summaryrefslogtreecommitdiff
diff options
context:
space:
mode:
authornfenwick <nfenwick@pglaf.org>2025-01-24 23:53:17 -0800
committernfenwick <nfenwick@pglaf.org>2025-01-24 23:53:17 -0800
commitf14180db5ce96d52a7ade0c39af6b0051b15e7fc (patch)
treef6851da6114f649314f282e10728eda5fb4def8c
parentc26dbd18f428340266c1d7d6a414b3af653ce4f1 (diff)
NormalizeHEADmain
-rw-r--r--.gitattributes4
-rw-r--r--LICENSE.txt11
-rw-r--r--README.md2
-rw-r--r--old/69058-0.txt3168
-rw-r--r--old/69058-0.zipbin67886 -> 0 bytes
-rw-r--r--old/69058-h.zipbin248001 -> 0 bytes
-rw-r--r--old/69058-h/69058-h.htm3369
-rw-r--r--old/69058-h/images/colofon.pngbin3564 -> 0 bytes
-rw-r--r--old/69058-h/images/cover.jpgbin240476 -> 0 bytes
9 files changed, 17 insertions, 6537 deletions
diff --git a/.gitattributes b/.gitattributes
new file mode 100644
index 0000000..d7b82bc
--- /dev/null
+++ b/.gitattributes
@@ -0,0 +1,4 @@
+*.txt text eol=lf
+*.htm text eol=lf
+*.html text eol=lf
+*.md text eol=lf
diff --git a/LICENSE.txt b/LICENSE.txt
new file mode 100644
index 0000000..6312041
--- /dev/null
+++ b/LICENSE.txt
@@ -0,0 +1,11 @@
+This eBook, including all associated images, markup, improvements,
+metadata, and any other content or labor, has been confirmed to be
+in the PUBLIC DOMAIN IN THE UNITED STATES.
+
+Procedures for determining public domain status are described in
+the "Copyright How-To" at https://www.gutenberg.org.
+
+No investigation has been made concerning possible copyrights in
+jurisdictions other than the United States. Anyone seeking to utilize
+this eBook outside of the United States should confirm copyright
+status under the laws that apply to them.
diff --git a/README.md b/README.md
new file mode 100644
index 0000000..48c4dd1
--- /dev/null
+++ b/README.md
@@ -0,0 +1,2 @@
+Project Gutenberg (https://www.gutenberg.org) public repository for
+eBook #69058 (https://www.gutenberg.org/ebooks/69058)
diff --git a/old/69058-0.txt b/old/69058-0.txt
deleted file mode 100644
index e63b736..0000000
--- a/old/69058-0.txt
+++ /dev/null
@@ -1,3168 +0,0 @@
-The Project Gutenberg eBook of La raza, by Julián Sorel
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you
-will have to check the laws of the country where you are located before
-using this eBook.
-
-Title: La raza
- Descubridores
-
-Author: Julián Sorel
-
-Release Date: September 28, 2022 [eBook #69058]
-
-Language: Spanish
-
-Produced by: Adrian Mastronardi, Chuck Greif and the Online Distributed
- Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This file was
- produced from images generously made available by The
- Internet Archive/American Libraries.)
-
-*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK LA RAZA ***
-
-
-
-
-
- LA RAZA
-
- ES PROPIEDAD
- DERECHOS RESERVADOS
- PARA TODOS LOS PAÍSES
-
- COPYRIGHT BY
- RAFAEL CARO RAGGIO
- 1920
-
-
- Establecimiento tipográfico
-
- de Rafael Caro Raggio.
-
-
-
-
- JULIÁN SOREL
-
- LA RAZA
-
- DESCUBRIDORES
-
- RAFAEL CARO RAGGIO
- EDITOR
- MENDIZÁBAL, 34
- MADRID
-
-
-
-
-MARTÍN ALONSO PINZÓN
-
-Deshauciado Colón en la Corte, pasó--en compañía de su hijo Diego, al
-dirigirse a Huelva, donde vivía un cuñado suyo--, por el Convento de la
-Rábida, y llamando a sus puertas en solicitud de socorro, encontró en
-fray Pérez no sólo quien les diera hospitalidad y sustentación, sino
-quien escuchara y patrocinara los proyectos del descorazonado marino.
-
-A fray Juan le interesaron con viveza, porque, como religioso, no
-pensaba tanto en lo que habían de engrandecer los territorios de la
-corona de España como en los abundantísimos y excelentes frutos que
-habían de rendirle al catolicismo al extenderse su luz entre los
-moradores de los países que se descubrieran.
-
-Y comunicó la noticia de la llegada de Colón al convento a personas
-principales de Palos, para que acudiesen a enterarse de los planes del
-extranjero, y con el ánimo y la esperanza de buscarle admiradores.
-
-Aunque es en las postrimerías de su vida cuando se le ve a Colón
-subyugado por el misticismo, ya en el tiempo de sus primeras entrevistas
-con fray Juan aducía en apoyo de la viabilidad de sus ideas, juntamente
-con razonamientos científicos, y sobre ellos, razonamientos teológicos y
-textos y citas de libros sagrados; con lo que llegaban a la mayor
-intensidad los optimismos del ilustre fraile.
-
-En el Convento de la Rábida se congregaron Martín Alonso Pinzón, piloto
-acreditadísimo, y Garci-Fernández, médico del pueblo y versado en
-Cosmografía.
-
-En aquellas reuniones, Colón y Garci-Fernández representaban la ciencia;
-Martín Alonso, la práctica; y fray Juan Pérez, la fe, que siempre ha
-sido capaz de levantar montañas.
-
-En una celda de un monasterio de franciscanos, la fe, la ciencia y la
-experiencia se pusieron de acuerdo para trabajar por que no se
-malograra la realización de un pensamiento que contenía uno de los
-hechos más fecundos de la historia humana.
-
-Allí no tropezó Colón, como había tropezado en la Corte, con hombres
-hueros y envidiosos que le tuvieran por loco, le hicieran burla y le
-_volaran_ la palabra.
-
-El físico Garci-Fernández, en su declaración en el litigio entre el
-almirante mozo y el fiscal de Su Majestad, manifiesta que fray Juan
-Pérez, ex confesor de Doña Isabel, la escribió una carta, de la que fué
-portador Sebastián Rodríguez, piloto de Lepe, en la que la recomendaba
-las aspiraciones de don Cristóbal, y que se decidió que éste
-permaneciera en el monasterio hasta que se tuviera respuesta. Se recibió
-a los catorce días, y en ella encargaba Doña Isabel que el fraile se
-presentase en la Corte. Así lo hizo con prontitud fray Juan, cabalgando
-en un mulo.
-
-Por consecuencia de esta visita, la reina «envió veinte mil maravedís en
-florines, los cuales trujo Diego Prieto», vecino de Palos, «e los dió
-con una carta» a Garci-Fernández, que se los entregaría a Colón «para
-que se vistiese honestamente y mercase una bestezuela e pareciese ante
-S. A., e quel dicho Cristóbal Colón recibió los dichos veinte mil
-maravedís e partió ante S. A...»
-
-También Martín Alonso les escribió a los reyes en favor de Colón y de
-sus proyectos.
-
-Lo que no está comprobado es que le diera dinero para ir a la Corte,
-aunque el piloto _tenía bien lo que había menester en su casa_. El
-fiscal interrogó sobre este asunto a varias personas, y a excepción de
-Martín Núñez, que lo había oído, de Antonio Hernández Colmenero, sobrino
-de los Pinzones, que lo sabía igualmente de referencias, y de Arias
-Pérez, hijo de Martín Alonso, que contestó saberlo «por que se halló a
-todo», los demás afirmaron que ignoraban el contenido de la pregunta.
-
- * * * * *
-
-Las condiciones exigidas por Colón a los Reyes Católicos respecto a las
-mercedes, honores y privilegios que habían de concederle en el caso de
-que encontrara lo que prometía, no fueron aceptadas, y el futuro
-almirante abandonó el real sitio de Santa Fe.
-
-Luis de Santángel y el cardenal Mendoza le manifestaron a la reina cuán
-sensible les parecía que no se hubiera llegado con él a una
-inteligencia, porque si los descubrimientos no se realizaran, nada
-habría que darle, y, en el caso contrario, todas sus reclamaciones
-serían de muy poco valor en comparación con las ventajas y las honras
-que alcanzarían España, sus monarcas y el catolicismo.
-
-Doña Isabel se dió por convencida, y de orden suya se partió en busca de
-don Cristóbal, para que regresara a Santa Fe, donde las capitulaciones
-serían, desde luego, suscritas en los términos que tenía demandados.
-
-Y lo fueron el 17 de abril de 1492. Se le hace a Colón almirante de las
-islas que por su mano e industria se descubrieren y ganaren, pudiendo
-transmitir el cargo a sus herederos y sucesores, de uno en otro,
-perpetuamente, con las preeminencias y prerrogativas a él anejas; se le
-nombra virrey y gobernador de dichas islas y tierras, para cuyo buen
-regimiento será elegida una persona, de tres que proponga por cada
-oficio; le corresponderá la décima parte de las perlas y piedras
-preciosas, oro, plata, especias y cuanto se hallase, comprase, trocase o
-conquistase dentro de los límites de su almirantazgo; conocerá como juez
-en los pleitos que pudieran surgir sobre tales objetos; y en las
-empresas que se acometieran para su trato y negociación tendrá derecho a
-la octava parte de los beneficios, contribuyendo con la octava de los
-gastos de las armadas.
-
-El título de almirante, virrey y gobernador a favor de Colón fué
-expedido en Granada, en 30 de abril del mismo año.
-
-De idéntica fecha es una provisión para que los vecinos de Palos le
-suministren dos carabelas y la gente necesaria para las tripulaciones.
-Por faltas que habían cometido estaban obligados a facilitarlas, durante
-dos meses, cuando se les ordenara.
-
- * * * * *
-
-El 23 de mayo, Colón, acompañado por fray Juan, se presentó con esta
-cédula a los alcaldes y regidores de aquel pueblo. El 20 de junio, los
-reyes, viéndola incumplida, dictaron sobrecartas para que el contino
-Juan de Peñalosa obligase a la entrega de las carabelas, que habían de
-ser escogidas por don Cristóbal. A fin de asegurar la observancia de
-estos preceptos, le escribieron al conde de Cifuentes que pusiera a
-disposición de Juan de Cepeda, trinchante de la casa real, la fortaleza
-de Palos.
-
-No encontraba el gran marino quien quisiera acompañarle en su viaje, y
-tuvo necesidad de suplicarles a los reyes que concedieran libertad a los
-presidiarios que se embarcasen con él. Y así fué acordado. «Diz que es
-necesario dar seguro a las personas que con él fuesen..., e por su parte
-nos fué suplicado que se lo mandásemos dar..., e Nos tuvímoslo por bien.
-E por la presente damos seguro a todas e cualesquier personas que fueren
-en las dichas carabelas con el dicho Cristóbal Colón..., para que no les
-sea fecho mal ni daño, ni desaguisado alguno en sus personas ni bienes,
-ni en cosa alguna de lo suyo por razón de ningún delito que hayan fecho
-ni cometido fasta el día de la fecha desta nuestra Carta e durante el
-tiempo que fueren o estuvieren allá con la venida a sus casas e dos
-meses después.» A pesar de esta cédula, los presidiarios se negaron a
-embarcarse.
-
-Los reyes no le habían dado a Colón, con destino a los gastos de la
-Armada, mas que un cuento de maravedís que les prestó Luis de Santángel.
-Martín Alonso le proporcionó medio cuento, o se lo facilitaron entre él
-y sus hermanos Vicente y Francisco.
-
-Los Pinzones sustituyeron por otras aceptables las naves embargadas. Y
-como se aprestaran a acompañar a don Cristóbal en su viaje, y lo
-hicieron público en Palos y en los pueblos limítrofes, se concluyeron
-las imposibilidades para el reclutamiento de tripulaciones, y apenas
-hubo quien se negara a formar parte de ellas; antes por el contrario, lo
-deseaban todos o casi todos.
-
-Oigamos, acerca de estos hechos, a personas que los presenciaron y a
-historiadores contemporáneos de ellos.
-
-En los pleitos habidos entre don Diego Colón y la Corona, varios
-testigos declaran que «Martín Alonso traía tanta diligencia en allegar
-la gente e animalla como si para él e para sus hijos hobiera de ser lo
-que se descubriese. A unos decía que saldrían de miseria; a otros, que
-hallarían casas con tejas de oro; a quién, brindaba con buena ventura;
-teniendo para cada cual halago y dinero, e con esto e con llevar
-confianza en él, se fué mucha gente de las villas».
-
-Fray Bartolomé de las Casas, en su _Historia apologética de las Indias_,
-refiere que Colón, una vez firmadas las capitulaciones con los reyes,
-marchó de Santa Fe a Palos, por haber allí «buenos y cursados hombres de
-la mar» y que en aquel puerto se entendió con los hermanos Pinzones, y
-especialmente con Martín Alonso, «que era el principal y más rico y
-honrado, a los cuales casi todos los de la villa se acostaban e acogían,
-por ser más ricos y más emparentados». Añade las Casas que, según sus
-noticias, Martín Alonso le había prestado a Colón medio cuento de
-maravedís.
-
-Noventa hombres deseaba don Cristóbal para lanzarse a la mar, y Martín
-le hizo con más de ciento veinte, la mayoría de Palos, algunos de
-Moguer, Huelva, Niebla y Ayamonte, y unos pocos, los menos, de otras
-regiones.
-
-Entre los individuos que acompañaron a Colón en su primer viaje
-figuraron, además de los tres Pinzones, Juan de la Cosa, los hermanos
-Niño, Cristóbal Guerra, Alonso de Ojeda y Diego de Lepe.
-
-En cuanto a las naves, Martín Alonso deshizo las que, de orden de los
-reyes, habían sido embargadas, y aprovechó sus mejores materiales para
-las que habían de sustituírlas. Una de éstas, la _Niña_, había sido
-construída por Francisco Martín, el menor de los Pinzones, y era de su
-propiedad. A otra, llamada la _Gallega_, le cambió el nombre por el de
-_Santa María_, y la destinó para capitana. La _Pinta_, unos afirman que
-era de las embargadas, y otros, que pertenecía a Martín Alonso. Hay
-quienes tienen por dueño de una de estas tres embarcaciones a Juan de la
-Cosa.
-
-Una prueba del fundamental apoyo concedido a don Cristóbal por Martín y
-por sus hermanos es el silencio en que don Fernando Colón, al escribir
-la historia de su padre, incurre acerca de este asunto interesantísimo.
-Era imposible que ignorara lo que todo el mundo sabía; antes bien, tan
-enterado debía estar de lo sucedido, que, por lo mismo, resolvería
-callar, temiendo que, si hablaba, se rebajaría la gloria de su
-progenitor; con lo cual demostró que, en vez de hacer historia, escribía
-panegíricos y que, a pesar de su clara inteligencia y de su erudición,
-no comprendió que, confesando hasta con prolijidad todo lo relativo al
-auxilio de los Pinzones, quedarían por encima de las de éstos la figura
-y la reputación de don Cristóbal. Al decir de don Fernando, «el
-Almirante, concluída su capitulación, salió de Granada, fué a Palos,
-donde le entregaron dos carabelas y otro navío, que armó con la mayor
-solicitud y diligencia, y provistas las tres naves de todo lo necesario,
-se hizo a la vela el 3 de agosto».
-
- * * * * *
-
-Martín Alonso gozaba de una fama muy merecida de marino inteligente y
-experto. En su tiempo, nadie le aventajaba ni le igualaba en su tierra
-ni en toda la costa andaluza como hombre de mar. Había navegado hasta
-el golfo de Guinea y, por el _mare nostrum_, hasta el reino de Nápoles.
-Sentía inclinación por los estudios cosmográficos, deseando añadir a sus
-experiencias conocimientos teóricos.
-
-Fernández Duro, en su libro _Pinzón_, y Castelar, en su _Historia del
-descubrimiento de América_, dan por averiguado que, hallándose en Roma,
-acrecentó su cultura examinando escritos, copiando mapas y tomando
-apuntes en la biblioteca vaticana, para lo que le aprovechó la amistad
-que le unía al archivero de Inocencio VIII.
-
-En los autos del pleito entre don Diego Colón y el fiscal de Su
-Majestad, varios testigos hacen manifestaciones sobre la estancia de
-Martín en la capital del orbe católico y sobre sus estudios en la
-biblioteca del papa.
-
-Arias Pérez, hijo de Martín Alonso, declara que él estuvo en aquella
-ciudad con mercaderías de su padre, que éste se encontraba a la sazón
-allí, que tenía conocimiento con un familiar del pontífice, «grande
-cosmógrafo» y poseedor de «muchas y largas escrituras», que le enseñó a
-Martín y a su hijo un mapamundi, y que en él fueron informados de la
-existencia de las tierras cuyo descubrimiento trataba de adjudicarse a
-Colón.
-
-Estas y otras declaraciones análogas fueron producto de la parcialidad y
-debieron ser promovidas por el fiscal, que estaba interesado para ver de
-contrarrestar las pretensiones de don Diego en rebajar los méritos de su
-padre.
-
-Es natural que les halagaran a los herederos, parientes, deudos y amigos
-de Martín Alonso, y que las contestasen afirmativamente preguntas como
-ésta: «Si saben que cuando el Almirante fué a descubrir aquellas partes,
-Martín Alonso Pinzón, vecino de Palos, estaba para ir a las descubrir a
-su costa, con dos navíos suyos, e tenía noticia cierta y escrituras de
-la tierra, las cuales había habido en Roma, en la librería del Papa
-Inocencio VIII, en aquel año que había venido de Roma, e había puesto
-en plática de las ir a descubrir e lo aliñaba».
-
-Es de creer que Martín Alonso aumentara y ensanchara en la biblioteca
-ponticia sus ideas y sus horizontes como cosmógrafo. A Inocencio VIII le
-gustaban esos estudios, y no es extraño que tuviera en su librería
-abundancia de cartas y papeles marítimos.
-
-Lo inadmisible es que allí viese, en un mapamundi, las tierras
-americanas antes de ofrecerles Colón a los Reyes Católicos su hallazgo;
-que hubiera estado a punto de proponerles su descubrimiento con
-anterioridad al gran Almirante y que éste debiera a sus conferencias con
-el mayor de los Pinzones: la seguridad que tenía de encontrar, navegando
-al oeste, países desconocidos hasta entonces.
-
-De ser cierto que Martín Alonso creyera que existían y que no era
-imposible llegar a ellos, lo que invirtió en favorecer a Colón debió
-emplearlo en favorecerse a sí mismo. Siendo español, afamado piloto,
-rico e influyente, no le hubieran surgido tantas dificultades como a
-Colón, extranjero y pobre.
-
-Lo del fantástico mapa de la biblioteca del pontífice demuestra, si bien
-se considera, que, sin la ayuda del mayor de los Pinzones, nada hubiera
-podido descubrirse. Don Martín Fernández de Navarrete opina que fué un
-ardid de fray Juan Pérez y de Cristóbal Colón, y que lo pusieron en
-conocimiento de Martín Alonso para que lo utilizase en convencer con más
-facilidad a los reacios a ir en la armada. Don Cristóbal se había
-reconocido incapaz de atraérselos, y estando el asunto en manos de
-Martín, entre aquél y fray Juan buscaban argumentos que ofrecerle al
-piloto como refuerzo de los que a él se le ocurrieran. Ya que era
-público que había estado en Roma, debía decirles que allí se había
-convencido, en la librería del Vicario de Jesucristo, de la existencia
-de las tierras, a cuya busca se les invitaba. Si añadía al influjo de su
-posición y renombre consideraciones de cierto barniz religioso, como la
-propuesta, difícilmente habría quien se negara a sus instancias.
-
-Colón era hombre erudito, por lo menos en las materias que pudieran
-aclarar sus proyectos y afirmarle en el propósito de realizarlos. Además
-de las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres, había leído trabajos
-de Aristóteles, Estrabón, Julio César, Séneca, Plinio, Tolomeo, Solino,
-San Isidoro, Alfonso X el Sabio, Averroes, Escoto, el cardenal Pedro de
-Heliaco, Juan Charlier de Gerson, el Pontífice Pío II, Regiomontano,
-Pablo Toscanelli, Nicolás de Conti, y otros, como Marco Polo, cuyo libro
-de viajes era tan estimado por don Cristóbal, que lo llevaba a bordo.
-
- * * * * *
-
-Para aumentar la gloria de Colón, que no necesita de aumentos, pues
-tiene bastante con su propio tamaño, se ha querido pintar a los
-marineros de Palos como a hombres que se amedrentaban y encogían ante
-ciertos fenómenos.
-
-A don Fernando Colón le corresponde una parte no escasa en la forja de
-esa leyenda. Asegura que las tripulaciones de su padre se espantaron
-viendo, al pasar de noche por las inmediaciones de Tenerife, las llamas
-del volcán de la isla.
-
-Desde principios del siglo XII, los castellanos, los gallegos, los
-vizcaínos y los aragoneses venían saliendo de los puertos andaluces para
-ir a las islas _Afortunadas_ y avanzar en el descubrimiento de la costa
-africana.
-
-En cuanto a los marineros de Palos, fueron de los que llevaron a cabo
-expediciones más dilatadas y peligrosas en aquellas centurias.
-
-Si, pues, estaban hechos desde antiguo a pasar por las Canarias, ya
-habrían visto las llamas del volcán y, al volver a verlas, les
-admirarían sin espantarles.
-
-Nada dice Colón de tal pavor en su _Diario_: «_Jueves 9 de agosto._
-Hasta el domingo en la noche no pudo el almirante tomar la Gomera, y
-Martín Alonso quedóse en aquella costa de Gran Canaria..., y al cabo
-vinieron a la Gomera. Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de
-Tenerife, que es muy alta».
-
- * * * * *
-
-Todavía está muy generalizada la creencia de que en la nave de Colón
-estalló un tremendo motín contra el Almirante para obligarle a que se
-volviera a España, y que ese motín fué promovido y atizado por los
-hermanos Pinzones.
-
-Es una de las mil fantasías puestas en circulación por los obstinados en
-presentar al eximio descubridor como un mártir, a cuya cabeza le
-brotaban por doquiera las espinas de las persecuciones.
-
-Tan irreflexivos panegiristas, más impulsados quizá por la pasión
-política que por el sentimiento religioso, han pretendido la
-canonización de don Cristóbal, y en su deseo de conseguirla han
-falseado la historia atribuyéndole perfecciones imaginarias--aunque
-tuviera otras reales--y rodeándole de circunstancias y vicisitudes de
-que no precisaba para su grandeza.
-
-De creer a los propagadores de estas fábulas, el motín a bordo fué
-verdaderamente monumental, extrordinariamente espeluznante, y sirvió, no
-para hacer desistir a Colón de sus propósitos, sino para revelar las
-formidables condiciones de energía de que estaba dotado.
-
-De haber ocurrido tan graves acontecimientos, el almirante lo hubiera
-consignado en su _Diario_. Sin embargo, he aquí sus palabras: «_Sábado
-22 de septiembre._ Mucho me fué necesario este viento contrario porque
-mi gente andaban muy estimulados, que pensaban que no ventaban estos
-mares vientos para volver a España». «Aquí--dice el padre las
-Casas--comienza a murmurar la gente del largo viaje». «_Domingo 23 de
-septiembre._ Como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gente
-diciendo: que pues por allí no había mar grande, que nunca ventaría
-para volver a España». «_Miércoles 10 de octubre._ Aquí la gente ya no
-lo podía sufrir; quejábase del largo viaje; pero el Almirante los
-esforzó lo mejor que pudo dándoles buena esperanza de los provechos que
-podrían haber. Y añadía que por demás era quejarse, pues que él había
-venido a las Indias y que así lo había de proseguir hasta hallarlas con
-la ayuda de nuestro Señor».
-
-Wáshington Irving, Alfonso de Lamartine y Roselly de Lorgues extremaron
-la nota hasta donde no se atrevió a llegar don Fernando Colón, quien
-asegura que «no faltaron algunos que decían que para quitar contiendas
-lo echasen (al almirante) en el mar, si no desistía de su intento,
-publicando después que él se había caído estando mirando las estrellas y
-las señales»; pero no se refiere a motines, sino a murmuraciones
-conocidas, sofocadas y extinguidas por don Cristóbal.
-
-No hubo motín, hubo habladurías, y Martín Alonso fué ajeno a ellas.
-Cuantas veces llegaron a su noticia, lejos de fomentarlas, le aconsejó
-a Colón, con energía, que las castigara, y le animó a seguir ADELANTE.
-
- * * * * *
-
-El jueves 11 de octubre de 1492, «a las dos horas y media después de
-media noche», se vió tierra desde la carabela de Martín Alonso. En esto
-fué más afortunado que Colón el piloto de Palos. De la _Pinta_, no de la
-_Santa María_, salió la alborozadora exclamación, que, por fin,
-convertía en realidad tantísimos sueños y tantísimas esperanzas. «Y
-porque la carabela _Pinta_ iba delante del almirante--dice don Cristóbal
-en su _Diario_--, halló tierra e hizo las señas que el almirante había
-mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de
-Triana».
-
-Le cuesta trabajo a Colón reconocer que no fué él quien se adelantó a
-los demás en ver la isla de Guanahaní. Aun incurriendo en
-contradicciones, no quiere desprenderse por completo de tal honra. El
-almirante, «a las diez de la noche (del jueves 11 de octubre), estando
-en el castillo de popa, vido lumbre, aunque fué cosa tan cerrada que no
-quiso afirmar que fuese tierra... Pero... tuvo por cierto estar junto a
-tierra».
-
-Es muy extraño que tuviera por cierto estar junto a tierra y no lo
-quisiera afirmar, lo que demuestra que lo tuvo por muy dudoso. De no
-haber sido así, se hubiera apresurado a mandar hacer las
-correspondientes señales. Cuando lo tuvo por cierto fué cuando salió de
-la _Pinta_ el anhelado grito.
-
-Y quien lo lanzó no fué Rodrigo de Triana, sino Juan Rodríguez Bermejo,
-a no ser que Colón entendiese Rodrigo por un Rodríguez a quien hubiera
-conocido en Triana, en cuyo caso, a pesar de la dualidad de
-denominaciones, se trataría del mismo sujeto.
-
-En 1.º de octubre de 1515, Francisco García Vallejo, vecino de Moguer,
-que había sido marinero de la carabela _Pinta_ e iba en ella al
-descubrirse el Nuevo Mundo, contesta a la pregunta décimoquinta del
-interrogatorio del fiscal de la Corte en el pleito entre ésta y el
-primogénito de don Cristóbal: «... aquel jueves en la noche aclaró la
-luna, e un marinero del dicho navío de Martín Alonso Pinzón, que se
-decía Juan Rodríguez Bermejo, vecino de Molinos, de tierra de Sevilla,
-como la luna aclaró, vido una cabeza blanca, de arena, e alzó los ojos e
-vido la tierra, e luego arremetió con una lombarda e dió un trueno
-_tierra, tierra_, e retuvieron a los navíos fasta que vino el día,
-viernes 12 de octubre».
-
-Escribe Colón que «al que le dijese primero que veía tierra le daría
-luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los reyes habían
-prometido, que eran diez mil maravedís de juro».
-
-Según Gonzalo Fernández de Oviedo, al volver a España el marinero de la
-_Pinta_ que descubrió la isla de Guanahaní, no se le concedieron las
-albricias que por ello le eran debidas, y despechado se marchó a Africa
-y renegó de la fe católica.
-
-En cambio Don Fernando y Doña Isabel, por albalá fechado en Barcelona a
-23 de mayo de 1493, le hacen la merced al almirante don Cristóbal Colón
-de diez mil maravedís anuales durante su vida, «porque el dicho
-almirante... ha descubierto primero que otro alguno la tierra de las
-dichas Islas, y somos ciertos y certificados que él fué el primero que
-vió e descubrió las dichas islas».
-
-Del jubón de seda nada dice este documento. Debió quedarse con él don
-Cristóbal, que le llevaba en la _Santa María_. Los reyes estaban ciertos
-y certificados de que el primero que vió tierra fué el Almirante. Sería
-Colón quien les diera e infundiera tan peregrinas certificaciones y
-certidumbres.
-
-Ya que no se recompensara a Juan Rodríguez Bermejo, debieron
-concedérseles los diez mil maravedís anuales y vitalicios a los
-herederos de Martín Alonso.
-
-Don Cristóbal no era tan justo como han sostenido sus defensores y
-aclamadores a todo trance. Y la iniquidad no deja de informar algunas
-veces los actos de los soberanos más ensalzados por sus virtudes.
-
-Martín Alonso, con su pericia y con su buen sentido, cualidades que, en
-ciertos casos, pueden valer y valen más que las teorías y las
-elucubraciones empingorotadas, fué la causa de que el descubrimiento de
-América se anticipase.
-
-Sin los consejos del célebre piloto en cuanto a la ruta que debía
-seguirse, el hallazgo del Nuevo Mundo se hubiera retrasado, no se
-hubiera dado con él por las islas Lucayas, sino por otra parte más
-remota, luego de esfuerzos y contratiempos sobre los ya sufridos, o lo
-que es más seguro, hubiera fracasado la empresa.
-
-Relativamente a este extremo fueron interrogados algunos testigos en el
-pleito entre don Diego Colón y la Corona, «si sabían que el dicho
-almirante le preguntó que si le parecía que fuesen aquel camino, e que
-el dicho Martín Alonso le dijo que no, que muchas veces se lo había
-dicho que no iban bien, que tornasen la cuarta de sudueste e que darían
-en tierra más aína; e quel dicho almirante le respondió: pues hagámoslo
-así; e luego mudó la vía por industria y parecer del dicho Martín Alonso
-Pinzón, el cual era en aquel tiempo hombre muy sabido en las cosas de la
-mar».
-
-Las contestaciones de los testigos fueron afirmativas. Todos, menos uno,
-hablan por referencias: pero la declaración de Francisco García Vallejo,
-que había estado en la armada y presenciado lo sucedido, es
-incontrovertible: «Sabe e vido que dijo Martín Alonso Pinzón el dicho
-viaje: señor; mi parecer es y el corazón me da que si descargamos sobre
-el sudueste, que hallaremos más aína tierra, y que entonces le respondió
-el dicho Almirante don Cristóbal Colón: pues sea así, Martín Alonso,
-hagámoslo así, e que luego, por lo que dijo Martín Alonso, porque era
-hombre muy sabido en las cosas de la mar, se tomó el dicho acuerdo, e
-que lo sabe porque se halló presente».
-
-Ninguna prueba superior para el esclarecimiento de este asunto, a las
-confesiones de Colón en su _Diario_: El sábado 6 de octubre, le indicó
-Martín a don Cristóbal «que sería bien navegar a la cuarta del oueste, a
-la parte del sudueste, y al Almirante pareció que no decía esto Martín
-Alonso por la isla de _Cipango_, y el Almirante veía que, si la erraban,
-que no pudieran tan pronto tomar tierra, y que era mejor una vez ir a la
-tierra firme y después a las islas».
-
-Desatendió Colón las indicaciones del capitán de la _Pinta_, y siguió
-navegando al oeste; mas el domingo 7 de octubre «acordó dejar el camino
-del oueste y poner la proa hacia ouesudueste, con determinación de andar
-dos días por aquella vía».
-
-No dos días anduvo por ella, sino hasta descubrir tierra hasta arriba,
-en la madrugada del 12 de dicho mes, en la isla de Guanahaní, o sea al
-poco tiempo de haber puesto en práctica las recomendaciones de Martín
-Alonso, sobre la variación de itinerario.
-
- * * * * *
-
-En el regreso a España, Martín Alonso hizo gala de una pericia naútica y
-una prudencia superiores a las de Colón.
-
-La _Santa María_ había naufragado en los bajos de Maití, por
-negligencia, por confianza o por sueño del Almirante y de la gente de la
-nave, estando muy tranquila la mar, y emprendieron el viaje de vuelta la
-_Niña_, mandada por don Cristóbal, y la _Pinta_, a las órdenes de Martín
-Alonso.
-
-Esta última se hallaba en deplorable estado. Así lo reconoce don
-Cristóbal: «Esperaban muchas veces a la carabela _Pinta_, porque andaba
-mal de la bolina, porque se ayudaba poco de la mezana, por el mástil no
-ser bueno».
-
-En el _Diario_ no se consignan las imperfecciones de la carabela de
-Martín Alonso para elogiarle, sino para combatirle. «Si el capitán
-della... tuviera tanto cuidado de proveerse de un buen mástil en las
-Indias, donde tantos y tales había, como fué cudicioso de se apartar dél
-pensando de hinchir el navío de oro, él se lo pusiera bueno».
-
-De aquí resultaría que a Pinzón no se le ocurrió sustituír el mástil que
-tenía roto su barco, y que el almirante sí se le ocurrió y pudo haberlo
-sustituído por otro de buenísima calidad; pero no quiso hacerlo por
-vengarse de la _cudicia de oro_ de Martín Alonso. De modo que si muchas
-veces había que esperar a éste, era, en gran parte, a causa de las
-venganzas de don Cristóbal.
-
-Del 11 al 12 de febrero de 1493, sorprende a los navíos una horrísona
-tempestad. Además, hacían agua por todas partes--carcomida su tablazón
-por los microbios del Trópico--y tampoco llevaban lastre. El 14 por la
-noche arreciaron los vientos, que arrancaron y alejaron a la _Pinta_ de
-la _Niña_, habiendo aquélla desaparecido por completo de la vista de la
-capitana en la madrugada del 15.
-
-Desde entonces, cada carabela hace la navegación para el retorno con
-independencia de la otra.
-
-El 18 arriba la _Niña_ a la isla _Santa María_, del grupo de las Azores.
-Había allí, a orillas del mar, una pequeña casa a manera de ermita, y
-dispuso Colón, en cumplimiento de votos hechos con motivo del temporal,
-que bajase a ella, en camisa, la mitad de su gente. Cuando estaban en
-sus rezos, los isleños, unos a caballo y otros a pie, y mandados por el
-capitán Juan de Castañeda, cayeron sobre los romeros y los apresaron.
-
-Castelar escribe que le fueron devueltos al almirante; mas esto debió
-soñarlo el preclarísimo tribuno, en cuyos trabajos históricos se mezclan
-las investigaciones serias, las intuiciones maravillosas, las
-grandilocuencias de estilo y las invenciones injustificadas.
-
-Lo que consta en el _Diario_ es que Colón estuvo a punto de caer también
-en poder de los portugueses.
-
-El 4 de marzo llegó la _Niña_ a la roca de Cintra. El rey de Portugal se
-hallaba en Belem, y Colón le escribió pidiéndole permiso para ir a
-Lisboa. El monarca le mandó a llamar a su residencia, por medio de don
-Martín de Moroña, y le agasajó mucho, sentándole a su mesa y haciendo
-que le guardasen las mayores consideraciones los principales nobles;
-pero a Don Juan II le molestaron, aunque aparentase que le cautivaban,
-los descubrimientos y las relaciones de Colón, y ni siquiera lo supo
-aparentar cabalmente, porque le dijo que aquellas conquistas, en virtud
-de capitulaciones con Castilla y de pontificios decretos, le pertenecían
-a él.
-
-Don Cristóbal le refirió con tal afectación sus hallazgos, que don Juan
-llegó a pensar si aquella manera de referir no sería más bien una
-especie de venganza por no haber aceptado sus proyectos cuando le
-brindara con ellos. Y habiendo oído a los del Consejo real, unos
-dictaminaron que el almirante debía ser condenado a muerte por haber
-engañado a los soberanos españoles, induciéndoles a invadir ajenos
-dominios, y otros, que lo más cortés y lo más hábil era ser hospitalario
-con los súbditos extranjeros y apoderarse de los descubrimientos de
-Colón calladamente y por la fuerza.
-
-Martín Alonso, a pesar del mal estado de su nave, hizo el regreso sin
-tocar en territorios portugueses y encaminándose y arribando a España.
-
- * * * * *
-
-Wáshington Irving y Roselly de Lorgues pusieron en circulación que
-Martín Alonso, desde el puerto de Bayona, en Galicia, les escribió a los
-reyes dándoles cuenta del descubrimiento de América y apropiándose la
-gloria de haberlo realizado.
-
-Nadie ha podido dar con la carta en archivos públicos ni particulares.
-Es muy probable que la escribiese, y aun pudiera añadirse, aumentando
-los grados de la probabilidad, que era deber de Pinzón no dejar de
-escribirla. En cuanto a que intentara atribuírse todos los honores del
-hallazgo del Nuevo Mundo, hay testimonios que demuestran que no tuvo
-inconveniente en pregonar los merecimientos de don Cristóbal. Juan de
-Aragón, vecino de Moguer, que halló en el mar a la _Pinta_, cerca de
-Palos, declaró en el pleito entre don Diego Colón y el fiscal regio: «Un
-Martín Alonso Pinzón dijo a este testigo y a los demás que don Cristóbal
-Colón y Juan Niño y sus hermanos y parientes habían descubierto Indias».
-Pedro Enríquez, vecino de Palos, visitó la _Pinta_ en Bayona, «e este
-testigo vido los indios que traían de la isla de Guanahaní, e le dijeron
-que el almirante había descubierto las Indias..., e este testigo hobo al
-presente cuatro pesos de oro, que le dió el contramaestre».
-
-Si hubiera dicho en la carta que Colón había perecido, nada de
-particular tendría que así lo creyera, careciendo de noticias suyas
-desde hacía mucho tiempo.
-
-En lo que más empeño ponen ciertos escritores, para agigantar hasta lo
-inconmensurable la figura de don Cristóbal, es en hacer constar que
-Pinzón les pedía a don Fernando y a doña Isabel que le recibieran, y que
-se negaron a ello. La parcialidad de don Fernando Colón asegura que le
-contestaron que no compareciese a su presencia sino en compañía del
-almirante, y que esta respuesta le produjo tanto pesar que «cayó enfermo
-y se dirigió a Palos».
-
-Pinzón no hubiera tenido necesidad de especial permiso para presentarse
-ante la Corte, porque no desempeñaba ningún cargo de real nombramiento.
-Y si en la epístola del ilustre piloto se hubieran ocultado los
-servicios y méritos de don Cristóbal como descubridor, los historiadores
-y cronistas de la época, en los que nada se encuentra sobre tales
-negativas, las hubieran tratado y comentado con viveza, porque no
-hubieran podido menos de causar hondísima sensación.
-
-Ni se negó la Corte a recibirle, ni enfermó, ni murió de amargura por la
-repulsa. Pedro Arias, Alonso Vélez y otros testigos afirman que estando
-Martín Alonso para ir a hacer relación a Sus Altezas, murió del mal que
-traía. Y Diego Rodríguez Colmenero vió «que la reina doña Isabel mandó
-un mensajero que fuese Martín Alonso ante ella para informarla, y cuando
-el mensajero vino era fallecido». «Murió del mal que traía», del que le
-habían producido los rudísimos trabajos del viaje al Nuevo Mundo, y
-especialmente los del regreso a España.
-
-Se le dió sepultura en el Convento de la Rábida.
-
-Por su valor, porque sin su colaboración no se hubiera hecho entonces el
-descubrimiento de América, y por sus excepcionales dotes de marino,
-puestas de relieve en diversidad de ocasiones, y sobre todo en la
-inmortal empresa, bien merecía que las musas le hubieran ensalzado y
-llorado, que los ingenios de aquellos días heroicos hubieran prorrumpido
-en profundas lamentaciones y ceñídole a su memoria las coronas de
-laureles eternos que la posteridad le ha hecho ya la justicia de
-consagrarle.
-
- * * * * *
-
-Martín Alonso dejó cuatro hijos y una hija. Dos de aquéllos, Arias
-Pérez, que era el mayor, y Diego Fernández, fueron muy arriesgados y
-hábiles marineros y acompañaron a su tío Vicente Yáñez Pinzón en el
-famoso viaje en que descubrió el Brasil.
-
-La hija estaba demente. En 1503, Arias Pérez se dirigió al rey dándole
-cuenta de que la muchacha padecía de gota coral y de que la tenía en su
-casa desde hacía cinco años, y solicitando que, pues no podía sufrir más
-las impertinencias y los disgustos debidos a su enfermedad, se obligara
-a cada uno de los otros hermanos a que la soportaran tanto tiempo como
-él lo había hecho, y que, si se negaban a ello, se entendiese que
-renunciaban a la parte que al fallecimiento de la pobre loca pudiera
-corresponderle de los bienes que había heredado de su padre. «E
-Nos--contestaba Fernando V a estas reclamaciones--tuvímoslo por bien».
-
-El primogénito de Martín Alonso estaba cansado de su hermana; los demás
-no querían aguantarla, y por eso las demandas de Arias a la majestad
-real.
-
-Si los de su sangre la rechazaban, los extraños no la iban a recoger.
-Los obligados a protegerla no tenían que castigar sus patrimonios para
-los gastos de su sustentación y cuidado. Ella contaba con hacienda
-propia. Y ni aun así la aceptaban. Tenía, la infeliz, destemplada la
-armonía del entendimiento. Y tenían sus hermanos destemplada la armonía
-del corazón.
-
-Son verdaderamente tristes la infelicidad de la hija y el egoísmo de los
-hijos de Martín Alonso.
-
- * * * * *
-
-Don Cristóbal, sin la ayuda que en dinero, hombres y buques le
-proporcionaron Martín Alonso y sus hermanos, no hubiera podido emprender
-su viaje, ni descubrir el Nuevo Mundo.
-
-La contribución de los Pinzones a la empresa, ¿sería completamente
-desinteresada?
-
-Las pretensiones de Colón para en el caso de encontrar los territorios
-con que soñaba motivaron el que no pudiera entenderse con el rey de
-Portugal y estuvieron a punto de darle idéntico negativo resultado con
-los Reyes Católicos.
-
-Casábase en su espíritu la idealidad con los cálculos y los apetitos.
-
-Y los Pinzones, ¿serían tan altruístas que tomasen parte en la
-expedición sin ninguna mira material, románticamente, nada más que por
-hacerse famosos?
-
-Martín Alonso, a juzgar por el testimonio de sus contemporáneos, «era
-hombre de gran corazón, que trabajaba de hacer lo que otro no pudiese,
-porque de ello hobiese memoria»; pero, por grandes que fueran sus ansias
-de renombre, nadie se mueve sino por su interés y utilidad, como apunta
-el padre las Casas, refiriéndose a esta cuestión, en su _Historia
-apologética de las Indias_.
-
-No existen documentos en los que se consignen tratos entre Colón y
-Martín Alonso; lo que no obsta para que sea muy humano y muy verosímil
-que los hubiera y que los otorgasen verbalmente. Tampoco es imposible,
-ni improbable, que los consignaran por escrito y que éste se perdiera.
-
-Las Casas indica que era general la creencia de que Colón le había
-ofrecido al piloto la mitad de las honras y de los provechos que
-consiguiese, y aunque opina el insigne historiador que hubo promesas,
-no se explica que siendo Martín hombre avisado no le hubiera pedido al
-almirante aseguranza formal de ellas, y le extraña que, habiendo
-conocido y tratado al capitán de la _Niña_, nunca le hubiera oído nada
-de esos convenios, y que los herederos de su hermano mayor no hubieran
-reclamado judicialmente su cumplimiento.
-
-Es chocante el silencio de Vicente Yáñez. Respecto al pleito, fué
-interpuesto después. En cuanto a la escritura, hubiera sido ineficaz en
-lo relativo a los honores, sin el consentimiento y la aprobación de los
-reyes. Ahora bien; pudieron otorgarla, por lo tocante a las utilidades,
-y ajustar lo demás de palabra, para legalizarlo, con la regia venia, en
-ocasión oportuna.
-
-De los testigos del pleito, Francisco Medel oyó que Colón le había
-prometido a Martín Alonso _cuanto pidiese y quisiere_, si le acompañaba;
-Alonso Gallego _oyó también que partiría con él como hermano_ todo lo
-que ganase, y Diego Fernández Colmenero afirma que _le prometía la
-mitad de todo el interés de la honra y del provecho_.
-
- * * * * *
-
-Colón no les ofreció a los Reyes Católicos descubrir un nuevo mundo,
-sino encontrar un camino más corto que el seguido hasta entonces para ir
-a las Indias y llegar al oriente de éstas navegando al occidente.
-
-Apoyándose en las que él llamaba «razones de cosmografía», pensaba que
-era corta la distancia entre las costas occidentales de Europa y Asia y
-las de Catay y Cipango. Se proponía buscar el _levante por el poniente_
-y pasar al nacimiento de las especias. «Vuestras Altezas ordenaron--dice
-en el prólogo del _Diario_ de su primer viaje--que no fuese por tierra
-al Oriente, por donde se acostumbraba de andar, salvo por el camino de
-occidente, por donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado
-nadie».
-
-Estas ideas cosmográficas eran las de Pablo Toscanelli, que,
-escribiéndole a Fernando Martínez, canónigo de Lisboa, y enviándole a la
-vez una carta geográfica para el rey de Portugal, le invita a reparar en
-que en ella «está pintado en derechura por poniente el principio de las
-Indias».
-
-Cuando don Cristóbal se dispuso, el 23 de octubre de 1492, a partir para
-la isla de Cuba, creyó que era la de _Cipango_, y el 14 de noviembre
-«maravillóse en gran manera--cerca de Puerto del Príncipe--de ver tantas
-islas y tan altas, y se figuró que son aquellas innumerables que en los
-mapamundos en fin de oriente se ponen».
-
-Al regreso, en 1496, de su segundo viaje, visitó a su íntimo amigo
-Bernáldez, el famoso párroco de la villa de los Palacios, y le refirió
-cómo se le había ocurrido la idea de buscar las tierras del gran _kant_,
-soberano del Asia oriental, navegando al occidente.
-
-En la carta denominada _Lettera rarisima_, que don Cristóbal dirigió,
-desde Jamaica, en 7 de julio de 1503, «a los cristianísimos y muy
-poderosos rey y reina de España», notificándoles lo ocurrido en el
-cuarto viaje, hay pruebas de que persistía en su error en aquella fecha
-al final de sus expediciones y trabajos. «También dicen que la mar boxa
-a _Cyguare_ y de allí a diez jornadas está el río de Gangues». Se
-imaginaba estar cerca del Ganges, en el continente asiático. «Llegué a
-trece de mayo en la provincia de _Mago_, que parte con aquella de
-_Catayo_». ¿No recuerdan estas palabras el capítulo LXV de los _Viajes_
-de Marco Polo? ¿No se inspiraría en él el almirante para escribirlas?
-Obsérvese, de paso, que constituyen una irrebatible demostración de que
-Alejandro de Humboldt no estaba en lo cierto al sostener, en sus
-magníficos estudios sobre el descubrimiento de América, que le era
-desconocido a don Cristóbal el libro del afamadísimo viajero veneciano.
-
-Como ha dicho el laborioso historiador don Cesáreo Fernández Duro, «de
-hallar Colón lo que no buscaba y del convencimiento en que murió de
-haber llegado al Asia, se infiere que para el descubridor del Nuevo
-Mundo el Nuevo Mundo no existió.
-
-Martín Alonso regresó a España con la seguridad de que acababa de
-romperse el misterio de tierras desconocidas.
-
-
-
-
-EL PRIMER VIAJE ALREDEDOR
-DEL MUNDO
-MAGALLANES Y ELCANO
-
-
-I
-
-
-Hernando de Magallanes había prestado a Portugal excelentes servicios, y
-no habiendo recibido del rey Don Manuel todas las distinciones y
-recompensas que por ellos le eran debidas, renunció a su nacionalidad y
-se ofreció al emperador Carlos V. También se le ofrecieron, incomodados
-por análogas postergaciones, Ruy Falero, notable astrónomo lusitano, y
-Cristóbal de Haro, opulento comerciante, natural de Amberes, que
-residía, desde hacía varios años, en Lisboa, donde se dedicaba a
-comerciar en grande escala, por medio de agentes, con los territorios
-descubiertos por los portugueses en la India oriental.
