya no tenía más, en cuanto a pasiones, que su -experiencia resultante de las pasiones, y en quien la inteligencia -destinada a agrupar hechos y a extraer conclusiones, estaba reemplazada -por una contemplación filosófica de los sucesos, no inventaba nada, no -emprendía nada; pero lo escuchaba todo y todo lo ordenaba, y sabría de -ello sacar provecho llegado el momento; no pondría trabas a nada útil, -ni permitiría nada que fuera perjudicial. Atisbaba en el semblante -de sus tropas esa fuerza que no puede ser sujetada y que se llama la -voluntad de vencer, la futura victoria. Aceptaba algo más fuerte que su -voluntad: la marcha inevitable de los hechos que se desarrollaban ante -sus ojos; los ve, los sigue, sabe hacer abstracción de su persona._ - -Tiene, en fin, corazón ruso. Este fatalismo del pueblo ruso, -tranquilamente heroico, se personifica también en el pobre mujik -Platón Karataiev, que es sencillo, piadoso, resignado, con su sonrisa -buena en los sufrimientos y en la muerte. A través de las pruebas, -de la ruina de la patria, de la espantosa agonía, los dos héroes del -libro, Pedro y Andrés, llegan a la liberación moral y a la alegría -mística por el amor y la fe, que hacen que los vivientes puedan ver a -Dios. - -No termina allí Tolstoi. El epílogo, que pasa en 1820, es una -transición de una época a otra, de la época napoleónica a la de los -“decembristas”; da el sentimiento de la continuidad y del principio de -otra vida, pues en lugar de principiar y de concluir en plena crisis, -Tolstoi acaba como ha comenzado, en el momento en que una gran ola se -desvanece, y la ola siguiente se levanta. Se percibe ya a los héroes -por venir, y los conflictos que se levantarán entre ellos, y los -muertos que en los vivos resucitan[624]. - -He tratado de destacar los grandes lineamientos de la novela, porque -es raro que alguien se tome la molestia de hacerlo; pero ¡qué decir -del extraordinario vigor de vida de estos centenares de héroes, todos -individuales y pintados de inolvidable manera, soldados, campesinos, -grandes señores, rusos, austriacos y franceses! Nada descubre la -improvisación. Para esta galería de retratos, de la cual no hay otra -análoga en toda la literatura europea, hizo Tolstoi bocetos sin cuento; -“combinó, decía, millones de proyectos”; buscó en las bibliotecas, puso -a contribución sus archivos de familia[625], sus notas anteriores, sus -recuerdos personales. Esta minuciosa preparación asegura la solidez -de la obra, pero no le resta nada de su espontaneidad. Trabajaba -Tolstoi con un entusiasmo, con un ardor y una alegría que se comunican -al lector; mas sobre todo, lo que constituye el mayor encanto de _La -Guerra y la Paz_, es la juventud de corazón que revela. No hay ninguna -otra obra de Tolstoi que ofrezca el espectáculo de esta riqueza de -almas de niños y de adolescentes; y cada una es una música de pureza de -origen y de gracia que penetra y enternece, como una melodía de Mozart: -el joven Nicolás Rostov, Sonia, el pobrecito Petia. - -La más exquisita es Natacha, criatura amada, soñadora, risueña, de -corazón amante; a quien de cerca se mira crecer, a quien se sigue en -la vida con la casta ternura que se tendría por una hermana. ¿Quién -no cree haberla conocido?... Admirable la noche de primavera en -la cual Natacha, en su ventana que baña el claro de luna, sueña y -habla locamente, por encima de la ventana del príncipe Andrés, que -la escucha... Emociones del primer baile; amor, espera del amor, -desordenada floración de deseos y de ensueños; carreras en trineo, -de noche, por la floresta nevada, en la cual se encienden fuegos -fantásticos; naturaleza que os oprime con su inquieta ternura; noche -en la ópera, en el mundo extraño del arte, donde la razón se embriaga; -locura del corazón, locura del cuerpo que languidece de amor; dolor que -purifica el alma; piedad divina, que vela a la bienamada moribunda... -No es posible evocar esos pobres recuerdos sin la emoción que se -tendría al hablar de una amiga, la más cara y la más amada. ¡Ah, qué -bien se aprecia, ante una creación semejante, la debilidad de los tipos -femeninos en casi toda la novela y el teatro contemporáneos! La vida -misma está copiada de manera tan flexible, tan fluida que, de una línea -en otra parece que se la ve palpitar y cambiar. La princesa María, -la fea, tan bella por la bondad, no es una pintura menos perfecta; y -¡cómo se habría empurpurado, muchacha tímida y torpe, cómo enrojecerían -cuantas se le asemejan, al mirar descubiertos todos los secretos de un -corazón que se oculta medrosamente a las miradas! - -En general, los caracteres de mujeres son, como lo indicaba antes, -muy superiores a los caracteres de hombres, sobre todo a los de ambos -héroes en quienes Tolstoi puso su propio pensamiento: la naturaleza -muelle y débil de Pedro Besukhov, y la ardiente y seca del príncipe -Andrés Bolkonsky. Son éstas, dos almas que carecen de centro, que -oscilan perpetuamente, más que evolucionar; van de un polo al otro, -sin avanzar nunca. Se replicará que, sin duda, por ello mismo son -muy rusas; y sin embargo, haría yo notar que algunos rusos han hecho -de ellas iguales críticas. Con esta ocasión precisamente Turguenef -reprochaba a la psicología de Tolstoi el permanecer estacionaria: -“No hay verdadero desarrollo. Eternas vacilaciones, vibraciones de -sentimientos”[626]. Tolstoi mismo convenía en haber sacrificado un -poco, por momentos, los caracteres individuales[627] en bien del cuadro -histórico. - -Y en efecto, la gloria de _La Guerra y la Paz_ está en la resurrección -de toda una época histórica, de esas migraciones de pueblos, de la -batalla de las naciones. Sus verdaderos héroes son esos pueblos; y -detrás de ellos, como detrás de los héroes de Homero, los dioses que -los mueven, las fuerzas invisibles, “lo infinitamente pequeño que -dirige las masas”, el soplo de lo Infinito. Estos combates gigantescos, -en los cuales un oculto destino hace chocar a las ciegas naciones, -tienen una grandeza mítica. Más allá de la Ilíada, por ellos, se sueña -en las epopeyas indias[628]. - - - ANA KARENINA - -Ana Karenina señala, con _La Guerra y la Paz_, la cima de este -período de madurez[629]. Es una obra más perfecta, de un espíritu -aún más seguro de sus procedimientos artísticos, más rico también -de experiencia y para quien el mundo del corazón ya no tiene ningún -secreto; pero le falta la llama de la juventud, la frescura del -entusiasmo, las grandes alas de _La Guerra y la Paz_. La tranquilidad -pasajera de los primeros días del matrimonio ha desaparecido; y en el -círculo encantado del amor y del arte que la condesa Tolstoi había -formado en torno suyo, volvían a deslizarse las inquietudes morales. - -Ya en los primeros capítulos de _La Guerra y la Paz_, un año después -del casamiento, las confidencias que el príncipe Andrés hace a Pedro, -a propósito del matrimonio, señalan el desencanto del hombre que ve -en la mujer amada a una extraña, la inocente enemiga, el involuntario -obstáculo para su desarrollo moral. Algunas cartas de 1865, anuncian -el próximo retorno de los tormentos religiosos. No son todavía sino -breves amenazas borradas por la dicha de vivir; pero he aquí que en los -meses en que Tolstoi termina _La Guerra y la Paz_, hay una sacudida más -grave: había abandonado a los suyos por algunos días, para visitar un -dominio. Una noche, ya acostado, las dos de la madrugada acababan de -sonar: - -“_Estaba yo terriblemente fatigado, tenía sueño y me sentía bastante -bien, cuando de pronto fuí presa de tal angustia, de un terror tal, -como antes nunca había experimentado nada parecido. Te contaré esto -detalladamente_[630]_; era en verdad espantoso. Salté del lecho y -ordené que se enganchara, y mientras se hacía esto me dormí, de suerte -que, cuando me fueron a despertar me había recobrado por completo. Ayer -se ha producido la misma cosa, mas en grado mucho menor..._”[631]. - -El castillo de ilusiones tan laboriosamente construido por el amor de -la condesa Tolstoi se agrietaba. En el vacío en que dejó al espíritu -del artista la conclusión de _La Guerra y la Paz_, éste es nuevamente -invadido por las preocupaciones filosóficas[632] y pedagógicas: -quiere escribir un Silabario para el pueblo, y en él trabaja con -encarnizamiento cuatro años; por él se siente más orgulloso que de _La -Guerra y la Paz_, y cuando lo ha escrito (1872), se pone a escribir -otro (1875). Después se consagra al estudio del griego; lo estudia de -la mañana a la noche, abandona por él todo otro trabajo y descubre -al “delicioso Xenofonte” y a Homero, al verdadero Homero, no el que -ofrecen los traductores, “todos esos Jukhovski y esos Voss que cantan -con una voz cualquiera, gutural, quejumbrosa, dulzona”, sino “este otro -diablo, que canta a plena voz, sin que se le ocurra nunca que alguien -puede escucharlo”[633]. - -“_¡Sin el conocimiento del griego, no es posible ninguna -instrucción!... Estoy convencido de que, de cuanto es verdaderamente -bello, en el verbo humano, con una belleza simple, nada sabía hasta -ahora_”[634]. - -Era una locura, y en ello convenía. Se entrega a la escuela de nuevo -y con tal pasión que cae enfermo y tiene que ir, en 1871, a Samara, a -curarse con el “kumis” entre los bachkires. A excepción del griego, de -todo está descontento. Después de un proceso, en 1872, habla seriamente -de vender todo lo que tiene en Rusia para ir a instalarse a Inglaterra, -con lo que la condesa Tolstoi se muestra desolada: - -“_Si te absorbes siempre en tus griegos, no curarás nunca. Ellos -son quienes te causan esta angustia y esta indiferencia por la vida -presente, pues no en vano se llama el griego una lengua muerta; pone en -estado de espíritu muerto_”[635]. - -Al fin, después de muchos proyectos abandonados apenas esbozados, el -18 de marzo de 1873, con gran alegría de la condesa, comenzó a escribir -_Ana Karenina_[636]. Mientras trabajaba en esta novela, su vida fué -contristada por duelos domésticos[637]; y su esposa estuvo enferma. “La -beatitud no reina en la casa...”[638]. - -La obra conserva un poco huellas de esta experiencia entristecida, de -estas pasiones desengañadas[639]. Salvo los hermosos capítulos de las -bodas de Levine, el amor no tiene ya la poesía que iguala algunas de -las páginas de _La Guerra y la Paz_ con las más bellas poesías líricas -de todos los tiempos. En desquite, ha tomado un carácter áspero, -sensual, imperioso; la fatalidad que reina sobre la novela ya no es, -como en _La Guerra y la Paz_, una especie de dios Krishna, asesino y -sereno, sino la locura de amar, “Venus toda entera...”. Es ella quien -en la escena maravillosa del baile, en la cual la pasión--sin saberlo -ellos--se apoderó a su vez de Ana y de Wronski, presta a la inocente -belleza de Ana coronada de pensamientos y vestida de terciopelo, “una -seducción casi infernal”[640]. Es Venus quien, cuando Wronski llega a -declararse, hace irradiar el rostro de Ana, “no de alegría, sino con -la tremenda irradiación de un incendio en una noche obscura”[641]. -Es Venus quien, en las venas de esta mujer leal y razonable, de esta -joven madre amorosa, hace correr la fuerza de una savia voluptuosa y se -instala en su corazón que no abandonará ya hasta haberlo destruido. -Ninguno de cuantos se acercan a Ana deja de sufrir la atracción y -el horror del oculto demonio. Kitty, la primera, lo descubrió con -espanto. Un misterioso temor se mezcla a la alegría de Wronski cuando -va a ver a Ana; Levine, en su presencia, pierde toda su voluntad; la -misma Ana sabe bien que ya no se pertenece. A medida que la historia -se desarrolla, la implacable pasión roe, pieza por pieza, todo el -edificio moral de esta noble persona. Cuanto en ella hay de mejor, su -alma brava y sincera, se desmorona y cae. No tiene ya la fuerza de -sacrificar su vanidad mundana; su vida no tiene ya otro objeto que -agradar a su amante; se prohíbe cobardemente, vergonzosamente, tener -hijos; los celos la torturan; la fuerza sensual, que la esclaviza, la -obliga a mentir con el gesto, con la voz, con la mirada; desciende al -rango de las mujeres que no ambicionan más que hacer perder la cabeza a -todo hombre, cualquiera que sea; recurre a la morfina para embrutecerse -hasta el día en que los intolerables tormentos que la devoran la -arrojan, con el amargo sentimiento de su fracaso moral, bajo las ruedas -de un tren. “Y el pequeño mujik de barba hirsuta”, (la visión siniestra -que se ha presentado frecuentemente en sus sueños y en los de Wronski), -“se inclinaba del estribo del wagón sobre la vía”, y, según el sueño -profético, “se curvaba en dos sobre un saco en el cual recogía los -restos de alguna cosa que había tenido vida, con sus tormentos, sus -traiciones y sus dolores...”. - -“Yo me he reservado la venganza”[642], dijo el Señor... - -En torno de esta tragedia de una alma que el amor consume y que -abruma la Ley de Dios,--pintura de una pieza y de una profundidad -espantosa--dispuso Tolstoi, como en _La Guerra y la Paz_, las novelas -de otras vidas; pero, desgraciadamente, en esta vez, esas historias -paralelas alternan de manera un poco rígida y artificial, sin llegar -a la unidad orgánica de la sinfonía de _La Guerra y la Paz_. Es -posible descubrir también que el perfecto realismo de algunos -cuadros, (como de los círculos aristocráticos de Petersburgo y sus -entretenimientos ociosos) llega hasta la inutilidad. Por último, más -francamente todavía que en _La Guerra y la Paz_ ha yuxtapuesto Tolstoi -su personalidad moral y sus ideas filosóficas al espectáculo de la -vida; mas, por ello, no es menor la maravillosa riqueza de esta obra; -hay la misma abundancia de tipos que en _La Guerra y la Paz_, y todos -de una sorprendente exactitud. Los retratos de hombres me parecen aun -superiores; se complació Tolstoi en pintar a Stepan Arcadievitch, el -amable egoísta a quien nadie puede mirar sin contemplar su afectuosa -sonrisa; y Karenine, el tipo perfecto del gran funcionario, el hombre -de Estado distinguido y mediocre, con su manía de ocultar bajo una -ironía constante, sus verdaderos pensamientos, mezcla de dignidad y de -cobardía, de fariseísmo y de sentimientos cristianos; producto extraño -de una sociedad artificial, de la cual le es imposible desprenderse -nunca, a pesar de su inteligencia y de su real generosidad; y el -que tiene mucha razón de desconfiar de su corazón, porque cuando se -abandona es siempre para caer, a la postre, en una nadería mística. - -El interés principal de la novela, con la tragedia de Ana y sus -cuadros varios de la sociedad rusa de 1860, (salones, círculos -oficiales, bailes, teatros, carreras de caballos), está en su carácter -autobiográfico. Más que ninguno otro de los personajes de Tolstoi, -lo encarna Constantino Levine, y no solamente le ha prestado sus -ideas a un tiempo democráticas y conservadoras, su antiliberalismo de -aristócrata rural que desprecia a los intelectuales[643], sino que -también le ha prestado su vida propia. El amor de Levine y de Kitty y -sus primeros años de matrimonio son una translación de los propios -recuerdos domésticos, al igual que la muerte del hermano de Levine no -es más que una dolorosa evocación de la muerte de Dmitri, el hermano -de Tolstoi. Toda la última parte, innecesaria para la novela, nos hace -conocer las inquietudes que lo agitaban entonces; y si el epílogo -de _La Guerra y la Paz_ era una transición artística a otra obra en -proyecto, el epílogo de _Ana Karenina_ es una transición autobiográfica -a la revolución moral que debía, dos años más tarde, externarse por las -_Confesiones_. Y ya en el curso del libro continuamente asoma, bajo -forma irónica o violenta, la crítica de la sociedad contemporánea a la -que no cesará de combatir en sus obras futuras. ¡Guerra a la mentira, a -todas las mentiras, así a las mentiras virtuosas como a las viciosas, -a los charlatanismos liberales, a la caridad mundana, a la religión -de los salones, a la filantropía! ¡Guerra al mundo que falsea los -sentimientos verdaderos y que fatalmente anonada los ímpetus generosos -del alma! La muerte arroja una luz súbita sobre las convenciones -sociales: delante de Ana moribunda, el estirado Karenine se enternece; -en esta alma sin vida, en la cual todo está hecho, penetra al fin un -rayo de amor y de perdón cristiano; y los tres, el marido, la esposa -y el amante, son transformados momentáneamente. Porque todo se hace -simple y leal; pero a medida que Ana se restablece, sienten, los tres -“frente a la fuerza moral, casi santa que los guiaba interiormente, -la existencia de otra fuerza brutal de mayor omnipotencia, que dirige -sus vidas a pesar suyo y que no les concederá ya la calma”; y saben, -de antemano, que serán impotentes en esta lucha, en la cual “están -obligados a hacer el mal, que el mundo juzgará necesario”[644]. - -Si Levine, que encarna a Tolstoi, se ha purificado también en el -epílogo del libro, es que también a él lo alcanza la muerte. Hasta -allí, “incapaz de creer, era asimismo incapaz para dudar”[645]. -Después que ha visto morir a su hermano, el terror de su ignorancia lo -posee; su matrimonio, por algún tiempo, ha ahogado sus angustias; pero -al nacimiento de su primer hijo reaparecen. Alternativamente pasa por -crisis de plegarias y de negaciones. Lee en vano a los filósofos. En -su enloquecimiento llega a tener la tentación del suicidio. El trabajo -físico lo alivia; y en esto no cabe duda, porque todo es claro. Charla -Levine, con los campesinos, y uno de ellos le habla de los hombres -“que viven no para sí mismos, sino para Dios”, lo que para él es una -iluminación. Advierte entonces el antagonismo entre la razón y el -corazón; la razón enseña la lucha feroz por la vida, y nada hay de -razonable en amar al prójimo: - -_La razón no me ha enseñado nada; todo lo que yo sé me ha sido dado, -revelado por el corazón_[646]. - -A partir de entonces retorna la calma. Las palabras del humilde mujik, -de quien es único guía su propio corazón, lo han traído hacia Dios... -¿Cuál Dios? No trata de averiguarlo. Levine, en ese momento, como lo -será Tolstoi largo tiempo, es humilde con respecto a la Iglesia y de -ningún modo está en rebeldía con los dogmas. - -_Hay una verdad aun en la ilusión de la bóveda celeste y en los -movimientos aparentes de los astros_[647]. - - - LAS CONFESIONES Y LA CRISIS RELIGIOSA - -Estas angustias de Levine, estas veleidades de suicidio que ocultaba a -Kitty, las ocultaba Tolstoi en el mismo momento a su esposa; pero aún -no había alcanzado él la calma que ponía en su héroe. A decir verdad, -esta calma no era nada comunicativa; se siente que más era deseada -que lograda, y que al instante Levine volverá a caer en sus dudas. En -ello no se engañaba Tolstoi, pues había hecho un gran esfuerzo para -llegar hasta el fin de su obra. _Ana Karenina_ lo aburría antes de que -hubiese concluido[648]; no podía trabajar más; permanecía así, inerte, -sin voluntad, presa del disgusto y del terror de sí mismo. Entonces, -en el vacío de su vida, se levantó el gran soplo que salía del abismo, -el vértigo de la muerte. Más tarde, Tolstoi ha contado estos años -terribles, cuando acaba de escapar al abismo[649]. - -“No tenía cincuenta años, dice[650]; amaba, era amado, tenía buenos -hijos, un gran dominio, la gloria, la salud, el vigor físico y moral; -trabajaba diez horas seguidas sin experimentar fatiga. Bruscamente, mi -vida se detuvo: podía respirar, comer, beber, dormir; pero esto no era -vivir; no podía ni desear siquiera conocer la verdad. La verdad era que -la vida es una insania. Yo había llegado al abismo y veía claramente -que delante de mí ya no había nada, sino la muerte; yo, hombre lleno -de salud y feliz, sentía que no podía vivir más. Una fuerza invencible -me arrastraba a desembarazarme de la vida... No diré que deseaba -matarme. La fuerza que me empujaba fuera de la vida era más potente -que yo; y era una aspiración semejante a mi antigua aspiración a la -vida, solamente que obraba en sentido inverso. Debí de recurrir hasta -al engaño para conmigo mismo a fin de no ceder demasiado pronto; y he -aquí que yo, el hombre feliz, tenía que ocultar de mi mismo la cuerda, -para no colgarme de una viga entre los armarios de mi alcoba, donde -permanecía solo cada noche al desnudarme. No iba yo de caza con mi -fusil, para no dejarme tentar[651]. Me parecía que mi vida era una -farsa estúpida, que era representada por cualquiera. ¡Cuántos años de -trabajo, de penas, de progreso, y ver al fin que no había nada! De mí -no quedaría más que la podredumbre y los gusanos... Se puede vivir -solamente durante el tiempo en que se está embriagado con la vida; -pero inmediatamente que se disipa la embriaguez, se ve que todo es -superchería, superchería estúpida... La familia y el arte no podían -ya bastarme; los de mi familia no eran más que desventurados como yo; -el arte, un espejo de la vida. Cuando la vida no tiene sentido, el -juego del espejo no puede divertirnos ya. Y era lo peor que no podía -resignarme. Me parecía a un hombre extraviado en un bosque, quien, -presa del horror porque se ha extraviado, corre en todas direcciones y -no puede detenerse, aun cuando sabe que a cada paso se pierde más...”. - -La salud le vino del pueblo. Tolstoi había tenido siempre por él “una -afección extraña, enteramente física”[652], que no habían podido -quebrantar las repetidas experiencias de sus desilusiones sociales. En -sus últimos años, como Levine, se había acercado mucho al pueblo[653]. -Y se entregó a pensar en estos millares de seres colocados fuera -del círculo estrecho de los sabios, de los ricos y de los ociosos -que se matan, se aturden o arrastran cobardemente, como él, una vida -desesperada; se preguntaba por qué estos millares de seres escapaban a -esta desesperación, por qué no se mataban. Advirtió entonces que ellos -vivían, no con la ayuda de la razón, sino antes, sin cuidarse de ella, -sólo por la fe. ¿Qué era esta fe que ignoraba la razón? - -_La fe es la fuerza de la vida. No se puede vivir sin la fe. Las ideas -religiosas han sido elaboradas en la lejanía infinita del pensamiento -humano. Las respuestas dadas por la esfinge de la vida contienen la -sabiduría más profunda de la humanidad._ - -¿Basta, por tanto, conocer estas fórmulas de la sabiduría que tiene -registradas el libro de las religiones? No, la fe no es una ciencia, -la fe es una acción; no tiene sentido sino en tanto que es vivida. -El disgusto que inspiraron a Tolstoi las gentes ricas y que _piensan -bien_, para quienes la fe es sólo una especie de “consolación epicúrea -de la vida”, lo arrojó decididamente entre los hombres sencillos que -eran los únicos que ponían de acuerdo su vida con su fe. - -_Y comprendió que la vida del pueblo trabajador era la vida misma, y -que el sentido que se atribuía a esa vida era verdad._ - -¿Pero cómo convertirse al pueblo y compartir su fe? Es hermoso -reconocer que los otros tienen razón, mas no depende de nosotros que -seamos como ellos. En vano oramos a Dios, en vano tendemos hacia él -nuestros ávidos brazos. Dios se aleja. ¿Dónde alcanzarlo? - -Un día la gracia llegó a él. - -_Un día de temprana primavera estaba yo solo en el bosque y escuchaba -sus rumores. Pensaba en mis agitaciones de los tres últimos años, en -cuánto había buscado a Dios, en mis perpetuos saltos de la alegría -a la desesperación... Y bruscamente vi que yo no vivía sino cuando -creía en Dios. A su solo pensamiento, las ondas jocundas de la vida -se levantaban en mí. Todo se animaba en torno mío; todo adquiría un -sentido. Mas, desde el momento que yo no creía en él, súbitamente -cesaba la vida._ - ---_¿Qué es entonces, lo que yo busco?--gritaba dentro de mí una voz. -¡Es ÉL, sin quien yo no puedo vivir! Conocer a Dios y vivir son una -misma cosa; Dios es la vida..._ - -_Desde entonces esta luz ya no me ha abandonado_[654]. - -Estaba salvado. Dios se le había aparecido[655]. Mas como no era un -místico de la India, para quien el éxtasis fuera suficiente, como en -él se mezclaban a los sueños del asiático la manía de la razón y la -necesidad de acción del hombre del Occidente, le era indispensable -traducir su revelación a la fe práctica y desprender de esta vida -divina las reglas para la vida cotidiana. Sin ninguna prevención, -con el deseo sincero de creer en las creencias de los suyos, comenzó -por estudiar la doctrina de la Iglesia ortodoxa, de la cual formaba -parte[656]. Y con el propósito de estar más cerca de ella, durante -tres años se sometió a todas las ceremonias, confesando, comulgando, -no osando emitir juicio sobre lo que le repugnaba, inventando -explicaciones para lo que encontraba obscuro o incomprensible; -uniéndose en su fe a todos los que amaba, vivos y muertos, y siempre -conservando la esperanza de que en algún momento “el amor le abriría -las puertas de la verdad”. Pero tenía que luchar, porque su razón y su -corazón se rebelaban. Algunos actos, como el bautizo y la comunión, le -parecían escandalosos. Cuando se le obligaba a repetir que la hostia -era el cuerpo verdadero y la sangre verdadera de Cristo, “sentía como -una puñalada en el corazón”. Y no fueron, sin embargo, los dogmas los -que levantaron entre la Iglesia y él un muro infranqueable, sino las -cuestiones prácticas, dos sobre todo: la intolerancia rencorosa y mutua -de las iglesias,[657] y la sanción, formal o tácita, dada al homicidio: -la guerra y la pena de muerte. - -Entonces rompió Tolstoi abiertamente, y tanto más violenta fué la -ruptura cuanto que hacía tres años que comprimía su pensamiento. No -toleró ya nada más, y, con cólera, pisoteó esa religión que todavía -la víspera se obstinaba en practicar. En su _Crítica de la Teología -Dogmática_ (1879-1881) la trata no solamente de “locura, sino también -de mentira interesada y consciente”[658]. A ella opuso el Evangelio, -en su _Concordancia y Traducción de los cuatro Evangelios_ (1881-1883); -y a la postre sobre el Evangelio edificó su fe. (_En qué consiste mi -fe_, 1883). Está toda contenida en estas palabras: - -_Creo en la doctrina de Cristo. Creo que la felicidad no es posible en -la tierra en tanto que no cumplan esta doctrina todos los hombres._ - -Y tiene por piedra angular el Sermón de la Montaña, cuya enseñanza -esencial fija Tolstoi en cinco mandamientos: - - I. No te dejes arrebatar por la cólera. - II. No cometas adulterio. - III. No prestes juramento en vano. - IV. No devuelvas mal por mal. - V. No seas enemigo de nadie. - -Es ésta la parte negativa de la doctrina, pues la parte positiva queda -resumida en este único mandamiento: Ama a Dios y a tu prójimo como a ti -mismo. - -_Cristo dice que quien hubiere violado el menor de estos mandamientos -tendrá el más pequeño lugar en el reino de los cielos._ - -Y agrega Tolstoi ingenuamente: - -_Por extraño que esto parezca, he debido descubrir estas reglas, -después de dieciocho siglos, como una novedad._ - -¿Creía, por tanto, Tolstoi en la divinidad de Cristo? De ninguna -manera. ¿A qué título, entonces, lo invocaba? Como el más grande entre -los sabios, (Brahma, Buda, Lao-Tsé, Confucio, Zoroastro, Isaías), que -han mostrado a los hombres la felicidad verdadera a la cual aspiran y -el camino que es necesario seguir para alcanzarla[659]. Tolstoi es el -discípulo de estos grandes creadores de religiones, de estos semidioses -y de estos profetas hindús, chinos y hebreos. Los defiende (como él -sabe defender: atacando) contra aquéllos a quienes llama los “fariseos” -y los “escribas:” contra las iglesias establecidas y contra los -representantes de la ciencia orgullosa, o más bien, del “filosofismo -científico”[660]. Y no es que haga llamamiento a la revelación contra -la razón, pues desde que salió del período de inquietudes que refiere -en las _Confesiones_, continúa siendo esencialmente un creyente de la -Razón, o, podría decirse, un místico de la Razón. - -“_En el principio era el Verbo_, repite con San Juan; _el Verbo, Logos, -es decir, la Razón_”[661]. - -Su libro De la Vida (1887) lleva, como epígrafe, las palabras famosas -de Pascal[662]: - -_El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza, -pero una caña que piensa... Toda nuestra dignidad consiste en el -pensamiento... Trabajemos pues para pensar bien, que esto es el -principio de la moral._ - -Y el libro entero no es más que un himno a la Razón. Pero su Razón -no es la razón científica, razón restringida que “toma la parte por -el todo, y la vida animal por la vida entera”, sino antes la ley -soberana que rige la vida del hombre, “la ley según la cual deben vivir -forzosamente los _seres razonables_, _es decir_, _los hombres_”. - -_Es una ley análoga a las que rigen la nutrición y la reproducción -del animal, el crecimiento y la eflorescencia de la hierba y del -árbol, y el movimiento de la tierra y de los astros. Y solamente en el -cumplimiento de esta ley, en la sumisión de nuestra naturaleza animal -a la ley de la razón, consiste nuestra vida... La razón no puede ser -definida, y nosotros no tenemos necesidad de definirla, porque no -solamente la conocemos todos, sino que es la única que conocemos... -Todo lo que el hombre sabe lo conoce por medio de la razón, y no por -la fe_[663]... _La verdadera vida no comienza hasta el momento en que se -manifiesta la razón. La única vida verdadera es la vida de la razón._ - -¿Qué es, pues, la existencia visible, nuestra vida individual? “No es -vida nuestra”, dice Tolstoi, porque no depende de nosotros. - -_Nuestra actividad animal se realiza fuera de nosotros... La humanidad -ha concluido ya con la idea de la vida considerada como existencia -individual. La negación de la posibilidad del bien individual permanece -como verdad inquebrantable para todo hombre, de nuestra época, que esté -dotado de razón_[664]. - -Hay en esto toda una serie de postulados, que no me detendré a discutir -aquí, pero que muestran con qué pasión se había apoderado la razón de -Tolstoi. En realidad, era una pasión no menos ciega y celosa que las -otras pasiones que lo habían poseído durante la primera mitad de su -vida. Un fuego se extingue, y otro se enciende; o mejor, es el mismo -fuego, que sólo cambia de alimento. Añádase a la semejanza entre las -pasiones “individuales” y esta pasión racional, que, la una como las -otras, no encuentran satisfacción sólo en amar, pues quieren obrar, -quieren realizarse. - -_No es necesario hablar, sino obrar, ha dicho Cristo._ - -¿Y cuál es la actividad de la razón?--El amor. - -_El amor es la única actividad razonable del hombre, el amor es el -estado de alma el más racional y el más luminoso. Tiene necesidad, -no más, de que nada le oculte el sol de la razón, único que lo hace -crecer... El amor es el bien real, el bien supremo, que resuelve -todas las contradicciones de la vida, que no sólo hace desaparecer el -espanto de la muerte, sino que mueve también al hombre a sacrificarse -en bien de los otros. Porque no hay otro amor que el que da su vida por -aquéllos a quienes se ama: y no es el amor digno de este nombre sino -cuando es un sacrificio de sí mismo. El verdadero amor, por tanto, -no es realizable sino cuando el hombre comprende que le es imposible -alcanzar la felicidad individual. Entonces es cuando toda la savia de -su vida viene a alimentar el noble injerto del amor verdadero; y este -injerto toma para su desarrollo todo vigor del tronco de ese árbol -salvaje, que es la individualidad animal..._[665]. - -No llega Tolstoi, pues, a la fe como un río agotado que se pierde entre -las arenas. Aporta a ella el torrente de fuerzas impetuosas acumuladas -durante una vigorosa vida. De ello iba a darse cuenta. - -Esta fe apasionada, en la cual se reunían en ardiente abrazo la Razón y -el Amor, ha encontrado su más augusta expresión en la célebre respuesta -al Santo Sínodo que lo excomulgaba[666]: - -“_Creo en Dios, que es para mí el Espíritu, el Amor, el Principio de -todo. Creo que él está en mí, como yo en él. Creo que la voluntad -de Dios nunca se ha expresado más claramente que en la doctrina del -Hombre-Dios; pero no se puede considerar a Cristo como Dios y dirigirle -plegarias, sin cometer el más grande de los sacrilegios. Creo que -la verdadera felicidad del hombre consiste en el cumplimiento de la -voluntad de Dios; creo que la voluntad de Dios quiere que todo hombre -ame a sus semejantes y obre siempre con respecto a ellos, como querría -que los demás obrasen con respecto a él, que es lo que resume, dice -el Evangelio, toda la ley y los profetas. Creo que el sentido de la -vida, para cada uno de nosotros, está solamente en aumentar el amor en -él: creo que este desarrollo de nuestra potencia de amar nos valdrá -en esta vida una felicidad más perfecta; creo que este aumento del -amor contribuirá, más que ninguna otra fuerza, a fundar el reino de -Dios sobre la tierra, es decir, a reemplazar una organización de vida -en la cual la división, la mentira y la violencia son todopoderosas, -por otro orden nuevo en el cual reinarán la concordia, la verdad y la -fraternidad. Creo que, para progresar en el amor, solamente disponemos -de un medio: la plegaria. No la plegaria pública en los templos, que -Cristo ha reprobado formalmente_ (Mateo, VI, 5-13), _sino aquella -plegaria de que él mismo nos dió ejemplo, la plegaria solitaria que -afirma en nosotros la conciencia del sentido de nuestra vida y el -sentimiento de que dependemos solamente de la voluntad de Dios... Creo -en la vida eterna, creo que el hombre es recompensado según sus actos, -aquí y donde quiera, ahora y siempre. Creo esto tan firmemente que a -mi edad, al borde de la tumba, debo a menudo hacer un esfuerzo para no -llamar con mis votos la muerte de mi cuerpo, es decir, mi nacimiento a -una nueva vida..._”[667]. - - [Ilustración] - - - LA CRISIS SOCIAL: ¿QUÉ DEBEMOS HACER? - -Pensaba haber llegado al puerto, haber alcanzado el refugio donde su -alma inquieta podría reposarse; pero no estaba sino al principio de una -actividad nueva. - -Un invierno pasado en Moscú (sus deberes de familia lo habían obligado -a acompañar a los suyos)[668], y el censo de la población en el -cual hubo de tomar parte, en enero de 1882, fueron ocasión para que -viese de cerca la miseria de las grandes ciudades. La impresión -que ese espectáculo le produjo fué espantosa. La noche del día en -que por primera vez estuvo en contacto con esta llaga oculta de la -civilización, al contar a un amigo lo que había visto, “se puso a -clamar, a llorar, a crispar los puños”. - -“¡No se puede vivir así!” decía entre sollozos. “¡Esto no puede ser! -¡Esto no puede ser!...”[669]. Y recayó durante algunos meses en una -desesperación insoportable. La condesa Tolstoi le escribía, el 3 de -marzo de 1882: - -_Antes decías: “A causa de la falta de fe, quisiera ahorcarme”; y -ahora, que tienes la fe ¿por qué eres desventurado?_ - -Porque no tenía la fe del fariseo, la fe beata y satisfecha de sí -misma; porque no tenía el egoísmo del pensador místico, demasiado -ocupado de su salud para pensar en la de los otros[670]; porque tenía -el amor, y ahora ya no podía olvidar a los miserables que había visto, -y en la bondad apasionada de su corazón, le parecía ser responsable -de sus sufrimientos y de su abyección: eran las víctimas de esta -civilización de cuyos privilegios disfrutaba, de este ídolo mostruoso -al cual una casta elegida sacrificaba millones de hombres. Aceptar el -beneficio de semejantes crímenes era asociarse a ellos. Su conciencia -no tendría ya reposo hasta que no los hubiera denunciado. - -_¿Qué debemos hacer?_ obra escrita en 1884-1886[671], es la expresión -de esta segunda crisis, mucho más trágica que la primera y más -preñada todavía de consecuencias. ¿Qué eran las angustias religiosas, -personales de Tolstoi, en este océano de miseria humana, de miseria -real, no imaginada por el espíritu de un ocioso aburrido? Imposible era -no verla; e imposible, habiéndola visto, no tratar de suprimirla a toda -costa. ¿Era esto posible?... - -Un admirable retrato, que yo no puedo mirar sin emoción[672], dice -suficientemente lo que Tolstoi sufrió entonces. Aparece de frente, -sentado, cruzados los brazos, con blusa de mujik; tiene expresión de -anonadamiento; sus cabellos son todavía negros, su bigote ya gris, su -larga barba y sus patillas enteramente blancas; una noble arruga hunde -en la hermosa amplia frente un surco armonioso. ¡Y hay tanta bondad en -la ancha nariz de perro noble, y en los ojos que os miran tan francos, -tan claros, tan tristes! ¡Seguramente que están leyendo en vosotros, y -os compadecen o bien os imploran! Las mejillas están hundidas, con las -huellas del sufrimiento, en grandes pliegues bajo los ojos. Ha llorado; -pero es fuerte y está presto al combate. - -Tenía una lógica heroica: - -_Me sorprenden siempre estas palabras tan a menudo repetidas: “Sí, -eso está bien en teoría, pero ¿cómo será en la práctica?” ¡Como si -la teoría consistiese sólo en palabras hermosas, necesarias para la -conversación, y no para conformar a ellas la práctica!... Cuando yo -he comprendido una cosa en la cual he reflexionado, entonces no puedo -obrar de otra manera que como he comprendido_[673]. - -Comienza a describir con una exactitud fotográfica la miseria de -Moscú, tal como la ha visto, en el curso de sus visitas a los barrios -pobres y a los asilos nocturnos[674]. Se convence de que no es con el -dinero, como en un principio lo había creído, como se podrá salvar a -estos desgraciados, más o menos contaminados de la corrupción de las -ciudades y entonces investiga resueltamente de dónde viene el mal, y, -de eslabón en eslabón, se desarrolla ante sus ojos la cadena pavorosa -de las responsabilidades. Los ricos, desde luego, y el contagio de su -lujo maldito, que atrae y deprava[675]; la universal seducción de la -vida sin trabajo; y el Estado después, esta entidad asesina, creada por -los violentos para despojar y reducir a esclavitud, en su provecho, al -resto de la humanidad. Y la Iglesia, asociada; la ciencia y el arte, -cómplices... ¿Cómo combatir a todos estos ejércitos del mal? Desde -luego, rehusándose a formar parte de ellos; rehusándose a participar en -la explotación de la humanidad; renunciando al dinero y a la posesión -de la tierra[676] y no sirviendo al Estado. - -Pero esto no es bastante; es necesario “no mentir”, no tener miedo a -la verdad; es necesario “arrepentirse” y arrancarse el orgullo, tan -arraigado con la instrucción. Es en fin necesario trabajar con las -propias manos. “_Ganarás tu pan con el sudor de tu frente_”, ordena -el primero de los mandamientos y el más esencial[677]. Y Tolstoi, -contestando por adelantado a las mofas de la “élite”, afirma que el -trabajo físico no estorba en nada al trabajo intelectual, puesto que -por lo contrario lo aumenta y responde a las exigencias normales de la -naturaleza. La salud no puede menos que ganar con él, y el arte más -todavía. Sobre todo, restablece la unión entre los hombres. - -En sus siguientes obras Tolstoi completará estos preceptos de higiene -moral. Se preocupará de completar la cura del alma, de rehacer -la energía, proscribiendo los placeres viciosos que adormecen la -conciencia[678], y los placeres crueles que la matan[679]. Da el -ejemplo. En 1884 hace el sacrificio de su más arraigada pasión, la -caza[680]; practica la abstinencia que forja la voluntad, como un -atleta que se impone una disciplina para combatir y para vencer. - -_¿Qué debemos hacer?_ señala la primera etapa de la difícil ruta que -Tolstoi va a seguir, abandonando la paz relativa de la meditación -religiosa, por la lucha social; y desde entonces comienza esta guerra -de veinte años que en nombre del Evangelio libra el viejo profeta de -Yasnaia Poliana, solo, fuera de todos los partidos, antes condenándolos -a todos, contra los crímenes y las mentiras de la civilización. - - * * * * * - -A su alrededor, la revolución moral que Tolstoi había iniciado -encontraba pocas simpatías; desolaba a los suyos. Largo tiempo hacía -ya que la condesa Tolstoi observaba, inquieta, los progresos de un mal -que en vano combatía. Desde 1874 se indignaba de ver a su marido perder -tanto tiempo y fuerzas en trabajos para las escuelas. - -_Este silabario, esta aritmética, esta gramática, las desprecio y no -puedo fingir que me interesen._ - -Otra cosa fué cuando a la pedagogía sucedió la religión; y tan hostil -fué la acogida que tuvo en la condesa que a las primeras confidencias -del nuevo convertido, Tolstoi tuvo necesidad de excusarse, cuando -hablaba de Dios en sus cartas: - -_No te disgustes, como ocurre a las veces, cuando menciono a Dios, ya -que no puedo evitarlo porque es la base misma de mi pensamiento_[681]. - -La condesa se conmueve, sin duda, y trata de disimular su impaciencia; -pero no comprende nada y observa a su marido con inquietud: - -_Sus ojos son extraños, fijos; no habla casi nada; parece que no -pertenece ya a este mundo_[682]. - -Piensa que está enfermo: - -_León trabaja siempre, como él dice. ¡Bueno! Escribe cualesquiera -discusiones religiosas; lee y reflexiona, hasta dolerle la cabeza, y -todo para demostrar que la Iglesia no está de acuerdo con la doctrina -del Evangelio. Apenas si en Rusia se encontrará a una docena de -personas a quienes eso pueda interesar; pero nada es posible hacer, y -no deseo sino una cosa: que termine lo más pronto y que todo pase como -una enfermedad_[683]. - -La enfermedad no pasó, y la situación se hizo cada día más penosa -entre los dos esposos. Se amaban; tenían, el uno por el otro, una -estimación profunda; pero era para ellos imposible comprenderse. -Trataban de hacerse mutuas concesiones, que llegaban a ser, como ocurre -generalmente, mutuos tormentos. Tolstoi se impuso la obligación de -seguir a los suyos a Moscú, y escribió entonces en su _Diario_: - -_El mes ha sido el más penoso de mi vida, por la instalación en -Moscú. Todos se instalan. ¿Cuándo comenzarán, pues, a vivir? ¡Y todo -esto, no para vivir, sino porque las demás gentes hacen lo mismo! -¡Desventurados!..._[684]. - -En estos mismos días escribía la condesa: - -_Moscú. Mañana hará un mes que estamos nosotros aquí. Durante las dos -primeras semanas he llorado todos los días, porque León ha estado no -solamente triste, sino abatido en verdad. No dormía, no comía y a -menudo lloraba; he llegado a creer que me volvía loca_[685]. - -Hubieron de alejarse el uno del otro, durante algún tiempo, hasta -pedirse perdón por lo que se hacían sufrir. ¡Cuánto se amaban -siempre!... Él le escribía: - -Me dices: “_te amo, y tú no tienes necesidad de ello_”, _cuando es lo -único de que yo tengo necesidad... Tu amor me da la alegría más que -nada en el mundo_[686]. - -Pero en el instante que estaban juntos, el desacuerdo aparecía. La -condesa no podía tomar partido en esta manía religiosa, que movía ahora -a Tolstoi a aprender el hebreo con un rabino. - -_Nada, fuera de esto, le interesa ya. Consume todas sus fuerzas en -tonterías, por lo que no puedo ocultar mi descontento_[687]. - -Le escribía ella: - -_No puedo menos de entristecerme porque semejantes fuerzas -intelectuales se derrochan en cortar leña, calentar el samovar y coser -las botas._ - -Y agrega, con la sonrisa cariñosa y burlona de una madre que mira jugar -a su hijo, un poco alocado: - -_En fin, me tranquilizo con el proverbio ruso: “Que se divierta el niño -y no importa cómo, con tal que no llore más!”_[688]. - -Pero todavía no ha despachado la carta cuando se le aparece en su -pensamiento su marido, leyendo estas líneas con sus nobles ojos -cándidos, entristecidos por este tono de ironía; y reabre la carta -nuevamente, en un impulso de amor: - -_¡De pronto te me has representado tan claramente que he sentido un -acceso de ternura hacia ti! Hay en ti algo de tan sabio, de tan bueno, -tan ingenuo y tan perseverante, todo iluminado por una luz de compasión -hacia todos, y una mirada que va tan rectamente al alma... ¡Y esto sólo -a ti te pertenece!_ - -De tal manera estos dos seres que se amaban se torturaban el uno al -otro y en seguida se lamentaban del mal que habían podido hacerse, sin -poderlo remediar. Situación sin salida que dura cerca de treinta años y -a la cual solamente debió poner fin, en una hora de extravío, la fuga -del viejo rey Lear, moribundo, a través de la estepa. - -No se ha fijado bastante la atención en el llamamiento conmovedor a las -mujeres con que termina _¿Qué debemos hacer?_ Ninguna simpatía siente -Tolstoi por el feminismo moderno[689]; pero para aquélla que él llama -“la mujer madre”, para aquélla que conoce el verdadero sentido de la -vida, tiene palabras de piadosa adoración; hace un elogio magnífico -de sus penas y de sus alegrías, de la preñez y de la maternidad, de -esos sufrimientos terribles, de esos años sin reposo, de ese trabajo -invisible, agotador, por el cual no se espera recompensa de nadie, y -de esa beatitud que inunda el alma al salir del dolor, cuando se ha -cumplido la Ley. Pinta el retrato de la esposa valiente, que es para -su marido un auxiliar y un obstáculo; que sabe que “sólo el sacrificio -obscuro, sin recompensa, en bien de la vida de los otros, es la -vocación del hombre”. - -_Una mujer así no solamente no alentará a su marido para un trabajo -falso y engañador, que no busque otro fin que disfrutar del trabajo -de los demás; pues antes verá con disgusto y horror esa actividad, -que sería una seducción para sus hijos. Exigirá de su compañero el -verdadero trabajo que reclama la energía y no teme el peligro... Sabe -que sus hijos, las generaciones por venir, constituyen cuanto es dable -a los hombres ver de más santo, y que sólo vive para servir, con todo -su ser, esta obra sagrada. Desarrollará en sus hijos y en su marido la -fuerza de sacrificio... Son esas las mujeres que dominan a los hombres -y les sirven de estrellas conductoras... ¡Oh, mujeres-madres! ¡En -vuestras manos está la salud del mundo!_[690] - -Es el llamamiento de una voz que suplica, que todavía espera... ¿No -será escuchada? - -Algunos años más tarde el último fulgor de la esperanza se había -apagado: - -_No lo creeréis tal vez; pero no podríais imaginaros cuán aislado -estoy, hasta qué punto mi yo verdadero es despreciado por todos los que -me rodean_[691]. - -Si los más amantes desconocían así la grandeza de la transformación -moral de Tolstoi, no se podía esperar de los otros ni mayor penetración -ni más respeto. Turguenev, con quien Tolstoi había tenido que -reconciliarse, más por un sentimiento de humildad cristiana que -porque hubiese cambiado de sentimientos con respecto a él[692], decía -irónicamente: “Compadezco mucho a Tolstoi; pero por otra parte, como -dicen los franceses, cada quien tiene su manera de matar pulgas”[693]. -Algunos años más tarde, próximo a la muerte, escribía a Tolstoi la -carta tan conocida en la que suplicaba a “su amigo, el gran escritor de -la tierra rusa”, que “volviese a la literatura”[694]. - -Todos los artistas europeos se asociaban a la inquietud y a la súplica -de Turguenev moribundo. Eugène-Melchior de Vogüé al final del estudio -que en 1886 consagró a Tolstoi, tomaba de pretexto un retrato del -escritor en traje de mujik, cosiendo como zapatero, para dirigirle un -elocuente apóstrofe: - -_¡Artesano de obras maestras, no es esa vuestra herramienta!... Nuestro -útil de trabajo es la pluma; nuestro campo, el alma humana, a la cual -también es necesario abrigar y nutrir. Permitidme que os recuerde este -grito de un campesino ruso, del primer impresor de Moscú, cuando se le -hacía volver a empuñar el arado: “No me toca a mí sembrar el grano de -trigo, sino esparcir por el mundo las simientes espirituales”._ - -¡Como si alguna vez Tolstoi hubiese soñado en renegar de su papel de -sembrador de la simiente del pensamiento!... Al fin de _En qué consiste -mi fe_[695], escribía: - -_Creo que mi vida, mi razón, mi luz, me ha sido dada exclusivamente -para alumbrar a los hombres. Creo que mi conciencia de la Verdad es un -talento que se me ha prestado para este fin, y que este talento es un -fuego, que sólo es fuego en tanto que arde. Creo que el único sentido -de mi vida está en vivir en esta luz que es en mí, y en mantenerla en -alto delante de los hombres para que ellos la vean_[696]. - -Pero esta luz, este fuego “que sólo es fuego en tanto que arde”, -inquietaba a la mayor parte de los artistas. Los más inteligentes no -dejaban de prever que su arte estaba en gran peligro de ser la primera -presa del incendio. Afectaban creer que el arte todo entero estaba -amenazado y que, como Próspero, Tolstoi rompía para siempre su varita -mágica de creadoras ilusiones. - -Ahora bien, nada era menos cierto, y yo intento demostrarlo, que lejos -de arruinar al arte, Tolstoi suscitó en él energías que permanecían en -barbecho, y que su fe religiosa, en lugar de matar su genio artístico, -lo renovó. - - [Ilustración] - - - LA CRÍTICA DEL ARTE - -Es singular que, cuando se habla de las ideas de Tolstoi sobre la -ciencia y sobre el arte, se olvide generalmente el más importante de -sus libros, aquél en que estas ideas están contenidas: _¿Qué debemos -hacer?_ (1884-1886). En sus páginas, por primera vez, Tolstoi emprende -la lucha contra la ciencia y el arte, y nunca, ninguna de sus luchas -siguientes sobrepasó en violencia a este primer encuentro. Sorprende -que, cuando en recientes asaltos librados entre nosotros contra la -vanidad de la ciencia y de los intelectuales, nadie pensara en volver -sobre estas páginas, que constituyen la requisitoria más terrible -que se haya escrito contra “los eunucos de la ciencia” y contra “los -piratas del arte”, contra estas castas espirituales que, después de -haber destruido o sometido a las antiguas castas reinantes, Iglesia, -Estado, Ejército, hanse instalado en su lugar, y, sin querer o sin -poder hacer nada en provecho de los hombres, pretenden que se les -admire y que se les sirva ciegamente, erigiendo como dogma una fe -impudente en la ciencia por la ciencia y en el arte por el arte, -máscara mentirosa con la cual se trata de cubrir su justificación -personal, la apología de sus monstruosos egoísmos y de su nulidad. - -“No me hagáis decir, prosigue Tolstoi, que niego el arte y la ciencia. -Porque no solamente no los niego, sino que antes en su nombre quiero -arrojar a los mercaderes del templo”. - -_La ciencia y el arte son tan necesarios como el pan y el agua; y -aún más necesarios... La verdadera ciencia es el conocimiento de la -misión, y por consiguiente, del verdadero bien de todos los hombres. -El verdadero arte es la expresión del conocimiento de la misión y del -verdadero bien de todos los hombres._ - -Y alaba a aquéllos que, “desde que los hombres existen, han expresado -en las harpas y en los tímpanos, por las imágenes y por la palabra, -su lucha contra la duplicidad, sus sufrimientos en esta lucha, su -esperanza en el triunfo del bien, su desesperación por el triunfo del -mal y sus entusiasmos ante los proféticos mirajes del porvenir”. - -Traza entonces la imagen del verdadero artista, en una página caldeada -de místico y doloroso ardor: - -_La actividad de la ciencia y del arte da frutos únicamente cuando no -se arroga ningún derecho y sólo reconoce deberes; y sólo por ser así -esta actividad, porque su esencia es el sacrificio, la humanidad la -venera. Los hombres que están llamados a servir a los demás por el -trabajo espiritual, sufren siempre en el cumplimiento de esta labor, -porque el mundo espiritual nace solamente de los sufrimientos y de las -torturas. El sacrificio y el dolor llenan la suerte del pensador y del -artista, porque su misión es el bien de los hombres. Los hombres son -desventurados, sufren y mueren; no tienen tiempo de descansar ni de -divertirse. El pensador o el artista no permanece nunca sentado en las -olímpicas alturas, como estamos acostumbrados a creerlo, sino que está -siempre en la inquietud y en la emoción. Debe resolver y decir lo que -producirá el bien a los hombres, lo que los librará de los dolores, -y no lo ha resuelto, no lo ha dicho; y mañana será demasiado tarde, -morirá... No es aquél que ha sido educado en un establecimiento donde -se forma a artistas y a sabios (a decir verdad solamente se forma en -esos establecimientos a destructores de la ciencia y del arte); no es -aquél que recibe diplomas y un tratamiento, quien será un pensador -y un artista, sino aquél que sería dichoso con no pensar y con no -expresar todo lo que se le ha metido en el alma, y que sin embargo no -pueda dispensarse de hacerlo, porque es arrastrado por dos fuerzas -invencibles: su necesidad interior y su amor a los hombres. No hay -artistas gordos, dichosos y satisfechos de sí mismos_[697]. - -Esta página espléndida, que alumbra trágicamente el genio de Tolstoi, -fué escrita bajo la impresión inmediata del sufrimiento que le causaba -el espectáculo de la miseria de Moscú, y con la convicción de que -la ciencia y el arte eran cómplices de todo el sistema actual de -desigualdad social y de violencia hipócrita. Esta convicción no la -perdió nunca. Pero la impresión de su primer encuentro con la miseria -del mundo se va atenuando, la herida sangra menos[698] y ya en ninguno -de sus siguientes libros se volverá a encontrar el estremecimiento de -dolor y de cólera vengadora que tiembla en aquél; en ninguna otra parte -aparecerá esta profesión de fe del artista que crea con su sangre, -esta exaltación del sacrificio y del dolor, “que son el patrimonio del -pensador”, este desprecio por el arte olímpico, a la manera de Goethe. -Las obras en que después reanudará la crítica del arte, tratarán la -cuestión desde un punto de vista literario y menos místico, y el -problema del arte estará en ellas separado del fondo de esta miseria -humana, en la cual no puede pensar Tolstoi sin delirar, como en la -noche de su visita al asilo nocturno, cuando de regreso a su casa, -sollozaba y gritaba desesperadamente. - -No se crea por esto que alguna vez sus obras didácticas sean frías, -porque le era imposible ser frío. Hasta el fin de su vida sentirá como -lo escribía a Fet: - -_Si uno no ama a sus personajes, aun los más insignificantes, es -necesario entonces insultarlos de manera que hasta el cielo arda, o -burlarse de ellos hasta estallar de risa_[699]. - -No se le puede reprochar esto en sus escritos sobre el arte. La parte -negativa (injurias y sarcasmos) tiene tal vigor que es la única que -ha sorprendido a los artistas; hería con demasiada violencia sus -supersticiones y sus susceptibilidades para que no viesen, en aquel -enemigo del arte de ellos, al enemigo del arte; pero nunca la crítica -en Tolstoi, deja nada sin reconstruir, nunca destruye por destruir, -sino para reedificar. Y en su modestia, ni siquiera pretende construir -nada de nuevo: defiende el arte que fué y será siempre, contra los -falsos artistas que lo explotan y lo deshonran: - -“_La ciencia verdadera y el arte verdadero siempre han existido y -existirán siempre, y es imposible e inútil discutirlo_”, me escribía -en 1887, en una carta que se anticipaba más de diez años a su famosa -“Crítica del arte”[700]. “_Todo el mal actual viene de que las gentes -que se dicen civilizadas, teniendo de su parte a los sabios y a los -artistas constituyen una casta privilegiada, como los sacerdotes; y -esta casta tiene todos los defectos de todas las castas. Degrada y -rebaja el principio en virtud del cual se organiza. Lo que se llama en -nuestro mundo las ciencias y las artes sólo es un inmenso ‘humbug’, -una gran superstición en la cual caemos ordinariamente desde que nos -emancipamos de la vieja superstición de la Iglesia. Para ver con -claridad en la ruta que debemos seguir, es necesario comenzar por el -principio,--es preciso levantar el capuchón que nos abriga, pero que -cubre los ojos.--La tentación es grande. Nacemos y nos levantamos sobre -los peldaños de la escala, y nos encontramos entre los privilegiados, -los sacerdotes de la civilización, de la ‘Kultur’, como dicen los -alemanes. Nos es necesario, como a los sacerdotes brahmanes o -católicos, mucha sinceridad y un gran amor a la verdad para poner en -duda los principios que nos aseguran esta posición ventajosa; pero un -hombre serio, que se plantée la cuestión de la vida, no puede vacilar. -Para comenzar a ver claro es preciso que se liberte de la superstición -en que se encuentra, por mucho que le sea ventajosa. Es ésta una -condición ‘sine qua non’... No tener superstición alguna: ponerse en el -estado de un niño o de un Descartes..._”. - -Esta superstición del arte moderno, con la cual se complacen las castas -interesadas, “este inmenso _humbug_”, lo denuncia rudamente Tolstoi en -su libro _¿Qué es el arte?_, por cuanto radicalmente hay en ello de -ridiculez, de pobreza, de hipocresía, de corrupción. Todo lo arrasa. -Pone en esta demolición la alegría de un niño que rompe sus juguetes. -Toda esta parte crítica está frecuentemente llena de humor y también -de injusticia: es la guerra. Tolstoi se sirve en ella de toda clase de -armas, y descarga golpes al azar, sin mirar al rostro de quien golpea. -A menudo ocurre, como en todas las batallas, que hiere a algunos a -quienes hubiera estado en su deber defenderlos, como Ibsen o Beethoven. -Culpa es de su arrebato, que no le deja tiempo para reflexionar lo -suficiente antes de obrar; de su pasión, que lo ciega frecuentemente -sobre la debilidad de sus razones, y, confesémoslo, también es culpa de -su cultura artística incompleta. - -Fuera de sus lecturas literarias, ¿qué podía conocer del arte -contemporáneo? ¿Qué pudo ver de pintura, qué pudo escuchar de música -europea este noble campesino que pasó las tres cuartas partes de su -vida en su aldea moscovita; que no volvió más a Europa después de -1860; y aun, qué pudo ver entonces fuera de las escuelas, puesto -que sólo éstas le interesaban? Acerca de pintura habla de oídas, -citando en revoltillo, entre los decadentes, a Puvis, Manet, Monet, -Boecklin, Stuck, Klinger, admirando por confianza, a causa de sus -buenos sentimientos, a Jules Breton y Lhermite, despreciando a Miguel -Ángel, y, entre los pintores del alma, no citando sino una sola vez -a Rembrandt. En cuanto a la música, se siente más seguro[701]; -pero tampoco la conoce, puesto que se detiene en sus impresiones de -infancia y en aquellos músicos que eran ya clásicos hacia 1840, no -habiendo llegado a conocer a ningún otro posterior, (a excepción de -Tschaikovsky, cuya música lo hacía llorar); mide con el mismo rasero -a Brahms y a Richard Strauss, enmienda la plana a Beethoven[702], y, -para juzgar a Wagner, cree tener bastante con una sola representación -de _Sigfrido_, a la cual llegó después de haberse levantado el telón -y se marchó a mitad del segundo acto[703]. Respecto a la literatura, -estaba (era natural) un poco mejor informado: pero, ¿por cuál extraña -aberración evitaba emitir juicios sobre los escritores rusos que -conocía bien, y se aventuraba a dictar leyes a los poetas extranjeros, -cuyo espíritu estaba más lejos del suyo, y cuyos libros apenas hojeaba -con una altiva negligencia?[704] - -Su intrépida suficiencia aumentaba todavía más con la edad, y llegó a -escribir un libro para demostrar que Shakespeare “no era un artista”. - -_Podía ser cualquier cosa, pero no era un artista_[705]. - -Admirad tamaña certidumbre. Tolstoi no duda, no discute: posee la -verdad. Os dirá: - -_La Novena Sinfonía es una obra que divide a los hombres_[706]. - -O bien: - -_Fuera del célebre aire para violín, de Bach, del Nocturno en do mayor, -de Chopin y de una decena de trozos, no completos, escogidos entre las -obras de Haydn, Mozart, Schubert, Beethoven y Chopin... todo lo demás -debe ser rechazado y despreciado como un arte que divide a los hombres._ - -O todavía: - -_Voy a probar que Shakespeare no debe ser tenido ni aun por escritor de -cuarto orden. Y como pintor de caracteres es nulo._ - -Y que el resto de la humanidad sea de otra opinión, eso no es para -cohibirlo, antes lo contrario: - -_Mi opinión, escribe arrogantemente, es por completo distinta de la que -se ha aceptado sobre Shakespeare en todo el mundo europeo._ - -En su persecución de la mentira la olfatea por todas partes; y, -mientras más una idea se ha generalizado, más se eriza contra ella, -desconfía, sospecha, como dijo a propósito de la gloria de Shakespeare, -“una de esas influencias epidémicas que siempre han sufrido los -hombres, como las cruzadas de la Edad Media, la creencia en hechiceras, -la investigación de la piedra filosofal, la pasión por los tulipanes. -Los hombres no reconocen la locura de estos influjos sino hasta que se -han librado de ellos. Con el desarrollo de la prensa estas epidemias -han llegado a ser particularmente extraordinarias”. Y ofrece como -ejemplar más reciente de tales enfermedades contagiosas el “Asunto -Dreyfus”, del cual habla él, el enemigo de todas las injusticias, el -defensor de todos los oprimidos, con una desdeñosa indiferencia[707]. -Ejemplo sorprendente de los excesos a que podía arrastrarlo su -desconfianza de la mentira y su repulsión instintiva contra las -“epidemias morales” de que se acusaba a sí mismo, sin poderlo remediar. -Reverso de las virtudes humanas, inconcebible ceguedad que arrastra a -este vidente de almas, a este evocador de las fuerzas apasionantes, -a tratar al _Rey Lear_ de “obra inepta” y a la arrogante Cordelia de -“criatura sin ningún carácter”[708]. - -Debe advertirse que vió muy bien algunos defectos de Shakespeare, -defectos que nosotros no hemos tenido la sinceridad de confesar, como -el carácter artificial del lenguaje poético, uniformemente adjudicado -a todos los personajes, la retórica de la pasión, del heroísmo y aún -de la simplicidad. Comprendo perfectamente que un Tolstoi, que fué el -menos literato de todos los escritores, haya carecido de simpatías -para quien fué el más genial de los hombres de letras; mas, ¿para -qué perder el tiempo en hablar de lo que no podía comprender, y qué -valor pueden tener estos juicios sobre un mundo que le estaba vedado? -Ninguno, si en ellos buscamos la llave de estos mundos extraños; pero -valor inestimable si les demandamos la llave del arte de Tolstoi. No es -posible reclamar de un genio creador la imparcialidad crítica. Cuando -un Wagner, cuando un Tolstoi, hablan de Beethoven o de Shakespeare, no -es ni de Beethoven ni de Shakespeare de quien hablan, sino de ellos -mismos: exponen sus ideales. Ni siquiera tratan de sorprendernos. -Para juzgar a Shakespeare, Tolstoi no trata de hacerse “objetivo”, -pues antes reprocha a Shakespeare su arte objetivo. El pintor de _La -Guerra y la Paz_, el maestro del arte impersonal, no tiene bastante -desdén para esos críticos alemanes que, después de Goethe, “inventaron -a Shakespeare” y “la teoría de que el arte debe de ser objetivo, es -decir, representar los sucesos fuera de todo valor moral, lo cual es la -negación deliberada del objeto religioso del arte”. - -De esta manera, desde lo alto de su fe, Tolstoi dicta sus juicios -artísticos. No busquéis en sus críticas ninguna reserva personal. No se -ofrece en ejemplo, y es tan despiadado para sus obras como para las de -los otros[709]. ¿Qué ambiciona, pues, y qué vale para el arte el ideal -religioso que propone? - -Este ideal es magnífico. La denominación “arte religioso” está -expuesta a engañar sobre la amplitud de la concepción; porque muy lejos -de reducir el campo del arte, Tolstoi lo dilata. El arte, dice, está en -todas partes. - -_El arte penetra toda nuestra vida; lo que nosotros llamamos arte, -teatros, conciertos, libros, exposiciones, no es más que una ínfima -parte del arte: nuestra vida está llena de manifestaciones artísticas -de todas suertes, desde los ojos del niño hasta los oficios religiosos. -El arte y la palabra son los dos órganos del progreso humano. El uno -hace la comunión de los corazones, y la otra la de los pensamientos. Si -uno de los dos es falso, la sociedad está enferma. Y el arte actual ha -sido falseado._ - -Después del Renacimiento, no es posible hablar de un arte de las -naciones cristianas. Las clases sociales se han separado. Los ricos, -los privilegiados, han pretendido arrogarse el monopolio del arte, y -han hecho de sus placeres el criterio de la belleza. Al alejarse de los -pobres, el arte se ha empobrecido. - -_La categoría de las emociones experimentadas por aquéllos que no -trabajan para vivir es más limitada que la de las emociones de aquéllos -que sí trabajan. Los sentimientos de nuestra sociedad actual se reducen -a tres: el orgullo, la sensualidad y el cansancio de vivir. Estos tres -sentimientos y sus ramificaciones constituyen casi exclusivamente la -materia del arte de los ricos._ - -Infecta al mundo, pervierte al pueblo, propaga la depravación sexual, -ha llegado a ser el peor de los obstáculos para la realización de -la felicidad humana. Carente desde luego de verdadera belleza, de -naturalidad, de sinceridad, es un arte afectado, artificioso, cerebral. - -Enfrente de esta mentira de los estetas, de este pasatiempo de los -ricos, levantemos el arte viviente, el arte humano, aquél que une a -los hombres de todas las clases, de todas las naciones. El pasado nos -ofrece gloriosos modelos. - -_Siempre la mayoría de los hombres ha comprendido y ha amado lo que -nosotros consideramos como el arte más elevado: la epopeya del -Génesis, las parábolas del Evangelio, las leyendas, los cuentos, las -canciones populares._ - -El arte más grande es aquél que traduce la conciencia religiosa de la -época. No entendáis por esto una doctrina de la Iglesia. “Cada sociedad -tiene una concepción religiosa de la vida: es el ideal de la felicidad -más grande, en pos de la cual va esta sociedad”. Todos tienen de ese -ideal un sentimiento más o menos claro, y algunos hombres de las -avanzadas lo expresan netamente. - -_Existe siempre una conciencia religiosa, que es el cauce sobre el cual -corre el río_[710]. - -La conciencia religiosa de nuestra época es la aspiración a la -felicidad realizada por la fraternidad de los hombres. Y no habrá arte -verdadero si no trabaja para esta unión; el más alto será aquél que la -realice directamente por el poder del amor; pero hay otro que participa -en esta tarea, al combatir con las armas de la indignación y del -desprecio todo lo que se opone a la fraternidad. Así son las novelas de -Dickens, las de Dostoievsky, _Los Miserables_ de Hugo, los cuadros de -Millet. Sin alcanzar estas alturas, todo arte que represente la vida -cotidiana con simpatía y verdad, acerca entre ellos a los hombres. De -esta suerte _Don Quijote_ y el teatro de Molière. Es verdad que este -último género de arte peca habitualmente por su realismo demasiado -minucioso y por la pobreza de sus asuntos, “cuando se les compara con -los modelos antiguos, como la sublime historia de José”. La precisión -excesiva de los detalles perjudica a las obras, que no pueden, por esta -razón, llegar a ser universales. - -_A las obras modernas las echa a perder un realismo que sería más justo -tasar de provincialismo en arte._ - -Por eso Tolstoi condena, sin vacilar, el principio de su propio genio. -¿Qué le importa sacrificarse todo entero al porvenir y que nada de él -quede después? - -_El arte del porvenir no continuará al del presente, sino que se -sustentará sobre otras bases. No será ya el feudo de una casta. El -arte no es un oficio, y sí la expresión de sentimientos verdaderos. -Ahora bien, el artista sólo puede experimentar un sentimiento verdadero -cuando no se aísla, cuando vive la existencia natural del hombre. -Por esto, quien se encuentre alejado de la vida está en las peores -condiciones para crear._ - -En lo porvenir, “los artistas serán todos los hombres dotados”. -La actividad artística llegará a ser accesible a todos, por “la -introducción en las escuelas elementales de la enseñanza de la música y -de la pintura, enseñanza que será dada al niño al mismo tiempo que los -primeros elementos de la gramática”. Por otra parte, el arte no tendrá -ya necesidad de una técnica complicada, como al presente; se encaminará -hacia la simplicidad, la nitidez, la concisión, que son propias del -arte clásico y sano, del arte homérico[711]. ¡Cuán bello será traducir -en este arte los puros lineamientos de los sentimientos universales! -Componer un cuento o una canción, dibujar una imagen para millares -de seres, tiene más importancia y mayor dificultad que escribir una -novela o una sinfonía[712]. Es éste un dominio inmenso y casi virgen. Y -gracias a semejantes obras los hombres comprenderán la felicidad de la -unión fraternal. - -_El arte debe de suprimir la violencia, y sólo él puede hacerlo. Su -misión es hacer posible el reino de Dios, es decir, del Amor_[713]. - -¿Quién de nosotros no patrocinaría estas palabras generosas? ¿Y quién -no ve que, con muchas utopías y algunas puerilidades, la concepción de -Tolstoi es viviente y fecunda? Sí; el conjunto de nuestro arte no es -más que la expresión de una casta, que se subdivide a sí misma, de una -nación a otra, en pequeños clanes enemigos. No hay en Europa una sola -alma de artista que en sí misma realice la unión de los partidos y de -las razas. La más universal, en nuestro tiempo, fué la de Tolstoi, y en -ella nos hemos amado los hombres de todos los pueblos y de todas las -clases. Y quien como nosotros ha gustado de la alegría vigorosa de este -vasto amor, no podrá ya sentirse satisfecho con los jirones de la gran -alma humana que nos ofrece el arte de los cenáculos europeos. - - - LOS CUENTOS POPULARES - -Sólo por las obras en que se realiza tiene valor la más bella de las -teorías. En Tolstoi teoría y creación están siempre unidas, como fe y -acción. Al mismo tiempo que componía su _Crítica del Arte_, ofrecía -modelos del arte nuevo que él ambicionaba--dos formas de arte: la una -más elevada, la otra menos pura, pero ambas “religiosas”, en el sentido -más humano;--la una trabajando en pro de la unión de los hombres por el -amor, la otra librando combate al mundo, enemigo del amor.--Escribía -entonces estas obras maestras: _La muerte de Iván Ilich_ (1884-86), -_Las Narraciones y los Cuentos Populares_ (1881-86), _El Poder de las -Tinieblas_ (1886), _La Sonata a Kreutzer_ (1889), y _Amo y Criado_ -(1895)[714]. En la cima y término de este período artístico, como una -catedral de dos torres, simbolizando en la una el amor eterno y en la -otra el odio al mundo, se levanta _Resurrección_ (1899). - -Todas estas obras se distinguen de las precedentes por sus caracteres -artísticos nuevos. Las ideas de Tolstoi no solamente habían cambiado -sobre el objeto del arte, sino también sobre la forma en arte. -Sorprenden en _¿Qué es el Arte?_, o en el libro sobre Shakespeare, -los principios de gusto y de expresión que anuncia. Están, en su -mayor parte, en contradicción con sus más grandes obras anteriores. -“Nitidez, sencillez, concisión”, leemos en _¿Qué es el Arte?_ -desprecio del efecto material; condenación del realismo minucioso. -Y en Shakespeare: ideal absolutamente clásico de perfección y de -medida. “Sin el sentimiento de la medida no podrían existir artistas”. -Y si, en las obras nuevas, el hombre viejo no llega a desvanecerse -completamente, con su genio de análisis y su salvajismo nativo, que, -por ciertos aspectos aún se acusa de antemano, su arte se ha modificado -profundamente por la nitidez del dibujo, más vigorosamente acentuado -por los bocetos de almas, por la concentración del drama interior, -recogido sobre él mismo como una bestia de presa que se contrae para -atacar[715], por la universalidad de la emoción, apartado de los -detalles pasajeros de un realismo local, en fin, por el lenguaje lleno -de imágenes, sápido, que tiene el olor de la tierra. - -Su amor al pueblo le había hecho gustar, desde hacía tiempo, la belleza -de la lengua popular. De niño, había sido arrullado por los relatos -de los mendigos narradores de cuentos; de hombre ya hecho y escritor -célebre, gozaba un placer artístico en charlar con los campesinos. - -_Estos hombres_, decía más tarde a M. Paul Boyer, _son maestros_[716]. -_En otro tiempo, cuando yo charlaba con ellos, o con esos otros, -peregrinos, que van, la alforja a la espalda por nuestros campos, -anotaba algunas de sus expresiones que escuchaba por primera vez, a -menudo olvidadas en nuestra lengua literaria moderna, pero acuñadas -siempre en el bueno y viejo solar ruso... Sí, el genio de la lengua -vive entre estos hombres..._ - -Tanto más sensible debía de ser para con ellos cuanto que su espíritu -no estaba invadido de literatura[717]. A fuerza de vivir lejos de las -ciudades, entre los campesinos, se había hecho un poco a la manera de -pensar del pueblo. Tenía la dialéctica lenta, el buen sentido razonador -que se arrastra paso a paso, con bruscas sacudidas que desconcertaban, -la manía de repetir una idea de la cual se está convencido, de -repetirla en los mismos términos, sin cansarse, indefinidamente. - -Pero esos eran más bien defectos que cualidades. Solamente a la larga -llegó a tener cuidado del genio latente del lenguaje popular, del sabor -de sus imágenes, de la rudeza poética, de la plenitud de la sabiduría -legendaria. Desde la época de _La Guerra y la Paz_, había comenzado a -sufrir esa influencia. En marzo de 1872 escribía a Strakov: - -_He cambiado de procedimientos en mi lenguaje y en mi manera de -escribir. La lengua del pueblo tiene sonidos para expresar todo lo que -puede decir el poeta, y me es muy grata. Es el mejor regulador poético. -Si se quiere decir algo de más, por enfático o falso, la lengua no -lo soporta; en tanto que en nuestro lenguaje literario, que carece de -esqueleto, se puede trabajar en todos los sentidos, todo se vuelve -literatura_[718]. - -No solamente debió al pueblo muchos modelos de estilo, sino también -le debió muchas inspiraciones. En 1877 un contador de “bylines” llegó -a Yasnaia Poliana, y Tolstoi tomó nota de algunos de sus relatos. De -éstos nacieron la leyenda _¿De qué viven los hombres?_ y _Los Tres -Viejos_, que han venido a ser, como se sabe, de las más bellas páginas -del volumen de _Narraciones y Cuentos Populares_, que Tolstoi publicó -algunos años más tarde[719]. - -Obra única en el arte moderno; obra más alta que el arte. ¿Quién, -leyéndola, se acuerda de la literatura? El espíritu del Evangelio, -el casto amor hacia todos los hombres hermanos, se une a la bonhomía -sonriente de la sabiduría popular. Simplicidad, limpidez, bondad -inefable de corazón, y este fulgor sobrenatural que, tan naturalmente, -baña el cuadro por momentos y envuelve en una aureola la figura -central, el viejo Elíseo[720], o flota en el ambiente de la tienda -del zapatero Martín, aquél que, por su ventanillo a ras del suelo, ve -pasar los pies de las gentes, y a quien el Señor visita en la figura -de los pobres a quienes ha socorrido[721]. A menudo se mezcla en estas -narraciones, con las parábolas evangélicas, no sé qué perfume de -leyendas orientales, de esas _Mil y una Noches_ que tanto amaba Tolstoi -desde su infancia[722]. A las veces, también, este fulgor se hace -siniestro y da al cuento una grandeza de espanto, como en el cuento del -_mujik Pakhom_[723], el hombre que se mata por adquirir mucha tierra, -toda la tierra que pueda abarcar corriendo durante un día; y que, al -llegar al final de la jornada, muere. - -_Sobre la colina, el starchina, sentado en el suelo, lo miraba correr, -riendo a carcajadas y sosteniéndose el vientre con las manos. Pakhom -cayó._ - ---_¡Ah! ¡Bravo! has adquirido mucha tierra._ - -_El starchina se levantó, y arrojó al criado de Pakhom un zapapico:_ - ---_Toma y sepúltalo._ - -_El criado quedó solo. Cavó a Pakhom una fosa, del largo justo de los -pies a la cabeza--tres “archinas”,--y lo enterró._ - -Casi todos estos cuentos encierran, bajo su poética envoltura, la misma -moral evangélica de renunciación y de perdón: - -“_No te vengues nunca de quien te ofende_”[724]. - -“_No respondas con la violencia a quien te hace mal_”[725]. - -“_Sólo a mí me pertenece la venganza, dice el Señor_”[726]. - -Y por todas partes y siempre, la misma conclusión: el amor. Tolstoi, -que ambicionaba fundar un arte para todos los hombres, alcanzó desde el -primer momento la universalidad. Su obra ha tenido, en el mundo entero, -un éxito que no puede cesar nunca, porque está depurada de todos los -elementos perecederos del arte; ya en ella no hay más que lo eterno. - - - EL PODER DE LAS TINIEBLAS - -_El Poder de las Tinieblas_ no se levanta hasta esa augusta simplicidad -de corazón; ni lo pretende, porque es el otro filo de la espada. A -una parte, el ensueño del amor divino; a la otra, la atroz realidad. -Se puede apreciar, al leer este drama, si la fe de Tolstoi y su amor -al pueblo fueron alguna vez capaces de hacerlo idealizar al pueblo y -traicionar la verdad. - -Tolstoi, tan torpe en la mayor parte de sus ensayos dramáticos[727], -se levanta en esta ocasión a la maestría. Los caracteres y la acción -están planteados con facilidad: el guapo Nikita, la pasión arrebatada y -sensual de Anisia, la bonhomía cínica de la vieja Matrena, que oculta -maternalmente el adulterio de su hijo, y la santidad del viejo Akim, el -tartamudo, dios viviente en un cuerpo ridículo. Después, la caída de -Nikita, débil y sin maldad, pero hundido en el pecado, rodando hasta -el fondo del crimen, a pesar de sus esfuerzos para detenerse sobre la -pendiente: su madre y su hermana lo arrastran. - -_Los mujiks no valen mucho; pero ¡las babas! ¡Bestias! Ellas no tienen -miedo de nada... ¡Vosotras, hermanas, sois millones de rusas, y sois -todas ciegas como los topos, no sabéis nada, no sabéis nada!... El -mujik, por lo menos, puede aprender alguna cosa en la taberna, o ¿quién -sabe? en la prisión o en el cuartel; pero la baba... ¿Cómo? Ella no -ha visto nada ni oído nada. Muere lo mismo que ha crecido... Son como -los perritos ciegos, que van corriendo y dan con la cabeza en las -inmundicias. No saben más que sus tontas canciones: “Ho-ho”... ¡Y qué! -¿Ho-ho?... No saben nada_[728]. - -En seguida, la escena terrible del asesinato del niño recién nacido. -Nikita no quiere matarlo. Anisia, que por él ha asesinado a su marido -y cuyos nervios son desde entonces torturados por el crimen, se vuelve -feroz, loca, lo amenaza con acusarlo; grita: - -_Al menos, ya no estaré sola. Él también será un asesino. ¡Qué sepa lo -que es eso!_ - -Nikita aplasta al niño entre dos leños. En medio de su crimen, huye -espantado, amenaza de muerte a Anisia y a su madre, solloza, suplica: - -_¡Mamacita, ya no puedo más!_ - -Cree oír que el niño asesinado grita. - -_¿Dónde salvarme?..._ - -Es ésta una escena de Shakespeare. Menos salvaje y más angustiosa -todavía es la variante del acto IV, el diálogo de la muchacha y del -viejo criado, que solos en la casa, en la noche, oyen, adivinan el -crimen que se consuma afuera. - -Al fin, la expiación voluntaria. Nikita, acompañado de su padre, el -viejo Akim, se presenta descalzo, en una boda; se arrodilla, pide -perdón a todos, se acusa de todos sus crímenes. El viejo Akim lo -alienta, lo mira con una extática sonrisa de dolor: - -_¡Dios! ¡Oh, he aquí a Dios!_ - -Lo que da al drama un sabor de arte muy especial es el lenguaje -campesino. - -“He despojado mis cuadernos de apuntes de sus notas para escribir _El -Poder de las Tinieblas_”, decía Tolstoi a Paul Boyer. - -Estas imágenes imprevistas, brotadas del alma lírica y burlona del -pueblo ruso, tienen un numen y un vigor que, junto a ellas, todas las -imágenes literarias palidecen. Tolstoi se deleitaba con ellas; se -palpa que el artista se divertía, al escribir su drama, con anotar -estas expresiones y estos pensamientos, cuyo lado cómico no podía -escaparle[729] en tanto que se desolaba el apóstol ante las tinieblas -del alma. - - - LA MUERTE DE IVÁN ILICH - -Mientras observaba al pueblo y dejaba caer en su noche un rayo de luz -de la altura, Tolstoi consagraba a la noche aun más sombría de las -clases ricas y burguesas, dos novelas trágicas. Se advierte que la -forma teatral domina en esta época su pensamiento artístico. _La Muerte -de Iván Ilich_ y _La Sonata a Kreutzer_ son dos verdaderos dramas -interiores ocultos, concentrados, y, en _La Sonata_, es el héroe mismo -del drama quien lo narra. - -_La Muerte de Iván Ilich_ (1884-86) es una de las obras rusas que -más hondamente han conmovido al público francés. Hacía yo notar, al -principio de este estudio, cómo fuí testigo del pasmo causado por estas -páginas en unos lectores burgueses, de provincia francesa, que parecían -indiferentes al arte. Y es que la obra pone en escena, con una verdad -inquietante, un tipo de esos hombres medios, funcionarios concienzudos, -vacíos de sentimientos religiosos, de ideales y casi de pensamientos, -que se absorben en sus funciones, en su vida maquinal, hasta la hora de -la muerte, en la cual con espanto se dan cuenta de que no han vivido. -Iván Ilich es el representante de esta burguesía europea de 1880 que -leyó a Zolá, que va a escuchar a Sarah Bernhardt, y que, sin tener -ninguna fe, no es ni siquiera irreligiosa, porque ni siquiera quiere -darse la pena de creer o de no creer; no piensa nunca en eso. - -Por la violencia de la requisitoria, a la vez áspera y casi burlesca, -contra el mundo y sobre todo contra el matrimonio, _La Muerte de Iván -Ilich_, abre una serie de obras nuevas, anuncia las pinturas aun más -feroces de _La Sonata a Kreutzer_ y de _Resurrección_. Vacío lamentable -y risible de esta vida (como de ella hay millares y millares), con sus -ambiciones grotescas, sus pobres ambiciones de amor propio, que no -producen ningún placer, “nada más que pasar la velada frente a frente -con su mujer”, los disgustos del oficio, las injusticias que agrian -el humor, la verdadera felicidad: el whist. Y esta vida ridícula la -pierde por una causa más ridícula todavía, al caer de una escalera, -un día que Iván quiso colgar una cortina en la ventana del salón. -Mentira de la vida, mentira de las enfermedades, mentira del médico -lleno de salud que no se ocupa más que de sí mismo, mentira de la -familia, a quien disgusta la enfermedad, mentira de la esposa que -afecta consagración y calcula ya cómo vivirá cuando el marido haya -muerto. Universal mentira, a la cual se opone, única, la verdad de un -criado compasivo, que no trata de ocultar al moribundo su estado y que -lo auxilia fraternalmente. Iván Ilich, “lleno de una infinita piedad -hacia sí mismo”, llora su aislamiento y el egoísmo de los hombres; -sufre horriblemente hasta el día en que se da cuenta que su vida pasada -ha sido una mentira, y que esta mentira aún puede repararla. Al punto, -todo se le ilumina, una hora antes de la muerte. No piensa más en -sí mismo, piensa en los suyos y se apiada de ellos; él debe morir y -librarlos de su carga. - ---_¿Dónde estás, Dolor?--Vedle... Y bien, tú no tienes más que -persistir.--Y la muerte, ¿dónde está?...--No la encontraba; en lugar de -la muerte tenía la luz. “Todo ha concluido”, dijo alguien. Él escuchó -estas palabras y las repetía. “La muerte no existe más”, se decía._ - - - LA SONATA A KREUTZER - -Este “rayo de luz” ya no refulge en _La Sonata a Kreutzer_[730]. Es -una obra feroz, arrojada contra la sociedad como una bestia herida, -que se venga de cuanto ha sufrido. No olvidemos que es la confesión de -un bruto humano, que acaba de matar y que está infectado por el virus -de los celos. Tolstoi se esfuma detrás de su personaje; pero sin duda -se encuentran sus ideas exaltadas, en estas invectivas rabiosas contra -la hipocresía general, hipocresía de la educación de la mujer, del -amor, del matrimonio (esa “prostitución doméstica”), del mundo, de la -ciencia, de los médicos (esos “sembradores de crímenes”). Y su héroe lo -arrastra a una brutalidad de expresiones, a una violencia de imágenes -carnales, todas las ardentías de un cuerpo lujurioso, y por reacción -todos los furores del ascetismo, el miedo rencoroso de las pasiones, -la maldición contra la vida lanzada por un monje de la edad media, -encendido de sensualidad. Después de haber escrito su libro, Tolstoi -mismo se espanta: - -_Yo no pude prever, dice en su Postfacio a La Sonata a Kreutzer[731], -que una lógica rigurosa me conduciría, escribiendo esta obra, al -punto a que he llegado. Mis propias conclusiones, desde luego, me -han aterrado; quería no creerlas, pero no lo podía... He tenido que -aceptarlas._ - -Debía, en efecto, repetir, bajo una forma serena, los gritos feroces -del asesino Posdnichef contra el amor y el matrimonio: - -_Quien mira a la mujer--sobre todo a su propia mujer--con sensualidad, -comete por ese solo hecho adulterio con ella._ - -_Cuando las pasiones hayan desparecido, entonces la humanidad ya no -tendrá razón de ser, habrá cumplido la Ley, y la unión de todos los -seres estará realizada._ - -Mostrará, apoyándose en el Evangelio, según San Mateo, que “el ideal -cristiano no es el matrimonio, que no puede existir matrimonio -cristiano, que el matrimonio, desde el punto de vista cristiano, no es -un elemento de progreso sino antes de decadencia; que el amor, así como -todo lo que le precede y lo sigue, es un obstáculo para el verdadero -ideal humano...”[732] - -Pero estas ideas no habían cristalizado en él con tanta nitidez sino -hasta que brotaron de boca de Posdnichef. Como ocurre a menudo entre -los grandes creadores, la obra arrastró al autor; el artista sobrepasó -al pensador. No ha perdido nada con ello el arte. Por el vigor del -efecto, por la concentración apasionada, por el relieve brutal de -las visiones, por la plenitud y madurez de la forma, ninguna obra de -Tolstoi iguala a _La Sonata a Kreutzer_. - -Me falta explicar su título, que, a decir verdad, es falso; engaña -acerca de la obra. La música no desempeña en ella sino un papel -accesorio. Suprimid la sonata, y nada habrá cambiado. Tolstoi ha -cometido el error de mezclar dos cuestiones que tomaba muy a pecho: el -poder depravador de la música y el del amor. El demonio de la música -merecía una obra aparte; el lugar que Tolstoi le concede en esta obra -es insuficiente para demostrar el peligro que denuncia. Debo detenerme -un poco sobre este asunto, porque creo que nunca se ha comprendido cuál -era la actitud de Tolstoi con respecto a la música. - -Será preciso considerar que la amaba. No se teme sino lo que se ama. -Recuérdese el lugar que tienen los recuerdos musicales en _Infancia_, -y principalmente en _La Felicidad Conyugal_, en donde todo el ciclo -del amor, de su primavera a su otoño, se desarrolla entre frases de la -_Sonata_, _cuasi una fantasía_, de Beethoven; recuérdense también las -sinfonías maravillosas que escuchaban cantar dentro de ellos mismos -Nekhludov[733] y el pequeño Petia, la noche anterior a su muerte[734]. -Si Tolstoi había aprendido muy medianamente la música[735], le conmovía -hasta derramar lágrimas; a ella se entregó con pasión en algunas épocas -de su vida. En 1858 fundó en Moscú una sociedad musical, que vino a ser -más tarde el Conservatorio de Moscú. - -_Amaba mucho la música_, escribía su cuñado S. A. Bers. _Tocaba el -piano y era apasionado de los maestros clásicos. A veces, antes de -ponerse a trabajar_[736], _se sentaba al piano, y probablemente en él -encontraba la inspiración. Acompañaba a menudo a mi hermana menor, cuya -voz le gustaba. He advertido que las sensaciones provocadas en él por -la música estaban acompañadas de una ligera palidez del rostro y de una -mueca imperceptible que, parecía, expresaba el espanto._[737] - -Era, sin duda, el miedo que experimentaba al choque de estas fuerzas -desconocidas que lo sacudían hasta las raíces de su ser. En este mundo -de la música sentía que se fundían su voluntad moral, su razón, toda la -realidad de la vida. Que se relea, en el volumen primero de _La Guerra -y la Paz_, la escena en que Nicolás Rostov, que acaba de perder en el -juego, entra desesperado. Oye que su hermana Natacha canta, y olvida -todo. - -_Esperaba con una impaciencia febril la nota que iba a brotar, y -durante un instante, para él no había en el mundo nada fuera del compás -de tres tiempos:_ Oh mio crudele affetto! - -_¡Qué absurda existencia la nuestra, pensaba. La desventura, el dinero, -el odio, el honor, todo eso no es nada... ¡Ved aquí la verdad!... -¡Natacha, mi pequeña paloma!... Veamos si logra alcanzar el si... lo -ha alcanzado, ¡gracias, Dios mío!_ - -_Y él mismo, sin darse cuenta de que cantaba, para reforzar el si, la -acompañaba en tercera._ - -_¡Oh Dios mío, qué bello es esto! ¿Soy yo quien lo ha dado? ¡qué -felicidad! pensaba; y la vibración de su canto despertaba en su alma -todo lo que en ella había de mejor y de más puro. ¡Qué valían, junto -a esta sensación sobrehumana, su pérdida en el juego y su palabra -empeñada!... ¡Locuras! Era posible matar, robar, y sin embargo, ser -feliz_[738]. - -Nicolás no mata ni roba, y la música es apenas para él una turbación -pasajera; pero Natacha está a punto de perderse. Precisamente después -de una velada de Ópera, “en este mundo extraño, insensato, del arte, a -mil leguas de la realidad, en donde el bien y el mal, lo extravagante -y lo razonable, se mezclan y se confunden”, es cuando escucha la -declaración de Anatolio Kuraguin, que la enloquece, y cuando ella -consiente en el rapto. - -Mientras Tolstoi avanza más en edad, mayor es el miedo que tiene a la -música[739]. Un hombre que tuvo influjo sobre él, Auerbach, a quien -vió en Dresden en 1860, fortificó sin duda su prevención. “Hablaba de -la música como de un _Pflichtloser Genuss_ (una alegría desarreglada). -Según él, era una inclinación hacia la depravación”[740]. - -Entre tantos músicos depravadores, ¿por qué, pregunta Camilo -Bellaigue[741], haber escogido justamente al más puro y al más casto -de todos, a Beethoven? Porque era el más fuerte. Tolstoi lo había -amado y lo amaba todavía. Sus más lejanos recuerdos de _Infancia_ -estaban unidos a la _Sonata Patética_; y cuando Nekhludov, al final -de _Resurrección_, escucha _andante_ de la _Sinfonía en do menor_, -logra apenas retener las lágrimas; “se enternece dentro de sí mismo”. -Sin embargo, se ha visto con qué animosidad se expresa Tolstoi en -_¿Qué es el Arte?_[742] con respecto a las “obras enfermizas del sordo -Beethoven”; y ya en 1876, el encarnizamiento con el cual “quería -demoler a Beethoven y esparcir la duda acerca de su genio”, había -sublevado a Tschaikovsky y enfriado la admiración que sentía hacia -Tolstoi. _La Sonata a Kreutzer_ nos permite ver en el fondo de esta -injusticia apasionada. ¿Qué reprocha Tolstoi a Beethoven? Su fuerza. -Le ocurre como con Goethe, escuchando la _Sinfonía en do menor_, y, -conturbado por ella, reacciona con rabia contra el maestro imperioso -que lo somete a su voluntad[743]. - -_Esta música, decía Tolstoi, me transporta inmediatamente al estado -de alma en que se encontraba quien la escribió... La música debía de -ser cosa del Estado, como en China. No se debía admitir que el primer -recién llegado dispusiese de un poder hipnótico tan espantoso... Estas -cosas (el primer Presto de la Sonata), no se debería de tener permiso -de ejecutarlas sino en algunas circunstancias importantes..._ - -Y ved cómo después de esta rebeldía, cede al poder de Beethoven, -y cómo este poder es, según su propia confesión, ennoblecedor y -puro. Al escuchar el trozo de música, Posdnichef cae en un estado -indefinible, que él no puede analizar, pero cuya conciencia lo pone -alegre; los celos no tienen ya lugar en él. La mujer no está menos -transfigurada; tiene, en tanto que toca, “_una severidad de expresión -majestuosa_”, después “_una sonrisa débil, compasiva, venturosa, cuando -ha terminado_”... ¿Qué hay, en todo esto, de perverso?--Hay esto: que -el espíritu es esclavo y que la fuerza desconocida de los sonidos puede -hacer de él lo que quiera; destruirlo, si le place. - -Esto es verdad; pero Tolstoi olvida una cosa: la mediocridad o la -ausencia de vida entre la mayor parte de quienes escuchan o ejecutan la -música. La música no podrá ser peligrosa para quienes no la sienten. -El espectáculo de la Sala de Ópera durante una representación de -_Salomé_ es bastante para tranquilizar sobre la inmunidad del público -a las emociones, las más malsanas, del arte de los sonidos. Es preciso -ser rico de vida, como Tolstoi, para sufrir por esta causa. La verdad -es que, a pesar de su injusticia hiriente para Beethoven, Tolstoi -sentía más profundamente la música que la mayoría de aquéllos que -hoy la exaltan. Él, por lo menos, conocía estas pasiones frenéticas, -esta violencia salvaje que gruñe en el arte de “_Viejo Sordo_” y que -no sienten los virtuosos, ni las orquestas de hoy. Beethoven habría -estado acaso más contento con este rencor que con el amor de los -beethovenianos. - - - RESURRECCIÓN - -Diez años separan _Resurrección_ de _La Sonata a Kreutzer_;[744] diez -años que absorbe de más en más la propaganda religiosa, y otros diez -la separaron del término al cual aspiraba esta vida hambrienta de -eternidad. En cierta manera es _Resurrección_ el testamento artístico -de Tolstoi. Domina esta novela el fin de su vida, al igual que _La -Guerra y la Paz_ coronó su madurez. Es la última montaña, tal vez la -más alta--si no la más poderosa--cuya cumbre invisible[745] se pierde -en medio de la bruma. Tenía Tolstoi setenta años. Contemplaba el mundo, -su vida, sus errores pasados, su fe, sus iras santas, desde lo alto. Y -es el mismo pensamiento que en las obras precedentes, la misma guerra -a la hipocresía; pero el espíritu del artista, como en _La Guerra y -la Paz_, se mantiene por encima del asunto; a la ironía sombría, a -la tumultuosa alma de _La Sonata a Kreutzer_ y de _La Muerte de Iván -Ilich_, mezcla una serenidad religiosa, desprendida del mundo, que se -refleja en éste, exactamente. Se diría, por instantes, que se trata de -un Goethe cristiano. - -Todos los caracteres de arte que hemos señalado en las obras del -último período se encuentran aquí, y principalmente, la concentración -del relato, más sorprendente todavía en una novela extensa que en un -cuento. La obra es una, y en esto muy diferente de _La Guerra y la Paz_ -y de _Ana_ _Karenina_; casi no hay en ella digresiones episódicas: -es una sola acción, proseguida con tenacidad, y escudriñada en todos -sus detalles. El mismo vigor de retratos, pintados en su plena -complexión, que en la _Sonata_; una observación que se va haciendo más -y más lúcida, robusta, despiadadamente realista, que ve al animal en -el hombre, “la terrible persistencia de la bestia en el hombre, más -terrible esta animalidad cuanto menos se la descubre, cuanto más se -oculta tras exterioridades que pretenden ser poéticas”[746]. Estas -conversaciones de salón que tienen simplemente por objeto satisfacer -una necesidad física, “la necesidad de activar la digestión, poniendo -en movimiento los músculos de la lengua y de la garganta”[747]. -Una visión ruda de los seres que no exceptúan a nadie, ni a la -hermosa Korchaguin, “con los huesos de los codos salientes, y las -uñas largas de una pulgada”, y su escote que inspiraba a Nekhludov -“vergüenza y disgusto, disgusto y vergüenza”; ni la heroína, la -Maslova, cuya degradación para nada se recataba, su precoz usura, -su expresión viciosa y baja, su sonrisa provocativa, su aliento -alcohólico y su semblante inflamado y enrojecido. Una brutalidad de -detalle naturalista: la mujer que charla, sentada sobre el bacín. La -imaginación poética, la juventud, se han desvanecido, salvo en los -recuerdos del primer amor, cuya música os zumba con una intensidad -alucinante; la casta noche del Sábado Santo y la noche de Pascuas, el -deshielo, la neblina blanca y tan espesa “que a cinco pasos de la casa -no se veía nada, si no era una masa turbia de donde brotaba el fulgor -rojo de una lámpara”; el canto de los gallos en la noche; el arroyo -helado que estalla, zumba, se desploma y resuena como un cristal que -se rompe, y el joven que, desde afuera, mira al través de los vidrios -a la muchacha que no lo ve y está sentada cerca de la mesa, bajo el -tembloroso fulgor de una pequeña lámpara, Katucha pensativa, que sonríe -y sueña. - -El lirismo del autor no aparece. Su arte ha tomado traza más -impersonal, más apartada de su propia vida. Ha hecho Tolstoi un -esfuerzo para renovar el campo de sus observaciones. El mundo de los -criminales y el de los revolucionarios, que estudia ahora, le era -extraño;[748] penetra en él por un esfuerzo de simpatía voluntaria; -hasta conviene en que, antes de mirarlos de cerca, los revolucionarios -le inspiraban una aversión invencible[749]. Y es por ello tanto más -admirable su observación verídica, este espejo sin defectos. ¡Cuál -abundancia de tipos y de detalles precisos! ¡Y cómo todo es mirado, -bajezas y virtudes, sin dureza, sin debilidad, con una inteligencia -tranquila y una piedad fraternal!... ¡Lamentable cuadro el de las -mujeres en la prisión! Ellas son despiadadas; pero el artista es el -buen Dios, que ve, en el corazón de cada una, la ternura debajo de -la abyección, y bajo la máscara de la desvergüenza, el rostro que -llora. El puro y pálido rayo de luz que poco a poco se anuncia en el -alma viciosa de la Maslova y la ilumina a la postre en una llamarada -de sacrificios, adquiere la belleza conmovedora de uno de esos rayos -de sol que transfiguran una humilde escena de Rembrandt. Ninguna -severidad, ni aun para los verdugos. “_Perdónales, Señor, porque no -saben lo que hacen_”...Lo peor es que frecuentemente sí saben lo -que hacen, y tienen remordimientos de sus actos, y no pueden dejar -de hacerlos. Se desprende del libro el sentimiento de la abrumadora -fatalidad, que pesa sobre los que sufren tanto como sobre los que hacen -sufrir, este director de prisión, lleno de bondad natural, cansado de -su vida de carcelero, tanto como de los ejercicios de piano de su hija, -flacucha y pálida, ojerosa, que machaca incansablemente una rapsodia de -Liszt; este general, gobernador de una ciudad siberiana, inteligente -y bueno que, para escapar al insoluble conflicto entre el bien que él -quiere hacer y el mal que está obligado a hacer, se alcoholiza desde -hace treinta y cinco años, pero que permanece siempre suficientemente -dueño de sí mismo para guardar las apariencias, aun cuando esté ebrio; -y la ternura familiar que reina entre estos seres, cuyo oficio los hace -sin entrañas con respecto a los otros. - -El único de estos caracteres que no tiene una verosimilitud objetiva, -es el del héroe Nekhludov, porque Tolstoi le ha prestado sus propias -ideas. Y éste había sido ya el defecto, o el peligro, de varios de -los tipos más célebres de _La Guerra y la Paz_ y de _Ana Karenina_: -el príncipe Andrés, Pedro Besukhov, Levine, etc.; pero entonces fué -menos grave, porque los personajes se encontraban, por su situación y -su edad, más cerca del estado de espíritu de Tolstoi; mientras que en -esta vez el autor aloja en el cuerpo de un hombre de treinta y cinco -años, su alma desencarnada de anciano de setenta. No quiero decir que -la crisis moral de un Nekhludov no pueda ser verdadera, ni aun que no -pueda producirse tan súbitamente;[750] pero nada en el temperamento, -en el carácter, en la vida anterior del personaje, tal como Tolstoi lo -representa, anuncia ni explica esta crisis que, cuando ha comenzado, ya -nada la interrumpe. - -Sin duda, Tolstoi ha señalado con profundidad la liga impura que se -ha unido desde un principio a los pensamientos de sacrificio, esas -lágrimas de enternecimiento y de admiración para sí mismo, después el -espanto y la repugnancia que se apoderan de Nekhludov, al estar frente -a la realidad, pero sin que lo hagan vacilar en su resolución. Esta -crisis no tiene ninguna relación con sus crisis anteriores, violentas, -pero momentáneas[751]. Ya nada puede detener a este hombre débil e -indeciso; a este príncipe que, rico, considerado, muy sensible a las -satisfacciones mundanas, a punto de unirse a una hermosa muchacha que -lo ama y que a él no le desagrada, bruscamente resuelve abandonar -todo, riquezas, mundo, posición social, y casarse con una prostituta, -a fin de reparar una antigua falta; y su exaltación se sostiene, sin -languidecer, durante meses, resistiendo todas las pruebas, aun la -noticia de que aquélla que quiere hacer su mujer continúa su vida -libertina[752]. Hay en esto una santidad cuyo origen la perspicacia -psicológica de un Dostoievsky nos lo habría mostrado en las obscuras -profundidades de la conciencia y hasta en el organismo de sus héroes; -pero no tiene Nekhludov nada de un héroe de Dostoievsky. Es el tipo del -hombre medio, mediocre y sano, el héroe habitual de Tolstoi. En verdad, -se siente excesivamente la yuxtaposición de un personaje demasiado -real[753] a una crisis moral que pertenece a otro hombre; y el hombre -que sufre esta crisis es el anciano Tolstoi. - -La misma impresión de dualidad de elementos se advierte al fin del -libro, donde yuxtapone a una tercera parte de observación estrictamente -realista, una conclusión evangélica innecesaria, acto de fe personal, -que no emana lógicamente de la vida observada. No es ésta la primera -vez que la religión de Tolstoi se une a su realismo; pero en las obras -anteriores, los dos elementos están mejor fundidos. Aquí coexisten, -no se mezclan; y el contraste choca tanto más cuanto la fe de Tolstoi -salva toda prueba y su realismo se hace de día en día más libre y más -agudo. Hay allí rastros, no de fatiga sino de la edad; cierta rigidez, -si puedo decirlo, en las articulaciones. La conclusión religiosa no -está en el desarrollo orgánico de la obra. Es un _Deus ex machina_... -Y yo estoy convencido de que, en lo más hondo del alma de Tolstoi y a -despecho de sus afirmaciones, la fusión de sus dos diversas naturalezas -no era perfecta; su verdad de artista y su verdad de creyente. - -Pero si no tiene _Resurrección_ la armoniosa plenitud de las obras de -juventud, si por mi parte yo prefiero _La Guerra y la Paz_, no por eso -deja de ser uno de los más hermosos poemas de la compasión humana, tal -vez el más verídico. Más que al través de ninguna otra, percibo en esta -obra los ojos claros de Tolstoi, los ojos gris pálido, penetrantes, “de -mirada que va derecho al alma”[754] y que en cada alma veían a Dios. - - [Ilustración] - - - LAS IDEAS SOCIALES DE TOLSTOI - -Tolstoi no renunció nunca al arte; un gran artista no puede, aunque lo -quiera, abdicar de su razón de vivir. Puede, por causas de religión, -renunciar a publicar, pero no a escribir. No interrumpió nunca su -creación artística: Paul Boyer, que lo vió en Yasnaia Poliana en sus -últimos años, dice que llevaba adelante sus obras de evangelización o -de polémica, y las obras de imaginación; descansaba de las unas con -las otras. Cuando había terminado cualquier tratado social, cualquier -_Llamamiento a los Directores_, o a _los Dirigidos_, se concedía el -derecho de proseguir alguna de las bellas historias que se contaba a -sí mismo, como su _Hadji-Murad_, epopeya militar que canta un episodio -de las guerras del Cáucaso y de la resistencia de los montañeses bajo -Schamyl[755]. El arte continuaba siendo su descanso, su placer; pero -habría considerado como una vanidad hacer de él ostentación. Además de -su _Ciclo de Lecturas para todos los días del año_ (1904-1905)[756], en -las que reunió los _Pensamientos de diversos escritores sobre la verdad -y la vida_ (verdadera Antología de la sabiduría poética del mundo, -desde los libros santos del Oriente hasta los artistas contemporáneos), -casi todas sus obras, que propiamente es posible llamar artísticas, -a partir de 1900, han quedado en manuscritos[757]. En cambio, audaz, -ardientemente, lanzaba sus escritos polémicos y místicos a la batalla -social. De 1900 a 1910, esta batalla absorbió lo mejor de sus fuerzas. -Atravesaba Rusia por una crisis formidable, en la cual, por instantes, -parecía que el imperio de los zares crujía en sus cimientos y estaba -a punto de desplomarse. La guerra ruso-japonesa, el desastre que -siguió, la agitación revolucionaria, los motines en el ejército y -en la marina, los asesinatos, los disturbios agrarios, parecía que -señalaban “el fin de un mundo”, como dice el título de una obra de -Tolstoi. La culminación de la crisis ocurrió entre 1904 y 1905, y -Tolstoi publicó entonces una serie de obras que tuvieron resonancia: -_Guerra y Revolución_[758], el _Gran Crimen_, el _Fin de un Mundo_. -Durante este último período de diez años ocupó una situación única, -no solamente en Rusia, sino en todo el universo. Estaba solo, extraño -a todos los partidos, a todas las patrias y arrojado de su Iglesia, -que lo excomulgó[759]; la lógica de su razón, la intransigencia de su -fe, “lo han constreñido a este dilema: separarse de los demás hombres -o separarse de la verdad”. Recordó el proverbio ruso: “un viejo que -miente es un rico que roba”, y se separó de los hombres para decir la -verdad. La dijo toda entera y a todos. El viejo cazador de mentiras -continuó batiendo infatigablemente todas las supersticiones religiosas -o sociales, todos los fetichismos; no sólo estuvo contra los antiguos -poderes malhechores, la Iglesia perseguidora y el zarismo autócrata; -antes tal vez se suaviza un poco contra ellos, ya que todo el mundo -les arrojaba piedras. ¡Ahora se les conocía: ya no eran tan temibles! -Y después de todo ese era su oficio, no engañaban a nadie. La carta de -Tolstoi al czar Nicolás II[760] está, en su verdad sin disfraces para -el soberano, llena de dulzura para el hombre, a quien llama “su querido -hermano” y a quien ruega “lo perdone si lo ha molestado sin querer”; y -firmó: “Vuestro hermano que os desea la verdadera felicidad”. - -Lo que Tolstoi no perdonaba, lo que denunciaba con virulencia, eran las -nuevas mentiras, no las antiguas que ya habían sido sacadas a la luz. -Ya no el despotismo, sino la ilusión de la libertad; y no se sabe a -quienes odiaba más, entre los sectarios de los nuevos ídolos, si a los -socialistas o a los “liberales”. - -Tenía para los liberales una antipatía de fecha lejana. Repentinamente -la había resentido cuando, oficial de Sebastopol, se encontró en el -cenáculo de los hombres de letras de San Petersburgo. Esta había sido -una de las causas de sus dificultades con Turguenef. El aristócrata -orgulloso, el hombre de rancio linaje, no podía soportar a estos -intelectuales y su pretensión de llegar a hacer, por voluntad o por -fuerza, la felicidad de la nación, imponiéndole sus utopías. Muy ruso -y de vieja cepa[761], desconfiaba de las novedades liberales, de las -ideas constitucionales que llegaban del Occidente; y sus dos viajes a -Europa no hicieron más que fortalecer su prevención. Al regreso del -primer viaje escribía: - -_Evitar la ambición del liberalismo_[762]. - -Y al retorno del segundo, anotaba que “la sociedad privilegiada” no -tiene ningún derecho para educar a su manera al pueblo que le es -extraño[763]... - -Ampliamente expone en _Ana Karenina_ su desdén hacia los liberales. -Levine rehúsa asociarse a la obra de las instituciones provinciales -para la instrucción del pueblo, y a las innovaciones que están a la -orden del día. El cuadro de las elecciones para la asamblea provincial -de los señores, muestra el comercio de engaños a que se entrega un -país, al substituir su antigua administración conservadora por una -administración liberal. Nada ha cambiado, pero hay una mentira más que -no tiene ni la excusa ni la consagración de los siglos. - -“No valemos quizá gran cosa, dice el representante del antiguo régimen; -pero hemos durado en el gobierno no menos de mil años”. - -Tolstoi se indigna contra el abuso que los liberales hacen de las -palabras: “_Pueblo, Voluntad del Pueblo_...”. ¡Ah! ¿Qué saben ellos del -pueblo? ¿Qué es el pueblo? - -Y fué sobre todo en las épocas en que el movimiento liberal parecía -a punto de triunfar y se convocaba a la primera Duma, cuando Tolstoi -expresó violentamente su reprobación de las ideas constitucionales: - -_En estos últimos tiempos la deformación del cristianismo ha dado -lugar a una nueva superchería, que ha hundido más a nuestros pueblos -en el servilismo. Con la ayuda de un sistema complejo de elecciones -parlamentarias, se les ha sugerido que al elegir a sus representantes -directamente, participan en el gobierno, y que, obedeciéndolos, -obedecen a su propia voluntad, son libres. Esta es una trapacería. El -pueblo no puede expresar su voluntad, ni aún con el sufragio universal: -primero, porque semejante voluntad colectiva de una nación de varios -millones de habitantes, no puede existir; y segundo porque aun cuando -existiera, la mayoría de votos no sería su expresión. Sin insistir en -el hecho de que los elegidos legislan y administran, no para el bien -general, sino para mantenerse en el poder, sin hacer hincapié en el -hecho de la depravación del pueblo debida a la presión y corrupción -electorales, esta mentira es particularmente funesta, en razón de -la presuntuosa esclavitud en que caen quienes a ella se someten... -Estos hombres libres recuerdan a los prisioneros, que se imaginan -gozar de libertad, cuando tienen el derecho de elegir entre ellos a -los carceleros encargados de la policía interior de la prisión... Un -miembro de un Estado despótico puede ser enteramente libre, aun entre -las más crueles violencias; pero un miembro de un Estado constitucional -es siempre esclavo, porque reconoce la legalidad de las violencias -cometidas contra él... ¡Y he aquí que se querría llevar al pueblo ruso -al mismo estado de esclavitud constitucional que los otros pueblos -europeos!..._[764] - -Dominaba el desdén en su alejamiento del liberalismo. Frente al -socialismo estaba o más bien estaría su odio, si Tolstoi no se hubiera -prohibido todo sentimiento de odio. Lo detestaba doblemente, porque el -socialismo amalgama en sí dos mentiras: la de la libertad y la de la -ciencia, pues ¡no pretende fundarse en no sé cuál ciencia económica, -cuyas leyes absolutas rigen el progreso del mundo! - -Tolstoi era muy severo para la ciencia. Tiene páginas de una ironía -terrible sobre esta superstición moderna y “estos fútiles problemas: -origen de las especies, análisis espectral, naturaleza del radio, -teoría de los números, animales fósiles y otras fruslerías, a las -cuales se atribuye ahora la misma importancia que se atribuyó, en -la edad media, a la Inmaculada Concepción y a la Dualidad de la -Substancia”. Se mofa de “estos servidores de la ciencia que, al igual -que los servidores de la Iglesia, se persuaden y persuaden a los demás -de que salvan a la humanidad; que, lo mismo que la Iglesia, creen en -la propia infalibilidad, no están de acuerdo entre ellos mismos, se -dividen en parroquias, y que, lo mismo que la Iglesia, son la principal -causa de la grosería, de la ignorancia moral, del atraso que el hombre -mismo pone para emanciparse del mal que sufre: porque han rechazado la -única cosa que podía unir a la humanidad, la conciencia religiosa”[765]. - -Pero su inquietud se redobló y su indignación estallaba al contemplar -esta arma peligrosa del nuevo fanatismo en manos de aquéllos que -pretenden regenerar a la humanidad. Todo revolucionario que recurre -a la violencia, lo entristecía; pero el revolucionario intelectual y -teórico le causaba horror, porque lo miraba como a un pedante asesino, -una alma orgullosa y seca, que no ama a los hombres, que sólo ama sus -ideas[766]. Bajas ideas, desde luego. - -_El socialismo se propone por fin la satisfacción de las necesidades -más bajas del hombre: su bienestar material. Y aun este mismo fin es -impotente para alcanzarlo por los medios que preconiza_[767]. - -En el fondo, carece de amor. No tiene sino el odio para los opresores y -“una envidia negra de la vida dulce y satisfecha de los ricos, avidez -de las moscas que se reúnen alrededor de las deyecciones”[768]. Cuando -el socialismo haya vencido, el aspecto del mundo será terrible. La -horda europea se desencadenará sobre los pueblos débiles y salvajes con -una fuerza temible, y de ellos hará esclavos, a fin de que los antiguos -proletarios de Europa puedan tranquilamente depravarse por el lujo -ocioso, como los romanos[769]. - -Felizmente la parte mejor del socialismo se gastaba en humo, en -discursos como los de M. Jaurés... - -_¡Qué admirable orador! De todo hay en sus discursos, y no hay nada... -El socialismo es en parte como nuestra ortodoxia rusa: la apuráis, -la arrojáis hasta sus últimas trincheras, creéis haberla apresado y, -bruscamente, se vuelve y os dice: “¡Vamos! No soy quien creéis, soy -otra” y se os desliza entre las manos... ¡Paciencia! Dejemos que el -tiempo obre. Pasará con las teorías socialistas como con las modas de -las mujeres, que van muy rápidamente del salón a la cocina_[770]. - -Si Tolstoi hacía la guerra a los liberales y a los socialistas, no -era, como pudiera creerse, para dejar el campo libre a la autocracia; -sino por lo contrario, para que la batalla se librara en toda su -amplitud entre el viejo mundo y el nuevo, después que se hayan -eliminado de los ejércitos los elementos perniciosos y peligrosos. -Porque también creía en la Revolución; pero su Revolución tiene -envergadura muy distinta que la de los revolucionarios: es la de un -creyente místico de la edad media que espera para mañana, tal vez para -hoy, el reino del Espíritu Santo: - -_Creo que en esta hora precisa comienza la gran revolución que se -prepara hace dos mil años en el mundo cristiano, la revolución que -substituirá, al cristianismo corrompido y al régimen de dominación que -de él se deriva, el verdadero cristianismo, base de la igualdad entre -los hombres y de la verdadera libertad, a la cual aspiran todos los -seres dotados de razón_[771]. - -¿Cuál hora eligió el vidente profético, para anunciar la nueva era -de felicidad y de amor? La hora más sombría de Rusia, la hora de los -desastres y de las vergüenzas, ¡oh poder soberbio de la fe creadora! -¡Todo es luz en torno de ella, hasta la noche! Tolstoi percibe en la -muerte los signos de la renovación: en las calamidades de la guerra -de Manchuria, en el desastre de los ejércitos rusos, en la horrible -anarquía y en la sangrienta lucha de clases. Su lógica de ensueño -extraía de la victoria del Japón esta conclusión sorprendente: que -Rusia se desinteresará de toda guerra, porque los pueblos no cristianos -tendrán siempre la ventaja, en la guerra, sobre los pueblos cristianos -“que han franqueado ya la fase de sumisión servil”. ¿Es ésta una -abdicación para su pueblo? No; es un orgullo supremo. Rusia debe -desinteresarse de toda guerra, porque ella debe de realizar la _gran -revolución_. - -_La Revolución de 1905, que emancipará a los hombres de la opresión -brutal, ha de comenzar en Rusia. Ya comienza._ - -¿Por qué la Rusia debe desempeñar este papel de pueblo elegido? -Porque la nueva revolución debe, ante todo, reparar el _gran -Crimen_, el monopolio del suelo en provecho de algunos millares de -ricos, la esclavitud de millones de hombres, la más cruel de las -esclavitudes[772]. Y porque ningún pueblo tiene conciencia de esta -iniquidad tanto como el pueblo ruso[773]. - -Y sobre todo, porque el pueblo ruso es, de todos los pueblos, el más -penetrado por el verdadero cristianismo y porque la revolución que -viene debe realizar, en nombre de Cristo, la ley de unión y de amor. -Ahora bien, esta ley de amor no puede realizarse si no se apoya sobre -la ley de la no-resistencia al mal[774]. Y esta no-resistencia al mal -(fijémonos bien, nosotros que cometemos el error de ver en ella una -utopía particular a Tolstoi y a algunos soñadores) es y ha sido siempre -un rasgo esencial del pueblo ruso. - -_El pueblo ruso ha observado siempre, con respecto al poder, una -actitud muy distinta que los otros pueblos europeos. Nunca ha entrado -en lucha con el poder, y nunca, principalmente, ha participado en él. -Por consecuencia, no ha podido mancharse con él; lo ha considerado -como un mal que se puede evitar. Una antigua leyenda representa a los -rusos haciendo un llamamiento a los “variagues” para que vinieran a -gobernarlos. La mayoría del pueblo ruso ha preferido siempre soportar -los actos de violencia que contestarlos violentamente o ser cómplice de -ellos. Se ha sometido siempre..._ - -Sumisión voluntaria, que ninguna relación tiene con la obediencia -servil[775]. - -_El verdadero cristiano puede someterse, hasta le es imposible no -someterse sin lucha a toda violencia; pero no podrá obedecerla, es -decir, reconocer en ella legitimidad_[776]. - -En el momento en que Tolstoi escribía estas líneas, se encontraba bajo -la emoción de uno de los más trágicos ejemplos de esta no-resistencia -heroica de un pueblo, la sangrienta manifestación del 22 de enero de -1905, en San Petersburgo, en la cual una multitud desarmada, conducida -por el “pope” Gapon, se dejó fusilar, sin un grito de odio, sin un -gesto de defensa. - -Desde hacía largo tiempo, en Rusia, los viejos creyentes, a quienes -se llamaba sectarios, practicaban obstinadamente y a pesar de las -persecuciones, la no-obediencia al Estado y rehusaban reconocer la -legitimidad del poder[777]. Con lo absurdo de la guerra ruso-japonesa, -no tuvo este estado de espíritu dificultad para propagarse entre -el pueblo de los campos. Las negativas para el servicio militar se -multiplicaron, y mientras más cruelmente fueron reprimidas, más aumentó -la rebeldía en el fondo de los corazones. Por otra parte, provincias, -razas enteras, que no conocían a Tolstoi, habían dado el ejemplo de una -negativa absoluta y pasiva de obediencia al Estado: los “dukhobors” -del Cáucaso, desde 1898; los georgianos de la Guría, hacia 1905. Menos -acción tuvo Tolstoi sobre estos movimientos, que la que ellos tuvieron -sobre él; y el interés de sus escritos está precisamente en que, a -despecho de lo que han pretendido los escritores del partido de la -revolución, como Gorki[778], él encarnó la voz del viejo pueblo ruso. - -La actitud que guardó con respecto a los hombres que ponían -en práctica, con peligro de sus vidas, los principios que él -profesaba[779], fué muy modesta y muy digna. No pretendió presentarse -como maestro que enseña ni ante los “dukhobors” y los “gurianos”, ni -ante los soldados refractarios. - -_Aquél que no soporta ninguna prueba no puede enseñar nada a quien sí -sabe soportarlas_[780]. - -Imploró “el perdón de todos aquéllos a quienes sus palabras o sus -escritos pudieron conducir al dolor”[781]. Nunca arrastró a nadie a -rechazar el servicio militar, porque en esto toca a cada cual decidir -por sí mismo. Si tropezó con alguno que vacilara “le aconsejó siempre -entrar al servicio y no rehusar la obediencia, en tanto que esto no -le fuera moralmente imposible”; porque si se vacila, es que no se ha -alcanzado la madurez, y, “más vale que haya un soldado más y no un -hipócrita o un renegado, que es el caso de quienes emprenden obras -que están por encima de sus fuerzas”[782]. Desconfió de la resolución -del refractario Gontcharenko; temía “que este joven hubiera sido -arrastrado más bien por el amor propio y por la vanagloria que por -el amor de Dios”[783]. A los “dukhobors” escribía que no persistieran -en su resistencia a la obediencia, por orgullo y por respeto humanos; -pero, “si son de ello capaces, que libren de los sufrimientos a sus -débiles mujeres y a sus hijos. Nadie los condenará por esto”. No debían -obstinarse, salvo el caso “que el espíritu de Cristo hubiese llegado a -ellos, porque entonces serían felices de sufrir”[784]. Y en todo caso, -suplicaba a aquéllos que se hacían perseguir, “no rompiesen, por ningún -precio, sus relaciones afectuosas con quienes los perseguían”[785]. Es -necesario, como dice en una hermosa carta a un amigo, amar a Herodes: - -_Decís: “No es posible amar a Herodes”. Lo ignoro, pero reconozco, y -vos también, que es necesario amarlo. Sé, y vos lo sabéis, que si yo no -amo, sufro, pues sin amar en mí no hay vida_[786]. - -Divina pureza, ardor incansable de este amor, que acaba por no -contentarse ya ni con las palabras mismas del Evangelio: “_Ama a tu -prójimo como a ti mismo_”, porque todavía en esto encuentra un relente -de egoísmo[787]. - -¡Amor tan vasto--creen algunos--y tan desprendido de todo egoísmo -humano se diluye en el vacío! Y sin embargo, ¿quién, más que Tolstoi, -desconfía del _amor abstracto_? - -_El más grande pecado de hoy, el amor abstracto de los hombres, el amor -impersonal hacia quienes existen en alguna parte, lejos... ¡Amar a los -hombres a quienes no se conoce, a quienes no se verá nunca, es bien -fácil! No impone necesidad de ningún sacrificio; y, al mismo tiempo, -¡se siente uno tan contento de ello! La conciencia es burlada. No; es -necesario amar al prójimo, aquél a quien vemos y que nos molesta_[788]. - -Leo en la mayor parte de los estudios sobre Tolstoi que su filosofía y -su fe no son originales. Es verdad: la belleza de estos pensamientos -es demasiado eterna para que pueda parecer nunca como una novedad a la -moda... Otros señalan su carácter utópico y esto también es verdad: -son utópicos, como el Evangelio. Un profeta es un utopista; vive aquí -abajo la vida eterna; y que esta aparición nos haya sido concedida, que -hayamos visto entre nosotros al último profeta; que el más grande de -nuestros artistas haya tenido esta aureola sobre la frente; esto, me -parece, es un hecho más original y de importancia más grande para el -mundo que una religión más o una filosofía nueva. ¡Ciegos quienes no -ven el milagro de esta gran alma, encarnación del amor fraternal en un -siglo y un pueblo ensangrentados por el odio! - - - SU SEMBLANTE HABÍA TOMADO LOS RASGOS DEFINITIVOS - -Su semblante había tomado los rasgos definitivos con los cuales -perdurará en la memoria de los hombres: la amplia frente surcada por -el arco de una doble arruga, la blanca maleza de las cejas, la barba -de patriarca que recuerda al Moisés de Dijón. El rostro envejecido -se dulcificó, adquiriendo una expresión de ternura; tenía el sello -de la enfermedad, de la melancolía, de la bondad afectuosa. ¡Qué -diferencia de la brutalidad casi animal de cuando tuvo veinte años, y -de la fealdad estirada del soldado de Sebastopol! Pero sus ojos claros -conservaban siempre su profunda fijeza, la lealtad de mirada que no -oculta nada de sí mismo y a la cual nada se le oculta. - -Nueve años antes de su muerte, en la respuesta al Santo Sínodo (17 de -abril de 1901), Tolstoi decía: - -_Debo a mi fe vivir en la paz y la alegría, y también poder, en la -alegría y la paz, encaminarme hacia la muerte._ - -Pienso, escuchándolo, en la antigua sentencia: - -“_Que no se debe llamar feliz a ningún hombre antes de que haya -muerto_”. - -Esta paz y esta alegría, que entonces se alababa de poseer, ¿le fueron -fieles? - -Las esperanzas de la “gran Revolución” de 1905 se habían desvanecido. -De las tinieblas acumuladas, no brotó la luz; a las convulsiones -revolucionarias sucedió el agotamiento; no cambió nada de la antigua -injusticia, sino era la miseria, todavía más recrudecida. Ya en 1905 -Tolstoi había perdido un poco la confianza en la vocación histórica del -pueblo eslavo de Rusia; y su fe obstinada buscaba, a lo lejos, otros -pueblos, a los cuales pudiese investir con esta misión. Pensó entonces -en el “sabio y grande pueblo chino”; creía que “los pueblos del Oriente -están llamados a recobrar la libertad que los pueblos de Occidente -han perdido casi sin remedio”, y que la China, a la cabeza de los -asiáticos, realizaría la transformación de la humanidad sobre la vía -del _Tao_, de la Ley Eterna[789]. - -Esperanza que pronto fracasó. La China de Lao-Tsé y de Confucio reniega -de su pasada sabiduría, como ya antes que ella lo había hecho el Japón, -para imitar a Europa[790]. Los “dukhobors”, perseguidos, han emigrado -al Canadá, se han instalado allá, y bien pronto, con escándalo para -Tolstoi, han restaurado la propiedad[791]. Los “gurianos”, apenas -emancipados del yugo del Estado, se han entregado a matar a quienes -no pensaban como ellos; y las tropas rusas, llamadas a intervenir, -los han hecho volver al orden. Y hasta los judíos, ellos, “cuya -patria hasta entonces, la más bella que pudo desear el hombre, era -el Libro”[792], no dejan de caer en la enfermedad del sionismo, ese -movimiento falsamente nacional “que es carne de la carne del europeísmo -contemporáneo, su hijo raquítico”[793]. - -Tolstoi estaba triste, pero no desalentado. Confiaba en Dios; creía en -el porvenir: - -_Esto sería perfecto, si fuera posible hacer crecer un bosque en un -abrir y cerrar de ojos. Desgraciadamente es imposible, es necesario -esperar a que la simiente germine, que dé vástagos, luego las hojas y -después el tallo, que se transforme al fin en árbol_[794]. - -Pero se necesita de muchos árboles para hacer una floresta, y Tolstoi -estaba solo. Glorioso, pero solo. Se le escribía del mundo entero, -de los países mahometanos, de la China, del Japón, donde se tradujo -_Resurrección_ y donde se propagaban sus ideas sobre la “restitución -de la tierra al pueblo”[795]. Los periódicos americanos publicaban -entrevistas con él; los franceses le consultaban sobre el arte, o -sobre la separación de las iglesias y el Estado[796]. Pero no tenía -siquiera trescientos discípulos, y en ello convenía, aparte de que no -había cuidado de formarlos. Rechazaba las tentativas de sus amigos, -para formar grupos tolstoianos: - -_No es necesario ir al encuentro el uno del otro, sino ir todos hacia -Dios. Decís: “Reunidos, esto es más fácil...”. ¿Qué? Para sembrar, para -cosechar, sí; pero sólo es dable acercarse a Dios aisladamente... Me -represento al mundo como un inmenso templo en el cual la luz desciende -de lo alto y en medio justamente. Para reunirse, todos deben ir -hacia la luz. Allá, todos nosotros, venidos de diversas partes, nos -encontramos reunidos con hombres que no esperábamos; en esto está la -alegría_[797]. - -¿Cuántos se encontraron juntos bajo el rayo de luz que cae de la -cúpula? ¡qué importa! Basta uno solo, con Dios. - -_Lo mismo que una materia en combustión puede, sola, comunicar el fuego -a otras materias, basta sólo con la verdadera fe y la verdadera vida de -un hombre para comunicarse con otros hombres y esparcir la verdad_[798]. - -Tal vez; pero ¿hasta qué punto esta fe aislada pudo asegurar la -felicidad a Tolstoi? ¡Qué lejos estaba, en sus últimos días, de la -serenidad voluntaria de un Goethe! Se diría que huía de la serenidad y -que le era antipática. - -_Es necesario dar gracias a Dios de estar descontento con uno mismo. -¡Ojalá pueda uno estarlo siempre! El desacuerdo de la vida con lo -que debería ser, es precisamente el signo de la vida, el movimiento -ascendente de lo más pequeño a lo más grande, de lo peor a lo mejor. Y -este desacuerdo es la condición del bien. Cuando el hombre permanece -tranquilo y satisfecho de sí mismo, esto es un mal_[799]. - -E imaginaba este asunto de novela, que muestra curiosamente cómo la -inquietud persistente de un Levine o de un Pedro Besukhov no había -muerto en él. - -_Me represento a menudo a un hombre educado en los círculos -revolucionarios, y, desde luego, revolucionario, después populista, -socialista, ortodoxo, monje en Monte Athos, y en seguida ateo, buen -padre de familia y a la postre “dukhobor”. Comienza todo, y sin cesar -abandona todo: los hombres se burlan de él; no ha hecho nada y muere -olvidado, en un hospicio. Al morir piensa que ha despilfarrado su -vida... Y, sin embargo, es un santo_[800]. - -¿Tenía, pues, aún dudas, él, tan lleno de su fe? ¿Quién lo sabe? En un -hombre que ha permanecido robusto de cuerpo y de espíritu, hasta en -su vejez, la vida no podía detenerse en un punto del pensamiento. Era -necesario que avanzara. - -_El movimiento es la vida_[801]. - -Muchas cosas debieron de haber cambiado en él, en el curso de los -últimos años. ¿No se había modificado su opinión con respecto a los -revolucionarios? ¿Quién puede decir si su fe en la no-resistencia -al mal, no había sido un poco quebrantada?... Ya en _Resurrección_, -las relaciones de Nekhludov con los condenados políticos cambian -completamente sus ideas sobre el partido revolucionario ruso. - -_Hasta entonces sentía aversión por sus crueldades, su disimulo -original, sus atentados, su suficiencia, la satisfacción que de sí -mismos tenían y su insoportable vanidad. Pero cuando los ve de más -cerca, cuando ve cómo eran tratados por la autoridad, comprende que no -podían ser de otra manera._ - -Y admiró su alta idea del deber, que implica el sacrificio total. - -Pero desde 1900 la ola revolucionaria se había extendido; habiendo -partido de los intelectuales, ganaba al pueblo y removía obscuramente -a millares de miserables. La vanguardia de su ejército amenazador -desfilaba bajo la ventana de Tolstoi, en Yasnaia Poliana. Tres -narraciones, publicadas en el _Mercure de France_[802], y que se -cuentan entre las últimas páginas escritas por Tolstoi, dejan entrever -el dolor y la inquietud que este espectáculo arrojaba en su espíritu. -¿Dónde quedó el tiempo en el cual, por la campiña de Tula, pasaban -los peregrinos, sencillos de espíritu y piadosos? Ahora, era una -invasión de vagabundos hambrientos, que aumentaba cada día. Tolstoi, -que conversaba con ellos, estaba sorprendido del odio que los animaba: -ya no veían, como en otro tiempo, en los ricos, a “gentes que hacen -la salud de sus almas, distribuyéndoles limosnas, sino a bandidos, a -bandoleros que beben la sangre del pueblo trabajador”. Muchos de ellos -son gentes instruidas, arruinadas, a dos dedos de la desesperación que -hace al hombre capaz de todo. - -_Ya no es en los desiertos y los bosques, sino en los antros de las -ciudades y en los grandes caminos donde se levantan los bárbaros que -harán de la civilización moderna lo que los hunos y los vándalos -hicieron de la antigua._ - -Así hablaba Henry George; y Tolstoi agrega: - -_Los vándalos están ya prestos en Rusia, y serán particularmente -terribles entre nuestro pueblo, profundamente religioso, porque -nosotros no conocemos los frenos de las conveniencias y de la opinión -pública, que tan desarrolladas están entre los pueblos europeos._ - -Tolstoi recibía frecuentemente cartas de estos rebeldes, protestando -contra sus doctrinas de la no-resistencia, y diciendo que a todo el -mal que los gobernantes y los ricos hacían al pueblo sólo se podía -responder: ¡venganza! ¡venganza! ¡venganza! ¿Los condenaba aún Tolstoi? -Se ignora. Pero cuando veía, algunos días después, en su aldea, -despojar a los pobres, que lloraban, del “samovar y de las ovejas”, -delante de las autoridades indiferentes, sentía la necesidad, él -también, de lanzar el grito de venganza contra los verdugos, contra -“estos ministros y sus acólitos, que están entregados al comercio de -aguardientes, o a enseñar a los hombres a asesinar, o a pronunciar -sentencias de deportación, de presidio, trabajos forzados o de horca; -estas gentes, perfectamente convencidas de que los ‘samovares’, -las ovejas, los becerros, las telas que se quita a los miserables, -encuentran su mejor empleo en la destilación del aguardiente que -envenena al pueblo, en la fabricación de las armas asesinas, en -la construcción de prisiones, de mazmorras, y sobre todo en la -distribución de sueldos entre ellos y sus ayudantes”. - -Estaba triste, cuando había vivido toda su vida en la espera y -anunciando el reinado del amor, de tener que cerrar los ojos entre esas -visiones amenazadoras, sintiendo inquietud por ellas. Más todavía: -cuando se tiene la verídica conciencia de un Tolstoi, debía confesarse -que realmente no había puesto de acuerdo su vida con sus principios. - -Tocamos, en esta parte, al punto más doloroso de sus últimos años -(¿será necesario decir, de sus últimos treinta años?), y apenas nos -está permitido rozarles con una mano piadosa y tímida, porque este -dolor, para el cual se esforzó Tolstoi en guardar secreto, no pertenece -solamente a quien ha muerto, sino también a los que viven, que él amó y -que lo amaban. - -No había llegado a comunicar su fe a aquéllos que le eran más amados, -su mujer y sus hijos. Se ha visto que la fiel compañera, que compartía -valientemente con él su vida y sus trabajos artísticos, sufría al mirar -cómo había renegado de su fe en el arte por otra fe moral, que ella no -comprendía. Tolstoi no dejaba de sufrir, sintiéndose incomprendido de -su mejor amiga. - -_Siento en todo mi ser_, escribía a Teneromo, _la verdad de estas -palabras: que el marido y la mujer no son seres distintos, pero tampoco -forman uno solo... Querría ardientemente poder transmitir a mi mujer -una parte de esta conciencia religiosa, que me da la posibilidad de -poder elevarme frecuentemente por encima de los dolores de la vida. -Espero que a ella le será transmitida, no por mí, sin duda, pero sí -por Dios, aun cuando esta conciencia no sea nada accesible a las -mujeres_[803]. - -No parece que este voto haya sido escuchado. La condesa Tolstoi -admiraba y amaba la pureza de corazón, el cándido heroísmo, la bondad -de la gran alma “que formaba una” con ella; advertía que él “marchaba -delante de la multitud y mostraba el camino que debían seguir los -hombres”[804]; cuando el Santo Sínodo lo excomulgó, tomó valientemente -su defensa y reclamó su parte en el peligro que lo amenazaba; pero ella -no podía imponerse el creer lo que no creía; y Tolstoi era demasiado -sincero para obligarla a fingir, él, que odiaba toda simulación en la -fe y en el amor[805]. ¿Cómo hubiera podido obligarla, no creyendo, a -que modificase su vida y sacrificase su fortuna y la de sus hijos? - -Con sus hijos, el desacuerdo era todavía mayor. A Leroy Beaulieu, que -vió a Tolstoi en familia, en Yasnaia Poliana, dice que “en la mesa, -cuando el padre hablaba, los hijos disimulaban mal su tedio y su -incredulidad”[806]. Su fe apenas había tocado a sus tres hijas, de las -cuales una, María, había muerto. Estaba moralmente aislado entre los -suyos: “con él no estaban más que su última hija y su médico”[807], -para comprenderlo. - -Sufría con este alejamiento de pensamiento, sufría por las relaciones -mundanas que le eran impuestas, con los huéspedes enojosos, llegados -del mundo entero, visitas de americanos y de “snobs” que lo aburrían; -sufría el “lujo” en que su familia lo obligaba a vivir; modesto lujo, -si se ha de creer a quienes lo vieron en su humilde casa, en medio -de un moblaje casi austero, en su pequeña alcoba ¡con una cama de -fierro, pobres sillas y muros desnudos! Pero estas comodidades le -pesaban y eran para él un perpetuo remordimiento. En la segunda de las -narraciones publicadas por el _Mercure de France_, amargamente opone al -espectáculo de la miseria que lo rodeaba el del lujo de su propia casa. - -_Mi actividad_, escribía ya en 1903, _por útil que pueda parecer a -algunos hombres, pierde la mayor parte de su importancia, porque mi -vida no está enteramente de acuerdo con las ideas que yo profeso_[808]. - -¡No pudo alcanzar este acuerdo! No podía obligar a los suyos a -separarse del mundo, a menos que se hubiera separado de ellos y de su -vida, para evitar así los sarcasmos y el reproche de la hipocresía que -le lanzaron sus enemigos, felices de ampararse con el ejemplo para -negar la doctrina. - -En ello había pensado él; desde hacía largo tiempo, su resolución -estaba tomada. Se ha encontrado y publicado recientemente[809] una -admirable carta que el 8 de julio de 1897 escribió a su mujer, y que -será necesario reproducir casi por entero, porque nada descubre mejor -el secreto de esta alma amante y atormentada: - -_Desde hace largo tiempo, amada Sofía, sufro por el desacuerdo que -hay entre mi vida y mis creencias. No puedo obligaros a cambiar ni -vuestra vida ni vuestras costumbres; no he podido tampoco abandonaros -hasta hoy, porque pensaba que, por mi alejamiento, privaría a nuestros -hijos, todavía muy jóvenes, de esta pequeña influencia que podría -tener sobre ellos, y porque a todos os causaría yo mucho dolor. Pero -no puedo continuar viviendo como he vivido durante estos últimos -dieciséis años[810], ora luchando contra vosotros y provocando vuestra -irritación, ora sucumbiendo yo mismo a los influjos y seducciones a -que estoy habituado y que me rodean. He resuelto hacer ahora lo que -quería hace mucho tiempo: marcharme... Como los hindús, que, cuando -han llegado a los sesenta años, se van a un bosque, como cada hombre -viejo y religioso que desea consagrar los últimos años de su vida a -Dios y no a las bromas, a los juegos de palabras, a las habladurías, -al “lawn-tennis”; así también yo, que he llegado a los setenta años, -deseo con todas las fuerzas de mi alma la paz, la soledad y, si no -una armonía completa, por lo menos no este desacuerdo que clama entre -mi vida toda y mi conciencia. Si hubiera partido abiertamente, habría -habido súplicas, discusiones, y yo habría cedido y tal vez no llevado -a cabo mi resolución, cuando debe ser cumplida. Os suplico por tanto -que me perdonéis, si este acto mío os entristece. Y tú principalmente, -Sofía, déjame partir, no me busques, no te disgustes ni me censures. -El hecho de que te haya abandonado no prueba que tenga yo motivos de -queja contra ti... Sé que tú no podías, que no podías ver ni pensar -como yo, y por esto no has podido cambiar tu vida y hacer un sacrificio -a lo que no reconocías. Por eso no te censuro; antes por el contrario, -me acuerdo con amor y gratitud de los treinta y cinco años largos -de nuestra vida común, y principalmente de la primera mitad de este -tiempo, cuando con el valor y la consagración de tu naturaleza de madre -soportabas valientemente lo que considerabas tu misión. Me has dado a -mí y al mundo cuanto nos podías dar. Has prodigado tu amor maternal -y hecho grandes sacrificios... Pero, en el último período de nuestra -vida, en los últimos quince años, nuestros caminos se han separado. No -puedo creer que yo sea culpable de ello; sé que si he cambiado, no ha -sido por mi gusto, ni por el mundo sino porque no podía obrar de otra -manera. No puedo acusarte de no haberme seguido, y te doy gracias y -me acordaré siempre con amor de cuanto me has dado. Adiós, mi querida -Sofía. Te amo._ - -“_El hecho de que te haya abandonado_”...Y no la abandonó ¡Pobre carta! -Parece que le fué bastante escribirla, para que su resolución quedase -cumplida... Cuando la hubo escrito había ya agotado toda la fuerza -de su resolución. “_Si hubiera partido abiertamente, habría habido -súplicas, habría cedido_”... No hubo necesidad de “_súplicas_”, ni de -“_discusiones_:” le bastó mirar, un momento después, a quienes iba -a abandonar, y sintió que no podía, que no podía abandonarlos; y la -carta, que llevaba en el bolsillo, la guardó en un mueble, con esta -indicación: - -_Entregar esto, después de mi muerte, a mi esposa Sofía Andreievna._ - -Y a esto se redujo su proyecto de evasión. ¿Era ésa toda su fuerza? ¿No -era capaz de sacrificar sus ternuras a su Dios? En verdad, no faltan en -los fastos cristianos santos de más firme corazón, que nunca vacilaron -para aplastar resueltamente bajo sus pies sus afecciones y las de los -demás... ¿Qué hacer? Él no era como esos santos: era débil, era hombre; -y por eso nosotros lo amamos. - -Más de quince años antes, en una página de un dolor desgarrador, se -preguntaba a sí mismo: - -_¿Y bien, León Tolstoi, vives según los principios que predicas?_ - -Y se respondía abrumado: - -_Muero de vergüenza; soy culpable, merezco el desprecio... Sin embargo, -comparad mi vida de otro tiempo con la de ahora, y veréis que trato -de vivir según la ley de Dios. No he hecho la milésima parte de lo -que es necesario hacer, y por eso estoy confuso; pero no lo he hecho, -no porque no lo haya deseado, sino porque no he podido hacerlo... -Acusadme, pero no acuséis a la senda que yo sigo. Si conozco el -camino que conduce a mi casa, y lo sigo titubeando, como un hombre -ebrio ¿querrá esto decir que el camino sea malo? Indicadme otro, o -sostenedme en el verdadero camino, como estoy yo pronto a sosteneros; -pero no me rechacéis, ni os regocijéis con mi desventura; no gritéis -con transporte de alegría: “¡Mirad: dice que va a su casa y cae en el -fangal!” ¡No: no os regocijéis, ayudadme, sostenedme!... ¡Ayudadme! Mi -corazón se desgarra de desesperación porque todos nos hemos extraviado, -y cuando hago toda suerte de esfuerzos por salir, vosotros, cada vez -que me aparto, en lugar de tener compasión, me señaláis con el dedo, -gritando: “¡Ved cómo cae con nosotros en el fango!”_[811]. - -Más cercano a la muerte, repetía: - -_No soy un santo, ni nunca me he ofrecido por tal. Soy un hombre que -se deja arrastrar, y que a veces no dice todo lo que piensa y siente; -no porque no lo desea, sino porque no lo puede, porque frecuentemente -le sucede que exagera o que se equivoca. En mis acciones esto es aún -peor. Soy de hecho un hombre débil, con hábitos viciosos, que anhela -servir al Dios de la verdad, pero que tropieza constantemente. Si se me -tiene por un hombre que no puede equivocarse, cada una de mis faltas -debe parecer una mentira o una hipocresía; pero si se me tiene por -un hombre débil, apareceré entonces como soy en realidad: un ser que -inspira lástima, pero sincero, que constantemente y con toda su alma -ha deseado y desea aún llegar a ser un hombre bueno, un buen servidor -de Dios._ - -Así permaneció, perseguido por el remordimiento, perseguido por el -reproche mudo de los discípulos más enérgicos y menos humanos que -él[812], desgarrado por su debilidad y su indecisión, dividido entre -el amor a los suyos y el amor a Dios, hasta que un día un golpe de -desesperación, y tal vez el soplo abrasador de fiebre que se levanta -cuando se aproxima la muerte, lo arrojaron fuera de su casa, a los -caminos, errante, fugitivo, llamando a las puertas de un convento para -seguir luego su carrera, cayendo al fin en el camino, en un obscuro -lugar, para ya no volver a levantarse[813]. Y en su lecho de muerte -lloraba, no por sí mismo, sino por los desventurados, mientras decía en -medio de sollozos: - -_Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren ¿por qué estáis -aquí, todos, para ocuparos solamente de mí?_ - -Y entonces llegó--era el domingo 20 de noviembre de 1910, poco después -de las seis de la mañana,--“la liberación”, como él la llamaba, “la -muerte, la muerte bendita...”. - - - CONCLUYE LA LUCHA - -La lucha había terminado, lucha de ochenta y dos años para la cual -había sido campo esta vida. Trágico y glorioso combate en que tomaron -parte todas las fuerzas de la vida, todos los vicios y todas las -virtudes. Todos los vicios menos uno, la mentira, que persiguió sin -cesar y atacó hasta en sus últimos refugios. - -En primer término, la libertad embriagada, las pasiones que entrechocan -en la noche tempestuosa, que iluminan, de trecho en trecho, con -deslumbradores relámpagos, crisis de amor y de éxtasis, visiones del -Eterno. Años del Cáucaso, de Sebastopol, años de juventud tumultuosa -e inquieta. Luego, la gran tranquilidad de los primeros años del -matrimonio. La felicidad del amor, del arte, de la naturaleza,--_La -Guerra y la Paz_. El pleno día del genio, que abarca todo el horizonte -humano y el espectáculo de estas luchas, que para el alma pertenecen ya -a lo pasado. Las domina, es el amo de ellas, y ya no le bastan. Como -el príncipe Andrés, tiene los ojos vueltos hacia el cielo inmenso que -luce por encima de Austerlitz. Este cielo lo atrae: - -_Hay hombres de alas potentes, a quienes la voluptuosidad hace -descender en medio de la multitud, donde sus alas se rompen: yo, -por ejemplo. Después, baten sus alas rotas, remontan el vuelo -vigorosamente, y de nuevo caen. Las alas serán curadas: y volaré muy -alto. ¡Que Dios me ayude!_[814] - -Estas palabras fueron escritas en medio de la más terrible tempestad, -cuyo recuerdo y eco son las _Confesiones_. Tolstoi fué arrojado más -de una vez por el suelo, destrozadas las alas. Y siempre se obstinó; -volvió a levantarse; y he aquí que flota en “el cielo inmenso y -profundo” con sus dos grandes alas, que son una la razón y otra la -fe. Pero no encontró la calma que buscaba, porque el cielo no está -fuera de nosotros, el cielo está en nosotros. Allá Tolstoi respira -sus tempestades de pasiones; y se distingue por eso de los apóstoles -que renuncian, pues pone en su renunciación el mismo ardor que ponía -en vivir. Y es siempre la fe a la que abraza, con una violencia de -amante; está “loco de vida”; está “ebrio de vida”; no puede vivir sin -esa embriaguez[815]. Embriagado de felicidad y de desventura, a la -vez; embriagado de la muerte y de la inmortalidad[816]. Su renunciación -a la vida individual no es más que un grito de pasión exaltada hacia -la vida eterna. No; la paz que alcanzó, la paz del alma que él -invocaba no es la de la muerte; es la de esos mundos inflamados que -gravitan en el espacio infinito. En él la cólera es calma[817] y la -calma es ardiente. La fe le ha dado armas nuevas para recomenzar, más -implacable, el combate que desde sus primeras obras no cesó de librar -contra las mentiras de la sociedad moderna. No se detiene ya en algunos -tipos de novelas, sino que ataca a los grandes ídolos: hipocresías de -la religión, del Estado, de la ciencia, del arte, del liberalismo, -del socialismo, de la instrucción popular, de la beneficencia, del -pacifismo,[818]... Los abofetea, se encarniza contra ellos. - -El mundo contempla, de lejos en lejos, la aparición de esos grandes -espíritus rebeldes que, como Juan el Precursor, lanzan anatemas contra -una civilización corrompida. La última de esas apariciones había sido -Rousseau. Por su amor a la Naturaleza[819], por su odio a la sociedad -moderna, por su celo de independencia, por su fervor de adoración al -Evangelio y la moral cristiana, Rousseau anuncia a Tolstoi, que se -juzga continuador de aquél: - -“Algunas de sus páginas me llegan al corazón, decía, y creo que yo las -habría escrito”[820]. - -Pero ¡cuánta diferencia entre las dos almas, y cómo la de Tolstoi -es más puramente cristiana! ¡Qué falta de humildad, qué arrogancia -farisaica, la de este grito insolente de las Confesiones del ginebrino!: - -_¡Ser Eterno! Que uno solo te diga, si osa decirlo: ¡fuí mejor que este -hombre!_ - -O en este reto al mundo: - -_Declaro arrogantemente y sin temor: quienquiera que me crea un hombre -deshonesto, es él mismo un hombre que merece ser ahorcado._ - -Tolstoi lloraba lágrimas de sangre sobre los “crímenes” de su vida -pasada: - -_Sufro las torturas del infierno. Recuerdo toda mi cobardía pasada, -y estos recuerdos no me abandonan, me envenenan la vida. Se lamenta -de ordinario que no se conserven recuerdos después de la muerte ¡Qué -felicidad que así sea! ¡Cuál sufrimiento sería, si, en esa otra vida, -me acordase de todo el mal que he cometido aquí abajo!_[821]... - -No es él quien hubiera escrito sus _Confesiones_, como Rousseau, porque -decía éste, “sintiendo que el bien sobrepasaba el mal, tenía yo interés -en decirlo todo”[822]. Tolstoi, después de haber ensayado, renuncia a -escribir sus _Memorias_: la pluma se le cae de las manos; no quiere ser -objeto de escándalo para quienes lo habrán de leer: - -_Las gentes dirán: ¡Ved a este hombre que muchos colocan a tanta -altura! ¡Y qué cobarde era! Luego, a nosotros, simples mortales, es -Dios mismo quien nos ordena que seamos cobardes_[823]. - -Nunca conoció Rousseau el bello pudor moral de la fe cristiana, -la humildad que da al viejo Tolstoi un candor inefable. Detrás de -Rousseau--encuadrando la estatura de la isla de los Cisnes--se ve la -Roma de Calvino. En Tolstoi, encuentra uno a los peregrinos, a los -inocentes, cuyas ingenuas confesiones y cuyas lágrimas habían conmovido -su infancia. - -Pero mucho más aún que la lucha contra el mundo, que le es común con -Rousseau, otra lucha llena los treinta últimos años de la vida de -Tolstoi, un magnífico combate entre las dos más altas potencias de su -alma: la Verdad y el Amor. - -La Verdad (“esta mirada que va derecho a las almas”), la luz penetrante -de estos ojos grises que os traspasan... Era su fe más antigua, la -reina de su arte. - -_La heroína de mis escritos, la que yo amo con todas las fuerzas de mi -alma, la que fué, es y será siempre bella, es la verdad_[824]. - -La verdad, único despojo que aún flotaba del naufragio, después de la -muerte de su hermano[825]. La verdad, eje de su vida, roca en medio de -la mar... - -Pero bien pronto, la “horrible verdad”[826] no le bastará, porque el -Amor la había suplantado. Era la fuente viva de su infancia, “el estado -natural de su alma”[827]. Cuando sobrevino la crisis moral de 1880, no -abdicó de la verdad y la abrió al amor[828]. - -El amor es “la base de la energía”[829]. El amor es “la razón de -vivir”, la única, con la belleza[830]. El amor es la esencia del -Tolstoi madurado por la vida, del autor de _La Guerra y la Paz_ y de la -carta al Santo Sínodo[831]. - -Esta penetración de la verdad por el amor forma el precio único de -las obras maestras que escribió, al mediar su vida--_nel mezzo del -cammin_--y que distingue su realismo del realismo de Flaubert. Éste -pone su fuerza en no amar a sus personajes; y por grande que así sea, -le falta el _¡Fiat lux!_ - -La luz del sol no es suficiente, se necesita la del corazón. El -realismo de Tolstoi se encarna en cada uno de los seres, y, viéndolos -con sus ojos, encuentra, aun en el más vil, razones para amarlo y para -hacernos sentir la cadena fraternal que nos une a todos[832]. Por el -amor penetra hasta las raíces de la vida. - -Mas es difícil mantener esta unión. Hay horas en que el espectáculo de -la vida y de sus dolores es tan amargo que parece un reto al amor, y -que, para salvarlo, para salvar su fe, está uno obligado a levantarla -tan alto por encima del mundo, que corre peligro de perder con él todo -contacto. ¿Y qué hará quien ha recibido de la suerte el don soberbio y -fatal de ver la verdad y no poder dejar de verla? ¡Quién dirá lo que -Tolstoi sufrió con el continuo desacuerdo de sus últimos años, entre -sus ojos despiadados que veían el horror de la realidad, y su corazón -apasionado que insistía en esperar y afirmar el amor! - -Todos nosotros hemos conocido estos trágicos debates. ¡Cuántas veces -nosotros mismos nos hemos encontrado en la alternativa de no ver o de -odiar! ¡Y cuántas veces un artista--un artista digno de este nombre, -un escritor que conozca el poder espléndido y temible de la palabra -escrita--se siente oprimido de angustia cuando llega el momento en -que tenga que escribir tal o cual verdad![833]. Esta verdad sana y -viril, necesaria en medio de las mentiras modernas, mentiras de la -civilización, esta verdad vital, podría decirse, como el aire que -respiramos... Y después se advierte que este aire ¡cuántos pulmones -no pueden soportarlo! ¡cuántos seres debilitados por la civilización, -o simplemente débiles por la bondad de sus corazones! ¿Será preciso, -pues, no tenerlos para nada en cuenta, y arrojarles implacablemente -esta verdad que mata? ¿No hay, por encima de todo, una verdad que, -como dice Tolstoi, “está abierta al amor”? ¡Pero qué! ¿es posible, -sin embargo, consentir en arrullar a los hombres con mentiras -consoladoras, como Peer Gynt arrullaba, con sus cuentos, a su vieja -madre moribunda?... La sociedad se encuentra continuamente enfrente de -este dilema: la verdad o el amor. De ordinario resuelve sacrificando a -la vez la verdad y el amor. - -Nunca Tolstoi traicionó alguna de sus dos creencias. En sus obras de -la madurez, el amor es antorcha de la verdad. En las obras de sus -últimos tiempos, es una luz de lo alto, un rayo de la gracia que -desciende sobre la vida, pero que no se mezcla con ella, como se -ha visto en _Resurrección_, donde la fe domina a la realidad, que -permanece exterior a ella. Aun el mismo pueblo que pinta Tolstoi como -muy débil y mediocre, cada vez que mira a las figuras aisladamente, -toma, desde el momento que piensa en él de una manera abstracta, una -santidad divina[834]. En su vida de todos los días se acusaba el -mismo desacuerdo que en su arte, y aun más cruelmente. Bien sabía -lo que el amor reclamaba de él, pero obraba de otro modo; no vivía -según Dios, vivía de acuerdo con el mundo. Y ¿el amor mismo, dónde -encontrarlo? ¿Cómo distinguir entre sus rostros diversos y sus -órdenes contradictorias? ¿Era el amor a su familia, o el amor a todos -los hombres?... Hasta los últimos instantes se debatió entre estas -alternativas. - -¿Dónde está la solución? Él no la encontró. Dejemos a los intelectuales -orgullosos el derecho de juzgarlo con desdén. Ciertamente, ellos -la han encontrado, ellos que poseen la verdad y que en ella con -seguridad se apoyan. Para estos intelectuales, Tolstoi era un débil y -un sentimental, cuya vida no puede ofrecerse de ejemplo. Y sin duda, no -es un ejemplo que puedan seguir: no saben ellos vivir suficientemente. -Tolstoi no pertenecía a la “élite” vanidosa, no era de ninguna iglesia, -ni de la de los _escribas_, como los llamaba él mismo, ni de la de -los _fariseos_, de la una o de la otra fe. Es el tipo más alto del -cristiano libre, que se esfuerza, durante toda su vida, hacia un ideal -que siempre se halla más lejano[835]. - -No habla Tolstoi para los privilegiados del pensamiento, habla para -los hombres ordinarios, _hominibus bonae voluntatis_. Es nuestra -conciencia. Dice lo que todos nosotros pensamos, almas medianas, y lo -que nosotros tememos leer en nosotros mismos; no es para nosotros un -maestro pleno de orgullo, uno de esos genios arrogantes que reinan -en su arte y su inteligencia por encima de la humanidad. Es “nuestro -hermano”, como gustaba de llamarse a sí mismo en sus cartas, con el -nombre más bello y más dulce de todos. - - Enero de 1911. - - - NOTAS: - -[518] Salvo algunas interrupciones, principalmente una bastante larga -entre 1865 y 1878. - -[519] En su notable biografía de _León Tolstoi: Vida y Obra, Memorias, -Recuerdos, Cartas, Fragmentos del Diario íntimo, Notas y Documentos -biográficos_, reunidos, coordinados y anotados por P. Birukov, -revisados por León Tolstoi y traducidos del manuscrito por J. W. -Bienstock. Esta publicación, comenzada en 1905, no se ha terminado aún. -Tres volúmenes han aparecido, y el tercero llega al año de 1884. Es -la recopilación de documentos más importantes sobre la vida y obra de -Tolstoi y de ella he tomado abundantes datos. - -[520] Tomó parte también en las campañas napoleónicas, y estuvo -prisionero en Francia durante los años de 1814 y 1815. - -[521] _Infancia_, Capítulo II. (Tomo I de las _Obras completas de León -Tolstoi_, traducidas por J. W. Bienstock). - -[522] _Infancia_, Capítulo XXVII. - -[523] Yasnaia Poliana, cuyo nombre significa la “Clara claridad”, es -una pequeña aldea situada al Sur de Moscú, a pocas leguas de Tula, “en -una de las provincias rusas más agrícolas. Las dos grandes regiones de -Rusia--dice M. A. Leroy-Beaulieu--la región de los bosques y la de las -tierras de cultivo, allí se tocan y se confunden. En sus alrededores -no se encuentran ni finlandeses, ni tártaros, ni poloneses, ni judíos, -ni ukranos. Este país de Tula está en el corazón mismo de Rusia”. (A. -Leroy-Beaulieu, _León Tolstoi_, Revue des Deux Mondes, 15 de diciembre -de 1910). - -[524] Tolstoi lo retrató en _Ana Karenina_, en la figura del hermano de -Levine. - -[525] Escribió el _Diario de un Cazador_. - -[526] En realidad era una parienta lejana. Había amado al padre de -Tolstoi y había sido amada por él; pero como Sonia, en _La Guerra y la -Paz_, se había sacrificado. - -[527] _Infancia_, Capítulo XII. - -[528] ¡No llega a afirmar en sus noticias autobiográficas (fechadas en -1878), que se acordaba de sus sensaciones cuando lo fajaban en pañales -y cuando lo bañaban en tina, recién nacido! (Véase los _Primeros -Recuerdos_. Una traducción francesa fué publicada en el mismo volumen -que _Amo y Criado_). - -[529] _Primeros Recuerdos._ - -[530] De 1842 a 1847. - -[531] Nicolás, cinco años mayor que León, ya había terminado sus -estudios en 1844. - -[532] Amaba las conversaciones sobre cuestiones metafísicas, “tanto -más, decía, cuanto eran más abstractas y alcanzaban un grado tal de -obscuridad que, creyendo decirse lo que se piensa, se dicen cosas muy -distintas”. (_Adolescencia_, XXVII). - -[533] _Adolescencia_, XIX. - -[534] Sobre todo en sus primeras obras, en las _Narraciones de -Sebastopol_. - -[535] Era el tiempo en que leía a Voltaire, complacido en su lectura. -(_Confesiones_, I). - -[536] _Confesiones_, I. Traducción de J. W. Bienstock. - -[537] _Juventud_, III. - -[538] De marzo a abril de 1847. - -[539] “Cuanto hace un hombre lo hace por amor propio”, dice Nekhludov -en _Adolescencia_.--En 1853, escribía Tolstoi en su Diario: “Mi más -grave defecto es el orgullo. Un amor propio inmenso, irrazonable... Soy -tan ambicioso que si tuviera que escoger entre la gloria y la virtud -(que tanto amo), creo que seguramente me quedaría con la primera”. - -[540] “Quería que todos me conociesen y me amasen; deseaba que sólo -al escuchar mi nombre todos se llenaran de admiración y me dieran -gracias”. (_Juventud_, III). - -[541] Según un retrato de 1848, cuando tenía 20 años (reproducido en el -primer volumen de _Vida y Obra)_. - -[542] “Me imaginaba que no había felicidad posible sobre la tierra -para un hombre que tenía, como yo, la nariz tan grande, los labios tan -gruesos y los ojos tan pequeños”. (_Infancia_, XVII). Habla además con -desolación de “este rostro sin expresión, de rasgos flojos, blandos, -indecisos, sin nobleza, que recuerdan a los simples mujiks; y estas -manos y estos pies tan grandes”. (_Juventud_, I). - -[543] “Dividía yo a la humanidad en tres clases: los hombres elegantes, -los únicos dignos de estimación; los hombros no elegantes, dignos de -desprecio y de odio; y la plebe. Esta no existía”. (_Juventud_, XXXI). - -[544] Principalmente durante una estancia en San Petersburgo, en -1847-48. - -[545] _Adolescencia_, XXVII. - -[546] Conversaciones con Paul Boyer, (_Le Temps_, 28 de agosto de 1901). - -[547] Nekhludov figura también en _Adolescencia_ y en _Juventud_ -(1854): en _Un encuentro en el destacamento_ (1856): en el _Diario de -un Marcador_ (1856): en _Lucerna_ (1857), y en _Resurrección_ (1899). -Debe advertirse que este nombre designa a personajes muy diferentes. -Tolstoi no trató de conservarle el mismo aspecto físico, y Nekhludov -se mata al final del _Diario de un Marcador_. Muestra las diversas -encarnaciones de Tolstoi, en todo lo que tenía de mejor y de peor. - -[548] _La Mañana de un Señor._ Tomo II de las _Obras Completas_, -traducción de J. W. Bienstock. - -[549] Es contemporánea de las narraciones de _Infancia_. - -[550] El 11 de junio de 1851, en el campo fortificado de Stari-Iurt en -el Cáucaso. - -[551] _Diario_, traducción da J. W. Bienstock. - -[552] _Diario_. 2 de julio de 1851. - -[553] Carta a su tía Tatiana, en enero de 1852. - -[554] Un retrato de 1851 deja ver ya el cambio que se realiza en su -alma. La cabeza erguida, el semblante se anima, las cavidades de los -ojos son menos sombrías, mientras los ojos conservan todavía su severa -fijeza, y la boca entreabierta, que sombrea un naciente mostacho, es -huraña; tiene siempre algo de orgulloso y provocativo, pero mucha más -juventud. - -[555] Las cartas que escribió entonces a su tía Tatiana están llenas -de efusión y de lágrimas. Se decía _Liova-riova_, León el llorón (6 de -enero de 1852). - -[556] _La Mañana de un Señor_ es fragmento de un proyecto de _Novela -del propietario ruso_. _Los Cosacos_ son la primera parte de una -gran novela del Cáucaso. La inmensa _Guerra y Paz_ no era, en el -pensamiento del autor, más que una especie de preámbulo de una epopeya -contemporánea, de la cual los _Decembristas_ debían constituir la parte -central. - -[557] El peregrino Gricha, o la muerte de la madre. - -[558] En una carta a Birukov. - -[559] _La Mañana de un Señor_ no fué concluida hasta 1855-56. - -[560] _Los dos viejos_, (1885). - -[561] _La Incursión_, Tomo III de las _Obras Completas_, traducción de -J. W. Bienstock. - -[562] Tomo III de las _Obras Completas_. - -[563] Tomo IV de las _Obras Completas_. - -[564] Aun cuando hayan sido terminadas mucho más tarde, en 1860 en -Hyères (no fueron publicadas sino hasta 1863), la mayor parte de la -obra es de esta época. - -[565] _Los Cosacos._ Tomo III de las _Obras Completas_. - -[566] “Tal vez--dice Olenine, enamorado de la joven cosaca,--amo en -ella a la Naturaleza... Amándola siento que formo parte indivisa de la -Naturaleza”. A menudo compara a la que ama con la Naturaleza. “Ella es, -como la Naturaleza, igual, tranquila y taciturna”. Además, relaciona el -aspecto de las montañas lejanas y el de “esta mujer majestuosa”. - -[567] Así también en la carta de Olenine a sus amigos de Rusia. - -[568] _Diario._ Traducción de J. W. Bienstock. - -[569] Se encuentra asimismo esta manera en _La Tala en el Bosque_ -concluida en la misma época. Por ejemplo: “Hay tres especies de amor: -1.º, amor estético; 2.º, amor de consagración; 3.º, amor activo, etc.”. -(_Juventud_). O bien “Hay tres clases de soldados: 1.º, los sumisos; -2.º, los autoritarios; 3.º, los fanfarrones, que se subdividen al mismo -tiempo en a, sumisos de sangre fría; b, sumisos obligados; c, sumisos -borrachos, etc.”