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If you are not located in the United States, you -will have to check the laws of the country where you are located before -using this eBook. - -Title: La raza - Descubridores - -Author: Julián Sorel - -Release Date: September 28, 2022 [eBook #69058] - -Language: Spanish - -Produced by: Adrian Mastronardi, Chuck Greif and the Online Distributed - Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This file was - produced from images generously made available by The - Internet Archive/American Libraries.) - -*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK LA RAZA *** - - - - - - LA RAZA - - ES PROPIEDAD - DERECHOS RESERVADOS - PARA TODOS LOS PAÍSES - - COPYRIGHT BY - RAFAEL CARO RAGGIO - 1920 - - - Establecimiento tipográfico - - de Rafael Caro Raggio. - - - - - JULIÁN SOREL - - LA RAZA - - DESCUBRIDORES - - RAFAEL CARO RAGGIO - EDITOR - MENDIZÁBAL, 34 - MADRID - - - - -MARTÍN ALONSO PINZÓN - -Deshauciado Colón en la Corte, pasó--en compañía de su hijo Diego, al -dirigirse a Huelva, donde vivía un cuñado suyo--, por el Convento de la -Rábida, y llamando a sus puertas en solicitud de socorro, encontró en -fray Pérez no sólo quien les diera hospitalidad y sustentación, sino -quien escuchara y patrocinara los proyectos del descorazonado marino. - -A fray Juan le interesaron con viveza, porque, como religioso, no -pensaba tanto en lo que habían de engrandecer los territorios de la -corona de España como en los abundantísimos y excelentes frutos que -habían de rendirle al catolicismo al extenderse su luz entre los -moradores de los países que se descubrieran. - -Y comunicó la noticia de la llegada de Colón al convento a personas -principales de Palos, para que acudiesen a enterarse de los planes del -extranjero, y con el ánimo y la esperanza de buscarle admiradores. - -Aunque es en las postrimerías de su vida cuando se le ve a Colón -subyugado por el misticismo, ya en el tiempo de sus primeras entrevistas -con fray Juan aducía en apoyo de la viabilidad de sus ideas, juntamente -con razonamientos científicos, y sobre ellos, razonamientos teológicos y -textos y citas de libros sagrados; con lo que llegaban a la mayor -intensidad los optimismos del ilustre fraile. - -En el Convento de la Rábida se congregaron Martín Alonso Pinzón, piloto -acreditadísimo, y Garci-Fernández, médico del pueblo y versado en -Cosmografía. - -En aquellas reuniones, Colón y Garci-Fernández representaban la ciencia; -Martín Alonso, la práctica; y fray Juan Pérez, la fe, que siempre ha -sido capaz de levantar montañas. - -En una celda de un monasterio de franciscanos, la fe, la ciencia y la -experiencia se pusieron de acuerdo para trabajar por que no se -malograra la realización de un pensamiento que contenía uno de los -hechos más fecundos de la historia humana. - -Allí no tropezó Colón, como había tropezado en la Corte, con hombres -hueros y envidiosos que le tuvieran por loco, le hicieran burla y le -_volaran_ la palabra. - -El físico Garci-Fernández, en su declaración en el litigio entre el -almirante mozo y el fiscal de Su Majestad, manifiesta que fray Juan -Pérez, ex confesor de Doña Isabel, la escribió una carta, de la que fué -portador Sebastián Rodríguez, piloto de Lepe, en la que la recomendaba -las aspiraciones de don Cristóbal, y que se decidió que éste -permaneciera en el monasterio hasta que se tuviera respuesta. Se recibió -a los catorce días, y en ella encargaba Doña Isabel que el fraile se -presentase en la Corte. Así lo hizo con prontitud fray Juan, cabalgando -en un mulo. - -Por consecuencia de esta visita, la reina «envió veinte mil maravedís en -florines, los cuales trujo Diego Prieto», vecino de Palos, «e los dió -con una carta» a Garci-Fernández, que se los entregaría a Colón «para -que se vistiese honestamente y mercase una bestezuela e pareciese ante -S. A., e quel dicho Cristóbal Colón recibió los dichos veinte mil -maravedís e partió ante S. A...» - -También Martín Alonso les escribió a los reyes en favor de Colón y de -sus proyectos. - -Lo que no está comprobado es que le diera dinero para ir a la Corte, -aunque el piloto _tenía bien lo que había menester en su casa_. El -fiscal interrogó sobre este asunto a varias personas, y a excepción de -Martín Núñez, que lo había oído, de Antonio Hernández Colmenero, sobrino -de los Pinzones, que lo sabía igualmente de referencias, y de Arias -Pérez, hijo de Martín Alonso, que contestó saberlo «por que se halló a -todo», los demás afirmaron que ignoraban el contenido de la pregunta. - - * * * * * - -Las condiciones exigidas por Colón a los Reyes Católicos respecto a las -mercedes, honores y privilegios que habían de concederle en el caso de -que encontrara lo que prometía, no fueron aceptadas, y el futuro -almirante abandonó el real sitio de Santa Fe. - -Luis de Santángel y el cardenal Mendoza le manifestaron a la reina cuán -sensible les parecía que no se hubiera llegado con él a una -inteligencia, porque si los descubrimientos no se realizaran, nada -habría que darle, y, en el caso contrario, todas sus reclamaciones -serían de muy poco valor en comparación con las ventajas y las honras -que alcanzarían España, sus monarcas y el catolicismo. - -Doña Isabel se dió por convencida, y de orden suya se partió en busca de -don Cristóbal, para que regresara a Santa Fe, donde las capitulaciones -serían, desde luego, suscritas en los términos que tenía demandados. - -Y lo fueron el 17 de abril de 1492. Se le hace a Colón almirante de las -islas que por su mano e industria se descubrieren y ganaren, pudiendo -transmitir el cargo a sus herederos y sucesores, de uno en otro, -perpetuamente, con las preeminencias y prerrogativas a él anejas; se le -nombra virrey y gobernador de dichas islas y tierras, para cuyo buen -regimiento será elegida una persona, de tres que proponga por cada -oficio; le corresponderá la décima parte de las perlas y piedras -preciosas, oro, plata, especias y cuanto se hallase, comprase, trocase o -conquistase dentro de los límites de su almirantazgo; conocerá como juez -en los pleitos que pudieran surgir sobre tales objetos; y en las -empresas que se acometieran para su trato y negociación tendrá derecho a -la octava parte de los beneficios, contribuyendo con la octava de los -gastos de las armadas. - -El título de almirante, virrey y gobernador a favor de Colón fué -expedido en Granada, en 30 de abril del mismo año. - -De idéntica fecha es una provisión para que los vecinos de Palos le -suministren dos carabelas y la gente necesaria para las tripulaciones. -Por faltas que habían cometido estaban obligados a facilitarlas, durante -dos meses, cuando se les ordenara. - - * * * * * - -El 23 de mayo, Colón, acompañado por fray Juan, se presentó con esta -cédula a los alcaldes y regidores de aquel pueblo. El 20 de junio, los -reyes, viéndola incumplida, dictaron sobrecartas para que el contino -Juan de Peñalosa obligase a la entrega de las carabelas, que habían de -ser escogidas por don Cristóbal. A fin de asegurar la observancia de -estos preceptos, le escribieron al conde de Cifuentes que pusiera a -disposición de Juan de Cepeda, trinchante de la casa real, la fortaleza -de Palos. - -No encontraba el gran marino quien quisiera acompañarle en su viaje, y -tuvo necesidad de suplicarles a los reyes que concedieran libertad a los -presidiarios que se embarcasen con él. Y así fué acordado. «Diz que es -necesario dar seguro a las personas que con él fuesen..., e por su parte -nos fué suplicado que se lo mandásemos dar..., e Nos tuvímoslo por bien. -E por la presente damos seguro a todas e cualesquier personas que fueren -en las dichas carabelas con el dicho Cristóbal Colón..., para que no les -sea fecho mal ni daño, ni desaguisado alguno en sus personas ni bienes, -ni en cosa alguna de lo suyo por razón de ningún delito que hayan fecho -ni cometido fasta el día de la fecha desta nuestra Carta e durante el -tiempo que fueren o estuvieren allá con la venida a sus casas e dos -meses después.» A pesar de esta cédula, los presidiarios se negaron a -embarcarse. - -Los reyes no le habían dado a Colón, con destino a los gastos de la -Armada, mas que un cuento de maravedís que les prestó Luis de Santángel. -Martín Alonso le proporcionó medio cuento, o se lo facilitaron entre él -y sus hermanos Vicente y Francisco. - -Los Pinzones sustituyeron por otras aceptables las naves embargadas. Y -como se aprestaran a acompañar a don Cristóbal en su viaje, y lo -hicieron público en Palos y en los pueblos limítrofes, se concluyeron -las imposibilidades para el reclutamiento de tripulaciones, y apenas -hubo quien se negara a formar parte de ellas; antes por el contrario, lo -deseaban todos o casi todos. - -Oigamos, acerca de estos hechos, a personas que los presenciaron y a -historiadores contemporáneos de ellos. - -En los pleitos habidos entre don Diego Colón y la Corona, varios -testigos declaran que «Martín Alonso traía tanta diligencia en allegar -la gente e animalla como si para él e para sus hijos hobiera de ser lo -que se descubriese. A unos decía que saldrían de miseria; a otros, que -hallarían casas con tejas de oro; a quién, brindaba con buena ventura; -teniendo para cada cual halago y dinero, e con esto e con llevar -confianza en él, se fué mucha gente de las villas». - -Fray Bartolomé de las Casas, en su _Historia apologética de las Indias_, -refiere que Colón, una vez firmadas las capitulaciones con los reyes, -marchó de Santa Fe a Palos, por haber allí «buenos y cursados hombres de -la mar» y que en aquel puerto se entendió con los hermanos Pinzones, y -especialmente con Martín Alonso, «que era el principal y más rico y -honrado, a los cuales casi todos los de la villa se acostaban e acogían, -por ser más ricos y más emparentados». Añade las Casas que, según sus -noticias, Martín Alonso le había prestado a Colón medio cuento de -maravedís. - -Noventa hombres deseaba don Cristóbal para lanzarse a la mar, y Martín -le hizo con más de ciento veinte, la mayoría de Palos, algunos de -Moguer, Huelva, Niebla y Ayamonte, y unos pocos, los menos, de otras -regiones. - -Entre los individuos que acompañaron a Colón en su primer viaje -figuraron, además de los tres Pinzones, Juan de la Cosa, los hermanos -Niño, Cristóbal Guerra, Alonso de Ojeda y Diego de Lepe. - -En cuanto a las naves, Martín Alonso deshizo las que, de orden de los -reyes, habían sido embargadas, y aprovechó sus mejores materiales para -las que habían de sustituírlas. Una de éstas, la _Niña_, había sido -construída por Francisco Martín, el menor de los Pinzones, y era de su -propiedad. A otra, llamada la _Gallega_, le cambió el nombre por el de -_Santa María_, y la destinó para capitana. La _Pinta_, unos afirman que -era de las embargadas, y otros, que pertenecía a Martín Alonso. Hay -quienes tienen por dueño de una de estas tres embarcaciones a Juan de la -Cosa. - -Una prueba del fundamental apoyo concedido a don Cristóbal por Martín y -por sus hermanos es el silencio en que don Fernando Colón, al escribir -la historia de su padre, incurre acerca de este asunto interesantísimo. -Era imposible que ignorara lo que todo el mundo sabía; antes bien, tan -enterado debía estar de lo sucedido, que, por lo mismo, resolvería -callar, temiendo que, si hablaba, se rebajaría la gloria de su -progenitor; con lo cual demostró que, en vez de hacer historia, escribía -panegíricos y que, a pesar de su clara inteligencia y de su erudición, -no comprendió que, confesando hasta con prolijidad todo lo relativo al -auxilio de los Pinzones, quedarían por encima de las de éstos la figura -y la reputación de don Cristóbal. Al decir de don Fernando, «el -Almirante, concluída su capitulación, salió de Granada, fué a Palos, -donde le entregaron dos carabelas y otro navío, que armó con la mayor -solicitud y diligencia, y provistas las tres naves de todo lo necesario, -se hizo a la vela el 3 de agosto». - - * * * * * - -Martín Alonso gozaba de una fama muy merecida de marino inteligente y -experto. En su tiempo, nadie le aventajaba ni le igualaba en su tierra -ni en toda la costa andaluza como hombre de mar. Había navegado hasta -el golfo de Guinea y, por el _mare nostrum_, hasta el reino de Nápoles. -Sentía inclinación por los estudios cosmográficos, deseando añadir a sus -experiencias conocimientos teóricos. - -Fernández Duro, en su libro _Pinzón_, y Castelar, en su _Historia del -descubrimiento de América_, dan por averiguado que, hallándose en Roma, -acrecentó su cultura examinando escritos, copiando mapas y tomando -apuntes en la biblioteca vaticana, para lo que le aprovechó la amistad -que le unía al archivero de Inocencio VIII. - -En los autos del pleito entre don Diego Colón y el fiscal de Su -Majestad, varios testigos hacen manifestaciones sobre la estancia de -Martín en la capital del orbe católico y sobre sus estudios en la -biblioteca del papa. - -Arias Pérez, hijo de Martín Alonso, declara que él estuvo en aquella -ciudad con mercaderías de su padre, que éste se encontraba a la sazón -allí, que tenía conocimiento con un familiar del pontífice, «grande -cosmógrafo» y poseedor de «muchas y largas escrituras», que le enseñó a -Martín y a su hijo un mapamundi, y que en él fueron informados de la -existencia de las tierras cuyo descubrimiento trataba de adjudicarse a -Colón. - -Estas y otras declaraciones análogas fueron producto de la parcialidad y -debieron ser promovidas por el fiscal, que estaba interesado para ver de -contrarrestar las pretensiones de don Diego en rebajar los méritos de su -padre. - -Es natural que les halagaran a los herederos, parientes, deudos y amigos -de Martín Alonso, y que las contestasen afirmativamente preguntas como -ésta: «Si saben que cuando el Almirante fué a descubrir aquellas partes, -Martín Alonso Pinzón, vecino de Palos, estaba para ir a las descubrir a -su costa, con dos navíos suyos, e tenía noticia cierta y escrituras de -la tierra, las cuales había habido en Roma, en la librería del Papa -Inocencio VIII, en aquel año que había venido de Roma, e había puesto -en plática de las ir a descubrir e lo aliñaba». - -Es de creer que Martín Alonso aumentara y ensanchara en la biblioteca -ponticia sus ideas y sus horizontes como cosmógrafo. A Inocencio VIII le -gustaban esos estudios, y no es extraño que tuviera en su librería -abundancia de cartas y papeles marítimos. - -Lo inadmisible es que allí viese, en un mapamundi, las tierras -americanas antes de ofrecerles Colón a los Reyes Católicos su hallazgo; -que hubiera estado a punto de proponerles su descubrimiento con -anterioridad al gran Almirante y que éste debiera a sus conferencias con -el mayor de los Pinzones: la seguridad que tenía de encontrar, navegando -al oeste, países desconocidos hasta entonces. - -De ser cierto que Martín Alonso creyera que existían y que no era -imposible llegar a ellos, lo que invirtió en favorecer a Colón debió -emplearlo en favorecerse a sí mismo. Siendo español, afamado piloto, -rico e influyente, no le hubieran surgido tantas dificultades como a -Colón, extranjero y pobre. - -Lo del fantástico mapa de la biblioteca del pontífice demuestra, si bien -se considera, que, sin la ayuda del mayor de los Pinzones, nada hubiera -podido descubrirse. Don Martín Fernández de Navarrete opina que fué un -ardid de fray Juan Pérez y de Cristóbal Colón, y que lo pusieron en -conocimiento de Martín Alonso para que lo utilizase en convencer con más -facilidad a los reacios a ir en la armada. Don Cristóbal se había -reconocido incapaz de atraérselos, y estando el asunto en manos de -Martín, entre aquél y fray Juan buscaban argumentos que ofrecerle al -piloto como refuerzo de los que a él se le ocurrieran. Ya que era -público que había estado en Roma, debía decirles que allí se había -convencido, en la librería del Vicario de Jesucristo, de la existencia -de las tierras, a cuya busca se les invitaba. Si añadía al influjo de su -posición y renombre consideraciones de cierto barniz religioso, como la -propuesta, difícilmente habría quien se negara a sus instancias. - -Colón era hombre erudito, por lo menos en las materias que pudieran -aclarar sus proyectos y afirmarle en el propósito de realizarlos. Además -de las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres, había leído trabajos -de Aristóteles, Estrabón, Julio César, Séneca, Plinio, Tolomeo, Solino, -San Isidoro, Alfonso X el Sabio, Averroes, Escoto, el cardenal Pedro de -Heliaco, Juan Charlier de Gerson, el Pontífice Pío II, Regiomontano, -Pablo Toscanelli, Nicolás de Conti, y otros, como Marco Polo, cuyo libro -de viajes era tan estimado por don Cristóbal, que lo llevaba a bordo. - - * * * * * - -Para aumentar la gloria de Colón, que no necesita de aumentos, pues -tiene bastante con su propio tamaño, se ha querido pintar a los -marineros de Palos como a hombres que se amedrentaban y encogían ante -ciertos fenómenos. - -A don Fernando Colón le corresponde una parte no escasa en la forja de -esa leyenda. Asegura que las tripulaciones de su padre se espantaron -viendo, al pasar de noche por las inmediaciones de Tenerife, las llamas -del volcán de la isla. - -Desde principios del siglo XII, los castellanos, los gallegos, los -vizcaínos y los aragoneses venían saliendo de los puertos andaluces para -ir a las islas _Afortunadas_ y avanzar en el descubrimiento de la costa -africana. - -En cuanto a los marineros de Palos, fueron de los que llevaron a cabo -expediciones más dilatadas y peligrosas en aquellas centurias. - -Si, pues, estaban hechos desde antiguo a pasar por las Canarias, ya -habrían visto las llamas del volcán y, al volver a verlas, les -admirarían sin espantarles. - -Nada dice Colón de tal pavor en su _Diario_: «_Jueves 9 de agosto._ -Hasta el domingo en la noche no pudo el almirante tomar la Gomera, y -Martín Alonso quedóse en aquella costa de Gran Canaria..., y al cabo -vinieron a la Gomera. Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de -Tenerife, que es muy alta». - - * * * * * - -Todavía está muy generalizada la creencia de que en la nave de Colón -estalló un tremendo motín contra el Almirante para obligarle a que se -volviera a España, y que ese motín fué promovido y atizado por los -hermanos Pinzones. - -Es una de las mil fantasías puestas en circulación por los obstinados en -presentar al eximio descubridor como un mártir, a cuya cabeza le -brotaban por doquiera las espinas de las persecuciones. - -Tan irreflexivos panegiristas, más impulsados quizá por la pasión -política que por el sentimiento religioso, han pretendido la -canonización de don Cristóbal, y en su deseo de conseguirla han -falseado la historia atribuyéndole perfecciones imaginarias--aunque -tuviera otras reales--y rodeándole de circunstancias y vicisitudes de -que no precisaba para su grandeza. - -De creer a los propagadores de estas fábulas, el motín a bordo fué -verdaderamente monumental, extrordinariamente espeluznante, y sirvió, no -para hacer desistir a Colón de sus propósitos, sino para revelar las -formidables condiciones de energía de que estaba dotado. - -De haber ocurrido tan graves acontecimientos, el almirante lo hubiera -consignado en su _Diario_. Sin embargo, he aquí sus palabras: «_Sábado -22 de septiembre._ Mucho me fué necesario este viento contrario porque -mi gente andaban muy estimulados, que pensaban que no ventaban estos -mares vientos para volver a España». «Aquí--dice el padre las -Casas--comienza a murmurar la gente del largo viaje». «_Domingo 23 de -septiembre._ Como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gente -diciendo: que pues por allí no había mar grande, que nunca ventaría -para volver a España». «_Miércoles 10 de octubre._ Aquí la gente ya no -lo podía sufrir; quejábase del largo viaje; pero el Almirante los -esforzó lo mejor que pudo dándoles buena esperanza de los provechos que -podrían haber. Y añadía que por demás era quejarse, pues que él había -venido a las Indias y que así lo había de proseguir hasta hallarlas con -la ayuda de nuestro Señor». - -Wáshington Irving, Alfonso de Lamartine y Roselly de Lorgues extremaron -la nota hasta donde no se atrevió a llegar don Fernando Colón, quien -asegura que «no faltaron algunos que decían que para quitar contiendas -lo echasen (al almirante) en el mar, si no desistía de su intento, -publicando después que él se había caído estando mirando las estrellas y -las señales»; pero no se refiere a motines, sino a murmuraciones -conocidas, sofocadas y extinguidas por don Cristóbal. - -No hubo motín, hubo habladurías, y Martín Alonso fué ajeno a ellas. -Cuantas veces llegaron a su noticia, lejos de fomentarlas, le aconsejó -a Colón, con energía, que las castigara, y le animó a seguir ADELANTE. - - * * * * * - -El jueves 11 de octubre de 1492, «a las dos horas y media después de -media noche», se vió tierra desde la carabela de Martín Alonso. En esto -fué más afortunado que Colón el piloto de Palos. De la _Pinta_, no de la -_Santa María_, salió la alborozadora exclamación, que, por fin, -convertía en realidad tantísimos sueños y tantísimas esperanzas. «Y -porque la carabela _Pinta_ iba delante del almirante--dice don Cristóbal -en su _Diario_--, halló tierra e hizo las señas que el almirante había -mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de -Triana». - -Le cuesta trabajo a Colón reconocer que no fué él quien se adelantó a -los demás en ver la isla de Guanahaní. Aun incurriendo en -contradicciones, no quiere desprenderse por completo de tal honra. El -almirante, «a las diez de la noche (del jueves 11 de octubre), estando -en el castillo de popa, vido lumbre, aunque fué cosa tan cerrada que no -quiso afirmar que fuese tierra... Pero... tuvo por cierto estar junto a -tierra». - -Es muy extraño que tuviera por cierto estar junto a tierra y no lo -quisiera afirmar, lo que demuestra que lo tuvo por muy dudoso. De no -haber sido así, se hubiera apresurado a mandar hacer las -correspondientes señales. Cuando lo tuvo por cierto fué cuando salió de -la _Pinta_ el anhelado grito. - -Y quien lo lanzó no fué Rodrigo de Triana, sino Juan Rodríguez Bermejo, -a no ser que Colón entendiese Rodrigo por un Rodríguez a quien hubiera -conocido en Triana, en cuyo caso, a pesar de la dualidad de -denominaciones, se trataría del mismo sujeto. - -En 1.º de octubre de 1515, Francisco García Vallejo, vecino de Moguer, -que había sido marinero de la carabela _Pinta_ e iba en ella al -descubrirse el Nuevo Mundo, contesta a la pregunta décimoquinta del -interrogatorio del fiscal de la Corte en el pleito entre ésta y el -primogénito de don Cristóbal: «... aquel jueves en la noche aclaró la -luna, e un marinero del dicho navío de Martín Alonso Pinzón, que se -decía Juan Rodríguez Bermejo, vecino de Molinos, de tierra de Sevilla, -como la luna aclaró, vido una cabeza blanca, de arena, e alzó los ojos e -vido la tierra, e luego arremetió con una lombarda e dió un trueno -_tierra, tierra_, e retuvieron a los navíos fasta que vino el día, -viernes 12 de octubre». - -Escribe Colón que «al que le dijese primero que veía tierra le daría -luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los reyes habían -prometido, que eran diez mil maravedís de juro». - -Según Gonzalo Fernández de Oviedo, al volver a España el marinero de la -_Pinta_ que descubrió la isla de Guanahaní, no se le concedieron las -albricias que por ello le eran debidas, y despechado se marchó a Africa -y renegó de la fe católica. - -En cambio Don Fernando y Doña Isabel, por albalá fechado en Barcelona a -23 de mayo de 1493, le hacen la merced al almirante don Cristóbal Colón -de diez mil maravedís anuales durante su vida, «porque el dicho -almirante... ha descubierto primero que otro alguno la tierra de las -dichas Islas, y somos ciertos y certificados que él fué el primero que -vió e descubrió las dichas islas». - -Del jubón de seda nada dice este documento. Debió quedarse con él don -Cristóbal, que le llevaba en la _Santa María_. Los reyes estaban ciertos -y certificados de que el primero que vió tierra fué el Almirante. Sería -Colón quien les diera e infundiera tan peregrinas certificaciones y -certidumbres. - -Ya que no se recompensara a Juan Rodríguez Bermejo, debieron -concedérseles los diez mil maravedís anuales y vitalicios a los -herederos de Martín Alonso. - -Don Cristóbal no era tan justo como han sostenido sus defensores y -aclamadores a todo trance. Y la iniquidad no deja de informar algunas -veces los actos de los soberanos más ensalzados por sus virtudes. - -Martín Alonso, con su pericia y con su buen sentido, cualidades que, en -ciertos casos, pueden valer y valen más que las teorías y las -elucubraciones empingorotadas, fué la causa de que el descubrimiento de -América se anticipase. - -Sin los consejos del célebre piloto en cuanto a la ruta que debía -seguirse, el hallazgo del Nuevo Mundo se hubiera retrasado, no se -hubiera dado con él por las islas Lucayas, sino por otra parte más -remota, luego de esfuerzos y contratiempos sobre los ya sufridos, o lo -que es más seguro, hubiera fracasado la empresa. - -Relativamente a este extremo fueron interrogados algunos testigos en el -pleito entre don Diego Colón y la Corona, «si sabían que el dicho -almirante le preguntó que si le parecía que fuesen aquel camino, e que -el dicho Martín Alonso le dijo que no, que muchas veces se lo había -dicho que no iban bien, que tornasen la cuarta de sudueste e que darían -en tierra más aína; e quel dicho almirante le respondió: pues hagámoslo -así; e luego mudó la vía por industria y parecer del dicho Martín Alonso -Pinzón, el cual era en aquel tiempo hombre muy sabido en las cosas de la -mar». - -Las contestaciones de los testigos fueron afirmativas. Todos, menos uno, -hablan por referencias: pero la declaración de Francisco García Vallejo, -que había estado en la armada y presenciado lo sucedido, es -incontrovertible: «Sabe e vido que dijo Martín Alonso Pinzón el dicho -viaje: señor; mi parecer es y el corazón me da que si descargamos sobre -el sudueste, que hallaremos más aína tierra, y que entonces le respondió -el dicho Almirante don Cristóbal Colón: pues sea así, Martín Alonso, -hagámoslo así, e que luego, por lo que dijo Martín Alonso, porque era -hombre muy sabido en las cosas de la mar, se tomó el dicho acuerdo, e -que lo sabe porque se halló presente». - -Ninguna prueba superior para el esclarecimiento de este asunto, a las -confesiones de Colón en su _Diario_: El sábado 6 de octubre, le indicó -Martín a don Cristóbal «que sería bien navegar a la cuarta del oueste, a -la parte del sudueste, y al Almirante pareció que no decía esto Martín -Alonso por la isla de _Cipango_, y el Almirante veía que, si la erraban, -que no pudieran tan pronto tomar tierra, y que era mejor una vez ir a la -tierra firme y después a las islas». - -Desatendió Colón las indicaciones del capitán de la _Pinta_, y siguió -navegando al oeste; mas el domingo 7 de octubre «acordó dejar el camino -del oueste y poner la proa hacia ouesudueste, con determinación de andar -dos días por aquella vía». - -No dos días anduvo por ella, sino hasta descubrir tierra hasta arriba, -en la madrugada del 12 de dicho mes, en la isla de Guanahaní, o sea al -poco tiempo de haber puesto en práctica las recomendaciones de Martín -Alonso, sobre la variación de itinerario. - - * * * * * - -En el regreso a España, Martín Alonso hizo gala de una pericia naútica y -una prudencia superiores a las de Colón. - -La _Santa María_ había naufragado en los bajos de Maití, por -negligencia, por confianza o por sueño del Almirante y de la gente de la -nave, estando muy tranquila la mar, y emprendieron el viaje de vuelta la -_Niña_, mandada por don Cristóbal, y la _Pinta_, a las órdenes de Martín -Alonso. - -Esta última se hallaba en deplorable estado. Así lo reconoce don -Cristóbal: «Esperaban muchas veces a la carabela _Pinta_, porque andaba -mal de la bolina, porque se ayudaba poco de la mezana, por el mástil no -ser bueno». - -En el _Diario_ no se consignan las imperfecciones de la carabela de -Martín Alonso para elogiarle, sino para combatirle. «Si el capitán -della... tuviera tanto cuidado de proveerse de un buen mástil en las -Indias, donde tantos y tales había, como fué cudicioso de se apartar dél -pensando de hinchir el navío de oro, él se lo pusiera bueno». - -De aquí resultaría que a Pinzón no se le ocurrió sustituír el mástil que -tenía roto su barco, y que el almirante sí se le ocurrió y pudo haberlo -sustituído por otro de buenísima calidad; pero no quiso hacerlo por -vengarse de la _cudicia de oro_ de Martín Alonso. De modo que si muchas -veces había que esperar a éste, era, en gran parte, a causa de las -venganzas de don Cristóbal. - -Del 11 al 12 de febrero de 1493, sorprende a los navíos una horrísona -tempestad. Además, hacían agua por todas partes--carcomida su tablazón -por los microbios del Trópico--y tampoco llevaban lastre. El 14 por la -noche arreciaron los vientos, que arrancaron y alejaron a la _Pinta_ de -la _Niña_, habiendo aquélla desaparecido por completo de la vista de la -capitana en la madrugada del 15. - -Desde entonces, cada carabela hace la navegación para el retorno con -independencia de la otra. - -El 18 arriba la _Niña_ a la isla _Santa María_, del grupo de las Azores. -Había allí, a orillas del mar, una pequeña casa a manera de ermita, y -dispuso Colón, en cumplimiento de votos hechos con motivo del temporal, -que bajase a ella, en camisa, la mitad de su gente. Cuando estaban en -sus rezos, los isleños, unos a caballo y otros a pie, y mandados por el -capitán Juan de Castañeda, cayeron sobre los romeros y los apresaron. - -Castelar escribe que le fueron devueltos al almirante; mas esto debió -soñarlo el preclarísimo tribuno, en cuyos trabajos históricos se mezclan -las investigaciones serias, las intuiciones maravillosas, las -grandilocuencias de estilo y las invenciones injustificadas. - -Lo que consta en el _Diario_ es que Colón estuvo a punto de caer también -en poder de los portugueses. - -El 4 de marzo llegó la _Niña_ a la roca de Cintra. El rey de Portugal se -hallaba en Belem, y Colón le escribió pidiéndole permiso para ir a -Lisboa. El monarca le mandó a llamar a su residencia, por medio de don -Martín de Moroña, y le agasajó mucho, sentándole a su mesa y haciendo -que le guardasen las mayores consideraciones los principales nobles; -pero a Don Juan II le molestaron, aunque aparentase que le cautivaban, -los descubrimientos y las relaciones de Colón, y ni siquiera lo supo -aparentar cabalmente, porque le dijo que aquellas conquistas, en virtud -de capitulaciones con Castilla y de pontificios decretos, le pertenecían -a él. - -Don Cristóbal le refirió con tal afectación sus hallazgos, que don Juan -llegó a pensar si aquella manera de referir no sería más bien una -especie de venganza por no haber aceptado sus proyectos cuando le -brindara con ellos. Y habiendo oído a los del Consejo real, unos -dictaminaron que el almirante debía ser condenado a muerte por haber -engañado a los soberanos españoles, induciéndoles a invadir ajenos -dominios, y otros, que lo más cortés y lo más hábil era ser hospitalario -con los súbditos extranjeros y apoderarse de los descubrimientos de -Colón calladamente y por la fuerza. - -Martín Alonso, a pesar del mal estado de su nave, hizo el regreso sin -tocar en territorios portugueses y encaminándose y arribando a España. - - * * * * * - -Wáshington Irving y Roselly de Lorgues pusieron en circulación que -Martín Alonso, desde el puerto de Bayona, en Galicia, les escribió a los -reyes dándoles cuenta del descubrimiento de América y apropiándose la -gloria de haberlo realizado. - -Nadie ha podido dar con la carta en archivos públicos ni particulares. -Es muy probable que la escribiese, y aun pudiera añadirse, aumentando -los grados de la probabilidad, que era deber de Pinzón no dejar de -escribirla. En cuanto a que intentara atribuírse todos los honores del -hallazgo del Nuevo Mundo, hay testimonios que demuestran que no tuvo -inconveniente en pregonar los merecimientos de don Cristóbal. Juan de -Aragón, vecino de Moguer, que halló en el mar a la _Pinta_, cerca de -Palos, declaró en el pleito entre don Diego Colón y el fiscal regio: «Un -Martín Alonso Pinzón dijo a este testigo y a los demás que don Cristóbal -Colón y Juan Niño y sus hermanos y parientes habían descubierto Indias». -Pedro Enríquez, vecino de Palos, visitó la _Pinta_ en Bayona, «e este -testigo vido los indios que traían de la isla de Guanahaní, e le dijeron -que el almirante había descubierto las Indias..., e este testigo hobo al -presente cuatro pesos de oro, que le dió el contramaestre». - -Si hubiera dicho en la carta que Colón había perecido, nada de -particular tendría que así lo creyera, careciendo de noticias suyas -desde hacía mucho tiempo. - -En lo que más empeño ponen ciertos escritores, para agigantar hasta lo -inconmensurable la figura de don Cristóbal, es en hacer constar que -Pinzón les pedía a don Fernando y a doña Isabel que le recibieran, y que -se negaron a ello. La parcialidad de don Fernando Colón asegura que le -contestaron que no compareciese a su presencia sino en compañía del -almirante, y que esta respuesta le produjo tanto pesar que «cayó enfermo -y se dirigió a Palos». - -Pinzón no hubiera tenido necesidad de especial permiso para presentarse -ante la Corte, porque no desempeñaba ningún cargo de real nombramiento. -Y si en la epístola del ilustre piloto se hubieran ocultado los -servicios y méritos de don Cristóbal como descubridor, los historiadores -y cronistas de la época, en los que nada se encuentra sobre tales -negativas, las hubieran tratado y comentado con viveza, porque no -hubieran podido menos de causar hondísima sensación. - -Ni se negó la Corte a recibirle, ni enfermó, ni murió de amargura por la -repulsa. Pedro Arias, Alonso Vélez y otros testigos afirman que estando -Martín Alonso para ir a hacer relación a Sus Altezas, murió del mal que -traía. Y Diego Rodríguez Colmenero vió «que la reina doña Isabel mandó -un mensajero que fuese Martín Alonso ante ella para informarla, y cuando -el mensajero vino era fallecido». «Murió del mal que traía», del que le -habían producido los rudísimos trabajos del viaje al Nuevo Mundo, y -especialmente los del regreso a España. - -Se le dió sepultura en el Convento de la Rábida. - -Por su valor, porque sin su colaboración no se hubiera hecho entonces el -descubrimiento de América, y por sus excepcionales dotes de marino, -puestas de relieve en diversidad de ocasiones, y sobre todo en la -inmortal empresa, bien merecía que las musas le hubieran ensalzado y -llorado, que los ingenios de aquellos días heroicos hubieran prorrumpido -en profundas lamentaciones y ceñídole a su memoria las coronas de -laureles eternos que la posteridad le ha hecho ya la justicia de -consagrarle. - - * * * * * - -Martín Alonso dejó cuatro hijos y una hija. Dos de aquéllos, Arias -Pérez, que era el mayor, y Diego Fernández, fueron muy arriesgados y -hábiles marineros y acompañaron a su tío Vicente Yáñez Pinzón en el -famoso viaje en que descubrió el Brasil. - -La hija estaba demente. En 1503, Arias Pérez se dirigió al rey dándole -cuenta de que la muchacha padecía de gota coral y de que la tenía en su -casa desde hacía cinco años, y solicitando que, pues no podía sufrir más -las impertinencias y los disgustos debidos a su enfermedad, se obligara -a cada uno de los otros hermanos a que la soportaran tanto tiempo como -él lo había hecho, y que, si se negaban a ello, se entendiese que -renunciaban a la parte que al fallecimiento de la pobre loca pudiera -corresponderle de los bienes que había heredado de su padre. «E -Nos--contestaba Fernando V a estas reclamaciones--tuvímoslo por bien». - -El primogénito de Martín Alonso estaba cansado de su hermana; los demás -no querían aguantarla, y por eso las demandas de Arias a la majestad -real. - -Si los de su sangre la rechazaban, los extraños no la iban a recoger. -Los obligados a protegerla no tenían que castigar sus patrimonios para -los gastos de su sustentación y cuidado. Ella contaba con hacienda -propia. Y ni aun así la aceptaban. Tenía, la infeliz, destemplada la -armonía del entendimiento. Y tenían sus hermanos destemplada la armonía -del corazón. - -Son verdaderamente tristes la infelicidad de la hija y el egoísmo de los -hijos de Martín Alonso. - - * * * * * - -Don Cristóbal, sin la ayuda que en dinero, hombres y buques le -proporcionaron Martín Alonso y sus hermanos, no hubiera podido emprender -su viaje, ni descubrir el Nuevo Mundo. - -La contribución de los Pinzones a la empresa, ¿sería completamente -desinteresada? - -Las pretensiones de Colón para en el caso de encontrar los territorios -con que soñaba motivaron el que no pudiera entenderse con el rey de -Portugal y estuvieron a punto de darle idéntico negativo resultado con -los Reyes Católicos. - -Casábase en su espíritu la idealidad con los cálculos y los apetitos. - -Y los Pinzones, ¿serían tan altruístas que tomasen parte en la -expedición sin ninguna mira material, románticamente, nada más que por -hacerse famosos? - -Martín Alonso, a juzgar por el testimonio de sus contemporáneos, «era -hombre de gran corazón, que trabajaba de hacer lo que otro no pudiese, -porque de ello hobiese memoria»; pero, por grandes que fueran sus ansias -de renombre, nadie se mueve sino por su interés y utilidad, como apunta -el padre las Casas, refiriéndose a esta cuestión, en su _Historia -apologética de las Indias_. - -No existen documentos en los que se consignen tratos entre Colón y -Martín Alonso; lo que no obsta para que sea muy humano y muy verosímil -que los hubiera y que los otorgasen verbalmente. Tampoco es imposible, -ni improbable, que los consignaran por escrito y que éste se perdiera. - -Las Casas indica que era general la creencia de que Colón le había -ofrecido al piloto la mitad de las honras y de los provechos que -consiguiese, y aunque opina el insigne historiador que hubo promesas, -no se explica que siendo Martín hombre avisado no le hubiera pedido al -almirante aseguranza formal de ellas, y le extraña que, habiendo -conocido y tratado al capitán de la _Niña_, nunca le hubiera oído nada -de esos convenios, y que los herederos de su hermano mayor no hubieran -reclamado judicialmente su cumplimiento. - -Es chocante el silencio de Vicente Yáñez. Respecto al pleito, fué -interpuesto después. En cuanto a la escritura, hubiera sido ineficaz en -lo relativo a los honores, sin el consentimiento y la aprobación de los -reyes. Ahora bien; pudieron otorgarla, por lo tocante a las utilidades, -y ajustar lo demás de palabra, para legalizarlo, con la regia venia, en -ocasión oportuna. - -De los testigos del pleito, Francisco Medel oyó que Colón le había -prometido a Martín Alonso _cuanto pidiese y quisiere_, si le acompañaba; -Alonso Gallego _oyó también que partiría con él como hermano_ todo lo -que ganase, y Diego Fernández Colmenero afirma que _le prometía la -mitad de todo el interés de la honra y del provecho_. - - * * * * * - -Colón no les ofreció a los Reyes Católicos descubrir un nuevo mundo, -sino encontrar un camino más corto que el seguido hasta entonces para ir -a las Indias y llegar al oriente de éstas navegando al occidente. - -Apoyándose en las que él llamaba «razones de cosmografía», pensaba que -era corta la distancia entre las costas occidentales de Europa y Asia y -las de Catay y Cipango. Se proponía buscar el _levante por el poniente_ -y pasar al nacimiento de las especias. «Vuestras Altezas ordenaron--dice -en el prólogo del _Diario_ de su primer viaje--que no fuese por tierra -al Oriente, por donde se acostumbraba de andar, salvo por el camino de -occidente, por donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado -nadie». - -Estas ideas cosmográficas eran las de Pablo Toscanelli, que, -escribiéndole a Fernando Martínez, canónigo de Lisboa, y enviándole a la -vez una carta geográfica para el rey de Portugal, le invita a reparar en -que en ella «está pintado en derechura por poniente el principio de las -Indias». - -Cuando don Cristóbal se dispuso, el 23 de octubre de 1492, a partir para -la isla de Cuba, creyó que era la de _Cipango_, y el 14 de noviembre -«maravillóse en gran manera--cerca de Puerto del Príncipe--de ver tantas -islas y tan altas, y se figuró que son aquellas innumerables que en los -mapamundos en fin de oriente se ponen». - -Al regreso, en 1496, de su segundo viaje, visitó a su íntimo amigo -Bernáldez, el famoso párroco de la villa de los Palacios, y le refirió -cómo se le había ocurrido la idea de buscar las tierras del gran _kant_, -soberano del Asia oriental, navegando al occidente. - -En la carta denominada _Lettera rarisima_, que don Cristóbal dirigió, -desde Jamaica, en 7 de julio de 1503, «a los cristianísimos y muy -poderosos rey y reina de España», notificándoles lo ocurrido en el -cuarto viaje, hay pruebas de que persistía en su error en