-
-A Magallanes, muy experto marino y entendido cosmógrafo, le preocupaba
-el afán de encontrar un estrecho en el mar del sur para pasar al
-oriente, a las islas tan renombradas de la Especería, por otro camino
-que el del cabo de Buena Esperanza. Y tenía por indudable que aquellas
-islas no correspondían a Portugal, sino a España, según la línea de
-demarcación trazada, decretada y rectificada por el pontífice Alejandro
-VI para prevenir diferencias y conflictos entre ambas naciones.
-
-Ofreció a la majestad de Carlos V la busca de dicho estrecho y el
-dominio del país de las especias y solicitó, si no se le quisieran o no
-se le pudieran proporcionar recursos materiales para la empresa,
-autorización para acometerla, siendo de su cuenta y de la de sus
-compañeros los gastos que originara.
-
-Desde que Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo venía siendo objeto
-de los desvelos y las investigaciones de los navegantes, así como de los
-cuidados del Gobierno español, la busca de un paso para las tierras del
-gran Cant, y hallado el mar austral por Vasco Núñez de Balboa, se
-inquirió con diligencia infatigable si aquel mar tendría comunicación
-natural con el Atlántico, habiendo resultado negativas las exploraciones
-hechas y derivádose más adelante de su infructuosidad numerosos planes
-para la confluencia de los dos Océanos o para trasladar del uno al otro
-las mercancías a través del Istmo.
-
-No podrían menos de interesar a la Corte y al Consejo de Indias tales
-ofrecimientos, por responder a dos anhelos tan acentuados en aquella
-época como el de hallar el paso al Oriente y el de traer a España los
-riquísimos productos de sus regiones.
-
-La indignación del país vecino a consecuencia de estas ofertas y de la
-benévola acogida que se las había dispensado, llegó al extremo de que
-don Alvaro de Costa, embajador de Portugal en Madrid, hizo los mayores
-esfuerzos para desacreditar a Magallanes. «Ahora--le escribía a su
-soberano--hablé muy serio al rey, presentándole muchos inconvenientes;
-«cuan feo era recebir hum Rei os vasalos de outro Rei seu amigo a sua
-vountade, que era cousa que entre caballeiros se nam acostumaba; que no
-era tiempo de disgustar a V. A., y más en cosa de tan poca importancia y
-tan incierta, que vasallos tenía para descubrimientos, sin echar mano de
-los que venían descontentos de V. A., y de quien V. A. no podía menos de
-tener sospechas». Con tanto desenfado le habló don Alvaro al Emperador,
-que al enterar aquél al rey don Manuel de los términos y los tonos de la
-entrevista, emplea estas palabras: «Quedó espantado con lo que le dije».
-De quien el monarca lusitano no debía preocuparse era de Ruy Falero.
-«Del bachiller no se haga caso; duerme poco y anda casi fuera de seso».
-
-En cuanto a Magallanes, Faria y Sousa asegura, en su _Europa
-portuguesa_, que el obispo de Lamego, don Fernando de Vasconcelos, votó
-que el rey o le hiciese merced o le hiciese matar, porque era
-peligrosísimo para el reino lo que intentaba. Según Herrera, andaban
-entrambos--Magallanes y Falero--«a sombra de tejado, y cuando los
-tomaba la noche en casa del obispo de Burgos enviaba sus criados que les
-acompañasen».
-
-La protección de don Juan Rodríguez de Fonseca, y en especial la del
-emperador, a quien, desde los primeros momentos, le inspiraron simpatía
-los planes de Hernando y sus colegas, dieron al traste con las
-maquinaciones fraguadas y las artes invertidas para imposibilitarlos.
-
-¿Traicionó Magallanes a Portugal poniéndose a nuestro servicio? Hay que
-decidirse, sin vacilaciones, por la negativa. Los desleales a su nación
-serán los gobernantes que no recompensen debidamente a quienes se
-desvivan por ella; mas no los ciudadanos que la abandonen por semejantes
-ingratitudes. Ni Magallanes cometió ninguna injusticia contra su país,
-porque pertenecían al nuestro las islas Molucas, desde donde los
-portugueses llevaban las especias a Calicut.
-
-Aniquilados cuantos obstáculos se oponían a la expedición, el César
-dispuso que a su costa--porque lo que se arriesgaría sería poco, si
-resultara estéril, e inmensas las honras y ganancias que se obtendrían
-si se alcanzase el éxito apetecido--, se equipare una flota.
-
-En cumplimiento del imperial mandato, se aprestó una de cinco naves: la
-_Trinidad_, de ciento diez toneles; la _San Antonio_, de ciento veinte;
-la _Concepción_, de noventa; la _Victoria_, de ochenta y cinco, y la
-_Santiago_, de sesenta y cinco.
-
-Don Martín Fernández de Navarrete, en su famosa _Colección de los viajes
-y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del
-siglo XV_, establece la diferencia entre la capacidad de los toneles y
-la de las toneladas. Por aquéllos se daban a entender antiguamente los
-vizcaínos, y por éstas los sevillanos de la carrera de Indias. Las
-medidas de unos y otras «estaban en la razón de cinco a seis; de modo
-que diez toneles hacían doce toneladas».
-
-Las naves las adquirió en Cádiz, por orden de Su Majestad, el factor
-Juan Aranda, e incluídos los bateles y los aparejos de ellas, costaron:
-la primera, doscientos setenta mil maravedís; la segunda, tres cientos
-treinta mil; la tercera, doscientos veintiocho mil setecientos
-cincuenta; la cuarta, trescientos mil, y la quinta, ciento ochenta y
-siete mil quinientos.
-
-La _Trinidad_ sería la capitana, y su gobierno y el supremo de las demás
-se adjudicaría a Hernando de Magallanes; la capitanía de la _San
-Antonio_, a Juan de Cartagena, veedor de la expedición; la de la
-_Concepción_, a Gaspar de Quesada; la de la _Victoria_, a Luis de
-Mendoza, y la de la _Santiago_, a Juan Serrano. Juan Sebastián Elcano
-iría en la _Concepción_ en calidad de maestre.
-
-En la iglesia de Santa María de la Victoria de Triana, en Sevilla,
-recibió Magallanes el estandarte real, de manos de Sancho Martínez de
-Leiva, a quien, como representante del emperador, hizo juramento y
-pleito homenaje de que en la empresa que se le encomendaba se
-conduciría como buen vasallo; e idénticos votos le prestaron a
-Magallanes los capitanes y oficiales de las otras naves.
-
-Ruy Falero, por habérsele quebrantado la salud, se quedaría en España de
-orden de Su Majestad Imperial. De la enfermedad del renombrado astrónomo
-se ocupan, con ingenuidad pintoresca, nuestros historiadores de Indias.
-Gonzalo Fernández de Oviedo dice que «aquel mesmo año el Ruy Falero,
-como era subtil y muy dado a sus estudios, por ellos o porque Dios así
-lo permitiese, perdió el seso y estuvo muy loco y falto de raçón y de
-salud, y Çesar lo mandó curar y tratar bien». Francisco López de Gómara
-se expresa de este modo: «Era Ruy Falero buen cosmógrafo y humanista...
-Y enloquesció de pensamiento de no poder cumplir con lo prometido, o
-como dicen otros, de puro descontento por enojar y deservir a su rey».
-¿No perdería la razón obsesionado con la idea de que el embajador de
-Portugal, en Madrid, don Alvaro de Costa, le hubiera dicho al rey Don
-Manuel que estaba a punto de perderla y que no hiciera de él aprecio
-alguno?
-
-El 10 de agosto de 1519 salió la flota de Sevilla, y el 20 de septiembre
-partió de Sanlúcar de Barrameda, dirigiéndose a las islas Canarias o
-Afortunadas. Estuvo allí proveyéndose de carne, agua y leña, y el 2 de
-octubre salió del puerto de _Montaña Roja_, de la isla de Tenerife, con
-rumbo al sudoeste; pero el 3 del mismo mes, hallándose en 27° de latitud
-norte, cambió de itinerario. Juan de Cartagena manifestó su
-disconformidad con aquella variación de ruta.
-
-Quince días después llegó la armada al paralelo de _Sierra Leona_. Una
-noche, hallándose en la costa de Guinea, Cartagena, desde su nave,
-saludó a Magallanes diciéndole: «Dios os salve, señor capitán e maestre,
-e buena compañía.» Magallanes le respondió que era llamándole capitán
-general como tenía que saludarle.
-
-Estando la mar calmosa, el general hizo venir a su navío a los
-capitanes y pilotos de los demás, y habiéndose promovido muy viva
-discusión sobre la manera de hacer los saludos, requirió a Cartagena a
-que se le diera preso; el requerido solicitó, inútilmente, la ayuda de
-ciertos jefes, que tenía por incondicionales amigos suyos, para prender
-a Magallanes, y este amarró por los pies, en un cepo, a Cartagena, y si
-consintió en confiárselo a Luis de Mendoza, fué a condición de que se lo
-había de entregar cuando se lo reclamara. El cargo que el apresado
-marino había venido desempeñando se le otorgó al contador Antonio de
-Coca.
-
-Prosiguiendo el viaje, el 13 de diciembre arribaron a un puerto que fué
-llamado de Santa Lucía, donde traficaron con los naturales del país. En
-el Diario o derrotero del viaje de Magallanes, desde el cabo de San
-Agustín, en el Brasil, hasta el regreso a España de la nao Victoria,
-escrito por Francisco Albo, se consignan noticias de aquellos indígenas,
-de las producciones allí más copiosas y de los cambalaches que hicieron
-los expedicionarios: «Hay buena gente y mucha, y van desnudos, y tratan
-con anzuelos y espejos y cascabeles por cosas de comer, y hay mucho
-brasil.»
-
-Magallanes relevó de la jefatura de la _San Antonio_ al contador Coca,
-la encomendó a Alvaro de Mezquita, sobresaliente de la _Trinidad_, y el
-27 de diciembre reanudó la exploración de la costa.
-
-Hacia mediados de enero de 1520, principiaron a reconocer con
-minuciosidad el interior del río de la Plata, durando el reconocimiento
-hasta el 7 de febrero. En el cabo de San Agustín se vió conturbada la
-flota por un violentísimo temporal. Allí se le acercaron en canoas
-muchos indígenas. Uno de ellos, vestido con una piel de cabra, entró con
-asombrosa desenvoltura en la nave de Magallanes. Este le regaló una
-camisa de lienzo y una camiseta de paño encarnado. El 13 de febrero se
-encontraron cerca de unos «bajos donde la _Victoria_ dió muchas
-tocadas», y el 27 en una bahía en la que faltaba toda clase de
-provisiones. En una isleta próxima a ella cogieron ocho lobos marinos y
-varios patos.
-
-Magallanes reclamó a Luis de Mendoza la entrega de Juan de Cartagena, y
-encargó su custodia a Gaspar de Quesada.
-
-El 31 de marzo llegaron al puerto de San Julián.
-
-Al día siguiente, domingo de Ramos, el capitán general llamó a los jefes
-y pilotos de los otros navíos para que fueran al suyo a oír misa y a
-comer, y todos acudieron al llamamiento, menos Juan de Cartagena, por
-hallarse preso, y Gaspar de Quesada, por estarle ordenada su guarda.
-
-El país era muy frío y estéril; los mantenimientos iban escaseando, y
-Magallanes prescribió la economía en las raciones para que fuesen más
-duraderas. Por todas estas causas, los expedicionarios, muy
-descontentos, le pidieron que regresara a España, pero se apresuró a
-contestarles que él había de cumplir la misión que le había confiado el
-emperador, y que, en todo caso, preferiría la muerte a un retorno que
-tenía por ignominioso.
-
-Maximiliano Transilvano, secretario de Carlos V, en su magnífica
-_Relación_, dirigida al cardenal Salpurgense, obispo de Cartagena, _de
-cómo, por quién y en qué tiempo fueron descubiertas y halladas las islas
-Molucas, donde es el propio nascimiento de la especería, las cuales caen
-en la conquista y marcación de la corona de España_, refiere algunas de
-las razones dadas por Magallanes a los alborotados tripulantes en contra
-de la vuelta de la armada a nuestra patria: «El capitán Magallanes...
-les respondió contradiciendo a sus ruegos e diciendo que él llevaba en
-escripto, por mandamiento del Emperador, el curso y viaje que habían de
-hacer, y que en manera del mundo él no podía exceder de aquello» «e que
-considerasen qué alabanza ni gloria les podría ser dada a ellos, pues
-que allí donde estaban no había distancia de más de 24 a 25° de aquella
-parte del trópico de Capicornio, que era 4 ó 5° más metidos al austro
-que los portuguese», «que tuviesen por cierto que tanto mayor gloria y
-mayores galardones, premios y mercedes recibirían cuanto con mayores
-trabajos descubriesen y hallasen para el Emperador, que los había
-enviado a aquel nuevo y incógnito mundo, lleno de riquezas, de especería
-y de oro».
-
-En la noche del mismo domingo de Ramos, 1.° de abril de 1520, Gaspar de
-Quesada y Juan de Cartagena pasaron, con treinta hombres armados, desde
-la _Concepción_ a la _San Antonio_ pidiendo que se les entregase Alvaro
-de Mezquita, y se les ayudara contra Magallanes, para obligarle a
-cambiar de conducta y de propósitos, y diciendo que ya se habían hecho
-dueños de la _Trinidad_ y de la _Victoria_. Juan de Elorriaga, maestre
-de la _San Antonio_, habló en defensa de Mezquita, y Quesada llamó loco
-al maestre y le dió cuatro puñaladas en un brazo. Preso Mezquita, se
-trasladó Cartagena a la _Concepción_. Quesada permaneció en la _San
-Antonio_, y así quedaron los revolucionados por amos de estas naves.
-
-Cartagena y Quesada pusieron en conocimiento de Magallanes lo que habían
-hecho, y le requirieron para que se aviniese a cumplir la que ellos
-estimaban que era la voluntad del emperador, asegurándole que, de
-acatarla, le aumentarían las consideraciones, respetos y reverencias que
-le habían guardado hasta entonces. Instóles el capitán general a que
-pasasen a su nave, donde les escucharía y verían de resolver lo que
-procediera; pero eludieron la invitación de Magallanes, quien, por medio
-del alguacil Gonzalo Gómez de Espinosa, envió una carta a Luis de
-Mendoza excitándole a que fuese a la _Trinidad_, y como al leerla se
-sonriera maliciosamente, Espinosa le dió una puñalada en la garganta, y
-un marinero acabó de quitarle la vida de una cuchillada en la cabeza.
-Poco después entraron en la _Victoria_ quince hombres armados, a las
-órdenes de Duarte Barbosa, cuñado de Magallanes, sin que nadie se les
-resistiese. Al otro día, 2 de abril, arremetió la _Trinidad_ contra la
-_San Antonio_, disparándola varios tiros, y cayeron en poder del
-almirante Gaspar de Quesada y Antonio de Coca. También hizo prender en
-la _Concepción_ a Juan de Cartagena.
-
-El día 3 mandó descuartizar el cadáver de Mendoza, y el día 7 fué muerto
-y descuartizado Quesada, cuyo criado Luis de Molino tuvo que hacerle
-pedazos, para él librarse de sucumbir en la horca. A Juan de Cartagena y
-a un clérigo llamado Pedro Sánchez de la Reina, que había contribuído a
-la rebelión, los quedó desterrados por allí, dejándoles, para que se
-alimentaran unos cuantos días, taleguillas de bizcocho y botellas de
-vino. A cuarenta individuos más hubiera ordenado ajusticiar, de no haber
-tenido en cuenta que, haciéndolo así, no le quedaba la gente
-indispensable para los menesteres de la flota.
-
-Entre los que se libraron de morir, figura Juan Sebastián Elcano, que
-fué uno de los requeridos por Cartagena y por Mendoza para compeler a
-Magallanes, de paz o a la fuerza, a la observancia de los que ellos
-decían que eran los mandatos reales. Elcano nos informa de su
-participación en estas lastimosísimas y memorables tragedias. Intervino
-personalmente en la detención de Alvaro de Mezquita, y en el envío a
-Magallanes de un escribano y un alguacil para pedirle que tomara consejo
-con sus oficiales en todo lo que hubiera de hacerse. Según Elcano, el
-almirante mandó prender a Luis de Mendoza por estimar que era el que
-aconsejaba estos requerimientos y alborotos, y asegura que Magallanes le
-dió doce ducados al alguacil Espinosa por haber apuñalado al capitán de
-la _Victoria_. Acerca de los orígenes de tan fieros antagonismos, Juan
-Sebastián los atribuye al desprecio que el almirante hacía de los
-poderes de Juan de Cartagena, a quien no trataba como a persona conjunta
-suya, contraviniendo las disposiciones del emperador, porque Cartagena
-iba en la armada en sustitución de Ruy Falero, y con las preeminencias
-de que éste hubiera gozado de no haber tenido que quedarse aquí para
-curarse de su vesania. Ante los señores de la casa de la Contratación,
-en Sevilla, había expresado Magallanes, en 1519, antes de salir de
-España, su conformidad con lo resuelto por Su Majestad respecto a las
-atribuciones de Cartagena: «En cuanto a lo que su Alteza manda... quel
-dicho comendador Ruy Falero se haya de quedar, quél, por servir a su
-Alteza, ha por bien y le place quel dicho comendador Ruy Falero se
-quede, e vaya en su lugar el señor Juan de Cartagena como su conjunta
-persona, así como su Alteza lo mandó».
-
-Las discrepancias entre ambos capitanes por la igualdad o desigualdad de
-sus poderes habían surgido, yendo la flota por la costa de Guinea, con
-ocasión de haber castigado Cartagena, sin contar con Magallanes, a un
-maestro, por sodomita. Los descubridores y conquistadores españoles de
-América fueron siempre rigurosos e inflexibles con los invertidos y
-acostumbraban a echárselos a los perros.
-
-Al decir de Elcano, influyeron en las diferencias entre Cartagena y
-Magallanes y en sus cruentas derivaciones los deseos de éste de
-complacer a su cuñado Duarte Barbosa y a su sobrino Alvaro de Mezquita,
-que aspiraban a suplantar a Cartagena, a Quesada y a Mendoza en las
-capitanías de sus buques.
-
-En el puerto de San Julián, el almirante encargó a Juan Serrano que
-reconociera, hasta cierta distancia, la costa, por si hallaba estrecho,
-y que se volviera si, recorridas las leguas que le determinó, no lo
-encontrase. No se logró dar con el anhelado paso. En cambio, la
-_Santiago_ naufragó a tres leguas del río de Santa Cruz, si bien se
-salvó la tripulación, excepto un negro, esclavo del capitán de la nave.
-
-Magallanes hizo a Serrano jefe de la _Concepción_, y continuó en dicho
-puerto. A los dos meses de estar allí se presentaron seis naturales del
-país, a quienes el general dió de comer abundantísimamente en la
-_Trinidad_, dejándolos marchar luego que se hartaron. Nuestros
-primitivos historiadores de Indias refieren interesantes noticias de
-aquellos individuos gigantescos: «Hablan de papo, comen conforme al
-cuerpo y temple de tierra, visten mal para vivir en tanto frío, atan
-para adentro lo suyo, tíñense los cabellos de blanco, por mejor color,
-si ya no fuesen canas, alcohólanse los ojos, píntanse de amarillo la
-cara, señalando un corazón en cada mejilla; van, finalmente, tales que
-no parecen hombres.»
-
-Magallanes nombró capitán de la _San Antonio_ a Alvaro de Mezquita, y de
-la _Victoria_ a Duarte Barbosa, y el 24 de agosto salió del puerto de
-San Julián. El 21 de octubre descubrió una bahía muy ancha y dispuso que
-la reconocieran, por si era estrecho, la _Concepción_ y la _San
-Antonio_. El las aguardaría, a la entrada, con la _Victoria_ y la
-_Trinidad_. Tres días navegaron Serrano y Mezquita sin poder hallarle el
-fin. Nuevamente la reconoció la _San Antonio_; pero tampoco se lo pudo
-hallar. Sin embargo, era el estrecho que se buscaba.
-
-El general, examinados los víveres--que los había para tres meses--,
-resolvió continuar las exploraciones. Trató de oponerse Esteban Gómez,
-portugués, piloto de la _San Antonio_, diciendo que, «pues se había
-hallado el estrecho para pasar a los Malucos, se volviesen a Castilla
-para llevar otra armada, porque habría gran golfo que pasar, y si les
-tomasen algunos días de calmas o tormentas, perecerían todos»; a lo que
-respondió Magallanes «que, aunque supiese comer los cueros de las vacas
-con que las entenas iban forradas, había de pasar adelante y descubrir
-lo que había prometido al Emperador».
-
-Llevaba andadas la flota cincuenta leguas de estrecho, y el almirante
-ordenó que la _San Antonio_ reconociera cierto brazo de mar que había
-entre unas sierras, y que a los tres días volviese. Mas no volvió.
-Esteban Gómez y el escribano Jerónimo Guerra, aprovechando la ocasión,
-decidieron regresar a España. Quiso evitarlo Alvaro de Mezquita, y le
-dió una estocada al piloto; pero éste le dió otra al capitán y consiguió
-apresarlo. Mandada por el escribano, retornó la _San Antonio_ a España y
-llegó a Sevilla, al puerto de las Muelas, el 6 de mayo de 1522. Al salir
-de Sanlúcar la flota, Magallanes y Gómez iban en íntima relación, y
-aquél llevaba a éste de piloto de la _Trinidad_. Las disparidades y
-antipatías que luego hubo entre ambos provinieron del fracaso de Gómez
-en sus aspiraciones a la capitanía de la _San Antonio_, concedida a
-Mezquita.
-
-El general, convencido, al esperar en vano a esta nave, de que se habría
-ido a pique, o se habría vuelto a España, siguió explorando el estrecho
-con la _Trinidad_, la _Victoria_ y la _Concepción_, habiéndolo
-atravesado del todo el 27 de noviembre de 1520. Tenía de boca a boca
-unas cien leguas, navegaron por él veinte días, y a su salida se
-hallaron con un mar en el que no les sobrevino ninguna tempestad; por
-lo que Magallanes lo denominó _Pacífico_.
-
-Por el tranquilo Océano pasó la armada el 18 de diciembre, entre la isla
-de Juan Fernández y la costa de Chile. «La navegación--dice Antonio de
-Herrera--, ya era muy penosa por falta de víveres: comían por onzas,
-bebían agua hedionda y guisaban el arroz con agua salada». El 24 de
-enero hallaron la isla de _San Pablo_, y el 1.° de febrero, otra, que
-recibió el nombre de la isla de los _Tiburones_, por los muchos que
-había en ella. También denominaron _Desventuradas_ a las dos, por no
-haber encontrado mantenimiento alguno con que atenuar las angustias del
-hambre.
-
-El 1.° de marzo llegó la flota a las _Marianas_, que fueron llamadas
-_islas de las velas latinas e islas de los ladrones_. El 16 fondearon en
-la de _Celuán_, del archipiélago filipino. El cacique de _Mazaguá_, con
-quien se entendieron por medio de un esclavo de Magallanes, natural de
-Malaca, les regaló cuatro puercos, tres cabras y arroz, y les comunicó
-que a veinte leguas de allí había un gran rey, pariente suyo, que les
-daría cuanto quisieran. El señor de _Mazaguá_ y algunos indios les
-acompañaron hasta la isla de _Cebú_ y la villa del mismo nombre, donde
-residía tan poderoso monarca, que hizo inmediatamente proposiciones de
-paz a Magallanes, de tanto mejor gana aceptadas, cuanto que no tardaron
-en seguirlas inmensas cantidades de víveres, con los que los
-expedicionarios reformaron notablemente, en pocos días, sus
-quebrantadísimos organismos. ¡Puercos, cabras, arroz, cocos, mijos,
-diversidad de frutas! Les parecía mentira a los famélicos navegantes
-tanta abundancia, y dispararon la artillería en demostración de
-contento.
-
-Los alborozados nautas construyeron, con las velas de los buques y con
-ramas de árboles, un altar, donde se dijo misa, a la que asistieron el
-rey de Cebú y muchísimos súbditos suyos. A continuación de la misa, a
-Magallanes y a otras personas de la flota se les obsequió con una
-comida, en la que abundaron las aves asadas, el pan frito, que los
-indios llamaban _sagú_, y el vino de palmas.
-
-El capitán general había regalado al rey de Cebú una gorra de grana, un
-traje de seda morada y amarilla y algunos objetos de vidrio, y a un
-sobrino suyo, que era el heredero de la corona, una taza de vidrio, un
-paño de Holanda y una gorra; pero lo que más afirmó la amistad entre
-aquellos soberanos y Magallanes fué el haber curado éste a un nieto del
-rey que se encontraba enfermo, sin poderse mover hacía más de dos años.
-Con este motivo recibieron el bautismo la real familia y más de
-ochocientos indios, habiéndose puesto al monarca, cuyo nombre era
-Hamabar, el de Carlos; a la reina, el de Juana; al príncipe heredero, el
-de Fernando, y a una princesa, el de Catalina.
-
-Hamabar envió mensajeros a los reyes de varias islas próximas para que
-vinieran a reconocerse vasallos del emperador Carlos V. Algunos
-vinieron, al efecto, a Cebú, pero Cilapulapo, señor de la isla de
-_Maután_, respondió altivamente que no podía ni quería obedecer a quien
-le era desconocido, y que no estaba dispuesto a recibir órdenes de
-Hamabar; mas que, para que no se le tuviera por inhumano, se complacía
-en enviarles a los extranjeros unas cabras y unos puercos que habían
-mandado a pedirle.
-
-Magallanes se dispuso a hacerle la guerra a Cilapulapo para obligarle a
-aceptar por las armas lo que rechazaba por diplomáticas negociaciones.
-Hamabar procuró disuadirle de lo temerario de la determinación,
-diciéndole que el señor de _Maután_ era poderosísimo. Tampoco aprobó
-Juan Serrano los belicosos proyectos del almirante. Insistiendo éste en
-ellos, el rey de Cebú le ofreció su ayuda, pero le respondió que con sus
-castellanos tenía de sobra para vencer y castigar a Cilapulapo, y que a
-lo sumo le aceptaba mil indios para que le sirvieran de guías y para que
-presenciaran el escarmiento que había de infligirle.
-
-Con sesenta hombres, en tres bateles, y mil cebutines, en treinta
-barcas, se dirigió a _Maután_. Cilapulapo salió a recibirles con tres
-mil combatientes. El general mandó disparar la artillería creyendo que
-con ello bastaba para amedrentar, derrotar y poner en fuga a los
-contrarios. Pronto comprendió que serían inútiles sus esfuerzos contra
-aquellos indios, que oyeron los disparos con serenidad maravillosa. Y se
-hubiera vuelto atrás si tales pensamientos cupieran en ánimos tan
-heroicos como el del insigne portugués.
-
-Los mautanenses acabaron con unos cuantos cebutines y con ocho españoles
-e hirieron a más de veinte, a casi todos ellos con flechas envenenadas.
-A Magallanes le dieron un cañazo en el rostro, varios golpes con lanzas
-y piedras y un saetazo venenoso, y estando ya en el suelo, una lanzada
-que lo atravesó de parte a parte.
-
-Los nuestros procuraron recobrar su cadáver, pero los mautanenses se
-negaron a dárselo y aun a vendérselo, queriendo conservarlo como
-recuerdo de la victoria que habían alcanzado y para advertencia de
-quienes se propasaran a molestarles.
-
-Así murió el gran Hernando de Magallanes, el 27 de abril de 1521, a los
-cuarenta y dos años de edad, habiendo tenido la satisfacción de
-encontrar el estrecho que le había prometido a Carlos V, mas no la de
-haber llegado a las islas de las especias.
-
- * * * * *
-
-Magallanes, al ofrecerse al emperador, era ya un experimentado marino y
-un cosmógrafo inteligentísimo. En la concepción de sus ideas relativas
-al estrecho, en la claridad de ellas y en la seguridad que tuvo siempre
-de que había de encontrarlo, parece ser que influyó Martín Behaim,
-discípulo de Regiomontano y miembro que fué de una junta que Don Juan II
-de Portugal mandó formar para construír un astrolabio, calcular las
-tablas de la declinación solar y enseñar a los marinos, como dice el
-historiador lusitano Barros, _una maneira de navegar per altura de sol_.
-
-En Venecia, en Amberes y en Viena se dedicó Behaim al comercio de
-pañería; luego vivió veinte años en Lisboa y en la isla de Fayal,
-habiendo viajado con Diego Cam por las costas del Africa y traído a
-Europa la malagueta, especia muy buscada que competía con la pimienta.
-Fué caballero de la Orden de Cristo. En 1492 terminó, hallándose
-accidentalmente en Nuremberg, en casa de su primo el senador Miguel
-Behaim, un globo, que deseaba dedicar «a su cara patria antes de partir
-para el lugar donde tiene su casa, a 700 millas de Alemania», o sea a la
-isla de Fayal, donde vivía con su mujer Juana de Macedo y con su suegro
-el caballero Hürter.
-
-En este globo, concluído por Martín Behaim en Nuremberg, fué donde
-Magallanes debió ver pintado el estrecho cuyo descubrimiento prometió a
-Carlos V.
-
-Antonio Pigafeta Vicentino, lombardo, que fué en la armada, compuso un
-_Diario_ de ella y se contó entre los poquísimos que regresaron a
-España, escribe a este respeto: «El 21 de octubre de 1520 encontramos un
-estrecho, al cual dimos el nombre de las once mil vírgenes. Sin el saber
-de nuestro capitán, no se hubiera podido desembocar este estrecho,
-porque todos creímos que estaba cerrado; pero nuestro capitán se había
-informado de que debía pasar por un estrecho singularmente oculto,
-habiéndolo visto en una carta conservada en los archivos del rey de
-Portugal, y dibujada por un cosmógrafo excelente, Martín de Bohemia».
-
-González Fernández de Oviedo pone en duda, y mejor pudiera decirse que
-niega, las afirmaciones de Pigafeta, «pues nunca se vido ni oyó scripta
-ni pintada tal auctoridad, ni hombre chripstiano supo que avía tal
-estrecho... Pero, o que Magallanes por su buen espíritu, o por aviso de
-Martín de Bohemia, se atreviesse y determinarse a tal empresa, yo le
-tengo por hombre de mucho loor».
-
-Entre las aseveraciones de Pigafeta y las dudas o negaciones de Oviedo,
-será por las de aquél por las que habrá que resolverse, no sólo por
-haber ido en la expedición, sino por su amistad con Magallanes. El
-Diario lo entregó al emperador y se ha perdido. Envió copias al
-pontífice Clemente VII y al gran maestre de Rodas Felipe Villiers de
-Lisle Adam. El conocido es un extracto de estas copias, existente en la
-biblioteca ambrosiana de Milán y se publicó en París en 1800.
-
-Antonio de Herrera, que fué el historiador que tuvo a su disposición más
-documentos acerca de éste y de otros múltiples asuntos, reconoce la
-influencia de Martín Behaim en el descubrimiento magallánico. El célebre
-autor de la _Historia de las Indias Occidentales_ asegura que, al
-presentarse Magallanes por primera vez en Valladolid al obispo de Burgos
-Juan Rodríguez de Fonseca, le enseñó un globo, en el que estaba
-indicado el itinerario que proyectaba seguir, pero dejando en blanco el
-lugar correspondiente al estrecho, por temor a que pudiera
-encomendársele a otra persona el encargo de descubrirlo, y añade Hererra
-que, cuando el cardenal Jiménez de Cisneros y monseñor de Xebres
-apretaban con objeciones al ilustre navegante, les contestó que estaba
-seguro de encontrarlo por haberlo visto «en una carta marina de Martín
-de Bohemia..., cosmógrafo de gran reputación».
-
-Fuera o no fuera así, hay que tener a Magallanes por _hombre de mucho
-loor_.
-
-
-
-
-II
-
-
-Muerto Magallanes, fueron elegidos, para general de la flota, Duarte
-Barbosa, y para capitán de la _Victoria_, otro portugués, Luis Alfonso.
-
-Habiendo el rey de _Cebú_, después del triunfo de Cilapulapo, invitado a
-los expedicionarios a un banquete en que los agasajaría lo mejor que
-pudiera y les entregaría una joya para la Majestad cesárea, Duarte
-Barbosa se apresuró a responder que acudirían muy placenteros al
-convite. Juan Serrano no fué del mismo parecer, considerando que estaba
-fresca la derrota que les había causado el señor de Maután; que era
-peligroso, en tales circunstancias, abandonar la nave por irse a
-divertir; que, si tanto interés tenía el rey de _Cebú_ en darles un
-regalo para el emperador, no debía tener inconveniente en subir a bordo
-a entregarlo. Insistió Barbosa en su resolución, puso en duda el valor
-de Serrano y éste, para demostrarle que nada le asustaba, fué el primero
-en dirigirse al banquete.
-
-A la sombra de unas palmeras iba sirviéndoseles la comida. La
-satisfacción no les dejaba margen para pensar que pudieran ser
-traicionados. De súbito, cayó sobre ellos un crecido número de
-cebutines, que a todos les quitaron la vida, menos a Juan Serrano, a
-quien, por el momento, se la conservaron, por si les servía, como ellos
-intentaban, de pretexto para quitársela a los que se habían quedado a la
-mira de las embarcaciones.
-
-Los indios arrojaron al mar los cadáveres de sus víctimas, y a Serrano
-le llevaron arrastrando, desnudo y maniatado, hasta la playa,
-obligándole a suplicar a voces a la gente de las naves que le rescataran
-y a decirles que el rescate consistiría en que dieran por su libertad
-dos cañones.
-
-Los afligidos nautas, aunque enfermos y débiles casi todos, estuvieron a
-punto de desembarcar, no para entregarles a tan falsos amigos las piezas
-de artillería que deseaban, sino para combatirles, vengar el asesinato
-de los compañeros y libertar por la fuerza a Serrano; pero se dieron
-cuenta de su situación y de la imposibilidad de vencer a tantísimos
-adversarios; comprendieron que lo que éstos se proponían con la
-estratagema del rescate era prenderlos y matarlos como a los demás, y,
-dominados por la prudencia, levantaron anclas y se marcharon de aquella
-tierra, dejando al capitán de la _Concepción_ en poder de los indios.
-
-¿Sería Hamabar amigo de nuestros navegantes por creerlos invencibles, y
-brotarían en él sentimientos de deslealtad al ver que Cilapulapo los
-había derrotado? Quizá influyeran estas pérfidas consideraciones en el
-ánimo del rey de _Cebú_. Lo más verosímil es que le decidiera a pasar
-de la amistad al engaño y al crimen el esclavo de Magallanes. Herido
-dicho esclavo en una pierna en la batalla en que pereció su señor, se
-acostó durante largo rato fingiendo que la herida era grave. Barbosa le
-mandó que se levantara, le llamó perro y le dijo que no se hiciese la
-ilusión de que la muerte de su amo había de significar para él la
-libertad, a cuyas reprensiones ninguna objeción opuso y se levantó; mas,
-queriendo cobrarse de ellas y a la vez quedar libre, le habló a Hamabar
-en contra de los expedicionarios, asegurándole que eran unos codiciosos
-y unos crueles; que la palabra de amigos que le habían dado era
-insincera, y que lo que buscaban era someter y maltratar, con su ayuda,
-a los mautanenses para hacer otro tanto con los cebutines y con los de
-las islas próximas. Hamabar creyó cuanto quiso contarle, y concibió y se
-propuso llevar inmediatamente a la práctica, puesto de acuerdo con los
-reyes circunvecinos, la idea del sanguinario convite.
-
-Los historiadores disienten en cuanto a que el esclavo de Magallanes
-fuera el causante de la matanza. Lo afirman Pigafeta, Maximiliano
-Transilvano, Oviedo y Gomara. Para Herrera, el crimen se cometió «a
-instancia de los otros cuatro reyes, que le habían amenazado (al de
-_Cebú_) que si no mataba a los castellanos y le tomaba las naves
-destruirían su tierra y le matarían». Barros, en sus _Décadas_, lo
-atribuye a que «los reyes enemigos convinieron en hacer paz entre sí con
-tal que el rey de Cebú trabajase por matar» a los de las naves. Ahora
-bien; Juan Sebastián Elcano declara que huyeron de aquella isla porque
-les mataron veintitrés hombres por una traición que hizo un esclavo de
-Magallanes... «e que la causa porque el esclavo hizo la traición fué
-porque Duarte Barbosa le llamó perro».
-
-Entre las víctimas se contaron Duarte Barbosa, Juan Serrano y Luis
-Alfonso. A Serrano lo asesinaron cuando se volvieron a la ciudad los
-indios que le habían llevado a la playa para hacer con él la comedia de
-que ofrecían su rescate a los que se habían quedado en los buques.
-
-El 1.° de mayo partieron de _Cebú_ la _Trinidad_, la _Concepción_ y la
-_Victoria_, y habiendo navegado diez leguas llegaron a la isla de
-_Bohol_, donde, por ser el personal que les quedaba muy escaso para los
-servicios de toda la flota, resolvieron quemar la _Concepción_, que era
-la más vieja de las tres naves.
-
-Nombraron general a Juan Caraballo y capitán de la _Victoria_ a Gonzalo
-Gómez de Espinosa, y desde _Bohol_ se dirigieron a _Quepindo_, isla de
-la costa de _Mindanao_. Por no encontrar allí arroz, que era lo que más
-necesitaban, fueron a la de _Paraguá_, y en el pueblo de _Saocao_,
-habitado por moros, y en otro habitado por cafres, se hicieron con
-arroz, gallinas, puercos y cabras, a cambio de tijeras, cuchillos,
-lienzos, cuentas de vidrio y otros artículos por el estilo.
-
-Desde _Paraguá_ se encaminó la expedición a _Borneo_.
-
-El 9 de junio se les acercaron tres fustas, cuyas proas eran doradas y
-de figura de cabezas de sierpes. En una de las fustas venía, con
-acompañamiento de estruendosas músicas, un anciano, secretario de
-Siripada, rey de la isla. El importante personaje y algunos mozos
-entraron en la capitana, abrazaron a Caraballo y le preguntaron quiénes
-eran, de dónde venían y qué buscaban. El les contestó que eran súbditos
-del emperador Carlos V y que el objeto de sus viajes era trocar sus
-mercancías por las de aquellos países. Y les dió, para el soberano de
-_Borneo_, una camisa de terciopelo carmesí y una silla guarnecida de
-terciopelo azul.
-
-Siripada le mandó a decir al general que le estimaría le enviase dos
-hombres, pues tenía mucho interés en conocerlos, y Caraballo le envió
-ocho, uno de ellos Gonzalo Gómez de Espinosa.
-
-Salieron a recibirles 3.000 guerreros vestidos con trajes de seda,
-armados de arcos, flechas, cerbatanas y alfanjes y provistos de corazas
-de conchas de tortuga.
-
-Los ocho de la flota llevaban para el rey una ropa de terciopelo verde,
-una gorra de grana, cinco varas de paño colorado, una copa de vidrio,
-una escribanía y cinco manos de papel, y para la reina, una copa de
-vidrio llena de agujas, tres varas de paño amarillo, y otros obsequios.
-Al día siguiente estuvieron en Palacio, cuya riqueza les admiró y
-avergonzó. A Siripada, que los vió desde una reja, le dijeron que
-querían paz, pan y contratación. El monarca se mostró maravillado de la
-larga navegación que habían hecho y ordenó que fueran atendidos y
-servidos cumplidamente.
-
-Los visitantes, que habían pasado hambres muy dolorosas, comieron y
-bebieron hasta no querer más. Les dieron al mediodía doce platos, y para
-postre, variedad de frutas, y por la noche, treinta platos lo menos y
-otros tantos vasitos de vino de arroz. Hubo en estos banquetes carne
-asada, capones y otras aves, muy buena pesca y pasteles.
-
-Lo que sobre todo les agradó a los convidados fueron las noticias que
-allí les suministraron de la situación y la distancia de las _Molucas_.
-
-Transcurridos algunos días, cinco individuos de la flota fueron a la
-ciudad a comprar brea, y contra lo que pudiera esperarse a continuación
-de tantos festines, no se los dejó volver, por lo que el resto de
-nuestra gente combatió y apresó una canoa, en la que iba un hijo del rey
-de _Luzón_ con cinco mujeres, un niño de dos meses y cinco hombres. El
-general los puso en libertad mediante rehenes para que el príncipe
-luzonés procurase hasta lograrla la devolución de los castellanos.
-
-No fueron reintegrados mas que dos, y como habían huído de la _Victoria_
-otros dos, fueron cinco las bajas sufridas en _Borneo_ por los
-expedicionarios.
-
-Estos salen de allí el 5 de agosto, y el 15 cae en su poder una canoa,
-en la que había 30.000 cocos. Luego están treinta y siete días reparando
-los buques.
-
-Antes de hacerse a la mar destituyen al capitán mayor, y, por
-unanimidad, eligen para substituírle a Gonzalo Gómez de Espinosa, y por
-capitán de la _Victoria_, a Juan Sebastián Elcano. La remoción de
-Caraballo obedeció a las antipatías que se había conquistado, pues no se
-sujetaba a las cédulas reales ni atendía los consejos de nadie,
-reconociendo como única ley su capricho.
-
-Tras una navegación muy rica en incidentes y trabajos, llegó la pequeña
-armada el 8 de noviembre a una de las islas _Molucas_, a la de _Tidor_,
-cuyo rey fué el día 9 a darles la bienvenida a nuestros compatriotas.
-«Ahora se cumplen--les dijo--dos años que yo conocí por el curso de las
-estrellas que vosotros érades enviados de un gran rey a buscar esta
-nuestra tierra, por la cual cosa vuestra venida me ha seydo más cara e
-graçiosa, pues que por las estrellas tanto tiempo antes me fué
-anunçiada. E çabiendo que no acaesçe jamás alguna cosa destas sin que
-primero no sea de la voluntad de los dioses o de las estrellas
-ordenado, no seré tal con vosotros que quiera contrastar la voluntad de
-los cielos, sino, con buen ánimo y voluntad, de aquí adelante, dexando
-aparte el nombre real, pensaré que soy como un gobernador de aquesta
-isla en nombre de vuestro rey.»
-
-Almanzor, que así se llamaba aquel monarca, iba descalzo, y su
-indumentaria consistía en una camisa labrada de oro, un pañuelo blanco
-ceñido hasta el suelo y un velo de seda en forma de mitra. Al entrar en
-la capitanía se tapó las narices para evitar, como musulmán que era, el
-olor del tocino. Los castellanos le regalaron una silla de terciopelo
-carmesí, una ropa de terciopelo amarillo, un sayón de tela falsa de oro,
-cuatro varas de escarlata, un pedazo de damasco, otro de lienzo, un paño
-de manos labrado de seda y oro, dos copas y seis sartales de vidrio,
-tres espejos, doce cuchillos, seis tijeras y seis peines.
-
-Almanzor les autorizó para matar a quienes les molestasen, y hombre de
-curiosidad voracísima, examinó el estandarte imperial, un retrato de
-Carlos V, la moneda y un peso.
-
-Muy pronto se cambiaron entre él y Gonzalo Gómez de Espinosa juramentos
-de paz y contratación. Aquel sería amigo de España y le facilitaría
-especias por paños, lienzos y sedas.
-
-En diciembre reconocieron la soberanía del emperador, Corala, señor de
-_Terrenate_, Luzuf, rey de _Gilolo_, y los de _Maquián_ y _Bachián_.
-Eran muy afamados por su lujuria y por su prole. Corala tenía
-cuatrocientas mujeres «gentiles en ley y en persona» y cien jorobadas
-para que las sirvieran de pajes. De Luzuf se cuenta que era padre de
-seiscientos hijos. Veintiséis tenía Almanzor, y doscientas mujeres. «En
-cenando--dice Gomara--mandaba ir a la cama a la que quería... Era
-celosísimo, o lo hacía por mor de los españoles, que luego miran y
-sospiran, y hacen del enamorado.»
-
-El rey de _Tidor_ les encareció a los castellanos que le suplicasen de
-su parte a Carlos V el envío de muchas fuerzas, para vengarse del
-cacique de _Burú_, que había muerto a su padre y arrojado su cadáver al
-mar, y para que enseñasen a los tidoreses nuestra religión y nuestras
-costumbres, y les dió para el emperador papagayos rojos y blancos, miel
-y varios indios.
-
-_Tidor_, _Terrenate_, _Maquián_, _Bachían_ y otras islas abundaban en
-clavo, nuez moscada, canela y jengibre. El cinamomo o árbol de la canela
-se parece al granado; el del clavo, al laurel por la hoja, y al olivo
-por la corteza; el de las nueces moscadas al nogal español, y la hierba
-del jengibre a la del azafrán.
-
-Había en las _Molucas_ unas aves llamadas _manucodiatas_. Francisco
-López de Gomara, en la primera parte de su _Hispania Victrix_, las
-describe así: «Son de mucho menor carne que cuerpo muestran; tienen las
-piernas largas un palmo; la cabeza chica; más luengo el pico; la pluma
-de color lindísimo; no tienen alas. Jamás tocan en tierra, sino
-muertas, y nunca se corrompen ni pudren. No saben dónde crían, ni qué
-comen, y algunos piensan que anidan en paraíso. Los españoles las traen
-por plumajes, y los malucos, contra heridas y asechanzas». Análoga
-descripción de estas aves hace Antonio de Herrera; pero todas no debían
-ser lo mismo. Don Martín Fernández de Navarrete vió, en 1831, dos
-manucodiatas traídas de Manila y originarias de _Terrenate_, que tenían
-alas.
-
-Habiéndose despedido los nuestros de Almanzor y disponiéndose para la
-vuelta a España, observaron que la _Trinidad_ hacía agua de tal modo que
-les sería imposible navegar con aquel buque sin antes someterlo a
-importantísimas reparaciones. Ocho días estuvieron trabajando en
-arreglarlo, y como no lo podían conseguir lo menos en tres meses,
-acordaron que la _Victoria_ regresara por el cabo de Buena Esperanza, y
-que la _Trinidad_, una vez carenada, marchase a Panamá y descargase las
-mercancías, que serían transportadas desde el Pacífico al Atlántico.
-
-El 21 de diciembre de 1521, la _Victoria_, mandada por Juan Sebastián
-Elcano, salió de _Tidor_ con sesenta hombres, entre ellos trece indios,
-y fué a _Mare_, donde se proveyó de leña, y después a _Latalata_,
-_Lumutola_ y otras islas. A mediados de enero de 1522 llegaron a la de
-_Mahía_, abundante en pimienta larga y redonda. Desde _Mahía_ arribaron
-a la de _Timor_, pobladísima y rica en oro, jengibre y sándalo. Allí
-riñeron algunos de los nuestros, y se escaparon Martín de Ayamonte,
-grumete, y Bartolomé de Saldaña, paje que había sido de Luis de Mendoza.
-Los demás, luego de haberse provisto de sándalo blanco y canela,
-emprendieron la marcha con dirección al cabo de Buena Esperanza.
-
-El 18 de marzo divisaron una isla muy alta, que parecía no tener
-habitantes ni arbolado. Desde ella--la de Amsterdan--, continúan hacia
-dicho cabo, a cincuenta y siete leguas del cual creen hallarse el 7 de
-mayo. El 9 se aproximan a la costa, y el 10 buscan, en vano, un punto
-donde poder adquirir subsistencias. Iban enfermos casi todos los
-navegantes. Hubo quienes opinaron que debían irse a _Mozambique_,
-respondiendo otros que preferían morir a retrasar la vuelta a España. El
-16 sufrió el buque considerables desperfectos, y el 18, a pocas leguas
-del cabo de Buena Esperanza, le obligaron a retroceder la furia del
-viento y de las corrientes.