. (_La Tala del Bosque_). - -[570] _Juventud_, XXXII (Volumen II de las _Obras Completas_). - -[571] Enviada a la revista el “Sovremennik”, y publicada inmediatamente. - -[572] Tolstoi lo recordó, mucho más tarde, en sus conversaciones con -su amigo Teneromo. Particularmente ha contado de una crisis de terror -que le sobrevino una noche que ya estaba acostado, en el “dormitorio” -cavado en plena trinchera. Se encontrará este _Episodio de la guerra de -Sebastopol_ en el volumen intitulado los _Revolucionarios_, traducción -de J. W. Bienstock. - -[573] Un poco más tarde, Droujinine amigablemente le pondrá en guardia -contra este peligro: “Tenéis una tendencia excesiva a la delicadeza del -análisis. A veces estáis a punto de decir: en fulano, las pantorrillas -indicaban su deseo de viajar por las Indias... Debéis refrenar esta -inclinación, pero no ahogarla por nada del mundo”. (Carta de 1856, -citada por P. Birukov). - -[574] Tomo IV de las _Obras Completas_, páginas 82-85. - -[575] Que mutiló la censura. - -[576] 2 de septiembre de 1855. Traducción de J. W. Bienstock. - -[577] “Su amor propio se confundía con su vida; no encontraba otra -alternativa: ser el primero, o perecer... Deseaba reconocerse superior -a los hombres con quienes se comparaba”. - -[578] En 1889, Tolstoi, al escribir un Prefacio para los _Recuerdos -de Sebastopol por un oficial de artillería_, de A. J. Erchov, retorna -con el pensamiento a estas escenas. Todo recuerdo heroico había -desaparecido en ellas. No recuerda sino es que el miedo duró siete -meses, el doble miedo: de la muerte y de la vergüenza, horrible tortura -moral. Todos los triunfos del sitio, para él, se resumían en esto: -haber sido carne de cañón. - -[579] Suarés: _Tolstoi_, Edición de “_La Unión para la Acción Moral_”, -1899, reeditada en los “_Cuadernos de la Quincena_”, con el título de -_Tolstoi vivo_. - -[580] Turguenef se quejaba, en una conversación, del “estúpido orgullo -nobiliario de Tolstoi, de sus fanfarronadas de Junker”. - -[581] “Un rasgo de mi carácter, bueno o malo, pero que me fué peculiar -siempre, consiste en que, hasta a pesar mío, me oponía siempre a las -influencias exteriores epidémicas... Sentía repulsión por la corriente -general”. (Carta a P. Birukov). - -[582] Turguenef. - -[583] Grigorovitch. - -[584] Eugenio Garchine: _Recuerdos de Turguenef_, 1883. Véase _Vida y -Obra de Tolstoi_, por Birukov. - -[585] La más violenta, que produjo una ruptura decisiva entre ellos, -tuvo lugar en 1861. Turguenef gustaba de mostrar sus sentimientos -filantrópicos y hablaba de las obras de beneficencia de que se ocupaba -su hija, y nada irritaba más a Tolstoi que la caridad mundana. - -“Yo creo, dijo, que una muchacha elegantemente vestida que sostiene -sobre sus rodillas unos harapos sucios y malolientes, representa una -escena teatral que carece de sinceridad”. - -La discusión se acaloró. Turguenef, fuera de sí, amenazó a Tolstoi con -abofetearlo; y éste exigió una reparación, al momento, en un duelo a -fusil. Turguenef, que en el acto había lamentado su arrebato, le envió -una carta de excusas; pero Tolstoi no perdonó aquello nunca. Cerca de -veinte años después, como se verá adelante, fué él quien pidió perdón, -en 1878, cuando abjuraba de toda su vida pasada y complacido humillaba -su orgullo delante de Dios. - -[586] _Confesiones._ Tomo XIX de las _Obras Completas_, traducción de -J. W. Bienstock. - -[587] “No había, dice, ninguna diferencia entre nosotros y un asilo de -alienados. Aun en esta época yo lo sospechaba vagamente; pero, como -lo hacen todos los locos, trataba de locos a los demás, excepto a mí -mismo”. _Ibid._ - -[588] _Confesiones._ - -[589] _Diario del príncipe D. Nekhludov, Lucerna._ Tomo V de las _Obras -Completas_. - -[590] _Diario del príncipe D. Nekhludov._ - -[591] En este viaje conoció en Dresden a Auerbach, quien había sido -su primer inspirador para la instrucción del pueblo; a Froebel, en -Kissingen; en Londres, a Herzen; y en Bruselas a Proudhon, quien parece -haberle producido una gran sorpresa. - -[592] Sobre todo en 1861 y 1862. - -[593] _La Educación y la Cultura._ Véase _Vida y Obra de Tolstoi_. Tomo -II. - -[594] Tolstoi ha expuesto estas teorías en la revista _Yasnaia -Poliana_, en 1862. (Tomo XIII de las _Obras Completas_). - -[595] Tomo IV de las _Obras Completas_. - -[596] Tomo V de las _Obras Completas_. - -[597] _Ibid._ - -[598] Tomo VI de las _Obras Completas_. - -[599] Discurso acerca de la “_Superioridad del elemento artístico en la -literatura sobre todas sus corrientes temporales_”. - -[600] Le oponía ejemplos de sus mismas obras, como el viejo postillón -de _Tres Muertos_. - -[601] Se advertirá que ya otro hermano de Tolstoi, Dmitri, había muerto -de tisis en 1856. Tolstoi mismo se creía atacado de esa enfermedad -en 1856, en 1862 y en 1871. Era, como escribe, en 28 de octubre de -1852, “de una complexión fuerte, pero débil de salud”. Constantemente -sufría por enfriamientos, males de la garganta, de los dientes, de los -ojos, reumatismos. En el Cáucaso, en 1852, debía, “al menos dos días -por semana, recluirse en su casa”. La enfermedad lo detuvo por varios -meses, en 1854, en el camino de Silistrie a Sebastopol. En octubre de -1856 estuvo seriamente enfermo del pecho en Yasnaia Poliana, y en 1862, -por temor a la tisis fué a ponerse en cura a Samara, por medio del -“kumis”, entre los baskires, y volvió allá casi anualmente después de -1870. Su correspondencia con Fet está llena de estas preocupaciones. Y -tal estado de salud hace comprender mejor su obsesión de la idea de la -muerte. Más tarde hablaba de la enfermedad como de su mejor amigo: - -“Cuando se está enfermo parece que se desciende una cuesta muy suave, -que, en algún punto, está cerrada por una cortina, ligera cortina de -tela a un lado de la cual está la vida, y al otro, la muerte. ¡Cuánto -el estado de enfermedad supera, en valor moral, al estado de salud! -¡No me habléis de esas gentes que no han estado nunca enfermas! Son -terribles: las mujeres sobre todo; una mujer saludable no es más que -una bestia feroz”. (Conversaciones con M. Paul Boyer, “Le Temps”, 27 de -agosto de 1901). - -[602] El 17 de octubre de 1860, carta a Fet. (_Correspondencia -inédita_, página 27-30). - -[603] Escrito en Bruselas, en 1861. - -[604] Otro cuento de esta época, un simple relato de viaje, que evoca -recuerdos personales, _La Tormenta de nieve_, (1856), tiene una gran -belleza por sus impresiones poéticas y casi musicales. Tolstoi volvió a -emplear este cuadro, más tarde, para _Amo y Criado_ (1895). - -[605] Tomo V de las _Obras Completas_. - -[606] Cuando era niño, en un acceso de celos, había hecho caer de un -balcón a la que debía de llegar a ser Mme. Bers, su pequeña compañera -de juegos, entonces de nueve años. Ella estuvo por largo tiempo coja. - -[607] Véase en _La Felicidad Conyugal_ la declaración de Sergio: - -“Suponed a un señor A., un viejo hombre que ha vivido, y una dama B., -joven, feliz, que no conoce todavía ni a los hombres ni la vida. Por -razón de diversas circunstancias de familia él la amaba como a una -hija, y no pensaba que podría llegar a amarla de otra manera... etc.”. - -[608] Acaso ponía también en su obra los recuerdos de una novela de -amor, bosquejada en Yasnaia Poliana en 1856, con una muchacha muy -distinta de él, frívola y mundana, a quien acabó por cansar, aunque -estaban sinceramente enamorados el uno del otro. - -[609] De 1857 a 1861. - -[610] _Diario_, octubre de 1857, traducción de Bienstock. - -[611] Carta a Fet, de 1863. (_Vida y Obra de Tolstoi._) - -[612] _Confesiones_, traducción de Bienstock. - -[613] “La felicidad de la vida de familia me absorbe por completo”. (5 -de enero de 1863).--“¡Soy tan feliz, tan feliz! ¡La amo tanto!” (8 de -febrero de 1863.--Véase _Vida y Obra_). - -[614] Ella había escrito algunas novelas cortas. - -[615] Recopió, se asegura, siete veces _La Guerra y la Paz_. - -[616] Inmediatamente después de su matrimonio, Tolstoi suspendió sus -trabajos pedagógicos, escuelas y revistas. - -[617] Tanto como su hermana Tatiana, inteligente y artista, de quien -amaba mucho Tolstoi el talento y genio musical. Decía Tolstoi: “He -tomado a Tania (Tatiana), la he fundido con Sonia (Sofía Bers, condesa -de Tolstoi) y de allí ha salido Natacha”. (Citado por Birukov). - -[618] La instalación de Dolly en la casa de campo destartalada; Dolly -y sus hijos; muchos detalles de tocador; sin hablar ya de algunos -secretos del alma femenina, que la intuición de un hombre de genio -acaso no habría bastado a penetrar si una mujer no se los hubiese -descubierto. - -[619] Indicio característico de la intervención sobre el espíritu de -Tolstoi por el genio creador: su _Diario_ se interrumpió trece años, -desde el 1.º de noviembre de 1865, en plena composición de _La Guerra y -la Paz_. El egoísmo artístico hizo callar el monólogo de la conciencia. -Esta época de creación es también una época de intensa vida física. -Tolstoi estaba loco por la caza. “En la caza olvido todo...”. (Carta -de 1864). En una de estas cacerías a caballo se rompió el brazo (en -septiembre de 1864) y precisamente durante su convalecencia dictó -las primeras partes de _La Guerra y la Paz._ “Al volver en mí del -desvanecimiento, me dije: yo soy un artista. Y lo soy, pero un artista -aislado”. (Carta a Fet de 23 de enero de 1865). Todas sus cartas de -esta época, escritas a Fet, exultan la alegría creadora. “Miro como -ensayos de pluma, dice, todo lo que he publicado hasta hoy”. (_Ibid._) - -[620] Ya entre las obras que ejercieron influjo sobre él, entre los -veinte y los treinta y cinco años, Tolstoi señala: - -“Goethe, _Hermann_ y _Dorotea_... Influencia muy grande”. - -“Homero, _Ilíada_ y _Odisea_ (en ruso)... Influencia muy grande”. - -En junio de 1863 anota en su _Diario_: - -“Leo a Goethe y numerosas ideas nacen en mí”. - -En la primavera de 1865 Tolstoi releyó a Goethe, y cita el _Fausto_, -“la poesía del pensamiento, la poesía que expresa lo que no puede -expresar ningún otro arte”. - -Más tarde sacrificó a Goethe, como a Shakespeare, a su Dios; pero -permaneció fiel en su admiración a Homero. En agosto de 1857 leía, con -igual pasmo, la _Ilíada_ y el _Evangelio_; y, en uno de sus últimos -libros, el panfleto contra Shakespeare (1903), precisamente opone -Homero a Shakespeare, como ejemplo de sinceridad, de mesura y de arte -verdadero. - -[621] Las dos primeras partes de _La Guerra y la Paz_ fueron publicadas -en 1865 y 1866, con el título de _El Año de 1805_. - -[622] Tolstoi comenzó la obra en 1863, con los _Decembristas_, de -que escribió tres fragmentos (publicados en el Tomo IV de las _Obras -Completas_). Pero advirtió que los cimientos de su edificio no eran -suficientemente seguros, y cavando más adelante, llegó a la época -de las guerras napoleónicas y escribió _La Guerra y la Paz_, cuya -publicación principió en enero de 1865, en el “_Russki Viestnik_”. -El sexto volumen fué terminado en el otoño de 1869. Entonces Tolstoi -remontó el curso de la historia, y concibió el proyecto de una novela -épica sobre Pedro el Grande; y después otra: _Mirovitch_, sobre el -reinado de las emperatrices del siglo XVIII y sus favoritos. En ella -trabajó, de 1870 a 1873, acopiando documentos, bosquejando varias -escenas, pero sus escrúpulos realistas le hicieron renunciar: tenía la -conciencia de que no llegaría a resucitar de manera verídica el alma -de estos tiempos tan distantes. Más tarde, en enero de 1876, concibió -la idea de una nueva novela sobre la época de Nicolás I; después -volvió a los _Decembristas_ apasionadamente, en 1877, recogiendo -testimonios de los supervivientes y visitando los lugares de la -acción. En 1878 escribía a su tía, la condesa A. A. Tolstoi: “¡Es -esta obra para mí tan importante! No podéis imaginaros cuánto me es -importante, tan importante como para vos lo es vuestra fe. Quisiera -decir que más todavía”. (_Correspondencia inédita_, página 9). Pero se -alejó del asunto en la medida que lo profundizaba; ya su pensamiento -estaba en otra parte. El 17 de abril de 1879, escribía a Fet: “_¿Los -Decembristas?_ ¡Dios sabe dónde estarán!... Si me ocupé y escribí de -ellos, me vanaglorio con la esperanza de que tan sólo el olor de mi -espíritu sería insoportable para quienes sólo se interesan por los -hombres, para bien de la humanidad”. (_Ibid._ página 132). En este -momento de su vida la crisis religiosa había principiado, e iba a -quemar a todos sus antiguos ídolos. - -[623] La primera traducción francesa de _La Guerra y la Paz_, hecha -en San Petersburgo, data de 1879; pero la primera edición francesa es -de 1885, en tres volúmenes, de la Casa Hachette. Una nueva traducción -íntegra, en seis volúmenes, acaba de ser publicada en las _Obras -Completas_ (Tomo VII-XII). - -[624] Pedro Besukhov, que se ha casado con Natacha, será un -“decembrista”. Ha fundado una sociedad secreta para velar por el -bien general, una especie de _Tugendbund_; y Natacha se asocia a -sus proyectos con exaltación. Denissov no comprende una revolución -pacífica, pero está pronto para una revolución armada. Nicolás Rostov -ha guardado su lealtad ciega de soldado; él, que decía, después de -Austerlitz: “Sólo una cosa tenemos que hacer nosotros: cumplir nuestro -deber, batirnos y no pensar más”. Se irrita contra Pedro, y exclama: -“¡Mi juramento ante todo! Si se me ordena marchar contra ti con mi -escuadrón, marcharé y te batiré”. Su esposa, la princesa María, aprueba -sus ideas. El hijo del príncipe Andrés, el pequeño Nicolás Bolkonsky, -de quince años de edad, delicado, enfermizo y encantador, de grandes -ojos, de cabellos de oro, escucha febrilmente la discusión; todo su -amor es para Pedro y para Natacha; no ama ni a Nicolás ni a María, y -tiene culto por la memoria de su padre, de quien apenas se acuerda; -sueña con parecérsele, ser grande, realizar alguna gran hazaña. ¿Cuál? -¡no lo sabe!... “Digan lo que digan, la haré... Sí, la haré. Él mismo -me daría su aprobación”. Y la obra concluye en un juego de niño, que -se mira en la forma de un gran hombre de Plutarco, con su tío Pedro, -precedido de la gloria y seguido de un ejército. Si los _Decembristas_ -hubieran sido escritos entonces, no hay duda de que el pequeño -Bolkonsky habría sido uno de los héroes. - -[625] He dicho que las dos familias Rostov y Bolkonsky, en _La Guerra -y la Paz_ recuerdan muchos de los rasgos de las familias paterna y -materna de Tolstoi. También hemos visto anunciarse en las narraciones -del Cáucaso y de Sebastopol varios tipos de soldados de _La Guerra y la -Paz_. - -[626] Carta del 2 de febrero de 1868, citada por Birukov. - -[627] Particularmente, decía, el del príncipe Andrés, en la primera -parte. - -[628] Es de lamentarse que la belleza de la concepción poética esté -algunas veces opacada por las charlas filosóficas, con las cuales -Tolstoi recarga su obra, sobre todo en la última parte. Trata de -exponer su teoría de la fatalidad de la historia, y el mal está en -que se vuelve a esta teoría sin cesar y se repite obstinadamente. -Flaubert, que “lanzaba gritos de admiración” mientras leía los dos -primeros volúmenes, que declaraba “sublimes” y “llenos de cosas -a lo Shakespeare”, arroja por fastidio el tercer volumen: “rueda -horriblemente. Se repite, filosofa. Se ve allí al señor, al autor y al -ruso, en tanto que hasta el segundo volumen no se había visto más que a -la Naturaleza y a la humanidad”. (Carta a Turguenef de enero de 1880). - -[629] La primera traducción francesa de _Ana Karenina_ se publicó en -dos volúmenes, en 1886, en la casa Hachette. En las _Obras Completas_ -la traducción íntegra ocupa cuatro volúmenes. (Tomo XV-XVIII). - -[630] Carta a su esposa (archivos de la condesa Tolstoi), citada por -Birukov. (_Vida y Obra._) - -[631] El recuerdo de esta noche horrible se encuentra en el _Diario de -un loco_, 1883. (Obras Póstumas). - -[632] Cuando está terminando _La Guerra y la Paz_, en el estío de 1869, -descubre a Schopenhauer, que lo entusiasma: “Schopenhauer es el más -genial de los hombres”. (Carta a Fet, 30 de agosto de 1869). - -[633] Existe aún, dice, entre Homero y sus traductores, la diferencia -del “agua hervida y destilada y el agua de manantial, fría, hasta -destemplar los dientes, cristalina, asoleada, que a menudo arrastra -arenillas, pero que es más pura y más fresca”. (Carta a Fet, en -diciembre de 1870). - -[634] _Correspondencia inédita._ - -[635] Archivos de la condesa Tolstoi. (_Vida y Obra._) - -[636] La novela fué terminada en 1877. Apareció sin el epílogo en el -_Russki Viestniki_. - -[637] La muerte de tres niños (18 de noviembre de 1873, febrero de 1875 -y fines de noviembre de 1875); de la tía Tatiana, su madre adoptiva (el -20 de junio de 1874), y de la tía Pelagia (22 de diciembre de 1875). - -[638] Carta a Fet, de 1.º de marzo de 1876. - -[639] “La mujer es la piedra de toque de la carrera de un hombre. -Difícil es amar a una mujer y no hacer nada bueno; y la única manera -para no estar constantemente disgustado, inactivo por causa del amor, -es casarse”. (Traducción Hachette, Tomo I, página 312). - -[640] Tomo I, página 86. - -[641] Tomo I, página 149. - -[642] Lema, al frente del libro. - -[643] Adviértase también, en el epílogo, el espíritu netamente hostil a -la guerra, al nacionalismo y al paneslavismo. - -[644] “El mal es lo razonable para el mundo. El sacrificio, el amor, es -locura”. (II, 344). - -[645] Tomo II, 79. - -[646] Tomo II, 346. - -[647] Tomo II, 358. - -[648] “Ahora me entrego de nuevo a la fastidiosa y vulgar _Ana -Karenina_, con el único deseo de desembarazarme de ella cuanto -antes...”. (Carta a Fet, 26 de agosto de 1875, _Correspondencia -inédita_, página 95). - -“Me es indispensable terminar la novela que me fastidia”. (_Ibid._, 1.º -de marzo de 1876). - -[649] En las _Confesiones_ (1879). Tomo XIX de las _Obras Completas_. - -[650] Hago aquí un resumen de varias páginas de _Confesiones_, -conservando las expresiones de Tolstoi. - -[651] _Ana Karenina_, Cit: “Y Levine, amado, feliz, padre de familia, -se aleja, el arma en la mano, como si hubiera temido ceder a la -tentación de poner fin a su suplicio”. (II, 339). Este estado de -espíritu no era particular a Tolstoi y a sus héroes. Estaba Tolstoi -sorprendido con el creciente número de suicidios entre las clases -acomodadas de toda Europa, y principalmente de Rusia; y a ello hace -alusión a menudo en sus obras de este tiempo. Se diría que pasó sobre -la Europa de 1880 una gran ola de neurastenia, que barrió a millares -de seres. Quienes entonces eran adolescentes conservan de esa racha el -recuerdo, y para ellos, la expresión de Tolstoi sobre esta crisis tiene -un valor histórico. Escribió la oculta tragedia de una generación. - -[652] _Confesiones_, página 67. - -[653] Sus retratos de esta época acusan ese carácter popular. Una -pintura de Kramskoi (1873) representa a Tolstoi en blusa de mujik, la -cabeza inclinada, con un aire de Cristo alemán. La frente empieza a -encalvecer hacia las sienes, las mejillas están hundidas y con barba. -En otro retrato de 1881, tiene aspecto de contramaestre endomingado: -los cabellos cortos, la barba y los bigotes extendidos, el rostro -parece más ancho abajo que arriba; las cejas fruncidas, los ojos -mansos; la nariz, de anchas ventanas como de perro; las orejas enormes. - -[654] _Confesiones_, páginas 93-95. - -[655] A decir verdad, no era ésta la primera vez. El joven voluntario -del Cáucaso, el oficial de Sebastopol, Olenine de _Los Cosacos_, el -príncipe Andrés y Pedro Besukhov en _La Guerra y la Paz_, habían tenido -visiones semejantes. Pero Tolstoi era tan apasionado que, cada vez que -encontraba a Dios creía que lo encontraba por la primera vez y que no -había habido para él antes más que la noche y la nada. En su pasado -no veía más que sombras y vergüenzas. Nosotros, que conocemos por su -_Diario_, mejor que él, la historia de su corazón, sabemos cómo este -corazón fué siempre, aun en sus extravíos, profundamente religioso. -Por otra parte, él mismo conviene en ello en un pasaje del primer -Prefacio a la _Crítica de la Teología Dogmática_: “¡Dios mío, Dios -mío! ¡he errado, he buscado la verdad donde necesitaba buscarla! Yo -sabía que erraba. Halagaba yo mismo mis malas pasiones, sabiéndolo; -_pero yo no te olvidaba nunca. Te he sentido siempre cerca, hasta -cuando me extraviaba_”. La crisis de 1878-79 fué sólo más violenta que -las otras, acaso por influencia de los duelos repetidos y de la vejez -que se acercaba; y su única novedad estuvo en que, en lugar de que la -visión de Dios se desvaneciese sin dejar rastros, después que la llama -del éxtasis se había extinguido, Tolstoi, advertido por la experiencia -pasada, se apresuró a “avanzar, en tanto que la luz estuviera con él” -y a deducir de su fe todo un sistema de vida. No es que no lo hubiera -intentado antes (recuérdense las _Reglas de Vida_, concebidas cuando -era estudiante); pero, a los cincuenta años, tenía menos ocasiones de -dejarse distraer de su camino por las pasiones. - -[656] El subtítulo de las _Confesiones_ es: _Introducción a la Crítica -de a la Teología dogmática y al Examen de la doctrina cristiana._ - -[657] “Yo, que colocaba la verdad en la unidad del amor, me sorprendí -de este hecho: que la religión destruía, ella misma, lo que deseaba -producir”. (_Confesiones_, página 111). - -[658] “Y me he convencido de que la enseñanza de la Iglesia es, -teóricamente, una mentira astuta y perniciosa; prácticamente, un -compuesto de groseras supersticiones y de hechicerías, bajo el cual -desaparece absolutamente el sentido de la doctrina cristiana”. -(_Respuesta al Santo Sínodo_. 4-17 de abril de 1901). Véase también La -_Iglesia y el Estado_ (1883). El crimen más grande que Tolstoi reprocha -a la Iglesia en su “alianza impía” con el poder temporal, que la ha -hecho afirmar la santidad del Estado, la santidad de la violencia, es -“la unión de los bandoleros con los mentirosos”. - -[659] A medida que avanzaba en edad, este sentimiento de la unidad de -la verdad religiosa a través de la historia humana, y del parentesco -de Cristo con los otros sabios, desde Buda hasta Kant y Emerson, se -fué acentuando, al extremo de que Tolstoi se defendía en los últimos -años, de que tuviera “alguna predilección por el cristianismo”. Muy -interesante es, en este sentido, una carta escrita en 27 de julio a -9 de agosto de 1909, al pintor Jan Styka, y recientemente publicada -en “El Teósofo” de 16 de enero de 1911. Fiel a su costumbre, Tolstoi, -lleno de la convicción más reciente, tiene la tendencia de olvidar algo -en exceso, su estado antiguo de alma y el punto de partida de su crisis -religiosa, que era puramente cristiano: - -“La doctrina de Jesús, escribía, no es para mí más que una de las -bellas doctrinas religiosas que hemos recibido de la antigüedad -egipcia, judía, hindú, china, griega. Los dos grandes principios de -Jesús: el amor de Dios, es decir de la perfección absoluta; y el amor -del prójimo, es decir, de todos los hombres sin distinción, fueron -predicados por todos los sabios del mundo, Krishna, Buda, Lao-Tsé, -Confucio, Sócrates, Platón, Epicteto, Marco Aurelio, y entre los -modernos Rousseau, Pascal, Kant, Emerson, Channing y muchos otros. La -verdad religiosa y moral está en todas partes y siempre es la misma... -No tengo ninguna predilección por el cristianismo. Si me he interesado -particularmente por la doctrina de Jesús, es, primero, porque he nacido -y he vivido entre los cristianos, y, segundo, porque encontré una gran -alegría de espíritu en desprender la teoría pura de las sorprendentes -falsificaciones realizadas por todas las Iglesias”. - -[660] Protesta Tolstoi que no ataca a la verdadera ciencia, que es -modesta y que conoce su límite. (_De la Vida_, capítulo IV. Traducción -francesa de la condesa Tolstoi). - -[661] _Ibid._ Capítulo X. - -[662] Tolstoi releyó frecuentemente los _Pensamientos_ de Pascal -durante el período de crisis que precedió a las _Confesiones_. De ello -habla en sus cartas a Fet (14 de abril de 1877 y 3 de agosto de 1879); -y recomendaba a su amigo que los leyera. - -[663] En una carta sobre la razón, escrita el 26 de noviembre de 1894 -a la baronesa X... (carta reproducida en el volumen intitulado _Los -Revolucionarios_, 1906), agrega Tolstoi: - -“El hombre ha recibido directamente de Dios un solo instrumento para el -conocimiento de sí mismo y de sus relaciones con el mundo: y no tiene -otros. Este instrumento es la razón. La razón nos viene de Dios; es no -sólo la cualidad superior del hombre, sino también el único instrumento -de conocimiento de la verdad”. - -[664] _De la vida_, capítulo X, XIV-XXI. - -[665] _De la Vida_, XXII-XXV. Como con la mayor parte de las citas, -hago un resumen de varios capítulos en algunas frases características. - -[666] Me reservo para estudiar más tarde, cuando haya sido publicada -la obra completa de Tolstoi, los diversos matices de este pensamiento -religioso, que ciertamente evolucionó con respecto a varias cuestiones, -particularmente en lo que toca a la concepción de la vida futura. - -[667] Cito la traducción publicada en _Le Temps_ de primero de mayo de -1901. - -[668] “Hasta entonces había pasado toda mi vida fuera de la ciudad...”. -(_¿Qué debemos hacer?_) - -[669] _Ibid._ - -[670] Tolstoi declaró varias veces su antipatía hacia los “ascetas -que obran para ellos solos, apartados de sus semejantes”. Los coloca -en el mismo saco que a los revolucionarios ignorantes y orgullosos, -“que pretenden hacer el bien a los demás, sin saber lo que a ellos -mismos les hace falta... Amo con el mismo amor, decía, a los hombres -de estas dos categorías; pero odio sus doctrinas con el mismo odio. La -doctrina única es la que ordena una actividad constante, una existencia -que responda a las necesidades del alma y que trate de realizar la -felicidad de los otros. Tal es la doctrina cristiana. Igualmente -alejada del quietismo religioso y de las pretensiones altivas de -los revolucionarios, que sueñan transformar el mundo sin saber en -qué consiste la verdadera felicidad”. (Carta a un amigo, publicada -en el volumen intitulado _Placeres crueles_, 1895. Traducción de -Halpérine-Kaminsky). - -[671] Tomo XXVI de las _Obras Completas_. - -[672] Retrato de 1885, en daguerrotipo, reproducido en la edición de -_¿Qué debemos hacer?_, de las _Obras Completas_. - -[673] _¿Qué debemos hacer?_, página 213. - -[674] Toda esta primera parte (los quince primeros capítulos), que -hormigueaba en tipos, fué suprimido por la censura rusa. - -[675] “La verdadera causa de la miseria son las riquezas acumuladas -en manos de quienes nada producen y que se han concentrado en las -ciudades. Los ricos se han reunido en las ciudades para divertirse -y para defenderse, y los pobres vienen a ellas a nutrirse con las -migajas de las riquezas. Es sorprendente que muchos de ellos continúen -trabajando, y que no se consagren todos a la caza de un medro más -fácil: comercio, acaparamiento, mendicidad, prostitución, estafas, en -la delincuencia misma”. - -[676] “El eje del mal es la propiedad. La propiedad no es más que -el medio de disfrutar del trabajo ajeno”. La propiedad, aún agrega -Tolstoi, es lo que no es de nosotros, sino de los demás. “El hombre -llama su propiedad a su mujer, sus hijos, sus esclavos, sus bienes; -pero la realidad le demuestra su error, y debe de renunciar a esa -propiedad o sufrir y hacer sufrir”. Tolstoi presiente ya la revolución -rusa: “Desde hace tres o cuatro años, dice, se nos injuria en las -calles, se nos llama holgazanes. El odio y el desprecio del pueblo -oprimido aumentan”. (_¿Qué debemos hacer?_, página 419). - -[677] El campesino revolucionario Bondarov habría querido que esta ley -fuese reconocida como una obligación universal. Tolstoi estaba entonces -bajo su influjo, como también bajo el de otro campesino, Sutaiev. -“Durante toda mi vida, dos pensadores rusos han ejercido sobre mí una -gran acción moral, han enriquecido mi pensamiento, me han explicado -mi propia concepción del mundo: han sido dos campesinos, Sutaiev y -Bondarev”. (_¿Qué debemos hacer?_, página 404). En el mismo libro -Tolstoi hace el retrato de Sutaiev, e inserta una conversación con él. - -[678] _El Alcohol y el Tabaco._ (Traducción de Halpérine-Kaminsky, -publicada con el título de _Placeres viciosos_, 1895). El título ruso -es: _Por qué las gentes se embriagan_. - -[679] _Placeres crueles_, 1895. (_Los comedores de carne_, _La Guerra_, -_La Caza_). Traducción de Halpérine-Kaminsky. Títulos rusos: (de Los -Comedores de Carne): _El Primer Grado_. _La Guerra_ es un extracto de -una obra voluminosa. _El Reino de Dios está en nosotros_ (capítulo VI). - -[680] Sorprende que Tolstoi haya sufrido tanto para desprenderse de -ella. En él era una pasión atávica, heredada de su padre. No era -sentimental y parece que nunca tuvo mucha piedad hacia los animales; -sus ojos penetrantes apenas se detenían en las miradas, tan elocuentes -a menudo, de nuestros humildes hermanos, a excepción del caballo, para -el cual, como gran señor, tuvo predilección siempre. No dejaba de -tener un fondo de crueldad nativa. Después de narrar la lenta muerte -de un lobo, al cual había matado, descargándole un garrotazo en el -nacimiento de la nariz, dice: “Experimentaba un sentimiento voluptuoso, -al recuerdo de los sufrimientos del animal moribundo”. El remordimiento -despertó ya tarde. - -[681] Estío de 1878. Véase _Vida y Obra_. - -[682] 18 de noviembre de 1878. _Ibid._ - -[683] Noviembre de 1879. _Ibid._ Traducción de Bienstock. - -[684] 5 de octubre de 1881. _Vida y Obra._ - -[685] 14 de octubre de 1881. _Ibid._ - -[686] Marzo de 1882. - -[687] 1882. - -[688] 23 de octubre de 1884. _Vida y Obra._ - -[689] “El pretendido derecho de las mujeres ha nacido y no podía -nacer sino en una sociedad de hombres que se apartaron de la ley del -verdadero trabajo. Ninguna mujer de obrero cumplido reclama el derecho -de compartir con el marido el trabajo en las minas o en los campos. -Solamente demandan ese trabajo las mujeres que quieren compartir el -trabajo imaginario de la clase rica”. - -[690] Son estas las últimas líneas de _¿Qué debemos hacer?_, y están -fechadas el 14 de febrero de 1886. - -[691] Carta a un amigo, publicada con el título de _Profesión de -fe_, en el volumen intitulado _Placeres crueles_, 1895. Traducción de -Halpérine-Kaminsky. - -[692] La reconciliación tuvo lugar en la primavera de 1878. Tolstoi -escribió a Turguenev, pidiéndole perdón y Turguenev vino a Yasnaia -Poliana en agosto de 1878. Tolstoi le devolvió su visita en julio de -1881. Todo el mundo se sorprendió con su cambio de maneras, su dulzura, -su modestia. Estaba “como regenerado”. - -[693] Carta a Polonski (citada por Birukov). - -[694] Carta escrita en Bougival, el 28 de junio de 1883. - -[695] Capítulo XII de la edición rusa. El traductor francés hizo con -ella la introducción. - -[696] Se advertirá que en el reproche que dirige a Tolstoi M. de Vogüé, -a su vez emplea por propia cuenta las expresiones mismas de Tolstoi: -“Justamente o por error, decía, y quizá para nuestro castigo hemos -recibido del cielo este mal necesario y soberbio: el pensamiento... -Arrojar lejos esta cruz es una rebelión impía” (_La Novela Rusa._, -1886). Por otra parte, Tolstoi escribía a su tía la condesa A. A. -Tolstoi, en 1883: “Cada uno debe de cargar su cruz... La mía está en -el trabajo del pensamiento, malo, orgulloso, lleno de seducciones”. -(_Correspondencia inédita_, página 4). - -[697] _¿Qué debemos hacer?_, página 378-9. - -[698] Aun llegará a justificar el sufrimiento, no solamente el -sufrimiento personal, sino también el de los demás. “Porque en el -alivio del sufrimiento de los otros está la esencia de la vida -racional. ¿Cómo, pues, el instrumento de trabajo podría ser un objeto -de sufrimiento para el trabajador? Es como si el labrador dijese que -una tierra no labrada es un dolor para él”. (_De la Vida._ Capítulo -XXXIV-XXXV). - -[699] 23 de febrero de 1860. _Correspondencia inédita_, páginas 19-20. -En esto le desagradaba el arte “melancólico y dispéptico” de Turguenev. - -[700] Esta carta del 4 de octubre de 1887, fué publicada en los -Cuadernos de la Quincena, 1902, y en la _Correspondencia inédita_, 1907. - -_¿Qué es el Arte?_ se publicó en 1897-1898; pero en esto pensaba ya -desde hacía quince años, es decir, desde 1882. - -[701] Insistiré sobre este punto a propósito de la _Sonata a Kreutzer_. - -[702] Su intolerancia había aumentado desde 1886. En _¿Qué debemos -hacer?_ no osa siquiera referirse a Beethoven (ni a Shakespeare); antes -reprochaba a los artistas contemporáneos que osasen ampararse en estos -hombres. “La actividad de los Galileo, de los Shakespeare, de los -Beethoven, no tiene nada de común con la de los Tyndall, de los Víctor -Hugo, de los Wagner. De la misma manera los Santos Padres negarían todo -parentesco con los Papas” (_¿Qué debemos hacer?_ Página 375). - -[703] Y aun quiso marcharse antes de que terminase el primer acto. -“Para mí la cuestión estaba resuelta; ya no tenía dudas. Nada había -que esperar de un autor capaz de imaginar escenas como aquéllas. De -antemano se podía afirmar que no escribía nada que no fuese malo”. - -[704] ¡Se sabe que, para hacer una selección de los poetas franceses -de las escuelas modernas, tuvo esta idea admirable: “copiar, de cada -volumen, la poesía que se encontrase en la página 28!” - -[705] _Shakespeare_, 1903. La obra fué escrita con motivo de un -artículo de Ernesto Crosby sobre _Shakespeare y la clase obrera_. - -[706] Textualmente: “La Novena Sinfonía no une a todos los hombres, -sino solamente a un pequeño número de ellos, a los cuales separa de los -demás”. - -[707] “Era uno de esos hechos que se producen a menudo, sin atraer la -atención de nadie, ni interesar, no digo ya al universo, pero ni aun al -mundo militar francés”... - -Y más adelante: - -“Será necesario que pasen algunos años antes que los hombres despierten -de su hipnotismo y comprendan que de ninguna manera podrían saber -si Dreyfus era culpable o no, y que cada uno tiene otros intereses -más importantes e inmediatos que el Asunto Dreyfus”. (_Shakespeare_, -traducción de Bienstock, páginas 116-118). - -[708] “_El Rey Lear_ es un drama muy malo, muy negligentemente escrito, -que no puede inspirar sino disgusto y fastidio”. _Otelo_, por el cual -Tolstoi muestra algunas simpatías, sin duda porque la obra concuerda -con sus pensamientos de entonces sobre el matrimonio y sobre los celos, -“con ser el menos malo de los dramas de Shakespeare, no es más que un -tejido de palabras enfáticas”. El personaje de Hamlet no tiene ningún -carácter, “es un fonógrafo del autor, que repite todas sus ideas, -al hilo”. En cuanto a _La Tempestad_, _Cymbelino_, _Troilus_, etc., -Tolstoi no los menciona si no es por su “inepcia”. El único personaje -de Shakespeare que encuentra natural es el de Falstaff, “precisamente -porque aquí el lenguaje de Shakespeare, lleno de frías bromas y juegos -de palabras ineptas, concuerda con el carácter falso, vanidoso y -libertino de este ebrio repugnante”. - -Tolstoi no siempre había pensado así. Entre 1860 y 1870 tenía placer -en leer a Shakespeare, sobre todo en la época en que tuvo la idea de -escribir un drama histórico sobre Pedro I. En sus notas de 1869 se ve -que aún tomaba a _Hamlet_ por modelo y por guía. Después de citar sus -trabajos concluidos, _La Guerra y la Paz_, que relacionaba con el ideal -homérico, agregaba Tolstoi: “Hamlet y mis futuros trabajos: poesía del -novelista en la pintura de caracteres”. - -[709] Coloca en “el arte malo” sus “obras de imaginación” (_¿Qué es el -arte?_). Ni siquiera exceptúa de su condenación del arte moderno sus -propias obras teatrales, “desnudas de esta concepción religiosa que -debe formar la base del drama del porvenir”. - -[710] Más exactamente: “Es la dirección de la corriente del río”. - -[711] Desde 1873 escribía Tolstoi: “Pensad lo que queráis, pero de tal -manera que cada palabra pueda ser comprendida por el carretero que -transporta los libros de la imprenta. No es posible escribir nada malo -en una lengua enteramente clara y sencilla”. - -[712] Tolstoi ha dado el ejemplo: Sus cuatro _Libros de Lectura_ para -los niños campesinos, han sido adoptados en todas las escuelas de -Rusia, laicas y eclesiásticas. _Sus Primeros Cuentos Populares_ son -el alimento de millares de almas. “En el bajo pueblo, escribe Stephan -Anikine, antiguo diputado a la Duma, el nombre de Tolstoi se confunde -con la idea de ‘libro’. Se puede escuchar a menudo, a algún pequeño -aldeano, pedir ingenuamente, en una biblioteca: ‘Dadme un buen libro, -un Tolstoi’, es decir un libro grueso”. (_En memoria de Tolstoi_, -lecturas hechas en el aula de la Universidad de Ginebra, el 7 de -diciembre de 1910). - -[713] Este ideal de la unión fraternal entre los hombres no señala para -Tolstoi el término de la actividad humana; su alma insaciable le hace -concebir un ideal desconocido, más allá del amor. “Tal vez la ciencia -descubrirá un día, para el arte, un ideal aún más elevado, y el arte lo -realizará”. - -[714] A estos mismos años pertenece, según la fecha de la publicación -y sin duda también de su conclusión, una obra que en realidad fué -escrita en los tiempos felices del noviazgo y de los primeros años -de matrimonio: la hermosa historia de un caballo, _Kholstomier_ -(1861-1886). Habla de ella Tolstoi en una carta a Fet, de 1863. -(_Correspondencia inédita_, página 35). El arte de sus principios, con -sus paisajes finos, su simpatía penetrante hacia las almas, su humor, -su juventud tiene parentesco con las obras de su período de madurez. -(_La felicidad conyugal_, _La Guerra y la Paz_). El final macabro, -las últimas páginas sobre los cadáveres comparados del viejo caballo -y de su amo, son de una brutalidad de realismo que recuerda los años -siguientes a 1880. - -[715] _La Sonata a Kreutzer_, _El Poder de las Tinieblas_. - -[716] _Le Temps_, 29 de agosto de 1901. - -[717] “Por lo que toca al estilo, le decía su amigo Drujinin, en -1856, sois muy ilustrado, a las veces tanto como un innovador y un -gran poeta, a veces tanto como un oficial que escribe a un camarada. -Lo que escribís con amor es admirable; pero inmediatamente que os -mostráis indiferente, vuestro estilo se embrolla y se hace espantoso”. -(Traducción de Bienstock, _Vida y Obra_). - -[718] _Vida y Obra._ Durante el estío de 1879, Tolstoi vivió en gran -intimidad con los campesinos; y Strakov nos dice que, aparte de la -religión, “se interesaba mucho por el lenguaje; comenzaba a sentir -profundamente la belleza de la lengua del pueblo. Diariamente descubría -nuevas palabras, y diariamente trataba en forma peor la lengua -literaria”. - -[719] En sus notas sobre lecturas, Tolstoi ha escrito, entre 1860 y -1870: “Los Bylines... Impresión muy grande”. - -[720] _Los dos viejos_ (1885). - -[721] _Donde está el amor está Dios_ (1885). - -[722] _De qué viven los hombres_ (1881). _Los tres viejos_ (1884). _El -Ahijado_ (1886). - -[723] Este relato lleva el siguiente título: _¿Es mucha la tierra que -necesita un hombre?_ (1886) - -[724] _Fuego que hace llama no se extingue ya_ (1885). - -[725] _El cirio_ (1885). _Historia de Iván el imbécil._ - -[726] _El Ahijado_ (1886). Estas narraciones populares han sido -publicadas en el tomo XIX de las _Obras Completas_. - -[727] Muy tardíamente adquirió el gusto por el teatro. Fué un -descubrimiento que hizo en el invierno de 1869-1870, y, según su -costumbre, se inflamó de entusiasmo. “Todo este invierno me he ocupado -exclusivamente en el drama y, como ocurre siempre a los hombres que -hasta la edad de cuarenta años no han reflexionado sobre algún asunto -y que de pronto, en él fijan su atención, les parece que ven entonces -muchas cosas nuevas... He leído a Shakespeare, a Goethe, Puchkin, -Gogol y Molière... Quisiera leer a Sófocles y a Eurípides... He estado -en cama largos días, enfermo; y cuando estoy así los personajes, -dramáticos o cómicos, comienzan a moverse dentro de mí, y lo hacen -muy bien...”. (Carta a Fet, 17-21 de febrero de 1870. _Correspondencia -inédita_, páginas 63-65). - -[728] Variante del acto IV. - -[729] Es de considerar que la creación de este drama angustioso -haya sido para Tolstoi una pena. Escribía a Teneromo: “Vivo bien y -jovialmente. He trabajado todo este tiempo en mi drama _El Poder de -las Tinieblas_, y está concluido”. (Enero de 1887. _Correspondencia -inédita_, página 159). - -[730] La primera traducción, exacta, de esta obra, en francés, ha sido -publicada por J. W. Bienstock, en el “_Mercure de France_” (marzo y -abril de 1912). Bienstock ha denunciado las extrañas libertades que se -tomaron en las traducciones anteriores de los textos de Tolstoi. - -[731] La traducción francesa de este _Postfacio_, por M. -Halpérine-Kaminsky, se ha publicado con el título: _De las relaciones -entre los sexos_, en el volumen intitulado _Placeres crueles_. - -[732] Adviértase bien que Tolstoi no tuvo jamás la ingenuidad de creer -que el ideal del celibato y de la castidad absoluta sea realizable -por la humanidad actual; pero, según él, un ideal es irrealizable por -definición: es un llamamiento a las energías heroicas del alma. - -“La concepción del ideal cristiano, que es la unión de todas las -criaturas vivientes en el amor fraternal, es inconciliable con la -práctica de la vida que exige un esfuerzo continuo hacia un ideal -inaccesible pero que no supone haberle alcanzado nunca”. - -[733] Al final de _La Mañana de un Señor_. - -[734] _La Guerra y la Paz._ No quiero recordar a _Alberto_ (1857), la -historia de un músico de genio; esta novela es muy débil. - -[735] Véase en _Juventud_ el relato humorístico de las penas que sufrió -para aprender a tocar el piano. “El piano era para mí un medio de -encantar a las señoritas con mi sentimentalismo”. - -[736] Se trata de los años de 1876 y 1877. - -[737] S. A. Bers. _Recuerdos de Tolstoi_. (Véase _Vida y Obra._) - -[738] Tomo I, página 381. (Edición de Hachette). - -[739] Pero nunca dejó de amarla. Uno de los amigos de sus últimos -días fué un músico, Goldenveiser, que pasó el estío de 1910 cerca de -Yasnaia. Casi cada día iba a tocar trozos de música a Tolstoi, durante -su última enfermedad. (_Journal des Débats_, 18 de noviembre de 1910). - -[740] Carta del 21 de abril de 1861. - -[741] Camilo Bellaigue, _Tolstoi y la música._ (_Le Gaulois_, 4 de -enero de 1911). - -[742] Que no se diga que se trata aquí únicamente de las últimas -obras de Beethoven. Aun a las primeras que consentía en mirar como -“artísticas”, reprocha Tolstoi “su forma artificial”. En una carta a -Tschaikovsky, opone asimismo a Mozart y Haydn “la manera artificial de -Beethoven, Schumann y Berlioz, que calculan el efecto”. - -[743] Véase la escena contada por M. Paul Boyer: “Tolstoi hacía que le -tocaran Chopin. Al final de la cuarta balada, sus ojos se llenaron de -lágrimas--¡Ah! ¡animal! gritó; y bruscamente se levantó y se marchó”. -(_Le Temps_, 2 de noviembre de 1920). - -[744] _Amo y Criado_ (1895) es como una transición entre las lúgubres -novelas que la precedieron y _Resurrección_, en la cual se derrama -la luz de la caridad divina. Pero más todavía se siente en ella la -cercanía de _La Muerte de Iván Ilich_ y de los _Cuentos Populares_, -que de _Resurrección_, que solamente anuncia, hacia el fin, la sublime -transformación de un hombre egoísta y cobarde, por la acción de un -ímpetu de sacrificio. La mayor parte de la historia es el cuadro, muy -realista, de un amo desprovisto de bondad y de un criado resignado -que son sorprendidos, en la estepa, de noche, por una tormenta de -nieve y que pierden el camino. El amo, que trata desde luego de huir, -abandonando a su compañero, regresa y, encontrándolo semihelado, se -arroja sobre él, le cubre con su cuerpo, le calienta, sacrificándose -por instinto; no sabe por qué, pero las lágrimas se agolpan a sus ojos; -piensa que se ha convertido en aquél a quien salva, en Nikita, y que -su vida ya no le pertenece a él, sino a Nikita. “Nikita vive, luego -también yo vivo todavía”. Casi ha olvidado que él era él, Vasili. -Piensa: “Vasili no sabía lo que debía de hacer... no lo sabía, y yo, -yo sí lo sé ahora...”. Y escucha la voz de Aquél a quien esperaba, -(en esta parte su sueño recuerda otro de los _Cuentos Populares_) de -Aquél que, hacía un momento, le había dado la orden de acostarse sobre -Nikita. Lleno de alegría clama: “¡Ya llego, Señor!” Y siente que ahora -ya es libre, que nada lo retiene... ha muerto. - -[745] Tenía prevista Tolstoi una cuarta parte, que no escribió. - -[746] Tomo I, página 379. Cito la traducción de Teodoro de Wyzewa. Una -traducción íntegra de _Resurrección_ debe formar los tomos XXXVI y -XXXVII de las _Obras Completas_. - -[747] Tomo I, página 129. - -[748] Por lo contrario, estuvo ligado a todos los mundos que pintó en -_La Guerra y la Paz_, _Ana Karenina_, _Los Cosacos_ y _Sebastopol_, -salones aristocráticos, ejército, vida rural. No tenía para ello más -que recordar. - -[749] Tomo II, página 20. - -[750] “Llevan los hombres en sí mismos el germen de todas las -cualidades humanas, y ora se manifiesta una, ora se manifiesta otra, -mostrándose a menudo los hombres como diferentes de ellos mismos, es -decir, de como habitualmente han parecido. En algunos, estos cambios -son particularmente rápidos. A esta clase de hombres pertenecía -Nekhludov. Bajo la influencia de causas físicas y morales se producían -en él cambios bruscos y completos”. (Tomo I, página 258). - -Quizá Tolstoi se haya acordado de su hermano Dmitri, que también se -casó con una Maslova; pero el temperamento violento y desequilibrado de -Dmitri era diferente del de Nekhludov. - -[751] “Muchas veces en su vida había hecho estos _lavados de -conciencia_. De esta manera llamaba a las crisis morales en que, -percibiendo de frente el aceleramiento o la paralización de su vida -interior, se decidía a barrer las inmundicias que obstruían su alma. Al -salir de estas crisis, no dejaba nunca de imponerse reglas que juraba -observar siempre. Escribía un diario y comenzaba una nueva vida; pero -en cada ocasión no tardaba en recaer en el mismo punto, o aun más abajo -que antes de la crisis...”. (Tomo I, página 138). - -[752] Al saber que la Maslova de nuevo ha hecho una de las suyas con un -enfermero, Nekhludov se siente más resuelto que nunca a “sacrificar su -libertad para redimir el pecado de esta mujer”. (Tomo I, página 382). - -[753] Nunca dibujó Tolstoi un personaje con lápiz tan seguro y -vigoroso como el Nekhludov de las primeras páginas. Véase la admirable -descripción del momento de levantarse y de la mañana de Nekhludov, -antes de la primera sesión en el Palacio de Justicia. - -[754] Carta de la Condesa Tolstoi, de 1884. - -[755] _Le Temps_, 2 de noviembre de 1902. - -[756] Tolstoi la consideraba como una de sus obras capitales: “Uno de -mis libros, (_Para todos los días_) al cual he tenido la suficiencia de -atribuir una gran importancia...”. (Carta a Jan Styka, 27 de julio y 9 -de agosto de 1909). - -[757] Estas obras fueron, en su mayor parte, publicadas después -de la muerte de Tolstoi. M. J. W. Bienstock las ha publicado en -una traducción francesa, (3 volúmenes de la colección Nelson). La -lista de esas obras es bastante larga, y de ella elegimos, entre -las principales: _El Diario póstumo del Feodor Kuzmitch_, _El Padre -Sergio_, _Hadji-Murad_, _El Diablo_, _El Cadáver viviente_, drama en -doce cuadros; _El falso cupón_, _Alexis el tonto_, _El Diario de un -loco_, _La Luz luce en las tinieblas_, drama en cinco actos; _Todas -las cualidades vienen de ella_, pequeña pieza popular, y una serie de -excelentes novelas cortas: _Después del baile_, _Lo que yo he visto -en sueños_, _Khodynka_, etc. Véase Apéndice, página 431. Pero la obra -esencial que falta por publicar y que no se publicará en mucho tiempo, -es el _Diario_ de Tolstoi. Abarca cuarenta años de su vida, desde -la época del Cáucaso hasta la víspera de su muerte; es el libro de -Confesiones más despiadadas que jamás haya escrito un gran hombre. - -[758] El título ruso de esta obra es: _Una sola cosa es necesaria_. (S. -Luc. XI, 41). - -[759] La excomunión de Tolstoi por el Santo Sínodo es de 22 de febrero -de 1901. Fué originada por un capítulo de _Resurrección_, relativo a la -misa y a la Eucaristía. Este capítulo (lo lamentamos) ha sido suprimido -en la traducción francesa. - -[760] Sobre la nacionalización del suelo. (Véase el _Gran Crimen_ 1905). - -[761] “Ruso puro de la vieja Moscovia, dice M. A. Leroy-Beaulieu, gran -ruso de sangre eslava, mezclada de finlandés, físicamente un tipo del -pueblo más que de la aristocracia”. (_Revue des Deux Mondes_, 15 de -diciembre de 1910). - -[762] 1857. - -[763] 1862. - -[764] _El Fin de un Mundo_ (1905 y enero de 1906). Véase el telegrama -dirigido por Tolstoi a un diario americano: - -“La agitación de los zemstvos tiene por objeto limitar el poder -despótico y establecer un gobierno representativo. Que triunfen o no, -el resultado seguro será el aplazamiento del verdadero mejoramiento -social. La agitación política, al producir la ilusión funesta de este -mejoramiento por medios exteriores, detiene al verdadero progreso, -como es posible comprobarlo por el ejemplo de todos los Estados -constitucionales: Francia, Inglaterra, América”. (_El movimiento social -en Rusia_. M. Bienstock ha introducido este artículo en el Prefacio del -_Gran Crimen_, traducción francesa, 1905). En una larga e interesante -carta a una dama que le pedía formase parte de un _Comité para la -propagación de la lectura y la escritura entre el pueblo_, Tolstoi -expresa otros cargos contra los liberales: Han desempeñado el papel -de engañados; se han hecho cómplices, por miedo, de la autocracia; -su participación en el gobierno da a éste un prestigio moral, y los -habitúa a compromisos que rápidamente los convierten en instrumentos -del poder. Alejandro II decía que todos los liberales estaban prontos -a venderse a cambio de honores cuando no de dinero. Alejandro III -ha podido aniquilar sin peligros la obra liberal de su padre: “Los -liberales cuchicheaban entre ellos, porque tal cosa no les agradaba, -pero continuaban formando parte de los tribunales, seguían al servicio -del Estado y en la prensa. En la prensa hacían alusión a cosas sobre -las cuales la alusión estaba permitida; pero callaban sobre todo lo -que estaba prohibido hablar, y publicaban cuanto se les ordenaba -publicar”. Lo mismo hacen bajo Nicolás II: “¿Cuándo este joven que no -sabe nada, que no comprende nada, responde con audacia y falta de tacto -a los representantes del pueblo, protestan los liberales? De ninguna -manera... De todas partes se envían al joven czar cobardes y aduladoras -felicitaciones”. (_Correspondencia inédita_, páginas 283-306). - -[765] _Guerra y Revolución._ - -En _Resurrección_, cuando el examen en casación del juicio de la -Maslova, en el Senado, es un darwinista materialista quien más se opone -a la revisión porque le choca, secretamente, que Nekhludov quiera -casarse por deber con una prostituta: toda manifestación del deber, y, -más todavía, del sentimiento religioso, le produce el efecto de una -injuria personal. (Tomo I, página 359). - -[766] Véanse como tipos, en _Resurrección_, a Novodvorov, el agitador -revolucionario, cuya vanidad y el egoísmo excesivo han esterilizado su -gran inteligencia. Imaginación nula; “ausencia total de las cualidades -morales y estéticas que producen la duda”. En seguida, unido a sus -pasos, como su sombra, Markel, el obrero que se ha convertido en -revolucionario por humillación y por deseo de venganza, adorador -apasionado de la ciencia que no comprende, anticlerical con fanatismo, -y asceta. Se encontrará también en _Aún tres muertos_, o en _Lo -divino y lo humano_, (traducción francesa publicada en el volumen -intitulado Los Revolucionarios, 1906) algunos especímenes de la nueva -generación revolucionaria: Romana y sus amigos, que desprecian a los -antiguos terroristas y pretenden llegar científicamente a los fines que -persiguen, transformando al pueblo agricultor en pueblo industrial. - -[767] Carta al japonés Izo-Abe, de fines de 1904. (_Correspondencia -inédita._) - -[768] _Las palabras vivientes_ de _L. N. Tolstoi_, notas de Teneromo, -capítulo Socialismo, (publicado en traducción francesa en _Los -Revolucionarios_, 1906). - -[769] _Ibid._ - -[770] Conversación con Paul Boyer. (_Le Temps_, 4 de noviembre de 1902). - -[771] _El Fin de un Mundo_. - -[772] “La más cruel de las esclavitudes está en ser privado de la -tierra; porque el esclavo que tiene un dueño, es esclavo de uno solo; -pero el hombre privado del derecho de la tierra es el esclavo de todo -el mundo”. (_El Fin de un Mundo_, capítulo VII). - -[773] Rusia estaba, en efecto, en una situación especial, y si el error -de Tolstoi ha sido atribuir también esta situación al conjunto de los -Estados europeos, no hay que sorprenderse de que se haya mostrado -principalmente sensible para los sufrimientos que le tocaban más de -cerca. Véase en _El Gran Crimen_, sus conversaciones en el camino de -Tula, con los campesinos, que carecían todos de pan porque la tierra -les faltaba, y que todos, en el fondo, esperaban que la tierra viniese -a sus manos. La población agrícola de la nación forma el 80 por ciento. -Un centenar de millares de hombres, dice Tolstoi, mueren de hambre a -consecuencia del embargo de la tierra por los propietarios rurales. -Cuando se llega a hablarles, como remedio de sus males, de la libertad -de la prensa, de la separación de la iglesia y el Estado, de la -representación nacional, y aun de la jornada de ocho horas, se burla -uno de ellos impunemente. - -“Quienes aparentan buscar, por todos los medios, el mejoramiento de la -situación de las masas populares, recuerdan lo que pasa en el teatro -cuando todos los espectadores ven perfectamente al actor que está -oculto, en tanto que los otros que toman parte en la representación -y que también lo ven, fingen no verlo, y se esfuerzan por distraer -mutuamente su atención”. - -No hay otro remedio que devolver la tierra al pueblo que trabaja; y, -para la resolución de esta cuestión agraria, Tolstoi preconiza la -doctrina de Henry George y su proyecto de un impuesto único sobre el -valor del suelo. Éste es su Evangelio económico, y sobre él vuelve -incansablemente, y tanto se lo ha asimilado que a menudo, en sus obras, -emplea hasta frases enteras de Henry George. - -[774] “La ley de no-resistencia al mal es la clave de la bóveda de -todo el edificio. Admitir la ley de la ayuda mutua, desconociendo el -precepto de la no-resistencia, equivale a construir la bóveda sin -cerrarla en su parte central”. (_El Fin de un Mundo._) - -[775] En una carta de 1900, a un amigo (_Correspondencia inédita_, -página 312), Tolstoi se queja de la falsa interpretación dada a su -principio de la no-resistencia. Se confunde, dice: _No te opongas al -mal haciendo el mal_... con _No te opongas al mal_, es decir, con: “Sé -indiferente al mal...”. “Cuando la lucha contra el mal es el único -objeto del cristianismo y el mandamiento de la no-resistencia al mal se -da como el medio de lucha más eficaz”. - -[776] _El Fin de un Mundo._ - -[777] Tolstoi retrató dos tipos de estos “sectarios”, uno al final de -_Resurrección_, otro en _Aún tres muertos_. - -[778] Después de que Tolstoi condenó la agitación de los zemstvos, -Gorki interpretaba el descontento de sus amigos, escribiendo: “Este -hombre se ha convertido en el esclavo de su idea. Largo tiempo hace que -se aísla de la vida rusa y ya no escucha la voz del pueblo. Se coloca a -demasiada altura, por encima de Rusia”. - -[779] Era para él un sufrimiento agobiador no poder ser perseguido. -Tenía sed de martirio; pero el gobierno, muy prudente, se cuidaba bien -de darle esa satisfacción. “En torno mío se persigue a mis amigos y -se me deja tranquilo, aun cuando, si alguno hay perjudicial, soy yo. -Evidentemente no valgo bastante para ser perseguido, y de ello tengo -vergüenza”. (Carta a Teneromo, de 1892, _Correspondencia inédita_, -página 184). “Es evidente que no soy digno de sufrir persecuciones, -y me será preciso morir así, sin haber podido, por los sufrimientos -físicos, dar testimonio de la verdad”. (A Teneromo, 16 de mayo de 1892. -_Ibid._ Página 186). “Me es penoso estar en libertad”. (A Teneromo, 1.º -de junio de 1894. _Ibid._ Página 188). ¡Dios sabe, sin embargo, que no -daba motivo para eso! Insultaba a los czares, atacaba a la patria “este -horrible fetiche al cual los hombres sacrifican su vida, y su libertad, -y su razón”. (_El Fin de un Mundo_). Véase en _Guerra y Revolución_, el -resumen que hace de la historia de Rusia. Es una galería de monstruos: -“el chiflado Iván el Terrible, el borracho Pedro I, la ignorante -cocinera Catarina I, la prostituida Elizabeth, el degenerado Pablo, el -parricida Alejandro I” (el único para quien Tolstoi tuvo, sin embargo, -alguna secreta ternura), “el cruel e ignorante Nicolás I, Alejandro II, -poco inteligente, más malo que bueno, Alejandro III, seguramente un -tonto, brutal e ignorante; Nicolás II, un inocente oficial de húsares; -rodeado de bribones, un joven que no sabe nada, que no comprende nada”. - -[780] Carta a Gontcharenko, refractario, del 19 de enero de 1905. -(_Correspondencia inédita_, página 264). - -[781] A los dukhobors del Cáucaso, 1897. (_Ibid._ Página 239). - -[782] Carta a un amigo, 1900. (_Ibid._ Páginas 308-309). - -[783] A Gontcharenko, 12 de febrero de 1905. (_Ibid._ Página 265). - -[784] A los dukhobors del Cáucaso, 1897. (_Ibid._ Página 240). - -[785] A Gontcharenko, 19 de enero de 1905. (_Ibid._ Página 264). - -[786] A un amigo, noviembre de 1901. (_Ibid._ Página 326). - -[787] “Es como una hendidura en la máquina neumática; todo el soplo -de egoísmo que se quería aspirar del alma humana, vuelve a entrar a -ella”. Y emplea todo su ingenio en demostrar que el texto original ha -sido leído mal y que las palabras exactas del segundo Mandamiento eran: -“Ama a tu prójimo como a _Él mismo_ (como a Dios”). (Conversaciones con -Teneromo). - -[788] Conversaciones con Teneromo. - -[789] Carta a un chino, octubre de 1906. (_Correspondencia inédita_, -página 381 y siguientes). - -[790] Tolstoi expresaba ya este temor en su carta de 1906. - -[791] “No vale la pena negarse al servicio militar y policíaco, para -admitir la propiedad, que se sostiene solamente por el servicio militar -y de policía. Los hombres que llenan este servicio y sacan provecho de -la propiedad obran mejor que aquéllos que se niegan a todo servicio -y gozan de la propiedad”. (Carta a los dukhobors del Canadá, 1899. -_Correspondencia inédita_, páginas 248-260). - -[792] Léase en _Las Conversaciones con Teneromo_ la hermosa página -“sobre el sabio judío que, sumergido en su libro, no ha visto los -siglos derrumbarse sobre su cabeza y los pueblos que aparecían y -desaparecían de la tierra”. - -[793] “Ver el progreso de Europa en los horrores del Estado moderno, -el Estado sangrante, querer crear un nuevo _Judenstaat_, es un pecado -abominable” (_Ibid._). - -[794] _Llamamiento a los políticos_, 1905. - -[795] Se encontrará en el Apéndice de _El Gran Crimen_ y en la -traducción francesa de los _Consejos a los Dirigidos_ (título ruso: _Al -pueblo trabajador_), un _Llamamiento_ de una sociedad japonesa _para el -Restablecimiento de la Libertad de la Tierra_. - -[796] Carta a Paul Sabatier, 7 de noviembre de 1906. (_Correspondencia -inédita_, página 375). - -[797] Cartas a un amigo, junio de 1892 y noviembre de 1901. - -[798] _Guerra y Revolución._ - -[799] Carta a un amigo. (_Correspondencia inédita_, páginas 354-55). - -[800] _Ibid._ Acaso se trata aquí de la _Historia de un Dukhobor_, cuyo -título figura en la lista de las obras inéditas de Tolstoi. - -[801] “Imaginad que todos los hombres que poseen la verdad se reuniesen -para vivir juntos y se instalasen en una isla: ¿Sería esto la vida?” (A -un amigo, marzo de 1901, _Correspondencia inédita_, página 325). - -[802] 1.º de diciembre de 1910. - -[803] 16 de mayo de 1892. Tolstoi veía entonces a su mujer sufrir por -la muerte de un niño, y nada podía hacer para consolarla. - -[804] Carta de enero de 1883. - -[805] “No reprocharé jamás a nadie que no tenga religión. El mal está -en que los hombres mienten, fingiendo tener esa religión”. Y más -adelante: “Que Dios nos libre de fingir amor porque esto es peor que el -odio”. (_Correspondencia inédita_, páginas 344 y 348). - -[806] _Revue des Deux Mondes_, 15 de diciembre de 1910. - -[807] _Revue des Deux Mondes_, 15 de diciembre de 1910. - -[808] A un amigo, 10 de diciembre de 1903. - -[809] _Le Figaro_, 27 de diciembre de 1910. La carta, después de la -muerte de Tolstoi, fué entregada a la condesa por su yerno, el príncipe -Obolensky, a quien Tolstoi la había confiado algunos años antes. A esta -carta se unía otra, igualmente dirigida a la condesa y que trataba de -asuntos íntimos de la vida conyugal. La condesa la destruyó después de -haberla leído. (Nota comunicada por Taciana Sukhotin, hija mayor de -Tolstoi). - -[810] Este estado de sufrimiento databa, pues, de 1881, es decir, del -invierno pasado en Moscú y del descubrimiento que entonces hizo Tolstoi -de la miseria social. - -[811] Carta a un amigo (la traducción francesa, hecha por M. -Halpérine-Kaminsky, ha sido publicada con el título de _Profesión de -fe_ en el volumen _Placeres Crueles_, 1895). - -[812] Parece que sufrió en sus últimos años y sobre todo en sus últimos -meses, la influencia de Vladimir-Grigoritch Tchertkov, amigo devoto -que, establecido largo tiempo en Inglaterra, había consagrado su -fortuna a publicar y divulgar la obra íntegra de Tolstoi. Tchertkov fué -atacado violentamente por uno de los hijos de Tolstoi, León; pero si se -ha podido acusar su intransigencia de espíritu, nadie ha puesto en duda -su absoluta consagración; y, sin aprobar la dureza, acaso inhumana, -de algunos actos de los cuales se cree advertir su inspiración (como -el testamento por el cual Tolstoi privó a su mujer de la propiedad de -todos sus escritos, sin excepción, comprendidos en ellos sus cartas -privadas), es posible creer que estuvo más enamorado de la gloria de su -amigo que el mismo Tolstoi. - -[813] _La Correspondencia de La Unión para la Verdad_, en su número de -1.º de enero de 1911, publicó una interesante relación de esta fuga. -Tolstoi bruscamente partió de Yasnaia Poliana el 28 de octubre de -1910 (10 de noviembre), hacia las cinco de la mañana. Lo acompañaba -el doctor Makovitski. Su hija Alejandra, que Tchertkov llama su -“colaboradora más íntima”, estaba en el secreto de la partida. Llegó -el mismo día, a las seis de la tarde, al monasterio de Optina, uno de -los más célebres santuarios de Rusia, donde había estado varias veces -en peregrinación; allí pasó la noche y, a la mañana siguiente, escribió -allí mismo un largo artículo sobre la pena de muerte. En la tarde del -29 de octubre (11 de noviembre), fué al monasterio de Chamordino, donde -su hermana María era monja; comió con ella y le comunicó el deseo que -habría tenido de pasar el fin de su vida en Optina, “encargándose de -desempeñar las más humildes labores, pero con la condición de que no -se le obligase a ir a la iglesia”. Durmió en Chamordino; hizo, en la -mañana siguiente, un paseo a la aldea vecina, donde pensaba tomar -alojamiento, y volvió a ver a su hermana en la tarde. A las cinco llegó -inopinadamente su hija Alejandra, quien sin duda le previno que su -fuga era conocida y que habían salido en su seguimiento; y se pusieron -en camino, en el acto, de noche. “Tolstoi, Alejandra y Makovitski se -dirigieron hacia la estación de Koselsk, probablemente con la intención -de ganar las provincias del Sur, quizás las colonias formadas por los -dukhobors en el Cáucaso”. En el camino, Tolstoi enfermó y hubo de -ponerse en cama en la estación de Astapovo. Fué allí donde murió. - -[814] _Diario_, fecha de 28 de octubre de 1879. (Traducción de -Bienstock. Véase _Vida y Obra_). He aquí el pasaje entero, que es uno -de los más bellos: “Hay en este mundo gentes pesadas, sin alas, que -se agitan abajo. Entre ellas hay algunos fuertes como Napoleón. Dejan -rastros terribles entre los hombres, siembran la discordia y arrasan -siempre la tierra. Hay hombres que se dejan crecer las alas, se lanzan -lentamente y flotan, como los monjes. Hay hombres ligeros, que se -levantan fácilmente y vuelven a caer, los buenos idealistas. Y hay -hombres de alas poderosas... Hay hombres celestes que, por amor a los -hombres, descienden sobre la tierra replegando sus alas, y enseñan a -los otros a volar. Después, cuando ya no son necesarios, remontan el -vuelo, como Cristo”. - -[815] “Se puede vivir solamente mientras que se está ebrio de vida” -(_Confesiones_ 1879). “Estoy loco de la vida... Es el estío, el estío -delicioso. Este año he luchado por largo tiempo; pero la belleza de la -Naturaleza me ha vencido. Me regocijo con la vida”. (Carta a Fet, julio -de 1880). Estas líneas fueron escritas en plena crisis religiosa. - -[816] En su _Diario_, fechado en octubre de 1865: “El pensamiento de la -muerte...”. “Yo quiero y amo la inmortalidad”. - -[817] “Me embriagaba con esta cólera hirviente de indignación, que -amo en mí, que aun la excito cuando la siento, porque obra sobre -mí de manera calmante, y me da, por algunos instantes al menos, -una elasticidad extraordinaria, la energía y el fuego de todas las -capacidades físicas y morales”. (_Diario del Príncipe D. Nekhludov, -Lucerna,_ 1857). - -[818] Su artículo sobre la Guerra, a propósito del _Congreso Universal -de la Paz_, en Londres, en 1891, es una ruda sátira contra los -pacifistas, que creen en el arbitraje entre las naciones. “Es la -historia del pájaro al cual se coge después de haberle puesto un -grano de sal sobre la cola”. Es tan fácil de cogerlo después de todo. -Equivale a burlarse de las gentes hablarles de arbitraje y de desarme -consentido por los Estados. ¡Charlatanería todo eso! Naturalmente los -gobiernos aprueban: ¡los buenos apóstoles! Saben bien que esto no les -impedirá nunca enviar millones de gentes al matadero, cuando les plazca -hacerlo. (_El reino de Dios está en nosotros_, capítulo VI). - -[819] La Naturaleza fué siempre “el mejor amigo” de Tolstoi, como se -complacía en decirlo: “Un amigo, está bien; pero morirá, se irá a -cualquier parte y no se le podrá seguir, en tanto que la naturaleza, a -la cual estamos unidos por acto de venta y la poseemos por herencia, es -mejor. Mi naturaleza es fría, repulsora, exigente, estorbosa; pero es -un amigo que se conservará hasta la muerte, y cuando muramos entraremos -en ella”. (Carta a Fet, de 19 de mayo de 1861. _Correspondencia -inédita_, página 31). Participaba de la vida de la naturaleza, -renacía en cada primavera: “Marzo y abril son mis mejores meses para -el trabajo”. (A Fet, el 23 de marzo de 1877). Lo amodorraba el fin -del otoño: “Es para mí la estación más muerta, no pienso en nada, no -escribo nada, me siento agradablemente estúpido”. (A Fet, el 21 de -octubre de 1869). Pero la naturaleza que hablaba íntimamente a su -corazón, era la naturaleza que lo circundaba, la de Yasnaia Poliana. -Aun cuando, en el curso de su viaje a Suiza, haya escrito notas muy -hermosas sobre el lago de Ginebra, allí se sentía extranjero, y su -unión con la tierra natal le parecía entonces más estrecha y más -dulce: “Amo a la naturaleza, cuando por todas partes me rodea, cuando -por todas partes me envuelve el aire cálido que se derrama hasta la -lejanía infinita, cuando esta misma yerba jugosa que he chafado al -sentarme viste de verdura los campos infinitos; cuando estas mismas -hojas que, agitadas por el viento, brindan sombra a mi rostro, se unen -para formar el sombrío azul de la floresta lejana; cuando este mismo -aire que respiro forma el azul claro del cielo infinito: cuando estoy -solo para gozar de la naturaleza, cuando, en torno mío, revuelan y -zumban millones de insectos y cantan los pájaros. El gozo principal de -la naturaleza está para mí en cuanto me siento formar parte de toda -ella. Aquí (en Suiza) las infinitas lejanías son hermosas, pero estoy -desligado de ellas”. (Mayo de 1857). - -[820] Conversaciones con Paul Boyer. (_Le Temps_, 28 de agosto de -1901). De hecho podría uno confundirlas a menudo, como en esta -profesión de fe de Julia moribunda: - -“Lo que me era imposible creer, nunca he podido decir que lo creía; y -siempre he creído lo que decía creer. Era todo lo que podía hacer”. - -Que puede relacionarse con la carta de Tolstoi al Santo Sínodo: - -“Es posible que mis creencias molesten o desagraden; pero no me es -posible cambiarlas, como no me es posible cambiar de cuerpo. No puedo -creer otra cosa que lo que creo en esta hora en que me dispongo a -volver hacia el Dios de quien procedo”. - -O bien con este pasaje de la _Respuesta a Cristóbal de Beaumont_, que -nos parece ser toda Tolstoi: - -“Soy discípulo de Jesucristo, y mi Maestro ha dicho que quien ama a su -hermano cumple la ley”. - -O todavía: - -“Toda la oración dominical, íntegra, está contenida en estas palabras: -¡Cúmplase tu voluntad!” (_Tercera carta de la montaña._) - -En relación con: - -“Reemplazo todas mis plegarias con el _Pater Noster_. Todas las -peticiones que yo puedo dirigir a Dios están expresadas con mayor -altura moral por estas palabras: ¡Cúmplase tu voluntad!” (_Diario_ de -Tolstoi, en el Cáucaso, 1852-53). - -La semejanza de pensamientos no es menos frecuente en el terreno del -arte que en el de la religión: - -“La primera regla del arte de escribir, dice Rousseau, consiste en -hablar con claridad y expresar con exactitud nuestro pensamiento”. - -Y Tolstoi: - -“Pensad lo que queráis, pero de tal manera que cada palabra pueda ser -comprendida por todos. No es posible escribir nada mal en una lengua -que sea perfectamente clara”. - -He demostrado antes que las descripciones satíricas de la Opera de -París, en La Nueva Eloísa, tienen muchas relaciones con las críticas de -Tolstoi en _¿Qué es el Arte?_ - -[821] _Diario_, 6 de enero de 1903 (citado en el _Prefacio de Tolstoi a -sus Recuerdos_, volumen primero de _Vida y Obra de Tolstoi_, publicados -por Birukov). - -[822] _Cuarto Paseo._ - -[823] Carta a Birukov. - -[824] _Sebastopol en mayo de 1855._ - -[825] “La verdad... la única cosa que me ha quedado de mi concepción -moral, la única cosa que cumpliré todavía”. (17 de octubre de 1860). - -[826] _Ibid._ - -[827] “El amor a los hombres es el estado natural del alma, y nosotros -no lo advertimos”. (_Diario_, en la época que fué estudiante en Kazan). - -[828] “La verdad se abrirá para el amor...”. (_Confesiones_, 1879-81). -“Yo, que situaba a la verdad en la unidad del amor...”. (_Ibid._) - -[829] “¿Me habláis siempre de energía? Pero la base de la energía está -en el amor, dijo Ana, y el amor no se da nunca a voluntad”. (_Ana -Karenina_, II, página 270). - -[830] “La belleza y el amor, estas dos razones de vivir”. (_La Guerra y -la Paz_, II, página 285). - -[831] “Creo en Dios, que es para mí el Amor”. (Carta al Santo Sínodo, -1901). “¡Sí, el amor!... No el amor egoísta, sino el amor tal como yo lo -he experimentado, por la primera vez en mi vida, cuando vi a mi lado a -mi enemigo moribundo, y lo amé... Es la esencia misma del alma. Amar a -su prójimo, amar a sus enemigos, amar a todos y cada uno, ¡eso es amar a -Dios en todas sus manifestaciones!... Amar a un ser que nos es grato, -es amor humano; pero amar al enemigo, ¡esto casi es amor divino!...”. -(El Príncipe Andrés, moribundo, en _La Guerra y la Paz_, III, página -176). - -[832] “El amor apasionado del artista por su asunto, es el corazón del -arte. Sin amor no hay obra de arte posible”. (Carta de septiembre de -1889. “_Leo Tolstois Briefe 1848 bis 1910_”, Berlín, 1911). - -[833] “Porque yo escribo libros, sé todo el mal que ellos hacen...”. -(Carta de Tolstoi a P. V. Vériguine, jefe de los dukhobors, de 21 de -noviembre de 1897. _Correspondencia inédita_, página 241). - -[834] Véase _La Mañana de un Señor_, o bien, en _Las Confesiones_, -los retratos extremadamente idealizados de estos hombres sencillos, -buenos, contentos de su suerte, tranquilos, que comprenden la vida; o -bien, al fin de la segunda parte de _Resurrección_, esta visión “de -una humanidad, de una tierra nueva”, que aparece a Nekhludov, cuando -encuentra a los obreros que vuelven de su trabajo. - -[835] “Un cristiano no podría ser moralmente superior o inferior a -otro; pero es más cristiano a medida que más rápidamente avanza en -la vida de la perfección, cualquiera que sea el grado en el cual se -encuentre, en un momento dado: de suerte que la virtud estacionaria -del fariseo es menos cristiana que la del ladrón, cuya alma esté en -pleno movimiento hacia lo ideal, y que se arrepiente sobre su cruz”. -(_Placeres Crueles._ Traducción de Halpérine-Kaminsky). - - - - - APÉNDICE - (Nota a la página 394). - - [Ilustración] - - - LAS OBRAS PÓSTUMAS DE TOLSTOI[836]. - -Tolstoi dejaba al morir una gran cantidad de obras inéditas, de las -cuales la mayor parte ha sido publicada después y forman tres volúmenes -en la traducción francesa de J. W. Bienstock (Colección Nelson). - -Estas obras son de todas las épocas de su vida, habiendo algunas que -remontan hasta 1883 (_Diario de un Loco_), y otras de los últimos años. -Comprenden cuentos, novelas, obras teatrales y diálogos, y muchas que -quedaron sin acabar. Yo las dividiría, de buena gana, en dos clases: -las obras que Tolstoi escribió por voluntad moral y las que escribió -por instinto artístico. En un corto número de ellas, armoniosamente se -funden las dos tendencias. - -Por desgracia hay que deplorar que su desinterés de la gloria -literaria--acaso también un secreto propósito de mortificación--hayan -impedido a Tolstoi proseguir la composición de las obras que se -anunciaban como las más hermosas. En este número citaremos _El Diario -Póstumo del Viejo Feodor Kuzmitch_. Es ésta la famosa leyenda del -Zar Alejandro I, que haciéndose pasar por muerto y marchándose, con -un falso nombre, envejeció en Siberia por expiación voluntaria. Se -advierte que Tolstoi estaba enamorado de este asunto e identificado -con su héroe, y no podemos consolarnos con que sólo nos queden de -este “diario” los primeros capítulos. Por el vigor y la frescura -del relato, valen estos capítulos tanto como las mejores páginas de -_Resurrección_. En ellos hay retratos inolvidables (la vieja Catarina -II) y principalmente una primorosa pintura del Zar, místico y violento, -cuya naturaleza orgullosa tiene todavía sobresaltos de despertar en el -anciano tranquilo. - -_El padre Sergio_ (1891-1904) pertenece también a la mejor manera de -Tolstoi; pero la narración está un poco cortada. Tiene por asunto la -historia de un hombre que busca a Dios en la soledad y el ascetismo, -por orgullo herido, que acaba por encontrarlo entre los hombres, -viviendo para ellos. La salvaje violencia de algunas páginas conmueve -hasta hacer un nudo en la garganta. Nada de más sobrio y trágico que la -escena en que el héroe descubre la villanía de aquélla a quien amaba; -su prometida, la mujer a quien adoraba como a una santa, ha sido amante -del Zar, que era por él venerado apasionadamente. No menos conmovedora -es la noche de tentación, en que el monje, para recobrar la paz del -alma turbada, se corta un dedo con un hacha. A estos episodios feroces -se opone la conversación melancólica del final, con la pobre viejecita -amiga de la infancia, y las últimas páginas que son de un laconismo -indiferente y sereno. - -El asunto de _La Madre_ es también emocionante. Una buena y razonable -madre de familia, que después de haberse consagrado enteramente a los -suyos durante cuarenta años, se encuentra sola, sin actividad, sin -razón de vivir, y, aunque es librepensadora, se acoge al abrigo de un -convento y escribe allí su Diario. Pero de esta obra solamente quedaron -las primeras páginas. - -De un arte superior son una serie de pequeños relatos: _Alexis el -Tonto_, que participa de la vena de los hermosos cuentos populares, -es la historia de un espíritu simple, siempre sacrificado, siempre -dulcemente satisfecho, y que así muere. _Después del Baile_ (20 de -agosto de 1903), en que un anciano cuenta cómo amó a una muchacha y -cómo cesó bruscamente de amarla, después de haber visto al padre de -ella, un coronel, ordenar que fuera azotado un soldado; obra perfecta, -primero, de un exquisito encanto de recuerdos juveniles y luego de una -alucinante precisión. _Lo que yo he visto en sueños_ (13 de noviembre -de 1906): Un príncipe no perdona a su hija, a quien adoraba, porque -se ha escapado de la casa después de dejarse seducir; pero apenas -vuelve a verle, es él quien le pide perdón; y sin embargo (la ternura -de Tolstoi y su idealismo no lo engañan nunca), no puede alcanzar a -vencer el sentimiento de disgusto que le causa la vista del hijo de -su hija. _Khodynka_, novela corta cuya acción pasa en 1893: se trata -de una joven princesa rusa que ha querido tomar parte en una fiesta -popular de Moscú, y se encuentra, presa de un gran pánico, pisoteada, -medio muerta, y reanimada por un obrero que ha sido él mismo rudamente -atropellado. Por un instante un sentimiento de fraternidad afectuosa -los une; se separan después y no volverán a verse más. - -De dimensiones más vastas y que anuncian una novela épica, es -_Hadji-Mourad_ (diciembre de 1902), que refiere un episodio de -las guerras del Cáucaso en 1851[837]. Tolstoi, al escribirla, se -encontraba en la plena posesión de sus procedimientos artísticos. En -ella la visión (de los ojos y del alma) es perfecta; pero, y esto es -curioso, no llegamos a interesarnos verdaderamente en la historia, -porque se advierte que Tolstoi mismo no se interesa en ella. Cada -personaje que aparece en el curso de la narración, despierta en él la -misma simpatía, y de cada uno, aunque no haga más que pasar delante de -nuestros ojos, hace un retrato acabado; pero a fuerza de amar a todos -no prefiere a ninguno. Parece que escribió este notable cuento sin -ninguna necesidad interior y sólo por necesidad física; pues como otros -ejercitan sus músculos, es necesario que él ejercitara su mecanismo -intelectual; tenía necesidad de crear; creaba. - - * * * * * - -Otras obras tienen un acento personal que llega a menudo hasta la -angustia. Algunas son autobiográficas, como el _Diario de un Loco_ (20 -de octubre de 1883), que contiene el recuerdo de las primeras noches -de espanto de Tolstoi, antes de la crisis de 1869;[838] y como _El -Diablo_ (19 de noviembre de 1889). Este último y largo cuento tiene -dos partes, que son de primer orden sin duda y, por desgracia, un -desenlace absurdo: un propietario rural que tiene relaciones con una -joven campesina que vive en sus propiedades, se casa y cuida, porque -es honesto y ama a su mujer, de alejar a esta campesina; pero ella -se le ha metido por los ojos, y no puede mirarla sin desearla. La -busca, y acaba por recobrarla; siente que no podrá ya separarse de -ella, y se mata. Los retratos de este hombre, bueno, débil, robusto, -miope, inteligente, sincero, trabajador y atormentado; de su joven -mujer, romántica y enamorada, que lo idealiza, y de la hermosa y sana -campesina, ardorosa y sin pudor, son obras maestras. Es chocante que -Tolstoi haya puesto tanto de intención moral en el fin del cuento, como -no lo puso en la historia vivida, porque él tuvo realmente una aventura -análoga. - -_La luz brilla en las tinieblas_, drama en cinco actos, ofrece muchas -debilidades artísticas; pero, cuando se conoce la tragedia oculta -de la vejez de Tolstoi ¡qué conmovedora es esta obra que, con otros -nombres, presenta en escena a Tolstoi y a los suyos! Nicolás Ivanovitch -Sarintzeff llega a tener la misma fe que el autor de _¿Qué debemos -hacer?_, y ensaya ponerla en práctica, lo cual no le está permitido. -Las lágrimas de su mujer (¿sinceras o simuladas?) le impiden abandonar -a los suyos; se queda en su casa, donde vive pobremente, trabajando -en la carpintería; su mujer y sus hijos continúan haciendo vida de -lujo y dando fiestas, y aunque él no toma parte en ellas, se le -acusa de hipocresía. Sin embargo, por su influencia moral, por la -simple radiación de su personalidad, hace en torno suyo prosélitos y -desventurados. Un “pope”, convencido por sus doctrinas, abandona la -iglesia; un joven de buena familia rehúsa prestar el servicio militar -y se hace enviar al batallón de disciplina; y mientras tanto, el pobre -Sarintzeff-Tolstoi es desgarrado por la duda. ¿Está en el error? ¿No -arrastra inútilmente a los otros al sufrimiento y a la muerte? Al fin -no encuentra otra solución a sus angustias que dejarse matar por el -joven a quien sin querer condujo a la pérdida. - -Se encuentra también, en una breve narración de los últimos tiempos -de la vida de Tolstoi, _No hay culpable_ (septiembre de 1910), la -misma confesión dolorosa de un hombre que sufre horriblemente por su -situación, de la cual no puede salir. A los ricos ociosos se oponen -los pobres abrumados de trabajo, y ni los unos ni los otros sienten la -inepcia monstruosa de semejante estado social. - -Dos obras de teatro tienen un alto valor; una es la obrita campesina -que combate los daños del alcohol, intitulada _Todas las cualidades -vienen de ella_ (probablemente de 1910). Los personajes son muy -individuales y sus rasgos típicos y su ridículo lenguaje fueron -sorprendidos de manera muy divertida; el campesino que, a la postre, -perdona a un ladrón, es a la vez noble y cómico por su inconsciente -grandeza moral y por su ingenuo amor propio. La segunda de estas -piezas, de una importancia muy distinta, es un drama en doce cuadros, -_El cadáver viviente_, que muestra a gentes débiles y buenas aplastadas -por la estúpida máquina social. El héroe, Fedia, es un hombre que se -ha perdido por su bondad misma y por el profundo sentimiento moral -que oculta bajo una vida de libertino, porque sufre de una manera -intolerable con la bajeza del mundo y con su propia indignidad; pero no -tiene la fuerza necesaria para reaccionar. Tiene una mujer a quien ama, -que es buena, tranquila, razonable, pero “sin la uva que se pone en la -sidra para hacerla espumar”, “sin el burbujeo en la vida” que procura -el olvido. Y el olvido le es indispensable. - -“_Nosotros todos, en nuestro medio, dice, tenemos delante tres caminos, -y únicamente tres. Ser funcionario, ganar dinero y sumar más villanía -a la del medio en el cual vivimos. Y esto me disgusta; tal vez yo no -sería capaz de hacerlo... El segundo camino es aquél en el cual se -combate esta villanía, pero para esto es necesario ser un héroe, y yo -no lo soy. Queda el tercero: olvidarse, beber, engañarse en fiestas, -cantar; este es el camino que yo he escogido, y ya veis vosotros a -dónde me ha conducido..._”[839]. - -Y en otro pasaje: - -“_¿Cómo he llegado a perderme? Desde luego, por el vino. No es que yo -sienta placer en beber; pero he tenido siempre el sentimiento de que -todo lo que se hace en torno mío no es lo que debía hacerse; y siento -vergüenza... Y en cuanto a ser de la nobleza, o director de banco, ¡eso -sí que es vergonzoso, muy vergonzoso!... Después de haber bebido ya -no tiene uno vergüenza... Y luego, la música, pero no de ópera o de -Beethoven, sino la de los zíngaros, esa que os derrama en el alma tanta -vida, tanta energía... Luego, los bellos ojos negros, las sonrisas... -Pero mientras más os encanta todo eso, más se siente la vergüenza, y -después...”_.[840] - -Ha abandonado a su mujer porque comprende que él le hace mal a ella y -que ella no le hace a él ningún bien; la deja con un amigo de quien -ella es amada y al que también ella ama, sin confesárselo, y que se -parecen. Desaparece en los bajos fondos de la bohemia, y todo así -se resuelve bien; los otros dos son felices, y él, en la medida en -que puede serlo. Pero la sociedad no permite que nadie obre sin su -consentimiento, y reduce estúpidamente a Fedia al suicidio, si no -quiere que sus dos amigos sean condenados por bigamia. Esta extraña -obra, tan profundamente rusa y que refleja el desaliento de los -mejores después de las grandes esperanzas de la revolución, que fueron -destrozadas, es sencilla, sobria, sin ningún efecto declamatorio. Todos -los caracteres son verdaderos y vivientes, aun los de los personajes -que aparecen en segundo plano, como la joven hermana, intransigente y -apasionada en su concepción moral del amor y del matrimonio; la buena -figura acompasada del bravo Karenin, y la vieja mamá, petrificada en -sus nobles prejuicios, conservadora, autoritaria en sus palabras, -acomodaticia en sus actos; y aun podría decirse lo mismo de las -siluetas fugitivas de los zíngaros y de los abogados. - - * * * * * - -No he citado algunas obras cuya intención dogmática y moral domina la -vida libre del arte, aun cuando jamás haga tropezar a Tolstoi en su -lucidez psicológica. - -_El falso cupón_ es un largo relato, casi una novela, que trata -de demostrar el encadenamiento, en el mundo, de todos los actos -individuales, buenos y malos. Una falsificación cometida por dos -colegiales desencadena toda una serie de crímenes, de más en más -horribles, hasta que el acto de la resignación santa de una pobre mujer -asesinada por una salvaje, conmueve al asesino y, por ella, de uno -en otro, se llega hasta los primeros autores de todo el mal, quienes -por esta manera se encuentran así salvados por sus víctimas. El tema -es soberbio y toca en epopeya; la obra habría podido levantarse hasta -la fatal grandeza de las tragedias antiguas; pero la narración es -demasiado larga, muy cortada, sin amplitud, y aun cuando cada personaje -esté justamente caracterizado, todos resultan indiferentes. - -_La cordura infantil_ es una serie de veintiún diálogos entre niños -sobre todos los grandes temas, religión, arte, ciencia, instrucción, -patria, etc., que no carecen de vigor imaginativo, pero en los cuales -el procedimiento seguido fatiga pronto por repetirse tan a menudo. - -_El joven zar_, que medita en las desventuras que causa a pesar -suyo, es una de las obras más débiles de la recopilación. En fin, me -contentaré con enumerar algunos de estos bosquejos fragmentarios: _Dos -peregrinos_, _El pope Vasili_, _¿Quiénes son los asesinos?_, etc. - - * * * * * - -En el conjunto de estas obras sorprende el vigor intelectual conservado -por Tolstoi hasta su último día[841]. Puede parecer verboso cuando -expone sus ideas sociales; pero siempre que está frente a una acción, -de algún personaje viviente, el soñador humanitario desaparece y no -queda más que el artista de mirada de águila, de mirada que va recto al -corazón. Nunca perdió esta lucidez soberana; el único empobrecimiento -que yo advierto, en cuanto al arte, viene del lado de la pasión. Aparte -de cortos instantes, se tiene la impresión de que ya no son para -Tolstoi sus obras lo esencial en su vida, que son o bien un pasatiempo -necesario, o bien un instrumento para la acción; porque es la acción su -verdadero objeto, y ya no el arte. Cuando ocurre que se deja recobrar -por esta ilusión apasionada, parece que de ella tuviera vergüenza; -corta pronto por lo sano, o acaso, como en el _Diario póstumo del -viejo Feodor Kusmitch_, abandona completamente la obra que lo ponía -en peligro de volver a unir las cadenas que lo ligaban al arte... -Ejemplo único de un gran artista, en plena fuerza creadora y por ella -atormentado, que la resiste y que la inmola a su Dios. - - [Ilustración] - - - NOTAS: - -[836] Mme. Tatiana Soukhotine, hija mayor de Tolstoi, me ha hecho -observar que la verdadera ortografía del nombre de Tolstoi, en francés, -es con una y. Así aparece efectivamente la firma de Tolstoi en una -carta que recibí de él. - -[837] “Del cual fuí testigo, en parte”, escribía Tolstoi. - -[838] Véase en la página 328. - -[839] Acto V, cuadro I. - -[840] Acto III, cuadro II. - -[841] Esta salud de espíritu se manifiesta en las narraciones que -fueron hechas por Tchertkov y por el testimonio de los médicos en la -última enfermedad de Tolstoi. Casi hasta el fin continuó escribiendo o -dictando su _Diario_. - - - [Ilustración] - - - SE ACABÓ DE IMPRIMIR EN LOS TALLERES - DEL DEPARTAMENTO EDITORIAL - DE LA SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA - EL 13 DE SEPTBRE. DE 1923, - EN MÉXICO. - - - [Ilustración] - - - -***END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK VIDAS EJEMPLARES*** - - -******* This file should be named 65815-0.txt or 65815-0.zip ******* - - -This and all associated files of various formats will be found in: -http://www.gutenberg.org/dirs/6/5/8/1/65815 - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part -of this license, apply to copying and distributing Project -Gutenberg-tm electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG-tm -concept and trademark. Project Gutenberg is a registered trademark, -and may not be used if you charge for the eBooks, unless you receive -specific permission. If you do not charge anything for copies of this -eBook, complying with the rules is very easy. You may use this eBook -for nearly any purpose such as creation of derivative works, reports, -performances and research. They may be modified and printed and given -away--you may do practically ANYTHING in the United States with eBooks -not protected by U.S. copyright law. Redistribution is subject to the -trademark license, especially commercial redistribution. - -START: FULL LICENSE - -THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK - -To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase "Project -Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg-tm License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. - -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project -Gutenberg-tm electronic works - -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all -the terms of this agreement, you must cease using and return or -destroy all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your -possession. If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a -Project Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound -by the terms of this agreement, you may obtain a refund from the -person or entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph -1.E.8. - -1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be -used on or associated in any way with an electronic work by people who -agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few -things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works -even without complying with the full terms of this agreement. See -paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project -Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this -agreement and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm -electronic works. See paragraph 1.E below. - -1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the -Foundation" or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection -of Project Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual -works in the collection are in the public domain in the United -States. If an individual work is unprotected by copyright law in the -United States and you are located in the United States, we do not -claim a right to prevent you from copying, distributing, performing, -displaying or creating derivative works based on the work as long as -all references to Project Gutenberg are removed. Of course, we hope -that you will support the Project Gutenberg-tm mission of promoting -free access to electronic works by freely sharing Project Gutenberg-tm -works in compliance with the terms of this agreement for keeping the -Project Gutenberg-tm name associated with the work. You can easily -comply with the terms of this agreement by keeping this work in the -same format with its attached full Project Gutenberg-tm License when -you share it without charge with others. - -1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern -what you can do with this work. Copyright laws in most countries are -in a constant state of change. If you are outside the United States, -check the laws of your country in addition to the terms of this -agreement before downloading, copying, displaying, performing, -distributing or creating derivative works based on this work or any -other Project Gutenberg-tm work. The Foundation makes no -representations concerning the copyright status of any work in any -country outside the United States. - -1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg: - -1.E.1. The following sentence, with active links to, or other -immediate access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear -prominently whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work -on which the phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the -phrase "Project Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, -performed, viewed, copied or distributed: - - This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and - most other parts of the world at no cost and with almost no - restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it - under the terms of the Project Gutenberg License included with this - eBook or online at www.gutenberg.org. If you are not located in the - United States, you'll have to check the laws of the country where you - are located before using this ebook. - -1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is -derived from texts not protected by U.S. copyright law (does not -contain a notice indicating that it is posted with permission of the -copyright holder), the work can be copied and distributed to anyone in -the United States without paying any fees or charges. If you are -redistributing or providing access to a work with the phrase "Project -Gutenberg" associated with or appearing on the work, you must comply -either with the requirements of paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 or -obtain permission for the use of the work and the Project Gutenberg-tm -trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or 1.E.9. - -1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted -with the permission of the copyright holder, your use and distribution -must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any -additional terms imposed by the copyright holder. Additional terms -will be linked to the Project Gutenberg-tm License for all works -posted with the permission of the copyright holder found at the -beginning of this work. - -1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm -License terms from this work, or any files containing a part of this -work or any other work associated with Project Gutenberg-tm. - -1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this -electronic work, or any part of this electronic work, without -prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with -active links or immediate access to the full terms of the Project -Gutenberg-tm License. - -1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary, -compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including -any word processing or hypertext form. However, if you provide access -to or distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format -other than "Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official -version posted on the official Project Gutenberg-tm web site -(www.gutenberg.org), you must, at no additional cost, fee or expense -to the user, provide a copy, a means of exporting a copy, or a means -of obtaining a copy upon request, of the work in its original "Plain -Vanilla ASCII" or other form. Any alternate format must include the -full Project Gutenberg-tm License as specified in paragraph 1.E.1. - -1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying, -performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works -unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9. - -1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing -access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works -provided that - -* You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from - the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method - you already use to calculate your applicable taxes. The fee is owed - to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he has - agreed to donate royalties under this paragraph to the Project - Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments must be paid - within 60 days following each date on which you prepare (or are - legally required to prepare) your periodic tax returns. Royalty - payments should be clearly marked as such and sent to the Project - Gutenberg Literary Archive Foundation at the address specified in - Section 4, "Information about donations to the Project Gutenberg - Literary Archive Foundation." - -* You provide a full refund of any money paid by a user who notifies - you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he - does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm - License. You must require such a user to return or destroy all - copies of the works possessed in a physical medium and discontinue - all use of and all access to other copies of Project Gutenberg-tm - works. - -* You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of - any money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the - electronic work is discovered and reported to you within 90 days of - receipt of the work. - -* You comply with all other terms of this agreement for free - distribution of Project Gutenberg-tm works. - -1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project -Gutenberg-tm electronic work or group of works on different terms than -are set forth in this agreement, you must obtain permission in writing -from both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and The -Project Gutenberg Trademark LLC, the owner of the Project Gutenberg-tm -trademark. Contact the Foundation as set forth in Section 3 below. - -1.F. - -1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable -effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread -works not protected by U.S. copyright law in creating the Project -Gutenberg-tm collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm -electronic works, and the medium on which they may be stored, may -contain "Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate -or corrupt data, transcription errors, a copyright or other -intellectual property infringement, a defective or damaged disk or -other medium, a computer virus, or computer codes that damage or -cannot be read by your equipment. - -1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right -of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project -Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project -Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all -liability to you for damages, costs and expenses, including legal -fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT -LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE -PROVIDED IN PARAGRAPH 1.F.3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE -TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE -LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR -INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH -DAMAGE. - -1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a -defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can -receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a -written explanation to the person you received the work from. If you -received the work on a physical medium, you must return the medium -with your written explanation. The person or entity that provided you -with the defective work may elect to provide a replacement copy in -lieu of a refund. If you received the work electronically, the person -or entity providing it to you may choose to give you a second -opportunity to receive the work electronically in lieu of a refund. If -the second copy is also defective, you may demand a refund in writing -without further opportunities to fix the problem. - -1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth -in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS', WITH NO -OTHER WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT -LIMITED TO WARRANTIES OF MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE. - -1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied -warranties or the exclusion or limitation of certain types of -damages. If any disclaimer or limitation set forth in this agreement -violates the law of the state applicable to this agreement, the -agreement shall be interpreted to make the maximum disclaimer or -limitation permitted by the applicable state law. The invalidity or -unenforceability of any provision of this agreement shall not void the -remaining provisions. - -1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the -trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone -providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in -accordance with this agreement, and any volunteers associated with the -production, promotion and distribution of Project Gutenberg-tm -electronic works, harmless from all liability, costs and expenses, -including legal fees, that arise directly or indirectly from any of -the following which you do or cause to occur: (a) distribution of this -or any Project Gutenberg-tm work, (b) alteration, modification, or -additions or deletions to any Project Gutenberg-tm work, and (c) any -Defect you cause. - -Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm - -Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of -electronic works in formats readable by the widest variety of -computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It -exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations -from people in all walks of life. - -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg-tm's -goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg-tm and future -generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see -Sections 3 and 4 and the Foundation information page at -www.gutenberg.org - -Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation - -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by -U.S. federal laws and your state's laws. - -The Foundation's principal office is in Fairbanks, Alaska, with the -mailing address: PO Box 750175, Fairbanks, AK 99775, but its -volunteers and employees are scattered throughout numerous -locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt -Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up to -date contact information can be found at the Foundation's web site and -official page at www.gutenberg.org/contact - -For additional contact information: - - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. We do not solicit donations in locations -where we have not received written confirmation of compliance. To SEND -DONATIONS or determine the status of compliance for any particular -state visit www.gutenberg.org/donate - -While we cannot and do not solicit contributions from states where we -have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition -against accepting unsolicited donations from donors in such states who -approach us with offers to donate. - -International donations are gratefully accepted, but we cannot make -any statements concerning tax treatment of donations received from -outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. - -Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation -methods and addresses. Donations are accepted in a number of other -ways including checks, online payments and credit card donations. To -donate, please visit: www.gutenberg.org/donate - -Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic works. - -Professor Michael S. Hart was the originator of the Project -Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be -freely shared with anyone. For forty years, he produced and -distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of -volunteer support. - -Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in -the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not -necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper -edition. - -Most people start at our Web site which has the main PG search -facility: www.gutenberg.org - -This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. - diff --git a/old/65815-0.zip b/old/65815-0.zip Binary files differdeleted file mode 100644 index c684b4e..0000000 --- a/old/65815-0.zip +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h.zip b/old/65815-h.zip Binary files differdeleted file mode 100644 index c4d4d84..0000000 --- a/old/65815-h.zip +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/65815-h.htm b/old/65815-h/65815-h.htm deleted file mode 100644 index 8c1ba35..0000000 --- a/old/65815-h/65815-h.htm +++ /dev/null @@ -1,20487 +0,0 @@ -<!DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN" - "http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd"> -<html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml"> -<head> -<meta http-equiv="Content-Type" content="text/html; charset=UTF-8" /> -<title>The Project Gutenberg eBook of Vidas Ejemplares, by Romain Rolland</title> - <link rel="coverpage" href="images/cover.jpg" /> - <style type="text/css"> - -body { - margin-left: 10%; - margin-right: 10%; -} - - h1,h2,h3 { - text-align: center; font-weight: normal; /* all headings centered */ - clear: both; -} - -h1 {margin-top: 2em; margin-bottom: 4em; } - -h2 {margin-top: 4em; } - -h3 {margin-top: 2em; } - -p { - margin-top: .51em; - text-align: justify; - margin-bottom: .49em; -} - -.p1 {margin-top: 1em;} -.p2 {margin-top: 2em;} -.p4 {margin-top: 4em;} -.p6 {margin-top: 6em;} -.p6b {margin-bottom: 6em;} - -.half-title -{ - margin-top: 6em; - text-align: center; - font-size: 140%; - margin-bottom: 6em; -} - -.half-page -{ - margin-top: 6em; - text-align: center; - font-size: 125%; - margin-bottom: 6em; -} - -.big1 {font-size: 110%; } -.big2 {font-size: 130%; } -.big3 {font-size: 140%; } - -.indent20 {margin-left: 20%; } - -.indent5 {margin-left: 5%; } - -hr.tb {width: 25%; margin-left: 37.5%; margin-right: 37.5%; margin-top: 1em; margin-bottom: 1em;} -hr.chap {width: 65%; margin-left: 17.5%; margin-right: 17.5%;} - -hr.r5 {width: 5%; margin-top: 1em; margin-bottom: 1em; margin-left: 47.5%; margin-right: 47.5%;} - - -div.chapter {page-break-before: always;} -h2.nobreak {page-break-before: avoid;} - - -table.autotable { - margin-left: 25%; - margin-right: 25%; - width: 50% -} -table.autotable { border-collapse: collapse; } -table.autotable td, -table.autotable th { padding: 4px; } - -.tdl {text-align: left;} -.tdr {text-align: right;} -.tdc {text-align: center;} - -@media handheld { -table.autotable { - margin-left: 5%; - margin-right: 5%; - width: 90%; - } -} - -.pagenum { /* uncomment the next line for invisible page numbers */ - visibility: hidden; - position: absolute; - left: 92%; - font-size: smaller; - text-align: right; - font-style: normal; - font-weight: normal; - font-variant: normal; -} /* page numbers */ - - -.blockquot { - margin-left: 55%; - margin-right: 2%; -} - -.blockquot1 { - margin-left: 50%; - margin-right: 2%; -} - -.center {text-align: center;} - -.right {text-align: right;} - -.smcap {font-variant: small-caps;} - - - -/* Images */ - -img { - max-width: 100%; - height: auto; -} -img.w100 {width: 100%;} - - -.figcenter { - margin: auto; - text-align: center; - page-break-inside: avoid; - max-width: 100%; -} - - -/* Footnotes */ -.footnotes {border: 1px dashed; margin-top: 2em; margin-bottom: 4em; } - -.footnote {margin-left: 10%; margin-right: 10%; font-size: 0.9em;} - -.footnote .label {position: absolute; right: 84%; text-align: right;} - -.fnanchor { - vertical-align: super; - font-size: .8em; - text-decoration: - none; -} - -/* Poetry */ -.poetry-container {text-align: center;} -.poetry {text-align: left; margin-left: 5%; margin-right: 5%;} - -/* uncomment the next line for centered poetry in browsers */ - -.poetry {display: inline-block;} - -@media handheld { - -.poetry-container { - text-align: center; - margin-left: auto; - margin-right: auto; - } - - - .pw25 {width: 25em;} - .pw20 {width: 20em;} - - .poetry {display: block; text-align: left;} - } - - -/* large inline blocks don't split well on paged devices */ -@media handheld, print { .poetry {display: block;} } - -/* Transcriber's notes */ - -.tnote {border: dashed 1px; margin-left: 10%; - margin-right: 10%;padding-bottom: .5em; padding-top: .5em; - padding-left: .5em; padding-right: .5em; margin-top: 2em; margin-bottom: 4em; } - -/* Illustration classes */ -.illowp100 {width: 100%;} @media handheld { .illowp100 {width: 100%;} } -.illowp39 {width: 39%;} @media handheld { .illowp39 {width: 100%;} } -.illowp41 {width: 41%;} @media handheld { .illowp41 {width: 100%;} } -.illowp46 {width: 46%;} @media handheld { .illowp46 {width: 100%;} } -.illowp48 {width: 48%;} @media handheld { .illowp48 {width: 100%;} } -.illowp49 {width: 49%;} @media handheld { .illowp49 {width: 100%;} } -.illowp52 {width: 52%;} @media handheld { .illowp52 {width: 100%;} } -.illowp53 {width: 53%;} @media handheld { .illowp53 {width: 100%;} } -.illowp56 {width: 56%;} @media handheld { .illowp56 {width: 100%;} } -.illowp58 {width: 58%;} @media handheld { .illowp58 {width: 100%;} } -.illowp61 {width: 61%;} @media handheld { .illowp61 {width: 100%;} } -.illowp66 {width: 66%;} @media handheld { .illowp66 {width: 100%;} } -.illowp70 {width: 70%;} @media handheld { .illowp70 {width: 100%;} } -.illowp76 {width: 76%;} @media handheld { .illowp76 {width: 100%;} } -.illowp79 {width: 79%;} @media handheld { .illowp79 {width: 100%;} } -.illowp81 {width: 81%;} @media handheld { .illowp81 {width: 100%;} } - - - h1.pgx { text-align: center; - clear: both; - font-weight: bold; - font-size: 190%; - margin-top: 0em; - margin-bottom: 1em; - word-spacing: 0em; - letter-spacing: 0em; - line-height: 1; } - h2.pgx { text-align: center; - clear: both; - font-weight: bold; - font-size: 135%; - margin-top: 2em; - margin-bottom: 1em; - word-spacing: 0em; - letter-spacing: 0em; - page-break-before: avoid; - line-height: 1; } - h3.pgx { text-align: center; - clear: both; - font-weight: bold; - font-size: 110%; - margin-top: 2em; - margin-bottom: 1em; - word-spacing: 0em; - letter-spacing: 0em; - line-height: 1; } - h4.pgx { text-align: center; - clear: both; - font-weight: bold; - font-size: 100%; - margin-top: 2em; - margin-bottom: 1em; - word-spacing: 0em; - letter-spacing: 0em; - line-height: 1; } - hr.pgx { width: 100%; - margin-top: 3em; - margin-bottom: 0em; - margin-left: auto; - margin-right: auto; - height: 4px; - border-width: 4px 0 0 0; /* remove all borders except the top one */ - border-style: solid; - border-color: #000000; - clear: both; } - </style> -</head> -<body> -<h1 class="pgx" title="">The Project Gutenberg eBook, Vidas Ejemplares, by Romain Rolland</h1> -<p>This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States -and most other parts of the world at no cost and with almost no -restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it -under the terms of the Project Gutenberg License included with this -eBook or online at <a -href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you are not -located in the United States, you'll have to check the laws of the -country where you are located before using this ebook.</p> -<p>Title: Vidas Ejemplares</p> -<p> Beethoven--Miguel Angel--Tolstoi</p> -<p>Author: Romain Rolland</p> -<p>Release Date: July 10, 2021 [eBook #65815]</p> -<p>Language: Spanish</p> -<p>Character set encoding: UTF-8</p> -<p>***START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK VIDAS EJEMPLARES***</p> -<p> </p> -<h4 class="pgx" title="">E-text prepared by Andrés V. Galia, Sanly Bowitts,<br /> - and the Online Distributed Proofreading Team<br /> - (https://www.pgdp.net)<br /> - from page images generously made available by<br /> - Internet Archive<br /> - (https://archive.org)</h4> -<p> </p> -<table border="0" style="background-color: #ccccff;margin: 0 auto;" cellpadding="10"> - <tr> - <td valign="top"> - Note: - </td> - <td> - Images of the original pages are available through - Internet Archive. See - https://archive.org/details/vidasejemplaresb00roll - </td> - </tr> -</table> -<p> </p> - -<div class="chapter"> -<div class="tnote"> - - <p class="p2 center big1">NOTAS DEL TRANSCRIPTOR</p> - -<p>En la versión de texto sin formatear las palabras en itálicas están -indicadas con _guiones bajos_.</p> - -<p>La transcripción se llevó a cabo respetando preferentemente las reglas -gramaticales de la Real Academia Española (RAE), vigentes cuando la obra -se publicó en 1923, y el texto disponible de las imágenes.</p> - -<p>Por ejemplo, ciertas reglas de acentuación ortográfica del -castellano, cuando la presente edición de esta obra fue publicada -eran diferentes a las existentes cuando se realizó la transcripción. -Palabras como vio, fue, dio, por ejemplo, en esa época llevaban acento -ortográfico. Eso ha sido respetado de acuerdo con el criterio expresado -en el párrafo anterior. El lector interesado puede consultar el Mapa de -Diccionarios Académicos de la Real Academia Española.</p> - -<p>En la presente transcripción se decidió adecuar la ortografía de las -mayúsculas acentuadas a las reglas establecidas por la RAE.</p> - -<p>Errores evidentes de impresión y de puntuación han sido corregidos.</p> - -<p>Se observó durante el proceso de revisión que el texto de algunas -de las poesías de Miguel Ángel, publicadas en la lengua original en -el Apéndice correspondiente, tienen algunas palabras que difieren -ligeramente de otras versiones de la misma poesía. Así por ejemplo en -la presente obra se tiene:</p> - -<p>«La casta voglia, che 'l cor dentro infiamma».</p> - -<p>En otras publicaciones (Biblioteca Augustana) se encuentra:</p> - -<p>«La casta voglia che 'l cor dentro incende».</p> - -<p>También se hace notar que es posible que en las poesías que se -presentan en italiano en este trabajo, haya alguna diferencia en la -ortografía de alguna palabra cuando se compare con otras ediciones de -las mismas poesías. Esas diferencias, en parte se deben a que algunas -ediciones usan un italiano más actualizado que el que se usaba en la -época en que estas poesías fueron escritas.</p> - -<p>El Índice de capítulos, incluido en la publicación original al final, -ha sido trasladado al principio por el Transcriptor.</p> - -<p>La portada de libro fue modificada por el Transcriptor y fue depositada -en el dominio público.</p> -</div> -</div> - -<hr class="pgx" /> -<p> </p> -<p> </p> -<p> </p> -<p> </p> - -<div class="figcenter illowp46" id="cover" style="max-width: 58.625em;"> - <img class="w100" src="images/cover.jpg" alt="cover" /> -</div> -<p> </p> -<p> </p> -<hr class="chap" /> - -<div class="chapter"> -<p class="half-title">VIDAS EJEMPLARES </p> -</div> - -<div class="chapter"> -<p class="p2 center big3">ROMAIN ROLLAND</p> -</div> - -<h1>Vidas Ejemplares<br /> -<em>Beethoven—Miguel Ángel—Tolstoi</em></h1> - -<div class="figcenter illowp53" id="tpageilo" style="max-width: 6.6875em;"> - <img class="w100" src="images/tpage_ilo.jpg" alt="title_pilo" /> -</div> - -<p class="center big1 p6">Universidad Nacional de México<br /> -1923</p> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_5"></a>[Pg 5]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p5ilo" style="max-width: 34.375em; margin-top: 4em;"> - <img class="w100" src="images/p5ilo.jpg" alt="p5ilo" /> -</div> -</div> - -<h2 class="nobreak">NOTA PRELIMINAR</h2> - - -<p class="p1">La presente obra forma parte de una serie que -la Secretaría de Educación Pública edita, -con el propósito de difundir la cultura clásica -junto con los rasgos fundamentales del pensamiento -moderno. Lo escaso y lo incompleto de -las ediciones castellanas de los libros más importantes -del mundo ha sido causa de que, entre nosotros, -las personas cultas tengan que dedicar gran -atención al estudio de las lenguas extranjeras, -principalmente al inglés y al francés, y de que la -gran masa de la población desconozca los libros -geniales. Publicar en español ediciones clásicas es, -por lo mismo, una doble necesidad de patriotismo -y de cultura. De patriotismo, porque ningún pueblo -que se respeta debe conformarse con que sea -indispensable el uso de un idioma extraño para<span class="pagenum"><a id="Page_6"></a>[Pg 6]</span> -conocer las cumbres del pensamiento; de cultura, -porque no se concibe una ilustración, ni siquiera -mediocre, que carezca del conocimiento indicado.</p> - -<p>Creemos que ha llegado para nuestra raza hispanoamericana -un período de renovación vigorosa -y autónoma, que no puede asentarse en sólidas -bases si seguimos de siervos del pensamiento -francés, o del pensamiento inglés o de cualquiera -otra tendencia extraña. Creemos que las razas—caracterizadas -muy particularmente por las lenguas—son -el órgano por el que la Historia expresa -las distintas fases del espíritu humano en su lucha -por conquistar la verdad y el bien, y creemos que -sólo afirmando y depurando el concepto de la raza -y el vigor de la raza se logra ese poder que en seguida -conduce a la universalidad, meta suprema -de la realización humana. Universalidad es nuestra -aspiración; mas, para lograrla, es menester -que nos asentemos en las fuertes raíces de nuestro -tronco étnico y que en seguida exploremos el mundo -y lo expresemos conforme al ingenio y al temperamento -nuestros, porque el progreso del mundo -exige de nosotros una interpretación personal y -una expresión característica y única de la vida -que nosotros vivimos. Y el primer paso para la -elaboración de una cultura propia es traducir todo -el acervo de la cultura contemporánea a los moldes -de nuestra lengua, y en seguida difundir libros -castellanos para que, sin menoscabo de la ilustración -general, se expulse el libro escrito en idioma<span class="pagenum"><a id="Page_7"></a>[Pg 7]</span> -extranjero. En este sentido las ediciones de la -Secretaría de Educación Pública llegarán a ser -útiles, no sólo para los mexicanos, sino también -para todos los hijos de la raza nuestra, desde el -Bravo hasta el Plata, y aun para la misma población -de España, ya que muchas de las obras de -esta serie no han sido traducidas jamás a nuestra -lengua común.</p> - -<p>Hacer llegar el libro excelso a las manos más -humildes y lograr de esta manera la regeneración -espiritual, que debe preceder a toda otra suerte -de regeneración, es otro de los propósitos de estas -ediciones, que en su mayor parte se repartirán -gratuitamente entre las bibliotecas y escuelas que -el Gobierno está abriendo por toda la República. -La divulgación de estas obras viene a constituir -la segunda parte de la campaña que estamos desarrollando -contra el analfabetismo; pues de esta -manera, después de enseñar a leer, damos lo que -debe leerse, seguros de ofrecer lo mejor que existe, -porque en la selección de las obras no nos guía -más criterio que el de la suprema excelencia, y el -propósito de formar una colección que abarque, -hasta donde es posible, todos los aspectos más -nobles del pensamiento humano.</p> - -<p>En términos generales, y tal como lo dice el -acuerdo respectivo, se han escogido libros fundamentales, -libros esenciales, y que tienen todos la -misma tendencia de ennoblecer la vida. Se comienza -con “La Ilíada” de Homero, que es la<span class="pagenum"><a id="Page_8"></a>[Pg 8]</span> -fuerte raíz de toda nuestra literatura, y se da lo -principal de los clásicos griegos, los eternos maestros. -Se incorpora después una noticia sobre la -moral budista, que es como anunciación de -la moral cristiana, y se da en seguida el texto de los -Evangelios, que representan el más grande prodigio -de la Historia y la suprema ley entre todas -las que norman el espíritu; más la Divina Comedia, -que es como una confirmación de los más -importantes mensajes celestes.</p> - -<p>Se publicarán, también, algunos dramas de -Shakespeare, por condescendencia con la opinión -corriente, y varios de Lope, el dulce, el inspirado, -el magnífico poeta de la lengua castellana, con -algo de Calderón y el Quijote, de Cervantes, -libro sublime donde se revela el temperamento -de nuestra estirpe. Seguirán después algunos volúmenes -de poetas y prosistas hispanoamericanos -y mexicanos; la Historia Universal de Justo -Sierra, que es un resumen elocuente y corto; la -Geografía de Reclus, obra llena de generosidad, -y libros sobre la cuestión social que ayuden a los -oprimidos y que serán señalados por una comisión -técnica, junto con libros sobre artes o industrias, -de aplicación práctica.</p> - -<p>Finalmente se publicarán libros modernos y -renovadores, como el Fausto y los dramas de -Ibsen y Bernard Shaw; libros redentores como -los de Galdós, los de Tolstoi y los de Rolland, y -parte de la obra del excelso Tagore. Como no se<span class="pagenum"><a id="Page_9"></a>[Pg 9]</span> -desea construir un índice exclusivo, la Secretaría -ha pedido al público que designe, entre las -grandes obras de la humanidad, otras diez para -que entren a las prensas de la Editorial y pasen, -después, a germinar conceptos y a inspirar nobles -acciones en el ánimo de todos los habitantes de -la República.</p> - -<p class="right p1" style="padding-right: 2em;">El Secretario de Educación Pública<br /> - <span style="padding-right: 2em; ">J<small>OSÉ</small> V<small>ASCONCELOS</small></span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p9ilo" style="max-width: 5.625em;"> - <img class="w100" src="images/p9ilo.jpg" alt="p9ilo" /> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_10"></a>[Pg 10]</span></p> - - - -<div class="chapter"> - - -<p class="p4 center big2">ÍNDICE</p> -</div> - - - -<table class="autotable" border="0" summary="indice"> -<tr> -<td class="tdl"> </td> -<td class="tdr">Pág.</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Nota preliminar</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_5">5</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Prefacio</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_11">11</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Vida de Beethoven</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_15">15</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">Apéndice</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Beethoven.—Testamento de Heiligenstadt a mis hermanos<br /> Carl y (Johann) Beethoven, -Heiligenstadt, a 6 de octubre de 1802</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_61">61</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">Cartas</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Al pastor Amenda, en Curlandia, probablemente escrita en 1801</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_65">65</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Al doctor Franz Gerhard Wegeler, Viena, 29 de junio de 1801</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_68">68</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">A Wegeler, Viena, 16 de noviembre de 1801</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_71">71</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">Cartas de Wegeler y de Eleonora von Breuning a Beethoven:</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Carta de Wegeler, Coblenza, 28 de diciembre de 1825</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_74">74</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Carta de Eleonora Wegeler, Coblenza, 29 de diciembre de 1825</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_76">76</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Beethoven a Wegeler, Viena, 7 de octubre de 1826</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_77">77</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">A Wegeler, Viena, 17 de febrero de 1827</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_79">79</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">A Moscheles, Viena, 14 de marzo de 1827</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_79">79</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">Pensamientos</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Sobre música</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_80">80</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Sobre crítica</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_83">83</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">Bibliografía</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Sobre las cartas de Beethoven</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_84">84</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Sobre la Vida de Beethoven</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_85">85</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Sobre la obra de Beethoven</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_87">87</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Retratos de Beethoven</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_88">88</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">VIDA DE MIGUEL ÁNGEL</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Introducción</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_95">95</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Miguel Ángel</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_99">99</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La Lucha</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_117">117</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.8em;">I.</span> La Fuerza</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_119">119</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.4em;">II.</span> La Fuerza que se rompe</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_145">145</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">III. La Desesperación</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_163">163</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La Abdicación</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_179">179</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.8em;">I.</span> Amor.</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_181">181</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.4em;">II.</span> Fe</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_211">211</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">III. Soledad</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_233">233</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">Epílogo</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La Muerte</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_245">245</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">Apéndice</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Poesías de Miguel Ángel</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_253">253</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">Bibliografía</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.8em;">I.</span> Escritos de Miguel Ángel</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_270">270</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl"><span style="padding-left: 0.4em;">II.</span> Obras relativas a la vida de Miguel Ángel</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_271">271</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">III. Vittoria Colonna</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_273">273</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">VIDA DE TOLSTOI</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La luz que acaba de extinguirse</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_277">277</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Historia de mi infancia</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_292">292</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Las narraciones del Cáucaso</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_295">295</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Los Cosacos</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_296">296</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Narraciones de Sebastopol</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_301">301</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Tres muertes</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_312">312</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La felicidad conyugal</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_314">314</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La Guerra y la Paz</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_319">319</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Ana Karenina</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_327">327</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Las Confesiones y la crisis religiosa</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_335">335</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La crisis social: ¿Qué debemos hacer?</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_347">347</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La crítica del arte</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_358">358</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Los Cuentos Populares</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_371">371</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">El Poder de las Tinieblas</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_375">375</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La Muerte de Iván Ilich</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_378">378</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">La Sonata a Kreutzer</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_379">379</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Resurrección</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_385">385</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Las ideas sociales de Tolstoi</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_393">393</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Su semblante había tomado los rasgos definitivos</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_407">407</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Concluye la lucha</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_420">420</a></td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdc">Apéndice</td> -</tr> - -<tr> -<td class="tdl">Las obras póstumas de Tolstoi</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_431">431</a></td> -</tr> - -</table> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_11"></a>[Pg 11]</span></p> -</div> - -<div class="figcenter illowp100" id="p11ilo" style="max-width: 34.375em; margin-top: 4em;"> - <img class="w100" src="images/p11ilo.jpg" alt="p11ilo" /> -</div> - -<h2 class="nobreak">PREFACIO</h2> - -<div class="blockquot"> - -<p style="padding-left: 4em;">“<em>Quiero demostrar que todo el que<br /> -obra recta y noblemente, puede, por<br /> -ello mismo, sobrellevar el infortunio</em>”.</p> - -<p style="padding-left: 8em;">B<small>EETHOVEN</small></p> - -<p class="p1" style="padding-left: 4em;">Al Municipio de Viena,<br /> - el 1.º de febrero de 1819.</p></div> - - -<p class="p1">Un denso ambiente nos envuelve. La vieja -Europa se adormece en una atmósfera cargada -y viciosa; un materialismo sin grandeza -pesa sobre el pensamiento y estorba la acción -de los gobiernos y de los individuos; el mundo -muere de asfixia en su egoísmo prudente y vil, y -al morir nos ahoga. Abramos las ventanas para -que entre el aire puro; respiremos el aliento de -los héroes.</p> - -<p>La vida es dura. Para los que no se resignan a -la mediocridad del alma es un combate diario, -triste las más de las veces, librado sin grandeza -ni fortuna en la soledad y en el silencio. Oprimidos -por la pobreza, por los ásperos deberes domés<span class="pagenum"><a id="Page_12"></a>[Pg 12]</span>ticos, -por los trabajos abrumadores y estúpidos, -en los que inútilmente se pierden las fuerzas, la -mayor parte de los hombres están separados los -unos de los otros, sin una esperanza, sin un rayo -de alegría, sin tener siquiera el consuelo de tender -la mano a sus hermanos de infortunio, que nada -saben de ellos y de quienes ellos nada saben. Cada -uno cuenta sólo consigo mismo; y hay momentos -en que los más fuertes flaquean bajo el -peso de su pena, y demandan socorro y amistad.</p> - -<p>Para ayudarlos me propongo reunir, en torno -suyo, a los Amigos heroicos, a las grandes almas -que se sacrificaron por el bien. Estas Vidas de -Hombres Ilustres no se dirigen al orgullo de los -ambiciosos, sino que están consagradas a los desventurados. -¿Y quién, en el fondo, no lo es? -Ofrezcamos a quienes sufren el bálsamo del sagrado -sufrimiento. No estamos solos en el combate, -pues alumbran la noche del mundo luces -divinas, y ahora mismo, cerca de nosotros, hemos -visto brillar dos de las más puras llamas, la de la -Justicia y la de la Libertad: el coronel Picquart -y el pueblo boer. Si estas llamas no han logrado -abrasar las espesas tinieblas, nos han mostrado, -en un relámpago, el camino. Avancemos en pos -de estos hombres, en pos de todos los que como -ellos lucharon, aislados, esparcidos en todos los -países y en todos los tiempos. Acabemos con los -valladares de los siglos y resucitemos el pueblo -de los héroes.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_13"></a>[Pg 13]</span></p> - -<p>No llamo héroes a los que triunfaron por el pensamiento -o por la fuerza; llamo héroes sólo a aquéllos -que fueron grandes por el corazón. Como ha -dicho, entre ellos, uno de los más altos, aquél cuya -vida contamos en estas páginas: “no reconozco -otro signo de excelsitud que la bondad”. Cuando no -hay grandeza de carácter no hay grandes hombres, -ni siquiera grandes artistas, ni grandes hombres -de acción; apenas habrá ídolos exaltados por -la multitud vil; pero los años destruyen ídolos y -multitud. Poco nos importa el éxito, ya que se -trata de ser grande y no de parecerlo.</p> - -<p>La vida de aquéllos cuya historia intentaremos -narrar en estas páginas fué casi siempre un martirio -prolongado. Sea que un trágico destino haya -querido forjar sus almas en el yunque del dolor -físico y moral, de la enfermedad y de la miseria; -o bien que asolara sus vidas y desgarrara sus corazones -el espectáculo de los sufrimientos y de las -vergüenzas sin nombre que torturaban a sus hermanos, -todos comieron el pan cotidiano de la prueba, -y fueron grandes por la energía, porque lo fueron -también por la desgracia. Que no se quejen -demasiado quienes son desventurados, porque -los mejores de entre los hombres están con ellos. -Nutrámonos del valor de estos hombres, y, si somos -débiles, reposemos por un instante nuestra -cabeza sobre sus rodillas, que ellos nos consolarán. -Mana de estas almas sagradas un torrente -de fuerza serena y de bondad omnipotente: no es<span class="pagenum"><a id="Page_14"></a>[Pg 14]</span> -siquiera necesario interrogar sus obras, ni escuchar -sus palabras, para que leamos en sus ojos, -en la historia de su vida, que nunca la vida es más -grande, más fecunda—ni más dichosa—que en el -dolor.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Al frente de esta legión heroica, vemos, en primer -lugar, al fuerte y puro Beethoven. Él mismo -anhelaba, en medio de sus sufrimientos, que su -ejemplo pudiera ser un sostén para todos los desvalidos, -<em>y que el desventurado se consolase al encontrar -otro desdichado como él, que, a pesar de todos -los obstáculos de la Naturaleza, había hecho cuanto -de él dependía para llegar a ser un hombre digno -de este nombre</em>. Triunfante de su pena, tras -años de luchas y de esfuerzos sobrehumanos, y -cumplida su misión, que era, como él decía, la de -infundir un poco de valor a la pobre humanidad, -este Prometeo vencedor respondía a un amigo -que invocaba a Dios: <em>¡Hombre, ayúdate a ti mismo!</em></p> - -<p>Inspirémonos en su valiente palabra. Reanimemos, -con su ejemplo, la fe del hombre en la -vida y en el hombre.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 2em;">R<small>OMAIN</small> R<small>OLLAND</small></p> - -<p>Enero de 1903.</p> - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_15"></a>[Pg 15]</span></p> -<p class="half-title">VIDA DE BEETHOVEN</p> -</div> - -<div class="chapter"> -<div class="indent20 big2"> -<p>Woltuen, wo man kann,<br /> -Freiheit über alles lieben,<br /> -Wahrheit nie, auch sogar am<br /> -Throne nicht verleugnen.</p> - -<p><span style="padding-left: 4em;">B<small>EETHOVEN</small></span></p> - - -<p>(Hoja de Álbum, 1792).</p> - - -<p class="p4">(Hacer todo el bien que sea posible,<br /> -amar la libertad por encima de todo, y<br /> -aun cuando fuera por un trono,<br /> -no traicionar nunca a la Verdad).</p> -</div> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_16"></a>[Pg 16]</span></p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_17"></a>[Pg 17]</span></p> - - - -<div class="chapter"> -<div class="figcenter illowp66" id="p17ilo" style="max-width: 19.3125em; margin-top: 4em;"> - <img class="w100" src="images/p17ilo.jpg" alt="p17ilo" /> -</div> -</div> - -<p>Era pequeño y gordo, de cuello robusto, de complexión -atlética; tenía una cara grande color de -rojo ladrillo, menos al fin de su vida, que se tornó -su tono enfermizo y amarillento, en invierno sobre todo, -cuando permanecía encerrado y lejos del campo; una -frente poderosa y abultada; cabellos extremadamente -negros, muy espesos, en los cuales parecía que no había -entrado nunca el peine, erizados por todos lados, “las<span class="pagenum"><a id="Page_18"></a>[Pg 18]</span> -serpientes de Medusa”<a id="FNanchor_1" href="#Footnote_1" class="fnanchor">[1]</a>; sus ojos brillaban con una -fuerza prodigiosa, que dominaba a cuantos los miraban; -pero casi todos se engañaron sobre el color de estos ojos. -Como irradiaban con fulgor salvaje, en un semblante -obscuro y trágico, se les creía generalmente negros, -cuando eran de un azul gríseo<a id="FNanchor_2" href="#Footnote_2" class="fnanchor">[2]</a>; pequeños y muy -hundidos, se abrían bruscamente en la pasión o en la cólera -y entonces giraban en sus órbitas, reflejando todos sus -pensamientos con verdad maravillosa<a id="FNanchor_3" href="#Footnote_3" class="fnanchor">[3]</a>. Frecuentemente -se volvían hacia el cielo con una mirada melancólica. -La nariz era chata y ancha, como un hocico de león: -la boca delicada, con el labio inferior saliente; mandíbulas -temibles que habrían podido cascar nueces; y un hoyuelo -profundo en el mentón, hacia el lado derecho, daba una -extraña disimetría al rostro. “Sonreía bondadosamente, -dice Moscheles, y había en su conversación, a menudo, un -tono amable y alentador. En cambio su risa era desagradable, -violenta y gesticulante, rápida”,—la risa de un hombre -que no está acostumbrado a la alegría. Su expresión -habitual era melancólica, de “una tristeza incurable”. -Rellstab, en 1825, decía que tenía necesidad de todas sus -fuerzas para no llorar al ver “sus ojos dulces y su dolor penetrante”; -Braun von Braunthal, un año después, lo encontró -en una cervecería: estaba sentado en un rincón, fumando -una larga pipa y con los ojos cerrados, como lo hacía -más frecuentemente a medida que se aproximaba a la -muerte. Un amigo le dirigió la palabra; sonrió con tristeza, -<span class="pagenum"><a id="Page_19"></a>[Pg 19]</span>sacó de su bolsillo una libreta de conversación, y, con la -voz aguda que adquieren a menudo los sordos, le dijo que -escribiera lo que quería preguntarle. Su semblante se -transfiguraba, ora en los accesos de inspiración súbita -que lo acometían de improviso, aun en la calle, y que llenaban -de sorpresa a los transeúntes, ora cuando se le sorprendía -sentado al piano. “Los músculos de su rostro se le -saltaban, sus venas se hinchaban; los ojos salvajes se hacían -dos veces más terribles; le temblaba la boca, y tenía el aire -de un encantador vencido por los demonios que hubiera -evocado”. Parecía una figura de Shakespeare<a id="FNanchor_4" href="#Footnote_4" class="fnanchor">[4]</a>; Julius -Benedict dice: “El rey Lear”.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Ludwig van Beethoven nació el 16 de diciembre de -1770, en Bonn, cerca de Colonia, en una mísera -bohardilla de casa pobre. Era flamenco de origen<a id="FNanchor_5" href="#Footnote_5" class="fnanchor">[5]</a>; -su padre, un tenor borracho y sin talento; su madre, -una criada, hija de un cocinero y viuda en primeras -nupcias de un ayuda de cámara.</p> - -<p>Su infancia severa no tuvo la familiar dulzura con que -la de Mozart, más feliz, estuvo rodeada. Desde el principio -la vida se le reveló como un combate triste y brutal; -<span class="pagenum"><a id="Page_20"></a>[Pg 20]</span>su padre quiso explotar sus disposiciones musicales y exhibirlo -como un niño prodigio; a los cuatro años de edad lo -sentaba, durante horas enteras, frente a su clave, o lo -encerraba con un violín y lo abrumaba de trabajo. Poco -faltó para que por siempre le hubiera hecho odioso el arte. -Fué preciso usar de la violencia para que Beethoven -aprendiera la música. Su juventud fué entristecida por las -preocupaciones materiales, el cuidado de ganarse el pan, -los trabajos prematuros; a los once años formaba parte -de la orquesta del teatro, y a los trece era organista. -En 1787 perdió a su madre, a quien adoraba. “¡Era tan -buena conmigo, tan digna de ser amada, mi mejor amiga! -¡Oh, quién más feliz que yo cuando podía pronunciar el -dulce nombre de madre, y que ella podía escucharme!”<a id="FNanchor_6" href="#Footnote_6" class="fnanchor">[6]</a>. -Había muerto de tisis, y el mismo Beethoven se creyó -atacado de esa enfermedad; sufría ya constantemente y -unía a su dolencia una melancolía más cruel que el propio -mal<a id="FNanchor_7" href="#Footnote_7" class="fnanchor">[7]</a>. A los diecisiete años era jefe de familia, encargado -de la educación de sus hermanos. Pasó la vergüenza de -solicitar el retiro de su padre, incapaz de dirigir la casa por -borracho, y fué al hijo a quien se entregó la pensión paterna -para evitar que fuese disipada. Semejantes sufrimientos -dejaron en él una huella profunda. Tuvo la fortuna de -encontrar un cariñoso apoyo en una familia de Bonn, que -le fué siempre muy querida, los Breuning. La gentil -“Lorchen”, Eleonora de Breuning, tenía dos años menos: -le enseñó él la música y ella lo inició en la poesía; -fué su compañera de infancia y acaso hubo entre -ellos algún sentimiento tierno. Eleonora casó más tarde -con el doctor Wegeler, que fué uno de los mejores amigos -de Beethoven: hasta el último día no cesó de reinar entre -<span class="pagenum"><a id="Page_21"></a>[Pg 21]</span>ellos una amistad apacible, de que dan testimonio las cartas -dignas y cariñosas de Wegeler y de Eleonora, y las -del viejo y fiel amigo (<i lang="de" xml:lang="de">alter treuer Freund</i>) al bueno y querido -Wegeler (<i lang="de" xml:lang="de">guter lieber Wegeler</i>); cariño más conmovedor -todavía cuando la vejez llegó para los tres sin enfriar la -juventud de sus corazones<a id="FNanchor_8" href="#Footnote_8" class="fnanchor">[8]</a>.</p> - -<p>Por triste que haya sido la infancia de Beethoven, -conservó siempre de ella y de los lugares en que transcurrió -un tierno y melancólico recuerdo. Obligado a abandonar -Bonn y a pasar casi toda su vida en Viena, en la grande -y frívola ciudad o en sus tristes barriadas, no olvidó nunca -el valle del Rhin, ni el gran río augusto y paternal—<i lang="de" xml:lang="de">unser -Vater Rhein</i>—como él lo llama, “nuestro padre el Rhin”, -tan viviente en verdad, casi humano, semejante a un alma -gigantesca por la cual pasan pensamientos y fuerzas -innumerables; en ninguna parte más bello, más poderoso -y más dulce que en la deliciosa Bonn, cuyas pendientes, -sombreadas y florecidas, baña con la violencia de una caricia. -Allá vivió Beethoven sus veinte primeros años; allá -se formaron los ensueños de su corazón de adolescente, en -estas praderas que flotan lánguidas sobre el agua, con sus -chopos envueltos por la bruma, sus malezas, sus sauces, -sus árboles frutales, que empapan las raíces en la corriente -silenciosa y rápida; y, sobre la orilla inclinadas, muellemente -curiosas, las aldeas, las iglesias, hasta los cementerios, -en tanto que en el horizonte las Siete Montañas -azuladas dibujan sobre el cielo sus perfiles atormentados, -que coronan las esbeltas y bizarras siluetas de los viejos -castillos en ruinas. Su corazón permaneció eternamente -fiel a este país, y hasta el último instante soñó en volver -<span class="pagenum"><a id="Page_22"></a>[Pg 22]</span>a verlo, sin que lo hubiese logrado nunca. “Mi patria, la -hermosa región en donde yo vi la luz primera, siempre tan -bella, tan clara delante de mis ojos, como cuando yo la -dejé”<a id="FNanchor_9" href="#Footnote_9" class="fnanchor">[9]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En noviembre de 1792 Beethoven se estableció en -Viena, metrópoli musical de Alemania<a id="FNanchor_10" href="#Footnote_10" class="fnanchor">[10]</a>. La Revolución -había estallado y comenzaba a ahogar a -Europa. Beethoven salió de Bonn en el momento preciso -en que la guerra llegaba, y en camino de Viena cruzó -por entre los ejércitos de Hesse, que avanzaban contra -Francia. En 1796 y 1797 puso música a las poesías bélicas -de Friedberg, un <em>Canto de Partida</em>, y un Coro Patriótico, -<em>Somos un gran pueblo alemán</em> (<i lang="de" xml:lang="de">Ein grosses deutsches Volk -sind wir</i>); pero en vano quiso cantar a los enemigos de -la Revolución, porque la Revolución conquistó al mundo -y a Beethoven. Desde 1798, y a pesar de la tirantez de relaciones -entre Austria y Francia, entró Beethoven en comunicación -íntima con los franceses, con la embajada, -con el general Bernadotte, que acababa de llegar a -Viena; y en sus conversaciones con ellos comenzaron a formarse -en él los sentimientos republicanos, cuyo poderoso -desarrollo se advierte en el resto de su vida.</p> - -<p>Un dibujo que en esta época le hizo Stainhauser nos -muestra una imagen bastante clara de lo que era entonces -<span class="pagenum"><a id="Page_23"></a>[Pg 23]</span>Beethoven. Es con relación a sus siguientes retratos, lo -que el retrato de Buonaparte por Guérin—rostro áspero, -devorado por la fiebre de la ambición,—es a los otros retratos -de Napoleón. Aparece Beethoven más joven de lo -que era, enjuto, derecho, tieso dentro de su alto corbatín, -con el mirar retador y violento: sabe lo que vale, y confía -en su fuerza. En 1796 escribe en su cuaderno: “¡Valor! -A pesar de todas las flaquezas del cuerpo, mi genio triunfará... -¡Veinticinco años! Los tengo ya, y es necesario -que en este año el hombre se revele todo entero”<a id="FNanchor_11" href="#Footnote_11" class="fnanchor">[11]</a>. La -señora de Bernhard y Gelinck dicen que es muy orgulloso, -de modales rudos y huraños, y habla con un acento marcadamente -provinciano; pero sólo sus amigos íntimos -conocen la exquisita bondad que se oculta bajo ese orgulloso -encogimiento. Al escribir a Wegeler acerca de sus -triunfos, el primer pensamiento que le viene a la mente es: -“Por ejemplo, cuando veo a un amigo necesitado, si mi -bolsillo no me permite acudir inmediatamente en su ayuda, -no tengo más que sentarme a la mesa de trabajo, y, en -poco tiempo, lo he sacado del apuro... Ya ves que esto -es encantador”<a id="FNanchor_12" href="#Footnote_12" class="fnanchor">[12]</a>. Y un poco después agrega: “Mi arte -debe consagrarse al bien de los pobres”. (<i lang="de" xml:lang="de">Dann soll meine -Kunst sich nur zum Besten der Armen zeigen.</i>)</p> - -<p>Ya el dolor había llamado a su puerta; se había apoderado -de él para nunca más dejarlo. Entre 1796 y 1800 -comenzaron los estragos de la sordera<a id="FNanchor_13" href="#Footnote_13" class="fnanchor">[13]</a>; las orejas le -<span class="pagenum"><a id="Page_24"></a>[Pg 24]</span>zumban noche y día; lo minan dolores en las entrañas; su -oído se debilita progresivamente. No lo confesará a nadie -durante muchos años, ni a sus amigos más queridos; evita -toda compañía para que su enfermedad no sea advertida, -y este terrible secreto es sólo suyo; pero en 1801 ya no lo -puede callar, lo confía con desesperación a dos de sus amigos: -el doctor Wegeler y el pastor Amenda:</p> - -<p>“Mi querido, mi bueno, mi cariñoso Amenda... ¡qué -a menudo he deseado tenerte cerca de mí! Tu Beethoven -es profundamente desventurado. Debes saber que la -parte más noble de mí mismo, mi oído, se ha debilitado -mucho. Ya en la época en que estábamos juntos, sentía -síntomas del mal, y lo ocultaba; pero después ha empeorado -mucho... ¿Curaré? Lo espero, naturalmente, pero muy -poco, porque estas enfermedades son de las más incurables. -¡Qué tristemente vivo, abandonando todo lo que amo -y me es más querido, y en un mundo tan miserable, tan -egoísta!... ¡Triste resignación ésta en la cual debo refugiarme! -Naturalmente que me he propuesto sobreponerme -a todos estos males. Pero ¿cómo me será posible?”<a id="FNanchor_14" href="#Footnote_14" class="fnanchor">[14]</a>.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_25"></a>[Pg 25]</span></p> -<p>Y a Wegeler: “...Llevo una vida miserable; desde -hace dos años eludo toda compañía, porque no me es posible -conversar con los demás: soy sordo. Si tuviera cualquier -otro oficio, esto sería llevadero; pero en el mío mi -situación es terrible. ¡Qué dirán mis enemigos, cuyo número -no es corto!... En el teatro debo colocarme muy -cerca de la orquesta para escuchar a los actores. Los sonidos -altos de los instrumentos y de las voces no los oigo si -me coloco un poco lejos... Cuando se habla suavemente, -apenas entiendo... Y por otra parte, cuando se grita, ello -es para mí intolerable... Frecuentemente maldigo mi -existencia. Plutarco me ha llevado a la resignación. Quiero, -si esto es posible, desafiar mi destino; pero hay momentos -de mi vida en los cuales soy la más miserable de -las criaturas... ¡Resignación! ¡Qué triste refugio, y sin -embargo es el único que me queda!”<a id="FNanchor_15" href="#Footnote_15" class="fnanchor">[15]</a>.</p> - -<p>Esta tristeza trágica se externa en algunas obras de esta -época, en la <cite>Sonata Patética</cite>, op. 13 (1799), y sobre todo en -el largo de la <cite>Tercera Sonata</cite> para piano, op. 10 (1798). Es -extraño que no aparezca todavía en tantas obras más, -como el riente <cite>Septimino</cite> (1800), y la límpida <cite>Primera -Sinfonía</cite> (en do mayor, 1800), que reflejan todavía una despreocupación -juvenil. Indudablemente que el alma necesita -tiempo para acostumbrarse al dolor; siente tal necesidad de -la alegría, que, cuando no la tiene, es necesario que la -cree; cuando el presente es demasiado cruel, vive en el -pasado; los días felices que fueron no se borran de un solo -golpe, pues su fulgor persiste largo tiempo después de que -pasaron. Solo y desventurado en Viena, Beethoven se -refugió en su nostalgia del país natal, y sus recuerdos de -entonces están todos de ella impregnados. El tema del -andante con variaciones del <cite>Septimino</cite>, es sólo un <i lang="de" xml:lang="de">lied</i> -riniano; la <cite>Sinfonía en do mayor</cite> es también una obra del -Rhin, un poema de adolescencia que sonríe a sus ensueños; -<span class="pagenum"><a id="Page_26"></a>[Pg 26]</span>es alegre, lánguida; se adivina en ella el deseo y la esperanza -de agradar; pero en algunos de sus pasajes, en la introducción, -en el claroscuro de algunos bajos sombríos, en -el <em>scherzo</em> fantástico, se advierte ya, ¡con cuánta emoción! -en este rostro de joven la mirada del genio que está por -venir. Son los ojos del <i lang="it" xml:lang="it">bambino</i> de Botticelli, en sus <em>Sagradas -Familias</em>, estos ojos de niño en los cuales se adivina -ya la próxima tragedia.</p> - -<p>A los sufrimientos físicos se unían trastornos de otro -orden. Wegeler dice que no conoció nunca a Beethoven -sin una pasión llevada al paroxismo. Sus amores parece -que siempre fueron de una gran pureza, porque en ellos -no hubo nunca ninguna relación entre la pasión y el placer. -La confusión que se establece en nuestro tiempo entre -la una y el otro, no prueba más que la ignorancia en que la -mayoría de los hombres están acerca de la pasión, y de su -extrema rareza. En el alma de Beethoven había algo de -puritano; las conversaciones y los pensamientos licenciosos -le causaban horror; tenía sobre la santidad del amor -ideas intransigentes, y se dice que no perdonaba a Mozart -haber profanado su genio escribiendo un <cite>Don Juan</cite>. -Schindler, que fué su amigo íntimo, asegura que “cruzó -por la vida con un pudor virginal, sin haber tenido nunca -que reprocharse una flaqueza”. Un hombre así estaba -hecho para ser engañado y ser víctima del amor, y lo fué. -Sin cesar se enamoraba locamente, sin cesar soñaba con la -felicidad, que en el acto fracasaba, y era seguida de amargos -sufrimientos. En estas alternativas de amor y de orgullosa -rebeldía es preciso buscar el más fecundo manantial de -las inspiraciones de Beethoven, hasta la edad en que su -fogosa naturaleza se apacigua en una resignación melancólica.</p> - -<p>En 1801 el objeto de su pasión fué, a lo que parece, -Giulietta Guicciardi, a quien inmortalizó con la dedicatoria -de su famosa <cite>sonata</cite> llamada del <cite>Claro de Luna</cite>, op. 27<span class="pagenum"><a id="Page_27"></a>[Pg 27]</span> -(1802). “Vivo de una manera muy dulce, escribía a Wegeler, -y trato más con los hombres... Esta mudanza es -obra del encanto de una muchacha adorable, que me ama -y a quien yo amo. Son éstos los primeros momentos felices -que tengo desde hace dos años<a id="FNanchor_16" href="#Footnote_16" class="fnanchor">”[16]</a>. Los pagó duramente. -Desde luego este amor le hizo sentir las miserias de su -enfermedad y las condiciones precarias de su vida, que le -hacían imposible desposarse con la que amaba. Además -Giulietta era coqueta, infantil, egoísta; hizo sufrir cruelmente -a Beethoven, y en noviembre de 1803 casó con el -conde Gallenberg<a id="FNanchor_17" href="#Footnote_17" class="fnanchor">[17]</a>. Semejantes pasiones arruinan -el alma, y cuando el alma está ya debilitada por la enfermedad -como lo estaba la de Beethoven, suelen aniquilarla. -Y fué el único momento de la vida de Beethoven en que -parece haber estado a punto de sucumbir. Sufrió una crisis -desesperada, que nos hace conocer una de sus cartas: el -<em>Testamento de Heiligenstadt</em> a sus hermanos Carlos y Juan, -con esta indicación: ”<em>Para ser leída y cumplida después de -mi muerte</em>“<a id="FNanchor_18" href="#Footnote_18" class="fnanchor">[18]</a>. Es un grito de rebeldía y de sufrimiento -desgarrador, que no puede escucharse sin sentirse penetrado -de piedad. Estuvo entonces a punto de poner fin a su -vida, y sólo su inflexible sentimiento moral lo detuvo<a id="FNanchor_19" href="#Footnote_19" class="fnanchor">[19]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_28"></a>[Pg 28]</span></p> - -<p>Sus esperanzas últimas de curación desaparecieron. “Hasta -el valor que me sostenía se ha desvanecido. ¡Oh, Providencia, -concédeme una vez un día, un solo día de alegría -verdadera! ¡Hace tanto tiempo que el son profundo de la -perfecta alegría me es extraño! ¿Cuándo, cuándo, ¡Dios -mío!, podré encontrarla? ¿Nunca?... ¡No, porque eso -sería demasiado cruel!”</p> - -<p>Parece un lamento de agonía y, sin embargo, Beethoven -vivirá aún veinticinco años. Su vigorosa naturaleza no -se podía resignar a sucumbir en la prueba. “Mi fuerza -física aumenta más que nunca, al mismo tiempo que mi -vigor intelectual... Mi juventud, sí, lo siento, apenas -ha comenzado; y cada día me acerca al fin que entreveo y -que no puedo definir... ¡Oh, si estuviera libre de este -mal, abarcaría entre mis brazos al mundo!... ¡Pero no -tengo reposo! No conozco otro descanso que el sueño, y -soy tan desventurado que tengo que concederle más tiempo -que enantes. Si me viera libre de mi mal, aun cuando sólo -fuese a medias, entonces... No, no lo soportaré ya; -quiero morder al destino, que no ha de lograr doblegarme -enteramente. ¡Es tan bello vivir mil veces la vida!”<a id="FNanchor_20" href="#Footnote_20" class="fnanchor">[20]</a>.</p> - -<p>Este amor, este dolor, esta voluntad, estas alternativas -de postración y orgullo, estas tragedias interiores aparecen -en las grandes obras escritas en 1802: la <cite>Sonata con marcha -fúnebre</cite>, op. 26, la <cite>Sonata quasi una fantasía</cite> y la <cite>Sonata</cite> llamada -del <cite>Claro de Luna</cite>, op. 27; la <cite>Sonata segunda</cite>, op. 31, -con sus recitados dramáticos que semejan un grandioso y -desolado monólogo; la <cite>Sonata en do menor</cite> para violín, op. -30, que dedicó al emperador Alejandro; la <cite>Sonata a Kreutzer</cite>, -op. 47, y las seis heroicas y conmovedoras melodías religiosas -sobre palabras de Gellert, op. 48. La <cite>Segunda Sinfonía</cite>, -que es de 1803, refleja su amor juvenil con mayor intensidad, -y en ella se advierte que su voluntad se impone sobre -todo; una fuerza irresistible barre los tristes pensamientos -<span class="pagenum"><a id="Page_29"></a>[Pg 29]</span>y el <em>final</em> se levanta en impetuoso borbotar de vida. Beethoven -quiere ser feliz; no quiere consentir en creer que -es irremediable su infortunio: anhela la curación, desea -el amor; desborda de esperanzas<a id="FNanchor_21" href="#Footnote_21" class="fnanchor">[21]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En muchas de estas obras sorprende la energía y la -insistencia de los ritmos de marcha y de combate, -que son muy sensibles, sobre todo en el <i lang="it" xml:lang="it">allegro</i> y en -el <em>final</em> de la <cite>Segunda Sinfonía</cite>, y todavía más en el primer -trozo, soberbiamente heroico, de la <cite>Sonata al Emperador -Alejandro</cite>. El carácter marcial, característico de esta música, -recuerda la época en que fué escrita: la revolución -llegaba a Viena, y Beethoven era arrastrado por ella. -“Manifestaba de buena gana en la intimidad—nos dice -el caballero Seyfried—su aprobación para los sucesos -políticos, que juzgaba con una rara perspicacia, con mirada -clara y penetrante”. Todas sus simpatías lo llevaban -hacia las ideas revolucionarias; “amaba los principios republicanos”, -dice Schindler, el amigo que más lo conoció -en el último período de su vida. “Era partidario de la -libertad sin limitaciones y de la independencia nacional... -Quería que todos cooperasen en el gobierno del Estado... -Deseaba para Francia el sufragio universal y confiaba en -que Bonaparte lo establecería, echando así los cimientos de -la felicidad del género humano”. Revolucionario romano, -nutrido en Plutarco, soñaba con una república heroica, -fundada por el dios de la Victoria: el Primer Cónsul; y -golpe sobre golpe forjó la <cite>Sinfonía Heroica: Bonaparte</cite> -<span class="pagenum"><a id="Page_30"></a>[Pg 30]</span>(1804)<a id="FNanchor_22" href="#Footnote_22" class="fnanchor">[22]</a>, que es la “Ilíada” del Imperio; y el final de la -<cite>Sinfonía en do menor</cite> (1805-1808), la epopeya de la Gloria. -Primera música verdaderamente revolucionaria, el espíritu -de la época revive en ella con la intensidad y la pureza que -tienen los grandes sucesos en las grandes almas solitarias, -cuyas impresiones no son debilitadas por el contacto de la -realidad. La figura de Beethoven se muestra en ella iluminada -por los resplandores de estas épicas guerras que están -expresadas por doquiera, acaso sin quererlo, en las obras -de este período: en la <cite>Obertura de Coriolano</cite> (1807), que -tiene soplo de tempestades; en el <cite>Cuarto cuarteto</cite>, op. 18, -cuyo primer trozo tiene tanto parecido con esa obertura; -en la <cite>Sonata Appassionata</cite>, op. 57 (1804), de la cual decía -Bismarck: “Si la escuchara yo a menudo, sería más valeroso”<a id="FNanchor_23" href="#Footnote_23" class="fnanchor">[23]</a>; -en la partitura de <cite>Egmont</cite>, y hasta en sus conciertos -<span class="pagenum"><a id="Page_31"></a>[Pg 31]</span>para piano, en este <em>concierto en mi bemol</em>, cuyo virtuosismo -también se hace heroico y en el que parece que -pasan ejércitos. ¿Cómo sorprenderse de esto? Si Beethoven -ignoraba, al escribir la <em>Marcha fúnebre a la muerte de -un héroe</em> (de la Sonata op. 26), que el héroe más digno de -sus cantos, aquél que se acercaba más que Bonaparte al -modelo de la <cite>Sinfonía Heroica</cite>, Hoche, acababa de morir -cerca del Rhin—al cual domina su monumento funerario, -todavía ahora, desde lo alto de una pequeña colina entre -Coblenza y Bonn,—había visto en la misma Viena dos -veces victoriosa a la revolución. Fueron los oficiales -franceses quienes asistieron en noviembre de 1805 al estreno -de <cite>Fidelio</cite>, y el general Hulin, el vencedor de la Bastilla, -que se instaló en la casa de Lobkowitz, amigo éste y -protector de Beethoven, a quien dedicó la <cite>Heroica</cite> y la <cite>en -do menor</cite>. Y todavía el 10 de mayo de 1809, Napoleón se -hospedó en Schoenbrunn<a id="FNanchor_24" href="#Footnote_24" class="fnanchor">[24]</a>. Bien pronto Beethoven -odiará a los conquistadores franceses; pero no por ello -<span class="pagenum"><a id="Page_32"></a>[Pg 32]</span> -sintió menos el fervor de su epopeya, y quien no la sienta -como él sólo a medias comprenderá esta música de acción -y de imperiales triunfos.