aquella fecha -al final de sus expediciones y trabajos. «También dicen que la mar boxa -a _Cyguare_ y de allí a diez jornadas está el río de Gangues». Se -imaginaba estar cerca del Ganges, en el continente asiático. «Llegué a -trece de mayo en la provincia de _Mago_, que parte con aquella de -_Catayo_». ¿No recuerdan estas palabras el capítulo LXV de los _Viajes_ -de Marco Polo? ¿No se inspiraría en él el almirante para escribirlas? -Obsérvese, de paso, que constituyen una irrebatible demostración de que -Alejandro de Humboldt no estaba en lo cierto al sostener, en sus -magníficos estudios sobre el descubrimiento de América, que le era -desconocido a don Cristóbal el libro del afamadísimo viajero veneciano. - -Como ha dicho el laborioso historiador don Cesáreo Fernández Duro, «de -hallar Colón lo que no buscaba y del convencimiento en que murió de -haber llegado al Asia, se infiere que para el descubridor del Nuevo -Mundo el Nuevo Mundo no existió. - -Martín Alonso regresó a España con la seguridad de que acababa de -romperse el misterio de tierras desconocidas. - - - - -EL PRIMER VIAJE ALREDEDOR -DEL MUNDO -MAGALLANES Y ELCANO - - -I - - -Hernando de Magallanes había prestado a Portugal excelentes servicios, y -no habiendo recibido del rey Don Manuel todas las distinciones y -recompensas que por ellos le eran debidas, renunció a su nacionalidad y -se ofreció al emperador Carlos V. También se le ofrecieron, incomodados -por análogas postergaciones, Ruy Falero, notable astrónomo lusitano, y -Cristóbal de Haro, opulento comerciante, natural de Amberes, que -residía, desde hacía varios años, en Lisboa, donde se dedicaba a -comerciar en grande escala, por medio de agentes, con los territorios -descubiertos por los portugueses en la India oriental. - -A Magallanes, muy experto marino y entendido cosmógrafo, le preocupaba -el afán de encontrar un estrecho en el mar del sur para pasar al -oriente, a las islas tan renombradas de la Especería, por otro camino -que el del cabo de Buena Esperanza. Y tenía por indudable que aquellas -islas no correspondían a Portugal, sino a España, según la línea de -demarcación trazada, decretada y rectificada por el pontífice Alejandro -VI para prevenir diferencias y conflictos entre ambas naciones. - -Ofreció a la majestad de Carlos V la busca de dicho estrecho y el -dominio del país de las especias y solicitó, si no se le quisieran o no -se le pudieran proporcionar recursos materiales para la empresa, -autorización para acometerla, siendo de su cuenta y de la de sus -compañeros los gastos que originara. - -Desde que Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo venía siendo objeto -de los desvelos y las investigaciones de los navegantes, así como de los -cuidados del Gobierno español, la busca de un paso para las tierras del -gran Cant, y hallado el mar austral por Vasco Núñez de Balboa, se -inquirió con diligencia infatigable si aquel mar tendría comunicación -natural con el Atlántico, habiendo resultado negativas las exploraciones -hechas y derivádose más adelante de su infructuosidad numerosos planes -para la confluencia de los dos Océanos o para trasladar del uno al otro -las mercancías a través del Istmo. - -No podrían menos de interesar a la Corte y al Consejo de Indias tales -ofrecimientos, por responder a dos anhelos tan acentuados en aquella -época como el de hallar el paso al Oriente y el de traer a España los -riquísimos productos de sus regiones. - -La indignación del país vecino a consecuencia de estas ofertas y de la -benévola acogida que se las había dispensado, llegó al extremo de que -don Alvaro de Costa, embajador de Portugal en Madrid, hizo los mayores -esfuerzos para desacreditar a Magallanes. «Ahora--le escribía a su -soberano--hablé muy serio al rey, presentándole muchos inconvenientes; -«cuan feo era recebir hum Rei os vasalos de outro Rei seu amigo a sua -vountade, que era cousa que entre caballeiros se nam acostumaba; que no -era tiempo de disgustar a V. A., y más en cosa de tan poca importancia y -tan incierta, que vasallos tenía para descubrimientos, sin echar mano de -los que venían descontentos de V. A., y de quien V. A. no podía menos de -tener sospechas». Con tanto desenfado le habló don Alvaro al Emperador, -que al enterar aquél al rey don Manuel de los términos y los tonos de la -entrevista, emplea estas palabras: «Quedó espantado con lo que le dije». -De quien el monarca lusitano no debía preocuparse era de Ruy Falero. -«Del bachiller no se haga caso; duerme poco y anda casi fuera de seso». - -En cuanto a Magallanes, Faria y Sousa asegura, en su _Europa -portuguesa_, que el obispo de Lamego, don Fernando de Vasconcelos, votó -que el rey o le hiciese merced o le hiciese matar, porque era -peligrosísimo para el reino lo que intentaba. Según Herrera, andaban -entrambos--Magallanes y Falero--«a sombra de tejado, y cuando los -tomaba la noche en casa del obispo de Burgos enviaba sus criados que les -acompañasen». - -La protección de don Juan Rodríguez de Fonseca, y en especial la del -emperador, a quien, desde los primeros momentos, le inspiraron simpatía -los planes de Hernando y sus colegas, dieron al traste con las -maquinaciones fraguadas y las artes invertidas para imposibilitarlos. - -¿Traicionó Magallanes a Portugal poniéndose a nuestro servicio? Hay que -decidirse, sin vacilaciones, por la negativa. Los desleales a su nación -serán los gobernantes que no recompensen debidamente a quienes se -desvivan por ella; mas no los ciudadanos que la abandonen por semejantes -ingratitudes. Ni Magallanes cometió ninguna injusticia contra su país, -porque pertenecían al nuestro las islas Molucas, desde donde los -portugueses llevaban las especias a Calicut. - -Aniquilados cuantos obstáculos se oponían a la expedición, el César -dispuso que a su costa--porque lo que se arriesgaría sería poco, si -resultara estéril, e inmensas las honras y ganancias que se obtendrían -si se alcanzase el éxito apetecido--, se equipare una flota. - -En cumplimiento del imperial mandato, se aprestó una de cinco naves: la -_Trinidad_, de ciento diez toneles; la _San Antonio_, de ciento veinte; -la _Concepción_, de noventa; la _Victoria_, de ochenta y cinco, y la -_Santiago_, de sesenta y cinco. - -Don Martín Fernández de Navarrete, en su famosa _Colección de los viajes -y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del -siglo XV_, establece la diferencia entre la capacidad de los toneles y -la de las toneladas. Por aquéllos se daban a entender antiguamente los -vizcaínos, y por éstas los sevillanos de la carrera de Indias. Las -medidas de unos y otras «estaban en la razón de cinco a seis; de modo -que diez toneles hacían doce toneladas». - -Las naves las adquirió en Cádiz, por orden de Su Majestad, el factor -Juan Aranda, e incluídos los bateles y los aparejos de ellas, costaron: -la primera, doscientos setenta mil maravedís; la segunda, tres cientos -treinta mil; la tercera, doscientos veintiocho mil setecientos -cincuenta; la cuarta, trescientos mil, y la quinta, ciento ochenta y -siete mil quinientos. - -La _Trinidad_ sería la capitana, y su gobierno y el supremo de las demás -se adjudicaría a Hernando de Magallanes; la capitanía de la _San -Antonio_, a Juan de Cartagena, veedor de la expedición; la de la -_Concepción_, a Gaspar de Quesada; la de la _Victoria_, a Luis de -Mendoza, y la de la _Santiago_, a Juan Serrano. Juan Sebastián Elcano -iría en la _Concepción_ en calidad de maestre. - -En la iglesia de Santa María de la Victoria de Triana, en Sevilla, -recibió Magallanes el estandarte real, de manos de Sancho Martínez de -Leiva, a quien, como representante del emperador, hizo juramento y -pleito homenaje de que en la empresa que se le encomendaba se -conduciría como buen vasallo; e idénticos votos le prestaron a -Magallanes los capitanes y oficiales de las otras naves. - -Ruy Falero, por habérsele quebrantado la salud, se quedaría en España de -orden de Su Majestad Imperial. De la enfermedad del renombrado astrónomo -se ocupan, con ingenuidad pintoresca, nuestros historiadores de Indias. -Gonzalo Fernández de Oviedo dice que «aquel mesmo año el Ruy Falero, -como era subtil y muy dado a sus estudios, por ellos o porque Dios así -lo permitiese, perdió el seso y estuvo muy loco y falto de raçón y de -salud, y Çesar lo mandó curar y tratar bien». Francisco López de Gómara -se expresa de este modo: «Era Ruy Falero buen cosmógrafo y humanista... -Y enloquesció de pensamiento de no poder cumplir con lo prometido, o -como dicen otros, de puro descontento por enojar y deservir a su rey». -¿No perdería la razón obsesionado con la idea de que el embajador de -Portugal, en Madrid, don Alvaro de Costa, le hubiera dicho al rey Don -Manuel que estaba a punto de perderla y que no hiciera de él aprecio -alguno? - -El 10 de agosto de 1519 salió la flota de Sevilla, y el 20 de septiembre -partió de Sanlúcar de Barrameda, dirigiéndose a las islas Canarias o -Afortunadas. Estuvo allí proveyéndose de carne, agua y leña, y el 2 de -octubre salió del puerto de _Montaña Roja_, de la isla de Tenerife, con -rumbo al sudoeste; pero el 3 del mismo mes, hallándose en 27° de latitud -norte, cambió de itinerario. Juan de Cartagena manifestó su -disconformidad con aquella variación de ruta. - -Quince días después llegó la armada al paralelo de _Sierra Leona_. Una -noche, hallándose en la costa de Guinea, Cartagena, desde su nave, -saludó a Magallanes diciéndole: «Dios os salve, señor capitán e maestre, -e buena compañía.» Magallanes le respondió que era llamándole capitán -general como tenía que saludarle. - -Estando la mar calmosa, el general hizo venir a su navío a los -capitanes y pilotos de los demás, y habiéndose promovido muy viva -discusión sobre la manera de hacer los saludos, requirió a Cartagena a -que se le diera preso; el requerido solicitó, inútilmente, la ayuda de -ciertos jefes, que tenía por incondicionales amigos suyos, para prender -a Magallanes, y este amarró por los pies, en un cepo, a Cartagena, y si -consintió en confiárselo a Luis de Mendoza, fué a condición de que se lo -había de entregar cuando se lo reclamara. El cargo que el apresado -marino había venido desempeñando se le otorgó al contador Antonio de -Coca. - -Prosiguiendo el viaje, el 13 de diciembre arribaron a un puerto que fué -llamado de Santa Lucía, donde traficaron con los naturales del país. En -el Diario o derrotero del viaje de Magallanes, desde el cabo de San -Agustín, en el Brasil, hasta el regreso a España de la nao Victoria, -escrito por Francisco Albo, se consignan noticias de aquellos indígenas, -de las producciones allí más copiosas y de los cambalaches que hicieron -los expedicionarios: «Hay buena gente y mucha, y van desnudos, y tratan -con anzuelos y espejos y cascabeles por cosas de comer, y hay mucho -brasil.» - -Magallanes relevó de la jefatura de la _San Antonio_ al contador Coca, -la encomendó a Alvaro de Mezquita, sobresaliente de la _Trinidad_, y el -27 de diciembre reanudó la exploración de la costa. - -Hacia mediados de enero de 1520, principiaron a reconocer con -minuciosidad el interior del río de la Plata, durando el reconocimiento -hasta el 7 de febrero. En el cabo de San Agustín se vió conturbada la -flota por un violentísimo temporal. Allí se le acercaron en canoas -muchos indígenas. Uno de ellos, vestido con una piel de cabra, entró con -asombrosa desenvoltura en la nave de Magallanes. Este le regaló una -camisa de lienzo y una camiseta de paño encarnado. El 13 de febrero se -encontraron cerca de unos «bajos donde la _Victoria_ dió muchas -tocadas», y el 27 en una bahía en la que faltaba toda clase de -provisiones. En una isleta próxima a ella cogieron ocho lobos marinos y -varios patos. - -Magallanes reclamó a Luis de Mendoza la entrega de Juan de Cartagena, y -encargó su custodia a Gaspar de Quesada. - -El 31 de marzo llegaron al puerto de San Julián. - -Al día siguiente, domingo de Ramos, el capitán general llamó a los jefes -y pilotos de los otros navíos para que fueran al suyo a oír misa y a -comer, y todos acudieron al llamamiento, menos Juan de Cartagena, por -hallarse preso, y Gaspar de Quesada, por estarle ordenada su guarda. - -El país era muy frío y estéril; los mantenimientos iban escaseando, y -Magallanes prescribió la economía en las raciones para que fuesen más -duraderas. Por todas estas causas, los expedicionarios, muy -descontentos, le pidieron que regresara a España, pero se apresuró a -contestarles que él había de cumplir la misión que le había confiado el -emperador, y que, en todo caso, preferiría la muerte a un retorno que -tenía por ignominioso. - -Maximiliano Transilvano, secretario de Carlos V, en su magnífica -_Relación_, dirigida al cardenal Salpurgense, obispo de Cartagena, _de -cómo, por quién y en qué tiempo fueron descubiertas y halladas las islas -Molucas, donde es el propio nascimiento de la especería, las cuales caen -en la conquista y marcación de la corona de España_, refiere algunas de -las razones dadas por Magallanes a los alborotados tripulantes en contra -de la vuelta de la armada a nuestra patria: «El capitán Magallanes... -les respondió contradiciendo a sus ruegos e diciendo que él llevaba en -escripto, por mandamiento del Emperador, el curso y viaje que habían de -hacer, y que en manera del mundo él no podía exceder de aquello» «e que -considerasen qué alabanza ni gloria les podría ser dada a ellos, pues -que allí donde estaban no había distancia de más de 24 a 25° de aquella -parte del trópico de Capicornio, que era 4 ó 5° más metidos al austro -que los portuguese», «que tuviesen por cierto que tanto mayor gloria y -mayores galardones, premios y mercedes recibirían cuanto con mayores -trabajos descubriesen y hallasen para el Emperador, que los había -enviado a aquel nuevo y incógnito mundo, lleno de riquezas, de especería -y de oro». - -En la noche del mismo domingo de Ramos, 1.° de abril de 1520, Gaspar de -Quesada y Juan de Cartagena pasaron, con treinta hombres armados, desde -la _Concepción_ a la _San Antonio_ pidiendo que se les entregase Alvaro -de Mezquita, y se les ayudara contra Magallanes, para obligarle a -cambiar de conducta y de propósitos, y diciendo que ya se habían hecho -dueños de la _Trinidad_ y de la _Victoria_. Juan de Elorriaga, maestre -de la _San Antonio_, habló en defensa de Mezquita, y Quesada llamó loco -al maestre y le dió cuatro puñaladas en un brazo. Preso Mezquita, se -trasladó Cartagena a la _Concepción_. Quesada permaneció en la _San -Antonio_, y así quedaron los revolucionados por amos de estas naves. - -Cartagena y Quesada pusieron en conocimiento de Magallanes lo que habían -hecho, y le requirieron para que se aviniese a cumplir la que ellos -estimaban que era la voluntad del emperador, asegurándole que, de -acatarla, le aumentarían las consideraciones, respetos y reverencias que -le habían guardado hasta entonces. Instóles el capitán general a que -pasasen a su nave, donde les escucharía y verían de resolver lo que -procediera; pero eludieron la invitación de Magallanes, quien, por medio -del alguacil Gonzalo Gómez de Espinosa, envió una carta a Luis de -Mendoza excitándole a que fuese a la _Trinidad_, y como al leerla se -sonriera maliciosamente, Espinosa le dió una puñalada en la garganta, y -un marinero acabó de quitarle la vida de una cuchillada en la cabeza. -Poco después entraron en la _Victoria_ quince hombres armados, a las -órdenes de Duarte Barbosa, cuñado de Magallanes, sin que nadie se les -resistiese. Al otro día, 2 de abril, arremetió la _Trinidad_ contra la -_San Antonio_, disparándola varios tiros, y cayeron en poder del -almirante Gaspar de Quesada y Antonio de Coca. También hizo prender en -la _Concepción_ a Juan de Cartagena. - -El día 3 mandó descuartizar el cadáver de Mendoza, y el día 7 fué muerto -y descuartizado Quesada, cuyo criado Luis de Molino tuvo que hacerle -pedazos, para él librarse de sucumbir en la horca. A Juan de Cartagena y -a un clérigo llamado Pedro Sánchez de la Reina, que había contribuído a -la rebelión, los quedó desterrados por allí, dejándoles, para que se -alimentaran unos cuantos días, taleguillas de bizcocho y botellas de -vino. A cuarenta individuos más hubiera ordenado ajusticiar, de no haber -tenido en cuenta que, haciéndolo así, no le quedaba la gente -indispensable para los menesteres de la flota. - -Entre los que se libraron de morir, figura Juan Sebastián Elcano, que -fué uno de los requeridos por Cartagena y por Mendoza para compeler a -Magallanes, de paz o a la fuerza, a la observancia de los que ellos -decían que eran los mandatos reales. Elcano nos informa de su -participación en estas lastimosísimas y memorables tragedias. Intervino -personalmente en la detención de Alvaro de Mezquita, y en el envío a -Magallanes de un escribano y un alguacil para pedirle que tomara consejo -con sus oficiales en todo lo que hubiera de hacerse. Según Elcano, el -almirante mandó prender a Luis de Mendoza por estimar que era el que -aconsejaba estos requerimientos y alborotos, y asegura que Magallanes le -dió doce ducados al alguacil Espinosa por haber apuñalado al capitán de -la _Victoria_. Acerca de los orígenes de tan fieros antagonismos, Juan -Sebastián los atribuye al desprecio que el almirante hacía de los -poderes de Juan de Cartagena, a quien no trataba como a persona conjunta -suya, contraviniendo las disposiciones del emperador, porque Cartagena -iba en la armada en sustitución de Ruy Falero, y con las preeminencias -de que éste hubiera gozado de no haber tenido que quedarse aquí para -curarse de su vesania. Ante los señores de la casa de la Contratación, -en Sevilla, había expresado Magallanes, en 1519, antes de salir de -España, su conformidad con lo resuelto por Su Majestad respecto a las -atribuciones de Cartagena: «En cuanto a lo que su Alteza manda... quel -dicho comendador Ruy Falero se haya de quedar, quél, por servir a su -Alteza, ha por bien y le place quel dicho comendador Ruy Falero se -quede, e vaya en su lugar el señor Juan de Cartagena como su conjunta -persona, así como su Alteza lo mandó». - -Las discrepancias entre ambos capitanes por la igualdad o desigualdad de -sus poderes habían surgido, yendo la flota por la costa de Guinea, con -ocasión de haber castigado Cartagena, sin contar con Magallanes, a un -maestro, por sodomita. Los descubridores y conquistadores españoles de -América fueron siempre rigurosos e inflexibles con los invertidos y -acostumbraban a echárselos a los perros. - -Al decir de Elcano, influyeron en las diferencias entre Cartagena y -Magallanes y en sus cruentas derivaciones los deseos de éste de -complacer a su cuñado Duarte Barbosa y a su sobrino Alvaro de Mezquita, -que aspiraban a suplantar a Cartagena, a Quesada y a Mendoza en las -capitanías de sus buques. - -En el puerto de San Julián, el almirante encargó a Juan Serrano que -reconociera, hasta cierta distancia, la costa, por si hallaba estrecho, -y que se volviera si, recorridas las leguas que le determinó, no lo -encontrase. No se logró dar con el anhelado paso. En cambio, la -_Santiago_ naufragó a tres leguas del río de Santa Cruz, si bien se -salvó la tripulación, excepto un negro, esclavo del capitán de la nave. - -Magallanes hizo a Serrano jefe de la _Concepción_, y continuó en dicho -puerto. A los dos meses de estar allí se presentaron seis naturales del -país, a quienes el general dió de comer abundantísimamente en la -_Trinidad_, dejándolos marchar luego que se hartaron. Nuestros -primitivos historiadores de Indias refieren interesantes noticias de -aquellos individuos gigantescos: «Hablan de papo, comen conforme al -cuerpo y temple de tierra, visten mal para vivir en tanto frío, atan -para adentro lo suyo, tíñense los cabellos de blanco, por mejor color, -si ya no fuesen canas, alcohólanse los ojos, píntanse de amarillo la -cara, señalando un corazón en cada mejilla; van, finalmente, tales que -no parecen hombres.» - -Magallanes nombró capitán de la _San Antonio_ a Alvaro de Mezquita, y de -la _Victoria_ a Duarte Barbosa, y el 24 de agosto salió del puerto de -San Julián. El 21 de octubre descubrió una bahía muy ancha y dispuso que -la reconocieran, por si era estrecho, la _Concepción_ y la _San -Antonio_. El las aguardaría, a la entrada, con la _Victoria_ y la -_Trinidad_. Tres días navegaron Serrano y Mezquita sin poder hallarle el -fin. Nuevamente la reconoció la _San Antonio_; pero tampoco se lo pudo -hallar. Sin embargo, era el estrecho que se buscaba. - -El general, examinados los víveres--que los había para tres meses--, -resolvió continuar las exploraciones. Trató de oponerse Esteban Gómez, -portugués, piloto de la _San Antonio_, diciendo que, «pues se había -hallado el estrecho para pasar a los Malucos, se volviesen a Castilla -para llevar otra armada, porque habría gran golfo que pasar, y si les -tomasen algunos días de calmas o tormentas, perecerían todos»; a lo que -respondió Magallanes «que, aunque supiese comer los cueros de las vacas -con que las entenas iban forradas, había de pasar adelante y descubrir -lo que había prometido al Emperador». - -Llevaba andadas la flota cincuenta leguas de estrecho, y el almirante -ordenó que la _San Antonio_ reconociera cierto brazo de mar que había -entre unas sierras, y que a los tres días volviese. Mas no volvió. -Esteban Gómez y el escribano Jerónimo Guerra, aprovechando la ocasión, -decidieron regresar a España. Quiso evitarlo Alvaro de Mezquita, y le -dió una estocada al piloto; pero éste le dió otra al capitán y consiguió -apresarlo. Mandada por el escribano, retornó la _San Antonio_ a España y -llegó a Sevilla, al puerto de las Muelas, el 6 de mayo de 1522. Al salir -de Sanlúcar la flota, Magallanes y Gómez iban en íntima relación, y -aquél llevaba a éste de piloto de la _Trinidad_. Las disparidades y -antipatías que luego hubo entre ambos provinieron del fracaso de Gómez -en sus aspiraciones a la capitanía de la _San Antonio_, concedida a -Mezquita. - -El general, convencido, al esperar en vano a esta nave, de que se habría -ido a pique, o se habría vuelto a España, siguió explorando el estrecho -con la _Trinidad_, la _Victoria_ y la _Concepción_, habiéndolo -atravesado del todo el 27 de noviembre de 1520. Tenía de boca a boca -unas cien leguas, navegaron por él veinte días, y a su salida se -hallaron con un mar en el que no les sobrevino ninguna tempestad; por -lo que Magallanes lo denominó _Pacífico_. - -Por el tranquilo Océano pasó la armada el 18 de diciembre, entre la isla -de Juan Fernández y la costa de Chile. «La navegación--dice Antonio de -Herrera--, ya era muy penosa por falta de víveres: comían por onzas, -bebían agua hedionda y guisaban el arroz con agua salada». El 24 de -enero hallaron la isla de _San Pablo_, y el 1.° de febrero, otra, que -recibió el nombre de la isla de los _Tiburones_, por los muchos que -había en ella. También denominaron _Desventuradas_ a las dos, por no -haber encontrado mantenimiento alguno con que atenuar las angustias del -hambre. - -El 1.° de marzo llegó la flota a las _Marianas_, que fueron llamadas -_islas de las velas latinas e islas de los ladrones_. El 16 fondearon en -la de _Celuán_, del archipiélago filipino. El cacique de _Mazaguá_, con -quien se entendieron por medio de un esclavo de Magallanes, natural de -Malaca, les regaló cuatro puercos, tres cabras y arroz, y les comunicó -que a veinte leguas de allí había un gran rey, pariente suyo, que les -daría cuanto quisieran. El señor de _Mazaguá_ y algunos indios les -acompañaron hasta la isla de _Cebú_ y la villa del mismo nombre, donde -residía tan poderoso monarca, que hizo inmediatamente proposiciones de -paz a Magallanes, de tanto mejor gana aceptadas, cuanto que no tardaron -en seguirlas inmensas cantidades de víveres, con los que los -expedicionarios reformaron notablemente, en pocos días, sus -quebrantadísimos organismos. ¡Puercos, cabras, arroz, cocos, mijos, -diversidad de frutas! Les parecía mentira a los famélicos navegantes -tanta abundancia, y dispararon la artillería en demostración de -contento. - -Los alborozados nautas construyeron, con las velas de los buques y con -ramas de árboles, un altar, donde se dijo misa, a la que asistieron el -rey de Cebú y muchísimos súbditos suyos. A continuación de la misa, a -Magallanes y a otras personas de la flota se les obsequió con una -comida, en la que abundaron las aves asadas, el pan frito, que los -indios llamaban _sagú_, y el vino de palmas. - -El capitán general había regalado al rey de Cebú una gorra de grana, un -traje de seda morada y amarilla y algunos objetos de vidrio, y a un -sobrino suyo, que era el heredero de la corona, una taza de vidrio, un -paño de Holanda y una gorra; pero lo que más afirmó la amistad entre -aquellos soberanos y Magallanes fué el haber curado éste a un nieto del -rey que se encontraba enfermo, sin poderse mover hacía más de dos años. -Con este motivo recibieron el bautismo la real familia y más de -ochocientos indios, habiéndose puesto al monarca, cuyo nombre era -Hamabar, el de Carlos; a la reina, el de Juana; al príncipe heredero, el -de Fernando, y a una princesa, el de Catalina. - -Hamabar envió mensajeros a los reyes de varias islas próximas para que -vinieran a reconocerse vasallos del emperador Carlos V. Algunos -vinieron, al efecto, a Cebú, pero Cilapulapo, señor de la isla de -_Maután_, respondió altivamente que no podía ni quería obedecer a quien -le era desconocido, y que no estaba dispuesto a recibir órdenes de -Hamabar; mas que, para que no se le tuviera por inhumano, se complacía -en enviarles a los extranjeros unas cabras y unos puercos que habían -mandado a pedirle. - -Magallanes se dispuso a hacerle la guerra a Cilapulapo para obligarle a -aceptar por las armas lo que rechazaba por diplomáticas negociaciones. -Hamabar procuró disuadirle de lo temerario de la determinación, -diciéndole que el señor de _Maután_ era poderosísimo. Tampoco aprobó -Juan Serrano los belicosos proyectos del almirante. Insistiendo éste en -ellos, el rey de Cebú le ofreció su ayuda, pero le respondió que con sus -castellanos tenía de sobra para vencer y castigar a Cilapulapo, y que a -lo sumo le aceptaba mil indios para que le sirvieran de guías y para que -presenciaran el escarmiento que había de infligirle. - -Con sesenta hombres, en tres bateles, y mil cebutines, en treinta -barcas, se dirigió a _Maután_. Cilapulapo salió a recibirles con tres -mil combatientes. El general mandó disparar la artillería creyendo que -con ello bastaba para amedrentar, derrotar y poner en fuga a los -contrarios. Pronto comprendió que serían inútiles sus esfuerzos contra -aquellos indios, que oyeron los disparos con serenidad maravillosa. Y se -hubiera vuelto atrás si tales pensamientos cupieran en ánimos tan -heroicos como el del insigne portugués. - -Los mautanenses acabaron con unos cuantos cebutines y con ocho españoles -e hirieron a más de veinte, a casi todos ellos con flechas envenenadas. -A Magallanes le dieron un cañazo en el rostro, varios golpes con lanzas -y piedras y un saetazo venenoso, y estando ya en el suelo, una lanzada -que lo atravesó de parte a parte. - -Los nuestros procuraron recobrar su cadáver, pero los mautanenses se -negaron a dárselo y aun a vendérselo, queriendo conservarlo como -recuerdo de la victoria que habían alcanzado y para advertencia de -quienes se propasaran a molestarles. - -Así murió el gran Hernando de Magallanes, el 27 de abril de 1521, a los -cuarenta y dos años de edad, habiendo tenido la satisfacción de -encontrar el estrecho que le había prometido a Carlos V, mas no la de -haber llegado a las islas de las especias. - - * * * * * - -Magallanes, al ofrecerse al emperador, era ya un experimentado marino y -un cosmógrafo inteligentísimo. En la concepción de sus ideas relativas -al estrecho, en la claridad de ellas y en la seguridad que tuvo siempre -de que había de encontrarlo, parece ser que influyó Martín Behaim, -discípulo de Regiomontano y miembro que fué de una junta que Don Juan II -de Portugal mandó formar para construír un astrolabio, calcular las -tablas de la declinación solar y enseñar a los marinos, como dice el -historiador lusitano Barros, _una maneira de navegar per altura de sol_. - -En Venecia, en Amberes y en Viena se dedicó Behaim al comercio de -pañería; luego vivió veinte años en Lisboa y en la isla de Fayal, -habiendo viajado con Diego Cam por las costas del Africa y traído a -Europa la malagueta, especia muy buscada que competía con la pimienta. -Fué caballero de la Orden de Cristo. En 1492 terminó, hallándose -accidentalmente en Nuremberg, en casa de su primo el senador Miguel -Behaim, un globo, que deseaba dedicar «a su cara patria antes de partir -para el lugar donde tiene su casa, a 700 millas de Alemania», o sea a la -isla de Fayal, donde vivía con su mujer Juana de Macedo y con su suegro -el caballero Hürter. - -En este globo, concluído por Martín Behaim en Nuremberg, fué donde -Magallanes debió ver pintado el estrecho cuyo descubrimiento prometió a -Carlos V. - -Antonio Pigafeta Vicentino, lombardo, que fué en la armada, compuso un -_Diario_ de ella y se contó entre los poquísimos que regresaron a -España, escribe a este respeto: «El 21 de octubre de 1520 encontramos un -estrecho, al cual dimos el nombre de las once mil vírgenes. Sin el saber -de nuestro capitán, no se hubiera podido desembocar este estrecho, -porque todos creímos que estaba cerrado; pero nuestro capitán se había -informado de que debía pasar por un estrecho singularmente oculto, -habiéndolo visto en una carta conservada en los archivos del rey de -Portugal, y dibujada por un cosmógrafo excelente, Martín de Bohemia». - -González Fernández de Oviedo pone en duda, y mejor pudiera decirse que -niega, las afirmaciones de Pigafeta, «pues nunca se vido ni oyó scripta -ni pintada tal auctoridad, ni hombre chripstiano supo que avía tal -estrecho... Pero, o que Magallanes por su buen espíritu, o por aviso de -Martín de Bohemia, se atreviesse y determinarse a tal empresa, yo le -tengo por hombre de mucho loor». - -Entre las aseveraciones de Pigafeta y las dudas o negaciones de Oviedo, -será por las de aquél por las que habrá que resolverse, no sólo por -haber ido en la expedición, sino por su amistad con Magallanes. El -Diario lo entregó al emperador y se ha perdido. Envió copias al -pontífice Clemente VII y al gran maestre de Rodas Felipe Villiers de -Lisle Adam. El conocido es un extracto de estas copias, existente en la -biblioteca ambrosiana de Milán y se publicó en París en 1800. - -Antonio de Herrera, que fué el historiador que tuvo a su disposición más -documentos acerca de éste y de otros múltiples asuntos, reconoce la -influencia de Martín Behaim en el descubrimiento magallánico. El célebre -autor de la _Historia de las Indias Occidentales_ asegura que, al -presentarse Magallanes por primera vez en Valladolid al obispo de Burgos -Juan Rodríguez de Fonseca, le enseñó un globo, en el que estaba -indicado el itinerario que proyectaba seguir, pero dejando en blanco el -lugar correspondiente al estrecho, por temor a que pudiera -encomendársele a otra persona el encargo de descubrirlo, y añade Hererra -que, cuando el cardenal Jiménez de Cisneros y monseñor de Xebres -apretaban con objeciones al ilustre navegante, les contestó que estaba -seguro de encontrarlo por haberlo visto «en una carta marina de Martín -de Bohemia..., cosmógrafo de gran reputación». - -Fuera o no fuera así, hay que tener a Magallanes por _hombre de mucho -loor_. - - - - -II - - -Muerto Magallanes, fueron elegidos, para general de la flota, Duarte -Barbosa, y para capitán de la _Victoria_, otro portugués, Luis Alfonso. - -Habiendo el rey de _Cebú_, después del triunfo de Cilapulapo, invitado a -los expedicionarios a un banquete en que los agasajaría lo mejor que -pudiera y les entregaría una joya para la Majestad cesárea, Duarte -Barbosa se apresuró a responder que acudirían muy placenteros al -convite. Juan Serrano no fué del mismo parecer, considerando que estaba -fresca la derrota que les había causado el señor de Maután; que era -peligroso, en tales circunstancias, abandonar la nave por irse a -divertir; que, si tanto interés tenía el rey de _Cebú_ en darles un -regalo para el emperador, no debía tener inconveniente en subir a bordo -a entregarlo. Insistió Barbosa en su resolución, puso en duda el valor -de Serrano y éste, para demostrarle que nada le asustaba, fué el primero -en dirigirse al banquete. - -A la sombra de unas palmeras iba sirviéndoseles la comida. La -satisfacción no les dejaba margen para pensar que pudieran ser -traicionados. De súbito, cayó sobre ellos un crecido número de -cebutines, que a todos les quitaron la vida, menos a Juan Serrano, a -quien, por el momento, se la conservaron, por si les servía, como ellos -intentaban, de pretexto para quitársela a los que se habían quedado a la -mira de las embarcaciones. - -Los indios arrojaron al mar los cadáveres de sus víctimas, y a Serrano -le llevaron arrastrando, desnudo y maniatado, hasta la playa, -obligándole a suplicar a voces a la gente de las naves que le rescataran -y a decirles que el rescate consistiría en que dieran por su libertad -dos cañones. - -Los afligidos nautas, aunque enfermos y débiles casi todos, estuvieron a -punto de desembarcar, no para entregarles a tan falsos amigos las piezas -de artillería que deseaban, sino para combatirles, vengar el asesinato -de los compañeros y libertar por la fuerza a Serrano; pero se dieron -cuenta de su situación y de la imposibilidad de vencer a tantísimos -adversarios; comprendieron que lo que éstos se proponían con la -estratagema del rescate era prenderlos y matarlos como a los demás, y, -dominados por la prudencia, levantaron anclas y se marcharon de aquella -tierra, dejando al capitán de la _Concepción_ en poder de los indios. - -¿Sería Hamabar amigo de nuestros navegantes por creerlos invencibles, y -brotarían en él sentimientos de deslealtad al ver que Cilapulapo los -había derrotado? Quizá influyeran estas pérfidas consideraciones en el -ánimo del rey de _Cebú_. Lo más verosímil es que le decidiera a pasar -de la amistad al engaño y al crimen el esclavo de Magallanes. Herido -dicho esclavo en una pierna en la batalla en que pereció su señor, se -acostó durante largo rato fingiendo que la herida era grave. Barbosa le -mandó que se levantara, le llamó perro y le dijo que no se hiciese la -ilusión de que la muerte de su amo había de significar para él la -libertad, a cuyas reprensiones ninguna objeción opuso y se levantó; mas, -queriendo cobrarse de ellas y a la vez quedar libre, le habló a Hamabar -en contra de los expedicionarios, asegurándole que eran unos codiciosos -y unos crueles; que la palabra de amigos que le habían dado era -insincera, y que lo que buscaban era someter y maltratar, con su ayuda, -a los mautanenses para hacer otro tanto con los cebutines y con los de -las islas próximas. Hamabar creyó cuanto quiso contarle, y concibió y se -propuso llevar inmediatamente a la práctica, puesto de acuerdo con los -reyes circunvecinos, la idea del sanguinario convite. - -Los historiadores disienten en cuanto a que el esclavo de Magallanes -fuera el causante de la matanza. Lo afirman Pigafeta, Maximiliano -Transilvano, Oviedo y Gomara. Para Herrera, el crimen se cometió «a -instancia de los otros cuatro reyes, que le habían amenazado (al de -_Cebú_) que si no mataba a los castellanos y le tomaba las naves -destruirían su tierra y le matarían». Barros, en sus _Décadas_, lo -atribuye a que «los reyes enemigos convinieron en hacer paz entre sí con -tal que el rey de Cebú trabajase por matar» a los de las naves. Ahora -bien; Juan Sebastián Elcano declara que huyeron de aquella isla porque -les mataron veintitrés hombres por una traición que hizo un esclavo de -Magallanes... «e que la causa porque el esclavo hizo la traición fué -porque Duarte Barbosa le llamó perro». - -Entre las víctimas se contaron Duarte Barbosa, Juan Serrano y Luis -Alfonso. A Serrano lo asesinaron cuando se volvieron a la ciudad los -indios que le habían llevado a la playa para hacer con él la comedia de -que ofrecían su rescate a los que se habían quedado en los buques. - -El 1.