-
-Del 7 al 8 de junio cortan la equinoccial.
-
-El 1.° de junio se hallan a doce leguas de _Cabo Verde_, y el 9 llegan a
-la isla de _Santiago_. «Surgimos--dice Albo en su _Diario_--en el puerto
-de _Río Grande_, y nos recibieron muy bien, y nos dieron mantenimientos
-cuantos quisimos, y este día fué miércoles, y este día tienen ellos por
-jueves, y así _creo que nosotros íbamos errados en un día_».
-
-Pedro Mártir de Angleria habla irónicamente del _día perdido_, que tuvo
-inquietos por mucho tiempo a los compañeros de Elcano, al darse cuenta,
-con espanto, según Herrera, de que en el viaje alrededor del mundo
-habían celebrado las Pascuas en lunes y comido carne en viernes.
-Pigafeta, en su _Primo viaggio intorno al globo_, nos informa de su
-sorpresa ante la pérdida de dicho día, porque ni uno sólo había dejado
-de apuntar durante la navegación. «Posteriormente advertimos--añade el
-cosmógrafo lombardo--, que no había ningún error y que viajando siempre
-a occidente y siguiendo el camino del sol, al volver al mismo sitio
-debíamos haber ganado veinticuatro horas». A juicio de Gomara
-«trascordáronse o no contaron el bisiesto».
-
-En _Río Grande_, como la _Victoria_ hacía mucha agua y eran muy pocos
-los marineros que quedaban, los navegantes acuerdan comprar negros para
-darle a la bomba y pagarlos con clavo, puesto que carecían de moneda.
-Así lo hacen, sin dificultades, el día 13. Para adquirir arroz, el 14
-envían un batel, que vuelve a las pocas horas. Nuevamente lo envían por
-más arroz, y no vuelve, aunque lo esperan hasta el día 15. Los del buque
-se aproximan al puerto, para enterarse de lo ocurrido. Una barca les
-insta a que se rindan. Nuestra gente reclama el batel y los individuos
-que en él han ido. Los de la barca replican que se lo comunicarán a los
-señores de la isla. Mientras van a comunicárselo, la _Victoria_ levanta
-anclas y deja abandonados en la isla de _Santiago_ el batel y doce
-hombres, para librarse el resto, ya escasísimo, de los expedicionarios,
-de que también los prenda el gobernador de _Cabo Verde_. Los portugueses
-tenían prohibido, bajo duras penas, a los extranjeros comerciar con
-especiaría.
-
-Los doce apresados fueron Martín Méndez, contador de la nave, Pedro
-Tolosa, despensero; Ricarte de Normandía, carpintero; Roldán de Argote,
-lombardero; Juan Martín y Simón de Burgos, sobresalientes; Felipe de
-Rodas, Gómez Hernández y Socacio Alonso, marineros; Pedro Chindurza,
-grumete; Vasquito Gallego, paje, y maestre Pedro, que había ido como
-lombardero en la _Concepción_ con Gaspar de Mendoza. Desde _Cabo Verde_
-se los llevó a la carcel de Lisboa, de donde los mandó sacar al poco
-tiempo el rey Don Juan II.
-
-El 15 de agosto pasó Elcano entre las islas del _Fayal_ y de _Flores_;
-el 4 de septiembre divisó el cabo de _San Vicente_, y el 6 llegó a
-Sanlúcar de Barrameda, a los tres años menos catorce días de haber
-salido de aquel puerto y al año y cuatro meses desde que partieron de
-_Tidor_. Por la cuenta de Juan Sebastián, habían navegado catorce mil
-leguas, y por la de Pigafeta, catorce mil cuatrocientas sesenta.
-
-«Fué el camino que esta nao hizo la mayor y más nueva cosa que, desde
-que Dios crió el primer hombre y compuso el mundo hasta nuestro tiempo,
-se ha visto, y no se ha oydo ni escripto cosa más de notar».
-
-El 10 de septiembre se procedió a la descarga de la _Victoria_, que
-traía trescientos ochenta y un costales de clavo, cuyo peso ascendió a
-quinientos veinticuatro quintales y veintiuna libras y media. En cajas,
-sacos y costalillos vinieron muestras de otras especias, como canela y
-nuez moscada. Varias partidas de clavo, pertenecientes a los oficiales y
-marineros, pesaron veintiocho quintales, una arroba y diez libras. La
-canela pesó tres libras y media, y veintiocho un palo de sándalo. Por
-cédula expedida en Valladolid el 10 de octubre, se mandó a los oficiales
-de Sevilla que guardasen las muestras de droguerías y especierías
-traídas por Elcano. Y a los siete días se dió una nueva cédula para que
-fueran entregados a Cristóbal de Haro, factor de la Casa de la
-Contratación, cuantos artículos y objetos correspondientes a la Corona
-hubieran venido en el buque.
-
-De los doscientos treinta y siete individuos que fueron en 1519 en la
-Armada, he aquí los nombres de los diez y ocho que regresaron a España
-en 1522: Juan Sebastián Elcano, capitán; Francisco Albo, piloto; Miguel
-Rodas, maestre; Juan de Acurio, contramaestre; Martín de Indícibus,
-marino; Hernando de Bustamante, barbero; Aires, condestable; Antón
-Hernández Colmenero, Diego Gallego, Nicolás de Nápoles, Miguel Sánchez
-de Rodas, Francisco Rodríguez de Huelva, marineros; Juan de Arratia,
-Juan de Santander y Vasco Gómez Gallego, grumetes; Juan de Zubileta,
-paje, y Antonio Lombardo, sobresaliente.
-
-De «hombre intrépido, cuyo nombre no debe ser olvidado, y a quien ni la
-antigüedad ni la Edad Media pueden oponer rival alguno», califica
-Antonio de Herrera a Juan Sebastián Elcano. A parecida calificación son
-acreedores los diez y siete que con él volvieron en la _Victoria_.
-
-De los trece indios que habían sacado de las _Molucas_ para enseñárselos
-al emperador, tan sólo uno desembarcó aquí vivo. Los demás fallecieron
-en la travesía.
-
-Los viejos historiadores de estos extraordinarios sucesos tuvieron plena
-conciencia de la grandeza y la importancia de la expedición. No puede
-haber quién no las reconozca; mas la lectura de estas hazañas nunca
-podrá causar entusiasmos tan hondos y vivos como los experimentados por
-quienes tuvieron la suerte de oír relatarlas a los hombres que las
-realizaron.
-
-Maximiliano Transilvano, secretario de Carlos V, habló, apenas regresada
-la _Victoria_, a España, con su ínclito capitán y con su gente, y a base
-de estas conversaciones escribió la narración que dirigiera al obispo de
-Cartagena. «Procuré, con mucha diligencia, de saber y me informar de la
-verdad de todo ello, ansí del capitán de la nao que ahora volvió como de
-los otros compañeros que en su compañía vinieron».
-
-Gonzalo Fernández de Oviedo trató al jefe de la gloriosísima nave, y así
-lo hace constar en el libro XX, capítulo III, de su _Historia Natural y
-General de las Indias_: «Juan Sebastián del Cano... volvió con la nao
-Victoria a España, al cual yo hablé y comuniqué mucho, en la corte de
-César, el año mill e quinientos y veynte y cuatro».
-
-Los panegíricos de Oviedo, Gomara y Herrera y los de los historiadores
-modernos a la nave de Juan Sebastián y a sus heroicos navegantes repiten
-o amplifican este bellísimo elogio que Transilvano hizo de ellos: «Son,
-por cierto, estos diez y ocho marineros, que con esta nao aportaron a
-Sevilla, más dignos de ser puestos en inmortal memoria que aquellos
-argonautas que con Jasón navegaron y fueron a Colchides, de quien los
-antiguos poetas hacen tanta celebridad. E mucha más digna cosa es, por
-cierto, que esta nuestra nao sea colocada y ensalzada entre las
-estrellas que la en que navegó aquel griego, pues que aquella navegó
-desde Grecia solamente por el mar del Ponto, y ésta partiendo de Sevilla
-contra el mediodía y dando allí vuelta contra el occidente y pasando por
-deyuso deste nuestro hemisferio, penetró hasta las partes orientales,
-desde las cuales, tomando contra el occidente, dando la vuelta con
-diversas reflexiones a todo el globo e orbe de la tierra e agua, volvió
-a Sevilla, de donde primero había partido».
-
- * * * * *
-
-La _Trinidad_, ya recompuesta, salió de Tidor el 6 de abril de 1522, con
-cincuenta individuos y nuevecientos quintales de clavo, y llegó, tras
-una navegación de cuarenta leguas, a la isla de _Morotay_, donde los
-expedicionarios fueron muy bien recibidos e hicieron transacciones.
-
-Yendo hacia el norte, arriban a una de las islas _Marianas_, en la que
-la nave sufre grandes destrozos y se mueren varios tripulantes de mal de
-lombrices.
-
-A últimos de agosto surgen en la isla de _Mao_, próxima a la parte
-septentrional de las de los _Ladrones_, y distantes trescientas leguas
-de las _Molucas_.
-
-Encontrándose en la costa de _Zamafo_, supieron, por la gente de un
-barco, que a los quince días de haber salido de _Tidor_ la _Trinidad_,
-habían llegado a _Terrenate_ portugueses, mandados por Antonio de Brito,
-y habían construído una fortaleza.
-
-Gonzalo Gómez de Espinosa envió en aquel barco al escribano Bartolomé
-Sánchez, con una carta para Brito, comunicándole que la _Trinidad_
-estaba a punto de perderse, y muchos de la dotación iban enfermos, y
-suplicándole auxilios con los que poder retornar a _Tidor_. El escribano
-no volvió. Como se temió en un principio, y se confirmó más adelante, le
-habían detenido.
-
-En el puerto de _Benacorora_, Simón Abreo, Duarte Raga y los capitanes
-Gaspar Gallo y García Manrique se presentaron a Gómez de Espinosa y le
-entregaron la respuesta de Brito, en la que le decía que le facilitaba
-el personal y los auxilios que le había pedido. Sin embargo, no tardaron
-en apoderarse de los mapas, astrolabios, cuadrantes y derroteros de la
-nave, y en mandar en ella hasta el puerto de _Talangomí_, situado entre
-_Terrenate_ y _Tidor_.
-
-Espinosa protestó contra las violencias de que él y los suyos eran
-objeto por parte de los lusitanos, en un país que correspondía a Carlos
-V; a lo que le contestaron que obraban de conformidad con las
-instrucciones de su rey. Y despreciando las protestas, pidieron el
-estandarte imperial y procedieron a la descarga del buque. Al exigir
-Espinosa testimonio de lo que contenía, se le amenazó con que, de
-insistir en reclamarlo, se lo habían de dar colgándole de una antena.
-
-Cuando la _Trinidad_ salió de _Tidor_, habían quedado allí, con la
-hacienda del César, Juan Campos, Alonso Genovés y Diego Arias, y ahora
-Espinosa los encontró en _Terrenate_, con hierros, en la fortaleza de
-los lusitanos, que les habían quitado las mercancías que destinaban para
-las contrataciones.
-
-Ventiuno eran los hombres de este navio al volver a _Terrenate_. Todos
-fueron presos. A los cuatro meses, Brito les consintió pasar a la India,
-exceptuando, por serle necesarios, al carpintero maestre Antonio y al
-calafateador Antonio Besanabal.
-
-A los demás los envió a _Banda_, isla abundantísima en nuez moscada. De
-_Banda_ fueron conducidos a _Java_ y a la ciudad de _Agrazué_, habitada
-por treinta mil moros y muy comercial. Desde aquella animadísima urbe
-los llevaron a _Malaca_, punto de confluencia de los buques de los
-territorios cercanos al estrecho de _Meca_ y los de los reinos del
-_Peguí_, _Chazamán_, _Cambaya_ y _Bengala_.
-
-En _Malaca_ murieron cuatro españoles, y se quedó el grumete de la
-_Trinidad_, Antonio Moreno, esclavo de una hermana de Jorge de
-Alburquerque, capitán de la isla.
-
-El resto de nuestros compatriotas llegó, al cabo de una marcha de
-cuatrocientas leguas, a _Ceilán_ y a _Coohín_, donde permanecieron diez
-meses sin lograr autorización para volver a España; por lo que el
-marinero León Pancaldo y el maestre Bautista Poncero se escaparon en una
-nave, que los llevó a _Mozambique_. Habiendo sido presos, Poncero
-murió, y Pancaldo se escapó otra vez y pudo arribar a Lisboa. Allí la
-encerraron en _el limonero_, como llamaban a la cárcel.
-
-Vasco de Gama, nombrado por entonces virrey de la India, tampoco dió
-licencia a nuestra gente para embarcarse, y si don Enrique de Meneses,
-gobernador de Goa y sucesor de Gama, llegó a concedérsela a Espinosa, al
-lombardero maestre Hans y al marinero Ginés de Mafra, fué al enterarse
-de que el Rey de Portugal se había casado con una hermana de Carlos V.
-
-En Lisboa, maestre Hans murió en _el limonero_, y Gonzalo Gómez y Ginés
-de Mafra estuvieron en la prisión cerca de siete meses.
-
-De los cincuenta individuos que en la _Trinidad_ habían partido de
-_Tidor_ para Panamá, solamente cuatro volvieron a España.
-
- * * * * *
-
-En 1525 se envió a las _Molucas_ otra expedición, al mando de fray
-García de Loaysa, natural de Ciudad Real, guerrero sabio y
-experimentado y comendador de la Orden militar de Rodas.
-
-Componíase la flota de seis naves y un galeón. _La Santa María de la
-Victoria_ la gobernaría Loaysa; la _Sancti Spíritus_, Juan Sebastián
-Elcano; la _Anunciada_, Pedro de Vera; la _San Gabriel_, Rodrigo de
-Acuña; la _Santa María del Parral_, Jorge Manrique; la _San Lesmes_,
-Francisco de Hoces, y el galeón, llamado _Santiago_, el capitán Santiago
-de Guevara.
-
-Salieron de La Coruña el 24 de julio.
-
-A la entrada del estrecho de Magallanes, en el cabo de las _Once mil
-vírgenes_, naufragó la _Sancti Spíritus_, ahogándose nueve hombres y
-salvándose los demás a costa de grandes esfuerzos.
-
-El 30 de julio de 1526, en las inmediaciones del cabo _Pescado_,
-falleció Loaysa, con «mucha tristesa y dolor en los que en aquella nave
-capitana iban». «Así como fué muerto y con sendos Paternósters y
-Avemarías por su ánima, que cada uno de los presentes dixo, echado su
-cuerpo en la mar», abrieron una real orden, en la que se determinaba la
-sucesión y elección en el mando del general, capitanes y oficiales
-designados primeramente.
-
-En ese documento, expedido en Toledo a 3 de mayo de 1525, se prescribía:
-«Y porque podría ser, lo que Dios no quiera, que el dicho capitán
-general e capitanes e oficiales nuestros, que van en la dicha armada,
-fallecieren así a la ida como allá y en la vuelta, mando que, en...
-muriendo o quedando el dicho comendador Loysa en la dicha tierra...,
-venga por capitán general de la dicha armada Juan Sebastián del Cano,
-capitán de la segunda nave...»
-
-Así se hizo; pero Juan Sebastián estaba muy enfermo, y el 4 de agosto de
-1526 «le llevó Dios, y le hiçieron las mismas obsequias y le dieron la
-misma sepoltura que se le dió al comendador y le echaron en essa mar.»
-
- * * * * *
-
-De la extensión y brillantez del imperio de Carlos V, labradas en
-grandísima parte por nuestros descubridores y conquistadores en América
-y Oceanía, se han descrito magníficos cuadros en aquella época y en la
-moderna.
-
-Célebre es por su majestuosidad el de Macaulay en las primeras páginas
-de su ensayo sobre la _Guerra de Sucesión_, y muy estimable el de Martín
-H. Hume, en su _Historia del pueblo español_; pero es a Gonzalo
-Fernández de Oviedo a quien se le deben las expresiones más
-entusiásticas acerca de la obra realizada por aquellos hombres que
-ensancharon los dominios de España, los del mundo conocido entonces y
-los de la civilización universal.
-
-Aunque graves autores han ensalzado desde tiempos antiguos a nuestra
-nación por sus ingenios, su valor y su esfuerzo, nada tan merecedor de
-loa como las hazañas de los españoles en las Indias, ya en el ejercicio
-de las armas en tierra, ya en el Océano, con excesivos e innumerables
-trabajos, sin temor al cansancio ni a los peligros, con no pocas
-hambres y enfermedades y muy frecuentemente con absoluto desinterés.
-Ellos encontraron otro hemisferio no menos amplio que Europa, Asia y
-Africa. Alejandro Magno y sus soldados no dejaron de ver el polo ártico
-ni cuando más se alejaron de su país. En el antártico ondeó la bandera
-de Castilla en más reinos y estados que cuantos tuvieron debajo de su
-cetro cada uno de todos los príncipes habidos desde el principio del
-mundo hasta Carlos V. Los asirios, los sicionios, los macedonios, los
-persas, los corintios, los atenienses, los tebanos, los partos, los
-egipcios, los cartagineses, los romanos y otros señoríos estaban
-comprendidos en el polo ártico. Los del emperador se extendían por ambos
-hemisferios, no pudiendo equipararse con tantas proezas y adquisiciones
-las fabulosas novelas de Jasón y Medea con su vellocino de oro.
-
-Tales son, en resumen, las alabanzas tributadas al Imperio de Carlos V y
-a quienes maravillosamente lo dilataron, por Fernández de Oviedo, que
-las corona con estas palabras: «Callen los pregoneros de Theseo aquel
-laberinto y su Minotauro, pues que, sabida la verdad, essas metháporas,
-reduçidas a historia çierta, son unas burlas y niñerías si se cotejan y
-traen a comparación de lo que en estas nuestras Indias se ha visto y se
-ve cada día en nuestro tiempo, y lo han visto mis ojos y otros muchos a
-quien en esta edad ni en las venideras no podrán en verdad contradeçir
-envidiosos, enemigos de tan valerosa y experimentada naçión y tan
-jubilada en virtudes».
-
-
-
-
-MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI
-
-Entre las expediciones hechas en el siglo XVI para el descubrimiento y
-la conquista de las islas del Poniente, figuran la de Hernando de
-Magallanes, la de frey García de Loaysa, la de Alvaro de Saavedra Cerón
-y la de Ruy López de Villalobos.
-
-El objeto determinado de ésta fueron las Filipinas. El de las demás, las
-Molucas.
-
-La expedición de Villalobos es como el prólogo de la de Legazpi.
-
- * * * * *
-
-En 1538 y 1539, el emperador Carlos V facultó a don Pedro de Alvarado,
-adelantado de Guatemala, para el apresto de una flota de cinco navíos,
-con destino al descubrimiento y la conquista de las islas del Poniente.
-
-Sin embargo, don Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España, envió a
-Francisco Vázquez con una armada a dichas islas.
-
-Con este motivo surgieron escandalosas diferencias entre Alvarado y el
-virrey.
-
-Por fin, se concertaron respecto a todo lo que se descubriese, tanto por
-mar como por tierra, dentro de los límites contenidos en las
-capitulaciones ajustadas entre ambos a 29 de noviembre de 1540,
-conviniendo en enviar dos flotas, una a las islas, para ver lo que en
-ellas había, y otra a la costa de Tierra Firme, hasta dar con el fin y
-el secreto de ellas, la primera compuesta de tres naves y una galera,
-con 300 hombres, al mando del caballero Ruy López de Villalobos..., «muy
-experto y plático en las cosas de la mar», y la segunda, de cinco navíos
-y una fusta, con 300 hombres, a las órdenes del caballero Juan de
-Alvarado.
-
-Este convenio mereció la aprobación del monarca en 26 de julio de 1541.
-Poco después murió don Pedro, y se encargó completamente de la empresa
-don Antonio de Mendoza, que el 18 de septiembre de 1542 le dió a
-Villalobos intrucciones para el descubrimiento que se le había
-conferido.
-
-Formóse la flota con las naves _Santiago_, _San Jorge_, _San Juan de
-Letrán_ y _San Antonio_, la galeota _San Cristóbal_ y la fusta _San
-Martín_. Iban por maestre de campo, Francisco Merino; por capitanes,
-Bernardo de la Torre, don Alonso Enrique, Matías de Alvarado, Pedro
-Ortiz de Pineda y Cristóbal Pareja; por oficiales del rey, García de
-Escalante Alvarado, como factor; Jorge Nieto, como contador; Onofre de
-Arévalo, como veedor, y Juan de Estrada, como tesorero; por pilotos,
-Gaspar Rico, de la _Santiago_; Alvaro Fernández Tarifeño, de la _San
-Jorge_; Ginés de Mafra, de la _San Juan_, y Francisco Ruiz, de la _San
-Antonio_. Los oficiales del virrey eran Martín de Islares, factor; Guido
-de Lavezaris, contador, y Gonzalo Dávalos, tesorero. La tripulación
-constaba, según unas relaciones, de 370 hombres, y, según otras, de
-400. Embarcáronse cuatro religiosos agustinianos: fray Jerónimo de
-Sanctisteban, prior, que años adelante escribió un relato del viaje;
-fray Nicolás de Perea, fray Alonso de Alvarado y fray Sebastián de
-Reina, y cuatro clérigos: el comendador Laso y los padres Martín, Cosme
-de Torres y Juan Delgado. Acompañaban a Ruy López de Villalobos los
-caballeros e hidalgos Iñigo Ortiz de Retes, Bernardino de Vargas,
-Antonio de Bustos y Francisco Alvarado.
-
-La armada salió del puerto de la Navidad el 1.° de noviembre de 1542. El
-6 de enero de 1543 encontraron las islas de los _Jardines_. Cien leguas
-al oeste de ellas se perdió la galeota _San Cristóbal_. El 20 avistaron
-una isla pequeña, a la que se llamó _Matalotes_. El 2 de febrero
-arribaron a la de _Mindanao_, que, por su gran extensión, fué denominada
-_Cesarea Karoli_. «La majestad del nombre--dice Escalante de
-Alvarado--le cuadraba». Costeando hacia el sur la isla de Mazaguá y
-apartándose de ella, dieron en la de Sarangani. Los indígenas no les
-llevaban bastimentos. Y se sembró maíz, pero no nació. Los soldados se
-disgustaban, y hubieran preferido la muerte en la pelea a tener que
-morir de hambre. La que allí pasaron llegó a los mayores extremos. Desde
-Cochin, «de la India del rey de Portugal», le decía fray Jerónimo de
-Santisteban a don Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España, en
-carta de 22 de enero de 1547: «El hambre no sufría espera...; en fin,
-comimos cuantos perros y gatos y ratas se pudieron haber, y otras malas
-savandijas y yerbas no conocidas, que todo fué causa de la muerte a
-muchos y de grandes enfermedades; en especial, comieron muchos de unas
-lagartijas grandes; son pardas y relucen mucho; muy pocos son vivos de
-los que las comieron; comiéronse cangrejos de tierra, que algunos
-estaban locos un día de los que comían, en especial si comían las
-tripas».
-
-La _San Cristóbal_ llegó a _Sarangani_ al cabo de cinco meses. Sus
-navegantes fueron recibidos con inmensa alegría, pues se les creía
-perdidos. Esta alegría aumentó al oírseles decir que en aquel tiempo
-habían estado en unas islas ricas en víveres y cuyos moradores
-rescataban con facilidad.
-
-De tal júbilo provino el que se diera a aquellas islas el nombre de
-_Filipinas_, como homenaje al príncipe don Felipe.
-
-«En la isla de Ambón--escribe Santisteban--, viniendo de camino, sacó
-Dios a Rui-López de Villalobos de ruin mundo... Murió de calenturas y
-muy cano, después de muy seco de pensar y congojar; murió muy pobre y
-recebidos todos los Sacramentos: de 370 españoles que salimos de esa
-Nueva España, llegamos a Malaca 117; quedaron en Maluco 30 o pocos más,
-y presos entre infieles, 12.»
-
- * * * * *
-
-Muchos años mediaron entre la expedición de Villalobos y la de Legazpi,
-por los fracasos de algunas flotas enviadas al estrecho de Magallanes,
-por los grandes gastos que ocasionaban y por el empeño que hubo en
-comunicar el Atlántico con el Pacífico por el istmo de Panamá,
-aprovechando el curso del río Chagres.
-
-En 1558, el rey Don Felipe II le manda a don Luis de Velasco, virrey de
-Méjico, hacer en la mar del sur navíos para el descubrimiento de las
-islas del Poniente.
-
-En 9 de febrero de 1561 el virrey le da cuenta al monarca de ocuparse en
-el apresto de la Armada y le recomienda para dirigirla a Miguel López de
-Legazpi, natural de Zumárraga, provincia de Guipúzcoa, que llevaba
-veintinueve años en la Nueva España, donde había sido, con general
-estimación, alcalde ordinario y escribano mayor de Cabildo. «Estaban sus
-bríos prontos para cualquier empresa, por haber sido hombre de gran
-valor y esfuerzo, y aun vivían en la blanca nieve de sus venerables
-canas las centellas de su ardiente juventud, acompañadas de la prudencia
-y madurez de sus años.»
-
-Don Luis de Velasco fué facultado para ordenar la expedición como mejor
-le pareciese.
-
-Se retrasó el apresto de las naves hasta el extremo de mediar una carta
-apremiante del rey, fechada a 13 de febrero de 1563, a la que contestó
-Velasco el 25 de febrero de 1564, presentando sus excusas y anunciando
-la salida de la flota para el mes de mayo. No pudo cumplir la oferta, y
-volvió a disculparse en 15 de junio.
-
-Muerto Velasco a fines de julio, la Audiencia, que en tales casos asumía
-la autoridad y el Gobierno, ultimó los preparativos del viaje, y en
-pliego cerrado le entregó a Legazpi una extensa y muy detallada
-instrucción.
-
-El 20 de noviembre de 1564 los expedicionarios salieron del puerto de la
-Navidad con dos galeones grandes y dos pataches pequeños.
-
-La nave capitana se llamaba _San Pedro_, de quinientas toneladas. En
-ella iban: como maestre, Martín de Ibarra, natural de Bilbao, «con los
-más lucidos soldados y más expertos marineros», y como pilotos, Esteban
-Rodríguez, natural de Huelva, y el francés _Pierres Plin_; por factor,
-Andrés de Mirandola; por alguacil mayor, Andrés de Ribera; por escribano
-mayor, Hernando Riquelme, de Sevilla; por capitán de artillería, Juan
-Maldonado del Berrocal, de Burgos; por alférez mayor, Andrés de Herrera,
-mejicano; por sargento mayor, Luis de la Haya, de Valladolid, y por
-capitán de infantería, Martín de Goiti, de Bilbao, con su compañía y la
-de Legazpi. También se embarcaron en la _San Pedro_, Felipe de Salcedo,
-nieto del general e hijo de doña Teresa de Legazpi y de don Pedro
-Salcedo, y los religiosos agustinos fray Andrés de Urdaneta, fray Martín
-de Rada y fray Andrés de Aguirre.
-
-En la almiranta, denominada _San Pablo_, de cuatrocientas toneladas,
-fueron: como jefe, el maestre de campo Mateo del Sanz, de Ciudad Real;
-por piloto mayor, Juan Martínez Fortín; por acompañado, Diego Martín, de
-Triana; por maestre, Juan María, genovés; por tesorero, Guido de
-Lavezaris, y por contador, Andrés de Cauchela. En esta nave iban dos
-padres de la Orden de San Agustín, fray Diego de Herrera y fray Pedro de
-Gamboa.
-
-En el patache _San Juan_, de cien toneladas, fué por capitán Juan de la
-Isla; por piloto, su hermano Rodrigo de Espinosa, y por maestre, Julián
-Felipe, de Triana.
-
-El _San Lucas_, de cuarenta toneladas, lo mandaba el capitán don Alonso
-de Arellano, yendo por piloto Lope Martín, mulato, natural de Ayamonte,
-y por maestre, Nicolao, habilísimo marinero, de nacionalidad griega.
-
-Intérprete de la Armada era un indio llamado Jorge, que sabía muy bien
-la lengua malaya. Este indio fué convertido al catolicismo, en _Tidor_,
-por los religiosos de la flota de Ruy López de Villalobos, y pasó a la
-Nueva España con el soldado Pedro Pacheco, natural de Ciudad Rodrigo,
-que había formado parte de aquella expedición desdichadísima.
-
-Durante cinco días corrió la de Legazpi al suroeste, y el 25 de
-noviembre el general mandó reunir en su nave a los religiosos, capitanes
-y oficiales, al alférez, al sargento, al alguacil mayor y a los pilotos,
-y le presentó, por ante el escribano Hernández Riquelme, instrucción que
-traía, cerrada y sellada, de la Nueva España, y que se le había ordenado
-no abrir hasta haber navegado cien leguas, en la que se disponía que el
-viaje se hiciese con rumbo a las islas Filipinas y a las inmediatas a
-ellas.
-
-En cuanto a la derrota, había habido disconformidad de pareceres entre
-fray Andrés de Urdaneta y el capitán Juan Pablo de Carrión, que,
-enemistado con el padre, no quiso ir en la Armada.
-
-Urdaneta había ido, en 1525, en la de García de Loaysa, a las Molucas,
-donde sirvió durante ocho años, como soldado, como capitán y en oficios
-de la real Hacienda. En 1536 le dió cuenta a Carlos V de los sucesos de
-aquella expedición. Después, hasta 1552, desempeñó en Nueva España, por
-nombramiento y encargo del virrey don Antonio de Mendoza, importantes
-comisiones relativas a asuntos de guerra y de paz. En 1553 ingresó en la
-Orden de San Agustín. El virrey don Luis de Velasco se valió de él para
-negocios interesantísimos. Felipe II, por cédula expedida en Valladolid
-a 24 de septiembre de 1559, dispuso que Urdaneta fuera, con dos
-religiosos más, a las islas del Poniente, en la flota de Legazpi; y fray
-Andrés le contestó al monarca, en carta fechada en Méjico a 23 de mayo
-de 1560, que, aunque estaba falto de salud, había padecido muchos
-trabajos desde su mocedad y necesitaba reposo en lo que le quedara de
-vida, se disponía, por veneración a la majestad real y a la fe católica,
-a las molestias de la nueva jornada.
-
-El soberano quería que la flota fuese en busca de las islas _Filipinas_,
-sin entrar en las _Molucas_, para no infringir las capitulaciones hechas
-con el rey de Portugal, y Urdaneta opinaba que estas islas no solamente
-caían dentro de los términos de lo del empeño, sino que la extremidad
-de ellas por la parte de Levante estaba comprendida en el meridiano de
-las Molucas; por lo cual debía enviarse dos galeones y un patache a
-descubrir por aguas del Poniente de Méjico, «arando la mar», hasta los
-límites de lo correspondiente a los portugueses. No hallaba reparo en
-que se llegase a las _Filipinas_ para rescatar a los españoles que allí
-hubiera cautivos, de los que en 1525 fueron en la armada de Loaysa; de
-la enviada en 1527, por el marqués del Valle; de un navío, también de
-Hernan Cortés, que, yendo del Perú a la Nueva España, fué a dar,
-combatido por vientos contrarios, en aquel archipiélago, y de la
-expedida en 1542 por don Antonio de Mendoza. Pero no se debía hacer
-otras contrataciones que la compra de algunas cosas merecedoras de verse
-como muestras y la de los bastimentos precisos para el viaje.
-
-El septiembre de 1564 el capitán Juan Pablo de Carrión, nombrado
-almirante de la flota de Legazpi, le escribe al rey que las _Filipinas_
-las ha descubierto, antes que nadie, en 1521, Magallanes, y que «son
-Islas que los Portugueses nunca han visto y están muy a trasmano de su
-navegación, ni an tenido noticias dellas, sino aya sido por alguna
-figura o carta de marear nuestra». Y arremetiendo contra Urdaneta y
-contra Legazpi añade: «... el padre fray Andrés ha dicho resueltamente
-que no se embarcará si el Armada va adonde yo digo; y como el que va por
-general, ques Miguel López de Legaspe, es de su nación y tierra y íntimo
-amigo, quiérele complacer en todo, y como el dicho general no tiene
-nenguna esperencia en estas cosas, ni entiende nenguna cosa de
-navegación, por no lo aver usado, no sabe destenguir lo uno de lo otro,
-y en todo se abraza a la voluntad del padre.»
-
-En la controversia entre Urdaneta y Carrión sobre si la armada debía ir
-o no a las _Filipinas_, aparentemente venció fray Andrés, porque, al
-salir los buques del Puerto de la Navidad, se dijo que irían a las
-_Molucas_; pero, en realidad, el victorioso fué el capitán, con arreglo
-a cuyos dictámenes redactó la Audiencia de Méjico y le entregó a Legazpi
-la orden secreta, según la cual pondría las proas hacia el archipiélago
-filipino, cuando los navíos llevaran recorridas cien leguas desde la
-Nueva España: «Haréis vuestra navegación en demanda y descubrimiento de
-las Islas del Poniente hacia los Malucos, sin que por vía ni manera
-alguna entréis en las Islas de los dichos Malucos, porque no se
-contravenga el asiento que Su Magestad tiene tomado con el Serenísimo
-Rey de Portugal, sino en otras islas que están comarcanas a ellas, como
-las Filipinas y otras que están fuera del dicho asiento y dentro de la
-demarcación de S. M...»
-
-Se resolvió el pugilato armonizando el que se cumpliera la voluntad del
-Monarca y el no prescindir del utilísimo concurso de fray Andrés, quien,
-de haberse aclarado desde el primer momento el camino que había de
-seguirse, se hubiera quedado en tierra.
-
-Los religiosos se lamentaron del contenido de la instrucción y de que
-habían sido engañados; pero, en virtud de los preceptos superiores y de
-las reflexiones de Legazpi, se conformaron con la novedad, y habiéndose
-discutido sobre cuál sería la mejor ruta para las islas Filipinas, se
-decidió navegar al oeste, cuarta del sudoeste, y al llegar a una altura
-de 9° dirigirse al oeste en busca de las islas de _los Reyes_ y las de
-_los Corales_; de éstas irían a las de _los Arrecifes_ y _Matalotes_, y
-desde allí, al archipiélago de _San Lázaro_.
-
-El 30 de noviembre, el patache _San Lucas_, que iba delante de la
-capitana, desapareció, sin que en mucho tiempo se volviera a saber de
-él. Esta embarcación, buscando o con la excusa de que buscaba a la flota
-en la isla de _Mindanao_, en las de _Magallanes_ y en otras, regresó a
-Nueva España y llegó al puerto de Navidad el 9 de agosto de 1565.
-
-Siguieron navegando días y días sin que los pilotos pudieran ponerse de
-acuerdo respecto a las leguas que llevasen recorridas. En la madrugada
-del 18 de enero de 1565 creyeron estar cerca de tierra, por haberlo dado
-a entender el buque almirante con un disparo de artillería; mas,
-habiéndose convencido de que se trataba de una ilusión, continuaron la
-marcha. Cuando efectivamente vieron tierra fué el día 9. Era una isla
-pequeña, abundante en palmas de coco y en árboles. Bajaron a examinarla
-fray Andrés de Urdaneta, Felipe de Salcedo, Mateo del Sanz y el capitán
-del _San Juan_. Al volver a las naves, refirieron que se habían
-encontrado con un indio y una india viejos, que debían ser marido y
-mujer; una india joven, que debía ser hija del matrimonio, y una
-pequeñuela, que sería hija de la india moza; que no entendieron el
-idioma de aquellos naturales; que les obsequiaron con cuentas de vidrio
-y otras bagatelas, y que ellos se mostraron muy pesarosos al retornar
-los visitantes a la playa. Otras noticias les dieron a los demás
-expedicionarios: había allí muchas frutas, pescados, gallinas, patatas
-y millo. En cuanto a los habitantes, el indio era de buena conformación
-y las mujeres eran guapas. Todos llevaban el cabello suelto y largo.
-Tenían canoas muy lindas, anzuelos de cordeles y de hueso; carecían de
-utensilios de barro y no usaban armas de ninguna clase.
-
-Tan pintoresco territorio recibió el nombre de isla de los _Barbudos_.
-
-Poniendo las proas al noroeste, llegó la flota el 22 de enero a unas
-islas que, según los pilotos, formaban parte del archipiélago filipino,
-y, según el padre Urdaneta, eran las de los _Ladrones_. Numerosos
-isleños, en cincuenta canoas, que llamaban paraos y estaban hechas de
-palma, rodearon a la armada y prorrumpieron en grandes voces, con las
-que parecían invitar a los nuestros a que fueran a sus poblaciones,
-donde les darían de comer hasta que se hartasen. La costa estaba cuajada
-de palmares de coco, y entre los palmares había viviendas. Al anochecer
-encendieron los indios infinidad de hogueras. Antes de que los
-castellanos desembarcaran, Legazpi, dando pruebas de ser un habilísimo
-diplomático, ordenó que nadie se atreviese a hacerles daño a los
-indígenas, ni a quitarles nada, ni a tocar en sus sementeras y
-labranzas, ni a cortar palmas ni otros árboles, y que los rescates
-pudieran hacerlos únicamente los oficiales del rey. Esta orden malhumoró
-a los soldados. El día 23 los isleños trajeron cocos secos y verdes,
-cañas dulces, plátanos, arroz, batatas y otros artículos, trocándolos
-por naipes, cascabeles, cuentas de vidrio y trozos de orillo; pero,
-desconfiadísimos, se negaron a entrar en las naves. En las sucesivas
-contrataciones exigieron, para el pago de sus mercancías, primero hierro
-y, después, clavos, por haber comprendido cuán útiles habían de serles
-para sus canoas. Tenía razón el padre Urdaneta: aquéllas eran las islas
-de los _Ladrones_. Se pedía, sobre todo, arroz a cambio de clavos
-grandes, y los indios, con una sagacidad y una desaprensión
-indescriptibles, llevaban fardos, en cuya parte superior había una capa
-de arroz como de dos dedos, siendo arena todo lo demás, y otras veces
-metían en los fardos piedras y hierbas para aumentarles el peso y hacer
-los cambalaches más ventajosamente. Se les compró gran cantidad de
-barriles de aceite de coco, y se vió que la mayor parte contenían agua
-con uno o dos dedos de aceite. Con frecuencia cometían otros engaños,
-como el de acercarse algo a uno de los buques, esperar a que se les
-echasen los clavos, y luego, sin entregar las mercancías, salir huyendo
-hacia los otros buques para repetir idénticas operaciones.
-
-Al patache _San Juan_ le desclavaron un pedazo de un hierro del timón,
-procuraron arrancar los clavos del costado de las naves y a todas les
-quitaron las boyas. Un indio le arrebató a un soldado un arcabuz que
-llevaba al hombro. Otro indio le pegó a otro soldado con una vara en el
-pecho, y aunque no se lo lastimó, porque llevaba cota, le produjo en una
-mano una herida, de la que murió inmediatamente. «Todo lo cual hacían
-sin vergüenza ninguna, porque de cosa no la tienen».
-
-Legazpi salió a tierra y, en nombre de Su Majestad, tomó, con gran
-aparato, posesión de esta isla, que era la de _Goam_, nombrada _Guan_ en
-el derrotero del piloto mayor Esteban Rodríguez, y _Boan_ en el de
-_Pierres Plin_. Aunque se había propuesto conducirse con aquellos
-isleños de la manera más afable, se vió obligado a disponer que los
-castigaran. Parte de nuestra gente bajó a tierra a cargar de agua dulce,
-y los indios fingieron recibirles de paz. Cuando llegó el momento de
-recogerse a los navíos, se quedó rezagado, durmiendo entre unos
-palmares, un muchacho, que era grumete, sin que los españoles le echasen
-al pronto de menos. Al darse cuenta de que faltaba, fueron a buscarle,
-mas le encontraron hecho pedazos. Los isleños le habían atado de pies y
-manos, le habían producido más de treinta heridas, traspasándole el
-cuerpo con lanzas, le habían desollado la cara, le habían metido por la
-boca un palo, que le salía por el colodrillo, y le habían apedreado.
-
-El maestre de campo Mateo del Sanz les quemó algunas canoas y casas,
-hirió a varios indios, mató a otros y prendió a cuatro. A tres se les
-ahorcó en el mismo sitio en que había perecido el grumete. A uno que
-había quedado ileso, el maestre le trajo a la nave «a ruego de los
-religiosos» «diciendo que sería más servicio de Dios nuestro Señor y de
-su Majestad llevarle a la Nueva España que no ahorcarle, e ansí se llevó
-a la Capitana.»
-
-Legazpi, los religiosos, los capitanes y los oficiales conferenciaron
-sobre si convendría poblar en _Goam_ y despachar un navío a la Nueva
-España. Así lo propuso el padre prior, respondió el general que era
-necesario dar cumplimiento a las órdenes que tenía de seguir hasta las
-islas _Filipinas_ y las colindantes, y, sin más discusión, el 3 de
-febrero emprendieron la marcha.
-
-El 13 arribó la armada a una bahía muy amplia, rodeada de islas pequeñas
-y de una grande. Se encargó al maestre de campo, al padre prior y al
-capitán Martín de Goiti que vieran si había población, río o puerto, y
-si encontraban indios. Unos cuantos vieron, que se negaron a esperarles.
-
-El 20 comparecieron algunos naturales, significaron que la isla grande
-se llamaba «Zubú», y dijeron nombres de pueblos y caciques del
-territorio. El general les dió cuentas de vidrio, bonetes de grana,
-cuchillos, etc., y les pidió que de su parte les suplicaran a los
-principales que fueran a verle, porque les quería hablar y hacerse
-amigos suyos.
-
-Vinieron, en efecto, en canoas, unos caciques, que en prueba de amistad
-querían sangrarse con el general, y entraron en la capitana, donde
-fueron muy bien recibidos.
-
-Allí era incomprensible otro lenguaje que el de las señas. Legazpi se
-las hizo de que deseaba contratar con ellos y obtener su amistad en
-nombre del rey de Castilla. De lo que mostraron gran satisfacción. Y
-venían con frecuencia a los navios y convidaban a los expedicionarios
-con vino de palmas. Se les propuso que vendieran en grandes cantidades
-puercos y gallinas, y se los pagarían muy bien, y quedaron en hacerlo
-así, pero no llevaron mas que un gallo, un huevo y un cochino. Pronto se
-vió que no querían venderle nada a nuestra gente, sino entretenerla, y,
-sobre todo, aprovecharse de las baratijas--para ellos de mucho
-valor--que se les daban gratuitamente siempre que iban a los buques.
-
-Se encargó a Juan de la Isla y a dos religiosos que reconocieran si
-había puerto, y hallaron dos bahías. En una salieron indios a la ribera
-dándole señas al capitán de que querían sangrarse con él para entablar
-amistades. Francisco Gómez, gentil hombre de Legazpi, sin consentimiento
-del capitán Isla y contra el parecer de los religiosos, saltó a tierra
-para sangrarse con uno de los caciques. Cuando estaban en la ceremonia
-surgió del monte un indio, y acercándose a Gómez por entre los que se
-hallaban con él, le dió tan terrible lanzada que murió al poco rato.
-
-El 21 arribaron, en la costa de la isla grande, a una bahía que
-denominaron _San Pedro_, y el 22 vino a la nave del maestre un isleño,
-que dijo ser principal y llamarse Urrao. Se sangró con Mateo del Sanz, y
-le enteró de que Tandaya, gran cacique, de quien era sobrino, residía a
-no mucha distancia de allí. A Urrao y a otros dos principales, uno de
-ellos llamado Balaniga, les obsequió el general y les pidió una canoa
-para enviarle a decir a Tandaya que Su Majestad «le quería por amigo, y
-le quería mucho». Un indio que sabía algunos términos castellanos se
-ofreció a llevarle a Tandaya la carta, y quedó en volver al día
-siguiente para que se la dieran. A Urrao y a los otros dos caciques les
-rogó el maestre que le vendiesen arroz, gallinas y puercos, y quedaron
-en llevarlos; pero no volvieron. Tampoco volvió el que se había ofrecido
-a entregarle el mensaje de Legazpi al gran cacique.
-
-El 22 dispuso el general que Martín de Goiti buscase el río de Tandaya,
-por si tenía buen puerto, y que procurase ver al poderoso señor y darle
-cuenta de las intenciones de los españoles.
-
-Mientrastanto, Legazpi procedió a tomar posesión de la isla, y,
-terminado el acto, se aproximó, en compañía de los religiosos y del
-maestre de campo, al pueblo de _Caniungo_, donde les esperaron multitud
-de indios en disposición amenazadora. Dos disparos de arcabuz fueron
-bastantes para amedrentarles y hacerles huír.
-
-A los diez días volvió Martín de Goiti, refiriendo que lo más notable
-que había encontrado en sus exploraciones había sido la ciudad de
-_Cabalián_, cuyos habitantes usaban joyas de oro y tenían muchos puercos
-y gallinas.
-
-El 5 de marzo salió la armada para aquella población, cuyo cacique,
-Maletec, tenía un hijo, llamado Camutrián, que se sangró con el alférez
-mayor, no habiendo ido Maletec en persona a sangrarse con Legazpi por
-ser muy viejo y estar ciego.
-
-Quisieron los expedicionarios comprar víveres, y los indios prometieron
-traérselos, pero faltaron reiteradamente a su palabra, y el general, los
-capitanes, los oficiales y otras personas de cuenta resolvieron,
-haciendo de la necesidad ley, adquirirlos por la fuerza, aunque evitando
-causarles daño a los indígenas y pagándoles lo que les tomasen.
-
-Los naturales del país huyeron al ver en tierra a los españoles, y con
-la precipitación de la huída dejaron abandonados algunos puercos y
-cierta cantidad de batatas. También se les tomaron unas cuantas
-gallinas. Muchísimas otras escaparon volando como perdices.
-
-Se hizo inventario de estas adquisiciones, se apartó la cantidad de
-margaritas, cuentas de vidrio, bonetes de grana, cuchillos, etc., que se
-consideró necesaria para abonar su valor, y se le entregó a Camutrián,
-que estaba en una de nuestras naves, para que él hiciera llegar
-aquellos objetos a los dueños de los bastimentos, de tal modo, que cada
-cual cobrase en proporción a los que hubiera perdido.
-
-Por Camutrián se averiguó que no lejos de allí estaba _Mazaguá_, y
-habiéndole suplicado el general que le enseñase el camino, el hijo de
-Maletec se ofreció a ir con él a dicha isla acompañado de tres indios.
-
-El 9 de marzo salió la flota de _Cabalián_ para _Mazaguá_, y el 10
-fueron comisionados el prior y el maestre de campo para que hicieran por
-ver al cacique y le regalaran, a fin de atraérselo, una chamarra de
-terciopelo y un capote de grana; mas, no habiendo encontrado, en la
-parte donde pensaban que estaría la residencia del señor, casas ni
-indios, acordó el general trasladarse a la isla de _Caninguinín_, que
-estaba próxima.
-
-Antes se les dió suelta a Camutrián y a los otros tres indios, y a fin
-de que se marcharan contentos, les quedase agradable recuerdo de los
-españoles y recibieran y trataran bien a otros que pudieran pasar por
-su tierra, se les vistió a dos de ellos de bonete, chamarra y
-zaragüelles de paño verde, y a los otros dos, de iguales prendas, de
-lienzo, y se les dió para el regreso carne de cerdo y pan para tres días
-y una botija de agua.
-
-El 11 de marzo arribó la armada a _Caninguinín_, no habiendo encontrado
-en ella nada que les interesase. Canela es lo que más deseaban haber
-hallado y adquirido en aquella isla.