</p> - - -<p>Interrumpió Beethoven bruscamente la <cite>Sinfonía en -do menor</cite> para escribir, de un golpe y sin sus bosquejos -habituales, la <cite>Cuarta Sinfonía</cite>. La felicidad se le había -revelado: en mayo de 1806 entró en relaciones con Teresa de -Brunswick<a id="FNanchor_25" href="#Footnote_25" class="fnanchor">[25]</a>, quien lo amaba desde hacía largo tiempo, -porque siendo niña recibía de él lecciones de piano, en los -primeros tiempos que vivió éste en Viena. Beethoven era -amigo de su hermano el conde Francisco, de quien fué -huésped en Mártonvásár, Hungría, en 1806, y fué allá donde -él y Teresa comenzaron a amarse. El recuerdo de estos -días felices se conserva en algunos relatos de Teresa de -Brunswick<a id="FNanchor_26" href="#Footnote_26" class="fnanchor">[26]</a>. “Una noche de domingo, dice ella, después -de comer, Beethoven se sentó al piano, a la luz de la -luna. Principió por pasar su mano abierta sobre el teclado, -que era su manera de preludiar siempre, y que Francisco -y yo conocíamos ya. Tocó después algunos acordes en las -notas bajas, y lentamente, con una solemnidad misteriosa, -<span class="pagenum"><a id="Page_33"></a>[Pg 33]</span> -ejecutó un canto de Sebastián Bach<a id="FNanchor_27" href="#Footnote_27" class="fnanchor">[27]</a>: ‘<em>Si quieres, -darme tu corazón, que sea primero en secreto, y que nadie -pueda adivinar nuestro mutuo pensamiento</em>’. Mi madre y -el cura se habían dormido; mi hermano miraba en el vacío -con gravedad; y yo, bajo el influjo de su canto y de su mirada, -sentía la vida en toda plenitud. En la mañana del -siguiente día nos encontramos en el jardín, y me dijo: -‘Estoy escribiendo ahora una ópera cuya figura principal -está delante de mí, en todas partes por donde voy, en todas -partes donde estoy; nunca había alcanzado tal altura, en -la que todo es luz, pureza, claridad. Hasta hoy me parecía -a ese niño de los cuentos de hadas, entretenido en recoger -guijarros, que no veía la flor espléndida que sobre el camino -florece...’. En el mes de mayo de 1806 era su novia, -sólo con el consentimiento de mi bienamado hermano -Francisco”.</p> - -<p><cite>La Cuarta Sinfonía</cite>, escrita ese año, es una flor pura que -guarda el perfume de aquellos días, los más tranquilos de -su vida. En ella se ha advertido justamente “la preocupación -de Beethoven, entonces, de conciliar, en tanto que -fuera posible, su genio con la tradición generalmente -conocida y amada de las formas transmitidas por sus -predecesores”<a id="FNanchor_28" href="#Footnote_28" class="fnanchor">[28]</a>. El mismo espíritu conciliador, nacido -del amor, obraba sobre sus modales y manera de vivir. -Ignaz von Seyfried y Grillparzer dicen que estaba pleno -de ímpetus, ágil, alegre, espiritual, cortés con los demás, -paciente para con los importunos, vestido con rebuscamiento; -y los engaña al extremo de que no se dan cuenta -de su sordera y dicen que está sano, si no es de su -vista, muy debilitada<a id="FNanchor_29" href="#Footnote_29" class="fnanchor">[29]</a>. Tal es la idea que de él nos -<span class="pagenum"><a id="Page_34"></a>[Pg 34]</span>da un retrato de elegancia romántica y un poco amanerada -que por entonces pintó Maehler. Beethoven deseaba -agradar, y sabía que agradaba. El león está enamorado, y -esconde sus garras; pero se adivina bajo estas apariencias, -bajo la fantasía y la ternura de la <cite>Sinfonía en si bemol</cite>, -la fuerza temible, el humor caprichoso y los coléricos -arranques.</p> - -<p>Esta paz profunda no debía durar; mas el influjo -bienhechor del amor se prolongó hasta 1810. Beethoven -le debió sin duda su dominio de sí mismo, que hizo entonces -producir a su genio los más perfectos frutos: esta tragedia -clásica, la <cite>Sinfonía en do menor</cite>; y este divino ensueño -de un día de estío: la <cite>Sinfonía Pastoral</cite> (1808)<a id="FNanchor_30" href="#Footnote_30" class="fnanchor">[30]</a>. <cite>La -Appassionata</cite>, inspirada en la <cite>Tempestad</cite> de Shakespeare<a id="FNanchor_31" href="#Footnote_31" class="fnanchor">[31]</a>, -considerada por él como la más vigorosa de sus sonatas -apareció en 1807 y está dedicada al hermano de Teresa. -La ensoñadora y fantástica sonata, op. 78 (1809), la dedicó -a Teresa. Una carta sin fecha<a id="FNanchor_32" href="#Footnote_32" class="fnanchor">[32]</a> y dirigida <em>A la Inmortal -Amada</em> expresa, no menos que la <cite>Appassionata</cite>, la intensidad -de su amor:</p> - -<p>“Ángel mío, mi todo, mi yo... tengo el corazón henchido -de tantas cosas que decirte... ¡Ah, en donde yo -estoy, tú estás siempre conmigo!... Lloro sólo de pensar -que no recibirás antes del domingo, probablemente, mis -primeras noticias.—Te amo, como tú me amas; pero -mucho más... ¡Oh, Dios! ¡Qué vida ésta sin ti! ¡Tan -<span class="pagenum"><a id="Page_35"></a>[Pg 35]</span>cerca, y tan lejos! Mis pensamientos van hacia ti, mi -inmortal amada (<em>Meine unsterbliche Geliebte</em>), jocundos -unas veces, tristes después, interrogando al destino, demandándole -si nos acogerá benignamente. No puedo -vivir si no es contigo, porque de otra manera no vivo... -Nunca será de otra mi corazón. ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Oh, -Dios mío! ¿por qué es preciso que se alejen los que se -aman? Y sin embargo mi vida, como al presente, es una -vida de tristezas. Tu amor me ha hecho a un mismo -tiempo el más feliz y el más desdichado de los hombres... -¡Está tranquila... está tranquila, y ámame! Ahora, -ayer, cuán ardiente aspiración, ¡cuántas lágrimas mías van -hacia ti!... a ti... a ti... mi vida, mi todo! ¡Adiós! -¡Continúa amándome, no olvides jamás el corazón de tu -amado L. ¡Tuyo eternamente, eternamente mía, por -siempre el uno para el otro!”<a id="FNanchor_33" href="#Footnote_33" class="fnanchor">[33]</a>.</p> - -<p>¿Cuál causa misteriosa impidió la felicidad de estos dos -seres que se amaban? Acaso la falta de fortuna, la desigualdad -social; acaso Beethoven se sublevó ante la larga -espera que se le imponía, y ante la humillación de mantener -en secreto su amor indefinidamente; tal vez, violento, -enfermo y misántropo como era, hizo sufrir, sin quererlo, -a la que amaba, y esto lo desesperó. La promesa de unión -se rompió, y, sin embargo, ni el uno ni el otro parece que -hayan olvidado nunca su amor. Hasta su último día -(murió en 1861), Teresa de Brunswick amó a Beethoven. -Y en 1816, Beethoven decía: “Al pensar en ella el corazón -me palpita con tanta violencia como en el día que la vi por -la primera vez”. De este mismo año son las melodías a la -<em>Amada Lejana</em> (<em>an die ferne Geliebte</em>), op. 98, de un carácter -tan conmovedor y tan profundo. Escribió en sus notas: -“Mi corazón desborda ante el espectáculo de esta admirable -naturaleza, y sin embargo Ella no está aquí, a mi lado”. -Teresa había dado su retrato a Beethoven con esta -<span class="pagenum"><a id="Page_36"></a>[Pg 36]</span>dedicatoria: “Al genio extraordinario, al gran artista, al -hombre bueno.—T. B.”<a id="FNanchor_34" href="#Footnote_34" class="fnanchor">[34]</a>. En el último año de su vida -sorprendió un amigo a Beethoven, solo, besando este retrato -con lágrimas en los ojos y hablando en voz alta, -como era su costumbre: “¡Eras tan hermosa, tan grande, -tan parecida a los ángeles!” Y el amigo se retiró, y cuando -regresó un poco más tarde lo encontró sentado al piano y -le dijo: “Hoy, mi viejo amigo, no hay nada de diabólico -en vuestro rostro”. Beethoven le respondió: “Es que -hoy me ha visitado mi ángel”. La herida fué profunda. -“Pobre Beethoven, decía él mismo, no es posible que para -ti haya felicidad en este mundo. Sólo en las regiones de lo -ideal encontrarás amigos”<a id="FNanchor_35" href="#Footnote_35" class="fnanchor">[35]</a>.</p> - -<p>Escribió en su libro de notas: “Sumisión, sumisión profunda -a tu destino: no puedes existir para ti, sino solamente -para los demás; para ti la única felicidad posible -está en tu arte. ¡Oh, Dios mío, concédeme la fuerza necesaria -para vencer!”</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Fué, pues, abandonado por el amor. En 1810 se halla de -nuevo solo; pero ha alcanzado la gloria y la conciencia -de su poder. Está en la fuerza de su edad; se -abandona a su humor salvaje y violento, ya sin cuidarse -de nada, sin consideraciones al mundo, a las conveniencias -sociales, a los juicios de los demás. ¿A quién tiene que temer -o agradar? Su fuerza es lo único que le queda, la alegría de -su fuerza y la necesidad de emplearla, casi de abusar de -ella. “La fuerza, he aquí la moral de los hombres que se -<span class="pagenum"><a id="Page_37"></a>[Pg 37]</span>elevan por encima del común de los hombres”. Ha reincidido -en la negligencia de su vestir, y su libertad de modales -se ha hecho más audaz que antes; sabe que tiene el derecho -de decirlo todo hasta a los grandes. “No reconozco otro -signo de superioridad más que la bondad”, escribió el 17 -de julio de 1812<a id="FNanchor_36" href="#Footnote_36" class="fnanchor">[36]</a>. Bettina Brentano, que lo vió entonces, -dice que “ningún emperador, ningún rey había tenido -una conciencia tal de su fuerza”. Quedó fascinada -por su poder: “Cuando lo vi por la vez primera, escribía a -Goethe, el universo entero desapareció para mí. Beethoven -me hizo olvidar al mundo, y aun a ti mismo, ¡oh Goethe!... -Creo no equivocarme al asegurar que este hombre se ha -adelantado mucho a la civilización moderna”. Goethe -hizo por conocer a Beethoven. Se encontraron en los baños -de Bohemia, en Toeplitz, el año de 1812, y no llegaron a -comprenderse. Beethoven admiraba apasionadamente el -genio de Goethe<a id="FNanchor_37" href="#Footnote_37" class="fnanchor">[37]</a>; pero era su carácter demasiado -libre y demasiado violento para acomodarse al de éste y -para no herirlo. Ha contado él mismo de un paseo que -<span class="pagenum"><a id="Page_38"></a>[Pg 38]</span>hicieron juntos, en el cual el republicano orgulloso dió una -lección de dignidad al consejero áulico del gran duque -de Weimar, quien no se lo perdonó.</p> - -<p>“Los reyes y los príncipes pueden muy bien hacer profesores -y consejeros privados; pueden muy bien colmarlos -de títulos y de condecoraciones; pero no pueden hacer a -los grandes hombres, a los espíritus que se elevan por -encima del fango del mundo... Y cuando están reunidos -dos hombres tales como yo y Goethe, estos señores deben -sentir nuestra grandeza. Ayer encontramos en el camino, -al regresar, a toda la familia imperial: la vimos de lejos; -Goethe se desprendió de mi brazo para detenerse a la orilla -de la carretera, y me habría gustado decirle que yo querría -no dejarlo dar un paso más. Me hundí entonces el sombrero, -me abotoné la levita, y avancé, con los brazos a la -espalda, por entre los grupos más espesos. Príncipes y -cortesanos formaron valla; el duque Rodolfo se quitó el -sombrero delante de mí, y la emperatriz fué la primera en -saludarme. Los grandes me conocen. Para mi entretenimiento, -vi desfilar la procesión delante de Goethe, que -permanecía a la orilla del camino, profundamente inclinado -y con el sombrero en la mano. Se lo reprendí en -seguida, y no le he perdonado nada...”<a id="FNanchor_38" href="#Footnote_38" class="fnanchor">[38]</a>. Goethe no -lo olvidó tampoco<a id="FNanchor_39" href="#Footnote_39" class="fnanchor">[39]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_39"></a>[Pg 39]</span></p> - -<p>De esta época son la <cite>Séptima</cite> y la <cite>Octava Sinfonías</cite>, -escritas en pocos meses, en Toeplitz y en 1812; la Orgía -del Ritmo y la Sinfonía Humorística, las obras en que -quizás se reveló más al natural, o como él decía, más “desabrochado” -(<em>aufgeknoepft</em>), con sus transportes de alegría -y de furor, sus contrastes imprevistos, sus arranques desconcertantes -y grandiosos, sus explosiones titánicas, que -arrojaban a Goethe y a Zelter en el espanto<a id="FNanchor_40" href="#Footnote_40" class="fnanchor">[40]</a>, y hacían -decir de la <cite>Sinfonía en la</cite>, en la Alemania del Norte, que -era la obra de un borracho. Sí, de un hombre ebrio en -efecto, pero de fuerza y de genio. “Soy, dijo él mismo, -soy Baco, que extrae el delicioso néctar para la humanidad; -soy yo quien da a los hombres el divino frenesí del espíritu”. -Ignoro si, como lo ha dicho Wagner, quiso pintar en el -final de su Sinfonía una fiesta dionisíaca<a id="FNanchor_41" href="#Footnote_41" class="fnanchor">[41]</a>. Reconozco -principalmente en esta fogosa “kermesse” la huella de su -herencia flamenca, lo mismo que encuentro mucho de -su origen en su audaz libertad de lenguaje y de modales, -<span class="pagenum"><a id="Page_40"></a>[Pg 40]</span>que detona soberbiamente en el país de la disciplina y de -la obediencia. En nada puede encontrarse más franqueza -y más libertad de poder que en la <cite>Sinfonía en la</cite>; es un loco -despilfarro de energías sobrehumanas, sin objeto, por -placer, el placer de un río que desborda y que inunda. En -la <cite>Octava Sinfonía</cite> la fuerza es menos grandiosa, pero más -extraña aún y más característica del hombre, porque mezcla -la tragedia a la farsa, y pone un vigor hercúleo en -juegos y caprichos de niño<a id="FNanchor_42" href="#Footnote_42" class="fnanchor">[42]</a>.</p> - -<p>El año de 1814 señala el apogeo de los triunfos de Beethoven. -En el Congreso de Viena fué considerado como una -gloria europea. Tomó parte activa en las fiestas; los príncipes -le rendían homenaje, y él dejaba, altivamente, que -le hicieran la corte. De ello se alababa con Schindler.</p> - -<p>Se sintió enardecido por la guerra de Independencia<a id="FNanchor_43" href="#Footnote_43" class="fnanchor">[43]</a>. -En 1813 escribió una sinfonía a la <cite>Victoria</cite> de -<cite>Wellington</cite>, y al principiar el año de 1814, un coro guerrero, -el <em>Renacimiento de Alemania</em> (<em>Germanias Wiedergeburt</em>). -El 29 de noviembre de 1814 dirigió, ante un público de -reyes, una cantata patriótica: <em>El Momento glorioso</em> (<i lang="de" xml:lang="de">Der -glorreiche Augenblick</i>), y compuso para la toma de París, -en 1815, un coro: <em>¡Todo está consumado!</em> (<i lang="de" xml:lang="de">Es ist vollbracht!</i>) -Estas obras ocasionales valieron más a su reputación que -todo el resto de su producción musical.</p> - -<p>El grabado de Blasius Hoefel, hecho según un dibujo -del francés Letronne, y la máscara feroz que en 1812 -moldeó sobre su rostro Franz Klein, dan una imagen -viva de Beethoven en los tiempos del Congreso de Viena. -El rasgo dominante de esta cara de león, de recias mandíbulas -y de pliegues dolorosos y coléricos, es la voluntad, -<span class="pagenum"><a id="Page_41"></a>[Pg 41]</span>una voluntad napoleónica. En ellos se reconoce al hombre -que decía de Napoleón después de Jena: “¡Qué desgracia -que no sepa de la guerra como sé de música! ¡Lo destruiría!” -Pero su reino no era de este mundo. “Mi imperio -está en las nubes”, como escribía a Francisco de Brunswick. -(<i lang="de" xml:lang="de">Mein Reich ist in der Luft</i>)<a id="FNanchor_44" href="#Footnote_44" class="fnanchor">[44]</a>.</p> - - -<hr class="tb" /> - -<p>A esta hora de gloria sucedió el período más triste y -miserable. Nunca había sido Viena simpática a -Beethoven. Un genio altivo y libre como el suyo -no podía sentirse a gusto en esta ciudad artificiosa, de -espíritu mundano y mediocre, a la cual Wagner señaló -duramente con su desprecio<a id="FNanchor_45" href="#Footnote_45" class="fnanchor">[45]</a>. No perdía ninguna -ocasión para alejarse de ella, y hacia 1808 había pensado -seriamente en abandonar Austria para dirigirse a la Cor<span class="pagenum"><a id="Page_42"></a>[Pg 42]</span>te -de Jerónimo Bonaparte, rey de Westfalia<a id="FNanchor_46" href="#Footnote_46" class="fnanchor">[46]</a>. Pero -Viena abundaba en recursos musicales, y hay que hacerle -justicia en este punto, porque hubo siempre en ella nobles -<i lang="it" xml:lang="it">dilettanti</i> para sentir la grandeza de Beethoven y para -ahorrar a su patria la vergüenza de perderlo. En 1809, -tres de los más ricos señores de Viena: el archiduque -Rodolfo, alumno de Beethoven; el príncipe Lobkowitz -y el príncipe Kinsky, se comprometieron a darle anualmente -una pensión de cuatro mil florines, con la condición -única de que permanecería en Austria: “Como ha -demostrado—decían—que no puede consagrarse enteramente -a su arte si no es a condición de verse libre de todo -cuidado material, y que sólo en estas circunstancias -puede producir estas obras sublimes que son la gloria -del arte, los subscritos han tomado la resolución de poner -a Ludwig van Beethoven al abrigo de toda necesidad y -de retirar así los obstáculos miserables que se podrían -oponer al vuelo de su genio”.</p> - - -<p>Infortunadamente el efecto no correspondió a las promesas, -porque esta pensión fué pagada siempre sin puntualidad, -y bien pronto dejaron por completo de pagarla. -Por otra parte, Viena había cambiado de carácter después -del Congreso de 1814; la política distraía del arte a la -sociedad, el gusto musical estaba echado a perder por -el italianismo, y la moda, que era la de Rossini, trataba -de pedante a Beethoven<a id="FNanchor_47" href="#Footnote_47" class="fnanchor">[47]</a>. Sus amigos y protectores -<span class="pagenum"><a id="Page_43"></a>[Pg 43]</span>se dispersaron o murieron: el príncipe Kinsky, en 1812; -Lichnowsky, en 1814, y Lobkowitz en 1816. Rasumowsky, -para quien había escrito sus admirables cuartetos, op. 59, -dió su último concierto en febrero de 1815. En ese mismo -año Beethoven se disgustó con Stephan von Breuning, -su amigo de infancia, hermano de Eleonora<a id="FNanchor_48" href="#Footnote_48" class="fnanchor">[48]</a>, y, aislado -desde entonces, “no tengo amigos y soy solo en el -mundo” escribía en sus notas de 1816.</p> - - -<p>La sordera había llegado a ser completa<a id="FNanchor_49" href="#Footnote_49" class="fnanchor">[49]</a>. Desde el -otoño de 1815 ya no podía tener comunicación con los -demás, a no ser por escrito. Su cuaderno de conversación -más antiguo es de 1816<a id="FNanchor_50" href="#Footnote_50" class="fnanchor">[50]</a>. Conocido es el doloroso -relato de Schindler sobre la representación de <cite>Fidelio</cite> en -1822: “Pidió Beethoven dirigir el ensayo general... desde -el dúo del primer acto se evidenció que no oía nada de lo -que pasaba en el escenario. Retardaba considerablemente -el movimiento, y en tanto que la orquesta seguía su batuta, -<span class="pagenum"><a id="Page_44"></a>[Pg 44]</span>los cantantes, por su parte, se adelantaban. Esto originó -una confusión general. El director habitual de la orquesta, -Umlauf, propuso un momento de descanso sin dar ninguna -razón, y, después de haber cambiado algunas palabras con -los cantantes, se volvió a comenzar. El mismo desorden -se produjo de nuevo, y fué necesaria una segunda pausa. La -imposibilidad de continuar bajo la dirección de Beethoven -era evidente; pero ¿cómo hacérselo comprender? Nadie -tenía valor de decirle: ‘Retírate, desventurado, porque -no puedes dirigir’. Beethoven, inquieto, agitado, se volvía -a derecha y a izquierda, se esforzaba por leer en la expresión -de los rostros que lo rodeaban y por comprender dónde -estaba el obstáculo; pero por todos lados era el mismo -silencio. De pronto me llamó en una forma imperiosa y, -cuando estuve cerca de él, me presentó su cuaderno y me -hizo señales de que escribiera. Yo tracé estas palabras: -‘Os suplico que no continuéis; en la casa os explicaré por -qué’. De un brinco saltó al patio, gritándome: ‘¡Salgamos!’ -Corrió sin parar hasta la casa; entró, y se dejó -caer inerte en un sofá, cubriéndose el rostro con las dos -manos; y así permaneció hasta la hora de comer. En la -mesa no fué posible hacerle pronunciar palabra; conservaba -la expresión del abatimiento y del dolor más profundo; -y cuando, al terminar la comida, quise retirarme, me retuvo -expresando el deseo de no quedar solo. En el momento -de separarnos me rogó que lo acompañase a la casa de su -médico, quien tenía una gran reputación para enfermedades -del oído... En todo el demás tiempo de mis relaciones -con Beethoven no encuentro un día que pueda ser -comparado con este día fatal de noviembre... Había sido -herido en pleno corazón, y hasta el día de su muerte vivió -con la impresión de esta escena terrible”<a id="FNanchor_51" href="#Footnote_51" class="fnanchor">[51]</a>.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_45"></a>[Pg 45]</span></p> -<p>Dos años después, el 7 de mayo de 1824, al dirigir la -<cite>Sinfonía con coros</cite> (o mejor, como decía el programa, “tomando -parte en la dirección del concierto”), no escuchó -nada del tumulto de toda la sala que lo aclamaba; y no se -dió cuenta hasta que una de las cantantes le tomó de la -mano, lo hizo volverse de frente al público y pudo ver de -pronto a todos los espectadores de pie, agitando sus sombreros -y batiendo palmas. Un viajero inglés, Russel, que -lo vió sentado al piano hacia 1825, dice que cuando quería -tocar suavemente las teclas no resonaban, y que era conmovedor -observar en este silencio la emoción que lo animaba, -en su semblante y en sus dedos crispados.</p> - -<p>Recogido en sí mismo<a id="FNanchor_52" href="#Footnote_52" class="fnanchor">[52]</a>, separado de todos los demás -hombres, sólo podía hallar consuelo en la naturaleza. “Era -su única confidente”, decía Teresa de Brunswick; y fué su -refugio. Carlos Neate, que lo conoció en 1815, dice que no -había visto nunca persona que amase tan profundamente -las flores, las nubes, la naturaleza<a id="FNanchor_53" href="#Footnote_53" class="fnanchor">[53]</a>: parecía vivir la -vida de ellas. “Nadie en la tierra puede amar los campos -tanto como yo, escribía Beethoven... Amo a un árbol -más que a un hombre...”. Diariamente, en Viena, daba -la vuelta a las fortificaciones. En el campo, de la aurora -a la noche, se paseaba solo, sin sombrero, bajo el sol o bajo -la lluvia. “¡Oh, Providencia! ¡En los bosques soy feliz, -feliz en los bosques en que cada árbol me habla de ti! ¡Dios -mío, qué esplendor! En estas florestas, sobre estas colinas, -está la calma, la calma necesaria para servirte...”. Su -inquietud espiritual encontraba en la naturaleza algún -reposo<a id="FNanchor_54" href="#Footnote_54" class="fnanchor">[54]</a>. Estaba asediado por los cuidados de dinero; -<span class="pagenum"><a id="Page_46"></a>[Pg 46]</span>escribía en 1818: “Estoy casi reducido a la mendicidad, -y obligado a aparentar que no carezco de lo necesario”. -Y en otra parte: “La sonata op. 106 ha sido escrita en -circunstancias agobiadoras. Dura cosa es tener que trabajar -para ganarse el pan”. Spohr dice que a menudo no -podía salir de casa por estar sus zapatos rotos. Tenía -muchas deudas con sus editores y sus obras no le producían -nada. <cite>La Misa en re</cite>, anunciada en subscripción, tuvo -siete subscriptores (ninguno músico de ellos)<a id="FNanchor_55" href="#Footnote_55" class="fnanchor">[55]</a>. Apenas -recibía treinta o cuarenta ducados por sus admirables -sonatas, y cada una le costaba tres meses de trabajo. El -príncipe Galitzin le hacía componer sus cuartetos, op. 127, -130, 132, sus obras acaso las más profundas y que parecen -escritas con su sangre, y no le pagaba nada. Se agotaba -Beethoven en estas dificultades domésticas, en estos procesos -sin término, para obtener que se le pagasen las pensiones -que le debían, o para conservar la tutela de un sobrino, -hijo de su hermano Carlos, que había muerto de tisis en -1815.</p> - -<p>Consagraba a este niño toda la necesidad de abnegación -que su corazón desbordaba. Pero hasta este cariño le reservaba -aún crueles sufrimientos. Se diría que un hado -cuidase de renovar incesantemente y de aumentar sus -miserias, para que su genio no careciese de alimento. Tuvo -que disputar, desde luego, el pequeño Carlos a la madre -indigna, que quería arrebatárselo.</p> - -<p>“¡Dios mío, escribía, mi amparo, mi defensa, mi único -refugio!: lees en las profundidades de mi alma y sabes los -dolores que sufro cuando es necesario que yo haga sufrir -a quienes quieren disputarme a mi Carlos, ¡mi tesoro!<a id="FNanchor_56" href="#Footnote_56" class="fnanchor">[56]</a>. -<span class="pagenum"><a id="Page_47"></a>[Pg 47]</span> -¡Escúchame, Ser que no sé cómo nombrar; acoge la ardiente -plegaria de la más desventurada de tus criaturas!</p> - -<p>“¡Oh, Dios mío! ¡mi socorro! ¡Mírame abandonado de -la humanidad entera porque no quiero pactar con la injusticia! -¡Concédeme que pueda, para lo por venir, vivir con -mi Carlos!... ¡Oh, suerte cruel, implacable destino! ¡No, -no, mi desventura no terminará nunca!”</p> - -<p>Pues este sobrino, tan apasionadamente amado, se mostró -indigno de la confianza de su tío. La correspondencia -de Beethoven con él es dolorosa y colérica, como la de Miguel -Ángel con sus hermanos, pero más ingenua y más -conmovedora:</p> - -<p>“¿Debo una vez más ser pagado con la más abominable -ingratitud? Pues bien, toda unión queda rota entre nosotros, -¡que sea así! Cuantas personas imparciales lo sepan, -te odiarán... si el pacto que nos une te pesa ¡oh Dios! -que sea según su voluntad: te abandono a la Providencia; -he hecho cuanto podía; puedo comparecer tranquilo ante -el Juez Supremo...”<a id="FNanchor_57" href="#Footnote_57" class="fnanchor">[57]</a>.</p> - -<p>“Mimado como has sido, no te estará mal tratar al fin -de ser sencillo y franco; mi corazón ha sufrido mucho por -tu conducta hipócrita para conmigo, y me es difícil olvidar... -Dios es testigo que sólo sueño con estar a mil -leguas de ti, y de este triste hermano, y de esta abominable -familia... ya no puedo tener confianza en ti”. Y firma: -“Tu padre, por desgracia; pero no, tu padre, nunca”<a id="FNanchor_58" href="#Footnote_58" class="fnanchor">[58]</a>.</p> - -<p>Mas el perdón venía inmediatamente:</p> - -<p>“¡Mi querido hijo! No digamos una palabra más; ven -a mis brazos y no escucharás ningún duro reproche... te -recibiré con el mismo amor; y en cuanto a lo que haya que -hacer por tu porvenir, hablaremos de ello amistosamente. -¡Palabra de honor, no habrá un reproche! De nada servirían -y tú no tienes que esperar de mí más que solicitud y -<span class="pagenum"><a id="Page_48"></a>[Pg 48]</span>ayuda las más cariñosas. Ven, ven hacia el corazón fiel -de tu padre.—<cite>Beethoven</cite>.—Ven inmediatamente que hayas -recibido esta carta, ven a la casa”. (Y en el sobre agregaba, -en francés: “<cite>Si no vinieres, me matarías seguramente</cite>”)<a id="FNanchor_59" href="#Footnote_59" class="fnanchor">[59]</a>.</p> - -<p>“No mientas, le suplicaba, sigue siendo siempre mi hijo -bienamado. ¡Qué horrible disonancia si tú me pagases con -hipocresía, como se me quiere hacer creer! Adiós; quien -no te ha dado la vida, pero que seguramente te la ha conservado -y se ha tomado todos los cuidados posibles para -velar por tu desarrollo moral, con un cariño más que paternal, -te ruega desde el fondo de su corazón que sigas el -único y verdadero camino del bien y de lo justo. Tu fiel -y buen padre”<a id="FNanchor_60" href="#Footnote_60" class="fnanchor">[60]</a>.</p> - -<p>Tras de haber acariciado toda clase de sueños acerca -del porvenir de este sobrino, que no carecía de inteligencia -y a quien quería llevar hacia la carrera universitaria, Beethoven -tuvo que consentir a la postre en que fuese un comerciante. -Pero Carlos frecuentaba los garitos y se -endeudaba.</p> - -<p>Por un triste fenómeno, más frecuente de lo que parece, -la grandeza moral de su tío, en lugar de hacerle bien le -hacía mal, lo exasperaba, lo empujaba a la rebeldía, como -decía él mismo con estas palabras terribles, en las cuales -a lo vivo se muestra su alma miserable: “He llegado a ser -el más malvado, porque mi tío quería que fuese mejor”. -En el estío de 1826 llegó a dispararse un tiro de pistola en -la cabeza; y él no murió, pero Beethoven estuvo a punto -de morir y nunca se le borró la huella de esta impresión -espantosa<a id="FNanchor_61" href="#Footnote_61" class="fnanchor">[61]</a>. Carlos curó, vivió hasta el fin, para hacer -<span class="pagenum"><a id="Page_49"></a>[Pg 49]</span>sufrir a su tío, en la muerte del cual alguna culpa tuvo y -en cuya hora final no estuvo presente. “Dios no me ha -abandonado nunca”, escribía Beethoven a su sobrino, algunos -años antes. “Alguien estará junto a mí para cerrarme -los ojos”. Mas este alguien no debía ser aquél a quien -llamaba “su hijo”<a id="FNanchor_62" href="#Footnote_62" class="fnanchor">[62]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Desde el fondo de este abismo de tristeza Beethoven -se levantó a exaltar la Alegría.</p> - -<p>Era el propósito de toda su vida, en el cual ya pensaba, -desde 1793, en Bonn<a id="FNanchor_63" href="#Footnote_63" class="fnanchor">[63]</a>. Durante toda su existencia -ambicionó cantar la Alegría, y dar cima así a una -de sus grandes obras; toda su vida vaciló acerca de la forma -exacta que habría de tener el himno y la obra en la cual -podría darle cabida. Aun en su <cite>Novena Sinfonía</cite> estaba -lejos de una resolución, y hasta el último instante pensó -<span class="pagenum"><a id="Page_50"></a>[Pg 50]</span>dejar la <cite>Oda a la Alegría</cite> para una décima o undécima -sinfonía. Se debe advertir bien que la Novena no se intitula, -como se dice, <cite>Sinfonía con coros</cite>, sino <cite>Sinfonía con un -coro final de la Oda a la Alegría</cite>. Pudo pues, debió tener -otra conclusión. En julio de 1823 todavía pensaba Beethoven -en darle un <i lang="it" xml:lang="it">finale</i> instrumental, que aprovechó en seguida -para el cuarteto op. 132. Czerny y Sonnleithner llegan -a afirmar que, después de la ejecución (mayo de 1824), -Beethoven no había abandonado esta idea.</p> - -<p>Grandes dificultades técnicas se le presentaron para la -introducción del coro en una sinfonía, y de ello nos dan -pruebas los cuadernos de Beethoven y sus ensayos numerosos -para hacer entrar las voces de otra manera, y en otro -momento de la obra. En los bosquejos de la segunda melodía -del <i lang="it" xml:lang="it">adagio</i><a id="FNanchor_64" href="#Footnote_64" class="fnanchor">[64]</a> escribió: “Tal vez entraría aquí el -coro en forma conveniente”. Pero no podía resolverse a separarse -de su fiel orquesta: “cuando una idea me viene, -decía, la escucho en un instrumento y nunca en las voces”. -Por eso aplaza lo más posible el momento de emplearlas, -y aun llega a dar a los instrumentos no sólo los recitados -del <i lang="it" xml:lang="it">finale</i><a id="FNanchor_65" href="#Footnote_65" class="fnanchor">[65]</a>, sino también el tema mismo de la -Alegría.</p> - -<p>Pero es preciso ir más adelante en la explicación de estas -vacilaciones y de estos aplazamientos, porque la causa es -más profunda. Este hombre desventurado, atormentado -siempre por la pena, aspiró siempre a cantar la excelsitud -de la Alegría; y de año en año aplazaba su labor, sin cesar -arrastrado por el torbellino de sus pasiones y por su melancolía. -Sólo hasta el último día consiguió realizarlo. ¡Y -con cuál grandeza!</p> - -<p>En el instante que el tema de la Alegría va a aparecer -por la vez primera, la orquesta se detiene bruscamente, -<span class="pagenum"><a id="Page_51"></a>[Pg 51]</span>se hace un súbito silencio, que da a la entrada del canto -un carácter misterioso y divino. Y esto es verdadero: el -tema es propiamente un dios. La Alegría desciende del -cielo, envuelta en una calma sobrenatural: con su hálito -leve acaricia los sufrimientos, y la primera impresión que -causa es tan tierna, cuando se desliza en el corazón convaleciente, -que puede decirse con el amigo de Beethoven -que “dan ganas de llorar al ver sus ojos dulces”. Cuando -en seguida pasa el tema a las voces, es en las más bajas en -las que primero aparece, con un carácter serio y un poco -deprimido; pero poco a poco la alegría se apodera del ser. -Es una conquista, una guerra contra el dolor. Y he aquí -los ritmos de la marcha, los ejércitos en movimiento, el -canto ardiente y anhelante del tenor, todas estas páginas -estremecedoras en las cuales se cree percibir el aliento mismo -de Beethoven, el ritmo de su respiración y de sus clamores -inspirados, cuando recorría los campos componiendo -su obra, transportado por un furor demoníaco, como un -viejo rey Lear en medio de la tempestad. A la Alegría -guerrera sucede el éxtasis religioso, y luego una orgía -sagrada, un delirio de amor. Toda una humanidad palpitante -que tiende los brazos al cielo levanta clamores -poderosos, se lanza hacia la Alegría y la estrecha sobre su -corazón.</p> - -<p>La obra del titán triunfó sobre la mediocridad pública. -La frívola Viena se sintió un momento conmovida, cuando -estaba enteramente de parte de Rossini y de las óperas -italianas. Beethoven entonces, humillado y entristecido, -iba a establecerse en Londres y pensaba hacer ejecutar -allá la Novena Sinfonía. Por segunda vez, como en 1809, -algunos nobles amigos le suplicaron que no abandonase la -patria. “Sabemos, decían, que habéis escrito una nueva -composición con música sagrada<a id="FNanchor_66" href="#Footnote_66" class="fnanchor">[66]</a>, en la cual expresáis -los sentimientos que os inspira vuestra profunda fe”.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_52"></a>[Pg 52]</span></p> -<p>“La <em>luz sobrenatural</em> que inunda vuestra grande alma -la ilumina. Sabemos, por otra parte, que la corona de -vuestras grandes sinfonías se ha enriquecido con otra flor -inmortal... Vuestra ausencia, durante estos últimos -años, afligía a todos aquéllos que hacia vos tenían vueltas -sus miradas<a id="FNanchor_67" href="#Footnote_67" class="fnanchor">[67]</a>. Todos pensaban con tristeza que el -hombre de genio, que tan alto se ha levantado sobre los -humanos, permanecía silencioso, en tanto que una música -extranjera trataba de arraigar en nuestra tierra, haciendo -caer en el olvido las producciones del arte alemán... -Sólo de vos la nación espera una vida nueva, nuevos laureles -y un nuevo reino de la verdad y de lo bello, a despecho -de la moda del día... Dadnos la esperanza de ver -bien pronto satisfechos nuestros deseos... ¡Y pueda la -primavera que se avecina florecer doblemente, gracias a -vuestros dones, para nosotros y para el mundo!”<a id="FNanchor_68" href="#Footnote_68" class="fnanchor">[68]</a>. -Esta generosa carta demuestra cuál era el poderío no solamente -artístico, sino también moral, de que gozaba -Beethoven sobre la ”élite“ de Alemania. La primera -palabra que acude a sus admiradores para loar su genio, -no es la de ciencia, ni la de arte: es la de <em>fe</em><a id="FNanchor_69" href="#Footnote_69" class="fnanchor">[69]</a>.</p> - -<p>Estas palabras conmovieron profundamente a Beethoven. -No partió. El 7 de mayo de 1824 tuvo lugar en Viena -<span class="pagenum"><a id="Page_53"></a>[Pg 53]</span>la primera audición de la <em>Misa en re</em> y de la <em>Novena Sinfonía</em>. -El éxito fué triunfal y casi tomó un carácter sedicioso. -Cuando Beethoven se presentó, fué acogido con -cinco salvas de aplausos; y la costumbre, en este país ceremonioso, -imponía que sólo se hiciesen tres para saludar -la entrada de la familia imperial. Tuvo la policía que -poner fin a las manifestaciones. La sinfonía levantó un -entusiasmo frenético; muchos lloraban; Beethoven se -desvaneció por la emoción después del concierto, y se le -llevó a casa de Schindler, donde permaneció amodorrado, -vestido, sin comer ni beber, durante toda la noche y la -mañana siguiente. Pero el triunfo fué pasajero y los resultados -prácticos nulos para Beethoven; el concierto no -produjo nada; las dificultades materiales de su vida -no tuvieron cambio. Y continuó siendo pobre, enfermo<a id="FNanchor_70" href="#Footnote_70" class="fnanchor">[70]</a> -y solitario, pero vencedor<a id="FNanchor_71" href="#Footnote_71" class="fnanchor">[71]</a>. Vencedor de la mediocridad -de los hombres, vencedor de su propio destino, vencedor -de su dolor.</p> - -<p>“¡Sacrifica, sacrifica siempre las naderías de la vida a tu -arte! ¡Dios está por encima de todo!” (<i>O Gott über alles!</i>)</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_54"></a>[Pg 54]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Había alcanzado al fin la meta deseada en toda su -vida; había alcanzado la alegría. ¿Lograría permanecer -en esta cima del alma que domina las tempestades? -En realidad tuvo que recaer muchos días en las -viejas angustias; en realidad sus últimos cuartetos están -plenos de sombras extrañas; y sin embargo, parece que la -victoria de la <em>Novena Sinfonía</em> hubiese dejado en él su -gloriosa huella. Los proyectos que tenía para el porvenir<a id="FNanchor_72" href="#Footnote_72" class="fnanchor">[72]</a>: -la <em>Décima Sinfonía</em><a id="FNanchor_73" href="#Footnote_73" class="fnanchor">[73]</a>, la <em>Obertura al nombre -de Bach</em>, la música para la <em>Melusina</em> de Grillparzer<a id="FNanchor_74" href="#Footnote_74" class="fnanchor">[74]</a>, -para el <em>Odiseo</em> de Korner y para el <em>Fausto</em> de Goethe<a id="FNanchor_75" href="#Footnote_75" class="fnanchor">[75]</a>, -<span class="pagenum"><a id="Page_55"></a>[Pg 55]</span>y el oratorio bíblico sobre <em>Saúl</em> y <em>David</em>, muestran -cómo su espíritu era atraído hacia la vigorosa serenidad -de los grandes y viejos maestros alemanes: de Bach y de -Haendel, y, más aún, hacia la luz del Mediodía, hacia el -Sur de Francia o hacia esa Italia que soñaba recorrer<a id="FNanchor_76" href="#Footnote_76" class="fnanchor">[76]</a>.</p> - -<p>El doctor Spiller, que lo vió en 1826, cuenta que su -rostro se había tornado alegre y jovial; y en ese mismo -año, cuando Grillparzer le habla por la vez última, es -Beethoven quien alienta al poeta abrumado: “¡Ah, le -decía éste, si yo tuviese la milésima parte de vuestra -fuerza y de vuestra firmeza!” Los tiempos eran duros; -la reacción monárquica oprimía a los espíritus. “La censura -me ha sacrificado, gemía Grillparzer. Es preciso -partir para la América del Norte si se quiere hablar, -pensar libremente”. Mas ningún poder bastante fuerte -para amordazar el pensamiento de Beethoven. “La palabra -está encadenada; pero los sonidos por fortuna son -libres todavía”, le escribía el poeta Kuffner. Beethoven -es la gran voz libre, la única tal vez del pensamiento alemán -de entonces. Y lo sentía así: habla a menudo del -deber que tiene de obrar, por medio de su arte, “en favor -de la pobre humanidad, de la humanidad del porvenir” -(<em>der künftigen Menschheit</em>), de hacerle el bien, de alentarla, -de sacudir su sueño, de flagelar su cobardía. “Nuestra -época, escribía a su sobrino, tiene necesidad de robustos -espíritus para azotar a estos miserables bribones de almas -humanas”. El doctor Müller dice, en 1827, que “Beethoven -<span class="pagenum"><a id="Page_56"></a>[Pg 56]</span>se expresaba siempre con mucha libertad acerca del gobierno, -la policía, la aristocracia y hasta el público. La -policía lo sabía, pero toleraba sus críticas y sus sátiras -como se toleran las ensoñaciones inofensivas, y dejaba -tranquilo al hombre cuyo genio tenía tan extraordinario -fulgor”<a id="FNanchor_77" href="#Footnote_77" class="fnanchor">[77]</a>.</p> - -<p>Nada era, pues, capaz de doblegar esta fuerza indomable, -que parecía aceptar el dolor como un fuego. La música -escrita en estos últimos años, a pesar de las circunstancias -penosas en que fué compuesta<a id="FNanchor_78" href="#Footnote_78" class="fnanchor">[78]</a>, tiene a menudo -un carácter irónico enteramente nuevo, de heroico y alegre -desprecio. Cuatro meses antes de su muerte, el último -trozo que terminó, en noviembre de 1826, el nuevo <em>finale</em> -para el cuarteto op. 130, es alegre, y en verdad esta alegría -no es la de todo el mundo. Ora es la risa áspera y entrecortada -de que habla Moscheles, ora la sonrisa conmovedora -hecha con tantos vencidos sufrimientos. No importa, -es un vencedor; no cree en la muerte.</p> - -<p>Sin embargo, ella se acercaba. Hacia fines de noviembre -de 1826 cogió un resfriado pleurético, y cayó enfermo, -en Viena, al retornar de un viaje que emprendiera -en invierno para asegurar el porvenir de su sobrino<a id="FNanchor_79" href="#Footnote_79" class="fnanchor">[79]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_57"></a>[Pg 57]</span></p> - -<p>Sus amigos estaban lejos; encargó a su sobrino que buscara -un médico; pero el miserable olvidó la comisión y -apenas se acordó de ella dos días después. El médico -llegó tarde y atendió mal a Beethoven; durante tres meses -su constitución atlética luchó contra el mal; y el 3 de -enero de 1827 instituyó a su amado sobrino heredero -universal. Se acordó de sus amigos queridos del Rhin; -todavía escribía a Wegeler: “...¡Cuánto quisiera -decirte! pero estoy demasiado débil. Ya no puedo más -que abrazarte en mi corazón, a ti y a tu Lorchen”. La -miseria habría ensombrecido sus últimos instantes a no -ser la generosidad de algunos amigos ingleses. Se había -vuelto muy dulce y muy paciente<a id="FNanchor_80" href="#Footnote_80" class="fnanchor">[80]</a>; en su lecho de -agonía, el 17 de febrero de 1827, después de tres operaciones, -<span class="pagenum"><a id="Page_58"></a>[Pg 58]</span>y mientras esperaba la cuarta<a id="FNanchor_81" href="#Footnote_81" class="fnanchor">[81]</a>, escribía con serenidad: -“Tengo paciencia y pienso que todo mal trae consigo -algún bien”.</p> - -<p>El bien fué la liberación, “el fin de la comedia”, como -dijo al morir. Digamos nosotros: de la tragedia de su -vida.</p> - -<p>Murió durante una tempestad, una tempestad de nieve, -al fulgor de un relámpago. Una mano extraña cerró sus -ojos<a id="FNanchor_82" href="#Footnote_82" class="fnanchor">[82]</a> el 26 de marzo de 1827.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>¡Amado Beethoven! Muchos han alabado su grandeza -artística; pero es, antes que el primero de -los músicos, la fuerza más heroica del arte -moderno: es el más grande y el mejor amigo de los -que luchan y de los que sufren. Cuando las miserias -del mundo nos entristecen, es él quien viene -junto a nosotros, como llegaba a sentarse al piano de -<span class="pagenum"><a id="Page_59"></a>[Pg 59]</span>una madre en duelo, y, sin una palabra, consolaba a la -que lloraba con el canto de su queja resignada. Y -cuando se apodera de nosotros la fatiga del eterno -combate, librado inútilmente contra la mediocridad de -los vicios y de las virtudes, es un bien indecible reconfortarse -en este océano de voluntad y de fe. Se desprende -de él un contagio de valor, de felicidad por la lucha<a id="FNanchor_83" href="#Footnote_83" class="fnanchor">[83]</a>, -embriaguez de una conciencia que siente en sí misma -la presencia de un dios. Parece que en su comunión de todos -los instantes con la naturaleza<a id="FNanchor_84" href="#Footnote_84" class="fnanchor">[84]</a> hubiese acabado -por asimilarse sus profundas energías. Grillparzer, que -admiraba a Beethoven con un sentimiento mezclado de -temor, dijo de él: “Fué hasta el punto temible en que el -arte se funde con los elementos salvajes y caprichosos”. -Lo mismo dice Schumann de la <em>Sinfonía en do menor</em>: -“Mientras más se le escucha, ejerce sobre nosotros un influjo -invariable, como esos fenómenos de la naturaleza -que, por muy frecuentemente que se produzcan, nos llenan -siempre de temor y de sorpresa”. Y Schindler, su confidente: -“Se posesionó del espíritu de la naturaleza”. -Esto es verdad, porque Beethoven es una fuerza de la -naturaleza; y un espectáculo de grandeza homérica este -combate de una potencia elemental contra todo el resto -de la natura.</p> - -<p>Su vida toda es comparable a un día de tempestad: al -principio, una joven y límpida mañana, con algunos hálitos -de languidez apenas; pero ya, en el aire inmóvil, un -amago secreto, un presentimiento abrumador. Y bruscamente -pasan las grandes sombras, se oyen los trágicos -truenos, los silencios zumbadores y temibles, los golpes -<span class="pagenum"><a id="Page_60"></a>[Pg 60]</span>de furioso viento de la <em>Heroica</em> y de la <em>En do menor</em>. Sin -embargo, la pureza del día no se ha perdido aún: la alegría -sigue siendo la alegría; la tristeza conserva siempre -una esperanza. Pero, después de 1810, el equilibrio del -alma se destruye; la luz llega a ser extraña; de los pensamientos -más claros se ve ascender como vapores, que se -disipan, que de nuevo se concretan, que obscurecen el -corazón con su turbación melancólica y caprichosa; algunas -veces la idea musical parece que se pierde por completo, -ahogada, después de haber emergido una o dos veces de -la bruma; y no vuelve a surgir sino al fin del trozo, como -en una borrasca. La alegría misma ha tomado un carácter -áspero y salvaje; una fiebre, un veneno, se mezclan a -todos los sentimientos<a id="FNanchor_85" href="#Footnote_85" class="fnanchor">[85]</a>. La tempestad se prepara, -a medida que la tarde desciende; y he aquí las pesadas -nubes, henchidas de relámpagos, negras de sombra, preñadas -de tempestades, del principio de la <em>Novena</em>. De pronto, -en lo más fuerte del huracán, las tinieblas se desgarran, -la noche es arrojada del cielo y vuelve la serenidad al -día, por un acto de voluntad. ¡Cuál conquista vale como -ésta, cuál batalla de Bonaparte, qué sol de Austerlitz -alcanza la gloria de este esfuerzo sobrehumano, de este -triunfo, el más brillante que haya jamás alcanzado el -Espíritu: un desventurado, pobre, enfermo, solitario, -el dolor hecho hombre, a quien el mundo rehúsa la alegría, -crea la alegría él mismo para darla al mundo! Y la forja -con su miseria, como él lo ha dicho con palabras altivas, -en las cuales se resume su vida y que son el emblema de -toda alma heroica:</p> - -<p class="center p1">“L<small>A</small> A<small>LEGRÍA POR EL</small> S<small>UFRIMIENTO</small>.”<br /> -<em>Durch Leiden Freude.</em></p> - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_1" href="#FNanchor_1" class="label">[1]</a> J. Russel (1822).—Carlos Czerny, que, siendo niño, lo vió en -1801 con una barba de muchos días y una melena salvaje, con un chaquetón -y un pantalón de pelo de cabra, creyó encontrar en él a Robinsón -Crusoe.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_2" href="#FNanchor_2" class="label">[2]</a> Nota del pintor Kloeber, que hizo su retrato hacia 1818.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_3" href="#FNanchor_3" class="label">[3]</a> “Sus hermosos ojos que hablan, decía el doctor W. C. Müller, -ora amables y tiernos, ora extraviados, amenazadores y terribles” -(1820).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_4" href="#FNanchor_4" class="label">[4]</a> Kloeber decía: “De Ossian”. Todos estos detalles están tomados -de noticias de los amigos de Beethoven, o de viajeros que lo visitaron, -como Czerny, Moscheles, Kloeber, Daniel Amadeus Atterbohm, -W. C. Müller, J. Russel, Julius Benedict, Rochlitz, etc.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_5" href="#FNanchor_5" class="label">[5]</a> El abuelo Ludwig, el hombre más notable de la familia y aquél -a quien Beethoven se parecía más, nació en Amberes y se estableció -hacia los veinte años de su edad en Bonn, donde llegó a ser maestro de -capilla del príncipe elector. Es preciso no olvidar esto si se quiere comprender -la fogosa independencia de la naturaleza de Beethoven y tantos -otros rasgos de su carácter que no son propiamente alemanes.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_6" href="#FNanchor_6" class="label">[6]</a> Carta al doctor Schade, de Augsburgo, el 15 de septiembre de -1787. (Nohl, <em>Cartas de Beethoven</em>, II).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_7" href="#FNanchor_7" class="label">[7]</a> Decía más tarde (en 1816): “¡Es un pobre hombre aquél que no -sabe morir! Cuando apenas tenía yo quince años, ya lo sabía”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_8" href="#FNanchor_8" class="label">[8]</a> Reproducimos en el Apéndice algunas de estas cartas.—Beethoven -encontró también un amigo y un consejero excelente en Christian-Gottlob -Neefe, su maestro, cuya nobleza moral no tuvo menos influjo -sobre él que la amplitud de su inteligencia artística.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_9" href="#FNanchor_9" class="label">[9]</a> A Wegeler, el 29 de junio de 1801. (Nohl, XIV).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_10" href="#FNanchor_10" class="label">[10]</a> Había hecho ya un corto viaje en la primavera de 1787. Visitó -entonces a Mozart, quien parece que le concedió poca atención. Haydn, -a quien había conocido en Bonn, en diciembre de 1790, le dió algunas -lecciones. Tomó también Beethoven por maestros a Albrechtsberger -y Salieri. El primero le enseñó el contrapunto y la fuga, y el segundo -a escribir para las voces.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_11" href="#FNanchor_11" class="label">[11]</a> Apenas comenzaba a presentarse en público. Su primer concierto -en Viena, como pianista, fué el 30 de marzo de 1795.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_12" href="#FNanchor_12" class="label">[12]</a> A Wegeler, el 29 de junio de 1801. (Nohl, XIV). “Ninguno -de mis amigos debe carecer de nada, en tanto que yo tenga algo”, escribía -a Ries, hacia 1801. (Nohl, XXIV).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_13" href="#FNanchor_13" class="label">[13]</a> En el <em>Testamento</em> de 1802, Beethoven dice que hacía seis años -que el mal había comenzado, o sea, por consecuencia, en 1796. Advirtamos -de paso que, en el catálogo de sus obras, la op. 1 (tres tríos) es -sólo anterior a 1796. La op. 2, las tres primeras sonatas para piano, -aparecen en marzo de 1796. Se puede, por tanto, decir que toda la obra -de Beethoven es del Beethoven sordo. -</p> - -<p>Véase acerca de la sordera de Beethoven un artículo del doctor Klotz -Forest, en la <em>Chronique Médicale</em> de 15 de mayo de 1905. El autor del -artículo cree que el mal tuvo origen en una afección general hereditaria -(acaso en la tisis de la madre). Diagnostica un catarro en las trompas -de Eustaquio, hacia 1796, que se transformó en 1799 en una otitis semiaguda; -mal cuidada se convirtió en otitis catarral crónica, con todas -sus consecuencias. La sordera aumenta sin llegar nunca a ser completa. -Beethoven percibía los sonidos graves mejor que los sonidos agudos. -En sus últimos años se servía, se dice, de una varilla de madera cuya -extremidad colocaba sobre la caja de su piano, sujetándola por la otra -con los dientes. Usaba de este procedimiento para oír cuando componía.</p> - -<p>Véase sobre la misma cuestión: C. G. Kunn: <em>Wiener medizinische -Wochenschrift</em>, febrero-marzo de 1892; Wilibald Nagel: <em>Die Musik</em> -(marzo de 1902). -</p> - -<p>Se conservan en el museo Beethoven, de Bonn, los instrumentos -acústicos que para él fabricó el mecánico Maelzel, hacia 1814.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_14" href="#FNanchor_14" class="label">[14]</a> Nohl, <em>Cartas de Beethoven</em>, XIII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_15" href="#FNanchor_15" class="label">[15]</a> Nohl, <em>Cartas de Beethoven</em>, XIV. (Véase en el Apéndice).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_16" href="#FNanchor_16" class="label">[16]</a> A Wegeler, el 16 de noviembre de 1801. (Nohl, XVIII).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_17" href="#FNanchor_17" class="label">[17]</a> Ella no tuvo empacho, después, en aprovechar el antiguo amor -de Beethoven en favor de su marido. Beethoven ayudó a Gallenberg. -“Era mi enemigo, y justamente por esa razón le hice todo el bien que -pude”, decía a Schindler en uno de sus cuadernos de conversación de -1821. Pero después la despreció: “Cuando llegué a Viena, escribía en -francés, ella me fué a ver, llorando; pero yo la desprecié”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_18" href="#FNanchor_18" class="label">[18]</a> 6 de octubre de 1802. (Nohl, XXVI). Véase en el Apéndice.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_19" href="#FNanchor_19" class="label">[19]</a> “Recomendad a vuestros hijos la virtud, porque sólo ella nos -puede hacer felices, y no el dinero. Hablo por experiencia. Sólo ella -me ha sostenido en la miseria y a ella debo, tanto como a mi arte, no -haber terminado mi vida en el suicidio”. Y en otra carta del 2 de mayo -de 1810, a Wegeler: “Si no hubiese yo leído en alguna parte que el -hombre no debe separarse voluntariamente de la vida, por todo el tiempo -en que aún pueda realizar una buena acción, hace ya mucho tiempo -que yo no existiría, y sin duda por mi propia voluntad”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_20" href="#FNanchor_20" class="label">[20]</a> A Wegeler. (Nohl, XVIII).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_21" href="#FNanchor_21" class="label">[21]</a> La miniatura de Hornemann, que es de 1802 muestra a Beethoven -a la moda de la época, con patillas, el cabello cortado a la Tito, el -aire fatal de un héroe byroniano; pero con la tensión de voluntad <em>napoleónica</em> -que no cede nunca.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_22" href="#FNanchor_22" class="label">[22]</a> Se sabe que la <em>Sinfonía Heroica</em> fué escrita sobre Bonaparte -y para él, y que el primer manuscrito lleva aún el título: <em>Buonaparte</em>. -Entretanto Beethoven tuvo noticia del coronamiento de Napoleón, y -entró en furor: “¡No es más que un hombre ordinario”, clamó, y en su -indignación hizo pedazos la dedicatoria y escribió este título vengador -y conmovedor a la vez: “<em>Sinfonía Heroica... para celebrar el recuerdo de -un gran hombre</em>”. (<em>Sinfonía eroica... composta per festeggiare il sovvenire -di un grand' uomo.</em>) Schindler cuenta que después se calmó un poco su -desprecio hacia Napoleón; no vió ya en él más que un desventurado -digno de compasión, un Ícaro precipitado del cielo. Cuando supo la catástrofe -de Santa Elena, en 1821, dijo: “Hace diecisiete años que yo -escribí la música que conviene a este triste suceso”. Se complacía en -reconocer en la <em>Marcha Fúnebre</em> de su Sinfonía un presentimiento del -fin trágico del conquistador. Es, pues, muy probable que la <em>Sinfonía -Heroica</em>, y sobre todo su primer trozo, era en el pensamiento de Beethoven -una especie de Bonaparte, muy diferente del modelo, sin duda; -pero tal como lo imaginaba y como lo habría querido: el genio de la -revolución. Beethoven repite, por otra parte, en el final de la <em>Heroica</em>, -una de las frases principales de la partitura que ya había escrito para -el héroe revolucionario por excelencia, el dios de la libertad: <em>Prometeo</em> -(1801).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_23" href="#FNanchor_23" class="label">[23]</a> Roberto de Keudell, exembajador de Alemania en Roma: <em>Bismarck -y su familia</em>, 1901, traducción francesa de E. B. Lang. -Roberto de Keudell tocó esta sonata a Bismarck, en un mal piano, -el 30 de octubre de 1870, en Versalles. Bismarck decía de la primera -frase de la obra: “Son estas las luchas y los sollozos de toda una vida”. -Prefería a Beethoven entre los músicos y más de una vez afirmó: “Beethoven -es quien mejor conviene a mis nervios”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_24" href="#FNanchor_24" class="label">[24]</a> La casa de Beethoven estaba cerca de las fortificaciones de Viena, -que Napoleón quiso derribar después de la toma de la ciudad. “¡Qué -vida salvaje, qué de ruinas en torno mío!—escribe Beethoven a los editores -Breitkopf y Haertel, el 26 de junio de 1809:—sólo tambores, trompetas, -miserias de todas clases!” -</p> - -<p>Ha llegado hasta nosotros un retrato de Beethoven, de esta época, -hecho por un francés que lo vió en Viena, en 1809: el barón de Trémont, -auditor del Consejo de Estado. Hace una descripción pintoresca del -desorden que reinaba en la habitación de Beethoven. Charlaron de -filosofía, de religión, de política, “y sobre todo de Shakespeare, su ídolo”. -Beethoven se mostraba muy dispuesto a seguir a Trémont a París, -cuyo Conservatorio sabía que ejecutaba sus sinfonías y donde tenía -admiradores entusiastas. (Véase en el <em>Mercure musical</em> de 1.º de mayo -de 1906, <em>Une visite a Beethoven</em>, por el barón de Trémont, publicada -por J. Chantavoine).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_25" href="#FNanchor_25" class="label">[25]</a> O más exactamente Teresa Brunsvik. Beethoven había conocido -a los Brunsvik en Viena, entre 1796 y 1799. Giulietta Guicciardi -era prima de Teresa. Beethoven parece que también se enamoró, durante -algún tiempo, de una hermana de Teresa, Josefina, que casó con -el conde Deym y en segundas nupcias con el barón Stackelberg. Se encontrarán -los detalles más vivos sobre la familia Brunsvik en un artículo -de Andrés de Hevesy: <em>Beethoven et l’immortelle Bien-aimée.</em> (<em>Revue -de Paris</em>, 1.º de mayo y 15 de marzo de 1910). Hevesy utilizó para -este estudio las memorias manuscritas y los papeles de Teresa, conservados -en Mártonvásár, Hungría. Al mostrar la afectuosa intimidad -de Beethoven con los Brunsvik trae a discusión su amor a Teresa; pero -sus argumentos no parecen convincentes, y me reservo a discutirlos -algún día.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_26" href="#FNanchor_26" class="label">[26]</a> Mariam Tenger: <em>Beethoven’s unsterbliche Geliebte.</em> Bonn, 1890.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_27" href="#FNanchor_27" class="label">[27]</a> Es el aire admirable que figura en el Álbum de la mujer de J. -S. Bach, Ana Magdalena (1725), con el título de <em>Aria di Giovannini</em>. -Se ha discutido que se le atribuya a J. S. Bach.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_28" href="#FNanchor_28" class="label">[28]</a> Nohl, <em>Vie de Beethoven</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_29" href="#FNanchor_29" class="label">[29]</a> Beethoven era miope en efecto. Ignaz von Seyfried dice que la -debilidad de su vista la había originado la viruela y le obligaba, siendo -muy joven, a usar anteojos. La miopía debió contribuir a dar el carácter -de extravío de sus ojos. Sus cartas en 1823 y 1824 contienen quejas -frecuentes acerca de sus ojos, que lo hacen sufrir. Véanse los artículos -de Christian Külischer: <em>Beethovens Augens und Augenleiden</em>. (<em>Die Musik</em> -15 de marzo y 1.º de abril de 1902).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_30" href="#FNanchor_30" class="label">[30]</a> La música de escena para el <em>Egmont</em> de Goethe fué comenzada -en 1809. Beethoven habría querido escribir también la música de <em>Guillermo -Tell</em>; pero se prefirió a Gyrowetz.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_31" href="#FNanchor_31" class="label">[31]</a> Conversación con Schindler.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_32" href="#FNanchor_32" class="label">[32]</a> Pero escrita, a lo que parece, en Korompa, en casa de los Brunsvik.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_33" href="#FNanchor_33" class="label">[33]</a> Nohl. <em>Cartas de Beethoven</em>, XV.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_34" href="#FNanchor_34" class="label">[34]</a> Este retrato se encuentra todavía ahora en la casa de Beethoven, -en Bonn. Está reproducido en la <em>Vie de Beethoven</em> por Frimmel, -página 29, y en el <em>Musical Times</em>, del 15 de diciembre de 1892.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_35" href="#FNanchor_35" class="label">[35]</a> A Gleichenstein. (Nohl, <em>Neue Briefe Beethovens</em>, XXXI).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_36" href="#FNanchor_36" class="label">[36]</a> “El corazón es la palanca para todo lo que hay de grande”. (A -Giannatasio del Rio. Nohl, CLXXX).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_37" href="#FNanchor_37" class="label">[37]</a> “Las poesías de Goethe me hacen feliz”, escribía a Bettina -Brentano el 19 de febrero de 1811. Y en otra parte: “Goethe y Schiller -son mis poetas preferidos, con Ossian y Homero, a quienes desgraciadamente -no puedo leer sino en traducciones”. (A Breitkopf y Haertel, -8 de agosto de 1809. Nohl, <em>Neue Briefe</em>, LIII). Debe advertirse -cuánto, a pesar de lo descuidado de su educación, era seguro el gusto -literario de Beethoven. Fuera de Goethe, de quien se ha dicho que se -le parecía por “grande, majestuoso, siempre en <em>re mayor</em>”, y por encima -de Goethe amaba a tres hombres: Homero, Plutarco y Shakespeare. -De Homero prefería “La Odisea”. Leía continuamente a Shakespeare -en la traducción alemana y ya se sabe con cuál trágica grandeza tradujo -en música a <em>Coriolano</em> y la <em>Tempestad</em>. En cuanto a Plutarco, se nutría -en sus páginas como los hombres de la Revolución. Bruto era su -héroe tal como lo fué de Miguel Ángel; tenía su estatuilla en su alcoba. -Amaba a Platón y soñaba en establecer su República en el mundo entero. -“Sócrates y Jesús han sido mis modelos”, dijo alguna vez. (Conversaciones -de 1819 y 1820).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_38" href="#FNanchor_38" class="label">[38]</a> A Bettina von Arnim. (Nohl, XCI).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_39" href="#FNanchor_39" class="label">[39]</a> “Beethoven, decía Goethe a Zelter, es desgraciadamente una -personalidad indomable; sin duda no se equivoca al hallar el mundo -detestable; pero no es el medio de hacerlo agradable para él y para los -demás. Es preciso excusarlo y compadecerlo, porque es sordo”. No -hizo nada contra Beethoven después, pero tampoco nada en su favor, -y guardó completo silencio sobre su obra y hasta sobre su nombre. En -el fondo lo admiraba, pero temía su música, que le producía turbación; -tenía miedo de que le hiciera perder la paz de su alma, que había conquistado -a precio de tantas penas y que, contra la opinión corriente, -nada tenía de natural. Una carta del joven Félix Mendelssohn, que pasó -por Weimar en 1830, descubre inocentemente las profundidades de esta -alma turbada y apasionada (<em>leidenschaftlicher Sturm und Verworrenheit</em> -como Goethe mismo decía, que una inteligencia vigorosa dominaba). -</p> - -<p>“...Desde luego, escribía Mendelssohn, no quería hablar de Beethoven; -pero le fué preciso pasar por ello y escuchar el primer trozo de la -<em>Sinfonía en do menor</em>, que lo emocionó de modo extraño. Quería ocultar -su emoción y se contentó con decirle: ‘Esto no conmueve y no hace -más que sorprender’. Al cabo de algún tiempo, añadió: ‘Es grandioso, -insensato; se diría que la casa va a derrumbarse’. Llegó la hora -de comer, y durante la comida permaneció pensativo hasta el momento -en que, volviendo de nuevo a Beethoven, se puso a interrogarme, a -examinarme. Vi bien el efecto que le había producido...”. (Sobre las -relaciones de Goethe y de Beethoven, véanse diversos artículos de -Frimmel).</p></div> - - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_40" href="#FNanchor_40" class="label">[40]</a> Carta de Goethe a Zelter, el 2 de septiembre de 1812. De Zelter -a Goethe, de 14 de septiembre de 1812: “<em>Auch ich bewundere ihn -mit Schrecken</em>”. “Yo también lo admiro con espanto”. Zelter escribió en -1819 a Goethe: “Se dice que está loco”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_41" href="#FNanchor_41" class="label">[41]</a> Es en todo caso un tema en el cual Beethoven había pensado, -porque lo encontramos en sus notas, y, particularmente, en sus proyectos -de una <em>Décima Sinfonía</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_42" href="#FNanchor_42" class="label">[42]</a> Contemporánea, y acaso inspiradora, a las veces, de estas obras -fué su intimidad, tan tierna, con la joven cantante berlinesa Amalia -Sebald.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_43" href="#FNanchor_43" class="label">[43]</a> Muy distinto de él en esto, Schubert había escrito en 1807 una -obra de ocasión “en honor de Napoleón el Grande”, y él mismo dirigió -la ejecución ante el emperador.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_44" href="#FNanchor_44" class="label">[44]</a> “No os diré nada de nuestros monarcas y de sus monarquías”, -escribía a Kauka durante el Congreso de Viena. “Para mí el imperio -del espíritu es el más amado de todos; es el primero de todos los reinados -temporales y espirituales”. (<em>Mir ist das geistige Reich das Liebste, -und der Oberste aller geistlichen und weltlichen Monarchien.</em>)</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_45" href="#FNanchor_45" class="label">[45]</a> “¿Viena, no es decir todo? Toda huella del protestantismo alemán -se borra aquí; hasta el acento nacional está perdido, italianizado. -El espíritu alemán, las maneras y las costumbres alemanas, explicadas -por los manuales de origen italiano y español... ¡Es el país de una historia -falsificada, de una ciencia falsificada, de una religión falsificada... -un escepticismo frívolo, que debía aniquilar y sepultar el amor a la -verdad, al honor, a la independencia!” (<em>Wagner</em>, <em>Beethoven</em>, 1870). -Grillparzer escribió que era una desgracia haber nacido austriaco. -Los grandes compositores alemanes de fines del siglo XIX, que vivieron -en Viena, sufrieron cruelmente por el espíritu de esta ciudad, abandonada -al culto farisaico de Brahms. La vida de Bruckner allá fué un -largo martirio; Hugo Wolf, que se debatía furiosamente antes de sucumbir, -expresó sobre Viena juicios implacables.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_46" href="#FNanchor_46" class="label">[46]</a> El rey Jerónimo había ofrecido a Beethoven una pensión de -seiscientos ducados de oro, vitalicia, y dietas de viaje por ciento cincuenta -ducados de plata, a cambio del compromiso único de tocar algunas -veces delante de él y de dirigir sus conciertos de música de cámara, que -no debían ser ni largos ni frecuentes. (Nohl, XLIX). Beethoven estuvo -a punto de partir.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_47" href="#FNanchor_47" class="label">[47]</a> El <em>Tancredo</em> de Rossini bastó a conmover todo el edificio de la -música alemana. Bauernfeld, citado por Ehrhard, anota en su <em>Diario</em> -este juicio, que era corriente en los salones de Viena, en 1816: “Mozart -y Beethoven son dos viejos pedantes; la tontería de la época precedente -les gustaba; y sólo después de Rossini se sabe lo que es la melodía. -<em>Fidelio</em> es una inmundicia; no es posible comprender que se dé uno la -pena de fastidiarse yendo a escucharlo”. -</p> - -<p>Beethoven dió su último concierto, como pianista, en 1814.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_48" href="#FNanchor_48" class="label">[48]</a> En el mismo año Beethoven perdió a su hermano Carl: “Amaba -tanto la vida, cuanto yo tendría placer en perder la mía”, escribía a -Antonia Brentano.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_49" href="#FNanchor_49" class="label">[49]</a> Además de la sordera, su salud empeoraba de día en día. Desde -octubre de 1816 estaba muy enfermo de un catarro inflamatorio; durante -el estío de 1817 su médico le dijo que era una enfermedad del pecho; -y durante el invierno de 1817-1818 se atormentaba con el temor -de la tisis. Siguieron después los reumatismos agudos en 1820-1821, -una ictericia en 1821 y una conjuntivitis en 1823. Beethoven escribió -a Franz Brentano, el 12 de noviembre de 1821 (cuando estaba en plena -composición de la <em>Misa en re</em>): “Desde el año pasado hasta hoy he estado -siempre enfermo... Ahora estoy un poco mejor, a Dios gracias, y -me parece que puedo vivir de nuevo para mi arte, lo que propiamente -hablando no ha sido, desde hace dos años, por falta de buena salud, -como también por tantos otros sufrimientos”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_50" href="#FNanchor_50" class="label">[50]</a> Adviértase que de este año data, en su música, un cambio de -estilo, inaugurado por la sonata op. 101. Los cuadernos de conversación -de Beethoven, que forman más de once mil páginas manuscritas, -se encuentran reunidos actualmente en la Biblioteca Real de Berlín.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_51" href="#FNanchor_51" class="label">[51]</a> Schindler, que llegó a ser desde 1819 amigo íntimo de Beethoven, -había entrado en relaciones con él en 1814; pero había costado mucha -pena a Beethoven concederle su amistad; lo trataba, además, con -altivo menosprecio.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_52" href="#FNanchor_52" class="label">[52]</a> Véanse las admirables páginas de Wagner sobre la sordera de -Beethoven. (<em>Beethoven</em>, 1870).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_53" href="#FNanchor_53" class="label">[53]</a> Amaba a los animales y tenía piedad de ellos. La madre del -historiador Von Frimmel contaba que mucho tiempo sintió rencor involuntario -contra Beethoven, porque cuando ella era pequeña él espantaba -con su pañuelo las mariposas que quería coger.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_54" href="#FNanchor_54" class="label">[54]</a> Se encontraba siempre mal alojado. En treinta y cinco años -cambió treinta veces de casa en Viena.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_55" href="#FNanchor_55" class="label">[55]</a> Beethoven se había dirigido personalmente a Cherubini, que -era “de sus contemporáneos aquél a quien más estimaba”. (Nohl, <em>Cartas -de Beethoven</em>, CCL). Cherubini no le contestó.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_56" href="#FNanchor_56" class="label">[56]</a> “Yo no me vengo nunca, escribía también a la señora Streicher. -Cuando me veo obligado a obrar contra los demás, no hago sino lo estrictamente -necesario para defenderme, o para impedirles hacer mal”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_57" href="#FNanchor_57" class="label">[57]</a> Nohl, CCCXLIII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_58" href="#FNanchor_58" class="label">[58]</a> Nohl, CCCXIV.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_59" href="#FNanchor_59" class="label">[59]</a> Nohl, CCCLXX.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_60" href="#FNanchor_60" class="label">[60]</a> Nohl, CCCLXII-LXVII. Una carta que acaba de encontrar -en Berlín M. Kalischer, muestra con qué pasión Beethoven ambicionaba -hacer de su sobrino “un ciudadano útil al Estado”. (De primero de -febrero de 1819).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_61" href="#FNanchor_61" class="label">[61]</a> Schindler, que lo vió entonces, dice que se volvió súbitamente -como un viejo de setenta años, gastado, sin fuerza, sin voluntad. Habría -muerto si Carlos hubiera muerto. Murió pocos meses después.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_62" href="#FNanchor_62" class="label">[62]</a> El dilettantismo de nuestro tiempo no ha dejado de procurar la -rehabilitación de este pillo. Esto no puede sorprender.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_63" href="#FNanchor_63" class="label">[63]</a> Carta de Fischenich a Charlotte Schiller (enero de 1803). La -oda de Schiller había sido escrita en 1785. El tema actual aparece en -1808, en la <em>Fantasía para piano, orquesta y coro</em>, op. 80, y en 1810 en el -<em>Lied</em> sobre palabras de Goethe: <em>Kleine Blumen, kleine Blaetter</em>. He -visto en un cuaderno de notas de 1812, propiedad del doctor Erich Prieger, -en Bonn, entre los bosquejos de la <em>Séptima Sinfonía</em> y un proyecto -de <em>obertura de Macbeth</em>, un ensayo de adaptación de las palabras de -Schiller al tema que utilizó más tarde en la obertura op. 115 (<em>Namensfeier</em>). -Algunos de los motivos instrumentales de la <em>Novena Sinfonía</em> -aparecen antes de 1815; y en fin, el tema definitivo de la Alegría está -anotado en 1822, así como todos los demás aires de la Sinfonía, salvo -el trío, que viene después, en seguida del <em>andante moderato</em>, y por último -el <em>adagio</em> que aparece al final.—Sobre el poema de Schiller y sobre la -falsa interpretación que acerca de él se ha querido dar, en nuestro tiempo, -substituyendo la palabra <em>Freude</em> (Alegría) por la palabra <em>Freiheit</em> -(Libertad), véase un artículo de Carlos Andler en <em>Pages Libres</em> (8 de -julio de 1905).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_64" href="#FNanchor_64" class="label">[64]</a> Biblioteca de Berlín.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_65" href="#FNanchor_65" class="label">[65]</a> <em>Also ganz so als standen Worte darunter.</em> (“Enteramente como -si hubiera en ellos palabras”).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_66" href="#FNanchor_66" class="label">[66]</a> <em>La Misa en re</em>, op. 123.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_67" href="#FNanchor_67" class="label">[67]</a> Beethoven, agobiado por los trajines domésticos, la miseria, -los cuidados de todo género, no escribió en cinco años, de 1816 a 1821, -más que tres obras para piano (op. 101, 102, 106). Sus enemigos decían -que estaba agotado; se volvió a entregar al trabajo en 1821.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_68" href="#FNanchor_68" class="label">[68]</a> En febrero de 1824. Firmaron: Príncipe C. Lichnowski, conde -Mauricio Lichnowski, conde Mauricio de Fries, conde M. de Dietrichstein, -conde F. de Palfy, conde Czernin, Ignacio Edler de Mosel, Carlos -Czerny, abate Stadler, A. Diabelli, Artaria y C., Steiner y C., A. Streicher, -Zmeskall, Kiesewetter, etc.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_69" href="#FNanchor_69" class="label">[69]</a> “Mi carácter moral es conocido públicamente”, contestó con -altivez Beethoven al municipio de Viena el 1.º de febrero de 1819, para -reivindicar su derecho a la tutela de su sobrino. “Hasta los escritores -distinguidos como Weissenbach, han juzgado que valía la pena consagrarle -algunas páginas”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_70" href="#FNanchor_70" class="label">[70]</a> En agosto de 1824 estaba asediado por el temor de morir bruscamente -de un ataque, “como mi querido abuelo, a quien tanto me -parezco”, escribió el 16 de agosto de 1824 al doctor Bach. Sufría mucho -del estómago. Estuvo muy mal durante el invierno de 1824-1825. En -mayo de 1825 tuvo expectoraciones de sangre y hemorragias de la nariz. -El 9 de junio de 1825 escribió a su sobrino: “Mi debilidad llega a -menudo al extremo... La señora de la guadaña no tardará en venir”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_71" href="#FNanchor_71" class="label">[71]</a> La <em>Novena Sinfonía</em> fué ejecutada por la primera vez, en Alemania, -en Francfort, el 1.º de abril de 1825; en Londres, el 25 de marzo -de 1825; en París, el 27 de marzo de 1831, en el Conservatorio. Mendelssohn, -a los 17 años, la ejecutó en una audición de piano en la Jaegerhalle -de Berlín, el 14 de noviembre de 1826. Wagner, estudiante en -Leipzig, la recogió entera de su mano; y, en una carta de 6 de octubre -de 1830 al editor Schott, le ofreció una reducción de la sinfonía para -piano a dos manos. Se puede decir que la <em>Novena Sinfonía</em> decidió -la vida de Wagner.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_72" href="#FNanchor_72" class="label">[72]</a> “Apolo y las Musas no querrán abandonarme aún a la muerte, -¡porque es tanto lo que les debo todavía! Es preciso que antes de mi -partida para los Campos Elíseos deje tras de mí lo que el Espíritu me -inspira y me ha ordenado cumplir. Me parece que apenas he escrito -algunas notas”. (A los hermanos Schott, el 17 de septiembre de 1824. -Nohl, <em>Neue Briefe</em>, CCLXXII).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_73" href="#FNanchor_73" class="label">[73]</a> Escribió Beethoven a Moscheles, el 18 de marzo de 1827: “Una -sinfonía bosquejada por completo está en mi pupitre, con una nueva -obertura”. Este bosquejo no ha sido encontrado nunca. Se lee únicamente -en sus notas: “Adagio cántico. Canto religioso para una sinfonía -a la manera antigua (<em>Herr Gott dich loben wir.</em>—<em>Alleluja</em>), sea -como trozo independiente, o como introducción a una fuga. Esta sinfonía -podría ser caracterizada por la entrada de las voces, bien en el -<em>finale</em>, bien desde el <em>adagio</em>. Los violines de la orquesta, etc., decuplicados -para los últimos movimientos. Hacer entrar las voces una a una, -o repetir en cierta manera el <em>adagio</em>, en los últimos movimientos. Para -texto del <em>adagio</em> un mito griego, o un cántico eclesiástico; en el <em>allegro</em>, -fiesta a Baco”. (1818). Como se ve la conclusión coral estaba entonces -reservada para la <em>Décima</em> y no para la <em>Novena Sinfonía</em>. Más tarde -dijo que quería realizar en su <em>Décima Sinfonía</em> “la reconciliación del -mundo moderno con el mundo antiguo, lo mismo que Goethe había intentado -en su <em>Segundo Fausto</em>”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_74" href="#FNanchor_74" class="label">[74]</a> El tema es la leyenda de un caballero que está enamorado y -cautivo de una hada, y que sufre la nostalgia de la libertad. Hay analogías -entre el poema y el de <em>Tannhaüser</em>. Beethoven trabajó en ella -de 1823 a 1826. (Véase A. Ehrhard, <em>Franz Grillparzer</em>, 1900).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_75" href="#FNanchor_75" class="label">[75]</a> Tenía Beethoven desde 1808 el designio de escribir la música -de <em>Fausto</em>. (La primera parte del <em>Fausto</em> acababa de publicarse, con -título de Tragedia, en el otoño de 1807). Era éste su más caro proyecto. -(<em>Was mir und der Kunst das Hoechste ist.</em>)</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_76" href="#FNanchor_76" class="label">[76]</a> “¡El Mediodía de Francia! ¡Allá está! ¡Allá está!” (<em>Südliches -Frankreich, dahin! dahin!</em>) (Cuaderno de la Biblioteca de Berlín).... -“...Partir de aquí: sólo con esta condición podrás de nuevo elevarte a -las altas regiones de tu arte... una sinfonía, después partir, partir, partir... -En el estío, trabajar para el viaje... Recorrer Italia, la Sicilia, con -algún otro artista”. (<em>Id.</em>)</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_77" href="#FNanchor_77" class="label">[77]</a> En 1819 estuvo a punto de ser perseguido por la policía, por -haber dicho en voz alta, “que después de todo Cristo no había sido más -que un judío crucificado”. Escribía entonces la <em>Misa en re</em>; y es bastante -decir de la libertad de sus inspiraciones religiosas. En cuanto a -sus opiniones políticas, Beethoven atacaba audazmente los prejuicios -y los vicios del Gobierno; le reprochaba, entre otras cosas, la organización -de la justicia, arbitraria y servil, llena de trabas por un largo -procedimiento; la policía, que tendía constantemente a propasarse de -sus atribuciones; la burocracia bizarra e inerte, que mataba toda iniciativa -individual y paralizaba la acción; los privilegios de una aristocracia -degenerada, tenaz en arrogarse exclusivamente los más altos -puestos del Estado; la impotencia del soberano para proveer al bienestar -de los ciudadanos. Parece que sus simpatías en materia política -estaban entonces por Inglaterra.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_78" href="#FNanchor_78" class="label">[78]</a> El suicidio de su sobrino.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_79" href="#FNanchor_79" class="label">[79]</a> Véase sobre <em>La última enfermedad y la muerte de Beethoven</em> un -artículo del doctor Klotz-Forest, en la <em>Chronique Médicale</em> de 1.º y 15 -de abril de 1906. Se tienen informaciones muy precisas por los <em>Cuadernos -de Conversación</em>, en los cuales están escritas las preguntas del doctor, -y por el relato del médico mismo (Dr. Wawruch), publicado con el -título de: <em>Aerztlicher Rückblick auf L. V. B. letzte Lebenstage</em> en la <em>Wiener -Zeitschrift</em>, en 1842 (fechado el 20 de mayo de 1827). Hubo dos fases -en la enfermedad: primero, accidentes pulmonares, que parece fueron -detenidos después de seis días; “el séptimo día se sintió suficientemente -bien para levantarse, caminar, leer y escribir; y segundo, perturbaciones -digestivas, complicadas con perturbaciones de la circulación.” -</p> - -<p>“El octavo día lo encontré aniquilado, con el cuerpo todo amarillo. Un -violento acceso de diarrea, complicado con vómitos, estuvo a punto de -acabar con su vida en la noche. A partir de este momento, la hidropesía -se desarrolló. Para esta recaída hubo causas morales que son mal -conocidas. Una cólera violenta, un sufrimiento profundo, determinado -por la ingratitud que había tenido que sufrir, y un ultraje inmerecido, -habían determinado esta explosión”, dice el doctor Wawruch. “Temblando, -con estremecimientos, estaba encorvado por el dolor que le -desgarraba las entrañas”. Resumiendo estas diversas observaciones, -el doctor Klotz-Forest diagnostica, tras de un ataque de congestión -pulmonar, la cirrosis atrófica de Laennec (enfermedad del hígado), ascitis -y edema de los miembros inferiores. Cree que el uso inmoderado -de las bebidas espirituosas contribuyó a agravar el mal. Ésta era ya -la opinión del doctor Malfatti: “<em>Sedebat et bibebat</em>”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_80" href="#FNanchor_80" class="label">[80]</a> Los recuerdos del cantante Luis Cramolini, que acaban de ser -publicados, cuentan una emocionante visita a Beethoven durante su -última enfermedad, en la cual Beethoven se mostró con una serenidad -y una bondad conmovedoras. (Véase la <em>Frankfurter Zeitung</em>, de 29 de -septiembre de 1907).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_81" href="#FNanchor_81" class="label">[81]</a> Las operaciones se le hicieron el 20 de diciembre, el 8 de enero, el -2 y el 27 de febrero. El pobre hombre, en su lecho de muerte, estaba -devorado por las chinches. (Carta de Gerhard von Breuning).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_82" href="#FNanchor_82" class="label">[82]</a> El joven músico Anselmo Hüttenbrenner.“¡Alabado sea Dios!”,—escribió -Breuning.—“Démosle gracias por haber puesto fin a este prolongado -y doloroso martirio”.—Todos los manuscritos, libros y muebles -de Beethoven fueron vendidos en remate, en 1575 florines. El catálogo -comprendía doscientos cincuenta y dos números de manuscritos y de libros -musicales que no sobrepasaron la suma de novecientos ochenta y -dos florines, treinta y siete kreutzer. Los <em>Cuadernos de Conversación</em> -y los <em>Tagebücher</em> fueron vendidos en un florín, veinte kreutzer. Entre -sus libros Beethoven poseía, de Kant, <em>Naturgeschichte und Theorie -des Himmels</em>; de Bode, <em>Anleitung zur Kenntnis des gestirnten Himmels</em>; -Thomas von Kempis, <em>Nachfolge Christi</em>. La censura se apoderó de: -Seume, <em>Spaziergang nach Syrakus</em>; Kotzebue, <em>Ueber den Adel</em>; Fessler, -<em>Ansichten von Religion und Kirchentum</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_83" href="#FNanchor_83" class="label">[83]</a> “Soy feliz todas las veces que venzo alguna dificultad”. (Carta -a la Inmortal Amada). “Querría vivir mil veces la vida... Yo no nací -para una vida tranquila”. (A Wegeler, el 16 de noviembre de 1801).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_84" href="#FNanchor_84" class="label">[84]</a> “Beethoven me enseñó la ciencia de la naturaleza y me dirigió -en este estudio como en el de la música. No eran las leyes de la naturaleza, -sino su poder elemental, lo que lo maravillaba”. (<em>Schindler.</em>)</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_85" href="#FNanchor_85" class="label">[85]</a> “¡Oh, es tan bella la vida; pero la mía está para siempre envenenada!” -(<em>vergiftet</em>). (Carta del 2 de mayo de 1810, a Wegeler).</p></div></div> -</div> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_61"></a>[Pg 61]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p61ilo" style="max-width: 34.375em;"> - <img class="w100" src="images/p61ilo.jpg" alt="p61ilo" /> -</div> -</div> - - -<h2 class="nobreak">APÉNDICE</h2> - - -<h2 class="nobreak">TESTAMENTO DE HEILIGENSTADT<a id="FNanchor_86" href="#Footnote_86" class="fnanchor">[86]</a></h2> - -<p class="center">A <small>MIS HERMANOS</small> C<small>ARL Y</small> J<small>OHANN</small><a id="FNanchor_87" href="#Footnote_87" class="fnanchor">[87]</a> B<small>EETHOVEN</small></p> - - -<p>N. B.—Las palabras en cursivas están subrayadas en el manuscrito.</p> - -<p class="p1">¡Oh vosotros, hombres que me miráis y me juzgáis huraño, -loco o misántropo, cuán injustos habéis sido -conmigo! ¡Ignoráis la oculta razón de que os aparezca -así! Mi corazón y mi espíritu se mostraron inclinados, -desde la infancia, al dulce sentimiento de la bondad, y a -realizar grandes acciones he estado siempre dispuesto; -pero pensad tan sólo cuál es mi espantosa situación, desde -hace seis años, agravada por médicos sin juicio, engañado -de año en año con la esperanza de un mejoramiento, y al -fin abandonado a la perspectiva de un <em>mal durable</em>, cuya -curación demanda años tal vez, cuando no sea enteramente -<span class="pagenum"><a id="Page_62"></a>[Pg 62]</span>imposible. Dotado de un temperamento ardiente y activo, -fácil a las distracciones de la sociedad, debí apartarme de -los hombres en edad temprana, pasar mi vida solitario. -¡Si algunas veces quise sobreponerme a todo, oh, cuán -duramente chocaba con la triste realidad renovada siempre -de mi mal! Y sin embargo, no me era posible decir a los -hombres: “¡Hablad más alto, gritad, porque soy sordo!” -¡Cómo me iba a ser posible ir revelando la debilidad de -<em>un sentido</em> que debería ser en mí más perfecto que en los demás, -un sentido que en otro tiempo he poseído con la más -grande perfección, con una perfección tal que indudablemente -pocas personas de mi oficio han tenido nunca! -¡Oh, esto no puedo hacerlo! Perdonadme pues si me veis -vivir separado cuando debería mezclarme en vuestra -compañía. Mi desdicha es doblemente dolorosa, puesto -que le debo también ser mal conocido. Me está prohibido -encontrar un descanso en la sociedad de los hombres, -en las conversaciones delicadas, en los mutuos esparcimientos. -Solo, siempre solo. No puedo aventurarme en -sociedad si no es impulsado de una necesidad imperiosa; -debo vivir como un proscrito; si me acerco a los demás, -soy presa de una angustia devoradora, de miedo de estar -expuesto a que se den cuenta de mi estado.</p> - -<p>Ésta es la razón por la cual acabo de pasar seis meses -en el campo. Mi sabio médico me obliga a cuidar mi oído -tanto como sea posible, yendo más allá de mis propias -intenciones; y sin embargo, muchas veces, recobrado por -mi inclinación hacia la sociedad, me he dejado arrastrar -de ella; pero ¡qué humillaciones cuando cerca de mí estaba -alguien que escuchaba a lo lejos el sonido de una flauta -y que yo <em>no oía nada</em>, o que <em>escuchaba el canto de un pastor</em>, -¡sin que yo pudiera oír nada!<a id="FNanchor_88" href="#Footnote_88" class="fnanchor">[88]</a>. La experiencia de estas -<span class="pagenum"><a id="Page_63"></a>[Pg 63]</span>cosas me puso pronto al borde de la desesperación, y poco -faltó para que yo mismo hubiese puesto fin a mi vida. -<em>Sólo el arte</em> me ha detenido. ¡Ah! Me parecía imposible -abandonar este mundo antes de haber realizado todo lo -que me siento obligado a realizar. Y así prolongaba esta -miserable vida, verdaderamente miserable, un cuerpo -tan irritable que el menor cambio me puede arrojar del -estado mejor en el peor. ¡Paciencia! se dice siempre; y -debo tomarla a ella ahora por guía; la he tomado. Durable -debe ser, lo espero, mi resolución de resistir hasta que -plazca a las Parcas inexorables cortar el hilo de mi vida. -Acaso será esto lo mejor, acaso no, pero yo estoy presto -siempre. No es muy fácil ser filósofo por obligación a los -veintiocho años, no es fácil; y es más duro aún para un -artista que para cualquiera otro.</p> - -<p>¡Oh Dios, tú miras desde lo alto en el fondo de mi corazón, -y lo conoces, sabes que en él moran el amor a los -demás y el deseo de hacerles el bien! Vosotros, hombres, -si leéis un día esto, pensad que habéis sido injustos conmigo, -y que el desventurado se consuela al encontrar a otro -desventurado como él que, a pesar de todos los obstáculos -de la naturaleza, hizo cuanto estaba a su alcance para -ser admitido en el rango de los artistas y de los hombres -de elección.</p> - -<p>Vosotros, hermanos míos, (Carl y Johann) inmediatamente -que yo haya muerto, si el profesor Schmidt vive aún, -rogadle en mi nombre que describa mi enfermedad y a la -<span class="pagenum"><a id="Page_64"></a>[Pg 64]</span>historia de ella unid esta carta, a fin de que después de mi -muerte, al menos en la medida que esto sea posible, la -sociedad se reconcilie conmigo. Al mismo tiempo, a vosotros -dos nombro herederos de mi pequeña fortuna, si se la -puede llamar así, que la debéis partir lealmente, estando -de acuerdo y ayudándoos el uno al otro. El mal que me -habéis hecho, lo sabéis, os lo he perdonado desde hace -mucho tiempo. A ti, hermano Carl, te doy gracias -particularmente por la solicitud de que me has dado testimonio -en los últimos tiempos. Hago votos porque -tengáis una vida más feliz, más exenta de cuidados que -la mía. Recomendad a vuestros hijos la virtud, porque -sólo ella puede dar la felicidad, que no da el dinero. Hablo -por experiencia. Ella me ha sostenido a mí mismo en mi -miseria, y a ella debo, tanto como a mi arte, no haber -puesto fin a mi vida por el suicidio. ¡Adiós, y amaos! -Doy gracias a todos mis amigos, y en particular al <em>príncipe -Lichnowski</em> y al <em>profesor Schmidt</em>. Deseo que los instrumentos -del príncipe L. puedan ser conservados en la casa -de alguno de vosotros, pero que esto no provoque entre -vosotros ninguna discusión. Si pueden seros útiles para -algo mejor, vendedlos inmediatamente. ¡Cuán feliz seré -si todavía puedo serviros desde la tumba!</p> - -<p>Si fuera así, con qué alegría volaría hacia la muerte. -Pero si ésta llega antes de que haya tenido la ocasión de -desarrollar todas mis facultades artísticas, a pesar de mi -duro destino, llegará demasiado temprano para mí y -desearía aplazarla. Mas aun así, estoy contento. ¿No va -a librarme de un estado de sufrimiento sin término?—Venga -cuando viniere, yo voy valerosamente hacia ella.—Adiós -y no me olvidéis enteramente en la muerte; merezco -que penséis en mí, porque a menudo he pensado en vosotros, -durante mi vida, para haceros felices. ¡Sedlo!</p> - -<p class="right" style="padding-right: 2em;">L<small>UDWIG VAN</small> B<small>EETHOVEN</small>.</p> - -<p>Heiligenstadt, 6 de octubre de 1802.</p> - - -<p class="center p1 big1"><span class="smcap">A mis hermanos Carl y (Johann), para ser leída -y cumplida después de mi muerte.</span></p> - -<p class="p1">El 10 de octubre de 1802.—¡Heiligenstadt, me despido -así de ti, y en verdad tristemente!—Sí, la amada esperanza -que traje, de ser curado, en parte al menos, debe abandonarme -definitivamente. Como las hojas en el otoño se -marchitan y caen, así también mi esperanza se ha secado. -Poco más o menos como vine me voy; y hasta el alto -valor que me sostenía a menudo en los bellos días de estío, -se ha desvanecido. ¡Oh Providencia, has lucir para mí -una vez un día puro de alegría! ¡Hace ya tanto tiempo -que el sonido profundo de la verdadera alegría me es -extraño! ¡Oh, cuándo, cuándo, oh Divinidad! ¿podría yo -sentirla aún en el templo de la naturaleza y de los hombres? -¿Nunca? ¡No! ¡Oh, esto sería demasiado cruel!</p> - - -<h3>CARTAS</h3> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_65"></a>[Pg 65]</span></p> -<p class="center big1"><span class="smcap">Al Pastor Amenda, en Curlande</span><a id="FNanchor_89" href="#Footnote_89" class="fnanchor">[89]</a></p> - -<p>Mi querido, mi buen Amenda, mi amigo de corazón: -Con una profunda emoción, con una mezcla de dolor y de -alegría he recibido y leído tu última carta. ¡A qué podría -yo comparar tu fidelidad, tu solicitud hacia mí! ¡Oh, qué -bueno es que tú hayas sido siempre mi amigo! Sí; he -puesto a prueba tu consagración, y sé qué diferencia hay -entre tú y los demás. Tú no eres un amigo de Viena, no; -¡tú eres como aquéllos que sólo existen sobre el suelo de mi -patria! ¡Cómo he deseado tenerte cerca de mí, porque -tu Beethoven es profundamente infeliz! Debes saber que -<span class="pagenum"><a id="Page_66"></a>[Pg 66]</span>la parte más noble de mí mismo, mi oído, se ha debilitado -mucho. Ya en la época en que tú estabas a mi lado -sentía síntomas del mal, y lo ocultaba; después ha ido -empeorando. Si esto no puede ser curado, es preciso -esperar para saberlo; creo que debe proceder de mi enfermedad -del estómago. Respecto a ésta estoy casi restablecido; -mas, en cuanto al oído ¿curaré? Naturalmente que -lo espero así; pero es muy difícil porque estas enfermedades -son las más incurables. ¡Qué triste debo vivir, evitando -todo lo que me es más querido, y esto entre hombres -tan miserables, tan egoístas!... Entre todos puedo -decir que el amigo que más me ha ayudado ha sido -Lichnowski; desde el año pasado me ha dado seiscientos -florines, y esto y la venta fructuosa de mis obras me -ponen en situación de vivir sin el cuidado de ganar el pan. -Todo lo que escribo ahora puedo venderlo inmediatamente -cinco veces, y bien pagado. He escrito algo regular, en -estos últimos tiempos; y puesto que sé que has pedido -pianos a... deseo enviarte algunas obras en el empaque -de uno de ellos, para que te sea menos costoso.</p> - -<p>Ahora, para mi consuelo, ha llegado aquí un hombre -con quien puedo gozar del placer de la conversación y de -la amistad desinteresada; es uno de mis amigos de juventud<a id="FNanchor_90" href="#Footnote_90" class="fnanchor">[90]</a>. -Le he hablado frecuentemente de ti y le he dicho -que, desde que abandoné mi patria, eres tú uno de aquéllos -que ha elegido mi corazón.—Él tampoco ama a<a id="FNanchor_91" href="#Footnote_91" class="fnanchor">[91]</a>... -Es y continúa siendo muy débil para la amistad; yo lo -miro, y... como los humildes instrumentos en que toco, -cuando me place; pero que no pueden ser nunca testigos -nobles de mi actividad, como tampoco pueden verdaderamente -participar en mi vida, les doy valor sólo en la -medida de los servicios que me proporcionan. ¡Oh, cómo -<span class="pagenum"><a id="Page_67"></a>[Pg 67]</span>sería feliz si tuviera el uso completo de mi oído! Correría -entonces hacia ti; pero debo permanecer alejado de todo; -mis años más hermosos transcurren sin que haya realizado -todo lo que mi talento y mi fuerza me mandaran.—¡Triste -resignación ésta en la cual debo refugiarme! Sin duda que -me he propuesto sobreponerme a todos estos males; pero -¿cómo me será posible? Sí, Amenda, si en seis meses mi -mal no está curado, exijo de ti que abandones todo y que -vengas a mi lado; entonces viajaré (mi ejecución y mi -composición sufren aún muy poco por mi enfermedad, -pues es sólo en sociedad donde me es más sensible), y tú -serás mi compañero, porque estoy convencido de que no -me faltará la felicidad. ¡Con quién no podría yo compararme -entonces! Desde que tú partiste he escrito de todo, -hasta óperas y música sagrada.—Sí, tú no te rehusarás; -tú ayudarás a tu amigo a soportar su mal y sus cuidados.—También -he perfeccionado mi ejecución de pianista, y -espero que este viaje podrá igualmente proporcionarte -placer. Después, tú permanecerás para siempre cerca de -mí.—He recibido con puntualidad todas tus cartas, y -por poco que te haya contestado, has estado siempre -presente para mí, y mi corazón palpita por ti con la misma -ternura.—Lo que te he dicho de mi oído te ruego callarlo -como un gran secreto, y no confiárselo a nadie, quienquiera -que sea. Escríbeme con frecuencia. Tus cartas, hasta -cuando son breves, me consuelan y me hacen mucho bien. -Espero para muy pronto otra tuya, mi querido amigo. No -te he enviado tu cuarteto<a id="FNanchor_92" href="#Footnote_92" class="fnanchor">[92]</a> porque lo he rehecho enteramente, -desde que he comenzado a saber escribir cuartetos -en forma conveniente, como tú verás cuando lo recibas. -Ahora, adiós mi querido y buen amigo. Si tú crees que yo -pueda hacer por ti algo que te sea agradable, se entiende -que debes decirlo a tu fiel L. v. Beethoven, que te ama -sinceramente.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_68"></a>[Pg 68]</span></p> - -<p class="center big1 p1"><span class="smcap">Al Doctor Franz Gerhard Wegeler</span></p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 29 de junio (1801).</p> - -<p>Mi bueno y querido Wegeler: ¡Cuánto te agradezco -tu recuerdo! Lo merezco tan poco, tan poco he hecho -para merecerlo; y sin embargo, eres tú tan bueno, no te -dejas alejar por nada, ni por mi imperdonable negligencia; -permaneces siendo siempre el fiel, el bueno, el leal amigo.—¡Que -yo pudiese olvidarte, olvidar a todos vosotros, que -habéis sido para mí tan caros y tan buenos, no, eso no lo -creo! Hay momentos en que suspiro por estar cerca de -vosotros para pasar algún tiempo.—Mi patria, la hermosa -región donde yo vi la luz del mundo, también se me representa -siempre con tanta claridad y nitidez como cuando os -abandoné. Será uno de los más felices instantes de mi vida -aquél en que pueda volver a veros y saludar a nuestro -padre el Rhin.—Cuándo será esto, no puedo decirlo con -exactitud. Por lo menos diré que me encontraréis más -grande: no hablo del artista, sino del hombre, que os parecerá -mejor, más hecho; y si el bienestar no ha aumentado -un poco en nuestra patria, mi arte debe consagrarse al -mejoramiento de la suerte de los pobres...</p> - -<p>Quieres saber algo acerca de mi situación; bien, pues no -va del todo mal. Desde el año pasado, Lichnowski (por -increíble que te parezca, aun cuando yo lo digo), quien ha -sido siempre y es mi amigo el más fervoroso (bien es -cierto que hubo pequeñas diferencias entre nosotros, -pero ellas mismas han afirmado nuestra amistad); -Lichnowski me ha concedido una pensión de seiscientos -florines que yo debo recibir durante el tiempo en que -carezca de una posición conveniente. Mis composiciones -me producen mucho y puedo decir que se me pide más -trabajo que el que puedo hacer. Para cada cosa tengo<span class="pagenum"><a id="Page_69"></a>[Pg 69]</span> -seis, siete editores, y aun más si quiero buscarlos. Nadie -discute conmigo: fijo un precio y se me paga; ya ves que -esto es delicioso. Por ejemplo, si veo a un amigo necesitado -y mi bolsillo no me permite ir en su ayuda, no tengo -más que sentarme a mi mesa de trabajo, y en poco tiempo -lo he sacado del apuro.—Soy también más económico que -antes...</p> - -<p>Por desgracia, un demonio celoso, mi mala salud, ha -venido a obstruir mi camino. Desde hace tres años mi -oído se ha hecho cada vez más débil. Debe haber originado -esto mi enfermedad del estómago, que sufría ya desde -antes, como tú sabes, pero que ha empeorado mucho, -porque padezco continuamente de diarrea, y por consecuencia -de una extraordinaria debilidad. Frank quería -tonificarme con reconstituyentes, y curar mi oído por -medio del aceite de almendras. Mas <em>¡prosit!</em> esto no sirve -para nada; mi oído está siempre cada vez peor y mi estómago -sigue en el mismo estado. Así estuve hasta el -otoño último, en el cual a menudo llegué a la desesperación. -Un asno de médico me aconsejó los baños fríos; otro, más -listo, los baños tibios del Danubio, y el efecto fué maravilloso; -mi estómago mejoró, pero mi oído sigue lo mismo -o va estando aún peor. Este invierno, mi situación fué -verdaderamente deplorable, pues sufrí cólicos espantosos -y una recaída completa. Así estuve hasta el mes último -en que fuí a ver a Vering, porque pensé que mi mal reclamaba -un cirujano y, desde luego, he tenido siempre confianza -en él. Logró cortar casi por completo esta violenta -diarrea; me ordenó tomar baños tibios del Danubio, -haciéndome poner en el agua multitud de licores fortificantes; -no me administró ninguna medicina, a no ser, -por espacio de unos cuatro días, unas píldoras para el -estómago y una especie de té para los oídos. Me encuentro -mejor y más fuerte; sólo mis orejas zumban y mugen -(<em>sausen und brausen</em>) noche y día. Puedo decir que llevo<span class="pagenum"><a id="Page_70"></a>[Pg 70]</span> -una vida miserable. Desde hace casi dos años evito toda -compañía, porque no puedo decir a las gentes: “Soy -sordo”. Si yo tuviera algún otro oficio, esto aun sería -posible; pero en el mío es una situación espantosa. ¡Qué -dirían mis enemigos, cuyo número no es corto!</p> - -<p>Para darte una idea de mi extraña sordera te diré que -en el teatro debo colocarme muy cerca de la orquesta -para entender a los actores. No oigo los sonidos altos de -los instrumentos ni las voces, si me coloco un poco lejos; -y en la conversación es sorprendente que haya personas -que no lo hayan advertido nunca. Como sufro tantas -distracciones, a ellas atribuyen todo. Cuando se habla -suavemente, apenas entiendo; sí, entiendo bien los sonidos, -mas no las palabras; y, por otra parte, cuando se grita eso -me es insoportable. Lo que haya de venir sólo el cielo lo -sabe. Vering dice que seguramente mejoraré, si no llego -a curar del todo.—Frecuentemente he maldecido de mi -existencia y del Creador<a id="FNanchor_93" href="#Footnote_93" class="fnanchor">[93]</a>. Plutarco me ha llevado -a la resignación. Quiero, si esto fuese posible, desafiar al -destino; pero hay momentos de mi vida en que soy la -más miserable de las criaturas.—Te suplico no decir nada -de mi estado a nadie, ni aun a Lorchen<a id="FNanchor_94" href="#Footnote_94" class="fnanchor">[94]</a>; te lo confió -como un secreto. Me agradaría que tú escribieras a Vering -acerca de este asunto; y si mi situación actual ha de -durar, iré en la primavera próxima a visitarte, y tú me -albergarás en alguna casa de campo, en cualquier hermoso -lugar donde pueda hacerme campesino por seis meses. -Acaso eso me producirá mucho bien. ¡Resignación! -¡Qué triste amparo, y sin embargo, es el único que me -queda! Perdóname que te dé esta molestia de amistad, -en tus tedios.</p> - -<p>Steffen Breuning está ahora aquí y pasamos casi todos -los días juntos. ¡Me produce tanto bien evocar sentimientos -de tiempos pasados! Se ha convertido, en verdad, -en un joven excelente, bueno, que sabe algo y que tiene -(como todos nosotros más o menos) el corazón bien puesto.</p> - -<p>Quiero escribir también a la buena Lorchen. Nunca -he olvidado a uno solo de vosotros, tan queridos y buenos, -aun cuando no dé ningún signo de vida; porque escribir, -tú lo sabes, no ha sido mi fuerte nunca; mis mejores -amigos han estado años enteros sin recibir una carta de -mí. Sólo vivo en mis notas, y apenas una obra queda -terminada cuando está comenzada ya otra. En la forma -en que trabajo ahora hago a menudo tres o cuatro cosas -a un tiempo. Escríbeme con frecuencia, que yo trataré -de disponer de tiempo para contestarte. Saluda a todos en -mi nombre...</p> - -<p>¡Adiós, mi bueno, mi fiel Wegeler! Está seguro de la -afección y de la amistad de tu Beethoven.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_71"></a>[Pg 71]</span></p> -<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">A Wegeler</span></p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 16 de noviembre de 1801.</p> - -<p>¡Mi buen Wegeler! Te doy gracias por tu nueva prueba -de solicitud, tanto más cuanto la merezco muy poco.—Quieres -saber cómo estoy y yo tengo necesidad de decírtelo, -y, por poco agradable que me sea ocuparme de este -asunto, lo haré sin embargo de buena gana contigo.</p> - -<p>Vering me está poniendo desde hace meses vejigatorios -en los dos brazos... El tratamiento me es extremadamente -desagradable; sin hablar de los dolores, estoy -privado por completo del uso de mis brazos por uno o dos -días. Debo convenir en que los zumbidos son un poco -más débiles que antes, principalmente en la oreja izquierda, -que fué en la que comenzó mi sordera; pero mi oído en -verdad no ha mejorado nada hasta el presente, y no -me atrevo a decir si está peor aún.—Mi estómago va mejor,<span class="pagenum"><a id="Page_72"></a>[Pg 72]</span> -y cuando me baño durante algunos días en agua tibia, me -encuentro bastante bien por ocho o diez días más. De -cuando en cuando tomo algún fortificante para el estómago, -y también he comenzado, siguiendo tu consejo, la -aplicación de yerbas contra el vientre.—Vering no quiere -oír hablar de duchas; y por otra parte, no estoy muy -contento con él, porque en verdad tiene pocos cuidados y -atención para mi mal; si yo no fuera a su casa—y esto me -es muy difícil—no lo vería nunca. ¿Qué piensas tú de -Schmidt? No cambio médico de buena gana; pero me parece -que Vering es demasiado práctico para renovar muchas -de sus ideas por la lectura; y Schmidt en esto me parece -un hombre distinto, que acaso no será tan negligente.—Se -dicen maravillas del galvanismo. ¿Qué piensas tú de ello? -Un médico me ha contado que vió a un niño sordomudo -recobrar el oído, y a un hombre, que hacía siete años estaba -sordo, también curado.—Precisamente acabo de saber -que Schmidt está haciendo experiencias acerca de esto.</p> - -<p>De nuevo vivo en forma algo más agradable; frecuento -el trato de los demás. Apenas podrías creer cuál vida de -soledad y de tristeza he llevado desde hace dos años; mi -enfermedad se levantaba por todas partes delante de mí -como un espectro, y yo huía de los demás. ¡Debía parecer -un misántropo, cuando lo soy tan poco!—Este cambio, -una amada, una encantadora muchacha lo ha realizado; -me ama y yo la amo: he aquí de nuevo algunos momentos -felices, después de dos años; y es la primera vez que pienso -que el matrimonio puede dar la felicidad. Desgraciadamente -no es de mi condición; y ahora, a decir verdad, no -podría casarme porque es necesario que trabaje valerosamente -aún. Si no fuera por mi oído habría desde hace -largo tiempo recorrido la mitad del mundo, y esto debo -hacerlo. No hay mayor placer para mí que ejercer mi -arte y mostrarlo.—No creo que fuera feliz en vuestra -casa. ¡Quién podría darme la felicidad! Vuestra misma<span class="pagenum"><a id="Page_73"></a>[Pg 73]</span> -solicitud me pesaría, y a cada instante leería yo la compasión -en vuestros rostros, para juzgarme más miserable -todavía.—¿Qué me atraía hacia esos bellos lugares de mi -patria? ¡Nada más que la esperanza de alcanzar una situación -mejor, y que yo llegara a no tener este mal! ¡Oh, -si estuviera libre de este mal tendría el mundo entre mis -brazos! Mi juventud, sí, lo siento, apenas está comenzando; -porque ¿no he estado siempre enfermo? Mi -fuerza física crece más que nunca desde hace algún tiempo, -junto con mi vigor intelectual. Cada día me acerco más -al fin que entreveo sin poderlo definir. Pero sólo con estos -pensamientos puede vivir tu Beethoven. ¡No es posible -descansar! No conozco otro descanso que el sueño, y soy -tan desventurado que tengo que concederle más tiempo que -antes. Que esté sólo a medias libre de este mal, y entonces, -como un hombre más dueño de sí mismo, más maduro, -iré hacia vosotros y estrecharemos nuestros viejos lazos -de amistad.</p> - -<p>Debéis verme tan feliz como me sea concedido serlo -aquí abajo; pero no desventurado. ¡No, porque esto no -lo podría soportar! Quiero morder al destino, que no me -doblegará indudablemente por completo. ¡Oh, es tan -bello vivir la vida mil veces!—Para una vida tranquila, -no, lo siento, no nací.</p> - -<p>Muchos recuerdos buenos para Lorchen... ¿Tú me -amas un poco, no es verdad? Pues está seguro de mi -afección y de mi amistad. Tu</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">B<small>EETHOVEN</small>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_74"></a>[Pg 74]</span></p> - - -<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">Carta de Wegeler y de Eleonora von Breuning -a Beethoven.</span><a id="FNanchor_95" href="#Footnote_95" class="fnanchor">[95]</a></p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em; ">Coblenza, 28 de diciembre de 1825.</p> - -<p>Mi querido Luis:</p> - -<p>No puedo dejar partir para Viena a uno de los diez -hijos de Ries, sin que me venga a la mente tu recuerdo. -Si después de veintiocho años que hace que abandoné -Viena no has recibido una larga carta cada dos meses, -puedes culpar de ello a tu silencio para las primeras que -te envié. Esto no está bien, y menos ahora, porque nosotros, -viejos como somos, vivimos sólo del pasado y encontramos -placer, por encima de todo, en los recuerdos de nuestra -juventud. Para mí, al menos, mi conocimiento y mi estrecha -amistad contigo, gracias a tu buena madre que -Dios bendiga, es un punto luminoso en mi vida hacia el -cual me vuelvo con placer... Levanto los ojos hacia -ti como hacia un héroe y me siento orgulloso de poder -decir: “No he dejado de tener influjo sobre su desarrollo; -me confiaba sus deseos y sus ensueños; y cuando, más -tarde, fué tan mal comprendido a menudo, yo sabía lo -que ambicionaba”. ¡Alabado sea Dios que me concedió -hablar de ti con mi mujer, y ahora con mis hijos! La casa -de mi suegra era tu casa más que tu propia casa, sobre -todo después de la muerte de tu noble madre. Dinos una -vez solamente: “Sí, pienso en vosotros, en la alegría y en -la tristeza”. El hombre, hasta cuando se ha elevado tan -alto como tú, sólo es feliz una vez en la vida, cuando es -<span class="pagenum"><a id="Page_75"></a>[Pg 75]</span>joven. A las piedras de Bonn, de Kreuzberg, de Godesberg, -de la Pépinière, etc., deben volar alegremente tus ideas -muchas veces.</p> - -<p>Ahora quiero hablarte de mí, de nosotros, para darte -un ejemplo de la manera en que tú debes contestarme.</p> - -<p>Después de mi retorno de Viena, en 1796, todo iba -bastante mal para mí; durante muchos años tuve que -vivir sólo de mis consultas como médico; y esto duró -largo tiempo en esta región miserable, antes de que tuviera -lo necesario. Fuí después profesor, con un sueldo, -y me casé en 1802. Un año más tarde tuve una hija, que -vive aún y que está ya completamente formada; tiene, -con un juicio muy recto, la serenidad de su padre, y toca -hasta cansarse las sonatas de Beethoven; no es esto un -mérito en ella, sino más bien un don innato. En 1807 nació -un niño, que ahora estudia en Berlín medicina; y dentro -de cuatro años lo enviaré a Viena. ¿Te encargarás de -cuidarlo?... He festejado en el mes de agosto mi sexagésimo -aniversario, en unión de unos sesenta amigos y -conocidos, entre quienes estaban las personas principales -de la ciudad. Desde 1807 resido aquí, donde tengo ahora -una casa hermosa y una buena posición; mis superiores -están contentos de mí y el rey me ha dado algunas condecoraciones -y medallas. Lorchen y yo estamos bastante -bien.—Y ahora que te he hecho conocer nuestra situación, -te toca tu turno...</p> - -<p>¿No querrás nunca apartar tus miradas de la torre de -San Esteban? ¿No tiene el viaje ningún encanto para ti? -¿No querrás nunca volver a ver el Rhin?—Recibe de -Madame Lore toda clase de recuerdos cordiales, así como -de mí. Tu viejo amigo,</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">W<small>EGELER</small>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_76"></a>[Pg 76]</span></p> - -<p class="p1 right" style="padding-right: 3em;">Coblenza, 29 de diciembre de 1825.</p> - -<p>¡Caro Beethoven, tan querido desde hace tanto tiempo! -Quería que Wegeler os escribiese de nuevo, y ahora que -este deseo se ha cumplido creo que es mi deber agregar -aún dos palabras, no solamente para avivar vuestro -recuerdo, sino también para renovar la pregunta insistente -sobre si no tenéis, pues, ningún deseo de volver a ver el -Rhin y el lugar de vuestro nacimiento, y proporcionarnos -a Wegeler y a mí la más grande de las alegrías. Nuestra -Lenchen os da gracias por tantas horas felices; tiene -tanto placer en oír hablar de vos; y como conoce todas -las mínimas aventuras de nuestra alegre juventud en -Bonn, del disgusto y de la reconciliación... ¡sería muy -feliz de conoceros!—La niña, desgraciadamente, no tiene -talento para la música; pero ha hecho tanto, con tanta -aplicación y perseverancia que puede tocar vuestras -sonatas, variaciones, etc.; y como la música es siempre -el más grande de los alivios para Wegeler, ella le proporciona -así muchas horas agradables. Julius tiene talento -para la música, pero hasta la fecha ha sido negligente; -desde hace seis meses está aprendiendo a tocar violoncello -con alegría y placer, y como hay en Berlín un buen profesor -creo que adelantará mucho.—Los dos niños son grandes -y se parecen a su padre, tanto que el buen humor de -Wegeler, a Dios gracias, no se ha perdido por completo... -Tiene un gran placer en tocar los temas de vuestras -variaciones; los primeros tienen su preferencia, pero a -menudo toca algunos de los nuevos con una increíble -paciencia.—Vuestro <em>Opferlied</em> está colocado por encima de -todo, y nunca va Wegeler a su alcoba sin sentarse al -piano.—Así, querido Beethoven, podéis ver cuánto y -qué durable y vivo es vuestro recuerdo en nosotros. Decidnos, -pues, una vez siquiera, que esto tiene algún precio -a vuestros ojos y que no hemos sido completamente olvi<span class="pagenum"><a id="Page_77"></a>[Pg 77]</span>dados.—Si -no fuera tan difícil a veces realizar nuestros -más caros deseos, habríamos ya ido a Viena a visitar a mi -hermano, para tener el placer de veros; pero no es -posible pensar en tal viaje ahora que nuestro hijo está -en Berlín.—Wegeler os ha dicho cuál es nuestra situación, -y seríamos injustos en quejarnos, porque aun los tiempos -más difíciles han sido mejores para nosotros que para -muchos de los demás.—La mayor felicidad está en que -nos hallamos bien y que tenemos buenos hijos. Sí, ellos -no nos han causado ninguna pena, y son alegres y buenos.—Sólo -Lenchen ha tenido un gran dolor: cuando nuestro -pobre Burscheid murió; fué una pérdida que nosotros -no olvidaremos nunca. Adiós, querido Beethoven, y -pensad en nosotros con toda lealtad y bondad.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">E<small>LN.</small> W<small>EGELER.</small></p> - - -<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">De Beethoven a Wegeler</span></p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 7 de octubre de 1826<a id="FNanchor_96" href="#Footnote_96" class="fnanchor">[96]</a>.</p> - -<p>Mi viejo y amado amigo:</p> - -<p>El placer que me ha causado tu carta y la de tu Lorchen, -no lo puedo expresar. En verdad debí haberte contestado -inmediatamente; pero soy un poco perezoso, sobre todo -para escribir, porque pienso que sin necesidad de hacerlo -me conocen las mejores personas. En mi memoria he -hecho a menudo la contestación; mas cuando quiero -ponerme a escribir, frecuentemente arrojo lejos de mí la -pluma, porque no estoy en aptitud de escribir lo que -<span class="pagenum"><a id="Page_78"></a>[Pg 78]</span>siento. Me acuerdo de todo el cariño que me has demostrado -siempre, por ejemplo, de cuando hiciste blanquear -mi alcoba dándome tan agradable sorpresa. Me acuerdo -también de la familia Breuning. Que hayamos tenido -que separarnos los unos de los otros, eso está en el curso -natural de las cosas: cada uno debía seguir el fin que le -estaba asignado, y tratar de alcanzarlo; y sólo los eternos -principios inconmovibles del bien nos han mantenido siempre -firmemente unidos. Por desgracia no puedo escribirte -hoy tanto como quisiera, porque estoy en cama...</p> - -<p>Tengo presente siempre la silueta de tu Lorchen (ya -se lo he dicho), para que veas como todo lo que ha sido -de bueno y de amado en mi juventud es precioso para mí -siempre.</p> - -<p>...En mi casa se dice: <em>Nulla dies sine linea</em>, y, sin -embargo, dejo dormir a la Musa; pero es para que despierte -más vigorosa en seguida. Espero dar aún al mundo -algunas obras, y después, como un niño viejo, iré a terminar -mi jornada terrestre entre las gentes sencillas<a id="FNanchor_97" href="#Footnote_97" class="fnanchor">[97]</a>.</p> - -<p>...Entre las honrosas distinciones que he recibido -y que sé te causarán placer, te informo que acabo de recibir -del difunto rey de Francia una medalla con esta inscripción: -<em>Dada por el rey al señor Beethoven</em>, y que llegó -a mis manos acompañada de un escrito muy afectuoso -del <em>primer gentil hombre del rey, duque de Chatres</em><a id="FNanchor_98" href="#Footnote_98" class="fnanchor">[98]</a>.</p> - -<p>Conténtate con esto por ahora, mi viejo y querido -amigo. Los recuerdos del pasado se apoderaron de mí -hoy y te envío esta carta con abundantes lágrimas; es -apenas el principio, porque bien pronto recibirás otra; y -mientras más me escribas mayor placer me proporcionarás. -No hay necesidad de demandarlo, cuando se trata de -<span class="pagenum"><a id="Page_79"></a>[Pg 79]</span> -amigos como somos nosotros. Adiós. Te ruego des un -beso tiernamente en mi nombre a tu querida Lorchen -y a tus niños, y que pienses en mí. ¡Que Dios sea con -vosotros!</p> - -<p>Como siempre tu fiel y verdadero amigo, que te ama.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">B<small>EETHOVEN</small>.</p> - - -<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">A Wegeler</span></p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 17 de febrero de 1827.</p> - -<p>Mi viejo y digno amigo:</p> - -<p>Recibí de Breuning, para mi felicidad, tu segunda carta. -Estoy muy débil todavía para contestarte; pero puedes -pensar que todo lo que me dices ha sido en mi bien, y lo -deseo. En cuanto a mi convalecencia, si puedo llamarla -así, va mejor pero lentamente; se presume que será necesario -esperar la cuarta operación, aun cuando los médicos -no dicen nada de ella. Me revisto de paciencia y pienso -que todo mal nos trae consigo algún bien... ¡Cuántas -cosas querría decirte ahora! Pero estoy demasiado débil, -no puedo más que abrazarte en mi corazón, a ti y a tu -Lorchen. Con amistad verdadera y consagración a ti -y a los tuyos, tu viejo y fiel amigo.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">B<small>EETHOVEN</small>.</p> - - - -<p class="p1 big1 center"><span class="smcap">A Moscheles</span></p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">Viena, 14 de marzo de 1827.</p> - -<p>Mi querido Moscheles:</p> - -<p>El 27 de febrero fuí operado por cuarta vez, y ahora -aparecen de nuevo indicios seguros de que debo esperar -bien pronto una quinta operación. ¿En qué terminará -todo esto? ¿qué será de mí si dura algún tiempo todavía?—En -verdad que es dura la carga que me ha tocado; pero -me conformo a la voluntad del destino, y ruego a Dios -solamente que se digne decidir, en su voluntad divina, -que para todo el largo tiempo en que yo deba sufrir en -vida la muerte, esté al abrigo de las necesidades<a id="FNanchor_99" href="#Footnote_99" class="fnanchor">[99]</a>. -Así tendré fuerza para soportar mi carga, por dura y por -terrible que pueda ser, resignándome a la voluntad del -Altísimo.</p> - -<p>Vuestro amigo,</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">L. <small>V.</small> B<small>EETHOVEN</small>.</p> - - - - -<h3>PENSAMIENTOS DE BEETHOVEN</h3> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_80"></a>[Pg 80]</span></p> - -<p class="p1 center big1">SOBRE MÚSICA.</p> - -<p><em>No hay regla que no se pueda violar a causa de</em> Schoner. -(“Plus beau”)<a id="FNanchor_100" href="#Footnote_100" class="fnanchor">[100]</a>.</p> - -<p>La música debe hacer brotar el fuego en el espíritu de -los hombres.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_81"></a>[Pg 81]</span></p> - -<hr class="r5" /> - -<p>La música es una revelación más alta que la sabiduría -y la filosofía.</p> - -<hr class="r5" /> - -<p>No hay nada más bello que acercarse a la divinidad y -derramar sus irradiaciones sobre la raza humana.</p> - -<hr class="r5" /> - -<p>¿Por qué escribo?—Porque lo que tengo en mi corazón -es preciso que salga fuera, y esto me hace escribir.</p> - -<hr class="r5" /> - -<p>¿Creéis que pienso en un violín sagrado, cuando el Espíritu -me habla y escribo lo que me dicta?</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">(A Schuppanzigh).</p> - -<hr class="r5" /> - -<p>Según mi manera habitual de componer, hasta cuando -se trata de música instrumental tengo siempre el conjunto -delante de mis ojos.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(A Treitschke).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>Escribir sin piano es necesario... Poco a poco va -naciendo la facultad de representarnos lo que deseamos -y sentimos, que es una necesidad tan esencial para los -seres nobles.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(Al archiduque Rodolfo).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>La descripción pertenece a la pintura. Puede también -la poesía, en esto, estimarse feliz (en comparación) con la -música; su dominio no es tan limitado como el mío; -pero, en desquite, el mío se extiende más lejos en otras -regiones. Y no se puede tan fácilmente alcanzar mi -imperio.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(A Wilhelm Gerhard).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>La libertad y el progreso son la finalidad del arte, como -lo son de la vida entera. Si no tenemos nosotros la solidez<span class="pagenum"><a id="Page_82"></a>[Pg 82]</span> -de los maestros de antaño, por lo menos el refinamiento de -la civilización ha ampliado muchos horizontes.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(Al archiduque Rodolfo).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>No tengo costumbre de retocar mis composiciones, -una vez terminadas. No lo he hecho nunca porque estoy -penetrado de esta verdad: que todo cambio parcial -altera el carácter de la composición.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(A Thomson).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>La música pura de las iglesias debería ser ejecutada -solamente por las voces, a excepción del <em>Gloria</em>, o de -algún otro texto de este género. Prefiero por eso a Palestrina; -pero es un absurdo imitarlo sin poseer su espíritu -ni sus concepciones religiosas.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(Al organista Freudenberg).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>Cuando algún alumno vuestro tiene en el piano el juego -de dedos conveniente, la justa medida, y que toca las -notas muy exactamente, fijaos sólo en el estilo y no lo -detengáis por pequeñas faltas, ni se las hagáis notar sino al -fin del trozo.—Este método forma los <em>músicos</em>, lo cual es, -después de todo, una de las primeras finalidades del arte -musical... Para los pasajes (de virtuosismo) hacedle -emplear a su turno todos los dedos... Sin duda, empleando -menos dedos, se obtiene un efecto “perlado”, -como se dice, o “como una perla”; pero a menudo son -más amadas otras joyas<a id="FNanchor_101" href="#Footnote_101" class="fnanchor">[101]</a>.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(A Czerny).</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_83"></a>[Pg 83]</span></p> -<hr class="r5" /> - -<p>Entre los músicos de otros tiempos sólo Haendel, el -alemán, y Sebastián Bach tenían genio.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(Al archiduque Rodolfo, 1819).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>Mi corazón palpita plenamente por el alto y grande -arte de Sebastián Bach, este patriarca de la armonía -(<em>dieses Urvaters der Harmonie</em>).</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(A Hofmeister, 1801).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>En todo tiempo he sido de los más fervientes admiradores -de Mozart, y seguiré siéndolo hasta el fin de mi -vida.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(Al abate Stadler, 1826).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>Estimo vuestras obras por encima de todas las obras -teatrales. Me encuentro en éxtasis cada vez que escucho -una obra vuestra nueva, y en ella tomo más interés -que en las mías propias: verdaderamente os estimo y os -amo... <em>Seréis siempre de mis contemporáneos aquél a -quien más estimo. Si queréis proporcionarme un placer -extremo bastará sólo con que me escribáis algunas líneas, lo -cual me aliviará mucho. El arte une a todas las personas</em>, -y mucho más a los verdaderos artistas; <em>y tal vez os dignéis -también contarme</em> en el número de ellos<a id="FNanchor_102" href="#Footnote_102" class="fnanchor">[102]</a>.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(A Cherubini, 1823).</p> - - - -<p class="p1 center big1">SOBRE CRÍTICA</p> - -<p>Por lo que a mí concierne como artista, no se ha podido -decir nunca que yo haya hecho el menor caso de lo que -se escriba acerca de mí.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(A Schott, 1825).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>Pienso con Voltaire “que algunos piquetes de moscas -no pueden detener a un caballo en su fogosa carrera”.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;"> -(1826).</p> - - -<hr class="r5" /> - -<p>En cuanto a estos imbéciles, no hay más que dejarlos -hablar. Su charlatanería seguramente que no hará a -nadie inmortal, como tampoco privará de la inmortalidad -a ninguno de aquéllos a quienes Apolo la ha concedido.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 3em;">(1801).</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_84"></a>[Pg 84]</span></p> - - -<h3>BIBLIOGRAFÍA</h3> - -<p>Si se desea conocer mejor a Beethoven, se podrá recurrir -a las obras y documentos principales, cuya lista sumaria -es la siguiente:</p> - - -<p class="p1 center big1">I.—SOBRE LAS CARTAS DE BEETHOVEN</p> - -<p>Ludwig Nohl.—<em>Briefe Beethovens</em>, 1865, Stuttgart.</p> - -<p>Ludwig Nohl.—<em>Neue Briefe Beethovens</em>, 1867, Stuttgart.</p> - -<p>Ludwig Ritter von Koechel.—<em>83 Original Briefe L. V. B. -an den Erzherzog Rudolph.</em>, 1865, Viena.</p> - -<p>Alfred Schoene.—<em>Briefe von Beethoven an Marie Graefin -Erdoedy, geb. Graefin Niszky und Mag. Brauchle.</em> 1866, -Leipzig.</p> - -<p>Theodor von Frimmel.—<em>Neue Beethoveniana</em>, 1886.</p> - -<p><em>Katalog der mit der Beethoven-Feier zu Bonn, an 11-15 -mai 1890 verbundenen Ausstellung von Handschriften, -Briefen, Bildnissen, Reliquien Ludwig van Beethoven’s.</em>, 1890, -Bonn.</p> - -<p>La Mara.—<em>Musikerbriefe aus fünf Jahrhunderten.</em>, -1892, Leipzig.</p> - -<p>Dr. A. Christian Kalischer.—<em>Neue Beethoven-Briefe.</em> -1902, Berlín y Leipzig.</p> - -<p>Dr. A. Christian Kalischer.—<em>Beethoven’s Sammtliche -Briefe</em>, Kritische Ausgabe mit Erlaüterungen. 1906, Berlín.</p> - -<p>Dr. Fritz Prelinger.—<em>Beethovens Sammtliche Briefe -und Aufzeichnungen.</em> 1907, Viena y Leipzig, 3 vols.</p> - -<p>Una selección de las cartas de Beethoven fué publicada -en traducción francesa, con introducción y notas de Juan -Chantavoine, en 1904, en París.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_85"></a>[Pg 85]</span></p> - -<p class="p1 center big1">II—SOBRE LA VIDA DE BEETHOVEN.</p> - -<p>Gottfried Fischer.—<em>Manuscrit</em> (Interesante principalmente -para conocer la infancia de Beethoven.—Fischer -murió en Bonn en 1864, y era propietario de la casa en -que vivieron dos generaciones de la familia de Beethoven. -Él y su hermana Cecilia conocieron íntimamente a Beethoven -cuando era niño, y escribieron sus recuerdos, que son -preciosos a condición de que se les use con alguna crítica).—El -manuscrito está en la <em>Beethovenhaus</em> de Bonn. Deiters -(véase adelante) ha publicado algunos extractos de -este manuscrito.</p> - -<p>F.-G. Wegeler und Ferdinand Ries.—<em>Biographische -Notizen ueber Ludwig van Beethoven</em> (precioso sobre todo para -conocer la primera mitad de su vida). 1838, Coblenza. -Traducción francesa de 1862, agotada; reimpresión por -el Dr. Kalischer de 1905.</p> - -<p>Ludwig Nohl.—<em>Eine stille Liebe zu Beethoven.</em> 1857, -Berlín. (Publicación del diario de la señorita Fanny -Giannatasio del Rio, a quien conoció y amó Beethoven -hacia 1816).</p> - -<p>Anton Schindler.—<em>Beethovens Biographie</em>, 1840.—Traducción -francesa de 1866, agotada.—Importante para conocer -la segunda mitad de su vida.</p> - -<p>Anton Schindler.—<em>Beethoven in París</em> 1842. Münster.</p> - -<p>Gerhard von Breuning.—<em>Aus dem Schwarzspanierhause.</em> -1874. (La <em>Schwarzspanierhaus</em> es la casa de Viena donde<span class="pagenum"><a id="Page_86"></a>[Pg 86]</span> -murió Beethoven. Fué destruida durante el invierno -de 1903).</p> - -<p>Moscheles.—<em>The life of Beethoven.</em> 2 vols. 1841, Londres.</p> - -<p>Alexander Wheelock Thayer (traducido del inglés al -alemán y continuado por Hermann Deiters).—<em>Ludwig -van Beethovens Leben</em>, 3 vols.—Comenzado en 1866 e -interrumpido por la muerte del autor en 1897, en Trieste, -donde era Cónsul de los Estados Unidos; la obra -se detiene en el año de 1816.—Deiters resolvió terminarla, -completando los libros ya publicados; pero -solamente el primer volumen de su traducción se ha -publicado hasta hoy.—Es por muchas razones la obra más -importante sobre Beethoven, desde el punto de vista de -la documentación.</p> - -<p>Ludwig Nohl.—<em>Beethovens Leben</em>, 1864-1877. 4 vols.</p> - -<p>Ludwig Nohl.—<em>Beethoven nach den Schilderungen -seiner Zeitgenossen.</em> Stuttgart.</p> - -<p>A. B. Marx.—<em>L. van Beethovens Leben und Schaffen.</em> -1863, 2 vols. 5ª edición aumentada por G. Behncke, 1902, -Berlín.</p> - -<p>Victor Wilder.—<em>Beethoven, sa vie et son oeuvre.</em> 1883.</p> - -<p>Mariam Tenger.—<em>Beethovens unsterbliche Geliebte.</em> 1890.—El -valor histórico de este libro ha sido puesto en duda -algunas veces; pero hasta la fecha no tenemos razones -suficientes para negarle crédito. Mariam Tenger fué la -confidente de los últimos años de Teresa; y es verosímil -que Teresa, vieja ya, debió involuntariamente idealizar -sus recuerdos; el fondo del relato parece exacto.</p> - -<p>A. Ehrhard.—<em>Franz Grillparzer.</em> 1900.</p> - -<p>Theodor von Frimmel.—<em>Ludwig van Beethoven</em> (en la -colección de <em>Berühmte Musiker</em>). 1901, Berlín.</p> - -<p>August Goellerich.—<em>Beethoven</em> (en la colección Die -Musik de R. Strauss), 1903.</p> - -<p>Jean Chantavoine.—<em>Beethoven</em>, 1907.</p> - -<p>Die Musik.—<em>Beethovenhefte</em>, Berlín.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_87"></a>[Pg 87]</span></p> - - -<p class="p1 center big1">III.—SOBRE LA OBRA DE BEETHOVEN.</p> - -<p>Beethoven.—<em>Oeuvres complètes</em>, gran edición crítica, -Breitkopf und Haertel, Leipzig, 38 vols.</p> - -<p>G. Nottebohm.—<em>Thematisches Verzeichniss der im -Druck erschienenen Werke von Ludwig van Beethoven</em>, -1868, Leipzig.</p> - -<p>A.-W. Thayer.—<em>Chronologisches Verzeichniss der Werke -v. B.</em> 1865, Berlín.</p> - -<p>G. Nottebohm.—<em>Ein Skizzenbuch von Beethoven.</em> 1865.</p> - -<p>Nottebohm.—<em>Ein Skizzenbuch von B. aus dem Jahre -1803.</em> 1880.</p> - -<p>Nottebohm.—<em>Beethovens Studien.</em> 1873.</p> - -<p>Nottebohm.—<em>Beethoveniana.</em>—<em>Zweite Beethoveniana.</em> -1872-87.</p> - -<p>George Grove.—<em>Beethoven and his nine Symphonies</em>, -1896, Londres.</p> - -<p>J.-G. Prodhomme.—<em>Les symphonies de Beethoven</em>, 1906.</p> - -<p>Alfredo Colombani.—<em>Le Nove Sinfonie di Beethoven.</em> -1897. Turín.</p> - -<p>Ernst von Elterlein.—<em>B. Klaviersonaten.</em> 5ª edición, -1895.</p> - -<p>Willibald Nagel.—<em>B. und seine Klaviersonaten</em>, 2 vols. -1903-1905.</p> - -<p>Shedlock.—<em>The pianoforte sonata.</em> 1900, Londres.</p> - -<p>Ch. Czerny.—<em>Pianoforte-Schule</em> (Cuarta parte, capítulos -II y III).</p> - -<p>Theodor Helm.—<em>B. Streichquartette</em>, 1885.</p> - -<p>H. de Curzon.—<em>Les lieder et airs détachés de B.</em> 1906.</p> - -<p>Otto Jahn.—<em>Leonore</em>, Klavierauszug mit Text, nach -der zweiten Bearbeitung, 1852.</p> - -<p>Dr. Erich Prieger.—<em>Fidelio</em>, Klavierauszug mit Text, -nach der ersten Bearbeitung, 1906.</p> - -<p>Wilhelm Weber.—<em>B. Missa Solemnis.</em> 1897.</p> - -<p>Prof. Dr. Richard Sternfeld.—<em>Zur Einführung in L. v. -B. Missa Solemnis.</em></p> - -<p>Ignaz von Seyfried.—<em>L. v. B. Studien im Generalbass, -Kontrapunkt, und in der Kompositions Lehre.</em> 1832.</p> - -<p>W. de Lenz.—<em>Beethoven et ses trois styles.</em> (Análisis de -sonatas para piano) (agotado). 1854.</p> - -<p>Oulibicheff.—<em>Beethoven, ses critiques et ses glossateurs</em>, -1857.</p> - -<p>Wasielewski.—<em>Beethoven.</em> 2 vols. 1886, Berlín.</p> - -<p>R. Schumann.—<em>Écrits sur la musique et les musiciens</em>, -primera serie, traducción de H. de Curzon, 1894.</p> - -<p>Richard Wagner.—<em>Beethoven</em>, 1870, Leipzig.</p> - -<p class="p1">La obra musical de Friedrich Wilhelm Rust (1739-1796) -de Dessau, recientemente encontrada gracias a la publicación -que uno de sus nietos ha hecho de algunas de sus -sonatas, es útil de conocer para quienes quieran estudiar -la formación del genio musical de Beethoven. El hijo -más joven de Rust, Wilhelm-Carl, vivió en Viena de -1807 a 1827 y estuvo en relaciones con Beethoven. Rust, -Carlos Felipe Emmanuel Bach y los sinfonistas de Mannheim -han sido los verdaderos precursores de Beethoven.—Véase -<em>Beethoven und die Mannheimer</em> por Hugo Riemann -(<em>Die Musik</em>, 1907-8).</p> - -<p>Son también interesantes de conocer los <em>Lieder de -Neefe</em> (1748-1799), que son enteramente beethovianos -ya, y nuestros músicos de la Revolución, principalmente -Cherubini, cuyo estilo en algunas de sus composiciones -religiosas y dramáticas sirvió a las veces de modelo a -Beethoven.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_88"></a>[Pg 88]</span></p> - -<p class="p1 center big1">IV.—RETRATOS DE BEETHOVEN.</p> - -<p>1789.—<em>Silueta de Beethoven a los diez años de edad.</em> -(En la casa de Beethoven, en Bonn; reproducido en la -Biografía de Frimmel, página 16).</p> - -<p>1791-92.—<em>Miniatura de Beethoven</em> por Gerhard von -Kugelgen. (Propiedad de Georg Henschel, de Londres;<span class="pagenum"><a id="Page_89"></a>[Pg 89]</span> -reproducido en el <em>Musical Times</em> de 15 de diciembre de -1892, página 8).</p> - -<p>1801.—Dibujo de H. Stainhauser, grabado por Johann -Neidl. (Reproducido en <em>Les Musiciens célébres</em>, 1878, -página 267, por Félix Clément; y por Frimmel, página 28).</p> - -<p>1802.—<em>Grabado de Scheffner</em>, tomado de Stainhauser. -(En la casa de Beethoven en Bonn, y reproducido en -<em>Die Musik</em> del 15 de marzo de 1902, página 1145).</p> - -<p>1802.—<em>Miniatura de Beethoven</em> por Christian Hornemann. -(Propiedad de la señora de Breuning, en Viena; -y reproducido por Frimmel, página 31).</p> - -<p>1805.—<em>Retrato de Beethoven</em> por W. J. Maehler. (Propiedad -de Roberto Heimler, de Viena; reproducido en el -<em>Musical Times</em>, página 7; y por Frimmel, página 34).</p> - -<p>1808.—<em>Dibujo de L. F. Schnorr de Carolsfeld</em>, litografiado -por J. Bauer. (Casa de Beethoven en Bonn).</p> - -<p>1812.—<em>Mascarilla de Beethoven</em>, moldeada por Franz -Klein.</p> - -<p>1812.—<em>Busto de Beethoven</em>, por Franz Klein, según la -mascarilla. (Propiedad del fabricante de pianos E. Streicher, -de Viena. Reproducido por Frimmel, página 46; y en el -<em>Musical Times</em>, página 19).</p> - -<p>1814.—<em>Dibujo de L. Letronne</em>, grabado por Blasius -Hoefel. (El más hermoso retrato de Beethoven; la casa -de Beethoven, en Bonn, posee el ejemplar que él mismo -regaló a Wegeler. Reproducido por Frimmel, página 51, -y por el <em>Musical Times</em>, página 21).</p> - -<p>1815.—<em>Dibujo de L. Letronne</em>, grabado por Riedel. -(Reproducido en <em>Die Musik</em>, página 1147).</p> - -<p>1815.—<em>Segundo retrato de Beethoven</em> por Maehler. -(Propiedad de Ign. von Gleichenstein, de Fribourg-de-Brisgovia.—Hay -una reproducción en la casa de Beethoven, -en Bonn).</p> - -<p>1815.—<em>Retrato de Beethoven</em> por Christian Heckel.(Pro<span class="pagenum"><a id="Page_90"></a>[Pg 90]</span>piedad -de J.-F. Heckel, de Mannheim; y reproducción -en la casa de Beethoven en Bonn).</p> - -<p>1818.—<em>Grabado según el dibujo de Beethoven</em> por Aug. -von Kloeber. (Reproducido en el <em>Musical Times</em>, página -25).—El dibujo original de Kloeber está en la colección -del Dr. Erich Prieger, en Bonn.</p> - -<p>1819.—<em>Retrato de Beethoven</em>, por Ferdinand Schimon. -(En la casa de Beethoven, en Bonn; reproducido en <em>Die -Musik</em>, página 1149; por Frimmel, página 63; y por el -<em>Musical Times</em>, página 29).</p> - -<p>1819.—<em>Retrato de Beethoven</em> por K. Joseph Stieler. -(Propiedad de Alex. Meyer Cohn, de Berlín, y reproducido -por Frimmel en la página 71).</p> - -<p>1821.—<em>Busto de Beethoven</em> por Anton Dietrich (Propiedad -de Leopoldo Schroetter de Kristelli; reproducción -en la casa de Beethoven en Bonn).</p> - -<p>1824-26.—<em>Dibujos-caricaturas de Beethoven paseando</em>, -por J.-P. Lyser (Originales propiedad de la <em>Gesellschaft -der Musikfreunde</em>, de Viena; reproducidos por Frimmel, -página 67; y por el <em>Musical Times</em>, página 15).</p> - -<p>1823.—<em>Dibujos-caricaturas de Beethoven paseando</em>, por -Jos. van Boehm. (Reproducidos por Frimmel, página 70).</p> - -<p>1823.—<em>Retrato de Beethoven</em> por Waldmueller. (Propiedad -de Breitkopf y Haertel, de Leipzig; reproducido -por Frimmel, página 72).</p> - -<p>1825-26.—<em>Dibujo de Beethoven</em>, por Stefan Decker. -(Propiedad de Georg Decker, de Viena; reproducción en la -casa de Beethoven, en Bonn).</p> - -<p>1826.—<em>Dibujo de B.</em> por A. Dietrich, litografiado por -Jos. Kriehuber. (Reproducido por Frimmel, página 73).</p> - -<p>1826.—<em>Busto de Beethoven a la antigua</em>, por Schaller. -(Propiedad de la Sociedad Filarmónica de Londres; -copia en la casa de Beethoven, en Bonn; reproducido -por Frimmel, página 74, y en el <em>Musical Times</em>).</p> - -<p>1827.—<em>Boceto de Beethoven en su lecho de muerte</em>, por<span class="pagenum"><a id="Page_91"></a>[Pg 91]</span> -Jos. Danhauser. (Propiedad de A. Artaria, de Viena; -reproducido en la <em>Allgemeine Musik-Zeitung</em>, de 19 de -abril de 1901).</p> - -<p>1827.—<em>Tres bocetos de Beethoven en su lecho de muerte</em>, -por Teltscher. (Propiedad del Dr. Aug. Heymann; publicados -por Frimmel; reproducidos en el <em>Courrier musical</em>, -de 15 de noviembre de 1909).</p> - -<p>1827.—<em>Mascarilla de Beethoven muerto</em>, moldeada por -Danhauser (Casa de Beethoven, en Bonn).</p> - -<p>Numerosos retratos de Beethoven han sido hechos después -de su muerte. La obra más notable que se le ha -consagrado es el monumento de Max Klinger (Viena, 1902).</p> - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_86" href="#FNanchor_86" class="label">[86]</a> Heiligenstadt es un barrio de Viena. Beethoven estaba allí por -una temporada.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_87" href="#FNanchor_87" class="label">[87]</a> El nombre fué olvidado en el manuscrito.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_88" href="#FNanchor_88" class="label">[88]</a> A propósito de esta queja dolorosa, quiero hacer una observación, -que creo no ha sido hecha antes nunca. Se sabe que, al final del segundo -trozo de la <em>Sinfonía pastoral</em>, la orquesta hace escuchar el canto -del ruiseñor, del cuco y de la codorniz; y puede decirse, además, que -casi toda la sinfonía está tejida de cantos y de murmullos de la naturaleza. -Los tratadistas de estética han discutido mucho acerca de la -cuestión de saber si se debía o no aprobar estos ensayos de música -imitativa. Ninguno de ellos advirtió que Beethoven no imitaba nada, -puesto que nada oía: creaba en su espíritu un mundo que había muerto -para él. Y esto es lo que hace más conmovedora esa evocación de -los pájaros, puesto que el único modo que le quedaba de escucharlos -era haciéndolos cantar dentro de sí mismo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_89" href="#FNanchor_89" class="label">[89]</a> Probablemente escrita en 1801.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_90" href="#FNanchor_90" class="label">[90]</a> Stephan von Breuning.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_91" href="#FNanchor_91" class="label">[91]</a> Zmeskall (?). Era secretario áulico en Viena y fué siempre muy -adicto a Beethoven.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_92" href="#FNanchor_92" class="label">[92]</a> Op. 18, número 1.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_93" href="#FNanchor_93" class="label">[93]</a> Nohl, en su edición de las <em>Lettres de Beethoven</em>, ha suprimido las -palabras: <em>und den Schöpfer</em> (y el Creador).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_94" href="#FNanchor_94" class="label">[94]</a> Eleonora.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_95" href="#FNanchor_95" class="label">[95]</a> Me ha parecido que no carece de interés reproducir las dos cartas -siguientes, porque hacen conocer a estas excelentes personas, los -más fieles amigos de Beethoven. Por los amigos se puede juzgar al -hombre.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_96" href="#FNanchor_96" class="label">[96]</a> Se notará que los amigos de este tiempo, aun cuando se estimasen -mucho, tenían afecciones menos impacientes que las nuestras. -Beethoven contesta a Wegeler diez meses después de recibida su carta.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_97" href="#FNanchor_97" class="label">[97]</a> Beethoven no dudaba que escribía entonces su última obra: -el segundo <em>finale</em> de su cuarteto, op. 130. Estaba en la casa de su hermano, -en Gneixendorf, cerca de Krems, en el Danubio.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_98" href="#FNanchor_98" class="label">[98]</a> Duque de Achat (?).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_99" href="#FNanchor_99" class="label">[99]</a> Beethoven, a punto de carecer de dinero, se había dirigido a la -Sociedad Filarmónica de Londres y a Moscheles, que estaba por entonces -en Inglaterra, tratando de organizar un concierto en su beneficio. -La Sociedad tuvo la generosidad de enviarle inmediatamente cien libras -esterlinas, a cuenta; y él se sintió conmovido hasta el fondo de -su corazón. “Era un espectáculo desgarrador, dice un amigo, verlo -cuando recibió esta carta unir las manos y sollozar de alegría y de gratitud”. -En la emoción, la herida volvió a abrirse. Quiso todavía dictar -una carta para dar gracias a los “nobles ingleses, que se habían interesado -por su triste suerte”; les prometía una obra: su Décima Sinfonía, -una obertura, todo lo que quisieran. “Nunca hasta hoy, decía, comenzaré -una obra con tanto amor como la haré para ellos”. Esta carta es -del 18 de marzo, y el 26 había muerto.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_100" href="#FNanchor_100" class="label">[100]</a> En francés en el texto, menos la última palabra.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_101" href="#FNanchor_101" class="label">[101]</a> “La ejecución de Beethoven, como pianista, no era correcta, -y su digitación tenía a menudo faltas; la calidad del sonido era descuidada. -Pero ¿quién iba a pensar en el ejecutante? Absorbían desde -luego sus pensamientos, de cualquier manera que sus manos los expresaran”. -(Barón de Trémont, 1809).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_102" href="#FNanchor_102" class="label">[102]</a> Las palabras subrayadas están en francés en el original.—Ya -hemos dicho antes que esta carta Cherubini no la contestó nunca.</p></div> -</div> -</div> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_92"></a>[Pg 92]<br /><a id="Page_93"></a>[Pg 93]</span></p> -<p class="half-title">VIDA DE MIGUEL ÁNGEL</p> -</div> - - -<div class="chapter"> -<div class="figcenter illowp53" id="p95ilo" style="max-width: 15.6875em;"> - <img class="w100" src="images/p95ilo.jpg" alt="p95ilo" /> -</div> -</div> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_94"></a>[Pg 94]<br /><a id="Page_95"></a>[Pg 95]</span></p> -<h2 class="nobreak">INTRODUCCIÓN</h2> - -<p>Hay en el <em>Museo Nazionale</em> de Florencia una estatua -de mármol que Miguel Ángel llamaba el Vencedor. -Es un joven desnudo, de cuerpo hermoso y con los -cabellos en bucles sobre la frente. De pie y erguido, apoya la -rodilla sobre la espalda de un prisionero barbudo que estira -la cabeza hacia adelante, como un buey. Pero el vencedor -no lo mira. En el instante de ir a lanzar el golpe, se -detiene, con expresión de tristeza en la boca y con los ojos -indecisos. Su brazo se repliega hacia el hombro. Se echa -hacia atrás; ya no quiere la victoria, como si le repugnara: -Ha vencido y está vencido.</p> - -<p>Esta imagen de la Duda heroica, esta Victoria con las<span class="pagenum"><a id="Page_96"></a>[Pg 96]</span> -alas rotas, que de todas las obras de Miguel Ángel fué la -única que permaneció hasta la muerte del artista en su -taller de Florencia, y con la cual el confidente de sus pensamientos, -Daniel de Volterra, quería decorar su catafalco, -es el mismo Miguel Ángel y el símbolo de toda su vida.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>El sufrimiento es infinito y asume todas las formas. -Unas veces lo causa la tiranía ciega de las cosas: la miseria, -las enfermedades, las injusticias de la suerte, la maldad -de los hombres. Otras tiene su asiento en el mismo ser. -No es entonces menos lastimoso ni menos fatal, porque -nadie tiene la elección de su propio ser, nadie ha pedido -vivir ni ser lo que es.</p> - -<p>Este último sufrimiento fué el de Miguel Ángel. Tuvo -la fuerza, tuvo la rara fortuna de ser forjado para luchar -y vencer, y venció.—Pero ¿y qué? No quería la victoria. -No era eso lo que quería.—¿Tragedia de Hamlet? ¡Terrible -contradicción entre un genio heroico y una voluntad que -no lo era, entre pasiones imperiosas y una voluntad que no -quería!</p> - -<p>Nosotros no veremos en esto, como otros muchos, una -grandeza más. Nunca diremos que porque un hombre -es demasiado grande, el mundo no le basta. La inquietud -de espíritu no es un signo de grandeza. Toda falta de -armonía entre el ser y las cosas, entre la vida y sus leyes, -aun en los grandes hombres, no se debe a su grandeza, -sino a su debilidad. ¿Por qué tratar de ocultar esta debilidad? -¿El más débil es menos digno de amor? Al contrario, -es más digno de amor, porque lo necesita. Yo no elevo -estatuas a los héroes inaccesibles. Odio el idealismo cobarde -que aparta las miradas de las miserias de la vida y de -las debilidades del alma.</p> - -<p>Es preciso que el pueblo, tan sensible para las ilusiones<span class="pagenum"><a id="Page_97"></a>[Pg 97]</span> -falaces de las palabras sonoras, sepa que la mentira heroica -es una cobardía. No hay más que un heroísmo en el mundo: -verlo tal como es... y amarlo.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Lo trágico del destino que presento aquí, es que ofrece -la imagen de un sufrimiento innato, que viene de lo más -hondo del ser, que lo roe sin tregua y no lo abandona -sino hasta haberlo destruido. Uno de los tipos más poderosos -de esta gran raza humana, que desde hace diecinueve -siglos llena el Occidente con sus gritos de dolor -y de fe, es el cristiano.</p> - -<p>Un día, en lo futuro, en el fin de los siglos (si se conserva -todavía el recuerdo de nuestra tierra), un día, los que -entonces existan se inclinarán sobre el abismo de esta -raza desaparecida, como Dante en la orilla de Malebolge, -con una mezcla de admiración, de horror y de piedad.</p> - -<p>Pero nadie lo sentirá mejor que nosotros, los que sufrimos -desde niños esas angustias, los que hemos visto debatirse -en ellas a nuestros seres más queridos; nosotros, los -que hemos sentido en la garganta el olor acre y embriagador -del pesimismo cristiano, los que hemos tenido que hacer -a veces esfuerzos para no ceder, como algunos otros, en -los momentos de duda, ¡al vértigo de la Nada Divina!</p> - -<p>¡Dios! ¡Vida eterna! ¡Refugio de los que no logran vivir -aquí abajo! ¡Fe, que no es con frecuencia más que falta -de fe en la vida, falta de fe en el porvenir, falta de fe en sí -mismo, falta de valor y falta de alegría! ¡Nosotros sabemos -sobre cuántas derrotas está fundada vuestra dolorosa -victoria!...</p> - -<p>Por eso os amo, cristianos, porque os compadezco. Os -compadezco y admiro vuestra melancolía. Vosotros -entristecéis el mundo, pero lo embellecéis. El mundo -sería más pobre sin vuestro dolor. ¡En esta época de co<span class="pagenum"><a id="Page_98"></a>[Pg 98]</span>bardes, -que tiemblan frente al dolor y reivindican ruidosamente -su derecho a la felicidad, que no es a menudo -más que el derecho a la desdicha de los demás, atrevámonos -a ver de frente al dolor y a venerarlo! Alabada sea la -alegría y alabado el dolor. La una y el otro son hermanos, -y los dos son santos. Forjan el mundo e impulsan a las -almas grandes. Son la fuerza, son la vida, son Dios. Quien -no los ama a entrambos, no ama a ninguno de ellos. Y el -que los ha probado, sabe el valor de la vida, y la dulzura -de abandonarla.</p> - -<p class="right" style="padding-right: 2em;">R<small>OMAIN</small> R<small>OLLAND</small></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p98ilo" style="max-width: 5.625em;"> - <img class="w100" src="images/p98ilo.jpg" alt="p98ilo" /> -</div> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_99"></a>[Pg 99]</span></p> - -<div class="figcenter illowp61" id="p99ilo" style="max-width: 17.8125em; margin-top: 4em;"> - <img class="w100" src="images/p99ilo.jpg" alt="p99ilo" /> -</div> -</div> - -<h2 class="nobreak">MIGUEL ÁNGEL</h2> - - -<p class="p1">Era un burgués florentino, de esa Florencia de palacios -sombríos, de torres que surgen como lanzas, de colinas -esbeltas y secas, finamente cinceladas sobre el cielo -color de violeta, con los husos negros de sus cipreses pequeños -y la banda de plata de los olivos que se estremecen como -olas; de esa Florencia de aguda elegancia, donde el rostro -pálido e irónico de Lorenzo de Médicis, y Maquiavelo, -de boca grande y astuta, satirizaban la <em>Primavera</em> y las -Venus cloróticas de Botticelli, de cabelleras de oro pálido; -de esa Florencia febril, orgullosa, neurótica, presa de todos -los fanatismos, sacudida por todas las histerias religiosas<span class="pagenum"><a id="Page_100"></a>[Pg 100]</span> -o sociales, donde todos eran libres y todos eran tiranos, -donde era tan dulce vivir y la vida era un infierno; de -esa ciudad de ciudadanos inteligentes, intolerantes, entusiastas, -rencorosos, de lengua acerada, de espíritu desconfiado, -que se espiaban entre sí, tenían celos unos de otros -y se devoraban mutuamente; de esa ciudad donde no cabía -el espíritu libre de Leonardo; donde Botticelli terminaba -en el misticismo alucinado de un puritano de Escocia; -donde Savonarola, con su perfil cabrío y sus ojos ardientes, -hacía bailar en ronda a los monjes, alrededor de la hoguera -en que quemaba las obras de arte, y donde, tres años más -tarde, se volvía a levantar la hoguera para quemar al -profeta.</p> - -<p>Fué de esa ciudad y de ese tiempo con todos sus prejuicios, -sus pasiones y su ardor.</p> - -<p>Con seguridad no era afectuoso para sus compatriotas. -Su genio de anchos pulmones, hecho para el aire libre, -despreciaba el arte de cenáculos, el estilo amanerado, el -realismo vulgar, el sentimentalismo, la mórbida sutileza. -Los trataba rudamente, pero los amaba; no tenía para su -patria la indiferencia sonriente de Leonardo.</p> - -<p>Lejos de Florencia, lo devoraba la nostalgia<a id="FNanchor_103" href="#Footnote_103" class="fnanchor">[103]</a>. Toda -su vida agotó sus esfuerzos en vano para vivir en Florencia. -Estuvo con Florencia en las horas trágicas de la guerra, -y quiso “volver aunque fuera muerto, ya que no había -podido vivo”<a id="FNanchor_104" href="#Footnote_104" class="fnanchor">[104]</a>.</p> - -<p>Como viejo florentino estaba orgulloso de su sangre y -<span class="pagenum"><a id="Page_101"></a>[Pg 101]</span>de su raza, más que de su mismo genio<a id="FNanchor_105" href="#Footnote_105" class="fnanchor">[105]</a>. No permitía -que se le considerase como a un artista:</p> - -<p>“Yo no soy el escultor Michelagniolo, soy Michelagniolo -Buonarroti”<a id="FNanchor_106" href="#Footnote_106" class="fnanchor">[106]</a>.</p> - -<p>Espíritu aristocrático, tenía todos los prejuicios de casta -y aun llegaba a decir que “el arte debería ser ejercido -por los nobles y no por los plebeyos”<a id="FNanchor_107" href="#Footnote_107" class="fnanchor">[107]</a>.</p> - -<p>Tenía de la familia un concepto religioso, antiguo, casi -bárbaro; le sacrificaba todo, y quería que los demás -hicieran lo mismo. Habríase, decía, “vendido por ella como -esclavo”<a id="FNanchor_108" href="#Footnote_108" class="fnanchor">[108]</a>. El afecto intervenía muy poco en ello.</p> - -<p>En 1515, con motivo del viaje de León X a Florencia, Buonarroto, -hermano de Miguel Ángel, fué nombrado <em>comes palatinus</em> y los Buonarroti -recibieron el privilegio de poner en sus armas la palla de los Médicis -con tres flores de lis y la cifra del Papa.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_102"></a>[Pg 102]</span></p> - -<p>Despreciaba a sus hermanos, que bien lo merecían. Despreciaba -a su sobrino, heredero suyo. Pero en éste, en ellos, -respetaba a los representantes de su raza. Esta palabra -aparece sin cesar en sus cartas: “...nuestra raza, -<em>la nostra gente</em>... sostener nuestra raza... que nuestra -raza no muera...”.</p> - -<p>Tuvo todas las supersticiones, todos los fanatismos de -esta raza dura y fuerte, que fué la arcilla de que se formó -su ser. Pero de esta arcilla surgió el fuego que todo lo -purifica: el genio.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Quien no crea en el genio, quien no sepa qué es, que -mire a Miguel Ángel. Ningún hombre ha sido dominado -por el genio como él. Este genio no parecía que fuera de -su misma naturaleza. Era un conquistador que se había -arrojado sobre él y lo tenía sujeto. Su voluntad no intervenía -allí para nada, y, casi se podría decir, tampoco su -espíritu ni su corazón. Era una exaltación frenética, una -vida formidable en un cuerpo y una alma demasiado débiles -para contenerla. Vivía en un furor continuo. El sufrimiento -de este exceso de fuerza lo llenaba y lo hacía trabajar, -obrar sin descanso, sin una hora de reposo.</p> - -<p>“Me agoto trabajando, como ningún hombre lo ha hecho -nunca, escribía; no pienso más que en trabajar día y noche”.</p> - -<p>Esta necesidad de actividad enfermiza no solamente lo -hacía acumular las tareas y aceptar más trabajo del que -podía ejecutar: degeneraba en manía; quería esculpir -montañas. Si tenía que construir un monumento, perdía -años enteros en las canteras, escogiendo los bloques y construyendo -caminos para el transporte; quería ser todo: ingeniero, -obrero, tallador de piedras; quería hacerlo todo -por sí mismo, elevar palacios e iglesias él solo. Era una -vida de forzado. No se concedía ni el tiempo necesario<span class="pagenum"><a id="Page_103"></a>[Pg 103]</span> -para comer y dormir. A cada instante, en sus cartas, -aparece esta repetición lamentable:</p> - -<p>“Apenas tengo tiempo para comer... No tengo tiempo -ni para comer... desde hace doce años la fatiga aniquila -mi cuerpo, carezco de lo indispensable... No tengo ni -un centavo, estoy desnudo, sufro penas innumerables... -Vivo entre penas y miseria... lucho con la miseria...”<a id="FNanchor_109" href="#Footnote_109" class="fnanchor">[109]</a>.</p> - -<p>Esta miseria era imaginaria. Miguel Ángel era rico, se -hizo rico, muy rico<a id="FNanchor_110" href="#Footnote_110" class="fnanchor">[110]</a>. ¿Pero de qué le servía serlo? Vivía -como pobre uncido a su tarea, como un caballo de -molino. Nadie podía comprender por qué se torturaba -así; nadie podía comprender que no estaba en su poder -dejar de torturarse, que esto era una necesidad para él. -Su mismo padre, que se le parecía en muchos rasgos, se lo -reprochaba:</p> - -<p>“Tu hermano me ha dicho que vives con gran economía, -y hasta de una manera miserable: La economía es buena, -pero la miseria es mala; es un vicio que disgusta a Dios -y a los hombres, y que perjudicará tu alma y tu cuerpo. -Mientras seas joven, podrá pasar; pero cuando no lo seas, -las enfermedades y los achaques que haya producido esta -vida mala y miserable, saldrán todos a luz. Evita la -miseria, vive con moderación, cuida de que no te falte -lo necesario, guárdate del exceso de trabajo...”<a id="FNanchor_111" href="#Footnote_111" class="fnanchor">[111]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_104"></a>[Pg 104]</span></p> - -<p>Pero ningún consejo pudo nada. Nunca consintió en -tratarse de una manera más humana. Se alimentaba con -un poco de pan y de vino; dormía algunas horas apenas. -Cuando estaba en Bolonia, trabajando en la estatua de -bronce de Julio II, no tenía más que un lecho para él -y sus tres ayudantes<a id="FNanchor_112" href="#Footnote_112" class="fnanchor">[112]</a>. Se acostaba vestido y con las -las botas puestas. Una vez se le hincharon las piernas, -hubo que cortar las botas, y al quitárselas se le arrancaba -la piel de las piernas.</p> - -<p>Esta higiene espantosa hizo que constantemente estuviera -enfermo como su padre se lo había advertido. Se -descubren en sus cartas indicios de catorce o quince enfermedades -graves<a id="FNanchor_113" href="#Footnote_113" class="fnanchor">[113]</a>. Tenía calenturas, que lo pusieron -más de una vez al borde del sepulcro. Sufría de los ojos, -de los dientes, de la cabeza y del corazón<a id="FNanchor_114" href="#Footnote_114" class="fnanchor">[114]</a>. Lo roían -las neuralgias, sobre todo cuando dormía; el sueño era -<span class="pagenum"><a id="Page_105"></a>[Pg 105]</span>para él un sufrimiento. Desde muy temprano fué un viejo. -A los cuarenta y dos años, se sentía decrépito<a id="FNanchor_115" href="#Footnote_115" class="fnanchor">[115]</a>. A los -cuarenta y ocho años, escribe que si trabaja un día tiene -que descansar cuatro<a id="FNanchor_116" href="#Footnote_116" class="fnanchor">[116]</a>. Rehusaba obstinadamente -dejarse atender por ningún médico.</p> - -<p>Todavía más que su cuerpo, su espíritu sufre las consecuencias -de esta vida de trabajo de forzado. El pesimismo -lo minaba. Era en él un mal hereditario. En su juventud -se fatigaba tranquilizando a su padre, quien parece -haber tenido a veces accesos de delirio de persecución<a id="FNanchor_117" href="#Footnote_117" class="fnanchor">[117]</a>. -Pero estaba él mismo más enfermo que aquél a quien -pretendía tranquilizar. Esta actividad sin tregua, esta -fatiga aplastante, sin descanso, lo entregaban indefenso -a todas las aberraciones de su espíritu, que temblaba con -toda clase de sospechas. Desconfiaba de sus enemigos. -Desconfiaba de sus amigos<a id="FNanchor_118" href="#Footnote_118" class="fnanchor">[118]</a>. Desconfiaba de sus padres, -de sus hermanos, de su hijo adoptivo, porque tenía sospechas -de que esperaban con impaciencia su muerte.</p> - -<p>Todo le inquietaba<a id="FNanchor_119" href="#Footnote_119" class="fnanchor">[119]</a>; su propia gente se burlaba de -<span class="pagenum"><a id="Page_106"></a>[Pg 106]</span>su eterna inquietud<a id="FNanchor_120" href="#Footnote_120" class="fnanchor">[120]</a>. Vivía como él mismo dice -“en un estado de melancolía o más bien de locura”<a id="FNanchor_121" href="#Footnote_121" class="fnanchor">[121]</a>. -A fuerza de sufrir había acabado por encontrar una especie -de gusto en el sufrimiento, una amarga alegría:</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1">“Y más me gusta lo que más me daña”.<br /> -<em>E più mi giova dove più mi nuoce</em><a id="FNanchor_122" href="#Footnote_122" class="fnanchor">[122]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p>Todo se había hecho para él un motivo de sufrimiento. -Hasta el amor<a id="FNanchor_123" href="#Footnote_123" class="fnanchor">[123]</a>, hasta el bien<a id="FNanchor_124" href="#Footnote_124" class="fnanchor">[124]</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1">“Mi alegría es la melancolía”.<br /> -<em>La mia allegrez’ è la maninconia</em><a id="FNanchor_125" href="#Footnote_125" class="fnanchor">[125]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p>Nadie fué menos hecho para la alegría y mejor conformado -para el dolor. El dolor era lo único que veía, lo único -que sentía en el inmenso universo. Todo el pesimismo del -mundo se resume en este grito de desesperación, de una -injusticia sublime:</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1">“Mil placeres no valen un tormento”.<br /> -<em>Mille piacer non vaglion un tormento</em><a id="FNanchor_126" href="#Footnote_126" class="fnanchor">[126]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_107"></a>[Pg 107]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>“Su energía devoradora, dice Condivi, lo separó casi -completamente de toda sociedad humana”.