° de mayo partieron de _Cebú_ la _Trinidad_, la _Concepción_ y la -_Victoria_, y habiendo navegado diez leguas llegaron a la isla de -_Bohol_, donde, por ser el personal que les quedaba muy escaso para los -servicios de toda la flota, resolvieron quemar la _Concepción_, que era -la más vieja de las tres naves. - -Nombraron general a Juan Caraballo y capitán de la _Victoria_ a Gonzalo -Gómez de Espinosa, y desde _Bohol_ se dirigieron a _Quepindo_, isla de -la costa de _Mindanao_. Por no encontrar allí arroz, que era lo que más -necesitaban, fueron a la de _Paraguá_, y en el pueblo de _Saocao_, -habitado por moros, y en otro habitado por cafres, se hicieron con -arroz, gallinas, puercos y cabras, a cambio de tijeras, cuchillos, -lienzos, cuentas de vidrio y otros artículos por el estilo. - -Desde _Paraguá_ se encaminó la expedición a _Borneo_. - -El 9 de junio se les acercaron tres fustas, cuyas proas eran doradas y -de figura de cabezas de sierpes. En una de las fustas venía, con -acompañamiento de estruendosas músicas, un anciano, secretario de -Siripada, rey de la isla. El importante personaje y algunos mozos -entraron en la capitana, abrazaron a Caraballo y le preguntaron quiénes -eran, de dónde venían y qué buscaban. El les contestó que eran súbditos -del emperador Carlos V y que el objeto de sus viajes era trocar sus -mercancías por las de aquellos países. Y les dió, para el soberano de -_Borneo_, una camisa de terciopelo carmesí y una silla guarnecida de -terciopelo azul. - -Siripada le mandó a decir al general que le estimaría le enviase dos -hombres, pues tenía mucho interés en conocerlos, y Caraballo le envió -ocho, uno de ellos Gonzalo Gómez de Espinosa. - -Salieron a recibirles 3.000 guerreros vestidos con trajes de seda, -armados de arcos, flechas, cerbatanas y alfanjes y provistos de corazas -de conchas de tortuga. - -Los ocho de la flota llevaban para el rey una ropa de terciopelo verde, -una gorra de grana, cinco varas de paño colorado, una copa de vidrio, -una escribanía y cinco manos de papel, y para la reina, una copa de -vidrio llena de agujas, tres varas de paño amarillo, y otros obsequios. -Al día siguiente estuvieron en Palacio, cuya riqueza les admiró y -avergonzó. A Siripada, que los vió desde una reja, le dijeron que -querían paz, pan y contratación. El monarca se mostró maravillado de la -larga navegación que habían hecho y ordenó que fueran atendidos y -servidos cumplidamente. - -Los visitantes, que habían pasado hambres muy dolorosas, comieron y -bebieron hasta no querer más. Les dieron al mediodía doce platos, y para -postre, variedad de frutas, y por la noche, treinta platos lo menos y -otros tantos vasitos de vino de arroz. Hubo en estos banquetes carne -asada, capones y otras aves, muy buena pesca y pasteles. - -Lo que sobre todo les agradó a los convidados fueron las noticias que -allí les suministraron de la situación y la distancia de las _Molucas_. - -Transcurridos algunos días, cinco individuos de la flota fueron a la -ciudad a comprar brea, y contra lo que pudiera esperarse a continuación -de tantos festines, no se los dejó volver, por lo que el resto de -nuestra gente combatió y apresó una canoa, en la que iba un hijo del rey -de _Luzón_ con cinco mujeres, un niño de dos meses y cinco hombres. El -general los puso en libertad mediante rehenes para que el príncipe -luzonés procurase hasta lograrla la devolución de los castellanos. - -No fueron reintegrados mas que dos, y como habían huído de la _Victoria_ -otros dos, fueron cinco las bajas sufridas en _Borneo_ por los -expedicionarios. - -Estos salen de allí el 5 de agosto, y el 15 cae en su poder una canoa, -en la que había 30.000 cocos. Luego están treinta y siete días reparando -los buques. - -Antes de hacerse a la mar destituyen al capitán mayor, y, por -unanimidad, eligen para substituírle a Gonzalo Gómez de Espinosa, y por -capitán de la _Victoria_, a Juan Sebastián Elcano. La remoción de -Caraballo obedeció a las antipatías que se había conquistado, pues no se -sujetaba a las cédulas reales ni atendía los consejos de nadie, -reconociendo como única ley su capricho. - -Tras una navegación muy rica en incidentes y trabajos, llegó la pequeña -armada el 8 de noviembre a una de las islas _Molucas_, a la de _Tidor_, -cuyo rey fué el día 9 a darles la bienvenida a nuestros compatriotas. -«Ahora se cumplen--les dijo--dos años que yo conocí por el curso de las -estrellas que vosotros érades enviados de un gran rey a buscar esta -nuestra tierra, por la cual cosa vuestra venida me ha seydo más cara e -graçiosa, pues que por las estrellas tanto tiempo antes me fué -anunçiada. E çabiendo que no acaesçe jamás alguna cosa destas sin que -primero no sea de la voluntad de los dioses o de las estrellas -ordenado, no seré tal con vosotros que quiera contrastar la voluntad de -los cielos, sino, con buen ánimo y voluntad, de aquí adelante, dexando -aparte el nombre real, pensaré que soy como un gobernador de aquesta -isla en nombre de vuestro rey.» - -Almanzor, que así se llamaba aquel monarca, iba descalzo, y su -indumentaria consistía en una camisa labrada de oro, un pañuelo blanco -ceñido hasta el suelo y un velo de seda en forma de mitra. Al entrar en -la capitanía se tapó las narices para evitar, como musulmán que era, el -olor del tocino. Los castellanos le regalaron una silla de terciopelo -carmesí, una ropa de terciopelo amarillo, un sayón de tela falsa de oro, -cuatro varas de escarlata, un pedazo de damasco, otro de lienzo, un paño -de manos labrado de seda y oro, dos copas y seis sartales de vidrio, -tres espejos, doce cuchillos, seis tijeras y seis peines. - -Almanzor les autorizó para matar a quienes les molestasen, y hombre de -curiosidad voracísima, examinó el estandarte imperial, un retrato de -Carlos V, la moneda y un peso. - -Muy pronto se cambiaron entre él y Gonzalo Gómez de Espinosa juramentos -de paz y contratación. Aquel sería amigo de España y le facilitaría -especias por paños, lienzos y sedas. - -En diciembre reconocieron la soberanía del emperador, Corala, señor de -_Terrenate_, Luzuf, rey de _Gilolo_, y los de _Maquián_ y _Bachián_. -Eran muy afamados por su lujuria y por su prole. Corala tenía -cuatrocientas mujeres «gentiles en ley y en persona» y cien jorobadas -para que las sirvieran de pajes. De Luzuf se cuenta que era padre de -seiscientos hijos. Veintiséis tenía Almanzor, y doscientas mujeres. «En -cenando--dice Gomara--mandaba ir a la cama a la que quería... Era -celosísimo, o lo hacía por mor de los españoles, que luego miran y -sospiran, y hacen del enamorado.» - -El rey de _Tidor_ les encareció a los castellanos que le suplicasen de -su parte a Carlos V el envío de muchas fuerzas, para vengarse del -cacique de _Burú_, que había muerto a su padre y arrojado su cadáver al -mar, y para que enseñasen a los tidoreses nuestra religión y nuestras -costumbres, y les dió para el emperador papagayos rojos y blancos, miel -y varios indios. - -_Tidor_, _Terrenate_, _Maquián_, _Bachían_ y otras islas abundaban en -clavo, nuez moscada, canela y jengibre. El cinamomo o árbol de la canela -se parece al granado; el del clavo, al laurel por la hoja, y al olivo -por la corteza; el de las nueces moscadas al nogal español, y la hierba -del jengibre a la del azafrán. - -Había en las _Molucas_ unas aves llamadas _manucodiatas_. Francisco -López de Gomara, en la primera parte de su _Hispania Victrix_, las -describe así: «Son de mucho menor carne que cuerpo muestran; tienen las -piernas largas un palmo; la cabeza chica; más luengo el pico; la pluma -de color lindísimo; no tienen alas. Jamás tocan en tierra, sino -muertas, y nunca se corrompen ni pudren. No saben dónde crían, ni qué -comen, y algunos piensan que anidan en paraíso. Los españoles las traen -por plumajes, y los malucos, contra heridas y asechanzas». Análoga -descripción de estas aves hace Antonio de Herrera; pero todas no debían -ser lo mismo. Don Martín Fernández de Navarrete vió, en 1831, dos -manucodiatas traídas de Manila y originarias de _Terrenate_, que tenían -alas. - -Habiéndose despedido los nuestros de Almanzor y disponiéndose para la -vuelta a España, observaron que la _Trinidad_ hacía agua de tal modo que -les sería imposible navegar con aquel buque sin antes someterlo a -importantísimas reparaciones. Ocho días estuvieron trabajando en -arreglarlo, y como no lo podían conseguir lo menos en tres meses, -acordaron que la _Victoria_ regresara por el cabo de Buena Esperanza, y -que la _Trinidad_, una vez carenada, marchase a Panamá y descargase las -mercancías, que serían transportadas desde el Pacífico al Atlántico. - -El 21 de diciembre de 1521, la _Victoria_, mandada por Juan Sebastián -Elcano, salió de _Tidor_ con sesenta hombres, entre ellos trece indios, -y fué a _Mare_, donde se proveyó de leña, y después a _Latalata_, -_Lumutola_ y otras islas. A mediados de enero de 1522 llegaron a la de -_Mahía_, abundante en pimienta larga y redonda. Desde _Mahía_ arribaron -a la de _Timor_, pobladísima y rica en oro, jengibre y sándalo. Allí -riñeron algunos de los nuestros, y se escaparon Martín de Ayamonte, -grumete, y Bartolomé de Saldaña, paje que había sido de Luis de Mendoza. -Los demás, luego de haberse provisto de sándalo blanco y canela, -emprendieron la marcha con dirección al cabo de Buena Esperanza. - -El 18 de marzo divisaron una isla muy alta, que parecía no tener -habitantes ni arbolado. Desde ella--la de Amsterdan--, continúan hacia -dicho cabo, a cincuenta y siete leguas del cual creen hallarse el 7 de -mayo. El 9 se aproximan a la costa, y el 10 buscan, en vano, un punto -donde poder adquirir subsistencias. Iban enfermos casi todos los -navegantes. Hubo quienes opinaron que debían irse a _Mozambique_, -respondiendo otros que preferían morir a retrasar la vuelta a España. El -16 sufrió el buque considerables desperfectos, y el 18, a pocas leguas -del cabo de Buena Esperanza, le obligaron a retroceder la furia del -viento y de las corrientes. - -Del 7 al 8 de junio cortan la equinoccial. - -El 1.° de junio se hallan a doce leguas de _Cabo Verde_, y el 9 llegan a -la isla de _Santiago_. «Surgimos--dice Albo en su _Diario_--en el puerto -de _Río Grande_, y nos recibieron muy bien, y nos dieron mantenimientos -cuantos quisimos, y este día fué miércoles, y este día tienen ellos por -jueves, y así _creo que nosotros íbamos errados en un día_». - -Pedro Mártir de Angleria habla irónicamente del _día perdido_, que tuvo -inquietos por mucho tiempo a los compañeros de Elcano, al darse cuenta, -con espanto, según Herrera, de que en el viaje alrededor del mundo -habían celebrado las Pascuas en lunes y comido carne en viernes. -Pigafeta, en su _Primo viaggio intorno al globo_, nos informa de su -sorpresa ante la pérdida de dicho día, porque ni uno sólo había dejado -de apuntar durante la navegación. «Posteriormente advertimos--añade el -cosmógrafo lombardo--, que no había ningún error y que viajando siempre -a occidente y siguiendo el camino del sol, al volver al mismo sitio -debíamos haber ganado veinticuatro horas». A juicio de Gomara -«trascordáronse o no contaron el bisiesto». - -En _Río Grande_, como la _Victoria_ hacía mucha agua y eran muy pocos -los marineros que quedaban, los navegantes acuerdan comprar negros para -darle a la bomba y pagarlos con clavo, puesto que carecían de moneda. -Así lo hacen, sin dificultades, el día 13. Para adquirir arroz, el 14 -envían un batel, que vuelve a las pocas horas. Nuevamente lo envían por -más arroz, y no vuelve, aunque lo esperan hasta el día 15. Los del buque -se aproximan al puerto, para enterarse de lo ocurrido. Una barca les -insta a que se rindan. Nuestra gente reclama el batel y los individuos -que en él han ido. Los de la barca replican que se lo comunicarán a los -señores de la isla. Mientras van a comunicárselo, la _Victoria_ levanta -anclas y deja abandonados en la isla de _Santiago_ el batel y doce -hombres, para librarse el resto, ya escasísimo, de los expedicionarios, -de que también los prenda el gobernador de _Cabo Verde_. Los portugueses -tenían prohibido, bajo duras penas, a los extranjeros comerciar con -especiaría. - -Los doce apresados fueron Martín Méndez, contador de la nave, Pedro -Tolosa, despensero; Ricarte de Normandía, carpintero; Roldán de Argote, -lombardero; Juan Martín y Simón de Burgos, sobresalientes; Felipe de -Rodas, Gómez Hernández y Socacio Alonso, marineros; Pedro Chindurza, -grumete; Vasquito Gallego, paje, y maestre Pedro, que había ido como -lombardero en la _Concepción_ con Gaspar de Mendoza. Desde _Cabo Verde_ -se los llevó a la carcel de Lisboa, de donde los mandó sacar al poco -tiempo el rey Don Juan II. - -El 15 de agosto pasó Elcano entre las islas del _Fayal_ y de _Flores_; -el 4 de septiembre divisó el cabo de _San Vicente_, y el 6 llegó a -Sanlúcar de Barrameda, a los tres años menos catorce días de haber -salido de aquel puerto y al año y cuatro meses desde que partieron de -_Tidor_. Por la cuenta de Juan Sebastián, habían navegado catorce mil -leguas, y por la de Pigafeta, catorce mil cuatrocientas sesenta. - -«Fué el camino que esta nao hizo la mayor y más nueva cosa que, desde -que Dios crió el primer hombre y compuso el mundo hasta nuestro tiempo, -se ha visto, y no se ha oydo ni escripto cosa más de notar». - -El 10 de septiembre se procedió a la descarga de la _Victoria_, que -traía trescientos ochenta y un costales de clavo, cuyo peso ascendió a -quinientos veinticuatro quintales y veintiuna libras y media. En cajas, -sacos y costalillos vinieron muestras de otras especias, como canela y -nuez moscada. Varias partidas de clavo, pertenecientes a los oficiales y -marineros, pesaron veintiocho quintales, una arroba y diez libras. La -canela pesó tres libras y media, y veintiocho un palo de sándalo. Por -cédula expedida en Valladolid el 10 de octubre, se mandó a los oficiales -de Sevilla que guardasen las muestras de droguerías y especierías -traídas por Elcano. Y a los siete días se dió una nueva cédula para que -fueran entregados a Cristóbal de Haro, factor de la Casa de la -Contratación, cuantos artículos y objetos correspondientes a la Corona -hubieran venido en el buque. - -De los doscientos treinta y siete individuos que fueron en 1519 en la -Armada, he aquí los nombres de los diez y ocho que regresaron a España -en 1522: Juan Sebastián Elcano, capitán; Francisco Albo, piloto; Miguel -Rodas, maestre; Juan de Acurio, contramaestre; Martín de Indícibus, -marino; Hernando de Bustamante, barbero; Aires, condestable; Antón -Hernández Colmenero, Diego Gallego, Nicolás de Nápoles, Miguel Sánchez -de Rodas, Francisco Rodríguez de Huelva, marineros; Juan de Arratia, -Juan de Santander y Vasco Gómez Gallego, grumetes; Juan de Zubileta, -paje, y Antonio Lombardo, sobresaliente. - -De «hombre intrépido, cuyo nombre no debe ser olvidado, y a quien ni la -antigüedad ni la Edad Media pueden oponer rival alguno», califica -Antonio de Herrera a Juan Sebastián Elcano. A parecida calificación son -acreedores los diez y siete que con él volvieron en la _Victoria_. - -De los trece indios que habían sacado de las _Molucas_ para enseñárselos -al emperador, tan sólo uno desembarcó aquí vivo. Los demás fallecieron -en la travesía. - -Los viejos historiadores de estos extraordinarios sucesos tuvieron plena -conciencia de la grandeza y la importancia de la expedición. No puede -haber quién no las reconozca; mas la lectura de estas hazañas nunca -podrá causar entusiasmos tan hondos y vivos como los experimentados por -quienes tuvieron la suerte de oír relatarlas a los hombres que las -realizaron. - -Maximiliano Transilvano, secretario de Carlos V, habló, apenas regresada -la _Victoria_, a España, con su ínclito capitán y con su gente, y a base -de estas conversaciones escribió la narración que dirigiera al obispo de -Cartagena. «Procuré, con mucha diligencia, de saber y me informar de la -verdad de todo ello, ansí del capitán de la nao que ahora volvió como de -los otros compañeros que en su compañía vinieron». - -Gonzalo Fernández de Oviedo trató al jefe de la gloriosísima nave, y así -lo hace constar en el libro XX, capítulo III, de su _Historia Natural y -General de las Indias_: «Juan Sebastián del Cano... volvió con la nao -Victoria a España, al cual yo hablé y comuniqué mucho, en la corte de -César, el año mill e quinientos y veynte y cuatro». - -Los panegíricos de Oviedo, Gomara y Herrera y los de los historiadores -modernos a la nave de Juan Sebastián y a sus heroicos navegantes repiten -o amplifican este bellísimo elogio que Transilvano hizo de ellos: «Son, -por cierto, estos diez y ocho marineros, que con esta nao aportaron a -Sevilla, más dignos de ser puestos en inmortal memoria que aquellos -argonautas que con Jasón navegaron y fueron a Colchides, de quien los -antiguos poetas hacen tanta celebridad. E mucha más digna cosa es, por -cierto, que esta nuestra nao sea colocada y ensalzada entre las -estrellas que la en que navegó aquel griego, pues que aquella navegó -desde Grecia solamente por el mar del Ponto, y ésta partiendo de Sevilla -contra el mediodía y dando allí vuelta contra el occidente y pasando por -deyuso deste nuestro hemisferio, penetró hasta las partes orientales, -desde las cuales, tomando contra el occidente, dando la vuelta con -diversas reflexiones a todo el globo e orbe de la tierra e agua, volvió -a Sevilla, de donde primero había partido». - - * * * * * - -La _Trinidad_, ya recompuesta, salió de Tidor el 6 de abril de 1522, con -cincuenta individuos y nuevecientos quintales de clavo, y llegó, tras -una navegación de cuarenta leguas, a la isla de _Morotay_, donde los -expedicionarios fueron muy bien recibidos e hicieron transacciones. - -Yendo hacia el norte, arriban a una de las islas _Marianas_, en la que -la nave sufre grandes destrozos y se mueren varios tripulantes de mal de -lombrices. - -A últimos de agosto surgen en la isla de _Mao_, próxima a la parte -septentrional de las de los _Ladrones_, y distantes trescientas leguas -de las _Molucas_. - -Encontrándose en la costa de _Zamafo_, supieron, por la gente de un -barco, que a los quince días de haber salido de _Tidor_ la _Trinidad_, -habían llegado a _Terrenate_ portugueses, mandados por Antonio de Brito, -y habían construído una fortaleza. - -Gonzalo Gómez de Espinosa envió en aquel barco al escribano Bartolomé -Sánchez, con una carta para Brito, comunicándole que la _Trinidad_ -estaba a punto de perderse, y muchos de la dotación iban enfermos, y -suplicándole auxilios con los que poder retornar a _Tidor_. El escribano -no volvió. Como se temió en un principio, y se confirmó más adelante, le -habían detenido. - -En el puerto de _Benacorora_, Simón Abreo, Duarte Raga y los capitanes -Gaspar Gallo y García Manrique se presentaron a Gómez de Espinosa y le -entregaron la respuesta de Brito, en la que le decía que le facilitaba -el personal y los auxilios que le había pedido. Sin embargo, no tardaron -en apoderarse de los mapas, astrolabios, cuadrantes y derroteros de la -nave, y en mandar en ella hasta el puerto de _Talangomí_, situado entre -_Terrenate_ y _Tidor_. - -Espinosa protestó contra las violencias de que él y los suyos eran -objeto por parte de los lusitanos, en un país que correspondía a Carlos -V; a lo que le contestaron que obraban de conformidad con las -instrucciones de su rey. Y despreciando las protestas, pidieron el -estandarte imperial y procedieron a la descarga del buque. Al exigir -Espinosa testimonio de lo que contenía, se le amenazó con que, de -insistir en reclamarlo, se lo habían de dar colgándole de una antena. - -Cuando la _Trinidad_ salió de _Tidor_, habían quedado allí, con la -hacienda del César, Juan Campos, Alonso Genovés y Diego Arias, y ahora -Espinosa los encontró en _Terrenate_, con hierros, en la fortaleza de -los lusitanos, que les habían quitado las mercancías que destinaban para -las contrataciones. - -Ventiuno eran los hombres de este navio al volver a _Terrenate_. Todos -fueron presos. A los cuatro meses, Brito les consintió pasar a la India, -exceptuando, por serle necesarios, al carpintero maestre Antonio y al -calafateador Antonio Besanabal. - -A los demás los envió a _Banda_, isla abundantísima en nuez moscada. De -_Banda_ fueron conducidos a _Java_ y a la ciudad de _Agrazué_, habitada -por treinta mil moros y muy comercial. Desde aquella animadísima urbe -los llevaron a _Malaca_, punto de confluencia de los buques de los -territorios cercanos al estrecho de _Meca_ y los de los reinos del -_Peguí_, _Chazamán_, _Cambaya_ y _Bengala_. - -En _Malaca_ murieron cuatro españoles, y se quedó el grumete de la -_Trinidad_, Antonio Moreno, esclavo de una hermana de Jorge de -Alburquerque, capitán de la isla. - -El resto de nuestros compatriotas llegó, al cabo de una marcha de -cuatrocientas leguas, a _Ceilán_ y a _Coohín_, donde permanecieron diez -meses sin lograr autorización para volver a España; por lo que el -marinero León Pancaldo y el maestre Bautista Poncero se escaparon en una -nave, que los llevó a _Mozambique_. Habiendo sido presos, Poncero -murió, y Pancaldo se escapó otra vez y pudo arribar a Lisboa. Allí la -encerraron en _el limonero_, como llamaban a la cárcel. - -Vasco de Gama, nombrado por entonces virrey de la India, tampoco dió -licencia a nuestra gente para embarcarse, y si don Enrique de Meneses, -gobernador de Goa y sucesor de Gama, llegó a concedérsela a Espinosa, al -lombardero maestre Hans y al marinero Ginés de Mafra, fué al enterarse -de que el Rey de Portugal se había casado con una hermana de Carlos V. - -En Lisboa, maestre Hans murió en _el limonero_, y Gonzalo Gómez y Ginés -de Mafra estuvieron en la prisión cerca de siete meses. - -De los cincuenta individuos que en la _Trinidad_ habían partido de -_Tidor_ para Panamá, solamente cuatro volvieron a España. - - * * * * * - -En 1525 se envió a las _Molucas_ otra expedición, al mando de fray -García de Loaysa, natural de Ciudad Real, guerrero sabio y -experimentado y comendador de la Orden militar de Rodas. - -Componíase la flota de seis naves y un galeón. _La Santa María de la -Victoria_ la gobernaría Loaysa; la _Sancti Spíritus_, Juan Sebastián -Elcano; la _Anunciada_, Pedro de Vera; la _San Gabriel_, Rodrigo de -Acuña; la _Santa María del Parral_, Jorge Manrique; la _San Lesmes_, -Francisco de Hoces, y el galeón, llamado _Santiago_, el capitán Santiago -de Guevara. - -Salieron de La Coruña el 24 de julio. - -A la entrada del estrecho de Magallanes, en el cabo de las _Once mil -vírgenes_, naufragó la _Sancti Spíritus_, ahogándose nueve hombres y -salvándose los demás a costa de grandes esfuerzos. - -El 30 de julio de 1526, en las inmediaciones del cabo _Pescado_, -falleció Loaysa, con «mucha tristesa y dolor en los que en aquella nave -capitana iban». «Así como fué muerto y con sendos Paternósters y -Avemarías por su ánima, que cada uno de los presentes dixo, echado su -cuerpo en la mar», abrieron una real orden, en la que se determinaba la -sucesión y elección en el mando del general, capitanes y oficiales -designados primeramente. - -En ese documento, expedido en Toledo a 3 de mayo de 1525, se prescribía: -«Y porque podría ser, lo que Dios no quiera, que el dicho capitán -general e capitanes e oficiales nuestros, que van en la dicha armada, -fallecieren así a la ida como allá y en la vuelta, mando que, en... -muriendo o quedando el dicho comendador Loysa en la dicha tierra..., -venga por capitán general de la dicha armada Juan Sebastián del Cano, -capitán de la segunda nave...» - -Así se hizo; pero Juan Sebastián estaba muy enfermo, y el 4 de agosto de -1526 «le llevó Dios, y le hiçieron las mismas obsequias y le dieron la -misma sepoltura que se le dió al comendador y le echaron en essa mar.» - - * * * * * - -De la extensión y brillantez del imperio de Carlos V, labradas en -grandísima parte por nuestros descubridores y conquistadores en América -y Oceanía, se han descrito magníficos cuadros en aquella época y en la -moderna. - -Célebre es por su majestuosidad el de Macaulay en las primeras páginas -de su ensayo sobre la _Guerra de Sucesión_, y muy estimable el de Martín -H. Hume, en su _Historia del pueblo español_; pero es a Gonzalo -Fernández de Oviedo a quien se le deben las expresiones más -entusiásticas acerca de la obra realizada por aquellos hombres que -ensancharon los dominios de España, los del mundo conocido entonces y -los de la civilización universal. - -Aunque graves autores han ensalzado desde tiempos antiguos a nuestra -nación por sus ingenios, su valor y su esfuerzo, nada tan merecedor de -loa como las hazañas de los españoles en las Indias, ya en el ejercicio -de las armas en tierra, ya en el Océano, con excesivos e innumerables -trabajos, sin temor al cansancio ni a los peligros, con no pocas -hambres y enfermedades y muy frecuentemente con absoluto desinterés. -Ellos encontraron otro hemisferio no menos amplio que Europa, Asia y -Africa. Alejandro Magno y sus soldados no dejaron de ver el polo ártico -ni cuando más se alejaron de su país. En el antártico ondeó la bandera -de Castilla en más reinos y estados que cuantos tuvieron debajo de su -cetro cada uno de todos los príncipes habidos desde el principio del -mundo hasta Carlos V. Los asirios, los sicionios, los macedonios, los -persas, los corintios, los atenienses, los tebanos, los partos, los -egipcios, los cartagineses, los romanos y otros señoríos estaban -comprendidos en el polo ártico. Los del emperador se extendían por ambos -hemisferios, no pudiendo equipararse con tantas proezas y adquisiciones -las fabulosas novelas de Jasón y Medea con su vellocino de oro. - -Tales son, en resumen, las alabanzas tributadas al Imperio de Carlos V y -a quienes maravillosamente lo dilataron, por Fernández de Oviedo, que -las corona con estas palabras: «Callen los pregoneros de Theseo aquel -laberinto y su Minotauro, pues que, sabida la verdad, essas metháporas, -reduçidas a historia çierta, son unas burlas y niñerías si se cotejan y -traen a comparación de lo que en estas nuestras Indias se ha visto y se -ve cada día en nuestro tiempo, y lo han visto mis ojos y otros muchos a -quien en esta edad ni en las venideras no podrán en verdad contradeçir -envidiosos, enemigos de tan valerosa y experimentada naçión y tan -jubilada en virtudes». - - - - -MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI - -Entre las expediciones hechas en el siglo XVI para el descubrimiento y -la conquista de las islas del Poniente, figuran la de Hernando de -Magallanes, la de frey García de Loaysa, la de Alvaro de Saavedra Cerón -y la de Ruy López de Villalobos. - -El objeto determinado de ésta fueron las Filipinas. El de las demás, las -Molucas. - -La expedición de Villalobos es como el prólogo de la de Legazpi. - - * * * * * - -En 1538 y 1539, el emperador Carlos V facultó a don Pedro de Alvarado, -adelantado de Guatemala, para el apresto de una flota de cinco navíos, -con destino al descubrimiento y la conquista de las islas del Poniente. - -Sin embargo, don Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España, envió a -Francisco Vázquez con una armada a dichas islas. - -Con este motivo surgieron escandalosas diferencias entre Alvarado y el -virrey. - -Por fin, se concertaron respecto a todo lo que se descubriese, tanto por -mar como por tierra, dentro de los límites contenidos en las -capitulaciones ajustadas entre ambos a 29 de noviembre de 1540, -conviniendo en enviar dos flotas, una a las islas, para ver lo que en -ellas había, y otra a la costa de Tierra Firme, hasta dar con el fin y -el secreto de ellas, la primera compuesta de tres naves y una galera, -con 300 hombres, al mando del caballero Ruy López de Villalobos..., «muy -experto y plático en las cosas de la mar», y la segunda, de cinco navíos -y una fusta, con 300 hombres, a las órdenes del caballero Juan de -Alvarado. - -Este convenio mereció la aprobación del monarca en 26 de julio de 1541. -Poco después murió don Pedro, y se encargó completamente de la empresa -don Antonio de Mendoza, que el 18 de septiembre de 1542 le dió a -Villalobos intrucciones para el descubrimiento que se le había -conferido. - -Formóse la flota con las naves _Santiago_, _San Jorge_, _San Juan de -Letrán_ y _San Antonio_, la galeota _San Cristóbal_ y la fusta _San -Martín_. Iban por maestre de campo, Francisco Merino; por capitanes, -Bernardo de la Torre, don Alonso Enrique, Matías de Alvarado, Pedro -Ortiz de Pineda y Cristóbal Pareja; por oficiales del rey, García de -Escalante Alvarado, como factor; Jorge Nieto, como contador; Onofre de -Arévalo, como veedor, y Juan de Estrada, como tesorero; por pilotos, -Gaspar Rico, de la _Santiago_; Alvaro Fernández Tarifeño, de la _San -Jorge_; Ginés de Mafra, de la _San Juan_, y Francisco Ruiz, de la _San -Antonio_. Los oficiales del virrey eran Martín de Islares, factor; Guido -de Lavezaris, contador, y Gonzalo Dávalos, tesorero. La tripulación -constaba, según unas relaciones, de 370 hombres, y, según otras, de -400. Embarcáronse cuatro religiosos agustinianos: fray Jerónimo de -Sanctisteban, prior, que años adelante escribió un relato del viaje; -fray Nicolás de Perea, fray Alonso de Alvarado y fray Sebastián de -Reina, y cuatro clérigos: el comendador Laso y los padres Martín, Cosme -de Torres y Juan Delgado. Acompañaban a Ruy López de Villalobos los -caballeros e hidalgos Iñigo Ortiz de Retes, Bernardino de Vargas, -Antonio de Bustos y Francisco Alvarado. - -La armada salió del puerto de la Navidad el 1.° de noviembre de 1542. El -6 de enero de 1543 encontraron las islas de los _Jardines_. Cien leguas -al oeste de ellas se perdió la galeota _San Cristóbal_. El 20 avistaron -una isla pequeña, a la que se llamó _Matalotes_. El 2 de febrero -arribaron a la de _Mindanao_, que, por su gran extensión, fué denominada -_Cesarea Karoli_. «La majestad del nombre--dice Escalante de -Alvarado--le cuadraba». Costeando hacia el sur la isla de Mazaguá y -apartándose de ella, dieron en la de Sarangani. Los indígenas no les -llevaban bastimentos. Y se sembró maíz, pero no nació. Los soldados se -disgustaban, y hubieran preferido la muerte en la pelea a tener que -morir de hambre. La que allí pasaron llegó a los mayores extremos. Desde -Cochin, «de la India del rey de Portugal», le decía fray Jerónimo de -Santisteban a don Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España, en -carta de 22 de enero de 1547: «El hambre no sufría espera...; en fin, -comimos cuantos perros y gatos y ratas se pudieron haber, y otras malas -savandijas y yerbas no conocidas, que todo fué causa de la muerte a -muchos y de grandes enfermedades; en especial, comieron muchos de unas -lagartijas grandes; son pardas y relucen mucho; muy pocos son vivos de -los que las comieron; comiéronse cangrejos de tierra, que algunos -estaban locos un día de los que comían, en especial si comían las -tripas». - -La _San Cristóbal_ llegó a _Sarangani_ al cabo de cinco meses. Sus -navegantes fueron recibidos con inmensa alegría, pues se les creía -perdidos. Esta alegría aumentó al oírseles decir que en aquel tiempo -habían estado en unas islas ricas en víveres y cuyos moradores -rescataban con facilidad. - -De tal júbilo provino el que se diera a aquellas islas el nombre de -_Filipinas_, como homenaje al príncipe don Felipe. - -«En la isla de Ambón--escribe Santisteban--, viniendo de camino, sacó -Dios a Rui-López de Villalobos de ruin mundo... Murió de calenturas y -muy cano, después de muy seco de pensar y congojar; murió muy pobre y -recebidos todos los Sacramentos: de 370 españoles que salimos de esa -Nueva España, llegamos a Malaca 117; quedaron en Maluco 30 o pocos más, -y presos entre infieles, 12.» - - * * * * * - -Muchos años mediaron entre la expedición de Villalobos y la de Legazpi, -por los fracasos de algunas flotas enviadas al estrecho de Magallanes, -por los grandes gastos que ocasionaban y por el empeño que hubo en -comunicar el Atlántico con el Pacífico por el istmo de Panamá, -aprovechando el curso del río Chagres. - -En 1558, el rey Don Felipe II le manda a don Luis de Velasco, virrey de -Méjico, hacer en la mar del sur navíos para el descubrimiento de las -islas del Poniente. - -En 9 de febrero de 1561 el virrey le da cuenta al monarca de ocuparse en -el apresto de la Armada y le recomienda para dirigirla a Miguel López de -Legazpi, natural de Zumárraga, provincia de Guipúzcoa, que llevaba -veintinueve años en la Nueva España, donde había sido, con general -estimación, alcalde ordinario y escribano mayor de Cabildo. «Estaban sus -bríos prontos para cualquier empresa, por haber sido hombre de gran -valor y esfuerzo, y aun vivían en la blanca nieve de sus venerables -canas las centellas de su ardiente juventud, acompañadas de la prudencia -y madurez de sus años.» - -Don Luis de Velasco fué facultado para ordenar la expedición como mejor -le pareciese. - -Se retrasó el apresto de las naves hasta el extremo de mediar una carta -apremiante del rey, fechada a 13 de febrero de 1563, a la que contestó -Velasco el 25 de febrero de 1564, presentando sus excusas y anunciando -la salida de la flota para el mes de mayo. No pudo cumplir la oferta, y -volvió a disculparse en 15 de junio. - -Muerto Velasco a fines de julio, la Audiencia, que en tales casos asumía -la autoridad y el Gobierno, ultimó los preparativos del viaje, y en -pliego cerrado le entregó a Legazpi una extensa y muy detallada -instrucción. - -El 20 de noviembre de 1564 los expedicionarios salieron del puerto de la -Navidad con dos galeones grandes y dos pataches pequeños. - -La nave capitana se llamaba _San Pedro_, de quinientas toneladas. En -ella iban: como maestre, Martín de Ibarra, natural de Bilbao, «con los -más lucidos soldados y más expertos marineros», y como pilotos, Esteban -Rodríguez, natural de Huelva, y el francés _Pierres Plin_; por factor, -Andrés de Mirandola; por alguacil mayor, Andrés de Ribera; por escribano -mayor, Hernando Riquelme, de Sevilla; por capitán de artillería, Juan -Maldonado del Berrocal, de Burgos; por alférez mayor, Andrés de Herrera, -mejicano; por sargento mayor, Luis de la Haya, de Valladolid, y por -capitán de infantería, Martín de Goiti, de Bilbao, con su compañía y la -de Legazpi. También se embarcaron en la _San Pedro_, Felipe de Salcedo, -nieto del general e hijo de doña Teresa de Legazpi y de don Pedro -Salcedo, y los religiosos agustinos fray Andrés de Urdaneta, fray Martín -de Rada y fray Andrés de Aguirre. - -En la almiranta, denominada _San Pablo_, de cuatrocientas toneladas, -fueron: como jefe, el maestre de campo Mateo del Sanz, de Ciudad Real; -por piloto mayor, Juan Martínez Fortín; por acompañado, Diego Martín, de -Triana; por maestre, Juan María, genovés; por tesorero, Guido de -Lavezaris, y por contador, Andrés de Cauchela. En esta nave iban dos -padres de la Orden de San Agustín, fray Diego de Herrera y fray Pedro de -Gamboa. - -En el patache _San Juan_, de cien toneladas, fué por capitán Juan de la -Isla; por piloto, su hermano Rodrigo de Espinosa, y por maestre, Julián -Felipe, de Triana. - -El _San Lucas_, de cuarenta toneladas, lo mandaba el capitán don Alonso -de Arellano, yendo por piloto Lope Martín, mulato, natural de Ayamonte, -y por maestre, Nicolao, habilísimo marinero, de nacionalidad griega. - -Intérprete de la Armada era un indio llamado Jorge, que sabía muy bien -la lengua malaya. Este indio fué convertido al catolicismo, en _Tidor_, -por los religiosos de la flota de Ruy López de Villalobos, y pasó a la -Nueva España con el soldado Pedro Pacheco, natural de Ciudad Rodrigo, -que había formado parte de aquella expedición desdichadísima. - -Durante cinco días corrió la de Legazpi al suroeste, y el 25 de -noviembre el general mandó reunir en su nave a los religiosos, capitanes -y oficiales, al alférez, al sargento, al alguacil mayor y a los pilotos, -y le presentó, por ante el escribano Hernández Riquelme, instrucción que -traía, cerrada y sellada, de la Nueva España, y que se le había ordenado -no abrir hasta haber navegado cien leguas, en la que se disponía que el -viaje se hiciese con rumbo a las islas Filipinas y a las inmediatas a -ellas. - -En cuanto a la derrota, había habido disconformidad de pareceres entre -fray Andrés de Urdaneta y el capitán Juan Pablo de Carrión, que, -enemistado con el padre, no quiso ir en la Armada. - -Urdaneta había ido, en 1525, en la de García de Loaysa, a las Molucas, -donde sirvió durante ocho años, como soldado, como capitán y en oficios -de la real Hacienda. En 1536 le dió cuenta a Carlos V de los sucesos de -aquella expedición. Después, hasta 1552, desempeñó en Nueva España, por -nombramiento y encargo del virrey don Antonio de Mendoza, importantes -comisiones relativas a asuntos de guerra y de paz. En 1553 ingresó en la -Orden de San Agustín. El virrey don Luis de Velasco se valió de él para -negocios interesantísimos. Felipe II, por cédula expedida en Valladolid -a 24 de septiembre de 1559, dispuso que Urdaneta fuera, con dos -religiosos más, a las islas del Poniente, en la flota de Legazpi; y fray -Andrés le contestó al monarca, en carta fechada en Méjico a 23 de mayo -de 1560, que, aunque estaba falto de salud, había padecido muchos -trabajos desde su mocedad y necesitaba reposo en lo que le quedara de -vida, se disponía, por veneración a la majestad real y a la fe católica, -a las molestias de la nueva jornada. - -El soberano quería que la flota fuese en busca de las islas _Filipinas_, -sin entrar en las _Molucas_, para no infringir las capitulaciones hechas -con el rey de Portugal, y Urdaneta opinaba que estas islas no solamente -caían dentro de los términos de lo del empeño, sino que la extremidad -de ellas por la parte de Levante estaba comprendida en el meridiano de -las Molucas; por lo cual debía enviarse dos galeones y un patache a -descubrir por aguas del Poniente de Méjico, «arando la mar», hasta los -límites de lo correspondiente a los portugueses. No hallaba reparo en -que se llegase a las _Filipinas_ para rescatar a los españoles que allí -hubiera cautivos, de los que en 1525 fueron en la armada de Loaysa; de -la enviada en 1527, por el marqués del Valle; de un navío, también de -Hernan Cortés, que, yendo del Perú a la Nueva España, fué a dar, -combatido por vientos contrarios, en aquel archipiélago, y de la -expedida en 1542 por don Antonio de Mendoza. Pero no se debía hacer -otras contrataciones que la compra de algunas cosas merecedoras de verse -como muestras y la de los bastimentos precisos para el viaje. - -El septiembre de 1564 el capitán Juan Pablo de Carrión, nombrado -almirante de la flota de Legazpi, le escribe al rey que las _Filipinas_ -las ha descubierto, antes que nadie, en 1521, Magallanes, y que «son -Islas que los Portugueses nunca han visto y están muy a trasmano de su -navegación, ni an tenido noticias dellas, sino aya sido por alguna -figura o carta de marear nuestra». Y arremetiendo contra Urdaneta y -contra Legazpi añade: «... el padre fray Andrés ha dicho resueltamente -que no se embarcará si el Armada va adonde yo digo; y como el que va por -general, ques Miguel López de Legaspe, es de su nación y tierra y íntimo -amigo, quiérele complacer en todo, y como el dicho general no tiene -nenguna esperencia en estas cosas, ni entiende nenguna cosa de -navegación, por no lo aver usado, no sabe destenguir lo uno de lo otro, -y en todo se abraza a la voluntad del padre.» - -En la controversia entre Urdaneta y Carrión sobre si la armada debía ir -o no a las _Filipinas_, aparentemente venció fray Andrés, porque, al -salir los buques del Puerto de la Navidad, se dijo que irían a las -_Molucas_; pero, en realidad, el victorioso fué el capitán, con arreglo -a cuyos dictámenes redactó la Audiencia de Méjico y le entregó a Legazpi -la orden secreta, según la cual pondría las proas hacia el archipiélago -filipino, cuando los navíos llevaran recorridas cien leguas desde la -Nueva España: «Haréis vuestra navegación en demanda y descubrimiento de -las Islas del Poniente hacia los Malucos, sin que por vía ni manera -alguna entréis en las Islas de los dichos Malucos, porque no se -contravenga el asiento que Su Magestad tiene tomado con el Serenísimo -Rey de Portugal, sino en otras islas que están comarcanas a ellas, como -las Filipinas y otras que están fuera del dicho asiento y dentro de la -demarcación de S. M...» - -Se resolvió el pugilato armonizando el que se cumpliera la voluntad del -Monarca y el no prescindir del utilísimo concurso de fray Andrés, quien, -de haberse aclarado desde el primer momento el camino que había de -seguirse, se hubiera quedado en tierra. - -Los religiosos se lamentaron del contenido de la instrucción y de que -habían sido engañados; pero, en virtud de los preceptos superiores y de -las reflexiones de Legazpi, se conformaron con la novedad, y habiéndose -discutido sobre cuál sería la mejor ruta para las islas Filipinas, se -decidió navegar al oeste, cuarta del sudoeste, y al llegar a una altura -de 9° dirigirse al oeste en busca de las islas de _los Reyes_ y las de -_los Corales_; de éstas irían a las de _los Arrecifes_ y _Matalotes_, y -desde allí, al archipiélago de _San Lázaro_. - -El 30 de noviembre, el patache _San Lucas_, que iba delante de la -capitana, desapareció, sin que en mucho tiempo se volviera a saber de -él. Esta embarcación, buscando o con la excusa de que buscaba a la flota -en la isla de _Mindanao_, en las de _Magallanes_ y en otras, regresó a -Nueva España y llegó al puerto de Navidad el 9 de agosto de 1565. - -Siguieron navegando días y días sin que los pilotos pudieran ponerse de -acuerdo respecto a las leguas que llevasen recorridas. En la madrugada -del 18 de enero de 1565 creyeron estar cerca de tierra, por haberlo dado -a entender el buque almirante con un disparo de artillería; mas, -habiéndose convencido de que se trataba de una ilusión, continuaron la -marcha. Cuando efectivamente vieron tierra fué el día 9. Era una isla -pequeña, abundante en palmas de coco y en árboles. Bajaron a examinarla -fray Andrés de Urdaneta, Felipe de Salcedo, Mateo del Sanz y el capitán -del _San Juan_. Al volver a las naves, refirieron que se habían -encontrado con un indio y una india viejos, que debían ser marido y -mujer; una india joven, que debía ser hija del matrimonio, y una -pequeñuela, que sería hija de la india moza; que no entendieron el -idioma de aquellos naturales; que les obsequiaron con cuentas de vidrio -y otras bagatelas, y que ellos se mostraron muy pesarosos al retornar -los visitantes a la playa. Otras noticias les dieron a los demás -expedicionarios: había allí muchas frutas, pescados, gallinas, patatas -y millo. En cuanto a los habitantes, el indio era de buena conformación -y las mujeres eran guapas. Todos llevaban el cabello suelto y largo. -Tenían canoas muy lindas, anzuelos de cordeles y de hueso; carecían de -utensilios de barro y no usaban armas de ninguna clase. - -Tan pintoresco territorio recibió el nombre de isla de los _Barbudos_. - -Poniendo las proas al noroeste, llegó la flota el 22 de enero a unas -islas que, según los pilotos, formaban parte del archipiélago filipino, -y, según el padre Urdaneta, eran las de los _Ladrones_. Numerosos -isleños, en cincuenta canoas, que llamaban paraos y estaban hechas de -palma, rodearon a la armada y prorrumpieron en grandes voces, con las -que parecían invitar a los nuestros a que fueran a sus poblaciones, -donde les darían de comer hasta que se hartasen. La costa estaba cuajada -de palmares de coco, y entre los palmares había viviendas. Al anochecer -encendieron los indios infinidad de hogueras. Antes de que los -castellanos desembarcaran, Legazpi, dando pruebas de ser un habilísimo -diplomático, ordenó que nadie se atreviese a hacerles daño a los -indígenas, ni a quitarles nada, ni a tocar en sus sementeras y -labranzas, ni a cortar palmas ni otros árboles, y que los rescates -pudieran hacerlos únicamente los oficiales del rey. Esta orden malhumoró -a los soldados. El día 23 los isleños trajeron cocos secos y verdes, -cañas dulces, plátanos, arroz, batatas y otros artículos, trocándolos -por naipes, cascabeles, cuentas de vidrio y trozos de orillo; pero, -desconfiadísimos, se negaron a entrar en las naves. En las sucesivas -contrataciones exigieron, para el pago de sus mercancías, primero hierro -y, después, clavos, por haber comprendido cuán útiles habían de serles -para sus canoas. Tenía razón el padre Urdaneta: aquéllas eran las islas -de los _Ladrones_. Se pedía, sobre todo, arroz a cambio de clavos -grandes, y los indios, con una sagacidad y una desaprensión -indescriptibles, llevaban fardos, en cuya parte superior había una capa -de arroz como de dos dedos, siendo arena todo lo demás, y otras veces -metían en los fardos piedras y hierbas para aumentarles el peso y hacer -los cambalaches más ventajosamente. Se les compró gran cantidad de -barriles de aceite de coco, y se vió que la mayor parte contenían agua -con uno o dos dedos de aceite. Con frecuencia cometían otros engaños, -como el de acercarse algo a uno de los buques, esperar a que se les -echasen los clavos, y luego, sin entregar las mercancías, salir huyendo -hacia los otros buques para repetir idénticas operaciones. - -Al patache _San Juan_ le desclavaron un pedazo de un hierro del timón, -procuraron arrancar los clavos del costado de las naves y a todas les -quitaron las boyas. Un indio le arrebató a un soldado un arcabuz que -llevaba al hombro. Otro indio le pegó a otro soldado con una vara en el -pecho, y aunque no se lo lastimó, porque llevaba cota, le produjo en una -mano una herida, de la que murió inmediatamente. «Todo lo cual hacían -sin vergüenza ninguna, porque de