-
-Sus naturales se negaban a escuchar a los españoles. Legazpi consultó
-con los religiosos, los capitanes, los oficiales y las demás personas de
-la armada sobre qué partido tomar, y, de común acuerdo, resolvieron
-pasar a _Butuán_, por ser país de mucho comercio y porque encontrarían
-quien entendiese la lengua malaya.
-
-Reconociendo Martín de Goiti, en un batel, la costa de la isla de
-_Bohol_, halló un parao de grandes dimensiones, cargado de arroz y de
-otros bastimentos. En cuanto los indios vieron el batel, se arrojaron al
-mar, dejando abandonada la canoa. Los españoles se apoderaron de ella,
-y el general mandó hacer inventario de su contenido, para pagar su valor
-a quien resultara ser su dueño. En el mismo día, el maestre de campo
-prendió a siete u ocho indios de los que se escaparon del parao, por uno
-de los cuales se averiguó que aquella embarcación y sus mercancías eran
-procedentes de _Cebú_.
-
-La contrariedad de los vientos impedía que la armada arribase a
-_Butuán_, y se acordó que fuese allí el patache, y que en tanto se
-hiciesen en la capitana algunos reparos que le eran necesarios, para
-enviarla a descubrir la vuelta a la Nueva España. Procurarían comprar la
-mayor cantidad que pudiesen de oro, canela, cera, especias y drogas, y
-hacer amistad con el cacique de la isla, a quien le comunicarían, de
-parte de los expedicionarios, que, si se lo consintiera, tendrían mucho
-gusto en ir a su tierra, para establecer en ella factorías y
-contrataciones en nombre del rey de España. Como intérprete de la lengua
-malaya iba con la gente del patache un tal Jerónimo Pacheco. Si en
-_Butuán_ no encontraban canela, recorrerían hacia el mediodía la costa
-de _Mindanao_, hasta llegar a la provincia de _Cavite_.
-
-Cuando el general se ocupaba en el despacho del _San Juan_, vino a la
-nave capitana el maestre de campo y dijo que la almiranta, distante
-media legua, había visto en la mar un junco grande y enviado un batel en
-su reconocimiento. Los tripulantes del junco acometieron a los españoles
-trabándose entre unos y otros encarnizada pelea. En ella nos hirieron
-veinte hombres; pero la canoa tuvo que rendirse ante los argumentos de
-los arcabuces. Esta embarcación tenía árbol mayor, trinquete y mesana, y
-era casi tan grande como el _San Lucas_. Los que en ella venían eran
-moros.
-
-Un testigo presencial del combate elogia el valor de los adversarios,
-diciendo que determinaron morir, que pelearon como desesperados, hasta
-que les mataron el capitán, y que hicieron enorme gasto de municiones de
-hierro.
-
-En el parao apresado venían seis o siete hombres, uno de ellos factor
-del rey de Borneo, quien manifestó que las mercancías que llevaban eran
-de su señor, y que el junco pertenecía a un portugués, llamado Antón
-Maletis. Legazpi le preguntó cómo no habían acudido al llamamiento de
-los españoles. La contestación que aquellos seis o siete hombres le
-dieron fué verdaderamente notable: «... respondieron que, como no los
-conoscían ni entendían, y vieron que eran extrangeros, les pareció que
-estaban obligados a la defensa de sus personas y haciendas, y que en
-defensa desto, por cualquiera cosa que hubiesen hecho, no tenían culpa
-ninguna; que, si los conoscieran, que justo fuera y ellos vinieran, pero
-que, no los conosciendo, ni sabiendo quién eran, ni qué los querían,
-habían procurado defenderse».
-
-Se les puso en libertad y se les devolvió el parao con cuanto en él
-había venido. Asombrados de tanta liberalidad, pidieron una carta para
-el rey de _Borneo_, a quien irían a darle cuenta de proceder tan
-humanitario.
-
-De estos moros se informó el general acerca de las mercaderías en que
-traficaban, de dónde las traían, de su calidad, de sus precios de compra
-y de venta, y de la religión, costumbres, producciones y otras
-particularidades de aquellas islas.
-
-En _Borneo_ adquirían hierro y estaño, mantas pintadas de la India,
-porcelanas, campanas de cobre, sartenes, cazuelas de hierro templado,
-hierros para lanzas, cuchillos, cera, mantas blancas, etc. Todos estos
-artículos los vendían por oro, por clavos y por unos caracoles que en
-_Siam_ se cotizaban como dinero.
-
-De los moros aprehendidos, el piloto del parao era el más inteligente y
-experimentado y el que tenía más y mejores noticias de las _Filipinas_,
-de las _Molucas_, de _Borneo_, de _Malaca_, de _Java_, de la India y de
-la China. Por él se supo que los rescates que llevaba la armada eran de
-difícil salida en las _Filipinas_, y en cambio la tendrían muy buena en
-_Borneo_; que en _Butuán_ había mucha contratación; que allí estaban dos
-juncos de _Luzón_ adquiriendo oro, canela y esclavos; que _Luzón_ estaba
-al norte de _Borneo_; que los de _Borneo_ no entraban en _Butuán_ por
-haber habido entre unos y otros sangrientas colisiones, y que los de
-_Bohol_ no querían contratar con los de las naves, porque hacía dos
-años, muchos castellanos de los residentes en las _Molucas_ les habían
-hecho, so capa de amistad y seguridad, muertes y robos a todo pasto y
-les habían cogido muchísimos prisioneros, que vendieron como esclavos, y
-que desde entonces les tenían miedo a los de Castilla.
-
-Legazpi les hizo saber que los autores de semejantes desafueros no eran
-españoles, sino portugueses, gente de otra tierra y súbditos de otro
-monarca que los nuestros; a lo que los moros repusieron que ellos sabían
-que era así, pero que los indios no los diferenciaban y creían que todos
-eran unos.
-
-El general quedó maravillado de la astucia empleada por los lusitanos,
-no tanto para hacerles daño a los isleños como para hacérselo a los
-españoles cuando allí llegaron, porque habían de encontrarse con el odio
-de los naturales del país.
-
-Para contrarrestar estos inconvenientes, mandó a llamar a varios
-caciques, y vino a la capitana uno, llamado Cicatuna, que fué recibido
-muy amistosamente. Este cacique se sangró con Legazpi, sacándose ambos,
-de los pechos, dos gotas de sangre, revolviéndolas con vino en una taza
-de plata y bebiéndose cada cual la mitad de la peregrina mezcla. Después
-de la sangría se convidó a Cicatuna con conservas y vino de Castilla,
-que le resultó agradable. Los postres consistieron en un discurso del
-capitán generel, enterando al cacique de que el rey de España era el
-mayor y más poderoso príncipe de la Cristiandad, de que en su nombre
-iban los de la armada a contratar, a cuyo efecto llevaban valiosos
-rescates, y de que él, el gobernador, trataría a Cicatuna como a un
-hermano; por todo lo cual le suplicaba que influyera para que los
-isleños viniesen a contratar con los de la flota y les vendiesen arroz,
-puercos, gallinas y cabras, que les serían pagados a buen precio.
-
-La respuesta del cacique fué satisfactoria, en cuanto a que los indios
-perderían el temor, una vez que él y el general se habían sangrado y
-hecho amigos; pero que, por lo que respectaba a mantenimientos, en muy
-poco le podrían servir, porque aquel año era mucha el hambre que se
-padecía en la isla a causa de la falta de lluvias.
-
-Otro día vino la nave capitana con varios moros de _Borneo_, un
-principal indio, llamado Cigala, de más categoría que Cicatuna. Quería
-sangrarse con el gobernador; le regaló un lechón y le dió por excusa de
-no haber venido a verle antes el haber estado forastero. Legazpi accedió
-a la sangría y obsequió a Cigala con un pedazo de mantel, un espejo, una
-bacinica, tijeras, cuchillos, margaritas y cuentas, y porque tenía
-cuatro hijas, le entregó una docena de sartas de vidrio y otra docena de
-cascabeles para cada una.
-
-A los quince días de haber partido el _San Juan_ para _Butuán_, regresó
-adonde se encontraba el resto de la flota. Los del patache habían visto
-al rey de la isla y a un hermano suyo, los cuales no habían querido
-entrar en el _San Juan_ por tenerles miedo a los moros.
-
-Legazpi promovió consulta sobre si se debía poblar en alguna de aquellas
-islas, y se convino en hacer población en _Cabalián_, por abundar allí
-el arroz, los puercos y las batatas, y porque sería fácil el
-abastecimiento de los que se volvieran a la Nueva España; pero la
-resolución definitiva fué poblar en Cebú, por ser la tierra más fértil y
-rica de cuantas hasta entonces habían visto en aquellos países.
-
-Los españoles fueron a _Cebú_, y Legazpi envió emisarios a Tupa, rey de
-la isla, para que viniese a verle. Este requerimiento fué contestado
-con promesas que no se cumplían; antes, por el contrario, los indios les
-amenazaron a los de la flota, y hubo que hacerles la guerra.
-
-Reconociendo las casas de los fugitivos, se encontró, en una de las más
-pobres, un Niño Jesús flamenco, con su camisita de volante y su sombrero
-de velludo. El general experimentó tal alegría y tal emoción con este
-hallazgo, que, tomando al Cristo en las manos, le besó los pies, y
-alzando los ojos al cielo dijo: «Señor, Poderoso eres para castigar las
-ofensas en esta isla cometidas contra tu Majestad, y para fundar en ella
-tu casa e Iglesia Santa, donde tu Gloriosísimo nombre sea alabado y
-ensalzado; suplícote me alumbres y encamines de manera que todo lo que
-acá hiciéremos sea a honra y gloria tuya, y ensalzamiento de tu Santa Fe
-católica».
-
-El 8 de mayo se trazó y midió el terreno sobre que había de construírse
-un fuerte en el puerto de _Cebú_, y el necesario para una villa, a la
-que se puso el nombre de _San Miguel_.
-
- * * * * *
-
-El 1.° de junio de 1565, la nave _San Pedro_, al mando de Felipe de
-Salcedo, emprendió el regreso a la Nueva España, trayendo por pilotos a
-Esteban Rodríguez y Rodrigo de Espinosa, y arribó al Puerto de la
-Navidad el 1.° de octubre del mismo año.
-
-El 18 de septiembre, Salcedo había requerido a Rodríguez, a Espinosa y
-al contramaestre Francisco de Astigarribia, que _también echaba punto y
-carteaba_, a que tanteasen el camino que habían andado desde el puerto
-de Cebú hasta la tierra que vieron aquel día. La distancia recorrida
-había sido, según Rodríguez, de 1740 leguas, y, según Espinosa, de 1650.
-Este último resultado dieron los cálculos y apuntaciones de
-Astigarribia.
-
-De todo lo cual levantó acta el escribano de la _San Pedro_, Asensio de
-Aguirre.
-
-Le interesaban a Salcedo la comisión y la consignación notarial de los
-pareceres de los pilotos, acerca de lo navegado, para que «se entendiese
-el dicho camino más verificadamente», y «para que mejor relación se
-pudiese hacer a Su Majestad».
-
-Este viaje fué muy penoso. No pocos tripulantes enfermaron durante él, y
-algunos murieron. El piloto Espinosa falleció el 27 de septiembre. Fray
-Andrés de Urdaneta apenas pudo dormir, por tener que gobernar la nave, y
-padeció muchísimo.
-
-Inmensa alegría produjo en Méjico el retorno de los supervivientes. Al
-volver allí el capitán del _San Lucas_ aseguró que se había ido a pique
-el resto de la armada de Legazpi.
-
-Cuando, al poco tiempo, fray Andrés vino a Castilla por encargo de la
-Audiencia, se encontró a la Corte, que estaba a la sazón en Valladolid,
-a Alonso de Avellano, que tenía muy adelantadas y con grandes
-probabilidades de buen éxito sus gestiones para que le premiaran por
-haber sido el primero en descubrir las islas _Filipinas_, y en haber
-hecho el viaje de vuelta al punto de partida; pero fué preso por haberle
-dado cuenta Urdaneta al rey de su deslealtad y codicia. Luego se le
-envió a la Nueva España para que se le trasladara a Manila y se le
-pusiera a la disposición de Legazpi. Por influencias interpuestas en su
-favor permaneció en Méjico hasta la muerte del general, pasando después
-a Manila con cartas de recomendación, que le fueron ineficaces para ser
-menos escarnecido por su conducta.
-
- * * * * *
-
-Tupas y todos los naturales de _Cebú_ reconocieron el señorío del rey de
-Castilla.
-
-Los españoles les ayudarían a los cebutines a defenderse de sus
-enemigos, y lo mismo harían los de _Cebú_ con nuestros compatriotas
-cuando lo necesitaran. Al indio que cometiese alguna falta contra algún
-español, los caciques le traerían preso ante Legazpi para que le mandara
-castigar. El español que le hiciese daño o agravio a algún indio sería
-castigado por el gobernador. Cuando los españoles les compraran a los
-indios bastimentos, se los habían de pagar a como valieran, y les darían
-a precios moderados los rescates y géneros de España. Los indios no
-podrían ir a contratar al real ni a la población de los españoles con
-armas ofensivas ni defensivas.
-
-En demostración de obediencia, Tupas, su hijo Pisunán, Catipán, Batumán,
-Maquiong y otros señores se arrodillaron ante Legazpi y le besaron la
-mano.
-
-El general les obsequió con ropas, rescates y cuentas. A Tupas le dió,
-además, dos camisas, un espejo dorado y dos sartas de margaritas.
-«Quedaron ellos muy contentos viéndose tan bien vestidos de aquellos que
-entendían auían venido a desnudarles.»
-
-Un acontecimiento extraordinario fué el haberse convertido al
-catolicismo Tupas, persona la de más autoridad e influencia, no
-únicamente en _Cebú_, sino sobre los señores de las otras islas. Ninguno
-le igualaba en capacidad intelectual ni en habilidad política. Siempre
-había rechazado la conversión, por creer que la permanencia de los
-españoles en sus dominios era muy problemática, por no tener con ellos a
-sus mujeres. Le bautizó fray Diego de Herrera, fué su padrino Miguel
-López de Legazpi y se le puso por nombre Felipe. Se celebró la ceremonia
-el 31 de mayo de 1568. Poco después fué bautizado su hijo, mozo de
-veinticinco años, habiendo sido su padrino Juan de Salcedo. Se le llamó
-Carlos, en recuerdo del príncipe don Carlos, hijo de Felipe II. Aquel
-día se bautizaron otros notables de la isla de _Cebú_ y de las
-inmediatas.
-
- * * * * *
-
-Una de las acciones de Legazpi que mejor ponen de relieve su talento y
-su valor es su victoria sobre los portugueses de las _Molucas_. El
-virrey de la India había encomendado al capitán Gonzalo Pereira el
-apresto de una armada para echar de _Cebú_ y del archipiélago filipino
-a los españoles. El general se apercibió a la defensa. Habiendo
-trascurrido bastante tiempo sin que la flota lusitana apareciera por
-ninguna parte, se imaginó que el virrey habría cambiado de propósito;
-pero cuando Legazpi se encontraba más falto de víveres, y con sus gentes
-repartidas por las provincias circunvecinas haciendo sus ordinarias
-contrataciones, surgió en el puerto de _Cebú_, el 17 de septiembre de
-1568, una vela que, por ser latina, reconoció inmediatamente que
-pertenecía a los portugueses.
-
-El maestre de campo salió a reconocerla y se encontró con que era una
-galeota de Portugal, procedente de las _Molucas_, en la que venía
-Antonio Rombo de Acosta, acompañado de Gonzalo Pereira y de cuatro
-gentiles hombres. Según le dijo Rombo al maestre, deseaba ver al
-general, para tratar con él de asuntos muy importantes al servicio de la
-religión y al de los reyes de Portugal y Castilla.
-
-Toda la armada, que pronto arribó al puerto, constaba de diez navíos,
-con setecientos hombres de armas, sin contar una chusma infinita de
-molucanos y malabares.
-
-Legazpi y Gonzalo Pereira celebraron una conferencia, en la que el
-portugués se lamentó de que los españoles hubiesen ido a tierras que
-estaban incluídas en la demarcación del rey de Portugal. El gobernador
-le contestó que siempre había tenido por indudable hallarse en tierras
-correspondientes a la demarcación de Castilla.
-
-Los conferenciantes no se avinieron y hubo necesidad de que apelasen a
-las armas. Después de numerosas refriegas, en que los lusitanos llevaron
-la peor parte, Gonzalo Pereira, en vista de la Pascua de Navidad,
-resolvió volverse a las _Molucas_, y antes le envió a Legazpi, como
-aguinaldo, dos ricas alfombras de Persia, una colcha, una rodela
-hermosísima, y algunas porcelanas de la China. El general, por no ser
-menos, le obsequió con diez varas de carmesí, diez de damasco, cuatro
-cojines de terciopelo carmesí con guarniciones de oro, y un albornoz
-muy rico, con rapacejos, botones y alamares de oro.
-
- * * * * *
-
-Legazpi resolvió intervenir personalmente en la conquista de la isla de
-Luzón y se dirigió a ella con 280 hombres. Los habitantes de Cavite le
-recibieron de paz. Un moro principal, llamado Dumandul, vino a la armada
-a visitar al generalísimo. Este le interrogó sobre el estado de los
-ánimos en Manila, respondiéndole Dumandul que Raxa, el viejo, anhelaba
-la paz, pero que su sobrino Raxa Solimán, _el mozo_, no debía ser de la
-misma opinión desde su alianza con Lacandola, reyezuelo de _Tondo_, con
-quien los de Manila habían estado siempre en relaciones hostiles.
-
-Al ver los moros a Legazpi en el río de aquella población, la prendieron
-fuego y se encaminaron a Tondo. El general encargó al maestre de campo
-les dijese a los moros que apagaran el fuego, y que no se alborotaran,
-porque los españoles no les iban a hacer ningún daño.
-
-Vinieron Raxa el viejo y Lacandola, en dos canoas, a saludar a Legazpi,
-y humildemente se le postraron, asegurándole que querían paz y amistad
-con él. El gobernador les contestó que, para que los tuviese por amigos,
-era indispensable que se reconocieran y declararan vasallos del rey de
-Castilla, que le había enviado allí para enseñarles la religión
-verdadera.
-
-El viejo Raxa fué el primero que en Manila recibió el bautismo.
-
-Raxa Solimán visitó a Legazpi manifestándole que quería la paz con los
-castellanos, rendirle obediencia a su rey y ser adoctrinado en el
-catolicismo. En esta visita le acompañaron a Solimán su tío y el
-reyezuelo de _Tondo_, y los tres le besaron la mano al general, quien
-les pidió que mandasen hacer una casa para él, otra y una iglesia para
-los agustinos, y ciento cincuenta casas más para el resto de los
-españoles que había en la isla y concluír un fuerte que estaba en
-construcción, porque pensaba fundar la capital de las Filipinas, la
-residencia y corte de su gobierno espiritual y temporal. Aunque
-prometieron hacerlo, no lo cumplieron del todo, teniendo nuestros
-compatriotas que dar fin a las obras de fortificación.
-
-Hechas las paces con Raxa el viejo, Raxa Solimán y Lacandola, con
-frecuencia venían a Manila indios de los territorios circunvecinos. Unos
-les ofrecían su amistad a los castellanos; pero otros, viendo que estos
-eran muy pocos, se burlaban de los que se les habían sometido y no
-dejaban de vociferar que, si aquellos fueran a sus localidades, les
-quedarían escarmentados. Tales burlas, desplantes y excitaciones
-influyeron en los de Manila, hasta el punto de decidirles a dar por
-nulos los compromisos adquiridos y a empuñar las armas contra nuestra
-gente.
-
-Los menos dos mil guerreros de _Macabebe_, de _Agenoy_ y de otros
-pueblos se reunieron en _Tondo_, capitaneados por un moro de gran
-valentía, y convinieron con Lacandola la manera de principiar la lucha
-contra los españoles.
-
-Al enterarse Legazpi de que estaban allí, supuso que desearían la paz y
-que habrían ido a solicitar la mediación de aquel reyezuelo. Habiéndoles
-llamado, y transcurridos varios días sin que acudieran al llamamiento,
-el general envió a _Tondo_ tres comisarios, uno como intérprete, para
-garantizarles que, sin temor, podrían ir a Manila, y para que Lacandola
-contribuyera a desvanecer los recelos que pudieran impedírselo.
-
-El cacique, muy ladino, les manifestó a los de _Macabebe_ que si
-querían, correspondiendo a la invitación, ir a ver al gobernador, él
-tendría mucho placer en acompañarles.
-
-Entonces el capitán moro contestó, indignadísimo, que ni él ni su gente
-querían presentarse ante _el Basar_ (así le llamaban a Legazpi), «ni
-tener su amistad ni sus Castillas». «El sol me parta por medio el
-cuerpo--añadió--y caiga yo en desgracia de mis mujeres, para que me
-aborrezcan, si fuere en algún tiempo amigo de los Castillas».
-
-Hechos estos votos se arrojó a la calle desde la ventana de la
-habitación en que se encontraba, y, marchando hacia su caracoa, les dijo
-a los emisarios que pusieran en conocimiento del general que le esperaba
-para combatirle.
-
-El maestre de campo salió en busca del arrogante musulmán, que no tardó
-en morir de un arcabuzazo que le dió uno de nuestros soldados. Los
-contrarios se desbandaron. El maestre les tomó diez caracoas con la
-gente que iba en ellas. Más de trescientos moros murieron en el combate.
-Entre los prisioneros había un hijo y dos sobrinos de Lacandola, y
-aunque era, por tanto, indudable, que éste había estado en inteligencias
-con los de _Macabebe_, Legazpi los puso en libertad, por si, mostrándose
-piadoso, lograba traerles definitivamente a pacíficos términos.
-
-Teniendo en cuenta la magnitud de la isla de _Luzón_, sus provincias,
-sus poblaciones y sus comodidades, el general resolvió levantar una
-ciudad en el sitio en que radicaba Manila. El 24 de junio de 1571
-principió la fundación de la metrópoli política y espiritual de las
-islas _Filipinas_ y de las que se rindieran a la corona de España.
-
-Determinados los límites de la nueva urbe, nombró dos alcaldes
-ordinarios, dos regidores, un alguacil mayor, un escribano mayor de
-Cabildo y dos escribanos de número.
-
-Señaló el sitio para plaza pública, repartió los solares para conventos
-de San Agustín y para iglesia, encomendó al consejo la designación de
-los que habían de repartirse entre los vecinos, y ordenó que Manila
-fuese denominada capital de la provincia de la _Nueva Castilla_.
-
-Este nombre fué confirmado por Felipe II en Cédula de 21 de junio de
-1574, en la que otorgó a Manila los títulos de insigne y siempre leal.
-Por otra Cédula le concedió escudo de armas, consistente en castillo de
-plata en campo rojo, y un medio delfín y león, con una espada en la
-mano.
-
- * * * * *
-
-El 20 de agosto de 1572 Legazpi tuvo una grandísima desazón por haber
-cometido una falta muy grave uno de sus soldados. Este disgusto se le
-aumentó con tener que negar a una de las personas principales de su
-campo un favor, a cuya concesión se había opuesto en varias ocasiones.
-
-Aquel día, y a consecuencia de varios incidentes, sintió un intenso
-dolor en el corazón. Algo se le alivió con remedios que le aplicaron. A
-la hora de cenar bebió un poco de agua y se le agudizó el dolor.
-Entonces le recetaron una purga, y habiéndose levantado de la cama
-cuando iba a hacerle los primeros efectos, falleció repentinamente. Hubo
-quienes le echaron la culpa de la inesperada desgracia al médico que le
-había asistido.
-
-El factor, el maestre, los capitanes y los oficiales del rey, sabedores
-de tan triste noticia, se personaron a las dos de la madrugada con los
-demás españoles que había en Manila en el domicilio del difunto
-gobernador. En un escritorio le encontraron dos provisiones de la
-Audiencia de Méjico, en las que se determinaba quién había de sucederle
-en su cargo cuando muriera. Para ese caso se llamaba por capitán
-general, en primer término, a Mateo del Sanz, y en segundo término, al
-vizcaíno Guido de Lavezaris, tesorero de la Hacienda Real; y como el
-maestre había pasado a mejor vida, se confirió la investidura a
-Lavezaris, hombre viejo, discreto y de buenas intenciones.
-
-El nuevo gobernador ordenó al factor que, sin pérdida de tiempo, buscase
-a Raxa Solimán, a Lacandola y a los demás caciques para agasajarlos y
-porque recelaba intentasen alguna alteración.
-
-Al día siguiente, 21 de agosto, se le enterró a Legazpi, con militar y
-magnífica solemnidad, en el convento de San Agustín, en una capilla del
-presbiterio, habiéndose colocado sobre su sepulcro un estandarte y una
-bandera.
-
-En las honras fúnebres que se le tributaron predicó el padre fray
-Martín de Rada, quien, como dice fray Gaspar de San Agustín, en su
-_Conquista de Filipinas_, «trató de las virtudes y excelencias de este
-famoso capitán, digno de ser alabado y puesto con los mayores que ha
-conocido el mundo por su valor, piedad y prudencia».
-
-Su hijo, Melchor López de Legazpi, le hizo en Méjico muy suntuosos
-funerales, en los que predicó fray Melchor de los Reyes, de la Orden
-agustiniana.
-
-*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK LA RAZA ***
-
-Updated editions will replace the previous one--the old editions will
-be renamed.
-
-Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright
-law means that no one owns a United States copyright in these works,
-so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the
-United States without permission and without paying copyright
-royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part
-of this license, apply to copying and distributing Project
-Gutenberg-tm electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG-tm
-concept and trademark. Project Gutenberg is a registered trademark,
-and may not be used if you charge for an eBook, except by following
-the terms of the trademark license, including paying royalties for use
-of the Project Gutenberg trademark. If you do not charge anything for
-copies of this eBook, complying with the trademark license is very
-easy. You may use this eBook for nearly any purpose such as creation
-of derivative works, reports, performances and research. Project
-Gutenberg eBooks may be modified and printed and given away--you may
-do practically ANYTHING in the United States with eBooks not protected
-by U.S. copyright law. Redistribution is subject to the trademark
-license, especially commercial redistribution.
-
-START: FULL LICENSE
-
-THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE
-PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK
-
-To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free
-distribution of electronic works, by using or distributing this work
-(or any other work associated in any way with the phrase "Project
-Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full
-Project Gutenberg-tm License available with this file or online at
-www.gutenberg.org/license.
-
-Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project
-Gutenberg-tm electronic works
-
-1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm
-electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to
-and accept all the terms of this license and intellectual property
-(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all
-the terms of this agreement, you must cease using and return or
-destroy all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your
-possession. If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a
-Project Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound
-by the terms of this agreement, you may obtain a refund from the
-person or entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph
-1.E.8.
-
-1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be
-used on or associated in any way with an electronic work by people who
-agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few
-things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works
-even without complying with the full terms of this agreement. See
-paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project
-Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this
-agreement and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm
-electronic works. See paragraph 1.E below.
-
-1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the
-Foundation" or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection
-of Project Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual
-works in the collection are in the public domain in the United
-States. If an individual work is unprotected by copyright law in the
-United States and you are located in the United States, we do not
-claim a right to prevent you from copying, distributing, performing,
-displaying or creating derivative works based on the work as long as
-all references to Project Gutenberg are removed. Of course, we hope
-that you will support the Project Gutenberg-tm mission of promoting
-free access to electronic works by freely sharing Project Gutenberg-tm
-works in compliance with the terms of this agreement for keeping the
-Project Gutenberg-tm name associated with the work. You can easily
-comply with the terms of this agreement by keeping this work in the
-same format with its attached full Project Gutenberg-tm License when
-you share it without charge with others.
-
-1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern
-what you can do with this work. Copyright laws in most countries are
-in a constant state of change. If you are outside the United States,
-check the laws of your country in addition to the terms of this
-agreement before downloading, copying, displaying, performing,
-distributing or creating derivative works based on this work or any
-other Project Gutenberg-tm work. The Foundation makes no
-representations concerning the copyright status of any work in any
-country other than the United States.
-
-1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg:
-
-1.E.1. The following sentence, with active links to, or other
-immediate access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear
-prominently whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work
-on which the phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the
-phrase "Project Gutenberg" is associated) is accessed, displayed,
-performed, viewed, copied or distributed:
-
- This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
- most other parts of the world at no cost and with almost no
- restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it
- under the terms of the Project Gutenberg License included with this
- eBook or online at www.gutenberg.org. If you are not located in the
- United States, you will have to check the laws of the country where
- you are located before using this eBook.
-
-1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is
-derived from texts not protected by U.S. copyright law (does not
-contain a notice indicating that it is posted with permission of the
-copyright holder), the work can be copied and distributed to anyone in
-the United States without paying any fees or charges. If you are
-redistributing or providing access to a work with the phrase "Project
-Gutenberg" associated with or appearing on the work, you must comply
-either with the requirements of paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 or
-obtain permission for the use of the work and the Project Gutenberg-tm
-trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or 1.E.9.
-
-1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted
-with the permission of the copyright holder, your use and distribution
-must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any
-additional terms imposed by the copyright holder. Additional terms
-will be linked to the Project Gutenberg-tm License for all works
-posted with the permission of the copyright holder found at the
-beginning of this work.
-
-1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm
-License terms from this work, or any files containing a part of this
-work or any other work associated with Project Gutenberg-tm.
-
-1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this
-electronic work, or any part of this electronic work, without
-prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with
-active links or immediate access to the full terms of the Project
-Gutenberg-tm License.
-
-1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary,
-compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including
-any word processing or hypertext form. However, if you provide access
-to or distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format
-other than "Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official
-version posted on the official Project Gutenberg-tm website
-(www.gutenberg.org), you must, at no additional cost, fee or expense
-to the user, provide a copy, a means of exporting a copy, or a means
-of obtaining a copy upon request, of the work in its original "Plain
-Vanilla ASCII" or other form. Any alternate format must include the
-full Project Gutenberg-tm License as specified in paragraph 1.E.1.
-
-1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying,
-performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works
-unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9.
-
-1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing
-access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works
-provided that:
-
-* You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from
- the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method
- you already use to calculate your applicable taxes. The fee is owed
- to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he has
- agreed to donate royalties under this paragraph to the Project
- Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments must be paid
- within 60 days following each date on which you prepare (or are
- legally required to prepare) your periodic tax returns. Royalty
- payments should be clearly marked as such and sent to the Project
- Gutenberg Literary Archive Foundation at the address specified in
- Section 4, "Information about donations to the Project Gutenberg
- Literary Archive Foundation."
-
-* You provide a full refund of any money paid by a user who notifies
- you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he
- does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm
- License. You must require such a user to return or destroy all
- copies of the works possessed in a physical medium and discontinue
- all use of and all access to other copies of Project Gutenberg-tm
- works.
-
-* You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of
- any money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the
- electronic work is discovered and reported to you within 90 days of
- receipt of the work.
-
-* You comply with all other terms of this agreement for free
- distribution of Project Gutenberg-tm works.
-
-1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project
-Gutenberg-tm electronic work or group of works on different terms than
-are set forth in this agreement, you must obtain permission in writing
-from the Project Gutenberg Literary Archive Foundation, the manager of
-the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the Foundation as set
-forth in Section 3 below.
-
-1.F.
-
-1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable
-effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread
-works not protected by U.S. copyright law in creating the Project
-Gutenberg-tm collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm
-electronic works, and the medium on which they may be stored, may
-contain "Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate
-or corrupt data, transcription errors, a copyright or other
-intellectual property infringement, a defective or damaged disk or
-other medium, a computer virus, or computer codes that damage or
-cannot be read by your equipment.
-
-1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right
-of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project
-Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project
-Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project
-Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all
-liability to you for damages, costs and expenses, including legal
-fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT
-LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE
-PROVIDED IN PARAGRAPH 1.F.3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE
-TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE
-LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR
-INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH
-DAMAGE.
-
-1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a
-defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can
-receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a
-written explanation to the person you received the work from. If you
-received the work on a physical medium, you must return the medium
-with your written explanation. The person or entity that provided you
-with the defective work may elect to provide a replacement copy in
-lieu of a refund. If you received the work electronically, the person
-or entity providing it to you may choose to give you a second
-opportunity to receive the work electronically in lieu of a refund. If
-the second copy is also defective, you may demand a refund in writing
-without further opportunities to fix the problem.
-
-1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth
-in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS', WITH NO
-OTHER WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT
-LIMITED TO WARRANTIES OF MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE.
-
-1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied
-warranties or the exclusion or limitation of certain types of
-damages. If any disclaimer or limitation set forth in this agreement
-violates the law of the state applicable to this agreement, the
-agreement shall be interpreted to make the maximum disclaimer or
-limitation permitted by the applicable state law. The invalidity or
-unenforceability of any provision of this agreement shall not void the
-remaining provisions.
-
-1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the
-trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone
-providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in
-accordance with this agreement, and any volunteers associated with the
-production, promotion and distribution of Project Gutenberg-tm
-electronic works, harmless from all liability, costs and expenses,
-including legal fees, that arise directly or indirectly from any of
-the following which you do or cause to occur: (a) distribution of this
-or any Project Gutenberg-tm work, (b) alteration, modification, or
-additions or deletions to any Project Gutenberg-tm work, and (c) any
-Defect you cause.
-
-Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
-
-Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
-electronic works in formats readable by the widest variety of
-computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It
-exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations
-from people in all walks of life.
-
-Volunteers and financial support to provide volunteers with the
-assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
-goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
-remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
-Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
-and permanent future for Project Gutenberg-tm and future
-generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see
-Sections 3 and 4 and the Foundation information page at
-www.gutenberg.org
-
-Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation
-
-The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non-profit
-501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
-state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
-Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
-number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by
-U.S. federal laws and your state's laws.
-
-The Foundation's business office is located at 809 North 1500 West,
-Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up
-to date contact information can be found at the Foundation's website
-and official page at www.gutenberg.org/contact
-
-Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
-Literary Archive Foundation
-
-Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without
-widespread public support and donations to carry out its mission of
-increasing the number of public domain and licensed works that can be
-freely distributed in machine-readable form accessible by the widest
-array of equipment including outdated equipment. Many small donations
-($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
-status with the IRS.
-
-The Foundation is committed to complying with the laws regulating
-charities and charitable donations in all 50 states of the United
-States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
-considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
-with these requirements. We do not solicit donations in locations
-where we have not received written confirmation of compliance. To SEND
-DONATIONS or determine the status of compliance for any particular
-state visit www.gutenberg.org/donate
-
-While we cannot and do not solicit contributions from states where we
-have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
-against accepting unsolicited donations from donors in such states who
-approach us with offers to donate.
-
-International donations are gratefully accepted, but we cannot make
-any statements concerning tax treatment of donations received from
-outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
-
-Please check the Project Gutenberg web pages for current donation
-methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
-ways including checks, online payments and credit card donations. To
-donate, please visit: www.gutenberg.org/donate
-
-Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic works
-
-Professor Michael S. Hart was the originator of the Project
-Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be
-freely shared with anyone. For forty years, he produced and
-distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of
-volunteer support.
-
-Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
-editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in
-the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not
-necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper
-edition.
-
-Most people start at our website which has the main PG search
-facility: www.gutenberg.org
-
-This website includes information about Project Gutenberg-tm,
-including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
-subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
diff --git a/old/69058-0.zip b/old/69058-0.zip
deleted file mode 100644
index 17965a7..0000000
--- a/old/69058-0.zip
+++ /dev/null
Binary files differ
diff --git a/old/69058-h.zip b/old/69058-h.zip
deleted file mode 100644
index 6bb1b8f..0000000
--- a/old/69058-h.zip
+++ /dev/null
Binary files differ
diff --git a/old/69058-h/69058-h.htm b/old/69058-h/69058-h.htm
deleted file mode 100644
index bbe1462..0000000
--- a/old/69058-h/69058-h.htm
+++ /dev/null
@@ -1,3369 +0,0 @@
-<!DOCTYPE html>
-<html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" lang="es" xml:lang="es">
- <head> <link rel="icon" href="images/cover.jpg" type="image/x-cover" />
-<meta http-equiv="Content-Type" content="text/html;charset=utf-8" />
-<title>
- The Project Gutenberg eBook of La Raza, por Julián Sorel.
-</title>
-<style>
-
-a:link {background-color:#ffffff;color:blue;text-decoration:none;}
-
- link {background-color:#ffffff;color:blue;text-decoration:none;}
-
-a:visited {background-color:#ffffff;color:purple;text-decoration:none;}
-
-a:hover {background-color:#ffffff;color:#FF0000;text-decoration:underline;}
-
-.blk {page-break-before:always;page-break-after:always;}
-
-body{margin-left:4%;margin-right:6%;background:#ffffff;color:black;font-family:"Times New Roman", serif;font-size:medium;}
-
-.c {text-align:center;text-indent:0%;}
-
-.castt {text-align:center;text-indent:0%;
-letter-spacing:.75em;}
-
-.figcenter {margin:3% auto 3% auto;clear:both;
-text-align:center;text-indent:0%;}
-
- h1 {margin-top:5%;text-align:center;clear:both;
-font-weight:normal;letter-spacing:.25em;
-font-size:300%;margin-bottom:0%;}
-
- h2 {margin-top:4%;margin-bottom:4%;text-align:center;clear:both;
- font-size:120%;font-weight:normal;
-letter-spacing:.25em;}
-
- h3 {margin:4% auto 2% auto;text-align:center;clear:both;
-font-weight:normal;}
-
- hr {width:90%;margin:2em auto 2em auto;clear:both;color:black;}
-
- hr.full {width: 60%;margin:2% auto 2% auto;border-top:1px solid black;
-padding:.1em;border-bottom:1px solid black;border-left:none;border-right:none;}
-
- img {border:none;}
-
-.ltspc {letter-spacing:.25em;}
-
-.letra {font-size:250%;float:left;margin-top:-1%;}
-
-.nind {text-indent:0%;}
-
- p {margin-top:.2em;text-align:justify;margin-bottom:.2em;text-indent:4%;}
-
-.pagenum {font-style:normal;position:absolute;
-left:95%;font-size:55%;text-align:right;color:gray;
-background-color:#ffffff;font-variant:normal;font-style:normal;font-weight:normal;text-decoration:none;text-indent:0em;}
-
-small {font-size: 70%;}
-
-.smcap {font-variant:small-caps;font-size:100%;}
-
-table {margin:2% auto;border:none;}
-
-table p{padding-left:2em;text-indent:-1em;}
-
-td {padding-top:.15em;}
-
-th {padding-top:.5em;padding-bottom:.25em;}
-
-tr {vertical-align:top;}
-
-</style>
- </head>
-<body>
-<div lang='en' xml:lang='en'>
-<p style='text-align:center; font-size:1.2em; font-weight:bold'>The Project Gutenberg eBook of <span lang='es' xml:lang='es'>La raza</span>, by Julián Sorel</p>
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online
-at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you
-are not located in the United States, you will have to check the laws of the
-country where you are located before using this eBook.
-</div>
-</div>
-
-<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Title: <span lang='es' xml:lang='es'>La raza</span></p>
-<p style='display:block; margin-left:2em; text-indent:0; margin-top:0; margin-bottom:1em;'><span lang='es' xml:lang='es'>Descubridores</span></p>
-<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Author: Julián Sorel</p>
-<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Release Date: September 28, 2022 [eBook #69058]</p>
-<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Language: Spanish</p>
- <p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em; text-align:left'>Produced by: Adrian Mastronardi, Chuck Greif and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from images generously made available by The Internet Archive/American Libraries.)</p>
-<div style='margin-top:2em; margin-bottom:4em'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>LA RAZA</span> ***</div>
-<hr class="full" />
-
-<p class="figcenter">
-<a href="images/cover.jpg">
-<img src="images/cover.jpg"
-height="550" alt="[The image of
-the book's cover is unavailable.]" /></a>
-</p>
-
-<p class="c"><span class="ltspc">LA RAZA</span><br /><br /><br />
-
-ES PROPIEDAD<br />
-<span class="ltspc">DERECHOS RESERVADOS</span><br />
-PARA TODOS LOS PAÍSES<br />
-&#8212;&#8212;&#8212;<br />
-COPYRIGHT BY<br /><span class="ltspc">
-RAFAEL CARO RAGGIO<br />
-1920<br /></span>
-<br />
-<br />
-Establecimiento tipográfico<br />
-<br />
-de Rafael Caro Raggio.<br />
-</p>
-
-<div class="blk">
-
-<p class="c"><span class="ltspc">JULIÁN SOREL</span></p>
-
-<h1>LA RAZA</h1>
-
-<p class="c">DESCUBRIDORES<br />
-<br />
-<img src="images/colofon.png"
-width="100"
-alt="" />
-<br />
-<br />
-<br /><span class="ltspc">
-RAFAEL CARO RAGGIO<br />
-EDITOR<br />
-MENDIZÁBAL, 34<br />
-MADRID<br /></span>
-</p>
-</div>
-
-<table style="border: 2px black solid;
-margin:1em auto;max-width:50%;
-padding:1%;">
-<tr><td class="c">
-<a href="#MARTIN_ALONSO_PINZON">MARTÍN ALONSO PINZÓN</a><br /><br />
-<a href="#EL_PRIMER_VIAJE">EL PRIMER VIAJE ALREDEDOR<br />
-DEL MUNDO<br />
-MAGALLANES Y ELCANO</a><br /><br />
-<a href="#MIGUEL_LOPEZ_DE_LEGAZPI">MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI</a><br />
-
-</td></tr>
-</table>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_9">{9}</a></span>&#160; </p>
-
-<h2><a id="MARTIN_ALONSO_PINZON"></a>MARTÍN ALONSO PINZÓN</h2>
-
-<p class="nind"><span class="letra">D</span><span class="smcap">eshauciado</span> Colón en la Corte, pasó&#8212;en compañía de su hijo Diego, al
-dirigirse a Huelva, donde vivía un cuñado suyo&#8212;, por el Convento de la
-Rábida, y llamando a sus puertas en solicitud de socorro, encontró en
-fray Pérez no sólo quien les diera hospitalidad y sustentación, sino
-quien escuchara y patrocinara los proyectos del descorazonado marino.</p>
-
-<p>A fray Juan le interesaron con viveza, porque, como religioso, no
-pensaba tanto en lo que habían de engrandecer los territorios de la
-corona de España como en los abundantísimos y excelentes frutos que
-habían de rendirle al catolicismo al extenderse su luz entre los
-moradores de los países que se descubrieran.</p>
-
-<p>Y comunicó la noticia de la llegada de Colón al convento a personas
-<span class="pagenum"><a id="page_10">{10}</a></span>principales de Palos, para que acudiesen a enterarse de los planes del
-extranjero, y con el ánimo y la esperanza de buscarle admiradores.</p>
-
-<p>Aunque es en las postrimerías de su vida cuando se le ve a Colón
-subyugado por el misticismo, ya en el tiempo de sus primeras entrevistas
-con fray Juan aducía en apoyo de la viabilidad de sus ideas, juntamente
-con razonamientos científicos, y sobre ellos, razonamientos teológicos y
-textos y citas de libros sagrados; con lo que llegaban a la mayor
-intensidad los optimismos del ilustre fraile.</p>
-
-<p>En el Convento de la Rábida se congregaron Martín Alonso Pinzón, piloto
-acreditadísimo, y Garci-Fernández, médico del pueblo y versado en
-Cosmografía.</p>
-
-<p>En aquellas reuniones, Colón y Garci-Fernández representaban la ciencia;
-Martín Alonso, la práctica; y fray Juan Pérez, la fe, que siempre ha
-sido capaz de levantar montañas.</p>
-
-<p>En una celda de un monasterio de franciscanos, la fe, la ciencia y la
-<span class="pagenum"><a id="page_11">{11}</a></span>experiencia se pusieron de acuerdo para trabajar por que no se
-malograra la realización de un pensamiento que contenía uno de los
-hechos más fecundos de la historia humana.</p>
-
-<p>Allí no tropezó Colón, como había tropezado en la Corte, con hombres
-hueros y envidiosos que le tuvieran por loco, le hicieran burla y le
-<i>volaran</i> la palabra.</p>
-
-<p>El físico Garci-Fernández, en su declaración en el litigio entre el
-almirante mozo y el fiscal de Su Majestad, manifiesta que fray Juan
-Pérez, ex confesor de Doña Isabel, la escribió una carta, de la que fué
-portador Sebastián Rodríguez, piloto de Lepe, en la que la recomendaba
-las aspiraciones de don Cristóbal, y que se decidió que éste
-permaneciera en el monasterio hasta que se tuviera respuesta. Se recibió
-a los catorce días, y en ella encargaba Doña Isabel que el fraile se
-presentase en la Corte. Así lo hizo con prontitud fray Juan, cabalgando
-en un mulo.</p>
-
-<p>Por consecuencia de esta visita, la reina «envió veinte mil maravedís en
-<span class="pagenum"><a id="page_12">{12}</a></span>florines, los cuales trujo Diego Prieto», vecino de Palos, «e los dió
-con una carta» a Garci-Fernández, que se los entregaría a Colón «para
-que se vistiese honestamente y mercase una bestezuela e pareciese ante
-S. A., e quel dicho Cristóbal Colón recibió los dichos veinte mil
-maravedís e partió ante S. A...»</p>
-
-<p>También Martín Alonso les escribió a los reyes en favor de Colón y de
-sus proyectos.</p>
-
-<p>Lo que no está comprobado es que le diera dinero para ir a la Corte,
-aunque el piloto <i>tenía bien lo que había menester en su casa</i>. El
-fiscal interrogó sobre este asunto a varias personas, y a excepción de
-Martín Núñez, que lo había oído, de Antonio Hernández Colmenero, sobrino
-de los Pinzones, que lo sabía igualmente de referencias, y de Arias
-Pérez, hijo de Martín Alonso, que contestó saberlo «por que se halló a
-todo», los demás afirmaron que ignoraban el contenido de la pregunta.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_13">{13}</a></span></p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Las condiciones exigidas por Colón a los Reyes Católicos respecto a las
-mercedes, honores y privilegios que habían de concederle en el caso de
-que encontrara lo que prometía, no fueron aceptadas, y el futuro
-almirante abandonó el real sitio de Santa Fe.</p>
-
-<p>Luis de Santángel y el cardenal Mendoza le manifestaron a la reina cuán
-sensible les parecía que no se hubiera llegado con él a una
-inteligencia, porque si los descubrimientos no se realizaran, nada
-habría que darle, y, en el caso contrario, todas sus reclamaciones
-serían de muy poco valor en comparación con las ventajas y las honras
-que alcanzarían España, sus monarcas y el catolicismo.</p>
-
-<p>Doña Isabel se dió por convencida, y de orden suya se partió en busca de
-don Cristóbal, para que regresara a Santa Fe, donde las capitulaciones
-serían, desde luego, suscritas en los términos que tenía demandados.</p>
-
-<p>Y lo fueron el 17 de abril de 1492. Se le hace a Colón almirante de las
-islas que por su<span class="pagenum"><a id="page_14">{14}</a></span> mano e industria se descubrieren y ganaren, pudiendo
-transmitir el cargo a sus herederos y sucesores, de uno en otro,
-perpetuamente, con las preeminencias y prerrogativas a él anejas; se le
-nombra virrey y gobernador de dichas islas y tierras, para cuyo buen
-regimiento será elegida una persona, de tres que proponga por cada
-oficio; le corresponderá la décima parte de las perlas y piedras
-preciosas, oro, plata, especias y cuanto se hallase, comprase, trocase o
-conquistase dentro de los límites de su almirantazgo; conocerá como juez
-en los pleitos que pudieran surgir sobre tales objetos; y en las
-empresas que se acometieran para su trato y negociación tendrá derecho a
-la octava parte de los beneficios, contribuyendo con la octava de los
-gastos de las armadas.</p>
-
-<p>El título de almirante, virrey y gobernador a favor de Colón fué
-expedido en Granada, en 30 de abril del mismo año.</p>
-
-<p>De idéntica fecha es una provisión para que los vecinos de Palos le
-suministren dos carabe<span class="pagenum"><a id="page_15">{15}</a></span>las y la gente necesaria para las tripulaciones.