</p> - -<p>Vivió solo. Odió y fué odiado. Amó y no fué amado. -Se le admiraba y se le temía. Al fin, llegó a inspirar un -respeto religioso y a dominar a su siglo. Entonces se -apacigua un poco. Ve a los hombres desde arriba y los -hombres lo ven desde abajo. Mas nunca es uno de ellos; -nunca alcanza el reposo, la dulzura que se concede al más -humilde de los seres, de poder durante un minuto de su -vida adormecerse en el afecto de otra persona, formar -con dos almas distintas una sola personalidad. No le fué -concedido el amor de una mujer; en este cielo desierto -luce únicamente, por un instante, la estrella fría y pura de -la amistad de Vittoria Colonna. En torno suyo es la noche -que surcan los meteoros ardientes de sus pensamientos, -sus deseos y sus sueños delirantes. Beethoven no conoció -nunca una noche semejante. Es que esta noche estaba -en el corazón mismo de Miguel Ángel. Beethoven triste por -culpa del mundo, pero alegre por naturaleza, aspiraba -a la alegría. Miguel Ángel tenía en sí mismo la tristeza -que causa miedo a los hombres y de la cual todos huyen -por instinto. Hacía el vacío a su alrededor.</p> - -<p>Y esto no era nada todavía. Lo peor no era estar solo: -lo peor era estar solo consigo mismo y no poder vivir en -esta compañía; no ser dueño de sí mismo, renegarse, -combatirse y destruirse a sí mismo. Su genio estaba ligado -con un alma que lo traicionaba. Se habla algunas veces -de la fatalidad que se encarnizó en contra suya y le impidió -realizar sus grandes designios. Esta fatalidad fué él mismo. -Lo que explica toda la tragedia de su vida, la llave de su -infortunio—lo que se ha visto menos, o menos se ha tenido -el valor de ver—es su falta de voluntad y su debilidad de -carácter.</p> - -<p>Era indeciso en arte, en política, en todas sus acciones<span class="pagenum"><a id="Page_108"></a>[Pg 108]</span> -y en todos sus pensamientos. Entre dos obras, dos proyectos -o dos partidos, no podía decidirse a escoger, como -lo demuestra la historia del monumento de Julio II, de la -fachada de San Lorenzo, de los sepulcros de los Médicis. -Comenzaba y no llegaba al fin. Quería y no quería. Apenas -había hecho la elección comenzaba a dudar. Se -extinguía su vida y él no terminaba nada. Todo le disgustaba. -Se pretende que sus trabajos eran para él una -imposición y se hace recaer sobre sus amos la responsabilidad -de esta fluctuación perpetua de un proyecto a otro, -sin considerar que sus amos no hubieran tenido ningún -medio de imponerse si él se hubiera resistido. Pero no -se atrevía.</p> - -<p>Era débil. Era débil de todos modos, por virtud y por -timidez. Era débil por conciencia. Se atormentaba con -mil escrúpulos que una naturaleza más enérgica hubiera -rechazado. Se creía obligado, por un sentimiento exagerado -de su responsabilidad, a cumplir trabajes mediocres, que -cualquier contramaestre hubiera hecho mejor en lugar -suyo<a id="FNanchor_127" href="#Footnote_127" class="fnanchor">[127]</a>. No sabía ni cumplir sus compromisos ni -olvidarlos<a id="FNanchor_128" href="#Footnote_128" class="fnanchor">[128]</a>.</p> - -<p>Era débil por prudencia y por temor. El mismo hombre -a quien Julio II llamaba el terrible—<em>terribile</em>—era calificado -por Vasari de prudente, demasiado prudente; y el que -inspiraba miedo a todos, hasta a los Papas, tenía miedo de -todos<a id="FNanchor_129" href="#Footnote_129" class="fnanchor">[129]</a>. Era débil con los Príncipes. Y sin embargo -<span class="pagenum"><a id="Page_109"></a>[Pg 109]</span>nadie despreciaba tanto como él a los que eran débiles con -ellos, “los asnos de albarda de los Príncipes”, como él -mismo los llamaba<a id="FNanchor_130" href="#Footnote_130" class="fnanchor">[130]</a>. Quería huir de los Papas, pero -se quedaba y obedecía<a id="FNanchor_131" href="#Footnote_131" class="fnanchor">[131]</a>. Toleraba las cartas injuriosas -de sus amos y les respondía humildemente<a id="FNanchor_132" href="#Footnote_132" class="fnanchor">[132]</a>. Se sublevaba -por instantes, hablaba orgullosamente, pero -siempre cedía; hasta su muerte se debatió, sin fuerza -para luchar. Clemente VII, que contra la opinión corriente, -fué de todos los papas el que tuvo más bondades para -con él conocía sus debilidades y lo compadecía<a id="FNanchor_133" href="#Footnote_133" class="fnanchor">[133]</a>.</p> - -<p>Perdía toda dignidad en asuntos de amor. Se humillaba -ante pícaros como Febo di Poggio<a id="FNanchor_134" href="#Footnote_134" class="fnanchor">[134]</a>. Trataba -de “poderoso genio” a un ser amable, pero mediocre, como -Tommaso de Cavalieri<a id="FNanchor_135" href="#Footnote_135" class="fnanchor">[135]</a>.</p> - -<p>El amor hace cuando menos que sus debilidades sean -conmovedoras. No son más que tristemente dolorosas: -no es posible atreverse a decir vergonzosas, cuando el -miedo es lo que las causa. Sufre bruscamente terrores -pánicos. Entonces huye de un extremo a otro de Italia, -<span class="pagenum"><a id="Page_110"></a>[Pg 110]</span>perseguido por el miedo. Huye de Florencia, en 1494, -aterrorizado por una visión. Huye de Florencia, en 1529, -de Florencia, que estaba sitiada y a la cual estaba encargado -de defender. Huye hasta Venecia. Está próximo -a huir hasta Francia. Se avergüenza en seguida de tal -extravío, y lo repara volviendo a la ciudad sitiada, donde -cumple su deber hasta el fin del asedio. Pero después -de la toma de Florencia, cuando comienzan las proscripciones, -vuelve a sentirse débil y a temblar; llega hasta -cortejar a Valori, el proscriptor, el que acababa de hacer -morir a su amigo, el noble Battista della Palla; llega hasta -renegar de sus amigos los desterrados florentinos<a id="FNanchor_136" href="#Footnote_136" class="fnanchor">[136]</a>.</p> - -<p>Tiene miedo. Se avergüenza mortalmente de su miedo. -Se desprecia. Cae enfermo, disgustado de sí mismo, quiere -morir. Se cree que va a morir<a id="FNanchor_137" href="#Footnote_137" class="fnanchor">[137]</a>.</p> - -<p>Pero no puede morir. Hay en él una fuerza rabiosa de -vida que renace diariamente para sufrir más. ¡Si al menos -pudiera desprenderse de la vida activa! Pero eso le está -<span class="pagenum"><a id="Page_111"></a>[Pg 111]</span>vedado. No puede dejar de obrar. Es preciso que obre. -¿Es realmente un sujeto activo? No, más bien es un sujeto -pasivo, arrastrado en el ciclón de sus pasiones furiosas y -contradictorias, como un condenado del Dante.</p> - -<p>¡Cuánto debió sufrir!</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>Oilmè, oilmè, pur riterando<br /> -Vo’l mio passato tempo e non ritruovo<br /> -In tutto un giorno che sie stato mio!</em><a id="FNanchor_138" href="#Footnote_138" class="fnanchor">[138]</a>.</p> -</div> -</div> - - -<p class="indent5">“¡Ay de mí! ¡Ay de mí!<br /> -En todo mi pasado no encuentro<br /> -ni un solo día que haya sido mío!”</p> - -<p class="p1">Dirigía a Dios llamamientos desesperados:</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>O Dio, o Dio, o Dio,<br /> -Chi più di me potessi, che poss’io?</em><a id="FNanchor_139" href="#Footnote_139" class="fnanchor">[139]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p class="indent5">“¡Oh Dios, oh Dios, oh Dios!<br /> -¿quién puede más en mí que yo mismo?”</p> - -<p class="p1">Si estaba hambriento de morir, era que veía en la muerte -el fin de esta esclavitud enloquecedora. ¡Con cuánta -envidia habla de los muertos! “Vosotros no teméis ya -los cambios del ser y del deseo... El curso de las horas -no os inquieta; la necesidad o el azar no os impulsan... -Apenas puedo escribirlo sin envidia”<a id="FNanchor_140" href="#Footnote_140" class="fnanchor">[140]</a>.</p> - -<p>¡Morir! ¡No ser ya nada! ¡No ser ya nadie! ¡Huir de la -tiranía de las cosas! ¡Escapar a la alucinación de sí mismo!</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1">“¡Ah! Haced que yo no vuelva más a mí mismo”.<br /> -<em>De fate, c’a me stesso più non torni!</em><a id="FNanchor_141" href="#Footnote_141" class="fnanchor">[141]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_112"></a>[Pg 112]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Escucho este grito trágico como si surgiera del rostro -doloroso cuyos ojos inquietos nos miran todavía en el -Museo del Capitolio<a id="FNanchor_142" href="#Footnote_142" class="fnanchor">[142]</a>.</p> - -<p>Era de estatura mediana, ancho de hombros, reciamente -construido, musculoso. Deformado su cuerpo por el -trabajo, caminaba con la cabeza echada atrás, la espalda -hundida y el vientre levantado. Así nos lo muestra un -retrato de Francisco de Holanda: de pie, de perfil, vestido -de negro; un manto romano sobre los hombros, en la -cabeza una montera de tela y sobre ésta un gran sombrero -de fieltro negro muy hundido<a id="FNanchor_143" href="#Footnote_143" class="fnanchor">[143]</a>. Tenía el cráneo redondo, -la frente cuadrada, levantada encima de los ojos y -surcada con arrugas. Los cabellos eran negros, poco -abundantes, desordenados y crespos. Los ojos pequeños<a id="FNanchor_144" href="#Footnote_144" class="fnanchor">[144]</a>, -tristes y fuertes, eran color de cuerno, cambiantes y -moteados con manchas amarillas y azulosas. La nariz -larga, recta y con caballete, había sido aplastada por el -puñetazo de Torrigiani<a id="FNanchor_145" href="#Footnote_145" class="fnanchor">[145]</a>. Se marcaban pliegues profundos -de la nariz a la comisura de los labios; la boca era -fina; el labio inferior avanzaba un poco. Unas patillas -<span class="pagenum"><a id="Page_113"></a>[Pg 113]</span>escasas, y una barba de fauno, ganchuda, no muy espesa, -de cuatro a cinco pulgadas de largo, encuadraban las mejillas -enjutas y de pómulos salientes.</p> - -<p>En el conjunto de la fisonomía dominan la tristeza y la -incertidumbre. Es una figura del tiempo del Tasso, ansiosa, -roída por la duda. Sus ojos conmovedores inspiran y -atraen la compasión.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Y ésta no se le debe regatear. Debemos darle el amor -al cual aspiró toda su vida y que le fué rehusado. Conoció -las más grandes desgracias que puede sufrir un hombre; -vió a su patria sujeta a la servidumbre; vió a Italia entregada -por siglos a los bárbaros; vió morir la libertad; -vió desaparecer uno tras otro a todos los que amaba; vió -extinguirse una tras otra todas las luces del arte.</p> - -<p>Se quedó solo, el último en la noche que venía. Y en el -dintel de la muerte, cuando miraba hacia atrás, no tuvo -el consuelo de decirse que había hecho todo lo que debía -y todo lo que hubiera podido hacer. Su vida le pareció -<span class="pagenum"><a id="Page_114"></a>[Pg 114]</span> -perdida, vana, porque había vivido sin alegría: la había -sacrificado en vano al ídolo del arte<a id="FNanchor_146" href="#Footnote_146" class="fnanchor">[146]</a>.</p> - -<p>El trabajo monstruoso al cual él mismo se había condenado -durante noventa años de vida, sin un día de reposo, -sin un día de verdadera vida, no le había servido para -ejecutar uno solo de sus grandes proyectos. Ni una de sus -grandes obras, de aquéllas que más le importaban, había -sido terminada. Una ironía de la suerte quiso que este -escultor<a id="FNanchor_147" href="#Footnote_147" class="fnanchor">[147]</a> no lograra terminar más que las pinturas -<span class="pagenum"><a id="Page_115"></a>[Pg 115]</span> -que hizo a pesar suyo. De sus grandes trabajos, que le -habían dado alternativamente tantas esperanzas orgullosas -y tantos tormentos, unos, como el cartón de la guerra -de Pisa y la estatua de bronce de Julio II, fueron destruidos -durante su vida; otros, como la tumba de Julio II y la -Capilla de los Médicis, abortaron lastimosamente: caricaturas -de su pensamiento.</p> - -<p>El escultor Ghiberti, cuenta en sus <em>Comentarios</em>, la historia -de un pobre orfebre alemán, servidor del Duque de -Anjou, “que se podía comparar con los artistas antiguos -de Grecia” y que al fin de su vida vió destruir la obra a la -cual había consagrado toda su existencia. “Entonces supo -que toda su fatiga había sido inútil y, arrodillándose, -exclamó: ‘¡Oh Señor, dueño del Cielo y de la Tierra, tú -que haces todas las cosas, no me dejes extraviar y seguir -a nadie más que a ti; ten piedad de mí!’ E inmediatamente -dió todo lo que tenía a los pobres y se retiró a un -monasterio y allí murió”. Como el pobre orfebre alemán, -Miguel Ángel, al llegar al fin de su existencia, contempló -amargamente su vida vivida en vano, sus esfuerzos inútiles, -sus obras no terminadas, destruidas, incompletas.</p> - -<p>Entonces abdicó. El orgullo del Renacimiento, el -magnífico orgullo del alma libre y soberana del universo, -se transformó dentro de él en “este amor divino que para -acogernos, abre sus brazos en la Cruz”.</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>...Volta a quell’ amor divino<br /> -C’aperse a prender noi, ’n croce le braccia</em><a id="FNanchor_148" href="#Footnote_148" class="fnanchor">[148]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p>El grito fecundo de la <em>Oda a la Alegría</em> no llegó a ser -lanzado. Hasta su último aliento cantó la Oda al Dolor -y a la Muerte liberadora. Fué totalmente vencido.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Tal fué uno de los vencedores del mundo. Nosotros -gozamos con las obras de su genio, lo mismo que gozamos -con la conquista de nuestros antepasados, sin pensar en la -sangre vertida.</p> - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>Non vi si pensa<br /> -Quanto sangue costa</em><a id="FNanchor_149" href="#Footnote_149" class="fnanchor">[149]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p>Yo he procurado exponer esta sangre a la vista de todos, -he querido hacer flotar por encima de nuestras cabezas el -estandarte rojo de los héroes.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_116"></a>[Pg 116]</span></p> -</div> - -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_103" href="#FNanchor_103" class="label">[103]</a> “Caigo de vez en cuando en una gran melancolía, como sucede a -los que están lejos de su hogar”. (Carta del 19 de agosto de 1497. Roma).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_104" href="#FNanchor_104" class="label">[104]</a> Pensaba en sí mismo cuando hacía decir a su amigo Cecchino -dei Bracci, uno de los desterrados florentinos que vivían en Roma: -“La muerte me es grata, porque le debo la dicha de volver a mi -patria que, viviendo, me estaba prohibida”. (<em>Poesías</em> de Miguel Ángel, -edición Carl Frey, LXXIII, 24).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_105" href="#FNanchor_105" class="label">[105]</a> Los Buonarroti Simoni, originarios de Settignano, son mencionados -en las crónicas florentinas desde el siglo XII. Miguel Ángel -no lo ignoraba; conocía su genealogía. “Somos burgueses de la más -noble raza”. (Carta a su sobrino Lionardo, en diciembre 1546).—Le indignaba -que su sobrino pensara en ennoblecerse: “Esto no es respetarse; -todos saben que somos de la antigua burguesía florentina y -tan nobles como el que más”. (Febrero 1549). Trató de rehabilitar -a su raza, haciendo que sus gentes volvieran a tomar el antiguo nombre -de los Simoni, y fundando en Florencia una casa patricia; pero -chocó siempre con la mediocridad de sus hermanos: se avergonzaba -al pensar que uno de ellos (Gismondo) era carrero y vivía como -campesino. En 1520, el Conde Alejandro de Canossa le escribió -que había encontrado en sus archivos de familia, una prueba de que -eran parientes. La información era falsa; pero Miguel Ángel la creyó; -quiso adquirir el Castillo de Canossa, pretendida cuna de su raza. Su -biógrafo Condivi, de acuerdo con sus indicaciones, inscribió entre -sus antepasados a Beatriz, hermana de Enrique II, y a la gran Condesa -Matilde.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_106" href="#FNanchor_106" class="label">[106]</a> “Nunca he sido, continúa, un pintor, ni un escultor que hace -comercio del arte. Yo siempre me he guardado de ello por el honor -de mi raza”. (Carta a Lionardo, mayo 2, 1548).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_107" href="#FNanchor_107" class="label">[107]</a> Condivi.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_108" href="#FNanchor_108" class="label">[108]</a> Carta a su padre, el 19 de agosto de 1497. No fué “emancipado” -por su padre sino hasta el 13 de marzo de 1508, a los 33 años. (Acta -oficial, registrada el 28 de marzo siguiente).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_109" href="#FNanchor_109" class="label">[109]</a> <em>Cartas</em>, 1507, 1509, 1512, 1513, 1525, 1547.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_110" href="#FNanchor_110" class="label">[110]</a> Se encontraron después de su muerte, en su casa de Roma, de -7 a 8,000 ducados de oro con un valor de 4 a 500,000 francos de ahora. -Además, Vasari dice que ya había dado dos veces a su sobrino 7,000 -escudos y 2,000 a su servidor Urbino. Tenía grandes sumas invertidas -en Florencia. La <em>Denunzia de’ beni</em> de 1534 muestra que poseía -entonces seis casas y siete terrenos en Florencia, Settignano, Rovezzano, -Stradello, San Stefano de Pozzolatico, etc. Tenía pasión por la -tierra, y compraba constantemente: en 1505, 1506, 1512, 1515, 1517, -1518, 1519, 1520, etc. Era en él una herencia de campesino. Por lo -demás, si ahorraba no era para él; gastaba para los otros y se privaba -de todo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_111" href="#FNanchor_111" class="label">[111]</a> Siguen algunos consejos de higiene que demuestran la barbarie -del tiempo: “Antes que todo cuida tu cabeza, consérvate moderadamente -caliente y no te laves nunca: puedes hacer que te limpien, pero -no te laves nunca”. <em>Cartas</em>: 19 de diciembre de 1500.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_112" href="#FNanchor_112" class="label">[112]</a> <em>Cartas</em>, 1506.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_113" href="#FNanchor_113" class="label">[113]</a> En septiembre de 1517, en la época de la fachada de San Lorenzo -y del <em>Cristo</em> de la Minerva, “enfermó de muerte”. En septiembre -de 1518, en las canteras de Seravezza, cae enfermo de fatiga y disgustos. -Nueva enfermedad en 1520, en la época de la muerte de Rafael. -A fines de 1521 un amigo, Lionardo el sillero, lo felicita por haberse -curado de una enfermedad “de la que muy pocos escapan”. En junio -de 1531, después de la toma de Florencia, ya ni duerme ni come, está -enfermo de la cabeza, del corazón; este estado se prolonga hasta el -fin del año; sus amigos lo creen perdido; en 1539 cae de sus andamios -en la Sixtina y se rompe una pierna. En junio de 1544, tiene una fiebre -muy grave; lo cuida en la casa Strozzi, en Florencia, su amigo Luis -del Riccio. En diciembre de 1545 y enero de 1546, tiene una peligrosa -recaída de esta fiebre, que lo deja muy debilitado; lo cuida otra vez -Riccio en la casa de los Strozzi. En marzo de 1549, sufre cruelmente -del mal de la piedra. En julio de 1555, lo tortura la gota; en julio de -1559 sufre de nuevo por la piedra y dolores de todo género; está muy -debilitado. En agosto de 1561, tiene un ataque, “cae sin conciencia, -con movimientos convulsivos”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_114" href="#FNanchor_114" class="label">[114]</a> “<em>Febbre, fianchi dolor, morbi occhi e denti</em>”. <em>Poesías</em>, LXXXII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_115" href="#FNanchor_115" class="label">[115]</a> Julio, 1517. Carta escrita de Carrara a Domenico Buoninsegni.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_116" href="#FNanchor_116" class="label">[116]</a> Julio, 1523. Carta a Bart. Angiolini.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_117" href="#FNanchor_117" class="label">[117]</a> Constantemente en las cartas a su padre: “<em>No se atormente -usted</em>” (primavera de 1509). “<em>Me apena que usted viva en semejante -angustia, no piense usted en esto, se lo suplico</em>”. (27 de enero de 1509). -“<em>No se asuste usted, no tenga ni una onza de tristeza</em>”. (15 de septiembre -de 1509).—El viejo Buonarroti parece haber tenido, como su hijo, -crisis de terror pánico. En 1521, como se verá más adelante, huyó -bruscamente de su propia casa gritando que su hijo lo había arrojado.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_118" href="#FNanchor_118" class="label">[118]</a> “En la dulzura de una perfecta amistad se oculta con frecuencia -un agravio al honor y a la vida...”. (<em>Soneto</em> LXXIV, a su amigo Luis -del Riccio, que acababa de salvarlo de una enfermedad grave en -1546).—Véase la hermosa carta de justificación que le escribió, en 15 -de noviembre de 1561, su fiel amigo Tommaso de Cavalieri, de quien -sospechaba injustamente: “Estoy más que seguro de no haberos -ofendido jamás; pero creéis demasiado fácilmente a los que menos -deberíais creer...”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_119" href="#FNanchor_119" class="label">[119]</a> “Vivo en continua desconfianza... No tengáis confianza -en nadie, dormid con los ojos abiertos”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_120" href="#FNanchor_120" class="label">[120]</a> Cartas de septiembre y octubre de 1515 a su hermano Buonarroto: -“No te burles de lo que te escribo... No debe uno burlarse -de nadie; y en estos tiempos, vivir en el temor y la inquietud no perjudica -ni al cuerpo ni al alma... En cualquier tiempo es bueno -inquietarse...”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_121" href="#FNanchor_121" class="label">[121]</a> Con frecuencia en sus cartas se llama “melancólico y loco”, -“viejo y loco”, “loco y malvado”. Por lo demás, se defiende de esta -locura que se le reprocha, alegando que nunca ha hecho daño más -que a sí mismo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_122" href="#FNanchor_122" class="label">[122]</a> <em>Poesías</em>, XLII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_123" href="#FNanchor_123" class="label">[123]</a></p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p><em>Ché degli amanti è men felice stato<br /> -<span style="margin-left: 1em;">Quello, ove’l gran desir gran copia affrena,</span><br /> -<span style="margin-left: 1em;">C’una miseria di speranza piena.</span></em></p> -</div> -</div> - - -<p class="indent5">“Es menor felicidad para el que ama,<br /> - la plenitud del goce que extingue el deseo,<br /> - que la miseria llena de esperanza”.</p> -<p class="indent5"> (<em>Soneto</em> CIX, 48).</p> -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_124" href="#FNanchor_124" class="label">[124]</a> “Todo me entristece, escribía... El bien mismo, a causa -de su duración demasiado corta, aflije y oprime mi alma tanto como -el mal”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_125" href="#FNanchor_125" class="label">[125]</a> <em>Poesías</em>, LXXXI.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_126" href="#FNanchor_126" class="label">[126]</a> <em>Poesías</em>, LXXIV.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_127" href="#FNanchor_127" class="label">[127]</a> Deben recordarse los años que pasó en las canteras de Seravezza, -para la fachada de San Lorenzo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_128" href="#FNanchor_128" class="label">[128]</a> Por ejemplo, aceptó el encargo del <em>Cristo</em> de la Minerva en -1514, y en 1518 exclamaba desolado por no haber podido ni empezar: -“muero de dolor... me parece que soy un ladrón”. Lo mismo por -lo que se refiere a la Capilla Piccolomini, de Siena, para la cual había -firmado un contrato, en 1501, estipulando que entregaría la obra en -tres años. Sesenta años más tarde, en 1561, todavía se atormentaba -por el compromiso no cumplido.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_129" href="#FNanchor_129" class="label">[129]</a> “<em>Facte paura a ognuno insino a’papi</em>”, le escribía Sebastián -del Piombo, el 27 de octubre de 1520.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_130" href="#FNanchor_130" class="label">[130]</a> Conversación con Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_131" href="#FNanchor_131" class="label">[131]</a> Así en 1534, cuando quiere huir de Pablo III y acaba por -dejarse encadenar a la tarea.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_132" href="#FNanchor_132" class="label">[132]</a> Por ejemplo, la carta humillante del Cardenal Julio de Médicis, -el futuro Clemente VII, del 2 de febrero de 1518, sospechando -que Miguel Ángel se hubiera dejado comprar por los Carraras. Miguel -Ángel se inclina, acepta y escribe “que sólo le importa en el mundo -complacerlo”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_133" href="#FNanchor_133" class="label">[133]</a> Véanse sus cartas y las que hizo que Sebastián del Piombo le -escribiera después de la toma de Florencia. Se inquieta por su salud, -por sus sufrimientos. En 1531 publica un breve para defenderlo -contra las impertinencias de los que abusaban de su complacencia.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_134" href="#FNanchor_134" class="label">[134]</a> Compárese la humilde carta de Miguel Ángel a Febo en diciembre -de 1533, con la respuesta de Febo en enero de 1534, pedigüeña y -vulgar.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_135" href="#FNanchor_135" class="label">[135]</a> “...Si yo no poseo el arte de navegar sobre el océano de -vuestro poderoso genio, éste me excusará y no me despreciará, porque -no puedo compararme a él. Quien es único en todo no puede nunca -ser igualado”. (Miguel Ángel a Tommaso de Cavalieri, 1.º de enero de -1533).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_136" href="#FNanchor_136" class="label">[136]</a> “Hasta ahora me he cuidado de hablar con los desterrados y -de tener trato con ellos y me cuidaré todavía más en lo futuro. No -hablo con nadie; especialmente, no hablo con los florentinos. Si se me -saluda en la calle tengo que responder amistosamente, pero no me -detengo. Si yo supiera quiénes son los desterrados florentinos, no -respondería de ninguna manera”. (Carta de Roma, en 1548, a su sobrino -Lionardo, quien lo ha advertido de que en Florencia se le acusa -de tener relaciones con los desterrados, contra los cuales Cosme II -acababa de promulgar un edicto muy severo). -</p> - -<p>Hace más todavía. Reniega de la hospitalidad que recibió estando -enfermo, en la casa de los Strozzi: -</p> - -<p>“En cuanto al reproche que se me hace de haber sido recibido y -cuidado, durante mi enfermedad, en la casa de los Strozzi, considero -que no estaba en su casa, sino en el cuarto de Luis del Riccio, -quien me era muy adicto”.(Luis del Riccio estaba al servicio de los -Strozzi). Hay tan pocas dudas de que Miguel Ángel hubiera sido -huésped de los Strozzi y no de Riccio, que él mismo, dos años antes, -había enviado los <em>Dos Esclavos</em> (ahora en el Louvre) a Roberto Strozzi, -para darle las gracias por su hospitalidad.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_137" href="#FNanchor_137" class="label">[137]</a> En 1531, después de la toma de Florencia, después de su sumisión -a Clemente VII y de sus cortejos a Valori.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_138" href="#FNanchor_138" class="label">[138]</a> <em>Poesías</em>, XLIX. Probablemente por el año de 1532.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_139" href="#FNanchor_139" class="label">[139]</a> <em>Ibid.</em>, VI. Entre 1504 y 1511.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_140" href="#FNanchor_140" class="label">[140]</a></p> - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> -<p><em>Né tem’or più cangiar vita né voglia,<br /> -<span style="margin-left: 1em;">Che quasi senza invidia non lo scrivo...</span><br /> -<span style="margin-left: 1em;">L’ore distinte a voi non fanno forza,</span><br /> -<span style="margin-left: 1em;">Caso o necessità non vi conduce...</span></em></p> -</div> -</div> - - -<p class="indent5">(<em>Poesías</em>, LVIII. Sobre la muerte de su padre; 1534).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_141" href="#FNanchor_141" class="label">[141]</a> <em>Ibid.</em>, CXXXV.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_142" href="#FNanchor_142" class="label">[142]</a> La descripción que sigue se inspira en diversos retratos de -Miguel Ángel: principalmente en el de Jacobo del Conte (1544-1545) -que está en los Uffizi, y del cual Marcelo Venusti hizo una copia -atenuada (Museo del Capitolio); en el grabado de Francisco de Holanda, -que data de 1538-1539; en el de Julio Bonasoni que es de 1546, -y en la descripción de Condivi, hecha en 1553. Su discípulo y amigo -Daniel de Volterra hizo después de su muerte varios bustos de él. -Leone Leoni grabó en 1561 una medalla con su efigie.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_143" href="#FNanchor_143" class="label">[143]</a> Así lo vieron todavía los que mandaron abrir su ataúd en -1564, cuando fué llevado su cuerpo de Roma a Florencia. Parecía -dormido, con su sombrero de fieltro en la cabeza y en los pies sus botas -con espuelas.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_144" href="#FNanchor_144" class="label">[144]</a> Condivi. El retrato de Venusti los representa bastante grandes.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_145" href="#FNanchor_145" class="label">[145]</a> Hacia 1490-1492.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_146" href="#FNanchor_146" class="label">[146]</a></p> - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> -<p><em>L’affectuosa fantasia,<br /> -che l’arte mi fece idol’e monarca...</em></p> -</div> -</div> - - -<p class="indent5">“La fantasía apasionada<br /> -que me hizo del arte un ídolo y un monarca”.</p> - -<p class="indent5">(<em>Poesías</em>, CXLVII. Entre 1555 y 1556).</p> -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_147" href="#FNanchor_147" class="label">[147]</a> Se llamaba a sí mismo <em>escultor</em> y no <em>pintor</em>. “Ahora, escribe -el 10 de marzo de 1508, yo, Miguel Ángel, <em>escultor</em>, he comenzado las -pinturas de la Capilla (Sixtina)”. “Ése no es mi oficio, escribía un -año después... pierdo mi tiempo sin utilidad”. (27 de enero de 1509). -</p> - -<p>Nunca cambió de opinión sobre este punto.</p></div> - - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_148" href="#FNanchor_148" class="label">[148]</a> <em>Poesías</em>, CXLVII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_149" href="#FNanchor_149" class="label">[149]</a> Dante. <em>Paraíso</em>, XXIX, 91.</p></div></div> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_117"></a>[Pg 117]</span></p> - -<div class="chapter"> -<p class="half-page">LA LUCHA</p> -</div> - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_118"></a>[Pg 118]<br /><a id="Page_119"></a>[Pg 119]</span></p> -<div class="figcenter illowp56" id="p119ilo" style="max-width: 16.375em;"> - <img class="w100" src="images/p119ilo.jpg" alt="p119ilo" /> -</div> -</div> - - -<h2 class="nobreak">I<br />LA FUERZA</h2> - - -<div class="blockquot"> -<p><em>Davide cholla fromba<br /> -e io choll’archo.</em></p> - -<p class="p1" style="padding-left: 2em;">Miguel Ángel<a id="FNanchor_150" href="#Footnote_150" class="fnanchor">[150]</a>.</p> -</div> - - -<p>Nació el 6 de marzo de 1475 en Caprese, en el Casentino. -País áspero, “aire fino”,<a id="FNanchor_151" href="#Footnote_151" class="fnanchor">[151]</a> rocas y bosques -de hayas dominando el espinazo del Apenino huesoso. -No muy lejos Francisco de Asís vió aparecer al Crucificado -sobre el Monte Alvernia.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_120"></a>[Pg 120]</span></p> - -<p>El padre<a id="FNanchor_152" href="#Footnote_152" class="fnanchor">[152]</a>, podestá de Caprese y Chiusi, era un hombre -violento, inquieto, “temeroso de Dios”. La madre,<a id="FNanchor_153" href="#Footnote_153" class="fnanchor">[153]</a> -murió cuando Miguel Ángel tenía seis años<a id="FNanchor_154" href="#Footnote_154" class="fnanchor">[154]</a>. Fueron -cinco hermanos: Lionardo, Miguel Ángel, Buonarroto, Giovan -Simone y Sigismondo<a id="FNanchor_155" href="#Footnote_155" class="fnanchor">[155]</a>. Miguel Ángel fué enviado -a la casa de su nodriza, la mujer de un tallador de piedras -de Settignano; y más tarde, bromeando, atribuía a esta leche -su vocación de escultor. Lo mandaron a la escuela y -no se ocupó en ella más que de dibujo. “Fué mal visto por -esta causa y a menudo cruelmente golpeado por su padre y -los hermanos de su padre, que tenían odio para la profesión -de artista y consideraban como una vergüenza tener -un artista en casa<a id="FNanchor_156" href="#Footnote_156" class="fnanchor">”[156]</a>. Así aprendió a conocer desde niño -la brutalidad de la vida y la soledad del espíritu.</p> - -<p>Su obstinación venció a su padre. A los trece años entró -como aprendiz en el taller de Domenico Ghirlandajo, -el más grande, el más sano de los pintores florentinos. Sus -primeros trabajos tuvieron tanto éxito que según se dice, -el maestro sintió celos del alumno<a id="FNanchor_157" href="#Footnote_157" class="fnanchor">[157]</a>. Se separaron al -cabo de un año.</p> - -<p>La pintura lo había disgustado. Aspiraba a un arte más -heroico. Pasó a la escuela de escultura que Lorenzo de -Médicis sostenía en los jardines de San Marcos<a id="FNanchor_158" href="#Footnote_158" class="fnanchor">[158]</a>. El -<span class="pagenum"><a id="Page_121"></a>[Pg 121]</span>príncipe se interesó por él; lo alojó en el Palacio y lo -admitió en la mesa de sus hijos; el niño se encontró en el -corazón del Renacimiento italiano, en medio de colecciones -antiguas, en la atmósfera poética y erudita de los grandes -Platónicos: Marsilio Ficino, Benivieni, Ángel Policiano. -Miguel Ángel se exaltó con estos espíritus; viviendo en -un mundo antiguo se hizo un alma antigua; fué un escultor -griego. Guiado por Policiano, “quien lo quería mucho”, -esculpió <em>El Combate de los Centauros y los Lapitas</em><a id="FNanchor_159" href="#Footnote_159" class="fnanchor">[159]</a>.</p> - -<p>Este bajo relieve orgulloso, donde imperan únicamente -la fuerza y la belleza impasibles, refleja el alma atlética -del adolescente y sus juegos salvajes con sus rudos compañeros.</p> - -<p>Iba a la Iglesia del Carmine a dibujar los frescos de -Masaccio, con Lorenzo di Credi, Bugiardini, Granacci y -Torrigiano dei Torrigiani. Se burlaba de sus camaradas -menos hábiles que él. Un día atacó al vanidoso Torrigiani; -éste le aplastó la cara de un puñetazo y, más tarde, se -alababa de ello contando a Benvenuto Cellini: “Cerré -el puño y le di un golpe tan violento en la nariz que sentí -los huesos y los cartílagos aplastarse como una oblea. Así -lo dejé señalado para toda su vida”<a id="FNanchor_160" href="#Footnote_160" class="fnanchor">[160]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>El paganismo no había extinguido la fe cristiana de -Miguel Ángel. Los dos mundos enemigos se disputaban -su alma.</p> - -<p>En 1490 el monje Savonarola comenzó sus inflamadas -predicaciones sobre el Apocalipsis. Tenía treinta y siete -<span class="pagenum"><a id="Page_122"></a>[Pg 122]</span>años y Miguel Ángel quince. Vió al pequeño y endeble -predicador devorado por el Espíritu de Dios; se sintió -helado de espanto por la voz terrible que desde el púlpito -del <em>Duomo</em> lanzaba rayos sobre el Papa y suspendía sobre -Italia la espada sangrienta de Dios; Florencia temblaba; -la gente corría por las calles llorando y gritando como -enloquecida; los más ricos ciudadanos, Ruccellai, Salviati, -Albizzi, Strozzi, pedían ingresar en las órdenes monásticas; -los sabios, los filósofos, hasta Policiano y Pico de la Mirandola, -abdicaban de su razón<a id="FNanchor_161" href="#Footnote_161" class="fnanchor">[161]</a>. El hermano mayor de Miguel -Ángel, Lionardo, se hizo dominico<a id="FNanchor_162" href="#Footnote_162" class="fnanchor">[162]</a>.</p> - -<p>Miguel Ángel no se escapó del contagio del espanto. -Cuando se aproximó aquél a quien el Profeta había anunciado, -el nuevo Ciro, la espada de Dios, el pequeño monstruo -deforme—Carlos VIII, Rey de Francia—fué presa del -pánico. Un sueño lo enloqueció.</p> - -<p>Un amigo suyo, Cardiere, poeta y músico, vió que se le -aparecía una noche la sombra de Lorenzo de Médicis, -vestido de harapos, de duelo, semidesnudo; el muerto le -ordenó previniese a su hijo Pedro que iba a ser arrojado -de su patria y que no retornaría nunca a ella<a id="FNanchor_163" href="#Footnote_163" class="fnanchor">[163]</a>; contó -su visión a Miguel Ángel y éste lo convenció para que se la -<span class="pagenum"><a id="Page_123"></a>[Pg 123]</span>comunicara al Príncipe; pero Cardiere, que tenía miedo -a Pedro, no se atrevió. Pocos días después, volvió una mañana -a buscar a Miguel Ángel y le dijo, lleno de espanto, -que el muerto se le había aparecido de nuevo, con el -mismo vestido; y como Cardiere, acostado, lo mirara -fijamente en silencio, el fantasma lo abofeteó para castigarlo -por no haber obedecido. Miguel Ángel hizo violentos -reproches a Cardiere y le obligó a que fuera inmediatamente -a pie a la Villa de los Médicis, Careggi, cerca de Florencia. -A la mitad del camino, Cardiere encontró a Pedro, lo -detuvo e hizo su narración. Pedro se rió estrepitosamente -y mandó a sus escuderos que lo apalearan. El Canciller -del Príncipe, Bibbiena, le dijo: “Tú estás loco, ¿a quién -crees que Lorenzo quiera más, a su hijo o a ti? Si hubiera -querido aparecerse lo habría hecho a él y no a ti”. Cardiere, -humillado y escarnecido, se volvió a Florencia; hizo saber -a Miguel Ángel el fracaso de su intento y lo convenció -tan bien de las desgracias que debían caer sobre Florencia, -que Miguel Ángel huyó dos días después<a id="FNanchor_164" href="#Footnote_164" class="fnanchor">[164]</a>.</p> - -<p>Éste fué el primer acceso de los terrores supersticiosos -que se reprodujeron más de una vez durante su vida y -que se apoderaban de él a pesar de su propia vergüenza.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Huyó hasta Venecia.</p> - -<p>Apenas salió de la hornaza de Florencia su sobre-excitación -se extinguió. De vuelta en Bolonia, donde pasó el -invierno, olvidó totalmente al Profeta y sus profecías<a id="FNanchor_165" href="#Footnote_165" class="fnanchor">[165]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_124"></a>[Pg 124]</span></p> - -<p>Vuelve a sentir la belleza del mundo; lee a Petrarca, a -Bocaccio y a Dante; regresa a Florencia, en la primavera -de 1495, durante las fiestas religiosas del Carnaval y las -luchas rabiosas de los partidos. Pero esta vez se mantiene -tan alejado de las pasiones que en torno suyo se devoran -que, a manera de desafío al fanatismo de los savonarolistas, -esculpe su famoso <em>Cupido Dormido</em>, que sus contemporáneos -tomaron por una obra antigua. No permanece más -que algunos meses en Florencia; parte para Roma, y, -hasta la muerte de Savonarola, es el más pagano de los -artistas. Esculpe el <em>Baco ebrio</em>, el <em>Adonis moribundo</em> y el -<em>Cupido</em> grande el mismo año en que Savonarola hace -quemar “las Vanidades y los Anatemas”, libros, adornos, -obras de arte<a id="FNanchor_166" href="#Footnote_166" class="fnanchor">[166]</a>. Su hermano, el monje Lionardo, sufre -persecuciones por su fe en el Profeta. Los peligros se -acumulan sobre la cabeza de Savonarola; Miguel Ángel -no vuelve a Florencia para defenderlo. Savonarola fué -quemado y Miguel Ángel permaneció en silencio<a id="FNanchor_167" href="#Footnote_167" class="fnanchor">[167]</a>. No -se halla ninguna huella de este suceso en ninguna de sus -cartas.</p> - -<p>Miguel Ángel calla, pero esculpe la <em>Piedad</em>: Sobre las -rodillas de la Virgen inmortalmente joven, el Cristo -muerto está recostado y parece dormir. La severidad del -Olimpo flota sobre los rasgos de la diosa pura y del Dios -del Calvario; mas hay también una indecible melancolía, -<span class="pagenum"><a id="Page_125"></a>[Pg 125]</span>que baña estos cuerpos hermosos. La tristeza ha tomado -posesión del alma de Miguel Ángel<a id="FNanchor_168" href="#Footnote_168" class="fnanchor">[168]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Y no era únicamente el espectáculo de las miserias y de -los crímenes lo que iba a ensombrecerlo. Una fuerza -tiránica había entrado en él para no soltarlo ya. Era presa -de un furor de genio que ya no le permitió respirar hasta -su muerte. Sin ilusiones en la victoria, había jurado -vencer para gloria suya y de sus gentes. Toda la carga -de su familia pesaba sobre él solo. Lo asediaban con -peticiones de dinero. No lo tenía, pero cifraba su orgullo -en no rehusarlo jamás; se hubiera vendido él mismo para -mandar a los suyos el dinero que reclamaban. Su salud -comenzaba a perjudicarse; la mala alimentación, el frío, -la humedad, el exceso de trabajo comenzaba a arruinarla, -sufría de la cabeza y tenía hinchado un costado<a id="FNanchor_169" href="#Footnote_169" class="fnanchor">[169]</a>. Su -padre le reprochaba su manera de vivir, sin creerse él mismo -responsable.</p> - -<p>“Todas las penas que he sufrido, las he sufrido por -usted”, le escribía más tarde Miguel Ángel<a id="FNanchor_170" href="#Footnote_170" class="fnanchor">[170]</a>...</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_126"></a>[Pg 126]</span></p> - -<p>“Todas mis preocupaciones, todas, las tengo por mi amor -para usted”<a id="FNanchor_171" href="#Footnote_171" class="fnanchor">[171]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En la primavera de 1501 volvió a Florencia.</p> - -<p>Cuarenta años antes se había confiado a Agostino di -Duccio un bloque gigantesco de mármol para esculpir -en él la figura de un profeta, para la <em>Obra de la Catedral</em> -(<em>Opera del Duomo</em>). El trabajo, apenas esbozado, se había -quedado interrumpido. Nadie se atrevía a continuarlo. -Miguel Ángel se encargó de ello, y de esta roca de mármol -hizo surgir el <em>David</em> colosal<a id="FNanchor_172" href="#Footnote_172" class="fnanchor">[172]</a>.</p> - -<p>Se cuenta que el gonfaloniero Pier Soderini fué a ver la -estatua que había encargado a Miguel Ángel y le hizo -algunas observaciones para exhibir su buen gusto. Criticó -lo grueso de la nariz. Miguel Ángel se subió sobre -el andamiaje, tomó un cincel y un poco de polvo de mármol -y, moviendo ligeramente el cincel, hizo caer poco a -poco el polvo; pero se cuidó muy bien de tocar la nariz -y la dejó como estaba. Después, volviéndose hacia el -gonfaloniero, le dijo:</p> - -<p>—Mirad ahora.</p> - -<p>—Ahora, dijo Soderini, me gusta mucho más. Le habéis -dado vida.</p> - -<p>Entonces Miguel Ángel bajó y se rió silenciosamente<a id="FNanchor_173" href="#Footnote_173" class="fnanchor">[173]</a>. -Este mismo desprecio silencioso parece adivinarse en la -obra. Es la fuerza tumultuosa en reposo. Está llena de desdén -y de melancolía. Se ahoga entre las paredes de un -<span class="pagenum"><a id="Page_127"></a>[Pg 127]</span>museo. Necesita el aire libre, “la luz sobre el lugar de -su colocación”, como decía Miguel Ángel<a id="FNanchor_174" href="#Footnote_174" class="fnanchor">[174]</a>.</p> - -<p>El 25 de enero de 1504 una comisión de artistas de la -cual formaban parte Filippino Lippi, Botticelli, Perugino -y Leonardo de Vinci, deliberaron sobre el sitio en que se -debía colocar el <em>David</em>. A petición de Miguel Ángel -decidieron instalarlo frente al Palacio de la Señoría<a id="FNanchor_175" href="#Footnote_175" class="fnanchor">[175]</a>. -El transporte de esta masa enorme fué confiado a los -arquitectos de la Catedral. El 14 de mayo por la tarde -se hizo salir del cobertizo de tablas donde estaba instalado -al coloso de mármol, demoliendo la pared arriba de la -puerta. En la noche, gente del pueblo arrojó piedras -contra el <em>David</em>, con intenciones de romperlo. Hubo -necesidad de vigilarlo. La estatua avanzaba lentamente, -ligada, derecha y suspendida de tal manera que se balanceaba -libremente sin chocar con el suelo. Se necesitaron -cuatro días para llevarla del <em>Duomo</em> al Palacio Viejo. El -18, al medio día, llegó al sitio designado. Se continuó la -vigilancia alrededor de la estatua por las noches, pero a -pesar de todas las precauciones, una tarde fué lapidada<a id="FNanchor_176" href="#Footnote_176" class="fnanchor">[176]</a>.</p> - -<p>Así era ese pueblo florentino que algunas veces se -presenta al nuestro como modelo<a id="FNanchor_177" href="#Footnote_177" class="fnanchor">[177]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_128"></a>[Pg 128]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En 1504 la Señoría de Florencia puso frente a frente a -Miguel Ángel y a Leonardo de Vinci.</p> - -<p>No se amaban estos dos hombres. Su soledad común hubiera -debido aproximarlos. Si se sentían alejados del resto -de los hombres, lo estaban más todavía el uno del -otro. El más aislado de los dos era Leonardo. Tenía 52 -años, 20 más que Miguel Ángel. Desde la edad de 30 años -había salido de Florencia, cuyas ásperas pasiones eran intolerables -para su naturaleza delicada, un poco tímida, y su -inteligencia serena y escéptica, abierta para todo y que -todo comprendía. Este gran <em>dilettante</em>, este hombre absolutamente -libre y absolutamente solo, estaba tan desligado de -la patria, de la religión, del mundo entero, que no se hallaba -bien más que cerca de los tiranos, libres de espíritu como él. -Obligado a salir de Milán en 1499, por la caída de su protector -Ludovico el Moro, había entrado al servicio de César -Borgia en 1502; y el fin de la carrera política del Príncipe, -en 1503, lo hizo volver a Florencia. Allí, su sonrisa irónica -se encontró en presencia del sombrío y febril Miguel -Ángel y lo exasperó. Miguel Ángel, íntegro en sus pasiones -y en su fe, odiaba a los enemigos de sus pasiones y de su fe, -pero odiaba mucho más a los que no tenían nada de pasión -ni eran de ninguna fe. Mientras más grande era Leonardo, -más aversión sentía Miguel Ángel por él y no desperdiciaba -ocasión de manifestársela.</p> - -<p>Leonardo era un hombre de bella figura, de modales -atractivos y distinguidos. Vagaba un día con un amigo -por las calles de Florencia; vestía una túnica rosa que le -caía hasta las rodillas; sobre su pecho flotaba su barba -<span class="pagenum"><a id="Page_129"></a>[Pg 129]</span>bien peinada en bucles y arreglada con arte. Cerca de -Santa Trinidad conversaban algunos burgueses; discutían -unos versos del Dante. Llamaron a Leonardo y le pidieron -que les explicara el sentido de dichos versos. Miguel -Ángel pasaba en aquellos instantes. Leonardo dijo: -“Miguel Ángel explicará los versos de que habláis”. -Miguel Ángel, creyendo que quería burlarse, replicó -amargamente: “Explícalos tú mismo, tú que has hecho -el modelo de un caballo de bronce<a id="FNanchor_178" href="#Footnote_178" class="fnanchor">[178]</a>, y que no fuiste -capaz de fundirlo, sino que para vergüenza tuya te detuviste -en el camino”. Después de lo cual volvió la espalda -al grupo y continuó su paseo. Leonardo se quedó allí -mismo y enrojeció: y Miguel Ángel, no satisfecho todavía -y ardiendo en deseos de ofenderlo, gritó: “¡Y esos tales -de milaneses que te creían capaz de semejante obra!”<a id="FNanchor_179" href="#Footnote_179" class="fnanchor">[179]</a>.</p> - -<p>Así eran los dos hombres que el gonfaloniero Soderini -puso en competencia en una obra común: la decoración -de la Sala del Consejo en el Palacio de la Señoría. Fué -un combate singular entre las dos más grandes fuerzas del -Renacimiento. En mayo de 1504 Leonardo comenzó el -cartón de la <em>Batalla de Anghiari</em><a id="FNanchor_180" href="#Footnote_180" class="fnanchor">[180]</a>. En agosto de 1504, -Miguel Ángel recibió el encargo de pintar la <em>Batalla de -Cascine</em><a id="FNanchor_181" href="#Footnote_181" class="fnanchor">[181]</a>. Florencia se dividió en dos bandos, por el -uno y el otro. El tiempo ha igualado todo y las dos obras -han desaparecido<a id="FNanchor_182" href="#Footnote_182" class="fnanchor">[182]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_130"></a>[Pg 130]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En marzo de 1505, Miguel Ángel fué llamado a Roma -por Julio II. Entonces comenzó el período heroico de su -vida.</p> - -<p>Los dos violentos y grandiosos, el Papa y el artista, -estaban hechos para entenderse, cuando no chocaban el -uno contra el otro con furor. Sus cerebros hervían con -proyectos gigantescos. Julio II quería mandarse construir -una tumba digna de la Roma antigua. Miguel Ángel se -inflamó con esta idea de orgullo imperial y concibió un -proyecto babilónico, una montaña de arquitectura, con -más de cuarenta estatuas de dimensiones colosales. El Papa, -entusiasmado, lo envió a Carrara para hacer tallar en las -canteras todo el mármol necesario. Miguel Ángel permaneció -más de ocho meses en las montañas, presa de una exaltación -sobrehumana. “Un día que viajaba por la región -a caballo, vió un monte que dominaba la costa; lo asaltó -el deseo de esculpirlo todo entero, de transformarlo en un -coloso visible desde lejos para los navegantes. Y lo habría -hecho si hubiera tenido tiempo y si se lo hubieran permitido”<a id="FNanchor_183" href="#Footnote_183" class="fnanchor">[183]</a>.</p> - -<p>En diciembre de 1505 volvió a Roma, donde comenzaron -a llegar por mar los bloques de mármol que había escogido.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_131"></a>[Pg 131]</span></p> -<p>Fueron transportados a la plaza de San Pedro, a espaldas -de Santa Catarina, donde habitaba Miguel Ángel. “La -masa de piedras era tan grande que provocaba el estupor -de las gentes y la alegría del Papa”.</p> - -<p>Miguel Ángel se puso a trabajar. El Papa, en su impaciencia, -iba a verlo sin cesar y “lo trataba tan familiarmente -como si hubiera sido su hermano”. Para ir más cómodamente -hizo construir un puente levadizo que le aseguraba -un paso secreto, del corredor del Vaticano a la casa de -Miguel Ángel.</p> - -<p>Pero este favor no duró. El carácter de Julio II, no era -menos trepidante que el de Miguel Ángel. Se apasionaba -sucesivamente por los proyectos más diversos. Le pareció -más a propósito otro plan para eternizar su gloria; quiso -reedificar la Catedral de San Pedro. Para ello lo impulsaban -los enemigos de Miguel Ángel que eran muchos y -poderosos; encabezados por un hombre de genio igual -al de Miguel Ángel y de una voluntad más fuerte: Bramante -de Urbino, arquitecto del Papa y amigo de Rafael. -No podía existir simpatía entre la razón soberana de los -dos grandes hijos de la Umbría y el genio salvaje del -florentino; pero si se decidieron a combatirlo, fué sin duda -porque él los había provocado<a id="FNanchor_184" href="#Footnote_184" class="fnanchor">[184]</a>. Miguel Ángel criticaba -imprudentemente a Bramante, y con razón o sin ella, -lo acusaba de malversaciones en sus trabajos<a id="FNanchor_185" href="#Footnote_185" class="fnanchor">[185]</a>. Bramante -decidió inmediatamente arruinarlo.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_132"></a>[Pg 132]</span></p> - -<p>Lo privó del favor del Papa. Se aprovechó de las supersticiones -de Julio II, recordándole la creencia popular según -la cual es mal presagio mandarse construir en vida su -propia tumba. Logró que ya no se interesara por los -proyectos de su rival, substituyéndolos con los suyos. En -enero de 1506, Julio II se decidió a reconstruir San Pedro; -la tumba fué abandonada; Miguel Ángel se encontró -no solamente humillado, sino con deudas por los gastos -que había hecho para la obra<a id="FNanchor_186" href="#Footnote_186" class="fnanchor">[186]</a>. Se quejó amargamente. -El Papa le cerró sus puertas y como él volviera a la carga, -Julio II lo mandó arrojar del Vaticano por uno de sus palafreneros.</p> - -<p>Un obispo de Lucques, que presenciaba la escena, dijo -al palafrenero:</p> - -<p>—Pero ¿no lo conoces?</p> - -<p>El palafrenero, dijo a Miguel Ángel:</p> - -<p>—Perdonadme, señor, pero he recibido esta orden y -tengo que ejecutarla.</p> - -<p>Miguel Ángel volvió a su casa y escribió al Papa: “Santo -Padre, he sido arrojado del Palacio esta mañana por orden -de Vuestra Santidad. Os hago saber que desde hoy, si -<span class="pagenum"><a id="Page_133"></a>[Pg 133]</span>tenéis necesidad de mí, podéis mandarme buscar en todas -partes menos en Roma”.</p> - -<p>Envió la carta, llamó a un mercader y a un tallador de -piedras que se alojaban en su casa, y les dijo:</p> - -<p>“Buscad un judío, vended todo lo que hay en mi casa -y venid a Florencia”.</p> - -<p>Después montó a caballo y partió<a id="FNanchor_187" href="#Footnote_187" class="fnanchor">[187]</a>. Cuando el Papa -recibió la carta, despachó a cinco jinetes, que lo alcanzaron -cerca de las once de la noche, en Poggibonsi, y le entregaron -la orden siguiente: “Inmediatamente que recibas -esta orden volverás a Roma, bajo pena de incurrir en -nuestra desgracia”. Miguel Ángel replicó que volvería -cuando el Papa cumpliera sus compromisos, porque si no, -Julio II no debía esperar volver a verlo jamás<a id="FNanchor_188" href="#Footnote_188" class="fnanchor">[188]</a>.</p> - -<p>Dirigió al Papa este soneto:<a id="FNanchor_189" href="#Footnote_189" class="fnanchor">[189]</a>.</p> - -<p>“Señor, si algún proverbio antiguo es cierto, es el que -dice que el que <em>puede nunca quiere</em>. Tú has creído fábulas -y murmuraciones y has recompensado al enemigo de la -verdad. ¡Yo soy y he sido tu bueno y viejo servidor, y te -soy adicto como los rayos al sol!... ¡mi tiempo perdido -no te aflija! que mientras más me esfuerzo menos te -complazco. Yo había esperado engrandecerme con tu -grandeza, y que mis únicos jueces fueran la balanza justa -y la espada poderosa, y no el eco de la mentira. Pero el -cielo se mofa de la virtud, cuando la coloca en este mundo, -si debe la virtud coger los frutos de un árbol seco”<a id="FNanchor_190" href="#Footnote_190" class="fnanchor">[190]</a>.</p> - -<p>La afrenta que recibió de Julio II no fué la única razón -<span class="pagenum"><a id="Page_134"></a>[Pg 134]</span>que hizo a Miguel Ángel emprender la fuga. En una carta -a Giuliano da San Gallo deja entender que Bramante quería -mandarlo asesinar<a id="FNanchor_191" href="#Footnote_191" class="fnanchor">[191]</a>.</p> - -<p>Una vez que salió Miguel Ángel, Bramante se quedó -dueño del campo, y al día siguiente de la fuga de su rival -mandó poner la primera piedra de San Pedro<a id="FNanchor_192" href="#Footnote_192" class="fnanchor">[192]</a>. Su -rencor implacable se encarnizó contra la obra del escultor -y procuró arruinarla para siempre. Hizo que el populacho -saqueara los talleres de la plaza de San Pedro, donde -estaban los bloques de mármol para la tumba de Julio -II<a id="FNanchor_193" href="#Footnote_193" class="fnanchor">[193]</a>.</p> - -<p>Pero el Papa, rabioso por la rebelión de su escultor, -enviaba una orden tras otra a la Señoría de Florencia, -donde Miguel Ángel se había refugiado. La Señoría mandó -comparecer a Miguel Ángel, y le dijo: “Has hecho al -Papa una jugada como el mismo rey de Francia no se la -hubiera hecho. No queremos comprometernos por causa -tuya en una guerra con él; así es que debes volver a Roma. -Nosotros te daremos unas cartas en tal forma, que cualquier -injusticia en contra tuya sería también contra -la Señoría”<a id="FNanchor_194" href="#Footnote_194" class="fnanchor">[194]</a>.</p> - -<p>Miguel Ángel se resistía tercamente y ponía condiciones. -Exigía que Julio II lo dejara hacer la tumba, en la inteligencia -de que ya no trabajaría en Roma, sino en Florencia. -Cuando Julio II salió a la guerra contra Perusa y Bolonia<a id="FNanchor_195" href="#Footnote_195" class="fnanchor">[195]</a>, -y sus intimaciones se hicieron más amenazadoras, -Miguel Ángel pensó en irse a Turquía, donde el Sultán -<span class="pagenum"><a id="Page_135"></a>[Pg 135]</span>le ofreció, por conducto de los franciscanos, que fuera a -Constantinopla para construir un puente en Pera<a id="FNanchor_196" href="#Footnote_196" class="fnanchor">[196]</a>.</p> - -<p>Al fin fué necesario ceder, y en los últimos días de -noviembre de 1506 fué, aunque de mala gana, a Bolonia, -donde Julio II, vencedor, acababa de entrar por la brecha.</p> - -<p>“Miguel Ángel había ido una mañana a oír misa a San -Petronio. El palafrenero del Papa advirtió su presencia, -lo reconoció y lo condujo ante Julio II, quien estaba en la -mesa en el Palacio de los Diez y Seis. El Papa, irritado -le dijo:</p> - -<p>“Tú debías haber ido a buscarnos (a Roma) y has -esperado que nosotros viniéramos a encontrarte (en -Bolonia)”.</p> - -<p>Miguel Ángel se arrodilló y pidió perdón en voz alta, -diciendo que no había obrado por malicia sino por irritación -porque no había podido soportar ser arrojado como lo -había sido. El Papa permanecía sentado con la cabeza -baja y la cara inflamada de cólera, cuando un obispo a -quien Soderini había enviado para que tomara la defensa -de Miguel Ángel, quiso interponerse, y dijo: “Tenga a bien -Vuestra Santidad no conceder atención a sus tonterías; -ha pecado por ignorancia. Fuera de su arte, todos los -pintores son lo mismo”. El Papa, furioso, exclamó: -“Le estás diciendo una grosería que nosotros no hemos -dicho. El ignorante eres tú... Vete y que el diablo te -lleve”, y como no se iba, los servidores del Papa lo arrojaron -a puñetazos. Entonces, habiendo descargado su -cólera sobre el Obispo, el Papa mandó a Miguel Ángel -que se acercara y lo perdonó<a id="FNanchor_197" href="#Footnote_197" class="fnanchor">[197]</a>.</p> - -<p>Desgraciadamente, para hacer las paces con Julio II -<span class="pagenum"><a id="Page_136"></a>[Pg 136]</span>fué necesario pasar por todos sus caprichos, y la voluntad -todopoderosa había cambiado de nuevo. Ya no se trataba -de la tumba, sino de una estatua colosal de bronce que -quería mandarse construir en Bolonia. Miguel Ángel -protestó en vano diciendo “que él no conocía nada de la -fundición del bronce”. Fué necesario aprenderla mediante -un trabajo encarnizado. Habitaba un mal cuarto con una -sola cama donde se acostaba con sus dos ayudantes -florentinos, Lapo y Ludovico, y con su fundidor, Bernardino. -Quince meses se pasaron entre molestias de todos -géneros. Tuvo que reñir con Lapo y Ludovico, quienes -lo robaban.</p> - -<p>“Este pillo de Lapo, escribió a su padre, daba a entender -a todos que él y Ludovico eran los que hacían toda la -obra, o al menos que la hacían en colaboración conmigo. -No le podía caber en la cabeza que él no era el amo hasta -el instante en que lo despedí; entonces, por primera vez, -advirtió que estaba a mi servicio. Lo arrojé como a un -animal”<a id="FNanchor_198" href="#Footnote_198" class="fnanchor">[198]</a>.</p> - -<p>Lapo y Ludovico se lamentaron ruidosamente: propagaron -en Florencia calumnias contra Miguel Ángel, y lograron -sacarle dinero a su padre con el pretexto de que -el escultor les había robado.</p> - -<p>Después fué el fundidor, cuya incapacidad se reveló.</p> - -<p>“Había creído que el maestro Bernardino era capaz de -fundir hasta sin fuego; tanta fe tenía yo en él”.</p> - -<p>En junio de 1507 fracasó el trabajo de fundición. La -figura no salió más que hasta la cintura. Fué necesario -volver a empezarlo todo, Miguel Ángel permaneció ocupado -en esta obra hasta febrero de 1508, y estuvo a punto de -perder en ella la salud.</p> - -<p>“Apenas tengo tiempo de comer, escribe a su hermano... -Vivo con la mayor incomodidad y con grandes penas; -sólo pienso en trabajar día y noche; he tenido tales sufrimientos -<span class="pagenum"><a id="Page_137"></a>[Pg 137]</span>y los tengo todavía, que creo que si tuviera que -hacer otra vez la estatua, no me alcanzaría la vida; éste -ha sido un trabajo de gigante”<a id="FNanchor_199" href="#Footnote_199" class="fnanchor">[199]</a>.</p> - -<p>El resultado fué miserable, comparado con tales fatigas. -La estatua de Julio II, elevada en febrero de 1508 frente -a la fachada de San Petronio, no permaneció allí más que -cuatro años. En diciembre de 1511 fué destruida por el -bando de los Bentivoglio, enemigos de Julio II; y Alfonso -de Este compró los restos para hacer un cañón.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Miguel Ángel volvió a Roma. Julio II le imponía otra -tarea, no menos inesperada y más peligrosa aún: al -pintor, que no sabía nada de la técnica del fresco, le ordenaba -pintar la bóveda de la Capilla Sixtina. Se hubiese -dicho que se complacía ordenando lo imposible y Miguel -Ángel ejecutándolo.</p> - -<p>Parece que fué Bramante quien, viendo que Miguel -Ángel volvía a tener el favor papal, le colocó esta tarea -donde pensaba que naufragaría su gloria<a id="FNanchor_200" href="#Footnote_200" class="fnanchor">[200]</a>. La prueba -era tanto más peligrosa para Miguel Ángel cuanto que -en este mismo año de 1508, su rival Rafael comenzaba la -pintura de las <em>Stanze</em> del Vaticano con un éxito incomparable<a id="FNanchor_201" href="#Footnote_201" class="fnanchor">[201]</a>. -Hizo todo lo que pudo por rehusar este formidable -honor; llegó hasta a proponer a Rafael en lugar -<span class="pagenum"><a id="Page_138"></a>[Pg 138]</span>suyo: decía que no era su arte y que no tendría éxito. -Pero el Papa se obstinó y fué necesario ceder.</p> - -<p>Bramante construyó para Miguel Ángel un andamiaje -en la Capilla Sixtina, y se mandaron traer de Florencia -algunos pintores experimentados en el fresco, para que lo -ayudaran algo. Pero estaba dicho que Miguel Ángel no -podía tener ningún género de ayuda. Comenzó por declarar -inútil el andamiaje de Bramante, construyendo otro. -En cuanto a los pintores florentinos, les tomó mala voluntad -y sin más explicaciones los puso a la puerta. “Mandó -destruir una mañana todo lo que habían pintado; se -encerró en la Capilla y no quiso abrirles ni apareció más -por su propia casa. Cuando la burla les pareció que había -durado bastante, se decidieron a volver a Florencia, profundamente -humillados”<a id="FNanchor_202" href="#Footnote_202" class="fnanchor">[202]</a>.</p> - -<p>Miguel Ángel se quedó solo con algunos obreros<a id="FNanchor_203" href="#Footnote_203" class="fnanchor">[203]</a>. -Y en vez de que las dificultades mayores disminuyeran su -atrevimiento, hizo más grande su plan y decidió pintar, -no solamente la bóveda como se pretendía al principio, -sino también los muros.</p> - -<p>El trabajo gigantesco comenzó el 10 de mayo de 1508. -¡Años sombríos, los más sombríos y más sublimes de toda -esta vida! Éste es el Miguel Ángel legendario, el héroe -de la Sixtina, aquél cuya imagen grandiosa está y debe -quedar grabada en la memoria de la humanidad.</p> - -<p>Sufrió terriblemente. Sus cartas de entonces demuestran -un desaliento apasionado, que no podía satisfacerse con sus -divinos pensamientos:</p> - -<p>“Estoy en un gran abatimiento de espíritu; hace un año -que no recibo nada del Papa; no le pido nada, porque -mi obra no avanza bastante para que me parezca merecer -<span class="pagenum"><a id="Page_139"></a>[Pg 139]</span>una remuneración. Esto se debe a la dificultad del trabajo -que no es de mi profesión. Así es que pierdo mi tiempo -sin provecho. ¡Dios me asista!”<a id="FNanchor_204" href="#Footnote_204" class="fnanchor">[204]</a>.</p> - -<p>Apenas había acabado de pintar el <em>Diluvio</em> cuando la -pintura comenzó a enmohecerse; ya no se podían distinguir -las figuras, y se rehusó a continuar. Pero el Papa no -admitió ninguna excusa y tuvo que volver al trabajo.</p> - -<p>Sus gentes agregaban a las fatigas y las inquietudes -impertinencias odiosas. Toda su familia vivía a sus -expensas, abusaba de él, lo hostigaba mortalmente. Su -padre no cesaba de gemir, de inquietarse por asuntos -de dinero. Tenía que gastar su tiempo dándole valor, -cuando él mismo estaba agotado.</p> - -<p>“No os agitéis, ésas no son cosas que importen fundamentalmente -para la vida... yo no dejaré que os falte -nada mientras yo mismo tenga algo... mientras que yo -exista no os faltará nada, aunque os quiten todo lo que -tenéis en el mundo... Prefiero ser pobre y saber que estáis -vivo, a tener todo el oro del mundo y saber que -estáis muerto... Si no podéis como otros tener los honores -de este mundo, que os baste tener vuestro pan, y vivir -como Cristo, bueno y pobre, como yo lo hago aquí; porque -yo soy un miserable y no me atormento por la vida ni por -el honor, es decir, por el mundo; y vivo entre grandes penas -y con una desconfianza infinita. Desde hace quince años -no tengo una hora buena; he hecho todo lo posible por -sosteneros y nunca lo habéis reconocido ni creído. ¡Que -Dios nos perdone a todos! ¡Estoy dispuesto en lo futuro -y mientras viva a obrar siempre de la misma manera, con -sólo que lo pueda hacer!”<a id="FNanchor_205" href="#Footnote_205" class="fnanchor">[205]</a>.</p> - -<p>Sus tres hermanos lo explotaban. Esperaban de él -dinero y posición; agotaban sin escrúpulo el pequeño -capital reunido por Miguel Ángel en Florencia; iban a -<span class="pagenum"><a id="Page_140"></a>[Pg 140]</span>hospedarse en su casa, en Roma; hacían que se les comprara, -Buonarroto y Giovan Simone un pequeño comercio, -y Gismondo algunas tierras cerca de Florencia. Y no -agradecían nada, como si todo se lo merecieran. Miguel -Ángel sabía que lo explotaban, pero era demasiado orgulloso -para impedirlo. Los pícaros no se limitaban a esto, -pues observaban mala conducta y maltrataban a su padre -cuando Miguel Ángel estaba ausente. Entonces Miguel -Ángel estallaba con amenazas furiosas; corregía a sus -hermanos como si fueran pilluelos viciosos, a latigazos; -los hubiera matado en caso necesario.</p> - -<p>“Giovan Simone:<a id="FNanchor_206" href="#Footnote_206" class="fnanchor">[206]</a></p> - -<p>“Se dice que quien hace bien al bueno, lo hace mejor, -pero que los beneficios vuelven más malvado al malvado. -Hace mucho que trato, con buenas palabras y con buenas -maneras, de conducirte a una vida honrada, en paz con -tu padre y con nosotros, y cada día eres peor... Podría -hablarte muy largo, pero sólo serían palabras. Para terminar, -sabe con certidumbre que no posees nada en el mundo, -porque yo soy quien te da el sustento para vivir, por -amor de Dios, porque creía que eras mi hermano como los -otros; pero ahora estoy seguro de que no eres mi hermano, -porque si lo fueras, no habrías amenazado a mi padre. -Eres más bien una bestia, y te trataré como a una bestia. -Debes saber que quien ve a su padre amenazado, debe -exponer la vida por él... ¡Basta! Te digo que no -posees nada en el mundo, y si oigo algo de ti, iré a enseñarte -<span class="pagenum"><a id="Page_141"></a>[Pg 141]</span>a dilapidar tu fortuna y a quemar la casa y los bienes -que tú no has ganado. No estás donde tú crees. Si voy -a tu lado, te mostraré algunas cosas que te harán llorar -lágrimas ardientes y conocer en qué fundas tu arrogancia... -Si quieres dedicarte a obrar bien, a honrar y venerar a tu -padre, te ayudaré como a los otros y dentro de poco te -procuraré una tienda. Pero si no lo haces así, iré y arreglaré -tus asuntos de tal manera que conozcas quién eres y -que sepas exactamente lo que tienes en el mundo... -¡Nada más! Donde me faltan palabras, las suplo con -hechos”.</p> - - -<p class="center p1"><em>Michelagniolo</em>, en Roma.</p> - -<p class="p1">“Dos líneas más. Desde hace doce años arrastro una -vida miserable por toda Italia, soporto todas las vergüenzas, -sufro todas las penas, desgarro mi cuerpo con todas -las fatigas, expongo mi vida a mil peligros, únicamente -por ayudar a mi casa; y ahora que he comenzado a levantarla -un poco, ¡te diviertes destruyendo en una hora -lo que yo he edificado con tanto trabajo y en tantos años! -¡Cuerpo de Cristo! ¡Eso no será! Porque yo soy capaz -de hacer pedazos a diez mil como tú, si es necesario. Por -eso debes ser prudente, y no impulsar hasta el extremo -a quien tiene pasiones muy distintas de las tuyas”<a id="FNanchor_207" href="#Footnote_207" class="fnanchor">[207]</a>.</p> - -<p>Después le toca el turno a Gismondo:</p> - -<p>“Vivo aquí en la miseria y con grandes fatigas corporales. -No tengo amigo de ningún género, ni lo quiero. -Hace muy poco tiempo que tengo recursos para comer -a mi gusto. Dejad de causarme tormentos, porque ya no -podría soportar ni una onza”<a id="FNanchor_208" href="#Footnote_208" class="fnanchor">[208]</a>.</p> - -<p>Finalmente, el tercer hermano, Buonarroto, empleado -<span class="pagenum"><a id="Page_142"></a>[Pg 142]</span>en la casa de comercio de los Strozzi, después de todos -los préstamos de dinero que le hizo Miguel Ángel, lo molesta -desvergonzadamente y se vanagloria de haber gastado -por él más de lo que ha recibido.</p> - -<p>“Yo querría, le escribe Miguel Ángel, saber por tu -ingratitud, de dónde tienes tú dinero; querría saber si -tienes en cuenta los 228 ducados míos que tomaste en el -banco de Santa María la Nueva, y de otros muchos centenares -de ducados que he enviado a la casa, y de las -penas y preocupaciones que he tenido para sosteneros. -Yo querría saber si tienes en cuenta todo esto. Si tuvieras -bastante inteligencia para reconocer la verdad, no dirías: -<em>He gastado tanto de lo mío</em>, y no te habrías vuelto contra mí -para atormentarme con tus asuntos, sin acordarte de toda -mi conducta pasada para vosotros. Te habrías dicho: -<em>‘Miguel Ángel sabe lo que nos ha escrito; si no lo hace ahora, -es porque se lo impide algo que no sabemos: seamos pacientes’.</em> -Cuando un caballo corre todo lo que puede, no es bueno -espolearlo, para que corra más de lo que puede. Pero ustedes -nunca me han conocido ni me conocen. ¡Qué Dios -los perdone! Él es quien me ha concedido la gracia de -bastarme para todo lo que he hecho en ayuda de ustedes. -Pero ustedes no lo reconocerán sino hasta que ya no me -tengan”<a id="FNanchor_209" href="#Footnote_209" class="fnanchor">[209]</a>.</p> - -<p>Tal era la atmósfera de ingratitud y de envidia en la -cual se debatía Miguel Ángel, entre una familia indigna -que lo hostigaba y enemigos encarnizados que lo espiaban, -contando con su fracaso. Y él ejecutaba entre tanto la -obra heroica de la Sixtina, mediante esfuerzos desesperados. -Poco faltó para que abandonara todo y huyera de nuevo. -Creía que iba a morir<a id="FNanchor_210" href="#Footnote_210" class="fnanchor">[210]</a>. Tal vez lo haya deseado.</p> - -<p>El Papa se irritaba con sus lentitudes y su obstinación -para ocultar la obra. Sus caracteres orgullosos entrechocaban -<span class="pagenum"><a id="Page_143"></a>[Pg 143]</span>como nubes de tempestad. “Un día, dice Condivi, -Julio II le preguntó cuándo terminaba la Capilla, y Miguel -Ángel contestó, según su costumbre: ‘Cuando pueda’. -Julio II, furioso, le dió un golpe con su bastón repitiendo: -‘¡Cuando pueda! ¡Cuando pueda!’ Miguel Ángel corrió -a su casa e hizo sus preparativos para salir de Roma. -Pero Julio II le despachó un enviado que le llevaba 500 -ducados, lo apaciguó lo mejor que pudo y disculpó al Papa. -Miguel Ángel aceptó las excusas. Pero al día siguiente -volvían a empezar. El Papa llegó a decirle un día, coléricamente: -‘¿Quieres que mande tirar tus andamios?’ -Miguel Ángel tuvo que ceder, quitó el andamiaje y descubrió -la obra el día de Todos los Santos de 1512”.</p> - -<p>Esta festividad brillante, y al mismo tiempo sombría, -por los reflejos que recibe del Día de Muertos, era bien -apropiada para la inauguración de esta obra terrible, llena -del Espíritu del Dios que crea y que mata—Dios devorador, -por donde se precipita toda la fuerza de vivir, como un -huracán<a id="FNanchor_211" href="#Footnote_211" class="fnanchor">[211]</a>.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_144"></a>[Pg 144]</span></p> - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_150" href="#FNanchor_150" class="label">[150]</a> <em>Poesías</em>, I. En una hoja suelta, en el Louvre, donde están los -esbozos del <em>David</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_151" href="#FNanchor_151" class="label">[151]</a> Miguel Ángel se complacía diciendo que debía su “genio al -aire fino de la comarca de Arezzo”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_152" href="#FNanchor_152" class="label">[152]</a> Ludovico di Lionardo Buonarroti Simoni. Porque el verdadero -nombre de la familia era Simoni.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_153" href="#FNanchor_153" class="label">[153]</a> Francesca di Neri di Miniato del Sera.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_154" href="#FNanchor_154" class="label">[154]</a> El padre volvió a casar algunos años después, en 1485, con -Lucrezia Ubaldini, quien murió en 1497.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_155" href="#FNanchor_155" class="label">[155]</a> Lionardo nació en 1473; Buonarroto, en 1477; Giovan Simone -en 1479; Sigismondo, en 1481. Leonardo se hizo monje y así Miguel -Ángel fué el mayor, el jefe de la familia.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_156" href="#FNanchor_156" class="label">[156]</a> Condivi.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_157" href="#FNanchor_157" class="label">[157]</a> A decir verdad, apenas puede creerse esta envidia de un artista -tan potente; de cualquier manera yo no creo que haya sido la causa -de la partida precipitada de Miguel Ángel, quien conservó hasta su -vejez respeto para su primer maestro.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_158" href="#FNanchor_158" class="label">[158]</a> El director de esta Escuela era Bertoldo, discípulo de Donatello.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_159" href="#FNanchor_159" class="label">[159]</a> <em>El Combate de los Centauros y los Lapitas</em>, está en la casa Buonarroti -de Florencia. Del mismo tiempo es la <em>Máscara del fauno -riendo</em>, que valió a Miguel Ángel la amistad de Lorenzo de Médicis, -y la <em>Madona de la Escalera</em>, bajo relieve de la casa Buonarroti.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_160" href="#FNanchor_160" class="label">[160]</a> Esto fué como por 1491.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_161" href="#FNanchor_161" class="label">[161]</a> Murieron poco después, en 1494. Policiano pidió que se le -enterrara como dominico en la Iglesia de San Marcos, la Iglesia de -Savonarola; Pico de la Mirandola revistió para morir los hábitos dominicos.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_162" href="#FNanchor_162" class="label">[162]</a> En 1491.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_163" href="#FNanchor_163" class="label">[163]</a> Lorenzo de Médicis había muerto el 8 de abril de 1492; su -hijo Pedro le había sucedido. Miguel Ángel abandonó el Palacio, -volvió a la casa de su padre y permaneció algún tiempo sin empleo. -Después Pedro lo volvió a tomar a su servicio, encargándolo de comprarle -camafeos y piedras grabadas; entonces esculpió el <em>Hércules</em> colosal, -de mármol, que estuvo primero en el Palacio Strozzi, después -fué comprado por Francisco I en 1529 y colocado en Fontainebleau, -de donde desapareció en el siglo XVII. De este tiempo es también el -<em>Crucifijo</em> de madera, del convento de San Spirito, para el cual Miguel -Ángel estudió la anatomía sobre cadáveres, con tal encarnizamiento -que cayó enfermo (1494).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_164" href="#FNanchor_164" class="label">[164]</a> Condivi. La fuga de Miguel Ángel sucedió en octubre de 1494. -Un mes más tarde Pedro de Médicis huyó a su vez por la rebelión del -pueblo; y el Gobierno popular se instaló en Florencia con el apoyo -de Savonarola, quien profetizaba que Florencia extendería la República -por el mundo entero. Esta República reconocía sin embargo -un rey: Jesucristo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_165" href="#FNanchor_165" class="label">[165]</a> Fué huésped del noble Giovanni Francesco Aldovrandi, quien lo -ayudó en ciertas dificultades con la policía de Bolonia. Trabajó -entonces en la estatua de San Petronio y en una estatuita de ángel -para el tabernáculo (<em>Arca</em>) de San Domenico; pero estas obras no -tienen absolutamente ningún carácter religioso. Siempre es la misma -fuerza orgullosa.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_166" href="#FNanchor_166" class="label">[166]</a> Miguel Ángel llegó a Roma en junio de 1496. El <em>Baco ebrio</em>, -el <em>Adonis moribundo</em> (Museo del Bargello), y el <em>Cupido</em> (South -Kensington), son de 1497. Parece que Miguel Ángel dibujó también -en esta misma época, el cartón de la <em>Estigmatización de San Francisco</em> -para San Pedro de Montorio.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_167" href="#FNanchor_167" class="label">[167]</a> 23 de mayo de 1498.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_168" href="#FNanchor_168" class="label">[168]</a> Se ha dicho siempre hasta ahora que la <em>Pietà</em> fué ejecutada -para el cardenal francés Juan de Groslaye de Villiers, abate de Saint -Denis, embajador de Carlos VIII, quien la encargó a Miguel Ángel -para la capilla de los Reyes de Francia en San Pedro. (Contrato de -27 de agosto de 1498). M. Charles Samaran, en un estudio sobre -<em>La Casa de Armagnacen el siglo XV</em>, ha comprobado que el cardenal -francés que mandó esculpir la <em>Pietà</em>, fué Juan de Bilhères, abate de -Pessan, obispo de Lombez, abate de Saint Denis. Miguel Ángel trabajó -en ella hasta 1501. -</p> - -<p>Una conversación de Miguel Ángel con Condivi explica por un -pensamiento de misticismo caballeresco la juventud de la Virgen, -tan diferente de las <em>Mater Dolorosa</em>, salvajes, marchitas, convulsas -de dolor, de Donatello, de Signorelli, de Mantegna y de Botticelli.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_169" href="#FNanchor_169" class="label">[169]</a> Carta de su padre, 19 de diciembre de 1500.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_170" href="#FNanchor_170" class="label">[170]</a> Carta a su padre. Primavera de 1500.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_171" href="#FNanchor_171" class="label">[171]</a> Carta a su padre, 1521.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_172" href="#FNanchor_172" class="label">[172]</a> En agosto de 1501. En los meses precedentes había firmado -con el Cardenal Francesco Piccolomini un contrato, que no cumplió -nunca, para la decoración del altar Piccolomini en la Catedral de -Siena. Éste fué uno de los remordimientos de toda su vida.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_173" href="#FNanchor_173" class="label">[173]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_174" href="#FNanchor_174" class="label">[174]</a> Miguel Ángel decía a un escultor, que se esforzaba por arreglar -la luz en su taller de tal manera que su obra resultara favorecida: -“No te tomes tantos trabajos; lo que importa es la luz sobre el lugar -de su colocación”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_175" href="#FNanchor_175" class="label">[175]</a> Se ha conservado el detalle de estas deliberaciones. (Milanesi, -<em>Contratti artistici</em>, páginas 620 y siguientes). El <em>David</em> permaneció -hasta 1873 en el lugar señalado por Miguel Ángel, frente al Palacio -de la Señoría. Después, la estatua, que había sido perjudicada de una -manera inquietante por la lluvia, fué llevada a la Academia de Bellas -Artes de Florencia, a una rotonda especial (<em>Tribuna del David.</em>) El -<em>Circolo Artistico</em> de Florencia propone ahora mandar hacer una copia -en mármol blanco para elevarla en el sitio antiguo, frente al Palacio -Viejo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_176" href="#FNanchor_176" class="label">[176]</a> Relación contemporánea e <em>Historias Florentinas</em> de Pietro di -Marco Parenti.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_177" href="#FNanchor_177" class="label">[177]</a> Debemos agregar que la casta desnudez del <em>David</em> ofendía el -pudor de Florencia. El Aretino, reprochando a Miguel Ángel la indecencia -de su <em>Juicio Final</em>, le escribía, en 1545: “Imitad la modestia -de los florentinos, que ocultan con hojas de oro las partes vergonzosas -de su bello <em>Coloso</em>”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_178" href="#FNanchor_178" class="label">[178]</a> Alusión a la estatua ecuestre de Francesco Sforza, que Leonardo -dejó sin terminar y con la cual los arqueros gascones de Luis XII -se divirtieron tomando como blanco el modelo en yeso.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_179" href="#FNanchor_179" class="label">[179]</a> Relación de un contemporáneo. (<em>Anónimo de la Magliabecchiana.</em>)</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_180" href="#FNanchor_180" class="label">[180]</a> Se le impuso la humillación de pintar la victoria de los florentinos -sobre sus amigos los milaneses.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_181" href="#FNanchor_181" class="label">[181]</a> O la <em>Guerra de Pisa</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_182" href="#FNanchor_182" class="label">[182]</a> El cartón de Miguel Ángel que fué el único ejecutado desde -1505, desapareció en 1512, cuando los motines provocados en Florencia -por el regreso de los Médicis. Esta obra sólo es conocida por copias -fragmentarias. La más famosa de estas copias es el grabado de Marco -Antonio. (<em>Los Trepadores.</em>) En cuanto al fresco de Leonardo, Leonardo -mismo bastó para destruirlo. Quiso perfeccionar la técnica del -fresco y ensayó una pintura de aceite que no se conservó; en 1506 -abandonó desalentado este trabajo, que ya en 1550 no existía. -</p> - -<p>De este período de la vida de Miguel Ángel (1501-1505) son también -los dos bajo relieves circulares de la <em>Madona</em> y del <em>Niño</em> que están -en la Royal Academy de Londres y en el Museo del Bargello de Florencia; -la <em>Madona de Brujas</em>, adquirida en 1506 por unos comerciantes -flamencos, y el gran cuadro al temple de la <em>Santa Familia</em> de los -Uffizi, el más bello y más cuidado de los de Miguel Ángel. Su austeridad -puritana y su aspecto heroico, se oponen rudamente a las -languideces afeminadas del arte leonardesco.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_183" href="#FNanchor_183" class="label">[183]</a> Condivi.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_184" href="#FNanchor_184" class="label">[184]</a> Cuando menos a Bramante. Rafael era demasiado amigo y -estaba demasiado obligado con Bramante para no hacer causa común -con él; pero no hay pruebas de que haya obrado personalmente -contra Miguel Ángel. Sin embargo, éste lo acusa formalmente: -“Todas las dificultades habidas entre el Papa Julio y yo fueron obra -de los celos de Bramante y de Rafael. Trataban de perderme; y en -verdad Rafael tenía motivos para ello, porque lo que sabía de arte, -de mí lo había aprendido”. Carta de octubre de 1542 a un personaje -desconocido. (<em>Cartas</em>, edición Milanesi, páginas 489-494).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_185" href="#FNanchor_185" class="label">[185]</a> Condivi, que por su ciega amistad con Miguel Ángel se hace -un poco sospechoso, dice: “Bramante era impulsado a perjudicar a -Miguel Ángel en primer lugar por sus celos y después por el temor que -tenía de los juicios de Miguel Ángel, quien descubría sus faltas. Bramante, -como todos saben, era muy dado al placer y muy disipador. -El sueldo que recibía del Papa, por elevado que fuera, no le bastaba -y trataba de ganar en sus obras, haciendo construir los muros con -malos materiales, de solidez insuficiente. Cualquiera puede comprobarlo -en sus construcciones de San Pedro, del corredor del Belvedere, -del claustro de San Pedro Advíncula, etc. que ha sido necesario recientemente -sostener por medio de garfios y puntales, porque habían -caído o estaban para caer en poco tiempo”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_186" href="#FNanchor_186" class="label">[186]</a> “Cuando el Papa cambió de idea, y llegaron los barcos con el -mármol de Carrara, yo mismo tuve que pagar el flete. Al mismo tiempo, -los talladores de piedras que yo había hecho venir de Florencia -para la tumba, llegaron a Roma; y como yo había hecho instalar -y amueblar para ellos la casa que Julio me había dado detrás de Santa -Catarina, me vi sin dinero y con grandes dificultades”. (Carta ya -citada, de octubre de 1542).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_187" href="#FNanchor_187" class="label">[187]</a> El 17 de abril de 1506.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_188" href="#FNanchor_188" class="label">[188]</a> Toda esta relación está tomada textualmente de una carta de -Miguel Ángel, de octubre de 1542.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_189" href="#FNanchor_189" class="label">[189]</a> Lo atribuyo a esta fecha, que me parece la más verosímil, -aun cuando Frey, sin suficientes razones a mi juicio, cree que el soneto -es de hacia 1511.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_190" href="#FNanchor_190" class="label">[190]</a> <em>Poesías</em>, III. Véanse Apéndice I, y al fin de la segunda parte -de este libro. <em>El árbol seco</em> es una alusión a la encina verde que figura -en el escudo de los De la Rovere, familia de Julio II.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_191" href="#FNanchor_191" class="label">[191]</a> “Esta no fué la única causa de mi partida; había también -otra cosa de la cual prefiero no hablar. Basta decir que me hizo pensar -que si yo me quedaba en Roma, esta ciudad sería mi tumba, antes -que la del Papa. Y ésta fué la causa de mi partida súbita”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_192" href="#FNanchor_192" class="label">[192]</a> 18 de abril de 1506.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_193" href="#FNanchor_193" class="label">[193]</a> Carta de octubre de 1542.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_194" href="#FNanchor_194" class="label">[194]</a> <em>Ibid.</em></p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_195" href="#FNanchor_195" class="label">[195]</a> Fines de agosto de 1506.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_196" href="#FNanchor_196" class="label">[196]</a> Condivi. Miguel Ángel había tenido ya la idea de ir a Turquía -en 1504; y en 1519 estuvo en relaciones con “el Señor de Andrinópolis”, -quien le pedía que fuera a ejecutar para él algunas pinturas. -Es sabido que Leonardo de Vinci también había intentado ir a Turquía.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_197" href="#FNanchor_197" class="label">[197]</a> Condivi.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_198" href="#FNanchor_198" class="label">[198]</a> Carta a su padre, 8 de febrero de 1507.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_199" href="#FNanchor_199" class="label">[199]</a> Cartas a su hermano, del 29 de septiembre y del 10 de noviembre -de 1507.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_200" href="#FNanchor_200" class="label">[200]</a> Esto es al menos lo que pretende Condivi. Hay que notar -sin embargo, que desde antes de la fuga de Miguel Ángel a Bolonia, -se había tratado de que pintara la Sixtina, y que entonces este proyecto -agradaba poco a Bramante, quien quería alejar de Roma a su rival. -(Carta de Pietro Rosselli a Miguel Ángel, en mayo de 1506).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_201" href="#FNanchor_201" class="label">[201]</a> Entre abril y septiembre de 1508, Rafael pintó el cuarto -llamado <em>de la Firma</em> (<em>Escuela de Atenas y Disputa del Santo Sacramento</em>).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_202" href="#FNanchor_202" class="label">[202]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_203" href="#FNanchor_203" class="label">[203]</a> En las cartas de 1510 a su padre, Miguel Ángel se lamenta -respecto de uno de sus ayudantes, que no es bueno para nada más -“que para hacerse servir... sin duda me faltaba este trabajo. No -tenía ya suficiente... me hace sufrir como una bestia”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_204" href="#FNanchor_204" class="label">[204]</a> Carta a su padre, 27 de enero de 1509.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_205" href="#FNanchor_205" class="label">[205]</a> Cartas a su padre, 1509-1512.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_206" href="#FNanchor_206" class="label">[206]</a> Giovan Simone había maltratado brutalmente a su padre. -Miguel Ángel escribió a éste: -</p> - -<p>“He visto por vuestra última carta cómo van las cosas y cómo se -porta Giovan Simone. Hace diez años que no tenía una noticia tan -mala. Si hubiera podido, el mismo día que recibí vuestra carta, habría -montado a caballo para ir a arreglarlo todo. Pero puesto que me es -imposible, ya le escribo, y si no cambia de conducta, si se lleva un solo -limpiadientes de la casa o si hace cualquier cosa que os disguste, os -suplico que me informéis; obtendré licencia del Papa e iré”. (Primavera -de 1509).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_207" href="#FNanchor_207" class="label">[207]</a> Carta a Giovan Simone. Fechada según Henry Thode en la primavera -de 1509 y en la edición Milanesi en julio de 1508. -</p> - -<p>Adviértase que Giovan Simone era entonces un hombre de treinta -años. Miguel Ángel sólo tenía cuatro más que aquél.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_208" href="#FNanchor_208" class="label">[208]</a> A Gismondo, 17 de octubre de 1509.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_209" href="#FNanchor_209" class="label">[209]</a> Carta a Buonarroto, julio 30 de 1513.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_210" href="#FNanchor_210" class="label">[210]</a> <em>Cartas</em>, agosto de 1512.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_211" href="#FNanchor_211" class="label">[211]</a> He analizado esta obra en el <em>Miguel Ángel</em>, de la colección -“<em>Los Maestros del Arte</em>”. Por eso no la estudio aquí.</p></div></div> -</div> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_145"></a>[Pg 145]</span></p> -<div class="figcenter illowp52" id="p145ilo" style="max-width: 13.1875em;"> - <img class="w100" src="images/p145ilo.jpg" alt="p145ilo" /> -</div> - - -<h2 class="nobreak">II<br /> - LA FUERZA QUE SE ROMPE</h2> -</div> - -<div class="blockquot"> -<p><em>Roct’è l’alta colonna</em><a id="FNanchor_212" href="#Footnote_212" class="fnanchor">[212]</a>.</p> -</div> - - -<p class="p1">Miguel Ángel salió de este trabajo de Hércules, -glorioso y aniquilado. Por haber tenido, durante -varios meses, la cabeza hacia atrás, para pintar la -bóveda de la Sixtina, “se había lastimado la vista de tal -modo, que por mucho tiempo no pudo leer una carta, o -mirar un objeto, sino levantándolos por encima de su cabeza, -para verles mejor”<a id="FNanchor_213" href="#Footnote_213" class="fnanchor">[213]</a>.</p> - -<p>Él mismo se burlaba de sus achaques:</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_146"></a>[Pg 146]</span></p> - -<p>“La fatiga me ha hinchado, como el agua a los gatos -de Lombardía. Mi vientre apunta hacia la barba; la barba -se endereza hacia el cielo; mi cráneo se apoya en la espalda -y mi pecho parece de harpía; el pincel, chorreando sobre mi -cara, le dejó una decoración muy pintoresca. Los lomos -se me han hundido dentro del cuerpo y el trasero me sirve -de contrapeso. Camino al azar, sin poder verme los pies. -Mi piel se estira por delante y se arruga por detrás; estoy -convertido en un arco sirio. Mi inteligencia es tan -bizarra como mi cuerpo, porque no puede dar mucho de sí -una caña torcida...”<a id="FNanchor_214" href="#Footnote_214" class="fnanchor">[214]</a>.</p> - -<p>Es preciso no engañarse con este buen humor. Miguel -Ángel sufría por ser feo. Para un hombre como él, enamorado -más que nadie de la belleza física, la fealdad era una -vergüenza<a id="FNanchor_215" href="#Footnote_215" class="fnanchor">[215]</a>. Se descubren indicios de esta humillación -en algunos de sus madrigales<a id="FNanchor_216" href="#Footnote_216" class="fnanchor">[216]</a>. Su pena era más profunda, -<span class="pagenum"><a id="Page_147"></a>[Pg 147]</span>porque toda su vida fué devorado por el amor; y -no parece que alguna vez fuera correspondido. Por eso se -replegaba en sí mismo y confiaba a la poesía su ternura -y sus penas.</p> - -<p>Desde la infancia componía versos; esto era para él -una necesidad imperiosa. Llenaba sus dibujos, sus cartas, -sus hojas sueltas, con pensamientos escritos que reformaba -sin cesar. Desgraciadamente, en 1518, quemó la mayor -parte de sus poesías de juventud; otras fueron destruidas -antes de su muerte. Lo poco que nos queda, basta sin -embargo para evocar sus pasiones<a id="FNanchor_217" href="#Footnote_217" class="fnanchor">[217]</a>.</p> - -<p>La más antigua de sus poesías parece haber sido escrita -en Florencia, por el año de 1504<a id="FNanchor_218" href="#Footnote_218" class="fnanchor">[218]</a>.</p> - -<p>“¡Qué feliz vivía, mientras me fué dado resistir victoriosamente -tus furores, oh amor! ¡Ahora, ay de mí, -mi pecho está bañado de lágrimas! ya he conocido tu -fuerza...”<a id="FNanchor_219" href="#Footnote_219" class="fnanchor">[219]</a>.</p> - -<p>Dos madrigales, escritos entre 1504 y 1511, probablemente -dedicados a la misma mujer, tienen una expresión -conmovedora:</p> - -<p>“¿Quién me arrastra por fuerza hacia ti... ¡Ay de mí! -¡Ay de mí! ¡Ay de mí!... ligado y encadenado, aunque -sea libre y dueño de mí mismo!”</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_148"></a>[Pg 148]</span></p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>Chi è quel che per forza a te mi mena,<br /> -Oilmè, oilmè, oilmè,<br /> -Legato e strecto, e son libero e sciolto?</em><a id="FNanchor_220" href="#Footnote_220" class="fnanchor">[220]</a></p> -</div> -</div> - -<p>“¿Cómo es posible que yo ya no sea mío? ¡Oh Dios, oh -Dios, oh Dios! ¿Quién me ha arrancado a mí mismo?... -¿Quién puede más en mí que yo mismo? ¡Oh Dios! ¡Oh -Dios! ¡Oh Dios!”</p> - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>Come può esser, ch’io non sia più mio?<br /> -O Dio, o Dio, o Dio!<br /> -Chi m’ha tolto a me stesso,<br /> -Ch’a me fusse più presso<br /> -O più di me potessi, che poss’io?<br /> -O Dio, o Dio, o Dio!...</em><a id="FNanchor_221" href="#Footnote_221" class="fnanchor">[221]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p>De Bolonia, en el reverso de una carta de diciembre, -1507, es este soneto juvenil, cuya preciosidad sensual -evoca una visión de Botticelli:</p> - -<p>“¡Cuánto goza la guirnalda bien compuesta ciñendo su -cabellera de oro! Todas las flores parecen luchar por ser -las primeras en besar su frente... El traje que oprime y -cubre su pecho es feliz todo el día. La tela de oro no se -cansa de tocar sus mejillas y su cuello. Pero más feliz -aún es el listón bordado de oro, que ciñe dulcemente y -con ligera presión el blanco seno. El cinturón parece decir: -‘¡Quisiera estrecharla siempre!’ ¡Ah!... ¿y qué harían -entonces mis brazos?”<a id="FNanchor_222" href="#Footnote_222" class="fnanchor">[222]</a>.</p> - -<p>En una larga poesía de carácter íntimo, una especie de -confesión<a id="FNanchor_223" href="#Footnote_223" class="fnanchor">[223]</a>, que es difícil citar exactamente, Miguel -<span class="pagenum"><a id="Page_149"></a>[Pg 149]</span>Ángel describe, con una singular crudeza de expresión, sus -angustias de amor.</p> - -<p>“Cuando estoy un día sin verte, no puedo hallar la paz -en ningún sitio; cuando te veo, eres para mí como la -comida para el hambriento... Cuando tú me sonríes o -me saludas en la calle, ardo como pólvora... Cuando me -hablas, mi rostro se enrojece, pierdo la voz y se apaga -súbitamente mi gran deseo...”<a id="FNanchor_224" href="#Footnote_224" class="fnanchor">[224]</a>.</p> - -<p>Y después, estos gemidos de dolor:</p> - -<p>“¡Ah, qué pena infinita siente mi corazón cuando recuerdo -que aquélla a quien yo amo no me ama...! -¿Cómo seguiré viviendo?...”.</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em><span style="padding-left: 1em;">...Ahi, che doglia’nfinita</span><br /> -<span style="padding-left: 1em;">Sente’l mio cor, quando li torna a mente,</span><br /> -<span style="padding-left: 1em;">Che quella ch’io tant’amo amor non sente!</span><br /> -Come restero’n vita?...</em><a id="FNanchor_225" href="#Footnote_225" class="fnanchor">[225]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p class="p1">Y estas líneas escritas después de sus estudios para la -Madona de la Capilla Médicis:</p> - -<p>“Me quedo solo, ardiendo entre la sombra, cuando el -sol priva al mundo de sus rayos. Todos se regocijan, y yo -sufro, postrado en tierra, gimiendo y llorando”<a id="FNanchor_226" href="#Footnote_226" class="fnanchor">[226]</a>.</p> - -<p>El amor no aparece en las poderosas esculturas y pinturas -<span class="pagenum"><a id="Page_150"></a>[Pg 150]</span>de Miguel Ángel; en ellas sólo expresa sus pensamientos -heroicos, como si se avergonzara de manifestar ahí las -debilidades de su corazón. Sólo a la poesía se ha confiado. -Aquí es donde hay que buscar el secreto de este corazón, -tímido y tierno bajo su ruda corteza:</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>Amando, a che son nato?</em></p> -<p>“Yo amo: ¿para qué he nacido?”<a id="FNanchor_227" href="#Footnote_227" class="fnanchor">[227]</a>.</p> -</div> -</div> - -<hr class="tb" /> - -<p>Terminada la Sixtina y muerto Julio II<a id="FNanchor_228" href="#Footnote_228" class="fnanchor">[228]</a>, Miguel -Ángel volvió a Florencia y reanudó el proyecto que tanto -le interesaba: la tumba de Julio II. Se comprometió por -contrato a hacerla en siete años<a id="FNanchor_229" href="#Footnote_229" class="fnanchor">[229]</a>. Durante tres años -se consagró casi exclusivamente a este trabajo<a id="FNanchor_230" href="#Footnote_230" class="fnanchor">[230]</a>. En este -período relativamente tranquilo—período de madurez -melancólica y serena, en el cual se apaciguan las furias -hirvientes de la Sixtina, como un océano que se calma y -vuelve a su lecho—Miguel Ángel produjo sus obras más -perfectas, las que realizan mejor el equilibrio de sus pasiones -y de su voluntad: el <em>Moisés</em> y los <em>Esclavos</em> del Louvre<a id="FNanchor_231" href="#Footnote_231" class="fnanchor">[231]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_151"></a>[Pg 151]</span></p> - -<p>Pero no fué más que un instante: el curso tempestuoso -de su vida continuó casi inmediatamente. Volvió a caer -entre las sombras.</p> - -<p>El nuevo Papa, León X, quiso separar a Miguel Ángel -de la tarea de glorificación de su predecesor, y dedicarlo -al triunfo de su propia estirpe. Era para él una cuestión -de orgullo más que de simpatía, porque su espíritu epicúreo -no podía comprender el genio triste de Miguel Ángel<a id="FNanchor_232" href="#Footnote_232" class="fnanchor">[232]</a>; -todos sus favores eran para Rafael. Pero el hombre de la -Sixtina era una gloria italiana; León X quiso domesticarlo.</p> - -<p>Ofreció a Miguel Ángel que construyera la fachada de -San Lorenzo, la iglesia de los Médicis, en Florencia. Miguel -Ángel, estimulado por su rivalidad con Rafael, quien se -había aprovechado de su ausencia para llegar a ser en Roma -el soberano del arte<a id="FNanchor_233" href="#Footnote_233" class="fnanchor">[233]</a>, se dejó arrastrar en esta nueva -tarea, que le era materialmente imposible cumplir sin -descuidar la anterior, y que debía ser para él una causa de -tormentos sin fin. Trataba de convencerse de que podía -seguir adelante con la tumba de Julio II y la fachada de -San Lorenzo. Esperaba descargarse de la mayor parte del -trabajo buscando un ayudante, para no ejecutar él mismo -más que las estatuas principales. Pero, según su costumbre, -se embriagó poco a poco con su proyecto, y muy -<span class="pagenum"><a id="Page_152"></a>[Pg 152]</span>pronto no soportó ya compartir con nadie este honor. Más -aún, temía que el Papa quisiera retirarle la obra, y suplicó -a León X que lo sujetara con esta nueva cadena<a id="FNanchor_234" href="#Footnote_234" class="fnanchor">[234]</a>.</p> - -<p>Naturalmente, le fué imposible continuar el monumento -de Julio II. Pero lo más triste fué que tampoco llegó a -elevar la fachada de San Lorenzo. No le bastaba con rechazar -toda colaboración; por su terrible manía de hacerlo -todo personalmente, en lugar de quedarse en Florencia -y trabajar su obra, fué a Carrara para vigilar la extracción -de los bloques. Allí tropezó con dificultades de toda clase. -Los Médicis querían utilizar las canteras de Pietrasanta, -recientemente adquiridas por Florencia, en vez de las de -Carrara. Por haber tomado el partido de los de Carrara, -Miguel Ángel fué acusado injuriosamente por el Papa de -haberse vendido<a id="FNanchor_235" href="#Footnote_235" class="fnanchor">[235]</a>, y por haber tenido que obedecer las -órdenes del Papa, fué perseguido por los Carraras, quienes -se entendieron con los marineros ligures, y no encontró un -solo barco de Génova a Pisa para transportar sus mármoles<a id="FNanchor_236" href="#Footnote_236" class="fnanchor">[236]</a>. -Tuvo que construir un camino, en parte sobre pilotes, -<span class="pagenum"><a id="Page_153"></a>[Pg 153]</span>a través de las montañas y de los llanos pantanosos. -La gente de la comarca no quería contribuir para los gastos -del camino. Los trabajadores no entendían absolutamente -su cometido. Las canteras eran nuevas, los obreros eran -nuevos. Miguel Ángel gemía:</p> - -<p>“He intentado resucitar muertos, queriendo domar estas -montañas y traer el arte aquí”<a id="FNanchor_237" href="#Footnote_237" class="fnanchor">[237]</a>. Se mantenía firme, sin -embargo. “Lo que he prometido, lo cumpliré, a pesar de -todo: haré la obra más bella que se haya hecho en Italia, -si Dios me asiste”.</p> - -<p>¡Cuánta fuerza, entusiasmo y genio perdidos en vano! -A fines de septiembre de 1518, cayó enfermo en Seravezza, -de fatiga y de hastío. Comprendía que su salud y sus ensueños -se gastaban en esta vida de obrero. Tenía la obsesión -de comenzar al fin su trabajo y la angustia de no poder -hacerlo. Estaba asediado por otros compromisos que -no podía satisfacer<a id="FNanchor_238" href="#Footnote_238" class="fnanchor">[238]</a>.</p> - -<p>“Muero de impaciencia porque mi adverso destino no me -permite hacer lo que quisiera. Muero de dolor, me siento como -si fuera un tramposo, aunque no sea mía la culpa”<a id="FNanchor_239" href="#Footnote_239" class="fnanchor">[239]</a>...</p> - -<p>De vuelta en Florencia, se consumía esperando la llegada -de los cargamentos de mármol; pero el Arno estaba seco -y los barcos no podían subir el río con los bloques.</p> - -<p>Al fin llegaron. ¿Podrá trabajar ahora?—No. Vuelve -a las canteras. Se obstina en no comenzar antes de haber -<span class="pagenum"><a id="Page_154"></a>[Pg 154]</span>reunido, como antes para la tumba de Julio II, toda una -montaña de mármol. Retrocede cuando llega el instante -de empezar; parece que tiene miedo. ¿No habrá prometido -demasiado? ¿No se habrá comprometido de una manera -temeraria en este trabajo de arquitectura? Éste no -es su oficio: ¿dónde pudo haberlo aprendido? Y ahora -no puede avanzar ni retroceder.</p> - -<p>Todas sus fatigas no le bastan ni para asegurar el transporte -de los mármoles. De seis columnas monolíticas -enviadas a Florencia, cuatro se rompieron en el camino y -otra en la misma Florencia. Sus obreros lo engañaban.</p> - -<p>Al fin, el Papa y el Cardenal de Médicis se impacientaron -por tanto tiempo precioso, inútilmente perdido entre las -canteras y los caminos fangosos. El 10 de marzo de 1520, -un breve del Papa desligó a Miguel Ángel del contrato de -1518 para la fachada de San Lorenzo. Miguel Ángel no -recibió más aviso que la llegada a Pietrasanta de los equipos -de obreros enviados para reemplazarlo. Se sintió cruelmente -agraviado.</p> - -<p>“No tomo en cuenta al cardenal, dijo, los tres años que -he perdido aquí. No le tomo en cuenta que me he arruinado -por esta obra de San Lorenzo. No le tomo en cuenta -la gran afrenta que se me hace encargándome esta obra -y retirándomela después sin saber siquiera por qué. No le -tomo en cuenta todo lo que he perdido y todo lo que he -gastado... Y ahora, el asunto puede resumirse así: el -Papa se queda con la cantera y con los bloques tallados, -y yo con el dinero que tengo en mano: ¡500 ducados, y se -me devuelve mi libertad!”<a id="FNanchor_240" href="#Footnote_240" class="fnanchor">[240]</a>.</p> - -<p>No era a sus protectores a quienes Miguel Ángel debía -acusar, sino a sí mismo, y él bien lo sabía. Éste era su mayor -dolor. Luchaba en contra de sí mismo. De 1515 a 1520, -en la plenitud de su fuerza y desbordante de genio, ¿qué -había hecho?</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_155"></a>[Pg 155]</span></p> -<p>El insignificante <em>Cristo</em> de la Minerva; ¡una obra de Miguel -Ángel donde no está Miguel Ángel! Y ni esto siquiera -pudo acabar<a id="FNanchor_241" href="#Footnote_241" class="fnanchor">[241]</a>.</p> - -<p>De 1515 a 1520, en estos últimos años del gran Renacimiento, -antes de los cataclismos que iban a dar fin a la -primavera de Italia, Rafael había pintado las <em>Loggias</em>, -la <em>Sala del Incendio</em>, la <em>Farnesiana</em>, obras maestras de -todos los géneros; había edificado la Villa Madame, dirigido -la construcción de San Pedro, las exploraciones, las -fiestas, los monumentos; había gobernado el arte, fundado -una escuela numerosa y había muerto en medio de su trabajo -y de su triunfo<a id="FNanchor_242" href="#Footnote_242" class="fnanchor">[242]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>La amargura de sus desilusiones, la desesperación de los -días perdidos, de las esperanzas arruinadas, de la voluntad -rota, se reflejan en las obras del período siguiente: las -tumbas de los Médicis y las nuevas estatuas del monumento -de Julio II<a id="FNanchor_243" href="#Footnote_243" class="fnanchor">[243]</a>.</p> - -<p>El libre Miguel Ángel, que toda su vida no hizo más que -pasar de un yugo a otro, había cambiado de amo. El cardenal -Julio de Médicis, que llegó a ser Papa con el nombre -de Clemente VII, reinó sobre él de 1520 a 1534.</p> - -<p>Clemente VII ha sido juzgado con mucha severidad.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_156"></a>[Pg 156]</span></p> - -<p>Sin duda, como todos estos Papas, quiso hacer del arte y de -los artistas unos servidores del orgullo de su familia. Pero -Miguel Ángel no tuvo por qué quejarse de él; ningún Papa -lo amó tanto; ninguno demostró un interés tan constante -y apasionado por sus trabajos<a id="FNanchor_244" href="#Footnote_244" class="fnanchor">[244]</a>. Nadie comprendió mejor -las debilidades de su voluntad, hasta defendiéndolo -contra él mismo e impidiendo que se dispersara en vano. -Aun después de la sublevación de Florencia y la rebelión -de Miguel Ángel, Clemente no cambió para él<a id="FNanchor_245" href="#Footnote_245" class="fnanchor">[245]</a>. Pero -no dependía de él apaciguar la inquietud, la fiebre, el pesimismo -y la mortal melancolía que devoraban su gran -corazón. ¡Qué importaba la bondad personal de un amo! -De todos modos era un amo.</p> - -<p>“He servido a los Papas, decía Miguel Ángel, pero únicamente -por fuerza”<a id="FNanchor_246" href="#Footnote_246" class="fnanchor">[246]</a>.</p> - -<p>¿Qué importaban un poco de gloria y una o dos obras -bellas? ¡Estaba esto tan lejos de lo que él había soñado! -Y la vejez ya venía. Todo se iba ensombreciendo a su -alrededor. El Renacimiento terminaba. Roma iba a ser -saqueada por los bárbaros. La sombra amenazadora de un -Dios triste iba a pesar sobre el pensamiento de Italia. -Miguel Ángel sentía venir la hora trágica, y sufría una -angustia sofocante.</p> - -<p>Después de haber arrancado a Miguel Ángel de la enredada -empresa en la cual se había comprometido, Clemente -VII resolvió lanzarlo por un nuevo camino, donde tenía la -intención de vigilarlo más de cerca. Le confió la construcción -<span class="pagenum"><a id="Page_157"></a>[Pg 157]</span>de la capilla y las tumbas de los Médicis. Esperaba retenerlo -enteramente a su servicio<a id="FNanchor_247" href="#Footnote_247" class="fnanchor">[247]</a>. Hasta le propuso que -ingresara en las órdenes ofreciéndole un beneficio eclesiástico<a id="FNanchor_248" href="#Footnote_248" class="fnanchor">[248]</a>. -Miguel Ángel rehusó: pero Clemente VII no dejó -por eso de pagarle una pensión mensual triple de la que -pedía, y le regaló una casa cerca de San Lorenzo.</p> - -<p>Todo parecía ir por buen camino y el trabajo para la -capilla se iniciaba activamente, cuando de pronto Miguel -Ángel abandonó su casa y rehusó la pensión de Clemente -VII<a id="FNanchor_249" href="#Footnote_249" class="fnanchor">[249]</a>. Sufría una nueva crisis de desaliento. Los herederos -de Julio II no le perdonaban que hubiera abandonado -la obra emprendida; lo amenazaban con persecuciones -y ponían en duda su lealtad. Miguel Ángel se enloqueció -con la idea de un proceso; su conciencia daba la razón a sus -adversarios y lo acusaba de haber faltado a su compromiso; -le parecía imposible aceptar el dinero de Clemente VII -mientras no hubiera restituido el que recibió de Julio II.</p> - -<p>“No trabajo ni vivo”, escribía<a id="FNanchor_250" href="#Footnote_250" class="fnanchor">[250]</a>. Suplicaba al Papa -<span class="pagenum"><a id="Page_158"></a>[Pg 158]</span>que interviniera con los herederos de Julio II y lo ayudara -a restituir todo lo que les debía.</p> - -<p>“Venderé, haré lo que sea posible para llegar a esta -restitución”. O bien que se le permitiera consagrarse enteramente -al monumento de Julio II: “deseo más salir de -esta obligación, que vivir”.</p> - -<p>Con el pensamiento de que sin Clemente VII, quedaría -abandonado a la persecución de sus enemigos, lloraba y se -desesperaba como un niño:</p> - -<p>“Si el Papa me deja así, no podré permanecer en este -mundo... No sé lo que escribo, tengo la cabeza completamente -perdida...”<a id="FNanchor_251" href="#Footnote_251" class="fnanchor">[251]</a>.</p> - -<p>Clemente VII que no tomaba muy en serio esta desesperación -de artista, insistía para que no se interrumpiera -el trabajo de la Capilla de los Médicis. Sus amigos no -comprendían estos escrúpulos y le aconsejaban que no se -pusiera en ridículo rehusando la pensión. Uno de ellos le -reprochaba con viveza haber obrado irreflexivamente, y -le rogaba que en lo futuro no se entregara a sus caprichos<a id="FNanchor_252" href="#Footnote_252" class="fnanchor">[252]</a>. -Otro le escribía:</p> - -<p>“Se me dice que habéis rehusado vuestra pensión, abandonado -vuestra casa y suspendido vuestro trabajo; esto -me parece un acto de locura. Amigo mío, compadre, de -esta manera dais gusto a vuestros enemigos... no os ocupéis -más de la tumba de Julio II, y tomad la pensión porque -os la dan con buena voluntad”<a id="FNanchor_253" href="#Footnote_253" class="fnanchor">[253]</a>.</p> - -<p>Miguel Ángel se obstinaba. La Tesorería Pontificia le -cogió la palabra y suprimió la pensión. El desgraciado, -reducido a la desesperación, tuvo que volver a pedir algunos -meses más tarde lo mismo que había rehusado. Primero -lo hizo tímidamente, con vergüenza:</p> - -<p>“Mi querido Giovanni, puesto que la pluma es siempre -<span class="pagenum"><a id="Page_159"></a>[Pg 159]</span>más atrevida que la lengua, os escribo lo que he querido -deciros varias veces en estos días y que no he tenido el -valor de expresar de viva voz: ¿Puedo contar todavía con -la pensión...? Si estuviera seguro de no recibirla no cambiaría -por esto mi disposición, ni dejaría de trabajar para -el Papa tanto como pudiera, pero arreglaría mis asuntos -según esta situación”<a id="FNanchor_254" href="#Footnote_254" class="fnanchor">[254]</a>.</p> - -<p>Luego, obligado por la necesidad vuelve a la carga:</p> - -<p>“Después de haber reflexionado bien, he comprendido -cuánto interesa al Papa esta obra de San Lorenzo; y puesto -que S. S. me ha concedido una pensión con el designio -de que yo tenga más comodidad para servirlo prontamente, -sería retrasar el trabajo no aceptarla; así, pues, he -cambiado de opinión y si hasta ahora no pedía esta pensión, -ya la pido por más razones de las que puedo escribir... -¿Quiere usted dármela, haciéndola contar desde el día en -que me fué concedida? Decidme desde qué momento preferís -que la reciba”<a id="FNanchor_255" href="#Footnote_255" class="fnanchor">[255]</a>.</p> - -<p>Para darle una lección, no le hicieron caso. Dos meses -más tarde no había recibido nada, y después tuvo que -reclamar la pensión varias veces.</p> - -<p>Trabajaba en medio de sus tormentos. Se quejaba de -que sus preocupaciones fueran estorbo para su imaginación...: -“Los disgustos pueden mucho sobre mí... no -se puede trabajar con las manos en una cosa y con la cabeza -en otra; sobre todo en escultura. Se dice que todo -esto sirve para aguijonearme; pero yo respondo que estos -son malos aguijones que incitan a retroceder. Hace más de -un año que no he recibido la pensión y lucho con la miseria; -estoy muy solo en medio de mis penas, y tengo tantas que -me ocupan más que el arte; no tengo recursos para buscar -alguien que me ayude”<a id="FNanchor_256" href="#Footnote_256" class="fnanchor">[256]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_160"></a>[Pg 160]</span></p> - -<p>Clemente VII se manifestaba algunas veces conmovido -por sus sufrimientos y le enviaba expresiones de afectuosa -simpatía. Le aseguraba su favor mientras viviera<a id="FNanchor_257" href="#Footnote_257" class="fnanchor">[257]</a>. -Pero la incurable frivolidad de los Médicis era más poderosa, -y en vez de aliviarlo de una parte de sus trabajos le -hacía nuevos encargos; entre otros el de un absurdo Coloso -cuyo cabeza debía ser un campanario, y el brazo una -chimenea. Miguel Ángel tuvo que ocuparse algún tiempo -en este proyecto extravagante<a id="FNanchor_258" href="#Footnote_258" class="fnanchor">[258]</a>.</p> - -<p>Tenía que estar en constantes dificultades con sus obreros, -sus albañiles y sus carreteros, quienes intentaban -hacerse apóstoles precursores de la jornada de ocho horas<a id="FNanchor_259" href="#Footnote_259" class="fnanchor">[259]</a>.</p> - -<p>Al mismo tiempo, sus disgustos domésticos no dejaban -de aumentar. Su padre se hacía más irritable y más injusto -con la edad; un día creyó conveniente escaparse de Florencia, -acusando a su hijo de haberlo arrojado. Miguel Ángel -le escribió esta carta admirable<a id="FNanchor_260" href="#Footnote_260" class="fnanchor">[260]</a>:</p> - -<p>“Muy querido padre: Me ha sorprendido mucho ayer -no encontraros en la casa, y ahora que sé que os quejáis -de mí y que decís que yo os he arrojado, me sorprendo mucho -más. Desde el día en que nací hasta ahora, estoy seguro -de no haber tenido ninguna intención de hacer nunca -cosa grande o pequeña que os disguste. Todas las penas -que he soportado, las he soportado siempre por vuestro -amor. Siempre he tomado vuestro partido... todavía -hace pocos días os dije y os prometí consagraros todas mis -fuerzas, y os lo prometo de nuevo. Estoy estupefacto de -<span class="pagenum"><a id="Page_161"></a>[Pg 161]</span>que hayáis olvidado esto tan pronto. Desde hace treinta -años me habéis puesto a prueba, vos y vuestros hijos, y -sabéis que siempre he sido bueno para vosotros, tanto como -podía, en pensamiento y en acción. ¿Cómo podéis andar -diciendo en todas partes que yo os he arrojado? ¿No comprendéis -la mala reputación que esto me forma? No me -faltaba más que esto, con todas las preocupaciones que -tengo; y todas estas preocupaciones las tengo por vuestro -amor. ¡Bien me recompensáis!... Pero de todos modos, -quiero persuadirme de que nunca he dejado de causaros -vergüenza y perjuicios, y os pido perdón como si lo hubiera -hecho. Perdonadme como a un hijo que siempre ha tenido -mala conducta y que os ha hecho todo el mal que puede -hacerse en este mundo. Una vez más os lo suplico; perdonadme -como a un miserable que soy: pero no me deis la -reputación de que os he arrojado, porque mi reputación -me importa más de lo que creéis. A pesar de todo, soy vuestro -hijo”.</p> - -<p>Tanto amor y tanta humildad sólo desarmaban por un -instante el agrio espíritu del viejo. Algún tiempo después, -decía que su hijo lo robaba. Miguel Ángel, empujado -hasta el extremo, le escribió<a id="FNanchor_261" href="#Footnote_261" class="fnanchor">[261]</a>:</p> - -<p>“Ya no sé lo que queréis de mí. Si os pesa que yo viva, -habéis encontrado un buen medio para libraros de mí y -muy pronto os encontraréis en posesión de las llaves del -tesoro que pretendéis que yo guardo. Y haréis bien, porque -todos saben en Florencia que sois un hombre inmensamente -rico, que yo siempre os he robado, y que merezco -un castigo; recibiréis altas alabanzas... decid y gritad -de mí todo lo que queráis, pero ya no me escribáis, porque -así no puedo trabajar. Me obligáis a recordaros todo lo que -habéis recibido de mí, desde hace veinticinco años. Yo no -quería decirlo, pero al fin me veo obligado... tened cuidado... -no se muere uno más que una vez y después ya no se -<span class="pagenum"><a id="Page_162"></a>[Pg 162]</span>vuelve para reparar las injusticias que se han hecho. Habéis -esperado hasta la víspera de la muerte para hacerlas. -¡Que Dios os ayude!”</p> - -<p>Éste era el auxilio que encontraba entre los suyos.</p> - -<p>“¡Paciencia!”, escribía en una carta a un amigo. “Que -Dios no permita que lo que a él no le disgusta me disguste -a mí”<a id="FNanchor_262" href="#Footnote_262" class="fnanchor">[262]</a>.</p> - -<p>En medio de estas penas el trabajo no avanzaba. Cuando -sobrevinieron los sucesos políticos que trastornaron -Italia en 1527, no estaba terminada ni una estatua de la -Capilla de los Médicis<a id="FNanchor_263" href="#Footnote_263" class="fnanchor">[263]</a>.</p> - -<p>Así, este nuevo período de 1520 a 1527, no había hecho -más que agregar sus desilusiones y sus fatigas a las del -período precedente, sin haber traído a Miguel Ángel la -alegría de una sola obra acabada, de un solo designio -realizado después de más de diez años.</p> - - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_212" href="#FNanchor_212" class="label">[212]</a> <em>Poesías</em>, I.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_213" href="#FNanchor_213" class="label">[213]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_214" href="#FNanchor_214" class="label">[214]</a> <em>Poesías</em>, IX: Véase Apéndice, II. -</p> - -<p>Esta poesía, escrita con el estilo burlesco de Francesco Berni y dirigida -a Giovanni da Pistoja, tiene, según Frey, fecha junio-julio de 1510. -En los últimos versos, Miguel Ángel alude a las dificultades de su trabajo, -durante la ejecución de los frescos de la Sixtina, y se disculpa, -alegando que ese no es su oficio:</p> - -<p>“Defiende, pues, Giovanni, mi obra muerta, y defiende mi honor, -porque la pintura no es mi oficio. <em>Yo no soy pintor</em>”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_215" href="#FNanchor_215" class="label">[215]</a> Henry Thode ha esclarecido exactamente este rasgo del carácter -de Miguel Ángel en su primer volumen de <em>Michelangelo und das Ende -der Renaissance, 1902</em>. <em>Berlín.</em></p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_216" href="#FNanchor_216" class="label">[216]</a> “...Puesto que el Señor devuelve a las almas sus cuerpos después -de la muerte, para la paz o el tormento eternos, yo le pido que me -deje el mío, aunque feo, lo mismo en el cielo que en la tierra, junto al -tuyo, porque un corazón amante vale tanto como un bello rostro...”.</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p><em>...Priego 'l mie benché bructo,<br /> -Com’è qui teco, il voglia im paradiso:<br /> -C’un cor pietoso val quant’un bel viso...</em></p> -</div> -</div> - -<p class="p1 indent5">(<em>Poesías</em>, CIX, 12).</p> - -<p>“El cielo parece irritarse con justicia, porque yo, tan feo, me miro -en tus ojos tan bellos”.</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p><em>Ben par che’l ciel s’adiri,<br /> -Che’n sì begli ochi i’mi veggia sì bructo...</em></p> -</div> -</div> - - -<p class="p1 indent5">(<em>Ibid.</em>, CIX, 93).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_217" href="#FNanchor_217" class="label">[217]</a> La primera edición completa de las poesías de Miguel Ángel fué -publicada por su sobrino nieto, al principio del siglo XVII, con el -título de <em>Rime di Michelangelo Buonarroti raccolte da M. A. suo nipote</em>, -1623, Florencia; está llena de errores. Cesare Guasti publicó la primera -edición casi exacta, en 1863, en Florencia; pero la única verdaderamente -científica y completa es la admirable edición de Carl Frey: -<em>Die Dichtungen des Michelagniolo Buonarroti, herausgegeben und mit -kritischem Apparate versehen von Dr. Carl Frey, 1897</em>. <em>Berlin.</em> A ella -me refiero en esta biografía.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_218" href="#FNanchor_218" class="label">[218]</a> En la misma hoja están algunos dibujos de caballos y de hombres -combatiendo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_219" href="#FNanchor_219" class="label">[219]</a> <em>Poesías</em>, II. Véase Apéndice, III.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_220" href="#FNanchor_220" class="label">[220]</a> <em>Poesías</em>, V.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_221" href="#FNanchor_221" class="label">[221]</a> <em>Poesías</em>, VI.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_222" href="#FNanchor_222" class="label">[222]</a> <em>Poesías</em>, VII. Véase Apéndice IV.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_223" href="#FNanchor_223" class="label">[223]</a> Esta expresión es de Frey, quien atribuye a la poesía sin suficiente -razón, a mi juicio, la fecha de 1531-32. Yo creo que es muy -anterior.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_224" href="#FNanchor_224" class="label">[224]</a> <em>Poesías</em>, XXXVI. Véase Apéndice, V.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_225" href="#FNanchor_225" class="label">[225]</a> <em>Poesías</em>, XIII. Del mismo tiempo es un madrigal célebre que el -compositor Bartolommeo Tromboncino puso en música, antes de 1518: -</p> - -<p>“¿Cómo tendré valor para vivir sin ti, mi bien, si no puedo pedirte -ayuda al partir? Estos sollozos, estos llantos y estos suspiros, con los -cuales te acompaña mi pobre corazón, anuncian mi muerte próxima -y mi martirio. Pero si es cierto que la ausencia no hará olvidar mi fiel -esclavitud, te dejo mi corazón, que ya no es mío”. (Poesías, XI. Apéndice -VI).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_226" href="#FNanchor_226" class="label">[226]</a> -</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p><em>Sol’io ardendo all’ ombra mi rimango,<br /> -Quand’el sol de suo razi el mondo spoglia;<br /> -Ogni altro per piacere, e io per doglia,<br /> -Prostrato in terra, mi lamento e piangho.</em></p> -</div> -</div> - -<p class="p1 indent5">(<em>Ibid.</em>, XXII).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_227" href="#FNanchor_227" class="label">[227]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 35.—Comparad estos versos de amor, donde amor -y dolor parecen ser sinónimos, con el éxtasis voluptuoso de los sonetos -juveniles y desmañados de Rafael, escritos en el reverso de sus dibujos -para la <em>Disputa del Santo Sacramento</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_228" href="#FNanchor_228" class="label">[228]</a> Julio II murió el 21 de febrero de 1513, tres meses después de -la inauguración de los frescos de la Sixtina.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_229" href="#FNanchor_229" class="label">[229]</a> Contrato de 6 de marzo de 1513. El nuevo proyecto, más -grande que el proyecto primitivo, comprendía 32 grandes estatuas.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_230" href="#FNanchor_230" class="label">[230]</a> Parece que en este tiempo sólo aceptó Miguel Ángel un encargo: -el del <em>Cristo de la Minerva</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_231" href="#FNanchor_231" class="label">[231]</a> El <em>Moisés</em> debía ser una de las seis figuras colosales para el -coronamiento del piso superior de la tumba de Julio II. Miguel Ángel -no dejó de trabajar en esta obra hasta 1545. Los <em>Esclavos</em>, en los cuales -Miguel Ángel trabajaba en 1513, fueron enviados por él, en 1546, a Roberto -Strozzi, el republicano florentino desterrado entonces en Francia, -quien los obsequió a Francisco I.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_232" href="#FNanchor_232" class="label">[232]</a> No le escatimaba demostraciones de afecto; pero Miguel Ángel -le producía miedo. Se sentía inquieto junto a él: -</p> - -<p>“Cuando el Papa habla de vos, escribe Sebastián del Piombo a Miguel -Ángel, parece que habla de uno de sus hermanos; tiene casi las -lágrimas en los ojos. Me ha dicho que habéis sido educados juntos, -y asegura que os comprende y os ama. Pero vos dais miedo a todos, -hasta a los Papas”. (27 de octubre de 1520). -</p> - -<p>Miguel Ángel era motivo de burlas en la corte de León X, por sus -imprudencias de lenguaje. Una malhadada carta que escribió al Cardenal -Bibbiena, protector de Rafael, fué un regocijo para sus enemigos. -</p> - -<p>“No se habla de otra cosa en el palacio más que de vuestra carta, -dice Sebastián a Miguel Ángel; hace reír a todos”. (Julio 3 de 1520).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_233" href="#FNanchor_233" class="label">[233]</a> Bramante había muerto en 1514. Rafael acababa de ser nombrado -superintendente de la construcción de San Pedro.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_234" href="#FNanchor_234" class="label">[234]</a> “Quiero hacer de esta fachada una obra que sea espejo de la -arquitectura y de la escultura para toda Italia. Es preciso que el Papa -y el Cardenal (Julio de Médicis, el futuro Clemente VII) decidan -pronto si quieren que la haga o no. Si quieren que yo la haga, es preciso -firmar un contrato... Messer Domenico, dadme una contestación -firme respecto a sus intenciones. Esto sería para mí una gran alegría”. -(A Domenico Buoninsegni, julio de 1517).—El contrato fué firmado -con León X el 19 de enero de 1518, y Miguel Ángel se comprometió -a levantar la fachada en ocho años.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_235" href="#FNanchor_235" class="label">[235]</a> Carta del Cardenal Julio de Médicis a Miguel Ángel, de febrero -2 de 1518: “Hemos tenido alguna sospecha de que seáis del partido de -los Carraras por interés personal y que deseáis depreciar las canteras -de Pietrasanta... Os hacemos saber, sin entrar en otras explicaciones, -que Su Santidad quiere que todo el trabajo emprendido se ejecute con -los bloques de mármol de Pietrasanta y no con otros... Si procedéis -de otra manera, será contra los deseos expresos de Su Santidad -y los nuestros, y tendríamos razón para irritarnos en contra vuestra... -Alejad, pues, toda obstinación de vuestro espíritu”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_236" href="#FNanchor_236" class="label">[236]</a> “Fuí hasta Génova en busca de barcos. Los de Carrara han -comprado a todos los patrones... Tengo que ir a Pisa”... (Carta -de Miguel Ángel a Urbano; abril 2 de 1518). “Los barcos que contraté -en Pisa no vinieron. Creo que he sido burlado. ¡Esta es mi suerte en -todo! ¡Oh, mil veces maldito el día en que salí de Carrara! Esta es la -causa de mi ruina”. (Carta de abril 18 de 1518).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_237" href="#FNanchor_237" class="label">[237]</a> Carta de abril 18 de 1518. Y algunos meses más tarde: “La -cantera es muy escarpada y la gente muy ignorante... ¡Paciencia! -Hay que domar a las montañas e instruir a los hombres...”. (Carta -de septiembre de 1518, a Berto da Filicaja).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_238" href="#FNanchor_238" class="label">[238]</a> El <em>Cristo</em> de la Minerva y la tumba de Julio II.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_239" href="#FNanchor_239" class="label">[239]</a> Carta de diciembre 21 de 1518 al Cardenal d’Agen. De este -tiempo son tal vez las cuatro estatuas informes, apenas esbozadas, de -las grutas Boboli. (Cuatro <em>Esclavos</em>, para la tumba de Julio II).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_240" href="#FNanchor_240" class="label">[240]</a> <em>Cartas</em>, 1520, edición Milanesi, página 415.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_241" href="#FNanchor_241" class="label">[241]</a> Miguel Ángel encargó que terminara este <em>Cristo</em> a su inepto -discípulo Pietro Urbano, quien “lo estropeó”. (Carta de Sebastián del -Piombo a Miguel Ángel, septiembre 6 de 1521). El escultor Frizzi, de -Roma, reparó como pudo las torpezas de Urbano. -</p> - -<p>Todas estas contrariedades no impedían a Miguel Ángel buscar -nuevas tareas para aumentar las que ya lo aplastaban. El 20 de octubre -de 1519, firmó la petición de los Académicos de Florencia a León X -para llevar los restos de Dante, de Rávena a Florencia, y se ofreció -a elevar al poeta divino un monumento digno de él.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_242" href="#FNanchor_242" class="label">[242]</a> El 6 de abril de 1520.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_243" href="#FNanchor_243" class="label">[243]</a> <em>El Vencedor</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_244" href="#FNanchor_244" class="label">[244]</a> En 1526, Miguel Ángel tenía que escribirle semanalmente.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_245" href="#FNanchor_245" class="label">[245]</a> “Adora todo lo que hacéis, escribe Sebastián del Piombo a -Miguel Ángel; lo ama tanto como es posible amar. Habla de vos tan -honrosamente y con tanto afecto, que un padre no diría de su hijo lo -que él dice de vos...”. (Abril 29 de 1531). “Si quisieseis venir a Roma, -seriáis todo lo que quisierais, duque o rey... Tendríais una parte -del Papado, seríais el amo, podríais tener y hacer lo que quisierais...”. -Diciembre 5 de 1531. (Es preciso, es verdad, tener en cuenta en este -caso la charlatanería veneciana de Sebastián del Piombo).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_246" href="#FNanchor_246" class="label">[246]</a> Carta de Miguel Ángel a su sobrino Lionardo. (1548).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_247" href="#FNanchor_247" class="label">[247]</a> Los trabajos fueron comenzados desde marzo de 1521, pero no -se impulsaron activamente sino desde la elección del Cardenal Julio -de Médicis para el trono pontificio, bajo el nombre de Clemente VII, el -19 de noviembre de 1523. León X había muerto el 6 de diciembre de -1521 y Adriano VI lo había sucedido de enero de 1522 a septiembre -de 1523. -</p> - -<p>El plan primitivo comprendía cuatro tumbas: las de Lorenzo el -Magnífico, de Julián su hermano, de Julián duque de Nemours, su hijo, -y de Lorenzo duque de Urbino, su nieto. En 1524, Clemente VII -decidió agregar el sarcófago de León X y el suyo, atribuyéndoles los -sitios de honor. Véase Marcel Reymond, “La Arquitectura de las -tumbas de los Médicis”, <em>Gazette des Beaux Arts</em>, 1907. -</p> - -<p>Al mismo tiempo Miguel Ángel fué encargado de construir la Biblioteca -de San Lorenzo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_248" href="#FNanchor_248" class="label">[248]</a> Se trataba de la orden de los Franciscanos. Carta de Fattucci -a Miguel Ángel, en nombre de Clemente VII, el 2 de enero de 1524.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_249" href="#FNanchor_249" class="label">[249]</a> Marzo de 1524.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_250" href="#FNanchor_250" class="label">[250]</a> Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina, Agente del Papa -(Abril 19 de 1525).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_251" href="#FNanchor_251" class="label">[251]</a> Carta de Miguel Ángel a Fattucci (octubre 24 de 1525).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_252" href="#FNanchor_252" class="label">[252]</a> Carta de Fattucci a Miguel Ángel (marzo 22 de 1524).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_253" href="#FNanchor_253" class="label">[253]</a> Carta de Lionardo Sellajo a Miguel Ángel (marzo 24 de 1524).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_254" href="#FNanchor_254" class="label">[254]</a> Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina (1524, Edición Milanesi, -página 425).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_255" href="#FNanchor_255" class="label">[255]</a> Carta de Miguel Ángel a Giovanni Spina (agosto 29 de 1525).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_256" href="#FNanchor_256" class="label">[256]</a> Carta de Miguel Ángel a Fattucci (octubre 24 de 1525).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_257" href="#FNanchor_257" class="label">[257]</a> Carta de Pier Paolo Marzi, de parte de Clemente VII, a Miguel -Ángel (diciembre 23 de 1525).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_258" href="#FNanchor_258" class="label">[258]</a> Cartas de octubre a diciembre de 1525 (Edición Milanesi, páginas -448-449). Véase en el <em>Miguel Ángel</em> de la Colección de los <em>Maestros -del Arte</em> un resumen de este extraño asunto, y el proyecto de Miguel -Ángel.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_259" href="#FNanchor_259" class="label">[259]</a> Carta de Miguel Ángel a Fattucci (junio 17 de 1526).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_260" href="#FNanchor_260" class="label">[260]</a> Según Henry Thode, esta carta es aproximadamente de 1521; -en la recopilación de Milanesi, figura equivocadamente con fecha de -1516.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_261" href="#FNanchor_261" class="label">[261]</a> <em>Cartas</em>, junio de 1523.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_262" href="#FNanchor_262" class="label">[262]</a> Carta de Miguel Ángel a Fattucci, en junio 17 de 1526.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_263" href="#FNanchor_263" class="label">[263]</a> La misma carta, de junio de 1526, dice que estaba comenzada -una estatua, lo mismo que cuatro alegorías de los sarcófagos y la -Madona.</p></div></div> -</div> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_163"></a>[Pg 163]</span></p> -<div class="figcenter illowp56" id="p163ilo" style="max-width: 16.4375em;"> - <img class="w100" src="images/p163ilo.jpg" alt="p163ilo" /> -</div> - -<h2 class="nobreak">III<br /> -LA DESESPERACIÓN</h2> -</div> - -<div class="blockquot"> -<p><em>Oilmè, Oilmè, ch’i’ son tradito...</em><a id="FNanchor_264" href="#Footnote_264" class="fnanchor">[264]</a>.</p> -</div> - - -<p>Una repugnancia de todas las cosas y de sí mismo -lo empujó a la revolución, iniciada en Florencia -en 1527.</p> - -<p>Miguel Ángel hasta entonces había puesto en los negocios -políticos la misma indecisión de espíritu de que era víctima -en su vida y en su arte. Nunca llegó a conciliar sus senti<span class="pagenum"><a id="Page_164"></a>[Pg 164]</span>mientos -personales con sus obligaciones para con los Médicis. -Este genio violento fué siempre tímido en la acción; -no se atrevía a luchar contra las potencias de este mundo -en el terreno político ni en el religioso. Sus cartas lo muestran -siempre inquieto por sí y por los suyos; temeroso de -comprometerse, desmintiendo las palabras audaces que -alguna vez pronunciara, en el primer movimiento de indignación -contra cualquier acto de la tiranía<a id="FNanchor_265" href="#Footnote_265" class="fnanchor">[265]</a>. Con frecuencia -escribe a sus familiares que tengan cuidado, que -guarden silencio y huyan a la primera alarma:</p> - -<p>“Obrad como en tiempo de peste, sed los primeros en -huir... la vida vale más que la fortuna. Vivid en paz, no -os forméis ni un enemigo ni os confiéis a nadie, excepto a -Dios, y no habléis mal ni bien de nadie, porque no se conoce -el fin de las cosas; ocupaos solamente de vuestros asuntos... -no os mezcléis en nada”<a id="FNanchor_266" href="#Footnote_266" class="fnanchor">[266]</a>.</p> - -<p>Sus hermanos y sus amigos se burlaban de sus inquietudes -y lo trataban de loco<a id="FNanchor_267" href="#Footnote_267" class="fnanchor">[267]</a>. “No te burles de mí, respondía -Miguel Ángel entristecido, no debe uno burlarse -de nadie”<a id="FNanchor_268" href="#Footnote_268" class="fnanchor">[268]</a>. En efecto, el temor perpetuo de este gran -hombre no debe ser motivo de risa, sino más bien de compasión, -por sus nervios miserables que lo hacían juguete -de sus terrores, contra los cuales luchaba sin poder dominarlos. -Más bien era meritorio salir de estos accesos humillantes, -y obligar a su cuerpo y a su pensamiento enfermos, -a afrontar el peligro, que en el primer impulso lo empujaba -a huir. Por lo demás, tenía más razones para temer que -ningún otro, porque era más inteligente y su pesimismo -preveía con toda claridad las desgracias de Italia. Mas, -para que con su timidez natural se dejara arrastrar en la -<span class="pagenum"><a id="Page_165"></a>[Pg 165]</span>revolución florentina, fué preciso que estuviera en una -exaltación desesperada que lo obligó a descubrir el fondo -de su alma. Esta alma tan tímidamente replegada sobre -sí misma era ardientemente republicana. Esto se ve en las -palabras llameantes que se le escaparon algunas veces en -momentos de confianza o de fiebre, particularmente en las -conversaciones que tuvo más tarde<a id="FNanchor_269" href="#Footnote_269" class="fnanchor">[269]</a> con sus amigos -Luigi del Riccio, Antonio Petreo y Donato Giannotti<a id="FNanchor_270" href="#Footnote_270" class="fnanchor">[270]</a>, -y que este último reprodujo en sus <em>Diálogos sobre La Divina -Comedia del Dante</em><a id="FNanchor_271" href="#Footnote_271" class="fnanchor">[271]</a>. Los amigos se admiraban de -que Dante hubiera puesto a Bruto y a Casio en el último -grado del infierno y a César encima. Interrogado Miguel -Ángel, hizo la apología del tiranicidio:</p> - -<p>“Si habéis leído atentamente los primeros cantos, dice, -habréis visto que Dante conocía muy bien la naturaleza de -los tiranos y que ha sabido qué castigo merecen recibir -de Dios y de los hombres. Los coloca entre los ‘violentos -contra el prójimo’, castigados en el séptimo círculo, hundiéndolos -en sangre hirviente. Si Dante ha reconocido -esto, es imposible admitir que no haya reconocido que -César fué tirano de su patria y que Bruto y Casio lo asesinaron -con justicia, porque el que mata a un tirano no mata -a un hombre sino a una bestia con figura humana. Todos -los tiranos carecen del amor que debe sentirse naturalmente -para el prójimo; están privados de inclinaciones humanas, -no son, pues, hombres, sino bestias; que no tienen ningún -amor para el prójimo, es la evidencia misma; de otro -<span class="pagenum"><a id="Page_166"></a>[Pg 166]</span>modo no habrían tomado lo que pertenece a los demás y no -habrían llegado a ser tiranos que pisotean a los hombres. -Es claro, por lo tanto, que quien mata a un tirano no comete -un asesinato, porque no mata a un hombre sino a una -bestia. Así, Bruto y Casio no cometieron un crimen asesinando -a César. Primero, porque mataron a un hombre -que todo ciudadano romano tenía obligación de matar -según lo mandaban las leyes. Segundo, porque no mataron -a un hombre sino a una bestia con figura humana”<a id="FNanchor_272" href="#Footnote_272" class="fnanchor">[272]</a>.</p> - -<p>Miguel Ángel se encontró en la primera fila de los rebeldes -florentinos en los días del despertar nacional y republicano, -después de la llegada a Florencia de las noticias -de la toma de Roma por los ejércitos de Carlos V<a id="FNanchor_273" href="#Footnote_273" class="fnanchor">[273]</a>, y la -expulsión de los Médicis<a id="FNanchor_274" href="#Footnote_274" class="fnanchor">[274]</a>. El mismo hombre que en -tiempo ordinario recomendaba a los suyos que huyeran de -la política como de la peste, estaba en un estado de sobre-excitación -que no temía ni a la una ni a la otra. Se quedó -en Florencia, donde había peste y revolución. La epidemia -atacó a su hermano Buonarroto, quien murió en sus brazos<a id="FNanchor_275" href="#Footnote_275" class="fnanchor">[275]</a>. -En octubre de 1528, tomó parte en la deliberación -para la defensa de la ciudad; el 10 de enero de 1529, fué -escogido en el <em>Collegium</em> de los <em>Nove di milizia</em> para los trabajos -de las fortificaciones. El 6 de abril fué nombrado -por un año <em>governatore generale</em> y <em>procuratore</em> de las fortificaciones -de Florencia. En junio fué a inspeccionar la -ciudadela de Pisa y los bastiones de Arezzo y de Liorna; -y en julio y agosto fué enviado a Ferrara para examinar las -<span class="pagenum"><a id="Page_167"></a>[Pg 167]</span>famosas obras de defensa y conferenciar con el Duque, -muy conocedor de fortificaciones.</p> - -<p>Miguel Ángel reconoció que el punto más importante de -la defensa de Florencia era la colina de San Miniato, y decidió -asegurar esta posesión por medio de bastiones. Pero -no se sabe por qué se encontró con la oposición del gonfaloniero -Capponi, quien trató de alejarlo de Florencia<a id="FNanchor_276" href="#Footnote_276" class="fnanchor">[276]</a>. -Miguel Ángel, sospechando que Capponi y el partido de los -Médicis querían librarse de él, para impedir la defensa de -la ciudad, se instaló en San Miniato y no se movió. Su -desconfianza enfermiza acogía todos los rumores de traición -que circulaban en una ciudad sitiada, y que en -este caso eran demasiado fundados. Capponi, que se hizo -sospechoso, había sido reemplazado como gonfaloniero por -Francesco Carducci; pero se había nombrado <em>condottiere</em> -y gobernador general de las tropas florentinas al inquietante -Malatesta Baglioni, quien más tarde había de entregar -la ciudad al Papa. Miguel Ángel presentía el crimen. -Participó sus temores a la Señoría. “El gonfaloniero Carducci, -en vez de darle las gracias, le contestó injuriosamente, -y le reprochó que fuera tan desconfiado y medroso”<a id="FNanchor_277" href="#Footnote_277" class="fnanchor">[277]</a>.</p> - -<p>Malatesta supo la denuncia de Miguel Ángel; un hombre -de su temple no retrocedía ante nada para quitarse un -adversario peligroso; y en Florencia era omnipotente -como generalísimo. Miguel Ángel se creyó perdido. “Yo -estaba resuelto, sin embargo—escribió—a esperar sin -temor el fin de la guerra. Pero el martes por la mañana, -21 de septiembre, alguien vino fuera de la puerta de San -Niccoló donde yo estaba en los bastiones, y me dijo al oído -que si quería salvar mi vida, no podía permanecer más -tiempo en Florencia. Esta misma persona me acompañó -<span class="pagenum"><a id="Page_168"></a>[Pg 168]</span>a mi casa, comió conmigo, me proporcionó caballos y no -me dejó hasta verme fuera de Florencia”<a id="FNanchor_278" href="#Footnote_278" class="fnanchor">[278]</a>.</p> - -<p>Varchi, completando estos informes agrega que Miguel -Ángel “mandó ocultar 12,000 florines de oro en tres camisas -cosidas y prendidas en forma de jubones, y que huyó de -Florencia no sin dificultad, por la puerta de la Justicia que -era la menos custodiada, con Rinaldo Corsini y su discípulo -Antonio Mini”.</p> - -<p>“Si era Dios o el diablo quien me empujaba, no lo sé”, -escribió Miguel Ángel algunos días después. Era su demonio -habitual de terror demente. ¡Qué tal sería su espanto, -si es cierto como se dice, que habiéndose detenido en su -camino, en Castelnuovo, en la casa del antiguo gonfaloniero -Capponi, le causó con sus relatos una emoción tan fuerte, -que el pobre viejo murió algunos días después!<a id="FNanchor_279" href="#Footnote_279" class="fnanchor">[279]</a>.</p> - -<p>El 23 de septiembre Miguel Ángel estaba en Ferrara. -Por su excitación, rehusó la hospitalidad que el Duque le -ofrecía en el castillo y continuó su fuga. Llegó el 25 de -septiembre a Venecia. La Señoría, habiendo tenido aviso -de su llegada, le envió dos gentiles hombres para poner a su -disposición todo lo que necesitara. Pero él, vergonzoso y huraño, -rehusó y se escondió en el barrio de la Giudecca. No -se creía aún bastante lejos. Quería huir a Francia. El mismo -día de su llegada a Venecia, dirige una carta ansiosa y trepidante -a Battista della Palla, comisionado de Francisco I -en Italia para la compra de obras de arte.</p> - -<p>“Battista, muy querido amigo, he salido de Florencia -para ir a Francia; al llegar a Venecia me he informado del -camino y se me ha dicho que era necesario pasar por los -países alemanes, lo que es muy peligroso y difícil para mí. -¿Todavía tenéis intención de hacer el viaje? Os lo suplico, -informadme y decidme dónde queréis que yo os espere; iremos -<span class="pagenum"><a id="Page_169"></a>[Pg 169]</span>juntos. Os lo suplico, respondedme al recibir esta carta, -y tan pronto como os sea posible, porque me consumo -en deseo de partir. Y si ya no deseáis hacer el viaje, hacédmelo -saber para que yo me decida cueste lo que cueste, a -irme solo...”<a id="FNanchor_280" href="#Footnote_280" class="fnanchor">[280]</a>.</p> - -<p>El Embajador de Francia en Venecia, Lázaro de Baif, se -apresuró a escribir a Francisco I y al Condestable Montmorency, -haciéndoles instancias para aprovechar la ocasión -de que Miguel Ángel se estableciera en la Corte de -Francia. El Rey mandó ofrecer inmediatamente a Miguel -Ángel una pensión y una casa. Pero este cambio de cartas -requirió naturalmente algún tiempo, y cuando llegó la -oferta de Francisco I, Miguel Ángel ya había vuelto a Florencia. -Su fiebre se había extinguido; en el silencio de la -Giudecca había tenido tiempo para avergonzarse de su miedo. -Su fuga había hecho mucho ruido en Florencia. El -30 de septiembre la Señoría decretó que todos los que habían -huido serían proscriptos como rebeldes si no volvían -antes del 7 de octubre. En esta fecha, los fugitivos fueron -declarados rebeldes y sus bienes confiscados. Sin embargo, -el nombre de Miguel Ángel no figuraba todavía en la lista; -la Señoría le otorgaba un nuevo plazo, y el embajador florentino -en Ferrara, Galeotto Giugni, advirtió a la República -que Miguel Ángel había conocido demasiado tarde el -decreto, y que estaba dispuesto a volver si se le perdonaba. -La Señoría prometió su perdón a Miguel Ángel y le envió a -Venecia un salvoconducto con el tallador de piedras Bastiano -di Francesco.</p> - -<p>Bastiano le entregó diez cartas de amigos que le conjuraban -todos a regresar<a id="FNanchor_281" href="#Footnote_281" class="fnanchor">[281]</a>. Entre ellos, el generoso Battista -della Palla lo llamaba con palabras llenas de amor patrio:</p> - -<p>“Todos vuestros amigos, sin distinción de opiniones, sin -<span class="pagenum"><a id="Page_170"></a>[Pg 170]</span>vacilar, con una sola voz, os exhortan a volver para conservar -vuestra vida, vuestra patria, vuestros amigos, -vuestros bienes y vuestro honor, para gozar de los tiempos -nuevos que tan ardientemente habéis deseado y esperado”.</p> - -<p>Creía que la edad de oro había vuelto para Florencia y -no dudaba del triunfo de la buena causa. El infeliz debía -ser una de las primeras víctimas de la reacción, después del -retorno de los Médicis.</p> - -<p>Sus palabras decidieron a Miguel Ángel. Volvió lentamente: -Battista della Palla que fué a encontrarlo a Lucca -lo esperó muchos días y ya comenzaba a desesperar<a id="FNanchor_282" href="#Footnote_282" class="fnanchor">[282]</a>. -Al fin el 20 de noviembre Miguel Ángel volvió a -Florencia<a id="FNanchor_283" href="#Footnote_283" class="fnanchor">[283]</a>. El día 23 su sentencia de proscripción fué -levantada por la Señoría, pero se decidió que el Gran Consejo -estaría cerrado para él por tres años<a id="FNanchor_284" href="#Footnote_284" class="fnanchor">[284]</a>.</p> - -<p>Desde entonces Miguel Ángel cumplió bravamente con -su deber hasta el fin. Volvió a su puesto en San Miniato, -que los enemigos bombardeaban desde hacía un mes; hizo -fortificar de nuevo la colina, e inventó máquinas nuevas, -y se dice que salvó el <em>campanile</em> cubriéndolo con bultos de -lana y colchones colgados con cuerdas<a id="FNanchor_285" href="#Footnote_285" class="fnanchor">[285]</a>. El último -<span class="pagenum"><a id="Page_171"></a>[Pg 171]</span>indicio que se tiene de su actividad durante el sitio, es -una noticia de 22 de febrero de 1530, que nos lo muestra -trepando sobre la cúpula de la catedral, para vigilar los -movimientos del enemigo o para inspeccionar el estado de -la misma cúpula.</p> - -<p>Sin embargo, la desgracia prevista se cumplió. El 2 de -agosto de 1530, Malatesta Baglioni defeccionó. El día -12 capituló Florencia, y el Emperador entregó la ciudad -al Comisario del Papa, Baccio Valori. Entonces comenzaron -las ejecuciones. Los primeros días nada detuvo la -venganza de los vencedores. Los mejores amigos de Miguel -Ángel—Battista della Palla entre ellos—fueron las -primeras víctimas. Miguel Ángel se ocultó, según se cuenta, -en el campanario de San Niccoló-oltr’Arno. Tenía motivos -justos para temer, porque había circulado el rumor de que -tuvo intenciones de destruir el Palacio de los Médicis. -Pero Clemente VII no le había perdido su cariño. Si -creemos a Sebastián del Piombo, se entristeció mucho por -lo que supo de Miguel Ángel durante el sitio; pero se contentaba -con alzar los hombros y decir:</p> - -<p>“Miguel Ángel no tiene razón; yo nunca le he hecho -ningún mal”<a id="FNanchor_286" href="#Footnote_286" class="fnanchor">[286]</a>. Inmediatamente que se apagó la primera -cólera de los proscriptores, Clemente VII escribió a -Florencia; ordenaba que se buscara a Miguel Ángel, agregando -que si quería continuar en el trabajo de las tumbas -de los Médicis, debía ser tratado con todas las consideraciones -que merecía<a id="FNanchor_287" href="#Footnote_287" class="fnanchor">[287]</a>.</p> - -<p>Miguel Ángel salió de su escondite y reanudó el trabajo -destinado a glorificar a los mismos a quienes había combatido. -Su desgracia lo obligó a más aún: consintió en -esculpir el <em>Apolo tomando una flecha de su carcax</em>, para -Baccio Valori, el instrumento de las más bajas comisiones -<span class="pagenum"><a id="Page_172"></a>[Pg 172]</span>del Papa, el asesino de su amigo Battista della Palla<a id="FNanchor_288" href="#Footnote_288" class="fnanchor">[288]</a>. -Poco después tuvo que renegar de los proscriptos florentinos<a id="FNanchor_289" href="#Footnote_289" class="fnanchor">[289]</a>. -¡Lamentable debilidad de un gran hombre, -reducido a defender por medio de cobardías la vida de sus -sueños artísticos contra la brutalidad asesina de la fuerza -material, que podía impunemente aplastarlo! No sin razón -debía consagrar todo el fin de su vida a elevar un monumento -sobrehumano al Apóstol Pedro: más de una vez, -como él, tuvo que llorar al oír el canto del gallo.</p> - -<p>Forzado a mentir, obligado a adular a un Valori, a celebrar -a un Lorenzo, Duque de Urbino, estallaba de dolor -y de vergüenza. Se entregó al trabajo y puso en él toda su -rabia de aniquilamiento<a id="FNanchor_290" href="#Footnote_290" class="fnanchor">[290]</a>. No esculpió la estatua de -los Médicis, sino la estatua de su desesperación. Cuando -se le hacía notar la falta de parecido en los rostros de Juliano -y Lorenzo de Médicis, respondía soberbiamente: -“¿Quién los verá dentro de diez siglos?” Del uno hizo la -Acción, del otro el Pensamiento, y las estatuas del zócalo -que sirven como de comentario—<em>el Día</em> y <em>la Noche</em>, <em>la -Aurora</em> y <em>el Crepúsculo</em>—expresan el sufrimiento de vivir -y el desprecio de todo lo que existe. Estos inmortales -<span class="pagenum"><a id="Page_173"></a>[Pg 173]</span>símbolos del dolor humano, fueron terminados en 1531<a id="FNanchor_291" href="#Footnote_291" class="fnanchor">[291]</a>. -¡Suprema ironía! nadie los comprendió. Un Giovanni -Strozzi, contemplando la formidable <em>Noche</em>, hacía <em>concetti</em>:</p> - -<p>“La <em>Noche</em> que tú ves dormir, tan graciosamente, fué -esculpida por un Ángel en esta roca; y puesto que habla, -vive. Si no lo crees, despiértala y te hablará”.</p> - -<p>Miguel Ángel respondió: “El sueño me es grato, y -más todavía el ser de piedra mientras que duren el crimen -y la vergüenza. No ver, no sentir, es para mí una gran -ventura; por eso no me despiertes, habla en voz baja”.</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>Caro m’è’l sonno et più l’esser di sasso,<br /> -Mentre che’l danno e la vergogna dura.<br /> -Non veder, non sentir m’è gran ventura;<br /> -Pero non mi destar, deh! parla basso.</em><a id="FNanchor_292" href="#Footnote_292" class="fnanchor">[292]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p class="p1">Y en otra poesía exclamaba: “El cielo está dormido, -puesto que uno solo se apropia los bienes de muchos -hombres”.</p> - -<p>Y Florencia responde a sus gemidos<a id="FNanchor_293" href="#Footnote_293" class="fnanchor">[293]</a>: “No interrumpáis -vuestros santos pensamientos; el que cree haberos -despojado de mí, no goza de su gran crimen por causa -de su gran miedo. Menor alegría es para los amantes -la plenitud del goce que extingue el deseo, que la miseria -llena de esperanza”<a id="FNanchor_294" href="#Footnote_294" class="fnanchor">[294]</a>.</p> - -<p>Hay que pensar en lo que fué el saqueo de Roma y la -caída de Florencia para los espíritus de entonces. Una -quiebra espantosa de la razón, un derrumbamiento.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_174"></a>[Pg 174]</span></p> - -<p>Muchos ya no se volvieron a levantar. Un Sebastián -del Piombo cae en un escepticismo despreocupado: “He -llegado a tal extremo que el universo podría hundirse sin -que a mí me importe, y me río de todo... No me parece -que todavía sea yo el Bastiano de antes del saqueo, no -puedo volver en mí”<a id="FNanchor_295" href="#Footnote_295" class="fnanchor">[295]</a>.</p> - -<p>Miguel Ángel piensa en matarse: “Si alguna vez es -permitido darse la muerte, sería muy justo que este derecho -perteneciera a quien, lleno de fe, vive esclavo y miserable”<a id="FNanchor_296" href="#Footnote_296" class="fnanchor">[296]</a>. -Estaba en una convulsión de espíritu. Cayó -enfermo en junio de 1531. Clemente VII se esforzaba -en vano por tranquilizarlo. Le mandaba decir por conducto -de su Secretario y de Sebastián del Piombo, que no -se excediera en el trabajo, que tuviera moderación para -no fatigarse, que de vez en cuando diera un paseo, que no -se redujera a la condición de un rudo operario<a id="FNanchor_297" href="#Footnote_297" class="fnanchor">[297]</a>. En el -otoño de 1531 se temía por su vida. Uno de sus amigos -escribía a Valori: “Miguel Ángel está extenuado y enflaquecido. -He hablado de ello últimamente con Bugiardini -y Antonio Mini, y estamos de acuerdo en que no vivirá -<span class="pagenum"><a id="Page_175"></a>[Pg 175]</span>mucho si no se le cuida seriamente. Trabaja demasiado, -come poco y mal, y duerme todavía menos. Desde hace -un año sufre dolores de cabeza y de corazón”<a id="FNanchor_298" href="#Footnote_298" class="fnanchor">[298]</a>. Clemente -VII se preocupó; el 21 de noviembre de 1531 un -Breve del Papa prohibió a Miguel Ángel, bajo pena de -excomunión, trabajar en otra cosa más que en la tumba de -Julio II y en la de los Médicis, para que pudiera conservar -su salud “y glorificar por más tiempo a Roma, a su familia -y a sí mismo”<a id="FNanchor_299" href="#Footnote_299" class="fnanchor">[299]</a>.</p> - -<p>Lo protegió contra las impertinencias de Valori y de los -ricos pedigüeños que iban, según la costumbre, a mendigar -obras de arte y a imponer a Miguel Ángel nuevos trabajos. -“Cuando te pidan un cuadro, debes sujetarte en el pie tu -pincel, pintar cuatro rasgos y decir: el cuadro está hecho”<a id="FNanchor_300" href="#Footnote_300" class="fnanchor">[300]</a>. -Se interpuso entre Miguel Ángel y los herederos -de Julio II, que se hacían cada vez más amenazantes<a id="FNanchor_301" href="#Footnote_301" class="fnanchor">[301]</a>. -En 1532 se firmó un cuarto contrato entre los representantes -del duque de Urbino y Miguel Ángel, respecto a -la tumba; Miguel Ángel prometió hacer un nuevo modelo -del monumento, muy reducido<a id="FNanchor_302" href="#Footnote_302" class="fnanchor">[302]</a>, terminarlo en tres -años y pagar todos los gastos, así como dos mil ducados -por todo lo que había recibido ya de Julio II y de sus herederos. -“Bastará con que se encuentre en la obra, escribe -Sebastián del Piombo a Miguel, un poco de vuestro -olor”. <em>Un poco del vostro odore</em><a id="FNanchor_303" href="#Footnote_303" class="fnanchor">[303]</a>. Tristes condiciones, -<span class="pagenum"><a id="Page_176"></a>[Pg 176]</span>porque lo que así firmaba Miguel Ángel era el fracaso de -su gran proyecto y todavía tenía que pagar por esto. Pero -en verdad lo que firmaba Miguel Ángel en cada una de -sus obras desesperadas, era el fracaso de su vida, el fracaso -de la Vida.</p> - -<p>Después del proyecto del monumento de Julio II se -hundió el proyecto de las tumbas de los Médicis. Clemente -VII murió el 25 de septiembre de 1534; y Miguel Ángel, -por fortuna, estaba entonces ausente de Florencia. Desde -hacía mucho tiempo vivía allí con inquietud porque el duque -Alejandro de Médicis lo odiaba. Si no hubiera sido por -el respeto del Papa, lo hubiera mandado matar<a id="FNanchor_304" href="#Footnote_304" class="fnanchor">[304]</a>. Su -enemitad había crecido aún, desde que Miguel Ángel -se había rehusado a contribuir a la sujeción de Florencia -elevando una fortaleza para dominar la ciudad; rasgo -de valor que demuestra bastante en este hombre tímido -la grandeza de su amor a la patria.</p> - -<p>Desde hacía mucho tiempo Miguel Ángel esperaba todo -de parte del duque; y cuando Clemente VII murió no -pudo salvarse más que por la casualidad que lo hizo estar -en aquel momento fuera de Florencia, adonde no volvió -ya más<a id="FNanchor_305" href="#Footnote_305" class="fnanchor">[305]</a>. La Capilla de los Médicis no fué nunca terminada. -Lo que conocemos con este nombre no tiene -más que una lejana relación con lo que había soñado -Miguel Ángel; apenas nos queda el esqueleto de la decoración -mural. No solamente Miguel Ángel no había ejecutado -ni la mitad de las estatuas<a id="FNanchor_306" href="#Footnote_306" class="fnanchor">[306]</a>, ni las pinturas que -<span class="pagenum"><a id="Page_177"></a>[Pg 177]</span>proyectaba<a id="FNanchor_307" href="#Footnote_307" class="fnanchor">[307]</a>; pero cuando sus discípulos se esforzaron -más tarde por descubrir y completar su pensamiento, él -mismo no fué capaz de decirles cuál había sido<a id="FNanchor_308" href="#Footnote_308" class="fnanchor">[308]</a>; había -renunciado tan absolutamente a todas sus empresas, que -las había olvidado.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>El 23 de septiembre de 1534, Miguel Ángel volvió a -Roma, donde debía permanecer hasta su muerte<a id="FNanchor_309" href="#Footnote_309" class="fnanchor">[309]</a>. Hacía -veintiún años que la había dejado. En estos veintiún -años, había hecho tres estatuas del monumento no terminado -de Julio II, siete estatuas no terminadas del monumento -no terminado de los Médicis, el Vestíbulo no terminado -de la <em>Laurenziana</em>, el Cristo no terminado de Santa -María de la Minerva, el <em>Apolo</em> no terminado para Baccio -Valori. Había perdido su salud, su energía, su fe en el -arte y en la patria. Había perdido el hermano a quien -quería más<a id="FNanchor_310" href="#Footnote_310" class="fnanchor">[310]</a>. Había perdido a su padre que adoraba<a id="FNanchor_311" href="#Footnote_311" class="fnanchor">[311]</a>. -A la memoria del uno y del otro había elevado un poema -de dolor, admirable, incompleto como todo lo que hacía, -ardiendo por la pasión de morir:</p> - -<p>“...Ahora que el cielo te arrancó de nuestra miseria, -ten compasión de mí que vivo muerto!... has matado a -la muerte y te has hecho divino; no temes los cambios de -la vida y del deseo; apenas puedo escribirlo sin envidia. La -<span class="pagenum"><a id="Page_178"></a>[Pg 178]</span>fortuna y el tiempo que nos traen únicamente la alegría -dudosa y la desgracia segura, no se atreven a pasar vuestra -puerta. Ninguna nube obscurece vuestra luz, el paso de -las horas no os inquieta, la necesidad y el azar no os impulsan. -La noche no amortigua vuestro esplendor, ni el -día lo aumenta a pesar de su claridad. Por tu muerte -aprendo a morir, mi querido padre. La muerte no es, como -algunos creen, lo peor para aquél cuyo último día es el -primero y eterno cerca del trono de Dios. Ahí espero y -creo volver a verte, por la gracia de Dios, si mi razón arranca -a mi corazón del fango terrestre y si el máximo amor -entre el padre y el hijo crece en el cielo como todas las -virtudes”<a id="FNanchor_312" href="#Footnote_312" class="fnanchor">[312]</a>.