cosa no la tienen». - -Legazpi salió a tierra y, en nombre de Su Majestad, tomó, con gran -aparato, posesión de esta isla, que era la de _Goam_, nombrada _Guan_ en -el derrotero del piloto mayor Esteban Rodríguez, y _Boan_ en el de -_Pierres Plin_. Aunque se había propuesto conducirse con aquellos -isleños de la manera más afable, se vió obligado a disponer que los -castigaran. Parte de nuestra gente bajó a tierra a cargar de agua dulce, -y los indios fingieron recibirles de paz. Cuando llegó el momento de -recogerse a los navíos, se quedó rezagado, durmiendo entre unos -palmares, un muchacho, que era grumete, sin que los españoles le echasen -al pronto de menos. Al darse cuenta de que faltaba, fueron a buscarle, -mas le encontraron hecho pedazos. Los isleños le habían atado de pies y -manos, le habían producido más de treinta heridas, traspasándole el -cuerpo con lanzas, le habían desollado la cara, le habían metido por la -boca un palo, que le salía por el colodrillo, y le habían apedreado. - -El maestre de campo Mateo del Sanz les quemó algunas canoas y casas, -hirió a varios indios, mató a otros y prendió a cuatro. A tres se les -ahorcó en el mismo sitio en que había perecido el grumete. A uno que -había quedado ileso, el maestre le trajo a la nave «a ruego de los -religiosos» «diciendo que sería más servicio de Dios nuestro Señor y de -su Majestad llevarle a la Nueva España que no ahorcarle, e ansí se llevó -a la Capitana.» - -Legazpi, los religiosos, los capitanes y los oficiales conferenciaron -sobre si convendría poblar en _Goam_ y despachar un navío a la Nueva -España. Así lo propuso el padre prior, respondió el general que era -necesario dar cumplimiento a las órdenes que tenía de seguir hasta las -islas _Filipinas_ y las colindantes, y, sin más discusión, el 3 de -febrero emprendieron la marcha. - -El 13 arribó la armada a una bahía muy amplia, rodeada de islas pequeñas -y de una grande. Se encargó al maestre de campo, al padre prior y al -capitán Martín de Goiti que vieran si había población, río o puerto, y -si encontraban indios. Unos cuantos vieron, que se negaron a esperarles. - -El 20 comparecieron algunos naturales, significaron que la isla grande -se llamaba «Zubú», y dijeron nombres de pueblos y caciques del -territorio. El general les dió cuentas de vidrio, bonetes de grana, -cuchillos, etc., y les pidió que de su parte les suplicaran a los -principales que fueran a verle, porque les quería hablar y hacerse -amigos suyos. - -Vinieron, en efecto, en canoas, unos caciques, que en prueba de amistad -querían sangrarse con el general, y entraron en la capitana, donde -fueron muy bien recibidos. - -Allí era incomprensible otro lenguaje que el de las señas. Legazpi se -las hizo de que deseaba contratar con ellos y obtener su amistad en -nombre del rey de Castilla. De lo que mostraron gran satisfacción. Y -venían con frecuencia a los navios y convidaban a los expedicionarios -con vino de palmas. Se les propuso que vendieran en grandes cantidades -puercos y gallinas, y se los pagarían muy bien, y quedaron en hacerlo -así, pero no llevaron mas que un gallo, un huevo y un cochino. Pronto se -vió que no querían venderle nada a nuestra gente, sino entretenerla, y, -sobre todo, aprovecharse de las baratijas--para ellos de mucho -valor--que se les daban gratuitamente siempre que iban a los buques. - -Se encargó a Juan de la Isla y a dos religiosos que reconocieran si -había puerto, y hallaron dos bahías. En una salieron indios a la ribera -dándole señas al capitán de que querían sangrarse con él para entablar -amistades. Francisco Gómez, gentil hombre de Legazpi, sin consentimiento -del capitán Isla y contra el parecer de los religiosos, saltó a tierra -para sangrarse con uno de los caciques. Cuando estaban en la ceremonia -surgió del monte un indio, y acercándose a Gómez por entre los que se -hallaban con él, le dió tan terrible lanzada que murió al poco rato. - -El 21 arribaron, en la costa de la isla grande, a una bahía que -denominaron _San Pedro_, y el 22 vino a la nave del maestre un isleño, -que dijo ser principal y llamarse Urrao. Se sangró con Mateo del Sanz, y -le enteró de que Tandaya, gran cacique, de quien era sobrino, residía a -no mucha distancia de allí. A Urrao y a otros dos principales, uno de -ellos llamado Balaniga, les obsequió el general y les pidió una canoa -para enviarle a decir a Tandaya que Su Majestad «le quería por amigo, y -le quería mucho». Un indio que sabía algunos términos castellanos se -ofreció a llevarle a Tandaya la carta, y quedó en volver al día -siguiente para que se la dieran. A Urrao y a los otros dos caciques les -rogó el maestre que le vendiesen arroz, gallinas y puercos, y quedaron -en llevarlos; pero no volvieron. Tampoco volvió el que se había ofrecido -a entregarle el mensaje de Legazpi al gran cacique. - -El 22 dispuso el general que Martín de Goiti buscase el río de Tandaya, -por si tenía buen puerto, y que procurase ver al poderoso señor y darle -cuenta de las intenciones de los españoles. - -Mientrastanto, Legazpi procedió a tomar posesión de la isla, y, -terminado el acto, se aproximó, en compañía de los religiosos y del -maestre de campo, al pueblo de _Caniungo_, donde les esperaron multitud -de indios en disposición amenazadora. Dos disparos de arcabuz fueron -bastantes para amedrentarles y hacerles huír. - -A los diez días volvió Martín de Goiti, refiriendo que lo más notable -que había encontrado en sus exploraciones había sido la ciudad de -_Cabalián_, cuyos habitantes usaban joyas de oro y tenían muchos puercos -y gallinas. - -El 5 de marzo salió la armada para aquella población, cuyo cacique, -Maletec, tenía un hijo, llamado Camutrián, que se sangró con el alférez -mayor, no habiendo ido Maletec en persona a sangrarse con Legazpi por -ser muy viejo y estar ciego. - -Quisieron los expedicionarios comprar víveres, y los indios prometieron -traérselos, pero faltaron reiteradamente a su palabra, y el general, los -capitanes, los oficiales y otras personas de cuenta resolvieron, -haciendo de la necesidad ley, adquirirlos por la fuerza, aunque evitando -causarles daño a los indígenas y pagándoles lo que les tomasen. - -Los naturales del país huyeron al ver en tierra a los españoles, y con -la precipitación de la huída dejaron abandonados algunos puercos y -cierta cantidad de batatas. También se les tomaron unas cuantas -gallinas. Muchísimas otras escaparon volando como perdices. - -Se hizo inventario de estas adquisiciones, se apartó la cantidad de -margaritas, cuentas de vidrio, bonetes de grana, cuchillos, etc., que se -consideró necesaria para abonar su valor, y se le entregó a Camutrián, -que estaba en una de nuestras naves, para que él hiciera llegar -aquellos objetos a los dueños de los bastimentos, de tal modo, que cada -cual cobrase en proporción a los que hubiera perdido. - -Por Camutrián se averiguó que no lejos de allí estaba _Mazaguá_, y -habiéndole suplicado el general que le enseñase el camino, el hijo de -Maletec se ofreció a ir con él a dicha isla acompañado de tres indios. - -El 9 de marzo salió la flota de _Cabalián_ para _Mazaguá_, y el 10 -fueron comisionados el prior y el maestre de campo para que hicieran por -ver al cacique y le regalaran, a fin de atraérselo, una chamarra de -terciopelo y un capote de grana; mas, no habiendo encontrado, en la -parte donde pensaban que estaría la residencia del señor, casas ni -indios, acordó el general trasladarse a la isla de _Caninguinín_, que -estaba próxima. - -Antes se les dió suelta a Camutrián y a los otros tres indios, y a fin -de que se marcharan contentos, les quedase agradable recuerdo de los -españoles y recibieran y trataran bien a otros que pudieran pasar por -su tierra, se les vistió a dos de ellos de bonete, chamarra y -zaragüelles de paño verde, y a los otros dos, de iguales prendas, de -lienzo, y se les dió para el regreso carne de cerdo y pan para tres días -y una botija de agua. - -El 11 de marzo arribó la armada a _Caninguinín_, no habiendo encontrado -en ella nada que les interesase. Canela es lo que más deseaban haber -hallado y adquirido en aquella isla. - -Sus naturales se negaban a escuchar a los españoles. Legazpi consultó -con los religiosos, los capitanes, los oficiales y las demás personas de -la armada sobre qué partido tomar, y, de común acuerdo, resolvieron -pasar a _Butuán_, por ser país de mucho comercio y porque encontrarían -quien entendiese la lengua malaya. - -Reconociendo Martín de Goiti, en un batel, la costa de la isla de -_Bohol_, halló un parao de grandes dimensiones, cargado de arroz y de -otros bastimentos. En cuanto los indios vieron el batel, se arrojaron al -mar, dejando abandonada la canoa. Los españoles se apoderaron de ella, -y el general mandó hacer inventario de su contenido, para pagar su valor -a quien resultara ser su dueño. En el mismo día, el maestre de campo -prendió a siete u ocho indios de los que se escaparon del parao, por uno -de los cuales se averiguó que aquella embarcación y sus mercancías eran -procedentes de _Cebú_. - -La contrariedad de los vientos impedía que la armada arribase a -_Butuán_, y se acordó que fuese allí el patache, y que en tanto se -hiciesen en la capitana algunos reparos que le eran necesarios, para -enviarla a descubrir la vuelta a la Nueva España. Procurarían comprar la -mayor cantidad que pudiesen de oro, canela, cera, especias y drogas, y -hacer amistad con el cacique de la isla, a quien le comunicarían, de -parte de los expedicionarios, que, si se lo consintiera, tendrían mucho -gusto en ir a su tierra, para establecer en ella factorías y -contrataciones en nombre del rey de España. Como intérprete de la lengua -malaya iba con la gente del patache un tal Jerónimo Pacheco. Si en -_Butuán_ no encontraban canela, recorrerían hacia el mediodía la costa -de _Mindanao_, hasta llegar a la provincia de _Cavite_. - -Cuando el general se ocupaba en el despacho del _San Juan_, vino a la -nave capitana el maestre de campo y dijo que la almiranta, distante -media legua, había visto en la mar un junco grande y enviado un batel en -su reconocimiento. Los tripulantes del junco acometieron a los españoles -trabándose entre unos y otros encarnizada pelea. En ella nos hirieron -veinte hombres; pero la canoa tuvo que rendirse ante los argumentos de -los arcabuces. Esta embarcación tenía árbol mayor, trinquete y mesana, y -era casi tan grande como el _San Lucas_. Los que en ella venían eran -moros. - -Un testigo presencial del combate elogia el valor de los adversarios, -diciendo que determinaron morir, que pelearon como desesperados, hasta -que les mataron el capitán, y que hicieron enorme gasto de municiones de -hierro. - -En el parao apresado venían seis o siete hombres, uno de ellos factor -del rey de Borneo, quien manifestó que las mercancías que llevaban eran -de su señor, y que el junco pertenecía a un portugués, llamado Antón -Maletis. Legazpi le preguntó cómo no habían acudido al llamamiento de -los españoles. La contestación que aquellos seis o siete hombres le -dieron fué verdaderamente notable: «... respondieron que, como no los -conoscían ni entendían, y vieron que eran extrangeros, les pareció que -estaban obligados a la defensa de sus personas y haciendas, y que en -defensa desto, por cualquiera cosa que hubiesen hecho, no tenían culpa -ninguna; que, si los conoscieran, que justo fuera y ellos vinieran, pero -que, no los conosciendo, ni sabiendo quién eran, ni qué los querían, -habían procurado defenderse». - -Se les puso en libertad y se les devolvió el parao con cuanto en él -había venido. Asombrados de tanta liberalidad, pidieron una carta para -el rey de _Borneo_, a quien irían a darle cuenta de proceder tan -humanitario. - -De estos moros se informó el general acerca de las mercaderías en que -traficaban, de dónde las traían, de su calidad, de sus precios de compra -y de venta, y de la religión, costumbres, producciones y otras -particularidades de aquellas islas. - -En _Borneo_ adquirían hierro y estaño, mantas pintadas de la India, -porcelanas, campanas de cobre, sartenes, cazuelas de hierro templado, -hierros para lanzas, cuchillos, cera, mantas blancas, etc. Todos estos -artículos los vendían por oro, por clavos y por unos caracoles que en -_Siam_ se cotizaban como dinero. - -De los moros aprehendidos, el piloto del parao era el más inteligente y -experimentado y el que tenía más y mejores noticias de las _Filipinas_, -de las _Molucas_, de _Borneo_, de _Malaca_, de _Java_, de la India y de -la China. Por él se supo que los rescates que llevaba la armada eran de -difícil salida en las _Filipinas_, y en cambio la tendrían muy buena en -_Borneo_; que en _Butuán_ había mucha contratación; que allí estaban dos -juncos de _Luzón_ adquiriendo oro, canela y esclavos; que _Luzón_ estaba -al norte de _Borneo_; que los de _Borneo_ no entraban en _Butuán_ por -haber habido entre unos y otros sangrientas colisiones, y que los de -_Bohol_ no querían contratar con los de las naves, porque hacía dos -años, muchos castellanos de los residentes en las _Molucas_ les habían -hecho, so capa de amistad y seguridad, muertes y robos a todo pasto y -les habían cogido muchísimos prisioneros, que vendieron como esclavos, y -que desde entonces les tenían miedo a los de Castilla. - -Legazpi les hizo saber que los autores de semejantes desafueros no eran -españoles, sino portugueses, gente de otra tierra y súbditos de otro -monarca que los nuestros; a lo que los moros repusieron que ellos sabían -que era así, pero que los indios no los diferenciaban y creían que todos -eran unos. - -El general quedó maravillado de la astucia empleada por los lusitanos, -no tanto para hacerles daño a los isleños como para hacérselo a los -españoles cuando allí llegaron, porque habían de encontrarse con el odio -de los naturales del país. - -Para contrarrestar estos inconvenientes, mandó a llamar a varios -caciques, y vino a la capitana uno, llamado Cicatuna, que fué recibido -muy amistosamente. Este cacique se sangró con Legazpi, sacándose ambos, -de los pechos, dos gotas de sangre, revolviéndolas con vino en una taza -de plata y bebiéndose cada cual la mitad de la peregrina mezcla. Después -de la sangría se convidó a Cicatuna con conservas y vino de Castilla, -que le resultó agradable. Los postres consistieron en un discurso del -capitán generel, enterando al cacique de que el rey de España era el -mayor y más poderoso príncipe de la Cristiandad, de que en su nombre -iban los de la armada a contratar, a cuyo efecto llevaban valiosos -rescates, y de que él, el gobernador, trataría a Cicatuna como a un -hermano; por todo lo cual le suplicaba que influyera para que los -isleños viniesen a contratar con los de la flota y les vendiesen arroz, -puercos, gallinas y cabras, que les serían pagados a buen precio. - -La respuesta del cacique fué satisfactoria, en cuanto a que los indios -perderían el temor, una vez que él y el general se habían sangrado y -hecho amigos; pero que, por lo que respectaba a mantenimientos, en muy -poco le podrían servir, porque aquel año era mucha el hambre que se -padecía en la isla a causa de la falta de lluvias. - -Otro día vino la nave capitana con varios moros de _Borneo_, un -principal indio, llamado Cigala, de más categoría que Cicatuna. Quería -sangrarse con el gobernador; le regaló un lechón y le dió por excusa de -no haber venido a verle antes el haber estado forastero. Legazpi accedió -a la sangría y obsequió a Cigala con un pedazo de mantel, un espejo, una -bacinica, tijeras, cuchillos, margaritas y cuentas, y porque tenía -cuatro hijas, le entregó una docena de sartas de vidrio y otra docena de -cascabeles para cada una. - -A los quince días de haber partido el _San Juan_ para _Butuán_, regresó -adonde se encontraba el resto de la flota. Los del patache habían visto -al rey de la isla y a un hermano suyo, los cuales no habían querido -entrar en el _San Juan_ por tenerles miedo a los moros. - -Legazpi promovió consulta sobre si se debía poblar en alguna de aquellas -islas, y se convino en hacer población en _Cabalián_, por abundar allí -el arroz, los puercos y las batatas, y porque sería fácil el -abastecimiento de los que se volvieran a la Nueva España; pero la -resolución definitiva fué poblar en Cebú, por ser la tierra más fértil y -rica de cuantas hasta entonces habían visto en aquellos países. - -Los españoles fueron a _Cebú_, y Legazpi envió emisarios a Tupa, rey de -la isla, para que viniese a verle. Este requerimiento fué contestado -con promesas que no se cumplían; antes, por el contrario, los indios les -amenazaron a los de la flota, y hubo que hacerles la guerra. - -Reconociendo las casas de los fugitivos, se encontró, en una de las más -pobres, un Niño Jesús flamenco, con su camisita de volante y su sombrero -de velludo. El general experimentó tal alegría y tal emoción con este -hallazgo, que, tomando al Cristo en las manos, le besó los pies, y -alzando los ojos al cielo dijo: «Señor, Poderoso eres para castigar las -ofensas en esta isla cometidas contra tu Majestad, y para fundar en ella -tu casa e Iglesia Santa, donde tu Gloriosísimo nombre sea alabado y -ensalzado; suplícote me alumbres y encamines de manera que todo lo que -acá hiciéremos sea a honra y gloria tuya, y ensalzamiento de tu Santa Fe -católica». - -El 8 de mayo se trazó y midió el terreno sobre que había de construírse -un fuerte en el puerto de _Cebú_, y el necesario para una villa, a la -que se puso el nombre de _San Miguel_. - - * * * * * - -El 1.° de junio de 1565, la nave _San Pedro_, al mando de Felipe de -Salcedo, emprendió el regreso a la Nueva España, trayendo por pilotos a -Esteban Rodríguez y Rodrigo de Espinosa, y arribó al Puerto de la -Navidad el 1.° de octubre del mismo año. - -El 18 de septiembre, Salcedo había requerido a Rodríguez, a Espinosa y -al contramaestre Francisco de Astigarribia, que _también echaba punto y -carteaba_, a que tanteasen el camino que habían andado desde el puerto -de Cebú hasta la tierra que vieron aquel día. La distancia recorrida -había sido, según Rodríguez, de 1740 leguas, y, según Espinosa, de 1650. -Este último resultado dieron los cálculos y apuntaciones de -Astigarribia. - -De todo lo cual levantó acta el escribano de la _San Pedro_, Asensio de -Aguirre. - -Le interesaban a Salcedo la comisión y la consignación notarial de los -pareceres de los pilotos, acerca de lo navegado, para que «se entendiese -el dicho camino más verificadamente», y «para que mejor relación se -pudiese hacer a Su Majestad». - -Este viaje fué muy penoso. No pocos tripulantes enfermaron durante él, y -algunos murieron. El piloto Espinosa falleció el 27 de septiembre. Fray -Andrés de Urdaneta apenas pudo dormir, por tener que gobernar la nave, y -padeció muchísimo. - -Inmensa alegría produjo en Méjico el retorno de los supervivientes. Al -volver allí el capitán del _San Lucas_ aseguró que se había ido a pique -el resto de la armada de Legazpi. - -Cuando, al poco tiempo, fray Andrés vino a Castilla por encargo de la -Audiencia, se encontró a la Corte, que estaba a la sazón en Valladolid, -a Alonso de Avellano, que tenía muy adelantadas y con grandes -probabilidades de buen éxito sus gestiones para que le premiaran por -haber sido el primero en descubrir las islas _Filipinas_, y en haber -hecho el viaje de vuelta al punto de partida; pero fué preso por haberle -dado cuenta Urdaneta al rey de su deslealtad y codicia. Luego se le -envió a la Nueva España para que se le trasladara a Manila y se le -pusiera a la disposición de Legazpi. Por influencias interpuestas en su -favor permaneció en Méjico hasta la muerte del general, pasando después -a Manila con cartas de recomendación, que le fueron ineficaces para ser -menos escarnecido por su conducta. - - * * * * * - -Tupas y todos los naturales de _Cebú_ reconocieron el señorío del rey de -Castilla. - -Los españoles les ayudarían a los cebutines a defenderse de sus -enemigos, y lo mismo harían los de _Cebú_ con nuestros compatriotas -cuando lo necesitaran. Al indio que cometiese alguna falta contra algún -español, los caciques le traerían preso ante Legazpi para que le mandara -castigar. El español que le hiciese daño o agravio a algún indio sería -castigado por el gobernador. Cuando los españoles les compraran a los -indios bastimentos, se los habían de pagar a como valieran, y les darían -a precios moderados los rescates y géneros de España. Los indios no -podrían ir a contratar al real ni a la población de los españoles con -armas ofensivas ni defensivas. - -En demostración de obediencia, Tupas, su hijo Pisunán, Catipán, Batumán, -Maquiong y otros señores se arrodillaron ante Legazpi y le besaron la -mano. - -El general les obsequió con ropas, rescates y cuentas. A Tupas le dió, -además, dos camisas, un espejo dorado y dos sartas de margaritas. -«Quedaron ellos muy contentos viéndose tan bien vestidos de aquellos que -entendían auían venido a desnudarles.» - -Un acontecimiento extraordinario fué el haberse convertido al -catolicismo Tupas, persona la de más autoridad e influencia, no -únicamente en _Cebú_, sino sobre los señores de las otras islas. Ninguno -le igualaba en capacidad intelectual ni en habilidad política. Siempre -había rechazado la conversión, por creer que la permanencia de los -españoles en sus dominios era muy problemática, por no tener con ellos a -sus mujeres. Le bautizó fray Diego de Herrera, fué su padrino Miguel -López de Legazpi y se le puso por nombre Felipe. Se celebró la ceremonia -el 31 de mayo de 1568. Poco después fué bautizado su hijo, mozo de -veinticinco años, habiendo sido su padrino Juan de Salcedo. Se le llamó -Carlos, en recuerdo del príncipe don Carlos, hijo de Felipe II. Aquel -día se bautizaron otros notables de la isla de _Cebú_ y de las -inmediatas. - - * * * * * - -Una de las acciones de Legazpi que mejor ponen de relieve su talento y -su valor es su victoria sobre los portugueses de las _Molucas_. El -virrey de la India había encomendado al capitán Gonzalo Pereira el -apresto de una armada para echar de _Cebú_ y del archipiélago filipino -a los españoles. El general se apercibió a la defensa. Habiendo -trascurrido bastante tiempo sin que la flota lusitana apareciera por -ninguna parte, se imaginó que el virrey habría cambiado de propósito; -pero cuando Legazpi se encontraba más falto de víveres, y con sus gentes -repartidas por las provincias circunvecinas haciendo sus ordinarias -contrataciones, surgió en el puerto de _Cebú_, el 17 de septiembre de -1568, una vela que, por ser latina, reconoció inmediatamente que -pertenecía a los portugueses. - -El maestre de campo salió a reconocerla y se encontró con que era una -galeota de Portugal, procedente de las _Molucas_, en la que venía -Antonio Rombo de Acosta, acompañado de Gonzalo Pereira y de cuatro -gentiles hombres. Según le dijo Rombo al maestre, deseaba ver al -general, para tratar con él de asuntos muy importantes al servicio de la -religión y al de los reyes de Portugal y Castilla. - -Toda la armada, que pronto arribó al puerto, constaba de diez navíos, -con setecientos hombres de armas, sin contar una chusma infinita de -molucanos y malabares. - -Legazpi y Gonzalo Pereira celebraron una conferencia, en la que el -portugués se lamentó de que los españoles hubiesen ido a tierras que -estaban incluídas en la demarcación del rey de Portugal. El gobernador -le contestó que siempre había tenido por indudable hallarse en tierras -correspondientes a la demarcación de Castilla. - -Los conferenciantes no se avinieron y hubo necesidad de que apelasen a -las armas. Después de numerosas refriegas, en que los lusitanos llevaron -la peor parte, Gonzalo Pereira, en vista de la Pascua de Navidad, -resolvió volverse a las _Molucas_, y antes le envió a Legazpi, como -aguinaldo, dos ricas alfombras de Persia, una colcha, una rodela -hermosísima, y algunas porcelanas de la China. El general, por no ser -menos, le obsequió con diez varas de carmesí, diez de damasco, cuatro -cojines de terciopelo carmesí con guarniciones de oro, y un albornoz -muy rico, con rapacejos, botones y alamares de oro. - - * * * * * - -Legazpi resolvió intervenir personalmente en la conquista de la isla de -Luzón y se dirigió a ella con 280 hombres. Los habitantes de Cavite le -recibieron de paz. Un moro principal, llamado Dumandul, vino a la armada -a visitar al generalísimo. Este le interrogó sobre el estado de los -ánimos en Manila, respondiéndole Dumandul que Raxa, el viejo, anhelaba -la paz, pero que su sobrino Raxa Solimán, _el mozo_, no debía ser de la -misma opinión desde su alianza con Lacandola, reyezuelo de _Tondo_, con -quien los de Manila habían estado siempre en relaciones hostiles. - -Al ver los moros a Legazpi en el río de aquella población, la prendieron -fuego y se encaminaron a Tondo. El general encargó al maestre de campo -les dijese a los moros que apagaran el fuego, y que no se alborotaran, -porque los españoles no les iban a hacer ningún daño. - -Vinieron Raxa el viejo y Lacandola, en dos canoas, a saludar a Legazpi, -y humildemente se le postraron, asegurándole que querían paz y amistad -con él. El gobernador les contestó que, para que los tuviese por amigos, -era indispensable que se reconocieran y declararan vasallos del rey de -Castilla, que le había enviado allí para enseñarles la religión -verdadera. - -El viejo Raxa fué el primero que en Manila recibió el bautismo. - -Raxa Solimán visitó a Legazpi manifestándole que quería la paz con los -castellanos, rendirle obediencia a su rey y ser adoctrinado en el -catolicismo. En esta visita le acompañaron a Solimán su tío y el -reyezuelo de _Tondo_, y los tres le besaron la mano al general, quien -les pidió que mandasen hacer una casa para él, otra y una iglesia para -los agustinos, y ciento cincuenta casas más para el resto de los -españoles que había en la isla y concluír un fuerte que estaba en -construcción, porque pensaba fundar la capital de las Filipinas, la -residencia y corte de su gobierno espiritual y temporal. Aunque -prometieron hacerlo, no lo cumplieron del todo, teniendo nuestros -compatriotas que dar fin a las obras de fortificación. - -Hechas las paces con Raxa el viejo, Raxa Solimán y Lacandola, con -frecuencia venían a Manila indios de los territorios circunvecinos. Unos -les ofrecían su amistad a los castellanos; pero otros, viendo que estos -eran muy pocos, se burlaban de los que se les habían sometido y no -dejaban de vociferar que, si aquellos fueran a sus localidades, les -quedarían escarmentados. Tales burlas, desplantes y excitaciones -influyeron en los de Manila, hasta el punto de decidirles a dar por -nulos los compromisos adquiridos y a empuñar las armas contra nuestra -gente. - -Los menos dos mil guerreros de _Macabebe_, de _Agenoy_ y de otros -pueblos se reunieron en _Tondo_, capitaneados por un moro de gran -valentía, y convinieron con Lacandola la manera de principiar la lucha -contra los españoles. - -Al enterarse Legazpi de que estaban allí, supuso que desearían la paz y -que habrían ido a solicitar la mediación de aquel reyezuelo. Habiéndoles -llamado, y transcurridos varios días sin que acudieran al llamamiento, -el general envió a _Tondo_ tres comisarios, uno como intérprete, para -garantizarles que, sin temor, podrían ir a Manila, y para que Lacandola -contribuyera a desvanecer los recelos que pudieran impedírselo. - -El cacique, muy ladino, les manifestó a los de _Macabebe_ que si -querían, correspondiendo a la invitación, ir a ver al gobernador, él -tendría mucho placer en acompañarles. - -Entonces el capitán moro contestó, indignadísimo, que ni él ni su gente -querían presentarse ante _el Basar_ (así le llamaban a Legazpi), «ni -tener su amistad ni sus Castillas». «El sol me parta por medio el -cuerpo--añadió--y caiga yo en desgracia de mis mujeres, para que me -aborrezcan, si fuere en algún tiempo amigo de los Castillas». - -Hechos estos votos se arrojó a la calle desde la ventana de la -habitación en que se encontraba, y, marchando hacia su caracoa, les dijo -a los emisarios que pusieran en conocimiento del general que le esperaba -para combatirle. - -El maestre de campo salió en busca del arrogante musulmán, que no tardó -en morir de un arcabuzazo que le dió uno de nuestros soldados. Los -contrarios se desbandaron. El maestre les tomó diez caracoas con la -gente que iba en ellas. Más de trescientos moros murieron en el combate. -Entre los prisioneros había un hijo y dos sobrinos de Lacandola, y -aunque era, por tanto, indudable, que éste había estado en inteligencias -con los de _Macabebe_, Legazpi los puso en libertad, por si, mostrándose -piadoso, lograba traerles definitivamente a pacíficos términos. - -Teniendo en cuenta la magnitud de la isla de _Luzón_, sus provincias, -sus poblaciones y sus comodidades, el general resolvió levantar una -ciudad en el sitio en que radicaba Manila. El 24 de junio de 1571 -principió la fundación de la metrópoli política y espiritual de las -islas _Filipinas_ y de las que se rindieran a la corona de España. - -Determinados los límites de la nueva urbe, nombró dos alcaldes -ordinarios, dos regidores, un alguacil mayor, un escribano mayor de -Cabildo y dos escribanos de número. - -Señaló el sitio para plaza pública, repartió los solares para conventos -de San Agustín y para iglesia, encomendó al consejo la designación de -los que habían de repartirse entre los vecinos, y ordenó que Manila -fuese denominada capital de la provincia de la _Nueva Castilla_. - -Este nombre fué confirmado por Felipe II en Cédula de 21 de junio de -1574, en la que otorgó a Manila los títulos de insigne y siempre leal. -Por otra Cédula le concedió escudo de armas, consistente en castillo de -plata en campo rojo, y un medio delfín y león, con una espada en la -mano. - - * * * * * - -El 20 de agosto de 1572 Legazpi tuvo una grandísima desazón por haber -cometido una falta muy grave uno de sus soldados. Este disgusto se le -aumentó con tener que negar a una de las personas principales de su -campo un favor, a cuya concesión se había opuesto en varias ocasiones. - -Aquel día, y a consecuencia de varios incidentes, sintió un intenso -dolor en el corazón. Algo se le alivió con remedios que le aplicaron. A -la hora de cenar bebió un poco de agua y se le agudizó el dolor. -Entonces le recetaron una purga, y habiéndose levantado de la cama -cuando iba a hacerle los primeros efectos, falleció repentinamente. Hubo -quienes le echaron la culpa de la inesperada desgracia al médico que le -había asistido. - -El factor, el maestre, los capitanes y los oficiales del rey, sabedores -de tan triste noticia, se personaron a las dos de la madrugada con los -demás españoles que había en Manila en el domicilio del difunto -gobernador. En un escritorio le encontraron dos provisiones de la -Audiencia de Méjico, en las que se determinaba quién había de sucederle -en su cargo cuando muriera. Para ese caso se llamaba por capitán -general, en primer término, a Mateo del Sanz, y en segundo término, al -vizcaíno Guido de Lavezaris, tesorero de la Hacienda Real; y como el -maestre había pasado a mejor vida, se confirió la investidura a -Lavezaris, hombre viejo, discreto y de buenas intenciones. - -El nuevo gobernador ordenó al factor que, sin pérdida de tiempo, buscase -a Raxa Solimán, a Lacandola y a los demás caciques para agasajarlos y -porque recelaba intentasen alguna alteración. - -Al día siguiente, 21 de agosto, se le enterró a Legazpi, con militar y -magnífica solemnidad, en el convento de San Agustín, en una capilla del -presbiterio, habiéndose colocado sobre su sepulcro un estandarte y una -bandera. - -En las honras fúnebres que se le tributaron predicó el padre fray -Martín de Rada, quien, como dice fray Gaspar de San Agustín, en su -_Conquista de Filipinas_, «trató de las virtudes y excelencias de este -famoso capitán, digno de ser alabado y puesto con los mayores que ha -conocido el mundo por su valor, piedad y prudencia». - -Su hijo, Melchor López de Legazpi, le hizo en Méjico muy suntuosos -funerales, en los que predicó fray Melchor de los Reyes, de la Orden -agustiniana. - -*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK LA RAZA *** - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the -United States without permission and without paying copyright -royalties. 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You may copy it, give it away or re-use it under the terms -of the Project Gutenberg License included with this eBook or online -at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. 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margin-bottom:4em'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>LA RAZA</span> ***</div> -<hr class="full" /> - -<p class="figcenter"> -<a href="images/cover.jpg"> -<img src="images/cover.jpg" -height="550" alt="[The image of -the book's cover is unavailable.]" /></a> -</p> - -<p class="c"><span class="ltspc">LA RAZA</span><br /><br /><br /> - -ES PROPIEDAD<br /> -<span class="ltspc">DERECHOS RESERVADOS</span><br /> -PARA TODOS LOS PAÍSES<br /> -———<br /> -COPYRIGHT BY<br /><span class="ltspc"> -RAFAEL CARO RAGGIO<br /> -1920<br /></span> -<br /> -<br /> -Establecimiento tipográfico<br /> -<br /> -de Rafael Caro Raggio.<br /> -</p> - -<div class="blk"> - -<p class="c"><span class="ltspc">JULIÁN SOREL</span></p> - -<h1>LA RAZA</h1> - -<p class="c">DESCUBRIDORES<br /> -<br /> -<img src="images/colofon.png" -width="100" -alt="" /> -<br /> -<br /> -<br /><span class="ltspc"> -RAFAEL CARO RAGGIO<br /> -EDITOR<br /> -MENDIZÁBAL, 34<br /> -MADRID<br /></span> -</p> -</div> - -<table style="border: 2px black solid; -margin:1em auto;max-width:50%; -padding:1%;"> -<tr><td class="c"> -<a href="#MARTIN_ALONSO_PINZON">MARTÍN ALONSO PINZÓN</a><br /><br /> -<a href="#EL_PRIMER_VIAJE">EL PRIMER VIAJE ALREDEDOR<br /> -DEL MUNDO<br /> -MAGALLANES Y ELCANO</a><br /><br /> -<a href="#MIGUEL_LOPEZ_DE_LEGAZPI">MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI</a><br /> - -</td></tr> -</table> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_9">{9}</a></span>  </p> - -<h2><a id="MARTIN_ALONSO_PINZON"></a>MARTÍN ALONSO PINZÓN</h2> - -<p class="nind"><span class="letra">D</span><span class="smcap">eshauciado</span> Colón en la Corte, pasó—en compañía de su hijo Diego, al -dirigirse a Huelva, donde vivía un cuñado suyo—, por el Convento de la -Rábida, y llamando a sus puertas en solicitud de socorro, encontró en -fray Pérez no sólo quien les diera hospitalidad y sustentación, sino -quien escuchara y patrocinara los proyectos del descorazonado marino.</p> - -<p>A fray Juan le interesaron con viveza, porque, como religioso, no -pensaba tanto en lo que habían de engrandecer los territorios de la -corona de España como en los abundantísimos y excelentes frutos que -habían de rendirle al catolicismo al extenderse su luz entre los -moradores de los países que se descubrieran.</p> - -<p>Y comunicó la noticia de la llegada de Colón al convento a personas -<span class="pagenum"><a id="page_10">{10}</a></span>principales de Palos, para que acudiesen a enterarse de los planes del -extranjero, y con el ánimo y la esperanza de buscarle admiradores.</p> - -<p>Aunque es en las postrimerías de su vida cuando se le ve a Colón -subyugado por el misticismo, ya en el tiempo de sus primeras entrevistas -con fray Juan aducía en apoyo de la viabilidad de sus ideas, juntamente -con razonamientos científicos, y sobre ellos, razonamientos teológicos y -textos y citas de libros sagrados; con lo que llegaban a la mayor -intensidad los optimismos del ilustre fraile.</p> - -<p>En el Convento de la Rábida se congregaron Martín Alonso Pinzón, piloto -acreditadísimo, y Garci-Fernández, médico del pueblo y versado en -Cosmografía.</p> - -<p>En aquellas reuniones, Colón y Garci-Fernández representaban la ciencia; -Martín Alonso, la práctica; y fray Juan Pérez, la fe, que siempre ha -sido capaz de levantar montañas.</p> - -<p>En una celda de un monasterio de franciscanos, la fe, la ciencia y la -<span class="pagenum"><a id="page_11">{11}</a></span>experiencia se pusieron de acuerdo para trabajar por que no se -malograra la realización de un pensamiento que contenía uno de los -hechos más fecundos de la historia humana.</p> - -<p>Allí no tropezó Colón, como había tropezado en la Corte, con hombres -hueros y envidiosos que le tuvieran por loco, le hicieran burla y le -<i>volaran</i> la palabra.</p> - -<p>El físico Garci-Fernández, en su declaración en el litigio entre el -almirante mozo y el fiscal de Su Majestad, manifiesta que fray Juan -Pérez, ex confesor de Doña Isabel, la escribió una carta, de la que fué -portador Sebastián Rodríguez, piloto de Lepe, en la que la recomendaba -las aspiraciones de don Cristóbal, y que se decidió que éste -permaneciera en el monasterio hasta que se tuviera respuesta. Se recibió -a los catorce días, y en ella encargaba Doña Isabel que el fraile se -presentase en la Corte. Así lo hizo con prontitud fray Juan, cabalgando -en un mulo.</p> - -<p>Por consecuencia de esta visita, la reina «envió veinte mil maravedís en -<span class="pagenum"><a id="page_12">{12}</a></span>florines, los cuales trujo Diego Prieto», vecino de Palos, «e los dió -con una carta» a Garci-Fernández, que se los entregaría a Colón «para -que se vistiese honestamente y mercase una bestezuela e pareciese ante -S. A., e quel dicho Cristóbal Colón recibió los dichos veinte mil -maravedís e partió ante S. A...»</p> - -<p>También Martín Alonso les escribió a los reyes en favor de Colón y de -sus proyectos.</p> - -<p>Lo que no está comprobado es que le diera dinero para ir a la Corte, -aunque el piloto <i>tenía bien lo que había menester en su casa</i>. El -fiscal interrogó sobre este asunto a varias personas, y a excepción de -Martín Núñez, que lo había oído, de Antonio Hernández Colmenero, sobrino -de los Pinzones, que lo sabía igualmente de referencias, y de Arias -Pérez, hijo de Martín Alonso, que contestó saberlo «por que se halló a -todo», los demás afirmaron que ignoraban el contenido de la pregunta.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_13">{13}</a></span></p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Las condiciones exigidas por Colón a los Reyes Católicos respecto a las -mercedes, honores y privilegios que habían de concederle en el caso de -que encontrara lo que prometía, no fueron aceptadas, y el futuro -almirante abandonó el real sitio de Santa Fe.</p> - -<p>Luis de Santángel y el cardenal Mendoza le manifestaron a la reina cuán -sensible les parecía que no se hubiera llegado con él a una -inteligencia, porque si los descubrimientos no se realizaran, nada -habría que darle, y, en el caso contrario, todas sus reclamaciones -serían de muy poco valor en comparación con las ventajas y las honras -que alcanzarían España, sus monarcas y el catolicismo.</p> - -<p>Doña Isabel se dió por convencida, y de orden suya se partió en busca de -don Cristóbal, para que regresara a Santa Fe, donde las capitulaciones -serían, desde luego, suscritas en los términos que tenía demandados.</p> - -<p>Y lo fueron el 17 de abril de 1492. Se le hace a Colón almirante de las -islas que por su<span class="pagenum"><a id="page_14">{14}</a></span> mano e industria se descubrieren y ganaren, pudiendo -transmitir el cargo a sus herederos y sucesores, de uno en otro, -perpetuamente, con las preeminencias y prerrogativas a él anejas; se le -nombra virrey y gobernador de dichas islas y tierras, para cuyo buen -regimiento será elegida una persona, de tres que proponga por cada -oficio; le corresponderá la décima parte de las perlas y piedras -preciosas, oro, plata, especias y cuanto se hallase, comprase, trocase o -conquistase dentro de los límites de su almirantazgo; conocerá como juez -en los pleitos que pudieran surgir sobre tales objetos; y en las -empresas que se acometieran para su trato y negociación tendrá derecho a -la octava parte de los beneficios, contribuyendo con la octava de los -gastos de las armadas.</p> - -<p>El título de almirante, virrey y gobernador a favor de Colón fué -expedido en Granada, en 30 de abril del mismo año.</p> - -<p>De idéntica fecha es una provisión para que los vecinos de Palos le -suministren dos carabe<span class="pagenum"><a id="page_15">{15}</a></span>las y la gente necesaria para las tripulaciones. -Por faltas que habían cometido estaban obligados a facilitarlas, durante -dos meses, cuando se les ordenara.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>El 23 de mayo, Colón, acompañado por fray Juan, se presentó con esta -cédula a los alcaldes y regidores de aquel pueblo. El 20 de junio, los -reyes, viéndola incumplida, dictaron sobrecartas para que el contino -Juan de Peñalosa obligase a la entrega de las carabelas, que habían de -ser escogidas por don Cristóbal. A fin de asegurar la observancia de -estos preceptos, le escribieron al conde de Cifuentes que pusiera a -disposición de Juan de Cepeda, trinchante de la casa real, la fortaleza -de Palos.