-Por faltas que habían cometido estaban obligados a facilitarlas, durante
-dos meses, cuando se les ordenara.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>El 23 de mayo, Colón, acompañado por fray Juan, se presentó con esta
-cédula a los alcaldes y regidores de aquel pueblo. El 20 de junio, los
-reyes, viéndola incumplida, dictaron sobrecartas para que el contino
-Juan de Peñalosa obligase a la entrega de las carabelas, que habían de
-ser escogidas por don Cristóbal. A fin de asegurar la observancia de
-estos preceptos, le escribieron al conde de Cifuentes que pusiera a
-disposición de Juan de Cepeda, trinchante de la casa real, la fortaleza
-de Palos.</p>
-
-<p>No encontraba el gran marino quien quisiera acompañarle en su viaje, y
-tuvo necesidad de suplicarles a los reyes que concedieran libertad a los
-presidiarios que se embarcasen con<span class="pagenum"><a id="page_16">{16}</a></span> él. Y así fué acordado. «Diz que es
-necesario dar seguro a las personas que con él fuesen..., e por su parte
-nos fué suplicado que se lo mandásemos dar..., e Nos tuvímoslo por bien.
-E por la presente damos seguro a todas e cualesquier personas que fueren
-en las dichas carabelas con el dicho Cristóbal Colón..., para que no les
-sea fecho mal ni daño, ni desaguisado alguno en sus personas ni bienes,
-ni en cosa alguna de lo suyo por razón de ningún delito que hayan fecho
-ni cometido fasta el día de la fecha desta nuestra Carta e durante el
-tiempo que fueren o estuvieren allá con la venida a sus casas e dos
-meses después.» A pesar de esta cédula, los presidiarios se negaron a
-embarcarse.</p>
-
-<p>Los reyes no le habían dado a Colón, con destino a los gastos de la
-Armada, mas que un cuento de maravedís que les prestó Luis de Santángel.
-Martín Alonso le proporcionó medio cuento, o se lo facilitaron entre él
-y sus hermanos Vicente y Francisco.</p>
-
-<p>Los Pinzones sustituyeron por otras acepta<span class="pagenum"><a id="page_17">{17}</a></span>bles las naves embargadas. Y
-como se aprestaran a acompañar a don Cristóbal en su viaje, y lo
-hicieron público en Palos y en los pueblos limítrofes, se concluyeron
-las imposibilidades para el reclutamiento de tripulaciones, y apenas
-hubo quien se negara a formar parte de ellas; antes por el contrario, lo
-deseaban todos o casi todos.</p>
-
-<p>Oigamos, acerca de estos hechos, a personas que los presenciaron y a
-historiadores contemporáneos de ellos.</p>
-
-<p>En los pleitos habidos entre don Diego Colón y la Corona, varios
-testigos declaran que «Martín Alonso traía tanta diligencia en allegar
-la gente e animalla como si para él e para sus hijos hobiera de ser lo
-que se descubriese. A unos decía que saldrían de miseria; a otros, que
-hallarían casas con tejas de oro; a quién, brindaba con buena ventura;
-teniendo para cada cual halago y dinero, e con esto e con llevar
-confianza en él, se fué mucha gente de las villas».<span class="pagenum"><a id="page_18">{18}</a></span></p>
-
-<p>Fray Bartolomé de las Casas, en su <i>Historia apologética de las Indias</i>,
-refiere que Colón, una vez firmadas las capitulaciones con los reyes,
-marchó de Santa Fe a Palos, por haber allí «buenos y cursados hombres de
-la mar» y que en aquel puerto se entendió con los hermanos Pinzones, y
-especialmente con Martín Alonso, «que era el principal y más rico y
-honrado, a los cuales casi todos los de la villa se acostaban e acogían,
-por ser más ricos y más emparentados». Añade las Casas que, según sus
-noticias, Martín Alonso le había prestado a Colón medio cuento de
-maravedís.</p>
-
-<p>Noventa hombres deseaba don Cristóbal para lanzarse a la mar, y Martín
-le hizo con más de ciento veinte, la mayoría de Palos, algunos de
-Moguer, Huelva, Niebla y Ayamonte, y unos pocos, los menos, de otras
-regiones.</p>
-
-<p>Entre los individuos que acompañaron a Colón en su primer viaje
-figuraron, además de los tres Pinzones, Juan de la Cosa, los hermanos<span class="pagenum"><a id="page_19">{19}</a></span>
-Niño, Cristóbal Guerra, Alonso de Ojeda y Diego de Lepe.</p>
-
-<p>En cuanto a las naves, Martín Alonso deshizo las que, de orden de los
-reyes, habían sido embargadas, y aprovechó sus mejores materiales para
-las que habían de sustituírlas. Una de éstas, la <i>Niña</i>, había sido
-construída por Francisco Martín, el menor de los Pinzones, y era de su
-propiedad. A otra, llamada la <i>Gallega</i>, le cambió el nombre por el de
-<i>Santa María</i>, y la destinó para capitana. La <i>Pinta</i>, unos afirman que
-era de las embargadas, y otros, que pertenecía a Martín Alonso. Hay
-quienes tienen por dueño de una de estas tres embarcaciones a Juan de la
-Cosa.</p>
-
-<p>Una prueba del fundamental apoyo concedido a don Cristóbal por Martín y
-por sus hermanos es el silencio en que don Fernando Colón, al escribir
-la historia de su padre, incurre acerca de este asunto interesantísimo.
-Era imposible que ignorara lo que todo el mundo sabía; antes bien, tan
-enterado debía estar de<span class="pagenum"><a id="page_20">{20}</a></span> lo sucedido, que, por lo mismo, resolvería
-callar, temiendo que, si hablaba, se rebajaría la gloria de su
-progenitor; con lo cual demostró que, en vez de hacer historia, escribía
-panegíricos y que, a pesar de su clara inteligencia y de su erudición,
-no comprendió que, confesando hasta con prolijidad todo lo relativo al
-auxilio de los Pinzones, quedarían por encima de las de éstos la figura
-y la reputación de don Cristóbal. Al decir de don Fernando, «el
-Almirante, concluída su capitulación, salió de Granada, fué a Palos,
-donde le entregaron dos carabelas y otro navío, que armó con la mayor
-solicitud y diligencia, y provistas las tres naves de todo lo necesario,
-se hizo a la vela el 3 de agosto».</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Martín Alonso gozaba de una fama muy merecida de marino inteligente y
-experto. En su tiempo, nadie le aventajaba ni le igualaba en su tierra
-ni en toda la costa andaluza como hom<span class="pagenum"><a id="page_21">{21}</a></span>bre de mar. Había navegado hasta
-el golfo de Guinea y, por el <i>mare nostrum</i>, hasta el reino de Nápoles.
-Sentía inclinación por los estudios cosmográficos, deseando añadir a sus
-experiencias conocimientos teóricos.</p>
-
-<p>Fernández Duro, en su libro <i>Pinzón</i>, y Castelar, en su <i>Historia del
-descubrimiento de América</i>, dan por averiguado que, hallándose en Roma,
-acrecentó su cultura examinando escritos, copiando mapas y tomando
-apuntes en la biblioteca vaticana, para lo que le aprovechó la amistad
-que le unía al archivero de Inocencio VIII.</p>
-
-<p>En los autos del pleito entre don Diego Colón y el fiscal de Su
-Majestad, varios testigos hacen manifestaciones sobre la estancia de
-Martín en la capital del orbe católico y sobre sus estudios en la
-biblioteca del papa.</p>
-
-<p>Arias Pérez, hijo de Martín Alonso, declara que él estuvo en aquella
-ciudad con mercaderías de su padre, que éste se encontraba a la sazón
-allí, que tenía conocimiento con un fami<span class="pagenum"><a id="page_22">{22}</a></span>liar del pontífice, «grande
-cosmógrafo» y poseedor de «muchas y largas escrituras», que le enseñó a
-Martín y a su hijo un mapamundi, y que en él fueron informados de la
-existencia de las tierras cuyo descubrimiento trataba de adjudicarse a
-Colón.</p>
-
-<p>Estas y otras declaraciones análogas fueron producto de la parcialidad y
-debieron ser promovidas por el fiscal, que estaba interesado para ver de
-contrarrestar las pretensiones de don Diego en rebajar los méritos de su
-padre.</p>
-
-<p>Es natural que les halagaran a los herederos, parientes, deudos y amigos
-de Martín Alonso, y que las contestasen afirmativamente preguntas como
-ésta: «Si saben que cuando el Almirante fué a descubrir aquellas partes,
-Martín Alonso Pinzón, vecino de Palos, estaba para ir a las descubrir a
-su costa, con dos navíos suyos, e tenía noticia cierta y escrituras de
-la tierra, las cuales había habido en Roma, en la librería del Papa
-Inocencio VIII, en aquel año<span class="pagenum"><a id="page_23">{23}</a></span> que había venido de Roma, e había puesto
-en plática de las ir a descubrir e lo aliñaba».</p>
-
-<p>Es de creer que Martín Alonso aumentara y ensanchara en la biblioteca
-ponticia sus ideas y sus horizontes como cosmógrafo. A Inocencio VIII le
-gustaban esos estudios, y no es extraño que tuviera en su librería
-abundancia de cartas y papeles marítimos.</p>
-
-<p>Lo inadmisible es que allí viese, en un mapamundi, las tierras
-americanas antes de ofrecerles Colón a los Reyes Católicos su hallazgo;
-que hubiera estado a punto de proponerles su descubrimiento con
-anterioridad al gran Almirante y que éste debiera a sus conferencias con
-el mayor de los Pinzones: la seguridad que tenía de encontrar, navegando
-al oeste, países desconocidos hasta entonces.</p>
-
-<p>De ser cierto que Martín Alonso creyera que existían y que no era
-imposible llegar a ellos, lo que invirtió en favorecer a Colón debió
-emplearlo en favorecerse a sí mismo. Siendo español, afamado piloto,
-rico e influyente, no<span class="pagenum"><a id="page_24">{24}</a></span> le hubieran surgido tantas dificultades como a
-Colón, extranjero y pobre.</p>
-
-<p>Lo del fantástico mapa de la biblioteca del pontífice demuestra, si bien
-se considera, que, sin la ayuda del mayor de los Pinzones, nada hubiera
-podido descubrirse. Don Martín Fernández de Navarrete opina que fué un
-ardid de fray Juan Pérez y de Cristóbal Colón, y que lo pusieron en
-conocimiento de Martín Alonso para que lo utilizase en convencer con más
-facilidad a los reacios a ir en la armada. Don Cristóbal se había
-reconocido incapaz de atraérselos, y estando el asunto en manos de
-Martín, entre aquél y fray Juan buscaban argumentos que ofrecerle al
-piloto como refuerzo de los que a él se le ocurrieran. Ya que era
-público que había estado en Roma, debía decirles que allí se había
-convencido, en la librería del Vicario de Jesucristo, de la existencia
-de las tierras, a cuya busca se les invitaba. Si añadía al influjo de su
-posición y renombre consideraciones de cierto barniz religioso, como la
-propuesta, difí<span class="pagenum"><a id="page_25">{25}</a></span>cilmente habría quien se negara a sus instancias.</p>
-
-<p>Colón era hombre erudito, por lo menos en las materias que pudieran
-aclarar sus proyectos y afirmarle en el propósito de realizarlos. Además
-de las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres, había leído trabajos
-de Aristóteles, Estrabón, Julio César, Séneca, Plinio, Tolomeo, Solino,
-San Isidoro, Alfonso X el Sabio, Averroes, Escoto, el cardenal Pedro de
-Heliaco, Juan Charlier de Gerson, el Pontífice Pío II, Regiomontano,
-Pablo Toscanelli, Nicolás de Conti, y otros, como Marco Polo, cuyo libro
-de viajes era tan estimado por don Cristóbal, que lo llevaba a bordo.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Para aumentar la gloria de Colón, que no necesita de aumentos, pues
-tiene bastante con su propio tamaño, se ha querido pintar a los
-marineros de Palos como a hombres que se<span class="pagenum"><a id="page_26">{26}</a></span> amedrentaban y encogían ante
-ciertos fenómenos.</p>
-
-<p>A don Fernando Colón le corresponde una parte no escasa en la forja de
-esa leyenda. Asegura que las tripulaciones de su padre se espantaron
-viendo, al pasar de noche por las inmediaciones de Tenerife, las llamas
-del volcán de la isla.</p>
-
-<p>Desde principios del siglo <small>XII</small>, los castellanos, los gallegos, los
-vizcaínos y los aragoneses venían saliendo de los puertos andaluces para
-ir a las islas <i>Afortunadas</i> y avanzar en el descubrimiento de la costa
-africana.</p>
-
-<p>En cuanto a los marineros de Palos, fueron de los que llevaron a cabo
-expediciones más dilatadas y peligrosas en aquellas centurias.</p>
-
-<p>Si, pues, estaban hechos desde antiguo a pasar por las Canarias, ya
-habrían visto las llamas del volcán y, al volver a verlas, les
-admirarían sin espantarles.</p>
-
-<p>Nada dice Colón de tal pavor en su <i>Diario</i>: «<i>Jueves 9 de agosto.</i>
-Hasta el domingo en la<span class="pagenum"><a id="page_27">{27}</a></span> noche no pudo el almirante tomar la Gomera, y
-Martín Alonso quedóse en aquella costa de Gran Canaria..., y al cabo
-vinieron a la Gomera. Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de
-Tenerife, que es muy alta».</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Todavía está muy generalizada la creencia de que en la nave de Colón
-estalló un tremendo motín contra el Almirante para obligarle a que se
-volviera a España, y que ese motín fué promovido y atizado por los
-hermanos Pinzones.</p>
-
-<p>Es una de las mil fantasías puestas en circulación por los obstinados en
-presentar al eximio descubridor como un mártir, a cuya cabeza le
-brotaban por doquiera las espinas de las persecuciones.</p>
-
-<p>Tan irreflexivos panegiristas, más impulsados quizá por la pasión
-política que por el sentimiento religioso, han pretendido la
-canonización de don Cristóbal, y en su deseo de con<span class="pagenum"><a id="page_28">{28}</a></span>seguirla han
-falseado la historia atribuyéndole perfecciones imaginarias&#8212;aunque
-tuviera otras reales&#8212;y rodeándole de circunstancias y vicisitudes de
-que no precisaba para su grandeza.</p>
-
-<p>De creer a los propagadores de estas fábulas, el motín a bordo fué
-verdaderamente monumental, extrordinariamente espeluznante, y sirvió, no
-para hacer desistir a Colón de sus propósitos, sino para revelar las
-formidables condiciones de energía de que estaba dotado.</p>
-
-<p>De haber ocurrido tan graves acontecimientos, el almirante lo hubiera
-consignado en su <i>Diario</i>. Sin embargo, he aquí sus palabras: «<i>Sábado
-22 de septiembre.</i> Mucho me fué necesario este viento contrario porque
-mi gente andaban muy estimulados, que pensaban que no ventaban estos
-mares vientos para volver a España». «Aquí&#8212;dice el padre las
-Casas&#8212;comienza a murmurar la gente del largo viaje». «<i>Domingo 23 de
-septiembre.</i> Como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gente
-diciendo: que pues por allí no había mar grande,<span class="pagenum"><a id="page_29">{29}</a></span> que nunca ventaría
-para volver a España». «<i>Miércoles 10 de octubre.</i> Aquí la gente ya no
-lo podía sufrir; quejábase del largo viaje; pero el Almirante los
-esforzó lo mejor que pudo dándoles buena esperanza de los provechos que
-podrían haber. Y añadía que por demás era quejarse, pues que él había
-venido a las Indias y que así lo había de proseguir hasta hallarlas con
-la ayuda de nuestro Señor».</p>
-
-<p>Wáshington Irving, Alfonso de Lamartine y Roselly de Lorgues extremaron
-la nota hasta donde no se atrevió a llegar don Fernando Colón, quien
-asegura que «no faltaron algunos que decían que para quitar contiendas
-lo echasen (al almirante) en el mar, si no desistía de su intento,
-publicando después que él se había caído estando mirando las estrellas y
-las señales»; pero no se refiere a motines, sino a murmuraciones
-conocidas, sofocadas y extinguidas por don Cristóbal.</p>
-
-<p>No hubo motín, hubo habladurías, y Martín Alonso fué ajeno a ellas.
-Cuantas veces llegaron<span class="pagenum"><a id="page_30">{30}</a></span> a su noticia, lejos de fomentarlas, le aconsejó
-a Colón, con energía, que las castigara, y le animó a seguir <small>ADELANTE</small>.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>El jueves 11 de octubre de 1492, «a las dos horas y media después de
-media noche», se vió tierra desde la carabela de Martín Alonso. En esto
-fué más afortunado que Colón el piloto de Palos. De la <i>Pinta</i>, no de la
-<i>Santa María</i>, salió la alborozadora exclamación, que, por fin,
-convertía en realidad tantísimos sueños y tantísimas esperanzas. «Y
-porque la carabela <i>Pinta</i> iba delante del almirante&#8212;dice don Cristóbal
-en su <i>Diario</i>&#8212;, halló tierra e hizo las señas que el almirante había
-mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de
-Triana».</p>
-
-<p>Le cuesta trabajo a Colón reconocer que no fué él quien se adelantó a
-los demás en ver la isla de Guanahaní. Aun incurriendo en
-contra<span class="pagenum"><a id="page_31">{31}</a></span>dicciones, no quiere desprenderse por completo de tal honra. El
-almirante, «a las diez de la noche (del jueves 11 de octubre), estando
-en el castillo de popa, vido lumbre, aunque fué cosa tan cerrada que no
-quiso afirmar que fuese tierra... Pero... tuvo por cierto estar junto a
-tierra».</p>
-
-<p>Es muy extraño que tuviera por cierto estar junto a tierra y no lo
-quisiera afirmar, lo que demuestra que lo tuvo por muy dudoso. De no
-haber sido así, se hubiera apresurado a mandar hacer las
-correspondientes señales. Cuando lo tuvo por cierto fué cuando salió de
-la <i>Pinta</i> el anhelado grito.</p>
-
-<p>Y quien lo lanzó no fué Rodrigo de Triana, sino Juan Rodríguez Bermejo,
-a no ser que Colón entendiese Rodrigo por un Rodríguez a quien hubiera
-conocido en Triana, en cuyo caso, a pesar de la dualidad de
-denominaciones, se trataría del mismo sujeto.</p>
-
-<p>En 1.º de octubre de 1515, Francisco García Vallejo, vecino de Moguer,
-que había sido<span class="pagenum"><a id="page_32">{32}</a></span> marinero de la carabela <i>Pinta</i> e iba en ella al
-descubrirse el Nuevo Mundo, contesta a la pregunta décimoquinta del
-interrogatorio del fiscal de la Corte en el pleito entre ésta y el
-primogénito de don Cristóbal: «... aquel jueves en la noche aclaró la
-luna, e un marinero del dicho navío de Martín Alonso Pinzón, que se
-decía Juan Rodríguez Bermejo, vecino de Molinos, de tierra de Sevilla,
-como la luna aclaró, vido una cabeza blanca, de arena, e alzó los ojos e
-vido la tierra, e luego arremetió con una lombarda e dió un trueno
-<i>tierra, tierra</i>, e retuvieron a los navíos fasta que vino el día,
-viernes 12 de octubre».</p>
-
-<p>Escribe Colón que «al que le dijese primero que veía tierra le daría
-luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los reyes habían
-prometido, que eran diez mil maravedís de juro».</p>
-
-<p>Según Gonzalo Fernández de Oviedo, al volver a España el marinero de la
-<i>Pinta</i> que descubrió la isla de Guanahaní, no se le concedieron las
-albricias que por ello le eran debidas,<span class="pagenum"><a id="page_33">{33}</a></span> y despechado se marchó a Africa
-y renegó de la fe católica.</p>
-
-<p>En cambio Don Fernando y Doña Isabel, por albalá fechado en Barcelona a
-23 de mayo de 1493, le hacen la merced al almirante don Cristóbal Colón
-de diez mil maravedís anuales durante su vida, «porque el dicho
-almirante... ha descubierto primero que otro alguno la tierra de las
-dichas Islas, y somos ciertos y certificados que él fué el primero que
-vió e descubrió las dichas islas».</p>
-
-<p>Del jubón de seda nada dice este documento. Debió quedarse con él don
-Cristóbal, que le llevaba en la <i>Santa María</i>. Los reyes estaban ciertos
-y certificados de que el primero que vió tierra fué el Almirante. Sería
-Colón quien les diera e infundiera tan peregrinas certificaciones y
-certidumbres.</p>
-
-<p>Ya que no se recompensara a Juan Rodríguez Bermejo, debieron
-concedérseles los diez mil maravedís anuales y vitalicios a los
-herederos de Martín Alonso.<span class="pagenum"><a id="page_34">{34}</a></span></p>
-
-<p>Don Cristóbal no era tan justo como han sostenido sus defensores y
-aclamadores a todo trance. Y la iniquidad no deja de informar algunas
-veces los actos de los soberanos más ensalzados por sus virtudes.</p>
-
-<p>Martín Alonso, con su pericia y con su buen sentido, cualidades que, en
-ciertos casos, pueden valer y valen más que las teorías y las
-elucubraciones empingorotadas, fué la causa de que el descubrimiento de
-América se anticipase.</p>
-
-<p>Sin los consejos del célebre piloto en cuanto a la ruta que debía
-seguirse, el hallazgo del Nuevo Mundo se hubiera retrasado, no se
-hubiera dado con él por las islas Lucayas, sino por otra parte más
-remota, luego de esfuerzos y contratiempos sobre los ya sufridos, o lo
-que es más seguro, hubiera fracasado la empresa.</p>
-
-<p>Relativamente a este extremo fueron interrogados algunos testigos en el
-pleito entre don Diego Colón y la Corona, «si sabían que<span class="pagenum"><a id="page_35">{35}</a></span> el dicho
-almirante le preguntó que si le parecía que fuesen aquel camino, e que
-el dicho Martín Alonso le dijo que no, que muchas veces se lo había
-dicho que no iban bien, que tornasen la cuarta de sudueste e que darían
-en tierra más aína; e quel dicho almirante le respondió: pues hagámoslo
-así; e luego mudó la vía por industria y parecer del dicho Martín Alonso
-Pinzón, el cual era en aquel tiempo hombre muy sabido en las cosas de la
-mar».</p>
-
-<p>Las contestaciones de los testigos fueron afirmativas. Todos, menos uno,
-hablan por referencias: pero la declaración de Francisco García Vallejo,
-que había estado en la armada y presenciado lo sucedido, es
-incontrovertible: «Sabe e vido que dijo Martín Alonso Pinzón el dicho
-viaje: señor; mi parecer es y el corazón me da que si descargamos sobre
-el sudueste, que hallaremos más aína tierra, y que entonces le respondió
-el dicho Almirante don Cristóbal Colón: pues sea así, Martín Alonso,
-hagámoslo así, e que luego, por lo que dijo Martín Alon<span class="pagenum"><a id="page_36">{36}</a></span>so, porque era
-hombre muy sabido en las cosas de la mar, se tomó el dicho acuerdo, e
-que lo sabe porque se halló presente».</p>
-
-<p>Ninguna prueba superior para el esclarecimiento de este asunto, a las
-confesiones de Colón en su <i>Diario</i>: El sábado 6 de octubre, le indicó
-Martín a don Cristóbal «que sería bien navegar a la cuarta del oueste, a
-la parte del sudueste, y al Almirante pareció que no decía esto Martín
-Alonso por la isla de <i>Cipango</i>, y el Almirante veía que, si la erraban,
-que no pudieran tan pronto tomar tierra, y que era mejor una vez ir a la
-tierra firme y después a las islas».</p>
-
-<p>Desatendió Colón las indicaciones del capitán de la <i>Pinta</i>, y siguió
-navegando al oeste; mas el domingo 7 de octubre «acordó dejar el camino
-del oueste y poner la proa hacia ouesudueste, con determinación de andar
-dos días por aquella vía».</p>
-
-<p>No dos días anduvo por ella, sino hasta descubrir tierra hasta arriba,
-en la madrugada del<span class="pagenum"><a id="page_37">{37}</a></span> 12 de dicho mes, en la isla de Guanahaní, o sea al
-poco tiempo de haber puesto en práctica las recomendaciones de Martín
-Alonso, sobre la variación de itinerario.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>En el regreso a España, Martín Alonso hizo gala de una pericia naútica y
-una prudencia superiores a las de Colón.</p>
-
-<p>La <i>Santa María</i> había naufragado en los bajos de Maití, por
-negligencia, por confianza o por sueño del Almirante y de la gente de la
-nave, estando muy tranquila la mar, y emprendieron el viaje de vuelta la
-<i>Niña</i>, mandada por don Cristóbal, y la <i>Pinta</i>, a las órdenes de Martín
-Alonso.</p>
-
-<p>Esta última se hallaba en deplorable estado. Así lo reconoce don
-Cristóbal: «Esperaban muchas veces a la carabela <i>Pinta</i>, porque andaba
-mal de la bolina, porque se ayudaba poco de la mezana, por el mástil no
-ser bueno».<span class="pagenum"><a id="page_38">{38}</a></span></p>
-
-<p>En el <i>Diario</i> no se consignan las imperfecciones de la carabela de
-Martín Alonso para elogiarle, sino para combatirle. «Si el capitán
-della... tuviera tanto cuidado de proveerse de un buen mástil en las
-Indias, donde tantos y tales había, como fué cudicioso de se apartar dél
-pensando de hinchir el navío de oro, él se lo pusiera bueno».</p>
-
-<p>De aquí resultaría que a Pinzón no se le ocurrió sustituír el mástil que
-tenía roto su barco, y que el almirante sí se le ocurrió y pudo haberlo
-sustituído por otro de buenísima calidad; pero no quiso hacerlo por
-vengarse de la <i>cudicia de oro</i> de Martín Alonso. De modo que si muchas
-veces había que esperar a éste, era, en gran parte, a causa de las
-venganzas de don Cristóbal.</p>
-
-<p>Del 11 al 12 de febrero de 1493, sorprende a los navíos una horrísona
-tempestad. Además, hacían agua por todas partes&#8212;carcomida su tablazón
-por los microbios del Trópico&#8212;y tampoco llevaban lastre. El 14 por la
-noche arreciaron los vientos, que arrancaron y aleja<span class="pagenum"><a id="page_39">{39}</a></span>ron a la <i>Pinta</i> de
-la <i>Niña</i>, habiendo aquélla desaparecido por completo de la vista de la
-capitana en la madrugada del 15.</p>
-
-<p>Desde entonces, cada carabela hace la navegación para el retorno con
-independencia de la otra.</p>
-
-<p>El 18 arriba la <i>Niña</i> a la isla <i>Santa María</i>, del grupo de las Azores.
-Había allí, a orillas del mar, una pequeña casa a manera de ermita, y
-dispuso Colón, en cumplimiento de votos hechos con motivo del temporal,
-que bajase a ella, en camisa, la mitad de su gente. Cuando estaban en
-sus rezos, los isleños, unos a caballo y otros a pie, y mandados por el
-capitán Juan de Castañeda, cayeron sobre los romeros y los apresaron.</p>
-
-<p>Castelar escribe que le fueron devueltos al almirante; mas esto debió
-soñarlo el preclarísimo tribuno, en cuyos trabajos históricos se mezclan
-las investigaciones serias, las intuiciones maravillosas, las
-grandilocuencias de estilo y las invenciones injustificadas.<span class="pagenum"><a id="page_40">{40}</a></span></p>
-
-<p>Lo que consta en el <i>Diario</i> es que Colón estuvo a punto de caer también
-en poder de los portugueses.</p>
-
-<p>El 4 de marzo llegó la <i>Niña</i> a la roca de Cintra. El rey de Portugal se
-hallaba en Belem, y Colón le escribió pidiéndole permiso para ir a
-Lisboa. El monarca le mandó a llamar a su residencia, por medio de don
-Martín de Moroña, y le agasajó mucho, sentándole a su mesa y haciendo
-que le guardasen las mayores consideraciones los principales nobles;
-pero a Don Juan II le molestaron, aunque aparentase que le cautivaban,
-los descubrimientos y las relaciones de Colón, y ni siquiera lo supo
-aparentar cabalmente, porque le dijo que aquellas conquistas, en virtud
-de capitulaciones con Castilla y de pontificios decretos, le pertenecían
-a él.</p>
-
-<p>Don Cristóbal le refirió con tal afectación sus hallazgos, que don Juan
-llegó a pensar si aquella manera de referir no sería más bien una
-especie de venganza por no haber acepta<span class="pagenum"><a id="page_41">{41}</a></span>do sus proyectos cuando le
-brindara con ellos. Y habiendo oído a los del Consejo real, unos
-dictaminaron que el almirante debía ser condenado a muerte por haber
-engañado a los soberanos españoles, induciéndoles a invadir ajenos
-dominios, y otros, que lo más cortés y lo más hábil era ser hospitalario
-con los súbditos extranjeros y apoderarse de los descubrimientos de
-Colón calladamente y por la fuerza.</p>
-
-<p>Martín Alonso, a pesar del mal estado de su nave, hizo el regreso sin
-tocar en territorios portugueses y encaminándose y arribando a España.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Wáshington Irving y Roselly de Lorgues pusieron en circulación que
-Martín Alonso, desde el puerto de Bayona, en Galicia, les escribió a los
-reyes dándoles cuenta del descubrimiento de América y apropiándose la
-gloria de haberlo realizado.<span class="pagenum"><a id="page_42">{42}</a></span></p>
-
-<p>Nadie ha podido dar con la carta en archivos públicos ni particulares.
-Es muy probable que la escribiese, y aun pudiera añadirse, aumentando
-los grados de la probabilidad, que era deber de Pinzón no dejar de
-escribirla. En cuanto a que intentara atribuírse todos los honores del
-hallazgo del Nuevo Mundo, hay testimonios que demuestran que no tuvo
-inconveniente en pregonar los merecimientos de don Cristóbal. Juan de
-Aragón, vecino de Moguer, que halló en el mar a la <i>Pinta</i>, cerca de
-Palos, declaró en el pleito entre don Diego Colón y el fiscal regio: «Un
-Martín Alonso Pinzón dijo a este testigo y a los demás que don Cristóbal
-Colón y Juan Niño y sus hermanos y parientes habían descubierto Indias».
-Pedro Enríquez, vecino de Palos, visitó la <i>Pinta</i> en Bayona, «e este
-testigo vido los indios que traían de la isla de Guanahaní, e le dijeron
-que el almirante había descubierto las Indias..., e este testigo hobo al
-presente cuatro pesos de oro, que le dió el contramaestre».<span class="pagenum"><a id="page_43">{43}</a></span></p>
-
-<p>Si hubiera dicho en la carta que Colón había perecido, nada de
-particular tendría que así lo creyera, careciendo de noticias suyas
-desde hacía mucho tiempo.</p>
-
-<p>En lo que más empeño ponen ciertos escritores, para agigantar hasta lo
-inconmensurable la figura de don Cristóbal, es en hacer constar que
-Pinzón les pedía a don Fernando y a doña Isabel que le recibieran, y que
-se negaron a ello. La parcialidad de don Fernando Colón asegura que le
-contestaron que no compareciese a su presencia sino en compañía del
-almirante, y que esta respuesta le produjo tanto pesar que «cayó enfermo
-y se dirigió a Palos».</p>
-
-<p>Pinzón no hubiera tenido necesidad de especial permiso para presentarse
-ante la Corte, porque no desempeñaba ningún cargo de real nombramiento.
-Y si en la epístola del ilustre piloto se hubieran ocultado los
-servicios y méritos de don Cristóbal como descubridor, los historiadores
-y cronistas de la época, en los<span class="pagenum"><a id="page_44">{44}</a></span> que nada se encuentra sobre tales
-negativas, las hubieran tratado y comentado con viveza, porque no
-hubieran podido menos de causar hondísima sensación.</p>
-
-<p>Ni se negó la Corte a recibirle, ni enfermó, ni murió de amargura por la
-repulsa. Pedro Arias, Alonso Vélez y otros testigos afirman que estando
-Martín Alonso para ir a hacer relación a Sus Altezas, murió del mal que
-traía. Y Diego Rodríguez Colmenero vió «que la reina doña Isabel mandó
-un mensajero que fuese Martín Alonso ante ella para informarla, y cuando
-el mensajero vino era fallecido». «Murió del mal que traía», del que le
-habían producido los rudísimos trabajos del viaje al Nuevo Mundo, y
-especialmente los del regreso a España.</p>
-
-<p>Se le dió sepultura en el Convento de la Rábida.</p>
-
-<p>Por su valor, porque sin su colaboración no se hubiera hecho entonces el
-descubrimiento de América, y por sus excepcionales dotes de marino,
-puestas de relieve en diversidad de<span class="pagenum"><a id="page_45">{45}</a></span> ocasiones, y sobre todo en la
-inmortal empresa, bien merecía que las musas le hubieran ensalzado y
-llorado, que los ingenios de aquellos días heroicos hubieran prorrumpido
-en profundas lamentaciones y ceñídole a su memoria las coronas de
-laureles eternos que la posteridad le ha hecho ya la justicia de
-consagrarle.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Martín Alonso dejó cuatro hijos y una hija. Dos de aquéllos, Arias
-Pérez, que era el mayor, y Diego Fernández, fueron muy arriesgados y
-hábiles marineros y acompañaron a su tío Vicente Yáñez Pinzón en el
-famoso viaje en que descubrió el Brasil.</p>
-
-<p>La hija estaba demente. En 1503, Arias Pérez se dirigió al rey dándole
-cuenta de que la muchacha padecía de gota coral y de que la tenía en su
-casa desde hacía cinco años, y solicitando que, pues no podía sufrir más
-las im<span class="pagenum"><a id="page_46">{46}</a></span>pertinencias y los disgustos debidos a su enfermedad, se obligara
-a cada uno de los otros hermanos a que la soportaran tanto tiempo como
-él lo había hecho, y que, si se negaban a ello, se entendiese que
-renunciaban a la parte que al fallecimiento de la pobre loca pudiera
-corresponderle de los bienes que había heredado de su padre. «E
-Nos&#8212;contestaba Fernando V a estas reclamaciones&#8212;tuvímoslo por bien».</p>
-
-<p>El primogénito de Martín Alonso estaba cansado de su hermana; los demás
-no querían aguantarla, y por eso las demandas de Arias a la majestad
-real.</p>
-
-<p>Si los de su sangre la rechazaban, los extraños no la iban a recoger.
-Los obligados a protegerla no tenían que castigar sus patrimonios para
-los gastos de su sustentación y cuidado. Ella contaba con hacienda
-propia. Y ni aun así la aceptaban. Tenía, la infeliz, destemplada la
-armonía del entendimiento. Y tenían sus hermanos destemplada la armonía
-del corazón.<span class="pagenum"><a id="page_47">{47}</a></span></p>
-
-<p>Son verdaderamente tristes la infelicidad de la hija y el egoísmo de los
-hijos de Martín Alonso.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Don Cristóbal, sin la ayuda que en dinero, hombres y buques le
-proporcionaron Martín Alonso y sus hermanos, no hubiera podido emprender
-su viaje, ni descubrir el Nuevo Mundo.</p>
-
-<p>La contribución de los Pinzones a la empresa, ¿sería completamente
-desinteresada?</p>
-
-<p>Las pretensiones de Colón para en el caso de encontrar los territorios
-con que soñaba motivaron el que no pudiera entenderse con el rey de
-Portugal y estuvieron a punto de darle idéntico negativo resultado con
-los Reyes Católicos.</p>
-
-<p>Casábase en su espíritu la idealidad con los cálculos y los apetitos.</p>
-
-<p>Y los Pinzones, ¿serían tan altruístas que tomasen parte en la
-expedición sin ninguna mira<span class="pagenum"><a id="page_48">{48}</a></span> material, románticamente, nada más que por
-hacerse famosos?</p>
-
-<p>Martín Alonso, a juzgar por el testimonio de sus contemporáneos, «era
-hombre de gran corazón, que trabajaba de hacer lo que otro no pudiese,
-porque de ello hobiese memoria»; pero, por grandes que fueran sus ansias
-de renombre, nadie se mueve sino por su interés y utilidad, como apunta
-el padre las Casas, refiriéndose a esta cuestión, en su <i>Historia
-apologética de las Indias</i>.</p>
-
-<p>No existen documentos en los que se consignen tratos entre Colón y
-Martín Alonso; lo que no obsta para que sea muy humano y muy verosímil
-que los hubiera y que los otorgasen verbalmente. Tampoco es imposible,
-ni improbable, que los consignaran por escrito y que éste se perdiera.</p>
-
-<p>Las Casas indica que era general la creencia de que Colón le había
-ofrecido al piloto la mitad de las honras y de los provechos que
-consiguiese, y aunque opina el insigne historiador<span class="pagenum"><a id="page_49">{49}</a></span> que hubo promesas,
-no se explica que siendo Martín hombre avisado no le hubiera pedido al
-almirante aseguranza formal de ellas, y le extraña que, habiendo
-conocido y tratado al capitán de la <i>Niña</i>, nunca le hubiera oído nada
-de esos convenios, y que los herederos de su hermano mayor no hubieran
-reclamado judicialmente su cumplimiento.</p>
-
-<p>Es chocante el silencio de Vicente Yáñez. Respecto al pleito, fué
-interpuesto después. En cuanto a la escritura, hubiera sido ineficaz en
-lo relativo a los honores, sin el consentimiento y la aprobación de los
-reyes. Ahora bien; pudieron otorgarla, por lo tocante a las utilidades,
-y ajustar lo demás de palabra, para legalizarlo, con la regia venia, en
-ocasión oportuna.</p>
-
-<p>De los testigos del pleito, Francisco Medel oyó que Colón le había
-prometido a Martín Alonso <i>cuanto pidiese y quisiere</i>, si le acompañaba;
-Alonso Gallego <i>oyó también que partiría con él como hermano</i> todo lo
-que ganase, y Diego Fernández Colmenero afirma que <i>le prome<span class="pagenum"><a id="page_50">{50}</a></span>tía la
-mitad de todo el interés de la honra y del provecho</i>.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Colón no les ofreció a los Reyes Católicos descubrir un nuevo mundo,
-sino encontrar un camino más corto que el seguido hasta entonces para ir
-a las Indias y llegar al oriente de éstas navegando al occidente.</p>
-
-<p>Apoyándose en las que él llamaba «razones de cosmografía», pensaba que
-era corta la distancia entre las costas occidentales de Europa y Asia y
-las de Catay y Cipango. Se proponía buscar el <i>levante por el poniente</i>
-y pasar al nacimiento de las especias. «Vuestras Altezas ordenaron&#8212;dice
-en el prólogo del <i>Diario</i> de su primer viaje&#8212;que no fuese por tierra
-al Oriente, por donde se acostumbraba de andar, salvo por el camino de
-occidente, por donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado
-nadie».<span class="pagenum"><a id="page_51">{51}</a></span></p>
-
-<p>Estas ideas cosmográficas eran las de Pablo Toscanelli, que,
-escribiéndole a Fernando Martínez, canónigo de Lisboa, y enviándole a la
-vez una carta geográfica para el rey de Portugal, le invita a reparar en
-que en ella «está pintado en derechura por poniente el principio de las
-Indias».</p>
-
-<p>Cuando don Cristóbal se dispuso, el 23 de octubre de 1492, a partir para
-la isla de Cuba, creyó que era la de <i>Cipango</i>, y el 14 de noviembre
-«maravillóse en gran manera&#8212;cerca de Puerto del Príncipe&#8212;de ver tantas
-islas y tan altas, y se figuró que son aquellas innumerables que en los
-mapamundos en fin de oriente se ponen».</p>
-
-<p>Al regreso, en 1496, de su segundo viaje, visitó a su íntimo amigo
-Bernáldez, el famoso párroco de la villa de los Palacios, y le refirió
-cómo se le había ocurrido la idea de buscar las tierras del gran <i>kant</i>,
-soberano del Asia oriental, navegando al occidente.</p>
-
-<p>En la carta denominada <i>Lettera rarisima</i>,<span class="pagenum"><a id="page_52">{52}</a></span> que don Cristóbal dirigió,
-desde Jamaica, en 7 de julio de 1503, «a los cristianísimos y muy
-poderosos rey y reina de España», notificándoles lo ocurrido en el
-cuarto viaje, hay pruebas de que persistía en su error en aquella fecha
-al final de sus expediciones y trabajos. «También dicen que la mar boxa
-a <i>Cyguare</i> y de allí a diez jornadas está el río de Gangues». Se
-imaginaba estar cerca del Ganges, en el continente asiático. «Llegué a
-trece de mayo en la provincia de <i>Mago</i>, que parte con aquella de
-<i>Catayo</i>». ¿No recuerdan estas palabras el capítulo <small>LXV</small> de los <i>Viajes</i>
-de Marco Polo? ¿No se inspiraría en él el almirante para escribirlas?
-Obsérvese, de paso, que constituyen una irrebatible demostración de que
-Alejandro de Humboldt no estaba en lo cierto al sostener, en sus
-magníficos estudios sobre el descubrimiento de América, que le era
-desconocido a don Cristóbal el libro del afamadísimo viajero veneciano.</p>
-
-<p>Como ha dicho el laborioso historiador don<span class="pagenum"><a id="page_53">{53}</a></span> Cesáreo Fernández Duro, «de
-hallar Colón lo que no buscaba y del convencimiento en que murió de
-haber llegado al Asia, se infiere que para el descubridor del Nuevo
-Mundo el Nuevo Mundo no existió.</p>
-
-<p>Martín Alonso regresó a España con la seguridad de que acababa de
-romperse el misterio de tierras desconocidas.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_54">{54}</a></span>&#160; </p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_55">{55}</a></span>&#160; </p>
-
-<h2>
-<a id="EL_PRIMER_VIAJE"></a>EL PRIMER VIAJE ALREDEDOR<br />
-DEL MUNDO<br />
-MAGALLANES Y ELCANO</h2>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_56">{56}</a>&#160; </span>&#160; </p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_57">{57}</a>&#160; </span>&#160; </p>
-
-<h3><a id="I"></a>I</h3>
-
-<p class="nind"><span class="letra">H</span><span class="smcap">ernando</span> de Magallanes había prestado a Portugal excelentes servicios, y
-no habiendo recibido del rey Don Manuel todas las distinciones y
-recompensas que por ellos le eran debidas, renunció a su nacionalidad y
-se ofreció al emperador Carlos V. También se le ofrecieron, incomodados
-por análogas postergaciones, Ruy Falero, notable astrónomo lusitano, y
-Cristóbal de Haro, opulento comerciante, natural de Amberes, que
-residía, desde hacía varios años, en Lisboa, donde se dedicaba a
-comerciar en grande escala, por medio de agentes, con los territorios
-descubiertos por los portugueses en la India oriental.</p>
-
-<p>A Magallanes, muy experto marino y entendido cosmógrafo, le preocupaba
-el afán de en<span class="pagenum"><a id="page_58">{58}</a></span>contrar un estrecho en el mar del sur para pasar al
-oriente, a las islas tan renombradas de la Especería, por otro camino
-que el del cabo de Buena Esperanza. Y tenía por indudable que aquellas
-islas no correspondían a Portugal, sino a España, según la línea de
-demarcación trazada, decretada y rectificada por el pontífice Alejandro
-VI para prevenir diferencias y conflictos entre ambas naciones.</p>
-
-<p>Ofreció a la majestad de Carlos V la busca de dicho estrecho y el
-dominio del país de las especias y solicitó, si no se le quisieran o no
-se le pudieran proporcionar recursos materiales para la empresa,
-autorización para acometerla, siendo de su cuenta y de la de sus
-compañeros los gastos que originara.</p>
-
-<p>Desde que Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo venía siendo objeto
-de los desvelos y las investigaciones de los navegantes, así como de los
-cuidados del Gobierno español, la busca de un paso para las tierras del
-gran Cant, y hallado el mar austral por Vasco Nú<span class="pagenum"><a id="page_59">{59}</a></span>ñez de Balboa, se
-inquirió con diligencia infatigable si aquel mar tendría comunicación
-natural con el Atlántico, habiendo resultado negativas las exploraciones
-hechas y derivádose más adelante de su infructuosidad numerosos planes
-para la confluencia de los dos Océanos o para trasladar del uno al otro
-las mercancías a través del Istmo.</p>
-
-<p>No podrían menos de interesar a la Corte y al Consejo de Indias tales
-ofrecimientos, por responder a dos anhelos tan acentuados en aquella
-época como el de hallar el paso al Oriente y el de traer a España los
-riquísimos productos de sus regiones.</p>
-
-<p>La indignación del país vecino a consecuencia de estas ofertas y de la
-benévola acogida que se las había dispensado, llegó al extremo de que
-don Alvaro de Costa, embajador de Portugal en Madrid, hizo los mayores
-esfuerzos para desacreditar a Magallanes. «Ahora&#8212;le escribía a su
-soberano&#8212;hablé muy serio al rey, presentándole muchos inconvenientes;<span class="pagenum"><a id="page_60">{60}</a></span>
-«cuan feo era recebir hum Rei os vasalos de outro Rei seu amigo a sua
-vountade, que era cousa que entre caballeiros se nam acostumaba; que no
-era tiempo de disgustar a V. A., y más en cosa de tan poca importancia y
-tan incierta, que vasallos tenía para descubrimientos, sin echar mano de
-los que venían descontentos de V. A., y de quien V. A. no podía menos de
-tener sospechas». Con tanto desenfado le habló don Alvaro al Emperador,
-que al enterar aquél al rey don Manuel de los términos y los tonos de la
-entrevista, emplea estas palabras: «Quedó espantado con lo que le dije».
-De quien el monarca lusitano no debía preocuparse era de Ruy Falero.