</p> - -<p>Nada lo retiene ya en la tierra: ni arte, ni ambiciones, -ni ternura, ni esperanza de ninguna especie. Tiene sesenta -años, su vida parece terminada; está solo, no cree en sus -obras; tiene la nostalgia de la muerte, el deseo apasionado -de escapar al fin, “del cambio del ser y del deseo, de la -violencia de las horas, de la tiranía, de la necesidad y del -azar”.</p> - -<p>“...¡Ay de mí! ¡Ay de mí! he sido traicionado por mis -días fugaces... he esperado demasiado; el tiempo ha -huido y yo me encuentro viejo. Ya no puedo arrepentirme -ni recogerme con la muerte cerca de mí. Lloro en vano: -no hay desgracia igual al tiempo perdido...”.</p> - -<p>“¡Ay de mí! ¡Ay de mí!... ¡cuando vuelvo los ojos hacia -mi pasado no encuentro ni un solo día que haya sido mío! -Las falsas esperanzas y el vano deseo, lo reconozco ahora, -me han tenido llorando, amando, ardiendo y suspirando—porque -ningún afecto mortal me es desconocido—lejos de -la verdad... ¡Ay de mí!, ¡ay de mí! No sé adónde voy y -tengo miedo, y si no me equivoco—¡oh!, Dios quiera que -me equivoque—veo el castigo eterno, ¡oh Señor!, por el mal -que he hecho conociendo el bien, y ya no sé qué esperar...”<a id="FNanchor_313" href="#Footnote_313" class="fnanchor">[313]</a>.</p> - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_264" href="#FNanchor_264" class="label">[264]</a> <em>Poesías</em>, XLIX.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_265" href="#FNanchor_265" class="label">[265]</a> Carta de septiembre de 1512, a propósito de lo que había dicho -sobre el saqueo de Prato por los Imperiales, aliados de los Médicis.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_266" href="#FNanchor_266" class="label">[266]</a> Carta de Miguel Ángel a Buonarroto (septiembre de 1512).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_267" href="#FNanchor_267" class="label">[267]</a> “No soy un loco, como os imagináis...”. (Miguel Ángel a Buonarroto, -septiembre de 1515).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_268" href="#FNanchor_268" class="label">[268]</a> Miguel Ángel a Buonarroto (septiembre y octubre de 1512).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_269" href="#FNanchor_269" class="label">[269]</a> En 1545.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_270" href="#FNanchor_270" class="label">[270]</a> Donato Giannotti fué para quien hizo Miguel Ángel el busto de -<em>Brutus</em>. Algunos años antes de <em>El Diálogo</em>, en 1536, Alejandro de Médicis -había sido asesinado por Lorenzino, quien fué celebrado como un -nuevo Bruto.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_271" href="#FNanchor_271" class="label">[271]</a> <em>De’giorni che Dante consumò nel cercare l’Inferno e’l Purgatorio.</em> -La cuestión que discuten los amigos es la de saber cuántos días pasó -Dante en el infierno: ¿fué del viernes en la tarde al sábado en la tarde, -o del jueves en la tarde al domingo por la mañana? Se recurre a Miguel -Ángel, quien conocía la obra del Dante mejor que nadie.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_272" href="#FNanchor_272" class="label">[272]</a> Miguel Ángel, o Giannotti, que habla en nombre suyo, tiene -cuidado de distinguir de los tiranos a los reyes hereditarios o príncipes -constitucionales: “Yo no hablo aquí de los príncipes que poseen su -poder por la autoridad de los siglos o por la voluntad del pueblo, y que -gobiernan sus ciudades en perfecto acuerdo espiritual con el pueblo”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_273" href="#FNanchor_273" class="label">[273]</a> Mayo 6 de 1527.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_274" href="#FNanchor_274" class="label">[274]</a> Expulsión de Hipólito y Alejandro de Médicis (mayo 17 de -1527).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_275" href="#FNanchor_275" class="label">[275]</a> Julio 2 de 1528.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_276" href="#FNanchor_276" class="label">[276]</a> Busini, según las confidencias de Miguel Ángel.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_277" href="#FNanchor_277" class="label">[277]</a> Condivi. “Y seguramente, agrega Condivi, hubiera hecho mejor -escuchando el buen consejo; porque cuando los Médicis volvieron -fué decapitado”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_278" href="#FNanchor_278" class="label">[278]</a> Carta de Miguel Ángel a Battista della Palla (septiembre 25 -de 1529).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_279" href="#FNanchor_279" class="label">[279]</a> Segni.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_280" href="#FNanchor_280" class="label">[280]</a> Carta de Miguel Ángel a Battista della Palla (septiembre 25 -de 1529).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_281" href="#FNanchor_281" class="label">[281]</a> Octubre 22 de 1529.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_282" href="#FNanchor_282" class="label">[282]</a> Le escribió otras cartas conjurándolo para que volviera.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_283" href="#FNanchor_283" class="label">[283]</a> Cuatro días antes, su pensión le había sido retirada por decreto -de la Señoría.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_284" href="#FNanchor_284" class="label">[284]</a> Según una carta de Miguel Ángel a Sebastián del Piombo, debía -también pagar a la Comuna una multa de 1,500 ducados.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_285" href="#FNanchor_285" class="label">[285]</a> “Cuando el Papa Clemente y los españoles pusieron sitio a -Florencia—cuenta Miguel Ángel a Francisco de Holanda—los enemigos -fueron mucho tiempo detenidos por las máquinas que yo hice -construir sobre la terraza. Una noche hacía yo que se cubriera el exterior -de los muros con sacos de lana; otra, mandaba cavar fosos para llenarlos -de pólvora y hacerlos estallar, quemando a los Castellanos de -tal modo que saltaran por el aire sus miembros desgarrados... ¡Para -eso sirve la pintura! para las máquinas y los instrumentos de guerra; -para dar una forma conveniente a las bombardas y a los arcabuces; para -construir puentes y confeccionar escalas, y sobre todo para los planos -y las proporciones de las fortalezas, de los bastiones, de los fosos, -de las minas y de las contraminas...”. (Francisco de Holanda: -<em>Diálogo sobre la pintura en la ciudad de Roma</em>. Tercera parte, 1549).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_286" href="#FNanchor_286" class="label">[286]</a> Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel (abril 29 de -1531).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_287" href="#FNanchor_287" class="label">[287]</a> Condivi. Desde el 11 de diciembre de 1530, la pensión de Miguel -Ángel fué restablecida por el Papa.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_288" href="#FNanchor_288" class="label">[288]</a> Otoño de 1530. La estatua está en el <em>Museo Nazionale</em> de -Florencia.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_289" href="#FNanchor_289" class="label">[289]</a> En 1544.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_290" href="#FNanchor_290" class="label">[290]</a> En estos mismos años, los más sombríos de su vida, Miguel -Ángel, por una reacción salvaje de su naturaleza contra el pesimismo -cristiano que lo ahogaba, ejecutó obras de un paganismo audaz, como -la <em>Leda acariciada por el Cisne</em>—1529-1530—la cual, pintada para el -duque de Ferrara, obsequiada después por Miguel Ángel a su discípulo -Antonio Mini, fué llevada por este último a Francia donde se dice que -fué destruida por el año de 1643, a causa de su aspecto lascivo, por -Sublet des Noyers. Un poco más tarde, Miguel Ángel pintó para Bartolommeo -Bettini, una <em>Venus acariciada por el amor</em>, de la cual Pontormo -hizo un cuadro que está en los Uffizi. Otros dibujos de un impudor -grandioso y severo son probablemente de la misma época. Carlos -Blanc describe uno de ellos: “En él se ven los transportes de una mujer -violada, que se defiende contra un robusto raptor, pero no sin expresar -un involuntario sentimiento de dicha y orgullo”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_291" href="#FNanchor_291" class="label">[291]</a> La <em>Noche</em> fué esculpida probablemente en el otoño de 1530; -estaba terminada en la primavera de 1531; la <em>Aurora</em>, en septiembre -de 1531; el <em>Crepúsculo</em> y el <em>Día</em>, un poco después. Véase doctor Ernst -Steinmann: <em>Das Geheimnis der Medicigraber Michel Angelos</em>, 1907, -Hiersemann. Leipzig.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_292" href="#FNanchor_292" class="label">[292]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 16, 17. Según Frey de fecha de 1545.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_293" href="#FNanchor_293" class="label">[293]</a> Miguel Ángel imagina un diálogo entre Florencia y los florentinos -desterrados.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_294" href="#FNanchor_294" class="label">[294]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 48. Véase Apéndice VII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_295" href="#FNanchor_295" class="label">[295]</a> Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel, de 24 de febrero -de 1531. Era la primera carta que le escribía después del saqueo de -Roma: -</p> - -<p>“Dios sabe cuán feliz he sido porque después de tantas miserias y -peligros, el Todopoderoso nos haya dejado vivos y con buena salud -por su misericordia y su piedad. Cuando pienso en ello me parece una -cosa verdaderamente maravillosa... Ahora, compadre mío, que -hemos pasado por el agua y por el fuego y hemos sufrido cosas inimaginables, -demos gracias a Dios por todo, y pasemos al menos el resto -de nuestra vida en el mayor reposo posible. Hay que contar muy poco -con la Fortuna, porque es pérfida y dolorosa...”. -</p> - -<p>En esta época se violaba la correspondencia. Sebastián recomendaba -a Miguel Ángel, considerado como sospechoso, que desfigurara su escritura.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_296" href="#FNanchor_296" class="label">[296]</a> <em>Poesías</em>, XXXVIII. Véase Apéndice VIII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_297" href="#FNanchor_297" class="label">[297]</a> “...<em>Non voria che ve fachinasti tanto</em>...”. Carta de Pier -Paolo Marzi a Miguel Ángel, junio 20 de 1531. Véase carta de Sebastián -del Piombo a Miguel Ángel (junio 16 de 1531).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_298" href="#FNanchor_298" class="label">[298]</a> Carta de Giovanni Battista di Paolo Mini a Valori, de 29 de -septiembre de 1531.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_299" href="#FNanchor_299" class="label">[299]</a> “...<em>Né aliquo modo laborare debeas, nisi in sepultura et opera -nostra, quam tibi commisimus</em>...”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_300" href="#FNanchor_300" class="label">[300]</a> Carta de Benvenuto della Volpaja a Miguel Ángel. Noviembre -26 de 1531.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_301" href="#FNanchor_301" class="label">[301]</a> “Si no tuvierais el escudo del Papa, le escribe Sebastián, saltarían -como serpientes”. (<em>Saltariano come serpenti.</em>) Marzo 5 de 1532.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_302" href="#FNanchor_302" class="label">[302]</a> Ya no se trataba más que de entregar para la tumba, que debía -ser levantada en San Pedro Ad Víncula, seis estatuas comenzadas y -no terminadas:—sin duda el <em>Moisés</em>, la <em>Victoria</em> y los <em>Esclavos</em> y las -figuras de la gruta Boboli.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_303" href="#FNanchor_303" class="label">[303]</a> Carta de Sebastián del Piombo a Miguel Ángel (abril 6 de 1532).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_304" href="#FNanchor_304" class="label">[304]</a> Muchas veces Clemente VII tuvo que tomar la defensa de -Miguel Ángel, contra su sobrino Alejandro. Sebastián del Piombo -cuenta a Miguel Ángel una escena de este género en la cual “el Papa -habló con tanta vehemencia, furor, y resentimiento, en términos tan -terribles, que no es permitido escribirlos”. (Agosto 16 de 1533).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_305" href="#FNanchor_305" class="label">[305]</a> Condivi.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_306" href="#FNanchor_306" class="label">[306]</a> Miguel Ángel había ejecutado parcialmente siete estatuas, y -las dos tumbas de Lorenzo de Urbina y de Julián de Nemours y la -Madona. No había comenzado las cuatro estatuas de los ríos, que -quería hacer, y abandonó a otros las figuras para las tumbas de Lorenzo -el Magnífico y de Julián, hermano de Lorenzo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_307" href="#FNanchor_307" class="label">[307]</a> Vasari preguntó a Miguel Ángel en 17 de marzo de 1563, “que -qué pensaba hacer respecto a las pinturas sobre los muros”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_308" href="#FNanchor_308" class="label">[308]</a> No se supo siquiera dónde colocar las estatuas ya hechas, ni -cuáles había querido hacer para los nichos que estaban vacíos. En -vano Vasari y Ammanati, encargados por el duque Cosme I de acabar -la obra emprendida por Miguel Ángel, se dirigieron a él: no se acordaba -de nada. “La memoria y el espíritu se me han anticipado, escribía en -agosto de 1557, para esperarme en el otro mundo”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_309" href="#FNanchor_309" class="label">[309]</a> Miguel Ángel recibió los derechos de ciudadano romano el 20 -de marzo de 1546.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_310" href="#FNanchor_310" class="label">[310]</a> Buonarroto, muerto de la peste en 1528.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_311" href="#FNanchor_311" class="label">[311]</a> En junio de 1534.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_312" href="#FNanchor_312" class="label">[312]</a> <em>Poesías</em>, LVIII. Véase Apéndice IX.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_313" href="#FNanchor_313" class="label">[313]</a> <em>Poesías</em>, XLIX. Véase Apéndice X.</p></div></div> -</div> - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_179"></a>[Pg 179]</span></p> -<p class="half-page">LA ABDICACIÓN</p> -</div> - -<div class="chapter"> -<div class="figcenter illowp48" id="p181ilo" style="max-width: 14.25em;"> - <img class="w100" src="images/p181ilo.jpg" alt="p179ilo" /> -</div> -</div> - -<h2 class="nobreak">I<br /> - AMOR</h2> - - -<div class="blockquot"> -<p><em>I’me la morte, in te la vita mia.</em><a id="FNanchor_314" href="#Footnote_314" class="fnanchor">[314]</a></p> -</div> - - -<p class="p1">Entonces, en este corazón despedazado, después -de renunciar a todo lo que lo hacía vivir, se levantó -una vida nueva, refloreció una primavera, el -amor ardió con una llama más clara. Pero este amor no -<span class="pagenum"><a id="Page_180"></a></span> -<span class="pagenum"><a id="Page_181"></a></span> -tenía casi nada de egoísta ni de sensual. Fué la adoración -mística de la belleza de un Cavalieri; fué la religiosa amistad -de Vittoria Colonna, comunión apasionada de dos -almas en Dios; fué, en fin, la ternura paternal para sus -<span class="pagenum"><a id="Page_182"></a>[Pg 182]</span>sobrinos huérfanos, la piedad para los pobres y para los -débiles, la santa caridad.</p> - -<p>El amor de Miguel Ángel para Tommaso dei Cavalieri es -muy propio para desconcertar a la mayoría de los espíritus, -ya sean bien o mal intencionados. Hasta en la Italia del -fin del Renacimiento era muy a propósito para provocar -interpretaciones desagradables; el Aretino lo comentaba -injuriosamente<a id="FNanchor_315" href="#Footnote_315" class="fnanchor">[315]</a>. Pero las injurias de los Aretinos, porque -siempre los hay, no pueden alcanzar a un Miguel Ángel. -“Se forman en su corazón un Miguel Ángel del género de su -propio corazón”<a id="FNanchor_316" href="#Footnote_316" class="fnanchor">[316]</a>.</p> - -<p>Ninguna alma fué más pura que la de Miguel Ángel; -nadie tuvo del amor un concepto más religioso.</p> - -<p>“Con frecuencia he oído—decía Condivi—a Miguel Ángel -hablando del amor; y los que estaban presentes decían -que Platón no hablaba de otro modo. Por mi parte, yo no sé -lo que Platón dijo; pero sé muy bien que después de haber -tenido por mucho tiempo amistad íntima con él, nunca oí -salir de sus labios más que conceptos honorables que tenían -fuerza para extinguir en los jóvenes los deseos desordenados -que los agitan”.</p> - -<p>Pero este idealismo platónico, no tenía nada de literario -ni de frío; se adunaba con una fuerza del pensamiento que -hacía de Miguel Ángel una verdadera víctima de todo lo -bello que veía. El propio Miguel Ángel no lo ignoraba y -un día, al rehusar una invitación de su amigo Giannotti, -dijo:</p> - -<p>“Cuando veo a un hombre que posee algún talento o algún -don del espíritu, un hombre que logra hacer o decir -<span class="pagenum"><a id="Page_183"></a>[Pg 183]</span>algo mejor que el resto del mundo, me siento atraído -hacia él y me entrego de tal modo que ya no me pertenezco -a mí mismo... todos vosotros estáis tan bien dotados que -si aceptara vuestra invitación, perdería mi libertad; cada -uno de vosotros me robaría un pedazo de mí mismo. Hasta -el bailarín y el tocador de laúd, si fueran eminentes en su -arte, harían de mí lo que quisieran. En vez de descansar, -fortificarme y recobrar la serenidad en vuestra compañía, -quedaría mi alma desgarrada y dispersa a todos los vientos, -de tal manera que durante muchos días después no sabría -yo en qué mundo me muevo”<a id="FNanchor_317" href="#Footnote_317" class="fnanchor">[317]</a>.</p> - -<p>Si así lo conquistaban la belleza de los pensamientos de -las palabras o de los sentidos, mucho más lo conmovía la -belleza del cuerpo.</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>La forza d’un bel viso a che mi sprona!<br /> -C’altro non è c’al mondo mi diletti</em><a id="FNanchor_318" href="#Footnote_318" class="fnanchor">[318]</a>...</p> -</div> -</div> - -<p class="indent5 p1">“La fuerza de un rostro hermoso es para mí un gran estímulo<br /> -y no hay nada en el mundo que me produzca tanto deleite”.</p> - -<p class="p1">Para este creador de formas admirables, que era al mismo -tiempo un gran creyente, un hermoso cuerpo era divino, -un hermoso cuerpo era como Dios mismo, apareciendo bajo -el velo de la carne. Como Moisés frente a la zarza ardiente, -Miguel Ángel se aproximaba tembloroso. El -objeto de su adoración era verdaderamente para él, como -decía, un <em>Ídolo</em>. Se prosternaba a sus pies, y esta humillación -voluntaria del gran hombre, penosa para el mismo -Cavalieri, era tanto más extraña cuanto que con frecuencia -el ídolo de bello rostro tenía un alma vulgar y despreciable -como Febo di Poggio. Pero Miguel Ángel no veía nada... -¿No veía en verdad?—no quería ver nada;—en su corazón -era donde modelaba la estatua apenas esbozada.</p> - -<p>El más antiguo de sus amantes ideales, de sus ensueños -<span class="pagenum"><a id="Page_184"></a>[Pg 184]</span>vivientes, fué Gherardo Perini, por el año de 1522<a id="FNanchor_319" href="#Footnote_319" class="fnanchor">[319]</a>. Miguel -Ángel se enamoró de Febo di Poggio en 1533, y de Cecchino -dei Bracci en 1544<a id="FNanchor_320" href="#Footnote_320" class="fnanchor">[320]</a>. Su amistad para Cavalieri no -fué pues exclusiva y única, pero fué durable y alcanzó un -grado de exaltación, justificada, hasta cierto punto, no solamente -por la belleza sino por la nobleza moral de su amigo.</p> - -<p>Dice Vasari: “Por encima de todos, sin comparación, -<span class="pagenum"><a id="Page_185"></a>[Pg 185]</span>amó a Tommaso dei Cavalieri, gentilhombre romano, joven -y apasionado por el arte; hizo de él un retrato de tamaño -natural, el único retrato que dibujó, porque tenía horror de -copiar a una persona viva a menos que no fuese de una -incomparable belleza”.</p> - -<p>Varchi agrega:</p> - -<p>“Cuando vi en Roma a Messer Tommaso Cavalieri, tenía -no solamente una incomparable belleza, sino maneras tan -agraciadas, un espíritu tan distinguido y una conducta -tan noble que bien merecía ser amado mientras más se le -conocía”<a id="FNanchor_321" href="#Footnote_321" class="fnanchor">[321]</a>.</p> - -<p>Miguel Ángel lo conoció en Roma en el otoño de 1532. -La primera carta que Cavalieri escribió contestando a las -declaraciones inflamadas de Miguel Ángel, está llena de -dignidad:</p> - -<p>“He recibido una carta vuestra que me ha sido tanto más -grata cuanto era inesperada; digo inesperada, porque no -me juzgo digno de que un hombre como vos me escriba. -En cuanto a lo que decís en mi alabanza y de mis trabajos, -por los cuales me aseguráis una simpatía no pequeña, os -respondo que no son de naturaleza tal para que un hombre -de genio como el vuestro, como no existe otro sobre la tierra, -ya no digo igual, pero ni siquiera aproximado, escriba a un -joven que principia apenas y que es tan ignorante. Yo no -creo que me mintáis, pero sí creo, estoy seguro, de que el -afecto que me tenéis no tiene otra causa más que el amor que -un hombre como vos debe necesariamente tener para los -que se consagran al arte y lo aman. Yo soy de éstos, y en este -punto no cedo a nadie. Os devuelvo vuestro afecto, lo prometo; -nunca he estimado a un hombre tanto como a vos, -nunca he deseado una amistad tanto como la vuestra. Os -suplico que me tengáis por vuestro servidor, cuando sea -oportuno, y me recomiendo eternamente a vos. Vuestro -muy adicto, Tommaso Cavalieri”<a id="FNanchor_322" href="#Footnote_322" class="fnanchor">[322]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_186"></a>[Pg 186]</span></p> - -<p>Cavalieri parece haber conservado siempre este tono de -afecto respetuoso y reservado. Permaneció fiel a Miguel -Ángel hasta su última hora, en la cual estuvo presente. -Tuvo siempre su confianza, era el único que pasaba por -tener influencia sobre él y tuvo el raro mérito de usarla siempre -para el bien y la grandeza de su amigo; él fué el que -decidió a Miguel Ángel a terminar el modelo en madera de -la cúpula de San Pedro; él fué quien conservó los planos -de Miguel Ángel para la construcción del Capitolio y quien -trabajó para realizarlos; él fué, en fin, quien después de la -muerte de Miguel Ángel vigiló el cumplimiento de su voluntad.</p> - -<p>Pero la amistad de Miguel Ángel para él era como una -locura de amor. Le escribía cartas delirantes, se dirigía a su -ídolo prosternando la frente en el polvo<a id="FNanchor_323" href="#Footnote_323" class="fnanchor">[323]</a>. Lo llama un -“genio poderoso... un milagro... la luz de nuestro siglo”; -le suplica “que no lo desprecie porque no puede compararse -a él, porque nadie puede igualarlo”. Le ofrece como un -homenaje todo su presente y todo su porvenir, y agrega:</p> - -<p>“Es para mí un dolor infinito no poder daros también mi -pasado para poder serviros por más tiempo; porque el porvenir -será corto, ya estoy muy viejo<a id="FNanchor_324" href="#Footnote_324" class="fnanchor">[324]</a>... No creo que -nada pueda destruir nuestra amistad, aunque hablo de una -manera muy presuntuosa porque estoy infinitamente por -debajo de vos<a id="FNanchor_325" href="#Footnote_325" class="fnanchor">[325]</a>... Tan fácilmente podría olvidar vuestra -amistad como el alimento que me da la vida; sí, más bien -olvidaría el alimento que sostiene únicamente mi cuerpo sin -<span class="pagenum"><a id="Page_187"></a>[Pg 187]</span>placer, que vuestro nombre que alimenta al cuerpo y el alma -y los llena de una dulzura tal que mientras pienso en vos no -siento ni sufrimiento ni temor de la muerte<a id="FNanchor_326" href="#Footnote_326" class="fnanchor">[326]</a>. Mi alma -está en las manos de aquél a quien yo se la he dado<a id="FNanchor_327" href="#Footnote_327" class="fnanchor">[327]</a>... -Si yo tuviera que dejar de pensar en él, creo que caería muerto -inmediatamente”<a id="FNanchor_328" href="#Footnote_328" class="fnanchor">[328]</a>. Hizo a Cavalieri regalos soberbios: -“dibujos sorprendentes, cabezas maravillosas a lápiz -rojo y negro que había hecho expresamente para enseñarlo -a dibujar. Después dibujó para él un Ganímedes arrebatado -al Cielo por el Águila de Zeus, un Tityos con el buitre devorándole -el corazón, la Caída de Faetonte en el Pó con el -carro del Sol y una Bacanal de niños; todas obras de la más -rara belleza y de una perfección inimaginables”<a id="FNanchor_329" href="#Footnote_329" class="fnanchor">[329]</a>.</p> - -<p>Le dirigía también sonetos algunas veces admirables y -muchas otras obscuros, de los cuales algunos fueron pronto -recitados en los círculos literarios y conocidos por toda Italia<a id="FNanchor_330" href="#Footnote_330" class="fnanchor">[330]</a>. -Se ha dicho que el soneto siguiente era “la más -hermosa poesía lírica de Italia en el siglo XVI”<a id="FNanchor_331" href="#Footnote_331" class="fnanchor">[331]</a>.</p> - -<p>“Con vuestros ojos veo una dulce luz que con mis ojos -ciegos no puedo ver. Con vuestros pies soporto una carga -<span class="pagenum"><a id="Page_188"></a>[Pg 188]</span>pesada que con mis pies no podría sostener. Por vuestro -espíritu me siento elevado al cielo. Según vuestra voluntad -me pongo pálido o encendido, frío bajo el sol, caliente entre -las brumas frías. En vuestra voluntad está mi voluntad. -Mis pensamientos se forman en vuestro corazón y mis palabras -en vuestro aliento. Abandonado a mí mismo, soy -como la luna si el sol no la ilumina”<a id="FNanchor_332" href="#Footnote_332" class="fnanchor">[332]</a>.</p> - -<p>Más célebre es todavía este otro soneto, uno de los más -hermosos cantos que se hayan escrito en honor de la perfecta -amistad:</p> - -<p>“Si un casto amor, si una piedad suprema, si una fortuna -igual existen entre dos amantes, si la suerte cruel hiere a -uno lo mismo que al otro, si un solo espíritu y una sola voluntad -gobierna dos corazones, si una alma se hace eterna -en dos cuerpos llevándolos hacia el cielo con las mismas alas, -si el amor hiere con su flecha dorada dos pechos a la vez, si el -uno ama al otro y ninguno se ama a sí mismo, si los dos no -tienen más placer ni más alegría que aspirar juntos al mismo -fin, si mil y mil amores no serían más que la centésima -parte de este amor y de esta fe que los une, ¿por un solo -desdén se rompería este lazo para siempre?”<a id="FNanchor_333" href="#Footnote_333" class="fnanchor">[333]</a>.</p> - -<p>Este olvido de sí mismo, este don ardiente de todo el ser -que se funde en el ser amado, no tenía siempre la misma -serenidad. La tristeza triunfaba, y el alma poseída por el -amor, se debatía gimiendo.</p> - -<p>“Lloro, ardo y me consumo y mi corazón con esto se -alimenta...”.</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>I’ piango, i’ ardo, i’ mi consumo, e 'l core<br /> -Di questo si nutrisce...</em><a id="FNanchor_334" href="#Footnote_334" class="fnanchor">[334]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_189"></a>[Pg 189]</span></p> - -<p class="p1">“Tú, que me has quitado la alegría de vivir”, dice a Cavalieri<a id="FNanchor_335" href="#Footnote_335" class="fnanchor">[335]</a>.</p> - -<p>A estas poesías demasiado apasionadas, “el dulce y amado -señor”<a id="FNanchor_336" href="#Footnote_336" class="fnanchor">[336]</a> Cavalieri oponía su frialdad afectuosa y tranquila<a id="FNanchor_337" href="#Footnote_337" class="fnanchor">[337]</a>. -La exageración de esta amistad le chocaba en -secreto. Miguel Ángel se disculpaba:</p> - -<p>“Mi querido señor, no te irrites por mi amor que se dirige -solamente a lo que hay de mejor en ti<a id="FNanchor_338" href="#Footnote_338" class="fnanchor">[338]</a>; porque el espíritu -de uno debe sentirse atraído por el espíritu del otro. Lo que -yo deseo, lo que yo encuentro en tu hermoso rostro, no -puede ser comprendido por los hombres vulgares. Quien -quiera comprenderlo tiene que morir antes”<a id="FNanchor_339" href="#Footnote_339" class="fnanchor">[339]</a>.</p> - -<p>Y seguramente esta pasión de la belleza no tenía nada -que no fuera honesto<a id="FNanchor_340" href="#Footnote_340" class="fnanchor">[340]</a>. Pero la esfinge de este amor ardiente -y turbio<a id="FNanchor_341" href="#Footnote_341" class="fnanchor">[341]</a>, y casto a pesar de todo, no dejaba de ser -inquietante y alucinada.</p> - -<p>Estas amistades mórbidas—esfuerzos desesperados para -negar la nada de su vida y para crear el amor del cual estaba -hambriento,—fueron substituidas afortunadamente por el -cariño sereno de una mujer, que supo comprender a este -niño viejo, solo y perdido en el mundo, y que devolvió a su -alma lacerada un poco de paz, de confianza, de razón, y la -aceptación melancólica de la vida y de la muerte.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_190"></a>[Pg 190]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En 1533 y 1534<a id="FNanchor_342" href="#Footnote_342" class="fnanchor">[342]</a>, fué cuando la amistad de Miguel -Ángel por Cavalieri llegó a su paroxismo. En 1535 comenzó -a conocer a Vittoria Colonna.</p> - -<p>Había nacido ella en 1492; su padre era Fabrizio Colonna, -señor de Paliano, príncipe de Tagliacozzo. Su madre, -Inés de Montefeltro, era hija del gran Federico, príncipe -de Urbino. Su familia una de las más nobles de Italia, una de -aquéllas en las cuales había encarnado mejor el luminoso -espíritu del Renacimiento. A los diecisiete años se casó -con el marqués de Pescara, Ferrante Francesco d’Avalos, -gran General y vencedor de Pavía. Ella lo amó; él no la -amó. No era hermosa<a id="FNanchor_343" href="#Footnote_343" class="fnanchor">[343]</a>.</p> - -<p>Las medallas que se conocen de ella muestran un -semblante viril, voluntarioso y un poco duro; frente -alta, nariz larga y recta, labio superior corto, y labio inferior -un poco saliente; boca apretada y mentón enérgico<a id="FNanchor_344" href="#Footnote_344" class="fnanchor">[344]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_191"></a>[Pg 191]</span></p> - -<p>Filonico Alicarnasseo, que la conoció y escribió su vida, -deja entender, a pesar de todas las reticencias que usa, que -era fea: “cuando se casó con el marqués de Pescara—dice—se -dedicó a desarrollar los dones de su espíritu, porque -como no poseía gran belleza, se instruyó en las letras para -asegurarse la belleza inmortal, que no pasa como la otra”. -Era apasionadamente intelectual. En un soneto dice de sí -misma que “los sentidos groseros, impotentes para formar -la armonía que produce el puro amor de las almas nobles, -no produjeron nunca en ella ni placer ni sufrimiento... -Una llama clara—agrega—elevó tan alto mi corazón, que -los pensamientos bajos lo ofenden”. No estaba hecha para -ser amada por el brillante y sensual Pescara. Pero como -lo dispone la sinrazón del amor, estaba hecha para amarlo -y para sufrir por ello.</p> - -<p>Sufrió cruelmente, en efecto, las infidelidades de su marido, -que la engañaba en su propia casa, a la vista de todo -<span class="pagenum"><a id="Page_192"></a>[Pg 192]</span>Nápoles. Sin embargo, cuando él murió, en 1525, no se -consoló; se refugió en la religión y en la poesía; llevó una -vida de claustro en Roma y después en Nápoles<a id="FNanchor_345" href="#Footnote_345" class="fnanchor">[345]</a>; sin -renunciar desde luego a los pensamientos del mundo, buscaba -la soledad sólo para absorberse en el recuerdo de su -amor y cantarlo en sus versos. Estaba relacionada con -todos los grandes escritores de Italia, con Sadoletto, Bembo, -Castiglioni, quien le confió el manuscrito de su <em>Cortegiano</em>; -con el Ariosto, que la celebró en su Orlando; con Pablo -Jovio, Bernardo Tasso, Ludovico Dolce. Después de 1530 -sus sonetos circularon por toda Italia y le conquistaron una -gloria única entre las mujeres de su tiempo. Retirada en -Ischia, cantaba sin cansarse su amor transfigurado, en la -soledad de la bella isla, en medio del mar armonioso.</p> - -<p>Pero desde el año de 1534 se dedicó a la religión por completo. -El espíritu de reforma católica, el libre espíritu religioso -que tendía entonces a regenerar a la Iglesia evitando -el cisma, se apoderó de ella. No se sabe si conoció en Nápoles -a Juan de Valdés<a id="FNanchor_346" href="#Footnote_346" class="fnanchor">[346]</a>; pero la conmovieron profundamente -las predicaciones de Bernardino Ochino, de Siena;<a id="FNanchor_347" href="#Footnote_347" class="fnanchor">[347]</a> -<span class="pagenum"><a id="Page_193"></a>[Pg 193]</span>y fué amiga de Pietro Carnesecchi<a id="FNanchor_348" href="#Footnote_348" class="fnanchor">[348]</a>, de Giberti, de -Sadoletto, del noble Reginaldo Pole, y del más grande de -estos prelados reformadores que constituyeron en 1536 el -<em>Collegium de emendanda Ecclesia</em>, el Cardenal Gaspare -Contarini<a id="FNanchor_349" href="#Footnote_349" class="fnanchor">[349]</a>, quien intentó en vano establecer la unidad -con los protestantes en la Dieta de Ratisbona y se atrevió -a escribir estas valientes palabras<a id="FNanchor_350" href="#Footnote_350" class="fnanchor">[350]</a>:</p> - -<p>“La ley de Cristo es una ley de libertad... no se puede -llamar gobierno al que está regido por la voluntad de un -hombre, inclinado por la naturaleza al mal e impulsado por -innumerables pasiones. ¡No! Toda soberanía es una soberanía -de la razón. Tiene por objeto conducir por caminos -de justicia a todos aquéllos que le están sometidos a su justo -fin: la felicidad. La autoridad del Papa es también una -autoridad de la razón. Un Papa debe saber que ejerce esta -autoridad sobre hombres libres. No debe a su arbitrio ordenar, -prohibir o dispensar, sino únicamente según las reglas -de la razón, de los divinos mandamientos y del amor. Esta -regla conduce todo a Dios y al bien común”.</p> - -<p>Vittoria fué una de las almas más exaltadas de este pequeño -grupo idealista, donde se unían las más puras conciencias -<span class="pagenum"><a id="Page_194"></a>[Pg 194]</span>de Italia. Tuvo correspondencia con Renato de -Ferrara y con Margarita de Navarra; y Pier Paolo Vergerio, -más tarde protestante, la llamaba “una de las luces de la -verdad”. Pero cuando comenzó el movimiento de contrarreforma -dirigido por el despiadado Caraffa<a id="FNanchor_351" href="#Footnote_351" class="fnanchor">[351]</a>, cayó en -una duda mortal. Era, como Miguel Ángel, una alma -apasionada pero débil; tenía necesidad de creer y era incapaz -de resistir a la autoridad de la Iglesia. “Se mortificaba -con ayunos y cilicios de tal manera que ya no le quedaba -más que la piel sobre los huesos”<a id="FNanchor_352" href="#Footnote_352" class="fnanchor">[352]</a>. Su amigo el Cardenal -Pole<a id="FNanchor_353" href="#Footnote_353" class="fnanchor">[353]</a> la tranquilizó obligándola a someterse, a humillar -el orgullo de su inteligencia y a olvidarse en Dios, en una -especie de embriaguez de sacrificio... Pero no se sacrificaba -únicamente a sí misma sino a sus amigos, porque tuvo -que renegar de Ochino y entregar sus escritos a la Inquisición -de Roma. Como Miguel Ángel, este gran espíritu -estaba aniquilado por el miedo. Ahogaba sus remordimientos -en un misticismo desesperado:</p> - -<p>“Habréis visto el caos de ignorancia donde yo estaba, y -el laberinto de errores hacia donde iba, con el cuerpo perpetuamente -<span class="pagenum"><a id="Page_195"></a>[Pg 195]</span>en movimiento para encontrar reposo y el alma -siempre agitada para encontrar la paz. Dios ha querido -que se me dijera ‘Fiat lux!’ y que se me mostrara que yo -no era nada y que todo estaba en Cristo”<a id="FNanchor_354" href="#Footnote_354" class="fnanchor">[354]</a>.</p> - -<p>Deseaba la muerte como una liberación, y murió el 25 -de febrero de 1547.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Conoció a Miguel Ángel cuando estaba más penetrada -del libre misticismo de Valdés y de Ochino. Esta mujer -triste y atormentada, que tenía siempre necesidad de un -guía para apoyarse, no tenía menos necesidad de un ser más -débil y más desgraciado que ella para dedicarle todo el amor -maternal que llenaba su corazón.</p> - -<p>Procuró ocultar su turbación a Miguel Ángel; serena -en apariencia, reservada, un poco fría, le trasmitió la paz -que ella tenía que pedir a otro. Su amistad, iniciada por el -año de 1535, fué íntima desde el otoño de 1538 y por completo -fundada en Dios. Vittoria tenía cuarenta y seis años -y él sesenta y tres; ella vivía en Roma, en el Claustro de -San Silvestre in Capite, abajo del Monte Pincio.</p> - -<p>Miguel Ángel habitaba cerca del Monte Cavallo. Se -reunían los domingos en la Iglesia de San Silvestre del Monte -Cavallo. El hermano Ambrogio Caterino Politi les leía -las Epístolas de San Pablo y ellos las discutían juntos. El -pintor portugués Francisco de Holanda nos ha conservado -el recuerdo de estas conversaciones en sus cuatro <em>Diálogos -sobre la pintura</em><a id="FNanchor_355" href="#Footnote_355" class="fnanchor">[355]</a>. Son un cuadro vivo de esta amistad -grave y tierna.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_196"></a>[Pg 196]</span></p> - -<p>La primera vez que Francisco de Holanda fué a la Iglesia -de San Silvestre, encontró a la marquesa de Pescara con -algunos amigos escuchando la lectura piadosa.</p> - -<p>Miguel Ángel no estaba ahí. Cuando terminó la Epístola -la amable señora dijo sonriendo al extranjero:</p> - -<p>—Francisco de Holanda habría oído sin duda con más -gusto un discurso de Miguel Ángel que esta predicación.</p> - -<p>A lo cual Francisco, creyéndose tontamente ofendido, -respondió:</p> - -<p>—¿Qué, señora, le parece a Vuestra Excelencia que no -entiendo otra cosa y sólo sirvo para pintar?</p> - -<p>—No seáis tan quisquilloso, messer Francisc,—dijo -Lattanzio Tolomei,—precisamente la marquesa está convencida -de que un pintor sirve para todo. Así estimamos -la pintura nosotros los italianos. Pero tal vez ella dijo esto -para agregar al placer que habéis tenido, el de oír a Miguel -Ángel.</p> - -<p>Francisco se confunde entonces, dando excusas, y la -marquesa dice a uno de sus servidores: “Ve a la casa de -Miguel Ángel y dile que yo y messer Lattanzio nos hemos -quedado después del servicio religioso en esta Capilla, donde -hace un fresco agradable; si quiere perder un poco su tiempo, -sería con mucho provecho para nosotros... pero—agrega, -conociendo el carácter huraño de Miguel Ángel—no -le digas que Francisco de Holanda el español, está -aquí”.</p> - -<p>Esperando el regreso del enviado se quedan charlando, -buscando cómo harán que Miguel Ángel hable de pintura -sin que advierta su intención, porque si la comprende se -rehusaría inmediatamente a continuar la plática.</p> - -<p>“Hubo algunos instantes de silencio. Llamaron a la -puerta; todos expresamos el temor de que el Maestro no -viniera, porque la respuesta había sido muy repentina. Pero -mi estrella quiso que Miguel Ángel, que habitaba muy -cerca, fuera justamente de camino en la dirección de San<span class="pagenum"><a id="Page_197"></a>[Pg 197]</span> -Silvestre; iba por la vía Esquilina hacia las Termas, filosofando -con su discípulo Urbino. Y como nuestro enviado -lo había encontrado y conducido, él mismo en persona era -quien estaba a la puerta. La marquesa se levantó y permaneció -por mucho tiempo en conversación con él, de pie, -aparte de los demás, antes de invitarlo a tomar asiento -entre Lattanzio y ella. Francisco de Holanda se sentó al -lado de él, pero Miguel Ángel no prestó ninguna atención -a su vecino, lo cual chocó a éste vivamente. Francisco dijo -con tono ofendido:</p> - -<p>“En verdad el medio más seguro de no ser visto por -alguno, consiste en ponérsele enfrente de los ojos”.</p> - -<p>Miguel Ángel, sorprendido, lo miró y se disculpó inmediatamente -con gran cortesía:</p> - -<p>“Perdonad, messer Francisco: no os había visto, en verdad, -porque no tenía ojos más que para la marquesa”. Sin -embargo, Vittoria, después de una breve pausa, comenzó -a hablar de mil cosas con una habilidad que no puede -elogiarse lo suficiente; de una manera diestra y discreta, -sin referirse a la pintura. Se hubiera dicho que era como el -asedio a una plaza fuerte, hecho con esfuerzo y arte, y que -Miguel Ángel parecía un sitiado vigilante y desconfiado, -que coloca en un punto centinelas, levanta puentes en otra -parte, en otra pone minas y tiene a la guarnición alerta en -las puertas y sobre las murallas.</p> - -<p>Al fin la marquesa venció, y verdaderamente nadie hubiera -podido defenderse de ella.</p> - -<p>“Vamos—dijo—hay que reconocer que no puede triunfarse -cuando se ataca a Miguel Ángel con sus propias armas, -es decir, con la astucia. Será necesario, messer Lattanzio, -que hablemos con él de procesos, de breves del Papa, o bien... -de pintura, si queremos reducirlo al silencio y decir -nosotros la última palabra”.</p> - -<p>Esta desviación ingeniosa llevó la conversación al terreno -del arte. Vittoria habla a Miguel Ángel de una construc<span class="pagenum"><a id="Page_198"></a>[Pg 198]</span>ción -piadosa que tenía el proyecto de levantar; e inmediatamente -Miguel Ángel se ofrece para examinar el emplazamiento -y esbozar un plan.</p> - -<p>“Yo no me habría atrevido a pediros un servicio tan -grande—respondió la marquesa—aunque sepa que seguís -en todo la enseñanza del Salvador, que abatía a los soberbios -y exaltaba a los humildes... Los que os conocen -estiman la persona de Miguel Ángel más todavía que sus -obras, mientras los que no os conocen personalmente -admiran la más débil parte de vos mismo, es decir las obras -de vuestras manos. Pero yo no alabo menos que os apartéis -con tanta frecuencia, huyendo de nuestras inútiles -conversaciones, y que en lugar de pintar los retratos de todos -los príncipes que vienen a rogaros, consagréis casi toda -vuestra vida a una sola gran obra”.</p> - -<p>Miguel Ángel declina modestamente estos cumplimientos -y expresa su aversión para los habladores y los ociosos—grandes -señores o Papas—que se creen permitido imponer -su sociedad a un artista que no tiene bastante vida para -cumplir su tarea.</p> - -<p>Después la conversación pasa a los más altos temas de -arte, que la marquesa trata con una gravedad religiosa. -Una obra de arte, para ella, como para Miguel Ángel, es un -acto de fe.—“La buena pintura—dice Miguel Ángel—se -aproxima a Dios y se une a él: No es más que una copia de -su perfección, una sombra de su pincel, de su música, de su -melodía...”.</p> - -<p>“Por eso no basta que el pintor sea un maestro hábil y -grande. Yo creo más bien que su vida debe ser pura y santa, -lo más posible, para que el Espíritu Santo gobierne -sus pensamientos...”<a id="FNanchor_356" href="#Footnote_356" class="fnanchor">[356]</a>.</p> - -<p>Y así transcurre el día, en estas conversaciones verdaderamente -sagradas, de una serenidad majestuosa, en la -Iglesia de San Silvestre, a no ser que los amigos prefieran -<span class="pagenum"><a id="Page_199"></a>[Pg 199]</span>continuar la plática en el jardín que nos describe Francisco -de Holanda, “junto a la fuente, a la sombra de una -fronda de laureles, sentados sobre un banco de piedra adosado -a un muro que tapiza la yedra”, desde donde dominan -Roma, tendida a sus pies<a id="FNanchor_357" href="#Footnote_357" class="fnanchor">[357]</a>.</p> - -<p>Desgraciadamente estas bellas conversaciones no duraron -mucho. La crisis religiosa por la cual pasaba la marquesa -de Pescara las rompió bruscamente. En 1541 salió -ella de Roma para encerrarse en un claustro en Orvieto y -después en Viterbo.</p> - -<p>“Pero con frecuencia salía de Viterbo, e iba a Roma -únicamente para ver a Miguel Ángel. Él estaba enamorado -de su divino espíritu y ella le correspondía. Él recibió de -ella y conservó muchas cartas llenas de casto y muy dulce -amor, tales como podía escribirlas esta alma noble<a id="FNanchor_358" href="#Footnote_358" class="fnanchor">[358]</a>. A -petición suya, agrega Condivi, ejecutó Miguel Ángel un -Cristo desnudo que, desprendido de la Cruz, caería como -un cadáver inerte a los pies de su santa Madre si dos ángeles -no lo sostuvieran por los brazos. María está sentada bajo -la Cruz; su rostro lloroso y dolorido, y, los dos brazos abiertos, -levanta las manos al Cielo. En la madera de la Cruz, -se leen estas palabras: <em>Non vi si pensa quanto sangue costa</em><a id="FNanchor_359" href="#Footnote_359" class="fnanchor">[359]</a>. -Por amor a Vittoria, Miguel Ángel dibujó también -<span class="pagenum"><a id="Page_200"></a>[Pg 200]</span>un Jesucristo en la Cruz, no muerto, como se ha representado -habitualmente, sino vivo, con la cara vuelta hacia su -Padre y exclamando: ‘¡Eli, Eli!’ El cuerpo no se entrega sin -voluntad, sino que se tuerce y se crispa en los últimos -sufrimientos de la agonía”.</p> - -<p>Tal vez Vittoria inspiró igualmente los dos dibujos sublimes -de la <em>Resurrección</em>, que están en el Louvre y en el -British Museum. En el del Louvre, el hercúleo Cristo ha -rechazado con furia la pesada losa de la tumba, tiene todavía -una pierna en la fosa y, con la cabeza levantada, los -brazos en alto, se precipita hacia el Cielo en un ímpetu de -pasión, que recuerda el de uno de los Cautivos del Louvre. -¡Volver a Dios! ¡Dejar este mundo, estos hombres que él -no mira y que se arrastran a sus pies, estúpidos y espantados! -¡arrancarse al horror de esta vida! ¡al fin! ¡al fin!... -El dibujo del British Museum tiene más serenidad. El -Cristo salido de la tumba parece volar; su cuerpo vigoroso -flota en el aire que lo acaricia; con los brazos cruzados, la -cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, en éxtasis, sube en -la cruz como un rayo de sol.</p> - -<p>Así Vittoria volvió a abrir para Miguel Ángel el mundo -de la fe. Hizo más todavía: dió impulso a su genio poético -que el amor de Cavalieri había despertado<a id="FNanchor_360" href="#Footnote_360" class="fnanchor">[360]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_201"></a>[Pg 201]</span></p> - -<p>No solamente lo iluminó sobre las revelaciones religiosas, -de las cuales tenía obscuros presentimientos, sino que, -como lo ha demostrado Thode, le dió el ejemplo de cantarlas -en sus versos. En los primeros tiempos de su amistad fué -cuando aparecieron los primeros <em>Sonetos espirituales</em> de -Vittoria<a id="FNanchor_361" href="#Footnote_361" class="fnanchor">[361]</a>. Ella se los enviaba a su amigo a medida que -los iba escribiendo<a id="FNanchor_362" href="#Footnote_362" class="fnanchor">[362]</a>.</p> - -<p>En ellos encontraba una dulzura consoladora, una vida -nueva. Un hermoso soneto que él escribió en respuesta, da -fe de su tierno agradecimiento.</p> - -<p>“Feliz espíritu, que con un ardiente amor mantiene vivo -mi viejo corazón moribundo, y que entre tus bienes y tus -placeres me distingues a mí solo entre tantos otros seres -nobles. Tal como apareciste en otro tiempo a mis ojos -apareces hoy a mi alma para consolarla; por esto al recibir -de ti como beneficio tus atenciones, te escribo para darte -las gracias. Sería una gran presunción y una gran vergüenza -darte pinturas miserables en cambio de tus creaciones -vivientes y bellas”<a id="FNanchor_363" href="#Footnote_363" class="fnanchor">[363]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_202"></a>[Pg 202]</span></p> - -<p>En el otoño de 1544 Vittoria fué a vivir en el Claustro -de Santa Ana y ahí permaneció hasta su muerte. Miguel -Ángel iba a verla. Ella pensaba apasionadamente en él y -trataba de poner un poco de comodidad y de atractivo en -su vida, haciéndole en secreto pequeños obsequios; pero -el sombrío anciano “que no quería aceptar regalos de nadie”, -ni de los que más amaba, no consintió en darle este gusto<a id="FNanchor_364" href="#Footnote_364" class="fnanchor">[364]</a>.</p> - -<p>Vittoria Colonna murió. Él la vió morir, y dijo esta -frase conmovedora que demuestra la casta reserva de su -gran amor:</p> - -<p>“Nada me duele tanto como pensar que la he visto -muerta y no la he besado en la frente y en la cara como he -besado su mano”<a id="FNanchor_365" href="#Footnote_365" class="fnanchor">[365]</a>.</p> - -<p>“Esta muerte—dice Condivi,—lo dejó como estúpido -por mucho tiempo; parecía haber perdido el juicio”.</p> - -<p>“Me quería mucho, decía él tristemente más tarde, y yo -lo mismo. (<em>Mi voleva grandissimo bene, e io non meno a lei.</em>) -La muerte me ha robado un gran amigo”.</p> - -<p>Escribió sobre su muerte dos sonetos, uno de ellos, -impregnado del espíritu platónico, es de una rudeza preciosa, -de un idealismo alucinado; parece una noche surcada -de relámpagos. Miguel Ángel compara a Vittoria al martillo -del escultor divino que hace brotar sublimes pensamientos -de la materia.</p> - -<p>“Si mi rudo martillo forma con las duras rocas imágenes -de aspecto humano, sólo tiene movimiento por la mano que -lo sostiene, lo conduce y lo guía; una fuerza extraña lo -impulsa. Pero el martillo divino que se levanta en el Cielo, -crea su propia belleza y la belleza de los demás por su fuerza -<span class="pagenum"><a id="Page_203"></a>[Pg 203]</span>única. Ningún otro martillo puede crearse sin martillo; -éste es el que hace vivir a los otros, y como el golpe sobre el -yunque es más fuerte mientras viene de más alto, éste se -ha elevado por encima de mí hasta el Cielo. Por eso llevará -mi obra a buen fin, si la forja divina le presta ahora su -ayuda. Hasta ahora estaba solo en el mundo”<a id="FNanchor_366" href="#Footnote_366" class="fnanchor">[366]</a>.</p> - -<p>El otro soneto es más tierno y proclama la victoria del -amor sobre la muerte:</p> - -<p>“Cuando aquélla que me arrancó tantos suspiros se fué -de este mundo, huyendo de mis ojos y de ella misma, la -naturaleza que nos había juzgado dignos de ella se quedó -avergonzada; y los que la habían visto, llorando. ¡Pero -que la muerte no se alabe ahora de haber apagado este sol -de los soles, como lo ha hecho con otros! Porque Amor ha -vencido y la hace revivir en la tierra y en el cielo entre los -santos. La muerte inicua y criminal cree sofocar el eco de -sus virtudes y empañar la belleza de su alma. Sus escritos -han hecho lo contrario; la iluminan con más vida de la -que tuvo en su vida y con la muerte ha conquistado el -Cielo que aún no tenía”<a id="FNanchor_367" href="#Footnote_367" class="fnanchor">[367]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Durante esta grave y serena amistad, Miguel Ángel ejecutó -sus últimas grandes obras de pintura y de escultura, -<span class="pagenum"><a id="Page_204"></a>[Pg 204]</span>el <em>Juicio Final</em>, los frescos de la Capilla Paulina y—al fin—la -tumba de Julio II<a id="FNanchor_368" href="#Footnote_368" class="fnanchor">[368]</a>.</p> - -<p>Cuando Miguel Ángel había salido de Florencia en 1534 -para instalarse en Roma, pensaba, ya libre de todos sus -otros trabajos por la muerte de Clemente VII, poder terminar -en paz la tumba de Julio II, y después morir con la -conciencia descargada del fardo que había pesado sobre su -vida; pero apenas había llegado, se dejó encadenar otra -vez por nuevos amos.</p> - -<p>Paulo III lo mandó llamar y le pidió que entrara a su -servicio... Miguel Ángel rehusó diciendo que no podía, -pues estaba obligado por contrato con el duque de Urbino -hasta terminar la tumba de Julio II. Entonces el Papa se -encolerizó y dijo: “desde hace treinta años que tengo este -<span class="pagenum"><a id="Page_205"></a>[Pg 205]</span>deseo y ahora que soy Papa, ¿no podría satisfacerlo?; desgarraré -el contrato. Quiero que me sirvas a pesar de todo”<a id="FNanchor_369" href="#Footnote_369" class="fnanchor">[369]</a>. -Miguel Ángel estuvo a punto de huir; pensó en refugiarse -cerca de Génova en una Abadía del Obispo de Aleria que -era amigo suyo y que lo había sido también de Julio II; -ahí hubiera terminado cómodamente su obra, cerca de -Carrara. También tuvo la idea de retirarse a Urbino, que -era un lugar pacífico y donde esperaba ser bien recibido, -por recuerdo de Julio II. Con este propósito ya había enviado -a una de sus gentes para comprar una casa<a id="FNanchor_370" href="#Footnote_370" class="fnanchor">[370]</a>. Pero -en el instante de decidirse la voluntad le faltaba como siempre; -temía las consecuencias de sus actos, se halagaba con -la eterna ilusión eternamente fallida de que podría salvarse -por medio de un compromiso. Se dejó de nuevo encadenar -y continuó arrastrando su grillete hasta el fin. El 1.º de -septiembre de 1535, un breve de Paulo III, le nombró arquitecto -en Jefe, escultor y pintor del Palacio Apostólico. -Desde el mes de abril precedente Miguel Ángel había aceptado -trabajar en el <em>Juicio Final</em><a id="FNanchor_371" href="#Footnote_371" class="fnanchor">[371]</a>. Estuvo enteramente -ocupado en esta obra, desde abril de 1536 hasta noviembre -de 1541, es decir, durante la permanencia de Vittoria en -Roma.</p> - -<p>En el curso de esta enorme tarea, sin duda en 1539, cayó -de los andamios y se hirió gravemente una pierna. “Por el -dolor y la cólera no quiso que lo atendiera ningún médico”<a id="FNanchor_372" href="#Footnote_372" class="fnanchor">[372]</a>. -Odiaba a los médicos y manifestaba en sus cartas -una inquietud cómica cuando sabía que alguno de los suyos -había tenido la imprudencia de solicitar auxilios médicos.</p> - -<p>Felizmente para él, después de su caída, el maestro -Baccio Rontini, de Florencia, que era un médico de mucho -<span class="pagenum"><a id="Page_206"></a>[Pg 206]</span>talento y muy adicto a Miguel Ángel, tuvo piedad de él y -fué un día a llamar a la puerta de su casa. Como nadie le -respondiera, subió y buscó de cuarto en cuarto hasta que -llegó adonde estaba Miguel Ángel acostado. Cuando éste -lo vió se puso como un desesperado. Pero Baccio no quiso -salir y no lo dejó hasta curarlo<a id="FNanchor_373" href="#Footnote_373" class="fnanchor">[373]</a>. Como en otro tiempo -Julio II, Paulo III quería ver pintar a Miguel Ángel y daba -su opinión. Lo acompañaba su maestro de ceremonias -Biagio da Cesena. Un día preguntó a este último lo que -pensaba de la obra. Como Biagio era, dice Vasari, una -persona muy escrupulosa, declaró que era una soberana -inconveniencia haber representado en un sitio tan solemne -tantas desnudeces; y agregó que aquélla era una pintura -buena para decorar un baño o una posada. Miguel Ángel, -indignado, retrató de memoria a Biagio cuando éste hubo -salido. Lo representó en el infierno, bajo la forma de Minos, -con una gran serpiente enrollada alrededor de las piernas, -en medio de una montaña de diablos. Biagio se quejó con -el Papa. Paulo III se burló de él, diciéndole: “todavía si -Miguel Ángel te hubiera puesto en el purgatorio, habría -podido hacer algo para salvarte, pero te puso en el infierno -y ahí yo no puedo nada; en el infierno no hay redención”<a id="FNanchor_374" href="#Footnote_374" class="fnanchor">[374]</a>.</p> - -<p>Biagio no fué el único que encontró indecentes las pinturas -de Miguel Ángel. Italia se iba haciendo mojigata y no -estaba lejos el tiempo en el cual el Veronés tendría que -presentarse ante la Inquisición por la inconveniencia de su -<em>Cena en Casa de Simón</em><a id="FNanchor_375" href="#Footnote_375" class="fnanchor">[375]</a>. No faltaron quienes se escandalizaran -<span class="pagenum"><a id="Page_207"></a>[Pg 207]</span>con el <em>Juicio Final</em>. El que gritó más fuerte fué el Aretino. -El maestro de pornografía pretendió dar lecciones de -decencia al casto Miguel Ángel<a id="FNanchor_376" href="#Footnote_376" class="fnanchor">[376]</a>. Le escribió una carta -de Tartufo impúdico<a id="FNanchor_377" href="#Footnote_377" class="fnanchor">[377]</a>. Lo acusaba de haber representado -“cosas capaces de avergonzar a una casa de vicios”; lo -denunciaba como impío ante la Inquisición naciente; -“porque sería un crimen menor no creer, decía, que atentar -así contra la fe de otro”. Pedía al Papa que destruyera el -fresco; mezclaba sus denuncias de luteranismo con innobles -insinuaciones contra las costumbres de Miguel Ángel<a id="FNanchor_378" href="#Footnote_378" class="fnanchor">[378]</a>; -y para terminar lo acusaba de haber robado a Julio II. A -esta carta infame de <em>chantage</em><a id="FNanchor_379" href="#Footnote_379" class="fnanchor">[379]</a>, en la cual se manchaba -y ofendía lo más profundo del espíritu de Miguel Ángel, su -piedad, su amistad, su sentimiento del honor; a esta carta -que Miguel Ángel no pudo leer sin reírse despectivamente -y sin llorar de vergüenza, no respondió nada. Sin duda -pensó lo que decía de ciertos enemigos, con su aplastante -desdén: “que no valía la pena de combatirlos, porque la -victoria sobre ellos no tiene ninguna importancia”. Y -cuando las ideas del Aretino y de Biagio sobre su <em>Juicio -<span class="pagenum"><a id="Page_208"></a>[Pg 208]</span>Final</em> ganaron terreno, no hizo nada para responder ni para -detenerlas. No dijo nada cuando su obra fué tratada de -“suciedad luterana”<a id="FNanchor_380" href="#Footnote_380" class="fnanchor">[380]</a>. No dijo nada cuando Pablo IV -quiso destruir el fresco<a id="FNanchor_381" href="#Footnote_381" class="fnanchor">[381]</a>. No dijo nada cuando por orden -del Papa, Daniel de Volterra vistió a sus héroes<a id="FNanchor_382" href="#Footnote_382" class="fnanchor">[382]</a>. Se le -preguntó su opinión y respondió sin cólera, con una mezcla -de ironía y de piedad: “Decid al Papa que esta es una -insignificancia muy fácil de arreglar. Que procure Su -Santidad solamente poner el mundo en orden; arreglar -una pintura no cuesta mucho trabajo”. Él sabía con qué -ardiente fe había ejecutado esa obra en medio de las conversaciones -religiosas de Vittoria Colonna y bajo la protección -de esta alma inmaculada. Se hubiera avergonzado al defender -la casta desnudez de sus pensamientos heroicos, -contra las sucias sospechas y las malicias de los hipócritas -y de los corazones bajos.</p> - -<p>Cuando el fresco de la Sixtina estuvo terminado<a id="FNanchor_383" href="#Footnote_383" class="fnanchor">[383]</a> -Miguel Ángel creyó al fin tener el derecho de acabar el monumento -de Julio II. Pero el Papa, insaciable, exigió que -aquel viejo de setenta años pintara los frescos de la Capilla -Paulina<a id="FNanchor_384" href="#Footnote_384" class="fnanchor">[384]</a>. Poco faltó para que se apoderara de algunas -<span class="pagenum"><a id="Page_209"></a>[Pg 209]</span>de las estatuas destinadas para la tumba de Julio II, con el -objeto de adornar su propia Capilla. Miguel Ángel tuvo -que darse por feliz cuando se le permitió firmar un quinto -y último contrato, con los herederos de Julio II, mediante -el cual entregaba las estatuas terminadas<a id="FNanchor_385" href="#Footnote_385" class="fnanchor">[385]</a>, y pagaba dos -escultores para que terminaran el monumento, quedando -libre de toda obligación para siempre.</p> - -<p>Mas no habían terminado sus penas: los herederos de -Julio II continuaron reclamándole ásperamente el dinero -que pretendían haberle anticipado. El Papa le mandaba -decir que no se preocupara, que se dedicara enteramente -a su trabajo de la Capilla Paulina:</p> - -<p>“Pero, respondía él, se pinta con la cabeza y no con las -manos; quien no tiene sus pensamientos consigo se deshonra; -por eso yo no hago nada bien mientras tenga estas -preocupaciones. He estado encadenado a esta tumba toda -mi vida; he perdido toda mi juventud tratando de justificarme -ante León X y Clemente VII; me he arruinado por -tener demasiada conciencia. ¡Así lo quiere mi triste destino! -Veo a muchas gentes que se han formado rentas de dos o -tres mil escudos, y yo, después de terribles esfuerzos, sólo he -logrado llegar a ser pobre. Y se me trata de ladrón... -Ante los hombres (no digo ante Dios) me tengo por un hombre -honrado... yo no soy un ladrón, soy un burgués -florentino de noble nacimiento e hijo de un hombre honorable ... -Cuando tengo que defenderme contra pícaros, me -vuelvo loco al fin<a id="FNanchor_386" href="#Footnote_386" class="fnanchor">[386]</a>...”.</p> - -<p>Para calmar a sus adversarios terminó por su mano las -estatuas de la <em>Vida activa</em> y la <em>Vida contemplativa</em>, aunque -no estuviera obligado a ello por su contrato. Al fin el monumento -<span class="pagenum"><a id="Page_210"></a>[Pg 210]</span>de Julio II fué inaugurado en San Pedro Ad Víncula, -en enero de 1545. ¿Qué quedaba del hermoso proyecto -primitivo? Solamente el <em>Moisés</em>, convertido en centro de la -obra cuando al principio no era más que un detalle. ¡Caricatura -de un gran proyecto!</p> - -<p>Pero siquiera estaba terminado. Miguel Ángel estaba -ya libre de la pesadilla de toda su vida.</p> - - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_314" href="#FNanchor_314" class="label">[314]</a> <em>Poesías</em>, LIX.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_315" href="#FNanchor_315" class="label">[315]</a> El sobrino nieto de Miguel Ángel, en su primera edición de las -Rimas, en 1623, no se atrevió a publicar extensamente las poesías a -Tommaso dei Cavalieri. Dejaba creer que habían sido dedicadas a una -mujer. Hasta los recientes trabajos de Scheffler y Symmonds, Cavalieri -pasaba por un nombre supuesto, que se suponía ocultaba el de -Vittoria Colonna.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_316" href="#FNanchor_316" class="label">[316]</a> Carta de Miguel Ángel a un personaje desconocido (octubre de -1542). <em>Cartas</em>, Edición Milanesi, CDXXXV.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_317" href="#FNanchor_317" class="label">[317]</a> Donato Giannotti. <em>Dialoghi</em>, 1545.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_318" href="#FNanchor_318" class="label">[318]</a> <em>Poesías</em>, CXLI.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_319" href="#FNanchor_319" class="label">[319]</a> Gherardo Perini sufrió muy especialmente los ataques del Aretino. -Frey ha publicado algunas cartas muy tiernas de 1522: “...<em>che avendo -di voi lettera, mi paia chon esso voi essere, che altro desiderio non o</em>”.—“Cuando -leo en una carta vuestra, me parece estar con vos; éste es mi -único deseo”.—Y firma: “<em>vostro come figliuolo</em>”—vuestro como un hijo—. -Una hermosa poesía de Miguel Ángel sobre el dolor de la ausencia y del -olvido, parece estarle dedicada: “Muy cerca de aquí mi amor me ha -robado el corazón y la vida. Aquí sus bellos ojos me han prometido -ayuda y después me la han retirado. Aquí él me ha ligado y me ha desligado. -Aquí he llorado, y con dolor infinito he visto partir de este lugar el -que me robó a mí mismo y después ya no me quiso”. (Véase Apéndice -XII. <em>Poesías</em>, XXXV).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_320" href="#FNanchor_320" class="label">[320]</a> Henry Thode, que en su obra sobre <em>Michelangelo und das Ende -der Renaissance</em> no resiste al deseo de construir a su héroe del modo más -bello, aunque sea algunas veces a expensas de la verdad, dice que la -amistad para Gherardo Perini fué anterior a la de Febo di Poggio, de -manera que estos afectos van elevándose por grados, hasta llegar a la -amistad para Tommaso dei Cavalieri, porque no puede admitir que -Miguel Ángel haya bajado desde el amor más perfecto hasta su amistad -con Febo. Pero en realidad, Miguel Ángel estaba ya en relaciones desde -más de un año con Cavalieri, cuando se enamoró de Febo y cuando escribió -las humillantes cartas de diciembre de 1533, según Thode, o de -septiembre de 1534 según Frey, y las poesías absurdas y delirantes en -las cuales juega con los nombres de <em>Febo</em> y de <em>Poggio</em>—Frey, CIII, CIV—cartas -y poesías que el pícaro contestaba con peticiones de dinero. -(Véase Frey, edición de las <em>Poesías</em> de Miguel Ángel, página 526). En -cuanto a Cecchino dei Bracci, el amigo de su amigo Luis del Riccio, -Miguel Ángel no lo conoció sino diez años después que a Cavalieri. Cecchino -era hijo de un desterrado florentino, y murió prematuramente en -Roma, en 1544. Miguel Ángel escribió en memoria suya cuarenta y -ocho epigramas funerarios de un idealismo idólatra, si así puede decirse, -algunos de los cuales son de una sublime belleza. Estas son tal vez las -poesías más sombrías que Miguel Ángel haya escrito. (Véase Apéndice -XIII).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_321" href="#FNanchor_321" class="label">[321]</a> Benedetto Varchi: <em>Due lezzioni</em>, 1549.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_322" href="#FNanchor_322" class="label">[322]</a> Carta de Tommaso dei Cavalieri a Miguel Ángel (enero 1.º de 1533).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_323" href="#FNanchor_323" class="label">[323]</a> Véase sobre todo la respuesta que dió Miguel Ángel a la primera -carta de Cavalieri, el mismo día que la recibió (enero 1.º de 1533). De -esta carta existen tres borradores febriles. En una post-scriptum de uno -de estos borradores, Miguel Ángel escribe: -</p> - -<p>“Debería ser permitido llamar por su nombre a las cosas... pero -por respeto a las conveniencias no es así en esta carta”. Es claro que se -trata de la palabra amor.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_324" href="#FNanchor_324" class="label">[324]</a> Carta de Miguel Ángel a Cavalieri, de enero 1.º de 1533.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_325" href="#FNanchor_325" class="label">[325]</a> Borrador de una carta de Miguel Ángel a Cavalieri (julio 28 de -1533).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_326" href="#FNanchor_326" class="label">[326]</a> Carta de Miguel Ángel a Cavalieri (julio 28 de 1533).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_327" href="#FNanchor_327" class="label">[327]</a> Carta de Miguel Ángel a Bartolommeo Angiolini.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_328" href="#FNanchor_328" class="label">[328]</a> Carta de Miguel Ángel a Sebastián del Piombo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_329" href="#FNanchor_329" class="label">[329]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_330" href="#FNanchor_330" class="label">[330]</a> Varchi comentó dos de ellos en público, en sus Due Lezzioni. Miguel -Ángel no hacía un misterio de su amor. Hablaba de él a Bartolommeo -Angiolini, a Sebastián del Piombo. Estas amistades no sorprendían -a nadie. Cuando murió Cecchino dei Bracci, Riccio gritaba su -amor y su desesperación a todos: “¡Ah! mi amigo Donato, nuestro Cecchino -ha muerto. Toda Roma llora. Miguel Ángel hace para mí el dibujo -de un monumento. Escribidme el epitafio, os lo suplico, y enviadme -una carta consoladora; mi dolor me ha robado el espíritu; ¡paciencia! -Vivo con mil y mil muertes en cada hora. ¡Oh Dios, cómo ha cambiado -el aspecto de la fortuna!” Carta a Donato Giannotti (enero de 1544). -“En mi pecho tenía yo mil almas de amantes”, hace decir Miguel a Cecchino -en uno de sus epigramas funerarios. (<em>Poesías</em>, edición Frey, -LXXIII, 12).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_331" href="#FNanchor_331" class="label">[331]</a> Scheffler.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_332" href="#FNanchor_332" class="label">[332]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 19. Véase Apéndice XIV.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_333" href="#FNanchor_333" class="label">[333]</a> <em>Poesías</em>, XLIV. Véase Apéndice XV.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_334" href="#FNanchor_334" class="label">[334]</a> <em>Poesías</em>, LII. Véase también LXXVI. Al fin del soneto, Miguel -Ángel hace un juego de palabras con el nombre de Cavalieri: <em>Resto -prigion d’ un Cavalier armato</em>. (Soy prisionero de un caballero armado).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_335" href="#FNanchor_335" class="label">[335]</a> <em>Onde al mio viver lieto, che m’ha tolto...</em> (<em>Poesías</em>, CIX. 18).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_336" href="#FNanchor_336" class="label">[336]</a> <em>Il desiato mie dolce signiore...</em> (<em>Ibid.</em>, L).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_337" href="#FNanchor_337" class="label">[337]</a> <em>Un freddo aspetto...</em> (<em>Ibid.</em>, CIX. 18).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_338" href="#FNanchor_338" class="label">[338]</a> El texto exacto, dice: “lo que tú mismo ames más en ti”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_339" href="#FNanchor_339" class="label">[339]</a> Véase Apéndice, XVI.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_340" href="#FNanchor_340" class="label">[340]</a> <em>Il foco onesto, che m’arde...</em> (<em>Poesías</em>, L). <em>La casta voglia, che 'l -core dentro infiamma.</em> (<em>Ibid.</em>, XLIII).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_341" href="#FNanchor_341" class="label">[341]</a> En un soneto Miguel Ángel deseaba que su piel pudiera servir de -vestido para su amado. Quería ser como los zapatos que llevaban sus -pies de nieve. (Véase Apéndice XVII).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_342" href="#FNanchor_342" class="label">[342]</a> Sobre todo entre junio y octubre de 1533, cuando Miguel Ángel -de regreso en Florencia estaba alejado de Cavalieri.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_343" href="#FNanchor_343" class="label">[343]</a> Los bellos retratos donde se ha pretendido reconocerla no tienen -ninguna autenticidad. Por ejemplo, el dibujo famoso de los Uffizi donde -Miguel Ángel ha representado una mujer joven, con casco. Cuando más, -habrá sufrido al hacerlo la influencia inconsciente del recuerdo de -Vittoria, idealizada y rejuvenecida. Porque la figura de los Uffizi -tiene los rasgos regulares de Vittoria y su expresión severa; los ojos -preocupados y grandes y la mirada dura; el cuello desnudo, el pecho -descubierto y la expresión de una violencia fría y concentrada.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_344" href="#FNanchor_344" class="label">[344]</a> Así la representa una medalla anónima reproducida en el <em>Carteggio -di Vittoria Colonna</em>, publicado por Ermanno Ferrero y Giuseppe -Müller. Así la vió Miguel Ángel sin duda. Sus cabellos están cubiertos -con una gran cofia rayada y lleva un vestido cerrado severamente, con -una abertura en el cuello. -</p> - -<p>En otra medalla anónima aparece idealizada y joven. Reproducida -por Müntz: <em>Historia del Arte durante el Renacimiento</em>, III, 248, y en -<em>La obra y la vida de Miguel Ángel</em>, publicada por la <em>Gazette des Beaux-Arts</em>, -tiene los cabellos levantados y sujetos con un listón por encima de la -frente; un bucle cae sobre la mejilla y finas trenzas sobre la nuca. La -frente es alta y recta; los ojos miran con una atención un poco pesada; -la nariz, larga y regular, es gruesa; las mejillas llenas, las orejas bien -hechas; el mentón, recto y fuerte, está levantado; el cuello desnudo, con -un ligero velo alrededor; el pecho desnudo; la expresión es indiferente -y mohina. -</p> - -<p>Estas dos medallas hechas en edades diversas de su vida, presentan, -como rasgos comunes, el fruncimiento de la nariz y del labio superior un -poco mal humorado, y la boca pequeña, silenciosa y despectiva. El conjunto -de la cara denota una calma sin ilusiones y sin alegría. Frey ha -creído de una manera un poco aventurada, encontrar la imagen de -Vittoria, en un extraño dibujo de Miguel Ángel, en el reverso de un soneto; -hermoso y triste dibujo que Miguel Ángel no hubiera querido en -este caso enseñar a nadie. La figura es de una mujer de edad, desnuda -hasta la mitad del cuerpo; el pecho flácido; la cabeza no ha envejecido, -recta, pensativa y fiera; un collar rodea el cuello largo y fino; -los cabellos levantados están sujetos por una gorra que oculta las orejas -y se anuda bajo la barba, en forma de casco. Enfrente de ella, una cabeza -de viejo que se parece a Miguel Ángel, la mira... por última -vez. Cuando hizo ese dibujo, ella acababa de morir. El soneto que lo -acompaña es la hermosa poesía sobre la muerte de Vittoria: “<em>Quand’el -ministro de’ sospir mie tanti...</em>”. Frey reprodujo el dibujo en su -Edición de las <em>Poesías</em> de Miguel Ángel, página 385.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_345" href="#FNanchor_345" class="label">[345]</a> Tenía entonces por consejero espiritual a Matteo Giberti, Obispo -de Verona, que fué uno de los primeros que intentaron la renovación -de la Iglesia Católica. El secretario de Giberti era el poeta Francesco -Berni.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_346" href="#FNanchor_346" class="label">[346]</a> Juan de Valdés, hijo de un Secretario íntimo de Carlos V, establecido -en Nápoles en 1534, fué ahí el jefe del movimiento reformador. -Nobles y grandes damas se agruparon a su alrededor. Publicó numerosos -escritos, siendo los principales las <em>Cento e dieci divine considerazioni</em>, -Basilea, 1550; y un <em>Aviso sobre los intérpretes de la Sagrada Escritura</em>. -Creía en la justificación únicamente por la fe, y subordinaba la instrucción -por la Escritura a la iluminación por el Espíritu Santo. Murió en -1541. Se dice que tuvo en Nápoles más de tres mil prosélitos.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_347" href="#FNanchor_347" class="label">[347]</a> Bernardino Ochino, gran predicador y Vicario General de los -Capuchinos, en 1539 llegó a ser amigo de Juan de Valdés, quien sufrió -su influjo. A pesar de las denuncias, continuó sus predicaciones audaces -en Nápoles, en Roma y en Venecia, sostenido por el pueblo contra las -interdicciones de la Iglesia, hasta 1542 cuando, a punto de ser castigado -como Luterano, huyó de Florencia a Ferrara y de ahí a Ginebra, donde -se pasó al protestantismo. Era amigo íntimo de Vittoria Colonna y a -punto de abandonar Italia, le anunció su resolución en una carta confidencial.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_348" href="#FNanchor_348" class="label">[348]</a> Pietro Carnesecchi de Florencia, protonotario de Clemente VII -amigo y discípulo de Valdés, fué citado ante la Inquisición por primera -vez en 1546 y quemado en Roma en 1567. Había continuado en relaciones -con Vittoria Colonna, hasta la muerte de ésta.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_349" href="#FNanchor_349" class="label">[349]</a> Gaspare Contarini, de una gran familia veneciana, fué primero -Embajador de Venecia en la corte de Carlos V, en los Países Bajos, en -Alemania y en España, y después ante Clemente VII, de 1528 a 1530. -Fué nombrado Cardenal por Pablo III en 1535, y legado en 1541 en la -Dieta de Ratisbona. No logró entenderse con los protestantes y se hizo -sospechoso a los católicos. Regresó desalentado y murió en Bolonia en -agosto de 1542. Compuso numerosos escritos: <em>De inmortalitate animae</em>, -<em>Compendium primae philosophiae</em>, y un tratado de la <em>Justification</em>, donde -estaba muy cerca de las ideas protestantes sobre la gracia.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_350" href="#FNanchor_350" class="label">[350]</a> Citadas por Henri Thode.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_351" href="#FNanchor_351" class="label">[351]</a> Giampietro Caraffa, Obispo de Chieti, fundó en 1524 la Orden -de los Teatinos, y desde 1528 comenzó en Venecia la obra de contrarreforma -que debería continuar con implacable rigor como Cardenal y -después como Papa, bajo el nombre de Pablo IV, desde 1555. En 1540 -fué autorizada la Orden de los Jesuitas; en julio de 1542 fué instituido -en Italia el Tribunal de la Inquisición, con plenos poderes contra los -heréticos; y en 1545 se abrió el Concilio de Trento. Esto fué el fin del -catolicismo libre, soñado por los Contarini, Giberti y Pole.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_352" href="#FNanchor_352" class="label">[352]</a> Declaración de Carnesecchi ante la Inquisición, en 1566.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_353" href="#FNanchor_353" class="label">[353]</a> Reginald Pole, de la Casa de York, había tenido que huir de -Inglaterra por conflictos con Enrique VIII; estuvo en Venecia en 1532; -se hizo amigo entusiasta de Contarini; fué hecho Cardenal por Pablo -III y Legado del patrimonio de San Pedro. Tenía gran atractivo personal -y un espíritu conciliador; se sometió a la contrarreforma y volvió a la -obediencia a muchos espíritus libres del grupo de Contarini, que estaban -dispuestos a pasarse al protestantismo. Vittoria Colonna se puso enteramente -bajo su dirección en Viterbo, de 1541 a 1544. En 1554, Pole -volvió a Inglaterra, como Legado; llegó a ser Arzobispo de Canterbury -y murió en 1558.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_354" href="#FNanchor_354" class="label">[354]</a> Carta de Vittoria Colonna al Cardenal Morone (22 de diciembre -de 1543). Véase sobre Vittoria Colonna la Obra de Alfred de Reumont -y el segundo volumen del <em>Michelangelo</em> de Thode.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_355" href="#FNanchor_355" class="label">[355]</a> Francisco de Holanda. <em>Cuatro Conversaciones sobre la Pintura</em>, -tenidas en Roma en 1538-1539, compuestas en 1548, y publicadas por -Joachim de Vasconcellos. Traducción francesa en “<em>Les Arts en Portugal</em>”, -por el Conde A. Raczynski, 1846. París, Renouard.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_356" href="#FNanchor_356" class="label">[356]</a> Primera parte del <em>Diálogo sobre la Pintura en la ciudad de Roma</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_357" href="#FNanchor_357" class="label">[357]</a> <em>Ibid.</em>, Tercera Parte. El día de esta conversación Octavio Farnesio, -sobrino de Pablo III, se casaba con Margarita, viuda de Alejandro -de Médicis. Con este motivo, doce carros decorados a la antigua desfilaban -en cortejo triunfal por la plaza Navona, donde la multitud se -apiñaba. Miguel Ángel se había refugiado con sus amigos en la paz de -San Silvestre, arriba de la ciudad.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_358" href="#FNanchor_358" class="label">[358]</a> Condivi. Estas no son en verdad las cartas que hemos conservado -de Vittoria, que son nobles indudablemente, pero un poco frías. -Hay que pensar que de toda la correspondencia no poseemos más que -cinco cartas de Orvieto y de Viterbo, y tres cartas de Roma, entre 1539 -y 1541.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_359" href="#FNanchor_359" class="label">[359]</a> Este dibujo, como lo ha demostrado M. A. Grenier, fué la primera -imagen inspiradora de las diversas <em>Pietà</em> que Miguel Ángel esculpió -más tarde; la de Florencia—1550-1555,—la <em>Pietà</em> Rondanini—1563—y -la encontrada recientemente en Palestrina—entre 1555 y 1560.—También -relacionan con esta concepción los esbozos de la Biblioteca de -Oxford y el <em>Entierro</em>, de la National Gallery. Véase a A. Grenier: <em>Una -Pietà desconocida de Miguel Ángel en Palestrina</em>, <em>Gazette des Beaux-Arts</em>, -marzo de 1907. Se encontrarán en este artículo reproducciones de las -diferentes <em>Pietà</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_360" href="#FNanchor_360" class="label">[360]</a> Entonces fué cuando Miguel Ángel pensó en publicar sus poesías. -Sus amigos Luigi del Riccio y Donato Giannotti le sugirieron esta -idea. Hasta entonces no había dado gran importancia a lo que escribía. -Giannotti se ocupó de esta publicación por el año de 1545. Miguel Ángel -hizo una selección de sus versos, y sus amigos la copiaron. Pero la muerte -de Riccio en 1546 y de Vittoria en 1547, lo desviaron de esta idea que -le parecía una última vanidad.</p> - -<p>Sus poesías no se publicaron durante su vida, excepto un corto número -que aparecieron en las obras de Varchi, Giannotti, Vasari, etc., pero -circulaban de mano en mano. Los más grandes compositores, Archadelt, -Tromboncino, Consilium, Costanzo Festa, les pusieron música. Varchi -leyó y comentó uno de los sonetos en 1546 ante la Academia de Florencia, -descubriendo en esta poesía la pureza antigua y la plenitud de -pensamientos de Dante.</p> - -<p>Miguel Ángel se había nutrido de Dante. “Nadie lo comprendía mejor -dice Giannotti, ni conocía con más perfección su obra”. Nadie le ha -dedicado un homenaje tan magnífico como el bello soneto: “<em>Dal ciel -discese...”</em> (<em>Poesías</em>, CIX, 37). Conocía igualmente a Petrarca, Cavalcanti, -Cino da Pistoja y a todos los clásicos de la poesía italiana, conforme -a los cuales modelaba su estilo; pero el sentimiento que vivificaba -todo, era su ardiente idealismo platónico.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_361" href="#FNanchor_361" class="label">[361]</a> <em>Rime con giunta di XVI Sonetti spirituali</em>, 1539.—<em>Rime con giunta -di XXIV Sonetti spirituali e Trionfo della Croce</em>, 1544. Venecia.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_362" href="#FNanchor_362" class="label">[362]</a> “Tengo un pequeño libro de pergamino que ella me regaló -hace como diez años, escribe Miguel Ángel a Fattucci el 7 de marzo de -1551. Contiene ciento tres sonetos, sin contar los cuarenta escritos en -papel que me mandó de Viterbo, que he mandado encuadernar con el -mismo libro. También tengo muchas cartas que me escribió de Orvieto -y de Viterbo. Eso es lo que poseo de ella”. </p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_363" href="#FNanchor_363" class="label">[363]</a> Véase Apéndice, XVIII. (<em>Poesías</em>, LXXXVIII).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_364" href="#FNanchor_364" class="label">[364]</a> Vasari. Se disgustó durante algún tiempo con uno de sus más -queridos amigos, Luigi del Riccio, porque éste le hacía regalos a pesar -suyo: “Me pesa más, le escribió, tu extrema bondad que si me robaras. -Debe haber igualdad entre amigos; si uno da más que el otro, entonces -comienza el conflicto y, si uno vence el otro no se lo perdona”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_365" href="#FNanchor_365" class="label">[365]</a> Condivi.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_366" href="#FNanchor_366" class="label">[366]</a> Véase Apéndice, XIX. (<em>Poesías</em>, CI). Miguel Ángel agrega este -comentario: “el martillo—es decir, Vittoria, estaba sola en el mundo -para exaltar la virtud con sus grandes virtudes; no tenía aquí a nadie -para mover el fuelle de la fragua. Ahora, en el Cielo, tendrá muchos -auxiliadores, porque no hay nadie que no estime la virtud. Por eso, yo -espero que de lo alto vendrá el perfeccionamiento de mi ser.—Ahora en -el Cielo habrá alguno que mueva el fuelle; aquí abajo no tenía ninguna -ayuda en la forja donde se forjan las virtudes”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_367" href="#FNanchor_367" class="label">[367]</a> Véase Apéndice, XX. (<em>Poesías</em>, C).—En el reverso del manuscrito -de este soneto se halla el dibujo a pluma en el cual se ha pretendido -reconocer la imagen de Vittoria con el pecho marchito.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_368" href="#FNanchor_368" class="label">[368]</a> La amistad de Miguel Ángel para Vittoria Colonna no fué exclusiva -de otras pasiones. No le bastaba para llenar su alma. Habíamos -procurado no decirlo, por el escrúpulo ridículo de “idealizar” a Miguel -Ángel ¡como si un Miguel Ángel tuviera necesidad de ser “idealizado!” -Durante el tiempo de su amistad con Vittoria, entre 1535 y 1546, Miguel -Ángel amó a una mujer bella y cruel, <em>donna aspra e bella</em> (CIX, 89), -<em>lucente e fiera stella, iniqua e fella, dolce pietà con dispietato core</em> (CIX, 9), -<em>cruda e fiera stella</em>, (CIX, 14), <em>bellezza e gratia equalmente infinita</em> (CIX, 3), -<em>mi dama enemiga</em>, como también la llama: <em>La donna mia nemica</em> -(CIX, 54). La amó apasionadamente, se humilló ante ella y casi le hubiera -sacrificado su salvación eterna.</p> - -<p><em>Godo gl’inganni d’una donna bella...</em> (CIX, 90).<br /> -<em>Porgo umilmente al’aspro giogo il collo...</em> (CIX, 54).<br /> -<em>Dolce mi saria l’inferno teco...</em> (CIX, 55).</p> - -<p>Este amor fué su tortura. Ella se burlaba de él:</p> - -<p><em>Questa mia donna è sì pronta e ardita,<br /> -C’allor che la m’ancide, ogni mie bene<br /> -Cogli occhi mi promecte e parte tiene<br /> -Il crudel ferro dentro a la ferita...</em> (CIX, 15).</p> - - -<p>Ella excitaba sus celos y coqueteaba con otro. Acabó por odiarla. -Le pedía al destino que la hiciera fea y enamorada de él para no poderla -amar y hacerla sufrir a su vez: “Amor, ¿por qué permites que la belleza -rehúse tu suprema cortesía a quien te desea y te aprecia y que la conceda -a seres estúpidos? ¡Ah! haz que en otra ocasión ella sea de corazón -amante y tan fea de cuerpo que yo no la ame y ella me ame”. (Véase -Apéndice XXI. <em>Poesías</em>, CIX, 63).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_369" href="#FNanchor_369" class="label">[369]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_370" href="#FNanchor_370" class="label">[370]</a> Condivi.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_371" href="#FNanchor_371" class="label">[371]</a> La idea de este inmenso fresco que cubría el muro de la entrada -de la Capilla Sixtina, encima del altar del Papa, remontaba a Clemente -VII, desde 1533.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_372" href="#FNanchor_372" class="label">[372]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_373" href="#FNanchor_373" class="label">[373]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_374" href="#FNanchor_374" class="label">[374]</a> <em>Ibid.</em></p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_375" href="#FNanchor_375" class="label">[375]</a> Julio de 1573. Varonese no dejó de disculparse con el ejemplo -del <em>Juicio Final</em>: “Convengo que es malo; pero vuelvo a lo que he dicho, -que es un deber para mí seguir los ejemplos que mis maestros me han -dado.” -</p> - -<p>“¿Qué han hecho pues tus maestros? ¿algo parecido tal vez?” -</p> - -<p>“Miguel Ángel, en Roma, en la Capilla del Papa, ha representado a -Nuestro Señor, a Su madre, a San Juan, a San Pedro y a la Corte Celestial; -y ha representado desnudos a todos los personajes, hasta a la -Virgen María, y en actitudes que la más severa religión no ha inspirado...”. -(A. Baschet: <em>Pablo Veronés ante el Santo Oficio</em>, 1880).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_376" href="#FNanchor_376" class="label">[376]</a> Esto fué una venganza. El Aretino había tratado de obtener de él, -según su costumbre, algunas obras de arte; además había tenido el descaro -de trazarle un programa para el <em>Juicio Final</em>. Miguel Ángel había -rechazado cortésmente este ofrecimiento de colaboración extraña, y se -había hecho sordo para las peticiones. El Aretino quiso demostrar a -Miguel Ángel lo que podía costarle esta falta de consideraciones.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_377" href="#FNanchor_377" class="label">[377]</a> Una comedia del Aretino, <em>El Hipócrita</em>, fué el prototipo de -Tartufo (P. Gauthiez: el Aretino, 1895).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_378" href="#FNanchor_378" class="label">[378]</a> Hacía una alusión injuriosa a “Gherardi y Tomai”, Gerardo -Perini y Tommaso dei Cavalieri.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_379" href="#FNanchor_379" class="label">[379]</a> Este <em>chantage</em> se exhibe descaradamente. Al fin de su carta amenazadora, -después de haber recordado a Miguel Ángel lo que esperaba -de él, es decir obsequios, el Aretino agrega este <em>post-scriptum</em>: “Ahora -que he descargado un poco mi cólera, y que os he demostrado que si -sois <em>divino</em> yo no soy de <em>agua</em>, romped esta carta, como yo, y decidid”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_380" href="#FNanchor_380" class="label">[380]</a> Por un florentino, en 1549. (Gaye, <em>Carteggio</em>, II, 500).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_381" href="#FNanchor_381" class="label">[381]</a> En 1596, Clemente VIII quiso también mandar borrar el <em>Juicio -Final</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_382" href="#FNanchor_382" class="label">[382]</a> En 1559. Daniel de Volterra conservó desde entonces el sobrenombre -de <em>braghettone</em>. Daniel era amigo de Miguel Ángel. Otro de sus -amigos, el escultor Ammanati, condenó el escándalo de estas representaciones -desnudas. Miguel Ángel no fué pues sostenido en esta ocasión -por sus discípulos.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_383" href="#FNanchor_383" class="label">[383]</a> La inauguración del <em>Juicio Final</em> se hizo el 25 de diciembre de -1541, con asistencia de gente de toda Italia, de Francia, de Alemania -y de Flandes. Véase la descripción de esta obra en el libro de la colección -de los <em>Maestros del Arte</em>, página 90-93.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_384" href="#FNanchor_384" class="label">[384]</a> Estos frescos, que son la <em>Conversión de San Pablo</em> y el <em>Martirio -de San Pedro</em>, en los cuales Miguel Ángel trabajó desde 1542, fueron -interrumpidos por dos enfermedades en 1544 y 1546 y terminados penosamente -en 1549-1550. Estas fueron “las últimas pinturas que ejecutó, -escribe Vasari, y con grandes esfuerzos; porque la pintura, y en particular -el fresco, no es un arte para los viejos”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_385" href="#FNanchor_385" class="label">[385]</a> Debían ser el <em>Moisés</em> y los dos <em>Esclavos</em>; pero le pareció a Miguel -Ángel que los <em>Esclavos</em> no convenían para la tumba así reducida, y esculpió -otras dos figuras, la <em>Vida Activa</em> y la <em>Vida Contemplativa</em>, (<em>Raquel y -Lía</em>).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_386" href="#FNanchor_386" class="label">[386]</a> Carta a un <em>Monsignore</em> desconocido (octubre 1542). <em>Cartas</em>, -Edición Milanesi, CDXXXV.</p></div></div> -</div> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_211"></a>[Pg 211]</span></p> -<div class="figcenter illowp58" id="p211ilo" style="max-width: 17em;"> - <img class="w100" src="images/p211ilo.jpg" alt="p211ilo" /> -</div> -</div> - - -<h2 class="nobreak">II<br /> - FE</h2> - -<div class="blockquot1"> -<p><em>Signior mie caro, i’ te sol chiamo e 'nvoco<br /> -contr’a l’inutil mie cieco tormento</em><a id="FNanchor_387" href="#Footnote_387" class="fnanchor">[387]</a>.</p> -</div> - - -<p class="p1">Su deseo hubiera sido después de la muerte de Vittoria -volver a Florencia, para dejar ahí “sus huesos cansados -junto a los de su padre”<a id="FNanchor_388" href="#Footnote_388" class="fnanchor">[388]</a>. Pero después de haber servido -toda su vida a los Papas, quiso consagrar sus últimos -años a Dios. Tal vez había sido impulsado en este sentido -por su amiga y cumplía en ello uno de sus últimos votos. Un -mes antes de la muerte de Vittoria Colonna, el primero de -enero de 1547, Miguel Ángel fué nombrado por breve de Pablo -<span class="pagenum"><a id="Page_212"></a>[Pg 212]</span>III prefecto y arquitecto de San Pedro, con plenos -poderes para levantar el edificio.</p> - -<p>Aceptó con disgusto, y no fueron las instancias del Papa -las que lo decidieron a cargar sus hombros de septuagenario -con el fardo más pesado que hubiera llevado nunca; vió -en ello un deber, una misión de Dios:</p> - -<p>“Muchos creen—y yo también creo—que he sido colocado -en este puesto por Dios, escribía. Por viejo que sea -no quiero abandonarlo, porque sirvo por amor a Dios y en -Él pongo todas mis esperanzas”<a id="FNanchor_389" href="#Footnote_389" class="fnanchor">[389]</a>. No aceptaba ninguna -recompensa por esta sagrada tarea.</p> - -<p>Tuvo que contender con numerosos enemigos: “La -secta de San Gallo”<a id="FNanchor_390" href="#Footnote_390" class="fnanchor">[390]</a>, como dice Vasari, y todos los administradores, -proveedores y contratistas de la construcción, -de quienes denunciaba los fraudes, para los cuales San Gallo -había cerrado los ojos. “Miguel Ángel, dice Vasari, libró a -San Pedro de los ladrones y de los bandidos”. Se formó -una coalición contra él que tuvo por jefe al descarado Nanni -di Baccio Bigio, arquitecto a quien Vasari acusa de haber -robado a Miguel Ángel y que pretendía suplantarlo. Se -propagó el rumor de que Miguel Ángel no entendía nada de -arquitectura, que despilfarraba el dinero y no hacía más -que destruir la obra de su predecesor. El Comité de administración -de la obra tomó también partido contra su arquitecto, -y aprobó en 1551 una investigación solemne -presidida por el Papa.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_213"></a>[Pg 213]</span></p> - -<p>Los inspectores y los obreros fueron a declarar contra -Miguel Ángel, con el apoyo de los Cardenales Salviati y -Cervini<a id="FNanchor_391" href="#Footnote_391" class="fnanchor">[391]</a>. Miguel Ángel se dignó apenas justificarse y rehusó -toda discusión. “No estoy obligado, dijo al Cardenal -Cervini, a comunicar a nadie lo que yo debo o quiero hacer. -Vuestra obligación es averiguar los gastos. Lo demás sólo -me importa a mí”<a id="FNanchor_392" href="#Footnote_392" class="fnanchor">[392]</a>.</p> - -<p>Nunca consintió su inquebrantable orgullo en participar -sus proyectos a nadie. A sus obreros, que se quejaban, les -respondió: “vuestra obligación es cumplir como albañiles, -como talladores, como carpinteros, hacer vuestro oficio y -ejecutar mis órdenes. En cuanto a saber lo que yo tengo -en la cabeza, no lo sabréis jamás porque eso sería contra -mi dignidad”<a id="FNanchor_393" href="#Footnote_393" class="fnanchor">[393]</a>.</p> - -<p>Contra los odios que recurrían a tales procedimientos, no -hubiera podido sostenerse un instante sin el favor de los -Papas<a id="FNanchor_394" href="#Footnote_394" class="fnanchor">[394]</a>. Así es que cuando murió Julio III<a id="FNanchor_395" href="#Footnote_395" class="fnanchor">[395]</a> y el Cardenal -Cervini fué electo Papa, Miguel Ángel estuvo a punto -de salir de Roma. Pero Marcelo II no hizo más que pasar -por el trono y Paulo IV lo sucedió. Seguro de nuevo de la -protección soberana, Miguel Ángel continuó luchando. Se -habría creído deshonrado y habría temido por su salvación -si hubiera abandonado la obra.</p> - -<p>“Contra mi voluntad he sido encargado de ella”, dice.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_214"></a>[Pg 214]</span></p> - -<p>“Hace ocho años que me esfuerzo en vano, entre disgustos -y fatigas. Ahora que la construcción está bastante avanzada -para que se pueda comenzar la cúpula, mi partida de -Roma sería la ruina de la obra, una gran afrenta para mí, -y para mi alma un gran pecado”<a id="FNanchor_396" href="#Footnote_396" class="fnanchor">[396]</a>.</p> - -<p>Sus enemigos no dejaban las armas y la lucha tomó -por instantes un carácter trágico. En 1563, el ayudante -más adicto a Miguel Ángel en San Pedro, Pier Luigi Gaeta, -fué encarcelado por una falsa acusación de robo; y el jefe -de los trabajos, Cesare da Casteldurante, fué apuñaleado. -Miguel Ángel respondió nombrando en lugar de Cesare a -Gaeta. El Comité de administración arrojó a Gaeta y nombró -al enemigo de Miguel Ángel, Nanni di Baccio Bigio; -Miguel Ángel fuera de sí, no volvió a San Pedro. Se hizo correr -el rumor de que abandonaba sus funciones y el Comité -le dió por suplente a Nanni, quien se presentó desde luego -como amo, esperando rendir por cansancio a aquel viejo -de ochenta y ocho años, enfermo y moribundo. No conocía -a su adversario; Miguel Ángel inmediatamente fué a buscar -al Papa y amenazó con salir de Roma si no se le hacía -justicia. Exigió una nueva investigación, dejó convicto a -Nanni como incapaz y mentiroso y logró que lo despidieran<a id="FNanchor_397" href="#Footnote_397" class="fnanchor">[397]</a>. -Esto fué en septiembre de 1563, como cuatro meses -antes de su muerte. Así es que hasta su última hora tuvo -que luchar contra la envidia y contra el odio.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_215"></a>[Pg 215]</span></p> - -<p>No lo compadezcamos. Sabía defenderse y, aunque -moribundo, era capaz él sólo, como decía en otro tiempo a -su hermano Giovan Simone, “de despedazar a diez mil de -aquella ralea”.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Además de la gran obra de San Pedro, otros trabajos de -arquitectura ocuparon el final de su vida: el Capitolio<a id="FNanchor_398" href="#Footnote_398" class="fnanchor">[398]</a>, -la Iglesia de Santa María de los Ángeles<a id="FNanchor_399" href="#Footnote_399" class="fnanchor">[399]</a>, la escalera de la -<em>Laurenziana</em> de Florencia<a id="FNanchor_400" href="#Footnote_400" class="fnanchor">[400]</a>, la Puerta Pía y, sobre todo, -la Iglesia de San Juan de los Florentinos, el último de sus -grandes proyectos, abortado como todos los demás.</p> - -<p>Los florentinos le habían rogado que construyera la -Iglesia de su nación en Roma; el duque Cosme mismo, le -escribió una carta halagadora con este objeto; Miguel -Ángel, sostenido por su amor a Florencia, emprendió la -obra con un entusiasmo juvenil<a id="FNanchor_401" href="#Footnote_401" class="fnanchor">[401]</a>. Dijo a sus compatriotas -“que si ejecutaban su plan, ni los romanos ni los -griegos habrían tenido nunca nada semejante”; palabras, -dice Vasari, “como nunca habían salido de su boca, ni antes -ni después, porque era extremadamente modesto”. Los -florentinos aceptaron el proyecto sin cambiar nada. Un -amigo de Miguel Ángel, Tiberio Calcagni, ejecutó, bajo su -dirección, un modelo en madera de la Iglesia; “era una -obra de arte tan rara, que no se ha visto nunca una Iglesia -semejante por la belleza, la riqueza y la variedad. Se inició -la construcción y se gastaron cinco mil escudos. Después -faltó el dinero, se suspendió la obra y Miguel Ángel sufrió -<span class="pagenum"><a id="Page_216"></a>[Pg 216]</span>con ello una gran pena”<a id="FNanchor_402" href="#Footnote_402" class="fnanchor">[402]</a>. La Iglesia no fué construida -nunca y hasta el modelo ha desaparecido. Tal fué la última -decepción artística de Miguel Ángel. ¿Cómo había de tener -la ilusión al morir de que San Pedro, apenas esbozado, llegara -a terminarse, o de que alguna de sus obras le sobreviviera?</p> - -<p>Él mismo, si hubiera podido, tal vez las hubiera destruido. -La historia de su última escultura, <em>El Descendimiento de la -Cruz</em>, de la Catedral de Florencia, demuestra hasta dónde -había llegado su desprendimiento del arte. Si continuaba -todavía sus trabajos de escultor, no era ya por fe en el arte, -sino por fe en Cristo, y porque “su espíritu y su fuerza no -podían dejar de crear”<a id="FNanchor_403" href="#Footnote_403" class="fnanchor">[403]</a>. Pero cuando había terminado -su obra, la rompió<a id="FNanchor_404" href="#Footnote_404" class="fnanchor">[404]</a>. “La hubiera destruido enteramente -si su servidor Antonio no le hubiera suplicado que se la -diera”<a id="FNanchor_405" href="#Footnote_405" class="fnanchor">[405]</a>.</p> - -<p>Tal era la indiferencia que Miguel Ángel, próximo a la -muerte, demostraba para sus obras.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Desde la muerte de Vittoria ningún gran afecto iluminaba -su vida. El amor había partido.</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>Fiamma d’amor nel cor non m’è rimasa;<br /> -Se 'l maggior caccia sempre il minor duolo,<br /> -Di penne l’ alm’ ho ben tarpat’ e rasa</em><a id="FNanchor_406" href="#Footnote_406" class="fnanchor">[406]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_217"></a>[Pg 217]</span></p> - -<p class="p1 indent5">“La llama de amor no ha quedado en mi corazón;<br /> -el peor mal—la vejez—eclipsa el mal menor;<br /> -tengo recortadas las alas del alma”.</p> - -<p class="p1">Había perdido a su hermano y a sus mejores amigos. -Luigi del Riccio había muerto en 1546, Sebastián del Piombo, -en 1547; su hermano Giovan Simone en 1548. Nunca -tuvo grandes relaciones con su último hermano, Gismondo, -que murió en 1555. Había concentrado su necesidad de -afecto familiar y brusco, en sus sobrinos huérfanos, los hijos -de Buonarroto, su hermano más amado. Eran dos, una -niña, Cecca (Francesca), y un niño, Lionardo.</p> - -<p>Miguel Ángel puso a Cecca en un convento. Le pagó -su equipo y su pensión; iba a verla y cuando ella se casó<a id="FNanchor_407" href="#Footnote_407" class="fnanchor">[407]</a>, -la dotó con una de sus propiedades<a id="FNanchor_408" href="#Footnote_408" class="fnanchor">[408]</a>. Se encargó personalmente -de la educación de Lionardo, que tenía nueve años -a la muerte de su padre. Una larga correspondencia, que -recuerda a menudo la de Beethoven con su sobrino, demuestra -la seriedad con la cual cumplía su misión paternal<a id="FNanchor_409" href="#Footnote_409" class="fnanchor">[409]</a>. -No le faltaron por este motivo frecuentes disgustos. -Lionardo ponía a prueba la paciencia de su tío y esta paciencia -no era muy grande.</p> - -<p>La mala letra del muchacho era suficiente para poner -a Miguel Ángel fuera de sí, porque creía que esto era una -falta de respeto para él:</p> - -<p>“Nunca recibo una carta tuya sin que sienta calentura -antes de poder leerla. No sé donde has aprendido tú a -escribir. Será falta de amor. Creo que si tuvieras que escribir -al mayor asno del mundo, pondrías más cuidado. -He arrojado tu última carta al fuego porque no podía leerla. -Así es que no puedo contestarte. Ya te he dicho y repetido -<span class="pagenum"><a id="Page_218"></a>[Pg 218]</span>hasta la saciedad, que siempre que recibo una carta tuya, -me viene fiebre antes de que pueda leerla. Una vez por -todas, no me escribas ya más. Si tienes algo que decirme -busca alguien que sepa escribir, porque yo necesito mi cabeza -para otras cosas y no para agotarme descifrando tus -enigmas”<a id="FNanchor_410" href="#Footnote_410" class="fnanchor">[410]</a>.</p> - -<p>Desconfiado por naturaleza, y más aún por las dificultades -que había tenido con sus hermanos, se hacía muy pocas -ilusiones respecto al cariño humilde y zalamero de su sobrino; -este cariño le parecía más bien dirigido hacia su caja -fuerte, que el muchacho esperaba heredar. Miguel Ángel -se lo decía francamente. Una vez estando enfermo y en -peligro de muerte, supo que Lionardo había ido a Roma y -había hecho algunas diligencias indiscretas, y le escribió, -furioso:</p> - -<p>“¡Lionardo! Yo he estado enfermo y tú has ido a la casa -de Ser Giovan Francesco para ver si no había dejado nada. -¿No te basta con mi dinero de Florencia? ¡No puedes desmentir -tu raza, y dejar de parecerte a tu padre, quien me -arrojó en Florencia de mi propia casa! Debes saber que he -hecho un testamento de tal manera que no tengas nada que -esperar de mí; así, pues, vete con Dios, y no te presentes -más ante mi vista ni me escribas nunca”<a id="FNanchor_411" href="#Footnote_411" class="fnanchor">[411]</a>.</p> - -<p>Estas cóleras no preocupaban mucho a Lionardo, porque -generalmente después seguían las cartas afectuosas y los -obsequios<a id="FNanchor_412" href="#Footnote_412" class="fnanchor">[412]</a>. Un año más tarde, se precipitaba de nuevo -a Roma atraído por la promesa de un regalo de tres mil -<span class="pagenum"><a id="Page_219"></a>[Pg 219]</span>escudos. Miguel Ángel, ofendido por su apresuramiento -interesado, le escribe:</p> - -<p>“Has venido a Roma con una prisa furiosa. No sé si -habrías venido tan pronto si yo me encontrara en la miseria -y me faltara el pan... Dices que era tu deber venir por -amor para mí. ¡Sí, el amor de un taladro<a id="FNanchor_413" href="#Footnote_413" class="fnanchor">[413]</a>! Si me tuvieras -cariño, me hubieras escrito: ‘Miguel Ángel, guardad -vuestros tres mil escudos y gastadlos en vos mismo, porque -ya nos habéis dado bastante; vuestra vida nos es más cara -que la fortuna’, pero desde hace cuarenta años habéis vivido -de mí y nunca he recibido ni una buena palabra<a id="FNanchor_414" href="#Footnote_414" class="fnanchor">[414]</a>...”.</p> - -<p>Una grave cuestión fué la del matrimonio de Lionardo, -que ocupó al tío y al sobrino durante seis años<a id="FNanchor_415" href="#Footnote_415" class="fnanchor">[415]</a>. Lionardo -condescendía con su tío dócilmente; pensando en la herencia -aceptaba todas sus observaciones, lo dejaba escoger, -discutir, rechazar los partidos que se le ofrecían y él -parecía indiferente.</p> - -<p>Miguel Ángel, al contrario, se apasionaba como si él tuviera -que casarse. Consideraba el matrimonio como un -asunto serio, para el cual el amor era la menor condición; -la fortuna no entraba tampoco en cuenta, lo que importaba -era la salud y la honorabilidad. Le daba rudos consejos, -desprovistos de poesía, robustos y positivos:</p> - -<p>“Ésta es una gran decisión; acuérdate de que entre el -hombre y la mujer debe haber siempre una diferencia de -edad de diez años, y fíjate en que la que escojas no sea -solamente buena, sino también sana. Se me ha hablado -de varias personas; unas me gustan y otras no. Si piensas -en ello, escríbeme si es que te gusta más una que otra, y yo -te diré mi opinión. Eres libre para tomar a una o a otra, -con tal que sea noble y bien educada, y más bien sin dote, -<span class="pagenum"><a id="Page_220"></a>[Pg 220]</span>que con una gran dote, para vivir en paz<a id="FNanchor_416" href="#Footnote_416" class="fnanchor">[416]</a>... Un florentino -me ha dicho que te han hablado de una muchacha -de la casa Ginori, y que te gusta. A mí no me gusta que -tomes por mujer una hija cuyo padre no te la daría si tuviera -bastante para constituirle una dote conveniente. Yo -deseo que el que quiera darte una mujer te la dé a ti y no -a tu fortuna. Tú piensa únicamente en considerar la salud -del alma y del cuerpo, la calidad de la sangre y de las costumbres, -y además ver quiénes son sus parientes, porque -esto es de gran importancia. Tómate el trabajo de buscar -una mujer que no se avergüence de lavar los platos en caso -necesario y de ocuparse de las cosas de la casa. En cuanto -a la belleza, como tú no eres precisamente el joven más -bello de Florencia, no te preocupes, con tal que no sea ni -estropeada ni repugnante<a id="FNanchor_417" href="#Footnote_417" class="fnanchor">[417]</a>...”.</p> - -<p>Después de mucho buscar parecía haberse hallado el -ave rara. Pero a última hora he aquí que se le descubre -un defecto de importancia:</p> - -<p>“He sabido que tiene la vista corta, lo cual no me parece -un defecto pequeño; por eso no he prometido nada todavía; -y puesto que tú tampoco has prometido nada, mi opinión es -que te desprendas, si estás seguro de esta cosa”<a id="FNanchor_418" href="#Footnote_418" class="fnanchor">[418]</a>.</p> - -<p>Lionardo se desalienta. Se sorprende por la insistencia -de su tío para casarlo, y éste responde:</p> - -<p>“Es verdad, lo deseo, para que nuestra raza no acabe -con nosotros. Sé muy bien que el mundo no se trastornará -por eso; pero de todos modos, cada animal se esfuerza por -conservar su especie. Por eso deseo que tú te cases”<a id="FNanchor_419" href="#Footnote_419" class="fnanchor">[419]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_221"></a>[Pg 221]</span></p> - -<p>Al fin, el mismo Miguel Ángel se cansa; comienza a encontrar -ridículo que él sea quien se ocupe siempre del matrimonio -de Lionardo y que éste no se interese en ello. -Declara su propósito de abstenerse en lo sucesivo:</p> - -<p>“Desde hace sesenta años me he ocupado de vuestros -asuntos; ahora estoy viejo y tengo que pensar en los míos”.</p> - -<p>Precisamente entonces tiene noticias de que su sobrino -tiene relaciones formales con Cassandra Ridolfi; se alegra -de ello, lo felicita, y le promete una dote de mil quinientos -ducados. Lionardo se casa<a id="FNanchor_420" href="#Footnote_420" class="fnanchor">[420]</a>. Miguel Ángel envía sus -felicitaciones a los jóvenes esposos, y promete un collar de -perlas a Cassandra. La alegría no le impide sin embargo -advertir a su sobrino, “que aunque él no sea muy conocedor -de esas cosas, le parece que Lionardo debió haber -arreglado todas las cuestiones de dinero antes de conducir -a la mujer a su casa; porque siempre hay en estas cuestiones -un germen de desunión”. Y termina con esta recomendación -burlesca:</p> - -<p>“¡Vamos! ahora procurar vivir, y piensa bien en ello, porque -el número de las viudas es siempre más grande que el -de los viudos”<a id="FNanchor_421" href="#Footnote_421" class="fnanchor">[421]</a>.</p> - -<p>Dos meses después, en lugar del collar prometido, envió -dos anillos a Cassandra, uno adornado con un diamante y -el otro con un rubí. Cassandra, como agradecimiento, le -manda ocho camisas. Miguel Ángel escribe: “Son muy -bonitas, sobre todo la tela, y me gustan mucho, pero me -disgusta que hayáis hecho este gasto, porque no me falta -nada; da las gracias a Cassandra por mí, y dile que estoy a -su disposición para enviarle todo lo que pueda encontrar -aquí de artículos romanos u otros. Esta vez sólo he mandado -una insignificancia, otra vez haremos algo mejor con -algún objeto que le agrade; adviérteme solamente”<a id="FNanchor_422" href="#Footnote_422" class="fnanchor">[422]</a>.</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_222"></a>[Pg 222]</span></p> - -<p>Pronto vienen los hijos; el primero llamado Buonarroto<a id="FNanchor_423" href="#Footnote_423" class="fnanchor">[423]</a>, -según el deseo de Miguel Ángel, y el segundo Michelangelo<a id="FNanchor_424" href="#Footnote_424" class="fnanchor">[424]</a>. -Y el viejo tío que invita a la joven pareja para -que vaya a su casa de Roma, en 1556, no deja de tomar -parte afectuosamente en la alegría y en los dolores de la -familia, pero sin permitir nunca a los suyos que se ocupen -de sus negocios, ni siquiera de su salud.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Fuera de sus relaciones de familia no faltaron a Miguel -Ángel amistades ilustres o distinguidas<a id="FNanchor_425" href="#Footnote_425" class="fnanchor">[425]</a>. A pesar de su -humor salvaje sería completamente falso representarlo -como un campesino del Danubio, a la manera de Beethoven. -Fué un aristócrata italiano de alta cultura y de raza fina.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_223"></a>[Pg 223]</span></p> - -<p>Desde su adolescencia, que transcurrió en los jardines de -San Marco, cerca de Lorenzo el Magnífico, estuvo en relaciones -con todo lo que Italia tenía de más noble entre sus -grandes señores, sus príncipes, sus prelados<a id="FNanchor_426" href="#Footnote_426" class="fnanchor">[426]</a>, los escritores<a id="FNanchor_427" href="#Footnote_427" class="fnanchor">[427]</a>, -y los artistas<a id="FNanchor_428" href="#Footnote_428" class="fnanchor">[428]</a>. Tenía contiendas de ingenio con -el poeta Francesco Berni<a id="FNanchor_429" href="#Footnote_429" class="fnanchor">[429]</a>; tenía correspondencia con -Benedetto Varchi; se cambiaba poesías con Luigi del Riccio -y con Donato Giannotti. Su conversación era muy buscada, -lo mismo que sus profundas observaciones sobre el -arte y sus opiniones sobre el Dante, que nadie conocía como -él. Una dama romana<a id="FNanchor_430" href="#Footnote_430" class="fnanchor">[430]</a>, escribía que cuando él quería, era -<span class="pagenum"><a id="Page_224"></a>[Pg 224]</span>“un gentil hombre de modales finos y seductores, como -apenas habría otro igual en Europa”. Los diálogos de -Giannotti y de Francisco de Holanda muestran su exquisita -cortesía y la costumbre que tenía del trato social. Y hasta -se encuentra, en algunas de sus cartas a los príncipes<a id="FNanchor_431" href="#Footnote_431" class="fnanchor">[431]</a>, -que le hubiera sido fácil ser un perfecto cortesano. El mundo -nunca huyó de él, sino que él fué quien lo tuvo a distancia, -y no dependió más que de él mismo llevar una vida -triunfal. Era para Italia la encarnación del genio italiano. -Al fin de su carrera personificaba el gran Renacimiento -como último superviviente, y él sólo era todo un siglo de -gloria.</p> - -<p>No solamente los artistas lo miraban como un ser sobrenatural<a id="FNanchor_432" href="#Footnote_432" class="fnanchor">[432]</a>. -Los príncipes se inclinaban ante él como si -fuera un rey. Francisco I y Catalina de Médicis, le rendían -homenaje<a id="FNanchor_433" href="#Footnote_433" class="fnanchor">[433]</a>. Cosme de Médicis quiso nombrarlo senador<a id="FNanchor_434" href="#Footnote_434" class="fnanchor">[434]</a>; -y cuando fué a Roma<a id="FNanchor_435" href="#Footnote_435" class="fnanchor">[435]</a>, lo trató como a un igual, -lo hizo sentar a su lado, y conversó con él confidencialmente. -El hijo de Cosme, Francesco de Médicis, lo recibió con la -gorra en la mano, “demostrando un respeto sin límites para -<span class="pagenum"><a id="Page_225"></a>[Pg 225]</span>aquel hombre extraordinario”<a id="FNanchor_436" href="#Footnote_436" class="fnanchor">[436]</a>. En él no se honraba menos -su genio que “su gran virtud”<a id="FNanchor_437" href="#Footnote_437" class="fnanchor">[437]</a>. Su vejez fué tan gloriosa -como la de Goethe o la de Hugo, pero él era un hombre -distinto, no tenía ni la sed de popularidad del uno, ni el -respeto burgués del otro, por libre que fuera para el mundo -y para el orden establecido. Despreciaba la gloria y despreciaba -al mundo, y si servía a los papas era por la fuerza; -pero no ocultaba que “hasta los papas lo fastidiaban y lo -enojaban algunas veces, conversando con él y mandándolo -buscar”, y que, “a pesar de sus órdenes no iba a verlos -cuando no tenía voluntad”<a id="FNanchor_438" href="#Footnote_438" class="fnanchor">[438]</a>.</p> - -<p>“Cuando un hombre está hecho así por la naturaleza y -por la educación y odia las ceremonias y desprecia la hipocresía, -lo racional es dejarlo vivir como le conviene. Si no -pide nada ni busca vuestra sociedad, ¿por qué buscar la -suya? ¿por qué quererlo rebajar a las vulgaridades que le -repugnan y lo hacen alejarse del mundo? No es un hombre -superior el que piensa complacer a los imbéciles más bien -que a su genio”<a id="FNanchor_439" href="#Footnote_439" class="fnanchor">[439]</a>.</p> - -<p>No tenía pues con el mundo más que las relaciones indispensables -o completamente intelectuales. No les permitía -llegar hasta su intimidad; y los papas, los príncipes, la -gente de letras y los artistas tenían poco lugar en su vida. -Hasta con los muy pocos de entre ellos, para los cuales sentía -una verdadera simpatía, era raro que se estableciera -una amistad durable. Quería a sus amigos y era generoso -con ellos; pero su violencia, su orgullo y su desconfianza, -transformaban con frecuencia a los más favorecidos en -enemigos mortales. Un día escribió esta bella y triste carta:</p> - -<p>“El pobre ingrato está hecho de tal manera que si lo -ayudáis en su desgracia, dice que él mismo os presta lo que -<span class="pagenum"><a id="Page_226"></a>[Pg 226]</span>vos le dais. Si le dais trabajo para demostrarle vuestro interés, -pretende que habéis tenido que buscarlo porque vos -no podéis hacerlo. De todos los beneficios que recibe, dice -que el benefactor se ha visto obligado a hacerlos, y si los -beneficios recibidos son tan evidentes que es imposible -negarlos, entonces el ingrato espera bastante tiempo para -que aquél de quien ha recibido el beneficio, cometa una -falta evidente; entonces tiene pretexto para hablar mal de -él y librarse de todo reconocimiento. Así se ha obrado siempre -contra mí; y sin embargo, ningún artista se ha dirigido -a mí sin que yo no lo haya beneficiado con todo mi corazón. -Y después toman como pretexto mi carácter raro o la locura -que me atribuyen y que a nadie hace daño, para hablar mal -de mí y ultrajarme. Ésta es la recompensa de los que son -buenos<a id="FNanchor_440" href="#Footnote_440" class="fnanchor">”[440]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En su propia casa tenía ayudantes bastante adictos, pero -en general mediocres. Se sospechaba que los escogía intencionalmente -mediocres para tener instrumentos dóciles y -no colaboradores, lo que, por lo demás, habría sido legítimo. -Pero, dice Condivi: “...no era cierto, como muchos le -reprochaban, que no quería enseñar; al contrario, lo hacía -de buena gana. Desgraciadamente, la fatalidad quiso que -le tocaran sujetos poco capaces, o capaces, pero poco perseverantes, -que después de algunos meses de enseñanza se -creían ya maestros”.</p> - -<p>Es indudable que la primera cualidad que exigía de sus -ayudantes era una sumisión absoluta. Así como era despiadado -para los que desplegaban hacia él una independencia -orgullosa, tuvo siempre tesoros de indulgencia y de -generosidad para los discípulos modestos y fieles. El perezoso -<span class="pagenum"><a id="Page_227"></a>[Pg 227]</span>Urbano, “que no quería trabajar”<a id="FNanchor_441" href="#Footnote_441" class="fnanchor">[441]</a>, y que tenía razón, -porque cuando trabajaba, era para estropear irremediablemente -por su torpeza el <em>Cristo</em> de la Minerva, fué objeto -de sus cuidados paternales durante una enfermedad<a id="FNanchor_442" href="#Footnote_442" class="fnanchor">[442]</a>; -llamaba a Miguel Ángel: “querido como el mejor padre”. -Piero di Giannoto fué “amado como un hijo”. Silvio di -Giovanni Cepparello, que salió de su casa para entrar al -servicio de Andrés Doria, le suplica desoladamente que le -permita volver con él. La historia conmovedora de Antonio -Mini es un ejemplo de la generosidad de Miguel Ángel -para con sus ayudantes. Mini, aquel discípulo que, según -Vasari, “tenía buena voluntad pero no era inteligente”, -amaba a la hija de una pobre viuda de Florencia. Según el -deseo de sus padres, Miguel Ángel lo alejó de Florencia. -Antonio quiso ir a Francia<a id="FNanchor_443" href="#Footnote_443" class="fnanchor">[443]</a>. Miguel Ángel le hizo un -obsequio regio: “todos los dibujos, todos los cartones, la -pintura de <em>Leda</em><a id="FNanchor_444" href="#Footnote_444" class="fnanchor">[444]</a>, todos los modelos que había hecho -para ella, tanto en cera como en arcilla”. Provisto con esta -fortuna, Antonio partió<a id="FNanchor_445" href="#Footnote_445" class="fnanchor">[445]</a>. Pero la mala suerte que perseguía -todos los proyectos de Miguel Ángel, fué más dura -todavía con los de su humilde amigo. Fué a París para -enseñar el cuadro de la <em>Leda</em> al Rey. Francisco I estaba -ausente; Antonio dejó la <em>Leda</em> guardada en la casa de un -italiano amigo suyo, Giuliano Buonaccorsi, y volvió a -<span class="pagenum"><a id="Page_228"></a>[Pg 228]</span>Lyon, donde se había establecido. Cuando regresó a París -algunos meses más tarde, la <em>Leda</em> había desaparecido. -Buonaccorsi la había vendido por su cuenta a Francisco I. -Antonio, enloquecido y sin recursos, incapaz de defenderse, -perdido en aquella ciudad extranjera, murió de aflicción a -fines de 1533.</p> - -<p>Pero de todos sus ayudantes el más amado de Miguel -Ángel y a quien su afecto aseguró la inmortalidad, fué -Francesco d’Amadore, por sobrenombre Urbino, de Castel -Durante. Desde 1530 estaba al servicio de Miguel Ángel, -y trabajó bajo sus órdenes en la tumba de Julio II. Miguel -Ángel se preocupaba por su porvenir.</p> - -<p>Le decía: “¿qué harás tú si yo muero?” Urbino respondió: -“serviré a otro”.</p> - -<p>—¡Oh infeliz! dijo Miguel Ángel, quiero remediar tu -miseria.</p> - -<p>“Y le dió dos mil escudos juntos. Un obsequio como -sólo los emperadores y los papas podían hacer”<a id="FNanchor_446" href="#Footnote_446" class="fnanchor">[446]</a>.</p> - -<p>Urbino fué quien murió primero<a id="FNanchor_447" href="#Footnote_447" class="fnanchor">[447]</a>. Al día siguiente de -su muerte, Miguel Ángel le escribió a su sobrino:</p> - -<p>“Urbino murió ayer en la tarde, a las cuatro. Me ha -dejado tan afligido y turbado que me hubiera sido más -dulce morir con él, por el cariño que yo le tenía; y bien lo -merecía, porque era un hombre digno, leal y fiel. Su muerte -hace que me parezca no vivir, y no puedo recobrar la tranquilidad”.</p> - -<p>Su dolor era tan profundo que tres meses después decía -en una carta célebre, a Vasari:</p> - -<p>“Messer Giorgio, mi querido amigo, es posible que escriba -mal; sin embargo, en respuesta a vuestra carta, escribiré -algunas palabras. Ya sabéis que Urbino ha muerto, lo que -es para mí una pena muy cruel, pero también una gracia -muy grande que Dios me ha hecho. Esta gracia es que él, -<span class="pagenum"><a id="Page_229"></a>[Pg 229]</span>que viviendo guardó mi vida, muriendo me ha enseñado a -morir, no con pesar, sino con el deseo de la muerte. Me -sirvió veintiséis años y siempre lo encontré seguro y muy -fiel. Yo lo había enriquecido y ahora que contaba con él -para que fuera el sostén de mi vejez, me fué quitado; y no -me queda otra esperanza más que volverlo a ver en el paraíso, -donde Dios ha demostrado que debía estar, por la muerte -muy feliz que le procuró. Lo que ha sido para él más -duro que la muerte, fué dejarme vivo en este mundo engañador, -y en medio de tantas inquietudes. La mejor parte de -mí mismo se ha ido con él y no me queda ya nada más que -una miseria infinita”<a id="FNanchor_448" href="#Footnote_448" class="fnanchor">[448]</a>.</p> - -<p>En su desolación, rogó a su sobrino que fuera a verlo a -Roma. Lionardo y Cassandra, inquietos por su tristeza, -fueron y lo encontraron muy debilitado. Tuvo que hacer -nuevos esfuerzos, por la obligación que Urbino le había -impuesto de encargarse de la tutela de sus hijos, de los -cuales uno era su ahijado y llevaba su nombre<a id="FNanchor_449" href="#Footnote_449" class="fnanchor">[449]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Tenía otras amistades extrañas. Por la necesidad de -reacción contra todas las imposiciones de la sociedad, que -es tan fuerte en las naturalezas robustas, le gustaba rodearse -de gentes sencillas de espíritu, que tenían salidas inesperadas -y maneras libres, gentes que no fueran como todo el -mundo: un tal Topolino, tallador de piedras en Carrara, -<span class="pagenum"><a id="Page_230"></a>[Pg 230]</span>“que se imaginaba ser un escultor distinguido y que nunca -hubiera dejado partir para Roma un barco cargado con -bloques de mármol, sin mandar tres o cuatro pequeñas -figuras modeladas por él, que hacían morir de risa a Miguel -Ángel”<a id="FNanchor_450" href="#Footnote_450" class="fnanchor">[450]</a>. Un Menighella, pintor de Valdarno, “que iba -de vez en cuando a la casa de Miguel Ángel, para que le -dibujara un San Roque o un San Antonio que después iluminaba -y vendía a los campesinos”. Y Miguel Ángel, con -quien los reyes tenían tanto trabajo para obtener la obra -más pequeña, dejaba todo para ejecutar estos dibujos según -las indicaciones de Menighella, entre otros un <em>Crucifijo</em> -admirable<a id="FNanchor_451" href="#Footnote_451" class="fnanchor">[451]</a>; un barbero que se ocupaba también de -pintar y para quien dibujó un <em>San Francisco con los estigmas</em>; -uno de sus obreros romanos que trabajó en la -tumba de Julio II y que creyó haberse hecho un gran escultor, -sin haberlo notado, porque siguiendo dócilmente las -indicaciones de Miguel Ángel había hecho salir del mármol, -con estupefacción suya, una hermosa estatua; el chistoso -orfebre Piloto, apodado Lasca; el holgazán Indaco, pintor -singular, “tan amante de la charla que despreciaba la pintura”, -y que acostumbraba decir que “trabajar siempre sin -tomarse algún placer era indigno de un cristiano”<a id="FNanchor_452" href="#Footnote_452" class="fnanchor">[452]</a>, y -sobre todo el ridículo e inofensivo Giuliano Bugiardini, -para quien Miguel Ángel tenía una simpatía especial.</p> - -<p>Giuliano tenía una bondad natural, una manera sencilla -de vivir, sin maldad y sin envidia, que gustaba infinitamente -a Miguel Ángel. No tenía más defecto que amar -demasiado sus propias obras. Pero Miguel Ángel lo estimaba -feliz precisamente por esto, porque él mismo era muy -desgraciado no pudiendo satisfacerse plenamente con -nada... Una vez messer Ottaviano de Médicis había -pedido a Giuliano que le hiciera un retrato de Miguel Ángel.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_231"></a>[Pg 231]</span></p> - -<p>Giuliano se puso a trabajar; y después de haber tenido a -Miguel Ángel sentado dos horas sin hablar, le dijo: “Miguel -Ángel, ven a ver, levántate ya; he atrapado lo esencial -de tu fisonomía”. Miguel Ángel se levantó, y cuando vió -el retrato, le dijo riendo a Giuliano: “¿qué diablos has -hecho? mira, me has hundido un ojo en la sien”. Giuliano, -con estas palabras, se puso fuera de sí. Miró varias veces -al retrato y a su modelo, alternativamente, y respondió con -atrevimiento: “No me parece; pero vuelve a tu sitio y lo -corregiré, si hay lugar”. Miguel Ángel, que sabía lo que -pasaba, se volvió a poner, sonriendo, enfrente de Giuliano, -quien lo miró varias veces lo mismo que a la pintura. Después -se levantó, y dijo: “el ojo está tal como yo lo he dibujado, -y la naturaleza así lo muestra”. “Pues bien, dijo -Miguel Ángel riendo, es culpa de la naturaleza. Continúa -y no ahorres los colores”<a id="FNanchor_453" href="#Footnote_453" class="fnanchor">[453]</a>.</p> - -<p>Tanta indulgencia, que Miguel Ángel no acostumbraba -prodigar con otros hombres y que concedía a esta gente -humilde, indica un humor burlón que se divierte con las -ridiculeces humanas<a id="FNanchor_454" href="#Footnote_454" class="fnanchor">[454]</a>, al mismo tiempo que una piedad -afectuosa para esos pobres locos que se creían grandes -artistas y que le inspiraban tal vez un retorno hacia su -propia locura. En esto había mucho de ironía melancólica -y burlesca.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_232"></a>[Pg 232]</span></p> -</div> - -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_387" href="#FNanchor_387" class="label">[387]</a> <em>Poesías</em>, CXXIII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_388" href="#FNanchor_388" class="label">[388]</a> Carta de Miguel Ángel a Vasari (19 de septiembre de 1552).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_389" href="#FNanchor_389" class="label">[389]</a> Carta de Miguel Ángel a Lionardo su sobrino (julio de 1557).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_390" href="#FNanchor_390" class="label">[390]</a> Se trata aquí de Antonio da San Gallo, arquitecto en jefe de San -Pedro desde 1537 hasta su muerte, en octubre de 1546. Siempre había -sido enemigo de Miguel Ángel, quien lo trató sin consideraciones. Se -pusieron en pugna el uno contra el otro a propósito de las fortificaciones -del Borgo, barrio del Vaticano, para las cuales Miguel Ángel hizo que se -rechazaran los planos de San Gallo, en 1545, y cuando la construcción -del Palacio Farnesio que San Gallo había edificado hasta el segundo -piso, y que Miguel Ángel terminó, imponiendo en 1549 su modelo para -la cornisa y eliminando el proyecto de su rival. (Véase el <em>Michelangelo</em> -de Thode).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_391" href="#FNanchor_391" class="label">[391]</a> El futuro Papa Marcelo II.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_392" href="#FNanchor_392" class="label">[392]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_393" href="#FNanchor_393" class="label">[393]</a> Bottari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_394" href="#FNanchor_394" class="label">[394]</a> Al terminar la investigación de 1551, Miguel Ángel, dirigiéndose -a Julio III que la presidía, le dijo: “Santo Padre, ya veis cuáles son mis -ganancias; si las molestias que sufro no sirven a mi alma, pierdo mi -tiempo y mi trabajo”. El Papa, que lo quería, le puso las manos en los -hombros, y respondió: “Tú ganas para los dos, para tu cuerpo y para tu -alma. No tengas temor”. (Vasari).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_395" href="#FNanchor_395" class="label">[395]</a> Paulo III había muerto el 10 de noviembre de 1549, y Julio III, -que también amaba a Miguel Ángel, reinó del 8 de febrero de 1550 al 23 -de marzo de 1555. El Cardenal Cervini fué electo el 9 de abril de 1555 -bajo el nombre de Marcelo II; no reinó más que algunos días. Paulo IV -Caraffa lo sucedió el 23 de mayo de 1555.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_396" href="#FNanchor_396" class="label">[396]</a> Carta de Miguel Ángel a Lionardo (mayo de 1555). Inquieto -por las críticas de sus propios amigos, llegó a pedir sin embargo en 1560, -“que se tuviera a bien descargarlo del fardo que llevaba gratuitamente -desde hacía diecisiete años por orden de los Papas”. Pero su dimisión -no fué aceptada y Pío IV renovó sus poderes, por medio de un breve. -Entonces fué cuando se resolvió al fin a ejecutar, por instancias de -Cavalieri, el modelo en madera de la cúpula. Hasta entonces se había -reservado todos sus proyectos, rehusándose a dejar ver nada a quienquiera -que fuese.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_397" href="#FNanchor_397" class="label">[397]</a> No por eso Nanni dejó de rogar al duque Cosme, al día siguiente -de la muerte de Miguel Ángel, que se le diera la sucesión de éste en San -Pedro.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_398" href="#FNanchor_398" class="label">[398]</a> Miguel Ángel no pudo ver construidas más que las escaleras -y la plaza. Los edificios del Capitolio no fueron terminados hasta -el siglo XVII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_399" href="#FNanchor_399" class="label">[399]</a> De la Iglesia de Miguel Ángel no queda nada ahora. Fué reconstruida -enteramente en el siglo XVIII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_400" href="#FNanchor_400" class="label">[400]</a> Se ejecutó el modelo de Miguel Ángel en piedra y no en madera, -como él quería.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_401" href="#FNanchor_401" class="label">[401]</a> En 1559-1560.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_402" href="#FNanchor_402" class="label">[402]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_403" href="#FNanchor_403" class="label">[403]</a> <em>Ibid.</em> En 1553 fué cuando comenzó esta obra, la más conmovedora -de todas las suyas, porque es la más íntima. Se siente que ahí no habla -más que por sí mismo, que sufre y se abandona a su sufrimiento. Y hasta -parece que se representó a sí mismo en el viejo de cara dolorosa que -sostiene el cuerpo de Cristo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_404" href="#FNanchor_404" class="label">[404]</a> En 1555.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_405" href="#FNanchor_405" class="label">[405]</a> Tiberio Calcagni la compró a Antonio y pidió a Miguel Ángel -permiso de repararla. Miguel Ángel consintió y Calcagni reajustó el -grupo; pero murió y la obra quedó sin terminar.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_406" href="#FNanchor_406" class="label">[406]</a> <em>Poesías</em>, LXXXI, (por el año de 1550). Sin embargo, algunas -poesías que también parecen de su extrema vejez, demuestran que la -llama no estaba tan apagada como creía, y que como él decía, la vieja -leña quemada levantaba llama de vez en cuando. (Véase Apéndice, -XXII. <em>Poesías</em>, CX y CXIX).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_407" href="#FNanchor_407" class="label">[407]</a> Se casó en 1538 con Michele di Niccoló Guicciardini.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_408" href="#FNanchor_408" class="label">[408]</a> Una propiedad en Pozzolatico.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_409" href="#FNanchor_409" class="label">[409]</a> Esta correspondencia comienza en 1540.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_410" href="#FNanchor_410" class="label">[410]</a> ...<em>Stare a spasimare intorno alle tue lettere.</em> (<em>Cartas</em>, 1536-1548).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_411" href="#FNanchor_411" class="label">[411]</a> Carta de 11 de julio de 1544.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_412" href="#FNanchor_412" class="label">[412]</a> Miguel Ángel fué el primero que advirtió a su sobrino, durante -una enfermedad en 1549, que no lo había olvidado en su testamento. -El testamento dice así: “A Gismondo y a ti les dejo todo lo que tengo; -de manera que mi hermano Gismondo y tú, mi sobrino, tienen derechos -iguales, y ninguno puede ejercer autoridad sobre mis bienes sin consentimiento -del otro”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_413" href="#FNanchor_413" class="label">[413]</a> <em>L’amore del tarlo!</em></p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_414" href="#FNanchor_414" class="label">[414]</a> Febrero 6 de 1546. Y agrega: “Es cierto que el año pasado -te he sermoneado tanto, que te dió vergüenza y me enviaste un barrilito -de Trebbiano. ¡Lo que esto te habrá costado!”</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_415" href="#FNanchor_415" class="label">[415]</a> De 1547 a 1553.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_416" href="#FNanchor_416" class="label">[416]</a> Y en otra parte decía: “no pienses en buscar dinero sino únicamente -la bondad y la buena reputación. Tienes necesidad de una mujer -que viva contigo y a quien puedas mandar, una mujer que no cause -disgustos ni ande todos los días en bodas y en festines; porque donde -hay cortejos es muy fácil perderse, (<em>diventar puttana</em>) sobre todo cuando -no se tiene familia...”. <em>Cartas</em>, febrero 1.º de 1549.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_417" href="#FNanchor_417" class="label">[417]</a> <em>Storpiata o schifa</em>... (<em>Cartas</em>, 1547-1552).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_418" href="#FNanchor_418" class="label">[418]</a> <em>Ibid.</em> Diciembre 19 de 1551.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_419" href="#FNanchor_419" class="label">[419]</a> Sin embargo, agrega: “Pero si acaso no te sientes bastante -sano, entonces es mejor resignarse a vivir, sin traer más desgraciados -al mundo”. <em>Cartas</em>, junio 24 de 1552.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_420" href="#FNanchor_420" class="label">[420]</a> El 16 de mayo de 1553.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_421" href="#FNanchor_421" class="label">[421]</a> <em>Cartas</em>, mayo 20 de 1553.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_422" href="#FNanchor_422" class="label">[422]</a> <em>Cartas</em>, agosto 5 de 1553.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_423" href="#FNanchor_423" class="label">[423]</a> Nacido en 1554.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_424" href="#FNanchor_424" class="label">[424]</a> Nacido en 1555, que muere poco después de su nacimiento.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_425" href="#FNanchor_425" class="label">[425]</a> Hay que distinguir bien entre los períodos de su vida. Se encontrarán -en esta larga carrera desiertos de soledad, pero también -algunos períodos de amistades. Por el año de 1515, en Roma, tiene un -pequeño círculo de florentinos libres y de buen vivir: Domenico Buoninsegni, -Lionardo Sellajo, Giovanni Spetiale, Bartolommeo Verazzano, -Giovanni Gellesi, Canigiani. Un poco más tarde, bajo el pontificado de -Clemente VII, fué la espiritual sociedad de Francesco Berni y de Fra -Sebastiano del Piombo, amigo adicto pero peligroso, que contaba a -Miguel Ángel todos los rumores que circulaban acerca de él y atizaba su -enemistad contra el partido de Rafael. Fué, sobre todo en tiempo de -Vittoria Colonna, el círculo de Luigi del Riccio, mercader florentino -que lo aconsejaba en sus negocios y fué su más íntimo amigo. En su -casa encontraba a Donato Giannotti, al músico Arcadelt y al hermoso -Cecchino. Todos ellos amaban la poesía, la música y los buenos platos. -Para Riccio, desesperado por la muerte de Cecchino, escribió Miguel -Ángel sus cuarenta y ocho epigramas funerarios; y Riccio por cada -epigrama enviaba a Miguel Ángel, truchas, setas, trufas, melones, tórtolas, -etc. Véase <em>Poesías</em>, Edición Frey, LXXIII.—Después de la muerte -de Riccio, en 1546, Miguel Ángel ya no tuvo amigos, sino discípulos; -Vasari, Condivi, Daniel de Volterra, Bronzino, Leone Leoni, Benvenuto -Cellini. Les inspiraba un culto apasionado, y él por su parte les -mostraba un afecto conmovedor.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_426" href="#FNanchor_426" class="label">[426]</a> Por sus funciones en el Vaticano no menos que por la grandeza -de su espíritu religioso, Miguel Ángel estuvo particularmente relacionado -con los altos dignatarios de la Iglesia.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_427" href="#FNanchor_427" class="label">[427]</a> Será tal vez curioso anotar, de paso, que Miguel Ángel conoció -a Maquiavelo. Una carta de Biagio Buonaccorsi a Maquiavelo, del 6 -de septiembre de 1508, le anuncia que ha enviado por conducto de -Miguel Ángel, dinero a una mujer cuyo nombre no se menciona.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_428" href="#FNanchor_428" class="label">[428]</a> Entre los artistas fué sin duda donde tuvo menos amigos, excepto -al fin de su vida, cuando estuvo rodeado de discípulos que lo adulaban. -Tenía pocas simpatías para la mayor parte de ellos y no se los ocultaba. -Estuvo en muy malos términos con Leonardo de Vinci, Perugino, Francia, -Signorelli, Rafael, Bramante y San Gallo. “Maldito sea el día en -que hayáis hablado bien de alguien” le escribió Jacopo Sansovino, el 30 -de junio de 1517. Esto no impidió a Miguel Ángel hacer servicios más -tarde a Sansovino, en 1524, y a otros muchos; pero tenía un genio -demasiado apasionado para amar otro ideal más que el suyo, y era demasiado -sincero para fingir amar lo que no amaba. Sin embargo, se -mostró muy cortés con Ticiano cuando éste visitó Roma en 1545. Pero -a la sociedad de los artistas, cuya cultura en general dejaba que desear, -prefería la de los escritores y los hombres de acción.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_429" href="#FNanchor_429" class="label">[429]</a> Se cambiaron epístolas en verso, amistosas y burlescas. <em>Poesías</em>, -LVII y CLXXII. Berni hizo de Miguel Ángel un elogio magnífico en su -<em>Capitolo a Fra Sebastiano dei Piombo</em>. Dice “que él era la Idea en sí -de la escultura y de la arquitectura, como Atrea era la Idea de la Justicia, -toda bondad y toda inteligencia”. Lo llama un segundo Platón, -y dirigiéndose a los otros poetas les dice esta frase admirable, citada con -frecuencia: “¡Guardad silencio, instrumentos armoniosos! Él dice cosas -y vosotros palabras”. <em>Ei dice cose, et voi dite parole</em>...</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_430" href="#FNanchor_430" class="label">[430]</a> Dona Argentina Malaspina, en 1516.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_431" href="#FNanchor_431" class="label">[431]</a> Sobre todo su carta a Francisco I, de 26 de abril de 1546.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_432" href="#FNanchor_432" class="label">[432]</a> Condivi comienza así su vida de Miguel Ángel: “Desde la hora -en que el Señor Dios, por su gracia todopoderosa, me juzgó digno no -solamente de ver a Miguel Ángel Buonarroti, el escultor y pintor único, -lo cual apenas habría tenido la audacia de esperar, sino también de -gozar con su conversación, con su afecto y su confianza, en reconocimiento -de tal beneficio, me dediqué a reunir todo lo que me parece en su -vida digno de alabanza y de admiración, para ser útil a los demás con el -ejemplo de tal hombre”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_433" href="#FNanchor_433" class="label">[433]</a> Francisco I, en 1546. Catalina de Médicis, en 1559, le escribió -desde Blois, “que sabiendo como todo el mundo, cuán superior era a -cualquier otro en su siglo”, le suplicaba que él esculpiera la estatua -ecuestre de Enrique II, o que a lo menos hiciera un dibujo de ella. Noviembre -14 de 1559.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_434" href="#FNanchor_434" class="label">[434]</a> En 1552. Miguel Ángel no respondió, lo cual ofendió al duque. -Cuando Benvenuto Cellini volvió a hablar del asunto a Miguel Ángel, -éste respondió de una manera sarcástica.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_435" href="#FNanchor_435" class="label">[435]</a> En noviembre de 1560.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_436" href="#FNanchor_436" class="label">[436]</a> En octubre de 1561.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_437" href="#FNanchor_437" class="label">[437]</a> Vasari. A propósito de la recepción que Cosme hizo a Miguel -Ángel.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_438" href="#FNanchor_438" class="label">[438]</a> Francisco de Holanda. <em>Conversación sobre la pintura.</em></p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_439" href="#FNanchor_439" class="label">[439]</a> <em>Ibid.</em></p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_440" href="#FNanchor_440" class="label">[440]</a> A Piero Gondi. Enero 26 de 1524.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_441" href="#FNanchor_441" class="label">[441]</a> Vasari describe así a los ayudantes de Miguel Ángel: “Pietro -Urbano de Pistoia era muy inteligente, pero nunca quiso trabajar. -Antonio Mini hubiera querido, pero no era inteligente. Ascanio della -Ripa Transone trabajaba, pero nunca llegó a hacer nada”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_442" href="#FNanchor_442" class="label">[442]</a> Miguel Ángel se inquietaba por sus menores percances. Se -preocupa cuando Urbano se corta un dedo. Cuida de que cumpla sus -deberes religiosos: “Ve a confesarte, trabaja bien, cuida la casa...”. -(Cartas, marzo 29 de 1518).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_443" href="#FNanchor_443" class="label">[443]</a> Ya Miguel Ángel había querido ir a Francia con Antonio Mini, -después de la fuga de Florencia, en 1529.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_444" href="#FNanchor_444" class="label">[444]</a> El cuadro que había hecho durante el sitio para el duque de -Ferrara, pero que no quiso entregar porque el Embajador de Ferrara -le había faltado al respeto.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_445" href="#FNanchor_445" class="label">[445]</a> En 1531.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_446" href="#FNanchor_446" class="label">[446]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_447" href="#FNanchor_447" class="label">[447]</a> El 3 de diciembre de 1555, pocos días después de la muerte del -último hermano de Miguel Ángel, Gismondo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_448" href="#FNanchor_448" class="label">[448]</a> Febrero 25 de 1556.—Miguel Ángel termina así: “me recomiendo -a vos y os ruego que me disculpéis con messer Benvenuto (Cellini) -si no contesto su carta; porque estos pensamientos me causan -tanto dolor que me siento incapaz de escribir”.</p> - -<p>Véase también la poesía CLXII:</p> - -<p><em>E piango e parlo del mio morto Urbino...</em></p> - </div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_449" href="#FNanchor_449" class="label">[449]</a> Escribió a la mujer de Urbino, Cornelia, cartas llenas de afecto, -en las cuales le prometía llevarse consigo al pequeño Michelangelo, -“quererlo más que a los hijos de su sobrino Lionardo y enseñarle todo lo -que Urbino deseaba que aprendiese”. Marzo 28 de 1557.—No perdonó -a Cornelia que se volviera a casar, en 1559.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_450" href="#FNanchor_450" class="label">[450]</a> Véase en Vasari la relación de estos chistes.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_451" href="#FNanchor_451" class="label">[451]</a> <em>Ibid.</em></p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_452" href="#FNanchor_452" class="label">[452]</a> <em>Ibid.</em></p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_453" href="#FNanchor_453" class="label">[453]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_454" href="#FNanchor_454" class="label">[454]</a> Como casi todas las almas sombrías, Miguel Ángel tenía a veces -el humor burlón; escribió poesías burlescas del género de Berni. Pero -su sátira es ruda y casi trágica, como la lúgubre caricatura de los achaques -de la vejez. (<em>Poesías</em> LXXXI). Véase también su parodia de una -poesía del amor. (<em>Ibid.</em>, XXXVII).</p></div></div> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_233"></a>[Pg 233]</span></p> -<div class="figcenter illowp46" id="p233ilo" style="max-width: 13.6875em;"> - <img class="w100" src="images/p233ilo.jpg" alt="p233ilo" /> -</div> -</div> - - - - -<h2 class="nobreak">III<br /> - SOLEDAD</h2> - - -<div class="blockquot"> -<p><em>L’anima mia, che chon la morte parla...</em><a id="FNanchor_455" href="#Footnote_455" class="fnanchor">[455]</a></p> -</div> - - -<p class="p1">Así vivía solo con sus humildes amigos, sus ayudantes -y sus locos, y con otros amigos más humildes -todavía, sus animales familiares, sus pollos y sus -gatos<a id="FNanchor_456" href="#Footnote_456" class="fnanchor">[456]</a>.</p> - -<p>En el fondo estaba solo, y cada día más. “Estoy siempre -<span class="pagenum"><a id="Page_234"></a>[Pg 234]</span>solo, escribía a su sobrino en 1548, y no habló con nadie”. -Se había separado poco a poco no solamente de la sociedad -de los hombres, sino de sus intereses mismos, de sus necesidades, -de sus placeres y de sus pensamientos.</p> - -<p>La última pasión que lo ligaba a los hombres de su tiempo, -el fuego republicano, se había extinguido también. Todavía -una vez había lanzado un último resplandor de tempestad, -en la época de las dos graves enfermedades de 1544 -y 1546, cuando Miguel Ángel fué recogido por su amigo -Riccio en la casa de los Strozzi, republicanos y proscriptos. -Miguel Ángel, convaleciente, mandó rogar a Roberto Strozzi, -refugiado en Lyon, que recordara al Rey de Francia sus -promesas, y agregaba que si Francisco I iba a restablecer -la libertad en Florencia, se comprometía a elevarle por su -cuenta una estatua ecuestre, de bronce, en la plaza de la -Señoría<a id="FNanchor_457" href="#Footnote_457" class="fnanchor">[457]</a>. En 1546 regaló a Strozzi, en señal de gratitud -por la hospitalidad recibida, los <em>Dos Cautivos</em> que Strozzi a -su vez obsequió a Francisco I.</p> - -<p>Pero esto no era más que un acceso de la fiebre política, -y el último. En algunos pasajes de sus Diálogos con Giannotti, -en 1545, expresa casi los pensamientos de Tolstoi sobre -la inutilidad de la lucha y la no resistencia al mal:</p> - -<p>“Es una gran presunción atreverse a matar a alguien, -porque no se puede saber seguramente si de su muerte resultará -algún bien o si de su vida lo hubiera resultado. Por -eso yo no puedo soportar a esos hombres que creen que no -es posible producir el bien si no se comienza por el mal, es -decir, por el asesinato. Los tiempos cambian, nuevos -sucesos sobrevienen, los deseos se transforman, los hombres -se cansan... y al fin de cuentas sucede siempre lo que -no se había previsto”.</p> - -<p>El mismo Miguel Ángel que había hecho la apología del -tiranicidio, se irritaba contra los revolucionarios que se -imaginan cambiar el mundo con un acto. Sabía bien que -<span class="pagenum"><a id="Page_235"></a>[Pg 235]</span>él había sido uno de ellos y se condenaba a sí mismo amargamente. -Como Hamlet, dudaba ya de todo, de sus -pensamientos, de sus odios, y de todo lo que había creído. -Volvía la espalda a la acción. Y escribía: “El buen hombre -que respondió a alguno:—Yo no soy un hombre de estado, -yo soy un hombre honrado y un hombre de buen sentido—, -ése decía la verdad. ¡Si mis trabajos de Roma me preocuparan -tan poco como los negocios de los Estados!”<a id="FNanchor_458" href="#Footnote_458" class="fnanchor">[458]</a>.</p> - -<p>La verdad es que ya no odiaba. No podía ya odiar. Era -demasiado tarde:</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1"><em>Ahimè, lasso chi pur tropp’ aspetta,<br /> -Ch’i’ gionga a suoi conforti tanto tardj!<br /> -Ancor, se ben riguardj,<br /> -Un generoso, alter’ e nobil core<br /> -Perdon’ e porta a chi l’offend’amore.</em></p> -</div> -</div> - -<p class="p1 indent5">“¡Ay de mí, cansado de una espera demasiado larga,<br /> -llego demasiado tarde a lo que había deseado!...<br /> -y ahora ¿no lo sabes?<br /> -un corazón generoso, soberbio y noble<br /> -perdona y ofrece su amor a quien lo ofende”<a id="FNanchor_459" href="#Footnote_459" class="fnanchor">[459]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Vivía en el Macel de’Corvi, sobre el foro de Trajano. Tenía -allí una casa con un jardinillo y la ocupaba con un -criado, una criada y sus animales familiares<a id="FNanchor_460" href="#Footnote_460" class="fnanchor">[460]</a>. No tenía -buena mano para sus criados. “Eran todos negligentes y -sucios”, dice Vasari. Los cambiaba a menudo y se quejaba -<span class="pagenum"><a id="Page_236"></a>[Pg 236]</span>de ellos amargamente<a id="FNanchor_461" href="#Footnote_461" class="fnanchor">[461]</a>. Tuvo por esta causa tantos -disgustos como Beethoven; y sus <em>Ricordi</em> (recuerdos o notas) -como los cuadernos y conversaciones de Beethoven, -conservan todavía las huellas de sus trastornos domésticos. -“¡Oh, más valía que no hubiera estado nunca aquí!” Escribía -en 1560, después de haber despedido a una criada, -Girolama.</p> - -<p>Su cuarto era sombrío como una tumba<a id="FNanchor_462" href="#Footnote_462" class="fnanchor">[462]</a>. “En él las arañas -hacían mil trabajos hilando con sus pequeños husos”<a id="FNanchor_463" href="#Footnote_463" class="fnanchor">[463]</a>. -A la mitad de la escalera había pintado a la Muerte llevando -sobre el hombro un ataúd<a id="FNanchor_464" href="#Footnote_464" class="fnanchor">[464]</a>. Vivía como un pobre y -apenas comía<a id="FNanchor_465" href="#Footnote_465" class="fnanchor">[465]</a>, y “cuando no podía dormir se levantaba -por la noche, para trabajar con el cincel. Se había fabricado -un casco de cartón sobre el cual ponía una vela encendida, -encima de su cabeza y de esta manera sin estorbo en las -manos, iluminaba su trabajo”<a id="FNanchor_466" href="#Footnote_466" class="fnanchor">[466]</a>. -</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_237"></a>[Pg 237]</span></p> - -<p>Al hacerse más viejo se hacía más solitario; era para él -una necesidad, cuando todo dormía en Roma, refugiarse -en el trabajo nocturno. El silencio era para él un beneficio, -y la noche una amiga:</p> - -<p>“¡Oh noche, oh tiempo dulce aunque sombrío, donde -todo esfuerzo acaba por alcanzar la paz; quien te alaba -ve bien y comprende bien, y quien te honra está en su pleno -juicio. Tú cortas todos los pensamientos fatigados, con las -sombras húmedas y el reposo; y de aquí abajo, a menudo, -me llevas en sueños hasta las alturas adonde espero ir. ¡Oh -sombra de la muerte, por la cual se evitan todas las miserias -enemigas del alma y del corazón, supremo y buen remedio -de los afligidos, tú devuelves la salud a nuestra carne enferma, -tú secas nuestro llanto, tú nos descargas de nuestras -fatigas, y limpias a los buenos del odio y del disgusto<a id="FNanchor_467" href="#Footnote_467" class="fnanchor">”[467]</a>.</p> - -<p>Vasari visitó una noche al viejo que estaba solo en su casa -desierta, contemplando la trágica <em>Pietà</em> y meditando:</p> - -<p>Cuando Vasari tocó, Miguel Ángel se levantó y fué a -la puerta con un candelero en la mano. Vasari quiso contemplar -la escultura, pero Miguel Ángel dejó caer y apagarse -la luz para que no pudiera ver nada. Y mientras que -Urbino iba a buscar otra, el Maestro se volvió hacia Vasari -y le dijo: “Estoy tan viejo que con frecuencia la -muerte me tira de las calzas para llevarme. Un día caerá -mi cuerpo como esta antorcha y como ella se extinguirá -la luz de mi vida”.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_238"></a>[Pg 238]</span></p> -<p>La idea de la muerte lo absorbía, cada vez más próxima -y llena de sombras.</p> - -<p>“No hay en mí ningún pensamiento, decía a Vasari, que -no tenga en el fondo esculpida la muerte<a id="FNanchor_468" href="#Footnote_468" class="fnanchor">”[468]</a>.</p> - -<p>Le parecía ya como la única felicidad de la vida:</p> - -<p>“Cuando mi pasado se me hace presente, y esto me sucede -a todas horas, ¡oh mundo falso! entonces conozco bien el -error y la culpa de la raza humana. El que llega a consentir -en tus frivolidades y en sus vanas delicias, prepara para su -alma penas dolorosas. Bien lo sabe el que hace la prueba; -con cuánta frecuencia prometes paz y bienes que no tienes -ni tendrás nunca. Por eso el menos favorecido es el que -permanece por más tiempo aquí abajo, y el que vive menos, -más fácilmente vuelve al cielo<a id="FNanchor_469" href="#Footnote_469" class="fnanchor">”[469]</a>.</p> - -<p>“Conducido por muchos años a mi última hora reconozco -tarde ¡oh mundo!, tus delicias. Tú prometes la paz que no -tienes; tú prometes el reposo que muere antes del nacimiento. -Lo digo y lo sé por experiencia, los únicos elegidos -del cielo son los que más pronto mueren después de nacer<a id="FNanchor_470" href="#Footnote_470" class="fnanchor">”[470]</a>. </p> - -<p>Como su sobrino Lionardo festejara el nacimiento de su -hijo, Miguel Ángel lo reprimió severamente:</p> - -<p>“Esta pompa me disgusta. No hay que reírse cuando el -mundo entero llora. Es una falta de sentido celebrar así -una fiesta por alguien que acaba de nacer. Hay que reservar -la alegría para el día en que muere un hombre que ha -vivido bien<a id="FNanchor_471" href="#Footnote_471" class="fnanchor">”[471]</a>.</p> - -<p>Y al año siguiente lo felicitó por haber perdido a un -segundo hijo de corta edad.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_239"></a>[Pg 239]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>La naturaleza, que hasta entonces había desdeñado en su -fiebre apasionada, y por su genio intelectual, fué en sus -últimos años una consoladora para él<a id="FNanchor_472" href="#Footnote_472" class="fnanchor">[472]</a>. En septiembre -de 1556, huyendo de Roma, amenazado por las tropas del -Duque de Alba, pasó por Spoleto y permaneció allí cinco -semanas, en medio de los bosques de encinas y de olivos, -dejándose penetrar por el esplendor cercano del otoño. -Volvió a Roma con sentimiento, a fines de octubre, porque -fué llamado. “He dejado allá más de la mitad de mí mismo, -escribía a Vasari; porque verdaderamente la paz no se -encuentra más que en los bosques”.</p> - - -<p class="p1 center"><em>Pace non si trova se non nei boschi</em><a id="FNanchor_473" href="#Footnote_473" class="fnanchor">[473]</a>.</p> - - -<p class="p1">Y de regreso en Roma, el anciano de ochenta y dos años -compuso una hermosa poesía a la gloria de los campos y de -la vida campestre, en contraste con la mentira de las ciudades. -Fué su última obra poética y tiene toda la frescura -de la juventud<a id="FNanchor_474" href="#Footnote_474" class="fnanchor">[474]</a>.</p> - -<p>Pero en la naturaleza, lo mismo que en el arte y en el -<span class="pagenum"><a id="Page_240"></a>[Pg 240]</span>amor, era a Dios a quien buscaba y a quien se aproximaba -cada día más. Siempre había sido creyente. Aunque no se -dejara engañar por los sacerdotes ni por los monjes, ni por -los devotos y las devotas, aunque a veces se burlara rudamente -de ellos<a id="FNanchor_475" href="#Footnote_475" class="fnanchor">[475]</a>, nunca tuvo según parece la menor duda -en su fe. Cuando la enfermedad o la muerte de su padre -y de sus hermanos, su primer cuidado fué siempre que -recibieran los sacramentos<a id="FNanchor_476" href="#Footnote_476" class="fnanchor">[476]</a>. Tenía una confianza sin -límites en la oración: creía más en ella que en todas las -<span class="pagenum"><a id="Page_241"></a>[Pg 241]</span>medicinas<a id="FNanchor_477" href="#Footnote_477" class="fnanchor">[477]</a>. Atribuía a su intercesión todos los bienes -recibidos y los males que no le habían llegado. Tenía en -su soledad crisis de adoración mística. La casualidad nos -ha conservado el recuerdo de una de ellas: Un relato contemporáneo -nos muestra la cara extática del héroe de la -Sixtina, solo, orando en la noche, en su jardín de Roma e -implorando con sus ojos dolorosos al cielo estrellado<a id="FNanchor_478" href="#Footnote_478" class="fnanchor">[478]</a>.</p> - -<p>No es cierto, como se ha querido hacer creer, que su fe -haya sido indiferente al culto de los Santos y de la Virgen<a id="FNanchor_479" href="#Footnote_479" class="fnanchor">[479]</a>. -Sería gracioso convertir en protestante al hombre -que consagró los veinte últimos años de su vida a construir -el templo del Apóstol Pedro y cuya última obra, interrumpida -por la muerte, fué una estatua de San Pedro. No se -puede olvidar que en diversas ocasiones quiso emprender -grandes peregrinaciones, en 1545 a Santiago de Compostela, -en 1556 a Loreto, y que formaba parte de la Hermandad -de San Giovanni Decollato—San Juan Bautista—pero es -cierto que, como todo gran cristiano, vivió y murió en -Cristo<a id="FNanchor_480" href="#Footnote_480" class="fnanchor">[480]</a>. “Vivo pobre con Cristo”, escribía a su padre -<span class="pagenum"><a id="Page_242"></a>[Pg 242]</span>desde 1512, y al morir suplicaba que se le recordaran los -sufrimientos de Cristo. Desde la amistad, y sobre todo -después de la muerte de Vittoria Colonna, su fe tomó un -carácter más exaltado. Al mismo tiempo que su arte, se -consagraba casi exclusivamente a la gloria de la Pasión de -Cristo<a id="FNanchor_481" href="#Footnote_481" class="fnanchor">[481]</a>, su poesía se abismaba en el misticismo. Renegaba -del arte y se refugiaba en los grandes brazos abiertos -del Crucificado:</p> - -<p>“El curso de mi vida ha llegado, sobre la mar tempestuosa, -en un frágil barco, al puerto común donde se desembarca -para dar cuenta y razón de toda obra pía e impía. La ilusión -apasionada que me hizo del arte un ídolo y un monarca, -me parece hoy cargada de errores y veo claramente lo que -todo hombre desea para su mal. Los pensamientos amorosos, -los pensamientos vanos y alegres, ¿qué son ahora -que me aproximo a las dos muertes? de una de ellas estoy -seguro y la otra me amenaza. Ni la pintura ni la escultura -son capaces de apaciguar el alma, dirigida hacia el amor -divino, que para recogernos, abre sus brazos sobre la -Cruz”<a id="FNanchor_482" href="#Footnote_482" class="fnanchor">[482]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Pero la flor más pura que la fe y el sufrimiento hicieron -brotar en aquel viejo corazón desgraciado, fué la divina -caridad. Este hombre, a quien sus enemigos acusaban de -avaricia<a id="FNanchor_483" href="#Footnote_483" class="fnanchor">[483]</a>, no dejó durante toda su vida de colmar con -sus liberalidades a los infelices conocidos y desconocidos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_243"></a>[Pg 243]</span></p> - -<p>No solamente demostró siempre el afecto más conmovedor -para sus viejos servidores y para los de su padre, -para una tal Mona Margherita, a quien recogió después -de la muerte del viejo Buonarroti, y cuya muerte le causó -“más pena que si hubiera sido una hermana”<a id="FNanchor_484" href="#Footnote_484" class="fnanchor">[484]</a>; para un -humilde carpintero que había trabajado en el andamiaje -de la Capilla Sixtina, a cuya hija dotó<a id="FNanchor_485" href="#Footnote_485" class="fnanchor">[485]</a>... sino que -también daba constantemente a los pobres y sobre todo a -los pobres vergonzantes. Le gustaba asociar en sus limosnas -a su sobrino y a su nuera, les inspiraba la costumbre -de hacerlo; los hacía que hicieran caridades por cuenta de -él sin nombrarlo siquiera, porque quería que sus limosnas -<span class="pagenum"><a id="Page_244"></a>[Pg 244]</span>se conservaran secretas<a id="FNanchor_486" href="#Footnote_486" class="fnanchor">[486]</a>. “Le gustaba más hacer el bien -que parecer hacerlo”<a id="FNanchor_487" href="#Footnote_487" class="fnanchor">[487]</a>. Por un rasgo de exquisita delicadeza, -pensaba sobre todo en las jóvenes pobres y procuraba -darles ocultamente pequeñas dotes para que pudieran -casarse o entrar en un convento.</p> - -<p>“Procura, pues, conocer a un burgués necesitado que tenga -una hija por casarse o para entrar al convento”; le escribe -a su sobrino, y agrega: “hablo de los que están necesitados -y se avergüenzan de mendigar. Dales el dinero -que te mando, pero en secreto, y de tal manera que no te -dejes engañar”<a id="FNanchor_488" href="#Footnote_488" class="fnanchor">[488]</a>.</p> - -<p>Y en otra ocasión:</p> - -<p>“Infórmame si conoces algún otro noble burgués muy necesitado, -y sobre todo si tiene hijas en su casa; me sería -muy agradable hacerle algún beneficio por la salud de mi -alma”<a id="FNanchor_489" href="#Footnote_489" class="fnanchor">[489]</a>.</p> - - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_455" href="#FNanchor_455" class="label">[455]</a> <em>Poesías</em>, CX.