</p> - -<p>No encontraba el gran marino quien quisiera acompañarle en su viaje, y -tuvo necesidad de suplicarles a los reyes que concedieran libertad a los -presidiarios que se embarcasen con<span class="pagenum"><a id="page_16">{16}</a></span> él. Y así fué acordado. «Diz que es -necesario dar seguro a las personas que con él fuesen..., e por su parte -nos fué suplicado que se lo mandásemos dar..., e Nos tuvímoslo por bien. -E por la presente damos seguro a todas e cualesquier personas que fueren -en las dichas carabelas con el dicho Cristóbal Colón..., para que no les -sea fecho mal ni daño, ni desaguisado alguno en sus personas ni bienes, -ni en cosa alguna de lo suyo por razón de ningún delito que hayan fecho -ni cometido fasta el día de la fecha desta nuestra Carta e durante el -tiempo que fueren o estuvieren allá con la venida a sus casas e dos -meses después.» A pesar de esta cédula, los presidiarios se negaron a -embarcarse.</p> - -<p>Los reyes no le habían dado a Colón, con destino a los gastos de la -Armada, mas que un cuento de maravedís que les prestó Luis de Santángel. -Martín Alonso le proporcionó medio cuento, o se lo facilitaron entre él -y sus hermanos Vicente y Francisco.</p> - -<p>Los Pinzones sustituyeron por otras acepta<span class="pagenum"><a id="page_17">{17}</a></span>bles las naves embargadas. Y -como se aprestaran a acompañar a don Cristóbal en su viaje, y lo -hicieron público en Palos y en los pueblos limítrofes, se concluyeron -las imposibilidades para el reclutamiento de tripulaciones, y apenas -hubo quien se negara a formar parte de ellas; antes por el contrario, lo -deseaban todos o casi todos.</p> - -<p>Oigamos, acerca de estos hechos, a personas que los presenciaron y a -historiadores contemporáneos de ellos.</p> - -<p>En los pleitos habidos entre don Diego Colón y la Corona, varios -testigos declaran que «Martín Alonso traía tanta diligencia en allegar -la gente e animalla como si para él e para sus hijos hobiera de ser lo -que se descubriese. A unos decía que saldrían de miseria; a otros, que -hallarían casas con tejas de oro; a quién, brindaba con buena ventura; -teniendo para cada cual halago y dinero, e con esto e con llevar -confianza en él, se fué mucha gente de las villas».<span class="pagenum"><a id="page_18">{18}</a></span></p> - -<p>Fray Bartolomé de las Casas, en su <i>Historia apologética de las Indias</i>, -refiere que Colón, una vez firmadas las capitulaciones con los reyes, -marchó de Santa Fe a Palos, por haber allí «buenos y cursados hombres de -la mar» y que en aquel puerto se entendió con los hermanos Pinzones, y -especialmente con Martín Alonso, «que era el principal y más rico y -honrado, a los cuales casi todos los de la villa se acostaban e acogían, -por ser más ricos y más emparentados». Añade las Casas que, según sus -noticias, Martín Alonso le había prestado a Colón medio cuento de -maravedís.</p> - -<p>Noventa hombres deseaba don Cristóbal para lanzarse a la mar, y Martín -le hizo con más de ciento veinte, la mayoría de Palos, algunos de -Moguer, Huelva, Niebla y Ayamonte, y unos pocos, los menos, de otras -regiones.</p> - -<p>Entre los individuos que acompañaron a Colón en su primer viaje -figuraron, además de los tres Pinzones, Juan de la Cosa, los hermanos<span class="pagenum"><a id="page_19">{19}</a></span> -Niño, Cristóbal Guerra, Alonso de Ojeda y Diego de Lepe.</p> - -<p>En cuanto a las naves, Martín Alonso deshizo las que, de orden de los -reyes, habían sido embargadas, y aprovechó sus mejores materiales para -las que habían de sustituírlas. Una de éstas, la <i>Niña</i>, había sido -construída por Francisco Martín, el menor de los Pinzones, y era de su -propiedad. A otra, llamada la <i>Gallega</i>, le cambió el nombre por el de -<i>Santa María</i>, y la destinó para capitana. La <i>Pinta</i>, unos afirman que -era de las embargadas, y otros, que pertenecía a Martín Alonso. Hay -quienes tienen por dueño de una de estas tres embarcaciones a Juan de la -Cosa.</p> - -<p>Una prueba del fundamental apoyo concedido a don Cristóbal por Martín y -por sus hermanos es el silencio en que don Fernando Colón, al escribir -la historia de su padre, incurre acerca de este asunto interesantísimo. -Era imposible que ignorara lo que todo el mundo sabía; antes bien, tan -enterado debía estar de<span class="pagenum"><a id="page_20">{20}</a></span> lo sucedido, que, por lo mismo, resolvería -callar, temiendo que, si hablaba, se rebajaría la gloria de su -progenitor; con lo cual demostró que, en vez de hacer historia, escribía -panegíricos y que, a pesar de su clara inteligencia y de su erudición, -no comprendió que, confesando hasta con prolijidad todo lo relativo al -auxilio de los Pinzones, quedarían por encima de las de éstos la figura -y la reputación de don Cristóbal. Al decir de don Fernando, «el -Almirante, concluída su capitulación, salió de Granada, fué a Palos, -donde le entregaron dos carabelas y otro navío, que armó con la mayor -solicitud y diligencia, y provistas las tres naves de todo lo necesario, -se hizo a la vela el 3 de agosto».</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Martín Alonso gozaba de una fama muy merecida de marino inteligente y -experto. En su tiempo, nadie le aventajaba ni le igualaba en su tierra -ni en toda la costa andaluza como hom<span class="pagenum"><a id="page_21">{21}</a></span>bre de mar. Había navegado hasta -el golfo de Guinea y, por el <i>mare nostrum</i>, hasta el reino de Nápoles. -Sentía inclinación por los estudios cosmográficos, deseando añadir a sus -experiencias conocimientos teóricos.</p> - -<p>Fernández Duro, en su libro <i>Pinzón</i>, y Castelar, en su <i>Historia del -descubrimiento de América</i>, dan por averiguado que, hallándose en Roma, -acrecentó su cultura examinando escritos, copiando mapas y tomando -apuntes en la biblioteca vaticana, para lo que le aprovechó la amistad -que le unía al archivero de Inocencio VIII.</p> - -<p>En los autos del pleito entre don Diego Colón y el fiscal de Su -Majestad, varios testigos hacen manifestaciones sobre la estancia de -Martín en la capital del orbe católico y sobre sus estudios en la -biblioteca del papa.</p> - -<p>Arias Pérez, hijo de Martín Alonso, declara que él estuvo en aquella -ciudad con mercaderías de su padre, que éste se encontraba a la sazón -allí, que tenía conocimiento con un fami<span class="pagenum"><a id="page_22">{22}</a></span>liar del pontífice, «grande -cosmógrafo» y poseedor de «muchas y largas escrituras», que le enseñó a -Martín y a su hijo un mapamundi, y que en él fueron informados de la -existencia de las tierras cuyo descubrimiento trataba de adjudicarse a -Colón.</p> - -<p>Estas y otras declaraciones análogas fueron producto de la parcialidad y -debieron ser promovidas por el fiscal, que estaba interesado para ver de -contrarrestar las pretensiones de don Diego en rebajar los méritos de su -padre.</p> - -<p>Es natural que les halagaran a los herederos, parientes, deudos y amigos -de Martín Alonso, y que las contestasen afirmativamente preguntas como -ésta: «Si saben que cuando el Almirante fué a descubrir aquellas partes, -Martín Alonso Pinzón, vecino de Palos, estaba para ir a las descubrir a -su costa, con dos navíos suyos, e tenía noticia cierta y escrituras de -la tierra, las cuales había habido en Roma, en la librería del Papa -Inocencio VIII, en aquel año<span class="pagenum"><a id="page_23">{23}</a></span> que había venido de Roma, e había puesto -en plática de las ir a descubrir e lo aliñaba».</p> - -<p>Es de creer que Martín Alonso aumentara y ensanchara en la biblioteca -ponticia sus ideas y sus horizontes como cosmógrafo. A Inocencio VIII le -gustaban esos estudios, y no es extraño que tuviera en su librería -abundancia de cartas y papeles marítimos.</p> - -<p>Lo inadmisible es que allí viese, en un mapamundi, las tierras -americanas antes de ofrecerles Colón a los Reyes Católicos su hallazgo; -que hubiera estado a punto de proponerles su descubrimiento con -anterioridad al gran Almirante y que éste debiera a sus conferencias con -el mayor de los Pinzones: la seguridad que tenía de encontrar, navegando -al oeste, países desconocidos hasta entonces.</p> - -<p>De ser cierto que Martín Alonso creyera que existían y que no era -imposible llegar a ellos, lo que invirtió en favorecer a Colón debió -emplearlo en favorecerse a sí mismo. Siendo español, afamado piloto, -rico e influyente, no<span class="pagenum"><a id="page_24">{24}</a></span> le hubieran surgido tantas dificultades como a -Colón, extranjero y pobre.</p> - -<p>Lo del fantástico mapa de la biblioteca del pontífice demuestra, si bien -se considera, que, sin la ayuda del mayor de los Pinzones, nada hubiera -podido descubrirse. Don Martín Fernández de Navarrete opina que fué un -ardid de fray Juan Pérez y de Cristóbal Colón, y que lo pusieron en -conocimiento de Martín Alonso para que lo utilizase en convencer con más -facilidad a los reacios a ir en la armada. Don Cristóbal se había -reconocido incapaz de atraérselos, y estando el asunto en manos de -Martín, entre aquél y fray Juan buscaban argumentos que ofrecerle al -piloto como refuerzo de los que a él se le ocurrieran. Ya que era -público que había estado en Roma, debía decirles que allí se había -convencido, en la librería del Vicario de Jesucristo, de la existencia -de las tierras, a cuya busca se les invitaba. Si añadía al influjo de su -posición y renombre consideraciones de cierto barniz religioso, como la -propuesta, difí<span class="pagenum"><a id="page_25">{25}</a></span>cilmente habría quien se negara a sus instancias.</p> - -<p>Colón era hombre erudito, por lo menos en las materias que pudieran -aclarar sus proyectos y afirmarle en el propósito de realizarlos. Además -de las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres, había leído trabajos -de Aristóteles, Estrabón, Julio César, Séneca, Plinio, Tolomeo, Solino, -San Isidoro, Alfonso X el Sabio, Averroes, Escoto, el cardenal Pedro de -Heliaco, Juan Charlier de Gerson, el Pontífice Pío II, Regiomontano, -Pablo Toscanelli, Nicolás de Conti, y otros, como Marco Polo, cuyo libro -de viajes era tan estimado por don Cristóbal, que lo llevaba a bordo.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Para aumentar la gloria de Colón, que no necesita de aumentos, pues -tiene bastante con su propio tamaño, se ha querido pintar a los -marineros de Palos como a hombres que se<span class="pagenum"><a id="page_26">{26}</a></span> amedrentaban y encogían ante -ciertos fenómenos.</p> - -<p>A don Fernando Colón le corresponde una parte no escasa en la forja de -esa leyenda. Asegura que las tripulaciones de su padre se espantaron -viendo, al pasar de noche por las inmediaciones de Tenerife, las llamas -del volcán de la isla.</p> - -<p>Desde principios del siglo <small>XII</small>, los castellanos, los gallegos, los -vizcaínos y los aragoneses venían saliendo de los puertos andaluces para -ir a las islas <i>Afortunadas</i> y avanzar en el descubrimiento de la costa -africana.</p> - -<p>En cuanto a los marineros de Palos, fueron de los que llevaron a cabo -expediciones más dilatadas y peligrosas en aquellas centurias.</p> - -<p>Si, pues, estaban hechos desde antiguo a pasar por las Canarias, ya -habrían visto las llamas del volcán y, al volver a verlas, les -admirarían sin espantarles.</p> - -<p>Nada dice Colón de tal pavor en su <i>Diario</i>: «<i>Jueves 9 de agosto.</i> -Hasta el domingo en la<span class="pagenum"><a id="page_27">{27}</a></span> noche no pudo el almirante tomar la Gomera, y -Martín Alonso quedóse en aquella costa de Gran Canaria..., y al cabo -vinieron a la Gomera. Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de -Tenerife, que es muy alta».</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Todavía está muy generalizada la creencia de que en la nave de Colón -estalló un tremendo motín contra el Almirante para obligarle a que se -volviera a España, y que ese motín fué promovido y atizado por los -hermanos Pinzones.</p> - -<p>Es una de las mil fantasías puestas en circulación por los obstinados en -presentar al eximio descubridor como un mártir, a cuya cabeza le -brotaban por doquiera las espinas de las persecuciones.</p> - -<p>Tan irreflexivos panegiristas, más impulsados quizá por la pasión -política que por el sentimiento religioso, han pretendido la -canonización de don Cristóbal, y en su deseo de con<span class="pagenum"><a id="page_28">{28}</a></span>seguirla han -falseado la historia atribuyéndole perfecciones imaginarias—aunque -tuviera otras reales—y rodeándole de circunstancias y vicisitudes de -que no precisaba para su grandeza.</p> - -<p>De creer a los propagadores de estas fábulas, el motín a bordo fué -verdaderamente monumental, extrordinariamente espeluznante, y sirvió, no -para hacer desistir a Colón de sus propósitos, sino para revelar las -formidables condiciones de energía de que estaba dotado.</p> - -<p>De haber ocurrido tan graves acontecimientos, el almirante lo hubiera -consignado en su <i>Diario</i>. Sin embargo, he aquí sus palabras: «<i>Sábado -22 de septiembre.</i> Mucho me fué necesario este viento contrario porque -mi gente andaban muy estimulados, que pensaban que no ventaban estos -mares vientos para volver a España». «Aquí—dice el padre las -Casas—comienza a murmurar la gente del largo viaje». «<i>Domingo 23 de -septiembre.</i> Como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gente -diciendo: que pues por allí no había mar grande,<span class="pagenum"><a id="page_29">{29}</a></span> que nunca ventaría -para volver a España». «<i>Miércoles 10 de octubre.</i> Aquí la gente ya no -lo podía sufrir; quejábase del largo viaje; pero el Almirante los -esforzó lo mejor que pudo dándoles buena esperanza de los provechos que -podrían haber. Y añadía que por demás era quejarse, pues que él había -venido a las Indias y que así lo había de proseguir hasta hallarlas con -la ayuda de nuestro Señor».</p> - -<p>Wáshington Irving, Alfonso de Lamartine y Roselly de Lorgues extremaron -la nota hasta donde no se atrevió a llegar don Fernando Colón, quien -asegura que «no faltaron algunos que decían que para quitar contiendas -lo echasen (al almirante) en el mar, si no desistía de su intento, -publicando después que él se había caído estando mirando las estrellas y -las señales»; pero no se refiere a motines, sino a murmuraciones -conocidas, sofocadas y extinguidas por don Cristóbal.</p> - -<p>No hubo motín, hubo habladurías, y Martín Alonso fué ajeno a ellas. -Cuantas veces llegaron<span class="pagenum"><a id="page_30">{30}</a></span> a su noticia, lejos de fomentarlas, le aconsejó -a Colón, con energía, que las castigara, y le animó a seguir <small>ADELANTE</small>.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>El jueves 11 de octubre de 1492, «a las dos horas y media después de -media noche», se vió tierra desde la carabela de Martín Alonso. En esto -fué más afortunado que Colón el piloto de Palos. De la <i>Pinta</i>, no de la -<i>Santa María</i>, salió la alborozadora exclamación, que, por fin, -convertía en realidad tantísimos sueños y tantísimas esperanzas. «Y -porque la carabela <i>Pinta</i> iba delante del almirante—dice don Cristóbal -en su <i>Diario</i>—, halló tierra e hizo las señas que el almirante había -mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de -Triana».</p> - -<p>Le cuesta trabajo a Colón reconocer que no fué él quien se adelantó a -los demás en ver la isla de Guanahaní. Aun incurriendo en -contra<span class="pagenum"><a id="page_31">{31}</a></span>dicciones, no quiere desprenderse por completo de tal honra. El -almirante, «a las diez de la noche (del jueves 11 de octubre), estando -en el castillo de popa, vido lumbre, aunque fué cosa tan cerrada que no -quiso afirmar que fuese tierra... Pero... tuvo por cierto estar junto a -tierra».</p> - -<p>Es muy extraño que tuviera por cierto estar junto a tierra y no lo -quisiera afirmar, lo que demuestra que lo tuvo por muy dudoso. De no -haber sido así, se hubiera apresurado a mandar hacer las -correspondientes señales. Cuando lo tuvo por cierto fué cuando salió de -la <i>Pinta</i> el anhelado grito.</p> - -<p>Y quien lo lanzó no fué Rodrigo de Triana, sino Juan Rodríguez Bermejo, -a no ser que Colón entendiese Rodrigo por un Rodríguez a quien hubiera -conocido en Triana, en cuyo caso, a pesar de la dualidad de -denominaciones, se trataría del mismo sujeto.</p> - -<p>En 1.º de octubre de 1515, Francisco García Vallejo, vecino de Moguer, -que había sido<span class="pagenum"><a id="page_32">{32}</a></span> marinero de la carabela <i>Pinta</i> e iba en ella al -descubrirse el Nuevo Mundo, contesta a la pregunta décimoquinta del -interrogatorio del fiscal de la Corte en el pleito entre ésta y el -primogénito de don Cristóbal: «... aquel jueves en la noche aclaró la -luna, e un marinero del dicho navío de Martín Alonso Pinzón, que se -decía Juan Rodríguez Bermejo, vecino de Molinos, de tierra de Sevilla, -como la luna aclaró, vido una cabeza blanca, de arena, e alzó los ojos e -vido la tierra, e luego arremetió con una lombarda e dió un trueno -<i>tierra, tierra</i>, e retuvieron a los navíos fasta que vino el día, -viernes 12 de octubre».</p> - -<p>Escribe Colón que «al que le dijese primero que veía tierra le daría -luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los reyes habían -prometido, que eran diez mil maravedís de juro».</p> - -<p>Según Gonzalo Fernández de Oviedo, al volver a España el marinero de la -<i>Pinta</i> que descubrió la isla de Guanahaní, no se le concedieron las -albricias que por ello le eran debidas,<span class="pagenum"><a id="page_33">{33}</a></span> y despechado se marchó a Africa -y renegó de la fe católica.</p> - -<p>En cambio Don Fernando y Doña Isabel, por albalá fechado en Barcelona a -23 de mayo de 1493, le hacen la merced al almirante don Cristóbal Colón -de diez mil maravedís anuales durante su vida, «porque el dicho -almirante... ha descubierto primero que otro alguno la tierra de las -dichas Islas, y somos ciertos y certificados que él fué el primero que -vió e descubrió las dichas islas».</p> - -<p>Del jubón de seda nada dice este documento. Debió quedarse con él don -Cristóbal, que le llevaba en la <i>Santa María</i>. Los reyes estaban ciertos -y certificados de que el primero que vió tierra fué el Almirante. Sería -Colón quien les diera e infundiera tan peregrinas certificaciones y -certidumbres.</p> - -<p>Ya que no se recompensara a Juan Rodríguez Bermejo, debieron -concedérseles los diez mil maravedís anuales y vitalicios a los -herederos de Martín Alonso.<span class="pagenum"><a id="page_34">{34}</a></span></p> - -<p>Don Cristóbal no era tan justo como han sostenido sus defensores y -aclamadores a todo trance. Y la iniquidad no deja de informar algunas -veces los actos de los soberanos más ensalzados por sus virtudes.</p> - -<p>Martín Alonso, con su pericia y con su buen sentido, cualidades que, en -ciertos casos, pueden valer y valen más que las teorías y las -elucubraciones empingorotadas, fué la causa de que el descubrimiento de -América se anticipase.</p> - -<p>Sin los consejos del célebre piloto en cuanto a la ruta que debía -seguirse, el hallazgo del Nuevo Mundo se hubiera retrasado, no se -hubiera dado con él por las islas Lucayas, sino por otra parte más -remota, luego de esfuerzos y contratiempos sobre los ya sufridos, o lo -que es más seguro, hubiera fracasado la empresa.</p> - -<p>Relativamente a este extremo fueron interrogados algunos testigos en el -pleito entre don Diego Colón y la Corona, «si sabían que<span class="pagenum"><a id="page_35">{35}</a></span> el dicho -almirante le preguntó que si le parecía que fuesen aquel camino, e que -el dicho Martín Alonso le dijo que no, que muchas veces se lo había -dicho que no iban bien, que tornasen la cuarta de sudueste e que darían -en tierra más aína; e quel dicho almirante le respondió: pues hagámoslo -así; e luego mudó la vía por industria y parecer del dicho Martín Alonso -Pinzón, el cual era en aquel tiempo hombre muy sabido en las cosas de la -mar».</p> - -<p>Las contestaciones de los testigos fueron afirmativas. Todos, menos uno, -hablan por referencias: pero la declaración de Francisco García Vallejo, -que había estado en la armada y presenciado lo sucedido, es -incontrovertible: «Sabe e vido que dijo Martín Alonso Pinzón el dicho -viaje: señor; mi parecer es y el corazón me da que si descargamos sobre -el sudueste, que hallaremos más aína tierra, y que entonces le respondió -el dicho Almirante don Cristóbal Colón: pues sea así, Martín Alonso, -hagámoslo así, e que luego, por lo que dijo Martín Alon<span class="pagenum"><a id="page_36">{36}</a></span>so, porque era -hombre muy sabido en las cosas de la mar, se tomó el dicho acuerdo, e -que lo sabe porque se halló presente».</p> - -<p>Ninguna prueba superior para el esclarecimiento de este asunto, a las -confesiones de Colón en su <i>Diario</i>: El sábado 6 de octubre, le indicó -Martín a don Cristóbal «que sería bien navegar a la cuarta del oueste, a -la parte del sudueste, y al Almirante pareció que no decía esto Martín -Alonso por la isla de <i>Cipango</i>, y el Almirante veía que, si la erraban, -que no pudieran tan pronto tomar tierra, y que era mejor una vez ir a la -tierra firme y después a las islas».</p> - -<p>Desatendió Colón las indicaciones del capitán de la <i>Pinta</i>, y siguió -navegando al oeste; mas el domingo 7 de octubre «acordó dejar el camino -del oueste y poner la proa hacia ouesudueste, con determinación de andar -dos días por aquella vía».</p> - -<p>No dos días anduvo por ella, sino hasta descubrir tierra hasta arriba, -en la madrugada del<span class="pagenum"><a id="page_37">{37}</a></span> 12 de dicho mes, en la isla de Guanahaní, o sea al -poco tiempo de haber puesto en práctica las recomendaciones de Martín -Alonso, sobre la variación de itinerario.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>En el regreso a España, Martín Alonso hizo gala de una pericia naútica y -una prudencia superiores a las de Colón.</p> - -<p>La <i>Santa María</i> había naufragado en los bajos de Maití, por -negligencia, por confianza o por sueño del Almirante y de la gente de la -nave, estando muy tranquila la mar, y emprendieron el viaje de vuelta la -<i>Niña</i>, mandada por don Cristóbal, y la <i>Pinta</i>, a las órdenes de Martín -Alonso.</p> - -<p>Esta última se hallaba en deplorable estado. Así lo reconoce don -Cristóbal: «Esperaban muchas veces a la carabela <i>Pinta</i>, porque andaba -mal de la bolina, porque se ayudaba poco de la mezana, por el mástil no -ser bueno».<span class="pagenum"><a id="page_38">{38}</a></span></p> - -<p>En el <i>Diario</i> no se consignan las imperfecciones de la carabela de -Martín Alonso para elogiarle, sino para combatirle. «Si el capitán -della... tuviera tanto cuidado de proveerse de un buen mástil en las -Indias, donde tantos y tales había, como fué cudicioso de se apartar dél -pensando de hinchir el navío de oro, él se lo pusiera bueno».</p> - -<p>De aquí resultaría que a Pinzón no se le ocurrió sustituír el mástil que -tenía roto su barco, y que el almirante sí se le ocurrió y pudo haberlo -sustituído por otro de buenísima calidad; pero no quiso hacerlo por -vengarse de la <i>cudicia de oro</i> de Martín Alonso. De modo que si muchas -veces había que esperar a éste, era, en gran parte, a causa de las -venganzas de don Cristóbal.</p> - -<p>Del 11 al 12 de febrero de 1493, sorprende a los navíos una horrísona -tempestad. Además, hacían agua por todas partes—carcomida su tablazón -por los microbios del Trópico—y tampoco llevaban lastre. El 14 por la -noche arreciaron los vientos, que arrancaron y aleja<span class="pagenum"><a id="page_39">{39}</a></span>ron a la <i>Pinta</i> de -la <i>Niña</i>, habiendo aquélla desaparecido por completo de la vista de la -capitana en la madrugada del 15.</p> - -<p>Desde entonces, cada carabela hace la navegación para el retorno con -independencia de la otra.</p> - -<p>El 18 arriba la <i>Niña</i> a la isla <i>Santa María</i>, del grupo de las Azores. -Había allí, a orillas del mar, una pequeña casa a manera de ermita, y -dispuso Colón, en cumplimiento de votos hechos con motivo del temporal, -que bajase a ella, en camisa, la mitad de su gente. Cuando estaban en -sus rezos, los isleños, unos a caballo y otros a pie, y mandados por el -capitán Juan de Castañeda, cayeron sobre los romeros y los apresaron.</p> - -<p>Castelar escribe que le fueron devueltos al almirante; mas esto debió -soñarlo el preclarísimo tribuno, en cuyos trabajos históricos se mezclan -las investigaciones serias, las intuiciones maravillosas, las -grandilocuencias de estilo y las invenciones injustificadas.<span class="pagenum"><a id="page_40">{40}</a></span></p> - -<p>Lo que consta en el <i>Diario</i> es que Colón estuvo a punto de caer también -en poder de los portugueses.</p> - -<p>El 4 de marzo llegó la <i>Niña</i> a la roca de Cintra. El rey de Portugal se -hallaba en Belem, y Colón le escribió pidiéndole permiso para ir a -Lisboa. El monarca le mandó a llamar a su residencia, por medio de don -Martín de Moroña, y le agasajó mucho, sentándole a su mesa y haciendo -que le guardasen las mayores consideraciones los principales nobles; -pero a Don Juan II le molestaron, aunque aparentase que le cautivaban, -los descubrimientos y las relaciones de Colón, y ni siquiera lo supo -aparentar cabalmente, porque le dijo que aquellas conquistas, en virtud -de capitulaciones con Castilla y de pontificios decretos, le pertenecían -a él.</p> - -<p>Don Cristóbal le refirió con tal afectación sus hallazgos, que don Juan -llegó a pensar si aquella manera de referir no sería más bien una -especie de venganza por no haber acepta<span class="pagenum"><a id="page_41">{41}</a></span>do sus proyectos cuando le -brindara con ellos. Y habiendo oído a los del Consejo real, unos -dictaminaron que el almirante debía ser condenado a muerte por haber -engañado a los soberanos españoles, induciéndoles a invadir ajenos -dominios, y otros, que lo más cortés y lo más hábil era ser hospitalario -con los súbditos extranjeros y apoderarse de los descubrimientos de -Colón calladamente y por la fuerza.</p> - -<p>Martín Alonso, a pesar del mal estado de su nave, hizo el regreso sin -tocar en territorios portugueses y encaminándose y arribando a España.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Wáshington Irving y Roselly de Lorgues pusieron en circulación que -Martín Alonso, desde el puerto de Bayona, en Galicia, les escribió a los -reyes dándoles cuenta del descubrimiento de América y apropiándose la -gloria de haberlo realizado.<span class="pagenum"><a id="page_42">{42}</a></span></p> - -<p>Nadie ha podido dar con la carta en archivos públicos ni particulares. -Es muy probable que la escribiese, y aun pudiera añadirse, aumentando -los grados de la probabilidad, que era deber de Pinzón no dejar de -escribirla. En cuanto a que intentara atribuírse todos los honores del -hallazgo del Nuevo Mundo, hay testimonios que demuestran que no tuvo -inconveniente en pregonar los merecimientos de don Cristóbal. Juan de -Aragón, vecino de Moguer, que halló en el mar a la <i>Pinta</i>, cerca de -Palos, declaró en el pleito entre don Diego Colón y el fiscal regio: «Un -Martín Alonso Pinzón dijo a este testigo y a los demás que don Cristóbal -Colón y Juan Niño y sus hermanos y parientes habían descubierto Indias». -Pedro Enríquez, vecino de Palos, visitó la <i>Pinta</i> en Bayona, «e este -testigo vido los indios que traían de la isla de Guanahaní, e le dijeron -que el almirante había descubierto las Indias..., e este testigo hobo al -presente cuatro pesos de oro, que le dió el contramaestre».<span class="pagenum"><a id="page_43">{43}</a></span></p> - -<p>Si hubiera dicho en la carta que Colón había perecido, nada de -particular tendría que así lo creyera, careciendo de noticias suyas -desde hacía mucho tiempo.</p> - -<p>En lo que más empeño ponen ciertos escritores, para agigantar hasta lo -inconmensurable la figura de don Cristóbal, es en hacer constar que -Pinzón les pedía a don Fernando y a doña Isabel que le recibieran, y que -se negaron a ello. La parcialidad de don Fernando Colón asegura que le -contestaron que no compareciese a su presencia sino en compañía del -almirante, y que esta respuesta le produjo tanto pesar que «cayó enfermo -y se dirigió a Palos».</p> - -<p>Pinzón no hubiera tenido necesidad de especial permiso para presentarse -ante la Corte, porque no desempeñaba ningún cargo de real nombramiento. -Y si en la epístola del ilustre piloto se hubieran ocultado los -servicios y méritos de don Cristóbal como descubridor, los historiadores -y cronistas de la época, en los<span class="pagenum"><a id="page_44">{44}</a></span> que nada se encuentra sobre tales -negativas, las hubieran tratado y comentado con viveza, porque no -hubieran podido menos de causar hondísima sensación.</p> - -<p>Ni se negó la Corte a recibirle, ni enfermó, ni murió de amargura por la -repulsa. Pedro Arias, Alonso Vélez y otros testigos afirman que estando -Martín Alonso para ir a hacer relación a Sus Altezas, murió del mal que -traía. Y Diego Rodríguez Colmenero vió «que la reina doña Isabel mandó -un mensajero que fuese Martín Alonso ante ella para informarla, y cuando -el mensajero vino era fallecido». «Murió del mal que traía», del que le -habían producido los rudísimos trabajos del viaje al Nuevo Mundo, y -especialmente los del regreso a España.</p> - -<p>Se le dió sepultura en el Convento de la Rábida.</p> - -<p>Por su valor, porque sin su colaboración no se hubiera hecho entonces el -descubrimiento de América, y por sus excepcionales dotes de marino, -puestas de relieve en diversidad de<span class="pagenum"><a id="page_45">{45}</a></span> ocasiones, y sobre todo en la -inmortal empresa, bien merecía que las musas le hubieran ensalzado y -llorado, que los ingenios de aquellos días heroicos hubieran prorrumpido -en profundas lamentaciones y ceñídole a su memoria las coronas de -laureles eternos que la posteridad le ha hecho ya la justicia de -consagrarle.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Martín Alonso dejó cuatro hijos y una hija. Dos de aquéllos, Arias -Pérez, que era el mayor, y Diego Fernández, fueron muy arriesgados y -hábiles marineros y acompañaron a su tío Vicente Yáñez Pinzón en el -famoso viaje en que descubrió el Brasil.</p> - -<p>La hija estaba demente. En 1503, Arias Pérez se dirigió al rey dándole -cuenta de que la muchacha padecía de gota coral y de que la tenía en su -casa desde hacía cinco años, y solicitando que, pues no podía sufrir más -las im<span class="pagenum"><a id="page_46">{46}</a></span>pertinencias y los disgustos debidos a su enfermedad, se obligara -a cada uno de los otros hermanos a que la soportaran tanto tiempo como -él lo había hecho, y que, si se negaban a ello, se entendiese que -renunciaban a la parte que al fallecimiento de la pobre loca pudiera -corresponderle de los bienes que había heredado de su padre. «E -Nos—contestaba Fernando V a estas reclamaciones—tuvímoslo por bien».</p> - -<p>El primogénito de Martín Alonso estaba cansado de su hermana; los demás -no querían aguantarla, y por eso las demandas de Arias a la majestad -real.</p> - -<p>Si los de su sangre la rechazaban, los extraños no la iban a recoger. -Los obligados a protegerla no tenían que castigar sus patrimonios para -los gastos de su sustentación y cuidado. Ella contaba con hacienda -propia. Y ni aun así la aceptaban. Tenía, la infeliz, destemplada la -armonía del entendimiento. Y tenían sus hermanos destemplada la armonía -del corazón.<span class="pagenum"><a id="page_47">{47}</a></span></p> - -<p>Son verdaderamente tristes la infelicidad de la hija y el egoísmo de los -hijos de Martín Alonso.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Don Cristóbal, sin la ayuda que en dinero, hombres y buques le -proporcionaron Martín Alonso y sus hermanos, no hubiera podido emprender -su viaje, ni descubrir el Nuevo Mundo.</p> - -<p>La contribución de los Pinzones a la empresa, ¿sería completamente -desinteresada?</p> - -<p>Las pretensiones de Colón para en el caso de encontrar los territorios -con que soñaba motivaron el que no pudiera entenderse con el rey de -Portugal y estuvieron a punto de darle idéntico negativo resultado con -los Reyes Católicos.</p> - -<p>Casábase en su espíritu la idealidad con los cálculos y los apetitos.</p> - -<p>Y los Pinzones, ¿serían tan altruístas que tomasen parte en la -expedición sin ninguna mira<span class="pagenum"><a id="page_48">{48}</a></span> material, románticamente, nada más que por -hacerse famosos?</p> - -<p>Martín Alonso, a juzgar por el testimonio de sus contemporáneos, «era -hombre de gran corazón, que trabajaba de hacer lo que otro no pudiese, -porque de ello hobiese memoria»; pero, por grandes que fueran sus ansias -de renombre, nadie se mueve sino por su interés y utilidad, como apunta -el padre las Casas, refiriéndose a esta cuestión, en su <i>Historia -apologética de las Indias</i>.</p> - -<p>No existen documentos en los que se consignen tratos entre Colón y -Martín Alonso; lo que no obsta para que sea muy humano y muy verosímil -que los hubiera y que los otorgasen verbalmente. Tampoco es imposible, -ni improbable, que los consignaran por escrito y que éste se perdiera.</p> - -<p>Las Casas indica que era general la creencia de que Colón le había -ofrecido al piloto la mitad de las honras y de los provechos que -consiguiese, y aunque opina el insigne historiador<span class="pagenum"><a id="page_49">{49}</a></span> que hubo promesas, -no se explica que siendo Martín hombre avisado no le hubiera pedido al -almirante aseguranza formal de ellas, y le extraña que, habiendo -conocido y tratado al capitán de la <i>Niña</i>, nunca le hubiera oído nada -de esos convenios, y que los herederos de su hermano mayor no hubieran -reclamado judicialmente su cumplimiento.</p> - -<p>Es chocante el silencio de Vicente Yáñez. Respecto al pleito, fué -interpuesto después. En cuanto a la escritura, hubiera sido ineficaz en -lo relativo a los honores, sin el consentimiento y la aprobación de los -reyes. Ahora bien; pudieron otorgarla, por lo tocante a las utilidades, -y ajustar lo demás de palabra, para legalizarlo, con la regia venia, en -ocasión oportuna.</p> - -<p>De los testigos del pleito, Francisco Medel oyó que Colón le había -prometido a Martín Alonso <i>cuanto pidiese y quisiere</i>, si le acompañaba; -Alonso Gallego <i>oyó también que partiría con él como hermano</i> todo lo -que ganase, y Diego Fernández Colmenero afirma que <i>le prome<span class="pagenum"><a id="page_50">{50}</a></span>tía la -mitad de todo el interés de la honra y del provecho</i>.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Colón no les ofreció a los Reyes Católicos descubrir un nuevo mundo, -sino encontrar un camino más corto que el seguido hasta entonces para ir -a las Indias y llegar al oriente de éstas navegando al occidente.</p> - -<p>Apoyándose en las que él llamaba «razones de cosmografía», pensaba que -era corta la distancia entre las costas occidentales de Europa y Asia y -las de Catay y Cipango. Se proponía buscar el <i>levante por el poniente</i> -y pasar al nacimiento de las especias. «Vuestras Altezas ordenaron—dice -en el prólogo del <i>Diario</i> de su primer viaje—que no fuese por tierra -al Oriente, por donde se acostumbraba de andar, salvo por el camino de -occidente, por donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado -nadie».<span class="pagenum"><a id="page_51">{51}</a></span></p> - -<p>Estas ideas cosmográficas eran las de Pablo Toscanelli, que, -escribiéndole a Fernando Martínez, canónigo de Lisboa, y enviándole a la -vez una carta geográfica para el rey de Portugal, le invita a reparar en -que en ella «está pintado en derechura por poniente el principio de las -Indias».</p> - -<p>Cuando don Cristóbal se dispuso, el 23 de octubre de 1492, a partir para -la isla de Cuba, creyó que era la de <i>Cipango</i>, y el 14 de noviembre -«maravillóse en gran manera—cerca de Puerto del Príncipe—de ver tantas -islas y tan altas, y se figuró que son aquellas innumerables que en los -mapamundos en fin de oriente se ponen».</p> - -<p>Al regreso, en 1496, de su segundo viaje, visitó a su íntimo amigo -Bernáldez, el famoso párroco de la villa de los Palacios, y le refirió -cómo se le había ocurrido la idea de buscar las tierras del gran <i>kant</i>, -soberano del Asia oriental, navegando al occidente.</p> - -<p>En la carta denominada <i>Lettera rarisima</i>,<span class="pagenum"><a id="page_52">{52}</a></span> que don Cristóbal dirigió, -desde Jamaica, en 7 de julio de 1503, «a los cristianísimos y muy -poderosos rey y reina de España», notificándoles lo ocurrido en el -cuarto viaje, hay pruebas de que persistía en su error en aquella fecha -al final de sus expediciones y trabajos. «También dicen que la mar boxa -a <i>Cyguare</i> y de allí a diez jornadas está el río de Gangues». Se -imaginaba estar cerca del Ganges, en el continente asiático. «Llegué a -trece de mayo en la provincia de <i>Mago</i>, que parte con aquella de -<i>Catayo</i>». ¿No recuerdan estas palabras el capítulo <small>LXV</small> de los <i>Viajes</i> -de Marco Polo? ¿No se inspiraría en él el almirante para escribirlas? -Obsérvese, de paso, que constituyen una irrebatible demostración de que -Alejandro de Humboldt no estaba en lo cierto al sostener, en sus -magníficos estudios sobre el descubrimiento de América, que le era -desconocido a don Cristóbal el libro del afamadísimo viajero veneciano.</p> - -<p>Como ha dicho el laborioso historiador don<span class="pagenum"><a id="page_53">{53}</a></span> Cesáreo Fernández Duro, «de -hallar Colón lo que no buscaba y del convencimiento en que murió de -haber llegado al Asia, se infiere que para el descubridor del Nuevo -Mundo el Nuevo Mundo no existió.</p> - -<p>Martín Alonso regresó a España con la seguridad de que acababa de -romperse el misterio de tierras desconocidas.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_54">{54}</a></span>  </p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_55">{55}</a></span>  </p> - -<h2> -<a id="EL_PRIMER_VIAJE"></a>EL PRIMER VIAJE ALREDEDOR<br /> -DEL MUNDO<br /> -MAGALLANES Y ELCANO</h2> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_56">{56}</a>  </span>  </p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_57">{57}</a>  </span>  </p> - -<h3><a id="I"></a>I</h3> - -<p class="nind"><span class="letra">H</span><span class="smcap">ernando</span> de Magallanes había prestado a Portugal excelentes servicios, y -no habiendo recibido del rey Don Manuel todas las distinciones y -recompensas que por ellos le eran debidas, renunció a su nacionalidad y -se ofreció al emperador Carlos V. También se le ofrecieron, incomodados -por análogas postergaciones, Ruy Falero, notable astrónomo lusitano, y -Cristóbal de Haro, opulento comerciante, natural de Amberes, que -residía, desde hacía varios años, en Lisboa, donde se dedicaba a -comerciar en grande escala, por medio de agentes, con los territorios -descubiertos por los portugueses en la India oriental.</p> - -<p>A Magallanes, muy experto marino y entendido cosmógrafo, le preocupaba -el afán de en<span class="pagenum"><a id="page_58">{58}</a></span>contrar un estrecho en el mar del sur para pasar al -oriente, a las islas tan renombradas de la Especería, por otro camino -que el del cabo de Buena Esperanza. Y tenía por indudable que aquellas -islas no correspondían a Portugal, sino a España, según la línea de -demarcación trazada, decretada y rectificada por el pontífice Alejandro -VI para prevenir diferencias y conflictos entre ambas naciones.</p> - -<p>Ofreció a la majestad de Carlos V la busca de dicho estrecho y el -dominio del país de las especias y solicitó, si no se le quisieran o no -se le pudieran proporcionar recursos materiales para la empresa, -autorización para acometerla, siendo de su cuenta y de la de sus -compañeros los gastos que originara.</p> - -<p>Desde que Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo venía siendo objeto -de los desvelos y las investigaciones de los navegantes, así como de los -cuidados del Gobierno español, la busca de un paso para las tierras del -gran Cant, y hallado el mar austral por Vasco Nú<span class="pagenum"><a id="page_59">{59}</a></span>ñez de Balboa, se -inquirió con diligencia infatigable si aquel mar tendría comunicación -natural con el Atlántico, habiendo resultado negativas las exploraciones -hechas y derivádose más adelante de su infructuosidad numerosos planes -para la confluencia de los dos Océanos o para trasladar del uno al otro -las mercancías a través del Istmo.