-«Del bachiller no se haga caso; duerme poco y anda casi fuera de seso».</p>
-
-<p>En cuanto a Magallanes, Faria y Sousa asegura, en su <i>Europa
-portuguesa</i>, que el obispo de Lamego, don Fernando de Vasconcelos, votó
-que el rey o le hiciese merced o le hiciese matar, porque era
-peligrosísimo para el reino lo que intentaba. Según Herrera, andaban
-entram<span class="pagenum"><a id="page_61">{61}</a></span>bos&#8212;Magallanes y Falero&#8212;«a sombra de tejado, y cuando los
-tomaba la noche en casa del obispo de Burgos enviaba sus criados que les
-acompañasen».</p>
-
-<p>La protección de don Juan Rodríguez de Fonseca, y en especial la del
-emperador, a quien, desde los primeros momentos, le inspiraron simpatía
-los planes de Hernando y sus colegas, dieron al traste con las
-maquinaciones fraguadas y las artes invertidas para imposibilitarlos.</p>
-
-<p>¿Traicionó Magallanes a Portugal poniéndose a nuestro servicio? Hay que
-decidirse, sin vacilaciones, por la negativa. Los desleales a su nación
-serán los gobernantes que no recompensen debidamente a quienes se
-desvivan por ella; mas no los ciudadanos que la abandonen por semejantes
-ingratitudes. Ni Magallanes cometió ninguna injusticia contra su país,
-porque pertenecían al nuestro las islas Molucas, desde donde los
-portugueses llevaban las especias a Calicut.</p>
-
-<p>Aniquilados cuantos obstáculos se oponían a<span class="pagenum"><a id="page_62">{62}</a></span> la expedición, el César
-dispuso que a su costa&#8212;porque lo que se arriesgaría sería poco, si
-resultara estéril, e inmensas las honras y ganancias que se obtendrían
-si se alcanzase el éxito apetecido&#8212;, se equipare una flota.</p>
-
-<p>En cumplimiento del imperial mandato, se aprestó una de cinco naves: la
-<i>Trinidad</i>, de ciento diez toneles; la <i>San Antonio</i>, de ciento veinte;
-la <i>Concepción</i>, de noventa; la <i>Victoria</i>, de ochenta y cinco, y la
-<i>Santiago</i>, de sesenta y cinco.</p>
-
-<p>Don Martín Fernández de Navarrete, en su famosa <i>Colección de los viajes
-y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del
-siglo XV</i>, establece la diferencia entre la capacidad de los toneles y
-la de las toneladas. Por aquéllos se daban a entender antiguamente los
-vizcaínos, y por éstas los sevillanos de la carrera de Indias. Las
-medidas de unos y otras «estaban en la razón de cinco a seis; de modo
-que diez toneles hacían doce toneladas».</p>
-
-<p>Las naves las adquirió en Cádiz, por orden<span class="pagenum"><a id="page_63">{63}</a></span> de Su Majestad, el factor
-Juan Aranda, e incluídos los bateles y los aparejos de ellas, costaron:
-la primera, doscientos setenta mil maravedís; la segunda, tres cientos
-treinta mil; la tercera, doscientos veintiocho mil setecientos
-cincuenta; la cuarta, trescientos mil, y la quinta, ciento ochenta y
-siete mil quinientos.</p>
-
-<p>La <i>Trinidad</i> sería la capitana, y su gobierno y el supremo de las demás
-se adjudicaría a Hernando de Magallanes; la capitanía de la <i>San
-Antonio</i>, a Juan de Cartagena, veedor de la expedición; la de la
-<i>Concepción</i>, a Gaspar de Quesada; la de la <i>Victoria</i>, a Luis de
-Mendoza, y la de la <i>Santiago</i>, a Juan Serrano. Juan Sebastián Elcano
-iría en la <i>Concepción</i> en calidad de maestre.</p>
-
-<p>En la iglesia de Santa María de la Victoria de Triana, en Sevilla,
-recibió Magallanes el estandarte real, de manos de Sancho Martínez de
-Leiva, a quien, como representante del emperador, hizo juramento y
-pleito homenaje de que en la empresa que se le encomendaba se
-con<span class="pagenum"><a id="page_64">{64}</a></span>duciría como buen vasallo; e idénticos votos le prestaron a
-Magallanes los capitanes y oficiales de las otras naves.</p>
-
-<p>Ruy Falero, por habérsele quebrantado la salud, se quedaría en España de
-orden de Su Majestad Imperial. De la enfermedad del renombrado astrónomo
-se ocupan, con ingenuidad pintoresca, nuestros historiadores de Indias.
-Gonzalo Fernández de Oviedo dice que «aquel mesmo año el Ruy Falero,
-como era subtil y muy dado a sus estudios, por ellos o porque Dios así
-lo permitiese, perdió el seso y estuvo muy loco y falto de raçón y de
-salud, y Çesar lo mandó curar y tratar bien». Francisco López de Gómara
-se expresa de este modo: «Era Ruy Falero buen cosmógrafo y humanista...
-Y enloquesció de pensamiento de no poder cumplir con lo prometido, o
-como dicen otros, de puro descontento por enojar y deservir a su rey».
-¿No perdería la razón obsesionado con la idea de que el embajador de
-Portugal, en Madrid, don Alvaro de Costa, le hubie<span class="pagenum"><a id="page_65">{65}</a></span>ra dicho al rey Don
-Manuel que estaba a punto de perderla y que no hiciera de él aprecio
-alguno?</p>
-
-<p>El 10 de agosto de 1519 salió la flota de Sevilla, y el 20 de septiembre
-partió de Sanlúcar de Barrameda, dirigiéndose a las islas Canarias o
-Afortunadas. Estuvo allí proveyéndose de carne, agua y leña, y el 2 de
-octubre salió del puerto de <i>Montaña Roja</i>, de la isla de Tenerife, con
-rumbo al sudoeste; pero el 3 del mismo mes, hallándose en 27° de latitud
-norte, cambió de itinerario. Juan de Cartagena manifestó su
-disconformidad con aquella variación de ruta.</p>
-
-<p>Quince días después llegó la armada al paralelo de <i>Sierra Leona</i>. Una
-noche, hallándose en la costa de Guinea, Cartagena, desde su nave,
-saludó a Magallanes diciéndole: «Dios os salve, señor capitán e maestre,
-e buena compañía.» Magallanes le respondió que era llamándole capitán
-general como tenía que saludarle.</p>
-
-<p>Estando la mar calmosa, el general hizo ve<span class="pagenum"><a id="page_66">{66}</a></span>nir a su navío a los
-capitanes y pilotos de los demás, y habiéndose promovido muy viva
-discusión sobre la manera de hacer los saludos, requirió a Cartagena a
-que se le diera preso; el requerido solicitó, inútilmente, la ayuda de
-ciertos jefes, que tenía por incondicionales amigos suyos, para prender
-a Magallanes, y este amarró por los pies, en un cepo, a Cartagena, y si
-consintió en confiárselo a Luis de Mendoza, fué a condición de que se lo
-había de entregar cuando se lo reclamara. El cargo que el apresado
-marino había venido desempeñando se le otorgó al contador Antonio de
-Coca.</p>
-
-<p>Prosiguiendo el viaje, el 13 de diciembre arribaron a un puerto que fué
-llamado de Santa Lucía, donde traficaron con los naturales del país. En
-el Diario o derrotero del viaje de Magallanes, desde el cabo de San
-Agustín, en el Brasil, hasta el regreso a España de la nao Victoria,
-escrito por Francisco Albo, se consignan noticias de aquellos indígenas,
-de las producciones allí más copiosas y de los camba<span class="pagenum"><a id="page_67">{67}</a></span>laches que hicieron
-los expedicionarios: «Hay buena gente y mucha, y van desnudos, y tratan
-con anzuelos y espejos y cascabeles por cosas de comer, y hay mucho
-brasil.»</p>
-
-<p>Magallanes relevó de la jefatura de la <i>San Antonio</i> al contador Coca,
-la encomendó a Alvaro de Mezquita, sobresaliente de la <i>Trinidad</i>, y el
-27 de diciembre reanudó la exploración de la costa.</p>
-
-<p>Hacia mediados de enero de 1520, principiaron a reconocer con
-minuciosidad el interior del río de la Plata, durando el reconocimiento
-hasta el 7 de febrero. En el cabo de San Agustín se vió conturbada la
-flota por un violentísimo temporal. Allí se le acercaron en canoas
-muchos indígenas. Uno de ellos, vestido con una piel de cabra, entró con
-asombrosa desenvoltura en la nave de Magallanes. Este le regaló una
-camisa de lienzo y una camiseta de paño encarnado. El 13 de febrero se
-encontraron cerca de unos «bajos donde la <i>Victoria</i> dió muchas
-tocadas», y el 27 en una bahía en<span class="pagenum"><a id="page_68">{68}</a></span> la que faltaba toda clase de
-provisiones. En una isleta próxima a ella cogieron ocho lobos marinos y
-varios patos.</p>
-
-<p>Magallanes reclamó a Luis de Mendoza la entrega de Juan de Cartagena, y
-encargó su custodia a Gaspar de Quesada.</p>
-
-<p>El 31 de marzo llegaron al puerto de San Julián.</p>
-
-<p>Al día siguiente, domingo de Ramos, el capitán general llamó a los jefes
-y pilotos de los otros navíos para que fueran al suyo a oír misa y a
-comer, y todos acudieron al llamamiento, menos Juan de Cartagena, por
-hallarse preso, y Gaspar de Quesada, por estarle ordenada su guarda.</p>
-
-<p>El país era muy frío y estéril; los mantenimientos iban escaseando, y
-Magallanes prescribió la economía en las raciones para que fuesen más
-duraderas. Por todas estas causas, los expedicionarios, muy
-descontentos, le pidieron que regresara a España, pero se apresuró a
-contestarles que él había de cumplir la misión<span class="pagenum"><a id="page_69">{69}</a></span> que le había confiado el
-emperador, y que, en todo caso, preferiría la muerte a un retorno que
-tenía por ignominioso.</p>
-
-<p>Maximiliano Transilvano, secretario de Carlos V, en su magnífica
-<i>Relación</i>, dirigida al cardenal Salpurgense, obispo de Cartagena, <i>de
-cómo, por quién y en qué tiempo fueron descubiertas y halladas las islas
-Molucas, donde es el propio nascimiento de la especería, las cuales caen
-en la conquista y marcación de la corona de España</i>, refiere algunas de
-las razones dadas por Magallanes a los alborotados tripulantes en contra
-de la vuelta de la armada a nuestra patria: «El capitán Magallanes...
-les respondió contradiciendo a sus ruegos e diciendo que él llevaba en
-escripto, por mandamiento del Emperador, el curso y viaje que habían de
-hacer, y que en manera del mundo él no podía exceder de aquello» «e que
-considerasen qué alabanza ni gloria les podría ser dada a ellos, pues
-que allí donde estaban no había distancia de más de 24 a 25° de aquella
-parte del tró<span class="pagenum"><a id="page_70">{70}</a></span>pico de Capicornio, que era 4 ó 5° más metidos al austro
-que los portuguese», «que tuviesen por cierto que tanto mayor gloria y
-mayores galardones, premios y mercedes recibirían cuanto con mayores
-trabajos descubriesen y hallasen para el Emperador, que los había
-enviado a aquel nuevo y incógnito mundo, lleno de riquezas, de especería
-y de oro».</p>
-
-<p>En la noche del mismo domingo de Ramos, 1.° de abril de 1520, Gaspar de
-Quesada y Juan de Cartagena pasaron, con treinta hombres armados, desde
-la <i>Concepción</i> a la <i>San Antonio</i> pidiendo que se les entregase Alvaro
-de Mezquita, y se les ayudara contra Magallanes, para obligarle a
-cambiar de conducta y de propósitos, y diciendo que ya se habían hecho
-dueños de la <i>Trinidad</i> y de la <i>Victoria</i>. Juan de Elorriaga, maestre
-de la <i>San Antonio</i>, habló en defensa de Mezquita, y Quesada llamó loco
-al maestre y le dió cuatro puñaladas en un brazo. Preso Mezquita, se
-trasladó Cartagena a la <i>Concepción</i>. Quesada permaneció en la <i>San<span class="pagenum"><a id="page_71">{71}</a></span>
-Antonio</i>, y así quedaron los revolucionados por amos de estas naves.</p>
-
-<p>Cartagena y Quesada pusieron en conocimiento de Magallanes lo que habían
-hecho, y le requirieron para que se aviniese a cumplir la que ellos
-estimaban que era la voluntad del emperador, asegurándole que, de
-acatarla, le aumentarían las consideraciones, respetos y reverencias que
-le habían guardado hasta entonces. Instóles el capitán general a que
-pasasen a su nave, donde les escucharía y verían de resolver lo que
-procediera; pero eludieron la invitación de Magallanes, quien, por medio
-del alguacil Gonzalo Gómez de Espinosa, envió una carta a Luis de
-Mendoza excitándole a que fuese a la <i>Trinidad</i>, y como al leerla se
-sonriera maliciosamente, Espinosa le dió una puñalada en la garganta, y
-un marinero acabó de quitarle la vida de una cuchillada en la cabeza.
-Poco después entraron en la <i>Victoria</i> quince hombres armados, a las
-órdenes de Duarte Barbosa, cuñado de Magallanes, sin que nadie<span class="pagenum"><a id="page_72">{72}</a></span> se les
-resistiese. Al otro día, 2 de abril, arremetió la <i>Trinidad</i> contra la
-<i>San Antonio</i>, disparándola varios tiros, y cayeron en poder del
-almirante Gaspar de Quesada y Antonio de Coca. También hizo prender en
-la <i>Concepción</i> a Juan de Cartagena.</p>
-
-<p>El día 3 mandó descuartizar el cadáver de Mendoza, y el día 7 fué muerto
-y descuartizado Quesada, cuyo criado Luis de Molino tuvo que hacerle
-pedazos, para él librarse de sucumbir en la horca. A Juan de Cartagena y
-a un clérigo llamado Pedro Sánchez de la Reina, que había contribuído a
-la rebelión, los quedó desterrados por allí, dejándoles, para que se
-alimentaran unos cuantos días, taleguillas de bizcocho y botellas de
-vino. A cuarenta individuos más hubiera ordenado ajusticiar, de no haber
-tenido en cuenta que, haciéndolo así, no le quedaba la gente
-indispensable para los menesteres de la flota.</p>
-
-<p>Entre los que se libraron de morir, figura Juan Sebastián Elcano, que
-fué uno de los re<span class="pagenum"><a id="page_73">{73}</a></span>queridos por Cartagena y por Mendoza para compeler a
-Magallanes, de paz o a la fuerza, a la observancia de los que ellos
-decían que eran los mandatos reales. Elcano nos informa de su
-participación en estas lastimosísimas y memorables tragedias. Intervino
-personalmente en la detención de Alvaro de Mezquita, y en el envío a
-Magallanes de un escribano y un alguacil para pedirle que tomara consejo
-con sus oficiales en todo lo que hubiera de hacerse. Según Elcano, el
-almirante mandó prender a Luis de Mendoza por estimar que era el que
-aconsejaba estos requerimientos y alborotos, y asegura que Magallanes le
-dió doce ducados al alguacil Espinosa por haber apuñalado al capitán de
-la <i>Victoria</i>. Acerca de los orígenes de tan fieros antagonismos, Juan
-Sebastián los atribuye al desprecio que el almirante hacía de los
-poderes de Juan de Cartagena, a quien no trataba como a persona conjunta
-suya, contraviniendo las disposiciones del emperador, porque Cartagena
-iba en la armada en sustitución<span class="pagenum"><a id="page_74">{74}</a></span> de Ruy Falero, y con las preeminencias
-de que éste hubiera gozado de no haber tenido que quedarse aquí para
-curarse de su vesania. Ante los señores de la casa de la Contratación,
-en Sevilla, había expresado Magallanes, en 1519, antes de salir de
-España, su conformidad con lo resuelto por Su Majestad respecto a las
-atribuciones de Cartagena: «En cuanto a lo que su Alteza manda... quel
-dicho comendador Ruy Falero se haya de quedar, quél, por servir a su
-Alteza, ha por bien y le place quel dicho comendador Ruy Falero se
-quede, e vaya en su lugar el señor Juan de Cartagena como su conjunta
-persona, así como su Alteza lo mandó».</p>
-
-<p>Las discrepancias entre ambos capitanes por la igualdad o desigualdad de
-sus poderes habían surgido, yendo la flota por la costa de Guinea, con
-ocasión de haber castigado Cartagena, sin contar con Magallanes, a un
-maestro, por sodomita. Los descubridores y conquistadores españoles de
-América fueron siempre rigurosos e<span class="pagenum"><a id="page_75">{75}</a></span> inflexibles con los invertidos y
-acostumbraban a echárselos a los perros.</p>
-
-<p>Al decir de Elcano, influyeron en las diferencias entre Cartagena y
-Magallanes y en sus cruentas derivaciones los deseos de éste de
-complacer a su cuñado Duarte Barbosa y a su sobrino Alvaro de Mezquita,
-que aspiraban a suplantar a Cartagena, a Quesada y a Mendoza en las
-capitanías de sus buques.</p>
-
-<p>En el puerto de San Julián, el almirante encargó a Juan Serrano que
-reconociera, hasta cierta distancia, la costa, por si hallaba estrecho,
-y que se volviera si, recorridas las leguas que le determinó, no lo
-encontrase. No se logró dar con el anhelado paso. En cambio, la
-<i>Santiago</i> naufragó a tres leguas del río de Santa Cruz, si bien se
-salvó la tripulación, excepto un negro, esclavo del capitán de la nave.</p>
-
-<p>Magallanes hizo a Serrano jefe de la <i>Concepción</i>, y continuó en dicho
-puerto. A los dos meses de estar allí se presentaron seis naturales del
-país, a quienes el general dió de comer<span class="pagenum"><a id="page_76">{76}</a></span> abundantísimamente en la
-<i>Trinidad</i>, dejándolos marchar luego que se hartaron. Nuestros
-primitivos historiadores de Indias refieren interesantes noticias de
-aquellos individuos gigantescos: «Hablan de papo, comen conforme al
-cuerpo y temple de tierra, visten mal para vivir en tanto frío, atan
-para adentro lo suyo, tíñense los cabellos de blanco, por mejor color,
-si ya no fuesen canas, alcohólanse los ojos, píntanse de amarillo la
-cara, señalando un corazón en cada mejilla; van, finalmente, tales que
-no parecen hombres.»</p>
-
-<p>Magallanes nombró capitán de la <i>San Antonio</i> a Alvaro de Mezquita, y de
-la <i>Victoria</i> a Duarte Barbosa, y el 24 de agosto salió del puerto de
-San Julián. El 21 de octubre descubrió una bahía muy ancha y dispuso que
-la reconocieran, por si era estrecho, la <i>Concepción</i> y la <i>San
-Antonio</i>. El las aguardaría, a la entrada, con la <i>Victoria</i> y la
-<i>Trinidad</i>. Tres días navegaron Serrano y Mezquita sin poder hallarle el
-fin. Nuevamente la recono<span class="pagenum"><a id="page_77">{77}</a></span>ció la <i>San Antonio</i>; pero tampoco se lo pudo
-hallar. Sin embargo, era el estrecho que se buscaba.</p>
-
-<p>El general, examinados los víveres&#8212;que los había para tres meses&#8212;,
-resolvió continuar las exploraciones. Trató de oponerse Esteban Gómez,
-portugués, piloto de la <i>San Antonio</i>, diciendo que, «pues se había
-hallado el estrecho para pasar a los Malucos, se volviesen a Castilla
-para llevar otra armada, porque habría gran golfo que pasar, y si les
-tomasen algunos días de calmas o tormentas, perecerían todos»; a lo que
-respondió Magallanes «que, aunque supiese comer los cueros de las vacas
-con que las entenas iban forradas, había de pasar adelante y descubrir
-lo que había prometido al Emperador».</p>
-
-<p>Llevaba andadas la flota cincuenta leguas de estrecho, y el almirante
-ordenó que la <i>San Antonio</i> reconociera cierto brazo de mar que había
-entre unas sierras, y que a los tres días volviese. Mas no volvió.
-Esteban Gómez y el es<span class="pagenum"><a id="page_78">{78}</a></span>cribano Jerónimo Guerra, aprovechando la ocasión,
-decidieron regresar a España. Quiso evitarlo Alvaro de Mezquita, y le
-dió una estocada al piloto; pero éste le dió otra al capitán y consiguió
-apresarlo. Mandada por el escribano, retornó la <i>San Antonio</i> a España y
-llegó a Sevilla, al puerto de las Muelas, el 6 de mayo de 1522. Al salir
-de Sanlúcar la flota, Magallanes y Gómez iban en íntima relación, y
-aquél llevaba a éste de piloto de la <i>Trinidad</i>. Las disparidades y
-antipatías que luego hubo entre ambos provinieron del fracaso de Gómez
-en sus aspiraciones a la capitanía de la <i>San Antonio</i>, concedida a
-Mezquita.</p>
-
-<p>El general, convencido, al esperar en vano a esta nave, de que se habría
-ido a pique, o se habría vuelto a España, siguió explorando el estrecho
-con la <i>Trinidad</i>, la <i>Victoria</i> y la <i>Concepción</i>, habiéndolo
-atravesado del todo el 27 de noviembre de 1520. Tenía de boca a boca
-unas cien leguas, navegaron por él veinte días, y a su salida se
-hallaron con un mar en el que no<span class="pagenum"><a id="page_79">{79}</a></span> les sobrevino ninguna tempestad; por
-lo que Magallanes lo denominó <i>Pacífico</i>.</p>
-
-<p>Por el tranquilo Océano pasó la armada el 18 de diciembre, entre la isla
-de Juan Fernández y la costa de Chile. «La navegación&#8212;dice Antonio de
-Herrera&#8212;, ya era muy penosa por falta de víveres: comían por onzas,
-bebían agua hedionda y guisaban el arroz con agua salada». El 24 de
-enero hallaron la isla de <i>San Pablo</i>, y el 1.° de febrero, otra, que
-recibió el nombre de la isla de los <i>Tiburones</i>, por los muchos que
-había en ella. También denominaron <i>Desventuradas</i> a las dos, por no
-haber encontrado mantenimiento alguno con que atenuar las angustias del
-hambre.</p>
-
-<p>El 1.° de marzo llegó la flota a las <i>Marianas</i>, que fueron llamadas
-<i>islas de las velas latinas e islas de los ladrones</i>. El 16 fondearon en
-la de <i>Celuán</i>, del archipiélago filipino. El cacique de <i>Mazaguá</i>, con
-quien se entendieron por medio de un esclavo de Magallanes, natural de
-Malaca, les regaló cuatro puercos, tres cabras y<span class="pagenum"><a id="page_80">{80}</a></span> arroz, y les comunicó
-que a veinte leguas de allí había un gran rey, pariente suyo, que les
-daría cuanto quisieran. El señor de <i>Mazaguá</i> y algunos indios les
-acompañaron hasta la isla de <i>Cebú</i> y la villa del mismo nombre, donde
-residía tan poderoso monarca, que hizo inmediatamente proposiciones de
-paz a Magallanes, de tanto mejor gana aceptadas, cuanto que no tardaron
-en seguirlas inmensas cantidades de víveres, con los que los
-expedicionarios reformaron notablemente, en pocos días, sus
-quebrantadísimos organismos. ¡Puercos, cabras, arroz, cocos, mijos,
-diversidad de frutas! Les parecía mentira a los famélicos navegantes
-tanta abundancia, y dispararon la artillería en demostración de
-contento.</p>
-
-<p>Los alborozados nautas construyeron, con las velas de los buques y con
-ramas de árboles, un altar, donde se dijo misa, a la que asistieron el
-rey de Cebú y muchísimos súbditos suyos. A continuación de la misa, a
-Magallanes y a otras personas de la flota se les obsequió con<span class="pagenum"><a id="page_81">{81}</a></span> una
-comida, en la que abundaron las aves asadas, el pan frito, que los
-indios llamaban <i>sagú</i>, y el vino de palmas.</p>
-
-<p>El capitán general había regalado al rey de Cebú una gorra de grana, un
-traje de seda morada y amarilla y algunos objetos de vidrio, y a un
-sobrino suyo, que era el heredero de la corona, una taza de vidrio, un
-paño de Holanda y una gorra; pero lo que más afirmó la amistad entre
-aquellos soberanos y Magallanes fué el haber curado éste a un nieto del
-rey que se encontraba enfermo, sin poderse mover hacía más de dos años.
-Con este motivo recibieron el bautismo la real familia y más de
-ochocientos indios, habiéndose puesto al monarca, cuyo nombre era
-Hamabar, el de Carlos; a la reina, el de Juana; al príncipe heredero, el
-de Fernando, y a una princesa, el de Catalina.</p>
-
-<p>Hamabar envió mensajeros a los reyes de varias islas próximas para que
-vinieran a reconocerse vasallos del emperador Carlos V. Al<span class="pagenum"><a id="page_82">{82}</a></span>gunos
-vinieron, al efecto, a Cebú, pero Cilapulapo, señor de la isla de
-<i>Maután</i>, respondió altivamente que no podía ni quería obedecer a quien
-le era desconocido, y que no estaba dispuesto a recibir órdenes de
-Hamabar; mas que, para que no se le tuviera por inhumano, se complacía
-en enviarles a los extranjeros unas cabras y unos puercos que habían
-mandado a pedirle.</p>
-
-<p>Magallanes se dispuso a hacerle la guerra a Cilapulapo para obligarle a
-aceptar por las armas lo que rechazaba por diplomáticas negociaciones.
-Hamabar procuró disuadirle de lo temerario de la determinación,
-diciéndole que el señor de <i>Maután</i> era poderosísimo. Tampoco aprobó
-Juan Serrano los belicosos proyectos del almirante. Insistiendo éste en
-ellos, el rey de Cebú le ofreció su ayuda, pero le respondió que con sus
-castellanos tenía de sobra para vencer y castigar a Cilapulapo, y que a
-lo sumo le aceptaba mil indios para que le sirvieran de guías y para que
-presenciaran el escarmiento que había de infligirle.<span class="pagenum"><a id="page_83">{83}</a></span></p>
-
-<p>Con sesenta hombres, en tres bateles, y mil cebutines, en treinta
-barcas, se dirigió a <i>Maután</i>. Cilapulapo salió a recibirles con tres
-mil combatientes. El general mandó disparar la artillería creyendo que
-con ello bastaba para amedrentar, derrotar y poner en fuga a los
-contrarios. Pronto comprendió que serían inútiles sus esfuerzos contra
-aquellos indios, que oyeron los disparos con serenidad maravillosa. Y se
-hubiera vuelto atrás si tales pensamientos cupieran en ánimos tan
-heroicos como el del insigne portugués.</p>
-
-<p>Los mautanenses acabaron con unos cuantos cebutines y con ocho españoles
-e hirieron a más de veinte, a casi todos ellos con flechas envenenadas.
-A Magallanes le dieron un cañazo en el rostro, varios golpes con lanzas
-y piedras y un saetazo venenoso, y estando ya en el suelo, una lanzada
-que lo atravesó de parte a parte.</p>
-
-<p>Los nuestros procuraron recobrar su cadáver, pero los mautanenses se
-negaron a dárselo<span class="pagenum"><a id="page_84">{84}</a></span> y aun a vendérselo, queriendo conservarlo como
-recuerdo de la victoria que habían alcanzado y para advertencia de
-quienes se propasaran a molestarles.</p>
-
-<p>Así murió el gran Hernando de Magallanes, el 27 de abril de 1521, a los
-cuarenta y dos años de edad, habiendo tenido la satisfacción de
-encontrar el estrecho que le había prometido a Carlos V, mas no la de
-haber llegado a las islas de las especias.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Magallanes, al ofrecerse al emperador, era ya un experimentado marino y
-un cosmógrafo inteligentísimo. En la concepción de sus ideas relativas
-al estrecho, en la claridad de ellas y en la seguridad que tuvo siempre
-de que había de encontrarlo, parece ser que influyó Martín Behaim,
-discípulo de Regiomontano y miembro que fué de una junta que Don Juan II
-de Portugal mandó formar para construír un astrolabio, calcular las
-tablas de la declinación<span class="pagenum"><a id="page_85">{85}</a></span> solar y enseñar a los marinos, como dice el
-historiador lusitano Barros, <i>una maneira de navegar per altura de sol</i>.</p>
-
-<p>En Venecia, en Amberes y en Viena se dedicó Behaim al comercio de
-pañería; luego vivió veinte años en Lisboa y en la isla de Fayal,
-habiendo viajado con Diego Cam por las costas del Africa y traído a
-Europa la malagueta, especia muy buscada que competía con la pimienta.
-Fué caballero de la Orden de Cristo. En 1492 terminó, hallándose
-accidentalmente en Nuremberg, en casa de su primo el senador Miguel
-Behaim, un globo, que deseaba dedicar «a su cara patria antes de partir
-para el lugar donde tiene su casa, a 700 millas de Alemania», o sea a la
-isla de Fayal, donde vivía con su mujer Juana de Macedo y con su suegro
-el caballero Hürter.</p>
-
-<p>En este globo, concluído por Martín Behaim en Nuremberg, fué donde
-Magallanes debió ver pintado el estrecho cuyo descubrimiento prometió a
-Carlos V.<span class="pagenum"><a id="page_86">{86}</a></span></p>
-
-<p>Antonio Pigafeta Vicentino, lombardo, que fué en la armada, compuso un
-<i>Diario</i> de ella y se contó entre los poquísimos que regresaron a
-España, escribe a este respeto: «El 21 de octubre de 1520 encontramos un
-estrecho, al cual dimos el nombre de las once mil vírgenes. Sin el saber
-de nuestro capitán, no se hubiera podido desembocar este estrecho,
-porque todos creímos que estaba cerrado; pero nuestro capitán se había
-informado de que debía pasar por un estrecho singularmente oculto,
-habiéndolo visto en una carta conservada en los archivos del rey de
-Portugal, y dibujada por un cosmógrafo excelente, Martín de Bohemia».</p>
-
-<p>González Fernández de Oviedo pone en duda, y mejor pudiera decirse que
-niega, las afirmaciones de Pigafeta, «pues nunca se vido ni oyó scripta
-ni pintada tal auctoridad, ni hombre chripstiano supo que avía tal
-estrecho... Pero, o que Magallanes por su buen espíritu, o por aviso de
-Martín de Bohemia, se atreviesse<span class="pagenum"><a id="page_87">{87}</a></span> y determinarse a tal empresa, yo le
-tengo por hombre de mucho loor».</p>
-
-<p>Entre las aseveraciones de Pigafeta y las dudas o negaciones de Oviedo,
-será por las de aquél por las que habrá que resolverse, no sólo por
-haber ido en la expedición, sino por su amistad con Magallanes. El
-Diario lo entregó al emperador y se ha perdido. Envió copias al
-pontífice Clemente VII y al gran maestre de Rodas Felipe Villiers de
-Lisle Adam. El conocido es un extracto de estas copias, existente en la
-biblioteca ambrosiana de Milán y se publicó en París en 1800.</p>
-
-<p>Antonio de Herrera, que fué el historiador que tuvo a su disposición más
-documentos acerca de éste y de otros múltiples asuntos, reconoce la
-influencia de Martín Behaim en el descubrimiento magallánico. El célebre
-autor de la <i>Historia de las Indias Occidentales</i> asegura que, al
-presentarse Magallanes por primera vez en Valladolid al obispo de Burgos
-Juan Rodríguez de Fonseca, le enseñó un globo, en<span class="pagenum"><a id="page_88">{88}</a></span> el que estaba
-indicado el itinerario que proyectaba seguir, pero dejando en blanco el
-lugar correspondiente al estrecho, por temor a que pudiera
-encomendársele a otra persona el encargo de descubrirlo, y añade Hererra
-que, cuando el cardenal Jiménez de Cisneros y monseñor de Xebres
-apretaban con objeciones al ilustre navegante, les contestó que estaba
-seguro de encontrarlo por haberlo visto «en una carta marina de Martín
-de Bohemia..., cosmógrafo de gran reputación».</p>
-
-<p>Fuera o no fuera así, hay que tener a Magallanes por <i>hombre de mucho
-loor</i>.<span class="pagenum"><a id="page_89">{89}</a></span></p>
-
-<h3><a id="II"></a>II</h3>
-
-<p class="nind"><span class="letra">M</span><span class="smcap">uerto</span> Magallanes, fueron elegidos, para general de la flota, Duarte
-Barbosa, y para capitán de la <i>Victoria</i>, otro portugués, Luis Alfonso.</p>
-
-<p>Habiendo el rey de <i>Cebú</i>, después del triunfo de Cilapulapo, invitado a
-los expedicionarios a un banquete en que los agasajaría lo mejor que
-pudiera y les entregaría una joya para la Majestad cesárea, Duarte
-Barbosa se apresuró a responder que acudirían muy placenteros al
-convite. Juan Serrano no fué del mismo parecer, considerando que estaba
-fresca la derrota que les había causado el señor de Maután; que era
-peligroso, en tales circunstancias, abandonar la nave por irse a
-divertir; que,<span class="pagenum"><a id="page_90">{90}</a></span> si tanto interés tenía el rey de <i>Cebú</i> en darles un
-regalo para el emperador, no debía tener inconveniente en subir a bordo
-a entregarlo. Insistió Barbosa en su resolución, puso en duda el valor
-de Serrano y éste, para demostrarle que nada le asustaba, fué el primero
-en dirigirse al banquete.</p>
-
-<p>A la sombra de unas palmeras iba sirviéndoseles la comida. La
-satisfacción no les dejaba margen para pensar que pudieran ser
-traicionados. De súbito, cayó sobre ellos un crecido número de
-cebutines, que a todos les quitaron la vida, menos a Juan Serrano, a
-quien, por el momento, se la conservaron, por si les servía, como ellos
-intentaban, de pretexto para quitársela a los que se habían quedado a la
-mira de las embarcaciones.</p>
-
-<p>Los indios arrojaron al mar los cadáveres de sus víctimas, y a Serrano
-le llevaron arrastrando, desnudo y maniatado, hasta la playa,
-obligándole a suplicar a voces a la gente de las naves que le rescataran
-y a decirles que el<span class="pagenum"><a id="page_91">{91}</a></span> rescate consistiría en que dieran por su libertad
-dos cañones.</p>
-
-<p>Los afligidos nautas, aunque enfermos y débiles casi todos, estuvieron a
-punto de desembarcar, no para entregarles a tan falsos amigos las piezas
-de artillería que deseaban, sino para combatirles, vengar el asesinato
-de los compañeros y libertar por la fuerza a Serrano; pero se dieron
-cuenta de su situación y de la imposibilidad de vencer a tantísimos
-adversarios; comprendieron que lo que éstos se proponían con la
-estratagema del rescate era prenderlos y matarlos como a los demás, y,
-dominados por la prudencia, levantaron anclas y se marcharon de aquella
-tierra, dejando al capitán de la <i>Concepción</i> en poder de los indios.</p>
-
-<p>¿Sería Hamabar amigo de nuestros navegantes por creerlos invencibles, y
-brotarían en él sentimientos de deslealtad al ver que Cilapulapo los
-había derrotado? Quizá influyeran estas pérfidas consideraciones en el
-ánimo del rey de <i>Cebú</i>. Lo más verosímil es que le deci<span class="pagenum"><a id="page_92">{92}</a></span>diera a pasar
-de la amistad al engaño y al crimen el esclavo de Magallanes. Herido
-dicho esclavo en una pierna en la batalla en que pereció su señor, se
-acostó durante largo rato fingiendo que la herida era grave. Barbosa le
-mandó que se levantara, le llamó perro y le dijo que no se hiciese la
-ilusión de que la muerte de su amo había de significar para él la
-libertad, a cuyas reprensiones ninguna objeción opuso y se levantó; mas,
-queriendo cobrarse de ellas y a la vez quedar libre, le habló a Hamabar
-en contra de los expedicionarios, asegurándole que eran unos codiciosos
-y unos crueles; que la palabra de amigos que le habían dado era
-insincera, y que lo que buscaban era someter y maltratar, con su ayuda,
-a los mautanenses para hacer otro tanto con los cebutines y con los de
-las islas próximas. Hamabar creyó cuanto quiso contarle, y concibió y se
-propuso llevar inmediatamente a la práctica, puesto de acuerdo con los
-reyes circunvecinos, la idea del sanguinario convite.<span class="pagenum"><a id="page_93">{93}</a></span></p>
-
-<p>Los historiadores disienten en cuanto a que el esclavo de Magallanes
-fuera el causante de la matanza. Lo afirman Pigafeta, Maximiliano
-Transilvano, Oviedo y Gomara. Para Herrera, el crimen se cometió «a
-instancia de los otros cuatro reyes, que le habían amenazado (al de
-<i>Cebú</i>) que si no mataba a los castellanos y le tomaba las naves
-destruirían su tierra y le matarían». Barros, en sus <i>Décadas</i>, lo
-atribuye a que «los reyes enemigos convinieron en hacer paz entre sí con
-tal que el rey de Cebú trabajase por matar» a los de las naves. Ahora
-bien; Juan Sebastián Elcano declara que huyeron de aquella isla porque
-les mataron veintitrés hombres por una traición que hizo un esclavo de
-Magallanes... «e que la causa porque el esclavo hizo la traición fué
-porque Duarte Barbosa le llamó perro».</p>
-
-<p>Entre las víctimas se contaron Duarte Barbosa, Juan Serrano y Luis
-Alfonso. A Serrano lo asesinaron cuando se volvieron a la ciudad los
-indios que le habían llevado a la playa para<span class="pagenum"><a id="page_94">{94}</a></span> hacer con él la comedia de
-que ofrecían su rescate a los que se habían quedado en los buques.</p>
-
-<p>El 1.° de mayo partieron de <i>Cebú</i> la <i>Trinidad</i>, la <i>Concepción</i> y la
-<i>Victoria</i>, y habiendo navegado diez leguas llegaron a la isla de
-<i>Bohol</i>, donde, por ser el personal que les quedaba muy escaso para los
-servicios de toda la flota, resolvieron quemar la <i>Concepción</i>, que era
-la más vieja de las tres naves.</p>
-
-<p>Nombraron general a Juan Caraballo y capitán de la <i>Victoria</i> a Gonzalo
-Gómez de Espinosa, y desde <i>Bohol</i> se dirigieron a <i>Quepindo</i>, isla de
-la costa de <i>Mindanao</i>. Por no encontrar allí arroz, que era lo que más
-necesitaban, fueron a la de <i>Paraguá</i>, y en el pueblo de <i>Saocao</i>,
-habitado por moros, y en otro habitado por cafres, se hicieron con
-arroz, gallinas, puercos y cabras, a cambio de tijeras, cuchillos,
-lienzos, cuentas de vidrio y otros artículos por el estilo.</p>
-
-<p>Desde <i>Paraguá</i> se encaminó la expedición a <i>Borneo</i>.<span class="pagenum"><a id="page_95">{95}</a></span></p>
-
-<p>El 9 de junio se les acercaron tres fustas, cuyas proas eran doradas y
-de figura de cabezas de sierpes. En una de las fustas venía, con
-acompañamiento de estruendosas músicas, un anciano, secretario de
-Siripada, rey de la isla. El importante personaje y algunos mozos
-entraron en la capitana, abrazaron a Caraballo y le preguntaron quiénes
-eran, de dónde venían y qué buscaban. El les contestó que eran súbditos
-del emperador Carlos V y que el objeto de sus viajes era trocar sus
-mercancías por las de aquellos países. Y les dió, para el soberano de
-<i>Borneo</i>, una camisa de terciopelo carmesí y una silla guarnecida de
-terciopelo azul.</p>
-
-<p>Siripada le mandó a decir al general que le estimaría le enviase dos
-hombres, pues tenía mucho interés en conocerlos, y Caraballo le envió
-ocho, uno de ellos Gonzalo Gómez de Espinosa.</p>
-
-<p>Salieron a recibirles 3.000 guerreros vestidos con trajes de seda,
-armados de arcos, flechas, cerbatanas y alfanjes y provistos de corazas
-de conchas de tortuga.<span class="pagenum"><a id="page_96">{96}</a></span></p>
-
-<p>Los ocho de la flota llevaban para el rey una ropa de terciopelo verde,
-una gorra de grana, cinco varas de paño colorado, una copa de vidrio,
-una escribanía y cinco manos de papel, y para la reina, una copa de
-vidrio llena de agujas, tres varas de paño amarillo, y otros obsequios.
-Al día siguiente estuvieron en Palacio, cuya riqueza les admiró y
-avergonzó. A Siripada, que los vió desde una reja, le dijeron que
-querían paz, pan y contratación. El monarca se mostró maravillado de la
-larga navegación que habían hecho y ordenó que fueran atendidos y
-servidos cumplidamente.</p>
-
-<p>Los visitantes, que habían pasado hambres muy dolorosas, comieron y
-bebieron hasta no querer más. Les dieron al mediodía doce platos, y para
-postre, variedad de frutas, y por la noche, treinta platos lo menos y
-otros tantos vasitos de vino de arroz. Hubo en estos banquetes carne
-asada, capones y otras aves, muy buena pesca y pasteles.</p>
-
-<p>Lo que sobre todo les agradó a los convida<span class="pagenum"><a id="page_97">{97}</a></span>dos fueron las noticias que
-allí les suministraron de la situación y la distancia de las <i>Molucas</i>.</p>
-
-<p>Transcurridos algunos días, cinco individuos de la flota fueron a la
-ciudad a comprar brea, y contra lo que pudiera esperarse a continuación
-de tantos festines, no se los dejó volver, por lo que el resto de
-nuestra gente combatió y apresó una canoa, en la que iba un hijo del rey
-de <i>Luzón</i> con cinco mujeres, un niño de dos meses y cinco hombres. El
-general los puso en libertad mediante rehenes para que el príncipe
-luzonés procurase hasta lograrla la devolución de los castellanos.</p>
-
-<p>No fueron reintegrados mas que dos, y como habían huído de la <i>Victoria</i>
-otros dos, fueron cinco las bajas sufridas en <i>Borneo</i> por los
-expedicionarios.</p>
-
-<p>Estos salen de allí el 5 de agosto, y el 15 cae en su poder una canoa,
-en la que había 30.000 cocos. Luego están treinta y siete días reparando
-los buques.<span class="pagenum"><a id="page_98">{98}</a></span></p>
-
-<p>Antes de hacerse a la mar destituyen al capitán mayor, y, por
-unanimidad, eligen para substituírle a Gonzalo Gómez de Espinosa, y por
-capitán de la <i>Victoria</i>, a Juan Sebastián Elcano. La remoción de
-Caraballo obedeció a las antipatías que se había conquistado, pues no se
-sujetaba a las cédulas reales ni atendía los consejos de nadie,
-reconociendo como única ley su capricho.</p>
-
-<p>Tras una navegación muy rica en incidentes y trabajos, llegó la pequeña
-armada el 8 de noviembre a una de las islas <i>Molucas</i>, a la de <i>Tidor</i>,
-cuyo rey fué el día 9 a darles la bienvenida a nuestros compatriotas.
-«Ahora se cumplen&#8212;les dijo&#8212;dos años que yo conocí por el curso de las
-estrellas que vosotros érades enviados de un gran rey a buscar esta
-nuestra tierra, por la cual cosa vuestra venida me ha seydo más cara e
-graçiosa, pues que por las estrellas tanto tiempo antes me fué
-anunçiada. E çabiendo que no acaesçe jamás alguna cosa destas sin que
-primero no sea de la voluntad<span class="pagenum"><a id="page_99">{99}</a></span> de los dioses o de las estrellas
-ordenado, no seré tal con vosotros que quiera contrastar la voluntad de
-los cielos, sino, con buen ánimo y voluntad, de aquí adelante, dexando
-aparte el nombre real, pensaré que soy como un gobernador de aquesta
-isla en nombre de vuestro rey.»</p>
-
-<p>Almanzor, que así se llamaba aquel monarca, iba descalzo, y su
-indumentaria consistía en una camisa labrada de oro, un pañuelo blanco
-ceñido hasta el suelo y un velo de seda en forma de mitra. Al entrar en
-la capitanía se tapó las narices para evitar, como musulmán que era, el
-olor del tocino. Los castellanos le regalaron una silla de terciopelo
-carmesí, una ropa de terciopelo amarillo, un sayón de tela falsa de oro,
-cuatro varas de escarlata, un pedazo de damasco, otro de lienzo, un paño
-de manos labrado de seda y oro, dos copas y seis sartales de vidrio,
-tres espejos, doce cuchillos, seis tijeras y seis peines.</p>
-
-<p>Almanzor les autorizó para matar a quienes<span class="pagenum"><a id="page_100">{100}</a></span> les molestasen, y hombre de
-curiosidad voracísima, examinó el estandarte imperial, un retrato de
-Carlos V, la moneda y un peso.</p>
-
-<p>Muy pronto se cambiaron entre él y Gonzalo Gómez de Espinosa juramentos
-de paz y contratación. Aquel sería amigo de España y le facilitaría
-especias por paños, lienzos y sedas.</p>
-
-<p>En diciembre reconocieron la soberanía del emperador, Corala, señor de
-<i>Terrenate</i>, Luzuf, rey de <i>Gilolo</i>, y los de <i>Maquián</i> y <i>Bachián</i>.
-Eran muy afamados por su lujuria y por su prole. Corala tenía
-cuatrocientas mujeres «gentiles en ley y en persona» y cien jorobadas
-para que las sirvieran de pajes. De Luzuf se cuenta que era padre de
-seiscientos hijos. Veintiséis tenía Almanzor, y doscientas mujeres. «En
-cenando&#8212;dice Gomara&#8212;mandaba ir a la cama a la que quería... Era
-celosísimo, o lo hacía por mor de los españoles, que luego miran y
-sospiran, y hacen del enamorado.»</p>
-
-<p>El rey de <i>Tidor</i> les encareció a los castella<span class="pagenum"><a id="page_101">{101}</a></span>nos que le suplicasen de
-su parte a Carlos V el envío de muchas fuerzas, para vengarse del
-cacique de <i>Burú</i>, que había muerto a su padre y arrojado su cadáver al
-mar, y para que enseñasen a los tidoreses nuestra religión y nuestras
-costumbres, y les dió para el emperador papagayos rojos y blancos, miel
-y varios indios.</p>
-
-<p><i>Tidor</i>, <i>Terrenate</i>, <i>Maquián</i>, <i>Bachían</i> y otras islas abundaban en
-clavo, nuez moscada, canela y jengibre. El cinamomo o árbol de la canela
-se parece al granado; el del clavo, al laurel por la hoja, y al olivo
-por la corteza; el de las nueces moscadas al nogal español, y la hierba
-del jengibre a la del azafrán.</p>
-
-<p>Había en las <i>Molucas</i> unas aves llamadas <i>manucodiatas</i>. Francisco
-López de Gomara, en la primera parte de su <i>Hispania Victrix</i>, las
-describe así: «Son de mucho menor carne que cuerpo muestran; tienen las
-piernas largas un palmo; la cabeza chica; más luengo el pico; la pluma
-de color lindísimo; no tienen alas. Ja<span class="pagenum"><a id="page_102">{102}</a></span>más tocan en tierra, sino
-muertas, y nunca se corrompen ni pudren. No saben dónde crían, ni qué
-comen, y algunos piensan que anidan en paraíso. Los españoles las traen
-por plumajes, y los malucos, contra heridas y asechanzas». Análoga
-descripción de estas aves hace Antonio de Herrera; pero todas no debían
-ser lo mismo. Don Martín Fernández de Navarrete vió, en 1831, dos
-manucodiatas traídas de Manila y originarias de <i>Terrenate</i>, que tenían
-alas.</p>
-
-<p>Habiéndose despedido los nuestros de Almanzor y disponiéndose para la
-vuelta a España, observaron que la <i>Trinidad</i> hacía agua de tal modo que
-les sería imposible navegar con aquel buque sin antes someterlo a
-importantísimas reparaciones. Ocho días estuvieron trabajando en
-arreglarlo, y como no lo podían conseguir lo menos en tres meses,
-acordaron que la <i>Victoria</i> regresara por el cabo de Buena Esperanza, y
-que la <i>Trinidad</i>, una vez carenada, marchase a Panamá y descargase las<span class="pagenum"><a id="page_103">{103}</a></span>
-mercancías, que serían transportadas desde el Pacífico al Atlántico.</p>
-
-<p>El 21 de diciembre de 1521, la <i>Victoria</i>, mandada por Juan Sebastián
-Elcano, salió de <i>Tidor</i> con sesenta hombres, entre ellos trece indios,
-y fué a <i>Mare</i>, donde se proveyó de leña, y después a <i>Latalata</i>,
-<i>Lumutola</i> y otras islas. A mediados de enero de 1522 llegaron a la de
-<i>Mahía</i>, abundante en pimienta larga y redonda. Desde <i>Mahía</i> arribaron
-a la de <i>Timor</i>, pobladísima y rica en oro, jengibre y sándalo. Allí
-riñeron algunos de los nuestros, y se escaparon Martín de Ayamonte,
-grumete, y Bartolomé de Saldaña, paje que había sido de Luis de Mendoza.