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_456" href="#FNanchor_456" class="label">[456]</a> “Los pollos y el señor gallo triunfan, le escribe Angiolini en 1553, -durante una de sus ausencias; pero los gatos están desolados por no -veros, aunque no les falta comida”. </p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_457" href="#FNanchor_457" class="label">[457]</a> Carta de Riccio a Roberto di Filippo Strozzi, (julio 21 de 1544).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_458" href="#FNanchor_458" class="label">[458]</a> Carta a Lionardo su sobrino (1547).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_459" href="#FNanchor_459" class="label">[459]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 64. Miguel Ángel supone aquí un diálogo del poeta -con un proscrito florentino. Es posible que haya escrito esta poesía -después del asesinato de Alejandro de Médicis por Lorenzino, en 1536. -(Se publicó por primera vez en 1543, con música de Giacomo Arcadelt).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_460" href="#FNanchor_460" class="label">[460]</a> Entre sus criados anoto a título de curiosidad a un francés, Richard, -<em>Riccardo franzese</em>. (Junio 18 de 1552. Ricordi, página 606).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_461" href="#FNanchor_461" class="label">[461]</a> “Yo querría, escribe a Lionardo, una criada que fuera buena y -limpia; pero es muy difícil, porque todas son sucias y perdidas. (<em>Son -tutte puttane e porche.</em>) Les doy diez julios al mes. Vivo pobremente, -pero pago bien”. (<em>Cartas</em>, agosto 16 de 1550).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_462" href="#FNanchor_462" class="label">[462]</a> <em>La mia scura tomba...</em> (<em>Poesías</em>, LXXXI).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_463" href="#FNanchor_463" class="label">[463]</a> <em>Dov’è Aragn’ e mill’opre et lavoranti.</em> -</p> - -<p> -<em>E fan di lor filando fusaiuolo.</em> (<em>Ibid.</em>)</p></div><br /> -<br /> -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_464" href="#FNanchor_464" class="label">[464]</a> Sobre el ataúd estaba este epitafio:</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p><em>Io dico a voi, ch’al mondo avete dato<br /> -L’anima e 'l corpo e lo spirito 'nsieme:<br /> -In questa cassa oscura è 'l vostro lato.</em></p> -</div> -</div> - - -<p class="p1 indent5">“Yo os digo, a vosotros, que habéis dado al mundo<br /> -el alma, el cuerpo y el espíritu a la vez:<br /> -en esta caja obscura tendréis todo”.</p> - -<p class="p1 indent5">(<em>Ibid.</em>, CXXXVII).</p> -</div> - - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_465" href="#FNanchor_465" class="label">[465]</a> “Era muy sobrio. Cuando joven se contentaba con un poco de pan -y vino para poder consagrarse enteramente al trabajo. En su vejez, -desde la época en que hizo el <em>Juicio Final</em>, se acostumbró a beber un -poco, pero únicamente por las tardes, cuando había terminado su trabajo, -y de la manera más moderada. Aunque fuera rico vivía como un -pobre. Nunca o muy rara vez comía algún amigo con él; no quería -aceptar obsequios de nadie, porque se creía así obligado para siempre -con el donante. Su sobriedad fué causa de que siempre fuera muy despierto -y tuviera poca necesidad de sueño”. (Vasari).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_466" href="#FNanchor_466" class="label">[466]</a> Vasari, observando que no usaba cera, sino candelas de sebo de -cabra, le mandó cuarenta libras. El servidor de Miguel Ángel se las llevó, -pero Miguel Ángel rehusó aceptarlas. El servidor dijo: “Amo, tengo -los brazos deshechos por haberlas traído y no quisiera volvérmelas a -llevar. Si no las queréis, voy a plantarlas en el lodazal seco que está -frente a la casa y las encenderé todas”. Entonces Miguel Ángel replicó: -“Déjalas pues allí, porque no quiero que hagas locuras ante mi puerta”. -(Vasari).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_467" href="#FNanchor_467" class="label">[467]</a> Véase Apéndice, XXIII. (<em>Poesías</em>, LXXVIII). Frey fija para -esta poesía la fecha aproximada de 1546, en la época del <em>Juicio Final</em> -y de la Capilla Paulina. Grimm cree que sea un poco posterior, hacia -1554. Otro soneto sobre la noche—<em>Poesías</em>, LXXVII—es de la más -grande belleza poética, pero más literario y algo amanerado.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_468" href="#FNanchor_468" class="label">[468]</a> <em>Non nasce in me pensiero che non vi sia dentro sculpita la morte.</em> -(<em>Cartas</em>, junio 22 de 1555)</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_469" href="#FNanchor_469" class="label">[469]</a> Véase Apéndice, XXIV. (<em>Poesías</em>, CIX, 32).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_470" href="#FNanchor_470" class="label">[470]</a> Apéndice, XXV. (<em>Poesías</em>, CIX, 34).</p></div> - - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_471" href="#FNanchor_471" class="label">[471]</a> Carta a Vasari, con esta fecha: “No se qué día de abril de -1554”. (<em>A di non so quanti d’aprile 1554).</em></p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_472" href="#FNanchor_472" class="label">[472]</a> Siempre había prestado muy poca atención a la naturaleza, a -pesar de los años que pasó fuera de las ciudades, en Carrara o en Seravezza. -El paisaje tiene ínfimo lugar en su obra; se reduce a algunas -indicaciones abreviadas, casi esquemáticas, en los frescos de la Sixtina. -En esto, Miguel Ángel se aleja de sus contemporáneos, de Rafael, del -Ticiano, del Perugino, de Francia, de Leonardo. Despreciaba los paisajes -de los artistas flamencos, entonces muy a la moda: “Grupos—decía,—paredes, -campos muy verdes sombreados con árboles, ríos y gentes, y -muchas figuras por aquí y por allá, eso es lo que se llama paisajes”.—<em>Diálogos</em> -de Francisco de Holanda.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_473" href="#FNanchor_473" class="label">[473]</a> <em>Cartas</em>, diciembre 28 de 1556.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_474" href="#FNanchor_474" class="label">[474]</a> Quiero hablar de la larga poesía, no terminada, de 115 versos -que comienzan así:</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p><em>Nuovo piacere e di magiore stima<br /> -Veder l’ardite capre sopr’un sasso<br /> -Montar, pasciendo or questa or quella cima...</em></p> -</div> -</div> - -<p class="p1 indent5">“Es un nuevo placer y siempre más estimado<br /> -ver las cabras atrevidas sobre una roca pastando,<br /> -ya en ésta o en aquella cima”.</p> - -<p class="indent5">(<em>Poesías</em>, CLXIII, págs. 249-253 de Frey).</p> - -<p class="p1">Acepto aquí la interpretación de Frey, que señala para esta poesía -la fecha de octubre a diciembre de 1556. Thode es de otra opinión, y -la atribuye a la juventud de Miguel Ángel, pero no da a mi juicio ninguna -razón suficiente.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_475" href="#FNanchor_475" class="label">[475]</a> En 1548, disuadiendo a su sobrino Lionardo de hacer una peregrinación -a Loreto, le aconsejaba gastar más bien el dinero en limosnas, -“porque si llevas tu dinero a los sacerdotes, ¡Dios sabe lo que harán!” -(Abril 7 de 1548). Sebastián del Piombo iba a pintar un monje en San -Pedro in Montorio; Miguel Ángel piensa que aquel monje echará todo -a perder y dice: “Los monjes han perdido al mundo que es muy grande; -no sería sorprendente que perdieran una capillita”. En la época en que -Miguel Ángel trataba de casar a su sobrino, fué a verlo una devota, le -dijo un sermón, lo exhortó a la piedad y le ofreció para Lionardo una -muchacha piadosa y de buenos principios. “Yo le respondí, escribe -Miguel Ángel, que haría mejor ocupándose de tejer y de hilar, que -rondando así alrededor de la gente, comerciando con las cosas santas”. -(<em>Cartas</em>, julio 19 de 1549). -</p> - -<p>Escribió poesías ásperas de un sentimiento savonarolista contra -los sacrilegios y las simonías de Roma. Por ejemplo, el soneto: -</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p><em>Qua si fa elmj di chalicj e spade,<br /> -E’l sangue di Christo si vend’a giumelle...</em></p> -</div> -</div> - -<p class="p1 indent5">“Ahí se hacen con los cálices espadas y yelmos, y<br /> -la sangre de Cristo se vende a dos manos...”.</p> - -<p class="p1 indent5">(<em>Poesías</em>, X, por el año de 1512).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_476" href="#FNanchor_476" class="label">[476]</a> Carta a Buonarroto respeto a una enfermedad de su padre. -(Noviembre 23 de 1516). Carta a Lionardo, refiriéndose a la muerte de -Giovan Simone. (Enero de 1548). “Me sería agradable saber si se ha -confesado y si ha recibido bien los Sacramentos. Si supiera que es así -sufriría menos”. </p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_477" href="#FNanchor_477" class="label">[477]</a> “<em>Più credo agli orazioni che alle medicine</em>”. (Cartas a Lionardo, -abril 25 de 1549).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_478" href="#FNanchor_478" class="label">[478]</a> “En el año del Señor de 1513, el primer año del Pontificado de -León X, Miguel Ángel que se encontraba entonces en Roma—y creo, -si no me equivoco que era en Otoño—una noche, al aire libre, en un jardín -de su casa, oraba y levantó los ojos al cielo. De repente vió un meteoro -maravilloso, un signo triangular con tres rayos: uno, que iba -hacia el Este, brillante y liso como una hoja de espada pulida y al fin -terminaba en un gancho; el otro color de rubí azul rojizo, que se extendía -sobre Roma; y el otro color de fuego, retorcido y de tal longitud -que llegaba hasta Florencia. Cuando Miguel Ángel vió este signo divino -fué a su casa a buscar un papel, pluma y colores y dibujó la aparición; -y cuando hubo terminado, la señal desapareció”. (Fray Benedetto: -<em>Vulnera diligentis</em>, tercera parte. Mss. Riccardianus 2985. Citado por -Thode, según Villari).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_479" href="#FNanchor_479" class="label">[479]</a> Henry Thode.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_480" href="#FNanchor_480" class="label">[480]</a> Cuando Leone Leoni, en 1560, grabó una medalla con la efigie -de Miguel Ángel, éste mandó dibujar en el anverso un ciego conducido -por un perro, con esta inscripción: <em>Docebo iniquos vias tuas et impii ad -te convertentur.</em> (Vasari).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_481" href="#FNanchor_481" class="label">[481]</a> <em>Crucifijo</em>, <em>Entierro de Cristo</em>, <em>Descendimiento de la Cruz</em>, <em>Pietà</em>.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_482" href="#FNanchor_482" class="label">[482]</a> Apéndice, XXVI. (<em>Poesías</em>, CXLVII). Este soneto, que Frey -juzga con razón como el más hermoso de todos los de Miguel Ángel, es -de 1555-1556. Muchas otras poesías expresan con menor belleza de -forma, pero no con menos emoción y fe, un sentimiento análogo. Véase -Apéndice XXVII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_483" href="#FNanchor_483" class="label">[483]</a> Estos rumores eran puestos en circulación por el Aretino y por -Bandinelli. El Embajador del duque de Urbino contaba a quien quería -oírlo, en 1542, que Miguel Ángel se había hecho inmensamente rico -prestando con usura el dinero que había recibido de Julio II, para el -monumento que no había ejecutado. Miguel Ángel había dado pretexto -hasta cierto punto, para esas acusaciones, por la dureza que mostró -algunas veces en sus negocios (por ejemplo, con el viejo Signorelli, a -quien persiguió en 1518, por un préstamo hecho en 1513) y por una -rapacidad instintiva de campesino avaro que existía en él al mismo -tiempo que una generosidad natural; pero esto era, por decirlo así, un -gesto maquinal y hereditario. En realidad era de una extremada negligencia -en sus negocios y no llevaba nunca cuentas. No sabía lo que tenía -y daba a manos llenas. Su familia no dejó de aprovecharse de su capital.</p> - -<p>Hacía obsequios regios a sus amigos y a sus servidores. La mayor -parte de sus obras fueron regaladas y no vendidas; trabajó gratuitamente -en San Pedro. Nadie condenó tan severamente como él el amor -al dinero. “La avidez de lucro es un gran pecado”, escribió a su hermano -Buonarroto. Vasari protesta con indignación contra las calumnias -de los enemigos de Miguel Ángel, recuerda todo lo que su maestro ha -dado: a Tommaso dei Cavalieri, a Bindo Altoviti, a Sebastián del -Piombo, a Gherardo Perini, dibujos inestimables; a Antonio Mini, la -<em>Leda</em> con todos los esbozos y los modelos; a Bartolommeo Bettini una -admirable <em>Venus con Cupido que la besa</em>; al marqués del Vasto, un <em>Noli -me tangere</em>; a Roberto Strozzi, los <em>Dos Esclavos</em>; a su servidor Antonio -el <em>Descendimiento de la Cruz</em>, etc. “Yo no sé cómo, concluye, se puede -tratar de avaro al hombre que prodigaba tales obras, que valían miles -de escudos”.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_484" href="#FNanchor_484" class="label">[484]</a> Cartas a Giovan Simone (1533); y a Lionardo Buonarroti, -(noviembre de 1540).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_485" href="#FNanchor_485" class="label">[485]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_486" href="#FNanchor_486" class="label">[486]</a> “Me parece que descuidas demasiado la caridad”, escribió a -Lionardo en 1547.</p> - -<p>“Me escribes que quieres dar a esa mujer cuatro escudos de oro por -el amor de Dios, y eso me gusta”. (Agosto de 1547). -</p> - -<p>“Procura dar donde hay verdadera necesidad y no por amistad sino -por amor de Dios. No digas de dónde viene el dinero”. (Marzo 29 de 1549). -</p> - -<p>“No tienes que hacer ninguna mención de mí”. (Septiembre de 1547). -“Me sería más agradable que consagres a limosnas por el amor de -Dios, el dinero que gastas en regalos para mí; porque creo que hay -mucha miseria entre vosotros”. (1558). -</p> - -<p>“Viejo como soy, querría hacer algunos bienes con limosnas, porque -no puedo ni sé hacer el bien de otra manera”. (Julio 18 de 1561).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_487" href="#FNanchor_487" class="label">[487]</a> Condivi.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_488" href="#FNanchor_488" class="label">[488]</a> Carta a Lionardo. (Agosto de 1547).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_489" href="#FNanchor_489" class="label">[489]</a> <em>Ibid.</em> (Diciembre 20 de 1550). También se informa de uno de -los Cerretani, que tiene una hija para entrar al convento. (Marzo 29 de -1549). Su sobrina Cecca intercede con él para una pobre muchacha -que entra al convento y él envía con todo gusto la suma que le pide. -(A Lionardo, mayo 31 de 1556). “Casarse con una joven pobre, decía en -alguna parte, es también una manera de dar limosna”. </p></div></div> -</div> - - -<div class="chapter"> -<p class="half-page">EPÍLOGO</p> -</div> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_245"></a>[Pg 245]</span></p> -<div class="figcenter illowp61" id="p245ilo" style="max-width: 17.875em;"> - <img class="w100" src="images/p245ilo.jpg" alt="p245ilo" /> -</div> -</div> - - - -<h2 class="nobreak">LA MUERTE</h2> - - -<div class="blockquot"> -<p>...<em>Et l’osteria<br /> -È morte</em><a id="FNanchor_490" href="#Footnote_490" class="fnanchor">[490]</a>...</p> -</div> - - -<p>La muerte, tan deseada y tan lenta para llegar, -<em>c’a miseri la morte è pigra e tardi...</em><a id="FNanchor_491" href="#Footnote_491" class="fnanchor">[491]</a> -llegó al fin.</p> - - -<p>A pesar de su constitución que mantuvo con el rigor -monástico de su vida, no lo habían perdonado las enfermedades. -Jamás sanó enteramente de las fiebres per<span class="pagenum"><a id="Page_246"></a>[Pg 246]</span>niciosas -de 1544 y 1546; el mal de piedra<a id="FNanchor_492" href="#Footnote_492" class="fnanchor">[492]</a>, la gota<a id="FNanchor_493" href="#Footnote_493" class="fnanchor">[493]</a>, y -sufrimientos de toda clase, acabaron de arruinarlo. En -una poesía tristemente burlesca, de sus últimos años, pinta -su cuerpo miserable roído por las enfermedades:</p> - -<p>“Vivo solo y miserable encerrado como la médula dentro -de la corteza del árbol... Mi voz es como una avispa en -un saco de piel y de huesos. Mis dientes parecen las teclas -de un instrumento de música. Mi cara parece un espantajo... -Mis oídos no dejan de zumbar; en una oreja una -araña teje su tela y en la otra un grillo canta toda la noche... -Mi catarro anhelante no me deja dormir. El arte que me -dió la gloria me ha conducido a este fin. ...Soy un pobre -viejo próximo a deshacerse si la muerte no llega pronto... -Las fatigas me han descuartizado, desgarrado y roto, y la -hostería que me espera es la muerte”<a id="FNanchor_494" href="#Footnote_494" class="fnanchor">[494]</a>.</p> - -<p>“Mi querido messer Giorgio, escribía a Vasari en junio -de 1555, conoceréis por mi escritura que he llegado a la hora -vigésimacuarta...”<a id="FNanchor_495" href="#Footnote_495" class="fnanchor">[495]</a>.</p> - -<p>Vasari, que fué a verlo en la primavera de 1560, lo encontró -muy debilitado. Apenas salía, casi no dormía y todo -hacía presumir que no viviría por más tiempo. Al hacerse -más débil se hacía más tierno y lloraba fácilmente.</p> - -<p>“He ido a ver a Miguel Ángel. No esperaba mi visita -y se ha emocionado tanto como un padre que vuelve a ver -a su hijo perdido. Me ha echado sus brazos alrededor del -cuello y me ha besado mil veces, llorando dulcemente”. -(<em>Lacrymando per dolcezza</em>)<a id="FNanchor_496" href="#Footnote_496" class="fnanchor">[496]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_247"></a>[Pg 247]</span></p> - -<p>No había perdido nada sin embargo de su lucidez de espíritu -y de su energía. En esta misma visita que cuenta -Vasari, habló largamente con él de diversos asuntos artísticos; -le dió consejos para sus trabajos y lo acompañó a caballo -a San Pedro<a id="FNanchor_497" href="#Footnote_497" class="fnanchor">[497]</a>.</p> - -<p>En el mes de agosto de 1561, tuvo un ataque. Había -trabajado tres horas seguidas con los pies desnudos, cuando -sintió súbitos dolores y cayó con convulsiones. Su servidor -Antonio lo encontró sin conocimiento. Cavalieri, Bandini -y Calcagni, acudieron. Cuando llegaron, Miguel Ángel -había vuelto en sí. Algunos días después volvió a salir a -caballo y a trabajar en los dibujos de la <em>porta Pia</em><a id="FNanchor_498" href="#Footnote_498" class="fnanchor">[498]</a>.</p> - -<p>El intratable anciano no admitía bajo ningún pretexto -que se ocuparan de él. Era un tormento continuo para sus -amigos saber que estaba solo, con peligro de un nuevo ataque, -con criados negligentes y poco escrupulosos.</p> - -<p>El heredero Lionardo había recibido antes tan ásperas -demostraciones, cuando había querido ir a Roma por enterarse -de la salud de su tío, que no se atrevía a presentarse. -En julio de 1563, le mandó preguntar por conducto de -Daniel de Volterra si le sería agradable verlo; y para prevenir -las sospechas que su viaje hubiera podido inspirar al -espíritu desconfiado de Miguel Ángel, le mandó agregar -que sus negocios iban bien, que era rico y que no tenía -necesidad de nada. El malicioso viejo le mandó responder -que puesto que era así, él se complacía y daría a los pobres -sus escasos bienes.</p> - -<p>Un mes más tarde, Lionardo, poco satisfecho por la respuesta, -volvió a la carga y le mandó expresar las inquietudes -que sentía respecto a su salud y a las personas que lo -rodeaban. Entonces Miguel Ángel le contestó con una -carta furibunda, que demuestra la sorprendente vitalidad -<span class="pagenum"><a id="Page_248"></a>[Pg 248]</span>de este hombre a los ochenta y ocho años, seis meses antes -de su muerte:</p> - -<p>“Veo por tu carta que concedes crédito a ciertos pillos -envidiosos, que porque no pueden robarme ni hacer de mí -lo que quieren, escriben un montón de mentiras. Todos -ellos son unos bellacos, y tú eres tan tonto que los crees, en -lo que se refiere a mis negocios, como si yo fuera un niño. -Mándalos a pasear; son gentes que no dan más que disgustos, -que sólo son envidiosos y que viven como truhanes.</p> - -<p>“Me escribes que sufro por la servidumbre, y yo te digo -que en lo que concierne al servicio no podría estar servido -más fielmente ni mejor tratado en todos sentidos. En cuanto -a los temores de robo que indicas, te digo que las gentes -que están en mi casa son tales que me permiten vivir en paz -y tener confianza en ellos. Así pues, piensa en ti mismo y -no pienses en mis asuntos; porque yo sé defenderme en -caso de necesidad; no soy un niño. Deseo que estés bien”<a id="FNanchor_499" href="#Footnote_499" class="fnanchor">[499]</a>.</p> - -<p>Lionardo no era el único que se inquietaba por la herencia. -Toda Italia era la heredera de Miguel Ángel, sobre -todo el duque de Toscana y el Papa, a quienes importaba -no perder los dibujos y los planos relativos a la construcción -de San Lorenzo y de San Pedro. En junio de 1563, por instigación -de Vasari, el duque Cosme encargó a su Embajador -Averardo Serristori, gestionara secretamente con el Papa -que en vista del debilitamiento físico de Miguel Ángel se -ejerciera una vigilancia atenta sobre sus criados y sobre -todos los que frecuentaban su casa. En caso de muerte -súbita se debía formar inmediatamente inventario de todos -sus bienes: dibujos, cartones, papeles, dinero, y vigilar para -que nada se perdiera en el primer desorden. A este efecto -se tomaron precauciones. Es inútil decir que se procuró -cuidadosamente que Miguel Ángel no supiera nada<a id="FNanchor_500" href="#Footnote_500" class="fnanchor">[500]</a>. -Estas precauciones no fueron inútiles. La hora había -llegado.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_249"></a>[Pg 249]</span></p> - -<p>La última carta de Miguel Ángel es del 28 de diciembre -de 1563. Desde hacía un año no escribía él mismo, sino que -dictaba y firmaba; Daniel de Volterra llevaba la correspondencia.</p> - -<p>No dejaba de trabajar. El 12 de febrero de 1564 pasó -todo el día de pie trabajando en la <em>Pietà</em><a id="FNanchor_501" href="#Footnote_501" class="fnanchor">[501]</a>. El 14 tuvo -fiebre. Tiberio Calcagni fué avisado, acudió, y no lo encontró -en su casa. A pesar de la lluvia había salido a pasearse -a pie en la Campagna. Cuando volvió, Calcagni le dijo que -aquello no era razonable, que no debió haber salido con -semejante tiempo.</p> - -<p>“¡Qué quieres!, respondió Miguel Ángel, estoy enfermo -y no puedo encontrar reposo en ninguna parte”.</p> - -<p>Su palabra incierta, sus miradas y el color de su rostro, -inquietaron mucho a Calcagni. “El fin no vendrá inmediatamente, -escribió desde luego a Lionardo; pero temo que -no esté muy lejano”<a id="FNanchor_502" href="#Footnote_502" class="fnanchor">[502]</a>. El mismo día, Miguel Ángel -mandó suplicar a Daniel de Volterra que fuera a su casa y -se quedara cerca de él. Daniel mandó al médico Federigo -Donati; y el 15 de febrero escribió a Lionardo, a petición -de Miguel Ángel, que podía ir a verlo, “pero tomando todas -las precauciones porque los caminos estaban muy malos”<a id="FNanchor_503" href="#Footnote_503" class="fnanchor">[503]</a>.</p> - -<p>Y agrega: “acabo de dejarlo un poco después de las ocho -en plena posesión de sus facultades y con el espíritu tranquilo, -pero agotado por un sopor tenaz. Se sentía tan incómodo, -que esta tarde entre tres y cuatro, trató de salir a caballo -como tenía costumbre de hacerlo cuando hacía buen -tiempo. El tiempo frío y la debilidad de su cabeza y de sus -piernas se lo impidieron. Tuvo que regresar y prefirió sentarse -en un sillón cerca de la chimenea en vez de acostarse -en su cama”.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_250"></a>[Pg 250]</span></p> - -<p>Junto a él estaba el fiel Cavalieri.</p> - -<p>Sólo consintió en quedarse en el lecho hasta la antevíspera -de su muerte. Dictó su testamento, en plena conciencia, -en medio de sus amigos y sus servidores.</p> - -<p>Ofreció “su alma a Dios y su cuerpo a la tierra”. Pidió -volver a su querida Florencia aunque fuera muerto.</p> - -<p>Y después pasó</p> - - -<p class="center"><em>da l’orribil procella in dolce calma</em>,</p> - - -<p>“de la horrible tempestad a la dulce calma”<a id="FNanchor_504" href="#Footnote_504" class="fnanchor">[504]</a>.</p> - -<p>Fué un viernes de febrero como a las cinco de la tarde<a id="FNanchor_505" href="#Footnote_505" class="fnanchor">[505]</a>. -El día terminaba... “último día de su vida y el primero -en el reino de la paz”<a id="FNanchor_506" href="#Footnote_506" class="fnanchor">[506]</a>.</p> - -<p>Al fin descansaba. Había alcanzado el objeto de sus -deseos, había salido del tiempo.</p> - - -<p class="p1 center"><em>Beata l’alma, ove non corre tempo!</em><a id="FNanchor_507" href="#Footnote_507" class="fnanchor">[507]</a>.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_251"></a>[Pg 251]</span></p> -</div> - -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_490" href="#FNanchor_490" class="label">[490]</a> <em>Poesías</em>, LXXXI.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_491" href="#FNanchor_491" class="label">[491]</a> “Porque para los desgraciados la muerte es perezosa”. (<em>Poesías</em>, -LXXIII, 30).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_492" href="#FNanchor_492" class="label">[492]</a> En marzo de 1549, le recomendaron las aguas de Viterbo, que le -probaron bien. (Cartas a Lionardo). Volvió a sufrir de la piedra en julio -de 1559.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_493" href="#FNanchor_493" class="label">[493]</a> En julio de 1555.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_494" href="#FNanchor_494" class="label">[494]</a> Traducción libre. Véase Apéndice, XXVIII, (<em>Poesías</em>, LXXXI).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_495" href="#FNanchor_495" class="label">[495]</a> Carta a Vasari, junio 22 de 1555. “No solamente estoy muy viejo, -escribía a Vasari en 1549, sino que me encuentro entre los muertos”. -(<em>Non solo son vecchio, ma quasi nel numero de’ morti</em>).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_496" href="#FNanchor_496" class="label">[496]</a> Carta de Vasari a Cosme de Médicis, abril 8 de 1560.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_497" href="#FNanchor_497" class="label">[497]</a> Tenía ochenta y cinco años.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_498" href="#FNanchor_498" class="label">[498]</a> Entonces fué cuando se acordó del contrato celebrado sesenta -años antes con los herederos de Pío III, para el altar Piccolomini, de -Siena, y quiso ejecutarlo.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_499" href="#FNanchor_499" class="label">[499]</a> Carta a Lionardo, en agosto 21 de 1563.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_500" href="#FNanchor_500" class="label">[500]</a> Vasari.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_501" href="#FNanchor_501" class="label">[501]</a> Se trata de la <em>Pietà</em> no terminada del Palacio Rondanini. (Carta -de Daniel de Volterra, a Lionardo, junio 11 de 1564).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_502" href="#FNanchor_502" class="label">[502]</a> Carta de Tiberio Calcagni a Lionardo. (Febrero 14 de 1564).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_503" href="#FNanchor_503" class="label">[503]</a> Carta de Daniel de Volterra a Vasari. (Marzo 17 de 1564).</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_504" href="#FNanchor_504" class="label">[504]</a> <em>Poesías</em>, CLII.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_505" href="#FNanchor_505" class="label">[505]</a> El viernes 18 de febrero de 1564. Tommaso dei Cavalieri, Daniel -de Volterra, Diomede Leoni, los dos médicos Federigo Donati y Gherardo -Fidelissimi, y el servidor Antonio del Franzese asistían a su muerte. -Lionardo no llegó a Roma más que tres días después.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_506" href="#FNanchor_506" class="label">[506]</a></p> - -<p><em>De giorni mie... L’ultimo, primo in più tranquilla corte...</em> (<em>Poesías</em>, CIX, 41).</p> -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_507" href="#FNanchor_507" class="label">[507]</a> “Feliz el alma para la cual el tiempo ya no corre”. (<em>Poesías</em>, LIX).</p> -</div></div> - - - - -<div class="chapter"> -<p class="p6 center big2">Tal fué esta vida de divino dolor.</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> -<p class="p1 big2 p6b"><em>Foss’io pur lui! c’a tal fortuna nato,<br /> -Per l’aspro esilio suo con la virtute<br /> -Dare’ del mondo il più felice stato!</em><a id="FNanchor_508" href="#Footnote_508" class="fnanchor">[508]</a>.</p> -</div> -</div> -</div> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_252"></a>[Pg 252]</span></p> -</div> - -<p class="p1">Al terminar esta historia trágica me siento atormentado -por un escrúpulo. Me pregunto si queriendo dar a los que -sufren compañeros de dolor que los sostengan, no he hecho -más que agregar el dolor de éstos al dolor de aquéllos. ¿He -debido acaso como tantos otros no mostrar más que lo -heroico de los héroes, ocultando con un velo el abismo de -tristeza que hay en ellos?</p> - -<p>¡No! ¡La verdad! Yo no he prometido a mis amigos la -felicidad a costa de la mentira, la felicidad a pesar de todo, -a cualquier precio.</p> - -<p>Yo les he prometido la verdad aunque sea a costa de la -felicidad, la verdad viril que cincela las almas eternas.</p> - -<p>El aliento de la verdad es duro, pero al mismo tiempo es -límpido; bañemos en él nuestros corazones anémicos.</p> - -<p>Las grandes almas son como altas cimas. El viento las -azota, las nubes las envuelven; pero ahí se respira mejor y -con más fuerza que en otras partes. El aire tiene ahí una -pureza que lava las manchas de los corazones; y cuando las -nubes se retiran, desde ahí se domina al género humano.</p> - -<p>Así fué esta montaña colosal que se elevaba por encima -de la Italia del Renacimiento, y cuyo perfil atormentado -vemos a lo lejos perderse en el cielo.</p> - -<p>Yo no pretendo que la mayoría de los hombres puedan -vivir en estas alturas. Pero que un día por año suban en -peregrinación; ahí renovarán el aliento de sus pulmones y -la sangre de sus venas.</p> - -<p>Allá arriba se sentirán más cerca del Eterno. Y después -volverán a bajar hacia la llanura de la vida con el corazón -templado para el combate diario.</p> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em;"> R<small>OMAIN</small> R<small>OLLAND</small> </p> - - - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_508" href="#FNanchor_508" class="label">[508]</a> <em>Poesías</em>, CIX, 37.</p></div></div> - -</div> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_253"></a>[Pg 253]</span></p> -</div> - -<div class="figcenter illowp100" id="p253ilo" style="max-width: 34.375em;"> - <img class="w100" src="images/p253ilo.jpg" alt="p253ilo" /> -</div> - - - - - -<h2 class="nobreak">APÉNDICE<br /> -POESÍAS DE MIGUEL ÁNGEL</h2> - -<p class="p1 center big1">I</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_133">133</a></p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Signor, se vero è alcun proverbio antico,<br /> -Questo è ben quel, che chi può mai non vuole.<br /> -Tu hai creduto a favole e parole<br /> -E premiato chi è del ver nimico.<br /> -I’sono e fui già tuo buon servo antico,<br /> -A te son dato come i raggi al sole,<br /> -E del mio tempo non ti incresce o dole,<br /> -E men ti piaccio, se più m’affatico.<br /> -Già sperai ascender per la tua altezza,<br /> -E’l giusto peso e la potente spada<br /> -Fosse al bisogno e non la voce d’eco.<br /> -Ma’l cielo è quel c’ogni virtù disprezza<br /> -Locarla al mondo, se vuol c’altri vada<br /> -A prender frutto d’un arbor ch’è secco.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, Ed. de Frey, III)</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_254"></a>[Pg 254]</span></p> - - -<p class="p1 center big1">II</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_146">146</a></p> - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">L’ho già fatto un gozzo in questo stento,<br /> -Come fa l’acqua a’ gatti in Lombardia<br /> -Ovver d’altro paese che si sia,<br /> -C’a forza 'l ventre appicca sotto 'l mento.<br /> -La barba al cielo, e la memoria sento<br /> -In sullo scrigno, e’l petto fo d’arpia,<br /> -E 'l pennel sopra 'l viso tuttavia<br /> -Mel fa, gocciando, un ricco pavimento.<br /> -E’lombi entrati mi son nella peccia,<br /> -E fo del cul per contrappeso groppa,<br /> -E’passi senza gli occhi muovo invano.<br /> -Dinanzi mi s’allunga la corteccia,<br /> -E per piegarsi addietro si raggroppa,<br /> -E tendomi com’archo soriano.<br /> -Peró fallace e strano<br /> -Sorge il giudizio che la mente porta,<br /> -Che mal si tra’ per cerbottana torta.<br /> -La mia pittura morta<br /> -Difendi orma’, Giovanni, e’l mio onore,<br /> -Non sendo in loco bon, né io pittore.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, IX)</p> - - - -<p class="p1 center big1">III</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_147">147</a></p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Grato e felice, c’a tuo’ feroci mali<br /> -Istare e vincer mi fu già concesso;<br /> -Or lasso, il petto vo bagnando spesso<br /> -Contra mie voglie, e so quante tu vali.<br /> -E se i dannosi e preteriti strali<br /> -Al segno del mio cor non fur ma’presso,<br /> -<span class="pagenum"><a id="Page_255"></a>[Pg 255]</span> -Or puoi a colpi vendicar te stesso<br /> -Di que’ begli occhi, e sien tutti mortali.<br /> -Da quanti lacci ancor, da quante rete<br /> -Vago uccelletto per maligna sorte<br /> -Campa molti anni per morire po’ peggio,<br /> -Tal di me, Donne, amor, come vedete,<br /> -Per darmi in questa età più crudel morte,<br /> -Campato m’ha gran tempo, come veggio.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, II)</p> - - - -<p class="p1 center big1">IV</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_148">148</a></p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Quanto si gode, lieta e ben contesta<br /> -Di fior, sopra crin d’or d’una grillanda,<br /> -Che l’altro innanzi l’uno all’altro manda,<br /> -Come che’l primo sia a baciar la testa!<br /> -Contenta é tutto il giorno quella vesta<br /> -Che serra’l petto, e poi par che si spanda,<br /> -E quel c’oro filato si domanda<br /> -Le guance e ’l collo di toccar non resta.<br /> -Ma più lieto quel nastro par che goda,<br /> -Dorato in punta, con sí fatte tempre,<br /> -Che preme e tocca il petto che’ gli allaccia.<br /> -E la schietta cintura, che s’annoda,<br /> -Mi par dir seco: qui vo’stringier sempre!<br /> -Or che farebbon dunque le mie braccia?</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, VII)</p> - - - -<p class="p1 center big1">V</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_149">149</a></p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1"><span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> -<span class="pagenum"><a id="Page_256"></a>[Pg 256]</span> -Quando un dì sto, che veder non ti posso,<br /> -Non posso trovar pace in luogo ignuno;<br /> -Se po’ ti veggo, mi s’appicca addosso,<br /> -Come suole il mangiar far al digiuno.<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -Com’altri il ventre di votar si muore,<br /> -Ch’è più 'l conforto, po’che pri’ è 'l dolore.<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -S’avien che la mi rida pure un poco<br /> -O mi saluti in mezzo della via,<br /> -Mi levo come polvere dal foco<br /> -O di bombarda o d’altra artiglieria.<br /> -Se mi domanda, subito m’affioco,<br /> -Perdo la voce e la riposta mia,<br /> -E subito s’arrende il gran desio,<br /> -E la speranza cede al poter mio.<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -Tu m’entrasti per gli occhi, ond’ io mi spargo,<br /> -Come grappol d’agresto in un’ ampolla,<br /> -Che doppo 'l collo cresce, ov’ è più largo.<br /> -Così l’immagin tua, che fuor m’immolla,<br /> -Dentro per gli occhi cresce, ond’io m’allargo,<br /> -Come pelle ove gonfia la midolla.<br /> -Entrando in me per sì stretto viaggio,<br /> -Che tu mai n’esca, ardir creder non aggio.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XXXVI)</p> - - - -<p class="p1 center big1">VI</p> - -<p class="center">Véase página 149, <a href="#Footnote_225">nota 2</a></p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Com’arò dunque ardire<br /> -Senza vo’ ma’, mio ben, tenermi’n vita,<br /> -S’io non posso al partir chiedervi aita?<br /> -Que’ singulti e que’ pianti e que’ sospiri,<br /> -Che’l miser core voi accompagnorno,<br /> -Madonna, duramente dimostrorno<br /> -La mia propinqua morte e’ miei martiri.<span class="pagenum"><a id="Page_257"></a>[Pg 257]</span><br /> -Ma se ver è, che per assenza mai<br /> -Mia fedel servitù vada in obblio,<br /> -Il cor lasso con voi, che non è mio.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XI)</p> - - - -<p class="p1 center big1">VII</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_173">173</a></p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Per molti, Donna, anzi per mille amanti,<br /> -Creata fosti, e d’angelica forma;<br /> -Or par che’l ciel si dorma,<br /> -S’un sol s’appropria quel ch’è dato a tanti.<br /> -Ritorna a’ nostri pianti<br /> -Il bel degli occhi tuo’, che par che schivi<br /> -Chi del suo dono in tal miseria é nato.<br /> -Dei! non turbate i vostri desir santi:<br /> -Che chi di me par che vi spogli e privi,<br /> -Col gran timor non gode il gran peccato;<br /> -Che degli amanti é men felice stato<br /> -Quello, ove’l gran desir gran copia affrena,<br /> -C’una miseria di speranza piena.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX, 48)</p> - - - -<p class="p1 center big1">VIII</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_174">174</a></p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">S’alcun se stesso al mondo ancider lice,<br /> -Po’ che per morte al ciel tornar si crede,<br /> -Sarie ben giusto a chi con tanta fede<br /> -Vive servendo miser’ e 'nfelice.<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span></p> -</div> -</div> - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XXXVIII)</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_258"></a>[Pg 258]</span></p> - - -<p class="p1 center big1">IX</p> - -<p class="p1 center big1">Véase página <a href="#Page_177">177</a></p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1"><span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -Or che nostra miseria il ciel ti tolle,<br /> -Increscati di me, che morto vivo.<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -Tu se’ del morir morto e fatto divo,<br /> -Né tem’or più cangiar vita né voglia,<br /> -Che quasi senza invidia non lo scrivo.<br /> -Fortuna e 'l tempo dentro a vostra soglia<br /> -Non tenta trapassar, per cui s’adduce<br /> -Fra no’ dubbia letizia e certa doglia.<br /> -Nube non è che scuri vostra luce,<br /> -L’ore distinte a voi non fanno forza,<br /> -Caso o necessità non vi conduce.<br /> -Vostro splendor per notte non s’ammorza,<br /> -Né cresce ma’ per giorno, benché chiaro.<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -Nel tuo morire el mio morire imparo,<br /> -Padre mio caro...<br /> -Non è, com’alcun crede, morte il peggio<br /> -A chi l’ultimo dì trascende al primo,<br /> -Per grazia, eterno appresso al divin seggio;<br /> -Dove, Die gratia, ti prossumo e stimo,<br /> -E spero di veder, se 'l freddo core<br /> -Mie ragion tragge dal terrestre limo.<br /> -E se tra 'l padre e 'l figlio ottimo amore<br /> -Cresce nel ciel, crescendo ogni virtute.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LVIII)</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_259"></a>[Pg 259]</span></p> - - -<p class="p1 center big1">X</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_178">178</a></p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Oilmè oilmè ch’i’ son tradito<br /> -Da’ giorni mie’ fugaci e dallo specchio,<br /> -Che 'l ver dice a ciascun, che fiso’l guarda!<br /> -Così n’avvien, chi troppo al fin ritarda,<br /> -Com’ho fatt’io, che 'l tempo m’è fuggito,<br /> -Si trova come me’n un giorno vecchio.<br /> -Né mi posso pentir, né m’apparecchio,<br /> -Né mi consiglio con la morte appresso.<br /> -Nemico di me stesso,<br /> -Inutilmente i pianti e’ sospir verso,<br /> -Che non è danno pari al tempo perso.<br /> -Oilmè, oilmè, pur reiterando<br /> -Vo 'l mio passato tempo, e non ritrovo<br /> -In tutto un giorno che sia stato mio!<br /> -Le fallaci speranze e’l van desio,<br /> -Piangendo, amando, ardendo e sospirando<br /> -(C’affetto alcun mortal non mi è più nuovo)<br /> -M’hanno tenuto, ond’il conosco e provo:<br /> -Lontan certo dal vero,<br /> -Or con periglio pero;<br /> -Che 'l breve tempo m’ è venuto manco,<br /> -Né sarie ancor, se s’allungassi stanco.<br /> -I’vo lasso, oilmè, né so ben dove;<br /> -Anzi temo, ch’il veggio, e 'l tempo andato<br /> -Me 'l mostra, né mi val che gli occhi chiuda.<br /> -Or che 'l tempo la scorza cangia e muda,<br /> -La morte e l’alma insieme ognor fan pruove,<br /> -La prima e la seconda, del mio stato.<br /> -E s’io non sono errato,<span class="pagenum"><a id="Page_260"></a>[Pg 260]</span><br /> -(Che Dio 'l voglia ch’io sia!)<br /> -L’etterna pena mia<br /> -Nel mal libero inteso oprato vero<br /> -Veggio, Signor, né so quel ch’io mi spero.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XLIX)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XII</p> - -<p class="center">Véase página 184, <a href="#Footnote_319">nota 1</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Oltre qui fu, dove 'l mie amor mi tolse,<br /> -Sua mercè, il core e vie più là la vita.<br /> -Qui co’ begli occhi mi promisse aita<br /> -E co’ medesmi qui tor me la volse.<br /> -Quinci oltre mi legò, quivi mi sciolse.<br /> -Per me qui piansi, e con doglia infinita<br /> -Da questo sasso vidi far partita<br /> -Colui c’a me mi tolse e non mi volse.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XXXV)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XIII</p> - -<p class="center">Véase página 184, <a href="#Footnote_320">nota 2</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Per sempre a morte, e prima a voi fu’ dato<br /> -Sol per un’ora, e con diletto tanto<br /> -Porta’ bellezza, e po’ lasciai tal pianto,<br /> -Che 'l me’ sarebbe non esser ma’ nato<a id="FNanchor_509" href="#Footnote_509" class="fnanchor">[509]</a>.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(LXXIII, 29)</p> - - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">S’i’ fu’ già vivo, tu sol, pietra, il sai,<br /> -Che qui mi serri, e s’alcun mi ricorda,<br /> -<span class="pagenum"><a id="Page_261"></a>[Pg 261]</span> -Gli par sognar: sì morte è presta e 'ngorda,<br /> -Che quel ch’è stato non par fusse mai<a id="FNanchor_510" href="#Footnote_510" class="fnanchor">[510]</a>.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(LXXIII, 22)</p> - - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Chi qui morto mi piange, indarno spera,<br /> -Bagnando l’ossa e 'l mio sepolcro, tutto<br /> -Ritornarmi com’arbor secco al frutto;<br /> -C’uom morto non risurge a primavera<a id="FNanchor_511" href="#Footnote_511" class="fnanchor">[511]</a>.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(LXXIII, 21)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XIV</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_187">187</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Veggio co’ be’ vostr’occhi un dolce lume,<br /> -Che co’ miei ciechi già veder non posso;<br /> -Porto co’ vostri piedi un pondo addosso,<br /> -Che de’ mie zoppi non è lor costume.<br /> -Volo con le vostr’ale e senza piume;<br /> -Col vostro ingegno al ciel sempre son mosso;<br /> -Dal vostro arbitrio son pallido e rosso;<br /> -Freddo al sol, caldo alle più fredde brume.<br /> -Nel voler vostro è sol la voglia mia,<br /> -I miei pensier nel vostro cor si fanno,<br /> -Nel vostro fiato son le mie parole.<br /> -Come luna da sé sol par ch’io sia;<br /> -Che gli occhi nostri in ciel veder non sanno,<br /> -Se non quel tanto che n’accende il sole.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX, 19)</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_262"></a>[Pg 262]</span></p> -<p class="p1 center big1">XV</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_188">188</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">S’un casto amor, s’una pietà superna,<br /> -S’una fortuna infra due amanti eguale,<br /> -S’un’aspra sorte all’un dell’altro cale,<br /> -S’un spirto, s’un voler due cor governa;<br /> -S’un’anima in due corpi è fatta eterna,<br /> -Ambo levando al cielo e con pari ale;<br /> -S’amor d’un colpo e d’un dorato strale<br /> -Le viscer di due petti arda e discerna;<br /> -S’amar l’un l’altro, e nessun se medesmo,<br /> -D’un gusto e d’un diletto, a tal mercede,<br /> -C’a un fin voglia l’uno e l’altro porre;<br /> -Se mille e mille non sarien centesmo<br /> -A tal nodo d’amore, a tanta fede,<br /> -E sol l’isdegnio il può rompere e sciorre?</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XLIV)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XVI</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_189">189</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">S’i’amo sol di te, Signor mio caro,<br /> -Quel che di te più ami, non ti sdegni,<br /> -Che l’un dell’altro spirto s’innamora.<br /> -Quel che nel tuo bel volto bramo e’mparo,<br /> -E mal compres’ è dagl’umani ingegni,<br /> -Chi 'l vuol saper, convien che prima mora.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, XLV)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XVII</p> - -<p class="center">Véase página 189, <a href="#Footnote_339">nota 5</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1"><span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -<span class="pagenum"><a id="Page_263"></a>[Pg 263]</span> -O fusse sol la míe l’irsuta pelle,<br /> -Che del suo pel contesta, fa tal gonna,<br /> -Che con ventura stringe sì bel seno,<br /> -Ch’ i’ l’are’ pure il giorno; o le pianelle,<br /> -Che fanno a quel di lor basa e colonna,<br /> -Ch’ i’ pur né porterei due nev’ almeno.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LXVI)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XVIII</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_201">201</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Felice spirto, che con zelo ardente,<br /> -Vecchio alla morte, in vita il mio cor tieni,<br /> -E fra mill’ altri tuo’ diletti e beni<br /> -Me sol saluti fra più nobil gente;<br /> -Come mi fusti agli occhi, or alla mente,<br /> -Per l’altru’fiate, a consolar mi vieni:<br /> -Onde la speme il duol par che raffreni,<br /> -Che non men che 'l disio l’anima sente.<br /> -Dunque trovando in te chi per me parla,<br /> -Grazia di te per me fra tante cure,<br /> -Tal grazia né ringrazia chi ti scrive.<br /> -Che sconcia e grande usur saria a farla,<br /> -Donandoti turpissime pitture<br /> -Per riaver persone belle e vive.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LXXXVIII)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XIX</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_202">202-203</a>.</p> - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Se 'l mio rozzo martello i duri sassi<br /> -Forma d’uman aspetto or questo or quello,<br /> -Dal ministro, che’l guida iscorge e tiello,<br /> -Prendendo il moto va con gli altrui passi.<br /> -Ma quel divin, che in cielo alberga e stassi,<br /> -Altri, e sé più, col proprio andar fa bello;<span class="pagenum"><a id="Page_264"></a>[Pg 264]</span><br /> -E se nessun martel senza martello<br /> -Si può far, da quel vivo ogni altro fassi.<br /> -E perchè 'l colpo è di valor più pieno<br /> -Quant’ alza più se stesso alla fucina,<br /> -Sopra 'l mio, questo al ciel n’è gito a volo.<br /> -Onde a me non finito verrà meno,<br /> -S’or non gli dà la fabbrica divina<br /> -Aiuto a farlo, c’al mondo era solo.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CI)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XX</p> - -<p class="center">Véase página<a href="#Page_203"> 203</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Quand’ el ministro de’ sospir mie tanti<br /> -Al mondo, agli occhi mei, a se si tolse,<br /> -Natura, che fra noi degnar lo volse,<br /> -Restò in vergogna, e chi lo vide in pianti.<br /> -Ma non come degli altri oggi si vanti<br /> -Del sol del sol, c’allor ci spense e tolse,<br /> -Morte, c’amor ne vinse, e farlo il tolse<br /> -In terra vivo e 'n ciel fra gli altri santi.<br /> -Così credette morte iniqua e rea<br /> -Finir il suon delle virtute sparte,<br /> -E l’alma, che men bella esser potea.<br /> -Contrari effetti, alluminan le carte<br /> -Di vita più che in vita non solea,<br /> -E morto a’l ciel, c’allor non avea parte.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, C)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XXI</p> - -<p class="center">Véase página 204, en <a href="#Footnote_368">nota</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1"><span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -Amor, perché perdoni,<br /> -Tua somma cortesia<span class="pagenum"><a id="Page_265"></a>[Pg 265]</span><br /> -Sie di beltà qui tolta<br /> -A chi gusta e desia<br /> -E data a gente stolta?<br /> -Deh! falla un 'altra volta<br /> -Pietosa dentro e sì brutta di fori,<br /> -C’a me dispiaccia, e di me s’innamori.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX, 63)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XXII</p> - -<p class="center">Véase página 216-217, <a href="#Footnote_406">nota 5</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Che fia di me? che vo’tu far di nuovo<br /> -D’un arso legno e d’un afflitto core?<br /> -Dimmelo un poco, Amore,<br /> -Acciò ch’ io sappi in che stato io mi truovo.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CX)</p> - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Amor...<br /> -D’un vecchio stanco oma’puo’goder poco;<br /> -Che l’alma, quasi giunta al’ altra riva,<br /> -Fa scudo a’tuo’di più pietosi strali;<br /> -E d’un legn’arso fa vil prova il foco.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CXIX)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XXIII</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_237">237</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">O nott’, o dolce tempo, benché nero,<br /> -Con pace ong’ opra sempre’al fin assalta.<br /> -Ben ved’ e ben intende chi t’esalta,<br /> -E chi t’ onor, ha l’intellet’ intero.<br /> -Tu mozzi e tronchi ogni stanco pensiero,<br /> -Che l’umid’ ombra e ogni quiet' appalta,<br /> -E dall’ infima parte alla più alta<br /> -<span class="pagenum"><a id="Page_266"></a>[Pg 266]</span> -In sogno spesso porti, ov’ire spero.<br /> -O ombra del morir, per cui si ferma<br /> -Ogni miseri’, a l’alma, al cor nemica,<br /> -Ultimo delli afflitti e buon rimedio;<br /> -Tu rendi sana nostra carn’inferma,<br /> -Rasciug’ i pianti, e posi ogni fatica,<br /> -E furi a chi ben vive ogn’ ir’ e tedio.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LXXVIII)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XXIV</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_238">238</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Mentre che 'l mio passato m’ è presente,<br /> -Sí come ogni or mi viene,<br /> -O mondo falso, allor conosco bene<br /> -L’errore e’l danno dell’umana gente;<br /> -Quel cor, c’alfin consente<br /> -A tuo’lusingi e a tuo’van diletti,<br /> -Procaccia all’alma dolorosi guai:<br /> -Ben lo sa chi lo sente,<br /> -Come spesso prometti<br /> -Altrui la pace e 'l ben che tu non hai,<br /> -Né debbi aver già mai.<br /> -Dunque ha men grazia chi più qua soggiorna;<br /> -Che chi men vive, più lieve al ciel torna.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX, 32)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XXV</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_238">238</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Condotto da molt’ anni all’ultim’ore,<br /> -Tardi conosco, o mondo, i tuo’diletti:<br /> -La pace, che non hai, altrui prometti,<br /> -E quel riposo c’anzi al nascer muore.<br /> -La vergogna e 'l timore<span class="pagenum"><a id="Page_267"></a>[Pg 267]</span><br /> -Degli anni, c’or prescrive<br /> -Il ciel, non mi rinnova<br /> -Che 'l vecchio e dolce errore,<br /> -Nel qual chi troppo vive<br /> -L’anima ancide, e nulla al corpo giova.<br /> -Il dico, e so per prova<br /> -Di me, che 'n ciel quel solo ha miglior sorte,<br /> -Ch’ebbe al suo parto più presso la morte.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CIX 34)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XXVI</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_242">242</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw25"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Giunto è già 'l corso della vita mia,<br /> -Con tempestoso mar per fragil barca,<br /> -Al comun porto, ov’a render si varca<br /> -Conto e ragion d’ogni opra trista e pia.<br /> -Onde l’affettuosa fantasia,<br /> -Che l’arte mi fece idol’ e monarca,<br /> -Conosco or ben, com’era d’error carca,<br /> -E quel c’a mal suo grado ogn’ uom desia.<br /> -Gli amorosi pensier, già vani e lieti,<br /> -Che fien’ or, s’a due morti m’avvicino?<br /> -D’una so 'l certo, e l’altra mi minaccia.<br /> -Né pinger né scolpir fie più che quieti<br /> -L’anima volta a quell’Amor divino<br /> -C’aperse, a prender noi, 'n croce le braccia.</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CXLVII)</p> - - - -<p class="p1 center big1">XXVII</p> - -<p class="center">Véase página 242, <a href="#Footnote_482">nota 2</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Scarco d’un’ importuna e greve salma,<br /> -Signor mio caro, e dal mondo disciolto,<span class="pagenum"><a id="Page_268"></a>[Pg 268]</span><br /> -Qual fragil legno, a te stanco rivolto<br /> -Da l’orribil procella in dolce calma<a id="FNanchor_512" href="#Footnote_512" class="fnanchor">[512]</a>...</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CLII)</p> - - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Di giorno in giorno, insin da mie prim’ anni,<br /> -Signor, soccorso tu mi fusti e guida<a id="FNanchor_513" href="#Footnote_513" class="fnanchor">[513]</a>...</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CXLIX)</p> - - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Le favole del mondo m’hanno tolto<br /> -Il tempo dato a contemplare Iddio.<br /> -<br /> -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> -<br /> -Ammezzami la strada c’al ciel sale,<br /> -Signor mie caro...<br /> -Mettimi in odio quanto 'l mondo vale,<br /> -E quante suo bellezze onoro e colo,<br /> -C’anzi morte caparri eterna vita<a id="FNanchor_514" href="#Footnote_514" class="fnanchor">[514]</a>.</p> -</div> -</div> - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CL)</p> - - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Carico d’anni e di peccati pieno<a id="FNanchor_515" href="#Footnote_515" class="fnanchor">[515]</a>...</p> -</div> -</div> - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CLV)</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">Di morte certo, ma non già dell’ora<a id="FNanchor_516" href="#Footnote_516" class="fnanchor">[516]</a>...</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, CLVII).</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_269"></a>[Pg 269]</span></p> - -<p class="p1 center big1">XXVIII</p> - -<p class="center">Véase página <a href="#Page_246">246</a>.</p> - - -<div class="poetry-container pw20"> -<div class="poetry"> - -<p class="p1">I’sto rinchiuso come la midolla<br /> -Da la sua scorza, qua pover’e solo.<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -Io teng’un calabron’in un orciuolo,<br /> -In un sacco di cuoio ossa e capresti,<br /> -Tre pillole di pec’in un bocciuolo<a id="FNanchor_517" href="#Footnote_517" class="fnanchor">[517]</a>.<br /> -Gl’occhi di biffa macinat’ e pesti,<br /> -I denti come tasti di stormento,<br /> -C’al moto lor, la voce suon’e resti.<br /> -La faccia mia ha forma di spavento;<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -Mi cova in un orecchio un ragnatelo,<br /> -Ne l’altro canta un grillo tutta notte;<br /> -Né dormo e russo al catarroso anelo.<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -L’arte pregiata, ov’alcun tempo fui<br /> -Di tant’opinion, mi rec’a questo;<br /> -Povero, vecchio e serv’in forz’altrui;<br /> -Ch’i’ son disfatto, s’i’non muoio presto.<br /> - -<span style="padding-left: 3em;">......................................</span><br /> - -Dilombato, crepat’, infrant’e rotto<br /> -Son già per le fatich’, e l’osteria<br /> -È morte...</p> -</div> -</div> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em; ">(Poesías, LXXXI)</p> - - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_509" href="#FNanchor_509" class="label">[509]</a> Yo que os he sido dado solamente por una hora, me he dado -para siempre a la muerte. Mientras más ha encantado mi belleza, más -lágrimas ha causado: hubiera sido mejor no haber nacido.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_510" href="#FNanchor_510" class="label">[510]</a> Si alguna vez viví, sólo tú lo sabes, piedra que aquí me guardas. -Y si alguno se acuerda de mí, le parecerá soñar; tan rápida es la muerte, -que al que ha sido, le parece como si nunca hubiera sido.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_511" href="#FNanchor_511" class="label">[511]</a> El que me llora muerto, espera en vano que al bañar mis huesos -y mi tumba, refloreceré como árbol seco y sin frutos; el hombre muerto -no renace en primavera.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_512" href="#FNanchor_512" class="label">[512]</a> Libre de un pesado e importuno despojo, oh mi querido Señor, -y desprendido del mundo, como una barca frágil vuelvo a ti, cansado -de la horrible tempestad a la dulce calma...</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_513" href="#FNanchor_513" class="label">[513]</a> Día por día, desde mis primeros años, Señor, fuiste mi guiador -y mi auxilio...</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_514" href="#FNanchor_514" class="label">[514]</a> Las quimeras mundanas me robaron el tiempo, que se me había -dado para contemplar a Dios... -</p> - -<p>Mi querido Señor, redúceme a la mitad el camino que sube al cielo, -hazme odiar todo lo que vale en el mundo, y todas sus bellezas a las -cuales honro y sirvo, para ganar con la muerte la vida eterna.</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_515" href="#FNanchor_515" class="label">[515]</a> Cargado de años y lleno de pecados...</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_516" href="#FNanchor_516" class="label">[516]</a> Seguro de la muerte, pero no de su hora...</p></div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_517" href="#FNanchor_517" class="label">[517]</a> Alusión al mal de piedra del cual sufría. “Tre pietre nelle vesica”, -según la explicación de Frey.</p></div></div> - -</div> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_270"></a>[Pg 270]</span></p> -<h2 class="nobreak">BIBLIOGRAFÍA</h2> -</div> - -<h3>I.—ESCRITOS DE MIGUEL ÁNGEL</h3> - - - -<p class="p1 center big1">A.—P<small>OESÍAS</small>.</p> - -<p><em>Rime di Michelagnolo Buonarroti, raccolte da Michelagnolo -suo nipote</em>, Giunti, Florencia, 1623.</p> - -<p>(Primera edición—defectuosa—del conjunto de las poesías -de Miguel Ángel, hecha por su sobrino nieto Miguel -Ángel el joven).</p> - -<p><em>Le Rime di M. A. B. cavate dagli autografi, e pubblicate -da Cesare Guasti</em>, Florencia, 1863.</p> - -<p>(Primera edición de las poesías que tiene carácter verdaderamente -histórico).</p> - -<p><em>Die Dichtungen des Michelagniolo Buonarroti, herausgegeben -und mit kritischem Apparate versehen von Dr. Carl -Frey, Professor der neueren Kunstgeschichte an der Universitaet -Berlin—mit einer Portraetradierung von Albert Krüger, -und einer Heliographie nach Francesco da Hollanda</em>,—G. -Grote’sche Verlagsbuchhandlung, Berlín, 1897.</p> - -<p>(Edición modelo, única exacta y completa, con un admirable -comentario filológico e histórico, una selección de -poesías dirigidas a Miguel Ángel, un cuadro cronológico, -extractos de cartas relativas a las poesías y un índice alfabético).</p> - - -<p class="p1 center big1">B.—C<small>ARTAS</small>.</p> - -<p><em>Le Lettere di Michel Angelo Buonarroti, pubblicate col -Ricordi ed i Contratti artistici per cura di Gaetano Milanesi</em>, -Le Monnier, Florencia, 1875.</p> - - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_271"></a>[Pg 271]</span></p> - -<h3>II.—OBRAS RELATIVAS A LA VIDA DE MIGUEL ÁNGEL</h3> - - -<p class="p1 center big1">A.—D<small>OCUMENTOS</small> C<small>ONTEMPORÁNEOS</small>.</p> - -<p>Giorgio Vasari. <em>Vite degli architetti, pittori e scultori</em>, -1550 (primera edición); 1568 (segunda edición).</p> - -<p>Ascanio Condivi. <em>Vita di Michel Angelo Buonarroti</em>, Antonio -Blado, Roma, 1553.</p> - -<p>Francisco da Hollanda. <em>Cuatro conversaciones sobre la -Pintura, tenidas en Roma, en 1538-1539</em>, arregladas en 1548 -y publicadas por Joaquim de Vasconcellos, traducción francesa -en las <em>Artes en Portugal</em>, por el conde A. Raczynski, -Renouard, París, 1846.</p> - -<p>Donato Giannotti. <em>Dialoghi de’ giorni che Dante consumò -nel cercare l’Inferno e 'l Purgatorio</em>, compuestos en 1545. -Primera edición, 1859, Florencia.</p> - -<p>Paolo Giovio. <em>Michaelis Angeli Vita</em>, publicada primero -por Tiraboschi; <em>Storia della lett. Ital.</em>, tomo IX, 1781, -Módena.</p> - -<p>Benvenuto Cellini. <em>La Vita</em>, escrita entre 1559 y 1562. -Primera edición, 1728, Nápoles.</p> - -<p>Benedetto Varchi. <em>Due Lezzioni</em>, Florencia, 1549.</p> - -<p>Benedetto Varchi. <em>Orazione funerale recitata nelle esequie -di Michel Angelo Buonarroti</em>, Giunti, Florencia, 1564.</p> - -<p>Francesco Berni. <em>Opere burlesche</em>, Giunti, Florencia, 1548.</p> - -<p>Los Corresponsales de Miguel Ángel: I. Sebastiano del -Piombo, texto italiano publicado por primera vez por Gaetano -Milanesi, con traducción francesa de A. le Pileur, librería -de <em>El Arte</em>, París, 1890.</p> - -<p><em>Sammlung ausgewaehlter Biographien Vasaris, herausgegeben -von Carl Frey</em>, Tomo II. <em>Le Vite di M. A. B.</em> (Edición -crítica de todas las biografías de Miguel Ángel, compuestas -por sus contemporáneos).</p> - -<p>Giovanni Gaye. <em>Carteggio inedito d’artisti dei secoli</em> -XIV, XV, XVI, Florencia, 1840.</p> - -<p>Daelli. <em>Carte Michelangiolesche inedite</em>, Milán, 1865.</p> - -<p><em>Sammlung ausgewaehlter Briefe an M. A. B., herausgegeben -von</em> Cari Frey, Berlín, 1899.</p> - - -<p class="p1 center big1">B.—O<small>BRAS</small> M<small>ODERNAS</small>.</p> - -<p>Richard Duppa. <em>The Life and literary works of M. A. B.</em>, -Londres, 1806, 1807.</p> - -<p>Quatremère de Quincy. <em>Historia de la vida y las obras -de M. A. B.</em>, París, 1835.</p> - -<p>Hermann Grimm. <em>Das Leben Michelangelos</em>; primera -edición, 1860, Hanover, séptima y última, 1900 (con ilustraciones).</p> - -<p>Aurelio Gotti. <em>Vita di M. A. B.</em>, Florencia, 1875.</p> - -<p><em>La obra y la vida de Miguel Ángel, dibujante, escultor, -pintor, arquitecto y poeta</em>, por Charles Blanc, E. Guillaume, -Paul Mantz, Charles Garnier, Méziéres, A. de Montaiglon, -G. Duplessis y Louis Gonse, París, Gazette des -Beaux-Arts, 1876.</p> - -<p>C. Heath Wilson. <em>Life and works of M. B.</em>, Londres, 1876.</p> - -<p>Anton Springer. <em>Raffael und Michelangelo</em>, 1878, Leipzig.</p> - -<p>Ludwig von Scheffler. <em>Michelangelo, eine Renaissance -Studie</em>, 1892, Altenburg.</p> - -<p>John Addington Symonds. <em>The Sonnets of M. A. B. -and T. Campanella</em>, Londres, 1878.</p> - -<p>John Addington Symonds. <em>The Life of M. A. B.</em>, Londres, -1893.</p> - -<p>Carl Just. <em>Michelangelo</em>, 1900, Leipzig.</p> - -<p>Corrado Ricci. <em>Michelangelo</em>, 1901, Florencia.</p> - -<p>Ernst Steinmann. <em>Die Sixtinische Kapelle</em>, 1905, Bruckmann, -Munich, tomo II (para la iconografía de Miguel -Ángel y de Vittoria Colonna).</p> - -<p>Dr. Paul Garnault. <em>Los retratos de Miguel Ángel</em>, 1913, -París (Fontemoing).</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_272"></a>[Pg 272]</span></p> - -<p>Henry Thode. <em>Michelangelo und das Ende der Renaissance</em>, -tomo I. Grote, Berlín, 1902; tomo II, ibid, 1903. (Esta -obra considerable, todavía no terminada, es el ensayo más -importante que se haya hecho de un estudio psicológico -de Miguel Ángel y de su tiempo. Es de lamentarse en esta -obra, además de una obsesión wagneriana desagradable y -un poco exagerada, el abuso de las categorías abstractas -y de las divisiones escolásticas, que obscurecen el tema en -lugar de aclararlo, y que aumentan el desorden de la composición, -demasiado compacta. La he aprovechado con -abundancia, así como las admirables ediciones y estudios -de Carl Frey).</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_273"></a>[Pg 273]</span></p> - -<h3>III. VITTORIA COLONNA.</h3> - -<p><em>Rime</em>, primera edición, 1538, Parma; segunda edición, -1539; <em>con giunta di XVI Sonetti Spirituali</em>, 1539; <em>con -giunta di XXIV Sonetti Spirituali, e Trionfo della Croce</em>, -1544, Venecia; numerosas ediciones del siglo XVI.</p> - -<p><em>Carteggio</em>, publicado por Erm. Ferrero et Gius. Müller, -Torchi, Turín, 1892. (Recopilación de las cartas de, o a -Vittoria Colonna, y de los documentos relativos a su vida, -entre otras de la <em>Vita di V. C.</em> por Filonico Alicarnasseo).</p> - -<p><em>Lettere inedite</em>, edición Salza, Florencia, 1898.</p> - -<p><em>Il codice delle rime di V. C. appartenente a Margherita -regina di Navarra</em>, scoperto ed illustrato da D. Tordi, Pistoia, -1900.</p> - -<p>Henry Roscoe.—<em>V. C., her Life and poems</em>, Londres, 1868.</p> - -<p>Giuseppe Campori.—<em>V. C. (Atti e Memorie delle R. R. -Deputazioni di Storia Patria per le prov. dell’Emilia)</em>, tomo -III, Módena, 1878.</p> - -<p>Alfred de Reumont. <em>Vittoria Colonna</em>, Friburgo, 1881; -traducción italiana por Müller y Ferrero, 1892, Turín.</p> - -<p>Alessandro Luzio. <em>Vittoria Colonna (Riv. Storica Mantovana)</em>, -tomo I, Mantua, 1885.</p> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_274"></a>[Pg 274]<br /><a id="Page_275"></a>[Pg 275]</span></p> -<p class="half-page">VIDA DE TOLSTOI</p> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_276"></a>[Pg 276]</span></p> - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_277"></a>[Pg 277]</span></p> - -<div class="figcenter illowp81" id="p277ilo" style="max-width: 23.875em;"> - <img class="w100" src="images/p277ilo.jpg" alt="" /> -</div> -</div> - - -<h2 class="nobreak">LA LUZ QUE ACABA DE EXTINGUIRSE</h2> - - -<p class="p1">La luz que acaba de extinguirse ha sido, para quienes -pertenecen a mi generación, la más pura que haya -irradiado sobre nuestra juventud; porque en el -sombrío crepúsculo del siglo XIX que termina, fué la estrella -consoladora cuya mirada atraía y tranquilizaba -nuestras almas de adolescentes. Entre todos aquéllos (que -son muchos en Francia), para quienes Tolstoi fué más -que un artista amado, un amigo, el mejor—y para muchos -el único y verdadero amigo en todo el arte europeo—quiero -rendir a su memoria sagrada un tributo de gratitud -y amor.</p> - -<p>Los días en que yo aprendí a conocerlo no se borrarán -nunca de mi memoria. Fué en 1886. Después de algunos -años de muda germinación, las flores maravillosas del arte<span class="pagenum"><a id="Page_278"></a>[Pg 278]</span> -ruso acababan de abrirse sobre la tierra de Francia. Las -traducciones de Tolstoi y Dostoievski se publicaban a la -vez en todas las casas editoriales, con febril apresuramiento. -De 1885 a 1887 fueron editadas en París <em>La Guerra y la -Paz</em>, <em>Ana Karenina</em>, <em>Infancia y Adolescencia</em>, <em>Polikushka</em>, -<em>La Muerte de Iván Ilich</em>, los cuentos del Cáucaso -y los cuentos populares. En unos cuantos meses, en unas -cuantas semanas, se descubría ante nuestros ojos toda la -obra de una gran vida, en la cual se reflejaba un pueblo, -un mundo nuevo.</p> - -<p>Acababa yo de entrar a la Escuela Normal. Éramos, -mis camaradas y yo, muy distintos los unos de los otros. -En nuestro pequeño grupo, en el cual se encontraban reunidos -espíritus realistas e irónicos, como el filósofo Georges -Dumas; poetas que se abrasaban en amor al Renacimiento -italiano, como Suarés; fieles a la tradición clásica, stendhalianos -y wagnerianos, ateos y místicos, se suscitaban -frecuentes discusiones y había muchos puntos de desacuerdo. -Mas durante algunos meses el amor a Tolstoi nos unió -casi a todos. Indudablemente que cada uno de nosotros -lo amaba por distintas razones; porque cada uno se reconocía -a sí mismo en su obra, y porque para todos era una -puerta que se abría sobre el inmenso universo, una revelación -de la vida. En torno nuestro, en el seno de nuestras -familias, en nuestras provincias, la gran voz que venía de -los confines de Europa despertaba las mismas simpatías, -algunas veces inesperadas. Me acuerdo de mi sorpresa una -vez que escuché a unos burgueses, en mi Nivernais, a quienes -no interesaba el arte y no leían casi nada, hablar de la -muerte de Iván Ilich con una concentrada emoción.</p> - -<p>He leído en críticos eminentes la tesis que sustenta que -Tolstoi debía lo mejor de sus ideas a nuestros escritores -románticos, a Jorge Sand, a Víctor Hugo. Sin discutir la -inverosimilitud que habría en hablar de una influencia de -Jorge Sand sobre Tolstoi, que no la podría sufrir, y sin -negar el influjo mucho más real que sobre él han tenido<span class="pagenum"><a id="Page_279"></a>[Pg 279]</span> -J. J. Rousseau y Stendhal, sería dudar de la grandeza de -Tolstoi y del poder de su fascinación sobre nosotros, si -lo atribuyésemos sólo a sus ideas. El círculo de ideas dentro -del cual se mueve el arte es de los más limitados. La -fuerza del arte no está en las ideas, sino en la expresión -que les da, en el acento personal, en el sello del artista, -en el aroma de su vida.</p> - -<p>Fuesen o no prestadas las ideas de Tolstoi (y esto lo -veremos en seguida), jamás una voz semejante a la suya -había resonado antes en Europa. ¿Cómo explicarnos, de -otra suerte, el estremecimiento de emoción que experimentamos -entonces, al escuchar esta música del alma, que -esperábamos desde hacía largo tiempo y de la cual tanta -necesidad teníamos? No entraba para nada la moda en -nuestros sentimientos. La mayor parte de nosotros, como -yo, no conocimos el libro de Eugène-Melchior de Vogüé -sobre la <em>Novela Rusa</em>, sino después de haber leído a Tolstoi; -y la admiración de Vogüé nos ha parecido demasiado -pálida junto a la nuestra, porque él juzgaba, sobre todo, -desde el punto de vista del literato. Mas para nosotros, -poco era admirar la obra: la vivíamos, era nuestra. -Nuestra por su pasión ardiente de la vida, por su juventud -de corazón; nuestra por su desencanto irónico, por su -clarividencia despiadada y su familiaridad con la muerte; -nuestra por los ensueños de amor fraternal y de paz entre -los hombres; nuestra por su requisitoria terrible contra -las mentiras de la civilización. Y por su realismo, y por su -misticismo. Por su vívido aliento de Naturaleza, por su sentido -de las fuerzas invisibles y por su vértigo de lo infinito.</p> - -<p>Estos libros han sido para un gran número de nosotros -lo que fué “Werther” para los de su tiempo: el espejo -enigmático de nuestro poder de amor y de nuestras debilidades, -de nuestras esperanzas, de nuestros terrores y -nuestros desalientos. No nos preocupábamos por poner en -acuerdo todas estas contradicciones, ni menos por hacer -entrar esta alma múltiple—en la cual resonaba el universo—<span class="pagenum"><a id="Page_280"></a>[Pg 280]</span>dentro -de las estrechas categorías religiosas o políticas, -como lo hacen la mayor parte de quienes en estos últimos -tiempos han hablado de Tolstoi, incapaces de apartarse -de las luchas de los partidos, trayéndolo al cauce de sus -propias pasiones, a los límites de sus banderías socialistas -o clericales. ¡Como si nuestras banderías pudieran ser la -medida de un genio! ¡Y qué me importa a mí que Tolstoi -sea o no de mi partido! ¿Me ha preocupado acaso -cuáles fueron los partidos de Dante y Shakespeare, para -respirar su soplo de vida y beber su luz?</p> - -<p>No digamos con estos críticos de ahora: “Hay dos Tolstoi, -el de antes de la crisis y el de después de la crisis; el -uno es bueno y el otro no lo es”. Para nosotros no ha habido -más que uno, y lo hemos amado todo entero, porque -sentimos por instinto que en almas como la suya todo cabe -y todo se une.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Lo que nuestro instinto sentía, sin explicarlo, a nuestra -razón toca comprobarlo ahora. Esto es posible hoy -que esta larga vida, llegada a su término, se ofrece -ante todos los ojos, sin velos, con un candor y una sinceridad -únicos. Nos sorprende inmediatamente apreciar hasta -qué punto permaneció siempre la misma, del principio -al fin, a despecho de las barreras que se ha querido levantar -contra ella, de trecho en trecho, y a despecho del -mismo Tolstoi, quien como todo hombre apasionado, se -inclinaba a creer cuando amaba, cuando creía, que amaba -y creía por la vez primera y que de ahí databa el principio -de su vida. Principiar, volver a principiar. ¡Cuántas veces -la misma crisis, las mismas luchas, se produjeron en él! No -se podría hablar de la unidad de su pensamiento (no tuvo -nunca esta unidad), pero sí de la persistencia en sus ideas -de los mismos elementos diversos, ora unidos, ora contra<span class="pagenum"><a id="Page_281"></a>[Pg 281]</span>rios, -contrarios más a menudo. La unidad no está en el -espíritu ni en el corazón de Tolstoi, está en el combate -de sus pasiones dentro de sí mismo; está en la tragedia de -su arte y de su vida.</p> - -<p>Arte y vida están unidos. Nunca ha habido una obra -más íntimamente ligada a la vida; casi tiene constantemente -un carácter autobiográfico. Desde la edad de 25 -años podemos seguir a Tolstoi, paso a paso, en las experiencias -contradictorias de su carrera llena de aventuras. -Su <em>Diario</em>, comenzado antes de los 20 años y continuado -hasta su muerte,<a id="FNanchor_518" href="#Footnote_518" class="fnanchor">[518]</a> y las noticias suministradas por él a -M. Birukov<a id="FNanchor_519" href="#Footnote_519" class="fnanchor">[519]</a>, completan este conocimiento y no sólo -permiten leer casi día por día en la conciencia de Tolstoi, -sino también hacen revivir el mundo en el cual arraigó -su genio y las almas de las cuales se nutrió su alma.</p> - -<p>Una rica herencia: la de una doble raza (los Tolstoi y -los Volkonski) muy antigua y muy noble, que se vanagloriaba -de remontar hasta Rurik y contaba en sus anales a -compañeros de Pedro el Grande, a generales de la guerra -de Siete Años, héroes de las luchas napoleónicas, “decembristas” -y deportados políticos. A sus recuerdos de familia -debió Tolstoi algunos de los tipos más originales de “<em>La -Guerra y la Paz</em>”, como el viejo príncipe Volkonski, su -abuelo materno, representante rezagado de la aristocracia -de los tiempos de Catarina II, volteriano y despótico; -el príncipe Nicolás Gregorevitch Volkonski, un primo -hermano de su madre, herido en Austerlitz y recogido del -<span class="pagenum"><a id="Page_282"></a>[Pg 282]</span>campo de batalla bajo la mirada de Napoleón, como el -príncipe Andrés; su padre, que tenía algunos rasgos de -Nicolás de Rostov;<a id="FNanchor_520" href="#Footnote_520" class="fnanchor">[520]</a> su madre, la princesa María, la -fea dulcísima de ojos bellos, cuya bondad ilumina las páginas -de “<em>La Guerra y la Paz</em>”.</p> - -<p>No conoció a sus padres. Las narraciones encantadoras -de “<em>Infancia y Adolescencia</em>”, tienen, como es bien sabido, -poco de realidad. Su madre murió cuando él no tenía aún -dos años; y no pudo por lo tanto recordar el rostro amable -que el pequeño Nicolás Irteniev evoca al través de un velo -de lágrimas, el rostro de sonrisa luminosa, que derramaba -en torno suyo la alegría...</p> - -<p><em>¡Ah, si pudiera entrever esta sonrisa en los momentos -aciagos, yo no sabría qué cosa es la pena...!</em><a id="FNanchor_521" href="#Footnote_521" class="fnanchor">[521]</a></p> - -<p>Pero indudablemente que de ella heredó la perfecta -franqueza, la indiferencia hacia la opinión y el don maravilloso -que tuvo—según se asegura—de contar historias -que ella misma inventaba.</p> - -<p>Al menos, de su padre sí pudo conservar algunos recuerdos. -Era un hombre amable y burlón, de ojos tristes, que -vivía en sus tierras una existencia independiente y desnuda -de ambiciones. Nueve años de edad tenía Tolstoi cuando -murió; y su muerte le hizo “comprender por la vez primera -la amarga verdad, y llenó su alma de desesperación”<a id="FNanchor_522" href="#Footnote_522" class="fnanchor">[522]</a>. -Primer encuentro de la infancia con el espectro del terror -que una parte de su vida debía consagrar a combatir, y la -otra a celebrarlo, transfigurándolo... La huella de esta -angustia está contenida en algunas líneas inolvidables de -los últimos capítulos de “<em>Infancia</em>”, en las cuales los recuerdos -fueron aprovechados para la narración de la muerte y -del entierro de la madre.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_283"></a>[Pg 283]</span></p> - -<p>Cinco niños quedaron en la vieja mansión de Yasnaia -Poliana,<a id="FNanchor_523" href="#Footnote_523" class="fnanchor">[523]</a> en donde León Nicolaievich nació el 28 de -agosto de 1828, y la cual no debía abandonar sino para -morir, 82 años más tarde. La menor, una niña, María, se -hizo después religiosa (y con ella fué a refugiarse Tolstoi -moribundo, cuando huyó de su casa y de los suyos). Eran -cuatro hombres: Sergio, egoísta y agradable, “sincero -hasta un grado que no he visto alcanzar jamás a otros”; -Dmitri, apasionado, concentrado, quien después, siendo -estudiante, también se entregó a prácticas religiosas con -vehemencia, sin cuidarse de la opinión pública, ayunando, -buscando a los pobres y dando albergue a los enfermos, -para de pronto arrojarse en el desorden, con igual violencia; -y, en seguida, roído por los remordimientos, rescatar y -llevar a su casa a una muchacha que había conocido en -una casa pública, para morir de tisis a los 29 años;<a id="FNanchor_524" href="#Footnote_524" class="fnanchor">[524]</a> -Nicolás, el mayor, el hermano más amado, quien heredó -de la madre su imaginación para contar historias,<a id="FNanchor_525" href="#Footnote_525" class="fnanchor">[525]</a> irónico, -tímido y delicado, fué más tarde oficial en el Cáucaso y -ahí adquirió la costumbre de alcoholizarse. De éste, que, -lleno también de ternura cristiana, vivía en chozas compartiendo -con los pobres cuanto poseía, decía Turguenef “que -ponía en práctica la humildad en la vida que su hermano -León se contentaba con desarrollar en teoría”.</p> - -<p>Junto a los huérfanos estaban dos mujeres de gran corazón.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_284"></a>[Pg 284]</span></p> - -<p>Una era la tía Tatiana,<a id="FNanchor_526" href="#Footnote_526" class="fnanchor">[526]</a> “que tenía dos virtudes, -dice Tolstoi: la paz y el amor”; y cuya vida toda sólo -era amor. Se consagraba a los demás sin descanso...</p> - -<p>“<em>Ella me ha hecho conocer el placer moral de amar...</em>”.</p> - -<p>La otra, la tía Alejandra, servía siempre a los demás y -evitaba que se la sirviera, se privaba de criados y tenía por -ocupaciones favoritas la lectura de vidas de los santos y las -charlas con los peregrinos y con los “inocentes”. Muchos -de estos “inocentes” vivían en la casa, y uno de ellos, una -vieja peregrina que recitaba salmos, era madrina de la -hermana de Tolstoi; otro, el inocente Gricha, solamente -sabía orar y llorar.</p> - -<p><em>¡Oh, gran cristiano Gricha! Tu fe era tan fuerte que sentías -la proximidad de Dios; tu amor era tan ardiente que las -palabras brotaban de tus labios, sin que tu razón las ordenara. -¡Y cómo celebrabas su magnificencia cuando, no encontrando -ya palabras para loarlo, bañado en lágrimas te prosternabas -en el suelo!...</em><a id="FNanchor_527" href="#Footnote_527" class="fnanchor">[527]</a></p> - -<p>¿Quién no advierte la parte que estas almas humildes -tuvieron en la formación de Tolstoi? Parece que en alguna -de ellas se insinuaba ya, se bosquejaba, el Tolstoi de los -últimos días. Sus plegarias, su amor, arrojaron en el espíritu -del niño las simientes de la fe, de las cuales debía el -anciano coger los frutos.</p> - -<p>Aparte del inocente Gricha, en los relatos de <em>Infancia</em>, -Tolstoi no habla de estos modestos colaboradores que lo -ayudaron a edificar su alma. Pero, en cambio, ¡cuánto se -transparenta en las páginas del libro esta alma de niño, -“este corazón puro y amante, como un claro rayo de luz que -descubría siempre en los otros sus cualidades mejores”; -esta ternura infinita!... Siendo feliz, piensa en el único -hombre que sabe es infortunado, llora y querría consagrarse -<span class="pagenum"><a id="Page_285"></a>[Pg 285]</span>a él; abraza a un viejo caballo, y le pide perdón por haberlo -hecho sufrir; es feliz por amar, aun no siendo amado. -Se perciben ya los gérmenes de su genio futuro: su imaginación -que lo hace llorar con sus propias historias; su cerebro -siempre en trabajo, que lucha siempre por saber qué piensan -las gentes; su precoz facultad de observación, y de memoria;<a id="FNanchor_528" href="#Footnote_528" class="fnanchor">[528]</a> -la mirada atenta que escruta fisonomías, en -medio de su duelo y de la verdad de su dolor. A los cinco -años sintió, dice él, por la vez primera, “que la vida no es -una diversión, sino una tarea demasiado ruda”<a id="FNanchor_529" href="#Footnote_529" class="fnanchor">[529]</a>.</p> - -<p>Felizmente lo olvidó. En aquel tiempo se arrullaba con -los cuentos populares, con los <em>bylines</em> rusos, esos ensueños -típicos y legendarios; con narraciones de la Biblia,—sobre -todo de la sublime Historia de José que, ya anciano, aun -lo presentaba como un modelo de arte;—y de las <em>Mil y una -Noches</em> que en la casa de su abuela, cada velada, recitaba -un narrador ciego, sentado en el umbral de la ventana.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Hizo sus estudios en Kazan<a id="FNanchor_530" href="#Footnote_530" class="fnanchor">[530]</a>. Estudios tan mediocres -que se decía de los tres hermanos:<a id="FNanchor_531" href="#Footnote_531" class="fnanchor">[531]</a> “Sergio -quiere y puede; Dmitri quiere y no puede, y León -ni quiere ni puede”.</p> - -<p>Pasaba por lo que él llamó “el desierto de la adolescencia”, -desierto de arena batido por ráfagas de un viento -abrasador de locura. Acerca de este período los relatos de -<span class="pagenum"><a id="Page_286"></a>[Pg 286]</span><em>Adolescencia</em>, y sobre todo los de <em>Juventud</em>, son ricos en -confesiones íntimas. Estaba solo; su cerebro, en un estado -de fiebre perpetua. Durante un año investiga por su propia -cuenta y ensaya todos los sistemas<a id="FNanchor_532" href="#Footnote_532" class="fnanchor">[532]</a>. Estoico, se martiriza -con torturas físicas; epicúreo, se prostituye. Cree -después en la metempsícosis; y acaba por caer en un nihilismo -demente: le parecía que si se volviese con suma rapidez, -podría ver la nada frente a frente. Se analiza, se -analiza...</p> - -<p>“<em>No pensaba ya en una cosa, pensaba que pensaba en una -cosa...</em>”<a id="FNanchor_533" href="#Footnote_533" class="fnanchor">[533]</a>.</p> - -<p>Este análisis perpetuo, este mecanismo de razonar que -giraba en el vacío, le quedará como hábito peligroso que, -decía él, “lo perjudicó a menudo en la vida”; pero del -cual sacó su arte recursos inesperados<a id="FNanchor_534" href="#Footnote_534" class="fnanchor">[534]</a>.</p> - -<p>En este juego había perdido todas sus convicciones, o, al -menos, así lo pensaba. A los dieciséis años dejó de orar y -de ir a la iglesia<a id="FNanchor_535" href="#Footnote_535" class="fnanchor">[535]</a>; pero la fe no había muerto, estaba -solamente germinando:</p> - -<p>“<em>Sin embargo, yo creía en algo. ¿En qué? No podría -decirlo. Creía aún en Dios, o más bien, no lo negaba. Pero -¿en cuál Dios? Lo ignoraba. No negaba tampoco a Cristo y su -doctrina; pero en qué consistía esta doctrina, no habría -sabido decirlo</em>”<a id="FNanchor_536" href="#Footnote_536" class="fnanchor">[536]</a>.</p> - -<p>Se sentía poseído, por momentos, de ensueños de bondad. -Quería vender su carruaje para dar el dinero a los pobres, -hacerles el sacrificio de una décima parte de su fortuna, -<span class="pagenum"><a id="Page_287"></a>[Pg 287]</span>privarse de sirvientes... “Porque son ellos también -hombres como yo”<a id="FNanchor_537" href="#Footnote_537" class="fnanchor">[537]</a>. Escribió, durante una enfermedad<a id="FNanchor_538" href="#Footnote_538" class="fnanchor">[538]</a>, -sus <em>Reglas de vida</em>. Ingenuamente se atribuyó el deber -de “estudiar y profundizar todo: derecho, medicina, lenguas, -agricultura, geografía, matemáticas, alcanzar el -grado más alto de perfección en música y en pintura”, -etc... Tenía “la convicción de que el destino del hombre -está en su incesante perfeccionamiento”. Pero en modo -insensible, al impulso de sus pasiones de adolescente, de -una sensualidad violenta y de un amor propio inmenso,<a id="FNanchor_539" href="#Footnote_539" class="fnanchor">[539]</a> -esta fe, en ese extraviado perfeccionamiento, perdía su carácter -desinteresado y se hacía práctica y material. Si -deseaba perfeccionar su voluntad, su cuerpo y su espíritu, -era para vencer al mundo e imponerle el amor<a id="FNanchor_540" href="#Footnote_540" class="fnanchor">[540]</a>. Deseaba -agradar.</p> - -<p>Esto no era fácil. Tenía entonces una fealdad simiesca: -rostro brutal, largo y pesado, cabello corto y calzándole la -frente, ojos pequeños que miraban con dureza, hundidos -en sus órbitas sombrías; nariz larga, labios gruesos y salientes -y grandes orejas<a id="FNanchor_541" href="#Footnote_541" class="fnanchor">[541]</a>. No pudiendo hacerse ilusiones -acerca de esta fealdad, que cuando era un niño ya le causaba -crisis de desesperación<a id="FNanchor_542" href="#Footnote_542" class="fnanchor">[542]</a>, pretendió realizar el ideal del -<span class="pagenum"><a id="Page_288"></a>[Pg 288]</span>“hombre elegante”<a id="FNanchor_543" href="#Footnote_543" class="fnanchor">[543]</a>. Este ideal lo llevó, para ser como -los otros “hombres elegantes“, a entregarse al juego, a -endeudarse estúpidamente y a hacer una vida de libertinaje<a id="FNanchor_544" href="#Footnote_544" class="fnanchor">[544]</a>.</p> - -<p>Una cosa le salvó siempre: su absoluta sinceridad.</p> - -<p>—¿Sabéis por qué os amo más que a los demás?—decía -Nekhludov a su amigo.—Porque tenéis una cualidad sorprendente -y rara: la franqueza.</p> - -<p>—Sí, digo siempre todo, aun aquellas cosas que tengo -vergüenza de confesarme<a id="FNanchor_545" href="#Footnote_545" class="fnanchor">[545]</a>.</p> - -<p>Hasta en sus peores extravíos se juzgó siempre con una -clarividencia despiadada.</p> - -<p>“De hecho vivo bestialmente, escribió en su Diario; -estoy completamente deprimido”.</p> - -<p>Y fiel a su manía de analizarse, registra minuciosamente -las causas de sus errores:</p> - -<p>1.º <em>Indecisión o falta de energía</em>; 2.º <em>Engaño de sí mismo</em>; -3.º <em>Precipitación</em>; 4.º <em>Falsa vergüenza</em>; 5.º <em>Mal humor</em>; 6.º -<em>Confusión</em>; 7.º <em>Espíritu de imitación</em>; 8.º <em>Volubilidad</em>; -9.º <em>Irreflexión</em>.</p> - -<p>Esta misma independencia de criterio aplica, aún siendo -estudiante, a la crítica de las convenciones sociales y de las -supersticiones intelectuales. Se mofa de la ciencia universitaria, -niega toda seriedad a los estudios históricos y se -expone a sufrir correctivos por sus audacias de pensamiento. -En esta época descubrió a Rousseau, las <em>Confesiones</em> y el -<em>Emilio</em>, y fué para él como un golpe de rayo.</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_289"></a>[Pg 289]</span></p> - -<p>“<em>Le rendí culto; llevaba al cuello su retrato, en una medalla, -como si fuera una imagen santa</em>”<a id="FNanchor_546" href="#Footnote_546" class="fnanchor">[546]</a>.</p> - -<p>Sus primeros ensayos filosóficos no son sino comentarios -sobre Rousseau (1846-1847).</p> - -<p>Sin embargo, disgustado de la Universidad y de los “hombres -elegantes”, retornó a soterrarse en sus campos de Yasnaia -Poliana (1847-1851), y volvió a ponerse en contacto -con el pueblo. Intentó consagrarse entonces a ayudar al -pueblo, convertirse en su benefactor y en su educador. Sus -experiencias de este tiempo han sido referidas en una de -sus primeras obras, <em>La Mañana de un Señor</em> (1852), novela -notable, de la cual es protagonista su personaje favorito, -el príncipe Nekhludov<a id="FNanchor_547" href="#Footnote_547" class="fnanchor">[547]</a>.</p> - -<p>Nekhludov tiene veinte años, y acaba de abandonar la -Universidad para consagrarse a sus campesinos. Un año -hace que trabaja en hacerles el bien; y, en una visita a la -aldea, lo vemos estrellarse contra la indiferencia burlona, -la desconfianza arraigada, la rutina, la imprevisión, los -vicios, la ingratitud. Todos sus esfuerzos son en vano. -Regresa desalentado, pensando en sus ensueños de un año -antes, en su generoso entusiasmo, en “sus ideas sobre que -el amor y el bien constituían la felicidad y la verdad, las -únicas verdad y bondad posibles en el mundo”. Se siente -vencido, avergonzado y cansado.</p> - -<p>“<em>Se sienta ante el piano y su mano inconscientemente acaricia -las teclas. Una armonía brota, luego una segunda, otra -tercera... Se pone a tocar. Los acordes no eran completamente -regulares; a menudo parecían ordinarios hasta la -<span class="pagenum"><a id="Page_290"></a>[Pg 290]</span>banalidad y no revelaban ningún talento musical; pero en -ellos encontraba un placer indefinible, triste. A cada cambio -de armonías, con una anhelante palpitación de corazón esperaba -la que iba a surgir, y por la imaginación suplía vagamente -lo que faltaba. Escuchaba el coro, la orquesta... Y su -placer principal nacía de la obligada actividad de la imaginación, -que le presentaba aisladas, pero con una sorprendente -claridad, las imágenes y las escenas más variadas del pasado y -del porvenir...</em>”.</p> - -<p>Reveía a los “mujiks”, viciosos, desconfiados, mentirosos, -holgazanes y testarudos, con quienes charlaba hacía -un instante; pero en esta vez se los representaba con todo -lo que tienen de bueno, ya no con sus vicios; penetraba en -sus corazones por la intuición del amor; leía en ellos su -paciencia, su resignación con la suerte que los abruma, -su perdón de los ultrajes, su consagración a la familia y las -causas de su fidelidad rutinaria y piadosa al pasado; evocaba -sus jornadas de fructuoso trabajo, fatigador y sano...</p> - -<p>“Esto es bello, murmuraba... ¿Por qué no soy yo uno -de ellos?”<a id="FNanchor_548" href="#Footnote_548" class="fnanchor">[548]</a>.</p> - -<p>Todo Tolstoi está ya en el héroe de esta primera novela;<a id="FNanchor_549" href="#Footnote_549" class="fnanchor">[549]</a> -su visión clarísima y sus ilusiones persistentes. Observa -a las gentes con un realismo sin desmayos; pero en el -momento que cierra los ojos, vuelven a apoderarse de él sus -ensueños y su amor a los hombres.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Tolstoi, en 1850, es menos paciente que Nekhludov; -Yasnaia lo ha aniquilado; tan cansado está del pueblo -como de la “élite”; su misión le pesa, y no tiene a qué -consagrarse. Por otra parte, sus acreedores lo asediaban.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_291"></a>[Pg 291]</span></p> - -<p>En 1851 huye al Cáucaso, a unirse al Ejército, cerca de su -hermano Nicolás, que era oficial.</p> - -<p>Y apenas llega a las serenas montañas, se tranquiliza, -vuelve a encontrar a Dios.</p> - -<p>“<em>La última noche<a id="FNanchor_550" href="#Footnote_550" class="fnanchor">[550]</a> apenas he dormido... Me puse -a orar a Dios. Imposible es para mí describir la dulzura de -sentimientos que experimentaba mientras estuve orando. Recité -mis plegarias habituales y proseguí después largo tiempo -en oración. Algo deseaba yo, muy grande, muy hermoso... -¿Qué era? no podría decirlo. Anhelaba confundirme en el Ser -infinito, y le demandaba que me perdonase mis faltas... -Pero no, yo no demandaba nada: sentía que, pues me había -concedido aquel momento de ventura, me perdonaba. Pedía y -sentía a un tiempo mismo que nada tenía yo qué pedir, ni -podía ni sabía pedir. Y se lo agradecí, pero no con palabras, -no con pensamientos... Una hora había transcurrido -apenas cuando de nuevo escuchaba la voz del vicio. Me dormí -soñando con la gloria, y con las mujeres: era esto más fuerte -que yo. ¡No importa! He dado gracias a Dios por este momento -de felicidad, porque me ha mostrado mi pequeñez y mi -grandeza. Quiero orar, pero no sé; quiero comprender, pero -no me atrevo... ¡Me abandono a tu Voluntad!</em>”<a id="FNanchor_551" href="#Footnote_551" class="fnanchor">[551]</a>.</p> - -<p>La carne no estaba vencida (no lo estuvo jamás); la lucha -se proseguía en lo secreto del corazón, entre Dios y las pasiones. -Tolstoi anota, en su Diario, cuáles son los tres -demonios que lo devoran:</p> - -<p>1.º <em>La Pasión del juego.</em> Lucha posible.</p> - -<p>2.º <em>La Sensualidad.</em> Lucha muy difícil.</p> - -<p>3.º <em>La Vanidad.</em> La más terrible de todas.</p> - -<p>En el instante en que soñaba vivir para los otros y sacrificarse, -sus pensamientos voluptuosos y fútiles lo asediaban: -la imagen de alguna mujer cosaca, o “la desesperación que -sufriría si su mostacho izquierdo se levantase más que el -derecho”<a id="FNanchor_552" href="#Footnote_552" class="fnanchor">[552]</a>. “¡No importa!” Dios estaba allí y no lo -abandonaría. La efervescencia de la lucha misma era fecunda, -porque todas las potencias de vida en ella se exaltaban.</p> - -<p><em>Pienso que la idea tan frívola que tuve de hacer un viaje -al Cáucaso, me fué de lo Alto inspirada. Me ha guiado la -mano de Dios; y no ceso de darle gracias. Comprendo que -he llegado a ser mejor aquí, y estoy firmemente persuadido -que todo lo que pueda acontecerme no será sino para mi bien, -puesto que Dios mismo es quien lo ha querido...</em><a id="FNanchor_553" href="#Footnote_553" class="fnanchor">[553]</a></p> - -<p>Es el canto de acción de gracias de la tierra a la primavera. -La tierra se cubre de flores; todo está bien en ella; -todo es bello. En 1852 el genio de Tolstoi da sus primeras -flores: <em>Infancia</em>, <em>La Mañana de un Señor</em>, <em>La Incursión</em>, -<em>Adolescencia</em>; y él da gracias al Espíritu de Vida que lo ha -fecundado<a id="FNanchor_554" href="#Footnote_554" class="fnanchor">[554]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_292"></a>[Pg 292]</span></p> - -<h3>LA HISTORIA DE MI INFANCIA</h3> - -<p>La <em>Historia de mi Infancia</em> fué comenzada en el Otoño -de 1851, en Tiflis, y concluida en Piatigorsk, en el Cáucaso, -el 2 de julio de 1852. Es curioso observar que en -el cuadro de esta naturaleza que lo embriagaba, en plena vida -nueva y en medio de los peligros inquietantes de la guerra, -ocupado en descubrir un mundo de caracteres y de pasiones -que le eran completamente desconocidos, Tolstoi se haya -vuelto hacia los recuerdos de su vida pasada en esta primera -<span class="pagenum"><a id="Page_293"></a>[Pg 293]</span>obra. Pero cuando escribió <em>Infancia</em> se encontraba enfermo, -su actividad militar bruscamente interrumpida; y -durante los prolongados ocios de la convalecencia, dolorido -y solo, estaba en una disposición sentimental de espíritu -en la cual, ante sus ojos enternecidos, revivía lo pasado<a id="FNanchor_555" href="#Footnote_555" class="fnanchor">[555]</a>. -Después de la agotadora tensión de los últimos años, tan -desagradables, era para él dulce de reanimar “el período -maravilloso, inocente, poético y alegre” de la edad primera, -y rehacerse un “corazón de niño, bueno, sensible y capaz -de amor”. Por otra parte, con el ardor de la juventud y sus -ilimitados proyectos, dado el carácter cíclico de su imaginación -poética, que raramente concebía un tema aislado y -para la cual las grandes novelas no eran sino eslabones de -una larga cadena histórica, fragmentos de vastos conjuntos -que no pudo nunca ejecutar<a id="FNanchor_556" href="#Footnote_556" class="fnanchor">[556]</a>, Tolstoi no podía ver -en las narraciones de <em>Infancia</em>, en aquel momento, sino los -primeros capítulos de una <em>Historia de cuatro épocas</em>, que -también comprendería su vida en el Cáucaso y concluiría, -sin duda, en la revelación de Dios por la Naturaleza.</p> - -<p>Más tarde, Tolstoi fué muy severo para las narraciones -de <em>Infancia</em>, a las cuales debió una gran parte de su popularidad.</p> - -<p>“¡Es esto tan malo,—decía a Birukov;—está escrito -con tan poca honestidad literaria!... De eso no se puede -sacar nada”.</p> - -<p>En esta opinión estuvo solo. La obra manuscrita, enviada -sin nombre de autor a la gran revista rusa <em>Sovremennik</em> -(El Contemporáneo), fué en el acto publicada (el 6 -<span class="pagenum"><a id="Page_294"></a>[Pg 294]</span>de septiembre de 1832) y tuvo un éxito unánime que después -han confirmado todos los públicos de Europa; y sin -embargo, no obstante su encanto poético, su finura de colorido, -su emoción delicada, es fácil de comprender que más -tarde haya desagradado a Tolstoi. Le desagradó por las -mismas razones que gustaba a los demás; porque es necesario -decirlo claramente: a excepción de la pintura de algunos -tipos locales y en un pequeño número de páginas, -que sorprenden por el sentimiento religioso o por el realismo -en la emoción<a id="FNanchor_557" href="#Footnote_557" class="fnanchor">[557]</a>, la personalidad de Tolstoi se acusa -débilmente en esta obra. Se extiende por sus páginas un -dulce, un tierno sentimentalismo, que después siempre le -fué antipático y que proscribió de sus demás novelas. Lo -reconocemos, y reconocemos este “humor” y estas lágrimas, -que vienen de Dickens. Entre sus lecturas favoritas, -de los catorce a los veintiún años, Tolstoi señala en su -Diario: “<em>Dickens</em>, <em>David Copperfield</em>. Influencia considerable”. -Todavía en el Cáucaso releyó este libro.</p> - -<p>Otras dos influencias señala él mismo: Sterne y Toepffer. -“Entonces estaba yo bajo la inspiración de ellos”<a id="FNanchor_558" href="#Footnote_558" class="fnanchor">[558]</a>.</p> - -<p>¿Quién habría pensado que las “<em>Nouvelles Genevoises</em>” -fueron el primer modelo del autor de <em>La Guerra y la Paz</em>? -Y basta, sin embargo, saberlo para descubrir en las narraciones -de <em>Infancia</em> la bonhomía afectuosa y zumbona de -Toepffer, trasplantada a una naturaleza más aristocrática.</p> - -<p>Encontró Tolstoi, al principiar, que ya era conocido, -y su personalidad no tardó mucho en afirmarse. <em>Adolescencia</em> -(1853), menos pura y menos perfecta que <em>Infancia</em>, -descubre una psicología más original, un sentimiento de la -naturaleza más vivo y un alma atormentada, alma con la -cual Dickens y Toepffer se habrían sentido a disgusto. En -<em>La Mañana de un Señor</em> (octubre de 1852)<a id="FNanchor_559" href="#Footnote_559" class="fnanchor">[559]</a>, el carácter -de Tolstoi aparece netamente formado, con la intrépida -sinceridad de sus observaciones y su fe en el amor. Entre -los notables retratos de campesinos que pinta en esta novela -se encuentra ya el bosquejo de una de las más hermosas -visiones de sus <em>Cuentos Populares</em>: el anciano en el colmenar,<a id="FNanchor_560" href="#Footnote_560" class="fnanchor">[560]</a> -aquel viejecito bajo el abedul, con las manos extendidas, -los ojos en alto, su cabeza calva luciente al sol, y en torno -de ella, las abejas doradas que revuelan sin picarle, formándole -una corona...</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_295"></a>[Pg 295]</span></p> - -<h3>LAS NARRACIONES DEL CÁUCASO</h3> - -<p>Pero las obras—tipo de este período son aquéllas que -registran inmediatamente sus emociones actuales: las -narraciones del Cáucaso. La primera, <em>La Incursión</em>, (concluida -el 24 de diciembre de 1852), se impone por su magnificencia -de paisajes: una salida de sol en las montañas, a -la orilla de un arroyo; un sorprendente cuadro nocturno, -en el cual sombras y ruidos están fijados con una conmovedora -intensidad; y el retorno, en la tarde, mientras a lo -lejos las cimas nivosas desaparecen en una bruma violeta y -las voces hermosas de los soldados que cantan ascienden -y se pierden en el aire transparente. Muchos de los personajes -de <em>La Guerra y la Paz</em> hacen allí su entrada en la -vida, como el capitán Khlopov, héroe verdadero, que no -se bate por placer sino para cumplir su deber, “una de esas -fisonomías rusas, sencillas, tranquilas, que es tan fácil y tan -agradable mirar de lleno a los ojos”. Pesado, torpe, un poco -ridículo, indiferente a cuanto le rodea, no cambia en -medio de la batalla, cuando todos cambian; “permanece -exactamente como se le ha visto siempre, con los mismos -movimientos tranquilos, la misma voz igual, la misma expresión -de sinceridad en su rostro ingenuo y pesado”. Junto -a él está el teniente que encarna a los héroes de Lermontov, -y que, siendo bueno, pone semblante de sentimientos feroces; -y el pobre pequeño subteniente, tan alegre por su -primera salida, que desborda en ternura y, presto a saltarle -al cuello a cualquiera, adorable y risible, se hace matar -estúpidamente, como Petia Rostov. En medio del cuadro -está la figura de Tolstoi que observa, sin mezclarse en los -sentimientos de sus compañeros, y que hace ya escuchar -su grito de protesta contra la guerra.</p> - -<p><em>¿No pueden los hombres vivir con tranquilidad en este -mundo tan hermoso, bajo el inmensurable cielo estrellado? -¿Cómo pueden conservar aquí tales sentimientos de maldad, -de venganza, de rabia para destruir a sus semejantes? Cuanto -de malo hay en el corazón del hombre había de desaparecer -al contacto de la naturaleza, que es la más inmediata expresión -de la belleza y del bien</em><a id="FNanchor_561" href="#Footnote_561" class="fnanchor">[561]</a>.</p> - -<p>Otras narraciones del Cáucaso con observaciones de esta -época no fueron escritas sino más tarde, en 1854-1855, como -<em>La Tala en el Bosque</em><a id="FNanchor_562" href="#Footnote_562" class="fnanchor">[562]</a>, de un realismo exacto y un poco -frío, pero lleno de notas curiosas acerca de la psicología del -soldado ruso, (notas para lo porvenir); en 1856 un <em>Encuentro -en el destacamento con un conocido de Moscú</em><a id="FNanchor_563" href="#Footnote_563" class="fnanchor">[563]</a>, un -hombre de mundo, fracasado, suboficial degradado, haragán, -ebrio y mentiroso que no puede acostumbrarse a la -idea de que pueda ser muerto como cualquiera otro de sus -soldados, a quienes desprecia, y de quienes el peor vale -cien veces más que él.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_296"></a>[Pg 296]</span></p> - -<h3>LOS COSACOS</h3> - -<p>Y por encima de estas obras se levanta, cumbre la más -alta de esa primera cadena de montañas, una de las más bellas -novelas líricas que Tolstoi haya escrito, el canto de su -juventud, el poema del Cáucaso, <em>Los Cosacos</em><a id="FNanchor_564" href="#Footnote_564" class="fnanchor">[564]</a>. El esplendor -de las nevadas montañas que destacan sus nobles -líneas sobre el cielo luminoso, llena con su música el libro -<span class="pagenum"><a id="Page_297"></a>[Pg 297]</span>entero. Y la obra es única por esta flor del genio, “el todopoderoso -dios de la juventud, como dice Tolstoi: ese ímpetu -que ya no se recobra más”. ¡Cuál torrente primaveral!... -¡Qué efusiones de amor!</p> - -<p>“<em>¡Yo amo, amo tanto!... ¡Bravo! ¡Bueno!... repetía -y deseaba llorar. ¿Por qué? ¿quién era bravo? ¿qué amaba? -No lo sabía bien</em>”<a id="FNanchor_565" href="#Footnote_565" class="fnanchor">[565]</a>.</p> - -<p>Esta embriaguez del corazón se derrama desordenadamente. -El héroe Olenine, que ha llegado como Tolstoi a -sumergirse en el Cáucaso en una vida de aventuras, y que -se ha enamorado de una joven cosaca, se abandona al torbellino -de sus aspiraciones contradictorias. Ora piensa que -“la felicidad está en vivir para los otros, en sacrificarse” ora -que el “sacrificio de sí mismo no es más que una tontería”; -entonces no está lejos de creer con el viejo cosaco Erochka, -que “todo está permitido y que Dios ha hecho todo para -placer del hombre. Nada es pecado. Gozar con una -hermosa muchacha no es pecado, es la salud”. Pero, -¿qué necesidad tiene de pensar? Le basta con vivir. La vida -es todo bien, toda felicidad, la vida todopoderosa, la -vida universal: la Vida es Dios. Un naturalismo ardoroso -enciende y devora al alma. Perdido en el bosque, en medio -de “la vegetación salvaje, de la multitud de bestias y de -aves, de nubes de moscos, entre la sombría verdura, en el -aire cálido y perfumado, entre pequeños caños de agua -turbia que espejean por doquiera bajo el follaje”, a dos pasos -de las emboscadas del enemigo, Olenine “es embargado -de pronto por un sentimiento tal de felicidad sin causa -alguna, que, fiel a una costumbre de su infancia, se persigna -y se pone a dar gracias a alguien”. Como un fakir indio -goza al confesarse que está solo y perdido en este torbellino -de vida que le envuelve, en el cual miríadas de seres invisibles -acechan en este momento su muerte, ocultos por todas -partes, en que millares de insectos zumban en torno suyo, -se llaman:</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_298"></a>[Pg 298]</span></p> -<p>“<em>¡Por aquí, por aquí, compañeros! ¡Aquí hay alguien -a quien picar!”</em></p> - -<p><em>Y era bien claro para él que allí ya no era un gentilhombre -ruso, de la sociedad de Moscú, amigo y pariente de éstos y -aquéllos, sino simplemente un ser cualquiera como el mosquito, -el faisán, el ciervo; como aquéllos que vivían, que rondaban -en torno suyo.</em></p> - -<p>—<em>Como ellos, yo viviré y moriré. Y la yerba crecerá encima -de mí...</em></p> - -<p>Y su corazón se llena de alegría.</p> - -<p>Vive Tolstoi, en esta hora de juventud, en un delirio de -fuerza y de amor a la vida. Se abraza a la Naturaleza y -se funde en ella; en ella vierte, adormece y exalta sus penas, -sus alegrías y sus amores<a id="FNanchor_566" href="#Footnote_566" class="fnanchor">[566]</a>; mas nunca esta embriaguez -romántica afecta a la lucidez de su mirada. En ninguna -otra página como en este ardiente poema los paisajes son -pintados con tamaño vigor, ni los tipos con más verdad. La -oposición entre la naturaleza y el mundo, que informa el -fondo del libro y que será toda su vida uno de los temas -favoritos en las ideas de Tolstoi, un artículo de su <em>Credo</em>, -le hace encontrar ya, para fustigar la comedia del mundo, -algunos de los ásperos acentos de la <em>Sonata a Kreutzer</em><a id="FNanchor_567" href="#Footnote_567" class="fnanchor">[567]</a>. -Pero no es menos verídico con relación a quienes ama, y -los seres de la naturaleza, la hermosa cosaca y sus amigos, -son contemplados en plena luz, con sus egoísmos, sus avaricias, -sus engaños, con todos sus vicios.</p> - -<p>Una ocasión iba a presentársele para poner a prueba -esta veracidad heroica.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_299"></a>[Pg 299]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En noviembre de 1853 fué declarada la guerra a Turquía. -Tolstoi entonces hizo que se le pasara al ejército de -Rumania, del cual pasó después al de Crimea, y llegó a -Sebastopol el 7 de noviembre de 1854. Ardía en entusiasmo -y fe patriótica. Cumplió bravamente con su deber y a -menudo estuvo en peligro, sobre todo en abril y mayo de -1855, meses durante los cuales cada tercer día estaba de servicio -en la batería del cuarto baluarte.</p> - -<p>De vivir meses y meses en una exaltación y una agitación -continua frente a frente con la muerte, su misticismo religioso -se reavivó. Conversa con Dios. En abril de 1855 -anota en su <em>Diario</em> una plegaria a Dios, en acción de gracias -por haberlo protegido en los peligros y para pedirle -que continúe protegiéndolo, “a fin de alcanzar el objeto -eterno y glorioso de la existencia, que me es aún desconocido...”. -Este objeto de su vida no es ya el arte, sino la religión. -El 5 de marzo de 1855 escribía:</p> - -<p>“<em>He encontrado una gran idea, a cuya realización me -siento capaz de consagrar toda mi vida. Es esta idea la fundación -de una religión nueva, la religión de Cristo, pero -purificada de dogmas y misterios... Obrar con límpida -conciencia, a fin de unir a los hombres por la religión</em>”<a id="FNanchor_568" href="#Footnote_568" class="fnanchor">[568]</a>.</p> - -<p>Éste será el programa de su vejez.</p> - -<p>Sin embargo, para distraerse de los espectáculos que lo -rodeaban, se entregó nuevamente a escribir. ¿Cómo pudo -encontrar la libertad de espíritu necesaria para componer, -bajo una lluvia de granadas, la tercera parte de sus Recuerdos, -<em>Juventud</em>? El libro es caótico, y se puede atribuir -su desorden a las condiciones en las cuales nació y a veces -también a cierta sequedad de análisis abstractos, con -<span class="pagenum"><a id="Page_300"></a>[Pg 300]</span>divisiones y subdivisiones a la manera de Stendhal<a id="FNanchor_569" href="#Footnote_569" class="fnanchor">[569]</a>. -Pero se admira su tranquila penetración en el desorden de -pensamientos y de ensueños confusos que se agolpan en un -cerebro joven. La obra es de una rara franqueza consigo -mismo; y por instantes, ¡cuánta frescura poética, en el -hermoso cuadro de la primavera en la ciudad, en el relato -de la confesión y del viaje al convento por el pecado olvidado! -Un apasionado panteísmo presta a algunas páginas -una belleza lírica cuyos acentos recuerdan las narraciones -del Cáucaso, como la descripción de esta noche de Estío:</p> - -<p><em>El brillo sereno del luminoso creciente. El estanque resplandeciendo. -Los viejos abedules, cuyas ramas melenudas -se argentan de un lado, al claro de luna, cubren con sus sombras -negras la maleza y el camino. El grito de una codorniz -detrás del estanque. El ruido apenas perceptible de dos viejos -árboles que se rozan. El zumbido de los mosquitos y el golpe -de una manzana que cae sobre las hojas secas; las ranas que -saltan hasta los peldaños de la terraza y cuyos lomos verduzcos -brillan en un rayo de luna... La luna asciende; suspensa -en el claro cielo, llena el espacio; el soberbio fulgor del -estanque se hace más brillante; las sombras se vuelven más -negras, la luz más transparente... Y yo, humilde gusanillo, -manchado ya con todas las pasiones humanas, pero con -toda la inmensa fuerza del amor, pienso en este momento que -la naturaleza, la luna y yo, somos sólo uno</em><a id="FNanchor_570" href="#Footnote_570" class="fnanchor">[570]</a>.</p> - -<p>La realidad presente, empero, hablaba más alto que los -sueños del pasado, y se imponía, imperiosa. Juventud quedó -sin concluir, y el capitán segundo León Tolstoi, tras la -protección de su baluarte, bajo el sordo ruido de los cañones, -en medio de su compañía, observaba a los vivos y a los -moribundos y recogía sus angustias y las suyas propias en -las inolvidables narraciones de <em>Sebastopol</em>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_301"></a>[Pg 301]</span></p> - -<h3>LAS NARRACIONES DE SEBASTOPOL</h3> - -<p>Estas tres narraciones, (<em>Sebastopol en diciembre de 1854, -Sebastopol en mayo de 1855 y Sebastopol en agosto de 1855</em>), -son de ordinario comprendidas en un mismo juicio; y sin -embargo, son muy diferentes entre sí. Sobre todo la -segunda se distingue de las otras dos por el sentimiento y -por el arte. Están dominadas éstas por el patriotismo, -mientras que sobre la segunda se extiende una implacable -verdad.</p> - -<p>Se cuenta que después de haber leído la segunda narración<a id="FNanchor_571" href="#Footnote_571" class="fnanchor">[571]</a> -la zarina lloró, y que el zar ordenó, movido por su -admiración, que fueran traducidas al francés estas páginas -y que pusieran al autor a cubierto de peligros. Se comprende -esto fácilmente. Nada hay en ellas que no exalte a la -patria y a la guerra. Tolstoi acaba de llegar; su entusiasmo -está intacto; se sumerge en el heroísmo. Aún no advierte -entre los defensores de Sebastopol ni ambición ni amor -propio, ni ningún otro sentimiento mezquino. Para él es -aquélla una epopeya sublime, cuyos héroes “son dignos de -la Grecia”. Por otra parte, sus notas no atestiguan ningún -esfuerzo de imaginación, ningún ensayo de representación -objetiva; el autor se pasea por la ciudad; mira con lucidez, -pero narra en una forma que carece de libertad: “Veis... -Entráis... Advertís...”. Todo esto es periodismo, con -algunas hermosas impresiones del natural.</p> - -<p>Muy distinta es la escena segunda: <em>Sebastopol en mayo -de 1855</em>. Desde las primeras líneas se lee:</p> - -<p><em>El amor propio de millares de hombres ha luchado aquí, -se ha apagado en la muerte...</em></p> - -<p>Y más adelante:</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_302"></a>[Pg 302]</span></p> -<p><em>...Y como había muchos hombres, había muchas vanidades... -¡Vanidad, vanidad, por todas partes vanidad, aun -a las puertas de la tumba! Es la enfermedad particular de -nuestro siglo... ¿Por qué los Homero y los Shakespeare -hablan del amor, de la gloria, del dolor, y por qué la literatura -de nuestro siglo no es más que la historia sin término de los -vanidosos y de los advenedizos?</em></p> - -<p>El relato, que no es una simple narración de sucesos, -pone en escena directamente a los hombres y las pasiones, -muestra todo lo que se oculta tras del heroísmo. La clara -mirada desengañada de Tolstoi penetra en el fondo del -corazón de sus compañeros de armas, y como en los corazones -de ellos en el propio, para leer allí el orgullo, el miedo, -toda la comedia del mundo que aún se continúa representando -a un paso de la muerte. El miedo sobre todo es confesado, -libre de sus velos, mostrado al desnudo. Estas zozobras -perennes<a id="FNanchor_572" href="#Footnote_572" class="fnanchor">[572]</a>, esta obsesión de la muerte, son analizadas -sin pudor, sin piedad, con una sinceridad terrible. En -Sebastopol aprendió Tolstoi a perder todo sentimentalismo -“esa compasión vaga, femenina, llorona”, como él decía con -desdén. Y nunca su genio analizador, cuyo instinto se ha -visto despertar durante sus años de adolescencia y que a -menudo ha de tomar un carácter casi mórbido<a id="FNanchor_573" href="#Footnote_573" class="fnanchor">[573]</a>, alcanzó -mayor intensidad sobreaguda, alucinada, que en el relato -de la muerte de Praskhoukhine. Dos páginas enteras están -<span class="pagenum"><a id="Page_303"></a>[Pg 303]</span>consagradas en esta narración a describir lo que pasa en el -alma del desventurado durante el segundo que la bomba ha -tardado en silbar y caer, antes de estallar; y una página -para decir las propias impresiones, después del estallido, -y que “ha muerto al punto por un fragmento de casco que -lo hirió en pleno pecho”<a id="FNanchor_574" href="#Footnote_574" class="fnanchor">[574]</a>.</p> - -<p>Como entreactos de orquesta en el drama, se abren en -estas escenas de batalla amplios claros de naturaleza y de -luz, la sinfonía del día que se levanta sobre el espléndido -paisaje, donde agonizan millares de hombres. Y el cristiano -Tolstoi, olvidando el patriotismo de su primera narración, -maldice la impía guerra:</p> - -<p><em>¡Y estos hombres, cristianos que profesan la misma gran -ley de amor y de sacrificio, no caen de rodillas, al contemplar -lo que han hecho, arrepentidos, delante de Aquél que al darles -la vida ha puesto en el alma de cada uno, con el miedo a la -muerte, el amor al bien y a la belleza! ¡No se abrazan, con -lágrimas de alegría y de felicidad, como hermanos!</em></p> - -<p>En el momento de concluir esta novela, cuyas páginas -tienen una esperanza que antes ninguna de sus obras había -mostrado, se siente Tolstoi asaltado por la duda, ¿ha hecho -mal en hablar?</p> - -<p><em>Una duda penosa me abruma; quizás no era conveniente -decir todo esto; quizá lo que digo es una de esas verdades perversas -que, ocultas inconscientemente en el fondo de cada alma, -no deben de ser expresadas para que no lleguen a ser perjudiciales, -como no debe agitarse la hez, so pena de echar a perder -el vino. ¿Dónde está la expresión del mal que es necesario -evitar? ¿Dónde la expresión de lo bello que sea preciso imitar? -¿Quién es el malhechor y quién el héroe? Todos son buenos -y todos son malos...</em></p> - -<p>Pero se recobra fieramente:</p> - -<p><em>El héroe de mi novela, a quien amo con todas las fuerzas</em> -<span class="pagenum"><a id="Page_304"></a>[Pg 304]</span><em>de mi alma, a quien trato de mostrar en toda su belleza, que -siempre fué, es y será hermoso, es la Verdad.</em></p> - -<p>Después de haber leído estas páginas<a id="FNanchor_575" href="#Footnote_575" class="fnanchor">[575]</a>, Nekrasov, el director -de “Sovremennik”, escribió a Tolstoi:</p> - -<p>“Esto precisamente es lo que hace falta a la sociedad -rusa de hoy: la verdad, la verdad, que, después de la muerte -de Gogol, tampoco ha existido en la literatura rusa... -Esta verdad que traéis a nuestro arte es algo enteramente -nuevo entre nosotros; sólo de una cosa tengo miedo: que -el tiempo y la cobardía de la vida, la sordera y el mutismo -de cuanto nos rodea os hagan lo que a la mayor parte de -nosotros, que os maten vuestra energía”<a id="FNanchor_576" href="#Footnote_576" class="fnanchor">[576]</a>.</p> - -<p>Nada de eso era de temerse. El tiempo, que consume la -energía de los hombres ordinarios, no ha hecho sino templar -la de Tolstoi; pero en aquellos momentos, las desventuras -de la patria, la toma de Sebastopol, despertaron con un -sentimiento de dolorosa piedad, el dolor de su franqueza -demasiado ruda. En la tercera narración, (<em>Sebastopol en -agosto de 1855</em>), al describir una escena de oficiales que -juegan y riñen, se interrumpe y reflexiona:</p> - -<p><em>Pero dejemos caer el telón sobre este cuadro. Mañana, acaso -hoy mismo, cada uno de estos hombres irá alegremente al -encuentro de la muerte. En el fondo de cada alma se recata -la chispa que hará de cada uno un héroe.</em></p> - -<p>Y si este pudor no resta nada de vigor al realismo del -relato, la elección de los personajes muestra suficientemente -las simpatías del autor. La epopeya de Malakoff y su -heroica caída quedan simbolizadas en dos figuras bravas -y conmovedoras: dos hermanos, de los cuales uno, el mayor, -el capitán Kozeltzov, tiene algunos de los rasgos de -Tolstoi<a id="FNanchor_577" href="#Footnote_577" class="fnanchor">[577]</a>; y el otro, el abanderado Volodia, tímido y -<span class="pagenum"><a id="Page_305"></a>[Pg 305]</span>entusiasta, con sus febriles monólogos y sus ensueños, las -lágrimas que sin motivo le brotan a los ojos, lágrimas de -ternura, lágrimas de humillación; sus angustias en las primeras -horas que pasa en el baluarte (el pobre muchacho -tiene aún el miedo a la obscuridad, y cuando está acostado -oculta la cabeza bajo el capote), con la opresión que le -causa el sentimiento de su soledad y la indiferencia de los -otros, más tarde, cuando la hora es llegada, tiene la alegría -del peligro. Pertenece éste al grupo de las figuras simpáticas -de adolescentes, (Petia en <em>La Guerra y la Paz</em> y el subteniente -de <em>La Incursión</em>), que con el corazón lleno de amor, -hacen la guerra riendo y se arrojan de pronto, sin comprenderlo, -a la muerte. Los dos hermanos caen heridos, en el -mismo día, el último día de la defensa. Y la novela concluye -con estas líneas, en las cuales gruñe una rabia patriótica:</p> - -<p>“<em>El ejército salía de la ciudad; y cada soldado, al mirar -abandonado a Sebastopol, con una indecible amargura en el -corazón, suspiraba y mostraba el puño al enemigo</em>”<a id="FNanchor_578" href="#Footnote_578" class="fnanchor">[578]</a>.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Cuando al salir de este infierno, en el cual durante -un año había penetrado hasta el fondo de las pasiones, -de las vanidades y del dolor humano, Tolstoi -se encontró, en noviembre de 1855, entre los hombres -de letras de Petersburgo, experimentó por ellos un -sentimiento de desencanto y de desprecio. Todo lo descubría -en ellos mezquino y mentiroso. Estos hombres -<span class="pagenum"><a id="Page_306"></a>[Pg 306]</span>que de lejos le parecieron aureolados por el arte, (Turguenef, -a quien había admirado y a quien acababa de -dedicar <em>La Tala en el Bosque</em>), vistos de cerca le desilusionaron -amargamente. Un retrato de 1856 lo presenta -entre Turguenef, Gontcharov, Ostrovsky, Grigorovitch y -Drujinine. Sorprende, entre el abandono de los otros, -por su aire ascético y duro, su cabeza ósea, sus mejillas -hundidas, los brazos cruzados con rigidez. De pie y de -uniforme, detrás de estos literatos, “parece,—como escribe -espiritualmente Suarés—que custodia a estas gentes y -no que forma parte de su sociedad; se diría que está presto -a conducirlos a prisión”<a id="FNanchor_579" href="#Footnote_579" class="fnanchor">[579]</a>.</p> - -<p>Sin embargo, todos se muestran solícitos alrededor del -joven colega, que llega a ellos cubierto de la doble gloria -del escritor y del héroe de Sebastopol. Turguenef, que -había llorado y gritado “¡Hurra!” al leer las escenas de -Sebastopol, le tendía la mano fraternalmente; mas estos -dos hombres no podían entenderse. Si ambos veían el -mundo con igual claridad de mirada, a su visión mezclaban -el color de sus almas enemigas: irónica y vibrante la una, -amorosa y desencantada, devota de la belleza; violenta la -otra, orgullosa, atormentada de ideas morales, poseída por -un Dios oculto.</p> - -<p>Lo que Tolstoi principalmente no perdonaba a estos -literatos, era que se creyesen una casta elegida, cabeza de -la humanidad. Entraba en su antipatía hacia ellos mucho -del orgullo del gran señor y del oficial hacia burgueses -escritorzuelos y liberales<a id="FNanchor_580" href="#Footnote_580" class="fnanchor">[580]</a>. Era también un rasgo característico -de su naturaleza (lo reconocía él mismo) “oponerse -por instinto a todos los juicios generalmente aceptados”<a id="FNanchor_581" href="#Footnote_581" class="fnanchor">[581]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_307"></a>[Pg 307]</span></p> - -<p>Una desconfianza de los hombres, un desdén -latente hacia la razón humana, le hacían olfatear por todas -partes el engaño de sí mismo o de los otros, la mentira.</p> - -<p><em>No creía nunca en la sinceridad de las gentes. Todo impulso -moral le parecía falso, y tenía la costumbre de fijar con -acritud su mirada extraordinariamente penetrante, en el -hombre que sospechaba que no decía la verdad...</em><a id="FNanchor_582" href="#Footnote_582" class="fnanchor">[582]</a>.</p> - -<p><em>¡Cómo escuchaba! ¡Cómo miraba a su interlocutor desde el -fondo de sus ojos grises, hundidos en sus órbitas! ¡Con qué -ironía contraía los labios!</em><a id="FNanchor_583" href="#Footnote_583" class="fnanchor">[583]</a>.</p> - -<p><em>Decía Turguenef que nunca había sentido nada más penoso -que esta mirada aguda que, junto con dos o tres palabras de -alguna observación corrosiva, era capaz de despertar el furor</em><a id="FNanchor_584" href="#Footnote_584" class="fnanchor">[584]</a>.</p> - -<p>Escenas violentas se suscitaron, desde sus primeros encuentros, -entre Tolstoi y Turguenef<a id="FNanchor_585" href="#Footnote_585" class="fnanchor">[585]</a>. De lejos, ambos -se tranquilizaban y trataban de hacerse justicia. El tiempo -<span class="pagenum"><a id="Page_308"></a>[Pg 308]</span>no hizo sino agravar la repulsión que sentía Tolstoi hacia -aquel medio literario, pues no podía perdonarles a estos -artistas la mezcolanza de sus vidas depravadas y de sus -pretensiones morales.</p> - -<p>“<em>Adquirí la convicción de que casi todos eran hombres inmorales, -malos, sin carácter, muy inferiores a cuantos había -conocido en mi vida de bohemia militar. Y en cambio, estaban -tan seguros y contentos de ellos mismos, como lo puedan estar -quienes en verdad sean santos. Me desagradaron</em>”<a id="FNanchor_586" href="#Footnote_586" class="fnanchor">[586]</a>.</p> - -<p>Se separó de ellos; y sin embargo, por algún tiempo conservó -su fe interesada en el arte<a id="FNanchor_587" href="#Footnote_587" class="fnanchor">[587]</a>, porque se sentía halagado -su orgullo, y era, además, una religión pingüemente retribuida, -que “procuraba mujeres, dinero y gloria...”.</p> - -<p><em>De esta religión yo era uno de los pontífices. Situación agradable -y muy ventajosa...</em></p> - -<p>Para mejor consagrarse a ella, presentó su dimisión en el -ejército (en noviembre de 1856). Mas un hombre de su -temple no podía cerrar los ojos por largo tiempo. Creía, -deseaba creer en el progreso. Le parecía que “esta palabra -significaba algo”. Un viaje por el extranjero (del 29 de enero -al 30 de julio de 1857), por Francia, Suiza y Alemania, -derribó esta fe. En París, el 6 de abril de 1857, el espectáculo -de la ejecución de un hombre “le mostró lo vano de la -superstición del progreso...”.</p> - -<p><em>Cuando vi desprenderse la cabeza del cuerpo y caer en -el cesto, comprendí, con todas las fuerzas de mi alma, que -ninguna teoría acerca de la razón del orden existente podía -justificar semejante acto. Aun cuando todos los hombres -del universo, apoyándose en alguna teoría, encontrasen -esto necesario, yo sostendría que está mal, “porque no es lo</em> -<span class="pagenum"><a id="Page_309"></a>[Pg 309]</span><em>que dicen o hacen los hombres lo que decide entre lo bueno -y lo malo, sino mi corazón</em>”<a id="FNanchor_588" href="#Footnote_588" class="fnanchor">[588]</a>.</p> - -<p>El 7 de julio de 1857, en Lucerna, el espectáculo de un -pequeño cantador ambulante, a quien unos ricos ingleses, -huéspedes de Schweizerhof, rehusaban dar una limosna, le -hizo escribir en su <em>Diario del Príncipe D. Nekhludov</em><a id="FNanchor_589" href="#Footnote_589" class="fnanchor">[589]</a>, su -desprecio hacia todas las ilusiones caras a los liberales, esas -gentes que “trazan líneas imaginarias sobre los mares del -bien y del mal...”.</p> - -<p><em>Para ellos la civilización es el bien; la barbarie, el mal; la -libertad el bien, y la esclavitud el mal. Y este conocimiento -imaginario destruye las necesidades instintivas, primordiales, -las mejores. Mas ¿quién me definirá qué es la libertad, qué es -el despotismo, qué es la civilización, qué es la barbarie? ¿Dónde, -pues, no coexisten el bien y el mal? En nosotros hay solamente -un guía infalible, el Espíritu universal, que nos empuja -a unirnos los unos a los otros.</em></p> - -<p>De regreso en Rusia, en Yasnaia, nuevamente se ocupa -de ayudar a los campesinos. Y no era que se hiciese ilusiones -sobre el pueblo. Escribía:</p> - -<p>“<em>Los apologistas del pueblo y de su buen sentido hablan bellamente, -y la multitud tal vez sea una unión de buenas personas; -pero entonces, sólo se unen por sus lados bestiales, despreciables, -que no expresan más que la debilidad y la crueldad -de la naturaleza humana</em>”<a id="FNanchor_590" href="#Footnote_590" class="fnanchor">[590]</a>.</p> - -<p>No es, por tanto, a la multitud a quien se dirige, sino a -la conciencia individual de cada hombre, de cada hijo del -pueblo, porque en la conciencia de cada uno está la luz. -Funda escuelas, sin saber claramente qué enseñar; y para -aprenderlo, hace un segundo viaje a Europa, del 3 de julio -de 1860 al 23 de abril de 1861<a id="FNanchor_591" href="#Footnote_591" class="fnanchor">[591]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_310"></a>[Pg 310]</span></p> - -<p>Estudia entonces los diversos sistemas pedagógicos. -¿Será preciso decir que rechaza todos? Dos estancias en -Marsella le mostraron que la verdadera instrucción del -pueblo se hace fuera de la escuela (que encuentra ridícula), -por medio de los periódicos, los museos, las bibliotecas, la -calle, la vida, lo que él llama “la escuela inconsciente” o -“espontánea”. La escuela espontánea, por oposición a la -escuela obligatoria, considerada por él como nefasta y perjudicial, -es lo que quiere fundar, lo que ensaya, a su regreso, -en Yasnaia Poliana<a id="FNanchor_592" href="#Footnote_592" class="fnanchor">[592]</a>. Su principio es la libertad. No -admite que una “élite”, la “sociedad privilegiada liberal”, -imponga su ciencia y sus errores al pueblo, que le es extraño, -porque esa “élite” no tiene para ello ningún derecho. Semejante -método de educación forzada no ha podido producir -nunca, en la Universidad, “hombres de aquéllos que la -humanidad necesita, sino hombres de esos que son necesarios -a la sociedad depravada: funcionarios, profesores -oficiales, literatos oficiales, hombres arrancados sin ningún -objeto a su medio anterior, cuya juventud fué echada a -perder y que no encuentran ya lugar en la vida; liberales -irritables, enfermizos”<a id="FNanchor_593" href="#Footnote_593" class="fnanchor">[593]</a>. ¡Toca al pueblo decir lo que -desea! Si no se inclina al “arte de leer y escribir que le imponen -los intelectuales”, razones tiene para ello, porque -otras son sus necesidades espirituales, más apremiantes y -más legítimas. Tratad de comprenderlas y ayudadlo a -satisfacerlas.</p> - -<p>Estas teorías libres de un conservador revolucionario, -como lo fué entonces, trató Tolstoi de ponerlas en práctica, -en Yasnaia, donde más era el condiscípulo que el maestro -de sus alumnos<a id="FNanchor_594" href="#Footnote_594" class="fnanchor">[594]</a>. Al mismo tiempo, se esforzaba por -<span class="pagenum"><a id="Page_311"></a>[Pg 311]</span>introducir en las explotaciones agrícolas un espíritu más -humano. Nombrado árbitro territorial en 1861, en el -Distrito de Krapivna, se constituyó en defensor del pueblo -contra los abusos del poder de los propietarios y del Estado.</p> - -<p>No hay que creer sin embargo que esta actividad social -le satisfacía y llenaba por completo, pues continuaba siendo -presa de pasiones enemigas. A pesar suyo amaba a la sociedad, -siempre, y tenía necesidad de ella. Por períodos, el -placer lo recuperaba, y tenía también el gusto de la acción. -Se ponía en peligros de muerte en la caza del oso; jugaba -grandes sumas de dinero; aun llegó a sufrir la influencia del -medio literario de San Petersburgo, que tanto despreciaba. -Al salir de estas aberraciones, caía en crisis de disgusto. -Las obras de esta época muestran lamentablemente las -huellas de esta incertidumbre artística y moral. <em>Los dos -húsares</em>, (1856)<a id="FNanchor_595" href="#Footnote_595" class="fnanchor">[595]</a> tienen presunciones de elegancia, un -aire fatuo y mundano que desagrada en Tolstoi. <em>Alberto</em>, -escrito en Dijón en 1857<a id="FNanchor_596" href="#Footnote_596" class="fnanchor">[596]</a>, es débil y bizarro, carece de la -profundidad y la precisión habituales en el autor. <em>El Diario -de un Marcador</em><a id="FNanchor_597" href="#Footnote_597" class="fnanchor">[597]</a>, más sorprendente, más prematuro, -parece traducir el desaliento que Tolstoi se inspiraba a sí -mismo. El príncipe Nekhludov, su <em>Doppelgánger</em>, su “doble”, -se mata en un garito:</p> - -<p><em>Lo tenía todo: riqueza, nombre, talento, aspiraciones levantadas; -no había cometido ningún crimen, pero había hecho -algo peor: había matado su corazón, su juventud; se había -perdido, no teniendo siquiera una fuerte pasión por excusa, -falto de voluntad.</em></p> - -<p>La misma proximidad de la muerte no lo hizo cambiar...</p> - -<p><em>La misma extraña inconsecuencia, la misma vacilación, -la misma ligereza de pensamiento...</em></p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_312"></a>[Pg 312]</span></p> - -<h3>TRES MUERTES</h3> - -<p>La muerte... En esta época comienza a frecuentar -el alma de Tolstoi. <em>Tres Muertos</em>, de 1858-1859<a id="FNanchor_598" href="#Footnote_598" class="fnanchor">[598]</a>, anuncia -ya el sombrío análisis de la <em>Muerte de Iván Ilich</em>, la soledad -del moribundo, su odio hacia los vivos, sus “¿por qués?” -desesperados. El tríptico de estos tres muertos, (la dama -rica, el viejo postillón tísico y la encina derribada), tiene -grandeza; los retratos están bien dibujados, las imágenes -atraen la atención, aun cuando la obra, bastante alabada, -sea de argumento un poco flojo, y que la muerte del árbol -carezca de la poesía necesaria, que tanto valor da a los bellos -paisajes de Tolstoi. En su conjunto no se sabe claramente -qué le arrastra más, si el arte por el arte o la intención -moral.</p> - -<p>Tolstoi mismo lo ignoraba. El 4 de febrero de 1859, en su -discurso de recepción de la <em>Sociedad Moscovita de Amantes -de las Letras Rusas</em>, hacía la apología del arte por el arte<a id="FNanchor_599" href="#Footnote_599" class="fnanchor">[599]</a>; -y era precisamente el Presidente de esa Sociedad, Khomiakov, -quien, después de haber saludado en Tolstoi al “representante -de la literatura propiamente artística”, en su -contra tomaba la defensa del arte social y moral<a id="FNanchor_600" href="#Footnote_600" class="fnanchor">[600]</a>.</p> - -<p>Un año más tarde, la muerte de su amado hermano -Nicolás, arrebatado por la tisis<a id="FNanchor_601" href="#Footnote_601" class="fnanchor">[601]</a>, en Hyères, el 19 de -septiembre de 1860, anonadaba a Tolstoi al punto de “quebrantar -su fe en el bien, en todo”, y le hacía renegar del -arte:</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_313"></a>[Pg 313]</span></p> - -<p><em>La verdad es horrible... Sin duda, mientras existe el -deseo de conocerla y de decirla, se procura conocerla y decirla. -Y es lo único que me ha quedado de mi concepción moral; y es -la única cosa que haré, pero no bajo la forma de vuestro arte. -El arte es la mentira, y yo no puedo ya amar las bellas mentiras</em><a id="FNanchor_602" href="#Footnote_602" class="fnanchor">[602]</a>.</p> - -<p>Pero antes de seis meses retornaba a las “bellas mentiras” -con <em>Polikuchka</em><a id="FNanchor_603" href="#Footnote_603" class="fnanchor">[603]</a>, que es acaso su obra más desnuda de -intenciones morales, a un lado la maldición latente que en ella -pesa sobre el dinero y su poder nefasto; obra escrita puramente -para el arte; obra maestra, desde luego, a la cual -sólo es posible reprochar su riqueza excesiva de observación, -su abundancia de materiales, que habrían alcanzado a -desarrollar una gran novela, así como el contraste demasiado -duro y un poco cruel, entre el atroz desenlace y el principio -humorístico<a id="FNanchor_604" href="#Footnote_604" class="fnanchor">[604]</a>.</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_314"></a>[Pg 314]</span></p> - -<h3>LA FELICIDAD CONYUGAL</h3> - -<p>De esta época de transición, en la cual tantea el genio -de Tolstoi, en la cual duda de sí mismo y parece -enervarse, “sin fuerza de pasión, sin voluntad directora”, -como el Nekhludov del <em>Diario de un Marcador</em>, -nace en 1859 la obra más pura que haya producido, la -<em>Felicidad Conyugal</em><a id="FNanchor_605" href="#Footnote_605" class="fnanchor">[605]</a>. Es el milagro del amor.</p> - -<p>Desde hacía largos años era amigo de la familia Bers; y -estuvo enamorado sucesivamente de la madre y de las tres -hijas<a id="FNanchor_606" href="#Footnote_606" class="fnanchor">[606]</a>. Y fué en definitiva de la segunda de las hijas de -quien se enamoró; pero no osaba confesarlo. Sofía Andreievna -Bers era casi una niña, pues tenía diez y siete años, -en tanto que él pasaba ya de treinta y se consideraba como -un hombre viejo, que no tenía derecho para unir su vida -gastada, manchada, con la de una muchacha inocente. -Resistió tres años<a id="FNanchor_607" href="#Footnote_607" class="fnanchor">[607]</a>; y más tarde ha contado, en su <em>Ana -Karenina</em>, cómo hizo su declaración a Sofía Bers, y cómo le -respondió ella, dibujando con gis rojo sobre una mesa las -iniciales que no osaban decir. Como Levine, en <em>Ana Karenina</em>, -tuvo la cruel lealtad de presentar su <em>Diario</em> íntimo a -su prometida, a fin de que ella no ignorase nada de sus pasadas -vergüenzas; y como Kitty, en esa misma novela, -Sofía tuvo con ello un amargo sufrimiento.</p> - -<p>El 23 de septiembre de 1862 fué el matrimonio. Pero tres -años hacía ya que esta unión estaba realizada en el pensamiento -<span class="pagenum"><a id="Page_315"></a>[Pg 315]</span>del poeta al escribir la <em>Felicidad Conyugal</em><a id="FNanchor_608" href="#Footnote_608" class="fnanchor">[608]</a>. Desde -hacía tres años que por adelantado había vivido los días -inefables del amor que se ignora, y los días embriagadores -del amor que se descubre, y la hora en la cual se murmuran -las divinas palabras esperadas, las lágrimas de “una felicidad -que se va para siempre y que no retornará jamás”; -y la realidad triunfante de los primeros tiempos del matrimonio, -el egoísmo amoroso, “la alegría incesante y sin -causa”; después, la fatiga que llega, el descontento vago, -el tedio de la vida monótona, las dos almas unidas que -dulcemente se separan y se alejan la una de la otra; la -embriaguez peligrosa para la joven señora, (coqueterías, -celos, equivocaciones mortales), el amor que se va, que se -pierde; al fin, el tierno y triste otoño del corazón, el fantasma -del amor que renace, palidecido, envejecido, más -conmovedor por sus lágrimas, sus arrugas; el recuerdo de -los días de prueba, la pena por el mal que se ha hecho y -por los años perdidos; serenidad de la tarde, tránsito augusto -del amor a la amistad, de la novela de la pasión a la maternidad... -Todo lo que debía de venir, todo, Tolstoi lo -había soñado, gustado de antemano; y para vivirlo mejor, -lo había vivido en ella, en la bienamada. Por la primera -vez, (la única quizás en la obra de Tolstoi) la novela pasa -en el corazón de una mujer y está contada por ella. ¡Con -cuánta exquisita delicadeza! Belleza del alma que se cubre -con un velo de pudor... El análisis de Tolstoi ha renunciado, -por esta ocasión, a su luz un poco cruda; no se -encarniza, febril, para poner al desnudo la verdad: los -secretos de la vida interior se dejan adivinar, antes que entregarse. -El corazón y el arte de Tolstoi están enternecidos. -Armonioso equilibrio de la forma y del pensamiento, la -<em>Felicidad Conyugal</em> tiene la perfección de una obra raciniana.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_316"></a>[Pg 316]</span></p> -<p>El matrimonio del cual presentía Tolstoi con una profunda -claridad la dulzura y las inquietudes, debía de ser su -salud. Estaba cansado, enfermo, disgustado de sí mismo -y de sus esfuerzos. A los éxitos ruidosos que habían acogido -sus primeras obras, sucedió el completo silencio de la crítica<a id="FNanchor_609" href="#Footnote_609" class="fnanchor">[609]</a> -y la indiferencia del público. De ello afectaba regocijarse -altivamente.</p> - -<p><em>Mi reputación ha perdido mucho de la popularidad que me -entristecía. Ahora estoy tranquilo, porque sé que tengo algo -que decir y la fuerza para decirlo en voz alta. En cuanto al -público, ¡que piense lo que quiera!</em><a id="FNanchor_610" href="#Footnote_610" class="fnanchor">[610]</a></p> - -<p>Se alababa, no estaba seguro él mismo de su arte. Era -sin duda dueño de su instrumento artístico; pero no sabía -cómo emplearlo. Como él lo decía, a propósito de <em>Polikuchka</em>, -era una charla sobre el primer asunto que se presentaba, -por un hombre que sabía manejar la pluma<a id="FNanchor_611" href="#Footnote_611" class="fnanchor">[611]</a>. Sus -obras sociales abortaban. En 1862 renunció a su cargo de -árbitro territorial; y en ese mismo año la policía fué a -catear Yasnaia Poliana, donde todo lo revolvió, y cerró la -escuela. Tolstoi estaba entonces ausente, rendido de fatiga, -temeroso de la tisis:</p> - -<p><em>Las querellas de arbitraje habían llegado a ser para mí -penosas; el trabajo de la escuela tan incierto, y mis dudas, -que nacían del deseo de instruir a los demás, al ocultar mi -ignorancia sobre lo que debía enseñar, eran tan desconsoladoras, -que caí enfermo. Tal vez entonces hubiera llegado a la -desesperación, en la cual habría perecido quince años más -tarde, si no hubiera existido para mí un aspecto desconocido -de la vida que me prometía la salud: la vida de familia</em><a id="FNanchor_612" href="#Footnote_612" class="fnanchor">[612]</a>.</p> - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_317"></a>[Pg 317]</span></p> -</div> - - -<div class="figcenter illowp41" id="p317ilo" style="max-width: 12.125em;"> - <img class="w100" src="images/p317ilo.jpg" alt="p317ilo" /> -</div> - -<p>De ella gozó, desde luego, con el fuego de la pasión que -ponía en todo<a id="FNanchor_613" href="#Footnote_613" class="fnanchor">[613]</a>. La influencia personal de la condesa -Tolstoi fué preciosa para el arte. Bien dotada literariamente<a id="FNanchor_614" href="#Footnote_614" class="fnanchor">[614]</a>, -era, como ella decía, “una verdadera mujer -de escritor”, que tan de corazón tomaba la obra de su marido. -Trabajaba con él, escribía a su dictado, recopiaba sus borrones<a id="FNanchor_615" href="#Footnote_615" class="fnanchor">[615]</a>. -Trataba de defenderlo contra su demonio religioso, -el terrible espíritu que ya, por momentos, le aconsejaba -<span class="pagenum"><a id="Page_318"></a>[Pg 318]</span>la muerte del arte; trataba de que estuviese cerrada su puerta -para las utopías sociales<a id="FNanchor_616" href="#Footnote_616" class="fnanchor">[616]</a>. Reanimaba en él al genio -creador; hizo más aún: aportó a este genio la riqueza -nueva de su alma femenina. A excepción de las joviales -siluetas de <em>Infancia</em> y <em>Adolescencia</em>, la mujer está ausente -de las primeras obras de Tolstoi, o bien asoma apenas en -segundo plano. Aparece ya en <em>Felicidad Conyugal</em>, escrita -bajo el influjo del amor de Sofía Bers; y en las obras que -siguen, los tipos de muchachas y de mujeres abundan y -tienen una vida intensa, superior a las veces a la de los tipos -masculinos. Queremos creer que la condesa Tolstoi no -solamente sirvió a su marido de modelo para la Natacha de -<em>La Guerra y la Paz</em><a id="FNanchor_617" href="#Footnote_617" class="fnanchor">[617]</a>, y para Kitty, en <em>Ana Karenina</em>, sino -que también por sus confidencias y por su propia visión, -pudo ser para él una valiosa y discreta colaboradora. -Algunas páginas de <em>Ana Karenina</em><a id="FNanchor_618" href="#Footnote_618" class="fnanchor">[618]</a>, muy particularmente, -me parece que descubren una mano de mujer.</p> - -<p>Gracias a los bienes de esta unión, Tolstoi gustó durante -diez o quince años, de una paz y de una seguridad que -le eran desconocidas desde hacía largo tiempo<a id="FNanchor_619" href="#Footnote_619" class="fnanchor">[619]</a>. Pudo -entonces, bajo las alas del amor, soñar y realizar en -calma las obras maestras de su pensamiento, monumentos -colosales que dominan toda la novela del siglo XIX: <em>La -Guerra y la Paz</em> (1864-1869) y <em>Ana Karenina</em> (1873-1877).</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_319"></a>[Pg 319]</span></p> - -<h3>LA GUERRA Y LA PAZ</h3> - -<p><em>La Guerra y la Paz</em> es la más vasta epopeya de nuestros -tiempos, una Ilíada moderna. Un mundo de pasiones y -de figuras se mueve en ella; y sobre este océano humano, de -innumerables olas, priva un alma soberana, que levanta -y refrena las tempestades con serenidad. Más de una vez, -al contemplar esta obra, he pensado en Homero y en Goethe, -no obstante las enormes diferencias así de carácter como -de tiempo. Después he visto que efectivamente, en la -época en que esto escribía, el pensamiento de Tolstoi se -nutría en Homero y Goethe<a id="FNanchor_620" href="#Footnote_620" class="fnanchor">[620]</a>. Más todavía: en sus notas -de 1865, en las cuales clasifica los diversos géneros literarios, -inscribía como de la misma familia a “La Odisea”, -“La Ilíada” y “1805”<a id="FNanchor_621" href="#Footnote_621" class="fnanchor">[621]</a>... El movimiento natural de su -<span class="pagenum"><a id="Page_320"></a>[Pg 320]</span>espíritu lo arrastraba de la novela de los destinos individuales -a la novela de los ejércitos y de los pueblos, de los -grandes rebaños humanos, en las cuales se funden las voluntades -de millones de seres. Su trágica experiencia del -sitio de Sebastopol lo llevaba a comprender el alma de la -nación rusa y su vida secular. <em>La Guerra y la Paz</em>, tan -inmensa, no debía de ser, según sus proyectos, sino el <em>panneau</em> -central de una serie de frescos épicos en los cuales se -desarrollaría el poema de Rusia, desde Pedro el Grande -hasta los “decembristas”<a id="FNanchor_622" href="#Footnote_622" class="fnanchor">[622]</a>.</p> - -<p>Para comprender bien el vigor de la obra, es necesario -<span class="pagenum"><a id="Page_321"></a>[Pg 321]</span>darse cuenta de su oculta unidad<a id="FNanchor_623" href="#Footnote_623" class="fnanchor">[623]</a>, pues la mayor parte -de nuestros lectores no ven en ella, un poco miopes, sino -los millares de detalles, cuya profusión los deslumbra y -descamina. Se pierden en esta selva de vidas, cuando es -necesario elevarse por encima de ella y abarcar con la -mirada el horizonte libre, el círculo de los bosques y de los -campos; pues sólo entonces se percibirá el espíritu homérico -de la obra, la tranquilidad de las leyes eternas, el ritmo -imponente del soplo del destino, el sentimiento del conjunto -al cual todos los detalles están subordinados; y, dominando -su obra, el genio del artista, como el Dios del Génesis -que flota sobre las aguas.</p> - -<p>Desde luego, el mar está inmóvil; la paz, la sociedad -rusa en vísperas de la guerra. Las cien primeras páginas -reflejan, con una exactitud impasible y una ironía superiores, -lo vano de las almas mundanas. Hacia la centésima -página solamente se levanta el grito de uno de estos muertos -vivientes, el peor de entre ellos, el príncipe Basilio:</p> - -<p>“Nosotros pecamos, engañamos, y todo esto ¿por qué? -Yo he pasado de los cincuenta años, amigo mío... Todo -acaba en la muerte... La muerte, ¡qué terror!”</p> - -<p>Entre estas almas insulsas, mentirosas y ociosas, capaces -de todas las aberraciones y de todos los crímenes, se esbozan -algunas naturalezas más sanas: las sinceras, por ingenuidad -torpe, como en Pedro Besukhov; por independencia -campesina, por sus viejos sentimientos rusos, como -María Dmitrievna; por frescura juvenil, como en los pequeños -Rostov; las almas buenas y resignadas, como la -princesa María; y aquéllas que no son buenas, sino valientes, -a quienes atormenta esta existencia malsana, como el -príncipe Andrés.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_322"></a>[Pg 322]</span></p> -<p>Pero aparece el primer estremecimiento en las ondas de -aquel mar. La acción; el ejército ruso en Austria; la -fatalidad reina, y en ninguna parte más dominadora que en -el desencadenamiento de las fuerzas elementales, en la -guerra. Los verdaderos jefes son quienes no tratan de dirigir, -sino que, como Kutuzov o como Bagration, “dejan -creer que sus intenciones personales están en concordancia -perfecta con lo que en realidad es simple efecto de la fuerza -de las circunstancias, de la voluntad de los subordinados y de -los caprichos de azar”. ¡Beneficio de abandonarse en manos -del Destino! Felicidad de la acción pura; estado moral y -sano. Los espíritus conturbados recobran su equilibrio. -El príncipe Andrés respira, comienza a vivir... Y en tanto -que allá, lejos del soplo vivificador de estas tempestades -sagradas, las dos mejores almas, Pedro y la princesa María, -son amenazados por el contagio de su mundo, por la mentira -de amor, Andrés herido en Austerlitz, tiene de pronto, -en medio de la embriaguez de la acción, caído brutalmente, -la revelación de la inmensidad serena. Tendido sobre la -espalda, “no ve ya nada más que arriba, por encima de él, -un cielo infinito, profundo, en el cual muellemente bogan -ligeras nubes gríseas”.</p> - -<p>¡Qué calma! ¡Qué paz, se decía; cuál diferencia con mi -desatentada carrera! ¿Cómo no había visto antes este alto -cielo? ¡Qué feliz soy de haberlo al fin advertido! Sí; todo -es vacío, todo es desengaño, menos él... ¡Nada hay fuera -de él!... y que sea Dios alabado!</p> - -<p>Sin embargo, la vida lo recobra y la onda vuelve a caer. -Abandonadas de nuevo a sí mismas, en la atmósfera desmoralizadora -de las ciudades, las almas desalentadas, inquietas, -vagan al azar en la noche. Algunas veces, al soplo -envenenado del mundo se mezclan los efluvios inebriantes -y enloquecedores de la naturaleza, de la primavera, del -amor, las fuerzas ciegas que al príncipe Andrés acercan a -la encantadora Natacha, y que, un instante después, la -arrojan en los brazos del primer seductor que se presenta<span class="pagenum"><a id="Page_323"></a>[Pg 323]</span>. -¡Cuánta poesía, ternura, pureza de corazón, que el mundo -ha marchitado! Y siempre “el gran cielo que se extiende -sobre la abyección ultrajante de la tierra!” Pero los hombres -no lo ven, y aun el mismo Andrés ha olvidado la luz de -Austerlitz, y para él ya no es más el cielo “que una bóveda -sombría y brumosa” que cubre la nada.</p> - -<p>Es tiempo de que se levante de nuevo, sobre estas almas -anémicas, el huracán de la guerra. La patria está invadida. -Borodino. Grandeza solemne de esta jornada. Las enemistades -se borran, y Dologhov abraza a su enemigo Pedro; y -Andrés, herido, llora de ternura y de piedad sobre la desventura -del hombre que más odiaba, Anatolio Kuraguine, -su vecino de ambulancia. La unidad de los corazones se -realiza, la unidad por el apasionado sacrificio a la patria y -por la sumisión a las leyes divinas.</p> - -<p>“<em>Aceptar la espantosa necesidad de la guerra, seriamente, -con austeridad... La prueba más difícil es la sumisión de -la libertad humana a las leyes divinas. La sencillez de corazón -consiste en la sumisión a la voluntad de Dios</em>”.</p> - -<p>El alma del pueblo ruso y su sumisión al destino se encarnan -en el generalísimo Kutuzov:</p> - -<p><em>Este anciano, que ya no tenía más, en cuanto a pasiones, -que su experiencia resultante de las pasiones, y en quien la -inteligencia destinada a agrupar hechos y a extraer conclusiones, -estaba reemplazada por una contemplación filosófica de -los sucesos, no inventaba nada, no emprendía nada; pero lo -escuchaba todo y todo lo ordenaba, y sabría de ello sacar provecho -llegado el momento; no pondría trabas a nada útil, ni -permitiría nada que fuera perjudicial. Atisbaba en el semblante -de sus tropas esa fuerza que no puede ser sujetada y que -se llama la voluntad de vencer, la futura victoria. Aceptaba -algo más fuerte que su voluntad: la marcha inevitable de los -hechos que se desarrollaban ante sus ojos; los ve, los sigue, sabe -hacer abstracción de su persona.</em></p> - -<p>Tiene, en fin, corazón ruso. Este fatalismo del pueblo -ruso, tranquilamente heroico, se personifica también en el<span class="pagenum"><a id="Page_324"></a>[Pg 324]</span> -pobre mujik Platón Karataiev, que es sencillo, piadoso, -resignado, con su sonrisa buena en los sufrimientos y en -la muerte. A través de las pruebas, de la ruina de la patria, -de la espantosa agonía, los dos héroes del libro, Pedro y -Andrés, llegan a la liberación moral y a la alegría mística -por el amor y la fe, que hacen que los vivientes puedan -ver a Dios.</p> - -<p>No termina allí Tolstoi. El epílogo, que pasa en 1820, -es una transición de una época a otra, de la época napoleónica -a la de los “decembristas”; da el sentimiento de la -continuidad y del principio de otra vida, pues en lugar de -principiar y de concluir en plena crisis, Tolstoi acaba como -ha comenzado, en el momento en que una gran ola se desvanece, -y la ola siguiente se levanta. Se percibe ya a los -héroes por venir, y los conflictos que se levantarán entre -ellos, y los muertos que en los vivos resucitan<a id="FNanchor_624" href="#Footnote_624" class="fnanchor">[624]</a>.</p> - -<p>He tratado de destacar los grandes lineamientos de la -<span class="pagenum"><a id="Page_325"></a>[Pg 325]</span>novela, porque es raro que alguien se tome la molestia de -hacerlo; pero ¡qué decir del extraordinario vigor de vida de -estos centenares de héroes, todos individuales y pintados -de inolvidable manera, soldados, campesinos, grandes señores, -rusos, austriacos y franceses! Nada descubre la improvisación. -Para esta galería de retratos, de la cual no hay -otra análoga en toda la literatura europea, hizo Tolstoi -bocetos sin cuento; “combinó, decía, millones de proyectos”; -buscó en las bibliotecas, puso a contribución sus -archivos de familia<a id="FNanchor_625" href="#Footnote_625" class="fnanchor">[625]</a>, sus notas anteriores, sus recuerdos -personales. Esta minuciosa preparación asegura la solidez -de la obra, pero no le resta nada de su espontaneidad. Trabajaba -Tolstoi con un entusiasmo, con un ardor y una -alegría que se comunican al lector; mas sobre todo, lo que -constituye el mayor encanto de <em>La Guerra y la Paz</em>, es la -juventud de corazón que revela. No hay ninguna otra obra -de Tolstoi que ofrezca el espectáculo de esta riqueza de -almas de niños y de adolescentes; y cada una es una música -de pureza de origen y de gracia que penetra y enternece, -como una melodía de Mozart: el joven Nicolás Rostov, -Sonia, el pobrecito Petia.</p> - -<p>La más exquisita es Natacha, criatura amada, soñadora, -risueña, de corazón amante; a quien de cerca se mira -crecer, a quien se sigue en la vida con la casta ternura que -se tendría por una hermana. ¿Quién no cree haberla conocido?... -Admirable la noche de primavera en la cual -Natacha, en su ventana que baña el claro de luna, sueña y -habla locamente, por encima de la ventana del príncipe -Andrés, que la escucha... Emociones del primer baile; -amor, espera del amor, desordenada floración de deseos y -de ensueños; carreras en trineo, de noche, por la floresta -<span class="pagenum"><a id="Page_326"></a>[Pg 326]</span>nevada, en la cual se encienden fuegos fantásticos; naturaleza -que os oprime con su inquieta ternura; noche en la ópera, -en el mundo extraño del arte, donde la razón se embriaga; -locura del corazón, locura del cuerpo que languidece de -amor; dolor que purifica el alma; piedad divina, que vela a -la bienamada moribunda... No es posible evocar esos pobres -recuerdos sin la emoción que se tendría al hablar de -una amiga, la más cara y la más amada. ¡Ah, qué bien se -aprecia, ante una creación semejante, la debilidad de los -tipos femeninos en casi toda la novela y el teatro contemporáneos! -La vida misma está copiada de manera tan -flexible, tan fluida que, de una línea en otra parece que se -la ve palpitar y cambiar. La princesa María, la fea, tan -bella por la bondad, no es una pintura menos perfecta; y -¡cómo se habría empurpurado, muchacha tímida y torpe, -cómo enrojecerían cuantas se le asemejan, al mirar descubiertos -todos los secretos de un corazón que se oculta medrosamente -a las miradas!</p> - -<p>En general, los caracteres de mujeres son, como lo indicaba -antes, muy superiores a los caracteres de hombres, sobre -todo a los de ambos héroes en quienes Tolstoi puso su propio -pensamiento: la naturaleza muelle y débil de Pedro -Besukhov, y la ardiente y seca del príncipe Andrés Bolkonsky. -Son éstas, dos almas que carecen de centro, que -oscilan perpetuamente, más que evolucionar; van de un -polo al otro, sin avanzar nunca. Se replicará que, sin duda, -por ello mismo son muy rusas; y sin embargo, haría yo -notar que algunos rusos han hecho de ellas iguales críticas. -Con esta ocasión precisamente Turguenef reprochaba a la -psicología de Tolstoi el permanecer estacionaria: “No hay -verdadero desarrollo. Eternas vacilaciones, vibraciones -de sentimientos”<a id="FNanchor_626" href="#Footnote_626" class="fnanchor">[626]</a>. Tolstoi mismo convenía en haber -sacrificado un poco, por momentos, los caracteres individuales<a id="FNanchor_627" href="#Footnote_627" class="fnanchor">[627]</a> -en bien del cuadro histórico.</p> - -<p>Y en efecto, la gloria de <em>La Guerra y la Paz</em> está en la -resurrección de toda una época histórica, de esas migraciones -de pueblos, de la batalla de las naciones. Sus verdaderos -héroes son esos pueblos; y detrás de ellos, como detrás -de los héroes de Homero, los dioses que los mueven, las -fuerzas invisibles, “lo infinitamente pequeño que dirige -las masas”, el soplo de lo Infinito. Estos combates gigantescos, -en los cuales un oculto destino hace chocar a las ciegas -naciones, tienen una grandeza mítica. Más allá de la Ilíada, -por ellos, se sueña en las epopeyas indias<a id="FNanchor_628" href="#Footnote_628" class="fnanchor">[628]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_327"></a>[Pg 327]</span></p> - -<h3>ANA KARENINA</h3> - -<p>Ana Karenina señala, con <em>La Guerra y la Paz</em>, la -cima de este período de madurez<a id="FNanchor_629" href="#Footnote_629" class="fnanchor">[629]</a>. Es una obra -más perfecta, de un espíritu aún más seguro de sus -procedimientos artísticos, más rico también de experiencia -y para quien el mundo del corazón ya no tiene ningún secreto; -pero le falta la llama de la juventud, la frescura del -entusiasmo, las grandes alas de <em>La Guerra y la Paz</em>. La -tranquilidad pasajera de los primeros días del matrimonio -ha desaparecido; y en el círculo encantado del amor y del -arte que la condesa Tolstoi había formado en torno suyo, -volvían a deslizarse las inquietudes morales.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_328"></a>[Pg 328]</span></p> -<p>Ya en los primeros capítulos de <em>La Guerra y la Paz</em>, un -año después del casamiento, las confidencias que el príncipe -Andrés hace a Pedro, a propósito del matrimonio, señalan -el desencanto del hombre que ve en la mujer amada a una -extraña, la inocente enemiga, el involuntario obstáculo -para su desarrollo moral. Algunas cartas de 1865, anuncian -el próximo retorno de los tormentos religiosos. No son -todavía sino breves amenazas borradas por la dicha de vivir; -pero he aquí que en los meses en que Tolstoi termina <em>La -Guerra y la Paz</em>, hay una sacudida más grave: había abandonado -a los suyos por algunos días, para visitar un dominio. -Una noche, ya acostado, las dos de la madrugada acababan -de sonar:</p> - -<p>“<em>Estaba yo terriblemente fatigado, tenía sueño y me sentía -bastante bien, cuando de pronto fuí presa de tal angustia, -de un terror tal, como antes nunca había experimentado nada -parecido. Te contaré esto detalladamente</em><a id="FNanchor_630" href="#Footnote_630" class="fnanchor">[630]</a><em>; era en verdad -espantoso. Salté del lecho y ordené que se enganchara, y mientras -se hacía esto me dormí, de suerte que, cuando me fueron -a despertar me había recobrado por completo. Ayer se ha -producido la misma cosa, mas en grado mucho menor...</em>”<a id="FNanchor_631" href="#Footnote_631" class="fnanchor">[631]</a>.</p> - -<p>El castillo de ilusiones tan laboriosamente construido por -el amor de la condesa Tolstoi se agrietaba. En el vacío en -que dejó al espíritu del artista la conclusión de <em>La Guerra y la -Paz</em>, éste es nuevamente invadido por las preocupaciones -<span class="pagenum"><a id="Page_329"></a>[Pg 329]</span>filosóficas<a id="FNanchor_632" href="#Footnote_632" class="fnanchor">[632]</a> y pedagógicas: quiere escribir un Silabario para -el pueblo, y en él trabaja con encarnizamiento cuatro años; -por él se siente más orgulloso que de <em>La Guerra y la Paz</em>, y -cuando lo ha escrito (1872), se pone a escribir otro (1875). -Después se consagra al estudio del griego; lo estudia de la -mañana a la noche, abandona por él todo otro trabajo y descubre -al “delicioso Xenofonte” y a Homero, al verdadero -Homero, no el que ofrecen los traductores, “todos esos -Jukhovski y esos Voss que cantan con una voz cualquiera, -gutural, quejumbrosa, dulzona”, sino “este otro diablo, -que canta a plena voz, sin que se le ocurra nunca que alguien -puede escucharlo”<a id="FNanchor_633" href="#Footnote_633" class="fnanchor">[633]</a>.