</p> - -<p>No podrían menos de interesar a la Corte y al Consejo de Indias tales -ofrecimientos, por responder a dos anhelos tan acentuados en aquella -época como el de hallar el paso al Oriente y el de traer a España los -riquísimos productos de sus regiones.</p> - -<p>La indignación del país vecino a consecuencia de estas ofertas y de la -benévola acogida que se las había dispensado, llegó al extremo de que -don Alvaro de Costa, embajador de Portugal en Madrid, hizo los mayores -esfuerzos para desacreditar a Magallanes. «Ahora—le escribía a su -soberano—hablé muy serio al rey, presentándole muchos inconvenientes;<span class="pagenum"><a id="page_60">{60}</a></span> -«cuan feo era recebir hum Rei os vasalos de outro Rei seu amigo a sua -vountade, que era cousa que entre caballeiros se nam acostumaba; que no -era tiempo de disgustar a V. A., y más en cosa de tan poca importancia y -tan incierta, que vasallos tenía para descubrimientos, sin echar mano de -los que venían descontentos de V. A., y de quien V. A. no podía menos de -tener sospechas». Con tanto desenfado le habló don Alvaro al Emperador, -que al enterar aquél al rey don Manuel de los términos y los tonos de la -entrevista, emplea estas palabras: «Quedó espantado con lo que le dije». -De quien el monarca lusitano no debía preocuparse era de Ruy Falero. -«Del bachiller no se haga caso; duerme poco y anda casi fuera de seso».</p> - -<p>En cuanto a Magallanes, Faria y Sousa asegura, en su <i>Europa -portuguesa</i>, que el obispo de Lamego, don Fernando de Vasconcelos, votó -que el rey o le hiciese merced o le hiciese matar, porque era -peligrosísimo para el reino lo que intentaba. Según Herrera, andaban -entram<span class="pagenum"><a id="page_61">{61}</a></span>bos—Magallanes y Falero—«a sombra de tejado, y cuando los -tomaba la noche en casa del obispo de Burgos enviaba sus criados que les -acompañasen».</p> - -<p>La protección de don Juan Rodríguez de Fonseca, y en especial la del -emperador, a quien, desde los primeros momentos, le inspiraron simpatía -los planes de Hernando y sus colegas, dieron al traste con las -maquinaciones fraguadas y las artes invertidas para imposibilitarlos.</p> - -<p>¿Traicionó Magallanes a Portugal poniéndose a nuestro servicio? Hay que -decidirse, sin vacilaciones, por la negativa. Los desleales a su nación -serán los gobernantes que no recompensen debidamente a quienes se -desvivan por ella; mas no los ciudadanos que la abandonen por semejantes -ingratitudes. Ni Magallanes cometió ninguna injusticia contra su país, -porque pertenecían al nuestro las islas Molucas, desde donde los -portugueses llevaban las especias a Calicut.</p> - -<p>Aniquilados cuantos obstáculos se oponían a<span class="pagenum"><a id="page_62">{62}</a></span> la expedición, el César -dispuso que a su costa—porque lo que se arriesgaría sería poco, si -resultara estéril, e inmensas las honras y ganancias que se obtendrían -si se alcanzase el éxito apetecido—, se equipare una flota.</p> - -<p>En cumplimiento del imperial mandato, se aprestó una de cinco naves: la -<i>Trinidad</i>, de ciento diez toneles; la <i>San Antonio</i>, de ciento veinte; -la <i>Concepción</i>, de noventa; la <i>Victoria</i>, de ochenta y cinco, y la -<i>Santiago</i>, de sesenta y cinco.</p> - -<p>Don Martín Fernández de Navarrete, en su famosa <i>Colección de los viajes -y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del -siglo XV</i>, establece la diferencia entre la capacidad de los toneles y -la de las toneladas. Por aquéllos se daban a entender antiguamente los -vizcaínos, y por éstas los sevillanos de la carrera de Indias. Las -medidas de unos y otras «estaban en la razón de cinco a seis; de modo -que diez toneles hacían doce toneladas».</p> - -<p>Las naves las adquirió en Cádiz, por orden<span class="pagenum"><a id="page_63">{63}</a></span> de Su Majestad, el factor -Juan Aranda, e incluídos los bateles y los aparejos de ellas, costaron: -la primera, doscientos setenta mil maravedís; la segunda, tres cientos -treinta mil; la tercera, doscientos veintiocho mil setecientos -cincuenta; la cuarta, trescientos mil, y la quinta, ciento ochenta y -siete mil quinientos.</p> - -<p>La <i>Trinidad</i> sería la capitana, y su gobierno y el supremo de las demás -se adjudicaría a Hernando de Magallanes; la capitanía de la <i>San -Antonio</i>, a Juan de Cartagena, veedor de la expedición; la de la -<i>Concepción</i>, a Gaspar de Quesada; la de la <i>Victoria</i>, a Luis de -Mendoza, y la de la <i>Santiago</i>, a Juan Serrano. Juan Sebastián Elcano -iría en la <i>Concepción</i> en calidad de maestre.</p> - -<p>En la iglesia de Santa María de la Victoria de Triana, en Sevilla, -recibió Magallanes el estandarte real, de manos de Sancho Martínez de -Leiva, a quien, como representante del emperador, hizo juramento y -pleito homenaje de que en la empresa que se le encomendaba se -con<span class="pagenum"><a id="page_64">{64}</a></span>duciría como buen vasallo; e idénticos votos le prestaron a -Magallanes los capitanes y oficiales de las otras naves.</p> - -<p>Ruy Falero, por habérsele quebrantado la salud, se quedaría en España de -orden de Su Majestad Imperial. De la enfermedad del renombrado astrónomo -se ocupan, con ingenuidad pintoresca, nuestros historiadores de Indias. -Gonzalo Fernández de Oviedo dice que «aquel mesmo año el Ruy Falero, -como era subtil y muy dado a sus estudios, por ellos o porque Dios así -lo permitiese, perdió el seso y estuvo muy loco y falto de raçón y de -salud, y Çesar lo mandó curar y tratar bien». Francisco López de Gómara -se expresa de este modo: «Era Ruy Falero buen cosmógrafo y humanista... -Y enloquesció de pensamiento de no poder cumplir con lo prometido, o -como dicen otros, de puro descontento por enojar y deservir a su rey». -¿No perdería la razón obsesionado con la idea de que el embajador de -Portugal, en Madrid, don Alvaro de Costa, le hubie<span class="pagenum"><a id="page_65">{65}</a></span>ra dicho al rey Don -Manuel que estaba a punto de perderla y que no hiciera de él aprecio -alguno?</p> - -<p>El 10 de agosto de 1519 salió la flota de Sevilla, y el 20 de septiembre -partió de Sanlúcar de Barrameda, dirigiéndose a las islas Canarias o -Afortunadas. Estuvo allí proveyéndose de carne, agua y leña, y el 2 de -octubre salió del puerto de <i>Montaña Roja</i>, de la isla de Tenerife, con -rumbo al sudoeste; pero el 3 del mismo mes, hallándose en 27° de latitud -norte, cambió de itinerario. Juan de Cartagena manifestó su -disconformidad con aquella variación de ruta.</p> - -<p>Quince días después llegó la armada al paralelo de <i>Sierra Leona</i>. Una -noche, hallándose en la costa de Guinea, Cartagena, desde su nave, -saludó a Magallanes diciéndole: «Dios os salve, señor capitán e maestre, -e buena compañía.» Magallanes le respondió que era llamándole capitán -general como tenía que saludarle.</p> - -<p>Estando la mar calmosa, el general hizo ve<span class="pagenum"><a id="page_66">{66}</a></span>nir a su navío a los -capitanes y pilotos de los demás, y habiéndose promovido muy viva -discusión sobre la manera de hacer los saludos, requirió a Cartagena a -que se le diera preso; el requerido solicitó, inútilmente, la ayuda de -ciertos jefes, que tenía por incondicionales amigos suyos, para prender -a Magallanes, y este amarró por los pies, en un cepo, a Cartagena, y si -consintió en confiárselo a Luis de Mendoza, fué a condición de que se lo -había de entregar cuando se lo reclamara. El cargo que el apresado -marino había venido desempeñando se le otorgó al contador Antonio de -Coca.</p> - -<p>Prosiguiendo el viaje, el 13 de diciembre arribaron a un puerto que fué -llamado de Santa Lucía, donde traficaron con los naturales del país. En -el Diario o derrotero del viaje de Magallanes, desde el cabo de San -Agustín, en el Brasil, hasta el regreso a España de la nao Victoria, -escrito por Francisco Albo, se consignan noticias de aquellos indígenas, -de las producciones allí más copiosas y de los camba<span class="pagenum"><a id="page_67">{67}</a></span>laches que hicieron -los expedicionarios: «Hay buena gente y mucha, y van desnudos, y tratan -con anzuelos y espejos y cascabeles por cosas de comer, y hay mucho -brasil.»</p> - -<p>Magallanes relevó de la jefatura de la <i>San Antonio</i> al contador Coca, -la encomendó a Alvaro de Mezquita, sobresaliente de la <i>Trinidad</i>, y el -27 de diciembre reanudó la exploración de la costa.</p> - -<p>Hacia mediados de enero de 1520, principiaron a reconocer con -minuciosidad el interior del río de la Plata, durando el reconocimiento -hasta el 7 de febrero. En el cabo de San Agustín se vió conturbada la -flota por un violentísimo temporal. Allí se le acercaron en canoas -muchos indígenas. Uno de ellos, vestido con una piel de cabra, entró con -asombrosa desenvoltura en la nave de Magallanes. Este le regaló una -camisa de lienzo y una camiseta de paño encarnado. El 13 de febrero se -encontraron cerca de unos «bajos donde la <i>Victoria</i> dió muchas -tocadas», y el 27 en una bahía en<span class="pagenum"><a id="page_68">{68}</a></span> la que faltaba toda clase de -provisiones. En una isleta próxima a ella cogieron ocho lobos marinos y -varios patos.</p> - -<p>Magallanes reclamó a Luis de Mendoza la entrega de Juan de Cartagena, y -encargó su custodia a Gaspar de Quesada.</p> - -<p>El 31 de marzo llegaron al puerto de San Julián.</p> - -<p>Al día siguiente, domingo de Ramos, el capitán general llamó a los jefes -y pilotos de los otros navíos para que fueran al suyo a oír misa y a -comer, y todos acudieron al llamamiento, menos Juan de Cartagena, por -hallarse preso, y Gaspar de Quesada, por estarle ordenada su guarda.</p> - -<p>El país era muy frío y estéril; los mantenimientos iban escaseando, y -Magallanes prescribió la economía en las raciones para que fuesen más -duraderas. Por todas estas causas, los expedicionarios, muy -descontentos, le pidieron que regresara a España, pero se apresuró a -contestarles que él había de cumplir la misión<span class="pagenum"><a id="page_69">{69}</a></span> que le había confiado el -emperador, y que, en todo caso, preferiría la muerte a un retorno que -tenía por ignominioso.</p> - -<p>Maximiliano Transilvano, secretario de Carlos V, en su magnífica -<i>Relación</i>, dirigida al cardenal Salpurgense, obispo de Cartagena, <i>de -cómo, por quién y en qué tiempo fueron descubiertas y halladas las islas -Molucas, donde es el propio nascimiento de la especería, las cuales caen -en la conquista y marcación de la corona de España</i>, refiere algunas de -las razones dadas por Magallanes a los alborotados tripulantes en contra -de la vuelta de la armada a nuestra patria: «El capitán Magallanes... -les respondió contradiciendo a sus ruegos e diciendo que él llevaba en -escripto, por mandamiento del Emperador, el curso y viaje que habían de -hacer, y que en manera del mundo él no podía exceder de aquello» «e que -considerasen qué alabanza ni gloria les podría ser dada a ellos, pues -que allí donde estaban no había distancia de más de 24 a 25° de aquella -parte del tró<span class="pagenum"><a id="page_70">{70}</a></span>pico de Capicornio, que era 4 ó 5° más metidos al austro -que los portuguese», «que tuviesen por cierto que tanto mayor gloria y -mayores galardones, premios y mercedes recibirían cuanto con mayores -trabajos descubriesen y hallasen para el Emperador, que los había -enviado a aquel nuevo y incógnito mundo, lleno de riquezas, de especería -y de oro».</p> - -<p>En la noche del mismo domingo de Ramos, 1.° de abril de 1520, Gaspar de -Quesada y Juan de Cartagena pasaron, con treinta hombres armados, desde -la <i>Concepción</i> a la <i>San Antonio</i> pidiendo que se les entregase Alvaro -de Mezquita, y se les ayudara contra Magallanes, para obligarle a -cambiar de conducta y de propósitos, y diciendo que ya se habían hecho -dueños de la <i>Trinidad</i> y de la <i>Victoria</i>. Juan de Elorriaga, maestre -de la <i>San Antonio</i>, habló en defensa de Mezquita, y Quesada llamó loco -al maestre y le dió cuatro puñaladas en un brazo. Preso Mezquita, se -trasladó Cartagena a la <i>Concepción</i>. Quesada permaneció en la <i>San<span class="pagenum"><a id="page_71">{71}</a></span> -Antonio</i>, y así quedaron los revolucionados por amos de estas naves.</p> - -<p>Cartagena y Quesada pusieron en conocimiento de Magallanes lo que habían -hecho, y le requirieron para que se aviniese a cumplir la que ellos -estimaban que era la voluntad del emperador, asegurándole que, de -acatarla, le aumentarían las consideraciones, respetos y reverencias que -le habían guardado hasta entonces. Instóles el capitán general a que -pasasen a su nave, donde les escucharía y verían de resolver lo que -procediera; pero eludieron la invitación de Magallanes, quien, por medio -del alguacil Gonzalo Gómez de Espinosa, envió una carta a Luis de -Mendoza excitándole a que fuese a la <i>Trinidad</i>, y como al leerla se -sonriera maliciosamente, Espinosa le dió una puñalada en la garganta, y -un marinero acabó de quitarle la vida de una cuchillada en la cabeza. -Poco después entraron en la <i>Victoria</i> quince hombres armados, a las -órdenes de Duarte Barbosa, cuñado de Magallanes, sin que nadie<span class="pagenum"><a id="page_72">{72}</a></span> se les -resistiese. Al otro día, 2 de abril, arremetió la <i>Trinidad</i> contra la -<i>San Antonio</i>, disparándola varios tiros, y cayeron en poder del -almirante Gaspar de Quesada y Antonio de Coca. También hizo prender en -la <i>Concepción</i> a Juan de Cartagena.</p> - -<p>El día 3 mandó descuartizar el cadáver de Mendoza, y el día 7 fué muerto -y descuartizado Quesada, cuyo criado Luis de Molino tuvo que hacerle -pedazos, para él librarse de sucumbir en la horca. A Juan de Cartagena y -a un clérigo llamado Pedro Sánchez de la Reina, que había contribuído a -la rebelión, los quedó desterrados por allí, dejándoles, para que se -alimentaran unos cuantos días, taleguillas de bizcocho y botellas de -vino. A cuarenta individuos más hubiera ordenado ajusticiar, de no haber -tenido en cuenta que, haciéndolo así, no le quedaba la gente -indispensable para los menesteres de la flota.</p> - -<p>Entre los que se libraron de morir, figura Juan Sebastián Elcano, que -fué uno de los re<span class="pagenum"><a id="page_73">{73}</a></span>queridos por Cartagena y por Mendoza para compeler a -Magallanes, de paz o a la fuerza, a la observancia de los que ellos -decían que eran los mandatos reales. Elcano nos informa de su -participación en estas lastimosísimas y memorables tragedias. Intervino -personalmente en la detención de Alvaro de Mezquita, y en el envío a -Magallanes de un escribano y un alguacil para pedirle que tomara consejo -con sus oficiales en todo lo que hubiera de hacerse. Según Elcano, el -almirante mandó prender a Luis de Mendoza por estimar que era el que -aconsejaba estos requerimientos y alborotos, y asegura que Magallanes le -dió doce ducados al alguacil Espinosa por haber apuñalado al capitán de -la <i>Victoria</i>. Acerca de los orígenes de tan fieros antagonismos, Juan -Sebastián los atribuye al desprecio que el almirante hacía de los -poderes de Juan de Cartagena, a quien no trataba como a persona conjunta -suya, contraviniendo las disposiciones del emperador, porque Cartagena -iba en la armada en sustitución<span class="pagenum"><a id="page_74">{74}</a></span> de Ruy Falero, y con las preeminencias -de que éste hubiera gozado de no haber tenido que quedarse aquí para -curarse de su vesania. Ante los señores de la casa de la Contratación, -en Sevilla, había expresado Magallanes, en 1519, antes de salir de -España, su conformidad con lo resuelto por Su Majestad respecto a las -atribuciones de Cartagena: «En cuanto a lo que su Alteza manda... quel -dicho comendador Ruy Falero se haya de quedar, quél, por servir a su -Alteza, ha por bien y le place quel dicho comendador Ruy Falero se -quede, e vaya en su lugar el señor Juan de Cartagena como su conjunta -persona, así como su Alteza lo mandó».</p> - -<p>Las discrepancias entre ambos capitanes por la igualdad o desigualdad de -sus poderes habían surgido, yendo la flota por la costa de Guinea, con -ocasión de haber castigado Cartagena, sin contar con Magallanes, a un -maestro, por sodomita. Los descubridores y conquistadores españoles de -América fueron siempre rigurosos e<span class="pagenum"><a id="page_75">{75}</a></span> inflexibles con los invertidos y -acostumbraban a echárselos a los perros.</p> - -<p>Al decir de Elcano, influyeron en las diferencias entre Cartagena y -Magallanes y en sus cruentas derivaciones los deseos de éste de -complacer a su cuñado Duarte Barbosa y a su sobrino Alvaro de Mezquita, -que aspiraban a suplantar a Cartagena, a Quesada y a Mendoza en las -capitanías de sus buques.</p> - -<p>En el puerto de San Julián, el almirante encargó a Juan Serrano que -reconociera, hasta cierta distancia, la costa, por si hallaba estrecho, -y que se volviera si, recorridas las leguas que le determinó, no lo -encontrase. No se logró dar con el anhelado paso. En cambio, la -<i>Santiago</i> naufragó a tres leguas del río de Santa Cruz, si bien se -salvó la tripulación, excepto un negro, esclavo del capitán de la nave.</p> - -<p>Magallanes hizo a Serrano jefe de la <i>Concepción</i>, y continuó en dicho -puerto. A los dos meses de estar allí se presentaron seis naturales del -país, a quienes el general dió de comer<span class="pagenum"><a id="page_76">{76}</a></span> abundantísimamente en la -<i>Trinidad</i>, dejándolos marchar luego que se hartaron. Nuestros -primitivos historiadores de Indias refieren interesantes noticias de -aquellos individuos gigantescos: «Hablan de papo, comen conforme al -cuerpo y temple de tierra, visten mal para vivir en tanto frío, atan -para adentro lo suyo, tíñense los cabellos de blanco, por mejor color, -si ya no fuesen canas, alcohólanse los ojos, píntanse de amarillo la -cara, señalando un corazón en cada mejilla; van, finalmente, tales que -no parecen hombres.»</p> - -<p>Magallanes nombró capitán de la <i>San Antonio</i> a Alvaro de Mezquita, y de -la <i>Victoria</i> a Duarte Barbosa, y el 24 de agosto salió del puerto de -San Julián. El 21 de octubre descubrió una bahía muy ancha y dispuso que -la reconocieran, por si era estrecho, la <i>Concepción</i> y la <i>San -Antonio</i>. El las aguardaría, a la entrada, con la <i>Victoria</i> y la -<i>Trinidad</i>. Tres días navegaron Serrano y Mezquita sin poder hallarle el -fin. Nuevamente la recono<span class="pagenum"><a id="page_77">{77}</a></span>ció la <i>San Antonio</i>; pero tampoco se lo pudo -hallar. Sin embargo, era el estrecho que se buscaba.</p> - -<p>El general, examinados los víveres—que los había para tres meses—, -resolvió continuar las exploraciones. Trató de oponerse Esteban Gómez, -portugués, piloto de la <i>San Antonio</i>, diciendo que, «pues se había -hallado el estrecho para pasar a los Malucos, se volviesen a Castilla -para llevar otra armada, porque habría gran golfo que pasar, y si les -tomasen algunos días de calmas o tormentas, perecerían todos»; a lo que -respondió Magallanes «que, aunque supiese comer los cueros de las vacas -con que las entenas iban forradas, había de pasar adelante y descubrir -lo que había prometido al Emperador».</p> - -<p>Llevaba andadas la flota cincuenta leguas de estrecho, y el almirante -ordenó que la <i>San Antonio</i> reconociera cierto brazo de mar que había -entre unas sierras, y que a los tres días volviese. Mas no volvió. -Esteban Gómez y el es<span class="pagenum"><a id="page_78">{78}</a></span>cribano Jerónimo Guerra, aprovechando la ocasión, -decidieron regresar a España. Quiso evitarlo Alvaro de Mezquita, y le -dió una estocada al piloto; pero éste le dió otra al capitán y consiguió -apresarlo. Mandada por el escribano, retornó la <i>San Antonio</i> a España y -llegó a Sevilla, al puerto de las Muelas, el 6 de mayo de 1522. Al salir -de Sanlúcar la flota, Magallanes y Gómez iban en íntima relación, y -aquél llevaba a éste de piloto de la <i>Trinidad</i>. Las disparidades y -antipatías que luego hubo entre ambos provinieron del fracaso de Gómez -en sus aspiraciones a la capitanía de la <i>San Antonio</i>, concedida a -Mezquita.</p> - -<p>El general, convencido, al esperar en vano a esta nave, de que se habría -ido a pique, o se habría vuelto a España, siguió explorando el estrecho -con la <i>Trinidad</i>, la <i>Victoria</i> y la <i>Concepción</i>, habiéndolo -atravesado del todo el 27 de noviembre de 1520. Tenía de boca a boca -unas cien leguas, navegaron por él veinte días, y a su salida se -hallaron con un mar en el que no<span class="pagenum"><a id="page_79">{79}</a></span> les sobrevino ninguna tempestad; por -lo que Magallanes lo denominó <i>Pacífico</i>.</p> - -<p>Por el tranquilo Océano pasó la armada el 18 de diciembre, entre la isla -de Juan Fernández y la costa de Chile. «La navegación—dice Antonio de -Herrera—, ya era muy penosa por falta de víveres: comían por onzas, -bebían agua hedionda y guisaban el arroz con agua salada». El 24 de -enero hallaron la isla de <i>San Pablo</i>, y el 1.° de febrero, otra, que -recibió el nombre de la isla de los <i>Tiburones</i>, por los muchos que -había en ella. También denominaron <i>Desventuradas</i> a las dos, por no -haber encontrado mantenimiento alguno con que atenuar las angustias del -hambre.</p> - -<p>El 1.° de marzo llegó la flota a las <i>Marianas</i>, que fueron llamadas -<i>islas de las velas latinas e islas de los ladrones</i>. El 16 fondearon en -la de <i>Celuán</i>, del archipiélago filipino. El cacique de <i>Mazaguá</i>, con -quien se entendieron por medio de un esclavo de Magallanes, natural de -Malaca, les regaló cuatro puercos, tres cabras y<span class="pagenum"><a id="page_80">{80}</a></span> arroz, y les comunicó -que a veinte leguas de allí había un gran rey, pariente suyo, que les -daría cuanto quisieran. El señor de <i>Mazaguá</i> y algunos indios les -acompañaron hasta la isla de <i>Cebú</i> y la villa del mismo nombre, donde -residía tan poderoso monarca, que hizo inmediatamente proposiciones de -paz a Magallanes, de tanto mejor gana aceptadas, cuanto que no tardaron -en seguirlas inmensas cantidades de víveres, con los que los -expedicionarios reformaron notablemente, en pocos días, sus -quebrantadísimos organismos. ¡Puercos, cabras, arroz, cocos, mijos, -diversidad de frutas! Les parecía mentira a los famélicos navegantes -tanta abundancia, y dispararon la artillería en demostración de -contento.</p> - -<p>Los alborozados nautas construyeron, con las velas de los buques y con -ramas de árboles, un altar, donde se dijo misa, a la que asistieron el -rey de Cebú y muchísimos súbditos suyos. A continuación de la misa, a -Magallanes y a otras personas de la flota se les obsequió con<span class="pagenum"><a id="page_81">{81}</a></span> una -comida, en la que abundaron las aves asadas, el pan frito, que los -indios llamaban <i>sagú</i>, y el vino de palmas.</p> - -<p>El capitán general había regalado al rey de Cebú una gorra de grana, un -traje de seda morada y amarilla y algunos objetos de vidrio, y a un -sobrino suyo, que era el heredero de la corona, una taza de vidrio, un -paño de Holanda y una gorra; pero lo que más afirmó la amistad entre -aquellos soberanos y Magallanes fué el haber curado éste a un nieto del -rey que se encontraba enfermo, sin poderse mover hacía más de dos años. -Con este motivo recibieron el bautismo la real familia y más de -ochocientos indios, habiéndose puesto al monarca, cuyo nombre era -Hamabar, el de Carlos; a la reina, el de Juana; al príncipe heredero, el -de Fernando, y a una princesa, el de Catalina.</p> - -<p>Hamabar envió mensajeros a los reyes de varias islas próximas para que -vinieran a reconocerse vasallos del emperador Carlos V. Al<span class="pagenum"><a id="page_82">{82}</a></span>gunos -vinieron, al efecto, a Cebú, pero Cilapulapo, señor de la isla de -<i>Maután</i>, respondió altivamente que no podía ni quería obedecer a quien -le era desconocido, y que no estaba dispuesto a recibir órdenes de -Hamabar; mas que, para que no se le tuviera por inhumano, se complacía -en enviarles a los extranjeros unas cabras y unos puercos que habían -mandado a pedirle.</p> - -<p>Magallanes se dispuso a hacerle la guerra a Cilapulapo para obligarle a -aceptar por las armas lo que rechazaba por diplomáticas negociaciones. -Hamabar procuró disuadirle de lo temerario de la determinación, -diciéndole que el señor de <i>Maután</i> era poderosísimo. Tampoco aprobó -Juan Serrano los belicosos proyectos del almirante. Insistiendo éste en -ellos, el rey de Cebú le ofreció su ayuda, pero le respondió que con sus -castellanos tenía de sobra para vencer y castigar a Cilapulapo, y que a -lo sumo le aceptaba mil indios para que le sirvieran de guías y para que -presenciaran el escarmiento que había de infligirle.<span class="pagenum"><a id="page_83">{83}</a></span></p> - -<p>Con sesenta hombres, en tres bateles, y mil cebutines, en treinta -barcas, se dirigió a <i>Maután</i>. Cilapulapo salió a recibirles con tres -mil combatientes. El general mandó disparar la artillería creyendo que -con ello bastaba para amedrentar, derrotar y poner en fuga a los -contrarios. Pronto comprendió que serían inútiles sus esfuerzos contra -aquellos indios, que oyeron los disparos con serenidad maravillosa. Y se -hubiera vuelto atrás si tales pensamientos cupieran en ánimos tan -heroicos como el del insigne portugués.</p> - -<p>Los mautanenses acabaron con unos cuantos cebutines y con ocho españoles -e hirieron a más de veinte, a casi todos ellos con flechas envenenadas. -A Magallanes le dieron un cañazo en el rostro, varios golpes con lanzas -y piedras y un saetazo venenoso, y estando ya en el suelo, una lanzada -que lo atravesó de parte a parte.</p> - -<p>Los nuestros procuraron recobrar su cadáver, pero los mautanenses se -negaron a dárselo<span class="pagenum"><a id="page_84">{84}</a></span> y aun a vendérselo, queriendo conservarlo como -recuerdo de la victoria que habían alcanzado y para advertencia de -quienes se propasaran a molestarles.</p> - -<p>Así murió el gran Hernando de Magallanes, el 27 de abril de 1521, a los -cuarenta y dos años de edad, habiendo tenido la satisfacción de -encontrar el estrecho que le había prometido a Carlos V, mas no la de -haber llegado a las islas de las especias.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Magallanes, al ofrecerse al emperador, era ya un experimentado marino y -un cosmógrafo inteligentísimo. En la concepción de sus ideas relativas -al estrecho, en la claridad de ellas y en la seguridad que tuvo siempre -de que había de encontrarlo, parece ser que influyó Martín Behaim, -discípulo de Regiomontano y miembro que fué de una junta que Don Juan II -de Portugal mandó formar para construír un astrolabio, calcular las -tablas de la declinación<span class="pagenum"><a id="page_85">{85}</a></span> solar y enseñar a los marinos, como dice el -historiador lusitano Barros, <i>una maneira de navegar per altura de sol</i>.</p> - -<p>En Venecia, en Amberes y en Viena se dedicó Behaim al comercio de -pañería; luego vivió veinte años en Lisboa y en la isla de Fayal, -habiendo viajado con Diego Cam por las costas del Africa y traído a -Europa la malagueta, especia muy buscada que competía con la pimienta. -Fué caballero de la Orden de Cristo. En 1492 terminó, hallándose -accidentalmente en Nuremberg, en casa de su primo el senador Miguel -Behaim, un globo, que deseaba dedicar «a su cara patria antes de partir -para el lugar donde tiene su casa, a 700 millas de Alemania», o sea a la -isla de Fayal, donde vivía con su mujer Juana de Macedo y con su suegro -el caballero Hürter.</p> - -<p>En este globo, concluído por Martín Behaim en Nuremberg, fué donde -Magallanes debió ver pintado el estrecho cuyo descubrimiento prometió a -Carlos V.<span class="pagenum"><a id="page_86">{86}</a></span></p> - -<p>Antonio Pigafeta Vicentino, lombardo, que fué en la armada, compuso un -<i>Diario</i> de ella y se contó entre los poquísimos que regresaron a -España, escribe a este respeto: «El 21 de octubre de 1520 encontramos un -estrecho, al cual dimos el nombre de las once mil vírgenes. Sin el saber -de nuestro capitán, no se hubiera podido desembocar este estrecho, -porque todos creímos que estaba cerrado; pero nuestro capitán se había -informado de que debía pasar por un estrecho singularmente oculto, -habiéndolo visto en una carta conservada en los archivos del rey de -Portugal, y dibujada por un cosmógrafo excelente, Martín de Bohemia».</p> - -<p>González Fernández de Oviedo pone en duda, y mejor pudiera decirse que -niega, las afirmaciones de Pigafeta, «pues nunca se vido ni oyó scripta -ni pintada tal auctoridad, ni hombre chripstiano supo que avía tal -estrecho... Pero, o que Magallanes por su buen espíritu, o por aviso de -Martín de Bohemia, se atreviesse<span class="pagenum"><a id="page_87">{87}</a></span> y determinarse a tal empresa, yo le -tengo por hombre de mucho loor».</p> - -<p>Entre las aseveraciones de Pigafeta y las dudas o negaciones de Oviedo, -será por las de aquél por las que habrá que resolverse, no sólo por -haber ido en la expedición, sino por su amistad con Magallanes. El -Diario lo entregó al emperador y se ha perdido. Envió copias al -pontífice Clemente VII y al gran maestre de Rodas Felipe Villiers de -Lisle Adam. El conocido es un extracto de estas copias, existente en la -biblioteca ambrosiana de Milán y se publicó en París en 1800.</p> - -<p>Antonio de Herrera, que fué el historiador que tuvo a su disposición más -documentos acerca de éste y de otros múltiples asuntos, reconoce la -influencia de Martín Behaim en el descubrimiento magallánico. El célebre -autor de la <i>Historia de las Indias Occidentales</i> asegura que, al -presentarse Magallanes por primera vez en Valladolid al obispo de Burgos -Juan Rodríguez de Fonseca, le enseñó un globo, en<span class="pagenum"><a id="page_88">{88}</a></span> el que estaba -indicado el itinerario que proyectaba seguir, pero dejando en blanco el -lugar correspondiente al estrecho, por temor a que pudiera -encomendársele a otra persona el encargo de descubrirlo, y añade Hererra -que, cuando el cardenal Jiménez de Cisneros y monseñor de Xebres -apretaban con objeciones al ilustre navegante, les contestó que estaba -seguro de encontrarlo por haberlo visto «en una carta marina de Martín -de Bohemia..., cosmógrafo de gran reputación».</p> - -<p>Fuera o no fuera así, hay que tener a Magallanes por <i>hombre de mucho -loor</i>.<span class="pagenum"><a id="page_89">{89}</a></span></p> - -<h3><a id="II"></a>II</h3> - -<p class="nind"><span class="letra">M</span><span class="smcap">uerto</span> Magallanes, fueron elegidos, para general de la flota, Duarte -Barbosa, y para capitán de la <i>Victoria</i>, otro portugués, Luis Alfonso.</p> - -<p>Habiendo el rey de <i>Cebú</i>, después del triunfo de Cilapulapo, invitado a -los expedicionarios a un banquete en que los agasajaría lo mejor que -pudiera y les entregaría una joya para la Majestad cesárea, Duarte -Barbosa se apresuró a responder que acudirían muy placenteros al -convite. Juan Serrano no fué del mismo parecer, considerando que estaba -fresca la derrota que les había causado el señor de Maután; que era -peligroso, en tales circunstancias, abandonar la nave por irse a -divertir; que,<span class="pagenum"><a id="page_90">{90}</a></span> si tanto interés tenía el rey de <i>Cebú</i> en darles un -regalo para el emperador, no debía tener inconveniente en subir a bordo -a entregarlo. Insistió Barbosa en su resolución, puso en duda el valor -de Serrano y éste, para demostrarle que nada le asustaba, fué el primero -en dirigirse al banquete.</p> - -<p>A la sombra de unas palmeras iba sirviéndoseles la comida. La -satisfacción no les dejaba margen para pensar que pudieran ser -traicionados. De súbito, cayó sobre ellos un crecido número de -cebutines, que a todos les quitaron la vida, menos a Juan Serrano, a -quien, por el momento, se la conservaron, por si les servía, como ellos -intentaban, de pretexto para quitársela a los que se habían quedado a la -mira de las embarcaciones.</p> - -<p>Los indios arrojaron al mar los cadáveres de sus víctimas, y a Serrano -le llevaron arrastrando, desnudo y maniatado, hasta la playa, -obligándole a suplicar a voces a la gente de las naves que le rescataran -y a decirles que el<span class="pagenum"><a id="page_91">{91}</a></span> rescate consistiría en que dieran por su libertad -dos cañones.</p> - -<p>Los afligidos nautas, aunque enfermos y débiles casi todos, estuvieron a -punto de desembarcar, no para entregarles a tan falsos amigos las piezas -de artillería que deseaban, sino para combatirles, vengar el asesinato -de los compañeros y libertar por la fuerza a Serrano; pero se dieron -cuenta de su situación y de la imposibilidad de vencer a tantísimos -adversarios; comprendieron que lo que éstos se proponían con la -estratagema del rescate era prenderlos y matarlos como a los demás, y, -dominados por la prudencia, levantaron anclas y se marcharon de aquella -tierra, dejando al capitán de la <i>Concepción</i> en poder de los indios.</p> - -<p>¿Sería Hamabar amigo de nuestros navegantes por creerlos invencibles, y -brotarían en él sentimientos de deslealtad al ver que Cilapulapo los -había derrotado? Quizá influyeran estas pérfidas consideraciones en el -ánimo del rey de <i>Cebú</i>. Lo más verosímil es que le deci<span class="pagenum"><a id="page_92">{92}</a></span>diera a pasar -de la amistad al engaño y al crimen el esclavo de Magallanes. Herido -dicho esclavo en una pierna en la batalla en que pereció su señor, se -acostó durante largo rato fingiendo que la herida era grave. Barbosa le -mandó que se levantara, le llamó perro y le dijo que no se hiciese la -ilusión de que la muerte de su amo había de significar para él la -libertad, a cuyas reprensiones ninguna objeción opuso y se levantó; mas, -queriendo cobrarse de ellas y a la vez quedar libre, le habló a Hamabar -en contra de los expedicionarios, asegurándole que eran unos codiciosos -y unos crueles; que la palabra de amigos que le habían dado era -insincera, y que lo que buscaban era someter y maltratar, con su ayuda, -a los mautanenses para hacer otro tanto con los cebutines y con los de -las islas próximas. Hamabar creyó cuanto quiso contarle, y concibió y se -propuso llevar inmediatamente a la práctica, puesto de acuerdo con los -reyes circunvecinos, la idea del sanguinario convite.<span class="pagenum"><a id="page_93">{93}</a></span></p> - -<p>Los historiadores disienten en cuanto a que el esclavo de Magallanes -fuera el causante de la matanza. Lo afirman Pigafeta, Maximiliano -Transilvano, Oviedo y Gomara. Para Herrera, el crimen se cometió «a -instancia de los otros cuatro reyes, que le habían amenazado (al de -<i>Cebú</i>) que si no mataba a los castellanos y le tomaba las naves -destruirían su tierra y le matarían». Barros, en sus <i>Décadas</i>, lo -atribuye a que «los reyes enemigos convinieron en hacer paz entre sí con -tal que el rey de Cebú trabajase por matar» a los de las naves. Ahora -bien; Juan Sebastián Elcano declara que huyeron de aquella isla porque -les mataron veintitrés hombres por una traición que hizo un esclavo de -Magallanes... «e que la causa porque el esclavo hizo la traición fué -porque Duarte Barbosa le llamó perro».</p> - -<p>Entre las víctimas se contaron Duarte Barbosa, Juan Serrano y Luis -Alfonso. A Serrano lo asesinaron cuando se volvieron a la ciudad los -indios que le habían llevado a la playa para<span class="pagenum"><a id="page_94">{94}</a></span> hacer con él la comedia de -que ofrecían su rescate a los que se habían quedado en los buques.</p> - -<p>El 1.° de mayo partieron de <i>Cebú</i> la <i>Trinidad</i>, la <i>Concepción</i> y la -<i>Victoria</i>, y habiendo navegado diez leguas llegaron a la isla de -<i>Bohol</i>, donde, por ser el personal que les quedaba muy escaso para los -servicios de toda la flota, resolvieron quemar la <i>Concepción</i>, que era -la más vieja de las tres naves.</p> - -<p>Nombraron general a Juan Caraballo y capitán de la <i>Victoria</i> a Gonzalo -Gómez de Espinosa, y desde <i>Bohol</i> se dirigieron a <i>Quepindo</i>, isla de -la costa de <i>Mindanao</i>. Por no encontrar allí arroz, que era lo que más -necesitaban, fueron a la de <i>Paraguá</i>, y en el pueblo de <i>Saocao</i>, -habitado por moros, y en otro habitado por cafres, se hicieron con -arroz, gallinas, puercos y cabras, a cambio de tijeras, cuchillos, -lienzos, cuentas de vidrio y otros artículos por el estilo.</p> - -<p>Desde <i>Paraguá</i> se encaminó la expedición a <i>Borneo</i>.<span class="pagenum"><a id="page_95">{95}</a></span></p> - -<p>El 9 de junio se les acercaron tres fustas, cuyas proas eran doradas y -de figura de cabezas de sierpes. En una de las fustas venía, con -acompañamiento de estruendosas músicas, un anciano, secretario de -Siripada, rey de la isla. El importante personaje y algunos mozos -entraron en la capitana, abrazaron a Caraballo y le preguntaron quiénes -eran, de dónde venían y qué buscaban. El les contestó que eran súbditos -del emperador Carlos V y que el objeto de sus viajes era trocar sus -mercancías por las de aquellos países. Y les dió, para el soberano de -<i>Borneo</i>, una camisa de terciopelo carmesí y una silla guarnecida de -terciopelo azul.</p> - -<p>Siripada le mandó a decir al general que le estimaría le enviase dos -hombres, pues tenía mucho interés en conocerlos, y Caraballo le envió -ocho, uno de ellos Gonzalo Gómez de Espinosa.</p> - -<p>Salieron a recibirles 3.000 guerreros vestidos con trajes de seda, -armados de arcos, flechas, cerbatanas y alfanjes y provistos de corazas -de conchas de tortuga.<span class="pagenum"><a id="page_96">{96}</a></span></p> - -<p>Los ocho de la flota llevaban para el rey una ropa de terciopelo verde, -una gorra de grana, cinco varas de paño colorado, una copa de vidrio, -una escribanía y cinco manos de papel, y para la reina, una copa de -vidrio llena de agujas, tres varas de paño amarillo, y otros obsequios. -Al día siguiente estuvieron en Palacio, cuya riqueza les admiró y -avergonzó. A Siripada, que los vió desde una reja, le dijeron que -querían paz, pan y contratación. El monarca se mostró maravillado de la -larga navegación que habían hecho y ordenó que fueran atendidos y -servidos cumplidamente.</p> - -<p>Los visitantes, que habían pasado hambres muy dolorosas, comieron y -bebieron hasta no querer más. Les dieron al mediodía doce platos, y para -postre, variedad de frutas, y por la noche, treinta platos lo menos y -otros tantos vasitos de vino de arroz. Hubo en estos banquetes carne -asada, capones y otras aves, muy buena pesca y pasteles.</p> - -<p>Lo que sobre todo les agradó a los convida<span class="pagenum"><a id="page_97">{97}</a></span>dos fueron las noticias que -allí les suministraron de la situación y la distancia de las <i>Molucas</i>.</p> - -<p>Transcurridos algunos días, cinco individuos de la flota fueron a la -ciudad a comprar brea, y contra lo que pudiera esperarse a continuación -de tantos festines, no se los dejó volver, por lo que el resto de -nuestra gente combatió y apresó una canoa, en la que iba un hijo del rey -de <i>Luzón</i> con cinco mujeres, un niño de dos meses y cinco hombres. El -general los puso en libertad mediante rehenes para que el príncipe -luzonés procurase hasta lograrla la devolución de los castellanos.</p> - -<p>No fueron reintegrados mas que dos, y como habían huído de la <i>Victoria</i> -otros dos, fueron cinco las bajas sufridas en <i>Borneo</i> por los -expedicionarios.</p> - -<p>Estos salen de allí el 5 de agosto, y el 15 cae en su poder una canoa, -en la que había 30.000 cocos. Luego están treinta y siete días reparando -los buques.<span class="pagenum"><a id="page_98">{98}</a></span></p> - -<p>Antes de hacerse a la mar destituyen al capitán mayor, y, por -unanimidad, eligen para substituírle a Gonzalo Gómez de Espinosa, y por -capitán de la <i>Victoria</i>, a Juan Sebastián Elcano. La remoción de -Caraballo obedeció a las antipatías que se había conquistado, pues no se -sujetaba a las cédulas reales ni atendía los consejos de nadie, -reconociendo como única ley su capricho.</p> - -<p>Tras una navegación muy rica en incidentes y trabajos, llegó la pequeña -armada el 8 de noviembre a una de las islas <i>Molucas</i>, a la de <i>Tidor</i>, -cuyo rey fué el día 9 a darles la bienvenida a nuestros compatriotas. -«Ahora se cumplen—les dijo—dos años que yo conocí por el curso de las -estrellas que vosotros érades enviados de un gran rey a buscar esta -nuestra tierra, por la cual cosa vuestra venida me ha seydo más cara e -graçiosa, pues que por las estrellas tanto tiempo antes me fué -anunçiada. E çabiendo que no acaesçe jamás alguna cosa destas sin que -primero no sea de la voluntad<span class="pagenum"><a id="page_99">{99}</a></span> de los dioses o de las estrellas -ordenado, no seré tal con vosotros que quiera contrastar la voluntad de -los cielos, sino, con buen ánimo y voluntad, de aquí adelante, dexando -aparte el nombre real, pensaré que soy como un gobernador de aquesta -isla en nombre de vuestro rey.»