-Los demás, luego de haberse provisto de sándalo blanco y canela,
-emprendieron la marcha con dirección al cabo de Buena Esperanza.</p>
-
-<p>El 18 de marzo divisaron una isla muy alta, que parecía no tener
-habitantes ni arbolado. Desde ella&#8212;la de Amsterdan&#8212;, continúan hacia
-dicho cabo, a cincuenta y siete leguas del<span class="pagenum"><a id="page_104">{104}</a></span> cual creen hallarse el 7 de
-mayo. El 9 se aproximan a la costa, y el 10 buscan, en vano, un punto
-donde poder adquirir subsistencias. Iban enfermos casi todos los
-navegantes. Hubo quienes opinaron que debían irse a <i>Mozambique</i>,
-respondiendo otros que preferían morir a retrasar la vuelta a España. El
-16 sufrió el buque considerables desperfectos, y el 18, a pocas leguas
-del cabo de Buena Esperanza, le obligaron a retroceder la furia del
-viento y de las corrientes.</p>
-
-<p>Del 7 al 8 de junio cortan la equinoccial.</p>
-
-<p>El 1.° de junio se hallan a doce leguas de <i>Cabo Verde</i>, y el 9 llegan a
-la isla de <i>Santiago</i>. «Surgimos&#8212;dice Albo en su <i>Diario</i>&#8212;en el puerto
-de <i>Río Grande</i>, y nos recibieron muy bien, y nos dieron mantenimientos
-cuantos quisimos, y este día fué miércoles, y este día tienen ellos por
-jueves, y así <i>creo que nosotros íbamos errados en un día</i>».</p>
-
-<p>Pedro Mártir de Angleria habla irónicamente del <i>día perdido</i>, que tuvo
-inquietos por mu<span class="pagenum"><a id="page_105">{105}</a></span>cho tiempo a los compañeros de Elcano, al darse cuenta,
-con espanto, según Herrera, de que en el viaje alrededor del mundo
-habían celebrado las Pascuas en lunes y comido carne en viernes.
-Pigafeta, en su <i>Primo viaggio intorno al globo</i>, nos informa de su
-sorpresa ante la pérdida de dicho día, porque ni uno sólo había dejado
-de apuntar durante la navegación. «Posteriormente advertimos&#8212;añade el
-cosmógrafo lombardo&#8212;, que no había ningún error y que viajando siempre
-a occidente y siguiendo el camino del sol, al volver al mismo sitio
-debíamos haber ganado veinticuatro horas». A juicio de Gomara
-«trascordáronse o no contaron el bisiesto».</p>
-
-<p>En <i>Río Grande</i>, como la <i>Victoria</i> hacía mucha agua y eran muy pocos
-los marineros que quedaban, los navegantes acuerdan comprar negros para
-darle a la bomba y pagarlos con clavo, puesto que carecían de moneda.
-Así lo hacen, sin dificultades, el día 13. Para adquirir arroz, el 14
-envían un batel, que vuelve a las<span class="pagenum"><a id="page_106">{106}</a></span> pocas horas. Nuevamente lo envían por
-más arroz, y no vuelve, aunque lo esperan hasta el día 15. Los del buque
-se aproximan al puerto, para enterarse de lo ocurrido. Una barca les
-insta a que se rindan. Nuestra gente reclama el batel y los individuos
-que en él han ido. Los de la barca replican que se lo comunicarán a los
-señores de la isla. Mientras van a comunicárselo, la <i>Victoria</i> levanta
-anclas y deja abandonados en la isla de <i>Santiago</i> el batel y doce
-hombres, para librarse el resto, ya escasísimo, de los expedicionarios,
-de que también los prenda el gobernador de <i>Cabo Verde</i>. Los portugueses
-tenían prohibido, bajo duras penas, a los extranjeros comerciar con
-especiaría.</p>
-
-<p>Los doce apresados fueron Martín Méndez, contador de la nave, Pedro
-Tolosa, despensero; Ricarte de Normandía, carpintero; Roldán de Argote,
-lombardero; Juan Martín y Simón de Burgos, sobresalientes; Felipe de
-Rodas, Gómez Hernández y Socacio Alonso, marineros; Pedro Chindurza,
-grumete; Vasquito Ga<span class="pagenum"><a id="page_107">{107}</a></span>llego, paje, y maestre Pedro, que había ido como
-lombardero en la <i>Concepción</i> con Gaspar de Mendoza. Desde <i>Cabo Verde</i>
-se los llevó a la carcel de Lisboa, de donde los mandó sacar al poco
-tiempo el rey Don Juan II.</p>
-
-<p>El 15 de agosto pasó Elcano entre las islas del <i>Fayal</i> y de <i>Flores</i>;
-el 4 de septiembre divisó el cabo de <i>San Vicente</i>, y el 6 llegó a
-Sanlúcar de Barrameda, a los tres años menos catorce días de haber
-salido de aquel puerto y al año y cuatro meses desde que partieron de
-<i>Tidor</i>. Por la cuenta de Juan Sebastián, habían navegado catorce mil
-leguas, y por la de Pigafeta, catorce mil cuatrocientas sesenta.</p>
-
-<p>«Fué el camino que esta nao hizo la mayor y más nueva cosa que, desde
-que Dios crió el primer hombre y compuso el mundo hasta nuestro tiempo,
-se ha visto, y no se ha oydo ni escripto cosa más de notar».</p>
-
-<p>El 10 de septiembre se procedió a la descarga de la <i>Victoria</i>, que
-traía trescientos ochenta y un costales de clavo, cuyo peso ascendió a<span class="pagenum"><a id="page_108">{108}</a></span>
-quinientos veinticuatro quintales y veintiuna libras y media. En cajas,
-sacos y costalillos vinieron muestras de otras especias, como canela y
-nuez moscada. Varias partidas de clavo, pertenecientes a los oficiales y
-marineros, pesaron veintiocho quintales, una arroba y diez libras. La
-canela pesó tres libras y media, y veintiocho un palo de sándalo. Por
-cédula expedida en Valladolid el 10 de octubre, se mandó a los oficiales
-de Sevilla que guardasen las muestras de droguerías y especierías
-traídas por Elcano. Y a los siete días se dió una nueva cédula para que
-fueran entregados a Cristóbal de Haro, factor de la Casa de la
-Contratación, cuantos artículos y objetos correspondientes a la Corona
-hubieran venido en el buque.</p>
-
-<p>De los doscientos treinta y siete individuos que fueron en 1519 en la
-Armada, he aquí los nombres de los diez y ocho que regresaron a España
-en 1522: Juan Sebastián Elcano, capitán; Francisco Albo, piloto; Miguel
-Rodas,<span class="pagenum"><a id="page_109">{109}</a></span> maestre; Juan de Acurio, contramaestre; Martín de Indícibus,
-marino; Hernando de Bustamante, barbero; Aires, condestable; Antón
-Hernández Colmenero, Diego Gallego, Nicolás de Nápoles, Miguel Sánchez
-de Rodas, Francisco Rodríguez de Huelva, marineros; Juan de Arratia,
-Juan de Santander y Vasco Gómez Gallego, grumetes; Juan de Zubileta,
-paje, y Antonio Lombardo, sobresaliente.</p>
-
-<p>De «hombre intrépido, cuyo nombre no debe ser olvidado, y a quien ni la
-antigüedad ni la Edad Media pueden oponer rival alguno», califica
-Antonio de Herrera a Juan Sebastián Elcano. A parecida calificación son
-acreedores los diez y siete que con él volvieron en la <i>Victoria</i>.</p>
-
-<p>De los trece indios que habían sacado de las <i>Molucas</i> para enseñárselos
-al emperador, tan sólo uno desembarcó aquí vivo. Los demás fallecieron
-en la travesía.</p>
-
-<p>Los viejos historiadores de estos extraordinarios sucesos tuvieron plena
-conciencia de la<span class="pagenum"><a id="page_110">{110}</a></span> grandeza y la importancia de la expedición. No puede
-haber quién no las reconozca; mas la lectura de estas hazañas nunca
-podrá causar entusiasmos tan hondos y vivos como los experimentados por
-quienes tuvieron la suerte de oír relatarlas a los hombres que las
-realizaron.</p>
-
-<p>Maximiliano Transilvano, secretario de Carlos V, habló, apenas regresada
-la <i>Victoria</i>, a España, con su ínclito capitán y con su gente, y a base
-de estas conversaciones escribió la narración que dirigiera al obispo de
-Cartagena. «Procuré, con mucha diligencia, de saber y me informar de la
-verdad de todo ello, ansí del capitán de la nao que ahora volvió como de
-los otros compañeros que en su compañía vinieron».</p>
-
-<p>Gonzalo Fernández de Oviedo trató al jefe de la gloriosísima nave, y así
-lo hace constar en el libro <small>XX</small>, capítulo <small>III</small>, de su <i>Historia Natural y
-General de las Indias</i>: «Juan Sebastián del Cano... volvió con la nao
-Victoria a España, al cual yo hablé y comuniqué mucho, en la<span class="pagenum"><a id="page_111">{111}</a></span> corte de
-César, el año mill e quinientos y veynte y cuatro».</p>
-
-<p>Los panegíricos de Oviedo, Gomara y Herrera y los de los historiadores
-modernos a la nave de Juan Sebastián y a sus heroicos navegantes repiten
-o amplifican este bellísimo elogio que Transilvano hizo de ellos: «Son,
-por cierto, estos diez y ocho marineros, que con esta nao aportaron a
-Sevilla, más dignos de ser puestos en inmortal memoria que aquellos
-argonautas que con Jasón navegaron y fueron a Colchides, de quien los
-antiguos poetas hacen tanta celebridad. E mucha más digna cosa es, por
-cierto, que esta nuestra nao sea colocada y ensalzada entre las
-estrellas que la en que navegó aquel griego, pues que aquella navegó
-desde Grecia solamente por el mar del Ponto, y ésta partiendo de Sevilla
-contra el mediodía y dando allí vuelta contra el occidente y pasando por
-deyuso deste nuestro hemisferio, penetró hasta las partes orientales,
-desde las cuales, tomando contra el occidente, dando la vuelta<span class="pagenum"><a id="page_112">{112}</a></span> con
-diversas reflexiones a todo el globo e orbe de la tierra e agua, volvió
-a Sevilla, de donde primero había partido».</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>La <i>Trinidad</i>, ya recompuesta, salió de Tidor el 6 de abril de 1522, con
-cincuenta individuos y nuevecientos quintales de clavo, y llegó, tras
-una navegación de cuarenta leguas, a la isla de <i>Morotay</i>, donde los
-expedicionarios fueron muy bien recibidos e hicieron transacciones.</p>
-
-<p>Yendo hacia el norte, arriban a una de las islas <i>Marianas</i>, en la que
-la nave sufre grandes destrozos y se mueren varios tripulantes de mal de
-lombrices.</p>
-
-<p>A últimos de agosto surgen en la isla de <i>Mao</i>, próxima a la parte
-septentrional de las de los <i>Ladrones</i>, y distantes trescientas leguas
-de las <i>Molucas</i>.</p>
-
-<p>Encontrándose en la costa de <i>Zamafo</i>, supieron, por la gente de un
-barco, que a los<span class="pagenum"><a id="page_113">{113}</a></span> quince días de haber salido de <i>Tidor</i> la <i>Trinidad</i>,
-habían llegado a <i>Terrenate</i> portugueses, mandados por Antonio de Brito,
-y habían construído una fortaleza.</p>
-
-<p>Gonzalo Gómez de Espinosa envió en aquel barco al escribano Bartolomé
-Sánchez, con una carta para Brito, comunicándole que la <i>Trinidad</i>
-estaba a punto de perderse, y muchos de la dotación iban enfermos, y
-suplicándole auxilios con los que poder retornar a <i>Tidor</i>. El escribano
-no volvió. Como se temió en un principio, y se confirmó más adelante, le
-habían detenido.</p>
-
-<p>En el puerto de <i>Benacorora</i>, Simón Abreo, Duarte Raga y los capitanes
-Gaspar Gallo y García Manrique se presentaron a Gómez de Espinosa y le
-entregaron la respuesta de Brito, en la que le decía que le facilitaba
-el personal y los auxilios que le había pedido. Sin embargo, no tardaron
-en apoderarse de los mapas, astrolabios, cuadrantes y derroteros de la
-nave, y en mandar en ella hasta el puerto de <i>Talangomí</i>, situado entre
-<i>Terrenate</i> y <i>Tidor</i>.<span class="pagenum"><a id="page_114">{114}</a></span></p>
-
-<p>Espinosa protestó contra las violencias de que él y los suyos eran
-objeto por parte de los lusitanos, en un país que correspondía a Carlos
-V; a lo que le contestaron que obraban de conformidad con las
-instrucciones de su rey. Y despreciando las protestas, pidieron el
-estandarte imperial y procedieron a la descarga del buque. Al exigir
-Espinosa testimonio de lo que contenía, se le amenazó con que, de
-insistir en reclamarlo, se lo habían de dar colgándole de una antena.</p>
-
-<p>Cuando la <i>Trinidad</i> salió de <i>Tidor</i>, habían quedado allí, con la
-hacienda del César, Juan Campos, Alonso Genovés y Diego Arias, y ahora
-Espinosa los encontró en <i>Terrenate</i>, con hierros, en la fortaleza de
-los lusitanos, que les habían quitado las mercancías que destinaban para
-las contrataciones.</p>
-
-<p>Ventiuno eran los hombres de este navio al volver a <i>Terrenate</i>. Todos
-fueron presos. A los cuatro meses, Brito les consintió pasar a la India,
-exceptuando, por serle necesarios, al car<span class="pagenum"><a id="page_115">{115}</a></span>pintero maestre Antonio y al
-calafateador Antonio Besanabal.</p>
-
-<p>A los demás los envió a <i>Banda</i>, isla abundantísima en nuez moscada. De
-<i>Banda</i> fueron conducidos a <i>Java</i> y a la ciudad de <i>Agrazué</i>, habitada
-por treinta mil moros y muy comercial. Desde aquella animadísima urbe
-los llevaron a <i>Malaca</i>, punto de confluencia de los buques de los
-territorios cercanos al estrecho de <i>Meca</i> y los de los reinos del
-<i>Peguí</i>, <i>Chazamán</i>, <i>Cambaya</i> y <i>Bengala</i>.</p>
-
-<p>En <i>Malaca</i> murieron cuatro españoles, y se quedó el grumete de la
-<i>Trinidad</i>, Antonio Moreno, esclavo de una hermana de Jorge de
-Alburquerque, capitán de la isla.</p>
-
-<p>El resto de nuestros compatriotas llegó, al cabo de una marcha de
-cuatrocientas leguas, a <i>Ceilán</i> y a <i>Coohín</i>, donde permanecieron diez
-meses sin lograr autorización para volver a España; por lo que el
-marinero León Pancaldo y el maestre Bautista Poncero se escaparon en una
-nave, que los llevó a <i>Mozambique</i>. Habien<span class="pagenum"><a id="page_116">{116}</a></span>do sido presos, Poncero
-murió, y Pancaldo se escapó otra vez y pudo arribar a Lisboa. Allí la
-encerraron en <i>el limonero</i>, como llamaban a la cárcel.</p>
-
-<p>Vasco de Gama, nombrado por entonces virrey de la India, tampoco dió
-licencia a nuestra gente para embarcarse, y si don Enrique de Meneses,
-gobernador de Goa y sucesor de Gama, llegó a concedérsela a Espinosa, al
-lombardero maestre Hans y al marinero Ginés de Mafra, fué al enterarse
-de que el Rey de Portugal se había casado con una hermana de Carlos V.</p>
-
-<p>En Lisboa, maestre Hans murió en <i>el limonero</i>, y Gonzalo Gómez y Ginés
-de Mafra estuvieron en la prisión cerca de siete meses.</p>
-
-<p>De los cincuenta individuos que en la <i>Trinidad</i> habían partido de
-<i>Tidor</i> para Panamá, solamente cuatro volvieron a España.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>En 1525 se envió a las <i>Molucas</i> otra expedición, al mando de fray
-García de Loaysa, natu<span class="pagenum"><a id="page_117">{117}</a></span>ral de Ciudad Real, guerrero sabio y
-experimentado y comendador de la Orden militar de Rodas.</p>
-
-<p>Componíase la flota de seis naves y un galeón. <i>La Santa María de la
-Victoria</i> la gobernaría Loaysa; la <i>Sancti Spíritus</i>, Juan Sebastián
-Elcano; la <i>Anunciada</i>, Pedro de Vera; la <i>San Gabriel</i>, Rodrigo de
-Acuña; la <i>Santa María del Parral</i>, Jorge Manrique; la <i>San Lesmes</i>,
-Francisco de Hoces, y el galeón, llamado <i>Santiago</i>, el capitán Santiago
-de Guevara.</p>
-
-<p>Salieron de La Coruña el 24 de julio.</p>
-
-<p>A la entrada del estrecho de Magallanes, en el cabo de las <i>Once mil
-vírgenes</i>, naufragó la <i>Sancti Spíritus</i>, ahogándose nueve hombres y
-salvándose los demás a costa de grandes esfuerzos.</p>
-
-<p>El 30 de julio de 1526, en las inmediaciones del cabo <i>Pescado</i>,
-falleció Loaysa, con «mucha tristesa y dolor en los que en aquella nave
-capitana iban». «Así como fué muerto y con sendos Paternósters y
-Avemarías por su ánima,<span class="pagenum"><a id="page_118">{118}</a></span> que cada uno de los presentes dixo, echado su
-cuerpo en la mar», abrieron una real orden, en la que se determinaba la
-sucesión y elección en el mando del general, capitanes y oficiales
-designados primeramente.</p>
-
-<p>En ese documento, expedido en Toledo a 3 de mayo de 1525, se prescribía:
-«Y porque podría ser, lo que Dios no quiera, que el dicho capitán
-general e capitanes e oficiales nuestros, que van en la dicha armada,
-fallecieren así a la ida como allá y en la vuelta, mando que, en...
-muriendo o quedando el dicho comendador Loysa en la dicha tierra...,
-venga por capitán general de la dicha armada Juan Sebastián del Cano,
-capitán de la segunda nave...»</p>
-
-<p>Así se hizo; pero Juan Sebastián estaba muy enfermo, y el 4 de agosto de
-1526 «le llevó Dios, y le hiçieron las mismas obsequias y le dieron la
-misma sepoltura que se le dió al comendador y le echaron en essa mar.»</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_119">{119}</a></span></p><p class="castt">* * *</p>
-
-<p>De la extensión y brillantez del imperio de Carlos V, labradas en
-grandísima parte por nuestros descubridores y conquistadores en América
-y Oceanía, se han descrito magníficos cuadros en aquella época y en la
-moderna.</p>
-
-<p>Célebre es por su majestuosidad el de Macaulay en las primeras páginas
-de su ensayo sobre la <i>Guerra de Sucesión</i>, y muy estimable el de Martín
-H. Hume, en su <i>Historia del pueblo español</i>; pero es a Gonzalo
-Fernández de Oviedo a quien se le deben las expresiones más
-entusiásticas acerca de la obra realizada por aquellos hombres que
-ensancharon los dominios de España, los del mundo conocido entonces y
-los de la civilización universal.</p>
-
-<p>Aunque graves autores han ensalzado desde tiempos antiguos a nuestra
-nación por sus ingenios, su valor y su esfuerzo, nada tan merecedor de
-loa como las hazañas de los españoles en las Indias, ya en el ejercicio
-de las armas en tierra, ya en el Océano, con excesivos e innumerables
-trabajos, sin temor al cansancio ni<span class="pagenum"><a id="page_120">{120}</a></span> a los peligros, con no pocas
-hambres y enfermedades y muy frecuentemente con absoluto desinterés.
-Ellos encontraron otro hemisferio no menos amplio que Europa, Asia y
-Africa. Alejandro Magno y sus soldados no dejaron de ver el polo ártico
-ni cuando más se alejaron de su país. En el antártico ondeó la bandera
-de Castilla en más reinos y estados que cuantos tuvieron debajo de su
-cetro cada uno de todos los príncipes habidos desde el principio del
-mundo hasta Carlos V. Los asirios, los sicionios, los macedonios, los
-persas, los corintios, los atenienses, los tebanos, los partos, los
-egipcios, los cartagineses, los romanos y otros señoríos estaban
-comprendidos en el polo ártico. Los del emperador se extendían por ambos
-hemisferios, no pudiendo equipararse con tantas proezas y adquisiciones
-las fabulosas novelas de Jasón y Medea con su vellocino de oro.</p>
-
-<p>Tales son, en resumen, las alabanzas tributadas al Imperio de Carlos V y
-a quienes maravillosamente lo dilataron, por Fernández de<span class="pagenum"><a id="page_121">{121}</a></span> Oviedo, que
-las corona con estas palabras: «Callen los pregoneros de Theseo aquel
-laberinto y su Minotauro, pues que, sabida la verdad, essas metháporas,
-reduçidas a historia çierta, son unas burlas y niñerías si se cotejan y
-traen a comparación de lo que en estas nuestras Indias se ha visto y se
-ve cada día en nuestro tiempo, y lo han visto mis ojos y otros muchos a
-quien en esta edad ni en las venideras no podrán en verdad contradeçir
-envidiosos, enemigos de tan valerosa y experimentada naçión y tan
-jubilada en virtudes».</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_122">{122}</a></span>&#160; </p>
-<p><span class="pagenum"><a id="page_123">{123}</a></span>&#160; </p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_124">{124}</a></span>&#160; </p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_125">{125}</a></span>&#160; </p>
-
-<h2><a id="MIGUEL_LOPEZ_DE_LEGAZPI"></a>MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI</h2>
-
-<p class="nind"><span class="letra">E</span><span class="smcap">ntre</span> las expediciones hechas en el siglo <small>XVI</small> para el descubrimiento y
-la conquista de las islas del Poniente, figuran la de Hernando de
-Magallanes, la de frey García de Loaysa, la de Alvaro de Saavedra Cerón
-y la de Ruy López de Villalobos.</p>
-
-<p>El objeto determinado de ésta fueron las Filipinas. El de las demás, las
-Molucas.</p>
-
-<p>La expedición de Villalobos es como el prólogo de la de Legazpi.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>En 1538 y 1539, el emperador Carlos V facultó a don Pedro de Alvarado,
-adelantado de Guatemala, para el apresto de una flota de cinco navíos,
-con destino al descubrimiento y la conquista de las islas del Poniente.<span class="pagenum"><a id="page_126">{126}</a></span></p>
-
-<p>Sin embargo, don Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España, envió a
-Francisco Vázquez con una armada a dichas islas.</p>
-
-<p>Con este motivo surgieron escandalosas diferencias entre Alvarado y el
-virrey.</p>
-
-<p>Por fin, se concertaron respecto a todo lo que se descubriese, tanto por
-mar como por tierra, dentro de los límites contenidos en las
-capitulaciones ajustadas entre ambos a 29 de noviembre de 1540,
-conviniendo en enviar dos flotas, una a las islas, para ver lo que en
-ellas había, y otra a la costa de Tierra Firme, hasta dar con el fin y
-el secreto de ellas, la primera compuesta de tres naves y una galera,
-con 300 hombres, al mando del caballero Ruy López de Villalobos..., «muy
-experto y plático en las cosas de la mar», y la segunda, de cinco navíos
-y una fusta, con 300 hombres, a las órdenes del caballero Juan de
-Alvarado.</p>
-
-<p>Este convenio mereció la aprobación del monarca en 26 de julio de 1541.
-Poco después murió don Pedro, y se encargó completamen<span class="pagenum"><a id="page_127">{127}</a></span>te de la empresa
-don Antonio de Mendoza, que el 18 de septiembre de 1542 le dió a
-Villalobos intrucciones para el descubrimiento que se le había
-conferido.</p>
-
-<p>Formóse la flota con las naves <i>Santiago</i>, <i>San Jorge</i>, <i>San Juan de
-Letrán</i> y <i>San Antonio</i>, la galeota <i>San Cristóbal</i> y la fusta <i>San
-Martín</i>. Iban por maestre de campo, Francisco Merino; por capitanes,
-Bernardo de la Torre, don Alonso Enrique, Matías de Alvarado, Pedro
-Ortiz de Pineda y Cristóbal Pareja; por oficiales del rey, García de
-Escalante Alvarado, como factor; Jorge Nieto, como contador; Onofre de
-Arévalo, como veedor, y Juan de Estrada, como tesorero; por pilotos,
-Gaspar Rico, de la <i>Santiago</i>; Alvaro Fernández Tarifeño, de la <i>San
-Jorge</i>; Ginés de Mafra, de la <i>San Juan</i>, y Francisco Ruiz, de la <i>San
-Antonio</i>. Los oficiales del virrey eran Martín de Islares, factor; Guido
-de Lavezaris, contador, y Gonzalo Dávalos, tesorero. La tripulación
-constaba, según unas relaciones, de 370 hombres, y, según otras, de
-400.<span class="pagenum"><a id="page_128">{128}</a></span> Embarcáronse cuatro religiosos agustinianos: fray Jerónimo de
-Sanctisteban, prior, que años adelante escribió un relato del viaje;
-fray Nicolás de Perea, fray Alonso de Alvarado y fray Sebastián de
-Reina, y cuatro clérigos: el comendador Laso y los padres Martín, Cosme
-de Torres y Juan Delgado. Acompañaban a Ruy López de Villalobos los
-caballeros e hidalgos Iñigo Ortiz de Retes, Bernardino de Vargas,
-Antonio de Bustos y Francisco Alvarado.</p>
-
-<p>La armada salió del puerto de la Navidad el 1.° de noviembre de 1542. El
-6 de enero de 1543 encontraron las islas de los <i>Jardines</i>. Cien leguas
-al oeste de ellas se perdió la galeota <i>San Cristóbal</i>. El 20 avistaron
-una isla pequeña, a la que se llamó <i>Matalotes</i>. El 2 de febrero
-arribaron a la de <i>Mindanao</i>, que, por su gran extensión, fué denominada
-<i>Cesarea Karoli</i>. «La majestad del nombre&#8212;dice Escalante de
-Alvarado&#8212;le cuadraba». Costeando hacia el sur la isla de Mazaguá y
-apartándose de ella, dieron en la de Sarangani. Los indíge<span class="pagenum"><a id="page_129">{129}</a></span>nas no les
-llevaban bastimentos. Y se sembró maíz, pero no nació. Los soldados se
-disgustaban, y hubieran preferido la muerte en la pelea a tener que
-morir de hambre. La que allí pasaron llegó a los mayores extremos. Desde
-Cochin, «de la India del rey de Portugal», le decía fray Jerónimo de
-Santisteban a don Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España, en
-carta de 22 de enero de 1547: «El hambre no sufría espera...; en fin,
-comimos cuantos perros y gatos y ratas se pudieron haber, y otras malas
-savandijas y yerbas no conocidas, que todo fué causa de la muerte a
-muchos y de grandes enfermedades; en especial, comieron muchos de unas
-lagartijas grandes; son pardas y relucen mucho; muy pocos son vivos de
-los que las comieron; comiéronse cangrejos de tierra, que algunos
-estaban locos un día de los que comían, en especial si comían las
-tripas».</p>
-
-<p>La <i>San Cristóbal</i> llegó a <i>Sarangani</i> al cabo de cinco meses. Sus
-navegantes fueron recibi<span class="pagenum"><a id="page_130">{130}</a></span>dos con inmensa alegría, pues se les creía
-perdidos. Esta alegría aumentó al oírseles decir que en aquel tiempo
-habían estado en unas islas ricas en víveres y cuyos moradores
-rescataban con facilidad.</p>
-
-<p>De tal júbilo provino el que se diera a aquellas islas el nombre de
-<i>Filipinas</i>, como homenaje al príncipe don Felipe.</p>
-
-<p>«En la isla de Ambón&#8212;escribe Santisteban&#8212;, viniendo de camino, sacó
-Dios a Rui-López de Villalobos de ruin mundo... Murió de calenturas y
-muy cano, después de muy seco de pensar y congojar; murió muy pobre y
-recebidos todos los Sacramentos: de 370 españoles que salimos de esa
-Nueva España, llegamos a Malaca 117; quedaron en Maluco 30 o pocos más,
-y presos entre infieles, 12.»</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Muchos años mediaron entre la expedición de Villalobos y la de Legazpi,
-por los fracasos<span class="pagenum"><a id="page_131">{131}</a></span> de algunas flotas enviadas al estrecho de Magallanes,
-por los grandes gastos que ocasionaban y por el empeño que hubo en
-comunicar el Atlántico con el Pacífico por el istmo de Panamá,
-aprovechando el curso del río Chagres.</p>
-
-<p>En 1558, el rey Don Felipe II le manda a don Luis de Velasco, virrey de
-Méjico, hacer en la mar del sur navíos para el descubrimiento de las
-islas del Poniente.</p>
-
-<p>En 9 de febrero de 1561 el virrey le da cuenta al monarca de ocuparse en
-el apresto de la Armada y le recomienda para dirigirla a Miguel López de
-Legazpi, natural de Zumárraga, provincia de Guipúzcoa, que llevaba
-veintinueve años en la Nueva España, donde había sido, con general
-estimación, alcalde ordinario y escribano mayor de Cabildo. «Estaban sus
-bríos prontos para cualquier empresa, por haber sido hombre de gran
-valor y esfuerzo, y aun vivían en la blanca nieve de sus venerables
-canas las centellas de su ardiente juventud, acompañadas de la prudencia
-y madurez de sus años.»<span class="pagenum"><a id="page_132">{132}</a></span></p>
-
-<p>Don Luis de Velasco fué facultado para ordenar la expedición como mejor
-le pareciese.</p>
-
-<p>Se retrasó el apresto de las naves hasta el extremo de mediar una carta
-apremiante del rey, fechada a 13 de febrero de 1563, a la que contestó
-Velasco el 25 de febrero de 1564, presentando sus excusas y anunciando
-la salida de la flota para el mes de mayo. No pudo cumplir la oferta, y
-volvió a disculparse en 15 de junio.</p>
-
-<p>Muerto Velasco a fines de julio, la Audiencia, que en tales casos asumía
-la autoridad y el Gobierno, ultimó los preparativos del viaje, y en
-pliego cerrado le entregó a Legazpi una extensa y muy detallada
-instrucción.</p>
-
-<p>El 20 de noviembre de 1564 los expedicionarios salieron del puerto de la
-Navidad con dos galeones grandes y dos pataches pequeños.</p>
-
-<p>La nave capitana se llamaba <i>San Pedro</i>, de quinientas toneladas. En
-ella iban: como maestre, Martín de Ibarra, natural de Bilbao, «con los
-más lucidos soldados y más expertos mari<span class="pagenum"><a id="page_133">{133}</a></span>neros», y como pilotos, Esteban
-Rodríguez, natural de Huelva, y el francés <i>Pierres Plin</i>; por factor,
-Andrés de Mirandola; por alguacil mayor, Andrés de Ribera; por escribano
-mayor, Hernando Riquelme, de Sevilla; por capitán de artillería, Juan
-Maldonado del Berrocal, de Burgos; por alférez mayor, Andrés de Herrera,
-mejicano; por sargento mayor, Luis de la Haya, de Valladolid, y por
-capitán de infantería, Martín de Goiti, de Bilbao, con su compañía y la
-de Legazpi. También se embarcaron en la <i>San Pedro</i>, Felipe de Salcedo,
-nieto del general e hijo de doña Teresa de Legazpi y de don Pedro
-Salcedo, y los religiosos agustinos fray Andrés de Urdaneta, fray Martín
-de Rada y fray Andrés de Aguirre.</p>
-
-<p>En la almiranta, denominada <i>San Pablo</i>, de cuatrocientas toneladas,
-fueron: como jefe, el maestre de campo Mateo del Sanz, de Ciudad Real;
-por piloto mayor, Juan Martínez Fortín; por acompañado, Diego Martín, de
-Triana; por maestre, Juan María, genovés; por tesorero,<span class="pagenum"><a id="page_134">{134}</a></span> Guido de
-Lavezaris, y por contador, Andrés de Cauchela. En esta nave iban dos
-padres de la Orden de San Agustín, fray Diego de Herrera y fray Pedro de
-Gamboa.</p>
-
-<p>En el patache <i>San Juan</i>, de cien toneladas, fué por capitán Juan de la
-Isla; por piloto, su hermano Rodrigo de Espinosa, y por maestre, Julián
-Felipe, de Triana.</p>
-
-<p>El <i>San Lucas</i>, de cuarenta toneladas, lo mandaba el capitán don Alonso
-de Arellano, yendo por piloto Lope Martín, mulato, natural de Ayamonte,
-y por maestre, Nicolao, habilísimo marinero, de nacionalidad griega.</p>
-
-<p>Intérprete de la Armada era un indio llamado Jorge, que sabía muy bien
-la lengua malaya. Este indio fué convertido al catolicismo, en <i>Tidor</i>,
-por los religiosos de la flota de Ruy López de Villalobos, y pasó a la
-Nueva España con el soldado Pedro Pacheco, natural de Ciudad Rodrigo,
-que había formado parte de aquella expedición desdichadísima.</p>
-
-<p>Durante cinco días corrió la de Legazpi al<span class="pagenum"><a id="page_135">{135}</a></span> suroeste, y el 25 de
-noviembre el general mandó reunir en su nave a los religiosos, capitanes
-y oficiales, al alférez, al sargento, al alguacil mayor y a los pilotos,
-y le presentó, por ante el escribano Hernández Riquelme, instrucción que
-traía, cerrada y sellada, de la Nueva España, y que se le había ordenado
-no abrir hasta haber navegado cien leguas, en la que se disponía que el
-viaje se hiciese con rumbo a las islas Filipinas y a las inmediatas a
-ellas.</p>
-
-<p>En cuanto a la derrota, había habido disconformidad de pareceres entre
-fray Andrés de Urdaneta y el capitán Juan Pablo de Carrión, que,
-enemistado con el padre, no quiso ir en la Armada.</p>
-
-<p>Urdaneta había ido, en 1525, en la de García de Loaysa, a las Molucas,
-donde sirvió durante ocho años, como soldado, como capitán y en oficios
-de la real Hacienda. En 1536 le dió cuenta a Carlos V de los sucesos de
-aquella expedición. Después, hasta 1552, desempeñó en Nueva España, por
-nombramiento y encargo<span class="pagenum"><a id="page_136">{136}</a></span> del virrey don Antonio de Mendoza, importantes
-comisiones relativas a asuntos de guerra y de paz. En 1553 ingresó en la
-Orden de San Agustín. El virrey don Luis de Velasco se valió de él para
-negocios interesantísimos. Felipe II, por cédula expedida en Valladolid
-a 24 de septiembre de 1559, dispuso que Urdaneta fuera, con dos
-religiosos más, a las islas del Poniente, en la flota de Legazpi; y fray
-Andrés le contestó al monarca, en carta fechada en Méjico a 23 de mayo
-de 1560, que, aunque estaba falto de salud, había padecido muchos
-trabajos desde su mocedad y necesitaba reposo en lo que le quedara de
-vida, se disponía, por veneración a la majestad real y a la fe católica,
-a las molestias de la nueva jornada.</p>
-
-<p>El soberano quería que la flota fuese en busca de las islas <i>Filipinas</i>,
-sin entrar en las <i>Molucas</i>, para no infringir las capitulaciones hechas
-con el rey de Portugal, y Urdaneta opinaba que estas islas no solamente
-caían dentro de los términos de lo del empeño, sino que la<span class="pagenum"><a id="page_137">{137}</a></span> extremidad
-de ellas por la parte de Levante estaba comprendida en el meridiano de
-las Molucas; por lo cual debía enviarse dos galeones y un patache a
-descubrir por aguas del Poniente de Méjico, «arando la mar», hasta los
-límites de lo correspondiente a los portugueses. No hallaba reparo en
-que se llegase a las <i>Filipinas</i> para rescatar a los españoles que allí
-hubiera cautivos, de los que en 1525 fueron en la armada de Loaysa; de
-la enviada en 1527, por el marqués del Valle; de un navío, también de
-Hernan Cortés, que, yendo del Perú a la Nueva España, fué a dar,
-combatido por vientos contrarios, en aquel archipiélago, y de la
-expedida en 1542 por don Antonio de Mendoza. Pero no se debía hacer
-otras contrataciones que la compra de algunas cosas merecedoras de verse
-como muestras y la de los bastimentos precisos para el viaje.</p>
-
-<p>El septiembre de 1564 el capitán Juan Pablo de Carrión, nombrado
-almirante de la flota de Legazpi, le escribe al rey que las <i>Filipinas</i>
-las<span class="pagenum"><a id="page_138">{138}</a></span> ha descubierto, antes que nadie, en 1521, Magallanes, y que «son
-Islas que los Portugueses nunca han visto y están muy a trasmano de su
-navegación, ni an tenido noticias dellas, sino aya sido por alguna
-figura o carta de marear nuestra». Y arremetiendo contra Urdaneta y
-contra Legazpi añade: «... el padre fray Andrés ha dicho resueltamente
-que no se embarcará si el Armada va adonde yo digo; y como el que va por
-general, ques Miguel López de Legaspe, es de su nación y tierra y íntimo
-amigo, quiérele complacer en todo, y como el dicho general no tiene
-nenguna esperencia en estas cosas, ni entiende nenguna cosa de
-navegación, por no lo aver usado, no sabe destenguir lo uno de lo otro,
-y en todo se abraza a la voluntad del padre.»</p>
-
-<p>En la controversia entre Urdaneta y Carrión sobre si la armada debía ir
-o no a las <i>Filipinas</i>, aparentemente venció fray Andrés, porque, al
-salir los buques del Puerto de la Navidad, se dijo que irían a las
-<i>Molucas</i>; pero, en realidad,<span class="pagenum"><a id="page_139">{139}</a></span> el victorioso fué el capitán, con arreglo
-a cuyos dictámenes redactó la Audiencia de Méjico y le entregó a Legazpi
-la orden secreta, según la cual pondría las proas hacia el archipiélago
-filipino, cuando los navíos llevaran recorridas cien leguas desde la
-Nueva España: «Haréis vuestra navegación en demanda y descubrimiento de
-las Islas del Poniente hacia los Malucos, sin que por vía ni manera
-alguna entréis en las Islas de los dichos Malucos, porque no se
-contravenga el asiento que Su Magestad tiene tomado con el Serenísimo
-Rey de Portugal, sino en otras islas que están comarcanas a ellas, como
-las Filipinas y otras que están fuera del dicho asiento y dentro de la
-demarcación de S. M...»</p>
-
-<p>Se resolvió el pugilato armonizando el que se cumpliera la voluntad del
-Monarca y el no prescindir del utilísimo concurso de fray Andrés, quien,
-de haberse aclarado desde el primer momento el camino que había de
-seguirse, se hubiera quedado en tierra.<span class="pagenum"><a id="page_140">{140}</a></span></p>
-
-<p>Los religiosos se lamentaron del contenido de la instrucción y de que
-habían sido engañados; pero, en virtud de los preceptos superiores y de
-las reflexiones de Legazpi, se conformaron con la novedad, y habiéndose
-discutido sobre cuál sería la mejor ruta para las islas Filipinas, se
-decidió navegar al oeste, cuarta del sudoeste, y al llegar a una altura
-de 9° dirigirse al oeste en busca de las islas de <i>los Reyes</i> y las de
-<i>los Corales</i>; de éstas irían a las de <i>los Arrecifes</i> y <i>Matalotes</i>, y
-desde allí, al archipiélago de <i>San Lázaro</i>.</p>
-
-<p>El 30 de noviembre, el patache <i>San Lucas</i>, que iba delante de la
-capitana, desapareció, sin que en mucho tiempo se volviera a saber de
-él. Esta embarcación, buscando o con la excusa de que buscaba a la flota
-en la isla de <i>Mindanao</i>, en las de <i>Magallanes</i> y en otras, regresó a
-Nueva España y llegó al puerto de Navidad el 9 de agosto de 1565.</p>
-
-<p>Siguieron navegando días y días sin que los pilotos pudieran ponerse de
-acuerdo respecto<span class="pagenum"><a id="page_141">{141}</a></span> a las leguas que llevasen recorridas. En la madrugada
-del 18 de enero de 1565 creyeron estar cerca de tierra, por haberlo dado
-a entender el buque almirante con un disparo de artillería; mas,
-habiéndose convencido de que se trataba de una ilusión, continuaron la
-marcha. Cuando efectivamente vieron tierra fué el día 9. Era una isla
-pequeña, abundante en palmas de coco y en árboles. Bajaron a examinarla
-fray Andrés de Urdaneta, Felipe de Salcedo, Mateo del Sanz y el capitán
-del <i>San Juan</i>. Al volver a las naves, refirieron que se habían
-encontrado con un indio y una india viejos, que debían ser marido y
-mujer; una india joven, que debía ser hija del matrimonio, y una
-pequeñuela, que sería hija de la india moza; que no entendieron el
-idioma de aquellos naturales; que les obsequiaron con cuentas de vidrio
-y otras bagatelas, y que ellos se mostraron muy pesarosos al retornar
-los visitantes a la playa. Otras noticias les dieron a los demás
-expedicionarios: había allí muchas frutas, pescados, gallinas, patatas
-y<span class="pagenum"><a id="page_142">{142}</a></span> millo. En cuanto a los habitantes, el indio era de buena conformación
-y las mujeres eran guapas. Todos llevaban el cabello suelto y largo.