</p> - -<p>“<em>¡Sin el conocimiento del griego, no es posible ninguna instrucción!... -Estoy convencido de que, de cuanto es verdaderamente -bello, en el verbo humano, con una belleza simple, nada sabía -hasta ahora</em>”<a id="FNanchor_634" href="#Footnote_634" class="fnanchor">[634]</a>.</p> - -<p>Era una locura, y en ello convenía. Se entrega a la escuela -de nuevo y con tal pasión que cae enfermo y tiene que ir, -en 1871, a Samara, a curarse con el “kumis” entre los bachkires. -A excepción del griego, de todo está descontento. -Después de un proceso, en 1872, habla seriamente de vender -todo lo que tiene en Rusia para ir a instalarse a Inglaterra, -con lo que la condesa Tolstoi se muestra desolada:</p> - -<p>“<em>Si te absorbes siempre en tus griegos, no curarás nunca. -Ellos son quienes te causan esta angustia y esta indiferencia -por la vida presente, pues no en vano se llama el griego una -lengua muerta; pone en estado de espíritu muerto</em>”<a id="FNanchor_635" href="#Footnote_635" class="fnanchor">[635]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_330"></a>[Pg 330]</span></p> - -<p>Al fin, después de muchos proyectos abandonados apenas -esbozados, el 18 de marzo de 1873, con gran alegría de la -condesa, comenzó a escribir <em>Ana Karenina</em><a id="FNanchor_636" href="#Footnote_636" class="fnanchor">[636]</a>. Mientras -trabajaba en esta novela, su vida fué contristada por duelos -domésticos<a id="FNanchor_637" href="#Footnote_637" class="fnanchor">[637]</a>; y su esposa estuvo enferma. “La beatitud -no reina en la casa...”<a id="FNanchor_638" href="#Footnote_638" class="fnanchor">[638]</a>.</p> - -<p>La obra conserva un poco huellas de esta experiencia -entristecida, de estas pasiones desengañadas<a id="FNanchor_639" href="#Footnote_639" class="fnanchor">[639]</a>. Salvo los -hermosos capítulos de las bodas de Levine, el amor no tiene -ya la poesía que iguala algunas de las páginas de <em>La Guerra -y la Paz</em> con las más bellas poesías líricas de todos los tiempos. -En desquite, ha tomado un carácter áspero, sensual, -imperioso; la fatalidad que reina sobre la novela ya no es, -como en <em>La Guerra y la Paz</em>, una especie de dios Krishna, -asesino y sereno, sino la locura de amar, “Venus toda entera...”. -Es ella quien en la escena maravillosa del baile, -en la cual la pasión—sin saberlo ellos—se apoderó a su vez -de Ana y de Wronski, presta a la inocente belleza de Ana -coronada de pensamientos y vestida de terciopelo, “una -seducción casi infernal”<a id="FNanchor_640" href="#Footnote_640" class="fnanchor">[640]</a>. Es Venus quien, cuando -Wronski llega a declararse, hace irradiar el rostro de Ana, -“no de alegría, sino con la tremenda irradiación de un incendio -en una noche obscura”<a id="FNanchor_641" href="#Footnote_641" class="fnanchor">[641]</a>. Es Venus quien, en las -venas de esta mujer leal y razonable, de esta joven madre -amorosa, hace correr la fuerza de una savia voluptuosa y se -<span class="pagenum"><a id="Page_331"></a>[Pg 331]</span>instala en su corazón que no abandonará ya hasta haberlo -destruido. Ninguno de cuantos se acercan a Ana deja de -sufrir la atracción y el horror del oculto demonio. Kitty, la -primera, lo descubrió con espanto. Un misterioso temor -se mezcla a la alegría de Wronski cuando va a ver a Ana; -Levine, en su presencia, pierde toda su voluntad; la misma -Ana sabe bien que ya no se pertenece. A medida que la -historia se desarrolla, la implacable pasión roe, pieza por -pieza, todo el edificio moral de esta noble persona. Cuanto -en ella hay de mejor, su alma brava y sincera, se desmorona -y cae. No tiene ya la fuerza de sacrificar su vanidad -mundana; su vida no tiene ya otro objeto que agradar a su -amante; se prohíbe cobardemente, vergonzosamente, tener -hijos; los celos la torturan; la fuerza sensual, que la -esclaviza, la obliga a mentir con el gesto, con la voz, con la -mirada; desciende al rango de las mujeres que no ambicionan -más que hacer perder la cabeza a todo hombre, -cualquiera que sea; recurre a la morfina para embrutecerse -hasta el día en que los intolerables tormentos que la devoran -la arrojan, con el amargo sentimiento de su fracaso -moral, bajo las ruedas de un tren. “Y el pequeño mujik de -barba hirsuta”, (la visión siniestra que se ha presentado -frecuentemente en sus sueños y en los de Wronski), “se -inclinaba del estribo del wagón sobre la vía”, y, según el -sueño profético, “se curvaba en dos sobre un saco en el -cual recogía los restos de alguna cosa que había tenido vida, -con sus tormentos, sus traiciones y sus dolores...”.</p> - -<p>“Yo me he reservado la venganza”<a id="FNanchor_642" href="#Footnote_642" class="fnanchor">[642]</a>, dijo el Señor...</p> - -<p>En torno de esta tragedia de una alma que el amor consume -y que abruma la Ley de Dios,—pintura de una pieza -y de una profundidad espantosa—dispuso Tolstoi, como -en <em>La Guerra y la Paz</em>, las novelas de otras vidas; pero, -desgraciadamente, en esta vez, esas historias paralelas alternan -de manera un poco rígida y artificial, sin llegar a la -<span class="pagenum"><a id="Page_332"></a>[Pg 332]</span>unidad orgánica de la sinfonía de <em>La Guerra y la Paz</em>. Es -posible descubrir también que el perfecto realismo de -algunos cuadros, (como de los círculos aristocráticos de Petersburgo -y sus entretenimientos ociosos) llega hasta la -inutilidad. Por último, más francamente todavía que en -<em>La Guerra y la Paz</em> ha yuxtapuesto Tolstoi su personalidad -moral y sus ideas filosóficas al espectáculo de la vida; mas, -por ello, no es menor la maravillosa riqueza de esta obra; -hay la misma abundancia de tipos que en <em>La Guerra y la -Paz</em>, y todos de una sorprendente exactitud. Los retratos -de hombres me parecen aun superiores; se complació Tolstoi -en pintar a Stepan Arcadievitch, el amable egoísta a -quien nadie puede mirar sin contemplar su afectuosa sonrisa; -y Karenine, el tipo perfecto del gran funcionario, el -hombre de Estado distinguido y mediocre, con su manía -de ocultar bajo una ironía constante, sus verdaderos pensamientos, -mezcla de dignidad y de cobardía, de fariseísmo -y de sentimientos cristianos; producto extraño de una -sociedad artificial, de la cual le es imposible desprenderse -nunca, a pesar de su inteligencia y de su real generosidad; -y el que tiene mucha razón de desconfiar de su corazón, -porque cuando se abandona es siempre para caer, a la postre, -en una nadería mística.</p> - -<p>El interés principal de la novela, con la tragedia de Ana -y sus cuadros varios de la sociedad rusa de 1860, (salones, -círculos oficiales, bailes, teatros, carreras de caballos), está -en su carácter autobiográfico. Más que ninguno otro de los -personajes de Tolstoi, lo encarna Constantino Levine, y no -solamente le ha prestado sus ideas a un tiempo democráticas -y conservadoras, su antiliberalismo de aristócrata rural -que desprecia a los intelectuales<a id="FNanchor_643" href="#Footnote_643" class="fnanchor">[643]</a>, sino que también le -ha prestado su vida propia. El amor de Levine y de Kitty y -sus primeros años de matrimonio son una translación de los -<span class="pagenum"><a id="Page_333"></a>[Pg 333]</span>propios recuerdos domésticos, al igual que la muerte del -hermano de Levine no es más que una dolorosa evocación -de la muerte de Dmitri, el hermano de Tolstoi. Toda la -última parte, innecesaria para la novela, nos hace conocer -las inquietudes que lo agitaban entonces; y si el epílogo de -<em>La Guerra y la Paz</em> era una transición artística a otra obra -en proyecto, el epílogo de <em>Ana Karenina</em> es una transición -autobiográfica a la revolución moral que debía, dos años -más tarde, externarse por las <em>Confesiones</em>. Y ya en el curso -del libro continuamente asoma, bajo forma irónica o violenta, -la crítica de la sociedad contemporánea a la que no cesará -de combatir en sus obras futuras. ¡Guerra a la mentira, -a todas las mentiras, así a las mentiras virtuosas como a las -viciosas, a los charlatanismos liberales, a la caridad mundana, -a la religión de los salones, a la filantropía! ¡Guerra al -mundo que falsea los sentimientos verdaderos y que fatalmente -anonada los ímpetus generosos del alma! La muerte -arroja una luz súbita sobre las convenciones sociales: delante -de Ana moribunda, el estirado Karenine se enternece; -en esta alma sin vida, en la cual todo está hecho, penetra -al fin un rayo de amor y de perdón cristiano; y los tres, el -marido, la esposa y el amante, son transformados momentáneamente. -Porque todo se hace simple y leal; pero a -medida que Ana se restablece, sienten, los tres “frente a la -fuerza moral, casi santa que los guiaba interiormente, la -existencia de otra fuerza brutal de mayor omnipotencia, -que dirige sus vidas a pesar suyo y que no les concederá ya -la calma”; y saben, de antemano, que serán impotentes en -esta lucha, en la cual “están obligados a hacer el mal, que -el mundo juzgará necesario”<a id="FNanchor_644" href="#Footnote_644" class="fnanchor">[644]</a>.</p> - - -<p>Si Levine, que encarna a Tolstoi, se ha purificado también -en el epílogo del libro, es que también a él lo alcanza -la muerte. Hasta allí, “incapaz de creer, era asimismo incapaz -<span class="pagenum"><a id="Page_334"></a>[Pg 334]</span>para dudar”<a id="FNanchor_645" href="#Footnote_645" class="fnanchor">[645]</a>. Después que ha visto morir a su -hermano, el terror de su ignorancia lo posee; su matrimonio, -por algún tiempo, ha ahogado sus angustias; pero al -nacimiento de su primer hijo reaparecen. Alternativamente -pasa por crisis de plegarias y de negaciones. Lee en vano -a los filósofos. En su enloquecimiento llega a tener la tentación -del suicidio. El trabajo físico lo alivia; y en esto -no cabe duda, porque todo es claro. Charla Levine, con -los campesinos, y uno de ellos le habla de los hombres “que -viven no para sí mismos, sino para Dios”, lo que para él es -una iluminación. Advierte entonces el antagonismo entre -la razón y el corazón; la razón enseña la lucha feroz por la -vida, y nada hay de razonable en amar al prójimo:</p> - -<p><em>La razón no me ha enseñado nada; todo lo que yo sé me ha -sido dado, revelado por el corazón</em><a id="FNanchor_646" href="#Footnote_646" class="fnanchor">[646]</a>.</p> - -<p>A partir de entonces retorna la calma. Las palabras del -humilde mujik, de quien es único guía su propio corazón, -lo han traído hacia Dios... ¿Cuál Dios? No trata de -averiguarlo. Levine, en ese momento, como lo será Tolstoi -largo tiempo, es humilde con respecto a la Iglesia y de -ningún modo está en rebeldía con los dogmas.</p> - -<p><em>Hay una verdad aun en la ilusión de la bóveda celeste y en -los movimientos aparentes de los astros</em><a id="FNanchor_647" href="#Footnote_647" class="fnanchor">[647]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_335"></a>[Pg 335]</span></p> - -<h3>LAS CONFESIONES Y LA CRISIS RELIGIOSA</h3> - -<p>Estas angustias de Levine, estas veleidades de suicidio -que ocultaba a Kitty, las ocultaba Tolstoi en -el mismo momento a su esposa; pero aún no había -alcanzado él la calma que ponía en su héroe. A decir verdad, -esta calma no era nada comunicativa; se siente que -más era deseada que lograda, y que al instante Levine volverá -a caer en sus dudas. En ello no se engañaba Tolstoi, -pues había hecho un gran esfuerzo para llegar hasta el fin -de su obra. <em>Ana Karenina</em> lo aburría antes de que hubiese -concluido<a id="FNanchor_648" href="#Footnote_648" class="fnanchor">[648]</a>; no podía trabajar más; permanecía así, -inerte, sin voluntad, presa del disgusto y del terror de sí -mismo. Entonces, en el vacío de su vida, se levantó el -gran soplo que salía del abismo, el vértigo de la muerte. -Más tarde, Tolstoi ha contado estos años terribles, cuando -acaba de escapar al abismo<a id="FNanchor_649" href="#Footnote_649" class="fnanchor">[649]</a>.</p> - -<p>“No tenía cincuenta años, dice<a id="FNanchor_650" href="#Footnote_650" class="fnanchor">[650]</a>; amaba, era amado, -tenía buenos hijos, un gran dominio, la gloria, la salud, el -vigor físico y moral; trabajaba diez horas seguidas sin -experimentar fatiga. Bruscamente, mi vida se detuvo: -podía respirar, comer, beber, dormir; pero esto no era -vivir; no podía ni desear siquiera conocer la verdad. La -verdad era que la vida es una insania. Yo había llegado al -abismo y veía claramente que delante de mí ya no había -nada, sino la muerte; yo, hombre lleno de salud y feliz, -sentía que no podía vivir más. Una fuerza invencible me -arrastraba a desembarazarme de la vida... No diré que -deseaba matarme. La fuerza que me empujaba fuera de la -vida era más potente que yo; y era una aspiración semejante -a mi antigua aspiración a la vida, solamente que -obraba en sentido inverso. Debí de recurrir hasta al engaño -para conmigo mismo a fin de no ceder demasiado pronto; -y he aquí que yo, el hombre feliz, tenía que ocultar de mi -mismo la cuerda, para no colgarme de una viga entre los -<span class="pagenum"><a id="Page_336"></a>[Pg 336]</span>armarios de mi alcoba, donde permanecía solo cada noche -al desnudarme. No iba yo de caza con mi fusil, para no -dejarme tentar<a id="FNanchor_651" href="#Footnote_651" class="fnanchor">[651]</a>. Me parecía que mi vida era una farsa -estúpida, que era representada por cualquiera. ¡Cuántos -años de trabajo, de penas, de progreso, y ver al fin que no -había nada! De mí no quedaría más que la podredumbre -y los gusanos... Se puede vivir solamente durante el -tiempo en que se está embriagado con la vida; pero inmediatamente -que se disipa la embriaguez, se ve que todo es -superchería, superchería estúpida... La familia y el arte -no podían ya bastarme; los de mi familia no eran más que -desventurados como yo; el arte, un espejo de la vida. Cuando -la vida no tiene sentido, el juego del espejo no puede -divertirnos ya. Y era lo peor que no podía resignarme. Me -parecía a un hombre extraviado en un bosque, quien, presa -del horror porque se ha extraviado, corre en todas direcciones -y no puede detenerse, aun cuando sabe que a cada paso se -pierde más...”.</p> - -<p>La salud le vino del pueblo. Tolstoi había tenido siempre -por él “una afección extraña, enteramente física”<a id="FNanchor_652" href="#Footnote_652" class="fnanchor">[652]</a>, -que no habían podido quebrantar las repetidas experiencias -de sus desilusiones sociales. En sus últimos años, como -Levine, se había acercado mucho al pueblo<a id="FNanchor_653" href="#Footnote_653" class="fnanchor">[653]</a>. Y se entregó -<span class="pagenum"><a id="Page_337"></a>[Pg 337]</span>a pensar en estos millares de seres colocados fuera del círculo -estrecho de los sabios, de los ricos y de los ociosos que se -matan, se aturden o arrastran cobardemente, como él, una -vida desesperada; se preguntaba por qué estos millares -de seres escapaban a esta desesperación, por qué no se -mataban. Advirtió entonces que ellos vivían, no con la -ayuda de la razón, sino antes, sin cuidarse de ella, sólo por -la fe. ¿Qué era esta fe que ignoraba la razón?</p> - -<p><em>La fe es la fuerza de la vida. No se puede vivir sin la fe. -Las ideas religiosas han sido elaboradas en la lejanía infinita -del pensamiento humano. Las respuestas dadas por la esfinge -de la vida contienen la sabiduría más profunda de la humanidad.</em></p> - -<p>¿Basta, por tanto, conocer estas fórmulas de la sabiduría -que tiene registradas el libro de las religiones? No, la fe -no es una ciencia, la fe es una acción; no tiene sentido sino -en tanto que es vivida. El disgusto que inspiraron a Tolstoi -las gentes ricas y que <em>piensan bien</em>, para quienes la fe es -sólo una especie de “consolación epicúrea de la vida”, lo -arrojó decididamente entre los hombres sencillos que eran -los únicos que ponían de acuerdo su vida con su fe.</p> - -<p><em>Y comprendió que la vida del pueblo trabajador era la vida -misma, y que el sentido que se atribuía a esa vida era verdad.</em></p> - -<p>¿Pero cómo convertirse al pueblo y compartir su fe? Es -hermoso reconocer que los otros tienen razón, mas no depende -de nosotros que seamos como ellos. En vano oramos -a Dios, en vano tendemos hacia él nuestros ávidos brazos. -Dios se aleja. ¿Dónde alcanzarlo?</p> - -<p>Un día la gracia llegó a él.</p> - -<p><em>Un día de temprana primavera estaba yo solo en el bosque<span class="pagenum"><a id="Page_338"></a>[Pg 338]</span> -y escuchaba sus rumores. Pensaba en mis agitaciones de los -tres últimos años, en cuánto había buscado a Dios, en mis -perpetuos saltos de la alegría a la desesperación... Y bruscamente -vi que yo no vivía sino cuando creía en Dios. A su solo -pensamiento, las ondas jocundas de la vida se levantaban en -mí. Todo se animaba en torno mío; todo adquiría un sentido. -Mas, desde el momento que yo no creía en él, súbitamente -cesaba la vida.</em></p> - -<p>—<em>¿Qué es entonces, lo que yo busco?—gritaba dentro de mí -una voz. ¡Es ÉL, sin quien yo no puedo vivir! Conocer a -Dios y vivir son una misma cosa; Dios es la vida...</em></p> - -<p><em>Desde entonces esta luz ya no me ha abandonado</em><a id="FNanchor_654" href="#Footnote_654" class="fnanchor">[654]</a>.</p> - -<p>Estaba salvado. Dios se le había aparecido<a id="FNanchor_655" href="#Footnote_655" class="fnanchor">[655]</a>. Mas como -no era un místico de la India, para quien el éxtasis fuera -suficiente, como en él se mezclaban a los sueños del asiático -<span class="pagenum"><a id="Page_339"></a>[Pg 339]</span>la manía de la razón y la necesidad de acción del -hombre del Occidente, le era indispensable traducir su revelación -a la fe práctica y desprender de esta vida divina -las reglas para la vida cotidiana. Sin ninguna prevención, -con el deseo sincero de creer en las creencias de los suyos, -comenzó por estudiar la doctrina de la Iglesia ortodoxa, de -la cual formaba parte<a id="FNanchor_656" href="#Footnote_656" class="fnanchor">[656]</a>. Y con el propósito de estar más -cerca de ella, durante tres años se sometió a todas las ceremonias, -confesando, comulgando, no osando emitir juicio -sobre lo que le repugnaba, inventando explicaciones para lo -que encontraba obscuro o incomprensible; uniéndose en su -fe a todos los que amaba, vivos y muertos, y siempre conservando -la esperanza de que en algún momento “el amor le -abriría las puertas de la verdad”. Pero tenía que luchar, -porque su razón y su corazón se rebelaban. Algunos actos, -como el bautizo y la comunión, le parecían escandalosos. -Cuando se le obligaba a repetir que la hostia era el cuerpo -verdadero y la sangre verdadera de Cristo, “sentía como -una puñalada en el corazón”. Y no fueron, sin embargo, -los dogmas los que levantaron entre la Iglesia y él un muro -infranqueable, sino las cuestiones prácticas, dos sobre todo: -la intolerancia rencorosa y mutua de las iglesias,<a id="FNanchor_657" href="#Footnote_657" class="fnanchor">[657]</a> y la -sanción, formal o tácita, dada al homicidio: la guerra y -la pena de muerte.</p> - -<p>Entonces rompió Tolstoi abiertamente, y tanto más -violenta fué la ruptura cuanto que hacía tres años que comprimía -su pensamiento. No toleró ya nada más, y, con -cólera, pisoteó esa religión que todavía la víspera se obstinaba -en practicar. En su <em>Crítica de la Teología Dogmática</em> -(1879-1881) la trata no solamente de “locura, sino también -<span class="pagenum"><a id="Page_340"></a>[Pg 340]</span>de mentira interesada y consciente”<a id="FNanchor_658" href="#Footnote_658" class="fnanchor">[658]</a>. A ella opuso el -Evangelio, en su <em>Concordancia y Traducción de los cuatro -Evangelios</em> (1881-1883); y a la postre sobre el Evangelio -edificó su fe. (<em>En qué consiste mi fe</em>, 1883). Está toda -contenida en estas palabras:</p> - -<p><em>Creo en la doctrina de Cristo. Creo que la felicidad no es -posible en la tierra en tanto que no cumplan esta doctrina todos -los hombres.</em></p> - -<p>Y tiene por piedra angular el Sermón de la Montaña, -cuya enseñanza esencial fija Tolstoi en cinco mandamientos:</p> - - -<p class="indent5"><span style="margin-left: 1.2em;">I. No te dejes arrebatar por la cólera.</span><br /> -<span style="margin-left: 1.0em;">II. No cometas adulterio.</span><br /> -<span style="margin-left: 0.6em;">III. No prestes juramento en vano.</span><br /> -<span style="margin-left: 0.7em;">IV. No devuelvas mal por mal.</span><br /> -<span style="margin-left: 1em;">V. No seas enemigo de nadie.</span></p> - - -<p>Es ésta la parte negativa de la doctrina, pues la parte -positiva queda resumida en este único mandamiento: -Ama a Dios y a tu prójimo como a ti mismo.</p> - -<p><em>Cristo dice que quien hubiere violado el menor de estos mandamientos -tendrá el más pequeño lugar en el reino de los -cielos.</em></p> - -<p>Y agrega Tolstoi ingenuamente:</p> - -<p><em>Por extraño que esto parezca, he debido descubrir estas reglas, -después de dieciocho siglos, como una novedad.</em></p> - -<p>¿Creía, por tanto, Tolstoi en la divinidad de Cristo? -De ninguna manera. ¿A qué título, entonces, lo invocaba? -Como el más grande entre los sabios, (Brahma, Buda, -<span class="pagenum"><a id="Page_341"></a>[Pg 341]</span>Lao-Tsé, Confucio, Zoroastro, Isaías), que han mostrado -a los hombres la felicidad verdadera a la cual aspiran y el -camino que es necesario seguir para alcanzarla<a id="FNanchor_659" href="#Footnote_659" class="fnanchor">[659]</a>. Tolstoi -es el discípulo de estos grandes creadores de religiones, de -estos semidioses y de estos profetas hindús, chinos y hebreos. -Los defiende (como él sabe defender: atacando) contra -aquéllos a quienes llama los “fariseos” y los “escribas:” -contra las iglesias establecidas y contra los representantes -de la ciencia orgullosa, o más bien, del “filosofismo científico”<a id="FNanchor_660" href="#Footnote_660" class="fnanchor">[660]</a>. -Y no es que haga llamamiento a la revelación -contra la razón, pues desde que salió del período de inquietudes -que refiere en las <em>Confesiones</em>, continúa siendo esencialmente -<span class="pagenum"><a id="Page_342"></a>[Pg 342]</span>un creyente de la Razón, o, podría decirse, un -místico de la Razón.</p> - -<p>“<em>En el principio era el Verbo</em>, repite con San Juan; <em>el Verbo, -Logos, es decir, la Razón</em>”<a id="FNanchor_661" href="#Footnote_661" class="fnanchor">[661]</a>.</p> - -<p>Su libro De la Vida (1887) lleva, como epígrafe, las palabras -famosas de Pascal<a id="FNanchor_662" href="#Footnote_662" class="fnanchor">[662]</a>:</p> - -<p><em>El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza, -pero una caña que piensa... Toda nuestra dignidad -consiste en el pensamiento... Trabajemos pues para pensar -bien, que esto es el principio de la moral.</em></p> - -<p>Y el libro entero no es más que un himno a la Razón. -Pero su Razón no es la razón científica, razón restringida -que “toma la parte por el todo, y la vida animal por la vida -entera”, sino antes la ley soberana que rige la vida del -hombre, “la ley según la cual deben vivir forzosamente -los <em>seres razonables</em>, <em>es decir</em>, <em>los hombres</em>”.</p> - -<p><em>Es una ley análoga a las que rigen la nutrición y la reproducción -del animal, el crecimiento y la eflorescencia de la -hierba y del árbol, y el movimiento de la tierra y de los astros. -Y solamente en el cumplimiento de esta ley, en la sumisión de -nuestra naturaleza animal a la ley de la razón, consiste nuestra -vida... La razón no puede ser definida, y nosotros no -tenemos necesidad de definirla, porque no solamente la conocemos -todos, sino que es la única que conocemos... Todo lo -que el hombre sabe lo conoce por medio de la razón, y no por -la fe</em><a id="FNanchor_663" href="#Footnote_663" class="fnanchor">[663]</a>... <em>La verdadera vida no comienza hasta el momento -<span class="pagenum"><a id="Page_343"></a>[Pg 343]</span>en que se manifiesta la razón. La única vida verdadera es la -vida de la razón.</em></p> - -<p>¿Qué es, pues, la existencia visible, nuestra vida individual? -“No es vida nuestra”, dice Tolstoi, porque no depende -de nosotros.</p> - -<p><em>Nuestra actividad animal se realiza fuera de nosotros... -La humanidad ha concluido ya con la idea de la vida considerada -como existencia individual. La negación de la posibilidad -del bien individual permanece como verdad inquebrantable -para todo hombre, de nuestra época, que esté dotado de razón</em><a id="FNanchor_664" href="#Footnote_664" class="fnanchor">[664]</a>.</p> - -<p>Hay en esto toda una serie de postulados, que no me -detendré a discutir aquí, pero que muestran con qué pasión -se había apoderado la razón de Tolstoi. En realidad, era -una pasión no menos ciega y celosa que las otras pasiones -que lo habían poseído durante la primera mitad de su vida. -Un fuego se extingue, y otro se enciende; o mejor, es el -mismo fuego, que sólo cambia de alimento. Añádase a la -semejanza entre las pasiones “individuales” y esta pasión -racional, que, la una como las otras, no encuentran -satisfacción sólo en amar, pues quieren obrar, quieren realizarse.</p> - -<p><em>No es necesario hablar, sino obrar, ha dicho Cristo.</em></p> - -<p>¿Y cuál es la actividad de la razón?—El amor.</p> - -<p><em>El amor es la única actividad razonable del hombre, el amor -es el estado de alma el más racional y el más luminoso. Tiene -necesidad, no más, de que nada le oculte el sol de la razón, único -que lo hace crecer... El amor es el bien real, el bien supremo, -que resuelve todas las contradicciones de la vida, que no sólo -hace desaparecer el espanto de la muerte, sino que mueve también -al hombre a sacrificarse en bien de los otros. Porque no -hay otro amor que el que da su vida por aquéllos a quienes se -ama: y no es el amor digno de este nombre sino cuando es un<span class="pagenum"><a id="Page_344"></a>[Pg 344]</span> -sacrificio de sí mismo. El verdadero amor, por tanto, no es -realizable sino cuando el hombre comprende que le es imposible -alcanzar la felicidad individual. Entonces es cuando -toda la savia de su vida viene a alimentar el noble injerto del -amor verdadero; y este injerto toma para su desarrollo todo -vigor del tronco de ese árbol salvaje, que es la individualidad -animal...</em><a id="FNanchor_665" href="#Footnote_665" class="fnanchor">[665]</a>.</p> - -<p>No llega Tolstoi, pues, a la fe como un río agotado que -se pierde entre las arenas. Aporta a ella el torrente de -fuerzas impetuosas acumuladas durante una vigorosa vida. -De ello iba a darse cuenta.</p> - -<p>Esta fe apasionada, en la cual se reunían en ardiente -abrazo la Razón y el Amor, ha encontrado su más augusta -expresión en la célebre respuesta al Santo Sínodo que lo -excomulgaba<a id="FNanchor_666" href="#Footnote_666" class="fnanchor">[666]</a>:</p> - -<p>“<em>Creo en Dios, que es para mí el Espíritu, el Amor, el Principio -de todo. Creo que él está en mí, como yo en él. Creo que -la voluntad de Dios nunca se ha expresado más claramente -que en la doctrina del Hombre-Dios; pero no se puede considerar -a Cristo como Dios y dirigirle plegarias, sin cometer -el más grande de los sacrilegios. Creo que la verdadera felicidad -del hombre consiste en el cumplimiento de la voluntad de -Dios; creo que la voluntad de Dios quiere que todo hombre ame -a sus semejantes y obre siempre con respecto a ellos, como -querría que los demás obrasen con respecto a él, que es lo que -resume, dice el Evangelio, toda la ley y los profetas. Creo que -el sentido de la vida, para cada uno de nosotros, está solamente -en aumentar el amor en él: creo que este desarrollo de nuestra -potencia de amar nos valdrá en esta vida una felicidad más -perfecta; creo que este aumento del amor contribuirá, más que -<span class="pagenum"><a id="Page_345"></a>[Pg 345]</span>ninguna otra fuerza, a fundar el reino de Dios sobre la tierra, -es decir, a reemplazar una organización de vida en la cual la -división, la mentira y la violencia son todopoderosas, por otro -orden nuevo en el cual reinarán la concordia, la verdad y la -fraternidad. Creo que, para progresar en el amor, solamente -disponemos de un medio: la plegaria. No la plegaria pública -en los templos, que Cristo ha reprobado formalmente</em> (Mateo, -VI, 5-13), <em>sino aquella plegaria de que él mismo nos dió -ejemplo, la plegaria solitaria que afirma en nosotros la conciencia -del sentido de nuestra vida y el sentimiento de que dependemos -solamente de la voluntad de Dios... Creo en la -vida eterna, creo que el hombre es recompensado según sus actos, -aquí y donde quiera, ahora y siempre. Creo esto tan firmemente -que a mi edad, al borde de la tumba, debo a menudo hacer -un esfuerzo para no llamar con mis votos la muerte de mi -cuerpo, es decir, mi nacimiento a una nueva vida...</em>”<a id="FNanchor_667" href="#Footnote_667" class="fnanchor">[667]</a>.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_346"></a>[Pg 346]</span></p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_347"></a>[Pg 347]</span></p> -</div> -<div class="figcenter illowp53" id="p347ilo" style="max-width: 15.6875em; margin-top: 4em;"> - <img class="w100" src="images/p347ilo.jpg" alt="p347ilo" /> -</div> - - -<h2 class="nobreak">LA CRISIS SOCIAL: ¿QUÉ DEBEMOS HACER?</h2> - -<p>Pensaba haber llegado al puerto, haber alcanzado el -refugio donde su alma inquieta podría reposarse; pero -no estaba sino al principio de una actividad -nueva.</p> - -<p>Un invierno pasado en Moscú (sus deberes de familia lo -habían obligado a acompañar a los suyos)<a id="FNanchor_668" href="#Footnote_668" class="fnanchor">[668]</a>, y el censo de -la población en el cual hubo de tomar parte, en enero -de 1882, fueron ocasión para que viese de cerca la miseria de -las grandes ciudades. La impresión que ese espectáculo le -produjo fué espantosa. La noche del día en que por primera -vez estuvo en contacto con esta llaga oculta de la civilización, -al contar a un amigo lo que había visto, “se puso a clamar, -a llorar, a crispar los puños”.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_348"></a>[Pg 348]</span></p> -<p>“¡No se puede vivir así!” decía entre sollozos. “¡Esto no -puede ser! ¡Esto no puede ser!...”<a id="FNanchor_669" href="#Footnote_669" class="fnanchor">[669]</a>. Y recayó durante -algunos meses en una desesperación insoportable. La condesa -Tolstoi le escribía, el 3 de marzo de 1882:</p> - -<p><em>Antes decías: “A causa de la falta de fe, quisiera ahorcarme”; -y ahora, que tienes la fe ¿por qué eres desventurado?</em></p> - -<p>Porque no tenía la fe del fariseo, la fe beata y satisfecha -de sí misma; porque no tenía el egoísmo del pensador -místico, demasiado ocupado de su salud para pensar en la -de los otros<a id="FNanchor_670" href="#Footnote_670" class="fnanchor">[670]</a>; porque tenía el amor, y ahora ya no podía -olvidar a los miserables que había visto, y en la bondad -apasionada de su corazón, le parecía ser responsable de sus -sufrimientos y de su abyección: eran las víctimas de esta -civilización de cuyos privilegios disfrutaba, de este ídolo -mostruoso al cual una casta elegida sacrificaba millones de -hombres. Aceptar el beneficio de semejantes crímenes era -asociarse a ellos. Su conciencia no tendría ya reposo hasta -que no los hubiera denunciado.</p> - -<p><em>¿Qué debemos hacer?</em> obra escrita en 1884-1886<a id="FNanchor_671" href="#Footnote_671" class="fnanchor">[671]</a>, es la -expresión de esta segunda crisis, mucho más trágica que la -primera y más preñada todavía de consecuencias. ¿Qué -eran las angustias religiosas, personales de Tolstoi, en este -<span class="pagenum"><a id="Page_349"></a>[Pg 349]</span>océano de miseria humana, de miseria real, no imaginada -por el espíritu de un ocioso aburrido? Imposible era no -verla; e imposible, habiéndola visto, no tratar de suprimirla -a toda costa. ¿Era esto posible?...</p> - -<p>Un admirable retrato, que yo no puedo mirar sin emoción<a id="FNanchor_672" href="#Footnote_672" class="fnanchor">[672]</a>, -dice suficientemente lo que Tolstoi sufrió entonces. -Aparece de frente, sentado, cruzados los brazos, con blusa -de mujik; tiene expresión de anonadamiento; sus cabellos -son todavía negros, su bigote ya gris, su larga barba y sus -patillas enteramente blancas; una noble arruga hunde en -la hermosa amplia frente un surco armonioso. ¡Y hay tanta -bondad en la ancha nariz de perro noble, y en los ojos que -os miran tan francos, tan claros, tan tristes! ¡Seguramente -que están leyendo en vosotros, y os compadecen o bien os -imploran! Las mejillas están hundidas, con las huellas del -sufrimiento, en grandes pliegues bajo los ojos. Ha llorado; -pero es fuerte y está presto al combate.</p> - -<p>Tenía una lógica heroica:</p> - -<p><em>Me sorprenden siempre estas palabras tan a menudo repetidas: -“Sí, eso está bien en teoría, pero ¿cómo será en la práctica?” -¡Como si la teoría consistiese sólo en palabras hermosas, -necesarias para la conversación, y no para conformar a -ellas la práctica!... Cuando yo he comprendido una cosa en -la cual he reflexionado, entonces no puedo obrar de otra manera -que como he comprendido</em><a id="FNanchor_673" href="#Footnote_673" class="fnanchor">[673]</a>.</p> - -<p>Comienza a describir con una exactitud fotográfica la -miseria de Moscú, tal como la ha visto, en el curso de sus -visitas a los barrios pobres y a los asilos nocturnos<a id="FNanchor_674" href="#Footnote_674" class="fnanchor">[674]</a>. Se -convence de que no es con el dinero, como en un principio -lo había creído, como se podrá salvar a estos desgraciados, -más o menos contaminados de la corrupción de las ciudades -<span class="pagenum"><a id="Page_350"></a>[Pg 350]</span>y entonces investiga resueltamente de dónde viene el mal, y, -de eslabón en eslabón, se desarrolla ante sus ojos la cadena -pavorosa de las responsabilidades. Los ricos, desde luego, -y el contagio de su lujo maldito, que atrae y deprava<a id="FNanchor_675" href="#Footnote_675" class="fnanchor">[675]</a>; -la universal seducción de la vida sin trabajo; y el Estado -después, esta entidad asesina, creada por los violentos para -despojar y reducir a esclavitud, en su provecho, al resto de -la humanidad. Y la Iglesia, asociada; la ciencia y el arte, -cómplices... ¿Cómo combatir a todos estos ejércitos del -mal? Desde luego, rehusándose a formar parte de ellos; -rehusándose a participar en la explotación de la humanidad; -renunciando al dinero y a la posesión de la tierra<a id="FNanchor_676" href="#Footnote_676" class="fnanchor">[676]</a> y no -sirviendo al Estado.</p> - -<p>Pero esto no es bastante; es necesario “no mentir”, no -tener miedo a la verdad; es necesario “arrepentirse” y -arrancarse el orgullo, tan arraigado con la instrucción. Es -en fin necesario trabajar con las propias manos. “<em>Ganarás -tu pan con el sudor de tu frente</em>”, ordena el primero de los -mandamientos y el más esencial<a id="FNanchor_677" href="#Footnote_677" class="fnanchor">[677]</a>. Y Tolstoi, contestando -<span class="pagenum"><a id="Page_351"></a>[Pg 351]</span>por adelantado a las mofas de la “élite”, afirma que -el trabajo físico no estorba en nada al trabajo intelectual, -puesto que por lo contrario lo aumenta y responde a las -exigencias normales de la naturaleza. La salud no puede -menos que ganar con él, y el arte más todavía. Sobre todo, -restablece la unión entre los hombres.</p> - -<p>En sus siguientes obras Tolstoi completará estos preceptos -de higiene moral. Se preocupará de completar la cura -del alma, de rehacer la energía, proscribiendo los placeres -viciosos que adormecen la conciencia<a id="FNanchor_678" href="#Footnote_678" class="fnanchor">[678]</a>, y los placeres -crueles que la matan<a id="FNanchor_679" href="#Footnote_679" class="fnanchor">[679]</a>. Da el ejemplo. En 1884 hace el -sacrificio de su más arraigada pasión, la caza<a id="FNanchor_680" href="#Footnote_680" class="fnanchor">[680]</a>; practica -la abstinencia que forja la voluntad, como un atleta que se -impone una disciplina para combatir y para vencer.</p> - -<p><em>¿Qué debemos hacer?</em> señala la primera etapa de la difícil -<span class="pagenum"><a id="Page_352"></a>[Pg 352]</span>ruta que Tolstoi va a seguir, abandonando la paz relativa -de la meditación religiosa, por la lucha social; y desde -entonces comienza esta guerra de veinte años que en nombre -del Evangelio libra el viejo profeta de Yasnaia Poliana, -solo, fuera de todos los partidos, antes condenándolos a -todos, contra los crímenes y las mentiras de la civilización.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>A su alrededor, la revolución moral que Tolstoi había -iniciado encontraba pocas simpatías; desolaba -a los suyos. Largo tiempo hacía ya que la condesa -Tolstoi observaba, inquieta, los progresos de un mal que -en vano combatía. Desde 1874 se indignaba de ver a su -marido perder tanto tiempo y fuerzas en trabajos para las -escuelas.</p> - -<p><em>Este silabario, esta aritmética, esta gramática, las desprecio -y no puedo fingir que me interesen.</em></p> - -<p>Otra cosa fué cuando a la pedagogía sucedió la religión; -y tan hostil fué la acogida que tuvo en la condesa que a las -primeras confidencias del nuevo convertido, Tolstoi tuvo -necesidad de excusarse, cuando hablaba de Dios en sus -cartas:</p> - -<p><em>No te disgustes, como ocurre a las veces, cuando menciono -a Dios, ya que no puedo evitarlo porque es la base misma de -mi pensamiento</em><a id="FNanchor_681" href="#Footnote_681" class="fnanchor">[681]</a>.</p> - -<p>La condesa se conmueve, sin duda, y trata de disimular -su impaciencia; pero no comprende nada y observa a su -marido con inquietud:</p> - -<p><em>Sus ojos son extraños, fijos; no habla casi nada; parece que -no pertenece ya a este mundo</em><a id="FNanchor_682" href="#Footnote_682" class="fnanchor">[682]</a>.</p> - -<p>Piensa que está enfermo:</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_353"></a>[Pg 353]</span></p> - -<p><em>León trabaja siempre, como él dice. ¡Bueno! Escribe -cualesquiera discusiones religiosas; lee y reflexiona, hasta -dolerle la cabeza, y todo para demostrar que la Iglesia no está -de acuerdo con la doctrina del Evangelio. Apenas si en Rusia -se encontrará a una docena de personas a quienes eso pueda -interesar; pero nada es posible hacer, y no deseo sino una -cosa: que termine lo más pronto y que todo pase como una -enfermedad</em><a id="FNanchor_683" href="#Footnote_683" class="fnanchor">[683]</a>.</p> - -<p>La enfermedad no pasó, y la situación se hizo cada día -más penosa entre los dos esposos. Se amaban; tenían, el -uno por el otro, una estimación profunda; pero era para -ellos imposible comprenderse. Trataban de hacerse mutuas -concesiones, que llegaban a ser, como ocurre generalmente, -mutuos tormentos. Tolstoi se impuso la obligación -de seguir a los suyos a Moscú, y escribió entonces en su -<em>Diario</em>:</p> - -<p><em>El mes ha sido el más penoso de mi vida, por la instalación -en Moscú. Todos se instalan. ¿Cuándo comenzarán, pues, a -vivir? ¡Y todo esto, no para vivir, sino porque las demás -gentes hacen lo mismo! ¡Desventurados!...</em><a id="FNanchor_684" href="#Footnote_684" class="fnanchor">[684]</a>.</p> - -<p>En estos mismos días escribía la condesa:</p> - -<p><em>Moscú. Mañana hará un mes que estamos nosotros aquí. -Durante las dos primeras semanas he llorado todos los días, -porque León ha estado no solamente triste, sino abatido en verdad. -No dormía, no comía y a menudo lloraba; he llegado a -creer que me volvía loca</em><a id="FNanchor_685" href="#Footnote_685" class="fnanchor">[685]</a>.</p> - -<p>Hubieron de alejarse el uno del otro, durante algún tiempo, -hasta pedirse perdón por lo que se hacían sufrir. ¡Cuánto -se amaban siempre!... Él le escribía:</p> - -<p>Me dices: “<em>te amo, y tú no tienes necesidad de ello</em>”, <em>cuando -es lo único de que yo tengo necesidad... Tu amor me da -la alegría más que nada en el mundo</em><a id="FNanchor_686" href="#Footnote_686" class="fnanchor">[686]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_354"></a>[Pg 354]</span></p> - -<p>Pero en el instante que estaban juntos, el desacuerdo -aparecía. La condesa no podía tomar partido en esta manía -religiosa, que movía ahora a Tolstoi a aprender el hebreo -con un rabino.</p> - -<p><em>Nada, fuera de esto, le interesa ya. Consume todas sus -fuerzas en tonterías, por lo que no puedo ocultar mi descontento</em><a id="FNanchor_687" href="#Footnote_687" class="fnanchor">[687]</a>.</p> - -<p>Le escribía ella:</p> - -<p><em>No puedo menos de entristecerme porque semejantes fuerzas -intelectuales se derrochan en cortar leña, calentar el samovar -y coser las botas.</em></p> - -<p>Y agrega, con la sonrisa cariñosa y burlona de una madre -que mira jugar a su hijo, un poco alocado:</p> - -<p><em>En fin, me tranquilizo con el proverbio ruso: “Que se divierta -el niño y no importa cómo, con tal que no llore más!”</em><a id="FNanchor_688" href="#Footnote_688" class="fnanchor">[688]</a>.</p> - -<p>Pero todavía no ha despachado la carta cuando se le aparece -en su pensamiento su marido, leyendo estas líneas con -sus nobles ojos cándidos, entristecidos por este tono de -ironía; y reabre la carta nuevamente, en un impulso de -amor:</p> - -<p><em>¡De pronto te me has representado tan claramente que he sentido -un acceso de ternura hacia ti! Hay en ti algo de tan sabio, -de tan bueno, tan ingenuo y tan perseverante, todo iluminado -por una luz de compasión hacia todos, y una mirada que va -tan rectamente al alma... ¡Y esto sólo a ti te pertenece!</em></p> - -<p>De tal manera estos dos seres que se amaban se torturaban -el uno al otro y en seguida se lamentaban del mal que -habían podido hacerse, sin poderlo remediar. Situación -sin salida que dura cerca de treinta años y a la cual solamente -debió poner fin, en una hora de extravío, la fuga del -viejo rey Lear, moribundo, a través de la estepa.</p> - -<p>No se ha fijado bastante la atención en el llamamiento -conmovedor a las mujeres con que termina <em>¿Qué debemos -<span class="pagenum"><a id="Page_355"></a>[Pg 355]</span>hacer?</em> Ninguna simpatía siente Tolstoi por el feminismo -moderno<a id="FNanchor_689" href="#Footnote_689" class="fnanchor">[689]</a>; pero para aquélla que él llama “la mujer -madre”, para aquélla que conoce el verdadero sentido de la -vida, tiene palabras de piadosa adoración; hace un elogio -magnífico de sus penas y de sus alegrías, de la preñez y de -la maternidad, de esos sufrimientos terribles, de esos años -sin reposo, de ese trabajo invisible, agotador, por el cual no -se espera recompensa de nadie, y de esa beatitud que inunda -el alma al salir del dolor, cuando se ha cumplido la Ley. -Pinta el retrato de la esposa valiente, que es para su marido -un auxiliar y un obstáculo; que sabe que “sólo el sacrificio -obscuro, sin recompensa, en bien de la vida de los otros, es -la vocación del hombre”.</p> - -<p><em>Una mujer así no solamente no alentará a su marido para -un trabajo falso y engañador, que no busque otro fin que disfrutar -del trabajo de los demás; pues antes verá con disgusto y -horror esa actividad, que sería una seducción para sus hijos. -Exigirá de su compañero el verdadero trabajo que reclama la -energía y no teme el peligro... Sabe que sus hijos, las generaciones -por venir, constituyen cuanto es dable a los hombres -ver de más santo, y que sólo vive para servir, con todo su ser, -esta obra sagrada. Desarrollará en sus hijos y en su marido -la fuerza de sacrificio... Son esas las mujeres que dominan -a los hombres y les sirven de estrellas conductoras... ¡Oh, mujeres-madres! -¡En vuestras manos está la salud del mundo!</em><a id="FNanchor_690" href="#Footnote_690" class="fnanchor">[690]</a></p> - -<p>Es el llamamiento de una voz que suplica, que todavía -espera... ¿No será escuchada?</p> - -<p>Algunos años más tarde el último fulgor de la esperanza -se había apagado:</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_356"></a>[Pg 356]</span></p> - -<p><em>No lo creeréis tal vez; pero no podríais imaginaros cuán -aislado estoy, hasta qué punto mi yo verdadero es despreciado -por todos los que me rodean</em><a id="FNanchor_691" href="#Footnote_691" class="fnanchor">[691]</a>.</p> - -<p>Si los más amantes desconocían así la grandeza de la -transformación moral de Tolstoi, no se podía esperar de los -otros ni mayor penetración ni más respeto. Turguenev, -con quien Tolstoi había tenido que reconciliarse, más por -un sentimiento de humildad cristiana que porque hubiese -cambiado de sentimientos con respecto a él<a id="FNanchor_692" href="#Footnote_692" class="fnanchor">[692]</a>, decía irónicamente: -“Compadezco mucho a Tolstoi; pero por otra -parte, como dicen los franceses, cada quien tiene su manera -de matar pulgas”<a id="FNanchor_693" href="#Footnote_693" class="fnanchor">[693]</a>. Algunos años más tarde, próximo a -la muerte, escribía a Tolstoi la carta tan conocida en la que -suplicaba a “su amigo, el gran escritor de la tierra rusa”, -que “volviese a la literatura”<a id="FNanchor_694" href="#Footnote_694" class="fnanchor">[694]</a>.</p> - -<p>Todos los artistas europeos se asociaban a la inquietud -y a la súplica de Turguenev moribundo. Eugène-Melchior -de Vogüé al final del estudio que en 1886 consagró a Tolstoi, -tomaba de pretexto un retrato del escritor en traje de mujik, -cosiendo como zapatero, para dirigirle un elocuente apóstrofe:</p> - -<p><em>¡Artesano de obras maestras, no es esa vuestra herramienta!... -Nuestro útil de trabajo es la pluma; nuestro campo, el alma -humana, a la cual también es necesario abrigar y nutrir. Permitidme -que os recuerde este grito de un campesino ruso, del -primer impresor de Moscú, cuando se le hacía volver a empuñar -<span class="pagenum"><a id="Page_357"></a>[Pg 357]</span>el arado: “No me toca a mí sembrar el grano de trigo, sino -esparcir por el mundo las simientes espirituales”.</em></p> - -<p>¡Como si alguna vez Tolstoi hubiese soñado en renegar -de su papel de sembrador de la simiente del pensamiento!... -Al fin de <em>En qué consiste mi fe</em><a id="FNanchor_695" href="#Footnote_695" class="fnanchor">[695]</a>, escribía:</p> - -<p><em>Creo que mi vida, mi razón, mi luz, me ha sido dada exclusivamente -para alumbrar a los hombres. Creo que mi conciencia -de la Verdad es un talento que se me ha prestado para -este fin, y que este talento es un fuego, que sólo es fuego en tanto -que arde. Creo que el único sentido de mi vida está en vivir -en esta luz que es en mí, y en mantenerla en alto delante de los -hombres para que ellos la vean</em><a id="FNanchor_696" href="#Footnote_696" class="fnanchor">[696]</a>.</p> - -<p>Pero esta luz, este fuego “que sólo es fuego en tanto que -arde”, inquietaba a la mayor parte de los artistas. Los más -inteligentes no dejaban de prever que su arte estaba en gran -peligro de ser la primera presa del incendio. Afectaban -creer que el arte todo entero estaba amenazado y que, como -Próspero, Tolstoi rompía para siempre su varita mágica de -creadoras ilusiones.</p> - -<p>Ahora bien, nada era menos cierto, y yo intento demostrarlo, -que lejos de arruinar al arte, Tolstoi suscitó en él -energías que permanecían en barbecho, y que su fe religiosa, -en lugar de matar su genio artístico, lo renovó.</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_358"></a>[Pg 358]</span></p> - - -<h3>LA CRÍTICA DEL ARTE</h3> - -<p>Es singular que, cuando se habla de las ideas de Tolstoi -sobre la ciencia y sobre el arte, se olvide generalmente -el más importante de sus libros, aquél en -que estas ideas están contenidas: <em>¿Qué debemos hacer?</em> -(1884-1886). En sus páginas, por primera vez, Tolstoi -emprende la lucha contra la ciencia y el arte, y nunca, -ninguna de sus luchas siguientes sobrepasó en violencia -a este primer encuentro. Sorprende que, cuando en recientes -asaltos librados entre nosotros contra la vanidad -de la ciencia y de los intelectuales, nadie pensara en volver -sobre estas páginas, que constituyen la requisitoria -más terrible que se haya escrito contra “los eunucos de la -ciencia” y contra “los piratas del arte”, contra estas castas -espirituales que, después de haber destruido o sometido a -las antiguas castas reinantes, Iglesia, Estado, Ejército, -hanse instalado en su lugar, y, sin querer o sin poder hacer -nada en provecho de los hombres, pretenden que se les -admire y que se les sirva ciegamente, erigiendo como -dogma una fe impudente en la ciencia por la ciencia y -en el arte por el arte, máscara mentirosa con la cual se -trata de cubrir su justificación personal, la apología de -sus monstruosos egoísmos y de su nulidad.</p> - -<p>“No me hagáis decir, prosigue Tolstoi, que niego el arte -y la ciencia. Porque no solamente no los niego, sino que -antes en su nombre quiero arrojar a los mercaderes del -templo”.</p> - -<p><em>La ciencia y el arte son tan necesarios como el pan y el agua; -y aún más necesarios... La verdadera ciencia es el conocimiento -de la misión, y por consiguiente, del verdadero bien de -todos los hombres. El verdadero arte es la expresión del conocimiento -de la misión y del verdadero bien de todos los hombres.</em></p> - -<p>Y alaba a aquéllos que, “desde que los hombres existen,<span class="pagenum"><a id="Page_359"></a>[Pg 359]</span> -han expresado en las harpas y en los tímpanos, por las -imágenes y por la palabra, su lucha contra la duplicidad, -sus sufrimientos en esta lucha, su esperanza en el triunfo -del bien, su desesperación por el triunfo del mal y sus entusiasmos -ante los proféticos mirajes del porvenir”.</p> - -<p>Traza entonces la imagen del verdadero artista, en una -página caldeada de místico y doloroso ardor:</p> - -<p><em>La actividad de la ciencia y del arte da frutos únicamente -cuando no se arroga ningún derecho y sólo reconoce deberes; y -sólo por ser así esta actividad, porque su esencia es el sacrificio, -la humanidad la venera. Los hombres que están llamados a -servir a los demás por el trabajo espiritual, sufren siempre en -el cumplimiento de esta labor, porque el mundo espiritual nace -solamente de los sufrimientos y de las torturas. El sacrificio y -el dolor llenan la suerte del pensador y del artista, porque su -misión es el bien de los hombres. Los hombres son desventurados, -sufren y mueren; no tienen tiempo de descansar ni -de divertirse. El pensador o el artista no permanece nunca -sentado en las olímpicas alturas, como estamos acostumbrados -a creerlo, sino que está siempre en la inquietud y en la emoción. -Debe resolver y decir lo que producirá el bien a los hombres, -lo que los librará de los dolores, y no lo ha resuelto, no lo -ha dicho; y mañana será demasiado tarde, morirá... No -es aquél que ha sido educado en un establecimiento donde se -forma a artistas y a sabios (a decir verdad solamente se forma -en esos establecimientos a destructores de la ciencia y del arte); -no es aquél que recibe diplomas y un tratamiento, quien será -un pensador y un artista, sino aquél que sería dichoso con no -pensar y con no expresar todo lo que se le ha metido en el alma, -y que sin embargo no pueda dispensarse de hacerlo, porque es -arrastrado por dos fuerzas invencibles: su necesidad interior y -su amor a los hombres. No hay artistas gordos, dichosos -y satisfechos de sí mismos</em><a id="FNanchor_697" href="#Footnote_697" class="fnanchor">[697]</a>.</p> - -<p>Esta página espléndida, que alumbra trágicamente el -<span class="pagenum"><a id="Page_360"></a>[Pg 360]</span>genio de Tolstoi, fué escrita bajo la impresión inmediata -del sufrimiento que le causaba el espectáculo de la miseria -de Moscú, y con la convicción de que la ciencia y el arte -eran cómplices de todo el sistema actual de desigualdad -social y de violencia hipócrita. Esta convicción no la perdió -nunca. Pero la impresión de su primer encuentro con la miseria -del mundo se va atenuando, la herida sangra menos<a id="FNanchor_698" href="#Footnote_698" class="fnanchor">[698]</a> -y ya en ninguno de sus siguientes libros se volverá a encontrar -el estremecimiento de dolor y de cólera vengadora -que tiembla en aquél; en ninguna otra parte aparecerá esta -profesión de fe del artista que crea con su sangre, esta exaltación -del sacrificio y del dolor, “que son el patrimonio del -pensador”, este desprecio por el arte olímpico, a la manera -de Goethe. Las obras en que después reanudará la crítica -del arte, tratarán la cuestión desde un punto de vista literario -y menos místico, y el problema del arte estará en ellas -separado del fondo de esta miseria humana, en la cual no -puede pensar Tolstoi sin delirar, como en la noche de su -visita al asilo nocturno, cuando de regreso a su casa, sollozaba -y gritaba desesperadamente.</p> - -<p>No se crea por esto que alguna vez sus obras didácticas -sean frías, porque le era imposible ser frío. Hasta el fin de -su vida sentirá como lo escribía a Fet:</p> - -<p><em>Si uno no ama a sus personajes, aun los más insignificantes, -es necesario entonces insultarlos de manera que hasta el -cielo arda, o burlarse de ellos hasta estallar de risa</em><a id="FNanchor_699" href="#Footnote_699" class="fnanchor">[699]</a>.</p> - -<p>No se le puede reprochar esto en sus escritos sobre el arte. -La parte negativa (injurias y sarcasmos) tiene tal vigor -<span class="pagenum"><a id="Page_361"></a>[Pg 361]</span>que es la única que ha sorprendido a los artistas; -hería con demasiada violencia sus supersticiones y sus -susceptibilidades para que no viesen, en aquel enemigo del -arte de ellos, al enemigo del arte; pero nunca la crítica en -Tolstoi, deja nada sin reconstruir, nunca destruye por destruir, -sino para reedificar. Y en su modestia, ni siquiera -pretende construir nada de nuevo: defiende el arte que -fué y será siempre, contra los falsos artistas que lo explotan -y lo deshonran:</p> - - -<p>“<em>La ciencia verdadera y el arte verdadero siempre han existido -y existirán siempre, y es imposible e inútil discutirlo</em>”, -me escribía en 1887, en una carta que se anticipaba más -de diez años a su famosa “Crítica del arte”<a id="FNanchor_700" href="#Footnote_700" class="fnanchor">[700]</a>. “<em>Todo el -mal actual viene de que las gentes que se dicen civilizadas, teniendo -de su parte a los sabios y a los artistas constituyen -una casta privilegiada, como los sacerdotes; y esta casta tiene -todos los defectos de todas las castas. Degrada y rebaja el -principio en virtud del cual se organiza. Lo que se llama -en nuestro mundo las ciencias y las artes sólo es un inmenso -‘humbug’, una gran superstición en la cual caemos ordinariamente -desde que nos emancipamos de la vieja superstición -de la Iglesia. Para ver con claridad en la ruta que debemos -seguir, es necesario comenzar por el principio,—es preciso -levantar el capuchón que nos abriga, pero que cubre los ojos.—La -tentación es grande. Nacemos y nos levantamos sobre -los peldaños de la escala, y nos encontramos entre los privilegiados, -los sacerdotes de la civilización, de la ‘Kultur’, como -dicen los alemanes. Nos es necesario, como a los sacerdotes -brahmanes o católicos, mucha sinceridad y un -gran amor a la verdad para poner en duda los principios -que nos aseguran esta posición ventajosa; pero un hombre -<span class="pagenum"><a id="Page_362"></a>[Pg 362]</span>serio, que se plantée la cuestión de la vida, no puede vacilar. -Para comenzar a ver claro es preciso que se liberte de la -superstición en que se encuentra, por mucho que le sea ventajosa. -Es ésta una condición ‘sine qua non’... No tener -superstición alguna: ponerse en el estado de un niño o de un -Descartes...</em>”.</p> - -<p>Esta superstición del arte moderno, con la cual se complacen -las castas interesadas, “este inmenso <em>humbug</em>”, lo -denuncia rudamente Tolstoi en su libro <em>¿Qué es el arte?</em>, -por cuanto radicalmente hay en ello de ridiculez, de pobreza, -de hipocresía, de corrupción. Todo lo arrasa. Pone en -esta demolición la alegría de un niño que rompe sus juguetes. -Toda esta parte crítica está frecuentemente llena de -humor y también de injusticia: es la guerra. Tolstoi se sirve -en ella de toda clase de armas, y descarga golpes al azar, sin -mirar al rostro de quien golpea. A menudo ocurre, como en -todas las batallas, que hiere a algunos a quienes hubiera -estado en su deber defenderlos, como Ibsen o Beethoven. -Culpa es de su arrebato, que no le deja tiempo para reflexionar -lo suficiente antes de obrar; de su pasión, que lo ciega -frecuentemente sobre la debilidad de sus razones, y, confesémoslo, -también es culpa de su cultura artística incompleta.</p> - -<p>Fuera de sus lecturas literarias, ¿qué podía conocer del -arte contemporáneo? ¿Qué pudo ver de pintura, qué pudo -escuchar de música europea este noble campesino que pasó -las tres cuartas partes de su vida en su aldea moscovita; -que no volvió más a Europa después de 1860; y aun, qué -pudo ver entonces fuera de las escuelas, puesto que sólo -éstas le interesaban? Acerca de pintura habla de oídas, -citando en revoltillo, entre los decadentes, a Puvis, Manet, -Monet, Boecklin, Stuck, Klinger, admirando por confianza, -a causa de sus buenos sentimientos, a Jules Breton y -Lhermite, despreciando a Miguel Ángel, y, entre los pintores -del alma, no citando sino una sola vez a Rembrandt. En<span class="pagenum"><a id="Page_363"></a>[Pg 363]</span> -cuanto a la música, se siente más seguro<a id="FNanchor_701" href="#Footnote_701" class="fnanchor">[701]</a>; pero tampoco -la conoce, puesto que se detiene en sus impresiones de infancia -y en aquellos músicos que eran ya clásicos hacia 1840, -no habiendo llegado a conocer a ningún otro posterior, (a -excepción de Tschaikovsky, cuya música lo hacía llorar); -mide con el mismo rasero a Brahms y a Richard Strauss, -enmienda la plana a Beethoven<a id="FNanchor_702" href="#Footnote_702" class="fnanchor">[702]</a>, y, para juzgar a -Wagner, cree tener bastante con una sola representación de -<em>Sigfrido</em>, a la cual llegó después de haberse levantado el telón -y se marchó a mitad del segundo acto<a id="FNanchor_703" href="#Footnote_703" class="fnanchor">[703]</a>. Respecto a -la literatura, estaba (era natural) un poco mejor informado: -pero, ¿por cuál extraña aberración evitaba emitir juicios -sobre los escritores rusos que conocía bien, y se aventuraba -a dictar leyes a los poetas extranjeros, cuyo espíritu estaba -más lejos del suyo, y cuyos libros apenas hojeaba -con una altiva negligencia?<a id="FNanchor_704" href="#Footnote_704" class="fnanchor">[704]</a></p> - -<p>Su intrépida suficiencia aumentaba todavía más con la -edad, y llegó a escribir un libro para demostrar que Shakespeare -“no era un artista”.</p> - -<p><em>Podía ser cualquier cosa, pero no era un artista</em><a id="FNanchor_705" href="#Footnote_705" class="fnanchor">[705]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_364"></a>[Pg 364]</span></p> - -<p>Admirad tamaña certidumbre. Tolstoi no duda, no -discute: posee la verdad. Os dirá:</p> - -<p><em>La Novena Sinfonía es una obra que divide a los hombres</em><a id="FNanchor_706" href="#Footnote_706" class="fnanchor">[706]</a>.</p> - -<p>O bien:</p> - -<p><em>Fuera del célebre aire para violín, de Bach, del Nocturno en -do mayor, de Chopin y de una decena de trozos, no completos, -escogidos entre las obras de Haydn, Mozart, Schubert, Beethoven -y Chopin... todo lo demás debe ser rechazado y despreciado -como un arte que divide a los hombres.</em></p> - -<p>O todavía:</p> - -<p><em>Voy a probar que Shakespeare no debe ser tenido ni aun -por escritor de cuarto orden. Y como pintor de caracteres es -nulo.</em></p> - -<p>Y que el resto de la humanidad sea de otra opinión, eso -no es para cohibirlo, antes lo contrario:</p> - -<p><em>Mi opinión, escribe arrogantemente, es por completo distinta -de la que se ha aceptado sobre Shakespeare en todo el mundo -europeo.</em></p> - -<p>En su persecución de la mentira la olfatea por todas partes; -y, mientras más una idea se ha generalizado, más se -eriza contra ella, desconfía, sospecha, como dijo a propósito -de la gloria de Shakespeare, “una de esas influencias -epidémicas que siempre han sufrido los hombres, como -las cruzadas de la Edad Media, la creencia en hechiceras, -la investigación de la piedra filosofal, la pasión por los tulipanes. -Los hombres no reconocen la locura de estos influjos -sino hasta que se han librado de ellos. Con el desarrollo -de la prensa estas epidemias han llegado a ser particularmente -extraordinarias”. Y ofrece como ejemplar más -reciente de tales enfermedades contagiosas el “Asunto -Dreyfus”, del cual habla él, el enemigo de todas las injusticias, -el defensor de todos los oprimidos, con una desdeñosa -<span class="pagenum"><a id="Page_365"></a>[Pg 365]</span>indiferencia<a id="FNanchor_707" href="#Footnote_707" class="fnanchor">[707]</a>. Ejemplo sorprendente de los excesos -a que podía arrastrarlo su desconfianza de la mentira y -su repulsión instintiva contra las “epidemias morales” de -que se acusaba a sí mismo, sin poderlo remediar. Reverso -de las virtudes humanas, inconcebible ceguedad que arrastra -a este vidente de almas, a este evocador de las fuerzas -apasionantes, a tratar al <em>Rey Lear</em> de “obra inepta” y a la -arrogante Cordelia de “criatura sin ningún carácter”<a id="FNanchor_708" href="#Footnote_708" class="fnanchor">[708]</a>.</p> - -<p>Debe advertirse que vió muy bien algunos defectos de -Shakespeare, defectos que nosotros no hemos tenido la -sinceridad de confesar, como el carácter artificial del lenguaje -<span class="pagenum"><a id="Page_366"></a>[Pg 366]</span>poético, uniformemente adjudicado a todos los personajes, -la retórica de la pasión, del heroísmo y aún de la simplicidad. -Comprendo perfectamente que un Tolstoi, que -fué el menos literato de todos los escritores, haya carecido -de simpatías para quien fué el más genial de los hombres de -letras; mas, ¿para qué perder el tiempo en hablar de lo -que no podía comprender, y qué valor pueden tener estos -juicios sobre un mundo que le estaba vedado? Ninguno, -si en ellos buscamos la llave de estos mundos extraños; pero -valor inestimable si les demandamos la llave del arte de -Tolstoi. No es posible reclamar de un genio creador la -imparcialidad crítica. Cuando un Wagner, cuando un -Tolstoi, hablan de Beethoven o de Shakespeare, no es ni -de Beethoven ni de Shakespeare de quien hablan, sino -de ellos mismos: exponen sus ideales. Ni siquiera tratan de -sorprendernos. Para juzgar a Shakespeare, Tolstoi no -trata de hacerse “objetivo”, pues antes reprocha a Shakespeare -su arte objetivo. El pintor de <em>La Guerra y la Paz</em>, -el maestro del arte impersonal, no tiene bastante desdén -para esos críticos alemanes que, después de Goethe, “inventaron -a Shakespeare” y “la teoría de que el arte debe de ser -objetivo, es decir, representar los sucesos fuera de todo -valor moral, lo cual es la negación deliberada del objeto -religioso del arte”.</p> - -<p>De esta manera, desde lo alto de su fe, Tolstoi dicta sus -juicios artísticos. No busquéis en sus críticas ninguna reserva -personal. No se ofrece en ejemplo, y es tan despiadado -para sus obras como para las de los otros<a id="FNanchor_709" href="#Footnote_709" class="fnanchor">[709]</a>. ¿Qué -ambiciona, pues, y qué vale para el arte el ideal religioso -que propone?</p> - -<p>Este ideal es magnífico. La denominación “arte religioso” -<span class="pagenum"><a id="Page_367"></a>[Pg 367]</span>está expuesta a engañar sobre la amplitud de la concepción; -porque muy lejos de reducir el campo del arte, Tolstoi lo -dilata. El arte, dice, está en todas partes.</p> - -<p><em>El arte penetra toda nuestra vida; lo que nosotros llamamos -arte, teatros, conciertos, libros, exposiciones, no es más que una -ínfima parte del arte: nuestra vida está llena de manifestaciones -artísticas de todas suertes, desde los ojos del niño hasta -los oficios religiosos. El arte y la palabra son los dos órganos -del progreso humano. El uno hace la comunión de los -corazones, y la otra la de los pensamientos. Si uno de los dos -es falso, la sociedad está enferma. Y el arte actual ha sido -falseado.</em></p> - -<p>Después del Renacimiento, no es posible hablar de un -arte de las naciones cristianas. Las clases sociales se han -separado. Los ricos, los privilegiados, han pretendido -arrogarse el monopolio del arte, y han hecho de sus placeres -el criterio de la belleza. Al alejarse de los pobres, el arte se -ha empobrecido.</p> - -<p><em>La categoría de las emociones experimentadas por aquéllos -que no trabajan para vivir es más limitada que la de las emociones -de aquéllos que sí trabajan. Los sentimientos de nuestra -sociedad actual se reducen a tres: el orgullo, la sensualidad y -el cansancio de vivir. Estos tres sentimientos y sus ramificaciones -constituyen casi exclusivamente la materia del arte de -los ricos.</em></p> - -<p>Infecta al mundo, pervierte al pueblo, propaga la depravación -sexual, ha llegado a ser el peor de los obstáculos -para la realización de la felicidad humana. Carente desde -luego de verdadera belleza, de naturalidad, de sinceridad, -es un arte afectado, artificioso, cerebral.</p> - -<p>Enfrente de esta mentira de los estetas, de este pasatiempo -de los ricos, levantemos el arte viviente, el arte humano, -aquél que une a los hombres de todas las clases, de todas -las naciones. El pasado nos ofrece gloriosos modelos.</p> - -<p><em>Siempre la mayoría de los hombres ha comprendido y ha -amado lo que nosotros consideramos como el arte más elevado:<span class="pagenum"><a id="Page_368"></a>[Pg 368]</span> -la epopeya del Génesis, las parábolas del Evangelio, las leyendas, -los cuentos, las canciones populares.</em></p> - -<p>El arte más grande es aquél que traduce la conciencia -religiosa de la época. No entendáis por esto una doctrina -de la Iglesia. “Cada sociedad tiene una concepción religiosa -de la vida: es el ideal de la felicidad más grande, en pos -de la cual va esta sociedad”. Todos tienen de ese ideal un -sentimiento más o menos claro, y algunos hombres de las -avanzadas lo expresan netamente.</p> - -<p><em>Existe siempre una conciencia religiosa, que es el cauce -sobre el cual corre el río</em><a id="FNanchor_710" href="#Footnote_710" class="fnanchor">[710]</a>.</p> - -<p>La conciencia religiosa de nuestra época es la aspiración a -la felicidad realizada por la fraternidad de los hombres. Y -no habrá arte verdadero si no trabaja para esta unión; el -más alto será aquél que la realice directamente por el poder -del amor; pero hay otro que participa en esta tarea, al combatir -con las armas de la indignación y del desprecio todo -lo que se opone a la fraternidad. Así son las novelas de Dickens, -las de Dostoievsky, <em>Los Miserables</em> de Hugo, los cuadros -de Millet. Sin alcanzar estas alturas, todo arte que -represente la vida cotidiana con simpatía y verdad, acerca -entre ellos a los hombres. De esta suerte <em>Don Quijote</em> -y el teatro de Molière. Es verdad que este último género -de arte peca habitualmente por su realismo demasiado -minucioso y por la pobreza de sus asuntos, “cuando se les -compara con los modelos antiguos, como la sublime historia -de José”. La precisión excesiva de los detalles perjudica -a las obras, que no pueden, por esta razón, llegar a ser -universales.</p> - -<p><em>A las obras modernas las echa a perder un realismo que -sería más justo tasar de provincialismo en arte.</em></p> - -<p>Por eso Tolstoi condena, sin vacilar, el principio de su -propio genio. ¿Qué le importa sacrificarse todo entero al -porvenir y que nada de él quede después?</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_369"></a>[Pg 369]</span></p> -<p><em>El arte del porvenir no continuará al del presente, sino que -se sustentará sobre otras bases. No será ya el feudo de una -casta. El arte no es un oficio, y sí la expresión de sentimientos -verdaderos. Ahora bien, el artista sólo puede experimentar -un sentimiento verdadero cuando no se aísla, cuando vive la -existencia natural del hombre. Por esto, quien se encuentre -alejado de la vida está en las peores condiciones para crear.</em></p> - -<p>En lo porvenir, “los artistas serán todos los hombres -dotados”. La actividad artística llegará a ser accesible a -todos, por “la introducción en las escuelas elementales de la -enseñanza de la música y de la pintura, enseñanza que -será dada al niño al mismo tiempo que los primeros elementos -de la gramática”. Por otra parte, el arte no tendrá ya -necesidad de una técnica complicada, como al presente; se -encaminará hacia la simplicidad, la nitidez, la concisión, -que son propias del arte clásico y sano, del arte homérico<a id="FNanchor_711" href="#Footnote_711" class="fnanchor">[711]</a>. -¡Cuán bello será traducir en este arte los puros lineamientos -de los sentimientos universales! Componer un cuento -o una canción, dibujar una imagen para millares de seres, -tiene más importancia y mayor dificultad que escribir una -novela o una sinfonía<a id="FNanchor_712" href="#Footnote_712" class="fnanchor">[712]</a>. Es éste un dominio inmenso y -casi virgen. Y gracias a semejantes obras los hombres -comprenderán la felicidad de la unión fraternal.</p> - -<p><em>El arte debe de suprimir la violencia, y sólo él puede hacerlo. -<span class="pagenum"><a id="Page_370"></a>[Pg 370]</span>Su misión es hacer posible el reino de Dios, es decir, del -Amor</em><a id="FNanchor_713" href="#Footnote_713" class="fnanchor">[713]</a>.</p> - -<p>¿Quién de nosotros no patrocinaría estas palabras generosas? -¿Y quién no ve que, con muchas utopías y algunas -puerilidades, la concepción de Tolstoi es viviente y fecunda? -Sí; el conjunto de nuestro arte no es más que la expresión -de una casta, que se subdivide a sí misma, de una nación a -otra, en pequeños clanes enemigos. No hay en Europa una -sola alma de artista que en sí misma realice la unión de los -partidos y de las razas. La más universal, en nuestro tiempo, -fué la de Tolstoi, y en ella nos hemos amado los hombres -de todos los pueblos y de todas las clases. Y quien como -nosotros ha gustado de la alegría vigorosa de este vasto -amor, no podrá ya sentirse satisfecho con los jirones de la -gran alma humana que nos ofrece el arte de los cenáculos -europeos.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_371"></a>[Pg 371]</span></p> -</div> - -<div class="figcenter illowp49" id="p371ilo" style="max-width: 14.3125em;"> - <img class="w100" src="images/p371ilo.jpg" alt="p371ilo" /> -</div> - -<h3>LOS CUENTOS POPULARES</h3> - -<p>Sólo por las obras en que se realiza tiene valor la más -bella de las teorías. En Tolstoi teoría y creación -están siempre unidas, como fe y acción. Al mismo -tiempo que componía su <em>Crítica del Arte</em>, ofrecía modelos -del arte nuevo que él ambicionaba—dos formas de arte: -la una más elevada, la otra menos pura, pero ambas “religiosas”, -en el sentido más humano;—la una trabajando -en pro de la unión de los hombres por el amor, la otra librando -combate al mundo, enemigo del amor.—Escribía -entonces estas obras maestras: <em>La muerte de Iván Ilich</em> -(1884-86), <em>Las Narraciones y los Cuentos Populares</em> (1881-86), -<em>El Poder de las Tinieblas</em> (1886), <em>La Sonata a Kreutzer</em> -(1889), y <em>Amo y Criado</em> (1895)<a id="FNanchor_714" href="#Footnote_714" class="fnanchor">[714]</a>. En la cima y término -<span class="pagenum"><a id="Page_372"></a>[Pg 372]</span>de este período artístico, como una catedral de dos -torres, simbolizando en la una el amor eterno y en la otra -el odio al mundo, se levanta <em>Resurrección</em> (1899).</p> - -<p>Todas estas obras se distinguen de las precedentes por -sus caracteres artísticos nuevos. Las ideas de Tolstoi no -solamente habían cambiado sobre el objeto del arte, sino -también sobre la forma en arte. Sorprenden en <em>¿Qué es el -Arte?</em>, o en el libro sobre Shakespeare, los principios de -gusto y de expresión que anuncia. Están, en su mayor parte, -en contradicción con sus más grandes obras anteriores. -“Nitidez, sencillez, concisión”, leemos en <em>¿Qué es el Arte?</em> -desprecio del efecto material; condenación del realismo -minucioso. Y en Shakespeare: ideal absolutamente clásico -de perfección y de medida. “Sin el sentimiento de la medida -no podrían existir artistas”. Y si, en las obras nuevas, -el hombre viejo no llega a desvanecerse completamente, -con su genio de análisis y su salvajismo nativo, que, por -ciertos aspectos aún se acusa de antemano, su arte se ha -modificado profundamente por la nitidez del dibujo, más -vigorosamente acentuado por los bocetos de almas, por la -concentración del drama interior, recogido sobre él mismo -como una bestia de presa que se contrae para atacar<a id="FNanchor_715" href="#Footnote_715" class="fnanchor">[715]</a>, -por la universalidad de la emoción, apartado de los detalles -pasajeros de un realismo local, en fin, por el lenguaje lleno de -imágenes, sápido, que tiene el olor de la tierra.</p> - -<p>Su amor al pueblo le había hecho gustar, desde hacía -tiempo, la belleza de la lengua popular. De niño, había sido -arrullado por los relatos de los mendigos narradores de -<span class="pagenum"><a id="Page_373"></a>[Pg 373]</span>cuentos; de hombre ya hecho y escritor célebre, gozaba un -placer artístico en charlar con los campesinos.</p> - -<p><em>Estos hombres</em>, decía más tarde a M. Paul Boyer, <em>son -maestros</em><a id="FNanchor_716" href="#Footnote_716" class="fnanchor">[716]</a>. <em>En otro tiempo, cuando yo charlaba con ellos, -o con esos otros, peregrinos, que van, la alforja a la espalda -por nuestros campos, anotaba algunas de sus expresiones que -escuchaba por primera vez, a menudo olvidadas en nuestra -lengua literaria moderna, pero acuñadas siempre en el bueno -y viejo solar ruso... Sí, el genio de la lengua vive entre -estos hombres...</em></p> - -<p>Tanto más sensible debía de ser para con ellos cuanto -que su espíritu no estaba invadido de literatura<a id="FNanchor_717" href="#Footnote_717" class="fnanchor">[717]</a>. A -fuerza de vivir lejos de las ciudades, entre los campesinos, -se había hecho un poco a la manera de pensar del pueblo. -Tenía la dialéctica lenta, el buen sentido razonador que se -arrastra paso a paso, con bruscas sacudidas que desconcertaban, -la manía de repetir una idea de la cual se está convencido, -de repetirla en los mismos términos, sin cansarse, -indefinidamente.</p> - -<p>Pero esos eran más bien defectos que cualidades. Solamente -a la larga llegó a tener cuidado del genio latente del -lenguaje popular, del sabor de sus imágenes, de la rudeza -poética, de la plenitud de la sabiduría legendaria. Desde la -época de <em>La Guerra y la Paz</em>, había comenzado a sufrir esa -influencia. En marzo de 1872 escribía a Strakov:</p> - -<p><em>He cambiado de procedimientos en mi lenguaje y en mi manera -de escribir. La lengua del pueblo tiene sonidos para -expresar todo lo que puede decir el poeta, y me es muy grata. -Es el mejor regulador poético. Si se quiere decir algo de más, -<span class="pagenum"><a id="Page_374"></a>[Pg 374]</span>por enfático o falso, la lengua no lo soporta; en tanto que en -nuestro lenguaje literario, que carece de esqueleto, se puede -trabajar en todos los sentidos, todo se vuelve literatura</em><a id="FNanchor_718" href="#Footnote_718" class="fnanchor">[718]</a>.</p> - -<p>No solamente debió al pueblo muchos modelos de estilo, -sino también le debió muchas inspiraciones. En 1877 un -contador de “bylines” llegó a Yasnaia Poliana, y Tolstoi -tomó nota de algunos de sus relatos. De éstos nacieron la -leyenda <em>¿De qué viven los hombres?</em> y <em>Los Tres Viejos</em>, que -han venido a ser, como se sabe, de las más bellas páginas del -volumen de <em>Narraciones y Cuentos Populares</em>, que Tolstoi -publicó algunos años más tarde<a id="FNanchor_719" href="#Footnote_719" class="fnanchor">[719]</a>.</p> - -<p>Obra única en el arte moderno; obra más alta que el arte. -¿Quién, leyéndola, se acuerda de la literatura? El espíritu -del Evangelio, el casto amor hacia todos los hombres hermanos, -se une a la bonhomía sonriente de la sabiduría popular. -Simplicidad, limpidez, bondad inefable de corazón, -y este fulgor sobrenatural que, tan naturalmente, baña el -cuadro por momentos y envuelve en una aureola la figura -central, el viejo Elíseo<a id="FNanchor_720" href="#Footnote_720" class="fnanchor">[720]</a>, o flota en el ambiente de la -tienda del zapatero Martín, aquél que, por su ventanillo a -ras del suelo, ve pasar los pies de las gentes, y a quien el -Señor visita en la figura de los pobres a quienes ha socorrido<a id="FNanchor_721" href="#Footnote_721" class="fnanchor">[721]</a>. -A menudo se mezcla en estas narraciones, con las -parábolas evangélicas, no sé qué perfume de leyendas orientales, -de esas <em>Mil y una Noches</em> que tanto amaba Tolstoi -desde su infancia<a id="FNanchor_722" href="#Footnote_722" class="fnanchor">[722]</a>. A las veces, también, este fulgor se -hace siniestro y da al cuento una grandeza de espanto, como -en el cuento del <em>mujik Pakhom</em><a id="FNanchor_723" href="#Footnote_723" class="fnanchor">[723]</a>, el hombre que se mata -por adquirir mucha tierra, toda la tierra que pueda abarcar -corriendo durante un día; y que, al llegar al final de la -jornada, muere.</p> - -<p><em>Sobre la colina, el starchina, sentado en el suelo, lo miraba -correr, riendo a carcajadas y sosteniéndose el vientre con las -manos. Pakhom cayó.</em></p> - -<p>—<em>¡Ah! ¡Bravo! has adquirido mucha tierra.</em></p> - -<p><em>El starchina se levantó, y arrojó al criado de Pakhom un -zapapico:</em></p> - -<p>—<em>Toma y sepúltalo.</em></p> - -<p><em>El criado quedó solo. Cavó a Pakhom una fosa, del largo -justo de los pies a la cabeza—tres “archinas”,—y lo enterró.</em></p> - -<p>Casi todos estos cuentos encierran, bajo su poética envoltura, -la misma moral evangélica de renunciación y de perdón:</p> - -<p>“<em>No te vengues nunca de quien te ofende</em>”<a id="FNanchor_724" href="#Footnote_724" class="fnanchor">[724]</a>.</p> - -<p>“<em>No respondas con la violencia a quien te hace mal</em>”<a id="FNanchor_725" href="#Footnote_725" class="fnanchor">[725]</a>.</p> - -<p>“<em>Sólo a mí me pertenece la venganza, dice el Señor</em>”<a id="FNanchor_726" href="#Footnote_726" class="fnanchor">[726]</a>.</p> - -<p>Y por todas partes y siempre, la misma conclusión: el -amor. Tolstoi, que ambicionaba fundar un arte para todos -los hombres, alcanzó desde el primer momento la universalidad. -Su obra ha tenido, en el mundo entero, un éxito que -no puede cesar nunca, porque está depurada de todos los -elementos perecederos del arte; ya en ella no hay más que -lo eterno.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_375"></a>[Pg 375]</span></p> - -<h3>EL PODER DE LAS TINIEBLAS</h3> - -<p><em>El Poder de las Tinieblas</em> no se levanta hasta esa augusta -simplicidad de corazón; ni lo pretende, porque es el otro -filo de la espada. A una parte, el ensueño del amor divino; -<span class="pagenum"><a id="Page_376"></a>[Pg 376]</span>a la otra, la atroz realidad. Se puede apreciar, al leer este -drama, si la fe de Tolstoi y su amor al pueblo fueron alguna -vez capaces de hacerlo idealizar al pueblo y traicionar la -verdad.</p> - -<p>Tolstoi, tan torpe en la mayor parte de sus ensayos -dramáticos<a id="FNanchor_727" href="#Footnote_727" class="fnanchor">[727]</a>, se levanta en esta ocasión a la maestría. -Los caracteres y la acción están planteados con facilidad: -el guapo Nikita, la pasión arrebatada y sensual de Anisia, -la bonhomía cínica de la vieja Matrena, que oculta maternalmente -el adulterio de su hijo, y la santidad del viejo -Akim, el tartamudo, dios viviente en un cuerpo ridículo. -Después, la caída de Nikita, débil y sin maldad, pero hundido -en el pecado, rodando hasta el fondo del crimen, a -pesar de sus esfuerzos para detenerse sobre la pendiente: -su madre y su hermana lo arrastran.</p> - -<p><em>Los mujiks no valen mucho; pero ¡las babas! ¡Bestias! -Ellas no tienen miedo de nada... ¡Vosotras, hermanas, sois -millones de rusas, y sois todas ciegas como los topos, no sabéis -nada, no sabéis nada!... El mujik, por lo menos, puede -aprender alguna cosa en la taberna, o ¿quién sabe? en la prisión -o en el cuartel; pero la baba... ¿Cómo? Ella no ha visto -nada ni oído nada. Muere lo mismo que ha crecido... -Son como los perritos ciegos, que van corriendo y dan con la -cabeza en las inmundicias. No saben más que sus tontas -<span class="pagenum"><a id="Page_377"></a>[Pg 377]</span>canciones: “Ho-ho”... ¡Y qué! ¿Ho-ho?... No saben -nada</em><a id="FNanchor_728" href="#Footnote_728" class="fnanchor">[728]</a>.</p> - -<p>En seguida, la escena terrible del asesinato del niño recién -nacido. Nikita no quiere matarlo. Anisia, que por él ha -asesinado a su marido y cuyos nervios son desde entonces -torturados por el crimen, se vuelve feroz, loca, lo amenaza -con acusarlo; grita:</p> - -<p><em>Al menos, ya no estaré sola. Él también será un asesino. ¡Qué -sepa lo que es eso!</em></p> - -<p>Nikita aplasta al niño entre dos leños. En medio de su -crimen, huye espantado, amenaza de muerte a Anisia y a su -madre, solloza, suplica:</p> - -<p><em>¡Mamacita, ya no puedo más!</em></p> - -<p>Cree oír que el niño asesinado grita.</p> - -<p><em>¿Dónde salvarme?...</em></p> - -<p>Es ésta una escena de Shakespeare. Menos salvaje y más -angustiosa todavía es la variante del acto IV, el diálogo de -la muchacha y del viejo criado, que solos en la casa, en la -noche, oyen, adivinan el crimen que se consuma afuera.</p> - -<p>Al fin, la expiación voluntaria. Nikita, acompañado de su -padre, el viejo Akim, se presenta descalzo, en una boda; -se arrodilla, pide perdón a todos, se acusa de todos sus crímenes. -El viejo Akim lo alienta, lo mira con una extática -sonrisa de dolor:</p> - -<p><em>¡Dios! ¡Oh, he aquí a Dios!</em></p> - -<p>Lo que da al drama un sabor de arte muy especial es el -lenguaje campesino.</p> - -<p>“He despojado mis cuadernos de apuntes de sus notas -para escribir <em>El Poder de las Tinieblas</em>”, decía Tolstoi a -Paul Boyer.</p> - - -<p>Estas imágenes imprevistas, brotadas del alma lírica y -burlona del pueblo ruso, tienen un numen y un vigor que, -junto a ellas, todas las imágenes literarias palidecen. Tolstoi -se deleitaba con ellas; se palpa que el artista se divertía, -al escribir su drama, con anotar estas expresiones y -estos pensamientos, cuyo lado cómico no podía escaparle<a id="FNanchor_729" href="#Footnote_729" class="fnanchor">[729]</a> -en tanto que se desolaba el apóstol ante las tinieblas del -alma.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_378"></a>[Pg 378]</span></p> - -<h3>LA MUERTE DE IVÁN ILICH</h3> - -<p>Mientras observaba al pueblo y dejaba caer en su noche -un rayo de luz de la altura, Tolstoi consagraba a la noche -aun más sombría de las clases ricas y burguesas, dos novelas -trágicas. Se advierte que la forma teatral domina en esta -época su pensamiento artístico. <em>La Muerte de Iván Ilich</em> y -<em>La Sonata a Kreutzer</em> son dos verdaderos dramas interiores -ocultos, concentrados, y, en <em>La Sonata</em>, es el héroe mismo -del drama quien lo narra.</p> - -<p><em>La Muerte de Iván Ilich</em> (1884-86) es una de las obras -rusas que más hondamente han conmovido al público francés. -Hacía yo notar, al principio de este estudio, cómo fuí -testigo del pasmo causado por estas páginas en unos lectores -burgueses, de provincia francesa, que parecían indiferentes -al arte. Y es que la obra pone en escena, con una -verdad inquietante, un tipo de esos hombres medios, funcionarios -concienzudos, vacíos de sentimientos religiosos, -de ideales y casi de pensamientos, que se absorben en sus -funciones, en su vida maquinal, hasta la hora de la muerte, -en la cual con espanto se dan cuenta de que no han vivido. -Iván Ilich es el representante de esta burguesía europea de -1880 que leyó a Zolá, que va a escuchar a Sarah Bernhardt, -y que, sin tener ninguna fe, no es ni siquiera irreligiosa, -porque ni siquiera quiere darse la pena de creer o de no -creer; no piensa nunca en eso.</p> - -<p>Por la violencia de la requisitoria, a la vez áspera y casi -burlesca, contra el mundo y sobre todo contra el matrimonio, -<em>La Muerte de Iván Ilich</em>, abre una serie de obras nuevas, -anuncia las pinturas aun más feroces de <em>La Sonata a Kreutzer</em> -y de <em>Resurrección</em>. Vacío lamentable y risible de esta -vida (como de ella hay millares y millares), con sus ambiciones -grotescas, sus pobres ambiciones de amor propio, que -no producen ningún placer, “nada más que pasar la velada -frente a frente con su mujer”, los disgustos del oficio, las -injusticias que agrian el humor, la verdadera felicidad: el -whist. Y esta vida ridícula la pierde por una causa más -ridícula todavía, al caer de una escalera, un día que Iván -quiso colgar una cortina en la ventana del salón. Mentira -de la vida, mentira de las enfermedades, mentira del médico -lleno de salud que no se ocupa más que de sí mismo, -mentira de la familia, a quien disgusta la enfermedad, -mentira de la esposa que afecta consagración y calcula ya -cómo vivirá cuando el marido haya muerto. Universal -mentira, a la cual se opone, única, la verdad de un criado -compasivo, que no trata de ocultar al moribundo su estado -y que lo auxilia fraternalmente. Iván Ilich, “lleno de una -infinita piedad hacia sí mismo”, llora su aislamiento y el -egoísmo de los hombres; sufre horriblemente hasta el día -en que se da cuenta que su vida pasada ha sido una mentira, -y que esta mentira aún puede repararla. Al punto, todo -se le ilumina, una hora antes de la muerte. No piensa más -en sí mismo, piensa en los suyos y se apiada de ellos; él -debe morir y librarlos de su carga.</p> - -<p>—<em>¿Dónde estás, Dolor?—Vedle... Y bien, tú no tienes -más que persistir.—Y la muerte, ¿dónde está?...—No la -encontraba; en lugar de la muerte tenía la luz. “Todo ha concluido”, -dijo alguien. Él escuchó estas palabras y las repetía. -“La muerte no existe más”, se decía.</em></p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_379"></a>[Pg 379]</span></p> - -<h3>LA SONATA A KREUTZER</h3> - -<p>Este “rayo de luz” ya no refulge en <em>La Sonata a Kreutzer</em><a id="FNanchor_730" href="#Footnote_730" class="fnanchor">[730]</a>. -Es una obra feroz, arrojada contra la sociedad como -<span class="pagenum"><a id="Page_380"></a>[Pg 380]</span>una bestia herida, que se venga de cuanto ha sufrido. No -olvidemos que es la confesión de un bruto humano, que -acaba de matar y que está infectado por el virus de los celos. -Tolstoi se esfuma detrás de su personaje; pero sin duda se -encuentran sus ideas exaltadas, en estas invectivas rabiosas -contra la hipocresía general, hipocresía de la educación -de la mujer, del amor, del matrimonio (esa “prostitución -doméstica”), del mundo, de la ciencia, de los médicos (esos -“sembradores de crímenes”). Y su héroe lo arrastra a una -brutalidad de expresiones, a una violencia de imágenes -carnales, todas las ardentías de un cuerpo lujurioso, y por -reacción todos los furores del ascetismo, el miedo rencoroso -de las pasiones, la maldición contra la vida lanzada por un -monje de la edad media, encendido de sensualidad. Después -de haber escrito su libro, Tolstoi mismo se espanta:</p> - -<p><em>Yo no pude prever, dice en su Postfacio a La Sonata a -Kreutzer<a id="FNanchor_731" href="#Footnote_731" class="fnanchor">[731]</a>, que una lógica rigurosa me conduciría, escribiendo -esta obra, al punto a que he llegado. Mis propias conclusiones, -desde luego, me han aterrado; quería no creerlas, -pero no lo podía... He tenido que aceptarlas.</em></p> - -<p>Debía, en efecto, repetir, bajo una forma serena, los -gritos feroces del asesino Posdnichef contra el amor y el -matrimonio:</p> - -<p><em>Quien mira a la mujer—sobre todo a su propia mujer—con -sensualidad, comete por ese solo hecho adulterio con ella.</em></p> - -<p><em>Cuando las pasiones hayan desparecido, entonces la humanidad -ya no tendrá razón de ser, habrá cumplido la Ley, y la -unión de todos los seres estará realizada.</em></p> - -<p>Mostrará, apoyándose en el Evangelio, según San Mateo, -que “el ideal cristiano no es el matrimonio, que no puede -existir matrimonio cristiano, que el matrimonio, desde el -punto de vista cristiano, no es un elemento de progreso sino -antes de decadencia; que el amor, así como todo lo que -<span class="pagenum"><a id="Page_381"></a>[Pg 381]</span>le precede y lo sigue, es un obstáculo para el verdadero -ideal humano...”<a id="FNanchor_732" href="#Footnote_732" class="fnanchor">[732]</a></p> - -<p>Pero estas ideas no habían cristalizado en él con tanta -nitidez sino hasta que brotaron de boca de Posdnichef. Como -ocurre a menudo entre los grandes creadores, la obra -arrastró al autor; el artista sobrepasó al pensador. No ha -perdido nada con ello el arte. Por el vigor del efecto, por -la concentración apasionada, por el relieve brutal de las -visiones, por la plenitud y madurez de la forma, ninguna -obra de Tolstoi iguala a <em>La Sonata a Kreutzer</em>.</p> - -<p>Me falta explicar su título, que, a decir verdad, es falso; -engaña acerca de la obra. La música no desempeña en ella -sino un papel accesorio. Suprimid la sonata, y nada habrá -cambiado. Tolstoi ha cometido el error de mezclar dos -cuestiones que tomaba muy a pecho: el poder depravador -de la música y el del amor. El demonio de la música merecía -una obra aparte; el lugar que Tolstoi le concede en -esta obra es insuficiente para demostrar el peligro que -denuncia. Debo detenerme un poco sobre este asunto, -porque creo que nunca se ha comprendido cuál era la actitud -de Tolstoi con respecto a la música.</p> - -<p>Será preciso considerar que la amaba. No se teme sino -lo que se ama. Recuérdese el lugar que tienen los recuerdos -musicales en <em>Infancia</em>, y principalmente en <em>La Felicidad -Conyugal</em>, en donde todo el ciclo del amor, de su primavera -a su otoño, se desarrolla entre frases de la <em>Sonata</em>, <em>cuasi una -fantasía</em>, de Beethoven; recuérdense también las sinfonías -maravillosas que escuchaban cantar dentro de ellos mismos -<span class="pagenum"><a id="Page_382"></a>[Pg 382]</span>Nekhludov<a id="FNanchor_733" href="#Footnote_733" class="fnanchor">[733]</a> y el pequeño Petia, la noche anterior a su -muerte<a id="FNanchor_734" href="#Footnote_734" class="fnanchor">[734]</a>. Si Tolstoi había aprendido muy medianamente -la música<a id="FNanchor_735" href="#Footnote_735" class="fnanchor">[735]</a>, le conmovía hasta derramar lágrimas; a ella se -entregó con pasión en algunas épocas de su vida. En 1858 -fundó en Moscú una sociedad musical, que vino a ser más -tarde el Conservatorio de Moscú.</p> - -<p><em>Amaba mucho la música</em>, escribía su cuñado S. A. Bers. -<em>Tocaba el piano y era apasionado de los maestros clásicos. -A veces, antes de ponerse a trabajar</em><a id="FNanchor_736" href="#Footnote_736" class="fnanchor">[736]</a>, <em>se sentaba al piano, -y probablemente en él encontraba la inspiración. Acompañaba -a menudo a mi hermana menor, cuya voz le gustaba. -He advertido que las sensaciones provocadas en él por la música -estaban acompañadas de una ligera palidez del rostro y de -una mueca imperceptible que, parecía, expresaba el espanto.</em><a id="FNanchor_737" href="#Footnote_737" class="fnanchor">[737]</a></p> - -<p>Era, sin duda, el miedo que experimentaba al choque de -estas fuerzas desconocidas que lo sacudían hasta las raíces -de su ser. En este mundo de la música sentía que se fundían -su voluntad moral, su razón, toda la realidad de la vida. -Que se relea, en el volumen primero de <em>La Guerra y la Paz</em>, -la escena en que Nicolás Rostov, que acaba de perder en el -juego, entra desesperado. Oye que su hermana Natacha -canta, y olvida todo.</p> - -<p><em>Esperaba con una impaciencia febril la nota que iba a brotar, -y durante un instante, para él no había en el mundo nada -fuera del compás de tres tiempos:</em> Oh mio crudele affetto!</p> - -<p><em>¡Qué absurda existencia la nuestra, pensaba. La desventura, -el dinero, el odio, el honor, todo eso no es nada... ¡Ved aquí -la verdad!... ¡Natacha, mi pequeña paloma!... Veamos<span class="pagenum"><a id="Page_383"></a>[Pg 383]</span> -si logra alcanzar el si... lo ha alcanzado, ¡gracias, Dios -mío!</em></p> - -<p><em>Y él mismo, sin darse cuenta de que cantaba, para reforzar -el si, la acompañaba en tercera.</em></p> - -<p><em>¡Oh Dios mío, qué bello es esto! ¿Soy yo quien lo ha dado? -¡qué felicidad! pensaba; y la vibración de su canto despertaba -en su alma todo lo que en ella había de mejor y de más puro. -¡Qué valían, junto a esta sensación sobrehumana, su pérdida -en el juego y su palabra empeñada!... ¡Locuras! Era posible -matar, robar, y sin embargo, ser feliz</em><a id="FNanchor_738" href="#Footnote_738" class="fnanchor">[738]</a>.</p> - -<p>Nicolás no mata ni roba, y la música es apenas para él una -turbación pasajera; pero Natacha está a punto de perderse. -Precisamente después de una velada de Ópera, “en este -mundo extraño, insensato, del arte, a mil leguas de la realidad, -en donde el bien y el mal, lo extravagante y lo razonable, -se mezclan y se confunden”, es cuando escucha la -declaración de Anatolio Kuraguin, que la enloquece, y -cuando ella consiente en el rapto.</p> - -<p>Mientras Tolstoi avanza más en edad, mayor es el miedo -que tiene a la música<a id="FNanchor_739" href="#Footnote_739" class="fnanchor">[739]</a>. Un hombre que tuvo influjo sobre -él, Auerbach, a quien vió en Dresden en 1860, fortificó -sin duda su prevención. “Hablaba de la música como de -un <em>Pflichtloser Genuss</em> (una alegría desarreglada). Según -él, era una inclinación hacia la depravación”<a id="FNanchor_740" href="#Footnote_740" class="fnanchor">[740]</a>.</p> - -<p>Entre tantos músicos depravadores, ¿por qué, pregunta -Camilo Bellaigue<a id="FNanchor_741" href="#Footnote_741" class="fnanchor">[741]</a>, haber escogido justamente al más puro -y al más casto de todos, a Beethoven? Porque era el más -fuerte. Tolstoi lo había amado y lo amaba todavía. Sus -<span class="pagenum"><a id="Page_384"></a>[Pg 384]</span>más lejanos recuerdos de <em>Infancia</em> estaban unidos a la <em>Sonata -Patética</em>; y cuando Nekhludov, al final de <em>Resurrección</em>, -escucha <em>andante</em> de la <em>Sinfonía en do menor</em>, logra apenas -retener las lágrimas; “se enternece dentro de sí mismo”. -Sin embargo, se ha visto con qué animosidad se expresa -Tolstoi en <em>¿Qué es el Arte?</em><a id="FNanchor_742" href="#Footnote_742" class="fnanchor">[742]</a> con respecto a las “obras -enfermizas del sordo Beethoven”; y ya en 1876, el encarnizamiento -con el cual “quería demoler a Beethoven y esparcir -la duda acerca de su genio”, había sublevado a Tschaikovsky -y enfriado la admiración que sentía hacia Tolstoi. -<em>La Sonata a Kreutzer</em> nos permite ver en el fondo de esta -injusticia apasionada. ¿Qué reprocha Tolstoi a Beethoven? -Su fuerza. Le ocurre como con Goethe, escuchando la <em>Sinfonía -en do menor</em>, y, conturbado por ella, reacciona con -rabia contra el maestro imperioso que lo somete a su voluntad<a id="FNanchor_743" href="#Footnote_743" class="fnanchor">[743]</a>.</p> - -<p><em>Esta música, decía Tolstoi, me transporta inmediatamente -al estado de alma en que se encontraba quien la escribió... -La música debía de ser cosa del Estado, como en China. No -se debía admitir que el primer recién llegado dispusiese de un -poder hipnótico tan espantoso... Estas cosas (el primer -Presto de la Sonata), no se debería de tener permiso de ejecutarlas -sino en algunas circunstancias importantes...</em></p> - -<p>Y ved cómo después de esta rebeldía, cede al poder de -Beethoven, y cómo este poder es, según su propia confesión, -ennoblecedor y puro. Al escuchar el trozo de música, -Posdnichef cae en un estado indefinible, que él no puede -analizar, pero cuya conciencia lo pone alegre; los celos no -tienen ya lugar en él. La mujer no está menos transfigurada; -tiene, en tanto que toca, “<em>una severidad de expresión -majestuosa</em>”, después “<em>una sonrisa débil, compasiva, -venturosa, cuando ha terminado</em>”... ¿Qué hay, en todo -esto, de perverso?—Hay esto: que el espíritu es esclavo -y que la fuerza desconocida de los sonidos puede hacer de -él lo que quiera; destruirlo, si le place.</p> - -<p>Esto es verdad; pero Tolstoi olvida una cosa: la mediocridad -o la ausencia de vida entre la mayor parte de quienes -escuchan o ejecutan la música. La música no podrá ser -peligrosa para quienes no la sienten. El espectáculo de la -Sala de Ópera durante una representación de <em>Salomé</em> es -bastante para tranquilizar sobre la inmunidad del público -a las emociones, las más malsanas, del arte de los sonidos. -Es preciso ser rico de vida, como Tolstoi, para sufrir por -esta causa. La verdad es que, a pesar de su injusticia hiriente -para Beethoven, Tolstoi sentía más profundamente -la música que la mayoría de aquéllos que hoy la exaltan. -Él, por lo menos, conocía estas pasiones frenéticas, esta -violencia salvaje que gruñe en el arte de “<em>Viejo Sordo</em>” y que -no sienten los virtuosos, ni las orquestas de hoy. Beethoven -habría estado acaso más contento con este rencor que -con el amor de los beethovenianos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_385"></a>[Pg 385]</span></p> - -<h3>RESURRECCIÓN</h3> - -<p>Diez años separan <em>Resurrección</em> de <em>La Sonata a -Kreutzer</em>;<a id="FNanchor_744" href="#Footnote_744" class="fnanchor">[744]</a> diez años que absorbe de más en más -la propaganda religiosa, y otros diez la separaron -del término al cual aspiraba esta vida hambrienta de -eternidad. En cierta manera es <em>Resurrección</em> el testamento -<span class="pagenum"><a id="Page_386"></a>[Pg 386]</span>artístico de Tolstoi. Domina esta novela el fin de su -vida, al igual que <em>La Guerra y la Paz</em> coronó su madurez. -Es la última montaña, tal vez la más alta—si no la más -poderosa—cuya cumbre invisible<a id="FNanchor_745" href="#Footnote_745" class="fnanchor">[745]</a> se pierde en medio -de la bruma. Tenía Tolstoi setenta años. Contemplaba -el mundo, su vida, sus errores pasados, su fe, sus iras santas, -desde lo alto. Y es el mismo pensamiento que en las -obras precedentes, la misma guerra a la hipocresía; pero el -espíritu del artista, como en <em>La Guerra y la Paz</em>, se mantiene -por encima del asunto; a la ironía sombría, a la -tumultuosa alma de <em>La Sonata a Kreutzer</em> y de <em>La Muerte -de Iván Ilich</em>, mezcla una serenidad religiosa, desprendida -del mundo, que se refleja en éste, exactamente. Se diría, -por instantes, que se trata de un Goethe cristiano.</p> - -<p>Todos los caracteres de arte que hemos señalado en las -obras del último período se encuentran aquí, y principalmente, -la concentración del relato, más sorprendente todavía -en una novela extensa que en un cuento. La obra es una, -y en esto muy diferente de <em>La Guerra y la Paz</em> y de <em>Ana</em> -<span class="pagenum"><a id="Page_387"></a>[Pg 387]</span><em>Karenina</em>; casi no hay en ella digresiones episódicas: es -una sola acción, proseguida con tenacidad, y escudriñada -en todos sus detalles. El mismo vigor de retratos, pintados en -su plena complexión, que en la <em>Sonata</em>; una observación -que se va haciendo más y más lúcida, robusta, despiadadamente -realista, que ve al animal en el hombre, “la terrible -persistencia de la bestia en el hombre, más terrible esta -animalidad cuanto menos se la descubre, cuanto más se -oculta tras exterioridades que pretenden ser poéticas”<a id="FNanchor_746" href="#Footnote_746" class="fnanchor">[746]</a>. -Estas conversaciones de salón que tienen simplemente por -objeto satisfacer una necesidad física, “la necesidad de -activar la digestión, poniendo en movimiento los músculos -de la lengua y de la garganta”<a id="FNanchor_747" href="#Footnote_747" class="fnanchor">[747]</a>. Una visión ruda de los -seres que no exceptúan a nadie, ni a la hermosa Korchaguin, -“con los huesos de los codos salientes, y las uñas largas -de una pulgada”, y su escote que inspiraba a Nekhludov -“vergüenza y disgusto, disgusto y vergüenza”; ni la heroína, -la Maslova, cuya degradación para nada se recataba, su -precoz usura, su expresión viciosa y baja, su sonrisa provocativa, -su aliento alcohólico y su semblante inflamado y -enrojecido. Una brutalidad de detalle naturalista: la mujer -que charla, sentada sobre el bacín. La imaginación -poética, la juventud, se han desvanecido, salvo en los recuerdos -del primer amor, cuya música os zumba con una -intensidad alucinante; la casta noche del Sábado Santo y -la noche de Pascuas, el deshielo, la neblina blanca y tan -espesa “que a cinco pasos de la casa no se veía nada, si no -era una masa turbia de donde brotaba el fulgor rojo de una -lámpara”; el canto de los gallos en la noche; el arroyo -helado que estalla, zumba, se desploma y resuena como un -cristal que se rompe, y el joven que, desde afuera, mira al -<span class="pagenum"><a id="Page_388"></a>[Pg 388]</span>través de los vidrios a la muchacha que no lo ve y está sentada -cerca de la mesa, bajo el tembloroso fulgor de una -pequeña lámpara, Katucha pensativa, que sonríe y sueña.</p> - -<p>El lirismo del autor no aparece. Su arte ha tomado traza -más impersonal, más apartada de su propia vida. Ha hecho -Tolstoi un esfuerzo para renovar el campo de sus observaciones. -El mundo de los criminales y el de los revolucionarios, -que estudia ahora, le era extraño;<a id="FNanchor_748" href="#Footnote_748" class="fnanchor">[748]</a> penetra en él -por un esfuerzo de simpatía voluntaria; hasta conviene en -que, antes de mirarlos de cerca, los revolucionarios le inspiraban -una aversión invencible<a id="FNanchor_749" href="#Footnote_749" class="fnanchor">[749]</a>. Y es por ello tanto -más admirable su observación verídica, este espejo sin -defectos. ¡Cuál abundancia de tipos y de detalles precisos! -¡Y cómo todo es mirado, bajezas y virtudes, sin dureza, sin -debilidad, con una inteligencia tranquila y una piedad -fraternal!... ¡Lamentable cuadro el de las mujeres en la -prisión! Ellas son despiadadas; pero el artista es el buen -Dios, que ve, en el corazón de cada una, la ternura debajo -de la abyección, y bajo la máscara de la desvergüenza, el -rostro que llora. El puro y pálido rayo de luz que poco a -poco se anuncia en el alma viciosa de la Maslova y la ilumina -a la postre en una llamarada de sacrificios, adquiere -la belleza conmovedora de uno de esos rayos de sol que -transfiguran una humilde escena de Rembrandt. Ninguna -severidad, ni aun para los verdugos. “<em>Perdónales, Señor, -porque no saben lo que hacen</em>”...Lo peor es que frecuentemente -sí saben lo que hacen, y tienen remordimientos de -sus actos, y no pueden dejar de hacerlos. Se desprende del -libro el sentimiento de la abrumadora fatalidad, que -pesa sobre los que sufren tanto como sobre los que hacen -sufrir, este director de prisión, lleno de bondad natural, -<span class="pagenum"><a id="Page_389"></a>[Pg 389]</span>cansado de su vida de carcelero, tanto como de los ejercicios -de piano de su hija, flacucha y pálida, ojerosa, que machaca -incansablemente una rapsodia de Liszt; este general, gobernador -de una ciudad siberiana, inteligente y bueno que, -para escapar al insoluble conflicto entre el bien que él quiere -hacer y el mal que está obligado a hacer, se alcoholiza desde -hace treinta y cinco años, pero que permanece siempre -suficientemente dueño de sí mismo para guardar las apariencias, -aun cuando esté ebrio; y la ternura familiar que -reina entre estos seres, cuyo oficio los hace sin entrañas con -respecto a los otros.</p> - -<p>El único de estos caracteres que no tiene una verosimilitud -objetiva, es el del héroe Nekhludov, porque Tolstoi -le ha prestado sus propias ideas. Y éste había sido ya el -defecto, o el peligro, de varios de los tipos más célebres de -<em>La Guerra y la Paz</em> y de <em>Ana Karenina</em>: el príncipe Andrés, -Pedro Besukhov, Levine, etc.; pero entonces fué menos -grave, porque los personajes se encontraban, por su situación -y su edad, más cerca del estado de espíritu de Tolstoi; -mientras que en esta vez el autor aloja en el cuerpo de un -hombre de treinta y cinco años, su alma desencarnada de -anciano de setenta. No quiero decir que la crisis moral -de un Nekhludov no pueda ser verdadera, ni aun que no -pueda producirse tan súbitamente;<a id="FNanchor_750" href="#Footnote_750" class="fnanchor">[750]</a> pero nada en el -temperamento, en el carácter, en la vida anterior del personaje, -tal como Tolstoi lo representa, anuncia ni explica -esta crisis que, cuando ha comenzado, ya nada la interrumpe.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_390"></a>[Pg 390]</span></p> -<p>Sin duda, Tolstoi ha señalado con profundidad la liga -impura que se ha unido desde un principio a los pensamientos -de sacrificio, esas lágrimas de enternecimiento y de -admiración para sí mismo, después el espanto y la repugnancia -que se apoderan de Nekhludov, al estar frente a la -realidad, pero sin que lo hagan vacilar en su resolución. -Esta crisis no tiene ninguna relación con sus crisis anteriores, -violentas, pero momentáneas<a id="FNanchor_751" href="#Footnote_751" class="fnanchor">[751]</a>. Ya nada puede detener -a este hombre débil e indeciso; a este príncipe que, -rico, considerado, muy sensible a las satisfacciones mundanas, -a punto de unirse a una hermosa muchacha que lo -ama y que a él no le desagrada, bruscamente resuelve abandonar -todo, riquezas, mundo, posición social, y casarse con -una prostituta, a fin de reparar una antigua falta; y su -exaltación se sostiene, sin languidecer, durante meses, -resistiendo todas las pruebas, aun la noticia de que aquélla -que quiere hacer su mujer continúa su vida libertina<a id="FNanchor_752" href="#Footnote_752" class="fnanchor">[752]</a>. -Hay en esto una santidad cuyo origen la perspicacia psicológica -de un Dostoievsky nos lo habría mostrado en las -obscuras profundidades de la conciencia y hasta en el organismo -de sus héroes; pero no tiene Nekhludov nada de -un héroe de Dostoievsky. Es el tipo del hombre medio, -mediocre y sano, el héroe habitual de Tolstoi. En verdad, -se siente excesivamente la yuxtaposición de un personaje -<span class="pagenum"><a id="Page_391"></a>[Pg 391]</span>demasiado real<a id="FNanchor_753" href="#Footnote_753" class="fnanchor">[753]</a> a una crisis moral que pertenece a otro -hombre; y el hombre que sufre esta crisis es el anciano -Tolstoi.</p> - -<p>La misma impresión de dualidad de elementos se advierte -al fin del libro, donde yuxtapone a una tercera parte de -observación estrictamente realista, una conclusión evangélica -innecesaria, acto de fe personal, que no emana lógicamente -de la vida observada. No es ésta la primera vez -que la religión de Tolstoi se une a su realismo; pero en las -obras anteriores, los dos elementos están mejor fundidos. -Aquí coexisten, no se mezclan; y el contraste choca tanto -más cuanto la fe de Tolstoi salva toda prueba y su realismo -se hace de día en día más libre y más agudo. Hay allí rastros, -no de fatiga sino de la edad; cierta rigidez, si puedo -decirlo, en las articulaciones. La conclusión religiosa no -está en el desarrollo orgánico de la obra. Es un <em>Deus ex -machina</em>... Y yo estoy convencido de que, en lo más -hondo del alma de Tolstoi y a despecho de sus afirmaciones, -la fusión de sus dos diversas naturalezas no era perfecta; -su verdad de artista y su verdad de creyente.</p> - -<p>Pero si no tiene <em>Resurrección</em> la armoniosa plenitud de -las obras de juventud, si por mi parte yo prefiero <em>La Guerra -y la Paz</em>, no por eso deja de ser uno de los más hermosos -poemas de la compasión humana, tal vez el más verídico. -Más que al través de ninguna otra, percibo en esta obra -los ojos claros de Tolstoi, los ojos gris pálido, penetrantes, -“de mirada que va derecho al alma”<a id="FNanchor_754" href="#Footnote_754" class="fnanchor">[754]</a> y que en cada alma -veían a Dios.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_392"></a>[Pg 392]</span></p> - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_393"></a>[Pg 393]</span></p> - -<div class="figcenter illowp39" id="p393ilo" style="max-width: 11.375em;"> - <img class="w100" src="images/p393ilo.jpg" alt="p393ilo" /> -</div> -</div> - - -<h3>LAS IDEAS SOCIALES DE TOLSTOI</h3> - -<p>Tolstoi no renunció nunca al arte; un gran artista -no puede, aunque lo quiera, abdicar de su razón de -vivir. Puede, por causas de religión, renunciar a -publicar, pero no a escribir. No interrumpió nunca su -creación artística: Paul Boyer, que lo vió en Yasnaia Poliana -en sus últimos años, dice que llevaba adelante sus -obras de evangelización o de polémica, y las obras de imaginación; -descansaba de las unas con las otras. Cuando -había terminado cualquier tratado social, cualquier <em>Llamamiento -a los Directores</em>, o a <em>los Dirigidos</em>, se concedía el -derecho de proseguir alguna de las bellas historias que se -contaba a sí mismo, como su <em>Hadji-Murad</em>, epopeya militar -que canta un episodio de las guerras del Cáucaso y de<span class="pagenum"><a id="Page_394"></a>[Pg 394]</span> -la resistencia de los montañeses bajo Schamyl<a id="FNanchor_755" href="#Footnote_755" class="fnanchor">[755]</a>. El arte -continuaba siendo su descanso, su placer; pero habría -considerado como una vanidad hacer de él ostentación. -Además de su <em>Ciclo de Lecturas para todos los días del año</em> -(1904-1905)<a id="FNanchor_756" href="#Footnote_756" class="fnanchor">[756]</a>, en las que reunió los <em>Pensamientos de diversos -escritores sobre la verdad y la vida</em> (verdadera Antología -de la sabiduría poética del mundo, desde los libros -santos del Oriente hasta los artistas contemporáneos), -casi todas sus obras, que propiamente es posible llamar -artísticas, a partir de 1900, han quedado en manuscritos<a id="FNanchor_757" href="#Footnote_757" class="fnanchor">[757]</a>. -En cambio, audaz, ardientemente, lanzaba sus escritos -polémicos y místicos a la batalla social. De 1900 a 1910, -esta batalla absorbió lo mejor de sus fuerzas. Atravesaba -Rusia por una crisis formidable, en la cual, por instantes, -parecía que el imperio de los zares crujía en sus cimientos -y estaba a punto de desplomarse. La guerra ruso-japonesa, -el desastre que siguió, la agitación revolucionaria, los motines -en el ejército y en la marina, los asesinatos, los disturbios -agrarios, parecía que señalaban “el fin de un mundo”, -<span class="pagenum"><a id="Page_395"></a>[Pg 395]</span>como dice el título de una obra de Tolstoi. La culminación -de la crisis ocurrió entre 1904 y 1905, y Tolstoi publicó -entonces una serie de obras que tuvieron resonancia: <em>Guerra -y Revolución</em><a id="FNanchor_758" href="#Footnote_758" class="fnanchor">[758]</a>, el <em>Gran Crimen</em>, el <em>Fin de un Mundo</em>. -Durante este último período de diez años ocupó una situación -única, no solamente en Rusia, sino en todo el universo. -Estaba solo, extraño a todos los partidos, a todas las patrias -y arrojado de su Iglesia, que lo excomulgó<a id="FNanchor_759" href="#Footnote_759" class="fnanchor">[759]</a>; la lógica de -su razón, la intransigencia de su fe, “lo han constreñido a -este dilema: separarse de los demás hombres o separarse -de la verdad”. Recordó el proverbio ruso: “un viejo que -miente es un rico que roba”, y se separó de los hombres -para decir la verdad. La dijo toda entera y a todos. El -viejo cazador de mentiras continuó batiendo infatigablemente -todas las supersticiones religiosas o sociales, todos los -fetichismos; no sólo estuvo contra los antiguos poderes malhechores, -la Iglesia perseguidora y el zarismo autócrata; antes -tal vez se suaviza un poco contra ellos, ya que todo el -mundo les arrojaba piedras. ¡Ahora se les conocía: ya no -eran tan temibles! Y después de todo ese era su oficio, -no engañaban a nadie. La carta de Tolstoi al czar Nicolás II<a id="FNanchor_760" href="#Footnote_760" class="fnanchor">[760]</a> -está, en su verdad sin disfraces para el soberano, llena -de dulzura para el hombre, a quien llama “su querido hermano” -y a quien ruega “lo perdone si lo ha molestado sin -querer”; y firmó: “Vuestro hermano que os desea la verdadera -felicidad”.</p> - -<p>Lo que Tolstoi no perdonaba, lo que denunciaba con -virulencia, eran las nuevas mentiras, no las antiguas que ya -<span class="pagenum"><a id="Page_396"></a>[Pg 396]</span>habían sido sacadas a la luz. Ya no el despotismo, sino la -ilusión de la libertad; y no se sabe a quienes odiaba más, -entre los sectarios de los nuevos ídolos, si a los socialistas o -a los “liberales”.</p> - -<p>Tenía para los liberales una antipatía de fecha lejana. -Repentinamente la había resentido cuando, oficial de Sebastopol, -se encontró en el cenáculo de los hombres de letras -de San Petersburgo. Esta había sido una de las causas de -sus dificultades con Turguenef. El aristócrata orgulloso, -el hombre de rancio linaje, no podía soportar a estos intelectuales -y su pretensión de llegar a hacer, por voluntad o -por fuerza, la felicidad de la nación, imponiéndole sus -utopías. Muy ruso y de vieja cepa<a id="FNanchor_761" href="#Footnote_761" class="fnanchor">[761]</a>, desconfiaba de las -novedades liberales, de las ideas constitucionales que llegaban -del Occidente; y sus dos viajes a Europa no hicieron -más que fortalecer su prevención. Al regreso del primer -viaje escribía:</p> - -<p><em>Evitar la ambición del liberalismo</em><a id="FNanchor_762" href="#Footnote_762" class="fnanchor">[762]</a>.</p> - -<p>Y al retorno del segundo, anotaba que “la sociedad privilegiada” -no tiene ningún derecho para educar a su manera -al pueblo que le es extraño<a id="FNanchor_763" href="#Footnote_763" class="fnanchor">[763]</a>...</p> - -<p>Ampliamente expone en <em>Ana Karenina</em> su desdén hacia -los liberales. Levine rehúsa asociarse a la obra de las instituciones -provinciales para la instrucción del pueblo, y a las innovaciones -que están a la orden del día. El cuadro de las -elecciones para la asamblea provincial de los señores, muestra -el comercio de engaños a que se entrega un país, al -substituir su antigua administración conservadora por una -administración liberal. Nada ha cambiado, pero hay una -<span class="pagenum"><a id="Page_397"></a>[Pg 397]</span>mentira más que no tiene ni la excusa ni la consagración -de los siglos.</p> - -<p>“No valemos quizá gran cosa, dice el representante del -antiguo régimen; pero hemos durado en el gobierno no menos -de mil años”.</p> - -<p>Tolstoi se indigna contra el abuso que los liberales hacen -de las palabras: “<em>Pueblo, Voluntad del Pueblo</em>...”. ¡Ah! -¿Qué saben ellos del pueblo? ¿Qué es el pueblo?</p> - -<p>Y fué sobre todo en las épocas en que el movimiento -liberal parecía a punto de triunfar y se convocaba a la -primera Duma, cuando Tolstoi expresó violentamente su -reprobación de las ideas constitucionales:</p> - -<p><em>En estos últimos tiempos la deformación del cristianismo -ha dado lugar a una nueva superchería, que ha hundido más -a nuestros pueblos en el servilismo. Con la ayuda de un sistema -complejo de elecciones parlamentarias, se les ha sugerido -que al elegir a sus representantes directamente, participan en el -gobierno, y que, obedeciéndolos, obedecen a su propia voluntad, -son libres. Esta es una trapacería. El pueblo no puede expresar -su voluntad, ni aún con el sufragio universal: primero, -porque semejante voluntad colectiva de una nación de varios -millones de habitantes, no puede existir; y segundo porque aun -cuando existiera, la mayoría de votos no sería su expresión. Sin -insistir en el hecho de que los elegidos legislan y administran, -no para el bien general, sino para mantenerse en el poder, sin -hacer hincapié en el hecho de la depravación del pueblo debida -a la presión y corrupción electorales, esta mentira es particularmente -funesta, en razón de la presuntuosa esclavitud en que -caen quienes a ella se someten... Estos hombres libres recuerdan -a los prisioneros, que se imaginan gozar de libertad, cuando -tienen el derecho de elegir entre ellos a los carceleros encargados -de la policía interior de la prisión... Un miembro de un Estado -despótico puede ser enteramente libre, aun entre las más -crueles violencias; pero un miembro de un Estado constitucional -es siempre esclavo, porque reconoce la legalidad de las violencias -cometidas contra él... ¡Y he aquí que se querría llevar<span class="pagenum"><a id="Page_398"></a>[Pg 398]</span> -al pueblo ruso al mismo estado de esclavitud constitucional -que los otros pueblos europeos!...</em><a id="FNanchor_764" href="#Footnote_764" class="fnanchor">[764]</a></p> - -<p>Dominaba el desdén en su alejamiento del liberalismo. -Frente al socialismo estaba o más bien estaría su odio, si -Tolstoi no se hubiera prohibido todo sentimiento de odio. -Lo detestaba doblemente, porque el socialismo amalgama -en sí dos mentiras: la de la libertad y la de la ciencia, pues -¡no pretende fundarse en no sé cuál ciencia económica, -cuyas leyes absolutas rigen el progreso del mundo!</p> - -<p>Tolstoi era muy severo para la ciencia. Tiene páginas -<span class="pagenum"><a id="Page_399"></a>[Pg 399]</span>de una ironía terrible sobre esta superstición moderna y -“estos fútiles problemas: origen de las especies, análisis -espectral, naturaleza del radio, teoría de los números, -animales fósiles y otras fruslerías, a las cuales se atribuye -ahora la misma importancia que se atribuyó, en la edad -media, a la Inmaculada Concepción y a la Dualidad de la -Substancia”. Se mofa de “estos servidores de la ciencia -que, al igual que los servidores de la Iglesia, se persuaden -y persuaden a los demás de que salvan a la humanidad; -que, lo mismo que la Iglesia, creen en la propia infalibilidad, -no están de acuerdo entre ellos mismos, se dividen en parroquias, -y que, lo mismo que la Iglesia, son la principal causa -de la grosería, de la ignorancia moral, del atraso que el -hombre mismo pone para emanciparse del mal que sufre: -porque han rechazado la única cosa que podía unir a la -humanidad, la conciencia religiosa”<a id="FNanchor_765" href="#Footnote_765" class="fnanchor">[765]</a>.</p> - -<p>Pero su inquietud se redobló y su indignación estallaba -al contemplar esta arma peligrosa del nuevo fanatismo en -manos de aquéllos que pretenden regenerar a la humanidad. -Todo revolucionario que recurre a la violencia, lo entristecía; -pero el revolucionario intelectual y teórico le causaba -horror, porque lo miraba como a un pedante asesino, una -alma orgullosa y seca, que no ama a los hombres, que sólo -ama sus ideas<a id="FNanchor_766" href="#Footnote_766" class="fnanchor">[766]</a>. Bajas ideas, desde luego.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_400"></a>[Pg 400]</span></p> - -<p><em>El socialismo se propone por fin la satisfacción de las necesidades -más bajas del hombre: su bienestar material. Y aun -este mismo fin es impotente para alcanzarlo por los medios -que preconiza</em><a id="FNanchor_767" href="#Footnote_767" class="fnanchor">[767]</a>.</p> - -<p>En el fondo, carece de amor. No tiene sino el odio para -los opresores y “una envidia negra de la vida dulce y satisfecha -de los ricos, avidez de las moscas que se reúnen alrededor -de las deyecciones”<a id="FNanchor_768" href="#Footnote_768" class="fnanchor">[768]</a>. Cuando el socialismo haya -vencido, el aspecto del mundo será terrible. La horda -europea se desencadenará sobre los pueblos débiles y salvajes -con una fuerza temible, y de ellos hará esclavos, a fin -de que los antiguos proletarios de Europa puedan tranquilamente -depravarse por el lujo ocioso, como los romanos<a id="FNanchor_769" href="#Footnote_769" class="fnanchor">[769]</a>.</p> - -<p>Felizmente la parte mejor del socialismo se gastaba en -humo, en discursos como los de M. Jaurés...</p> - -<p><em>¡Qué admirable orador! De todo hay en sus discursos, y no -hay nada... El socialismo es en parte como nuestra ortodoxia -rusa: la apuráis, la arrojáis hasta sus últimas trincheras, -creéis haberla apresado y, bruscamente, se vuelve y os dice: -“¡Vamos! No soy quien creéis, soy otra” y se os desliza entre -las manos... ¡Paciencia! Dejemos que el tiempo obre. -Pasará con las teorías socialistas como con las modas de las -mujeres, que van muy rápidamente del salón a la cocina</em><a id="FNanchor_770" href="#Footnote_770" class="fnanchor">[770]</a>.</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_401"></a>[Pg 401]</span></p> - -<p>Si Tolstoi hacía la guerra a los liberales y a los socialistas, -no era, como pudiera creerse, para dejar el campo libre a -la autocracia; sino por lo contrario, para que la batalla se -librara en toda su amplitud entre el viejo mundo y el nuevo, -después que se hayan eliminado de los ejércitos los elementos -perniciosos y peligrosos. Porque también creía en la -Revolución; pero su Revolución tiene envergadura muy -distinta que la de los revolucionarios: es la de un creyente -místico de la edad media que espera para mañana, tal vez -para hoy, el reino del Espíritu Santo:</p> - -<p><em>Creo que en esta hora precisa comienza la gran revolución -que se prepara hace dos mil años en el mundo cristiano, la -revolución que substituirá, al cristianismo corrompido y al -régimen de dominación que de él se deriva, el verdadero cristianismo, -base de la igualdad entre los hombres y de la verdadera -libertad, a la cual aspiran todos los seres dotados de razón</em><a id="FNanchor_771" href="#Footnote_771" class="fnanchor">[771]</a>.</p> - -<p>¿Cuál hora eligió el vidente profético, para anunciar la -nueva era de felicidad y de amor? La hora más sombría de -Rusia, la hora de los desastres y de las vergüenzas, ¡oh poder -soberbio de la fe creadora! ¡Todo es luz en torno de ella, -hasta la noche! Tolstoi percibe en la muerte los signos de -la renovación: en las calamidades de la guerra de Manchuria, -en el desastre de los ejércitos rusos, en la horrible anarquía -y en la sangrienta lucha de clases. Su lógica de ensueño -extraía de la victoria del Japón esta conclusión sorprendente: -que Rusia se desinteresará de toda guerra, porque -los pueblos no cristianos tendrán siempre la ventaja, en la -guerra, sobre los pueblos cristianos “que han franqueado -ya la fase de sumisión servil”. ¿Es ésta una abdicación para -su pueblo? No; es un orgullo supremo. Rusia debe desinteresarse -de toda guerra, porque ella debe de realizar la <em>gran -revolución</em>.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_402"></a>[Pg 402]</span></p> -<p><em>La Revolución de 1905, que emancipará a los hombres de la -opresión brutal, ha de comenzar en Rusia. Ya comienza.</em></p> - -<p>¿Por qué la Rusia debe desempeñar este papel de pueblo -elegido? Porque la nueva revolución debe, ante todo, reparar -el <em>gran Crimen</em>, el monopolio del suelo en provecho -de algunos millares de ricos, la esclavitud de millones de -hombres, la más cruel de las esclavitudes<a id="FNanchor_772" href="#Footnote_772" class="fnanchor">[772]</a>. Y porque -ningún pueblo tiene conciencia de esta iniquidad tanto como -el pueblo ruso<a id="FNanchor_773" href="#Footnote_773" class="fnanchor">[773]</a>.</p> - - -<p>Y sobre todo, porque el pueblo ruso es, de todos los pueblos, -<span class="pagenum"><a id="Page_403"></a>[Pg 403]</span>el más penetrado por el verdadero cristianismo y -porque la revolución que viene debe realizar, en nombre -de Cristo, la ley de unión y de amor. Ahora bien, esta ley de -amor no puede realizarse si no se apoya sobre la ley de la -no-resistencia al mal<a id="FNanchor_774" href="#Footnote_774" class="fnanchor">[774]</a>. Y esta no-resistencia al mal -(fijémonos bien, nosotros que cometemos el error de ver en -ella una utopía particular a Tolstoi y a algunos soñadores) -es y ha sido siempre un rasgo esencial del pueblo ruso.</p> - -<p><em>El pueblo ruso ha observado siempre, con respecto al poder, -una actitud muy distinta que los otros pueblos europeos. Nunca -ha entrado en lucha con el poder, y nunca, principalmente, -ha participado en él. Por consecuencia, no ha podido mancharse -con él; lo ha considerado como un mal que se puede -evitar. Una antigua leyenda representa a los rusos haciendo -un llamamiento a los “variagues” para que vinieran a gobernarlos. -La mayoría del pueblo ruso ha preferido siempre -soportar los actos de violencia que contestarlos violentamente -o ser cómplice de ellos. Se ha sometido siempre...</em></p> - -<p>Sumisión voluntaria, que ninguna relación tiene con la -obediencia servil<a id="FNanchor_775" href="#Footnote_775" class="fnanchor">[775]</a>.</p> - -<p><em>El verdadero cristiano puede someterse, hasta le es imposible -no someterse sin lucha a toda violencia; pero no podrá -obedecerla, es decir, reconocer en ella legitimidad</em><a id="FNanchor_776" href="#Footnote_776" class="fnanchor">[776]</a>.</p> - -<p>En el momento en que Tolstoi escribía estas líneas, se -encontraba bajo la emoción de uno de los más trágicos -<span class="pagenum"><a id="Page_404"></a>[Pg 404]</span>ejemplos de esta no-resistencia heroica de un pueblo, la -sangrienta manifestación del 22 de enero de 1905, en San -Petersburgo, en la cual una multitud desarmada, conducida -por el “pope” Gapon, se dejó fusilar, sin un grito de odio, -sin un gesto de defensa.</p> - -<p>Desde hacía largo tiempo, en Rusia, los viejos creyentes, -a quienes se llamaba sectarios, practicaban obstinadamente -y a pesar de las persecuciones, la no-obediencia al -Estado y rehusaban reconocer la legitimidad del poder<a id="FNanchor_777" href="#Footnote_777" class="fnanchor">[777]</a>. -Con lo absurdo de la guerra ruso-japonesa, no tuvo este -estado de espíritu dificultad para propagarse entre el pueblo -de los campos. Las negativas para el servicio militar se -multiplicaron, y mientras más cruelmente fueron reprimidas, -más aumentó la rebeldía en el fondo de los corazones. -Por otra parte, provincias, razas enteras, que no conocían -a Tolstoi, habían dado el ejemplo de una negativa -absoluta y pasiva de obediencia al Estado: los “dukhobors” -del Cáucaso, desde 1898; los georgianos de la Guría, -hacia 1905. Menos acción tuvo Tolstoi sobre estos movimientos, -que la que ellos tuvieron sobre él; y el interés de -sus escritos está precisamente en que, a despecho de lo que -han pretendido los escritores del partido de la revolución, -como Gorki<a id="FNanchor_778" href="#Footnote_778" class="fnanchor">[778]</a>, él encarnó la voz del viejo pueblo ruso.</p> - -<p>La actitud que guardó con respecto a los hombres que -ponían en práctica, con peligro de sus vidas, los principios -que él profesaba<a id="FNanchor_779" href="#Footnote_779" class="fnanchor">[779]</a>, fué muy modesta y muy digna. No -<span class="pagenum"><a id="Page_405"></a>[Pg 405]</span>pretendió presentarse como maestro que enseña ni ante los -“dukhobors” y los “gurianos”, ni ante los soldados refractarios.</p> - -<p><em>Aquél que no soporta ninguna prueba no puede enseñar -nada a quien sí sabe soportarlas</em><a id="FNanchor_780" href="#Footnote_780" class="fnanchor">[780]</a>.</p> - -<p>Imploró “el perdón de todos aquéllos a quienes sus palabras -o sus escritos pudieron conducir al dolor”<a id="FNanchor_781" href="#Footnote_781" class="fnanchor">[781]</a>. Nunca -arrastró a nadie a rechazar el servicio militar, porque en esto -toca a cada cual decidir por sí mismo. Si tropezó con alguno -que vacilara “le aconsejó siempre entrar al servicio y no -rehusar la obediencia, en tanto que esto no le fuera moralmente -imposible”; porque si se vacila, es que no se ha alcanzado -la madurez, y, “más vale que haya un soldado más y -no un hipócrita o un renegado, que es el caso de quienes emprenden -obras que están por encima de sus fuerzas”<a id="FNanchor_782" href="#Footnote_782" class="fnanchor">[782]</a>. -Desconfió de la resolución del refractario Gontcharenko; -temía “que este joven hubiera sido arrastrado más bien por -<span class="pagenum"><a id="Page_406"></a>[Pg 406]</span>el amor propio y por la vanagloria que por el amor de -Dios”<a id="FNanchor_783" href="#Footnote_783" class="fnanchor">[783]</a>. A los “dukhobors” escribía que no persistieran -en su resistencia a la obediencia, por orgullo y por respeto -humanos; pero, “si son de ello capaces, que libren de los -sufrimientos a sus débiles mujeres y a sus hijos. Nadie -los condenará por esto”. No debían obstinarse, salvo el caso -“que el espíritu de Cristo hubiese llegado a ellos, porque -entonces serían felices de sufrir”<a id="FNanchor_784" href="#Footnote_784" class="fnanchor">[784]</a>. Y en todo caso, suplicaba -a aquéllos que se hacían perseguir, “no rompiesen, -por ningún precio, sus relaciones afectuosas con quienes -los perseguían”<a id="FNanchor_785" href="#Footnote_785" class="fnanchor">[785]</a>. Es necesario, como dice en una hermosa -carta a un amigo, amar a Herodes:</p> - -<p><em>Decís: “No es posible amar a Herodes”. Lo ignoro, pero -reconozco, y vos también, que es necesario amarlo. Sé, y vos -lo sabéis, que si yo no amo, sufro, pues sin amar en mí no hay -vida</em><a id="FNanchor_786" href="#Footnote_786" class="fnanchor">[786]</a>.</p> - -<p>Divina pureza, ardor incansable de este amor, que acaba -por no contentarse ya ni con las palabras mismas del Evangelio: -“<em>Ama a tu prójimo como a ti mismo</em>”, porque todavía -en esto encuentra un relente de egoísmo<a id="FNanchor_787" href="#Footnote_787" class="fnanchor">[787]</a>.</p> - -<p>¡Amor tan vasto—creen algunos—y tan desprendido de -todo egoísmo humano se diluye en el vacío! Y sin embargo, -¿quién, más que Tolstoi, desconfía del <em>amor abstracto</em>?</p> - -<p><em>El más grande pecado de hoy, el amor abstracto de los hombres, -el amor impersonal hacia quienes existen en alguna -parte, lejos... ¡Amar a los hombres a quienes no se conoce, -a quienes no se verá nunca, es bien fácil! No impone necesidad -de ningún sacrificio; y, al mismo tiempo, ¡se siente uno tan -contento de ello! La conciencia es burlada. No; es necesario -amar al prójimo, aquél a quien vemos y que nos molesta</em><a id="FNanchor_788" href="#Footnote_788" class="fnanchor">[788]</a>.</p> - -<p>Leo en la mayor parte de los estudios sobre Tolstoi que -su filosofía y su fe no son originales. Es verdad: la belleza -de estos pensamientos es demasiado eterna para que pueda -parecer nunca como una novedad a la moda... Otros -señalan su carácter utópico y esto también es verdad: -son utópicos, como el Evangelio. Un profeta es un utopista; -vive aquí abajo la vida eterna; y que esta aparición nos -haya sido concedida, que hayamos visto entre nosotros -al último profeta; que el más grande de nuestros artistas -haya tenido esta aureola sobre la frente; esto, me parece, -es un hecho más original y de importancia más grande para -el mundo que una religión más o una filosofía nueva. -¡Ciegos quienes no ven el milagro de esta gran alma, encarnación -del amor fraternal en un siglo y un pueblo ensangrentados -por el odio!</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_407"></a>[Pg 407]</span></p> - -<h3>SU SEMBLANTE HABÍA TOMADO LOS RASGOS DEFINITIVOS</h3> - -<p>Su semblante había tomado los rasgos definitivos con -los cuales perdurará en la memoria de los hombres: la -amplia frente surcada por el arco de una doble arruga, -la blanca maleza de las cejas, la barba de patriarca -que recuerda al Moisés de Dijón. El rostro envejecido se -dulcificó, adquiriendo una expresión de ternura; tenía el -sello de la enfermedad, de la melancolía, de la bondad afectuosa. -¡Qué diferencia de la brutalidad casi animal de -cuando tuvo veinte años, y de la fealdad estirada del soldado -de Sebastopol! Pero sus ojos claros conservaban -siempre su profunda fijeza, la lealtad de mirada que no -oculta nada de sí mismo y a la cual nada se le oculta.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_408"></a>[Pg 408]</span></p> -<p>Nueve años antes de su muerte, en la respuesta al Santo -Sínodo (17 de abril de 1901), Tolstoi decía:</p> - -<p><em>Debo a mi fe vivir en la paz y la alegría, y también poder, -en la alegría y la paz, encaminarme hacia la muerte.</em></p> - -<p>Pienso, escuchándolo, en la antigua sentencia:</p> - -<p>“<em>Que no se debe llamar feliz a ningún hombre antes de que -haya muerto</em>”.</p> - -<p>Esta paz y esta alegría, que entonces se alababa de poseer, -¿le fueron fieles?</p> - -<p>Las esperanzas de la “gran Revolución” de 1905 se -habían desvanecido. De las tinieblas acumuladas, no brotó -la luz; a las convulsiones revolucionarias sucedió el agotamiento; -no cambió nada de la antigua injusticia, sino -era la miseria, todavía más recrudecida. Ya en 1905 Tolstoi -había perdido un poco la confianza en la vocación -histórica del pueblo eslavo de Rusia; y su fe obstinada -buscaba, a lo lejos, otros pueblos, a los cuales pudiese -investir con esta misión. Pensó entonces en el “sabio y -grande pueblo chino”; creía que “los pueblos del Oriente -están llamados a recobrar la libertad que los pueblos de -Occidente han perdido casi sin remedio”, y que la China, -a la cabeza de los asiáticos, realizaría la transformación de la -humanidad sobre la vía del <em>Tao</em>, de la Ley Eterna<a id="FNanchor_789" href="#Footnote_789" class="fnanchor">[789]</a>.</p> - -<p>Esperanza que pronto fracasó. La China de Lao-Tsé y -de Confucio reniega de su pasada sabiduría, como ya antes -que ella lo había hecho el Japón, para imitar a Europa<a id="FNanchor_790" href="#Footnote_790" class="fnanchor">[790]</a>. -Los “dukhobors”, perseguidos, han emigrado al Canadá, -se han instalado allá, y bien pronto, con escándalo para -Tolstoi, han restaurado la propiedad<a id="FNanchor_791" href="#Footnote_791" class="fnanchor">[791]</a>. Los “gurianos”, -<span class="pagenum"><a id="Page_409"></a>[Pg 409]</span>apenas emancipados del yugo del Estado, se han entregado -a matar a quienes no pensaban como ellos; y las tropas -rusas, llamadas a intervenir, los han hecho volver al orden. -Y hasta los judíos, ellos, “cuya patria hasta entonces, la más -bella que pudo desear el hombre, era el Libro”<a id="FNanchor_792" href="#Footnote_792" class="fnanchor">[792]</a>, no dejan -de caer en la enfermedad del sionismo, ese movimiento -falsamente nacional “que es carne de la carne del europeísmo -contemporáneo, su hijo raquítico”<a id="FNanchor_793" href="#Footnote_793" class="fnanchor">[793]</a>.</p> - -<p>Tolstoi estaba triste, pero no desalentado. Confiaba en -Dios; creía en el porvenir:</p> - -<p><em>Esto sería perfecto, si fuera posible hacer crecer un bosque -en un abrir y cerrar de ojos. Desgraciadamente es imposible, -es necesario esperar a que la simiente germine, que dé vástagos, -luego las hojas y después el tallo, que se transforme al fin en -árbol</em><a id="FNanchor_794" href="#Footnote_794" class="fnanchor">[794]</a>.</p> - -<p>Pero se necesita de muchos árboles para hacer una floresta, -y Tolstoi estaba solo. Glorioso, pero solo. Se le -escribía del mundo entero, de los países mahometanos, de -la China, del Japón, donde se tradujo <em>Resurrección</em> y donde -se propagaban sus ideas sobre la “restitución de la tierra -al pueblo”<a id="FNanchor_795" href="#Footnote_795" class="fnanchor">[795]</a>. Los periódicos americanos publicaban -entrevistas con él; los franceses le consultaban sobre el -<span class="pagenum"><a id="Page_410"></a>[Pg 410]</span>arte, o sobre la separación de las iglesias y el Estado<a id="FNanchor_796" href="#Footnote_796" class="fnanchor">[796]</a>. -Pero no tenía siquiera trescientos discípulos, y en ello convenía, -aparte de que no había cuidado de formarlos. Rechazaba -las tentativas de sus amigos, para formar grupos -tolstoianos:</p> - -<p><em>No es necesario ir al encuentro el uno del otro, sino ir todos -hacia Dios. Decís: “Reunidos, esto es más fácil...”. ¿Qué? -Para sembrar, para cosechar, sí; pero sólo es dable acercarse -a Dios aisladamente... Me represento al mundo como un -inmenso templo en el cual la luz desciende de lo alto y en medio -justamente. Para reunirse, todos deben ir hacia la luz. -Allá, todos nosotros, venidos de diversas partes, nos encontramos -reunidos con hombres que no esperábamos; en esto está -la alegría</em><a id="FNanchor_797" href="#Footnote_797" class="fnanchor">[797]</a>.</p> - -<p>¿Cuántos se encontraron juntos bajo el rayo de luz que -cae de la cúpula? ¡qué importa! Basta uno solo, con Dios.</p> - -<p><em>Lo mismo que una materia en combustión puede, sola, -comunicar el fuego a otras materias, basta sólo con la verdadera -fe y la verdadera vida de un hombre para comunicarse con -otros hombres y esparcir la verdad</em><a id="FNanchor_798" href="#Footnote_798" class="fnanchor">[798]</a>.</p> - -<p>Tal vez; pero ¿hasta qué punto esta fe aislada pudo -asegurar la felicidad a Tolstoi? ¡Qué lejos estaba, en sus -últimos días, de la serenidad voluntaria de un Goethe! Se -diría que huía de la serenidad y que le era antipática.</p> - -<p><em>Es necesario dar gracias a Dios de estar descontento con uno -mismo. ¡Ojalá pueda uno estarlo siempre! El desacuerdo de la -vida con lo que debería ser, es precisamente el signo de la vida, -el movimiento ascendente de lo más pequeño a lo más grande, -de lo peor a lo mejor. Y este desacuerdo es la condición del -bien. Cuando el hombre permanece tranquilo y satisfecho de -sí mismo, esto es un mal</em><a id="FNanchor_799" href="#Footnote_799" class="fnanchor">[799]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_411"></a>[Pg 411]</span></p> - -<p>E imaginaba este asunto de novela, que muestra curiosamente -cómo la inquietud persistente de un Levine o de un -Pedro Besukhov no había muerto en él.</p> - -<p><em>Me represento a menudo a un hombre educado en los círculos -revolucionarios, y, desde luego, revolucionario, después populista, -socialista, ortodoxo, monje en Monte Athos, y en seguida -ateo, buen padre de familia y a la postre “dukhobor”. Comienza -todo, y sin cesar abandona todo: los hombres se burlan -de él; no ha hecho nada y muere olvidado, en un hospicio. -Al morir piensa que ha despilfarrado su vida... Y, sin embargo, -es un santo</em><a id="FNanchor_800" href="#Footnote_800" class="fnanchor">[800]</a>.</p> - -<p>¿Tenía, pues, aún dudas, él, tan lleno de su fe? ¿Quién -lo sabe? En un hombre que ha permanecido robusto de -cuerpo y de espíritu, hasta en su vejez, la vida no podía -detenerse en un punto del pensamiento. Era necesario -que avanzara.</p> - -<p><em>El movimiento es la vida</em><a id="FNanchor_801" href="#Footnote_801" class="fnanchor">[801]</a>.</p> - -<p>Muchas cosas debieron de haber cambiado en él, en el curso de -los últimos años. ¿No se había modificado su opinión -con respecto a los revolucionarios? ¿Quién puede decir si -su fe en la no-resistencia al mal, no había sido un poco -quebrantada?... Ya en <em>Resurrección</em>, las relaciones de -Nekhludov con los condenados políticos cambian completamente -sus ideas sobre el partido revolucionario ruso.</p> - -<p><em>Hasta entonces sentía aversión por sus crueldades, su disimulo -original, sus atentados, su suficiencia, la satisfacción -que de sí mismos tenían y su insoportable vanidad. Pero cuando -los ve de más cerca, cuando ve cómo eran tratados por la -autoridad, comprende que no podían ser de otra manera.</em></p> - -<p>Y admiró su alta idea del deber, que implica el sacrificio -total.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_412"></a>[Pg 412]</span></p> - -<p>Pero desde 1900 la ola revolucionaria se había extendido; -habiendo partido de los intelectuales, ganaba al pueblo y -removía obscuramente a millares de miserables. La -vanguardia de su ejército amenazador desfilaba bajo la -ventana de Tolstoi, en Yasnaia Poliana. Tres narraciones, -publicadas en el <em>Mercure de France</em><a id="FNanchor_802" href="#Footnote_802" class="fnanchor">[802]</a>, y que se cuentan -entre las últimas páginas escritas por Tolstoi, dejan entrever -el dolor y la inquietud que este espectáculo arrojaba en -su espíritu. ¿Dónde quedó el tiempo en el cual, por la -campiña de Tula, pasaban los peregrinos, sencillos de espíritu -y piadosos? Ahora, era una invasión de vagabundos -hambrientos, que aumentaba cada día. Tolstoi, que conversaba -con ellos, estaba sorprendido del odio que los animaba: -ya no veían, como en otro tiempo, en los ricos, a -“gentes que hacen la salud de sus almas, distribuyéndoles -limosnas, sino a bandidos, a bandoleros que beben la sangre -del pueblo trabajador”. Muchos de ellos son gentes instruidas, -arruinadas, a dos dedos de la desesperación que hace -al hombre capaz de todo.</p> - -<p><em>Ya no es en los desiertos y los bosques, sino en los antros de -las ciudades y en los grandes caminos donde se levantan los -bárbaros que harán de la civilización moderna lo que los hunos -y los vándalos hicieron de la antigua.</em></p> - -<p>Así hablaba Henry George; y Tolstoi agrega:</p> - -<p><em>Los vándalos están ya prestos en Rusia, y serán particularmente -terribles entre nuestro pueblo, profundamente religioso, -porque nosotros no conocemos los frenos de las conveniencias -y de la opinión pública, que tan desarrolladas están entre los -pueblos europeos.</em></p> - -<p>Tolstoi recibía frecuentemente cartas de estos rebeldes, -protestando contra sus doctrinas de la no-resistencia, y -diciendo que a todo el mal que los gobernantes y los ricos hacían -al pueblo sólo se podía responder: ¡venganza! ¡venganza! -¡venganza! ¿Los condenaba aún Tolstoi? Se ignora. Pero -<span class="pagenum"><a id="Page_413"></a>[Pg 413]</span>cuando veía, algunos días después, en su aldea, despojar a -los pobres, que lloraban, del “samovar y de las ovejas”, -delante de las autoridades indiferentes, sentía la necesidad, -él también, de lanzar el grito de venganza contra los verdugos, -contra “estos ministros y sus acólitos, que están entregados -al comercio de aguardientes, o a enseñar a los hombres -a asesinar, o a pronunciar sentencias de deportación, -de presidio, trabajos forzados o de horca; estas gentes, -perfectamente convencidas de que los ‘samovares’, las -ovejas, los becerros, las telas que se quita a los miserables, -encuentran su mejor empleo en la destilación del aguardiente -que envenena al pueblo, en la fabricación de las armas -asesinas, en la construcción de prisiones, de mazmorras, y -sobre todo en la distribución de sueldos entre ellos y sus -ayudantes”.</p> - -<p>Estaba triste, cuando había vivido toda su vida en la -espera y anunciando el reinado del amor, de tener que cerrar -los ojos entre esas visiones amenazadoras, sintiendo inquietud -por ellas. Más todavía: cuando se tiene la verídica -conciencia de un Tolstoi, debía confesarse que realmente -no había puesto de acuerdo su vida con sus principios.</p> - -<p>Tocamos, en esta parte, al punto más doloroso de sus -últimos años (¿será necesario decir, de sus últimos treinta -años?), y apenas nos está permitido rozarles con una mano -piadosa y tímida, porque este dolor, para el cual se esforzó -Tolstoi en guardar secreto, no pertenece solamente a quien -ha muerto, sino también a los que viven, que él amó y que -lo amaban.</p> - -<p>No había llegado a comunicar su fe a aquéllos que le eran -más amados, su mujer y sus hijos. Se ha visto que la fiel -compañera, que compartía valientemente con él su vida y -sus trabajos artísticos, sufría al mirar cómo había renegado -de su fe en el arte por otra fe moral, que ella no comprendía. -Tolstoi no dejaba de sufrir, sintiéndose incomprendido de -su mejor amiga.</p> - -<p><em>Siento en todo mi ser</em>, escribía a Teneromo, <em>la verdad de<span class="pagenum"><a id="Page_414"></a>[Pg 414]</span> -estas palabras: que el marido y la mujer no son seres distintos, -pero tampoco forman uno solo... Querría ardientemente -poder transmitir a mi mujer una parte de esta conciencia -religiosa, que me da la posibilidad de poder elevarme frecuentemente -por encima de los dolores de la vida. Espero que a ella -le será transmitida, no por mí, sin duda, pero sí por Dios, -aun cuando esta conciencia no sea nada accesible a las mujeres</em><a id="FNanchor_803" href="#Footnote_803" class="fnanchor">[803]</a>.</p> - -<p>No parece que este voto haya sido escuchado. La condesa -Tolstoi admiraba y amaba la pureza de corazón, el -cándido heroísmo, la bondad de la gran alma “que formaba -una” con ella; advertía que él “marchaba delante de la -multitud y mostraba el camino que debían seguir los hombres”<a id="FNanchor_804" href="#Footnote_804" class="fnanchor">[804]</a>; -cuando el Santo Sínodo lo excomulgó, tomó valientemente -su defensa y reclamó su parte en el peligro que -lo amenazaba; pero ella no podía imponerse el creer lo -que no creía; y Tolstoi era demasiado sincero para obligarla -a fingir, él, que odiaba toda simulación en la fe y en -el amor<a id="FNanchor_805" href="#Footnote_805" class="fnanchor">[805]</a>. ¿Cómo hubiera podido obligarla, no creyendo, -a que modificase su vida y sacrificase su fortuna y la de sus -hijos?</p> - -<p>Con sus hijos, el desacuerdo era todavía mayor. A Leroy -Beaulieu, que vió a Tolstoi en familia, en Yasnaia Poliana, -dice que “en la mesa, cuando el padre hablaba, los hijos -disimulaban mal su tedio y su incredulidad”<a id="FNanchor_806" href="#Footnote_806" class="fnanchor">[806]</a>. Su fe -apenas había tocado a sus tres hijas, de las cuales una, -María, había muerto. Estaba moralmente aislado entre -<span class="pagenum"><a id="Page_415"></a>[Pg 415]</span>los suyos: “con él no estaban más que su última hija y su -médico”<a id="FNanchor_807" href="#Footnote_807" class="fnanchor">[807]</a>, para comprenderlo.</p> - -<p>Sufría con este alejamiento de pensamiento, sufría por -las relaciones mundanas que le eran impuestas, con los -huéspedes enojosos, llegados del mundo entero, visitas de -americanos y de “snobs” que lo aburrían; sufría el “lujo” -en que su familia lo obligaba a vivir; modesto lujo, si se -ha de creer a quienes lo vieron en su humilde casa, en medio -de un moblaje casi austero, en su pequeña alcoba ¡con una -cama de fierro, pobres sillas y muros desnudos! Pero estas -comodidades le pesaban y eran para él un perpetuo remordimiento. -En la segunda de las narraciones publicadas por -el <em>Mercure de France</em>, amargamente opone al espectáculo -de la miseria que lo rodeaba el del lujo de su propia casa.</p> - -<p><em>Mi actividad</em>, escribía ya en 1903, <em>por útil que pueda parecer -a algunos hombres, pierde la mayor parte de su importancia, -porque mi vida no está enteramente de acuerdo con las -ideas que yo profeso</em><a id="FNanchor_808" href="#Footnote_808" class="fnanchor">[808]</a>.</p> - -<p>¡No pudo alcanzar este acuerdo! No podía obligar a los -suyos a separarse del mundo, a menos que se hubiera separado -de ellos y de su vida, para evitar así los sarcasmos y -el reproche de la hipocresía que le lanzaron sus enemigos, -felices de ampararse con el ejemplo para negar la doctrina.</p> - -<p>En ello había pensado él; desde hacía largo tiempo, su -resolución estaba tomada. Se ha encontrado y publicado -recientemente<a id="FNanchor_809" href="#Footnote_809" class="fnanchor">[809]</a> una admirable carta que el 8 de julio de -1897 escribió a su mujer, y que será necesario reproducir -<span class="pagenum"><a id="Page_416"></a>[Pg 416]</span>casi por entero, porque nada descubre mejor el secreto de -esta alma amante y atormentada:</p> - -<p><em>Desde hace largo tiempo, amada Sofía, sufro por el desacuerdo -que hay entre mi vida y mis creencias. No puedo obligaros -a cambiar ni vuestra vida ni vuestras costumbres; no he -podido tampoco abandonaros hasta hoy, porque pensaba que, -por mi alejamiento, privaría a nuestros hijos, todavía muy -jóvenes, de esta pequeña influencia que podría tener sobre ellos, -y porque a todos os causaría yo mucho dolor. Pero no puedo -continuar viviendo como he vivido durante estos últimos dieciséis -años<a id="FNanchor_810" href="#Footnote_810" class="fnanchor">[810]</a>, ora luchando contra vosotros y provocando -vuestra irritación, ora sucumbiendo yo mismo a los influjos y -seducciones a que estoy habituado y que me rodean. He resuelto -hacer ahora lo que quería hace mucho tiempo: marcharme... -Como los hindús, que, cuando han llegado a los sesenta años, -se van a un bosque, como cada hombre viejo y religioso que -desea consagrar los últimos años de su vida a Dios y no a las -bromas, a los juegos de palabras, a las habladurías, al “lawn-tennis”; -así también yo, que he llegado a los setenta años, deseo -con todas las fuerzas de mi alma la paz, la soledad y, si no una -armonía completa, por lo menos no este desacuerdo que clama -entre mi vida toda y mi conciencia. Si hubiera partido abiertamente, -habría habido súplicas, discusiones, y yo habría cedido -y tal vez no llevado a cabo mi resolución, cuando debe ser cumplida. -Os suplico por tanto que me perdonéis, si este acto mío -os entristece. Y tú principalmente, Sofía, déjame partir, no -me busques, no te disgustes ni me censures. El hecho de que -te haya abandonado no prueba que tenga yo motivos de queja -contra ti... Sé que tú no podías, que no podías ver ni pensar -como yo, y por esto no has podido cambiar tu vida y hacer un -sacrificio a lo que no reconocías. Por eso no te censuro; antes -por el contrario, me acuerdo con amor y gratitud de los treinta -<span class="pagenum"><a id="Page_417"></a>[Pg 417]</span>y cinco años largos de nuestra vida común, y principalmente -de la primera mitad de este tiempo, cuando con el valor y la -consagración de tu naturaleza de madre soportabas valientemente -lo que considerabas tu misión. Me has dado a mí y al -mundo cuanto nos podías dar. Has prodigado tu amor maternal -y hecho grandes sacrificios... Pero, en el último período -de nuestra vida, en los últimos quince años, nuestros caminos -se han separado. No puedo creer que yo sea culpable de ello; -sé que si he cambiado, no ha sido por mi gusto, ni por el mundo -sino porque no podía obrar de otra manera. No puedo acusarte -de no haberme seguido, y te doy gracias y me acordaré siempre -con amor de cuanto me has dado. Adiós, mi querida Sofía. -Te amo.</em></p> - -<p>“<em>El hecho de que te haya abandonado</em>”...Y no la abandonó -¡Pobre carta! Parece que le fué bastante escribirla, -para que su resolución quedase cumplida... Cuando la -hubo escrito había ya agotado toda la fuerza de su resolución. -“<em>Si hubiera partido abiertamente, habría habido súplicas, -habría cedido</em>”...No hubo necesidad de “<em>súplicas</em>”, -ni de “<em>discusiones</em>:” le bastó mirar, un momento después, -a quienes iba a abandonar, y sintió que no podía, que no -podía abandonarlos; y la carta, que llevaba en el bolsillo, -la guardó en un mueble, con esta indicación:</p> - -<p><em>Entregar esto, después de mi muerte, a mi esposa Sofía -Andreievna.</em></p> - -<p>Y a esto se redujo su proyecto de evasión. ¿Era ésa toda -su fuerza? ¿No era capaz de sacrificar sus ternuras a su -Dios? En verdad, no faltan en los fastos cristianos santos -de más firme corazón, que nunca vacilaron para aplastar -resueltamente bajo sus pies sus afecciones y las de los demás... -¿Qué hacer? Él no era como esos santos: era -débil, era hombre; y por eso nosotros lo amamos.</p> - -<p>Más de quince años antes, en una página de un dolor -desgarrador, se preguntaba a sí mismo:</p> - -<p><em>¿Y bien, León Tolstoi, vives según los principios que predicas?</em></p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_418"></a>[Pg 418]</span></p> - -<p>Y se respondía abrumado:</p> - -<p><em>Muero de vergüenza; soy culpable, merezco el desprecio... -Sin embargo, comparad mi vida de otro tiempo con la de ahora, -y veréis que trato de vivir según la ley de Dios. No he hecho la -milésima parte de lo que es necesario hacer, y por eso estoy -confuso; pero no lo he hecho, no porque no lo haya deseado, -sino porque no he podido hacerlo... Acusadme, pero no -acuséis a la senda que yo sigo. Si conozco el camino que conduce -a mi casa, y lo sigo titubeando, como un hombre ebrio -¿querrá esto decir que el camino sea malo? Indicadme otro, o -sostenedme en el verdadero camino, como estoy yo pronto a sosteneros; -pero no me rechacéis, ni os regocijéis con mi desventura; -no gritéis con transporte de alegría: “¡Mirad: dice que va -a su casa y cae en el fangal!” ¡No: no os regocijéis, ayudadme, -sostenedme!... ¡Ayudadme! Mi corazón se desgarra de -desesperación porque todos nos hemos extraviado, y cuando -hago toda suerte de esfuerzos por salir, vosotros, cada vez que -me aparto, en lugar de tener compasión, me señaláis con el -dedo, gritando: “¡Ved cómo cae con nosotros en el fango!”</em><a id="FNanchor_811" href="#Footnote_811" class="fnanchor">[811]</a>.</p> - -<p>Más cercano a la muerte, repetía:</p> - -<p><em>No soy un santo, ni nunca me he ofrecido por tal. Soy un -hombre que se deja arrastrar, y que a veces no dice todo lo que -piensa y siente; no porque no lo desea, sino porque no lo puede, -porque frecuentemente le sucede que exagera o que se equivoca. -En mis acciones esto es aún peor. Soy de hecho un hombre -débil, con hábitos viciosos, que anhela servir al Dios de la verdad, -pero que tropieza constantemente. Si se me tiene por un -hombre que no puede equivocarse, cada una de mis faltas -debe parecer una mentira o una hipocresía; pero si se me tiene -por un hombre débil, apareceré entonces como soy en realidad: -un ser que inspira lástima, pero sincero, que constantemente -<span class="pagenum"><a id="Page_419"></a>[Pg 419]</span>y con toda su alma ha deseado y desea aún llegar a ser un hombre -bueno, un buen servidor de Dios.</em></p> - -<p>Así permaneció, perseguido por el remordimiento, perseguido -por el reproche mudo de los discípulos más enérgicos -y menos humanos que él<a id="FNanchor_812" href="#Footnote_812" class="fnanchor">[812]</a>, desgarrado por su debilidad y -su indecisión, dividido entre el amor a los suyos y el amor -a Dios, hasta que un día un golpe de desesperación, y tal -vez el soplo abrasador de fiebre que se levanta cuando se -aproxima la muerte, lo arrojaron fuera de su casa, a los -caminos, errante, fugitivo, llamando a las puertas de un -convento para seguir luego su carrera, cayendo al fin en el -camino, en un obscuro lugar, para ya no volver a levantarse<a id="FNanchor_813" href="#Footnote_813" class="fnanchor">[813]</a>. -Y en su lecho de muerte lloraba, no por sí mismo, -sino por los desventurados, mientras decía en medio de -sollozos:</p> - -<p><em>Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren ¿por qué -estáis aquí, todos, para ocuparos solamente de mí?</em></p> - -<p>Y entonces llegó—era el domingo 20 de noviembre de -1910, poco después de las seis de la mañana,—“la liberación”, -como él la llamaba, “la muerte, la muerte bendita...”.</p> - - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_420"></a>[Pg 420]</span></p> - -<h3>CONCLUYE LA LUCHA</h3> - -<p>La lucha había terminado, lucha de ochenta y dos años -para la cual había sido campo esta vida. Trágico y -glorioso combate en que tomaron parte todas las -fuerzas de la vida, todos los vicios y todas las virtudes. Todos -los vicios menos uno, la mentira, que persiguió sin cesar -y atacó hasta en sus últimos refugios.</p> - -<p>En primer término, la libertad embriagada, las pasiones -que entrechocan en la noche tempestuosa, que iluminan, -de trecho en trecho, con deslumbradores relámpagos, crisis -de amor y de éxtasis, visiones del Eterno. Años del Cáucaso, de -Sebastopol, años de juventud tumultuosa e inquieta. Luego, -la gran tranquilidad de los primeros años del matrimonio. -La felicidad del amor, del arte, de la naturaleza,—<em>La -Guerra y la Paz</em>. El pleno día del genio, que abarca todo -el horizonte humano y el espectáculo de estas luchas, que -para el alma pertenecen ya a lo pasado. Las domina, es el -amo de ellas, y ya no le bastan. Como el príncipe Andrés, -<span class="pagenum"><a id="Page_421"></a>[Pg 421]</span>tiene los ojos vueltos hacia el cielo inmenso que luce por -encima de Austerlitz. Este cielo lo atrae:</p> - -<p><em>Hay hombres de alas potentes, a quienes la voluptuosidad -hace descender en medio de la multitud, donde sus alas se rompen: -yo, por ejemplo. Después, baten sus alas rotas, remontan -el vuelo vigorosamente, y de nuevo caen. Las alas serán -curadas: y volaré muy alto. ¡Que Dios me ayude!</em><a id="FNanchor_814" href="#Footnote_814" class="fnanchor">[814]</a></p> - -<p>Estas palabras fueron escritas en medio de la más terrible -tempestad, cuyo recuerdo y eco son las <em>Confesiones</em>. Tolstoi -fué arrojado más de una vez por el suelo, destrozadas -las alas. Y siempre se obstinó; volvió a levantarse; y he -aquí que flota en “el cielo inmenso y profundo” con sus -dos grandes alas, que son una la razón y otra la fe. Pero -no encontró la calma que buscaba, porque el cielo no -está fuera de nosotros, el cielo está en nosotros. Allá -Tolstoi respira sus tempestades de pasiones; y se distingue -por eso de los apóstoles que renuncian, pues pone en -su renunciación el mismo ardor que ponía en vivir. Y es -siempre la fe a la que abraza, con una violencia de amante; -está “loco de vida”; está “ebrio de vida”; no puede -vivir sin esa embriaguez<a id="FNanchor_815" href="#Footnote_815" class="fnanchor">[815]</a>. Embriagado de felicidad -<span class="pagenum"><a id="Page_422"></a>[Pg 422]</span>y de desventura, a la vez; embriagado de la muerte y -de la inmortalidad<a id="FNanchor_816" href="#Footnote_816" class="fnanchor">[816]</a>. Su renunciación a la vida individual -no es más que un grito de pasión exaltada hacia -la vida eterna. No; la paz que alcanzó, la paz del alma -que él invocaba no es la de la muerte; es la de esos mundos -inflamados que gravitan en el espacio infinito. En él -la cólera es calma<a id="FNanchor_817" href="#Footnote_817" class="fnanchor">[817]</a> y la calma es ardiente. La fe le -ha dado armas nuevas para recomenzar, más implacable, -el combate que desde sus primeras obras no cesó de librar -contra las mentiras de la sociedad moderna. No se detiene -ya en algunos tipos de novelas, sino que ataca a los -grandes ídolos: hipocresías de la religión, del Estado, de -la ciencia, del arte, del liberalismo, del socialismo, de la -instrucción popular, de la beneficencia, del pacifismo,<a id="FNanchor_818" href="#Footnote_818" class="fnanchor">[818]</a>... -Los abofetea, se encarniza contra ellos.</p> - -<p>El mundo contempla, de lejos en lejos, la aparición de -esos grandes espíritus rebeldes que, como Juan el Precursor, -lanzan anatemas contra una civilización corrompida. -La última de esas apariciones había sido Rousseau. Por -su amor a la Naturaleza<a id="FNanchor_819" href="#Footnote_819" class="fnanchor">[819]</a>, por su odio a la sociedad -<span class="pagenum"><a id="Page_423"></a>[Pg 423]</span>moderna, por su celo de independencia, por su fervor de -adoración al Evangelio y la moral cristiana, Rousseau -anuncia a Tolstoi, que se juzga continuador de aquél:</p> - -<p>“Algunas de sus páginas me llegan al corazón, decía, -y creo que yo las habría escrito”<a id="FNanchor_820" href="#Footnote_820" class="fnanchor">[820]</a>.</p> - -<p>Pero ¡cuánta diferencia entre las dos almas, y cómo la de -Tolstoi es más puramente cristiana! ¡Qué falta de humildad, -qué arrogancia farisaica, la de este grito insolente de -las Confesiones del ginebrino!:</p> - -<p><em>¡Ser Eterno! Que uno solo te diga, si osa decirlo: ¡fuí mejor -que este hombre!</em></p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_424"></a>[Pg 424]</span></p> -<p>O en este reto al mundo:</p> - -<p><em>Declaro arrogantemente y sin temor: quienquiera que me -crea un hombre deshonesto, es él mismo un hombre que merece -ser ahorcado.</em></p> - -<p>Tolstoi lloraba lágrimas de sangre sobre los “crímenes” -de su vida pasada:</p> - -<p><em>Sufro las torturas del infierno. Recuerdo toda mi cobardía -pasada, y estos recuerdos no me abandonan, me envenenan la -vida. Se lamenta de ordinario que no se conserven recuerdos -después de la muerte ¡Qué felicidad que así sea! ¡Cuál su<span class="pagenum"><a id="Page_425"></a>[Pg 425]</span>frimiento -sería, si, en esa otra vida, me acordase de todo el -mal que he cometido aquí abajo!</em><a id="FNanchor_821" href="#Footnote_821" class="fnanchor">[821]</a>...</p> - -<p>No es él quien hubiera escrito sus <em>Confesiones</em>, como -Rousseau, porque decía éste, “sintiendo que el bien sobrepasaba -el mal, tenía yo interés en decirlo todo”<a id="FNanchor_822" href="#Footnote_822" class="fnanchor">[822]</a>. Tolstoi, -después de haber ensayado, renuncia a escribir sus <em>Memorias</em>: -la pluma se le cae de las manos; no quiere ser objeto -de escándalo para quienes lo habrán de leer:</p> - -<p><em>Las gentes dirán: ¡Ved a este hombre que muchos colocan a -tanta altura! ¡Y qué cobarde era! Luego, a nosotros, simples -mortales, es Dios mismo quien nos ordena que seamos cobardes</em><a id="FNanchor_823" href="#Footnote_823" class="fnanchor">[823]</a>.