</p> - -<p>Almanzor, que así se llamaba aquel monarca, iba descalzo, y su -indumentaria consistía en una camisa labrada de oro, un pañuelo blanco -ceñido hasta el suelo y un velo de seda en forma de mitra. Al entrar en -la capitanía se tapó las narices para evitar, como musulmán que era, el -olor del tocino. Los castellanos le regalaron una silla de terciopelo -carmesí, una ropa de terciopelo amarillo, un sayón de tela falsa de oro, -cuatro varas de escarlata, un pedazo de damasco, otro de lienzo, un paño -de manos labrado de seda y oro, dos copas y seis sartales de vidrio, -tres espejos, doce cuchillos, seis tijeras y seis peines.</p> - -<p>Almanzor les autorizó para matar a quienes<span class="pagenum"><a id="page_100">{100}</a></span> les molestasen, y hombre de -curiosidad voracísima, examinó el estandarte imperial, un retrato de -Carlos V, la moneda y un peso.</p> - -<p>Muy pronto se cambiaron entre él y Gonzalo Gómez de Espinosa juramentos -de paz y contratación. Aquel sería amigo de España y le facilitaría -especias por paños, lienzos y sedas.</p> - -<p>En diciembre reconocieron la soberanía del emperador, Corala, señor de -<i>Terrenate</i>, Luzuf, rey de <i>Gilolo</i>, y los de <i>Maquián</i> y <i>Bachián</i>. -Eran muy afamados por su lujuria y por su prole. Corala tenía -cuatrocientas mujeres «gentiles en ley y en persona» y cien jorobadas -para que las sirvieran de pajes. De Luzuf se cuenta que era padre de -seiscientos hijos. Veintiséis tenía Almanzor, y doscientas mujeres. «En -cenando—dice Gomara—mandaba ir a la cama a la que quería... Era -celosísimo, o lo hacía por mor de los españoles, que luego miran y -sospiran, y hacen del enamorado.»</p> - -<p>El rey de <i>Tidor</i> les encareció a los castella<span class="pagenum"><a id="page_101">{101}</a></span>nos que le suplicasen de -su parte a Carlos V el envío de muchas fuerzas, para vengarse del -cacique de <i>Burú</i>, que había muerto a su padre y arrojado su cadáver al -mar, y para que enseñasen a los tidoreses nuestra religión y nuestras -costumbres, y les dió para el emperador papagayos rojos y blancos, miel -y varios indios.</p> - -<p><i>Tidor</i>, <i>Terrenate</i>, <i>Maquián</i>, <i>Bachían</i> y otras islas abundaban en -clavo, nuez moscada, canela y jengibre. El cinamomo o árbol de la canela -se parece al granado; el del clavo, al laurel por la hoja, y al olivo -por la corteza; el de las nueces moscadas al nogal español, y la hierba -del jengibre a la del azafrán.</p> - -<p>Había en las <i>Molucas</i> unas aves llamadas <i>manucodiatas</i>. Francisco -López de Gomara, en la primera parte de su <i>Hispania Victrix</i>, las -describe así: «Son de mucho menor carne que cuerpo muestran; tienen las -piernas largas un palmo; la cabeza chica; más luengo el pico; la pluma -de color lindísimo; no tienen alas. Ja<span class="pagenum"><a id="page_102">{102}</a></span>más tocan en tierra, sino -muertas, y nunca se corrompen ni pudren. No saben dónde crían, ni qué -comen, y algunos piensan que anidan en paraíso. Los españoles las traen -por plumajes, y los malucos, contra heridas y asechanzas». Análoga -descripción de estas aves hace Antonio de Herrera; pero todas no debían -ser lo mismo. Don Martín Fernández de Navarrete vió, en 1831, dos -manucodiatas traídas de Manila y originarias de <i>Terrenate</i>, que tenían -alas.</p> - -<p>Habiéndose despedido los nuestros de Almanzor y disponiéndose para la -vuelta a España, observaron que la <i>Trinidad</i> hacía agua de tal modo que -les sería imposible navegar con aquel buque sin antes someterlo a -importantísimas reparaciones. Ocho días estuvieron trabajando en -arreglarlo, y como no lo podían conseguir lo menos en tres meses, -acordaron que la <i>Victoria</i> regresara por el cabo de Buena Esperanza, y -que la <i>Trinidad</i>, una vez carenada, marchase a Panamá y descargase las<span class="pagenum"><a id="page_103">{103}</a></span> -mercancías, que serían transportadas desde el Pacífico al Atlántico.</p> - -<p>El 21 de diciembre de 1521, la <i>Victoria</i>, mandada por Juan Sebastián -Elcano, salió de <i>Tidor</i> con sesenta hombres, entre ellos trece indios, -y fué a <i>Mare</i>, donde se proveyó de leña, y después a <i>Latalata</i>, -<i>Lumutola</i> y otras islas. A mediados de enero de 1522 llegaron a la de -<i>Mahía</i>, abundante en pimienta larga y redonda. Desde <i>Mahía</i> arribaron -a la de <i>Timor</i>, pobladísima y rica en oro, jengibre y sándalo. Allí -riñeron algunos de los nuestros, y se escaparon Martín de Ayamonte, -grumete, y Bartolomé de Saldaña, paje que había sido de Luis de Mendoza. -Los demás, luego de haberse provisto de sándalo blanco y canela, -emprendieron la marcha con dirección al cabo de Buena Esperanza.</p> - -<p>El 18 de marzo divisaron una isla muy alta, que parecía no tener -habitantes ni arbolado. Desde ella—la de Amsterdan—, continúan hacia -dicho cabo, a cincuenta y siete leguas del<span class="pagenum"><a id="page_104">{104}</a></span> cual creen hallarse el 7 de -mayo. El 9 se aproximan a la costa, y el 10 buscan, en vano, un punto -donde poder adquirir subsistencias. Iban enfermos casi todos los -navegantes. Hubo quienes opinaron que debían irse a <i>Mozambique</i>, -respondiendo otros que preferían morir a retrasar la vuelta a España. El -16 sufrió el buque considerables desperfectos, y el 18, a pocas leguas -del cabo de Buena Esperanza, le obligaron a retroceder la furia del -viento y de las corrientes.</p> - -<p>Del 7 al 8 de junio cortan la equinoccial.</p> - -<p>El 1.° de junio se hallan a doce leguas de <i>Cabo Verde</i>, y el 9 llegan a -la isla de <i>Santiago</i>. «Surgimos—dice Albo en su <i>Diario</i>—en el puerto -de <i>Río Grande</i>, y nos recibieron muy bien, y nos dieron mantenimientos -cuantos quisimos, y este día fué miércoles, y este día tienen ellos por -jueves, y así <i>creo que nosotros íbamos errados en un día</i>».</p> - -<p>Pedro Mártir de Angleria habla irónicamente del <i>día perdido</i>, que tuvo -inquietos por mu<span class="pagenum"><a id="page_105">{105}</a></span>cho tiempo a los compañeros de Elcano, al darse cuenta, -con espanto, según Herrera, de que en el viaje alrededor del mundo -habían celebrado las Pascuas en lunes y comido carne en viernes. -Pigafeta, en su <i>Primo viaggio intorno al globo</i>, nos informa de su -sorpresa ante la pérdida de dicho día, porque ni uno sólo había dejado -de apuntar durante la navegación. «Posteriormente advertimos—añade el -cosmógrafo lombardo—, que no había ningún error y que viajando siempre -a occidente y siguiendo el camino del sol, al volver al mismo sitio -debíamos haber ganado veinticuatro horas». A juicio de Gomara -«trascordáronse o no contaron el bisiesto».</p> - -<p>En <i>Río Grande</i>, como la <i>Victoria</i> hacía mucha agua y eran muy pocos -los marineros que quedaban, los navegantes acuerdan comprar negros para -darle a la bomba y pagarlos con clavo, puesto que carecían de moneda. -Así lo hacen, sin dificultades, el día 13. Para adquirir arroz, el 14 -envían un batel, que vuelve a las<span class="pagenum"><a id="page_106">{106}</a></span> pocas horas. Nuevamente lo envían por -más arroz, y no vuelve, aunque lo esperan hasta el día 15. Los del buque -se aproximan al puerto, para enterarse de lo ocurrido. Una barca les -insta a que se rindan. Nuestra gente reclama el batel y los individuos -que en él han ido. Los de la barca replican que se lo comunicarán a los -señores de la isla. Mientras van a comunicárselo, la <i>Victoria</i> levanta -anclas y deja abandonados en la isla de <i>Santiago</i> el batel y doce -hombres, para librarse el resto, ya escasísimo, de los expedicionarios, -de que también los prenda el gobernador de <i>Cabo Verde</i>. Los portugueses -tenían prohibido, bajo duras penas, a los extranjeros comerciar con -especiaría.</p> - -<p>Los doce apresados fueron Martín Méndez, contador de la nave, Pedro -Tolosa, despensero; Ricarte de Normandía, carpintero; Roldán de Argote, -lombardero; Juan Martín y Simón de Burgos, sobresalientes; Felipe de -Rodas, Gómez Hernández y Socacio Alonso, marineros; Pedro Chindurza, -grumete; Vasquito Ga<span class="pagenum"><a id="page_107">{107}</a></span>llego, paje, y maestre Pedro, que había ido como -lombardero en la <i>Concepción</i> con Gaspar de Mendoza. Desde <i>Cabo Verde</i> -se los llevó a la carcel de Lisboa, de donde los mandó sacar al poco -tiempo el rey Don Juan II.</p> - -<p>El 15 de agosto pasó Elcano entre las islas del <i>Fayal</i> y de <i>Flores</i>; -el 4 de septiembre divisó el cabo de <i>San Vicente</i>, y el 6 llegó a -Sanlúcar de Barrameda, a los tres años menos catorce días de haber -salido de aquel puerto y al año y cuatro meses desde que partieron de -<i>Tidor</i>. Por la cuenta de Juan Sebastián, habían navegado catorce mil -leguas, y por la de Pigafeta, catorce mil cuatrocientas sesenta.</p> - -<p>«Fué el camino que esta nao hizo la mayor y más nueva cosa que, desde -que Dios crió el primer hombre y compuso el mundo hasta nuestro tiempo, -se ha visto, y no se ha oydo ni escripto cosa más de notar».</p> - -<p>El 10 de septiembre se procedió a la descarga de la <i>Victoria</i>, que -traía trescientos ochenta y un costales de clavo, cuyo peso ascendió a<span class="pagenum"><a id="page_108">{108}</a></span> -quinientos veinticuatro quintales y veintiuna libras y media. En cajas, -sacos y costalillos vinieron muestras de otras especias, como canela y -nuez moscada. Varias partidas de clavo, pertenecientes a los oficiales y -marineros, pesaron veintiocho quintales, una arroba y diez libras. La -canela pesó tres libras y media, y veintiocho un palo de sándalo. Por -cédula expedida en Valladolid el 10 de octubre, se mandó a los oficiales -de Sevilla que guardasen las muestras de droguerías y especierías -traídas por Elcano. Y a los siete días se dió una nueva cédula para que -fueran entregados a Cristóbal de Haro, factor de la Casa de la -Contratación, cuantos artículos y objetos correspondientes a la Corona -hubieran venido en el buque.</p> - -<p>De los doscientos treinta y siete individuos que fueron en 1519 en la -Armada, he aquí los nombres de los diez y ocho que regresaron a España -en 1522: Juan Sebastián Elcano, capitán; Francisco Albo, piloto; Miguel -Rodas,<span class="pagenum"><a id="page_109">{109}</a></span> maestre; Juan de Acurio, contramaestre; Martín de Indícibus, -marino; Hernando de Bustamante, barbero; Aires, condestable; Antón -Hernández Colmenero, Diego Gallego, Nicolás de Nápoles, Miguel Sánchez -de Rodas, Francisco Rodríguez de Huelva, marineros; Juan de Arratia, -Juan de Santander y Vasco Gómez Gallego, grumetes; Juan de Zubileta, -paje, y Antonio Lombardo, sobresaliente.</p> - -<p>De «hombre intrépido, cuyo nombre no debe ser olvidado, y a quien ni la -antigüedad ni la Edad Media pueden oponer rival alguno», califica -Antonio de Herrera a Juan Sebastián Elcano. A parecida calificación son -acreedores los diez y siete que con él volvieron en la <i>Victoria</i>.</p> - -<p>De los trece indios que habían sacado de las <i>Molucas</i> para enseñárselos -al emperador, tan sólo uno desembarcó aquí vivo. Los demás fallecieron -en la travesía.</p> - -<p>Los viejos historiadores de estos extraordinarios sucesos tuvieron plena -conciencia de la<span class="pagenum"><a id="page_110">{110}</a></span> grandeza y la importancia de la expedición. No puede -haber quién no las reconozca; mas la lectura de estas hazañas nunca -podrá causar entusiasmos tan hondos y vivos como los experimentados por -quienes tuvieron la suerte de oír relatarlas a los hombres que las -realizaron.</p> - -<p>Maximiliano Transilvano, secretario de Carlos V, habló, apenas regresada -la <i>Victoria</i>, a España, con su ínclito capitán y con su gente, y a base -de estas conversaciones escribió la narración que dirigiera al obispo de -Cartagena. «Procuré, con mucha diligencia, de saber y me informar de la -verdad de todo ello, ansí del capitán de la nao que ahora volvió como de -los otros compañeros que en su compañía vinieron».</p> - -<p>Gonzalo Fernández de Oviedo trató al jefe de la gloriosísima nave, y así -lo hace constar en el libro <small>XX</small>, capítulo <small>III</small>, de su <i>Historia Natural y -General de las Indias</i>: «Juan Sebastián del Cano... volvió con la nao -Victoria a España, al cual yo hablé y comuniqué mucho, en la<span class="pagenum"><a id="page_111">{111}</a></span> corte de -César, el año mill e quinientos y veynte y cuatro».</p> - -<p>Los panegíricos de Oviedo, Gomara y Herrera y los de los historiadores -modernos a la nave de Juan Sebastián y a sus heroicos navegantes repiten -o amplifican este bellísimo elogio que Transilvano hizo de ellos: «Son, -por cierto, estos diez y ocho marineros, que con esta nao aportaron a -Sevilla, más dignos de ser puestos en inmortal memoria que aquellos -argonautas que con Jasón navegaron y fueron a Colchides, de quien los -antiguos poetas hacen tanta celebridad. E mucha más digna cosa es, por -cierto, que esta nuestra nao sea colocada y ensalzada entre las -estrellas que la en que navegó aquel griego, pues que aquella navegó -desde Grecia solamente por el mar del Ponto, y ésta partiendo de Sevilla -contra el mediodía y dando allí vuelta contra el occidente y pasando por -deyuso deste nuestro hemisferio, penetró hasta las partes orientales, -desde las cuales, tomando contra el occidente, dando la vuelta<span class="pagenum"><a id="page_112">{112}</a></span> con -diversas reflexiones a todo el globo e orbe de la tierra e agua, volvió -a Sevilla, de donde primero había partido».</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>La <i>Trinidad</i>, ya recompuesta, salió de Tidor el 6 de abril de 1522, con -cincuenta individuos y nuevecientos quintales de clavo, y llegó, tras -una navegación de cuarenta leguas, a la isla de <i>Morotay</i>, donde los -expedicionarios fueron muy bien recibidos e hicieron transacciones.</p> - -<p>Yendo hacia el norte, arriban a una de las islas <i>Marianas</i>, en la que -la nave sufre grandes destrozos y se mueren varios tripulantes de mal de -lombrices.</p> - -<p>A últimos de agosto surgen en la isla de <i>Mao</i>, próxima a la parte -septentrional de las de los <i>Ladrones</i>, y distantes trescientas leguas -de las <i>Molucas</i>.</p> - -<p>Encontrándose en la costa de <i>Zamafo</i>, supieron, por la gente de un -barco, que a los<span class="pagenum"><a id="page_113">{113}</a></span> quince días de haber salido de <i>Tidor</i> la <i>Trinidad</i>, -habían llegado a <i>Terrenate</i> portugueses, mandados por Antonio de Brito, -y habían construído una fortaleza.</p> - -<p>Gonzalo Gómez de Espinosa envió en aquel barco al escribano Bartolomé -Sánchez, con una carta para Brito, comunicándole que la <i>Trinidad</i> -estaba a punto de perderse, y muchos de la dotación iban enfermos, y -suplicándole auxilios con los que poder retornar a <i>Tidor</i>. El escribano -no volvió. Como se temió en un principio, y se confirmó más adelante, le -habían detenido.</p> - -<p>En el puerto de <i>Benacorora</i>, Simón Abreo, Duarte Raga y los capitanes -Gaspar Gallo y García Manrique se presentaron a Gómez de Espinosa y le -entregaron la respuesta de Brito, en la que le decía que le facilitaba -el personal y los auxilios que le había pedido. Sin embargo, no tardaron -en apoderarse de los mapas, astrolabios, cuadrantes y derroteros de la -nave, y en mandar en ella hasta el puerto de <i>Talangomí</i>, situado entre -<i>Terrenate</i> y <i>Tidor</i>.<span class="pagenum"><a id="page_114">{114}</a></span></p> - -<p>Espinosa protestó contra las violencias de que él y los suyos eran -objeto por parte de los lusitanos, en un país que correspondía a Carlos -V; a lo que le contestaron que obraban de conformidad con las -instrucciones de su rey. Y despreciando las protestas, pidieron el -estandarte imperial y procedieron a la descarga del buque. Al exigir -Espinosa testimonio de lo que contenía, se le amenazó con que, de -insistir en reclamarlo, se lo habían de dar colgándole de una antena.</p> - -<p>Cuando la <i>Trinidad</i> salió de <i>Tidor</i>, habían quedado allí, con la -hacienda del César, Juan Campos, Alonso Genovés y Diego Arias, y ahora -Espinosa los encontró en <i>Terrenate</i>, con hierros, en la fortaleza de -los lusitanos, que les habían quitado las mercancías que destinaban para -las contrataciones.</p> - -<p>Ventiuno eran los hombres de este navio al volver a <i>Terrenate</i>. Todos -fueron presos. A los cuatro meses, Brito les consintió pasar a la India, -exceptuando, por serle necesarios, al car<span class="pagenum"><a id="page_115">{115}</a></span>pintero maestre Antonio y al -calafateador Antonio Besanabal.</p> - -<p>A los demás los envió a <i>Banda</i>, isla abundantísima en nuez moscada. De -<i>Banda</i> fueron conducidos a <i>Java</i> y a la ciudad de <i>Agrazué</i>, habitada -por treinta mil moros y muy comercial. Desde aquella animadísima urbe -los llevaron a <i>Malaca</i>, punto de confluencia de los buques de los -territorios cercanos al estrecho de <i>Meca</i> y los de los reinos del -<i>Peguí</i>, <i>Chazamán</i>, <i>Cambaya</i> y <i>Bengala</i>.</p> - -<p>En <i>Malaca</i> murieron cuatro españoles, y se quedó el grumete de la -<i>Trinidad</i>, Antonio Moreno, esclavo de una hermana de Jorge de -Alburquerque, capitán de la isla.</p> - -<p>El resto de nuestros compatriotas llegó, al cabo de una marcha de -cuatrocientas leguas, a <i>Ceilán</i> y a <i>Coohín</i>, donde permanecieron diez -meses sin lograr autorización para volver a España; por lo que el -marinero León Pancaldo y el maestre Bautista Poncero se escaparon en una -nave, que los llevó a <i>Mozambique</i>. Habien<span class="pagenum"><a id="page_116">{116}</a></span>do sido presos, Poncero -murió, y Pancaldo se escapó otra vez y pudo arribar a Lisboa. Allí la -encerraron en <i>el limonero</i>, como llamaban a la cárcel.</p> - -<p>Vasco de Gama, nombrado por entonces virrey de la India, tampoco dió -licencia a nuestra gente para embarcarse, y si don Enrique de Meneses, -gobernador de Goa y sucesor de Gama, llegó a concedérsela a Espinosa, al -lombardero maestre Hans y al marinero Ginés de Mafra, fué al enterarse -de que el Rey de Portugal se había casado con una hermana de Carlos V.</p> - -<p>En Lisboa, maestre Hans murió en <i>el limonero</i>, y Gonzalo Gómez y Ginés -de Mafra estuvieron en la prisión cerca de siete meses.</p> - -<p>De los cincuenta individuos que en la <i>Trinidad</i> habían partido de -<i>Tidor</i> para Panamá, solamente cuatro volvieron a España.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>En 1525 se envió a las <i>Molucas</i> otra expedición, al mando de fray -García de Loaysa, natu<span class="pagenum"><a id="page_117">{117}</a></span>ral de Ciudad Real, guerrero sabio y -experimentado y comendador de la Orden militar de Rodas.</p> - -<p>Componíase la flota de seis naves y un galeón. <i>La Santa María de la -Victoria</i> la gobernaría Loaysa; la <i>Sancti Spíritus</i>, Juan Sebastián -Elcano; la <i>Anunciada</i>, Pedro de Vera; la <i>San Gabriel</i>, Rodrigo de -Acuña; la <i>Santa María del Parral</i>, Jorge Manrique; la <i>San Lesmes</i>, -Francisco de Hoces, y el galeón, llamado <i>Santiago</i>, el capitán Santiago -de Guevara.</p> - -<p>Salieron de La Coruña el 24 de julio.</p> - -<p>A la entrada del estrecho de Magallanes, en el cabo de las <i>Once mil -vírgenes</i>, naufragó la <i>Sancti Spíritus</i>, ahogándose nueve hombres y -salvándose los demás a costa de grandes esfuerzos.</p> - -<p>El 30 de julio de 1526, en las inmediaciones del cabo <i>Pescado</i>, -falleció Loaysa, con «mucha tristesa y dolor en los que en aquella nave -capitana iban». «Así como fué muerto y con sendos Paternósters y -Avemarías por su ánima,<span class="pagenum"><a id="page_118">{118}</a></span> que cada uno de los presentes dixo, echado su -cuerpo en la mar», abrieron una real orden, en la que se determinaba la -sucesión y elección en el mando del general, capitanes y oficiales -designados primeramente.</p> - -<p>En ese documento, expedido en Toledo a 3 de mayo de 1525, se prescribía: -«Y porque podría ser, lo que Dios no quiera, que el dicho capitán -general e capitanes e oficiales nuestros, que van en la dicha armada, -fallecieren así a la ida como allá y en la vuelta, mando que, en... -muriendo o quedando el dicho comendador Loysa en la dicha tierra..., -venga por capitán general de la dicha armada Juan Sebastián del Cano, -capitán de la segunda nave...»</p> - -<p>Así se hizo; pero Juan Sebastián estaba muy enfermo, y el 4 de agosto de -1526 «le llevó Dios, y le hiçieron las mismas obsequias y le dieron la -misma sepoltura que se le dió al comendador y le echaron en essa mar.»</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_119">{119}</a></span></p><p class="castt">* * *</p> - -<p>De la extensión y brillantez del imperio de Carlos V, labradas en -grandísima parte por nuestros descubridores y conquistadores en América -y Oceanía, se han descrito magníficos cuadros en aquella época y en la -moderna.</p> - -<p>Célebre es por su majestuosidad el de Macaulay en las primeras páginas -de su ensayo sobre la <i>Guerra de Sucesión</i>, y muy estimable el de Martín -H. Hume, en su <i>Historia del pueblo español</i>; pero es a Gonzalo -Fernández de Oviedo a quien se le deben las expresiones más -entusiásticas acerca de la obra realizada por aquellos hombres que -ensancharon los dominios de España, los del mundo conocido entonces y -los de la civilización universal.</p> - -<p>Aunque graves autores han ensalzado desde tiempos antiguos a nuestra -nación por sus ingenios, su valor y su esfuerzo, nada tan merecedor de -loa como las hazañas de los españoles en las Indias, ya en el ejercicio -de las armas en tierra, ya en el Océano, con excesivos e innumerables -trabajos, sin temor al cansancio ni<span class="pagenum"><a id="page_120">{120}</a></span> a los peligros, con no pocas -hambres y enfermedades y muy frecuentemente con absoluto desinterés. -Ellos encontraron otro hemisferio no menos amplio que Europa, Asia y -Africa. Alejandro Magno y sus soldados no dejaron de ver el polo ártico -ni cuando más se alejaron de su país. En el antártico ondeó la bandera -de Castilla en más reinos y estados que cuantos tuvieron debajo de su -cetro cada uno de todos los príncipes habidos desde el principio del -mundo hasta Carlos V. Los asirios, los sicionios, los macedonios, los -persas, los corintios, los atenienses, los tebanos, los partos, los -egipcios, los cartagineses, los romanos y otros señoríos estaban -comprendidos en el polo ártico. Los del emperador se extendían por ambos -hemisferios, no pudiendo equipararse con tantas proezas y adquisiciones -las fabulosas novelas de Jasón y Medea con su vellocino de oro.</p> - -<p>Tales son, en resumen, las alabanzas tributadas al Imperio de Carlos V y -a quienes maravillosamente lo dilataron, por Fernández de<span class="pagenum"><a id="page_121">{121}</a></span> Oviedo, que -las corona con estas palabras: «Callen los pregoneros de Theseo aquel -laberinto y su Minotauro, pues que, sabida la verdad, essas metháporas, -reduçidas a historia çierta, son unas burlas y niñerías si se cotejan y -traen a comparación de lo que en estas nuestras Indias se ha visto y se -ve cada día en nuestro tiempo, y lo han visto mis ojos y otros muchos a -quien en esta edad ni en las venideras no podrán en verdad contradeçir -envidiosos, enemigos de tan valerosa y experimentada naçión y tan -jubilada en virtudes».</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_122">{122}</a></span>  </p> -<p><span class="pagenum"><a id="page_123">{123}</a></span>  </p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_124">{124}</a></span>  </p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_125">{125}</a></span>  </p> - -<h2><a id="MIGUEL_LOPEZ_DE_LEGAZPI"></a>MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI</h2> - -<p class="nind"><span class="letra">E</span><span class="smcap">ntre</span> las expediciones hechas en el siglo <small>XVI</small> para el descubrimiento y -la conquista de las islas del Poniente, figuran la de Hernando de -Magallanes, la de frey García de Loaysa, la de Alvaro de Saavedra Cerón -y la de Ruy López de Villalobos.</p> - -<p>El objeto determinado de ésta fueron las Filipinas. El de las demás, las -Molucas.</p> - -<p>La expedición de Villalobos es como el prólogo de la de Legazpi.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>En 1538 y 1539, el emperador Carlos V facultó a don Pedro de Alvarado, -adelantado de Guatemala, para el apresto de una flota de cinco navíos, -con destino al descubrimiento y la conquista de las islas del Poniente.<span class="pagenum"><a id="page_126">{126}</a></span></p> - -<p>Sin embargo, don Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España, envió a -Francisco Vázquez con una armada a dichas islas.</p> - -<p>Con este motivo surgieron escandalosas diferencias entre Alvarado y el -virrey.</p> - -<p>Por fin, se concertaron respecto a todo lo que se descubriese, tanto por -mar como por tierra, dentro de los límites contenidos en las -capitulaciones ajustadas entre ambos a 29 de noviembre de 1540, -conviniendo en enviar dos flotas, una a las islas, para ver lo que en -ellas había, y otra a la costa de Tierra Firme, hasta dar con el fin y -el secreto de ellas, la primera compuesta de tres naves y una galera, -con 300 hombres, al mando del caballero Ruy López de Villalobos..., «muy -experto y plático en las cosas de la mar», y la segunda, de cinco navíos -y una fusta, con 300 hombres, a las órdenes del caballero Juan de -Alvarado.</p> - -<p>Este convenio mereció la aprobación del monarca en 26 de julio de 1541. -Poco después murió don Pedro, y se encargó completamen<span class="pagenum"><a id="page_127">{127}</a></span>te de la empresa -don Antonio de Mendoza, que el 18 de septiembre de 1542 le dió a -Villalobos intrucciones para el descubrimiento que se le había -conferido.</p> - -<p>Formóse la flota con las naves <i>Santiago</i>, <i>San Jorge</i>, <i>San Juan de -Letrán</i> y <i>San Antonio</i>, la galeota <i>San Cristóbal</i> y la fusta <i>San -Martín</i>. Iban por maestre de campo, Francisco Merino; por capitanes, -Bernardo de la Torre, don Alonso Enrique, Matías de Alvarado, Pedro -Ortiz de Pineda y Cristóbal Pareja; por oficiales del rey, García de -Escalante Alvarado, como factor; Jorge Nieto, como contador; Onofre de -Arévalo, como veedor, y Juan de Estrada, como tesorero; por pilotos, -Gaspar Rico, de la <i>Santiago</i>; Alvaro Fernández Tarifeño, de la <i>San -Jorge</i>; Ginés de Mafra, de la <i>San Juan</i>, y Francisco Ruiz, de la <i>San -Antonio</i>. Los oficiales del virrey eran Martín de Islares, factor; Guido -de Lavezaris, contador, y Gonzalo Dávalos, tesorero. La tripulación -constaba, según unas relaciones, de 370 hombres, y, según otras, de -400.<span class="pagenum"><a id="page_128">{128}</a></span> Embarcáronse cuatro religiosos agustinianos: fray Jerónimo de -Sanctisteban, prior, que años adelante escribió un relato del viaje; -fray Nicolás de Perea, fray Alonso de Alvarado y fray Sebastián de -Reina, y cuatro clérigos: el comendador Laso y los padres Martín, Cosme -de Torres y Juan Delgado. Acompañaban a Ruy López de Villalobos los -caballeros e hidalgos Iñigo Ortiz de Retes, Bernardino de Vargas, -Antonio de Bustos y Francisco Alvarado.</p> - -<p>La armada salió del puerto de la Navidad el 1.° de noviembre de 1542. El -6 de enero de 1543 encontraron las islas de los <i>Jardines</i>. Cien leguas -al oeste de ellas se perdió la galeota <i>San Cristóbal</i>. El 20 avistaron -una isla pequeña, a la que se llamó <i>Matalotes</i>. El 2 de febrero -arribaron a la de <i>Mindanao</i>, que, por su gran extensión, fué denominada -<i>Cesarea Karoli</i>. «La majestad del nombre—dice Escalante de -Alvarado—le cuadraba». Costeando hacia el sur la isla de Mazaguá y -apartándose de ella, dieron en la de Sarangani. Los indíge<span class="pagenum"><a id="page_129">{129}</a></span>nas no les -llevaban bastimentos. Y se sembró maíz, pero no nació. Los soldados se -disgustaban, y hubieran preferido la muerte en la pelea a tener que -morir de hambre. La que allí pasaron llegó a los mayores extremos. Desde -Cochin, «de la India del rey de Portugal», le decía fray Jerónimo de -Santisteban a don Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España, en -carta de 22 de enero de 1547: «El hambre no sufría espera...; en fin, -comimos cuantos perros y gatos y ratas se pudieron haber, y otras malas -savandijas y yerbas no conocidas, que todo fué causa de la muerte a -muchos y de grandes enfermedades; en especial, comieron muchos de unas -lagartijas grandes; son pardas y relucen mucho; muy pocos son vivos de -los que las comieron; comiéronse cangrejos de tierra, que algunos -estaban locos un día de los que comían, en especial si comían las -tripas».</p> - -<p>La <i>San Cristóbal</i> llegó a <i>Sarangani</i> al cabo de cinco meses. Sus -navegantes fueron recibi<span class="pagenum"><a id="page_130">{130}</a></span>dos con inmensa alegría, pues se les creía -perdidos. Esta alegría aumentó al oírseles decir que en aquel tiempo -habían estado en unas islas ricas en víveres y cuyos moradores -rescataban con facilidad.</p> - -<p>De tal júbilo provino el que se diera a aquellas islas el nombre de -<i>Filipinas</i>, como homenaje al príncipe don Felipe.</p> - -<p>«En la isla de Ambón—escribe Santisteban—, viniendo de camino, sacó -Dios a Rui-López de Villalobos de ruin mundo... Murió de calenturas y -muy cano, después de muy seco de pensar y congojar; murió muy pobre y -recebidos todos los Sacramentos: de 370 españoles que salimos de esa -Nueva España, llegamos a Malaca 117; quedaron en Maluco 30 o pocos más, -y presos entre infieles, 12.»</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Muchos años mediaron entre la expedición de Villalobos y la de Legazpi, -por los fracasos<span class="pagenum"><a id="page_131">{131}</a></span> de algunas flotas enviadas al estrecho de Magallanes, -por los grandes gastos que ocasionaban y por el empeño que hubo en -comunicar el Atlántico con el Pacífico por el istmo de Panamá, -aprovechando el curso del río Chagres.</p> - -<p>En 1558, el rey Don Felipe II le manda a don Luis de Velasco, virrey de -Méjico, hacer en la mar del sur navíos para el descubrimiento de las -islas del Poniente.</p> - -<p>En 9 de febrero de 1561 el virrey le da cuenta al monarca de ocuparse en -el apresto de la Armada y le recomienda para dirigirla a Miguel López de -Legazpi, natural de Zumárraga, provincia de Guipúzcoa, que llevaba -veintinueve años en la Nueva España, donde había sido, con general -estimación, alcalde ordinario y escribano mayor de Cabildo. «Estaban sus -bríos prontos para cualquier empresa, por haber sido hombre de gran -valor y esfuerzo, y aun vivían en la blanca nieve de sus venerables -canas las centellas de su ardiente juventud, acompañadas de la prudencia -y madurez de sus años.»<span class="pagenum"><a id="page_132">{132}</a></span></p> - -<p>Don Luis de Velasco fué facultado para ordenar la expedición como mejor -le pareciese.</p> - -<p>Se retrasó el apresto de las naves hasta el extremo de mediar una carta -apremiante del rey, fechada a 13 de febrero de 1563, a la que contestó -Velasco el 25 de febrero de 1564, presentando sus excusas y anunciando -la salida de la flota para el mes de mayo. No pudo cumplir la oferta, y -volvió a disculparse en 15 de junio.</p> - -<p>Muerto Velasco a fines de julio, la Audiencia, que en tales casos asumía -la autoridad y el Gobierno, ultimó los preparativos del viaje, y en -pliego cerrado le entregó a Legazpi una extensa y muy detallada -instrucción.</p> - -<p>El 20 de noviembre de 1564 los expedicionarios salieron del puerto de la -Navidad con dos galeones grandes y dos pataches pequeños.</p> - -<p>La nave capitana se llamaba <i>San Pedro</i>, de quinientas toneladas. En -ella iban: como maestre, Martín de Ibarra, natural de Bilbao, «con los -más lucidos soldados y más expertos mari<span class="pagenum"><a id="page_133">{133}</a></span>neros», y como pilotos, Esteban -Rodríguez, natural de Huelva, y el francés <i>Pierres Plin</i>; por factor, -Andrés de Mirandola; por alguacil mayor, Andrés de Ribera; por escribano -mayor, Hernando Riquelme, de Sevilla; por capitán de artillería, Juan -Maldonado del Berrocal, de Burgos; por alférez mayor, Andrés de Herrera, -mejicano; por sargento mayor, Luis de la Haya, de Valladolid, y por -capitán de infantería, Martín de Goiti, de Bilbao, con su compañía y la -de Legazpi. También se embarcaron en la <i>San Pedro</i>, Felipe de Salcedo, -nieto del general e hijo de doña Teresa de Legazpi y de don Pedro -Salcedo, y los religiosos agustinos fray Andrés de Urdaneta, fray Martín -de Rada y fray Andrés de Aguirre.</p> - -<p>En la almiranta, denominada <i>San Pablo</i>, de cuatrocientas toneladas, -fueron: como jefe, el maestre de campo Mateo del Sanz, de Ciudad Real; -por piloto mayor, Juan Martínez Fortín; por acompañado, Diego Martín, de -Triana; por maestre, Juan María, genovés; por tesorero,<span class="pagenum"><a id="page_134">{134}</a></span> Guido de -Lavezaris, y por contador, Andrés de Cauchela. En esta nave iban dos -padres de la Orden de San Agustín, fray Diego de Herrera y fray Pedro de -Gamboa.</p> - -<p>En el patache <i>San Juan</i>, de cien toneladas, fué por capitán Juan de la -Isla; por piloto, su hermano Rodrigo de Espinosa, y por maestre, Julián -Felipe, de Triana.</p> - -<p>El <i>San Lucas</i>, de cuarenta toneladas, lo mandaba el capitán don Alonso -de Arellano, yendo por piloto Lope Martín, mulato, natural de Ayamonte, -y por maestre, Nicolao, habilísimo marinero, de nacionalidad griega.</p> - -<p>Intérprete de la Armada era un indio llamado Jorge, que sabía muy bien -la lengua malaya. Este indio fué convertido al catolicismo, en <i>Tidor</i>, -por los religiosos de la flota de Ruy López de Villalobos, y pasó a la -Nueva España con el soldado Pedro Pacheco, natural de Ciudad Rodrigo, -que había formado parte de aquella expedición desdichadísima.</p> - -<p>Durante cinco días corrió la de Legazpi al<span class="pagenum"><a id="page_135">{135}</a></span> suroeste, y el 25 de -noviembre el general mandó reunir en su nave a los religiosos, capitanes -y oficiales, al alférez, al sargento, al alguacil mayor y a los pilotos, -y le presentó, por ante el escribano Hernández Riquelme, instrucción que -traía, cerrada y sellada, de la Nueva España, y que se le había ordenado -no abrir hasta haber navegado cien leguas, en la que se disponía que el -viaje se hiciese con rumbo a las islas Filipinas y a las inmediatas a -ellas.</p> - -<p>En cuanto a la derrota, había habido disconformidad de pareceres entre -fray Andrés de Urdaneta y el capitán Juan Pablo de Carrión, que, -enemistado con el padre, no quiso ir en la Armada.</p> - -<p>Urdaneta había ido, en 1525, en la de García de Loaysa, a las Molucas, -donde sirvió durante ocho años, como soldado, como capitán y en oficios -de la real Hacienda. En 1536 le dió cuenta a Carlos V de los sucesos de -aquella expedición. Después, hasta 1552, desempeñó en Nueva España, por -nombramiento y encargo<span class="pagenum"><a id="page_136">{136}</a></span> del virrey don Antonio de Mendoza, importantes -comisiones relativas a asuntos de guerra y de paz. En 1553 ingresó en la -Orden de San Agustín. El virrey don Luis de Velasco se valió de él para -negocios interesantísimos. Felipe II, por cédula expedida en Valladolid -a 24 de septiembre de 1559, dispuso que Urdaneta fuera, con dos -religiosos más, a las islas del Poniente, en la flota de Legazpi; y fray -Andrés le contestó al monarca, en carta fechada en Méjico a 23 de mayo -de 1560, que, aunque estaba falto de salud, había padecido muchos -trabajos desde su mocedad y necesitaba reposo en lo que le quedara de -vida, se disponía, por veneración a la majestad real y a la fe católica, -a las molestias de la nueva jornada.</p> - -<p>El soberano quería que la flota fuese en busca de las islas <i>Filipinas</i>, -sin entrar en las <i>Molucas</i>, para no infringir las capitulaciones hechas -con el rey de Portugal, y Urdaneta opinaba que estas islas no solamente -caían dentro de los términos de lo del empeño, sino que la<span class="pagenum"><a id="page_137">{137}</a></span> extremidad -de ellas por la parte de Levante estaba comprendida en el meridiano de -las Molucas; por lo cual debía enviarse dos galeones y un patache a -descubrir por aguas del Poniente de Méjico, «arando la mar», hasta los -límites de lo correspondiente a los portugueses. No hallaba reparo en -que se llegase a las <i>Filipinas</i> para rescatar a los españoles que allí -hubiera cautivos, de los que en 1525 fueron en la armada de Loaysa; de -la enviada en 1527, por el marqués del Valle; de un navío, también de -Hernan Cortés, que, yendo del Perú a la Nueva España, fué a dar, -combatido por vientos contrarios, en aquel archipiélago, y de la -expedida en 1542 por don Antonio de Mendoza. Pero no se debía hacer -otras contrataciones que la compra de algunas cosas merecedoras de verse -como muestras y la de los bastimentos precisos para el viaje.</p> - -<p>El septiembre de 1564 el capitán Juan Pablo de Carrión, nombrado -almirante de la flota de Legazpi, le escribe al rey que las <i>Filipinas</i> -las<span class="pagenum"><a id="page_138">{138}</a></span> ha descubierto, antes que nadie, en 1521, Magallanes, y que «son -Islas que los Portugueses nunca han visto y están muy a trasmano de su -navegación, ni an tenido noticias dellas, sino aya sido por alguna -figura o carta de marear nuestra». Y arremetiendo contra Urdaneta y -contra Legazpi añade: «... el padre fray Andrés ha dicho resueltamente -que no se embarcará si el Armada va adonde yo digo; y como el que va por -general, ques Miguel López de Legaspe, es de su nación y tierra y íntimo -amigo, quiérele complacer en todo, y como el dicho general no tiene -nenguna esperencia en estas cosas, ni entiende nenguna cosa de -navegación, por no lo aver usado, no sabe destenguir lo uno de lo otro, -y en todo se abraza a la voluntad del padre.»</p> - -<p>En la controversia entre Urdaneta y Carrión sobre si la armada debía ir -o no a las <i>Filipinas</i>, aparentemente venció fray Andrés, porque, al -salir los buques del Puerto de la Navidad, se dijo que irían a las -<i>Molucas</i>; pero, en realidad,<span class="pagenum"><a id="page_139">{139}</a></span> el victorioso fué el capitán, con arreglo -a cuyos dictámenes redactó la Audiencia de Méjico y le entregó a Legazpi -la orden secreta, según la cual pondría las proas hacia el archipiélago -filipino, cuando los navíos llevaran recorridas cien leguas desde la -Nueva España: «Haréis vuestra navegación en demanda y descubrimiento de -las Islas del Poniente hacia los Malucos, sin que por vía ni manera -alguna entréis en las Islas de los dichos Malucos, porque no se -contravenga el asiento que Su Magestad tiene tomado con el Serenísimo -Rey de Portugal, sino en otras islas que están comarcanas a ellas, como -las Filipinas y otras que están fuera del dicho asiento y dentro de la -demarcación de S. M...»</p> - -<p>Se resolvió el pugilato armonizando el que se cumpliera la voluntad del -Monarca y el no prescindir del utilísimo concurso de fray Andrés, quien, -de haberse aclarado desde el primer momento el camino que había de -seguirse, se hubiera quedado en tierra.<span class="pagenum"><a id="page_140">{140}</a></span></p> - -<p>Los religiosos se lamentaron del contenido de la instrucción y de que -habían sido engañados; pero, en virtud de los preceptos superiores y de -las reflexiones de Legazpi, se conformaron con la novedad, y habiéndose -discutido sobre cuál sería la mejor ruta para las islas Filipinas, se -decidió navegar al oeste, cuarta del sudoeste, y al llegar a una altura -de 9° dirigirse al oeste en busca de las islas de <i>los Reyes</i> y las de -<i>los Corales</i>; de éstas irían a las de <i>los Arrecifes</i> y <i>Matalotes</i>, y -desde allí, al archipiélago de <i>San Lázaro</i>.</p> - -<p>El 30 de noviembre, el patache <i>San Lucas</i>, que iba delante de la -capitana, desapareció, sin que en mucho tiempo se volviera a saber de -él. Esta embarcación, buscando o con la excusa de que buscaba a la flota -en la isla de <i>Mindanao</i>, en las de <i>Magallanes</i> y en otras, regresó a -Nueva España y llegó al puerto de Navidad el 9 de agosto de 1565.