-Tenían canoas muy lindas, anzuelos de cordeles y de hueso; carecían de
-utensilios de barro y no usaban armas de ninguna clase.</p>
-
-<p>Tan pintoresco territorio recibió el nombre de isla de los <i>Barbudos</i>.</p>
-
-<p>Poniendo las proas al noroeste, llegó la flota el 22 de enero a unas
-islas que, según los pilotos, formaban parte del archipiélago filipino,
-y, según el padre Urdaneta, eran las de los <i>Ladrones</i>. Numerosos
-isleños, en cincuenta canoas, que llamaban paraos y estaban hechas de
-palma, rodearon a la armada y prorrumpieron en grandes voces, con las
-que parecían invitar a los nuestros a que fueran a sus poblaciones,
-donde les darían de comer hasta que se hartasen. La costa estaba cuajada
-de palmares de coco, y entre los palmares había viviendas. Al anochecer
-encendieron los indios infinidad de hogueras. Antes de que los
-castellanos<span class="pagenum"><a id="page_143">{143}</a></span> desembarcaran, Legazpi, dando pruebas de ser un habilísimo
-diplomático, ordenó que nadie se atreviese a hacerles daño a los
-indígenas, ni a quitarles nada, ni a tocar en sus sementeras y
-labranzas, ni a cortar palmas ni otros árboles, y que los rescates
-pudieran hacerlos únicamente los oficiales del rey. Esta orden malhumoró
-a los soldados. El día 23 los isleños trajeron cocos secos y verdes,
-cañas dulces, plátanos, arroz, batatas y otros artículos, trocándolos
-por naipes, cascabeles, cuentas de vidrio y trozos de orillo; pero,
-desconfiadísimos, se negaron a entrar en las naves. En las sucesivas
-contrataciones exigieron, para el pago de sus mercancías, primero hierro
-y, después, clavos, por haber comprendido cuán útiles habían de serles
-para sus canoas. Tenía razón el padre Urdaneta: aquéllas eran las islas
-de los <i>Ladrones</i>. Se pedía, sobre todo, arroz a cambio de clavos
-grandes, y los indios, con una sagacidad y una desaprensión
-indescriptibles, llevaban fardos, en cuya parte superior había una<span class="pagenum"><a id="page_144">{144}</a></span> capa
-de arroz como de dos dedos, siendo arena todo lo demás, y otras veces
-metían en los fardos piedras y hierbas para aumentarles el peso y hacer
-los cambalaches más ventajosamente. Se les compró gran cantidad de
-barriles de aceite de coco, y se vió que la mayor parte contenían agua
-con uno o dos dedos de aceite. Con frecuencia cometían otros engaños,
-como el de acercarse algo a uno de los buques, esperar a que se les
-echasen los clavos, y luego, sin entregar las mercancías, salir huyendo
-hacia los otros buques para repetir idénticas operaciones.</p>
-
-<p>Al patache <i>San Juan</i> le desclavaron un pedazo de un hierro del timón,
-procuraron arrancar los clavos del costado de las naves y a todas les
-quitaron las boyas. Un indio le arrebató a un soldado un arcabuz que
-llevaba al hombro. Otro indio le pegó a otro soldado con una vara en el
-pecho, y aunque no se lo lastimó, porque llevaba cota, le produjo en una
-mano una herida, de la que murió inmediata<span class="pagenum"><a id="page_145">{145}</a></span>mente. «Todo lo cual hacían
-sin vergüenza ninguna, porque de cosa no la tienen».</p>
-
-<p>Legazpi salió a tierra y, en nombre de Su Majestad, tomó, con gran
-aparato, posesión de esta isla, que era la de <i>Goam</i>, nombrada <i>Guan</i> en
-el derrotero del piloto mayor Esteban Rodríguez, y <i>Boan</i> en el de
-<i>Pierres Plin</i>. Aunque se había propuesto conducirse con aquellos
-isleños de la manera más afable, se vió obligado a disponer que los
-castigaran. Parte de nuestra gente bajó a tierra a cargar de agua dulce,
-y los indios fingieron recibirles de paz. Cuando llegó el momento de
-recogerse a los navíos, se quedó rezagado, durmiendo entre unos
-palmares, un muchacho, que era grumete, sin que los españoles le echasen
-al pronto de menos. Al darse cuenta de que faltaba, fueron a buscarle,
-mas le encontraron hecho pedazos. Los isleños le habían atado de pies y
-manos, le habían producido más de treinta heridas, traspasándole el
-cuerpo con lanzas, le habían desollado la cara, le habían metido por la
-boca un palo, que le<span class="pagenum"><a id="page_146">{146}</a></span> salía por el colodrillo, y le habían apedreado.</p>
-
-<p>El maestre de campo Mateo del Sanz les quemó algunas canoas y casas,
-hirió a varios indios, mató a otros y prendió a cuatro. A tres se les
-ahorcó en el mismo sitio en que había perecido el grumete. A uno que
-había quedado ileso, el maestre le trajo a la nave «a ruego de los
-religiosos» «diciendo que sería más servicio de Dios nuestro Señor y de
-su Majestad llevarle a la Nueva España que no ahorcarle, e ansí se llevó
-a la Capitana.»</p>
-
-<p>Legazpi, los religiosos, los capitanes y los oficiales conferenciaron
-sobre si convendría poblar en <i>Goam</i> y despachar un navío a la Nueva
-España. Así lo propuso el padre prior, respondió el general que era
-necesario dar cumplimiento a las órdenes que tenía de seguir hasta las
-islas <i>Filipinas</i> y las colindantes, y, sin más discusión, el 3 de
-febrero emprendieron la marcha.</p>
-
-<p>El 13 arribó la armada a una bahía muy amplia, rodeada de islas pequeñas
-y de una gran<span class="pagenum"><a id="page_147">{147}</a></span>de. Se encargó al maestre de campo, al padre prior y al
-capitán Martín de Goiti que vieran si había población, río o puerto, y
-si encontraban indios. Unos cuantos vieron, que se negaron a esperarles.</p>
-
-<p>El 20 comparecieron algunos naturales, significaron que la isla grande
-se llamaba «Zubú», y dijeron nombres de pueblos y caciques del
-territorio. El general les dió cuentas de vidrio, bonetes de grana,
-cuchillos, etc., y les pidió que de su parte les suplicaran a los
-principales que fueran a verle, porque les quería hablar y hacerse
-amigos suyos.</p>
-
-<p>Vinieron, en efecto, en canoas, unos caciques, que en prueba de amistad
-querían sangrarse con el general, y entraron en la capitana, donde
-fueron muy bien recibidos.</p>
-
-<p>Allí era incomprensible otro lenguaje que el de las señas. Legazpi se
-las hizo de que deseaba contratar con ellos y obtener su amistad en
-nombre del rey de Castilla. De lo que mostraron gran satisfacción. Y
-venían con frecuencia<span class="pagenum"><a id="page_148">{148}</a></span> a los navios y convidaban a los expedicionarios
-con vino de palmas. Se les propuso que vendieran en grandes cantidades
-puercos y gallinas, y se los pagarían muy bien, y quedaron en hacerlo
-así, pero no llevaron mas que un gallo, un huevo y un cochino. Pronto se
-vió que no querían venderle nada a nuestra gente, sino entretenerla, y,
-sobre todo, aprovecharse de las baratijas&#8212;para ellos de mucho
-valor&#8212;que se les daban gratuitamente siempre que iban a los buques.</p>
-
-<p>Se encargó a Juan de la Isla y a dos religiosos que reconocieran si
-había puerto, y hallaron dos bahías. En una salieron indios a la ribera
-dándole señas al capitán de que querían sangrarse con él para entablar
-amistades. Francisco Gómez, gentil hombre de Legazpi, sin consentimiento
-del capitán Isla y contra el parecer de los religiosos, saltó a tierra
-para sangrarse con uno de los caciques. Cuando estaban en la ceremonia
-surgió del monte un indio, y acercándose a Gómez por entre los que<span class="pagenum"><a id="page_149">{149}</a></span> se
-hallaban con él, le dió tan terrible lanzada que murió al poco rato.</p>
-
-<p>El 21 arribaron, en la costa de la isla grande, a una bahía que
-denominaron <i>San Pedro</i>, y el 22 vino a la nave del maestre un isleño,
-que dijo ser principal y llamarse Urrao. Se sangró con Mateo del Sanz, y
-le enteró de que Tandaya, gran cacique, de quien era sobrino, residía a
-no mucha distancia de allí. A Urrao y a otros dos principales, uno de
-ellos llamado Balaniga, les obsequió el general y les pidió una canoa
-para enviarle a decir a Tandaya que Su Majestad «le quería por amigo, y
-le quería mucho». Un indio que sabía algunos términos castellanos se
-ofreció a llevarle a Tandaya la carta, y quedó en volver al día
-siguiente para que se la dieran. A Urrao y a los otros dos caciques les
-rogó el maestre que le vendiesen arroz, gallinas y puercos, y quedaron
-en llevarlos; pero no volvieron. Tampoco volvió el que se había ofrecido
-a entregarle el mensaje de Legazpi al gran cacique.<span class="pagenum"><a id="page_150">{150}</a></span></p>
-
-<p>El 22 dispuso el general que Martín de Goiti buscase el río de Tandaya,
-por si tenía buen puerto, y que procurase ver al poderoso señor y darle
-cuenta de las intenciones de los españoles.</p>
-
-<p>Mientrastanto, Legazpi procedió a tomar posesión de la isla, y,
-terminado el acto, se aproximó, en compañía de los religiosos y del
-maestre de campo, al pueblo de <i>Caniungo</i>, donde les esperaron multitud
-de indios en disposición amenazadora. Dos disparos de arcabuz fueron
-bastantes para amedrentarles y hacerles huír.</p>
-
-<p>A los diez días volvió Martín de Goiti, refiriendo que lo más notable
-que había encontrado en sus exploraciones había sido la ciudad de
-<i>Cabalián</i>, cuyos habitantes usaban joyas de oro y tenían muchos puercos
-y gallinas.</p>
-
-<p>El 5 de marzo salió la armada para aquella población, cuyo cacique,
-Maletec, tenía un hijo, llamado Camutrián, que se sangró con el alférez
-mayor, no habiendo ido Maletec en perso<span class="pagenum"><a id="page_151">{151}</a></span>na a sangrarse con Legazpi por
-ser muy viejo y estar ciego.</p>
-
-<p>Quisieron los expedicionarios comprar víveres, y los indios prometieron
-traérselos, pero faltaron reiteradamente a su palabra, y el general, los
-capitanes, los oficiales y otras personas de cuenta resolvieron,
-haciendo de la necesidad ley, adquirirlos por la fuerza, aunque evitando
-causarles daño a los indígenas y pagándoles lo que les tomasen.</p>
-
-<p>Los naturales del país huyeron al ver en tierra a los españoles, y con
-la precipitación de la huída dejaron abandonados algunos puercos y
-cierta cantidad de batatas. También se les tomaron unas cuantas
-gallinas. Muchísimas otras escaparon volando como perdices.</p>
-
-<p>Se hizo inventario de estas adquisiciones, se apartó la cantidad de
-margaritas, cuentas de vidrio, bonetes de grana, cuchillos, etc., que se
-consideró necesaria para abonar su valor, y se le entregó a Camutrián,
-que estaba en una de nuestras naves, para que él hiciera llegar
-aque<span class="pagenum"><a id="page_152">{152}</a></span>llos objetos a los dueños de los bastimentos, de tal modo, que cada
-cual cobrase en proporción a los que hubiera perdido.</p>
-
-<p>Por Camutrián se averiguó que no lejos de allí estaba <i>Mazaguá</i>, y
-habiéndole suplicado el general que le enseñase el camino, el hijo de
-Maletec se ofreció a ir con él a dicha isla acompañado de tres indios.</p>
-
-<p>El 9 de marzo salió la flota de <i>Cabalián</i> para <i>Mazaguá</i>, y el 10
-fueron comisionados el prior y el maestre de campo para que hicieran por
-ver al cacique y le regalaran, a fin de atraérselo, una chamarra de
-terciopelo y un capote de grana; mas, no habiendo encontrado, en la
-parte donde pensaban que estaría la residencia del señor, casas ni
-indios, acordó el general trasladarse a la isla de <i>Caninguinín</i>, que
-estaba próxima.</p>
-
-<p>Antes se les dió suelta a Camutrián y a los otros tres indios, y a fin
-de que se marcharan contentos, les quedase agradable recuerdo de los
-españoles y recibieran y trataran bien a<span class="pagenum"><a id="page_153">{153}</a></span> otros que pudieran pasar por
-su tierra, se les vistió a dos de ellos de bonete, chamarra y
-zaragüelles de paño verde, y a los otros dos, de iguales prendas, de
-lienzo, y se les dió para el regreso carne de cerdo y pan para tres días
-y una botija de agua.</p>
-
-<p>El 11 de marzo arribó la armada a <i>Caninguinín</i>, no habiendo encontrado
-en ella nada que les interesase. Canela es lo que más deseaban haber
-hallado y adquirido en aquella isla.</p>
-
-<p>Sus naturales se negaban a escuchar a los españoles. Legazpi consultó
-con los religiosos, los capitanes, los oficiales y las demás personas de
-la armada sobre qué partido tomar, y, de común acuerdo, resolvieron
-pasar a <i>Butuán</i>, por ser país de mucho comercio y porque encontrarían
-quien entendiese la lengua malaya.</p>
-
-<p>Reconociendo Martín de Goiti, en un batel, la costa de la isla de
-<i>Bohol</i>, halló un parao de grandes dimensiones, cargado de arroz y de
-otros bastimentos. En cuanto los indios vieron el batel, se arrojaron al
-mar, dejando abando<span class="pagenum"><a id="page_154">{154}</a></span>nada la canoa. Los españoles se apoderaron de ella,
-y el general mandó hacer inventario de su contenido, para pagar su valor
-a quien resultara ser su dueño. En el mismo día, el maestre de campo
-prendió a siete u ocho indios de los que se escaparon del parao, por uno
-de los cuales se averiguó que aquella embarcación y sus mercancías eran
-procedentes de <i>Cebú</i>.</p>
-
-<p>La contrariedad de los vientos impedía que la armada arribase a
-<i>Butuán</i>, y se acordó que fuese allí el patache, y que en tanto se
-hiciesen en la capitana algunos reparos que le eran necesarios, para
-enviarla a descubrir la vuelta a la Nueva España. Procurarían comprar la
-mayor cantidad que pudiesen de oro, canela, cera, especias y drogas, y
-hacer amistad con el cacique de la isla, a quien le comunicarían, de
-parte de los expedicionarios, que, si se lo consintiera, tendrían mucho
-gusto en ir a su tierra, para establecer en ella factorías y
-contrataciones en nombre del rey de España. Como intérprete de la lengua
-malaya iba con la gente del patache<span class="pagenum"><a id="page_155">{155}</a></span> un tal Jerónimo Pacheco. Si en
-<i>Butuán</i> no encontraban canela, recorrerían hacia el mediodía la costa
-de <i>Mindanao</i>, hasta llegar a la provincia de <i>Cavite</i>.</p>
-
-<p>Cuando el general se ocupaba en el despacho del <i>San Juan</i>, vino a la
-nave capitana el maestre de campo y dijo que la almiranta, distante
-media legua, había visto en la mar un junco grande y enviado un batel en
-su reconocimiento. Los tripulantes del junco acometieron a los españoles
-trabándose entre unos y otros encarnizada pelea. En ella nos hirieron
-veinte hombres; pero la canoa tuvo que rendirse ante los argumentos de
-los arcabuces. Esta embarcación tenía árbol mayor, trinquete y mesana, y
-era casi tan grande como el <i>San Lucas</i>. Los que en ella venían eran
-moros.</p>
-
-<p>Un testigo presencial del combate elogia el valor de los adversarios,
-diciendo que determinaron morir, que pelearon como desesperados, hasta
-que les mataron el capitán, y que hicieron enorme gasto de municiones de
-hierro.<span class="pagenum"><a id="page_156">{156}</a></span></p>
-
-<p>En el parao apresado venían seis o siete hombres, uno de ellos factor
-del rey de Borneo, quien manifestó que las mercancías que llevaban eran
-de su señor, y que el junco pertenecía a un portugués, llamado Antón
-Maletis. Legazpi le preguntó cómo no habían acudido al llamamiento de
-los españoles. La contestación que aquellos seis o siete hombres le
-dieron fué verdaderamente notable: «... respondieron que, como no los
-conoscían ni entendían, y vieron que eran extrangeros, les pareció que
-estaban obligados a la defensa de sus personas y haciendas, y que en
-defensa desto, por cualquiera cosa que hubiesen hecho, no tenían culpa
-ninguna; que, si los conoscieran, que justo fuera y ellos vinieran, pero
-que, no los conosciendo, ni sabiendo quién eran, ni qué los querían,
-habían procurado defenderse».</p>
-
-<p>Se les puso en libertad y se les devolvió el parao con cuanto en él
-había venido. Asombrados de tanta liberalidad, pidieron una carta para
-el rey de <i>Borneo</i>, a quien<span class="pagenum"><a id="page_157">{157}</a></span> irían a darle cuenta de proceder tan
-humanitario.</p>
-
-<p>De estos moros se informó el general acerca de las mercaderías en que
-traficaban, de dónde las traían, de su calidad, de sus precios de compra
-y de venta, y de la religión, costumbres, producciones y otras
-particularidades de aquellas islas.</p>
-
-<p>En <i>Borneo</i> adquirían hierro y estaño, mantas pintadas de la India,
-porcelanas, campanas de cobre, sartenes, cazuelas de hierro templado,
-hierros para lanzas, cuchillos, cera, mantas blancas, etc. Todos estos
-artículos los vendían por oro, por clavos y por unos caracoles que en
-<i>Siam</i> se cotizaban como dinero.</p>
-
-<p>De los moros aprehendidos, el piloto del parao era el más inteligente y
-experimentado y el que tenía más y mejores noticias de las <i>Filipinas</i>,
-de las <i>Molucas</i>, de <i>Borneo</i>, de <i>Malaca</i>, de <i>Java</i>, de la India y de
-la China. Por él se supo que los rescates que llevaba la armada eran de
-difícil salida en las <i>Filipinas</i>, y<span class="pagenum"><a id="page_158">{158}</a></span> en cambio la tendrían muy buena en
-<i>Borneo</i>; que en <i>Butuán</i> había mucha contratación; que allí estaban dos
-juncos de <i>Luzón</i> adquiriendo oro, canela y esclavos; que <i>Luzón</i> estaba
-al norte de <i>Borneo</i>; que los de <i>Borneo</i> no entraban en <i>Butuán</i> por
-haber habido entre unos y otros sangrientas colisiones, y que los de
-<i>Bohol</i> no querían contratar con los de las naves, porque hacía dos
-años, muchos castellanos de los residentes en las <i>Molucas</i> les habían
-hecho, so capa de amistad y seguridad, muertes y robos a todo pasto y
-les habían cogido muchísimos prisioneros, que vendieron como esclavos, y
-que desde entonces les tenían miedo a los de Castilla.</p>
-
-<p>Legazpi les hizo saber que los autores de semejantes desafueros no eran
-españoles, sino portugueses, gente de otra tierra y súbditos de otro
-monarca que los nuestros; a lo que los moros repusieron que ellos sabían
-que era así, pero que los indios no los diferenciaban y creían que todos
-eran unos.<span class="pagenum"><a id="page_159">{159}</a></span></p>
-
-<p>El general quedó maravillado de la astucia empleada por los lusitanos,
-no tanto para hacerles daño a los isleños como para hacérselo a los
-españoles cuando allí llegaron, porque habían de encontrarse con el odio
-de los naturales del país.</p>
-
-<p>Para contrarrestar estos inconvenientes, mandó a llamar a varios
-caciques, y vino a la capitana uno, llamado Cicatuna, que fué recibido
-muy amistosamente. Este cacique se sangró con Legazpi, sacándose ambos,
-de los pechos, dos gotas de sangre, revolviéndolas con vino en una taza
-de plata y bebiéndose cada cual la mitad de la peregrina mezcla. Después
-de la sangría se convidó a Cicatuna con conservas y vino de Castilla,
-que le resultó agradable. Los postres consistieron en un discurso del
-capitán generel, enterando al cacique de que el rey de España era el
-mayor y más poderoso príncipe de la Cristiandad, de que en su nombre
-iban los de la armada a contratar, a cuyo efecto llevaban valiosos
-rescates, y de<span class="pagenum"><a id="page_160">{160}</a></span> que él, el gobernador, trataría a Cicatuna como a un
-hermano; por todo lo cual le suplicaba que influyera para que los
-isleños viniesen a contratar con los de la flota y les vendiesen arroz,
-puercos, gallinas y cabras, que les serían pagados a buen precio.</p>
-
-<p>La respuesta del cacique fué satisfactoria, en cuanto a que los indios
-perderían el temor, una vez que él y el general se habían sangrado y
-hecho amigos; pero que, por lo que respectaba a mantenimientos, en muy
-poco le podrían servir, porque aquel año era mucha el hambre que se
-padecía en la isla a causa de la falta de lluvias.</p>
-
-<p>Otro día vino la nave capitana con varios moros de <i>Borneo</i>, un
-principal indio, llamado Cigala, de más categoría que Cicatuna. Quería
-sangrarse con el gobernador; le regaló un lechón y le dió por excusa de
-no haber venido a verle antes el haber estado forastero. Legazpi accedió
-a la sangría y obsequió a Cigala con un pedazo de mantel, un espejo, una
-bacinica,<span class="pagenum"><a id="page_161">{161}</a></span> tijeras, cuchillos, margaritas y cuentas, y porque tenía
-cuatro hijas, le entregó una docena de sartas de vidrio y otra docena de
-cascabeles para cada una.</p>
-
-<p>A los quince días de haber partido el <i>San Juan</i> para <i>Butuán</i>, regresó
-adonde se encontraba el resto de la flota. Los del patache habían visto
-al rey de la isla y a un hermano suyo, los cuales no habían querido
-entrar en el <i>San Juan</i> por tenerles miedo a los moros.</p>
-
-<p>Legazpi promovió consulta sobre si se debía poblar en alguna de aquellas
-islas, y se convino en hacer población en <i>Cabalián</i>, por abundar allí
-el arroz, los puercos y las batatas, y porque sería fácil el
-abastecimiento de los que se volvieran a la Nueva España; pero la
-resolución definitiva fué poblar en Cebú, por ser la tierra más fértil y
-rica de cuantas hasta entonces habían visto en aquellos países.</p>
-
-<p>Los españoles fueron a <i>Cebú</i>, y Legazpi envió emisarios a Tupa, rey de
-la isla, para que viniese a verle. Este requerimiento fué contes<span class="pagenum"><a id="page_162">{162}</a></span>tado
-con promesas que no se cumplían; antes, por el contrario, los indios les
-amenazaron a los de la flota, y hubo que hacerles la guerra.</p>
-
-<p>Reconociendo las casas de los fugitivos, se encontró, en una de las más
-pobres, un Niño Jesús flamenco, con su camisita de volante y su sombrero
-de velludo. El general experimentó tal alegría y tal emoción con este
-hallazgo, que, tomando al Cristo en las manos, le besó los pies, y
-alzando los ojos al cielo dijo: «Señor, Poderoso eres para castigar las
-ofensas en esta isla cometidas contra tu Majestad, y para fundar en ella
-tu casa e Iglesia Santa, donde tu Gloriosísimo nombre sea alabado y
-ensalzado; suplícote me alumbres y encamines de manera que todo lo que
-acá hiciéremos sea a honra y gloria tuya, y ensalzamiento de tu Santa Fe
-católica».</p>
-
-<p>El 8 de mayo se trazó y midió el terreno sobre que había de construírse
-un fuerte en el puerto de <i>Cebú</i>, y el necesario para una villa, a la
-que se puso el nombre de <i>San Miguel</i>.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_163">{163}</a></span></p><p class="castt">* * *</p>
-
-<p>El 1.° de junio de 1565, la nave <i>San Pedro</i>, al mando de Felipe de
-Salcedo, emprendió el regreso a la Nueva España, trayendo por pilotos a
-Esteban Rodríguez y Rodrigo de Espinosa, y arribó al Puerto de la
-Navidad el 1.° de octubre del mismo año.</p>
-
-<p>El 18 de septiembre, Salcedo había requerido a Rodríguez, a Espinosa y
-al contramaestre Francisco de Astigarribia, que <i>también echaba punto y
-carteaba</i>, a que tanteasen el camino que habían andado desde el puerto
-de Cebú hasta la tierra que vieron aquel día. La distancia recorrida
-había sido, según Rodríguez, de 1740 leguas, y, según Espinosa, de 1650.
-Este último resultado dieron los cálculos y apuntaciones de
-Astigarribia.</p>
-
-<p>De todo lo cual levantó acta el escribano de la <i>San Pedro</i>, Asensio de
-Aguirre.</p>
-
-<p>Le interesaban a Salcedo la comisión y la consignación notarial de los
-pareceres de los pilotos, acerca de lo navegado, para que «se entendiese
-el dicho camino más verificadamen<span class="pagenum"><a id="page_164">{164}</a></span>te», y «para que mejor relación se
-pudiese hacer a Su Majestad».</p>
-
-<p>Este viaje fué muy penoso. No pocos tripulantes enfermaron durante él, y
-algunos murieron. El piloto Espinosa falleció el 27 de septiembre. Fray
-Andrés de Urdaneta apenas pudo dormir, por tener que gobernar la nave, y
-padeció muchísimo.</p>
-
-<p>Inmensa alegría produjo en Méjico el retorno de los supervivientes. Al
-volver allí el capitán del <i>San Lucas</i> aseguró que se había ido a pique
-el resto de la armada de Legazpi.</p>
-
-<p>Cuando, al poco tiempo, fray Andrés vino a Castilla por encargo de la
-Audiencia, se encontró a la Corte, que estaba a la sazón en Valladolid,
-a Alonso de Avellano, que tenía muy adelantadas y con grandes
-probabilidades de buen éxito sus gestiones para que le premiaran por
-haber sido el primero en descubrir las islas <i>Filipinas</i>, y en haber
-hecho el viaje de vuelta al punto de partida; pero fué preso por haberle
-dado cuenta Urdaneta al rey de su<span class="pagenum"><a id="page_165">{165}</a></span> deslealtad y codicia. Luego se le
-envió a la Nueva España para que se le trasladara a Manila y se le
-pusiera a la disposición de Legazpi. Por influencias interpuestas en su
-favor permaneció en Méjico hasta la muerte del general, pasando después
-a Manila con cartas de recomendación, que le fueron ineficaces para ser
-menos escarnecido por su conducta.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Tupas y todos los naturales de <i>Cebú</i> reconocieron el señorío del rey de
-Castilla.</p>
-
-<p>Los españoles les ayudarían a los cebutines a defenderse de sus
-enemigos, y lo mismo harían los de <i>Cebú</i> con nuestros compatriotas
-cuando lo necesitaran. Al indio que cometiese alguna falta contra algún
-español, los caciques le traerían preso ante Legazpi para que le mandara
-castigar. El español que le hiciese daño o agravio a algún indio sería
-castigado por el gobernador. Cuando los españoles les<span class="pagenum"><a id="page_166">{166}</a></span> compraran a los
-indios bastimentos, se los habían de pagar a como valieran, y les darían
-a precios moderados los rescates y géneros de España. Los indios no
-podrían ir a contratar al real ni a la población de los españoles con
-armas ofensivas ni defensivas.</p>
-
-<p>En demostración de obediencia, Tupas, su hijo Pisunán, Catipán, Batumán,
-Maquiong y otros señores se arrodillaron ante Legazpi y le besaron la
-mano.</p>
-
-<p>El general les obsequió con ropas, rescates y cuentas. A Tupas le dió,
-además, dos camisas, un espejo dorado y dos sartas de margaritas.
-«Quedaron ellos muy contentos viéndose tan bien vestidos de aquellos que
-entendían auían venido a desnudarles.»</p>
-
-<p>Un acontecimiento extraordinario fué el haberse convertido al
-catolicismo Tupas, persona la de más autoridad e influencia, no
-únicamente en <i>Cebú</i>, sino sobre los señores de las otras islas. Ninguno
-le igualaba en capacidad intelectual ni en habilidad política. Siempre
-había re<span class="pagenum"><a id="page_167">{167}</a></span>chazado la conversión, por creer que la permanencia de los
-españoles en sus dominios era muy problemática, por no tener con ellos a
-sus mujeres. Le bautizó fray Diego de Herrera, fué su padrino Miguel
-López de Legazpi y se le puso por nombre Felipe. Se celebró la ceremonia
-el 31 de mayo de 1568. Poco después fué bautizado su hijo, mozo de
-veinticinco años, habiendo sido su padrino Juan de Salcedo. Se le llamó
-Carlos, en recuerdo del príncipe don Carlos, hijo de Felipe II. Aquel
-día se bautizaron otros notables de la isla de <i>Cebú</i> y de las
-inmediatas.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Una de las acciones de Legazpi que mejor ponen de relieve su talento y
-su valor es su victoria sobre los portugueses de las <i>Molucas</i>. El
-virrey de la India había encomendado al capitán Gonzalo Pereira el
-apresto de una armada para echar de <i>Cebú</i> y del archipiélago filipino
-a<span class="pagenum"><a id="page_168">{168}</a></span> los españoles. El general se apercibió a la defensa. Habiendo
-trascurrido bastante tiempo sin que la flota lusitana apareciera por
-ninguna parte, se imaginó que el virrey habría cambiado de propósito;
-pero cuando Legazpi se encontraba más falto de víveres, y con sus gentes
-repartidas por las provincias circunvecinas haciendo sus ordinarias
-contrataciones, surgió en el puerto de <i>Cebú</i>, el 17 de septiembre de
-1568, una vela que, por ser latina, reconoció inmediatamente que
-pertenecía a los portugueses.</p>
-
-<p>El maestre de campo salió a reconocerla y se encontró con que era una
-galeota de Portugal, procedente de las <i>Molucas</i>, en la que venía
-Antonio Rombo de Acosta, acompañado de Gonzalo Pereira y de cuatro
-gentiles hombres. Según le dijo Rombo al maestre, deseaba ver al
-general, para tratar con él de asuntos muy importantes al servicio de la
-religión y al de los reyes de Portugal y Castilla.</p>
-
-<p>Toda la armada, que pronto arribó al puerto, constaba de diez navíos,
-con setecientos hom<span class="pagenum"><a id="page_169">{169}</a></span>bres de armas, sin contar una chusma infinita de
-molucanos y malabares.</p>
-
-<p>Legazpi y Gonzalo Pereira celebraron una conferencia, en la que el
-portugués se lamentó de que los españoles hubiesen ido a tierras que
-estaban incluídas en la demarcación del rey de Portugal. El gobernador
-le contestó que siempre había tenido por indudable hallarse en tierras
-correspondientes a la demarcación de Castilla.</p>
-
-<p>Los conferenciantes no se avinieron y hubo necesidad de que apelasen a
-las armas. Después de numerosas refriegas, en que los lusitanos llevaron
-la peor parte, Gonzalo Pereira, en vista de la Pascua de Navidad,
-resolvió volverse a las <i>Molucas</i>, y antes le envió a Legazpi, como
-aguinaldo, dos ricas alfombras de Persia, una colcha, una rodela
-hermosísima, y algunas porcelanas de la China. El general, por no ser
-menos, le obsequió con diez varas de carmesí, diez de damasco, cuatro
-cojines de terciopelo carmesí con guarniciones de oro, y un albornoz<span class="pagenum"><a id="page_170">{170}</a></span>
-muy rico, con rapacejos, botones y alamares de oro.</p>
-
-<p class="castt">* * *</p>
-
-<p>Legazpi resolvió intervenir personalmente en la conquista de la isla de
-Luzón y se dirigió a ella con 280 hombres. Los habitantes de Cavite le
-recibieron de paz. Un moro principal, llamado Dumandul, vino a la armada
-a visitar al generalísimo. Este le interrogó sobre el estado de los
-ánimos en Manila, respondiéndole Dumandul que Raxa, el viejo, anhelaba
-la paz, pero que su sobrino Raxa Solimán, <i>el mozo</i>, no debía ser de la
-misma opinión desde su alianza con Lacandola, reyezuelo de <i>Tondo</i>, con
-quien los de Manila habían estado siempre en relaciones hostiles.</p>
-
-<p>Al ver los moros a Legazpi en el río de aquella población, la prendieron
-fuego y se encaminaron a Tondo. El general encargó al maestre de campo
-les dijese a los moros que apagaran el fuego, y que no se alborotaran,
-porque los españoles no les iban a hacer ningún daño.<span class="pagenum"><a id="page_171">{171}</a></span></p>
-
-<p>Vinieron Raxa el viejo y Lacandola, en dos canoas, a saludar a Legazpi,
-y humildemente se le postraron, asegurándole que querían paz y amistad
-con él. El gobernador les contestó que, para que los tuviese por amigos,
-era indispensable que se reconocieran y declararan vasallos del rey de
-Castilla, que le había enviado allí para enseñarles la religión
-verdadera.</p>
-
-<p>El viejo Raxa fué el primero que en Manila recibió el bautismo.</p>
-
-<p>Raxa Solimán visitó a Legazpi manifestándole que quería la paz con los
-castellanos, rendirle obediencia a su rey y ser adoctrinado en el
-catolicismo. En esta visita le acompañaron a Solimán su tío y el
-reyezuelo de <i>Tondo</i>, y los tres le besaron la mano al general, quien
-les pidió que mandasen hacer una casa para él, otra y una iglesia para
-los agustinos, y ciento cincuenta casas más para el resto de los
-españoles que había en la isla y concluír un fuerte que estaba en
-construcción, porque pensaba fundar la capital de las Filipinas, la
-residencia<span class="pagenum"><a id="page_172">{172}</a></span> y corte de su gobierno espiritual y temporal. Aunque
-prometieron hacerlo, no lo cumplieron del todo, teniendo nuestros
-compatriotas que dar fin a las obras de fortificación.</p>
-
-<p>Hechas las paces con Raxa el viejo, Raxa Solimán y Lacandola, con
-frecuencia venían a Manila indios de los territorios circunvecinos. Unos
-les ofrecían su amistad a los castellanos; pero otros, viendo que estos
-eran muy pocos, se burlaban de los que se les habían sometido y no
-dejaban de vociferar que, si aquellos fueran a sus localidades, les
-quedarían escarmentados. Tales burlas, desplantes y excitaciones
-influyeron en los de Manila, hasta el punto de decidirles a dar por
-nulos los compromisos adquiridos y a empuñar las armas contra nuestra
-gente.</p>
-
-<p>Los menos dos mil guerreros de <i>Macabebe</i>, de <i>Agenoy</i> y de otros
-pueblos se reunieron en <i>Tondo</i>, capitaneados por un moro de gran
-valentía, y convinieron con Lacandola la manera de principiar la lucha
-contra los españoles.<span class="pagenum"><a id="page_173">{173}</a></span></p>
-
-<p>Al enterarse Legazpi de que estaban allí, supuso que desearían la paz y
-que habrían ido a solicitar la mediación de aquel reyezuelo. Habiéndoles
-llamado, y transcurridos varios días sin que acudieran al llamamiento,
-el general envió a <i>Tondo</i> tres comisarios, uno como intérprete, para
-garantizarles que, sin temor, podrían ir a Manila, y para que Lacandola
-contribuyera a desvanecer los recelos que pudieran impedírselo.</p>
-
-<p>El cacique, muy ladino, les manifestó a los de <i>Macabebe</i> que si
-querían, correspondiendo a la invitación, ir a ver al gobernador, él
-tendría mucho placer en acompañarles.</p>
-
-<p>Entonces el capitán moro contestó, indignadísimo, que ni él ni su gente
-querían presentarse ante <i>el Basar</i> (así le llamaban a Legazpi), «ni
-tener su amistad ni sus Castillas». «El sol me parta por medio el
-cuerpo&#8212;añadió&#8212;y caiga yo en desgracia de mis mujeres, para que me
-aborrezcan, si fuere en algún tiempo amigo de los Castillas».<span class="pagenum"><a id="page_174">{174}</a></span></p>
-
-<p>Hechos estos votos se arrojó a la calle desde la ventana de la
-habitación en que se encontraba, y, marchando hacia su caracoa, les dijo
-a los emisarios que pusieran en conocimiento del general que le esperaba
-para combatirle.</p>
-
-<p>El maestre de campo salió en busca del arrogante musulmán, que no tardó
-en morir de un arcabuzazo que le dió uno de nuestros soldados. Los
-contrarios se desbandaron. El maestre les tomó diez caracoas con la
-gente que iba en ellas. Más de trescientos moros murieron en el combate.
-Entre los prisioneros había un hijo y dos sobrinos de Lacandola, y
-aunque era, por tanto, indudable, que éste había estado en inteligencias
-con los de <i>Macabebe</i>, Legazpi los puso en libertad, por si, mostrándose
-piadoso, lograba traerles definitivamente a pacíficos términos.</p>
-
-<p>Teniendo en cuenta la magnitud de la isla de <i>Luzón</i>, sus provincias,
-sus poblaciones y sus comodidades, el general resolvió levantar una
-ciudad en el sitio en que radicaba Manila. El 24<span class="pagenum"><a id="page_175">{175}</a></span> de junio de 1571
-principió la fundación de la metrópoli política y espiritual de las
-islas <i>Filipinas</i> y de las que se rindieran a la corona de España.</p>
-
-<p>Determinados los límites de la nueva urbe, nombró dos alcaldes
-ordinarios, dos regidores, un alguacil mayor, un escribano mayor de
-Cabildo y dos escribanos de número.</p>
-
-<p>Señaló el sitio para plaza pública, repartió los solares para conventos
-de San Agustín y para iglesia, encomendó al consejo la designación de
-los que habían de repartirse entre los vecinos, y ordenó que Manila
-fuese denominada capital de la provincia de la <i>Nueva Castilla</i>.</p>
-
-<p>Este nombre fué confirmado por Felipe II en Cédula de 21 de junio de
-1574, en la que otorgó a Manila los títulos de insigne y siempre leal.
-Por otra Cédula le concedió escudo de armas, consistente en castillo de
-plata en campo rojo, y un medio delfín y león, con una espada en la
-mano.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a id="page_176">{176}</a></span></p><p class="castt">* * *</p>
-
-<p>El 20 de agosto de 1572 Legazpi tuvo una grandísima desazón por haber
-cometido una falta muy grave uno de sus soldados. Este disgusto se le
-aumentó con tener que negar a una de las personas principales de su
-campo un favor, a cuya concesión se había opuesto en varias ocasiones.</p>
-
-<p>Aquel día, y a consecuencia de varios incidentes, sintió un intenso
-dolor en el corazón. Algo se le alivió con remedios que le aplicaron. A
-la hora de cenar bebió un poco de agua y se le agudizó el dolor.
-Entonces le recetaron una purga, y habiéndose levantado de la cama
-cuando iba a hacerle los primeros efectos, falleció repentinamente. Hubo
-quienes le echaron la culpa de la inesperada desgracia al médico que le
-había asistido.</p>
-
-<p>El factor, el maestre, los capitanes y los oficiales del rey, sabedores
-de tan triste noticia, se personaron a las dos de la madrugada con los
-demás españoles que había en Manila en el domicilio del difunto
-gobernador. En un es<span class="pagenum"><a id="page_177">{177}</a></span>critorio le encontraron dos provisiones de la
-Audiencia de Méjico, en las que se determinaba quién había de sucederle
-en su cargo cuando muriera. Para ese caso se llamaba por capitán
-general, en primer término, a Mateo del Sanz, y en segundo término, al
-vizcaíno Guido de Lavezaris, tesorero de la Hacienda Real; y como el
-maestre había pasado a mejor vida, se confirió la investidura a
-Lavezaris, hombre viejo, discreto y de buenas intenciones.</p>
-
-<p>El nuevo gobernador ordenó al factor que, sin pérdida de tiempo, buscase
-a Raxa Solimán, a Lacandola y a los demás caciques para agasajarlos y
-porque recelaba intentasen alguna alteración.</p>
-
-<p>Al día siguiente, 21 de agosto, se le enterró a Legazpi, con militar y
-magnífica solemnidad, en el convento de San Agustín, en una capilla del
-presbiterio, habiéndose colocado sobre su sepulcro un estandarte y una
-bandera.</p>
-
-<p>En las honras fúnebres que se le tributaron<span class="pagenum"><a id="page_178">{178}</a></span> predicó el padre fray
-Martín de Rada, quien, como dice fray Gaspar de San Agustín, en su
-<i>Conquista de Filipinas</i>, «trató de las virtudes y excelencias de este
-famoso capitán, digno de ser alabado y puesto con los mayores que ha
-conocido el mundo por su valor, piedad y prudencia».</p>
-
-<p>Su hijo, Melchor López de Legazpi, le hizo en Méjico muy suntuosos
-funerales, en los que predicó fray Melchor de los Reyes, de la Orden
-agustiniana.</p>
-
-<hr class="full" />
-<div lang='en' xml:lang='en'>
-<div style='display:block; margin-top:4em'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>LA RAZA</span> ***</div>
-<div style='text-align:left'>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Updated editions will replace the previous one&#8212;the old editions will
-be renamed.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright
-law means that no one owns a United States copyright in these works,
-so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United
-States without permission and without paying copyright
-royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part
-of this license, apply to copying and distributing Project
-Gutenberg&#8482; electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG&#8482;
-concept and trademark. Project Gutenberg is a registered trademark,
-and may not be used if you charge for an eBook, except by following
-the terms of the trademark license, including paying royalties for use
-of the Project Gutenberg trademark. If you do not charge anything for
-copies of this eBook, complying with the trademark license is very
-easy. You may use this eBook for nearly any purpose such as creation
-of derivative works, reports, performances and research. Project
-Gutenberg eBooks may be modified and printed and given away&#8212;you may
-do practically ANYTHING in the United States with eBooks not protected
-by U.S. copyright law. Redistribution is subject to the trademark
-license, especially commercial redistribution.
-</div>
-
-<div style='margin-top:1em; font-size:1.1em; text-align:center'>START: FULL LICENSE</div>
-<div style='text-align:center;font-size:0.9em'>THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE</div>
-<div style='text-align:center;font-size:0.9em'>PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-To protect the Project Gutenberg&#8482; mission of promoting the free
-distribution of electronic works, by using or distributing this work
-(or any other work associated in any way with the phrase &#8220;Project
-Gutenberg&#8221;), you agree to comply with all the terms of the Full
-Project Gutenberg&#8482; License available with this file or online at
-www.gutenberg.org/license.
-</div>
-
-<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'>
-Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg&#8482; electronic works
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg&#8482;
-electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to
-and accept all the terms of this license and intellectual property
-(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all
-the terms of this agreement, you must cease using and return or
-destroy all copies of Project Gutenberg&#8482; electronic works in your
-possession. If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a
-Project Gutenberg&#8482; electronic work and you do not agree to be bound
-by the terms of this agreement, you may obtain a refund from the person
-or entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.B. &#8220;Project Gutenberg&#8221; is a registered trademark. It may only be
-used on or associated in any way with an electronic work by people who
-agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few
-things that you can do with most Project Gutenberg&#8482; electronic works
-even without complying with the full terms of this agreement. See
-paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project
-Gutenberg&#8482; electronic works if you follow the terms of this
-agreement and help preserve free future access to Project Gutenberg&#8482;
-electronic works. See paragraph 1.E below.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation (&#8220;the
-Foundation&#8221; or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection
-of Project Gutenberg&#8482; electronic works. Nearly all the individual
-works in the collection are in the public domain in the United
-States. If an individual work is unprotected by copyright law in the
-United States and you are located in the United States, we do not
-claim a right to prevent you from copying, distributing, performing,
-displaying or creating derivative works based on the work as long as
-all references to Project Gutenberg are removed. Of course, we hope
-that you will support the Project Gutenberg&#8482; mission of promoting
-free access to electronic works by freely sharing Project Gutenberg&#8482;
-works in compliance with the terms of this agreement for keeping the
-Project Gutenberg&#8482; name associated with the work. You can easily
-comply with the terms of this agreement by keeping this work in the
-same format with its attached full Project Gutenberg&#8482; License when
-you share it without charge with others.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern
-what you can do with this work. Copyright laws in most countries are
-in a constant state of change. If you are outside the United States,
-check the laws of your country in addition to the terms of this
-agreement before downloading, copying, displaying, performing,
-distributing or creating derivative works based on this work or any
-other Project Gutenberg&#8482; work. The Foundation makes no
-representations concerning the copyright status of any work in any
-country other than the United States.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg:
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E.1. The following sentence, with active links to, or other
-immediate access to, the full Project Gutenberg&#8482; License must appear
-prominently whenever any copy of a Project Gutenberg&#8482; work (any work
-on which the phrase &#8220;Project Gutenberg&#8221; appears, or with which the
-phrase &#8220;Project Gutenberg&#8221; is associated) is accessed, displayed,
-performed, viewed, copied or distributed:
-</div>
-
-<blockquote>
- <div style='display:block; margin:1em 0'>
- This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most
- other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
- whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
- of the Project Gutenberg License included with this eBook or online
- at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you
- are not located in the United States, you will have to check the laws
- of the country where you are located before using this eBook.
- </div>
-</blockquote>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E.2. If an individual Project Gutenberg&#8482; electronic work is
-derived from texts not protected by U.S. copyright law (does not
-contain a notice indicating that it is posted with permission of the
-copyright holder), the work can be copied and distributed to anyone in
-the United States without paying any fees or charges. If you are
-redistributing or providing access to a work with the phrase &#8220;Project
-Gutenberg&#8221; associated with or appearing on the work, you must comply
-either with the requirements of paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 or
-obtain permission for the use of the work and the Project Gutenberg&#8482;
-trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or 1.E.9.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E.3. If an individual Project Gutenberg&#8482; electronic work is posted
-with the permission of the copyright holder, your use and distribution
-must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any
-additional terms imposed by the copyright holder. Additional terms
-will be linked to the Project Gutenberg&#8482; License for all works
-posted with the permission of the copyright holder found at the
-beginning of this work.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg&#8482;
-License terms from this work, or any files containing a part of this
-work or any other work associated with Project Gutenberg&#8482;.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this
-electronic work, or any part of this electronic work, without
-prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with
-active links or immediate access to the full terms of the Project
-Gutenberg&#8482; License.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary,
-compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including
-any word processing or hypertext form. However, if you provide access
-to or distribute copies of a Project Gutenberg&#8482; work in a format
-other than &#8220;Plain Vanilla ASCII&#8221; or other format used in the official
-version posted on the official Project Gutenberg&#8482; website
-(www.gutenberg.org), you must, at no additional cost, fee or expense
-to the user, provide a copy, a means of exporting a copy, or a means
-of obtaining a copy upon request, of the work in its original &#8220;Plain
-Vanilla ASCII&#8221; or other form. Any alternate format must include the
-full Project Gutenberg&#8482; License as specified in paragraph 1.E.1.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying,
-performing, copying or distributing any Project Gutenberg&#8482; works
-unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing
-access to or distributing Project Gutenberg&#8482; electronic works
-provided that:
-</div>
-
-<div style='margin-left:0.7em;'>
- <div style='text-indent:-0.7em'>
- &#8226; You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from
- the use of Project Gutenberg&#8482; works calculated using the method
- you already use to calculate your applicable taxes. The fee is owed
- to the owner of the Project Gutenberg&#8482; trademark, but he has
- agreed to donate royalties under this paragraph to the Project
- Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments must be paid
- within 60 days following each date on which you prepare (or are
- legally required to prepare) your periodic tax returns. Royalty
- payments should be clearly marked as such and sent to the Project
- Gutenberg Literary Archive Foundation at the address specified in
- Section 4, &#8220;Information about donations to the Project Gutenberg
- Literary Archive Foundation.&#8221;
- </div>
-
- <div style='text-indent:-0.7em'>
- &#8226; You provide a full refund of any money paid by a user who notifies
- you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he
- does not agree to the terms of the full Project Gutenberg&#8482;
- License. You must require such a user to return or destroy all
- copies of the works possessed in a physical medium and discontinue
- all use of and all access to other copies of Project Gutenberg&#8482;
- works.
- </div>
-
- <div style='text-indent:-0.7em'>
- &#8226; You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of
- any money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the
- electronic work is discovered and reported to you within 90 days of
- receipt of the work.
- </div>
-
- <div style='text-indent:-0.7em'>
- &#8226; You comply with all other terms of this agreement for free
- distribution of Project Gutenberg&#8482; works.
- </div>
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project
-Gutenberg&#8482; electronic work or group of works on different terms than
-are set forth in this agreement, you must obtain permission in writing
-from the Project Gutenberg Literary Archive Foundation, the manager of
-the Project Gutenberg&#8482; trademark. Contact the Foundation as set
-forth in Section 3 below.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.F.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable
-effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread
-works not protected by U.S. copyright law in creating the Project
-Gutenberg&#8482; collection. Despite these efforts, Project Gutenberg&#8482;
-electronic works, and the medium on which they may be stored, may
-contain &#8220;Defects,&#8221; such as, but not limited to, incomplete, inaccurate
-or corrupt data, transcription errors, a copyright or other
-intellectual property infringement, a defective or damaged disk or
-other medium, a computer virus, or computer codes that damage or
-cannot be read by your equipment.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the &#8220;Right
-of Replacement or Refund&#8221; described in paragraph 1.F.3, the Project
-Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project
-Gutenberg&#8482; trademark, and any other party distributing a Project
-Gutenberg&#8482; electronic work under this agreement, disclaim all
-liability to you for damages, costs and expenses, including legal
-fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT
-LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE
-PROVIDED IN PARAGRAPH 1.F.3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE
-TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE
-LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR
-INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH
-DAMAGE.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a
-defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can
-receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a
-written explanation to the person you received the work from. If you
-received the work on a physical medium, you must return the medium
-with your written explanation. The person or entity that provided you
-with the defective work may elect to provide a replacement copy in
-lieu of a refund. If you received the work electronically, the person
-or entity providing it to you may choose to give you a second
-opportunity to receive the work electronically in lieu of a refund. If
-the second copy is also defective, you may demand a refund in writing
-without further opportunities to fix the problem.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth
-in paragraph 1.F.3, this work is provided to you &#8216;AS-IS&#8217;, WITH NO
-OTHER WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT
-LIMITED TO WARRANTIES OF MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied
-warranties or the exclusion or limitation of certain types of
-damages. If any disclaimer or limitation set forth in this agreement
-violates the law of the state applicable to this agreement, the
-agreement shall be interpreted to make the maximum disclaimer or
-limitation permitted by the applicable state law. The invalidity or
-unenforceability of any provision of this agreement shall not void the
-remaining provisions.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the
-trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone
-providing copies of Project Gutenberg&#8482; electronic works in
-accordance with this agreement, and any volunteers associated with the
-production, promotion and distribution of Project Gutenberg&#8482;
-electronic works, harmless from all liability, costs and expenses,
-including legal fees, that arise directly or indirectly from any of
-the following which you do or cause to occur: (a) distribution of this
-or any Project Gutenberg&#8482; work, (b) alteration, modification, or
-additions or deletions to any Project Gutenberg&#8482; work, and (c) any
-Defect you cause.
-</div>
-
-<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'>
-Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg&#8482;
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Project Gutenberg&#8482; is synonymous with the free distribution of
-electronic works in formats readable by the widest variety of
-computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It
-exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations
-from people in all walks of life.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Volunteers and financial support to provide volunteers with the
-assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg&#8482;&#8217;s
-goals and ensuring that the Project Gutenberg&#8482; collection will
-remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
-Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
-and permanent future for Project Gutenberg&#8482; and future
-generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see
-Sections 3 and 4 and the Foundation information page at www.gutenberg.org.
-</div>
-
-<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'>
-Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non-profit
-501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
-state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
-Revenue Service. The Foundation&#8217;s EIN or federal tax identification
-number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by
-U.S. federal laws and your state&#8217;s laws.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-The Foundation&#8217;s business office is located at 809 North 1500 West,
-Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up
-to date contact information can be found at the Foundation&#8217;s website
-and official page at www.gutenberg.org/contact
-</div>
-
-<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'>
-Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Project Gutenberg&#8482; depends upon and cannot survive without widespread
-public support and donations to carry out its mission of
-increasing the number of public domain and licensed works that can be
-freely distributed in machine-readable form accessible by the widest
-array of equipment including outdated equipment. Many small donations
-($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
-status with the IRS.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-The Foundation is committed to complying with the laws regulating
-charities and charitable donations in all 50 states of the United
-States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
-considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
-with these requirements. We do not solicit donations in locations
-where we have not received written confirmation of compliance. To SEND
-DONATIONS or determine the status of compliance for any particular state
-visit <a href="https://www.gutenberg.org/donate/">www.gutenberg.org/donate</a>.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-While we cannot and do not solicit contributions from states where we
-have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
-against accepting unsolicited donations from donors in such states who
-approach us with offers to donate.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-International donations are gratefully accepted, but we cannot make
-any statements concerning tax treatment of donations received from
-outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Please check the Project Gutenberg web pages for current donation
-methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
-ways including checks, online payments and credit card donations. To
-donate, please visit: www.gutenberg.org/donate
-</div>
-
-<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'>
-Section 5. General Information About Project Gutenberg&#8482; electronic works
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Professor Michael S. Hart was the originator of the Project
-Gutenberg&#8482; concept of a library of electronic works that could be
-freely shared with anyone. For forty years, he produced and
-distributed Project Gutenberg&#8482; eBooks with only a loose network of
-volunteer support.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Project Gutenberg&#8482; eBooks are often created from several printed
-editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in
-the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not
-necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper
-edition.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Most people start at our website which has the main PG search
-facility: <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-This website includes information about Project Gutenberg&#8482;,
-including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
-subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
-</div>
-
-</div>
-</div>
-</body>
-</html>
diff --git a/old/69058-h/images/colofon.png b/old/69058-h/images/colofon.png
deleted file mode 100644
index b6a7fcc..0000000
--- a/old/69058-h/images/colofon.png
+++ /dev/null
Binary files differ
diff --git a/old/69058-h/images/cover.jpg b/old/69058-h/images/cover.jpg
deleted file mode 100644
index 71e4b4e..0000000
--- a/old/69058-h/images/cover.jpg
+++ /dev/null
Binary files differ