</p> - -<p>Nunca conoció Rousseau el bello pudor moral de la fe -cristiana, la humildad que da al viejo Tolstoi un candor -inefable. Detrás de Rousseau—encuadrando la estatura -de la isla de los Cisnes—se ve la Roma de Calvino. En -Tolstoi, encuentra uno a los peregrinos, a los inocentes, -cuyas ingenuas confesiones y cuyas lágrimas habían conmovido -su infancia.</p> - -<p>Pero mucho más aún que la lucha contra el mundo, que -le es común con Rousseau, otra lucha llena los treinta últimos -años de la vida de Tolstoi, un magnífico combate entre -las dos más altas potencias de su alma: la Verdad y el Amor.</p> - -<p>La Verdad (“esta mirada que va derecho a las almas”), -la luz penetrante de estos ojos grises que os traspasan... -Era su fe más antigua, la reina de su arte.</p> - -<p><em>La heroína de mis escritos, la que yo amo con todas las fuerzas -de mi alma, la que fué, es y será siempre bella, es la verdad</em><a id="FNanchor_824" href="#Footnote_824" class="fnanchor">[824]</a>.</p> - -<p>La verdad, único despojo que aún flotaba del naufragio, -<span class="pagenum"><a id="Page_426"></a>[Pg 426]</span>después de la muerte de su hermano<a id="FNanchor_825" href="#Footnote_825" class="fnanchor">[825]</a>. La verdad, eje de -su vida, roca en medio de la mar...</p> - -<p>Pero bien pronto, la “horrible verdad”<a id="FNanchor_826" href="#Footnote_826" class="fnanchor">[826]</a> no le bastará, -porque el Amor la había suplantado. Era la fuente viva de -su infancia, “el estado natural de su alma”<a id="FNanchor_827" href="#Footnote_827" class="fnanchor">[827]</a>. Cuando -sobrevino la crisis moral de 1880, no abdicó de la verdad y -la abrió al amor<a id="FNanchor_828" href="#Footnote_828" class="fnanchor">[828]</a>.</p> - -<p>El amor es “la base de la energía”<a id="FNanchor_829" href="#Footnote_829" class="fnanchor">[829]</a>. El amor es “la -razón de vivir”, la única, con la belleza<a id="FNanchor_830" href="#Footnote_830" class="fnanchor">[830]</a>. El amor es -la esencia del Tolstoi madurado por la vida, del autor de -<em>La Guerra y la Paz</em> y de la carta al Santo Sínodo<a id="FNanchor_831" href="#Footnote_831" class="fnanchor">[831]</a>.</p> - -<p>Esta penetración de la verdad por el amor forma el precio -único de las obras maestras que escribió, al mediar su vida—<em>nel -mezzo del cammin</em>—y que distingue su realismo del realismo -de Flaubert. Éste pone su fuerza en no amar a sus -personajes; y por grande que así sea, le falta el <em>¡Fiat lux!</em></p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_427"></a>[Pg 427]</span></p> - -<p>La luz del sol no es suficiente, se necesita la del corazón. -El realismo de Tolstoi se encarna en cada uno de los seres, -y, viéndolos con sus ojos, encuentra, aun en el más vil, -razones para amarlo y para hacernos sentir la cadena fraternal -que nos une a todos<a id="FNanchor_832" href="#Footnote_832" class="fnanchor">[832]</a>. Por el amor penetra hasta -las raíces de la vida.</p> - -<p>Mas es difícil mantener esta unión. Hay horas en que el -espectáculo de la vida y de sus dolores es tan amargo que -parece un reto al amor, y que, para salvarlo, para salvar su -fe, está uno obligado a levantarla tan alto por encima del -mundo, que corre peligro de perder con él todo contacto. -¿Y qué hará quien ha recibido de la suerte el don soberbio -y fatal de ver la verdad y no poder dejar de verla? ¡Quién -dirá lo que Tolstoi sufrió con el continuo desacuerdo de sus -últimos años, entre sus ojos despiadados que veían el horror -de la realidad, y su corazón apasionado que insistía en esperar -y afirmar el amor!</p> - -<p>Todos nosotros hemos conocido estos trágicos debates. -¡Cuántas veces nosotros mismos nos hemos encontrado en -la alternativa de no ver o de odiar! ¡Y cuántas veces un -artista—un artista digno de este nombre, un escritor que -conozca el poder espléndido y temible de la palabra escrita—se -siente oprimido de angustia cuando llega el momento en -que tenga que escribir tal o cual verdad!<a id="FNanchor_833" href="#Footnote_833" class="fnanchor">[833]</a>. Esta verdad -sana y viril, necesaria en medio de las mentiras modernas, -mentiras de la civilización, esta verdad vital, podría decirse, -como el aire que respiramos... Y después se advierte -que este aire ¡cuántos pulmones no pueden soportarlo! -¡cuántos seres debilitados por la civilización, o simplemente -débiles por la bondad de sus corazones! ¿Será preciso, pues, -<span class="pagenum"><a id="Page_428"></a>[Pg 428]</span>no tenerlos para nada en cuenta, y arrojarles implacablemente -esta verdad que mata? ¿No hay, por encima de todo, -una verdad que, como dice Tolstoi, “está abierta al amor”? -¡Pero qué! ¿es posible, sin embargo, consentir en arrullar -a los hombres con mentiras consoladoras, como Peer Gynt -arrullaba, con sus cuentos, a su vieja madre moribunda?... -La sociedad se encuentra continuamente enfrente de este -dilema: la verdad o el amor. De ordinario resuelve sacrificando -a la vez la verdad y el amor.</p> - -<p>Nunca Tolstoi traicionó alguna de sus dos creencias. En -sus obras de la madurez, el amor es antorcha de la verdad. -En las obras de sus últimos tiempos, es una luz de lo alto, -un rayo de la gracia que desciende sobre la vida, pero que -no se mezcla con ella, como se ha visto en <em>Resurrección</em>, -donde la fe domina a la realidad, que permanece exterior a -ella. Aun el mismo pueblo que pinta Tolstoi como muy -débil y mediocre, cada vez que mira a las figuras aisladamente, -toma, desde el momento que piensa en él de una -manera abstracta, una santidad divina<a id="FNanchor_834" href="#Footnote_834" class="fnanchor">[834]</a>. En su vida de -todos los días se acusaba el mismo desacuerdo que en su arte, -y aun más cruelmente. Bien sabía lo que el amor reclamaba -de él, pero obraba de otro modo; no vivía según Dios, vivía -de acuerdo con el mundo. Y ¿el amor mismo, dónde -encontrarlo? ¿Cómo distinguir entre sus rostros diversos -y sus órdenes contradictorias? ¿Era el amor a su familia, -o el amor a todos los hombres?... Hasta los últimos instantes -se debatió entre estas alternativas.</p> - -<p>¿Dónde está la solución? Él no la encontró. Dejemos -a los intelectuales orgullosos el derecho de juzgarlo con -desdén. Ciertamente, ellos la han encontrado, ellos que -<span class="pagenum"><a id="Page_429"></a>[Pg 429]</span>poseen la verdad y que en ella con seguridad se apoyan. -Para estos intelectuales, Tolstoi era un débil y un sentimental, -cuya vida no puede ofrecerse de ejemplo. Y sin -duda, no es un ejemplo que puedan seguir: no saben ellos -vivir suficientemente. Tolstoi no pertenecía a la “élite” -vanidosa, no era de ninguna iglesia, ni de la de los <em>escribas</em>, -como los llamaba él mismo, ni de la de los <em>fariseos</em>, de la -una o de la otra fe. Es el tipo más alto del cristiano libre, -que se esfuerza, durante toda su vida, hacia un ideal que -siempre se halla más lejano<a id="FNanchor_835" href="#Footnote_835" class="fnanchor">[835]</a>.</p> - -<p>No habla Tolstoi para los privilegiados del pensamiento, -habla para los hombres ordinarios, <em>hominibus bonae voluntatis</em>. -Es nuestra conciencia. Dice lo que todos nosotros -pensamos, almas medianas, y lo que nosotros tememos -leer en nosotros mismos; no es para nosotros un maestro -pleno de orgullo, uno de esos genios arrogantes que reinan -en su arte y su inteligencia por encima de la humanidad. -Es “nuestro hermano”, como gustaba de llamarse a sí mismo -en sus cartas, con el nombre más bello y más dulce de todos.</p> - - -<p class="right" style="padding-right: 2em;">Enero de 1911.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_430"></a>[Pg 430]</span></p> -</div> - -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_518" href="#FNanchor_518" class="label">[518]</a> Salvo algunas interrupciones, principalmente una bastante larga -entre 1865 y 1878.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_519" href="#FNanchor_519" class="label">[519]</a> En su notable biografía de <em>León Tolstoi: Vida y Obra, Memorias, -Recuerdos, Cartas, Fragmentos del Diario íntimo, Notas y Documentos -biográficos</em>, reunidos, coordinados y anotados por P. Birukov, revisados -por León Tolstoi y traducidos del manuscrito por J. W. Bienstock. -Esta publicación, comenzada en 1905, no se ha terminado aún. Tres -volúmenes han aparecido, y el tercero llega al año de 1884. Es la recopilación -de documentos más importantes sobre la vida y obra de Tolstoi -y de ella he tomado abundantes datos.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_520" href="#FNanchor_520" class="label">[520]</a> Tomó parte también en las campañas napoleónicas, y estuvo -prisionero en Francia durante los años de 1814 y 1815.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_521" href="#FNanchor_521" class="label">[521]</a> <em>Infancia</em>, Capítulo II. (Tomo I de las <em>Obras completas de León -Tolstoi</em>, traducidas por J. W. Bienstock).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_522" href="#FNanchor_522" class="label">[522]</a> <em>Infancia</em>, Capítulo XXVII.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_523" href="#FNanchor_523" class="label">[523]</a> Yasnaia Poliana, cuyo nombre significa la “Clara claridad”, es -una pequeña aldea situada al Sur de Moscú, a pocas leguas de Tula, -“en una de las provincias rusas más agrícolas. Las dos grandes regiones -de Rusia—dice M. A. Leroy-Beaulieu—la región de los bosques y la de -las tierras de cultivo, allí se tocan y se confunden. En sus alrededores no -se encuentran ni finlandeses, ni tártaros, ni poloneses, ni judíos, ni ukranos. -Este país de Tula está en el corazón mismo de Rusia”. (A. Leroy-Beaulieu, -<em>León Tolstoi</em>, Revue des Deux Mondes, 15 de diciembre de -1910).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_524" href="#FNanchor_524" class="label">[524]</a> Tolstoi lo retrató en <em>Ana Karenina</em>, en la figura del hermano de -Levine.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_525" href="#FNanchor_525" class="label">[525]</a> Escribió el <em>Diario de un Cazador</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_526" href="#FNanchor_526" class="label">[526]</a> En realidad era una parienta lejana. Había amado al padre de -Tolstoi y había sido amada por él; pero como Sonia, en <em>La Guerra y la -Paz</em>, se había sacrificado.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_527" href="#FNanchor_527" class="label">[527]</a> <em>Infancia</em>, Capítulo XII.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_528" href="#FNanchor_528" class="label">[528]</a> ¡No llega a afirmar en sus noticias autobiográficas (fechadas en -1878), que se acordaba de sus sensaciones cuando lo fajaban en pañales -y cuando lo bañaban en tina, recién nacido! (Véase los <em>Primeros -Recuerdos</em>. Una traducción francesa fué publicada en el mismo volumen -que <em>Amo y Criado</em>).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_529" href="#FNanchor_529" class="label">[529]</a> <em>Primeros Recuerdos.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_530" href="#FNanchor_530" class="label">[530]</a> De 1842 a 1847.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_531" href="#FNanchor_531" class="label">[531]</a> Nicolás, cinco años mayor que León, ya había terminado sus -estudios en 1844.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_532" href="#FNanchor_532" class="label">[532]</a> Amaba las conversaciones sobre cuestiones metafísicas, “tanto -más, decía, cuanto eran más abstractas y alcanzaban un grado tal de -obscuridad que, creyendo decirse lo que se piensa, se dicen cosas muy -distintas”. (<em>Adolescencia</em>, XXVII).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_533" href="#FNanchor_533" class="label">[533]</a> <em>Adolescencia</em>, XIX.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_534" href="#FNanchor_534" class="label">[534]</a> Sobre todo en sus primeras obras, en las <em>Narraciones de Sebastopol</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_535" href="#FNanchor_535" class="label">[535]</a> Era el tiempo en que leía a Voltaire, complacido en su lectura. -(<em>Confesiones</em>, I).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_536" href="#FNanchor_536" class="label">[536]</a> <em>Confesiones</em>, I. Traducción de J. W. Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_537" href="#FNanchor_537" class="label">[537]</a> <em>Juventud</em>, III.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_538" href="#FNanchor_538" class="label">[538]</a> De marzo a abril de 1847.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_539" href="#FNanchor_539" class="label">[539]</a> “Cuanto hace un hombre lo hace por amor propio”, dice Nekhludov -en <em>Adolescencia</em>.—En 1853, escribía Tolstoi en su Diario: “Mi -más grave defecto es el orgullo. Un amor propio inmenso, irrazonable... -Soy tan ambicioso que si tuviera que escoger entre la gloria y la virtud -(que tanto amo), creo que seguramente me quedaría con la primera”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_540" href="#FNanchor_540" class="label">[540]</a> “Quería que todos me conociesen y me amasen; deseaba que -sólo al escuchar mi nombre todos se llenaran de admiración y me dieran -gracias”. (<em>Juventud</em>, III).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_541" href="#FNanchor_541" class="label">[541]</a> Según un retrato de 1848, cuando tenía 20 años (reproducido en -el primer volumen de <em>Vida y Obra)</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_542" href="#FNanchor_542" class="label">[542]</a> “Me imaginaba que no había felicidad posible sobre la tierra -para un hombre que tenía, como yo, la nariz tan grande, los labios tan -gruesos y los ojos tan pequeños”. (<em>Infancia</em>, XVII). Habla además -con desolación de “este rostro sin expresión, de rasgos flojos, blandos, -indecisos, sin nobleza, que recuerdan a los simples mujiks; y estas manos -y estos pies tan grandes”. (<em>Juventud</em>, I).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_543" href="#FNanchor_543" class="label">[543]</a> “Dividía yo a la humanidad en tres clases: los hombres elegantes, -los únicos dignos de estimación; los hombros no elegantes, dignos -de desprecio y de odio; y la plebe. Esta no existía”. (<em>Juventud</em>, XXXI).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_544" href="#FNanchor_544" class="label">[544]</a> Principalmente durante una estancia en San Petersburgo, en -1847-48.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_545" href="#FNanchor_545" class="label">[545]</a> <em>Adolescencia</em>, XXVII.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_546" href="#FNanchor_546" class="label">[546]</a> Conversaciones con Paul Boyer, (<em>Le Temps</em>, 28 de agosto de -1901).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_547" href="#FNanchor_547" class="label">[547]</a> Nekhludov figura también en <em>Adolescencia</em> y en <em>Juventud</em> (1854): -en <em>Un encuentro en el destacamento</em> (1856): en el <em>Diario de un Marcador</em> -(1856): en <em>Lucerna</em> (1857), y en <em>Resurrección</em> (1899). Debe advertirse -que este nombre designa a personajes muy diferentes. Tolstoi -no trató de conservarle el mismo aspecto físico, y Nekhludov se mata -al final del <em>Diario de un Marcador</em>. Muestra las diversas encarnaciones -de Tolstoi, en todo lo que tenía de mejor y de peor.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_548" href="#FNanchor_548" class="label">[548]</a> <em>La Mañana de un Señor.</em> Tomo II de las <em>Obras Completas</em>, traducción -de J. W. Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_549" href="#FNanchor_549" class="label">[549]</a> Es contemporánea de las narraciones de <em>Infancia</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_550" href="#FNanchor_550" class="label">[550]</a> El 11 de junio de 1851, en el campo fortificado de Stari-Iurt -en el Cáucaso.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_551" href="#FNanchor_551" class="label">[551]</a> <em>Diario</em>, traducción da J. W. Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_552" href="#FNanchor_552" class="label">[552]</a> <em>Diario</em>. 2 de julio de 1851.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_553" href="#FNanchor_553" class="label">[553]</a> Carta a su tía Tatiana, en enero de 1852.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_554" href="#FNanchor_554" class="label">[554]</a> Un retrato de 1851 deja ver ya el cambio que se realiza en su alma. -La cabeza erguida, el semblante se anima, las cavidades de los -ojos son menos sombrías, mientras los ojos conservan todavía su severa -fijeza, y la boca entreabierta, que sombrea un naciente mostacho, es -huraña; tiene siempre algo de orgulloso y provocativo, pero mucha -más juventud.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_555" href="#FNanchor_555" class="label">[555]</a> Las cartas que escribió entonces a su tía Tatiana están llenas -de efusión y de lágrimas. Se decía <em>Liova-riova</em>, León el llorón (6 de -enero de 1852).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_556" href="#FNanchor_556" class="label">[556]</a> <em>La Mañana de un Señor</em> es fragmento de un proyecto de <em>Novela -del propietario ruso</em>. <em>Los Cosacos</em> son la primera parte de una gran novela -del Cáucaso. La inmensa <em>Guerra y Paz</em> no era, en el pensamiento -del autor, más que una especie de preámbulo de una epopeya contemporánea, -de la cual los <em>Decembristas</em> debían constituir la parte central.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_557" href="#FNanchor_557" class="label">[557]</a> El peregrino Gricha, o la muerte de la madre.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_558" href="#FNanchor_558" class="label">[558]</a> En una carta a Birukov.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_559" href="#FNanchor_559" class="label">[559]</a> <em>La Mañana de un Señor</em> no fué concluida hasta 1855-56.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_560" href="#FNanchor_560" class="label">[560]</a> <em>Los dos viejos</em>, (1885).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_561" href="#FNanchor_561" class="label">[561]</a> <em>La Incursión</em>, Tomo III de las <em>Obras Completas</em>, traducción de -J. W. Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_562" href="#FNanchor_562" class="label">[562]</a> Tomo III de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_563" href="#FNanchor_563" class="label">[563]</a> Tomo IV de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_564" href="#FNanchor_564" class="label">[564]</a> Aun cuando hayan sido terminadas mucho más tarde, en 1860 -en Hyères (no fueron publicadas sino hasta 1863), la mayor parte de la -obra es de esta época.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_565" href="#FNanchor_565" class="label">[565]</a> <em>Los Cosacos.</em> Tomo III de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_566" href="#FNanchor_566" class="label">[566]</a> “Tal vez—dice Olenine, enamorado de la joven cosaca,—amo -en ella a la Naturaleza... Amándola siento que formo parte indivisa -de la Naturaleza”. A menudo compara a la que ama con la Naturaleza. -“Ella es, como la Naturaleza, igual, tranquila y taciturna”. Además, -relaciona el aspecto de las montañas lejanas y el de “esta mujer majestuosa”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_567" href="#FNanchor_567" class="label">[567]</a> Así también en la carta de Olenine a sus amigos de Rusia.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_568" href="#FNanchor_568" class="label">[568]</a> <em>Diario.</em> Traducción de J. W. Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_569" href="#FNanchor_569" class="label">[569]</a> Se encuentra asimismo esta manera en <em>La Tala en el Bosque</em> -concluida en la misma época. Por ejemplo: “Hay tres especies de amor: -1.º, amor estético; 2.º, amor de consagración; 3.º, amor activo, etc.”. (<em>Juventud</em>). -O bien “Hay tres clases de soldados: 1.º, los sumisos; 2.º, los -autoritarios; 3.º, los fanfarrones, que se subdividen al mismo tiempo en -a, sumisos de sangre fría; b, sumisos obligados; c, sumisos borrachos, -etc.”. (<em>La Tala del Bosque</em>).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_570" href="#FNanchor_570" class="label">[570]</a> <em>Juventud</em>, XXXII (Volumen II de las <em>Obras Completas</em>).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_571" href="#FNanchor_571" class="label">[571]</a> Enviada a la revista el “Sovremennik”, y publicada inmediatamente.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_572" href="#FNanchor_572" class="label">[572]</a> Tolstoi lo recordó, mucho más tarde, en sus conversaciones -con su amigo Teneromo. Particularmente ha contado de una crisis de -terror que le sobrevino una noche que ya estaba acostado, en el “dormitorio” -cavado en plena trinchera. Se encontrará este <em>Episodio de la -guerra de Sebastopol</em> en el volumen intitulado los <em>Revolucionarios</em>, traducción -de J. W. Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_573" href="#FNanchor_573" class="label">[573]</a> Un poco más tarde, Droujinine amigablemente le pondrá en -guardia contra este peligro: “Tenéis una tendencia excesiva a la delicadeza -del análisis. A veces estáis a punto de decir: en fulano, las pantorrillas -indicaban su deseo de viajar por las Indias... Debéis refrenar -esta inclinación, pero no ahogarla por nada del mundo”. (Carta de -1856, citada por P. Birukov).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_574" href="#FNanchor_574" class="label">[574]</a> Tomo IV de las <em>Obras Completas</em>, páginas 82-85.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_575" href="#FNanchor_575" class="label">[575]</a> Que mutiló la censura.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_576" href="#FNanchor_576" class="label">[576]</a> 2 de septiembre de 1855. Traducción de J. W. Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_577" href="#FNanchor_577" class="label">[577]</a> “Su amor propio se confundía con su vida; no encontraba otra -alternativa: ser el primero, o perecer... Deseaba reconocerse superior -a los hombres con quienes se comparaba”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_578" href="#FNanchor_578" class="label">[578]</a> En 1889, Tolstoi, al escribir un Prefacio para los <em>Recuerdos de -Sebastopol por un oficial de artillería</em>, de A. J. Erchov, retorna con el -pensamiento a estas escenas. Todo recuerdo heroico había desaparecido -en ellas. No recuerda sino es que el miedo duró siete meses, el doble -miedo: de la muerte y de la vergüenza, horrible tortura moral. Todos -los triunfos del sitio, para él, se resumían en esto: haber sido carne de -cañón.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_579" href="#FNanchor_579" class="label">[579]</a> Suarés: <em>Tolstoi</em>, Edición de “<em>La Unión para la Acción Moral</em>”, -1899, reeditada en los “<em>Cuadernos de la Quincena</em>”, con el título de -<em>Tolstoi vivo</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_580" href="#FNanchor_580" class="label">[580]</a> Turguenef se quejaba, en una conversación, del “estúpido orgullo -nobiliario de Tolstoi, de sus fanfarronadas de Junker”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_581" href="#FNanchor_581" class="label">[581]</a> “Un rasgo de mi carácter, bueno o malo, pero que me fué peculiar -siempre, consiste en que, hasta a pesar mío, me oponía siempre a -las influencias exteriores epidémicas... Sentía repulsión por la corriente -general”. (Carta a P. Birukov).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_582" href="#FNanchor_582" class="label">[582]</a> Turguenef.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_583" href="#FNanchor_583" class="label">[583]</a> Grigorovitch.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_584" href="#FNanchor_584" class="label">[584]</a> Eugenio Garchine: <em>Recuerdos de Turguenef</em>, 1883. Véase <em>Vida -y Obra de Tolstoi</em>, por Birukov.</p> - - - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_585" href="#FNanchor_585" class="label">[585]</a> La más violenta, que produjo una ruptura decisiva entre ellos, -tuvo lugar en 1861. Turguenef gustaba de mostrar sus sentimientos -filantrópicos y hablaba de las obras de beneficencia de que se ocupaba -su hija, y nada irritaba más a Tolstoi que la caridad mundana. -</p> - -<p>“Yo creo, dijo, que una muchacha elegantemente vestida que sostiene -sobre sus rodillas unos harapos sucios y malolientes, representa -una escena teatral que carece de sinceridad”. -</p> - -<p>La discusión se acaloró. Turguenef, fuera de sí, amenazó a Tolstoi -con abofetearlo; y éste exigió una reparación, al momento, en un duelo -a fusil. Turguenef, que en el acto había lamentado su arrebato, le envió -una carta de excusas; pero Tolstoi no perdonó aquello nunca. Cerca -de veinte años después, como se verá adelante, fué él quien pidió perdón, -en 1878, cuando abjuraba de toda su vida pasada y complacido humillaba -su orgullo delante de Dios.</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_586" href="#FNanchor_586" class="label">[586]</a> <em>Confesiones.</em> Tomo XIX de las <em>Obras Completas</em>, traducción de -J. W. Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_587" href="#FNanchor_587" class="label">[587]</a> “No había, dice, ninguna diferencia entre nosotros y un asilo de -alienados. Aun en esta época yo lo sospechaba vagamente; pero, como -lo hacen todos los locos, trataba de locos a los demás, excepto a mí -mismo”. <em>Ibid.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_588" href="#FNanchor_588" class="label">[588]</a> <em>Confesiones.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_589" href="#FNanchor_589" class="label">[589]</a> <em>Diario del príncipe D. Nekhludov, Lucerna.</em> Tomo V de las <em>Obras -Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_590" href="#FNanchor_590" class="label">[590]</a> <em>Diario del príncipe D. Nekhludov.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_591" href="#FNanchor_591" class="label">[591]</a> En este viaje conoció en Dresden a Auerbach, quien había sido -su primer inspirador para la instrucción del pueblo; a Froebel, en Kissingen; -en Londres, a Herzen; y en Bruselas a Proudhon, quien parece -haberle producido una gran sorpresa.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_592" href="#FNanchor_592" class="label">[592]</a> Sobre todo en 1861 y 1862.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_593" href="#FNanchor_593" class="label">[593]</a> <em>La Educación y la Cultura.</em> Véase <em>Vida y Obra de Tolstoi</em>. Tomo II.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_594" href="#FNanchor_594" class="label">[594]</a> Tolstoi ha expuesto estas teorías en la revista <em>Yasnaia Poliana</em>, -en 1862. (Tomo XIII de las <em>Obras Completas</em>).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_595" href="#FNanchor_595" class="label">[595]</a> Tomo IV de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_596" href="#FNanchor_596" class="label">[596]</a> Tomo V de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_597" href="#FNanchor_597" class="label">[597]</a> <em>Ibid.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_598" href="#FNanchor_598" class="label">[598]</a> Tomo VI de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_599" href="#FNanchor_599" class="label">[599]</a> Discurso acerca de la “<em>Superioridad del elemento artístico en la -literatura sobre todas sus corrientes temporales</em>”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_600" href="#FNanchor_600" class="label">[600]</a> Le oponía ejemplos de sus mismas obras, como el viejo postillón -de <em>Tres Muertos</em>.</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_601" href="#FNanchor_601" class="label">[601]</a> Se advertirá que ya otro hermano de Tolstoi, Dmitri, había -muerto de tisis en 1856. Tolstoi mismo se creía atacado de esa enfermedad -en 1856, en 1862 y en 1871. Era, como escribe, en 28 de octubre -de 1852, “de una complexión fuerte, pero débil de salud”. Constantemente -sufría por enfriamientos, males de la garganta, de los dientes, -de los ojos, reumatismos. En el Cáucaso, en 1852, debía, “al menos dos -días por semana, recluirse en su casa”. La enfermedad lo detuvo por -varios meses, en 1854, en el camino de Silistrie a Sebastopol. En octubre -de 1856 estuvo seriamente enfermo del pecho en Yasnaia Poliana, y -en 1862, por temor a la tisis fué a ponerse en cura a Samara, por medio -del “kumis”, entre los baskires, y volvió allá casi anualmente -después de 1870. Su correspondencia con Fet está llena de estas preocupaciones. -Y tal estado de salud hace comprender mejor su obsesión -de la idea de la muerte. Más tarde hablaba de la enfermedad como de -su mejor amigo: -</p> - -<p>“Cuando se está enfermo parece que se desciende una cuesta muy -suave, que, en algún punto, está cerrada por una cortina, ligera cortina -de tela a un lado de la cual está la vida, y al otro, la muerte. ¡Cuánto -el estado de enfermedad supera, en valor moral, al estado de salud! ¡No -me habléis de esas gentes que no han estado nunca enfermas! Son terribles: -las mujeres sobre todo; una mujer saludable no es más que una -bestia feroz”. (Conversaciones con M. Paul Boyer, “Le Temps”, 27 de -agosto de 1901).</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_602" href="#FNanchor_602" class="label">[602]</a> El 17 de octubre de 1860, carta a Fet. (<em>Correspondencia inédita</em>, -página 27-30).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_603" href="#FNanchor_603" class="label">[603]</a> Escrito en Bruselas, en 1861.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_604" href="#FNanchor_604" class="label">[604]</a> Otro cuento de esta época, un simple relato de viaje, que evoca -recuerdos personales, <em>La Tormenta de nieve</em>, (1856), tiene una gran belleza -por sus impresiones poéticas y casi musicales. Tolstoi volvió a emplear -este cuadro, más tarde, para <em>Amo y Criado</em> (1895).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_605" href="#FNanchor_605" class="label">[605]</a> Tomo V de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_606" href="#FNanchor_606" class="label">[606]</a> Cuando era niño, en un acceso de celos, había hecho caer de un -balcón a la que debía de llegar a ser Mme. Bers, su pequeña compañera -de juegos, entonces de nueve años. Ella estuvo por largo tiempo coja.</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_607" href="#FNanchor_607" class="label">[607]</a> Véase en <em>La Felicidad Conyugal</em> la declaración de Sergio: -</p> - -<p>“Suponed a un señor A., un viejo hombre que ha vivido, y una dama -B., joven, feliz, que no conoce todavía ni a los hombres ni la vida. Por -razón de diversas circunstancias de familia él la amaba como a una hija, -y no pensaba que podría llegar a amarla de otra manera... etc.”.</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_608" href="#FNanchor_608" class="label">[608]</a> Acaso ponía también en su obra los recuerdos de una novela de -amor, bosquejada en Yasnaia Poliana en 1856, con una muchacha muy -distinta de él, frívola y mundana, a quien acabó por cansar, aunque -estaban sinceramente enamorados el uno del otro.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_609" href="#FNanchor_609" class="label">[609]</a> De 1857 a 1861.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_610" href="#FNanchor_610" class="label">[610]</a> <em>Diario</em>, octubre de 1857, traducción de Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_611" href="#FNanchor_611" class="label">[611]</a> Carta a Fet, de 1863. (<em>Vida y Obra de Tolstoi.</em>)</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_612" href="#FNanchor_612" class="label">[612]</a> <em>Confesiones</em>, traducción de Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_613" href="#FNanchor_613" class="label">[613]</a> “La felicidad de la vida de familia me absorbe por completo”. -(5 de enero de 1863).—“¡Soy tan feliz, tan feliz! ¡La amo tanto!” (8 de -febrero de 1863.—Véase <em>Vida y Obra</em>).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_614" href="#FNanchor_614" class="label">[614]</a> Ella había escrito algunas novelas cortas.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_615" href="#FNanchor_615" class="label">[615]</a> Recopió, se asegura, siete veces <em>La Guerra y la Paz</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_616" href="#FNanchor_616" class="label">[616]</a> Inmediatamente después de su matrimonio, Tolstoi suspendió -sus trabajos pedagógicos, escuelas y revistas.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_617" href="#FNanchor_617" class="label">[617]</a> Tanto como su hermana Tatiana, inteligente y artista, de -quien amaba mucho Tolstoi el talento y genio musical. Decía Tolstoi: -“He tomado a Tania (Tatiana), la he fundido con Sonia (Sofía Bers, -condesa de Tolstoi) y de allí ha salido Natacha”. (Citado por Birukov).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_618" href="#FNanchor_618" class="label">[618]</a> La instalación de Dolly en la casa de campo destartalada; -Dolly y sus hijos; muchos detalles de tocador; sin hablar ya de algunos -secretos del alma femenina, que la intuición de un hombre de genio -acaso no habría bastado a penetrar si una mujer no se los hubiese descubierto.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_619" href="#FNanchor_619" class="label">[619]</a> Indicio característico de la intervención sobre el espíritu de -Tolstoi por el genio creador: su <em>Diario</em> se interrumpió trece años, desde -el 1.º de noviembre de 1865, en plena composición de <em>La Guerra y la -Paz</em>. El egoísmo artístico hizo callar el monólogo de la conciencia. -Esta época de creación es también una época de intensa vida física. -Tolstoi estaba loco por la caza. “En la caza olvido todo...”. (Carta -de 1864). En una de estas cacerías a caballo se rompió el brazo (en -septiembre de 1864) y precisamente durante su convalecencia dictó las -primeras partes de <em>La Guerra y la Paz.</em> “Al volver en mí del desvanecimiento, -me dije: yo soy un artista. Y lo soy, pero un artista aislado”. -(Carta a Fet de 23 de enero de 1865). Todas sus cartas de esta época, -escritas a Fet, exultan la alegría creadora. “Miro como ensayos de -pluma, dice, todo lo que he publicado hasta hoy”. (<em>Ibid.</em>)</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_620" href="#FNanchor_620" class="label">[620]</a> Ya entre las obras que ejercieron influjo sobre él, entre los -veinte y los treinta y cinco años, Tolstoi señala: -</p> - -<p>“Goethe, <em>Hermann</em> y <em>Dorotea</em>... Influencia muy grande”. -</p> - -<p>“Homero, <em>Ilíada</em> y <em>Odisea</em> (en ruso)... Influencia muy grande”. -</p> - -<p>En junio de 1863 anota en su <em>Diario</em>: -</p> - -<p>“Leo a Goethe y numerosas ideas nacen en mí”. -</p> - -<p>En la primavera de 1865 Tolstoi releyó a Goethe, y cita el <em>Fausto</em>, -“la poesía del pensamiento, la poesía que expresa lo que no puede expresar -ningún otro arte”. -</p> - -<p>Más tarde sacrificó a Goethe, como a Shakespeare, a su Dios; pero -permaneció fiel en su admiración a Homero. En agosto de 1857 leía, -con igual pasmo, la <em>Ilíada</em> y el <em>Evangelio</em>; y, en uno de sus últimos -libros, el panfleto contra Shakespeare (1903), precisamente opone -Homero a Shakespeare, como ejemplo de sinceridad, de mesura y de -arte verdadero.</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_621" href="#FNanchor_621" class="label">[621]</a> Las dos primeras partes de <em>La Guerra y la Paz</em> fueron publicadas -en 1865 y 1866, con el título de <em>El Año de 1805</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_622" href="#FNanchor_622" class="label">[622]</a> Tolstoi comenzó la obra en 1863, con los <em>Decembristas</em>, de -que escribió tres fragmentos (publicados en el Tomo IV de las <em>Obras -Completas</em>). Pero advirtió que los cimientos de su edificio no eran suficientemente -seguros, y cavando más adelante, llegó a la época de las -guerras napoleónicas y escribió <em>La Guerra y la Paz</em>, cuya publicación -principió en enero de 1865, en el “<em>Russki Viestnik</em>”. El sexto volumen -fué terminado en el otoño de 1869. Entonces Tolstoi remontó el curso -de la historia, y concibió el proyecto de una novela épica sobre Pedro -el Grande; y después otra: <em>Mirovitch</em>, sobre el reinado de las emperatrices -del siglo XVIII y sus favoritos. En ella trabajó, de 1870 a 1873, -acopiando documentos, bosquejando varias escenas, pero sus escrúpulos -realistas le hicieron renunciar: tenía la conciencia de que no llegaría a -resucitar de manera verídica el alma de estos tiempos tan distantes. -Más tarde, en enero de 1876, concibió la idea de una nueva novela sobre -la época de Nicolás I; después volvió a los <em>Decembristas</em> apasionadamente, -en 1877, recogiendo testimonios de los supervivientes y visitando -los lugares de la acción. En 1878 escribía a su tía, la condesa -A. A. Tolstoi: “¡Es esta obra para mí tan importante! No podéis imaginaros -cuánto me es importante, tan importante como para vos lo es -vuestra fe. Quisiera decir que más todavía”. (<em>Correspondencia inédita</em>, -página 9). Pero se alejó del asunto en la medida que lo profundizaba; -ya su pensamiento estaba en otra parte. El 17 de abril de 1879, escribía -a Fet: “<em>¿Los Decembristas?</em> ¡Dios sabe dónde estarán!... Si -me ocupé y escribí de ellos, me vanaglorio con la esperanza de que tan -sólo el olor de mi espíritu sería insoportable para quienes sólo se interesan -por los hombres, para bien de la humanidad”. (<em>Ibid.</em> página 132). -En este momento de su vida la crisis religiosa había principiado, e iba a -quemar a todos sus antiguos ídolos.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_623" href="#FNanchor_623" class="label">[623]</a> La primera traducción francesa de <em>La Guerra y la Paz</em>, hecha -en San Petersburgo, data de 1879; pero la primera edición francesa es -de 1885, en tres volúmenes, de la Casa Hachette. Una nueva traducción -íntegra, en seis volúmenes, acaba de ser publicada en las <em>Obras Completas</em> -(Tomo VII-XII).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_624" href="#FNanchor_624" class="label">[624]</a> Pedro Besukhov, que se ha casado con Natacha, será un -“decembrista”. Ha fundado una sociedad secreta para velar por el -bien general, una especie de <em>Tugendbund</em>; y Natacha se asocia a sus -proyectos con exaltación. Denissov no comprende una revolución -pacífica, pero está pronto para una revolución armada. Nicolás Rostov -ha guardado su lealtad ciega de soldado; él, que decía, después de -Austerlitz: “Sólo una cosa tenemos que hacer nosotros: cumplir nuestro -deber, batirnos y no pensar más”. Se irrita contra Pedro, y exclama: -“¡Mi juramento ante todo! Si se me ordena marchar contra ti con mi -escuadrón, marcharé y te batiré”. Su esposa, la princesa María, aprueba -sus ideas. El hijo del príncipe Andrés, el pequeño Nicolás Bolkonsky, -de quince años de edad, delicado, enfermizo y encantador, de grandes -ojos, de cabellos de oro, escucha febrilmente la discusión; todo su -amor es para Pedro y para Natacha; no ama ni a Nicolás ni a María, y -tiene culto por la memoria de su padre, de quien apenas se acuerda; -sueña con parecérsele, ser grande, realizar alguna gran hazaña. ¿Cuál? -¡no lo sabe!... “Digan lo que digan, la haré... Sí, la haré. Él mismo -me daría su aprobación”. Y la obra concluye en un juego de niño, -que se mira en la forma de un gran hombre de Plutarco, con su tío Pedro, -precedido de la gloria y seguido de un ejército. Si los <em>Decembristas</em> -hubieran sido escritos entonces, no hay duda de que el pequeño Bolkonsky -habría sido uno de los héroes.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_625" href="#FNanchor_625" class="label">[625]</a> He dicho que las dos familias Rostov y Bolkonsky, en <em>La Guerra -y la Paz</em> recuerdan muchos de los rasgos de las familias paterna y -materna de Tolstoi. También hemos visto anunciarse en las narraciones -del Cáucaso y de Sebastopol varios tipos de soldados de <em>La Guerra -y la Paz</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_626" href="#FNanchor_626" class="label">[626]</a> Carta del 2 de febrero de 1868, citada por Birukov.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_627" href="#FNanchor_627" class="label">[627]</a> Particularmente, decía, el del príncipe Andrés, en la primera -parte.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_628" href="#FNanchor_628" class="label">[628]</a> Es de lamentarse que la belleza de la concepción poética esté -algunas veces opacada por las charlas filosóficas, con las cuales Tolstoi -recarga su obra, sobre todo en la última parte. Trata de exponer su -teoría de la fatalidad de la historia, y el mal está en que se vuelve a esta -teoría sin cesar y se repite obstinadamente. Flaubert, que “lanzaba -gritos de admiración” mientras leía los dos primeros volúmenes, que -declaraba “sublimes” y “llenos de cosas a lo Shakespeare”, arroja por -fastidio el tercer volumen: “rueda horriblemente. Se repite, filosofa. -Se ve allí al señor, al autor y al ruso, en tanto que hasta el segundo volumen -no se había visto más que a la Naturaleza y a la humanidad”. (Carta -a Turguenef de enero de 1880).</p> - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_629" href="#FNanchor_629" class="label">[629]</a> La primera traducción francesa de <em>Ana Karenina</em> se publicó -en dos volúmenes, en 1886, en la casa Hachette. En las <em>Obras Completas</em> -la traducción íntegra ocupa cuatro volúmenes. (Tomo XV-XVIII).</p> - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_630" href="#FNanchor_630" class="label">[630]</a> Carta a su esposa (archivos de la condesa Tolstoi), citada por -Birukov. (<em>Vida y Obra.</em>)</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_631" href="#FNanchor_631" class="label">[631]</a> El recuerdo de esta noche horrible se encuentra en el <em>Diario -de un loco</em>, 1883. (Obras Póstumas).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_632" href="#FNanchor_632" class="label">[632]</a> Cuando está terminando <em>La Guerra y la Paz</em>, en el estío de 1869, -descubre a Schopenhauer, que lo entusiasma: “Schopenhauer es el más -genial de los hombres”. (Carta a Fet, 30 de agosto de 1869).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_633" href="#FNanchor_633" class="label">[633]</a> Existe aún, dice, entre Homero y sus traductores, la diferencia -del “agua hervida y destilada y el agua de manantial, fría, hasta destemplar -los dientes, cristalina, asoleada, que a menudo arrastra arenillas, -pero que es más pura y más fresca”. (Carta a Fet, en diciembre de 1870).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_634" href="#FNanchor_634" class="label">[634]</a> <em>Correspondencia inédita.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_635" href="#FNanchor_635" class="label">[635]</a> Archivos de la condesa Tolstoi. (<em>Vida y Obra.</em>)</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_636" href="#FNanchor_636" class="label">[636]</a> La novela fué terminada en 1877. Apareció sin el epílogo en el -<em>Russki Viestniki</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_637" href="#FNanchor_637" class="label">[637]</a> La muerte de tres niños (18 de noviembre de 1873, febrero de -1875 y fines de noviembre de 1875); de la tía Tatiana, su madre adoptiva -(el 20 de junio de 1874), y de la tía Pelagia (22 de diciembre de 1875).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_638" href="#FNanchor_638" class="label">[638]</a> Carta a Fet, de 1.º de marzo de 1876.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_639" href="#FNanchor_639" class="label">[639]</a> “La mujer es la piedra de toque de la carrera de un hombre. -Difícil es amar a una mujer y no hacer nada bueno; y la única manera -para no estar constantemente disgustado, inactivo por causa del amor, -es casarse”. (Traducción Hachette, Tomo I, página 312).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_640" href="#FNanchor_640" class="label">[640]</a> Tomo I, página 86.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_641" href="#FNanchor_641" class="label">[641]</a> Tomo I, página 149.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_642" href="#FNanchor_642" class="label">[642]</a> Lema, al frente del libro.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_643" href="#FNanchor_643" class="label">[643]</a> Adviértase también, en el epílogo, el espíritu netamente hostil -a la guerra, al nacionalismo y al paneslavismo.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_644" href="#FNanchor_644" class="label">[644]</a> “El mal es lo razonable para el mundo. El sacrificio, el amor, -es locura”. (II, 344).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_645" href="#FNanchor_645" class="label">[645]</a> Tomo II, 79.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_646" href="#FNanchor_646" class="label">[646]</a> Tomo II, 346.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_647" href="#FNanchor_647" class="label">[647]</a> Tomo II, 358.</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_648" href="#FNanchor_648" class="label">[648]</a> “Ahora me entrego de nuevo a la fastidiosa y vulgar <em>Ana -Karenina</em>, con el único deseo de desembarazarme de ella cuanto antes...”. -(Carta a Fet, 26 de agosto de 1875, <em>Correspondencia inédita</em>, página 95). -</p> - -<p>“Me es indispensable terminar la novela que me fastidia”. (<em>Ibid.</em>, 1.º -de marzo de 1876).</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_649" href="#FNanchor_649" class="label">[649]</a> En las <em>Confesiones</em> (1879). Tomo XIX de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_650" href="#FNanchor_650" class="label">[650]</a> Hago aquí un resumen de varias páginas de <em>Confesiones</em>, conservando -las expresiones de Tolstoi.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_651" href="#FNanchor_651" class="label">[651]</a> <em>Ana Karenina</em>, Cit: “Y Levine, amado, feliz, padre de familia, -se aleja, el arma en la mano, como si hubiera temido ceder a la tentación -de poner fin a su suplicio”. (II, 339). Este estado de espíritu -no era particular a Tolstoi y a sus héroes. Estaba Tolstoi sorprendido -con el creciente número de suicidios entre las clases acomodadas de toda -Europa, y principalmente de Rusia; y a ello hace alusión a menudo en -sus obras de este tiempo. Se diría que pasó sobre la Europa de 1880 una -gran ola de neurastenia, que barrió a millares de seres. Quienes entonces -eran adolescentes conservan de esa racha el recuerdo, y para ellos, -la expresión de Tolstoi sobre esta crisis tiene un valor histórico. Escribió -la oculta tragedia de una generación.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_652" href="#FNanchor_652" class="label">[652]</a> <em>Confesiones</em>, página 67.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_653" href="#FNanchor_653" class="label">[653]</a> Sus retratos de esta época acusan ese carácter popular. Una -pintura de Kramskoi (1873) representa a Tolstoi en blusa de mujik, la -cabeza inclinada, con un aire de Cristo alemán. La frente empieza a -encalvecer hacia las sienes, las mejillas están hundidas y con barba. -En otro retrato de 1881, tiene aspecto de contramaestre endomingado: -los cabellos cortos, la barba y los bigotes extendidos, el rostro parece -más ancho abajo que arriba; las cejas fruncidas, los ojos mansos; la -nariz, de anchas ventanas como de perro; las orejas enormes.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_654" href="#FNanchor_654" class="label">[654]</a> <em>Confesiones</em>, páginas 93-95.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_655" href="#FNanchor_655" class="label">[655]</a> A decir verdad, no era ésta la primera vez. El joven voluntario -del Cáucaso, el oficial de Sebastopol, Olenine de <em>Los Cosacos</em>, el príncipe -Andrés y Pedro Besukhov en <em>La Guerra y la Paz</em>, habían tenido visiones -semejantes. Pero Tolstoi era tan apasionado que, cada vez que -encontraba a Dios creía que lo encontraba por la primera vez y que no -había habido para él antes más que la noche y la nada. En su pasado no -veía más que sombras y vergüenzas. Nosotros, que conocemos por su -<em>Diario</em>, mejor que él, la historia de su corazón, sabemos cómo este corazón -fué siempre, aun en sus extravíos, profundamente religioso. Por -otra parte, él mismo conviene en ello en un pasaje del primer Prefacio -a la <em>Crítica de la Teología Dogmática</em>: “¡Dios mío, Dios mío! ¡he errado, -he buscado la verdad donde necesitaba buscarla! Yo sabía que erraba. -Halagaba yo mismo mis malas pasiones, sabiéndolo; <em>pero yo no te olvidaba -nunca. Te he sentido siempre cerca, hasta cuando me extraviaba</em>”. -La crisis de 1878-79 fué sólo más violenta que las otras, acaso por influencia -de los duelos repetidos y de la vejez que se acercaba; y su única novedad -estuvo en que, en lugar de que la visión de Dios se desvaneciese sin -dejar rastros, después que la llama del éxtasis se había extinguido, -Tolstoi, advertido por la experiencia pasada, se apresuró a “avanzar, -en tanto que la luz estuviera con él” y a deducir de su fe todo un sistema -de vida. No es que no lo hubiera intentado antes (recuérdense las <em>Reglas -de Vida</em>, concebidas cuando era estudiante); pero, a los cincuenta -años, tenía menos ocasiones de dejarse distraer de su camino por las -pasiones.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_656" href="#FNanchor_656" class="label">[656]</a> El subtítulo de las <em>Confesiones</em> es: <em>Introducción a la Crítica de -a la Teología dogmática y al Examen de la doctrina cristiana.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_657" href="#FNanchor_657" class="label">[657]</a> “Yo, que colocaba la verdad en la unidad del amor, me sorprendí -de este hecho: que la religión destruía, ella misma, lo que deseaba -producir”. (<em>Confesiones</em>, página 111).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_658" href="#FNanchor_658" class="label">[658]</a> “Y me he convencido de que la enseñanza de la Iglesia es, teóricamente, -una mentira astuta y perniciosa; prácticamente, un compuesto -de groseras supersticiones y de hechicerías, bajo el cual desaparece -absolutamente el sentido de la doctrina cristiana”. (<em>Respuesta al Santo -Sínodo</em>. 4-17 de abril de 1901). Véase también La <em>Iglesia y el Estado</em> -(1883). El crimen más grande que Tolstoi reprocha a la Iglesia en su -“alianza impía” con el poder temporal, que la ha hecho afirmar la santidad -del Estado, la santidad de la violencia, es “la unión de los bandoleros -con los mentirosos”.</p> - - - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_659" href="#FNanchor_659" class="label">[659]</a> A medida que avanzaba en edad, este sentimiento de la unidad -de la verdad religiosa a través de la historia humana, y del parentesco de -Cristo con los otros sabios, desde Buda hasta Kant y Emerson, se fué -acentuando, al extremo de que Tolstoi se defendía en los últimos años, -de que tuviera “alguna predilección por el cristianismo”. Muy interesante -es, en este sentido, una carta escrita en 27 de julio a 9 de agosto de -1909, al pintor Jan Styka, y recientemente publicada en “El Teósofo” -de 16 de enero de 1911. Fiel a su costumbre, Tolstoi, lleno de la convicción -más reciente, tiene la tendencia de olvidar algo en exceso, su estado -antiguo de alma y el punto de partida de su crisis religiosa, que era -puramente cristiano: -</p> - -<p>“La doctrina de Jesús, escribía, no es para mí más que una de las -bellas doctrinas religiosas que hemos recibido de la antigüedad egipcia, -judía, hindú, china, griega. Los dos grandes principios de Jesús: el amor -de Dios, es decir de la perfección absoluta; y el amor del prójimo, es -decir, de todos los hombres sin distinción, fueron predicados por todos -los sabios del mundo, Krishna, Buda, Lao-Tsé, Confucio, Sócrates, -Platón, Epicteto, Marco Aurelio, y entre los modernos Rousseau, Pascal, -Kant, Emerson, Channing y muchos otros. La verdad religiosa y -moral está en todas partes y siempre es la misma... No tengo ninguna -predilección por el cristianismo. Si me he interesado particularmente -por la doctrina de Jesús, es, primero, porque he nacido y he vivido -entre los cristianos, y, segundo, porque encontré una gran alegría de -espíritu en desprender la teoría pura de las sorprendentes falsificaciones -realizadas por todas las Iglesias”.</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_660" href="#FNanchor_660" class="label">[660]</a> Protesta Tolstoi que no ataca a la verdadera ciencia, que es -modesta y que conoce su límite. (<em>De la Vida</em>, capítulo IV. Traducción -francesa de la condesa Tolstoi).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_661" href="#FNanchor_661" class="label">[661]</a> <em>Ibid.</em> Capítulo X.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_662" href="#FNanchor_662" class="label">[662]</a> Tolstoi releyó frecuentemente los <em>Pensamientos</em> de Pascal -durante el período de crisis que precedió a las <em>Confesiones</em>. De ello habla -en sus cartas a Fet (14 de abril de 1877 y 3 de agosto de 1879); y -recomendaba a su amigo que los leyera.</p> - - - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_663" href="#FNanchor_663" class="label">[663]</a> En una carta sobre la razón, escrita el 26 de noviembre de 1894 -a la baronesa X... (carta reproducida en el volumen intitulado <em>Los -Revolucionarios</em>, 1906), agrega Tolstoi: -</p> - -<p>“El hombre ha recibido directamente de Dios un solo instrumento -para el conocimiento de sí mismo y de sus relaciones con el mundo: y no -tiene otros. Este instrumento es la razón. La razón nos viene de Dios; -es no sólo la cualidad superior del hombre, sino también el único instrumento -de conocimiento de la verdad”.</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_664" href="#FNanchor_664" class="label">[664]</a> <em>De la vida</em>, capítulo X, XIV-XXI.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_665" href="#FNanchor_665" class="label">[665]</a> <em>De la Vida</em>, XXII-XXV. Como con la mayor parte de las citas, -hago un resumen de varios capítulos en algunas frases características.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_666" href="#FNanchor_666" class="label">[666]</a> Me reservo para estudiar más tarde, cuando haya sido publicada -la obra completa de Tolstoi, los diversos matices de este pensamiento -religioso, que ciertamente evolucionó con respecto a varias cuestiones, -particularmente en lo que toca a la concepción de la vida futura.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_667" href="#FNanchor_667" class="label">[667]</a> Cito la traducción publicada en <em>Le Temps</em> de primero de mayo -de 1901.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_668" href="#FNanchor_668" class="label">[668]</a> “Hasta entonces había pasado toda mi vida fuera de la ciudad...”. -<span style="margin-left: 0.5em;">(<em>¿Qué debemos hacer?</em>)</span></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_669" href="#FNanchor_669" class="label">[669]</a> <em>Ibid.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_670" href="#FNanchor_670" class="label">[670]</a> Tolstoi declaró varias veces su antipatía hacia los “ascetas -que obran para ellos solos, apartados de sus semejantes”. Los coloca en -el mismo saco que a los revolucionarios ignorantes y orgullosos, “que -pretenden hacer el bien a los demás, sin saber lo que a ellos mismos les -hace falta... Amo con el mismo amor, decía, a los hombres de estas -dos categorías; pero odio sus doctrinas con el mismo odio. La doctrina -única es la que ordena una actividad constante, una existencia que responda -a las necesidades del alma y que trate de realizar la felicidad de -los otros. Tal es la doctrina cristiana. Igualmente alejada del quietismo -religioso y de las pretensiones altivas de los revolucionarios, que -sueñan transformar el mundo sin saber en qué consiste la verdadera -felicidad”. (Carta a un amigo, publicada en el volumen intitulado -<em>Placeres crueles</em>, 1895. Traducción de Halpérine-Kaminsky).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_671" href="#FNanchor_671" class="label">[671]</a> Tomo XXVI de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_672" href="#FNanchor_672" class="label">[672]</a> Retrato de 1885, en daguerrotipo, reproducido en la edición de -<em>¿Qué debemos hacer?</em>, de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_673" href="#FNanchor_673" class="label">[673]</a> <em>¿Qué debemos hacer?</em>, página 213.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_674" href="#FNanchor_674" class="label">[674]</a> Toda esta primera parte (los quince primeros capítulos), que -hormigueaba en tipos, fué suprimido por la censura rusa.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_675" href="#FNanchor_675" class="label">[675]</a> “La verdadera causa de la miseria son las riquezas acumuladas -en manos de quienes nada producen y que se han concentrado en las -ciudades. Los ricos se han reunido en las ciudades para divertirse y para -defenderse, y los pobres vienen a ellas a nutrirse con las migajas de -las riquezas. Es sorprendente que muchos de ellos continúen trabajando, -y que no se consagren todos a la caza de un medro más fácil: comercio, -acaparamiento, mendicidad, prostitución, estafas, en la delincuencia -misma”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_676" href="#FNanchor_676" class="label">[676]</a> “El eje del mal es la propiedad. La propiedad no es más que el -medio de disfrutar del trabajo ajeno”. La propiedad, aún agrega Tolstoi, -es lo que no es de nosotros, sino de los demás. “El hombre llama su -propiedad a su mujer, sus hijos, sus esclavos, sus bienes; pero la realidad -le demuestra su error, y debe de renunciar a esa propiedad o sufrir y -hacer sufrir”. Tolstoi presiente ya la revolución rusa: “Desde hace -tres o cuatro años, dice, se nos injuria en las calles, se nos llama holgazanes. -El odio y el desprecio del pueblo oprimido aumentan”. (<em>¿Qué debemos -hacer?</em>, página 419).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_677" href="#FNanchor_677" class="label">[677]</a> El campesino revolucionario Bondarov habría querido que -esta ley fuese reconocida como una obligación universal. Tolstoi estaba -entonces bajo su influjo, como también bajo el de otro campesino, -Sutaiev. “Durante toda mi vida, dos pensadores rusos han ejercido -sobre mí una gran acción moral, han enriquecido mi pensamiento, me -han explicado mi propia concepción del mundo: han sido dos campesinos, -Sutaiev y Bondarev”. (<em>¿Qué debemos hacer?</em>, página 404). En el -mismo libro Tolstoi hace el retrato de Sutaiev, e inserta una conversación -con él.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_678" href="#FNanchor_678" class="label">[678]</a> <em>El Alcohol y el Tabaco.</em> (Traducción de Halpérine-Kaminsky, -publicada con el título de <em>Placeres viciosos</em>, 1895). El título ruso es: -<em>Por qué las gentes se embriagan</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_679" href="#FNanchor_679" class="label">[679]</a> <em>Placeres crueles</em>, 1895. (<em>Los comedores de carne</em>, <em>La Guerra</em>, <em>La -Caza</em>). Traducción de Halpérine-Kaminsky. Títulos rusos: (de Los -Comedores de Carne): <em>El Primer Grado</em>. <em>La Guerra</em> es un extracto de -una obra voluminosa. <em>El Reino de Dios está en nosotros</em> (capítulo VI).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_680" href="#FNanchor_680" class="label">[680]</a> Sorprende que Tolstoi haya sufrido tanto para desprenderse -de ella. En él era una pasión atávica, heredada de su padre. No era -sentimental y parece que nunca tuvo mucha piedad hacia los animales; -sus ojos penetrantes apenas se detenían en las miradas, tan elocuentes -a menudo, de nuestros humildes hermanos, a excepción del caballo, para -el cual, como gran señor, tuvo predilección siempre. No dejaba de -tener un fondo de crueldad nativa. Después de narrar la lenta muerte -de un lobo, al cual había matado, descargándole un garrotazo en el nacimiento -de la nariz, dice: “Experimentaba un sentimiento voluptuoso, -al recuerdo de los sufrimientos del animal moribundo”. El remordimiento -despertó ya tarde.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_681" href="#FNanchor_681" class="label">[681]</a> Estío de 1878. Véase <em>Vida y Obra</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_682" href="#FNanchor_682" class="label">[682]</a> 18 de noviembre de 1878. <em>Ibid.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_683" href="#FNanchor_683" class="label">[683]</a> Noviembre de 1879. <em>Ibid.</em> Traducción de Bienstock.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_684" href="#FNanchor_684" class="label">[684]</a> 5 de octubre de 1881. <em>Vida y Obra.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_685" href="#FNanchor_685" class="label">[685]</a> 14 de octubre de 1881. <em>Ibid.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_686" href="#FNanchor_686" class="label">[686]</a> Marzo de 1882.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_687" href="#FNanchor_687" class="label">[687]</a> 1882.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_688" href="#FNanchor_688" class="label">[688]</a> 23 de octubre de 1884. <em>Vida y Obra.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_689" href="#FNanchor_689" class="label">[689]</a> “El pretendido derecho de las mujeres ha nacido y no podía -nacer sino en una sociedad de hombres que se apartaron de la ley del -verdadero trabajo. Ninguna mujer de obrero cumplido reclama el derecho -de compartir con el marido el trabajo en las minas o en los campos. -Solamente demandan ese trabajo las mujeres que quieren compartir el -trabajo imaginario de la clase rica”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_690" href="#FNanchor_690" class="label">[690]</a> Son estas las últimas líneas de <em>¿Qué debemos hacer?</em>, y están -fechadas el 14 de febrero de 1886.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_691" href="#FNanchor_691" class="label">[691]</a> Carta a un amigo, publicada con el título de <em>Profesión de fe</em>, -en el volumen intitulado <em>Placeres crueles</em>, 1895. Traducción de Halpérine-Kaminsky.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_692" href="#FNanchor_692" class="label">[692]</a> La reconciliación tuvo lugar en la primavera de 1878. Tolstoi -escribió a Turguenev, pidiéndole perdón y Turguenev vino a Yasnaia -Poliana en agosto de 1878. Tolstoi le devolvió su visita en julio de -1881. Todo el mundo se sorprendió con su cambio de maneras, su dulzura, -su modestia. Estaba “como regenerado”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_693" href="#FNanchor_693" class="label">[693]</a> Carta a Polonski (citada por Birukov).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_694" href="#FNanchor_694" class="label">[694]</a> Carta escrita en Bougival, el 28 de junio de 1883.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_695" href="#FNanchor_695" class="label">[695]</a> Capítulo XII de la edición rusa. El traductor francés hizo con -ella la introducción.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_696" href="#FNanchor_696" class="label">[696]</a> Se advertirá que en el reproche que dirige a Tolstoi M. de -Vogüé, a su vez emplea por propia cuenta las expresiones mismas de -Tolstoi: “Justamente o por error, decía, y quizá para nuestro castigo -hemos recibido del cielo este mal necesario y soberbio: el pensamiento... -Arrojar lejos esta cruz es una rebelión impía” (<em>La Novela Rusa.</em>, 1886). -Por otra parte, Tolstoi escribía a su tía la condesa A. A. Tolstoi, en -1883: “Cada uno debe de cargar su cruz... La mía está en el trabajo -del pensamiento, malo, orgulloso, lleno de seducciones”. (<em>Correspondencia -inédita</em>, página 4).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_697" href="#FNanchor_697" class="label">[697]</a> <em>¿Qué debemos hacer?</em>, página 378-9.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_698" href="#FNanchor_698" class="label">[698]</a> Aun llegará a justificar el sufrimiento, no solamente el sufrimiento -personal, sino también el de los demás. “Porque en el alivio del -sufrimiento de los otros está la esencia de la vida racional. ¿Cómo, -pues, el instrumento de trabajo podría ser un objeto de sufrimiento -para el trabajador? Es como si el labrador dijese que una tierra no -labrada es un dolor para él”. (<em>De la Vida.</em> Capítulo XXXIV-XXXV).</p> - -<p class="footnote"><a id="Footnote_699" href="#FNanchor_699" class="label">[699]</a> 23 de febrero de 1860. <em>Correspondencia inédita</em>, páginas 19-20. -En esto le desagradaba el arte “melancólico y dispéptico” de Turguenev.</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_700" href="#FNanchor_700" class="label">[700]</a> Esta carta del 4 de octubre de 1887, fué publicada en los Cuadernos -de la Quincena, 1902, y en la <em>Correspondencia inédita</em>, 1907. -</p> - -<p><em>¿Qué es el Arte?</em> se publicó en 1897-1898; pero en esto pensaba ya -desde hacía quince años, es decir, desde 1882.</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_701" href="#FNanchor_701" class="label">[701]</a> Insistiré sobre este punto a propósito de la <em>Sonata a Kreutzer</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_702" href="#FNanchor_702" class="label">[702]</a> Su intolerancia había aumentado desde 1886. En <em>¿Qué debemos -hacer?</em> no osa siquiera referirse a Beethoven (ni a Shakespeare); -antes reprochaba a los artistas contemporáneos que osasen ampararse -en estos hombres. “La actividad de los Galileo, de los Shakespeare, -de los Beethoven, no tiene nada de común con la de los Tyndall, de los -Víctor Hugo, de los Wagner. De la misma manera los Santos Padres -negarían todo parentesco con los Papas” (<em>¿Qué debemos hacer?</em> Página -375).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_703" href="#FNanchor_703" class="label">[703]</a> Y aun quiso marcharse antes de que terminase el primer acto. -“Para mí la cuestión estaba resuelta; ya no tenía dudas. Nada había -que esperar de un autor capaz de imaginar escenas como aquéllas. De -antemano se podía afirmar que no escribía nada que no fuese malo”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_704" href="#FNanchor_704" class="label">[704]</a> ¡Se sabe que, para hacer una selección de los poetas franceses -de las escuelas modernas, tuvo esta idea admirable: “copiar, de cada -volumen, la poesía que se encontrase en la página 28!”</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_705" href="#FNanchor_705" class="label">[705]</a> <em>Shakespeare</em>, 1903. La obra fué escrita con motivo de un artículo -de Ernesto Crosby sobre <em>Shakespeare y la clase obrera</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_706" href="#FNanchor_706" class="label">[706]</a> Textualmente: “La Novena Sinfonía no une a todos los hombres, -sino solamente a un pequeño número de ellos, a los cuales separa -de los demás”.</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_707" href="#FNanchor_707" class="label">[707]</a> “Era uno de esos hechos que se producen a menudo, sin atraer -la atención de nadie, ni interesar, no digo ya al universo, pero ni aun al -mundo militar francés”...</p> - -<p>Y más adelante:</p> - -<p>“Será necesario que pasen algunos años antes que los hombres despierten -de su hipnotismo y comprendan que de ninguna manera podrían -saber si Dreyfus era culpable o no, y que cada uno tiene otros intereses -más importantes e inmediatos que el Asunto Dreyfus”. (<em>Shakespeare</em>, -traducción de Bienstock, páginas 116-118).</p></div> - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_708" href="#FNanchor_708" class="label">[708]</a> “<em>El Rey Lear</em> es un drama muy malo, muy negligentemente -escrito, que no puede inspirar sino disgusto y fastidio”. <em>Otelo</em>, por el -cual Tolstoi muestra algunas simpatías, sin duda porque la obra concuerda -con sus pensamientos de entonces sobre el matrimonio y sobre -los celos, “con ser el menos malo de los dramas de Shakespeare, no es -más que un tejido de palabras enfáticas”. El personaje de Hamlet no -tiene ningún carácter, “es un fonógrafo del autor, que repite todas sus -ideas, al hilo”. En cuanto a <em>La Tempestad</em>, <em>Cymbelino</em>, <em>Troilus</em>, etc., Tolstoi -no los menciona si no es por su “inepcia”. El único personaje de Shakespeare -que encuentra natural es el de Falstaff, “precisamente porque -aquí el lenguaje de Shakespeare, lleno de frías bromas y juegos de -palabras ineptas, concuerda con el carácter falso, vanidoso y libertino -de este ebrio repugnante”.</p> - -<p>Tolstoi no siempre había pensado así. Entre 1860 y 1870 tenía placer -en leer a Shakespeare, sobre todo en la época en que tuvo la idea de -escribir un drama histórico sobre Pedro I. En sus notas de 1869 se ve -que aún tomaba a <em>Hamlet</em> por modelo y por guía. Después de citar sus -trabajos concluidos, <em>La Guerra y la Paz</em>, que relacionaba con el ideal -homérico, agregaba Tolstoi: “Hamlet y mis futuros trabajos: poesía -del novelista en la pintura de caracteres”.</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_709" href="#FNanchor_709" class="label">[709]</a> Coloca en “el arte malo” sus “obras de imaginación” (<em>¿Qué -es el arte?</em>). Ni siquiera exceptúa de su condenación del arte moderno -sus propias obras teatrales, “desnudas de esta concepción religiosa que -debe formar la base del drama del porvenir”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_710" href="#FNanchor_710" class="label">[710]</a> Más exactamente: “Es la dirección de la corriente del río”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_711" href="#FNanchor_711" class="label">[711]</a> Desde 1873 escribía Tolstoi: “Pensad lo que queráis, pero de -tal manera que cada palabra pueda ser comprendida por el carretero -que transporta los libros de la imprenta. No es posible escribir nada -malo en una lengua enteramente clara y sencilla”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_712" href="#FNanchor_712" class="label">[712]</a> Tolstoi ha dado el ejemplo: Sus cuatro <em>Libros de Lectura</em> para -los niños campesinos, han sido adoptados en todas las escuelas de Rusia, -laicas y eclesiásticas. <em>Sus Primeros Cuentos Populares</em> son el alimento -de millares de almas. “En el bajo pueblo, escribe Stephan Anikine, -antiguo diputado a la Duma, el nombre de Tolstoi se confunde con la -idea de ‘libro’. Se puede escuchar a menudo, a algún pequeño aldeano, -pedir ingenuamente, en una biblioteca: ‘Dadme un buen libro, un Tolstoi’, -es decir un libro grueso”. (<em>En memoria de Tolstoi</em>, lecturas hechas -en el aula de la Universidad de Ginebra, el 7 de diciembre de 1910).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_713" href="#FNanchor_713" class="label">[713]</a> Este ideal de la unión fraternal entre los hombres no señala -para Tolstoi el término de la actividad humana; su alma insaciable le -hace concebir un ideal desconocido, más allá del amor. “Tal vez la -ciencia descubrirá un día, para el arte, un ideal aún más elevado, y el -arte lo realizará”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_714" href="#FNanchor_714" class="label">[714]</a> A estos mismos años pertenece, según la fecha de la publicación -y sin duda también de su conclusión, una obra que en realidad fué -escrita en los tiempos felices del noviazgo y de los primeros años de matrimonio: -la hermosa historia de un caballo, <em>Kholstomier</em> (1861-1886). -Habla de ella Tolstoi en una carta a Fet, de 1863. (<em>Correspondencia -inédita</em>, página 35). El arte de sus principios, con sus paisajes finos, su -simpatía penetrante hacia las almas, su humor, su juventud tiene parentesco -con las obras de su período de madurez. (<em>La felicidad conyugal</em>, -<em>La Guerra y la Paz</em>). El final macabro, las últimas páginas sobre los -cadáveres comparados del viejo caballo y de su amo, son de una brutalidad -de realismo que recuerda los años siguientes a 1880.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_715" href="#FNanchor_715" class="label">[715]</a> <em>La Sonata a Kreutzer</em>, <em>El Poder de las Tinieblas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_716" href="#FNanchor_716" class="label">[716]</a> <em>Le Temps</em>, 29 de agosto de 1901.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_717" href="#FNanchor_717" class="label">[717]</a> “Por lo que toca al estilo, le decía su amigo Drujinin, en 1856, -sois muy ilustrado, a las veces tanto como un innovador y un gran poeta, -a veces tanto como un oficial que escribe a un camarada. Lo que escribís -con amor es admirable; pero inmediatamente que os mostráis -indiferente, vuestro estilo se embrolla y se hace espantoso”. (Traducción -de Bienstock, <em>Vida y Obra</em>).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_718" href="#FNanchor_718" class="label">[718]</a> <em>Vida y Obra.</em> Durante el estío de 1879, Tolstoi vivió en gran -intimidad con los campesinos; y Strakov nos dice que, aparte de la -religión, “se interesaba mucho por el lenguaje; comenzaba a sentir profundamente -la belleza de la lengua del pueblo. Diariamente descubría -nuevas palabras, y diariamente trataba en forma peor la lengua literaria”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_719" href="#FNanchor_719" class="label">[719]</a> En sus notas sobre lecturas, Tolstoi ha escrito, entre 1860 y -1870: “Los Bylines... Impresión muy grande”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_720" href="#FNanchor_720" class="label">[720]</a> <em>Los dos viejos</em> (1885).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_721" href="#FNanchor_721" class="label">[721]</a> <em>Donde está el amor está Dios</em> (1885).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_722" href="#FNanchor_722" class="label">[722]</a> <em>De qué viven los hombres</em> (1881). <em>Los tres viejos</em> (1884). <em>El -Ahijado</em> (1886).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_723" href="#FNanchor_723" class="label">[723]</a> Este relato lleva el siguiente título: <em>¿Es mucha la tierra que -necesita un hombre?</em> (1886)</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_724" href="#FNanchor_724" class="label">[724]</a> <em>Fuego que hace llama no se extingue ya</em> (1885).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_725" href="#FNanchor_725" class="label">[725]</a> <em>El cirio</em> (1885). <em>Historia de Iván el imbécil.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_726" href="#FNanchor_726" class="label">[726]</a> <em>El Ahijado</em> (1886). Estas narraciones populares han sido -publicadas en el tomo XIX de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_727" href="#FNanchor_727" class="label">[727]</a> Muy tardíamente adquirió el gusto por el teatro. Fué un -descubrimiento que hizo en el invierno de 1869-1870, y, según su costumbre, -se inflamó de entusiasmo. “Todo este invierno me he ocupado -exclusivamente en el drama y, como ocurre siempre a los hombres que -hasta la edad de cuarenta años no han reflexionado sobre algún asunto -y que de pronto, en él fijan su atención, les parece que ven entonces -muchas cosas nuevas... He leído a Shakespeare, a Goethe, Puchkin, -Gogol y Molière... Quisiera leer a Sófocles y a Eurípides... He -estado en cama largos días, enfermo; y cuando estoy así los personajes, -dramáticos o cómicos, comienzan a moverse dentro de mí, y lo hacen -muy bien...”. (Carta a Fet, 17-21 de febrero de 1870. <em>Correspondencia -inédita</em>, páginas 63-65).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_728" href="#FNanchor_728" class="label">[728]</a> Variante del acto IV.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_729" href="#FNanchor_729" class="label">[729]</a> Es de considerar que la creación de este drama angustioso haya -sido para Tolstoi una pena. Escribía a Teneromo: “Vivo bien y jovialmente. -He trabajado todo este tiempo en mi drama <em>El Poder de las -Tinieblas</em>, y está concluido”. (Enero de 1887. <em>Correspondencia inédita</em>, -página 159).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_730" href="#FNanchor_730" class="label">[730]</a> La primera traducción, exacta, de esta obra, en francés, ha sido -publicada por J. W. Bienstock, en el “<em>Mercure de France</em>” (marzo y -abril de 1912). Bienstock ha denunciado las extrañas libertades que se -tomaron en las traducciones anteriores de los textos de Tolstoi.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_731" href="#FNanchor_731" class="label">[731]</a> La traducción francesa de este <em>Postfacio</em>, por M. Halpérine-Kaminsky, -se ha publicado con el título: <em>De las relaciones entre los -sexos</em>, en el volumen intitulado <em>Placeres crueles</em>.</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_732" href="#FNanchor_732" class="label">[732]</a> Adviértase bien que Tolstoi no tuvo jamás la ingenuidad de -creer que el ideal del celibato y de la castidad absoluta sea realizable -por la humanidad actual; pero, según él, un ideal es irrealizable por -definición: es un llamamiento a las energías heroicas del alma. -</p> - -<p>“La concepción del ideal cristiano, que es la unión de todas las criaturas -vivientes en el amor fraternal, es inconciliable con la práctica de la -vida que exige un esfuerzo continuo hacia un ideal inaccesible pero que -no supone haberle alcanzado nunca”.</p></div> - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_733" href="#FNanchor_733" class="label">[733]</a> Al final de <em>La Mañana de un Señor</em>.</p> - -<p class="footnote"><a id="Footnote_734" href="#FNanchor_734" class="label">[734]</a> <em>La Guerra y la Paz.</em> No quiero recordar a <em>Alberto</em> (1857), la -historia de un músico de genio; esta novela es muy débil.</p> - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_735" href="#FNanchor_735" class="label">[735]</a> Véase en <em>Juventud</em> el relato humorístico de las penas que sufrió -para aprender a tocar el piano. “El piano era para mí un medio de -encantar a las señoritas con mi sentimentalismo”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_736" href="#FNanchor_736" class="label">[736]</a> Se trata de los años de 1876 y 1877.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_737" href="#FNanchor_737" class="label">[737]</a> S. A. Bers. <em>Recuerdos de Tolstoi</em>. (Véase <em>Vida y Obra.</em>)</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_738" href="#FNanchor_738" class="label">[738]</a> Tomo I, página 381. (Edición de Hachette).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_739" href="#FNanchor_739" class="label">[739]</a> Pero nunca dejó de amarla. Uno de los amigos de sus últimos -días fué un músico, Goldenveiser, que pasó el estío de 1910 cerca de -Yasnaia. Casi cada día iba a tocar trozos de música a Tolstoi, durante -su última enfermedad. (<em>Journal des Débats</em>, 18 de noviembre de 1910).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_740" href="#FNanchor_740" class="label">[740]</a> Carta del 21 de abril de 1861.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_741" href="#FNanchor_741" class="label">[741]</a> Camilo Bellaigue, <em>Tolstoi y la música.</em> (<em>Le Gaulois</em>, 4 de enero -de 1911).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_742" href="#FNanchor_742" class="label">[742]</a> Que no se diga que se trata aquí únicamente de las últimas obras -de Beethoven. Aun a las primeras que consentía en mirar como “artísticas”, -reprocha Tolstoi “su forma artificial”. En una carta a Tschaikovsky, -opone asimismo a Mozart y Haydn “la manera artificial de -Beethoven, Schumann y Berlioz, que calculan el efecto”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_743" href="#FNanchor_743" class="label">[743]</a> Véase la escena contada por M. Paul Boyer: “Tolstoi hacía -que le tocaran Chopin. Al final de la cuarta balada, sus ojos se llenaron -de lágrimas—¡Ah! ¡animal! gritó; y bruscamente se levantó y se marchó”. -(<em>Le Temps</em>, 2 de noviembre de 1920).</p> - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_744" href="#FNanchor_744" class="label">[744]</a> <em>Amo y Criado</em> (1895) es como una transición entre las lúgubres -novelas que la precedieron y <em>Resurrección</em>, en la cual se derrama la luz -de la caridad divina. Pero más todavía se siente en ella la cercanía de -<em>La Muerte de Iván Ilich</em> y de los <em>Cuentos Populares</em>, que de <em>Resurrección</em>, -que solamente anuncia, hacia el fin, la sublime transformación de un -hombre egoísta y cobarde, por la acción de un ímpetu de sacrificio. La -mayor parte de la historia es el cuadro, muy realista, de un amo desprovisto -de bondad y de un criado resignado que son sorprendidos, en la -estepa, de noche, por una tormenta de nieve y que pierden el camino. -El amo, que trata desde luego de huir, abandonando a su compañero, -regresa y, encontrándolo semihelado, se arroja sobre él, le cubre con su -cuerpo, le calienta, sacrificándose por instinto; no sabe por qué, pero -las lágrimas se agolpan a sus ojos; piensa que se ha convertido en aquél -a quien salva, en Nikita, y que su vida ya no le pertenece a él, sino a -Nikita. “Nikita vive, luego también yo vivo todavía”. Casi ha olvidado -que él era él, Vasili. Piensa: “Vasili no sabía lo que debía de hacer... -no lo sabía, y yo, yo sí lo sé ahora...”. Y escucha la voz de -Aquél a quien esperaba, (en esta parte su sueño recuerda otro de los -<em>Cuentos Populares</em>) de Aquél que, hacía un momento, le había dado la -orden de acostarse sobre Nikita. Lleno de alegría clama: “¡Ya llego, -Señor!” Y siente que ahora ya es libre, que nada lo retiene... ha -muerto.</p> - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_745" href="#FNanchor_745" class="label">[745]</a> Tenía prevista Tolstoi una cuarta parte, que no escribió.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_746" href="#FNanchor_746" class="label">[746]</a> Tomo I, página 379. Cito la traducción de Teodoro de Wyzewa. -Una traducción íntegra de <em>Resurrección</em> debe formar los tomos -XXXVI y XXXVII de las <em>Obras Completas</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_747" href="#FNanchor_747" class="label">[747]</a> Tomo I, página 129.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_748" href="#FNanchor_748" class="label">[748]</a> Por lo contrario, estuvo ligado a todos los mundos que pintó -en <em>La Guerra y la Paz</em>, <em>Ana Karenina</em>, <em>Los Cosacos</em> y <em>Sebastopol</em>, salones -aristocráticos, ejército, vida rural. No tenía para ello más que recordar.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_749" href="#FNanchor_749" class="label">[749]</a> Tomo II, página 20.</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_750" href="#FNanchor_750" class="label">[750]</a> “Llevan los hombres en sí mismos el germen de todas las -cualidades humanas, y ora se manifiesta una, ora se manifiesta otra, -mostrándose a menudo los hombres como diferentes de ellos mismos, es -decir, de como habitualmente han parecido. En algunos, estos cambios -son particularmente rápidos. A esta clase de hombres pertenecía Nekhludov. -Bajo la influencia de causas físicas y morales se producían en él -cambios bruscos y completos”. (Tomo I, página 258). -</p> - -<p>Quizá Tolstoi se haya acordado de su hermano Dmitri, que también -se casó con una Maslova; pero el temperamento violento y desequilibrado -de Dmitri era diferente del de Nekhludov.</p></div> - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_751" href="#FNanchor_751" class="label">[751]</a> “Muchas veces en su vida había hecho estos <em>lavados de conciencia</em>. -De esta manera llamaba a las crisis morales en que, percibiendo -de frente el aceleramiento o la paralización de su vida interior, se decidía -a barrer las inmundicias que obstruían su alma. Al salir de estas crisis, -no dejaba nunca de imponerse reglas que juraba observar siempre. -Escribía un diario y comenzaba una nueva vida; pero en cada ocasión -no tardaba en recaer en el mismo punto, o aun más abajo que antes de -la crisis...”. (Tomo I, página 138).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_752" href="#FNanchor_752" class="label">[752]</a> Al saber que la Maslova de nuevo ha hecho una de las suyas -con un enfermero, Nekhludov se siente más resuelto que nunca a “sacrificar -su libertad para redimir el pecado de esta mujer”. (Tomo I, -página 382).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_753" href="#FNanchor_753" class="label">[753]</a> Nunca dibujó Tolstoi un personaje con lápiz tan seguro y vigoroso -como el Nekhludov de las primeras páginas. Véase la admirable -descripción del momento de levantarse y de la mañana de Nekhludov, -antes de la primera sesión en el Palacio de Justicia.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_754" href="#FNanchor_754" class="label">[754]</a> Carta de la Condesa Tolstoi, de 1884.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_755" href="#FNanchor_755" class="label">[755]</a> <em>Le Temps</em>, 2 de noviembre de 1902.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_756" href="#FNanchor_756" class="label">[756]</a> Tolstoi la consideraba como una de sus obras capitales: “Uno -de mis libros, (<em>Para todos los días</em>) al cual he tenido la suficiencia de atribuir -una gran importancia...”. (Carta a Jan Styka, 27 de julio y 9 de -agosto de 1909).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_757" href="#FNanchor_757" class="label">[757]</a> Estas obras fueron, en su mayor parte, publicadas después de -la muerte de Tolstoi. M. J. W. Bienstock las ha publicado en una traducción -francesa, (3 volúmenes de la colección Nelson). La lista de -esas obras es bastante larga, y de ella elegimos, entre las principales: -<em>El Diario póstumo del Feodor Kuzmitch</em>, <em>El Padre Sergio</em>, <em>Hadji-Murad</em>, -<em>El Diablo</em>, <em>El Cadáver viviente</em>, drama en doce cuadros; <em>El falso cupón</em>, -<em>Alexis el tonto</em>, <em>El Diario de un loco</em>, <em>La Luz luce en las tinieblas</em>, drama -en cinco actos; <em>Todas las cualidades vienen de ella</em>, pequeña pieza -popular, y una serie de excelentes novelas cortas: <em>Después del baile</em>, -<em>Lo que yo he visto en sueños</em>, <em>Khodynka</em>, etc. Véase Apéndice, página 431. -Pero la obra esencial que falta por publicar y que no se publicará en -mucho tiempo, es el <em>Diario</em> de Tolstoi. Abarca cuarenta años de su -vida, desde la época del Cáucaso hasta la víspera de su muerte; es el -libro de Confesiones más despiadadas que jamás haya escrito un gran -hombre.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_758" href="#FNanchor_758" class="label">[758]</a> El título ruso de esta obra es: <em>Una sola cosa es necesaria</em>. (S. -Luc. XI, 41).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_759" href="#FNanchor_759" class="label">[759]</a> La excomunión de Tolstoi por el Santo Sínodo es de 22 de -febrero de 1901. Fué originada por un capítulo de <em>Resurrección</em>, relativo -a la misa y a la Eucaristía. Este capítulo (lo lamentamos) ha sido -suprimido en la traducción francesa.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_760" href="#FNanchor_760" class="label">[760]</a> Sobre la nacionalización del suelo. (Véase el <em>Gran Crimen</em> -1905).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_761" href="#FNanchor_761" class="label">[761]</a> “Ruso puro de la vieja Moscovia, dice M. A. Leroy-Beaulieu, -gran ruso de sangre eslava, mezclada de finlandés, físicamente un tipo -del pueblo más que de la aristocracia”. (<em>Revue des Deux Mondes</em>, 15 de -diciembre de 1910).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_762" href="#FNanchor_762" class="label">[762]</a> 1857.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_763" href="#FNanchor_763" class="label">[763]</a> 1862.</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_764" href="#FNanchor_764" class="label">[764]</a> <em>El Fin de un Mundo</em> (1905 y enero de 1906). Véase el telegrama -dirigido por Tolstoi a un diario americano:</p> - -<p>“La agitación de los zemstvos tiene por objeto limitar el poder despótico -y establecer un gobierno representativo. Que triunfen o no, el -resultado seguro será el aplazamiento del verdadero mejoramiento -social. La agitación política, al producir la ilusión funesta de este mejoramiento -por medios exteriores, detiene al verdadero progreso, como -es posible comprobarlo por el ejemplo de todos los Estados constitucionales: -Francia, Inglaterra, América”. (<em>El movimiento social en -Rusia</em>. M. Bienstock ha introducido este artículo en el Prefacio del -<em>Gran Crimen</em>, traducción francesa, 1905). En una larga e interesante -carta a una dama que le pedía formase parte de un <em>Comité para la propagación -de la lectura y la escritura entre el pueblo</em>, Tolstoi expresa otros -cargos contra los liberales: Han desempeñado el papel de engañados; -se han hecho cómplices, por miedo, de la autocracia; su participación -en el gobierno da a éste un prestigio moral, y los habitúa a compromisos -que rápidamente los convierten en instrumentos del poder. Alejandro -II decía que todos los liberales estaban prontos a venderse a cambio de -honores cuando no de dinero. Alejandro III ha podido aniquilar sin -peligros la obra liberal de su padre: “Los liberales cuchicheaban entre -ellos, porque tal cosa no les agradaba, pero continuaban formando -parte de los tribunales, seguían al servicio del Estado y en la prensa. -En la prensa hacían alusión a cosas sobre las cuales la alusión estaba -permitida; pero callaban sobre todo lo que estaba prohibido hablar, -y publicaban cuanto se les ordenaba publicar”. Lo mismo hacen bajo -Nicolás II: “¿Cuándo este joven que no sabe nada, que no comprende -nada, responde con audacia y falta de tacto a los representantes del -pueblo, protestan los liberales? De ninguna manera... De todas -partes se envían al joven czar cobardes y aduladoras felicitaciones”. -(<em>Correspondencia inédita</em>, páginas 283-306).</p></div> - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_765" href="#FNanchor_765" class="label">[765]</a> <em>Guerra y Revolución.</em> -</p> - -<p>En <em>Resurrección</em>, cuando el examen en casación del juicio de la Maslova, -en el Senado, es un darwinista materialista quien más se opone a -la revisión porque le choca, secretamente, que Nekhludov quiera casarse -por deber con una prostituta: toda manifestación del deber, y, más -todavía, del sentimiento religioso, le produce el efecto de una injuria -personal. (Tomo I, página 359).</p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_766" href="#FNanchor_766" class="label">[766]</a> Véanse como tipos, en <em>Resurrección</em>, a Novodvorov, el agitador -revolucionario, cuya vanidad y el egoísmo excesivo han esterilizado su -gran inteligencia. Imaginación nula; “ausencia total de las cualidades -morales y estéticas que producen la duda”. En seguida, unido a sus -pasos, como su sombra, Markel, el obrero que se ha convertido en revolucionario -por humillación y por deseo de venganza, adorador apasionado -de la ciencia que no comprende, anticlerical con fanatismo, y -asceta. Se encontrará también en <em>Aún tres muertos</em>, o en <em>Lo divino y lo -humano</em>, (traducción francesa publicada en el volumen intitulado Los -Revolucionarios, 1906) algunos especímenes de la nueva generación revolucionaria: -Romana y sus amigos, que desprecian a los antiguos -terroristas y pretenden llegar científicamente a los fines que persiguen, -transformando al pueblo agricultor en pueblo industrial.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_767" href="#FNanchor_767" class="label">[767]</a> Carta al japonés Izo-Abe, de fines de 1904. (<em>Correspondencia -inédita.</em>)</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_768" href="#FNanchor_768" class="label">[768]</a> <em>Las palabras vivientes</em> de <em>L. N. Tolstoi</em>, notas de Teneromo, -capítulo Socialismo, (publicado en traducción francesa en <em>Los Revolucionarios</em>, -1906).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_769" href="#FNanchor_769" class="label">[769]</a> <em>Ibid.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_770" href="#FNanchor_770" class="label">[770]</a> Conversación con Paul Boyer. (<em>Le Temps</em>, 4 de noviembre de -1902).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_771" href="#FNanchor_771" class="label">[771]</a> <em>El Fin de un Mundo</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_772" href="#FNanchor_772" class="label">[772]</a> “La más cruel de las esclavitudes está en ser privado de la -tierra; porque el esclavo que tiene un dueño, es esclavo de uno solo; -pero el hombre privado del derecho de la tierra es el esclavo de todo el -mundo”. (<em>El Fin de un Mundo</em>, capítulo VII).</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_773" href="#FNanchor_773" class="label">[773]</a> Rusia estaba, en efecto, en una situación especial, y si el error -de Tolstoi ha sido atribuir también esta situación al conjunto de los -Estados europeos, no hay que sorprenderse de que se haya mostrado -principalmente sensible para los sufrimientos que le tocaban más de cerca. -Véase en <em>El Gran Crimen</em>, sus conversaciones en el camino de -Tula, con los campesinos, que carecían todos de pan porque la tierra -les faltaba, y que todos, en el fondo, esperaban que la tierra viniese a -sus manos. La población agrícola de la nación forma el 80 por ciento. -Un centenar de millares de hombres, dice Tolstoi, mueren de hambre -a consecuencia del embargo de la tierra por los propietarios rurales. -Cuando se llega a hablarles, como remedio de sus males, de la libertad -de la prensa, de la separación de la iglesia y el Estado, de la representación -nacional, y aun de la jornada de ocho horas, se burla uno de ellos -impunemente.</p> - -<p>“Quienes aparentan buscar, por todos los medios, el mejoramiento -de la situación de las masas populares, recuerdan lo que pasa en el teatro -cuando todos los espectadores ven perfectamente al actor que está -oculto, en tanto que los otros que toman parte en la representación y -que también lo ven, fingen no verlo, y se esfuerzan por distraer mutuamente -su atención”.</p> - -<p>No hay otro remedio que devolver la tierra al pueblo que trabaja; y, -para la resolución de esta cuestión agraria, Tolstoi preconiza la doctrina -de Henry George y su proyecto de un impuesto único sobre el valor del -suelo. Éste es su Evangelio económico, y sobre él vuelve incansablemente, -y tanto se lo ha asimilado que a menudo, en sus obras, emplea -hasta frases enteras de Henry George.</p></div> - -<p class="footnote"><a id="Footnote_774" href="#FNanchor_774" class="label">[774]</a> “La ley de no-resistencia al mal es la clave de la bóveda de -todo el edificio. Admitir la ley de la ayuda mutua, desconociendo el -precepto de la no-resistencia, equivale a construir la bóveda sin cerrarla -en su parte central”. (<em>El Fin de un Mundo.</em>)</p> - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_775" href="#FNanchor_775" class="label">[775]</a> En una carta de 1900, a un amigo (<em>Correspondencia inédita</em>, -página 312), Tolstoi se queja de la falsa interpretación dada a su principio -de la no-resistencia. Se confunde, dice: <em>No te opongas al mal haciendo -el mal</em>... con <em>No te opongas al mal</em>, es decir, con: “Sé indiferente -al mal...”. “Cuando la lucha contra el mal es el único objeto -del cristianismo y el mandamiento de la no-resistencia al mal se da como -el medio de lucha más eficaz”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_776" href="#FNanchor_776" class="label">[776]</a> <em>El Fin de un Mundo.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_777" href="#FNanchor_777" class="label">[777]</a> Tolstoi retrató dos tipos de estos “sectarios”, uno al final de -<em>Resurrección</em>, otro en <em>Aún tres muertos</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_778" href="#FNanchor_778" class="label">[778]</a> Después de que Tolstoi condenó la agitación de los zemstvos, -Gorki interpretaba el descontento de sus amigos, escribiendo: “Este -hombre se ha convertido en el esclavo de su idea. Largo tiempo hace -que se aísla de la vida rusa y ya no escucha la voz del pueblo. Se coloca -a demasiada altura, por encima de Rusia”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_779" href="#FNanchor_779" class="label">[779]</a> Era para él un sufrimiento agobiador no poder ser perseguido. -Tenía sed de martirio; pero el gobierno, muy prudente, se cuidaba -bien de darle esa satisfacción. “En torno mío se persigue a mis amigos -y se me deja tranquilo, aun cuando, si alguno hay perjudicial, soy yo. -Evidentemente no valgo bastante para ser perseguido, y de ello tengo -vergüenza”. (Carta a Teneromo, de 1892, <em>Correspondencia inédita</em>, -página 184). “Es evidente que no soy digno de sufrir persecuciones, y -me será preciso morir así, sin haber podido, por los sufrimientos físicos, -dar testimonio de la verdad”. (A Teneromo, 16 de mayo de 1892. <em>Ibid.</em> -Página 186). “Me es penoso estar en libertad”. (A Teneromo, 1.º de -junio de 1894. <em>Ibid.</em> Página 188). ¡Dios sabe, sin embargo, que no -daba motivo para eso! Insultaba a los czares, atacaba a la patria “este -horrible fetiche al cual los hombres sacrifican su vida, y su libertad, y -su razón”. (<em>El Fin de un Mundo</em>). Véase en <em>Guerra y Revolución</em>, el -resumen que hace de la historia de Rusia. Es una galería de monstruos: -“el chiflado Iván el Terrible, el borracho Pedro I, la ignorante cocinera -Catarina I, la prostituida Elizabeth, el degenerado Pablo, el parricida -Alejandro I” (el único para quien Tolstoi tuvo, sin embargo, alguna -secreta ternura), “el cruel e ignorante Nicolás I, Alejandro II, poco -inteligente, más malo que bueno, Alejandro III, seguramente un tonto, -brutal e ignorante; Nicolás II, un inocente oficial de húsares; rodeado -de bribones, un joven que no sabe nada, que no comprende nada”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_780" href="#FNanchor_780" class="label">[780]</a> Carta a Gontcharenko, refractario, del 19 de enero de 1905. -(<em>Correspondencia inédita</em>, página 264).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_781" href="#FNanchor_781" class="label">[781]</a> A los dukhobors del Cáucaso, 1897. (<em>Ibid.</em> Página 239).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_782" href="#FNanchor_782" class="label">[782]</a> Carta a un amigo, 1900. (<em>Ibid.</em> Páginas 308-309).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_783" href="#FNanchor_783" class="label">[783]</a> A Gontcharenko, 12 de febrero de 1905. (<em>Ibid.</em> Página 265).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_784" href="#FNanchor_784" class="label">[784]</a> A los dukhobors del Cáucaso, 1897. (<em>Ibid.</em> Página 240).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_785" href="#FNanchor_785" class="label">[785]</a> A Gontcharenko, 19 de enero de 1905. (<em>Ibid.</em> Página 264).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_786" href="#FNanchor_786" class="label">[786]</a> A un amigo, noviembre de 1901. (<em>Ibid.</em> Página 326).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_787" href="#FNanchor_787" class="label">[787]</a> “Es como una hendidura en la máquina neumática; todo el -soplo de egoísmo que se quería aspirar del alma humana, vuelve a entrar -a ella”. Y emplea todo su ingenio en demostrar que el texto original ha -sido leído mal y que las palabras exactas del segundo Mandamiento -eran: “Ama a tu prójimo como a <em>Él mismo</em> (como a Dios”). (Conversaciones -con Teneromo).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_788" href="#FNanchor_788" class="label">[788]</a> Conversaciones con Teneromo.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_789" href="#FNanchor_789" class="label">[789]</a> Carta a un chino, octubre de 1906. (<em>Correspondencia inédita</em>, -página 381 y siguientes).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_790" href="#FNanchor_790" class="label">[790]</a> Tolstoi expresaba ya este temor en su carta de 1906.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_791" href="#FNanchor_791" class="label">[791]</a> “No vale la pena negarse al servicio militar y policíaco, para -admitir la propiedad, que se sostiene solamente por el servicio militar y -de policía. Los hombres que llenan este servicio y sacan provecho de la -propiedad obran mejor que aquéllos que se niegan a todo servicio y gozan -de la propiedad”. (Carta a los dukhobors del Canadá, 1899. <em>Correspondencia -inédita</em>, páginas 248-260).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_792" href="#FNanchor_792" class="label">[792]</a> Léase en <em>Las Conversaciones con Teneromo</em> la hermosa página -“sobre el sabio judío que, sumergido en su libro, no ha visto los siglos derrumbarse -sobre su cabeza y los pueblos que aparecían y desaparecían -de la tierra”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_793" href="#FNanchor_793" class="label">[793]</a> “Ver el progreso de Europa en los horrores del Estado moderno, -el Estado sangrante, querer crear un nuevo <em>Judenstaat</em>, es un pecado -abominable” (<em>Ibid.</em>).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_794" href="#FNanchor_794" class="label">[794]</a> <em>Llamamiento a los políticos</em>, 1905.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_795" href="#FNanchor_795" class="label">[795]</a> Se encontrará en el Apéndice de <em>El Gran Crimen</em> y en la traducción -francesa de los <em>Consejos a los Dirigidos</em> (título ruso: <em>Al pueblo -trabajador</em>), un <em>Llamamiento</em> de una sociedad japonesa <em>para el Restablecimiento -de la Libertad de la Tierra</em>.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_796" href="#FNanchor_796" class="label">[796]</a> Carta a Paul Sabatier, 7 de noviembre de 1906. (<em>Correspondencia -inédita</em>, página 375).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_797" href="#FNanchor_797" class="label">[797]</a> Cartas a un amigo, junio de 1892 y noviembre de 1901.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_798" href="#FNanchor_798" class="label">[798]</a> <em>Guerra y Revolución.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_799" href="#FNanchor_799" class="label">[799]</a> Carta a un amigo. (<em>Correspondencia inédita</em>, páginas 354-55).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_800" href="#FNanchor_800" class="label">[800]</a> <em>Ibid.</em> Acaso se trata aquí de la <em>Historia de un Dukhobor</em>, cuyo -título figura en la lista de las obras inéditas de Tolstoi.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_801" href="#FNanchor_801" class="label">[801]</a> “Imaginad que todos los hombres que poseen la verdad se -reuniesen para vivir juntos y se instalasen en una isla: ¿Sería esto la vida?” -(A un amigo, marzo de 1901, <em>Correspondencia inédita</em>, página 325).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_802" href="#FNanchor_802" class="label">[802]</a> 1.º de diciembre de 1910.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_803" href="#FNanchor_803" class="label">[803]</a> 16 de mayo de 1892. Tolstoi veía entonces a su mujer sufrir -por la muerte de un niño, y nada podía hacer para consolarla.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_804" href="#FNanchor_804" class="label">[804]</a> Carta de enero de 1883.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_805" href="#FNanchor_805" class="label">[805]</a> “No reprocharé jamás a nadie que no tenga religión. El mal -está en que los hombres mienten, fingiendo tener esa religión”. Y más -adelante: “Que Dios nos libre de fingir amor porque esto es peor que -el odio”. (<em>Correspondencia inédita</em>, páginas 344 y 348).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_806" href="#FNanchor_806" class="label">[806]</a> <em>Revue des Deux Mondes</em>, 15 de diciembre de 1910.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_807" href="#FNanchor_807" class="label">[807]</a> <em>Revue des Deux Mondes</em>, 15 de diciembre de 1910.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_808" href="#FNanchor_808" class="label">[808]</a> A un amigo, 10 de diciembre de 1903.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_809" href="#FNanchor_809" class="label">[809]</a> <em>Le Figaro</em>, 27 de diciembre de 1910. La carta, después de la -muerte de Tolstoi, fué entregada a la condesa por su yerno, el príncipe -Obolensky, a quien Tolstoi la había confiado algunos años antes. A -esta carta se unía otra, igualmente dirigida a la condesa y que trataba de -asuntos íntimos de la vida conyugal. La condesa la destruyó después -de haberla leído. (Nota comunicada por Taciana Sukhotin, hija mayor -de Tolstoi).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_810" href="#FNanchor_810" class="label">[810]</a> Este estado de sufrimiento databa, pues, de 1881, es decir, del -invierno pasado en Moscú y del descubrimiento que entonces hizo -Tolstoi de la miseria social.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_811" href="#FNanchor_811" class="label">[811]</a> Carta a un amigo (la traducción francesa, hecha por M. Halpérine-Kaminsky, -ha sido publicada con el título de <em>Profesión de fe</em> en el -volumen <em>Placeres Crueles</em>, 1895).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_812" href="#FNanchor_812" class="label">[812]</a> Parece que sufrió en sus últimos años y sobre todo en sus últimos -meses, la influencia de Vladimir-Grigoritch Tchertkov, amigo -devoto que, establecido largo tiempo en Inglaterra, había consagrado -su fortuna a publicar y divulgar la obra íntegra de Tolstoi. Tchertkov -fué atacado violentamente por uno de los hijos de Tolstoi, León; pero -si se ha podido acusar su intransigencia de espíritu, nadie ha puesto en -duda su absoluta consagración; y, sin aprobar la dureza, acaso inhumana, -de algunos actos de los cuales se cree advertir su inspiración (como -el testamento por el cual Tolstoi privó a su mujer de la propiedad de -todos sus escritos, sin excepción, comprendidos en ellos sus cartas -privadas), es posible creer que estuvo más enamorado de la gloria de -su amigo que el mismo Tolstoi.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_813" href="#FNanchor_813" class="label">[813]</a> <em>La Correspondencia de La Unión para la Verdad</em>, en su número -de 1.º de enero de 1911, publicó una interesante relación de esta fuga. -Tolstoi bruscamente partió de Yasnaia Poliana el 28 de octubre de 1910 -(10 de noviembre), hacia las cinco de la mañana. Lo acompañaba el doctor -Makovitski. Su hija Alejandra, que Tchertkov llama su “colaboradora -más íntima”, estaba en el secreto de la partida. Llegó el mismo día, a -las seis de la tarde, al monasterio de Optina, uno de los más célebres -santuarios de Rusia, donde había estado varias veces en peregrinación; -allí pasó la noche y, a la mañana siguiente, escribió allí mismo un -largo artículo sobre la pena de muerte. En la tarde del 29 de octubre -(11 de noviembre), fué al monasterio de Chamordino, donde su hermana -María era monja; comió con ella y le comunicó el deseo que habría -tenido de pasar el fin de su vida en Optina, “encargándose de desempeñar -las más humildes labores, pero con la condición de que no se le obligase -a ir a la iglesia”. Durmió en Chamordino; hizo, en la mañana -siguiente, un paseo a la aldea vecina, donde pensaba tomar alojamiento, -y volvió a ver a su hermana en la tarde. A las cinco llegó inopinadamente -su hija Alejandra, quien sin duda le previno que su fuga era conocida -y que habían salido en su seguimiento; y se pusieron en camino, en el -acto, de noche. “Tolstoi, Alejandra y Makovitski se dirigieron hacia -la estación de Koselsk, probablemente con la intención de ganar las -provincias del Sur, quizás las colonias formadas por los dukhobors en el -Cáucaso”. En el camino, Tolstoi enfermó y hubo de ponerse en cama -en la estación de Astapovo. Fué allí donde murió.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_814" href="#FNanchor_814" class="label">[814]</a> <em>Diario</em>, fecha de 28 de octubre de 1879. (Traducción de Bienstock. -Véase <em>Vida y Obra</em>). He aquí el pasaje entero, que es uno de los -más bellos: “Hay en este mundo gentes pesadas, sin alas, que se agitan -abajo. Entre ellas hay algunos fuertes como Napoleón. Dejan rastros -terribles entre los hombres, siembran la discordia y arrasan siempre la -tierra. Hay hombres que se dejan crecer las alas, se lanzan lentamente -y flotan, como los monjes. Hay hombres ligeros, que se levantan fácilmente -y vuelven a caer, los buenos idealistas. Y hay hombres de alas -poderosas... Hay hombres celestes que, por amor a los hombres, -descienden sobre la tierra replegando sus alas, y enseñan a los otros a -volar. Después, cuando ya no son necesarios, remontan el vuelo, como -Cristo”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_815" href="#FNanchor_815" class="label">[815]</a> “Se puede vivir solamente mientras que se está ebrio de -vida” (<em>Confesiones</em> 1879). “Estoy loco de la vida... Es el estío, el -estío delicioso. Este año he luchado por largo tiempo; pero la belleza -de la Naturaleza me ha vencido. Me regocijo con la vida”. (Carta a -Fet, julio de 1880). Estas líneas fueron escritas en plena crisis religiosa.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_816" href="#FNanchor_816" class="label">[816]</a> En su <em>Diario</em>, fechado en octubre de 1865: “El pensamiento -de la muerte...”. “Yo quiero y amo la inmortalidad”.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_817" href="#FNanchor_817" class="label">[817]</a> “Me embriagaba con esta cólera hirviente de indignación, que -amo en mí, que aun la excito cuando la siento, porque obra sobre mí -de manera calmante, y me da, por algunos instantes al menos, una -elasticidad extraordinaria, la energía y el fuego de todas las capacidades -físicas y morales”. (<em>Diario del Príncipe D. Nekhludov, Lucerna,</em> 1857).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_818" href="#FNanchor_818" class="label">[818]</a> Su artículo sobre la Guerra, a propósito del <em>Congreso Universal -de la Paz</em>, en Londres, en 1891, es una ruda sátira contra los pacifistas, -que creen en el arbitraje entre las naciones. “Es la historia del pájaro -al cual se coge después de haberle puesto un grano de sal sobre la cola”. -Es tan fácil de cogerlo después de todo. Equivale a burlarse de las -gentes hablarles de arbitraje y de desarme consentido por los Estados. -¡Charlatanería todo eso! Naturalmente los gobiernos aprueban: ¡los -buenos apóstoles! Saben bien que esto no les impedirá nunca enviar -millones de gentes al matadero, cuando les plazca hacerlo. (<em>El reino -de Dios está en nosotros</em>, capítulo VI).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_819" href="#FNanchor_819" class="label">[819]</a> La Naturaleza fué siempre “el mejor amigo” de Tolstoi, como -se complacía en decirlo: “Un amigo, está bien; pero morirá, se irá a -cualquier parte y no se le podrá seguir, en tanto que la naturaleza, a la -cual estamos unidos por acto de venta y la poseemos por herencia, es -mejor. Mi naturaleza es fría, repulsora, exigente, estorbosa; pero es -un amigo que se conservará hasta la muerte, y cuando muramos entraremos -en ella”. (Carta a Fet, de 19 de mayo de 1861. <em>Correspondencia -inédita</em>, página 31). Participaba de la vida de la naturaleza, renacía en -cada primavera: “Marzo y abril son mis mejores meses para el trabajo”. -(A Fet, el 23 de marzo de 1877). Lo amodorraba el fin del otoño: “Es -para mí la estación más muerta, no pienso en nada, no escribo nada, -me siento agradablemente estúpido”. (A Fet, el 21 de octubre de 1869). -Pero la naturaleza que hablaba íntimamente a su corazón, era la naturaleza -que lo circundaba, la de Yasnaia Poliana. Aun cuando, en el curso -de su viaje a Suiza, haya escrito notas muy hermosas sobre el lago de -Ginebra, allí se sentía extranjero, y su unión con la tierra natal le parecía -entonces más estrecha y más dulce: “Amo a la naturaleza, cuando -por todas partes me rodea, cuando por todas partes me envuelve el -aire cálido que se derrama hasta la lejanía infinita, cuando esta misma -yerba jugosa que he chafado al sentarme viste de verdura los campos -infinitos; cuando estas mismas hojas que, agitadas por el viento, brindan -sombra a mi rostro, se unen para formar el sombrío azul de la floresta -lejana; cuando este mismo aire que respiro forma el azul claro del -cielo infinito: cuando estoy solo para gozar de la naturaleza, cuando, -en torno mío, revuelan y zumban millones de insectos y cantan los -pájaros. El gozo principal de la naturaleza está para mí en cuanto me -siento formar parte de toda ella. Aquí (en Suiza) las infinitas lejanías -son hermosas, pero estoy desligado de ellas”. (Mayo de 1857).</p> - - - -<div class="footnote"> -<p><a id="Footnote_820" href="#FNanchor_820" class="label">[820]</a> Conversaciones con Paul Boyer. (<em>Le Temps</em>, 28 de agosto -de 1901). De hecho podría uno confundirlas a menudo, como en esta -profesión de fe de Julia moribunda:</p> - -<p>“Lo que me era imposible creer, nunca he podido decir que lo creía; y -siempre he creído lo que decía creer. Era todo lo que podía hacer”. -</p> - -<p>Que puede relacionarse con la carta de Tolstoi al Santo Sínodo: -</p> - -<p>“Es posible que mis creencias molesten o desagraden; pero no me es -posible cambiarlas, como no me es posible cambiar de cuerpo. No puedo -creer otra cosa que lo que creo en esta hora en que me dispongo a volver -hacia el Dios de quien procedo”. -</p> - -<p>O bien con este pasaje de la <em>Respuesta a Cristóbal de Beaumont</em>, que nos -parece ser toda Tolstoi: -</p> - -<p>“Soy discípulo de Jesucristo, y mi Maestro ha dicho que quien ama a -su hermano cumple la ley”. -</p> - -<p>O todavía: -</p> - -<p>“Toda la oración dominical, íntegra, está contenida en estas palabras: -¡Cúmplase tu voluntad!” (<em>Tercera carta de la montaña.</em>) -</p> - -<p>En relación con: -</p> - -<p>“Reemplazo todas mis plegarias con el <em>Pater Noster</em>. Todas las peticiones -que yo puedo dirigir a Dios están expresadas con mayor altura -moral por estas palabras: ¡Cúmplase tu voluntad!” (<em>Diario</em> de Tolstoi, -en el Cáucaso, 1852-53). -</p> - -<p>La semejanza de pensamientos no es menos frecuente en el terreno -del arte que en el de la religión: -</p> - -<p>“La primera regla del arte de escribir, dice Rousseau, consiste en -hablar con claridad y expresar con exactitud nuestro pensamiento”. -</p> - -<p>Y Tolstoi: -</p> - -<p>“Pensad lo que queráis, pero de tal manera que cada palabra pueda -ser comprendida por todos. No es posible escribir nada mal en una -lengua que sea perfectamente clara”. -</p> - -<p>He demostrado antes que las descripciones satíricas de la Opera de -París, en La Nueva Eloísa, tienen muchas relaciones con las críticas de -Tolstoi en <em>¿Qué es el Arte?</em></p></div> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_821" href="#FNanchor_821" class="label">[821]</a> <em>Diario</em>, 6 de enero de 1903 (citado en el <em>Prefacio de Tolstoi a -sus Recuerdos</em>, volumen primero de <em>Vida y Obra de Tolstoi</em>, publicados -por Birukov).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_822" href="#FNanchor_822" class="label">[822]</a> <em>Cuarto Paseo.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_823" href="#FNanchor_823" class="label">[823]</a> Carta a Birukov.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_824" href="#FNanchor_824" class="label">[824]</a> <em>Sebastopol en mayo de 1855.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_825" href="#FNanchor_825" class="label">[825]</a> “La verdad... la única cosa que me ha quedado de mi concepción -moral, la única cosa que cumpliré todavía”. (17 de octubre de -1860).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_826" href="#FNanchor_826" class="label">[826]</a> <em>Ibid.</em></p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_827" href="#FNanchor_827" class="label">[827]</a> “El amor a los hombres es el estado natural del alma, y nosotros -no lo advertimos”. (<em>Diario</em>, en la época que fué estudiante en -Kazan).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_828" href="#FNanchor_828" class="label">[828]</a> “La verdad se abrirá para el amor...”. (<em>Confesiones</em>, 1879-81). -“Yo, que situaba a la verdad en la unidad del amor...”. (<em>Ibid.</em>)</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_829" href="#FNanchor_829" class="label">[829]</a> “¿Me habláis siempre de energía? Pero la base de la energía -está en el amor, dijo Ana, y el amor no se da nunca a voluntad”. (<em>Ana -Karenina</em>, II, página 270).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_830" href="#FNanchor_830" class="label">[830]</a> “La belleza y el amor, estas dos razones de vivir”. (<em>La Guerra -y la Paz</em>, II, página 285).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_831" href="#FNanchor_831" class="label">[831]</a> “Creo en Dios, que es para mí el Amor”. (Carta al Santo Sínodo, -1901). “¡Sí, el amor!... No el amor egoísta, sino el amor tal -como yo lo he experimentado, por la primera vez en mi vida, cuando vi -a mi lado a mi enemigo moribundo, y lo amé... Es la esencia misma del -alma. Amar a su prójimo, amar a sus enemigos, amar a todos y cada uno, -¡eso es amar a Dios en todas sus manifestaciones!... Amar a un ser que -nos es grato, es amor humano; pero amar al enemigo, ¡esto casi es amor -divino!...”. (El Príncipe Andrés, moribundo, en <em>La Guerra y la Paz</em>, -III, página 176).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_832" href="#FNanchor_832" class="label">[832]</a> “El amor apasionado del artista por su asunto, es el corazón -del arte. Sin amor no hay obra de arte posible”. (Carta de septiembre -de 1889. “<em>Leo Tolstois Briefe 1848 bis 1910</em>”, Berlín, 1911).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_833" href="#FNanchor_833" class="label">[833]</a> “Porque yo escribo libros, sé todo el mal que ellos hacen...”. -(Carta de Tolstoi a P. V. Vériguine, jefe de los dukhobors, de 21 de -noviembre de 1897. <em>Correspondencia inédita</em>, página 241).</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_834" href="#FNanchor_834" class="label">[834]</a> Véase <em>La Mañana de un Señor</em>, o bien, en <em>Las Confesiones</em>, los -retratos extremadamente idealizados de estos hombres sencillos, buenos, -contentos de su suerte, tranquilos, que comprenden la vida; o bien, -al fin de la segunda parte de <em>Resurrección</em>, esta visión “de una humanidad, -de una tierra nueva”, que aparece a Nekhludov, cuando encuentra -a los obreros que vuelven de su trabajo.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_835" href="#FNanchor_835" class="label">[835]</a> “Un cristiano no podría ser moralmente superior o inferior a -otro; pero es más cristiano a medida que más rápidamente avanza en -la vida de la perfección, cualquiera que sea el grado en el cual se encuentre, -en un momento dado: de suerte que la virtud estacionaria del fariseo -es menos cristiana que la del ladrón, cuya alma esté en pleno movimiento -hacia lo ideal, y que se arrepiente sobre su cruz”. (<em>Placeres Crueles.</em> -Traducción de Halpérine-Kaminsky).</p></div> - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_431"></a>[Pg 431]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p431ilo" style="max-width: 31.25em; margin-top: 4em;"> - <img class="w100" src="images/p431ilo.jpg" alt="p431ilo" /> -</div> -</div> - -<h2 class="nobreak">APÉNDICE</h2> - -<p class="center p1">(Nota a la página <a href="#Footnote_757">394</a>).</p> - -<h3>LAS OBRAS PÓSTUMAS DE TOLSTOI<a id="FNanchor_836" href="#Footnote_836" class="fnanchor">[836]</a>.</h3> - -<p>Tolstoi dejaba al morir una gran cantidad de obras inéditas, -de las cuales la mayor parte ha sido publicada después -y forman tres volúmenes en la traducción francesa de J. W. -Bienstock (Colección Nelson).</p> - -<p>Estas obras son de todas las épocas de su vida, habiendo -algunas que remontan hasta 1883 (<em>Diario de un Loco</em>), y -otras de los últimos años. Comprenden cuentos, novelas, -obras teatrales y diálogos, y muchas que quedaron sin -acabar. Yo las dividiría, de buena gana, en dos clases: las -obras que Tolstoi escribió por voluntad moral y las que -<span class="pagenum"><a id="Page_432"></a>[Pg 432]</span>escribió por instinto artístico. En un corto número de ellas, -armoniosamente se funden las dos tendencias.</p> - -<p>Por desgracia hay que deplorar que su desinterés de la -gloria literaria—acaso también un secreto propósito de mortificación—hayan -impedido a Tolstoi proseguir la composición -de las obras que se anunciaban como las más hermosas. -En este número citaremos <em>El Diario Póstumo del Viejo -Feodor Kuzmitch</em>. Es ésta la famosa leyenda del Zar Alejandro -I, que haciéndose pasar por muerto y marchándose, -con un falso nombre, envejeció en Siberia por expiación -voluntaria. Se advierte que Tolstoi estaba enamorado de -este asunto e identificado con su héroe, y no podemos consolarnos -con que sólo nos queden de este “diario” los primeros -capítulos. Por el vigor y la frescura del relato, valen -estos capítulos tanto como las mejores páginas de <em>Resurrección</em>. -En ellos hay retratos inolvidables (la vieja Catarina -II) y principalmente una primorosa pintura del Zar, místico -y violento, cuya naturaleza orgullosa tiene todavía -sobresaltos de despertar en el anciano tranquilo.</p> - -<p><em>El padre Sergio</em> (1891-1904) pertenece también a la mejor -manera de Tolstoi; pero la narración está un poco cortada. -Tiene por asunto la historia de un hombre que busca -a Dios en la soledad y el ascetismo, por orgullo herido, -que acaba por encontrarlo entre los hombres, viviendo para -ellos. La salvaje violencia de algunas páginas conmueve -hasta hacer un nudo en la garganta. Nada de más sobrio -y trágico que la escena en que el héroe descubre la villanía -de aquélla a quien amaba; su prometida, la mujer a quien -adoraba como a una santa, ha sido amante del Zar, que era -por él venerado apasionadamente. No menos conmovedora -es la noche de tentación, en que el monje, para recobrar -la paz del alma turbada, se corta un dedo con un hacha. A -estos episodios feroces se opone la conversación melancólica -del final, con la pobre viejecita amiga de la infancia, y las -últimas páginas que son de un laconismo indiferente y sereno.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_433"></a>[Pg 433]</span></p> - -<p>El asunto de <em>La Madre</em> es también emocionante. Una -buena y razonable madre de familia, que después de haberse -consagrado enteramente a los suyos durante cuarenta -años, se encuentra sola, sin actividad, sin razón de vivir, y, -aunque es librepensadora, se acoge al abrigo de un convento -y escribe allí su Diario. Pero de esta obra solamente quedaron -las primeras páginas.</p> - -<p>De un arte superior son una serie de pequeños relatos: -<em>Alexis el Tonto</em>, que participa de la vena de los hermosos -cuentos populares, es la historia de un espíritu simple, -siempre sacrificado, siempre dulcemente satisfecho, y que -así muere. <em>Después del Baile</em> (20 de agosto de 1903), en que -un anciano cuenta cómo amó a una muchacha y cómo cesó -bruscamente de amarla, después de haber visto al padre de -ella, un coronel, ordenar que fuera azotado un soldado; -obra perfecta, primero, de un exquisito encanto de recuerdos -juveniles y luego de una alucinante precisión. -<em>Lo que yo he visto en sueños</em> (13 de noviembre de 1906): -Un príncipe no perdona a su hija, a quien adoraba, porque -se ha escapado de la casa después de dejarse seducir; pero -apenas vuelve a verle, es él quien le pide perdón; y sin -embargo (la ternura de Tolstoi y su idealismo no lo engañan -nunca), no puede alcanzar a vencer el sentimiento de -disgusto que le causa la vista del hijo de su hija. <em>Khodynka</em>, -novela corta cuya acción pasa en 1893: se trata de una -joven princesa rusa que ha querido tomar parte en una -fiesta popular de Moscú, y se encuentra, presa de un gran -pánico, pisoteada, medio muerta, y reanimada por un -obrero que ha sido él mismo rudamente atropellado. Por -un instante un sentimiento de fraternidad afectuosa los une; -se separan después y no volverán a verse más.</p> - -<p>De dimensiones más vastas y que anuncian una novela -épica, es <em>Hadji-Mourad</em> (diciembre de 1902), que refiere -un episodio de las guerras del Cáucaso en 1851<a id="FNanchor_837" href="#Footnote_837" class="fnanchor">[837]</a>. Tolstoi, -<span class="pagenum"><a id="Page_434"></a>[Pg 434]</span>al escribirla, se encontraba en la plena posesión de sus procedimientos -artísticos. En ella la visión (de los ojos y del -alma) es perfecta; pero, y esto es curioso, no llegamos a -interesarnos verdaderamente en la historia, porque se advierte -que Tolstoi mismo no se interesa en ella. Cada personaje -que aparece en el curso de la narración, despierta -en él la misma simpatía, y de cada uno, aunque no haga más -que pasar delante de nuestros ojos, hace un retrato acabado; -pero a fuerza de amar a todos no prefiere a ninguno. Parece -que escribió este notable cuento sin ninguna necesidad -interior y sólo por necesidad física; pues como otros ejercitan -sus músculos, es necesario que él ejercitara su mecanismo -intelectual; tenía necesidad de crear; creaba.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Otras obras tienen un acento personal que llega a menudo -hasta la angustia. Algunas son autobiográficas, como el -<em>Diario de un Loco</em> (20 de octubre de 1883), que contiene el -recuerdo de las primeras noches de espanto de Tolstoi, antes -de la crisis de 1869;<a id="FNanchor_838" href="#Footnote_838" class="fnanchor">[838]</a> y como <em>El Diablo</em> (19 de noviembre de -1889). Este último y largo cuento tiene dos partes, que -son de primer orden sin duda y, por desgracia, un desenlace -absurdo: un propietario rural que tiene relaciones con una -joven campesina que vive en sus propiedades, se casa y -cuida, porque es honesto y ama a su mujer, de alejar a esta -campesina; pero ella se le ha metido por los ojos, y -no puede mirarla sin desearla. La busca, y acaba por recobrarla; -siente que no podrá ya separarse de ella, y se mata. -Los retratos de este hombre, bueno, débil, robusto, miope, -inteligente, sincero, trabajador y atormentado; de su joven -mujer, romántica y enamorada, que lo idealiza, y de la -hermosa y sana campesina, ardorosa y sin pudor, son obras -<span class="pagenum"><a id="Page_435"></a>[Pg 435]</span>maestras. Es chocante que Tolstoi haya puesto tanto de -intención moral en el fin del cuento, como no lo puso en la -historia vivida, porque él tuvo realmente una aventura -análoga.</p> - -<p><em>La luz brilla en las tinieblas</em>, drama en cinco actos, -ofrece muchas debilidades artísticas; pero, cuando se conoce -la tragedia oculta de la vejez de Tolstoi ¡qué conmovedora -es esta obra que, con otros nombres, presenta en -escena a Tolstoi y a los suyos! Nicolás Ivanovitch Sarintzeff -llega a tener la misma fe que el autor de <em>¿Qué debemos -hacer?</em>, y ensaya ponerla en práctica, lo cual no le está -permitido. Las lágrimas de su mujer (¿sinceras o simuladas?) -le impiden abandonar a los suyos; se queda en su -casa, donde vive pobremente, trabajando en la carpintería; -su mujer y sus hijos continúan haciendo vida de lujo y dando -fiestas, y aunque él no toma parte en ellas, se le acusa de -hipocresía. Sin embargo, por su influencia moral, por la -simple radiación de su personalidad, hace en torno suyo -prosélitos y desventurados. Un “pope”, convencido por -sus doctrinas, abandona la iglesia; un joven de buena familia -rehúsa prestar el servicio militar y se hace enviar al -batallón de disciplina; y mientras tanto, el pobre Sarintzeff-Tolstoi -es desgarrado por la duda. ¿Está en el error? ¿No -arrastra inútilmente a los otros al sufrimiento y a la muerte? -Al fin no encuentra otra solución a sus angustias que dejarse -matar por el joven a quien sin querer condujo a la pérdida.</p> - -<p>Se encuentra también, en una breve narración de los -últimos tiempos de la vida de Tolstoi, <em>No hay culpable</em> -(septiembre de 1910), la misma confesión dolorosa de un -hombre que sufre horriblemente por su situación, de la cual -no puede salir. A los ricos ociosos se oponen los pobres -abrumados de trabajo, y ni los unos ni los otros sienten -la inepcia monstruosa de semejante estado social.</p> - -<p>Dos obras de teatro tienen un alto valor; una es la obrita -campesina que combate los daños del alcohol, intitulada<span class="pagenum"><a id="Page_436"></a>[Pg 436]</span> -<em>Todas las cualidades vienen de ella</em> (probablemente de 1910). -Los personajes son muy individuales y sus rasgos típicos -y su ridículo lenguaje fueron sorprendidos de manera muy -divertida; el campesino que, a la postre, perdona a un -ladrón, es a la vez noble y cómico por su inconsciente grandeza -moral y por su ingenuo amor propio. La segunda de -estas piezas, de una importancia muy distinta, es un drama -en doce cuadros, <em>El cadáver viviente</em>, que muestra a gentes -débiles y buenas aplastadas por la estúpida máquina social. -El héroe, Fedia, es un hombre que se ha perdido por su -bondad misma y por el profundo sentimiento moral que -oculta bajo una vida de libertino, porque sufre de una manera -intolerable con la bajeza del mundo y con su propia -indignidad; pero no tiene la fuerza necesaria para reaccionar. -Tiene una mujer a quien ama, que es buena, tranquila, -razonable, pero “sin la uva que se pone en la sidra para -hacerla espumar”, “sin el burbujeo en la vida” que procura -el olvido. Y el olvido le es indispensable.</p> - -<p>“<em>Nosotros todos, en nuestro medio, dice, tenemos delante -tres caminos, y únicamente tres. Ser funcionario, ganar dinero -y sumar más villanía a la del medio en el cual vivimos. Y -esto me disgusta; tal vez yo no sería capaz de hacerlo... El -segundo camino es aquél en el cual se combate esta villanía, -pero para esto es necesario ser un héroe, y yo no lo soy. Queda -el tercero: olvidarse, beber, engañarse en fiestas, cantar; este -es el camino que yo he escogido, y ya veis vosotros a dónde me -ha conducido...</em>”<a id="FNanchor_839" href="#Footnote_839" class="fnanchor">[839]</a>.</p> - -<p>Y en otro pasaje:</p> - -<p>“<em>¿Cómo he llegado a perderme? Desde luego, por el vino. -No es que yo sienta placer en beber; pero he tenido siempre -el sentimiento de que todo lo que se hace en torno mío no es lo -que debía hacerse; y siento vergüenza... Y en cuanto a ser -de la nobleza, o director de banco, ¡eso sí que es vergonzoso, muy -vergonzoso!... Después de haber bebido ya no tiene uno -<span class="pagenum"><a id="Page_437"></a>[Pg 437]</span>vergüenza... Y luego, la música, pero no de ópera o de Beethoven, -sino la de los zíngaros, esa que os derrama en el alma -tanta vida, tanta energía... Luego, los bellos ojos negros, las -sonrisas... Pero mientras más os encanta todo eso, más se -siente la vergüenza, y después...”</em>.<a id="FNanchor_840" href="#Footnote_840" class="fnanchor">[840]</a></p> - -<p>Ha abandonado a su mujer porque comprende que él le -hace mal a ella y que ella no le hace a él ningún bien; la deja -con un amigo de quien ella es amada y al que también ella -ama, sin confesárselo, y que se parecen. Desaparece en los -bajos fondos de la bohemia, y todo así se resuelve bien; los -otros dos son felices, y él, en la medida en que puede serlo. -Pero la sociedad no permite que nadie obre sin su consentimiento, -y reduce estúpidamente a Fedia al suicidio, si no -quiere que sus dos amigos sean condenados por bigamia. -Esta extraña obra, tan profundamente rusa y que refleja -el desaliento de los mejores después de las grandes esperanzas -de la revolución, que fueron destrozadas, es sencilla, -sobria, sin ningún efecto declamatorio. Todos los caracteres -son verdaderos y vivientes, aun los de los personajes -que aparecen en segundo plano, como la joven hermana, -intransigente y apasionada en su concepción moral del amor -y del matrimonio; la buena figura acompasada del bravo -Karenin, y la vieja mamá, petrificada en sus nobles prejuicios, -conservadora, autoritaria en sus palabras, acomodaticia -en sus actos; y aun podría decirse lo mismo de las -siluetas fugitivas de los zíngaros y de los abogados.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>No he citado algunas obras cuya intención dogmática y -moral domina la vida libre del arte, aun cuando jamás haga -tropezar a Tolstoi en su lucidez psicológica.</p> - -<p><em>El falso cupón</em> es un largo relato, casi una novela, que -<span class="pagenum"><a id="Page_438"></a>[Pg 438]</span>trata de demostrar el encadenamiento, en el mundo, de -todos los actos individuales, buenos y malos. Una falsificación -cometida por dos colegiales desencadena toda una -serie de crímenes, de más en más horribles, hasta que el acto -de la resignación santa de una pobre mujer asesinada por -una salvaje, conmueve al asesino y, por ella, de uno en otro, -se llega hasta los primeros autores de todo el mal, quienes -por esta manera se encuentran así salvados por sus -víctimas. El tema es soberbio y toca en epopeya; la obra -habría podido levantarse hasta la fatal grandeza de las tragedias -antiguas; pero la narración es demasiado larga, muy -cortada, sin amplitud, y aun cuando cada personaje esté -justamente caracterizado, todos resultan indiferentes.</p> - -<p><em>La cordura infantil</em> es una serie de veintiún diálogos entre -niños sobre todos los grandes temas, religión, arte, ciencia, -instrucción, patria, etc., que no carecen de vigor imaginativo, -pero en los cuales el procedimiento seguido fatiga -pronto por repetirse tan a menudo.</p> - -<p><em>El joven zar</em>, que medita en las desventuras que causa a -pesar suyo, es una de las obras más débiles de la recopilación. -En fin, me contentaré con enumerar algunos de estos bosquejos -fragmentarios: <em>Dos peregrinos</em>, <em>El pope Vasili</em>, -<em>¿Quiénes son los asesinos?</em>, etc.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En el conjunto de estas obras sorprende el vigor intelectual -conservado por Tolstoi hasta su último día<a id="FNanchor_841" href="#Footnote_841" class="fnanchor">[841]</a>. Puede -parecer verboso cuando expone sus ideas sociales; pero -siempre que está frente a una acción, de algún personaje -<span class="pagenum"><a id="Page_439"></a>[Pg 439]</span>viviente, el soñador humanitario desaparece y no queda -más que el artista de mirada de águila, de mirada que va -recto al corazón. Nunca perdió esta lucidez soberana; el -único empobrecimiento que yo advierto, en cuanto al arte, -viene del lado de la pasión. Aparte de cortos instantes, se -tiene la impresión de que ya no son para Tolstoi sus obras -lo esencial en su vida, que son o bien un pasatiempo necesario, -o bien un instrumento para la acción; porque es la -acción su verdadero objeto, y ya no el arte. Cuando -ocurre que se deja recobrar por esta ilusión apasionada, -parece que de ella tuviera vergüenza; corta pronto por lo -sano, o acaso, como en el <em>Diario póstumo del viejo Feodor -Kusmitch</em>, abandona completamente la obra que lo ponía -en peligro de volver a unir las cadenas que lo ligaban al -arte... Ejemplo único de un gran artista, en plena fuerza -creadora y por ella atormentado, que la resiste y que la -inmola a su Dios.</p> - -<div class="figcenter illowp79" id="p439ilo" style="max-width: 6.25em; margin-top: 4em;"> - <img class="w100" src="images/p439ilo.jpg" alt="p439ilo" /> -</div> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_440"></a>[Pg 440]<br /><a id="Page_441"></a>[Pg 441]</span></p> -</div> - -<div class="footnotes"> -<p class="big2 p2 center">NOTAS:</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_836" href="#FNanchor_836" class="label">[836]</a> Mme. Tatiana Soukhotine, hija mayor de Tolstoi, me ha hecho -observar que la verdadera ortografía del nombre de Tolstoi, en -francés, es con una y. Así aparece efectivamente la firma de Tolstoi -en una carta que recibí de él.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_837" href="#FNanchor_837" class="label">[837]</a> “Del cual fuí testigo, en parte”, escribía Tolstoi.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_838" href="#FNanchor_838" class="label">[838]</a> Véase en la página 328.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_839" href="#FNanchor_839" class="label">[839]</a> Acto V, cuadro I.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_840" href="#FNanchor_840" class="label">[840]</a> Acto III, cuadro II.</p> - - - -<p class="footnote"><a id="Footnote_841" href="#FNanchor_841" class="label">[841]</a> Esta salud de espíritu se manifiesta en las narraciones que -fueron hechas por Tchertkov y por el testimonio de los médicos en la -última enfermedad de Tolstoi. Casi hasta el fin continuó escribiendo -o dictando su <em>Diario</em>.</p></div> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_442"></a>[Pg 442]<br /><a id="Page_443"></a>[Pg 443]<br /><a id="Page_444"></a>[Pg 444]<br /><a id="Page_445"></a>[Pg 445]</span></p> -</div> - -<div class="figcenter illowp70" id="p443ilo" style="max-width: 8.75em;"> - <img class="w100" src="images/p443ilo.jpg" alt="ilop442" /> -</div> - -<p class="center p6">SE ACABÓ DE IMPRIMIR EN LOS TALLERES<br /> -<span style="margin-left: 0.8em;">DEL DEPARTAMENTO EDITORIAL</span><br /> -<span style="margin-left: 0.1em;">DE LA SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA</span><br /> -<span style="margin-left: 0.4em;"> EL 13 DE SEPTBRE. DE 1923,</span><br /> -<span style="margin-left: 0.3em;">EN MÉXICO.</span></p> - -<div class="figcenter illowp76" id="p445ilo" style="max-width: 3.75em;"> - <img class="w100" src="images/p445ilo.jpg" alt="ilop445" /> -</div> - -<p> </p> -<p> </p> -<hr class="pgx" /> -<p>***END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK VIDAS EJEMPLARES***</p> -<p>******* This file should be named 65815-h.htm or 65815-h.zip *******</p> -<p>This and all associated files of various formats will be found in:<br /> -<a href="http://www.gutenberg.org/dirs/6/5/8/1/65815">http://www.gutenberg.org/6/5/8/1/65815</a></p> -<p> -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed.</p> - -<p>Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part -of this license, apply to copying and distributing Project -Gutenberg-tm electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG-tm -concept and trademark. Project Gutenberg is a registered trademark, -and may not be used if you charge for the eBooks, unless you receive -specific permission. If you do not charge anything for copies of this -eBook, complying with the rules is very easy. You may use this eBook -for nearly any purpose such as creation of derivative works, reports, -performances and research. They may be modified and printed and given -away--you may do practically ANYTHING in the United States with eBooks -not protected by U.S. copyright law. Redistribution is subject to the -trademark license, especially commercial redistribution. -</p> - -<h2 class="pgx" title="">START: FULL LICENSE<br /> -<br /> -THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE<br /> -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK</h2> - -<p>To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase "Project -Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg-tm License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license.</p> - -<h3 class="pgx" title="">Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm electronic works</h3> - -<p>1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all -the terms of this agreement, you must cease using and return or -destroy all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your -possession. If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a -Project Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound -by the terms of this agreement, you may obtain a refund from the -person or entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph -1.E.8.</p> - -<p>1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be -used on or associated in any way with an electronic work by people who -agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few -things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works -even without complying with the full terms of this agreement. See -paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project -Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this -agreement and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm -electronic works. See paragraph 1.E below.</p> - -<p>1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the -Foundation" or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection -of Project Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual -works in the collection are in the public domain in the United -States. If an individual work is unprotected by copyright law in the -United States and you are located in the United States, we do not -claim a right to prevent you from copying, distributing, performing, -displaying or creating derivative works based on the work as long as -all references to Project Gutenberg are removed. Of course, we hope -that you will support the Project Gutenberg-tm mission of promoting -free access to electronic works by freely sharing Project Gutenberg-tm -works in compliance with the terms of this agreement for keeping the -Project Gutenberg-tm name associated with the work. You can easily -comply with the terms of this agreement by keeping this work in the -same format with its attached full Project Gutenberg-tm License when -you share it without charge with others.</p> - -<p>1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern -what you can do with this work. Copyright laws in most countries are -in a constant state of change. If you are outside the United States, -check the laws of your country in addition to the terms of this -agreement before downloading, copying, displaying, performing, -distributing or creating derivative works based on this work or any -other Project Gutenberg-tm work. The Foundation makes no -representations concerning the copyright status of any work in any -country outside the United States.</p> - -<p>1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg:</p> - -<p>1.E.1. The following sentence, with active links to, or other -immediate access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear -prominently whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work -on which the phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the -phrase "Project Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, -performed, viewed, copied or distributed:</p> - -<blockquote><p>This eBook is for the use of anyone anywhere in the United - States and most other parts of the world at no cost and with almost - no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use - it under the terms of the Project Gutenberg License included with - this eBook or online - at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you - are not located in the United States, you'll have to check the laws - of the country where you are located before using this - ebook.</p></blockquote> - -<p>1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is -derived from texts not protected by U.S. copyright law (does not -contain a notice indicating that it is posted with permission of the -copyright holder), the work can be copied and distributed to anyone in -the United States without paying any fees or charges. If you are -redistributing or providing access to a work with the phrase "Project -Gutenberg" associated with or appearing on the work, you must comply -either with the requirements of paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 or -obtain permission for the use of the work and the Project Gutenberg-tm -trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or 1.E.9.</p> - -<p>1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted -with the permission of the copyright holder, your use and distribution -must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any -additional terms imposed by the copyright holder. Additional terms -will be linked to the Project Gutenberg-tm License for all works -posted with the permission of the copyright holder found at the -beginning of this work.</p> - -<p>1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm -License terms from this work, or any files containing a part of this -work or any other work associated with Project Gutenberg-tm.</p> - -<p>1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this -electronic work, or any part of this electronic work, without -prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with -active links or immediate access to the full terms of the Project -Gutenberg-tm License.</p> - -<p>1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary, -compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including -any word processing or hypertext form. However, if you provide access -to or distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format -other than "Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official -version posted on the official Project Gutenberg-tm web site -(www.gutenberg.org), you must, at no additional cost, fee or expense -to the user, provide a copy, a means of exporting a copy, or a means -of obtaining a copy upon request, of the work in its original "Plain -Vanilla ASCII" or other form. Any alternate format must include the -full Project Gutenberg-tm License as specified in paragraph 1.E.1.</p> - -<p>1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying, -performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works -unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9.</p> - -<p>1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing -access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works -provided that</p> - -<ul> -<li>You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from - the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method - you already use to calculate your applicable taxes. The fee is owed - to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he has - agreed to donate royalties under this paragraph to the Project - Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments must be paid - within 60 days following each date on which you prepare (or are - legally required to prepare) your periodic tax returns. Royalty - payments should be clearly marked as such and sent to the Project - Gutenberg Literary Archive Foundation at the address specified in - Section 4, "Information about donations to the Project Gutenberg - Literary Archive Foundation."</li> - -<li>You provide a full refund of any money paid by a user who notifies - you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he - does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm - License. You must require such a user to return or destroy all - copies of the works possessed in a physical medium and discontinue - all use of and all access to other copies of Project Gutenberg-tm - works.</li> - -<li>You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of - any money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the - electronic work is discovered and reported to you within 90 days of - receipt of the work.</li> - -<li>You comply with all other terms of this agreement for free - distribution of Project Gutenberg-tm works.</li> -</ul> - -<p>1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project -Gutenberg-tm electronic work or group of works on different terms than -are set forth in this agreement, you must obtain permission in writing -from both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and The -Project Gutenberg Trademark LLC, the owner of the Project Gutenberg-tm -trademark. Contact the Foundation as set forth in Section 3 below.</p> - -<p>1.F.</p> - -<p>1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable -effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread -works not protected by U.S. copyright law in creating the Project -Gutenberg-tm collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm -electronic works, and the medium on which they may be stored, may -contain "Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate -or corrupt data, transcription errors, a copyright or other -intellectual property infringement, a defective or damaged disk or -other medium, a computer virus, or computer codes that damage or -cannot be read by your equipment.</p> - -<p>1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right -of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project -Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project -Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all -liability to you for damages, costs and expenses, including legal -fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT -LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE -PROVIDED IN PARAGRAPH 1.F.3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE -TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE -LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR -INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH -DAMAGE.</p> - -<p>1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a -defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can -receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a -written explanation to the person you received the work from. If you -received the work on a physical medium, you must return the medium -with your written explanation. The person or entity that provided you -with the defective work may elect to provide a replacement copy in -lieu of a refund. If you received the work electronically, the person -or entity providing it to you may choose to give you a second -opportunity to receive the work electronically in lieu of a refund. If -the second copy is also defective, you may demand a refund in writing -without further opportunities to fix the problem.</p> - -<p>1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth -in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS', WITH NO -OTHER WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT -LIMITED TO WARRANTIES OF MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE.</p> - -<p>1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied -warranties or the exclusion or limitation of certain types of -damages. If any disclaimer or limitation set forth in this agreement -violates the law of the state applicable to this agreement, the -agreement shall be interpreted to make the maximum disclaimer or -limitation permitted by the applicable state law. The invalidity or -unenforceability of any provision of this agreement shall not void the -remaining provisions.</p> - -<p>1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the -trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone -providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in -accordance with this agreement, and any volunteers associated with the -production, promotion and distribution of Project Gutenberg-tm -electronic works, harmless from all liability, costs and expenses, -including legal fees, that arise directly or indirectly from any of -the following which you do or cause to occur: (a) distribution of this -or any Project Gutenberg-tm work, (b) alteration, modification, or -additions or deletions to any Project Gutenberg-tm work, and (c) any -Defect you cause.</p> - -<h3 class="pgx" title="">Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm</h3> - -<p>Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of -electronic works in formats readable by the widest variety of -computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It -exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations -from people in all walks of life.</p> - -<p>Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg-tm's -goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg-tm and future -generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see -Sections 3 and 4 and the Foundation information page at -www.gutenberg.org.</p> - -<h3 class="pgx" title="">Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation</h3> - -<p>The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by -U.S. federal laws and your state's laws.</p> - -<p>The Foundation's principal office is in Fairbanks, Alaska, with the -mailing address: PO Box 750175, Fairbanks, AK 99775, but its -volunteers and employees are scattered throughout numerous -locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt -Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up to -date contact information can be found at the Foundation's web site and -official page at www.gutenberg.org/contact</p> - -<p>For additional contact information:</p> - -<p> Dr. Gregory B. Newby<br /> - Chief Executive and Director<br /> - gbnewby@pglaf.org</p> - -<h3 class="pgx" title="">Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation</h3> - -<p>Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS.</p> - -<p>The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. We do not solicit donations in locations -where we have not received written confirmation of compliance. To SEND -DONATIONS or determine the status of compliance for any particular -state visit <a href="https://www.gutenberg.org/donate">www.gutenberg.org/donate</a>.</p> - -<p>While we cannot and do not solicit contributions from states where we -have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition -against accepting unsolicited donations from donors in such states who -approach us with offers to donate.</p> - -<p>International donations are gratefully accepted, but we cannot make -any statements concerning tax treatment of donations received from -outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.</p> - -<p>Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation -methods and addresses. Donations are accepted in a number of other -ways including checks, online payments and credit card donations. To -donate, please visit: www.gutenberg.org/donate</p> - -<h3 class="pgx" title="">Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic works.</h3> - -<p>Professor Michael S. Hart was the originator of the Project -Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be -freely shared with anyone. For forty years, he produced and -distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of -volunteer support.</p> - -<p>Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in -the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not -necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper -edition.</p> - -<p>Most people start at our Web site which has the main PG search -facility: www.gutenberg.org</p> - -<p>This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.</p> - -</body> -</html> - diff --git a/old/65815-h/images/cover.jpg b/old/65815-h/images/cover.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 491a9cc..0000000 --- a/old/65815-h/images/cover.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p119ilo.jpg b/old/65815-h/images/p119ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 5c80805..0000000 --- a/old/65815-h/images/p119ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p11ilo.jpg b/old/65815-h/images/p11ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 4b0707e..0000000 --- a/old/65815-h/images/p11ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p145ilo.jpg b/old/65815-h/images/p145ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 0dba728..0000000 --- a/old/65815-h/images/p145ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p163ilo.jpg b/old/65815-h/images/p163ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 8d77a1a..0000000 --- a/old/65815-h/images/p163ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p17ilo.jpg b/old/65815-h/images/p17ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 8aaf1c7..0000000 --- a/old/65815-h/images/p17ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p181ilo.jpg b/old/65815-h/images/p181ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 4b14447..0000000 --- a/old/65815-h/images/p181ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p211ilo.jpg b/old/65815-h/images/p211ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 7d57bdf..0000000 --- a/old/65815-h/images/p211ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p233ilo.jpg b/old/65815-h/images/p233ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 6ad95c2..0000000 --- a/old/65815-h/images/p233ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p245ilo.jpg b/old/65815-h/images/p245ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index a954ad0..0000000 --- a/old/65815-h/images/p245ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p253ilo.jpg b/old/65815-h/images/p253ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 0065187..0000000 --- a/old/65815-h/images/p253ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p277ilo.jpg b/old/65815-h/images/p277ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 93a8fc7..0000000 --- a/old/65815-h/images/p277ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p317ilo.jpg b/old/65815-h/images/p317ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 5ad5e2c..0000000 --- a/old/65815-h/images/p317ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p347ilo.jpg b/old/65815-h/images/p347ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 0efbfc2..0000000 --- a/old/65815-h/images/p347ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p371ilo.jpg b/old/65815-h/images/p371ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index eba8ffd..0000000 --- a/old/65815-h/images/p371ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p393ilo.jpg b/old/65815-h/images/p393ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index df9031b..0000000 --- a/old/65815-h/images/p393ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p431ilo.jpg b/old/65815-h/images/p431ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index ac95b93..0000000 --- a/old/65815-h/images/p431ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p439ilo.jpg b/old/65815-h/images/p439ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index ca7605c..0000000 --- a/old/65815-h/images/p439ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p443ilo.jpg b/old/65815-h/images/p443ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 8d8ba1a..0000000 --- a/old/65815-h/images/p443ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p445ilo.jpg b/old/65815-h/images/p445ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index db0d222..0000000 --- a/old/65815-h/images/p445ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p5ilo.jpg b/old/65815-h/images/p5ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 6494801..0000000 --- a/old/65815-h/images/p5ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p61ilo.jpg b/old/65815-h/images/p61ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 913c52c..0000000 --- a/old/65815-h/images/p61ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p95ilo.jpg b/old/65815-h/images/p95ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index ebdf593..0000000 --- a/old/65815-h/images/p95ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p98ilo.jpg b/old/65815-h/images/p98ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 069d5cc..0000000 --- a/old/65815-h/images/p98ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p99ilo.jpg b/old/65815-h/images/p99ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index ccf5872..0000000 --- a/old/65815-h/images/p99ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/p9ilo.jpg b/old/65815-h/images/p9ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 567b5d5..0000000 --- a/old/65815-h/images/p9ilo.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/65815-h/images/tpage_ilo.jpg b/old/65815-h/images/tpage_ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 7e539c7..0000000 --- a/old/65815-h/images/tpage_ilo.jpg +++ /dev/null |