</p> - -<p>Siguieron navegando días y días sin que los pilotos pudieran ponerse de -acuerdo respecto<span class="pagenum"><a id="page_141">{141}</a></span> a las leguas que llevasen recorridas. En la madrugada -del 18 de enero de 1565 creyeron estar cerca de tierra, por haberlo dado -a entender el buque almirante con un disparo de artillería; mas, -habiéndose convencido de que se trataba de una ilusión, continuaron la -marcha. Cuando efectivamente vieron tierra fué el día 9. Era una isla -pequeña, abundante en palmas de coco y en árboles. Bajaron a examinarla -fray Andrés de Urdaneta, Felipe de Salcedo, Mateo del Sanz y el capitán -del <i>San Juan</i>. Al volver a las naves, refirieron que se habían -encontrado con un indio y una india viejos, que debían ser marido y -mujer; una india joven, que debía ser hija del matrimonio, y una -pequeñuela, que sería hija de la india moza; que no entendieron el -idioma de aquellos naturales; que les obsequiaron con cuentas de vidrio -y otras bagatelas, y que ellos se mostraron muy pesarosos al retornar -los visitantes a la playa. Otras noticias les dieron a los demás -expedicionarios: había allí muchas frutas, pescados, gallinas, patatas -y<span class="pagenum"><a id="page_142">{142}</a></span> millo. En cuanto a los habitantes, el indio era de buena conformación -y las mujeres eran guapas. Todos llevaban el cabello suelto y largo. -Tenían canoas muy lindas, anzuelos de cordeles y de hueso; carecían de -utensilios de barro y no usaban armas de ninguna clase.</p> - -<p>Tan pintoresco territorio recibió el nombre de isla de los <i>Barbudos</i>.</p> - -<p>Poniendo las proas al noroeste, llegó la flota el 22 de enero a unas -islas que, según los pilotos, formaban parte del archipiélago filipino, -y, según el padre Urdaneta, eran las de los <i>Ladrones</i>. Numerosos -isleños, en cincuenta canoas, que llamaban paraos y estaban hechas de -palma, rodearon a la armada y prorrumpieron en grandes voces, con las -que parecían invitar a los nuestros a que fueran a sus poblaciones, -donde les darían de comer hasta que se hartasen. La costa estaba cuajada -de palmares de coco, y entre los palmares había viviendas. Al anochecer -encendieron los indios infinidad de hogueras. Antes de que los -castellanos<span class="pagenum"><a id="page_143">{143}</a></span> desembarcaran, Legazpi, dando pruebas de ser un habilísimo -diplomático, ordenó que nadie se atreviese a hacerles daño a los -indígenas, ni a quitarles nada, ni a tocar en sus sementeras y -labranzas, ni a cortar palmas ni otros árboles, y que los rescates -pudieran hacerlos únicamente los oficiales del rey. Esta orden malhumoró -a los soldados. El día 23 los isleños trajeron cocos secos y verdes, -cañas dulces, plátanos, arroz, batatas y otros artículos, trocándolos -por naipes, cascabeles, cuentas de vidrio y trozos de orillo; pero, -desconfiadísimos, se negaron a entrar en las naves. En las sucesivas -contrataciones exigieron, para el pago de sus mercancías, primero hierro -y, después, clavos, por haber comprendido cuán útiles habían de serles -para sus canoas. Tenía razón el padre Urdaneta: aquéllas eran las islas -de los <i>Ladrones</i>. Se pedía, sobre todo, arroz a cambio de clavos -grandes, y los indios, con una sagacidad y una desaprensión -indescriptibles, llevaban fardos, en cuya parte superior había una<span class="pagenum"><a id="page_144">{144}</a></span> capa -de arroz como de dos dedos, siendo arena todo lo demás, y otras veces -metían en los fardos piedras y hierbas para aumentarles el peso y hacer -los cambalaches más ventajosamente. Se les compró gran cantidad de -barriles de aceite de coco, y se vió que la mayor parte contenían agua -con uno o dos dedos de aceite. Con frecuencia cometían otros engaños, -como el de acercarse algo a uno de los buques, esperar a que se les -echasen los clavos, y luego, sin entregar las mercancías, salir huyendo -hacia los otros buques para repetir idénticas operaciones.</p> - -<p>Al patache <i>San Juan</i> le desclavaron un pedazo de un hierro del timón, -procuraron arrancar los clavos del costado de las naves y a todas les -quitaron las boyas. Un indio le arrebató a un soldado un arcabuz que -llevaba al hombro. Otro indio le pegó a otro soldado con una vara en el -pecho, y aunque no se lo lastimó, porque llevaba cota, le produjo en una -mano una herida, de la que murió inmediata<span class="pagenum"><a id="page_145">{145}</a></span>mente. «Todo lo cual hacían -sin vergüenza ninguna, porque de cosa no la tienen».</p> - -<p>Legazpi salió a tierra y, en nombre de Su Majestad, tomó, con gran -aparato, posesión de esta isla, que era la de <i>Goam</i>, nombrada <i>Guan</i> en -el derrotero del piloto mayor Esteban Rodríguez, y <i>Boan</i> en el de -<i>Pierres Plin</i>. Aunque se había propuesto conducirse con aquellos -isleños de la manera más afable, se vió obligado a disponer que los -castigaran. Parte de nuestra gente bajó a tierra a cargar de agua dulce, -y los indios fingieron recibirles de paz. Cuando llegó el momento de -recogerse a los navíos, se quedó rezagado, durmiendo entre unos -palmares, un muchacho, que era grumete, sin que los españoles le echasen -al pronto de menos. Al darse cuenta de que faltaba, fueron a buscarle, -mas le encontraron hecho pedazos. Los isleños le habían atado de pies y -manos, le habían producido más de treinta heridas, traspasándole el -cuerpo con lanzas, le habían desollado la cara, le habían metido por la -boca un palo, que le<span class="pagenum"><a id="page_146">{146}</a></span> salía por el colodrillo, y le habían apedreado.</p> - -<p>El maestre de campo Mateo del Sanz les quemó algunas canoas y casas, -hirió a varios indios, mató a otros y prendió a cuatro. A tres se les -ahorcó en el mismo sitio en que había perecido el grumete. A uno que -había quedado ileso, el maestre le trajo a la nave «a ruego de los -religiosos» «diciendo que sería más servicio de Dios nuestro Señor y de -su Majestad llevarle a la Nueva España que no ahorcarle, e ansí se llevó -a la Capitana.»</p> - -<p>Legazpi, los religiosos, los capitanes y los oficiales conferenciaron -sobre si convendría poblar en <i>Goam</i> y despachar un navío a la Nueva -España. Así lo propuso el padre prior, respondió el general que era -necesario dar cumplimiento a las órdenes que tenía de seguir hasta las -islas <i>Filipinas</i> y las colindantes, y, sin más discusión, el 3 de -febrero emprendieron la marcha.</p> - -<p>El 13 arribó la armada a una bahía muy amplia, rodeada de islas pequeñas -y de una gran<span class="pagenum"><a id="page_147">{147}</a></span>de. Se encargó al maestre de campo, al padre prior y al -capitán Martín de Goiti que vieran si había población, río o puerto, y -si encontraban indios. Unos cuantos vieron, que se negaron a esperarles.</p> - -<p>El 20 comparecieron algunos naturales, significaron que la isla grande -se llamaba «Zubú», y dijeron nombres de pueblos y caciques del -territorio. El general les dió cuentas de vidrio, bonetes de grana, -cuchillos, etc., y les pidió que de su parte les suplicaran a los -principales que fueran a verle, porque les quería hablar y hacerse -amigos suyos.</p> - -<p>Vinieron, en efecto, en canoas, unos caciques, que en prueba de amistad -querían sangrarse con el general, y entraron en la capitana, donde -fueron muy bien recibidos.</p> - -<p>Allí era incomprensible otro lenguaje que el de las señas. Legazpi se -las hizo de que deseaba contratar con ellos y obtener su amistad en -nombre del rey de Castilla. De lo que mostraron gran satisfacción. Y -venían con frecuencia<span class="pagenum"><a id="page_148">{148}</a></span> a los navios y convidaban a los expedicionarios -con vino de palmas. Se les propuso que vendieran en grandes cantidades -puercos y gallinas, y se los pagarían muy bien, y quedaron en hacerlo -así, pero no llevaron mas que un gallo, un huevo y un cochino. Pronto se -vió que no querían venderle nada a nuestra gente, sino entretenerla, y, -sobre todo, aprovecharse de las baratijas—para ellos de mucho -valor—que se les daban gratuitamente siempre que iban a los buques.</p> - -<p>Se encargó a Juan de la Isla y a dos religiosos que reconocieran si -había puerto, y hallaron dos bahías. En una salieron indios a la ribera -dándole señas al capitán de que querían sangrarse con él para entablar -amistades. Francisco Gómez, gentil hombre de Legazpi, sin consentimiento -del capitán Isla y contra el parecer de los religiosos, saltó a tierra -para sangrarse con uno de los caciques. Cuando estaban en la ceremonia -surgió del monte un indio, y acercándose a Gómez por entre los que<span class="pagenum"><a id="page_149">{149}</a></span> se -hallaban con él, le dió tan terrible lanzada que murió al poco rato.</p> - -<p>El 21 arribaron, en la costa de la isla grande, a una bahía que -denominaron <i>San Pedro</i>, y el 22 vino a la nave del maestre un isleño, -que dijo ser principal y llamarse Urrao. Se sangró con Mateo del Sanz, y -le enteró de que Tandaya, gran cacique, de quien era sobrino, residía a -no mucha distancia de allí. A Urrao y a otros dos principales, uno de -ellos llamado Balaniga, les obsequió el general y les pidió una canoa -para enviarle a decir a Tandaya que Su Majestad «le quería por amigo, y -le quería mucho». Un indio que sabía algunos términos castellanos se -ofreció a llevarle a Tandaya la carta, y quedó en volver al día -siguiente para que se la dieran. A Urrao y a los otros dos caciques les -rogó el maestre que le vendiesen arroz, gallinas y puercos, y quedaron -en llevarlos; pero no volvieron. Tampoco volvió el que se había ofrecido -a entregarle el mensaje de Legazpi al gran cacique.<span class="pagenum"><a id="page_150">{150}</a></span></p> - -<p>El 22 dispuso el general que Martín de Goiti buscase el río de Tandaya, -por si tenía buen puerto, y que procurase ver al poderoso señor y darle -cuenta de las intenciones de los españoles.</p> - -<p>Mientrastanto, Legazpi procedió a tomar posesión de la isla, y, -terminado el acto, se aproximó, en compañía de los religiosos y del -maestre de campo, al pueblo de <i>Caniungo</i>, donde les esperaron multitud -de indios en disposición amenazadora. Dos disparos de arcabuz fueron -bastantes para amedrentarles y hacerles huír.</p> - -<p>A los diez días volvió Martín de Goiti, refiriendo que lo más notable -que había encontrado en sus exploraciones había sido la ciudad de -<i>Cabalián</i>, cuyos habitantes usaban joyas de oro y tenían muchos puercos -y gallinas.</p> - -<p>El 5 de marzo salió la armada para aquella población, cuyo cacique, -Maletec, tenía un hijo, llamado Camutrián, que se sangró con el alférez -mayor, no habiendo ido Maletec en perso<span class="pagenum"><a id="page_151">{151}</a></span>na a sangrarse con Legazpi por -ser muy viejo y estar ciego.</p> - -<p>Quisieron los expedicionarios comprar víveres, y los indios prometieron -traérselos, pero faltaron reiteradamente a su palabra, y el general, los -capitanes, los oficiales y otras personas de cuenta resolvieron, -haciendo de la necesidad ley, adquirirlos por la fuerza, aunque evitando -causarles daño a los indígenas y pagándoles lo que les tomasen.</p> - -<p>Los naturales del país huyeron al ver en tierra a los españoles, y con -la precipitación de la huída dejaron abandonados algunos puercos y -cierta cantidad de batatas. También se les tomaron unas cuantas -gallinas. Muchísimas otras escaparon volando como perdices.</p> - -<p>Se hizo inventario de estas adquisiciones, se apartó la cantidad de -margaritas, cuentas de vidrio, bonetes de grana, cuchillos, etc., que se -consideró necesaria para abonar su valor, y se le entregó a Camutrián, -que estaba en una de nuestras naves, para que él hiciera llegar -aque<span class="pagenum"><a id="page_152">{152}</a></span>llos objetos a los dueños de los bastimentos, de tal modo, que cada -cual cobrase en proporción a los que hubiera perdido.</p> - -<p>Por Camutrián se averiguó que no lejos de allí estaba <i>Mazaguá</i>, y -habiéndole suplicado el general que le enseñase el camino, el hijo de -Maletec se ofreció a ir con él a dicha isla acompañado de tres indios.</p> - -<p>El 9 de marzo salió la flota de <i>Cabalián</i> para <i>Mazaguá</i>, y el 10 -fueron comisionados el prior y el maestre de campo para que hicieran por -ver al cacique y le regalaran, a fin de atraérselo, una chamarra de -terciopelo y un capote de grana; mas, no habiendo encontrado, en la -parte donde pensaban que estaría la residencia del señor, casas ni -indios, acordó el general trasladarse a la isla de <i>Caninguinín</i>, que -estaba próxima.</p> - -<p>Antes se les dió suelta a Camutrián y a los otros tres indios, y a fin -de que se marcharan contentos, les quedase agradable recuerdo de los -españoles y recibieran y trataran bien a<span class="pagenum"><a id="page_153">{153}</a></span> otros que pudieran pasar por -su tierra, se les vistió a dos de ellos de bonete, chamarra y -zaragüelles de paño verde, y a los otros dos, de iguales prendas, de -lienzo, y se les dió para el regreso carne de cerdo y pan para tres días -y una botija de agua.</p> - -<p>El 11 de marzo arribó la armada a <i>Caninguinín</i>, no habiendo encontrado -en ella nada que les interesase. Canela es lo que más deseaban haber -hallado y adquirido en aquella isla.</p> - -<p>Sus naturales se negaban a escuchar a los españoles. Legazpi consultó -con los religiosos, los capitanes, los oficiales y las demás personas de -la armada sobre qué partido tomar, y, de común acuerdo, resolvieron -pasar a <i>Butuán</i>, por ser país de mucho comercio y porque encontrarían -quien entendiese la lengua malaya.</p> - -<p>Reconociendo Martín de Goiti, en un batel, la costa de la isla de -<i>Bohol</i>, halló un parao de grandes dimensiones, cargado de arroz y de -otros bastimentos. En cuanto los indios vieron el batel, se arrojaron al -mar, dejando abando<span class="pagenum"><a id="page_154">{154}</a></span>nada la canoa. Los españoles se apoderaron de ella, -y el general mandó hacer inventario de su contenido, para pagar su valor -a quien resultara ser su dueño. En el mismo día, el maestre de campo -prendió a siete u ocho indios de los que se escaparon del parao, por uno -de los cuales se averiguó que aquella embarcación y sus mercancías eran -procedentes de <i>Cebú</i>.</p> - -<p>La contrariedad de los vientos impedía que la armada arribase a -<i>Butuán</i>, y se acordó que fuese allí el patache, y que en tanto se -hiciesen en la capitana algunos reparos que le eran necesarios, para -enviarla a descubrir la vuelta a la Nueva España. Procurarían comprar la -mayor cantidad que pudiesen de oro, canela, cera, especias y drogas, y -hacer amistad con el cacique de la isla, a quien le comunicarían, de -parte de los expedicionarios, que, si se lo consintiera, tendrían mucho -gusto en ir a su tierra, para establecer en ella factorías y -contrataciones en nombre del rey de España. Como intérprete de la lengua -malaya iba con la gente del patache<span class="pagenum"><a id="page_155">{155}</a></span> un tal Jerónimo Pacheco. Si en -<i>Butuán</i> no encontraban canela, recorrerían hacia el mediodía la costa -de <i>Mindanao</i>, hasta llegar a la provincia de <i>Cavite</i>.</p> - -<p>Cuando el general se ocupaba en el despacho del <i>San Juan</i>, vino a la -nave capitana el maestre de campo y dijo que la almiranta, distante -media legua, había visto en la mar un junco grande y enviado un batel en -su reconocimiento. Los tripulantes del junco acometieron a los españoles -trabándose entre unos y otros encarnizada pelea. En ella nos hirieron -veinte hombres; pero la canoa tuvo que rendirse ante los argumentos de -los arcabuces. Esta embarcación tenía árbol mayor, trinquete y mesana, y -era casi tan grande como el <i>San Lucas</i>. Los que en ella venían eran -moros.</p> - -<p>Un testigo presencial del combate elogia el valor de los adversarios, -diciendo que determinaron morir, que pelearon como desesperados, hasta -que les mataron el capitán, y que hicieron enorme gasto de municiones de -hierro.<span class="pagenum"><a id="page_156">{156}</a></span></p> - -<p>En el parao apresado venían seis o siete hombres, uno de ellos factor -del rey de Borneo, quien manifestó que las mercancías que llevaban eran -de su señor, y que el junco pertenecía a un portugués, llamado Antón -Maletis. Legazpi le preguntó cómo no habían acudido al llamamiento de -los españoles. La contestación que aquellos seis o siete hombres le -dieron fué verdaderamente notable: «... respondieron que, como no los -conoscían ni entendían, y vieron que eran extrangeros, les pareció que -estaban obligados a la defensa de sus personas y haciendas, y que en -defensa desto, por cualquiera cosa que hubiesen hecho, no tenían culpa -ninguna; que, si los conoscieran, que justo fuera y ellos vinieran, pero -que, no los conosciendo, ni sabiendo quién eran, ni qué los querían, -habían procurado defenderse».</p> - -<p>Se les puso en libertad y se les devolvió el parao con cuanto en él -había venido. Asombrados de tanta liberalidad, pidieron una carta para -el rey de <i>Borneo</i>, a quien<span class="pagenum"><a id="page_157">{157}</a></span> irían a darle cuenta de proceder tan -humanitario.</p> - -<p>De estos moros se informó el general acerca de las mercaderías en que -traficaban, de dónde las traían, de su calidad, de sus precios de compra -y de venta, y de la religión, costumbres, producciones y otras -particularidades de aquellas islas.</p> - -<p>En <i>Borneo</i> adquirían hierro y estaño, mantas pintadas de la India, -porcelanas, campanas de cobre, sartenes, cazuelas de hierro templado, -hierros para lanzas, cuchillos, cera, mantas blancas, etc. Todos estos -artículos los vendían por oro, por clavos y por unos caracoles que en -<i>Siam</i> se cotizaban como dinero.</p> - -<p>De los moros aprehendidos, el piloto del parao era el más inteligente y -experimentado y el que tenía más y mejores noticias de las <i>Filipinas</i>, -de las <i>Molucas</i>, de <i>Borneo</i>, de <i>Malaca</i>, de <i>Java</i>, de la India y de -la China. Por él se supo que los rescates que llevaba la armada eran de -difícil salida en las <i>Filipinas</i>, y<span class="pagenum"><a id="page_158">{158}</a></span> en cambio la tendrían muy buena en -<i>Borneo</i>; que en <i>Butuán</i> había mucha contratación; que allí estaban dos -juncos de <i>Luzón</i> adquiriendo oro, canela y esclavos; que <i>Luzón</i> estaba -al norte de <i>Borneo</i>; que los de <i>Borneo</i> no entraban en <i>Butuán</i> por -haber habido entre unos y otros sangrientas colisiones, y que los de -<i>Bohol</i> no querían contratar con los de las naves, porque hacía dos -años, muchos castellanos de los residentes en las <i>Molucas</i> les habían -hecho, so capa de amistad y seguridad, muertes y robos a todo pasto y -les habían cogido muchísimos prisioneros, que vendieron como esclavos, y -que desde entonces les tenían miedo a los de Castilla.</p> - -<p>Legazpi les hizo saber que los autores de semejantes desafueros no eran -españoles, sino portugueses, gente de otra tierra y súbditos de otro -monarca que los nuestros; a lo que los moros repusieron que ellos sabían -que era así, pero que los indios no los diferenciaban y creían que todos -eran unos.<span class="pagenum"><a id="page_159">{159}</a></span></p> - -<p>El general quedó maravillado de la astucia empleada por los lusitanos, -no tanto para hacerles daño a los isleños como para hacérselo a los -españoles cuando allí llegaron, porque habían de encontrarse con el odio -de los naturales del país.</p> - -<p>Para contrarrestar estos inconvenientes, mandó a llamar a varios -caciques, y vino a la capitana uno, llamado Cicatuna, que fué recibido -muy amistosamente. Este cacique se sangró con Legazpi, sacándose ambos, -de los pechos, dos gotas de sangre, revolviéndolas con vino en una taza -de plata y bebiéndose cada cual la mitad de la peregrina mezcla. Después -de la sangría se convidó a Cicatuna con conservas y vino de Castilla, -que le resultó agradable. Los postres consistieron en un discurso del -capitán generel, enterando al cacique de que el rey de España era el -mayor y más poderoso príncipe de la Cristiandad, de que en su nombre -iban los de la armada a contratar, a cuyo efecto llevaban valiosos -rescates, y de<span class="pagenum"><a id="page_160">{160}</a></span> que él, el gobernador, trataría a Cicatuna como a un -hermano; por todo lo cual le suplicaba que influyera para que los -isleños viniesen a contratar con los de la flota y les vendiesen arroz, -puercos, gallinas y cabras, que les serían pagados a buen precio.</p> - -<p>La respuesta del cacique fué satisfactoria, en cuanto a que los indios -perderían el temor, una vez que él y el general se habían sangrado y -hecho amigos; pero que, por lo que respectaba a mantenimientos, en muy -poco le podrían servir, porque aquel año era mucha el hambre que se -padecía en la isla a causa de la falta de lluvias.</p> - -<p>Otro día vino la nave capitana con varios moros de <i>Borneo</i>, un -principal indio, llamado Cigala, de más categoría que Cicatuna. Quería -sangrarse con el gobernador; le regaló un lechón y le dió por excusa de -no haber venido a verle antes el haber estado forastero. Legazpi accedió -a la sangría y obsequió a Cigala con un pedazo de mantel, un espejo, una -bacinica,<span class="pagenum"><a id="page_161">{161}</a></span> tijeras, cuchillos, margaritas y cuentas, y porque tenía -cuatro hijas, le entregó una docena de sartas de vidrio y otra docena de -cascabeles para cada una.</p> - -<p>A los quince días de haber partido el <i>San Juan</i> para <i>Butuán</i>, regresó -adonde se encontraba el resto de la flota. Los del patache habían visto -al rey de la isla y a un hermano suyo, los cuales no habían querido -entrar en el <i>San Juan</i> por tenerles miedo a los moros.</p> - -<p>Legazpi promovió consulta sobre si se debía poblar en alguna de aquellas -islas, y se convino en hacer población en <i>Cabalián</i>, por abundar allí -el arroz, los puercos y las batatas, y porque sería fácil el -abastecimiento de los que se volvieran a la Nueva España; pero la -resolución definitiva fué poblar en Cebú, por ser la tierra más fértil y -rica de cuantas hasta entonces habían visto en aquellos países.</p> - -<p>Los españoles fueron a <i>Cebú</i>, y Legazpi envió emisarios a Tupa, rey de -la isla, para que viniese a verle. Este requerimiento fué contes<span class="pagenum"><a id="page_162">{162}</a></span>tado -con promesas que no se cumplían; antes, por el contrario, los indios les -amenazaron a los de la flota, y hubo que hacerles la guerra.</p> - -<p>Reconociendo las casas de los fugitivos, se encontró, en una de las más -pobres, un Niño Jesús flamenco, con su camisita de volante y su sombrero -de velludo. El general experimentó tal alegría y tal emoción con este -hallazgo, que, tomando al Cristo en las manos, le besó los pies, y -alzando los ojos al cielo dijo: «Señor, Poderoso eres para castigar las -ofensas en esta isla cometidas contra tu Majestad, y para fundar en ella -tu casa e Iglesia Santa, donde tu Gloriosísimo nombre sea alabado y -ensalzado; suplícote me alumbres y encamines de manera que todo lo que -acá hiciéremos sea a honra y gloria tuya, y ensalzamiento de tu Santa Fe -católica».</p> - -<p>El 8 de mayo se trazó y midió el terreno sobre que había de construírse -un fuerte en el puerto de <i>Cebú</i>, y el necesario para una villa, a la -que se puso el nombre de <i>San Miguel</i>.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_163">{163}</a></span></p><p class="castt">* * *</p> - -<p>El 1.° de junio de 1565, la nave <i>San Pedro</i>, al mando de Felipe de -Salcedo, emprendió el regreso a la Nueva España, trayendo por pilotos a -Esteban Rodríguez y Rodrigo de Espinosa, y arribó al Puerto de la -Navidad el 1.° de octubre del mismo año.</p> - -<p>El 18 de septiembre, Salcedo había requerido a Rodríguez, a Espinosa y -al contramaestre Francisco de Astigarribia, que <i>también echaba punto y -carteaba</i>, a que tanteasen el camino que habían andado desde el puerto -de Cebú hasta la tierra que vieron aquel día. La distancia recorrida -había sido, según Rodríguez, de 1740 leguas, y, según Espinosa, de 1650. -Este último resultado dieron los cálculos y apuntaciones de -Astigarribia.</p> - -<p>De todo lo cual levantó acta el escribano de la <i>San Pedro</i>, Asensio de -Aguirre.</p> - -<p>Le interesaban a Salcedo la comisión y la consignación notarial de los -pareceres de los pilotos, acerca de lo navegado, para que «se entendiese -el dicho camino más verificadamen<span class="pagenum"><a id="page_164">{164}</a></span>te», y «para que mejor relación se -pudiese hacer a Su Majestad».</p> - -<p>Este viaje fué muy penoso. No pocos tripulantes enfermaron durante él, y -algunos murieron. El piloto Espinosa falleció el 27 de septiembre. Fray -Andrés de Urdaneta apenas pudo dormir, por tener que gobernar la nave, y -padeció muchísimo.</p> - -<p>Inmensa alegría produjo en Méjico el retorno de los supervivientes. Al -volver allí el capitán del <i>San Lucas</i> aseguró que se había ido a pique -el resto de la armada de Legazpi.</p> - -<p>Cuando, al poco tiempo, fray Andrés vino a Castilla por encargo de la -Audiencia, se encontró a la Corte, que estaba a la sazón en Valladolid, -a Alonso de Avellano, que tenía muy adelantadas y con grandes -probabilidades de buen éxito sus gestiones para que le premiaran por -haber sido el primero en descubrir las islas <i>Filipinas</i>, y en haber -hecho el viaje de vuelta al punto de partida; pero fué preso por haberle -dado cuenta Urdaneta al rey de su<span class="pagenum"><a id="page_165">{165}</a></span> deslealtad y codicia. Luego se le -envió a la Nueva España para que se le trasladara a Manila y se le -pusiera a la disposición de Legazpi. Por influencias interpuestas en su -favor permaneció en Méjico hasta la muerte del general, pasando después -a Manila con cartas de recomendación, que le fueron ineficaces para ser -menos escarnecido por su conducta.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Tupas y todos los naturales de <i>Cebú</i> reconocieron el señorío del rey de -Castilla.</p> - -<p>Los españoles les ayudarían a los cebutines a defenderse de sus -enemigos, y lo mismo harían los de <i>Cebú</i> con nuestros compatriotas -cuando lo necesitaran. Al indio que cometiese alguna falta contra algún -español, los caciques le traerían preso ante Legazpi para que le mandara -castigar. El español que le hiciese daño o agravio a algún indio sería -castigado por el gobernador. Cuando los españoles les<span class="pagenum"><a id="page_166">{166}</a></span> compraran a los -indios bastimentos, se los habían de pagar a como valieran, y les darían -a precios moderados los rescates y géneros de España. Los indios no -podrían ir a contratar al real ni a la población de los españoles con -armas ofensivas ni defensivas.</p> - -<p>En demostración de obediencia, Tupas, su hijo Pisunán, Catipán, Batumán, -Maquiong y otros señores se arrodillaron ante Legazpi y le besaron la -mano.</p> - -<p>El general les obsequió con ropas, rescates y cuentas. A Tupas le dió, -además, dos camisas, un espejo dorado y dos sartas de margaritas. -«Quedaron ellos muy contentos viéndose tan bien vestidos de aquellos que -entendían auían venido a desnudarles.»</p> - -<p>Un acontecimiento extraordinario fué el haberse convertido al -catolicismo Tupas, persona la de más autoridad e influencia, no -únicamente en <i>Cebú</i>, sino sobre los señores de las otras islas. Ninguno -le igualaba en capacidad intelectual ni en habilidad política. Siempre -había re<span class="pagenum"><a id="page_167">{167}</a></span>chazado la conversión, por creer que la permanencia de los -españoles en sus dominios era muy problemática, por no tener con ellos a -sus mujeres. Le bautizó fray Diego de Herrera, fué su padrino Miguel -López de Legazpi y se le puso por nombre Felipe. Se celebró la ceremonia -el 31 de mayo de 1568. Poco después fué bautizado su hijo, mozo de -veinticinco años, habiendo sido su padrino Juan de Salcedo. Se le llamó -Carlos, en recuerdo del príncipe don Carlos, hijo de Felipe II. Aquel -día se bautizaron otros notables de la isla de <i>Cebú</i> y de las -inmediatas.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Una de las acciones de Legazpi que mejor ponen de relieve su talento y -su valor es su victoria sobre los portugueses de las <i>Molucas</i>. El -virrey de la India había encomendado al capitán Gonzalo Pereira el -apresto de una armada para echar de <i>Cebú</i> y del archipiélago filipino -a<span class="pagenum"><a id="page_168">{168}</a></span> los españoles. El general se apercibió a la defensa. Habiendo -trascurrido bastante tiempo sin que la flota lusitana apareciera por -ninguna parte, se imaginó que el virrey habría cambiado de propósito; -pero cuando Legazpi se encontraba más falto de víveres, y con sus gentes -repartidas por las provincias circunvecinas haciendo sus ordinarias -contrataciones, surgió en el puerto de <i>Cebú</i>, el 17 de septiembre de -1568, una vela que, por ser latina, reconoció inmediatamente que -pertenecía a los portugueses.</p> - -<p>El maestre de campo salió a reconocerla y se encontró con que era una -galeota de Portugal, procedente de las <i>Molucas</i>, en la que venía -Antonio Rombo de Acosta, acompañado de Gonzalo Pereira y de cuatro -gentiles hombres. Según le dijo Rombo al maestre, deseaba ver al -general, para tratar con él de asuntos muy importantes al servicio de la -religión y al de los reyes de Portugal y Castilla.</p> - -<p>Toda la armada, que pronto arribó al puerto, constaba de diez navíos, -con setecientos hom<span class="pagenum"><a id="page_169">{169}</a></span>bres de armas, sin contar una chusma infinita de -molucanos y malabares.</p> - -<p>Legazpi y Gonzalo Pereira celebraron una conferencia, en la que el -portugués se lamentó de que los españoles hubiesen ido a tierras que -estaban incluídas en la demarcación del rey de Portugal. El gobernador -le contestó que siempre había tenido por indudable hallarse en tierras -correspondientes a la demarcación de Castilla.</p> - -<p>Los conferenciantes no se avinieron y hubo necesidad de que apelasen a -las armas. Después de numerosas refriegas, en que los lusitanos llevaron -la peor parte, Gonzalo Pereira, en vista de la Pascua de Navidad, -resolvió volverse a las <i>Molucas</i>, y antes le envió a Legazpi, como -aguinaldo, dos ricas alfombras de Persia, una colcha, una rodela -hermosísima, y algunas porcelanas de la China. El general, por no ser -menos, le obsequió con diez varas de carmesí, diez de damasco, cuatro -cojines de terciopelo carmesí con guarniciones de oro, y un albornoz<span class="pagenum"><a id="page_170">{170}</a></span> -muy rico, con rapacejos, botones y alamares de oro.</p> - -<p class="castt">* * *</p> - -<p>Legazpi resolvió intervenir personalmente en la conquista de la isla de -Luzón y se dirigió a ella con 280 hombres. Los habitantes de Cavite le -recibieron de paz. Un moro principal, llamado Dumandul, vino a la armada -a visitar al generalísimo. Este le interrogó sobre el estado de los -ánimos en Manila, respondiéndole Dumandul que Raxa, el viejo, anhelaba -la paz, pero que su sobrino Raxa Solimán, <i>el mozo</i>, no debía ser de la -misma opinión desde su alianza con Lacandola, reyezuelo de <i>Tondo</i>, con -quien los de Manila habían estado siempre en relaciones hostiles.</p> - -<p>Al ver los moros a Legazpi en el río de aquella población, la prendieron -fuego y se encaminaron a Tondo. El general encargó al maestre de campo -les dijese a los moros que apagaran el fuego, y que no se alborotaran, -porque los españoles no les iban a hacer ningún daño.<span class="pagenum"><a id="page_171">{171}</a></span></p> - -<p>Vinieron Raxa el viejo y Lacandola, en dos canoas, a saludar a Legazpi, -y humildemente se le postraron, asegurándole que querían paz y amistad -con él. El gobernador les contestó que, para que los tuviese por amigos, -era indispensable que se reconocieran y declararan vasallos del rey de -Castilla, que le había enviado allí para enseñarles la religión -verdadera.</p> - -<p>El viejo Raxa fué el primero que en Manila recibió el bautismo.</p> - -<p>Raxa Solimán visitó a Legazpi manifestándole que quería la paz con los -castellanos, rendirle obediencia a su rey y ser adoctrinado en el -catolicismo. En esta visita le acompañaron a Solimán su tío y el -reyezuelo de <i>Tondo</i>, y los tres le besaron la mano al general, quien -les pidió que mandasen hacer una casa para él, otra y una iglesia para -los agustinos, y ciento cincuenta casas más para el resto de los -españoles que había en la isla y concluír un fuerte que estaba en -construcción, porque pensaba fundar la capital de las Filipinas, la -residencia<span class="pagenum"><a id="page_172">{172}</a></span> y corte de su gobierno espiritual y temporal. Aunque -prometieron hacerlo, no lo cumplieron del todo, teniendo nuestros -compatriotas que dar fin a las obras de fortificación.</p> - -<p>Hechas las paces con Raxa el viejo, Raxa Solimán y Lacandola, con -frecuencia venían a Manila indios de los territorios circunvecinos. Unos -les ofrecían su amistad a los castellanos; pero otros, viendo que estos -eran muy pocos, se burlaban de los que se les habían sometido y no -dejaban de vociferar que, si aquellos fueran a sus localidades, les -quedarían escarmentados. Tales burlas, desplantes y excitaciones -influyeron en los de Manila, hasta el punto de decidirles a dar por -nulos los compromisos adquiridos y a empuñar las armas contra nuestra -gente.</p> - -<p>Los menos dos mil guerreros de <i>Macabebe</i>, de <i>Agenoy</i> y de otros -pueblos se reunieron en <i>Tondo</i>, capitaneados por un moro de gran -valentía, y convinieron con Lacandola la manera de principiar la lucha -contra los españoles.<span class="pagenum"><a id="page_173">{173}</a></span></p> - -<p>Al enterarse Legazpi de que estaban allí, supuso que desearían la paz y -que habrían ido a solicitar la mediación de aquel reyezuelo. Habiéndoles -llamado, y transcurridos varios días sin que acudieran al llamamiento, -el general envió a <i>Tondo</i> tres comisarios, uno como intérprete, para -garantizarles que, sin temor, podrían ir a Manila, y para que Lacandola -contribuyera a desvanecer los recelos que pudieran impedírselo.</p> - -<p>El cacique, muy ladino, les manifestó a los de <i>Macabebe</i> que si -querían, correspondiendo a la invitación, ir a ver al gobernador, él -tendría mucho placer en acompañarles.</p> - -<p>Entonces el capitán moro contestó, indignadísimo, que ni él ni su gente -querían presentarse ante <i>el Basar</i> (así le llamaban a Legazpi), «ni -tener su amistad ni sus Castillas». «El sol me parta por medio el -cuerpo—añadió—y caiga yo en desgracia de mis mujeres, para que me -aborrezcan, si fuere en algún tiempo amigo de los Castillas».<span class="pagenum"><a id="page_174">{174}</a></span></p> - -<p>Hechos estos votos se arrojó a la calle desde la ventana de la -habitación en que se encontraba, y, marchando hacia su caracoa, les dijo -a los emisarios que pusieran en conocimiento del general que le esperaba -para combatirle.</p> - -<p>El maestre de campo salió en busca del arrogante musulmán, que no tardó -en morir de un arcabuzazo que le dió uno de nuestros soldados. Los -contrarios se desbandaron. El maestre les tomó diez caracoas con la -gente que iba en ellas. Más de trescientos moros murieron en el combate. -Entre los prisioneros había un hijo y dos sobrinos de Lacandola, y -aunque era, por tanto, indudable, que éste había estado en inteligencias -con los de <i>Macabebe</i>, Legazpi los puso en libertad, por si, mostrándose -piadoso, lograba traerles definitivamente a pacíficos términos.</p> - -<p>Teniendo en cuenta la magnitud de la isla de <i>Luzón</i>, sus provincias, -sus poblaciones y sus comodidades, el general resolvió levantar una -ciudad en el sitio en que radicaba Manila. El 24<span class="pagenum"><a id="page_175">{175}</a></span> de junio de 1571 -principió la fundación de la metrópoli política y espiritual de las -islas <i>Filipinas</i> y de las que se rindieran a la corona de España.</p> - -<p>Determinados los límites de la nueva urbe, nombró dos alcaldes -ordinarios, dos regidores, un alguacil mayor, un escribano mayor de -Cabildo y dos escribanos de número.</p> - -<p>Señaló el sitio para plaza pública, repartió los solares para conventos -de San Agustín y para iglesia, encomendó al consejo la designación de -los que habían de repartirse entre los vecinos, y ordenó que Manila -fuese denominada capital de la provincia de la <i>Nueva Castilla</i>.</p> - -<p>Este nombre fué confirmado por Felipe II en Cédula de 21 de junio de -1574, en la que otorgó a Manila los títulos de insigne y siempre leal. -Por otra Cédula le concedió escudo de armas, consistente en castillo de -plata en campo rojo, y un medio delfín y león, con una espada en la -mano.</p> - -<p><span class="pagenum"><a id="page_176">{176}</a></span></p><p class="castt">* * *</p> - -<p>El 20 de agosto de 1572 Legazpi tuvo una grandísima desazón por haber -cometido una falta muy grave uno de sus soldados. Este disgusto se le -aumentó con tener que negar a una de las personas principales de su -campo un favor, a cuya concesión se había opuesto en varias ocasiones.</p> - -<p>Aquel día, y a consecuencia de varios incidentes, sintió un intenso -dolor en el corazón. Algo se le alivió con remedios que le aplicaron. A -la hora de cenar bebió un poco de agua y se le agudizó el dolor. -Entonces le recetaron una purga, y habiéndose levantado de la cama -cuando iba a hacerle los primeros efectos, falleció repentinamente. Hubo -quienes le echaron la culpa de la inesperada desgracia al médico que le -había asistido.</p> - -<p>El factor, el maestre, los capitanes y los oficiales del rey, sabedores -de tan triste noticia, se personaron a las dos de la madrugada con los -demás españoles que había en Manila en el domicilio del difunto -gobernador. En un es<span class="pagenum"><a id="page_177">{177}</a></span>critorio le encontraron dos provisiones de la -Audiencia de Méjico, en las que se determinaba quién había de sucederle -en su cargo cuando muriera. Para ese caso se llamaba por capitán -general, en primer término, a Mateo del Sanz, y en segundo término, al -vizcaíno Guido de Lavezaris, tesorero de la Hacienda Real; y como el -maestre había pasado a mejor vida, se confirió la investidura a -Lavezaris, hombre viejo, discreto y de buenas intenciones.</p> - -<p>El nuevo gobernador ordenó al factor que, sin pérdida de tiempo, buscase -a Raxa Solimán, a Lacandola y a los demás caciques para agasajarlos y -porque recelaba intentasen alguna alteración.</p> - -<p>Al día siguiente, 21 de agosto, se le enterró a Legazpi, con militar y -magnífica solemnidad, en el convento de San Agustín, en una capilla del -presbiterio, habiéndose colocado sobre su sepulcro un estandarte y una -bandera.</p> - -<p>En las honras fúnebres que se le tributaron<span class="pagenum"><a id="page_178">{178}</a></span> predicó el padre fray -Martín de Rada, quien, como dice fray Gaspar de San Agustín, en su -<i>Conquista de Filipinas</i>, «trató de las virtudes y excelencias de este -famoso capitán, digno de ser alabado y puesto con los mayores que ha -conocido el mundo por su valor, piedad y prudencia».</p> - -<p>Su hijo, Melchor López de Legazpi, le hizo en Méjico muy suntuosos -funerales, en los que predicó fray Melchor de los Reyes, de la Orden -agustiniana.</p> - -<hr class="full" /> -<div lang='en' xml:lang='en'> -<div style='display:block; margin-top:4em'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>LA RAZA</span> ***</div> -<div style='text-align:left'> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Updated editions will replace the previous one—the old editions will -be renamed. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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Redistribution is subject to the trademark -license, especially commercial redistribution. -</div> - -<div style='margin-top:1em; font-size:1.1em; text-align:center'>START: FULL LICENSE</div> -<div style='text-align:center;font-size:0.9em'>THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE</div> -<div style='text-align:center;font-size:0.9em'>PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -To protect the Project Gutenberg™ mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase “Project -Gutenberg”), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg™ License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 1. 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Information about the Mission of Project Gutenberg™ -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ is synonymous with the free distribution of -electronic works in formats readable by the widest variety of -computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It -exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations -from people in all walks of life. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg™’s -goals and ensuring that the Project Gutenberg™ collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg™ and future -generations. 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